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"Una cosa que separa a los mejores deportistas del mundo del resto de
nosotros es que tienen una profunda y resiliente fe en su habilidad de jugar
lo mejor posible" escribe el psicólogo deportivo Jim Taylor. El episodio de
Alexis ilustra justamente esto. Puede que en ese momento no estuviese
jugando en su mejor nivel, pero, aun así, confiaba plenamente en sus
habilidades (que, ojo, es distinto a creerse el mejor sin fundamentos).
Si crees que los deportistas de alto rendimiento aman despertarse todas las
mañanas para comer el mismo desayuno energético, hacer los mismos
ejercicios y ver a las mismas personas en la pista de entrenamiento, estás
equivocado. Un futbolista, un tenista, un ajedrecista (?) se aburren tanto
como nosotros de sus rutinas y, sin embargo, aprenden a aceptarlas. Es, de
hecho, una de las claves para desempeñarse en las grandes ligas.
De hecho, esta práctica fue clave en la obtención del primer Super Bowl de
los Seattle Seahawks en 2014. Su técnico, Pete Carroll, contrató a un
psicólogo deportivo precisamente para enseñarle a su equipo a realizar
ejercicios de mindfulness.
7. Escoge el entrenador adecuado:
Entre los consejos que se dan para mejorar la relación, se sugiere que: se
incluya al deportista en la toma de decisiones, que el entrenador dé
las razones tras sus decisiones, que provea a los deportistas de
comentarios positivos y constructivos, y evite las recompensas tangibles.
LA ANSIEDAD DEPORTIVA
A menudo escuchamos en los medios de comunicación que tal o cual
deportista está muy ansioso, está bloqueado o que le puede la presión. Al
estar ansioso, su rendimiento disminuye, por lo que empieza a preocuparse
(ej.: ¿qué me pasa?, ¿por qué fallo tanto?), aumentando su ansiedad y,
generando un círculo vicioso.
En segundo lugar, las personas diferimos unas de otras. Hay personas que
requieren un alto grado de activación para rendir al máximo y, en cambio,
otras personas pueden rendir de igual manera con menor grado de
activación. Por este motivo, es necesario que cada deportista identifique
cuál es su grado óptimo de activación; anotando en un registro su nivel de
activación (en una escala de 0 a 10) y su rendimiento (escala de bajo,
medio y alto rendimiento), analizando qué grado de activación se relaciona
con un rendimiento alto.
Seguramente esta es una de las preguntas que más se hacen los padres
cuyos hijos e hijas practican un deporte en el que empiezan a destacar. El
gusto por el deporte, el orgullo de tener un hijo que destaca y la esperanza
de que pueda progresar en él hacen que los padres se repitan
continuamente esa pregunta y que intenten, con la mejor de sus voluntades,
fomentar, animar, aconsejar y en algunos casos, entrenar a sus hijos.
Y es que el deporte, puede ser un nexo de unión entre padres e hijos, donde
ambos compartan una misma ilusión y afición, generándose una
complicidad y favoreciendo la comunicación entre ellos. Pero en otros
casos, puede convertirse en un tema de discrepancia, bien porque el
deportista le atribuya una importancia que los padres no compartan o bien
al revés, que sean los padres quienes consideren muy importante el deporte,
y su hijo/a no.
Si al final te flaquean las fuerzas, recuerda este decálogo para poder seguir
tirando de ti: