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nfoques psicosociales del curso y tratamiento del trastorno bipolar

Por David J. Miklowitz, PhD. Profesor Asociado de Psicología, University of Colorado


at Boulder, Estados Unidos.

Traducción de Alberto Pérez Medina, MD. Profesor Asistente de Psiquiatría, Facultad


de Ciencias de la Salud, Programa de Medicina, Universidad del Quindío

ABSTRACT

El curso del Trastorno Bipolar (TB) está marcado por recaídas y remisiones, aun
cuando el paciente se encuentre en farmacoterapia adecuada. Esta variabilidad en el curso
del trastorno puede ocurrir en parte porque el TB está afectado por estresores
socioambientales, en particular eventos vitales significativos y relaciones familiares
conflictivas.

Teniendo en cuenta estos factores, los clínicos han prestado mayor atención a los
tratamientos psicosociales como coadyuvantes útiles de la farmacoterapia. En este artículo,
se describe un programa de tratamiento psicosocial conocido como Tratamiento
Psicoeducativo Enfocado a la Familia (PEF). Llevado a cabo en combinación con la
farmacoterapia durante el periodo de postestabilización, la PEF comienza con una
evaluación del ambiente conyugal y familiar. Luego, en tres módulos consecutivos, los
participantes reciben educación acerca de la naturaleza, causas y tratamiento del TB,
entrenamiento en mejoramiento de la comunicación y en habilidades para resolver
problemas.

Los objetivos globales del programa consisten en restablecer el equilibrio familiar y


en mejorar el funcionamiento clínico del paciente después del episodio agudo del trastorno.

Se presenta un estudio de caso ilustrativo del enfoque y se revisan las orientaciones


futuras de la PEF.

INTRODUCCION

El tratamiento farmacológico del TB está más avanzado que el de cualquier otro


trastorno psiquiátrico y existe actualmente un amplio consenso acerca de cómo tomar
decisiones fármaco terapéuticas con los pacientes (1).

La evidencia de que el carbonato de litio es efectivo en las fases aguda, de


continuación y de mantenimiento del trastorno es abrumadora (2-4) y existe un interés
creciente en la eficacia de los anticonvulsivos, especialmente para los síntomas o
presentaciones atípicas del curso del trastorno, como los episodios mixtos o los ciclos
rápidos (3,5,6).

Sin embargo, aún con los beneficios de la farmacoterapia óptima, los pacientes
presentan recurrencias. Los estudios prospectivos han demostrado que, a pesar del
tratamiento farmacológico activo, cerca del 40% de los pacientes con TB recaen en un año,
el 60% en dos años y el 73% en cinco años (7-10). De los que no recaen, entre el 46% y el
56% muestran periodos de síntomas maniacos o depresivos (10,11). Del 13% al 20% son
cicladores rápidos que experimentan cuatro o más episodios por año (2,6).

La eficacia de los medicamentos se disminuye por las altas tasas de descontinuación


e incumplimiento de los pacientes bipolares (12,13). En el extremo optimista, el
cumplimiento con los anticonvulsivos parece mejor que con el litio (14), aunque los datos
sobre este aspecto son escasos.

Además del problema de las recaídas, los pacientes con TB tienen cursos variables a
lo largo del tiempo. Kukopulos et al (15) demostraron que el 39% de los pacientes
presentan ciclos circulares continuos, sin intervalos asintomáticos. Además, el 24% tiene un
curso caracterizado por depresión seguido de manías, seguidos por periodos de eutimia.
Ambos patrones predicen una pobre respuesta al litio (6). En un estudio (Kalbag y
Miklowitz, datos sin publicar, 1998), sólo el 18% de los pacientes con TB pudieron
clasificarse como "clásicos", con episodios maniacos o depresivos distintos, plenamente
sindromáticos. De 56 pacientes, el 23% tuvieron episodios plenamente maniacos pero no
depresiones mayores y el 42% tuvo cursos del trastorno que incluían periodos significativos
de epsodios mixtos. Otro 17% presentó periodos distímicos largos (de más de un año)
alternantes con periodos de manía o depresión.

