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N U E V A CLIO)* La Historia y sus problemas

Colección dirigida por J e a n D e lu m e a u


ROBERT BOUÍRUCHE Y RAUL LEMERLE
Profesores de lo Sor b o n o P ro fe so r do la Sorbonn. P ro feso r
do la fe o lo p ro cllq u o dos Montes
£ lu d es do P a rís

E D I T O R I A L L A B O R , S. A.
C a la b ria , 235-239 : BARCtl.O N A-1 5

1977
Traducción por
JOSÉ TURMl:.S
Licenciado en Filosofía y Letras

Con 5 mapas

Primera edición : 1967


Segunda edición : 1973
Tercera edición: 1977

Titulo de la obra original : Noiwiince el al/irmation de ln Reforme


Lditada por: Pkií.smís U nivlkni i aihls di- I'hanci-, París
(C) Ldiiokiai Laiiok, S A.: Calabria, 235-239. Uarcelona-15
Depósito Legal: ü. 53825-1976. Printed in Spain
ISBN: 84-335-939-0
Talleres Gráficos Ibero-Americanos, S. A.:
c/ II, s.n.“ (esquina CJran Capitán), Sant Joan Despí
Impresión en offset :
Imprenta Juvenil, S. A. - Maiacaibo, II - Barcelona -16
Capítulo piumeho

Las c a u s a s de la R e f o r m a

A. Ln e x p l i c a c i ó n m i i r x i s l u

Ipcsde el nacimiento del marxismo, el hecho de la Reforma trata


de explicarse desde el punto de vista de la econoiniñj Pnrn Carlos
Marx los religiones son «hijas de su tiempo», y, más concretamente,
hijos de la economía, m q j j c universal de todas las sociedades humanas.
Desde esta perspectiva, |_l_a Reforma se transformaba en «la hija de
aquella nueva forma económica que surgió (en el siglo xvi) y (se
impuso) rápidamente en el mundo, el capitalismo»^En el mismo sentido
escribía Engels en IfiSO:
«Incluso las llamadas guerras de religión riel siglo xvu se libraron ante todo
por intereses materiales de clase muy concretos. Estas guerras lian sido Inedias rio
clases, lo misino rpie los conflictos internos que unís tarde produjeron en Francia
y en Inglaterra. Que estas ludias Ilayan teñirlo ciertos caracteres religiosos, que los
intereses, necesidades y reivindicaciones de caria una de las clases hayan sido
disimularlos con una envoltura religiosa, no cambia la cosa lo más mínimo y se
explica por !as condiciones tic Is época»
Este esquema general ha sido seguido por diversos historiadores que
lian estudiado la Reforma desde un punto de vista estrictamente materia­
lista, o al menos haciendo abstracción, en cuanto a las motivaciones pr o­
fundas de los acontecimientos, de toda caósialirlnd no económica. Así,
Óscar A. Marti en Econnmic causes n¡ ihc R cfonnalion in Englund
(1929). Se lee en el prefacio de esta obra 1:
«La rebelión eclesiástica del siglo xvt hunde profundamente sus raíces eu el
pasarlo. En lo que concierne a Inglaterra, las fuentes de la rebelión se hallan más
allá de las aspiraciones dinásticas del monarca, o do los desacuerdos sobre la supre­
macía. Las raíces de la Reforma calan en profundidad basto un subsuelo constituido
por cuestiones de dinero y por las Ironsfurmocioncs económicas fundamentales que
estaban a punto ríe producirse. Sólo bajo la nueva lux que aportan tales hechos
pueden ser comprendidos con claridad».
El historiador italiano C. Barbagiillo, tratando esta vez del siglo xvt
en conjunto, afirmó en 1936:

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«En general, se ronsitlcra la Reforma como proceso do conversión religiosa de liste, al principio, era esencialmente un teólogo, penetrado de los escritos
una cierta parte de Europa... No lie licuado a comprender cómo puede pensarse que milenaristas de la Edad Media. I’ero evolucionó rápidamente y se trans­
multitudes de Rentes, de uno y otro país, hayan sido capaces de interesarse por las formó en un «agitador político».
sutilidades teológicas de Lulero, Zuinglio, Melnnchton o Ecolampadio, que a duras
penas entienden los profesores de teología. Yo he considerado, pues, la Reforma «Rechazaba la Biblia —escribió Engcls— como revelación exclusiva c infalible.
no como un fenómeno sustancialmcntc teológico, sino como expresión, aspecto y Para él, la verdadera, la viviente revelación, era la Razón... Por esta fe, por esta
disfraz, religioso de la crisis que los países de Kuropa atravesaron en la segunda Razón rpre se hace viva, el hombre so diviniza y santifica... De la misma manera
notad del siglo xvi, y como síntoma del malestar general que se sentía* \ ipie no Itay cielo en el más allá, tampoco existen el infierno y la condenación...
Cristo era un hombre como nosotros... Kstas teorías eran predicadas por Miintzer,
Las posiciones do estos dos historia do res son idénticas. Pura Óscar casi siempre ocultas bajo las fórmulas cristianas, a IAs rpic la filosoíia moderna se
A. Marti,¡Ja Iglesia católica, ligarla a las estructuras rurales de lina Ira visto largo tiempo obligarla a recurrir. Pero... está claro i|iie se lomaba menos
en serio la máscara bíblica que algunos de los discípulos rie licgcl en los tiempos
época feudal, se encontraba superada por la corriente ascendente de la modernos» 1.
economía urbana, burguesa y capitalista'!) Para 13arbagallo,\_ln Reforma
representaba el progreso económico y social, e, inversamente, la «Contra­ Memos expuesto con una cierta amplitud la tesis de Engcls a pro-
rreforma» fue un fenómeno reaccionario en el que colaboraron incluso jtósilo de la Reforma en general y de Miintzer ' en particular, porque
protestantes conscrvndoresj (así Dinamarca, que censuró no sólo los esto mismo, prácticamente igual, se encuentra en los estudios de los
escritos teológicos, sino también las obras de naturaleza política c historiadores ijinrxislns contemporáneos. Señalaremos especialmente los
histórica). iT.a Contrarreforma es presentada «no como una obra de trabajos de M. M. Stnirin (historiador ruso), autor de l)ic. Volksrc/ormu-
reconquista católica de la sociedad, tal y como aparece en ciertos peque­ lion des Thonuis M'úntzcr und der grosse liaueinkricg En esta extensa
ños círculos de eclesiásticos italianos, sino como un esfuerzo de restaura­ obra, como en el resto de los libros ntarxislas dedicados a esta cuestión,
ción del orden antiguo, que consideraban en peligro, que intentaron en el tema fundamental sigue siendo el indicado |>or Engcls: el enfrenta­
común los Gobiernos, la Iglesia y jimio con ellos los grujios sociales miento entre «la Reforma de los j)rínci]>cs» y la «Reforma de los t r aba­
i n t e r e s a d os ^ S i n embargo, la evolución no se detiene. lista, bajo el punto jadores»; la guerra de los campesinos njiarece así corno la «jirímcra
de vista del materialismo histórico, tiene lugar de una manera inevitable revolución social» de importancia que lia teñirlo lugar en Europa.
y conduce al ajilaslamiento de fuerzas económicas y sociales ya caducadas.
II. E s t u d i o s e c o n ó m i c o s s o b r e el n a e i n i i e n l o d e la R e f o r m a
«Como era natural, jn-so a la Contrarreforma, el movimiento revolucionario de
la sociedad europea vuelve a ponerse en mnrrlia y asistimos a una serie de auténticas Se han aportado muchas otras explicaciones económicas de la
revoluciones polirieosociaies, romo suri la rclielión de tus Países Ilajos, las arierras Reforma, mucho más matizadas que las de los historiadores marxislns.
rie religión en Francia, la insurrección ríe Iiolremia al comienzo do la arierra de los
Treinta Años, y lue|;o, en proporciones rada vez más importantes, las sublevaciones
En general no pretenden ser explicaciones totales, sino estudios pnrti-
rie Kseor-ia e Inglaterra en la época de los Kstiinrilnt- *. cularcs y locales que tratan de aclarar el nacimiento y desarrollo del
protestantismo en un ¡tais o en un caso determinado. Pensamos aquí en
Desde Lngels, los historiadores marxistas especializados en el estudio los artículos de lle.nri Iíauser sobre La tR c b c in c » de Lyon (R. II., 1896)
del siglo xvi han sido atraídos jror el caso de Tornas Miintzer, el joven y sobre La Reforma y las clases populares de Francia ca el siglo X V I ,
caudillo -■■murió a los 40 años— de la rebelión de los campesinos qno fue publicado primero en inglés en el A. II. R.*. Ilattser refutó la
en I b 2ó.
opinión sostenida ]>or la mayoría de los historiadores franceses de su
En 1520, en Alemania, la oposición «moderada, rica c inteligente» de
tiempo, que consideraban al pnrtido hugonote como un partido de nobles.
los prmcijrcs y ríe las clases dominantes, que deseaba la separación de Comenzó recordando algunos testimonios del siglo xvi. El embajador
Roma jrero no la alteración del orden social establecido, se enfrentó con
veneciano Giovanni Michiel escribía en 1561: «Hasta el momento, a
la oposición proletaria de los campesinos y de la población (robre de las
causa del rigor de los suplicios, sólo se lian manifestado abiertamente
ciudades. Ambas oposiciones til Pajra y al emperador pudieron per ma­
[como reformarlos | gentes del pueblo que, cxc.c|>to la vida, tcnian poco
necer un tiempo aliadas debido a que el mensaje de Lulero, enunciado
que. p e r d e r » 0. Florimond de Racmond afirmaba |>or su parte: «(Los
con gran fuerza de. seducción, ilusionó a las masas, empujándolas nece­
primeros adictos al nuevo dogma) fueron ciertas pobres gentes, simples...,
sariamente a la rebelión. IV.ro Lulero, asustado, se. desligó pronto de una
gentes de oficio»-, «es decir, gente que no bahía hecho otra cosa que
alianza lan com|m>itH'teilora con las clases populares. Frente al «refor­
conducir su carreta y cavar la tierra» 1D. Las investigaciones llevadas a
mador burgués Lulero» se levantó el «revolucionario jrlcbe.yo Müntzer».
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cabo por llnuscr !c convencieron tic que la Reforma, hasta 1560, se as! lo sugicie, aunque niega que se pueda establecer una relación «nece­
bahía extendido en Francia especialmente entre los artesanos de las saria» entre ambos Icnómenos.
ciudades y, con menos intensidad, entre los campesinos. La sedición
«ha intervención di* hatero - escribe— destruye una Alemania orienta! y sep­
lionesa el 25 de abril, conocida como la Grande Rebcinc, habría sido tentrional, tpie, entre 1517 y 1525, persiste en tina coyuntura pesimista, propia de
organizada por una sociedad secreta de obreros convertidos a las itleas Irires del siglo xv, que ya ludria terminado en el (leste (y en el Aur) pero que, más
reformadas por artesanos procedentes de Suiza y Alemania. Éstos habrían al leste, se obstina en no desaparecer» 11
arrast rado al resto de la población, rpic sofría por la escasez y la carestía
de los cereales C. Criti ca d e las e x p l i c a c i o n e s e c o n ó m i c a s
El pensamiento de Ilanscr no tiene natía de sistemático. En definitiva,
veia en la Reforma el producto de una conjunción de factores económicos, I. C iútica de i.a exim.icación maiixista
sociales y religiosos inseparablemente unidos:
H.os recientes estudios económicos sobre el final de la Edad Media
«ha Reforma riel si(do x v i tuvo ct doble carácter tic revolución social y revolución y el siglo xvi no permiten sostener la explicación de la Reforma p r o ­
religiosa. L.us clases populares no se sublevaron sólo contra la corrupción del domina puesta por Marx y Enge.ls, quienes veían en ella a «la hija del capita­
y los abusos del clero. También lo hicieron contra la miseria y la injusticia. Kn la
biblia no buscaron únicamente la doctrina de la salvación por la gracia, sino también lismo». Hoy se distingue con mayor precisión que antaño entre capita­
la prueba de la igualdad original de lodos los hombres» n. lismo comercia! y capitalismo ¡ndustriaíT', El primero es anterior ul
siglo XVI En la Europa ocidcnlal, y especialmente en Italia, se desa­
Prosiguiendo sus investigaciones sobre la Reforma, Ilanscr quiso
rrollaron en los siglos xtv y xv poderosas firmas comerciales y lrancnrias,
explicar no sólo la adhesión de. los pobres al protestantismo, sino también
como las de los Bardi, los Perruzzi, los Datini y los Mediéis, animadas
la elección de los príncipes que rompieron con Roma. En su libro Naci­
por el más puro espirito capitalista. Los hombres de negocios buscaban,
miento del protestantismo (1940) recogió y expuso una vieja explicación
en efecto, el máximo de. ganancias, unas ganancias que se contaban en
económica rpte los historiadores católicos usaban desde hacía mucho
dinero y en las que entraba forzosamente una plusvalía obtenida a
con intenciones evidentemente polémicas.
expensas de los productores, especialmente de los artesanos del ramo
p I.os principes) cuyos dominios estaban infestados de señoríos eclesiásticos, textil. En la Edad Media aparecieron verdaderos cariéis destinados a
que eran tierras de inmunidad, no tenían más que secularizar estas tierras para monopolizar la venta de un producto, cuyo precio era asi fiscalizado
apoderarse de ellas, hulero tuvo, pues, sus primeros aliados en los prineipesyy
principólos, ávidos de, redondear sus dominios y sus ingresos»11. a escala europea. La famosa Maltona genovesa de Cilio, estudiada por
J. Hccrs fC énova en el si/'lo X V , París, 1961), tenía por objeto impedir
Francia pr opotcionaba la «contraprueba» del razonamiento: la baja del alumbre turco en Italia, Inglaterra, Flandes y Francia. El
«... El Concordato de 1516 bacía al rey cristianísimo soberano temporal de la alumbre de Tolfa sustituyó al de Analolia en 14-62 y los Mediéis, y luego
iglesia galicano, distribuidor universal de los beneficios, y la Reforma le resultaba los Chigi, trataron, con el apoyo del Papado, de conseguir el monopolio
innecesaria como medio paro transferir la propiedad, ha secularización no tuvo de la venta de este mineral en Occidente. (J. Delumeau. I.’alun de. Home,
lugar en Francia, ptu sin que yo se bahía hecho con el consentimiento de Roma»11.
París, 1962). El al umbre — recordémoslo— era indispensable como
Iluuser escribió al comienzo de su citada o br a: «La Reforma es ante mordiente de los tejidos y la mayor parle de los tintes.
todo un fenómeno religioso, un drama tic la conciencia europea» ir>, y Durante la Edad Media italiana se perfeccionaron instrumentos han-
protestaba contra el abuso del «materialismo histórico» Se observa, carios y comerciales que suponían un sentido de la organización y un
sin embargo, que, sin aportar tina explicación económica general de la afán de ganancias que se encuentra en la base del capitalismo: contabi­
Reforma, en muchos casos daba razones particulares de tipo económico. lidad por partida doble, letras de cambio 111 — a veces con endoso—
El rey de Inglaterra, los príncipes del Imperio, los caballeros que collcganze, seguros marítimos. Una com m anda era, en el siglo XV, en
siguieron a Ulricli de Iluttcn, los campesinos alemanes y los pobres de Italia, una asociación de capital y trabajo en ln que las tres cuartas
Lyon habían sido todos ellos movidos por motivos materiales. partes de los beneficios iban a parar a! capital y la cuarta parle al
Puesto que la historiografía contemporánea insiste en el movimiento t r a b a j o 20. ¿No entra este tipo de contrato, corriente en el siglo xvi,
de los precios, se plantea una última cuestión: ¿Existe alguna relación en la definición que Marx bahía dado del capitalismo: un sistema
entre el éxito de la Rcfoima y una «coyuntura pesimista»? P. Gummi fundado en la separación entre el liabajo y la propiedad de los medios

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de! producción? Iin fin, en el siglo xv los Estados italianos conocían
también los «mercaderes» genoveses, florentinos y españoles, que domi­
otra técnica financiera moderna: aprovechar el ahorro público por medio
naron la vida económica europea hasta comienzos del siglo xvn
del Monti, (pie reportaba a los acreedores un interés fijo. No se puede
En cuanto a la tesis, mantenida desde Engels, de que Tomás Miintzer
hablar, pues, de una «revolución económica» del siglo xvi M. Lnpeyrc
es un revolucionario comunista provisto de una «máscara bíblica», ha
ha. demostrado muy bien en su obra Une jam ille <le mar chañas, les
sido prácticamente rechazada por todos los historiadores no marxistes
Raíz (París, 195!)), <]ue las técnicas comerciales y hanearias del siglo XVI
(pie piensan, como E. C. Léonard, tpie «sería restar importancia a
son una prolongación de las de. la Edad Media, a posar de que sean
Miintzer y hacerlo incomprensible si se le redujese al papel de jefe
utilizadas a más amplia escala. Hubo ciertamente viajes de descubri­
social, o socialista» ” . El personaje era muy complejo. II. Roltmcr y su
miento y se crearon corrientes regulares de intercambio entre Europa,
escuela 2°, y más recientemente aún J. Ecclcr, consideran a Miintzer corno
por una parte, y América y Extremo Oriente, por otra. Con el tiempo, c
uno de los fundadores del anabaptismo. Por el contrario, la M cnnonilc
incluso a partir de mediados del siglo XVI, este nuevo tráfico modificó
Encyclopacdia (vol. III, 1957, artículo «Miintzer») difiere de esta con­
profundamente el comercio general de Europa. Pero hay que hacer
cepción y no quiere calificar de anabaptista más que a la religión evan­
ciertas observaciones. En primer lugar, la investigación histórica actual,
gélica y pacífica de Joris y Mrnno.
después del libro do E. llraudel. El Mediterráneo y el mundo medite­
Este artículo insiste además en las contradicciones de algunos escritos
rráneo en tiempos tic Felipe I I tiende a minimizar las consecuencias
de Miintzer; está de acuerdo, como el excelente libro de Annc-Marie
de los viajes portugueses sobre la vida económica del Mediterráneo en
Lohmann ” , en lu teoría de que durante los años 1524-1525 «este hombre
el siglo XVI. Además, Lulero había dado a conocer sus 95 tesis dos años
que fue un místico y que sabia tanto sobre el sufrimiento y la tragedia
antes d e q u e Cortés desembarcara en Méjico. Cnlvino ya había publicado
de los hombres se fue volviendo cada vez más superficial». Es evidente
sus Ordenanzas eclesiásticas (1541) cuando se descubrieron las minas
que se trata de una manera de explicar una evolución en la que Engels
del Potosí (1545). jFjnaImente, los grandes viajes del Renacimiento no
había diagnosticado un paso de. lo religioso a lo político y de la fe a
tuvieron consecuencias sobre la vida material de los europeos del
un ateísmo disfrazado. Es cierto que Miintzer fue solicitado cada vez
siglo xvt, comparables a las que provocó, a partir del siglo xvtit, el auge
más por las dificultades cotidianas de la lucha. Sin embargo, su inspi­
de la ciencia y la técnica) Pese a (pie los precios se triplicaron en
ración continuó siendo de carácter religioso. Siguiendo a K. IIoll 2S, J.
menos de. cien uños.^la vida cotidiana de un campesino o un burgués no
Lccler escribe en su reciente llisloire de la lolérance... :
se modificó radicalmente durante el siglo XVÍTJ^sí, en este tiempo ocurrió
una revolución religiosa, pero no una revolución económica. En estas «No tomemos a Miintzer como un simple profeta de la revolución social. Su
inspiración sigue siendo esencialmente religiosa. Ix> que le indigna es que las con­
condiciones, las modificaciones relativamente lentas de las estructuras diciones de vida del pueblo impidan a este el acceso al Evangelio. I.os pobres se
materiales de la sociedad difícilmente, pudieron babor sido la causa bailan tan oprimidos, tan preocupados por ganarse el pan de cada día, que no tienen
profunda del cambio radical (pie sufrió la vida religiosa^ tiempo ni de leer la lliblia ni de fortalecer su fe con la oración y la contemplación,
VTlay que. tener también en cuenta que en tiempos do la Reforma era hulero no comprendió que no es posible una auténtica Reforma religiosa sin una
previa revolución social».
1latín indiscutiblemente el país más moderno de Europa. Los negociantes
de la Península desempeñaban un papel capital en la actividad de |I,a concepción marxisla do la Reforma pecó do anacronismo al trnns-
Occidente] En aquel país prosperaba una importante burguesía dotada plantnr al siglo xvt las realidades y los conflictos del siglo XIX. No supo
de una capacidad de ahorro real, f inalmente, en el siglo XV, una familia percibir las relaciones de la fo y la mentalidad de las masas en aquellos
procedente del comercio, la banca y la industria — los Médicis— tomó la tiempos]Negarse a ver en los debates religiosos otra cosa que epifenóme­
dirección de un Estado. |Pero en Italia no prendió el protestantismo] Y nos, «fiorituras»,'como ha escrito C. Ilarbagallo, es negarse a compr e n­
fue un hijo de banquero, León X, quien excomulgó a Lulero.TSi la tesis der hechos tan importantes como que 15.000 calvinistas se dejaran morir
marxiste fuese exacta, la Reforma habría tenido que nacer en Italia y de hambre en La Rochela durante el asedio de 1628.
triunfar en ellíCJ Por el contrario, conoció sus primeras victorias en
países más bien atrasados desde el punto de vista económico: Alemania
2. H a HAnino photestantes en tobas las clases soci ales
y Suiza. En el mismo sentido, ¿no es sorprendente (pie los más impor­
tantes hombres de negocios del siglo xvt fueran católicos? En primer ¿Qué debe pensarse ahora (Je la opinión emitida por Ilauscr, a p ri n­
lugar, los Fugger, con excepción de un solo miembro de esta familia, y cipios de su carrera, según la cual el protestantismo fue en sus comienzos

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en Francia •— miles de 1560— lina religión de «gente humilde»? Si se
consulla la obra de Paul F. Gcisendorf, Lisie des habilanls de. Geni-ve 3", Los caballeros famélicos que se adhcricron también al protestantismo
puede tenerse en principio la impresión de que aporta una confirma­ representaban, frente a los burgueses de las ciudades, la clase conser­
ción a la tesis de Ilanscr. Entre 1549 y 1560, 4.876 «desarraigados de vadora y reaccionaria, amenazada politicamente por el ascenso de los
la fe» recibieron el estatuto de «habitantes» de Ginebra. De ellos, 2.247 príncipes territoriales y económicamente por los progresos de la bur gue­
indicaron su profesión; 1.536 efectuaron trabajos mecánicos ( 6 8 % ) , sía urbana. La Reforma se le apareció a más de un caballero como un
275 pertenecían a profesiones liberales ( 1 2 % ) , 180 eran comerciantes medio para recuperar el prestigio y la prosperidad de (|ue anteriormente
(8 % ) , 70 eran nobles (3 % ) ; 77 eran campesinos (3 % ) y 109 resultan habían gozado. Sin embargo, insiste William R. Ilitclieock, último tic los
de muy difícil clasificación ( 1 0 % ) . historiadores (¡tic lian tiatado este t e m a 31, la clase de los caballeros
I.a proporción de artesanos parece, pues, muy importante. Pero en la carecía totalmente de homogeneidad y fue incapaz de unir sus diferentes
sociedad del siglo xvt los humildes eran mucho más numerosos que los facciones. Le Reforma acentuó esa desunión, ya que no todos los caba­
clérigos burgueses y comerciantes.Ule las interesantes cifras dadas por lleros se pasaron al protestantismo. Sin embargo, la adhesión al lutera-
Paul F. Gcisendorf se deduce que en Francia, durante la primera mitad nisrno de buena paite de ellos prueba (pie:
del siglo xvt, la Reforma afectó a todas las categorías s oc i al es3^ Ésta es
precisamente la opinión que defendió L. Roinior en su libro sobre «I,n esencia do ln Reforma no residía en el ht-cho de que se acomodara n los
intereses de una determinada clase ascendente, es decir, la clase media»31. Repre­
Le royanme de Catherine de Mediéis 33 y (pie el propio Ilanscr hizo suya, sentantes de una clase que hundía profundamente sus raíces en el antiguo orden y
en 1940, en su obra sobre I.a naissance da protcstantisinc 33. É. G. Léonard de bases económicos feudales y ngrorias respondieron, sin embargo, con entusiasmo
abunda en la misma c r e e nc i a3'. «Las nuevas ideas — escribió— pren­ a la llamada del nuevo Evangelio 3\
dieron en todos los medios franceses desde el mismo momento de su
Si se pretende en cada caso particular encontrar una explicación
predicación». Parece evidente (pie la Reforma, desde antes de agosto
fu-ndamcnlal de tipo económico-social para el ¡taso de un grupo social a
de 1560, había conseguido en Francia numerosos adeptos en «los medios
la Reforma, se llega a resultados contradictorios en conjunto, puesto
intelectuales», en el clero y en lo que hoy llamaríamos la administración.
que hace adherirse a la Reforma por motivos materiales a clases opuestas
De ahí la conclusión de É. G. Lconnrd, no sólo válida para Francia:
entre sí: príncipes, burgueses, caballeros pobres, campesinos alemanes
FVK.Mn nscvtrnición destruye cunlqucr ¡mentó de dar u la Reforma liases esencial­ y artesanos de las ciudades.
mente económicas y sociales. Puesto t|uc se extendió por clases (pie tenían intereses
y aspiraciones cnniradictorius, luiy que reconocer en ella motivos válidos para todos
En nuestros días se tiende también a rechazar la tesis según la
los liomlnes» "q cual Enrique VIH, los reyes escandinavos y los príncipes alemanes se
separaron de Roma con objeto de secularizar y acaparar los bienes ecle­
Aseveraciones semejantes lian sido hechas por historiadores extran­
siásticos. El inconveniente principal de esta concepción — cuyo aspecto
jeros (pie han estudiado países distintos de Francia. En Rema y en
polémico resulta evidente— es que niega un auténtico sentimiento reli­
La tisana, donde el paso del catolicismo til protestantismo se hizo de una
gioso a los jefes de Estado del siglo xvt, lo (¡tic, como sabemos, se halla
manera particularmente tranquila, éste recibió la unánime adhesión de
en contradicción con la mentalidad general de la época. Federico el
todos los habitantes. Un reciente estudio sobre lns ciudades hanseáticas
Prudente (pie apoyó a Lulero, Felipe de Ifesse a pesar de su bigamia,
de. Stralsund, Roslock y Wismar en la época en que abandonaron el
Alberto de Brarideburgo (¡tic secularizó la Orden de los caballeros
c a t ol i ci smo311, demuestra que lns clases medias y bajas de esas ciudades
teutónicos, eran príncipes •muy preocupados por la religión. En el mismo
desempeñaron un papel capital en la introducción de la Reforma lute­
Enrique VIH se aunaban extrañamente una vida privada escandalosa
rana. Existió una alianza entre los pobres y las nuevas ideas, pero los
y una real admiración por el Principe de Mnquiuvclo con un interés no
ricos burgueses no estuvieron ausentes de las primeras filas protestantes,
menos auténtico por los problemas de la fe. Prueba de ello son las
v tampoco los príncipes, (pie, por otra parte, luchaban contra el prole­
Asserlio sepiera sncrarncnlnrum (¡tic escribió, en 1521, contra Putero.
tariado, y los burgueses momentáneamente unidos. M. Sehildnucr llega
¿Y qué decir de Eduardo VI o de Juana de Albret, que hicieron adoptar
a la conclusión de que la Reforma, pese a las circunstancias económicas
o sociales (pie favorecieran su desarrollo, fue movida principalmente por a sus súbditos la Reforma? Obraron así guiados por el profundo afán
«una Noluntad de renovación espiritual» y que este carácter explica sus de mantener y reforzar la vida cristiana de sus súbditos. Un eminente
relativos fracasos en el plano político y social. cspccialita en cuestiones protestantes, Roland IL Rainton, hace observar
además 4" que la actitud adoptada por los príncipes luteranos alemanes
ion
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ora bástanle arriesgada si Carlos V hubiese resultado vencedor; lo que Es innegable que numerosas y variadas circunstancias -—económicas,
estuvo a punto de ocurrir. sociales geográficas o políticas— desempeñaron un papel, por otra
I'.n cuanto a Francisco I, ¿qué prueba tenemos para afirmar que parte difícil de evaluar, en el paso al protestantismo de una región o de
permaneció fiel a liorna porque el Concordato de 1516 ponía en sus un grupo social. También es cierto que las herejías de fines de la Edad
manos la Iglesia de. Francia y sus riquezas? Se sabe de lincho que. dudó Media encontraron una amplia audiencia entre los pobres, listos, en
largo tiempo antes de decidirse a luchar contra los protestantes, decisión Inglaterra, en Italia y en Bohemia ligaron, de manera indisoluble en
que sólo tomó cuando algunos d e ellos, con el asunto de los pasquines, ocasiones, aspiraciones religiosas y tcivindicnciones igualitarias 4'. En es­
desafiaron su autoridad (1534). Parece ser que el rey, como tantos otros ta época de la historia «total», convendría establecer, para cada caso terri­
en aquellos tiempos de confusión, se preguntó dónde estaba la verdad torial o sociológico, la relación de las circunstancias (pie, actuando
si todavía era posible bailar una conciliación entre las nuevas ideas como catalizadores, favorecieron el paso n la Reforma. Pero, incluso
y la fe tradicional. Si finalmente se. dedicó a combatir a los protestantes, una vez establecido este inventario, quedaría por hacer lo más impor ­
fue porque en ellos vio a unos anabaptistas franceses que podían, como tante. Las causas principales de la ruptura con Roma de un territorio
los de Mün.stci, provocar la anarquía en el reino. La Epístola al rey, o un grupo social no quedarían esclarecidas todavía. ¿Quiere decir esto
que Calvino puso corno prólogo a la primera edición de su Institución que tenemos que recurrir de nuevo n la explicación tradicional y ver
cristiana (1536), demuestra que ésta era la tesis oficial. en los abusos de numerosos clérigos la razón esencial del cisma protes­
¿ Fs cierto que el oro de Alemania e Inglaterra, que se enviaba a tante?
Roma y empobrecía a ios países ultramontanos, enriquecía por el con­
tralio a toda Italia, que por este motivo estabu interesada en el mante­ I). Ln c u e s t i ó n de l os « a b u s o s » disciplinarios
nimiento de ese estado de cosas? Esto es lo que se creía en tierras protes­
tantes, y la propaganda reformista del siglo xvl insistía en ello. Pero 1. La tesis TnADictoNAt.
esta acusación hubiese tenido mucho más fundamento hacia 1350 que
[Durante mucho tiempo se creyó que la Reforma había estallado n
en 1520. En la época del Renacimiento los ingresos anuales del Papado causa de los «abusos» (pie en aquel entonces se producían en la Iglesia^
habían bajado mucho. Durante el pontificado de Julio II no superaban Esta manera de considerar el drama religioso del siglo xvi se remonta
los 350.000 ducados de oro, la mayor parte procedentes del «dominio al mismo Lotero, quien, en sus Conversaciones de sobremesa, afirma
temporal». De hecho, en conjunto, el Papa no era mucho más rico que haber sido vivamente sorprendido por el espectáculo de Roma en tiempos
el Estado f l o r en ti no 41. de Julio II, ciudad (pie visitó entre 1510-1511. «No me perdería, ni a un­
La última cuestión que liemos suscitado es la probable relación que ine dieran 100.000 florines, el haber visto y oido a Roma», declaró
entre el movimiento de los precios y la adhesión de determinadas pobla­ en 1 536 44. Lulero regresó desengañado de la «falsa ciudad santa».
ciones a la Reforma. Hay (pie ser muy prudentes para afirmar una cosa El escándalo de las indulgencias baria estallar, pocos años después, la
semejante. Una baja de los precios — «coyuntura pesimista»— puede rebelión que desde aquel viaje latía en su interior. Ln violencia con que
haber coincidido con la mejora, o al menos con la estabilización, del el reformador, sobre lodo n partir de 1520, atacó al Papado, identificado
poder adquisitivo de los obreros. Esto fue lo que ocurrió en Anibcrcs por él con el Anlicristo, aportaba un argumento suplementario a ln
entre 1439 y 1512. Por el contrario, los precios subieron en este gran tesis de una explicación moral de la Reforma. Por otra parle, el éxito
puerto cu 1513 y 1542, pero la adaptación de los salarios fue insuficiente del Elogio de la locura ■— obra que aparecía después de toda una serie
durante este período. Es posible entonces qué en estos años, que fueron de amargas críticas contra la Iglesia— probaba (pie los cristianos estaban
una época floreciente para el comercio de Arnberes, se produjese un ya preparados para ella. Para permanecer fiel n Jesucristo bahía (pie
descontento entre los pobres, que no habrían participado de. la prosperidad abandonar una institución que estaba irremisiblemente corrompida. Erus-
general, y (pie éste hubiese favorecido la adhesión a las nuevas ideas mo afirma, hablando de los monjes: «Nada ha contribuido más a popu­
y el anabaptismo. Pero desde 154-3 basta 15114- los salarios vuelven a larizar a Lulero que las costumbres de esa gente» 45. Hasta una fecha
subir. Ahora bien la crisis inconoclasta estalló en 1566 4J. Por lo tanto, no relativamente reciente los historiadores protestanes aceptaron, pues,
puede establecerse' una relación entre el alza de los precios y la fideli­ la explicación de la rebelión de Entero — y más en general del nacimiento
dad u Roma. de la Reforma— por una sana y santa reacción de desagrado.

190 191
al protestantismo porque, siguiendo a sus pastores, habían llegado a un
L. Fcbvre escribe a este rcspeclu:
estado de mínima resistencia moral. El pecado lleva al pecado.
«¿Acoso lo Itcfurmn lio lineólo «le los nliusns? Moslror esos abusos, sncnr o lo Este razonamienllo, sólo esbozado y sin el menor ánimo de emponzoñar
luz público los debilidades 11rivn<Ins de snccriloles y monjes, de obispos e incluso la Cuestión, sirve de base a la venenosa biografía (pie Cochlacus escribió
de los pupos, y luego del ni Io r los vicios de uno fiscalización, (pie ero demasiado
cómodo lloninr «simnniuca», ppic focilidodcs pino los alacuntcs!»u.
de Lulero en el siglo xvi 51. Lo explica asi también el libro de Denifle,
Lulhcr and Luthertum, mucho más próximo a nosotros. El hermano
Todavía en 1894, Fernando lluisson caracterizaba a la Reforma como Martín, según Denifle, al verse incapaz de observar la regla de su
«el grito común, la única y general aspiración de todos los hombres convento, colgó el hábito y se buscó justificaciones teológicas. Todavía
honrados, tonto clérigos como laicos», y añadía: «La Reforma titania en 1925, Marilain pensaba prácticamente lo mismo. Negaba de un pl u­
especialmente a cuestiones de disciplina» a . mazo todo valor a la Reforma: «No se trata más que de la clásica historia
También por parle católica se bacía hincapié en este aspecto. del monje decepcionado» 53. Lulero es el jefe de la escuela que atrajo
En efecto, en las primeras líneas de la Historia de las viariaciones «a su teología lado lo que (había) en su tiempo en Alemania de
Bosstiet atribuye a causas morales le rebelión religiosa del siglo XVI. codicia, sensualidad impaciente y fermentaciones pútridas, mezclado
Recuerda, en principio, que «la reforma de la Iglesin era deseada desde lodo ello con esperanzas de reforma inspiradas más por el humanismo
hacia muchos siglos», y afirma seguidamente «que la reforma deseada y la erudición (pie por la fe sobrenatural» 53.
atañía a la disciplina y no a la fe», lo que resulta evidentemente inexacto
en el caso de Wyclif, por ejemplo ,H.
La explicación moral de la Reforma y de su éxito aparece también 2. H acia ijna kxvi .icación tkoi .ócica di-: i .a R efouma
en ,un texto muy conocido, pero (pie no había sido considerado por la (Actualmente se considera insuficiente la explicación moral de la Re­
historia religiosa. Se trata de las Inslruccioncs de Luis XIV al Delfín. forma que quiere dar razón do un fenómeno esencialmente religioso)!
El pasaje que citamos debió de ser redactado hacia 1670 1671, con la Sin embargo, Rasnage, en 1699, bahía alzado su voz contra la habilidad
colaboración de Pcllison, que acababa de a bj ur a r del calvinismo. con (pie Rossuet «presentaba con cuidado lo que los demás autores
«Por lo que lie podido entender —escribe el ley—, lo ignorancia de los ecle­ eclesiásticos habían dicho contra los desórdenes del clero», es decir,
siásticos en los siglos precedentes, su lujo, su libertinaje y los malos ejemplos que «lo más grosero y aparente», pero negando que se pidiera la reforma
daban, los que por el mismo motivo estaban obligados a soportar, y finalmente los
abusos tpic permitían en la conduela de los particulares contra las reglas y los de la fe». Ahora bien, para Rasnage, en el siglo xvt se trató de cambiar
sentimientos públicos de la Iglesia, producicron más que otra coso, las grandes la fe de la Iglesia, corregir su culto y derrocar la autoridad del Papa».
heridas que recibió con el cisma y la herejía»” . Sin embargo, víctima de la óptica de su tiempo, arremetía también
Una rebelión moral se habría transformado así en rebelión teológica, contra «la lepra que se extendía (en el siglo xvt) por todo el cuerpo
porque Roma habría «presionado demasiado» a «aquel hombre violento y de la Iglesia; el laico, el monje, el sacerdote, el obispo, el Papa, todos
temerario» que era Lulero. Por parle católica se <1i o también otra estaban cubiertos por delitos t r eme ndos »53.
explicación moral de In Reforma, mucho más malévola que la precedente. A comienzos del siglo XIX, Múdame de Slaél, en su obra Alemania,
Ésta se hallaba ya bosquejada en la obra de un humanista del siglo xvi, dio pruebas de comprender la Reforma con mucha más amplitud que
el cardenal Sadolet, obra (pie por otra parte tiene un acusado carácter sus contemporáneos. Supo ver, en la crisis religiosa del siglo xvt, «una
ecuménico. Con espíritu conciliador trató, entre 1538 y 1542, de r eanudar revolución efectuada por las ideas», y afirmó que :
el diálogo con los eruditos que se habían pasado al protestantismo, como «El protestantismo y el catolicismo no existen porque haya habido papua, ni
Sturm y Melunchton. Inquiriendo las razones del drama religioso del porque haya vivido Entero; sciín una manera bastante mezquina de considerar la
tpte era testigo, llegó a lu conclusión de (pie la decadencia del clero historia atribuirla n la casualidad; el protestantismo y el catolicismo existen en el
corazón humuno; son potencias morales que so desarrollan en las naciones, porque
era la causa principal de la crisis eo. Hasta aquí se trata de un razona­ antes existen en cada hombre» 5\
miento idéntico al de las Variaciones y las Instrucciones al Delfín. Pero
los fieles, prosigue Sadolet, amabun a sus pastores. No puede ser menos, De osla manera se abría [taso tina reintcrprotación ‘d e la Reforma.
ya en éstos veían aquéllos sus modelos. El obispo de Carpentras fue Iíegel vio en la explosión del protestantismo un movimiento bacía la
muy severo ni juzgar al clero de su tiempo. Estimaba que el dinero lo emancipación del IPcltgcisl, Michclet asoció Reforma y Renacimiento y
había corrompido. Pero, al mismo tiempo, sugiriÓ!que|los|fieIcs pasaban saludó en la rebelión de Rutero un comienzo de Liberación de las mentes.

