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Índice
Sinopsis
Dedicatoria
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Epílogo
Lista de Reproducción de Kentucky on the Rocks
Sobre la autora
Créditos
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Sinopsis
Josette Lewis ha estado viviendo una mentira y necesita salir de Kentucky tan
pronto como sea posible. Para su devastación, el ultimátum que dio a su novio de
largo tiempo, Derek, ha fracasado. Antes de que pueda irse con la cola entre las
piernas a California debe poner su casa en venta y mejorar su sistema de seguridad
para mantener a Derek fuera de su vida para siempre. Cuando Aidan Ross, un asesor
de seguridad muy atractivo, se aparece en su puerta delantera Josette se queda
instantáneamente prendada a su sonrisa sexy y su fácil manera de llevar.
¿Podrá dejar de lado sus pretensiones familiares y permitir que Aidan la
convenza para darle otra oportunidad al amor?
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Dedicatoria
Para aquellos que están deslumbrados por la idea del amor verdadero, creen
en besos con chispas, la existencia de almas gemelas y todo ese bla bla bla.
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Prólogo
Un momento es un punto específico en el tiempo. La vida está llena de
momentos significativos e insignificantes, todos los cuales están sucediendo ahora
mismo. Las decisiones tomadas en el lapso de un solo momento pusieron en
movimiento cada acontecimiento relacionado siguiente. Podría ser tan simple como
sonreír a un apuesto desconocido o ignorarlo, sin saber que podría haber sido el
amor de tu vida. Decir sí a algo que normalmente no aceptarías, o aprender a decir
no porque no es quién eres. Comprender que la forma en que te ves a ti mismo
moldeará la forma en que los demás te ven a cambio. Se necesita valor para ser tú
mismo. Para abrir tu corazón sin saber si ese amor será devuelto con la misma
libertad que fue dado. Para descubrir quién eres realmente y aceptar que es
suficiente. Para creer que lo extraordinario es posible. Para tomar el control de tu
destino. Simplemente para concentrarte en tus momentos.
Mi momento favorito fue cuando sus labios tocaron por primera vez los míos.
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UNO

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erek Vaughn era mi adicción. Pensé que era divertido, dulce y
extremadamente caliente. Él era un atleta extremo con un cuerpo
hecho para adorar. Alto y esbelto, cada centímetro en él hecho de puro
músculo desde su amplio pecho hasta su apretado abdomen, pero mi cosa favorita
eran sus largos y musculosos brazos. Él era una estrella en el equipo de natación de
la universidad. Me encantaba su salvaje, espeso y rizado cabello oscuro y la manera
en que flotaba alrededor de su frente y oídos con cada movimiento. Sus cálidos ojos
castaños oscuros como el chocolate eran suficientes para hacerme querer derretirme
en un delicioso charco de pura felicidad. Había desarrollado el hábito de buscarlo en
todo el campus. A veces lo encontraba en la cafetería, en la biblioteca o en el paso
entre las clases. Comencé a obsesionarme con él un poco, mucho, en realidad.
Natalie, mi compañera de cuarto en la universidad, había estado saliendo con
un chico del equipo de natación, y la había convencido de que me dejara ir junto con
ella para ver las prácticas de natación y animar en los encuentros de natación. Y
aunque siguió siendo una amiga comprensiva, no me ocultó en ningún momento que
pensaba que mi conducta estaba al límite del acoso.
Una noche había reunido el coraje suficiente para hablar con él en una
fiesta. Estábamos de pie uno al lado del otro, y no por casualidad, en un pequeño
círculo hablando. Hice lo que pensé que era una referencia divertida a un viejo
programa de televisión, y Derek fue la única persona que entendió mi broma. Me
empujó juguetonamente con el codo y echó la cabeza hacia atrás para reír con
ganas. Me quedé allí sonriendo hacia él como una chiflada. Por fin me había notado,
y estaba en el cielo.
Estuvimos juntos por el resto de la noche. Me pidió mi número, el cual le di
al instante, pero él no llamó. No al día siguiente, ni siquiera la semana siguiente. Lo
busqué por todo el campus pero nunca logré atraparlo en sus lugares
habituales. Justo cuando decidí renunciar a esperar que mi teléfono suene,
reapareció una noche. Natalie acababa de romper con su novio nadador, y era la
razón por la que estábamos afuera. Dijo que necesitaba una noche de chicas, pero
todas sabíamos lo que ella realmente quería decir con eso: “Odio a mi ex, así que
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vamos a ir a un lugar que él frecuenta para así poder encontrarme con él a propósito
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y mostrarle lo que se está perdiendo”.


Me sorprendió encontrar a Derek allí con sus amigos. Uno de ellos pasó a ser
Sam, el ex de Natalie. Pasamos la mayor parte de la noche evitando el grupo de
Derek por razones obvias. Me senté allí intentando lo mejor para no mirar en su
dirección, en lugar de centrarme en el drama divertido que Natalie estaba creando al
pretender estar ebria y colgar con todos los chicos que estuvieran al
alcance. Finalmente, Sam no pudo aguantar más y agarró la mano de Natalie y la
sacó del club. Ella se esforzó ligeramente para protestar y apenas logró esconder su
sonrisa triunfante cuando doblaban la esquina y desaparecían.
Eventualmente, Derek se acercó a mí y se disculpó por no llamar. Dijo algo
sobre tener problemas con su teléfono, bla, bla, bla. Traté de actuar con calma e
incluso fingí que no recordaba que se suponía que debía llamarme. Estúpido, lo
sé. Él pareció visiblemente aliviado cuando no le di más problemas por eso.
Estábamos sentados en el bar tomando tragos juntos. Y en un esfuerzo por ser
un caballero, Derek me dejó elegir la primera ronda, así que elegí kamikazes, y para
la segunda ronda él eligió Jack Daniel. Incluso también actué con calma por eso,
aunque nunca antes había tomado whisky. Quemó como un hijo de puta, pero lo
manejé como una campeona.
Cuando los efectos de los tragos comenzaron a calentar mi cuerpo, no pude
resistirme a sacudirme de arriba hacia abajo mientras “One More Time” de Daft
Punk sonaba a todo volumen por los altavoces. Derek agarró de inmediato mi mano
y me arrastró hasta la pista de baile. Después de girarme para estar en una posición
básica que me permitiría frotar mi espalda con su parte delantera, él me detuvo al
colocar su mano en mi cadera para detener mis movimientos, luego murmuró
tímidamente que no era muy bueno bailando así. En su lugar, me tomó de la mano y
procedió a darme la vuelta. Era lo más divertido que me había pasado alguna vez.
Él y yo giramos juntos en la pista, ajenos a la gente que nos
rodeaba. Bailando juntos, y luego separados. Girando entre sí, con los dedos
entrelazados. No pude resistirme a reír cuando me bajó hizo inclinar hacia atrás en
algunas ocasiones. Cuando el ritmo de la canción desaceleró, me envolvió entre sus
brazos por detrás y nos balanceamos de lado a lado, su cálido aliento rozando el
costado de mi cuello mientras yo inhalaba en su olor a limpio. Entonces, cuando el
ritmo aceleró otra vez, él me hizo girar una vez más al compás de la música.
Nos reímos y nos pisamos los dedos del otro a medida que nos movíamos al
ritmo. Podríamos habernos visto como la pareja más melosa del mundo para los
espectadores, pero me sentía como la chica más afortunada en la tierra. La forma en
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que sus hermosos ojos me sonreían, la manera sensual de morderse el labio inferior
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cuando se movía, y la forma en que sus brazos se sentían envueltos alrededor de mi
cintura parecía un sueño.
Ese fue el momento en que me enamoré de él.
Al final de la noche, me besó y me prometió llamar al día siguiente, y lo
hizo. Salimos a cenar esa noche y pasamos la noche juntos. Supongo que era seguro
decir que era bastante fácil en cuanto a Derek concernía. No tuvo que trabajar muy
duro para hacerme suya.
Durante los meses siguientes, continuamos viéndonos, aunque nunca lo
definimos como una relación exclusiva. Ni siquiera podía pensar en alguien
más. Derek Vaughn era mi mundo, y no podía creer que estuviera con él.
También era un coqueto notorio. Un mujeriego. Pronto me di cuenta que las
sonrisas sensuales y los comentarios sugerentes no eran solo para mí. Siempre tenía
los ojos en movimiento, al acecho, pero era realmente bueno haciendo que todo
pareciera inocente y juguetón. Estaba dispuesta a pasar por alto las sospechas
persistentes por otras chicas, ya que parecía estar prendado de mí cuando estábamos
juntos. No importaba si estábamos saliendo con amigos, en un club nocturno o en
las fiestas post competencia de natación; me besaba abiertamente y se enrollaba
conmigo delante de todos, sin importar el lugar.
A menudo me decía:
—Eres una chica genial, JoJo. Una chica muy genial, ¿sabes? —Después de
reírse de algo divertido que acabábamos de hacer juntos o de un comentario loco que
solía usar para impresionarlo. Mi cerebro estaba trabajando constantemente mientras
pensaba en maneras de seguir siendo la “chica genial” que él pensaba que era. Me
puso vertiginosa la primera vez que él acortó mi nombre de Josette a JoJo. Nunca
había tenido un apodo, y me encantaba que el primero perteneciera exclusivamente a
él.
El sexo con Derek fue el mejor que he tenido, aunque mi experiencia hasta
ese momento era muy limitada. Intenté ser el mejor sexo que él había tenido también
al estar abierta a cualquier cosa, en cualquier lugar y en cualquier momento.
Sexo en el baño, sexo en el auto, sexo en el armario, sexo en la rueda de la
fortuna, sexo en el agua y sexo en la mesa de billar.
En otros esfuerzos para mantener mi estado de “genial”, incluso bebía whisky
cada vez que salía con él. Nunca hice ninguna exigencia. No me molestaba si no
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llamaba por días a la vez. De alguna manera en mi mente sentía que lo había hecho
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bien, porque cuando estábamos juntos las cosas eran increíbles. Básicamente, nunca
le dije que no porque no quería parecer “aguafiestas”.
Después de un año de citas indefinidas, le pregunté sobre sus sentimientos
hacia mí, y por supuesto, Derek permaneció evasivo y no me dio nada sólido.
—Vamos, nena. Estás conmigo. Mi JoJo.
Esa era su respuesta estándar antes de que él procediera a quitarme la ropa y
usar su cuerpo para hacerme olvidar mis preguntas. Estaba desesperadamente
enamorada de él, pero nunca pude atreverme a decírselo por temor a que no
correspondiera el sentimiento. Sentí que tenía la habilidad de complementarme o
destruirme completamente.
Así que no insistí.
Derek se graduó un año antes que yo y aceptó un trabajo en Louisville con la
empresa de inversión de su tío. La distancia hizo que las cosas fueran aún más
difíciles entre nosotros. Intenté visitarlo tanto como podía, pero se hizo demasiado
difícil con mi horario escolar. Él nunca llegó a ser directo y lo admitió, pero estaba
bastante segura que estaba durmiendo con otra persona.
Entonces, ¿qué hice en lugar de estar locamente enojada y correr hasta
Louisville para enfrentarlo? Traté de permanecer siendo “genial” al dejarlo salirse
con la suya. Culpaba mi apretada agenda y señalaba lo injusta que estaba siendo con
él. Diciéndole cómo se merecía a una chica en la misma ciudad que él, alguien que
pudiera ver en cualquier momento que quisiera. Le sugerí que nos “enrolláramos” la
próxima vez que estuviera en la ciudad si él quería “pasar el rato”. ¿Su respuesta?
—Claro, eso estaría genial, JoJo.
Lloré durante tres días seguidos. Nunca dejé mi habitación, no me duché, no
me cambié de ropa. Llevaba una de las sudaderas con capucha de Derek y me negué
a quitarla. Si no fuera por Natalie obligándome a hacerlo, tampoco creo que hubiera
comido ni bebido nada.
Al cuarto día, fui arrastrada a una ducha fría por mis amigas y me restregaron
con jabón corporal y champú, con mi ropa todavía puesta. Fui capaz de terminar el
año y graduarme.
Derek me enviaría un mensaje de vez en cuando, pero nunca regresaría a
visitarme. Lo preferí de esa manera porque no estaba segura que pudiera soportar
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verlo y no volver completamente al estatus de inútil. Se hizo más fácil lidiar con
nuestra ruptura con el tiempo, y pude llegar a lo que sentí que era una buena etapa
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de curación.
Mi corazón seguía saltándose un latido cada vez que mencionaban su
nombre, pero ya no quería estallar en lágrimas nunca más.
Fue un año y medio más tarde cuando volví a ver a Derek de nuevo en un bar
local en el que todos nos la pasábamos. Me saludó como a una vieja amiga perdida
de hace mucho tiempo que estaba feliz de ver. No hubo torpeza entre nosotros; era
como si nunca hubiéramos estado separados. Así comenzó la etapa de amigos con
beneficios de nuestra relación.
Sabía que él no estaba listo para más, pero en el fondo de mi corazón
esperaba que eventualmente llegara ahí. Nos tomamos turnos cada pocos meses
entre California y Kentucky para largos fines de semana y vacaciones.
Dos años en nuestro arreglo, acepté un trabajo como escritora independiente
para una revista en línea y compré un condominio en Louisville. Derek pareció feliz
de tenerme más cerca de él, y poco a poco formamos lo que sentía que era una
relación sólida. Habíamos aceptado ser exclusivos, y aunque mantenía su propio
lugar, también empezó a guardar cosas en mi casa. Durante los dos años siguientes,
nos pareció suficiente.
Eso fue hasta que Natalie y Sam se casaron así como la mayoría de nuestros
amigos universitarios. Cuando todos los ojos comenzaron a centrarse en Derek y yo,
seguidos de preguntas sobre por qué no estábamos comprometidos, se volvió
demasiado difícil de manejar. Después de una noche de borrachera llena de la
valentía proporcionada por el whisky, le di un ultimátum a Derek.
Te casas conmigo o me pierdes.
Se pasó ayer por la noche para recoger el resto de sus cosas.
Quería sentirme extraordinaria. Quería que alguien sintiera que no podía vivir
sin mí.
Al parecer, Derek podía.
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DOS

—¿E
ntonces te vas a ir y vender la casa? —preguntó Natalie.
—Sí. No puedo ver el punto en quedarme aquí. Me
mudé a Kentucky por él, y no conozco a nadie más.
—¿Qué hay de ese proyecto de citas? ¿Vas a poder terminarlo a tiempo? No
me malinterpretes, me encantaría tenerte de vuelta a casa, pero desarraigar toda tu
vida y regresar a California es un gran paso. Hay mucho que hacer.
Hace unos años, Natalie, que tiene una fascinación por todo lo francés,
comenzó un pequeño blog de la cultura pop en línea, Tout Amore, que con el tiempo
se transformó en una revista en línea con éxito del mismo nombre. Fue capaz de
afiliar patrocinadores y generar el dinero suficiente para contratar a unas pocas
personas para manejar varios aspectos del sitio. Yo era una de las tres personas que
regularmente escribía artículos. Había sido un acuerdo extremadamente
rentable. Podía trabajar desde casa, básicamente estableciendo mis propias horas y
escribiendo sobre las cosas que elegía. Eso me proporcionó suficientes ingresos para
pagar la hipoteca en un condominio de dos dormitorios en Louisville.
—Hasta que pueda vender la casa voy a actualizar el sistema de seguridad,
por otra parte, el agente de bienes raíces dice que eso añadiría valor a la casa. Tengo
suficiente en mis ahorros para cubrirlo, además, lo reemplazaré todo una vez que
consiga vender el lugar. Ella me recomendó una compañía, que van a venir hoy para
hacer una estimación —dije mientras me servía una taza de café.
—¿Hoy? ¿En serio? Guau, Josette. Rompiste con Derek hace una
semana. ¿Estás segura que estás lista para tomar esa clase de decisión?
Habiendo sido mi mejor amiga desde el primer año de universidad, Natalie
había visto todos los altibajos con Derek. Lamentablemente, ya habíamos estado
aquí antes. Juraría que había terminado con él y de alguna manera lo aceptaría de
nuevo. Dejó de reservarse el juicio hace mucho tiempo y siempre afirmaba querer
cualquier cosa que yo quería. Sabía en el fondo que ella probablemente me lanzaría
una fiesta de felicitaciones por romper con él si pudiera salir con ella. Le gustaba
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Derek, pero no para mí.


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—Me sentiré mejor sabiendo que no puede entrar en la casa cuando
quiera. ¿Cuántas veces he vuelto a casa después de haber terminado las cosas con él
solo para encontrarlo sentado en el sofá y actuando como si todo estuviera bien? No
puedo soportar eso ahora mismo, y simplemente, necesito distancia. Además,
conoce todos los códigos y donde escondo mi llave de repuesto.
—Umm, está bien.
—Lo sé, pero esta vez estoy hablando en serio, Nat. Realmente necesito que
me apoyes y siempre seas honesta conmigo. Aunque no parezca que quiera oírlo,
¿de acuerdo?
—Claro, cariño. Entendido.
Estaba vertiendo mi taza entre café y crema cuando la puerta sonó.
—Oye, Nat. Me tengo que ir. Te llamaré más tarde. —Después de haber
intercambiado despedidas, terminé la llamada y me fui a contestar la puerta.
Lo primero que noté fue el nombre de la empresa Secure Point Systems
extendido a través de un amplio torso musculoso, seguido del nombre Aidan cosido
en la tela. Levanté la cabeza y miré fijamente los ojos verdes más sorprendentes de
mi vida. Solo fue una cuestión de segundos, pero era como si el tiempo ralentizara
mientras observaba cómo su boca se curvaba en una sonrisa a medida que las
esquinas de sus ojos se arrugaban.
—Hola. —Él habló con un tono profundo y rico que pareció vibrar desde su
pecho—. ¿Es usted la señorita Lewis?
—Sí. Sí —tartamudeé y asentí.
—Mi nombre es Aidan Ross. Soy de Secure Point Systems. Su agente de
bienes raíces, Hannah Dillon, me refirió. ¿Entiendo que desea actualizar su sistema
de seguridad?
—Oh, sí-sí… —Dios, ¿por qué no podía controlarme? Aidan me miró
fijamente a medida que lo observaba a su vez por un incómodo período de
tiempo. Tenía un portapapeles en un brazo y tenía su otra mano en el bolsillo
mientras se balanceaba de un lado a otro sobre sus talones.
—¿Quiere, um, mostrarme el sistema que está usando actualmente? —
preguntó.
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—Sí-sí. Lo siento. Por favor, entra. —Me alejé rápidamente de la puerta y lo


dejé entrar. Me siguió a la izquierda donde estaba el panel de control para el sistema
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de alarma.
—De acuerdo, ya veo lo que tienes. Sí, este es un sistema más
antiguo. Probablemente lo pusieron cuando el lugar fue construido en un principio.
—Abrió la pequeña compuerta y miró dentro mientras escribía algo en su
portapapeles. Luego avanzó por el pasillo hasta el armario donde estaba la caja de
acceso principal. Después de echar a un lado los artículos que había colgado en la
barra, examinó los alambres. Ocasionalmente, hacía ruidos como “ajá” o “oh, eso
necesita ser reemplazado”.
Después que Aidan terminara su evaluación inicial, le pedí que me siguiera
hasta la cocina, donde aceptó una taza de café con una sonrisa amistosa. Sacó varios
folletos y me habló de los beneficios de cada uno de ellos. Todo fue
extremadamente abrumador y caro una vez que llegó a los detalles de instalación y
cargos mensuales.
—No estoy segura de qué elegir. ¿Cuál crees que es mejor? —le
pregunté. Aidan me estudió un segundo y luego volvió a mirar los folletos. Empujó
uno con confianza.
—Si yo estuviera buscando mantener a mi chica a salvo, éste es el que
escogería. Es el más fácil de usar y muy seguro. —Mi estómago se sumergió un
poco mientras pensaba en la suerte que tendría cualquier chica de tener a este
hombre fornido llamándola “suya”.
—Eso suena perfecto —confirmé sin siquiera mirar el folleto—. ¿Cuándo
puedes empezar?
Aidan sonrió e hizo una cita para volver el miércoles y hacer la
instalación. Faltaban dos días enteros a partir de ahora, y eso era todo en lo que
podía pensar. Bueno, eso y si Derek me extrañaba en absoluto.
Ugh.

