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Seminario Cultura Popular y Cultura Masiva

Trabajo Final:
Experiencia y sensibilidad en el sistema
capitalista.

Dominguez, Constanza 38643658

 
Introducción
A lo largo del recorrido de la humanidad, podemos analizar las formas de estar juntes y estar
separades1 para entender los procesos culturales de cada estadio histórico particular. En el
presente ensayo, pretendemos analizar de qué manera el desarrollo del capitalismo ha
generado una desvalorización de la sensibilidad y una pobreza de experiencia. Para esto
tomaremos centralmente “Experiencia y Pobreza” y “Tesis de la filosofía de la historia” de
Walter Benjamin, utilizando otros aportes teóricos de lo recorrido en el seminario Cultura
Popular, Cultura Masiva. Además, para tener una noción completa de la sensibilidad en el
sistema capitalista, considerando al género como una de las divisiones básicas para su
formación, recorremos brevemente a Butler y Segato con aportes que completan la visión de
violencia de las sociedades.

Empobrecimiento de la experiencia.
En Experiencia y pobreza, Benjamin considera que una característica reciente de la
humanidad es que existe una pobreza en cuanto a experiencia comunicable, notable en la
forma en la que volvían los hombres de la primer guerra mundial:
“La cosa está clara: la cotización de la experiencia ha bajado y precisamente en
una generación que de 1914 a 1918 ha tenido una de las experiencias más
atroces de la historia universal. Lo cual no es quizás tan raro como parece.
Entonces se pudo constatar que las gentes volvían mudas del campo de batalla.
(...) No, raro no era. Porque jamás ha habido experiencias, tan desmentidas
como las estratégicas por la guerra de trincheras, las económicas por la
inflación, las corporales por el hambre, las morales por el tirano.”
El autor considera que la incapacidad de contar las vivencias, se debe a que los hombres no
lograban encontrarles sentido y esto genera una pobreza generalizada, no solo a términos
materiales. Benjamín describe la pérdida de la capacidad de narrar de las sociedades, como
forma de encuentro entre generaciones y de transmisión de saberes. En El Narrador postula

1
En el presente trabajo se realiza un uso intencional y político del lenguaje inclusivo siguiendo las
recomendaciones de la UNESCO Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia
y la Cultura (UNESCO), Recomendaciones para un uso no sexista del lenguaje, 1999. Disponible en:
http://unesdoc.unesco.org/images/0011/001149/114950so.pdf​. En esta ocasión no es posible
encontrar una redacción que evite géneros en la frase propuesta por lo que se recurre a la “E”,
reivindicando su uso como forma de incluir todo tipo de identidades sexo-genéricas.
directamente: “El arte de narrar se aproxima a su fin”. Esta afirmación sostiene un gran peso,
entendiendo a la narración como el lugar donde se ponen en juego las experiencias. Cabe
aclarar que cuando hablamos de experiencias para Benjamin estamos pensando en el modo de
relacionarse con verdades de la existencia.
Sobre esta pérdida de la narración y del vínculo intergeneracional también se refirió
Thompson cuando describe la separación del mundo ‘preindustrial’ o ‘tradicional’ del mundo
moderno, en donde las generaciones sucesivas ya no se encuentran en una relación de
aprendices unas de otras. Este autor anticipó en “Economía moral de la multitud” los cambios
en la forma de relacionarse que iban a ser caracterìstica básica del capitalismo cuando
anunciaba a la solidaridad restringida en un interés capital: “La naturaleza de las cosas que en
otros momentos había hecho imperativa, en épocas de escasez, una solidaridad simbólica
entre las autoridades y los pobres, dictaba ahora la solidaridad entre las autoridades y ‘el
Empleo de Capital’.”
Al mismo tiempo que los intereses de los sectores pudientes, líderes del avance del modelo,
encontraban su mejor momento en el desarrollo del capital para instaurar su visión de las
cosas, son necesarias distracciones disfrazadas de consumo. En el consumo existe una
búsqueda por reemplazar aquellos lazos que generaban una armonía social. La relación con
los bienes aparece automatizada y cabe preguntarnos ¿De qué valen los bienes si no nos une a
ellos la experiencia? Este interrogante dispara distintas puntas que nos permiten pensar a los
bienes dentro del sistema capitalista. María Eugenia Boito en
“​Capitalismo/sensibilidad/violencia: forma mercancía y sensibilidad snuff” ​refiere a las
“nuevas modalidades de fetichización de las mercancías en un espacio/tiempo: el hombre vive
esclavizado a la compra de mercancías que consume vorazmente, en un sistema de creencias
materialmente dispuestas que hacen que se sienta feliz gracias a esas mercancías: se trata de
‘el sentir de verdad’, del ‘destapar felicidad’.”
Siguiendo a Benjamin podemos decir que la reestructuración de la experiencia social de las
masas expone al momento de consumo como lugar de aprendizaje de los
obreros-clientes, además de demostrar que la nueva sensibilidad se encuentra marcada por el
empobrecimiento de la experiencia, proceso que se fue registrando en diversas
materialidades y formas subjetivas. Sobre el empobrecimiento Benjamin decía: “Nos hemos
hecho pobres. Hemos ido entregando una porción tras otra de la herencia de la humanidad,
con frecuencia teniendo que dejarla en la casa de empeño por cien veces menos de su valor
para que nos adelanten la pequeña moneda de lo «actual».” En palabras de Boito:
“La sensibilidad que se va instanciando en ese espacio/tiempo del desarrollo del
capitalismo supone un sujeto que se va empobreciendo desde diversos registros:
con los vínculos cortados de generación en generación, en el marco de una
cotidianeidad que lo enmudece por los diversos horrores que expone (la guerra,
pero también el desastre de la inflación) y aprendiendo a verlo todo, sin decir
casi nada de boca a oído, sin tocar nada aunque todo se disponga como
espectáculo ante los ojos.”