192 193
13. D m .umí au: I. a Ref or ma.
En la época (lcl pangermanismo, los nacional Islas identificaron la reforma lísle es un hecho definitivamente establecido. Por el contrario, Imbart
luterana y el des pena r del alma alemana, mientras rpie el teólogo liberal de La Tour se separaba de Janssen en la apreciación del papel desem­
Trocltsch se esforzaba por descubrir las profundas relaciones existentes peñado por el humanismo, y en definitiva explicaba el cisma por razones
entre religión y cultura ss. En su opinión,[el protestantismo fue la forma políticas, económicas y sociales. «Sus causas -—escribía— se refieren
de cristianismo que correspondía a las necesidades intelectuales del más al estado de ln sociedad que ni estado de la religión». El catolicismo
siglo XVl’J a u n teniendo en cuenta que la cultura de los hombres de 1520 medieval no sólo había creado una doctrina, sino que también creó una
era todavía ampliamente, medieval. De. ahí el aspecto atrasado y dog­ organización. El advenimiento de los grandes Estados y la expansión
mático de una Reforma que contenía, no obstante, los gérmenes de una y transformación de la riqueza hicieron derrumbarse la Europa ecu­
emancipación ulterior (la del siglo x v m ) . Todas estas nuevas interpre­ ménica y feudal de las cruzadas!
taciones de la crisis religiosa del siglo XVI partían de. concepciones a Alberto Dufourcq 57 parece haber tomado como punto de partida
priori, muchas veces de carácter filosófico, más que. de carácter histórico, para el estudio de las causas de la Rcformn el esquema establecido por
l’cro tenían la ventaja de alejar la búsqueda de la tradicional oposición Imbart de La Tour. A la «organización» de la sociedad cristiana
moral entre los reformadores y los abusos de la Iglesia que abandonaban. entre 1049 y 1300 opuso la «desorganización» del período siguiente.
Kanke se preocupó poco por el problema de los orígenes de la Refor­ Sin embargo, centró sus tesis más importantes clt «la crisis de las almas»,
ma. l’ur el contrario, n Jansscn le corresponde el inmenso mérito de haber e insistió por último en el desarrollo del individualismo en el dominio
esclarecido esta cuestión, al menos en Alemania, en un minucioso estu­ de la piedad. La investigación histórica se lia ido encaminando desde
dio, apoyado en gran variedad de documentos sobre la vida alemana linee cuarenta años hacia un estudio cada vez más concreto de las causas
en el siglo (pie precedió a Lulero r,n. Situó al reformador en el pontexto de la Reforma, siguiendo las indicaciones y los ejemplos de Karl lioll
de. una historia total. Janssen presentó a la Iglesia alemana de fines de. y Lucien Fcbvre, K. IIoll afirma, en resumen, (pie. ni le filosofía, ni la
la Edad Media como un cuerpo que tenía indudablemente defectos, pero sociología, ni el nacionalismo, ni ln economía, pueden explicar n Lulero,
que estaba preparado para renovarse y que «conservaba todavía toda su sino sólo la r el i gi ón 7'". Kebvre escribió: «llay (pie buscar causas reli­
fuerza vital» ; el humanismo y un creciente individualismo habían minarlo giosas a una revolución religiosa» J“. L. Kebvre entendía «causas religio­
la legítima autoridad de la jerarquía. Entero no había inventado nada, sas» en un sentido mucho más amplio (pie K. IIoll y quería orientar
«puesto que. casi todas las doctrinas que iban a trastornar la sociedad del la investigación sobre un estudio de la mentalidad de aquel tiempo, en la
siglo xvt se habían difundido ya a fines del xv». Bese a su sabiduría, que el factor religioso era el componente más importante 00.
Janssen, sentía demasiada hostilidad contra el protestantismo para poder Los trabajos de Josepli Lortz sin despreciar el conjunto de hechos
escribir una historia realmente imparcial. Pero su libro orientó a los que concurrieron en el nacimiento del cisma protestante, lian insistido
mejores historiadores católicos de comienzos del siglo XX hacia estudios a su vez en los aspectos propiamente religiosos del drama del siglo xvt
más fecundos que las relaciones entre la rebelión de los reformadores y de sus causas. El autor puso así de manifiesto la decadencia del
y los abusos disciplinarios que reinaban en la Iglesia. Puede leerle a este magisterio cristiano, la difusión de una inquietud apocalíptica, la espera
respecto el notable prefacio que linbart de Ea Tour socribió en 1904, en del magisterio y el deseo de inevitables catástrofes y, especialmente, en
su gran obra sobre los Orígenes de la Ré/orme (tomo I ): un clima de creciente individualismo, el debilitamiento y la inccrtidum-
bre de la teología, inccrlidumbres acrecentadas por la labor crítica del
«... ¿No es evidente que los agravios invocados contra el catolicismo... constituyen
una explicación insuficiente (de la Reforma)? ¿Ea (irania pontificia?.. Nunca hnltía
occamismo y el moralismo hacia el que se dirigía la corriente del pensa­
sido más le,ve sobre el repinten interno de los Estados o de las Iglesias. En gran miento humanista. J. Lortz ha descubierto en Lulero el heredero de la
amenaza para la unidad cristiana no era el exceso de la centralización, sino el Dcvotio moderna, que desde fines del siglo XIv se extendía a partir de los
tinciiiiiriilo del ptineipio nacional. ¿Eos abusos tlel clero? En otras épocas no habían Luises Bajos. Una opinión semejante ha sido sustentada por un gran
sido éstos menos escandalosos ni las reformas menos necesarias. Sin embargo, los
pueblos seguían siendo fieles: el Cisma de Occidente bahía debilitado el respeto
historiador norteamericano, A. Ilyma, en muchas obras y especialmente
sin destruir la obediencia. Ea revolución intelectual que el Renacimiento suscitó en The Chrislian Rcnaissance, a Ilistory of the evo lio m oderna» ” .
pretendía cambiar los., métodos de la teología, no los dogmas de la religión.» El especialista francés en cuestiones protestantes, E. G. Léonard, ha
insistido también en el carácter religioso de la Reforma, apoyando preci­
Al igual que Janssen, Imbnrt de En Tour demostró que las fuerzas samente sus argumentos en los orígenes medievales del moviipiento
renovadoras trabajaban ya en la Iglesia en vísperas de la Reforma. reformador. La tesis de Léonard, expuesta en la R e m e de théologie el
194 195
d ’aclion cvangclirjucs de Aix-cn-Provcncc °5, y luego en su Ilistoirc gené­ doctrinas y de. sus relaciones con la mentalidad . de los hombres del
rale da l ’ruieslantismc, es la siguiente: siglo xvt. ¡La causa principal de la Reforma habría sido, en resumen,
ésta: en una época agitada, en la (pie el individualismo realizaba grandes
La piedad de la alia Kdnd Media se componía «de una ¡adoración temerosa de
la majestad divina, del respeto a los sacerdotes y a los mandamientos de le Iglesia,
progresos, los fieles habrían sentido la necesidad de una teología más
y tic practicas supersticiosas del culto a Ins reliquias». Sólo hacia el siglo xtt, con sólida y más viva que la que les enseñaba — o no les enseñaba— un
Sun Herminio, la cristiandad comienza a acercarse a la humanidad de Cristo y sus clero a menudo poco instruido y rutinario^ compuesto por capellanes
sufrimientos. «Hsta nueva forma de piedad, al principio sólo aceptada por almas famélicos c incapaces de reemplazar a los curas titulares, rpte tampoco
selectas, se extiende ampliamente en los siglos xtv y xv. No se trata sólo de 1a
aceptación de los dogmas de la Iglesia, ni de la obediencia d e ,sus mandamientos...
poseían una formación mucho mejor.
Digamos que, en vispera de la Reforma, la religión, de respeto a las instituciones
y de adhesión a las doctrinas, se halda transformado en una via.» La desgracia
de la Iglesia consistió en que se «había quedado petrificada en problemas institu­
cionales y políticos» y en una escolástica esclerosa en un inomento en que los fieles
pedían tu libertad de lu piedad.
El protestante Leonard se adhiere pues, en lo esencial, al punto de
vista de su amigo, el agnóstico L. l’cbvre. Par a estos dos historiadores
las causas de la Reforma son ante todo de tipo religioso y la explicación
fundamental de Lconurd es en definitiva la siguiente:
«Iji Reforma, más que una rebelión contra la piedad católica, fue su culmi­
nación» w.
Es discutible la concepción de Lconard sobre la piedad de la Edad
Media. Además, habría rpte despreciar los diversos factores políticos y
económicos epte se pusieron en juego en el siglo XVI, así como los p r o ­
fundos rencores acumulados contra el Papado y los monjes. Sin embargo,
conviene también no subestimar la complejidad del problema de las
causas de la Reforma. Pero la historiografía contemporánea no mar-
xista da prioridad unánimemente, en la jerarquí a de los factores de la
crisis, a los fenómenos religiosos. En el capítulo de introducción del
volumen II (1958) de la N ew Cambridge M odera Ilislory: The Reforma-
lian Era, 1520-1559" , C. II. Elton se expresa así:
«Nadie, se alrevcria Imy a enumerar las causas de la Reforma. Un fenómeno
tan complejo lia surgido de factores tan numerosos que solamente un análisis general,
que abarcara centenares de años de historia, podría aproximarnos a una respuesta
satisfactoria. El odio hacia el clero, ampliamente extendido, desempeñó su papel.
A menudo se conjugó con la hostilidad hacia Roma y con un ferviente nacionalismo.
La codicia, la envidia y los cálculos políticos deben ser también tenidos en cuenta,
l’cro el mensaje de los reformadores respondió —esto hoy es indudable— a una
intensa sed espiritual que la Iglesia oficial... fue incapaz de satisfacer... Los predi­
cadores de la Reforma no necesitaron de ningún apoyo político para atraer a sus
partidarios, aunque este apoyo se bizo necesario paro consolidar los resultados alcan­
zados por el ataque inicial de los profelos. No debe olvidarse que en sus comienzos
y en lo esencial, la Reformo fue un movimiento espiritual con un mensaje reli­
gioso» M.
Vemos, pues, cómo la investigación historien actual se orienta decidi­
damente, en lo (pie concierne a la Reforma, hacia el estudio de las

196 197
se descubre aquí o allá alguna empresa a propósito «le In cual se puede hablar
de capitalismo industrial, es en general en país católico donde está ubicada.
Dejemos de lado a los Fugger, cuya red comercial c industrial existía ya en
el momento en que estalló la Reforma, pero de los cuales hay que señalar
inmediatamente que permanecieron siendo católicos, y tomemos un ejemplo
menos conocido. Hacia 1560-1570, una gran explotación minera se encontraba
— contrariamente a lo que uno pueda esperarse— cu los territorios del Papa,
a 80 km. de Roma. Las minas «le alumbre de dolía ocupaban en efecto, hacia
NOTAS A!. CA TITULO 1 mediados «leí siglo xvi, cerca de (100 obreros concentrados en las mismas can­
teras y talleres, ocupados los unos en extraer el mineral de la roca, los otros
cu confeccionar el producto exportable.
L [567] Frn. Lncfi.s, La guerra de los campesinos. Los arrendatarios de las minas — «mercaderes* florentinos o genoveses— no
2. (556) pág. XXI. sólo producían el alumbre, sino que también lo vendían en loria Huropa, com­
3. [239] Corr. Rarracau.o, Storia Univcrsale, VI, 1, págs. IX y X. prendidas las naciones protestantes. Así, era en c| corazón mismo del mundo
4. Ibídrm, pág. XI. católico que prosperaba esta empresa industrial capitalista extremadamente
5. 1567] Fkd. F ncfls, /.a puerta de los campesinos. importante para la época.
(). Ven se bibliografía. 25. [263| K. G. Lkonaiu), llistnirc... du Protestantismo, I, pág. 91.
7. 157/1. 26. [5651 II. BoilMF.n, Thornos Miintzer und tías jiingste Deutsehland ; [191]
H. Todos estos artículos están reunidos en [365] (‘.ludes sur la /{¿forme fran^aixe. II. BniiMr.it y P. Kiiin, Thomas Miintzers llriefwcchsel; 1576| A nnf -Maiiih
9. Ai.lililí, Rclnziorii drgli amhasc.ialori veneti, Florencia, 1(153, serie I, III, pá- Lommann, Z.ur geistigen Entuicklung Thomas Miintzers.
gina 425. 27. [5761.
10. (199) llisf. de... Thrrcsie..., págs. (145 y (171. 211. [4/9] K. IIOl.l., Luther und dic Schwarmcr, en (icsammcltc Aufsdtze..., I, pá­
11. 1Íadskh concluía: «Fueron los sufrimientos materiales, fue el carácter cada ginas 420-467.
ya más opresivo del .sistema de las corporaciones, fueron las veleidades de 29. (5971 I. pág. 204.
oposición política y social contra la oligarquía urbana las que lanzaron a las 30. [36/1.
masas obreras en las vías nuevas (del Protestantismo). I.n revuelta de los po­ 31. Fu el tomo XIX de la t l l . l l . R .» (Ginebra, 1957), II. lionas critica la inter­
bres de. Lyón aparece así romo un hec.bo análogo a la ríe los campesinos «le pretación dada por llauser «Ir la Revuelta de I.yón dr 1529. ||. Ilnurn hi*. niega
Alemania» [3651 (('.ludes sur la Reforme, franqttisc..., pág. 1(12). a ver en la misma un «motín religioso».
12. Ibíd., pág. (I I. 32. 13/51.
13. [3661 H. IlAtisr.it, Naissance du Protestantismo, pág. 72. 33. [366).
14. Ibíd., pág. 74. 34. En la «Rcvue de lliéologie* «1c Aix-cn-Provcncc, octubre de 1943, pág. 303.
15. Ibíd., pág. 5. 35. In., Ibíd.
16. Ibíd., pág. 61. 36. J. S e n ii.DAUF.il, Sozialc, politischc und rcliggib.se Auscinandcrsetzungcn in der
17. «R. II.», CCXXVII, 1962, pág. 374. llanscstadlcn S Irais und, Rastoclc und IVisrnar im ersten Drittcl des 16. Jahr-
1(1. Los trabajos «le K. nr Rnnvnt, The M edid llnn/c (Nueva York, 1943), y The hunderls, Wcimar, 1959.
Ri.se and Decline of the M edid llank (Cambridge, Mass., 1963); de Y. ID:- 37. [546] W. H. HlTCllCOCK, The llackground of the Knights'Rcvoll.
NOIJAHP, I.es hnm/nes d ’affaires itulirns du Mayen Age (París, 1949) ; de 38. Cita sacada de A. von M artin , Dic biirgcnlichkapitalisttische Dynamik der
A. S acoih, l.e mareband italien au Mayen Ape (París, 1952); el descubri­ Neuzcit Se.it Renaissancc und Rcformation, en «II. Z.», CLXX1I (1950), pá­
miento de los archivos Dntini «le Prato que ha estudiado muy especialmente ginas 40-41.
F. Mki.is (Asprtti delta vita vr.ormmiea medieualc, I, Siena, 1962) convergen 39. (5461 W. R. H itciicock , The llackground..., pág. 112.
hacia la misma conclusión. 40. R. H. Bainton , Interpretations of the Rcformation, en «A. II. R.», LXVI, oc­
19. Véase a este respecto K. lu: Knnvrit, L% evolution tic la Ic.ltra de chango. [XIV*- tubre «le 1960.
XVIIP siecles), París, 1953. 41. Véase J. Drt.UMF.All, Vic. cconomique. et sacióle de Home dans (a seronda moitic
20. Véase J. H kf.rs, Occidente en las siglos XIV y XV, Barcelona, 1967 (con du XV* siccle, II, París, 1959, págs. 756 ss. Impresión concordante de
bibliografía). P. Paktnkk, The. «lludgcl» of the Román church in the Renaissancc Period,
21. Insistiremos más adelante en el problema de la definición del capitalismo. en Italien Renaissancc Studies, I/>ndres, 1960.
22. Véase C. M. C ippoi.a, La pretendue «revolution des prixt>, en «A. F. S. C.», 42. Véase C. Vkr linden , Dokumenlcr voor de Ccschicdcnis van Prijzcn en I.oncn
1955, págs. 513 ss. in Vlaandercn en Urabant, Brujas, 1959.
23. [2691. 43. Véase «C. S. II.*, 1955, tomo III, págs. 305-541, Mouverncnts religicux populai-
24. Va se ha hecho observar anteriormente -que se. impone una división entre ca­ res et hcrésir.s au Mayen Age, y E. DurRÉ-TllKSKinER, Eresia a Ifologna nei
pitalismo comercial y capitalismo industrial. Fste. último, basado en los bene­ tr.mpi di Dante, en «Studi G. Volpe», Florencia, 1958, 1, págs. 281-444.
ficios procurados por la pro«lucción en serie y la concentración obrera en la 44. 1/861 W. Ti., 3,J 3478.
fábrica sólo se desarrolló lenta y tardíamente. No cambió la imagen del mundo 45. Epístola ad llotzhcrnium, 1523; Alien (/631, I, pág. 26.
basta la segunda mitad del siglo xvm. No obstante, cuando, en el siglo xvi, 46. [2731 L. Friivnr, Au corur religicux..., pág. 9.

198 199
47. /listoirr g¿aérate, tic Lavissk y Hamhai.I), IV, cap. XII, pág. 474.
48. 17/2] Véase Bossurr, llistoire des variations (les Epliscs protestantes, 1 / edi­
ción, París, 1688, lihro 1, 6.
49. Oettvrcs de Loáis A7P (edición I.ongnon, París, 1923); Mémoires hisloriqiics
vt /nsfriictions, 1.* parle, libro I, uño 1661. .
50. Esto es el lema del De r/tristiana l u d e si a, cuyo manuscrito circuló por Italia
hacia 1540-1541, pero que no obtuvo el imprimalur.
51. Cocui. ai.ws, De aclis rt scriptis Martini Lutheri, Colonia, 1558.
52. J. Mamiiain, Trois Reformateurs, Luther, Descartes, l(nnssvau, París, 1925.
53. Dasnaci., Distoirc de l'Eglise de país Jesus-Christ jusqu'a present, 2 vols.,
Rotterdam, 1699, II, pág. 1470, citarlo en I274J, L. Fl’.HVHK, Alt coeur reli- C apítulo II
gieux..., pág. 10, n." 2.
54. M mk. im; S taki., Alemania. Editorial Kspasa-Calpe. Madrid.
55. 15581 1*5 Tnor.i.TSSii, Die. Redeatang... El “ Caso Lulero ”
56. I 2951 J. Janssi.n, (irsfhichte des drat.schen VolLes...
57. I 2541 llistoire moderar de l'Eglise, tomo Vil (1925).
58. (7/9 J K. Un.!., IVas Ver stand Luther linter Religión?
59. «A.K.S. C», 1947, n." 2, págs. 244-246. A. Un personaje legendario
60. Véase [274| el artículo ya citado de L F khviu:, Une quesion mal posee: les
origines de la Reforme fran^aisc (R. II., 1929). Los libros sobre Lulero son inmmicrnbles. En 1906 ascendían ya
61. Sobre lodo 12981 Die Reformativa iri Deutscldand. a 2.000, sin contar artículos y folletos.JSin embargo, las investigaciones
62. (2751. sobre Lulero no variaron de línea basta comienzos del siglo XX J. Durante
63. Octubre ríe 1943, principalmente págs. 304-307.
64. Jbíd., pág. 304. más de tres siglos se tuvo olvidado a Lotero como personaje histórico L
65. [2251. Sus contemporáneos, como Bugcnliagen, Joñas, Coclius, Sachs y Melanch-
66. Conclusiones muy próximas son las de V. II. II. C reen, Rcnaissancc and Re­ ton, ¡idealizaron la imagen del antiguo monje y extendieron la de un
formación, Londres, 1952, págs. 111-118. Hn los «manuales» de enseñanza
superior que tratan del siglo xvt en general y no especialmente de la Reforma, ángel armado por la providencia para derribar al anticristo de Roma.;
quizás la parte relativa ni factor religioso pueda parecer insuficiente, y en Flor.io (■Vlncich), Mnthosius y el primer historiador de la Reforma, Sien
cambio se. trnln ríe una época que estuvo verdaderamente') dominada por el dan, acabaron de transfigurar al héroe y de elevar un monumento al
drama ríe la fe. Pero habrá que recordar que un historiador como Gkiiiiamo
Kittkh, autor de un panorama de conjunto del siglo xvt europeo, Dic Nati-
nuevo San Miguel. En 1566 Malbesius publicó su Historia del venerable
gcstaliung Enropas i ni XVI Jnhrhundcrl [2881, ha escrito también Dic en Dios, del sanio y querido doctor Lulero, su iniciación, su doctrina, su
IVcllwirfmng der Rcformation [2871 y Luther, Gestall und Tal [729J, obras vida y su muerte. Esta obra popular alcanzó gran éxito. En este, mismo
que ponen fuertemente de relieve, los problemas religiosos del tiempo y in año Juan Aurifaber hizo aparecer las primeras Conversaciones de sobre­
personalidad de Putero. Además, los cuadros sintéticos como los de IIakocd
J. Ghimm, The Rcformation Era, 1500-1650 [277), y de Eiucit IlASSiNCr.it, mesa. En el prefacio calificaba a Lulero de «digno y muy glorioso Moisés
Das IVerdcn des nciizcitlichcn Europa, 1300-1600 [222], sin descuidar las de los alemanes». Arnsdorf escribía por su parle, que el reformador había
cuestiones económicas y políticas, muestran a plena luz., en el poderoso relieve sido «suscitado y dado n la nación alemana por obra de. una gracia
que tuvieron entonces, los debutes lológieos.
extraordinaria». El pielismo se. interesó más por la espiritualidad de
Lulero que. por su teología. Peto al obrar asi acabó por «canonizarle».
Para las masas protestantes que se. referían a él, Lulero fue. basta comien­
zos del siglo XX «un semidiós», o, para decirlo con más propiedad, un
santo de hermosas mejillas sonrosadas, cabello rizado, aspecto paternal
y lenguaje b e n i g n o » 5. Sin embargo, a pailir del siglo x v m aún se
reconocieron ni reformador nuevos méritos, que aminoraban a veces su
acción estrictamente religiosa. Federico 11, pese a tratarlo, de «pobre
diablo», le reconocía haber establecido una religión sometida al Estado
y haber sacudido el yugo de los sacerdotes. Ilerder y Fichtc vieron en
Lulero un campeón del nacionalismo alemán, y en la Reforma «el

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último hecho de repercusiones mundiales del pueblo alemán». Este punto
justicia de Dios no castiga, sino que, por lo contrario, salva y justifica
de. vista nacionalista encontró defensores en la época del pangerma-
a los que en Él creen. Tenía que transmitir al mundo cristiano, un gran
nisino de Guillermo II y de Ililler. Se exaltó al «superhombre» (pie un
mensaje, el mensaje de Jesús y de San Pablo, que la Iglesia habla
día exclamó: «Nadie me desafiará, mientras viva, si Dios quiere» '.
ocultado tras el derecho canónico, la confesión, las investiduras y las
Por su parte, Lessing, Ilegal y Novalis — y en Francia, Michelct—
indulgencias, que son medios diabólicos para someter a los fieles.
saludaron en la rebelión del hermano Martin el triunfo de la libertad
Guando Roma y el Imperio pidieron al reformador (pie se retractara
de conciencia, linnke fue el primero que se. eslor/ó en encontrar el fallero
( 1520- l.r>2l), se. negó a ello. Su conciencia se lo impedía.
histórico. I’e.ro, sobre todo, insistió en la considerable contribución que
el reformador había hecho al desarrollo de la cultura alemana. Hasta fines (leí sudo xix «Unios los trabajos protestantes habían presentado
Con motivo del jubileo de 1888 — Putero nació probablemente un hombre maduro, el luchador que se lanza al ataque conlra los abusos y elabora
initcrnimpidamcnte en asombrosos escritos, llenos de firmeza y coherencia, el pro­
en 1983— fueron dedicados numerosos trabajos al padre, de la Reforma.
grama de la Reforma, de lo que se constituirá en jefe, ¿Cómo se bahía formado
Se reeditó la concienzuda bibliografía de. Kostlin r’ y se publicaron las esc carácter? ¿Cómo habió llegado a esas convicciones? Nadie sabia aún responder
de Kolde “, Hade ' y Kuhn s, esta última en francés. Fn la misma fecha a tales preguntas, porque los contemporáneos de l ulero no habían tenido tiempo
se comenzó la nueva edición, llamada de Weiinar, de las obras de Fulero. para considerarlas, y las generaciones posteriores no podían hacerlo por falta de
medios» '.
Las obras de los historiadores protestantes aparecidas hacia 188.5 se
proponían responder a la Geschir/ile des Deulschen Volites de Junasen. La biografía de Kuhn, (pie tiene más de 1.500 páginas, sólo dedi­
Éste bahía mostrado a la Iglesia de fines de la Fdad Media luchando caba 29 a los años anteriores al ingreso de Lulero en el convento,
contra las fuerzas de disgregación interna y encaminándose contra viento en 1505, y sólo 67 ni período (pie va desde 1505 a 1513. ¿Qué bases
y marea hacia la gran Reforma del Concilio dcTr ent o. Fl protestantismo, bahía para explicar la evolución íntima de Lulero anterior a 1517?
según Janssen, acrecentó las dificultades de la Iglesia, retardando y estor­ Esencialmente, sobre la «rápida mirada» que el reformador había echado,
bando la obra de saneamiento. Por el contrario, los historiadores protes­ en 1545, a los comienzos de su carrera y que figuraba encabezando uno
tantes objetaban, que la decadencia del mundo cristiano era tan profunda de los volúmenes de la primera edición de sus Obras Se utilizaba
que no hubiera podido regenerarse sin la ruda medicina del doctor también la Vida de. Lulero escrita por Melanchton 11 y algunos testimonios
Lulero. de sus contemporáneos. Se buscaba también «una fuente abundante, pero
Fu las biografías anteriores a 1900 se mencionan poco la infancia y confusa, en los úsehreden, las famosas Conversaciones de sobremesa
la juventud de Lotero, y por lo general sólo se dice (pie sus primeros
años transcurrieron llenos de tristeza junto a sus padres, pobres y severos.
15. Descubrimiento del v e r d a d e r o Lulero
Diversos incidentes violentos (la muerte de un amigo, la peste, la tempes­ *v-
tad en el camino) condujeron a refugiarse en el convento a un ser especial­ jLa revolución (pie cambió radicalmente los estudios sobre Lulero
mente sensible, aunque por sus grandes cualidades hubiera podido aspi­ se. produjo al conceder mayor importancia al proceso de su formación}
rar a una brillante carrera profana. Fue un religioso ejemplar, y se Fn efecto, en 1899 un profesor de Estrasburgo, Fir.ker, descubrió en ía
mortificó excesivamente sin encontrar la paz. de su al ma; el agustino era biblioteca vaticana la copia 11 de un manuscrito del curso que Lulero
demasiado delicado, y dudaba de su salvación. Futre 1510 y 1T) 11 realizó profesó, en 1515-1516, sobre la /'.¡listóla a los Romanos, en la Univer­
el viaje a Roma, y el hermano Martín quedó anonadado. La ciudad sidad de Wiltcnberg. Más tarde, Fickcr volvió a encontrar en Berlín este
santa era una sentina de vicios. ¿Cómo iba a regenerarse la cristiandad mismo manuscrito, que difiere del de Roma porque contiene, ni margen
si Roma y el Papa empezaban dando aquel ej empl o? Lulero no lo creía o entre líneas, explicaciones complementarias del texto bíblico. La
: posible. Sin embargo, como hijo sumiso de una Iglesia de la que costaba publicación del curso de 1515-1516 no se efectuó basta 1908 " , en que
renegar, guardó silencio durante siete años todavía. Fl escándalo de las un subarchivero del Vaticano, el dominico Denifle, hizo aparecer en
‘ indulgencias hizo rebasar el vaso ya colmado de su indignación. Al mis­ Maguncia el primer tomo de su célebre Lulher un Lulhcrlum ’5. Esta
ino tiempo, descubrió la misericordia de Dios. Hasta entonces su obra se agotó en un mes y escandalizó incluso a los católicos alemanes
«justicia» le atemorizaba. Había llegado incluso a odiar a aquel «Dios que se habían ido acostumbrando a la tolerancia hacia los protestantes.
justo y azote de pecadores», porque se sentía incapaz de ser santo ante Denifle, fundándose sobre todo en la copia del curso de 1515-1516
la mirada del soberano Juez. Luego, de repente, comprendió (pie la conservada en el Vaticano, trató de esclarecer la vida y evolución moral

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y espiritual tic Lulero en el convento. Dcnifle era un gran erudito y posterior a su muerte. Además, como- decía Deniflc, es cierto que
conocía admirablement e la teología y la mística medieval, lo que le San Agustín, San Bernardo y muchos otros entendieron la «justicia
proporcionaba una gran ventaja sobre muchos otros luterólogos. Había divina» como una justicia de perdón y de consuelo. Pero no puede pros-
estudiado la destrucción de iglesias, monasterios y hospitales de Francia ciñdirse. del clima deprimente del final de la Edad Media. Ln todas
durante la guerra de los Cien Años. Sus investigaciones le mostraron la parles — en vidrieras, en frescos, en esculturas, en libros—- aparecía,
profunda indiferencia moral que reinaba en la Iglesia al final de ln sobre el arco iris del juicio final, el Dios exacto y temible que recom­
Edad Media. Lulero era un producto de esta decadencia. En el convento pensa y castiga. Por último, Lulero lia sufrido ciertamente la influencia
bahía sido un monje orgulloso y sensual. Había inventado su doctrina de Occnm, a través de Gabriel Bie.l, pero aba ndonando el voluntarismo
para levantar una pantalla y una excusa a sus debilidades. y el optimismo relativo del teólogo franciscano, lo que supone mucho
«Hundiendo sus manos cu un arsenal demasiado Hien provisto, Deniflc escribió más que una diferencia de matiz.
sobre Lutcro y ln poligamia, Hulero y la bebida, Lulero y ln escatologín, la mentira Desde un principio se comprendió que Deniflc había ido demasiado
y los vicios, una serie tic párrafos inspirados por tina santa y reconfortante ira» lejos y que, a pesar de su erudición, bahía hecho gran cantidad de
Además, Lulero bahía mentido. Su autobiografía de 1545, sus afirmaciones aventuradas. Pero la virulencia del ataque y la calidad
Conversaciones de sobremesa, todas las afirmaciones posteriores a 1530 del atacante tuvieron consecuencias positivas. Los estudios sobre el refor­
sobre los años del convento no eran otra cosa que errores, invenciones mador se reanudaron sobre bases nuevas y permitieron, después de este,
y «novela». No se desconocía ln Biblia en los conventos. Mas todavía: brutal despertar, emprender la «rcinlcrpretación» 17 de Lulero, que está
siendo novicio, al entrar en los agustinos de Erfurt, Lulero recibió de mi marcha en la actualidad. Los historiadores católicos se vieron obl i ­
su prior tmn Biblia encuadernada en cuero rojo. Los ayunos y mortifi­ gados a tener en cuenta las nuevas puntunlizaciones que corrigicron las
caciones no tenían nada de ext raordinario en los conventos de la Orden, afirmaciones de Deniflc. El jesuita (irisar inició en tono mesurado la
y Lulero dramatizó n poslcriori el cuadro de su vida monacal. Se le vida del reformador ,s y tuvo que admitir cpic «en los documentos de que
había mostrado el Dios de la justicia y el castigo, el Contable siempre se dispone no encontramos textos o hechos que prueban aquella ext ra­
insatisfecho de nuestras buenas obras. Deniflc. hacia observar que lodos ordinaria depravación moral» El abad J. Paquier, traductor al francés
los doctores de la Iglesia, todos los escritores religiosos, desde San Agus­ de Deniflc, trató de poner en orden el trabajo del dominico austríaco y de
tín a Lefévre d ’Élnplcs, habían entendido siempre por «justicia divina» atenuar ciertas viol e nci as1’0. El abad L. Cristiani, que dio a conocer en
aquella que perdona y justifica gratuitamente. Lutcro no podía ignorar Francia el libro de Deniíle m anifestó pronto el deseo de estudiar a
esto, pero quiso ocultar los motivos profundos de su buida de ln Iglesia. Entero con una simpatía «metódica» -’2. Sin embargo, Clisar, Paquier y
Como era orgulloso, se empeñó primero en conseguir ln salvación a Cristiani acababan juzgando ni reformador de una manera desfavorable -,J.
fuerza de buenas obras, pretensión abs urda ; pero como también era Unas veces se esforzaban por demostrar que Lulero había acabado por
sensual y débil de voluntad, pronto so derrumbó y no tardó en a m p a ­ no lomarse en serio sus obligaciones de monje y sacerdote, y otras insis­
rarse tras una doctrina (pie parcela garantizar la salvación ni tiempo (pie tían en el desequilibrio nervioso que padecía. Ln .suma, se negaban a reco­
permitía enltegarse al vicio. A decir verdad, esta doctrina no era original, nocer en Lulero un teólogo digno de. este nombre. Por parte católica, tal
ya que la habían extraído de la escolástica decadente de Guillermo de :vez baya sido Imbarl de La Tour el primero (pie 11 izo justicia a Lulero
Occnm. en este aspecto 2I. Todavía más categórica fue la posición de Kiell en
En nuestros dias no queda en pie prácticamente nada de las tesis de 1917, en ln revista católica Hocltland 25. Par a Kiell, Lulero alcanzo tal
Deniflc. No bahía sabido entender la «concupiscencia» de que hablaba éxito cutre la clase selecta de Alemania porque su mensaje tenia real­
Lutcro y sobre la que el dominico montó todo su sistema de acusaciones. mente un gran alcance moral y religioso. Ya más recientemente los
No luí sido posible encontrar la menor prueba de un desfallecimiento historiadores católicos lian emprendido un gian esfuerzo para com­
moral durante el tiempo en que Lulero fue. monje. Una vez casado, no prender a Lulero. J. Lorlz bu hecho suyas las pal abras de Cl. M. Ilof-
'parece haber sido nunca infiel a Catalina de Bora. Es cierto que la b a u c r : «Ln Reforma se pr odujo porque los alemanes tenían y tienen
regla de los agustinos no era más dura qtie cualquier otra, pero era muy necesidad de ser piadosos». Tratando de no luicer de ninguna m. ñera
severa. Por otra parle, Lutcro era minucioso en el cumplimiento de su algo parecido a un «proceso» de Lutcro, J. Lortz hn reconocido: «No se
deber. Ln cuanto al descubrimiento tardío de la Biblia por parte del puede dudar de que en cl claustro (Lutcro) luchó por ln salvación de su
futuro reformador, no era una mentira, sino lina leyenda bngiográficu alma con una austeridad inflexible» 2n. Y ha añadido:

