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Los principios de la bioética y la inserción


social de la práctica médica
Miguel Ángel García Pérez
Médico especialista en Medicina de Familia y Comunitaria.
Máster en Bioética y Derecho.
Coordinador de estudios de la Fundación CESM. Madrid

Resumen
La formulación bioética más extendida en el mundo sanitario es la conocida como principialista,
basada en la definición de tres (o cuatro) principios: beneficencia (y no maleficencia según algunos au-
tores), justicia y autonomía. A pesar de las múltiples críticas recibidas, dicha propuesta no ha hecho
sino enriquecerse y consolidarse como referente del análisis bioético occidental.Y ello puede no ser ca-
sual, pues su estructura reproduce la ordenación social en Occidente y los elementos fundamentales re-
cogidos en las teorías del contrato social. De ahí que la actividad sanitaria, y, dentro de ella, la práctica
médica, puedan ser consideradas como actividades con una clara inserción social, subsidiarias, por tan-
to, de un análisis ético que vaya más allá de los estrechos márgenes de la ética profesional. El esque-
ma tridimensional al que apuntan los principios de la bioética nos puede servir, además, para aproxi-
marnos a la identidad profesional del médico, en cuya fundamentación no es imprescindible incluir la
dimensión vocacional, puesto que la exigencia de compromiso con los valores de la práctica médica está
justificada siempre desde la definición social de la misma.
Palabras clave: principialismo, autonomía, justicia, beneficencia, rol profesional del médico, contra-
to social.

Summary
Principlism is the most widespread model of bioethical thinking in health care. It is based on the
definition of three (or four) principles: beneficence (and non-maleficence), justice and autonomy. In
spite of the many criticisms received, this model has been enriched over time and it is considered the ref-
erence model in Western bioethical analysis.This may be not casual, since its structure reflects the social
arrangement in Western countries and the nuclear components of social contract theories. So health
care, and medical practice in particular, can be considered as practices with a deep social insertion,
subsidiary to a wider ethical analysis not only from the narrow margins of professional ethics.The tri-di-
mensional structure suggested by bioethic principles can be useful to understand the physician’s pro-
fessional role, whose foundations it is not essential to include the vocational dimension, since the required
commitment with values of medical practice is always justified from its social definition.
Key words: principle-based ethics, autonomy, beneficence, justice, professional role, social contract.

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La reflexión bioética ha experimenta- for the Protection of Human Subjects of


do un importante desarrollo desde su Biomedical and Behavioral Research, cons-
nacimiento en los años setenta. El térmi- tituida por mandato del Presidente de
no fue utilizado públicamente por prime- los Estados Unidos para estudiar las
ra vez por el oncólogo estadounidense cuestiones éticas relacionadas con la in-
Van Potter1, con un sentido que hoy po- vestigación biomédica, publica en 1978 el
dríamos considerar como de bioética glo- conocido Informe Belmont 4, en el que
bal, un diálogo entre la Ciencia y las Hu- se definen tres principios que han de
manidades como única posibilidad de presidir cualquier intervención investiga-
mirar al futuro de la existencia humana dora en la que participen seres humanos:
con esperanza. La orientación que, sin beneficencia, respeto a la autonomía de
embargo, ha triunfado hasta el momento las personas y justicia. Posteriormente,
es la dada por Hellegers al incorporar el la obra de Beauchamp (miembro de la
término bioética al nombre del Joseph National Commission) y Childress Princi-
and Rose Kennedy Institute for the Study of ples of Biomedical Ethics 5 añade un cuarto
Human Reproduction and Bioethics, en principio, el de no maleficencia, a partir
Washington. Desde entonces, el principal de la división de los contenidos del de
punto de interés de la reflexión bioética beneficencia, y amplía además el ámbito
ha estado en el campo de la investigación del principialismo al conjunto de la asis-
y la práctica médica, aunque se advierte tencia sanitaria.
una expansión de dicha reflexión hacia En una aproximación general, el con-
otros campos, como el del medio am- tenido conceptual de cada uno de los
biente 2. principios sería el siguiente:
1. Respeto a la autonomía de las per-
Los principios de la bioética sonas: concepto de gran tradición políti-
ca y filosófica en Occidente, supone la
La reflexión bioética se ha desarrolla- asunción del derecho de los sujetos mo-
do a través de diferentes modelos 3, pero rales a decidir desde sus propios valores
el que más éxito ha tenido es el denomi- y creencias personales acerca de cual-
nado principialista, por estar basado en la quier intervención que se vaya a realizar
definición de varios principios que en- sobre su persona. Beauchamp y Chil-
marcarían el contenido fundamental de dress centran más el concepto en torno
dicha reflexión. La National Commission a las decisiones autónomas de las perso-

