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“12 HOMBRES EN PUGNA” O “12 SIN PIEDAD”

ANALISIS AXIOLOGICO

Por Jorge Ernesto Díaz Zazueta

¿Quién tiene la autoridad moral para juzgar?, y los que la tienen, ¿Son dueños de
la verdad? Por otro lado, ¿A que debe apegarse la justicia?, ¿Alos hechos?, ¿A las
leyes?, ¿A la opinión de los jueces?, y al final, ¿Qué tiene más peso, el sistema
jurídico y de impartición de justicia, o la justicia misma?
El presente ensayo esta basado en la trama de un filme sobre el juicio de un
homicidio en el que de acuerdo al sistema judicial de los Estados Unidos, doce
hombres tienen que deliberar sobre el futuro de un muchacho, dictaminando si el
chico es culpable o inocente del asesinato de su padre. Todas las pruebas apuntan
a que el chico es el culpable, por ello, once de los doce miembros del jurado están
absolutamente convencidos de que lo es, sin embargo, el miembro número 8 del
jurado, el Sr. Davis, tiene en cuenta diferentes conclusiones sobre los argumentos
que se han citado en el juicio provocando que surja la duda sobre la responsabilidad
del chico. Es así como paso a paso, el miembro número 8 hace que los demás
vayan cambiando de opinión mediante el análisis otros factores que no habían sido
considerados en el juicio.
En la película se observan diferentes tipos de comportamientos y de roles que va
desempeñando cada miembro del jurado durante el desarrollo de la trama,
haciéndonos ver así características de su personalidad y cómo influye su vida a la
hora de dictaminar la culpabilidad del acusado.
Es fascinante ver como en un espacio de 5 por 8 metros, que abarca la sala de
deliberación del jurado puede desarrollarse una secuencia tan inteligentemente
planteada entre 12 personalidades tan diferentes y antagónicas que vienen a
representar una muestra heterogénea de cualquier sociedad moderna, donde a
pesar de compartir algunas características comunes como pueden ser la probada
honestidad y rectitud, requisitos indispensables para ser elegibles como jurado,
pueda al mismo tiempo reservar posiciones en algunos casos tan prejuiciosas que
puedan llevar a que un inocente sea victima de la inercia de un sistema jurídico.
Es verdad que el Derecho, así como las leyes y procedimientos judiciales que de él
emanan, tienen a su favor el que se supongan como reflejo de los intereses,
voluntades y valores de una sociedad, por lo tanto se asumen como justos. Sin
embargo, esta absoluta pretensión de validez, de la cual esta sujeta la obediencia
a las normas jurídicas, y en este caso a las que determinan los procedimientos por
medio de los cuales se imparte la justicia, puede convertirse precisamente en lo
contrario, un mecanismo de inercia que arrastra consigo prejuicios, conveniencias,
políticas, y todo tipo de intereses que apartan al enjuiciado de su oportunidad de
una sentencia justa.
En la cinta, podemos apreciar muy claramente la idea de Hans Kelsen de que es
imposible llegar a una definición universal de “Justicia”, ya que esta depende de la
concepción que cada quien tenga al respecto. De este modo podemos encontrar en
la trama doce diferentes opiniones, manifestadas en posiciones, de lo que el
concepto justicia significa para cada uno de ellos.
En la película cada miembro del jurado se le asigna un número según su posición
en la mesa desempeñando los siguientes tipos de rol o roles:
NÚMERO 1: Es el presidente del jurado, para el se trata de un ejercicio democrático
de autoridad, hasta cierto punto, este jurado no se deja llevar por prejuicios, aunque
su visión no llega más allá de una supuesta obviedad de los hechos. Para él la
justicia es un asunto mecánico que consiste en la aplicación de la ley y sus
procedimientos, dando por hecho que el sistema es infalible.
NÚMERO 2: Un individuo con rasgos de timidez, jurado por primera vez, que en
principio sigue la regla de “a donde fueres haz lo que vieres”, por lo que es tratado
por algunos como si no tuviera voluntad. Se da cuenta de ello y hace un esfuerzo
por hacerse respetar. Su concepción de la justicia, aunque aparentemente busca la
objetividad, se ve influenciada por la opinión de los que él considera con mayor
conocimiento y experiencia en la materia, incluso insiste en preguntar y buscar
aceptación sobre sus opiniones. Del mismo modo surte efecto la admiración que le
inspira el miembro #8, quien con el mismo sistema gana en él a un seguidor.
NÚMERO 3: Este jurado inquisidor, radical es evidentemente afectado por sus
experiencias personales, a quien el juicio le sirve de excusa para desahogar las
frustraciones que le ocasiona la ruptura con su hijo. Escudado en una personalidad
dominadora, que proyecta una apariencia del dominio de la verdad, abanderando
valores de la disciplina y rectitud, son desenmascarados en una realidad vengativa,
en donde la justicia pierde su sentido social y objetivo convirtiéndose en un ejercicio
personal irracional donde para él, no se esta juzgando al inculpado sino a todos los
hijos ingratos de la sociedad.
