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FICHA: MILLS, "USOS DE LA HISTORIA" (1959)

Noticia bibliográfica:
Para la redacción de esta ficha utilicé la traducción española de Florentino M.
Torner, incluida en: Mills, Charles Wright. (1979). [1° edición: 1959]. La imaginación
sociológica. México D. F: Fondo de Cultura Económica. (pp. 157-177). El texto en
cuestión es el capítulo VIII de la obra. Mills aclara que las secciones 5 y 6 del
capítulo fueron publicadas originalmente en MONTHLY REVIEW, octubre de 1958.

Advertencia:
Los textos que se encuentran entre corchetes se refieren a comentarios que
exceden los límites del texto.

El título es engañoso. Mills no se limita a plantear la relación entre historia y


sociología. Va más allá: “La ciencia social trata de problemas de biografía, de
historia y de sus intersecciones dentro de las estructuras sociales.” (p. 157 –
el resaltado es mío, AM -).

Mills considera que los tres elementos fundamentales de las ciencias sociales
son: Biografía, historia, sociedad [Este último término remite a las estructuras
sociales]

Mills resume así la relación entre esos tres elementos: “la historia es el fuste del
estudio social y [hay que] reconocer la necesidad de desarrollar más una psicología
del hombre sociológicamente basada e históricamente significativa. Sin el uso de la
historia y sin un sentido histórico de las materias psicológicas, el investigador social
no puede enunciar adecuadamente los tipos de problemas que deben ser ahora los
puntos de orientación de sus estudios.” (p. 157).

[Desde un enfoque marxista, el punto de partida es el estudio de las relaciones que


constituyen la totalidad social. Ni la estructura ni el individuo tienen existencia fuera
de esas relaciones. Así como el capital se constituye a partir de la relación entre
capitalistas y trabajadores, la estructura y el individuo son producto de las relaciones
sociales. El estudio de la estructura y del individuo no debe encararse como si se
tratara de esencias inmutables.]

La estructura del artículo refleja la concepción enunciada más arriba. Así, los tres
primeros apartados están dedicados a los usos de la historia en las ciencias
sociales; los apartados 4 y 5, en cambio, desarrollan cuestiones de psicología
social.

El primer apartado (p. 157-159) está dedicado al debate acerca de si


la historia debe ser considerada una ciencia social. Mills considera que la discusión
“no es ni importante ni interesante” (p. 157), pues la conclusión depende del tipo de
historiadores y del tipo de investigadores sociales de que se esté hablando.

Mills expone así su punto de vista:

Sobre la función de la historia: “La tarea esencial del historiador consiste en


mantener completo el archivo humano; pero ésta es (…) una simple y engañosa
declaración de propósitos. El historiador representa la memoria organizada de la
humanidad, y esa memoria, como historia escrita, es enormemente maleable.
Cambia (…) no sólo porque una investigación más detallada aporte al archivo
hechos y documentos nuevos, sino que cambia también porque cambian los puntos
de interés y el armazón dentro del cual el archivo se ordena. Esos son los criterios
de selección de los innumerables hechos disponibles, y al mismo tiempo las
interpretaciones principales de su significado. El historiador no puede dejar de
hacer una selección de los hechos…” (p. 158; el resaltado es mío – AM -).

Sobre el carácter histórico de las ciencias sociales: “toda ciencia social – o mejor
dicho, todo estudio social bien meditado – requiere una concepción de alcance
histórico y un uso pleno de materiales históricos.” (p. 159).

El segundo apartado (p. 159-167) trata la cuestión de si las ciencias sociales son
disciplinas históricas.

