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V.

LA ARQUEOLOGÍA MARXISTA SOVIÉTICA

La arqueología soviética y la occidental se han desarrollado de manera contrastada,


pero con el tiempo parecen haber llegado a la determinación del mismo tipo de
problemas. El interés por aumentar el conocimiento acerca de los orígenes y de la
historia de muchos de los grupos étnicos que componían la Unión Soviética hizo que la
arqueología aquí haya gozado de una buena reputación, excelente dotación económica
e instrumento de educación. Fue donde se comenzaron a aplicar los postulados
marxistas al estudio de la Historia.
Con la Revolución se produjo un acercamiento hacia el conocimiento científico y
eliminación del misticismo. Comenzaron a realizarse excavaciones sistemáticas,
programadas y financiadas por el Estado, se institucionalizó la arqueología y
comenzaron a interpretarse tales hallazgos. Muchos marcharon al exilio y otros se
quedaron, intentando aplicar conceptos del materialismo histórico a la arqueología.
Se desarrolló una arqueología centrada en las pautas de asentamiento y en la
explicación social de los datos arqueológicos, intentaron explicar los cambios según
factores sociales internos, se incrementó el interés creciente por el estudio de los datos
desde un punto de vista ecológico. Observaron que cada sociedad era el resultado de
su propia historia individual. Por ello intentaron aportar a los datos arqueológicos valores
para la sociedad y explicar en términos marxistas los cambios producidos a lo largo de
la Historia rusa desde su Prehistoria más lejana. Se desarrollaron excavaciones a gran
escala en asentamientos, campamentos, talleres, necrópolis, etc.
Los arqueólogos soviéticos analizaron el modus vivendi, los comportamientos sociales,
prácticas rituales y funerarias, empezaron a tener en cuenta los factores externos que
desencadenan el cambio a modo de influencias económicas y políticas que las
sociedades adyacentes ejercen unas sobre otras. Usan cierta teoría del cambio
lingüístico en la que decían que una etnia podía cambiar de lengua pero no por ello
evolucionar a otra diferente. Rechazaron la metodología formalista por considerarla un
obstáculo para el desarrollo del enfoque marxista en la interpretación de los datos
arqueológicos.
La diversidad cultural del registro arqueológico era cada vez más evidente, llegaron a
interesarse por la etnogénesis, a especializarse en el estudio de períodos y culturas
específicas y por ello a acercarse hacia un enfoque historicista. Empezaron a ser
conscientes de que había mucha más evidencia que requería una explicación y ello tras
Stalin fue posible gracias a la liberalización creciente de la vida e investigación soviética
en general, comenzó a fluir información y conocimientos desde fuera y hacia fuera de la
Unión Soviética.
Ningún arqueólogo soviético cuestionaba la validez del materialismo histórico como
explicación del comportamiento humano, el deber de los arqueólogos es elaborar
métodos de transformación a raíz del conocimiento adquirido por los datos
arqueológicos. Creen también que muchas de las técnicas esenciales usadas para
analizar los datos arqueológicos son relativamente inmunes a los presupuestos sociales
y políticos.

V.a. IDEALISMO Y NEOMARXISMO

Actualmente existe cierto debate sobre el peso de la economía o de la religión e


ideología como base en la superestructura de todas las sociedades. Según Kristian
Kristiansen la ideología es un factor activo y presente en todas las sociedades y que
detrás de cada producto material de una cultura hay una idea. Se pretende elevar la
esfera ideológica hacia un importante papel explicativo. La ideología nunca llega a
poseer el control total sino que se convierte en el diálogo entre opuestos así como la
relación entre explotadores y explotados para mantener sus respectivas posiciones y
legitimar así el orden.
La creciente concienciación sobre el peso de la ideología ha llevado a los investigadores
a pensar que las cuestiones tratadas en arqueología están influidas por ideas generales,
tanto en el momento de vida de los restos arqueológicos como en las actitudes de los
arqueólogos. Ello se debe a la idea de que las interpretaciones históricas están siempre
al servicio de los intereses de clase.

