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Globalización, sistema mundo y territorialidades locales

Book · July 2019

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1 author:

Carlos Enrique Corredor Jiménez


Universidad del Cauca
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Globalización, Sistema Mundo
y territoriales locales

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Globalización, Sistema Mundo
y territoriales locales
Carlos Enrique Corredor Jiménez

Editorial Universidad del Cauca


2014

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Corredor Jiménez, Carlos Enrique

Globalización, Sistema Mundo y Territorialidades locales/ Carlos Corredor Jiménez; Prólogo


Edgar de Jesús Velásquez, Popayán: Universidad del Cauca, 2014
Bibliografía: p. 138-145; Índice analítico: p.146-152; 153p.
1. GLOBALIZACIÓN, 2. SISTEMA MUNDO CAPITALISTA 3. TERRITORIO – TERRITORIALIDAD.
4. ESTADO – NACION (COLOMBIA) 5. ECOLOGIA POLÍTICA 6. MOVIMIENTOS SOCIALES
CAUCA (COLOMBIA). 7. MACIZO COLOMBIANO.

ISBN:
????????

Hecho el depósito legal que marca el Decreto 460 de 1995


Catalogación en la fuente – Universidad del Cauca. Biblioteca

© Universidad del Cauca, 2014


© Carlos Enrique Corredor Jiménez, 2014

Primera Edición

Diseño de la Serie Editorial Universidad del Cauca


Diagramación: María Fernanda Martínez Paredes
Diseño de carátula: Alex Audiver
Editor General de Publicaciones: Luis Guillermo Jaramillo E.

Editorial Universidad del Cauca


Casa Mosquera Calle 3 No. 5-14.
Popayán, Colombia
Teléfonos: (2) 8209900 Ext 1134
editorialuc@unicauca.edu.co

Copy Left: los contenidos de este libro pueden ser reproducidos en todo o en parte, siempre
y cuando se cite la fuente y se haga con fines académicos y no comerciales.

Impreso en Samava Ediciones E:U.. Popayán, Cauca, Colombia.

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Tabla de contenido

Agradecimientos....................................................................................................... 7

Prólogo.................................................................................................................... 9

Introducción. . ......................................................................................................... 15

Territorialidad en las visiones de la globalización.................................................. 21


La globalización: ¿fenómeno novedoso y único en la historia humana?.................................25
Sistema mundo capitalista: visión del capitalismo histórico.....................................................32
División internacional del trabajo y territorio en América latina..........................................42
El lugar como expresión de vida, las construcciones territoriales desde las
ciencias sociales...........................................................................................................................50

Territorio, territorialidad y Estado – Nación........................................................... 64


El territorio: de la sacralización al mapa....................................................................................68
Territorialidades en el ideal del Estado Nación.........................................................................72
Territorios de Civilizados.........................................................................................................76
Territorios para el Desarrollo..................................................................................................79
Territorios de ganadores y de perdedores en la globalización.............................................81
Desarrollo y violencia. Una mirada al territorio desde los planes de desarrollo en
Colombia......................................................................................................................................84

Construcción territorial desde el ambiente globalizado.......................................... 95


El medio ambiente en el sistema-mundo actual........................................................................96
Institucionalización del desarrollo sostenible..........................................................................103
La región en un nuevo escenario de valoración ambiental....................................................110

El Macizo Colombiano: ¿ecosistema estratégico o región socialmente construida?.115


Valoraciones territoriales en el caso del Macizo Colombiano................................................128

Referencias citadas............................................................................................... 140

Índice Analítico.................................................................................................... 148

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Índice de tablas

Tabla No 1. Ciclos de consolidación del sistema mundo capitalista en Samir Amin

Tabla No 2. Instituciones relacionadas con la investigación de la naturaleza

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Índice de mapas

Mapa No 1. Ecoregión del macizo Colombiano

Mapa No 2. Núcleo del Macizo Colombiano

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Agradecimientos

T odo texto es una aventura que siempre cuenta con la compañía de quienes
impulsan preguntas, críticas, reflexiones, motivaciones y revisiones de lo
expuesto. De diferentes maneras este libro fue posible por una red amplia de
amigos y compañeros de caminos. Las primeras iniciativas de escritura estuvieron
dadas por los contactos con los docentes en la maestría en Estudios sobre
Problemas Políticos Latinoamericanos de la Universidad del Cauca en especial
los profesores: Edgar de Jesús Velásquez quien amablemente escribió el prólogo
del libro, Zamira Díaz, Guido Barona y Diego Jaramillo a ellos un agradecimiento
especial. En este mismo espacio de formación a nuestra compañera y amiga
Gilma Ríos Peñalosa, su solidaridad y hospitalidad impulsó la culminación de
los estudios de maestría a pesar de difíciles circunstancias que vivimos en ese
momento. No podría quedar por fuera el profesor Herinaldy Gómez quien dirigió
el trabajo de grado, su mirada fue muy enriquecedora para múltiples aspectos de
la concepción y compresión del territorio.

Luego, cuando la propuesta tomó la forma de texto, fue vital la participación


del comité académico de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios del
Desarrollo de la Universidad del Cauca allí participaron Javier Tobar,
Alfredo Londoño, Olga Lucia Cadena y Olver Quijano Valencia quien
además de apoyar la publicación realizó una lectura exhaustiva del texto.
Julián Sabogal Tamayo y Felipe García Quintero leyeron el manuscrito e
indicaron algunos vacíos y aspectos a profundizar, mi gratitud con su labor.
Más que un agradecimiento una reiteración de la importancia en mi vida de
su presencia, Luz Marina Ardila (mi esposa) quien pacientemente ha leído
corregido y planteado preguntas relevantes sobre el texto.

En la Editorial de la Universidad del Cauca la decidida colaboración


de Alejandro Rojas y de Luis Guillermo Jaramillo hicieron posible una
evaluación externa y consideraron pertinente su publicación, en esa misma
instancia la participación de Luis Felipe Urrea (q.e.p.d) para la corrección
de estilo mejoró la presentación final del escrito, aun cuando su tempana
partida no le permitió ver su trabajo hay un especial agradecimiento a su
labor. En esta misma dirección un agradecimiento por el trabajo de María
Fernanda Martínez y su equipo de Savana por el diseño del libro; a Alex

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Audiver por el diseño de la portada; y Mercy Burbano quien contribuyó


con los mapas.

Por ultimo a las comunidades del Cauca que me han permitido ampliar y
profundizar mis saberes sobre la sociedad y sus caminos de vida digna, en
especial a los amigos de la Vega - Cauca y al Comité de Integración del
Macizo Colombiano – CIMA.

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Prólogo

E l libro “Globalización, sistema mundo y territoriales locales”, es el resultado


de un largo y paciente proceso de reflexión teórica, metodológica y política,
emprendido por el profesor Carlos Enrique Corredor Jiménez, desde su
temprana formación en el pregrado como economista. Su formación avanzada
en la Maestría en Estudios Políticos Latinoamericanos y en el Doctorado en
Antropología, le permitieron ampliar sus horizontes investigativos y profundizar
sus análisis. Estamos frente a una obra de reciente escritura pero de lejanas
preocupaciones intelectuales que le asisten quien con particular originalidad entra
a formar parte de los intelectuales latinoamericanos que desde la segunda mitad
del siglo XX han contribuido a la formulación de un pensamiento económico
crítico propio (Hinkelammert 2001).

Es importante revalorar el papel que juegan los economistas en el contexto local,


departamental, regional, nacional e internacional, frente a problemáticas como
la exclusión social, política, étnica y económica; la degradación del ambiente,
la violación de los derechos humanos, el creciente empobrecimiento material
y espiritual de los pueblos, fenómenos éstos que inciden en la identidad del
Departamento del Cauca, como uno los espacios con mayores índices de
necesidades básicas insatisfechas, violencias y atraso en Colombia. El anterior
panorama le interpela, a la intelectualidad cultora del saber social y humanístico,
análisis críticos y probables alternativas de solución. No sobra señalar que el
autor de este libro no hace parte de esa legión de economistas al servicio del
imperialismo en sus múltiples expresiones (Gelinas 2006).

Partimos de la consideración de Karl Raimund Popper (1995), en el sentido de


que la ciencia será siempre una búsqueda, jamás un descubrimiento definitivo
y concluyente. Es un viaje, nunca una llegada y, en ese mismo sentido, el
conocimiento además de ser transitorio y relativo, se justifica y tiene pertinencia
en cuanto contribuya a la solución de los problemas planteados por los pueblos
en espacios y tiempos definidos. Los intelectuales (en formación y formados)
con un ápice de sensibilidad frente a la problemática circundante deben asumir
responsablemente su vida, convirtiéndose en preguntadores, comprometiéndose
con la utopía, imaginándose sociedades mejores y poniendo su conocimiento
al servicio de ese fin. Defender la identidad de sus pueblos y crear líneas de

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

pensamiento distintas a las provenientes del norte de donde el pensamiento y


las ideas vienen ya enlatadas y precocidas para ser rumiadas por los intelectuales
del sur quienes intentan servirlas ya digeridas; así como crear nuevos conceptos,
valores y categorías para el Siglo XXI hacen parte del catálogo de responsabilidades.
En estos caminos encontramos al profesor Corredor Jiménez con su obra.

Lograr que su capacitación como tal sea útil en la construcción de alternativas


distintas a las impuestas, crear condiciones para el surgimiento de un pensamiento
social latinoamericano riguroso legitimador de propuestas de cambio, imaginar
modelos sociales y políticos alternativos desde los movimientos sociales;
enriquecer su responsabilidad social, ética y política respecto de una crítica de
la miseria donde vive la mayoría de nuestras sociedades; ayudar al conocimiento
de la realidad, criticar el orden establecido, recuperar las culturas, las identidades
locales y nacionales como arma fundamental y elemento crucial para nuevas
alternativas; ser la voz independiente frente a la realidad del continente que lo
interpela, reservarse en todo caso una función crítica, proponer alternativas viables
y rascar la herida sin cesar, hacen parte del catálogo de principios éticos que se
deslizan a lo largo de esta obra.

Insistir en los principales conflictos irresueltos de nuestro mundo periférico,


reconocer formas de explotación e injusticia ignoradas por el actual discurso
político hegemónico, ser portadores de valores y hacedores de mapas inteligibles
de la realidad, ser críticos del poder cualquiera sea su forma, tener una mirada
histórica, capaz de zafarse del pragmatismo impuesto por los dogmas neoliberales
y ser capaces de construir nuevos argumentos, formularse nuevas preguntas
a partir del conocimiento producido y difundido y pensar en América Latina
como región reinventando el proceso de integración más allá de lo estrictamente
económico, fortalecer las luchas libertarias, son entre otros, los roles que, según
mi perspectiva, deben asumir los intelectuales respecto a la situación de América
Latina y Colombia, como en efecto los asume el profesor Corredor Jiménez.

Una de las distintas características que le asisten a los intelectuales latinoamericanos,


es la dispersión en materia temática y teórica y, concomitante con ello, el liviano
rigor. En el caso que nos ocupa, esta obra se inscribe en la larga serie de trabajos
que ha producido el profesor Corredor Jiménez de lo cual se infiere que tiene
unas definidas líneas de trabajo consolidadas en los últimos veinte años, y el rigor
conceptual, teórico y metodológico es evidente. Se trata de un autor que atraviesa
por su mejor momento en materia de producción intelectual y que asume el
compromiso ético de docente universitario, no solo de contribuir a la formación
de nuevas generaciones de economistas, sino de controvertir a las corrientes de
pensamiento que justifican y defienden los modelos de producción que rezuman
lágrimas, sudor, sangre y muerte.

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Prólogo

Bien lo dijo Carlos Pereyra (2002:49) “Los académicos que entienden su labor como
algo aislado de toda responsabilidad política, no pueden evitar que el resultado
de sus investigaciones tiendan a desdibujarse: esto es consecuencia natural de la
separación forzada entre el saber (social y humanístico) y el horizonte político
en que ese saber se produce”. A lo largo de los cuatro capítulos de que consta su
obra, el profesor Corredor Jiménez logra mostrar las relaciones de causalidades
y efectos entre los intereses de unos contextos internacionales y las condiciones
concretas de los pueblos del macizo colombiano. La acumulación primaria de
capitales no es asunto exclusivo del origen del capitalismo, en este importante
libro su autor permite inferir que en el Departamento de Cauca existen formas de
acumulación capitalista que guardan algunas similitudes con la que tuvieron lugar
en Europa.

En uno de los textos Umberto Eco (1995), encontramos una sugerente manera de
comprender una obra. Plantea dicho autor la intentio auctoris, la intentio operis
y la intentio lectoris, como triada hermenéutica, por cuyo intermedio es factible
el acercamiento a una obra. En la intentio auctoris, pueden confluir factores
psicológicos, ideológicos, religiosos, económicos, sociales, culturales, políticos y,
desde luego, la subjetividad individual y social (Gonzales 2002), de los cuales
el profesor Corredor Jiménez no es la excepción. El autor en este caso, no es el
resultado del azar, no es transplantado súbitamente de un lugar a otro, su presencia
no se registra por generación espontánea. Es el resultado de una amalgama de
factores e influencias que determinan su ser, sus experiencias y su pensamiento.
Su presencia en reiteradas ocasiones en el macizo colombiano le permite hablar
con conocimiento de causa del objeto de su estudio. La intentio auctoris es un
retrato del autor en un preciso instante de su vida.

La intentio operis, es un fragmento de la intentio auctoris, es la parte exhibida, la


parte oculta proviene del hermeneuta o lector. El autor no puede estar en cada
uno de los lugares donde se exhibe, expone o comercia su obra. La obra cuando
sale a la luz pública, empieza a ser del domino público, pierde el carácter de
privacidad y queda expuesta al escrutinio. La parte oculta de la intentio operis,
proviene del lector quien ausculta y cree encontrar en una obra, la intentio operis.
Cada cultura, civilización, tiempo o región, reconstruye la intentio operis de una
obra. Corresponde al lector, buscar la intentio operis y por medio de la búsqueda
afloran las más disímiles interpretaciones y comprensiones sobre una misma obra.
Nadie, que conozca esta obra del profesor Corredor Jiménez, será imparcial frente
a los que ocurre en el Departamento del Cauca y en particular en el macizo
colombiano. Puede considerarse en ese sentido, que el ejercicio incesante por
parte del hermeneuta, por detectar la intentio operis, pasa a ser parte de la
misma obra, se incorpora a la tradición, según la perspectiva de la hermenéutica
gadameriana (Gadamer 1984).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La intentio lectoris, se concibe como el conjunto de intereses y expectativas que


mueven al lector hacia una obra. La intentio lectoris es la inquietud que media
la relación entre el lector, en este caso el hermeneuta, y la obra. En la base de
la intentio lectoris, están los prejuicios, las precomprensiones, las prelecturas, y
en general, todas las cargas emocionales que agobian al lector y que lo empujan
hacia una obra. En la intentio lectoris se parte de una lectura pretextual y del
uso libre de los prejuicios. Desde la intentio lectoris, se ha dicho, puede haber
distintos usos de los textos: un uso destructivo, un uso formativo y un uso crítico.
Las relaciones que existen entre intentio auctoris, intentio operis e intentio lectoris,
son de interdependencia mutua, en ninguna de las tres variables de esta misma
ecuación cabe la neutralidad, como lo es la obra del profesor Corredor Jiménez.

En medio del unanimismo, del colonialismo académico, de la alienación (también


de la intelectualidad colombiana), del burocratismo de los docentes universitarios,
del facilismo académico, de la miseria espiritual ingénita de la mayoría de la
población colombiana, de los fundamentalismos, de la ceguera y de la sordera; este
libro del profesor Corredor Jiménez es oportuno, bien logrado en materia formal
y de contenido. Una lectura crítica del mismo nos permitirá llegar a la fatídica
conclusión expuesta por Claude Lévi-Strauss para caracterizar la degradación del
ambiente, cuando afirmó: “El mundo comenzó sin el hombre y acabará sin él”.

Edgar Velásquez Rivera


Profesor Titular
Universidad del Cauca

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Prólogo

Referencias

Eco, Umberto.
1992 Los límites de la interpretación. Barcelona: Lumen.
Gadamer, Hans-Georg.
1984 Verdad y método. Fundamentos de una hermenéutica filosófica.
Salamanca: Sígueme.
Gélinas, Jacques B.
2006 El monstruo de la globalización. Desafíos y alternativas. Bogotá:
Hombre Nuevo Editores.
González Rey, Fernando
2002 Sujeto y subjetividad. Una aproximación histórico-cultural. México:
Thomson.
Hinkelammert, Franz
2001 Raíces del pensamiento crítico. Bogotá: Universidad Distrital Francisco
José de Caldas.
Pereyra, Carlos.
2002 ¿Historia para qué?. México: Siglo XXI editores
Popper, Karl Raimund
1995 La responsabilidad de vivir: escritos sobre política, historia y
conocimiento. Barcelona: Paidós.

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Introducción

E n una carta abierta de septiembre 9 de 2012 Noam Chomsky, -quien es


uno de los académicos vivos de mayor significación para la izquierda
del mundo- le pide al presidente Juan Manuel Santos que no permita el
desarrollo de los proyectos de gran minería en el Macizo Colombiano. Esta
solicitud sin precedentes surge del encuentro que tuvo el lingüista norteamericano
con el proceso comunitario ‘Somos Agua de esta Tierra’ en el corregimiento
Santa Rita, ubicado en el municipio de la Vega, Cauca. La organización civil la
conforman campesinos que luchan por el control comunitario de las fuentes de
agua de la localidad.

El Macizo Colombiano aún es la principal estrella hidrográfica de Colombia y


gran parte de su extensión está en el Cauca. Allí nacen cuatro de los importantes
ríos del país. Los proyectos de explotación minera en esta región los realiza
principalmente la multinacional Andro Gold Ashanthi, que ya tiene varios títulos
de explotación otorgados por Ingeominas y ha presentado más solicitudes de
licencia para otros sectores del Macizo. La oposición de la comunidad a este tipo
de proyectos está justificada en la defensa de la biodiversidad de flora y fauna,
en frenar la contaminación de fuentes de agua e impedir la pérdida progresiva
de espacios de acción para las economías campesinas que producen alimentos
y se encuentran cada vez más acosadas por las dinámicas de mercantilización
capitalista de la naturaleza y la vida misma; propuesta impulsada hoy desde el
gobierno nacional para convertir la región en una locomotora minera.

Dichos actos políticos, económicos y simbólicos vinculan al Cauca con dinámicas


y lógicas globales, y expresan un conflicto entre intereses económicos de
multinacionales, los proyectos de desarrollo impulsados por el Estado y los sentidos
de la vida de comunidades locales del Cauca. En este escenario la voz de intelectuales
anticapitalistas, las comunidades y las pretensiones del Estado colombiano, muestran
un complejo proceso de interrelación entre lo local y lo global.

Este libro busca mostrar la existencia de un conflicto entre la territorialidad que


pretende construir y dominar las fuerzas de la globalización neoliberal y las
lógicas de actuación comunal que se dan en el plano local para el Cauca. En
tal sentido, la posibilidad de profundizar en la geopolítica que trae consigo la

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

globalización, fundamentalmente en las miradas territoriales, se constituye en el


centro de análisis de este texto, con el cual se busca develar los contenidos
políticos y las pretensiones de poder que subyacen a la lectura del territorio. Por
ello se abordan las diferentes perspectivas presentes acerca de las concepciones
actuales del territorio, un concepto plural y polisémico.

En tanto las modificaciones planteadas por la globalización en el contexto


colombiano y latinoamericano se expresan en el territorio, éste se constituye
en un escenario de confrontación, decíamos, donde se dan y concretan
intereses, visiones y proyectos de sociedad contrapuestos, antagónicos. En el
espacio de lo local es donde más se percibe la presencia de este conflicto que
abarca dimensiones económicas, políticas, sociales y culturales. Desde dicha
configuración se requiere reflexionar sobre el panorama regional como el
espacio en el cual se materializan los paradigmas impuestos desde el contexto
global, pero también visto como un lugar donde se construyen soluciones a las
distorsiones que implica seguir estos modelos.

Debido a las características y esquemas organizativos, así como por la diversidad


política y sociocultural, el Departamento del Cauca se constituye en un escenario
que evidencia las tensiones locales y globales del ‘territorio’ en Colombia. El
medio ambiente, el empoderamiento político y la condición étnica de la población
son dinámicas de transformación local que plantean una percepción diversa de
la globalización, factores que se presentan de múltiples maneras en el Cauca.
Para el caso particular del ‘territorio’ no se lo reduce simplemente a un espacio
físico depositario de recursos susceptibles de ser llevados al mercado, sino como
un escenario humano, vivencial, en el cual se desenvuelve tanto la existencia
individual como el ser social de las comunidades locales, estrechamente vinculadas
con la tierra, puesto que existe una apropiación que integra de manera plena a la
comunidad con el territorio.

Para hacer posible la certidumbre de ver cómo los significados territoriales de la


globalización son un escenario de conflicto político que tienen implicaciones en
un espacio local para el caso del Cauca, el presente libro parte de identificar, en
el primer capítulo, las diferentes construcciones conceptuales de la globalización
en las cuales se presenta formalizaciones territoriales. Tres perspectivas nos
permiten acercarnos a las propuestas conceptuales de la globalización: la primera
la plantea como fenómeno reciente, único e inmodificable en el transcurrir del
espacio-tiempo del capitalismo, allí las figuras de ‘Aldea Global’ ‘Fabrica Mundial’
o ‘Sociedad en Red’ se presentan como construcciones discursivas en las cuales se
da énfasis y preponderancia a las modificaciones tecnológicas y de comunicación
que transforman y modifican las condiciones de vida productivas y, por tanto, las
formas de relación social.

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Introducción

Una segunda perspectiva reconoce que las explicaciones planteadas para entender
la globalización y su propuesta territorial hacen parte del devenir histórico del
capitalismo como proyecto que, a su vez, configura un sistema de relaciones entre
centro, semiperiferias y periferia; lo cual subordina economías, Estados o regiones
a los designios de relaciones económicas mundiales. ‘El moderno sistema mundo
capitalista’ de Wallerstein (1979) y los modelos de explicación de la dependencia,
son los referentes que permiten ubicar críticamente la globalización dentro del
proyecto capitalista global.

Una tercera mirada indica que no solo las explicaciones económicas son una
fuente de análisis para entender las territorialidades de la globalización, se
requiere adicionar las interpretaciones y construcciones semánticas del espacio
geográfico, las cuales representan contenidos de dominio económico, conceptual
y valorativo. Lo anterior sucede en un marco de relaciones que refuerzan y
dan sentido a la continuidad de un proyecto colonial, con el que se pretende
subvalorar, subalternizar e invisibilizar otros modos de vida ubicados por fuera
del proyecto de modernidad, capitalismo y razón: como sabemos, de imposición
hegemónica, único y válido para todas las sociedades.

El segundo capítulo muestra las construcciones semánticas del territorio


configuradas en el proyecto de Estado-Nación colombiano. Aquí se destacan una
serie de presentaciones que se pueden rastrear desde los inicios del proyecto
colonizar español, pasando por la construcción de la Republica, hasta las lecturas
contemporáneas del territorio para el desarrollo y la globalización, en las cuales
ciertos lugares han sido representados como salvajes, irracionales, inhóspitos,
violentos y ahora perdedores en la globalización.

Esta continuidad en la lectura territorial se logra identificar en dos Planes de


Desarrollo que construyen, desde referentes presentados como técnicos, un ideal
por el cual la vida social, la naturaleza y sus gentes son ‘capitales’ necesarios
para la inclusión de la economía en los contextos de la globalización. El capítulo
tiene de reseña inicial las lecturas del territorio como construcciones semánticas
planteadas en los trabajos de Margarita Serje (2005) en el caso de la frontera
interna y Guido Barona (1993) en la invención de América y la mirada de Agustín
Codazzi sobre el Casanare como un territorio vacío (Barona, 2000).

Estas reflexiones académicas resaltan lecturas del territorio y sus gentes que
tienen estrecha conexión con la primera misión del BIRF para Colombia (1949),
coordinada por Lauchlin Currie, al representar los territorios para el desarrollo y los
que hoy se interpreta como territorios ganadores y perdedores de la globalización,
esta vez propuestos por estudios de la CEPAL y los planes de desarrollo ‘Cambios
para Construir la Paz’ (1999) y ‘Hacia un Estado Comunitario’ (2003).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

El tercer capítulo parte de reconocer, mediante diferentes evidencias, que


el tratamiento al problema ambiental es uno de los grandes diseñadores de
la globalización, lo cual ha obligado a crear alternativas al modelo capitalista
en su actuación, las modificaciones productivas, la valoraciones de impactos
negativos sobre el medio ambiente, nuevos mercados verdes y cambios en las
regulaciones entre empresas y Estado serán parte de las nuevas condiciones en
que se realiza la producción. Estos cambios se han diseñado como parte del
desarrollo sostenible, una variante de la compleja idea del desarrollo que se
impulsa de manera recurrente por diferentes organismos internacionales con la
pretensión de mostrar la sustentabilidad del capitalismo. En este escenario se
puede ver un variado repertorio de cambios en la administración de territorios
que afectan de manera creciente los espacios de la periferia del sistema mundo
capitalista, lugares donde existen una amplia diversidad ambiental que requiere
ser preservada, mercantilizada y configurada como ‘capital natural’ para lograr
una ‘aldea global sostenible’. Este panorama de cambios se muestra de manera
particular para el caso colombiano.

El cuarto capítulo del trabajo centra el interés en un caso local para el Cauca, y
que está dado por la construcción regional del Macizo Colombiano. En términos
ambientales diferentes miradas tienen como eje central la valoración estratégica
para este territorio. Las implicaciones desde una perspectiva de región se pueden
ver en: 1) La creación y desarrollo del Convenio Intercorporativo del Macizo
Colombiano y 2) Las movilizaciones sociales desarrolladas por las comunidades
en 1991, 1996 y 1999. Estas expresiones recogen la complejidad del proceso y la
imposibilidad de consolidar una visión única e integral del concepto de región y,
por tanto, un sentido integral de territorio.

La primera acción es una propuesta institucional nacida de las Corporaciones


Autónomas que tienen presencia en el Macizo Colombiano, realizada con el apoyo
del ministerio del Medio Ambiente. La segunda, las movilizaciones sociales, son
la expresión de las comunidades auto-organizadas a raíz de las reivindicaciones
por el mejoramiento de las condiciones de vida y una valoración de los espacios
locales como posibilidades para construir escenarios alternativos de procesos
económicos, sociales y políticos autónomos.

Con esta propuesta de análisis para el Macizo Colombiano se intenta dar respuesta
a las implicaciones políticas presentes en las diferentes visiones territoriales, las
cuales surgen en el marco actual de las transformaciones económicas, políticas y
culturales propias de la denominada globalización. Tomando como referencia un
caso particular para el Cauca se ve cómo una construcción local es mediada por
intereses de todo tipo, y también es una propuesta construida por las formalizaciones
ambientales de la globalización que tiene y refleja dimensiones políticas.

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Introducción

Si bien las reflexiones aquí presentadas fueron inicialmente documentos de trabajo


elaborados hace un tiempo para la Maestría en Estudios sobre Problemas Políticos
Latinoamericanos de la Universidad del Cauca, el diálogo académico y comunitario
no ha cesado de producir inquietudes, renovadoras de las ideas iniciales, las
cuales han sido re-pensadas en varios espacios académicos, especialmente en el
Seminario de Localidades y Territorio de la Maestría en Estudios Interdisciplinarios
del Desarrollo, donde fue posible exponer y conversar en torno a estas cuestiones
con estudiantes de las dos primeras cohortes, de igual manera en el Seminario
Sujetos Cultural y Política de la Maestría en Ética y Filosofía Política. Otro espacio
de socialización fue el Seminario de Geopolítica y Medio Ambiente que se
construyó de manera colectiva por fuera de tiempos y lógicas convencionales de
la academia con estudiantes en trabajo de grado del programa de pregrado en
Ciencia Política. Las monografías que allí se discutieron son un complemento muy
valioso de lo aquí expuesto.

Este texto es una invitación a pensar desde la diversidad y la diferencia, mantenidas


y preservadas por construcciones socioculturales que apuestan por la vida digna en
el territorio. Estas referencias son esencialmente comunitarias, están presentes en
múltiples lugares de la nación, sus procesos avanzan en el cada vez más complejo
panorama de incertidumbre, muchas veces a espaldas del mundo académico,
en contradicción con las políticas del Estado y con las visiones mesiánicas de la
izquierda tradicional.

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Territorialidad en
las visiones de
la globalización

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D e seguro que advertir la existencia de diferentes visiones sobre la
globalización no es un asunto novedoso, pero valorar la concepción
territorial de esas miradas se torna indispensable para dar sentido a la
relación de la geopolítica que emerge de dicho concepto. En este camino se
entiende que existen diferentes interpretaciones –en buena parte opuestas o
excluyentes entre sí– acerca de la globalización como fenómeno social, político y
económico. Incluso hay quienes no comparten el concepto de globalización como
fenómeno reciente y novedoso de la organización social mundial y, por tanto,
se oponen al uso de la palabra proponiendo que el verdadero significado del
momento actual se debe expresar como imperialismo o sistema mundo capitalista.
También es posible encontrar que las propuestas explicativas a este fenómeno
están vinculadas con la discusión de las ciencias sociales en torno a la razón
moderna y su innegable carácter ideológico.

Desde dicha panorámica este capítulo busca presentar las propuestas de


territorialidad que se han propuesto sobre la globalización bajo diferentes
concepciones. Esta aproximación parte de entender que la territorialidad de la
globalización se encuentra en los argumentos que explican el espacio tiempo
mundial, y que los discursos conceptuales son una posibilidad de análisis realizados
a partir de las metáforas de representación que éstos plantean. Allí existe una
visión del mundo, de la organización de la sociedad y del ser humano que se
proyecta como realidad, y a la cual subyacen preceptos políticos e ideológicos no
expresados explícitamente.

El análisis de las territorialidades implica asumir el territorio como una


construcción social que se concreta en expresiones de la cultura, de la vida social
y de los imaginarios que las guían. Distintas construcciones culturales tendrán
entonces diversas formas de construir el territorio. Se define así el espacio como
categoría natural y al territorio como una construcción cultural; de tal manera
que mientras el primero puede entenderse como determinación constitutiva e
inseparable de las cosas y los procesos físicos mismos,1 el segundo está referido
a la forma como se expresa la espacialidad, fundamentalmente la espacialidad
humana2 (Coraggio 1994)

1 En otras palabras el espacio es la condición categorial de lo extenso y una propiedad


necesaria para la existencia.
2 Se reconoce a partir de la etología la posibilidad que en algunos animales desarrollen
apropiación territorial y ejercen allí una espacialidad concreta. No siendo la territorialidad
un aspecto exclusivo del ser humano (García 1976).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

De esta manera el espacio es un continuum que solo pude ser delimitado


en la medida que se da la territorialidad, bien sea de exclusividad positiva o
negativa. Una territorialidad de exclusividad positiva de un individuo, de un grupo
social o de un pueblo será negativa para los otros individuos, grupos sociales
o pueblos con los que mantienen interrelaciones. La confluencia de estas dos
formas de exclusividad territorial generará al mismo tiempo espacios en común
que dan cabida a otro nivel de actuación social, lo cual, a su vez, evidencia una
territorialidad de exclusividad positiva y negativa en un proceso continuo de tesis,
antítesis y síntesis de los niveles superiores de territorialidad (García 1976)

En construcciones sociales con concepciones culturales diferentes se presentará


no solamente una lucha por la interpretación de la territorialidad, sino también
una propuesta conceptual y política en la búsqueda de establecer una exclusividad
territorial positiva. Se trata de procesos que se hacen más evidentes hoy en la
denominada ‘globalización’. Las pugnas por la exclusividad territorial de imaginarios
sociales y referentes de vida distintos forman parte de la geopolítica que analiza
las diferentes territorialidades como expresiones políticas y de disputas de poder.

La discusión actual en torno a la globalización necesariamente trae implícita una


concepción territorial de la organización social, en la cual existe un universalismo
de tipo cultural, político y económico contrapuesto a ideas y espacios locales. Lo
global es un escenario sin fronteras territoriales que articula a todas las expectativas
locales. Mientras que existe en los espacios locales una identidad territorial, ésta
tiene la posibilidad de perder sentido en la medida que se articula como un punto
más dentro de la globalización o bien recobra significado por cuanto logra hacerse
visible como un escenario de diversidad. Esta articulación sugiere que todos los
escenarios locales son nodos de una compleja red de actores que se identifican o
diferencian en la medida que encuentran respuestas a sus aspiraciones en otros
nodos o puntos de la red, los cuales buscan y persiguen ideales, proyectos y
valoraciones similares.

De igual manera el contexto de la globalización hace suponer que cualquier


punto local tiene la capacidad de influenciar otros sitios, con los cuales se
encuentra articulado, para generar trasformaciones globales. Esa lectura presenta
a la globalización como proceso novedoso y único en la sociedad que posibilita
una territorialidad positiva a nivel mundial para todos los habitantes del planeta,
sin que se pueda excluir ningún punto. Se genera así una valoración en la que
el espacio deja de ser el limitante para las relaciones sociales y construye los
espacios virtuales por los cuales es posible una nueva forma de territorialidad.

En oposición a esta visión hegemónica de la globalización se desarrollan dos


lecturas que configuran una mirada crítica de las concepciones territoriales. La
primera es la concepción del Sistema Mundo y la Teoría de la Dependencia que

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

confrontan la globalización como concepto para ubicarla bajo la perspectiva de


considerar el desarrollo histórico de las relaciones del capitalismo en su despliegue
como sistema mundial. Lo anterior permite ubicar las propuestas territoriales
generadas en ese proceso de dependencia en la historia de América Latina y
de Colombia. Esta concepción enfatiza la idea de subordinación, dependencia y
estructuras de relaciones de sometimiento que ha negado la versión hegemónica
de la globalización.

La segunda lectura nos remite a la manera cómo la globalización propone una


concepción territorial desde las fuerzas del capital y es confrontada por los sentidos
de construcción cultural de lugar, esto es, de los espacios territoriales portadores
de significación, identidad y, por tanto, de subjetividades que no siempre son
coherentes con esta idea de globalización. A partir de esta concepción es viable
evidenciar la diferencia y el antagonismo de los paradigmas interpretativos de la
realidad que propone una lectura de las ciencias sociales eurocéntricas, afín al
proyecto moderno/capitalista y otras formas de identidad.

La globalización: ¿fenómeno novedoso y único en la historia humana?

Durante las últimas décadas el tema de la globalización ha ocupado la atención de


gran parte de los intelectuales y académicos de las ciencias sociales. La cantidad
de información producida, como de trabajos académicos y páginas de Internet
resulta extensa, y cualquier estudio nuevo tendría que reconocer que no puede
dar cuenta de toda la producción que tiene esta noción en los diferentes enfoques
desarrollados desde entonces.

La adopción de la palabra ‘globalización’, empleada para explicar los procesos de


expansión económica, cultural y política, se ha generalizado de tal manera que se
vuelve confuso precisar el término. Por ello se tomarán en cuenta dos propuestas
que postulan la globalización como fenómeno novedoso, único e irreversible de
la sociedad mundial.

La primera resalta la importancia de la tecnología aplicada en los medios


de comunicación como factor determinante de nuestra época. Asimismo, las
lecturas de la ‘Aldea Global’ y sociedad en red son una muestra de cómo se
piensa y entiende la globalización desde esta postura. La segunda propuesta
se hace desde la creciente influencia que tiene la internacionalización de la
economía como factor clave del proceso de globalización, siendo fundamental
la idea de desterritorialización, acumulación flexible y posfordismo como
paradigma productivo.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La lectura de la globalización como metáfora,3en este caso ‘Aldea Global,’ recoge


la idea planteada por el comunicador canadiense Marshall McLuhan, quien
concluyó que la cultura y, fundamentalmente, la comunicación dan origen
a una aldea global que rebasa el ámbito de las ciencias de la comunicación,
ya que compromete un proceso de evolución humana donde los sistemas
informativos son una nueva neocorteza cerebral colectiva que mueve al planeta.
Los medios electrónicos, desplegados en la comunicación tecnológica, generan
una articulación como nueva energía psicofísica que terminan posibilitando
la interacción y cohesión planetaria. Surge así, en la visión de McLuhan, una
conciencia humana planetaria, pues los medios masivos de comunicación, y su
papel en la sociedad, permiten la ampliación de los sentidos del Hombre pero
también una prolongación de las instituciones sociales (Madrid 1997). Una cita de
McLuhan retomada por el comunicador español Octavio Islas (2002: 35) muestra
su concepción de Aldea Global:

Después de tres mil años de explosión por medio de técnicas


fragmentarias y mecánicas, el mundo de Occidente entra en implosión.
Durante las eras mecánicas prolongamos nuestros cuerpos en el espacio.
Hoy en día, después de más de un siglo de técnica eléctrica, hemos
prolongado nuestro propio sistema nervioso central en un alcance
total, aboliendo tanto el espacio como el tiempo, en cuanto se refiere a
nuestro planeta. Estamos acercándonos rápidamente a la fase final de las
prolongaciones del hombre, o sea la simulación técnica de la conciencia,
cuando el desarrollo creador del conocimiento se extienda colectiva y
conjuntamente al total de la sociedad humana, del mismo modo en que
ya hemos ampliado y prolongado nuestros sentidos y nuestros nervios
valiéndonos de los distintos medios.

La idea de la Aldea Global formada desde los medios de comunicación


combatiría la tendencia occidental del conocimiento analítico, conceptual y
distante; en su lugar privilegiaría la imaginación, la síntesis de los sentidos y
un saber involucrado y participativo de todos los habitantes del planeta que
paulatinamente iría borrando el espacio y el tiempo de manera que la Aldea
Global vaya construyéndose como el referente fundamental de la organización
humana (Troncoso 1998). Esta metáfora permite ver la globalización fundada en
la comunicación y en las tecnologías comunicacionales que serían los elementos
constructores de una sociedad mundial cada vez más participativa y democrática.
La Internet, la televisión satelital, los celulares y, en general, todos los medios de

3 Se retoma aquí la propuesta de Octavio Ianni (1998:4) cuando argumenta que: “La
problemática de la globalización, en sus implicaciones empíricas y metodológicas, o
históricas y teóricas, se pueden plantear de modo innovador, propiamente heurístico, si
aceptamos reflexionar sobre algunas metáforas producidas precisamente por la reflexión e
imaginación desafiadas por la globalización”.