El TB también afecta signficativamente el funcionamiento social y ocupacional de los


pacientes. Coryell et al (16) encontraron que más del 50% de los pacientes bipolares
mostraron disminuciones en el funcionamiento ocupacional a lo largo de cinco años después
de un episodio del trastorno. Gitlin el al (10) observaron pobres resultados ocupacionales y
sociales en el 35% al 39% de su muestra, a lo largo de periodos de 4.3 años en promedio.
Este trastorno también se asocia con costos sociales como altas tasas de divorcio y
separaciones, complicaciones de la salud general, problemas legales, y altas tasas de
trastornos psiquiátricos entre los hijos (2,4,16,17).

Teniendo en cuenta las limitaciones de la farmacoterapia como tratamiento único, los


investigadores han dirigido su atención a los tratamientos psicosociales como coadyuvantes
útiles de la farmacoterapia (18-20).

Sin embargo, para desarrollar tratamientos psicosociales eficaces, se debe tener


conocimiento de los factores de estrés psicosocial que afectan el curso del trastorno (21-26)
(también, Malkoff-Schwartz et al, datos sin publicar, 1997). Este artículo revisa parte de la
evidencia de los factores psicosociales que tienen valor pronóstico en el TB y describe un
enfoque de tratamiento psicosocial conocido como Tratamiento Psicoeducativo Enfocado a la
Familia (PEF), que se encuentra actualmente en investigación empírica en ensayos clínicos
controlados. Se presenta un estudio de caso para ilustrar el enfoque terapéutico.

FACTORES PSICOSOCIALES RELEVANTES EN EL CURSO DEL TRASTORNO BIPOLAR

Eventos Vitales Estresantes

Se ha examinado el estrés socioambiemtal en relación con el TB en el campo de los


eventos vitales y las perturbaciones del ambiente familiar. Este artículo se concentra en el
último, pero se revisa brevemente la evidencia para el primero.

Entre los pacientes bipolares existe una tasa más alta de eventos familiares
estresantes precedentes a los episodios maniacos o depresivos que durante los intervalos
precedentes a los periodos asintomáticos, aun cuando los investigadores excluyen aquellos
"eventos dependientes" que pudieran haber resultado de la conducta, la psicopatología o la
personalidad del paciente (22). Además, Ellicott et al (24) han demostrado que los
pacientes bipolares con puntajes altos en los eventos vitales estresantes tienen 4.5 veces
mayor riesgo de presentar una recaída de su trastorno durante un seguimiento a dos años
que aquellos con puntajes medianos o bajos. Los pacientes bipolares toman más tiempo
para recuperarse (promedio de 395 días) de un episodio del trastorno, si un evento vital
severo e independiente (p.ej.: la muerte de un miembro de la familia) ha ocurrido durante o
antes de un episodio del trastorno, que si el evento no hubiera ocurrido, aun cuando el
paciente reciba tratamiento con el estado del arte de la farmacoterapia (25,26).

Los eventos que alteran el ciclo sueño/vigilia (p.ej.: viaje aéreo trasatlántico,
nacimiento de un bebé) parecen tender a precipitar episodios maniacos (Malkoff-Schwartz
et al, datos sin publicar, 1997).

Algunos investigadores postulan que los pacientes con trastornos del estado de
ánimo se sensibilizan cada vez más al estrés, de manera que los episodios tienden a ocurrir
autónomamente y con estrés mínimo (efecto kindling). Una implicacion de este intrigante
modelo es que los eventos vitales estresantes provocarían episodios en los primeros
estadios del TB pero no en los últimos y, por extensión, que el tratamiento psicosocial es
más efectivo después del primero o segundo episodios de la enfermedad. Sin embargo,
datos recientes de Hammen y Gitlin (21) son consistentes con este modelo. De hecho, estos
investigadores encontraron que entre los pacientes con TB que presentaban recurrencias,
aquellos con un mayor número de episodios previos (nueve o más), tenían mayores
probabilidades (76%) de haber experimentado un impacto vital importante en los seis
meses anteriores a la recurrencia que aquellos con menos (ocho o menos) episodios (40%).
Además, los pacientes con un mayor número de episodios previos recaían más rápidamente
luego de un evento vital que aquellos con menos episodios previos. Se requieren más
pruebas directas del modelo kindling/sensibilización para confirmar completamente su
validez.

Perturbaciones del ambiente familiar: el constructo de la emoción expresada

Los estudios del ambiente familiar de los pacientes con TB se han concentado en la
emoción expresada (EE). Un constructo bien conocido entre los investigadores de la
esquizofrenia, la EE se refiere a las actitudes emocionales de los parientes cercanos de un
paciente con un trastorno psiquiátrico concurrente.

