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Proyecto de investigación (SECyT/UNC, categoría A): “Memoria(s) en conflicto,

identidades y discurso social: representaciones del otro en los discursos audiovisuales”


Directora del proyecto: Dra. Sandra Savoini”, subsidiado por SECyT
Integrantes: Lic. Sebastián Gastaldi, Lic. Carolina Casali, Lic. José Manuel Rodriguez
Amieva, Lic. Alexia Obeide, Técnico Juan Pablo Gutiérrez.
Estudiantes: Florencia Garnero y Constanza Altamirano

Memoria(s) en conflicto, identidades y discurso social


Sandra Savoini y Sebastián Gastaldi

Introducción

Este trabajo expone los lineamientos del proyecto “Memoria(s) en conflicto, identidades
y discurso social: representaciones del otro en los discursos audiovisuales”, subsidiado
por SECyT (periodo 2014 - 2015) y con sede de trabajo en el Centro de Estudios
Avanzados de la Universidad Nacional de Córdoba.
El equipo interdisciplinario que participó en el desarrollo de la primera etapa de la
investigación ha estado integrado por docentes y estudiantes de grado y posgrado
formados en campos disciplinares y anclajes institucionales diversos (Facultad de
Ciencias de la Comunicación, Centro de Estudios Avanzados de la Facultad de Ciencias
Sociales y Facultad de Artes), que comparten el interés por los estudios del discurso
audiovisual, desde un enfoque teórico-metodológico que recupera conceptualizaciones
desarrolladas por la sociosemiótica de Eliseo Verón y la pragmática sociohistórica de
Marc Angenot. El estudio se propuso la caracterización de los modos de construcción
semiótica de la/s memoria/s social/es en los discursos televisivos argentinos de la última
década. Particularmente, la articulación entre memoria e identidad a partir de las líneas
de sentido que atraviesan y dan forma a la constitución de los sujetos en el marco del
discurso social argentino contemporáneo.

Representaciones audiovisuales y discurso social


En la última década se consolidaron en el país procesos de transformación ligados
estrechamente a políticas sociales y tecnológicas impulsadas por el Estado nacional.
Entre ellas, cabe destacar las vinculadas al fomento de la producción audiovisual1 a
través del Instituto Nacional de Cinematografía y Artes Audiovisuales –INCAA-, el
Consejo Asesor del Sistema de Televisión Digital Terrestre y la Secretaría de Cultura de
la Nación. Esos cambios son producto y productores de representaciones del mundo que
se trasuntan en los discursos y dan cuenta de los modos en que una sociedad, en
determinado momento histórico, se objetiva en sus textos. Esta objetivación en forma de
discursos da cuenta de las maneras en que las sociedades “(…) se conocen al hablar o
escribir, la manera en la que, en una coyuntura dada, el hombre-en-sociedad se narra y
argumenta.” (Angenot, 2010:191).
Así, en la vasta producción audiovisual de estos años, impulsada en buena medida por
la implementación de las políticas arriba aludidas, se ha detectado la insistente presencia
de discursos que reelaboran el pasado histórico argentino desde perspectivas que, a su
modo, actualizan la retórica kirchnerista que permea la discursividad pública de la
época. Producciones que para nuestro análisis integran una serie que, en términos
metodológicos, está constituida por un conjunto de textos audiovisuales que explicitan
las políticas memorísticas oficiales.
Sin embargo, tal como lo plantea Angenot (2010), el discurso social de una época no es
un todo homogéneo y cohesionado, conviven en él enunciados que obedecen –no sin
conflicto- a diversos principios y tendencias: hay un juego de dominancias
interdiscursivas que confrontan con lo nuevo, pero también con anacronías o elementos
residuales de otros estados de la discursividad, y desde allí se va construyendo la
realidad de lo social (Verón, 1987). Esto ha aparecido de modo evidente en los
discursos que conforma una segunda serie de textos audiovisuales, constituido por
documentales y programas periodísticos que tematizaron los saqueos producidos en
Córdoba en diciembre del 2013 (pero también en muchos otros lugares del país), con
una amplia cobertura mediática nacional, que provocaron un despliegue narrativo-
argumentativo en pos de la construcción de marcos interpretativos que les otorgaran
sentido. En estos discursos televisivos se observó la emergencia de memorias que
permanecían acalladas –o más bien ocupaban un lugar periférico en el juego de las
dominancias discursivas-, pero irrumpieron públicamente haciendo visibles y