—¡Nat! Simplemente… ni siquiera puedo —gemí en el teléfono—. Sabes


cuánto detesto escribir artículos románticos. Quiero decir, de hecho incluso me
siento mal del estómago ahora mismo.
—Dame un respiro, Josette. Te dije que necesitaba algo para las promociones
de “Saison de L'Amour” que hemos estado haciendo. Además, a la gente le encanta
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esa mierda. Y nos hemos comprometido. No, tú te has comprometido a hacerlo.


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Permanecí en silencio durante un rato a medida que veía al techo, y luego
dejé escapar un largo suspiro.
—Nat, solo recuerdo haber aceptado esto después de varias copas de vino, lo
cual no creo que se deba sostener contra mí. Además, fue antes de que las cosas
terminaran con Derek. Lo último que quiero hacer es escribir un artículo sensiblero
sobre consejos para cinco encuentros de fantasía cuando mi vida amorosa se ha ido
completamente al infierno.
—Josette, ¿recuerdas cuando dijiste que querías que fuera honesta contigo?
—Sí.
—Creo que esto será bueno para ti. Piérdete en la idea del romance y
permítete creer que hay hombres buenos por ahí esperando a ser tuyos.
—Solo para que sepas, eso no me hace sentir mejor en absoluto, Nat.
—Solo para que sepas, vieja gruñona, necesito ese artículo antes de la fecha
límite.
—Bien. Tu optimismo es muy molesto, ¿sabes?
—También te quiero, mocosa.
Llevaba más de un cuarto de la primera cita, y debo haber puesto los ojos en
blanco más veces de lo que jamás había hecho en mi vida. Estaba inventando un
encuentro por completo para una primera cita, una sugerencia que jamás había
experimentado. Me imaginé reuniéndome con un chico lindo y lo que haríamos en
nuestra primera cita. ¿Entablaríamos miradas desde el otro lado de la habitación, y
habría chispas? Pensé que lo que había escrito sonaba completamente patético y
tanto como lo que nunca admitiría que mi corazón realmente quería.
A las 11 de la mañana, abrí la puerta para ver el rostro magnífico y sonriente
de Aidan.
—Buenos días, señorita Lewis. Espero que no te importe que llegara un poco
temprano. Terminé otro trabajo antes de lo previsto y pensé en pasar por aquí.
—Oh, no, en absoluto. Entra. —Le sonreí a medida que caminaba junto a mí,
y capté el aroma de su olor. Olía a sol y suavizante de telas. Avanzó hasta la caja del
armario y dejó todas sus herramientas junto a él. Había confianza en la forma en que
se comportaba y en cómo se acercaba a su tarea con un enfoque completo. Hizo
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unos cuantos viajes de ida y vuelta a su camioneta y se puso a trabajar. Observé sus
movimientos por un momento antes de que decidiera dejarlo y fui a mi oficina a
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trabajar en el artículo.
Estaba marcando algunas correcciones y tomando notas cuando escuché a
Aidan llamar desde algún lugar de la casa.
—¿Señorita Lewis?
—¿Sí? —grité de vuelta mientras me levantaba de mi asiento e iba a
buscarlo. Todavía estaba delante de la caja de control principal, que estaba
completamente desmontada con cables en todas partes.
—Acabo de poner la nueva caja y he terminado con todos los cables, pero no
puedo probarlo todavía porque el sistema en la oficina principal está caído. —
Levanté una ceja en sorpresa, pero rápidamente continuó—. Solo el modo de
prueba, no el modo en vivo. Eso funcionará perfectamente bien para la policía y el
cuerpo de bomberos.
—Oh —dije con alivio—. Iba a preguntar cómo la gente en emergencias
reales recibiría ayuda.
—No, solo el modo de prueba. Podemos activar el modo en vivo si no te
importan algunos camiones de bomberos y policías en tu calzada —dijo y rio entre
dientes.
—Está bien, te creo. —Miré todas sus cosas y me pregunté en qué decir a
continuación—. ¿Cuánto tiempo tardará?
—No lo sé. Tal vez una hora o dos. Puedo regresar después.
—No, no. Está bien. Quédate. ¿Quieres unirte a mí para el almuerzo? Estaba
a punto de hacerme un sándwich. —Sus labios se alzaron en una sonrisa y sus ojos
verdes brillaron un poco.
—Eso estaría bien. Gracias.
Me siguió hasta la cocina y se sentó en mi pequeña mesa mientras hacía dos
sándwiches. Apilé el pavo, queso suizo, lechuga y tomates, y le entregué un plato
ofreciéndole también algunas patatas fritas.
—Tengo té helado. ¿Te gustaría un poco? —pregunté por encima de mi
hombro a medida que me servía un vaso.
—Sí. Por favor —murmuró Aidan alrededor de su boca llena de
sándwich. Dejé un vaso delante de él, y luego me senté en la silla opuesta. Tomó un
trago enorme de su té e inmediatamente hizo una mueca.
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—Caray.
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—¿Qué sucede?
—¿Esto es té sin azúcar?
—¿Sí? ¿Le pasa algo?
—¿Quieres decir, además que es sin azúcar?
—Oh. —Me reí—. Te puedo traer un poco de azúcar. —Empecé a pararme.
—No, no, está bien. —Él agitó su mano hacia mí para indicar que me siente
de nuevo—. De todos modos, el azúcar no se mezcla muy bien en agua fría.
—Oh, cierto. Lo siento. Solo hago té sin azúcar, y olvido que la gente aquí lo
bebe dulce.
—¿Aquí? ¿De dónde eres?
—San Diego, California.
—¿California? ¿Cómo demonios terminaste en Kentucky? —preguntó él,
pareciendo divertido mientras se inclinaba hacia adelante en su silla a medida que
terminaba el último pedazo de su sándwich.
—Seguí a alguien hasta aquí.
—¿Un chico?
—Sí, pero no funcionó —dije mientras me ponía de pie. Reuní nuestros
platos y los puse en el fregadero—. Así que, voy a volver a casa tan pronto como
pueda conseguir vender este lugar.
Aidan asintió lentamente mientras su cara se tensaba.
—¿Cuál es la razón del sistema de alarma? ¿Este tipo es peligroso? ¿Tienes
miedo de que te haga daño?
—No, nada de eso. Derek es demasiado indiferente sobre todo en su vida,
incluso de mí. Dudo que vuelva a aparecer aquí de nuevo. —No estaba segura si
estaba tratando de convencerlo a él o a mí de esto—. La agente de bienes raíces dijo
que un buen sistema de alarma aumentaría el atractivo del condominio, y ya que
estaré aquí sola ahora, solo quiero sentirme lo más segura que pueda.
—Por supuesto. Me aseguraré que estés a salvo, no te preocupes. —El modo
en que esas palabras sonaron procedentes de su boca hizo algo en mi corazón. Sabía
que era su trabajo y probablemente algo que él decía a todos sus clientes, pero me
permití imaginar que lo dijo para mí. Aidan sostuvo mi mirada mientras llevaba el
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vaso de té sin azúcar a sus labios, tomó un sorbo, luego inmediatamente hizo una
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mueca.
—Uck. Se me olvidó. —Sacudió la cabeza con la cara todavía arrugada, y
eché la cabeza hacia atrás y me eché a reír.
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Página
TRES

E
l sistema de prueba en la oficina principal nunca volvió a activarse, de
modo que Aidan programó otra reunión en la mañana conmigo al día
siguiente. Esta vez me tomé un poco más de tiempo para vestirme. En
lugar de pantalones cortos y una camiseta como ayer, me puse unos jeans ajustados
y una camiseta más ajustada. También me puse un poco de máscara de ojos y brillo
de labios. No quería parecer que estaba esforzándome demasiado para
impresionarlo, porque no lo estaba haciendo, ¿verdad?
Aidan apareció a tiempo llevando una camisa azul claro de manga larga con
su nombre y el logotipo de la empresa cosido en el bolsillo izquierdo del pecho. Me
sonrió cuando lo dejé entrar, pero no antes de ver cómo su mirada recorrió
rápidamente mi cuerpo. Antes de que pudiera salir de su camino, nuestros hombros
se rozaron ligeramente, y no pude resistir el escalofrío débil que corrió por mi
espalda ante el contacto.
Instaló su computadora portátil y se registró en el sitio web de la
compañía. Le tomó un tiempo, pero fue capaz de probar con éxito el
sistema. Entonces se puso a trabajar en la instalación de todos los sensores en las
ventanas de las áreas que designé. Estaba sentada en mi oficina cuando entró.
Estaba medio mofando mientras leía mi propio artículo, completamente
inconsciente de que él me estaba mirando.
—¿Por qué esa cara? —preguntó Aidan a medida que dejaba la caja de
herramientas y empezaba a hurgar a través de ella para buscar los materiales que
necesitaba.
—Oh, nada. Es solo que leí algo que era ridículo.
—Por la expresión en tu cara debe haber sido muy divertido.
—Sí, es un artículo que estoy escribiendo.
—¿Un artículo? ¿Eres escritora?
Asentí.
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—¿De qué trata el artículo? —preguntó.


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—Un tonto artículo de citas.
—¿Por qué es tonto?
—Simplemente lo es. —Me encogí de hombros.
—¿Qué hay de malo en eso? —Caminó para detenerse a mi lado, luciendo
genuinamente interesado en la respuesta. Cuando lo miré estaba lo suficientemente
cerca como para poder olerlo ligeramente. Era el mismo perfume limpio de sol y
ropa recién lavada. Hoy el indicio de una ligera barba en su mandíbula era visible, lo
que significaba que probablemente no se afeitaba cotidianamente como Derek.
—No. Olvídalo. Es estúpido —dije mientras guardaba el artículo y cerraba el
documento. Él me estudió un momento con las cejas fruncidas, pero no habló—. Es
solo que las citas de fantasía son poco realistas.
—¿No es por eso que se llaman fantasías? —respondió, inclinando la cabeza
hacia un lado confundido.
—Bueno, um… sí… pero creo que establece expectativas injustas. Alienta a
las pobres chicas de todo el mundo a esperar que las primeras citas sean románticas,
o que lloverán chispas la primera vez que se besan. Sobre la existencia de almas
gemelas y toda esa basura.
—¿No crees en eso?
—No, claramente. ¿No me digas que tú sí?
Se encogió de hombros pero no respondió mientras volvía a instalar los
sensores. Lo miré a medida que trabajaba. Pensé en la manera en que Natalie
describió su beso con Sam después de su primera cita todos esos años atrás mientras
nos sentábamos frente a frente en las camas de nuestro dormitorio. Ella afirmó que
su corazón estaba latiendo salvajemente en su pecho. Pensé que estaba siendo súper
dramática, pero bueno, siempre tuvo talento para el drama. Tuve que reprimir las
náuseas cuando empezó a hablar de cómo el tiempo pareció detenerse cuando sus
labios se acercaron a los suyos, y que chispas volaron cuando sus labios finalmente
se encontraron.
Sí. Pura basura.
Mi estómago comenzó a gruñir, y decidí que era hora de almorzar y que
necesitaba salir de esta casa.
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—¿Aidan? ¿Tienes alguna otra reunión esta tarde?


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—Um, no. —Sonó vacilante.


—He estado metida en esta casa toda la semana. ¿Puedo llevarte a almorzar a
un lugar que realmente ofrezca té dulce? —le pregunté, y él entrecerró los ojos hacia
mí y negó con la cabeza.
—No, pero yo puedo llevarte a almorzar. —Él sonrió—. Déjame terminar con
estos sensores y podemos irnos.
Le sonreí de vuelta y fui a mi habitación a prepararme. Cepillé mi cabello,
refresqué mi maquillaje y me puse perfume. Cuando emergí, Aidan ya estaba
abriendo la puerta principal.
—¿Lista? —preguntó, y asentí mientras pasaba junto a él. Aidan encabezó el
camino en su vehículo de la compañía, y yo lo seguí detrás en mi auto.

—Entonces, dime más sobre este artículo que tienes que escribir y por qué lo
detestas tanto —dijo Aidan después de que la camarera hubiese tomado nuestra
orden. Él había elegido un restaurante no demasiado lejos de mi casa, nada lujoso,
pero el lugar olía delicioso. Había pedido un sándwich club, y él se fue con una
hamburguesa.
—¿Por qué estás tan interesado? —pregunté, tomando un sorbo de mi agua.
—No lo sé. —Se encogió de hombros y apartó la mirada tímidamente—.
Simplemente lo estoy, supongo. —Era difícil ignorar el débil color que manchaba
sus mejillas. Apenas conocía a Aidan, pero me gustaba. Me hacía sentir cómoda.
—Bien —respondí y me recosté en mi cabina—. La premisa es de cinco
encuentros románticos y no solo esas citas de ir a cenar y películas, sino cosas que
de seguro pondrán en marcha una relación. —Enumeré rápidamente el objetivo del
artículo de la manera que Natalie me lo escribió en un correo electrónico.
—¿Cinco citas? Eso es mucho.
—Bueno, aparentemente hay un desafío para el lector que siga los consejos
del artículo y reporte su éxito de nuevo a nosotros al final, con el fin de ganar un
concurso que la revista está llevando a cabo.
—¿Cuál es el premio?
21

—Un viaje a París. A la romántica “Ciudad de las Luces”. —Dije las últimas
palabras usando los dedos para citarlas.
Página
—Entonces, ¿qué hace que te disguste tanto escribir este artículo? Son solo
cinco citas. Cualquiera puede inventar algo para cinco citas.
—Siento que no soy la misma chica que se apuntó para el artículo. Lo que
realmente quiero escribir es cómo no existe el Príncipe Azul, solo existen los chicos
regulares que son capaces de imperfecciones, y una cita perfecta no proporciona un
escudo contra el dolor.
—Hmm —respondió Aidan mientras asentía, pero su expresión era
resguardada, y es entonces cuando me di cuenta que dije demasiado y estaba
dejando que mi miseria interna se mostrara ante este completo extraño. Sí, estoy
bastante segura que parecía una lunática para él—. Cuéntame de las citas. ¿Son
ridículamente caras para llevar a cabo con jets privados y cosas así? ¿Ese es el tipo
de cosas que consistirían en una cita perfecta?
—No he llegado tan lejos en el artículo. Solo he escrito de una excursión.
—¿Cómo iba?
—Pensé que tenía sentido comenzar con una cita para conocerse. Una cosa de
tomar un paseo juntos y cenar. —Aidan me miró pensativamente.
—¿Cómo te sentirías si experimentas las cinco citas? —preguntó.
—¿Qué quieres decir?
—¿Qué tal si recreamos las citas en tu artículo? Las cinco.
—¿Recrear las cinco citas? —repetí.
—Sí. ¿Por qué no? ¿Cómo puedes formarte una opinión si no lo has
experimentado? No nos conocemos más que una pareja siguiendo el consejo de tu
artículo para sus propias citas.
—¿Por qué siquiera quieres hacer esto conmigo?
—Josette, me tomó dos días terminar un trabajo que solo debía durar tres o
cuatro horas. ¿Por qué crees que es eso? —Aturdida, lo miré fijamente durante un
rato considerando sus palabras. ¿Estaba interesado en mí?
La camarera nos dejó nuestra comida y ambos le agradecimos antes de que
ella se alejara. La interrupción me dio más tiempo para procesar lo que Aidan estaba
sugiriendo.
22

—Una cita. Si no quieres salir conmigo después de eso, está bien. —Su
sonrisa era encantadora, pero aún podía ver la esperanza en su rostro.
Página
—Aidan. Yo… no sé qué decir. Todo esto es extraño.
—Tengo una sugerencia. Solo di que sí, que te reunirás conmigo para dar un
paseo por el parque y cenar mañana por la noche. —Guiñó un ojo mientras deslizaba
su mano sobre la mesa y frotaba mis nudillos con sus dedos. El toque era tan ligero
y se sentía tan bien que al instante quise que lo hiciera de nuevo, pero sabía que
tenía que ser sensata en esto.
—Aidan, quiero ser muy sincera contigo. Acabo de salir de una relación de
seis años, y estoy vendiendo mi condominio para volver pronto a California. No
creo que sea una buena idea empezar algo nuevo ahora mismo.
—Son solo cinco citas, no el resto de tu vida. Te lo dejo a ti si quieres
continuar después de cada una —respondió, sin lucir ni un poco desanimado. Pensé
en cómo lo único que me esperaba era una casa vacía y un artículo sin
terminar. Aidan podía ser una distracción bienvenida.
—Está bien, lo haré —dije y no pude evitar devolverle su sonrisa amplia.
—Bien. Voy a necesitar todos los detalles para estas citas de modo que todo
pueda salir bien.
Aidan y yo intercambiamos números después del almuerzo, y luego partimos
por caminos diferentes desde el restaurante. Me negué a reconocer siquiera a mí
misma que en cierto modo floté todo el camino hasta mi auto con una sonrisa
estúpida en la cara.
23
Página
CUATRO
E
ncuentro #1: Dar un paseo por el parque.
Las primeras citas son estresantes. Para eliminar la
ansiedad, que sea sencillo. Caminar y hablar es una gran
manera de llegar a conocerse entre sí, y cuando la conversación tambalea un
poco, pueden disfrutar juntos del paisaje y la gente pasando por ahí…

A la noche siguiente me encontré con Aidan en el parque. En mi artículo,


sugería que las parejas se reúnan en un lugar neutral para su primera cita, solo para
evitar quedar atrapado en una situación incómoda, como queriendo irse si las cosas
no estuvieran funcionando entre ellos. Aidan insistió en que todos los detalles sean
lo más precisos posible.
Se veía aún mejor en jeans y una camiseta negra, un contraste diferente de su
camisa azul claro con el logo de la empresa y sus pantalones caqui.
Sin yo saberlo, Louisville también tenía un Central Park. Estaba muy lejos de
la ciudad de Nueva York, pero era una idea impresionante, y él ganó puntos por la
creatividad.
Seguimos uno de los caminos que llevaban al anfiteatro. Había un grupo
representando una obra de Shakespeare ante una gran multitud. Era a finales de la
tarde y las familias estaban ahí fuera caminando y montando en bicicleta. Aidan y
yo paseamos juntos en cómodo silencio. Se acercaba el final de mayo y la
temperatura era perfecta para caminar.
—Está bien, ¿cuándo comienza la parte de la noche en que nos conocemos?
—preguntó Aidan, y le eché un vistazo mientras consideraba por dónde empezar. No
quería ahondar en nada de Derek, y era difícil pensar en algo de mí que no lo
involucrara.
—¿Qué quieres saber? Ya sabes de dónde soy y lo que hago para ganarme la
vida —contesté.
24

—¿Cuánto tiempo hace que vives en Louisville?