Existe evidencia de más de veinte estudios prospectivos de que pacientes con


esquizofrenia que se reintegran a hogares con alta EE (críticos, hostiles y/o emocionalmente
sobreenvueltos) tienen mayores posibilidades de recaer entre 9 meses y un año, que
aquellos que lo hacen a hogares con baja EE.

La medición de la EE se obtiene de las respuestas de los familiares a la Camberwell


Family Interview (CFI), una entrevista cara a cara de 1-1.5 horas de duración que examina
el desarrollo del periodo más reciente del trastorno de un paciente y las reacciones
emocionales de sus familiares a este curso de eventos.
Una pareja o familia se considera con alta EE si el cónyuge o un familiar expresan
muchas críticas al paciente (p.ej. : "me molesta su falta de responsabilidad para sus
cosas"), hostilidad ("no soporto hablar con él"), o si muestran evidencia significativa de
sobreenvolvimiento (preocupación excesiva o sobreprotección; p.ej.: "cuando me entero
que ella no ha comido, yo tampoco puedo comer"). Cuando ningún familiar expresa estas
actitudes, la pareja o la familia se considera baja en EE. Aunque la EE se considera como
una variable dicotómica (alta vs baja) para propósitos investigativos, mide claramente
dimensiones del comportamiento que caracterizan a la mayoría de los familiares en algún
grado.

En dos estudios separados, se encontró que pacientes con episodios maniacos o


mixtos que regresaron a familiares o cónyuges con alta EE luego del episodio, tenían por lo
menos el doble de posibilidades de recaer en la manía o la depresión en un seguimiento de
nueve meses a un año, en relación con pacientes que se reintegraron con familiares con
baja EE. El primer estudio (23), llevado a cabo en la Universidad de California en Los
Angeles (UCLA), demostró esta relación en pacientes jóvenes, de inicio reciente que vivían
primariamente con sus padres biológicos. El segundo estudio (33), llevado a cabo en la
Universidad de Colorado en Boulder, demostró una relación similar en pacientes más viejos
y más crónicos que vivían, con mayor frecuencia, con sus cónyuges.

Priebe et al (34), en un estudio alemán encontraron que los niveles de EE entre los
cónyuges predecía la reaparición de los síntomas de pacientes bipolares, en un seguimiento
a nueve meses. En una muestra norteamericana, O’Connell et al (35) encontraron que las
actitudes con alta EE entre padres y cónyuges se asociaban respectivamente con bajos
puntajes en el GAF del DSM-IV en pacientes bipolares, en un año de seguimiento. En esta
forma, la EE es un predictor del curso del trastorno a corto plazo.

Los resultados con respecto a la EE no implican que deba cupabilizarse a los


familiares de la causa de las recaídas. De hecho, una serie de estudios sugieren que las
actitudes relacionadas con la EE predicen procesos de interacción bidireccionales entre los
pacientes y sus familiares cercanos, y por lo tanto, debería considerarse como unos
indicadores que conducen a perturbaciones en la familia como un todo. Específicamente,
tanto en las muestras de esquizofrenia como de TB, los niveles de EE evaluados durante el
episodio agudo predicen una argumentación de contrapunteo en escalada entre pacientes y
familiares durante el periodo posterior a la atención (las semanas o meses posteriores al
pico del episodio psicótico o maniaco) (36-39). Las actitudes con alta EE también predicen
bajos niveles de funcionamiento global en la relación paciente/familiar durante el periodo
posterior a la atención del trastorno (40), medido con el GARF del DSM-IV (41).

La psicoeducación de familias de pacientes con trastorno bipolar (PEF)

La investigación básica sobre los factores de riesgo psicosocial en los principales


trastornos psiquiátricos tiene como objetivo final el desarrollo de estrategias de intervencion
para modificar estos factores de riesgo. La discusión precedente plantea la posibilidad de
que los programas de intervención psicosocial, en conjunción con la farmacoterapia
estándar, dirigidos a modificar el medio familiar y social, puedan conducir a mejores
resultados clínicos que los observados con la farmacoterapia únicamente.

