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Esquema Buchbinder:​ La historia de la Universidad se ha construido sobre la base de una

estrecha interacción entre los proyectos de las elites dominantes, las orientaciones
científicas y pedagógicas de los universitarios y las demandas de la sociedad.
De esta manera se entiende que a lo largo de la historia, la Universidad se formó de
acuerdo a estos tres factores, la influencia de las elites dominantes/estado, la influencia de
las demandas sociales y los objetivos que perseguía la organización (Científicos y
Pedagógicos)

Universidad Argentina(Buchbinder):
​Capítulo 3(1885-1916):
Ley Avellaneda: ​El debate previo, centralmente, se basó en el margen de
independencia y autonomía y la forma de designación de docentes.
Se centraban fundamentalmente en la forma de integración de los cuerpos
directivos, en las atribuciones de esos mismos cuerpos, en el modo de designación de los
profesores y en el origen de los recursos presupuestarios, estableciendo criterios generales
sobre los cuales cada casa de estudios debía dictar sus estatutos.
Esta ley determinaba que los consejos académicos nombraban a sus propios
miembros que tenían carácter vitalicio, aprobaban o reformaron sus planes de estudio y
fijaban las condiciones de admisión para los ingresantes. La asamblea universitaria, que
elegía al Rector estaba integrada por los miembros de todos los consejos académicos.
Las dos universidades, Buenos Aires y Córdoba, tenían el objetivo central de la
formación académica profesional, específicamente médicos, abogados e ingenieros,
excluyendo cualquier asignatura que no contribuye al profesionalismo. La investigación y el
ejercicio de disciplinas humanísticas estaban excluidas del ámbito académico.
Finalmente las universidades eran fuertemente dependientes del poder público en
aspectos financieros y presupuestarios.
Cuestión universitaria: ​Ya a principios del siglo XX el perfil y las características del
sistema educativo comenzaron a ser cuestionados debido a la insatisfacción de la sociedad
y sus clases dirigentes, quienes apuntaban al carácter exclusivamente utilitarista del
sistema universitario, que no contribuía al desarrollo cultural y no favorecía a una sociedad
fragmentada por el impacto de la inmigración y el crecimiento económico. También fue
cuestionada la forma de gobierno por su incapacidad para asimilar los cambios. Los
consejos académicos eran cuestionados por su carácter elitista, oligárquico y excluyente.

Origen del movimiento estudiantil y reforma del 1906: ​El crecimiento del número
de estudiantes fue acompañado por el surgimiento de las primeras organizaciones
gremiales.
La reforma de los estatutos de la UBA de 1906 generó una serie de conflictos entre
un sector de las autoridades universitarias y los estudiantes. Los conflictos evidenciaban los
desajustes entre las características y composición del alumnado (ahora integrado por
jóvenes de clase media de origen migratorio), la instrucción universitaria (cuestionada por
su orientación y bajo nivel) y las estructuras de gobierno académico.
Luego de los conflictos y protestas de los estudiantes, la conducción de un nuevo
rector en 1906, permitió reformar los estatutos. Los cambios terminaron con las academias
con miembros vitalicios, los exámenes generales y los nombramientos de profesores.

​Capítulo 5(1916-1918):
La reforma:​ ​En 1917 las protestas en la universidad de Córdoba se acentuaron. La
protesta estudiantil articulaba objeciones de carácter científico con críticas a las formas de
gobierno. Denunciaba el carácter vitalicio de los miembros de la academia y las
irregularidades en la provisión de los cargos docentes y administrativos. Reclaman la
modificación de los planes de estudio. Cuestionan los mecanismos de designación de
profesores y el manejo de fondos. Las autoridades de la institución no dieron solución y a
partir de marzo de 1918 comenzaron las manifestaciones callejeras organizadas por un
comité pro reforma integrado por delegados de las diversas facultades.
El presidente Yrigoyen decidió intervenir la Universidad. Al igual que la reforma de
1906 en Buenos Aires, el gobierno de la universidad quedó a cargo de los profesores
titulares y suplentes que pudieron elegir a los decanos. Por los estudiantes radicalizaron su
programa. La participación estudiantil en el gobierno compartida con los profesores fue
establecida en los nuevos estatutos sancionados, así como la asistencia voluntaria a los
cursos, y la docencia libre.
El movimiento estudiantil de Córdoba traducía una reacción contra una élite muy
renuente a incorporarse al proceso de renovación de elencos directivos. La universidad
cordobesa era el ámbito de socialización y selección de las élites dirigentes, y una sociedad
con un enorme proceso de expansión demográfica requería una apertura dirigencial al
debate democrático que las élites afincadas en la universidad no supieron resolver.

