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Ensayo sobre el erotismo en la poesía de Delmira Agustini.

El análisis siguiente nos lleva a la idea del amor como un acto lleno de fuerza y
vigor, más que nada como un hecho que sucede de manera viva entre los
recuerdos y la performance que se va describiendo de la misma, al lado pasional
de la relación entre los individuos, y del devenir de la muerte como consecuencia
del desamor, aunque por otro lado la mención constante de una divinidad nos
llevaría a tener una idea sobre la muerte, puesto que dentro de esta concepción
la muerte viene a ser el siguiente paso del verdadero amor, que trasciende más
allá del todo y es eterno.

A estas alturas sabemos que Delmira pertenece al movimiento modernista de


principios del siglo pasado, y que el modernismo en sí se destaca por quitar toda
etiqueta social, por así decirlo, y construir una identidad mucho más universal,
un conjunto más globalizado que regional. Además, que es el momento ideal de
las grandes promesas, donde la gente deposita sus esperanzas en algo, como
por ejemplo la religión, la gente cree en el gran discurso divino y deposita su fe
en ello para que la muerte sea solo una transición a lo eterno, o el capitalismo
que endulza a quienes no tiene otros recursos para ganarse la vida más que
trabajando constantemente para salir de su miseria. Entonces en la poesía
delmiriana hallaremos estos rasgos, sobre todo por que se juntan dos opuestos,
Dios y la pasión carnal.

Comenzaré con el poema Amor, que me ha llamado mucho la atención.


Podemos notar a simple vista que es un soneto, tiene aún restos de la poética
tradicional española sujeta a licencias, sin embargo, el valor que le da la poetisa
uruguaya es la de brindarle al yo poético una voz femenina muy intensa y
profunda, que no solo expresa a través de su palabra, sus versos, lo que siente,
lo que desea, sino que además se atreve a liberar su naturaleza ardiente, a
desnudar su alma por medio de lo corpóreo.

“Yo lo soñé impetuoso, formidable y ardiente”

Es el primer verso del poema que consta de catorce sílabas, pero más que su
estructura, llama la atención la fuerza con la que empieza, aquí tenemos a una
tercera persona siendo descrita con valores dignos de un gran héroe o inclusive
un dios, no obstante, nos daremos cuenta que este mismo personaje tiene un
lado muy sensible y humano.

“Hablaba el impreciso lenguaje del torrente

Era un mar desbordado de locura y de fuego,

Rodando por la vida como un eterno riego,”

En el acto amatorio las palabras son las que sobran, y entran más en contacto
alma y cuerpo, sin ningún intermediario humano como lo es la misma lengua, la
comunicación no se pierde, al contrario, esta se intensifica al mostrarse en su
forma más pura y hasta caótica.

“Luego soñélo triste, como un gran sol poniente

Que dobla ante la noche la cabeza de fuego”,

Me atrevería a decir desde una perspectiva netamente erótica y superficial que


aquel sujeto amado, después del acto, a entrado en un estado de reposo, y que
aquella cabeza de fuego que entra en reposo no es más que el falo.

“Después rió, y en su boca tan tierna como un ruego

Sonaba sus cristales el alma de la fuente”

En estos versos, el séptimo y el octavo, nos retrata lo que viene a ser el lugar o
momento donde desemboca toda la pasión vivida, lo que me llama también la
atención es la palabra “rió”, que si bien denota el verbo propio de la risa, también
podría jugar muy bien con el río, ese afluyente que encaja muy bien con el “mar
desbordado de locura y de fuego” y el “eterno riego” de los versos tres y cuatro.

“Y hoy sueño que es vibrante, y suave, y riente, y triste,

Que todas las tinieblas y todo el iris viste;

Que, frágil como un ídolo y eterno como Dios,

Sobre la vida toda su majestad levanta”

A partir de este verso se deja de lado el recuerdo y la añoranza para darle paso
a una personalidad mucho más dual, o mejor dicho lleno de dicotomías y
contraposiciones. “vibrante, y suave, y riente, y triste” este enunciado
polisindetónico1 pone en contraste la naturaleza cambiante de aquel amante, tan
cambiante como el mar, que a veces está bravo y otras en calma, ya después
uno le da el adjetivo poético que desee.

En “frágil como un ídolo y eterno como Dios” encontramos a la concepción


cristiana presente de manera muy explícita, el ídolo hecho por el hombre, de tan
frágil naturaleza pero que en el recuerdo de quien ama es eterno.

“Y el beso cae ardiendo á perfumar su planta

En una flor de fuego deshojada por dos...”

Quizá la referencia a la pérdida de la virginidad de ambos sea notoria, puesto


que tanto ella como el amante, más que nada el amante que es descrito, está
lleno de cambios provocados por lo mismo de su inexperiencia.

El intruso es otro interesante poema lleno de erotismo donde como dice el título
el amante llega casi como una salvación para la voz poética que estaba llena de
problemas y que debido a ello la pasaba muy mal hasta que éste sujeto aparece.

“Amor, la noche estaba trágica y sollozante

Cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;

Luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,

Tu forma fué una mancha de luz y de blancura”

La llave de oro, su falo, pero ¿por qué de oro? Por lo mismo que este llega a
tener un gran valor al momento de presentarse en la noche trágica y sollozante.
La cerradura como parte sexual de ella, la voz femenina, su “puerta abierta”. “Tu
forma fue una mancha de luz y blancura” la luz por lo mismo que describe al falo
como llave de oro y la “blancura” lo que queda de la eyaculación.

“Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;

Bebieron en mi copa tus labios de frescura,

Y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;

1
La conjugación de la palabra polisíndeton es mía.
Me encantó tu descaro y adoré tu locura.”

Ojos de diamante, su llave de oro, es una forma de decir que aquella visita era
de mucho valor para ella desde una perspectiva material o mejor dicho corpórea.
Sus copas eran los senos que el amante no dudaba en probar. Ella alababa el
descaro con el que su amante llegó y se desenvolvió en el acto sexual.

“Y hoy río si tú ríes, y canto si tú cantas;

Y si tú duermes duermo como un perro á tus plantas!

Hoy llevo hasta en mi sombra tu olor de primavera;

Y tiemblo si tu mano toca la cerradura,

Y bendigo la noche sollozante y oscura

Que floreció en mi vida tu boca tempranera!

El carácter del amor se ve reflejado por el amante que ama en estos tiempos y
que es censurado por lo mismo que es visto como algo impúdico, mas Delmira
puedo demostrar que dentro de la feminidad existen deseos tan profundos y
pasionales como la de un hombre, es decir rompe con esa idea meramente
heteropatriarcal.

Bibliografía.

-Agustini, Delmira. 1907. El libro blanco (frágil). Montevideo.

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