Página

—Dos años.
—¿Qué estabas haciendo antes de mudarte aquí?
—Me gradué de la UCSD, con un título en periodismo y acepté un trabajo en
el periódico local como asistente de un editor, y lo odié. —Alcé la vista para ver que
él estaba mirándome y escuchándome con atención—. Pensé que iba a ser
periodista, pero terminé convirtiéndome en la chica de los mandados sin una
verdadera oportunidad para en realidad escribir artículos. Había tantas personas en la
fila delante de mí que pasarían años antes de que yo me acercara a escribir algo. Mi
amiga Natalie comenzó una revista en línea, así que empecé a trabajar para ella a
tiempo completo.
—Oh, ya veo. He oído un poco sobre el aumento de este tipo de sitios de
noticias e información independientes.
—Sí, es un negocio duro para mantener el éxito. Natalie tuvo la suerte de
hacerlo bien al conseguir plasmar su nombre allí fuera. El interés de nuestros
lectores crece día a día, y las ideas para más historias de parte del personal son
fuertes.
—Eso es increíble. —Me sonrió—. Entonces, ¿te gusta más trabajar de esta
forma que para una publicación impresa tradicional?
—No sé. —Me encogí de hombros—. Funciona por ahora. Creo que algún
día puede que intente escribir una historia por mi cuenta.
—¿Qué clase de historia? ¿Tiene que ver con el romance? —bromeó.
—Oh, Dios, no. No soy la clase de chica que le va el romance. Las novelas de
crimen o misterio son más de mi estilo. ¿Qué hay de ti? ¿Has vivido en Louisville
toda tu vida?
—En realidad, no vivo en Louisville. Vivo en Shelbyville, que está a solo
unos pocos kilómetros de distancia.
—Oh —respondí sintiéndome un poco tonta. Supuse que vivía aquí, y no
estaba familiarizada con el área, incluso después de dos años. Además de los viajes
necesarios para hacer los mandados a nivel local, pasaba la mayor parte de mi
tiempo en mi casa trabajando o yendo a donde sea que Derek me llevara—. ¿Cuánto
tiempo llevas trabajando con la empresa de seguridad?
—Cerca de cinco años con Secure Point Systems. Antes de eso, en cierto
modo me debatí por un tiempo entre carreras.
25

—¿Qué tipo de carreras?


Página
—Veamos… —Aidan alzó la vista a medida que reunía sus pensamientos—.
Estaba convencido que podía empezar mi propio negocio de lavado de autos, por lo
que mi hermano y yo pasamos el verano después de graduarme de la secundaria
tratando de hacer que eso suceda. Solo hicimos suficiente dinero para comprar
cerveza y reemplazar nuestros suministros del lavado. —Él rio entre dientes y su
rostro se relajó mientras contaba la historia—. Después de eso conseguí trabajo
como vendedor de autos, y estaba determinado a vender más autos que cualquier
persona en el lote. Vendí unos pocos autos en mi primer mes, pero nada cerca de los
otros chicos. Me quedé en eso durante aproximadamente un año y luego renuncié.
Me uní a la Infantería de Marina y serví cuatro años antes de salirme e ir a la
universidad y obtuve mi título en ciencias de la computación. Hasta ahora ha dado
sus frutos y ha sido el trabajo más largo que he tenido. —Se rio y me gustó que no
fuera perfecto. Admitió haber luchado para encontrar su camino.
Con Derek, su vida estaba planificada. Después que terminó la universidad se
fue directo a trabajar con la empresa de su tío. Creo que era por eso que en realidad
nunca mostraba interés por nada en su vida. Su futuro, con un sueldo de seis cifras,
ya estaba establecido. Resistí el impulso de golpearme a mí misma por dejar que
Derek consuma gran parte de mis pensamientos. Las comparaciones en mi cabeza
entre Aiden y él tenían que parar.
—Está bien, ahora es mi turno de preguntar algo. ¿Cuántos años tienes? —
preguntó Aidan.
—Veinticinco, ¿y tú?
—Veintiocho. Ahora mi turno. ¿Tienes hambre?
—Podría comer —contesté, sonriendo.
—¿Te gusta la comida tailandesa? Conozco un buen lugar no muy lejos de
aquí.
Aunque no era fanática de la comida tailandesa, empecé a acceder porque eso
es lo que hacía. Era la chica genial, dispuesta a todo. Excepto que esta vez, no quería
ser esa chica.
Ese fue el momento en que decidí ser simplemente yo.
—En realidad no. —Negué con la cabeza.
—Oh, está bien, no hay problema —respondió Aidan sin sonar en lo más
26

mínimo desanimado mientras intentaba pensar en otra sugerencia.


Página

—¿Te gusta la barbacoa? —pregunté—. Conozco un lugar muy bueno.


—Claro que sí, me encanta la barbacoa. ¿Qué lugar? —preguntó.
—En FNA.
—Sí, conozco ese lugar muy bien. Me apunto. Vamos.
Era la noche de trivia en el FNA, y Aidan y yo nos unimos de
inmediato. Había una cuota de inscripción de veinte dólares y diez equipos ya
estaban jugando. El ganador se llevaba el bote entero de doscientos dólares. Resultó
que era horrible en historia y Aidan no pudo responder a ninguna pregunta de
cultura pop. Terminamos en tercer lugar, así que al menos no fuimos los últimos.
Alguna pareja casada ganó el juego. Eran unos turistas de pasada rezumando puro
amor meloso y enfermizo optimismo. Los odié al instante, pero por el contrario,
parecía que me estaba encariñando a Aidan. Era fácil estar con él, y me encontré que
no estaba esforzándome por ser alguien más que yo misma con él. Fue un cambio
agradable. En lugar del whisky y Cola que Derek generalmente pedía para los dos,
porque le dejé pensar que era lo que me gustaba, Aidan y yo bebimos cerveza de
barril.
Al final de la noche, Aidan me acompañó de vuelta a mi auto en el
estacionamiento, y nos apoyamos en él mirándonos el uno al otro.
—Me la pasé muy bien, Josette. ¿Y tú?
Asentí.
—¿Quieres hacerlo de nuevo?
Asentí por segunda vez.
—Estupendo, ¿ya sabes cuál es la cita número dos?
De hecho, así era, porque me había pasado toda la noche pensando en ello.
—Sí, ¿estaba pensando en el acuario?
—Acuario, ¿eh? Eso suena muy aburrido, pero creo que puedo hacer algo con
eso. —Me guiñó un ojo y me dio un codazo juguetonamente.
—No es aburrido —me defendí con una falsa expresión ofendida—. El lugar
es oscuro y místico. Creo que añade un atractivo al ambiente de la cita.
—Hmm —respondió a medida que inclinaba la cabeza hacia los lados para
estudiarme—. ¿Cuándo quieres ir al acuario?
27

—¿Qué tal el próximo viernes?


Página

—¿Toda una semana a partir de ahora?


—Solo tenemos cuatro citas más de modo que tenemos que extenderlas.
—Está bien, será el próximo viernes, pero ¿puedo llamarte? Sé que
probablemente no es parte de la investigación para tu artículo, pero nunca fui bueno
en saber cuántos días se supone que un chico debe esperar para llamar a una chica
y… —Su voz se apagó a medida que apartaba la vista brevemente y luego de vuelta
de nuevo a mí con sinceridad—. Quiero llamarte. ¿Puedo?
—Sí, me puedes llamar —le dije, encontrando imposible decir que no.
—Estupendo. —Sonrió—. Tengo una pregunta más. Algo que he querido
preguntarte toda la noche.
—¿Qué será?
—¿Puedo besarte?
Mi respiración se detuvo. ¿Quería besarlo? Mis ojos fueron directamente a
sus labios perfectos, los mismos a los que me encontré deseando poder lamer la
salsa barbacoa un par de veces esta noche.
—Sí —respondí casi instantáneamente porque quería besarlo absolutamente.
Aidan no perdió el tiempo al alcanzar y acunar mi mandíbula y acercarme a
él. Me miró a los ojos por un breve instante mientras lamía sus labios, su mirada
verde tornándose más oscura justo antes que su boca tocara la mía. Su toque fue
suave a medida que rozaba mis labios con los suyos suavemente, y luego, separé mis
labios cuando él deslizó su lengua al interior. Al segundo que hicimos contacto, tuve
que ahogar un gemido a medida que mi cuerpo se relajaba contra él. Aidan envolvió
su brazo libre alrededor de mi cintura con fuerza, y yo apoyé las palmas de mis
manos contra su duro pecho. Inclinó la cabeza para obtener un mejor ángulo y
profundizar nuestro beso, y yo suspiré.
Todo quedó en el olvido en ese momento. En lo único que podía
concentrarme era en la forma en que su lengua se deslizaba deliciosamente contra la
mía, su olor familiar, la fuerza con que me sostenía contra su cuerpo, y lo bien que
sabía. Al final tuve que retirarme para poder respirar. Maldita sea, él era bueno
besando.
—¿Cómo hiciste eso? —pregunté, sintiéndome sin aliento cuando miré hacia
él.
—¿Hacer qué? —Él me miró con confusión, sus ojos nublados mientras
28

luchaba para despejar la cabeza y enfocarse en mí. Me encantó que yo no fuera la


Página

única persona afectada por el beso.


—Nada —contesté, sintiéndome de repente idiota por hacer la pregunta—. Te
escribiré con los detalles para la próxima cita.
—De acuerdo. —Su mano permaneció en mi cintura mientras la otra
acariciaba mi mandíbula. Se inclinó hacia delante y rozó mi nariz con la suya
rápidamente antes de apartarse por completo—. Buenas noches, Josette.
—Buenas noches, Aidan. —Me vio entrar en mi auto y alejarme antes de que
él se pusiera al volante de una gran camioneta azul oscuro de cuatro puertas.
¿Qué fue lo que dije sobre las místicas chispas del beso de Nat?
Realmente odiaba cuando estaba equivocada.
29
Página
CINCO

P
ensé que era dulce la manera en que Aidan me llamó una hora después
de nuestra cita para recordarme establecer el sistema de alarma y luego
me acompañó a través de los pasos para hacerlo. En realidad no era
necesario, porque justo como dijo cuando me vendió el sistema, era fácil de usar,
pero de todos modos le seguí el juego. Era agradable sentir que alguien se
preocupaba por mí. No, era agradable que Aidan se preocupara por mí. Sabía que era
una mala idea involucrarme con él, pero no podía evitarlo. Todavía planeaba vender
la casa porque no había manera en que me quede en Louisville por más tiempo de lo
necesario. La probabilidad de que me encontrara con Derek era mucho más alta aquí
de lo que sería en California. Quería purgarme por completo de todas las cosas de
Derek Vaughan, o al menos eso es lo que me decía para mis adentros.
Había hablado con Aidan solo dos veces más por teléfono durante la semana,
y nuestras conversaciones no fueron muy largas, sobre todo él quería confirmar los
detalles para nuestra cita del viernes.
—Aidan, sabes que todo esto no es necesario —me encontré diciendo—. De
todos modos voy a seguir saliendo contigo, incluso si no tiene nada que ver con el
artículo.
—No, esto me da una excusa para no tener que ser creativo. De cualquier
forma, nunca fui bueno en eso. —Me podía imaginar su cara sonriente al otro lado
del teléfono, y mi interior dio un vuelco.
—Está bien, de acuerdo, será mejor que cuelgue. Mañana vienen unos
compradores potenciales, así que tengo que levantarme temprano para poner el lugar
en orden y salir de aquí.
—Por supuesto —respondió él, y luego hubo un breve silencio—. Buenas
noches, Josette.
—Buenas noches, Aidan. —Los dos permanecimos al teléfono, esperando
que el otro cuelgue. Por último, le oí reír en voz baja, y entonces finalicé la llamada.
También me envió un mensaje de “buenas noches” todas las noches después
30

de eso, y me encontré esperándolos luego.


Página
Solo había pasado media semana cuando podría haber, por accidente a
propósito, zarandeado algo en la caja del panel de seguridad para hacer que la
alarma se quedara sin línea. Llamé a Secure Point Systems de inmediato y pedí que
mi técnico original, Aidan Ross, regrese a solucionar el problema. Me dijeron que
estaría fuera de mi casa antes de las 5 p.m. Esto significaba que tenía que soportar la
espera tortuosa que duró horas.
Cada vez que un auto pasó por la calle corrí a la ventana para ver si era
él. Comprobé mi cabello y maquillaje constantemente mientras apuntaba a un cruce
perfecto entre “oh, no tenía ni idea de que ibas a pasar” mezclado con “maldición,
directo al estrellato”.
Estaba sentada en mi oficina con los auriculares puestos, meneando la cabeza
al ritmo mientras escribía distraída en mi artículo cuando sentí una mano en mi
hombro.
—¡Ah! —grité y di la vuelta en mi asiento rápidamente. Dejé escapar un
largo suspiro de alivio al ver los ojos verdes de Aidan clavados en mí—. Me
asustaste.
—Toqué durante unos buenos cinco minutos antes de descubrir que la puerta
no estaba cerrada. —Se cruzó de brazos y me miró fijamente, claramente, no
contento con ese descubrimiento—. Josette, ¿por qué estaba desbloqueada?
—Bueno, la manivela de la alarma está rota. —Me quité los auriculares y me
levanté—. Es por eso que llamé… para… um… que la reparen.
—Sí, pero la alarma no impide que el cerrojo funcione cuando se enciende de
forma manual —dijo con los dientes ligeramente apretados.
—Oh. —Me encogí de hombros y miré hacia mis pies descalzos, que estaban
luciendo una nueva capa de esmalte rojo Sirena Descarada. Podía sentir a Aidan sin
dejar de mirarme, así que alcé mis ojos a los suyos—. ¿Qué? —pregunté con toda la
inocencia que pude, mientras trataba de reprimir los sentimientos de vergüenza por
organizar este fiasco.
Antes de saber lo que estaba pasando, Aidan había cerrado la distancia entre
nosotros y ahora estaba al nivel del ojo con el logotipo de la empresa en su
31

camisa. Tenerlo de pronto en mi espacio personal aceleró mi pulso y mi respiración


Página
se tornó cada vez más superficial. Dios, en serio tenía que averiguar por qué olía tan
bien.
—Josette —dijo mi nombre en voz baja, así que alcé la vista lentamente. Mis
ojos viajaron desde su sólido pecho a su garganta, donde vi con fascinación cómo la
nuez de Adán se movía, hasta el ligero indicio de la barba en su mandíbula, y
finalmente se posaron en sus labios gruesos que se curvaban ligeramente en una
sonrisa.
—¿Sí? —contesté, finalmente dejando que mis ojos viajen para encontrarse
con los suyos.
—Si querías verme, todo lo que tenías que hacer era decirlo. —Al instante
estaba cautivada por la forma en que los ojos de Aidan se oscurecieron cuando
habló, y no pude formar una respuesta. Me hizo retroceder con su cuerpo hasta que
estaba contra la pared, mirando fijamente a sus ojos. Se apoyó contra la pared al
colocar sus manos a cada lado de mi cabeza mientras se inclinaba hacia abajo, lo
suficientemente cerca para que su boca se cerniera sobre mi oído.
—¿Querías verme, Josette? —Asentí al instante—. Bien. Siempre deberías
decir lo que quieres. —Lo sentí bajar la cabeza y sumergirse en la curva de mi
cuello con su nariz.
—Aidan —susurré su nombre a medida que dejaba caer mi cabeza hacia un
lado.
—¿Qué quieres ahora mismo, Josette? —murmuró contra mi garganta, justo
en el lugar donde mi pulso latía rápidamente.
—Que me beses —dije, mi voz apenas audible.
—También quiero besarte. —Él mordió mi cuello a la ligera—. En muchos
lugares. —Luego dejó un rastro de besos por todo mi cuello y a lo largo de mi
mandíbula hasta que llegó a mi boca. Nuestros labios revoloteaban solamente a un
soplo de distancia, y pude sentir la atracción empujando como un imán. Como ya no
podía resistir, empujé mi cara hacia adelante hasta que mi boca estaba sobre la suya.
El contacto fue instantáneo, y al igual que la última vez que nos habíamos
besado, mi mente perdió toda capacidad de concentrarse en nada, además de
Aidan. Él sabía a menta fresca mezclada con una exquisitez que era completamente
solo suya, y no podía conseguir suficiente. En realidad quería ver si el beso que
compartimos la otra noche fue una ocurrencia inducida por el alcohol y las chispas
32

que había sentido solamente fueron imaginarias, similar a la forma en que las
Página

personas se convencen de que algo es cierto incluso cuando no lo es.


