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GUERRA COMERCIAL CHINA – ESTADOS UNIDOS

I. INTRODUCCIÓN

La historia de la humanidad está caracterizada por relaciones de fuerza de naturaleza


económica identificables en las distintas etapas de su desarrollo: la lucha por la
supervivencia, la colonización y la esclavitud, la conquista territorial y comercial, la
rivalidad económica, los enfrentamientos geoeconómicos y competitivos. Pero no existe
literatura alguna sobre guerra económica reconocida por el mundo académico. Esta
laguna se explica por la falta de legitimidad de este concepto debido a la voluntad de
ocultar la finalidad de los enfrentamientos de naturaleza económica. Las expresiones más
visibles e irrefutables de la guerra económica, tales como las fases más conflictivas de la
colonización o las dos guerras del Opio, no han servido de impulso para unas lecturas
obligadas. El fin de este artículo es el de acabar con este déficit de reflexión sobre una
realidad que se hace cada vez más evidente. Al contrario que en otros países como
Estados Unidos, Corea del Sur o China, Europa está muy desprovista a la hora de
abordar esta problemática.

II. OBJETIVOS

Conocer el conflicto económico latente entre estados unidos y china, además del impacto
que este genera en las relaciones comerciales de nuestro país.

III. JUSTIFICACIÓN

El presente se realiza con la finalidad de estudiar las consecuencias generadas por el


choque económico de grandes potencias mundiales, principalmente en nuestro país.

IV. LA GUERRA COMERCIAL

La guerra económica se está convirtiendo en una realidad incuestionable en las


relaciones internacionales, aunque fue considerada durante mucho tiempo como algo
exótico por parte del medio universitario. Los intelectuales que critican las relaciones de
fuerza entre potencias se han visto obligados a doblegarse ante la evidente evolución de
las relaciones internacionales. A los actos de alcance geopolítico (como el gas utilizado
por Rusia como arma para reforzar su estatus de potencia o el cuestionamiento de la
supremacía monetaria del dólar por Irán), se han añadido hechos de naturaleza
geoeconómica tales como las tensiones diplomáticas entre China y Japón por los
recursos o la política proteccionista defendida por los Estados Unidos frente a China en
lo referente a la industria solar. Esta diversidad de situaciones hace destacar el interés
por una lectura más profunda de los enfrentamientos ligados a la guerra económica.

El principio del siglo XX está marcado por el cuestionamiento de la visión positiva del
desarrollo heredado de las revoluciones industriales y de la relativa pacificación derivada
de la globalización de los intercambios, tal y como lo han dado a entender la mayor parte
de los economistas liberales. En este mismo orden de ideas, la pax americana oficializada
por la desaparición de la URSS, principio del mito del fin de la historia, deja sitio a riesgos
de enfrentamiento multipolarizados debido a la limitación progresiva de los recursos, a
las tensiones crecientes en cuestión de energía, a las crisis estructurales del mundo
occidental provocadas por la desindustrialización y a la voluntad de conquista comercial
de nuevos actores. De facto, iniciamos un largo periodo de tensiones diversas cuyo
seguimiento no se podrá limitar a un mero discurso paliativo sobre la búsqueda de
crecimiento.

Analizar la guerra económica3 implica pasar de lo implícito a lo explícito, difícil ejercicio


si se tiene en cuenta la voluntad casi universal de los beligerantes de disimular la
naturaleza de sus enfrentamientos no militares.

GUERRA COMERCIAL ENTRE CHINA Y ESTADOS UNIDOS

La guerra comercial entre China y Estados Unidos es un conflicto comercial iniciado en


marzo de 2018, después de que el presidente de los Estados Unidos Donald Trump
anunciase la intención de imponer aranceles de 50 000 millones de dólares a los
productos chinos bajo el artículo 301 de la Ley de Comercio de 1974, argumentando un
historial de «prácticas desleales de comercio» y el robo de propiedad intelectual. En
represalia, el gobierno de la República Popular China impuso aranceles a más de 128
productos estadounidenses, incluyendo en particular la soja, una de las principales
exportaciones de Estados Unidos a China.