VI. EL FUNCIONALISMO

En el Historicismo Cultural se extraía mucha información pero no se llegaba al


conocimiento sistémico del comportamiento humano. A comienzos del siglo XX
Malinowski y Radcliffe-Brown dijeron que el comportamiento humano puede ser
entendido mucho mejor relacionándolo con los sistemas sociales concebidos éstos
como un conjunto de elementos funcionalmente interdependientes, postulados influidos
por Émile Durkheim, propugnando el estudio de las sociedades y sus relaciones
sociales a raíz de la constitución interna de los grupos humanos como sistemas
integrados con partes enlazadas como si de un organismo vivo se tratase. A medida
que las sociedades se iban haciendo más complejas, esa fuerza cohesiva de solidaridad
mecánica o creencias compartidas cesaba y era cuando la unión se convertía en
solidaridad orgánica. Posteriormente se comenzaron a realizar investigaciones
sistemáticas del paisaje, del medio ambiente y del clima en el que se encontraban
contextualizados los yacimientos para ver el impacto y evidenciar las adaptaciones de
las sociedades humanas con respecto al medio que las rodea.
Grahame Clark aportó otro enfoque funcionalista. En su obra Archaeology and Society
defendía que la arqueología debía ser un estudio acerca de cómo se vivía en el pasado,
examinando los restos arqueológicos desde un punto de vista funcionalista. También
puso de relieve el papel de la cultura como un sistema adaptativo. En trabajos
posteriores se preocupó por los mecanismos que articulaban a cada sociedad, por los
cambios ambientales, por la economía, asentamientos, refugios, tecnología, modelos de
subsistencia…Consideró el cambio como una respuesta a un desequilibrio temporal
desencadenado por cambios ambientales, fluctuaciones de población, contactos
culturales, innovaciones tecnológicas, etc.
En Estados Unidos la arqueología funcionalista se desarrolló próxima al historicismo,
elaborando listados de artefactos atendiendo a su función, así como la planta de
poblados y otros edificios para explicar, o al menos intentarlo, el porqué de tal estructura
y forma y su función. Sin embargo se trataba más de clasificar características
etnográficas que de intentar interpretar la cultura material. Con el tiempo se llegó a la
convicción de que los arqueólogos tenían que interpretar los artefactos como partes de
un sistema cultural total e integrantes de una organización política, social y económica.
Taylor criticó la elaboración de listas y las comparaciones estadísticas de éstas
proponiendo un enfoque conjuntivo que tratase las relaciones funcionales dentro de una
cultura prehistórica, haciendo una distinción entre las construcciones mentales de las
culturas estudiadas y los productos de éstas. Decía que los arqueólogos debían
recuperar toda la información posible mediante el análisis, síntesis del material hallado y
unos estudios comparativos para así obtener el conocimiento general de la naturaleza y
el funcionamiento de la cultura ya que ésta es una entidad funcional que abarca
componentes sociales, políticos y económicos que los arqueólogos debían estudiar
holísticamente desde dentro.
Por el mismo camino se movía la arqueología ecológica y de los asentamientos de
Julien Steward, quien destacaba el papel desempeñado por los factores ecológicos en
la formación de los sistemas socioculturales prehistóricos, la importancia de atender al
análisis ecológico del comportamiento humano. Por ello apostaba al igual que Clark por
la multidisciplinariedad en el estudio de los restos arqueológicos para interpretar los
cambios en la economía, tamaño de la población, modelos de asentamiento,
captaciones de recursos, etc.
De todos los enfoques funcionalistas que se desarrollaron, la arqueología de los
asentamientos centrada en la inferencia de los modelos de comportamiento social y su
rechazo del determinismo ecológico es el que más se acerca a la antropología social de
Durkheim.

VII. EL NEOEVOLUCIONISMO

El Neoevolucionismo apareció en Estados Unidos en la década de los sesenta


rompiendo con el evolucionismo unilineal y argumentando que existía cierto proceso
evolutivo que había permitido a los seres humanos controlar mejor su entorno y que
preservaban su estilo de vida familiar a no ser que fuesen forzados al cambio por
factores que estaban fuera de su control. Sus precursores eran Julien Steward y Leslie
White.
L. White defendía el concepto de “Evolución General” y aquellas culturas que no podían
seguir a la cabeza eran superadas o absorbidas por otras más avanzadas. Las culturas
son como elaborados sistemas termodinámicos que evolucionaban para conseguir sus
propias necesidades y se componían de elementos tecnoeconómicos, sociales e
ideológicos. Hablaba de determinismo tecnológico, privilegiando las relaciones entre
tecnología y sociedad por encima de otras relaciones.
Steward postulaba por un evolucionismo multilineal y ecológico, más empírico. Sabía
que había diferentes formas en que habían evolucionado las culturas en ambientes
naturales diferentes y las supuestas similitudes constituían un núcleo cultural que
abarcaba modelos económicos, políticos y religiosos.
Por su parte M. Sahlins y E. Service intentaron reconciliar estos enfoques planteando
los estadios de banda, tribus, jefaturas y estados. Marvin Harris habló de un
determinismo económico al defender en la formación de los sistemas culturales todo un
abanico de condiciones como la demografía, tecnología, relaciones sociales… Pero
todos, en mayor o menor medida, contemplan el comportamiento humano como algo
que se ha conformado debido a condicionantes externos.
Se dio paso a una nueva vía en la que se comenzaban a analizar y estudiar muchos
más factores además del humano en cuanto al cambio cultural así como los supuestos
estadios o niveles de desarrollo y el peso de dichos factores como tecnología, medio
ambiente, economía, etc.

VIII. LA NUEVA ARQUEOLOGÍA

La Nueva Arqueología surgió en la década de los 60 a raíz de un artículo de Joseph


Caldwell titulado The New American Archaeology en el que hablaba de las nuevas
tendencias y bagaje teórico de la arqueología en Norteamérica. Surgió a partir de ese
momento una nueva escuela teórica que buscaba nuevos métodos y enfoques en
arqueología, hasta que Lewis Binford prácticamente esbozó el programa en su obra
New perspectives in Archaeology explicando la amplia gama de similitudes y diferencias
del comportamiento cultural haciendo especial énfasis en el cambio sistémico y en la
evolución cultural. Usó la Teoría de los Sistemas y usaba la analogía etnográfica para
entender mejor caminos evolutivos de las sociedades humanas.
Trataba a la cultura como un sistema de adaptación al medio integrado por diversos
subsistemas relacionados entre sí: tecnología, ideología, política, sociedad, etc. y
siempre tiende al equilibrio, por ello cualquier variación influye al resto. Considera a las
relaciones entre tecnología y el medio ambiente como factores clave en la
determinación de los sistemas culturales y, con ello, del comportamiento humano.
El objetivo final es elaborar una ciencia contrastable y con modelos además del empleo
de multidisciplinariedad

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