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LAS MUJERES COMO VÍCTIMAS

DE LA VIOLENCIA MACHISTA

Las mujeres que han sufrido


malos tratos forman un grupo de
creado por la población caracterizado por:
Jennifer Ortí

Bajo nivel cultural.

Falta de actividades extradomésticas o


trabajos poco cualificados.

La dependencia económica del


esposo.
Poco apoyo social.

Frecuente presencia de hijos pequeños.

Habitualmente las mujeres que pertenecen a una


clase social más alta pueden optar directamente por
separarse, no exteriorizar lo sucedido o buscar ayuda
en consultas privadas.

Las consecuencias de la violencia doméstica se


expresan habitualmente en forma de los siguientes
síntomas:

Conductas de ansiedad extrema. La violencia repetida


e intermitente, combinada con periodos de pena y
amor, suscita en la mujer respuestas de alerta y
sobresalto permanentes.
Depresión y perdida de autoestima. Contribuyen a
hacer aún más difícil la decisión de buscar ayuda o
adoptar las medidas adecuadas.
Sentimientos de culpa. Casi la mitad de las mujeres se
atribuyen a ellas mismas la culpa de lo sucedido
pensando "me lo he buscado". La culpa puede referirse
a conductas concretas o a la personalidad.
Aislamiento social y dependencia emocional del
hombre. La vergüenza social experimentada puede
llevar a esconderse de lo sucedido y contribuir a una
mayor dependencia del agresor.

Todos los síntomas descritos, vividos en el marco de


una violencia repetida configuran una variante del
trastorno de estrés post-traumático. Pueden aparecer
otros cuadros clínicos asociados como la depresión y
otras alteraciones de ansiedad, como los ataques de
pánico.

Así mismo el abuso de alcohol y fármacos puede


surgir, de forma temporal o permanente, como
estrategia para afrontar de manera inadecuada los
problemas.

Los síntomas psicopatológicos experimentados por


las víctimas de malos tratos son secuelas de las
vejaciones continuas sufridas en la intimidad del hogar,
no de un desequilibrio previo.

La dinámica judicial desarrolla un papel importante,


ya que la demora de los juicios, la exposición pública
de lo sucedido, así como la culpabilización generada,
contribuyen a la victimización secundaria de las
mujeres maltratadas.
PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN DIRIGIDOS A
MUJERES

Los objetivos terapéuticos con las víctimas se han


centrado en el tratamiento de la culpabilidad y del
déficit de autoestima, en la mejora de la relación
social, así como en la expresión adecuada de la ira y en
la terapia de los síntomas específicos presentados.

Se intenta enseñar a las víctimas habilidades que les


permitan establecer una nueva vida, enfocada en la
autonomía personal y la recuperación del control.

Víctimas y
Las técnicas cognitivo-conductuales más frecuentes
utilizadas han sido la reestructuración cognitiva,
Agresores
entrenamiento en habilidades de comunicación y de
solución de problemas e inoculación del estrés. Todas
orientadas a identificar las creencias distorsionadas y a
facilitar la adopción de respuestas más adaptativas a la
experiencia del maltrato.

Los programas de tratamiento se han aplicado


normalmente en grupo, dirigido por mujeres
terapeutas, con sesiones semanales y con una duración
de 10 a 12 semanas.

Las ventajas de la terapia en grupo son:

Percepción de que no son las únicas en experimentar


este tipo de problema.
Aprendizaje de estrategias de afrontamiento
adecuadas a partir del modelado de personas que
experimentan el mismo tipo de dificultades.
Desarrollo de la independencia personal. La modalidad
de grupo estimula la confianza en los propios recursos
en lugar de fomentar la dependencia del terapeuta.
Compromiso público de cambio delante del grupo, que
puede funcionar como una poderosa motivación para
la realización de tareas.
Motivación por el cambio a través del éxito de las
otras.
Aprendizaje a través de la ayuda de las otras personas.
Cada víctima se convierte en un sistema de apoyo
social para las otras víctimas, al sentirse útiles aumenta
su autoestima.

El programa terapéutico cognitivo-conductual


diseñado por Echeburúa, Corral, Sarasua y Zubizarreta
está compuesto por las siguientes técnicas:

Expresión emocional. Proporcionar comprensión y


apoyo a la víctima, para que exteriorice todo lo que le
ha sucedido junto con sus sentimientos y
pensamientos. Así puede expresar su irritabilidad y las
humillaciones sufridas.

La reevaluación cognitiva. En primer lugar se explican


las reacciones normales delante una experiencia de
maltrato y la comprensión del proceso de adquisición y
mantenimiento de los miedos. En segundo lugar se
realiza una discusión racional para eliminar dificultades
cognitivas (baja autoestima, culpabilidad,...) y para
ajustar a la realidad el sistema de procesamiento de la
información de la víctima. En tercer lugar se pretende
analizar el acontecimiento traumático con el realismo
de la convivencia conyugal y la situación de los hijos
para continuar con su vida.

Entrenamiento en habilidades específicas de


afrontamiento. En primer lugar, implica la adopción de
medidas urgentes como la denuncia, abandono del
domicilio conyugal y la búsqueda de una solución
alternativa. En segundo lugar se hace un
entrenamiento en relajación muscular progresiva y en
respiraciones profundas. Luego se enseñan habilidades
de solución de problemas y de técnicas de control
sobre la conducta agresiva del maltratador. A
continuación se ayuda a la recuperación gradual de
actividades gratificantes. Finalmente, se enseña el
afrontamiento de las conductas evitadas, por medio de
técnicas de exposición y/o de las preocupaciones
reiterativas a través de las técnicas de distracción
cognitiva.