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nas, al considerar que no todas las deci- salud, para quienes acuden solicitando
siones que toma una persona competen- asistencia sanitaria. No sólo presenta en
te reúnen las condiciones para poder ser sí mismo la problemática de definir el
consideradas autónomas, y que hay situa- bien, lo que es bueno, y de quién lo defi-
ciones en que una persona considerada ne, sino que su evidente relación con el
incompetente puede participar con un anterior principio, el de no-maleficencia,
determinado nivel de autonomía en la hace que se deban valorar en cada caso
toma de decisiones. La concreción más los equilibrios entre beneficios y riesgos
evidente de este principio es la figura del potenciales ante cualquier intervención
consentimiento informado, necesario biomédica.
para cualquier intervención 6, y que va 4. Justicia: la conciencia de que todos
más allá de la mera firma previa de un los seres humanos son iguales en digni-
impreso antes de la misma. dad y derechos hace que, en cada inter-
2. No maleficencia: se trata del prin- vención sanitaria, debamos tener claro
cipio básico de todo sistema moral. Se que ante situaciones iguales actuaremos
formula en términos negativos, como de una forma similar, y lo haremos de
prohibición de producir, intencionada forma diferente ante situaciones distin-
o imprudentemente, daño a otros, con tas, manteniendo siempre abiertas las
un mayor nivel de exigencia que el de la posiblidades de los demás seres huma-
obligación a proporcionar un bien (la no- nos. La dificultad proviene de la elección
maleficencia, por ejemplo, obliga hacia to- de los criterios de justicia, es decir, de
das las personas por igual, mientras que aquellos que guiarán la valoración de las
la beneficencia puede tener distintos ni- distintas situaciones (mérito, capacidad,
veles de obligación: la que existe entre necesidad, etc.) y la distribución de los
individuos sin relación previa, la que hay diferentes recursos de que dispongamos.
entre padres e hijos, la que existe entre En general, en la asistencia sanitaria, y al
profesionales y aquellos a quienes pres- menos en nuestro entorno europeo, se
tan sus servicios, etc.). El contenido del da más importancia al criterio de nece-
principio de no-maleficencia suele estar sidad, y los recursos sanitarios se entien-
amparado por prescripciones penales. den dirigidos hacia quienes necesitan de
3. Beneficencia: se trata del núcleo ellos. Los criterios de eficiencia y equidad
constitutivo de la práctica médica, la con- entrarán en juego ante la realidad de la li-
secución de un beneficio, en términos de mitación de cualquier tipo de recursos.

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La crítica al principialismo Primera crítica: la falta


