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UNIVERSIDAD DE SONORA

DIVISIÓN DE CIENCIAS BIOLÓGICAS Y DE LA SALUD


DEPARTAMENTO DE CIENCIAS QUÍMICO BIOLÓGICAS

NOTAS PARA EL CURSO DE


QUÍMICA ANALÍTICA II

INTRODUCCIÓN A LA ESPECTROSCOPIA

POR

DR. ENRIQUE FERNANDO VELÁZQUEZ CONTRERAS

ii
CONTENIDO

Página
PROLOGO.................................................. iii
NACIMIENTO DE LA ESPECTROSCOPIA.......................... 1
NATURALEZA DE LOS ESPECTROS.............................. 5
Espectros de los Elementos.......................... 5
Espectros de Emisión........................... 6
Espectros de Absorción......................... 7
Secretos de los Espectros a Rayas................... 9
Modelo de Thompson............................. 10
Modelo de Rutherford........................... 11
Modelo de Bohr................................. 14
HISTORIA DEL ESPECTRO ELECTROMAGNETICO................... 18
Infrarrojo.......................................... 19
Ultravioleta........................................ 21
Ondas de Radio...................................... 26
Microondas.......................................... 28
Rayos X............................................. 30
Rayos Gamma......................................... 35
APENDICE I............................................... 40
APENDICE II.............................................. 50
APENDICE III............................................. 62
BIBLIOGRAFÍA............................................. 71

iii
PRÓLOGO

La preparación de estas notas de clase se realizó con la


intención de satisfacer las necesidades correspondientes a la
primer parte del curso de Espectroscopia, la cual consiste en
una Introducción que abarca el Nacimiento de la
Espectroscopia, su importancia y ubicación dentro de las
ciencias químicas, así como sus principios y conceptos
fundamentales. Se destaca también la gran influencia que
tuvieron los espectros a líneas de los átomos en la propuesta
del modelo atómico de Bohr y, además, se estudia el
descubrimiento y algunas de las principales utilidades de las
regiones en que dividimos el espectro electromagnético.
La mayor parte del material se puede considerar como
Historia de la Espectroscopia y en esto quisiera que quedara
bien claro lo siguiente:
Como menciona José Antonio Chamizo G. en
“Consideraciones acerca de la Enseñanza de la Química”, la
Historia de la Química es una parte necesaria en la educación
química, ya que la atención que se le preste revela el
desarrollo de la misma de una manera realista. Mostrando como
las ideas se generaron y por qué muchas de ellas fueron
finalmente inadecuadas, la química es revelada así, como una
empresa humana, caracterizada por todos los errores,
extravíos, vueltas a empezar y defensa de posiciones
insostenibles que caracteriza a todas las otras actividades
humanas.
Es más, en estos momentos podemos estar estudiando en
nuestros libros (y defendiendo) teorías que en un futuro,
posiblemente, sean desechadas. En el pasado hay bastantes

iv
ejemplos de lo anterior, siendo uno de los que más me ha
llamado la atención el que aparece en el antiguo libro de
divulgación científica “El Mundo de los Átomos” de Charles R.
Gibson (editado en México en 1945), donde el autor defiende
apasionadamente la existencia del “éter” (el medio universal,
que penetraba todo, llenaba el espacio entre y dentro de
todos los cuerpos materiales y que definían como “el medio en
que la luz puede viajar”) con afirmaciones como la siguiente:
“El hombre de ciencia está tan seguro de la existencia del
éter como de la suya propia” y con ejemplos que quizá
hubieran convencido a varios de nosotros.
Así pues, rechazamos la idea de que la historia
constituye, cuando la hay, una parte de los temarios que hay
que pasar aprisa ó, excepcionalmente, un par de anécdotas que
contar. No, al volver al pasado lo que estamos estudiando es
precisamente la manera en que se generaron las ideas y la
oposición a la que tuvieron que enfrentarse (una batalla que
continua en nuestros días) y no la asociación de fechas y
nombres, ya que esto último no sirve, no es ciencia.
De esta manera, uno de los objetivos de las presentes
notas es el de contribuir a la formación del espíritu
científico de los alumnos, al que Bacherald identifica de la
siguiente manera: “Para un espíritu científico todo
conocimiento es una respuesta a una pregunta. Si no hubo
pregunta, no puede haber conocimiento científico. El hombre
animado por el espíritu científico, sin duda desea saber,
pero es, por lo pronto, para preguntar mejor”.
Por último, deseo aclarar que este escrito es una
recopilación de la información presentada en los textos
citados en bibliografía y que el único trabajo desarrollado

v
por el autor fue la selección del material, algunos detalles
de redacción para una mejor secuencia de los temas y la
traducción de los textos en inglés.

Dr. Enrique Fernando Velázquez Contreras

vi
NACIMIENTO DE LA ESPECTROSCOPIA

Esta nueva rama de la ciencia empieza realmente con el


científico inglés Isaac Newton (1642-1727), quien en 1665
descubrió que si un rayo de luz solar se hacia pasar a través
de un trozo triangular de cristal (un prisma) se esparcía en
una franja de colores. Newton llamó a esta franja de colores
spectrum, una palabra latina que se empleaba para denominar
cualquier “aparición fantasmal”, ya que los colores aparecían
donde antes nada había sido visible y podían ser vistos, pero
no sentidos, al igual que tantos espectros.
La misma sucesión de colores aparece en el arco iris. En
realidad, el arco iris es un espectro que tiene lugar de
manera natural, formándose cuando la luz solar pasa a través
de gotitas de agua que quedan suspendidas en el aire
inmediatamente después de una lluvia. Enseguida resultó
evidente que este descubrimiento era de gran importancia en
la investigación de la luz. No obstante, durante cerca de dos
siglos nadie sospechó que también sería de importancia
crucial para la Química.
En 1814, el primer paso en esta dirección fue dado por
un óptico alemán, Joseph von Fraunhofer (1787-1826), quien
se dedicaba a estudiar el refinado cristal que empleaba para
construir sus instrumentos, y estaba probando sus efectos
sobre un rayo de luz solar que surgía de una estrecha
hendidura y seguidamente pasaba a través de un prisma.
Fraunhofer observó que los espectros que se formaban estaban
cruzados por numerosas rayas obscuras. Midió la posición de
varias de estas rayas y rotuló las más destacadas desde la A

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hasta la K. En su memoria siguen llamándose todavía, a veces,
“rayas de Fraunhofer”.
En las décadas siguientes, algunos científicos
estudiaron estas rayas con creciente curiosidad. El punto
culminante se alcanzó con los trabajos desarrollados por el
físico alemán Gustav Robert Kirchoff (1824-1887). Kirchoff
consiguió demostrar que cuando los elementos eran calentados
hasta el grado en que se desprendía luz, y esta luz se
pasaba a través de un prisma, quedaba dividida en una banda
de líneas brillantes de diversos colores contra un fondo
obscuro. En otras condiciones, un elemento podía ser inducido
a producir una banda idéntica de líneas obscuras contra un
telón de fondo de color continuo.
Kirchhoff, en colaboración con el químico alemán Robert
Wilhem von Bunsen (1811-1899), construyó un Espectroscopio,
un aparato mediante el cual se podían producir las rayas y
medir su posición, demostrando que cada elemento producía una
banda específica de rayas, distinta de la de cualquier otro
elemento (revisar apéndice I). En efecto, ningún elemento
producía ni una simple raya que estuviera exactamente en la
misma posición que una raya particular producida por otro
elemento. Era como si cada elemento tuviera su propia huella
digital de luz.
Si se calentaba un mineral hasta el punto en que
resplandecía, las diversas rayas que producía eran
suficientes para indicar la naturaleza de los elementos
presentes (en realidad, debido al calentamiento, lo que se
estudia son los vapores del mineral). En 1859 Kirchhoff y
Bunsen habían establecido una nueva técnica química: el
análisis espectroscópico.

2
En consecuencia, si un mineral calentado producía una o
más rayas espectrales que aparecían en nuevas posiciones que
no duplicaban las posiciones de las rayas de ninguno de los
elementos conocidos, existían sólidas razones para sospechar
la existencia de un nuevo elemento. En 1860 Kirchhof y Bunsen
localizaron nuevas rayas en el espectro por calentamiento de
un determinado mineral. Por lo tanto, dedujeron la presencia
de un elemento nuevo. Le llamaron cesium (cesio), de una
palabra latina que significa "azul cielo" debido al color de
la nueva raya. Al año siguiente descubrieron otro elemento
por el mismo procedimiento, al cual lo denominaron rubidium
(rubidio), que significa rojo, por el color de la nueva raya.
Dos nuevos elementos fueron descubiertos por el mismo
procedimiento en los años siguientes: el talio (thallium =
hoja verde), por el físico inglés William Crookes (1832-1919)
en 1861 y el indio (indium = añil) por dos mineralogistas
alemanes: Feerdinand Reich (1799-1882) y Hieronymus Theodor
Richter (1824-1898) en 1863.
En cada caso, una vez que quedaba señalado el nuevo
elemento, el mineral podía ser tratado mediante
procedimientos químicos corrientes y el elemento resultante
era aislado y estudiado. En consecuencia, casi de inmediato,
la espectroscopia consiguió un enorme prestigio.
Parecía evidente que las rayas oscuras que Fraunhofer
había observado en el espectro de la luz solar debían ser
producidas por elementos en el sol. Un astrónomo sueco Anders
Jonas Angstrom (1814-1874) estudio meticulosamente el
espectro solar en 1861 y demostró que algunas de sus rayas
ocupaban posiciones idénticas que las producidas por el
hidrógeno incandescente. Por consiguiente, podía extraerse la

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conclusión de que el hidrógeno estaba presente en el sol. Un
astrónomo inglés, William Huggins (1824-1919), estudió el
espectro producido por cuerpos astronómicos distintos al sol
y demostró cuales eran los elementos específicos que podían
ser localizados en ellos.
El análisis espectroscópico estaba progresando
rápidamente de triunfo en triunfo y estaba preparando el
escenario para el importante acontecimiento del año de 1868.
En este año se produjo un eclipse total que sería visible en
la India, por lo que acudieron astrónomos de todas partes del
mundo. Durante los eclipses es posible estudiar objetos en la
superficie solar, tales como las llamadas “protuberancias”,
así como la corona del astro, y su delgada atmósfera
exterior. Por lo general, cuando el brillante disco del sol
no esta obscurecido por la luna, estos detalles
comparativamente tenues, como las prominencias y la corona,
están por completo apagados.
Uno de los astrónomos que llegó a la India fue un
francés, Pierre Jules César Janssen (1824-1907). Llevó
consigo un espectroscopio, que intentaba emplear en sus
observaciones. Janssen dejó que la luz de la parte exterior
del astro solar pasara a través del espectroscopio, de modo
que quedasen formadas unas rayas brillantes. Registró su
posición y encontró una que, hasta donde él sabia, ocupaba
una posición que no pertenecía a ninguna de las rayas de
ningún elemento conocido.
No se consideraba a sí mismo suficientemente experto en
el análisis espectroscópico para llevar adelante aquél
asunto; en realidad, ni siquiera mencionó la raya en su
informe final del eclipse. Sin embargo, envió el dato a un

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astrónomo inglés, Joseph Norman Lockyer (1836-1920), quien
estaba realizando importantes trabajos en espectroscopia.
Lockyer meditó sobre el tema, estudiando el espectro
solar por su cuenta, y encontró la raya. No pudo duplicarla
con ningún elemento conocido. Lockyer decidió que un nuevo
elemento estaba involucrado, uno que estaba presente en el
sol, pero que, por el momento, era desconocido en la Tierra.
Sugirió que el nuevo elemento fuera denominado helium
(helio), derivado de la palabra griega para designar el sol.
La sugerencia de Lockyer fue descartada por el mundo de
la química. Los análisis espectroscópicos podían descubrir
nuevos elementos, de acuerdo, pero los químicos opinaban que
ellos tenían que confirmar los descubrimientos mediante
análisis ortodoxos. No estaban todavía preparados para
aceptar la evidencia espectroscópica como suficiente por sí
misma, sin una confirmación química, para demostrar la
existencia de un elemento en el cielo que no era conocido en
la Tierra.
En consecuencia, el tema quedó olvidado hasta cerca de
finales de siglo. Por cierto, la “línea Janssen-Lokyer” era
la segunda ocasión en que la existencia de los gases nobles
había estado apunto de ser descubierta.

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NATURALEZA DE LOS ESPECTROS

En este capítulo presentaremos un análisis de la manera


en que fue redondeándose la estructura atómica debido al
reforzamiento mutuo entre teoría y experimento.
La emisión y absorción de luz por los átomos, así como
su comportamiento químico periódico, fueron evidencias
experimentales que permitieron reconocer, justificar y
ampliar el modelo cuántico. De igual forma, éste permitió
comprender el comportamiento de los sistemas atómicos y
plantear mejor los experimentos.
La ciencia moderna es teoría más experimentación
planeada, y eso es precisamente lo que puede apreciarse
durante el desarrollo de este capítulo.
Aquí analizamos el papel jugado por la espectroscopia en
el desarrollo del primer modelo atómico cuántico: el de Niels
Bohr.

Espectros de los Elementos.


Es de conocimiento general que un cuerpo sólido caliente
puede emitir y absorber todo tipo de radiación; es decir,
tiene espectros de emisión y de absorción continuos.
La interacción entre materia y radiación de un gas (a
condiciones ordinarias) no sigue este mismo patrón de
comportamiento.
La ciencia que se encarga del estudio de la radiación
electromagnética emitida o absorbida por las sustancias, se
conoce como espectroscopía. Su importancia para el químico es
indiscutible, pues se ha convertido en una herramienta

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insustituible para la identificación y caracterización de
compuestos.

Espectros de Emisión.
Desde hace mucho tiempo se conoce que los gases emiten
luz cuando son excitados.
La radiación emitida por los gases puede separarse en
sus diferentes longitudes de onda por medio de un prisma,
como se muestra en las Figura 1. En un principio, se
realizaron observaciones visuales y posteriormente se
emplearon pantallas fluorescentes o placas fotográficas para
analizar la naturaleza de la luz producida por emisión.

Rejilla

Violeta
V
i
Prisma s
i
b
l
Gas e
Rojo

Tubo de descarga Placa

Figura 1. Diagrama de un espectrómetro de prisma.

En 1752, el físico escocés Thomas Melvill, al usar la


excitación por llama, encontró que los espectros de los gases
no presentaban todos los colores del visible (arco iris),
como sucede en sólidos o líquidos, sino sólo parte de ellos,
separados por intervalos ausentes de color.