La Tabla 1 describe los objetivos centrales de la PEF (20). Estos resultados se


derivan directamente de nuestras observaciones en investigación con pacientes bipolares. El
tratamiento asume que la comunicación y las perturbaciones en la comunicación observadas
entre los miembros de la familia – subsumidas bajo encabezamientos algo reduccionistas
como los de la EE – reflejan los efectos desorganizadores del episodio agudo sobre la unidad
familiar. Un episodio del trastorno, en particular el que implique conducta maniaca o
depresiva, es bastante traumático para el paciente, los padres o el cónyuge. Como
consecuencia, el paciente y los miembros de la familia con frecuencia necesitan un marco
conceptual para la comprensión de por qué y cómo ocurrió el episodio. Este es el caso
particular de los pacientes y familiares que se enfrentan con el primer episodio de un
trastorno bipolar, pero también para pacientes y familias con múltiples episodios. Para
restablecer el equilibrio familiar y reducir el impacto traumático de un episodio depresivo o
maniaco, la PEF funciona con cuatro componentes terapéuticos interrelacionados (20-42):

1. Una evaluación del medio conyugal o familiar


2. Psicoeducación para el paciente y la familia acerca del TB
3. Entrenamiento en mejoramiento de la comunicación
4. Entrenamiento en habilidades para la resolución de problemas

Generalmente, la PEF se lleva a cabo en 21 sesiones ambulatorias (12 semanales, 6


bimensuales, y 3 mensuales) después de un episodio agudo, e involucra al paciente y a sus
seres queridos, generalmente padres, cónyuge, o hijos. El tratamiento comienza con una
serie de evaluaciones de la familia, incluyendo una evaluación del estado de EE de los
familiares cercanos, empleando la Camberwell Family Interview y el comportamiento
interaccional de la pareja o la familia, empleando discusiones de resolución de problemas
basadas en el laboratorio, programadas durante el periodo post-agudo de estabilización.

TABLA 1 : OBJETIVOS DEL TRATAMIENTO ENFOCADO EN LA FAMILIA

Para asistir al paciente y sus familiares en:

1. Integrar las experiencias asociadas con episodios de trastorno bipolar


2. Aceptar la noción de una vulnerabiliadd a futuros episodios
3. Aceptar la dependencia de la farmacoterapia para el control de los síntomas
4. Distinguir entre la personalidad del paciente y su trastorno bipolar
5. Reconocer y aprender a afrontar los eventos vitales estresantes que
precipitan recurrencias
6. Reestablecer las relaciones familiares funcionales después del episodio

Fuente: Miklowitz y Goldstein (20)

Durante las fases iniciales de la PEF los pacientes todavía se están recuperando del
trastorno episódico del estado de ánimo que los condujo al tratamiento. La psicoeducación,
el primer módulo, proporciona a los pacientes y a sus familiares un marco conceptual para
comprender lo que ocurrió durante el episodio. En siete o más sesiones semanales, el
terapeuta proporciona amplia información a los participantes acerca de la naturaleza,
orígenes, y tratamientos del TB.

Empleando un formato didáctico, el terapeuta revisa los signos y síntomas del


paciente antes de los episodios maniacos o depresivos, el papel que los eventos vitales, la
interrupción del sueño, la medicación y la no adhesión, o el conflicto familiar pudieron haber
jugado en el último episodio; los orígenes genéticos, biológicos y psicosociales del TB; y la
importancia de la medicación en el régimen de mantenimiento a largo plazo en la
comunidad.
El terapeuta también dirige un simulacro de recaída con la familia (43), para
desarrollar planes de emergencia en el caso de que el paciente presente síntomas maniacos
o depresivos (p.ej.: decidir quién llamará al médico para acordar una evaluación de
emergencia o una hospitalización). Muchos problemas emocionales surgen entre las familias
de los paciente bipolares durante esta fase del tratamiento, incluyendo la negación por
parte del paciente o sus familiares de la realidad del trastorno, dificultades en distinguir el
trastorno del temperamento o personalidad premórbidos del paciente y temores acerca de
la enfermedad y su impacto sobre el futuro del paciente o su familia.