1
Particularmente, luego de la aprobación de la ley 26522/2009 de Servicios de Comunicación
Audiovisual y el decreto presidencial 1148/2009 de Creación del Sistema de Televisión Digital Terrestre.
enunciables un conjunto de significaciones que ponían en jaque la gnoseología que
organizaba los discursos de la memoria oficial. Esos acontecimientos que han dislocado
la experiencia cotidiana fueron vividos a partir de sus relaciones de continuidad o
ruptura con lo ya conocido para tratar de comprender lo que ocurría en el marco de las
posibilidades y los límites que imponía el discurso social del momento (Angenot, 2010).
Esta relaciones de sentido han puesto en juego memorias discursivas (Courtine, 1981;
Vitale, 2007), en tanto constituyen un puente que anuda un presente con la experiencia
pasada que es evocada, una actividad que implica el “adueñarse de un recuerdo tal y
como relumbra en el instante de un peligro” (Benjamin, 1994: 178).
Vemos así aparecer el conflicto entre representaciones del mundo que coexisten en
determinado momento histórico, nutriéndose de la recuperación de diversos
ideologemas, lo que nos ha llevado a la formulación de algunos interrogantes, a partir
de la consideración de que el campo de la memoria no es un espacio fijo y cerrado, sino
que da cuenta de la lucha por la imposición de sentidos en torno al proyecto de
sociedad que se construye discursivamente en ese presente: ¿en qué memorias
discursivas se apoyan los discursos audiovisuales que evocan el pasado reciente
argentino y qué realidad están contribuyendo a configurar? Asimismo, nos preguntamos
acerca de la relación que allí se construye entre memoria e identidad, a partir de la
caracterización de las representaciones de los otros antagónicos en estos discursos,
sujetos que emergen como depositarios de antivalores desde una particular
configuración temporal que se construye con la evocación de voces y miradas del
pasado, pero también de su transfiguración y su olvido.

Enfoque teórico-metodológico

La propuesta se apoya, entonces, en la articulación de perspectivas y nociones de raíces


disciplinarias distintas. En este sentido, recurrimos no sólo a las categorías que proveen
el análisis del discurso y la semiótica, sino también en conceptualizaciones provenientes
de la filosofía, los estudios sociológicos y antropológicos que, a nuestro juicio, resultan
imprescindibles para comprender la relación memoria e identidad (Schmucler, 2006;
Jelin, 2002; Halbwachs, 2004; Ricoeur, 2004, Robin, 1996 y 2012; entre otros). De
hecho, nuestra concepción de lo que debe entenderse por identidades abreva en un
campo interdisciplinario dominado por el papel central que se le adjudica al lenguaje y a
los procesos discursivos como constitutivos de las relaciones sociales, en el marco de
los cuales las identidades pueden ser comprendidas como un producto de lo que
Angenot (2010) llama el discurso social. Por lo tanto, estas configuraciones identitarias
en su historicidad trasuntan el horizonte social y valorativo de la época en la que son
producidas, aspecto éste que nos interesa especialmente.
Los productos audiovisuales se sustentan en preconstruidos (Courtine, 1981) que cada
discurso contribuye a actualizar y reactualizar desde cierta perspectiva, en el juego de
las determinaciones de la hegemonía (Angenot, 2010). En ese sentido, las memorias son
dispositivos históricos de saber/poder que producen lo que puede ser enunciado y
mostrado desde ciertos posicionamientos ideológicos que atraviesan diferentes campos
del discurso; ellas nos permiten comprender cómo el presente se constituye a partir de la
recuperación de lo ya enunciado.
Hemos trabajado en el análisis interdiscursivo (análisis de lo ideológico en términos de
Verón), identificando las relaciones de estos textos con sus condiciones sociales de
producción y las marcas de las operaciones de sentido ligadas a la representación de los
sujetos, tanto desde el punto de vista enunciativo como narrativo, para luego describir
los modos de representación de estas identidades, e interpretarlas en el marco de la
discursividad social de la época en la cual los textos audiovisuales fueron producidos.

Memorias oficiales / Memorias antagónicas

El estudio se organizó en torno a dos series conformadas por discursos televisivos,