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Melvill también reconoció que cada sustancia mostraba
diferentes señales brillantes. Por ejemplo, la sal común
presenta una coloración amarilla característica cuando se
calienta a la llama. Actualmente se sabe que el vapor de
sodio presenta dos líneas prominentes en la región visible
del espectro, con longitudes de onda de 5889.95 y 5895.92
Angstroms (antes de tenerse un alto poder de resolución en
los aparatos, sólo se identificaba una línea alrededor de los
5890 Å). Otros elementos presentan un espectro de emisión más
complejo, como se muestra en la Figura 2.

Figura 2. Espectros de Emisión del Hg, He y Ne.

La radiación emitida por vapores de hierro está


compuesta por más de 6000 líneas brillantes en la región
visible. Como vemos en la figura, aún elementos que presentan
comportamientos químicos similares, como helio y neón, tienen
un espectro de emisión radicalmente diferente y, como ya
habíamos establecido, cada gas puede identificarse a partir
de su espectro de líneas,y ello puede hacerse con tanta

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precisión como la identificación de personas por sus huellas
digitales.

Espectros de Absorción.
Desde los experimentos realizados por Isaac Newton, al
pasar la luz del sol a través de un prisma, se pensaba que
ésta consistía en un espectro continuo. En 1802, William Hyde
Wollaston (1766-1828) halló siete líneas oscuras espaciadas
irregularmente en el espectro solar. Doce años más tarde, en
1814, Fraunhofer amplió esos experimentos con mejor
instrumental, encontrando varios cientos de líneas oscuras.
Algunas de las mas importantes se muestran en la Figura 3, a
las que dio los nombres A,B,C…,K.
Actualmente se conocen más de 15,000 líneas oscuras,
parte de las cuales corresponden al visible.
El análisis de la luz emitida por las estrellas muestra
también líneas oscuras similares, muchas de las cuales
corresponden casi exactamente a las del sol, aunque la
longitud de onda se mueve ligeramente hacia la región roja
del espectro [este corrimiento hacia el rojo se debe a que
las estrellas se alejan de la tierra, confirmando que el
universo se encuentra en un período de expansión. En 1842,
Christian Johann Doppler predijo este cambio de longitudes de
onda cuando la fuente de luz y el observador se encuentran en
movimiento relativo].

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Figura 3. Líneas de Fraunhofer en la Parte Visible de
Espectro Solar.

Pronto se supo que las líneas D correspondían,


precisamente, a la pareja de líneas brillantes del espectro
de emisión del sodio. Fue Kirchhoff nuevamente quien
contribuyó al esclarecimiento de la aparición de las líneas
oscuras. En aquel tiempo se sabía que la luz emitida por los
sólidos incandescentes consistía en un espectro totalmente
continuo. Kirchhoff interpuso vapor de sodio (a menor
temperatura que la del sólido que producía la luz) y
aparecieron, después del paso de la radiación por el prisma,
las dos líneas D del espectro solar. En la Figura 4 se
presenta el diagrama de un espectrómetro de absorción y la
Figura 5 muestra como coinciden otras líneas de los espectros
de absorción y emisión del sodio.
La repetición del experimento con otros gases, muestra
las líneas de absorción características del mismo.
La conclusión de Kirchhoff fue que los gases absorbían
luz de longitudes de onda idénticas a algunas de las que
emitían después de ser excitados. Propuso entonces que las
líneas de Fraunhofer se debían a la existencia de sodio y
otros gases en la atmósfera de las estrellas.

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Líneas obscuras

Gas
Prisma
Placa Fotográfica

Sólido
incandescente
Rejilla

Figura 4. Diagrama de un Espectrómetro de Absorción

Figura 5. Comparación de los Espectros de Absorción y Emisión


del Sodio.

Estos elementos absorbían ciertas frecuencias de la luz


continua emitida por la estrellas. Los espectros estelares
dan, por tanto, la clave para obtener la composición química
de las estrellas. A la fecha se sabe de esta forma la
presencia de más de 60 elementos en la atmósfera solar. Ya
sabemos que la existencia del helio se predijo porque algunas
líneas oscuras del sol no correspondían a ningún elemento
conocido. La espectroscopia es, como se ve, una herramienta
tan potente que pudo encontrarse un elemento nuevo a !149

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millones de kilómetros de distancia! Como este ejemplo, mucho
de lo que sabemos del universo ha procedido del análisis
espectroscópico de la radiación electromagnética que nos
llega a la tierra.

Secretos de los Espectros a Rayas


Los triunfos del análisis espectral fueron colosales.
Pero había una falla fundamental. El edificio de la
espectroscopia estaba construido sobre los cimientos de la
teoría de la radiación térmica, y tenía todas las
limitaciones básicas de esta teoría. La debilidad básica se
encontraba en la respuesta a esta pregunta: ¿Por qué los
cuerpos emiten luz cuando son calentados?
¿Cómo se emite la luz? Obviamente por medio de las
partes que componen los cuerpos (átomos y moléculas). El
aumento de la temperatura hace que las moléculas se muevan
más rápido, las colisiones mutuas son más violentas y más
frecuentes, y las moléculas vibran tan rápido que comienzan a
emitir luz.
Este es el punto de vista de la vieja física, pero,
entonces, ¿por qué los cuerpos no son luminiscentes a la
temperatura ambiente, puesto que las moléculas están en
movimiento? No había explicación para esta cuestión.

Modelo de Thompson.
Cuando, en 1898, el científico inglés Thompson creó el
primer modelo del átomo, el misterio de la luminiscencia
parecía estar a punto de resolverse. En este modelo, los
átomos eran nubes de cargas positivas dentro de las cuales

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flotaban electrones de carga negativa en cantidades
suficientes para balancear las cargas (Figura 6).

Figura 6. Modelo Atómico de Thomson.

Los electrones eran atraídos por las nubes positivas


retardando su movimiento. Pero, de acuerdo con la física
clásica, las partículas cargadas deben emitir radiación
electromagnética cuando son desaceleradas. Aparentemente esta
radiación se emite cuando los cuerpos se calientan. A primera
vista la explicación era bastante convincente: mientras más
se calienta un cuerpo más rápido se mueven los electrones en
los átomos y mayor es la desaceleración debida a la atracción
de las nubes de carga positiva y por tanto más intensa la
radiación.
Esto podía ser así si los electrones no gastaran su
energía cuando producen radiación. Pero cuando los electrones
irradian luz, deben desacelerarse con extraordinaria rapidez.
En la más diminuta fracción de segundo se pulverizarían en
las nubes de carga positiva como pasas en un pudín.
Algo estaba equivocado. Algunos años después se puso en
evidencia que el modelo de Thomson no funcionaba también en
otros aspectos. Muchas cuestiones permanecían sin respuesta.

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¿Y entonces, por qué los electrones no se unen simplemente
con la carga positiva y neutralizan su carga? Las pocas
respuestas que hay disponibles a partir de este modelo, en la
mayoría de los casos llegan a un agudo conflicto con los
experimentos.

Modelo de Rutherford.
En 1911 el eminente físico Ernest Rutherford propuso un
nuevo modelo del átomo. Rutherford bombardeó los átomos de
diversas sustancias con los recientemente descubiertos rayos
alfa de sustancias radiactivas. Para entonces ya se sabía que
estos rayos alfa consistían de partículas de carga positiva.
Estudiando la diseminación de las partículas alfa por
los átomos (figuras 7 y 8), Rutherford fue forzado a una
conclusión de gran alcance.
Las partículas Alfa eran diseminadas como si fueran
rechazadas no por toda la nube positiva del átomo de Thompson
sino por una pequeña parte del átomo localizada en algún
lugar del centro. Toda la carga positiva del átomo parecía
estar concentrada en esta diminuta parte central.

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Figura 7. El Experimento de Rutherford-Geiger-Marsden

Carga positiva

— —
— — — —
— — — — — —
— —
— —
— — — — —
— —
— — — —
— — — —
— — — —

(a) (b)

Figura 8. Desviaciones esperadas de las partículas alfa:


(a) átomo de Thomson, solo pequeñas desviaciones.
(b) átomo de Rutherford, desviaciones grandes y pequeñas.

Rutherford denominó núcleo a esta parte del átomo.


Entonces, ¿dónde estaban los electrones? No perdía fuerza el
punto de vista de que los electrones estaban unidos a las
cargas positivas del átomo por las fuerzas eléctricas de
atracción. Pero puesto que los átomos existen a cierta
distancia del núcleo, debe existir alguna fuerza que balancee

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la fuerza eléctrica de atracción mutua de los electrones del
núcleo. Era obvio que esta fuerza tenía que operar todo el
tiempo. Los átomos existen por un tiempo suficientemente
largo y, por lo mismo, la fuerza balanceadora tenía que ser
igualmente constante, al igual que la fuerza de atracción
eléctrica entre los electrones y el núcleo. Parecería
razonable pensar que esta era una fuerza centrífuga, tal como
si los electrones giraran alrededor del núcleo atómico
(Figura 9). Se podría calcular si la fuerza era suficiente
para evitar que los electrones cayeran en el núcleo. Los
cálculos demostraron que era suficiente que los electrones
que giran alrededor del núcleo se muevan a velocidades de
muchas decenas de miles de kilómetros por segundo y a una
distancia del núcleo del orden de cienmillonésimas de
centímetro.
Este era el modelo del átomo que presentó Rutherford.
Una bola que gira en el extremo de una cuerda había sugerido
indirectamente a Newton la idea de la gravitación planetaria.
Esta misma idea conducía a Rutherford al concepto ingenioso y
perfectamente correcto de la estructura planetaria del átomo.

Figura 9. Modelo Atómico de Rutherford.

Ahora podemos regresar al problema del por qué los


cuerpos emiten luz y buscar la respuesta en el nuevo modelo

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del átomo. El movimiento de los electrones alrededor del
núcleo es un movimiento acelerado (los electrones se mueven a
lo largo de curvas cerrada); por lo tanto debe haber
radiación electromagnética.
Las leyes clásicas se aplican igualmente al modelo de
Thomson y al modelo de Rutherford. Pero, desafortunadamente,
el éxito es también el mismo.
En la radiación de la luz el electrón usa su energía. Al
hacerlo se desacelera en millonésimas de segundo y debe caer
inevitablemente en el núcleo, así como el satélite
desacelerado en la atmósfera de la tierra cae hacia ésta. El
destino del electrón debiera ser el mismo que el del
satélite. Un átomo, bajo tales condiciones dejaría muy pronto
de existir.
No obstante los átomos viven, y los electrones no
debieran dar energía ni emitir luz. Sin embargo los cuerpos
la emiten cuando se les calienta.

Modelo de Bohr.
El joven danés Niels Bohr, discípulo de Rutherford,
pensó: aquí hay algo que no está bien. )Será falso el modelo
de átomo de Rutherford? No, aún es pronto para renunciar a
este modelo. Hay que intentar modificarlo de tal forma que el
electrón, al girar alrededor del núcleo, pueda emitir luz sin
caer en éste.
¿Y por qué razón tiene que emitir luz continuamente el
electrón en el átomo? ¿Por qué se mueve aceleradamente
durante todo el tiempo? ¿Y, si aún moviéndose aceleradamente,
no emite luz?, Esta idea se le ocurrió a Bohr.

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¿Como es posible esto?. Para que esto ocurra el electrón
debe moverse en el átomo no de una forma cualquiera, sino por
órbitas determinadas alrededor del núcleo. No emitiendo luz
en estas órbitas, el electrón puede vivir en el átomo tanto
como se quiera.
De la física clásica no podía deducirse esta hipótesis.
Tampoco se deducía de ninguna otra teoría. Y como Bohr
tampoco estaba en condiciones de demostrarlo, tuvo que darle
a su hipótesis no demostrada el modesto nombre de postulado.
Añadiremos que Bohr no consiguió demostrar esto dentro del
marco de su teoría. La demostración llegó diez años después.
Por ahora se nos plantea la pregunta: ¿hay muchas
órbitas en las cuales el electrón se mueva sin emitir luz?
Sí, puede haber muchas, considera Bohr. ¿Y en qué se
diferencian? En la distancia media al núcleo: Hay órbitas
próximas al núcleo y órbitas alejadas. Pero lo principal no
son las distancias, sino la energía que el electrón posee en
la órbita: cuanto más cerca del núcleo este el electrón,
tanto más energéticamente debe moverse para no caer en él. Y
al contrario, un electrón lejano es atraído débilmente por el
núcleo y, por consiguiente, puede moverse con menos energía
para mantenerse en su órbita.
De aquí se deduce claramente que los caminos por los
cuales se mueve el electrón en el átomo se diferencian por
sus energías. Y lo principal, afirma Bohr, es que esta
energía no puede tomar cualquier valor, sino sólo una serie
de valores determinados.
Así pues, hasta aquí el electrón se mueve por la órbita
y no emite luz. Mientras el electrón está en una órbita le
está prohibido radiar.

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Ahora Bohr sigue adelante hacia el segundo postulado. Si
el electrón salta a otra órbita, en la cual su energía es
menor, ¿a dónde va a parar la energía sobrante? Porque la
energía no puede desaparecer o convertirse en nada.
¡Búsquenla fuera del átomo!, dice Bohr. Se desprendió del
átomo en forma de cuanto. ¡El mismo cuanto de energía
luminosa que introdujo Planck!
Y el electrón que emitió la luz se mueve ya por otra
órbita y otra vez no emite. Este electrón lanzó un cuanto de
luz (fotón) en el cortísimo instante en que saltaba de una
órbita a otra. Este cuanto de luz corresponde a la raya
espectral que se observa en el espectroscopio o a simple
vista, o que se registra en la placa fotográfica.
Midiendo la posición de esta raya en la placa
fotográfica puede saberse la longitud de onda del fotón o su
frecuencia, y por la relación de Planck entre la frecuencia y
la energía del fotón, puede conocerse la energía de este
último. Esta energía es igual a la diferencia entre la
energía del electrón en la órbita que se encontraba
anteriormente y en la órbita nueva.
Y la intensidad de la raya espectral indica cuántos
fotones llegaron a este sitio: cuanto mayor sea su número,
tanto mas brillante será la imagen de la raya. Y la cantidad
de fotones será tanto mayor, cuanto mas intensa sea la luz
del cuerpo que los emitió.
¡Qué explicación más sencilla y elegante de los
espectros a rayas! Todos los átomos de la misma especie se
parecen entre sí como dos gotas de agua. Por consiguiente,
los electrones viven en ellos en las mismas condiciones. Por
esto son iguales los fotones que emiten cuando saltan de una

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misma órbita a otra misma órbita nueva. Todos los saltos de
electrones entre estas dos órbitas dan, al fin de cuentas,
una raya espectral única.
Orbitas de este tipo hay muchas en los átomos, para cada
uno de los electrones. El electrón puede encontrarse en
cualquiera de ellas. Cada salto de una órbita de más energía
a otra de menos, va acompañado del nacimiento de un fotón.
Pero como la diferencia de energía entre las diversas órbitas
es distinta, los fotones que se obtienen poseen diferentes
energía y frecuencia. En la placa fotográfica aparece toda
una serie de rayas espectrales delgadas.
Antes de que apareciera la teoría de Bohr, los físicos
se quebraban la cabeza intentando descifrar los espectros
complejos. Cuando Bohr demostró que el espectro es la
biografía de los átomos, o mejor dicho, de los electrones
atómicos, la labor de los científicos se simplificó
incomparablemente. Combinando las diversas órbitas de los
electrones en el átomo pueden calcularse todas las rayas que
se ven en el espectro. Y viceversa, por el espectro que se
observa puede sacarse una conclusión acerca de las
condiciones en que se encuentran los electrones atómicos. ¡Y
esto es muy importante! En realidad, casi todo lo que sabemos
de la vida de los electrones en los átomos se ha ido
acumulando como el resultado del estudio esmerado y minucioso
de sus espectros.
Así, la teoría de Bohr explicó los principales hechos
experimentales de la espectroscopia. Más aún, esta teoría
permitió comprender también la propia naturaleza de la
cuantización de la energía de las radiaciones, en emisión por
porciones.

