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estrecha interacción entre los proyectos de las elites dominantes, las orientaciones
científicas y pedagógicas de los universitarios y las demandas de la sociedad.
De esta manera se entiende que a lo largo de la historia, la Universidad se formó de
acuerdo a estos tres factores, la influencia de las elites dominantes/estado, la influencia de
las demandas sociales y los objetivos que perseguía la organización (Científicos y
Pedagógicos)
Universidad Argentina(Buchbinder):
Capítulo 3(1885-1916):
Ley Avellaneda: El debate previo, centralmente, se basó en el margen de
independencia y autonomía y la forma de designación de docentes.
Se centraban fundamentalmente en la forma de integración de los cuerpos
directivos, en las atribuciones de esos mismos cuerpos, en el modo de designación de los
profesores y en el origen de los recursos presupuestarios, estableciendo criterios generales
sobre los cuales cada casa de estudios debía dictar sus estatutos.
Esta ley determinaba que los consejos académicos nombraban a sus propios
miembros que tenían carácter vitalicio, aprobaban o reformaron sus planes de estudio y
fijaban las condiciones de admisión para los ingresantes. La asamblea universitaria, que
elegía al Rector estaba integrada por los miembros de todos los consejos académicos.
Las dos universidades, Buenos Aires y Córdoba, tenían el objetivo central de la
formación académica profesional, específicamente médicos, abogados e ingenieros,
excluyendo cualquier asignatura que no contribuye al profesionalismo. La investigación y el
ejercicio de disciplinas humanísticas estaban excluidas del ámbito académico.
Finalmente las universidades eran fuertemente dependientes del poder público en
aspectos financieros y presupuestarios.
Cuestión universitaria: Ya a principios del siglo XX el perfil y las características del
sistema educativo comenzaron a ser cuestionados debido a la insatisfacción de la sociedad
y sus clases dirigentes, quienes apuntaban al carácter exclusivamente utilitarista del
sistema universitario, que no contribuía al desarrollo cultural y no favorecía a una sociedad
fragmentada por el impacto de la inmigración y el crecimiento económico. También fue
cuestionada la forma de gobierno por su incapacidad para asimilar los cambios. Los
consejos académicos eran cuestionados por su carácter elitista, oligárquico y excluyente.
Origen del movimiento estudiantil y reforma del 1906: El crecimiento del número
de estudiantes fue acompañado por el surgimiento de las primeras organizaciones
gremiales.
La reforma de los estatutos de la UBA de 1906 generó una serie de conflictos entre
un sector de las autoridades universitarias y los estudiantes. Los conflictos evidenciaban los
desajustes entre las características y composición del alumnado (ahora integrado por
jóvenes de clase media de origen migratorio), la instrucción universitaria (cuestionada por
su orientación y bajo nivel) y las estructuras de gobierno académico.
Luego de los conflictos y protestas de los estudiantes, la conducción de un nuevo
rector en 1906, permitió reformar los estatutos. Los cambios terminaron con las academias
con miembros vitalicios, los exámenes generales y los nombramientos de profesores.
Capítulo 5(1916-1918):
La reforma: En 1917 las protestas en la universidad de Córdoba se acentuaron. La
protesta estudiantil articulaba objeciones de carácter científico con críticas a las formas de
gobierno. Denunciaba el carácter vitalicio de los miembros de la academia y las
irregularidades en la provisión de los cargos docentes y administrativos. Reclaman la
modificación de los planes de estudio. Cuestionan los mecanismos de designación de
profesores y el manejo de fondos. Las autoridades de la institución no dieron solución y a
partir de marzo de 1918 comenzaron las manifestaciones callejeras organizadas por un
comité pro reforma integrado por delegados de las diversas facultades.
El presidente Yrigoyen decidió intervenir la Universidad. Al igual que la reforma de
1906 en Buenos Aires, el gobierno de la universidad quedó a cargo de los profesores
titulares y suplentes que pudieron elegir a los decanos. Por los estudiantes radicalizaron su
programa. La participación estudiantil en el gobierno compartida con los profesores fue
establecida en los nuevos estatutos sancionados, así como la asistencia voluntaria a los
cursos, y la docencia libre.
