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El salario de los trabajadores rurales en la Nueva

Granada durante el siglo XVIII

Por Hermes Tovar Pinzön*

U n o de los problemas menos estudiados en la historia agraria hispano-


americana es el de los salarios. La dificultad de hallar fuentes seriadas que
permitan elaborar series de larga duraciön donde se reconozca su evolu-
ciön ci'clica ha atentado, posiblemente, contra los esfuerzos de los histo-
riadores. Las referencias a los ingresos de quienes tuvieron la responsabili-
dad de la producciön agn'cola-ganadera son en general muy escuetas para
el pen'odo colonial'.
Aunque el salario en forma nominal habi'a sido dispuesto por la ley^
desde el sigio XVI, parece que solo en el siglo XVIII adquiriö una impor-

' El autor es profesor titular de la Universidad Nacional de Colombia, Bogotä.


' En general existen multiples referencias sobre los salarios para otras regiones de
la America espaflola, aunque no estudios sistematizados. A manera de ejetnplo puede
verse para el siglo XVI, Alvaro Jara, Los asienlos de trabajo y la provisiön de mono
de obra para los no-encomenderos en la ciudad de Santiago, 1586-1600 (Santiago
1959). Para el siglo XVIII en Mexico, Varios, La clase obrem en la historia de Mexico:
De la colonia at imperio (Mexico 1981), pp. 9-172. Para Colombia, Luis Ospina V,
Industria y protecciön en Colombia 1810-1930 (Medelli'n 1979), especialmente las re-
ferencias de los capltulos I y IX; Johanna Mendelsohn, "The Jesuit Haciendas of the
College of Popayän: The Evolution of the Great Estate in the Cauca Valley" (Ph.D.
tesis, Washington University 1978); Juan Villaman'n, "Encomenderos and Indians in
the Formation of Colonial Society in the Sabana de Bogota, Colombia 1537 to 1740"
(Ph. D. tesis, Brandeis University 1972); y las referencias en el trabajo de Ren4 de la
Pedraja, "Cambios en el nivel de vida de las clases trabajadoras de la Nueva Granada
[a] finales del siglo XVIH", Ensayos sobre historia econömica coiombiana (Bogotä
1980), pp. 73-96.
^ Archivo Histörico Nacional de Colombia (en adelante; AHNC) Caciques e Indios,
f. 635v. Se manda pagar a los indios "el jornal de su trabajo . . . y no a sus principales
ni a otra persona alguna", en una disposiciön de 1578.

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354 Hermes Tovar Pinzön

tancia inusitada entre la creciente poblaciön no india, como entre los


miembros de las comunidades indigenas que aün sobrevivian al empuje
del mestizaje. La gama y variedad de gentes, deambulando entre hacien-
das, pueblos, aldeas, caminos y lugares, signadas de un destino incierto,
configuraron un cuadro matizado de trabajadores con diferentes tipos de
ingreso.
Los tipos de salarios devengados en las haciendas per trabajadores per-
manentes, estacionales o semaneros es un hecho que merece destacarse.
Gentes anönimas que Ilegaban para permanecer un tiempo corto, un tiem-
po relativamente largo o que desaparecian entre los polvorientos caminos
del siglo XVIII sin dejar testimonio de su huella angustiosa en los sucios
libros de cuentas que, aün hoy perviven, como lenguaje de una relaciön
laboral que no ha dejado ni el rastro ni los rostros de sus protagonistas.
Hay que resaltar el monto de los ingresos de los trabajadores determina-
do por una epoca de sobre-poblaciön, multiples oficios y necesidades
dentro de las haciendas: habia que arar para sembrar los trigos en la tierra
fn'a y se requen'an brazos para limpiar y recoger los productos en los tiem-
pos de cosecha. Otros eran atraidos para componer puentes, tapar pasos,
amansar caballos o sembrar mafz y turmas^. Si la hacienda era ganadera
habia necesidad de mayordomos, vaqueros, arrieros, y troperos que no sö-
lo convivian en ella sino que se ofrecian para ir con los ganados, durante
las epocas de saca, hasta los centros de mercado. Ellos salian bien "aviados
asi de bastimentos como de mulas" En fin, para cada actividad habia
una remuneraciön que no era igual sino diferente al igual que lo eran las
haciendas, los climas, los esfuerzos y los territorios.
De otra parte debemos tener en cuenta que no existia una jornada diaria
definida para los trabajadores. Los hacendados compraban la fuerza de
trabajo para la realizaciön de determinados oficios sin precisar el nümero
de unidades a realizar. La contrataciön de trabajadores para realizar cier-
tos trabajos por un monto de dinero, generö el salario a destajo, que per-
mitiö a los hacendados prescindir de sistemas de administraciön y de
control cancelados por ellos, incorporando de paso la fuerza de trabajo
de las familias de los asalariados, multiplicando los rendimientos del tra-
bajo.
Parece que las dificultades econömicas y la creciente poblaciön que bus-

' A H N C Tfestamentaria Cundinamarca 22, ff. 402v. a 403r.


* Ibd., ff. 515r. y 518r.

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LX3S trabajadores rurales en Nueva G r a n a d a 355

caba ingresos bäsicos o complementarios fueron, entre otras, las razones


que forzaron a muchos individuos a tener que vender mayor fuerza de tra-
bajo que constituyö la esencia del jornal de destajo.
Un hecho no muy recurrente en las haciendas fue el llamado peonaje por
deudas. Por ejemplo, los concertados, cuando recibian salarios superiores
a lo pactado, permanecian en la hadenda hasta pagar sus deudas. Pero la
retenciön de una parte del salario fue mäs comün que la deuda. Cuando
esto sucedia y los peones decidi'an abandonar la hacienda, se les cancelaba
con ganados o con espedes. En la hacienda de Caribare, hada 1792, duran-
te quince meses los salarios atrasados de los peones ascendieron a 244 pe-
sos, 4 reales "que por su desidia o llevados del fin de ahorrar no los han
cobrado" segün afirmö el mayordomo. A los vaqueros se les debi'a 4 pesos
1 real. Aunque la hadenda al mismo tiempo tem'a cr6ditos con los peones
por 163 pesos 4 reales, la diferencia de lo retenido y lo debido era favorable
a los trabajadores'. Retenido o ahorrado, el hecho es que las relaciones la-
borales en las haciendas del sigio XVIII deben ser explicadas a la luz de
este fenömeno que parece prevaleciö mäs que el del peonaje por deudas®,
En todo caso no significaba el predominio de salarios que satisfaci'an el
consumo medio del trabajador y su familia, sino que se trataba de concerta-
dos y peones que estaban alh' complementando sus ingresos y de paso con-
solidando unos ahorros. Y, lögico, habia otros endeudados.
Finalmente, es necesario interrogarse sobre cömo se distribuian tales
ingresos: entre nacer, vivir, amar y morir se iba ese esfuerzo cotidiano,
materializado no tanto en una moneda como en multiples mercancias y
bienes de consumo que componian la forma de pago del salario. Sobre
este ingreso, otras gentes, los comerciantes, los empresarios, el Estado y
hasta la Iglesia pudieron hacer sus cälculos, pudieron sotiar y pudieron
encontrar una alternativa a sus propias dudas y un sentido a sus espectati-
vas materiales.
Esto, bäsicamente, era lo que se encontraba oculto bajo el signo del sa-
lario rural del siglo XVIII. Conseguir un contrato verbal o escrito, diario,
mensual o anual, era una ilusön que mitigaba las angustias del paro rural
en una ^poca de prosperidad y miseria^.

^ A H N C Tfemporalidades 22, f. 695r. a 696v.


^ Sobre estos aspectos vease las consideraciones de M. Mörner, Historia Social La-
tinoamericana (Nuevos enfoques) (Caracas 1979), pp. 136-140,
' Los informes sobre la pobreza general del Reino son abundantes e insistentes. No-
ticias se encuentran en las Relaciones de Mando (Bogotä 1910), en J. de Finestrad, EI
vasallo instruido (Bogotä 1905); o en Archivo General de Indias (en adelante: AGI)
Estado 53, documento 59.