Pérdida de sensibilidad y violencia.


Los horrores a los que arrima el sistema para su supervivencia y desarrollo corren el límite de
lo aceptable cada día un poco más, ante una sociedad apabullada e incapaz de sensibilidad.
Para pensar estos marcos que dan lugar a los distintos niveles de violencia a los que llega la
humanidad, es de gran utilidad el concepto de Judith Butler cuando analiza las vidas
precarias. Para esta autora, existen un conjunto de modos culturales que regulan las
disposiciones afectivas y éticas. Éstas operan en la definición de un marco a partir del cual
ciertos tipos de violencia nos parecen insoportables y dolorosas, mientras que otros,
perfectamente aceptables y tolerables.
La importancia de la noción de marcos de Butler, se relaciona con la definición de lo
aceptable en un determinado modelo de sociedad, y junto a esto las pregunta disparadoras son
¿Qué vidas valen la pena ser lloradas? ¿Qué vidas aparecen como valiosas y cuáles son
fácilmente arrebatadas por el sistema sin costo ni dolor? Sobre esto, la autora define como la
norma a aquello que nos permite reconocer una vida:
“La capacidad epistemológica para aprehender una vida es parcialmente
dependiente de que esa vida sea producida según unas normas que la
caracterizan, precisamente, como vida, o más bien como parte de la vida. De
esta manera, la producción normativa de la ontología produce el problema
epistemológico de aprehender una vida, lo que, a su vez, da origen al problema
ético de saber qué hay que reconocer, o, más bien, qué hay que guardar contra la
lesión y la violencia.”
El interés del aporte de Butler en este ensayo, tiene que ver con su capacidad para distinguir
los distintos tipos de violencia. Si nuestra vida se desarrolla en un modelo caracterizado por la
pobreza de la experiencia y la pérdida de la sensibilidad, es necesario aún así, discernir entre
las formas diversas en que este sistema nos afecta: “Por supuesto, en cada nivel del presente
análisis estamos hablando de diferentes modalidades de ‘violencia’; pero esto no significa que
todas sean equivalentes o que no se deba hacer ninguna distinción entre ellas.” Además, el
valor de una vida frente a otra tendrá siempre que ver con cuánto se adecue esa vida a las
normas existentes. Esto no significa que las normas sean deterministas y la única causal de las
violencias de nuestra sociedad, pero su análisis nos permite avanzar en el proceso de generar
nuevos marcos de reconocimiento para aquellas vidas que los intereses capitalistas pretender
dejar afuera.
Al referirnos a la violencia, es pertinente traer a colación el análisis que de este concepto hace
Rita Segato:
“Efectivamente, tengo la propuesta de entender siempre la violencia como
expresiva. En este caso, la violencia nos está hablando de presiones que se
originan en el espacio público, en el mundo del trabajo, en la presión
productivista, en la exigencia competitiva, en esa intemperie y desprotección de
la vida hoy, en ese riesgo de la sobrevivencia que nos afecta a absolutamente
todos los que vivimos de nuestro trabajo, y acaba interfiriendo y lesionando el
espacio de la intimidad porque atraviesa y alcanza las relaciones afectivas, y
finalmente hay una captura del espacio de la intimidad y de los sentimientos por
el modo de explotación al que estamos sujetos.”
Segato ha propuesto una mirada sobre la violencia entendida como una expresión de una
sociedad que necesita de una “pedagogía de la crueldad” para destruir y anular la compasión,
la empatía, los vínculos y el arraigo local y comunitario. Es decir todos esos elementos que se
convierten en obstáculo en un capitalismo “de rapiña”, que depende de esa pedagogía de la
crueldad para aleccionar. Lo valioso de este aporte es demostrar que el avance del sistema
capitalista, ante el empobrecimiento de la experiencia que ya había previsto Benjamin, las
lógicas de relación humana individualistas y en torno al consumo, dejan de lado el cuidado
para extender el límite de lo permitido hasta puntos impensables de violencia. Los crímenes
más atroces de la humanidad se han justificado y se siguen justificando por el avance del
llamado ‘progreso’, pero mediante este breve ensayo podemos decir que tambíen se arraigan
en la falta de empatía y de solidaridad, en la pérdida de sensibilidad que pretende dejar que
cada ser se valga por sí mismo y encuentre en el consumo las soluciones a la tristeza
inminente de vivir una vida al margen de la experiencia.