Agresores

En la actualidad no existe un perfil único de


maltratador. La mayoría de agresores ejercen un
maltrato físico y psicológico. Un porcentaje muy
elevado de maltratadores han sido víctimas de
maltrato en su infancia. A diferencia de lo que se
piensa, los antecedentes inmediatos de la vida adulta
desarrollan un papel más importante que los
antecedentes remotos de la infancia

Los hombres maltratadores suelen estar afectados


por muchas dificultades cognitivas relacionadas con
creencias equivocadas sobre los roles sexuales y la
inferioridad de la mujer e ideas distorsionadas sobre la
legitimación de la violencia como una forma de
resolver los problemas.

Así los maltratadores se muestran muy sensibles a


las frustraciones, presentan unas habilidades de
comunicación muy limitadas y les faltan estrategias
adecuadas para solucionar problemas.

Los hombres violentos, sobretodo los que tienen


baja autoestima, tienden a valorar las situaciones como
amenazantes. De esta manera, la inhibición de los
sentimientos y la percepción distorsionada de la
realidad pueden conducir a conflictos que sean
expresados de forma violenta.

Esta situación supone un círculo vicioso: la


reiteración de la violencia no hace que aumentar la
baja autoestima del agresor.

El aislamiento social y emocional es un factor que se


repite en muchos hombres violentos. El más
característico es la dificultad para establecer
relaciones de intimidad o de amistad profunda.
La mayor parte de los agresores son personas sin
ningún trastorno psicopatológico, pero si pueden tener
algunos rasgos de personalidad acentuados de
dependencia emocional, agresividad generalizada,
problemas en el control de la ira, impulsividad, déficit
de autoestima, celos.
El trastorno más frecuente relacionado con la
violencia en el hogar, que pueden activar conductas
violentas en personas impulsivas y descontroladas, son:

La psicosis, en función del delirio.


El consumo abusivo de alcohol y drogas.
Los trastornos de conducta y las drogas constituyen
un cóctel explosivo. Los trastornos con mayor riesgo
son: el trastorno antisocial (frialdad afectiva y falta de
empatía), el trastorno paranoico (desconfianza y
recelos constantes) y el trastorno narcisista (necesidad
de estima permanente).

La causa más frecuente de homicidios conyugales


son los ataques de celos y sentirse rechazado;
comportamientos agresivos; y ausencia de autoestima
y habilidades sociales.

Señales de alerta. Perfil del hombre potencialmente


violento en el hogar:

Excesivamente celoso.
Posesivo.
Se irrita con facilidad cuando se le ponen límites.
No controla sus impulsos.
Bebe alcohol en exceso.
Culpa a los otros de sus problemas.
Experimenta cambios bruscos de humor.
Comete actos de violencia y rompe cosas cuando se
enoja.
Cree que la mujer debe estar siempre subordinada al
hombre.
Ya ha maltratado a otras mujeres.
Tiene baja autoestima.

PROGRAMAS DE INTERVENCIÓN DIRIGIDOS A


HOMBRES QUE MALTRATAN

El tratamiento integral del maltrato hacia la mujer


debe incluir la atención psicológica del hombre que
maltrata, bien porque continúa viviendo con la víctima
o porque, en caso de separación, pueda reincidir en un
futuro con otra mujer.

El enfoque judicial del maltratador acostumbre a ser


insuficiente. En la actualidad ofrecen diferentes
medidas de protección hacia las víctimas y de medidas
penales para el agresor, las acciones son más punitivas
y será necesario evaluar su eficacia.

Pero estas medidas penales no han mostrado ser


disuasorias e, incluso, en algunos casos
contraproducentes.

En cambio, el tratamiento psicológico del


maltratador, siempre que sea asumido
voluntariamente, parece ser la intervención más
adecuada.

Reconocer la existencia del problema es el paso


previo a la terapia. Los hombres que maltratan pueden
no ser culpables, pero si son responsables del daño
producido a la mujer. Solo desde esta perspectiva se
puede iniciar un programa para el cambio.
Habitualmente se realiza en un marco grupal de 10 a
15 personas con uno o dos terapeutas hombres.

Las intervenciones terapéuticas con hombres que


ejercen violencia hacia las mujeres ha tenido como
objetivo:

Enseñar técnicas de suspensión temporal.


Abordar el problema de los celos.
Controlar los hábitos de beber.
Revaluar las dificultades cognitivas.
Diseñar estrategias de solución de problemas.
Entrenar en relajación y habilidades de comunicación.
Enseñar técnicas de afrontamiento de la ira y del
control de los impulsos.
Por el simple hecho de recibir tratamiento se reduce
de manera considerable la tasa de reincidencia.

Los factores asociados al éxito terapéutico son: la


edad del maltratador, una buena situación económica,
el comienzo tardío de la violencia así como la
realización de un mayor nombre de sesiones de pareja.

Las perspectivas de futuro estarán centradas en un


tratamiento individual cognitivo-conductual, sesiones
grupales de hombres violentos en el marco de la
violencia familiar, tratamiento psicofarmacológico de
control conductual en algunos casos.
BIBLIOGRAFÍA

Blay, E. (2013). Violencia Doméstica: Aspectos


Jurídicos. Material no publicado.

Ferré, M. (2013). Violencia Domèstica: Violència de


Gènere. Dossier 1. Material no publicado.

Flaquer, Ll. (2013). Violència Domèstica: Perspectiva


Sociològica. Material no publicado.

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