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Miquel Izard.

Tierra Firme. Historia de Venezuela y Colombia. Capítulo 4: Crisis de la sociedad criolla: 1750-
1830.

4.1 Reformismo borbónico.

Durante el aislamiento del setecientos, la oligarquía criolla llegó casi a la independencia de facto,
prueba de esto son las relaciones comerciales estrechas que se habían generado con las potencias del
resto de Europa. Es más, el tráfico legal entre España y las Indias estaba más controlado por las
oligarquías criollas que por los comerciantes peninsulares.

Ante tal contexto, la corona quiso revertir la situación, buscando fomentar el cultivo de productos
que no se daban en Europa y erradicando el contrabando. Otros autores también van a recalcar que el
verdadero objetivo de la corona era incrementar los ingresos fiscales recurriendo a la administración
directa, generando mayor control burocrático y económico del imperio colonial.

En resumen, podemos decir que los reformistas tenían tres objetivos:

 Lograr mayor participación en el comercio colonial atlántico.


 Aumentar los ingresos fiscales (descargar sobre las colonias porcentaje del costo imperial).
 Lograr la sujeción de las oligarquías criollas.

En fin, Izar va a afirmar que dichas reformas son una falacia, ya que tienen un escaso resultado.
Es más, las acusa de simplemente responder cuando las circunstancias hacían inevitable el cambio,
adoptando instituciones obsoletas o ampliando las antiguas, a fin de sostener el poder de los
peninsulares.

En este afán de responder es que van a legalizar el libre comercio, buscando regular y controlar
algo que venía sucediendo hace ya tiempo. Pero, según testimonios del intendente de la capitanía
general de Venezuela en la década de 1770, los impuestos a la comercialización legal no entorpecían la
producción local, ya que se seguían distribuyendo de manera ilícita (nunca lograron regularlo
efectivamente).

Por otro lado, la presión fiscal sobre los que menos tenían, con el afán de aumentar los ingresos
de la corona, colaboró de manera directa a la producción de insurgencias populares, que se fueron
consolidando en nuevas guerras coloniales.

4.2 Insurgencias y revueltas

Antes que nada, Izar aclara que para entender a los grupos sociales de ésta región y las
tensiones que se generaban en ellos, debemos colocarlos en el contexto de la transición del sistema
feudal al capitalismo, o como le gusta llamarlo a él, de la sociedad autosuficiente a la excedentaria.

Pardos venezolanos: para los oligarcas, éste era un sector tenido como indolente y no
trabajador, ya que les horrorizaba la vida política y preferían vivir errantes, sin acudir a la iglesia. Pero a
decir verdad, lo que más les molestaba de estos era que se opongan al “orden y el progreso” de la nueva
sociedad excedentaria que es estaba conformando. Muchos oligarcas les temían, ya que los pobladores
de los llanos se habían agrupado en bandas para defender su tierra y su forma de vida del acoso de los
ganaderos.

Oligarquía: la primera se encontraba en pánico ante la posibilidad de perder sus viejos privilegios
económicos, sociales y jurídicos.

Burguesía: interesada en ser la máxima beneficiaria de las transformaciones materiales y en


hacerse con mayores cuotas de poder.
Indígenas: un elevado número de ellos trabajaba en el sector manufacturero, aunque también
trabajan para el sector agrario Cabe aclarar que para el 1755 se habían extinguido los resguardos
indígenas, ya que con la excusa de legalizar el arrendamiento de tierras por parte de los criollos hacia los
indígenas, se va a rematar tales tierras que van a ser adquiridas no por los mestizos, sino por sus
vecinos blancos.

Obraje: así van a ser llamados los trabajadores del sector manufacturero (en su mayoría
indígenas), los cuales van a producir bienes de “segunda línea” para los que no podían consumir
productos europeos. Pero a principio del siglo XIX, la llegada de productos británicos fue arruinando el
comercio de aquellas manufacturas, poniéndolos en una situación de casi indigencia, ya que no tenían
con qué ganarse el pan.

