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Dirección Corrección
Prof. Virginia Cantón
Prof. Karina Pollier Prof. Virginia Daly
(Vicedirectora a cargo) Diseño y diagramación
Prof. Martín E. Banfi
Editores Colaboración
Prof. Martín E. Banfi Docentes y alumnos de las carreras:
Prof. Virginia Cantón Profesorado de Educación Primaria
Prof. Virginia Daly Profesorado de Lengua y Literatura
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«Libros lege. Litteras disce. Virtute utere.» Catón
Eleutería
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Editorial
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como desde hace 11 años, seguimos insistiendo! Por eso, este año 2019 estamos
presentando el segundo número consecutivo de digital. Y también tenemos
un muy buen motivo para festejar, ya que, en este sencillo acto, presentamos el
volumen N°10, que incorpora algunas nuevas experiencias…
Contamos ya con muchísimos seguidores, cosa que nos enorgullece porque
quienes programamos, diagramamos y editamos esta publicación lo hacemos con
muchísimo cariño. En la edición anterior contamos cuáles fueron los orígenes de este
anuario, pero como todos los años son más los nuevos lectores que nos siguen,
brevemente los resumiremos así: nació en 2008 como una iniciativa que
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«Libros lege. Litteras disce. Virtute utere.» Catón
Eleutería
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«La pluma es
lengua del alma».
conociendo los tópicos de esta publicación anual, que, como desde sus comienzos,
mantiene su espíritu encendido con el fuego sagrado de la palabra.
A quince años de que el ISFD N° 142 celebra la Feria del Libro y que, con justa razón, se ha dado
en llamar Miguel Ángel Iriberri, siento la necesidad de brindarle un homenaje a quien fue un
profesor y una persona muy especial de muchos formadores y de muchos otros ciudadanos gilenses.
Para ninguno de los que fuimos sus alumnos ni para sus colegas pudo pasar inadvertida su
presencia por muchas causas. Su humor, su ironía, su capacidad, su amor a las letras y a la docencia,
su esmero y dedicación, su sólida formación humanista, su ética profesional, su cabello rojizo
cuidadosamente peinado, su aspecto tan prolijo y pulcro, su minucioso y cauteloso proceder. Sin
duda, cada uno de nosotros podríamos ir sumando anécdotas de sus clases y, sin demasiado
esfuerzo, conseguiríamos recordarlo, mirando por encima de sus anteojos, explicando un refrán
popular, haciéndonos escuchar música clásica o dándonos consejos sabios para la vida, como, por
ejemplo: “la oportunidad es calva y tiene un pelo en la frente”.
Enérgico pero moderado, sobrio pero divertido, metódico, pero a veces imprevisible, perspicaz,
pero capaz de llegar a una multitud de alumnos. En eso me voy a detener: fue un formador de
docentes a quienes les transmitió, con gran generosidad y vehemente vocación, el amor a la tarea de
enseñar. Hizo su labor con rigurosidad, sin perdonar exigencias y logrando su propósito: que
aprendiéramos. A veces lo hacía mostrándonos ópera; otras, haciéndonos gustar un tango en un
disco de vinilo -tarea nada fácil tratándose de adolescentes-; paladeando la literatura y descubriendo
nuevos mundos para hacernos personas abiertas, curiosas. “Abre el ojo, Pedro”, nos decía imitando
el acento turco, en una muestra de su afán de que adquiriéramos conocimientos y destrezas. Un
orfebre del lenguaje. Explicaba el origen de la palabra y las escribía en el margen superior derecho
del pizarrón. Era tan dúctil: capaz de ponerse un plumero sobre la cabeza para atraer nuestra
atención o de recitar versos clásicos.
Seguramente muchos de nosotros quisiéramos haber heredado algo de su talento y en cada acto
frente a nuestros alumnos o en la vida misma intentamos emularlo.
Por todo lo que significó Miguel Ángel Iriberri en muchas generaciones del Colegio Nacional
Fray Mamerto Esquiú, por esas semillas que diseminó, de pasión por los textos literarios y por la
enseñanza y porque desde septiembre del año pasado su familia nos legó la biblioteca que hoy
conforma la Biblioteca Histórica, nada más justo que esta feria lo honre con su nombre. Acá, en esta
fiesta donde cada año confluyen el teatro, las conferencias, la música, la pintura, la danza, las
experiencias, los archivos históricos, los cuentos, los poemas, el circo y las muestras de trabajo de
alumnos de primaria, secundaria y terciaria de muchas instituciones, repito: nada más justo que la
Feria, con un grato recuerdo y con un único apelativo: “maestro”.
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«Libros lege. Litteras disce. Virtute utere.» Catón
Eleutería
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«La glicina»
Atravesaba el patio correteando de lado a lado entre las flores del césped cuando la brisa me traía
ese aroma específico sobre mi cara. Un patio de ladrillos, adornado de columnas viejas que sostenían
la hermosa y violácea glicina.
Era domingo, como todos los domingos que solíamos tener en la casa de los Castro. Una mesa
larga con tablones antiguos producto del trabajo de los hombres. Primos, tíos, tías, familia y una
comida típica que sólo mi abuelo sabía asar: el lechón, almuerzo que no me gustaba, pero a todos
fascinaba.
Yo daba vueltas con mis cubiertos, con mi plato, quería salir a correr, entre esas flores que me
llamaban la atención; mi madre me tomaba del brazo y me decía: “retoma tu postura y termina de
comer”. Solo pensaba en las flores, y en que llegue el postre, esas masas de confitería, las de cerezas
eran mis preferidas.
La siesta era sagrada para todos; mientras yo seguía dando vueltas como cualquier niño, mi
abuela me decía: “Dormí que sino viene la solapa”. Me decía a mí misma que cuando creciera iba
averiguar lo que era una solapa. Ella no se recostaba, sólo seguía en la cocina lavando todos los platos
sucios del comedor y, como si fuera poco este oficio de ser ama de casa, también limpiaba los pisos
y preparaba algún panecillo, tortitas o buñuelos que a la mayoría le gustaba compartir con el mate
de la tarde.
