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TESIS # 5

HISTORICIDAD, DESARROLLO E INTERPRETACIÓN DE LA DOCTRINA


CRISTIANA: DOGMA

1. DEFINICIÓN Y CONDICIONES

Dogma es una verdad contenida en la revelación divina, o necesariamente


ligada con ella, propuesta por el Magisterio en una forma que obliga al pueblo
cristiano a una irrevocable adhesión de fe. Su negación pertinaz y duradera es
rechazada como herejía.

Es dogma todo lo que cumple las siguientes condiciones:

 Doctrina promulgada por el Magisterio extraordinario (goza de infalibilidad)


bien sea por el Colegio de los obispos reunido en Concilios ecuménicos o por
el Papa cuando habla “ex-cathedra”, en acto público y de manera explícita.

 Doctrina promulgada por el Magisterio Ordinario y universal (que goza de


infalibilidad), el cual se da cuando los obispos dispersos por la tierra pero, en
comunión entre sí y con el Romano Pontífice, enseñan de modo concorde
que una doctrina en materia de fe y de moral, se ha de considerar como
definitiva.

 Esta verdad de fe contenida en la revelación divina o ligada con ella, debe


ser creída con “fe divina y apostólica”.

2. EL DOGMA EN LA HISTORIA

2.1. SAGRADA ESCRITURA

En la Escritura encontramos fórmulas breves que expresan la fe y que han sido


llamadas “pre-símbolos”. Existen concretamente dos tipos de fórmulas:
fórmulas simples, que profesan el cumplimiento mesiánico en Jesús de
Nazaret y fórmulas complejas, en las que se confiesa la resurrección y los
acontecimientos principales de la vida de Jesús con su significado.

2.2. PADRES ANTENICENOS

Los padres antenicenos hablan con toda claridad de la “regula fidei”,


desarrollada por San Ireneo de Lyon en el contexto de la lucha contra los
gnósticos. Se designa como “regla de fe”, a lo que los apóstoles comunicaron,
habiéndolo recibido previamente de Jesucristo, y que la Iglesia transmite desde
entonces.
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Esta predicación apostólica adquiere en la Iglesia el carácter de un


depósito que debe ser conservado y transmitido fielmente hasta el final
de los tiempos: el depósito de la fe. Este depósito contiene todo y sólo
aquello que la Iglesia ha recibido de la predicación apostólica.

Por consiguiente, se llama “depósito de la fe” a la enseñanza de los


apóstoles contenida en la Sagrada Escritura (Nuevo Testamento) y en la
Tradición. El “depósito de la fe” se llenó con Jesucristo y el último apóstol. Se
llama “Depósito” porque es un mensaje que se le ha confiado a la Iglesia y que
ella no puede alterar: ni aumentarlo, ni reducirlo. Los Dogmas se sacan del
depósito.

2.3. VICENTE DE LERINS: SIGLO IV

Ofrece los criterios clásicos para comprobar si una doctrina pertenece a la


verdad revelada: “se debe sostener firmemente en la Iglesia Católica lo que
ha sido creído en todas partes, siempre y por todos”. En este criterio
aparece por primera vez el “Sensus fidei”.

2.4. EDAD MEDIA

Los términos de Lerins, quedan olvidados durante la edad media. Durante este
período el concepto de dogma representa un papel poco relevante; sin
embargo durante este tiempo cobra importancia el concepto de “articulus
fidei”, en el cual se contempla la trascendencia de la verdad divina y su
captación histórica. El concepto es desarrollado por San Isidoro de Sevilla, y
servirá para preparar el camino a la reflexión sobre el dogma.

El “sensus fidei” es una expresión acuñada por la escolástica del siglo XIII
(Alberto Magno, Tomás de Aquino), presentado como una cualidad del alma
del sujeto al que la gracia confiere una capacidad de percibir la verdad y
de discernir lo que se opone a ella. Es dada por el E.S. en el bautismo.