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comunicación tecnológica, que capturan la sensibilidad de los espectadores y los


hacen conscientes de su existencia como miembros de una sola raza humana, son
parte de la idea de globalización, pues:

La aldea global es un territorio ordenado por nuestros sentidos,


un producto cognitivo tecnológicamente determinado que bajo la
forma de espacio virtual transitamos de manera cotidiana y donde la
globalización es un tópico más de conversación, donde la guerra y la paz
son configuraciones de sentido específicas dotadas de consecuencias
predecibles pero que se codifican dentro del mismo territorio. Los
acontecimientos que presenciamos en el mundo, las “noticias”, las
catástrofes, las celebraciones multitudinarias forman parte de los rituales
donde la tribu plasma el orden que se le atribuye al cosmos. La aldea
global es la misma aldea originaria y primitiva pero sus habitantes ya
no hacen la guerra con lanzas sino con imágenes digitales vía satélite
(Troncoso 1998: 3).

Desde esta perspectiva puede entenderse que la relevancia de la globalización


radica en su nuevo modelo tecnológico, dando paso a un espacio virtual, en
el que no se requiere la cercanía o la adscripción a un espacio geográfico para
la generación de identidades. En caso contrario estas identidades, fundadas en
concepciones territoriales físicas de lugar, región o nación, se hacen muy difusas
y podrían ser remplazadas por otras de nueva naturaleza o carácter, propia de
los escenarios actuales que definen los medios de comunicación. La existencia
de comunidades virtuales, y la identidad planetaria que alrededor de éstas se
conforman, serían una expresión del espacio global como constructo social. En
su versión más amplia la tecnología da sentido y coherencia a la globalización,
vista ésta como propuesta social coherente con una nueva versión del desarrollo
humano, por lo cual:

La figura más representativa de la globalización es la intersección, tanto


en su sentido literal, como metafórico, matemático, estratégico, etc.
En el momento en que introducimos un mensaje en un buscador de
Internet y activamos con el ratón o el teclado estamos trazando una
intersección. Cruzamos nuestro código con una masa de información
que desconocemos, y como resultado obtenemos un número de
referencias que a su vez desentrañamos con nuevas búsquedas y cruces
de información. Con nuevas intersecciones. La tendencia de los mundos
físico y electrónico es a la convergencia y la multidisciplina. Ordenadores
y agendas electrónicas reúnen cada vez más programas y aplicaciones
que se combinan (Sarasqueta 2004: 25)

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Ver la globalización como el escenario determinado por la emergencia tecnológica


de las comunicaciones y las posibilidades de la misma en los procesos productivos
y culturales nos remite a lo que Manuel Castells (2002) denomina: “Sociedad Red”.
La propuesta del sociólogo español presenta a la sociedad como una estructura
cimentada por redes de información configuradas a partir de la tecnología y la
microelectrónica de la Internet. Este dispositivo no es simplemente una tecnología
sino el medio de comunicación global que constituye la forma organizativa de
nuestras sociedades actuales.

De esta manera la Internet abre campo a una nueva forma de sociabilidad mundial
o planetaria. Su propuesta pretende situar la internet como la fábrica de la era
industrial. A partir de allí emerge un nuevo paradigma sociotécnico que modifica
la base material de nuestras vidas y las formas cotidianas de relación, de trabajo
y de comunicación de la sociedad contemporánea. Para Castells la virtualidad
que existe en las referencias de la Internet no es lo fundamental del proceso
comunicacional global, lo es el hecho que esta virtualidad se trasforma cada vez
más en la realidad de todo cuanto vivimos.

La propuesta de la globalización como un escenario marcado por la creciente


internacionalización económica, y expresada bajo la metáfora de la ‘fábrica global’
de Octavio Ianni, plantea la lectura de una realidad sin precedentes en la historia
del capitalismo, en tanto que:

La fábrica global sugiere la trasformación cuantitativa y cualitativa del


capitalismo, más allá de todas las fronteras y subsumiendo formal o
realmente todas las otras formas de organización social y técnica del
trabajo, de la producción y la reproducción ampliada del capital. Toda
economía nacional, sea cual sea, se vuelve provincia de la economía
global. El modo de producción capitalista entra en una época propiamente
global y no internacional o multinacional (Ianni 1998: 6).

Para los enunciadores de esta metáfora, en su mayoría adscritos a las ideas del
Banco Mundial - BM y al Fondo Monetario Internacional - FMI, la globalización
es un proceso gestado desde 1870 y que tiene una ‘primera ola’ entre esa fecha y
1914. Durante este periodo los menores costos del transporte, las reducciones de
las barreras comerciales, el fenómeno migratorio, el aumento de las exportaciones
y la inversión extranjera, produjeron un fuerte crecimiento económico, reflejado
en un ingreso per cápita global, aumentando a una tasa sin precedentes.

Sin embargo, los promotores de esta idea reconocen que el proceso de globalización
no fue lo suficientemente acelerado para impedir el aumento del número de
personas en situación de pobreza y el crecimiento de las brechas de países en
proceso de globalización y aquellos que quedaron atrás. Las elevadas tasas de

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

desempleo y el nacionalismo en el campo político llevaron a los gobiernos a


recurrir a políticas de proteccionismo, empobrecedoras de los países vecinos,
pues éstos devaluaron sus monedas y aumentaron las barreras de protección
con el fin de obtener ventajas económicas a costa de sus socios comerciales.
En consecuencia, el período desde la Primera Guerra Mundial hasta la Gran
Depresión de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, significó un gigantesco salto
hacia atrás en la integración económica mundial (Dollar 2005).

La ‘segunda ola’ de globalización se ubica entre los años transcurridos de 1950


a 1980. En este periodo la globalización permitió, según el argumento arriba
mencionado, que crecieran los países pobres incluidos en procesos globales
con industrialización a mayor ritmo que los mismos países ricos. A la vez la
internacionalización económica fue acompañada de una tendencia hacia mayor
igualdad, respaldada por políticas y programas de bienestar social realizados
con la intervención de los gobiernos en estos sectores. Sin embargo, la mayoría
de los países en desarrollo no participaron plenamente en esta segunda ola de
globalización y continuaron limitados a la exportación de productos primarios y
no se beneficiaron de nuevas inversiones internacionales (Dollar 2005).

En el escenario de la ‘tercera ola’ de globalización iniciada a partir de la década


de 1980 se presenta como rasgo característico el hecho de contar con una mayor
participación de los países pobres con productos manufacturados y de valor
agregado en el comercio mundial. Esta fase de la globalización contribuye a
mejorar las condiciones de salud, educación y generación de ingresos de los más
pobres, postulado muy cuestionado hoy por los mismos resultados económicos
obtenidos. En la medida que una mayor integración económica y, por tanto, una
mayor globalización están presente en los escenarios de los diferentes países se
supone que la salud, educación y condiciones de vida mejoren y así se logra la
atracción de mayor inversión y por tanto de más desarrollo productivo (Goldin
2005). Sin embargo, contrario a los supuestos, se puede ver que no existe tal mejora
en la salud, como tampoco se cualifica la calidad de vida, pues los indicadores
muestran procesos de deterioro progresivo de estas, referentes en los diferentes
países globalizados. Se puede decir que hay una nueva categoría de asalariado,
la de ‘trabajador-desempleado’ producto de la llamada flexibilización laboral y la
marginalidad de la contratación laboral.

Esta visión sobre la globalización, fundamentada en la internacionalización


económica, se plantea la adopción de unos principios cuyo abandono o su
menor grado de desarrollo explica las situaciones de pobreza de los países no
globalizados. Estos principios se convierten en objetivos generales para que la
globalización sea portadora de un mayor crecimiento y, por tanto, de disminución
de la pobreza y el marginamiento; es decir, hacen posible la participación exitosa
en esta tercera ola del fenómeno global.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

El primer principio consiste en adoptar una política comercial tendiente a


generar mayor interacción económica entre los países en desarrollo y los países
desarrollados, por la cual se reduzcan los aranceles y se permita a los primeros
generar mayores exportaciones de productos manufacturados y no simplemente
bienes primarios. El segundo busca facilitar una mayor ayuda económica para
la generación de crecimiento sostenido por los países en desarrollo. El tercero
pretende generar un proceso de reforma financiera que permita un mayor flujo
de recursos e inversiones en el ámbito internacional sin mayores restricciones
para el capital. El cuarto y último principio plantea la necesidad de desregular los
flujos migratorios para posibilitar una mayor movilidad de personas y, por tanto,
de trabajadores a menor costo (Dollar 2005).

Un buen resume de esta idea de globalización económica está presente en la


propuesta del Fondo Monetario Internacional (2000:2-3) cuando sostiene que:

La “globalización” económica es un proceso histórico, el resultado de la


innovación humana y el progreso tecnológico. Se refiere a la creciente
integración de las economías de todo el mundo, especialmente a través
del comercio y los flujos financieros. En algunos casos este término hace
alusión al desplazamiento de personas (mano de obra) y la transferencia
de conocimientos (tecnología) a través de las fronteras internacionales.
En su aspecto más básico la globalización no encierra ningún misterio.
El uso de este término se utiliza comúnmente desde los años ochenta,
es decir, desde que los adelantos tecnológicos han facilitado y acelerado
las transacciones internacionales comerciales y financieras. Se refiere a la
prolongación más allá de las fronteras nacionales de las mismas fuerzas
del mercado que durante siglos han operado a todos los niveles de
la actividad económica humana: en los mercados rurales, las industrias
urbanas o los centros financieros.
Los mercados promueven la eficiencia por medio de la competencia
y la división del trabajo, es decir, la especialización que permite a las
personas y a las economías centrarse en lo que mejor saben hacer.
Gracias a la globalización, es posible beneficiarse de mercados cada
vez más vastos en todo el mundo y tener mayor acceso a los flujos de
capital y a la tecnología, y beneficiarse de importaciones más baratas y
mercados de exportación más amplios. Pero los mercados no garantizan
necesariamente que la mayor eficiencia beneficiará a todos. Los países
deben estar dispuestos a adoptar las políticas necesarias y, en el caso
de los países más pobres, posiblemente necesiten el respaldo de la
comunidad internacional a tal efecto.

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

De la noción de globalización económica planteada por el FMI puede deducirse


que la innovación tecnológica ha hecho posible modificar la producción,
haciéndola más flexible en términos territoriales, pues el conocimiento (la forma
de capital que hoy día tiene mayor relevancia para la acumulación) y la mano de
obra transitan libremente por los espacios globales.4 En tal sentido, el desarrollo
del espacio virtual ha servido para agilizar y hacer eficiente la circulación del
capital sin que medie otro proceso que la búsqueda de lucro en cualquier lugar
del mundo, de allí que para la movilidad de capitales sin restricción territorial el
espacio virtual ha sido el impulsor privilegiado de esta estrategia de acumulación
en un sistema especulativo de gran volatilidad.

En este caso se sigue viendo al mercado como la principal fuerza de configuración del
proceso global. Todos estos aspectos sobresalientes y necesarios en la construcción
de la globalización, o fundamentales para lograr un buen desempeño en la misma, se
presentan como los nuevos enfoques de la competitividad regional. La significación
de este proceso, desde el aspecto de la globalización económica, hace que el
capital busque más regiones que países para hacer procesos de inversión, y que
sea en las regiones donde se soporte, en mayor medida, el desempeño económico.5

Esa configuración plantea la idea de desarrollar una región a partir de la denominada


ventaja competitiva, o lo que es lo mismo, la combinación de lo que se ha
designado como capital humano, la dotación natural referida como condiciones
geográficas, la capacidad gerencial representativa de la clase empresarial local y
las instituciones.6 La propuesta fundamentada y desarrollada, especialmente por

4 En la práctica la movilidad de la mano de obra ha sido el inconveniente más crítico del


sistema, así lo demuestra el problema migratorio que enfrenan los países del centro, al no
lograr generar los espacio suficientes para la absorber la creciente demanda de trabajo. Por
otro lado la movilidad del capital por el mundo se ha realizado sin mejorar las condiciones
de trabajo digno de gran parte de la población de los países de la periferia, al contrario
los proceso de inversión de capital se supeditaban a la idea de utilizar una mano de obra
abundante que labora por salarios bajo.
5 Más que simples inversiones promovidas por el Estado hay que resaltar el papel central
de facilitador de la extracción del excedente económico; bien sea por utilización de
mano de obra cada vez más barata o del mercado interno como comprador de productos
transnacionales. En los dos casos se requiere la flexibilización laboral como una condición
del capital transnacional para posibilitar la entrada en cualquier país del llamado tercer
mundo.
6 Desde la configuración del análisis regional se supone superada la visión de la ventaja
comparativa propia de la economía clásica que trae una división internacional del trabajo,
donde los países periféricos solo tienen la posibilidad de explorar las ventajas dadas por la
dotación de recursos naturales y la abundante mano de obra barata que poseen. La ventaja
competitiva supone que todas las regiones tienen las mismas posibilidades en el contexto
internacional, siempre que tengan en cuenta las características que configuran la ventaja
comparativa, pero se deja de lado el análisis de la fuerte dependencia tecnológica de la
periferia que es un factor central en el proceso económico y condena a estas regiones a una
creciente incapacidad de competir en los sectores con alto contenido de valor agregado.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

el economista Michael Porter, redefine los conceptos de desempeño regional.


La competitividad se establece mediante rankings mundiales que finalmente se
constituyen en indicadores para los inversionistas de la globalización.

Como enfoque complementario a la postura económica se ha generado una


preocupación por la credibilidad en las instituciones y su relación con los niveles
de productividad y crecimiento innovador. Al respecto, la evidencia empírica
demostró que la organización social tiene un papel fundamental en los procesos
económicos, por lo cual se reconoce la necesidad de valorar el ‘capital social’,
entendido como la credibilidad de los ciudadanos en las instituciones y la capacidad
que éstas representan para consolidar procesos de inversión e innovación
regional (Moncayo 2002). En tal sentido problemas de corrupción, democracia,
participación ciudadana, entre otros, se convierten en temas susceptibles de ser
abordados por la empresa privada, que ve en estos mecanismos una manera
de obtener la estabilidad social requerida para garantizar la seguridad de sus
rendimientos económicos y una participación activa en la globalización.

Sistema mundo capitalista: visión del capitalismo histórico

En contravía a ver la globalización como fenómeno reciente y único de nuestra


época es esencial analizar el momento contemporáneo que vivimos como una
fase de acumulación capitalista dentro del largo proceso histórico iniciado en el
siglo XVI. Cuando la acumulación alcanza un nivel máximo de ganancia en un
espacio geográfico, los dueños del capital buscan otros espacios en los cuales hacer
posible una mayor retención del excedente económico producido socialmente.

Siguiendo esta hipótesis encontramos en los diferentes desarrollos históricos del


capitalismo los esquemas de internacionalización que fueron necesarios para que
el sistema se consolidara. Estos momentos se entienden desde una valoración
temporal que se vincula con el actual estado del capitalismo. Tal afirmación,
planteada por Samir Amin (1999), explica que los procesos actuales están
estrechamente relacionados con el desarrollo del capital contemporáneo. De tal
manera que la globalización debe ser entendida como circulación de mercancías e
inversiones, organización de la producción y tecnologías que están sobrepasando
los Estados nacionales. Aunque dicho fenómeno no es novedoso ni se puede
inscribir solo en contextos del desarrollo capitalista (Petras 2000).

Para Samir Amin (1999) existe la posibilidad de analizar el desarrollo histórico


capitalista por ondas largas que están referidas a diferentes etapas de la
consolidación del sistema a escala mundial, como puede verse en la tabla 1:

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

Tabla No 1. Ciclos de consolidación del sistema mundo capitalista en Samir Amin


Años del Ciclo Fase de la Ciclo Años del Ciclo Fase del Ciclo
1790-1814 Expansión 1814-1848 Desaceleración
1848-1872 Expansión 1872-1893 Desaceleración
1893-1914 Expansión 1914-1945 Desaceleración
1945-1968 Expansión 1968- Desaceleración
Fuente: Samir Amin (1999)

Cada ciclo comprende fases sucesivas de expansión y desaceleración corresponden


a innovaciones tecnológicas y a desarrollos políticos que ampliaron el mercado;
la relación puede verse así: a) La primera revolución industrial, con la revolución
francesa y el imperio napoleónico. b) La construcción de la red ferroviaria
completa, con la unificación de Alemania e Italia. c) La electrificación, con el
imperialismo colonial, y d) La reconstrucción de la posguerra y la modernización
de Europa y el Japón, con el surgimiento de la civilización del automóvil (Amin
1999). La revolución industrial de la microelectrónica y la biogenética sería la
última de las etapas vividas en el camino del capitalismo, y es innegable que se
constituye en una modificación significativa del sistema a nivel mundial.

Unido a esta lógica se encuentran los discursos impulsados por la ideología


dominante que fueron funcionales a cada momento de consolidación y despliegue
del capitalismo como son: el liberal nacionalista, el socialista nacional y, por
último, el neoliberal globalizador (Amin 1999). Esto Implica, como lo ratifica Petras
(2000), que la globalización es un discurso propio de la ideología dominante y
que ésta no se puede entender sin ubicarla en el contexto histórico de un sistema
económico mundial.

Desde este planteamiento las condiciones de América Latina son producto de una
serie de relaciones de dominación y explotación que estructuran el atraso que
vive en la actualidad. Es en la historia de Latinoamérica donde se encuentran las
raíces del fenómeno de dependencia, condiciones que a su vez han sido producto
de los procesos de mundialización del capitalismo.

Desde otra perspectiva teórica, pero con igual posibilidad de análisis, se ubica la
propuesta de sistema mundo de Inmanuel Wallerstein (1979). Esta construcción,
única en la historia de la humanidad, logra vincular a regiones más allá de donde
nacen las pretensiones del capitalismo. Un punto de partida importante consiste en
comprender el mundo que vivimos desde una mirada histórica de larga duración.
¿Qué cambia y qué permanece? será una pregunta necesaria para entender la
sociedad contemporánea. De allí que la llamada globalización no sea un aspecto
novedoso sino una condición inherente al capitalismo como sistema social, por
cuanto se trata de una esencia de su funcionamiento, una característica central
presente al revisar el recorrido vivido.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Es oportuno recordar que desde su nacimiento este sistema social se expande en


la búsqueda de acumulación, para ello articula diferentes formas políticas bajo un
mismo criterio económico, por lo tanto se constituye en un sistema mundial, el
cual es presentado en los siguientes términos:

[…] un sistema social, un sistema que posee límites, estructuras, grupos,


miembros reglas de legitimación y coherencia. Su vida resulta de las
fuerzas conflictivas que los mantienen unido por tensión y lo desgarran
en la medida que cada uno de los grupos busca eternamente remodelarlo
para su beneficio. Tienen las características de un organismo, en cuanto
tiene un tiempo de vida durante el cual sus características cambian en
algún aspecto y permanecen estables en otros (Wallerstein 1979: 489).

En la propuesta de Wallerstein solo han existido dos formas de sistemas mundo:


los imperios-mundo, con un modelo político único ejercido sobre gran parte de
su área de influencia que funcionara en diversos lugares del planeta y terminara
destruyéndose por las lógicas internas impulsadas; y las economías-mundo,
producto de la emergencia de una forma de organización en la era moderna,
surgida a finales del siglo XV y principios del siglo XVI, que comprendió dentro
de sus fronteras tanto imperios como ciudades Estados y las emergentes naciones-
Estados. Los vínculos internos establecidos fueron y son económicos, reforzados
por relaciones culturales y arreglos políticos. Cabe precisar también que: “el
sistema es mundial, no porque incluya la totalidad del mundo, sino porque es
mayor que cualquier unidad política jurídicamente definida” (Wallerstein 1979:21).
Asimismo cabe tener en cuenta que:

Para el establecimiento de una economía mundo fueron esenciales tres


cosas: la expansión del volumen geográfico del mundo en cuestión, el
desarrollo de variados métodos de control del trabajo para diferentes
productos y zonas de economía mundo, y la creación de aparatos de
Estado relativamente fuertes en los que posteriormente se convertirían
en estados del centro de esta economía mundo capitalista (Wallerstein
1979:53-54)

La economía-mundo surgida en la era moderna fue capitalista, lo cual implica


que el sistema se basa, fundamentalmente, en la acumulación a partir del capital
depositado. Este principio estuvo presente en sistemas de producción anteriores,
pero no lograba conectar todos los procesos de manera que se hiciera incesante
y exponencial. En la era moderna fue factible lograr los encadenamientos que
determinaron la consolidación y expansión de este principio. Fue así como las
reservas acumuladas en forma monetaria, la fuerza de trabajo destinada a ser
utilizada por el productor, la red de distribuidores y consumidores que fueran
compradores, se conectaron de manera permanente y estable. En los sistemas

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anteriores uno o varios de estos elementos faltaba o estaba bloqueado y, por


tanto, truncaba la posibilidad de hacer factible la acumulación por los dueños del
capital acumulado (Wallerstein 1998).

Dicha acumulación es diferenciada, pues no todos los participantes tienen la


posibilidad de beneficiarse, ya que su distribución la determina una estructura de
clases sociales relacionada con la posesión y el poder aplicados sobre factores
de producción, de allí que el excedente económico producido por la economía-
mundo se vincula tanto con una división del trabajo como con una distribución
geográfica que se expresa en niveles jerárquicos al interior del mismo sistema.

Esto por cuanto:

Las economías-mundo están divididas, pues, en Estados del centro y


áreas periféricas. No digo estado periféricos porque una características
de las áreas periféricas es que el Estado indígena es débil, oscilando
entre la no existencia (es decir, una situación colonial) y la existencia
con un escaso nivel de autonomía (es decir, una situación neocolonial).
Existen también áreas semiperiféricas que están entre el centro y la periferia
en una serie de dimensiones, tales como la complejidad de las actividades
económicas, la fuerza del aparato de Estado, la integridad cultural, etc.
Algunas de estas áreas eran centrales en versiones anteriores de una
cierta economía-mundo. Otras eran áreas periféricas, promocionadas
más adelante, por así decirlo, como resultado de la geopolítica cambiante
de una economía mundo en expansión (Wallerstein 1979: 492).

Un aspecto a resaltar en la configuración de una división social del trabajo es el


intercambio desigual, el cual hace factible acumular de manera sistemática en el
centro a costa de la pobreza generalizada en la periferia. Este intercambio desigual
fue ocultado sistemáticamente usando una separación entre un plano económico
donde se da el intercambio, la búsqueda incesante de acumulación y las necesarias
cadenas de mercancías, con un plano político soportado en la ideas de Estados
Nación soberanos y como entes aislados, autónomos. En realidad: “la concentración
de capital en la zonas de centro creó tanto la base física como la motivación política
para construir estados relativamente fuertes, entre cuyas múltiples capacidades
figuraban la de asegurar que los aparatos del Estado de las zonas periféricas se
hicieran o siguieran siendo relativamente débiles” (Wallerstein 1998:23)

Por otra parte, la acumulación plantea una búsqueda de ‘beneficios’, ésta sólo es
posible si se puede vender a precios superiores de los costos de producción. En
la misma perspectiva de Marx el trabajo es central en la acumulación. Al respecto,
Wallerstein aporta que este trabajo debe entenderse desde la distribución espacial,

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

la reproducción de las condiciones materiales y los contextos de poder cultural que


hacen posible la existencia de proletarios. En el caso de las condiciones materiales,
la existencia de una fuerza de trabajo convertido en proletariado requiere una
distinción entre trabajos. Con la proletarización creciente de la población se hizo
necesario distinguir entre trabajos productivos e improductivos, ya que:

El trabajo productivo (asalariado) se convirtió primordialmente en


la tarea del varón adulto/padre y secundariamente de otros varones
adultos (más jóvenes) de una unidad doméstica. El trabajo improductivo
(de subsistencia) se convirtió primordialmente en la tarea de las mujer
adulta/madre y secundariamente de otras mujeres, así como de los niños
y ancianos. (Wallerstein 1998:14)

Se puede entender, contrario a los argumentos históricos, que la mayor acumulación


fue posible no por una proletarización generalizada sino por la articulación de
formas distintas de trabajo al interior de la unidad doméstica, en las que se
presenta un amplio trabajo improductivo de subsistencia y reproducción de las
condiciones de vida de los proletarios, lo cual hace posible la existencia de mano
de obra dispuesta a trabajar por salarios bajos.

En la medida que la proletarización avanzó en el centro del sistema mundo


capitalista, también lo hizo la organización obrera que luchó y confrontó los
procesos de explotación, por tanto se buscaron espacios geográficos donde
ampliar la producción, en esta expansión se hizo evidente que la etnicidad
era: “un caparazón cultural que consolido los esquemas de la estructura de
unidades domesticas semiproletarizadas” (Wallerstein 1998: 18). Aquí se articula
la construcción de un régimen de representación de la modernidad constitutivo
sobre la otredad, con la condición productiva del capitalismo, quedando claro
que la etnización y la racialización también fueron una manera de profundizar la
explotación de una mano de obra de menor remuneración.7

Si bien puede ser muy útil profundizar en los procesos que se desprenden de
estos argumentos, el sentido de la presente reflexión solo procura plantear una
aproximación al concepto de trabajo en las ciencias sociales, y muy particularmente
en el caso de la economía, de allí que puedan quedar por fuera múltiples aspectos
necesarios de aclarar, profundizar o valorar en el planteamiento del sistema mundo.
Por los mismos argumentos expuestos es importante ver la lectura propuesta por
Wallerstein para comprender el sistema-mundo contemporáneo, especialmente en
los aspectos productivos. En esta explicación el autor plantea centrar el interés en
la siguiente pregunta: ¿por qué se ha reducido el promedio mundial de ganancias?

7 Este planteamiento está claramente emparentado con el análisis de Aníbal Quijano (2000)
que va mas allá y asegura que la categoría de clase social deja por fuera elementos del
contexto sexual, étnico y racial impuestos por un patrón colonial de poder.

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Si bien la ganancia surge de la posibilidad de vender a costos superiores a los de


producción, el capitalista enfrenta tres costos principales: el personal que trabaja
en su empresa, los insumos para el proceso de producción y los impuestos de las
estructuras gubernamentales (Wallerstein 2005).

La determinación de los salarios será el producto de la negociación constante de


los capitalistas con las fuerzas de trabajo organizadas, por lo general en sindicatos.
La manera como se da esta negociación cambia en los diferentes lugares del
sistema, de acuerdo con las condiciones de la sociedad política y las garantías a
las organizaciones de trabajadores.

Es evidente que en el centro del sistema existen espacios políticos de mayor consenso
social, los cuales han determinado un empoderamiento para la organización de
trabajadores, por tanto, éstos poseen condiciones de negociación más sólidas
que las organizaciones de la semiperiferia y periferias. Este aspecto ha hecho
evidente que la organización sindical de los países del centro capitalista presiona
por mejores salarios, limitando las posibilidades de ganancias de los capitalistas.
Tal contingencia ha dejado como única opción la idea de ‘fábrica desplazada’.

Al desplazar las fábricas a lugares en donde los costos de mano de obra son mucho
menores, el empleador no sólo obtiene menores costos remunerativos, también
gana fuerza política en la zona donde la fábrica se está instalando parcialmente,
así los trabajadores existentes pueden estar dispuestos a aceptar tasas salariales
más reducidas para prevenir una ‘huida’ de puestos de trabajo a otros lugares del
planeta8 (Wallerstein 2005).

El capitalista enfrentará una decisión entre costos de traslado y costos de salarios.


Al trasladar su producción los costos de transacción son más altos, pues aumenta
la distancia con centros de compradores, la infraestructura es precaria y los costos
de ‘corrupción’ se incrementan. Cuando hay expansión productiva y se encuentra
en pleno crecimiento productivo, los capitalistas centran la atención en los costos
de transacción, mientras que cuando hay estancamiento productivo su mirada
se dirige a los costos de salarios. En la medida que se hicieron recurrentes las
crisis productivas, el sistemas tuvo la necesidad de expandirse de manera reiterada
abarcando lugares y sitios antes desconectados, en estos lugares es factible encontrar
salarios bajos y unidades domésticas que hacen factible que los proletarios trabajen
por sueldos cada vez más bajos, en la medida que la reproducción y la subsistencia
está soportado por unidades domésticas de ámbitos rurales.9

8 Es factible pensar que existe hoy un ejército industrial de reserva a escala mundial, lo cual
implica una forma distinta de entender la organización obrera y sus consecuencias sobre
el conjunto de la sociedad.
9 La creciente incorporación de mujeres y niños a los procesos productivos de las maquilas
en el mundo son una prueba de este fenómeno. Estas personas están dispuestos a trabajar

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Hoy ha llegado a tal nivel la expansión del moderno sistema mundo capitalista
que no encuentra lugares hacia donde seguir desplazando sus fábricas y, por
tanto, se pude afirmar que se logró la plena desruralización del mundo, pero
también se bloqueó una de las fuentes mediante las cuales era posible continuar
con el crecimiento incesante de la acumulación. 10

Al ver los costos de los insumos —que incluye maquinarias y materiales de


producción— el capitalista lo paga en el mercado pero desconoce tres costos
ocultos: la eliminación de residuos, los costos de renovación de materia prima y
los costos de infraestructura. El evitar los costos de eliminación y de renovación
de la materia prima se han convertido en problema público, pues la desatención
capitalista ha llegado a un punto de confrontación de amplios sectores de la
población con los dueños del capital, así lo explica el empoderamiento del
movimiento ambiental en el sistema mundo, siendo uno de los movimientos
antisistémicos de mayor creatividad e impacto en el planeta. Al respecto Wallerstein
(2005: 112) sostiene que:

Estos dos agotamientos —de espacios para los desperdicios y de


recursos naturales— se han vuelto el tema de grandes movimientos de
ambientalistas y verdes en los últimos decenios, quienes han buscado la
intervención gubernamental para cubrir necesidades colectivas. Pero el
cubrir estas necesidades requiere dinero, una gran cantidad de dinero.
¿Quién va a pagar todo esto? Existen sólo dos posibilidades reales: la
colectividad, con los impuestos, y los productores que usan la materia
prima. En la medida en que los productores se vean obligados a pagar
por ellos —lo que los economistas llaman internalización de costos— los
costos de producción de dichos productores se incrementarán.

El tema de la infraestructura —condiciones físicas por fuera de la unidad de


producción pero necesaria para su funcionamiento— forma parte fundamental de
los procesos productivos y de la distribución de mercancías. Si son asumidos de
manera privada tienden a poner en riesgo la ganancia, si se asumen colectivamente
demandan impuestos altos, los cuales también acosan la ganancia. En este punto
es oportuno indicar como los impuestos han ido creciendo, debido a que existe
la necesidad de proveer estructuras estatales para ofrecer servicios de seguridad,
construir infraestructura, mantener una oferta pública de empleos para servicios
públicos y consecuentemente generar los ingresos necesarios para el Estado
(recaudación de tributos).

por salarios bajos pues nunca han tenido la posibilidad de acceder a un trabajo remunerado
y la manutención puede ser soportada por una unidad domestica grande.
10 La desruralización del mundo no implica la creación de un gran conglomerado urbano
en todo el planeta, determina que la lógica del sistema mundo capitalista logró permear y
abarcar la totalidad del globo terráqueo.

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En esta misma dirección, es importante anotar como la democratización política


obligó a que se reconocieran como derechos la educación, la salud y un ingreso de
subsistencia. Si bien estos derechos han sido reclamados mediante la movilización
y el desarrollo de luchas colectivas durante todo el siglo XX. Su implementación
se traduce en el incremento del gasto público financiado con impuestos, haciendo
virtualmente imposible bajar los gastos del Estado a niveles anteriores al llamado
Estado de bienestar: “Esto es, los tres costos de producción —remuneración,
insumos e impuestos— se han ido incrementando sin pausa a lo largo de los últimos
quinientos años y en particular en los últimos cincuenta” (Wallerstein 2005:109).

Al entrar la economía-mundo en un fase de estancamiento, las fuerzas de centro


capitalista, fundamentalmente de derecha, intentaron bajar los crecientes costos
de producción en sus tres componentes. Al reducir los niveles de remuneración,
re-externalizar los costos de insumos y reducir las tasas impositivas, fueron
acortados los gastos sociales (educación, salud y garantías de ingresos). Por su
parte, la política neoliberal y el Consenso de Washington buscaron implementar
esta reducción mediante argumentos de liberalización de la economía, austeridad
del gasto público y protección de la inversión privada.11 Los resultados fueron
muy precarios en términos de sus objetivos y acrecentaron las consecuencias que
el modelo había gestado desde hacía más de 50 años.

El panorama presentado por Wallerstein ubica tres grandes procesos que generan
una crisis irreversible en el sistema mundo capitalista y un cambio hacia un modelo
económico diferente, bajo la forma de una fase de bifurcación del sistema mundo
capitalista. La desruralización del mundo, la creciente degradación ambiental y el
conflicto social producto de la incapacidad de respuesta a las demandas sociales,
son los grandes problemas que acosan al sistema sin lograr hasta el momento
una solución. Ninguno de estos aspectos puede ser resuelto hoy por el sistema y
es allí donde aparece la bifurcación. En esto es vital el papel de los movimientos
sociales, ubicados en términos de movimientos antisistémicos, que luchan por
la trasformación radical del sistema y configuran una fuerza vital en el actual
proceso, pues de estos movimientos se puede desprender la configuración y el
diseño del nuevo sistema emergente, ya que:

El período de transición de un sistema a otro es un período de grandes


luchas, de gran incertidumbre, y de grandes cuestionamientos sobre
las estructuras del saber. Necesitamos primero que todo intentar
comprender claramente qué es lo que está sucediendo. Necesitamos
después decidir en qué dirección queremos que se mueva el mundo.
Y debemos finalmente resolver cómo actuaremos en el presente de

11 Se conoce como Conceso de Washington una serie de medidas orientadas por el FMI y el
BM, para las economías de la periferia que fueron aplicadas durante la década del 90 por
casi todos los gobiernos de Latinoamérica.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

modo que las cosas se muevan en el sentido que preferimos. Podemos


pensar en estas tres tareas como las labores intelectuales, morales y
políticas. Las tres son diferentes pero estrechamente vinculadas. Ninguno
de nosotros puede excusarse de estas tareas. Si así lo sostuviéramos,
estaríamos en verdad tomando una decisión por lo bajo. Las tareas ante
nosotros son excepcionalmente dificultosas. Pero nos ofrecen, individual
y colectivamente, la posibilidad de la creación, o al menos de contribuir
a la creación de algo que pueda satisfacer más plenamente nuestras
posibilidades colectivas. (Wallerstein 2005:121)

¿Qué sistema emerge luego del sistema mundo capitalista? Esto solo puede ser
resuelto por los niveles de desarrollo que tengan los movimientos antisistémicos
y por la orientación que éstos le den a sus luchas. Aquí es vital el sentido de
incertidumbre implicado en la teoría de sistemas planteada por Ilya Prigogine,
pues la incertidumbre solo puede ser resuelta con acciones eficaces en la
deconstrucción del capitalismo y reconstrucción de un sistema o de múltiples
sistemas diversos. Por ello, la amplitud de movimientos existentes nos presenta
la potencialidad de no existir un único camino o una solución definitiva y
certera sobre el futuro; de este sentido se puede prever que no emerge un único
modelo sino múltiples en la medida que los sentidos de las luchas se hacen cada
vez más diversos.

Este principio choca con la versión del marxismo ortodoxo que planteó una
condición teleológica y única de la sociedad futura. Otro motivo de discusión
y análisis es el papel que cumple el Estado en la transformación social, ya que
para los movimientos anclados en la visión más convencional éste sigue siendo el
camino de la revolución. Y para gran parte de los ejercicios y los experimentos de
deconstrucción el Estado está configurado por una lógica del sistema y siempre
tendrá límites y barreras en el diseño del futuro.

Si bien la manera de entender la transformación y sus posibilidades de construcción


debe ser coherente con las herramientas de lucha, la propuesta de Wallerstein
ubica una potencialidad de transformación en los movimientos sociales con una
amplia riqueza propositiva de lucha. Se puede considerar que se dibuja una
amplia gama de espacios en la bifurcación contra la linealidad convencional de
los movimientos de oposición al capitalismo del pasado, los partidos políticos y la
organización de izquierda ortodoxas.

Desde este enfoque el análisis territorial es más evidente para la articulación de


lo local con lo global, no como un fenómeno reciente, producto de los adelantos
tecnológicos y de las telecomunicaciones, sino como un proceso de interacción
que necesariamente es parte de la trayectoria histórica del capitalismo.

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Estas aproximaciones explicativas enfatizan los análisis económicos y los


relaciona con los desarrollos políticos que éstos presuponen, y sin llegar a ser
esquemáticos plantean la idea de una estructura económica sobre la cual se
levanta una superestructura de relaciones jurídicas, políticas e ideológicas que
refuerzan las condiciones estructurales. Uno de los aportes más interesante de
esta escuela radica en reconocer que es en la dinámica del capitalismo mundial
donde está la explicación de los procesos recientes que vivencian comunidades,
regiones y países; además busca poner de relevancia que en estas articulaciones
surgen conceptos, teorías y explicaciones que refuerzan las condiciones en las
cuales las comunidades locales se ven atrapadas, construidas por requerimientos
del capital y formalizadas en programas, planes y proyectos, que de una u otra
manera les despojan la posibilidad de autodeterminación sobre sus espacios-
tiempos locales de vida.

Así entonces, se reconoce en las ciencias sociales de América Latina una explicación
fundamental para el análisis de su realidad desde la teoría de la dependencia que
en muchos temas y conceptos se refuerza con los planteamientos arriba anotados.
Valga ahora recordar que el concepto de la dependencia se construye desde
diferentes enfoques teóricos, uno de los cuales explica a América Latina como una
estructura histórica vinculada en relaciones económicas, sociales y políticas con los
países de mayor desarrollo capitalista. Tal situación le significó un proceso cíclico
de atraso y progresivos niveles de dependencia. La mayor fuerza de explicación
desde este enfoque se dio como respuesta a la irrupción de las propuestas de
desarrollo en la geopolítica de la guerra fría.

