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● Comisión: 468
● Aula: 22
● DNI: 38.994.826
María Florencia Peña Muñiz
DNI Nro. 38.994.826
Ahora bien, volviendo al análisis del considerando cuarto del fallo, en el mismo se
puede observar que el Juez, al momento de analizar la pena aplicable, descarta una
parte de las teorías positivas relativas, la prevención especial, al hacer mención que
“(…) largos y exhaustivos estudios psiquiátricos han permitido establecer que la
represión y el encarcelamiento consiguen únicamente un reforzamiento de las
tendencias psicopáticas, es decir sin que se logre beneficio alguno para el individuo
(…) me llevan a la convicción de que ninguno de los tres justiciables puede ser, aún en
una mínima parte readaptable socialmente, lo que hace carente de sentido hablar en el
presente caso de la “prevención especial” como fin de la pena a imponer.” El mismo
considera que de acuerdo a los estudios realizados y analizadas que fueran las
circunstancias, las tres personas que cometieron los delitos investigados no pueden ser
readaptados socialmente bajo ningún punto de vista.
Sin embargo, no descarta las teorías positivas absolutas o la otra parte de las teorías
positivas relativas (prevención general). Trae a colación, la obra del Padre David
Nuñez, llamada “La Pena de Muerte Frente a la Iglesia y al Estado”, en donde se hace
referencia a los fines de la pena, nombrando cada uno de ellos.
En este sentido, el Sr. Juez termina sosteniendo que “para que una pena sea justa se
requiere que sea proporcionada a la gravedad de la culpa impuesta por quien tiene
autoridad y jurisdicción para imponerla. Ello es así pues la autoridad tiene el deber y el
derecho de promover, conservar y restablecer el orden público y también todo el poder
necesario para ello. En consecuencia, si para cumplir ese deber es necesario en algún
caso aplicar la pena de muerte, prevista en la ley, no solo puede sino que debe
imponerla, so pena de faltar a su obligación, pues el bien común de la sociedad vale
más que el bien de un individuo en particular cuando la conducta criminal de estos
impide ese bien común que es la paz y la concordia social. Es justo entonces, quitarle
la vida.”. Aquí es donde se ve reflejada la teoría de la retribución. No se busca
aplicar la pena como una forma de reparar a los individuos que cometieron el delito,
sino que se busca la justa retribución en la justicia. Castigar a aquellas personas que
violaron las normas establecidas en la sociedad y así poder compensar el daño que
estas últimas causaron con su accionar –ley del talión-.
Por otro lado, podríamos pensar también que la pena aplicada serviría para provocar o
sembrar cierto miedo en la sociedad o población más vulnerable, y así lograr que ellos
no cometan esos delitos, haciéndoles creer que si los realizan se les aplicará la pena de
muerte también –prevención general negativa-.
Por otro lado, podría llegar a pensarse que la pena retributiva de Kant llevaría a
determinar que la pena correcta sería la pena de muerte, ya que la misma consiste en
que “el mal inmerecido que ocasionas a otro ciudadano te lo haces a ti mismo… Sólo el
derecho de retribuir con el mismo mal (ius talionis)… puede determinar de forma
concreta la calidad y cantidad de la pena; cualquier otro… no podría contener una
proporción con el juicio de la justicia pura y estricta a causa de otras consideraciones
que se entremezclan”. Llevado al caso en estudio, esto significa que el que asesina se
mata a sí mismo. Por ende, Juan de la Cruz Celis, Washington Rivero y Anacleto
Chavez, se “asesinaron” a ellos mismos, al matar al menor de edad, o al haber
participado en tal delito. Y por eso, es que el Juez sostiene que corresponde aplicar la
pena de muerte.
Sin embargo, creo que en realidad ninguna de las teorías nos llevarían a determinar
que la pena correcta sería la pena de muerte, tal como se concluye en el fallo a
estudio. Analizando lo estudiado a lo largo del considerando cuarto, a los efectos de
poder determinar la pena correspondiente, y sabiendo que se basó específicamente en
la teoría de la retribución, no creo que las muertes de las personas que delinquieron
puedan solucionar lo que provocó la muerte de la persona asesinada y violada o el
asesinato en sí, ya que no existe ninguna equivalencia entre una vida y otra. Todas las
vidas son diferentes y por eso no se estaría cumpliendo con el “Principio de Igualdad”
que debe aplicarse según esta teoría.