Como la existencia de orgasmos múltiples.
Estaba equivocada. Era todo lo que recordaba. La clase de beso que te hace
enroscar los dedos de tus pies, te provocaba piel de gallina y olvidabas respirar todo
a la vez.
Él gimió en mi boca a medida que profundizaba nuestra conexión al colocar
una mano alrededor de la parte posterior de mi cuello, acercándome más. Agarré
puñados de su camisa con el fin de anclarme a él, desesperada por sentirlo en mi
contra. Este no era un beso fuera de control y devastador, pero estaba lleno de
pasión. Cada golpe de su lengua contra la mía era fuerte y deliberado. Cuando
finalmente nos alejamos el uno del otro, nuestros pechos se sacudían pesados
mientras intentábamos calmar nuestras respiraciones.
—Una cosa que deberías saber de mí… —Aidan comenzó a hablar a medida
que me veía con los párpados bajos—. Es que no me van los juegos. Si quiero algo,
lo diré. Quiero que hagas lo mismo. ¿Crees que puedes hacer eso por mí?
—Sí.
—Bien. —La sonrisa de satisfacción que me dio transformó su rostro
clásicamente hermoso en uno increíblemente devastador—. Reparé tu alarma, y por
reparé quiero decir que conecté de nuevo el cable que sacaste. —Con eso, me dio un
pequeño beso en la nariz y retrocedió. Vi cómo agarró su caja de herramientas desde
el vestíbulo y admiré la forma en que sus bíceps se abultaron bajo las cortas mangas
de su camisa con cada movimiento. Sí, definitivamente tenía una cosa por los
brazos.
—¿Nos vemos el viernes? —llamé hacia él.
—Definitivamente —respondió con un guiño y se dirigió a la puerta
principal. Esperé hasta que oí el motor de su camioneta desapareciendo a lo lejos
antes de dejarme caer al suelo.
Kentucky no tenía por qué producir hombres que podían besar así.
33
Página
SEIS
E
ncuentro #2: Ir donde viven las cosas salvajes.
¡Felicitaciones! Lograste una segunda cita, así que vamos a
subir de nivel y hagamos algo divertido juntos. El lenguaje de la
música es universal. Encuentra un lugar local que toque el tipo de música en el
que tú y tu cita puedan concordar. Se puede decir mucho sobre una persona
por su elección de música.
Pero no vayas a lo grande; mientras más pequeño y más íntimo sea el
lugar, mejor. No tengas miedo a bailar. En lugar de hablar con sus bocas,
utiliza tus movimientos de baile como una forma de comunicación…

Cuando por fin llegó el viernes, Aidan tocó el timbre de la puerta a


tiempo. Cuando abrí la puerta, me saludó con un beso que me derritió por completo.
—Hola —dije, sonriéndole cuando nuestros labios finalmente se separaron.
—Hola —respondió, devolviendo mi sonrisa—. Estás preciosa. ¿Lista para
irnos? —Asentí y me llevó junto con él después de asegurarse de haber puesto la
alarma correctamente. Nos dimos la mano mientras caminábamos a su camioneta y
abrió el lado del pasajero para mí. Después de ayudarme a subir al asiento, corrió
hacia el lado del conductor. Colocó su cinturón de seguridad en su lugar y se tomó
un segundo para echarme un vistazo. Mi falda terminaba justo por encima de la
mitad del muslo, y vi la forma en que sus ojos se detuvieron allí.
—Preciosa —dijo de nuevo con una sonrisa y puso la camioneta en
movimiento.
Fiel a su palabra, Aidan fue creativo con nuestra próxima cita. Aidan eligió
llevarme a un nuevo lugar llamado Fish Tank Freddie. No era un acuario de vida
marina; en cambio, era una pequeña sala de conciertos con un sitio para estar de pie
en el primer piso y cabinas a lo largo del balcón del segundo piso. Después de mirar
nuestros billetes, Aidan, sin soltar mi mano, me llevó al balcón, cosa por la que
34

estaba agradecida.
Página
La multitud en el primer piso era bastante grande cuando el primer acto
empezó a tocar y creció aún más una vez que apareció la banda esperada. Nunca
antes había oído hablar de ninguno de los grupos, pero me gustó su sonido. Bajamos
al primer piso por un rato y nos perdimos juntos en la multitud. La energía en la sala
era contagiosa. La banda tocó una fusión de música, en parte sentimental, en parte
alternativa. Su sonido era único y sin duda algo con qué bailar.
Me di cuenta de la forma en que algunas chicas vieron con admiración a
Aidan y trataron de llamar su atención, pero sus ojos estaban sobre mí. En varias
ocasiones los otros hombres intentaron agarrar mi cintura solo para que Aidan me
apartara y le disparara miradas de advertencia a cualquier chico que se atreviera a
acercarse a mí. Cuando la multitud se hizo demasiada, Aidan y yo volvimos a
nuestra cabina y compartimos algunos aperitivos y bebimos cerveza de barril
mientras disfrutamos de la música.
Cuando la banda comenzó a tocar una versión de una canción que había oído
en la radio, no pude evitar ponerme de pie y bailar. Por suerte no había mesas detrás
de mí, así que no estaba bloqueando la vista de nadie. Extendí la mano y agarré la de
Aidan, obligándolo a bailar conmigo. Se movió, aunque de mala gana, de pie detrás
de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura a medida que balanceaba mis
caderas. Su nariz rozó el costado de mi cuello, y yo reposé mi cabeza en su hombro,
y nos mecimos al compás de la música.
Cuando Aidan comenzó a presionar besos a lo largo de mi clavícula, estiré un
brazo detrás de mí para sostener su nuca mientras inclinaba mi cuello para darle un
mejor acceso. Extendió una mano sobre mi estómago y la otra avanzó hasta
descansar en uno de mis pechos. La zona de arriba era mucho más oscura en
comparación con las de la planta baja, donde las luces estaban a todo volumen. No
había nadie sentado en las cabinas de ambos lados, cosa que nos daba un poco de
privacidad a medida que nos hundíamos más atrás y lejos del brillo de las luces.
Me encantó la sensación de sus manos sobre mi cuerpo, la forma en que mi
corazón latía fuerte al ritmo de la música, y la forma en que sus dientes mordieron
en el lugar de pulso en mi cuello con la cantidad correcta de presión para hacer que
mis pezones endurezcan. Él volvió mi cara de modo que sus labios estuvieran en los
míos y nos hizo bajar hasta quedar sentado en la cabina conmigo en su regazo. Una
de sus manos se posó sobre mi muslo mientras la otra amasaba mi seno. Cuando sus
dedos rozaron ligeramente la cara interna de mi muslo, separé un poco mis
piernas. La canción que estaba sonando tenía un ritmo lento y sensual. La mano de
35

Aidan se movió gradualmente hasta que sus dedos rozaron la parte delantera de mis
bragas mojadas. Apartó su boca de la mía cuando tomó aire bruscamente.
Página
—Josette —murmuró contra mi cuello—. ¿Estás mojada por mí, nena? —
Asentí y mis músculos internos se apretaron involuntariamente ante la ronquera de
su voz—. ¿Puedo tocar? —preguntó, y yo asentí inmediatamente. Cuando Aidan
deslizó sus dedos en mi ropa interior y frotó mi humedad, casi grité—. Shh —dijo
contra mis labios—. Quieta.
Era débilmente consciente del hecho de que estábamos en un lugar público,
pero sentí que nadie nos vería a menos que realmente estuvieran concentrados en
nosotros y no en el concierto, pero por otra parte, a estas alturas era lo que menos
me importaba. Todo lo que era importante para mí en ese momento era la forma en
que sus dedos se sintieron al deslizarse a lo largo de mis pliegues húmedos y
ocasionalmente sumergirse al interior.
—Aidan —suspiré cuando su pulgar comenzó a rodear mi clítoris, y separé
las piernas aún más amplio con el fin de oscilar mis caderas, pero él detuvo mis
movimientos.
—Shh. Tienes que estar quieta —me recordó—. ¿Puedes hacer eso? ¿Quieres
que te haga venir? —Asentí y llevé su boca a la mía a medida que frotaba mi clítoris
en deliciosa tortura, mientras yo hacía todo lo posible para no mecer mis caderas
contra su mano. Nuestras lenguas se deslizaron juntas a medida que amortiguaba
mis gritos, justo cuando sentía que mi orgasmo alcanzaba su cúspide, y luego estaba
apretando y convulsionando alrededor de sus dedos. Disminuyó la velocidad de sus
manos gradualmente mientras me ayudaba a exprimir por completo cada sensación,
hasta que me derrumbé, descansando la parte posterior de mi cabeza contra su
cuello. Cuando abrí los ojos, él me miraba con fascinación.
—Eres tan caliente —dijo a medida que deslizaba sus dedos fuera de mi ropa
interior lentamente. Sostuvo mi mirada mientras lo observaba poner esos mismos
dedos en su boca. No, eso era caliente.
De repente, la música del concierto se sintió demasiado ruidosa y penetró en
nuestra burbuja lujuriosa como un jarro de agua fría, y realmente quise irme.
—¿Quieres salir de aquí? —preguntó Aidan como si hubiera leído mi mente.
—Sí. —Me puse de pie, mientras alisaba la falda de mi vestido en su
lugar. Agarró mi mano y me llevó hacia el pasillo para luego bajar las escaleras.
—Voy a ir al baño de mujeres muy rápido, pero nos encontramos en la parte
delantera, ¿de acuerdo?
36

—Está bien —respondió y me dio un beso rápido en los labios antes de soltar
Página

mi mano.
Me tomé mi tiempo mientras intentaba ordenar mis pensamientos a medida
que me abanicaba en el espejo. Tomé unas cuantas respiraciones profundas
tranquilizantes mientras pensaba en lo que estaba haciendo y lo que significaría
dormir con Aidan esta noche. ¿Era capaz de mantener esto informal? Él no parecía
la clase de hombre de una noche, y no estaba segura si yo era capaz de prometerle
algo más. A juzgar por el hecho de que acababa de tener la experiencia más caliente
de mi vida, sabía que de cualquier manera sería difícil olvidar a Aidan Ross.
Cuando salí del baño de mujeres y di vuelta por el pasillo estrecho, me
sorprendió ver a Derek dejando el baño de hombres. Mi respiración se detuvo, y dejé
de caminar inmediatamente. Llevaba unos jeans desgastados que había lavado
muchas veces y la camisa con el patrón guinga azul y rojo que le había dado para su
cumpleaños en marzo.
Antes de saberlo, mis pies se estaban moviendo, y lo estaba siguiendo a la
zona de baile del primer piso. Se detuvo cuando llegó a un grupo de personas,
ninguno de los cuales había visto antes. Mi estómago se retorció cuando envolvió un
brazo alrededor de la cintura de una chica de una manera que parecía muy
familiar. Lo que más me sorprendió era su cabello corto. Siempre me había dicho lo
mucho que le gustaba mi cabello largo, y el de esta chica era corto hasta la
mandíbula. No podía apartar mis ojos. ¿Por qué ella? Ni siquiera era tan bonita, y
tenía algún tipo de bebida afrutada de color rosa con un paraguas en la mano. ¿En
dónde estaba el truco?
Me había pasado seis años tratando de ser todo lo que él quería, la chica
genial que llevaba el cabello cómo le gustaba, bebía lo que le gustaba, follaba de la
forma en que le gustaba y mantenía la boca cerrada de la forma en que le gustaba.
Lo que recibí a su vez era el privilegio de estar allí viéndolo frotarse y besar a
una chica que parecía ser exactamente lo contrario a mí, a quien pensé que él quería.
Ese fue el momento en que me di cuenta que Derek en realidad nunca iba a
ser mío.
Al menos no en la forma en que quería que fuera.
Todos los sentimientos de inadecuación, dolor y celos se tornaron demasiado
abrumadores. Mi pecho se sintió apretado, y supe que estaba en peligro de estallar
en terribles lágrimas justo aquí, en medio de un concierto lleno de gente. Me di
vuelta y mis ojos inmediatamente se enfocaron en un par de ojos verdes que, por
alguna razón, hizo que parte del dolor en mi pecho desaparezca.
37

Avancé directamente hasta Aidan y no escatimé ni una mirada por encima del
Página

hombro a medida que dejaba que me llevara lejos mientras lo que quedaba de mi
corazón se rompía en mil pedazos. Eso solo confirmaba que tenía que alejarme lo
más que pudiera de Kentucky.
38
Página
SIETE

—E
ntonces, ¿ese era él? —preguntó Aidan, mientras nos alejábamos
del puesto de estacionamiento de Fish Tank Freddie.
—Sí.
—¿Estás bien? —Su voz bajó una octava, y supe que hizo esa pregunta por
obligación.
—Quiero decir que sí. En serio quiero. —Mantuve la mirada hacia la derecha
a medida que veía por la ventana.
Ver a Derek esta noche me ayudó a recordar todas las razones por las que
quería irme de Kentucky, y aunque Aidan era una gran distracción, era un poco
demasiado bueno en eso. No quería correr el riesgo de quedarme atascada allí, y sin
querer, tropezar con Derek otra vez. Mi corazón no podía soportarlo, y no creía que
era lo suficientemente fuerte como para verlo de nuevo sabiendo que no era mío.
Estábamos estacionando en la calzada de mi casa, cuando hablé otra vez.
—Aidan, voy a aceptar la oferta que me hicieron por el condominio esta
mañana. —Él detuvo el auto y envolvió ambas manos firmemente alrededor del
volante.
—Entonces, ¿qué es lo que estás diciendo?
—Estoy diciendo que en unos treinta días voy a estar en un avión a San
Diego, pero con el fin de hacer que eso suceda, tengo mucho que hacer…
—Y solo voy a estar interponiéndome —me interrumpió pero no miró en mi
dirección.
—Sí —respondí en voz baja, sintiéndome como la idiota más grande del
mundo—. Creo que eres estupendo, pero creo que voy a tener que terminar la
investigación del artículo por mi cuenta. —En mi mente, en realidad eso era la única
cosa por hacer. Cortar todos los lazos con todo aquí y empezar de nuevo en otro
lugar.
39
Página
—¿La investigación? —Aidan se pasó una mano por su cabello frustrado—.
No hace incluso veinte minutos atrás, estabas gimiendo en mi boca, y viniéndote en
mi mano. ¿Eso también era por la investigación?
—¡Aidan! —jadeé, a lo que él respondió abriendo la puerta y saliendo de la
camioneta. Lo vi alejarse tormentoso a unos pocos pasos de distancia, donde se
paseó de arriba abajo un par de veces. Cuando me acerqué a él, se detuvo.
—Josette, lamento decir eso.
—Está bien.
—No, no lo es. —Él cerró la distancia entre nosotros hasta que me vi
obligada a inclinar la cabeza hacia atrás para mirar hacia él.
—Pensé que tenía más tiempo contigo. —Una de sus manos se alzó y apartó
dulcemente un mechón de cabello que estaba cubriendo mi ojo—. Solo dame tres
días más para tres citas más.
Mi corazón estaba latiendo fuera de control, él estaba haciendo esa cosa en la
que invadía mi espacio personal y me hacía perder todo pensamiento racional de
nuevo.
—Yo… yo no puedo —dije a medida que intentaba retroceder, pero él solo
siguió mis movimientos, todavía manteniéndose dentro del rango de estremecer mis
pensamientos.
—Entonces, solo una noche. Esta noche.
Estaba sacudiendo la cabeza al instante, pero mi cuerpo estaba gritando: Sí,
Dios, sí.
—Deja de huir. Tienes más poder sobre tus circunstancias de lo que
sabes. ¿No te das cuenta? Todo lo que tienes que hacer es decir lo que quieres. ¿Qué
quieres, Josette?
¿Qué quería? Quería presionar el botón de rebobinar y nunca haber conocido
a Derek Vaughan. Quería que el dolor en mi pecho se vaya. Quería que el hombre
que amaba me amara a su vez en lugar de saber con cada fibra de mi ser que nunca
iba a tener eso.
En cuanto a este momento, no quería sentir nada más que las manos de Aidan
en mi cuerpo.
40

Él también debe haber sentido mi decisión, porque apenas tuve tiempo para
Página

levantar la cara antes de sentir sus labios rozando ligeramente a través de los míos,
la suavidad pronto reemplazada con la punta húmeda de su lengua deslizándose por
mi labio inferior, incitándome a abrir la boca. Me sentí aliviada al instante bajo el
toque. La reacción carnal de mi cuerpo hacía él no era algo que tenía que pensar o
analizar. Simplemente dejaba que suceda.
Aidan se apartó para dejar un rastro de besos con su boca abierta suavemente
contra mi garganta y clavícula, haciendo que mis caderas se contraigan un poco
hacia adelante contra las suyas. Su mano se deslizó por encima de mi cuerpo y se
detuvo en uno de mis senos donde frotó mi pezón. Apenas fui capaz de contener un
gemido. Luego empezó a hablar.
—Dios, te sientes increíble. Amo tu cuerpo. La forma en que tus pechos
encajan perfectamente en mis manos, cómo tus pequeños pezones tensos se aprietan
por mí. Cómo se sintieron tus caderas meciéndose contra mi polla mientras bailabas
esta noche.
Se estiró hacia atrás para acunar mi trasero y apretarme con más fuerza contra
él. No pude ahogar mi gemido cuando se meció contra mi centro húmedo.
—Me encanta escuchar la manera en que gimes cuando te toco. Dime que me
deseas, Josette —susurró en mi oído. Me mordí mi labio inferior y gemí. Él mordió
firmemente sobre un lado de mi cuello, justo en la curva antes de mi hombro. Esta
vez grité de placer.
—Dios, Aidan.
Esa era toda la invitación que necesitó antes de llevarme hasta mi puerta
mientras yo buscaba a tientas las llaves en mi bolso. Una vez dentro, presioné el
código en el panel de seguridad mientras él giraba el cerrojo del perno. Entonces su
boca abierta se estrelló contra la mía, y encontré su lengua golpe tras golpe. Me
empujó contra la pared y levantó mis brazos por encima de mi cabeza. Quería
agarrarme a él tanto que me froté contra su dureza con la esperanza de aliviar parte
del dolor acumulándose justo ahí. Su mano se movió bajo el dobladillo de mi falda y
más arriba por mis muslos hasta que mis caderas estaban totalmente expuestas,
exhibiendo mis bragas así como la humedad empapando mis muslos.
—Estás tan mojada —murmuró a medida que seguía devorando mi boca, y
yo gemí de nuevo tan pronto como él rozó mi hinchado clítoris a través del material
de encaje—. Te deseo tanto. ¿Me deseas?
—Sí, te deseo. Dios, Aidan, te quiero ahora. —Aidan liberó mis muñecas y
41

no perdió el tiempo agarrando ambos lados de mi ropa interior, arrancándola de


inmediato. Se dejó caer de rodillas y presionó la cara contra la unión entre mis
Página

muslos, e inhaló. Sentí el caliente roce de su respiración y la ligera barba en su


mandíbula contra mi piel mientras separaba aún más mis piernas. Cuando la punta
de su lengua tocó mi clítoris, mis rodillas casi cedieron. Las firmes manos de Aidan
me mantuvieron erguida a medida que lamió y chupó. Mis dedos agarraron puñados
de su cabello, y mecí mis caderas contra su cara.
Su capacidad de poner todos mis sentidos en llamas hasta que no sentía nada
más que deseo y anhelo me volaba la cabeza. Se apartó de mí, se puso de pie, y me
llevó a mi habitación. De inmediato comencé a trabajar en la hebilla de su cinturón y
empujé sus pantalones por sus caderas mientras caminábamos. Al llegar a mi cama,
me empujó sobre el colchón y cubrió mi cuerpo con el suyo.
Aidan sacó un condón de su billetera justo antes de arrojar sus pantalones a
un lado, y yo envolví mis piernas alrededor de su cintura, usando mis pies para
empujar hacia abajo sus calzoncillos. Su gruesa erección, dura como una piedra,
saltó libre. Tuvo el tiempo justo para enfundarse a medida que abría mis piernas más
amplio, antes de hundirse muy profundo dentro de mí. Los dos gemimos ante el
impacto.
Él se aferró a mi trasero y me levantó contra él, empujándome hacia arriba
para encontrarme con cada golpe. Envolví mis piernas alrededor de sus caderas con
más fuerza y besé su cuello. Él dejó de moverse solo el tiempo necesario para abrir
la cremallera de mi vestido y sacarlo por encima de mi cabeza, arrojándolo al
suelo. Reanudó su ritmo mientras sacaba un seno de la copa del sujetador y cubrió
mi pezón con su boca. Dejé caer la cabeza hacia atrás y colocó ambas manos por
encima de mí para descansar contra la cabecera con el fin de darme mayor apoyo
para embestir contra su polla palpitante. Estaba tan cerca de correrme que daba
miedo. Nunca antes había estado tan excitada tan rápido y completamente. Abrí mis
piernas más amplio, deseando tener todo de él dentro de mí, llenándome tan
completamente que nos convertiríamos en un solo ser.
Sus movimientos se hicieron más rápido y más duro mientras gemía en mi
pecho antes de soltar mi pezón con un sonido hueco. Luego desaceleró su ritmo
ligeramente y salió casi por completo, simplemente dejando que la punta descanse
brevemente en mi entrada. Lloriqueé y moví mis caderas tratando de llegar a él y
empujar hacia adelante.
Él me premió con un profundo empuje duro antes de tentarme otra vez.
—Maldición, me encanta la forma en que nos vemos juntos, tú empujándome
dentro de ti. —Se centró en la unión de nuestros cuerpos—. Dios, te sientes tan
42

jodidamente increíble, Josette. Sobre todo la forma en que tu apretado coño está
exprimiendo mi pene. —Nunca me había gustado hablar sucio durante el sexo,
Página

siempre me pareció cursi y pornográfico, pero con Aidan era caliente, tan caliente
que me sentí mucho más húmeda por todo mi centro y encima de él. Mi cuerpo
estaba en llamas, y la tensión baja en mi vientre estaba cerca de la liberación.
—Estás cerca nena, mierda, puedo sentirlo. Espérame.
—No puedo —jadeé, mi orgasmo aproximándose rápidamente. No creí que
pudiera controlarlo. Él respondió al poner una de mis piernas en su hombro y
golpeando ferozmente dentro mí, haciéndome gritar y enterrar mi cara en la
almohada. Aidan volvió mi rostro hacia él.
—Quiero verte. —Sus ojos verdes lucían tan salvajes e intensos—. Eso
es. ¡Ahora, córrete para mí, ahora! —Estaba más que feliz de obedecerlo y grité su
nombre cuando una oleada tras otra se hizo cargo de mí, y mi cuerpo convulsionó en
torno a él.
—Josette —gritó y bombeó tres veces más antes de quedarse inmóvil—.
Mierda. Mierda. Mierda —gimió, con la mirada todavía clavada en la mía a medida
que lo sentía estremecerse muy dentro de mí.
Estaba completamente jodida, y en más de un sentido.