División internacional del trabajo y territorio en América latina

Una primera aproximación a la perspectiva territorial supone explicar la


ocupación del espacio geográfico como un proceso histórico articulado con el
sistema económico mundial. Por ello la organización del territorio durante la
Conquista y la Colonia europea obedeció a la extracción de metales como el
oro y la plata. De igual manera, luego del proceso emancipatorio, las nacientes
repúblicas americanas se organizaron en función de productos con participación
en el mercado internacional dominado por la presencia inglesa. Ya para el período
de la postguerra la naciente industrialización en Latinoamérica cuenta con la
presencia de enclaves y formas empresariales de inversión extranjera directa que
determina el desarrollo y consolidación de infraestructura y mercado ( Jiménez
1985). Siguiendo este argumento, en los actuales procesos de internacionalización
se puede ver que la presencia de mano de obra, abundante y barata, de recursos
naturales y de los diferentes productos que son susceptibles de ser incorporados
a las dinámicas del mercado, cuentan en una nueva determinación para la
organización del territorio.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La irrupción colonial de España en el continente americano impuso una economía


de monopolio comercial sobre los territorios dominados, lo cual impidió el
desarrollo de las estructuras productivas locales. España no contaba con un
desarrollo capitalista en el momento de la conquista, y al poseer un esquema
de instituciones feudales reprodujo esta visión en la organización política y
productiva de las colonias que le dieron a la economía americana un contexto de
dependencia con la metrópoli. Esta fase no solo subordinó la economía local a los
requerimientos españoles y portugueses, también imposibilitó que la expoliación
de recursos del nuevo reino contribuyera al crecimiento económico o el desarrollo
capitalista de las naciones europeas, pues no existía una clase capaz de capitalizar
los recursos en formas industriales ya existentes en otras economías del viejo
continente (Kaplan 1983).

El despliegue territorial, necesario para el dominio metropolitano, se dio en


función de dos grandes ejes: la administración pública y la explotación minera. La
importancia creciente de lugares como la Gobernación de Popayán para el caso
colombiano y Potosí en la entonces Provincia del Perú, en los que se disponía
de un buen flujo de oro o plata, daría importancia a estas ciudades como centros
urbanos sobre los cuales descansaría gran parte de la propuesta de ocupación
política del territorio.

El caso del poblamiento portugués del Brasil, que privilegió la zona costera,
determinó el peso de los requerimientos de comunicación y flujo de mercancías
con la metrópoli. El mismo aspecto puede observarse en los casos de Cartagena y
La Habana para el periodo en referencia. Un ejemplo de este despliegue territorial
realizado en función de los metales está en la interpretación de José Carlos
Mariátegui en el ensayo sobre el esquema de evolución económica peruana,
donde sostiene que:

Los colonizadores se preocuparon casi únicamente de la explotación del


oro y la plata peruanos. Me he referido más de una vez a la inclinación
de los españoles a instalarse en la tierra baja. Y a la mezcla de respeto
y de desconfianza que les inspiraron siempre los Andes, de los cuales
no llegaron jamás a sentirse realmente señores. Ahora bien. Se debe, sin
duda, al trabajo de las minas la formación de las poblaciones criollas
de la sierra. Sin la codicia de los metales encerrados en las entrañas de
los Andes, la conquista de la sierra hubiese sido mucho más incompleta
(Mariátegui 1996: 9).

Con las guerras de independencia en América no se logró una ruptura de las


formas económicas coloniales, pues en muchos casos se mantuvieron intactas
y contribuyeron a deteriorar las condiciones de vida de grandes sectores de
la población. Las élites españolas fueron remplazadas por las castas criollas

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quienes desde entonces ostentaron el poder político y militar, comenzando así a


consolidar clases oligárquicas nacionales que estructuraron un Estado fluctuante
entre el caudillismo y las dictaduras, esto porque “el Estado nacional emerge y se
construye a través de un lento y penoso proceso, hasta afirmarse como expresión
de la sociedad nacional en vías de organizarse, como regulador de las relaciones
entre clases y grupos nacionales y entre el país y la metrópoli, y como clave e
instancia de hegemonía” (Kaplan 1983: 201).

La independencia solo significó el cambio de lugar de la metrópoli europea


antes ubicada en España para pasar al dominio económico inglés, que consolidó
un esquema de división internacional del trabajo a partir del cual la economía
mundial estuvo claramente diferenciada en dos tipos de producciones en los
ámbitos del comercio internacional. De una parte, los países exportadores de
productos manufacturados donde se contaba con economías heterogéneas, de
contenido tecnológico y alto valor agregado, y por otra, los países que poseían
economías especializadas vinculadas con un producto del sector primario y con
poco valor agregado, dadas sus características de menor desarrollo industrial y el
papel que habían cumplido durante el régimen colonial.

Esta dinámica comercial impulsó términos de intercambio desiguales que


condenaban a las excolonias a tener menores posibilidades de crecimiento,
acumulación y una precaria dotación tecnológica. 12 Este modelo neocolonial,
sustentado en la premisa de las ventajas comparativas, fue exitoso para el desarrollo
de una división internacional del trabajo, donde la pobreza de los países periféricos
significó la acumulación y desarrollo de los países centro.13 Como principal eje
de este esquema de dependencia estuvo Inglaterra, en el periodo que va de la
emancipación a la primera guerra mundial, ya que: “nunca en la historia una sola
potencia ha ejercido una hegemonía mundial como la británica a mediados de
siglo XIX, pues incluso los grandes imperios y las hegemonías del pasado han
sido meramente regionales” (Kaplan 1983: 272).

Durante este periodo el interés territorial se orientó hacia dos direcciones: la


primera mostró un despliegue territorial de dominio sobre los metales necesarios
para el desarrollo industrial mundial o los productos primarios con una demanda
internacional amplia. La segunda fue agraria, pues surgió la plantación como

12 Dadas las características de los bienes transados y especialmente determinados por los
contenidos de valor agregado, se da un progresivo deterioro para los productos primarios.
13 Este concepto afirma Kalmanovitz (1983) es de un mundo de suma cero, lo cual
implica entender el capitalismo mundial como un todo donde se interrelacionan dos
tipos de estructuras: una moderna dominante -centro- de alta movilidad, que acumula
los excedentes, y una estructura pasiva -periferia- que se mueve como resultado de la
injerencia de la estructura dominante. Este es uno de los puntos de discusión que plantea
Kalmanovitz, pues considera que las dinámicas de consolidación del sistema capitalista en
los países excoloniales no está necesariamente vinculado con variables externas.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

estructura social y económica fundamental para la explotación de tierras con


mano de obra barata, que en los primeros años de la República siguió usando el
trabajo de esclavos, de especial significado para casos como el cultivo del azúcar,
el cacao y el café en la economía de países como Cuba, Colombia, México y
Brasil. Este fenómeno amplió el dominio territorial, para el caso brasileño, desde
la costa al interior del continente con el modelo de gran hacienda dominada y
controlada a través de una compleja relación de élites y militarismo en el cual fue
definitivo el mercado mundial.

En ese mismo sentido se puede entender el desarrollo territorial de la costa


peruana con la explotación del guano y el salitre, insumos fundamentales para el
crecimiento de la productividad agrícola de los países europeos (Mariátegui 1996).
O el despliegue territorial de la lana y la ganadería en la pampa argentina que
amplió la explotación a territorios antes no considerados por el proyecto colonial.
Al respecto el historiador argentino Fernando Rocchi (2000: 19) sostiene que:

Entre las décadas de 1840 y 1880, la “fiebre del lanar” pobló de ovejas
refinadas de raza Merino los campos de la región pampeana y sentó las
bases de su crecimiento económico. A fines del siglo XIX, la estructura
de las exportaciones comenzó a diversificarse con la producción de
nuevas mercancías para vender en el exterior, como cereales, lino, carne
congelada ovina y animal en pie. A principios del siglo XX, la carne
refrigerada vacuna se transformó en una nueva estrella (que brillaría
con más vigor a partir de la década del veinte), mientras los cereales
ampliaban su presencia. Cultivos y vacas de raza desplazaron a las ovejas
hacia el sur y cambiaron el paisaje de las pampas hasta modelarlo con las
características que aún hoy continúan prevaleciendo.

El interés territorial a partir de la vinculación de América Latina a la división


internacional del trabajo sería amplio y tendría ejemplos particulares en las
diferentes naciones, con características más o menos similares en términos de la
vinculación con un mercado mundial y con singularidades en la manera como
se dio en cada uno de los países. Por ejemplo, el caso de la economía cafetera
colombiana en la cual la gran hacienda no fue la que impulsó de este proceso sino
la unidad familiar surgida por la colonización antioqueña, que dio sustento a una
amplia vinculación de territorios con las exigencias de los mercados mundiales.

Con el desarrollo de las dos guerras mundiales el aparato productivo del siglo XX
concentró sus esfuerzos en la producción bélica, y ante el desabastecimiento de las
economías de los países periféricos se contempló la posibilidad de desarrollar una
industria latinoamericana. Si bien el anhelo se centraba en alcanzar altos niveles
de industrialización, dejando de lado la dependencia de los productos primarios
para la exportación, las características del nuevo modelo hegemónico, implantado

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por Estados Unidos como el principal triunfador de la segunda guerra mundial,


frustra esta iniciativa. Siguiendo a Antonio García este es el inicio de la etapa de la
nueva dependencia que tendría, entre otras, las siguientes características:

En esta etapa, la fórmula de intercambio implica un mayor desajuste


estructural y unas relaciones de mayor dependencia: primero, en
cuanto se modifica radicalmente la estructura de las importaciones,
permaneciendo inalterable la estructura de las exportaciones primarias;
segundo, en cuanto la estructura del sector primario exportador se ve
afectada por la ruptura del principio clásico de la división internacional
del trabajo, al transformarse las naciones industriales metropolitanas en
las mayores exportadoras de productos primarios al mercado mundial.
y tercero, en cuanto el proceso de industrialización dependiente exige
una importación inflexible de bienes de capital, bienes intermedios,
tecnología y asistencia técnica desde la nación metropolitana, así como
un fortalecimiento económico, financiero y tecnológico de las industrias
metropolitanas que operan en América Latina (García 1972: 40).

Como consecuencia del desabastecimiento producido por la guerra en los


países del centro se desarrolló la premisa de la seguridad alimentaria. Aplicando
tecnología a la agricultura se obtuvo una alta productividad del campo que
rápidamente superó los niveles de producción agrícola de los países periféricos.
Adicional a este proceso se consolidan los monopolios alimenticios, industriales y
del entretenimiento multinacionales, especialmente de Estados Unidos.14 Además
el interés de los países centro se ubica en el sector minero extractivo, en particular
los hidrocarburos, en el que las transnacionales, amparadas por las nuevas
condiciones de geopolítica mundial, utilizan los países periféricos para consolidar
el desarrollo capitalista mediante la expoliación de los recursos y el asegurar un
mercado para sus productos.

Los países de América Latina se articularon a la hegemonía de Estado Unidos


de diferentes maneras, determinados en gran medida por el desarrollo de la
industrialización en cada nación. Vania Banbirra (1974) nos propone la siguiente
clasificación para entender el fenómeno: un primer conjunto de países con
industrialización anterior a la posguerra (periferia A), entre los que sobresalen
México, Brasil, Argentina, Chile, Colombia y Uruguay. Un segundo grupos
de países con desarrollo posterior a la posguerra (periferia B) que incluye a
Venezuela, Ecuador, Perú, Guatemala. Y por último países sin industrialización
donde se mencionan a Paraguay y Cuba.

14 Estados Unidos participa en la última fase de segunda guerra mundial, su territorio no


había sido devastado y tenía los recursos en capital y la industria para la reconstrucción y
el posicionamiento hegemónico mundial.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Los países de la ‘periferia A’, donde el proceso de industrialización se dio con


anterioridad a la postguerra, habían desempeñado un papel como centros
políticos y económicos durante la Colonia. Con la independencia se vincularon
directamente a la división internacional del trabajo por medio de los productos
primarios de exportación. En estos países nace una pequeña industria nacional,
entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, como respuesta a la modernización
de una aristocracia urbana con un mercado interno significativo, proceso en el
cual se desarrollan industrias de bienes de consumo directo (Banbirra 1974).

Los países de la ‘periferia B’ tenían una estructura socioeconómica basada


fundamentalmente en la gran hacienda. Debido al tamaño de las economías y a
su proceso económico, no habían logrado gestar centros urbanos de importancia
que dieran nacimiento a una propuesta de modernización e impulsaran el
proyecto local de industrialización. Estos países estaban más cercanos a relaciones
socioeconómicas propias de la Colonia, el Estado tenía un carácter centralista
con un poder unipersonal; donde cotidianamente se suprimieron las garantías y
libertades por grupos minoritarios que detentaban el poder económico respaldado
por un ejército con dirigentes representantes de las castas nacionales.

A su vez, el proceso de consolidación de las multinacionales en el contexto


latinoamericano generó dinámicas diversas de acuerdo al tipo de países. En las
naciones de la ‘periferia A’ se dio una complementariedad hacia algunos sectores
de la industria, mientras que en los países de la ‘periferia B’ se produjo una
industrialización exógena. En el primer caso la llegada de la industria multinacional
no afectó de manera directa la industria nacional, puesto que tenía una demanda
de productos especialmente de consumo interno. Esta industria se había gestado
con el apoyo del Estado bajo la política de la sustitución de importaciones.

Cabe recordar también que el desarrollo de la industria nacional de bienes de


consumo solo logra atender una parte del mercado y con características de
muy poca incorporación tecnológica. La necesidad de impulsar una industria
de mayor envergadura, que soporte a la industria nacional, demandó un bagaje
tecnológico ausente en los países periféricos. Entonces se hicieron ‘necesarias’
las multinacionales para la gestión y el desarrollo de la industria pesada, con
máquinas que produzcan máquinas, pues allí estaba el gran vacío de la industria
latinoamericana. En este ámbito las multinacionales penetran los países de la
‘periferia A’ en sectores claves como la petroquímica, la electrónica, la industria
automotriz, todas estas de alto contenido técnico y tecnológico.

Desde entonces la ocupación territorial empieza a tornarse como un continuo


proceso de urbanización en el que la industria nacional o extranjera tiene
relevancia fundamental para el proceso de generar aglomeraciones o ciudadelas
industriales a partir de las cuales se configurara un territorio interno exclusivo

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para el mercado. Asimismo, surge la necesidad de construir la infraestructura


suficiente para consolidar un mercado interno.

Si bien al tratar de impulsar la industrialización los Estados latinoamericanos


ofrecieron subsidios y protección para motivar la industrialización, estas ventajas
fueron aprovechadas y, en muchos casos, exigidas como requisito para la
instalación de las compañías multinacionales, sin que ello hubiera significado un
proceso de transferencia tecnológica, factor clave para la gestación de industria
local, todo porque los procesos de penetración de las compañías multinacionales
se hicieron a partir de alianzas con las oligarquías nacionales, las cuales ofrecieron
las garantías y los escenarios propicios de tipo político, jurídico y social.

De tal suerte que el desarrollo de la industria nacional en los países de la ‘periferia


A’ estuvo determina por la estrechez del mercado y la rápida obsolescencia
tecnológica, esto se reflejó en la precaria productividad que, a su vez, no permitió
una acumulación suficiente para hacer el salto hacia la industria pesada. Así
se hizo indispensable la participación de las industrias multinacionales en este
sector estratégico de la industria latinoamericana. Ante esta necesidad, y dadas las
condiciones de alianza de las multinacionales con sectores nacionales, se ejerció
presión para garantizar la infraestructura suficiente con el fin de atraer más inversión
extranjera. La entrada del capital multinacional a los países latinoamericanos
en muchos casos era acompañada por la formulación de misiones del BM y
el FMI, los que recomendaban las pautas para posibilitar la llegada de nuevos
capitales, a la vez que garantizaban créditos públicos a los Estados para adquirir
la infraestructura requerida por las multinacionales.

En los países de la ‘periferia B’ los procesos de industrialización nacen con la


postguerra, ello a partir de la incorporación de compañías transnacionales a la
economía local, fue así como se articularon formas capitalistas avanzadas con
las precarias relaciones socioeconómicas existentes.15 Vemos entonces que
la industrialización desarrollada a partir de las transnacionales es un proceso
inducido por efecto de los intereses exteriores y no producto de la maduración y
desarrollo propio de las fuerzas productivas del país receptor, de lo cual surge la
imposición que capitaliza a su favor tantas ‘ventajas’ presentes en la región.

De esta forma fue posible que en los países de la ‘periferia B’ se registrara una
industrialización de enclave, fenómeno que consiste en la instalación de la
industria en una región donde existen las condiciones para maximizar el capital.
Allí las multinacionales crearon zonas especiales delimitadas, totalmente aisladas
del resto de los procesos económicos. Su comportamiento de expoliación de los

15 El desarrollo del capitalismo transnacional no desaparece las formas de producción atrasadas


existentes en los países donde hace presencia, su implementación articula estas formas a
la explotación y a sus necesidades sin preocuparse por su desarrollo o transformación.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

recursos —naturales y humanos— permitió a muchas de estas empresas evadir


condicionantes presentes en los países del centro, donde el nivel organizativo de
los trabajadores exigía garantías y remuneraciones que no ‘maximizan’ la utilidad.

Estos enclaves crearon al interior las condiciones para la explotación y


reproducción de la mano de obra, suministra al trabajador la alimentación, la
vivienda y la educación para sus hijos, mediante un sistema cerrado donde el
trabajador solo podía comprar dentro de los almacenes existentes en el mismo. En
muchos casos no se cancelan los salarios con moneda nacional sino con créditos
validos únicamente al interior del enclave. De allí que las dinámicas económicas
locales estuvieron totalmente separadas de la industrialización, existiendo dos
mundos aparte que no se comunicaban. Los enclaves manejaban tecnologías de
punta y la producción tuvo como destino el mercado mundial determinando así la
imposibilidad de incorporar los desarrollos artesanales locales con las economías
de enclave.

Con la crisis de la deuda externa generada en la década de los 80 - la década


perdida - se hizo evidente la inconsistencia del sistema que pretendió impulsar
el desarrollismo ocasionado por la falta de recursos externos constantes para
mantener el proceso de industrialización nacional. Este hecho acompañado de
un crecimiento capitalista mundial consolidó el escenario para la propuesta del
modelo neoliberal, el cual planteó la superación de lo inconveniente del modelo
de sustitución de importaciones que hasta ahora habían seguido las economías
latinoamericanas para su crecimiento.

Desde la década de los 80 se presenció una modificación de la estructura


productiva capitalista. La revolución industrial de la microelectrónica generó una
dinámica de crecimiento económico transnacional. Este fenómeno, que significó
el derrumbe definitivo del modelo fordista, posibilitó desintegrar la producción en
el ámbito internacional. 16

Se puede afirmar que siguen existiendo las condiciones generales de lo que


Antonio García denominó la nueva dependencia, se estructuran mayores niveles
de subordinación, puesto que en los países centro se mantiene el dominio de la
tecnología para disgregar en los países periféricos, de acuerdo a sus características.
La aplicación de tecnología en los procesos de producción, ensamble o distribución,
determina la articulación productiva para los países dependientes, asociada a la
infraestructura disponible para las transnacionales y la capacidad de la mano
de obra. Así, procesos de mayor complejidad tecnológica son desarrollados por
países con infraestructura y mano de obra altamente calificada, por su parte otro

16 El modelo fordista tenía como estereotipo la industria automotriz, articulaba bajo una sola
estructura todo el proceso de producción. Las trasformaciones del sistema hacen que hoy
no sea un modelo productivo para la acumulación capitalista.

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grupo de países periféricos cumplirán solamente el papel de maquila donde


existe una disponibilidad de mano de obra con poco nivel de formación y muy
mal remunerada.

Cabe anotar que esta nueva revolución tecnológica significa una distancia mayor
entre los países centro y los países periféricos, lo cual genera aún mayores niveles
de dependencia y dominación. También resulta fundamental reconocer, luego
de este corto recorrido por lecturas de cetros y periferia, que gran parte de sus
propuestas construyeron a la idea de una superación de la dependencia por varias
vías, como fueron la revolución en alianza con procesos socialistas existentes
en su momento y algunos procesos de unidad entre los países periféricos, entre
otros; estos de una u otra manera terminaron por sucumbir ante el arrollador paso
de las realidades del capitalismo en su instancia global.

Es evidente que uno de los ejes para analizar el conflicto social es la dimensión
del territorio en la vinculación de la periferia con la metrópoli y por tanto la
compresión del sistema mundo es un aspecto central en este esfuerzo, profundizar
sus alcances, valorar sus lógicas y mostrar desde allí las formas como se viene
adelantado una expropiación de espacios de vida para las comunidades locales
debe ser un compromiso permanente de quienes pensamos la posibilidad de un
mundo mejor. A la par de este esfuerzo, se debe visibilizar la concepción territorial
que culturas locales históricamente construyeron, desde referentes distintos a la
concepción mercantil del capitalismo, muchos de estos esfuerzos son hoy día
portadores de una resistencia territorial al capitalismo, estos aspectos no fueron
siempre valorados por la teoría critica de la dependencia, la cual construyó
una explicación estructural valiosa, pero despreció en muchas ocasiones las
experiencias locales como significativas para el análisis social.17

El lugar como expresión de vida, las construcciones territoriales


desde las ciencias sociales

En su texto Desarrollo y Geografía Paul Krugman (1997) hace referencia a ‘la


evolución de la ignorancia sobre África’ como una situación que perfeccionó la
calidad de la información sobre formas físicas del continente y, en general, de la
cartografía entre los siglos XV y XIX, pero que en la medida que fue creciendo
la precisión icónica o gráfica de la representación, a la par también aumentó la

17 Es evidente en muchos de los análisis propuestos por la CEPAL para la década de los
70 y 80 y por la escuela de la dependencia, que el problema central de estas economías
estaba en la incorporación de la revolución industrial, proceso en el cual los indígenas y
campesinos se convirtieron en un obstáculo para el óptimo desarrollo de este proyecto.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

ignorancia sobre el continente africano, pues la forma física reflejada en mapas


estaba vacía al interior. 18

Si los mapas habían borrado las criaturas míticas y sobrenaturales tanto como las
narrativas de los viajeros y en su lugar se habían realizado las expediciones para
develar el interior del ‘continente oscuro’ y entonces trazar los mapas requeridos
para su representación; este hecho, que parece simplemente una anécdota, fue
empleado para mostrar la relevancia de una geografía que requiere ir más allá
de la representación del espacio físico en formas cartográficas más o menos
ordenadas, para reflejar una de las principales contradicciones cuando se aborda
el tema del territorio y su concepción, pero también una de las grandes discusiones
contemporáneas en términos del conocimiento y su vinculación con estructuras
del poder. Al respecto tenemos, de un lado, la propuesta de universalismo en
la manera de ver, pensar y valorar el espacio por el proyecto del capitalismo,
la modernidad y su relato científico; de otro, las formas diferentes de pensarlo
presentadas como maneras no racionales, próximas a formas primitivas donde el
espacio está repleto de significados y contenido de representación cultural para
quienes lo habitan.

Estas formas de entender el espacio no reflejan la ignorancia de Europa


(incluyendo en ello a los Estados Unidos) sobre África, Asia o América Latina como
lo plantea Krugman, es más bien la subalternización de los africanos, asiáticos y
latinoamericanos y sus formas de conocimiento, con lo cual se impone una lectura
de acuerdo a los intereses y códigos del proyecto eurocéntrico del capitalismo
y la modernidad. Es indudable que mientras se logró la precisión de los mapas,
el sistema colonial explotó seres humanos y recursos naturales en nombre del
progreso, no como fenómenos separados sino como parte de la misma matriz. No
se puede separar la precisión cartográfica con la pretensión de involucrar sistemas
mercantiles, explotaciones minerales, flora y fauna para ser articuladas al sistema
mundo capitalista en las zonas descritas por la geografía física.

Reconocer que esta contradicción no se ha borrado con el tiempo, que sigue


presente en las lecturas actuales del territorio, y que denotan confrontaciones
para la construcción del espacio y su significación, se constituye en un conflicto
de distribución cultural que se inscribe en disputas de poder y en la definición
de vida social. De allí que nociones predominantes de individuo, naturaleza y
economía, reforzadas por la globalización e institucionalizadas por el Estado y
el mercado, entran en contradicción con los usos particulares que se hacen en
relación a la vida social y su entorno desde algunos puntos locales (Escobar 2005).

18 Ya en el siglo XVII los mapas de África reflejaban la forma que conocemos hoy día y
que se reproducen en los diferentes atlas y enciclopedias; hoy con el uso de sistemas de
posición satelital -GPS- se tienen una representación cartográfica del mundo, casi exacta
de la realidad física planteada por la mirada occidental moderna.

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En el caso de valorar las implicaciones de una distribución cultural de las


concepciones territoriales se requiere mirar el significado del territorio y las
territorialidades, asimismo los mecanismos utilizados para que estas concepciones
representen el espacio; es decir, entender el territorio como una construcción
social. De ello se desprende que la concepción territorial es fundamentalmente
una construcción apropiada por dispositivos de captura mediante los cuales el
espacio es humanizado, dotado de significado y construido, esas posibilidades se
dan en la semántica del territorio (Barona y Gnecco 2001).

Por esta vía el territorio es un palimpsesto, semantizado diacrónica y sincrónicamente


por múltiples voces y miradas desde concepciones e intereses también diversos.
Estas voces, en algunos casos contradictorias y excluyentes, se hacen relevantes
hoy en el marco de la globalización neoliberal para mostrar un ejercicio del
poder en el cual los territorios de la periferia se ven representados como simples
depositarios de recursos, mano de obra o compradores, sin más opciones que
supeditar su posibilidad activa en el mercado global. Esta voz hegemónica reduce
el espacio a su representación fisiográfica y se presenta como una valoración
objetiva, alejada de intencionalidad política o de estructuras de poder.

Por ello el territorio se despliega como una posibilidad de control, apropiación


y organización en función de los intereses del mercado global, para lo cual es
necesario modernizarlo y con él a sus habitantes, a fin de que participen y sean
un punto más en la red implementada por la globalización. Se trata entonces de
valorar cómo en las diferentes semantizaciones del territorio surgen los dispositivos
de poder mediante los cuales se impone una lectura que desconoce, subordina
o subalterniza otras lecturas territoriales y explican la apropiación y construcción
del territorio dentro de un marco de formas coloniales aún vigentes.

Una aproximación valorativa de los significados del territorio, marcados con


códigos semánticos derivados de estructuras culturales, se encuentra en la
propuesta de antropología territorial de José Luis García (1976), quien plantea
tratar la territorialidad en términos de su exclusividad como positiva y negativa,
y en el caso de la representación espacial como territorialidades metafóricas y
metonímicas.19 La representación metafórica permite ver los significados particulares
que cada grupo social otorga al espacio, no sólo como el hecho mental o ideal

19 Para José Luis García el espacio es un contínuum que solo pude ser delimitado en la
medida que se territorializa, siendo la territorialidad una manera de delimitar el espacio,
donde éste tendría diferentes niveles en los que se expresa, por ejemplo, la exclusividad
territorial positiva de un individuo es negativa en otro, pero a la vez ambos sujetos tendrían
espacios en común que darían en otro nivel de actuación social como el hogar que, a su
vez, tendría una territorialidad exclusiva positiva para la familia que la habita en relación
con otro hogar, surgiendo un proceso continuo de tesis, antitesis y síntesis que se concreta
en un nivel superior de territorialidad (García 1976).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

sino también como la representación de la vida social. Así la metáfora territorial


expresa y pone de relieve aspectos centrales de la vida cultural como creencias,
mitos e ideologías que son significativos en cada modo de pensar. Por otra parte
la territorialidad metonímica la define como el significado que depende de un
contexto de análisis, el cual permite ver la construcción territorial en el plano
diacrónico de la vida social y posibilita organizar los elementos fundamentales
que dan sentido al territorio en un contexto cultural específico.20 Al respecto
García (1976: 100-101) sostiene que:

Si la territorialidad en una organización espacial, o una semantización,


tenemos que ver hasta qué punto siguen estas leyes generales de la
operatividad mental. En la teoría hemos de suponer que son posibles
dos formas extremas de territorialidad: una que correspondería con el
pensamiento llamado metafórico, y otra con el pensamiento metonímico
[…] El que hayamos indicado que el mecanismo mental metafórico sería
más utilizado por la mentalidad mítica, y que el tipo metonímico por
la científica, no quiere decir que este último no pueda operar sobre
asociaciones metafóricas anteriores […] la ciencia no puede superar a este
respecto, una primera formalización metafórica sobre el objeto, justificada
en las condiciones perceptivas del mismo ser humano, entre las que se
encuentran las perspectivas culturales. Ello quiere decir que si a nivel de
operación pueden describirse el procedimiento metonímico separado del
metafórico, a nivel de productos, esto resulta totalmente injustificado.

Desde esta perspectiva de análisis territorial se puede determinar que el


pensamiento científico —construido fundamentalmente como una posibilidad de
organizar la vida social y material en relaciones dicotómicas sujeto/objeto de
análisis— corresponde a formas concretas de pensamiento que tienen vínculos con
formalizaciones míticas e ideologías propias del contexto cultural del capitalismo
y la modernidad.

Los preceptos del poder epistémico del capitalismo y la modernidad que hacen
posible la construcción del otro plantean la representación; y para el caso
territorial constituyen metáforas espaciales que reflejan y orienta nuestras formas
de entender y producir el contexto (Serje 2005). Siendo el contexto un requisito
fundamental de las ciencias sociales para la explicación de cualquier fenómeno
social, las metáforas de imagen que surgen se presentan claramente determinadas,
ya que:

20 Las implicaciones de la representación del espacio, desde las conceptualizaciones


propuestas por José Luis García, y valoradas como expresiones de poder cultural y política,
fue evidenciado en la mirada y lectura de Agustín Codazzi hizo sobre nuestro territorio, un
trabajo del profesor Guido Barona (2000.112-156).

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El conjunto de conceptos metafóricos siguiere la imagen de un objeto


contenido en los límites o líneas demarcativas de un campo de visión, ‘la
superficie o lienzo enmarcado situado a cierta distancia del espectador
que a través de ella contempla un segundo mundo sustituto del real’.
Este campo visual definido de acuerdo a los cánones estéticos occidentales,
inscribe la noción del contexto en la concepción del conocimiento como
representación. En esta medida, la noción de ‘contexto’ solo es posible en
el marco de la epistemología moderna, es decir en el marco de oposición
entre el sujeto y un objeto-mundo real, dispuesto para su contemplación.
[…] El concepto metafórico del contexto como ‘fondo’ como ‘escenario’
pone en escena un verdadero ‘Teatro del Mundo’: es decir una descripción
universalizante y totalizadora, propuesta desde el punto de vista racional
y positivista que dirige, de manera oculta la mirada. Allí la descripción
y artificio se revelan como inseparables. Su forma aparentemente
sistemática de establecer conexiones relevantes la acerca, sin decirlo, a
la mirada rapaz y superior de la cartografía, en la medida en que ordena
de acuerdo con los principios estéticos de la universalidad racional de
Occidente (Serje 2005: 47-49).

Lo que Margarita Serje nos indica es la necesidad de valorar la cartografía no como


expresión objetiva del espacio sino como expresión de una territorial metonímica
que demarca el territorio con puntos fijos, a través de los cuales es posible una
clasificación y ubicación de un contexto específico. La cartografía no será otra
cosa más que la metáfora territorial de Occidente en relación con la dicotomía
objeto/sujeto, reflejado en la representación del contexto.

Desde el planteamiento arriba anotado se requiere hacer una ubicación histórica


de referentes fundamentales de las ciencias sociales para determinarlas como
formas específicas de pensamiento, vinculadas con preceptos y formalizaciones
míticas e ideológicas, hoy presentadas y formuladas como universales. En este
sentido la preocupación territorial está marcada por los procesos de las ciencias
sociales que buscan ‘globalizar’ sus explicaciones y saberes bajo formas de
carácter científico. Si bien no se trata de desconocer los elementos integrantes y
fundamentales de un conocimiento, sí es cierto que la formalización responde a
un escenario de poder específico. En el caso de América Latina se entiende como
una colonialidad del saber, la cual se produce históricamente en la consolidación
del capitalismo liberal, cuando:

De la constitución histórica de las disciplinas científicas que se produce


en la academia occidental, interesa destacar dos asuntos que resultan
fundantes y esenciales. En primer lugar, está el supuesto de la existencia
de un metarrelato universal que lleva a todas las culturas y a los pueblos

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desde lo primitivo, lo tradicional, a lo moderno. La sociedad industrial


liberal es la expresión más avanzada de ese proceso histórico, es por
ello el modelo que define a la sociedad moderna. La sociedad liberal,
como norma universal, señala el único futuro posible de todas las otras
culturas o pueblos. Aquellos que no logren incorporarse a esa marcha
inexorable de la historia, están destinados a desaparecer. En segundo
lugar, y precisamente por el carácter universal de la experiencia histórica
europea, las formas del conocimiento desarrolladas para la comprensión
de esa sociedad se convierten en las únicas formas válidas, objetivas,
universales del conocimiento. Las categorías, conceptos y perspectivas
(economía, Estado, sociedad civil, mercado, clases, etc.) se convierten así
no sólo en categorías universales para el análisis de cualquier realidad,
sino igualmente en proposiciones normativas que definen el deber ser
para todos los pueblos del planeta. Estos saberes se convierten así en
los patrones a partir de los cuales se pueden analizar y detectar las
carencias, los atrasos, los frenos e impactos perversos que se dan como
producto de lo primitivo o lo tradicional en todas las otras sociedades
(Lander 2000: 23).

Estas miradas de las ciencias sociales trascienden los aspectos meramente


académicos, pues se ubican como visiones de mundo y sociedad que tienen
una funcionalidad concreta. Para Escobar (1996) en el tema del desarrollo se
encuentra un discurso que va desde las lecturas académicas y ‘científicas’ a las
aplicaciones políticas. De igual manera se puede ver en la profesionalización del
desarrollo una forma de poder dado por un régimen de representación único de
la realidad, por cuanto:

El concepto de profesionalización se refiere básicamente al proceso


mediante el cual el Tercer Mundo es incorporado a la política del
conocimiento especializado y de la ciencia occidental en general. Esto
se logra mediante un conjunto de técnicas, estrategias, y prácticas
disciplinarias académicas, a los métodos de enseñanza e investigación,
a los criterios de autoridad y a otras diversas prácticas profesionales En
otras palabras, los mecanismos a través de los cuales se crea y mantienen
una política de verdad. Esta profesionalización se efectuó mediante la
proliferación de las ciencias y subdisciplinas del desarrollo, facilitando
la incorporación progresiva de problemas al espacio del desarrollo,
dando visibilidad a los problemas de modo congruente con el sistema
de conocimiento y poder establecido (Escobar 1996: 95).

Los planteamientos de Escobar sobre el desarrollo tendrían la posibilidad de ser


referentes para otras temáticas fundamentales, en este caso las lecturas sobre
el territorio. Las concepciones que han guiado la valoración del territorio son

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tan antiguas como los procesos de dominación colonial, los cuales continúan
presentes como una forma de colonialismo interno, en el que las configuraciones
del conocimiento y sus formalizaciones discursivas se ponen en marcha al modo
de un sistema de sujeción y control. Así el colonialismo puede ser analizado, como:

Un conjunto de dispositivos sociales y culturales que legitima, da sentido


y hace posible la subordinación y explotación de las personas y los
grupos y de sus formas de vida social, económica y política para poner
en marcha los designios de la cultura y de su modo de producción en
este caso la cultura moderna (Serje 2005: 13).

Para el actual proceso de globalización el colonialismo aplicado a las lecturas


territoriales se presenta como un continuo histórico que marca la representación
de regiones, paisajes y espacios en los cuales se ha ubicado la necesidad de
civilizar, modernizar, desarrollar o globalizar, sin que se reconozca la existencia
de construcciones particulares del lugar de los habitantes, puesto que éstos han
sido construidos por el otro, determinando su futuro, su quehacer en el mundo
civilizado, sin reconocer y menos aun valorar las construcciones propias de lugar
y los sentidos de vida locales.

Una manera de profundizar lo expuesto se encuentra en la institucionalización


y formalización de las disciplinas que representan el mundo social. Wallerstein
(1996) en su trabajo para la Comisión Gulbenkian presenta las disciplinas como
formas básicas del pensamiento occidental, consolidadas en un saber formal
entre 1800 y 1945. En su desarrollo Wallerstein muestra cómo la estructuración
de un saber disciplinar, para abordar los problemas sociales, se constituyó en
uno de los soportes fundamentales en pro de la consolidación del Estado Nación
moderno. La primera tarea fue el reconocimiento de la existencia de un tipo
de saber denominado científico sobre la naturaleza que representaba el mundo
desde una concepción objetiva. Luego fue la necesaria separación entre lo que
se concibió como humanidades y ciencias sociales, las primeras asociadas a la
filosofía y la literatura y presentadas como producto de un saber especulativo,
y las segundas como portadoras de saber específico sobre una dimensión de la
sociedad moderna.

Por demás están la historia, con la tarea de construir el relato colectivo de y para
la nación; la economía inicialmente con la preocupación de la economía política
de los Estados Nación y más tarde interesada en la explicación del funcionamiento
del mercado; los científicos políticos centrados en el estudio de las estructuras
formales del gobierno y los sociólogos insistiendo en el terreno social ignorado
por los economistas y los científicos sociales. Tanto la economía, la ciencia
política como la sociología construyeron sus referentes a partir de la imitación

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

de las formulaciones de las ciencias naturales y, por tanto, asumieron más una
concepción de tipo nomotético.