Yendo puramente a lo social, el autor dice que como en cualquier etapa de crisis, se exacerbó el
racismo, a cargo de una minoría blanca. Remarca las virulentas reacciones de la oligarquía criolla frente
a la Real Cédula de “gracias al sacar”, que permitía a partir de 1795 que, a cambio de una buena suma
de dinero, los mestizos sean equiparados legalmente y en cualquier otro sentido, a los blancos. O
también las restricciones que se les pusieron a los pardos (mestizos) a ejercer la medicina y ni hablar de
las cirugías.

En cuanto a lo político, Izar habla de factores americanos y factores europeos que van a tener
considerable importancia. En cuanto a los europeos, tenemos la revolución francesa, las guerras
napoleónicas, la guerra entre españoles, la constitución de Cadiz y la victoria aparentemente definitiva
de Napoleón en 1810, la proclamación de José I Bonaparte; y en 1812 la jura de la Constitución por
parte de Fernando VII, que empuja a los grupos de presión revolucionarios a desvincularse de una
metrópoli regida por un voluble monarca.

En cuanto a lo ideológico, tenemos la influencia de la ilustración, que se difundió con cierta


celeridad en la segunda mitad del siglo XVIII, proponiendo una nueva concepción de la sociedad, del
estado y del individuo. La misma detonó en dos direcciones: la oligarquía por un lado, que estaba en
condiciones de asimilar la nueva filosofía, pero que temía que alguien la lleve a la práctica; y el pueblo
por el otro, que se había mantenido al margen del pensamiento elitistas, recibió estás nuevas ideas
cuando llegaron acompañadas de las noticias de la revolución francesa, haciéndoles pensar que eran
contrarias a las ideas de la oligarquía.

Esto aceleró el estado virulento con el que eran tratadas las masas, intentando los oligarcas de
suprimir por completos las culturas americanas (nuevas o viejas), menospreciándolas y sustituyéndolas
por una nueva cultura única, centralizada y escrita en castellano. Esto se debe principalmente a que
éstas culturas no estaban en consonancia con la sociedad excedentaria que pretendían estos (no tenían
la misma percepción del tiempo, dedicando parte de éste al ocio).

A medida que la sociedad excedentaria iba imponiéndose, necesitaba que los trabajadores
dedicaran exclusivamente a producir, y ante su resistencia se incrementó el sentimiento de desprecio
sobre los más humildes o la gente de color. Se fue levantando todo un cuerpo legislativo y, por tanto,
represivo, que acusaría a éstos de “vagos y mal entretenidos”.

Por su parte, las respuestas populares diferían notablemente según una serie de factores: las
etnias de los afectados, las relaciones de producción dominantes o las actividades económicas
preponderantes. En cuanto al primer factor, podían ser en su mayoría indígenas, aunque también
mestizos, mulatos, esclavos. Por otro lado, las relaciones de producción se habían diversificado mucho e
iban desde el pago de un salario hasta la esclavitud (endeudamiento, mitas, encomiendas). Por último,
las actividades económicas preponderantes, afectadas por la coyuntura eran: la manufacturera (en total
declive), agricultura, minería y la ganadería controlada (en permanente conflicto con los cazadores
libres).

En Colombia y Venezuela, las respuestas a los impactos fueron mayores que en el resto de las
indias, ya que afectaban a un grupo más amplio de clases y castas (oligarquía, indios, esclavos, pardos y
cuatreros) y sumado a esto, los sectores rebeldes alzados o vencidos tenían un santuario para
refugiarse, los Llanos, donde podían sobrevivir como gente libre. En 1808, la creciente insurgencia
popular se cruzó con el rechazo de la oligarquía a la monarquía metropolitana de José Bonaparte.

Desarrolladas todas éstas cuestiones más contextuales y conceptuales, Izar comienza a abordar
el tema de las insurrecciones de manera más lineal (que a mi parecer, Thibon lo aborda mucho mejor).

Inicia con la revuelta de los comuneros del Socorro, en 1781, que contagió a los Andes de la
provincia de Maracaibo. Es que a raíz de una nueva guerra entre Londres y Madrid, el Virrey tuvo que
aumentar la presión fiscal para sostener los gastos de la defensa del territorio. Esto generó malestar
entre las masas populares, que estallaron casi de forma espontánea dos semanas después de
decretadas las nuevas medidas fiscales. El funcionario y los vecinos más ricos de la población intentaron
calmarles, pero los amotinados dieron mueras al regente, en quien veían al culpable de estos
acontecimientos. Ante la protesta, el cabildo decidió unilateralmente suspender los nuevos impuestos.
Cabe aclarar que éste levantamiento se ve atravesado por una violencia que iba subiendo de tono, pero
con anómalos hechos sangrientos.