Anuncios de aranceles

El presidente Donald Trump firmó un memorando el 22 de marzo de 2018 bajo el artículo


301 de la Ley de Comercio de 1974, ordenando al Representante Comercial de Estados
unidos (United States Trade Representative, USTR) que se apliquen aranceles de 50 000
millones de dólares a los productos chinos. En una declaración formal, según establece
la ley, Trump dijo que la propuesta de aranceles fue «una respuesta a las prácticas
comerciales desleales de China a lo largo de los años», incluyendo el robo de propiedad
intelectual.

El 2 de abril, el Ministerio de Comercio de China impuso aranceles a 128 productos


estadounidenses, incluyendo chatarra de aluminio, aviones, automóviles, productos
derivados del cerdo y la soja (que tiene un arancel del 25 %), así como a frutas, frutos
secos y tuberías de acero (15 %). Al día siguiente, el USTR publicó una lista de más de
1300 categorías de las importaciones chinas, por un valor de 50 000 millones, a las que
se prevé establecer aranceles, incluyendo piezas de aviones, baterías, televisores de
pantalla plana, dispositivos médicos, satélites y armas.

En represalia por ese anuncio, China impuso un impuesto adicional del 25 % a los
aviones, los automóviles, y la soja, que es la principal exportación agrícola de Estados
Unidos a China. El 5 de abril, Trump ordenó al USTR que se considere establecer
aranceles adicionales por 100 000 millones de dólares. (United States Trade
Representative, USTR)

En mayo, China canceló pedidos de soya estadounidense. El 20 de mayo el secretario


de Hacienda, Steven Mnuchin, en una entrevista en Fox News, dijo que, «estamos
poniendo la guerra comercial en espera». El 29 de mayo la Casa Blanca anunció que la
imposición de un arancel del 25 % a 50 000 millones de dólares en productos chinos de
«tecnología industrialmente importante», y que la lista completa de los productos
afectados sería anunciada el 15 de junio, tras lo cual se pondrían en marcha. También
se anunció la imposición de restricciones a la inversión y la mejora en los controles de
exportación de China para prevenir la adquisición de tecnología de Estados Unidos.14
La BBC informó el 3 de junio que China había «advertido que todas las negociaciones
comerciales entre Pekín y Washington serán nulas si Estados Unidos establece las
sanciones comerciales».

El 15 de junio, Trump confirmó la imposición de una tarifa del 25 % a 50 000 millones de


exportaciones chinas, de las cuales 34 000 millones serían gravadas el 6 de julio,
mientras que los restantes 16 000 millones en una fecha posterior. El ministro de
Comercio de China acusó a los Estados Unidos de iniciar una guerra comercial y dijo que
China respondería con aranceles similares a las importaciones estadounidenses. Tres
días más tarde, la Casa Blanca declaró que Estados Unidos establecería aranceles
adicionales del 10 % a otros 200 000 millones de importaciones chinas, si China
respondía a las medidas estadounidenses. China replicó casi inmediatamente,
amenazando con aranceles sobre 50 000 millones de bienes estadounidenses, y
reafirmando el «inicio de una guerra comercial» por parte de Estados Unidos.

El 8 de agosto el USTR publicó la lista final de 279 bienes chinos, por un valor de 16 000
millones, que serían objeto de aranceles del 25 %.

China acude a la OMC y suspensión del conflicto

En mayo de 2018 China inició los procedimientos de solución de controversias de la


Organización Mundial de Comercio (OMC) en relación con los aranceles que Estados
Unidos impuso a las importaciones de productos fotovoltaicos de silicio cristalino y a las
medidas relacionadas con la energía renovable.23 El subsecretario de Asuntos
Internacionales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, David Malpass, y el
viceministro de Comercio de China Wang Shouwen se reunieron el 22 de agosto en
Washington DC, en un intento por reiniciar las negociaciones. El día siguiente, el 23 de
agosto, comenzaron a regir los aranceles impuestos a bienes chinos por un valor de 16
000 millones de dólares. Por ello, el 27 de agosto China inició un nuevo procedimiento
ante la OMC.

El 1 de diciembre, durante la reunión del G-20 realizada en Argentina, los presidentes de


ambos países acordaron posponer la imposición de nuevos aranceles comerciales por
un plazo de 90 días para permitir la reanudación de las negociaciones.