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356 Hermes Tovar Pinzön

F O R M A S DEL SALARIO

Durante el siglo XVIII, en la Nueva Granada, solo existieren dos for-


mas legales de salario: el salario en dinero y el salario en raciones. El sala-
rio en dinero llegö a ser, en la practica, un salario cancelado parcialmente
en especies. El salario en raciön fue, en realidad, el complemento del sala-
rio en dinero y, curiosamente, pudo ser conmutado en dinero cuando fue
necesario cancelar cuentas a trabajadores que por alguna razön abando-
naban la hacienda sin haber cumplido con el tiempo que se habian
comprometido®,
Aunque hubo normas y regulaciones sobre el pago del salario a los in-
dios^, en la practica, dichos salarios derivaron en indices bäsicos para el
pago salarial de los no indios. El hecho de que en la practica el pago del
salario en dinero hubiera prevalecido c o m o salario en especies, produci-
das o adquiridas por la hacienda, no significö, de ningün modo, que los
trabajadores no hubiesen recibido parte del mismo en d i n e r o E s t o no
supuso, segün parece, una abierta y necesaria escasez de circulante sino
que respondfa a un mecanismo mäs de la hacienda por comercializar di-
rectamente parte de sus productos, formando clientelas propias. Ademäs,
al mediar entre los trabajadores y los mercados artesanales del Virreinato
y los mercantiles vinculados a Europa, la hacienda pudo obtener algunos
beneficios".
De todos modos hubo multiples formas de pago por el trabajo de los
empleados de las haciendas y, sus equivalentes no solo fueron el dinero
y las especies sino la mezcia de ambos o, aun, la simple raciön de alimen-
tos para indios de socorro'^ o mestizos voluntarios
De otro lado, no sobra expresar que no existiö una uniformidad de los
salarios en todas las provincias y regiones c o m o no hubo tampoco salarios
uniformes al interior de las haciendas. Tambien hay que anotar que no
se pagaban los mismos salarios para el mismo tipo de oficio. La variaciön

" Vease el cuadro 4 sobre la estructura del salario.


H, Tovar P„ Grandes empresas agricolas y ganaderas en la Nueva Granada du-
rante el siglo XVIII (Bogotä 1980), pp. 62-82.
Aunque la proporciön no fue muy alta aunque variable segün el tipo de asala-
riados (ver cuadro 4), si fue significativa como se anota mäs adelante.
" Este fenömeno merece ser estudiado con mäs cuidado ya que ayudaria a articu-
lar las llamadas tiendas de raya a la lögica racional de un sistema que buscaba refinar
sus beneficios, y sobre todo diversificar las fuentes de ganancia.
J. Mendelson, pp. 265-7.
" AHNC Temporalidades 2, f. 400r. Lx)s "que ayudan sin salario que no se asientan
aqui", dice el administrador de Doyma en 1768.

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 357

de los salarios estaba determinada ademäs por los lipos de trabajadores,


por SU condiciön racial y social y por la clase de oficios desempenados
al interior de las haciendas.

SALARIOS DEVENGADOS POR LOS PEONES

El peön fue uno de los principales trabajadores existentes en ei seno de


las haciendas neogranadinas durante el siglo XVIII. Fue un tipo de traba-
jador netamente desposei'do y el pago de su tiempo de trabajo se hizo nor-
malmente por di'as recibiendo entre uno y dos y medio reales, segün la ha-
cienda y la regiön, contradiciendo asi' su propia acepciön de tominero o
realere. Por ejemplo, la hacienda ganadera de Cravo en los Llanos no pa-
gö mäs de un real diario de salario'", mientras que en la provincia de
Santa Marta la hacienda ganadera de Maria Angola, pagö entre 1,5 y 2
reales. En la provincia de Mariquita la hacienda de Doyma pagö entre me-
dio real y dos reales y rfiedio".
Se podria sugerir que las haciendas cafieras tendian a ofrecer salarios
mäs altos que las haciendas ganaderas si uno compara que, los salarios
minimos en Mätima y Santa Cruz del Paraiso, fueron bäsicamente uno
y medio y dos reales respectivamente. Otro tanto podria decirse de las ha-
ciendas cacaoteras que, como Fierro, pagaban a dos reales el dia.
Cuando uno entra al mundo de la hacienda en la tierra caliente y visita
los peones, tales escalas salariales no son tan estrictas. Alli, acuden
hombres, mujeres y nifios que, por supuesto, reciben salarios diferen-
ciados. En Doyma, por ejemplo, entre 1767-68, solo el 39,4% de los peo-
nes ocupados devengaron salarios equivalentes a 2 reales diarios, y el
25% entre medio real y uno y m e d i o E n la misma epoca, en Fute, el
98% de los operarios devengaron salarios de un real mientras que el 1,5%
recibiö medio real. Solo hubo un caso que recibiö mäs de un real, lo que
hace suponer tambien el predominio de diversos tipos de salarios en las
zonas del altiplano
En la hacienda de Doyma, si uno sigue los oficios de los peones, el fenö-
meno es aün mäs complejo. Solo el 8% de los peones devengaron un real,
existiendo una escala de salarios que iba de medio a dos reales y medio.

AHNC Temporalidades 7, ff. 432v. y 446v.


" AGI Santa Fe 1201 y AHNC Temporalidades 2, f. 558v.
AHNC Temporalidades 2, f. 432v.; H. Tovar Pinzön, "Algunos aspectos de la so-
ciedad rural en Colombia (siglos XVlll-XlX)", Hisioria econömica de Colombia:
un debate en marcha (Bogota 1979).
" AHNC Tierras Cundinamarca 13, ff. 336v. a 338r.

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358 H e r m e s Tovar P i n z ö n

variando de acuerdo a los oficios. Siendo una hacienda ganadera, los peo-
nes no solo eran empleados en vaquerias, apartanzas y rodeos, sino que
habi'an multiples oficios complementarios como aqueilos de reconstruir

CUADRO I

Salarios devengados por los peones en algunas haciendas de la Nueva Granda


d u r a n t e el siglo X V I I l

hacienda actividad jurisdicciön ano no. casos salario diario


econömica (reales)
Cravo ganaden'a Llanos 1781-82 6 1
Fierro caeao Honda 1768 . 2
Fute trigo Santa Fe 1767-69 564 0,5-2,5
Mäcima cana Tocaima 1774-75 50 1.5
Doyma ganado Ibague 1767-69 1057 0,5-2,5
Mätlma cana Tocaima 1775-76 50 1,5
Man'a Angola ganado Valledupar 1801 - 1,5-2
Playön de Chimilas ganado Valledupar 1801 4 1
Santa Cruz del Paraiso cana Santa Marta 1801 - 2
Cravo ganado Llanos 1782-83 36 1
Santa Coa ganado Monpox 1776-77 5 1,5

CuADRO 2

S a l a r i o s d e los p e o n e s segiin sus o f i c i o s en la h a c i e n d a d e D o y m a , 1767-9"

salarios deven- oficios desempenados porcentaje con


gados diaria- respecto al total
mente enrolado para cada
oficio
2 r apartanza y rodeo de ganados 37,3
estantillando y hollando la manga de Doyma 100,0
levantando cercas 87,7
sementeras y roserias 86,7
cortando y acarreando madera 82,8
1,5 r apartanza y rodeo de ganados 38,6
vaquerias en los potrcros 41,7
levantando cercas . 4,7
1 r vaquerias en los potreros 33,3
apartanza y rodeos de ganados 18,0
levantando cercas 5.9
0,5 r vaquerias en los potreros 25,0
apartanza y rodeos de ganados 2,1
sin salario arrieros 90,7

" Fuentes: AGI Santa Fe 1201; A H N C Testamentarias Bolivar 7, f. 2 7 6 r ; A H N C


Temporalidades 27, ff. 223v. y 432v; 2, ff. 558v.; 4, ff. 918r.; 7, ff. 432v. y 446v; para
los afios 1782 - 8 2 ; A H N C Tieras C u n d i n a m a r c a 13, ff. 336 v. a 338r.
" Fuentes: A H N C Temporalidades 2, ff. 432v. y ss.