Aidan había pedido tres días más conmigo para terminar lo que habíamos
empezado con las citas. No podía pensar en una razón para negárselo, y tampoco
ayudaba que estaba usando su lengua entre mis piernas para convencerme. Decidí
que tres días no iba a cambiar nada. No iba a tener un lugar para vivir en un mes, así
que mudarme a casa en San Diego era ahora definitivo.
Ah, y esa cosa que dije sobre los orgasmos múltiples no siendo
cierto. También estaba equivocada sobre eso.
Aidan se arrastró fuera de mi cama justo antes del amanecer. Tenía un perro
que necesitaba sacar, y acordamos cenar en su casa en Shelbyville dado que mi
tercera cita para el artículo era pasar una noche en casa. Me dio un beso largo y
persistente antes de irse, luego mi cuerpo dolorido deliciosamente y yo nos
sumergimos en un sueño profundo.
Justo como lo había hecho todos los días durante las últimas dos semanas, me
desperté pensando en Derek, y no sé cuánto tiempo me acosté en mi cama mirando
43

al techo.
Página

Mi teléfono sonó en la mesilla de noche y me di la vuelta para mirarlo.


Aidan: Todavía haremos lo de esta noche, ¿verdad?
Por un breve tiempo, consideré cancelarle, y me sentí muy culpable. Él estaba
poniendo todo su esfuerzo en estas citas, y lo menos que podía hacer era devolverle
el esfuerzo. Simplemente se sentía poco natural seguir adelante con mi vida cuando
Derek había sido el centro de mi mundo, y todo y todos los demás habían palidecido
en comparación.
Ese fue el momento en que tomé la decisión de dejar de lado mi pasado y
avanzar en mi futuro con quienquiera que pueda estar allí esperando.
Yo: Definitivamente.
Le hice una llamada a mi agente de bienes raíces para iniciar los pasos a
seguir para vender la casa. Esa parte no me molestó. Este lugar en realidad nunca se
sintió como un hogar, y no tenía ningún vínculo sentimental con ella.
También llamé a Natalie para comprobar cómo estaba y hablarle de mis
planes. Ella me ofreció una habitación en su casa en La Jolla hasta que pudiera
encontrar un lugar propio. Le dije que lo consideraría, porque estaba deseando ver a
Natalie y su hijo de seis meses, Nolan, por primera vez. Dejé fuera, a propósito, todo
lo que tuviera que ver con Aidan. Simplemente no quería entrar en eso ahora mismo
con ella. Tal vez en unos meses, con una copa de vino, después de tener tiempo para
reflexionar sobre mi tiempo aquí y averiguar a dónde me dirigía en la vida.
Después de mi conversación con Nat, me vestí y conduje a un salón en el
centro comercial cerca de mi casa y di rienda suelta a la estilista para hacer lo que
quisiera a mi cabello. Dos horas más tarde, me dio la vuelta en la silla y me
sorprendió gratamente. El cambio era sutil pero impresionante. Recortó unos pocos
centímetros y añadió unos cálidos reflejos color caramelo para amenizar el castaño
monótono al que me había acostumbrado. No solo hizo que mi cabello se sienta más
ligero, sino que también lo hizo con mi espíritu, y estaba deseando ver a Aidan.
44
Página
OCHO

E
ncuentro #3: ¿Dentro o fuera?
Sabes dónde estás y dónde te encuentras parado con tu
cita. Cenar en casa o salir. Si tu opción es salir, prueba un nuevo
restaurante y añade un toque adicional al pedir algo que nunca antes has
probado. Den el paso juntos. Si tu elección es permanecer en casa, demuestra
tus habilidades culinarias sorprendentes o el hecho de que eres bastante
decente al seguir la receta que encontraste en Internet. Si todo lo demás falla,
ten tus menús para llevar fácilmente disponibles…

Me llevó cuarenta minutos en llegar a Shelbyville. Después de seguir las


instrucciones que Aidan me había dado, conduje por un largo camino que rodeaba
entre el bosque y un camino de grava. La vista de la casa me dejó sin aliento. Era
una hermosa casa de entramado de madera con un porche envolvente,
complementada con sillas Adirondack y una visión clara del lago. Tan pronto como
detuve mi auto, la puerta principal se abrió y Aidan salió. Me sonrió a medida que se
cruzaba de brazos. Llevaba unos pantalones cortos caqui, una camiseta azul, y
estaba descalzo. Nunca me di cuenta de lo sensual que podían ser los pies descalzos,
pero Aidan Ross podía hacer que cualquier cosa se vea sensual.
—Hola. —Me saludó con un abrazo cuando lo alcancé en la puerta.
—Hola. —Le sonreí y me apartó de él mientras me veía fijamente.
—Te ves… —Me estudió—. Bueno, siempre te ves hermosa, pero no sé…
algo es diferente. —Le sonreí pero decidí no hablarle de mi cabello. Era
simplemente agradable que se diera cuenta del cambio.
—He traído una bolsa de viaje. Espero que esté bien —dije mientras le
entregaba mi bolsa.
—Me habría ofendido si no lo hubieras hecho. —Me dio un guiño y me llevó
adentro.
45

El interior era tan impresionante como el exterior. El techo era alto y


Página

abovedado con marcos de madera rústica. Había una gran sala con una chimenea,
dos grandes sofás de cuero marrón, un televisor de pantalla plana en la pared, y un
estante lleno de DVD directamente junto a él. Enormes ventanas cubrían la pared
posterior y mostraban más del lago. Podía imaginar a Aidan, sin camisa, tendido
frente al fuego mientras yo estaba sentada en el sofá y admiraba la vista, y no me
refería al lago.
—Aidan, esta casa es increíble. Quiero decir. Guau —dije mientras daba la
vuelta mirando todos los detalles. Esto iba mucho más allá de la guarida de un
soltero. Había un desván en el segundo piso con vistas a la gran sala y una vista
parcial de la cocina abierta. Capté la cola silbante de un perro marrón subiendo las
escaleras, al parecer, ni en lo más mínimo interesado en mí.
—Gracias. Me tomó tres años construirla.
—¿Tú construiste esta casa?
—Bueno, más o menos. Hice un poco del trabajo, pero la empresa
constructora de mi hermano me ayudó mucho. —Luego pasó a explicar que él
compró la tierra cuando salió del ejército y vivió en un remolque amplio por un par
de años, mientras iba a la universidad. Trabajó en la casa cada vez que podía. No
podía permitirse el lujo de pagar a su hermano por una gran cantidad de materiales o
mano de obra, así que reunió lo más que pudo y su hermano le ayudó cada vez que
tenía la oportunidad y podía prescindir de los trabajadores. Creo que eso añadió más
sentimiento a la historia de la casa, y pude ver lo orgulloso que Aidan estaba de ella.
Me dio un recorrido, y además del desván, había dos dormitorios arriba y un
dormitorio principal en la planta baja. La cocina era grande, con electrodomésticos
de acero inoxidable, incluyendo una cocina a gas de seis estufas y encimeras de
granito con macetas colgantes decorativamente sobre una rejilla suspendida del
techo. Algo que siempre quise en mi propia cocina.
Un delicioso aroma estaba emanando de las ollas en la estufa y había
verduras recién picadas en tazones en la encimera.
—Eso huele fantástico. ¿Qué es? —le pregunté mientras avanzaba hasta la
encimera central de la cocina y me sentaba en uno de los taburetes. Aidan se dirigió
a la cocina, agarró una de las cucharas grandes, y agitó una salsa roja en una de las
ollas.
—Pollo parmesano —respondió, y lo vi sacar las chuletas de pollo del horno
y colar la pasta, a la vez que parecía muy cómodo en la cocina—. ¿Puedes abrir ese
46

vino?
Página
Hice lo que me pidió y llené dos copas de vino tinto mientras él preparaba la
ensalada. Una vez que estuvimos sentados en la mesa del comedor, comimos en
cómodo silencio. La comida estaba deliciosa, el vino era perfecto, y Aidan lucía
increíblemente atractivo.
—Entonces, ¿cómo va el artículo? —preguntó mientras sorbía su vino.
—He estado mandándoselo a Natalie una cita a la vez para que pueda ponerlo
en marcha cada semana. Hasta ahora, la respuesta para la primera cita ha sido
buena. La gente ha estado enviando imágenes de sus paseos en el parque. Es
bastante genial ver todos esos diferentes puntos de vista.
—Me encantaría leerlo cuando esté listo —dijo en voz baja, con los ojos fijos
en su plato mientras giraba su tenedor en la pasta.
—Seguro —dije a medida que me aclaraba la garganta y trataba de sonar lo
más optimista posible.
Mi corazón se hundió un poco al recordar que mi tiempo con Aidan
terminaría pronto.

—Es tan increíble —susurró Aidan justo antes de enganchar una de mis
piernas por encima del hombro. Sentí la punta de su lengua correr a lo largo de mi
apertura, entonces empezó a lamer mi humedad. Los ruidos al sorber y chupar eran
muy difícil de soportar, y mis ojos se pusieron en blanco por un buen rato. Él se
echó hacia atrás para presionar su lengua contra mi clítoris mientras empujaba dos
dedos dentro de mí. No tenía ningún problema en absoluto encontrando el lugar. Sus
dedos siguieron un movimiento balanceante dentro de mí a medida que continuaba
dominándome con su lengua. Grité, incapaz de contenerme por más tiempo.
—¡Oh Dios, Aidan… ohhh, Dios! —grité su nombre una y otra vez a medida
que me corría duro. Él no me dio tiempo para recuperarme y continuó trabajándome
con sus dedos y lengua rápidamente en otro orgasmo. La pierna que no estaba
enganchada en su hombro cedió y él me bajó al suelo. Me volcó sobre mi estómago
y me apoyé sobre mis rodillas mientras él volvía a lamer mi sexo húmedo desde
atrás. Usé mis brazos para empujar hacia atrás contra su boca, jadeando
desesperadamente y rogándole por la liberación.
47

—¿Qué quieres, Josie? —preguntó Aidan, su voz cada vez más ronca. Gemí
Página

y mecí mi trasero de ida y vuelta, siendo incapaz de vocalizarlo.


—No, nena, quiero oírte decirlo. —Él siguió lamiendo ligeramente,
tentándome antes de alejarse.
Lloriqueé impotente ante la pérdida.
—Dilo.
—Te quiero a ti, Aidan. —Deslizó una mano a lo largo de mi columna
vertebral haciendo que arquee la espalda, exponiéndome a él aún más.
—¿En dónde me quieres, Josie? —Sus palabras eran tensas, y le oí
desabrochar sus pantalones.
—Dentro de mí, por favor, te quiero dentro de mí ahora. —Lo sentí de
rodillas detrás de mí, posicionando su gruesa dureza en mi apertura, apenas
tocándome.
—¿Segura? —Empezó a frotar la punta de su erección de arriba hacia abajo
por mis labios resbaladizos.
—¡Sí, Aidan, te deseo! ¡Por favor, por favor! —Moví las caderas de nuevo,
tratando de forzarlo a entrar.
Se retiró un poco y lentamente se puso un condón, disfrutando de la forma en
que yo me retorcía con impaciencia antes de empujar hacia adelante tan profundo
como pudo, y ambos gritamos.
—Maldición —gruñó Aidan a medida que embestía sus caderas hacia
delante. Yo casi perdí toda la coherencia. Las únicas cosas en las que podía
centrarme eran en sus movimientos y cuán llena me sentía con él dentro de
mí. Igualé su ritmo a medida que él se estiraba y frotaba mi clítoris hasta que nos
mecíamos frenéticamente entre sí. El único ruido era nuestra respiración rápida y el
chapoteo de la piel mientras me sentía corriendo hacia la liberación.
—Tan hermosa. Te sientes tan jodidamente bien. Ah… —gritó mientras
mantenía un ritmo que debería haber sido físicamente imposible, pero lo hizo sin
esfuerzo. Él cargó contra mí por última vez antes de ponerse rígido y gemir desde el
fondo de su pecho. Al mismo tiempo, grité con mi propia liberación cuando cada
oleada de placer se adueñó de mi cuerpo, y mis músculos internos se tensaron y se
apoderaron de él en repetidas ocasiones.
Exhausta de puro agotamiento, nos derrumbamos uno junto al otro en el suelo
en la gran sala principal, tratando de recuperar el aliento.
48

—Me llamaste Josie —dije a un lado de su cuello húmedo.


Página
—Lo hice. ¿Alguien te llama así?
—No.
—Bien. Ese apodo es mío.

Me desperté en medio de la noche en la cama extra grande de Aidan con una


nariz húmeda olfateando mi cara. Abrí los ojos, sorprendida de ver a un inmenso
perro marrón mirando hacia mí, así que salté. Mis movimientos hicieron que Aidan,
quien tenía mi espalda acurrucada contra su frente, también despierte.
—No, Zig —murmuró a medida que me acercaba más. El golden retriever se
quejó y me dio un ligero empujón—. Ziggy —advirtió Aidan y el perro se alejó de
mala gana—. Estás en su lugar y creo que está un poco triste por eso.
—Aw, ven aquí, Ziggy —llamé, y las orejas del perro se alzaron animadas
mientras trotaba de vuelta. Palmeé la cama y me moví hacia atrás para dejar espacio,
y él se subió enseguida, instalándose cómodamente junto a mí. Ziggy me olió
brevemente antes de apoyar su cabeza sobre sus patas, cerrando los ojos.
—Ahora, tú ven aquí —dijo Aidan mientras me giraba en sus brazos y me
besaba lentamente durante un buen rato con nuestros brazos y piernas enredadas, y
mi corazón se derritió. Me hizo sentir apreciada. La forma en que su boca se reunió
pausada con la mía, la forma en que su lengua se deslizó contra la mía, cómo alzó
mi pierna sobre su cadera y pasó una mano por la parte posterior de mi muslo. Era
como si solo él y yo existiéramos en ese momento, y quería que me siguiera
sosteniendo así para siempre. Nos besamos hasta que nos cansamos, entonces él me
apretó contra su pecho, y nos quedamos dormidos.
49
Página
NUEVE

E
ncuentro #4: Disfruten de la naturaleza y entre sí.
Disfruten un picnic juntos. Encuentren un lugar pintoresco
para estirarse en una manta donde puedan comer, hablar y mirar
hacia el cielo. Aprendan una nueva cosa el uno del otro, algo que nunca antes
ha surgido. Que tengan intereses comunes o pasiones comunes es un buen
punto de partida para la construcción de una base sólida en cualquier
relación…

Aidan, Ziggy y yo fuimos de paseo alrededor de su propiedad. Era dueño de


tres acres de tierra en el lago, y también había un arroyo que serpenteaba por parte
de la propiedad. Caminamos de la mano a lo largo del borde del agua y
hablamos. Le conté de mis padres, que estaban divorciados.
—Mi mamá todavía vive en San Diego, pero mi padre vive en Texas con su
nueva esposa, Leah. Es agradable y parece hacerlo feliz. El matrimonio de mis
padres terminó tan pronto como empecé la universidad. Era obvio que habían estado
juntos por mí, y una vez me fui de casa, no había razón para fingir más. —Me
agaché para recoger una rama y la arrojé lejos para que Ziggy la persiga—. Siete
años más tarde, son mucho más felices separados. Mi madre ha tenido el mismo
novio desde hace tres años. Tim es unos años más joven que ella, y tampoco parece
tener prisa para atar el nudo.
—¿Qué hay de hermanos o hermanas?
—Tengo un hermano mayor, Joe Junior. Vive en Los Ángeles.
—¿Joe Junior y Josette? Tus padres deben haber tenido una cosa por los
nombres con Joe —dijo y rio entre dientes.
—Bueno, sí. El nombre de mi padre es Joseph, mi hermano se llama así por
él, y luego mis padres se pusieron creativos y me nombraron Josette. Razón por la
cual nunca tuve un apodo al crecer. Joe era mi hermano, y mi padre responde por
50

Joey. Supongo que parecía menos confuso si simplemente me llamaban por mi


nombre completo.
Página
—Excepto que, ahora puedo llamarte Josie. —Él pasó un brazo alrededor de
mi cintura y me susurró al oído—: Mi Josie.
Seguimos caminando, y Aidan compartió que sus padres vivían cerca con su
hermana adolescente, Maddie. Ella fue una adición sorpresa a la familia. Su
hermano mayor, Sean, era propietario de la empresa de construcción que ayudó a
construir su casa. Todo lo que compartió demostraba que tuvo una infancia muy
normal. Era el hermano más joven travieso que constantemente convencía a su
hermano mayor para llevar a cabo sus planes.
Aidan había preparado un almuerzo para nosotros y nos sentamos en una
manta cerca del lago y comimos nuestros sándwiches así como bebimos té
helado. Había embalado dos termos, uno lleno de té sin azúcar y el otro con té
endulzado. Sonreí al recordar el primer almuerzo que tuvimos juntos en mi
casa. Comimos, hablamos, y tonteamos un poco en nuestra manta. Él mencionó que
tenía un jacuzzi en el porche trasero y sugirió que nos metiéramos en él.
—Oh, pero no tengo un traje de baño, Aidan.
—Estoy bastante seguro que hay algo en el armario del porche. —Se puso de
pie y recogió todas las cosas del picnic y agarró mi mano—. Ven, vamos a ver.
Él estaba en lo correcto; había un par de trajes de baño con las etiquetas
todavía puestas. No sabía cómo sentirme en cuanto al hecho de que tenía un armario
con bikinis en él. ¿Eran las cosas que habían quedado de alguna ex novia? ¿Las
chicas lo visitaban todo el tiempo y regularmente se abastecía en trajes de
baño? ¿Estaba dispuesta a ser parte de su rutina?
Como si leyera mis pensamientos y detectara mi indecisión, me volvió hacia
él y comenzó a explicar.
—Puedo ver las ruedas corriendo en tu cabeza, Josette. Tuve una cirugía en la
rodilla hace un año. Sean me sorprendió al instalar un jacuzzi para ayudar con la
recuperación, y su esposa Nicole abasteció el armario lleno de trajes de baño para
hombres y mujeres, así como algunos otros artículos. Ninguna otra chica que no sea
de la familia ha estado alguna vez en mi casa, y mucho menos en mi jacuzzi.
Lo estudié por un segundo.
—¿En serio? —Parecía ridículo que un hombre tan magnífico como Aidan no
tuviera una fila de mujeres apareciendo en su puerta.
51