La antropología, que se enfocó en el estudio de formas sociales diferentes a las


de Occidente, la geografía que en principio trabajo como el estudio del territorio
nacional y luego como la pretensión de universalismo en su representación
de la espacialidad; fueron disciplinas que no tuvieron el prestigio y desarrollo
de las otras formas de conocimiento pero que necesariamente presentaron el
pensamiento Europeo como civilizado en relación con otras formas de pensar.
La institucionalización de la ciencia social, señala Wallerstein, tuvo lugar en el
momento en que Europa estaba confirmando su dominio sobre el resto del
mundo, pues:

[…] hizo que surgiera la pregunta de obvia ¿por qué esa pequeña parte
del mundo había podido derrotar a sus rivales e imponer su voluntad a
América, África y Asia? Era una gran pregunta y la mayoría de las repuestas
no fueron propuestas en el nivel de los estados soberanos sino en un
nivel de comparación de las civilizaciones. Lo que había demostrado
su superioridad militar y productiva era Europa en cuanto civilización
occidental y no Gran Bretaña o Francia o Alemania, cualquiera que fuese
el tamaño de sus imperios respectivos. Ese interés por el modo en que
Europa se expandió hasta dominar el mundo coincidió con la tradición
intelectual darwiniana. La secularización del conocimiento promovida
por la ilustración fue confirmada por la teoría de la evolución, y las teorías
darwinianas se extendieron más allá de sus orígenes en la biología. […]
Una interpretación, más bien, amplia de la teoría de la evolución, pudo
ser utilizada para dar legitimidad científica al supuesto de que evidente
superioridad de la sociedad europea de la época era la culminación del
progreso: teorías del desarrollo social que llegan a su culminación en la
civilización industrial, interpretaciones whig de la historia, determinismo
climatológico, sociología spenceriana. (Wallerstein 1996: 32-33).

De igual manera cuando las disciplinas se encontraron con la necesidad de hacer


la interpretación de otras formalizaciones sociales recurrieron a la imposición del
ideal de civilización occidental como el válido y único capaz de dar respuesta
efectiva a la experiencia del ser humano. Boaventura de Sousa Santos (1998)
propone la interpretación de este fenómeno como un epistemicidio, en tanto:

El genocidio que puntualizó tantas veces la expansión europea, fue


también un epistemicidio: se eliminaron pueblos extraños porque tenían
formas de conocimiento extraño y se eliminaron formas de conocimiento
extrañas porque se basaban en prácticas sociales y en pueblos extraños.
Pero el epistemicidio fue mucho más extenso que el genocidio porque

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ocurrió siempre que se pretendió subalternizar, subordinar, marginalizar


o ilegalizar prácticas y grupos sociales que podrían constituir una
amenaza para la expansión capitalista o, durante buena parte de nuestro
siglo, para la expansión comunista (en este tema, tan moderna como el
capitalismo); y también porque ocurrió tanto en el espacio periférico
extra europeo y extra norteamericano del sistema mundial, como en el
espacio central europeo y norteamericano, contra los trabajadores, los
indígenas, los negros, las mujeres y las minorías en general (étnicas,
religiosas, sexuales) (Santos 1998: 430).

Así la aplicación y validación del conocimiento científico, en este caso, de las


construcciones semánticas del territorio, es una construcción de un saber local que
se constituyó en un relato universal, el cual se presenta con las características de la
ciencia moderna y bajo la intemporalidad de las verdades científicas y la distinción
absoluta entre apariencia y realidad, recordando que cada una de éstas, a su
manera, tiene una vocación totalitaria. La intemporalidad de la verdad científica
permitió a la ciencia moderna autoproclamarse contemporánea de sí misma y
descontemporanizar todos los demás conocimientos. Fue así que surgieron las
nociones antagónicas de lo salvaje y lo civilizado, lo moderno y premoderno,
lo desarrollado y subdesarrollado, renovadas ahora con las denominaciones
de territorio ganadores y perdedores de la globalización. De igual forma, la
pretensión de saber distinguir y jerarquizar entre apariencia y realidad hizo
posible el epistemicidio, generando la desclasificación de todas las formas de
conocimiento extrañas al paradigma de la ciencia moderna, bajo el argumento de
ser conocimiento tan sólo de apariencias (Santos 1998).

La concepción del espacio como representación objetiva del contexto, expresada


con la implementación de una cartografía espacial en occidente, fue históricamente
impulsada por la modernidad y su economía liberal. Alfred Crosby (1998) muestra
como en el año 1400 la Geografía de Ptolomeo se propagó con el comercio y el
capital.21 Las necesidades de cartas marinas para los viajeros que dejaban atrás
sus habituales puntos de reconocimiento o incluso dejaban por completo de ver

21 Para este historiador y geógrafo norteamericano existirían dos razones fundamentales para
explicar el éxito de Occidente en la expansión imperial. La primera razón, expuesta en
Imperialismo Ecológico (1999), sería el triunfo de la biota europea sobre las demás biotas
existentes en el planeta, lo cual posibilitó una mayor adaptación a lugares diversos y
resistencia a enfermedades; proceso en el que las restantes regiones y habitantes del mundo
fueron menos eficientes en términos ambientales. El segundo argumento, presentado en
La Medida de la Realidad (1998), resalta la mentalidad que desarrolló Occidente y su
funcionalidad en términos de cuantificación y organización del mundo de manera que
permitiera su dominación y control. Estos argumentos, expuestos por Crosby con bastante
número de detalles, no hacen otra cosa que reforzar los elementos de superioridad ecológica
y mental a manera darwinismo social del siglo XIX reeditado a finales del siglo XX.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

tierra, dio impulso a una representación del espacio que se asumió como el
espacio mismo. 22

Si bien se ha planteado una fuerte lucha en el conocimiento geográfico sobre este


particular, sigue siendo de especial desarrollo la idea que es la representación
fisiográfica del espacio la esencia del problema geográfico, asunto hoy llevado a
niveles muy avanzados por los componentes técnicos como son los sistemas de
comunicación satelital, las tecnologías de la información y las comunicaciones,
los sistemas de información geográfica y las fotografías satelitales, entre otros, los
cuales dotan al saber geográfico de instrumentos de precisión para representar
objetivamente el espacio.

En ese mismo sentido la economía ha registrado una creciente preocupación


por lo regional, de ahí que la explicación del papel del espacio geográfico en la
consolidación de las estrategias de desarrollo ubican la necesidad de involucrar,
como un aspecto de la competitividad, la dotación de recursos que posee una
región y su construcción a partir de los mismos.

Mientras que la geografía hace uso de instrumentos para precisar la medición


del espacio, la economía construye referencias cuantitativas para determinar las
condiciones que deben tener los territorios para acceder a los beneficios de la
globalización, los cuales se clasifican siguiendo los parámetros de productividad,
crecimiento del PIB y, en algunos casos, pobreza; valorando todo ello en un
proceso de inclusión y exclusión marcado por la lectura técnica del territorio.
Esa semantización territorial desde la economía se evidencia en la marcación de
los territorios en función de la articulación al proceso de globalización, el cual
señala que:

Todos los cambios que se comienzan a verificar impulsan a crear


sociedades cada vez más abiertas y descentralizadas, lo cual redefine
el lugar y el sentido que ocupan los territorios en la aldea global y que
implica que éstos deben enfrentar nuevos desafíos para el diseño de sus
estrategias de desarrollo, dentro de un contexto de mayor complejidad,
apertura, competencia, incertidumbre y velocidad de cambio. En este
sentido, se ha llegado a plantear que en la nueva economía global sólo
pueden competir los territorios que aprenden, es decir, aquellos capaces
de adaptarse a las transformaciones de la estructura productiva mundial

22 Un ejemplar de la Geografía de Ptolomeo había llegado a Florencia, centro del Renacimiento,


procedente de Constantinopla y sus contenidos y concepciones se propagaron hacia
el oeste con el comercio y el capital italiano en expansión. Esta idea de cuantificación
presente en la geografía también se reflejó en el arte, la cuantificación del tiempo con el
reloj, en los negocios con la partida doble, y acompañó el nacimiento y consolidación del
capitalismo y su relato de modernidad (Crosby, 1998).

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

con base en el conocimiento (ampliamente entendido) y su aplicación al


sector terciario avanzado, la industria de alta tecnología y/o la agricultura
comercial. Ello implica para los territorios subnacionales la necesidad
de desarrollar sus respectivas habilidades y ventajas, o capacidad de
construir las mismas, para especializarse en áreas o sectores que tengan
estas posibilidades de inserción internacional (Silva 2003: 9-10).

Desde esta apreciación técnica, que se presenta como alejada de cualquier


vinculación política o ideología, queda claro que la metáfora de la ‘Aldea Global’
implica la imposibilidad de escapar a la globalización, puesto que existe una ‘nueva
economía global’ novedosa, única y fundamental. Si la esencia de la construcción
territorial es la competencia, ésta se da en el marco del darwinismo territorial en
los que adaptación, aprendizaje e innovación son elementos fundamentales para
sobrevivir. La única posibilidad de triunfo en la economía mundial se enmarca
en: servicios avanzados, industria de alta tecnología o agricultura comercial.
Los territorios con opciones diferentes no tienen la alternativa de acceso y se
constituyen en lugares que no han logrado hacer efectiva tal ventaja o aproximarse
a lograrla definiéndose entonces como territorio perdedores, en tanto los primeros
suponen un territorio ganador.

Estar más cerca o más lejos de estos ideales de territorios aptos para la globalización
depende de los niveles que marque la escala diseñada para medir el grado de
civilización y progreso alcanzado por cada región. Así no es de extrañar, en
el estudio referido, que en la clasificación de regiones perdedoras se agrupen
zonas como: Amazonas, Apurimac, Uyacali y Puno en Perú; La Araucanía en
Chile; Nariño, Sucre, Cauca, Choco y Córdoba en Colombia; Beni y Chuquisaca
en Bolivia (Silva 2003).

El departamento del Cauca en Colombia, identificado como perdedor en la


globalización, tiene a su interior una serie de visiones sobre el territorio que no
se agotan en los niveles y ritmos de crecimiento o en el mercado como único
portador de un camino al progreso; pues muchas de esas territorialidades se han
desconocido precisamente en nombre de ese mismo progreso, esto por contener
visiones de mundo más enfocados a la construcción de lugar desde sus propios
sentidos de vida. Un ejemplo de este ejercicio es el pueblo Misak o Guambiano,
portador de una de esas territorialidades en la que se enfatiza el rescate de su
conocimiento y su visión de mundo como un proceso político materializado en
lo que se ha formulado la retroalimentación del Plan de Vida orientado a la
pervivencia comunitaria. Algunos apartes del documento sostienen que:

El Plan de Vida Guambiano surge como una respuesta a un nuevo


desafío que el Estado le plantea al movimiento indígena Colombiano, en
el cual nuevamente la disyuntiva es la resistencia, la lucha o la captación

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

e inserción absoluta en el modelo económico de mercado. Frente a ello


el movimiento AUTORIDADES INDÍGENAS de COLOMBIA surgido al
calor de esta situación, se plantea la estrategia de la RECONSTRUCCIÓN,
ECONÓMICA, SOCIAL, CULTURAL Y POLÍTICA DE LOS PUEBLOS
INDÍGENAS, fundamentada en una política de AUTONOMÍA,
AUTORIDAD, TERRITORIO E IDENTIDAD, esta política es la que
acompaña la formulación de un PLAN DE VIDA PARA LOS Guámbianos
en 1993. […] Evaluando diez años del plan de vida, y su recorrido
en términos del tiempo, de sus efectos, aportes, aciertos, desaciertos,
podemos decir que hemos ganados suficiente conciencia colectiva para
replantearnos este camino en términos de nuestras debilidades actuales
resumidas de la siguiente forma: Estrechamiento de nuestro territorio,
Migración de nuestros hermanos Guámbianos a otros departamentos y
municipios, Crisis de los cultivos ilícitos, Perdida continuada de nuestra
autonomía territorial, ambiental, económica y cultural, Debilitamiento
de nuestra autoridad, Pérdida de nuestra base agroalimentaria, Pérdida
de nuestra propia iniciativa de pervivencia autonómica y Grave daño
a nuestro equilibrio ambiental, social y cultural. Ello implica reorientar
nuestros esfuerzos en términos de nuestro pensamiento MISAK ISUIKTθKA,
en la palabra antigua, y en la voz propia de nuestras asambleas como
máximas antecesoras y predecesoras de nuestras autoridades, hacia
la reformulación de una estrategia ECONÓMICA, ORGANIZATIVA,
POLÍTICA Y CULTURAL, como nuestro plan de vida fundamentado
en LA POLÍTICA DE LA RECONSTRUCCIÓN SOCIAL ECONÓMICA y
TERRITORIAL, de nuestra comunidad. (Equipo Plan de Vida 2004: 2-3)

La construcción de este plan de vida, desarrollado en el año 1993, anunció la


posibilidad de encontrar un camino a los retos planteados por la Constitución de
1991 y su reconocimiento, pero parece que éste no ha sido suficiente para el pueblo
Guambiano. El diagnóstico realizado después de 10 años evidencia dos problemas
centrales: el primero, las relaciones con la sociedad occidental, dentro de la cual
se incluye el Estado, y el segundo, la pérdida progresiva de elementos culturales
propios. Lo que queda evidente en la reconfiguración del Plan es la necesidad de
posicionar el pensamiento propio: ‘nuestro pensamiento MISAK ISUIKTθKA’, que
no necesariamente está escrito, pero sí inscrito en la palabra antigua, reflejada y
expresada en nuestras asambleas de la que emanan la Autoridad. Esta posibilidad
de rescate no se queda simplemente como enunciación de un consejo, un saber,
pues es la fuente sobre la cual se funda la metáfora de ‘Nuestra Casa y sus pilares’.
De igual manera esta ‘Casa’ parte de reconocer una identidad que es la defensa,
promoción y fortalecimiento de la lengua guambiana, con fundamento en la
oralidad y la cosmogonía Nam Misak que expresa el propio modo de ser, sentir,
tener, vivir, ese estar como Guámbianos (Equipo de plan de vida 2004).

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Te r r i t o r i a l i d a d e n l a s v i s i o n e s d e l a g l o b a l i z a c i ó n

Esta muestra del saber de una comunidad local y su posibilidad de construcción


de lugar se inscribe en un escenario de emergencia política de la subalternidad,
la cual recrea y fortalece, no solo formas de resistencia aplicadas a procesos
económicos o a movilizaciones sobre reivindicación de mayores recursos y
presencia del Estado, sino también, y es fundamental en este caso, la revitalización
de un conocimiento diferente, presentado simplemente como otro saber no
racional, carente de sentido, en la medida que está vinculado y fundamentado
en el mito.

Bajo la anterior argumentación se puede tejer la propuesta de enunciar este saber


como no-moderno, en oposición a la idea de considerarlo premoderno (Castro y
Guardiola 2005), y no incluir una relación teleológica que indicaría que el saber
MISAK debe seguir el camino de occidente que va del mito a la razón, ello como
una relación inevitable para que éste saber logre capturar de manera precisa la
realidad. La mejor síntesis de esta posibilidad no hegemónica de saber se encuentra
en la propuesta expuesta por Santiago Castro-Gómez y Oscar Guardiola (2005)
donde se enfoca el problema epistemológico en nuestra época:

[…] el conocimiento local, producido por actores sociales concretos,


no puede simplemente considerarse como doxa o como fruto de
una experiencia epistemológica pre-científica, anclada en el “mundo
de la vida”, a la que se opondría un conocimiento “sistemático” y
desapasionado o desincorporado. Se trata, más bien de un conocimiento
pertinente y justificable a pesar de (o bien precisamente por) no ocupar
un lugar en la geopolítica de las epistemes que, desde una posición
hegemónica, define lo que pasa o no pasa por conocimiento legítimo.
Dicho de otra manera se trata de entender desde qué tipo e intereses
se piensa que la desincorporación, la imparcialidad y la deslocalización
operan como condiciones de universalidad del pensamiento, y porque
razón es borrada del mapa de las epistemes la experiencia cognitiva de
los actores sociales que Rabasa llama “subalternos”. (Castro-Gómez y
Guardiola 2005:62).

Así presentado, el afianzar y construir una referencia de pensamiento propio en


el caso de los guambianos, es algo más que la adecuación del saber occidental a
sus realidades o a sus formas de organización de la vida social para responder a
la convicción que el ejercicio y uso del conocimiento propio está ligado con una
opción política que hace posible rescatar intereses, premisas y planteamientos por
fuera del escenario de la globalización neoliberal, hoy considerada como única
posibilidad de vida para cualquier lugar o punto del mundo.

Como un cierre de lo expuesto en este capítulo, creo necesario enfatizar lo


siguiente: El capitalismo como proceso histórico de orden global, es diseñador

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

de un tipo de territorialidad, la cual puede ser observada desde la expansión


de su lógica por diferentes regiones del mundo, la búsqueda permanente de
acumulación en el sistema mundo ha significado una impronta para la formación
social de Latinoamérica como periferia de este sistema, de allí que la globalización
no sea una novedad contemporánea sino una condición permanente de la
actuación. Desde su aparición en el siglo XVI hasta hoy el sistema enfrenta
crisis permanentes, la dimensión de la actual crisis pone en riesgo su existencia
como sistemas social, pero también la vida sobre el planeta en la forma como la
conocemos hoy. La valoración crítica de sus consecuencias y los desastres sociales
que ocasiona su expansión territorial deben ser motivo de análisis para quienes
buscamos una comprensión coherente del mundo en que vivimos y desde allí
postular pautas de trasformación.

Dentro de las posibilidades de trasformación es fundamental reconocer


los caminos de acción emprendidos desde comunidades locales, las cuales
más allá de elaboradas teorías políticas han enfatizado una defensa de sus
espacios vitales. Allí es importante introducir el concepto de lugar, como el
espacio habitado, significado desde lo comunitario, donde la acción política
se hace vivencial, por tanto, se pone en tensión el capitalismo como proyecto
totalizador. Reconocer las concepciones territoriales centradas en el lugar
es tener la posibilidad de abrir el camino hacia la defensa de la vida como
oposición a la mercantilización capitalista.

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Territorio,
territorialidad
y Estado – Nación

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“El mapa no es el territorio y el nombre no
es la cosa nombrada”

Alfred Korzybski (1994:61)

L a decisión del gobierno colombiano de bombardear un campamento


guerrillero ubicado en el Ecuador, donde fuera asesinado Raúl Reyes, el
líder insurgente de las FARC, provocó un enfrentamiento diplomático entre
el gobierno de Colombia y Ecuador sobre la soberanía nacional territorial. El
campamento, se ha dicho, estaba ubicado a 13 kilómetros de la línea fronteriza
colombiana, por lo tanto la soberanía de Ecuador sobre el lugar donde acontecieron
los hechos es la causa del reclamo por parte del presidente Correa. Este argumento
resultó incontestable por Colombia en relación a la ubicación cartográfica del lugar
afectado, aún cuando se insista en otras referencias para justificar la violación de
la soberanía de una nación vecina.

El suceso del 1 de marzo de 2008 permite centrar la atención en la noción de


soberanía. La arremetida diplomática ecuatoriana, posterior al incidente, estuvo
marcada por la defensa a cualquier costa de la inviolabilidad del territorio nacional.
Aceptar el suceso abriría la puerta a una modificación de los acuerdos logrados
durante los siglos XIX y XX mediante los cuales se delimitaron los territorios de
las naciones latinoamericanas, definiendo de manera permanente las fronteras,
cuyo efecto práctico fue delinear con precisión el mapa de cada país. En defensa
de lo sucedido el gobierno colombiano argumentó la existencia de problemas
globales, de narcotráfico y terrorismo, los cuales ponen en peligro la estabilidad
del continente, la democracia y la economía de mercado y, por tanto, no pueden
ser tratados desde la idea tradicional de nación y sus límites territoriales.

Si bien los dos argumentos se debatieron en escenarios interestatales como la


OEA y Naciones Unidas, el hecho nos recuerda que la definición del territorio
ecuatoriano y colombiano ha sido el resultado de un largo proceso histórico en
el que se han fijado límites, fronteras e identidades basadas en la apropiación
espacial. Es desde estas premisas de identidad que las elites fundaron hace dos
siglos la idea de nación en oposición complementaria de la idea acerca del otro,
el extranjero y el enemigo, al tiempo de configurar con ello las referencias de
lo propio.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

De tal suerte que ser colombiano o ecuatoriano nos pone en el plano de repensar
los proyectos de Nación construidos por las elites del siglo XIX, hoy presentados
como parte de un conflicto, pero que en el plano de la vida cotidiana las
propuestas de Nación resultan subvertidas desde las prácticas que integran a
pueblos y comunidades, quienes históricamente han estado unidos, por encima
de los mismos héroes de la patria, presidentes, burócratas y militares encargados
de cuidar las fronteras.

Esta retórica identitaria de lo propio, en la idea de Nación, no se agota con la


configuración de la frontera nacional, la cual es a la vez aplicada al interior del
país sobre territorios y poblaciones consideradas diferentes, acaso no cercanas a
la idea de civilización que implica desarrollar, globalizar o mercadear recursos y
poblaciones en el contexto de un mercado cada vez más global. Se establece para
estas comunidades y sus prácticas, desde las propuestas de Estado y su discurso
político, la necesidad de ubicar, clasificar y controlar la diferencia, al otro interno,
a la vez que se subvaloran sus maneras de ser, hacer, tener y estar en el mundo.
Este proceso es también parte de una continua lucha por la interpretación, el
reconocimiento y la inclusión social bajo la construcción de un consenso
generado desde un orden simbólico igualmente jerarquizado y estratificado desde
las relaciones de poder coloniales.

Diferentes formaciones simbólicas se han usado en la construcción de la identidad


nacional para erigir las hegemónicas ideológicas acerca de lo político, la cultura
y la economía, coherentes y validadas desde el ideal de modernidad, capitalismo
y colonialidad. Cabe aquí plantear algunas preguntas iniciales: ¿a raíz de la
configuración elitista del territorio nacional existe una idea común, de consenso
a nivel del orden social, que parta del orden simbólico?, si la hay ¿cuáles fueron
los mecanismos, las estrategias y las prácticas necesarias para construir este
orden simbólico?, y acaso ¿es posible un cierre en el plano social desde el orden
simbólico del territorio?

Este capítulo indaga sobre el territorio como expresión del orden cultural. Por
ello se entiende que la apropiación y significación del espacio geográficos sea
un elemento de conflicto en el orden social. Importante recordar también que el
territorio como construcción social permite ver la existencia de un orden simbólico
que busca configurar el proyecto de Estado-nación, en este argumento se hace
central mostrar cómo el territorio simboliza la soberanía, y a su vez indicar que
esta noción política tiene origen en planteamientos religiosos, lo cual hace parte
de lo sagrado en el proceso de génesis de los Estados patrimonialistas europeos
y trascendiendo a los Estados modernos, donde el territorio ya no se presenta
ligado al orden religioso, pero conserva la misma implicación sacra, expresada
de manera concreta en el campo de la geopolítica y como parte constitutiva del
orden social.

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

Una segunda línea explora las imágenes del territorio impuestas por las elite
peninsular sobre América, espacio/tiempo donde se simbolizó esta región del
mundo como exuberante, exótica, un paraíso terrenal situado en un peldaño
más bajo que las culturas europeas. Un tercer punto ubica la continuidad de esta
lectura del territorio en las premisas del desarrollo y el tratamiento del conflicto,
la construcción de lugares de la geografía como tierras de nadie, fronteras o zonas
rojas que son parte de una forma de ver al otro y construirlo como enemigo.

El territorio: de la sacralización al mapa

El territorio es fundamental en la idea moderna de Estado Nación europeo, ya


que éste se constituyó desde la premisa de delimitar espacialmente la soberanía
territorial. La definición de un espacio que se presenta como propio, cercano
y apropiado en oposición a otras comunidades, permitió afianzar sentidos de
identidad, pertenencia y, por tanto, un elemento necesario para la formación
de la cultura nacional. Dicho proceso de configuración de un territorio de la
Nación surge en los Estados absolutistas y se sustenta sobre la idea divina acerca
de que: “El Estado patrimonial fue definido como la propiedad del monarca […]
La propiedad feudal era parte del cuerpo del monarca, del mismo modo que,
si desviamos nuestra vista hacia el dominio metafísico, el cuerpo monárquico
soberano era parte del cuerpo de Dios” (Hardt 2000: 75).

Desde los sentidos de nobleza se puede valorar cómo la formalización de


concepciones religiosas aplicadas al Estado absolutista fue clave para la aceptación
de la soberanía sobre territorios y gentes que lo habitaban. El sistema feudal se
valió de la religión para institucionalizar una idea de soberanía en el cuerpo de
la nobleza y más específicamente en la figura del rey, ubicándolo en el plano
de lo sagrado. Esta sacralización imposibilitó discutir un orden social diferente o
plantear otras formas de obediencia que no estuvieran dadas por el cuerpo del
soberano como prolongación de la presencia de Dios.

En este escenario se hizo coherente un orden simbólico desde la religión que


distinguió lo sagrado y lo profano.1 El territorio quedo inscrito como una proceso
de comunicación entre lo sagrado de la soberanía y lo profano del espacio
ocupado, habitado y vivenciado. La emergencia de un nuevo orden social, ya no
configurado desde lo religioso, reclamó una modificación en la que se mantuvo la

1 En la configuración de mundo religioso Durkheim (1993) lo presenta desprovisto de


intereses, de estructuras de poder o de configuraciones en el plano de la política. Contrario
a esa valoración de lo religioso como una serie de creencias, ritos y valoraciones que
distinguen lo sagrado de lo profano, sin conexión con estructuras de poder, este ejercicios
trata de mostrar que existe desde el proyecto de Estado Nación moderno una sacralización
en torno al territorio.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

idea de soberanía pero dando una mayor relevancia a la ocupación y el ejercicio


del poder sobre el territorio, por lo cual:

La transformación del modelo absolutista y patrimonial consistió en un


proceso gradual que reemplazó la fundación teleológica del patrimonio
territorial con una nueva fundación, igualmente trascendente. La
identidad espiritual de la nación antes que el cuerpo divino del rey,
colocaron ahora al territorio y la población como una abstracción ideal.
O, mejor aún, el territorio físico y la población fueron concebidos como
la extensión de la esencia trascendente de la nación. De este modo, el
concepto moderno de nación heredó el cuerpo patrimonial del Estado
monárquico, reinventándolo en una nueva forma. Esta nueva totalidad
del poder fue estructurada en parte por nuevos procesos productivos
capitalistas, y también por viejas redes de administración absolutista. Esta
difícil relación estructural fue estabilizada por la identidad nacional: una
identidad integradora, cultural, fundada sobre una continuidad biológica
de relaciones de sangre, una continuidad espacial del territorio y una
comunidad lingüística (Hardt 2000: 76).

En este sentido, la idealización de comunidad proviene de escenarios de comunión


propios del orden religioso, fundados en lazos de sangre y concretados en unidades
lingüísticas homogéneas. Se trata de una idealización realizada a partir de los
modelos de los Estados Nación europeos, que incluso en su propia construcción
no fue algo posible y su precaria configuración demandó el uso de violencia
racial. Sin embargo, cabe tener en cuenta la necesaria construcción de un orden
social propicio y necesario para el capitalismo, que explica de manera más amplia
las trasformaciones del Estado Nación en Europa, pronto universalizado como una
necesidad para todos los lugares a los que llegó el relato moderno/capitalista.

Hoy resulta evidente la emergencia del capitalismo como proceso económico y


social para plantear una idealización del territorio funcional a una bio-política del
espacio y la aplicación de poder sobre procesos políticos, morales y económicos.
Hecho que se describe en los inicios de ese orden territorial de la siguiente manera:

[…] un buen soberano, se trate de un colectivo o de un individuo es


alguien que está bien situado dentro de un territorio, un territorio bien
controlado en el plano de su obediencia al soberano, es un territorio
con una buena disposición espacial. Pues bien, todo eso, esa idea de
la eficacia política de la soberanía, está ligado aquí a la idea de una
intensidad de las circulaciones: circulación de las ideas, circulación de las
voluntades y las órdenes y también circulación comercial. […] la idea es
la vez antigua porque se trata de la soberanía y moderna porque se trata
de la circulación por la superposición del estado soberano, el estado

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

territorial y el Estado comercial. Se tratan de enlazarlo y fortalecerlos en


forma recíproca. (Foucault 2006: 32).

Este escenario requiere el fortalecimiento de la soberanía sobre el territorio, tanto


en función del orden y la obediencia de los súbditos, en la configuración de la
idea de pueblo —la nueva expresión del orden simbólico para la política—, como
en la emergencia de mercados modernos y, por tanto, un orden comercial que
definió la esencia del orden social. Sobre esta retórica se configuró un territorio
coherente con la idea de Estado moderno en el cual no fue necesaria la justificación
divina, una forma de gobierno que configuró la construcción de soberanía desde
el pueblo y un orden económico sobre el principio de propiedad privada, lucro
y economía de mercado. De tal suerte que el orden territorial emergente en la
modernidad estableció una relación urbano/rural, por la que la segunda quedaba
supeditada a la primera. Valga recordar también que en la arquitectura territorial
la ciudad fue el espacio por excelencia de las sedes de gobierno, el mercado y los
encuentros para las reclamaciones políticas del pueblo (Foucault 2006).

No se debe pasar por alto que este proceso de transformación en Europa tuvo
como punto de llegada el tratado de Westfalia, el cual implicó un reconocimiento
de la soberanía y los límites territoriales, la libertad de conciencia de los súbditos de
uno u otro Estado y la libertad de comercio. Desde este esquema se definieron tres
procesos coherentes con la configuración moderna del Estado: la homogenización
de concepciones religiosas y raciales, la ciudadanía y la definición de los límites
territoriales (Aceves 2004).

La homogeneización de la población nacional se había logrado con mecanismos


de expulsión selectiva de las minorías religiosas y raciales (las comunidades judías
de Inglaterra en 1290, en Francia en 1301 y en España en 1492). Posteriormente se
apeló a la figura de Nación, se desarticuló y destruyó con violencias otras formas
de identidad religiosa, racial y étnica que no fueran parte de la unidad cultural
emergente. El auge de la ciudadanía, junto con el nacionalismo, sirvió como
mecanismo de concentración de los Estados modernos, dando reconocimiento a
derechos civiles y posteriormente políticos, lo cual fue un paso para las libertades
individuales. De esta manera:

[…] la ciudadanía diluyó de mejor manera en un concepto individual a


las clases y los estamentos dentro de un Estado, ya que éste se consideró
compuesto solamente por ciudadanos. Creación de un discurso de
legitimidad. El prototipo de discurso de legitimidad empezó a cambiar
en este periodo; ya no se dirigió a los cuadros de dirección burocrática
y a las cortes, sino que tendía a abarcar a la mayoría de la población
mediante el discurso del nacionalismo, propio del mercantilismo y
necesario para el desarrollo de los mercados internos (Aceves 2004: 49).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

El carácter contemporáneo del territorio bajo la configuración euro-céntrica se


difundió en la modernidad mediante la construcción de una cartografía científica
que representó el espacio de la Nación en el mapa. Por otro lado, este modo
de apropiación y control del espacio legitimó el ejercicio de una soberanía
sobre lugares y la población heredera de la tradición del Estado patrimonialista
y absolutista de la Europa medieval. Este posicionamiento del territorio en la
modernidad se considera como la emergencia de un orden simbólico mediante
el cual se buscó el cierre del orden social. Dicho orden simbólico contribuyó
al ejercicio de soberanía sin cuestionar el origen del mismo e hizo posible la
configuración del Estado Nación mediante una idea secular que ocultó el origen
religioso. De allí que el dominio territorial adquirió un orden sagrado y el espacio
de la Nación resultó naturalizado.

En este aspecto fue central el posicionamiento de la geografía, convertida en


ciencia social con la modernidad, la cual venía ganando terreno en los procesos
de cuantificación del mundo gestados desde inicio del siglo XIV. Como ya se
referenció, es trascendental la geografía de Ptolomeo, con la que se creó el
esquema general de los mapas usados luego para definir los límites de los Estado
Nación. En otras palabras:

La aportación de Ptolomeo a la cartografía consistió en tratar la superficie


de la Tierra como espacio neutral plantando una cuadrícula sobre ella,
unas coordenadas entrecruzadas que se calculaban de acuerdo con las
posiciones de los cuerpos celestes. Proporcionó a la Europa del siglo XV
tres métodos distintos, coherentes desde el punto de vista matemático, por
medio de los cuales la superficie curva de la Tierra pudiera representarse
en mapas planos con las inevitables deformaciones resueltas de un
modo que permitiese a las personas informadas tenerlas en cuenta. En el
siglo siguiente las técnicas de Ptolomeo ya formaban parte del bagaje de
conocimientos de los cartógrafos de la Europa occidental. La Tierra era
ahora una esfera atrapada en una red de latitudes y longitudes, con una
faz teórica tan uniforme como una bola de billar. Cuando América y el
Pacífico irrumpieron en la percepción occidental, ya existían los medios
de representarlos fielmente. (Crosby 1998: 88).

Desde esta configuración no solo la tierra se logró cuantificar, también se hicieron


esfuerzos por definir, clasificar y valorar poblaciones, climas y vegetación. Las
referencias usadas en un principio para Europa pronto se convirtieron en el
modelo exportado a las colonias, donde se mantuvieron presentes bajo las formas
de trabajo y sociedad que han hecho de las ciencias una referencia simbólica más
que explicativa de nuestro mundo y sus realidades.

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Si bien la cuantificación de los espacios en el mapa llegó a América con la misma


presencia de navegantes de las empresas coloniales, hay que recordar que el
nombre de América precisamente proviene de Amerigo Vespucci, de quien se
dice fuera el primero en diseñar el mapa del continente. Con la llegada de los
Borbones al poder se da una relevancia al espacio geográfico en función de la
economía política de las colonias españolas, mas las viejas ideas sobre el territorio
pervivieron en el proyecto republicano, luego de la gesta emancipatoria.

Territorialidades en el ideal del Estado Nación

Las diferentes representaciones del territorio construidas con el fin de dar cuerpo al
proyecto Estado Nación se guiaron, y aún se guían, por el prototipo eurocéntrico y
sus diferentes relatos políticos, económicos y científicos, para articularse al sistema
mundo capitalista. A través de las modificaciones que se dieron en las metáforas
territoriales, de acuerdo con los impulsos y requerimientos de la metrópoli, se
mantuvo constante un proyecto colonial en la moldura del capitalismo, el progreso
y la modernidad.

De allí que, una comunidad política donde una historia común, una memoria
y una serie de valores imaginados dan coherencia y soberanía —en la mayoría
de casos sobre un territorio— constituye la idea de Nación como comunidad
imaginada (Anderson 1992). Retomando este concepto se puede ver en el caso
colombiano, y en general de muchos de los países del otrora Tercer mundo, que
esta construcción es un proyecto inconcluso, no acabado, o incapaz de emerger
por las condiciones impuestas en el sistema mundo capitalista. Sin embargo, en los
ámbitos de la tecnocracia del Estado y sus instituciones sigue siendo el imaginario
único para incorporar ciertos territorios, aún no incluidos, en el ideal propio de la
modernidad y el capitalismo.

En el prototipo eurocéntrico surge el Estado como una respuesta socio-jurídica


a los procesos de Nación, ello dentro de unas características particulares, en las
que las nuevas relaciones económicas capitalistas demandaron una reforma que
rompiera con las tradiciones feudales y diera origen a formas jurídicas centradas
en el consenso de las mayorías y en un sentido de integración alrededor de éstas.
En América Latina el Estado surge más como un proceso imitativo y de concreción
de los intereses de las elites, antes que como un consenso incluyente de amplios
sectores de la sociedad.

El ideal propio de las sociedades europeas de construir Estados nacionales se


configuró como el gran reto para las elites dominantes de América Latina que
desde el mismo proceso de independencia hicieron de Europa y luego de Estados
Unidos el modelo de sociedad a reproducir en nuestros territorios. Pero las

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

características propias de la realidad histórica hacen que el Estado en nuestro


continente tenga una manera distinta de construirse. Proceso en el cual la violencia
en todas sus formas fue necesaria y se aplicó sin discriminación con la disculpa de
construir un Estado unitario a imagen y semejanza de la metrópoli.

Al valorar retrospectivamente, podemos ver que el primer intento de construir un


Estado en Latinoamérica se configuró bajo la necesidad de generar cohesión y
autoridad alrededor del poder heredado de la Colonia. Y se alzó bajo el esquema
por el cual los caudillos impusieron un ideal de sociedad y casta similar a la
que España y Portugal habían logrado imponer en sus propios territorios. Esta
construcción determinó una articulación e integración al sistema mundo hacia el
exterior, a partir de procesos económicos influenciados por la hegemonía inglesa
(Martner 1986). Las aspiraciones y proyectos de las elites locales construyeron
lo que Antonio García (1969) denominó Repúblicas señoriales, que al interior
mantenían estructuras segregadas de poder económico y político fundamentado
principalmente en la tierra y mediante esquemas hacia el exterior de articulación
a la creciente economía capitalista. Es de reconocer que esta República señorial
constituyó un sistema colonial interno en el cual el pensamiento de dominación
colonial se reprodujo de manera coherente con las nuevas estructuras internas,
las mismas que siguieron con el argumento de la inferioridad racial y humana
de comunidades indígenas, campesinas y negras, para determinar el destino de
subalternos en las nuevas estructuras socioeconómicas creadas.

Sin lugar a dudas, una de las mayores contradicciones planteadas por este
esquema de formalización está en la idea de pueblo, idea que tendería a ser
necesariamente homogénea en un marco en donde las nociones de historia, raza,
religión y lengua fueron únicas. Así entonces, historia patria (que relata la gesta
de emancipación), razas blancas o mestizas en el mejor de los casos, religión
católica y hablantes de castellanos o portugués configuraron la unidad requerida
para la construcción de la Nación. Las otras referencias existentes al interior de
la sociedad debían adaptarse o borrase para hacer posible el proyecto nacional
homogéneo y excluyente de la diferencia.

Desde esta configuración los arquitectos del proyecto nacional debían ser los
grupos urbanos y letrados que forjaran una visión de la historia y la geografía,
legitimada bajo la noción naturalista del progreso. La historia y la geografía de
la Nación, por consiguiente, debía estar inscrita en la construcción de la historia
universal y cualquier marco de explicación se hizo desde las categorías modernas
de historiografía occidental y de la economía política que la sustentaba (Serje
2005). Los así llamados pueblos sin historia tuvieron acceso a un lugar secundario
en la historia universal, toda vez que los hombres ilustrados portadores del
mensaje de progreso habían logrado romper con el dominio colonial y construir
los parámetros de la Nación como sucedió en la experiencia europea, mostrada
como la experiencia universal.