2.5. LA REFORMA PROTESTANTE

El protestantismo insiste en la soberanía absoluta de la Escritura, como


autoridad doctrinal. Como reacción a las doctrinas protestantes, los teólogos
católicos destacaron la autoridad formal del dogma y del Magisterio que lo
establecía. Es así como a partir de Melchor Cano (siglo XVI), la noción de
dogma pasó a tener un sentido preciso. Cano entiende el dogma como una
verdad revelada que deriva de Cristo o del Espíritu Santo, que ha sido
siempre mantenida por los Padres en la tradición oral o escrita de la
Iglesia, y que ha sido definida por un concilio general o por el Supremo
Pontífice.
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Situa el “sensus fidei” en el contexto de la tradición y en el de la autoridad de


la Iglesia. El sensus fidelium se introduce como respuesta al problema
protestante, los creyentes en conjunto, pueden llegar al conocimiento de una
verdad revelada. El conjunto de los creyentes llegan a un resultado final:
“consensus fidelium”, es la conclusión del dogma. El término sensus
fidelium, no se vuelve a emplear más.

2.6. VATICANO I

Da la definición clásica de dogma, el cual sin usar el término, afirma que se


han de creer con fe divina y católica “todo lo que se contiene en la
Palabra de Dios escrita o entregada y que ha sido propuesto por la
Iglesia, bien mediante un juicio solemne, bien mediante el magisterio
ordinario y universal, como divinamente revelado. Esta noción se impuso
en los siglos XVIII y XIX sin verse afectada por los ataques de la Ilustración.

2.7. HENRY NEWMAN

A propósito del dogma de la “Asunción de la Virgen”, Newman escribió un


artículo en un periódico, diciendo que el Papa debería de consultar a los fieles
laicos, que creían ellos sobre la situación de María llevada en cuerpo y alma al
cielo; Newman recibió un fuerte regaño del papa después de esto. No obstante,
con su intervención, recupera nuevamente el término “sensus fidei”, y lo
pone nuevamente en discusión, este término será puesto posteriormente
por el Concilio Vaticano II en la Lumen Gentium (LG12). Se define como la
capacidad interior en el sujeto, dada por el Espíritu Santo que lo posibilita y lo
capacita para percibir la verdad de la fe y para discernir lo que le es contrario.
Newman era partidario de la evolución de los dogmas, encontrar nuevas
comprensiones de lo que ha sido revelado.

2.8. MODERNISMO

Trae un momento de crisis en lo que se refiere a la justificación del dogma.


La teología católica se enfrentaba al problema de la relación entre lo
histórico y lo dogmático, entre la verdad y la historia, que es el núcleo de
discusión sobre el dogma.

Los planteamientos que afloran en la época del modernismo fueron tres:

 Una cosa es la historia y otra los dogmas. Son dos realidades que
pertenecen a dos mundos diferentes. No se puede pretender encontrar en
la historia un fundamento para las afirmaciones dogmáticas.
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 El dogma tiene sobre todo un sentido práctico, es la fórmula de una


regla de conducta práctica.
 Blondel defiende como un principio básico, que existe una relación
entre el dogma y la historia. El dogma es dinámico, no pueden ser
elementos estáticos, ya que su esencia es la verdad cristiana que es la
Revelación total.

2.9. PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

Con la renovación de la teología de la revelación, se recuperan los


aspectos sociales, eclesiales y místicos del dogma que habían quedado en
la sombra en las discusiones de los años precedentes, centradas sobre todo en
el aspecto intelectual del dogma. Al presentar a Cristo como culmen y
centro de la Revelación, quedaba indirectamente redimensionado el
aspecto intelectual. La sustancia del dogma se presentaba entonces no tanto
como una enseñanza sino como la persona de Jesucristo.

El anterior planteamiento hacía correr el riesgo de una interpretación


historicista, o meramente existencial o experiencial de la revelación y del
dogma, con una desvalorización de la verdad. En tal sentido Pio XII en la
encíclica “Humani Generis”, denuncia el intento de algunos de liberar a los
dogmas de la terminología tradicional, la cual está adherida al mensaje original
de la Escritura y de los Padres, corriendo el peligro de deformar la verdad, y
conduciendo al “relativismo” dogmático. Sin embargo reconoce que los
términos usados pueden ser perfeccionados para una mejor comprensión del
dogma.