La reforma en BSAS y La Plata:​ ​Los cambios en los estatutos de Córdoba se


reprodujeron dea poco en el resto de las universidades, que experimentaron cambios en
sus sistemas de gobierno.
En 1918 se reformaron los estatutos para que las facultades fueran dirigidas por
representantes en partes iguales de profesores titulares, suplentes y estudiantes
avanzados. TRIPARTISMO
En La Plata el proceso de transformación fue muy violento, debido a que había una
fuerte oposición a introducir cambios en la jerarquía de gobierno, las cuales se extendieron
desde 10/1919 hasta el 6/1920, cuando se inició el proceso de cambios en el gobierno,
programas de enseñanza, criterio de designación de profesores y brindar espacio para la
investigación.

​Capítulo 6(1918-1943):
Los estudiantes y la Reforma:​ Uno de los objetivos fundamentales de los
estatutos sancionados desde 1918 consistía en ceder el gobierno y la administración de las
casas de estudios a los protagonistas principales de la vida académica: profesores,
estudiantes y, en algunos casos, también a los graduados. Los estudiantes fueron
reconocidos como organización gremial y ganaron reconocimiento y financiamiento,
fortaleciendo su estructura organizativa.
Los principios incorporados en los estatutos de las tres grandes universidades
nacionales se implantaron en las universidades de Santa Fe y Tucumán,nacionalizadas en
1919 y 1921, y en la de Cuyo, creada en 1939.

La creación de una carrera académica:​ Con la reforma se inició proceso de


renovación del profesorado ,que permitió el ascenso de sectores de clase media que
ejercían libremente su profesión y enseñaban, permitiendo así los inicios de una carrera
académica.
Además de introducirse la figura del docente libre se revalorizó el status del profesor
suplente, asignándole un salario que fue aumentando a lo largo de la década del 20.

Ciencia e Investigación:​Los reformistas tomaron medidas contra el modelo


profesionalista, las cuales fortalecieron las actividades científicas.
En la mayoría de las universidades comenzaron a privilegiar los antecedentes
científicos de los profesores al momento de su nombramiento, contratando docentes del
exterior con el objetivo de formar núcleos de especialistas. Se crearon becas especiales
para que los mejores graduados se perfeccionaron en el exterior.
En La Plata se crearon Institutos de investigación como el de geográficas e
históricas, medicina veterinaria, derecho internacional público y estudios filosóficos.
En la UBA se creó el Instituto de investigaciones históricas.
La investigación aplicada encontró su lugar en el laboratorio de minas, dependiente
de la escuela de ingeniería de la Universidad de Cuyo y el Instituto fitotécnico de la facultad
de agronomía en La Plata.

La extensión:​ La activa política de extensión fue particularmente intensa en


Buenos Aires, La Plata y Tucumán.
En La Plata se organizó una compañía teatral y se creó la Escuela libre de cultura
integral que organizaba toda la actividad de extensión. Las conferencias públicas y
transmisiones radiofónicas eran herramientas de comunicación con la sociedad.
Se establecen los cursos de extensión popular que enseñaban mecánica,
electroestática y secretariado comercial. Estos cursos fueron muy populares en Tucuman,
aún más que los formales.