204 20.",
«Lulero fue uii personaje eminentemente religioso. I.os años decisivos de su al m e n o s en p a rte , su s c o n t r a d i c c i o n e s de uii a ñ o n o t r o , de u n a p á g i n a a la s i g u i e n t e :
aparición en el escenario de la historia son extraordinariamente ricos de vida ib a adonde la m a r e a le lle va ba» J‘.
religiosa, cualesquiera que hayan sido sus errores dogmáticos. Se preocupó realmente
por la gloria de Dios y fue sincero en sus esfuerzos de reformador, pero, desgracia­ J. Lortz pone también en duda la salud psíquica de Lulero, de quien
damente, en el transcurso del tiempo se vio precipitado en el torbellino de. una dice que era
política corrompida por el egoísmo»
«... ante lodo un temperamento violento, en el que una lenta y casi inconsciente
También en Francia, uno de. los apóstoles del eenmenismo contem­ preparación se resolvía repentinamente en una cristalización interior. Además, su
poráneo, el padre Congar, no lia dudado, en su obra Vrale el fnusse re­ psicología se halla dominada por completo por el subjetivismo más extremo».
form e dans rfiglise, en reconocer la, grandeza espiritual de Lulero 28. Según Lortz, el hermano Martin habría padecido en el claustro
Ya en 1937, el padre Congar escribió: «Lulero se bailaba obsesionado «agotamiento intelectual» y «una inclinación hereditaria a la melan­
por el deseo de encontrar la paz del corazón, un contacto vivo, cálido y colía» 3-.
consolador con su Dios» 2I). La tesis psicoanalista ha ido mucho más lejos en el estudio del
«caso Lulero». Pero conviene señalar ¡pie la principal obra de psicoa­
nálisis sobre Lotero ha sido escrita por Paul Kciler 31, católico danés.
C. La tesis p s i c o a n a l i s t a s o b r e L u l e r o
En 1913, Pr. Smilh expuso claramente el punto de vista de los discípulos
1. E xposi ci ón di : la t e s i s de I'rcud sobre la cuestión 3‘. Vamos a resumir brevemente nqui los
resultados del análisis [medi ano aplicado al reformador. Lulero tenía
Dcnifle facilitó también la «reinterpretación» de Lulero abriendo paso por parte de su ¡¡adre una herencia alcohólica que influyó sobre su
a los estudios que los psicoanalistas no dejaron de dedicar al padre de equilibrio nervioso y que explicaría su excesiva irritabilidad, sus
la Reforma. L1 dominico del Vaticano había insistido tanto en la secreta violencias de lenguaje y de estilo y su «apaciguadora rudeza». Fue t a m­
lujuria de Lulero, que los partidarios de la teoría freudiana de la bién gran bebedor, y su segundo lujo, llamado Martín, fue anormal.
libido y la represión no podían dejar de interesarse por una historia tan Tuvo una infancia desgraciada. Sus padres eran demasiado severos y le
interesante. Señalemos además cpic los historiadores católicos, pese a pegaban. Sin embargo, inconscientemente, acumuló rencor contra su
haber abandonado la tesis de la corrupción moral de Lulero, han seguido padre y no contra su madre. Por el contrario, en su amor hacia esta
insistiendo en los trastornos nerviosos y psíquicos del reformador. encontró un rival en su padre (complejo de Edipo). Una de las historias
Grisar, tratando de disminuir la responsabilidad del «hercsiarca», Rabia que Lulero repetía al final de su vida trataba de un incesto entre una
de su «carácter anormal», de su «temperamento morboso», de los «sínto­ madre y un hijo. El reformador sintió siempre un temor extraordinario
mas morales que acompañaron sus comienzos» 1u. L. Raquicr escribió al demonio, lo que <1¡o lugar ocasionalmente a obsesiones. Este temor
por su parte que «Lulero es un caso patológico muy complejo», y lo habría sido originado por dos tipos de causas: su educación infantil
describió a s í : (había sido educado en temor de los demonios y de las brujas) ysu subs-
«Ya desde su juventud experimentó angustia y opresión en la región cardiaca. conscientc sexual. El diablo era la proyección de la imagen de su
De ahí provienen, al mepos en parte, aquellos terrores que Melnnchlon señala como padre, el rival de su infancia. También parece que en cierta ocasión
nota característica de su vida íntima (Corpus rcf., t. VI, col. 15M). De ahí su natu­ Lulero había dec l a ra do• que entró en el convento para escapar de la
raleza intranquila, la constante inquietud (pie le impulsaba a la ludia y a lo desco­ disciplina de la casa paterna. No obstante, aquel joven particularmente
nocido. Rápidamente también, su nerviosismo fue en aumento, y esto agravó los
desórdenes de su corazón. Kntonr.es se presentaron los vértigos y los zumbidos de emotivo habría sido impulsado a elegir la vida monástica a consecuencia
oídos, que tan importante papel lian desempeñado en su vida, los desfallecimientos de una serie de-dramáticos acontecimientos, especialmente la peste, que
(pie, especialmente a partir de 1522, le hacían caer al suelo sin conocimiento, y los se declaró en Erfurt en la primavera de 1505, y la tormenta eir la que
trastornos súbitos de la visión, (pie en Coburgo, en 1530, «le impedían leer una
estuvo a punto de perecer. I.útero entró en religión, aterrorizado y
*ola linea y soportar la luz» (Knders, l)r. Al. Lulhcrs Hricfwcchscl, t. VIII, pág. 162).
Entonces sólo tenia- cuarenta y siete años, pero desde este momento ya no cesará temiendo por su salvación, sólo quince dias después de este último
de hablar de su vejez y de la pesada carga de su vida. Es evidente también que se acontecimiento.
bailaba parcialmente^ intoxicado por el alcohol y el ácido úrico, (pie el ejercicio En el convento; Lute.ro no llegó a la teoría de la justificación por
corporal hubiera podido eliminar, pero (pie una vida excesivamente intelectual y
sedentaria los mantenía en su organismo. También era presa (Je violentos impulsos:
la fe gracias a lógicas dcducioncs bíblicas, sino sencillamente por el
cuando niega la libertad está describiendo su propia experiencia personal. De ah i, desarrollo de su vida subjetiva y por sus experiencias íntimas. De estas

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últimas, la más importante fue la «concupiscencia» invencible cpie sentía
dentro de sí mismo, contra la rpie ludió heroicamente. En su curso 2. Ciútica d e l ' diacnóstico di-: i.os psi coanali stas
sobre la Epístola a los Rom anos (1515-1516) trata de la voluntaria el {Los trabajos de psiconnnálisis relativos a Lnlr.ro han suscitado y sus­
solitaria pollutio «con suficientes detalles como para despertar sospe­ citarán numerosas críticas, en la medida en (pie se apoyan en liccbos poco
chas» ” . Sea por lo que fuere, de estos combates conservó el horror o insuficientemente probados} Asi, so pregunta c a d a ‘.vez con mayor
y el odio al celibato eclesiástico. «Es más fácil — dijo en una o c a s i ó n - inteiés si la educación (pie el futuro reformador recibió en su familia
soportar las cadenas de la prisión que las cadenas del deseo. A quien no y en la escuela de Mansfcld fue tan severa como se. lia dicho ,u. ¿Ene en
haya sido dada la castidad, no la obtendrá con el ayuno y las vigilias» sn. verdad Lulero mucho más desgraciado que la mayoría de los niños de
Al considerar Lulero el deseo, como pecado, como una prueba de su tiempo? l’or otra parte, el episodio de la caída en el coro, al que
perversión, el joven monje temió más (pie nunca la cólera del Supremo P. Rciter y E. II. Erikson tanta importancia lian dado, proviene de un
Juez, hasta que un día descubrió la «misericordia». Pero la anterior relato de Cocblaeus, enemigo de Lulero, cuyos Comrnenlaria de aclis el
inquietud había llegado a provocar en él verdaderas crisis nerviosas. scriplis M. Luthcri (1549) son un tejido de calumnias <0. ¿Ruede el histo­
Un día, cuando estaba en el coro de los agustinos de Erfurt, y se leía riador fundarse en un hecho exclusivamente referido por Cocblaeus?
el evangelio del endemoniado ( Marcos, IX, 16-28), cayó a tierra y se Por último, si Lulero, hubiese sido el obseso sexual que pintan Deniflc
revolcó por ella gritando: «¡Yo no lo estoy, yo no lo estoy!». El pánico y ciertos psicoanalistas, ¿ p o r qué tardó tanto en casarse? Su matrimonio
que experimentó en el momento de levantar la hostia en su primera se. celebró ocho años después de la cuestión de bis indulgencias y cuatro
misa es un fenómeno muy semejante al precedente. Lulero, pese a haber después de la redacción del De votis monaslicis, donde atacaba vigorosa­
descubierto la consoladora doctrina de la justificación por la fe, siguió mente el celibato eclesiástico.
sufriendo durante toda su vida accesos de angustia. Rohmd II. Bainton ha hecho recientemente 41 una serie de observa­
jAsí, herencia alcohólica, amor anormal por su madre, educación en ciones acertadas sobre los fallos de los estudios psicoanalíticos dedicados
un clima de temor, tendencia a la melancolía, obsesiones sexuales -—«su­ a Lulero:
blimadas» en una poderosa actividad intelectual-^, son los elementos
«Se está en lo cierto cunado se dice —declntn en resumen el autor—- <|uc todo
(pie explican, según el piscoanálisis, cómo y por qué Lulero llegó a lo que alumbra el présenle deberin también poder esclarecer el pasado. I’cro se
rechazar el valor de salvación de las buenas obras. Paul Reilcr no tiene tropieza con grandes dificultades cuando se intenta psicounalizar el pasado. Kn el
ningún inconveniente en hacer de Lulero un «maníaco depresivo», y, caso de Lulero, descubrimos muchas cosas, y durante treinta años de su vida sabemos
partiendo de este diagnóstico, interpreta su teología. Por el contrarío, lo que hizo veinte días por ines. Pero lo que saltemos no es lo (pie nos interesaría
saber pnru nuestros fines. De hecho, los psiquiatras se apoyan en tres o cuatro
Erik II. Erikson ST trata, pese a enumerar las diversas «crisis» que at ra­ indicaciones que sobre su infancia hizo Lulero cuando ya era mayor, indicaciones
vesó Lulero, de volver a dar importancia al factor teológico en la que además nos lian sido transmitidas de segunda mano, especialmente en los
formación psicológica del reformador. En este aspecto, su obra es mucho Tischreilen. Pero osla fuente dehe ser aceptada con muchos reparos. I'.l error de
los psicoanalistas consiste en pretender, sohrc la seda liase de unos materiales dis­
más objetiva que la de. Reitcr. Sin embargo, E. II. Erikson se aventura
persos y muchas veces sospechosos, reconstituir las alteraciones de toda la vida
a veces imprudentemente en el campo teológico. No le ocurrirá lo del reformador y especialmente el período más oscuro de su vida (antes de 1517).»
mismo a R. Dalbiez, que' tpr epara actualmente mi ensayo que titulará
Ijnngoissc de Eulhcr, ya que. es un gran conocedor de la teología [El método seguirlo por los psicoanalistas no es aceptado por los
medieval. hisloriadoresJfhircce indiscutible que Lulero llegó a descubrir la doctrina
rlc la justificación por la fu porque ésta calmaba su angustia personal!
El autor u desarrollará en dicha obra *ln idea de (pie Lulero, que era Itipcr- Esto no es negado por nadie, y L. Fcbvre en particular ha insistido
Bcnsihlc y cuya emotividad fue marcada por el brutal autoritarismo del que estuvo mucho en el dril tita interior de Lulero. ¿ P o r qué dar a eslu inquietud
impregnada i»u educación infantil, fuu llevado por la nevera moral do loa iiguallnoH
a crisis de angustia de culpabilidad que bordeaban los estadios psicóticos propiamente
una dimensión biológica? El historiador no puede admitir semejante
dichos. Para detener un proceso que se encaminaba hacia la locura o el suicidio, limitación de las perspectivas.[El error más grave de los psicoanalistas
Lulero, por un verdadero golpe de Estado interior, creó la doctrina de ln justificación consiste en separar al reformador de su época, en nislar un caso indi­
por la fe, prescindiendo de las obras; es decir, se persuadió a sí mismo de que el vidual, por muy interesante que pueda ser. Si la doctrina de Witlcnberg
hombre era justificado n condición de que creyera que Dios le justificaba. Tal
creencia, que se le impuso como el único medio de sobrevivir, no se sitúa en el plano
alcanzó tal éxito, evidentemente fue, porque no sólo respondía n las
de la libertad moral, sino dentro del determinismo biológico*. aspiraciones de Lulero, sino también a las de gran número de fieles]

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14. Dri.ump.au; I.a Reforma.
Con osla jic.r.sj icc.l i va, no os a Lulero propiainenli- a quien lia y que II. Bochmcr H. II. Life. IH, (L l’feiffer 111 y C. Hnpp :,l‘. En Francia
jisicoaualizar, sino a su é|)oca. Este ardimiento lia sillo furmulailo en un es conocida la importancia de la obra de E. Ecbvrc, Un destín, Martin
reciente articulo, que por otra jiarle cita elogiosamente los trabajos que IMiliar, (pie prácticamente se detiene en 1525, y de los dos grandes libros
los psicoanalistas han dedicado al reformador 11 : de 11. Strohl, La evolución religiosa de Lulero hasta 1515 y El desarrollo
del ficnsamicnlo religioso de lunero hasta 1520 r,L Estos trabajos, y
«l.ns Incluís (¡MUI loros) de I.ulero Íuoioii las lie su liempri... Ks ineonceliilile
que l.iiyii 110 iti,lo iiti iinnir mi er o Inu |irofuinlo enlle Ias lilioois ile no linlier expíe- en general la mayor joule de los que desde hace elocuenla años se le
su, Io los se 11 1i IM¡en Ios suliyiteenles e i ino use ien Ies (le un prnn nillliern (le personas, lian dedicado, conceden ) continúan eoncediendu gran esjoieiu a la teo­
y si no liuliiern apnruulo una soluelón neeptalile u los prulileinns iiliniosns rpie logía I lo> en (lia todos, comprendidos los católicos, coinciden en
las ¡iiqiiicliilinii.» (pie Lotero fue un gran teólogo \ una inteligencia poderosa, aunque
I,a mayoría do los «historiadores» rechazan en la práctica las conclu­ no baya cxjmesto sus doctrinas con la claridad y el rigor lógico de
siones riel psicoanálisis en el caso citado. 1!. II. Hainlon, de quien liemos Calvino o Santo Tomás. Precisamente jior no haber sabido juzgar con
mencionado algunas opiniones, creo que las alteraciones psicológicas equidad este aspecto, la obra de Denifle lia periclitado por completo.
que. sufrió Lulero tenían un ungen est riela monte relip.ioso y que se expli­ Hura responder al dominico austríaco, los historiadores protestantes
can por las «tensiones provocadas por una r el i g i ó n medieval que alter­ no regatearon esfuerzos para esclarecer la teología de Lotero, situarla
naba el miedo con la esperanza» 1*. Daniel-Hops, por su parte, rechaza en su contexto histórico v descubrir sus relaciones con el pensamiento
con vigor y pertinencia el diagnóstico de los psiconalistas u . Do esta medieval y su originalidad profunda. Se lia investigado a fondo la
forma, nuevos matices vienen a perfilar diariamente el retrato del refor­ enseñanza escolástica de su tiempo v las lecturas de Lulero en la Univer­
mador. Si Daniel-Kops, recociendo el punto de vista de liossuet, lince sidad y en el convento, v el clima intelectual de Krflirt y Witlcnbcrg.
de. Lotero un «espíritu luoiferino», reconoce (pie también fue «un comba- Se lia investigado sobre el occamismo, puesto que Dcnillc bahía visto en
tiente de las grandes luchas espirituales» y le. compara, en este, aspecto, Lulero una adajitador juren oiigin.il del franciscano inglés. Se ha vuelto
con San Hablo y San Agustín. .]. Lorlz habla de la «gran humildad» de a conceder toda su iinjiorlaneia a la mística alemana de fines de la
I.,otero y reconoce la grandeza del personaje, su «plenitud torrencial». Edad Media. I un extensa literatura — de carácter teológico esjiecial-
Los tiempos del ecumenismo llegarán cuando los católicos consideren lucillo-- prueba, jrurs, el «renacimiento» ' 1 de Entero en nuestros tiempos.
a Lotero, y los protestantes a Ignacio de Loyola, como grandes cristianos Obras como las de H. II. Kninton, //ere / Stand: A Lije o¡ Martin
al servicio de la Iglesia, pero cuya obra comporta aspectos negativos. L uther''1, y de II. Ilornknmm, l.ullicrs gcisligc lUell r,r', son característi­
En cualquier caso, los historiadores protestantes no niegan ciertos cas de esa «reactuali/.ación» de Entero como teólogo y como jiensador.
aspectos débiles de la personalidad de Lulero: su excesiva rudeza — ha Trocllsch halan subrayado el nspccto medieval de las concepciones
sido llamado el «Kahc.lnis de Alemania»— , sus violencias poco cristianas religiosas e intelectuales del reformador. Esta manera de ver las cosas
a veces, aunque se dirigieran al Lapa, y los aspectos desconcertantes de lia sido matizada v profundizada jror los historiadores posteriores.
su actitud en la guerra de los campesinos. A. V. Muller'' L O. Scheel, II. Strohl, E. Kebvre, J. Lorlz, E. Seeherg iI,
P. Joachimsen ", J. \V. Koojimnns 5'J, E. Iserloh han señalado cómo
Entero estuvo imbuido por las doctrinas de. Occnm, (pie recibió a través
de. Gabriel Hiel. Pero no se han limitado a determinar la influencia del
D. Teol ogía y p i e d a d l u t e r a n a s
nominalismo en la formación del hrírmnno Martin, sino que han tratado
1. L ijtkho, licado a i.a E dad M kdia de determinar en qué medida la corriente agustiniana que bahía a t ra ­
vesado toda la Edad Media junio influir en el fututro reformador. Sobre
La «reinterpretación» de. Lulero ha obligado a subrayar una parte esta cuestión, la contribución de A. V. Muller, antiguo dominico que
de la. vida del reformador (pie, hasta Denifle, había sido omitida, es combatió las tesis de Denifle, fue particularmente interesante. Para
decir, los años anteriores a 1517. 1.a obra ahora clásica que ha reempla­ Muller no hay necesidad de referir la teología de Entero a sus experiert-
zado a la biografía de. Kostlin ° , el Martín I.ulero de Olto Schccl 40 cias personales. Por el contrario, había que entroncarla con la tradición
dedica cerca de Í1Q0 páginas en dos volúmenes a la infancia del futuro agustiniana que jiervivió en algunos conventos, [.ulero conoció dos
monje y su vida en el claustro hasta 1512. A su vez, numerosos historia­ teólogos del siglo XII de. esta tendencia, Hugo de. San Víctor y Pedro
dores han elaborado trabajos sobre el joven Entero, especialmente Lombardo, v de los siglos XI al XIII a otros tres escritores, que. jior

210 211
i

I
’l

verdadera prisión moral e intelectual de la que consiguió evadirse. El *


varias razones se relacionan con la escuela ngnsliniana: San Anselmo,
egocentrismo de finales de la Edad Media fue sustituido por el tcoccn- |
San Bernardo y Guillermo de París. Se sabe que en 1509-1510 contenió
trisino; el evangelio volvía a hacerse comprensible y vivo.
las .sentencias de Pedro Lombardo. Se familiarizó tpmbicn con las obras
' K. Iloll ba contribuido, pues, poderosamente a la renovación de los (
de los agustinos más recientes, eomo Siim’m l'idati (primera mitad del
estudios luteranos, l’ero se le luí reprochado de haber puesto en la obra .
siglo xt v) , Gregorio de Rímini, agustino italiano (muerto eit 1358),
de Entero, mediante una serie de cortes sistemáticos, una arquitectura y
Gerardo de Zutplicn (1367-1398), Gerson (1368-1429), Agustín Favaroni
(muerto Inicia 1443-1445), (pie fue general de los agustinos, el teólogo un orden lógico extraños a ella, y de haber separado al reformador de
las corrientes espirituales c intelectuales de su tiempo. En nuestos dias
flamenco Juan Driedo (1480-1535) y Scripando (1493:1563), general de
los agustinos también, (pie representó a su Orden en el Concilio de Trento. se ha llegado a una síntesis más equilibrada entre las tesis (pie ligaban a
Lulero al ¡lasado y las que, por lo contrario, subrayan la novedad de
Driedo y Scripando combatieron la reforma luterana. Sin embargo, Seri-
su d o c t r i n a 70. En particular II. Strolil 71 ha comprendido muy bien
pando sostuvo enérgicamente en Tremo «teorías próximas n las de Lulero,
las semejanzas y divergencias entre Lulero y San Pablo y entre Lulero
especialmente sobre la doble j us t i ci a » 01, por lo que Felipe 11 trató de
y San Agustín. El reformador fue «más pesimista» (pie San Pablo y
impedir su ascenso a cardenal. Muller llegaba a la conclusión .de que
«creyó estar más de acuerdo con San Agustín de lo que realmente, lo
Lulero balda sido el restaurador de una teología medieval agustiniana
estaba». A conclusiones semejantes llega el católico J. Paquicr 72,
y paulina, y no el creador de una nueva concepción religiosa adaptada
J. Lortz y L. Fcbvrc. En suma, Lulero partió de San Pablo y de San Agus­
a sus necesidades personales.
tín, pero los superó, llegando a ser así un verdadero innovador en el
La mayoría de. los historiadores, sin dejar de buscar los lazos que
plano teológico.
unen a Lulero con el pasado, no han aceptado las conclusiones cate­
Esta grandeza teológica de Lulero fue subrayada, después de
góricas de Muller. Sin embargo, no lian dejado de insistir en la influen­
K. Molí, por K. Bartli, que pidió a los grandes reformadores del siglo xvt
cia que habían ejercido en el futuro reformador, al lado de las doctrinas
de Occatn y el aguslinismo, Taul cr y la Theologia Dcutsch “2.* Lulero la respuesta, gracias a un mensaje siempre actual, a las angustias de
declaró en 1510 haber descubierto en el primero «una teología más nuestro tiempo. Remontándose desde el lulcranismo basta la doctrina
sólida y más sana que en todos los doctores escolásticos de todas la uni­ original del «padre de la Reforma», Bartli lia insistido, más que K. Iloll,
versidades» ° \ A propósito de la segunda, de la (pie publicó sucesiva­ en la negación del libre albedrío, el Dios oculto, la predestinación y la
mente dos ediciones, declaró que «no liabía encontrado ni en latín ni en teología de. la cruz ” . También ba contribuido mucho al rcdescubri-
lengua alemana una teología más sana y más conforme al Evangelio» °*. mienlo del verdadero Lulero. Éste aparece a partir de entonces, y sobre
lodo desde la terminación de la Segunda Guerra M u n d i a l 71, mucho
menos como un héroe de la historia alemana (pie como un personaje,
2. N o VKDAD t)EI. MENSAJE DE LlITEIlO
de irradiación mundial, y ello a causa de su teología y de su concepción
Esta diversidad de influencias que contribuyeron a la formación de de la piedad. El alto lugar que ocupa Lulero en las inquietudes de los
Lulero no desmienten la originalidad de éste. Su potencia creadora ha creyentes y de los historiadores de nuestro tiempo está de sobra demos­
sido vigorosamente puesta de manifiesto por K. Ilo! 1 en su Gcsainmcllc trado por la gran cantidad de discusiones (¡ue en la actualidad prosiguen
A u f s i i t z c Para K. Iloll, Lulero aportó a sus contemporáneos una sobre cierto número de problemas que no liaremos aquí más que me n­
doctrina verdaderamente revolucionaria; estableció nuevas relaciones cionar: ¿En qué fecha descubrió Lulero, en la torre del convento de
entre el hombre y Dios e insistió de manera inédita en la paradójica Willc.nberg, la «misericordia del Dios del amor, en 1508, en 1513, o en
naturaleza de una Divinidad a un tiempo oculta y revelada. La teología 1518? ¿En qué medida, junto con la justificación por la fe, dio cabida
luterana dio además origen a una forma de piedad desconocida en la a la santificación? ¿Qué relaciones establecía entre los «dos reinos», el
época anterior. La maldad del universo, el terror del pecador ante la espiritual y el temporal? ¿Cuál era su concepción de la Iglesia y en qué
cólera divina, la total impotencia del hombre ante las exigencias divinas, la fue cambiando? ¿Qué papel atribuía exactamente a los sacramentos?
se transformaban en fuente de alegría y consuelo. Siguiendo a K. Iloll, Todas estas preguntas son otras pruebas de la actualidad de Lulero.77'.
diversos historiadores, como A. Nygren 00 W. von Locwcnich °7, E. Pero, ¿cómo debe ser interpretada esta «restauración luterana»? Un
l l i r s c h 08 y 11. Iliigglund " han señalado especialmente la novedad del eminente especialista católico de problemas protestantes, el padre J.-V.-M.
mensaje de Lulero y la importancia de su ruptura con el occamismo, Pollel, ha hecho a este respecto consideraciones muy nuevas7":

212 213
«La preocupación |nirnmniic histórica (<|u•* se ha moniíesiado) n pmln n
siglo xix, ¿no es señal evidente de que se ha dcjndo de vivir —aunque sen inron*-
eicntemcnte— hajo la influencia de Lulero y de (pie se hn comenzado ft tomai
conciencia ele la distancia que nos separa de él? Es un problema semejante a la
concepción (pie se hizo en la Kdnd Media y en el Renacimiento de la Antigüedad
clásica. Según señala K. Gilson, no se empezó a esludiur con paciencia y minucio­
sidad la Antigüedad hasta «pie se dejó de vivir en ella. Del mismo modo, la restau­
ración luterana del presente seria el sic.no de que se ha cerrado una época en la que,
a pesar de todos los defectos que la crítica actual haya podido encontrarle, la
influencia de Lulero era aún muy directa y so intentaba hacerlo sensible hajo las
diversas formas que sugería la ideología del presente.»
NOTAS AL CAPÍTULO II

1. Excelentes enfoques históricos sobre la bibliografía de Lulero en [7/6), L. Fr:n-


vhf., Un destin: Martin Luther, en «C. I.», y en [7.751, 11. S tiuuii., Luther
jusqu'cn 1520, introducción. Véase también \V. P auck , The llistoriagraphy of
ihc Cernían Refarmatinn during thc Rast Twenty Years, en «Ch. II.*, IX,
1940, págs. 305-340; J. V.-M. 1’ou.KT, Interpretaban de Luther dans TAlle-
magno. conlanporainc, cu «R. S. R.», 1953, págs. 147-161; K. W. Z ffdfn , Zcitaltcr
der europnischcn Clmihcnskrimpfc, Ce.genrefarmatian and katolische Reforma-
lian, c.in Forschunghcricht, en Sacailum, Vil, 1956, págs. 321 -3611; J. Diu.Frt-
UFltr.Flt, Majar volamos and Scle.cled Feriad ir.al Literal are, in Luther Studiel,
1950 1955, en, «Ch. II». XXV, 1956, pág*. 160 177; 17.791 Luthersforschung
líente; R. 11. RainTON, Inter pretntions t>f (he Re fnr malina, en «A. II. R », I.XVl,
octubre de 1960; 11. J. Oiiimm, Luther Resean h since 102(1, en «J. M. II.*,
XXXII, junio de 1960.
2. Véase \Í'I0\, K. \V. Z ffdfn, Martin Luther and /lie Reformatian im llrtcil des
de.utschen Lathertams; 11. Rounkamm, Luther im Spicgel der deutschcn Ccitc-
gesc.hirhtc, Heidolberg, 1955.
3. | 7/6 | L. I*kmv hf. Un destín.,., pág. 19.
4. Gita en [7//I|, II- C iusai», Martin Luther..., pág. 373.
5. I722J J. Kostfi.n, Martin Luther.
6. 1/2/1 Til. Kot.DF, Martin Luther...
7. M. Raiu;, Dnktnr Martin Luthcrs Lehrn Tutea and Meinungen, 3 vols., Neusnlzft,
um.3.
II. 172.7| F. Kuii.n, Luther, su vie. et san neuvrc.
9. 17.75J II. S tiuuii., Luther, just/iTen 1520, póg. 3.
10. 11110] W.. 54, págs. 179 ss.
11. I/59J Corpus Rcjormutornm, Melanchtnnis Opera, VI, págs. 155-170.
12. | 7 / 6 | L. Ffiiviif, Un destin..., pág. 11.
13. Provenía de Meidelhcrg y fue llevada o Roma durante. Ia Guerra de los Treinta
Años.
14. 17 / 7 1 J. FiCKFIc, Luthcrs Rorlesung iiher den Knmcrhricf. F3 curso de 1515-
1516 está reproducido en [IHO] W., 56.
15. |7/.7| II. D fnifi.F, Luther and Luthertum...
16. | 7 / 6 | L, Ffiivhf, Un destin..., pág. 19.
17. Este es el significativo titulo de la obra |7 / // | de E. M. C/MU.snN, The Reinler-
prclntian af Luther.
IB. [ tlH] II. Guisan, Luther...
19. |7//l | lh¡d., I. pág. B6.
20. Í7/.7J J. PAqtllFH, Luther el le Luthcranisme.
21. L. CítlsriANl, Luther et le Luthcranisme, 2 vols., París, 190B1909.
22. L. Cmistiani, l)u Luthcranisme na Rrotestanfisme, París, 1911.

214 215

*
23. Este juicio desfavorable aparece principalmente cii L. Ciiistiani, Luther tcl 50. [330].
qu'il ful., París, 1955. 51. Reunidos con el título general de Luther jusquen 1520 [335].
24. 1277] I \ I mhamt de ea Toun, Les origines de la Reforme, ¡II, 1914, cnpítulo 1. 52. Véase K. S taukkh, La théologie. de Luther d'aprcs des rcchcrchcs récenles, en
Desde el siglo xix no obstante, un esjiiritu de comprensión respecto a Lulero s «Revue de théologie et de philosophic», 1957, págs. 7-44.
se hobrín manifestado en el catolicismo alemán, sobre ¡todo en los escritos de 53. Consúltense sobre todo E. Wolf, Übcr ncucre. Lutherlileratur und den Cang
un sacerdote suabo, Joscpli Sprissler, del cual 11. Bornkamm hace un precursor der Lutherforschung, en «Christcntum uml Wissenschujt», IX, 1933 y 1934;
ríe J. Lortz. II. ITkrmki.ink, Die ncucre Luther forschung, en «Thcologischcr Rundschau»,
25. K. X. K iefe, Luthers religiósc Psyclie, en lluchland, 1917. N. E., VII, 1935; J. Hashacen, Die apologctische Tendenz.de.r Luther forschung
26. J. L urtz , Historia de la Iglesia desde la perspectiva de la historia de las und die sogenannte Luthcrrenaissancc, en «Historische Viertrl jahrsschrifl»,
ideas. Ed. Guadarrama, Madrid. XXXI, 1939; Id., Kritische Retrachlungen zur Lutherforschung, en «A. /. R.>,
27. Ibid. Acerca del cambio del punto de vista católico respecto a Lulero, véase XXXIX, 1942; consúltese también el artículo de W. von Loewenich en [339],
sobre todo: W. Koeiilek, Das Katolischc Lulherbild der Gegenwart, Berna, Lutherforschung heute, págs. 150-171.
1922; 11. J kdin, Die Er forschung der Kirchlichen Rcforrnationgeschichte seit 54. [303].
1876..., Miinster, 1934; J. H f.sskn, l.uther in Katolischer Sicht, Bonn, 1947; 55. [309].
J. Lo tu/. [2991, Die Refurmation ais r eligios es Anliegen heute, Trcveris, 1948, 56. [327] A. V. Mü leer, Luthers IPcrdegang bis zum Turmcrlcbnis.
y I)ic Rcforrnation and Lttlhcr in Katolischer Sicht, en «Una Sánela», X, 1955, 57. [337] E. S kehekc, Luthers Thcologie...
páginas 37-41; II. B omnkamm, Luther zwischen den Konfcssionen, en «Fest- 58. [297] P. J oaciiimsen, Die Rcforrnation ais Epoche der deutschen Ccschichte.
sehrifl fiir G. Ilitler», Tubingn, 1950, págs. 210-231 ; E. B enz, Das Lulherbild 59. I. W. Koopmans, Das altkirchliche Dogma in dc.r Refurmation.
des franzbsischcn Katholizismus, en «Zcitscliriít fiir Hcligions mui Ceitesges- 60. E. Isemlou, Gnade und Euchuristic in der philosophischen Thcologie des
chichlc», IV, 1952, págs. 1-19. IPilhclm vori Ockhntn.
28. Obra publicada en París en 1950.
61. [70] «D. T. C.», 1, col. 1200.
29. Y. C oncar, Chréticns desunís. Principes d'un occunienisme catholique, París,
62. Sobre todo A. V. M üelem, O. S cheee. Consúltese también a [733] E. S ekberc,
1937, pág. 23.
Die Lchrc Luthers.
30. [3/81 II. Guisar, Martin Luther..., pág. 57.
63. [ 180] W., 1, 457.
31. f/0 ] «D.T.C.», Luther, IX, 1, col. 1168.
64. [180] W. Br., 1, 30.
32. J. L ortz , Historia de la Iglesia.
65. [3/9].
33. 1/28] P. Heitf.r, Martin l.uthers Umwelt...
66. A. N ycu en , Eras and Agape, 2 vols., Londres, 1932-1939.
34. Pli. S mitii, Luther's cari y Dcvelopmcnt in thc Light of Psycho-Analysis en
67. W. VON Loewenich, Luther und das Johanncischc Christcntum, Munich, 1935.
American Journal of Psychology, XXIV, 1913, págs. 360-377. Véase también
68. 10. litasen, Lutherstudicn, 2 vols. Giitcrsloh, 1954.
M. Wehneu, Psycologischrs zum Klostercrlebnis M. Luthers, en «Sclnvciz.
69. B. 11acceuno, Thcologie und Philosophic bei Luther und in der occarnistichen
Zeitsch fiir Psychologie», Vil, 1948, págs. 1-18.
Tradition, Lunol, 1955.
35. Ptt. S mitii, Luther's early Dcvelopmcnt, pág. 375.
70. Un esfuerzo para señalar lo que aproxima y separa a Lulero del catolicismo
36. Luther i Golloquiu, Ed. Bindseil, 11, pág. 352.
lia sido particularmente intentado por Kami. A. M eissinceh [725], Der KatO'
37. (-1/5] Eli iK II. E iukson , Young Man Luther.
lisc.hr. Luther. El autor proyectaba publicar en seguida un «Lulero luterano» y
38. Agradecemos muy vivamente a M. Palidez tic haber querido comunicarnos la
un «Lulero reformador». La muerte le impidió realizar este objetivo, pero sus
nota que reproducimos aquí.
notas lian sido publicadas con el título de Luther: Die. deutschc Tragódie [326 |.
39. Ver a este respecto [732]. O. SciiEKl., Martin Luther'. l'vtn katholizismus zar
71. [335] II. S tmohe, Luther fusqu'en 1520, págs. 178 s5.
Rcforrnation, I, págs. 1268.; [735] II. Sriioiii., l.uther fusqu'en 1520, págs. 27-28. •
72. Consúltese sobre todo el largo articulo muy bien in formado del «D. 'I'. C.», IX,
Este ponto de vista también es compartido por [7071 1!. Boiimem, Der ¡unge 1, sobre todo col. 1188-1203.
Luther..., y [325] K. A. M f.ssinceii, Der katolischc Luther; K. II. I'ikf., The 73. Sobre la influencia de lloll y Baitli, véase \V. Ki.eut, Die Morphologie des
Revolt of M. l.uther, Nueva York, 1957. Luther funis, 2 vols., Munich, 1931, 1932.
40. Véase [182] O. S ciikki., Dokumentc zu Luthers Entwisklung, Documento n.° 533.
74. Sobre este cambio en la innneru de enfocar a Lulero, consúltese 1237], G. R it-
41. B. H. Bainton, Interprelations of thc Refurmation, en «A. II. 11.*, LXVJ, oc­ T E l i , Die IPcltwirkung der Rcforrnation.
tubre de 1960, pág. 81.
75. Sobre la literatura histórica reciente (pie se ocupa de estos problemas, véase
42. Wi i. liaM L. I.anct.m, The Nc.wt Assignment, en «A. II. IL», LXIII, enero tic
la nota 1 del capitulo II de la II parle.
1958, pág. 302.
76. En «R. S. R.», 1953, n.° 2, pág. 149.
43. [703] 1L II. Bainton, líete I Stand, págs. 23, 24, 28 y cap. XXI, passim.
44. [260) Danike-Koi'S, 1, Eplise de la Rcnaissanc.c el de la Reforme, pág. 317.
45. Excepto para el período final de la vida del Keformador, véase más adelante.
46. [732).
47. [7071.
48. II. H. Eme , The Revolt of M. Luther, Nueva York, 1957.
49. G. P fkiffeh, Das ringen des ¡ungen Luthers urn die Cerechtingkcit Cotíes, en
« Lutlier-Jnhrbucli», XXVI, 1959, págs. 25-55.

216 21?
individual y transitorio» '. Pero diversos historiadores, tanto partiendo
de la definición vaga y general que liemos sugerido al principio como de
la definición mnrxisla, han creído encontrar en todas las épocas de la
historia formas de capitalismo. De ahí las justificadas críticas de
W. Sombar t:
«F.s un leiste procedimiento el de nuestros 11 is Io isudores (pie lineen remontar
linsln tal o runl époen lejnna el origen de uitn institución o un proceso <pic no tiem-
C apítulo III nndn en común con el espirito de lupu-llo época, y ('un el de la institución o el
proceso en cuestión»’.

