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LOGOGENIA: DE LA INCREDULIDAD A LO PALPABLE

“La discapacidad no es el Fin de la vida, es una forma de cambiar la perspectiva


de la vida”
Ítalo Violo.

Desde que recuerdo, las señas, los audífonos, los ruidos que emiten las personas
sordas siempre han estado en mi vida, nada más curioso que una mujer moviendo sus
manos en un minúsculo cuadro en la tele vestida de traje negro y yo rodeada de
preguntas hacia ellos - los sordos - , su vida, sus habilidades; me enseñaron a bailar, a
hablar con los ojos, a decir secretos sin ser al oído, su cultura que es tan distinta a la
mía, sin pelos en la lengua para comentar y opinar, siendo muy ellos, sin pena.

Y con el pasar de los años llegaron a mi ámbito profesional, me enseñaron prudencia,


confidencialidad, a no escoger estampados y neones y más bien contar con un closet
de ropa oscura, a sentir que la vida es cruda y a veces no tan justa, a mantener mis
sentimientos y no involucrarlos mientras servía como puente de comunicación aún
cuando gritaba por dentro con ojos llorosos.

Sordos de distintas nacionalidades, clases, estratos y creencias, forma de vestir


formales y otras muy peculiares, berrinchudos y simpáticos pero con algo que no los
marcaba en diferencia: el español escrito de la persona sorda.

Y era que en ese momento se ganaban batallas con miras a inclusión, bilingüismo y
leyes de accesibilidad con un perfil que prestaría su servicio de Intérprete. Pero aún
así siempre me preocupó su adquisición de su segunda lengua, tan distinta a su ágrafa
materna que incluso trataba de generar ideas para arreglar eso – claro - procesos
caseros para que obtuvieran una competencia no solo comunicativa y pudieran
independizarse no solo de nosotros (los intérpretes), sino de todo aquel que no les
permitiera avanzar y surgir.

Al escuchar por primera vez la palabra Logogenia, realmente no profundizó mucho en


mí, tal vez me contagió la opinión ciega y apática de sordos adultos (por error o temor)
de sentirse aislado de sus señas y reaccioné convencida con un simple NO.

Las circunstancias me envían a una de las mejores instituciones de trabajo con


comunidad sorda en donde por supuesto no solo cumpliría con mi labor, también
aprendería de rehabilitación, terapias, sensibilización musical y el verdadero
funcionamiento de mis odiados implantes, poco a poco cambiaria mi percepción y con
el pasar del tiempo así sucedió.

Y ocurrió que sin buscarla estaba allí la respuesta, no era solo teoría, era la prueba
vívida del avance, un paso más a esa libertad del oyente; incrédula en los inicios para
ser honesta, sin nunca considerarlo absurdo, por supuesto, sesión tras sesión seguía
de cerca el intento de una futura diplomada con un adolescente y su progreso notorio
en la escritura con algo llamado “pares mínimos” y así se fueron cautivando mis
expectativas.

El lenguaje no se adquiere, es innato en nosotros tal como el deseo de vivir para


siempre y nos permite acceder a todas las lenguas que deseemos para no perdernos
de intercambios culturales que tan enriquecedores son en nuestro crecimiento personal
y es en este momento donde aprendiendo y conociendo más de fondo, existió una
mujer llamada Bruna Radelli quien tuvo la maravillosa iniciativa de crear una estrategia
(1992): un método basado en observaciones que tal vez todos en algún momento
también hemos tenido debido a nuestro acercamiento hacia la comunidad sorda,
abordado y sustentado bajo la teoría de la Gramática Generativa y Transformacional de
Noam Chomsky, lo que quiere decir contar con una inmersión en la lengua, en este
caso, a través del contacto con el español escrito y luego seguirlo en su ambiente
natural, lo cual activa el mecanismo natural de adquisición de este código como lengua.
Teoría que tal vez para muchos de nosotros había sido ajena hasta el momento pero
muy propia para nuestra preocupación por el español signado del sordo y en ocasiones
sin sentido en la lectura.

Década después llega a Colombia, gracias a la curiosidad de quien también


encabezaba esa preocupación por el sordo y su escritura. Tras el éxito en la aplicación
es necesario entonces crear una entidad y es así que en 2004 surge la Fundación
Dime Colombia y quienes hoy siguen trabajando en difundir la técnica con sus
asombrosos resultados para quienes tal vez desconozcan aún la palabra LOGOGENIA.

Y es que ha sido ésta una opción de solución al reto cuyo propósito es que los niños y
adolescentes sordos puedan leer y escribir como cualquier oyente de su edad y así ha
sido nuestro esfuerzo por cumplirlo y que su rendimiento académico no siga viéndose
afectado. Por esta razón y al momento de realizar mi práctica aplicada al ejercicio,
decidí empezar de cero, con una niña sorda profunda de nacimiento y 0% español
escrito en un tercer grado de primaria; a lo largo del proceso se llevó seguimiento y se
observaron los efectos esperados que la logogenia ejerce, terminando la práctica con
una niña con mayor grado de concentración, leyendo órdenes y ejecutándolas
correctamente, además de generar hábitos de trabajo.

He aprendido que la logogenia es una nueva técnica traída como innovación a mi


experiencia en la comunidad sorda, en un 100% de inmersión directa de la persona
sorda al castellano y a su componente sintáctico de manera individual y personalizada.
Sabemos que al ser una lengua oral adquirida por el oyente desde su gestión, ha de
ser transformada a la visibilidad del sordo, un ideal para aprenderla a una edad mínima
de 5 años y hacia adelante en un proceso básico de dos años, pero entendible que
como cualquier otro idioma su aprendizaje es de años continuos.

Como logogenistas debemos ser cuidadosos al ser “usuarios maduros”, esos modelos
de nuestro idioma, y además ser creativos, para que no se considere la técnica como
una más y aburrida, por el contrario será tan innovadora que el estudiante se sentirá
motivado a continuar y dejar a un lado el odio guardado de muchos hacia el español.
Los resultados son sencillamente increíbles.

Y no es quitarles lo de ellos, sencillamente es una exposición directa a una lengua


ajena sin usar la propia, su esencia, su amada lengua de señas; es acercarse al idioma
mayoritario para entrar en contacto con quienes desconocen las señas y no perder
oportunidades sino más bien obtener toda la información posible del ruidoso mundo de
los oyentes.

JOHANA CASTRO
LOGOGENISTA EN FORMACIÓN

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