Conclusión
Desde la formación del capitalismo, a sangre y fuego, se profundizaron las formas de
explotación en donde las divisiones estructurales de clase, género y raza realzan las
diferencias de estatus y de acceso a derechos. Estos parámetros han de ser tenidos en cuenta
para analizar las vidas que valen la pena ser vividas de Butler y para discernir los tipos de
violencia que se ejercen sobre nuestros cuerpos. En tiempos como los que corren, donde la
individualidad aparece como un valor único y la meritocracia pretende dejar por fuera del
sistema a todas aquellas personas carentes de los recursos necesarios o imposibles de ser
leídas bajo los marcos sociales dominantes, autores como Benjamin resultan de lectura
obligatoria. Pensar las fallas de nuestros proyectos de resistencia popular y de generación de
alternativas sociales desde un lugar estructural de pobreza de experiencia es útil para construir
modelos de encuentro reales que nos permitan ampliar nuestras posibilidades de existencia.
Este ensayo abre más preguntas que respuestas sobre los caminos a seguir, pero sin duda en el
feminismo encontramos una trinchera de batalla que realza el cuidado como una postura
política ante la insensibilidad del capitalismo salvaje. Por supuesto, no pretendemos
simplificar una amplia historia de movimientos en un concepto de feminismo, tarea que
podría resultar imposible, pero sí reconocer en la lucha feminista una posibilidad de retorno al
valor de la experiencia y de la sensibilidad. Con “Tesis de la filosofía de la historia” de
Benjamin entendemos que las preguntas que nos hacemos a diario, tienen que ver con un
pasado no resuelto que retorna y que no deja de reproducirse. Al mismo tiempo, es este
presente el que da las condiciones para que el pasado vuelva a aparecerse. Por esto, siguiendo
al autor, es hora de sacudirnos la idea de progreso que nos muestra al presente como un
tiempo muerto, que permite el avance de este modelo de violencia y supremacía del capital
por sobre la dignidad humana. Es en el presente dónde están las herramientas para generar
una ruptura de la historia.
Bibliografía
BENJAMIN, WALTER;​ “​ El narrador”; Taurus, Madrid 1991.
BENJAMIN, WALTER; “Experiencia y pobreza” (1933); Traducción de Jesús Aguirre
Taurus, Madrid 1982.
BENJAMIN, WALTER; “Tesis de Filosofía de la Historia”; Discursos interrumpidos Planeta;
Agostini 1994.
BOITO, MARÍA EUGENIA; “Capitalismo/sensibilidad/violencia: forma mercancía y
sensibilidad snuff”; Universidad Nacional de San Luis. Facultad de Ciencias Humanas;
Fundamentos en humanidades; XV; 29; 12-2014; 19-44; 2014.
BOITO, MARÍA EUGENIA. “Estados de sentir en contextos de mediatización y
mercantilización de la experiencia. Intentos por precisar una lectura materialista de las
sensibilidades.” 82 - 101 en “Cuerpos y emociones desde América Latina”, CEA_Conicet,
Doctorado de Ciencias Humanas, Facultad de Humanidades, Universidad Nacional de
Catamarca, Diciembre de 2010.
BUTLER, JUDITH; “Marcos de guerra: las vidas lloradas”; 1a ed; Buenos Aires: Páidos
2010.
FERNANDEZ, ANDREA; “Marcos de guerra, las vidas lloradas. Judith Butler”;
Observatorio Cultural; 2012.
http://www.observatoriocultural.gob.cl/revista/8-resena-bibliografica/9-marcos-de-guerra-las-
vidas-lloradas-judith-butler/
GAGO, VERÓNICA; “Entrevista a Rita Segato, La pedagogía de la crueldad”; Página 12;
2015. ​https://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/las12/13-9737-2015-05-30.html
THOMPSON, EDWARD PALMER. “La economía moral de la multitud”; Costumbres en
común; Barcelona; Crítica, 1990.

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