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HISTORIA DE LA FILOSOFÍA MODERNA

(Prof. Beltrán)

ANTOLOGÍA DE TEXTOS

JUAN PABLO II – Fides et Ratio n.5

... sobre todo en nuestro tiempo, la búsqueda de la verdad última parece a menudo oscurecida.
Sin duda la filosofía moderna tiene el gran mérito de haber concentrado su atención en el
hombre. A partir de aquí, una razón llena de interrogantes ha desarrollado sucesivamente su
deseo de conocer cada vez más y más profundamente. Se han construido sistemas de
pensamiento complejos, que han producido sus frutos en los diversos ámbitos del saber,
favoreciendo el desarrollo de la cultura y de la historia. La antropología, la lógica, las ciencias
naturales, la historia, el lenguaje..., de alguna manera se ha abarcado todas las ramas del saber.
Sin embargo, los resultados positivos alcanzados no deben llevar a descuidar el hecho de que la
razón misma, movida a indagar de forma unilateral sobre el hombre como sujeto, parece haber
olvidado que éste está también llamado a orientarse hacia una verdad que lo transciende. Sin esta
referencia, cada uno queda a merced del arbitrio y su condición de persona acaba por ser
valorada con criterios pragmáticos basados esencialmente en el dato experimental, en el
convencimiento erróneo de que todo debe ser dominado por la técnica. Así ha sucedido que, en
lugar de expresar mejor la tendencia hacia la verdad, bajo tanto peso la razón saber se ha
doblegado sobre sí misma haciéndose, día tras día, incapaz de levantar la mirada hacia lo alto
para atreverse a alcanzar la verdad del ser. La filosofía moderna, dejando de orientar su
investigación sobre el ser, ha concentrado la propia búsqueda sobre el conocimiento humano. En
lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido
destacar sus límites y condicionamientos.

Ello ha derivado en varias formas de agnosticismo y de relativismo, que han llevado la


investigación filosófica a perderse en las arenas movedizas de un escepticismo general.
Recientemente han adquirido cierto relieve diversas doctrinas que tienden a infravalorar incluso
las verdades que el hombre estaba seguro de haber alcanzado. La legítima pluralidad de
posiciones ha dado paso a un pluralismo indiferenciado, basado en el convencimiento de que
todas las posiciones son igualmente válidas. Este es uno de los síntomas más difundidos de la
desconfianza en la verdad que es posible encontrar en el contexto actual. No se substraen a esta
prevención ni siquiera algunas concepciones de vida provenientes de Oriente; en ellas, en efecto,
se niega a la verdad su carácter exclusivo, partiendo del presupuesto de que se manifiesta de
igual manera en diversas doctrinas, incluso contradictorias entre sí. En esta perspectiva, todo se
reduce a opinión. Se tiene la impresión de que se trata de un movimiento ondulante: mientras por
una parte la reflexión filosófica ha logrado situarse en el camino que la hace cada vez más
cercana a la existencia humana y a su modo de expresarse, por otra tiende a hacer
consideraciones existenciales, hermenéuticas o lingüísticas que prescinden de la cuestión radical
sobre la verdad de la vida personal, del ser y de Dios. En consecuencia han surgido en el hombre
contemporáneo, y no sólo entre algunos filósofos, actitudes de difusa desconfianza respecto de
los grandes recursos cognoscitivos del ser humano. Con falsa modestia, se conforman con
verdades parciales y provisionales, sin intentar hacer preguntas radicales sobre el sentido y el
fundamento último de la vida humana, personal y social. Ha decaído, en definitiva, la esperanza
de poder recibir de la filosofía respuestas definitivas a tales preguntas.

R. DESCARTES

1. ... las verdades matemáticas que Usted llama eternas, han sido establecidas por Dios y
dependen enteramente de El, lo mismo que todo el resto de las criaturas. En efecto, decir que
estas verdades son independientes de El es hablar de Dios como de un Júpiter o un Saturno y
someterlo a la Estigia y a los destinos. De ningún modo tema, se lo ruego, asegurar y publicar en
todas partes que es Dios quien ha establecido estas leyes en la naturaleza como un rey establece
leyes en su reino... Nosotros no podemos comprender la grandeza de Dios aunque la
conozcamos. Pero por lo mismo que la juzgamos incomprensible la estimamos mas; lo mismo
que un rey tiene mas majestad cuando es conocido menos familiarmente por sus súbditos,
siempre que, sin embargo, no piensen por esto que están sin rey y que lo conozcan bastante como
para no dudar en nada de El. Le dirán a usted que si Dios ha establecido estas verdades, las
podría cambiar como un rey hace con sus leyes; a lo que hay que responder que si, si su
voluntad puede cambiar. Pero yo las comprendo como eternas o inmutables. Y pienso lo mismo
de Dios.. Pero su voluntad es libre. Si, pero su poder es incomprensible; y generalmente
podemos asegurar que Dios puede hacer todo lo que podemos comprender; pero no que no puede
hacer lo que no podemos comprender; pues seria temerario pensar que nuestra imaginación tiene
tanta extensión como su poder.
...El ha sido libre, tan libre de hacer que no fuera verdadero que todas las líneas tiradas del
centro a la circunferencia fuesen iguales como de no crear el mundo. Y es cierto que estas
verdades no están ligadas con mayor necesidad a su esencia que las demás criaturas. Usted me
pregunta que ha hecho Dios para producirlas. Le digo que porque ha querido y entendido que
ellas existieran desde la eternidad, las creo... Pues en dios es lo mismo querer, entender y crear,
sin que uno preceda a lo otro, ni siquiera lógicamente...
En cuanto a la dificultad de concebir como Dios ha sido libre e indiferente para hacer que
no fuera cierto que los tres ángulos de un triángulo fuesen iguales a los rectos o en general que
los contradictorios no puedan existir juntos, se la puede suprimir fácilmente considerando que el
poder de Dios no puede tener ningún limite; después también considerando que nuestro espíritu
es finito y creado de tal naturaleza que puede concebir como posibles las cosas que Dios ha
querido que fueran verdaderamente posibles, pero no de tal naturaleza que pueda también
concebir como posibles las que Dios hubiera podido hacer pero que, sin embargo, ha querido
hacer imposibles.
... y aunque Dios haya querido que algunas verdades fuesen necesarias, esto no significa que las
haya querido necesariamente, pues es completamente diferente querer que fueran necesarias y
quererlo necesariamente, o estar necesitado a quererlo...
... no me parece que deba decirse jamas de ninguna cosa que no puede ser hecha por Dios; puesto
que toda razón de lo verdadero y lo bueno depende de su omnipotencia, ni siquiera me atrevería
a decir que Dios no puede hacer que exista una montaña sin valle o que uno y dos no sean tres;
sino solamente digo que El me dio una mente tal que no pueda concebir la montaña sin valle o
una suma de uno y dos que no sea tres, etc.
(orrespondencia, en “Obras Escogidas” Ed. Sudamericana pp 353-4, 357, 425-6 y 508
2. Ahora, pues, ya que hemos dicho que de todas las disciplinas conocidas solo la
aritmética y la geometría están exentas de todo vicio de falsedad o incertidumbre, para exponer
con mas exactitud la razón de tal afirmación debe tenerse en cuenta que podemos llegar al
conocimiento de las cosas por dos caminos: por la experiencia o por la inducción. Hay que notar
además que las experiencias que se refieren a las cosas son con frecuencia engañosas, mientras
que la deducción, o, en otros términos, la pura operación de inferir una cosa de otra, puede, sin
duda, faltar en el caso de que no sea percibida, pero nunca pueda hacerla mal incluso el
entendimiento menos razonable... De todo esto se ve claramente por que la aritmética y la
geometría son mucho mas cierta que las demás disciplinas, a saber: porque solo ellas poseen un
objeto tan puro y simple que no es necesario hacer ninguna suposición que la experiencia haya
hecho incierta, sino que ambas consisten absolutamente en una serie de consecuencias que deben
deducirse por vía racional... Pero de todo esto se ha de concluir no que solo hay que aprender
aritmética y geometría, sino únicamente que los que buscan el recto camino de la verdad no
deben ocuparse de ningún objeto que no ofrezca una certeza igual a la de las demostraciones
aritmética y geométricas.
Reglas para la dirección del espíritu II