La insurgencia se extendía y los amotinados se citaron para el mes de abril en El Socorro. Y una
vez reunidos, designaron a Juan Francisco Berbero como representante y decidieron marchar sobre
Santa Fe (envuelto en un gran malestar social también). Los comuneros vencen y exigen el traslado del
cabildo a Zipaquirá, la reducción o supresión de gabela (impuestos reales), el descenso del tributo
indígena y cargos para los americanos e insistían en su lealtad a la Corona. La insurgencia se
desparramó por toda la Nueva Granada e incluso por la capitanía vecina de Venezuela.

En agosto de 1781, tan pronto como llegó a Santa Fe el regimiento fijo de Cartagena, se
desconocieron las capitulaciones y comenzó una persecución súper violenta a las masas.

La revuelta de los comuneros atemorizó, más que a las autoridades, a la oligarquía virreinal,
temerosa del final del sistema injusto sobre el que se basaba su situación privilegiada. Evidencia de esto
es el apoyo de los cabildos de las capitales a la represión que estaba llevando a cabo el regimiento
realista. El autor recalca que los oligarcas y las autoridades temían que la insurgencia mestiza de los
comuneros se añadiera al descontento de los indígenas (por la venta de sus tierras, el maltrato en las
relaciones de producción, la discriminación, etc).

De carácter distinto, y exógenos, fueron los sucesos de la Guaira y Coro. En el primero se


fracasa al intentar fallidamente atraer el sector del mantuanaje con propuestas de liberalizar la agricultura
y el comercio, ya que no les atraía formar parte de un proyecto revolucionario y radical (aunque si
logaron ganar apoyo entre los pardos y los pequeños propietarios blancos). Se destaca de éste
levantamiento que la oligarquía, al enterarse del mismo, puso a disposición todo lo que tenía para
frenarlo; es decir que se empieza a materializar la resistencia a estos movimientos por parte de la
oligarquía.

En 1806, el llamado precursor, Francisco de Miranda, supuestamente influenciado por las ideas
de los revolucionarios franceses, fracasó estrepitosamente en su intento de sublevar la colonia, al tomar
la ciudad de Coro con ayuda de la armada británica. Nuevamente el mantuanaje niega su apoyo,
dándoselo a las autoridades.

4.3 Llaneros del Apure

Los Llanos, sin límites precisos, ocupan buena parte de la zona austral de la actual Venezuela y
parte de la de Colombia. Era una región hostil en la que, poco después de la invasión castellana, habían
encontrado refugio los cuadrúpedos que se les habían escapado. Éste terreno hostil y lleno de comida
(cuadrúpedos) facilitaba la supervivencia de quienes intentaban escapar del norte agricultor y sus leyes
acosadoras.

Por ende, sus habitantes, los Llaneros, van a ser muy diversos y van a vivir primordialmente de
la caza y la recolección. Van a estar en permanente disputa con los oligarcas que se autoproclamaban
dueños de los Llanos como de los cimarrones que los habitaban.
Tras varias crisis agrarias iniciadas a principio de la década del setenta, provocadas por la caída
de la demanda de las producciones americanas, se comienzan a comercializar más bienes pecuarios del
Llano aprovechando que se había disparado la demanda de animales de tiro y acarreo y la carne en pie
o tasajo. Cabe destacar que dicha actividad tenía gastos mínimos en infraestructura y sorteaba las
complicaciones de “stock” que tenía la agricultura ya que solamente acarreaban las cabezas que sabían,
iban a vender.

A partir de esto, se intensifican las respuestas de los llaneros a la usurpación de sus terrenos; los
cuales se organizan en bandas de cuatreros, robando el ganado de los oligarcas. Los enfrentamientos y
conflictos del Llano se exacerbaron a finales del periodo colonial; tal violencia no fue sino el ensayo
general de la que tan brutalmente enfrentaría Venezuela durante las guerras civiles posteriores.