Universidad, corrupción, política y corporaciones profesionales:


Las corporaciones profesionales ganaron peso en la vida universitaria, desplazando
a las élites vinculadas al ejercicio de la política, hegemónicas en el control de las
universidades hasta la reforma.
Pero este nuevo predominio fortaleció el perfil profesionalista del sistema
universitario donde, hacia 1930 el 62% del alumnado estudiaba abogacía, procuración y
medicina.
Las prácticas académicas y políticas que introdujo la reforma pronto generaron
insatisfacción entre los mismos académicos. El faccionalismo, el electoralismo, la
superposición de criterios académicos políticos, la corrupción, la persistencia de prácticas
clientelares y los arreglos políticos entre los distintos actores de la vida universitaria
deterioraron la imagen de la institución, asociada a prácticas muy cuestionables desde el
punto de vista moral, más adecuadas a la vida de un comité que al de la academia.

​Capítulo 7(1946-1955):
La universidad durante el peronismo:​El golpe de estado de 1943 que derrocó a
Castillo llevó al poder a grupos de raigambre conservadora, nacionalista y católica.
introduciendo a la enseñanza obligatoria una transformación de carácter confesional y
tradicional.
Las universidades fueron intervenidas y muchos estudiantes detenidos. Se decretó
la suspensión de las actividades de los centros de estudiantes, la separación de algunos
miembros del cuerpo docente y la expulsión de los estudiantes señalados por su militancia
opositora.
La victoria de Perón en las elecciones de febrero de 1946 supuso una derrota
política para el sistema universitario que, prácticamente en su conjunto, había apoyado a la
unión democrática.

El Peronismo:​ En 1946 las universidades fueron nuevamente intervenidas. Con


fundamentos que hacían referencia a la necesidad de controlar la creciente politización del
ámbito universitario.
A fines de 1946 habían sido desplazados de las universidades un tercio del total, el
recambio de personal científico y docente más importante desde la reforma. Institutos y
grupos enteros de investigación fueron desmantelados.
Un proceso de llamado masivo a concursos en 1947 permitió, normalizar el
funcionamiento de las casas de estudios, generando un recambio que puso a antiguos
adjuntos o auxiliares al frente de las cátedras, quedando excluidos los profesores
provenientes de círculos católicos o nacionalistas que habían llevado adelante la
transformación educativa del golpe de 1943.
En 1947 fue sancionada una nueva ley universitaria que dejaba a un lado los
principios de la reforma que habían regido su funcionamiento. La ley no contemplaba el
principio de autonomía universitaria y, prácticamente, suprimió la participación estudiantil en
el gobierno de las casas de estudios superiores. Los rectores eran designados directamente
por el poder ejecutivo y los decanos por el consejo directivo a partir de una terna elevada
por el rector. Los consejos directivos estarían compuestos por siete representantes de los
profesores titulares y cuatro por los adjuntos. Los estudiantes tenían un representante con
voz y sin voto. Se creó el Consejo Universitario Nacional, que integraban el ministro de
instrucción y justicia y los rectores de las universidades. Así, las casas de estudio quedaban
directamente sometidas al poder político y se les quitaba la autonomía tanto en los aspectos
institucionales como científicos y pedagógicos.
La tenue tendencia de las décadas del veinte y treinta de profundizar la investigación
científica se acentuó. Se crearon premios a la investigación, centros de investigacion
tecnologica y cientifica, se conformó un consejo superior de investigaciones científicas y
publicaciones y se instauró estatutariamente el régimen de dedicación exclusiva a la
docencia en 1947. Hasta principios de 1950 se crearon catorce nuevas facultades en las
cinco universidades.

La universidad obrera:​ El modelo de ISI generó una gran demanda de mano de


obra entrenada y con diversos grados de calificación.
En 1948 se creó la Universidad obrera nacional, instituto superior que completaba la
formación técnica de los otros niveles, para formar profesionalmente a la clase trabajadora y
favorecer su movilidad social. Restringía el ingreso a quienes no tuvieran experiencia en el
trabajo de fábrica o estudios técnicos previos. Orientada a las construcciones mecánicas,
los automóviles, la industria textil, y las instalaciones eléctricas.