3. Estas largas cadenas de razones completamente simples y fáciles, que los geómetras
suelen emplear para llegar a sus conclusiones mas difíciles, me habían dado ocasión de imaginar
que todas las cosas que pueden caer bajo el cumplimiento de los hombres se siguen unas de otras
de igual manera y que, solo con tal de abstenerse de recibir como verdadera alguna que no lo sea
y que se conserve siempre el orden necesario para deducirlas unas de otras, no puede haber
ninguna tan alejada a la que por fin no lleguemos, ni tan oculta que no la descubramos.
Discurso del método 2º parte

4. Mientras que rechazamos de este modo todo aquello de lo que podemos dudar, y aun
fingimos que es falso, suponemos fácilmente que no hay Dios, ni cielo, ni tierra y que no
tenemos cuerpo. Pero no podríamos suponer igualmente que no existimos, mientras dudamos de
la verdad de todas estas cosas, pues tenemos tanta repugnancia a concebir que lo que piensa no
existe verdaderamente al mismo tiempo que piensa. Que, a pesar de la mas extravagantes
suposiciones, no podríamos dejar de creer que esta conclusión “pienso luego existo” no sea
verdadera y por consiguiente, la primera y la mas cierta que se presenta al que conduce
ordenadamente sus pensamientos.
Principios de la Filosofía I, 7

5. Pero por fin, he aquí que he llegado insensiblemente adonde quería; pues, ya que me es
actualmente conocido, que propiamente hablando no concebimos los cuerpos mas que por la
facultad de entender que existen en nosotros, y no por la imaginación ni por los sentidos, y que
no los conocemos porque los vemos o tocamos, sino solamente porque los concebimos mediante
el pensamiento, conozco evidentemente que no hay nada que me sea mas fácil de conocer que mi
espíritu.
Meditaciones Metafísicas II
6. Declaro expresamente que yo no admito ninguna otra materia de las cosas corpóreas
que aquella visible, figurable y móvil que los geómetras llaman cantidad, y que ellos toman
como objeto de sus demostraciones; que no considero en ella nada mas que las divisiones, las
figuras y los movimientos; y que acerca de estos no admito nada como verdadero, sino lo que de
esas nociones comunes, de cuya verdad no podemos dudar, se deduzca tan evidentemente que
pueda considerarse como una demostración matemática. Y como de esta manera pueden
explicarse todos los fenómenos de la naturaleza, como aparecerá en lo que sigue, pienso que no
hay que admitir, ni siquiera desear, otros principios de la metafísica.
Principios de la Filosofía II, 64

7. Pero tan pronto como hube adquirido algunas de las nociones generales de física y que,
comenzando a ponerlas a prueba en diversos problemas particulares, note hasta donde pueden
conducir y como difieren de los principios que se han utilizado hasta ahora, he creído que no
podía mantenerlas ocultas sin pecar gravemente con la ley que nos obliga a procurar el bien
general de todos los hombres en la medida que este a nuestro alcance. Pues ellas me han hecho
ver que es posible llegar a conocimiento que sean muy útiles para la vida, y que en ligar de esta
filosofía especulativa que se enseña en las escuelas, es posible encontrar una practica por la cual
conociendo la fuerza y las acciones del fuego, del agua, del aire, de los astros, de los cielos y de
todos los demás cuerpos que nos rodean, tan distintamente como conocemos los diversos oficios
de nuestros artesanos, los podríamos emplear de la misma manera para todos los usos a que sean
apropiados, y así hacernos como dueños y poseedores de la naturaleza.
Discurso del Método 6º parte

8. Cuando nuestro pensamiento revisa las diversas ideas o nociones que tiene en si y
encuentra la de un ser omnisciente, todopoderoso y sumamente perfecto, juzga fácilmente por lo
que percibe es esta idea, que Dios, que es este ser perfecto, es o existe: pues, aunque tenga ideas
distintas de muchas otras cosas, no observa en ellas nada que le asegure la existencia de su
sujeto; mientras que percibe en esta no solo una existencia posible como en las demás ideas, sino
una existencia necesaria en absoluto y eterna. Y así como, por el hecho de ver que en la idea del
triángulo que tiene esa necesariamente comprendido que sus tres ángulos son iguales a dos
rectos, del mismo modo, porque percibe que la existencia necesaria y eterna esta comprendida en
la idea que tiene de un ser perfectisimo, debe concluir que este ser perfectisimo es o existe.
Principios de la Filosofía I, 14

9. Igualmente, porque encontramos en nosotros la idea de un Dios, o de un ser perfecto,


podemos buscar la causa por la que esta idea esta en nosotros; pero, después de haber
considerado con atención la inmensidad de perfecciones que nos representa, nos vemos
obligados a confesar que no podríamos tenerla sino de un ser perfectisimo, es decir, de un Dios
que es verdaderamente o que existe, porque es manifiesto por la luz natural, no solamente que la
nada no puede ser el autor de la nada , y que lo mas perfecto no podría ser una consecuencia y un
efecto de lo menos perfecto, sino también porque vemos, por medio de esta misma luz, que es
imposible que tengamos la idea, o la imagen de alguna cosa si no hay en nosotros o en otra parte
un original que contenga en efecto todas las perfecciones que no son así representadas; pero
como sabemos que estamos sujetos a muchos defectos, y que no poseemos estas sumas
perfecciones de que tenemos idea, debemos concluir que residen en alguna naturaleza diferente
de la nuestra, y muy perfecta, es decir, en Dios, o por lo menos que allí residen otras veces, y
como son infinitas, se sigue que allí todavía residen.
Principios de la Filosofía I, 18

10. Aunque estemos suficientemente persuadidos de que hay cuerpos que están
verdaderamente en el mundo, sin embargo, como hemos dudado de ello anteriormente y lo
hemos puesto entre el numero de los juicios que nos hemos hecho desde el comienzo de nuestra
vida, es necesario que investiguemos aquellas razones que nos permitan tener de ello una
conciencia cierta. Primeramente experimentamos en nosotros mismos que todos lo que sentimos
viene de alguna otra cosa distinta de nuestro pensamiento, pues no esta en nuestro poder hacer
que tengamos un sentimiento con preferencia a otro, sino que ello depende enteramente de esa
cosa, según que impresione a nuestros sentidos. Es cierto que podríamos preguntarnos si Dios, o
algún otro, podría ser esta cosa; pero, a causa de que sentimos, o mas bien de que nuestros
sentidos nos existan con frecuencia a percibir clara y distintamente una materia extensa de
longitud, anchura y profundidad, cuyas partes tienen figuras y movimientos diversos, de donde
proceden las sensaciones que tenemos de los colores, de los olores, del calor, etc., si Dios
presentase a nuestra alma inmediatamente por si mismo la idea de esta materia extensa, o solo si
permitiese que fuese causada en nosotros por algo que no tuviese, ni figura, ni movimiento, no
podríamos encontrar ninguna razón que nos impidiese creer que se complacía en engañarnos:
pues concebimos esta materia como algo diferente de Dios y de nuestro pensamiento, y nos
parece que la idea que tenemos de ella se forma con motivo de los cuerpos de afuera, a los cuales
es enteramente semejante. Ahora bien, puesto que Dios no nos engaña, porque esto repugna a su
naturaleza, como ya se ha observado, debemos concluir que existe una cierta sustancia extensa el
longitud, anchura y profundidad, que existe actualmente en el mundo, con todas las propiedades
que conocemos manifiestamente que le pertenecen. Y esta substancia extensa es lo que se llama
propiamente cuerpo, o la substancia de las cosas materiales.