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

De allí que en los diferentes espacios-tiempos en que se ubican las representaciones


del territorio se encuentra la presencia del extranjero civilizado, culto y con
conocimientos técnicos, que nos indica la manera de entender el complejo
panorama geográfico, para llevar a buen término la integración total del territorio.
Los territorios que requieren ser incorporados plenamente a las dinámicas de
Estado son aquellos en los que éste no hace presencia, ni la fuerza de la ley se
cumple a cabalidad, por ello la aspiración es lograr una territorialidad exclusiva
en la cual los espacios y sus habitantes sean integrantes de la nacionalidad y, por
esa vía, de la civilización moderna.

Como efecto de la articulación al sistema mundo capitalista en las últimas décadas


del siglo XX y los comienzos del XXI se consolidó una transformación económica,
social y política que se planteaba como inevitable desde la década de los 80. Estas
modificaciones tienen un especial significado en la política y la economía mundial
y son motivo de múltiples interpretaciones. Por ejemplo, en América Latina cobra
especial importancia -dentro de este repertorio de trasformaciones- el papel que
puede jugar el Estado, la sociedad y el mercado en dicha recomposición; claro
está, no como escenarios separados sino como elementos que se relacionan y
refuerzan entre sí. Esta idea de trasformación es una prolongación del proyecto
colonial moderno, mediante el cual se hace necesaria la inclusión de la periferia
en la globalización, y no sólo en el ámbito de las relaciones de los Estados con
el sistema mundo, sino de igual manera con las diferentes periferias al interior
del llamado Tercer mundo, dadas las diferentes razones por las cuales no se
consolidó la modernidad, el progreso y el capitalismo y su relato de construcción
del Estado Nación.

Puesto que se han definido grandes hitos en la construcción de territorio y de


gentes de la periferia del sistema, en éstos también se representan lugares y
poblaciones que no responden a las formas tradicionales en que se piensa el
proyecto del capitalismo y la modernidad. Un primer hito recoge el conjunto de
metáforas usadas para la identificación de territorios como fronteras, márgenes o
periferias, con imágenes de tierra incógnita, territorios salvajes, de miedo, tierras
de nadie o zonas rojas, que no solo existen al interior de Colombia, por ejemplo,
sino que están presentes en el marco del renovado discursos de los ‘ejes del mal’
en los que los enemigos de la civilización crean y ejercen violencia en contra de la
humanidad, la modernidad y la globalización universalista. Por ello el Putumayo,
Chechenia o Afganistán son parte del mismo signo violento.

La segunda representación se centra en el romanticismo del carácter salvaje de


estos lugares y sus paisajes, que simbolizan el origen mítico anterior a la ley y el
orden, donde cimarrones, forajidos, trasgresores, buscadores de utopías y saberes
salvajes encuentran espacios de articulación al margen de la sociedad moderna.
El tercer escenario se configura desde las necesidades estratégicas, territorios

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

elegidos para la creación de riqueza, en las que el relato mítico del Dorado
encarna la posibilidad de obtención de lucro fácil. En este esquema la aplicación
de la violencia hace parte constitutiva de la disputa por estos territorios articulados
al capitalismo salvaje, con productos como petróleo, drogas, contrabando,
prostitución y tráfico de armas (Serje 2005).

El impulso dado al proyecto nacional desde diferentes momentos del espacio


tiempo mundial para incorporarlo al sistema mundo posibilita ver metáforas de
representación que se dieron sobre los territorios. Allí se ubican tres ideas sucesivas
que impulsaron la lectura para estos lugares desde el Estado y su institucionalidad.

La primera idea consistió en la civilización de territorios, reflejada en la lectura


de Humboldt sobre nuestra geografía, sus argumentos científicos permanecieron
en el imaginario de los próceres de la independencia (Serje 2005), lo mismo
sucede con la mirada de Agustín Codazzi, promotor de la cartografía moderna
colombiana, quien con expediciones y propuestas de regionalización fomentó la
articulación del país a la división internacional de trabajo (Barona 2000).

Una segunda idea fue la lectura de territorios en los ideales del desarrollo, que
tuvo en los organismos multilaterales de crédito los principales promotores de
esquemas de formalización territorial. La primera misión del BIRF (1949) y su
aplicación en el caso colombiano es una muestra de esta lectura territorial. En ese
momento el territorio se pensó a partir de la integración y desarrollo del mercado
interno, tanto en función del capital internacional como de la superación de la
pobreza en el marco de la guerra fría, y mediante el discurso del desarrollo se
buscó controlar el avance del comunismo.

La tercera idea emergió con la irrupción de un nuevo discurso del capitalismo en


la llamada globalización. Fue cuando apareció la idea de territorios ganadores,
en la que está implicada una mayor preponderancia de los espacios regionales y
locales, de igual manera que la integración de aspectos políticos, institucionales
y empresariales al análisis territorial, pero también nuevas valoraciones para la
naturaleza hechas en el marco de la problemática ambiental. Esta última metáfora
de representación se puede ver en los planes de desarrollo Cambios para construir
la paz y Hacia un Estado Comunitario. En estas metáforas es posible ver la
continuidad del inacabado proyecto de civilizar, desarrollar y globalizar a Colombia
—históricamente una de las grandes aspiraciones de las elites nacionales— lo que
muestra, a la vez, la metáfora de territorios ganadores que hace parte del diseño
y definición de políticas públicas.

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

Territorios de Civilizados

Una de las primeras descripciones realizadas del paisaje, dentro de un marco de


análisis presentado como científico, la hizo Alexander von Humboldt. En uno de
los análisis sobre el tema se representa un cuadro de territorio y habitantes que, a
manera de propuesta sensorial pero también científica, deja ver las metáforas de
representación cultural propias de Occidente. Así:

Al presentar en una misma obra los burdos monumentos de los pueblos


indígenas de América y los sitios pintorescos del monstruoso país
que habitaron, creo reunir objetos cuyas relaciones no han escapado
a la sagacidad de quienes se dedican al estudio filosófico del espíritu
humano. Por más que las costumbres de las naciones, el desarrollo de
sus facultades humanas, el carácter particular que imprime en sus obras,
dependen a su vez de causas que no son puramente locales, no puede
desconocerse que el clima, la configuración del suelo, la fisonomía de
la vida vegetal, el aspecto de una naturaleza risueña o salvaje influyen
en el progreso de las artes y estilos que distinguen sus producciones.
Esta influencia es tanto más sensible cuanto más alejado se está de la
civilización […] para conocer bien el origen de las artes, es necesario
estudiar los accidentes del lugar que los han visto nacer. Los únicos
pueblos americanos entre los que hallamos monumentos dignos de
notar son los pueblos montañeses que, aislados en la región de las nubes
sobre las más elevadas altiplanicies del globo en medio de volcanes
cuyos cráteres están cubiertos de hielo perpetuo, no parecen admirar la
soledad de estos desiertos, que sacuden la imaginación por la grandeza
de sus masas. Las obras que producen están marcadas por la impronta
de la naturaleza salvaje de las cordilleras (Serje 2005: 65).

La idea acerca de las culturas de América como un peldaño anterior a la civilización


Europea, que construyen sus obras de acuerdo a un contexto natural, muestra
a los indígenas bajo un proceso de sometimiento al medio que Europa pudo
superar para construirse en un proyecto de civilización universal. Esta idea ubica
las construcciones culturales como simple adaptación al entorno que por agreste
y salvaje impide en muchos casos ver la grandeza de la naturaleza que solo puede
ser descrita por el hombre ilustrado, quien tiene un conocimiento de la realidad
más preciso, más óptimo y, por lo tanto, hace posible alejarse de la simpleza
cultural indígena para develarnos el contenido real del paisaje.

En esta dirección se puede argumentar que la construcción de Humboldt sobre


la naturaleza de la Nación, justo antes de la Independencia, sirvió de soporte
para construir una legitimidad científica y estética; nociones de las cuales los
criollos eran los mejores representantes, pues poseían el saber letrado heredado

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

de la metrópoli, siendo en el nuevo mundo los llamados a continuar el proyecto


civilizatorio europeo. Resaltando este punto se puede anotar que:

Alexander von Humboldt reinventó la América del Sur, en un principio


y fundamentalmente como naturaleza. No lo hizo sin embargo como
naturaleza accesible, coleccionable, conocible y categorizable de los
discípulos de Lineo, sino como una naturaleza dramática y extraordinaria,
como un espectáculo capaz de sobrecoger el entendimiento y el saber
humano […] Hubo tres imágenes en particular que combinó para
dar forma a la nueva representación estandarizada y metonímica del
‘nuevo continente’: la de superabundancia de los bosques tropicales (el
Amazonas y el Orinoco), la de las montañas con cimas nevadas (las
cordilleras de los Andes y los volcanes de México) y la de las vastas
llanuras interiores (los llanos venezolanos y las pampas argentinas)
(Serje 2005: 65).

La presentación de Humboldt es el soporte de la empresa colonial, desde la llegada


de los europeos al nuevo continente marcó la noción de un mundo de naturaleza
primigenio, en el sentido cristiano del paraíso terrenal. Pero este argumento no
era reciente en la lectura de América. El historiador Guido Barona al referirse a
la ‘invención de América’, nos plantea cómo Amerigo Vespucci en su lectura del
Mundus Novus, argumentó desde la razón moral de occidente la mistificación de la
realidad americana, realizando un desconocimiento de la alteridad, para entonces
construir el mundo del bárbaro por el que mediante: “una transfiguración mítico-
literaria; imperceptiblemente nos desplaza del territorio de las grandes selvas
ecuatoriales, al lugar sin fin del Paraíso Terrenal” (Barona 1993: 22).

Quedaba inscrita por esa vía la presencia de territorios y pobladores en América


dentro del camino seguido por Occidente. Eran los territorios y sus habitantes
americanos el primer símbolo de una civilización que aún se encontraban en
estado de naturaleza, también era el primer escalón dentro del amplio recorrido
que habían seguido las culturas europeas. No eran otras formas sensitivas y
conceptuales de ver el espacio y otras maneras de organización los que existían
en América, era Occidente en un grado menor de desarrollo.

Siguiendo las propuestas de lectura territorial se nos indica cómo la interpretación


de Agustín Codazzi sobre el Territorio del Casanare planteó, ya para mediados
del siglo XIX, la existencia de territorios civilizados e incivilizados al interior de la
misma nación:

El territorio de racionales, así demarcado, adquirió en la mirada de


Codazzi el sentido familiar. Era el espacio en que la naturaleza y el
hombre no entraban en conflicto. La primera brindaba generosamente

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

sus frutos y riquezas, en tanto que el segundo la beneficia por medio


de su ingenio. Lo racional no sólo aludía a las características centrales
de lo reconocido como humano, en el siglo XIX. La naturaleza dejaba
de ser virgen para transformarse en terrenos cultivados, en dehesas, en
haciendas y misiones. El territorio de los racionales adquirió así, bajo
ese significado y denominación, el principio de correspondencia y
realización bajo cuya acción debía enmarcarse la senda y el camino de
la Nación granadina: su fin de utilidad. Por oposición los territorios de
salvajes conservaban simétricamente dureza y rusticidad primitiva de las
costumbres de los que todavía para 1855, lo poblaban. La naturaleza
en éstos se manifestaba con toda su fuerza, sin dar espacio a que los
hombres, precisados a transitarlos, dieran reposo a sus fatigas pues tanto
de día como de noche eran asolados por las alimañas, por el clima y por
las nubes de zancudos que al igual que las hordas de salvajes poblaban
las riberas de los ríos. (Barona 2001: 133).

Pese a ser momentos históricos diferentes la construcción de los paisajes sobre


la naturaleza —de Amerigo Vespucci, Humboldt y Codazzi— incluyó habitantes
salvajes o en naturaleza y les representó como una de las limitaciones para el
proyecto de progreso y modernidad. En oposición a éstos existían ya los hombres
‘civilizados’ con la capacidad para aplicar racionalmente formas de trabajo y
dominio sobre la naturaleza que planteaba el proyecto de modernidad. La nueva
característica diferente radicó en que esta división, originalmente planteada en
el marco del colonialismo europeo, fue aplicada de igual en el plano interno del
proyecto de nación que se construía en la Nueva Granada.

Las lecturas de estos lugares y sus habitantes también están presentes en el siglo
XX. Para este caso, se muestra a la naturaleza como la imposibilidad para construir
el mercado nacional, tan necesario en los procesos de industrialización. En una
perspectiva de historia ambiental en Colombia, Germán Palacio (2001) indica
cómo entrado el siglo XX Laureano Gómez pensaba que el atraso de Colombia
era inevitable por razones ambientales y que solo unos islotes de civilización
podrían existir en los Andes, ello gracias al clima frío de los altiplanos de Ecuador,
Colombia y Venezuela. De igual manera, se destaca que Fabio Zambrano (1993)
utilizó la idea de pisos térmicos con el fin de estudiar el proceso de poblamiento
de Colombia. Así mismo Frank Safford y Marco Palacio (2002), con algo de
vergüenza, propusieron que la explicación del fracaso económico colombiano del
siglo XIX dependió de su compleja geografía.

De estas configuraciones se ha desprendido una dualidad que sigue presente


en políticos, académicos y científicos, quienes construyen una lectura territorial
a espaldas de quienes habitan los lugares. En oposición a la civilización, esas
lecturas se proyectan como representaciones de territorios salvajes.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Territorios para el Desarrollo

Luego de la segunda postguerra el desarrollo, como interés y preocupación de las


ciencias sociales, consolidó una geopolítica mundial, donde Estados Unidos y la
Unión Soviética se disputaron la hegemonía planetaria. El rápido avance alcanzado
por la Unión Soviética en términos de producción, tecnología y armamentismo,
producto de la economía planificada, se presentaba como una alternativa para
superar las desigualdades en gran parte de América Latina, Asia y África. La
necesidad de mantener un equilibrio geopolítico hizo de la pobreza uno de los
frentes de lucha para Estados Unidos, y su existencia en el llamado Tercer Mundo
posibilitaba un avance del comunismo. En este sentido el discurso del desarrollo
se presentó como una preocupación de los países del centro para resolver la
problemática de la pobreza y el atraso que viven las regiones periféricas del
sistema capitalista.

El discurso bélico se desplazó al campo social y hacia un nuevo territorio


geográfico: el Tercer Mundo. Atrás quedaba la lucha contra el fascismo. En la
rápida globalización de la dominación mundial por Estados Unidos ‘la guerra
contra la pobreza’ en el Tercer Mundo comenzó a ocupar un lugar destacado
(Escobar 1996).

El diseño de instituciones para la promoción de estas propuestas en el ámbito


internacional (BM, FMI) y en los países receptores (Departamento Nacional de
Planeación – DNP Colombia), planteó la premisa del desarrollo como un logro
alcanzable de manera deliberada, que se lograría desde las instituciones públicas.
Aquí el papel del Estado como promotor del desarrollo no se cuestionó, y
con el auge de la planeación técnica que empleó elementos matemáticos y de
programación estadística se constituyeron las herramientas más utilizadas para el
diseño de planes y programas (Escobar 1996).

La principal preocupación de la primera aproximación del desarrollo para la


década de los años 50 y 60 se ubicó en los niveles y ritmos del crecimiento
económico, las dificultades para la acumulación de capital, el desarrollo tecnológico
y la ampliación del mercado. Estas premisas siguen vigentes en los problemas
económicos actuales y se constituyen en el objetivo central de los planes de
desarrollo de los gobiernos colombianos.

Asimismo, la primera interpretación del desarrollo reconoció la existencia de un


modelo a seguir en los países capitalistas. La manera de alcanzarlo consistió en
superar una serie de etapas por las cuales debía atravesar una economía nacional
para lograr los niveles de vida similares a la de los llamados países desarrollados.
Para entonces, el subdesarrollo era entendido como una etapa previa a la búsqueda
por alcanzar estos niveles.

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

Se trató de un determinismo económico que llevaría a todo país a evolucionar


históricamente desde las etapas iniciales del primitivismo hasta alcanzar la etapa
más avanzada, representada por los países industriales. Es, en un sentido general,
la idealización de la experiencia europea y su concepción como una pauta de
obligado cumplimiento, casi a modo de necesidad histórica por los países de
cualquier otra zona geográfica.

En un recorrido por las propuestas del desarrollo se puede decir que subyace el
énfasis en la acumulación de capital como factor básico, así como la concepción
que el desarrollo está estrechamente vinculado con el crecimiento económico.
Otro de los aspectos resaltados es la existencia de mercados imperfectos para
los países en subdesarrollo y de un desempleo encubierto en la agricultura. Aun
cuando existen diferencias en la conceptualización y en las propuestas para la
superación de las condiciones de pobreza, lo que se destaca es la imposición de
una idea de sociedad que sigue el ejemplo y el modelo trazado por las economías
de los países de mayor desarrollo capitalista y la consecuente noción de progreso
gestada por los ideales del capitalismo.

Estas concepciones siguen la estructura de argumentación que fuera planteada


por Lauchlin Currie cuando elaboró su lectura de Colombia en la primera misión
del BIRF en 1949:

A pesar de que la extensión de Colombia es grande, la proporción de


tierras fácilmente accesibles y adecuadas para la agricultura en relación
con la población, es estrictamente limitada […] Afortunadamente, el clima
y la topografía permiten la utilización económica de algunas áreas situadas
en inclinadas faldas montañosas, que no podría ser provechosamente
cultivada en climas nórdicos. Sin embargo, la extensión de tierra plana
de valle, adecuadamente para cultivos intensivos, es escasa en relación
con la demanda que para tal tierra existe. En consecuencia, su valor es
tan elevado que está fuera del alcance de los agricultores pobres.
[…] A pesar de que Colombia le debe mucho a su topografía, esta misma
topografía ha creado barreras para el desarrollo del país. En realidad,
aun con buena organización, los trasportes serán siempre relativamente
costosos a pesar de que los adelantos técnicos están reduciendo las
desventajas del país a este respecto. Pero tal vez los mismos problemas y
obstáculos creados por la dificultad de comunicación han estimulado el
ingenio humano que en Colombia corresponde a un nivel de actividad y
talento superior al que generalmente se encuentra en países cercanos a
la línea a ecuatorial (Currie 1951: 15-17).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

En términos del tiempo se sigue la premisa de cómo un contexto geográfico


marca las dificultades para el nuevo ideal de progreso llamado desarrollo. En este
caso la metáfora de: “inclinadas faldas montañosas”, para representar los espacios
andinos que son las zonas más habitadas de Colombia y donde se han generado
las actividades económicas más importantes, tiene una ventaja en relación con:
“las tierras nórdicas”, explicada fundamentalmente por el clima. Pero a la vez son
la fuente de la poca integración interna, en este caso, en función de un mercado.

Por otro lado, se ve cómo los habitantes tienen: “un nivel de actividad y talento
superior al que generalmente se encuentra en países cercanos a la línea ecuatorial”
(Currie 1951:15); es decir, nuestro entendimiento está cercano a países no
ecuatoriales que son el sinónimo de civilización y ciencia.

De allí que la presentación de espacios geográficos y las gentes que los habitan
están en función de llegar al capitalismo como forma de avance social, pues
los territorios necesarios tal fin son los propicios para la industrialización, el
nacimiento de centros poblados urbanos y la articulación de zonas rurales en
las que se pueda generar el monocultivo, bien para la industria nacional o bien
para la exportación. Así los programas de promoción del desarrollo buscaron
homogenizar la producción económica y los territorios.

Territorios de ganadores y de perdedores en la globalización

Con la figura de la globalización se puede ver un hilo conductor que articula los
escenarios de territorios salvajes, territorios para el desarrollo y los conceptos
recientes de territorios ganadores y perdedores de la globalización. En estos
últimos se retoma las posibilidades de construir criterios de competitividad para
regiones y localidades. Es con el renovado discurso de la nueva economía y
sus modificaciones en la vinculación de regiones a las nuevas condiciones del
sistema mundo que se construye la necesidad de encontrar un contexto natural,
con habitantes y gobiernos que respondan a la competitividad.

Hoy, más que antes, se ha dado un renovado interés por el análisis territorial en
los círculos institucionales y académicos, los que han valorado la articulación
de regiones más que países a las dinámicas de la globalización, y soportan la
construcción de una ventaja competitiva sobre el capital humano, las condiciones
geográficas, la capacidad gerencial y las instituciones.

Una expresión metonímica del territorio expuesta en el marco de la globalización


queda reflejada en un análisis técnico de la CEPAL (Silva 2003), el cual parte de
la construcción cartesiana, con ejes para el crecimiento económico y el PIB per

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Te r r i t o r i o , t e r r i t o r i a l i d a d y E s t a d o – N a c i ó n

cápita, para así valorar regiones al interior de los países. Como ya se anotó esta
propuesta permite clasificar territorios ganadores y perdedores. Más allá de los
elementos novedosos para la observación del territorio, lo que destaca es la
permanencia de ciertas formas de nombrar y representar, en este caso perdedores
y ganadores, se constituyen fundamentalmente en una continuidad del proyecto
colonial, enfocado a: las necesidades de construcción de la República, la
construcción del mercado interno y, ahora, la participación en la globalización,
por lo cual la imagen aquí proyectada se constituye en el referente para valorar
y clasificar los territorios en los actuales procesos de globalización. La dualidad
ganador/perdedor se describen dos cuadrantes opuestos:

Territorios dinámicos y con alto PIB per cápita, “potencialmente


ganadores”, corresponden a territorios que han crecido por sobre la
media nacional y que tienen productos per cápita también superiores
a la media nacional. Se trataría, por tanto, de territorios que se podrían
considerar como los de comportamiento más exitoso frente a los procesos
de globalización.
[…] En resumen se puede plantear que en este cuadrante se pueden
encontrar algunas situaciones que se podrían tipificar en los términos
siguientes:
Aprovechamiento de ventajas comparativas muy explícitas y marcadas
como es el caso de la minería, lo que les ha permitido atraer inversiones
y proyectarse al mundo a través de sus exportaciones. La apertura al
capital privado habría sido favorable para este tipo de territorios que
compiten básicamente a partir de una ventaja natural. Sin embargo, no
pareciera que el tramado del tejido productivo y de servicios se haya
densificado y diversificado de una manera tal que pudieran constituirse
efectivamente “clusters” territoriales. En otras palabras, siendo hoy día
territorios dinámicos, está por verse si serán capaces de construir ventajas
competitivas avanzadas. Estos territorios podrían ser clasificados como
potencialmente ganadores con recursos naturales exportables.
[…] en esta categoría se encuentran las áreas metropolitanas que
han concentrado normalmente a través del tiempo mucha actividad
económica y que se han transformado en centros financieros importantes
y capitales de servicios: regiones con ciudades capitales o con grandes
ciudades, que han tenido un significativo proceso de terciarización
de su economía y cuyo entorno urbano es la principal conexión del
país con los mercados financieros internacionales. Estas podrían ser
clasificadas como regiones potencialmente ganadoras que albergan
Áreas Metropolitanas (Silva 2003:22)

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La clasificación de un territorio ganador en la nueva economía global se presenta


en dos escenarios: recursos naturales con demanda internacional y el desarrollo
metropolitano de grandes ciudades y centros financieros. Estos territorios expuestos
aquí como ganadores han sido siempre los intereses dentro de la consolidación
de la economía mundo, tratados ampliamente en los trabajos de la teoría de la
dependencia y también son parte del imaginario que guió la expansión capitalista
durante el largo proceso de colonización iniciado en el siglo XVI y hoy presentados
como una nueva economía global. De igual manera se encuentran las regiones
metropolitanas, que son la representación del logro civilizado alcanzado en el
Tercer mundo. Estas regiones, se podría decir, están conectadas a los intereses de
la economía mundo y siguen sus mismos lineamientos y comportamientos.

En el otro extremo estarían los territorios perdedores, los cuales se definen como:

Territorios no dinámicos y con bajo PIB per cápita, “potencialmente


perdedores”, estancados. En él se ubican territorios que han crecido por
debajo de la media nacional y cuyos productos per cápita también están
por debajo del promedio nacional. Se los ha denominado “estancados”
debido a que se asume, que a no mediar acciones de políticas pública
explícitas, se trata de territorios que al tener un escaso dinamismo
económico su situación relativa tiende a empeorar y, por lo tanto, pueden
ser considerados como “potencialmente perdedores”.
[…] [Tipificados como] Territorios con estructuras industriales que fueron
muy protegidas, cuya actividad económica ha venido en constante
retroceso, que no han sido capaces de reconvertir su aparato productivo
y para los cuales la apertura y la globalización siguen siendo una
amenaza. Sin embargo, coexisten al interior de ellos territorios locales
que podrían constituir interesantes espacios de cambio e innovación.
En definitiva, se los podría clasificar como territorios potencialmente
perdedores que se han desindustrializado y no han sido capaces, en toda
su magnitud, de reconvertir sus economías locales. Territorios agrícolas
tradicionales que han estado normalmente rezagados, algunos de ellos
con fuerte presencia de poblaciones indígenas, que demandan una
fuerte preocupación por parte del estado central en términos de políticas
compensatorias que atenúen su deterioro e identifiquen programas
de recuperación específicos a cada situación concreta. Estos podrían
clasificarse como territorios potencialmente perdedores con economías
rurales de baja productividad y con escaso capital humano que no se
logran insertar en la economía global (Silva 2003: 20-24).

Los territorios presentados como perdedores se tipifican, fundamentalmente, en


aquellos construidos artificialmente en el marco del proteccionismo de Estado,
propio del desarrollismo latinoamericano, y al no lograr niveles de competencia

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naturalmente reflejan su incapacidad de adaptación a las nuevas condiciones y


por ende se rezagan, debido a la desindustrialización que viven o por la poca
capacidad de aprendizaje que tienen. Por otra parte, también se catalogan como
territorios perdedores a aquellos países que siempre han sido objeto del desarrollo
y que no se sabe por qué razón insisten en sus estructuras tradicionales de origen
rural, además de tener el inconveniente de poseer comunidades indígenas dentro
de sus territorios.

Estas premisas se constituyeron en la guía de actuación para los países que deben
seguir el camino de incorporar estos territorios a los intereses del proyecto inacabado
de Estado Nación, hoy dentro de un nuevo marco de actuación geopolítico.

Desarrollo y violencia. Una mirada al territorio desde los planes


de desarrollo en Colombia

Este apartado del capítulo busca mostrar que los elementos conceptuales
representados en construcciones discursivas están presentes en los planes
de desarrollo colombiano, ello como una forma de materialización del Estado
Nación en el actual proceso de globalización. Se busca enfatizar también el por
qué la superación de la violencia es la propuesta necesaria y estructural para
el proyecto de Nación, y fundamentar cómo en la superación de la violencia
resultan estratégicos ciertos territorios, no solo los determinados por el interés
nacional sino por estrategias de intervención extranjera como el Plan Colombia y
los Laboratorios de Paz.

Esta manera de integrar los territorios, hasta ahora ausentes del Estado, dentro de
la ley y el orden se constituye en una nueva necesidad de civilizar, ya no sólo al
interior de cada país, sino dentro del marco de unipolaridad del mundo global.
Para tener una mayor precisión sobre los aspectos concernientes al desarrollo y
dentro de éstos la lectura territorial, el plan de desarrollo Cambio para Construir
la Paz muestra una referencia teórica y conceptual, de la cual debemos partir
para lograr ver las nuevas dinámicas presentes al final del acápite anterior como
territorios ganadores y perdedores de la globalización.

El plan de desarrollo formulado por el gobierno de Andrés Pastrana (1998-2002)


planteó un diagnóstico del problema que vive Colombia, allí se describe parte de
los fundamentos de lo que debe ser el Estado, a saber:

La violencia y la pobreza son dos de las muchas formas en que se expresa


el conflicto social en Colombia. Es natural que toda sociedad presente
tensiones, pero en el caso colombiano es palpable la incapacidad
social para resolverlas armónicamente. Por el contrario, muchas

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

veces las tensiones son resueltas a través de un conflicto violento y


destructivo, que no puede servir de base para el desarrollo. La sociedad
colombiana cuenta con una población notablemente ingeniosa, recursiva
y trabajadora que, sin embargo, no ha podido armonizarse de modo
tal que los esfuerzos individuales, en vez de producir una sociedad
fragmentada y atomizada, produzcan beneficios sociales. Hace algunos
años, Gabriel García Márquez en su proclama que daba presentación
al trabajo de la Misión de ciencia, educación y desarrollo anotaba que
“hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e ingobernables,
y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros piensa
que sólo depende de sí mismo.”
De esta manera, la sociedad colombiana resulta ser un excelente caso
de estudio para la moderna economía política, un matrimonio de la
economía y la ciencia política que trata de entender, entre otras cosas,
las circunstancias que conducen a que un grupo de individuos racionales
termine conformando una sociedad irracional. El inagotable ingenio
popular ha dado para caracterizar esta situación de manera sencilla: “un
país de vivos termina siendo un país de bobos”. Sea cual sea la presentación
que se prefiera, el caso es que Colombia exhibe un bajísimo grado de
cohesión social (DNP 1999:19).

Al escudriñar el texto citado, se postula la resolución del conflicto como requisito


necesario para el desarrollo -la formalización más avanzada de progreso- posible
solo por la vía del crecimiento dentro del capitalismo global. Las herramientas
necesarias para entender el caso de estudio colombiano se encuentra en el marco
de la moderna economía política norteamericana, donde se busque explicar por
qué individuos racionales terminan comportándose irracionalmente; es decir,
por qué la modernidad no ha sido un proyecto posible para una sociedad que
encuentra en el Estado su expresión individual. De allí que seamos un país de
bobos, incapaces de entender que la realización como individuos se encuentra
en el ejercicio de la ciudadanía. Por ende, el ingenio popular no corresponde a
una manera moderna y racional de pensar; o sea, no se piensa la actuación social
desde una valoración científica.

La preocupación por el desarrollo como camino para ‘construir la paz’ se hace en


la definición misma de dicho proceso, pues:

En resumen, la visión moderna del desarrollo que resalta la importancia de


la acumulación de cuatro tipos de capital distintos: el natural, el físico, el
humano y el social enmarca adecuadamente el tipo de políticas requeridas
para la promoción del desarrollo. En términos muy generales se debe
explotar de manera sostenible el capital natural; se debe promover la

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generación de ahorro para permitir la acumulación de capital físico; se


debe promover la atención de los niños, los jóvenes y las mujeres, la
salud, la nutrición, la educación, la capacitación, la generación, desarrollo
y dominio del conocimiento y el bienestar individual para permitir
la acumulación de capital humano; y, por último, se debe impedir la
polarización social y promover la equidad de género, la participación
comunitaria y la adopción de reglas institucionales para evitar la
arbitrariedad de las acciones gubernamentales y particulares, lo que
permite la acumulación de confianza y, en general, de capital social, que
es la base del comportamiento individual cooperativo (DNP 1999: 26).

La representación del desarrollo planteada por la articulación de capitales indica


que la nueva metáfora ya no da preponderancia exclusiva al discurso económico.
El cuestionamiento llevado a cabo durante las dos últimas décadas sobre la no
distinción entre crecimiento económico y desarrollo se resolvió mediante la
incorporación de otros ámbitos de la vida social representados como capitales.
Las nuevas dimensiones de la naturaleza, el conocimiento y las relaciones sociales
pasan a ser capitales en el marco de la globalización neoliberal. La articulación de
estos factores se constituye en el ‘verdadero’ sentido del desarrollo.

De esta forma el Plan de Desarrollo presentó la naturaleza como capital natural,


el cual depende del uso que se le dé a través del tiempo, pero de aplicar una
racional explotación se podrá dar garantía a la sostenibilidad ambiental del
desarrollo; adicional al capital natural se encuentra el capital físico, es decir
todos los instrumentos producidos por la mano del hombre que multiplican su
capacidad productiva, este es un aporte de la economía neoclásica de los años
cincuenta y caracterizada por el modelo de Solow de 1956,2 también aparece
el capital humano, su existencia se explica por la apropiación de conocimiento
que hacen los individuos a lo largo de sus vidas, y las condiciones del entorno
personal que permiten aprovechar ese conocimiento, como la cultura, la nutrición
y la salud. Este aporte es producto de: “la revolución teórica surgida en la segunda
mitad de la década de los años ochenta, a partir de los trabajos de Romer (1986)
y Lucas (1988)” (DNP 1999: 23). Por último, el plan reivindica el capital social
como: “una amalgama de ciertas características de la organización social, tales

2 Robert Solow es un economista norteamericano, premio Nobel de economía en 1987 su


idea central es que el crecimiento económico se explica por la innovación tecnológica,
para presentar su argumento, formula una ecuación de crecimiento donde solo existe
capital y trabajo, los cuales se combinan en relación de igualdad y complementariedad.
Como toda concepción neoclásica desconoce la relación conflictiva capital - trabajo,
así como cualquier contextualización socio-históricas para las relaciones de producción.
Desde su concepción neoclásica la desigualdad es un ‘efecto’ colateral no deseado del
crecimiento. Otra de las deficiencias de su explicación es que la tierra no aparece en la
producción, se pensaba en ese momento que era posible sustituirla por el capital y por
tanto su estudios en la economía moderna no era relevante ni importante.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

como la confianza, las normas, las redes de contactos y, con mayor generalidad,
las relaciones de largo plazo que pueden mejorar la eficiencia colectiva de una
comunidad” (DNP 1999: 23).

Las metáforas de los capitales y sus explicaciones en la construcción de la visión


moderna de desarrollo, resaltadas, para este caso, como soporte de un cambio
para construir la paz no son ajenas a los criterios de un proyecto neocolonial
marcado por las dinámicas del espacio tiempo mundial. De tal manera que
el problema ambiental se resuelve con el uso racional de los recursos es decir
mediante un desarrollo sostenible. El mayor peso de los componentes tecnológicos
en la producción se enfoca en la acumulación de capital humano. Una mayor
articulación de la sociedad en función de la producción se hace en el discurso
del capital social, por el cual los componentes culturales son reinventados como
formas que no se contraponen con el proyecto capitalista global, sino como
singularidades que pueden actuar de manera concreta en el mismo.

Otra de las figuras relevantes en la visión moderna del Desarrollo se encuentra


respaldada por argumentos de prestantes economistas como Solow, Romer y Lucas,
quienes han disertado y establecido los nuevos criterios teóricos y conceptuales
para producir la trasformación que le permita al país ir más allá del ingenio popular,
a la hora de construir la reflexión racional sobre el comportamiento económico,
esto en el marco de las nuevas condiciones y características fundamentales del
proceso actual, esto es ampliar la referencia del crecimiento hacia la sociabilidad,
la educación y la naturaleza.

Los nuevos aspectos medulares para el funcionamiento de la sociedad colombiana,


también aplicable a América Latina en su vinculación con el sistema económico
mundial, son las condiciones socio-políticas de los Estados, su estabilidad interna y
un ideal de democracia liberal. De tal suerte que el papel de la ciudadanía y de las
instituciones se involucraron con el crecimiento económico. En la configuración
de este nuevo modelo de articulación entre centro y periferia se produce no
solo un arreglo de condiciones económicas y políticas, pues también se da el
surgimiento de una serie de argumentaciones de tipo académico, incorporadas
a la gestión del Estado. La irrupción del neo-institucionalismo, el cual retomó
ideas de la sociología weberiana y la economía institucionalista norteamericana
para asociarlas al desempeño económico, otorga relevancia fundamental a
la credibilidad que tengan las poblaciones de las diferentes instituciones. Esta
postura llevó a generalizar el término capital para denominar aspectos de la vida
social que antes no se tomaban en cuenta.

Muchos de los semblantes del nuevo modelo de desarrollo están ligados con
factores considerados tradicionalmente como ‘no económicos’, requiriendo así la
implementación de un pacto social que convocara y lograra niveles de cohesión

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en la sociedad para mejorar el desempeño económico en los ámbitos de la


globalización y el mercado mundial.

Bajo esta consideración se presenta entonces la reconfiguración del proyecto


colonial, esto en el marco de la transformación de los procesos económicos
y políticos de las últimas décadas del siglo XX e inicios del siglo XXI. En tal
perspectiva se construye la necesidad de vincular los discursos del desarrollo
al sistema mundial, donde existe un sistema capitalista único e inmodificable,
en el cual se compite por capital y éste responde a las dinámicas de utilidad y
rentabilidad. Los países que no poseen acumulación de capital físico luchan por
atraerlo, en un mundo cada vez más fluctuante, y así lograr la generación de un
anhelado crecimiento económico; el cual se expresa en una relación de niveles
de productividad ligada con aspectos como la fuerza de trabajo, el Estado y el
entorno socio-político (Ehrke 1992).

El territorio es ahora el capital natural que de una u otra manera representa una
posibilidad de vinculación con otros capitales, los cuales se presentan construidos
de manera separada. El territorio es el espacio en el cual se desarrolla otras
formas de capital. Construye en un sentido una referencia plana, continua sin
demarcación de ningún tipo, pero sustentada de manera diferente cuando se hace
la evaluación de las regiones en donde el conflicto está presente, ya que:

La violencia y el conflicto armado afectan en general a todo el país, pero


sus consecuencias son sin duda más graves en ciertas zonas y afectan
de manera más pronunciada a determinados grupos de población. Bajo
esta consideración, el Plan Colombia se desarrollará principalmente en
zonas donde los actores armados, tanto guerrilla como autodefensas, han
tenido presencia activa y continuada durante varios años y en las que se
conjugan varios factores que en conjunto dinamizan el conflicto armado.
En esta medida, se considerarán también regiones objetivo del Plan
Colombia las zonas en que una porción significativa de la población deriva
su sustento mínimo de los cultivos ilícitos, al igual que aquellas zonas
afectadas por graves condiciones de pobreza e inequidad y ausencia de
oportunidades reales de progreso para amplios sectores de la población.
Estas regiones se caracterizan por bajos niveles de organización social,
presencia estatal y legitimidad institucional, que se reflejan en la ausencia
de gobernabilidad. Adicionalmente, en muchas de estas zonas surgen
problemas ambientales generados a causa de la expansión de la frontera
agrícola y la presencia de cultivos ilícitos. Estos factores han traído
consecuencias negativas tales como el desconocimiento de los derechos
territoriales de indígenas y negritudes, la tala indiscriminada de bosques,
la disminución de la oferta alimentaría y el agotamiento del recurso
hídrico que en conjunto profundizan el conflicto social y facilitan las

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

condiciones para la violencia. En estas circunstancias, las acciones del


Plan Colombia buscan beneficiar, de una parte, a la población víctima
de la violencia, en especial a la población que se ha visto forzada a
desplazar como resultado de la disputa por el control territorial entre los
diversos actores armados, y de otra, a la población campesina vinculada
a los cultivos ilícitos (DNP 1999: 308).