La masificación de la enseñanza superior:​ Hubo un explosivo crecimiento de la


matrícula ,se debía a las mayores posibilidades de acceso a la educación secundaria y
superior, posibilitada, por la supresión de los aranceles a la educación superior y del
examen de ingreso, junto a un sistema de becas.
Este proceso fue acompañado por un altísimo aumento de las tasas de deserción, y
solo el 8% se graduaba en los plazos establecidos. Los estudiantes provenientes de
sectores populares llegaban al 18.4% en Buenos Aires y 11% en La Plata, las dos
universidades que concentran el 60% de la matrícula universitaria de todo el país.
Debido a una crisis se limitó el presupuesto y suspendió proyectos de reformas
edilicias, acentuando el deterioro de la infraestructura de las casas de altos estudios.

La academia fuera de las universidades:​En organismos ajenos a la universidad


como la sociedad argentina de biología y medicina experimental o el instituto católico de
ciencias trabajaron investigadores de prestigio.
Con recursos de industriales y comerciantes se crearon en 1944 el centro de
investigaciones cardiológicas, en el marco de la fundación Greco, y en 1947 un laboratorio
de investigaciones bioquímicas.
Muchos científicos e intelectuales marginados de la universidad encontraron en el
Colegio libre de estudios superiores y en su revista, Cursos y Conferencias, un espacio de
sociabilidad donde desarrollar sus actividades dictando cursos, seminarios, cursos de
posgrado, introductorios y de especialización.

​Capítulo 8(1955-1966)​:
La desperonización de la universidad:​ ​Después del golpe de septiembre de 1955
las universidades fueron intervenidas asignándose nuevas autoridades.
La política universitaria de la Revolución Libertadora preveía una reorganización
basada en el respeto a la autonomía, el reemplazo total de los cuerpos docentes mediante
concursos de títulos y antecedentes, la sanción de nuevos estatutos y la elección de las
nuevas autoridades.
Al poco tiempo de asumir, el gobierno de facto implantó el decreto 6.403, que puso
las bases definitivas para la reconstrucción del sistema. El decreto amplió la autonomía
universitaria otorgándole a las casas de estudios más independencia del que gozaron en el
período reformista 1918 – 1943. Las autoridades de las Universidades podían administrar
su patrimonio y darse su estructura y planes de estudio, organizar su forma de gobierno y
dictar sus estatutos siempre que respetaran la responsabilidad directiva de los
representantes del claustro de profesores. La designación de profesores también quedaba
en manos de las autoridades universitarias, y limitaba a aquellos que hubieran tenido una u
otra vinculación con el peronismo. A mediados de 1957 las universidades dictaron nuevos
estatutos, y en la mayoría de ellos se reconocía un peso más relevante a la representación
estudiantil que la que contemplaban los estatutos reformistas de 1918.

Laica o Libre:​ ​Pero la Revolución Libertadora sentó las bases para una
transformación sustancial del sistema universitario ya que abrió la posibilidad de la creación
de Universidades Privadas en el artículo 28 del decreto 6.403, que generó resistencias entre
intelectuales y académicos que no veían con buenos ojos que universidades privadas
pudieran usufructuar fondos públicos y emitieron títulos habilitantes sin supervisión estatal.
En cierta medida el artículo 28 y la posibilidad de conformación de un sistema privado de
enseñanza superior chocaban con valores muy arraigados en la tradición educativa de la
argentina, basada en el predominio de la instrucción laica y la impronta gratuita e igualitaria.
La ley, que dejaba en manos del estado la habilitación y excluía la posibilidad de
que éste financiara la enseñanza privada, creó la inspección general de enseñanza
universitaria privada que supervisaba el funcionamiento de las casa de estudios.
Un año después de la sanción de la ley que permitía su creación las instituciones
privadas contaban ya con 895 estudiantes y 351 docentes. Estas casas de estudios se
unieron en 1962 y fundaron el Consejo de Rectores de las Universidades Privadas.
En 1984 las universidades privadas contaban ya con 88.000 estudiantes, 8.200
profesores y habían emitido desde su creación más de 90.000 títulos.
Una disposición de mediados de los años 70 las liberó de la supervisión estatal en la
emisión de los títulos profesionales.