ficcionales y no ficcionales: una, que denominamos, las “memorias oficiales” –en tanto
relatos impulsados por la gestión de gobierno de ese momento, que buscan configurar y
cohesionar la comunidad imaginaria (Anderson, 1993)-; la otra, a falta de una mejor
denominación y en contraposición a la finalidad y el carácter más organizado de
aquellas, las “memorias espontáneas”, que emergen disruptivamente apelando a
acontecimientos pasados, cuestionando y subvirtiendo algunos de los presupuestos de
las memorias oficiales y en ese sentido podemos entenderlas en términos de Angenot
como parte de una discursividad antagónica.
Algunos de los supuestos sobre los cuales se construye el verosímil social en los
discursos antagónicos (cobertura mediática sobre los saqueos) son: “la justicia por mano
propia”, “el elogio del sacrificio y el esfuerzo individual” y “el hombre como lobo del
hombre”. Estos discursos se erigen retorico-argumentativamente a partir de la defensa
de un principio incuestionable: la propiedad privada, incluso valorado más que el de la
vida en algunas oportunidades. La perspectiva desde la cual se narran los discursos
construye una posición enunciativa (yo/nosotros) cargada de valores positivos como la
honestidad, el respeto, el trabajo, la justicia, la verdad, en contraposición a otro,
generalmente privado de los medios de enunciación, al que se le atribuye una serie de
contravalores: la barbarie, la deshonestidad, el irrespeto al orden establecido... A su vez,
la continuidad narrativa de ese enunciador es fracturada por la emergencia de las
pasiones que construye una dominante de “ira/desolación”, que se desagrega en estados
afectivos fluctuantes que van desde la consternación, la imponencia, la ansiedad y la
angustia hasta la furia, el desprecio, el odio y, finalmente, la resignación. El carácter
violento del acontecimiento dificulta retomar significantes que permitan anclar el
sentido de lo ocurrido; sin embargo, se actualiza “saqueo”, ya presente en la
discursividad en torno a crisis socio-económicas anteriores (el 2001 con el corralito
bancario y la caída del gobierno de De la Rúa, y más allá en el tiempo, la hiperinflación
y la salida anticipada de Raúl Alfonsín en 1989), aunque resemantizado en clave
individualista. En el marco de este acontecimiento disruptivo las identidades se tornan
marcadamente inestables.
En suma, en estos discursos se observa la recuperación distintiva de fragmentos del
pasado, a partir de los cuales se establecen lazos con otras experiencias traumáticas que
han dejado su impronta en la memoria social, al tiempo que hizo visible una matriz
productora de representaciones sociales sostenida en la antinomia civilización (cultura)
vs barbarie (naturaleza).
Esa matriz contribuye a la conformación de identidades que se autoafirman en la radical
oposición a otredades marcadas por rasgos axiológicos negativos, hasta el punto en que
éstas pueden llegar a perder su estatuto “humano”, con lo cual se daría sustento a la
promoción o aceptación de la violencia sobre aquellos considerados radicalmente otros
(no humanos). En situaciones de violencia que involucran al Estado, a la ciudadanía, a
la política, la pregunta por lo humano nos lleva a reflexionar por las formas que
adquiere la relación con el otro en los conflictos que actualmente atraviesan nuestras
sociedades.
Esa configuración del otro como radicalmente otro expondría los límites de las
memorias oficiales en su trabajo de recuperación de las experiencias traumáticas del
pasado en este presente (particularmente señalando las políticas de violencia y
aniquilamiento implementadas en los setenta, también asentadas en oposiciones binarias
que estructuraban las visiones de mundo en pugna). Muestra, además, la ruptura de los
lazos de solidaridad y empatía que, entre otros aspectos, sostienen la idea de comunidad.
(Wacquant, 1987). Memorias oficiales que se asientan en una retórica que se destaca
por abrevar en ciertos tópicos, figuras y valores del peronismo de izquierda de los
setenta, recuperando de aquella matriz ideológica nociones como “soberanía nacional”,
“justicia social”, “independencia económica”, “militancia” que se articulan con otras
como “inclusión”, “derechos” y “verdad” -para citar tópicos recurrentes de los
enunciados, cualquiera sea su materialidad- en pos de la construcción de una identidad
nacional cohesionada en torno a esos valores. Estos tópicos se aglutinan particularmente
en las obras audiovisuales producidas en el marco de conmemoraciones de eventos
históricos, tal el caso de la transmisión televisiva del desfile del Bicentenario (2010), el
filme 25 miradas, 200 minutos (2010) y el más reciente Malvinas-30 miradas (2014), así
como también en numerosos documentales y ficcionales producidos en el marco de las
políticas de fomento y promoción de contenidos impulsadas por la Presidencia de la
Nación, con el objetivo de rescatar la identidad y la memoria histórica.
El dinamismo constitutivo del discurso social, las transformaciones de la hegemonía
discursiva, se evidencia con mayor claridad en la medida en que llegamos al final del
primer lustro de la década, debido a la crisis de ciertos presupuestos que se suponían
incuestionables, caros a la matriz ideológica que han sostenido los discursos de la
memoria impulsados por las políticas oficiales. Observamos, de este modo, cómo el
discurso social (Angenot, 2010), además de poseer el monopolio de la representación
del mundo, se presenta también en cada época como conjuración ficcional del olvido,
reconstruye el pasado en una ‘sutil película narrativa’, sujeta a tensiones ligadas a la
hegemonía.

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