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Resumen
La formulación bioética más extendida en el mundo sanitario es la conocida como principialista,
basada en la definición de tres (o cuatro) principios: beneficencia (y no maleficencia según algunos au-
tores), justicia y autonomía. A pesar de las múltiples críticas recibidas, dicha propuesta no ha hecho
sino enriquecerse y consolidarse como referente del análisis bioético occidental.Y ello puede no ser ca-
sual, pues su estructura reproduce la ordenación social en Occidente y los elementos fundamentales re-
cogidos en las teorías del contrato social. De ahí que la actividad sanitaria, y, dentro de ella, la práctica
médica, puedan ser consideradas como actividades con una clara inserción social, subsidiarias, por tan-
to, de un análisis ético que vaya más allá de los estrechos márgenes de la ética profesional. El esque-
ma tridimensional al que apuntan los principios de la bioética nos puede servir, además, para aproxi-
marnos a la identidad profesional del médico, en cuya fundamentación no es imprescindible incluir la
dimensión vocacional, puesto que la exigencia de compromiso con los valores de la práctica médica está
justificada siempre desde la definición social de la misma.
Palabras clave: principialismo, autonomía, justicia, beneficencia, rol profesional del médico, contra-
to social.
Summary
Principlism is the most widespread model of bioethical thinking in health care. It is based on the
definition of three (or four) principles: beneficence (and non-maleficence), justice and autonomy. In
spite of the many criticisms received, this model has been enriched over time and it is considered the ref-
erence model in Western bioethical analysis.This may be not casual, since its structure reflects the social
arrangement in Western countries and the nuclear components of social contract theories. So health
care, and medical practice in particular, can be considered as practices with a deep social insertion,
subsidiary to a wider ethical analysis not only from the narrow margins of professional ethics.The tri-di-
mensional structure suggested by bioethic principles can be useful to understand the physician’s pro-
fessional role, whose foundations it is not essential to include the vocational dimension, since the required
commitment with values of medical practice is always justified from its social definition.
Key words: principle-based ethics, autonomy, beneficence, justice, professional role, social contract.
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nas, al considerar que no todas las deci- salud, para quienes acuden solicitando
siones que toma una persona competen- asistencia sanitaria. No sólo presenta en
te reúnen las condiciones para poder ser sí mismo la problemática de definir el
consideradas autónomas, y que hay situa- bien, lo que es bueno, y de quién lo defi-
ciones en que una persona considerada ne, sino que su evidente relación con el
incompetente puede participar con un anterior principio, el de no-maleficencia,
determinado nivel de autonomía en la hace que se deban valorar en cada caso
toma de decisiones. La concreción más los equilibrios entre beneficios y riesgos
evidente de este principio es la figura del potenciales ante cualquier intervención
consentimiento informado, necesario biomédica.
para cualquier intervención 6, y que va 4. Justicia: la conciencia de que todos
más allá de la mera firma previa de un los seres humanos son iguales en digni-
impreso antes de la misma. dad y derechos hace que, en cada inter-
2. No maleficencia: se trata del prin- vención sanitaria, debamos tener claro
cipio básico de todo sistema moral. Se que ante situaciones iguales actuaremos
formula en términos negativos, como de una forma similar, y lo haremos de
prohibición de producir, intencionada forma diferente ante situaciones distin-
o imprudentemente, daño a otros, con tas, manteniendo siempre abiertas las
un mayor nivel de exigencia que el de la posiblidades de los demás seres huma-
obligación a proporcionar un bien (la no- nos. La dificultad proviene de la elección
maleficencia, por ejemplo, obliga hacia to- de los criterios de justicia, es decir, de
das las personas por igual, mientras que aquellos que guiarán la valoración de las
la beneficencia puede tener distintos ni- distintas situaciones (mérito, capacidad,
veles de obligación: la que existe entre necesidad, etc.) y la distribución de los
individuos sin relación previa, la que hay diferentes recursos de que dispongamos.
entre padres e hijos, la que existe entre En general, en la asistencia sanitaria, y al
profesionales y aquellos a quienes pres- menos en nuestro entorno europeo, se
tan sus servicios, etc.). El contenido del da más importancia al criterio de nece-
principio de no-maleficencia suele estar sidad, y los recursos sanitarios se entien-
amparado por prescripciones penales. den dirigidos hacia quienes necesitan de
3. Beneficencia: se trata del núcleo ellos. Los criterios de eficiencia y equidad
constitutivo de la práctica médica, la con- entrarán en juego ante la realidad de la li-
secución de un beneficio, en términos de mitación de cualquier tipo de recursos.