El entrenamiento en el mejoramiento de la comunicación es tal vez el método más


directo para manejar las actitudes de EE de los familiares y el correspondiente
comportamiento interaccional. Generalmente comienza una vez el paciente ha alcanzado un
nivel de estabilización del episodio agudo e ingresa a la fase de mantenimiento del
tratamiento farmacológico. En siete o más sesiones semanales y bisemanales, a los
participantes se les enseña cuatro habilidades básicas de comunicación que les ayudan a
manejar el estrés y el conflicto intrafamiliar y extrafamiliar: escucha activa, emisión de
realimentación positiva, emisión de realimentación negativa, y solicitud de cambios en las
conductas de otros miembros de la familia. El entrenamiento en comunicación se basa en
sesiones internas de juego de roles y sesiones caseras de ensayo de las habilidades.

Si el paciente ha estado clínicamente estable hasta este momento (p. Ej.: los
primeros cinco meses después del episodio índice), el paciente y sus familiares
generalmente están listos para resolver problemas específicos de la vida. El entrenamiento
en habilidades para resolver problemas (de cuatro a cinco sesiones bisemanales o
mensuales) se dedica a los conflictos que típicamente acompañan las fases postepisodio del
TB. Nosotros (20) hemos identificado cuatro áreas problemáticas principales, destacadas
por las familias: problemas en relación con el uso y cumplimiento de la medicación;
reasumir el trabajo y los roles sociales previos; el daño causado por el paciente a su vida
ocupacional, finanzas y relaciones durante el episodio agudo, y conflictos en la relación y la
convivencia. A los participantes se les enseña un esquema por medio del cual pueden
identificar, definir, generar, escoger e implementar soluciones a problemas nuevos o
preexistentes de la vida familiar o individual. Por ejemplo, el paciente puede desarrollar
planes con su cónyuge de cómo pagar las deudas ocasionadas durante el episodio maniaco
o recuperar un trabajo perdido durante un episodio depresivo.

La implementación exitosa de la PEF también depende de otro componente: la


intervención en crisis. El periodo de estabilización ambulatoria luego del episodio agudo de
un TB es un intervalo especialmente de alto riesgo. Como se discutió arriba, cerca del 40%
de los pacientes bipolares muestran un retorno a un episodio depresivo o maniaco
plenamente sindromático, durante un periodo de tratamiento ambulatorio de un año. A
veces, estos periodos de enfermedad reflejan la continuación de un episodio no resuelto
(recaídas), y a veces reflejan nuevos episodios del trastorno en un paciente que ya se había
recuperado (recurrencias). El riesgo de suicidio consumado también es especialmente alto
entre pacientes bipolares en los seis meses posteriores a una primera hospitalización. La
PEF emplea el marco conceptual de la evaluación, la psicoeducación, el entrenamiento en
comunicación y resolución de problemas, con el fin de manejar las recaídas, las recurrencias
y otras crisis durante este periodo de alto riesgo.

PEF: UN CASO EJEMPLO

William, un hombre blanco de 21 años de edad desarrolló irritabilidad severa,


alteraciones del sueño, incremento de la energïa y los intereses, grandiosidad, taquipsiquia,
y pensamiento delirante durante sus estudios en la costa occidental. Fue hospitalizado y
tuvo que retirarse de la escuela. Después de su egreso volvió a vivir con sus padres. Aceptó
una prueba de divalproato sódico pero nunca admitió tener un trastorno. Cuando comenzó
la PEF con sus padres, todavía estaba hipomaniaco.

Durante una serie de evaluaciones familiares, la madre de William mostró signos de


sobreenvolvimiento emocional (alta EE) con William, mientras que su padre tendía a
abandonar la familia. Durante las interacciones familiares, la madre de William decidió
seguirle los pasos intentando leerle el pensamiento e interpretar sus sentimientos no
expresados. Le molestaba, como él se refería, que ella estuviera ‘terapeutizándome" y
reaccionaría con hostilidad y rechazo de continuar con sus sugerencias. Ella se tornó hostil
cuando éste la desairó, y a su vez dirigió su hostilidad contra su marido, quien los
abandonaría más tarde. William comenzó a presentar la idea de abandonar su medicación.

La psicoeducación ayudó a la familia a adquirir comprensión de lo que había ocurrido


durante el episodio de William y de cómo sus conflictos actuales reflejaban un intento de
adaptarse a un periodo de transición: el regreso de William a casa después de haberse
"graduado"antes. Se les motivó a considerar el periodo postepisodio inmediato como una
época de convalescencia, durante la cual William no podía funcionar en el nivel que se
esperaba.