de concreción de los principios
Son diversas las críticas que este mo- A la primera objeción se ha respondi-
delo, a pesar de su éxito en el mundo do por la vía de la complementariedad. Si
sanitario (e incluso fuera de él 7), ha reci- bien es cierto que los principios tienen
bido: un elevado nivel de generalidad, ello no
1. La falta de concreción de los prin- impide que orienten en la resolución de
cipios, su aparente generalidad, que no casos concretos. Frente al casuismo (la
ayudaría a la orientación eficaz de las si- resolución de casos concretos sin refe-
tuaciones que se presentan en la práctica rencia a ninguna clase de principios, guia-
asistencial.Tampoco daría pautas de ac- dos más bien en procesos intuitivos, de
tuación para los profesionales sanitarios, consenso y de comparación entre situa-
ya que los principios sólo demarcarían ciones similares), se defiende que el pro-
los límites en que la asistencia sanitaria ceso de discernimiento ante situaciones
es posible. conflictivas es bidireccional, caminando
2. La pretensión de independencia de indistintamente de los casos concretos a
los principios entre sí puede hacer que los principios, y de los principios a los ca-
dos o más de ellos, en multitud de situa- sos. Si los principios están vacíos cuando
ciones, entren en conflicto, sin que el no cuentan con la concreción que apor-
modelo aporte vías de solución para ello. tan las situaciones reales, éstas, por su
Beauchamp y Childress no otorgan pre- parte, se encontrarían desorientadas en
cedencia absoluta a ninguno de los prin- un universo sin principios. Los métodos
cipios sobre los otros tres (precisamen- de resolución de casos incluyen, por ello,
te, los consideran prima facie, es decir, distintas etapas en las que se valoran tan-
obligatorios hasta que entran en conflic- to los principios como las circunstancias
to entre sí). concretas de cada situación 8,9.
3. La falta de fundamentación filosó- Para orientar a los profesionales en el
fica: un modelo basado en la definición de desarrollo de su actividad, esos mismos
tres-cuatro principios, y que no parte principios necesitan de la especificación
de un único principio fundamental o de de pautas concretas de comportamien-
una concepción elemental de la activi- to 10. Habría así lugar para una ética de
dad sanitaria, no parece sostenerse so- las virtudes de los profesionales sanita-
bre una base filosófica sólida. rios; los propios propulsores de este mo-

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delo ético, Pellegrino y Thomasma, de-


Justicia
fienden la necesidad de que también las
virtudes aparezcan orientadas de alguna
forma por principios generales11.
Beneficencia- Justicia-
Justicia Autonomía
Segunda crítica: conflictos
entre principios
La segunda objeción apunta, como
queda dicho, a dos pretensiones del mo- Beneficencia Autonomía
delo, la de la independencia de los prin- Beneficencia-
Autonomía
cipios y la de la falta de prioridad de unos
sobre otros. La primera de ellas lleva a
Figura 1. El triángulo bioético.
que los impulsores del principialismo, los
arriba citados Beauchamp y Childress,
hablen de dos modelos de asistencia sa- de se sitúan los principios), por los la-
nitaria, el paternalista y el autonomista dos, que orientan más claramente dicha
(según se basen exclusivamente en los interacción (fig. 1):
principios de beneficencia o autonomía) 1. El lado beneficencia-autonomía,
incompatibles entre sí12. El hecho de que que deja claro que la relación clínica
se trate de principios que hablan de una debe consistir en un equilibrio entre las
sola realidad, la de la asistencia sanitaria a propuestas de beneficencia del profe-
la persona que sufre por causa de enfer- sional y los criterios personales del pa-
medad, hace difícil pensar que sean ab- ciente.
solutamente independientes. Por ello, he 2. El lado autonomía-justicia, que
propuesto en otro lugar 13 una concep- muestra las limitaciones que a la libertad
ción más dinámica e interactiva del mo- personal pone la convivencia social, y a
delo principialista, el triángulo bioético, las normas sociales la existencia de una
tomando como referencia los tres prin- serie de derechos inalienables de la per-
cipios propuestos en el informe Bel- sona.
mont, entre los que se crea un espacio 3. El lado justicia-beneficencia, que
de interacción en el que se desenvuleve muestra también las limitaciones que a
la asistencia sanitaria, y que vendría defi- la beneficencia se pueden hacer desde
nido, más que por los tres vértices (don- consideraciones del bien social (y po-

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dríamos también decir lo mismo a la a la intervención estatal (a la que se su-