Renovación y Modernización del Sistema Universitario:​ ​En el caso de la UBA se


recuerda aquella etapa como la “edad de oro”, caracterizada por la transformación de las
estructuras curriculares y el prestigio adquirido por sus docentes e investigadores, pero
también se han señalado sus límites.
Los desafíos del proyecto renovador del posperonismo pasaban por resolver el
aumento en el número de estudiantes que optan mayoritariamente por carreras
tradicionales como medicina o derecho, renovar las estructuras curriculares, los planes de
estudio y los métodos de enseñanza, fortalecer el perfil científico de la universidad, asegurar
el pluralismo ideológico y político en la vida académica y encarar el atraso de Argentina en
materia científica.
La investigación pasó a ocupar un lugar importante en la agenda de los gobiernos.
Durante la presidencia de Frondizi en 1958 se creó el Consejo Nacional de Investigaciones
Científicas y Técnicas (CONICET).
A la renovación de docentes que se impuso luego de la revolución libertadora lo
siguió una expansión del sistema de dedicación exclusiva. El Conicet apoyó fuertemente la
conformación de este régimen concediendo subsidios para investigación y equipamiento,
becas para graduados y financiación para la formación de científicos en el exterior
La mayor inversión del Estado en educación superior permitió la modernización de
las bibliotecas, la creación de nuevas carreras y el surgimiento de organismos como la
escuela de salud pública y el instituto de investigaciones médicas de la facultad de medicina
de la UBA y el instituto de cálculo de la facultad de ciencias exactas de la UBA.
A principios de 1956 se creó el departamento de extensión y en 1958 la editorial
universitaria de buenos aires (EUDEBA) que publicó en sus primeros ocho años 802 títulos
y distribuyó casi 12 millones de ejemplares.
Sin embargo, la modernización fue intensa en Buenos Aires y La Plata, pero en
Córdoba, el litoral o cuyo quedó restringida a unos pocos núcleos.

Los límites de los proyectos renovadores​:​ ​El golpe de 1966 cerró el período de
renovación y modernización universitaria, pero los proyectos modernizadores fueron
perdiendo fuerza en intensidad durante los primeros años de la década de 1960.
El impacto de la revolución cubana hizo crecer entre los universitarios el consenso a
favor de las soluciones revolucionarias. El fracaso de las políticas desarrollistas de Frondizi
y su destitución en 1962 consolidaron un proceso en el que fue imposible preservar un
espacio para la problemática universitaria ajena a la lógica de la política nacional. Fue en
esta imposibilidad de separar la esfera política de la académica donde el proyecto
renovador surgido en 1955 encontró sus límites.
Por otra parte el peso cada vez mayor que adquirió a principios de los sesenta en las
fuerzas armadas la llamada Doctrina de Seguridad Nacional llevó a los militares a visualizar
en las universidades centros de infiltración revolucionaria”.
Luego del derrocamiento de illia en junio de 1966 Onganía firmó el 29 de julio el
decreto ley 16.912 que suprimió el gobierno tripartito, disolvía los consejos superiores y
obligaba a los rectores y decanos a transformarse en interventores sometidos a la autoridad
del Ministerio de Educación.
La resistencia de estudiantes y docentes que tomaron algunas facultades daría lugar
a un hito en las historia de la universidad argentina, la llamada “noche de los bastones
largos”, cuando la guardia de infantería irrumpió en los edificios de las facultades de
ciencias exactas, arquitectura y filosofía y letras de la UBA y agredió físicamente a los
ocupantes encarcelando a más de ciento cincuenta personas.
La intervención supuso el desmantelamiento de grupos completos de
investigadores, renuncias masivas de docentes y el exilio e incorporación de muchos de
ellos a universidades e institutos de investigación en el exterior.

