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El responder a preguntas como el qué quiero comprender, qué no se conoce a cerca de los
fenómenos y qué se quiere aprender nos permite saber si el abordaje de los conceptos en
tensión que transversalizan el proyecto se debe hacer desde el acercamiento empírico,
desde el desarrollo teórico, desde las fuentes vivenciales o a través de una combinación,
más o menos dirigida, de todas las opciones planteadas.
Así las cosas el proceso metodológico debe plantear una revisión de fuentes, que han de
pasar desde aquellas que me definen el contexto sociohistórico (periódicos, textos
históricos, protagonistas); hasta las fuentes académicas que me posibilitan encontrar
investigaciones empíricas que me permitan entender maneras de abordar el problema.
Sobre la base de esta matriz se logra un primer acercamiento a lo que sería la investigación
planteada. Se aplican las preguntas de Maxwell y se logra configurar la investigación de la
siguiente manera:
Qué servicios ofrece el estado Para realizar un catálogo que - Portal gobierno en línea
colombiano en plataforma delimite los servicios disponibles
digital en salud, educación y para interactuar. - Sitios de cada una de las
empleo. entidades
- Documentos
Colombia digital.
- Estadísticas de uso de
sitios de cada entidad
analizada.
- Talleres.
- Estudios de públicos
segmentados.
Ya con el diseño tal y como Maxwell lo propone; inicia la etapa de aterrizar el proyecto a
través de herramientas metodológicas que den cuenta de manera precisa de las estrategias
para obtener, analizar, interpretar y contrastar datos. Una de las primeras luces la entrega el
taller de ciencia, desde donde se aparta del concepto de Investigación Acción Participativa
de Fals Borda, para ubicar al investigador como un ser que se relaciona con los sujetos
investigados y sus saberes populares; a través de espacios donde el científico contrasta los
resultados con el saber popular para generar posiblemente un nuevo resultado que permite
construir a través del concepto de ecología de saberes, una construcción colectiva del
conocimiento. Este concepto parte del la relación bidireccional entre la universidad y la
comunidad donde la ciencia se pone al servicio de la comunidad.
Para continuar con el proceso de diseño metodológico se puede hablar desde la mirada de
Alfonso Torres Carrillo, quien a través de una propuesta de investigación más inductivo
nos sumerge en el mundo de las teorías participativas de investigación donde el
investigador deja de ser un sujeto ajeno al proceso y se convierte en un actor más. Este
desarrolla una investigación localizada, con un alto espacio de contextualización que se
mueve entre lo académico y lo militante. Para Torres Carrillo la investigación parte de una
dimensión investigativa crítica en la cual el sujeto participa activamente del proceso y el
investigador asume un rol; en el cual no solo ejecuta la acción de indagar, sino que también
capacita al indagado y a su vez le hace una devolución de los resultados para determinar en
él un proceso de transformación. Es importante caracterizar este diseño desde la asimetría
táctica, donde encontramos los diferentes roles que ejercen cada uno de los sujetos de la
investigación y a partir de estos se logran definir las acciones e interacciones de cada uno
de ellos. También se debe acudir a la simetría estratégica en términos de descubrir los
objetos comunes y las transformaciones democráticas.
Los laboratorios planteados dentro del proyecto acuden no solo a medir el nivel de
alfabetismo digital de cada uno de los sujetos participantes; sino de igual manera a revisar
la confianza de los mismos en las posibilidades que les brinda el estado digital. Acá se
hace importante la capacitación de los actores de la investigación para mejorar la
interacción con las TICS; pasando por las diferentes plataformas que están a su disposición
para desarrollar las actividades, hasta medir el nivel de confianza que en ellos genera el
espacio digital en los procesos de interacción con el estado a través de la mediación
tecnológica. De esta manera los actores de esta investigación se hacen participes de la
misma; desde una óptica que no solo se queda en estudiarlos desde una categoría
determinada, sino que en algunos casos puede proponer escenarios de capacitación y
reflexión que permita entender si, a través de ciertas transformaciones en los niveles de
capacitación y confianza, los actores de la investigación se relacionan de manera diferente
con el concepto de exclusión que el estado digital ocasiona y la alienación que presupone la
concepción de estos como usuarios y no como ciudadanos.
Desde este punto, el debate para la elección metodológica es importante y gira en torno a la
construcción de la investigación. Si es mejor desde un enfoque más académico tradicional,
donde el investigador toma distancia del objeto y de los actores con el fin obtener datos lo
más objetivos posibles que permitan describir y mostrar realidades e interacciones sin un
componente subjetivo claro. O si por el contrario la investigación se encamina hacia las
teorías implicativas; que sumergen al investigador en el objeto investigado y lo convierten
en un actor más, con la capacidad de incidir en la transformación de las interacciones de la
investigación que se repiensa constantemente en la medida en que los sujetos interactúan de
manera bidireccional con el proyecto.