NÚMERO 4: Este es el caso de una persona no influenciable, seguro de si mismo,
líder involuntario, convencido de los testimonios ofrecidos en el juicio, inexpresivo
en sus emociones. Para él la justicia no es un asunto de personas, sino de hechos
y pruebas de los mismos, su función como jurado es valorar las evidencias y
determinar conforme a ellas si inculpan o no al procesado. Sin embargo, da por
hecho la veracidad de los testimonios por el sólo hecho de que son ofrecidos, sin
tomar en cuenta que son personas falibles quienes los exponen. Este jurado se
asume como árbitro impersonal en un sistema donde gana el que aporte las mejores
pruebas.
NÚMERO 5: Este jurado evidencia un estado de conciencia que lo conflictúa con el
hecho de ser jurado, proveniente del mismo estrato social del inculpado y en
aparente autoconfesión que no lo enorgullece, en principio acepta la opinión de la
mayoría sobre la culpabilidad del muchacho, en aparente intención de no ser
identificado con el inculpado. La justicia en este caso pierde también su neutralidad,
porque a pesar de que reconoce y manifiesta la situación que se vive en los barrios
bajos como contraria a derecho, al mismo tiempo es sabedor de circunstancias y
aspectos que le son desconocidos al resto del jurado y que sabe que son motivo de
prejuicio. Por lo tanto para el la justicia es una utopía que difícilmente se da en la
realidad. Donde lo óptimo es salir lo mejor librado posible
NÚMERO 6: Es una persona pacificadora, aunque puede llegar a las vías de hecho
cuando se trata de defender una causa justa. En su condición de obrero, la función
como jurado le representa una actividad ajena, que sólo le beneficia para evadir la
jornada de trabajo con una justificación legal. Ve a la justicia a través de un sentido
práctico, superficial, para él intrascendente, donde basta con el común acuerdo para
darle validez a la resolución. Si tiene un concepto de justicia, aunque lo reserva para
sus decisiones personales pues no considera que su opinión sea importante para
los demás, reacciona sin embargo, ante situaciones que le parecen de abuso o falta
de respeto a los demás. Es el caso de las personas que con una instrucción
académica insuficiente, no consideran tener una opinión equiparable a la de los
cultos o instruidos, sin embargo perciben un límite en donde se conceden el derecho
de intervenir en defensa de un valor en particular.
NÚMERO 7: Es el típico ejemplo de indolencia, egolatría y conveniencia. Para esta
persona el valor último de la justicia es él mismo, donde se justifica cualquier cosa
que le provea de beneficio. Juega con el sistema, para mantenerse del lado de la
legalidad y no le interesa en lo más mínimo el perjuicio o situación desventajosa
para los demás. Hedonista como el mismo Aristipo de Cirene o Epicuro y no como
Jeremías Bentham, ya que para este jurado importaba un bledo la utilidad que el
juicio tenía para la sociedad y mucho menos la suerte del infeliz inculpado.
NÚMERO 8: Algunos podrían asimilar a este individuo con el Juez Hércules,
figurado por Ronald Dworking, dado que hace valer una serie de principios, éticos y
morales al mismo tiempo que reconoce el respeto que debe haber hacia las leyes.
Aunque habría que reconocer que no cabe el aspecto de la aplicación de directrices
políticas en el caso, toda vez que estas solo se ven reflejadas en la determinación
de que al ser considerado culpable el muchacho, sería condenado a la pena de
muerte, y sobre de este aspecto el jurado no tenía ninguna opción. De cualquier
modo, este miembro del jurado juega el rol de la conciencia del jurado en su
conujunto, quien hace salir a los demás de la inercia, dejando en evidencia la
influencia del factor humano en un sistema de justicia como el estadounidense. Para
este jurado no sólo se trata de dirimir sobre la culpabilidad o inocencia de un
muchacho, ni sobre la eficacia de las pruebas exhibidas por el fiscal y la defensa,
sino de la decisión de quitarle la vida a una persona sin asegurarse antes que
independientemente de lo justo de o injusto de la pena de muerte, no exista
posibilidad o duda sobre la culpabilidad del sujeto. Para el Sr. Davis, la justicia tiene
que ver con seres humanos y no con leyes o procedimientos mecánicos, y esto hace
de los sistemas jurídicos algo falible y perfectible a la vez, que debe estar
encaminado a los valores más altos para todo ser humano.
NÚMERO 9: El anciano McCardle, un personaje al que le asiste la experiencia y un
agudo sentido de observación, aunque siempre del lado del espectador, en
principio, a falta de opiniones en un sentido diferente a la culpabilidad del procesado,
no había tenido oportunidad de analizar las hipótesis que sugirieran una defensa
posible. En principio resulta otra victima de la inercia del sistema, sin embargo una
vez estimulado el sentido racional detonado por el Sr. Davis, se hace de la causa
con gran elocuencia. Su concepto de la justicia es en buen grado como el del #8,