ProlcslanLisino y capitalismo La oscuridad que entraña el término «capitalismo» lia hecho qtte
varios historiadores de principios tlcl siglo xx se negaran a usarlo.
Esta negativa nos parece en nuestros días imposible, porque las estruc­
No insistiremos acoren (Ir la cuestión, ya coinentada, de. la influencia turas económicas, que progresivamente se fueron levantando en Occi­
de las condiciones económicas en el nacimiento de. la Kcforma. En cam­ dente. a partir de las Cruzadas, habían dado lugar, en la época en que
bio, examinaremos el papel inverso: i. Modificó el protestantismo la Carlos Marx escribió El capital, a un sistema original al que es normal
evolución económica del mundo occidental? Con otras pal abr as: ¿lia con­ darle un nombre particular. El nombre de «capitalismo* es cómodo y
tribuido al triunfo del capitalismo? i. l-'uc un factor de «progreso» econó­ se ha convertido en un término de. uso corriente. Eos trabajos de nume­
mico, mientras que el catolicismo seria un factor de estancamiento? Desde rosos historiadores y economistas han permitido definir mejor su conteni­
baco medio siglo, esta gran discusión lia enfrentado a los historiadores. do, por oposición con las realidades de las épocas anteriores. En la anti­
Con objeto de. presentar datos de manera correcta, conviene primero güedad se conoció el cambio de moneda y las sociedades financieras,
esclarecer la noción de capitalismo. pero no el crédito organizado, el tráfico de las letras de cambio y los
valores inobilarios. Desconocían la gran industria. En la Edad Media
ocurría lo mismo. Por el contrario, a partir del siglo x m comenzó a
A. C a p i t a l i s m o y m e n t a l i d a d c a p i t a li s t a
emerger, ante la desconfianza de los teólogos y de las masas populares,
1. ¿ O uk t-:s K!. capi tali smo ? un nuevo sistema económico que triunfó plenamente en el siglo xtx. Se
caracterizó por los siguientes elementos: triunfo de. las grandes potencias
F.stc término, de uso relativamente reciente, lia dado lugar a toda financieras, comercio de dimensiones mundiales, movilidad de la riqueza,
clase de definiciones e. interpretaciones. En sentido general,plesignn el abandono de los reglamentos y prohibiciones en materia económica
poder de los capitales y de quienes los poseen, y en sn acepción y libre competencia, propiedad privada de los medios de producción,
mnrxisla, «un sistema fundado en la separación del trabajo y la propiedad auge de la técnica y, gracias a ésta, expansión de la gran industria, y
de. los medios de producción, en el que la fuerza de trabajo es una mer­ por último, separación del capital y el trabajo con dominio del primero
cancía como las demás»2 Visto desde este ángulo, el capitalismo «trans­ sobre, el segundo.
forma las relaciones de los hombres en relaciones de. cosas». En c! plano histórico, el capitalismo no podía alcanzar su pleno
Marx hizo empezar la era capitalista en el siglo xvt, aunque por desarrollo, es decir, llega a ser industrial, sin haber pasado previamente
otra parte reconoció que: «los inicios de. la producción capitalista por un estadio comercial y financiero. Entre el período del capitalismo
(aparecieron) ya en los siglos xtv y xv en algunas ciudades del Medite­ comercial y financiero y el del capitalismo industrial no se produjo
rráneo de manera esporádica» 3. \V. Sombart lia llegado a conclusiones solución de continuidad, sino una profunda unidad, constituida entre
semejantes en lo esencial. Es sabido que distinguió un capitalismo ellos por el cspirilu capitalista.
prim itivo (desde. Carlomagno basta mediados del siglo XVtlt), un groa
capitalismo (desde mediados del siglo xvtti basta 1914) y un capitalismo
2. U na nukva mkntalioai )
tardío o decadente (a partir de 1914) \ De hecho, él también crcia (pie en
el siglo xvt nació la empresa capitalista por «la construcción de un El estudio de esta mentalidad es prácticamente inseparable del de las
organismo económico independiente, y perdurable ante, la vida del hombre estructuras capitalistas. Esto ha sido probado con sobradas razones

210 219
por varios amores: Somlmtl ", Welicr Trocllscli *, Tnwncy “, Roberl- res proporciones (pie los católicos a las profesiones técnicas y comerciales.
son Eanfani " , (pie lian tratado de esclarecer el contenido del capita­ Por otra parte, en el curso de la historia moderna, las minorías protes­
lismo, considerándolo no sólo desde el punto de vista qconómico, sino tantes excluidas de las funciones públicas — hugonotes en Francia, no
también con una perspectiva sociológica.{J,a mentalidad capitalista conformistas en Inglat erra— no habían reaccionado de la misma manera.
considcru como un fin en sí mismo los beneficios, y el aumento de la Tratando de definir (d espíritu capitalista, Max Weber cita el célebre
riqueza como el fin de la vida terrena] No repudia la moral económica y A dvice lo a yonn/r; tradesman (17'1-íl) de II. Franklin:
rechaza el robo, la estafa, etc., pero establece una distinción tajante entre
«Acuérdate de que el tiempo es oro... Acuérdate de que el crédito es oro...
el dominio de los negocios y la religión. No comprende que lo búsqueda Acuérdate do que el dinero es prolifico y productivo... Acuérdate de que, sopón
de bienes materiales pueda ser un obstáculo para la entrada en el dice el refrán, un lmcn pagador es dueño de Indas las bolsas... Junto con el trabajo
paraíso, después de la m u c r t e . R e caracteriza también por un poderoso y la sobriedad, no hay nada más útil para un joven que quiera avanzar en el mundo
individualismtñj El capitalista no reconoce a nadie el derecho de super­ que la puntualidad y la rectitud en todos sus negocios... Hay que prestar atención
a todas esas ucciones sin importancia (pie favorecen el crédito tie.l hombre» u.
visión sobre su fortuna y no se preocupa — en tanto que hombre de
negocios— de las repercusiones sociales de sus propias empresas.]T:.s el Cuntido Frnnklin era pequeño, su padre, convencido calvinista, le
único propietario de sus bienes y el único juez del uso que baga de ellosj repelía con frecuencia el proverbio bíblico: «Mira ni hombre diestro
Se baila animado por un profundo dinamismo interior, tiende hacia el en su trabajo. Estará al servicio de los reyes» ” . Con esta concepción
aumento de la riqueza, y se considera un decidido partidario del las ganancias se convierten en un fin en sí, pero no pat a gozar do. los
«progreso». Musca técnicas y métodos racionales que le permitirán, en placeres tlel mundo. Además son el resultado del ardor puesto en el
materia comercial, bancaria o industrial, aumentar los beneficios propios. trabajo y de lu capacidad profesional. El capitalismo tenía necesidad de
Éstos son medidos en dinero, que es una cantidad. El problema estriba tal mentalidad para su desarrollo, y ésta proviene de la noción protestante
en saber si el protestantismo es responsable del adve ni mi ent o. de un de «vocación». Lulero fue el primero que tradujo trabajo y oficio por
estado de ánimo que se opone radicalmente a la mentalidad «tradicional» Bcruf. I’ero, influido en materia económica por las doctrinas escolásticas,
de las épocas y civilizaciones conservadoras. fue muy hostil ai comercio. Sólo justificaba las actividades tradicionales,
jibara establecer una relación de causa a efecto entre el protestantismo es decir, las de los campesinos y los artesanos. Por lo contrario, en los
— en cspccinl el proveniente de Calvino1— y el espíritu capitalista, lian medios calvinistas el término «vocación» comprendía todas las actividades
sido invocados muchos argumentos, y en primer término el siguiente: lucrativas. Según M. Weber, la moral profesional calvinista, tan viva
Calvino y llucero aceptaron el préstamo con intereses que la Iglesia entre los puritanos, deriva del dogma de la predestinación, que fue lu
católica no bahía aceptado íuincaTTEsta opinión fue expresada por vez principal creencia protestante, especialmente en el siglo xvit.
primera, como algo negativo, por Ilossuct en su Tratado de la usura. El elegido no vive ni pura sí mismo ni para los demás, sino sólo
En el siglo xvit era muy conocido el refrán que afirmaba que «la usura para la gloria de Dios, a quien está unido por una comunión permanente
es bija de la h e r e j í a » ” . En 1920, If. Sée, historiador francés, escribía e individual. Este individualismo religioso se refleja, naturalmente, en
a ú n : «La doctrina de Calvino, en lo que concierne al préstamo con inte­ el [daño social y económico. Por otra parle, el predestinado no truta
rés, se opone absolutamente a la doctrina de la Iglesia católica» Por — lo (pie sería inútil— de modificar a su favor, por medio de buenas
esto habría contribuido al auge del capitalismo en los países protestantes. obras, el veredicto del Juicio final, sino que más bien piensa que el
En efecto, el florecimiento de Amslerdam como plaza bancaria en el éxito en sus negocios es una señal por la (pie Dios le da a conocer que
siglo xvit y el éxito alcanzado por las finanzas ginebrinas en el x v m él ha sido salvado. No se trata, pues, de enriquecerse para gozar de la
parecen dar la razón a los que sostuvieron la necesidad de identificar vida, sino de acurnulur riquezas ascéticamente, y trabajar siempre un poco
en la doctrina de Calvino sobre la usura uno de los fermentos que más (excepto los domingos). Tal moral conduce al desprecio de los
hicieron crecer en Occidente la mentalidad capitalista mendigos, [tero genera el dinamismo, el progreso de las técnicas y la
Max Wcbcr lia sido uno de los que más lian contribuido a extender división del trabajo, ya que cada cual debe ocupar en la sociedad el
la opinión de (pie el espíritu capitalista se deriva del protestantis­ lugar exacto en el que pueda desarrollar hasta el máximo sus capacidades.
mo 15. Esto es una inversión de la teoría de Carlos Mnrx. Max Weber El infatigable Richard Pnxter, un siglo untes (pie Adam Smith, elogió
partía de una serie de hechos probados. En Alemania, a principios del lu división del trabajo y expresó admirablemente en su Chrislian
siglo XX, los protestantes se dedicaban con mayor intensidad y en mayo­ Dircctory (1673) ltt moral puritana cuando escribió: «No es para los

220 221
Ahora bien, en el mundo moderno lodo se baila bajo el signo de lo
placeres de la carne, y del pecado para lo que podéis tralar de enrique­
cuantitativo, mientras que la búsqueda de lo cualitativo habia sido la
ceros, sino para Dios» 1H.
característica más esencial de la Edad Media católica. La Reforma ha
i',. Troeltsch aceptó muchos puntos de la concepción de Max Wcber.
contribuido poderosamente a este cambio de orientación. Hasta el
La noción de. «vocación» profesional común a Lotero y Calvino, la
siglo XVI, la Iglesia romana extendía stt actividad por casi todo el campo
aceptación por este último de ciertas estructuras económicas nuevas, el
de la actividad económica. Poseía tina paríe importante, de, la propiedad
espíritu racional y utilitario del calvinismo le parecieron otros tantos
privada y era el comprador más importante de. los productos del suelo
elementos (pie habían favorecido' el desarrollo del capitalismo. Diversos
y del subsuelo. Gran parte de sus ingresos los destinaba a sufragar
autores católicos — algunos de ellos en tono polémico— se esforzaron
importantes obras artísticas, con lo (pie el capital y el trabajo se orien­
también en hacer del calvinismo el padre espiritual del capitalismo.
taban hacia fines cualitativos. Por lo contrario, la Reforma suprimió
Así, Jorge Coyan escribió en 1912:
los monasterios y secularizó los bienes de la Iglesia, y el calvinismo
«Trasponed ni campo económico la soberanía con que la Reforma invistió al rechazó el uso de las obras de arlo como auxiliares do la piedad.
individuo; dejadla poco .a poro, por el simple: juego tic su propio mecanismo, para Las Iglesias protestantes dejaron de ser el gran cliente de artistas y
(pie prevalezca la idea de Iglesia, y bruscamente se abre la puerta, en nombre de una artesanos que siguió siendo la Iglesia católica orí los países que per ma­
libertad abstracta, a ia audacia de los í¡unncicios, inventores rie nuevos métodos
para adquirir riquezas» lü. necieron fieles a ella. I’or todas estas razones, la producción, [tara
resarcirse de esta perdida, tuvo que orientarse hacia la cantidad. No es,
\V. Sombart vio en el judaismo y no en el protestantismo los orígenes pues, una casualidad que una «primera revolución industrial» se p r odu­
riel espíritu capitalista. Luis Rougier, autor católico, lia recogido cu jera en paises protestantes, tales como Inglaterra, las Provincias Unidas
cierto modo el argumento de Sombart, pero acusando al protestantismo y Sttecin.
de ser un nuevo j u d a i s m o ' 1. También debemos exponer aquí la contri­
bución a este debate, hecha por A. Lanfani, gran historiador católico
italiano. Según este, autor: 1L La t e o l o g í a y l o s n e g o c i o s

«K1 protestantismo bu impulsado a! capitalismo en la medida en que niega la 1. T kouía y p r á c t ic a kn k i . O ccidente ca tó lic o
existencia de cualquier tipo de vineulo entre ln arción terrena y la recompensa
eterna. Desde este punto de vista, no tiene ninguna importancia la distinción entre, Las diversas posiciones que hemos reseñado resultaron fecundas,
corrientes luteranas y calvinistas. Porque si bien es cierto (pie Calvino unió la porque suscitaron un esfuerzo por profundizar en esta cuestión tan
salvación eterna a la predestinación divina, l.ulcro la subordinó exclusivamente a
la íe; ni uno ni otro la relacionaron con las obras... Semejante afirmación destruye
compleja c interesante. Los trabajos de carácter económico que lian sido
cualquier tipo de moral sobrenatural, y en consecuencia la ética económica del publicados desde 1950 por la Escuela Práctica de Altos Estudios de
catolicismo, y abre paso a mil morales, naturales y terrenas, fundadas en principios París (sección VI) han permitido conocer mejor la vida bnnearia, comer­
insertos en las cusas humanas» 1 . cial e industrial de Europa al final de la Edad Media y al comienzo de
A. Ftuifani, pora apoyar su tesis, lia recordado un texto de la los tiempos modernos.
Institución cris liana: Es cierto que la teología católica rechazó, r incluso mucho después
del siglo xv, el préstamo ti interés puro y simple. Una prueba, entre
«(Las) cosas terrenas (doctrina política, buen gobierno de la casa, filosofía centenares de ellas, es la consulta que los mercaderes españoles de
v todas las disciplinas llamadas liberales).., no atañen en nada a las cosas de Dios
y su reino, ni a la verdadera justicia e inmortalidad de la vida futura, sino que van
Ambcrcs hicieron por medio de su confesor, en 1532, a los doctores de
unidas a la vida presente y casi encerradas en los limites tic ésta»11. París !!l. Estos respondieron condenando los cambios normales y los
recambios, negando cualquier elemento especulativo del comercio y no
Ll historiador americano John U. Ncf da una nueva versión de las admitiendo más que el reembolso de los gastos que el prestamista hubiera
• relaciones del protestantismo con la civilización moderna. Ésta, afirma podido sufrir. Las condenaciones de la usura en los concilios de Lyon
J. U. Nef, no debe ser identificada con el capitalismo. (127(1-) y de Vienne (1312) fueron renovadas en el concilio de Letrán
«Lo (pie distingue a las sociedades contemporáneas tic la sociedad civilizada (1515). En 1571, en plena época de la Reforma católica, Pió V publicó
occidental de antaño no es fundamentalmente el capital corno base de la producción, ln rigurosísima Bala universal de los cambios s“. Por último, las múltiples
sino los fines por los que trabajan los hombres y los medios... con los que tratan de obras de casuística referentes al problema de la usura, que aparecieron
alcanzar esos fines»
223
222
cm los siglos xvi y xvil, demuestran el mantenimiento — en un plano (pie se atuviese a las leyes urbanas (pie regulaban la tasa de i nt e r és 51.
teórico— de la posición tradicional de la Iglesia católica sobre el Por otra parle, los monjes mendicantes, que vivían en las ciudades y en
préstamo con interés ” . el siglo, parecen haber comprendido mejor la utilidad social del merca­
En la sociedad medieval concebida como un intercambio de servicios der. En correspondencia, los comercian1. ■ .se mostraron generosos con
y que subordinaba los intereses económicos a la preocupación fundamen­ e l l o s 3-. En resumen, p e n t r o del mundo católico medieval se fueron p r o ­
tal por la salvación, el lurpe lucrum fue considerado como el pecado por duciendo condiciones cada vez más favorables para el desarrollo del
excelencia. Además, desde San Ambrosio, la Iglesia apoyaba su conde­ espíritu capitalista y de las emptesas mercantiles de carácter interna-
nación basándose en Aristóteles, que había afirmado que «el dinero no cional.~[La legislación canónica no entorpeció este auge, y los hombres
engendra dinero». La teoría medieval acerca del préstamo con interés lia de negocios se limitaron a buscar las estratagemas técnicas — particular­
sido muy bien resumida por F.ndcrmann : mente cambios y recambios que les permitieron bur lar con facilidad la
«El dinero es en si improductivo. Es, por nnturaleza, totalmente incapaz de prohibición de la usura.
llar fruto. Aquel que le exige frutos peca no sólo contra los mandamientos positivos No parece que la Reforma acelerase en sus comienzos el desarrollo
tlel derecho divino y humano, sino también contra la naturaleza de las cosas»1'. del capitalismo financiero y comercial. En el siglo xvi todos los Ftigge.r,
El concilio de I.clrán estableció en 1515: excepto uno, Ulrico, siguieron siendo católicos. Guando se libraban las
guerras de religión en Mandes y en Francia, la plaza banearia más
«Se produce usura cuando se intenta lograr una ganancia por el uso de un importante fue Genova, y los banqueros más fuciles eran genoveses,
objeto que no sea en si fructífero (como puede serlo un rebaño o un campo), sin
trabajo, gasto o riesgo por parte del prestamista» ”. españoles o florentinos. Además, ¿cuáles fueron las empresas indus­
triales más poderosas del siglo xvt ? Las de los Fuggcr, las minas de
Verdaderamente la doctrina escolástica relativa al préstamo con alumbre de Tolfa y el arsenal de Vcnc ci a; es decir, tres empresas
interés fue concebida para proteger a la gente humilde — campesinos católicas. Cabe pensar, con II. Ltillty, que Amsterdnm no triunfó sobre
y artesanos— contra los prestamistas sobre prendas y al hajas; se demostró Ambares «sólo por su propia vitalidad, sino también por el estrangula-
inaplicable para los fabricantes de tejidos, para los hombres de negocios miento sistemático de su rival» I’or último, la Reforma provocó en
internacionales y para los banqueros que prestaban dinero a los sobe­ Alemania un rápido derrumbamiento económico. Por el contrario, los
ranos y a los papas. Los catiónislas tuvieron, pues, ([tic admitir el canónigos grandes señores del principado de Lie ja y sus funcionarios
interesse, siempre (pie el préstamo causara al acreedor un daño cierto; desempeñaron en el siglo xvt, en esta región, un papel muy importante
y el darnnum emerpens, si este daño podía ser medido y compensado por en la promoción de la nueva economía Sl.
una suma equivalente; el lucrum ccssans, la falta de ganancias; y el
perieulurn sortis, cuando el prestamista arriesgaba su d i n e r o : tantas
razones como fueron consideradas legítimas para pedir una indemniza­ 2. Los ItKI' OUMADOUKS ANTE E l . El l ÉSTAMO CON I NTEI t ÉS

ción — un inlerés— además del dinero presintió. Los teólogos aceptaron Mientras que Juan Eck era partidario d t una liberación de las
el trinas contractas, o contrato de participación en las pérdidas y gana n­ normas del derecho canónico acerca del préstamo con interés, Lulero
cias. Se admitió el apio de una divisa sobre otra, en las operaciones de permaneció mucho tiempo fiel, en este aspecto, a las concepciones
cambio, porque en ellas tenía lugar la compraventa de monedas. Ahora medievales:
bien, la cantidad de los préstamos se ocultaba tras los cambios de plaza
«Cunado I,útero discute detalladamente los problemas económicos, como en su
en pinza o de feria en feria. También gracias a la ficción jurídica de una Crun sermón sobre lo usuro de 1520, o en el folleto Sobre el comen to tic la usura
transacción de compraventa se justificó la constitución de renlns y de de 1524, extrae sus doctrinas de la más estricta interpretación de la jurisprudencia
intereses fijos (pie percibían los poseedores de títulos de la deuda eclesiástica, que no mitiga ninguna de las reservas mediante las que los canonistas
pública. El Occidente católico utilizaba ampliamente en su vida cotidiana trataron de adaptar ana rigores a las exigencias de la vida práctica»
el préstamo con interés. «La condenación dogmática de la "usura” , En su Llamamiento a la nobleza tic la nación alemana, Lulero a r re ­
combatida por doquier, degeneró en una capa de hipocresía que caritati­ metió contra los canonistas casuísticos:
vamente cubría todas las prácticas de la verdaderu usura» 30. Más aún :
a pnrtir de 1387, el obispo de Ginebra, Ademar Fabri, concedió a su «El mayor de los males de la nación alemana es indudablemente el tráfico
de! dinero... El demonio lo lia inventado y el l ’apo, al autorizarlo, ha hecho al
ciudad la libertad ilimitada de «practicar de la usura» a condición de mundo un mal incalculable» “.

22-1 225
15. Dkiumlau: I.a Refo rm a.
A fines del siglo xvt y a comienzos del XVI!, los teólogos anglicanos último, tuvo el gran mérito de presentar una interpretación nueva de
razonaban sobre el préstamo con interés como lo hacían Lotero y los los versículos 19 y 20 del capítulo 23 del Dculeronomio («No gravarás
escolásticos de la Edad Media. Nicolás 1leming, en so obra clásica, con usura a tu hermano... Podrás prestar con usura al extraño, pero no
The [.awjul Usa. of Kic/ias, 1578, afirmaba: prestarás con usura a tu hermano»). La fraternidad judía so. ha exten­
«Aunque lo acolléis baja el nomine que mejor os convelían, vuestro pecado dido desde el advenimiento de Jesús y c.s «una fraternidad común entre
es demasiado mande. Quien perjudique tan sólo u un hombre es culpable. ¿Qué todos los hombres». El cristiano debe, pues, portarse con todos los
puede decirse de ti, que llevas a familias enteras a la tumba, o al menos a la miseria hombres según el espíritu del Evangelio, es decir, con equidad y caridad.
más extrema? l'uedes intentar escapar al castigo de los hombres, pero no escaparás
En estas condiciones, hay que distinguir dos clases de préstamos: présta­
al juicio de Dios» ,I.
mos de consumo y préstamos de producción. Debemos prestar «sin
Los puritanos juzgaron también muy severamente la usura. Baro, espera» de ganancia a los pobres y a cuantos padezcan necesidad, y no
calvinista francés refugiado en Inglaterra a fines del siglo XVI, denun­ debemos «emplear la usura» en estos casos 41. Es distinto cuando se trata
ciaba «la práctica habitual de los ricos, y algunos principales, que, de un préstamo de producción, y Calvino, átenlo observador de la vida
prestando el dinero a usura, oprimen a los pobres y a los necesitados» 3". cotidiana de su tiempo, no ha hecho más que legitimar una práctica
IJna asamblea puritana celebrada en 1674 ert Bury, en Lancashire, decidió ya corriente:
tpie «la usura es un pecado de escándalo que merece la censura ecle­
«Si un hombre rico, queriendo comprar una alquería, pide purte de la cantidad
siástica para el pecador empedernido» '111. Incluso en Massachusetts, la
que precisa a su vecino, ¿por qué rozón el que presta no puede obtener algún
mentalidad económica puritana tuvo que abrirse paso entre fuertes resis­ provecho de los beneficios basto que no se le devuelva su dinero? Todos los días
tencias rpte ofrecían, en el siglo xvtl, los que querían constituir en se producen muchos cosos semejantes; por lo que respecta a la equidad, la usura
América un estado bíblico y campesino 40. no es peor que una compra»
Estas posiciones no son nada sorprendentes. Zuinglio bahía condenado El reformador, rechazando la casuística hipócrita, invita n los cris­
el interés como algo contrario a la ley de D i o s 41. Búcaro, aunque procla­ tianos a examinar en conciencia, según la norma de justicia y equidad,
mó rpie el comercio era teóricamente honorable, escribió a propósito de cada uno de los préstamos que puedan efectuar. Para que un préstamo
los mercaderes: «Después de los sacerdotes mentirosos, no hay otra con interés sea legítimo, es preciso «que el que lo tome obtenga tanta o
clase más perjudicial para la sociedad» 42. Fcnton dijo que Calvino más ganancia que el dinero prestado». La Iglesia debe permanecer vigi­
había tratado a la usura «como un boticario al veneno» 43. lante sobre lodo el movimiento del dinero. Calvino condena al prestamista
¿ Cuál fue, pues, la doctrina de Calvino sobre el préstamo con interés? pr ofesional:
Y, más en general, ¿cuáles fueron sus concepciones económicas? En
nuestros días, gracias a los estudios de Doumcrguc 44, Tawney, llauscr «Es bien cierto que prestar con usura (de manera regular) es una ganancia no
sólo vil y deshonesta, sino también indigna de un hombre cristiano y honrado» **.
v Bicler, son bastante mejor conocidas. Además, la tasa del interés no sólo debe estar de acuerdo con las reglamentaciones
Los textos de Calvino sobre los problemas del dinero se suceden en vigor, sino que debe ser también razonable: «Que no exceda de tos límites
desde 1545 basta su muerte. Son la ('.arla a Claudio da Sachin, los Comen­ fijados por las leyes públicos del lugar o la región. Sin embargo, esto no es siempre
tarios sobra los cinco libros da Moisés, los Comentarios sobra los suficiente, porque con frecuencia dichas leyes permiten lo que no podrían corre­
gir o reprimir si lo prohibieran. Es preferible atenerse a la equidad, que señalará
Salmos y las ¡.accionas sobra. F.zar/uicl 4'\ El reformador de Ginebra lo que será excesivo» w.
quedó perplejo ante el problema del préstamo con interés:
«Si prohibiéramos lolnlmcntr la usura, someteríamos las conciencias a uno norma
En Ginebra, el interés legal había sido fijado, en 1538, en el 5 %.
más i-siricta que In que Dios lia establecido. Si lo permitimos, aunque sólo seo en En 1557, Calvino aceptó el aumento a un 6 2/ 3 % . En tiempos de Teo­
condiciones muy estrictas, con este pretexto muchos tomarán inmediatamente una doro de lleza era normalmente de un 8 % “ .
licencia' desenfrenada, porque no pueden soportar que por alguna excepción se los El economista Andró E. Sayous, contrariamente a Wcber, Trocltsch,
límite en cualquier medida* Goyau y Bougicr, negaba toda relación entre calvinismo y capitalismo,
Pero Calvino nunca despreció el dinero. Por el contrario, lo consi­ apoyándose en el escaso desarrollo del comercio del dinero en Ginebra
dera el medio más eficaz, para ayudar al prójimo y el instrumento más durante el siglo :xvt “2. La ciudad, en su opinión, era menos activa
flexible para practicar la caridad. Además, no admitían la opinión, económicamente en la época de Calvino que en el siglo XV, cuando se
procedente de Aristóteles, de que «el dinero no produce frutos». Por celebraron grandes ferias y los Médicis establecieron en ella una sucursal.

22ó 227
sus propias empresas, indiferente a los demás. Su manual era The.
Recientemente, J.-E. Bcrgier lia modificado ligeramente las opiniones
T radcsm ans Calling (1684), del reverendo Richard S tc e le :
de Sayous a este respecto °3. Hoy dia se aprecia mejor la verdadera
originalidad de C-alvino en la cuestión del préstamo con interés. «El que os lia prestado vuestros talentos lia dicho también: "Ocúpate hnsln
que yo regrese” . ¿Cómo va a ser posible que. permanezcas ocioso? Vuestro negocio
Al igual rpie los escolásticos, mantuvo muchas reservas respecto al es vuestro propio dominio... Debéis cuidar la viña... Nuda será tenido en cuenta a
movimiento del dinero, y por tanto permaneció muy' ulcjado de la menta­ nadie, sólo lo que huya conseguido en su vocación* JJ.
lidad capitalista. Sin embargo no debe olvidarse (pie Calvino logró JCnlvino, ciertamente, insistía en la vocación terrenal del hombre;
desembarazarse de las argucias casuísticas y miró los problemas de pero la actividad profesional de cada cristiano debía desarrollarse con
frente. Al verse obligado a transigir con l a - pr ác t i c a de su tiempo, caridad?! Protestaba contra los «que se enriquecen con la sangre y c.1
aceptó en el plano doctrinal cierta forma de prestamos, pero multiplicó sudor de los pobres», y ofrecía el contraste existente entre el labrador
también las advertencias y las llamadas a la conciencia de los fieles. y el artesano que sufren y «el banquero, que, repantigado, obtiene p r o ­
Más bien puede decirse (pie soportó el capitalismo ascendente antes que vecho del trabajo de todos». Se enfrentaba por adelantado contra lo
acelerar su triunfo. Sin embargo, su doctrina en esta materia es la primera que luego fue ln base de la mentalidad capitalista de los pur itanos: «Tr a­
formulación neta de un nuevo punto de vista, y es realmente un lurning tar de obtener ganancias, aprestarse a acumular riqueza, incluso p er j u­
Iloint del pensamiento europeo. «Calvino -—escribió II. Lrithy— no dicando al prójimo, apoderarse sin discernimiento de todo lo (pie pueda
hizo sallar las compuertas que cerraban el paso al espíritu de lucro, servir a nuestra avaricia».
pero sí quitó los obstáculos que se oponían al entendimiento de los
Escribió también: «Esta humanidad debe reinar siempre en nosotros, que quienes
hechos económicos» Se dio otro paso hacia adelante cuando Saumaisc estén en la abundancia, aunque puedan usar lo suyo, no deben apetecerlo todo;
publicó en Lcydcn su De usuris (1638) y su De modo usurarían Líber deben dar parte a los necesitados y subvenir a su indigencia, cada uno según su
(1639). Eli ellos se declaraban permitidas por el derecho humano poder y su medida*
y divino las lisuras, y dejaba a las autoridades la facultad de fijar el Kn consecuencia,[el reformador de Ginebra opinaba (pie el Estado
interés. debe vigilar ln vida económica, y es bien sabido cómo insistió Calvino
en la disciplina que la iglesia y el Estado tenían que imponer a los
— C. Calvinismo y puritanism o cristianosTJ En 1548 exhortó a Somersel a velar para que «los hombres
sean mantenidos en buena y honesta disciplina* y para (pie «los que
Llevando más lejos el análisis del pensamiento económico de Calvino,
escuchan ln doctrina del Evangelio prueben ser cristianos por la santidad
diversos historiadores, como Doumcrgne, Tawney, Hauscr y Biélcr,
de su v i d a » ”7 R. II. Tawney escribe con razón:
demostraron cómo Weber, Trocltsch, Goyau y Kougier se habían equivo­
«Si, como han sostenido ciertos historiadores, la filosofía del Inisscz fnirc es uno
cado al identificar calvinismo y luteranismo. Por lo pronto, ln teoria
de los frutos del éxito alcanzado por el calvinismo entre las clases medias, no ha
de la predestinación se introdujo tardíamente en el calvinismo. El cate­ llegado o ser lo que es más que por caminos desviados. Fue aceptada, menos por su
cismo reformado de lleidelberg (1563) no insistía en este dogma, (pie valor intrínseco que como un compromiso impuesto al calvinismo en una etapa rela­
se convirtió eri la principal creencia de los puritanos— tomado este tivamente tardía de su desarrollo histórico, como resultado de su transformación
bajo la presión de los intereses comerciales, o como un equilibrio de fuerzas entre
término en su acepción más a mpl i a— , hasta el siglo xv n , con el sínodo
dos poderes rivales» Jl.
do Dordrecht (1619) y la Conlesión de Westminster (164-6). A partir de
entonces, la doctrina que exagera la importancia de ln predestinación, JT.o cierto es (pie el protestantismo no engendró en sus fielefc ln
aunque procede indudablemente de la teología calvinista, constituye en mentalidad capitalista más que en la medida en que perdió su tono
realidad una deformación de ésta. Ahora bien: Weber funda la demos­ religioso y fue infiel a Calvino] esto ocurrió en el siglo xvi, tanto en
tración de los orígenes protestantes del capitalismo en la manera de Inglaterra como cu Ginebra. El capitalismo puritano coincidió con un
entender los puritanos el dogma de la predestinación. Especialmente se enfriamiento de la fe 6".
ha puesto de maniíicto en nuestros días ln contradicción existente entre Sin embargo, «si alguna de las relaciones que se han intentado descubrir
la moral social calvinista y la de los hombres de negocios puritanos. (por M. Weber) entre los puntos doctrinales o éticos de las enseñanzas calvinistas
y la economía capitalista, no lian podido resistir la crítica, su tesis ha permanecido
(Éstos eran ya infieles a las enseñanzas, todavía muy estrictas, de Baxter, en pie, con mas validez incluso. Después de haber entiendo e incluso refutado enda
a fines del siglo xvu. ) El capitalista protestante, estudiado por Weber, una de sus teorías, ln mayor parte de las críticas le dan ln razón en el fondo, v
era ante todo individualista, preocupado exclusivamente por el éxito de establecen sos propias interpretaciones y sus propias teorías sobre esta base»*0.

22R 229
En cierto modo, la Reforma dio un aspecto laico a la .santidad. Lulero I’robablcmentejscría erróneo establecer una línea divisoria entre paises
y ('alvino despinzaron la noción de salvación, «haciéndola salir de los católicos económicamente retrasados y países protestantes deliberada­
claustros e introduciéndola en la vida cotidiana» "l. Al rechazar las mente orientados hacia la prosperidad material./ Por lo contrario, es
mortificaciones y la austeridad monacal, al rielar el ideal de la vida cierto que la mentalidad «moderna», caracterizada por la búsqueda de la
religiosa apartada del inundo, subrayaron la obligación de lomar estado, ganancia y el individualismo, y también por el deseo de racionalidad,
el trabajo cotidiano y la vocación profesional. Abandonaron la vieja por la atracción hacia la técnica y la ciencia, por la inclinación hacia
concepción medieval, expresada entre otros por Santo Tomás de Aquino, la historia, el derecho y la claridad administrativa, estaba a punto de
(pie consideraba la contemplación como la actividad más excelente para desarrollarse en todo el Occidente, sin tener en cuenta las barreras
conseguir el reino de Dios. La teología franciscana consideraba ni men­ confesionales. Hubiera acabado por imponerse sin Lotero y Calvino,
digo como otro Cristo, ('alvino lanzó anatemas contra los que se negaban y Jen sus comienzos lu Reforma no parece haber favorecido de un modo
a trabajar y calificó muy duramente cualquier forma de ociosidad. especial el auge del capitalismo! Pero si se consideran las cosas con una
Es cierto que Sixto V y Colbert, ministro del rey cristianísimo, actuaron perspectiva más amplia, tenienuo en cuenta la totalidad de la historia
en muchos aspectos como los calvinistas y que una ordenanza inglesa de Occidente, entonces es obligado concluir qucyel protestantismo, por
de 1.'(DO ordenaba ya: «Quien dé limosna a un mendigo (pie pueda traba­ sus posteriores ramificaciones -— por ejemplo, el puritanismo— , por
jar, será encarcelado» "L Los teólogos protestantes se limitaron a justi­ ciertas consecuencias prácticas, lia ayudado sin el menor género de
ficar lo (¡uc tendía a ser una práctica corriente en todo Occidente, y aquí dudas al hombre moderno a salir de la Edad Media y de la mentalidad
incluimos lo dicho sobre el préstamo con interés. Pero ¿no lia acele­ precapitalista.|Ha sido un fermento (pie ha acelerado la floración de un
rado esta justificación, a su vez, el desarrollo de una concepción «mo­ mundo radicalmente, distinto del que conocieron Augusto, Carlomagno
derna» de la existencia que estaba a punto de aparecer? ^El capitalismo, c Inocencio III.
para conseguir su triunfo, necesitaba la reconciliación teológica que
efectuó Calvino entre la religión y el dinero.; I). ¿ T u v o la p r i m e r o r e v o l u c i ó n i n g l e s a un e a r á e l c r
Fin un plano menos teórico, hay que recordar también que Calvino, esencialm ente religioso?
sin condenar el bienestar honradamente adquirido, (pieria (pie se usara
el dinero con temperancia. Aconsejaba un modo de vida sin ostentación Las discusiones mantenidas sobre las relaciones entre el puritanismo
superfina. Y, efectivamente, los protestantes rechazaron los alardes del y el capitalismo han resurgido, estos últimos años, a propósito de la
arle barroco, que fue un arte esencialmente católico. Como vivían sin primera revolución inglesa del siglo xvn, y todavía sigue investigándose
muchos dispendios, pudieron acumular capitales (pie tuvieron así dispo­ sobre el significado exacto de este gran acontecimiento. La tesis clásica
nibles para invertirlos en el comercio, la banca y la Industria. Esta es la de Cardincr que vio en la «revolución puritana» un conflicto
acumulación era ya visible en Ginebra alrededor del uño 1600, y aumentó entre puritanos y partidarios de Laúd a propósito de cuestiones religiosas,
en el siglo XVIII. Hay (pie tener en cuenta otro punto de la tesis de y un enfrentamiento entre la Corona, por una parte, y la Cámara de los
John U. Nef. La Reforma no acabó con el arte, y la pintura holandesa Comunes y los juristas, por otra, sobre problemas constitucionales.
del «siglo de oro» es la mejor prueba de que podía subsistir una i mpor ­ Se trataría, pues, de un movimiento religioso y político. Todavía se
tante actividad artística en país calvinista. Sin embargo, la supresión de insiste boy día en el carácter esencialmente religioso de Cromwcll,
los monasterios, la secularización de los bienes de la Iglesia, la no verdadero profeta del siglo xvu. Robe.rt S. Paul afirma que el elemento
admisión por parle de los protestantes de las obras de arte como auxi­ permanente de su carrera fue, no su política, sino el punto de vista
liares de la piedad, no podia menos de provocar importantes modifica­ teológico desde el (pie consideraba su política. Cromwcll creía que su
ciones en la mentalidad de los artesanos, así como también en la de los ejército había recibido de Dios la misión de combatir toda autoridad
nuevos propietarios de los antiguos bienes eclesiásticos, y más en general — rey o Parlamento— (pie pusiera en peligro la fe protestante o que
en el público. Los artesanos tuvieron (pie efectuar una «reconversión» amenazara la seguridad del Estado Por tanto, «para comprender a
de sus actividades. Los gcntileshomhres ingleses adquirieron los bienes de este hombre, que vivió en una época de fe, hay que tomarse en serio
la Iglesia y buscaron en ellos minas de c a r b ó n " ’. El público, al menos la fe de esta época»
en las regiones calvinistas, perdió la costumbre de asociar belleza y Pero, después de Cardincr, las numerosas investigaciones económicas
religión. sobre el período (pie precedió a la guerra civil y los estudios efectuados