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 359

las cercas de los potreros, acarrear las maderas y hacer rosen'as en las par-
celas que la hacienda teni'a y donde se cultivaba especialmente pläta-
nos^ö.
Indudablemente el oficio que mäs mal se pagaba era el de las vaquen'as
como puede observarse en el cuadro 2. El 86,7% de los peones que la ha-
cienda enrolö, entre 1767-69, para trabajar en sementeras y rosen'as y,
el 82,8% de los que trabajaron cortando y acarreando maderas, devenga-
ron 2 reales diarios, mientras que el 53% de los peones enrolados para las
vaquen'as devengaron entre medio y un real . Esto no parece extrano, si
uno tiene en cuenta que la hacienda ganadera de Cravo pagö, entre
1781-83, un real a todos los peones que enrolö para ayudar en las va-
quen'as^^.
En Doyma, de 818 casos conocidos encontramos que el 50,9% de los
peones devengaron dos reales, el 21% uno y medio real, el 10% un real
y el 1,3% recibiö medio real, mientras que el 17% no recibiö remuneraciön
alguna por haber sido peones que trabajaron voluntariamente^^.
No existian, en consecuencia, salarios ünicos y uniformes, sino diversos
y variados tanto a nivel de hacienda como a nivel de regiön o provincia.
Aunque pudo existir uno que otro caso de salarios superiores a los dos
reales, no fue en verdad sino una excepciön ya que el tope dominante para
el campo neogranadino era de dos reales.

IMPORTANCIA DEL SALARIO A DESTAJO

Es importante sefialar que en el siglo XVIII el peonaje tuvo que atender


la necesidad de un mayor rendimiento de la producciön que lo llevö a
aceptar la practica de ciertas formas de trabajo como el destajo. Este
implicö un aumento e intensidad de la jornada diaria de trabajo. Un
ejemplo puede mostrarnos, en principio, las ventajas de este tipo de traba-
jo que se combinö con el trabajo asalariado y con el trabajo esclavo.
En 1767, la hacienda de Fierro (Jurisdicciön de Honda) contratö 21 peo-
nes a destajo para desyerbar 37.600 ärboles de cacao. La hacienda pagö
8 reales por cada 100 ärboles desyerbados, lo que suponia un rendimiento

A H N C Temporalidades 2, f. 559r.; sobre Doyma la informaciön es mäs precisa


que sobre otras haciendas. Tkmbien A H N C Testamentarias Bollvar 7, ff. 269r. y ss.;
en Santa Coa se pagaron 269,4 pesos a 61 vaqueros el 23 de marzo de 1776.
A H N C Temporalidades 2, f. 432v.
" Ibd. 7, ff. 4 3 2 V . - 4 4 6 V .
" Ibd.

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360 Hermes Tovar Pinzön

medio diario de 25 ärboles por peön^''. AI final del ano la hacienda can-
celö 376 pesos por concepto del trabajo de destajo de 21 trabajadores o
sea 3008 reales. Cada trabajador debiö ganar 143 reales, suponiendo que
el rendimiento fue igual para cada uno de ellos. En terminos de di'as traba-
jados, supondn'a para cada uno de los peones 72 di'as aproximadamente
y un salario medio por cabeza de 17 pesos 7 reales. Estos peones, fuera
de SU trabajo a destajo, realizaron trabajos complementarios de desyerba
a jornal, ganando un promedio de 17 y medio reales. Es decir, que el sala-
rio anual de los trabajadores a destajo, en este aüo de 1767, fue mäs o me-
nos de 20 pesos y medio real para un periodo aproximado de 3 meses de
trabajo. Frente al nivel salarial de la epoca, 20 pesos en un trimestre era
muy alto, si uno tiene en cuenta que los ingresos medios de los peones
a jornal nunca superaron los 30 pesos al ano y que un mayordomo deven-
gaba normalmente 50 pesos anuales^'.
Lo anterior nos deja, sin embargo, sin poder caicular los dias reales de
trabajo invertidos por los jornaleros a destajo para realizar la limpieza de
los 37.600 ärboles. Pero sigamos un poco los datos hasta ahora obtenidos:
La limpieza de los 37.600 ärboles supuso 1504 jornadas de a 25 ärboles
diarios. Es decir que el salario a destajo implicaba un cierto ritmo impues-
to por el mismo trabajador; la hacienda pagaba un peso por 100 ärboles,
asi e! peön lo hiciera en 8 dias, 3 dias o un di'a^"*. Surgen aqui algunas de
las ventajas perseguidas por el sistema de hacienda con este tipo de traba-
jo: a) fue posible un aumento del rendimiento de trabajo medio diario,
b) disminuyeron los gastos de administraciön y de control al dejar bajo
la responsabilidad del peön el trabajo a realizarse en la hacienda y, c)
ahorrö el salario en raciön ya que el jornal a destajo no estipulaba pago
en raciones como los otros contratos laborales. En ültimas, significö el
cambio de jornadas absolutas de trabajo por jornadas relativas. Una so-
ciedad sin innovaciones t&nicas importantes que incidieran sobre la pro-
ductividad, recurriö al mejoramiento de esta no tanto ampliando la jorna-
da laboral, que en si tenia un limite, sino que la intensificö. Es posible
que tal intensificaciön en el trabajo y el consecuente aumento de la pro-
ducciön no proviniera sölo y necesariamente de una acciön mäs continua
del trabajador, sino de la vinculaciön de la familia, que hacia viable un
mayor producto en menos tiempo^®.

" Ibd. 4, f. 505r. Para los jornales a destajo en 1 7 6 8 - 9 vease ff. 916r. a 921r.
Vease cuadro 3 y 6.
^^ AGI Santa Fe 1200. El sistema a destajo fue practicado cn multiples haciendas
no .solo sobre la desyerba de cacao sino en el cultivo de otros frutos o en la ganadcn'a.

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 361

Una referencia mäs sobre el rendimiento del trabajo a destajo es la refe-


rente a Francisco Villabona, quien ganö durante un ano 46 pesos por la
desyerba de 4600 ärboles de cacao. Si aceptamos un rendimiento medio
diario de 25 ärboles tendriamos un total de 184 di'as de t r a b a j o i C u ä l
era entonces el calendario agn'cola en el siglo XVIII? Si se supone que
este se compom'a de 260 di'as häbiles^®, ^que hizo este trabajador durante
los 76 dias restantes?
Lo mäs lögico parece haber sido la inversiön de todo el ano laboral en
desyerbar los 4600 ärboles a un promedio de 18 por dia. Este dato apenas
tentativo ofrece a los ojos de un hombre de hoy, rendimientos sorprenden-
temente bajos. Si aceptamos que una hectärea posei'a entre 500 y 1000 är-
boles de cacao, habrian sido necesarias entre 30 y 60 jornadas diarias para
SU limpieza. Es decir, se habn'an requerido 30 6 60 peones o entre 6 y 12
familias de a 5 personas. Es indudable entonces que cuando la hacienda
calcula 25 ärboles diarios para los contratos a destajo, lo que hace es redu-
cir a 20 el nümero de pepnes necesarios para limpiar una hectärea de 500
ärboles de cacao. En otros terminos, ha logrado un 33% de ahorro en los
gastos de inversiön salarial y en todos los que conllevaba el manejo de 20
individuos en vez de 30. Aunque estos datos son un solo punto de referen-
cia que no conlleva comportamientos generalizados para los trabajadores
rurales, si ayuda a explicar las razones de su difusiön y aceptaciön. Para
los hacendados no fue necesario introducir herramientas o tecnicas mo-
dernas para obtener mayores beneficios sino que bastaba adecuar la fuer-
za de trabajo a la practica de ciertos mecanismos de explotaciön que satis-
facieran sus cälculos econömicos.
El jornal a destajo sugiere la incorporaciön de trabajo familiar con lo

En 1806, en la hacienda de San Pedro Alcjandrino se pagö 12 pesos por 2 cabullas de


"monte ajustado, limpio y senibrado". Tambiin A H N C Tierras Cundinamarca 12, f.
334r. en la hacienda de Fute existia derta forma de aparcen'a ganadera. Francisco Ber-
nal habia recibido "una manada de ovejas al partir de multiplico con la condiciön de
que lo que lo tocara al dicho, lo habia de dejar la hacienda, pagändole por cada cabeza
2 reales". Cuando la Compaüia de Jesus fue expatriada Bemal tuvo que devolver la
manada originalmente recibida. Como puede notarse la hacienda no sölo no hacia nin-
guna erogaciön en pagar el cuidado de los ganados sino que forzaba a los trabajadores
bajo contrato (destajo?) a vender su parte a los precios que la hacienda imponia. El
padre Locaya dio a Juan Maldonado una manada de ovejas "con el trato de pagarle
un real por cada cabeza que hubiere de multiplico". En el fondo lo que se encontraba
era la fuerza de trabajo para cuidar el ganado y el salario dependia del nümero de cn'as.
^^ Siendo el salario normal de un peön 2 reales diarios serian necesarias 4 personas
para hacer en un dia el trabajo sobre 100 ärboles y una erogaciön de 8 reales diarios.
Durante el afio habia 52 domingos, 6 dias santos y 25 fiestas religiosas.