Principios de la Filosofía II, 1

11. ... me parece que cada uno puede sentirse contento de si mismo y sin esperar nada de
fuera sin tal que observo solamente tres cosas...:
1º. Que trate siempre de servirse lo mejor que pueda de su mente para conocer lo que debe
hacer y lo que no debe hacer en todas las circunstancias de su vida;
2º. Que tenga una firme y constante resolución de ejecutar todo lo que su razón le aconseje,
sin que sus pasiones o sus apetitos le desvíen de ello...
3º. Que considere que, mientras se conduce así, según la razón, tanto como puede, todos los
bienes que no posee están tan fuera de su poder los unos como los otros, y que por
este medio se acostumbre a no desearlo, pues solo el deseo, y el disgusto o
arrepentimiento, pueden impedirnos estar contentos...
Carta a Elisabeth 4 de agosto de 1645

12. Tengo un cuerpo al que estoy estrechamente unido; sin embargo, puesto que por una
parte tengo una idea clara y distinta de mi mismo, según la cual soy solo algo que piensa y no
extenso, y, por otra parte, tengo una idea distinta del cuerpo, según la cual esto es una cosa
extensa, que no piensa, resulta cierto que yo, es decir mi alma, por la cual soy lo que soy, es
extensa y verdaderamente distinta de mi cuerpo, pudiendo ser y existir sin mi cuerpo.
Meditación VIª
SPINOZA
Después de haber aprendido de la experiencia que todo cuanto suele ocurrir en la vida
ordinaria es insignificante y vano, cuando advertí que las cosas no son en si buenas ni en si malas
sino en cuanto afectan al espíritu, decidí finalmente averiguar si existía algún bien verdadero,
capaz de comunicar su bondad y mover el animo por si solo, sin el concurso de las demás cosas;
permita gozar eternamente de una alegría constante y suprema. Y digo que decidí finalmente,
porque a primera vista me parecía necio abandonar lo cierto por lo incierto; suponía, en efecto,
que, dedicándome seriamente a la investigación de otras materias, me vería privado de las
ventajas indudables que proporcionan la reputación y las riquezas; que si por casualidad la
suprema felicidad dependiera de aquellas, yo me vería alejado irremisiblemente de tales
beneficios. Por el contrario, si la felicidad dependiese de otros objetos, consagrándome a
buscarla donde no esta, me alejaría igualmente de ella. Así, pues, medite en la posibilidad de
proponerme una nueva norma, o de asegurarme, al menos, de su certeza, aunque no llegase a
cambiar el orden y la norma común de mi vida, cosa que intente muchas veces en vano. Los
objetos comunes en la vida que los hombres estiman como el sumo bien, a juzgar por sus
acciones, se pueden reducir a tres: las riquezas, la fama y el placer. Estas tres cosas se adueñan
del alma de tal modo, que apenas puede esta concebir otro bien distinto. El placer, sobre todo,
encadena al alma con tal fuerza que cree descansar en El como en un bien autentico,
impidiéndole, mas que ninguna de las otras dos, pensar en una felicidad distinta; pero detrás de
su disfrute viene una profunda tristeza que, si no anula la mente, por lo menos la perturba y la
embrutece. La fama y las riquezas no se apoderan menos del alma, sobretodo cuando se buscan
por si mismas, pues esto equivale a hacer de ellas el sumo bien. La fama distrae mucho más el
alma, ya que suponese que es el bien en si y al cual todos los demás se ordenan como a su fin
ultimo; además, a la fama y a las riquezas no sigue un arrepentimiento, como ocurre con el
placer, pues cuanto mas se poseen tanta mayor alegría causan y, por consiguiente, mas queremos
aumentarlas: pero si fracasan en alguna circunstancia nuestras esperanzas, nos vemos sumidos en
la mas profunda de las aflicciones. En especial, la fama es un gran impedimento, ya que, para
conseguirla, es preciso que ampliemos nuestra vida al gusto de los demás, huyendo de lo que el
vulgo huye y buscando lo que el busca.
Así es que, viendo todos estos obstáculos, no me atrevía a cambiar la norma de mi vida.
Pero por otra parte debía escoger entre dos actitudes opuestas y trataba de averiguar cual seria
para mi la mas conveniente y, como dije antes, me parecía que iba a perder lo cierto por lo
incierto. Pero después que hube meditado un tanto sobre todo ello, vi en primer lugar que, al
abandonar los beneficios ordinarios de la vida para buscar una nueva norma, prescindía tan solo
de un bien incierto, por su misma naturaleza (como se deduce claramente de lo que acabamos de
decir) para buscar otro bien, incierto no por su naturaleza (puesto que me proponía buscar un
bien estable) sino solo por la posibilidad de encontrarlo. Mas una asidua meditación me
convenció de que me libraría de unos males ciertos por un bien incierto al considerar así las
cosas. Me veía lanzado a un gran peligro que me obligaba a buscar con todas mis fuerzas un
remedio, aunque fuese incierto; como el enfermo afligido por una enfermedad fatal, que ve cierta
su muerte de no encontrar el remedio salvador y, aunque fuese dudoso que lo hallara, reúne todas
sus fuerzas para buscarlo, puesto que en El ha depositado su ultima esperanza. Todos los bienes
que vulgarmente se persiguen no solo no favorecen la conservación de nuestro ser sino que la
dificultan e incluso son causa muchas veces de la muerte de aquellos que los poseen, y la
ocasionan siempre a aquellos que están dominados por tales bienes.
Abundan los ejemplos de hombres que sufrieron persecución hasta la muerte misma, a
causa de sus riquezas, y de otros que, por acumular tesoros, se expusieron a tantos peligros para
acabar pagando con la vida su necia avaricia. Tampoco son escasos los que sufrieron las mayores
miserias por labrarse a defender una reputación. Innumerables son, en fin, los ejemplos de
aquellos que precipitaron su muerte por un desmedido afán de placeres. Por eso me parecía que
el origen de todos los males deriva de poner la felicidad y la desdicha en la cualidades de los
objetos a los que adherimos a nuestra inclinación, pues las cosas que no nos inspiran amor no nos
producen discordias, ni excitación dolorosa cuando las perdemos, ni envidia cuando otro las
posee, ni temor ni odio; en una palabra: no conmueven ni afectan ni siquiera el animo. Pero
todos estos males son la consecuencia de poner el amor en las cosas perecederas como las que
antes hemos nombrado. Por el contrario, el amor a lo infinito y a lo eterno, nutre el alma con una
alegría pura y sin mezcla de tristeza: nosotros hemos de buscar con todas nuestras fuerzas este
bien que es el único digno de ser buscado...
...La riqueza, el placer y la gloria no son funestos mas que cuando se les busca por si
mismos, pero no cuando se hace de ellos simples medios para lograr bienes distintos. Cuando se
toman como medios se hacen susceptibles de medida y no causan daño alguno, sino que, por el
contrario, constituyen una excelente ayuda para la consecución del fin que nos proponemos.
Aquí solo indicare brevemente lo que entiendo por bien verdadero y cual es para mi el
bien supremo. Para comprenderlo es preciso hacer notar que el bien y el mal se dicen de un
modo relativo, de suerte que una misma cosa puede llamarse buena o mala, según el aspecto que
se considere: lo mismo puede decirse de la perfección y la imperfección. Ninguna cosa,
considerada en su naturaleza, puede llamarse perfecta o imperfecta, y esto lo entenderemos bien
cuando sepamos que todo lo que sucede observa un orden eterno y obedece a unas leyes fijas de
la naturaleza universal. Pero la debilidad humana no alcanza con su pensamiento aquel orden
eterno, aunque concibe una naturaleza inmensamente superior a la suya actual, y, considerando
que nada se opone a adquirir tal naturaleza, se ve incitada a procurarse los medios que la lleven a
tal perfección. Todo lo que pueda ser medio que conduzca a ese fin se le llama verdadero bien,
siendo el sumo bien la toma de posesión de aquella naturaleza superior, a ser posible, junto con
otros individuos. En su lugar explicaremos que esta naturaleza esta constituida por el
conocimiento de la unión de la mente con la naturaleza universal.(pp.27-32)

La existencia propia de una cosa no puede ser conocida sin conocer previamente su
esencia. (p. 39)
... el entendimiento se forja por si mismo sus instrumentos espirituales, mediante los
cuales adquiere la capacidad de realizar otras nuevas obras intelectuales, y de estas obras otros
instrumentos o capacidades de ulteriores indagaciones, procediendo gradualmente hasta alcanzar la
cumbre de la sabiduría. (p. 41)

... ante todo debe existir en nosotros la idea verdadera que nos haga comprender, como
instrumento innato, la diferencia que hay entre las distintas percepciones. (p.46)