La idea tradicional de ubicar ciertos territorios en los que la violencia se encuentra


más generalizada, y que sus habitantes son los beneficiarios del Plan Colombia,
nos permite ver cómo se construyen referencias en las cuales no ha sido posible
cumplir las promesas del proyecto de Estado Nación y, por tanto, la premisa de
civilización, ley y orden para ciertos lugares del país.

Una identificación de los criterios para la ordenación de los territorios por el Plan
Colombia se expresa en referencias metonímicas del párrafo anterior. Los criterios
son en primera medida identificar las zonas donde “guerrilla y autodefensas han
tenido presencia activa y continuada durante varios años” (DNP 1999: 308), para
establecer que los sitios sin presencia subversiva son los lugares en los cuales el
proyecto de Desarrollo es viable, posible y capaz de dar respuesta a los anhelos
y aspiraciones de la mayoría de colombianos. Estos últimos lugares son zonas
donde se ha cumplido el sueño ciudadano, que no resuelve por la vía armada la
diferencia con el Estado y se tiene la capacidad para responder a sus demandas
de bienestar.

El segundo recurso de clasificación se desenvuelve en lugares en los que: “una


porción significativa de la población deriva su sustento mínimo de los cultivos
ilícitos, al igual que aquellas zonas afectadas por graves condiciones de pobreza e
inequidad y ausencia de oportunidades reales de progreso para amplios sectores
de la población” (DNP 1999: 308). Sin lugar a dudas el Plan Colombia no hace
referencia a las zonas urbanas en donde efectivamente grandes porciones de la
población derivan su ingreso del tráfico de narcóticos. Allí de igual manera se
presentan profundos problemas de marginamiento. En oposición existen zonas no
contaminadas por el problema de drogas y pobreza, que efectivamente disponen
de un capital humano y social suficiente para lograr el progreso. La ubicación de
estas regiones, en oposición a las comunidades del bien, constituye por excelencia
una representación moral del territorio.

De igual manera estas zonas se clasifican como aquellas con: “bajos niveles
de organización social, presencia estatal y legitimidad institucional, que
se reflejan en la ausencia de gobernabilidad” (DNP 1999: 308). Todos estos
territorios presentan un grave problema ambiental, en los cuales no es posible
el uso racional de capital natural, generando la expansión de frontera agraria

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y la pérdida de alimentos para comunidades campesinas donde coexisten, por


demás, comunidades indígenas y afro.

De otro lado se presenta el enunciado del proyecto del Plan Colombia, que en
realidad es la intervención extranjera sobre ciertas regiones y zonas puntualmente
identificadas en las cuales se hace posible la ayuda internacional para los nuevos
enemigos de la civilización: el terrorismo y el tráfico de drogas. La implementación
de este plan se hace desde el agenciamiento global por el que las naciones
desarrolladas, fundamentalmente Estados Unidos, contribuyen con recursos
militares y programas sociales a fin de restituir la civilización para territorios y
habitantes subdesarrollados.

En el caso del plan de desarrollo denominado: Hacia un Estado Comunitario


de Álvaro Uribe Vélez en su primer mandato, se hace una mayor referencia a la
violencia como generadora de los problemas del país. Recalca que los conflictos
se registran con mayor intensidad en ciertos territorios que son el foco de la
subversión y el narcotráfico:

La mayor concentración del poder militar y ofensivo de los actores armados


se da todavía en zonas periféricas y de influencia histórica de estas
agrupaciones, aunque sean cada vez más clara la importancia estratégica
en ciertos territorios, motivada por razones de orden económico y militar
expansivo. Estos últimos constituyen zonas económicamente atractivas
que pueden disputarse y controlarse para beneficio de organizaciones
armadas ilegales; configuran corredores fundamentales tanto para el
aprovisionamiento de pertrechos y armas, como alimentos y elementos
de apoyo logístico; y tienen implicaciones en el dispositivo militar y en
relación de ventaja frente a otras organizaciones armadas ilegales o a la
fuerza pública. En ellos estas agrupaciones han confrontado y fortalecido
economías de guerra, como la de cultivos ilícitos y sus vínculos con
la actividad del tráfico de drogas; entes de financiación importantes a
través de la extorsión, el secuestro, el abigeato y el asalto a entidades
financieras, que afectan zonas agroindustriales y de explotación pecuaria,
petrolera y minera. (DNP 2003: 33).

Aquí las zonas descritas son fundamentalmente entendidas como territorios de


guerra, por ello se marcan como zonas de: “importancia estratégica” en términos
de orden económico y militar expansivo. Los elementos de esa economía de
guerra son vinculados con cultivos de: “uso ilícito” y el “tráfico de drogas”, así
como diferentes actividades delincuenciales, las cuales impiden el crecimiento
de zonas agroindustriales y de explotación pecuaria, petrolera y ganadera. Son,
como lo afirma Margarita Serje (2005), las zonas del capitalismo salvaje y las zonas

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

de guerra. Es allí donde están los teatros del conflicto, donde existen las disputas
territoriales para dar cuerpo y contenido al ideal de desarrollo y el proyecto de
progreso en el marco de la Seguridad Democrática.3

Cuando se propone en la primera parte del plan un: “desarrollo en zonas


deprimidas y de conflicto”, esto indica los fines e intenciones de la construcción
de una Seguridad Democrática, pues:

Si bien el conflicto armado ha tenido efectos negativos sobre todo el país


en su conjunto, este fenómeno incide directamente y tienen un impacto
muy notorio en aquellas zonas en las que los grupos alzados en armas
han desplegado su actividad de manera más intensa y la violencia ha
adquirido un carácter endémico. El 75% de las acciones armadas de las
FARC se concentran en 11 departamentos mientras que las autodefensas
hacen presencia activa en 22. Así mismo, el crecimiento del pie de fuerza
de los grupos irregulares ha sido paralelo a la expansión de los cultivos
ilícitos en las regiones.
Como resultado, los costos sociales y económicos producidos por el
conflicto armado y la expansión de los cultivos ilícitos en las regiones
son múltiples. Aparte de la pérdida de vidas, entre los más sobresalientes
se cuentan el deterioro de la productividad y la competitividad de las
economías, los procesos de descomposición social generados por la
economía ilegal, la violencia adicional que conllevan, la destrucción
de la organización campesina, la inseguridad y el debilitamiento de la
confianza que en su conjunto, ha reducido el bienestar de la población
y la gobernabilidad de las regiones.
Adicionalmente, la expansión de los cultivos ilícitos a costa de ecosistemas
frágiles a contribuido a la tasa de deforestación, que en la última décadas
alcanzó un promedio de 221 mil Ha/año [hectáreas por año], para un
total de 2,2 millones de hectáreas de bosque destruidas. A esto se suman
los daños sobre la infraestructura física y social como consecuencia de
los ataques terroristas.
En resumen, el conflicto armado afecta los principales determinantes del
desarrollo económico y social de las regiones al destruir los capitales
humanos, natural y físico, y, en conjunto, configuran un círculo perverso

3 La Seguridad Democrática fue una parte central de la propuesta presidencial de Álvaro Uribe
Vélez, se basó en la profundización del conflicto en múltiples zonas con el argumento que
existían actores armados por fuera del orden del Estado. La estrategia justificó múltiples
violaciones de derechos humanos, la supresión de garantías civiles para sectores de la
población no conformes con su propuesta de gobierno, la criminalización de la protesta y
una alianza con la estructura clientelista y politiquera del país para mantener y prolongar
su estancia en el poder por un periodo de ochos años en la presidencia de la República.

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de deterioro de la confianza de los ciudadanos en el Estado, bajo


crecimiento económico y debilitamiento de la capacidad del gobierno
para restablecer las condiciones de gobernabilidad democrática
(DNP 2003: 67-68).

Es evidente que en la configuración de las regiones de conflicto, desde las cuales


se generan ‘todos’ los males actuales del país, se relacionan los grandes enemigos
de la sociedad global: terrorismo, tráfico de drogas y destrucción ambiental. Estas
construcciones dan pie a globalizar los males colombianos y construir escenarios
para que la ayuda internacional haga posible una intervención. Pero la resolución
y control sobre estos territorios se hace a fin de construir la productividad y la
competitividad, pues el capital natural, físico y social, se deterioran de manera
significativa por la presencia del conflicto armando y el tráfico de drogas. El
deterioro de la confianza de los ciudadanos en el Estado, el bajo crecimiento
económico y el debilitamiento de la capacidad del gobierno no hacen posible
restablecer las condiciones de gobernabilidad democrática.

La construcción de estas referencias como fundamentales para la intervención y el


control del problema de violencia y tráfico de drogas, evoca un pasado en el que
tal vez sí existió una ‘gobernabilidad’ y unos ‘ciudadanos’ que creían en el Estado
como expresión de sus anhelos. Como es posible constatar, se trata del mismo
argumento presente en la configuración de la propuesta de Andrés Pastrana.

Vale la pena resaltar aquí una lectura planteada por Santiago Castro-Gómez y
Oscar Guardiola (2005) acerca de las implicaciones del Plan Colombia visto como
un diseño de pretensión global fabricado para administrar el riesgo y trasformar
el territorio nacional a imagen y semejanza de un espacio y una historia local,
por medio de la aceleración del proceso de modernización. En esa lectura se
construyen dos referencias. La primera sería la búsqueda de integración de
la fuerza hispana, ya no por la vía del disciplinamiento laboral sino a través
de la seducción del consumo. La segunda sería el cambio de la idea que la
modernización de la periferia, la cual ya no opera sobre lo tradicional agrícola o
feudal, aplica fundamentalmente sobre las formas no integradas de la hegemonía
del comercio internacional. Al respecto anotan:

A partir del análisis de estos dos fenómenos creemos sería interesante


entablar una serie de relaciones del Plan Colombia, no obstante vale
la pena insistir en que es un diseño global aplicado a una historia
local. Localidades tan distantes como Miami, Bruselas y el Putumayo se
encuentran vinculados de tal manera, que las cosas que ocurren en cada
una —por ejemplo la guerra civil en Colombia— se encuentra atravesada
por los eventos que ocurren en las demás. Podríamos decir incluso que
la guerra en Colombia no es propiamente “civil” sino “global” —como

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

también lo fueron las del Golfo y de Kosovo—. Son guerras que buscan
eliminar localmente los nuevos enemigos “pre-posmodernos” del capital
global: dictadores nacionalistas, fundamentalistas islámicos, guerrilleros
y campesino cocaleros, conectados todos ellos con redes globales de
producción, circulación y distribución de mercancías (Castro y Guardiola
2005: 70).

En ese sentido, se configuran las soluciones planteadas por el gobierno de Álvaro


Uribe para el desarrollo de las zonas en conflicto que retoma los elementos del
Plan Colombia pero articula el concepto de desarrollo alternativo como: “un
enfoque de desarrollo regional basado en crecimiento productivo, fortalecimiento
institucional y mejoramiento de infraestructura física y social” (DNP 2003: 68) y su
propuesta de familias guardabosques.4

Resulta también necesario resaltar la propuesta de los programas de Desarrollo y


Paz y los Laboratorios de Paz, estos últimos soportados en la participación activa
del Banco Mundial, la Unión Europea y el Programa de Naciones Unidas para
el Desarrollo. El primer laboratorio se implementó en la región del Magdalena
Medio, el segundo se ubicó en el Oriente antioqueño, el Cauca y en el Catatumbo,
Norte de Santander. Es evidente que este ingrediente y sus participantes hacen
parte de la ubicación del conflicto en territorios no incorporados al proyecto del
Estado-Nación.

Una revisión al territorio en el proyecto de Estado-Nación en Colombia muestra


una continuidad de la colonialidad del poder, desde la colonia hasta las
modernas concepciones del desarrollo. Esta continuidad se puede mostrar desde
las metáforas territoriales construidas, allí hay que entender los discursos no
únicamente como formas lingüísticas, estos son manifestaciones de proyectos y
por tanto evidencian prácticas de territorialidad en las cuales la violencia se hace
presente para las intenciones de civilizar, modernizar y globalizar los territorios
y las gentes que los habitan.

4 El programa de Familias Guardabosques fue una estrategia planteada para superar los
problemas de tala de bosques en el avance de los cultivos de uso ilícito; buscó que los
campesinos no avanzaran en las zonas de frontera agraria y que cedieran estos predios
para la conservación de la naturaleza, el proyecto entregaba subsidios en efectivo a las
familias beneficiadas.

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Construcción territorial
desde el ambiente
globalizado

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L a irrupción de la globalización, y dentro de ésta la preocupación mundial
por la pérdida progresiva de los medios de subsistencia, plantea para
América Latina y sus regiones un nuevo proceso de intervención extranjera
que impone un modelo de desarrollo sostenible y la consecuente adecuación
institucional para el mismo. Pero indudablemente la globalización también plantea
la reflexión en cuanto las posibilidades de las sociedades futuras están dadas por
el uso actual de los recursos naturales. Así se privilegia, para nuestro entorno, la
necesidad de conocer, apropiar y aprovechar desde lo local las potencialidades
que la naturaleza nos puede ofrecer, y establecer a partir de ello una negociación
local–global con criterios de reciprocidad, la cual responda a las necesidades
materiales de las comunidades marginadas, especialmente los habitantes de las
zonas rurales donde existen recursos materiales hoy vitales para la subsistencia
de la ‘Aldea Global’.

Cuando se realiza una mirada de la naturaleza y su progresiva importancia en el


contexto actual se requiere conocer a qué se debe lo relevante que ella adquiere
en un sistema de relaciones internacionales cada vez más interconectado, tanto
como las consecuencias de la misma. En tal sentido, se parte de reconocer que los
procesos económicos de la sociedad mundial actual son una fuente de explicación
creciente de esta importancia; aspecto que se refleja en formalizaciones políticas,
discursivas y transformaciones institucionales del Estado.

El medio ambiente en el sistema-mundo actual

Por lo menos dos aspectos son esenciales para valorar el interés del tema ambiental.
El primero es el evidente deterioro de los medios de vida que ha ocasionado
un tipo de racionalidad económica sobre el manejo de los recursos naturales.
El segundo aspecto está relacionado con la modificación creciente que tiene el
capitalismo al incorporar progresivamente nuevas formas de apropiación por una
mayor capacidad tecnológica, dentro de la cual es primordial la biotecnología y
la genética, pues a partir de éstas se generan nuevas mercancías y aplicaciones
llevadas al mercado mundial.

El 1972 y a partir de la publicación Una Sola Tierra se constituye el marco


de análisis para la conferencia de Naciones Unidas sobre el medio ambiente,
llamando la atención acerca del continuo deterioro de los recursos como problema
planetario. Luego con la propuesta titulada: Nuestro Futuro Común del informe
Brutland (1986) y de la Cumbre Mundial de la Tierra celebrada en Río de Janeiro

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

(1992) se consolida la visión de que somos ciudadanos del mundo, por lo menos
en términos ambientales, siendo todos responsables del problema ambiental. Sin
lugar a dudas ninguna de las anteriores reuniones de expertos desconoció que el
problema ambiental se encuentra estrechamente vinculado con procesos sociales
donde el hambre, la explosión demográfica, las relaciones norte-sur, entre otros,
son fundamentales para lograr una superación de la problemática. Tal situación
obliga a hacer una reflexión sobre las implicaciones de orden económico, político
y social de estas apreciaciones en el contexto de América Latina.

Siguiendo este panorama se puede ver el progresivo deterioro de los recursos es


consecuencia de una racionalidad económica que privilegió el individualismo,
el lucro y la explotación intensiva de los recursos, otorgándole al ambiente una
importancia fundamental en la sociedad de hoy.1 Esta importancia es cada vez más
urgente de ser analizada, especialmente cuando se presenta la posibilidad de hacer
de la cuestión ambiental un problema mundial que interesa a todos los habitantes
del planeta y, por tanto, se constituye en uno de los ejes para construir la sociedad
global. La aplicación de una creciente legislación ambiental en los países centro fue
en detrimento de la acumulación capitalista, pues hizo más costosa la producción;
en otro sentido obligó a dar una valoración nueva a la naturaleza.2

El problema ambiental se evidenció primero en los países centro, por ello la


crisis capitalista de la degradación natural obligó a la comunidad científica y a los
gobiernos a tomar medidas para remediar estas dificultades.3La contaminación,

1 Este enfoque no ha sido exclusividad del capitalismo, pues en los países con planificación
centralizada la preocupación por la naturaleza se supeditó a las necesidades e intereses
del Estado.
2 Una lectura del problema ambiental del capitalismo se puede ver en James O´Connor
(1998), quien propone valorar dos tipos de crisis. La primera tienen que ver con las
relaciones de producción, donde surge la contradicción capital-trabajo y la realización
de las mercancías para hacer posible la extracción de la plusvalía. La segunda crisis
hace referencia a la manera cómo el capitalismo, por su racionalidad, tiende a agotar las
condiciones de producción y reproducción material, y no hacer viable no solo el sistema
capitalista sino la existencia misma de la humanidad. La búsqueda de utilidad a toda consta
hace que el comportamiento con la naturaleza en el capitalismo sea de extrañamiento
o de un comportamiento ajeno a ésta, y se vea a la naturaleza como una simple fuente
de recursos para la producción de mercancías. Esta mentalidad es la que lleva a la crisis
ambiental. Las soluciones que el capitalismo plantea a la crisis ambiental no se hacen
viables, pues son demasiado costosas para que sean asumidas por las regulaciones del
mercado, por el Estado o por los mismos capitalistas.
3 No es la primera vez que los teóricos del capitalismo se preocupan por la crisis de
sustentación. La relación de la población y los recursos plateada por Malthus [1798] donde
la primera tendía a aumentar en progresión geométrica mientras que los recursos solo
crecían en progresión aritmética, daba origen a la degradación del sistema. La única manera
de mantener a la población dentro de sus límites de crecimiento estaba en la aplicación
de una fuerte moral donde el hombre contuviera sus impulsos sexuales, de igual manera
que las guerras y enfermedades ayudaban a controlar la expansión de la población. Si

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

producto de las fábricas, los grandes conglomerados humanos y la consecuente


degradación de recursos como el agua, el aire y el suelo, se buscó resolver por
la misma vía que el capitalismo había resuelto sus crisis internas. La regulación
por parte del Estado, en este caso los procesos industriales contaminantes, debían
incorporar los costos de la descontaminación.4

Por otro lado, la implementación de una nueva fase de producción capitalista,


donde se da un mayor peso a la tecnología, no se ha quedado solo en los
aspectos industriales básicos. De igual manera está presente en campos como
la microbiología y la genética, áreas que han creado campos de aplicación del
conocimiento donde está involucrada la composición molecular y genética de
la naturaleza.

Dicho aspecto hace que la biodiversidad cobre valor por los contenidos de
información genética que posee, así el desarrollo de los procesos de conocimiento,
apropiación y aplicación de la información depositada en plantas y animales
-incluido el ser humano- se convierte en una fase de ampliación de la propiedad
privada hacia la composición misma de la naturaleza y los organismos vivos. El
contexto en el cual se da esta fase, la aplicación de la tecnología sobre la naturaleza
y la pretensión de privatizar parte de la vida, está mediado por una relación
en la cual la información genética se encuentra en la periferia, donde siguen
existiendo grandes fuentes de biodiversidad, mientras que el conocimiento que la
hace funcional al capitalismo se encuentra en el centro (Nemogá y Bonilla 1996).

Como ejemplo tenemos el empleo de la biotecnología que en el transcurso del


tiempo se ha variado hacia distintos campos. En una primera etapa se aplicó a la
medicina, en especial al sector farmacéutico; luego en el sector químico, y en una
tercera etapa a la agricultura para la trasformación de alimentos (Larach 2001). Las
necesarias modificaciones para que las instituciones del Estado, las legislaciones y

bien el problema poblacional fue efectivamente un problema para el capitalismo en su


nacimiento, éste se remedió mediante el aumento de la productividad en la agricultura,
de igual manera se dio un proceso de expulsión creciente de población europea a otros
lugares no poblados del mundo, lo cual determinó la superación del problema poblacional.
La consolidación actual del capitalismo trasnacional enfrenta de nuevo el problema del
crecimiento poblacional como un ingrediente más de la degradación de los medios de
subsistencia, con la contrariedad que esta ‘explosión’ demográfica se da en la periferia, que
no pueda aplicar las recetas planteadas por el capitalismo, pues los niveles de dependencia
tecnológica y el ideal de competitividad para nuestras economías, paradójicamente está en
una abundante mano de obra barata, lo cual no permite aplicar una política de aumento
de la productividad para la alimentación. De otro lado se impide el proceso migratorio con
fuertes normas legales y restricciones de ingreso de pobladores del sur a los países centros
que enfrentan el fenómeno contrario de decrementos de la población y el envejecimiento
de la misma.
4 La propuesta de quien contamina paga, fue una indicación de cómo el capitalismo reducía
a mercancía los medio de subsistencia y no cuestionaba su racionalidad.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

las instituciones productoras de conocimiento se adecuen a esta nueva instancia


se evidencian tanto en el ámbito internacional como el contexto nacional.

Si se sigue la propuesta de Karl Polanyi (1995) sobre la estructuración de un mercado


autoregulado en el capitalismo, donde se mercantiliza los medios de vida de las
comunidades para incorporarlos progresivamente al mercado, se puede apreciar
como el problema ambiental y la nueva importancia de la biodiversidad obligó a
valorar la naturaleza por sí misma, haciendo que ésta entrara en un creciente proceso
de mercantilización. Baste recordar al respecto que la consolidación del capitalismo
en Europa durante el siglo XIX partió de sustituir la naturaleza por la tierra y dar al
suelo el valor de un simple factor productivo ya comerciable en el mercado. Por esta
vía la naturaleza deja de ser el medio de subsistencia para las comunidades. Hoy el
mercado autoregulado alcanza nuevos esquemas para con la naturaleza debido a la
degradación creciente del medio natural en función de la reproducción de la vida,
pero también la generación misma de otros organismos vivos, dentro de éstos el
cuerpo humano, al hacer del ADN un nuevo recurso industrial.

La creciente influencia del efecto ambiental y la importancia que la biodiversidad


trajo para el capitalismo se incorporó al contexto internacional, lo cual significó un
nuevo ingrediente en el proceso de vinculación de la periferia a los países centro.

En el orden productivo se dio una modificación que operó en tres vías: la primera
fue la búsqueda de nuevas tecnologías que no fueran contaminantes pero que
posibilitaran la modificación de la estructura misma de los organismos vivos, a fin
de lograr un nuevo espacio de apropiación privada de la naturaleza. Ante todo se
aplicarían las tecnologías no contaminantes a los procesos productivos ubicados
en los contextos geográficos de los países centro, de igual manera las mercancías
allí comercializadas debían responder a la conciencia ambiental creciente de
ciudadanos más preocupados por este problema, lo cual generó un nuevo nicho de
mercado ahora fundado en lo orgánico; es decir, lo no químico, lo saludable y no
contaminante, tanto en los circuitos de consumo como en los procesos de producción.

La segunda modificación productiva fue el traslado de las tecnologías contaminantes


del centro hacia la periferia, espacio político que no contaba con una legislación
rigurosa en términos de contaminación o bien porque su aplicación era muy débil.
La explicación de esta modificación debe verse no solo en la legislación ambiental
sino también en la búsqueda de menores costos de mano de obra y, por tanto, mayor
extracción de excedente. Desde ese fenómeno aumentó la búsqueda de procesos
productivos en la periferia, la cual fuera receptora de inversiones y tecnología, esto
en el marco de una nueva etapa de consolidación del capitalismo trasnacional.

La tercera modificación productiva está asociada a la importancia creciente del


conocimiento como factor relevante para la producción de mercancías. Este

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

proceso se refleja en el surgimiento de una rigurosa legislación nacional pero


fundamentalmente internacional en relación con los derechos de propiedad
intelectual. Las implicaciones de esta valoración hacen que se exija desde
organismos internacionales y Estados centro la aplicación y reconocimiento de
estos derechos en todos los países periféricos. De esta manera se establecen
campañas crecientes relacionadas con el uso del software legal, las medicinas
genéricas, la música, el cine, etc. También este proceso se afincó en la genética
de plantas que en su mayoría provienen de los países periféricos que han
sido patentadas por compañías y empresas de los países centro. Esto se refleja
claramente en las cifras de patentes e investigaciones, por cuanto:

Las cinco principales empresas de biotecnología en los Estados Unidos y


Europa controlan el 95% de todas las patentes de transferencia genética
y en general, el 97% de todas las patentes a nivel mundial están en
manos de los países industrializados. Esto indica que la concentración
del conocimiento dentro del sector privado se da principalmente en el
hemisferio norte. Otros indicadores, tales como comercio intra-firma,
flujos de conocimiento, número de científicos y presupuestos para la
investigación ilustran y reafirman esta constatación (Schaper 2001: 12).

El alcance de este proceso ha sido de tal magnitud y desarrollo que se plantea la


resolución de los problemas ambientales por esta misma vía, pues al modificar
la composición genética de las plantas y animales es posible tener organismos
resistentes a hongos, plagas e insectos sin requerir de la aplicación de fungicidas
o insecticidas. De igual manera se podrían tener alimentos con mayor contenido
de vitaminas y nutrientes.

Otro fenómeno creciente de la problemática ambiental relacionado con los


procesos arriba anotados y que determinó nuevas relaciones del sistema mundo es
la existencia de ecosistemas estratégicos en las regiones de la periferia, los cuales en
términos del equilibrio natural se constituyen en reductos de naturaleza y soportes
de vida para la humanidad.5 En este sentido muchas de las posibilidades futuras
están dadas por el uso que demos a los recursos naturales desde las economías
periféricas, y acaso posibilitar la discusión para establecer una negociación centro-
periferia con criterios de reciprocidad.6

5 La manera en que la comunidad internacional valoró una región como la Amazonía y la


llamó: “el pulmón del mundo” presenta una dualidad necesaria de develar, pues de un
lado se ve una riqueza para ser conservada, valorada y soportada por todo el mundo, y
de otro niega a los latinoamericanos la posibilidad de injerencia y autonomía sobre esta
región y los recursos que allí se encuentran.
6 En América Latina las propuestas ambientales fueron vistas como un argumento que
atacaba la posible industrialización y, por ende, el desarrollo del tercer mundo. El hecho
de poseer recursos naturales necesarios para todo el planeta requiere que su conservación
sea compensada.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La implementación de este proceso en la periferia se hizo desde la incorporación


de una nueva variable para el discurso del desarrollo. Así la aparición del desarrollo
sostenible como un ideal de la sociedad global y sus postulados, se incorporó en
las propuestas y preocupaciones de las instituciones promotoras del desarrollo,
que hicieron de la naturaleza un nuevo sujeto de intervención para colocar en
su lugar el medio ambiente (Escobar, 1996). La creciente mercantilización de
la naturaleza es presentada como una forma de lograr el desarrollo sostenible
y sobre las implicaciones del mismo se instaura un arsenal de argumentos de
tipo científico y profesionales que refuerzan la necesaria implementación de esta
racionalidad para las comunidades del Tercer Mundo.

En ese orden de ideas surge la aplicación de un saber científico que permite y hace
posible el logro del desarrollo sostenible. Esta explicación se da prioritariamente
desde profesiones que valoran objetivamente los recursos puestos en juego dentro
del problema ambiental, así la voz del desarrollo sostenible es la del geólogo,
el biólogo, el ingeniero forestal o, en el mejor de los casos, el de una profesión
creada para este fin como es la ecología.

Las miradas que se hacen desde las ciencias sociales del desarrollo sostenible
utilizan y generan métodos de análisis similares al de las ciencias exactas, esto
con el fin de tener una apreciación científica alejada de cualquier contaminación
ideológica. Una clara referencia para esta apreciación se puede constatar en la
economía que abordó el problema ambiental como la simple incorporación de los
costos de las mercancías y de las modificaciones que genera el proceso productivo
sobre el medio.

Dado que la sociedad recibe una contraprestación por el agotamiento de los


recursos que necesariamente se deben sacrificar, esta compensación se presenta
al valorar una externalidad negativa y al costo de la misma en el contexto general
de la sociedad. Las valoraciones y cálculos del impacto productivo sobre el medio
obligó a plantear términos en la economía como ‘la tasa optima de contaminación’
y ‘la tasa retributiva’, donde queda implícito el ideal hegemónico de la escuela
neoclásica acerca de recursos escasos para la optimización.

Una última referencia necesaria es la dimensión política del problema ambiental,


pues a partir de ésta se articulan actores sociales que cada vez tienen más fuerza y
son centrales en la llamada ‘Aldea Global’. Estos actores irrumpieron en la política
europea y sus demandas fueron adquiriendo un número creciente de audiencia, lo
cual hizo de los partidos verdes un poder que impactó la política y las legislaciones
de los Estados del centro. No habría que ignorar en este análisis el papel de las
organizaciones no gubernamentales -ONG- de vocación ambiental. Aun cuando
no presentan un discurso o prácticas de trabajo homogéneas en relación con el
problema ambiental se constituyen en demandantes claves que cobran poder de
convocatoria apoyadas en la globalización de las comunicaciones.

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

Para algunos analistas estas organizaciones y los partidos verdes son la expresión
de los nuevos movimientos sociales, cuyas reivindicaciones diferentes de la lucha
de clases, propias de la izquierda marxista, muestran un semblante relevante de
problemas no resueltos por el capitalismo y su correlato de democracia liberal
(Santos 1994). Para otros estudiosos del problema ambiental, las ONG son una
manera de afianzar el discurso del desarrollo sostenible, ya que sus prácticas se
hacen más desde reivindicaciones puntales como las legislaciones ambientales
rigurosas, la protección de especies en peligro, la tala de bosques nativos, entre
otras, sin cuestionar la racionalidad economicista implícita en el capitalismo que
ha llevado a la degradación del medio de vida para la humanidad.

Las implicaciones políticas de la irrupción del ambiente son analizadas por


Martínez Alier (1992), quien plantea que el problema ambiental se constituye
en un fundamento para la lucha política actual, más allá de una protección de
los recursos. Esta argumentación es aún más relevante para las comunidades del
Tercer Mundo, donde se aplican sistemáticamente políticas de desarrollo con
programas de venta, comercialización y apropiación de la naturaleza, las cuales
contradicen las prácticas tradicionales de campesinos e indígenas en quienes
existe una conciencia ambiental natural que se refleja en sus cultivos y consumos
orgánicos. La construcción de una ecología política rompe con la tradición de un
movimiento verde que reduce la problemática a la protección o el cuidado del
ambiente y a una tradición de lucha socialista bajo el ideal del proletariado que
busca la transformación del Estado capitalista.

Desde este panorama la construcción del medio ambiente como discurso y su


consecuente aplicación a la economía y la política se refleja en una valoración
territorial por la cual los recursos naturales son un factor necesario para la
organización del sistema capitalista. Las implicaciones de este modelo para el
Estado, las instituciones asociadas a éste y sus políticas sobre el territorio, se guían
por un discurso hegemónico del desarrollo sostenible, mientras que por otro lado
las comunidades afectadas por este ideal asimilan, reconstruyen y contradicen
dicha propuesta, configurando prácticas económicas y políticas que se pueden ver
como contradiscursos locales y regionales.

Institucionalización del desarrollo sostenible

En esta parte de la reflexión territorial es necesario valorar la construcción del


imaginario de naturaleza en los diferentes momentos de la historia colombiana,
presentando los procesos de ruptura que se han dado en la misma a partir de
aspectos económicos, sociales y jurídicos, los cuales determina una posibilidad de
entender la importancia del proceso territorial en la actualidad.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

El trabajo de Germán Palacio (2001) sobre la historia ambiental de Colombia para


1850-1995 plantea tres grandes periodos, la naturaleza liberalizada (1850-1920),
la naturaleza modernizada (1920-1980) y la naturaleza ambientalizada (1980
hasta el presente).

En la naturaleza liberalizada se observó una transformación del paisaje fundamentado


en un poblamiento humano desde las zonas de la cordillera oriental fría hacia la
cordillera central de zonas templadas que modificó sustancialmente la composición
de vegetación y flora; el impacto se reflejó en una disminución de la biodiversidad
en la que se generó un agrosistema especialmente de economía cafetera. De
igual manera se da una intervención en la Orinoquía y la cuenca de la Amazonía
con procesos extractivos de plantas y fauna. Para este periodo se determina una
legislación donde se reconocen derechos al hombre, se genera una creciente
mercantilización de la tierra. En el campo de la división político-administrativa se
determina un centralismo que respalda la idea de una economía de vinculación con
la división internacional del trabajo, donde se realiza la exportación de productos
primarios y de materias primas. El ideal del desarrollo se fundó en la economía
extractiva y una mentalidad de progreso, civilización y masculinidad.

En cuanto a los actores sociales se presenta: una iglesia católica que confronta
la privatización de la tierra, fundamentalmente sus posesiones; una parte de
la élite que asume un sentido de romanticismo en relación con la naturaleza;
la población rural con una construcción mágico religiosa donde se daba a la
tierra un carácter de protector espiritual; los pueblos indígenas vinculados con
la agricultura emprendieron luchas por mantener la propiedad colectiva de la
tierra, que se tenía desde la colonia; por último en lo referente a las comunidades
afrocolombianas, éstas adquieren un carácter de sujetos de derecho y dejan de ser
parte de la naturaleza.

El segundo periodo, la naturaleza modernizada (1920-1980), generó una propuesta


que apuntó a modernizar las haciendas tradicionales, incrementó la ganadería
en las sabanas caribeñas, fortaleció el desarrollo creciente de una agroindustria
espacialmente en el Valle del Cauca; así también se consolidó la creación de grandes
centros industriales en Bogotá, Medellín, Barranquilla y Cali que permitieron
conectar la región andina con la Caribe. Este auge se fundamentó en la política
de industrialización por sustitución de importaciones, el impacto de ésta sobre los
recursos y el medio se hizo notable fundamentalmente en la contaminación de
los centros industriales, igualmente se abandonaron las áreas de explotación de
la Orinoquía y la Amazonía y su vinculación al mercado mundial. En lo referente
a los aspectos jurídicos se promovió un sentido de función social a la propiedad
y se enfatizó la necesidad del desarrollo; en lo político institucional se planteó la
reforma agraria, la modernización del sector rural a partir de instituciones creadas
para este fin. En el ideal de desarrollo se introdujeron nuevas tecnologías en todos

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

los ambientes productivos, donde es de especial atención el planteamiento de


la revolución verde que además de tecnologías obligó a la creación de agencias
estatales de financiación para la implementación de ésta.

El impacto sobre los habitantes rurales fue relevante, se hicieron sujetos del
desarrollo y fueron abandonados progresivamente las concepciones míticas sobre
la naturaleza para incorporar una creciente idea de modernización y desarrollo
de la misma. Surge un debilitamiento de la propuesta indígena que se mira como
un rezago del pasado que debe modernizarse e incorporarse progresivamente
al mercado y su racionalidad. Las comunidades afro presentan una resistencia
creciente al proceso de desarrollo a partir de afianzar una idea de vida que no
está relacionada con los proyectos de modernización y vinculación creciente al
mercado y su racionalidad.

El tercer periodo (desde 1980) caracterizado fundamentalmente por una presión


internacional sobre la naturaleza que de manera creciente se integra al mercado
por vías legales -petróleo- y por formas ilegales -cultivos de uso ilícito-, dan un
nuevo sentido a regiones abandonadas en el periodo anterior. La irrupción del
desarrollo sostenible y la importancia creciente de la biodiversidad, determina un
marco social y jurídico diferente. Surge una retórica de funciones ecológicas de
la naturaleza no solo en aspectos nacionales sino principalmente internacionales,
una nueva institucionalidad por parte del Estado buscando dar una organización
territorial que se compadezca con este nuevo escenario. El rescate de formas
de entender la naturaleza desde posturas como economías campesinas o
concepción indígena de naturaleza tiene un espacio que se confronta con su
creciente mercantilización.

Si bien en el breve resumen quedan muchos aspectos a profundizar desde la


propuesta de periodización que plantea Germán Palacio, es evidente que el peso
de la vinculación de la economía nacional al contexto internacional resulta un
factor determinante para los conceptos de naturaleza y medio ambiente que en
las últimas décadas ha cobrado relevancia. Un factor que es necesario revisar y
valorar es la fecha de emergencia del tema ambiental en el contexto colombiano,
pues es este el periodo que interesa en la presente investigación, toda vez que
configura el surgimiento de un conflicto territorial que no era tan evidente en los
anteriores periodos citados en el estudio referido.

Se presenta a continuación una lectura que modifica la concepción que sitúa


la década de los 80 como fecha de irrupción de la naturaleza ambientalizada;
aún cuando es necesario reconocer que la preocupación se rastrea en el tiempo
para un periodo anterior, la fuerza que adquiere esta preocupación puede ser
fundamentalmente la década de los 80 por el contexto internacional. Desde este
sentido se puede ver que el ideal de naturaleza no intervenida o de mitigación de

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

impactos del desarrollo se encuentra desde la década de los 60 y 70 para el caso


colombiano, pero es la constitución de 1991 y su reglamentación la que permite
ver la inclusión del ideal del desarrollo sostenible y la regionalización que este
ideal significó para el Estado.

La preocupación por el medio ambiente en Colombia fue introducida esencialmente


por la academia y las misiones económicas que desde mediados del siglo XX
irrumpen con las estrategias de desarrollo nacional. En el primer caso se tienen
la influencia de científicos nacionales y extranjeros que desde las universidades y
los institutos de investigación promovieron un conocimiento sobre los recursos y
la interacción del hombre con éstos. En el segundo caso, las misiones extranjeras,
éstas promovieron y lograron crear entidades para garantizar el manejo y
aprovechamiento de recursos como el hídrico y el maderero o espacios para la
mitigación de impactos generados por las obras de infraestructuras que muchas
de las misiones traían consigo.