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tal desde la Ilustración), por lo que coin- en que se supone estaría el ser humano
cidirían con la denominada moralidad co- antes de dicha opción), habría renuncia-
mún que la propia sociedad comparte, al do a parte de la libertad de que dispon-
menos de un modo global (para algunos dría en dicho estado, esperando del res-
autores, los principios –desde su origen to de los individuos la misma renuncia, a
norteamericano– reflejan los valores fun- cambio de obtener algún tipo de benefi-
damentales recogidos en la Constitución cio. Dicho beneficio aparece formulado
estadounidense16). Esta moralidad común de diferentes maneras:
sería para algunos 3,5 fundamentación su- 1. En Hobbes, al ser el estado natural
ficiente para la validez de un determinado un estado de violencia total entre los se-
modelo de referencia bioético.Veamos un res humanos, el pacto por la convivencia
poco más detenidamente cómo el mode- obtendría ventaja para todos al evitar los
lo principialista puede encontrar soporte enfrentamientos y mutuas agresiones.
por esta vía en la misma concepción de 2. En Locke18 y Rousseau19, sin esa vi-
la convivencia social. sión negativa del estado de naturaleza,
se habla de un bien general que se con-
Los principios de la bioética seguiría por la colaboración entre todos,
y el contrato social dando por sentado el compromiso de
mutuo respeto y no agresión como base
Ya aludimos con anterioridad al equili- de la convivencia. Así, Locke dirá:“La ra-
brio que, en el mundo occidental, se vive zón […] enseña a cuantos seres huma-
entre los derechos del individuo y la po- nos quieren consultarla que, siendo igua-
sibilidad del poder público de interferir les e independientes, nadie debe dañar a
con los mismos en busca del bien común otro en su vida, salud, libertad o pose-
de la sociedad o de algún grupo concre- siones”18.
to. Una de las formas en que esto se ha 3. Rawls, en su Teoría de la justicia 20,
venido explicando clásicamente es a tra- que puso de actualidad a finales del pa-
vés de la teoría del contrato social en sus sado siglo la reflexión sobre la justicia en
diferentes modalidades 17. Todas ellas el seno del contrato social, tiene claro
coinciden en afirmar que, al optar el que la convivencia obtiene para el ser hu-
hombre por la convivencia en sociedad mano múltiples beneficios.
(opción figurada, se entiende, ya que no Se da, pues, una conciencia clara de
hay evidencia histórica del estado natural equilibrio entre libertad individual y po-
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ciedad) sobre el bien sanitario que se le trato social tiene diversas consecuencias.
ofrece. Una de ellas es que refuerza la justifica-
La prioridad del espacio general de ción de la teoría principialista, al encon-
convivencia (definido por el equilibrio trar cómo ésta converge con plantea-
entre el interés personal y el social) so- mientos extensamente compartidos en
bre los bienes concretos a perseguir en la sociedad. Pero, además, habría que
su seno apuntaría hacia una cierta pree- mencionar las siguientes:
minencia de los principios de autonomía, – No podríamos separar la ética de la
justicia y no maleficencia sobre el de be- salud o la ética de la asistencia sanitaria
neficencia como única regla de prioridad del conjunto de la reflexión ética com-
aplicable. Queda así más clara la relación partida socialmente, al ser la asistencia
entre los principios de no-maleficencia y sanitaria una realidad básicamente social
de beneficencia, que aun situándose en y perfectamente incardinada en este
una misma dimensión de la realidad so- contexto. No habría, por tanto, una ética
cial, muestran una clara separación entre intrínseca de la Medicina, inmutable y ba-
ellos, lo que hace que puedan ser consi- sada en la singularidad de la relación mé-
derados tanto desde su relación como dico-enfermo (como defiende Pellegri-
desde su diferencia. Ello puede explicar no 22), sino más bien una reflexión ética
las variadas opiniones que al respecto del sobre las peculiaridades de la actividad
número de principios mantienen distin- asistencial en el marco general de la ética
tos autores 3,7. compartida en sociedad, con una interac-
En este contexto, las profesiones ten- ción dinámica entre ambas. Ello no signi-
drían sentido como aquellas prácticas fica que los agentes de la asistencia sani-
socialmente reconocidas y estructuradas taria no tengan ningún protagonismo en
para la consecución de determinados la reflexión ética sanitaria; pero deberán
bienes sociales. Las profesiones sanitarias entender ese protagonismo en colabora-
serían, por tanto, las orientadas específi- ción con otras participaciones, y no
camente a la consecución de bienes en el como exclusividad en dicha reflexión.