230 231
acerca de las relaciones entre el capitalismo y el protestantismo no el temor de las persecuciones religiosas (pie por la búsqueda de lierras
permiten ya, según Cli. Ilill, habl ar simplemente de tina «revolución cultivables' -. Se inició el desempleo, en Inglaterra, de mano de obra
puritana» A las dimensiones religiosas y políticas del problema btty proletaria. I’arte de c.lia no podo librarse del paro y del vagabundeo,
que suma r una dimensión económica. R. 11. Tawncy lia contribuido a poro el resto fue empleada por el capitalismo industrial que iba a desa­
poner en duda la interpretación tradicional de la primera revolución rrollarse en bt isla. Rara M. Dnbb, en efecto, los primeros años del
inglesa “s. Corrigiendo la tesis de Webcr y reemplazando calvinismo por siglo xvtl en Inglaterra se. caracterizaron por el comienzo del capitalismo
puritanismo, Fawncy hace del capitalismo la «contrapartida sociológica» industrial. En el desarrollo económico, el papel esencial, conforme al
de una cierta teologia puritana. Apartó numerosos textos y hechos que esquema marxiste, lo habría desempeñado un capital acumulado por los
tienden a demostrar que se pr odujo una identificación entre clases productores y no por la aplicación del capital comercial en la pr oduc­
inedias — urbanas y rurales— y radicalismo religioso. En Inglaterra, el ción' industrial. Se subrayaba asi la creciente importancia de una clase
período entre 1540 y 1560 — siempre según Tawncy— fue urt período de de «dadores de trabajo» surgida de los artesanos y de los principales
progreso económico para los medios capitalistas y puritanos. Éstos, gremios. Era preciso que fuese derrocado el tipo de gobierno que pre­
debido a su creciente prosperidad, no quisieron aceptar las restricciones ferían Jacobo 1 y Carlos I para que Inglaterra pudiera desai rollarse
impuestas por el Estado. Entre, las clases medias en auge, Tawncy ha económicamente y desembarazarse de los monopolios que favorecía la
incluido la g cnlry. Esta pequeña nobleza habría introducido los princi­ realeza; para que la política exterior pasara a ser dominada por los
pios capitalistas en la administracción de las tierras y se habría conver­ que tenían verdadera importancia en ln nación; para que la sociedad
tido en una rama rural de la burguesía — clase ascendente— , mientras se viese libre de las normas anticuadas impuestas por una Iglesia perse­
que la aristocracia, endeudada y ligada n métodos caducos, estaba en guidora, que con Latid trataba de reconstituir su patrimonio territorial y
decadencia. La «Gran Rebelión» habría sido, pues, un episodio violento restaurar los diezmos. Rese a que los Esluardo volvieron al trono en
y decisivo para el triunfo de la burguesía en Inglaterra. Habría sido 1660, la revolución continuó ti mofante en el aspecto social y económico.
una especie de «embargo impuesto por acreedores impacientes, nuevos Ror lo contrario, D. Rumión y 1). II. Rennington sostuvieron que la
ricos (comerciantes, industriales y miembros de la gcnlry), a los guerra civil inglesa en ningún modo fue un conflicto de clases y que rio
endeudados aristócratas refractarios (corona, aristocracia)» °,J. podía encontrarse ninguna distinción social significativa entre diputados
La tesis de R. II. Tawncy ha sido confirmada en ciertos aspectos realistas y p a r l a m e n t a r i o s ” .
por John II. Nef, que hizo hincapié en la primera revolución industrial II. Trevor-Roper lia rebatido las afirmaciones de R. II. Tawncy y
inglesa (entre 1540 y 1640). Por ejemplo, demostró que la cantidad de Cb. Ilill. Enfrentándose con los numerosos historiadores de las más
de carbón expedido de Dmhar n y de Norl bumberland aumentó en un diversas tendencias, que identifican el capitalismo y el puritanismo y (pie
1 . 4 5 0 % en los ochenta años que precedieron a la guerra civil. Los afirman que esta identificación es «una de las conclusiones innegables
historiadores de tendencia marxiste han aceptado, corrigiéndola en de la investigación moderna», II. Trevor-Roper sostiene, por lo contia-
ciertos detalles, la tesis de Tawncy rio, (pie no existe ninguna relación entre puritanismo y capitalismo M.
Más todavía: descubre en la mística puritana una «ideología de retracto»
«Se luí futseiuli) ln visión del problema --escribe Cli. Ilill— insistiendo exclu­ y trata de demostrar que la situación de la pentry era económicamente
sivamente en lo <|ne le ocurrió n ln gentry. Nnturnlmente, ln importancia de los
propietarios rumies ern muy grande ert el siglo xvi: constituían ln clase dirigente. mala. Estaba endeudada, vendía sus tierras a los plutócratas londinenses
Pero turo de los aspectos más importantes de estas décadas revolucionarias es que, y a los protegidos del rey, y hal aba, al no obtener del suelo suficientes
durante algunos años, la hegemonía tic los negocios escapó de la antigua clase beneficios, de entregarse a empresas coloniales. La famosa austeridad
dirigente. De ahí la tlifertaicin especifica entre estas y las rebeliones campesinas puritana no fue la religión de linos ricos capitalistas que al ionaba n para
medievales (pie no establecieron ninguna nueva forma de gobierno»” .
colocar ventajosamente sus capitales, sino la religión de pobres gentiles-
El alza de los precios, que se mantuvo en Inglaterra hnslti 1640, bene­ hombres que trataban de gastar lo menos posible y (pie envidiaban la
fició ¡t los industriales, a los negociantes y a los propietarios terrate­ extravagancia y la ostentación de la corte, que florecía n sus expensas v
nientes, pero en cambio fue un verdadero desastre para los asalariados donde no eran admitidos. No es una casualidad que la familia de
y para los que, a causa de los cercados, perdieron su parte de tierra. Oliverio Cromwell, que bahía frecuentado la corle, hubiera tenido que
El gran historiador G. M. Trcvelyan opinó, hace ya más de veinte vender, cuando él era nún niño, la gran casa del condado de Huntingsdon
años, que la emigración inglesa del siglo xvtl fue provocada menos por a los nuevos ricos. II. Trevor-Roper añade que la Cily de Londres era

232
partidaria del rey y que fue necesario p r edi c ar le Ircs sangrías sucesivas
para que actuara contra los rebeldes; que los parlamentarios no repre­
sentaban n la clase de los comerciantes, sino que estaban dominados por
los magnates cuya oposición no tenía relación alguna con el comercio, y,
por último, que Cromwell, retornado de manera anacrónica a la política
isabelina, gobernó de manera paternalista y rclrógada.
La afirmación de 11. Trevoi-Kopcr suscitó naturalmente respuestas
vehementes, pero también forzó a-sus contradictores a matizar su posi­
ción. Ch. Ilill lia a d m i t i d o ”' que la f'dUry no era una clase, homogénea NOTAS Al. CAPITULO III
y que las divisiones fundamentales de la época eran menos visibles en
una asamblea tan tradicional como la Cámara de los Comunes que, en
1. Véase [538) M. Dona, Studics in thc Devclopmcnt o/ Capilalism.
el mismo pais. i'.! Sur y el Este, económicamente avanzados, eran hostiles 2. W. .Somiiaht , llcr miníeme Kapilnlismns, Munich, 1.* edición, 1902.
al rey; el Norte y el Oeste, todavía semifeudales, le fueron favorables. .1. Consúltese la introducción (le André-E. Sayous a ICapogée du capitalismc,
Por lo contrario, Ch. Ilill sostiene que si la oligarquía londinense se de W. S omiiaht, París, 1932, pág. XXIV.
4. Véanse los capítulos XII, 1, y XXIV, I, del Capítol.
inclinó hacia Carlos 1, la mayoría de los mercaderes de. la capital estaban 5. W. S omiiaht, L'apogéc da cnpitalisme, pág. XXII.
de. parle, del Parlamento, y que el puritanismo representó la mística 6. \V. S omiiaht , Dcr llougcois, Munich, 1913, trnd. francesa: l.c bourgeois París
moral y teológica de una progresiva clase social. 1926,
El debate sobre, este apasionante problema dista mucho do haber 7. [5.59J M. IVeiieh, La ¿tica protestante y el espíritu del Capitalismo. Ed. Re­
vista de Derecho Privado, Madrid.
concluido, pero ha facilitado un enriquecimiento de nuestro conocimiento H. [558] E. T koki .ts ch , /líe Rrdeutung des Rrotcstnntisrnus... y (289) Ole Sozial-
de la guerra civil inglesa y del período (pie la precedió. Que el purita­ lehrrn dcr c/irisllie/irn Kirchen and Crtlppen.
nismo baya sido la expresión religiosa de una regresión social, o, por 9. |556| R. II. T awnky, I.n religión en el origen del Capitalismo. Ediciones Siglo
lo contrario, de un progreso, lo cierto es (|ue, desde ahora, ya no puede Veinte. Buenos Airea (Argentina).
H). II. M. Iton khtson, The Aspects u¡ thc Risa o¡ Economic Individualisrn, Cam­
separarse el estudio de esta forma particular del protestantismo de un bridge, 1933.
cierto contexto económico. II. Trcvor-Ropcr ha aceptado también la 11. [540J A. F anfani , Catolicismo y protestantismo en In génesis del Capitalismo.
discusión en este terreno. En general, parece ser (pie la teología fue más Ediciones Hialp, Madrid.
permeable a las influencias económicas y políticas en la Inglaterra del 12. (.556) R. II. T awnf. y, 1.a religión...
13. II. SÉE, Orígenes del Capitalismo moderno. Fondo de Cultura Económica,
siglo xvtl que en el conjunto de la Europa Occidental en el siglo xvt. Los Méjico,
trabajos más recientes han dado a conocer de nuevo el movimiento de 14. Consúltese [534] W. A si ii .ey, llistoire des doctiincs et des théories économiques
los levellcr.s, (pie habían permanecido casi olvidados, y son muy signi­ de TAngletcrre.
ficativos a este respecto. Ciertamente, los «niveladores» ingleses de. 1646- 15. 1559] M. W khkh, La Etica protestante...
16. Traducción francesa en A. Ilicler 1535], I.a pensée éconornique et sociale de
1652 se. referían a Wyclif, a Juan ÍIuss y a una fuerte tradición herética, Calvin, pág. 478, libro rpte utilizaremos ampliamente en las páginas siguientes.
e invocaban continuamente la Biblia. Pero también es cierto que al mismo 17. Ihíd., pág. 480. Rroverhins, capítulo 22, versículo 29.
tiempo proponían el derecho de voto masculino, la República (a partir 18. Citado en [5351 A. R ii .i .i .h, Ln pensce éconornique..., pág. 490.
de 164-6), la supresión de los diezmos y de la Iglesia del Estado, la 19. Consúltense [289] y [558].
20. C. Goyau, Une villc église, Ginebra, II, París, 1919, pág. 279. Consúltese [535]
reforma del derecho y de las municipalidades, la abolición del privilegio A. IIit:t.Kit, I.a pensce éconornique..., pág. 498.
de las compañías comerciales y una radical transformación económica: 21. E. R o u c i e h , Le Troleslantismc et In philosophic de l'histoirc, en «Mercare de
¿ E r an estos «niveladores», como Muntzer, visionarios que no habían Frailee», 1 de enero de 1929, citado en [535], A. Uicler, pág. 500.
22. [540] A . -F anfani , Catolicismo y protestantismo...
sopcnu]o el inilcnarismo medieval? Esto último se pone seriamente
23. Texto de la edición de 1541.
en duda. Las «niveladores» y Lilburnc fueron acusados en su época de 24. (5511 J. U. N kf, La naissance de la civilisation industriclle...., pág. 29. Con­
ateísmo. Su mesianismo habría tenido, frente al de los rebeldes alema­ súltese también del mismo autor [552], La guerre et le. progres hiimain. Véase,
nes de 1525, un carácter verbal. El caso de los Icvcllers plantea la cues­ por último, La R ijornia protestante e l'origine dclla c imita industríale, en
«Economía c Storia», II, abril-junio de 1955.
tión de si hay que. adelant,ar treinta años la crisis de la conciencia europea 25. A. Gemís, Les colonias mar chandes meridionales ó Anvers de 1488 á 1568,
que Paul liaza ni situó alrededor de 1685-1688 Ixivaina, 1925, págs. 510 ss.

2-I4 235
26. Consúltese O. Manuici?, Le pacte tic «¡{¡corsa* ct le marché italicn des chan­
56. [759] Caí.vino, Op. Ota., XXVIII, pág. 136, citado en [525] A. B iki.kk, l.a
ces au XI'II* >icele, l'uris 1953, pág. 145. Véase también J. D kujmkau , Vie
penséc. énmornique..., pág. 380.
cconornit/uc ct sacióle..., 11, pág. 867.
57. Citado cu 1556] H. II. T awnky, La religión..., pág. 114.
27. A este respecto véase sobre todo, K. ni: R oovkii , I,'r.volution de la letlrc de
58. Jbid., pág. 111.
cha rige (XIV*-Xl III* siécles), el ya mencionado G. M andich y II. L apkymk,
59. Véuse A. vun Mautin, Die biirgcrlichkapitalistischc Dynamik der Neuzcit seit
Une famille de marcharais, les Rui:.
Renaissance und Reformativa, en //. '/.., agosto de 1951: en el espíritu de la
28. 15391 \V. F.nukiima. nn , Stttdicn iri der rumariisch kanonistischen IVirtschafts und
Rechts-lchre...; citado por II. II auskh [5 /2], Les debuts du capitalisrne, pá­ burguesía protestante, la «religión del trabajo» se desarrollóla expensas de la
religión de los Reformadores a la cual fue substituyendo poce* a poco.
gina 54. Consúltense también sobre las doctrinas relativas a la usura: II. N kl-
60. [5/9] II. LÜtiiy, l.a bunque protcstanta..., II, pág. 757.
son , The idea of Usnty, Princeton, 1949, y sobre todo [55.? 1, J. T. N oonan ,
61. [5 / 2 ] II. H auscr, Les debuts du capitalismo, pág. 76.
The Scholastic Analysis af Usury.
62. J. I.KGoi f, Le Aloyen Age, París, 1962, pág. 243.
29. Citado también por IIai'SKH, Ibid.
30. [5/9] II. I.ütiiy, La lantjuc protestante en Trance..., II, pág. 763. 63. Véase J. U. N kk, The Rise of the Rritish Cual Industry, Londres, 1932, I, pá­
ginas 143; 156.
31. Ibid., pág. 759.
32. J. 11r:kms. Occidente en las siglos A'IV y XV (Nueva Clío), Barcelona, 1967. 64. [663 J S. K. Gamdinkk, flistory o) the Creat Civil ¡Car, 1642 '649, 4 vols.
65. R. S. P a u l , The Lord Rt oledor...
33. 15/9] II. I.ÜTIIY, í.a banr/nc protestante..., pág. 753.
66. Ibid., pág. 381.
34. J. l.r.iriliNK, La jarrnatian du capitalistas rumíeme dans la principante de I.iégc
67. Clin. Iln.K, La révolulion anglui.se du XVI R siécle, en «R. II.», (X.XXi, 1959,
au XV R siécle, Liejn París, 1939.
35. [5561 K. II. T anvnky, l.a religión... A finales de su vida I.ulero fue, no obs­ páginas 5-32.
tante, menos categórico, ni su condena del préstamo con interés. 68. Véanse conjuntamente con La religión en el origen de! Capitalismo los si­
guientes trabajos: Haningstons Inter prctatiun of bis age, en «Raleigh Lee-
36. Citado en !n., ibid.
ture», 1941, y The Rise of the Gentry, en «Fcon. Misl. Kev.», XI, 1941, pá­
37. Citado en ín., ibid.
ginas 1-38.
3M. Citarlo en I d., ibid.
69. Cita extraída «le la critica de Tawney por 11. T kiivom-Roít.h en La révolulion
39. Citado en ín., ibid.
anglaisc tic Cromwell, en «A. F. S. C.», 1955, págs. 331-340.
40. Consúltese [672] P. M u .i.kk, The. New F.ngland Mind. The Scvcntecnth (Ven-
70. Véanse [5/5] Cu. Ilit.t., Ruritanism and Révolulion; In. [5-//]. Economía Rro-
tury; R. Pn. S tkamns, The Strenuous Rutilan, llugh Reter, 1598 1660, Urbana
blents of the Chttrch. Fium Archbishop U'hitgift lo the Long Rarliatnenl;
(Illinois), 1954; B. I1.m i .yn , The New F.ngland Mcrchant in the Scvcntecnth
In. [ 5 / 3 | The F.nglish Révolulion, 1640; ÍD., A. projtos d'un árdele recent sur
Ccntury, Cambridge íMnssocbusets).
Cromwell, en «A. E. S. C.», 1956, págs. 490-494. Consúltese también [538]
41. Consúltese H. Citnisroni:t., Zwingli, Lcbcn und ausgcswahlte Schriftcn, 1857,
M. Douii, Studies in the Developmcnt of Capitalista. Acerca del debate que
II, págs. 313 ss.; K. II. T anvnky [556] La religión...
opone a los historiadores ingleses a este respecto, consultar la «Fcon. llist.
42. lluci'.Hn, De regnn Chrisli, citarlo en II. II. T anvnky, La religión...
Rev.», desde 1940 así como la colección «le Rast and Rrcsent (en particular
4.3. Citarlo en ibid., pág. 105. el n.” 13).
44. | /5/) F.. Dou.Mi.nem., Jenn Calvin..., V, págs. 624 ss. 71. «R. II.». CCXI, 1959, pág. 7.
45. Sucesivamente 1/59] Op. Culu., X; XXIV y XXV; XXVI y XXVII (Salmo 15); 72. G. M. T ukvklyan, F.nglish social History, Londres, 1941.
XI.. 73. O. Bti UNton y I). II. P knnincton, Mernbers of the Long Rurliarne.ru, Londres,
46. [ 159] C aí .vino , Op. Ora., X, págs. 245 ss., citado en [535], A. Btr.l.KH, La pcnsce 1954; véase también M. Kkki.kh, The Long RarHament, en «Memoirs oí the
éc.orwmit/ur..., pág. 456. Arncr. Rhilos. Sor..». XXXVI, 1954.
47. Calvino es también muy severo cuando se trata de las prendas exigidas a un 74. Consúltese además del ya citado artículo en «A. F. S. C.», 1955, The Gentry
pobre, en un préstamo gratuito. 15 !()• 1610 y O. Cromwell and his Rar¡ioments, eu «Fssnys prescnled to Sir
48. Catata. Mo'ise, citado en 1535] A. Bll.Li:it, La pcnsce éennomique..., pág. 464. L. Namier», 1956.
49. Cotam. Eiéchicl, citado en [535] A. B iklkk, La pcnsce éconumiquc..., pág. 468. 75. «U. II.», 1959, págs. 5-32.
50. Carta a Cl. de Sacbin, citada en ibid., pág. 460. 76. Bibliografía sobre los Lcvcllers, en «R. II.», 1962, CCXXVII: I). L utaiid, Le
51. J. Br.nr.ii lt, Taux de Tintcrct... en Studi... Fanfani, Milán, 1963, págs. 105 ss. partí politique «niveleur*... Véase también L. C/UIKN y M. B madmk, I.'cvolulion
1**1 Parlamento inglés aceptó lu tasa del 10% en 1571. [uditir/ue. de TAngleterrc rnoderne (1485-1660), París, 1960, y V. Gaijkiku, R u-
52. A.-IT S ayous, l.a bunt/uc a Ccncuc pendant les XVR, XVII* cl XVIIR siécles, ritanesirna c Liberta, 'Furín, 1936.
en «Krvue économirpie ¡nlerniitionale», París, septiembre de 1934; Les place•
rnents de fortune a Cené ve despuis de XV* siécle. fusqua la fin du XVIJR,
Bruselas, 1935; Calvinismo, ct capitalismo a Cené ve de la Reforme a la fin du
XVIII0 siécle, en «Anuales d’bístoirc cconoinique et social»:», París, mayo
«le 1935.
53. J. F. B i.hcikh, «A. K. S. C.», 1962, págs. 348 355; y «Studi... Fanfani», páginas
91 ss.
54. 15-/91 H. I. ü ti iy , La banrjue protestante..., pág. 762.
55. Citarlo en 1556] por II. II. T anvnky, í.a religión...

236 237
B. DIRECTRICES
DE LAS INVESTIGACIONES
C a p ít u l o IV
i
Investigaciones s o b r e el p r o t e s t a n t i s m o

A. Un m ejor con ocim ien to de L u l e r o y C.alvino

Se. lia escrito mucho sobre la Reforma; sin embargo, quedan muchos
aspectos relacionados de un modo u otro con ella que no han sido sufi­
cientemente investigados. No se dispone de ninguna obra comparable
al admirable trabajo de W. K. Ferguson sobre el Renacimiento Cier­
tamente no faltan los estudios que muestran cómo lian sido juzgados los
principales reformadores a lo largo de los siglos. Pero «la historiografía
de la Reforma, considerada como un lodo, no lia encontrado aún su
historiador» -.
Una omisión muy considerable y que concierne por muchos motivos
al que comentamos es la falta de una edición critica de las obras de
Erasnio, aunque los señores P. S. Alien hayan editado la correspondencia
del gran humanista. Por otra parte, II. y A. Ilolborn han publicado de
manera científica ciertas obras de Erasnio 8 y W. K. Fcrguson muchos
opúsculos * (pie rio figuran en la gran edición de Leydcn Sin embargo,
la mayor parte de la obra del intelectual más conocido del siglo XVI no
lia sido abordada todavía con los métodos de la ciencia moderna. Es cierto
que desde hace años la Universidad de Yale recopila las primeras edi­
ciones de los libros de Ernsmo, al objeto de establecer la base de la
gran edición que no existe todavía. «Mientras tanto, Erasmo sufre por
no haber fundado una Iglesia» °. Se mantuvo por encima de los aconte­
cimientos y, en consecuencia, lia sido hasta cierto punto olvidado.
Los medios técnicos de que dispone nuestra civilización, unidos al
siempre vivo interés por la Reforma, explican el lanzamiento de costosas
iniciativas que antes hubieran sido imposibles. La Foundation jor Rcfor-
malion Research (en San Luis, Missouri) trató de obtener microfilmcs
de lodos los libros del siglo xvt que tuvieran relación con el prolcstantis-

241
16. Dilukif.au: La Reforma.
mo. Este proyecto ha sido en huena parte ya cumplido en el Vaticano. En cuanto a Calvino, este sigue siendo presentado de una forma
Se trata de. hacer lo mismo en el resto de Europa, y especialmente en la estática, como si no hubiese evolucionado entre 1536 y 1564. Citemos
biblioteca nacional de Florencia, que contiene casi todo lo que se refiere aquí a E. Febvre:
a los reformadores italianos y a la difusión de la Reforma en Italia. «iCuúntns cosos quedan por decir sobre Calvin..! “ Fechar con precisión", el
Paralelamente se prosigue en todas parles la edición de las principales Krnn consejo de Micliclel. /Fechamos con precisión ni reformador de Cincl.ro?
obras de los reformadores. Estrasburgo y (bilersloh publican a R o c e r o 1; /No confundimos los distintos épocas? V puesto que estonios ton influidos por las
referencias de Calvino o lo l'ulgntn, acoso (instituimos fll ser vivo y caminóme que
Xurich, a Zuinglio M; Ginebra a Teodoro de Reza °. Yale trata de presentar
fue, por mi ltoml.re que durante su lorijo carrera corno jefe de uno Iglesia posó
un corpas de los escritos de Tomás Moro; Alemania, de reimprimir la sucesivamente por uno juventud aún moldeadle, uno madure/ secura de si mismo
edición de Weimar de las obras de Lulero. En archivos y bibliotecas y tino vejez endurecido cu su propio concepto. El reformador es un personaje retra­
son buscados numerosos documentos relativos a los anabaptistas i0. tado nc vnrictur, con su borlóla en pitillo y su porro pastoral: inamovible, disecado
en su efigie de los sesenta años, lio habido diversos Calvinos (sucesivos y simul­
Actualmente son publicados en su propia lengua los reformadores táneos), y no un solo Calvino; varias Ginebras y no una sola Ginebra. Y frente
polacos. En España se investigan los archivos de la Inquisición. De esta a estos Calvinos y a estos Ginebras no todos sus contemporáneos reaccionaron siem­
forma, un enorme trabajo de retorno a las fuentes permitirá a los pre de una manera idéntica.
investigadores renovar nuestros conocimientos sobre los problemas L. Febvre hizo estas observaciones para explicar por qué Marot
religiosos, especialmente los del siglo XVJ. Incluso un personaje como había pensado instalarse en Ginebra en 1542. En esta época, Calvino,
fallero, sobre el que se ha escrito tanto y cuya figura y pensamiento han «un Calvino de treinta y tres años, no (parecía) asustar excesivamente
sido estudiados con ahínco desde hace más de sesenta años, debería al poeta». De todas formas, falta por escribir una obra sobre la evolu­
suscitar aún nuevos estudios. Un historiador norteamericano trazaba ción del reformador de Ginebra y su doctrina.
así, hace unos años, las principales directrices de las investigaciones
sobre Lulero 11 :
U. Los otros refo rm a d ores
«A pesar de que hayan sido dedicadas numerosas investigaciones a la teología de
Putero, muchas cuestiones tienen que ser aclaradas todavía. Entre ellas podrían 1. Z U IN G L IO Y B u t . U N G E l l
citarse la génesis de la doctrina luterana de la justificación por la fe, con un
estudio particular del factor cronológico; su deuda con respecto a Cabricl Hiel; su {jLutcro y Calvino no son toda la Reforma, y la historiografía moderna
concepción de la Iglesia; la influencia do sus contemporáneos en su teología, y la
relación entre esta teología y la de sus sucesores durante el siglo siguiente a ha reaccionado contra la tendencia que lia subestimado demasiado tiempo
su muerte. Pero todavía es más necesaria una nueva síntesis de la teología de n los demás reformadores protestantes! Aunque, sin olvidar a Lulero, se
Putero que incorpore los resultados «le las investigaciones de las últimas décadas. investiga en nuestros días con creciente interés sobre su amigo y discí­
»Kntro los problemas no teológicos que también deben ser estudiados encon­ pulo Melanchton, cuyu personalidad permanece, enigmática y discutida.
tramos: los rasgos más esenciales del carácter de Putero, que deberían examinar
imparcinlmente los investigadores con una triple formación psicológica, teológica Sus obras son reeditadas en forma de fragmentos escogidos se estudia
c histórica; las relaciones de Putero con sus contemporáneos más notables, como su teología y recientemente le ha sido dedicada una biografía 15. Acaba
Melanchton, Bugenhagen; Carlstndl y los príncipes snjones; la ayuda aportada a de llenarse una laguna a propósito de otro amigo tic Lulero, el humanista
su movimiento, por grupos sociales como les burgueses, los nobles y los campesinos; Ccorges Spalatin, consejero de Federico el Prudente Ahora aparece
la importancia de su visión política, sus concepciones económicas y sociales; sus
contactos con los dirigentes del ala izquierda protestante; su influencia sobre la como un hombre sencillo y desprovisto de ambiciones, pero realista,
educación y la cultura. que ayudó mucho en la organización de las Iglesias luteranas y en la
»Po que más se echa en falta es, sin embargo, una biografía detallada de Putero constitución de la liga de Smalkaldu.
que incluyera los descubrimientos del último medio siglo, y que interpretara su vida En los países protestantes se ha realizado un esfuerzo considerable
y su obra sin perder de vista su significación mundial. Pas excelentes biografías de
Kolaml 11. Bainton y Krnest G. Schwiebcrt11 indican el camino a seguir, pero al para devolver su importancia a Zuinglio, Rullingcr, Buccro, Capitón,
mismo tiempo señalan lo poco que se ha hecho en nuestro siglo para comprender Ecolampadio y Teodoro de Beza. El primero tuvo la desgracia de desapa­
al Putero de los años 1530 a 1546 y por establecer las necesarias conexiones entre recer prematuramente en una guerra desgraciada, y fue eclipsado por
el «Putero maduro» y el «joven Putero». Todavía tenemos que referirnos, al estudiar la gloria de Calvino. Pero tal vez el protestantismo de tipo suizo deba
los detalles de los quince últimos años do la vida del reformador, a la biografía de
Juiius Kóstlin, cuya primera edición fue publicada en 1N75, antes de que apareciera tanto a Zuinglio como a Calvino. Se está operando una verdadera relia'
el primer volumen de la edición de Weimar.» bililación en nuestros días. Ya se lia dicho 11 que los estudiantes de la

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Academia de Ginebra, cu cuanto pudieron, se libraron de la «Confesión tas ....muchas todavía inéditas — continúan siendo una documentación
de los escolares» <]uc Cnlvino bahía pretendido imponerles sobre In preciosa para teólogos e historiadores, lia sido constituida recientemente
presencia espiritual pero real de Cristo en la Eucaristía. La dispensa liria comisión que se encargará de publicar la ingente obra de Bullinger.
que se les concedió después de la muerte de Calvin'o, durante la mode­
ración de Teodoro de liaza, ¿no permite poner en duda la fidelidad de
2. Buckuo, Ecoi.AMi'Amo, Caiutún y Tttonmto m: Bi:z.a
Ginebra a las enseñanzas del maestro? Se ha ido comprendiendo
mejor al derrotado de Cappel. Era «nnle todo el hombre de la palabra A nuestro siglo de ccumcnismo parece haberle sido reservada la
h abl ada ; la actividad literaria era para él una cosa secundaria». También rehabilitación de Buccro, quien, durante mucho tiempo, fue considerado
es cierto que era más moderado y más conservador de lo que se bahía como un personaje secundario, de carácter vacilante. El libro, yn
creído, y que por esto rompió con los anabaptistas. clásico, de J. \V. Baum (Capilo und Bulzcr) ha sido superado, porque,
El problema más discutido de la teología de Zuinglio consiste en desde hace cuarenta años, se han multiplicado los trabajos sobre el
precisar exactamente en (pié medida el reformador siguió siendo fiel al reformador de Estrasburgo El padre Pollel no duda en eximir a Buccro
humanismo ernsmista. O. Earner califica de «ecléctica» la doctrina reli­ de los reproches de las acusaciones de «oportunismo, versatilidad e
giosa de Zuinglio, y W. Kohlcr ha creído descubrir en ella una síntesis inconstancia» que se le hicieron a menudo en el pasado. Se lia señalado
orgánica del humanismo y de la Reforma. Por lo contrario, A. Rich que, si bien Buccro, de temperamento ¡reñiste, fue uno de los autores de
y G. W. Lochcr, aun admitiendo (pie Zuinglio fue ernsmista al principio la Concordia de Wiltcnbcrg (1536) y tomó parle en las tentativas
de su carrera, afirman (pie rompió, en 1520, con el punto de vista nntro- de reconciliación de 1541 entre católicos y piotestantcs, prefirió exiliarse
poeéntrico que antes había adoptado. Su conversión al Evangelio refor­ a Estrasburgo antes (pie aceptar el Inlcritn de. Augsluirgo que aceptaba
mado habría sido real y completa, y no habría admitido como norma de Mclanehton. Y es cierto (pie este mediador nato intentó «dar un alma
pensamiento más que la revelación cristiana. Su noción de. Dios se basó común a la Europa de su tiempo», lo que le acercó a Inglaterra, que
desde entonces en la Sagrada Escritura, y, como los demás reformadores, no quería romper con la organización episcopal y los ritos tradicionales.
Zuinglio subrayó también la gravedad del pecado. Su «infatigable esfuerzo de organización», su «prudencia teológica»,
Los más recientes trabajos no han llegado, sin embargo, a agotar sus concepciones litúrgicas 31 y su «sagacidad política» explican la
la riqueza de la psicología y de la doctrina de Zuinglio, «pensador influencia (pie consiguió alcanzar en Francfort, llessc, Colonia, etc. Las
universal y mtiltidimensional», que, por tanto, debe seguir investigándose. investigaciones de II. Stroh! y de Fr. Wendel han permitido, por otra
«Los estudios sobre el pensamiento religioso de Zuinglio, la delimitación parle, comparar «la pobreza de espíritu de la ortodoxia luterana que
de sus contornos exactos, y sobre todo sus fuentes, se hallan todavía triunfó cu Estrasburgo en 1598 y la gran riqueza teológica y moral de
más retrasados que los que tratan del desarrollo concreto de su vida» 3n. la era buccriana». II. St rol 11 ha visto en Buccro «el reformador más
Además, el aspecto litúrgico de la obra de Zuinglio permanece parcial­ pielisla», gracias a quien «las preciosas intuiciones de Lulero pudieron
mente ignorado. Por último, Zuinglio es poco conocido por el público ser conservadas de una forma más clara, más pura y más rica... (pío lo
de lengua francesa hicieron Mclanehton y los gnesiolulei anos» Finalmente, la deuda de
La historiografía moderna trata de devolver su importancia al yerno Calvino a Buccro aparece con más evidencia en nuestros días, y en
de Zuinglio — y sucesor suyo en Zurich— , Bullinger, «aquel gran
general se tiende a mostrar cuánto deben Ginebra y la Reforma francesa,
obispo de la Reforma, cuyos consejos esperaba siempre Calvino con de lina manera directa o indirecta, a Estrasburgo. Calvino, que se
impaciencia» Si se tiene en cuenta rpie Bullinger fue durante cuarenta
hallaba refugiado en esta ciudad, doló o la parroquia francesa, de la (pie
y cuatro años el Atilintes de Zurich, y (pie se conservan 12.000 cartas
era responsable, de un culto evangélico lomado de Buccro. De vuelta
suyas, se comprende el papel que tuvo que desempeñar en la consolida­
a Ginebra publicó los textos con el titulo l,a form a tic las oraciones, en
ción de la Reforma. Ya hemos señalado la importancia de su influencia
la que rápidamente se inspiró toda la litugia de las Iglesias reformadas.
en los Países B a j o s 13. El hecho de tener (pie escribir tantas cartas, ¿no
De este modo «la memoria de Buccro renace y se impone en las investi­
prueba (pie, en el mundo protcslnnlc, era considerado como un guía gaciones contemporáneas»'-7, l ’ero la incompleta publicación de las
y un director espiritual? En francés se ha publicado el importante libro
obras y de la correspondencia del reformador demuestian que aún
de Andrés Bouvier, que se basa precisamente sobre una parte de la
queda mucho (pie aprender sobre esta atractiva personalidad. Se impone
correspondencia de Zuinglio conservada en Zurich. Pero estas ear-
245
244
la publicación <lc una obra de síntesis (pie tenga en cuenta todos los aparecidos en los últimos a ñ o s 3*. Sin embargo, el Contra libcllum
trabajos relacionados con Bucero aparecidos estos últimos años. Lalvini no bu sido traducido. El De arte dubitandi el con/itcndi, igno-
Gracias a la monumental obra de Stahelin 29, la vida y la obra rundí el scicndi quedó inédito hasta 1937. Por último, una obra escrita
del reformador de Basilea son ahora suficientemente conocidas. Ecolam- contra Reza, De haerelicis a civili nmgistratu non puniendis, anotada
padio trató de establecer en la Iglesia de esta ciudad una auténtica en 1939 por R. Decker, signe aún manuscrita, tanto en su texto latino
disciplina espiritual y una excomunión puramente, evangélica. Murió como en su traducción francesa. Fs necesario, pues, reemprender y com­
en 1531, cuando empezaba a conseguirlo. En todo caso, fue un precur­ pletar la obra de F. Ruisson teniendo en cuenta estos diversos descu­
sor de Calvino. Muy interesante y original es la figura de Wolfgang brimientos y toda la literatura aparecida desde hace veinte años sobre
Capitón, que lia sido estudiada por 0. E. Strasscr 30. Fue un hombre los _hiUtu.Oiiaxoii..}iíülcstautca.
de amplia visión, de corazón abierto, animado por un esplritualismo ^La historia de estas sectas se encuentra c.n plena renovación, y
teológico que le permitió comprender a los anabaptistas, pero que le actualmente se intenta reconstruir la historia del milenarismo desde
llevó a ser acusado, en cierta ocasión, de connivencia con Servet. En el Antiguo Testamento hasta nuestros d i a s 37j Las profundas investi­
cuanto a Teodoro de íleza, ha sido mejor conocido merced a la biografía gaciones actuales nos han permitido conocer mejor ciertos aspectos de
que le. ha dedicado Paul F. Ocisendorf 3‘. El sucesor de Calvino no fue la prerreforma y del protestantismo (¡ue bal :.m sido descuidados. Se
un gran teólogo, pero su obra permitió consolidar la Reforma en cuenta actualmente con un importante estudio sobre la unidad de. los
Ginebra, donde Calvino la había implantado «sin hacerla querer excesi­ Hermanos Cbecos en el siglo xv y comienzos del xvt, que lia venido a
vamente». Teodoro de Reza no fue solamente el vigoroso polemista completar el trabajo de V.-L. Tapié 3S. Pedro Chelcicky, que fue uno de
y el dogmatizador ineluctable descrito con frecuencia. Fue un gentil­ los principales maestros de los Hermanos, al igual (¡ue Wyclif, hacía
hombre que poseía talento y aptitudes de diplomático. Los ginebrinos coincidir el comienzo de la corrupción del cristianismo con el adveni­
no se engañaron. F1 siguiente proverbio se. difundió por la ciudad: miento de. la Iglesia-Estado en tiempos de Constantino. No admitía otra
«Más vale ir al infierno con Reza que al paraíso con Calvino». Nuestra ley moral que el Nuevo Testamento. Predicaba la no violencia y recha­
visión de la Reforma se encuentra abora en plena renovación, debido zaba la pena de muerte. Proponía soluciones radicales en materia social.
a que las investigaciones históricas no se ciñen exclusivamente a Lulero A comienzos del siglo xvt se extendió por diversos lugares de la Europa
y Calvino. Los posteriores trabajos sobre el protestantismo en el si­ occidental la idea de agrupar las pequeñas comunidades piadosas y fer­
glo xvt deberán tener en cuenta, desde ahora, esta ampliación de las vientes, independientes de las autoridades, preparándose para el gran día
perspectivas. del avenimiento del Hijo de. Dios. La multiplicación de estos focos, en
los que se vivía con esta esperanza, explica que el anabaptismo a dqui ­
C. P ersonalidades y corrientes heterodoxas riera formas diversas. En unos lugares fue violento, en otros pacífico,
y no deben ser confundidos los baplistas de Suiza 111 con los anabaptistas
Junto a los jefes de la ortodoxia protestante, atraen la atención de de Alemania y de los Países Rajos. Se produjo también el interesante
los historiadores los, herejes por temperamento y vocación como Servet caso de los herejes italianos 40, cuya difusión por Europa fue. enorme.
y Castalión. La abundante literatura histórica sohrc el primero es muy Parece que. en Zurich se constituyó un grupo baplisla siguiendo las
abundante y se. lia enriquecido con obras recientes 32. Sin embargo, primeras predicaciones de Zuinglio, que rompió con éste cuando el
aún no se ha dicho la última palabra sobre la víctima de Calvino, reformador se apartó de esta línea original. Parece ser también que los
puesto que S. Kot ha anunciado el descubrimiento del manuscrito de anabaptistas fueron'especialmente numerosos en los Países Rajos durante
una obra tic Servet, Dcclarationis ]esu Christi ¡ilii Dei Libri V, en los comienzos de la Reforma. Pese a las persecuciones de que fueron
.Stuttgart ” . Por otra parle, F. Ilude dio en 1958 la primera traducción objeto, al final del reinado de Carlos V cobraron nueva fuerzas y estable­
en francés de un librito del médico español, Disertación apologética cieron relaciones con los rebeldes de Munstcr. Muchos anabaptistas, es­
sobre nslrologui (1538), que convendría compar ar con el opúsculo de pecialmente en los Países Rajos, eran artesanos, aunque tampoco faltaran
Calvino Contra la aslrologia llamada judicial. Finalmente, A. Dufour nobles en sus filas. Parece ser también que las mujeres desempeñaron
ha dado a conocer recientemente textos relacionados con el proceso de un papel muy importante en la difusión de las sectas no conformistas 4I.
Servet 3<. Sobre Castalión se dispone de los dos volúmenes de F. Ruis- Al hacer hincapié en esas agrupaciones heterodoxas, la historiogra­
son 85 — (¡ue resultan ya anticuados (1892)— y diversos estudios fía contemporánea ha sido llevada a estudiar el caso particularmente
interesante y original de JPolonia y Lituanio Desde «ules de 1530, ana- en el siglo x v m y de Nimes y de una parte de los Cévennes a comienzos
baptistns procedióles de los Países Bajos y discípulos de Scliwcnkfeld, del siglo xtx <0. Seria muy fecunda una investigación sobre la difusión
en Silesia, se establecieron en la región del Vístula. Hacia mediados de de la espiritualidad pielista no sólo en Francia, sino también en toda
siglo los inconformistas polacos evolucionaron bacía posturas nnlitri- Europa y América. El pictismo se opuso al racionalismo religioso y
nitarias. En Lituania, hacia 1590, había unas doscientas comunidades tuvo un importante significado en la historia del pensamiento. 1.a filosofía
de inspiración calvinista, en las que las corrientes antilrinitarias conocían alemana de fines del siglo x v m estuvo muy influida por la corriente
amplia difusión. A fines del siglo xvi y comienzos del xvn, la figura pielista.
de Fausto Socino domina la historia del protestantismo en Polonia, y
la universidad sociniana de Rakow, con sus impresores,'sus matemáticos
D. Ix>s m e d i o s d e la p r o p a g a n d a protestante
y sus astrónomos, alcanzó en aquellos tiempos de intolerancia un sor­
prendente esplendor. Al tratar de seguir la difusión de una doctrina nos enfrentamos
El mensaje anabaptista influyó profundamente en el pensamiento forzosamente con la cuestión de la pr opaganda.j Ea historia de la p r o p a ­
occidental, tanto en Europa como en América. En el siglo xvn, en ganda protestante, especialmente en el siglo xvt, se halla todavía en sus
Holanda, en Inglaterra y en el Nuevo Mundo el inconformismo acubó comienzos^J.-F. Bergicr escribe a este respecto:
por obtener derecho de ciudadanía. Además, a medida que iba volvién­ *K1 popel desempeñado por los complejos débales religiosos rpic no dejaron
dose más laico, al perder sus obsesiones milenaristas — esta evolución de producirse ilcBde 1517 a í íuch de Biglo, presenta todavía muchos puntos oscuros
es ya aprcciable en Socino— originó, al menos en parte, una corriente que no podrán ser dilucidados sin antes resolver ciertos problemas fundamentales,
filosófica que Eocke. recogió y dio a conocer públicamente. Un lector y en primer lugar el de la difusión en ambientes encontrados. Su acción, tan diversa,
se refleja singularmente en la propaganda»''.
de Socino, Ilerbcrl de Cherbury ( I 582-1648), expuso, en su De Vcrilate,
que lo sobrenatural es una quimera y que la religión no debía tener Los contemporáneos comprendieron |la importancia de la pnlnbra
más fundamento que la razón. Eocke continuó en este camino, y en su escrita en las luchas religiosasj E. Pasquier consideraba que la pluma
Cristianismo razonable (1695) trató la «primera sistematización del «era tanto o más temible que la espada». Recuérdese la gravedad del
deísmo». Eos ejemplos citados sirven para exponer la riqueza de un asunto de los pasquines en 15lid. Por esto es necesario hacer revivir la
lema -que apasiona a los historiadores contemporáneos, pero que se guerra solapada y multiforme que por medio de libelos, pasquines,
baila lejos de estar agotado. Eas publicaciones de documentos relativos prefacios y dedicatorias se mantuvo en aquellos tiempos. Los salterios
a los anabaptistas, el carácter complejo y oculto de una corriente de fe penetraban en todas las capas de la población. Ha sido desbrozado el
y pensamiento que fue tan perseguida y que es necesario investigar camino para iniciar un examen de la propaganda religiosa, especial­
pacientemente en países a veces muy alejados entre sí, son otras tantas mente por lo que respecta a la difusión en Francia de las obras impresas
invitaciones a profundizar en una materia histórica singularmente copiosa, en Ginebra. El papel de. los impresores Pedro de Vingle, Antonio Vin-
pero que acabará por ofrecer una de las claves del mundo moderno. cent, Laurent de Normandia y Enrique Estimule lia sitio bien establecido.
Además, existe el inconveniente de que se está acostumbrado a considerar El primero, desde la ciudad de Galvino, fue «uno de los más activos
la historia de. la Reforma a partir de sus principales protagonistas. Hoy artífices de la propaganda dirigida a Francia por los reformadores esta­
se considera que es más importante estudiar las comunidades en sí, sean blecidos en Suiza» ,u. Antonio Vincent vivía en I.yon, pero tenía un hijo
ortodoxas o inconformislas. en Ginebra y difundió ampliamente en Francia la versión de los salmos
A este respecto merecen especial atención los grupos piel islas de de Teodoro de Beza. Laurent de Normandia, que fue alcalde de Noyon,
fines del siglo xvn y del siglo xvin, que rompieron con las Iglesias se estableció en Ginebra en 1548 y dirigió durante veinte años una
oficiales de los países donde estaban establecidos. La Iglesia de la importante editorial. Guando murió, tenía deudores en toda Francia.
Unidad de los Hermanos ¡Vloravos — tpic sólo tienen ligeras relaciones Sus 35.000 volúmenes comprendían 312 títulos, de los cuales 258 eran
con la ile los Hermanos Checos del siglo XV— no lia sido objeto de un obras religiosas. Galvino estaba representado por 97 títulos y 10.418
estudio de síntesis " que superara las antiguas obras sobre este tema*'. volúmenes. Enrique Estienne, hijo de Roberto, también establecido en
Zinzendorf es, sin embargo, una figura muy atractiva y de gran celo Ginebra, tuvo durante diez años como socio comanditario a Ubico
m i s i o n e r o 1''. Ea constitución de pequeños grupos morunos originó en Fugger, único miembro de la gran familia de banqueros que abrazó el
Francia la renovación religiosa de las Iglesias protestantes de Burdeos protestantismo. Sería apasionante descubrir [las redes clandestinas de

