Você está na página 1de 4

MISIÓN EN LA IGLESIA

MISIONOLOGÍA

Presentado por:
Jonathan Pérez Peña

Profesor:
Pbro. Luis Adán Monsalve Sierra

Seminario Diocesano
Santo Tomás de Aquino
2019-2
MISIÓN EN LA IGLESIA
Desde sus orígenes la Iglesia es misionera ya que Jesús dio su mandato de ir por
todo el mundo y predicar el Evangelio es en ese momento en el que se despierta ese
tinte misionero con el fin de llevar la salvación a todas las personas y es por eso que
el corazón de la Iglesia fue, es y debe seguir siendo misionero, ya que es algo para lo
que fue constituida.
La Iglesia es el Signo e instrumento de Jesucristo. Signo de su presencia y de su
acción salvadora; Él vive en ella, ella es la primera que ha participado en la
salvación y la que muestra la presencia y la obra del Salvador; es en ella, en la que el
Espíritu de Dios actúa, manteniendo a flote la nueva evangelización, además es ese
Espíritu el que acompaña en el discernimiento de las nuevas formas de llevar el
mensaje, en esas nuevas formas de hacer misión.
También es instrumento de Jesucristo mediante el cual, Él sigue realizando su
misión salvadora; Jesucristo realiza la voluntad del Padre, por el Espíritu Santo,
mediante la Iglesia para el mundo entero y es por eso que la misión nunca termina,
al contrario se actualiza y se hace nueva ya que es la palabra de Dios la que se lleva
hacia todos los rincones de la tierra.
Con esa Buena Noticia y la misión de anunciarla a todos, también tenemos los
cristianos el impulso y la energía para hacerlo, saliendo de nosotros mismos e
incluso, como nos insiste el Papa, yendo a las “periferias”, especialmente a aquellas
que no han tenido la oportunidad de conocer a Cristo y así como los primeros
apóstoles dieron su vida por difundir el Evangelio, así nosotros también.
“La Iglesia peregrinante es misionera por su naturaleza, puesto que procede de la
misión del Hijo y de la misión del Espíritu Santo según el designio de Dios Padre”
(Vat. II Ad gentes 2).Nuestra pasión misionera es aquella que Dios tiene, que brota
de su mismo misterio. En su amor desbordante Él ha decidido comunicar su vida
divina y compartirla con las personas que Él mismo ha creado. La acción creadora,
se ha hecho redentora desde el momento en que, para la salvación de la humanidad,
Dios envió a su amado Hijo, hecho de mujer y ungido por el Espíritu. Jesús
encarnado es prueba de la pasión misionera de Dios.
Por Cristo, cabeza de la Iglesia, Dios se ha hecho más presente al mundo y
permanece con él; si lo había creado por amor y desde el principio suavemente lo
cuidaba, ahora le ha dado la guía de su Espíritu, siempre contando seriamente con
las personas y su libertad. Creemos en esta permanente comunicación y relación de
Dios con el mundo, que es salvación; Dios está hoy salvando el mundo a través de
diversos modos, muchos de ellos desconocidos e insospechados para nosotros [Cf.
GS 22], en medio de pueblos, culturas y religiones. Incluso en medio de la violencia
y de las guerras el Misterio salvífico de Dios se nos hace luz definitiva en Jesús
crucificado y resucitado.
El Espíritu Santo ha actuado durante toda la historia de la humanidad. En la Biblia
se menciona que Él está presente desde el principio y que es el soplo de la vida
divina que se comunica a la humanidad. Allí donde Él está, fecunda la vida en sus
múltiples formas.
Todo el acontecimiento de Jesucristo se explica mediante la acción del Espíritu
Santo. Por esto, una lectura profunda de los principales momentos de su vida es para
nosotros el camino privilegiado para alcanzar el pleno conocimiento del Espíritu
Santo y su acción.
Después de la muerte y resurrección de Cristo, el Espíritu Santo se convirtió en el
educador de los apóstoles y discípulos y los llevó de ser hombres frágiles y
temerosos a configurarse con Cristo, ser anunciadores del kerigma e incluso dar la
vida por Él. El acontecimiento que logra esta transformación fue la experiencia de
Pentecostés. Los Hechos de los Apóstoles nos relatan que, luego de esta experiencia,