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Pero, a pesar de que hay respuesta, aún hay muchas
preguntas que no pueden responderse. Aunque con el modelo de
Bohr puede entenderse el comportamiento espectroscópico del
átomo de hidrógeno, no es aplicable a átomos con más de un
electrón.
La estabilidad de los gases nobles y la regularidad de
sus números atómicos dieron la clave para que surgieran los
primeros modelos químicos de Lewis, Kossel y Langmuir.
Gracias a estas contribuciones y a la interpretación empírica
de varios espectros es nuevamente Bohr quien aparece en
escena, proponiendo su principio de construcción progresiva.
Sin embargo, este primer modelo propuesto por Bohr nos
da una idea clara de como aparecen los espectros a rayas, y
es suficiente para un curso a este nivel (Figura 10).
(Consultar apéndice II para revisar como obtuvo Bohr las
ecuaciones que permiten predecir el espectro del hidrógeno).

E 2 − E1
Fotón de frecuencia ν=
h

Figura 10. Modelo Atómico de Bohr.

21
HISTORIA DEL ESPECTRO ELECTROMAGNETICO

Newton obtuvo el espectro luminoso en 1666. Sin embargo,


la existencia del espectro no indica por si misma la
naturaleza de la luz, y ya desde ese entonces se discutían
dos teorías: La Teoría Ondulatoria y la Teoría Corpuscular.
En 1803, el científico inglés Thomas Young (1773-1829)
hizo que la opinión se decantase por las ondas. Hizo pasar
luz a través de dos pequeños orificios, de manera que los
rayos, al ser proyectados, se superponían en una pantalla.
Esta superposición no aumentaba simplemente la luz sobre la
pantalla, sino que producía franjas alternas de luz y sombra.
Si la luz estaba formada por partículas, no había manera
de explicar las franjas oscuras. Si estaba compuesta por
ondas, era fácil comprender que, bajo determinadas
condiciones, algunas de las ondas podían moverse hacia
arriba, y otras, hacia abajo, y que ambos desplazamientos se
contrarrestarían recíprocamente, no dejando nada. De esta
manera las dos manchas de luz se “interferían” mutuamente, y
las zonas de luz y de sombra fueron llamadas “franjas de
interferencia”. (Favor de consultar Apéndice III)
Partiendo de la anchura de las franjas de interferencia,
Young pudo hacer el primer cálculo de la longitud de las
ondas luminosas, y decidió que eran del orden de 1/127,000
centímetros, lo cual es correcto. Determinó la longitud de
onda de cada color y mostró, con razonable exactitud, que las
longitudes de onda decrecían desde el rojo hasta el violeta.
Los libros de texto que fijan límites entre los colores
y dicen, por ejemplo, que el amarillo se extiende de una
longitud particular a otra, son engañosos. Si uno recorre el

22
espectro viendo solo, por así decirlo, una longitud de onda
cada vez, no existe un cambio brusco del rojo al anaranjado,
ni del anaranjado al amarillo. Hay un paso muy lento y
gradual, y es absolutamente imposible asegurar que “en este
punto el color ha dejado de ser rojo y es anaranjado”.
Es mejor dar una longitud de onda que esté en la mitad
de la extensión de cada color; una longitud de onda que todas
las personas con retinas normales convengan en llamar rojo,
verde, o lo que sea. A continuación se consignan las
longitudes de onda media de los seis colores del espectro.

COLOR LONGITUD DE ONDA[NM] FRECUENCIA [EN BILLONES]


Rojo 700 430
Anaranjado 610 490
Amarillo 575 520
Verde 525 570
Azul 470 640
Violeta 415 720

¿Qué longitud máxima puede alcanzar una onda sin dejar


de producir un color percibido como rojo por la vista, y cual
puede alcanzar como mínimo y seguir produciendo un color
percibido como violeta? Esto varía según los ojos, pero la
máxima longitud de onda roja, percibida por ojos normales
antes de que se desvanezca, se considera generalmente de 760
nanómetros, mientras que la más corta en el violeta es de 380
nanómetros.
A continuación podemos formularnos la siguiente
pregunta: ¿Existen longitudes de onda mayores de 760 nm y/o

23
menores de 380 nm o simplemente esta la única región del
espectro que podemos ver?

Región de Infrarrojo
En 1800, el astrónomo Germanobritánico William Hershel
(1738-1822), quien se hizo famoso dos decenios antes al
descubrir Urano, estaba experimentando con el espectro. Era
del dominio público que, cuando la luz del sol caía sobre
uno, se experimentaba una sensación de calor. La impresión
general era que el sol irradiaba luz y calor, y que ambas
eran dos cosas separadas.
Hershel se preguntaba que si la radiación calórica se
distribuía en un espectro como la luz, y pensó que podría
sacar alguna conclusión sobre el asunto si colocaba la
ampolla de un termómetro en diferentes partes del espectro.
Al ser la porción del amarillo, en mitad del espectro,
aparentemente la más brillante, supuso que la temperatura se
elevaría al progresar desde cualquier extremo del espectro
hacia la mitad de éste.
Esto no ocurrió. En cambio, observó que la temperatura
se elevaba de un modo regular al apartarse el termómetro del
violeta, y alcanzaba su máximo en el rojo. Asombrado, Hershel
se preguntó que sucedería si colocaba la ampolla del
termómetro más allá del rojo. Hizo la prueba y descubrió,
para mayor asombro, que la temperatura era allí mas elevada
que en cualquier parte del espectro visible.
Esto ocurría tres años antes de que Young demostrase la
existencia de las ondas luminosas y, durante un tiempo,
pareció como si existiesen realmente rayos de luz y rayos de

24
calor que fuesen refractados de modo distinto, y parcialmente
separados por un prisma.
Una vez aceptada la demostración de Young sobre las
ondas luminosas, se pudo sostener que lo que existía más allá
del rojo del espectro eran ondas más largas y de menor
frecuencia que las del rojo. Tales ondas debían ser demasiado
largas para impresionar la retina del ojo y eran, por
consiguiente, invisibles. Pero, aparte de esto, cabía esperar
que tuviesen las propiedades físicas de las ondas que con-
stituían la porción visible del espectro. Esto se logró
probar y, en definitiva, esta radiación fue llamada
infrarroja; el prefijo infra procede del latín y significa
debajo. El término es adecuado, ya que la frecuencia de la
luz infrarroja está por debajo de la luz visible.
Esto significa que la luz infrarroja posee, asimismo,
menos energía que la luz visible y, en tal caso, parece
extraño que el termómetro registre una cifra más alta en la
región infrarroja que en la región visible del espectro.
La respuesta es que el contenido de energía de la luz no
es el único parámetro a considerar.
Ahora sabemos que el efecto calórico de la radiación
solar no depende de una serie independiente de rayos de
calor. Lo que ocurre es que la propia luz es absorbida por
los objetos opacos (al menos en parte) y la energía de esta
luz absorbida se convierte en energía de vibraciones atómicas
y moleculares que percibimos como calor. La cantidad de calor
que obtenemos depende no solo del contenido de energía de la
luz, sino de la cantidad de luz que absorbemos y no
reflejamos.

25
Cuanto más larga sea la longitud de onda (al menos en la
parte visible del espectro), más penetrante será la luz y mas
cantidad de ella será absorbida en vez de reflejada. De ahí
que, si bien la luz roja es menos energética que la amarilla,
la eficiencia de absorción de la luz roja es tal que compensa
con exceso el otro efecto (al menos en lo concerniente al
termómetro utilizado por Hershel). Por esta razón, la región
roja del espectro hacía subir el termómetro de Hershel a una
temperatura superior a la de las demás partes del espectro, y
la zona infrarroja la hacía subir aún más.

Región Ultravioleta
Esta parte de la historia empieza en 1614, cuando un
químico italiano, Angelo Sala (1576-1637), informó de que el
nitrato de plata, compuesto perfectamente blanco, se
oscurecía al ser expuesto al sol. Esto ocurre también con
otros compuestos de plata, y hoy sabemos lo que sucede. La
plata no es un elemento muy activo, y no se aferra con
demasiada fuerza a otros átomos. Las moléculas de un
compuesto como el nitrato de plata o el cloruro de plata
pueden romperse fácilmente y, cuando esto ocurre, gránulos
finísimos de plata metálica se depositan acá y allá entre los
pequeños cristales del compuesto. La plata, finamente
dividida, es negra, y por eso el compuesto se oscurece.
Las ondas luminosas irradiadas por el sol contienen
energía suficiente para dividir las moléculas de los
compuestos de plata, y así la luz los oscurece. Esta clase de
fenómeno es un ejemplo de reacción fotoquímica.
Alrededor de 1770, el químico Carl Wilhelm Scheele
(1742-1786) estudió el efecto de la luz del sol sobre los

26
compuestos de plata, y tenía a su disposición el espectro
solar (cosa que no ocurría con Sala). Scheele empapó tiras
finas de papel en soluciones de nitrato de plata y las colocó
en diferentes partes del espectro. Quedó claro que los
colores eran más eficaces para oscurecer el compuesto cuanto
mas se acercaban al extremo violeta del espectro.
Desde luego, esto no sorprende hoy en día, ya que
sabemos que la energía de la luz aumenta con su frecuencia.
Naturalmente, cuanto más elevada es la energía de un tipo
particular de luz, mayor es la probabilidad de que aquel tipo
de luz rompa las uniones químicas dentro de las moléculas.
Pero entonces, en 1800, Hershel descubrió la radiación
infrarroja, y un químico alemán, Johann W. Ritter (1776-
1810), pensó que también podía haber algo más allá del otro
extremo del espectro, y se dispuso a comprobarlo.
En 1801 empapó tiras de papel en una solución de nitrato
de plata, como había hecho Scheele treinta años antes. Sin
embargo, Ritter colocó tiras más allá del violeta, en una
región donde no había luz visible. Descubrió y declaró con
gran satisfacción que el obscurecimiento se producía más
rápido en aquella región aparentemente sin luz.
En un principio, la región espectral de más allá del
violeta fue denominada rayos químicos, porque la única manera
en que se podía estudiarse era a través de sus propiedades
fotoquímicas.
Estas mismas propiedades fotoquímicas llevaron al
descubrimiento de la fotografía. Los compuestos de plata eran
mezclados con un material gelatinoso con el que se
embadurnaba una lámina de cristal que se encerraba en una
cámara oscura. Se permitía que la luz brillante penetrase en

27
la cámara durante un breve período de tiempo, y era enfocada
sobre el material gelatinoso por medio de una lente.
Dondequiera que incidiese la luz habría obscurecimiento,
produciéndose así el negativo fotográfico. A partir de éste,
podía producirse un positivo fotográfico que podía ser
tratado químicamente de manera que las luces y las sombras
quedasen fijas de manera permanente.
Becquerel consiguió fotografiar el espectro solar de más
allá del violeta, y demostró con toda claridad que el
espectro resultaba una estructura continua, sustancialmente
más amplia de lo que era ópticamente visible. A partir de
entonces se arraigó la costumbre de decir que la región de
más allá del violeta consistía en radiación ultravioleta,
siendo ultra un prefijo latino que significa “más allá”.
Además, resultó que el espectro solar contenía una
franja de radiación ultravioleta desde la longitud de onda de
400 nm de la onda violeta más corta, hasta unos 300 nm.
Ahora podemos plantear tres preguntas:
1) ¿Es eso todo? ¿Existen radiaciones de menor longitud
de onda que las que se habían detectado en el ultravioleta o
de mayor longitud de onda de las del infrarrojo?
2) Si es posible que las haya, ¿Por qué no se
manifiestan en el espectro solar?
3) ¿Existe algún límite?
La primera pregunta fue rápidamente contestada, puesto
que a los científicos no les fue muy difícil producir
radiaciones ultravioleta de frecuencias más altas y
radiaciones infrarrojas de frecuencia más baja que las
existentes en el espectro solar.

28
En el siglo XX, los adelantos de la tecnología hicieron
ir más allá de los 200 nm en longitud de onda, y llegar
incluso hasta 10 nanómetros.
En lo tocante a la radiación infrarroja, se pudo
observar y estudiar una radiación de baja energía, emitida
por los cuerpos calentados, que producían radiación
infrarroja de longitud de onda mucho más larga de lo que
parecía ser el límite del espectro solar. De hecho se
observaron ondas que se acercaban a 1 milímetro, y este puede
tomarse como la longitud de onda límite de la radiación
infrarroja.
Pasemos ahora a la segunda pregunta. ¿Por qué el
espectro solar es más limitado en ambas direcciones que la
radiación que puede producirse en los laboratorios? En
realidad, los científicos no creyeron que el espectro solar
fuese tan limitado como parecía, y la investigación de la
atmósfera superior, a comienzos del siglo XX, demostró que
tenían razón.
La atmósfera es opaca a la mayor parte de las
radiaciones que no sean las del espectro visible. El ozono,
abundante en la atmósfera superior, bloquea la radiación
ultravioleta de menor longitud de onda. La radiación
infrarroja de mayor longitud de onda es absorbida por
diferentes componentes atmosféricos, como el dioxido de
carbono y el vapor de agua.
Esto nos lleva a la tercera cuestión: ¿existen límites
absolutos para la radiación en ambas direcciones? En el
estudio de la electricidad y el magnetismo tuvo su origen un
intento en responder esta pregunta.