Se revisaron los síntomas del episodio y se identificaron los factores que


contribuyeron a su inicio, incluyendo el papel de posibles factores desencadenantes jugado
por los estresores (en el caso de William, enfermarse de gripa, faltar a la escuela, y tener
que trasnochar varias noches para ponerse al día) y factores genéticos (su historia familiar
de trastornos del estado de ánimo). Se enfatizó continuamente el papel crucial que la
medicación podría jugar en su recuperación. Aunque William nunca aceptó completamente
tener un TB, accedió a continuar su medicación como resultado de lo aprendido en estas
sesiones. Sus padres expresaron gran alivio por su deseo de participar en el tratamiento
medicamentoso y familiar y su madre comenzó a guardar distancia.

El entrenamiento en el mejoramiento de la comunicaciónse se centró en los


comportamientos perseguidor-distanciador que caracterizaban la relación madre-hijo. Se
motivó a William a participar en ejercicios de juego de roles para expresar su necesidad de
límites más claros. A su vez, su madre quien guardaba temores significativos, reales fue
motivada a expresar su frustración por su rechazo, para aliviar sus ansiedades. La
participación del padre de William se estimuló a través de ejercicios de comunicación, en los
que asumió un rol mayor en el monitoreo del estado de salud de William y de su reingreso
gradual a la comunidad y la fuerza laboral.

Hacia el final del entrenamiento en comunicación (aproximadamente 5 a 6 meses


después de su egreso), el trastorno de William se había estabilizado y expresó su deseo de
vivir por su cuenta. La resolución de problemas se enfocó en cómo podría pagar su
arrendamiento, y qué grado y clase de contacto mantendría con sus padres, una vez dado
de alta. Al final de los nueve meses de tratamiento, William permaneció estable y cumplidor
con su farmacoterapia. Compartía un apartamento con su sobrino y había comenzado
entranamiento como paralegal. Decidió no regresar a la escuela.

RESUMEN Y ORIENTACIONES FUTURAS

Las fases aguda y postepisodio del TB generan estrés substancial para los pacientes
y sus familares. Si no recibe tratamiento, las familias o parejas se involucrarán en conflictos
significativos y la eficiencia en la resolución de problemas se verá limitada. Las situaciones
de conflicto familiar son predictoras de posteriores recaídas del trastorno.

La adición de la PEF a la farmacoterapia durante la fase postepisodio puede


incrementar los efectos protectores de la familia y el matrimonio y proteger al paciente
contra el estrés de los factores vitales intervinientes. Además de promover habilidades para
manejar los conflictos familiares, la PEF ayuda a las familias a abordar la enfermedad, su
ciclo natural, y la necesidad de tratamiento. Haciendo esto, las familias pueden alcanzar un
mejor estado de equilibrio en la resolución del episodio agudo del trastorno.

La PEF se encuentra actualmente en investigación en ensayos clínicos controlados en


la Universidad de Colorado (46) y en la UCLA (47). Estos estudios están cerca de su
culminación y los resultados sugieren altas tasas de retención de pacientes en el programa
de nueve meses (79% a 86%), independientemente de si el tratamiento se lleva a cabo en
los hogares de los participantes (el estudio de Colorado) o en una clínica ambulatoria (el
estudio de la UCLA). La eficacia clínica diferencial de la PEF con la medicación, evaluada con
enfoques de comparación (manejo estándar o intervención en crisis) está siendo evaluada
en estos ensayos y serán reportados pronto (véanse referencias 46 y 47 para descripciones
de los presupuestos guía y diseño de estos estudios).

Una orientación futura se refiere a la aplicabilidad de los enfoques psicoeducativos


dentro de un formato de grupo de apoyo mutuo. En la era de la reducción de costos en la
atención en salud, un grupo de pacientes bipolares de apoyo, especialmente cuya agenda se
oriente hacia estrategias de manejo del trastorno, puede ser una alternativa con buena
relación costo-efectividad al formato de tratamiento de la familia sola. McFarlane et al (48)
han demostrado la relación costo-efectiviadad del tratamiento de grupos multifamiliares vs
familias únicas de pacientes con esquizofrenia. Sin embargo, no se ha completado la
investigación controlada de la eficacia de los grupos de apoyo para trastorno bipolar, ya sea
dirigidos al paciente, a sus familiares o a la unidad familiar.

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