¡Los días de verano me encantaban! Me acuerdo como si fuera ayer… Mi tío que vivía a la vuelta
de casa tenía locura por los carnavales, se sorprendían con baldazos, con mangueras, o con lo que
fuera y se reían tanto… cosa que mi abuelo no hacía a menudo.
El olor a tierra mojada cuando pasaba el regador municipal era fantástico, era un olor que me
indicaba cierta hora del día; mis primos, los salvajes, vendrían a jugar, pero yo también era salvaje
y competía.
Otra persona a la que debo honores porque fue mi segunda madre, es mi abuela. Siempre la
encontraba en la cocina, de ella mis habilidades culinarias. Me asomaba y apoyando los brazos y mi
cara sobre la mesa podía observar todo lo que hacía. Preparaba las comidas más ricas del universo
o la que solicitara el patrón cuando llegaba de trabajar; un hombre duro, que generaba respeto e
imponía miedo; ese era mi abuelo a quien ablandé el alma cuando fui adolescente.
En aquel momento de mi vida fui testigo de todas las cosas que solamente podía hacer mi abuela
o mi madre y nadie más. Hoy caigo en la reflexión que la mujer tiene los mismos derechos que el
hombre, que somos seres sociales e iguales y que la creencia que nos vendieron nos han hecho
participe de una sociedad machista, disciplinaria e ignorante desgastando sueños y sonrisas, porque
la esclavitud existió y dolió. Hoy nos liberamos; porque por siglos nos han etiquetado de inútiles y
nos han calificado como inferiores al hombre, prohibieron nuestros derechos.
De mi abuela aprendí a hacer el guiso que dos por tres, en noches frías, les hago a mis hijos. Lo
que sí presencié fue su infelicidad. Suena duro y loco, pero si de algo estoy segura es que la vida es
solo un momento, y si hoy pudiera volver el tiempo atrás, la rescataría como ella me ha rescatado a
mí.
Éramos personas sin título y sin nombre, y a costa de su vida, la obligaron a hacer cosas que
ella no hubiera querido hacer. Por si fuera poco, podía alimentar a una manada si lo quisiera y aun
así debía mirar hacia abajo, obedecer y hacer. Que palabras fuertes para esta sociedad y que palabras
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Mi padre siempre me decía que debía ser alguien en la vida, estudiar y tener un título. Para
ellos, los sueños se frustraron cuando la marca de un test de embarazo me dio positivo, algunos
como mi abuelo decía que debía ir a la horca, otros se enojaron y otros me ignoraron. Yo decidí sola
lo mejor para mí, con lo que eso implicaba y si hoy fuera ese momento de mi vida, decidiría no
levantar los pañuelos verdes de las mujeres revolucionarias de las plazas.
Me quedé con lo mejor y enfrenté miedos, soledades, hambre, pero, sobre todo, me quedé con
esas palabras dichas el año pasado por mi hijo FRANCO, el mayor: “¡Ay vieja, sos lo mejor que tengo
y cuánto que te amo!” Aún retumban esas palabras en mi pecho cuando siento que sola no puedo.
Eso me ha causado varios insomnios, las peores heridas y tener que comprender que llevar al
hombro el rol de jefe de hogar implica muchas dimensiones. Ser madre es la tarea más difícil porque
no hay un libreto para hacerlo, todavía me siento un desastre por los errores que sigo teniendo, pero
el amor cura y salva a las personas.
Hoy voy por un título porque tengo un desafío para mí misma y una vocación a flor de piel, pero
la vida dio tantas vueltas y me enseñó que los títulos o los posgrados que tengas no te hacen ser
mejor o peor persona o más grande que otras. Aprendí que los valores como el respeto y la
solidaridad nos identifican de otras personas que tan poco saben de la vida y sólo aplican técnicas a
las suyas. Y la vida no sabe de leyes, sabe de momentos y personas.
Y la vida es eso, escribir
nuestra historia, saber quiénes
fuimos, de dónde venimos, que
pasó antes, en qué nos
transformamos, qué queremos
para nuestros seres queridos,
entre otras.
Vivir mi vida, andarla,
pulirla, me dio cultura y la que
yo elegí para ser quien soy,
hacia dónde voy y qué quiero
transmitir a los míos, a mis
niños y a la gente que me quiere
bien.
La vida es eso. Es recuerdo
también, es volver al lugar de
origen, entrar y sentir ese
aroma específico que me
trasporta a mi infancia y me
hace soñar: la glicina.
Evangelina Castro
Alumna 2° año PEP
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«La luna»
Poesía
Agustina Pilosio
Alumna 4° año PLyL
https://www.youtube.com/watch?v=chJfnj9u8kM&list=OLAK5uy_nzpVUES5OReNgfoZpb1d4QnHPJbeaorrA&index=13
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«No es ser»
No es ser, no es estar.
Es mirar, es aceptar.
El cuerpo ajeno y sus mapas, sus rutas, sus desviaciones, sus catástrofes
naturales.
Lo nebuloso en su mente, lo ciego en sus ojos, lo dormido de sus dedos, los
movimientos de su cabeza al compás de cualquier canción.
El amontonamiento de palabras en su lengua, lo que escucha, lo que
entiende, lo que intenta expresar y lo que expresa.
El olvido de fechas importantes, el recuerdo de su gusto de helado favorito.
Las palabras que resuenan en su cabeza, las palabras que solo entran como
turistas por un oído, cargan combustible y se alejan por el otro oído.
Las marcas de sus dedos en sus brazos moreteados. Se duerme y aprieta, y
aprieta hasta que ya no duerme más.