29
En 1864, el matemático escocés James Clerk Maxwell
(1831-1874) concibió una serie de 4 ecuaciones relativamente
simples, que describían con sorprendente exactitud todo el
comportamiento de los fenómenos electromagnéticos, y con
ellas estableció de modo firme y perdurable los cimientos del
campo electromagnético. [Tan es así, que las dos grandes
revoluciones físicas del siglo XX, la Teoría de la
Relatividad (A. Einstein) y la Teoría de los Quanta (M.
Planck), modificaron todo el contenido de la física, incluso
la Teoría de la Gravitación de Isaac Newton, pero dejaron
intactas las ecuaciones de Maxwell].
En un principio se creyó que se trataba de dos fenómenos
independientes, pero en estudios realizados a partir de 1820
se descubrió que no podía existir el uno sin el otro, y que
no había un campo eléctrico y un campo magnético, sino un
campo electromagnético combinado.
El resultado más inesperado de aquellas ecuaciones fue
que Maxwell pudo demostrar que un campo eléctrico de
intensidad cambiante podía producir un campo magnético de
intensidad cambiante, que, a su vez producía un campo
eléctrico de intensidad cambiante, y así sucesivamente. Los
dos efectos se sucedían, por decirlo así, y producían una
radiación que tenía las propiedades de una onda transversal
que se extendía hacia afuera y, al mismo tiempo, en todas
direcciones. Era como dejar caer una piedrecilla en la
superficie de un estanque en calma, provocando una serie de
pequeñas olas que se extendiesen en todas direcciones desde
el punto donde ha caído la piedra. En el caso de un campo
electromagnético, el resultado es una “radiación
electromagnética”.

30
Maxwell determinó la velocidad de propagación de tal
radiación electromagnética y resulto ser de 300,000
km/segundo.
Esto era precisamente la velocidad de la luz, que
también tenía propiedades de onda transversal. Maxwell no
podía creer que esto fuera una coincidencia. Presumió que la
luz era un ejemplo de radiación electromagnética, y que sus
longitudes de onda variables dependían de los grados
variables en que oscilaban los campos electromagnéticos.
¿Qué campos electromagnéticos? Maxwell no sabía decirlo,
pero ahora sabemos que el átomo se compone de partículas
subatómicas, dos de las cuales poseen cargas eléctricas.
Ellas provocan la oscilación de los campos electromagnéticos.
Así, en vez de hablar de un espectro luminoso, nos
referimos ahora a un espectro electromagnético, y todas las
frecuencias diferentes en el espectro reflejan las diferentes
frecuencias que pueden afectar a un campo electromagnético
oscilante.
Por consiguiente, no existen distinciones fundamentales
entre radiación ultravioleta, luz visible y radiación
infrarroja. Representan una continua uniformidad que esta
inevitablemente dividida en tres clases solo por el accidente
de que algunas frecuencias y no otras, afectan a los
elementos químicos de nuestras retinas, de manera que
producen una sensación que nuestro cerebro interpreta como
una visión.
En teoría, un campo electromagnético puede oscilar a
cualquier frecuencia, de modo que puede producirse una
radiación electromagnética de cualquier frecuencia. No parece
haber una razón en concreto para que no puedan producirse

31
radiaciones electromagnéticas con frecuencias mucho mas bajas
que las de la zona infrarroja, o mucho más altas que las de
la zona ultravioleta.
Por consiguiente, Maxwell predijo la existencia de
radiaciones mucho mas allá de los límites observados hasta
entonces.

Región de las Ondas de Radio.


Aunque una teoría buena, sólida y meditada es siempre
deliciosa, lo es aún más si prevé algún fenómeno que nunca
antes se había observado y que se observa entonces. La teoría
lo anuncia, tu observas y, ¡mira!, allí está.
La teoría de Maxwell predice la existencia de radiación
electromagnética más baja que la radiación infrarroja, y, por
lo tanto, había que detectar esta radiación, y, seguramente,
los métodos de detección que funcionaron en el caso de las
radiaciones conocidas en la región del visible y de sus
vecinos inmediatos, no funcionaría con algo de propiedades
tan diferentes.
La tarea no fue fácil, y hubo que esperar hasta 1888,
año en que el físico alemán Heinrich Rudolph Hertz (1857-
1894) consiguió confirmar la Teoría de Maxwell; descubrió las
nuevas ondas y comprobó que eran absolutamente similares a la
luz (podían ser reflejadas, refractadas, y manifestar
fenómenos de interferencia; incluso detectó sus propiedades
eléctricas y magnéticas.). La única diferencia eran sus
longitudes de onda, que se median en metros en vez de
nanómetros.

32
Las nuevas ondas y sus propiedades fueron rápidamente
confirmadas por otros observadores, y recibieron el nombre de
“ondas Hertzianas”.
En 1892, el físico inglés William Crookes sugirió que
las ondas hertzianas podían ser empleadas como medio de
comunicación. Se movían en línea recta a la velocidad de la
luz, pero su longitud de onda era tan grande, que los objetos
de tamaño común no eran opacos para ellas. Las ondas largas
se movían alrededor y a través de los obstáculos. Estas ondas
eran fácilmente detectadas y, si podían producirse y
recibirse cuidadosamente, producirían los puntos y rayas del
telégrafo Morse. En una palabra, Crookes sugería la
posibilidad de la telegrafía sin hilos.
En 1894 Guglielmo Marconi perfeccionó el detector y el
transmisor. Prosiguió sus trabajos hasta que el 12 de
Diciembre de 1901 consiguió enviar una señal desde Inglaterra
hasta Terranova y esta fecha se le considera como el día de
la invención de la radio (abreviación de la radiotelegrafía).
Marconi utilizó una propiedad de las ondas Hertzianas:
seguían la curva de la tierra en vez de irradiarse hacia el
espacio en línea recta, como cabía esperar que hiciesen las
ondas electromagnéticas [las ondas Hertzianas son reflejadas
por las partículas cargadas de la ionósfera, región de la
atmósfera superior].
Las ondas Hertzianas terminaron llamándose ondas de
radio y van desde una longitud de onda de 1 mm, hasta una
longitud de onda máxima igual al diámetro del universo.
Las ondas de radio para la transmisión normal van de 190
a los 5700 metros. Ondas de radio de más alta frecuencia son

33
empleadas en frecuencia modulada, y de frecuencia todavía más
alta, en televisión.

Microondas
En 1932 Karl G. Jansky, estudiando las interferencias en
las comunicaciones telefónicas, captó ondas de radio
procedentes del cielo, que no eran producidas por seres
humanos ni por tormentas.
Al principio pensó que provenían del sol, pero
continuando las observaciones se dio cuenta que provenían de
la Constelación de Sagitario. Se da la circunstancia de que
el centro de la Galaxia está en dirección de Sagitario, y lo
que había hecho Jansky era detectar las emisiones de radio de
aquel centro. Esto marcó el inicio de la Radioastronomía.
Pero, ¿cómo podían llegar a la tierra unas ondas de
radio desde el espacio exterior? La ionósfera impide que las
ondas de radio originadas en la Tierra salgan al espacio
exterior, por consiguiente, debería impedir también que las
que se originan en el espacio llegasen hasta la superficie de
la tierra.
Sin embargo, resultó que una serie de ondas de radio de
longitud corta (llamadas microondas), situadas precisamente
mas allá del infrarrojo, no eran reflejadas por la ionósfera.
Estas ondas cortísimas de radio podían traspasar la ionósfera
desde la tierra al espacio y viceversa. Esta parte del
espectro es conocida con el nombre de “ventana de
microondas”. Las microondas van desde 10 mm hasta 10 metros.
En 1942 Grote Reber construyó el primer radiotelescopio.
Descubrió lugares en el cielo que emitían ondas de radio más
fuertes que las que solían interferirse. Y vio que las

34
“radioestrellas” no coincidían con ninguna de las estrellas
visibles. Después estas se identificaron como galaxias
remotas.
Un físico escocés, Robert Watson-Watt (1892-1973), se
había interesado por la manera en que eran reflejadas las
ondas de radio. Se le ocurrió que las ondas de radio podían
ser reflejadas por un obstáculo, y que tal reflexión podía
ser detectada. El lapso de tiempo transcurrido entre que la
onda se emite y es detectada su reflexión permitiría
determinar la distancia al obstáculo, y la dirección desde la
que se recibiese la onda reflejada nos daría la posición de
aquél.
Cuanto mas cortas fueran las ondas de radio, mas
fácilmente serían reflejadas por los obstáculos ordinarios;
pero si eran demasiado cortas, no penetrarían las nubes, la
niebla o el polvo. Se necesitaban ondas lo suficientemente
largas como para ser penetrantes, pero lo bastante cortas
como para ser reflejadas por los objetos que se quisiera
detectar. Las microondas eran las adecuadas para tal fin y,
en 1919, Watson-Watt registró una patente relacionada con la
localización por medio de ondas de radio.
El principio es sencillo, pero la dificultad estriba en
construir instrumentos capaces de enviar y de recibir
microondas con la eficiencia y delicadeza necesarias. En 1935
Watson-Watt había patentado mejoras que hacían posible
detectar un aeroplano por las reflexiones de ondas de radio
que devolvía. El sistema fue llamado radio detection and
ranging (detección de un objeto y determinación de su
distancia) y se abrevió radar.

35
Los estudios prosiguieron en secreto y, en otoño de
1938, empezaron a operar estaciones de radar en la costa
británica. En 1940, las fuerzas aéreas alemanas atacaban
aquellas estaciones y Hitler ordenó que los aviones alemanes
concentrasen sus ataques sobre Londres. Desdeñaron las
estaciones de radar (sin darse plena cuenta de su
importancia) y se vieron incapaces de tomar a su enemigo por
sorpresa. En consecuencia, Alemania perdió la batalla de
Inglaterra. Con todo el debido respeto a los aviadores
británicos, fue el radar quien ganó esa batalla. [El radar
norteamericano, por su parte, detectó la llegada de aviones
japoneses el 7 de Diciembre de 1941, pero no le hicieron
caso].
En fin, las mismas técnicas que hicieron posible el
radar podían ser empleadas por los astrónomos para recibir
microondas de las estrellas y para enviar densos rayos de
microondas a la Luna y otros cuerpos astronómicos, y recibir
su reflexión, lo que hoy se conoce como radioastronomía.

Rayos X
Según las ecuaciones de Maxwell, si había ondas
electromagnéticas más allá del infrarrojo, tenía que haber
igualmente ondas electromagnéticas más allá del ultravioleta;
sin embargo, nadie las buscaba.
Lo que despertó el interés de muchos físicos en los años
de 1890 fueron los rayos catódicos. Eran un tipo de radiación
que fluía a través de un cilindro vacío desde un electrodo
negativo (cátodo), sellado en su interior, en cuanto se
cerraba un circuito eléctrico.

36
El estudio alcanzó su punto culminante en 1897, cuando
un físico inglés, Joseph John Thomson (1856-1940), demostró
de modo concluyente que los rayos catódicos no estaban
formados por ondas, sino por un chorro de partículas a gran
velocidad. [En realidad, cada partícula tiene cierta
apariencia de onda, y cada onda la tiene de partícula y, como
tantas dualidades de la naturaleza, no se puede tener una
cosa sin la otra, pero esto no se comprendía en 1897]. Mas
aún, aquellas partículas tenían una masa incluso mucho menor
que los átomos de menor masa. La masa de la partícula de rayo
catódico era solamente 1/1837 de la masa del átomo de
hidrógeno y Thomson la llamó electrón. Ello le valió el
Premio Nobel de Física en 1906.
El electrón fue la primera partícula subatómica
descubierta y constituyó uno de los descubrimientos de la
última década del siglo XIX que revolucionaron completamente
la física.
Sin embargo, no fue el primero de aquellos
descubrimientos. El primero en iniciar la nueva era fue un
físico alemán, Wilhem Conrad Roentgen (1845-1923). En 1895, a
los cincuenta años, era jefe del Departamento de Física de la
Universidad de Wurzburgo, en Baviera. Había realizado un
trabajo importante, publicado cuarenta y ocho artículos bien
fundados, pero estaba muy lejos de la inmortalidad, y, sin
duda, no habría pasado de ser un científico de segunda fila,
de no haber sido por los descubrimientos del 5 de noviembre
de 1895.
Estaba trabajando sobre los rayos catódicos y se sentía
particularmente interesado por la manera en que dichos rayos
hacian que ciertos compuestos brillasen al ser tocados por

37
ellos. Uno de los compuestos que fulguraban fue el
platinocianuro de bario, por lo que Roentgen hizo revestir
hojas de papel con aquel compuesto en su laboratorio.
La luminiscencia resultó muy débil y con el fin de
observarla lo mejor posible, Roentgen oscureció la habitación
y encerró el aparato experimental entre láminas de cartón
negro. De este modo podía observar dentro de un espacio
cerrado completamente a oscuras, y cuando se introdujese la
corriente eléctrica, los rayos catódicos pasarían a lo largo
del tubo, penetrarían la fina pared del fondo, incidirían en
el papel revestido y provocarían una luminiscencia que él
podría ver y estudiar.
Aquel 5 de noviembre, al conectar la corriente, vio por
la rabadilla del ojo, un débil resplandor que no estaba
dentro del aparato. Levantó la cabeza y allí, bastante lejos
del aparato, una de las hojas revestidas con platinocianuro
de bario fulguraba vivamente. Cerró la corriente y el papel
revestido se oscureció. La abrió de nuevo y el papel volvió a
fulgurar.
Llevó el papel a la habitación contigua y cerró las
ventanas para oscurecerla también. Volvió a la habitación
donde estaba el tubo de rayos catódicos y conectó la
corriente eléctrica. Pasó a la habitación contigua y cerró la
puerta a su espalda. El papel revestido resplandecía a pesar
de estar separado por una pared y una puerta, del tubo de
rayos catódicos. Resplandecía solo cuando el aparato de la
habitación contigua estaba funcionando.
Roentgen creyó que el tubo de rayos catódicos producía
una radiación penetrante que nadie había descubierto hasta
entonces. Pasó siete semanas estudiando la fuerza penetrante