aunque se puede inferir que lo diferencia una intención de no cometer una injusticia,
antes de la búsqueda de la justicia misma.
NÚMERO 10: Existen pocas cosas más peligrosas que un ignorante con iniciativa,
y este es el caso del #10, un hombre inculto, obstinado, retrógrada y miope de razón.
El no estaba juzgando un hecho en particular, sino un ejercicio de clasificación de
características socioeconómicas generales, adecuando al sujeto juzgado en un
perfil preconcebido de lo que se supone que debe ser el comportamiento esperado
en una persona de ese estrato. La justicia para este sujeto es un derecho arbitrario
para eliminar de la sociedad lo que es considerado dañino sin más. Otro concepto
de justicia propia, aunque no en un aspecto personal sino social, basado en valores
absolutos irracionales, dogmas incuestionables a los que se les adjudica las
decisiones de lo que debe ser, sin averiguar porque. Sin embargo, esta postura no
resiste la oposición de la mayoría y termina por prevalecer el deseo de pertenencia
y aprobación de la sociedad.
NÚMERO 11: Este es un caso muy interesante en el ejercicio del jurado como
muestra de un universo social, ya que representa la opinión de una cultura diferente
y ajena a la prevaleciente en la mayoría, dándole un elemento de objetividad y
universalidad a la opinión de grupo. La participación de este personaje, demuestra
la existencia de valores aceptados más allá de la cultura y el origen, así como de
los defectos producto de la condición humana que se evidencian en los procesos
judiciales. Para este individuo no afectan tanto los prejuicios como las evidencias, y
solo hasta superar la absoluta pretensión de validez del sistema, deja prevalecer
sus conceptos personales sobre la justicia.
NÚMERO 12: Al final de la lista, aunque no el último, dado que el orden no es
relevante para la decisión del jurado, está este individuo inseguro, influenciable
ajeno a conceptos propios, siempre buscando evadir la responsabilidad, tratando
de desviar la situación a cuestiones banales, que se alejan de cualquier sentido
profundo y serio que el caso merece. Es del tipo de personas que cambia de líder
con cualquier argumento que le haga dudar, sin una firmeza de carácter propia.
El grupo de doce deja apreciar un ejemplo de lo que encontramos en la sociedad,
dividida en grupos que representan diferentes liderazgos, están las autoridades
formales como el #1 presidente del jurado y están las autoridades prácticas como
el #3 que arrebatan el liderazgo haciéndose obedecer o como la del #8 que se sigue
por convicción o admiración.
En la película de “12 hombres en pugna” se pueden analizar diferentes aspectos
donde es determinante el factor o condición humanos en el ejercicio de la justicia.
El primero de ellos que podemos observar, es la diferencia entre la toma de
decisiones públicas y privadas. En una votación pública influye la presión grupal que
se ejerce sobre la persona, ya que la gente tiende a votar lo que apoya la mayoría
por miedo al rechazo o al que dirán, como se aprecia en la primera votación. Sin
embargo, en las votaciones privadas hay más libertad a la hora de tomar la decisión
aunque sigue influyendo pero en menor grado la presión grupal, como se ve en la
secuencia de la votación secreta.
Algunas de las presiones externas que sufre el grupo en la película determinan la
toma de decisiones, como por ejemplo el calor, que incomoda a la gente a la hora
de pensar; el hambre; el humo de la sala o las situaciones personales de cada
miembro del jurado.
Otro factor a tener en cuenta es la influencia de la proximidad y la simpatía en la
extensión de la opinión minoritaria y en la película podemos ver como estos
aspectos incitan a pensar igual a las personas que tienes al lado o enfrente. El
contacto visual adquiere gran importancia a la hora de influir en las opiniones de los
demás. Esta influencia se ve claramente con respecto a los lugares que ocupa cada
miembro del jurado en la mesa.
Por último, analizaremos si la toma de decisiones es un proceso racional o
irracional. Cabe destacar que la actitud de un jurado ante la implicación en cualquier
caso debe ser racional y objetiva. En la película esto se ve reflejado en ciertas
personas, como el número 8. Como ejemplo de un proceso irracional encontramos
al número 3 y al número 7.
En conclusión podemos ver que los conceptos de justicia son directamente
proporcionales al número de seres humanos que hagan uso de su razón y que lo
que vemos en la realidad solo es el producto de una constante organización de
acuerdos e imposiciones que establecen las condiciones para convivencia y
colaboración social.

La justicia puede ser entonces vista como resultado, como valor, como ejercicio de
un derecho, como venganza e incluso como medida de veracidad y cuya aceptación
se manifiesta en cualquier sentido hasta el límite de la tolerancia de los demas.
http://cisolog.com/sociologia/12-hombres-sin-piedad-una-duda-razonable/

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