El dejar que la pastilla entre por su garganta, abra paso y choque contra su
estómago vacío hasta que, de tanto marea y mareo, pueda dejar de gritar.
El ya no pedir, ya no rogar, cerrar los ojos y resignarse, porque en algún
momento terminará.
No es ser, no es estar.
Es mirar, aceptar y entender que su mente es una montaña rusa emocional,
que no llora por llorar, que no ríe por reír, que se tropieza, se cae, se levanta
y con las rodillas lastimadas, sangre en piel y alma, camina con sus piernas
mecánicas, abre la boca y susurra:
Daniela Olguín
1° año PLyL
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Desde hace ya más de tres décadas, se viene hablando de la educación inclusiva, con diferentes
matices y en múltiples dimensiones. Un apartado en la revista Acción de la primera quincena de
agosto de 2017, hace mención a que ignoramos que en lo “negro” están los cimientos de nuestra
cultura y también de la conformación de la nación argentina. La versión oficial sólo reconoce como
propio lo blanco-europeo.
Sólo se habla de los barcos que vinieron de Europa, no de los que llegaron de Angola, Congo, Cabo
Verde o Senegal. Aun hoy, en los actos escolares a los niños se los sigue pintado con un corcho
quemado para interpretar a mazamorreras o aguateros en una escena en la que solo les pueden
quedar esos roles secundarios excluyentes.
La primera gran oleada migratoria de personas de origen africano hacia nuestro continente se dio
de manera dramática durante el proceso de conquista-colonización, cuando llegaban de a miles para
vivir esclavizados en estas tierras.
La Ley 26.852, instituye que el día 8 de noviembre se conmemore como el “Día Nacional de los/as
afro argentinos/as y de la cultura afro”, y se incluya en la currícula escolar contenidos referentes a
la presencia afro en la historia e identidad provincial.
Para describir el racismo, Federico Andahazi no podría ser más claro con sus palabras y lo expresa
de la siguiente manera: “La Madre de la Patria era una mujer negra, en la época en que ser mujer
era condena. Era negra, cuando ser negra significaba ser esclava. Era pobre, cuando ser pobre
era la moneda más frecuente entre los que no tenían una sola moneda ni para comer. Fue soldado,
cuando ser soldado significaba dejar el cuerpo en el campo de batalla aun cuando sobreviviera.
Fue sepultada por el olvido cuando en el panteón de los héroes no entraban las mujeres, ni los
negros, ni los pobres, ni los soldados y ella era todo eso junto y a pesar de todo, Belgrano la declaró
Madre de la Patria, pero por lo visto esta Patria todavía no puede aceptar que su madre sea negra
y pobre”. (En referencia a María Remedios del Valle)
Los “diferentes” obedecen a una construcción, una invención, son un reflejo de un largo proceso que
podríamos llamar de “diferencialismo”, esto es, una actitud (sin duda racista) de separación y de
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La educación es un derecho de todos. Entender que los alumnos con necesidades especiales “están
incluidos” en las escuelas, o interpretar la palabra “integrar” como “incluir”, son, por lo tanto,
variables de decisión que afectan directamente la relación de los niños con el resto del grupo y con
su propia educación.
La inclusión, y dentro de ella la educación inclusiva, aspira a darles a todas las personas los mismos
derechos, igualando situaciones y, si de educación se trata, debemos pensar en incluir en el aula de
educación común a aquellas personas que frecuentemente son víctimas de distintas formas de
exclusión por su condición, con innumerables pretextos y no pocos prejuicios.
Observando la ilustración podemos definir los términos “integración” e “inclusión” que no son
sinónimos. El primero de ellos viene del verbo “integrar”, que la RAE precisa como “incorporarse a
un grupo para formar parte de este”. El segundo vocablo, “incluir”, significa “todo aquello que está
agregado a un grupo”. El término “incluir” se aproxima más a la idea de asimilar que a la de
integrar, ya que reviste el sentido de “poner algún elemento extraño de un grupo dentro de un grupo
y hacerlo formar parte de éste”.
El caso del niño con Asperger, que fuera noticia en el Diario La Nación el 14 de septiembre de 2017
y el texto de Silvana Veinberg y Marisa Macchi “Integración del niño sordo en la educación inicial”
son dos claros ejemplos que la integración escolar de niños con discapacidades significa un desafío
profesional importante, no hablemos de inclusión.
"Cuando alguien, con la autoridad de un maestro, describe el mundo y tú no estás en él, hay un
momento de desequilibrio psíquico, como si te miraras en el espejo y no vieras nada."
Adrienne Rich.
autoridad. También, adjudica que la crisis de la educación proviene de la crisis de la política. Tienen
que ver con la consolidación del capitalismo y, hoy, neoliberalismo. En un sentido amplio, no solo
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económico. Tiene que ver con la mercantilización global, con la vida entendida como una empresa.
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El desafío de volver a pensar la autoridad se plantea en un momento en que todo parece conducir al
descrédito de la autoridad del saber en el campo educativo. Ahora bien, si la autoridad pedagógica
hoy está en crisis, es en función de que el concepto de autoridad ya no funciona. ¿De dónde viene
esta crisis de autoridad? De la modernidad, según Foucault.
¿Cómo puede pensarse hoy la autoridad pedagógica? Pasando de la “autoridad del dominio del otro”
a una “autoridad emancipatoria”. Una autoridad que permita el despliegue de las posibilidades de
todos, una autoridad que no sujete, sino que busque que sus alumnos no se sientan inferiores. Una
autoridad que retome las ideas previas de sus alumnos, una autoridad que movilice, acompañe y
sostenga. Una autoridad que reconozca al alumno como un sujeto, a pesar de considerarse negativo
el movimiento juvenil de mayo del 68.
Bibliografía
~ Lettieri, Alberto: “Discutir el presente, imaginar el futuro. La problemática del mundo actual”.