—En serio. —Me sostuvo la mirada mientras esperaba a que llegara a mi


conclusión—. Prueba aquel blanco. Quiero ver ese en ti. Sin duda tienes el cuerpo
Página

para ese. —Lo miré con escepticismo mientras sacaba un bikini blanco del
armario. ¿Estaba lo suficientemente segura como para usar esto para él? Sabía que
mi cuerpo era curvilíneo, y podía no ser tan adecuado para uno de dos piezas, pero la
forma en que Aidan me veía con esos ojos verdes magníficos, como si fuera un
regalo que no podía esperar a desenvolver, ¿cómo podía negarme?
Fui al baño y me puse el traje de baño. En realidad, no se veía tan mal. Tomé
una respiración profunda y abrí la puerta, esperando tener la confianza para
pavonearme en esta cosa. Encontré a Aidan en la parte de atrás, sentado al borde del
jacuzzi, sin camisa, vistiendo solo unos pantalones cortos de traje de baño. Él
extendió una mano hacia mí, y subí la pequeña serie de escalones y me metí en el
agua. Había música suave sonando desde el interior de la casa, y esa era
definitivamente una manera relajante para finalizar la caminata.
Aidan me atrajo hacia él de modo que estaba sentada en su regazo con mis
piernas envueltas alrededor de su cintura. Nos relajamos en los brazos del otro y nos
besamos pausadamente. Los chorros que nos rodeaban provocaban una oleada de
sensaciones por todo el cuerpo, y con las manos de Aidan acariciándome, no pasó
mucho tiempo cuando ya estaba gimiendo y retorciéndome contra él.
—Cristo, Josie —gruñó Aidan contra mi boca—. No creo que jamás vaya a
tener suficiente de ti.
La dureza de su erección se esforzaba por debajo de su traje de baño. Aparté
mi boca de la suya y dejé un rastro de besos a lo largo de su cuello mientras él
masajeaba mis pechos. Sus dedos encontraron mi dolorido centro, y frotó círculos en
mi clítoris a medida que mecía las caderas contra su mano. Busqué dentro de su traje
de baño y agarré con firmeza su pene y comencé a bombear. Siseó mientras sacudía
sus caderas hacia arriba a ritmo con mis movimientos, hasta que los dos estábamos
locos de deseo.
Aidan nos sacó del jacuzzi y comenzó a llevarme hasta la casa. Sintiéndome
juguetona, me liberé de su agarre y sus brazos cayeron flojos. Una vez con mis pies
firmes en el porche, me miró fijamente, un poco aturdido, con los ojos nublado por
la lujuria.
—¿Qué pasa? —preguntó con confusión.
—Siento ganas de ir a nadar. —Me encogí de hombros perezosamente y
entonces empecé a correr hacia el lago.
—¿Qué? ¿Ahora? ¡Oye, vuelve aquí! —llamó Aidan mientras corría detrás de
52

mí. Un Ziggy ladrando me alcanzó primero con su cola sacudiéndose como loca,
como si me estuviera animando a correr más rápido. Tuve la suficiente ventaja de la
Página

que era capaz para ir lo suficientemente lejos en el agua de modo que pudiera
bucear. Cuando salí a la superficie, Aidan estaba nadando hacia mí. Grité y empecé
a nadar más rápido en la dirección opuesta hasta que sentí una mano envolviéndose
alrededor de mi tobillo.
—¿A dónde crees que vas? —Me atrajo hacia él y no pude dejar de reír
mientras luchaba a medias para escapar.
—Déjame ir. Quería ir a nadar —jadeé sin aliento entre risas.
—¿Ah, sí? —Él empujó mi cabeza bajo el agua. Salí escupiendo y jadeando
por aire justo a tiempo para ver a Aidan sonriendo a medida que empezaba a nadar
lejos. Me las arreglé para llegar a él y utilicé toda mi fuerza para empujarlo bajo el
agua. Pasamos un rato luchando entre sí y riendo a carcajadas. El área era tan
tranquila, que se sentía como si solo Aidan y yo existiéramos. No había vecinos
curiosos asomados en sus ventanas con el ceño fruncido ante la conmoción que
estábamos haciendo, ni autos con motores ruidosos pasando a toda velocidad. Este
era un hogar, el tipo de lugar en el que quería pasar una vida de felicidad y formar
una familia. Algo que nunca pensé que quería hasta ese momento.
—¿En dónde estás ahora? —preguntó Aidan mientras nadaba hacia mí.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir?
—Esa mirada en tu cara. ¿En dónde estabas justo en este momento? —Me
acercó, y envolví mis piernas alrededor de su cintura. Le devolví la mirada y me
encogí de hombros. No estaba muy segura de cómo responder a su pregunta. ¿Debía
ser sincera y decir que me estaba imaginando a mí misma viviendo aquí con una
familia? ¿Posiblemente nuestra familia? No, definitivamente no.
Así que en su lugar le di un beso, y él respondió inmediatamente. Noté
vagamente que estábamos saliendo del agua. Él me acomodó de modo que yo estaba
más arriba apoyada en su cintura mientras nos abríamos paso de regreso a la casa.
Cuando llegamos a su habitación, me bajó a mis pies y deshizo los lazos de
mi traje de baño mientras yo bajaba su traje de baño. Dejé besos sobre su ancho
pecho y bajo por su abdomen a medida que me arrodillaba. Su erección sobresalía
en alto, y la punta estaba casi tocando su estómago. Lo agarré con firmeza en mi
mano y lo llevé hacia mi boca. Arremoliné mi lengua varias veces alrededor de su
cabeza hinchada mientras él respiraba agudamente. Cuando se estiró y agarró la
parte posterior de mi cabeza, le permití deslizarse completamente en mi
boca. Bombeó sus caderas mientras lo llevaba tan profundo como podía. Estaba
53

reaccionando a mí como si no pudiera obtener suficiente, y eso me dio el impulso


que necesitaba para continuar. Las felaciones no eran algo que me gustaba hacer,
Página
pero la respuesta de Aidan era tan honesta que quise verlo perder el control. Acuné
sus bolas a medida que relajaba mi garganta.
—Oh, Dios —gritó Aidan—. Maldición, nena. —Usé mi mano para bombear
a ritmo con mi boca mientras él continuaba empujando un par de veces más antes de
alejarse—. Quiero estar dentro de ti. —Él me ayudó a ponerme de pie y me empujó
sobre la cama. Se puso un condón y separó mis piernas ampliamente cuando empujó
dentro de mí. Aidan volvió mi cara a la suya y sostuvo mi mirada a medida que se
hundía dentro de mí tan lejos como podía—. Mi lugar favorito. —Sus palabras me
dejaron en seco, y no supe si estaba lista para aceptar plenamente lo que
significaban.
Era más que un sexo casual para él, y si era honesta conmigo misma, él
también era más que eso para mí. En lugar de explorar la conexión emocional que
estaba empezando a asustarme, solo le entregué mi cuerpo. Él alzó mi trasero para
encontrar cada una de sus embestidas, y me encantó que pudiera sentir cada
centímetro de él en este ángulo.
Me encantaba su posición dominante en la cama y que tomara de mí lo que
quería. Me encantaba su charla sucia mientras describía todo lo que quería hacerme
y luego cómo lo llevaba a cabo al pie de la letra. Tenía el poder total sobre mi
placer, y estaba más que feliz de darle el control. Cada vez con él se sentía como si
me viniera más duro que nunca antes, salvo que, cada orgasmo parecía sentirse
incluso mejor que el anterior. Nadie nunca antes se había adueñado de mi cuerpo tan
completamente como Aidan. No pedía, solo tomaba, y era la cosa más caliente que
jamás había experimentado.
Cuando finalmente estuvimos saciados, pedimos una pizza y nos quedamos
en su cama por el resto de la noche viendo películas en Netflix con Ziggy
acurrucado junto a nosotros.

Era media mañana del día siguiente, y Aidan y yo estábamos sentados


enredados en su sofá en la sala de estar. Yo llevaba una de sus camisetas, y él
llevaba unos pantalones cortos de baloncesto, y estábamos tratando de decidir si
veíamos otro episodio de Breaking Bad, cuando sonó el teléfono de Aidan.
—Hola, Nic. —Pausa—. Sí. El lunes, ¿verdad? —Pausa—. ¿Hoy es lunes?
54

—Me miró con una mirada interrogativa, y yo asentí. Era el fin de semana del
Página

Memorial Day, y el lunes era festivo.


—Cierto. Lo intentaré. —Su mirada se volvió cautelosa—. A las dos en
punto. De acuerdo. Estaré allí.
Cuando colgó el teléfono se volvió hacia mí.
—¿Cómo te sentiría si vamos a la fiesta de cumpleaños de mi hermana
Maddie? Está cumpliendo dieciséis, y mis padres están dando una gran fiesta para
ella. —Me quedé observándolo, pero no respondí—. Si no quieres ir, está bien. Solo
tengo… —Su voz se apagó a medida que veía hacia abajo en su teléfono y
comenzaba a desplazarse a través de sus contactos.
—No, está bien. Voy a ir —contesté, porque era obvio que él realmente
quería que yo fuera.
La cara de Aidan se relajó cuando me llevó a la ducha con él, donde
disfrutamos de enjabonar el cuerpo del otro, y donde usamos nuestras manos para
traer placer el uno al otro.
No hace falta decir que estaba nerviosa de ir a la fiesta de cumpleaños. No
sabía nada de los adolescentes. ¿Qué tipo de música les gustaba? ¿Sería una tarde
llena de canciones de One Direction o Justin Bieber?
Sinceramente, prefería tener un tratamiento de conducto.
Incluso hice que Aidan me llevara de vuelta a mi casa para así poder buscar
en mi armario con el fin de seleccionar los más a la moda, lo más tendencia y el más
increíble atuendo. Él siguió diciéndome que no era necesario, pero no escucharía. Ni
siquiera sé por qué me preocupaba tanto hacer una buena impresión, pero así era.
Dado que el tiempo había sido bastante caluroso durante el día, me decidí por
un vestido retro de color amarillo pálido con un corpiño de novia bordado ceñido a
la cintura, terminado con correas entrecruzadas en la parte posterior. Era divertido
pero no demasiado elegante con una vibra a lo Marilyn Monroe. Completé el look
con unas sandalias de cuña marrones, maquillaje ligero, y mi cabello suelto en
ligeras ondas.
Aidan se había vestido muy informal, con unos jeans y una camisa abotonada
gris claro. Se veía increíble como siempre. No podía imaginar cómo sus ropas no
estaban saltando fuera de las perchas para pasar el día en su cuerpo.
—¿Lista? —preguntó a medida que sus ojos vagaban sobre mí de pies a
cabeza, luciendo muy contento—. Te ves muy bien por cierto —agregó con una
55

sonrisa.
Página
—Sí, estoy lista —contesté. Aidan agarró mi mano mientras me llevaba a su
camioneta, y mi corazón se tornó un poco pesado al comprender que esta iba a ser
mi última cita con él.
56
Página
DIEZ
E
ncuentro #5: Acceso concedido.
Es hora de ver tu día a través de los ojos de las personas que
lo conocen mejor, los amigos y familiares. Si la cita está dispuesta a
permitirte en su círculo interno, has hecho algo bien…

El estado de ánimo entre nosotros era ligero a medida que Aidan me contaba
rápidamente los detalles básicos de su familia.
A partir de nuestra conversación de ayer sabía un poco sobre ellos. Su padre
fue fotógrafo profesional durante muchos años y viajó por todo el mundo en las
asignaciones.
Su rostro se iluminaba cuando hablaba de cuán increíble cocinera era su
madre, pero no era tan buena en Pictionary. Maddie nació cuando él tenía doce años,
y era obvio que Aidan realmente adoraba a su hermana pequeña. Eso me conmovió.
Él hizo todo lo que el típico hermano mayor sobreprotector haría con una chica
adolescente. Además de interrogar sin descanso a sus futuras parejas, él había
arruinado deliberadamente sus citas al presentarse al azar en los cines u otros lugares
donde los niños iban a citas en grupos para pasar el rato. Estaba muy orgulloso de su
reputación como el hermano mayor que está al acecho, y eso me hizo reír. Yo no
tengo ese tipo de cercanía con Joe Junior o mis padres. Todos nos llevamos bastante
bien, pero los Lewis éramos más el tipo de familia de vernos en vacaciones y
eventos especiales, que de vez en cuando hablaba por teléfono.
Condujimos treinta minutos de Louisville y en una hermosa zona residencial
de gama alta. Se detuvo en una gran puerta de hierro, introdujo un código, y se le
concedió acceso. Continuamos por un camino largo y tortuoso hasta que apareció
una gran casa. Era impresionante.
Aidan se detuvo frente a una gran casa de campo con detalles en piedra, un
porche con columnas, y un césped verde en la medida que el ojo podía ver. Nos
bajamos del auto y caminamos de la mano por un sendero empedrado a un lado de la
57

casa. Podía escuchar un montón de conmoción. La gente estaba hablando, riendo, y


Página

la música estaba sonando. Era seguro decir que me sorprendió lo que vi. Había
varias mesas cubiertas con manteles blancos elegantes, se utilizaron flores de colores
vibrantes como centros de mesa, y linternas blancas rodeaban el área. El humo
derivaba desde dos parrillas a gas inmensas, donde dos hombres con ropa blanca de
chef estaban cocinando y repartiendo la comida.
—¡Aidan, mi muchacho! —llamó un hombre mayor de cabello oscuro un
poco canoso antes de caminar a toda prisa hacia nosotros. Llevaba pantalones cortos
caqui, una camisa abotonada de manga corta negra con algún tipo de patrón
elegantemente trazado en ella. Sus ojos eran del mismo tono verde que los de
Aidan. Compartían los mismos rasgos cincelados y tenían una complexión similar,
aunque Aidan era unos cuantos centímetros más alto que el otro hombre.
Se abrazaron con amplias sonrisas idénticas.
—Papá, esta es Josette. —Me señaló con orgullo, y yo sonreí alegremente
mientras extendía la mano al padre de Aidan.
—Ah, sí, Josette. Es bueno conocerte finalmente. —Lancé una mirada
interrogativa a Aidan antes de que su padre estrechara mi mano ligeramente y me
diera un abrazo apretado. Aidan solo se limitó a sonreírme. Me pregunté cuánto le
había dicho Aidan a su familia sobre mí, y al instante me sentí mal porque yo no le
había contado a nadie sobre él.
—También encantada de conocerlo, señor Ross —dije después de retroceder
de su abrazo. Él desdeñó mis palabras con la mano.
—Scott, por favor, llámame Scott. —Él me sonrió cálidamente y yo asentí—.
Mi bella esposa debe estar por aquí; sé que ella estaba realmente emocionada de
conocerte. —Miró a su alrededor y sus ojos finalmente se posaron en su
objetivo. Me agarró de la mano y me llevó junto a él, Aidan siguiéndonos de cerca.
Nos acercamos a una mesa larga donde un grupo de servicio de comida
estaba sirviendo los alimentos y una mujer estaba dirigiendo el personal alrededor de
espaldas a nosotros. Aidan nos pasó rápidamente por delante y agarró a la mujer por
la cintura y la apretó juguetonamente, haciéndole cosquillas. La mujer gritó cuando
se dio la vuelta.
—¡Aidan! —jadeó, empujándolo hacia atrás fingiendo indignación, y luego
lo acercó de nuevo en un gran abrazo. Ambos estaban riendo cuando su mirada se
posó en la mía, y le sonreí a medida que asentía cortésmente hacia ella.
—Hola —dijo dulcemente. Su cara se me hacía muy familiar, y justo cuando
58

me estaba preguntando en dónde la había visto antes, Aidan habló con un brazo
Página

todavía alrededor de la cintura de la mujer.


—Mamá, esta es Josette. Josette, esta es mi madre, Sophie. —Hice todo lo
posible para no demostrar mi sorpresa. Sophie era increíblemente hermosa y no
parecía lo suficientemente mayor para ser la madre de Aidan. No solo era muy alta
sino que también era muy hermosa, con una piel perfecta, pómulos agudos, cejas
perfectamente esculpidas y un conjunto de ojos marrones cálidos. Su vestido sin
tirantes color crema abrazaba su esbelta cintura y acentuaba sus largas y torneadas
piernas. Llevaba el cabello recogido en un moño en la nuca de su cuello. Era
elegante en todos los sentidos de la palabra. Ella levantó una mano grácil hacia mí y
sonrió amablemente.
—Josette, estoy tan feliz de conocerte. —Di un paso adelante y estreché su
mano.
—También es ta-tan agradable conocerla —tartamudeé, mi tobillo
doblándose ligeramente cuando retrocedí de nuevo. De repente me sentí torpe y un
poco abrumada por su presencia. Ignorando mi vergüenza obvia, Sophie me dio una
cálida sonrisa y continuó hablando.
—Me estaba preguntando cuándo Aidan iba a finalmente dejarnos conocerte
—bromeó y lo empujó con la cadera—. Bienvenida a nuestra casa. Maddie está por
ahí con sus amigos y le ha hecho a Aidan prometer que se mantendrá alejado. Ya
veremos cómo va. —Nos reímos juntos de lo que sería poco probable.
Los ojos de Aidan ya estaban vagando por el césped, midiendo toda la
población masculina infractora en la asistencia.
—Espera, espera, espera. Vamos a poner eso por allá. —Sophie se volvió
hacia nosotros a modo de disculpa antes de excusarse rápidamente para continuar
con los arreglos de la fiesta.
Maddie era una chica preciosa. Hermosa, alta, esbelta, justo como su
madre. Era educada y tímida, para nada lo que había esperado. Ella me dio un
abrazo y me presentó a algunos de sus amigos antes de que el grupo de chicas
risueñas se escurriera a la pista de baile en la glorieta después de captar el comienzo
de una canción que nunca antes había oído, pero al parecer era un gran éxito para
todos los demás.
Justo cuando Aidan y yo estábamos dirigiéndonos a una mesa, un veloz
borrón de rizos y chillidos pasó como una bala.
—¿Isa? Isa, detente allí —le ordenó Aidan, y para mi sorpresa, la chica se
59

detuvo, corrió a esconderse detrás de Aidan y sonrió maliciosamente. La niña de


unos seis años soltó otro chillido a medida que se acurrucaba más cerca de la
Página
espalda de Aidan mientras Scott se abalanzaba con el ceño fruncido, obviamente
buscando atraparla.
—¡Ocúltame, tío Aidan!
—¿Qué te traes entre manos, Isabella? —Aidan se volvió y fijó una mirada
severa hacia ella.
—¡La mostaza me vuelve loca! —gritó.
—¿Qué? —preguntó Aidan, exasperado.
—La mostaza me vuelve loca y abue la puso en mi perro caliente.
—Isa, solo di que no te gusta la mostaza.
—Lo hice, tío Aidan, como un millón de veces, pero él nunca escucha. Me
aseguré que no lo olvidara esta vez al echarle mostaza en su bebida. Ahora sabe
cómo se siente el desagradable sabor de la mostaza arruinando algo que le gusta.
Sonreí ante la conversación absurda entre Aidan y su sobrina, que se parecía
mucho a Maddie, excepto que las largas pestañas de Isabella se desplegaban desde
unos sorprendentes ojos grises hermosos. Su cabello oscuro era largo hasta su
cintura y se rizaba salvajemente por su espalda con varios rizos sueltos enmarcando
su rostro. Por último, Aidan se rindió y se volvió de nuevo a mí.
—Josette, esta es la hija de mi hermano, Isabella. —Él empujó juguetón a la
niña en su costado y ella saltó hacia atrás y rio—. Isa, esta es Josette. —Isabella me
miró con timidez, aun así expresamente.
—Ooooh, ¿esta es tu noooooviaaaaa? —canturreó.
—¡Oye! —gritó Aidan hacia ella y procedió a hacerle cosquillas a Isabella
hasta que sus piernas cedieron y se dejó caer al suelo, riendo y jadeando—. ¡Oh-
oh! Creo que veo al abue acercándose —advirtió Aidan. La cara de Isabella se tornó
de inmediato seria mientras saltaba corriendo en dirección a la casa. Los dos vimos
divertidos como Scott seguía a la niña, sonriendo a medida que la perseguía.
También nos detuvimos y hablamos con Sean y su esposa, Nicole. Me di
cuenta de las similitudes entre los hermanos. Sean tenía el mismo cabello oscuro y
los rasgos cincelados como los otros hombres Ross, pero tenía los ojos marrones al
igual que Sophie y Maddie. Estaba vestido con unos jeans cómodos y una camisa al
estilo polo. Nicole era una rubia hermosa que, probablemente, medía no más de un
60