Para controlar la mayor cantidad posible de ganado, los propietarios acosaban, cada vez más, a
los llaneros cazadores. La violencia de las fueras represivas convirtió a muchos cuatreros en bandidos,
estos incrementaron su defensa y hubo que organizar fuerzas represivas más sofisticadas; se iba
ascendiendo por un espiral de violencia que se haría imparable a partir de 1812.

4.4 Guerras civiles llamadas de la Independencia

El autor menciona a Halperín Dongui, el cual enfatizó que los motines de indígenas, de mestizos
o de esclavos, más que un antecedente de la independencia parecen proporcionar una de las claves
para entender la obstinación con que algunas áreas se apegaron a la causa realista. (Evidencia de la
desesperación de los oligarcas por sostener sus privilegios).

A partir de esto aclara que no hubo un claro enfrentamiento entre “españoles” y americanos, sino
que los grupos realistas o patriotas/republicanos están conformados ambos por sectores internos como
externos.

Acá nuevamente el autor arranca con el desarrollo más histórico.

De marzo a mayo de 1808, cuando llega la noticia de lo ocurrido en España y en Bayona, la


oligarquía y las autoridades reaccionaron consecuentemente. En Caracas, a fines de julio se constituye
una junta, en la que además de toras las autoridades metropolitanas, había dos miembros del cabildo y
algunos del mantuanaje.

A principio de septiembre llegó a Santa Fe un comisionado de la junta de Sevilla proponiendo


jurar a Fernando VII, lo que aceptaron el virrey y la oligarquía.

En Caracas el mantuanaje quería hacerse con el poder de la Junta, pero los recelos entre ellos
eran tan grandes que no lograron ponerse de acuerdo antes de ser arrestados por orden de la Audiencia.

En la península, luego de la victoria sobre las tropas napoleónicas, se constituye en Aranjuez


una Junta Central Gubernativa del Reino, formada por delegados de las juntas provinciales. Ésta junta va
a tomar como medida frente a los sucesos de Caracas, reemplazar al capitán general Casas por el
gobernador de Cumana, Vicente de Emparán, conocido por su talante liberal. Los sectores oligarcas se
resintieron con la junta, ya que no tenían la misma representatividad que las juntas peninsulares.

En 1810 se disuelve la Junta Central y se cre un Consejo de Regencia de España e Indias, que
decretaba que cada capital indiana de virreinato o capitanía debía elegir un diputado para las cortes.

El decreto y el resultado de las operaciones militares en Europa (Napoleón ganaba de manera


aparentemente irreversible), supuso que muchas juntas indianas, sin dejar de proclamarse defensoras
de los derechos de Fernando VII, se replantearan el equilibrio de poder entre notables criollos y
burócratas peninsulares. Éstos, a partir de marzo de 1810, conspiran en Caracas para dar un golpe, pero
son detenidos por Emparan (Gobernador y Capitán de Venezuela). El 18 de abril llegaron a La Guaira
dos comisionados de la Regencia; inmediatamente miembros del ayuntamiento convencieron al alcalde
que convocase un cabildo abierto, al que se invitó a asistir a Emparan, informándole que pensaban en la
necesidad de organizarse en alguna forma de gobierno previsional, que velara por la provincia a nombre
de Fernando. Emparan les responde que ya existía tal gobierno, el Consejo de Regencia y se va. Pero
estos, pujantes, logran traerlo de vuelta y reabrir la sesión del cabildo, resultando del mismo la creación
de una Junta Suprema. Ésta va desconocer a la Regencia, ya que no los tuvo en cuenta a la hora de
conformarse y va a jurar lealtad directamente a Fernando VII.

El 27 de abril la Junta de Caracas oficio al resto de los cabildos americanos proponiendo una
confederación.

Mientras tanto, Nueva Granada había reaccionado de forma similar. En Cartagena el cabildo
decidió cogobernar con el gobernador, pero finalmente lo depuso. Ante ésta situación acefalia, la
oligarquía criolla podía controlar el poder transparentemente a través del organismo que ya venía
haciéndolo de facto, el cabildo.

Se generó un estallido entre criollos y comerciantes peninsulares, por lo que el 21 de julio, tras
una sesión movida, se eligió una junta Suprema del Nuevo reino de Granada, presidida por el virrey y a
la que ingresaron los miembros del cabildo, para “defender los derechos de Fernando VII”; además se
les proponía a las demás provincias del Reino que enviasen un diputado para convocar una asamblea
general.