Ataque a Huawei

El 19 de mayo de 2019 Google, siguiendo órdenes de la administración de EEUU,


anuncia que dejará de proporcionar actualizaciones de su sistema operativo para
móviles, Android a los propietarios de teléfonos de esta marca, y que las nuevas unidades
de Huawei no podrán utilizar las aplicaciones básicas para funcionar (como Gmail, Play
Store, Google maps, etc). Huawei ha respondido afirmando que generará sus propias
actualizaciones, pero la complejidad de diseñar y distribuir un nuevo sistema operativo,
la dificultad para que los programadores de aplicaciones saquen una tercera versión de
las aplicaciones, etc. ha llevado a generar dudas sobre la efectividad de las intenciones
declaradas por responsables de la empresa.

Según expertos consultados en distintos medios de comunicación, esta acción


instrumentada por Google llevará al desmantelamiento de toda la línea de producción de
móviles de Huawei, dada la pérdida de credibilidad que supone para una empresa el no
poder garantizar que sus teléfonos ya vendidos puedan seguir funcionando, además de
las mayores restricciones para los futuros modelos que tuviera listos y en diseño para
colocar en el mercado de la telefonía móvil.

Por el momento, ningún responsable ni de Huawei ni de Google, han señalado quien


debe hacer frente a las eventuales reclamaciones legales por parte de los compradores
de los teléfonos ya existentes, ni las que pudiera emprender Huawei contra Google. Se
desconoce el impacto económico tanto en la empresa como en el conjunto de propietarios
de teléfonos en el mundo.

Reacciones

Kirstjen Nielsen, Secretaria de Seguridad Nacional de los EE. UU., El Procurador General
Interino Matthew Whitaker, el Secretario de Comercio Wilbur Ross y el director del FBI
Christopher Wray en 2019 anuncian 23 cargos criminales contra Huawei y Meng
Wanzhou

En abril de 2018 Trump negó que el conflicto sea una guerra comercial, después de haber
declarado en Twitter «que la guerra se perdió hace muchos años por la gente tonta o
incompetente que representaba a los Estados Unidos», y agregó que «ahora tenemos un
Déficit Comercial de $500 millones por año, con el robo de Propiedad Intelectual de otros
$300 millones de dólares. No podemos permitir que esto siga así». El secretario de
Comercio estadounidense, Wilbur Ross, declaró en una entrevista a CNBC que los
aranceles planificados para China solo representaban el 0,3 % del producto interno bruto
de Estados Unidos, mientras que la secretaria de Prensa Sarah Huckabee Sanders dijo
que los movimientos tendrían un «dolor a corto plazo» pero serían un «éxito a largo
plazo».
EE UU dispara la tensión con China con una fuerte subida de los aranceles

El plazo marcado por Donald Trump se cumple y la guerra comercial que Estados Unidos
libra desde hace casi un año con China entra en una nueva fase, más peligrosa. Los
aranceles ya existentes sobre miles de productos importados chinos, valorados en
200.000 millones de dólares, se elevan del 10% al 25%. La acción proteccionista se activó
en medio de una nueva ronda de negociaciones en Washington para tratar de resolver la
disputa. Pekín ha prometido una respuesta.

La primera toma de contacto del vice primer ministro chino, Liu He, con Robert Lighthizer,
representante de Comercio de EE UU, y el secretario del Tesoro estadounidense, Steven
Mnuchin, duró tan solo 90 minutos. No trascendió ningún detalle de las conversaciones,
pero el encuentro no produjo los avances necesarios para evitar el alza de los aranceles.
Acordaron retomar las discusiones este viernes por la mañana. Además, esta vez Donald
Trump no ha recibido al enviado chino en el Despacho Oval como en anteriores
ocasiones.

Tras la entrada en vigor de los aranceles, China “tendrá que tomar las medidas de
respuesta necesarias”, ha indicado el Ministerio de Comercio en Pekín en un breve
comunicado, en el que no ha proporcionado detalles sobre qué tipo de pasos,
exactamente, se plantea adoptar. Tiene varios medios a su alcance, desde ralentizar el
paso de bienes estadounidenses en las aduanas hasta ordenar a sus empresas que
dejen de comprar productos de EE UU.

“China lamenta profundamente” que Estados Unidos haya recurrido a esta medida de
presión, indica el comunicado. “Ahora tiene lugar la ronda número 11 de consultas
económicas y comerciales de alto nivel entre China y Estados Unidos. China espera que
los dos países puedan encontrarse a mitad de camino y emprender esfuerzos conjuntos
para resolver los problemas actuales mediante la cooperación y las consultas”.