inversa). pone garante del bien común), y parece
Los principios, de esta manera, no se que lo que muestran realmente es un
oponen, sino que se complementan y equilibrio entre los intereses individuales
aclaran en cuanto a su alcance. y sociales, muy en línea con las teorías
Ante la pretensión de que los distin- contractualistas, sobre las que luego vol-
tos principios son de igual nivel, lo que, veremos. Además, ya comienzan a existir
según sus críticos, produciría conflictos sentencias en nuestro ámbito que consi-
irresolubles entre ellos, se han propuesto deran como sujeta a responsabilidad la
distintas soluciones, basadas principal- llamada pérdida de oportunidad (es de-
mente en el establecimiento de criterios cir, las situaciones en que a un paciente
de prioridad entre ellos. La más extendi- no se le ofrece todo lo razonablemente
da en nuestro ámbito es la propuesta disponible por el saber médico en un
por Diego Gracia, que separa los princi- momento dado y que puede beneficiar-
pios en dos niveles: el nivel 1, constitui- le); ello supone la exigencia jurídica de al-
do por los principios de no maleficencia gún grado de beneficencia, que deja así
y justicia, y el nivel 2, por los de autono- de poder ser considerada como volun-
mía y beneficencia. El nivel 1 tendría prio- taria, al menos en el ámbito de la asis-
ridad sobre el nivel 2, debido a que se tencia sanitaria. Por último, el contenido
trata de principios de nivel general y de del principio de autonomía está regula-
obligación perfecta, que además vendrían do, al menos en parte, por la llamada Ley
exigidos por el Derecho, mientras que de autonomía del paciente 6, que estable-
los principios del nivel 2 se mueven más ce las obligaciones de los profesionales al
en el ámbito de lo personal y privado y respecto, obligaciones que pueden ser,
no podrían exigirse jurídicamente14. por tanto, requeridas legalmente.
Sin embargo, no parece que estas con- A pesar de todo lo anterior, el éxito
sideraciones sobre la prioridad entre ni- de este tipo de priorizaciones ha sido
veles refleje adecuadamente la mentali- evidente en nuestro país, y ello ha dado
dad occidental y su organización jurídica lugar a las consideraciones de eficiencia
y social. Nuestra Constitución y las de social que podemos encontrar en mu-
los países de nuestro ámbito comienzan chas de nuestras guías farmacoterapéu-
con la defensa de una serie de derechos ticas y de actuación ante diversas situa-
individuales inviolables que ponen límite ciones clínicas. Así, si una determinada

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intervención, efectiva a nivel individual no mina la Ley 6, de las circunstancias que


es conciliable con los criterios de justi- afectan a su tratamiento. Lejos de una in-
cia social (por ejemplo, por no ser viable terpretación del principio de autonomía
para todos los individuos de un determi- como garante del capricho del individuo,
nado sistema de asistencia en las mismas estaríamos haciendo aquí una interpreta-
condiciones), o bien no se ofrece como ción de dicho principio que, equilibrán-
posibilidad, o bien se ofrece como alter- dolo con el de justicia, apelara a la res-
nativa de segunda línea para situaciones ponsabilidad en la toma de decisiones.
en que la intervención propuesta en pri-
mer lugar (menos efectiva o con más Tercera crítica: la falta
efectos secundarios, pero considerada de fundamentación de
más eficiente) no resulte indicada, sin que los principios
se informe de ello al paciente concreto. La tercera objeción, la de la falta de un
Este tipo de situaciones, que originan fundamento filosófico específico para los
malestar ente los profesionales sanita- principios, requiere una consideración
rios15, no priorizan entre principios, sino más amplia. En la situación de pluralismo
que excluyen a alguno de ellos (en este ideológico en la que se encuentran in-
caso, al de autonomía), y quedan empla- mersas las sociedades occidentales, sería
zadas fuera del triángulo bioético. Desde difícilmente aceptable por todos un mo-
la perspectiva de este último, lo que se delo basado en un planteamiento filosó-
buscaría es la solución que cumpliera (o, fico cerrado. Antes bien, Beauchamp y
al menos, no incumpliera) con los tres Childress asumen que aun faltando ese
principios: sólido soporte filosófico, sus principios
– El de beneficencia, aun cuando prio- encuentran respaldo en la propia evolu-
rizaría la solución más eficaz, no sería ción social y política de occidente (el
violentado si en base a ciertas circuns- principio de justicia ya aparece en las
tancias se ofreciera la más eficiente, obras de Platón, el precepto de hacer el
siempre y cuando ésta no fuera perjudi- bien y evitar el mal aparece sólidamente
cial para el paciente. fundamentado en Santo Tomás de Aqui-
– El de justicia apuntaría también hacia no –y se le pueden buscar fuentes ante-
la solución más eficiente. riores, como la obra hipocrática–, y el
– El de autonomía se vería satisfecho principio de autonomía es un componen-
si se informara al paciente, como deter- te fundamental del pensamiento occiden-