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362 Hermes Tovar Pinzön

cual la ilusiön del trabajador de ver incrementados sus ingresos, reflejan


apenas un aumento nominal gracias al esfuerzo familiar. Por ejemplo,
Manuel de Aguiar hizo entre 1767-68 una desyerba de 3000 ärboles de
cacao y trabajö a jornal 40 dias. Pero incomprensiblemente entre marzo
y agosto de 1769 hizo una desyerba de 4100 ärboles mäs 11 dias, que traba-
jö como jornalero. Es decir, que en 6 meses hizo un 36*!7o mäs de lo realiza-
do en casi dos anos. Esto supone un redimiento de 27 ärboles diarios
incluidas las fiestas. Tal indice solo podn'a explicarse por la ayuda familiar
o por la incorporaciön de otros peones bajo su responsabilidad^^.
En el mismo periodo Ignacio SoHs realizö su trabajo a destajo de 2300
ärboles durante 165 dias lo que supone un rendimiento de 14 ärboles
diarios promedio, que se a j u s t a a los 12 ärboles diarios que realizaron los
12 jornaleros que la hacienda contratö a destajo en 5 meses de 1769^''.
Entre diciembre y marzo de 1769, 6 jornaleros a destajo tambi^n lograron
un promedio de 15 ärboles diarios y entre septiembre y diciembre de 1768,
7 jornaleros trabajaron a un promedio de 16 ärboles por dia^'.
Si despues de los casos anotados aceptamos un rendimiento medio va-
riable entre 12 y 16 ärboles, es evidente que los hacendados, al calcular
25 para la jornada a destajo de hecho reducian el salario diario entre 35
y 50%. Sin embargo, aparentemente como hemos senalado antes, los sala-
rios medios de los peones a destajo tambien aumentaron. Francisco Villa-
bona pudo devengar en un aiio 46 pesos frente a jornales anuales que nun-
ca sobrepasaban los 20 y 30 pesos. Entonces, el jornal a destajo aseguraba
en terminos concretos y objetivos un ingreso fijo superior al obtenido co-
mo peön. Asi, la instituciön del destajo era beneficiosa para una y otra
parte. Que una de ellas sacaba mayor provecho, es cierto, pero ello no
niega los beneficios obtenidos por un sector de los trabajadores rurales.
Parece ser que la inestabilidad del trabajo, la sobre-oferta de mano de obra
y el peso de la desocupaciön permitieron el desarrollo de estas formas de

" A H N C Temporalidades 4. ff. 9 1 3 - 6 .


Ibd.
" Ibd. Estos rendimientos nos hacen suponer que los rendimientos de! trabajo a
jornal debian ser mucho mäs bajos y los costos de producciön mäs altes. El destajo
vendn'a a ser un estimulo para el desarrollo de la agricultura al permitir la disminuciön
del capital variable y aumentar las expectativas de mejores beneficios. En 1767,21 peo-
nes recibieron un promedio de 2 pesos, uno y medio real por salarios a jornal lo que
supone unos 9 dias aproximadamente de trabajo bajo este sistema. Los 12 jornaleros
que trabajaron entre marzo y agosto de 1769, ganaron un promedio de 3 pesos y 6 rea-
les, lo que supone 15 dias del ano trabajando a jornal y otros 150 dias ocupados en
limpiar 22.600 ärboles. Es decir, que cada uno limpiö 150 ärboles de cacao lo que da
un rendimiento medio de 13 ärboles diarios.

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Los trabajadores rurales cn Nueva Granada 363

ocupaciön que en t^rminos nominales implicaba mejores ingresos para la


familia al incorporarse esposa e hijos.
Desde el punto de vista del empresario, con el mismo capital variable
podfa contratar mayor fuerza de trabajo. Pero contradictoriamente lo que
se generö fue un incremento del desempleo, ya que haciendas que ocupa-
ban trabajadores a destajo podi'an realizar con menor nümero de trabaja-
dores la misma actividad y en menos tiempo Pero en el campo ocurn'a
un fenömeno paralelo y complementario al anterior, cual era la sustitu-
ciön de la fuerza de trabajo esclava por mano de obra libre^\ io que per-
miti'a absorber bajo otras formas laborales la poblaciön que quedaba al
margen como consecuencia de este y otros fenömenos socio-econömicos.
Asf se paliaba la presiön de los desocupados sobre la socledad rural. El
campo creaba los mecanismos que resolvia sus propias contradicciones.

L o s SALARiOS Y s u s DIFERENUAS PARA LOS CONCERTADOS

Segün sus oficios y su casta los concertados devengaron un salario que


tambiön variö, como el salario de los peones, segün la regiön y la hacien-
da. Uno puede sostener categöricamente que los indios de concierto no
recibi'an mäs de 15 pesos de salario anual. Que los mestizos y demäs libres
ganaban por encima de este salario sin llegar mäs allä de los 30 pesos
A este salario en dinero se unia el salario en raciön normalmente estipula-
do en el contrato. Despues de 1750 se observan salarios de indios entre
8 y 15 pesos (evidencia de 126 casos), salarios de no indios entre 16 y 29
pesos (174 casos), asi' como de 30 a 100 pesos de salario para los mayordo-
mos (44 casos)''.
Se confirma la existencia de tres tipos de salarios para los concertados.
El predominio de uno u otro dependi'a de la poblaciön dominante en la
regiön. Por ejemplo, en los Llanos, la hacienda de Tocaria tuvo, entre
1767-70, unos 43 concertados de los cuales 18 fueron indios que devenga-

^^ El destajo debiö afectar la poblaciön masculina y pudo haber aumentado et


empleo de dependientes familiares aunque de un modo indirecto.
" En Mätima, entre el 20 de marzo de 1775 y 8 de enero de 1776, el tamano de la
cuadrilla fue redudda a 6 y fue necesaria reemplazarla por 48 peones. Tbvar P., Gran-
des empresas agn'colas, pp. 56-62.
" AHNC Temporalidades 26, ff. 442r. a 472r.
" V^anse las fuentes del cuadro 3. Un mayordomo tambien era un concertado. Era
un trabajo de concierto mejor remunerado que los que se concertaban para otros ofi-
cios.

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364 Hermes Tovar Pinzön

ban 15 pesos anuales^®. Este era mäs o menos un salario Standard aun-
que existi'an casos en que bajaba hasta los 8 pesos.
Los salarios de los libres eran supremamente variables y a veces bajaron
de 15 pesos, aunque no era la norma. La gran mayoria de los contratos
observados para concertados no indios oscilaban entre 18 y 25 pesos. Real-
mente los casos fuera de este campo de variaciön eran excepcionales. Des-
afortunadamente no disponemos de informaciön similar para el pen'odo
anterior a 1750, pero el caso de la hacienda la Calera (1725-8) es expresivo
de un tipo de salario que oscilö entre 14 y 20 pesos para los no indios^'.
Igualmente la hacienda de Siecha, comratö, entre 1718-23, unos 73 con-
certados y sus salarios oscilaron entre 10 y 30 pesos mäs sus raciones de
maiz y carne^®. Ademäs para concertados molineros, esta hacienda pagö
entre 1728 y 1745, 15 pesos al ano mäs 8 fanegas de mai'z al ano^'.
Si comparamos los datos anteriores con otra hacienda del altiplano, co-
mo la de Fute 30 afios despues, los salarios no fueron superiores a los limi-
tes senalados. Lo que uno deduce entonces es que los salarios se mantu:
vieron estables por lo menos en esta regiön desde el primer cuarto de siglo
XVIII hasta 1803, cuando el virrey de la Nueva Granada expresaba que
"se paga en la actualidad el mismo que ahora 50 o mäs anos, no obstante
que ha subido el valor de todo lo necesario para la; vida"
En la Costa atläntica los salarios de los concertados fueron superiores
a los del interior segün se observa en la hacienda Las Cabezas. En dicha
hacienda se pagaron conciertos a 4 pesos el mes o 48 pesos al ano. Asi
sc hizo en 1776 como entre 1770-72. En t^rmino medio, los ingresos eran
superiores pues 11 concertados ganaron 245 pesos 6 reales para un prome-
dio de 22 pesos 2,5 reales en 5 meses y una semana"" que contrasta con
lo ocurrido en el interior del pais. Asi, los 9 concertados de Fute, entre
1769-70, ganaron aproximadamente25 pesos6,5 reales, con un promedio
de trabajo de 11 meses y medio al ano^^. Las razones de tal diferencia pa-
recen radicar bäsicamente en las condiciones del mercado de trabajo, de-
terminado por la abundancia o escasez de indios o mestizos arremolina-

AHNC Temporalidades 13, ff. 777v. a 795r.