Así un proyecto con un corte que inicialmente se traza desde lo cuantitativo, aparece de
repente interactuando con los sujetos de investigación y entregándoles una voz que
trasciende los números a partir de herramientas cualitativas que le permiten estructurarse a
partir de historias. Pero es una investigación que no solo se queda en los descriptivo, sino
que también busca interactuar con los actores y generar transformaciones; que a su vez
permitan entender aún más el alcance del concepto de exclusión y separarlo de la simple
competencia técnica, para trascender hasta el espacio de construcción del ciudadano y su
relación con el estado, mediada a partir de las TICS.
A esta altura del trabajo aparece Tomás Villasante, quien desde una mirada praxeológica y
militante propone una investigación completamente comprometida con los actores; donde
el primero se hace partícipe de los procesos investigados y desarrolla una relación empática
con los sujetos para lograr la legitimación del papel del investigador; pues los datos son
legitimados a partir del conocimiento que da la legitimación lograda por la inmersión que
se logra en los contextos investigados. En esta propuesta metodológica es importante
comprender que se busca una participación directa del investigador, quien como militante
realiza acciones directas para contribuir a las metas del grupo a partir de la formación de
públicos; desde una estrategia de investigar, formar y comunicar. Acá aparece el concepto
de la Sociopraxis como un acoplamiento de metodologías implicativas donde la
investigación busca estar inmersa en el objeto y desde este validarse a partir de lo que se
denominan los talleres de creatividad social, donde el conocimiento y los resultados de las
indagaciones son constantemente validados, complementados y refutados por los mismos
sujetos investigados.
Claro se puede hablar que esta óptica metodológica se puede tener dificultades; en tanto no
permite la mirada objetiva de la problemática a trabajar y se convierte en una mirada
pasional del objeto que puede sesgar los resultados de la investigación. Sin embargo no se
puede negar también las bondades que en momentos determinados del trabajo investigativo
pueden determinar el generar lazos con los actores de la investigación y validar los
resultados con ellos para obtener resultados más precisos. Así, a pesar de que haya posibles
choques y se corra el riesgo de una subordinación ideológica, esta propuesta ilumina los
rincones oscuros de una investigación academicista que no sale de la universidad y se
autosustenta en sí misma sin confrontarse con la sociedad o la comunidad a la que se debe.
Villasante afirma que “Los datos y las cuantificaciones en muchos casos nos parecen
colecciones de números muy abstractos, que solo reflejan que hay alguien que sabe
sumarlos o dividirlos, pero que poco nos dicen de los criterios y sentidos con lo que todas
estas operaciones numéricas se han hecho. No tenemos interés en grandes documentos
llenos de cifras con su cierto aire mágico, muchas páginas de diagnóstico, pero con escasas
y/o limitadas estrategias participadas que puedan resultar eficientes socialmente y
operativas para los objetivos propuestos”.
Y si bien la investigación planteada, por lo menos en su primera fase, no resulta tan cercana
a este corte metodológico; sí comparte con la propuesta de Villasante en términos de
trascender los datos cuantitativos, por supuesto sin olvidarlos. De igual manera la
investigación debe integrase a la propuesta de formación de públicos, en parte como
responsabilidad social, y en parte como ejercicio que permita entender la relación de los
públicos formados con el objeto de estudio.
Pero la pesquisa no puede parar ahí y es importante confrontar la información obtenida con
los actores principales del proceso, que son las personas que interactúan con la tecnología y
que finalmente se pueden definir desde dos ámbitos. En el primero están ubicados los
ciudadanos a través de la categorización en analfabetas digitales, migrantes digitales y
nativos digitales. El segundo ámbito parte desde el estado, donde encontramos a los dueños
de los procesos, los administradores de los sitios web y los generadores de contenidos para
los sitios. Es en este punto donde la investigación adquiere un corte cualitativo que inicia
con entrevistas a cada uno de los actores categorizados. Luego se desarrollan momentos de
observación; a partir ejercicios de laboratorio que consisten en ubicar en espacios
controlados a los participantes en el proyecto y dejarlos interactuar con los servicios que el
estado ofrece en sus plataformas. De igual manera realizar grupos focales donde se
socialice y se contraste la experiencia con el fin de construir el concepto de ciudadano en el
estado digital y los niveles de exclusión que se pueden hallar. La propuesta, desde lo
cualitativo, finaliza con talleres de creatividad social donde se pueda poner a los actores de
la investigación a interactuar con los resultados y a su vez puedan salir propuestas que
permitan entender un estado ágil en la prestación de servicios a los ciudadanos en su
diversidad a partir de una herramienta tecnológica que en todo caso no debe ser tomada
como la única alternativa de interacción.