2.10. CONCILIO VATICANO II

El Concilio se situó en una línea más pastoral que dogmática. Su objetivo no


fue proponer nuevos dogmas. La misma terminología “dogma”, “dogmático”,
etc., está prácticamente ausente del Concilio, exceptuando los títulos
Constitución dogmática. No obstante su enseñanza ha tenido consecuencias
importantes para la reflexión sobre los dogmas. La más importante, en este
sentido, ha sido la doctrina de “Dei Verbum” sobre la revelación.

En la Lumen Gentium 12, el Concilio Vaticano II enseña que la universalidad


de los fieles, que tienen la unción del Santo no puede equivocarse cuando
cree. Hace una alusión a la infalibilidad que tiene lugar cuando los fieles creen
unánimemente una verdad: Consensus fidelium.

Recientemente la cuestión dogmática, se ha planteado de nuevo. En


ciertos pronunciamientos realizados por el papa en encíclicas y otros
documentos se ha venido empleando un lenguaje en el que se hace
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necesario distinguir entre magisterio definitivo y magisterio irreformable,


que sería propiamente el dogmático.

3. EL DESARROLLO DEL DOGMA

En la antigüedad, dogma significaba toda la doctrina en general de la


enseñanza de la Iglesia. La Iglesia no puede aumentar el contenido de ese
depósito, por lo tanto en ese sentido, el depósito de la fe no progresa, “lo que
progresa es el entendimiento de él”, la comprensión, porque hay nuevas
maneras de interpretar, hay nuevos contextos, la cultura va cambiando, el
lenguaje se va modificando; estos factores hacen posible que haya un
progreso, pero no en la extensión del contenido, sino en la comprensión que
tenemos de él. En la edad media no tenían la comprensión del dogma, como
nosotros la tenemos hoy: “el dogma evoluciona”, el “depósito de la fe
puede alcanzar nuevas comprensiones del misterio de Cristo”.

Frente a ésta evolución de la doctrina, en el manejo del depósito de la fe, el


teólogo tiene que considerar varios elementos, para que ese desarrollo de la
comprensión del dogma “sea homogéneo”, ya que cuando el depósito de la fe
no evoluciona de manera homogénea se producen las herejías. Cuando en esa
evolución hay choques fuertes entre los teólogos y el magisterio, las fuertes
controversias producen “temblores en la Iglesia”.

La relación entre teólogo y magisterio es muy importante, ésta debe ser


armoniosa, dinámica, circular, para que el dogma pueda ir evolucionando de
manera homogénea, de lo contrario eso causará herejías, problemas,
excomuniones.

Para que el dogma se desarrolle de manera homogénea sin contrariedad


alguna, se debe tener en cuenta:

 El carácter eclesial de la fe: no solamente tenemos fe como individuos, sino


que además “creemos en comunidad”, dentro de una comunidad. El
criterio de la comunidad va ayudando a que las cosas sean entendidas no
de manera personal, sino en una situación armónica con lo que toda la
comunidad en términos generales cree.

 “El sentido de la fe”: “El sensus fidei – sensus fidelium”: el dogma


evoluciona, el depósito de la fe puede llegar a nuevas comprensiones del
misterio de Cristo, a través de una dinámica interna en la que participamos
todos los bautizados, por la asistencia del Espíritu Santo, el cual nos regala a
través del bautismo el don del “sentido de la fe”.

Este “sentido de fe”, cuando es ejercido no por cada individuo sino por todo
el completo entero pueblo de Dios, se convierte en “Sensus fidelium”, es
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decir que es la comunidad cristiana la que cree en una misma cosa, pasa del
singular a lo comunitario. El sentido de la fe del sujeto (sensus fidei) adquiere
su importancia de medio de transmisión de la revelación en cuanto “sensus
fidelium”, lo que creen y profesan los fieles, el sentido de la fe de la
comunidad.