Prometeo Libros, 2006.
~ Sinisi, Liliana: “La relación nosotros-otros en espacios escolares multiculturales”. En “Los usos de
la diversidad cultural en la escuela”. Neufeld, María Rosa. EUDEBA, Buenos Aires, 2006.
~ Skliar, Carlos: “Pedagogía de las diferencias”. Capítulo 1 Educar. Noveduc, 2017.
~ Skliar, Carlos y Tellez, Magaldy: “Conmover la educación. Ensayos para una pedagogía de la
diferencia”. Noveduc, 2008.
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Paola V. Russo
4° año PEP
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«Mi versión de
“Apocalipsis”,
de Marco Denevi»
Relato
Hoy en día somos pocos y más aún lo son los que pueden escribir. La verdad
no sé por qué escribo, si es por necesidad o simplemente quiero dejar algo
para que, en el futuro, (si es que aún hay alguien) sepan qué pasó en las
últimas décadas del siglo XXXII. Todo sucedió muy rápido y cómodo, en el
sentido de que hasta que no fue muy tarde no nos dimos cuenta qué había
pasado. Las maquinas lo controlaban todo por nosotros: el hambre, el
sueño, el pensamiento, el amor... Hasta en la lectura, el habla y la escritura
tenían el control. El problema fue que creíamos que era de nosotros esa
posición, ya que bastaba tocar un botón y las maquinas lo hacían todo. Pero
solo era una fachada. Podían funcionar sin la necesidad de que tocáramos
o moviéramos algo.
Pero ya es tarde para lamentarnos. Todo desapareció. Todo lo importante
para el hombre desapareció. Los cuentos de hadas, las mesas, las sillas y el
mate, la música del disco, las playas y las montañas, la libertad, la
autonomía. Hasta que, finalmente, nosotros también estamos
desapareciendo. Ya no nos podemos mover sin que haya una maquina en el
camino. Yo también desapareceré y de eso estoy seguro. Ruego para que
alguien haga algo y nos libere y, al liberarnos, nos devuelva a la vida.
Si de la nada apareciste y estás leyendo esto, te pido que nunca olvides lo
que pasó. A mí incluido. Y si te lo preguntás, la respuesta es sí: el cadáver
tirado en el piso con un tiro en cráneo, soy yo.
Suerte y nunca olvides.
Héctor Saturnino Méndez (10 de Julio de 3236)
Mariano Parraviccini
2° año PLyL
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«Esfera»
Cuento
Sintiendo el glaciar en mi brazo dormido y en la lectura perdida de las páginas del cólera, me hallé
en las primeras construcciones de la Capital. Apenas pude reconocerme, pero sentí una
contradictoria emoción que crecía en cada metro recorrido, como un volcán en actividad. Aquel
edificio ocultó el sol y me vi reflejado en el cristal, solo y apartado, observándome el rostro
machacado, insulso, demasiado poco feliz para la ocasión. A pesar de entender el engaño del calor
húmedo de agosto, decidí dedicarme solo al momento, al paisaje que moriría, que le ofrecería lugar
y corona a otro, ampliamente distinto o similar, angustiado o boyante, efímero o extenso. Ya no supe
cómo leer, cómo concentrarme en la lectura. Había despertado en una tragedia, solo y pensando en
ella.
El tiempo jugaba conmigo en esas épocas como en la mejor partida de ajedrez. Y él no, sino yo
mismo, me había transformado en el peón más apático de mi historia. Las caídas habían acabado
con una parte de mí, con un trozo gigante de alma que desconocía la adolescencia, que pasaba a
formar parte de una reprochable adultez disfrazada de niño, de joven, de adolescente, incluso. Me
sentí un extraño y me dejé llevar por la corriente de la desesperanza, envuelto en oscuros presagios
de fracasos crónicos. Apenas si recordaba mis gestos y mi cara, pero algo no cerraba… Algo, como
aquel insecto en la almohada, me succionaba sin piedad cada foco de esperanza, cada nuevo
amanecer que se veía ofuscado por tropiezos que poco tenían que ver conmigo, pero que, con
brutalidad, me perdían en el mapa, en el interno y en el de afuera. Tuve la certeza de que aquel
llamado no era un salvavidas; era, a mi entender, un momento, uno más, un leve descanso que
pronto se esfumaría. De cualquier manera, algo dentro de mí se mantenía estable y me esperaba
como nadie nunca esperó nada ni a nadie. Esa fuerza colisionaba con mi presente ausente,
provocaba el retorno a estados olvidados en el tiempo, me hacía sentir una esperanza estable,
aunque pequeña. Y volví a pensar en los momentos, nunca llegué a dudar de ellos, y este era uno,
confuso y atemporal, pero un momento al fin… Y en el oasis del renacimiento, apenas pude asimilar
la gloria de su mirada cuando la noche regalaba sus primeros suspiros.
Tanto tiempo, nos dijimos sin abrir la boca, y le sonreí con la misma sonrisa faldera que podía
ofrecerle desde que se cerró la puerta. Ella también sonrió, bañándose en un arroyo de amor
cuestionable y en un cariño de esos que se conservan para siempre, pero que carecen de energía.
Nunca me daba cuenta con certeza de esas alteraciones del tiempo y muchas veces terminaba
sorprendido, pero habían sido tantas las ocasiones en las que nos volvíamos a dar una oportunidad
que ésta, tan distinta y tan distante, me había otorgado la certidumbre más clara: ella ya tenía un
amor, yo ya lo sabía. Ella estaba allí gracias a un guiño de mi destino y, por supuesto, ella ya lo sabía.