El punto de vista de Mills es claro. Los investigadores sociales tienen que usar
materiales de la historia. Eso es evidente. Pero todavía más importante es que “no
puede suponerse que ninguna ciencia social trascienda a la historia.” (p. 160:
el resaltado es mío – AM-). Rechaza tanto la posibilidad de una teoría transhistórica
de la naturaleza de la historia como la tesis de que el hombre en sociedad es una
entidad no histórica. [Si bien excede los límites del análisis de Mills, hay que apuntar
que su planteo va en contra del individualismo metodológico, pues éste rechaza por
principio la noción del carácter histórico del ser humano. El individualismo
metodológico se apoya en el esencialismo. ]

A continuación, explica las razones de la relación entre historia y sociología:

A] Todos los enunciados sociológicos requieren de una visión de gran alcance que
sólo la historia puede proporcionar. Esto es así porque la formulación de esos
enunciados requiere del método comparativo, del examen de la variedad de
estructuras sociales, y para ello es indispensable la historia. Si se deja de lado esa
variedad, “nuestros enunciados no pueden ser empíricamente adecuados. No
pueden discernirse claramente las regularidades o las relaciones que se pueden
advertir entre diferentes características de la sociedad. Los tipos históricos (…) son
parte muy importante de lo que estamos estudiando, y son también indispensables
para las explicaciones que de ello demos.” (p. 160).
B] Los estudios sociales a-históricos suelen ser estudios estáticos o de ambientes
muy limitados. Toda vez que se examinan grandes estructuras, se requiere para
reconocerlas del análisis del cambio, y esto sólo es posible cuando se examina un
período de tiempo lo suficientemente extenso.

En síntesis, “el conocimiento de la estructura, en todos los sentidos de esta palabra


fundamental, así como el adecuado enunciado de las inquietudes y problemas de
los ambientes limitados, exigen que reconozcamos las ciencias sociales como
disciplinas históricas y que las practiquemos como tales.” (p. 162).

Mills sostiene que este principio abarca también los estudios estáticos: “La imagen
de toda sociedad es una imagen específicamente histórica. Lo que Marx llamó
el «principio de la especificidad histórica» se refiere, en primer lugar, a una línea
guía: toda sociedad debe ser entendida en relación con el período específico en que
existe.” (p. 162-163). Además, cada sociedad posee mecanismos específicos de
cambio; en otros términos, no existen “principios universales de cambio histórico”
(p. 163).

“El cambio histórico es cambio de estructuras sociales, de las relaciones entre sus
partes componentes. Así como hay diversidad de estructuras sociales, hay
diversidad de principios de cambio históricos.” (p. 163).

De este modo, sólo el estudio histórico de cada sociedad permite entender sus
patrones de cambio. [Creo que en este sentido deben entenderse las advertencias
de Marx a Zasúlich en la famosa carta. Allí afirma que el mecanismo de pasaje al
capitalismo estudiado en El capital sólo es válido para Europa occidental y no para
otras formaciones histórico-sociales.]

C] El conocimiento de la historia es indispensable para realizar estudios


comparativos. Esto es evidente para los economistas dedicados a estudiar
instituciones del Medio Oriente, de Asia, de África. “El estudio comparativo y el
estudio histórico están profundamente entrelazados. (…) Para comprender y
explicar los hechos comparativos tal como hoy se nos presentan, tenemos que
conocer las fases históricas y las razones históricas de las variaciones de ritmo y de
dirección del progreso o de la ausencia de progreso. (…) Así, el punto de vista
histórico conduce al estudio comparativo de las sociedades.” (p. 164).

D] La necesidad de la historia no se limita a los estudios comparativos. También es


precisa para los trabajos dedicados a un sector limitado de la estructura nacional.
“Sabiendo que lo que estamos estudiando está sujeta a cambios, en los más
simples niveles descriptivos, debemos preguntarnos: ¿Cuáles son las tendencias
predominantes? Para contestar a esta pregunta tenemos que enunciar por lo menos
el «desde qué» y el «hasta qué».” (p. 165).

[Este punto es fundamental. El estudio de la estructura es imposible sin tomar en


cuenta el carácter histórico de la estructura. El enfoque dialéctico propuesto por
Marx combina el análisis histórico con la concepción de la totalidad social.]
“Si queremos entender los cambios dinámicos en una estructura social
contemporánea, debemos tratar de discernir su desarrollo en un plazo muy largo, y
de acuerdo con él preguntarnos: ¿En virtud de qué mecánica han tenido lugar esas
tendencias y está cambiando la estructura de la sociedad? En preguntas así llega a
su clímax nuestro interés por las tendencias. Ese clímax se relaciona con la
transición histórica de una época a otra y con la que podemos llamar estructura de
una época.” (p. 165).