Ibd. 12. f. 824r.
AHNC Juicios Civile.s de Boyacä 6, ff. 247r. a 286v.
AHNC Testamentarias Cundinamarca 36, ff. 513r. a 5l5v,
Relaciones de Mando, p. 476.
AHNC Testamentarias Bolivar 10, ff. 726r. a 730r.
AHNC Fondo Caycedo, Caja 30, documento 2.

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Los irabajadores rurales en Nueva G r a n a d a 365

dos sobre tierras comunales o en sus alrededores''^, haciendo elästico o


inelästico el mercado de trabajo.
Los salarios superiores a 30 pesos siempre fueron los de los mayordo-
mos. Lo que no hemos podido dilucidar es per que habi'a tantas diferen-
cias en este tipo de trabajo. Los ünicos indicios parecen provenir del tipo
de mayordomia. Un mayordomo de un hato principal teni'a sobre los 100
pesos de salario y los mayordomos de hatos satelites por debajo de esta
cifra. En Tocan'a habi'a, en 1767, un mayordomo con 100 pesos de salario
anual, otro principal con 85 pesos y varios mayordomos de hatos con sala-
rios menores a los 85 pesos'".
Frente a la diferencia de los salarios nominales en dinero, el salario en
raciön de los concertados tampoco es uniforme. Hacia 1767, en Fute, "a
los mayordomos se les da de raciön cada 15 di'as, una arroba de carne y
4 palitos de maiz y a los concertados 1/2 arroba de carne y 4 palitos de
mai'z, segün costumbre de la hacienda"''^ Estas mismas raciones se pa-
gaban en 1770'*®. En la hacienda de Siecha unos concertados ganaban a
mäs del salario nominal en dinero una raciön en carne, en mafz o en carne
y mai'z. Se dice que los que ganan lo "acostumbrado" reciben 1/2 arroba
de carne semanal. Desafortunadamente no sabemos a cuanto equivale "lo
acostumbrado". Si' sabemos que unos concertados recibi'an 1/2 arroba de
carne semanal, otros, 8 fanegas de maiz al ano y una arroba de carne se-
manal y otros simplemente 6 fanegas de mai'z a n u a l O t r o tanto ocurn'a
en la hacienda Rio Negro de Honda donde se pagö a un trabajador 8 reales
en plata y un real en un almud de mai'z^".
Para efectos de liquidaciön mensual o anual a los mayordomos la raciön
equivalia en Fute a un peso mensual. Como muy bien lo expresaba el ad-
ministrador en 1767, esta raciön no era la que se acostumbraba a dar. En
la hacienda La Calera (1725-8), se pagaba cada semana 8 fanegas de maiz
y media arroba de carne especialmenfe a quienes devengaban salarios de

La pobiaciön de las provincias del interior era m u c h o mäs densa que la de la Cos-
ta caribe. Las provincias de Cartagena, Santa Maria y Rio Hacha albergaban el 2 0 %
de la pobiaciön mientras que las provincias de Santa Fe y TUnja el 44% de la misma,
segün el censo de 1778.
" A H N C Temporalidades 26, f. 442r.
A H N C Tierras Cundinamarca, 13, f. 332r.
"" A H N C Fondo Caycedo, Temporalidades II.
•" A H N C Jiilcios civiles de Boyacd 6, ff. 273r. a 286v.
A H N C Tierras Tolima 7, f. 446r.

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366 Hermes Tovar Pinzön

14 pesos al ano, pues hubo otros que ganaban 8 fanegas de maiz y una
arroba de carne'*'.

CUADRO 3

Salarios pagados a concertados y mayordomos p o r algunas haciendas dcl Nuevo


Reino de G r a n a d a durante el siglo X V I I I ( e n pesos)

hacienda y ano 8. 9 10 12 13 14 15 16 18 19 20 21 22 23 24 25 30 40 50 55 60 85 100


La Calera 1725-1728 4 1 2 3 3
Fute 1766-1767 3 2
1767-1769 1 2 1 3
1769-1770 4 1 2
Doyma 1767-1768 2 3 1 1 1 13 1 1 20 7 1 3
Caribare 1767-1770 1 36 1 2 1
Tocaria 1767-1770 1 5 1 3 18 1 3 2 8 3 1 7 1 1 1 1 2
1774-1776 1 2 2 2 3 1 2 1
1777-1779 1 11 4 3 3 1 1 6 1
1779-1780 2 1 8 3 I
1780-1782 1 3 1 13 2 2 5 1 3
1788-1789 1 1
Cravo 1778-1779 1 1 1 3 3 3 10 2
1780-1781 1 1 3 9 1
1781-1782 1 2 9
1782-1783 1 13
total de casos 4 1 3 14 4 8 92 11 25 5 51 2 7 1 1 71 16 3 14 1 3 1 6

En Doyma, a su vez, se le daba a los mayordomos una res de raciön


y 7 libras de sal cada mes, a otros cada 2 meses y a otros se les racionaba
cada 3 m e s e s E s decir, habi'a diferentes formas de pagar las raciones:
mai'z, carne, reses en pie y sal y ademäs en tiempos diferentes. La sal po-
di'a conmutarse por piätano o mafz'^ o, el mai'z por quesos como en
Siecha".

A H N C Temporalidades 12. f. 824r. Tambien A H N C Juicios civiles de Boyacä


6, ff. 247r. a 286v.; y A H N C Testamentarias Cundinamarca 36, f. 515r. En la hacien-
da de Siecha, entre 1718-23, media arroba de carne valia un real, y entre 1728-45,
la fanega de maiz se cancelö a 18 reales.
Fuentes: A H N C Temporalidades 27. ff. 442r. a 474r.; 17, ff. 561 r. a 564v.,
583r. a 591v., 513r. a 543r.: 24. ff. 901r. a 907r.; 13. ff. 777r. a 795r.; 18, ff. 657r.
y 939r.; 7, ff. 403r. a 432v., 446r. a 446v., 462r.; 6, ff. 115v., 103r. a 115v.; 6. ff.
43r. a 55r., 103v., 35r. a 4 2 r . ; 2, ff. 418r.; A H N C FondoCaycedo, C a j a 3 0 , documen-
to 2, ff. Ir. a 50v.; A H N C Temporalidades 12, ff. 824r. a 833v.
" A H N C Temporalidades 2, f. 401r.
" Ibd., f. 418v.
" A H N C Juicios civiles de Boyacä 6, ff. 247v. a 250r. Vianse los ejemplos alli ci-
tados.