Avenida Córdoba brillaba y no era para menos. Podía sentirse en el aire ese calor falso y precoz
cercano a la primavera. La humedad no era lo suficientemente incómoda como para entrar en
ridículos; incluso un leve viento ofrecía, a secas, sueños de invierno acompañado. La miraba, no tan
seguido, pero cada ocasión de charla y de recuerdos era la excusa perfecta para girar la vista y posar
mis ojos en los suyos. Y brillaban tanto… La luna los mostraba enteros, más sensibles y maduros. Yo
me perdía como siempre y no podía evitar recordarla en mi cama, desnuda y ahogándose entre
llantos de risa. Por momentos apagaba la vista y fantaseaba con la humedad de sus labios… Miré las
estrellas, me perdí un instante en los recuerdos y, con toda la dulzura del mundo, me preguntó a
dónde íbamos. A dónde sea, le dije volviendo en mí, la noche no puede equivocarse.
La noche… ¡el cielo repleto de luces!, tu alma, la mía, el pasado inexistente, las voces de la memoria
y el vals sin bailarse de mi eternidad de soledades. ¡Sentí!, sentí el viento topándose con tus pupilas,
sentí cómo nos vamos yendo, cómo la oscuridad y el alcohol, el alcohol y la oscuridad, nos pierden,
nos vuelan, nos dejan flotando en el aire, ¡y siento que estoy volando y apenas puedo moverme!, a la
señora de al lado le molesta mi silla, ¿viste que siempre encuentran algo para molestarse?, ¡pero yo
apenas puedo moverme, ni siquiera he modificado el eje de mi postura!, ¡está completamente loca!,
como vos, pigmea, con el rostro arrugado y colorado de tanto reírte… Ya van como diez vasos y es
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tan perfecto verte reír que me contagio y me olvido de… ¡me río!, ¡no puedo dejar de reírme, debo
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parecer un estúpido, un descerebrado!, pero ella también ríe y no parece importarle… Podía sentir
mi alma reencontrándose esa noche, como la suya, presa y feliz, que recuperaba su lugar, que se
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sentía una niña corriendo en los campos verdes y nostálgicos de Santa Fe… y nos dolía la panza,
tanto que me olvidé de los adioses, tanto que yo también me sentí un niño, jugando al fútbol entre
los árboles del parque, desconociéndola a ella y a todos los altercados de mi pesadumbre, a ella y a
las malas relaciones de mi vida, a ella y a los dolores del corazón, a ella y a los amigos que ya no
estaban, a los que habían clavado puñales en la espalda, a ella y a mi sueño presente, a ella y al motor
incontrolable de mi cerebro neurótico, a ella como pasado y como historia. Pero entre tanta euforia
era imposible olvidarme de ella presente, y pensarla, recordarla desnuda en mi cama, respirando
agitada, abrazados al punto del éxtasis, anhelando que nada de eso se acabara, que nunca me
despidiera viéndola alejarse desde la parada del 114, sabiendo que quizá nunca más volvería a verla…
Esta vez pagaría la cuenta, esta vez caminaría con la dicha de una noche perfecta, pero no debía
darme el lujo de continuar soñando porque así arriesgaría el placer de las horas, a esa altura,
inolvidables.
Confieso entre dientes que rocé mis dedos con los suyos y que ella no mostró resistencia. Tal vez fue
por la fugacidad de mi movimiento que no otorgó demasiada decisión y era entendible: me mantenía
fiel a mi disposición de dejar que los pasos nos guiaran. No quería arruinar la magia, echarla a perder
a costas de los impulsos de un corazón desganado y todavía aprendiz. El alcohol también jugaba su
juego, y probablemente le había hecho creer, en esa anarquía de dedos con memoria, que el mismo
caminar errático, desinhibido y levemente mareado, producía modificaciones en ambos ejes y
culminaba en roces desinteresados, sin planeamiento previo, tal como se presentó la noche, con la
luna otorgando el encanto aún presente en su rostro enamorado de otra luminiscencia.
Almagro y esas horas te ofrecen secretos de tumba, te los regalan sin pedirlos. ¿Y qué hacer ante los
designios de la providencia?... solo mirarnos como la primera vez, como aquella noche de lluvia que
parecía terminar de la misma manera… Pude ver, después de tanto tiempo, su confusión, la certeza
indudable de su felicidad, de su momento de gloria. Yo sentía lo mismo y, por primera vez en toda
la noche, las risas no eran la conexión soñada, sino que eran una conexión real, llena de espíritu,
rebalsada de gracia, que se posaba como energía entre los dos cuerpos. Tomé su mano sin
especulaciones. El brillo de la luna, sobre los focos quemados, nos iluminaba como la luz circular de
una obra de teatro en el instante determinante de la historia. No hubo 114. Esta vez tanto tiempo
reprimido salió a la luz como tantas veces lo había soñado. Cerramos los ojos. Ella se dejó llevar por
el impulso floreciente de los recuerdos de oro. Yo volví a ser yo y me castigué por haber perdido tan
maravilloso tesoro. Ahora sí podía verla completa, resplandecida, habiendo sido uno de mis sueños
predilectos, de esos que se hacen carne para salvarte el alma. Había imaginado tantas veces ese
reencuentro que el latido constante de mi corazón no me dejaba respirar, no me permitía caer en la
Tierra, en lo que vendría, en cómo acabaría. Logré otra vez convertirme en el ladrón de su ropa. Una
vez más pude rozar con la yema de los dedos el paisaje de ensueño de su cuerpo de Afrodita. Era La
Maga en un retorno jamás sucedido, la imagen perfecta que se graba en lo eterno de una fotografía.