proceso salud-enfermedad de las perso- – De ahí también se desprendería la
nas, tanto a nivel individual como de co- justificación del poder público para le-
lectividades. gislar algunos aspectos básicos de la rela-
La relación encontrada entre los prin- ción clínica, aun cuando el Estado, como
cipios de la bioética y las teorías del con- agente, no estuviera directamente impli-
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cado en la misma (y así se entiende, por principios de la bioética, que con gran
ejemplo, que se pueda legislar sobre los éxito parecen recoger la moralidad co-
derechos sanitarios del paciente incluso múnmente compartida por los seres hu-
en la asistencia privada). manos (al menos en el ámbito occiden-
tal) en torno a la asistencia sanitaria,
Los principios de la bioética pueden ser una guía excelente para acer-
y la asistencia sanitaria carnos a esta última.
Ya Diego Gracia14 observa cómo cada
Una última crítica que aún se hace a uno de los principios hace referencia es-
los principios apunta al hecho de que no pecial a los distintos agentes que inter-
recogen toda la riqueza de matices de la vienen: el principio de beneficencia hace
asistencia sanitaria. Si bien hay que decir relación fundamentalmente a los profe-
en su descarga que no aparecieron para sionales, el de justicia a la sociedad como
servir de guía a la reflexión global sobre tal (a través de sus representantes y ad-
esta última, sino para resolver los con- ministradores) y el de autonomía al pro-
flictos éticos que pudieran surgir en su pio ciudadano que recibe la asistencia.
seno, es cierto que algunos aspectos pro- Aunque también cabría hablar de la auto-
pios de la actividad sanitaria no encajan nomía del profesional, o del compromi-
bien dentro del esquema de los princi- so de beneficencia de la sociedad.Y, por
pios, tal y como habitualmente los enten- otro lado, no son los profesionales los
demos. Algunos autores citan, por ejem- únicos agentes de beneficencia en la asis-
plo, la confidencialidad y el secreto tencia sanitaria: también lo son los cui-
profesional como asuntos que no que- dadores informales (familia, redes socia-
darían bien enfocados desde la perspec- les, etc.), e incluso el propio paciente.
tiva de los tres (o cuatro) principios. Parece, por tanto, que más que a agen-
Pero incluso aceptando esto, los prin- tes concretos, a lo que apuntan los prin-
cipios nos ofrecen una valiosa orienta- cipios es a diferentes dimensiones de la
ción.Tengamos en cuenta que la reflexión asistencia sanitaria, diferentes pero no
ética es la reflexión sobre el deber ser, y completamente separables: la individual y
que no tiene sentido si no es en relación la social, y dentro de esta última, la inter-
a lo que es (o a lo que puede ser); es de- personal y la estructural. La dimensión
cir, la reflexión ética parte de la realidad relacional del ser humano, recogida en el
(y a ella vuelve). Esto quiere decir que los término persona, justificaría la integra-
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ción entre las distintas dimensiones, aun- gión y ciencia fueron apareciendo sucesi-
que podamos, artificialmente, conside- vamente como medios para destruir el
rarlas por separado. mal que afectaba a las personas.Y este
alejamiento de la persona para conside-
La identidad social del médico rar la enfermedad de forma aislada y en-
frentarse a ella, siguiendo procedimien-
Es bastante probable que, en la evo- tos específicos de difícil comprensión
lución social humana, la dimensión del por quienes no han recibido la corres-
cuidado aparezca antes que la más es- pondiente formación, ha podido quedar
pecífica de la curación, que definiría la reflejado en el aislamiento (separación)
actividad del médico.Y que esta surgiera, social de quienes han asumido esta fun-
precisamente, ante las limitaciones de ción en las distintas etapas de la historia:
aquélla. recuérdese el carácter separado del sa-
La primera respuesta del ser humano cerdote en las culturas religiosas, o el ca-
ante la enfermedad y el sufrimiento de rácter esotérico de la medicina hipocrá-
algún congénere ha debido ser la compa- tica, sólo apta para iniciados.