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Los trabajadores rurales en N u e v a Granada 367

En Doyma, existi'a un complejo sistema de pago de las raciones. A al-


gunos concertados se les daba de comer en la cocina de la hacienda y no
se les daba mäs "raciön separada". En la cocina comi'an normalmente
los jornaleros y los ayudantes sin salario pero se " n o t a que cuando pasa
la gente, esclavos y libres, a trabajar en vaquen'as a otro hato, y se hacen
matanzas en todo el mes, se les da de comer en la cocina a mäs de la raciön
mensual", segün lo acostumbran los padres extrafiados'". La hacienda
estimulaba el trabajo de los peones y concertados, dando la raciön acor-
dada mäs la comida durante los tiempos de vaquen'as, pero una vez pasa-
ban estas, el concertado recibia su comida o su raciön acordada.
En los libros de cuentas se observa que los que mäs acumulaban su ra-
ciön para el final del pen'odo eran los mayordomos a quienes se les paga-
ba, si no continuaban, reconociendoseles un peso por mes'^. En Fute,
despues de 1768, hay una tendencia a acumular las raciones para el fin
del ano cuando la hacienda hace cuenta de sus deudas con los concerta-
dos. A 8 concertados la hacienda debia el 93,5% del salario devengado,
una präctica muy distinta a la de las haciendas de Cravo, Caribare y Toca-
rfa, donde se iba pagando durante el aiio en especies el valor del sala-
rio'®. Lo que si es evidente es que las haciendas sölo ocasionalmente
adelantaron el pago parcial del salario. La präctica normal fue su pago
durante el aüo o al final de un contrato.

D i S T R I B U C r O N DEL SALARIO

Gracias a los llamados libros de concierto^' podemos conocer con al-


gün detalle algunos aspectos generales sobre la estructura de gastos del
salario. Uno podria decir que se trata del modo como los hacendados pa-
garon a sus trabajadores lo que estosdevengaron. Siguiendo la clasifica-
ciön que hoy dia emplean las Naciones Unidas para estudios de ingresos
salariales en America Latina, hemos destacado los rubros mäs importan-
tes, incorporando en cada uno de ellos los productos que consideramos
podn'an ser ubicados en ellos sin perder de vista la perspectiva histörica.

AH N C Temporalidades 2, f. 400r.
" AH N C Fondo Caycedo, Temporalidades II, documenio 2.
''' Ibd. Vease las fuentes citadas en la nota 58.
" A H N C Temporalidades 17, f. 561 r. dice por ejemplo: "Relaciön mayordomos
y concertados que han servido a esta hacienda . . .". Hay muchos ejemplos de estos
libros y cuadernos, que han sido la fuente principal de este trabajo.

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368 Hermes T o v a r Pinzön

Por esto creemos necesario una explicaciön sobre los diversos productos
que conformaron los grandes rubres por nosotros establecidos, pues co-
mo es sabido, arti'culos que hoy di'a pueden estar entre alimento, bebida
y tabaco, en el siglo XVIII estaban mäs cerca de las drogas y las medici-
nas, por lo que los hemos ubicado en renglones de uso domestico.

CUADRO 4
Estructura de gastos del salario rural en algunas haciendas de Nueva G r a n a d a en
el sigto X V I I I (en pesos y reales)^'
hactcndas y anos indios no indios mayordomos
A. Alimentadon, bebida, lahaco y coca
Caribare 1767-70 0:3 ( 0 , 4 % ) 1:4 ( 1,0%)
Tocaria 1767-70 1:0 ( 0 . 4 % ) 36:5 ( 3 , 8 % ) 31:3 ( 6,8%)
Tocaria 1774-75 0:7 ( 2,1%) - 5:6 ( 3,0%)
B. yestuario y colzado
Caribare 1767-70 286:5 (49,4%) 33:4 (37,4%) .32:4 ( 2 1 , 9 % )
Tocaria 1767-70 107:0 (47,3%) 482:1 (50,3%) 166:7 ( 3 6 , 2 % )
Tocaria 1774-75 4:0 ( 9.8%) 43:5 (25,2%) 80:1 ( 4 2 , 0 % )
Tocaria 1780-82 69:2 (44,2%) 66:2 (30,3%) 30:0 (18,5%)
Santa Rosa 1781-82 54:) (34,0%)
C. Oaslos en renglones de uso domisiico
Caribare 1767 - 70 28:4 ( 4 , 9 % ) 12:2 ( 1 3 , 7 % ) 43:4 ( 2 9 , 3 % )
Tocaria 1767-70 25:6 ( 1 1 , 4 % ) 96:4 ( 1 0 , 1 % ) 24:4 ( 5 , 3 % )
Tocaria 1774-75 2:2 ( 5 , 5 % ) 3:4 ( 2 , 0 % ) 16:6 ( 8 , 8 % )
D. Bienes de producciön general
Caribare 1767-70 106:4 (18,4%) 36:7 (41,2%) 59:6 (40,2%)
Tocaria 1767-70 17:4 ( 7,7%) 290:4 (30,3%) 232:4 (50,5%)
Tocaria 1774-75 9:0 (22,0%) 64:4 (37,3%) 71:4 (37,4%)
Tocaria 1780-82 47:0 (30,0%) 132:0 (60,3%) 116:4 (71,7%)
Santa Rosa 1781-82 70:0 (44,0%)
E. Impueslos
Caribare 1767-70 141:4 (24,4%)
Tocaria 1767-70 73:0 (32,3%) 24:5 (2,6%) 1:3 ( 0,3%)
Tocaria 1774-75 22:0 (53,8%) 0:2 ( 0,1%)
Tocaria 1780-82 40:2 (25,7%)
Santa Rosa 1781-82 35:0 (22,0%)
F. Deudas
Caribare 1767-70 7:7 ( 1,4%) 6:4 7,3%) 7:3 ( 5,0%)
Tocaria 1774-75 12:1 7,0%)
C. Alesoramienlo
Caribare 1767-70 0:4 ( 0,1%) 4:0 ( 2,7%)
Tocaria 1767-70 2:0 ( 0 , 9 % ) 10:1 ( 1,1%) 4:0 ( 0,9%)
Tocaria 1774-75 2:6 ( 6 , 7 % ) 46:3 (26,8%) 16:5 ( 8,7%)
Tocaria 1780-82 20:5 ( 9 , 4 % ) 16:0 ( 9,8%)
H. Gastos varios
Caribare 1767-70 8:4 ( 1,5%)
Tocaria 1767-70 18:0 ( 1,9%)
_
-
Tocaria 1774-75 3:0 ( 1,7%)
!. Total de gastos
Caribare 1767-70 580:0 (100%) 89:4 (100%) 148:5 (100%)
Tocaria 1767 - 7 0 226:2 (100%) 958:4 (100%) 460:5 (100%
Tocaria 1774-75 40:7 (100%) 173:1 (100%) 191:0 (100%)
Tocaria 1780-82 156:4 (100%) 218:7 (100%) 162:4 (100%)
Santa Rosa 1781-82 159:1 (100%) - -

" Fuentes: A H N C Temporalidadcs 26, ff. 442r. a 474r. para Tocan'a entre 1 7 6 7 - 7 0 ;
para los anos 1 7 8 0 - 8 2 , los ff. 561r. a 564r.; ff 583r. a 591v. para los anos 1 7 7 4 - 7 5 .
Para la Hacienda de Caribare, t, 13, ff. 777r. a 795r. entre 1 7 6 7 - 7 0 . Para la Hacienda
Santa Rosa ver t. 12, ff. 610v. y ss.

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 369

Sigamos internamente los grandes rubros observados en el cuadro 4 y


el tipo de articulos que los componen. En el rubro A no hemos tenido
mayor dificultad en colocar las harinas, el chocolate, el dulce, la panela,
la sal, el cacao, la carne y la manteca entre los aiimentos mäs comunes
y casi los ünicos que se mencionan en las cinco haciendas que hemos estu-
diado. Entre las bebidas, solo el aguardiente ofrece algunas demandas y,
como el tabaco y la coca, se convierten en artkulos ünicos de escaso con-
sumo.
Pero estos datos introducen algunos peligros en el anälisis histörico,
propios de toda estadi'stica. El rubro de la alimentaciön aparece en la
estructura del gasto personal y familiar, representando porcentajes que
para los indios no es del 3%, un poco mäs para los no indios, siendo casi
el 7% para los mayordomos. Uno podn'a afirmar entonces que la curva
de Engels se invierte en el siglo XVIII, pues a mäs ingresos salariales mäs
tendencia a consumir aiimentos. Tal era el caso de los mayordomos frente
a los indios.
Pero no hay que olvidar que los indios recibi'an su alimentaciön a traves
de la raciön que la hacienda pagaba ademäs del salario nominal. Esta ra-
ciön representaba normalmente entre un 12 y un 40% para los mayordo-
mos, si se toma como base los salarios que van de 30 a 100 pesos y 12
pesos anuales en raciön, tal como lo cancelaron algunas haciendas. Esto
demuestra una dimensiön diferente sobre los bajos gastos familiares en
alimento procedente del salario de concierto, per lo menos para los ma-
yordomos. Para los no indios la raciön vendn'a a ser equivalente a medio
peso al mes y no sabemos a cuanto ascendia para los indios. Manteniendo
la misma raciön para uno y otro tendriamos:

CUADRO 5

Total de los salarios devengados per los trabajadores rurales (en pesos al aAo)

salario en ge- salario en total salario


neros y dinero especies devengado
mayordomos 30-100 12 42-112
concertados no indios 1 5 - 29 6 2 1 - 35
concertados indios 8 - 15 6 14- 21

De donde se desprende que los gastos en alimentaciön y bebidas que apa-


recen en el grupo A del cuadro 4, son en realidad complementos al consu-
mo minimo que el concertado recibi'a dentro de la hacienda bajo el
nombre de raciön.