Trump dijo a menos de 12 horas de activarse el alza en los aranceles que el acuerdo era
posible. Comentó que su homólogo chino Xi Jinping le había escrito diciendo que podían
trabajar juntos para lograr una solución. “No sé que va a pasar”, añadió en rueda de
prensa, para después dejar patente su malestar. “No pueden coger partes del acuerdo y
renegociarlo estando tan cerca”, le reprochó.

Trump daba así prácticamente por hecho que el alza en los aranceles entraría en vigor
cuando el reloj cruzara la media noche en la costa atlántica estadounidense. “No creo
que estén listos”, reiteró refiriéndose al logro del eventual pacto. Es más, explicó que ya
está el proceso en marcha para aplicar aranceles a todas las importaciones. “Les di un
respiro de buena fe porque negociamos”, recordó.
EE UU empezó a aplicar a final de septiembre pasado un arancel del 10% a una lista
integrada por 5.745 productos chinos. Se sumaban al 25% que ya aplicaba a otros bienes
importados valorados en 50.000 millones. La idea de Trump era subirlos al 25% al
comenzar el año si el gigante asiático renunciaba a negociar y mantenía sus prácticas.
Pero las dos partes decidieron darse una tregua.

Las conversaciones parecían avanzar hacia el acuerdo hasta que el republicano lanzó
dos mensajes amenazadores en Twitter. La nueva ronda que se inició este jueves en
Washington coincidía con la publicación del indicador de la balanza comercial. Refleja
una reducción de casi un 4% en los intercambios con China y que el déficit cayó un 14%
en el primer trimestre en comparación con el mismo periodo de 2018.

Trump, como es habitual en él, utiliza un doble lenguaje que hacía difícil anticipar si iba a
hacer un gesto de último minuto que evitara la escalada. Este jueves habló incluso de la
posibilidad de hablar telefónicamente con Xi en los próximos días. Pero eso implicaría
que el papel del vice primer ministro, Liu He, quedaría rebajado y no estaría en
condiciones de cerrar el pacto.

Los analistas de Eurasia Group valoran positivamente el hecho de que Trump y Xi estén
dispuestos a hablar directamente, pese a este clima de tensión. “Eso quiere decir que la
relación no es tan tóxica como se temía”, señalan.

Técnicamente, el arancel del 25% no se aplica a la mercancía que salió de los puertos
chinos antes del 10 de mayo. Eso da un margen de una o dos semanas para que las
partes lleguen a un compromiso. Pero es una ventana muy limitada. Además, la oficina
de Comercio Exterior activó este viernes por la tarde el mecanismo para empezar a gravar
productos chinos por valor de 300.000 millones que no están sujetos a arancel.

Trump ya anticipó en una serie de cinco mensajes en las redes sociales que el proceso
para imponer aranceles a todas las importaciones estaba en marcha, algo que llevará
aún un par de meses preparar, y que no tiene prisa por llegar a un acuerdo. También
explica que los ingresos que obtenga con el impuesto aduanero los destinará a apoyar al
sector agrícola, el más sensible al litigio comercial y donde tiene el principal caladero de
votos.

El Fondo Monetario Internacional, entre tanto, volvió a advertir de que la prolongación del
conflicto comercial entre las dos potencias supondría “una amenaza para el crecimiento
mundial”. “Esperamos que haya una solución rápida”, declaró el portavoz del organismo
multilateral, “todo el mundo está pendiente”. En un informe técnico ya indicó que ninguno
de los dos países gana con este enfrentamiento.

Trump, sin embargo, volvió a recurrir a uno de los argumentos de campaña para justificar
su decisión. “No vamos a seguir pagándoles medio billón de dólares cada año”, comentó
refiriéndose al déficit comercial, “vamos a recuperar con los aranceles más dinero que
nunca”. El presidente atribuye el impulso del crecimiento a la recaudación que están
generando los impuestos aduaneros en vigor desde el verano.

También arremetió contra el acuerdo que permitió que China entrara en la Organización
Mundial de Comercio. “Su economía subió como un cohete”, explicó, “lo hicieron con
nuestro dinero”. “No me gusta que se aprovechen de nosotros”, reiteró, “vamos a dejar
de ser la hucha de la que todo el mundo roba”. En este sentido dijo que tiene una
“excelente alternativa” al acuerdo con China, que no especificó.