El pueblo de Santa Fe, guiado por el odio que sentía hacia las autoridades coloniales se levantó
contra ellas para apresarlas y librarse de ellas. Pero la oligarquía frustraron los propósitos de éste
movimiento popular, desviándolo a la firma de un pacto con el virrey, jurando fidelidad al monarca
inexistente. El pueblo, totalmente desencantado por esto, insistió hasta que logró que el virrey sea
expulsado.

Bien pronto surgieron discrepancias: la Junta rompió con la Regencia metropolitana, a la vez que
mandaba a detener al virrey. Así mismo, organiza milicias de infantería y caballería, ésta última con
gentes de los Llanos. Se crean juntas en casi todas las provincias, pero pronto se comienzan a “revelar”
por un choque de los intereses entre las diferentes oligarquías, Encabezó éste conflicto la junta de
Cartagena, que en septiembre de 1810m propuso reunir un congreso en Medellín, con la propuesta de
invitar a Maracaibo y también a Quito. Sólo cinco provincias asisten y aun así deciden instituirse en
congreso; el cual va a tener discrepancias con la Junta de Santa fe. Éste congreso se disuelve sin haber
tenido labor legislativa alguna. Estos conflictos, deserciones, se comienzan a degenerar en
enfrentamientos, más de uno sangriento, entre las ciudades de algunas provincias y sus capitales

De mediados de 1810 a mediados de 1811, los enfrentamientos internos americanos se cruzaron


con los que iban ocurriendo en Europa, en una entablada interacción. Dichos enfrentamientos en la
región se fueron complejizando, hasta que en Santa Fe apareció una nueva oposición dirigida por
Nariño.

En Venezuela, el 5 de julio de 1811, el congreso declaró la independencia. La oposición a ésta,


por parte de las regiones occidentales y orientales de Costa Firme, no necesariamente pro
metropolitanas, y el recurso a las armas por ambos bandos, desencadenó una larga y devastadora
guerra que, desatará definitivamente los enfrentamientos de clase y casta incubados durante tantos
años.

En Santa Fe, la oposición protagonizó un golpe de estado el 19 de septiembre de 1811 que llevó
a Nariño a la presidencia, que establece una constitución aparentemente republicana aprobada en abril
de 1812.

En Venezuela se iban perfilando los dos bandos enfrentados. Los patriotas, divididos como
mínimo en dos grupos. Por una parte, blancos de ideas radicales agrupados en la sociedad patriótica y
por el otro la oligarquía, los grandes propietarios de tierras y de esclavos. En el bando realista se
agrupan los escasos peninsulares, burocracia y clero, así como la mayoría de grandes propietarios de
las deñas provincias y los pequeños y pobres blancos.
En ésta primer etapa de la guerra civil, otro componente son los esclavos, los cuales van a estar
en consideración tras no poder decidirse por nadie la guerra a mediados de 1812. En ésta dirección es
que se va a recurrir a los africanos prometiendoseles la libertad, ya que estaban faltos de tropas. A los
terratenientes patriotas les atemoriza ésta medida; cuyo temor se ve materializado con una rebelión de
esclavos. Ante esto, Miranda tiene que capitalizar el 24 de julio de 1812, falto del apoyo de los
terratenientes.

El 4 de octubre de 1812 queda instalado el Congreso de las Provincias de Nueva Granada, con
Camilo Torres como presidente. Inmediatamente tiene diferencias con Nariño, por lo que se genera una
nueva guerra que culmina con la derrota de éste en Ventaquemada y el riesgo de que Bogotá fuese
asaltado por los confederados. Pero en enero de 1813, los confederados son derrotados por los
santafereños.

Durante 1812, otras dificultades afectaron a los patriotas: en el sur la amenaza realista, las
masas populares del valle de Patía se alzaron y atacaron Popayán; lo mismo ocurrió en Pasto, donde las
provincias debieron rendirse ante los habitantes de la provincia que peleaban conjuntamente con los
indígenas; además continuaba la guerra entre Cartagena y Santa Marta.