38
de aquella radiación: lo que podía penetrar, que material y
de que grosor era capaz de detenerla, etcétera.
El 28 de diciembre de 1895 publicó, al fin, su primer
informe sobre el tema. Sabía lo que producía aquella
radiación, pero no lo que era. Recordando que en matemáticas
suele emplearse la X para designar una cantidad desconocida,
llamó Rayos X a la radiación.
Al principio se le dio también el nombre alternativo de
Rayos Roentgen, en honor de su descubridor, pero la "oe"
teutónica es una vocal que aunque los alemanes pronuncian con
facilidad, se dificulta mucho que otra persona trate de
pronunciarla. En consecuencia, la radiación sigue llamándose
X, aunque su naturaleza haya dejado de ser un misterio.
Inmediatamente se comprendió que los rayos X podían
servir como instrumento médico. Solo cuatro días después de
llegar a Norteamérica la noticia del descubrimiento de
Roengten, los rayos X fueron empleados para localizar una
bala en la pierna de una persona (se tardó unos cuantos y
trágicos años en descubrir que los rayos X eran también
peligrosos y podían producir cáncer).
En el mundo de la ciencia, los rayos X llamaron
enseguida la atención de la mayoría de los físicos, lo cual
condujo a otra serie de descubrimientos, entre ellos el de la
radiactividad, en 1896. Un año después del descubrimiento de
Roengten se habían publicado mil artículos sobre los rayos
X, y cuanto se instituyeron los Premio Nobel, en 1901,
Roentgen fue galardonado con el primer Premio Nobel de
Física.
El rey de Baviera ofreció un título a Roentgen, pero el
físico lo rehusó, sabiendo muy bien donde residía el

39
verdadero honor de la ciencia. También rehusó patentar
cualquier aspecto de la producción de rayos X o ganar dinero
con ellos. Pensaba que no tenía derecho a hacerlo. Su
recompensa fue que murió, sin un céntimo, en 1923, arruinado
por la enorme inflación de posguerra en Alemania.
¿Qué eran exactamente los rayos X? Algunos pensaron que
consistían en chorros de partículas, como los rayos
catódicos. Otros, incluido el propio Roentgen, los suponían
compuestos de ondas, pero ondas longitudinales, como las del
sonido, y no electromagnéticas. Y otros los creían ondas
electromagnéticas, mas cortas que las de ultravioleta.
Si los rayos X eran de naturaleza electromagnética (esta
alternativa crecía en popularidad), debían mostrar algunas de
las propiedades de las otras radiaciones electromagnéticas,
en particular, debían presentar fenómenos de interferencia.
Estos podían demostrarse mediante retículas de
difracción: una hoja de materia transparente en la que se han
marcado líneas opacas a intervalos regulares. La radiación,
al pasar a través de una de tales retículas, produciría
imágenes de interferencia (consultar apéndice III).
La dificultad estribaba en que, cuanto más pequeña fuese
la longitud de onda de la radiación, menos espaciadas tenían
que estar las líneas opacas para producir algún resultado, y
si los rayos X se componían de ondas mucho más cortas que las
ultravioleta, no existía técnica conocida capaz de hacer una
retícula lo bastante estrecha.
Entonces, un físico alemán, Max Theodor Felix Von Laue
(1879-1960), tuvo una de esas ideas sencillas que resultan de
un brillo cegador. ¿Por qué preocuparse en intentar hacer una

40
retícula de finura imposible, cuando la naturaleza ya se ha
encargado de ello?
En los cristales, los diversos átomos componentes de las
sustancias están colocados con absoluta regularidad en
hileras de filas. De hecho, esto es lo que hace que la
sustancia sea un cristal, cosa que era conocida desde hacía
un siglo. Las hileras de átomos corresponden a las rayas de
la retícula de difracción, y el espacio entre ellos, el
material transparente. Y se daba el caso de que la distancia
entre los átomos era aproximadamente igual a la longitud de
onda que los físicos calculaban que debían de tener los rayos
X. Entonces, ¿Por qué no hacer pasar rayos X por los
cristales y ver lo que ocurría?
En 1912 se intentó el experimento bajo la dirección de
Laue y funcionó perfectamente. Los rayos X al pasar a través
de un cristal antes de incidir en una placa fotográfica, eran
difractados y producían una imagen regular de manchas. Se
comportaban exactamente como se esperaría que lo hiciesen
ondas electromagnéticas de longitud de onda muy cortas. Esto
aclaró de una vez y para siempre la naturaleza de los rayos
X, y la “X” fue ya inadecuada, pero de todos modos se ha
conservado hasta hoy.
En cuanto a Laue, se le otorgó el Premio Nobel de Física
en 1914 por trabajo.
Dicho trabajo significaba algo más que la mera
demostración de la difracción de los rayos X. Supongamos que
se usase un cristal de estructura conocida, en el que la
separación entre las hileras y filas de átomos pudiese
determinarse con razonable precisión por algún método. En tal
caso, partiendo de los detalles de la difracción podía

41
determinarse la longitud de onda exacta de los rayos X
utilizados.
Y a la inversa, en cuanto se conociese la longitud de
onda de un chorro de rayos X, se podría bombardear un cristal
de detalles estructurales desconocidos y, partiendo de la
naturaleza de la imagen de la difracción, determinar la
localización y el espacio entre los átomos que constituían el
cristal.
El físico australiano-inglés William Laurence Bragg
(1890-1971) estudiaba en Cambridge cuando leyó algo sobre la
obra de Laue y pensó inmediatamente en sus implicaciones. Se
puso en contacto con su padre, William Henry Bragg (1862-
1942), profesor de la Universidad de Leeds e interesado
también en los trabajos de Laue.
Juntos elaboraron el aspecto matemático de la cuestión y
realizaron los experimentos necesarios, que funcionaron
perfectamente. Los resultados se publicaron en 1915 y, al
cabo de unos meses, padre e hijo compartieron el Premio Nobel
de Física de aquel año. El joven Bragg tenía solo veinticinco
años cuando recibió el premio, y es el más joven de cuantos
lo han recibido hasta ahora.
La longitud de onda de los rayos X se extiende desde los
límites del ultravioleta (10 nanómetros) hasta 10 picómetros
(10-11 m)
La distancia entre los planos de átomos de un cristal de
sal es de 2.81 x 10-10 m, y la anchura del átomo es
aproximadamente de 1 x 10-10 m. Vemos, por consiguiente, que
las longitudes de onda de los rayos X son casi iguales a la
extensión atómica. No es de extrañar pues, que la difracción

42
de Rayos X funcione para el estudio de la estructura de los
cristales.

Rayos Gamma
El descubrimiento de los rayos X condujo directamente al
de la Radiactividad, que se produjo un año después.
Radiactividad significa, como lo indica el mismo nombre
del fenómeno, producción de radiación. Esta radiación resultó
ser penetrante, incluso más que los rayos X. Entonces, ¿eran
las radiaciones radiactivas idénticas o, al menos,
similares a los rayos X?
En 1899, el físico francés Antoine Henri Becquerel
(1852-1908), que había descubierto la radiactividad, advirtió
que las radiaciones radiactivas podían ser desviadas por un
campo magnético en la misma dirección en que eran desviados
los rayos catódicos. Esto demostró inmediatamente que las
radiaciones radiactivas no podían ser de naturaleza
electromagnética, ya que las radiaciones electromagnéticas no
respondían en absoluto a un campo magnético.
Casi inmediatamente después, e independientemente, el
físico Neozelandés, Ernest Rutherford (1871-1937), advirtió
también la capacidad de un campo magnético para desviar
radiaciones radiactivas. Sin embargo, sus observaciones
fueron más detalladas. Observó la existencia de al menos dos
clases diferentes de radiaciones radiactivas: una, que se
desviaba de la manera observada por Becquerel, y otra, que
era desviada en dirección opuesta.
Como los rayos catódicos constan de partículas cargadas
negativamente, estaba claro que la radiación radiactiva que
se desviaba en la misma dirección constaba también de

43
partículas con carga negativa. La radiación radiactiva que se
desviaba en la otra dirección debía consistir en partículas
de carga positiva. Rutherford llamó rayos alfa a la radiación
con carga positiva, empleando la primera letra del alfabeto
griego, y llamó a la otra rayos beta, por la segunda letra de
dicho alfabeto. Estos nombres se emplean todavía en la
actualidad. Las veloces partículas que componen estos rayos
son llamadas, respectivamente, partículas alfa y partículas
beta.
Durante 1900, Becquerel, Rutherford y los esposos Curie,
Pierre (1859-1906) y Marie (1867-1934), trabajaron con
radiaciones radiactivas. En estos trabajos demostraron que
los rayos beta eran unas 100 veces mas penetrantes que los
rayos alfa [Becquerel y los Curie compartieron el Premio
Nobel de Física en 1903, y Rutherford fue galardonado con el
de Química, con gran disgusto suyo, en 1908].
Los rayos beta de carga negativa eran desviados hasta
tal punto, que tenían que estar compuestos de partículas muy
ligeras, y en esto también se parecían mucho a las partículas
de los rayos catódicos. Y ciertamente, cuando Becquerel en
1900 calculó la masa de las partículas beta por su velocidad,
el grado de su desviación y la fuerza del campo magnético
aplicado, quedó claro que las partículas beta no solo se
parecían mucho a las de los rayos catódicos, sino que eran
idénticas a éstas. En una palabra, las partículas beta eran
electrones, y los rayos beta estaban compuestos por chorros
de electrones a gran velocidad.
Este descubrimiento puso de manifiesto que los
electrones se encontraban no solo en las corrientes
eléctricas, que era lo que indicaba la investigación sobre

44
los rayos catódicos, sino también en átomos que,
aparentemente, no tenían nada que ver con la electricidad.
Esta fue la primera indicación de que los átomos tenían una
estructura complicada, e inmediatamente los físicos empezaron
a intentar comprender como podían los átomos contener
electrones cargados eléctricamente y permanecer, empero,
eléctricamente neutros.
En cuanto a los rayos alfa, eran muy poco desviados por
un campo electromagnético de la misma intensidad que producía
grandes desviaciones en los rayos beta. Esto significaba que
los rayos alfa eran mucho más masivos que los electrones.
En 1903, Rutherford pudo demostrar que las partículas
alfa eran tan masivas como los átomos, y en 1906 había
refinado sus mediciones hasta el punto de que pudo demostrar
que eran tan masivas como los átomos helio. De hecho, en 1909
demostró que las partículas alfa se convertían en átomos de
helio.
Y fue también Rutherford quién, en 1911, elaboró el
concepto del átomo nuclear. Sostuvo que todo átomo se
componía de electrones con carga negativa, que rodeaban a un
pequeñísimo núcleo con carga positiva. Así se equilibraban
las cargas de los electrones y se producía un átomo neutro.
El nuevo concepto dejó bien claro que las partículas alfa
eran núcleos de helio.
Pero se daba el caso de que los rayos alfa y los beta no
eran las únicas radiaciones producidas por la radiactividad.
Había un tercer tipo de radiación, descubierta en 1900
por el físico francés Paul Ultrich Villard (1860-1934).
Observó que algunas de las radiaciones no eran desviadas en
absoluto por el campo magnético. Esta radiación recibió

45
inevitablemente el nombre de rayos gamma, por la tercera
letra del alfabeto griego.
La razón de que tardasen algún tiempo en advertir los
rayos gamma fue la siguiente: Las partículas alfa y las beta,
ambas con carga eléctrica, atraían o repelían a los
electrones de los átomos, dejando iones cargados
positivamente [esto fue comprendido del todo solo después de
que se aceptase el átomo nuclear]. Los iones eran fáciles de
detectar por las técnicas de esa época. Los rayos gamma, que
no llevan carga eléctrica, eran menos eficaces para formar
iones y, en consecuencia, mas difíciles de detectar.
Quedaba pendiente la siguiente pregunta: ¿qué eran los
rayos gamma? Rutherford pensó que eran radiación
electromagnética de longitud de onda todavía mas corta que la
de los rayos X. Sin embargo, W.H.Bragg sospechó que podían
ser partículas de alta velocidad. En este caso, no debían de
estar eléctricamente cargadas, ya que no eran afectadas por
el campo magnético.
Por aquel entonces, las únicas partículas sin carga
conocidas eran los átomos intactos, y no eran muy
penetrantes. Para explicar las cualidades penetrantes de un
chorro de partículas había que presumir que eran de tamaño
subatómico, y todas las partículas subatómicas conocidas
hasta entonces (electrones y núcleos atómicos) estaban
cargadas eléctricamente.
Hubiera resultado sumamente emocionante que Bragg
hubiese estado en lo cierto, pues habría aparecido algo
completamente distinto: partículas subatómicas neutras. Sin
embargo, después de que Laue demostrase que los cristales

46
podían difractar los rayos X, Rutherford encontró un cristal
que difractaba los rayos gamma, y esto resolvió la cuestión.
Los rayos gamma eran de naturaleza electromagnética, con
longitudes de onda que se iniciaban en el límite mas bajo de
los rayos X (10 picómetros) y descendían indefinidamente a
longitudes de onda más cortas. Un rayo gamma típico tenía una
longitud de onda más o menos igual a la anchura de un núcleo
atómico.
Separar los rayos X de los gamma por una específica
longitud de onda es algo puramente arbitrario. En cambio,
podemos distinguirlos diciendo que los rayos X son lanzados
por cambios en el nivel de energía de electrones internos y
los gamma, por cambios en el nivel de energía de partículas
en el interior del núcleo. Entonces, puede darse el caso de
que alguna radiación particularmente energética producida por
electrones sea de onda más corta que alguna radiación
particularmente débil producida por los núcleos. En tal caso
pueden superponerse los rayos X y los rayos gamma.
Esto, sin embargo, es un problema creado estrictamente
por el hombre. Dos radiaciones de idéntica longitud de onda,
producida una de ellas por electrones y la otra por núcleos,
son absolutamente idénticas. La longitud de onda es lo único
que cuenta, y el punto de origen no tiene importancia, salvo
en cuanto ayuda a los seres humanos a satisfacer su pasión
por dividir las cosas.
Así, el espectro electromagnético termina con los rayos
gamma en el extremo de la onda corta, y con las ondas de
radio en el extremo de onda larga.