SIETE CONSECUENCIAS DEL AGRAVAMIENTO DE LA GUERRA COMERCIAL


ENTRE EEUU Y CHINA

En mayo de 2019 se produjo un agravamiento de la guerra comercial entre EEUU y


China. Los observadores señalan que el conflicto tiene consecuencias no solo para las
economías de estos países, sino también para toda la comunidad internacional. El diario
ruso Vesti Finance destaca siete consecuencias de la tensa situación entre Washington
y Pekín.

Nuevos aranceles y restricciones comerciales mutuas

El presidente de EEUU, Donald Trump, ordenó el 10 de mayo de 2019 elevar los


aranceles a las importaciones chinas por un valor de 300.000 millones de dólares.
En junio de 2018, Washington amenazó con imponer aranceles de 25% a productos
chinos por valor de 50.000 millones de dólares, con el fin de reducir el déficit comercial.

Por su parte, el gigante asiático puso en marcha nuevos aranceles a las mercancías de
EEUU por valor de 60.000 millones de dólares el 1 de junio.

Junto con estas decisiones puede llegar una nueva oleada de restricciones mutuas entre
las dos potencias, opinan los analistas del diario.

Una reducción significativa del crecimiento económico mundial

Los expertos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)


pronostican que el crecimiento económico en China y Estados Unidos puede ser en
promedio un 0,2-0,3% más bajo en 2021 y 2022, si los países no dejan de imponer los
aranceles que socavan la previsión del crecimiento económico mundial.
¿Puede la guerra comercial entre Pekín y Washington frenar el crecimiento
económico de China?

En su pronóstico económico, que se publica cada dos años, la OCDE señala que el
crecimiento económico mundial será del 3,2% este año, debido a que los flujos
comerciales casi se han reducido a la mitad.

Esta es la tasa de crecimiento más baja de la economía mundial desde 2016.

Según el informe, el año que viene la economía mundial mostrará un resultado de


crecimiento ligeramente superior al 3,4%, pero siempre que EEUU y China renuncien a
los aranceles anunciados en mayo.

Un acercamiento más rápido entre China y Rusia

Según los expertos, la guerra comercial entre Washington y Pekín podría dar un impulso
para acelerar el acercamiento entre Rusia y China que había empezado antes de la
introducción de aranceles, pero las acciones del presidente de EEUU pueden ayudar a
acelerar este proceso.

Moscú y Pekín destacan la coincidencia de sus posiciones en muchos problemas


internacionales y el crecimiento del comercio. Además, los dos países tienen actualmente
un adversario geopolítico común: Estados Unidos, señala el diario.
En el ámbito de la cooperación internacional, Rusia y China acordaron que "se opondrían
al dictado político y al chantaje monetario en el comercio internacional y la cooperación
económica, condenando el deseo de los países individuales de adjudicarse el derecho
de determinar la factibilidad y los parámetros aceptables de la cooperación legal entre
otros Estados, y también manipular las demandas del régimen mundial de no proliferación
para presionar a los países indeseables".

Durante el Foro Económico de San Petersburgo, está previsto firmar 30 acuerdos de


cooperación entre empresas y organizaciones de Rusia y China.

Agravamiento de la 'guerra tecnológica'

El enfrentamiento comercial entre Estados Unidos y China afecta el campo de las


tecnologías y las grandes empresas de ambos países.

Una de las mayores perturbaciones en este ámbito se produjo cuando Trump incluyó el
gigante tecnológico chino Huawei en su lista negra. Este paso hizo que varias
compañías grandes cesaran la cooperación con Huawei, incluida Google.

Los expertos pronostican que en el futuro otras compañías también pueden ser víctimas
de unas prohibiciones similares.

Auge de la xenofobia
En el contexto de los desacuerdos entre los dos países, hay un aumento de sentimiento
antichino en Estados Unidos, y uno antiestadounidense en China. Es una consecuencia
lógica de la propaganda que tiene lugar en ambos países en relación al adversario
comercial.

Anteriormente, el Ministerio de Relaciones Exteriores de China emitió una advertencia a


sus ciudadanos que planeaban trabajar, estudiar o viajar a Estados Unidos, avisando de
que el país estadounidense ha impuesto restricciones a las visas de estudiantes chinos.