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tal desde la Ilustración), por lo que coin- en que se supone estaría el ser humano
cidirían con la denominada moralidad co- antes de dicha opción), habría renuncia-
mún que la propia sociedad comparte, al do a parte de la libertad de que dispon-
menos de un modo global (para algunos dría en dicho estado, esperando del res-
autores, los principios –desde su origen to de los individuos la misma renuncia, a
norteamericano– reflejan los valores fun- cambio de obtener algún tipo de benefi-
damentales recogidos en la Constitución cio. Dicho beneficio aparece formulado
estadounidense16). Esta moralidad común de diferentes maneras:
sería para algunos 3,5 fundamentación su- 1. En Hobbes, al ser el estado natural
ficiente para la validez de un determinado un estado de violencia total entre los se-
modelo de referencia bioético.Veamos un res humanos, el pacto por la convivencia
poco más detenidamente cómo el mode- obtendría ventaja para todos al evitar los
lo principialista puede encontrar soporte enfrentamientos y mutuas agresiones.
por esta vía en la misma concepción de 2. En Locke18 y Rousseau19, sin esa vi-
la convivencia social. sión negativa del estado de naturaleza,
se habla de un bien general que se con-
Los principios de la bioética seguiría por la colaboración entre todos,
y el contrato social dando por sentado el compromiso de
mutuo respeto y no agresión como base
Ya aludimos con anterioridad al equili- de la convivencia. Así, Locke dirá:“La ra-
brio que, en el mundo occidental, se vive zón […] enseña a cuantos seres huma-
entre los derechos del individuo y la po- nos quieren consultarla que, siendo igua-
sibilidad del poder público de interferir les e independientes, nadie debe dañar a
con los mismos en busca del bien común otro en su vida, salud, libertad o pose-
de la sociedad o de algún grupo concre- siones”18.
to. Una de las formas en que esto se ha 3. Rawls, en su Teoría de la justicia 20,
venido explicando clásicamente es a tra- que puso de actualidad a finales del pa-
vés de la teoría del contrato social en sus sado siglo la reflexión sobre la justicia en
diferentes modalidades 17. Todas ellas el seno del contrato social, tiene claro
coinciden en afirmar que, al optar el que la convivencia obtiene para el ser hu-
hombre por la convivencia en sociedad mano múltiples beneficios.
(opción figurada, se entiende, ya que no Se da, pues, una conciencia clara de
hay evidencia histórica del estado natural equilibrio entre libertad individual y po-

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der público en relación a un amplio es-


pectro de objetivos, que van desde la No-maleficiencia
no-maleficencia hasta la búsqueda del
bien común. Curiosamente, y respon-
diendo a su identidad liberal, las teorías Beneficencia
del contrato social ponen en primer lu-
gar la autonomía individual, que sería la
que, voluntariamente, se sometería al po-
der establecido por común acuerdo. No
Justicia Autonomía
se puede mantener, en este contexto, la
prioridad del bien común sobre el indi-
Figura 2. El triángulo bioético y el contrato social.
vidual si no es con algún grado de acep-
tación previa del primero por parte del
conjunto de los individuos 21.
Dado que el contenido fundamental la sociedad) que se podrían perseguir en
de las teorías del contrato social repite, su seno (fig. 2).
de alguna manera, lo que hemos venido Desde esta perspectiva, la asistencia
refiriendo a través de los principios de la sanitaria quedaría definida como un es-
bioética, podríamos intentar su repre- pacio de búsqueda del bien (en térmi-
sentación gráfica en paralelo al triángulo nos del proceso salud-enfermedad) en
bioético. Así, tendríamos un primer el seno de la convivencia social, delimita-
triángulo de convivencia social en el que, da por tanto por los elementos básicos
sobre la base de la relación libertad indi- de ésta: autonomía, justicia y no-malefi-
vidual-poder público (o sus equivalentes cencia.Y esa búsqueda del bien específi-
en bioética, autonomía y justicia), y en un co sanitario estaría marcada por la pro-
marco de no-maleficencia, se constituye pia dificultad para definir el bien en una
un espacio de no agresión que delimita sociedad pluralista; no sólo se hace difí-
dicha convivencia. Sin embargo, dentro cil determinar qué es la salud y cómo
de él, se desarrollarían otros triángulos, debe perseguirse, sino que, aun en áreas
con la misma base pero diferente altura, en las que se consigue un amplio con-
que definirían aspectos concretos de be- senso social, el individuo debe poseer la
neficencia (tanto general como específica última palabra (siempre en equilibrio
de determinados grupos o miembros de con el interés común compartido en so-