Simón Bolívar, pasó a Cartagena; intervino como soldado de esta provincia en guerra,
despejando de enemigos el Magdalena, y consiguió que el consejo de nueva Granada le diera hombre y
armas para intentar la invasión de Venezuela, en mayo de 1813. A mediados de julio, la situación en
Nueva Granada empeora con la presión de los realistas en el sur, lo que condujo a la declaración
definitiva de independencia y a la organización de un ejército común.; tras algunas victorias iniciales, los
patriotas fueron totalmente derrotados y Nariño encarcelado.

En Venezuela los realistas tomaron una actitud totalmente represiva hacia los mantuanos, los
cuales no se van a oponer de ninguna forma al segundo intento de los independentistas, quienes desde
oriente y los Andes conquistan Venezuela en pocos meses e instauran la Segunda República. Es acá
que cuando Bolivar va camino a la capital, declara la guerra a muerte, pretendiendo crear una conciencia
americana y convertir el enfrentamiento social en uno de nacionalidades. Pero una vez llegados a
Caracas, adoptaron una política que era la continuación de 1811, por la cual no sólo no consiguieron
atraerse la voluntad de la mayoría del país, sino que debieron hacer frente a los ataques de los llaneros,
bajo el mando de Boves y aliados accesoriamente con los escasos elementos realistas.

La rápida victoria de Boves se debió no sólo a su superioridad numérica, sino también al empleo
masivo de la caballería llanera en campo abierto. Una vez más en Venezuela se había desatado la lucha
de Castas, los llaneros de Boves saqueaban y asesinaban a los blancos sin distinción, sembrando
pánico y terror.

Desde diciembre de 1814 hasta junio de 1816, los realistas controlaron totalmente la situación.
Pero la situación varió plenamente a partir de abril de 1815 con la llegada del ejercito expedicionario
español a cargo de Morillo.

Mientras tanto en Nueva Granada las derrotas militares se agregaban a las viejas disensiones
internas y se soñaba una posible federación con la segunda República organizada por Bolívar en
Venezuela. Pero la llegada del ejército expedicionario a Venezuela provocó en Nueva Granada un pacto
entre realistas y centralistas. El Congreso resolvió concederle facultades extraordinarias a Camilo Torres
para que negocie la paz con el ejército español. El ejército expedicionario inició la conquista del virreinato
y se impusieron gravosos impuestos para su sometimiento.

Los de Santa fe perdieron la república; el 6 de mayo de 1816 los expedicionarios ocuparon la


capital y comenzaba la represión. Morillo mandó a matar a algunos patriotas y muchos fueron
desterrados. Morillo fue bien recibido por los pueblos que, hartos de discordias, habían perdido el
entusiasmo por la causa de la independencia en medio del desorden general.

El fin de la guerra napoleónica, el restablecimiento de los Borbones y la llegada del ejército


expedicionario habían significado la extinción del régimen realista venezolano y los focos neogranadinos.
Por añadidura, el ejército de Morillo era un ejército con un considerable número de componentes
liberales y/o masónicos, que posiblemente debían simpatizar con el grupo radical del mantuanaje que
había presionado por la declaración de la independencia. Además Morillo llegó bien pronto a un acuerdo
con la fracción más conservadora de la aristocracia terrateniente a la que devolvió propiedades y
privilegios. También restauro el sistema fiscal anterior, con el fin de mantener el ejercito expedicionario,
que al igual que antes, perjudicaba a los más débiles económicamente. Por otro lado, también destituyo
de sus cargos militares a los llaneros y pardos ascendidos por Monteverde, Boves y otros caudillos
realistas.

Así, el fracaso de Boves no se debió a los excesos en contra del mantuanaje, sino a su
incapacidad para apoyarse en las masas.

A mediados de 1816, Bolivar inició su segundo y definitivo intento de consolidar la


independencia en Tierra Firme. Sello una alianza con los llaneros comandados por Paez desde
principios de 1818, posible ahora porque peleaban con un enemigo en común. Así también, obtuvo la
colaboracipon de un contingente considerable de mercenarios extranjeros (especialmente británicos).
Además, estructuró un nuevo estado instaurado el 5 de febrero de 1819 un congreso en Angostura, para
conseguir fácilmente el reconocimiento de algunas potencias.