metro cincuenta con un vientre redondo y grande, estaba claro que su fecha de
término era pronto. Me di cuenta enseguida que era feroz aunque le tomó un tiempo
Página

para contonearse hasta nosotros. Ella no perdió el tiempo para burlarse de Aidan en
cuanto a casi olvidar la fiesta antes de enfocarse en mí con un montón de
preguntas. No estaba siendo mal intencionada, simplemente curiosa. Casi sentí como
si estuviera siendo entrevistada para un trabajo, y me pareció divertido. Tenía
sentido que Isabella fuera tan traviesa.
Una vez que Nicole se mostró satisfecha con el interrogatorio, bueno, en
realidad Sean puso fin al mismo al llevársela, Aidan nos guio hasta que estábamos
sentados en una mesita.
—¿Por qué tu madre se me hace tan familiar? —le pregunté a medida que
tomaba un sorbo de la copa de vino que Aidan me entregó.
—Probablemente es porque has oído hablar de ella. Es Sophie Hayden.
Sophie Hayden era una modelo de portadas famosa en los años ochenta. Sus
fotografías estaban en revistas de todo el mundo, pero de donde la recuerdo era
durante el tiempo en que fue una célebre juez en un programa de concurso de
modelos que solía ver cuando era adolescente. Sophie era modelo y Scott era
fotógrafo así que tenía sentido que los dos terminaran juntos.
—¿Tu padre conoció a Sophie en una sesión de fotos? —pregunté.
—No, ella había dejado el modelaje por un tiempo y abrió un pequeño
café. Estaba atendiendo un evento corporativo al que mi padre estaba
asistiendo. Dijo que le encantó tanto su comida, que trató de convencerla para
hacerle la cena una noche.
—¿Eso realmente funcionó? —dijo riendo.
—No, en absoluto. —Se rio—. Pero ya que mi padre era un muy reconocido
fotógrafo, comenzó a insistir en que ella tendría que atender a todas sus sesiones y
eventos. Por último, como mamá lo pondría después, él la hartó. —Sonreí mientras
mis ojos encontraban a Scott y Sophie caminando de la mano a medida que
avanzaban juntos por el jardín charlando con los invitados. Me encantó su
conexión. Eran una visión perfecta de dos personas que estaban profundamente
enamorados. Me sentí un poco envidiosa.
—Tienes una familia encantadora. —Le sonreí con calidez genuina. Sus
labios se curvaron en una sonrisa de medio lado. En vez de hablar, agarró mi mano y
me llevó a la pista de baile. Pasamos el resto de la tarde tratando de no parecer tan
viejos como nos sentíamos junto a todos los niños agrupados en la pista de
baile. Aidan intentó un par de pasos de baile, sin éxito, podría añadir, para
61

vergüenza absoluta de Maddie e Isabella. Decidí seguir con un seguro paso doble,
Página

sin importar la canción.


Finalmente renunciando a bailar, volví a la casa en busca del cuarto de
baño. Entré en la cocina a través de las puertas francesas y estaba a punto de
aventurarme por el pasillo a mi derecha cuando oí un ruido sordo extraño en la
distancia que me dejó lo suficientemente curiosa para averiguar lo que era. Justo al
lado de la cocina estaba una gran despensa con la puerta abierta. Me quedé mirando
boquiabierta ante Scott, que tenía a Sophie clavada contra el estante más lejano con
su larga pierna apoyada en la cadera de él, meciéndose contra ella completamente
vestida, besándola con voracidad. El sonido sordo era Sophie gimiendo “Scotty”,
sus manos empuñando el cabello de él mientras tiraba con fuerza contra
ella. Empecé a retroceder en silencio sintiéndome avergonzada por presenciar este
momento privado.
Guau.
Incluso después de treinta años de matrimonio la electricidad entre ellos
zumbaba a través de la habitación. Podía sentirla. Me fui de puntillas rápidamente
por el pasillo en la dirección opuesta, un poco aturdida y esperando de todo corazón
tener eso para mí algún día. De repente, una imagen de mí y Aidan juntos haciendo
exactamente lo mismo dentro de treinta años llenó mi cabeza, y supe que estaba en
problemas.
62
Página
ONCE

D
espués de la fiesta de Maddie, Aidan y yo fuimos a su casa para pasar
la noche. Él puso su iPod en la estación de acoplamiento y presionó el
botón de aleatorio. Estábamos sentados uno junto al otro en los
taburetes en la encimera central, bebiendo cerveza embotellada y comiendo algunas
de las sobras de la fiesta que Sophie metió en nuestras manos para llevar a casa.
Había un cómodo silencio entre nosotros y al mismo tiempo una atracción
magnética innegable. No era capaz de dejar de mirar en varias ocasiones en su
dirección y sonriendo cuando también me lo encontraba mirándome. Por último,
Aidan agarró mi mano y me llevó a su habitación. Nos desnudamos lentamente entre
sí, haciendo todo lo posible para besar metódicamente cada trozo de piel que
dejábamos descubierto. Lo empujé hacia abajo sobre la cama, me subí encima de él,
y descendí sobre él lentamente. No había pensamientos en mi mente más que la
sensación de él debajo de mí, sus manos vagando por mi cuerpo, acariciando mis
senos, estómago y caderas.
Disfrutando de las sensaciones abrumadoras, arrojé mi cabeza hacia atrás y
me mecí con más fuerza. La relajante melodía de “Coming Home” de Leon Bridges
fluía desde la sala de estar y mis caderas se movieron al compás con el ritmo que
parecía ir perfectamente con el estado de ánimo. Me encontré meciendo mis caderas
lenta, relajada y apasionadamente, deslizando mis manos hasta tocar mis pechos,
pellizcando mis pezones y gimiendo suavemente. Salí de mi estado de ensueño por
el sonido de Aidan gimiendo debajo de mí. Abrí los ojos para verlo observándome
fijamente, con los ojos llenos de brumosa pasión y algo que parecía asombro.
—¿Qué? —pregunté, mi voz ronca ya que comenzaba a sentir un poco de
vergüenza por mi pérdida de consciencia.
—Eres tan jodidamente hermosa, Josie. Me encanta verte dejarte ir. —Su voz
estaba tan ronca como la mía, y el sonido hizo que mis músculos internos se aprieten
involuntariamente a su alrededor a medida que me ponía incluso más mojada. Me
mordí el labio inferior mientras la piel de gallina se formaba por todo mi cuerpo
antes de sonreírle. No pude resistir inclinarme para darle un beso. Se reunió
63

conmigo a mitad de camino, su boca devorando la mía. Nos quedamos en una


Página

posición sentada con nuestros labios sin separarse.


Una de sus manos cayó hasta descansar en mi cadera, la otra se envolvió
detrás de mí en la base del cuello.
Él guio nuestro ritmo, todavía siguiendo al compás de la canción. Era como si
hubiéramos dejado este mundo y de alguna manera aterrizamos en un universo
alternativo donde era posible llegar a ser uno con la música. No existía nada más a
nuestro alrededor, solo la sensación de sus manos sobre mí, nuestras cálidas lenguas
entrelazadas, y su manera de moverse deliciosamente dentro de mí.
—Oh Dios, Josie. Esto es… —Su voz se apagó mientras gemía contra mi
boca. Podía sentir también pequeños rastros de piel gallina en la superficie de su
piel.
Me aparté para mirar sus ojos entrecerrados y susurré:
—Lo sé, Aidan. También lo siento. —Era un despertar. ¿De qué? No estaba
segura. Simplemente sabía que nunca antes lo había sentido, y que nunca sería la
misma. Volví mis labios a los suyos a medida que estallábamos al mismo tiempo,
gritando en la boca del otro cuando nuestra liberación tomó el control y nos llevó a
la deriva.
Él apartó hacia atrás mi cabello húmedo y dejó suaves besos a lo largo de la
curva de mi cuello, nuestras mitades inferiores aún pulsando uno contra el
otro. Estaba claro que ninguno de los dos quería romper la conexión o el momento
que habíamos compartido.
—Nena. —Aidan volvió la cabeza e hizo un gesto a los condones sin utilizar
en la mesita de noche—. Lo siento, quería decir algo, pero cuando te hundiste en mí,
no pude pensar en otra cosa.
—Está bien. Me estoy tomando la píldora.
—Incluso si no fuera así, cuidaría de ti. Lo sabes, ¿verdad? —Lo miré a los
ojos y sabía que lo haría, así que asentí. Era una buena persona. El tipo exacto de
persona que siempre había querido encontrar.
Algo había cambiado entre nosotros y ambos lo sabíamos. Excepto que, había
creado una situación en la que no tenía más remedio que mudarme a miles de
kilómetros de distancia muy pronto. Era cruel cómo funcionaba la vida a veces. No
estaba lista para dejarlo ir, y estaba teniendo problemas para admitirlo.
No me daría cuenta de esto hasta mucho después, pero no pensé en Derek ni
64

una vez en todo ese fin de semana.


Página
A la mañana siguiente, Aidan y yo estábamos de pie junto a mi auto, mirando
el uno al otro. Él tenía sus brazos alrededor de mi cintura a medida que me sujetaba
contra él.
—Quiero seguir viéndote —dijo contra mi cuello, y yo cerré los ojos. No sé
por qué ninguno de los dos pensó que esto sería solo una cosa de cinco citas—. No
quiero que te mudes a California.
—Aidan. —Suspiré—. No me puedo quedar incluso si quisiera. Ya vendí mi
casa.
—Esa no es excusa. Hay un montón de lugares para vivir aquí. Solo quédate.
—Sabes por qué tengo que irme.
—¿Por qué? ¿Por su culpa? ¿Qué hay de mí? No huyas también de
mí. Quédate.
Quería. Realmente, en serio quería, pero estaba aterrada de abrir mi corazón a
otra persona, especialmente después de haber sido desgarrado por completo a
fragmentos por la última persona a la que intenté dárselo.
—No sé, Aidan.
—No estoy listo para dejarte ir. —Frotó su nariz contra mi garganta mientras
inhalaba—. No tienes que decidir esto ahora mismo. Todavía tienes tiempo. Solo
piénsalo. ¿De acuerdo?
—De acuerdo. Voy a pensar en ello. —Sabía que mi respuesta le agradó
porque sus labios estuvieron en los míos al instante. Me besó como si nunca más me
vería de nuevo, y eso hizo que mi pecho duela. Por fin pude alejarme de él con el fin
de entrar en mi auto. Mientras me alejaba, lo miré por el retrovisor y honestamente
me pregunté si esta sería la última vez que lo vería.
Aidan no me dejó divagar porque llamó tan pronto como llegué a la carretera
principal y me habló todos los cuarenta minutos en auto hasta mi casa. Era tan fácil
hablar con él y me encantaba el sonido de su voz. Miré para ver que él también
estaba conduciendo detrás de mí porque tenía que ir a trabajar. Intenté mantener mi
enfoque en la carretera, pero de vez en cuando permitía que mis ojos viajen hacia el
65

espejo retrovisor. Podía verlo con claridad, llevando su camisa azul de Secure Point
Página

Systems y unos lentes de sol. Nos separamos una vez que llegamos a Louisville, y
yo llegué primero a mi casa. Estábamos a punto de terminar nuestra llamada cuando
Aidan estaba haciéndome prometer verlo esta noche. Accedí hacerlo con facilidad
porque quería.
Ese fue el momento en que decidí dejar de resistirme y seguir mi corazón.
—Sí, pero voy a volver a tu casa para que Ziggy pueda salir a pasear.
—Está bien, puedo llevar algo para la cena. Qué tal… —Las palabras de
Aidan desaparecieron a mis oídos cuando di un paso más cerca de la casa, donde oí
mi alarma de seguridad resonando, y me di cuenta que la puerta estaba ligeramente
abierta.
—Aidan, algo anda mal.
—Mierda. No entres. La policía debe estar de camino a tu casa.
No tenía ni idea de por qué, pero entré en la casa, incluso después que Aidan
me dijera que no. Tan pronto como entré alguien me agarró del brazo y me arrastró
al interior, cosa que me hizo gritar y soltar mi teléfono terminando mi llamada con
Aidan.
—Apágalo —gruñó Derek.
—¿Qu… qué? —Miré hacia él, claramente sorprendida.
—Apaga la maldita cosa. El código no está funcionando. —Él agitó una
mano hacia el panel de control. Me acerqué y golpeé mi código para silenciar la
alarma.
—¿¡Qué carajo, Derek!? —grité mientras daba la vuelta—. ¡Me asustaste!
¿Cómo demonios entraste aquí?
—No sabía que habías cambiado las malditas cerraduras, pero te conozco lo
suficientemente bien que con el tiempo encontré tu nuevo escondite para la llave de
repuesto, pero no pude averiguar el código de la alarma.
—Bueno, no es horripilante en absoluto de tu parte irrumpir en mi casa —
grité por encima del hombro con sarcasmo mientras me alejaba furiosa de él. Vi
algunas bolsas de la compra en la encimera de la cocina. Cuando miré hacia él, su
cara enrojeció de vergüenza.
—Vine para prepararte el desayuno… y hablar.
66

—¿Prepararme el desayuno y hablar? —repetí a medida que lo veía con


incredulidad—. ¿Estás hablando en serio en este momento?
Página
—Vine todos los días desde el sábado, pero no estabas en casa. ¿Dónde has
estado?
—Viviendo mi vida.
—JoJo. —Dio un paso hacia adelante, y yo di un paso atrás. Oí mi nombre
siendo llamado desde la puerta principal y dos agentes de policía entraron corriendo
a la cocina. Justo cuando empezaba a explicar todo y asegurarles que estaba bien,
más gritos provinieron desde la puerta.
—¡Josie! ¿Nena? —Aidan sonaba frenético cuando dobló la esquina y entró
en la cocina. Su cara y sus hombros se relajaron visiblemente cuando sus ojos se
posaron en mí. Se precipitó hacia adelante y me tomó en sus brazos.
—Estoy bien, Aidan.
—¿Qué diablos pasó? —preguntó mientras miraba alrededor de la habitación,
y fue entonces cuando se dio cuenta finalmente que Derek estaba allí de pie. Los dos
hombres se miraron entre sí a medida que los oficiales tomaban mi declaración y
confirmaba que la entrada de Derek no era un acto criminal. Sí, no era bienvenido,
pero no quería que se meta en problemas, así que les dejé creer que le permitía
entrar, y le di un código incorrecto por error.
Cuando la policía se fue solo quedamos nosotros tres de pie en la cocina en
un incómodo silencio.
Aidan apretó su agarre en mí, y los ojos de Derek se entrecerraron en su brazo
alrededor de mi cintura.
—Derek, probablemente deberías irte.
—¿Quieres que me vaya? —preguntó Derek con los dientes apretados. Nunca
antes lo había visto enojado y fue un poco sorprendente.
—Ya la has oído. —Aidan habló antes de que yo pudiera responder. Miré
hacia arriba para verlo apretar su mandíbula y relajarla intermitentemente a medida
que veía a Derek fríamente.
—Espera un minuto. ¿Quién demonios se supone que eres tú? —Miró a
Aidan por encima.
—Derek. Basta —dije con más confianza de la que sentía. Aquí estaba yo en
los brazos de un hombre que era totalmente perfecto para mí, pero mi corazón
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todavía estaba indeciso en cuanto a Derek—. Solo vete. Por favor.


Página

Derek resopló y luego salió de la cocina furioso. Lo seguí con Aidan cerca.
En lugar de dejar la casa, me encontré con Derek sentado en el sofá con su
cabeza entre las manos. Eché un vistazo a Aidan que ya estaba dando un paso hacia
delante, luciendo listo para patearle el culo. Puse una mano en su pecho y supliqué
con mis ojos para que se detenga. Él obedeció a regañadientes.
—¿Derek? —Di un paso adelante con cautela.
—¿En dónde nos equivocamos, JoJo? —Me miró con tristeza en sus ojos—.
¿Sabes que he pensado en ti todos los días desde el momento en que te conocí la
noche de aquella fiesta? —Mi corazón se detuvo ante su admisión—. Perdí tu
número de teléfono y era demasiado idiota para pedírtelo de nuevo, así que te evité
en el campus. —Nunca hablamos de la noche que nos conocimos. De hecho, estaba
convencida que él ni siquiera lo recordaba—. Mierda, ¿vas a obligarme a hacer esto
frente a él? —preguntó y asintió en dirección a Aidan.
—No —dijo Aidan mientras caminaba junto a mí y en dirección a la puerta—
. No me voy a quedar para esto. Ya sé hacia dónde se dirige esta conversación.
—¿Aidan? —llamé detrás de él, pero él se volvió y levantó una mano para
detenerme.
—Josette, este chico está a punto de comenzar una lista de lamentos
esperando que intervengas y lo detengas. —Se volvió a Derek—. Sabes, me alegra
que tuvieras la cabeza metida en el culo todo este tiempo, de lo contrario no habría
tenido la oportunidad de tenerla en mi vida. Solo aprecia cuánta maldita suerte
tienes, imbécil.
—¡Aidan! —llamé de nuevo, pero esta vez no se detuvo. Mis pies
permanecieron congelados cuando lo vi entrar en su camioneta y conducir lejos.
68
Página
DOCE