El “sensus fidelium” llega a un “consensus fidelium”, que no es otra cosa


que el resultado final en el desarrrollo del dogma, todo el cuerpo de
creyentes profesan la misma fe.

La actuación del “sentido de la fe” se pone de relieve de un modo patente en


aquellas verdades de fe que no aparecen explícitamente en la Sagrada
Escritura y que, sin embargo, pertenecen al depósito de la fe y como tales
son propuestas por la Iglesia, incluso dogmáticamente. El fundamento sobre
el que se basa para hacerlo es que pertenecen al “sensus fidelium”. Así ha
sucedido con los dogmas Marianos de la Inmaculada Concepción y de la
Asunción de la Virgen María definidos por Pío IX en 1854 y Pío XII en
1950, respectivamente. En ambos casos hubo un explícito recurso a la fe del
pueblo.

En conclusión:

 La existencia misma del dogma significa que se da una evolución en la


fe, si no se diera esta evolución, no existiría el dogma.
 No se puede hablar de una nueva revelación después de Cristo, hasta
su venida en la gloria. Es preferible hablar de una evolución o de un
desarrollo del dogma.
 En la Tradición, en su conjunto, en cuanto transmisión de la revelación
siempre hay una evolución: de lo implícito a lo explícito.
 El dogma se encuentra inserto en la tradición eclesial y recibe su
significado de ella y de la Escritura.

4. HISTORICIDAD DEL DOGMA

Si una cosa puede evolucionar es porque es histórica. El criterio de la


historicidad tiene que estar en la base de la comprensión del desarrollo del
dogma. Es posible que el dogma se desarrolle, porque la “Revelación es y fue
una revelación histórica”.

Cuando se habla de la historicidad del dogma se hace referencia a que el


dogma, en cuanto conocimiento de la verdad de Dios, no se remite
exclusivamente a la Escatología, ni se confunde con la historicidad de la misma
Iglesia. Según como se comprenda el desarrollo de la Iglesia en el tiempo, así
se explicará el desarrollo dogmático; según como se comprenda la
indefectibilidad de la Iglesia, así se entenderá la infalibilidad de los dogmas.
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El dogma participa al mismo tiempo de la historicidad y de la fragmentariedad


que caracteriza a todo lenguaje humano.

5. DOGMA Y LENGUAJE

Los dogmas se dan siempre en forma de enunciados, proposiciones,


formulaciones o afirmaciones; es decir, expresan lingüísticamente un contenido
de la revelación.

Debe existir una adecuación entre la formulación lingüística y el contenido de


fe. Sin embargo esta adecuación nunca es perfecta ya que no podemos
encerrar a Dios en nuestros conceptos por muy acertados y precisos que estos
sean. La realidad divina trasciende todo vocabulario humano.

Por lo tanto, las fórmulas lingüísticas en las que se expresan los dogmas, están
siempre abiertos a formulaciones en otros lenguajes o a expresiones más
acabadas y plenas que permitan una evolución en cuanto a la comprensión
de la verdad de fe, no en cuanto a su contenido. Si el dogma evoluciona es
porque es histórico, la revelación es y fue una revelación histórica.

6. CRITERIOS PARA LA INTERPRETACIÓN ACTUAL DE LOS DOGMAS

 La Sagrada Escritura: punto de partida y fundamento.

 Centralidad de Cristo: Jesucristo debe permanecer como punto de


partida, medida y centro del dogma y de su explicación.

 Criterios derivados de la esencia de la tradición:


- Coherencia con la tradición fundada en Jesucristo.
- Apostolicidad: fundamentado en los Apóstoles.
- Catolicidad, universalidad.

 Dimensión eclesial: el servicio a la tradición y a su interpretación ha sido


entregado a la Iglesia en su conjunto.

 Validez permanente de las fórmulas dogmáticas:


- Contenido y forma de expresión no pueden separarse netamente.
- Las fórmulas dogmáticas siendo respuestas a problemas precisos,
permanecen siempre verdaderas.

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