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distribución por las que circulaban los libros «mal pensantes» hacia los Sin adherirse a la reforma, Dolet parece haber creído que al vulgari­
países católicosTTLstienne tenía clientes en Francia, pe.ro también con­ zar las doctrinas de un hombre verdaderamente divino, Jesús, «conseguía
curría a la|feria|de Francfort. Porlría|real¡7.nrsc una amplia investigación liberar a sus contemporáneos de una serie de prejuicios, de tonterías y,
sobre, «los instrumentos de esta difusión y sobre las personas comprome­ sobre todo, de terrores» 1B. La opinión de L. Fcbvrc ha sido criticada
tidas en ella» Se sabe que muchos libros heréticos se disimulaban por C. A. Meycr t0, que ha subrayado el aspecto financiero de las publi­
bajo títulos perfectamente ortodoxos. F,1 estudio sistemático de. los impre­ caciones de Dolet en 1542. F.n esta fecha bahía recibido un considerable
sores del siglo xvi 1,1 - - l o s de I.yon, por ejemplo-— y los inventarios de anticipo de fondos de Uclouin Dulin, recaudador real de I.yon, que era
las bibliotecas que. se. conservan enriquecerá considerablemente nuestros simpatizante de la Reforma. Dolet no podia menos de publicar los
conocimientos sobre estos tiempos de inquietud religiosa. Pero también libros del gusto de su financiador. Fn realidad, el caso Dolet sigue siendo
habrá que tener en cuenta la propaganda oral, especialmente la que se investigado, y tal vez la casualidad pondrá en manos de un archivero o de
hacía por medio de los salmos. No fue. por casualidad que los obreros un frecuentador de bibliotecas el Nuevo Testamento que el impresor de
impresores de I.yon desfilaran por las calles de la ciudad, en 1551, enti­ Lyon publicó en 1542 y que no lia ■sido encontrado todavía. Este des­
lando salmos. Una información geográfica sobre la difusión de estos cubrimiento seria muy importante.
últimos sería muy reveladora. Muchos otros ‘«inclasificables» continúan intrigando n los especia-
lisias del siglo xvi; entre ellos se cuentan Marot, I!. des Périers y Juan
E. Iais m á r g e n e s de la R e f o r m a llodin. Acerca del primero se publicó en 1960 un importante trabajo
firmado por C. A. Meycr Éste recomienda no encerrar al poeta en una
Id oficio de impresor no dejaba de tener sus riesgos en el siglo XVI.
fórmula rígida y no aplicarle calificativos como «católico insumiso»,
Ktienne Dolet lo comprobó en si mismo, pues fue estrangulado y quemado,
«católico anlisorbónico» o «protestante liberal». Lo cierto es que Marot,
en 1546, en la plaza de Maubcrt. ¿Fue un caso «desesperarlo» el de este
espíritu anlidoginálieo, no aceptó totalmente la docrinn de Calvino. Al
franco tirador? !' 2. Lo cierto es que este humanista-impresor del siglo xvi
igual que Rnbelnis, 11. des Périers y Montaigne, se sintió atraído especial­
permanece ¡tara nosotros en el misterio y continúa intrigando a los histo­
mente por los problemas morales. En su agudo estudio, C. A. Meycr
riadores. ¿Fue un hereje? ¿Un librepensador? ¿O fue sencillamente un
insiste en la preocupación moralizante de los grandes autores del Renaci­
hombre de negocios que en 1542 editó una serie de obras heterodoxas,
miento. Ésta es una fecunda senda de investigación.
o al menos comprometedoras, porque en aquella época este tipo de
La preocupación moral explicaría el éxito de Luciano en el siglo xvi
literatura tenía buena venta? F.n 1531 escribió:
(con Lrasmo, Tomás Moro, Melanchton, etc.). Sin embargo, Luciano era
«Os jiitlo que no creáis que formo parle, de esa secta impía y obstinada (de los también un escéptico. Frente a L. Febvrc, C. A. Meycr trata de demostrar
luteranos); nada aborrezco lanío como las doctrinas y los sistemas nuevos; natía
en el mundo contieno con más fuerza»11. Cuando se, produjo el escándalo de los la importancia de la influencia de los Diálogos de Luciano en 1). des
pasquines, clamó contra la locura de los luteranos, «esa secta estúpida impulsada Pcriers No se trataría solamente de semejanzas nominales (el nombre
por una ardiente pasión por el prosclitismo» y cuyos adeptos «ponen en peligro de Mercurio, por ejemplo), sino que en su Cimbalurn m undi B. des
su vida por una obstinación ridicula y una tozudez insoportable» 14. Périers se habría inspirado en la sátira antirreligiosa de Luciano. Esta
F.n 1536-1538 publicó los célebres Cornmcnlaril, donde se manifestaba tesis no ha sido totalmente aceptada, y B. des Pcriers continúa susci­
como d i n puro filósofo, un puro moralista y un puro renacentista»''1, tando diversas tentativas de interpretación. Para V.-L. Saulnier 02 el
que evitaba pronunciar el nombre, «bárbaro» de Chrislus. Hacia asi Cimbalurn mundi es una verdadera «apología del silencio»». Mercurio
profesión, si no de. anticristiano, al menos de acristiano. Pero en 1542 no es el Cristo, contrariamente n lo que se lia afirmado, sino una especie
Dolet lanzó al mercado un Sumario de. la jet cristiana, un Nuevo Testa­ de profeta, misionero o «representante del intervencionismo en materia de
mento en francés y «un conjunto de una quincena de obras cuyo destino fe». Pero fracasa ante la oposición de la Sorbona y de la Inquisición y
fue la hoguera» 5\ ¿Se. bahía convertido Dolet a la Reforma? L. Fcbvrc después ante los innovadores, Lulero, Buccro, etc. Al final sólo ha
piensa que en realidad fue. un evc.merisla y que la clave de su pensamiento provocado discordias y disputas. Mejor sería, pues, que abandonara la
se encuentra en sus Comrncntarii: escena. Visto desde este ángulo, B. des Périers aparece como un «evan­
«Hagamos, pues, un recuento —escribía Dolet— de todos los dones, todos los gelista puro» que, r enunciando a hacer prosélitos, se refugia en el silen­
atributos y todas las características de la divinidad. ¿Qué. no se encuentra en los cio. Por este «evangclismo que se calla» se aproxima a la postura de
verdatleros dioses que no se. halle también en los gruíales hombres?»1’. Rabelais y de Margarita de Navarra en sus últimos tiempos. Ln el estudio

251
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de D. Neidharl 8:1 se encuentra un resumen del estado de las investigacio­ la «Sociedad de historia del protestantismo francés» posee una biblio­
nes sobre 11. des Péricrs. Neidburt insiste en la pluralidad y complejidad teca con importantes ma nus cr it os 70. También puede rccurrirse, pura $
de las influencias que pesan sobre el autor del Cimbalum mundi. citar un ejemplo totalmente distinto, a los archivos de la casa de f
Con mayor intensidad que B. des Péricrs, Juan Bodin continúa des­ Grnmont ” , familia que dio varios gobernadores a Bcarn y Navarra. En
pertando la curiosidad de los historiadores a causa de la diversidad de los expedientes A 2, B 4 y B 10 se encontrarán abundantes indicaciones #
su obra, de la que basta recordar la Respuesta a M. de MalcslroU, la R e ­ sobre la práctica de la R. P. R. cu el siglo xvn en Bcarn; en los expe­

pública en el Ileptaplomercs y la Dc.rnoniornanía de los brujos. 11. Nací dientes B 10 y B 15, informaciones de primera mano sobre la reglamen­
afirmó en 1946 que Juan Bodin había residido en Ginebra en 1552, que tación del culto protestante durante el reinado de Luis XIV, las subleva­ •
allí se convirtió al protestantismo y contrajo matrimonio °4. En 1948 le ciones de 1671 en el país vasco, etc. En los Archivos Nacionales se baila
fueron dedicados varios artículos en la liibHoihéquc el’Humanismo el depositado un microfilm de los documentos más importantes En estos 4
Reunís.•¡anee n5. I. Levron negaba la estancia de Bodin en Ginebra, y la archivos puede consultarse un inventario completo de estos fondos, del 4
historiadora Droz trataba, en cambio, de demostrar lo contrario. Así, que también se encuentran copias en los archivos de los departamentos
con razón escribe F. W e n d c l "0: de los Bajos Pirineos y del Oise. 4
Hay que tener en cuenta que los más variados documentos pueden
«Muchos puntos permanecen oscuros. ¿Fue realmente Bodin doctor en teología?
¿Cómo acabó el primer matrimonio ipit: se le atribuye (en Ginebra)? ¿Que significa suministrar datos sobre el protestantismo francés en el Antiguo Régimen: 4
el título de Sun Amundo? ¿Bor que motivos abandonó Ginebra?» libros de c u e n t a s ’-, libros de matrimonio y bautismo n , archivos muni ­ 4
c i p a l e s ’4 o ti ¡arios manuscritos. Pongamos algunos ejemplos: el diario
Nuevas investigaciones en los archivos permitirán probablemente <
de un escribano municipal de Angers dio a conocer 294- condenas de
conocer mejor la carrera de este personaje, uno de los más curiosos c
hugonotes en esta ciudad en 1562 ” . Especifica además la profesión de
inteligentes del siglo xvt. La publicación y la traducción de sus Obras (
150 de ellos: 18 nobles, 5 antiguos sacerdotes (más un pastor), 25 mi e m­
filosóficas, iniciada por P. Mesnard 8’, liarán posible una mejor defini­ bros de profesiones liberales, 40 comerciantes, 46 artesanos y 15 lacayos <
ción de la religión de este célebre escritor. y sirvientes. ¿No constituye esta estadística una valiosa aportación a la
historiu de la composición social del protestantismo francés a mediados I
F. I n v e s t i g a c i o n e s s o b r e el p r o t e s t a n t i s m o f r a n c é s
del siglo xvt? ¿No prueba que en Anjou bahía alcanzado a todas las (
capas sociales de la p o b l a c i ó n ? ’8.
1. D o c u m e n t o s u n í . iz a iu . es Gracias a la demografía, L. I’érouas lia podido seguir la evolución
religiosa de La Rochela durante el siglo x vn ” , Hacia 1610 bahía en la
Si, abandonando ahora los márgenes de la Reforma, volvemos a ocu­ ciudad alrededor de 18.000 protestantes y 5.0(X) católicos. Durante el
parnos del meollo de la cuestión, descubriremos que aún quedan por hacer siglo xvn se produjo una inversión de estas cifras, debido al sitio de
numerosas investigaciones sobre el protestantismo, aun ciñéndonos sólo 1628, n la prohibición de trasladarse a residir en ella los protestantes
a Francia. Ha sido el aborado un inventario de la serie ' IT (art. 249-276) 08 que no lo hicieran ya en 1625 y a la acción llevada a cabo por la
referente a los «Asuntos generales de los religionarios, especialmente Contrarreforma y sus predicadores. En 1676, La Rochela tenía una pobla­
antes de la revocación del Edicto de Nantes». Los primeros documentos ción de 25.000 habitantes, de los que sólo 5.000 eran protestantes.
que se conservan allí se remontan a 1556. Las diversas regiones de Francia Como es natural — puesto (pie la Reforma protestante y la Contra­
están muy itregularmente representadas en estos archivos, pero los suma­ rreforma católica son inseparables— , los documentos católicos pueden
rios de Ruán, Saumur, Monluubnn y el Vivarais son muy abundantes y también ar r oj ar luz sobre la historia del protestantismo. Según M. Join-
contienen numerosos registros sobre el estado civil, así como los proce­ Lambcrt ’“, L. Pcrouos acaba de dcinoslralo en un reciente artículo
sos verbales de las deliberaciones de sínodos, coloquios y consistorios. titulado: Antigüedad del dim orfismo religioso del Rajo Poilou El autor
Debemos añadir (¡uc quien se interese por la historia del protestantismo se sorprende por el hecho de que las zonas montañosas conservasen
francés encontrará en ellos varios catálogos referentes a escritos y libros durante mucho tiempo la práctica religiosa, mientras que la llanura se
que se conservan en los nrchivos p ú b l i c o s 80. descristianizaba. Mediante visitas pastorales comprobó que las cofradías
También los archivos y bibliotecas privadas pueden ser fuente de del Rosario se multiplicaron en la montaña a partir de 1620. Por el con­
documentos interesantes para el estudio de la Reforma; por ejemplo, trario, los dominicos, que extendieron estas cofradías y que tenían sus
252 253
monasterios en Itt llanura (en 1.a Rochela, Fonlenay-lc-Compte y La erito (n.° 193) titulado Los protestantes de la ciudad de Verdón, y los
Chñtaigncraic), no consiguieron difundir esas cofradías en torno a sus archivos del departamento del Mosa un expediente relativo a un hereje,
cottventos. ¿ F ue a causa de la influencia protestante? Así se creyó impresor y dorador, del siglo xvt, llamado Juan Bardol (11 F. 100,
durante ■mucho tiempo. Pero el autor — que es sacerdote—- no admite escritos 20-39). La celebre Academia de Sedán no pudo dejar de influir
esta explicación: en una provincia que ya conoció el jansenismo en el siglo xviit Bn.
l'.l pensamiento protestante francés del siglo x v m ha sido descuidado,
«En realidad, los estudios más recientes lian demostrado que la influencia protes­
en general, por los historiadores. \V. Rex escribió en 1955:
tante de ln capital (1.a Rochela) fue muy limitada en el ambiente rural, salvo
en las parroquias de los «suburbios» de la ciudad y en los medios textiles de la «En la historia (le la teología protestante, pocos períodos son tan poco conocidos
zona montañosa. I’or otra parle, los hugonotes sólo captaron pequeños grupos, a como el que se extiende desde el sínodo de Durdrccht hasta la revocación... Hay que
partir del siglo xvt. Cabe preguntarse si, en aquel momento, la llanura era ya lo reconocer que aquel siglo signe siendo un campo casi virgen para las investigaciones
bastante indi fc i ente como para adherirse a la nueva fe de la Reforma»10. originales: confeccionar mía listu de los teólogos de la época más conocidos y
respetados (los Du Moulin, Dadle, Dlondcl, c incluso Juricu), cuyos nombres serían
Los estudios de tipo sociológico y económico son también suscepti­ motivo de otras tantas tesis» ” ,
bles de profundizar en el protestantismo de antaño. Se hace referencia
aquí a los llevados a cabo por 1). Ligón 81 en la región de Montauban. Lslas observaciones fueron formuladas a propósito de una obrn
En vísperas de la Revolución, la población protestante, se componía notable por su ciencia y objetividad sobre Moisés Amyraut, que. fue
de un 1.0 % de nobles, un 61 % de campesinos en buena posición eco­ profesor de la Academia de Saumur °2. Después de la aparición del libro
nómica, un 11 % de negociantes y fabricantes — que monopolizaban las de R. Voeltzel, Verdailcra y falsa Iglesia, según los protestantes fr a n ­
cuatro quintas partes de la actividad económica— y otro tanto de arte­ ceses del siglo X V I I "3. Pero este autor sólo se propone el estudio de una
sanos textiles. Esta población rural es esencial y explica la pervivcncia parte del pensamiento religioso de los doctores reformados, por lo que
del protestantismo en esta ciudad. El autor, por otra parte, lince notar las nuevas investigaciones posibles que acabamos de citar continúan
que las persecuciones estuvieron influidas por las crisis económicas conservando su vigencia.
de 174R-1752 y 1757-1.767, y que entre los católicos se produjo un En los últimos años lian aparecido numerosos estudios sobre las
verdadero «miedo social» ante los hugonotes. Por último, insiste en la causas y consecuencias de la revocación del Edicto de Nantes, pese a
importancia de los conflictos de clase en el interior del mundo protes­ que todo lo relacionado con este acontecimiento es objeto actualmente
tante. Al «desierto heroico» (1715-1763), esencialmente rural y de de un amplia investigación histórica. Esta se baila lejos de su culminación
estructura congrcgacionalisla, sucedió un «segundo desierto» hostil al y precisará todavía la dedicación de numerosos investigadores. J. Orcibal
régimen presbiteriano sinodal 8a. lia replanteado y revolucionado la cuestión de las razones de ln revoca­
ción Parece que el papel desempeñado por Madama de Mninlcnon
y el padre La Cbaizc no fue muy importante. Por el contrario, J. Orcibal
2. D i versi dad de i .os p o s t í n .es e s t udi o s lia puesto de relieve la pasión de la gloria de «Luis por lu gracia de
Dios», la influencia de las persecuciones inglesas y lu importancia de
Al comentar la notable obra de II. Strohl, El protestantismo en las consideraciones de la política exterior (ambiciones imperiales de
Alsacia (Estrasburgo, 1950), E. G. Lconard escribió: Luis XIV, advenimiento de Jacobo II, conflicto con Inocencio XI) . Las
«Es muy de lamentar que mi pascamos trabajos semejantes sobre cada provincia obras de J. Orcibal están repletas de notas y de referencias a archivos,
francesa. I.a historia general de la Reforma en Francia, tal y como la historiografía y su consulta será de gran provecho para el investigador 05. E. Ilaasc,
moderna tiene derecho a pedir, seria, en ese caso, fácil de componer»11. en un reciente libro, insiste en «la contribución de los protestantes f ran­
Es cierto que existen excelentes monografías sobre otras regiones ceses (refugiados en el extranjero) al desarrollo de las formas analíticas
protestantes, en particular sobre el Vivarais y el Vclay 81, Poitou 85 del pensamiento a fines del siglo xvn» 08. El protestantismo francés
las Cévertnes88 e incluso sobre Montauban en el siglo xvi 81 y sobre vivió aislado basta la época de la revocación; dependía en todo — inte-
Privas "8. Pero todavía espera su historiador lu Lorena protestante, pese lectualmcntc incluso— de la voluntad del principe. En el Refugio, lejos
a que muchos artículos hayan dudo a conocer hechos ignorados de la de la ortodoxia obligatoria de los sínodos, en contacto con las sectas
historia religiosa de esta provincia en los tiempos de los conflictos confe- extranjeras, los protestantes exiliados criticaron las doctrinas de autoridad
sionnlcs 8". La Biblioteca municipal de Verdón guarda un infolio nianits- y las síntesis tradicionales. Este pensamiento protestante francés, asi

255

>
)
I
\
renovado, pudo expresarse gracias n los impresores extranjeros, El pene­
trante estudio de E. llaasc lia quedado incompleto a causa del falleci­
miento de su autor, y merecería la pena continuarlo.
II. Liilliy, en su voluminosa olira l,a banca protestante en Francia,
desde la revocación del Edicto de Nantcs hasta la Revolución, ha recha­
zado el mito de ln existencia de una vocación especial de los protestantes
para los n egoc i os 07. Por lo contrario, opina que la revocación es respon­
NOTAS Al. CAPITULO IV
sable de la creación de una banca internacional hugonote, con sede en
Ginebra. Pero el principal problema histórico que plantea la revocación
1. W. K. I'iiHGUSON, The Rauaissance iri historiad Thuitrín, Fivc Centurias of
consiste en saber si la emigración de unos 200.000 protestantes franceses, ínter prclulion, Boston, 1948. Traducción francesa de 1950.
a fines del siglo XVtt, fue la causa del empobrecimiento del reino. En 2. R. II. Bainton, Interpr clatioris of the Rejo/ molion, en «A. II. R.», EXVI, oc­
1700, los diputados del comercio lamentaron la pérdida de «mucho tubre de 1960, pág. 74.
dinero, muchos brazos y muchas inteligencias», lamento que fue también 3. 11. y A. 1lot.uoiiN, Desiderios Erusmns Rotcramus aus^cu’iihlta IFcrlca, Munich,
1933.
repetido por Vauban. Eos recientes trabajos de W. C. S covi l l c08 y de 4. W. K. Eliicuson, Erusmi opúsculo, La Haya, 1933.
A. Til. van Deurscn 00 no refrendan exactamente la tesis tradicional. 5. Kd. Lucí.rite (11 Vols., 1703-1706).
Se produjo ciertamente, a partir de 1085, una brusca suplicación de los 6. K. II. IJainton, cu «A. II. R.*, I.XVI, octubre de 1960, puf'. 04.
7. [ / / 5 | a 1/2/1.
saldos acreedores del banco de Amstcrdam. En Londres, por lo menos
0. [159] [2/51 y [2161.
el 10 % de las acciones del banco del Million y un cierto número de los 9. [IDH1 y [109J.
beneficios de las loterías fueron a pnrar, en 1711-1712, a los refugiados 10. (26) y \ i o n .
franceses. Se produjo, pues, una huida de capitales. Ln perdida de 11. 11. J. C iu.mm, l.uthcr resrarch..., en «J.M.II.*, XXXII, junio de 1960, pág. ]]0.
12. E. G. S ciiwif.UEKT, Luthcr and his times, Saint I.ouis, Missouri, 1950.
secretos de fabricación es igualmente probable. Pero ln mayoría de los
13. [273] L. Ff.hvhe, A u coeur relipieux..., pág. 202. El estudio en preparación
grandes empresarios protestantes — por ejemplo, en Elbcuf— parecen deM. Stnufer, basado esencialmente en la predicación de Calvino deberá per­
haber permanecido en el reino. Por otra parte, la emigración no nfectó mitir matizar el retrato tradicional del Reformador de Cimbra.
al sector metalúrgico. Por último, lu diáspora hugonote comenzó mucho 14. 1/9.71 Primer volumen aparecido en 1951 en Giiterslob.
15. [52J] l(. S tuiteiucii , Mclanchton (con el estado actual de las investigaciones
antes de 160b: muchos relojeros emigraron ya en el siglo XVI, y, de
sobre el personaje).
todas formas, ocho de. cada diez protestantes quedaron en el país, 16. [526] I. lloss, Ccorg Spnlatin (14134-1545)...
pese a la revocación. Además, los que marcharon, ¿lo hicieron única­ 17. Véanse páginas anteriores.
mente por motivos religiosos? 100 En estos términos se encuentra pl a n ­ IB. Véase S tllling-Miciiauü, Livrc ilu rectcur de TAcademia de Ceneuc, I, Gi­
nebra, 1959.
teado el problema de las consecuencias económicas de la revocación. 19. Un trabajo equivalente al de Otto Scheel sobre la juventud y los años de
Habr á que compar ar los resultados de esta decisión en las provincias y formación de Entero ha sido realizado sobre Zuinglio por O. Earncr que lia
en las profesiones succptiblcs de haber sido afectadas por la revocación, dedicado más de H(>0 páginas a los 36 primeros años de la vida del Refoimadoi
y en las restantes. Hay que hacer notar que la salida de 200.000 hugonotes de Zuricb [dtlfl] (IIuldrych Zwingli..., 1 y II). O. Eurner además lia Ilevarle
adelante basta la batalla de Citppel el relato de la vida de Zuinglio. Sobre
a fines del siglo x vn no parece haber impedido la relativa prosperidad este último personaje lian aparecido recientemente otras biografías: ([493)
francesa del siglo xvtlt. W. Koin.rit, II. Y.wingU; \V. SciiXmt, II. Zwinpli: Sluttgart, 1952. Por últirnc
se lian realizado importantes estudios sobre la teología del antiguo predicado»
de Einsiedeln, A. RtCH, Die Anfiingc dar thcolopie II. Zwinglis, Zuricb, 1949.
[4961 G. \V. Eocih h, Die Thenlopia II. Zioinptis...), sobre sus roncepcione:
litúrgiciiH ([594] I*". SciiMinr-Gi.AUSiNi;, Zwinpli, ais l.itur^ilcer, Cotinga
J. SuiwnTZKM, Reformiarte Ahetul mahlspcsial lunp in dar Schau Zwinglis, lia
silea, 1953), sobre el difícil acuerdo entre su moral religiosa y su moral civici
(f 503 ] II. Se 11 mi n, Zwinglis Lehrc...), sobre su concepto del Estado cris
liano, S. Kotiieh, l)ie rcligioscn urul geistipen Grurullapen dar Rulití/c 11. Ziuin
filis, Erlangen, 1956, nos proporcionan la prueba del «renacimiento Zuingliano:,
al cual estamos asistiendo en este momento. Sobre Zuinglio, ver también c
articulo fundamental del P. J. Pou.r.T, Z.win&lianisma, en <tl). T. C.t>

256 257
17. D i i .umlau : 1.a Refo rm a.
[ / 6 |, col. 3745-3995; y «le este autor las recensiones )>ti!>l¡cndas en la «K. S. U.*: Anabaptistas de Miinster, estado actual tic su cuestión en [6/2], R. SrtM’PLHlcil,
1964, n.° 2, págs. 155 176; 1961, n." 3, págs. 269-328; 1963, n.M 1, págs. 34-59; Dos miinstcrischc Taiifcr tura.
por último siempre ha de consultarse el libro del P. J. P oli .lt [501], //. Zwin- 42. Véase [596] S t . K ot , Socianism in Roland ; consúltese tam bién S. Kol, La
gli el la Reforme en Sume.
Reforme dans le Crand Duché tic Lithuanie, Jadear d'oc.cidcntulisalion inte-
20. Fsta cita y las precedentes provienen de las recensiones del libro del P. J. P o ­ llec.tuclle, extraído del Annuairc de Tlnstitut de Rhilologie et d'IIistoirc
li.ir: cuerpo de redacción de la «K.S. R.» de 1954 a 1963.
Orientales el shwes, tomo XII, Bruselas, 1953.
21. A pesar «leí libro fundamental de J. Comtvoisii.n ([787] Z.wingli), el «le* 43. A pesar de la obra tic F. I.anlton 15961, I listar y o/ the Morarían Church.
J. UlI.I.IKT ([.562] Zwingle), el muy deslacnble artículo del P. Pot.LLT cu el 44. f/581 A. R ost , Histoirc anciennc et moderne de !'F.glise des Frcrcs de Mu-
«D. I. C.» | 10) ort. «Zwinglíanisrno», y del mismo autor, la muy reciente obra rtivic\ F.-A. S f.n i t , L'F.glise de TUnitc des Frcrcs Morares, París, 1888.
II. Z.unngli rt la Reforme en Suisse [501J Las obras de Xuiuglio esperan aún 45. No hay ninguna biografía reciente <1er X¡n/endorf que valga la pena men­
en su mayor parte, el ser traducidas al francés, excepción hechas de las «los cionar.
traducciones indicadus en la Bibliografía. 46. Véase I). Kohf.rt, La tournce da pastear Ciltrif..., cu « B. S. 11. I \ F.», 1950,
22. [273i L. F lbvrf, A u cocnr religicux..., pág. 268. Respecto o la predestinación páginas 117-172.
en la doctrina de Rullingcr, véase (.57.51 P. Walskh, Dic Rracdcstination bei 47. J.-F. Blhcilr, Rour une histoirc de la propagando religieusc au X V I* siéele,
//. Rullingcr, en cuanto a las relaciones entre Rullingcr y los anabaptistas, en «A.F. S. C.», 1958, pág. 772.
véase (5/*/), 11. F ast , 11. Rullingcr und dic Taiifcr... 48. Sobre todo por el volumen XXVIII de los Trovanx d'Humanismc et Rcnai-
23. Véanse págs. 152 y ss. ssance, Ginebra, 1957, consagrado a los aspectos de la propaganda religiosa.
24. Consultar bibliografías de R. S tupit.hicii, Stand und Aufgabc der Rulzcr- Se podrá completar por el tomo XVI, Paul C hain. Recherches sur Tira primerie
Forschung, m «A. f. R.», XI.II, 1951, págs. 244 ss., del mismo autor, Biblio­ á Ccncvc de 1550 a 1561, Ginebra, 1954; F.-X. l.F. Roux, Histoirc de l'irnpri­
grafía Rucerinna, Schrijten des I creins Jur Rcformationsgeschichte, n.° 169, merie alsaciennc aux AVI* ct XVII* sicclcs, Fslrasburgo-Paris, 1955; R. Dou*
1952; véase también 11. T ho ms on , Ruccr study since 1918, Ch. 11., 1956, pá­ CF.T, Les bibliothéqucs parisiennes au X VI* siéele, París, 1956; L. F f.Iivrf . y
ginas 63-82. II.-J. Martin, L'apparition du liare, París, 1958.
25. Véosc [5/6] G. S. v a n nr. P o li ., Martin Ruccr's litúrgicaI ¡deas. 49. J.-F. R f.hcif.h, «A.F. S. C.», 1958, pág. 774.
26. Véase H. S tr o ii l , Ruccr interprete de Rutero, en «K. 11. P. R.», 1939, pági­ 50. Ibiil., pág. 78.
nas 223-260. 51. Véase a este respecto F. Dito/ y L. D lsc. havls , L’imprimerie ó La Rochcllc,
27. R. Wii.l, en « R .H .P . R. t*. 1955, n.“ 3. pág. 344. 3 vols., Ginebra, 1960; tomo XXXIV 1, 2 y 3 do los «Travoux d’Humanismc
28. véosc [y/.51 a {y2y |. et Rcnnissance».
29. |5 2 8 ] F . S t a l i i k l i n , Das theologischc Lcbcnsucrk Jahanncs cholampads.
52. L. F f.uvhk, Un cas desespére? Dole/ propagateur de TF.vangile, en [273]
30. [568] y del mismo autor, Cogitas Rcziehungen zu Rein, Crafcnheinischen. «Au coeur religicux ...», págs 172-224.
31. [525]. 53. Citado por [273] L. Fr.nviu:, Ibirl., pág. 191.
32. [578] y [5861. 54. Ibíd., pág. 192.
33. Véase «A. K.S. C.», 1954, n.“ 3, págs. 400-410. 55. Ibid., pág. 217.
34. Fn Mcmoircs el documents publies par la Sacíete d'IIistoirc el d'archcologic 56. Ibíd., póg. 192.
de Ccncvc, XL, Ginebra, 1961, págs. 483-496. 57. Ibíd., pág. 218.
35. [587] F. lluissoN, Scbasticn Castellion, sa vie et son ocuvre. 58. Ibíd., pág. 219.
36. Sobre todo los de K. M. Wtuuii 16 2 /1; véase, también [5861 R. B kckkh, Autour 59. Véase C. A. M f.ykr, The Rrohlem of Dolet's... guhlicalions, en «B. II. II.»,
de Michcl Servet el de Scbasticn Casiellion; [577] R. 11. R ainton , R. B f.ckf.r XVÍl, 1955, págs. 405 ss.
y otros, Castcllioniana; 0. C antimohi , CasleHioniana el Scrvctiuna, en «Riv. 60. C. A. Maykr, La Religión de. Marot, en «Travaux d'lium et lien.», XXXIX,
Stor. Ital.x*, 1955. No olvidar, con respecto a Servet y a Castellion f597| Ginebra, 1960. Consúltese también P. I.iiii.anc, La poesie religieusc de Clément
J. Llci.i.h, Histoire de la tolérame. Marot, París, 1955.
37. [586] L. F. F room , The. Rrophelic Faith of our l'athers, obra de un histo­ 61. The Lucianisnx of Des Rcriers, en «B. II. R.», XII, Gínebla, 1949.
ria do r adventista. 62. V.L. S a u ln if .R, Le sens du «Cymbolum mundi» de II. des Rcriers, en
38. [582] P. R uock , The political and social Doctrines of ihe. Unity of Czcch «B.II.K.», 1951, XIII, págs. 43 ss.; del mismo autor, Saint Raúl ct Des Re-
Rrethren... [ 6 /7 ]; V.L. T alik, IJnc f.glise. tchcquc au X V * siéele... riers, en ibíd.; 1953, XV, págs. 209 ss.
39. Véase (104) L. von M uralt y \V. S ciimio, Quellen zur Ccschichtc der Taiifcr 63. 1). N liohaht , Das tCymbalum Mundi* des R. des Rcriers, Ginebra, 1959.
in der Schweiz; Fft. R lankf., Rriidcr in Chrislo; dic Ccschichtc der aitcsien 64. II. N a k f , í.a ¡cúnese de Jean Rodin ou les conversivas oubliccs, en «B. II. R.»,
Taiifcrgc.me.inde, '/ollikon, 1955; J. F. G of.thf .rs, Ludwig lldtzar (Ca. 1500 bis VI. 1946.
1529), Gütcrsloh, 1957; [5/7], 11. Fast, Hcinrich Rullingcr und dic Taiifcr... 65. «R. II. R.», X: J. L f.vron , Jean Bodin, sieur de Saint-Amand ou Jean Rodin
Bibliografía reciente «le la cuestión en [56/] J.-V. P ollf.t , II. Zwingli el la originairc de Saint-Amand; F. Ditoz, í.c carme Jean Rodin hér etique;
Reforme, en Suissc, págs. 72-78. M.-L. W acnf.r, I. c, vocabulairc magique de Jean Rodin dans la «Dcmonomanic
40. Véase 186] I). .Cantimohi , Erelici italiani del Cinquccento. des sorcicrs».
41. Consúltense particularmente [566], A. F. M kllink , De IVederdoopers in de 66. Fn la «R. H. P. R.», 1949, n." 4, pág. 338.
Noordclijkc Nederlanden (Los Anabaptistas en los Raíscs Bofos del Norte); 67. J. B odin , Ocurres philosophiques, tomo 1 (París, 1951), texto establecido, tra­
[ 3 7 / I L.-F. 11ALKtN, La Reforme, en Relgiquc sous Charles Quint. Acerca de lo? ducido y anotado por P. Mcsnnrd. Véase también R. C hauvirf ., J. Rodin,