Cap9: ​La universidad entre la politización, la masificación y las dictaduras:


La revolución argentina:​ La dictadura presidida por Onganía procuró sujetar las
universidades al poder político y limitó la autonomía; pero fracasó en su intento de
reconfigurar y normalizar la universidad.
Los estudiantes produjeron numerosas movilizaciones oponiéndose a las
intervenciones, a las leyes y estatutos, a la presencia policial en las universidades, a las
medidas limitacionistas (condiciones de regularidad, mecanismos de ingreso), al aumento
del costo de los comedores, etc. La creciente politización y violentos conflictos sociales las
organizaciones gremiales estudiantiles se fortalecieron.
La masificación de la educación superior se acentuó. La falta de aumento en los
recursos presupuestarios generó un deterioro en las condiciones materiales en las que se
llevaban a cabo los estudios.
Así, tanto el marxismo tradicional como grupos de raigambre católica o nacionalista
ganaron terreno desplazando al movimiento estudiantil reformista de su posición
hegemónica.
Este retroceso de las tradiciones reformistas se acentúa con la aparición, de las
llamadas cátedras nacionales, que criticaban fuertemente la U renovadora. Conformadas
por profesores abiertamente peronistas apuntaban contra el “cientificismo” de la universidad
reformista, e intentaban generar enunciados y categorías teóricas que transformaran a las
casas de estudios en herramientas para la transformación política y social de la realidad
nacional.
A fines del sesenta y comienzos del setenta la violencia como recurso legítimo de
resolución de conflictos políticos se acentuó y los grupos vinculados a la izquierda peronista
comenzaron a imponer los temas de la agenda académica.

Las nuevas universidades y la diversificación del sistema universitario:​La


diversificación del sistema universitario constituyó uno de los principales instrumentos con el
que el régimen militar procuró revertir los efectos de la politización y movilización
estudiantiles.
Con el objetivo de descentralizar el sistema y crear instituciones más pequeñas a
fines del sesenta y principios del setenta se crearon doce nuevas universidades en el
ámbito público, tanto nacional como provincial. El proyecto, diseñado por Taquini procuraba
compatibilizar el proceso de expansión de la matrícula universitaria, la conformación de una
universidad científica, las necesidades derivadas del desarrollo regional y la despolitización.
Sin embargo el gobierno no pudo modificar el perfil profesionalista porque las
asociaciones de profesionales fueron presionando y ganando terreno en las nuevas
universidades, ni resolver el problema de la politización, ya que los grupos radicalizados
tomaron rápidamente la conducción de las casas de estudios.
Pero el mapa universitario se había modificado sustancialmente al finalizar el
proceso militar.

La universidad del 73:​ Al asumir la presidencia de la nación, Cámpora decretó la