Sin embargo la contienda estaba estancada. Los llaneros controlaban el Llano, mientras que los
expedicionarios controlaban el norte agricultor y su infantería y artillería detenían cualquier ataque
llanero. Pero dando un giro inesperado, Bolivar se dirigió hace Nueva Granda, derrotó a los sorprendidos
y escasos realistas en Bocaya el 7 de agosto de 1819 ya los días, logró entrar en Bogotá.

Ya de nuevo en La Angostura, propuso crear un nuevo Estado que incluya Venezuela, Nueva
Granada y la presidencia de Quito: La República de Colombia (la vieja idea de Miranda). Esto no sólo era
una alianza militar, sino que buscaba tener el apoyo de Caracas para de una vez por todas eliminar a
Morillo.

En 1819 se incorporan al grupo patriota una parte de la oligarquía, imprimiendo n cariz cada vez
más conservador a la cúspide secesionista que se iría acentuando especialmente con el final de la
guerra y la consolidación de la independencia.

El 24 de junio de 1821 se desarrolla la batalla de Carabobo, el mismo día en que los patriotas de
Nueva Granada iniciaban el ataque a Cartagena, que capituló el primero de octubre (aunque recién en
1823 logran expulsar por completo a los españoles).

Los colombianos, pero especialmente los llaneros, debieron colaborar, con hombres y recursos
en algo muy superior a sus posibilidades, en las campañas que realizó Bolívar contra los realistas del
Ecuador y Perú. El autor aclara que los costos del sistema republicano terminaron siendo más costosos
que el imperial.

Cuando la oligarquía ya se había apoderado totalmente del aparato gubernativo empezó a


legislar a su favor. Primero acaparó la tierra: la tierra se ofrecida a la tropa patriota desde 1817 como
pago, fue también a parar en manos de los latifundistas, herederos de la oligarquía colonial surgida de
los caudillos de la guerra. Luego también desvirtuó las medidas bolivarianas en relación con la
esclavitud.

Ahora bien, desde el mimo momento de la creación de la república de Colombia no fueron


demasiado cordiales las relaciones entre sus distintos componentes. El mantuanaje caraqueño aceptó
con muchas reservas la constitución elaborada por el Congreso de Cúcuta a la que le reprochaba ser
excesivamente centralista. Por otro lado, la oligarquía venezolana, primero federal y más tarde
claramente secesionista, se quejaba constantemente de la política económica y militar de los gobiernos
de Bogotá, a la cual echaban la culpa de la crisis económica general. Pero lo que más preocupaba a la
oligarquía Venezolana era una reanudación más violenta y quizás definitiva de la insurgencia popular, y
que el gobierno de Bogotá, enfrascado en una guerra internacional, no pudiera garantizar el orden
oligárquico interno.
Dicho temor levo a los rebeldes a declararse independientes del gobierno central. Pidieron la
convocatoria a un nuevo congreso constituyente. En 1826 llegó Bolívar a intentar pacificar éste
levantamiento. Ante una temida invasión exterior, el peligro permanente de rebeliones internas y la
bancarrota económica y administrativa, el Congreso convocó a una gran Convención de Colombia en
Ocaña, para estudiar un cambio constitucional. Pero dado que la intranquilidad seguía en aumento,
Bolívar decidió en marzo de 1828 atribuirse facultades extraordinarias en toda la república.

En Ocaña se enfrentaron dos corrientes, una centralista, dirigida por Bolivar y otra federalista,
encabezada por el vicepresidente Santander. La convención se disolvió por falta de quórum y Bolívar
asumió el poder dictatorial con el título de libertador presidente el 27 de septiembre de 1828. Hay un
intento de asesinar a Bolívar por parte de los santanderistas, que hace endurecer al régimen.

Durante 1829 proliferan los movimientos secesionistas incluso en el interior de la Nueva


Granada. A finales de año, Venezuela firma un acta antibolivariana y se establece una convención
exclusivamente venezolana y el poder interino para el general Paez.

Se abre un nuevo congreso constituyente en Bogotá el 20 de enero de 1830, pero una semana
antes Paez había convocado uno puramente venezolano en Caracas. Sucre intenta convencer a los
venezolanos de ceder, pero no hay caso.

Los últimos meses de la República mirandina, organizada por bolívar, estuvieron marcados por
la violencia, la disgregación y la descomposición.

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