... el método mas perfecto será aquel que guíe nuestro espíritu de acuerdo con la norma
de la idea dad del Ente perfectisimo (p. 45) ... nuestro espíritu debe sacar todas sus ideas de la
idea que representa el origen y la fuente de toda naturaleza para que el mismo sea fuente y
origen de todas las demás ideas... (p. 47)
Lo verdadero no se distingue de lo falso únicamente por una denominación extrínseca,
sino ante todo por una denominación intrínseca. Si algún artesano, por ejemplo, concibe
rectamente un utensilio, aunque no se pueda llegar a hacer nunca, su pensamiento es verdadero
lo mismo si existiese el utensilio que si no; por el contrario, si alguien dice que Pedro existe, sin
saber que existe, su pensamiento respecto de aquel es falso, o, si se quiere, no es verdadero,
aunque Pedro en realidad exista... De donde se sigue que en las idea se da algo real que
distingue las verdaderas de las falsas... la forma del verdadero conocimiento debe radicar en el
mismo conocimiento, sin tener en cuenta otras relaciones; no reconociendo el objeto como
causa, ha de depender de la misma potencia y naturaleza del entendimiento. (p. 64-5)
... los pensamientos simples no pueden no ser verdaderos, como, por ejemplo, la idea
simple del semicírculo, del movimiento, de la cantidad, etc. ... por eso podemos formar, sin
temer a errar, todas las ideas simples que queramos. (p. 66)
Quien proceda rectamente, investigando las cosas que primeramente deben ser
investigadas, sin interrumpir su concatenación y sabiendo la forma en que deben determinarse
los problemas antes de alcanzar un conocimiento de ellos, jamas tendrá otras ideas que las ideas
absolutamente ciertas, es decir, claras y distintas... la duda siempre nace de investigar las cosas
sin orden. (p. 71)

Las ideas claras y distintas que formamos parecen proceder de la simple necesidad de
nuestra naturaleza y depender absolutamente de nuestra simple potencia... (p.86)

... las ideas ficticias, falsas, etc., tienen su origen en la imaginación, esto es, en ciertas
sensaciones fortuitas (por así decirlo) y aisladas, que no proceden de la fuerza misma de la
mente, sino de causas externas, según el cuerpo, en la vigilia, o en el sueño, reciba diferentes
estímulos. (p.73)
La reforma del entendimiento

Por sustancia entiendo aquello que es en si y se concibe por si: es decir, aquello cuyo
concepto no necesita del concepto de otra cosa, del cual deba formarse.
Por atributo entiendo aquello que el entendimiento concibe en una substancia como
constitutivo de su esencia.
Por modo entiendo las afecciones de la substancia, o dicho de otro modo, aquello que es
en otra cosa, por la que es además concebible.
Por dios entiendo un ser absolutamente infinito, es decir, una substancia constituida por
una infinidad de atributos, cada uno de los cuales expresa una esencia eterna e infinita.
De una causa determinada se sigue necesariamente un efecto...
Una substancia no puede ser producida por otra substancia.
El existir pertenece a la naturaleza de una substancia.
Toda substancia es necesariamente infinita.
Ninguna sustancia, fuera de Dios puede ser dad ni concebida. Todo lo que es, es en Dios
y nada puede ser concebido sin Dios.
En la naturaleza de las cosas no hay nada contingente; sino que todo esta determinado a
existir y a obrar de un determinado modo por la necesidad de la naturaleza divina.
La voluntad no puede ser llamada causa libre, sino solo causa necesaria.
Las cosas no han sido producidas por Dios de una manera y según un orden diferente de
la manera y del orden en que han sido producidas.
... las ideas, tanto de los atributos de Dios como de las cosas singulares, reconocen como
causa eficiente, no los objetos o las cosas percibidas, sino a Dios mismo en tanto es cosa
pensante.
El pensamiento es un atributo de Dios, es decir, dios es una cosa pensante.
La extensión es un atributo de Dios, es decir, Dios es una cosa extensa.
Entiendo por cuerpo un modo que expresa de una manera definida y determinada la
esencia de Dios, en cuanto es considerada como cosa extensa.
El objeto de la idea que constituye el alma humana es el cuerpo...
El alma humana tiene un conocimiento adecuado de la esencia eterna e infinita de Dios.
La voluntad y el entendimiento son una misma cosa.
Ética - fragmentos
LEIBNIZ

1. La monada... es una substancia simple que entra en los compuestos: simple, es decir,
sin partes.

3. Ahora bien, allí donde no hay partes, no hay extensión, ni figura, ni divisibilidad
posible. Y estas monadas son los verdaderos átomos de la naturaleza, en una palabra, los
elementos de las cosas.

6. ... las monadas solamente pueden empezar o terminar de una vez, es decir: solo podrían
comenzar por creación y terminar por aniquilación...

7. Tampoco hay medio de explicar como una monada pueda ser alterada o cambiada en su
interior por alguna otra criatura, ya que no se puede transponer nada, ni concebir en ella ningún
movimiento interno que pueda ser excitado, dirigido, aumentado o disminuido allí dentro; como
puede hacerse en los compuestos en los que hay cambios entre las partes. Las monadas no tienen
ventanas por las que alguna cosa pudiera entrar o salir. Los accidentes no pueden ni separarse, ni
pasearse fuera de las substancias, como hacían otro tiempo las especies sensibles de los
escolásticos. Así, ni substancia ni accidente pueden entrar desde afuera en una monada.

8. Sin embargo, es necesario que las monadas tengan algunas cualidades, pues sino, no
serian seres. Y si las substancias simples no difiriesen por sus cualidades, no habría medio de
advertir ningún cambio en las cosas, ya que esta en el compuesto no poder proceder sino de los
ingredientes simples, y si las monadas no tuviesen cualidades serian indistinguibles la una de la
otra, porque no difieren en cantidad...

9. También es necesario que cada monada sea diferente de cada una de las demás. Pues
nunca hay en la naturaleza dos seres que sean perfectamente el uno como el otro y donde no sea
posible encontrar una diferencia interna, o fundada en una denominación intrínseca.

18. Podría darse el nombre de entelequias a todas las substancias simples o monadas
creadas, pues tienen en si una cierta perfección, y hay en ellas una suficiencia que las hace
fuentes de sus acciones internas y por así decirlo autómatas e incorpóreos.

19. ... en el sentido general que acabo de explicar, todas las substancias simples o
monadas creadas podrían ser llamadas almas.

31. Nuestros racionamientos están fundados en dos grandes principios, el de


contradicción en virtud del que juzgamos falso lo que la encierra, y verdadero lo que es opuesto
o contradictorio a lo falso.
32. Y el de razón suficiente en virtud del cual consideramos que ningún hecho podría ser
verdadero o existente, ninguna enunciación verdadera, si no hay una razón suficiente para que
sea así y no de otro modo, aun que estas razones casi siempre no puedan sernos conocidas.
33. Hay también dos clases de verdades, las de razón y las de hecho. Las verdades de
razonamiento son necesarias y lo opuesto es imposible; y las de hecho son contingentes y su
opuesto es imposible. Cuando una verdad es necesaria, puede encontrarse su razón por el
análisis, resolviéndola en ideas y en verdades mas simples, hasta que se llega a las primitivas.

36. Pero la razón suficiente debe encontrarse también en las verdades contingentes o de
hecho, es decir en la sucesión de las cosas esparcidas por el universo de las criaturas, en las que
la resolución en razones particulares podría llegar a un detalle sin limites, a causa de la variedad
inmensa de las cosas de la naturaleza y de la división de os cuerpos hasta el infinito...

37. Y como todo este detalle envuelve otros contingentes, anteriores o mas detallados,
cada uno de los cuales también necesita un análisis semejante para dar razón de El, no hemos
adelantado nada, y es necesario que la razón suficiente o ultima este fuera de la sucesión o series
de este detalle de las contingencias, por infinito que pudiese ser.

38. Y por eso la ultima razón de las cosas debe ser una substancia necesaria, en la que el
detalle de los cambios este en su más alta perfección, como en su origen, y es lo que llamamos
Dios.

43. Es verdad también que en Dios esta no solo el origen de las existencias sino también
el de las esencias, en tanto que son reales, o de lo que hay de real en la posibilidad. Porque el
entendimiento de Dios es la región de las verdades eternas, o de las ideas que de ellas dependen,
y sin El no habría nada real en las posibilidades, y no solo nada existente, sino incluso nada
posible.