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370 Hermes Tovar Pinzön

Pero lo interessante del caso es que mientras los mayordomos recibi'an


mayores ingresos y mayores raciones, un mayor porcentaje de su salario
iba a atender el rubro de alimenlos y bebidas. Esto se debe especialmente
al consumo del aguardiente. Si uno observa con detalle el caso de Tocan'a,
entre 1767-70, o el de Caribare en los mismos anos, los indios no consu-
mleron bebidas de tal genero. El aguardiente parece que era objeto de de-
manda dentro de la hacienda solo por parte de sectores con ingresos supe-
riores como el de los mayordomos^'.
Aqui es necesario preguntarse entonces, si era cierto que el aguardiente
era una bebida populär. Si lo era, ^cuäles eran los mecanismos del merca-
do y que caminos recorn'a para llegar hasta los indi'genas? Por las cuentas
de los concertados la demanda de los no indios en las haciendas era muy
reducida: En Tocaria (1767-70) menos del uno por ciento del salario de
los indios y solo un dos por ciento del de los mayordomos®.
De todos modos uno no puede generalizar sobre este fenömeno, pues
la hacienda de hecho era una iiistituciön que creaba mercados y era el
centro de distribuciön de importantes productos ya que a ella tenian acce-
so gentes del campo como de la ciudad®'. Es posible que el aguardiente
no hubiera sido por estos aiios, objeto de una politica de internaciön siste-
mätica en las haciendas y que tal vez vivian mäs del guarapo y de la chicha
que de un producto que ahora coniercializaba el Estado y que era ademäs
mucho mäs costoso®^. Las medidas de Gutierrez de Pineres en Popayän,
al establecer la tercena, donde pueblos y haciendas de su jurisdicciön de-
bian comprar aguardiente y expenderlo oficialmente en estanquillos, pa-
rece ser una medida tendiente a captar un mercado que flui'a hacia otros
sectores".
El rubro B, denominando vestuario y calzado, recoge bayetas, mantas,
lienzo, genero y ruanas, que constitui'an la base del consumo en vestuario
de los trabajadores rurales del siglo XVIII. La Inversion en calzado es muy
baja y estä representada por alpargatas, un producto que parecia no tener
mucha demanda entre los concertados. Los mayordomos y los no indios
invierten una parte muy baja de su salario.
Es ütil senalar que globalmente por lo menos un 30% del ingreso de

Esto se desprende de la observaciön hecha en los libros de concertados.


A H N C Ttraporalidades 13, ff. 777v. a 795r.
'' N o hay estudios sobre los vinculos comerciales de la hacienda. Vease nota 9.
" Despues de 1750 el aguardiente empezö a ser uno de los principale.s estancos.
" AGI Quito 550 "Plan del territorio que ahora deberä comprender la administra-
ciön principal de aguardiente de cafia de Popayän".

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 371

los concertados se dirige a satisfacer estas necesidades. Parece ilögico que


tanto indios como mestizos y mayordomos consuman proporciones mäs
o menos similaies, pero esto parece tener una explicadön: para algunos
mestizos el concierto se utilizaba parä adquirir este tipo de mercaderia y
con ellas cancelar obligaciones salariales que a su vez habian contrai'do
con indigenas o peones que trabajaban para si' en sus chacras. No conoce-
mos muy bien este tipo de relaciön subsidiaria que se estableciö entre el
concertado no libre y un dependiente suyo fuera del marco de la hacienda.
Estamos mäs bien frente a los mecanismos que caracterizaron el des-
arrollo de sistemas de trabajo y las necesidades de recursos de capital, que
hicieran posible atender los costos productivos de las tenencias precarias.
Por ejemplo en Tocaria, Joseph Ortiz pagö a la mujer de Juan Joseph de
Sierra 2 pesos 4 reales con "un corte de bayeta [que} por orden de este con-
certado" entregö la hacienda, descontändolo, por supuesto, de su sala-
rio^".
Pero si estos casos excepcionales no indican la tendencia general de un
sistema especi'fico de relaciones laborales, por lo menos es indicativo del
modo como los concertados libres usaron las formas de trabajo existentes,
que por una parte ayudaba a consolidar la gran hacienda y por otra a los
pequenos sistemas de tenencia.
Mucho mäs que la adquisiciön de ropas, el consumo de ganados parece
haber sido de particular interes. Aunque lo hemos colocado en un rubro
D, denominado bienes de producciön general, no es menos cierto que uno
no sabe completamente hasta dönde fueron efectivamente empleados co-
mo bienes de producciön y hasta dönde como alimento simplemente.
Aunque en este rubro hemos incorporado la adquisiciön de pequeftas
herramientas, especialmente machetes, cuchillos y tijeras, su proporciön
fue muy baja frente a la de los ganados. En Caribare entre 1767-70, el
34,6% del salario de los no indios aparece como invertido en medios de
producciön, cifras realmente sorprendentes, pero que desafortunadamen-
te no nos permite aseverar, si efectivamente se trataba de que indios y
libres, con las reses recibidas del concierto, acumulaban en su unidad fa-
miliar para regresar luego a ella, o si por el contrario se sacrificaban y se
lievaban a los mercados en busca de dinero u otros intercambios.
Los datos anotados al margen de los libros de cuentas son innumerables
y faltos de uniformidad impidiendo cualquier conclusiön certera. De to-
dos modos se observa que las reses que recibieron los concertados sirvieron:

" AH N C Tcmporalidades 26, f. 446r,

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372 Hermes Tovar Pinzön

a) para paga al cura deudas provenientes de un bautismo, un entierro o


un matrimonio; b) para cancelar deudas a otras personas que parecen ser
de dos tipos; acreedores que llegan a la hacienda y reciben una res a sus
deudas, y deudores, sujetos pasivos que esperan que el mismo concertado
pida la res que ha de acreditarle; c) para sacrificios, en epocas especiales,
cuando celebraban algün acontecimiento vital: matrimonios, entierros o
bautismos. Aquf los gastos eran onerosos, pues no solo existian los gastos
de los invitados, sino los del cura por sus servicios. d) Para canjear per
otros bienes con los cuales era posible atender los salarios que debi'a a sus
propias dependientes fuera de la hacienda, en su propia unidad de produc-
ciön^'. En 1768-69 Francisco Sänchez recibiö de la hacienda de Tocaria
2 toros en 6 pesos para pagar "los indios que tuvo trabajando"^''. Igual-
mente Antonio de Olomos recibiö como mayordomo 24 pesos en reses,
lo que representaba el 24% de su salario y que distribuyö asi: Una parte
para matar en su casa en el mes de agosto, una para comprar lienzo, una
para comprar unas ruanas blancas, una que se le dio "para comprar dos
varas de tripa y una fresada para un labranzero" y, finalmente una para
pagarle a otro l a b r a n z e r o D e este ultimo caso uno puede concluir que
por lo menos el 12% del salario recibido en dinero fue Inversion y el otro
12% consumo.
El jabön, el sebo y las herramientas si parecen haber respondido a nece-
sidades de producciön. Eran especies de insumos que pueden ubicarse
dentro del capital imputable de una pequeiia empresa. El sebo como el
jabön desempefiaban las funciones de la grasa con respecto a las herra-
mientas. En algunas zonas rurales de Colombia aün hasta hoy dia estos
arti'culos siguen siendo oportunos y provechosos elementos para combatir
el öxido y la dureza de ciertos instrumentos de trabajo^®.
La abundante informaciön sobre telas, cintas, angaripolas y bayetas,
que observamos se. usaba para cancelar a los concertados, parecia mäs
bien ser el producto de pagos forzosos de remanentes del salario. Aqui
lo hemos agrupado en un rubro que denominamos gastos en renglones
de uso domestico. Pero en realidad es muy dificil detectar, si la hacienda
forzaba a los concertados a recibir en telas parte del salario, o si por el

" AH N C Temporalidades 26, f. 462v.