intervención de las universidades nacionales que ya habían sido tomadas por grupos
vinculados con la juventud peronista. El decreto de intervención señalaba que la universidad
argentina atravesaba una crisis que reflejaba en el plano cultural, la dependencia
económica y política”. La liberación nacional exigía entonces “poner definitivamente a las
universidades nacionales al servicio del pueblo”.
En marzo de 1974 se sancionó una nueva ley universitaria que procuraba
compatibilizar las ideas de las agrupaciones peronistas hegemónicas en el ámbito
académico con elementos de la tradición reformista como la autonomía. Para gran parte de
la nueva dirigencia universitaria, muy vinculada al peronismo revolucionario y a grupos
católicos de izquierda, la hegemonía de las clases dominantes se ejercía a través de los
contenidos de la enseñanza y de las formas de transmisión. Se impugnaron así los planes
de estudio y las formas de evaluación. Se instauraron exámenes grupales y los planes de
estudio y los programas de las materias se adaptaron al nuevo clima revolucionario, se
sustituyó la modalidad de clases teóricas y prácticas por reuniones y encuentros y se
avanzó en la supresión de las diferencias jerárquicas de los miembros del cuerpo docente.
En los primeros meses de 1973 fueron expulsados los docentes más identificados
con la dictadura de Onganía y aquellos que trabajaban en empresas multinacionales.
Finalmente el “acercamiento al pueblo” también se operó a partir de una activa política de
extensión y de la supresión a las trabas al acceso que simbolizaba el examen de ingreso, lo
que provocó un acelerado crecimiento de la matrícula.
A partir de julio de 1974 el giro conservador y autoritario del gobierno de Isabel
Martínez forzó cambios sustanciales en los cuerpos directivos de las casas de estudios.
El 14 de agosto de 1974 Oscar Ivanissevich asumió el ministerio de educación y
dispuso la intervención de varias universidades.
Los nuevos interventores, muchos de ellos vinculados a la extrema derecha
peronista y que asumieron sus cargos acompañados por grupos paramilitares y
parapoliciales, encabezaron un nuevo proceso de vaciamiento de las universidades por el
exilio, el pase a la clandestinidad y la persecución de muchos de sus integrantes.
Se clausuraron los centros de estudiantes y se nombraron celadores que vigilaban la
actividad política de los estudiantes. Durante todo 1975 se llevaron a cabo cesantías
masivas de docentes y expulsiones de alumnos.
Las organizaciones de extrema derecha Triple A y Comando Libertadores de
América cometieron numerosos secuestros y asesinatos de universitarios entre 1974 y
1975.

La dictadura terrorista: ​La feroz política represiva que el régimen militar desplegó a
partir de 1976 con el objetivo de aniquilar los movimientos de protesta social tuvo un blanco
importante en la comunidad universitaria. Según el informe de la CONADEP un 21% de los
desaparecidos eran estudiantes.
Pocos días después del golpe se dictó una nueva ley, que dispuso que las
universidades quedasen bajo el control del poder ejecutivo. Se suprimieron los órganos de
gobierno colegiados y se prohibieron las actividades gremiales y políticas explícitamente en
el ámbito universitario. Las casas de estudios fueron distribuidas entre las distintas fuerzas
militares y sus primeros interventores fueron oficiales que luego dejaron su lugar a civiles de
extrema derecha.
La reestructuración del conjunto del sistema universitario se llevó a cabo
mediante desapariciones y asesinatos de estudiantes y profesores.
En mayo de 1976 fueron separados de sus cargos más de cien docentes de la
universidad nacional del litoral, trescientos entre docentes y no docentes en Córdoba y
doscientos en la universidad del Sur. El control político e ideológico llevó a la modificación
de los planes de estudio de casi todas las carreras, pero afectó especialmente a algunas
disciplinas que los militares identificaban como lugares de “penetración ideológica
subversiva”.Carreras completas fueron suprimidas.
Se instauró una política de admisión y se aplicaron aranceles. En 1977 se redujo el
número de vacantes en un 24% con relación a 1976 en todo el sistema, pero en algunas
universidades ese porcentaje fue mayor.El numero de ingresantes fue bajando de manera
notable y el porcentaje de ingresantes a la universidad sobre el total de aspirantes pasó de
un 44% a un 38%.
El presupuesto universitario de 1977 fue reducido en un 45% en relación con el año
anterior.

El ocaso de la dictadura:​ En abril de 1980 se sancionó una nueva ley para la


universidad que preveía que los rectores y decanos fuesen designados por el poder
ejecutivo, contemplaba la designación de los profesores por concurso y estipulaba que los
estudios podían ser arancelados. Los directivos de las universidades no podían ejercer
cargos en partidos políticos u organizaciones gremiales.
Un llamado masivo a concursos intentó perpetuar en las universidades a profesores
vinculados a la dictadura, lo que generó un importante proceso de impugnaciones luego de
la recuperación democrática en 1983.

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