44. Sin embargo es necesario que, si hay una realidad en as esencias o posibilidades, o
bien en las verdades eternas, esta realidad este fundada en algo existente y actual, y por
consiguiente, en la existencia del ser necesario, en el que la esencia contiene la existencia, o en el
que es suficiente ser posible para ser actual.

45. Así, solo Dios (o el Ser necesario) posee este privilegio de que es necesario que exista
si es posible. Y como nada puede impedir la posibilidad de lo que no tiene ningún limite, ninguna
negación, y, por consiguiente, ninguna contradicción, este solo basta para conocer la existencia
de Dios “a priori”. También la hemos probado por la realidad de las verdades eternas. Pero
acabamos de probarlas igualmente “a posteriori”, ya que existen seres contingentes, que
solamente podrían tener su razón ultima o suficiente en el ser necesario, que tiene la razón de su
existencia en si mismo.

53. Así como hay una infinidad de universos posibles en las ideas de Dios, y solo puede
existir uno, es necesario que exista una razón suficiente en la elección de Dios, que le haga
determinarse por uno con preferencia a otro.

54. Y esta razón solo puede encontrarse en la conveniencia o en los grados de perfección,
que estos mundos contienen, puesto que cada posible tiene derecho a pretender la existencia en la
medida de la perfección que encierra.
55. Y la causa de la existencia del mejor, es que Dios conoce por su sabiduría, escoge por
su bondad y crea por su poder.
Monadología

... la unión del alma con el cuerpo, e incluso la operación de una substancia sobre otra, no
consiste mas que en la perfecta concordancia mutua, establecida expresamente por el orden de la
primera creación, en virtud del cual cada substancia, siguiendo sus propias leyes, se encuentra en
aquello que exigen las otras: y las operaciones de cada una siguen o acompañan así la operación
o el cambio de la otra... Cada uno sigue sus leyes y, obrando la una con libertad y el otro sin
elección, se encuentran y coinciden ambos en los mismos fenómenos.
(Carta a Arnauld, II 617 y 595)

Imagínese dos relojes que marchan perfectamente de acuerdo... (El) artificio divino
provisor, desde un principio, ha formado cada una de ambas sustancias de manera tan perfecta y
tan bien dispuesta, con tal exactitud, que sin seguir otras leyes que las que ha recibido con el ser,
concuerda siempre con la otra, como si hubiera influjo mutuo, o como si dios pusiera de continuo
su mano, además de su concurso general.
(aclaración de la hipótesis de la armonía preestablecida)

Sin embargo, yo no digo que el mundo corpóreo sea una maquina o un reloj que marcha
sin la intervención de Dios, y yo profeso lo bastante que las criaturas tienen necesidad de su
influencia continua; pero sostengo que es un reloj que marcha sin necesidad de corrección; de
otro modo, habría que decir que Dios se corrige a si mismo. Dios lo ha previsto todo, y lo ha
remediado todo de antemano. En todas sus obras hay una armonía y una belleza preestablecidas.
(Carta a Clarke, I 737)

...nuestras ideas, incluso las de las cosas sensibles, vienen de nuestro propio fondo... Yo
no estoy de acuerdo con la “tabula rasa” de Aristóteles, y creo que hay algo de sólido en lo que
Platón llama reminiscencia. Incluso hay algo mas, porque nosotros no solo tenemos una
reminiscencia de todos nuestros pensamientos pasados, sino también un presentimiento de todos
nuestros pensamientos futuros.
(nuevos ensayos... I)

Newton dice que el espacio es un órgano al que Dios recurre para percibir mediante él las cosas.
Mas, si Dios precisa un órgano para percibir con él las cosas, se seguirá que éstas no dependen
en absoluto de él ni han sido producidas por él. Newton y sus seguidores tienen una idea muy
curiosa de la obra de Dios. Según ellos, Dios tiene necesidad de dar cuerda cada tanto a su reloj,
que de otro modo cesaría de obrar. No ha tenido tanta inteligencia como para darle un
movimiento perpetuo. Es más, la máquina de Dios es tan imperfecta, según ellos, que Dios se ve
obligado de tiempo en tiempo a limpiarla de nuevo con un trabajo extraordinario e incluso a
repararla, como hace un relojero con su obra; pero un relojero es un artífice tanto más inexperto,
cuanto más frecuentemente está obligado a retocar y a corregir lo que hace. En mi opinión, en el
mundo persiste siempre la misma fuerza y la misma energía, que sólo pasa de materia en materia,
conforme a las leyes de la naturaleza y al bello orden establecido. Sostengo que cuando Dios
obra milagros no lo hace para satisfacer las necesidades de la naturaleza sino las de la gracia.
Quien piense de otro modo ha de tener una idea muy mezquina de la sabiduría y del poder de
Dios. (carta a la Princesa Carolina de Gales, noviembre de 1715)

... muchos efectos de la naturaleza pueden demostrarse de dos maneras, a saber, por la
consideración de la causa eficiente y también por la consideración de la causa final [...] Es bueno
hacer esta observación para conciliar a los que esperan explicar mecánicamente la formación de
la primera textura de un animal y de toda la máquina constituida por sus partes, con aquellos que
explican esta misma estructura por medio de las causas finales. Una y otra explicación es buena,
una y otra pueden ser útiles, no sólo para admirar el arte del gran obrero, sino también para
descubrir algo útil en la física y en la medicina. [...] si es permitido servirse de una comparación
humilde, reconozco y exalto la habilidad de un obrero, no sólo mostrando cuáles han sido sus
propósitos al hacer las piezas de su máquina, sino también explicando los instrumentos de que se
ha servido para hacer cada pieza, sobre todo cuando esos instrumentos son sencillos y han sido
ingeniosamente inventados. Y Dios es un artesano lo bastante hábil para producir una máquina
mil veces más ingeniosa que la de nuestro cuerpo, sirviéndose sólo de algunos líquidos bastante
simples y formados expresamente para este objeto, de suerte que son suficientes las leyes
ordinarias e la naturaleza para separarlos como se debe, a fin de producir un efecto tan admirable;
pero es cierto también que esto no ocurriría si Dios no fuera el autor de la naturaleza.
Sin embargo, encuentro que la vía de las causas eficientes, más profunda en efecto y, en
cierto modo, más inmediata y a priori es, en cambio, bastante más difícil cuando se va al detalle,
y creo que nuestros filósofos se apartan mucho de ella con repetida frecuencia. Pero la vía de las
causas finales es más fácil y sirve a menudo para descubrir verdades importantes y útiles, lo cual
insumiría mucho tiempo siguiendo esta otra vía más física, de la que la anatomía puede
suministrar ejemplos considerables. (Discurso de Metafísica nnº 21-22)

Hegel
Crítico del pensamiento antimetafísico
"Lo que antes de dicho período se llamaba metafísica, fue, por así decirlo, totalmente arrancado
de raíz y ha desaparecido del conjunto de las ciencias ¿Dónde se oyen o pueden oírse todavía
las voces de la antigua ontología, de la psicología racional, de la cosmología e incluso de la
antigua teología natural? ¿Dónde encontrarían todavía interés, por ejemplo, indagaciones sobre
la inmaterialidad del alma, sobre las causas mecánicas y finales? Asimismo las pruebas de antaño
en favor de la existencia de Dios sólo se citan ahora por su interés histórico o para edificación y
elevación del espíritu. Esto demuestra que se ha perdido el interés, ya por el contenido, ya por la
forma de la metafísica anterior o por ambos. Si es asombroso que, por ejemplo, hayan llegado a
ser inservibles para un pueblo su ciencia del derecho, sus principios, sus costumbres morales y
virtudes, del mismo modo debe ser no menos asombroso que un pueblo pierda su metafísica, y
que el espíritu, que se ocupaba de su esencia pura, ya no tenga una existencia real en ella."
"La doctrina exotérica de la filosofía kantiana -es decir, que el intelecto no debe ir más allá de la
experiencia, porque de otra manera la capacidad de conocer se convierte en razón teorética que
por sí misma crea telarañas cerebrales- justificó, desde el punto de vista científico, la renuncia al
pensamiento especulativo. En apoyo de esta doctrina popular acudió la pedagogía moderna, que
toma en cuenta sólo las exigencias de nuestra época y las necesidades inmediatas, afirmando que,
tal como para el conocimiento lo primordial es la experiencia, así para la idoneidad en la vida
pública y privada las especulaciones teóricas son más bien perjudiciales; y que lo único que se
requiere es la ejercitación y la educación prácticas, que son lo substancial".
Hegel, Ciencia de la lógica, Prefacio a la primera edición (1812),
Buenos Aires, Solar, pp. 35-36