La creación y desarrollo de un conocimiento académico sobre nuestros recursos


en el siglo XX se puede rastrear con la creación de departamentos e instituciones
dedicadas al conocimiento de la naturaleza y recursos que posee Colombia. Así lo
demuestran, la siguiente relación:

Tabla No 2. Instituciones relacionadas con la investigación de la naturaleza


Año de
Instituciones
creación
Herbario Nacional Colombiano 1928
Departamento de Botánica de la Universidad Nacional 1940
Facultades de ingeniería forestal de la Universidad Nacional, seccional
1951
de Medellín
Facultades de ingeniería forestal de la Universidad Distrital Francisco
1951
José de Caldas
Facultades de ingeniería forestal de la Universidad del Tolima 1958
Departamento de Biología de la Universidad Nacional 1960
Instituto Colombo Alemán de Investigaciones Marinas de Punta Betín
1962
de la Universidad de los Andes
Departamento de Biología Universidad del Valle 1964

La Facultad de Ciencias del Mar en la Universidad Jorge Tadeo Lozano 1964

Grupo interdisciplinario sobre Medio Ambiente de las universidades


1971
de los Andes
Sociedad Colombiana de Ecología 1972
Construcción propia a partir de Rodríguez (1998)

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

Las instituciones académicas e investigativas creadas y sus gestores Enrique Pérez


Arbeláez, Carlos Lehman, y Víctor Manuel Patiño entre otros, son una muestra del
interés por los recursos naturales que estuvo cimentada en la idea de conocimiento
y preservación, pero también en la utilización productiva de los mismos como lo
demuestra la fundación de las facultades de ingeniería forestal. Su influencia sobre
los desarrollos en la década de los 70 es innegable toda vez que se establecieron
procesos para la creación de Parques Nacionales y sistemas de explotación
madereras que fueron promovidos por los pioneros del ambientalismo.

En este proceso no han estado ajenos los aportes académicos de extranjeros como
Ernesto Guhl, científico alemán radicado en Colombia desde los años treinta; su
trabajo en la Universidad Nacional contribuyó al conocimiento de la geografía
y la ecología colombiana; Thomas Van der Hammen, quien desarrolló y adaptó
metodologías para el estudio de la historia y la dinámica de los ecosistemas
de una amplia zona geográfica que va desde la Sierra Nevada de Santa Marta
hasta la Amazonía, pasando por nuestras tres cordilleras, los Valles Interandinos
y los Llanos Orientales; y por último Gerardo Reichel-Dolmatoff quien como
antropólogo buscó entender las culturas indígenas americanas en el contexto de
los ambientes naturales en un intento de relacionar la diversidad cultural con la
diversidad biológica (Rodríguez 1998).

Así como las instituciones académicas e investigativas fueron fundamentales en


la generación de una propuesta de protección y explotación de los recursos
naturales, las misiones extranjeras en Colombia determinaron una valoración de
los mismos que se materializó fundamentalmente en instituciones a partir de las
cuales se diera una administración a los recursos acordes con la idea de desarrollo
y progreso que estas traían consigo. La Misión de Administración Pública sobre la
Reorganización de la Rama Ejecutiva del Gobierno de Colombia, dirigida por el
profesor norteamericano Launchlin Currie en 1951, señaló la necesidad de crear
una división de conservación y de recursos naturales en el Ministerio de Agricultura
a partir de la fusión de la División de Tierras, -encargada de las comunidades
indígenas y los bosques nacionales-, con el instituto de Parcelaciones, Colonización
y Defensa Forestal. Esta nueva división: “estaría principalmente relacionada con
el desarrollo racional de los recursos naturales, tales como tierras, bosques y
pesquerías con miras a su conservación” (Rodríguez 1998:16).

Otra muestra de la influencia internacional sobre nuestra visión de los recursos


se encuentra en la creación y desarrollo de la Corporación para el desarrollo del
Valle del Cauca –CVC–.

Con la CVC se adoptó en Colombia el enfoque organizacional para


el uso racional con propósitos múltiples de los recursos de tierras y
aguas, que se había venido empleando en los Estados Unidos desde

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

1933, en la Tennessee Valle y Authority, -TVA- para llevar a cabo labores


de desarrollo integrado de la cuenca hidrográfica del río Tennessee.
(Rodríguez 1998:17)

La CVC desarrolló un énfasis en el aprovechamiento del recurso hídrico para la


generación de energía eléctrica, de igual manera subrayó la necesidad de una
incorporación creciente de propuestas de mejoramiento productivo para el Valle
del Cauca mediante la incorporación de la revolución verde. Estos objetivos
requerían la administración, planificación y manejo de territorio en el valle del
Río Cauca. Otro tanto sucedió con la Corporación para el desarrollo del Valle del
Magdalena -CVM- creada en 1961.

La CVM se estableció por recomendación de la Misión Nethan, contratada


por el Ministerio de Obras Públicas para estudiar los impactos del
ferrocarril del Atlántico en las cuencas media y baja del río Magdalena. Se
le dio una jurisdicción que comprendía los valles del Magdalena, Sinú y
San Jorge. Uno de sus inspiradores, el economista Launchlin Curie, intuyó
que la nueva vía enclavada en la selva tropical interandina más valiosa
del país bien podría originar la destrucción de ese rico ecosistema, que
hasta entonces, en la década de los cincuenta, se encontraba en muy
buen estado de conservación. (Rodríguez 1998:18-19)

La CVM es considerada un antecedente de la creación del Instituto de Desarrollo


de los Recursos Naturales Renovables –Inderena– creado en 1968 en gobierno
de Carlos Lleras Restrepo. Dentro del proceso de reforma administrativa llevada
a cabo en esta administración además del Inderena surgieron otras entidades
públicas con responsabilidades en lo ambiental, como el Servicio Colombiano de
Meteorología, con el propósito de observar, medir, analizar y publicarlos datos
hidrológicos y meteorológicos. Al Instituto Geográfico Agustín Codazzi –IGAC– se
le atribuyó la responsabilidad de determinar las condiciones y características de
los suelos, al Instituto Colombiano de Minas Ingeominas la valoración de las aguas
subterráneas y las fuentes geotérmicas, al Instituto Colombiano Agropecuario –
ICA– evaluar la calidad ambiental de fertilizantes, insecticidas, etc.

Uno de los aspectos de este proceso de la institucionalización de los recursos


naturales, que es necesario mirar con detenimiento, está relacionado con la
administración y manejo de los Parques Nacionales Naturales, el nacimiento de
los mismos se remonta a 1948 cuando la Universidad Nacional en su interés
por la investigación científica logra que mediante el Decreto 2963 se declaren
Reserva Nacional la Serranía de la Macarena con una extensión de 1.130.000
Ha. Pero es hasta la promulgación de la Ley 2 de 1959 que se habla de Parque
Nacionales Naturales en la legislación Colombiana. El Parque Nacional Natural
fue definido como:

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

[...] aquella zona que el gobierno nacional, por medio del Ministerios
de Agricultura, previo concepto favorable de la Academia Colombiana
de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, delimite y reserve de manera
especial, por medio de decretos en las distintas zonas del país y en sus
distritos pisos térmicos, en las cuales quedará prohibida la adjudicación de
baldíos, las ventas de tierras, la caza, la pesca, y toda actividad industrial,
ganadera o agrícola, distinta a la del turismo o aquellas que el gobierno
considere convenientes para la conservación o embellecimiento de la
zona. (Rummenhoelle 1995; 67)

La idea y concepto de Parque Nacional, para el caso colombiano, es producto


de la influencia que tuvo la Comisión Internacional de Parque Nacionales -CIPN-
como un organismo adscrito a la Unión Internacional para la Conservación
de la Naturaleza ­–UICN–-. El concepto de Parque Nacional surgió en Estados
Unidos en el año de 1872 con el parque de Yellowston que fue creado como un:
“parque público o lugar de esparcimiento para el beneficio y placer de la gente”
(Rummenhoelle 1995: 65). La creación del parque supone que este se encuentra
deshabitado o se procura lograr deshabitarlo para generar allí un ecosistema no
intervenido por el hombre y que responda a los ideales de conservación pura. En
la práctica se da que muchos de los parques creados en Colombia y determinados
por el sistema reglamentado ya contaban con presencia de comunidades indígenas
y colonos que los habitaban, pero que no fueron consultados o tomados en
cuenta para la definición de los mismos, situación coherente con los ideales del
abandono de la actividad humana para lograr proteger y preservar los recursos
naturales allí existentes.

Otro de los procesos de institucionalización de la naturaleza ambientalizada está


en la promulgación del Código de los Recursos Naturales, Decreto 2811 del 18 de
diciembre de 1974, bajo el gobierno de Alfonso López Michelsen que contó con la
participación de ambientalistas y académicos preocupados por la conservación. El
código propuso el manejo y la preservación del medio ambiente como fundamento
de la actuación del Estado en el tema de los recursos naturales. Aun cuando su
aplicación en lo relacionado con multas y pagos por la contaminación no fue
muy estricta, refleja una contradicción entre un desarrollo industrial y un ideal de
conservación que sigue siendo vigente para la legislación posterior y que hoy día
es motivo de contradicción entre las clases dirigentes, industriales, inversionistas,
académicos y ambientalistas.

La formulación del código se considera pionera en América Latina y determina un


sentido de la naturaleza para la conservación especialmente en su artículo 1o. que
determina que: “El ambiente es patrimonio común. El Estado y los particulares
deben participar en su preservación y manejo, que son de utilidad pública e

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

interés social. La preservación y manejo de los recursos naturales renovables


también son de utilidad pública e interés social”. (República de Colombia 1974)

En la década de los 80, bajo una creciente importancia de la naturaleza, la


sociedad colombiana y las instituciones del Estado vieron un mayor interés de
la comunidad internacional y su trabajo en torno al tema del medio ambiente y
la consiguiente formulación de propuestas y políticas de protección ambiental. A
la vez se involucraba otros temas como la pobreza que terminó configurando el
ideal del desarrollo sostenible, simultáneamente al interior del país se generaba
un ambiente de discusión política que reclamaba un nuevo pacto para el Estado.

La transformación vivida por la sociedad colombiana en el marco de la Constitución


de 1991, se presenta aquí como un escenario donde confluyen múltiples intereses
políticos y económicos a partir de los cuales se construyó un nuevo proceso de
integración alrededor del Estado. En el caso del medio ambiente es inevitable
decir que el peso que internacionalmente tenía el problema influyó para que se
acogiera en la legislación un concepto de desarrollo sostenible que se perfilaba
desde el informe Brutland y luego se consolidó en la Cumbre de la Tierra, sin
desconocer que ya existía en el país un movimiento ambientalista con expresiones
políticas, que contribuyó a materializar en la Constitución Política este postulado y
en la promulgación de la Ley 99 de1993.

Otro aspecto de la Constitución Política de 1991 con repercusión profunda para


el problema ambiental fue la importancia que se otorgó a la región y a la idea de
modificar la organización del territorio, a fin de que esta fuera más funcional en
relación con las aspiraciones colectivas y prácticas para el desarrollo económico.
Dos caminos diferentes pueden ayudar a entender este proceso, así como la
poca aplicabilidad que ha tenido en la práctica luego de más de 20 años de vida
de la Constitución; por un lado la necesaria descentralización de las diferentes
entidades que hacen parte del Estado a fin de que afronte un creciente proceso
de internacionalización que está más soportado en las regiones que en la Nación
(Biosier 1994), y por otro lado la negación creciente de la política y el Estado
sobre la enorme diversidad que existe en el territorio colombiano. Para Fals Borda
(2003) el conflicto permanente que ha vivido Colombia en toda su historia tiene
una fuerte explicación en lo excluyente que es la clase política y su organización
para con los ideales regionales. Las dos posturas tendrían repercusiones diferentes
en la configuración del modelo actual de la sociedad. La primera intención de
regionalizar puede entenderse como una premisa de: !sálvese quien pueda! ante
un Estado menos activo en relación con la protección social, actuando para
facilitar que los mecanismos del mercado internacional funcionen libremente en
todas las esferas de la vida social. La segunda premisa de regionalizar está en la
búsqueda de mayor participación desde lo local en la construcción de la política
y la dirección del Estado bajo el ideal de regiones construidas socialmente. En

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

la práctica los dos esquemas se han dado y dejan la impresión de avanzar no de


manera complementaria sino como contraposición el uno del otro.

Pero la disyuntiva también acompañó el desarrollo planteado en la Ley 99 de


1993, quedó evidente una suerte de procesos para regionalizar el ideal del
desarrollo sostenible que no debe pasar desapercibido. En la práctica al crear al
Sistema Nacional Ambiental –SINA– surgió la dualidad si guiarse por una división
político administrativa, heredada del desarrollo anterior a la Constitución de
1991, o plantear un modelo que fuera más funcional en términos de grandes
eco-regiones. De igual manera distinguió dos sistemas de manejo ambiental
claramente diferenciado. El primero relacionado con la búsqueda de un ideal de
desarrollo sostenible que tenía en las Corporaciones Autónomas Regionales los
actores centrales que se articulan con entes territoriales. El segundo relacionado
con la protección de la diversidad donde el ente central es el Sistema Nacional
de Parques Naturales –SNP– que continuaba un proceso iniciado por el Inderena.

La región en un nuevo escenario de valoración ambiental

Históricamente las sociedades se han ubicado en espacios físicos y geográficos


diversos y se identifican con ellos a fin de crear condiciones que generen
formas de vida particulares y específicas. Una vez se identifican esos espacios,
las sociedades delimitan los territorios y establecen fronteras de diversa índole:
lingüísticas, geográficas, étnicas, religiosas, culturales, entre otras; con las cuales
se diferencian de los demás grupos sociales y las que a su vez generan a los
mismos multiplicidad de conflictos. Pese a que el establecimiento de fronteras
y la demarcación del territorio han permanecido en el transcurso mismo de la
historia de los pueblos, desde los ámbitos local, regional, provincial y nacional,
los complejos problemas que esta situación genera no han podido ser resueltos.
Este hecho constituye hoy una de las grandes preocupaciones de los gobiernos
estatales y locales no solo en Colombia, sino al nivel mundial. De igual manera,
como se ha anotado en gran parte de esta reflexión, las implicaciones de una
nueva valoración para la naturaleza han repercutido en el ideal de territorio y esta
variable es un fundamento que se incorpora a la problemática regional generando
una mayor complejidad a este histórico problema.

Las cuestiones del territorio y el orden que éste deba tener han evolucionado al
igual que múltiples procesos en la historia de la humanidad, incorporando a su
paso nuevos elementos que día a día configuran la complejidad de un tema que
a pesar de grandes debates no ha podido ser abordado en todas sus dimensiones.
Una de estas dimensiones está contenida en la región, de la cual hoy existen
interesantes planteamientos teóricos y valiosas experiencias.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

En este sentido el concepto de región se ha venido transformando muy de cerca


a los cambios mismos de la sociedad. Sin embargo no podríamos asegurar lo
mismo frente al tratamiento jurídico-administrativo que los organismos del Estado
han otorgado a este concepto. Tres conceptos en torno a región nos ayudan a
ejemplificar esta última afirmación. El primero está enunciado en la Constitución
Política de 1991 en la cual se menciona a la región en los siguientes términos:
“Dos o más departamentos podrán constituirse en regiones administrativas y
de planificación, con personería jurídica, autonomía y patrimonio propio. Su
objeto principal será el desarrollo económico y social del respectivo territorio”.
(Constitución Política de 1991: Art. 306).

El segundo referente corresponde a María Teresa Uribe, para quien las regiones son:

Realidades históricamente formadas, socialmente construidas,


colectivamente vividas por sus pobladores y a veces también pensadas
por sus dirigentes, por sus intelectuales, que le imprimen un sentido
político, una dirección y un horizonte de posibilidades a esa existencia
histórica compartida mediante la formulación y puesta en ejecución de
proyectos políticos y ético-culturales que terminan definiendo los perfiles
de un ethos perfectamente diferenciable (Uribe 1990: 53).

El tercer concepto es el de eco-región que ha cobrado vigencia y tiene como


elementos constitutivos los referentes ambientales. Las amplias posibilidades de
clasificar los paisajes por la presencia de mejores técnicas para la representación
cartográfica del espacio ha dado un impulso a definir criterios de estricto sentido
natural para la delimitación de áreas homogéneas y delimitación de ecosistemas.
Una investigación realizada por el Fondo Mundial para la Naturaleza -WWF por
sus siglas en inglés- capítulo Colombia y el Instituto de Investigaciones de Recursos
Biológicos Alexander Von Humboldt (2003) que valoró el estado actual del
Sistema Nacional de Parques y los ecosistemas, asumió el concepto de eco-región
como una unidad de clasificación ecológica relativamente grande, la cual contiene
un conjunto diferenciado de comunidades naturales que comparten especies y
condiciones ambientales y gran parte de dinámicas ecológicas. De esta manera
una eco-región puede agrupar ecosistemas naturales, entendidos como unidades
funcionales ubicadas en un territorio con características homogéneas en cuanto
a condiciones biofísicas y antrópicas, las cuales tienen características climáticas,
geomorfológicas, con comunidades bióticas y usos antrópicos específicos.

La manera tangencial como se trata a la región en el primer caso, deja ver


claramente la falta de interés e imposibilidad del Estado por definir la región más
allá de una estructura político-administrativa, la cual se sumaría a las entidades ya
existentes; desconociendo en su totalidad otros escenarios posibles de creación

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Construcción territorial desde el ambiente globalizado

social. En otras palabras construir una visión más sistémica del Ordenamiento
Territorial, exige ir más allá de lo señalado en el texto constitucional.

El segundo concepto permite poner de relevancia elementos fundamentales a la


hora de caracterizar la región y acercarnos a una visión más integral, en la cual lo
importante no sea solamente la territorialidad, sino que su dinámica se manifieste
como una serie de situaciones que convocan al individuo y sus especificidades, en
donde todos y cada uno de ellos se identifique como miembro de una sociedad y
promotor de escenarios que garantizarán la pervivencia de ésta bajo lineamientos
políticos, ideológicos y culturales que rebasan sus límites geográficos. Este parece
ser el principio detonante en la idea de región que convoca la propuesta del
Macizo Colombiano.

El tercer concepto entiende el espacio como una realidad objetiva dejando por
fuera las concepciones y construcciones anteriores, se recurre fundamentalmente
a la ciencia para su valoración, así lo confirma el estudio referido en la definición
de ecosistema al plantear que: “Hoy en día estamos mejor equipados para analizar
nuestros Sistemas de Parques Nacionales gracias a las herramientas tecnológicas
y conceptuales provistas por la biología de la conservación y los sistemas de
información geográficos (Arango et al 2003:8)”. Aun cuando en la práctica este
esquema es asumido por el Sistema Nacional de Parques su construcción está
referida al ámbito internacional toda vez que la presencia creciente de la WWF
en los esquemas de protección ambiental ha logrado hacer compatible el sistema
norteamericano de valoración de ecosistemas con el sistema de información
geográfico de Parques Nacionales.

La configuración regional que hoy tiene Colombia, desde los contextos político-
administrativo, puede cargar un lastre desde la misma construcción del territorio
heredada de España. Así como la consecuente disputa entre el centralismo y
el federalismo, que prácticamente marca todo el siglo XIX, el siglo XX y aún
hoy está presente en los debates en torno a la regionalización en Colombia.
Pero existe en la práctica un creciente peso de lo territorial-ambiental, que no se
muestra claramente ni en la Constitución Política de 1991 ni en las propuestas
de la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, esta dinámica territorial se guía
por los patrones de la nueva división internacional de trabajo y consolida la
presencia creciente de intereses internacionales sobre el territorio que trata de
ser representado, marcado, señalado para la apropiación de la naturaleza allí
existente desde diseños globales.

El análisis de un caso particular como el del Macizo Colombiano deja claro que
los conflictos territoriales producto de la globalización del problema ambiental
son locales o regionales. El análisis debe partir, de un lado, de las modificaciones

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

que se hace a las instituciones -Corporaciones Ambientales Regionales, Sistema


Nacional de Parques- por parte del Estado, y las políticas desarrolladas para con las
eco-regiones estratégicas. De otro lado, están las respuestas de las comunidades
locales a estas nuevas condiciones realizadas desde las movilizaciones sociales
desarrolladas por las comunidades en 1991, 1996 y 1999.

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El Macizo Colombiano:
¿ecosistema estratégico
o región socialmente
construida?

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El primer aspecto referido a la importancia ambiental del Macizo colombiano
es la categorización como reserva de la biosfera a nivel mundial que hizo la
UNESCO en 1979. De igual manera, la implementación de Parques Naturales en
esta región hizo visible la relevancia que tiene como depositaria de recursos.
La modificación vivida con la Constitución Política de 1991 en Colombia y su
reglamentación en materia ambiental a través de la ley 99 de 1992, dio una nueva
organización y presencia de entidades en la región del Macizo Colombiano, lo cual
permitió advertir la contradicción de un territorio con multiplicidad y variedad de
recursos naturales, pero también un complejo entramado de conflictos sociales
que se pueden rastrear desde la misma organización territorial trazada por la
administración colonial.

Este problema llevó a las instituciones del Estado vinculadas con el medio ambiente
y con presencia en la región a formular una estrategia de actuación, dando origen
al Convenio Intercorporativo para el Macizo Colombiano. Desde el punto de
vista de eco-región estratégica, el convenio delimitó el Macizo colombiano de la
siguiente manera:

El Macizo Colombiano está ubicado en la cordillera Central. Nace en el


Páramo de Bordoncillo en la frontera entre Nariño y Putumayo y termina
en la parte sur del departamento del Tolima, en el Parque Nacional de
Las Hermosas. Es conocida como la esponja hídrica, la estrella fluvial de
Colombia, abastece el 70% de la población en Colombia, a ello debe su
importancia regional. Coinciden en él tres regiones naturales: Andina,
Pacífica y Amazónica. Tiene un área aproximada de 42.579 km². Está
delimitada por 81 municipios que hacen parte de los departamentos de
Putumayo, Caquetá, Cauca, Huila, Tolima y el Valle del Cauca (IDEAM
1999:7).

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Fuente: Londoño (2002)

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El Macizo Colombiano

Esta región se divide en dos partes: el núcleo del Macizo Colombiano, o sea, el
nacimiento de los cuatro grandes ríos que están entre Nariño, Huila y el Cauca,
y el resto se considera como área de influencia.1 Allí se encuentran los Parques
Nacionales Naturales de Puracé, Nevado del Huila, Las Hermosas, Los Guácharos
y dos santuarios de flora y fauna llamados Galeras y La Corota, ubicados en La
Laguna de la Cocha -Nariño-.

Fuente: Londoño (2002)

Los 81 municipios cuentan con aproximadamente 2.000.000 de habitantes; unos


990.000 habitantes hacen parte de la población urbana y dentro de los pobladores
rurales se encuentran alrededor de 9 étnias ubicadas en Nariño, Tolima, Huila y la

1 La consideración de una zona de influencia fue determinada por organismos como la


Corporación Autónoma Regional del Cauca y Corponariño, que argumentaron la presencia
de intereses politiqueros antes que sociales de parte de algunos dirigentes departamentales
para la inclusión de sus territorios. Eso motiva a que el trabajo se concentre con los
miembros del núcleo del macizo colombiano en experiencias como la de la Asociación de
Municipios del Macizo Colombiano -ASOMAC- y algunas movilizaciones sociales.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

mayoría en el Cauca. Además de colonos campesinos y agricultores especializados


que han desarrollado una explotación comercial de sus productos.

El Macizo como eco-región, que integra siete departamentos, constituye una región
supradepartamental que según la opinión del Ministerio del Medio Ambiente y las
Corporaciones Regionales Autónomas, podría facilitar la generación de mecanismos
de salida a los múltiples conflictos que se registran en esta rica e importante zona
del país. No podemos olvidar que el Ministerio del Medio Ambiente con el apoyo
de organismos internacionales definió cinco zonas estratégicas en el país, y la más
importante donde se suman todo tipo de conflictos es el Macizo Colombiano,
siendo este el motivo para buscar desde 1991 posibles soluciones.

La estructura administrativa del Convenio se basó en un comité directivo,2 un


equipo central3 y comités regionales.4 Algunas actividades a mencionar como
parte de la experiencia organizativa del trabajo fueron:

• El plan de Contingencia apoyado con la asignación de recursos de la Comisión


Nacional de Regalías desde 1995. Posterior a la movilización de 1996 se utiliza
como alternativa para responder a las demandas de las organizaciones sociales.

• La creación de un ‘canje ecológico’ como directriz y estrategia del Convenio


Intercorporativo buscó negociar con comunidades marginales asentadas en el
Macizo Colombiano, pues, según el convenio, deterioraban las condiciones del
medio ambiente allí existente. Se abrió entonces la posibilidad de implementar
proyectos productivos y con éstos mejorar las condiciones ambientales de
la región y los niveles de vida de las comunidades. Un ejemplo del canje
se desarrolló en la parte alta de Salado Blanco que semanalmente extraía
40 toneladas de madera. Cuando se convenció a la comunidad de realizar
un proyecto frutícola de producción de mora o lulo, la cantidad explotada
disminuyó a tres toneladas/semana, de acuerdo con información suministrada
por parte del equipo técnico del Convenio.

Los recursos de estos proyectos se buscaron a través de la gestión del Convenio


en FONADE, mediante líneas de crédito no reembolsables. Los proyectos se
presentaban por el gobierno nacional como forma de pago de la deuda externa,

2 Reúne diez personalidades, entre ellos, el Ministro del Medio Ambiente, quien lo preside,
el IDEAM, Cormagdalena, la Unidad Administrativa de Parques y las Corporaciones
Autónomas Regionales que tienen jurisdicción en el Macizo Colombiano.
3 Este equipo, dirigido desde Bogotá, maneja los equipos regionales y está integrado por un
coordinador, un profesional en el área biofísica, un profesional en el área social, apoyos
administrativos, jurídicos y contables.
4 En los comités participa la comunidad a través de las ONG, juntas de acción comunal,
cooperativas, fundaciones y las autoridades locales, que presentan sus conflictos ambientales.

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El Macizo Colombiano

dada la protección ambiental que supuestamente llevaban implícitos. El proceso


implicó asesoría técnica, administrativa y productiva, también capacitación en
educación ambiental. Se desarrollarlo además proyectos en áreas como ecoturismo,
frutales, piscícolas y de capacitación ambiental.

Como consecuencia de la proliferación de cultivos de coca y amapola en la


región, el programa hizo parte del proceso de sustitución de cultivos ilícitos.
Esta experiencia fue apoyada por el programa ‘Plante’ de la Presidencia de la
República en 1997.

El ámbito espacial delimitado para el desarrollo de este convenio constituyó el


marco de trabajo de otros procesos adelantados en la región. La distinción entre
el núcleo y el área de influencia fue el referente para construir las propuestas
ambientales desde las instituciones del Estado. Uno de los proyectos más
sobresalientes fue el denominado Biomacizo. Éste se presentó como una estrategia
de planificación regional que procuraba, desde los Parques Nacionales Naturales,
la construcción del sistema de áreas protegidas para el Macizo. La financiación
la realizó la WWF en el marco de un proyecto denominado: “Conservación de la
Biodiversidad de Importancia Global en los Ecosistemas de Páramo y Bosque Alto
Andino del Macizo Colombiano”.

Sus líneas generales de trabajo fueron:

• Fortalecimiento de la gestión en los Parques Nacionales Naturales Las Hermosas,


Puracé, Cueva de los Guácharos y Nevado del Huila.

• Promover la creación de nuevas áreas protegidas bajo diferentes categorías de


manejo como son la Serranía de las Minas (Dpto. del Huila), la Serranía de los
Churumbelos (Dpto. del Cauca y Putumayo) y el complejo volcánico Doña
Juana (Dpto. de Nariño).

• Integración al Sistema de áreas protegidas del Macizo de otras reservas privadas


y públicas (Reservas de la Sociedad Civil, de Municipios, de Departamentos,
CAR Reservas Autónomas Indígenas).

• Investigación participativa en tres sistemas productivos (papa, ganadería


extensiva y explotación de madera) que genera alto impacto en páramos y bosque
alto andino, y promoción de Sistemas Sostenibles en zonas amortiguadoras.

• Herramientas para la operatividad del SIRAP (Sistemas de Áreas Protegidas


del Macizo).

• Estrategia interactiva de comunicación social como apoyo a procesos sociales


y ambientales en marcha.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

• Articulación del SIRAP a los procesos de planificación local y regional.


Inclusión de la dimensión de la conservación, de las áreas protegidas y la
utilización racional de los recursos naturales en planes de desarrollo y de vida.
(González 2004:86).

Esta propuesta recreó el imaginario de la región del Macizo colombiano como una
reserva ambiental a proteger, pero configuró una concertación social con otros
procesos en marcha en la zona. La participación que hizo la WWF no se limitó
al proyecto de Biomacizo, su accionar en el Chocó Biogeográfico y la Cuenca de
la Orinoquía, también caracterizadas como estratégicas en términos ambientales,
permitió valorar la importancia que esta entidad tiene en el tema ambiental para
el caso colombiano.

Sin lugar a dudas, el desarrollo del proyecto fue concertado con procesos sociales
organizativos, pues involucró, por lo menos a comunidades de las cuencas de
los ríos Cauca, Magdalena y Caquetá. En la interacción con otro proceso como
Promacizo articuló a organizaciones sociales que allí convergían, entre las que
se destacaron, el Cabildo Mayor Yanacona, el Cabildo ‘Papallaqta’, la asociación
campesina Asocampo y el Comité de Integración del Macizo Colombiano –
CIMA-. El proyecto Biomacizo también desarrolló acciones con el Convenio
Intercorporativo del Macizo Colombiano.

La importancia de estos dos procesos no se refleja simplemente en su visión de


la conservación o la delimitación realizada de la región, su mayor peso está en
el presupuesto que manejaron. Según declaraciones de la Ministra de Ambiente,
Vivienda y Desarrollo Territorial, Sandra Suárez (2004), el Convenio Intercorporativo
había invertido para la época 5.000 millones de pesos, y el proyecto Biomacizo
contaba con un presupuesto de 4 millones de dólares de los cuales se habían
invertido 632.000 dólares.

Los resultados de estos procesos y su capacidad de gestión se deben valorar con


la importancia de los recursos, con la convocatoria de los procesos sociales y si
las necesidades planteadas por las comunidades fueron las que se resolvieron o
fueron solo las definidas desde los contextos de conservación y protección. En
ese sentido, es posible entender que allí se configuró una planeación participativa
funcional (Pimbert 2003) donde la gente intervino formando grupos para encontrar
objetivos predeterminados y relacionados con el proyecto, el cual podía implicar
el desarrollo o promoción de una organización social externamente iniciada.
Para el caso Parques Nacionales y la WWF, esta intervención no se dio en las
etapas tempranas del proyecto o en la planificación, sino después que las grandes
decisiones habían sido tomadas.

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El Macizo Colombiano

En la práctica se pretendió el desarrollo de una política de preservación que


partió del ideal de un territorio deshabitado, pero que en la cotidianidad de las
regiones, valoradas para tal fin, se encontró con la presencia de actores sociales
organizados que construyeron proyectos de uso y aprovechamiento de los recursos
que no coincidían con el ideal planteado de zonas sin gentes. De igual manera es
necesario reconocer que en el caso del Macizo Colombiano estos territorios tienen
presencia de fuerzas armadas que ejercen un poder y una territorialidad con la
cual han tenido que negociar los guardabosques, administradores y funcionarios
de las instituciones de preservación.

Las movilizaciones sociales y sus principales reivindicaciones


en el Macizo Colombiano

La experiencia de las movilizaciones del Macizo Colombiano posibilitó la


participación en los espacios institucionales y no institucionales. El segundo
caso generó espacios de negociación en los cuales se ventilaron las demandas
sociales que generó la debilidad del Estado o la desconfianza en los niveles
departamentales o municipales.

La unidad de acción en torno al mejoramiento de las condiciones regionales de


vida de la población en el macizo colombiano creó un espacio de coordinación
entre las siguientes organizaciones sociales que unen su capacidad para
movilizar la base social e interlocutar con los órganos del Estado: el Comité de
Integración del Macizo Colombiano –CIMA-5, la Asociación Comunal de la Vega, el
Movimiento Comunal por Balboa y tres organizaciones sociales de los municipios
de Mercaderes, Patía y Florencia, agrupadas en ese momento como ‘ANUC zona
Sur’. Producto del accionar de estas organizaciones sociales se registraron tres
movilizaciones que enfocaron sus esfuerzos en el núcleo del Macizo -el sur del
Cauca y Norte de Nariño- como eje dinamizador del desarrollo.6

La primera movilización del Macizo colombiano se llevó a cabo en 1991. En ésta se


negociaron $3.500 millones de pesos con el Estado y convocó aproximadamente
a 17.000 personas. Organizaciones como el CIMA, conformada como una
organización subregional en el contexto de la marcha y de los acuerdos de Rosas,
agrupa a líderes de organizaciones sociales de ocho municipios: Almaguer, Rosas,
La Sierra, Santa Rosa, Bolívar, Timbío, San Sebastián y Sotará.

5 Creado en 1991 por las organizaciones de ocho municipios del macizo (Almaguer, Bolívar,
La Sierra, Rosas, San Sebastián, Santa Rosa, Sotará y Timbío)
6 La información que se registra de las tres movilizaciones se encuentra en el informe final
de la Unidad Técnica de Apoyo para el seguimiento a acuerdos en el Departamento
del Cauca, adscrita al programa de desarrollo territorial del Departamento de Planeación
Nacional. Popayán mayo de 2002.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

La segunda movilización se desarrolla en el año 1996 y se negocian $32.000


millones de pesos. Esta movilización convoca delegados de 14 municipios.
Constituye la primera experiencia sin el hecho físico sobre la vía panamericana, en
otras palabras: ante la inminencia de la marcha de las organizaciones, el gobierno
nacional decidió negociar con los líderes antes que se llevara a cabo el bloque de
la vía panamericana. Conforme al documento de Balance de las movilizaciones
preparado por la Gobernación del Cauca, el año 2002 registró la ejecución de
$18.000 millones de pesos.

Las comunidades campesinas pobres del macizo colombiano y del sur del Cauca
estuvieron representas en esta movilización, y se realiza en momentos en que
resurgen en el sur de Colombia las movilizaciones campesinas, pues se dan las
marchas de Caquetá, Putumayo, la Bota Caucana y Nariño. Estas marchas surgen
de movimientos campesinos que se forman para oponerse a las fumigaciones de
cultivos de coca y amapola y presentar, en su lugar, reivindicaciones sociales.

Las siguientes organizaciones campesinas que integraron el movimiento contaban


con trayectorias y estructuras diferentes. Algunas con tradición de organización
cívica de más de 10 años al momento de la movilización -organizaciones que
componen el CIMA o Asocomunal de la Vega y el Movimiento Cívico por Balboa-,
y otras fueron de creación momentánea -Movimiento Campesino de Florencia-.
En general, contaban con experiencia en la realización de marchas y tomas
campesinas que históricamente fueron el mecanismo más eficiente empleado para
generar procesos de interlocución con algún grado de efectividad, por cuanto
compromete a las autoridades locales, departamentales o nacionales.

La organización que reportó mayores esfuerzos por hacer trabajo conjunto con
la comunidad indígena de los Yanaconas y la de mayor presencia en la región
se concentra en el municipio de la Vega y se denomina: Asocomunal de la Vega.
Aunque la Asamblea General de Asocomunal se reúne con poca frecuencia, existe
un mecanismo frecuente de consulta y decisión colectiva realizada a través de
Juntas Directivas ampliadas en las que participa un (1) representante por vereda
-generalmente docente- con la Junta Directiva.

El Movimiento Comunal por Balboa fue creado en la década de los ochenta, y


conforma unidad de acción con el CIMA y Mercaderes desde 1993. La organización
no tiene su referente en la acción comunal sino en líderes individuales,
especialmente maestros, aunque incentivan otro tipo de organizaciones (juveniles,
deportivas, artísticas, empresa solidaria de salud y asociación de productores)
(UPRU-DIDT 1996). Participan en FECODE departamental y hacen unidad de
acción por fuera de la 2ª. Movilización con otros municipios para ampliar los
temas de vivienda y productividad rural.

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El Macizo Colombiano

En el caso de las organizaciones que en 1996 se agruparon como ANUC,


actualmente funcionaron luego como grupos locales independientes, estos
fueron: el Movimiento Campesino de Florencia, el Movimiento Acción Ciudadana
de Mercaderes y el Movimiento Comunal de Patía. Estas organizaciones van a la
segunda Movilización sin experiencia en trabajo regional, la base de partida fueron
las Juntas de Acción Comunal -ampliada posteriormente mediante el impulso a
nuevas formas organizativas de madres comunitarias, grupos de productores,
maestros, estudiantes, viviendistas, entre otros-. Todos los procesos tenían una
estructura que partía de lo veredal, lo corregimental y la dirección municipal -con
representación veredal-. En Mercaderes, por ejemplo, el proceso de consolidación
de la organización giró alrededor de un líder cuya opinión es clave en la toma de
decisiones. Para los voceros de Florencia y Mercaderes haber participado en la
segunda Movilización fue el factor que posibilitó el rápido fortalecimiento de estas
organizaciones, hasta ese momento debilitadas por la política tradicional.

En 1996 el CIMA se presenta como el grupo con mayor trayectoria de trabajo


intermunicipal. Un proceso de evaluación y sistematización de la experiencia
-Asamblea General de 1993-, les confiere capacidad y fortaleza organizativa
para replantear las estrategias de participación, movilización y negociación, y
para convocar la realización de una segunda marcha sumando nuevos aliados
sociales, mediante una estrategia compartida de desarrollo regional. Dentro del
grupo de organizaciones que constituye el CIMA se presentan diferencias en su
estructura. En Rosas y La Sierra se adoptó la representación de líderes zonales;
en otros municipios operó la estructura veredal, corregimental y municipal, como
ya se mencionó.

El CIMA crea desde 1993 una estructura propia diferenciada de las organizaciones
municipales que en él participan. La estructura se apoya en FUNDECIMA, Fundación
Estrella Orográfica del Macizo Colombiano -órgano operativo del CIMA- que debe
encargarse de actividades y eventos, además de dar apoyo técnico a los procesos
de negociación y concertación con los diferentes niveles de gobierno y gestionar
los intereses del movimiento. Los voceros del CIMA constituyen el eje político del
movimiento, en tanto que FUNDECIMA es el componente técnico del mismo.