“Los investigadores sociales desean comprender el carácter de la época presente,


esbozar su estructura y discernir las fuerzas principales que operan dentro de ella.”
(p. 165).

En la parte más aguda de todo el texto, Mills afirma que los cientistas sociales dejan
de lado tanto la noción de estructura como la dinámica del período moderno. (p.
165). Llegado a este punto, sostiene que buena parte de la mejor producción de las
ciencias sociales está ligada al estudio de la transición entre el feudalismo y el
capitalismo (por ejemplo, “solidaridad mecánica” y “solidaridad orgánica” en
Durkheim).

El tercer apartado (pp. 167-170) está dedicado a criticar el uso más habitual de la
historia en las ciencias sociales. Los llamados “esbozos del ambiente histórico” con
los que empiezan los estudios de la sociedad contemporánea.

Mills apunta dos cosas al respecto. En primer lugar, aclara que muchas veces hay
que estudiar historia para librarnos de ella. Antes de explicar algo como una
persistencia del pasado, es mejor preguntarse ¿por qué ha persistido? (p. 167). En
segundo lugar, sostiene que para explicar los rasgos contemporáneos de una
sociedad, lo mejor es estudiar esos rasgos en relación con su función
contemporánea. Sólo después de este análisis se pasa al estudio histórico.

Mills añade un último punto, de mayor importancia que los dos anteriores. Afirma
que “épocas y sociedades difieren en cuanto a que su comprensión requiera o no
requiera referencias directas a «factores históricos». El carácter histórico de una
sociedad dada en una época dada puede ser tal, que el «pasado histórico» tenga
sólo una importancia indirecta para comprenderlo.” (p. 168). Dicho de otro modo,
“la importancia de la historia está ella misma sometida al principio de la
especificidad histórica. Con seguridad puede decirse que «todo viene del pasado»;
pero el sentido de esa frase – «venir del pasado» – es lo que está en discusión. En
ocasiones decir que la «historia» se repite o no se repite; depende de la estructura
social y de la época en cuya historia estamos interesados.” (p. 169).

Los últimos dos apartados se refieren a las relaciones entre psicología y ciencias
sociales. Su importancia es secundaria respecto al tema que da título al artículo. No
obstante, hay un par de pasajes que merecen ser reproducidos. Todos ellos se
refieren a la cuestión de la naturaleza humana.

“El hombre es desde luego un actor social e histórico que debe ser entendido, si es
que ha de entendérselo, en estrecha e intrincada interrelación con estructuras
sociales e históricas.” (p. 171).

“El concepto del hombre como criatura social nos permite ahondar mucho más que
en la mera biografía externa como serie de papeles sociales. Ese concepto nos
obliga a comprender los rasgos más internos y «psicológicos» del hombre, en
particular la imagen que tiene de sí mismo y de su consciencia y, ciertamente, el
desarrollo mismo de su mente. Muy bien puede ser que el descubrimiento más
radical en la psicología y la ciencia social recientes sea el de cómo tantos de los
rasgos más íntimos de la persona son socialmente compartidos y hasta inculcados.”
(p. 174).

“Cuando comprendemos las estructuras sociales y los cambios estructurales tal


cómo actúan sobre escenarios y experiencias más íntimos, podemos comprender
las causas de la conciencia y de los sentimientos individuales de que los hombres
situados en medios específicos no tienen conocimiento.” (p. 175).

“La idea de una naturaleza humana común al hombre como hombre es una violación
de la especificidad social e histórica que exige el cuidadoso trabajo en los estudios
humanos; por lo menos es una abstracción que los investigadores sociales no tienen
derecho a hacer. Indudablemente, debemos recordar de vez en cuando que en
realidad no sabemos mucho acerca del hombre, y que todo el conocimiento que
tenemos no elimina por completo el misterio que rodea a su diversidad tal como ésta
se revela en la historia y en la biografía.” (p. 177).

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