La finitud
"La proposición que lo finito es ideal, constituye el idealismo. El idealismo de la filosofía no
consiste en nada más que esto: no reconocer lo finito como verdadero existente. Cada filosofía es
esencialmente un idealismo, o por lo menos, lo tiene como su principio, y el problema entonces
consiste sólo (en reconocer) en qué medida ese principio se halla efectivamente realizado. La
filosofía es idealismo, tanto como la religión: porque tampoco la religión reconoce la finitud
como un ser verdadero, como un último, un absoluto, o bien como no-puesto, inengendrado,
eterno. La oposición de la filosofía idealista y la realista carece por lo tanto de significado. Una
filosofía que atribuye a la existencia finita en cuanto tal un ser verdadero, último y absoluto, no
merece el nombre de filosofía"
Hegel, Ciencia de la Lógica, Buenos Aires, Solar, t. I, pp. 197-198.

Lo finito está destinado a su destrucción


"La consideración de la historia universal ha dado y dará por resultado el saber que ha
transcurrido racionalmente, que ha sido el curso racional y necesario del espíritu universal, el
cual es la substancia de la Historia ..."
Hegel, Lecciones de Filosofía de la Historia Universal, p. 44.

"El gran contenido de la Historia Universal es racional y tiene que ser racional; una voluntad
divina rige poderosa el mundo, y no es tan impotente que no pueda determinar este gran
contenido... "
Hegel, Lecciones de Filosofía de la Historia Universal, p. 45.

"En la consideración filosófica de la Historia Universal hay que prescindir de expresiones como:
"Este Estado no habría sucumbido si hubiese existido un hombre que...etc.". Los individuos
desaparecen ante la substancia universal, la cual forma los individuos que necesita para su fin.
Pero los individuos no impiden que suceda lo que tiene que suceder"
Hegel, Lecciones de Filosofía de la Historia Universal, p. 66.

"La consideración filosófica no tiene otro designio que eliminar lo contingente. La contingencia
es lo mismo que necesidad externa esto es, una necesidad que se remonta a causas, las cuales son
sólo circunstancias externas"
Hegel, Lecciones de Filosofía de la Historia Universal, pp. 43-44.

Los pensamientos de Dios


"... la lógica tiene que ser concebida como el sistema de la razón pura, como el reino del
pensamiento puro. Este reino es la verdad tal como está en sí y por sí, sin envoltura. Por eso
puede definirse que dicho contenido es la representación de Dios, tal como está en su ser eterno,
antes de la creación de la naturaleza y de un espíritu finito".
Hegel, Ciencia de la Lógica, cit., t. I, p. 66.
Bloch: Un comentario sobre Hegel
"Tanto en Goethe como en Hegel resuena el Reino de las Madres, es decir, los pensamientos
divinos precósmicos o ideas primigenias, móviles e inmóviles, en el sentido de la doctrina
plotiniana de las categorías ante rem. A esto se vinculó en el mundo cristiano de la hipóstasis, ya
tardía en la Biblia, de la `Sabiduría de Dios' (Proverbios, VIII, 22), aquella Sabiduría, por tanto,
que existía antes que Dios creara nada y que El debe haber poseído precisamente al comienzo de
sus caminos. De este modo, en la Lógica de Hegel resuena el logos cristiano y el neoplatónico;
en el principio era el Verbo y no la Acción, y la doctrina del Verbo es simplemente una ontología
preexistente. Todos los platónicos se ven así conducidos a esta gigantesca inversión del posterius
abstracto en un abstracto prius, y en este sentido, el lógico Hegel es el último neoplatónico de la
doctrina de las categorías. Sin embargo, a pesar de estos precursores, estamos ante la más
formidable y también ante la más monstruosa teologización inventada jamás por el apriorismo: el
hombre, en la dialéctica de los conceptos, piensa los pensamientos de Dios antes de la creación
del mundo". (ERNST BLOCH, Sujeto-objeto. El pensamiento de
Hegel, 2ª ed., México, Fondo de Cultura Económica, 1983, pp. 152/3).

La filosofía de la Ilustración
Algunos juicios sobre el Iluminismo
“A pesar de esta antítesis entre el racionalismo y el empirismo, ambas son una filosofía de la
Ilustración; y lo son por su supuesto común, a saber: porque pretenden «construir» el mundo y el
conocimiento partiendo de elementos últimos, sean sensaciones, sean ideas de pura razón: en el
fondo, el intento de una filosofía como ciencia”
X. Zubiri, Cinco lecciones de filosofía, Madrid, Alianza, 1980, Lección II
Kant, p. 62

"El espíritu del siglo XVIII, tal como tiene sus raíces en el XVII, es racionalista por esencia y
empirista por transacción".
Paul Hazard, La crisis de la conciencia europea [1680-1715], 3ª ed.,
Madrid, Pegaso, 1975, p. 218

"El iluminismo reconoce a priori, como ser y acaecer, sólo aquello que se deja reducir a una
unidad; su ideal es el sistema, del cual se deduce todo y cualquier cosa. En eso no se distinguen
sus versiones racionalista y empirista".
Max Horkheimer-Theodor W. Adorno, Dialéctica del Iluminismo, Buenos
Aires, Sudamericana, 1987, p. 19

"La Ilustración subraya, justamente, la importancia de la sensación como modo de conocimiento


frente a la especulación racional, pero el empirismo de la sensación no es sino un acceso distinto
hacia una realidad que se supone, en el fondo, racional".
José Ferrater Mora, Diccionario de Filosofía, 3ª ed., Madrid, Alianza,
1981, t. 2, voz Ilustración
"El iluminismo se relaciona con las cosas como el dictador con los hombres, pues el dictador
sabe cuál es la medida en que puede manipular a éstos. El hombre de ciencia conoce las cosas en
la medida en que puede hacerlas. De tal suerte el en-sí de éstas se convierte en para-él.
Max Horkheimer-Theodor W. Adorno, Dialéctica del Iluminismo , p.22

LOCKE. “NOMINALISMO y POLITICA”

1. Es evidente que lo general y lo universal no pertenece ala existencia real de las cosas
sino que son invenciones y criaturas del entendimiento, hechas por El para su propio uso y con
referencia solo a signos, sean palabras o ideas. Las palabras son generales, aplicándose así,
indiferentemente, a muchas cosas particulares; y las ideas son generales cuando se establecen
como representantes de muchas cosas particulares; pero la universalidad no pertenece a las cosas
mismas, pues son todas particulares en su existencia, incluso aquellas palabras e ideas que en su
significación son generales. Cuando, por lo tanto, abandonamos las cosas particulares, las
generales que quedan son tan solo criaturas que nosotros hacemos; su naturaleza general no es
sino la capacidad que se les adjudica, por el entendimiento de significar o de representar varias
cosas particulares. Su significación es una relación que les añade la mente humana...
(“Ensayo sobre el entendimiento humano”, libro III, cap. II, párrafo 11).