La descubrí totalmente desnuda, frente a mí, y por primera vez no acepté otra idea más que la de
morir en cada centímetro de su cuerpo, en cada punto de su piel erizada y aturdida. No me daría el
lujo de tropezar en la desesperación, la vi entera y sabía que tal vez nunca más volvería a verla. La
amé aquella noche, sin cuidados ni prejuicios, como si el mundo culminara fuera de esas cuatro
paredes, como si no existiera un mañana, como si la vida se despidiera ahí mismo y ese momento
fuese la postal final de una época devastadora. Podía verla y, cada segundo que fallecía, ella iba
desapareciendo. Primero fueron sus piernas, luego sus brazos, más tarde el torso comenzó a
difuminarse junto a su cuello. Me levanté lagrimeando al borde de la cama que me ofrecía el abismo:
en solo unos segundos su rostro también desaparecería. Quise llorar, aferrarme a una imagen
muerta, a un silencio que jamás aprendió a ser grito. Controlé mis impulsos desesperados en el
momento en que decidió ya no decirme nada, cuando por fin pude entender todo. Me miró por
última vez, como el sol que se esconde en el horizonte, y desapareció en la perpetuidad de una
sonrisa agradecida y en el eco de una carcajada sublime, una carcajada que se oyó como el canto de
una sirena en mi habitación de porcelana, y que se siguió oyendo hasta que al fin logré mirarme en
el vidrio, solo y sonriendo, con el sol escondido tras un edificio enorme, cómplice de los primeros
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Gabriel Cairo
4° año PLyL
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«A la naturaleza»
Poesía
El viento
acaricia mi mejilla
y me susurra al oído cosas:
que no entiendo
que no quiero entender
La lluvia
besando mi cuerpo
y limpiando mi alma
me bautiza:
yo soy
yo estoy
La tierra
se escurre por entre mis dedos
y me planta sobre esta vida
recordándome que madre hay una sola
y que todos somos hijos de la misma.
El sol
Agustina Pilosio
Alumna 4° año PLyL
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https://www.youtube.com/watch?v=RDCjm9nofCM
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«Libros lege. Litteras disce. Virtute utere.» Catón
Eleutería
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Castro Mozo
Introducción:
El curador del arte es la persona encargada de lograr una armonía general de todo lo que
exhibe. (Casanova, 2009). El término proviene del latín curador y significa “cuidador”;
originalmente era el encargado de conservar, catalogar y exhibir el patrimonio del museo. En la
Argentina, el papel del curador surge en los años 80; sin embargo, aún falta el camino hacia la
especialización académica y profesionalización.
En este escenario, aparece un nuevo rol: el curador de contenidos. Dolors Reig (2010) define
al curador de contenidos como intermediario crítico de conocimiento, alguien que busca, agrupa
y comparte lo más relevante en su ámbito especializado.
Desde este marco se ha realizado una experiencia titulada “Curamos contenidos para el Nivel
Primario”. El desarrollo de dicha experiencia se realizó con estudiantes del cuarto año del
profesorado de Primaria, en materias pedagógicas.
La metáfora de curador de contenidos resulta interesante para dar cuenta del desafío de
diseñar, organizar y dar sentido a los contenidos digitales que podemos encontrar en internet.
En la mayoría de los casos, los contenidos educativos digitales fueron desarrollados para fines
educativos e incluyen una propuesta didáctica más o menos explícita. Otros contenidos, tienen
potencial educativo, pero no fueron desarrollados para ese fin (por ejemplo, una escena de una
película, una fotografía, etc.). En estos casos somos curadores de contenidos, quienes
consideramos su potencial didáctico y le damos significatividad cuando lo utilizamos en clase.
El docente que lleva adelante el proceso de curaduría de contenidos digitales realiza las
siguientes actividades:
-Investiga acerca de diversos temas o autores y busca contenidos digitales en la web.
-Evalúa o selecciona contenidos que considera pertinentes en relación con el curricular, el
contexto y sus objetivos.
-Almacena los contenidos utilizando diversos entornos en línea y los organiza por tema, autor
u otros criterios.
-Otorga sentido a los contenidos cuando los selecciona y organiza, los mezcla y los reutiliza,
transforma, adapta, contextualiza y los presenta a sus estudiantes como propuesta de
aprendizaje.
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Considerando que “aprender a aprender sigue siendo para el alumno la mejor garantía de
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desenvolverse de manera óptima en los medios digitales son esenciales. Para promoverlas, se ha
incorporado de modo gradual a la educación la curación de contenidos, concepto surgido en el
ámbito de la mercadotecnia y el social media, que propone una gestión optimizada de los recursos
de internet mediante un proceso que implica buscar, filtrar, analizar, editar y difundir
información.
Conclusiones:
Durante la experiencia, los estudiantes han podido curar los contenidos y, por otro,
compartirlos. Se ha guiado al estudiante del trabajo individual al colaborativo. Todo esto a fin de
fomentar un aprendizaje que al principio fue individual, para transformarse en colectivo.
El maestro curador de contenidos es un mediador crítico entre la información y los
estudiantes. El proceso de curación de contenidos ayuda al maestro a conocer a sus alumnos,
sabiendo qué es lo que les llama la atención y qué es lo que los motiva.
A lo largo de esta experiencia, los estudiantes aprendieron a gestionar el conocimiento, es
decir, cómo adquirirlo, seleccionarlo, evaluarlo, almacenarlo, sistematizarlo, compartirlo y
elaborar nuevo conocimiento a partir de éste.
Como expresa Castro Mozo, el docente actual debe convertirse en un curador de contenido
porque es un mediador crítico entre ese exceso de información de su asignatura y el alumnado.
Así, evitará los procesos de infoxicación, favoreciendo el pensamiento crítico de los estudiantes
con contextos e interpretaciones facilitadoras de aprendizaje respecto de los contenidos que ya
trabaja en el aula.
Creemos que el concepto de TAC (Tecnologías de aprendizaje y del conocimiento) debe
preparar a los alumnos para su vida laboral, estas destrezas deben ser enseñadas y empleadas
porque forman parte de la educación.