Pedro tomó la palabra y tuvo la capacidad de dirigir un discurso kerigmático a cerca
de tres mil personas. El Espíritu permitió que Pedro interpretara las Escrituras a la
luz de Jesucristo e hizo que su palabra fuera capaz de convertir a muchos que luego
pidieron el bautismo.
Es por esto que reconocer el gran amor de Dios Padre, al cambiar el rumbo de la
humanidad entera, que gracias a su designio divino, hemos recibido el perdón y la
salvación por Cristo, además hay que dejarse llevar por el Espíritu para acoger la
nueva llamada misionera de la Iglesia.
"La verdad profunda de Dios y de la salvación del hombre, que transmite dicha
revelación, resplandece en Cristo, mediador y plenitud de toda revelación" (Dei
Verbum, 2), es Dios que manifiesta su misión, por medio de Jesucristo, sostenida por
el Espíritu Santo, por eso sabemos que lo revelado por Jesús es verdadero, ya que
procede del padre y la misión de la Iglesia que se extiende por todo el mundo es
aquella que Dios planto desde el origen de todo y tiene su expansión por medio de
Jesús y se Sostiene hasta el día de hoy por la intercesión del Espíritu Santo, cuya
misión es la de sostener ese mandato Divino que se nos ha sido encomendado.
Hay que recordar que la Iglesia es una comunidad de fe, esperanza y amor, pero
tiene también una organización estructural cuya finalidad es servir a su misión
espiritual. En su realidad visible la Iglesia tiene una organización y dispone de
servicios para evangelistas, gobernar, administrar, enseñar, promover la justicia y la
acción caritativa. En su realidad espiritual, la Iglesia es el instrumento de la unión de
las personas con Dios y de todos los seres humanos entre sí.
Jesús eligió a los apóstoles para que ellos continuaran su misión y les dio el poder de
enseñar, bautizar y perdonar los pecados. La Iglesia es la continuadora de los
apóstoles y de su misión. Ella enseña el mensaje de Jesús y perdona los pecados en
nombre de Jesús, acoge a los pecadores y muestran la alegría por su conversión; es
en este momento en el que se ve viva la frase del evangelio de San Lucas que dice:
“Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que
se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión”, como parte
de la misión encomendada a sus apóstoles, dándoles la autoridad y la
responsabilidad de la salvación de las almas.
La iglesia es la comunidad de todos los bautizados que creen en Jesucristo y lo
reconocen como hijo de Dios y salvador. Lo primero que hizo Jesús al comenzar su
predicación fue anunciar el reino de Dios, invitó a creer y a convertirnos, pero no
forzó jamás a nadie, por eso es que tenemos que saber que la fe es un acto libre y
nadie puede ser coaccionado para que crea.
En la última cena Jesús dice esto a sus discípulos “Os doy un mandamiento nuevo:
que os améis unos a otros como yo os he amado. En esto conocerán que sois mis
discípulos, en que os améis unos a otros” (Jn 13, 34) y es en ese momento en el que
se muestra la característica por excelencia que debe de tener todo discípulo y
misionero, el amor, ya que es el faro que guía en los momentos de dificultades ya
que por más conocimiento que tengamos, por más práctica que se tenga en algo, si
no se hacen las cosas con amor no se logra un cambio, un empoderamiento, y un
sentido de pertenencia por la misión o por el trabajo que se vaya a desarrollar.
“En Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las
transgresiones de los hombres, sino poniendo en nuestros labios la palabra de
reconciliación” (2 Co 5,19). Estas palabras hacen eco y recuerdan el supremo anhelo
del corazón de Cristo en la cruz: “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen”
(Lc 23,34), es con estas bases, que la Iglesia debe de caminar para que su misión
llegue a plenitud en el final de los tiempos, y que pueda llevar a todos los seres
humanos a la salvación de sus almas, recordando siempre que el perdón es aquel que
nos acerca a la reconciliación con Dios y con nuestros hermanos.

Você também pode gostar