Agravamiento de la situación geopolítica en Asía Pacífico

La confrontación comercial entre EEUU y China tiene un impacto en su interacción con


otros países. Una guerra comercial puede exacerbar la situación en la región de Asia
Pacífico, donde hay muchos conflictos no resueltos y disputas territoriales.

Se trata en particular de Taiwán, cuya independencia no es reconocida por China.


Estados Unidos planea venderle armas a este país por unos 2.000 millones de dólares.

Dado que el gigante asiático considera a Taiwán como su territorio. Esta intención
provocó una reacción negativa de los líderes del país.

Además, también existe una disputa territorial en el mar de China Meridional. El país
asiático reclama su territorio y se opone a que EEUU y sus aliados realicen maniobras
cerca de las islas.
Fortaleciendo los intentos de EEUU de debilitar la influencia de China en otros
países

Estados Unidos está tratando de expulsar a sus principales competidores geopolíticos


del hemisferio occidental, incluidos Rusia, China y la UE.

El 18 de febrero, el presidente Trump estableció la meta de derrotar a los Gobiernos de


Venezuela, Nicaragua y Cuba.

China planeaba construir un canal en Nicaragua. Sin embargo, algunas protestas


frustraron dichos planes.

Paralelamente, Estados Unidos está tratando de aumentar el comercio y la inversión en


África y expulsar a China de la región, señala el medio.

La guerra comercial EEUU-China es oportunidad perdida para la soya boliviana

Estados Unidos desató el pasado 6 de julio la mayor guerra comercial de la historia al


aplicar un incremento del 25 por ciento a los aranceles de varios productos tecnológicos
e industriales provenientes de China, lo que representa 34 mil millones de dólares. China
responde imponiendo similares condiciones a las materias primas de Estados Unidos.
Un artículo de Financial Times publicaba en abril pasado que Latinoamérica podría ser la
gran favorecida con la “guerra”, al disputarse el mercado chino de un billón de dólares,
sobre todo Brasil y Argentina, grandes proveedores de soya, y a donde el gigante asiático
podría girar la vista.

Por otra parte, los pagos fijados por China y Estados Unidos, una a la otra, hacen que a
escala mundial el precio de la soya baje a números históricos que no se registraban desde
2008, según reporta El Deber, lo que más bien se traduce en un efecto negativo para la
producción boliviana.

Los economistas y exportadores bolivianos consultados por Los Tiempos aseguran que
Bolivia no tendrá impacto negativo (al menos por ahora), puesto que los precios ya fueron
fijados con anterioridad, y, si bien la guerra comercial debería representar una buena
oportunidad para los productos bolivianos, no tenemos la capacidad para hacer buen uso
de esa circunstancia.

La baja capacidad para producir grandes volúmenes de alimentos, la falta de


tecnificación, infraestructura y un modelo económico que prioriza el mercado interno son
los elementos principales que identificaron para explicar el fenómeno.

Para la gerente técnica del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), María Ester
Peña, la guerra comercial puede representar una oportunidad para Bolivia. “Por tal
motivo, esperamos que se liberen las exportaciones y, sobre todo, se den buenas
alternativas tomadoras de decisión para que nos puedan abrir lo más pronto posible este
megamercado de China para que llegue nuestra soya boliviana”, explica.

Para el presidente de la Cámara Nacional de Exportadores de Bolivia (Caneb), Wilfredo


Rojo, la disputa comercial no tendrá gran relevancia en nuestro país. “No vamos a ser
afectados, pero tampoco veo una oportunidad. Los productos que ellos (China)
demandan son de alta tecnología, industrias que nosotros no producimos”, asegura.

También atribuye la situación a que en 12 años de Gobierno no se fomentaron nuevos


mercados. “La política del Gobierno no es inclinada a las exportaciones, sino de país con
país, lo que es bastante engorroso. Pero tampoco termina de hacer los trámites con el
Mercosur, y ya se fueron todos los Gobiernos amigos del nuestro y no se ha avanzado”,
añade.