El movimiento estudiantil de Córdoba traducía una reacción contra una élite muy
renuente a incorporarse al proceso de renovación de elencos directivos. La universidad
cordobesa era el ámbito de socialización y selección de las élites dirigentes, y una sociedad
con un enorme proceso de expansión demográfica requería una apertura dirigencial al
debate democrático que las élites afincadas en la universidad no supieron resolver.
Capítulo 6(1918-1943):
Los estudiantes y la Reforma: Uno de los objetivos fundamentales de los
estatutos sancionados desde 1918 consistía en ceder el gobierno y la administración de las
casas de estudios a los protagonistas principales de la vida académica: profesores,
estudiantes y, en algunos casos, también a los graduados. Los estudiantes fueron
reconocidos como organización gremial y ganaron reconocimiento y financiamiento,
fortaleciendo su estructura organizativa.
Los principios incorporados en los estatutos de las tres grandes universidades
nacionales se implantaron en las universidades de Santa Fe y Tucumán,nacionalizadas en
1919 y 1921, y en la de Cuyo, creada en 1939.
Capítulo 7(1946-1955):
La universidad durante el peronismo:El golpe de estado de 1943 que derrocó a
Castillo llevó al poder a grupos de raigambre conservadora, nacionalista y católica.
introduciendo a la enseñanza obligatoria una transformación de carácter confesional y
tradicional.
Las universidades fueron intervenidas y muchos estudiantes detenidos. Se decretó
la suspensión de las actividades de los centros de estudiantes, la separación de algunos
miembros del cuerpo docente y la expulsión de los estudiantes señalados por su militancia
opositora.
La victoria de Perón en las elecciones de febrero de 1946 supuso una derrota
política para el sistema universitario que, prácticamente en su conjunto, había apoyado a la
unión democrática.
Capítulo 8(1955-1966):
La desperonización de la universidad: Después del golpe de septiembre de 1955
las universidades fueron intervenidas asignándose nuevas autoridades.
La política universitaria de la Revolución Libertadora preveía una reorganización
basada en el respeto a la autonomía, el reemplazo total de los cuerpos docentes mediante
concursos de títulos y antecedentes, la sanción de nuevos estatutos y la elección de las
nuevas autoridades.
Al poco tiempo de asumir, el gobierno de facto implantó el decreto 6.403, que puso
las bases definitivas para la reconstrucción del sistema. El decreto amplió la autonomía
universitaria otorgándole a las casas de estudios más independencia del que gozaron en el
período reformista 1918 – 1943. Las autoridades de las Universidades podían administrar
su patrimonio y darse su estructura y planes de estudio, organizar su forma de gobierno y
dictar sus estatutos siempre que respetaran la responsabilidad directiva de los
representantes del claustro de profesores. La designación de profesores también quedaba
en manos de las autoridades universitarias, y limitaba a aquellos que hubieran tenido una u
otra vinculación con el peronismo. A mediados de 1957 las universidades dictaron nuevos
estatutos, y en la mayoría de ellos se reconocía un peso más relevante a la representación
estudiantil que la que contemplaban los estatutos reformistas de 1918.
Laica o Libre: Pero la Revolución Libertadora sentó las bases para una
transformación sustancial del sistema universitario ya que abrió la posibilidad de la creación
de Universidades Privadas en el artículo 28 del decreto 6.403, que generó resistencias entre
intelectuales y académicos que no veían con buenos ojos que universidades privadas
pudieran usufructuar fondos públicos y emitieron títulos habilitantes sin supervisión estatal.
En cierta medida el artículo 28 y la posibilidad de conformación de un sistema privado de
enseñanza superior chocaban con valores muy arraigados en la tradición educativa de la
argentina, basada en el predominio de la instrucción laica y la impronta gratuita e igualitaria.
La ley, que dejaba en manos del estado la habilitación y excluía la posibilidad de
que éste financiara la enseñanza privada, creó la inspección general de enseñanza
universitaria privada que supervisaba el funcionamiento de las casa de estudios.