Bibliografía
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Eleutería
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«La cultura»
Todas mis experiencias surgen de la cultura en la que vivo, del yo construido y sus costumbres,
de los modelos de vida que he aprendido y que me permiten adaptarme a los cambios del medio,
y no son producto solo de la genética. La cultura que aprendo a diario de miles de fuentes de
información tiene una función adaptativa, pero no tiene la última palabra. Le llamo mi cultura
personal y es la cúspide de la autonomía. Mi cultura personal va desde alabar a Dios hasta ser
fanático de un equipo de futbol, con valores como dar asiento a una persona mayor o dar de
comer a un perro en situación de calle. Pienso que esta identidad es una mezcla de muchas
culturas e interacciones con los demás. También pienso que cuando hay alegría, confianza,
entendimiento, sol, música latina, comida tradicional y la sensación de estar en familia, estoy
como en casa.
Si yo fuera un perro estaría atrapado en una única lectura de la realidad por mandato de mi
genética: la de quedarse en el molde. Por eso me agrada salir al mundo, hacer reflexiones
profundas y constantes, expresar mis deseos e inquietudes, compartir e intercambiar ideas con
los demás sin olvidar que mis cavilaciones son construcciones mentales. Lo que más me agrada
de seguir vivo es que siempre tengo la libertad de redefinir mi existencia a partir de mis
experiencias y de mi nueva comprensión acerca de lo que he vivido y de lo que estoy viviendo
ahora para construir mi yo pleno. Esa libertad es inalienable. En otras palabras, nadie puede
quitármela, aunque yo quiera darla por mil razones.
Nuestra cultura local es diversa. Desde un punto de vista, es multicultural, debido a la geografía
y combinación de muchas identidades y arraigada por distintos grupos étnicos que asentaron
desde el folklore hasta el ballet. Es un conjunto de mezclas de otras culturas.
El progreso en las comunicaciones ha hecho que la gente esté mucho más informada. Hoy,
generalmente es posible conocer distintas versiones de los hechos, ya que el acceso al
conocimiento y a la televisión se ha visto facilitado por impresionantes avances técnicos que,
con el paso del tiempo, se han vuelto accesibles a sectores más amplios de la población.
También hay más espacio para que cada uno se manifieste tal cual es. Libertad de expresión
expresada en detalles, como los modos de vestir o la música que escuchamos. El mate, el dulce
de leche, el asado y las empanadas ya están instaladas en nuestras mentes como costumbres
tradicionales.
La convivencia social es más sincera, porque las personas en general se han vuelto más
espontáneas. Hay menos estructuras rígidas y mayor confianza entre la gente. El fútbol, los
grandes festivales y otras manifestaciones masivas no se han debilitado y perduran en una
posmodernidad que tiende a privatizarlo todo. Además, la solidaridad se practica cada vez con
más compromiso.
Así, cada país tiene su propia cultura. Es una marca de identidad. Italia, por ejemplo, es
reconocida por nosotros por su arte, con sus esculturas y sus numerosísimos monumentos. Pero
también lo es por su gastronomía: si decimos pizza la asociamos directamente a Italia, porque
es allí donde se originó, más precisamente en Nápoles. Así como también el cine, el teatro, la
literatura, la ópera y la pintura forman parte de la identidad cultural de Italia, también la cultura
en, por ejemplo, Uruguay, es diversa, debido a que es un país pluricultural, como consecuencia
de su situación geográfica y porque los límites de las expresiones culturales, no reconocen las
fronteras. La cultura de un país está en las raíces de su historia, en su árbol genealógico.
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Lautaro Llames
1° año PLyL
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Informe
♣ La probabilidad de encontrar en el aula niños con dislexia es muy alta, dos o tres de cada veinte
alumnos; y por lo general, es el docente quién lo detecta. Esto indica que hay que DESMITIFICAR las
creencias erróneas que condicionan el tratamiento de esa condición y que llevan a demorar la detección.
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1. Buena capacidad intelectual: El primer indicador es que el niño muestra un desarrollo normal y
una inteligencia propia de su edad, pero que tiene una dificultad muy importante para aprender a leer y a
escribir.
2. Dificultades en el área de lectura: Esta dificultad en la conciencia fonológica desencadena, en el
desarrollo del aprendizaje de la lectura, múltiples errores, como omisiones de letra (no lectura), sustituciones
de letra (cambio) adiciones (añadir letras), inversiones (leer /al/ en vez de /la/), rotaciones (leer /b/ en vez
de /d/). La lectura no es fluida, muchas veces es silábica (en edad no inicial), vacilante, con repeticiones, la
velocidad es baja y tiene dificultades para comprender lo que ha leído.
3. Dificultades en el área de escritura: Esta dificultad en la conciencia fonológica también
desencadena errores en la escritura. Omite, sustituye, hace adiciones, invierte rota, une y fragmenta
palabras, etc. También tiene mucha dificultad para integrar la norma ortográfica y suele cometer errores de
cambios de consonantes que suenan igual (/g/, /j/; /y/, /ll/, etc.), omite los acentos y los signos de
puntuación, así como las mayúsculas.
4. Pensamiento con predominio visual: Un niño con dislexia suele tener un pensamiento de claro
predominio visual por encima del lingüístico, integra mucho mejor la información a través de las imágenes
que a través de las palabras.
5. Dificultades en funciones ejecutivas: Además de las dificultades lectoras y escritoras un niño
con dislexia suele tener dificultades de acceso al léxico (encontrar palabras por ejemplo que empiecen por
una letra determinada) o presenta un vocabulario más bajo de lo esperable, dificultades en la secuenciación
(por ejemplo, aprender tablas de multiplicar, días de la semana, horas del reloj). Tienen muy buena memoria
a largo plazo, pero baja memoria de trabajo.
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Paola Ocampo
4° año PEP
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Camila López
4° año PLyL
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Eleutería
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1 Valeria Pavan “Identidades trans e infancias”, material de diplomatura virtual “Educación infancias y pedagogía”, FLACSO, Buenos
Aires, 2017.