Ibd., ff. 452r, a, 468v.
" Ibd,
AH N C Temporalidades 1, f. 394v. En 1770, la hacienüa de Doyma gastö 4 reales
en jabön para untar "el trapiche para su conservaciön" y 3 reales para curar y limpiar
las mulas.

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Los trabajadores rurales en Nueva Granada 373

contrario eran solicitados para cualquier transacciön o aun para ser con-
sumidos.
Dentro de este rubro habi'a un producto como las frezadas que, con las
einlas y el algodön, nos permitiö configurar un rubro subordinado que
denominamos ropa y enseres involucrado en el rubro C. Es posible que
este ültlmo rubro subordinado debe ser incorporado a vestuario y calza-
do, si se considera que el algodön se adquin'a para tejer las frezadas que
servi'an de poncho y cobija. Con respecto al total del salario percibido,
los concertados gastaron lo siguiente:

CUADRO 6

Gastos en ropas y enseres de los concertados, 1 7 6 7 - 8 2


(porcentaje de los gastos totales)

Caribare Tocan'a Tocaria Tocaria


1767-70 1767-70 1774-75 1780-82
Indios 4,2 11,4 2,4 6,0
no indios 13,1 6,6 2,0 4,4
mayordomos 26,6 0,2 8,8 19,0

AI sumarse estos porcentajes a los gastos en vestuario y calzado, este


rubro llega a estar por encima del 50% del salario. Pero un nivel tal es
casi irreal si se toma como mero consumo personal y familiar, pues como
lo hemos indicado, la adquisiciön de estos y otros productos involucra re-
laciones subsidiarias ocultas tras esas aparentes demandas de bienes de
consumo familiar.
El rubro E, impuestos, incluye el tributo de los indios y el pago de alca-
balas y diezmos. Con respecto a los indios hay que decir que los pagos
corresponden a sus demoras, mientras que alcabalas y diezmos son paga-
dos bäsicamente por todos los no indios. Este fenömeno indica tres cosas:
a) Los no indios en general pagaban porcentajes muy bajos en impuestos,
con lo cual la disponibilidad de su salario era mayor y las posibilidades
de acumulaciön y bienestar indudablemente mejores. b) El pago de alca-
balas confirma el hecho de que los libres practicaban algün tipo de opera-
ciones mercantiles por lo cual resultaban gravados. c) El pago de diezmos
a su vez reflejaba la posesiön de unidades agricolas o la explotaciön de
algün producto, por el cual debi'an pagar el respectivo impuesto del
diezmo.
Debe notarse en el rubro E, el peso que tenia para los indios el pago
de sus demoras. Indudablemente el sistema de conciertos para ellos no re-

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374 Hermes Tovar Pinzön

solvia tanto sus propios problemas de demanda familiar, sino que mäs
bien el Estado aseguraba los ingresos de un impuesto a veces incierto.
Hay dos renglones F y G, denominados deudas y atesoramiento, que
hemos incorporado forzados por la misma informaciön. Cuando se espe-
cificö la naturaleza de! pago y se determinö que se hacia cancelar creditos
adquiridos, lo ubicamos en deudas. Sin embargo la informaciön no esti-
pula que tipo de credito era y las razones por las cuales el concertado las
adquiriö. Tampoco se conoce muy bien el tipo de acreedor.
De otro lado, cuando el concertado recibiö parte del salario en dinero,
usamos el rubro atesoramiento. En verdad no sabemos si se atesorö o pasö
de inmediato por el mercado. Supusimos sencillamente que tal circulante
se abstraia un tiempo del mercado y que posteriormente volvia a 61. Cono-
cidas las präcticas campesinas de atesorar en un rincön de su estera, no
es dificil suponer una actitud similar en el siglo XVIII.
Pero lo fundamental para nosostros radica en anotar que los que reci-
bian las mäs bajas proporciones del salario en dinero eran los indios. Ellos
solo reeibieron un 6,7% de! salario en dinero, los no indios entre 1 y 26%
y los mayordomos entre 2 y 9%. En terminos monetarios esto significaba
que los indios podian disponer de un peso en dinero al afio, mientras los
no indios y mayordomos unos 8 pesos, una cifra nada despreciable como
excedente y con el cual se movjan en parte esos incipientes y perezosos
mercados provinciales en un aparente mundo de aislamiento^'.
La percepciön de un bajo porcentaje del salario en dinero ha sido uno
de los argumentos de quienes han defendido la tesis del caräcter natural
de la economia colonial^", pero esta tesis es dificil de sustentar cuando
uno nota, cömo un alto porcentaje de los generös y especies con los cuales
la hacienda pagaba no provenian de ella, sino que habi'a todo un sistema
de mercados muchos mäs diversificados en el cual las haciendas eran los
nücleos desde y donde se distribuian importantes mercancias provenientes
tanto del sector comercial internacional como de la industria artesanal in-
terna^'. Ademäs la sociedad colonial no se caracterizaba por tener unos
senores, viviendo de la renta pagada por los campesinos, y la masa de la

" Lo importante no es la masa monetaria recibida sino la dinämica que creaba.


Ruggiero Romano, "Historia colonial hispanoamericana e historia de los pre-
cios", Nova Americana (Paris 1965), p. 15.
'' Herramientas y telas de Europa como bayetas y producios regionales aparecen
registrados en los libros de peones y concertados que hcmos estudiado.

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Lx)s trabajadores rurales en Nueva Granada 375

poblaciön no dependi'a de lo que producian sus explotaciones familiares,


cuando posei'an alguna^^.
Toda una cadena de intermediarios se opom'a entre la hacienda y los
grandes comerciantes. Pequenos traficailtes inundaron el campo canjean-
do mercaderias por reses y productos naturales que llevaban a los merca-
dos y converti'an en dinero y nuevamente en mercancias^^. Donde predo-
minaron formas medianas y familiares de tenencia, los träficos eran direc-
tos entre comerciantes precarios y las haciendas circunvecinas, pero lo
normal fue todo un radio de acciön desde las ciudades mäs importantes
de la 6poca, cuyos comerciantes o hacendados-comerciantes ejerci'an un
muy bien calculado sistema de abastos.
La lecciön final que uno saca de esta muestra sobre la estructura y com-
posiciön de gastos del salario en el sector rural es: a) La Corona espanola
asegurö los tributos de los indios, haciendo responsable directo de su pago
al hacendado, quien los descontaba del salario de los concertados. b) Los
comerciantes encontraron nuevos mercados, pues el salario permiti'a el
consumo del vestuario. Aqui la consolidaciön del concierto fue factor de-
cisivo en la expansiön de la industria textil. c) El salario solidificö merca-
dos grandes y pequeftos y, a su vez, consolidö a los comerciantes vincula-
dos a ellos. d) Finalmente, algunos concertados encontraron un mecanis-
mo de acceso a la liquidez bäsica y complementaria para configurar sus
pequenas tenencias. Los salarios rurales fueron en si una respuesta no solo
a mecanismos de expansiön interna, sino al crecimiento que vivi'a el mun-
do europeo de entonces^"'.

H. Tovar Pinzön, "Origenes y caracten'sticas de los sistemas de terraje y arrenda-


miento en la sociedad colonial durante el sigio XVIII: El caso negoranadino", Des-
arrollo y Sociedad 8 (U. de los Andes, 1982).
" AH NC Testamentarias Bolivar 7, f. 294r. presenta un ejemplo para las estancias
de San Marcos y Nechi.
"" Antonio Garci'a-Baquero, "Comercio colonial y producciön industriat en Cata-
lufia a fines del sigio XVIH", Agricultura, comercio colonialy crecimiento econömico
en la Espana contemporänea, ed. Jordi Nadal y Gabriel Tortella (Barcelona 1974).

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