2. La medida y limites de cada clase o especie por lo que se constituye y se distingue de los
demás es lo que llamamos esencia; es decir, la idea abstracta a la que el hombre esta unido. A
esto, aunque sea la esencia que conocemos de las sustancias naturales, lo llamo esencia
nominal, para distinguirla de la constitución real de las sustancias, de la que depende esta
esencia nominal y todas las propiedades de cada clase; esa constitución real, aunque
desconocida, puede llamarse esencia real; por ejemplo, la esencia nominal del oro es la idea
compleja que la palabra oro significa, es decir, un cuerpo amarillo, de cierto peso, maleable,
fusible, etc. Pero la esencia real es la constitución de todas las partes insensibles de este
cuerpo, de la cual dependen las cualidades y todas las demás propiedades del oro...
(“Ensayo sobre el entendimiento humano”, libro III, cap. III, párrafo 2).
3. Siendo, según se ha dicho ya, los hombres libres, iguales e independientes por su naturaleza,
ninguno de ellos puede ser arrancado de esta situación y sometido al poder político de otros sin
que medie su propio consentimiento. Esto se otorga mediante convenio hecho por otros hombres
de juntarse e integrarse en una comunidad destinada a permitirles una vida cómoda, segura y
pacifica de unos con otros, en el disfrute tranquilo de sus bienes propios, y una salvaguardia
mayor contra cualquiera que no pertenezca a esa comunidad. Esto puede llevarlo a cabo
cualquier cantidad de hombres, porque no perjudica a la libertad de los demás, que siguen
estando, como lo estaban hasta entonces en la libertad del estado de naturaleza. Una vez que un
determinado numero de hombres ha consentido en constituir una comunidad o gobierno, que
desde ese mismo momento conjuntados y forman un solo cuerpo político, dentro del cual la
mayoría tiene el derecho de regir y de obligar a todos.

En efecto, una vez que, gracias al conocimiento de cada individuo, ha constituido cierto
numero de hombres una comunidad, han formado, por ese hecho, un cuerpo por dicha
comunidad, con poder para actuar como un solo cuerpo, lo que se consigue por la voluntad y la
decisión de la mayoría. De esta forma es posible actuar y formar verdaderamente un solo cuerpo,
una sola comunidad, que es a lo que cada individuo ha dado su consentimiento al ingresar a la
misma. El cuerpo se mueve hacia donde lo impulsa la mayor fuerza, y esa fuerza es el
consentimiento de la mayoría; por esa razón quedan todos obligados por la resolución a que
llegue la mayoría. Por eso vemos que en las asambleas investidas por leyes positivas para pode
actuar, pero sin que esas leyes positivas hayan establecido un numero fijo para que puedan
hacerlo, la resolución de la mayoría es aceptada como resolución de la totalidad de sus miembros
y por la ley natural y de la razón, se da por supuesto que obliga, por llevar dentro de si, el poder
de la totalidad.

De esta manera, todos cuantos consienten en formar un cuerpo político bajo un gobierno,
aceptan ante todos los miembros de esa sociedad la obligación de someterse a la resolución de la
mayoría, y dejarse guiar por ella; de otro modo, nada significaría el pacto inicial por el que cada
uno de los miembros se integra con los demás dentro de la sociedad, y no existiría tal pacto si
cada miembro siguiese siendo libre y sin mas lazos que los que tenia cuando se encontraba en el
estado de naturaleza. ¿Habría siquiera sombra de contrato o de nuevo compromiso si cada
miembro no se siente obligado mas que a lo que le pareciese bien a Él, o a lo que se aceptase por
propia voluntad de los decretos de la sociedad a la que pertenece?. De hacerlo así gozaría de una
libertad tan grande como la que tenia antes de aceptar el pacto, y como le ce cualquier otro
hombre en estado de naturaleza que aceptase someterse y conseguir en los actos de la misma que
a El le agraden.
(“Ensayo sobre el gobierno civil”).

111. El espíritu humano por naturaleza es inclinado a las abstracciones y considera como estable
lo que está en continuo cambio. Es preferible fraccionar la naturaleza que abstraerla; esto es lo
que hace la escuela de Demócrito, que ha penetrado mejor que cualquier otra en la naturaleza. Lo
que hay que considerar es la materia, sus estados y sus cambios de estado, sus operaciones
fundamentales, y las leyes de la operación o del movimiento; en cuanto a las formas, son
invenciones del espíritu humano, a menos que se quiera dar el nombre de formas a esas leyes de
las operaciones corporales. F.BACON Novum Organum I, 51
El arte que presento, y que denomino Interpretación de la Naturaleza, es una especie de lógica,
aunque la diferencia entre él y la lógica ordinaria es grande, verdaderamente inmensa [...] en tres
puntos, a saber: en el fin pretendido, en el orden de la demostración y en el punto de partida de la
investigación.
Pues el fin que esta ciencia más pretende es el descubrimiento no de argumentos sino de
artes [...] no de probables razones sino de indicaciones e instrucciones para obras. Y puesto que
la intención es distinta, lo es también el efecto, siendo el de una el triunfo sobre un adversario en
una discusión, y el de la otra el control de la naturaleza en la acción.
La naturaleza y el orden de las demostraciones también están de acuerdo con este fin.
Pues en la lógica ordinaria casi todo el trabajo se centra en el silogismo. Sobre la inducción
parecen casi no haber pensado seriamente los lógicos, sino que apenas se fijan en ella al pasar de
prisa hacia las fórmulas de la disputa. Yo, por el contrario, rechazo la demostración mediante el
silogismo por ser un procedimiento demasiado confuso y permitir que la naturaleza se le escape
de las manos. Pues aunque nadie puede dudar que aquellas cosas que concuerdan en un término
medio concuerdan entre sí (lo cual es una proposición de certeza matemática) sin embargo hay
una brecha por donde puede entrar el fraude, a saber: El silogismo consiste en proposiciones; las
proposiciones en palabras; las palabras son los indicios y las señas de las nociones. Ahora bien, si
las nociones de la mente (que son como el alma de las palabras y la base de toda la estructura)
son abstraídas incorrecta y demasiado precipitadamente de los hechos y son vagas,
insuficientemente definidas y, para ser breve, defectuosas desde muchos aspectos, se cae el
edificio entero. Luego, rechazo el silogismo, y eso no sólo en cuanto a principios, [...] sino que
también en cuanto a proposiciones medias, que aunque se puedan sin duda obtener mediante el
silogismo, cuando así se obtienen son estériles en cuanto a obras, alejadas de la práctica y del
todo inútiles para la parte activa de las ciencias [...] al tratarse de la naturaleza de las cosas, uso
la inducción en todo, tanto en las proposiciones menores como en las mayores.
Luego sigue que el orden de la demostración queda asimismo invertido. Porque hasta
ahora el procedimiento ha sido lanzarse de inmediato de la percepción y lo particular hasta las
proposiciones más generales como ciertos polos fijos alrededor de los cuales girará la discusión,
y a partir de allí derivar el resto mediante los términos medios. Es sin duda un camino corto,
aunque precipitado, y un camino que nunca llevará a la naturaleza aunque ofrezca una vía fácil y
dispuesta hacia la disputa. Mi plan es proceder regular y gradualmente de un axioma a otro, de
modo que los más generales no son alcanzados hasta el final, pero cuando uno finalmente los
alcanza, uno no encuentra que son nociones vacías sino bien definidas, y tales que la naturaleza
las reconocería verdaderamente como sus principios primeros y tales como se encuentran en el
corazón y meollo de las cosas.
Pero el cambio más grande que presento está en la forma misma de la inducción y el
juicio al que se llega por ella. Pues la inducción de la cual hablan los lógicos, que procede por
enumeración sencilla, es una cosa pueril; concluye al azar; siempre capaz de ser trastornada por
un caso contradictorio; toma en cuenta sólo lo conocido y ordinario y no lleva a ningún
resultado. Ahora bien, lo que necesitan las ciencias es una forma de inducción que analice la
experiencia y la desmonte, y mediante un proceso debido de exclusión y rechazo, lleve a una
conclusión inevitable. Instauratio magna - Plan de la obra
Se procede así a la investigación de las formas: sobre la propiedad dada, es preciso
ante todo hacer comparecer ante la inteligencia todos los hechos conocidos que ofrecen
aquella misma propiedad, aunque en materias muy diferentes. Es preciso hacer esa
recolección a la manera del historiador, sin teoría preconcebida y sin demasiada sutilidad.
Esta es la que nosotros llamamos tabla de ser y de presencia.
En segundo lugar es preciso hacer comparecer ante la inteligencia todos los hechos en
los que no se encuentra la propiedad dada, pues, como hemos dicho, la ausencia de la
propiedad dada implica la ausencia de la forma, lo mismo que la presencia de una, implica la
presencia de la otra. Pero citar todos estos hechos sería empresa interminable. Por eo es
preciso poner los hechos negativos al lado de los afirmativos, e investigar la privación de la
propiedad, solo en los sujetos que más relación tienen con aquellos en los que la propiedad
aparece. Esto es lo que nosotros llamamos tabla de desaparición o de ausencia en los
análogos.
En tercer lugar es preciso hacer comparecer ante la inteligencia los hechos que
presentan la propiedad estudiada, en grados diferentes, ya sea comparando el aumento y la
disminución de la propiedad en el mismo sujeto, ya comparando la misma propiedad en
sujetos diferentes. A esta tabla la llamamos nosotros tabla de grados o de comparación.
Novum Organum II, 11-13