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ciedad) sobre el bien sanitario que se le trato social tiene diversas consecuencias.
ofrece. Una de ellas es que refuerza la justifica-
La prioridad del espacio general de ción de la teoría principialista, al encon-
convivencia (definido por el equilibrio trar cómo ésta converge con plantea-
entre el interés personal y el social) so- mientos extensamente compartidos en
bre los bienes concretos a perseguir en la sociedad. Pero, además, habría que
su seno apuntaría hacia una cierta pree- mencionar las siguientes:
minencia de los principios de autonomía, – No podríamos separar la ética de la
justicia y no maleficencia sobre el de be- salud o la ética de la asistencia sanitaria
neficencia como única regla de prioridad del conjunto de la reflexión ética com-
aplicable. Queda así más clara la relación partida socialmente, al ser la asistencia
entre los principios de no-maleficencia y sanitaria una realidad básicamente social
de beneficencia, que aun situándose en y perfectamente incardinada en este
una misma dimensión de la realidad so- contexto. No habría, por tanto, una ética
cial, muestran una clara separación entre intrínseca de la Medicina, inmutable y ba-
ellos, lo que hace que puedan ser consi- sada en la singularidad de la relación mé-
derados tanto desde su relación como dico-enfermo (como defiende Pellegri-
desde su diferencia. Ello puede explicar no 22), sino más bien una reflexión ética
las variadas opiniones que al respecto del sobre las peculiaridades de la actividad
número de principios mantienen distin- asistencial en el marco general de la ética
tos autores 3,7. compartida en sociedad, con una interac-
En este contexto, las profesiones ten- ción dinámica entre ambas. Ello no signi-
drían sentido como aquellas prácticas fica que los agentes de la asistencia sani-
socialmente reconocidas y estructuradas taria no tengan ningún protagonismo en
para la consecución de determinados la reflexión ética sanitaria; pero deberán
bienes sociales. Las profesiones sanitarias entender ese protagonismo en colabora-
serían, por tanto, las orientadas específi- ción con otras participaciones, y no
camente a la consecución de bienes en el como exclusividad en dicha reflexión.
proceso salud-enfermedad de las perso- – De ahí también se desprendería la
nas, tanto a nivel individual como de co- justificación del poder público para le-
lectividades. gislar algunos aspectos básicos de la rela-
La relación encontrada entre los prin- ción clínica, aun cuando el Estado, como
cipios de la bioética y las teorías del con- agente, no estuviera directamente impli-