258 259
167.3, s«*gún el registro de las deliberaciones de su consistorio («B. S. II. P. F.»,
an tea r tic la «/f é/;ii6/ir/uc», Paría, 1914; 11. II usson, Les so u tee s el le. i l e v e - 1960, n." 1, págs. 22-53; n.° 4, págs. 191-231; 1961, n/’ 4, pngs. 223-272). Pero
París,
l a p p m c r i l i l u r i i l i o i w l i s m c i l a n s la l i t i é r n t u r c I r a n r p i i s c d e la K e i m i s s a n c e , las revistas más diversas han aportado su contribución a ln Historia del Pro­
reedición 19j 7; P. MrsNAim, l . a p e n s é e r e l i p i e t i s c d e J . I l u d í a . en «Hevuc testantismo francés, como lo demuestra el excelente artículo de J. P i .ti t j e a n -
•1(1 XVI" siécle», 1929, págs. 77-121. Hogkt sobre Les Protcstunts a la Mtirliniqttc satis VAnden Regime, en la
611. Véase vi!. S. 11. P. !■'.», 1956, n.“ 1; A. I. ksuht, D o c u m c n t s : I, C o m m u n i c a t i o n «Rcvue «rilístoire des Colonies» (XE1I, 1955, pngs. 220-265). Por olía parte,
11 ¡ t r o p o s d e l a S e r i e T T d a s A r c h i v e s N a l i ó n a l e s , pngs. 37-38. S. Moutts en su obra más importante, ÍjCS Eglises reformaos en Franca [6301,
09. H. G. I.F.UNAHD, C a l v i n c t l a R e f o r m e f r a n ^ a i s c , c a t a l o g u e de. L e x p o s i t i v a d e nos hn rccordndo cuáles eran las principales fuentes, tanto en Francia como
l a 11. N . p o u r d e 7* c e n t e n a i r c d e L « / n s t i t u t i o n c h r c t i c n n e * ; E. T jiomas , fuera de ella, <!<: la Historia «1»■1 Protestantismo francés. Vero es preciso in­
Res sunrees da l'h isto ira da P ro testa n tism o aux A rchives N a t i o n a l e s , en
sistir aún mas «le lo «pie él lo bu hecho sobre ln importancia «le ciertas series
«B. S. 11. 1\ I\», 1949, págs. 107-109; J. Haiiklün, L a s d e b u t s d a l a R e f o r m a de los Archivos departamentales: las series B (muy ricos en Toulouse, por
e n F r t m e e c o m m a m o r á s a u x A r c h i v e s A' a l i ó n a l e s , en Ibíd., 1959, págs. 145-150;
ejemplo), que contienen los documentos de las antiguas jurisdicciones; las
F. D ki.tuil , E n q u c t c s u r ¡as d o c u m c n t s c o n c a r n n n t l e s d e b u t s d e l a R e f o r m a ­ series C, que conservan los papeles de los intendentes y subdelegados (véase
t i v a , en pngs. 122-135: e t i q u e t e a p r o p o s ( C u n e e x p o s i t i o n a u x A r c h i v e s N a ­ a este respecto M. I3oiu>fs, D'Etigny et Cadministration de CIntendancc de Auch,
t i o n a l e s . El Catálogo «le esta exposición lia aparecido con el título de D e b u t s
París, 1956), y basta incluso las series G formadas gracias a los archivos
d a la R e f o i m a en I - t u n t a , París, 1959. Una exposición C a l c i n o se celebró
de las instituciones religiosas.
cu 1901 en la IJiblioleeu Nacional de Francia.
B3. «R.H.», 1951, CCV, pág. 316.
70. Véase E. G. Lkonahd, C a t a l o g u e d e s m s s d e l a S ú d e l e d ' I l i s l o r i c d u P r o l e s -
B4. Véase 1639] S. Moutts, Issac Ilomel et son temps; Le Vivarais et le Vclay
t a n t i s m e f r u n z á i s , lomo XLV11I, del C a t a l o g u e g e n e r a l d e s m s s d e s b i b l i o l h é q u e s
proteslants, Valcnee, 1947; Porlraits huguenots vivarais, Musée du Désert,
f r a n ^ a i s e s , 1927.
194B; Le Protcstantismc en Vivarais el Velay, Musce «ln Désert, 1919.
71. Véase «K. II.», 1954 (('XII, pngs. 1 l ss .) ; Y. Lanmlms, L e s a r c h i v e s d e la
B5. G. D kz y EtÉvrtt;, liistoirc des Proteslants du Paitan, París, 1936.
m a i s u n d e C t a m o n t . Estos archivos están conservados en el castillo de Vnlliérc
en íMorlefonlaine (Oise). B6. G. Cantalouhk, La Reforme en Franca vita (Clin village. ccvenol, París, 1951.
72. Vcuse 11. dk B kuhani»mí , C e n t i l s h o m m e s p r o t c s t u n t s a u X V I * s i é c l e : l e s t C A v a u - B7. G. S ehh, Una eglise protestante au XVI* sicelc, i\1ontauban, Aix-cnProvcncc,
g o u r s i e u r s d e S a f f r é , en «Mein. Soc. Insto, ardí. Brelugne», XXXIX, 1959,
195B.
páginas 40 ss. BB. E. R i;ynif.R, llistoire du Privas, 2 vols., Aubenns, 1941-1946.
• 73. Véase «II. S. 11. í \ F.», 1900,n." 1, C a h i e r s d a b a p t é m e el d e m a r ia g e s du
B9. Véase sobre todo J. R icaiilt, Cotir sotivcrainc de Lorrainc ct Proteslants de
t e m p l e d e L a n d r é v il le ( A . i), da C A t ib e , s / s e r ie 7 E ., c t a t c i v il, p o u r les
Sedan, en «Anuales de l’Est», 1950, n.° 2; G. G i l í . u n , Jametz (haurs ct
- . a r i n c e s 1 6 1 3 - 1 6 1 5 , 1 6 1 1 - 1 6 1 5 , 1 6 1 6 1 6 1 7 ) . Véase también II. C iiaunu, l , c m a -
malhcurs d'unc petite villa protestante ati XVI* siécle), en «B. H. S. P. F.»,
' r i a g e c i v i l d e s P r o t e s l a n t s a u X V I I I * s i é c l e e t l e s o r i g i n e s d e L e t a l c i v i l , en 1955, n." 3; R. M azauhic, La vie coarte ct bien remplie d*un jetinc Messin
«A. E. S. C.*, julio-septiembre 1950. de. XVIP siécle, le pastear Jacr/tte.s Coue.t du Vivier, aveugle da naissancc,
74. Véase «II. S. II. P. I ’.», 1960, n.° 1, pngs. 09 95: P aul R omanl-Muscim.us, L e s en ibíd., 1958, n.° 4; R. M azaijiuc, Le Prolcstantisme en pays messin, Mctz,
P ro tcstu n ts de T o u lo u se en 15611. 1950.
75. El j o u r n u l «le I.OUVMT bu sillo publicado en la «Ilevue d’Anjou», año de 1054, 90. R. T mavf.nkux, Le Jansenismo, en Lorraine (1640-1689). París, 1960.
I, págs. 259 ss. 91. «B.S. II. P. F.», 1955, n.° 3, pág. 171.
76. Véase ,-n páginas anteriores. 92. [636] F. Gap lanche , V ensaignement de Moysc Amyraut...
77. E. I’kiumjas, S u r l a d e m o g r a p h i e t o c h c l a i s c , en «A. E. S. C.», n.° 0, 1901, pá­ 93. [651].
ginas 1131-1140. Véase también «leí mismo autor, L a d i o c e s e d e L a R o c h e l l c , 94. [6/21 J. OticiDA!., Loáis XIV et les Proteslants.
104H-1724, Pulís, 1904. 95. Consúltese sobre lodo «le este autor Í6//J, Fiat présent des recherches sur
70. Véase por ejemplo M. J oin-Gammmit, L a p r a t i t j u c r e l i g i e u s c d a n s l e d i o c e s c la répai tition gcographiquc des «Nouveatix Catholi<¡ticst>.
d e R o u e n s a t i s L o á i s X I V d e 1 6 6 0 a 1 7 0 7 . . . e t d e 1 7 0 7 a 17110, en «Anuales 96. Subtítulo «leí libro de G. TIaasf. [6371 Einfiihrung in dic Lilcratur des Reftigc
«le Nonnnndie», 1953, págs. 247-274, y 1955, págs. 35-49. (ron importante bibliografía de obras antiguas y modernas).
79. En «Ilevue <lu lins-Poilou», n.u 5, sept.-oct. 1901, págs. 1-12. 97. (5791.
110. I b í d . , pág. 0. 98. f 6/6] W. C. ScoviLLL, The Pcrsccution of Ilugttcnols and Frcnch Ec.onomic
Bl. I). Eicon, L a b o u r g e o i s i e t c f o r i n é e m o t U u l b a n u i s e , en «Rcvne d’IIist. econ. el Devalo pnxcnt...
soc.», 1954, n.° 4, págs. 140 107; L a s l r u c t u i e s o c i a l c d u P r o t e s t a n t i s m o m o n - 99. J6591 A. Tu. van D luksf.n, Profcssions et meliers interdits...
t a l b a n a i s a l a f i n d u X V I I P s i c c l e , en «II. S. 11. P. F.», n.° 3, 1954, pngs. 93- 100. ) Acaso no buho muchos artesanos que abandonaron Frnncín a causa de las
111; D o c u m c n t s s u i l e P i o l c s t u n t i s m e t n o n t u l l n i i s a u X V I I I * s i é c l e , Montan* dificultades profesionales? W. C. Scoville calcula «pie las deficiencias eco­
bu n, 1955. nómicas de Francia durante ln segunda mitn«l «leí reinado de Luis XJV:
B2. Cualquier investigación sobre la Francia Protéstame linbrú de empezar por un manipulaciones monetnrins, tarifas aduaneras, falta de espíritu «Ir. empresa,
minucioso examen «leí «Rullctin de ln Sociclé d’IIisloiie du Protestantismo son suficientes para explicar las causas de muchas salidas. En cuanto a Th. Van
frnnquis», precioso instrumento de trabajo, que publica regularmente docu­ Dcurstn, compara las medidas discriminatorias tomadas en los cuerpos de
mentos inéditos o resultados de encuestas en los archivos. Se descubrirán tam­ oficios contra los Hugonotes y su aplicación. Esta confrontación 1c lia per-
bién en él excelentes monografías «pie pueilcn servir de modelo, como la «le mitiilo constatar «pie siempre hubo una «lifcrenrin considerable cutre ln teoría
E. EahiioussiM íocufl s«»bre la Iglesia Reformada de Carla (la «le Rnyle) en 1672- y la práctica. Esto diferencia aumentó naturalmente a lo largo del siglo xvin.

260 261
otro. Pn cuanto a los fieles— una masa embrutecida y todavía de instintos
paganos— , lo más frecuente es que se les enseñara, siguiendo la sor pren­
dente fórmula de J. Toussacrt, «un cristianismo con un 80 % de moral,
un 15 °/o de dogma y un 5 % de sacramentos» J.
Numerosos hechos prueban el desconocimiento, en el siglo xvt, inclu­
so por parte de los grandes personajes, de las verdades más elementales
del cristianismo, verdades sobre las que Roma no se bahía pronunciado
con la suficiente claridad y precisión. Putero, en 1518, se dirigió a
Capítulo V Peón X con una confianza filial y evidentemente sincera, porque, no era
consciente de proponer una doctrina realmente nueva. Ya se ha indicado
Ecum onism o de a n t a ñ o que muchos obispos italianos no saldan a qué atenerse respecto a la
doctrina de la justificación por la fe \ Pa actitud vacilante de Pefcvrc
Conclusiones de Étaples, Erasmo, Margarita de Navarr a y muchos otros humanistas
no puede comprenderse sin tener presente la falta de precisión de la
doctrina romana anterior al Concilio de Trcnto. Pa siguiente anécdota
No so abordarán aquí los diversos proyectos y tentativas de unión es muy reveladora a este respecto: Francisco 1 no dudó en mandar
- -e nt r e católicos y protestantes, o de los protestantes entre sí— que pronunciar, en Nuestra Señora de l’aris, el elogio fúnebre de Enr i ­
se produjeron tan copiosamente durante los siglos xvt y xvu. Conoci­ que V H P Villegagnon, que estuvo entre los lujiinambas desde 1555 basta
das son, a este respecto, las conferencias de Rnlisbona (1541) y las 1558, era en principio favorable a las ideas de la Reforma, pero no bahía
de Tliom (1645) - pain no citar más que dos ejemplos— y los esfuer­ comprendido que aceptar la Reforma significaba romper con Roma.
zos, tan dignos de alabanza como infructuosos, de Erasmo, G. l’ostel, A mnlindos del siglo x v i ni Alemania, romo luiré nnliir un historiador *, «el
Grotius, Hossucl, l.cibniz y de tantos o t r o s 1, l'ln un capítulo (pie tiende pensamiento y la actitud religiosa de los laicos era una amalgumu confusa de tradi­
a orientar las nuevas investigaciones, debe subrayarse, no la voluntad ciones católicas y sentimientos y costumbres protestantes. No es tic extrañar que los
habitantes de un lugar no supieran si eran católicos o luteranos, y que en muchos
consciente de ecumcnismo de ciertas almas selectas, sino el hecho de puntos hubiera sacerdotes, según la voluntad del “patrón de la Iglesia", que atendían
que los hermanos enemigos estaban, a veces, en sus actitudes, en sus a un tiempo el servicio luterano y el servicio católico».
métodos, c incluso en sus doctrinas, mucho más cerca entre si de lo
Probablemente nos equivocamos al atribuir al maquiavelismo las
que ellos mismos pensaban. Si se considera desde esta perspectiva la
variaciones de un Enrique IV, quien nació protestante, se convirtió por
historia religiosa de la edad moderna, aparece una gran cantidad de
la fuerza al catolicismo en 1572, volvió a pasarse al calvinismo, y
posibilidades insospechadas. Nuestra intención es indicar, en las páginas
por último fue consagrado «rey cristianísimo»; o las de Guillermo el
siguientes, la diversidad de caminos que se abren ni investigador, una vez
Taciturno, que sucesivamente fue luterano, católico y finalmente calvi­
admitido osle punto de vista.
nista. Pa poca firmeza de bis enseñanzas teológicas a fines de la Edad
Media engendró una cierta indiferencia hacia los dogmas que no eran
muy bien conocidos. Sólo a medida que fue definiéndose el Concilio
A. I n c c r t i d u m b r o t e o l óg i c a y c i vi l i z ac i ón c o m ú n de Trcnto, esta situación se clarificó, y se endureció la doctrina católica.
Pa sinuosa carrera de Justo Pipse (1547-1606) es una prueba de (pie no
1. IiNCKicmujMtmi; tkolúcica
fue tan fácil adaptarse a este rigorismo doctrinal. Nació Pipse en Br u­
Convendría empezar analizando la incertidumbre teológica en que selas y se. dedicó a la enseñanza en Colonia, país católico, pero inmedia­
vivía la Europa occidental en tiempos de la Reforma. Doctrinas contra­ tamente pasó a Leyden, donde durante once años fue profesor de historia
dictorias coexistían en el seno de la Iglesia: el sombrío agustinismo de en la universidad calvinista. En 1590, estando en Maguncia, se reconcilió
Pedro Pendíanlo y de Hrndwardine, el moralismo optimista y poco con Roma y murió en Povaina en 1606. A principios del siglo XVII, fray
dogmático de los humanistas, la armoniosa construcción tomista que Paolo Sarpi se negaba a creer en lo irremediable de la ruptura entre el
acercaba Dios al hombre, y la crítica occamisla (pie separaba el uno del mundo católico y el protestante.

262 263
A pesar de lodo, el Concilio de Tiento no había acabado de definir Taciturno y Felipe II están representados frente a frente. El Nicuive
ciertas cuestiones. La querella jansenista no hubiera tenido lugar si Kcrlc de Delft encierra el mausoleo de Guillermo el Taciturno. Esta tumba
Roma, en 1653 (bula Cum occasione), hubiese condenado no sólo la fue esculpida en mármol blanco y negro por 11. de Keyser entre 1614 y
teología de Janscn, sino también los pasajes de San Agustín sobre los que 1621, en un estilo puesto de moda por el Renacimiento en Italia y en
aquél se apoyaba indiscutiblemente, l'il Papa, al llegarse a tocar la doc­ Francia. Varios obeliscos, que recuerdan evidentemente la Roma de
trina de San Agustín, complicó extraordinariamente el problema de la Sixto V, adornan el monumento funerario de este príncipe calvinista
gracia. asesinado por orden de Felipe II. Rtibcns y Van Dyck, amigos de los
A lo largo del siglo XVI, c incluso más tarde, la línea divisoria entre jesuítas, trabajaron también para la corte de Inglaterra. Salomón de
catolicismo y protestantismo permaneció relativamente variable. Incluso Brossc, artista protestante, colaboró en la decoración de iglesias de París.
después de la estabilización que supusieron la Paz. de Religión de 15SS, Rcrnbrnndl representó a su hijo Tito vestido de franciscano, y algunos
en el Imperio, o en 1590, el Edicto de Nantcs, las idas y venidas de una de sus aguafuertes— especialmente los que ropiesentan la muerte de 1a
confesión cristiana a otra fueron, en Occidente, bastante frecuentes. Esto Virgen— fueron realizados con la intención de no excluir el mercado
hace necesario que se emprenda un estudio sistemático de las conversiones católico. Otro hecho revelador: los alumnos del colegio de los jesuitas
y de las abjuraciones que pondría de manifiesto los punios de contacto de Toulouse, a fines del siglo xvi, estudiaban la gramática de Mclanchton,
que las dos religiones rivales conservaban todavía. los Coloquios de Mathurin Cordier y diversas obras de Erasmo junto
Hay que señalar que el protestantismo surgió del catolicismo — por con ln Biblia, los escritos de los Santos Padres y tintados de polémica
ejemplo, en llerno y en Lausana— sin violencia y casi de una manera anliprolestantc '.
natural. Hemos prestado mucha atención n la r upt ura; nuestro siglo invita
más bien a esforzarnos por descubrir las transiciones que hicieron
psicológicamente posible el paso desde la liturgia romana a la de. los
II. Similitud de actitudes
reformadores. Recordemos que Lulero, de regreso de Wartburgo en 1522,
suprimió las innovaciones que le parecieron prematuras. Zuinglio, en 1. S emejanza entre i .os iiomuhes
Zurich, conservó las fiestas de la Virgen y c.1 toque del Ángelus, por lo
CONTIl AIUIEEOUMA PROTESTANTE
que lia sillo llamado por un historiador protestante «el mariólogo de los
reformadores» 5. Puesto que. la civilización continuaba siendo común, los hombres que
tan ferozmente so combatían tenían entre sí sorprendentes parecidos.
2. C ivilización común Han sido comparados, y con razón Calvino y San Ignacio de I.oyoln.
Hay una notable sincronización entre sus vidas; sus lemas ( S o li Deo
Para comprender las influencias que el protestantismo y catolicismo gloria; ad m a ja ra n Dci. gloriara) eran muy semejantes; y ambos tenían
siguieron ejerciéndose mutuamente, incluso en los momento en que más el propósito de intervenir en la vida del siglo, mejorar la enseñanza,
violentamente se enfrentaban, es esencial señalar, con H. I.iithy ”, que la conseguir que la Iglesia fuera independiente del Estado, etc. ". Puede
r uptura de la unidad religiosa del siglo xvt no dio origen en Occidente extenderse la comparación a dos nobles capitanes: Alejandro Farnesio,
a una nueva civilización,-sino que ésta continuó siendo común. He aquí a quien sus soldados tenían por santo, y que era tan buen guerrero
una fecunda sugerencia que la investigación debería ilustrar aportando como hábil diplomático, y Gustavo Adolfo, que conducía a sus tropas
nuevos datos. Cuando las relaciones entre Roma e Inglaterra eran más entonando salmos y a las que prohibía el saqueo, prohibición muy n o­
tensas, los barcos ingleses de Terranova, continuaban proveyendo a los table en la época de la guerra de los Treinta Años. ¿Cómo no ver una
romanos de «pescado de cuaresma». Los mejores clientes del alumbre de semejanza entre la dura represión del Duque de Alba y la matanza de
Tolfa, que supervisaba ln Cámara Apostólica, eran los súbditos de la monjes de Gorcum (1572), entre, la toma de La Rochela y el exterminio
reina Isabel. Quien visite, la iglesia de San Juan de Ter-Gouw, donde se de los irlandeses de Drogheda (1649), entre, la intolerancia francesa
conserva la colección más importante de vidrieras del siglo xvt, quedará en tiempos de Luis XIV y la intolerancia inglesa en ln misma época?
admir ado al ver, trns las del período católico (1555-1557), las del período En ambos bandos se practicó la caza de br uj as: cu Lorenn, en Bélgica
protestante (1594-1603). Pese a la «furia iconoclasta» y las guerras reli­ y también en la América puritana, donde diecinueve mujeres fueron
giosas que destrozaron los Países Bajos, en estas vidrieras Guillermo el quemadas, en Salem, en 1692, acusadas de entregarse ti prácticas ocultas.
264
I.a scinnjnnzii es más profunda. Sería conveniente que In Contrarre­ una mascarada sagrada. Calvino, sin embargo, aceptó el teatro de tema
forma no fuera limitarla sólo al mundo católico y que se estudiara este religioso, l ’cro el sínodo de Figcac (1572) pr ohibió el uso de los libros
fenómeno a escala europea, (jorque también se dio en el mundo protes­ bíblicos «en comedias, tragedias o en alguna representación de las histo­
tante. Eii el siglo XVlt, Suecia, Dinamarca, la Alemania luterana y espe­ rias contenidas en ellos», l’or parte católica se pr odujo un movimiento
cialmente Inglaterra con los primeros Estílenlo, fueron alcanzadas por análogo. Por un decreto del 17 de noviembre de 1568, el parlamento
una amplia reacción anticalvinista. En los tiempos en que Francia era de París prohibió a las cofradías de la Pasión la representación de mis­
gobernada por un cardenal-ministro, el todopoderoso arzobispo Laúd terios y demás piezas religiosas. En P o m a también se registró una
dirigía los destinos de Inglaterra. Este, al igual rpie Kicliclieu, se proponía prohibición semejante, dirigirla especialmente contra la cofradía riel
exaltar los derechos de la Iglesia y del trono, y, coincidiendo con Sixto V, Confalonc. El Concilio de Tiento prohibió la interpolación dramática
el Papa de ln Contrarreforma, pensaba que ante todo la Iglesia debía en los oficios; el de Milán prohibió la representación de los misterios
ser económicamente rica para recuperar su fuerza espiritual °. En todos y «acciones sagradas». Los concilios de Bourgcs (1584), Aix-cn-Provcncc
los paisas protestantes donde se manifestó la Contrarreforma en sentido (1585) y Burdeos (1588) prohibieron a los clérigos participar en las
amplio, se liizo hincapié en la necesidad de la autoridad y de la regla­ representaciones teatrales, aunque sólo fuera como espectadores. Así, se
mentación litúrgica, se olvidó la doctrina de la predestinación y se produjo en la Iglesia romana una corriente de austeridad que pasa por
censuraron los libros calvinistas. Los icfugindos franceses, a consecuencia San Carlos Borromeo, San Vicente de Paúl y Bossnct, corriente que no
de la revocación del Edicto de Nanlcs, fueron fríamente acogidos eri era menos hostil al teatro que los teólogos de Ginebra. Recordemos los
Escandinavia a causa de su condición de reformados (es decir, de cal­ remordimientos de Hacine después de haber escrito le d ra . También se
vinistas) . podrían comparar las leyes suntuarias 14 y los reglamentos de vigilancia
Llevando más lejos este análisis, se observa que los hermanos enemigos dictados en países protestantes y católicos en una misma época. Se vería
a menudo empleaban los mismos métodos, y no sólo cuando se trataba cómo los reformadores opuestos entre sí tenían preocupaciones morales
de combatir a mano armada. Asi, en las grandes controversias de los comunes. Se. ha dicho que el siglo xvt, «en los países alemanes al menos,
siglos xvt y XVII,. protestantes y católicos creyeron necesario invocar fue el siglo de la glotonería y de los excesos en el beber» P roba bl e ­
id testimonio histórico para conve.nee.i al adversario l0, de suerte que, mente esta fórmula podría ser generalizada. En Florencia se profeti­
la historia se convirtió en el gran depósito de argumentos en las polémi­ zaba — siempre en el siglo xvt—- «que la ciudad acabaría abogada en
cas confesionales. También en la labor pastoral los católicos, imitando vino de Chianti». En esta época nacieron en Francia Gargnntúa y Panta-
a los protestantes, recurrieron con mayor fervor al uso de las lenguas gruel. Lulero y Zuinglio, Calvino y Bullinger, Roma y Ginebra iniciaron
n ac i o n a l e s " . Francisco de Sales y Jlérullc, al obligar al habla cotidiana la lucha contra el alcoholismo. Sería interesante compar ar las reglamen­
a expresar los matices de la alta espiritualidad, contribuyeron tanto corno taciones de Sixto V en Roma y los Calvino en Ginebra. En todo caso,
Malherbe a la creación del francés clásico. Calvino se propuso r eempla­ en Amiens, cuyos habitantes la Reforma católica trataba de reconquistar,
zar las canciones profanas por salmos cantados en lengua vulgar. El se llegó incluso a prohibir a los habitantes de la ciudad la entrada en los
padre. Maunoir razonaba justamente cuando, a mediados del siglo XVlt, bares, que quedaron reservados para los visitantes Calvino había hecho
aconsejó : otro tanto en Ginebra.
La idealización franciscana del mendigo no sólo se vio despresti­
«D)S calvinistas lina traducido los salmos en versos franceses para inspirar su giada en los países protestantes. En los países católicos sufrió una desva­
herejía. Servios rio cánticos espirituales (jara inspirar ul pudrió la fe, la esperanzo
y la caridad» ".2 lorización comparable, que fue el resultado de las condiciones sociales
y económicas de una época en que las ciudades iban cobrando creciente
importancia y el trabajo empezaba a adqui ri r un nuevo significado.
2. M edidas contha f.i. teatro , El. ai .coiioi . ismo y i .a mendicidad
El De subvenlione pauperiun, del humanista Vives (1526), expresó en
M ayor IMPORTANCIA 01C I.OS LAICOS materia de asistencia pública el programa de los reformadores de Nurein-
El teatro no era bien visto por ninguno de los dos bandos. Ya a fines bcrg y Estrasburgo, y fue aplicado por la reina Isabel, el papa Sixto V y
del siglo xv, los (lumanistas renanos dieron la voz. de alarma contra la Luis XIV 17. Vives fue el portavoz de las ciudades y los Estados decididos
introducción de elementos mímicos en el culto y la predicación 13. En a poner orden en la caridad pública. Recomendó, en nombre de la Escri­
1526, Lulero pidió el cese de todo lo que pudiera ser considerado como tura y de la prudencia política, imponer un trabajo a los mendigos cnpa-

266 267
r
m
<?
citados y concentrar los enfermos en hospitales. También sería un error
con objeto de que pudieran dedicarse al cuidado de pobres y enfermos. 0
el creer, pese a Tuwncy, que en el siglo xvn los puritanos fueron los
No lo consiguió, pero Boma tuvo que admitir la fundación por Vicente 0
únicos que exaltaron el valor religioso de la vocación terrenal. Los textos
de Paúl de la Colladía de las h a manilas de tos pobres, que pi ommeiaban
protestantes subrayaban esta vocación. Baxter escribió:
votos anuales, y a quienes negó la regla de clausura. Vicente de Paúl 0
«Dcscuitlnr el I r n h n j o corporal y el esfuerza do la ilUcíi{'eiiciil y decir "oraré” integró asi en el catolicismo algunos valores espirituales muy queridos
y "meditaré" es hacer como si vuestro criado so negase a hacer el trabajo más por Litieio. 0
rudo y se entretuviese en otra taren de menor importancia y más fácil... Dios os
ha ordenado trabajar, para ganar vuestro pan cotidiano»". El protestantismo exaltó el sacerdocio de los laicos, y el catolicismo, ¥
al menos cu la primera mitad del siglo xvn en Francia, también le dio
Pero A. Fanfani responde 10: más importancia: ¥
«Bourdnlonc, Houtlry, Fcugérc, Griífet y Mnssillon repitieron infinidad tle «Mucho más que antes pidieron y obtuvieron puestos en la administración tem­
poral de la parroquia: faetón las llamadas "fábricas", institución ariaigada en todas
¥
veces n los fieles de Francia, no sólo rpie Dios asigna a cada cual su lugar en el
mundo, sino también rpic es la voluntad de Dios "tpic cada cual sea en el mundo parles en el siglo xvn, además gran parle riel movimiento de renovación tic lo.-, ¥
lo tpic él es (Hourdnlouc, Ohrns, II, pág. 101), porque cumplir fielmente lodos sus años 1600-1610 fue obra de laicos y especialmente de mujeres devotas*
deberes..., ocuparse en el trabajo..., obrar cr: su estado según la voluntad y deseos
Múdame Aearie, una mujer casada, introdujo las carmelitas en F r a n ­
¥
divinos es orar", puesto que "en cierto sentido, los deberes de estado son deberes
de religión" (Griffct, Scrnwnes, II, p. 2011) y que "el estado en rpte Dios nos ha cia; un laico, el duque de Ventadour, creó ltt Compañía del Santísimo ¥
puesto (es) la única vía de salvación". (Mnssillon, Pequeña cuaresma; sermón sohre Sacramento hacia 1627; y olio laico, I’aseal, escribió el libro religioso
los escollos de In piedad de los grandes.)* más genial de su siglo. El motivo principal por el que se tradujo a dieci­ ¥
Lns citas apunt adas por el historiador italiano constituyen un buen siete idiomas la Introducción a La vida devota fue que por pr imera vez
¥
punto de partida para una ulterior investigación. Convendría, en efecto, se dirigía a personas casadas un libro de espiritualidad. También el cre­
estudiar de un modo sistemático el puesto (¡tic los teólogos, los predica­ ciente interés rpte la Iglesia católica concedió a la enseñanza, por medio ¥
dores y los estadistas católicos asignaron a lns nociones de trabajo de los jesuitas, las ursulinas, los oratorios, Port-Boynl, etc., es una
prueba ele la rcvalorización de los laicos. Podría intentarse una c o m p ar a­ 4
cotidiano y vocación terrenal en los dos siglos siguientes al Concilio de
Trento y confrontar el resultado de la investigación con lns declaraciones ción entro las academias protestantes y los colegios jesuitas y oratorianos. 4
de los directores de conciencia del protestantismo. Colbcrt, cuya hostilidad La Escuela Superior de Estrasburgo, las Academias de La tisana y
hacia los monjes ociosos es bien conocida, ¿no razonaba acaso como un Ginebra — esta última definitivamente instalada en 1559— , ¿no ejercie­ 4
puritano ingles? ron acaso una notable influencia sobre las fundaciones y los métodos
de los jesuitas? En todo caso, los fines eran paralelos; en ambos lugares 4
Un cierto nntimonaquismo apareció en el seno de la Iglesia romana
a partir del Concilio de Trento. Los clérigos regulares fueron acusados se trataba de formar laicos cristianos, conscientes de. sus deberes, y de 4
por los seglares de impedir el desarrollo normal de la virla parroquial captar a los mejores alumnos para el servicio de Dios. En vez de. presentar
la oposición de las instituciones de La Fleche y Saiimur, habría que ver «
y de poner obstáculos entre los obispos y los sacerdotes por un lado, y
los fieles por el otro. Canius, obispo de Belley (1582-1652) es un repre­ sus muchas semejanzas.
4
sentante muy calificado de esta posición 20, que adquirió gran fuerza entre
el clero favorable al jansenismo. Con el tiempo, esta postura antimo­ i
C. P r o b l e m a s c o m u n e s a las d os r e f o r m a s ,
nástica desembocó en el josefismo y en la constitución civil del clero i
la p r o t e s t a n t e y la c a t ó l i ca
de 1790. P o r otra parte, puede comprobarse en la Iglesia católica, en los
siglos x v t al xviti, un evidente distancininicnto respecto a la convenien­ 1. KfcíSTAUItACIÓN l)K l.A TEOI.OCÍA i
cia de las mortificaciones severas, aunque lns vidas de Santa Teresa de
No hay por qué asombrarse ante todas estas semejanzas, tle las (pie l
Jesús, de Angélica Arnauld y del abad de Punce contradicen esta afirma­
tan poco se ha hablado hasta nuestros tiempos. ¿No reconocen las mismas
ción. Pero, en enrubio, los jesuitas insistieron más bien en una disciplina \
causas la Beforma católica y la Deforma pr ot e s t ant e ?' ' 2. J: I oussnert
moral y una ascética de la obediencia que en las privaciones físicas y
acaba de analizar en un reciente libro, de manera magistral, los senti­ i
en el heroísmo de penitencias draconianas. San Francisco de Sales hubiera
mientos religiosos de los flamencos a fines de la Edad M e d i a 23. La
preferido que sus religiosas salcsus no tuviesen una regla de clausura, «
población de esta noble y rica provincia cristiana abandonaba los sacra-
260
269
t
mentos, olvidaba demasiado a menudo la misa de los domingos, ignoraba gado por el politeísmo del culto de los santos. Lulero, Zuinglio y Calvino
los dogmas más elementales de su religión y estaba compuesta por una subrayaron la grandeza de Dios, el ser tan inconmensurable que el
tnasa de hombres violentos, supersticiosos, que se entregaban con gusto hombre no puede juzgar. Pero Bérulle y toda la escuela de espiritualidad
a los placeres de la mesa y a los excesos carnales. No hay por qué del siglo xvit en Francia abundaron en este mismo sentido:
suponer que la situación fuera distinta en los demás cantones de la cris­ «I.u espiritualidad de Heridle —escribe el abad Ciwrcyrc—- se hulla impregnada
tiandad occidental. K1 «despertar» religioso del siglo XVI, tanto católico de la .soberana majestad de Dios. J.ft virtud de la religión y la obligación de la
como protestante, consistió esencialmente en enseñar a las masas las adoración aparecen siempre en primer término. Todas nuestras obras deben referirse
a Dius, dueño soberano; el cuidado de nuestra salvación personal es cosa secundaria.
bases teológicas de la religión. Parece ser que el clero insistía en el
Su grandeza icquiere que sólo améis a Él, y su justicia, que no desconfiéis
siglo xv, y no con demasiado éxito, en los aspectos morales de la re­ de Él»
ligión. A partir del siglo xvi los renovadores de la cristiandad emplea­
ron una táctica inversa, típicamente luterana: empezaron por restaurar Siguiendo los pasos de los protestantes, los bcrulianos se inclinaron
la teología, de la que debía derivar la moral. Lulero y Calvino redactaron, hacia una «santa severidad».
cada uno, dos catecismos. También Lucero compuso otro en 1534, y ya se «Convencidos de la grandeza de Dios, no (hablaban) ol hombre de ln dulzura
ha señalado 21 el prolongado éxito del Catecismo de. Heidelberg de 1563. y de la consolación interior... Así (retoñaron) la nota de gruvedad y austeridad,
característica de la piedad francesa del siglo XVII»11.
En esta misma fecha Pío IV prepara 1a publicación del Catecismo romano,
síntesis de las doctrinas definidas en el Concilio de Trcnto, y donde se ¿Se lia insistido lo bastante en que la Iglesia romana y las Iglesias
inspiraron numerosos catecismos di oc esa nos”1. Sabido es que Riehelicu, protestantes conocieron, durante los siglos XVI y xvtl, las mismas quere­
obispo de Enron, compuso uno para su diócesis. Por todas partes, tanto llas doctrinales? Tanto en la primera como en las segundas la principal
en países protestantes como católicos, fueron apareciendo «escuelas domi­ polémica se centró en el tema de ln predestinación. Era lógico que sur­
nicales» obligatorias, donde se enseñaba a los niños las verdades f unda­ giera esta dificultad una vez que se rehabilitaba a Dios insistiendo en
mentales del cristianismo. su poder y, en consecuencia, en la pequenez del hombre. Luteranos,
Luteranos, calvinistas y anglicanos no fueron los únicos en honrar anglicanos y reformados arminianos, y más tarde cuáqueros y metodistas,
la palabra de Dios. En la Iglesia romana, desde el Concilio de Trcnto, siguieron el camino abierto por Melanchton en su vejez, y volvieron a
los sacerdotes fueron obligados a predicar los domingos y a enseñar conceder importancia al libre albedrío. En el sínodo tic Dordrecht los
a los fieles. Los pulpitos de las barrocas iglesias de Bélgica fueron deco­ gomaristas lucieron triunfar el punto de vista contrario: la predestinación
rados con tanta suntuosidad con un objetivo concreto: se trataba de de­ es total y absoluta, la gracia es irresistible c inamisible. Los puritanos
volver toda su importancia al mensaje divino. Pero ¿cómo no iba n ser de Inglaterra y Norteamérica, las Iglesias reformadas de Francia, Suiza
la época de las reformas religiosas la época del dogmatismo? Los cánones y Holanda, y una parte de los bautistas consideraron la doctrina sobre
del Concilio de Tiento (1545-1563), el Libro de Concordia (1500), las la predestinación definida en Dordrecht como base de su religión.
declaraciones del sínodo de Dordreclit sobre la predestinación (1619), En el siglo xvtl, la Iglesia romana estaba dividida por la querella
la confesión de fe anglicana en XXXI X artículos, de 1563, la con­ jansenista. Desde luego que los jansenistas, como el resto de católicos,
fesión de fe puritana en XXXIII artículos, de 1646, son algunas de creían en la presencia real, reconocían la Tradición, la autoridad del
las muchas pruebas de que los hermanos enemigos respiraban la misma Papa y de los obispos, rezaban a ln Virgen y a los santos, no discutían
atmósfera de rigidez doctrinal. La necesidad de definir y esclarecer el el celibato de los sacerdotes ni los votos monásticos; pero, con ciertos
dogma se hallaba presente en las preocupaciones de ambos bandos. matices, profesaban una doctrina calvinista sobre la gracia y la libertad.
Es cierto que tinos reconocían más verdades y más sacramentos que otros, Subrayaban la enormidad del pecado originul, la indignidad radical del
pero ambos tenían la común preocupación de poner ni alcance de las hombre, el carácter prácticamente irresistible de la gracia y el pequeño
m a s a s cristianas a la deriva las bases teológicas de la religión. número de elegidos. Afirmaban que Jesús no había muerto por todos
los hombres. Cuando Mnznrino definió el jansenismo como «un calvi­
2. PtU-SlF.STINACIÓN Y AGIJSTINISMO nismo recalentado», desde el punto de vista (pie nos ocupa, dio una
definición exacta 2S. En realidad, hay una fuente común de la doctrina
La restauración de la teología supone en primer termino la restau­ protestante y del jansenismo, y esta fuente es San Agustín, precisamente
ración de Dios, en unos momentos en que liste parecía que iba ser nlio- en sus escritos antipclngianos 2*. No es ninguna exageración decir que el