El presidente de la Cámara de Exportadores de Cochabamba, Gunther Haas, considera


que, aunque la guerra comercial sea una oportunidad para los productos bolivianos, éstos
encuentran una severa limitación con las restricciones impuestas por el Gobierno central.
“No podemos abrir mercados si tenemos restricciones. Yo no puedo decir al cliente ‘este
mes te mando tanto y el otro mes no sé’”, sostiene Haas.

IBCE

Para María Peña, del IBCE, la guerra comercial se sentirá en Bolivia a futuro en minerales
y materias primas.

“Ejemplo de ello es si China baja sus ventas de manufactura, comprará menos materias
primas, insumos, lo cual significa menos exportaciones y mayor déficit comercial para
nuestro país”, precisa.

Peña agrega que la principal oportunidad para Bolivia y América Latina se encuentra en
la soya, ya que es el principal producto que China demanda de Estados Unidos. Sin
embargo, advierte del riesgo por las políticas del Gobierno boliviano.
Finalmente, Peña explica que todas las guerras comerciales a lo largo de la historia
provocaron el surgimiento de políticas proteccionistas a nivel comercial y, por lo tanto,
consecuencias para el resto de las economías que tienen relación directa con los
mercados enfrentados.

DATOS

El presidente de EEUU busca cumplir promesa. El presidente de Estados Unidos,


Donald Trump, pretende cumplir su promesa de campaña de reducir el déficit comercial
y proteger las inversiones y el empleo en Estados Unidos.

China aplicó los mismos aranceles que EEUU. China reaccionó de inmediato y señaló
que estaba “obligada a tomar las contramedidas necesarias” “para defender los intereses
fundamentales del país y de su población”. Aplicó aranceles por el mismo valor sobre
productos agrícolas norteamericanos como la soya, el pescado, la carne de cerdo, de
ternera y productos lácteos.

MODELO ECONÓMICO LIMITA OPORTUNIDADES BOLIVIANAS

Los economistas Pablo Cuba y José Espinoza explican que el modelo económico
boliviano impulsado por el presidente Evo Morales tiene un fuerte anclaje en la producción
para abastecer y fomentar el mercado interno, sin realizar mayores esfuerzos para
favores las exportaciones de productos primarios, manufacturas y de valor agregado.

“De ahí ha aparecido este discurso que estamos protegidos ante cualquier crisis, no nos
afectan este tipo de problemas de guerras económicas, pero tampoco estamos teniendo
capacidad competitiva para abrirnos mercados nuevos, sobre todo grandes”, dice Cuba.

Por su parte, Espinoza afirma que el Gobierno profundizó las características primaria,
exportadora y rentista de la economía nacional y además implementó políticas poco
usadas en la región.
“La prohibición de exportaciones de algunos productos es algo muy raro, la política del
modelo económico y la política comercial han limitado el crecimiento de la exportación”,
valora.

Los economistas y exportadores consideran que aún hay que aguardar para medir el
verdadero impacto de la guerra comercial.

Aunque los rumores de la guerra comercial entre Estados Unidos y China perfilaban un
beneficio para América Latina a principios de 2018, sólo Argentina y Brasil fueron
señalados por los economistas como posibles beneficiarios del enfrentamiento.

“China ya es el principal socio comercial de Brasil y se está convirtiendo en un importante


inversor. La vecina Argentina, el tercer mayor productor de soya del mundo, podría
también salir favorecida”, dice un comunicado de la Organización de las Naciones Unidas
para la Alimentación y Agricultura (FAO).
V. Conclusiones y recomendaciones

“El conflicto puede impulsar el comercio regional”

Muchas empresas están nacionalizando su producción desde que empezó a verse la


tendencia del cierre de fronteras y el cierre de comercio.

Esto es malo para la economía boliviana porque cierra oportunidades en las cadenas de
valor.

En los últimos años, las oportunidades comerciales estaban sobre todo en las cadenas
de valor, grandes cadenas de proveedores a nivel mundial.

La guerra comercial puede impulsar el comercio regional o ultrarregional, pero esto es


algo que Bolivia deja de lado por sus políticas.

Nuestros principales socios comerciales son la CAN y el Mercosur y en la medida que las
fronteras se empiecen a cerrar, muchas de estas economías vecinas, muchos de estos
socios comerciales van a tener que empezar demandar de proveedores más cercanos a
ellos. Probablemente, la demanda de éstos a nivel ultrarregional aumente y ahí Bolivia
tiene una oportunidad.

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