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cado en la misma (y así se entiende, por principios de la bioética, que con gran
ejemplo, que se pueda legislar sobre los éxito parecen recoger la moralidad co-
derechos sanitarios del paciente incluso múnmente compartida por los seres hu-
en la asistencia privada). manos (al menos en el ámbito occiden-
tal) en torno a la asistencia sanitaria,
Los principios de la bioética pueden ser una guía excelente para acer-
y la asistencia sanitaria carnos a esta última.
Ya Diego Gracia14 observa cómo cada
Una última crítica que aún se hace a uno de los principios hace referencia es-
los principios apunta al hecho de que no pecial a los distintos agentes que inter-
recogen toda la riqueza de matices de la vienen: el principio de beneficencia hace
asistencia sanitaria. Si bien hay que decir relación fundamentalmente a los profe-
en su descarga que no aparecieron para sionales, el de justicia a la sociedad como
servir de guía a la reflexión global sobre tal (a través de sus representantes y ad-
esta última, sino para resolver los con- ministradores) y el de autonomía al pro-
flictos éticos que pudieran surgir en su pio ciudadano que recibe la asistencia.
seno, es cierto que algunos aspectos pro- Aunque también cabría hablar de la auto-
pios de la actividad sanitaria no encajan nomía del profesional, o del compromi-
bien dentro del esquema de los princi- so de beneficencia de la sociedad.Y, por
pios, tal y como habitualmente los enten- otro lado, no son los profesionales los
demos. Algunos autores citan, por ejem- únicos agentes de beneficencia en la asis-
plo, la confidencialidad y el secreto tencia sanitaria: también lo son los cui-
profesional como asuntos que no que- dadores informales (familia, redes socia-
darían bien enfocados desde la perspec- les, etc.), e incluso el propio paciente.
tiva de los tres (o cuatro) principios. Parece, por tanto, que más que a agen-
Pero incluso aceptando esto, los prin- tes concretos, a lo que apuntan los prin-
cipios nos ofrecen una valiosa orienta- cipios es a diferentes dimensiones de la
ción.Tengamos en cuenta que la reflexión asistencia sanitaria, diferentes pero no
ética es la reflexión sobre el deber ser, y completamente separables: la individual y
que no tiene sentido si no es en relación la social, y dentro de esta última, la inter-
a lo que es (o a lo que puede ser); es de- personal y la estructural. La dimensión
cir, la reflexión ética parte de la realidad relacional del ser humano, recogida en el
(y a ella vuelve). Esto quiere decir que los término persona, justificaría la integra-

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ción entre las distintas dimensiones, aun- gión y ciencia fueron apareciendo sucesi-
que podamos, artificialmente, conside- vamente como medios para destruir el
rarlas por separado. mal que afectaba a las personas.Y este
alejamiento de la persona para conside-
La identidad social del médico rar la enfermedad de forma aislada y en-
frentarse a ella, siguiendo procedimien-
Es bastante probable que, en la evo- tos específicos de difícil comprensión
lución social humana, la dimensión del por quienes no han recibido la corres-
cuidado aparezca antes que la más es- pondiente formación, ha podido quedar
pecífica de la curación, que definiría la reflejado en el aislamiento (separación)
actividad del médico.Y que esta surgiera, social de quienes han asumido esta fun-
precisamente, ante las limitaciones de ción en las distintas etapas de la historia:
aquélla. recuérdese el carácter separado del sa-
La primera respuesta del ser humano cerdote en las culturas religiosas, o el ca-
ante la enfermedad y el sufrimiento de rácter esotérico de la medicina hipocrá-
algún congénere ha debido ser la compa- tica, sólo apta para iniciados.
sión y, desde ahí, la ayuda y el apoyo a la No obstante lo anterior, en todas las
persona enferma y a la solución de sus épocas ha existido la conciencia de re-
necesidades básicas. Pero esto pronto se greso a lo humano al ponerse el médico
revelaría insatisfactorio, porque muchas frente al enfermo23. Gran parte de los es-
de las situaciones de enfermedad acaba- critos hipocráticos muestran esa preo-
rían irremisiblemente en la muerte, a pe- cupación por la dimensión humana de la
sar de que se le dedicaran los mejores Medicina, y esa preocupación ha conti-
cuidados. nuado apareciendo en los sucesivos mo-
Más tarde o más temprano, surgiría la mentos de la Historia.Sin embargo,en los
necesidad de enfrentarse directamente últimos decenios, y posiblemente a raíz
a la enfermedad como una realidad se- de la complejidad creciente de la ciencia
parada de la persona enferma (aunque médica, se ha hecho más difícil para los
sea artificialmente), y a la que se confía profesionales ese regreso a lo humano
vencer, posibilitando así la recuperación antes citado: es tanta la dedicación que
de ésta. Se fue haciendo frente a la en- precisa el conocimiento de los mecanis-
fermedad con los mecanismos que cada mos de la enfermedad, tanta la tecnifica-
cultura tenía a su alcance 23: magia, reli- ción desplegada para diagnosticarla y tra-