270 271
obispo de Ilipoiui fue el personaje más importante de la historia de los civilización, ¿cómo no iban a enfrentarse con los mismos problemas y,
siglos XVI y x v n en Occidente. La Bruyerc escribió: «No hay nadie... com­ en ocusiones, a aportar soluciones análogas? Nos fijaremos en tres
parable a San Agustín, excepto Platón y Cicerón» 30. Par a los hombres problemas: el del sacerdote, el del dinero y el de las relaciones entre
del siglo xvn, San Agustín era «el águila de los doctores». No sólo los la Iglesia y el Estado. Las investigaciones ecuménicas en estas tres
jansenistas, sino también la mayoría de los teólogos católicos — Bossuct, direcciones serian extraordinariamente fecundas. Nos limitaremos aquí
por ej empl o— le consideraban prácticamente infalible. a indicar el camino a seguir.
Pero todavía nos falta considerar una gran historia del agustinismo La cristiandad occidental no habría perdido su unidad si la vida
que iría desde la Edad Media hasta Mauriac, pasando por Lulero, Janscn parroquial hubiese conservado su luer/.a, su dignidad y su disciplina.
y Bossuct. La historiografía moderna se ha preocupado mucho de un La vida religiosu de los fieles se vio menoscabada porque muchos sacer­
gran agusliniano ingles del siglo xiv: el arzobispo Bradwardinc, al que dotes eran hombres ignorantes, porque muchos párrocos eran reempla­
se había tenido en olvido 3I. Pero se sabía que Lulero había leído en el zados por sustitutos incapaces y hambrientos. Reconstruir la Iglesia
convento las obras de la mayoría de los ngustininnos de la Edad Media, significaba, pues, encontrar una solución al problema del sacerdote. La
y más concretamente las de Pedro Lombardo 3\ El reformador de doctrina del sacerdocio universal permitid la vigilancia de los que se
Wittcnbcrg no renegó de su deuda con el agus ti ni s mo33: encargaban especialmente del culto y de la administración de los sacra­
En cicrln ocasión alabó n P. Lombardo, «que en lodng lúa cosas se funda en las mentos y de que esta vigilancia fuera ejercida por el príncipe (fórmula
luces de la Iglesia, y por encima de lodo en el astro ¡lustrísimo y nunca bien pon­ luterana) o por el consistorio de ancianos (fórmula calvinista). Dado
derado» (San Agustín) J\ el gran número de sacerdotes que n fines de la Edad Media vivían en el
En De. servo arbitrio, Lulero, apostrofando a Erasmo, le dice: «El Agustín que concubinato, los protestantes recomendaron el matrimonio de los pastores.
lú mencionabas antes, es mío por completo». Además, el término «servo arbitrio» es
de procedencia ogustiniana (Contra Juliamun, II, H, 23). Más valia regularizar las cosas y vivir santamente en el estado matri­
En sus Conversaciones de sobremesa, Lulero elogia muchas veces al obispo de monial (¡ue estancarse en una situación falsa de perpetua desobediencia.
Hiponin: «Exceptuando Agustín, la ceguera de los Padres es grande. Después de la El matrimonio fue, pues, un medio de saneamiento de la vida pastoral,
Escritura debemos leer a él, porque su juicio es vivo»15. Y más todavía: «Agustín y fue un medio eficaz. Por último, las universidades de Wittcnbcrg, lena,
es el mejor intérprete de la Escritura; se halla muy por encima de los demás»1*.
Ciertamente Lulero superó o San Agustín, y él mismo lo reconoció con cierto Oxford y Cambridge, las academias de Ginebra, Sedán, Montauban y
cinismo: «Agustín no luí penetrado lo bastante en el pensamiento y el significado Sainnur, y el colegio de Harvard (fundado en lfcSfi), etc., cuidaron de
de San Pablo, aunque se bayo aproximado mucho más (pie los escolásticos. Pero yo formar pastores instruidos y de sanas costumbres. En los países protes­
pongo de nuestra parte o San Agustín, a causa de la consideración general de (pie tantes, bajo la supervisión más o menos directa de los laicos, se produjo
goza, pese o (pie no explicó suficientemente 1j justificación por la f e » 17.
un enderezamiento del cuerpo pastoral.
Cnlvino Jebe también muclio a San Agustín, en quien habría encon­ La Iglesia romana abordó también de frente el problema del sacer­
trado su doctrina sobre la Eucaristía (Epístola 187, en Dardanus). Decía dote. Sus soluciones son ya conocidas: rechazó la doctrina del sacerdocio
del obispo de Ni pona: «Agustín es sin duda superior a todos los dogmas universal y el matrimonio de los ministros del culto, revalorizó las fun­
de fe» 3B. Recientemente un historiador ha podido recoger 4.100 citas de ciones de los sacerdotes y de los obispos, reforzó la disciplina— es decir,
San Agustín en la obra de Calvino (1.700 dadas por el reformador con la la vigilancia en el interior de la Iglesia— y creó seminarios. El resul­
correspondiente referencia y 2.400, sin ella) Es indudable que el tado no fue muy distinto del que trataron de obtener los reformadores
doctor latino lia sido el inspirador espiritual del «despertar» religioso protestantes. Todas las parroquias se cubrieron de sacerdotes austeros
que dio origen a las dos reformas, la protestante y la católica. Ha sido e instruidos y permitieron una renovación católica. A mediados del
el común denominador de las dos confesiones rivales. El siglo del siglo XVII, un pastor salido de Sedán y un sacerdote procedente del
ccumonismo debe, por tanto, estudiar este punto de vista. Oratorio de San Sulpicio debían de parecerse mucho. Pero en ambos
barulos e.l cuerpo de los ministros del culto opuso resistencia a los esfuer­
8. El. I'HOIII.KMA OKI. SACKHDOTK zos d<; renovación. E. G. Léonnrd lia recordado las numerosas quejas
El problema de la predestinación no fue la única dificultad que las de los sínodos franceses del siglo xvn contra los pastores incapaces o de
dos reformas tuvieron en común. Partiendo ambas del mismo punto de costumbres desordenadas Podría establecerse un paralelo entre estas
partida, ani madas por el mismo deseo de fundamentar la fe, de definir quejas y las cartas de. Foucanll, intendente del Rearn en 1688, en las que
la Iglesia, de reconstruir la cristiandad, actuando en el seno de la misma insistía en la mediocridad del clero católico de esta provincia:

272 273
18. Düi.uheau: I.n R efo rm a.
«l.os mejores prcdiemlores no poerlen compararse con los que predican Idem
Todos los párrocos del llcnrn son ignorantes y de costumbres disolutas* 4I. y n la industria, era necesario revisar la posición cristiana sobre el
problema del dinero. Su ChrisLian Dircclory fue realmente, como indi­
caba el subtítulo, una Sumrn oj Pralical theologic and Cases of cons-
d-, El. l’UOHLKMA DEL DINERO
cience. En cierto que Jiaxter negaba d o s escrúpulos injustificables,
Frente ni problema del dinero, agudizado por el desarrollo de la confusos y cntrislccedorcs que impiden ni hombr e el cumplimiento de su
economía moderna, la Iglesia romana y las Iglesias protestantes tuvieron deber» <r', pero, obrando como un cristiano convencido, aconsejaba
sus integristas y sus casuistas. Son conocidos los ataques que Pascal «evitar antes el pecado que la ruina» y buscar en primer lugar la paz
lanzó, en sus 1‘rovincialc.t, contra los jesuítas que eran a sus ojos de de la conciencia.
conciencia lasa y justificadores del robo, de los contratos leoninos y
«Tanto los puritanos como los católicos —escribe It. II. Tnwnry 44— aceptaron
de muchas soluciones fraudulentas. Mucho antes de la época de Pascal, sin rechistar la doctrina que ponía todos los intereses y actividades humanas bajo
el adversario de Fulero, Juan Eek, aconsejó (pie se legalizaran ciertas el dominio tic la religión. Protestantes y católicos se empeñaron en la sobrehumana
formas de préstamo con interés. A lo largo de los siglos XVI y xvtl, los tarca de elaborar una casuística cristiana de tnoial económica.
teólogos — que no eran exclusivamente jesuítas— trataron de conciliar »Sc dedicaron a ello con empeño, pero lo consiguieron todavía menos que los
papus y los doctores, cuyas enseñanzas repelían, y no siempre de un modo
la estricta doctrina medieval de la Iglesia sobre el dinero con los impe­ inconsciente.»
rativos de una economía que se fundaba cort creciente intensidad en el
crédito Pero se produjeron las resistencias de los que se negaban a Pronto los puritanos se convirtieron, en materia económica, en los
establecer vínculos demasiado estrechos entre la religión y el mundo. «jesuítas» del mundo protestante. La doctrina — mal entendida— de
A esta última posición pertenecieron Pío V y los jansenistas. Calvino sobre el préstamo con interés alcanzó entre ellos «tanto éxito
En el bando protestante, los acontecimientos no se desarrollaron de como la poligamia entre los turcos» ,7.
manera muy diferente. Ya se lia indicado que Calvino prohibía la pro­
fesión de prestamista ” . En Inglaterra, en la época isabelina, los tribu­
5. E l. IMtüIlLEMA DE I.AS RELACIONES ENTIIE
nales eclesiásticos juzgaban continuamente procesos de usura. En la
LA ICLESIA Y EL ESTADO
ciudad de Londres, durante el reinado de Jacobo I, un delegado del
obispo podía emprender acciones contra los comerciantes sospechosos Debería estudiarse el difícil diálogo entre la Iglesia y el Estado
de haber prestado con un interés abusivo: durante los siglos xvi, x vn y xvill. Se descubrirían, tanto por parte
I lacia los nños )fi'lfl<‘, un comerciante de Boston, «adepto convencido del católica como protestante, esfuerzos paralelos de emancipación, Incitas,
[evangelio... y... que lia cruzado el Océano para tranquilidad de sil conciencia», fue victorias parciales, y también fracasos y capitulaciones. Los hermanos
acusado do lomar «sobre ciertas cosas un beneficio de más de aeis peniques por enemigos probablemente no eran conscientes de que estaban sosteniendo
chelín, en otras, do ocho peniques, y en otras cosas menores más de dos por uno*.
Se produjo un escándalo y el ministro de Boston aprovechó para condenar pública­ un mismo combate por la libertad y la purificación de la Iglesia, y, sin
mente algunos falsos principios, y especialmente los siguientes: emburgo, unos y otros intentaron, a mentido tímidamente y otras veces
*1." Que se pueda vender lo más caro posible y comprar lo más barato posible. con toda fuerza, separar la religión y darle un campo en relación con una
»2.° Que si un comerciante pierde algunas de sus mercancías en el mar, ele., pueda autoridad civil que la evolución política volvía cada día un ¡toco más
subir el precio de las otras. eficaz. Cuando Sixto V reforzaba la armazón administrativa del Estado
>3." Que ¡metía vender al precio de compra, incluso aunque baya pagado demasiado pontificio y acumulaba reservas de oro y plata en el castillo de Santan-
caro o que la mercancía baya bajado, etc. gelo, obraba, así, por paradójico que parezca, para dar mayor libertad a
»4.° Que, de la misma manera que un hombre puede sacar beneficios de su capa* la Iglesia romana ,8.
ciclad y aptitudes, también pueda hacerlo de la ignorancia y necesidad de Lulero capituló con bastante rapidez ante el Estado, probablemente
los demás.
porque creyó que los alemanes de su tiempo eran incapaces de afrontar
»5.° Que cuando alguien conceda un plnzo de pago, pueda obtener un provecho
por este plazo.»
sus propios destinos espirituales. Pero otros reformadores intentaron
con más tenacidad proteger la libertad espiritual de la Iglesia. Así, por
Pero los teólogos puritanos, til igual que los jcsuitns, comprendieron ejemplo, Ecolampndio luchó por lograr la necesaria autonomía de la
en seguida que si se querin mantener en la religión a los que cada vez comunidad cristiana. Veía en la Iglesia una «asociación educativa» — la
en mayor número se dedicaban al comercio, n los negocios de navegación fórmula es de II. Strolil— <#, que tenía necesidad de ser independiente
271 275
otro, en 1557, en áVitlenbcrg, por el príncipe elector Juan Federico, que perdió
pura acluar con eficacia. Reivindicó el derecho de excomunión que el m a ­ la dignidad electoral por sus creencias evangélicas. La primera colección contiene
gistrado quería reservarse. La municipalidad de Basilea, desconfiada, muchas oraciones luteranas y la segunda muchas católicas.
juzgó peligroso el consistorio central instituido por Kcolampadio, y lo »r) Gran influencia de la literatura edificante publicada por los jesuitas.
sustituyó por consejos parroquiales en los (pie tenían cabida miembros Esta literatura sufrió influencia evangélicas..., pero también la literatura edificante
jesuítica ejerció una fuerte influencia sobre toda la literato! a de edificación, tanto
del Consejo de Matado. Mn Estrasburgo, Rocero no negó nunca el derecho católica como evangélica. Jes cierto que con esta literatura lns'jesuítas se proponían
de magistrado sobre la dirección de la Iglesia. Sin embargo, cuando in­ fines de propaganda nutiricfoi inisla, pero sin ningún carácter polémico y sin citar
tentó constituir, en el seno de las parroquias, asociaciones piadosas volun­ ningún nombre. Por ello ejerció su influencia en muchas ocasiones sobre la piedad
tarias que practicarían la ayuda mutua espiritual y que serían el motor evangélica. Incluso la casuística jesuítica de las oraciones (oraciones para cada día
de la semana, las estaciones y las diversas clases sociales) se encuentra también
de cada comunidad de fieles, se atrajo la desconfianza de las aut ori da­ en la literatura evangélica edificante.»
des so. Calvino defendió también las prerrogativas espirituales del con­
sistorio de Ginebra, y especialmente el derecho de excomunión. Juan Knox Más tardo, se influyeron reciprocamente las dos confesiones rivales.
organizó la Iglesia de Escocia, fuera de la supervisión del Estado, y dio el Gracias n los penetrantes estudios de J. O re. iba), tpu: pueden servir de
máximo de poder n las asambleas parroquiales. Los gomaristas estaban modelo de investigación :‘J, es posible, comprender la influencia (pie la
en lucha contra los arminianos, que se apoyaban en los estados de Francia católica ejerció en el aspecto religioso sobre Inglaterra a fines
Holanda. Todos estos doctores de la Reforma se hallaban muy próximos, del siglo xvit y principios del x v m . Es cierto que. esta influencia utilizó
sin saberlo, de los ultramontanos, quienes, reforzando la autoridad espiri­ obras sospechosas a los ojos de Boma, /.ri vida del señor de Renty,
tual de Boina y la obediencia a la jerarquía, trataban de distanciar a lu miembro de la Compañía del Santísimo Sacramento, compuesta por
Iglesia católica de los intereses de las potencias políticas. Hay que Snint-Jiirc, fraile jesuíta, y publicada en Maris en 16S1, alcanzó un
reconocer que las Iglesias oficiales fueron más bien tímidas en estos sostenido éxito en Gran Bretaña y fue apreciada por anglicanos, p ur i­
siglos respecto a su independencia del Estado, y que fueron indepen­ tanos y cuáqueros. Pero, a partir de 1701, el libro de Saint-Jure se
dientes, como I'ranck, Scliwcnekfeld, YVeigel, Socino, etc., quienes extendió por toda la Europa cristiana gracias a Pedro Poirel, pastor de
señalaron con más precisión y firmeza los limites (pie los gobiernos, en Mclz, con e.l título: El auténtico cristiano. Eos Pensamientos de Pascal
materia icligiosa, no podían traspasar. fueron traducidos al inglés por primera vez en 1688, y nuevamente cu
1704. De, esta nueva traducción se. hicieron muchas ediciones'’"1. Las
Máximas de los santos, de Mención, aparecieron en versión inglesa en
I). Catolicismo y p r o t e s t a n t i s m o se li an i n f l u i d o m u t u a m e n t e 1608, y se. lia diebo que «ningún católico fue tan popular en país protes­
tante» como c.1 obispo de Ca m b i a r en Inglaterra. Hacia 1700, la obra
1. La acción de i .a i. itkuatuua hei . iciosa : el janseni smo
de la iluminada flamenca, Antoinette Bonrignon, y especialmente el T ra ­
Hemos tratado de poner de manifiesto los aspectos comunes de ambas tado de la sólida virtud, alcanzó gran éxito en los medios cpiscopnlinnos
Reformas. Pero hay que ir más lejos y sugerir, a modo de conclusión, de Escocia.
nn nuevo y último tema para la investigación: las influencias mutuas Todas estas influencias convergieron sobre John Weslry, fundador
entre catolicismo y protestantismo. Citemos a este propósito una reciente del metodismo, (pie escribe, en una carta a • su h er ma no: «Sed como
comunicación relativa a Alemania en tiempos de Lulero M : gustéis, papista o protestante, con tal (pie abracéis la religión de Tomás
« l. o más s o r p r e n d e n t e de la p ie d a d lu te r a n a de la s e g u n d a m i t a d del s ig lo XVI
A. Kempis, de Pascal y de Fenelón» al. Weslev redactó un resumen de
os la i m p o r t a n c i a de las i n f l u e n c i a s e x t e r i o i c s al lu te r a n is m o .. . Se c o m p r u e b a una El autentico cristiano, ya (pie éste, era su «libro preferido». En los
m a r c h a p a r a l e l a e n t r e la p ie d a d c a t ó l i c a y la p ie d a d e v a n g é li c a , y un a osmosis en tr e cincuenta volúmenes de su C.hristinn lih m r y acogió a cinco autores
estas dos pie dad es . católicos. El primero de ellos fue Pascal, de (pilen llegó a incluir sus
aPucden darse numerosos ejemplos de esta influencia recíproca:
»n) El teólogo Gcorg Wit/.rl, de Vacila, junto al Verra, se separó de la Iglesia Pensamientos en el programa de los candidatos ni ministerio. Publicó
católica y contrajo matrimonio en 1524. Hasta 1533 fue luterano. Luego volvió al también fragmentos de la obra de Fenelón y las C.hristinn ¡nstrnrtions,
catolicismo. Ahora bien, después de su retorno ni catolicismo permaneció muy traducidas de. un autor francés anónimo del siglo xvn. En realidad se
atento a los libros de oraciones evangélicas, y gracias a él muchas oraciones cvun- trataba de. extractos de. las Cartas cristianas y espirituales de Saint-Cyrnn,
gélicns lian pasado al tesoro (le las oraciones católicas.
»/j) Se publicaron al mismo tiempo dos libros de oración: uno en Colonia, que Arnaldo And i 11y balda reunido. Así, el quietismo v el jansenismo
en 1559, por Jorge de Sajorna, rpre fue un encarnizado enemigo de Lotero, y el se reconciliaron sobre teiritorio inglés y conjuntamente influyeron en

276 277
l.i cspir¡tna 1i<1a (1 de John Wesley. Ambas influencias se reflejaron también Ncri, y la obra religiosa más conocida y popular de Ilaendcl, artista
,cn Zin/.endorf, fundador de la comunidad del Ilcrrnhut. protestante, es su «oratorio» El Mesías, compuesto en 1741.
Tendría especial interés el estudio del jansenismo y del prejansenismo, El catolicismo y el protestantismo se aproximan por medio de la
en el aspecto en que ambas doctrinas puedan haber constituido un puente personalidad y la inspiración de artistas profundamente religiosos. Gou-
entre el catolicismo y el protestantismo. Esta síntesis comprendería desde dimel, antes de pasarse a la Reforma, bahía compuesto para el culto
Baíus hasta ciertos obispos italianos del siglo x v m , pasando por Arnauld, católico diversas Misas, M oldes y Magníficat. Luego, durante los diez
la Biblia <lr. Mnns y el galicanismo de los medios parlamentarios f ran­ últimos años de su vida, armonizó el salterio hugonote, traducido por
ceses. No podría despreciarse el papel desempeñado por la universidad Marot y Teodoro de Reza. Johann Staden (1581-1634), organista de
de I,ovaina, y habría que. insistir en la importancia del caso de Vencéis Ntircmberg, trabajó para ambos cultos, luterano y romano, y ofreció
a fines del siglo xvi y comienzos del XVII. a la liturgia católica un repertorio de harrnoniac sacrac. Hcinrich
Scliutz (1505-1672), uno de los grandes precursores de Bach, que fue
Era la época do ida F’aolo Sarpi y del (lux Nicolo Conlarini, cuando este, (pie
estaba en guerra con el Papa, tenía a Roma como «otra Ginebra» y mantenía estre­ organista en Dresde, líamburgo, Copenhague y Brunswick, fue varias
chas relaciones con los países protestantes. Ni Paolo Sarpi ni Conlarini deseaban veces a Venccia para aprender de Monteverdi y de Gabricli. Su obra,
que Vcnecia abandonara la Iglesia católica, pero reprochaban al Concilio de Trcnlo más que ninguna otra, constituye un lazo de unión entre la católica
el haber echado leña al fuego y haberse aprovechado de las circunstancias para Italia y la Alemania luterana. Bacli no estuvo nunca en Italia y expresó
acrecentar el poder temporal del Papa y la dominación del clero. Conlarini deseaba
una devoción más discreta a la Virgen y a los santos, así como ceremonias menos admirablemente la piedad heredada de Lotero. Sin embargo, compuso
suntuosas. En su opinión, al igual que los protestantes, la Iglesia cutólicn balda para el elector de Snjonia, (pie era el mismo tiempo rey de Polonia, su
erróneamente quitado importancia a la predestinación. I.a vida religiosa debía célebre Misa católica en si menor. Además, para su gran cantata del
desarrollarse «en la soledad de la conciencia, dirigida hacia el cumplimiento de la Magníficat, conservó el texto latino; y es importante hacer notar que
divina voluntad»
en plena mitad del siglo xvttl, en una ciudad como Leipzig, la liturgia
A propósito de bis relaciones entre jansenismo y protestantismo, protestante conservaba cantos en lnlín, como el Gloria. El siglo xx es
conviene recordar que parle, (le la familia Arnnull habitaba en I.a Rochela particularmente sensible ni gran «poder de agrupación» que distingue la
y 'pertenecía a la Iglesia reformada y que. durante el siglo x v m algunos obra de Bach. Ésta representa lal«última palabra del arte protestante» y
«apelantes» eran «nuevos convertidos». Este hecho ha podido ser probado está «destinada a ser un maravilloso lazo de unión entre dos hermanos
en la diócesis de ¡Ylontpellier y merecería la pena seguir investigando a quienes el arte o el dogma han separado momentáneamente».511
más ampliamente.
*
2 . L a música Así, gracias al paso del tiempo y al apaciguamiento de querellas
demasiado prolongadas, resulta claro para el historiador del siglo XX
De hecho, nunca se corlaron lodos los puentes entre las diversas
que, incluso en ln época en la cual más se detestaban, católicos y protes­
confesiones cristianas de Occidente, incluso durante la guerra de los
tantes permanecían próximos tinos de otros y se asemejaban. Esto es
Treinta Años. Si hiciese, falta una prueba suplementaria, habría que ir
verdad incluso para las múltiples sectas protestantes del pasado y del
a buscarla en la historia de Irt música religiosa de los siglos xvt al
presente, que ofrecen un cierto parecido con la infinita variedad de
x v m . A comienzos del siglo xvtt se operó una revolución en la música
órdenes religiosas que. pulularon más que nunca en la Iglesia romana a
sacra 87. Antes era el reino del coro, ahora será el del solista vocal y
partir de. mediados del siglo xvt. Unos y otros realizaban y continúan
del instrumento. Esta «revolución sin precedentes en el arte musical» 58
realizando la palabra de San Pablo (Cor., I. 12, 4-0) : -
se inició principalmente en dos regiones: en las Provincias Unidas, con
Swcelinck (1562 -1621 ), y sobre todo en Vcnecia, con Monteverdi «Hay diversidad de dones espirituales, pero hay un mismo Espíritu; diversidad
(1567 -1643 ). Italia fue, especialmente en el siglo xvn, la directora musi­ de ministerios, pero un mismo Señor; diversidad de operaciones, pero es el mismo
cal de Occidente. Sus artistas recorrieron toda Europa. En estas condi­ Oios quien obra todas las cosas en todos. I.a manifestación del Espíritu es otorgado
a cada uno para el provecho común.»
ciones, ¿cómo no Se habían de producir corrientes de intercambio entre
la música católica y la música protestante? El oratorio, o «concierto
espiritual», nació en Roma en el círculo que se reunía en torno a Eclipc

2711 270
7. F. dk Dainviu .i:, Librairies d'ccoliers toulousains a la fin du XVI* sieele, en
«ib II. Ib», IX, págs. 129-141.
8. Fl libro de A. Favuk-Doiisaz, Calvin el Layóla, deux Reformes, París-Bruselas,
1951, demasiado parcial, habría de ser redactado nuevamente.
9. Véase [544] Cif. lint., Kr.onomic Prublents of thc Churc.li...
10. Consúltese P. C kyi., Debates with Historiaos, Croningo, 1955; In.f Use and
Abuse of IlLstory, New Ilavcri, 1955; A. M uKMIüi.IANO, Contribuía alia sturia
degli studi classici, Roma, 1955.
11. Véase J. D acens, llibliographie chronologique de la liltcraturc de spiritualitc
et de ses sources (1501 1610), 1951, tesis mecanografiado (Universidad de La
NOTAS AL CAPITULO V
Sorbono, París).
12. P kkdkiceon D u V ernieh, Le P. Jalien Maunoir, Nuntcs, 1869, png. 38.
1. Sobre las tentativas «le reunión, consúltese el viejo libro de M. T ahamtJD, 13. Poru lo «pie sigue, véase Y. R okseth, Rcaclion de la Reforme contra ccrtuins
llisloirc critique des pro jets... potir la reunión des cotnmuniuns ehrétiennes, elements realistas du cuite, en «R.II.P . Ib», 1946, n.° 2, págs. 146-160.
París, 1824; la obra reciente de 1L Rouse y Sr. C m. N eili., A IlLstory of thc 14. Véase M.-L. de Gai.latín, Les oí donane.es somptuaires a Cené ve au X V P sieele,
Ecunicnicul Movement, 1517-1948, Londres, 1954, excesivamente rápido ni re- en «Mein. et. «loe. publiés par la Sociétc d’llist. et d’Arch. «le Geucve», XXVI,
Intnr los pasos de una confesión n la otra; G. T imes, llisloirc doctrínale du 1940, págs. 191-277.
mouvcmcnt oceumenir/ne, l.ovninn, 1955; P. Conohd, Preve histoirc de Voecu- 15. Véase F. Bl.ANKE, La Reformation contra Valcoolismc, en *11. S. 11. P. F.’>,
ciirncnisme, París, 1951b 1953, n.u 3. págs. 171-185.
Podrá consultarse también n W. J. Mouwsna, «Concordia Alundi*; thc Carcer 16. Véase P. D eyon, A/critalitcs po pulnit e s: un sorulange a Arnicas au XVII* sieele,
and Thought uf Guillnurnc Postal (1510-1581), Combridge (Mass.), 1957. Con­ en «A. K. S. C.», 1962, n.° 3, pág. 452.
súltese igualmente K. Voeltzel, La methode théologique de II. Grotius, en 17. Véase M. LIataillon, Vives reformalear de la bienfaisance, en «Ib II. Ib», XIV,
«R. II. P. R.», 1952, n." 1, págs. 126 ss.; J. T ans, Uossuct en Hollando, Mncs- páginas 140-159; J. D eujmeau, Via cconomique et sociale de Roma..., I, pági­
tricht, 1949; J. Baiiuzí, Lcibniz ct l'orgqnisation religiente de. la ierre, París, nas 403 ss.
1907; G. \V. Lr.WNfz, Allegcmcincr politischer and hislorischcr Uricfwechscl, 18. R. Baxtek, Christian Dircctory, edición 1678, I, pág. 111 a, citado en [556],
sobre todo el torno V, 1687-1690, Berlín, 1954. R. II. T anvnf.y, La religión...
2. [ 3 til] J. T oussafjit, I.c sentiment rcligicux..., pág. 67. 19. (570] A. Fanfani, Catolicismo y Protestantismo.
3. Véanse páginas anteriores. 20. Véase Cu. Cjiesneau, Le P. Y ves de París et son temps (1590-1678), 2 vols.,
4. K. W . ' / c e d e n , La vio religieuse tlans les pays entholiques de lunguc germa- París, 1946.
ñique a la fin du XVI* siéele, en (2771 «Coll. Mist. reí.», Lyón (octubre de 21. Mandmou, Introducción ó la Frunce moderna, 1500-1610, París, 1961, pág. 273.
1963), pág. 81. 22. Véanse las juiciosas observaciones de L. W i u .aeht [258], La restauración ca-
5. G. \V. LoctlF.lt, Inhalt unil Absicht vori Zwinglis Marienlehre, en Kirchcnhlaft tholique, págs. 18 ss.
fiir dic rejorrniertc Schweiz, 1951, n.° 3, págs. 34 37; consúltese también n 23. [348].
K. F fdkmeh, Zwingli and dic Maricnvcrchung, en Zeitschrift fiir Schwcizcrischc 24. Véanse páginas anteriores.
Kirchcngcschichtc, 1951, págs. 13-26. En Suecia, ba podido festejarse, lince 25. Véase, por ejemplo (271), «Coll. Iíist. reí.», Lyón (octubre de 1963), págs. 78-80.
tina decena «le años, el octavo centenario de la catedral de Ltind. Por la 26. Citado en [308] A. Latheiu.K..., llisloirc du Catholicisme en Frunce, II, pá­
Onlennny.ft eclesiástica «le 1571 el urzobispo Lnurcntius Pclri se babía esfor­ gina 286.
zado en dar a la Iglesia Sueca tina constitución «evangélico» que no afectase 27. Ibíd., pág. 287.
ni a las formas del pasado ni a las tradiciones seculares. La síntesis anglicana 28. Sobre el Jansenismo, véase lo bibliografía suministrada en (259) E. P méclin
pruobn la gran necesidad que las masas tenían aún, a mediarlos del siglo xvt, y F. J a h m y , tomo XIX de la Col. Fliebc y Martin. Se añadirán bis obras
«le ciertos elementos del culto católico (consúltese a J. S. Puttvts, Pudor de J. Ohcihal, Corrcspondance de Janscnius, París-Lovoinn, 1947; Id., J, D u-
Parish Documents of thc Dioccse of York, Cambriilgc, 1948). vergier de. Ilauranne, abbé de. Saint Cyrun, et. son temps, 2 vols., París, 1947-
Sería muy interesante estudiar a este respecto la vida religiosa y la piedad 1948; Id., La spiritualité de Soint-Cyran, París, 1962.
popular «le las Iglesias Reformadas de Suizo, a fines del siglo xvt y en el 29 . J . Cll ÉN É, La thrologie. ile Saint Agustín. Crúce ct pt ¿destinación, Lyón, 1962.
siglo xvit, a luí de poder descubrir todas lus supervivencias religiosas católicas 30. I.a Riujy/.he, Des esprits forts, 21.
que se desli/abun aún en las creencias y las prácticas de las que los registros 31. Véase G. Leek, Prndwardine and thc Pclagiuns, Cambridge, 1957; II. A. OtJElt-
de los Consistorios guardan la trazo. Vcosc a este respecto a A. P iackt y m a n , Archbishop Thomus lit udumrdinc, a Four teenth Century Augustinian,
J. I.ozi'ftON, Les ordonnances ecclésiastiqucs ati Val de Travcrs el le.ur appli- Utrccbt, 1958.
eaiiori, en «Musée Neuebñlelois», 1936, págs. 156-162 y 197-204; W. P eiste», 32. Véanse páginas anteriores,
Das Chorgci ichl des hernischen Aargaus ira 17 Jahrundert, Aarou, 1939. 33. Sobre el agustinismo de Lulero, véanse sobre todo, además de la obra de
6. [5/9J II. LÜitiy, La banque protestante. A. V. Müu.i;it, l.titilas \l' crdcgnng... {127J; I’. V icnaux, I.iither commentiiteur

280
281'
des «Sen tcneesA, 1935, pugs. 6-30; I.. S aint-IJi.a.ncat, Recherches sur les sour• 54. [068] A. de La Gohcf., IVesley, máitrc d'un pcuple., pág. 321.
res Je lu fhctdogic. lutcriennc primitivv, en «Vnbum Caro», VIH, 1964; L(i 55. Extraído por A. T enenti del libro de C. Cozzi. II doge Nicolo Contarini, en
Thcologir (le í.uthar el un nouveau plagiat de ¡‘ierre d'Ailly, en «Positions «A. E. S.», 1961, n.° 4, págs. 780 ss.
luthériennes», abril de 1965, págs. 61 ss.; L. CuiSTiANi, Lulhcr el saint Agus­ 56. Véase V. D uhand, Le. Jansenismo au XVI I I 0 siccle ct Joac.hin Colbcrt, cvéque
tín, i-iv «Augusiinus magisie.r», París, 1954, II, págs. 1029 ss.; M. B f.ndisciom, de. Montpcllicr (1696-1738). Toulouse, 1907.
L'agostinismo dei riformatori protcstunti, cu «Rcvuc des eludes agustiniennes», 57. P. IIiJOT-Pj.eumottx, llistoire de la rnusique religieusc, París, 1957, pág. 143,
I, 1955, págs. 203 ss.; J. C a d i f k , snint Agustín el la Reforme, en «Rccherches escribe «Se descubre que en lugar del Coro de cuatro u ocho roces. Ja voz
augustimennos», 1, París, 1950, págs. 357 ss.; P. C o u u c f f u :, Lulhcr interprete sola tiene también una potencia de emoción y de expresión. Al lado del ór­
des «Cnnfcssions» de snint Angustio, en «R. II. P. 1L», 1959, n." 3, págs. 235-251.
gano, están también el violín, el oboe, la (lauta, el clavicordio, y todos estos
34. [ISO] \V„ IX. pág. 29.
instrumentos pueden desempeñar una función en el templo».
35. [IRQ] W., JV, pág. 300.
58. I d., ibíd.
36. [ISO I W., lomo V, pág. 664. 59. R.-P. Ei.ouand, J.-S. Hach, Voeuvrc (Porgue, pág. 19, citado por P. H uot-Pleu-
37. [ISO] W., torno III, pág. 101. lioux, pág. 193.
30. 17591 Op. Om., IX, pág. 035.
39. [ 181] L. S mits, Snint Angustia tinas Vneuvrc de Joan Calvin; véase también
J. C a d i f k , Calvin el snint Angustia, en «Auguslmus mngister», II, págs. 1039 ss.
40. ( 2611 E. O. Lfonakd, llistoire... duProtestantisme, II, pág. 346.
41. [809 \ E. I.AVISSF, llistoire (le¡'ruare, VII, 2, pág. 76.
42. Véanse las obras citadas anler iornu ule referentes a este punto.
43. \ énse bibliografía sobre Calvino y la usura.
44. I.o (pie, sigue figura en 1556] R. II. T awnky, La religión..,
45. Udd.
46. II,id.
47. Citado en Ihirl.
40. La creación, en 1622, de la Congregación l)c Propaganda Pide, los Informes
d’Ingoli (1625, 1620, 1644) sobre la situación de los de las cristiandades mi­
sionales estorbadas en su desarrollo por los patronos portugueses y españoles,
los prudentes esfuerzos de liorna para crear un clero indígena y para enviar
a los países lejanos verdaderos «vicarios apostólicos» independientes de Lisboa
v de. Madrid provistos de. extensos poderes; el apoyo dado por los Papas a
las nuevas congregaciones francesas — Lazo ristres, Misiones extranjeras— que
tenían la gran ventaja de no ser ni portugueses ni españoles; la memorable lu­
dia de Inocencio XI contra Luis XIV, en el momento del lance de lu Regalía;
son tantos otros aspectos dd largo conflicto en el curso del cual la Iglesia
Romana ha intentado recobrar su libertad de acción. Véase II. LuMM’OiM.lK,
Aux origines d'uae P.glise. Home et les missions d*Indochino, au XV U * siccle,
2 vo|s., París, 1943-1948, véase las páginas del presente libro dedicadas a este
tema. Consúltese también (259] K. PitFCl.lN y L. Jahuy, Les luttes polilifjucs
et doctr ¡nales..., págs. 65-198.
49. Véase II. Sritont., L'octivitc srientifir/ue de Hacer, en «R.II.P . IL», 1956,
n.“ 2, págs. 112-135. Véase también (2631 L . 0 . LÉONA k d , llistoire... du Pro­
testantismo, I, págs. 142 ss.
50. Véase el a rt ir ti lo de Slrohl citado en la nota precedente.
51. F. I.Att, La t>ic rrligicuse tinas les pays protestonts de (tingue alle.mnndc a la
fin du XVP siccle, en |2 7 I| «Coll. Hist. reí.», Lyón (octubre de 1963), pá­
ginas 118-119.
52. J. OuciitAl., Les spiriturls finarais et espngnols diez John ¡f rsley..., en «Rcvuc
de Pliisloire des religión*», CXXX1X, 1951, págs. 50-110; lt)., L'origimilite thc.o-
lo pique de Johr\ ll'esley el les sp\r ilunhst es du continent, en «R. IL», CCXXII,
1959, págs. 51-80.
53. Ya las Carlas lUovinrinlrs habían sido editadas en Inglaterra con el impri­
madle de la Iglesia oficial. Véase P. J anskn, De Hlaise Pascal ú llenry llum-
morid: les «Provincial esi> en Anglclerre, París, 1954.

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