A partir de la segunda Movilización y la unidad de acción con otras organizaciones,


se cambia el mecanismo de funcionamiento del CIMA y aparece la organización de
Voceros. Este equipo coordinador funciona de manera ampliada como el -Equipo
de Voceros-, al que asisten por lo menos dos voceros de cada municipio y la
Dirección de FUNDECIMA. En este espacio se adoptan las decisiones colectivas
sobre coordinación de acciones, focalización y asignación de partidas globales
obtenidas en la negociación. Es mediante la fijación de criterios para establecer
población y municipios beneficiarios que se designan los responsables del
seguimiento sectorial a los acuerdos con el gobierno.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Teniendo en cuenta que la segunda movilización se constituye en un espacio de


coordinación de acciones en torno al concepto compartido de desarrollo regional,
la estructura de la organización de voceros es flexible. El esfuerzo se articula en
torno a la consolidación de un movimiento social político regional.

En el gobierno central se interpreta el manejo de las marchas desde dos posiciones:


una que relaciona las marchas con la guerrilla y el narcotráfico, restándole peso a
lo social y privilegiando la salida de fuerza pública para disuadir a los marchistas.
Una segunda posición es la abanderada por el Ministerio del Interior que privilegia
la salida política, sobre la consideración que negociar en torno a lo social resta
peso a los otros dos componentes del conflicto -la guerrilla y el narcotráfico-.
Esta visión lleva al Ministerio del Interior a aceptar la propuesta de los voceros
del Macizo Colombiano y Sur del Cauca para iniciar el proceso de concertación,
sin que sea necesario hacer efectiva la marcha preparada para movilizar más de
50 mil campesinos. En el nivel departamental por su parte se aduce ausencia
de presupuesto para realizar una negociación, pero existe un factor adicional
de intolerancia de los líderes políticos tradicionales frente a las organizaciones
sociales sobre las que no ejercen control político.

Tras los acuerdos pactados en 1996 se alcanzó una madurez individual de las
organizaciones y colectiva del movimiento, lo que aumentó su capacidad de
negociación política con el gobierno central, fueron claves factores como los altos
niveles de conceptualización acerca del proyecto político, el mayor conocimiento
de mecanismos de operación de diferentes programas y sectores estatales y la
generación de mayor tejido social. En este contexto es pertinente anotar que la
presencia de la insurgencia en la zona fue un argumento central del Estado y de
algunos medios de comunicación para estigmatizar a líderes del movimiento.

La tercera movilización se realizó en el año 1999 y en ésta se negociaron $100.560


millones de pesos y se registraron cerca de 27.000 personas en la vía. Esta protesta
surge por el incumplimiento por parte del Estado de compromisos pactados
anteriormente, especialmente los acuerdo de la segunda movilización.

Esta propuesta se caracterizó por un apoyo masivo y decidido de las organizaciones


sociales, no solo de las participantes en la movilización sino de la confluencia de
una amplia solidaridad hacia el movimiento. Los movilizados logran negociar
con el gobierno nacional proyectos de salud, infraestructura, educación, cultura,
comunicación, agropecuarios, ambientales, de reforma agraria y derechos
humanos para las vigencias de 1999, 2000, 2001 y 2002. La ejecución de los
recursos negociados se hace a través de proyectos que las diferentes organizaciones
presentan a las instituciones del Estado. Esta estructura de negociación reclama la
creación de una secretaria técnica que garantice que los proyectos respondan a
las necesidades planteadas en la negociación.

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El Macizo Colombiano

Una valoración llevada a cabo en el año 2002 por las organizaciones sociales planteó
que el Estado había cumplido con un 20% de los compromisos adquiridos. Por su
parte el Estado argumentó que el cumplimiento era del 50% de sus obligaciones
para con los movilizados. En las dos partes, las evaluaciones resaltaron una
dificultad de las organizaciones movilizadas para la presentación de proyectos.
Solo FUNDECIMA es la organización que cuentan con una infraestructura para
realizar propuestas bajo los requerimientos de las instituciones estatales.

Más allá de las evaluaciones sobre el cumplimiento de los compromisos, en las


movilizaciones se puede leer una incapacidad por parte de los dirigentes de la
región para dar respuesta a una serie de necesidades sentidas por las comunidades
del Macizo Colombiano y que implicaron una vía de negociación directa con
el Estado. En un sentido amplio las comunidades movilizadas superan a las
instituciones locales y reclaman directamente al gobierno central. Esta implicación
reivindica la existencia de necesidades en común para una región específica que no
encuentra respuestas concretas en las actuales estructuras político-administrativas.

Como se mencionó antes, probablemente la propuesta de consolidación de


región en el caso del Macizo Colombiano desborde los límites del ordenamiento
territorial y los términos legales vigentes en torno a este aspecto. Sin embargo,
vale la pena preguntarse si es única y exclusivamente el marco legal lo que da
vigencia a una propuesta que antes que surgir de una ley, se gesta y desarrolla
basada en las necesidades de un grupo de personas, las menos favorecidas.
Seguramente el límite establecido por el concepto jurídico no niegue el alto
potencial de estas propuestas, pero si bien es cierto que no los impide tampoco
es claro al momento de tener en cuenta en esa gran división territorial que
frecuentemente se debate en torno a las necesidades fundamentales y los intereses
culturales de una comunidad, los cuales constituyen el suficiente soporte como
para entender y dimensionar las implicaciones de una región que antes de ser
administrativa es sociocultural.

La propuesta del Macizo Colombiano es una realidad que no pretende desconocer


el contexto político-administrativo en el que se desenvuelve la problemática
—y tal vez las soluciones nacionales—, y que antes de plantear problemas está
identificando plenamente un conjunto de soluciones que permitan el desarrollo
de todo el potencial registrado en esta zona del país y que abarca una vasta región
geográfica y un representativo grupo de personas.

La región se aspira a consolidar poco a poco y probablemente a un largo


plazo se plantee la necesidad de un territorio considerado por la norma. Sin
embargo, lo importante es reconocer que antes que fortalecer u obstaculizar la
Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial, la propuesta del Macizo Colombiano
busca comunicar la necesidad no solo de leyes o políticas nacionales para

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

definir la región, sino que la esencia y el principio fundamental consiste en


generar alternativas concretas que aglutinen a los actores y protagonistas de la
problemática de tantos colombianos.

Aportes de gran valor, desde la perspectiva del ordenamiento territorial, se podrían


plantear a partir de cuatro premisas fundamentales que define la experiencia
regional del Macizo Colombiano, a saber:

1a. Nada se puede hacer si no se cuenta con la participación de la


comunidad. Nada se puede lograr si se tiene una visión aislada o separada
de la realidad, por lo tanto el trabajo tiene que ser interdisciplinario e
integrado con los actores reales.
2a. Lectura del paisaje. Es la lectura de lo que se ha construido en el territorio
y con base en ese territorio, expresado en la forma de ocupación y el uso
de éste. Esta lectura ve el paisaje como un sistema, una red, constituye el
punto material donde se puede parar para observar los problemas.
3a. El ordenamiento territorial hay que asumirlo desde la perspectiva de
que ya existe un orden en ese territorio, orden que es el resultado de unos
procesos económicos, sociales, políticos e históricos de muchos años que,
a su vez, han llevado a una determinada situación concreta expresada en
las formas de apropiación del territorio y en el tiempo de manejo.
4a. El plan de ordenamiento debe ser construido a partir de la unión
de dos líneas de trabajo: un conocimiento técnico (que cuestiona,
pregunta y pone en evidencia los problemas) y un conocimiento popular
(experiencia popular). (Fundecima, s.f.)

Valoraciones territoriales en el caso del Macizo Colombiano

La innegable variedad de procesos presentes en el Macizo Colombiano se


constituyen en un referente de la emergencia de propuestas ambientales, ello como
detonante de los problemas sociales involucrados en la construcción del territorio.
Mientras de un lado se delimita, por parte de las instituciones ambientales del
Estado, un espacio geográfico con recursos naturales fundamentales en el actual
esquema de división internacional del trabajo; de otro lado los problemas sociales
y la construcción de región, llevada a cabo desde las comunidades, reclama una
valoración de su presencia y su capacidad de decisión sobre sus territorios.

En la práctica se reconoció la presencia y acción de los actores sociales en ese


mismo espacio, quienes divergen en sus procesos de integración al discurso del
desarrollo sostenible, el problema ambiental y demás propuestas hegemónicas

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El Macizo Colombiano

ambientales que se configuran para esta región. Un claro ejemplo de cómo se


incorpora el discurso ambiental a las reivindicaciones comunitarias está en el
rescate de formas de producción y trabajo de economías campesinas como son
el Programa de Agrosembradores adelantados por el CIMA en el marco del Plan
de Desarrollo Agropecuario y Ambiental del Macizo Colombiano, -PLADAMSUR-
o el Plan Aurora adelantado por el Movimiento Comunal de la Vega. Así la
reivindicación de un territorio para sembrar alimentos, primero, de consumo
familiar y que éstos sean saludables no por las necesidades del mercado, sino
porque requieren ser consumidos por los campesinos, ha dado al sembrar un
sentido político que contradice las propuestas del Estado de cadenas productivas,
competitividad y demás procesos planteados para el sector rural. Dos conceptos
definen un camino de lo que se ve en muchos lugares del Macizo: autonomía y
soberanía alimentaria.

En el caso de los Agrosembradores del Macizo Colombiano sus antecedentes están


en un proceso de planeación realizado por la organización durante la movilización
de 1996, PLADAMASUR, allí se dieron los cimientos para pensar el futuro desde
los habitantes del Macizo, se cambió la concepción fundamental de planificar
desde técnicos o desde instituciones que piensan y referencian un horizonte para
el mañana sin entender la marginalidad que se vive en las localidades, fue una
planeación desde abajo impulsada por la presión de las movilización donde se
dio la voz a los maciceños. De su concepción se materializó el plan de Agua, Vida
y Dignidad, un horizonte que resume la creación y consolidación de la identidad
de los maciceños y sus diferentes instancias de movilización. La reivindicación del
agua retomó la riqueza ambiental, que se muestra al abrir un libro de texto de
geografía de cualquier escuela de Colombia ubica, en el que se ubica el Macizo
Colombiano como la estrella hidrografía de país, este sentido del agua se retomó
como un reclamo al Estado, somos riqueza natural y diversidad pero también somos
comunidades viviendo en marginalidad, con conocimientos, culturas y sueños. El
sentido de Vida y Dignidad está asociado, en primera instancia, con la defensa
de la vida, la historia de la región está atravesada por una sistemática violencia
en contra de la movilización y la organización social, basta recordar que el 7 de
abril de 1991, unos meses después de la creación del CIMA se efectúa la masacre
de los Uvos; en un pequeño corregimiento de la Vega Cauca son asesinados 17
campesinos a manos de efectivos del Batallón José Hilario López, era la respuesta
a una naciente organización que planteaba transformar las condiciones de vida en
la región; esto llevo a reivindicar la vida como un derecho. En segunda instancia
está el reclamo por la vida en condiciones de dignidad, el abandono estatal y la
poca importancia otorgada a los habitantes de la región era histórica, se planteó
así la necesidad de reconocer una deuda del Estado con la región y la necesidad
de hacer posible que las gentes habitaran el territorio en condiciones de dignidad,
no se trataba solo de preservar la naturaleza, se buscaba propiciar las condiciones
de una vida digna.

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Al pensar los aportes propiciados por PLADAMASUR se ubica de manera central el


haber ampliado la mirada al llamado problema ambiental, en este caso conducía a
la conservación y aislamiento del ser humano de los llamados ecosistemas frágiles,
por el contrario desde la planeación desde abajo se reivindica la interacción del
campesino con su mundo natural como una relación simbiótica, es plantear que
lo agropecuario y lo ambiental son aspectos de la vida íntimamente ligados en
la cotidianidad cultural; no es posible pensar de manera aislada la producción
agrícola y por el otro lado la protección ambiental, es entonces fundamental
reconocer desde la realidad social, vivenciada desde las gentes del macizo, un
saber desde el lugar vigente en las comunidades campesinas, así lo expresa Víctor
Collazos uno de los veceros del CIMA:

Cosas importantes que ha tenido el Cima y que resuelve PLADAMASUR


es reconocer que siempre hay una relación del hombre y la mujer con su
territorio, y esa relación es interdependiente, si le va mal al territorio, si
tú lo afectas, si tú lo agredes, te agredes a ti mismo, eso te va a ser daño,
esa relación hombre – naturaleza se hace mucho más evidente; igual si
otros agreden al territorio, eso afecta tu economía, tu razón de vivir etc.
eso me parece muy importante, porque si se recuerda que significaba
el macizo antes de 1987, antes de las movilizaciones, significaba un
territorio lleno de montañas y ríos y pare de contar, si se miran las
definiciones de lo que significa el nudo orográfico etc. está ahí, pero la
gente, las comunidades, sus problemas no aparecían, era una visión muy
idealista y muy geográfica, pero en ese sentido geográfico antiguo como
si ahí no hubieran comunidades, conflictos, sueños, como si no hubieran
colombianas y colombianos que estaban gritando, que querían ejercer
sus derechos, y que querían llamar la atención.7

Desde estos argumentos se debe considerar que no es factible garantizar el futuro


de la región y sus gentes sin hacer una apuesta por revitalizar el saber local, el cual
se ha configurado históricamente en una profunda relación de las poblaciones con
su medio natural, en este caso el mundo andino, allí se tejió una interacción con
la naturaleza fundamentada en principios de reciprocidad y complementariedad.

En el postulado de rescatar el saber local se genera una propuesta práctica


desde las comunidades, desde el conocimiento campesino se activa un modelo
productivo, social y territorial diferente, el cual permite revertir la marginalidad en
que viven los maciceños. El punto de partida para esta iniciativa apareció de la
concepción campesina cotidiana de sembrar la tierra para lograr los alimentos, una
lección para ser aplicada a la organización social, de esta metáfora se construyó el
agrosembrador, un vocero y líder de las localidades del macizo que opta por ser

7 Entrevista realizada a Víctor Collazos, Popayán 2010

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El Macizo Colombiano

centro para la generación de espacios comunitarios y desde allí lograr incidir en


la creación de escenarios de vida digna.

Desde la localidad arranca un proceso de encadenamiento agroambiental, su


objetivo es fortalecer las economías campesinas, indígenas y afro descendientes,
el centro es la soberanía alimentaria y mediante esta opción hacer posible la vida
digna en el territorio, el agrosembrador hace de su familia y su finca una escuela,
un lugar para la construcción comunitaria, en su horizonte esta la idea de sembrar
el macizo de organización social, como los espacios de educación son la familia
y la finca, serán referentes para la actuación en el territorio la concreción se ha
denominado Familia y Finca de Referencia Agroambiental -FRAM-. La metodología
de trabajo está en concordancia con el movimiento trasnacional de defensa del
campesinado, Vía Campesina y el movimiento de agroecología, su planteamiento
se resume en ‘de campesino a campesino’, en este caso se ha contextualizado
como ‘de maciceño a macieño’, una manera particular de entender la configuración
del saber y ser campesino. Una FRAM se basa en apuestas para la producción
sustentable planteada de la siguiente manera:

Se identificaron acciones formativas en áreas, desarrollos y apuestas


específicas. Con ellas se diseña el currículo agroambiental con énfasis en
la gestión humana y el sistema productivo sostenible definiendo ochos
(8) apuestas:
1. Social y ambiental (Lo político organizativo y la compensación).
2. Familiar y comunitario (Humano). La familia agrosembradora es el
centro del proceso organizacional.
3. Aguas (Bien colectivo y derecho humano).
4. Bosques (Reforestar el cerebro y el macizo).
5. Agrícola (Reconocimiento de nuestra producción alimentaria y medicinal).
6. Pecuario (Conservar las especies criollas y hacer sistemas rentables e
integrales)
7. Agroindustria rural (trasformados).
8. Trueque y comercialización (Negocios solidarios) (Fundecima 2011:28).

La propuesta de escuelas agroambientales se impulsa desde finales de los noventa


y las primeras décadas del presente siglo, busca ser la opción de construcción
social, productiva y territorial difundida donde el CIMA tienen presencia, si bien
no siempre ha tenido los resultados anhelados, su implementación cobra cada vez
más relevancia en la medida que se incorpora como una práctica autogestionada.
En un inicio se recurrió al despliegue que tenía la cooperación internacional

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

en la región para desde allí impulsar de manera masiva las escuelas, pero
sus resultados pasaron a ser una opción asistencialista, cuando existió apoyo
monetario las escuelas agroambientales funcionaron, en la medida que el recurso
se agotó también lo hicieron varias de las experiencias, de esta lección quedó la
metodología la cual siguió teniendo importancia para múltiples experiencias que
afianzaron su convicción y desde la autogestión se convirtieron en una opción
para construir vida digna en el territorio. Tienen presencia en múltiples localidades
del macizo caucano y nariñense, allí las escuelas agroambientales se convierten
en espacios de trabajo político organizativo desde la defensa de la producción
campesina y la revitalización de sus prácticas.

En el caso del Proceso Campesino y Popular del Municipio de La Vega, es


una experiencia de trabajo más local, su participación fue importante en las
movilizaciones de los 80 y camino de manera conjunta con las diferentes iniciativas
locales durante los noventa, hoy plantea un espacio de acción que difiere en
algunos planeamientos del CIMA, pero comparte su lucha por la defensa del
territorio y la vida campesina. Su germen fue la necesidad de revitalizar el papel
de las Juntas de Acción Comunal en procura de una mayor participación política
y la idea de revertir la presencia de prácticas clientelares en la política local, a esta
iniciativa se sumó la construcción de alternativas de seguridad alimentaria para
campesinos e indígenas que cambiaron su vocación por la irrupción de cultivos
de uso ilícito en la región. De estas necesidades se creó en 1987 ASOCOMUNAL,
esta iniciativa en alianza con otras propuestas organizativas participó de manera
activa en los diferentes procesos que se daban en el Macizo, en su accionar
aparecieron cuatro ideales de trabajo a saber:

1) Mejorar los niveles de participación de la comunidad mediante la


capacitación y organización de la misma, fortaleciendo y dinamizando
tanto las organizaciones propias como las juntas comunales, los cabildos,
grupos deportivos y culturales y de mujeres. 2) Mejorar el nivel de vida
de los habitantes del municipio en los aspectos productivos, educativo y
de salud. 3) Apoyar la búsqueda de soluciones concretas a los problemas
del municipio, es decir la elaboración del Plan Integral de Desarrollo. 4)
Facilitar la participación de las comunidades en la toma de decisiones
políticas y económicas (Pino 2010:45)

La idea de incidir sobre las condiciones de vida se concretó en la necesidad de


construir un Plan de Desarrollo Comunitario, el cual se inicia a configurar desde
las Juntas de Acción Comunal, para la culminación exitosa del mismo, se piensa
en que el camino político electoral puede ser la opción más viable, desde las
diferentes veredas y corregimientos se va dando la selección de los líderes más
representativos con el fin que sea los representantes de los intereses tanto en la
instancia de la Alcaldía como el Concejo Municipal, para las elecciones 1992–1994

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El Macizo Colombiano

el Movimiento Comunal presenta Nilo Joel Rengifo Salamanca, quien ganó la


alcaldía y fue una posibilidad de acción y consolidación del trabajo que se venía
desarrollando desde las localidades. En el trascurso de su mandato se consolidó la
participación comunitaria, la activa participación de múltiples espacios comunales
y la transparencia en la actuación pública, esta experiencia no fue fácil para el
proceso, no se conocía el funcionamiento de lo público, se contaba con poca
experiencia en la gestión y se demandaba múltiples esfuerzo que la organización
no había presupuestado, en las dos siguientes elecciones se participa con un
candidato respaldado por el proceso popular pero la política tradicional se une
con el fin de impedir se siga teniendo incidencia sobre la administración municipal.
Al ver el balance de este camino se llega a la conclusión que el proyecto político
electoral no logra materializar los principios que se buscaban en un inicio.

Una vez superada la ilusión político-electoral el proceso reorienta su actividad


hacia las formas de trabajo de las que partió, es decir, recobra la necesidad de
incidir sobre la Juntas de Acción Comunal pero mediante el empoderamiento de
prácticas productivas, así lo expresa un miembro activo del proceso:

del 98 pa´ acá comenzaron a pensar que si tocaba apoyar el proceso


productivo de los grupos productivos y se comenzó a meter por ahí, y
se comenzó a ir dejando de lado todo lo que era electoral, toda la lucha
de pelea por infraestructura y se fue direccionando el trabajo, hacia un
plan diferente […] y ya se fundamenta más la vaina en todo el proceso
productivo, o sea en recuperar todo lo que era la producción, la cultura,
todo este cuento en defender el territorio, o sea por ahí se está enfocando
toda la propuesta, entonces ya pasó de estar en lo electoral, en lo de
infraestructura todo, la pelea ésta, a pasarse a una propuesta más de
resistencia, más de quedarse en el terreno y trabajar, de producir, de
recuperar semillas, y se fue cambiando, ya la política de la asociación es
quedarse en esta tierra producir, y no dejarse arrebatar lo que se tiene de
… y no dejarse sacar tampoco, y no dejarse arrebatar toda la producción,
todo lo que tiene el campesino y no dejarse sacar de la zona, pelear por
ese territorio. (Villamil citado por Pino 2010:54).

En la nueva perspectiva se da un énfasis en lo político-productivo, donde aparecen


y revierten las formas de exclusión del saber campesino para dar especial énfasis a
la conservación de semillas, la siembra, la cosecha y el intercambio de productos
con un sentido de acto político de amplio significado:

Nosotros vemos la semilla como una forma de resistencia frente al


modelo, más que frente al modelo frente al sistema, en los diferentes
colectivos de producción que se tiene en el Proceso Campesino y
Popular en el municipio de La Vega se ha implementado que una de

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

las bases para la supervivencia de los pueblos, en este caso el pueblo


campesino es la producción de la semilla, la recuperación o sea de
la semilla tradicional, siempre pensándola desde un contexto político,
un contexto económico y un contexto social, porque las semillas son
la forma materializada de generar resistencia dentro de ese territorio.
(Ordoñez citado por Pino 2010:55)

Acompañado de este sentido de resistencia se generó una opción por el cambio


y la transición de la producción hacia formas más agroecológicas en las que
se apuesta por la diversificación productiva, la producción desde principios de
reciprocidad en formas de mingas, mano prestada y sistemas de producción
colectiva, este ideal se concreta en la formulación y puesta en marcha del Plan
Ambiental Agropecuario y de Salud–Aurora, allí se dan líneas rectoras y principios
básicos como:

Resistencia y lucha popular; Lucha por la tierra y construcción de territorio;


Autonomía alimentaria para alcanzar la soberanía; Producir para vivir no
producir para exportar; Sí a la biodiversidad, no al monocultivo; Sí a la
producción orgánica ecológica biodiversa, no a la política y las técnicas
de la revolución verde y de la biotecnología; Conformación de formas
económicas colectivas y diseño de políticas y técnicas. También expresa
técnicas y programas como la custodia de semillas, sabios ancianos,
huerta tradicional, huerta comunitaria, hermanamientos, cocina para la
autonomía, espacios de identidad cultural, investigación de sistemas de
producción propios, racionalización, sistematización de la experiencia
fruto de la ejecución de este Plan Ambiental Agropecuario, medicina
tradicional, técnicas de almacenamientos de productos y cultivos
asociados (Pino 2010:58)

Los alcances de este proyecto en el territorio son apuestas abiertas, se construyen


a contracorriente de las iniciativas institucionales, se han dado de una manera
cíclica, con altibajos en su convicción, pero son fundamentalmente actos políticos,
por la autonomía desde el mundo campesino.

Estas construcciones así como la capacidad demostrada por la Cooperativa de


Agricultores del Sur del Cauca -COSURCA- que impulsa procesos de comercio justo,
café social y especialmente el de café orgánico, muestran, más que un sistema de
exclusión, una adecuación de procesos de trabajo locales a las nuevas dinámicas
de un sistema mundial preocupado por problemas ambientales y sociales. Estas
referencias se pueden ampliar desde la lectura realizada por el profesor Jairo
Tocancipá (1998) quien identifica que los procesos de desarrollo generados para
la región tienen como fuentes las vías de las políticas institucionales, esto es los
programas de desarrollo con presencia en la región y que buscan modernizar estas

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El Macizo Colombiano

deprimidas zonas de Colombia; pero también por el mercado en sus expresiones


de legalidad como es la economía cafetera, y la ilegal a partir de la creciente
irrupción de narco-cultivos.

En ese mismo sentido, la valoración que hace Juan Manuel González (2001)
deja ver que las propuestas de desarrollo son adecuadas y contextualizadas por
campesinos e indígenas, quienes no son estáticos, pasivos o simples depositarios
de propuestas del Estado sin ninguna respuesta. Lo que sí es evidente en las
propuestas económicas y productivas que se formulan desde las comunidades es
que éstas son cada vez más acordes con un ideal de protección del medio ambiente,
mas puede preguntase: ¿hasta qué punto las propuestas son contradictorias con la
creciente mercantilización de la naturaleza? Todos de una manera u otra aceptan
que el mercado tiene una vocación para el desarrollo del proceso productivo, toda
vez que gran parte de los realizados en la práctica están vinculados con mercados
internacionales especialmente en lo concerniente a la importancia del café.

Un modelo económico, social y político se está construyendo desde las


organizaciones sociales del Macizo que parte de diferentes fuentes de explicación
y adecuación a la realidad y con fuerte presencia de intereses internacionales en
esta región. Todas las organizaciones sociales han planteado fundamentalmente
el reconocimiento de espacios locales de trabajo como su característica principal.
Pero ¿cuáles son los caminos para hacer factible este ideal? Algunas organizaciones
y comunidades han planteado un ideal de trabajo que parte de una redefinición
de la autogestión, la soberanía y la consecuente ruptura con las políticas de
promoción territorial y productiva planteada por el Estado; claro, sin dejar de
tener una exigencia de contar con servicios sociales básicos como es la educación,
salud, servicios públicos, reforma agraria, entre otros. El alcance y dimensión de
este ‘modelo’ en algunas ocasiones se constituye en contestatario y promotor, a
partir de allí, de nuevas articulaciones sociales y comunitarias.

Para otras organizaciones, como el Cabildo Mayor Yanacona, el Cabildo


Papallaqta, Fundecima, estos principios no contradicen la posibilidad de captar
recursos internacionales, ya que se trata de instrumentos que pueden permitir la
construcción regional. De esta manera se ha involucrado con la ayuda internacional
y los procesos de planeación que ésta trae consigo. Un claro ejemplo del proceso
social interinstitucional se encuentra en la dinámica que tuvo Promacizo con la
ayuda del gobierno de Holanda y la presencia de la FAO. En su página web nos
aclara esta intención, al concebirse como:

En esta eco-región están asentadas comunidades indígenas,


afrodescendientes y campesinas mestizas; la ecorregión es una zona de
referencia no solo por su biodiversidad e importancia hídrica sino por
su carácter multiétnico y pluricultural. Sus límites político-administrativos

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

no han sido determinantes; por el contrario, la marginalidad de la región


ha permitido que las conectividades ecosistémicas den lugar a una
continuidad sociocultural: los lazos de parentesco son facilitados por las
relaciones de los habitantes con sus territorios (la microcuenca, la serranía,
el páramo). La organización social y la integración y movilización de las
comunidades son expresión integral de los procesos sociales.
El Promacizo se desarrolló gracias a la concertación entre organizaciones
sociales y otras instituciones de la región del Macizo. A finales de 2001, el
programa contaba con el apoyo del Gobierno de los Países Bajos, y con la
colaboración de la FAO, el Ministerio de Ambiente y Parques Nacionales
Naturales de Colombia, las Gobernaciones de Nariño, Cauca y Huila,
el Convenio Intercorporativo del Macizo Colombiano (Corporación
Autónoma Regional del Cauca [CRC], Corporación Autónoma Regional
del Alto Magdalena [CAM], Corporación Autónoma Regional de Nariño
[Corponariño], Corporación Autónoma Regional del Tolima [Cortolima]) y
el Comité de Integración del Macizo Colombiano [FUNDECIMA].
El programa se propone proteger las culturas locales, el agua, los bosques,
la biodiversidad, los suelos y los sistemas productivos sostenibles;
estos objetivos fueron reconocidos como objetivos apropiados
para la formulación concertada de líneas de acción, estrategias y
responsabilidades en los procesos de conservación y rehabilitación
ambiental. Un espacio participativo en el que comunidades campesinas,
indígenas, negras e instituciones concertan acciones que facilitan
la conservación y rehabilitación ambiental del Macizo Colombiano,
enmarcadas en los planes de vida, cultura, expectativas y problemática
actual de sus pobladores. (González 2007:88)

Las instituciones promotoras del desarrollo sostenible y la protección ambiental


reconocen las dinámicas de las organizaciones sociales del Macizo e incluso
las consideran un interlocutor para la definición de los ideales del desarrollo
territorial. En virtud de tal situación es posible preguntarse: ¿la participación de
procesos social es una manera de legitimar las propuestas estatales de desarrollo
sostenible? Este mismo se hace aún más relevante cuando se observan las líneas
de trabajo en el proyecto Promacizo como: Ciclos de reciprocidad y la cadena del
agua; La cadena productiva; Conectividad y continuidad ecosistémica; Unidades
integradas de gestión ambiental por procesos socio-ambientales

Es indudable que gran parte de este proceso está encaminado a determinar


una oferta del recurso agua y su consecuente compensación, de igual manera
no descarta la articulación de sistemas de economía campesina sostenible que
permitan una seguridad alimentaria. Pero hace evidente también la necesaria
zonificación desde la objetividad espacial de las instituciones y fundamentalmente

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El Macizo Colombiano

de la WWF, la cual queda clara en el proceso de conectividad y continuidad


ecosistémica. Este proceso deja ver que existen recursos económicos disponibles
para este tipo de proyectos, pues originalmente se habló de dos millones de euros
para el desarrollo de Promacizo.

Desde nuestra perspectiva, y siguiendo una línea crítica, estos recursos y todos
los que llegan asociados a la problemática ambiental -Familias Guardabosques,
Laboratorios de Paz, entre otros- representan una intervención directa del capital
internacional, lo cual termina por subsumir o debilitar los procesos organizativos
de las comunidades. En procura de acceder a los recursos que ofrecen estos
programas, algunas organizaciones sociales se han dedicado juiciosamente
a formular proyectos, aprender las técnicas y metodologías de cooperación
internacional, preparar sus líderes para lograr legitimar la organización en el ámbito
nacional y/o internacional, antes que seguir fortaleciendo el proceso organizativo
propio desde perspectivas políticas, culturales y ambientales que les permitan una
mayor solidez argumentativa para la consolidación de una propuesta territorial
amplia y coherente con los procesos culturales tradicionales de cada región.

En este panorama es claro que las organizaciones del macizo avanzan en el


proceso de dignificar una vida en el territorio, pues luchan por producir, consumir
y distribuir desde formas de economía campesina, y también fomentan espacios
de recreación, cultura e identidad que por igual refuerzan el acto de sentirse
miembros de una comunidad en un territorio en el cual el lugar tiene un significado
diferente al de factor productivo, reserva de la biodiversidad o depósito de agua
para el mundo, posturas propias de la visión institucional y consonantes con la
importancia del ambiente en el escenario global/local.

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Índice analítico

Biosfera (Reserva Mundial)


A Biotecnología
Boisier, Sergio
Aceves, Liza Bonilla, Jaime
Acumulación flexible Brutland (informe)
Aglomeración (Ciudadela Industrial)
Agrosembrador C
Aguilar, Alonso
Agustín Codazzi Cabildo ‘Papallaqta’
Aldea Global Cabildo Mayor Yanacona
Alexander von Humboldt Campesino
Ambientalismo Canje ecológico
América Latina Capital Físico
Amerigo Vespucci Capital Humano
Amin, Samir Capital Natural
Anderson, Benedict Capital Social
Ándres Pastrana Arango Capitalismo histórico
Antonio Negri Cartografía
ANUC – Zona sur Castells, Manuel
Asociación de Municipios del Macizo Castro-Gomez Santiago
Colombiano -ASOMAC Cauca
Asocomunal la vega Centro –periferia – semiperiferia
Ayuda económica Ciencias sociales
Ciudad
B Ciudadanía
Civilización
Banbirra, Vania Civilizado - salvaje
Banco Interamericano de Reconstrucción Clases Peligrosas
y Fomento Clases Sociales
Banco Mundial Clico económico
Barona, Guido Código de los Recursos Naturales
Bifurcación Colonial
Biodiversidad Colonialidad
Biomacizo Comité de Integración del Macizo
Biopolítica Colombiano – CIMA

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Competitividad Ehrke, Michael


Comunidad Imaginada Enclaves
Conflicto social Epistemicidio
Conocimiento científico Escobar, Arturo
Consenso de Washington Escribano, Gonzalo
Constitución Política de Colombia Espacialidad
Contaminación Espacio
Convenio Intercorporativo del Macizo Espacio virtual
Colombiano Espacio-tiempo
Coraggio, José Luis Estado (Estado – Nación)
Corporaciones Autónomas Regionales Estado de bienestar
Corrupción Étnico
Costos de producción Eurocéntrico
Crisis capitalista Excedente económico
Crosby, Alfred Exportaciones
Cultivos de uso ilícito
Currie, Lauchlin F

D Fábrica desplazada
Fábrica Global
Degradación ambiental Fajnzylbert, Fernando
Democracia Fals Borda, Orlando
Departamento Nacional de Planeación Flexibilización laboral
(DNP). Fondo Monetario Internacional
Dependencia (Teoría) Fordismo
Depresión económica Foucault, Michel
Desarrollo – Subdesarrollo Frontera
Desarrollo Sostenible Fuerza de trabajo
Desruralización del mundo Fuerzas Armadas Revolucionarias de
Deuda Externa Colombia - FARC
Disciplinas Fundecima
División internacional del trabajo
Dollar, David. G
Durkheim, Émile.
García, Antonio
E García, José Luis
Genética
Ecología política Geografía
Economía Geopolítica
Economía cafetera Global
Economía Mundo Globalización
Eco-regiones Gnecco, Cristóbal
Ehlers, Freddy Gobierno Nacional

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Índice analítico

Goldin, Ian L
González, Andrés
González, Juan Manuel Laboratorio de Paz
Graff, William Lander, Edgardo
Gross, Christian Larach, María Angélica
Guardiola, Óscar Lauchlin Currie
Guerra fría Ley 99 de 1993
Guerras de independencia Lobato, Mirta.
Local
H Londoño, M. Francisco
Lugar
Hardt, Michael
Historia M
Historia Ambiental
Maciceño – maciceña
I Macizo Colombiano
Madrid, Javier
Ianni, Octavio Mano de Obra
Identidad Mapa
Imperialismo Ecológico Mariategui, José Carlos
Imperio Martener, Gonzalo
Índice Analítico Martínez Alier, Joan
Industrialización Marx, Karl
Innovación tecnológica Max Neef, Manfred
Integración económica Medios de comunicación
Intercambio desigual Menoga, Grabiel
Internacionalización económica Mercado autoregulado
Internet Metáfora territorial
Inversión extranjera Metonimia territorial
Islas, Octavio Migración
Minería
J Ministerio de Gobierno
Misak (Guambiano)
Jiménez, Margarita Misión Económica
Juntas de acción comunal Modernidad
Moderno - premoderno
K Moderno Sistema Mundo Capitalista
Moncayo, Edgard
Kalmanovitz, Salomón Movilización
Kaplan, Marcos Movimiento Comunal de la Vega
Kenneth Reinert Movimiento Comunal por Balboa
Korzybski, Alfred Movimientos antisistémicos
Kugman, Paul Movimientos sociales

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Globalización, Sistema Mundo y territoriales locales

Multinacionales Q

N Quijano, Aníbal

Nación R
Narcotráfico
Naturaleza Racial
Neoliberalismo Recursos Naturales
Reforma financiera
O Región
Religiosidad
O´Connor, James República señorial
Orden simbólico Rocchi, Fernando
Ordenamiento territorial Rodriguez Becerra, Manuel
Ortega Valcárcel, José Rummenhoeller, Klaus
Rural – urbano
P
S
Paisaje
Palacio, Germán Palacio Safford, Frank
Palacios, Marco Sagrado - profano
Papallaqta Salvaje – civilizado
Patentes Santos, Boaventura de Sousa.
Petras, James Sarasqueta, Antxón.
Pimbert, Michel Sarmiento Anzola, Libardo
Pino, Cristina Schaper, Marianne y Parada, Soledad
Plan Aurora Seguridad alimentaria
Plan Colombia Seguridad democrática
Plan de Desarrollo Agropecuario y Semántica del territorio
Ambiental del Macizo Colombiano, Semiproletario
-PLADAMSUR- Serje, Margarita
Plan Nacional de Desarrollo Sideri, Sandro
Población Silva. Iván
Pobreza Sistema Nacional Ambiental - SINA
Polanyi, Karl Sistema Nacional de Parques Naturales
Posfordismo Sistema Social
Posguerra Soberanía
Premoderno – moderno Sociedad Red
Producto Interno Bruto – PIB Subalterno
Profano y sagrado
Proletarios T
Promacizo
Pueblo Tecnologías

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Índice analítico

Tercer mundo V
Términos de intercambio
Territorialidad Vanden Berghe, Kristine
Territorialidad metafórica Ventaja competitiva
Territorialidad metonímica Virtualidad
Territorio
Terrorismo W
Tocancipá, Jairo
Trabajo Wallerstein, Inmanuel
Tradicional Westfalia (tratado de)
Transnacionales
Troncoso, Alfredo Y

U Yanaconas

UNESCO Z
Unidades Domesticas
Urbano – rural Zambrano, Fabio
Uribe Vélez, Alvaro
Uribe, María Teresa

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Este libro fue diagramado utilizando fuentes ITC Garamond Std a 10,5 pts,
en el cuerpo del texto y en la carátula.
Se empleó papel propalibro beige de 70 grs. en páginas interiores
y propalcote de 220 grs. para la carátula.
Se imprimieron ejemplares.

Se terminó de imprimir en Samava Ediciones en Popayán,


en julio de 2014

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