47
APENDICE I

ESPECTROSCOPIA Y ESTRUCTURA ATOMICA

Introducción
En los experimentos que has realizado durante la carrera has
aprendido que los químicos dependemos de las observaciones
para conocer sobre la naturaleza química del universo.
Desafortunadamente las observaciones no son siempre fáciles
de hacer. Un área en la que se encuentran muchas dificultades
es el de la estructura atómica. Es por estas dificultades que
solo hasta el siglo XX los científicos empezaron a entender
la naturaleza de cosas tan pequeñas como los átomos. Unas de
las razones del porqué los átomos son tan difíciles de
estudiar es por que no los podemos ver. Son tan pequeños que
no reflejan el tipo de luz que nuestros ojos pueden detectar
(luz visible). De hecho, son demasiado pequeños para reflejar
cualquier tipo de radiación electromagnética y es por ello
que no podemos producir una imagen de los átomos, aún
amplificándolas extremadamente.
Sin embargo, podemos utilizar la luz para comprender
acerca de las estructuras de átomos y moléculas. Bajo ciertas
condiciones un átomo o molécula puede absorber o emitir luz.
Observando la luz que es emitida o absorbida podemos
aprender acerca de las especies involucradas. La técnica
utilizada para observar tal luz es la Espectroscopia. Este
experimento está diseñado para introducirte al concepto de
espectroscopia y enseñarte algunas de las cosas que se pueden
aprender con ella.

48
Fundamento
Los átomos consisten en un núcleo rodeado de cierto
número de electrones. El tipo de elemento esta determinado
por la carga de los núcleos. La forma que un átomo toma
(elemental, iónica, covalente) dependerá del arreglo de los
electrones alrededor del núcleo. Las características químicas
de un átomo cambian cuando cambia el arreglo de sus
electrones. Dicho cambio puede ocurrir únicamente cuando los
electrones involucrados ganan o pierden energía.
Para cada electrón en un átomo existen algunas
cantidades específicas de energía que puede poseer. Estas
cantidades de energía son conocidas como niveles de energía
disponibles para el electrón. Debido a que el electrón no
puede tener ninguna otra cantidad de energía, él debe ganar o
perder exactamente la energía suficiente para colocarlo en
uno de los otros niveles de energía permitidos.
Considera la Figura 1. Esta es la representación gráfica
de los niveles de energía disponibles para un electrón en
algún átomo imaginario.

49
nivel energía (ergs)
6 2.00 X 10-11
5 1.92 X 10-11

4 1.80 X 10-11

3 1.50 X 10-11

2 1.00 X 10-11

1 0

Figura 1. Representación gráfica de los niveles de energía


disponibles para un electrón en algún átomo imaginario.

Si el electrón tiene la menor energía posible significa


que existirá en el nivel 1. Este es el nivel mas bajo que un
electrón puede ocupar y es conocido como Estado Fundamental o
Estado Basal. La cantidad siguiente de mayor energía que este
electrón puede poseer esta representado por el nivel dos.
Cada nivel subsecuente corresponde a la siguiente cantidad de
energía mayor que es permitida. Para que un electrón del
nivel uno pase a un nivel más alto debe ganar exactamente la
suficiente energía para ponerlo en uno de los niveles
permitidos. Por ejemplo, en la figura uno, un electrón en el
nivel 1 puede ganar 1.5 x10-11 ergios y cambiar al nivel tres.
Un electrón que se encuentra en el nivel dos podría ganar 0.8
x10-11 ergios y cambiar al nivel 4. Un electrón al nivel 6
podría perder 0.08 x10-11 ergios y cambiar al nivel 5.

50
Ejercicio. Para el átomo representado en la figura uno,
¿Qué tanta energía deberá perder el electrón en el cambio del
nivel 5 al 2?

Una de las formas en que los electrones pueden ganar o


perder energía es por la absorción o emisión de luz. Hay que
remarcar que el término “luz” se refiere a toda la radiación
del espectro electromagnético. La región del espectro a la
que responden nuestros ojos se conoce como luz visible, la
cual es solo una pequeña parte del espectro electromagnético.
Una de las características de la luz es que no es
continua, sino que esta compuesta de unidades pequeñas
conocidas como fotones. Cada fotón representa una cantidad
específica de energía, la cual esta determinada por su
longitud de onda de acuerdo a la siguiente expresión:
E = hc / λ
donde E es la energía del fotón en ergios, c es la velocidad
de la luz, λ es la longitud de onda en angstroms y h es la
constante de Planck.
Un electrón puede absorber un fotón que lo choca
únicamente si el fotón tiene exactamente la suficiente
energía para cambiarlo a un nivel de energía más alto que le
es permitido. Un electrón que de alguna manera ha sido
promovido a un nivel más alto de energía puede emitir un
fotón de luz que va a tener exactamente la energía necesaria
para cambiar ese electrón a uno de los niveles más bajos
permitidos. Nótese que un electrón en el estado fundamental
no puede emitir ningún fotón, ya que tiene la menor cantidad
de energía posible.

51
La Espectroscopia saca provecho de estas características
de absorción y emisión de luz para obtener información sobre
la estructura electrónica de los átomos, iones y moléculas.
En la espectroscopia de absorción, la luz blanca es
enfocada para que pase a través de la muestra y luego a
través de un prisma que descompone la luz en un arco iris.
Recordarás que la luz blanca es una mezcla de todas las
longitudes de onda de luz visible. Cuando la luz es pasada
por la muestra, bajo las condiciones correctas, los
electrones de la muestra absorberán las longitudes de onda de
la luz que puedan cambiarlo a otros niveles de energía
permitidos. De este modo, la luz proveniente del prisma
perderá aquellas longitudes de onda correspondientes a las
diferencias de energía de los niveles permitidos a los
electrones de la muestra. Entonces observaremos un espectro
de luz (el arco iris) con líneas negras donde la luz debería
haber estado si no hubiera sido absorbida por la muestra.
La espectroscopia de emisión es lo opuesto a la
espectroscopia de absorción. Aquí los electrones de la
muestra son promovidos a niveles de energía muy altos por
algún método diferente de la radiación electromagnética
(descarga eléctrica, calor). Cuando estos electrones regresan
a niveles más bajos emiten luz, como ya se discutió
anteriormente. Colectando esta luz y pasándola a través del
prisma se obtiene un espectro. Esta vez veremos únicamente un
fondo oscuro con líneas coloreadas, que corresponden a las
transiciones de los electrones que son permitidas. Obsérvese
que los espectros de emisión y absorción de una misma
sustancia tendrán los mismos valores de longitudes de onda.
En el espectro de absorción estos valores aparecen como

52
líneas negras en un campo coloreado, mientras que en el
espectro de emisión estarán líneas coloreadas en un campo
oscuro.
Uno de los aspectos más útiles de la espectroscopia se
deriva del hecho de que el espectro de una especie química es
único para esa especie: átomos o moléculas que son idénticos
siempre tendrán los mismos espectros; diferentes especies
tendrán diferentes espectros. Así, el espectro de una
sustancia química puede definirse como la huella digital para
esa sustancia. La espectroscopia es utilizada para
identificar especies químicas mediante la obtención de su
espectro y comparando las líneas resultantes con los valores
conocidos. Un ejemplo a considerar es el descubrimiento del
Helio. ¡Este elemento fue descubierto primeramente en el Sol
que en la Tierra! Cuando la luz solar fue pasada a través de
un espectroscopio (el equipo usado para obtener espectros) se
observaron varias líneas. Después del análisis de las líneas
que eran producidas por elementos ya conocidos en la Tierra,
quedaban unas líneas que no concordaban con ningún elemento.
Estas se atribuyeron a un nuevo elemento que llamaron Helio,
debido a la palabra griega para designar al Sol (helios).
Después, cuando el Helio fue descubierto en la Tierra, su
espectro concordaba perfectamente con las líneas no
identificadas en el espectro solar. Hoy en día la
Espectroscopia tiene una amplia aplicación en la
identificación de las especies químicas. En este experimento
tendrás la oportunidad de observar algunos espectros de
emisión. El instrumento que usaremos para llevar a cabo el
experimento se llama Espectroscopio ó, algunas veces,

53
Espectrógrafo. Las figura 2 y 3 muestran los diagramas de un
espectroscopio típico.

Figura 2. Diagrama de un Espectroscopio Típico.

El espectroscopio consta de tres brazos, el de la


derecha es el objetivo [L] y el de la izquierda [M] es el que
conduce la luz emitida por la muestra hasta el prisma [abc]
que produce la separación de los diversos colores. El tercer
brazo, situado en el centro de la figura [m-n] contiene una
escala graduada sobre vidrio, colocada de tal modo que su
imagen se refleja sobre una de las caras del prisma [abc] del
espectroscopio y se dirige hacia el objetivo [L]. De este
modo, en el objetivo aparecen superpuestas dos imágenes, la
escala graduada y la procedente de la muestra con las líneas
espectrales características de la sustancia.

54
Las primeras muestras que observarás son tubos de
descarga de gas. Este equipo produce electrones de alta
energía que pasan a través del tubo. Dentro de éste se
encuentra una pequeña cantidad de gas puro. Los electrones de
alta energía chocan con los átomos del gas, sus electrones
absorben energía y se mueven a estados de energía más altos.
Se observaran los fotones de luz emitida por los átomos del
gas cuando sus electrones regresen a su estado basal.
La segunda parte del experimento involucra observar el
espectro de emisión de algunos iones metálicos simples
(Figura 3).

Figura 3. Obtención del espectro de emisión con la ayuda de


un espectroscopio típico.

55
Una solución de los iones será calentada en la flama de
un mechero. El intenso calor provocará que los electrones en
los iones metálicos sean promovidos a niveles de energía más
altos. Cuando los iones salgan del calor de la flama los
electrones en los iones regresarán al estado basal, emitiendo
fotones en el proceso. Observarán los colores característicos
de estos iones y luego intentarás identificar la composición
de una muestra desconocida basándote en tus observaciones.

Procedimiento
PARTE I. La Figura 4 muestra el aparato usado en esta parte
del experimento.
1. Encender el tubo de descarga y alinear el espectroscopio
con el tubo de hidrógeno, de tal manera que se puedan
observar las líneas coloreadas en el telescopio. Puedes
ajustar el telescopio con el botón de ajuste que se
encuentra por debajo de él. También puedes alinear la
lámpara con el brazo de la escala, de tal manera que
puedas leer la escala en el Telescopio. Si tienes algún
problema, consulta con el instructor.

56
Figura 4. Espectroscopio y Tubos de Descarga.

2. Registrar las lecturas de longitud de onda realizadas y


los colores para las diferentes líneas que observes.
Ignora cualquier mancha de color, ya que estas son
debidas a las impurezas del gas. También se anota el
color que se ve en el tubo a simple vista.
3. Alinear el espectroscopio con el tubo de helio y registrar
los colores y las lecturas de todas las líneas que
puedas ver. Anotar también el color del tubo que se
observa a simple vista.

PARTE II
1. Encender un mechero Fisher y alinear el espectroscopio
como se muestra en la Figura 5. NOTA: Puedes colocar el
espectroscopio sobre algunos libros. No permitas que la
flama haga contacto con el espectroscopio.

57
Figura 5. Espectroscopia de Emisión de Flama

2. Tomar una de las soluciones y remover el tapón. Con un asa


tomar un poco de la solución, asegurándote que el aro
del asa este lleno de líquido. Colocar el asa debajo del
nivel de la abertura del espectroscopio tal y como se
muestra en la Figura 5. Observa a simple vista que
sucede en la flama y registra tus observaciones. Llena
de nuevo el asa y repite el procedimiento. Esta vez un
alumno del equipo tiene que observar en el
espectroscopio mientras que otro sostiene el asa en la
flama. Repite este experimento hasta que todos los
miembros de tu equipo tengan oportunidad de observar el
espectro en el espectroscopio. Anotar las longitudes de
onda, el color y la intensidad relativa sólo de las
líneas más brillantes y agudas.

58
3. Vuelve a tapar el frasco de solución y toma otra muestra.
Por favor, no introduzcas la misma asa en otra solución,
ya que las muestras no se deben de mezclar. Los
estudiantes que siguen de ti te agradecerán esta
precaución. Repite los pasos 5 y 6 hasta que todos los
miembros de tu equipo hayan observado todas las
soluciones conocidas.
4. Toma una muestra problema para cada miembro del equipo.
Cada alumno debe tener su propia muestra problema. Anota
el número de identificación de la muestra en la tabla de
datos, ya que es importante para recibir la evaluación.
5. Observa tu muestra problema como esta descrito en el paso
dos. Cada muestra contiene dos de los iones conocidos.
Comparando las observaciones de la muestra problema con
los resultados de las muestras conocidas debes ser capaz
de determinar cuales iones están presentes en la muestra
problema. Si tienes dificultad en la identificación que
será útil tomar algunas de las muestras conocidas y
comparar sus espectros con la muestra problema
colocándolas en la flama con tu muestra problema de una
por una. En muchos casos es posible identificar uno o
los dos iones que se encuentran en la solución problema
solo con las observaciones a simple vista.

Análisis de Datos
PARTE I.
Investigar las longitudes de onda, colores e
intensidades relativas de las líneas principales del Helio.
Compara tus lecturas con dicha información (puede ser que no
hayas observado todas las líneas enlistadas). Elabora una

59
gráfica de las lecturas observadas contra las longitudes de
onda dadas para el Helio dibujando una curva a través de los
puntos obtenidos. Con esta gráfica (curva de calibración) usa
los datos que observaste para el hidrógeno colocando una “X”
sobre la curva para cada línea e interpola las longitudes de
onda. Reporta estos valores en tu tabla de datos. La curva de
calibración debe ser incluida en el reporte y contará como
parte de la sección de Cálculos.
Para cada línea de hidrógeno observada calcula el
porciento de desviación. Este es una medida de cuanto se
desvían tus valores experimentales de los valores conocidos y
esta dado por la siguiente ecuación:

% de Desviación = valor experimental - valor conocido


valor conocido

Los valores conocidos para la emisión de líneas del


hidrógeno son: 6552, 4861, 4340 y 4102 Å. Después de calcular
el % de desviación para cada línea, calcula el % de
desviación promedio.

Discusión
La sección de discusión debe cubrir los siguientes
tópicos.
A. Discute que te dice el porcentaje de desviación calculado
acerca de la exactitud de la técnica y del
espectroscopio. ¿A qué se debe que la exactitud de tus
mediciones es limitada?
B. Da una breve explicación del procedimiento utilizado para
identificar tu muestra problema en la segunda parte del

60
experimento. Discute el valor de la espectroscopia de
emisión como técnica cualitativa.
C. ¿Se cumplieron las metas descritas en la introducción?
Resume lo que aprendiste con esta práctica que no hayas
mencionado en los incisos A y B.