Un año después de la sanción de la ley que permitía su creación las instituciones
privadas contaban ya con 895 estudiantes y 351 docentes. Estas casas de estudios se
unieron en 1962 y fundaron el Consejo de Rectores de las Universidades Privadas.
En 1984 las universidades privadas contaban ya con 88.000 estudiantes, 8.200
profesores y habían emitido desde su creación más de 90.000 títulos.
Una disposición de mediados de los años 70 las liberó de la supervisión estatal en la
emisión de los títulos profesionales.
Los límites de los proyectos renovadores: El golpe de 1966 cerró el período de
renovación y modernización universitaria, pero los proyectos modernizadores fueron
perdiendo fuerza en intensidad durante los primeros años de la década de 1960.
El impacto de la revolución cubana hizo crecer entre los universitarios el consenso a
favor de las soluciones revolucionarias. El fracaso de las políticas desarrollistas de Frondizi
y su destitución en 1962 consolidaron un proceso en el que fue imposible preservar un
espacio para la problemática universitaria ajena a la lógica de la política nacional. Fue en
esta imposibilidad de separar la esfera política de la académica donde el proyecto
renovador surgido en 1955 encontró sus límites.
Por otra parte el peso cada vez mayor que adquirió a principios de los sesenta en las
fuerzas armadas la llamada Doctrina de Seguridad Nacional llevó a los militares a visualizar
en las universidades centros de infiltración revolucionaria”.
Luego del derrocamiento de illia en junio de 1966 Onganía firmó el 29 de julio el
decreto ley 16.912 que suprimió el gobierno tripartito, disolvía los consejos superiores y
obligaba a los rectores y decanos a transformarse en interventores sometidos a la autoridad
del Ministerio de Educación.
La resistencia de estudiantes y docentes que tomaron algunas facultades daría lugar
a un hito en las historia de la universidad argentina, la llamada “noche de los bastones
largos”, cuando la guardia de infantería irrumpió en los edificios de las facultades de
ciencias exactas, arquitectura y filosofía y letras de la UBA y agredió físicamente a los
ocupantes encarcelando a más de ciento cincuenta personas.
La intervención supuso el desmantelamiento de grupos completos de
investigadores, renuncias masivas de docentes y el exilio e incorporación de muchos de
ellos a universidades e institutos de investigación en el exterior.
La dictadura terrorista: La feroz política represiva que el régimen militar desplegó a
partir de 1976 con el objetivo de aniquilar los movimientos de protesta social tuvo un blanco
importante en la comunidad universitaria. Según el informe de la CONADEP un 21% de los
desaparecidos eran estudiantes.
Pocos días después del golpe se dictó una nueva ley, que dispuso que las
universidades quedasen bajo el control del poder ejecutivo. Se suprimieron los órganos de
gobierno colegiados y se prohibieron las actividades gremiales y políticas explícitamente en
el ámbito universitario. Las casas de estudios fueron distribuidas entre las distintas fuerzas
militares y sus primeros interventores fueron oficiales que luego dejaron su lugar a civiles de
extrema derecha.
La reestructuración del conjunto del sistema universitario se llevó a cabo
mediante desapariciones y asesinatos de estudiantes y profesores.
En mayo de 1976 fueron separados de sus cargos más de cien docentes de la
universidad nacional del litoral, trescientos entre docentes y no docentes en Córdoba y
doscientos en la universidad del Sur. El control político e ideológico llevó a la modificación
de los planes de estudio de casi todas las carreras, pero afectó especialmente a algunas
disciplinas que los militares identificaban como lugares de “penetración ideológica
subversiva”.Carreras completas fueron suprimidas.
Se instauró una política de admisión y se aplicaron aranceles. En 1977 se redujo el
número de vacantes en un 24% con relación a 1976 en todo el sistema, pero en algunas
universidades ese porcentaje fue mayor.El numero de ingresantes fue bajando de manera
notable y el porcentaje de ingresantes a la universidad sobre el total de aspirantes pasó de
un 44% a un 38%.
El presupuesto universitario de 1977 fue reducido en un 45% en relación con el año
anterior.