2 Juan Gavilán Macias La conciencia de la identidad, en cap7. “Desarrollo de la transexualidad en la infancia”, del Manual integrador
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hacia la despatologización de las identidades trans, Editorial Akadia, Buenos Aires 2018.
3 Bourdieu describe la violencia simbólica como una “violencia amortiguada, insensible e invisible para su propias víctimas, que se
ejerce esencialmente a través de los caminos puramente simbólicos de la comunicación y del conocimiento o, más exactamente, del
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desconocimiento, del reconocimiento o, en último término, del sentimiento” y que se apoya en relaciones de dominación de los
varones sobre las mujeres, a lo que el autor llama “la dominación masculina”, sacado de http://nuriavarela.com/violencia-
simbolica/.
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y Tell salvó a los soldados y al propio gobernador que también viajaba. Al llegar a tierra, el ballestero suizo le
tendió una emboscada a Gessler y lo mató. Desde entonces su historia se ha corrido de boca en boca, y siglos
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más tarde fue tomada para ser divulgada como símbolo de la lucha por la libertad, aunque jamás pudo saberse
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si realmente aquella historia fue real o no, y ni tan siquiera quedó constancia de si Guillermo Tell y Gessler
existieron o fueron producto de la imaginación popular que necesitaba de un héroe para sublevarse ante los
opresores.
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4 Schiller, Friedrich: “Escena III, Tercer Acto”, en Guillermo Tell. Bs. As., Pictus, 2009.
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5 Schiller, Friedrich: “Escena III, Tercer Acto”, en Guillermo Tell. Bs. As., Pictus, 2009.
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https://www.youtube.com/watch?v=EnnU-ptbFEA
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«¡¡¡RING, RING!!!»
¿Cuántas veces te levantaste con ganas de apagar el despertador y seguir durmiendo? ¿Será
que nos atrapó la rutina, que las cosas no andan bien en el trabajo, que me aburrí de mis
conflictos familiares, que ando con problemas económicos, que la relación con mi pareja no
es como antes, que me entristece prender la tele o escuchar la radio y pensar en la crisis social,
económico, política y subjetiva que estamos transitando?
Actualmente vivimos atravesados por la era de los vínculos superficiales, la
inmediatez, el exceso en las redes sociales
y la tecnología. En tiempos en los cuales
nos preocupa la crisis medioambiental, la
violencia patriarcal o la guerra en oriente,
¿cuánto le dedicamos a detenernos y
reflexionar?
Estamos inmersos en una sociedad
consumista viendo cómo se cae el sistema
y, en apariencia, no hay técnico capaz de
solucionar este problema. Ojalá lo
encontremos antes de que haya que
resetear el equipo, aunque suena una
perspectiva bastante mesiánica…
Hoy, en aquellos ámbitos donde la
tecnología avanza, ¿el ser humano se
queda? Hoy, que todos intentamos
retratar momentos de felicidad con las
personas que nos rodean en las redes
sociales, ¿dónde quedaron esas charlas de
cuestiones que nos angustian o situaciones
que nos paralizan?
En épocas en las cuales sabios hay muchos y maestros quedan pocos, aunque existen,
todavía hay chances.
Salí, armá un plan con amigos o escapate un ratito a ningún lado. Tomate un tiempo para
vos. Mirá a los demás. Mirá aquellos lugares que te rodean. Mirate a vos. Pensá en lo que pasa
a tu alrededor y pensá en vos. Buscá espacios, actividades que te motiven, personas que hagan
que un día cualquiera sea diferente. Buscate a vos. Conquista nuevas luchas, desafíos,
propuestas y lugares. Conquistate. Empatizá con los otros, conocé sus carencias, sus conflictos
y experiencias. Empatizá con vos. Queré, querete. Perdoná y perdonate.
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El escritor quedó ciego a partir de la segunda mitad de su vida por una enfermedad
degenerativa hereditaria. Estoicamente, nunca utilizó la queja como medio de expresión. La
ceguera le permitió explorar una nueva dimensión y creó una cosmovisión única en la que
se juega con el tiempo, el espacio, la realidad, el destino, lo doble.
Pero qué mejor oportunidad de acercarnos a su creación que no sea a través de sus
propias palabras. Aquí, un fragmento de «Cómo nace un texto»:
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https://www.youtube.com/watch?v=V-1QnYabpg4&list=PL16C0E328D5A4263A&index=1
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«Tentativa de amor»
Se aman como mejor saben hacerlo: con locura, con deseo de sentirse cerca,
de hacer el amor con la mirada y desnudarse el alma a besos.
Y más aún se aman en la vigilia, cuando el pecho se infla de emociones
y la luna demanda la pena de quienes temen confesarlo.
Agustina Pilosio
4° año PLyL
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https://www.youtube.com/watch?v=_pysf5ixCTQ
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edición Hasta la próxima edición Hasta la próxima edición Hasta la próxima edición Hasta la
por supuesto, , como no podía ser de otra manera. Este año, sin dudarlo, seleccionamos a otro
gran escritor, el entrañable Jorge Luis Borges, al cumplirse este año el 120° aniversario de su nacimiento.
La intervención para la ilustración de tapa fue realizada digitalmente y la imagen elegida muestra a un Borges
muy atento hacia la lectura de su inseparable compañera, compañera de estudio, de traducciones y de vida,
la querida y muy estimada María Kodama.
Y antes del cierre de la edición 2019, en nombre de todo el equipo de redacción y edición, queremos
lectura tanto como nosotros de la redacción y edición. Y los esperamos en 2020 con una nueva ,
renovada en colores, diagramación y diseño e intentando explorar e innovar en experiencias de escritura,
lectura y artísticas.
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Oferta académica
Profesorado de Biología
Profesorado de Historia
Informes e inscripción:
Rivadavia 1165 - Tel. 02325 442192
isfd142@gmail.com
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ISFD 142
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