sión y, desde ahí, la ayuda y el apoyo a la No obstante lo anterior, en todas las
persona enferma y a la solución de sus épocas ha existido la conciencia de re-
necesidades básicas. Pero esto pronto se greso a lo humano al ponerse el médico
revelaría insatisfactorio, porque muchas frente al enfermo23. Gran parte de los es-
de las situaciones de enfermedad acaba- critos hipocráticos muestran esa preo-
rían irremisiblemente en la muerte, a pe- cupación por la dimensión humana de la
sar de que se le dedicaran los mejores Medicina, y esa preocupación ha conti-
cuidados. nuado apareciendo en los sucesivos mo-
Más tarde o más temprano, surgiría la mentos de la Historia.Sin embargo,en los
necesidad de enfrentarse directamente últimos decenios, y posiblemente a raíz
a la enfermedad como una realidad se- de la complejidad creciente de la ciencia
parada de la persona enferma (aunque médica, se ha hecho más difícil para los
sea artificialmente), y a la que se confía profesionales ese regreso a lo humano
vencer, posibilitando así la recuperación antes citado: es tanta la dedicación que
de ésta. Se fue haciendo frente a la en- precisa el conocimiento de los mecanis-
fermedad con los mecanismos que cada mos de la enfermedad, tanta la tecnifica-
cultura tenía a su alcance 23: magia, reli- ción desplegada para diagnosticarla y tra-
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tarla, que los médicos quizá se han visto unas condiciones en que este pueda per-
sobrepasados por ellas. De ahí que con- sonalizar al máximo posible su nueva si-
venga insistir en la necesidad de recupe- tuación. Ello supone la conciencia previa
rar la bidireccionalidad entre la persona de que la importancia de la enfermedad
enferma y la ciencia que, a través de sus no está en ella misma, sino en las limita-
profesionales, se pone a su servicio. ciones a que somete a la persona afecta-
Porque el médico, en cada encuentro da por ella. Sólo con esta convicción, y
con la persona enferma, o necesitada de con las disposiciones y habilidades nece-
su atención, pasa obligadamente de la re- sarias para llevarla a efecto (entre las que
lación personal a la reducción objetiva- destaca la ya citada de la compasión,
dora del problema de salud como me- que sería la que posibilitaría el auténtico
dio de hacerle frente. Sin embargo, el contacto del médico con la subjetividad
viaje quedaría incompleto si no es capaz del paciente 26,27), el médico podrá hacer
de volver a la persona con todo lo des- el viaje completo, de ida y vuelta, del en-
cubierto durante la reducción clínica. fermo a su enfermedad y viceversa. Sólo
Porque no debe olvidarse que la enfer- así se podrá rehumanizar la práctica mé-
medad, cada enfermedad, ocurre en un dica (quizás sería mejor decir “panhuma-
ser personal con sus propios proyectos e nizar”, pues nunca estuvo del todo des-
intereses 24, que tendrá que poner en diá- humanizada).
logo con su situación real. Lo objetivo
de esta última discurre en el seno de una El médico en tres dimensiones
subjetividad personal cuya capacidad de También podríamos considerar aquí al
apropiación de posibilidades está que- médico contemplado desde la perspec-
dando (o puede quedar en un futuro) tiva tridimensional utilizada para el análi-
comprometida. sis de la asistencia sanitaria. Porque en la
Es por ello fundamental que el médico opción por la profesión o en el ejercicio
eduque su capacidad de comunicación 25, de la misma habrá que considerar los
no sólo para poder hacer mejores histo- factores personales, interpersonales y
rias clínicas que le lleven a realizar una estructurales que intervienen en su con-
más adecuada objetivación de la situa- figuración, si queremos ejercer una críti-
ción patológica, sino también (y quizás ca certera y proponer las medidas ade-
sobre todo) para poder poner en diálo- cuadas para conseguir una orientación
go al enfermo con su enfermedad, en más humana de la misma.
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