Todo el mundo admitirß que ni nuestros pensamientos ni nuestras pasiones ni nuestras


ideas formadas por la imaginaci¾n existen fuera de la mente. Y me parece no menos evidente
que las diversas sensaciones o ideas impresas en la sensibilidad, por mßs ligadas o
combinadas que estÚn no pueden existir de otro modo que en una mente que las percibe.
Pienso que podrß extraer de esto un conocimiento intuitivo quien atienda al significado del
tÚrmino "existe" aplicado a las cosas sensibles. Yo digo que existe la mesa sobre la que
escribo, esto es, que la veo y la siento y que si estuviera en mi escritorio podrÝa percibirla o
que alg·n otro espÝritu la percibe realmente. Hay un olor significa que se lo ha olido; hay un
sonido significa ha sido oÝdo, hay un color o una figura significa que se lo ha visto o tocado.
Esto es todo lo que puedo entender con esas expresiones. Su esse est percipi; no es posible
que tengan existencia fuera de las mentes o seres pensantes que las perciben...
... es evidente que extensi¾n, figura y movimiento son s¾lo ideas que existen en la
mente y que una idea s¾lo puede ser similar a otra idea y que, por consiguiente, ni ellas ni sus
arquetipos pueden existir en una sustancia no percibida. De allÝ se torna claro que la noci¾n
misma de lo que se llama materia o sustancia corp¾rea implica una contradicci¾n.
G.BERKELEY Tratado sobre los principios del conocimiento humano 1║Parte

117. La filosofía está escrita en este enorme libro -el universo- continuamente abierto a
nuestros ojos; pero que resulta incomprensible si no se entienden previamente la lengua y los
caracteres en que está escrito. Su lenguaje es la matemática y sus caracteres son triángulos,
círculos y demás figuras geométricas; sin los cuales medios es humanamente imposible
entender palabra alguna. Sin esto, todo es un agitarse vanamente en un oscuro laberinto.
Galileo IL SAGGIATORE

15. Cuando persuadidos de estos principios recorremos las bibliotecas, ¡qué estragos
deberíamos hacer! Tomemos en nuestra mano, por ejemplo, un volumen cualquiera de
teología o de metafísica escolástica y preguntémonos: ¿Contiene algún razonamiento
abstracto acerca de la cantidad y el número?¿No? ¿Contiene algún razonamiento
experimental acerca de los hechos y cosas existentes? ¿Tampoco? Pues entonces arrojémoslo
a la hoguera, porque no puede contener otra cosa que sofismas y engaño. D.Hume
Investigación acerca del entendimiento humano XII, 3

El pensamiento constituye la grandeza del hombre. El hombre no es más que una caña, la más
débil de la naturaleza, pero es una caña pensante. No hace falta que el universo entero se arme
para aplastarlo: un vapor, una gota de agua bastan para matarlo. Pero aun cuando el universo
lo aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que lo mata, porque sabe que muere y lo
que el universo tiene de ventaja sobre él; el universo no sabe nada de esto. Toda nuestra
dignidad consiste, pues, en el pensamiento. Por aquí hemos de levantarnos, y no por el espacio
y la duración que no podemos llenar. Trabajemos, pues, en pensar bien: he aquí el principio de
la moral. No es en el espacio donde debo buscar mi dignidad sino en el arreglo de mi
pensamiento. No poseería más aunque poseyera tierras: por el espacio, el universo me
comprende y me devora como un punto. Por el pensamiento yo lo comprendo. B. Pascal
Pensamientos nn. 346-348
Sucede aquí lo que con el primer pensamiento de Copérnico, que no pudiendo explicarse bien
los movimientos del cielo si admitía que todo el sistema sideral giraba alrededor del
contemplador, probó si no sería mejor suponer que era éste el que giraba y los astros los que se
hallaban inmóviles. Algo semejante puede hacerse con la Metafísica, con respecto a la
intuición de los objetos. […] La Crítica de la Razón conduce, al fin, necesariamente a la
Ciencia; el uso dogmático de la Razón sin Crítica conduce, al contrario, a afirmaciones
infundadas, que siempre pueden ser contradichas por otras no menos verosímiles, por donde se
va al escepticismo. E.Kant Crítica de la razón pura Prefacio a la 2º ed. e Introducción VI
Hemos querido decir, pues, que toda nuestra intuición no es más que la representación
del fenómeno, que las cosas que intuimos no son en sí mismas tal como las intuimos, que sus
relaciones no están constituidas en sí mismas como nos aparecen a nosotros, y que, si
hiciéramos abstracción de nuestro sujeto, o aun solamente de la naturaleza subjetiva de
nuestros sentidos en general, desaparecerían toda la manera de ser y todas las relaciones de
los objetos en el espacio y en el tiempo, e incluso el espacio y el tiempo, ya que, como
fenómenos, no pueden existir en sí mismos sino sólo en nosotros. En cuanto a lo que pueda
ser la naturaleza de los objetos en sí mismos y abstracción hecha de toda esta receptividad de
nuestra sensibilidad, nos es completamente desconocida. No conocemos más que nuestro
modo de percibirlos, modo que nos es peculiar, y que muy bien puede no ser necesario a todos
los seres, aunque lo sea para todos los hombres. Pero sólo de este modo hemos de ocuparnos...
Aunque pudiésemos elevar nuestra intuición al grado sumo de claridad, no llegaríamos
más cerca por ello de la naturaleza de los objetos en sí. Pues, en todo caso, no conoceríamos
perfectamente más que nuestro modo de intuición, es decir, nuestra sensibilidad siempre
sometida a las condiciones del tiempo y del espacio originariamente inherentes al sujeto. Pero
nunca conoceremos lo que son los objetos en sí mismos, por claro que sea el conocimiento del
fenómeno de estos objetos, único conocimiento que nos es dado...
Cuando digo que, en el espacio y en el tiempo, tanto la intuición de los objetos
exteriores como la intuición del espíritu por sí mismo representan cada una su objeto tal como
afecta a nuestros sentidos, es decir, como nos aparece, no quiero decir que estos objetos sean
meras apariencias. Pues en el fenómeno los objetos y las maneras de ser que les atribuimos
son siempre considerados como algo realmente dado. Sólo en cuanto esta manera de ser no
depende más que del modo de intuición del sujeto en su relación con el objeto dado, este
objeto es distinto como fenómeno de lo que es como objeto en sí. Así, no digo que los cuerpos
parezcan simplemente existir fuera de mí, o que mi alma parezca solamente estar dada en mi
conciencia propia, cuando afirmo que la cualidad del espacio y dle tiempo, que tomo como
condición de su existencia y conforme a la cual me los represento, está en mi modo de
intuición y no en estos objetos en sí. Sería culpa mía si sólo viese una mera apariencia en lo
que debería considerar como un fenómeno. E.KANT Crítica de la razón pura I, 1, 8

Como la mera forma de la ley sólo puede ser representada por la razón y, en consecuencia, no
es objeto de los sentidos, y por consiguiente no figura entre los fenómenos, su representación
como motivo determinante de la voluntad es distinta de todos los motivos determinantes de
los acontecimientos de la naturaleza por la ley de causalidad, porque en éstos los motivos
determinantes mismos deben ser fenómenos. Y como para la voluntad no puede servir de ley
ningún otro de sus motivos determinantes que no sea aquella forma legislativa universal, esa
voluntad debe concebirse como completamente independiente de la ley natural de los
fenómenos, o sea de la ley de causalidad, o bien en relación recíproca. Pero esa independencia
se llama libertad en la acepción más estricta, o sea en la trascendental. Por lo tanto, una
voluntad a la cual sólo puede servir de ley la mera legislativa de la máxima, es una voluntad
libre. E.Kant CRITICA DE LA RAZON PRACTICA IºP. L.1 c.1 Problema 1

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