C
erré la puerta poco a poco, incapaz de procesar lo que estaba
sucediendo y por qué mi corazón se sentía como si se estaba
desintegrando. Me di la vuelta con enojo hacia Derek.
—¿Qué estás haciendo? —siseé y caminé hacia adelante—. Terminamos,
Derek. Tú fuiste el que elegiste irte. Terminar con todo. Quería casarme contigo. —
Mi voz se apagó cuando perdí el valor y me desplomé en el sofá.
—Lo sé. Lo sé —dijo Derek mientras se frotaba la cara varias veces con las
manos—. No puedo entender por qué sigo arruinando las cosas entre nosotros. La
noche en el bar cuando bailamos juntos pensé que eras hermosa y divertida. Quería
conocerte por completo. Luego, con el tiempo, simplemente parecías… diferente.
—¿Diferente? ¿A qué te refieres? —Me senté erguida, volviendo la mirada
hacia él.
—Nos divertimos un montón juntos, exactamente de la forma en que los
veinteañeros deberían hacerlo. Las cosas eran fáciles, tal vez demasiado fácil. Para
mí, era difícil de tomar lo que teníamos en serio. No parecías esperar algo de mí, y
yo no tenía ni idea de cómo estar en una relación.
—Eso es una completa tontería, Derek. Sabías lo que sentía por ti y no
pusiste exactamente mucho esfuerzo para corresponder esos sentimientos.
—¿No lo hice? Tú eres la única que no parecías tener tiempo para mí. Nunca
te molestaste en llamar. Me di cuenta que si no te contactaba no te veía. Entonces,
rompiste conmigo cuando me mudé a Louisville.
Mi mente daba vueltas al escuchar su punto de vista de nuestra relación.
—Pero t-tú no diste la batalla —farfullé.
—Me había convencido de que era lo correcto por hacer. Quiero decir, estaba
en Kentucky y tú estabas en California. ¿Cómo podía funcionar?
—Está bien, si te sentías de esa forma por mí, ¿cómo es que nunca me lo
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dijiste?
Página
—¿Me conoces? No soy tan bueno en compartir mis sentimientos —dijo y
resopló.
—Oh, Dios mío. No sé ni qué decir en este momento. —Estaba claro para mí
que ambos habíamos cometido un montón de errores. Aquí estaba yo pensando que
estaba siendo lo que él quería, cuando lo que realmente quería era que fuera yo
misma. Eso habría hecho una gran diferencia en nuestra relación.
—Derek, creo que soy parte de la culpa. Pensé que estaba siendo la chica
genial que parecía gustarte. Pasé los últimos seis años tratando de ser la persona que
pensé que querías.
—Josette. —Negó con la cabeza mientras cruzaba la habitación para
arrodillarse delante de mí—. Nunca te pedí que cambiaras quién eras. Todo lo que
quería era a ti.
—Excepto, que nunca me tuviste. No a la verdadera yo. —Derek sacudió
lentamente la cabeza con tristeza en sus ojos. Me sentí como la mayor idiota del
mundo. ¿Cómo podía esperar que él me ame cuando no estaba siendo yo misma con
él?
—Tal vez por eso es que las cosas no parecían funcionar nunca para
nosotros. Todo se sentía… inadecuado. Era demasiado tonto para darme cuenta o
demasiado perezoso para averiguar lo que faltaba.
—Derek.
—Te amé desde el principio. —Sostuvo mi mirada durante un largo tiempo, y
le creí.
Finalmente estaba admitiendo todo lo que había querido escuchar de él, pero
no estaba causando la reacción que pensé que tendría.
—Excepto que, no sentí que incluso después de seis años hubiera suficiente
entre nosotros para hacer el compromiso que querías para siempre. Pero cuando te vi
en Fish Tank Freddie con ese otro tipo, jamás había experimentado esa clase de
celos.
—¿Me viste esa noche?
—Sí, vi la forma en que él tenía las manos sobre ti, y debajo de tu falda. —
Apartó la vista rápidamente y ya no encontró mi mirada—. Diablos, ni siquiera sabía
que te gustaba la cerveza. ¿Cómo no sé eso de ti? —Se rio sin humor y el dolor en
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su rostro reflejaba el mío. Había un océano de pesar entre nosotros. Nuestra relación
Página

se había convertido en un fracaso al minuto que me di por vencida en ser yo misma


con el fin de convertirme en alguien que pensé que él quería. Solo me llevó hasta
este momento darme cuenta de eso. No pude resistir envolver mis brazos alrededor
de él y Derek respondió empujándome con fuerza contra él.
—Derek, te amo —dije en su hombro—. Pero, nuestro tiempo terminó. —Lo
sentí ponerse rígido antes de que él dejara escapar un largo suspiro.
—No quiero que lo sea, JoJo —susurró en mi oído—. Pero creo que tienes
razón. —Sentí una lágrima deslizarse por mi mejilla a medida que lloraba la pérdida
de mi vida soñada con Derek Vaughan.
¿Qué quieres, Josette?
Las palabras de Aidan llenaron mi mente. Pensé en cómo él preguntaría, no
insistiría, que le diga lo que quería. Durante todo este tiempo no había sido nadie
más que yo misma con él, e incluso ni siquiera tenía que intentarlo. Sabía
exactamente lo que quería esta vez y todo lo que tenía que hacer era ir detrás de eso.

Después que Derek se fue busqué la dirección de Secure Point Systems y


conduje los diez minutos a la oficina. Cuando entré al interior, una chica sentada en
la recepción me saludó con una sonrisa amable.
—¿Puedo ayudarle? —preguntó.
No tenía idea de lo que estaba haciendo allí a parte del hecho de que tenía que
ver a Aidan. Quería decirle que me había deshecho de Derek, y aunque no tenía idea
de adónde se dirigía mi vida, quería que él fuera una parte de ella. Solo espero que él
quiera lo mismo. Salvo que se sentía loco simplemente aparecer en su trabajo con
esta revelación, pero ya estaba aquí, así que tenía que seguir adelante.
—Sí. —Me aclaré la garganta a medida que daba un paso adelante—. Estoy
buscando a uno de sus técnicos, Aidan Ross. ¿Está aquí? —pregunté mientras veía
alrededor con cansancio. Las cejas de la joven se fruncieron brevemente.
—Um, lo siento, ¿está buscando a un técnico o a Aidan? —Consideré su
pregunta por un momento mientras hacía mi mejor esfuerzo para no lucir
confundida.
—Aidan Ross es el nombre del técnico que instaló mi sistema de seguridad
71

—contesté, y los ojos de la joven se iluminaron de pronto con reconocimiento


Página

mientras asentía.
—Oh, cierto. Esa instalación hace unas semanas. Esa fue una circunstancia
inusual. Nos quedamos cortos con un técnico así que él tuvo que responder el
llamado por sí mismo. Aidan no es uno de nuestros técnicos, pero estaré feliz de
programarle una cita si está experimentando problemas con su sistema.
—Espera, si no es un técnico, entonces ¿qué es? —Sentí que el pánico se
alzaba dentro de mí mientras hacía mi mejor esfuerzo para controlar mi voz con la
histeria amenazando ahogarme. ¿Y si había sido embaucada todo este tiempo?
—Aidan es el propietario de la empresa —respondió ella mientras señalaba al
tablero de jerarquía por encima de su cabeza. Efectivamente en la parte superior de
la lista: Aidan Ross. Propietario y director general se encontraba enumerado junto a
su nombre. Inmediatamente volví a pensar en nuestras conversaciones y si mencionó
que era dueño de su propia empresa, y no podía pensar en una sola vez que hubiera
dicho algo que no sea que había trabajado aquí durante cinco años. ¿Por qué me
había ocultado eso? ¿Me lo estaba ocultando?
—¿Josette? —Oí la voz de Aidan desde atrás, y me di la vuelta—. ¿Qué estás
haciendo aquí?
—Todo se acabó entre Derek y yo —espeté abruptamente. Aidan lanzó una
mirada rápida a la recepcionista y se lanzó hacia adelante.
—No puedo hacer esto aquí.
—Pero… —empecé a hablar, pero él ya estaba guiándome suavemente hacia
la puerta.
—Aquí no. No, en mi lugar de trabajo —afirmó con firmeza.
—Tenía que verte.
—Podrías haber llamado —dijo una vez que estábamos fuera.
Él tenía razón. Podría haberlo llamado.
—Supongo que no he estado pensando claramente el último par de semanas.
—Oh, ¿y ahora sí lo haces?
—Sí.
—¿Y a qué conclusión llegaste?
—Que no voy a mudarme a California —dije mientras observaba su reacción,
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pero su rostro permaneció impasible.


Página

—¿Ah, no? —respondió—. Y bien, ¿qué vas a hacer entonces?


—Bueno, eso depende. —Di un paso hacia adelante hasta que solo estaba a
centímetros de él—. Tengo todos estos sentimientos por un chico de Kentucky que
instaló mi sistema de seguridad, me pidió salir a cinco citas románticas con él, y me
hizo sentir chispas.
—¿Chispas? —repitió mientras su boca se volvía ligeramente hacia arriba.
—Lo sé. Tampoco podía creerlo. —Di otro paso más cerca de él—. Esta
mañana me pediste que me quede. Así que, me quedo. Por ti.
—No te quedes porque quiero que lo hagas. Quédate porque quieres hacerlo.
—Me quiero quedar porque quiero estar en cualquier lugar que tú estés.
—Josie. —Me tomó en sus brazos y acunó mi mandíbula a medida que me
veía.
—Estoy enamorada de ti, Aidan —dije en voz baja, y vi sus ojos verdes
oscurecerse con emoción.
—También estoy enamorado de ti. —Sus labios rozaron los míos
suavemente.
—Esto es aterrador para mí —confesé—. Pero quiero intentarlo. No quiero
dejar que mi estupidez por mi relación pasada arruine las posibilidades de tener algo
bueno contigo.
—Sabía en lo que me estaba metiendo. —Él inclinó la cabeza mientras me
estudiaba—. El día de la revisión, tenía a un técnico programado, y ya que Hannah
ha dado a mi empresa una gran cantidad de negocios no quería cancelar tu
cita. Conduje hasta tu casa con la plena intención de darte un presupuesto y
asignarte un nuevo técnico en seguida, pero después de verte no quise enviar a nadie
más. Quería ser el encargado de ponerte a salvo. —Apartó un mechón de cabello de
mi cara—. Me ofreciste el almuerzo, Josie. Fue inesperado y parecías
auténtica. Sabía que tu ex novio debe haberte hecho mucho daño y se sentía mal que
estuvieras tan harta del amor. Fue entonces cuando me propuse a ganar tu corazón, y
esperaba que cinco citas fuera tiempo suficiente.
Le sonreí con mi corazón sintiéndose tan a punto de explotar. Envolví mis
brazos alrededor de su cuello y lo acerqué para darle un beso. Tan pronto como
nuestros labios se encontraron, nos encendimos. Éramos todo dientes y lengua y
vertimos hasta la última gota de nosotros mismos en el beso. Nunca pensé que
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hubiera alguien en el mundo para mí. Había soñado durante seis años de mi vida
sentirme exactamente cómo me sentía en este momento.
Página
Dándole mi corazón a alguien que me estaba dando el suyo a su vez. La
mejor parte era que no tenía que esforzarme. Había perdido demasiado tiempo sin ir
tras lo que quería, y no ser auténtica. Aidan consiguió a la verdadera yo desde el
principio. No había ninguna pretensión, ni juegos, simplemente honestidad.
Bueno…
—Aidan. —Aparté mi boca de la suya—. ¿Cómo es que no me dijiste que
eras dueño de la empresa?
—¿Habría hecho alguna diferencia? —Pensé en su pregunta y la verdad es
que no lo haría, así que negué con la cabeza—. No soy uno de esos hombres que van
por allí señalando cosas como esa. Aquí, todos somos un equipo. —Vi que sus cejas
se fruncían mientras veía algo detrás de nosotros. Me volví para ver alrededor de
tres personas, entre ellas la recepcionista incluida mirando por la ventana del frente
y rápidamente se dispersaron una vez que vieron que habían sido
descubiertos. Había olvidado por completo que estábamos aquí en la calle, a la
intemperie, para que todos puedan ver y probablemente escuchar. Me alejé de
Aidan.
—Bueno, supongo que será mejor que te deje volver al trabajo.
—Nah. —Agarró mi mano y me llevó al interior de la oficina de Secure Point
Systems—. Renee, voy a tomarme el resto del día. Llámame si me necesitas. —Las
cejas de la recepcionista se dispararon hacia arriba cuando una amplia sonrisa se
extendió por su cara.
—Claro que sí, jefe —dijo y su mirada se dirigió a mí—. Así que eres Josette.
—Ella sonrió y la saludé con la mano.
—Hola.
Parecía que Aidan de hecho hablaba mucho más de mí de lo que pensaba, no
solo con su familia, sino también con la gente en el trabajo. Antes de que pudiera
pasar más tiempo pensando en eso, él me guio a la puerta principal y hasta su
camioneta. Aunque nos llevó treinta minutos para llegar a su casa, nos llevó menos
de treinta segundos para despojarnos de la ropa. Aidan no perdió el tiempo para
darme exactamente lo que quería.
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Página
EPÍLOGO

M
iré hacia la vista de la ciudad. El cielo oscurecido estaba iluminado
por las luces de abajo, y justo como él prometió, tenía una vista de la
Torre Eiffel. Así que esto era París. La romántica Ciudad de las
Luces.
El artículo fue un gran éxito. Me las arreglé para conseguirle a Natalie una
cita completa para cada semana, y lo seguí con un artículo más largo titulado.
“¡Hubo chispas! Cómo pasé del dolor a la felicidad en tan solo cinco
citas”.
El artículo en realidad se hizo viral y llegó a unas pocas publicaciones
nacionales. Incluso me entrevistaron por él en un programa de televisión de la
mañana. No podría haber estado más orgullosa de mi trabajo y compartir mi historia.
—Josie, ¿qué hora es? —llamó Aidan somnoliento desde la cama. Miré el
reloj.
—Creo que son las tres de la mañana, hora de París.
—Vuelve a la cama, nena. —Apartó las mantas y me instalé a su lado. Nos
acomodó hasta que yo estaba acostada debajo de él y envolvió mis piernas alrededor
de su cintura a medida que una de sus manos acariciaba la cara externa de mi muslo.
Me quitó mi camisón y deslizó mis bragas hacia abajo con una velocidad
récord. Su palma rozó suavemente por mi estómago hasta que llegó a mi
humedad. Sus dedos se deslizaron dentro y fuera de mí mientras arremolinaba su
lengua alrededor de uno de mis pezones tensos. Bajé sus calzoncillos y envolví mis
dedos alrededor de su gruesa dureza. Él inhaló profundamente cuando mi mano
comenzó a bombearlo con firmeza.
—No voy a durar… —gimió cuando se puso rígido dentro de mi
agarre. Aidan nunca tenía mucho control sobre sí mismo durante el sexo mañanero.
Tal vez era el estado relajado en el que ya estaba su cuerpo. De cualquier manera,
me encantaba que su necesidad por mí fuera tan fuerte. Retiró mi mano mientras se
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alineaba a sí mismo en mi resbaladiza apertura y entró con un movimiento


Página

rápido. Los dos gemimos del placer de estar unidos. Aidan se movió lentamente
dentro y fuera de mí, y la sensación era tan intensa que mis ojos empezaron a
cerrarse.
—Mírame. —Su voz era ronca y tensa. Sus bellos ojos verdes se llenaban con
tanto amor y deseo por mí que me sorprendía cada vez. Me encontré con su mirada a
medida que seguía meciendo lentamente sus caderas de ida y vuelta, arriba y abajo,
mientras nuestros corazones golpeaban violentamente uno contra el otro. Cuando el
placer se encendió dentro de mí, moví mis caderas para encontrar cada una de sus
embestidas.
—Eso es, nena —me alentó Aidan—. Dime que esto se siente tan increíble
para ti como lo hace para mí —gimió mientras se mordía la punta de su lengua. Eso
solo solidificó que él era el hombre más sexy que jamás había visto en mi vida.
—Oh, Aidan. Sí, tan increíble. —Gemí y lamí mis labios, mi mirada aún
clavada en la suya. Su ritmo aceleró, así que empujó más duro y más profundo en
mí. Gimiendo aún más fuerte, arqueé la espalda y separé mis piernas más amplio.
—Te amo tanto, Josie. Mi esposa. —Entrelazó sus dedos con los míos y
apoyó nuestras manos a ambos lados de mi cabeza. Bajó su cara tan cerca de la mía
que nuestros labios estaban apenas tocándose. Sus pupilas estaban completamente
dilatadas y sus ojos llenos de pasión cruda.
—Te amo, Aidan. Mi esposo. —Su boca se curvó en una sonrisa magnífica
antes de que sus labios reclamaran los míos.
—Ah, voy a correrme, nena. Córrete conmigo. —Él se retiró para continuar
el contacto visual conmigo. Jadeando, utilicé mis muslos para mecerme más rápido
contra él. Estaba tan cerca. Empujó sus poderosas caderas un par de veces más antes
de dejar escapar un gemido bajo a medida que la parte inferior de su abdomen se
contraía contra el mío, y vi su mandíbula aflojarse mientras sus ojos se tornaban
vidriosos. Era tan hermoso, y era todo mío. Lo sentí liberarse dentro de mí en
chorros calientes justo cuando explotaba a su alrededor, mis músculos internos
apretando con avidez su grueso pene dentro de mí. Nuestros orgasmos fueron tan
intensos que nos quedamos allí meciéndonos uno contra el otro durante un tiempo,
esperando que las réplicas cesen.
Aidan salió de mí y nos llevó a nuestros costados. Apoyé la cabeza en el
hueco de su brazo a medida que nuestra respiración volvía a la normalidad con
nuestros dedos aún entrelazados. Miré el anillo de diamantes en mi dedo que
resplandecía en la oscuridad mientras mi otro pulgar corría a lo largo de su anillo de
76

boda.
Página
Su familia ya me había dado la bienvenida con los brazos abiertos, y mi
familia estuvo apegada a él al instante. Pasamos una semana en San Diego visitando
a mi madre y soportando a Natalie, que estaba extremadamente molesta conmigo
por ocultarle a Aidan, pero el éxito del artículo de citas y el hecho de que estaba
absolutamente encantada por Aidan se aseguró que todo fuera perdonado bastante
rápido. Mi padre, su esposa, e incluso Joe Junior, junto con su novia fueron a
Kentucky para la Navidad, y todo cayó justo en su lugar.
También me mudé a la casa de Aidan en Shelbyville justo después de haber
vendido el condominio en Louisville.
Después de cinco meses viviendo juntos, Aidan me llevó junto a Ziggy a dar
un paseo por el lago donde se arrodilló y me propuso matrimonio. Seis meses
después, en abril, estábamos diciendo nuestros “acepto”. Habíamos tenido una boda
pequeña en casa de los padres de Aidan. Sophie y Nicole me ayudaron a elegir el
vestido, mientras que Maddie y Natalie fueron mis damas de honor, e Isabella fue
nuestra niña de las flores. La empresa de catering de su madre se encargó de toda la
comida, y Scott organizó la fotografía. Fue un día hermoso, lleno de amor, y no
recordaba haberme sentido más feliz en toda mi vida.
Habíamos elegido París para nuestra luna de miel. Los ganadores del
concurso parecieron disfrutar en ella, y por el último informe aún estaban juntos, así
que era también una elección apropiada para nosotros. Vivimos la cita romántica
original y así es como nos enamoramos. Llamaría a eso una victoria.
Mientras estaba allí acurrucada en los brazos de mi atractivo esposo, pensé en
cómo me había querido sentir extraordinaria. Cómo había querido que alguien se
sienta como si no pudiera vivir sin mí.
Al parecer, Aidan no podía.
Sí, definitivamente era una victoria.

FIN
77
Página
Lista de Reproducción de
Kentucky on the Rocks

“One More Time” de Daft Punk


“Elastic Heart” de Sia
“Move Together” de James Bay
“Drops of Jupiter” de Train
“Fade Into You” de Mazzy Star
“Thinking Out Loud” de Ed Sheeran
“Beggin for Thread” de Banks
“Coming Home” de Leon Bridges
“Only Love” de Ben Howard
“Bright” de Echosmith
78
Página
Gwendolyn Grace
¡Estoy loca por los libros! Todo comenzó cuando mi maestra de sexto grado,
la señora Schwartz, leyó “Where the Red Fern” de Wilson Rawl a nuestra clase,
esperaba con ansias el momento después del receso cuando ella nos leería un
capítulo o dos. He estado enganchada a los libros desde entonces. ¡Un día tropecé
con Goodreads y descubrí un mundo de adictos locos como yo! Desde entonces me
he convertido en una blogger, lectora beta y promotora de la ficción romántica.
También encontré el coraje y el apoyo que necesitaba para tratar de convertirme en
una autora independiente. ¡No puedo esperar a crecer como escritora y compartir los
personajes que han estado habitando mi cerebro durante años!
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Página
Créditos
Traducción, corrección y recopilación
LizC

Diseño
JanLove
80
Página
¡Visítanos!
81
Página

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