61
APENDICE II

MODELOS ATÓMICOS DE RUTHERFORD Y BOHR

El descubrimiento de Rutherford del núcleo atómico a partir


de los experimentos de Geiger y Marsden puede emplearse como
base de un modelo clásico del átomo, el cual seria inestable.
Aquí discutiremos dicha inestabilidad con base en resultados
cuantitativos.
La fuerza de atracción entre el núcleo y el electrón en
el más simple de los átomos, aquel con un solo electrón,
sería la de Coulomb. La situación es similar a la existe en
nuestro sistema solar: el sol, con una masa mucho mayor a la
de los planetas, los atrae con una fuerza proporcional a
1/r2.
Supongamos que el electrón tiene una masa m,
despreciable respecto a la del núcleo (esta aproximación se
corrige posteriormente, pues la masa del núcleo es 1,836.1
veces la del electrón, y, en realidad, tanto el protón como
el electrón girarían alrededor del centro de masa del
sistema), cuya carga es Ze. En ese caso, el núcleo permanece
en reposo y el electrón gira alrededor de él en una órbita de
radio r con velocidad v. (aunque sería factible que el
electrón describiera elipses, como los planetas, el análisis
se simplifica con órbitas circulares).

62
La energía total en este caso estaría compuesta por la
energía cinética del electrón:
Ec = mv2 / 2
mas la energía potencial eléctrica:
V = Kqq' / r
substituyendo q = Ze y q' = -e , tenemos :
V = -KZe2 / r

La energía total es entonces:


E = Ec + V = mv2/2 - KZe2/r
El electrón gira alrededor del núcleo, ya que existe una
aceleración (producto de la fuerza coulombiana) que lo hace
cambiar continuamente de trayectoria.
De acuerdo con la segunda ley de Newton, la fuerza
eléctrica sería igual a:
Fe = m x a
donde a es la aceleración centrípeta, a = v2/r
Substituyendo la ley de coulomb [Fe = KZe2 /r2] en Fe = m a,
tenemos que KZe2/r2 = mv2/r, y multiplicando ambos lados de la
igualdad por r nos queda:
KZe2/r = mv2
Si comparamos este resultado con la ecuación de la
energía total, es claro que:
-V = 2Ec
Es decir, la energía potencial es igual a dos veces la
energía cinética.
Esta relación es satisfecha por cualquier sistema donde
la fuerza involucrada en las interacciones sea proporcional a
1/r2, como es nuestro caso.

63
La existencia de esta conexión entre V y Ec permite
escribir la energía total en función de una de ellas. Podemos
utilizar:
E = -Ec = -mv2 / 2

o E = V/2 = -Kze2 / 2r

Ejercicios:
A) Calcule la energía total, en aJ (attojoules), para un
átomo de hidrógeno si la distancia del electrón al
núcleo es de un angstrom.
B) ¿Cuál sería la velocidad del electrón?
C) Repita el problema para r = 2 Å.

De los resultados obtenidos de este ejercicio es claro


que al crecer r el electrón va más lento y su energía crece,
pues se acerca al cero.
Como vemos, la energía de nuestro modelo atómico es un
número negativo. Conforme aumenta r, E se aproxima a cero y v
disminuye también a cero (por ello, los períodos de
revolución de los planetas crecen al alejarse del sol).
Veamos ahora cuál es la frecuencia a la que gira el
electrón, es decir, el número de ciclos que orbita por unidad
de tiempo. Si w es su velocidad angular (radianes/segundo) y
como en un ciclo tenemos 2 π radianes, la frecuencia f es:
f = w/2π ciclos/seg.
Por otra parte, la velocidad angular esta relacionada
con v de acuerdo con:
w = v/r.

64
Una expresión para v/r puede obtenerse de KZe2/r = mv2,
al dividirla entre r2:
m v2/r2 = KZe2/r3
Despejando y sacando raíz cuadrada:
v/r = [KZe2/mr3]1/2
y como w = v/r :
w = [KZe2/mr3]1/2
Finalmente, como w/2Π = f , tenemos que:
f = [KZe2/mr3]1/2 / 2Π

Ejercicio.
Calcule la frecuencia orbital de un electrón para r = 1
y para r = 2 Angstroms. Indique que sucede con r, v y f si E
crece.
Con los resultados de los Ejercicios planteados se
obtiene la tabulación siguiente:
E (aJ) r (Å) v (m/s) x10-6 f (s-1) x10-14
-0.5769 2 1.126 8.956
-1.1537 1 1.592 25.330

De aquí que si E decrece (el electrón pierde energía), r


también decrece (se acerca al núcleo), v y f crecen (gira más
rápido). Por el contrario, si el átomo gana energía, el
electrón se aleja del núcleo y orbita más lentamente.

Ejercicio.
De los datos de la tabla, es claro que debe existir una
relación entre la energía y la frecuencia orbital del
2
electrón. Despeje r de la ecuación E = -KZe /2r y
2 3 1/2
substitúyala en f = [KZe /mr ] / 2Π para llegar a:

65
f= 21/2(-E)3/2 / ΠKZe2m1/2
La falla de este modelo del átomo se encuentra en el
hecho, previsto por la electrodinámica clásica, de que una
carga acelerada emite radiación electromagnética cuya
frecuencia coincide con la del movimiento oscilante de la
carga. En nuestro caso, el electrón irradiaría con una
frecuencia orbital igual a la de su movimiento orbital. Para
r = 1 Å, f = 2.533x1015 Hz, por lo que la frecuencia
correspondería al ultravioleta.
Como resultado de la emisión de radiación ultravioleta,
la energía del electrón se reduciría, lo que lo haría girar
más cerca del núcleo y a mayor velocidad. Así, el átomo
seguiría irradiando continuamente. Al acercarse cada vez más
al núcleo, su energía decrecería cada vez más y la radiación
sería de mayor frecuencia, acercándose paulatinamente a la
región de rayos X del espectro electromagnético.
De acuerdo con lo anterior, la trayectoria del electrón
sería una espiral como la de la figura 1 y disiparía cada vez
más energía radiante en una forma continua. El fracaso de
este modelo es evidente, pues en realidad ni los átomos son
inestables ni tienen un espectro continuo.
En los años que van de 1911 a 1913 existió gran
incertidumbre acerca de la estructura atómica. Se había
descartado el modelo de Thomson por otro que estaba de
acuerdo con los experimentos de dispersión de partículas
alfa, pero que, además de ser inestable, no concordaba con la
espectroscopia atómica experimental.

66
Figura 1. Trayectoria del Electrón en el Modelo de
Rutherford.

MODELO ATOMICO DE BOHR

Los trabajos de Einstein y Planck pavimentaron el camino


para encontrar la solución de otro misterio de la Física del
siglo diecinueve: los espectros de emisión de los átomos.
Desde el siglo diecisiete, cuando por primera vez Newton pasó
un rayo de luz solar a través de un prisma de vidrio para
demostrar que la luz solar esta compuesta de varios colores,
químicos y físicos habían estudiado las características de
los espectros de emisión de varias substancias. El espectro
de emisión de una substancia es obtenido aplicando energía a
la muestra, ya sea térmica ó alguna otra forma de energía.
Una barra de fierro calentada “al rojo vivo” removida
recientemente de la fuente de alta temperatura resplandece de
una forma característica. Este resplandor visible es parte de
su espectro de emisión que es percibido por el ojo. El calor
que se siente a una distancia de la misma barra es otra
región de su espectro de emisión: la región Infrarrojo.

67
Una característica común de los espectros de emisión del
sol y de un sólido calentado es que ambos son continuos; es
decir, todas las longitudes de onda de la luz se encuentran
representadas en el espectro.
Por otra parte, los espectros de emisión de los átomos
en fase gas, no muestran todas las longitudes de onda en
forma continua del rojo al violeta; en vez de esto, los
átomos emiten luz solo de longitudes de onda específicas.
Tales espectros son llamados espectros a líneas (o espectros
a rayas) ya que la radiación es identificada por la aparición
de líneas brillantes en el espectro.
Todos los elementos tienen un espectro de emisión único.
Las líneas características en los espectros atómicos pueden
ser utilizadas por los químicos para identificar átomos no
conocidos de la misma manera que las huellas digitales son
usadas para identificar a las personas. Aunque la utilidad de
este procedimiento fue reconocida inmediatamente, el origen
de estas líneas no se conoció sino hasta principios del siglo
XX.

Espectro de Emisión del Atomo de Hidrógeno.


En 1913, no mucho tiempo después de los descubrimientos
de Planck Y Einstein, Niels Bohr presentó una explicación
teórica del espectro de emisión del átomo de hidrógeno, hecho
por el cual recibió el Premio Nobel de Física en 1922. El
tratamiento de Bohr es complejo y ya no es considerado
totalmente correcto en todos sus detalles. De esta manera,
nos concentraremos solo en sus suposiciones más importantes y
en los resultados finales, los cuales explican las posiciones
de las líneas espectrales.

68
Bohr desarrolló su modelo atómico abandonando algunas de
las consideraciones de la electrodinámica clásica y tomando
en cuenta la cuantización de la energía en la interacción
radiación-materia, introducida por Max Planck en 1900.
Bohr no desechó totalmente el modelo atómico de
Rutherford, sino que incluyó en él restricciones adicionales.
Para empezar, consideró no aplicable el resultado clásico de
que una carga acelerada emite radiación continuamente. Según
la ley de radiación de Planck, la absorción y la emisión de
energía tiene lugar en una forma cuantizada. Bohr usó esta
misma idea, pero aplicada al átomo. Es decir, indicó que el
proceso de absorber o emitir radiación por un átomo sólo
puede realizarse discontinuamente. La cantidad de energía
radiada, Er (de frecuencia ν), en una emisión fundamental
debe ser igual a nhν, siendo n un número entero y h la
constante de Planck:
Er = nhν con n = 1, 2, 3,...
En segundo término, cuando el átomo no absorbiera ni
emitiera radiación, se encontraría en un estado estacionario,
con una energía E constante.
Con base en estas consideraciones, la emisión de
radiación de un átomo de hidrógeno al que se le ha aplicado
energía puede entonces explicarse en términos de la caída del
electrón de un nivel de alta energía a uno de baja, proceso
en el cual se libera un cuanto de energía en forma de luz (un
fotón). Usando argumentos basados en la interacción
electrostática y en las leyes del movimiento de Newton, Bohr
demostró que las energías que el electrón puede poseer en el
en un átomo están dadas por:
En = -2.18 [Z/n]2 aJ

69
donde Z es el número atómico y n es un número entero llamado
número cuántico principal, que tiene valores de n = 1, 2, 3,…
y las unidades están en attojoules (1x10-18 Joules).
Vemos aquí que la energía del átomo no puede tomar
cualquier valor, dado que n es un entero.
Para el átomo de hidrógeno, con Z = 1, la ecuación
queda:
En = -2.18/n2 aJ ,
y dando algunos valores a n obtenemos:
n 1 2 3 4 5
En (aJ) -2.18 -0.545 -0.242 -0.136 -0.087
con lo que tenemos las energías de las primeros cinco niveles
energéticos en el átomo de hidrógeno.
Así pues, el modelo de Bohr para el átomo incluía la
idea de los electrones moviéndose en órbitas circulares, pero
Bohr impuso una severa restricción: el electrón en el átomo
de hidrógeno puede ser localizado solo en ciertas órbitas.
Esto es cierto dado que la energía del átomo esta cuantizada
y solo son posibles como órbitas estacionarias aquéllas cuyos
valores de radio, velocidad y frecuencia sean congruentes con
las energías obtenidas de la ecuación planteada por Bohr.
Es posible obtener las ecuaciones para el radio, la
velocidad y la frecuencia en función de Z y n:

rn = 52.92 [n2/Z] pm (picometros)


vn = 2.1876x106 [Z/n] metros/seg.
fn = 6.58x1015 [Z2/n3] seg-1.

70
De las expresiones anteriores se ha obtenido la
siguiente tabla, para las primeras cinco órbitas
estacionarias en el átomo de hidrógeno (Z = 1).

n 1 2 3 4 5
Radio (pm) 52.9 211.6 476.2 846.7 1332.9
Energía (aJ) -2.18 -0.55 -0.24 -0.1362 -0.0872
Velocidad (Mm/s) 2.18 1.09 0.72 0.54 0.43
Frecuencia 6580 822.5 243.7 102.8 52.64
x10-12) s-1

El signo negativo en la energía puede parecer extraño,


ya que ello implica que todas las energías permitidas para el
electrón son negativas. Actualmente, este signo no es más que
una convención arbitraria; significa que la energía del
electrón en el átomo es más baja que la energía del electrón
libre, o de un electrón que se encuentra infinitamente lejos
del núcleo. La energía de un electrón libre es
arbitrariamente asignada con un valor de cero.
Matemáticamente esto corresponde a un valor de n igual a
infinito, de tal manera que, de acuerdo a la ecuación
obtenida por Bohr, E = 0.
Conforme los electrones se acercan al núcleo (el valor
de n disminuye), la energía empieza a aumentar en valor
absoluto, pero también es más negativa. El valor negativo más
grande es, entonces, cuando se alcanza n = 1, lo cual
corresponde a la órbita más estable. Llamamos a ésta Estado
basal o fundamental, lo cual se refiere al estado de más baja
energía del sistema (en nuestro caso, el átomo). La
estabilidad del electrón disminuye para n = 2, 3,…, y cada
uno de estos son llamados estados o niveles excitados, lo que

71
significa que dicho estado es mas alto en energía que el
estado basal. Cuando un electrón en un átomo de hidrógeno se
encuentra en una órbita con n mayor que uno se dice que se
encuentra en un estado excitado.
El radio de cada órbita circular depende de n2. Conforme
n se incrementa de 1 a 2 a 3, el radio orbital aumenta muy
rápidamente. A estado excitado más alto, el electrón se
encuentra más lejos del núcleo (y es menos firmemente
mantenido por el núcleo).
Como se indicó anteriormente, la teoría de Bohr permite
explicarnos los espectros a líneas de los átomos al
considerar que la energía radiante absorbida por el átomo
provoca que el electrón pase de una órbita de baja energía
(caracterizada por un valor de n pequeño) a una órbita de
alta energía (con un valor de n grande). A la inversa,
energía radiante (en forma de un fotón) es emitida cuando un
electrón pasa de una órbita de mayor energía a una órbita de
menor energía. El movimiento cuantizado de una órbita a otra
es análogo al movimiento de una pelota en una escalera. La
pelota puede encontrarse en cualquiera de los escalones, pero
nunca puede estar entre ellos. Si va de un escalón bajo a uno
mas alto el proceso requiere energía, mientras que de uno
alto a uno mas bajo el proceso libera energía. La cantidad de
energía involucrada en cualquiera de los dos tipos de cambio
esta determinada por la distancia entre los escalones. De la
misma manera, la cantidad de energía necesaria para que un
electrón pase de una órbita a otra en el átomo de Bohr
depende de la diferencia en los niveles de energía de los
estados inicial y final.