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tarla, que los médicos quizá se han visto unas condiciones en que este pueda per-
sobrepasados por ellas. De ahí que con- sonalizar al máximo posible su nueva si-
venga insistir en la necesidad de recupe- tuación. Ello supone la conciencia previa
rar la bidireccionalidad entre la persona de que la importancia de la enfermedad
enferma y la ciencia que, a través de sus no está en ella misma, sino en las limita-
profesionales, se pone a su servicio. ciones a que somete a la persona afecta-
Porque el médico, en cada encuentro da por ella. Sólo con esta convicción, y
con la persona enferma, o necesitada de con las disposiciones y habilidades nece-
su atención, pasa obligadamente de la re- sarias para llevarla a efecto (entre las que
lación personal a la reducción objetiva- destaca la ya citada de la compasión,
dora del problema de salud como me- que sería la que posibilitaría el auténtico
dio de hacerle frente. Sin embargo, el contacto del médico con la subjetividad
viaje quedaría incompleto si no es capaz del paciente 26,27), el médico podrá hacer
de volver a la persona con todo lo des- el viaje completo, de ida y vuelta, del en-
cubierto durante la reducción clínica. fermo a su enfermedad y viceversa. Sólo
Porque no debe olvidarse que la enfer- así se podrá rehumanizar la práctica mé-
medad, cada enfermedad, ocurre en un dica (quizás sería mejor decir “panhuma-
ser personal con sus propios proyectos e nizar”, pues nunca estuvo del todo des-
intereses 24, que tendrá que poner en diá- humanizada).
logo con su situación real. Lo objetivo
de esta última discurre en el seno de una El médico en tres dimensiones
subjetividad personal cuya capacidad de También podríamos considerar aquí al
apropiación de posibilidades está que- médico contemplado desde la perspec-
dando (o puede quedar en un futuro) tiva tridimensional utilizada para el análi-
comprometida. sis de la asistencia sanitaria. Porque en la
Es por ello fundamental que el médico opción por la profesión o en el ejercicio
eduque su capacidad de comunicación 25, de la misma habrá que considerar los
no sólo para poder hacer mejores histo- factores personales, interpersonales y
rias clínicas que le lleven a realizar una estructurales que intervienen en su con-
más adecuada objetivación de la situa- figuración, si queremos ejercer una críti-
ción patológica, sino también (y quizás ca certera y proponer las medidas ade-
sobre todo) para poder poner en diálo- cuadas para conseguir una orientación
go al enfermo con su enfermedad, en más humana de la misma.

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En primer lugar, nos encontraremos orienta el desarrollo del ejercicio profe-


con la dimensión individual. En ella ha- sional y del conjunto de la asistencia sa-
llaremos los elementos que determina- nitaria en la medida de sus necesidades.
ron la opción por la profesión y los que Y a ello deberán amoldarse los profesio-
continúan manteniendo su ejercicio (ya nales si desean continuar disfrutando de
sean vocacionales, de interés personal o la protección y soporte sociales.
de necesidad de reconocimiento social), Pero el grueso de la actividad profe-
así como aquellos caracteres persona- sional del médico se da en la relación in-
les que influyan en la forma concreta en terpersonal con el paciente (actual o po-
que dicho ejercicio se desarrolla (facili- tencial) y/o sus acompañantes. De aquí
dad para la relación, capacidad de empa- la importancia del elemento relacional
tía, etc.). en la práctica médica, para el cual debe-
En segundo lugar, invirtiendo el orden ríamos preparar adecuadamente a nues-
que hemos seguido hasta ahora, pode- tros profesionales.
mos considerar la dimensión socio-es- En esta realidad tridimensional se
tructural de la profesión. Es evidente que mueve el ejercicio de la Medicina. En ella
una separación de la realidad concreta debe poder situarse cada profesional
de la persona enferma para identificar la concreto, desde la relación entre sus mo-
enfermedad y enfrentarse a ella necesita tivaciones personales, las orientaciones
de un soporte social para su desarrollo, sociales y la realidad concreta del en-
plasmado por ejemplo en la existencia cuentro con cada ser humano enfermo.
de escuelas o facultades de Medicina y de Y a ello deberemos colaborar todos los
lugares donde desarrollar la investigación implicados para poder disponer de pro-
necesaria. Llegar a ser médico no es una fesionales realmente comprometidos
aventura que pueda uno emprender en con la calidad del servicio, técnico y hu-
solitario. Por ello, la sociedad apoya y mano, que prestan a los ciudadanos.

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