72
EJERCICIOS

Con base en las ideas anteriores y en las ecuaciones


planteadas es posible resolver la siguiente serie de
preguntas y problemas, lo cual ayudará a la mejor comprensión
de los temas tratados en el presente escrito.

1. ¿Cuál es la diferencia fundamental entre el Modelo atómico


de Bohr y el de Rutherford?
2. ¿Qué significa que la energía de los electrones en los
átomos esta cuantizada?
3. ¿Cuál es la energía, en electrón-volts, de un electrón con
n = 8 en un átomo de hidrógeno?
4. ¿Cuál es la mínima energía posible, en electrón-volts,
para un electrón en el ión He+?
5. De acuerdo con el modelo de Bohr, ¿quién está mas alejado
del núcleo, un electrón en una órbita con n = 4 en el
átomo de hidrógeno ó un electrón en una órbita con n = 5
en el ión He+?
6. Recientemente se han aislado átomos de hidrógeno con
electrones en orbitales de muy alta energía. ¿Cuál es el
radio (en centímetros) de un átomo de hidrógeno con un
electrón caracterizado por un valor de n = 110? ¿Cuántas
veces más grande es éste que el radio de un átomo de
hidrógeno normal?
7. Cuando el metal Litio es calentando, los átomos de litio
emiten fotones de luz roja con una longitud de onda de
6708 angstroms. ¿Cuál es la energía, en joules, y la
frecuencia de ésta luz?

73
8. Una estación de radio FM transmite a una frecuencia de
95.0 x106 seg-1 (95 MHz). ¿Cuál es la longitud de onda de
estas ondas de radio (en metros)?
9. Utilizando el modelo de Bohr, calcula la energía (en
Joules) de la luz emitida por la transición de un
electrón de la órbita con n=2 a la órbita con n = 1 en
el ión Li2+.
10. Considera un número muy grande de átomos de hidrógeno con
electrones distribuidos al azar en las órbitas 1, 2, 3,
4 y 5. ¿Cuántas diferentes longitudes de onda de luz
serán emitidas por estos átomos cuando sus electrones
pasen a orbitales de menor energía?
11. La luz que nosotros detectamos como verde tiene una
frecuencia de 5 x 1014 seg-1. ¿Cuál es la longitud de
onda de esta luz (en angstroms y en metros)? ¿Cuál es la
energía de un fotón de dicha luz (en Joules)?
12. ¿Tiene el fotón de luz verde descrito en el ejercicio
anterior la energía necesaria para excitar un electrón
en un átomo de hidrógeno de la órbita con n = 1 a la
órbita con n = 2?
13. Los rayos X son producidos cuando un haz de electrones,
en un tubo de rayos X, golpea un electrón de la órbita
de baja energía de un átomo, sacándolo fuera de éste, y
un electrón de una órbita de alta energía cae a la
órbita de baja energía que fue desocupada. Los rayos X
de mayor intensidad producidos por un tubo de rayos X
que utiliza cobre como blanco del haz de electrones,
tienen longitudes de onda de 1.5424 Å y 1.392 Å. Estos
rayos X son producidos por un electrón de las capas L o
M que cae a la órbita K en un átomo de cobre. Calcula la

74
energía (en electrón-volts) que separa las capas K, L y
M en un átomo de cobre.
14. La conversión en la piel del 7-dihidrocolesterol a
vitamina D (la carencia de la misma produce raquitismo,
y el exceso, la aparición de formaciones óseas en el
tejido blando, como problemas renales y cáncer en la
piel) se lleva cabo con requerimiento de energía de 6.62
x1019 Joules/molécula.
a) ¿De qué longitud de onda es la luz que produce dicha
conversión?
b) ¿En qué parte del espectro electromagnético se
localiza?
15. En la fotosíntesis, la energía proveniente del sol se
emplea para llevar a cabo la siguiente reacción:
6CO2 + 6H2O + 48hν C6H12O6 + 6O2
en la cual el dióxido de carbono se elimina de la
atmósfera reemplazándolo por oxígeno. Si la longitud de
onda de la luz necesaria para realizar dicha reacción es
de 7500 Å, ¿cuánta energía proveniente del sol (en kJ)
se requiere para convertir un mol de CO2 en un mol de O2?
16. ¿Cuál es la frecuencia de la radiación emitida por el
hidrógeno con longitud de onda de 6252 angstrom? ¿De qué
color es?
17. Roengten, von Laue y los Bragg fueron galardonados con el
premio Nobel de Física en 1901, 1914 y 1915,
respectivamente. Igualmente, otros investigadores
merecieron tal premio por sus trabajos sobre rayos X,
como es el caso de Ch. G. Barkla (1877-1944) y K.M.G.
Siegbahn (1866- ), en Física; M.F. Perutz (1914- ) en
Química y J.D. Watson (1928- ) y F.H. Crick(1914- ) en

75
Medicina, por citar tan sólo algunos ejemplos.
Investigue la razón por la que estos científicos fueron
premiados.
18. Sometiendo una sal a la llama en un mechero Bunsen puede
detectarse la presencia de bario, debido a la emisión de
un color característico. La transición predominantemente
responsable de esta emisión tiene una energía de 0.379
aj.
a) ¿De que color se ve a la llama el Bario?
b) La correspondiente energía para el Calcio es de 0.319
aJ. ¿Qué color presenta a la llama una sal de
Calcio?
APENCICE III

DIFRACCION DE LA RADIACION ELECTROMAGNETICA

Se puede considerar que la radiación electromagnética


consiste en ondas que se propagan en el espacio a la
velocidad c. Asociadas a cada onda hay una frecuencia ν y una
longitud de onda λ, de modo que λ = c/ν. La frecuencia da el
número de ciclos por los que pasa la onda en un segundo, y la
longitud de onda es la distancia entre dos puntos de la onda
que han pasado un ciclo completo. Asociada a esta onda se
encuentra una amplitud, que es el desplazamiento de la onda
en una dirección perpendicular a su sentido de propagación.
Esta naturaleza ondulante de la luz se puede representar como
una onda sinusoidal, según se muestra en la Figura 1(a).
Veamos ahora, dos ondas emitidas de distintas fuentes,
con la misma longitud de onda e igual amplitud E0. Las dos
ondas pueden reforzar una a otra cuando coincidan sus máximos

76
y mínimos, e interferirán una con la otra y se anularán entre
sí cuando dichos máximos y mínimos no coincidan. El primer
caso se ilustra en la Figura 1(b) y el segundo en la 1(b).
Uno se conoce como interferencia constructiva y el otro como
interferencia destructiva. Observe que en ambos casos la
amplitud de la onda resultante se obtiene mediante la suma
algebraica en cada punto de las amplitudes de las dos ondas
individuales. Cuando las amplitudes de onda se suman, para
dar una interferencia constructiva, se dicen que están en
fase, cuando las amplitudes se anulan, se dice que están
fuera de fase.

77
Figura 1. Interferencia Constructiva y Destructiva de Ondas.
a) Onda Sinusoidal b) Refuerzo de Ondas (Interferencia
Constructiva) c) Neutralización de Ondas (Interferencia
Destructiva).

78
Estos fenómenos de interferencia constituyen la base
para entender la difracción de la luz mediante una rejilla de
difracción. La rejilla típica de difracción consiste en un
medio transparente (por ejemplo el vidrio), en el que se
marcan numerosas líneas paralelas, equidistantes y muy finas.
Cuando la luz de una fuente monocromática incide
perpendicularmente sobre la rejilla, todos los espacios
transparentes actúan como fuentes secundarias de luz y, por
lo tanto, emiten ondas de luz en todas las direcciones, en un
sentido radial, hacia afuera. La dirección de la propagación
de estas ondas se indica por las líneas rectas de la Figura
2.

Figura 2. Difracción de la luz por Medio de una Rejilla.

Las longitudes de onda y las frecuencias de las ondas de


luz difractadas son las mismas que la de la onda de luz
incidente. No obstante, las ondas de dos aperturas distintas
se cruzarán en algún punto alejado de la rejilla. Si se
coloca una pantalla en ese punto, se verá en ella una serie
de puntos brillantes puntos y obscuros. Los puntos brillantes

79
aparecerán en donde las ondas de las aperturas adyacentes de
la rejilla se refuerzan entre sí. Como se explicó
anteriormente, el refuerzo se pude producir sólo cuando las
ondas llegan en fase. Las zonas obscuras aparecen debido a la
interferencia destructiva de las ondas que se encuentran en
este punto y que, por tanto, están fuera de fase. Esta
condición se ilustra esquemáticamente en la Figura 3.

Figura 3. Interferencia Constructiva y Destructiva de las


Ondas, Cuando la Luz se Difracta desde una Rejilla de
Difracción.

El punto brillante que se indica en B se forma debido al


refuerzo de las ondas 1 y 2, que llegan en fase a la
pantalla; la región oscura D se forma por la interferencia
destructiva de las ondas 3 y 4, que llegan a la pantalla
fuera de fase, como puede verse en la amplitud de las ondas.
El hecho de que las ondas 1 y 2 hayan llegado en fase a la
pantalla, debe significar que una de las ondas recorrió una
distancia de una o más longitudes de onda integrales mayor

80
que la otra. En la Figura 4 se ilustran las distancias
recorridas por las ondas 1 y 2.

Figura 4. Distancias Recorridas por las Ondas 1 y 2 durante


la Difracción.

Ambas cubrieron la misma distancia hasta la rejilla; sin


embargo, más allá de la rejilla, la onda 2 recorrió una
distancia FG mayor que la onda 1. Puesto que la onda 2 debe
estar en fase con la 1, más allá del punto G, debemos aceptar
que esa distancia adicional FG que recorre la onda 2, es un
número integral de la longitud de onda de la luz incidente.
Así, para la interferencia constructiva, tenemos que:

FG = n λ n = 0, 1, 2, 3,…

81
Pero, como FG = d sen θ
Entonces: n λ = d sen θ

en donde λ es la longitud de onda de la luz incidente, d es


la distancia entre las aperturas, θ el ángulo entre el haz
difractado y el incidente, y n se designa como el orden de
difracción máxima. Cuando n = 0 , sen θ = 0 y θ =0, lo
cual corresponde al haz no difractado. Esta es la línea más
intensa que se observa en la pantalla, y los órdenes mayores
decrecen rápidamente en intensidad.

EJEMPLO: Una rejilla con 10,000 líneas por pulgada se


ilumina con la línea verde del Hg, cuya longitud de onda es
de 5460 Å. ¿A qué ángulo se producirán los máximos de
difracción de primero y segundo orden?

RESPUESTA: El espaciamiento de la rejilla es:


d = 1 pulg. / 10,000 = 1 x 10-4 pulgadas
Es decir, 2.54 x 10-4 cm = 25,400 Å
Si usamos la ecuación n λ = d sen θ
sen θ = (1) (5460 Å)/(25400 Å) = 0.215
θ = 12.2o
sen θ = (2) (5460 Å)/(25400 Å) = 0.43
θ = 25.5o

Vamos a suponer que deseamos efectuar un experimento de


difracción con la rejilla del ejemplo anterior, usando rayos
X en lugar de la línea verde del mercurio. Los rayos X se
producen cuando los electrones producidos por un filamento

82
que se calienta y acelerados por una diferencia de potencial,
chocan con un blanco metálico. Estos rayos X tienen
longitudes de onda del orden de 1 Å. Así pues, el máximo de
la difracción de primer orden se producirá en:
sen θ = (1)(1 Å)/(25,400 Å) = 3.94 x 10-4
θ = 0.002o
Esto está demasiado cerca del haz intenso que se
registra en θ = 0 para permitir una medición práctica. Se
necesitaría una rejilla cuyo espaciamiento d fuera
aproximadamente igual a la longitud de onda de los rayos X, a
fin de obtener una separación medible de los máximos. Un
razonamiento como éste hizo que M. von Laue postulara, en
1912, que los planos de un cristal, conteniendo iones o
átomos, pueden actuar como rejillas de difracción para rayos
X. Esto es cierto debido a que el espaciamiento entre dichos
planos, que es del orden de 1 angstrom, satisface los
requisitos antes citados para obtener máximos de difracción
que pueden medirse con rayos X cuya longitud de onda es
corta. Cuando este postulado se comprobó, usando un haz
colimado de rayos X incidentes sobre un cristal de cloruro de
sodio, se observaron rayos difractados en una placa
fotográfica, en la forma de puntos arreglados en orden
simétrico alrededor del haz central intenso no difractado. De
acuerdo con la posición de los llamados puntos de Laue, se
puede calcular el tamaño y la forma de la celda unitaria. Así
fue como nació uno de los instrumentos más eficaces para la
determinación de la estructura de los sólidos.
Debido a los objetivos del presente escrito, no podemos
ahondar más en el análisis de los patrones de difracción. Sin
embargo, hay que tener presente la importante contribución

83
hecha por William Bragg en la interpretación de la difracción
de rayos X.
Este científico consideró que los efectos de difracción
observados en los rayos X se podían interpretar en función de
la reflexión de dichos rayos desde los planos de los átomos
del cristal. Así, cuando los rayos X son incidentes sobre la
cara de un cristal, penetran en él, y esos rayos, al chocar
contra los átomos en planos sucesivos, son reflejados desde
estos planos, al igual que la luz se refleja en un espejo. Si
las ondas que reflejan las capas sucesivas están fuera de
fase, se producirá una interferencia destructiva de las dos
ondas y no se podrá detectar la difracción de estos planos.
Si, por el contrario, las ondas reflejadas por planos
sucesivos están en fase, se producirá una interferencia
constructiva y se detectará un punto de difracción
correspondiente a dichos planos.
La condición para que una reflexión produzca la
interferencia constructiva depende del espaciamiento
interplanar, d, el ángulo de incidencia, θ, del haz de rayos
X en el cristal y la longitud de onda, λ, de dicho haz. La
expresión que relaciona estas variables se conoce con el
nombre de Ecuación de Bragg. Esta ecuación establece la
condición esencial que se debe satisfacer si se desea que se
produzca la difracción e impone requisitos muy estrictos
para θ y λ. La difracción sólo puede producirse cuando se
observa exactamente esa ecuación. De esta manera, en un
cristal simple, orientado al azar e irradiado con rayos X
monocromáticos, no se producirá por lo común ninguna
difracción. Por consiguiente, fue preciso desarrollar métodos
experimentales para satisfacer la Ecuación de Bragg.

84
BIBLIOGRAFÍA

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INTRODUCCIÓN A LOS CONCEPTOS BÁSICOS. 1a. Edición.
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