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RITUALES Y FESTIVIDADES

En la región de la Alianza Estratégica Aymaras sin Frontera – AE AsF, la coexistencia de


tradiciones diferentes tanto Aymara como Quechua durante varios siglos han ido conformando
varios tipos de mestizaje cultural entre el mundo prehispánico y el occidental generando una
gran riqueza, complejidad y diversidad de tradiciones expresadas en una amplísima ritualidad.
Sólo a nivel comunal las prácticas ritualizadas o festivas de protección son multifacéticas y
variadas y constituyen actos de comunicación entre la madre tierra y los hombres, por ejemplo,
en temas asociados al agro, cumplen con un calendario ritual que involucra pedir por el
crecimiento de los cultivos, por una buena cosecha, por la crianza y fertilidad del ganado, por el
paso de las distintas estaciones, todo un calendario de rituales en donde prácticas tradicionales
de reciprocidad como el ayni y la mink’a, están presentes apoyando y sacralizando las distintas
ceremonias.

Las celebraciones de culto entre los Aymara están dirigidas a sus dioses o divinidades como son
los Achachilas, o Mallkus, que son los ancianos sagrados y espíritus de las montañas nevadas que
circundan los pueblos de los andes (Illimani, Illampu, Murata Sajama, Huaina Potosí, Thunupa,
Tata Sabaya, Ollgue, Licancabur, y otras montañas altas nevadas); la Pachamama o madre Tierra
que es uno de los rituales más antiguos y de mayor importancia; el Amaru (la serpiente)
vinculada a la economía de las aguas y canales de irrigación; Waira, que es el dios que gobierna
sobre los vientos y atrae la lluvia para la siembra y aleja el granizo; Khunu, dios de la nevada cuya
tarea es cubrir de nieve las altas montañas y conservarlas en su estado congelado para que en el
curso del año se deshielen formando ríos y lagos prodigando con sus nutrientes y energía al
ecosistema; Illapa, también venerado con el nombre de “Tata Santiago”, es el dios de los rayos
que con su carga de energía abona la tierra, etc.

Estas ceremonias por lo general, son presididas por el yatire, yachaq o paq'o, leika (sabio, el que
sabe, anciano), considerados como los armonizadores e intermediarios entre las deidades o
“huacas” y lo social y humano o “runas”. La conversación con las huacas a través de la lectura de
la hoja de la coca, principal rito en la agricultura andina, le sirve al sabio para “presentir”
situaciones futuras como el comportamiento del clima para la próxima siembra, la dirección del
trazado de los surcos, la variedad de semilla a utilizar, entre otras.

En cada ceremonia los Aymara se esfuerzan por agradar a las divinidades y esperan en la misma
medida ser retribuidos, razón por la cual, los rituales celebrados en casas, campos, corrales, son
solemnes y complicados, llenos de libaciones y ceremonias y constituyen una ocasión propicia
para hacer grandes ofrendas de diversos tipos. Estas ofrendas conocidas como “mesas”, se
inscriben dentro de un marco en el cual la reciprocidad constituye la condición indispensable en
el éxito del entramado social pertinente que se establece entre las personas y las deidades o
“huacas”.

Igualmente, las danzas (tarqueada, sicuris, cajanis, huayños, pinquillada) y la música utilizando
instrumentos propios e incorporados, son importantes elementos participantes de festividades
y rituales.

Existen además los rituales asociados al ciclo vital de una persona que se realizan desde antes
del nacimiento, el bautizo, la ceremonia del matrimonio, la construcción de la casa, hasta el
último momento importante durante el ciclo vital de una persona que es la muerte.

De esta forma, existen hoy día en la región del estudio una serie de festividades y cultos, cuya
base o principio es ancestral y permanente, de respeto a la tierra y a sus diferentes
manifestaciones y que han dado lugar a la conformación de un calendario ritual festivo. El
informe sobre “Economía Tradicional”, presenta más información al respecto y un resumen de
las principales celebraciones tradicionales como son el Pago a la Pachamama (Jaywakuy,
Kintusq'a), la Wilancha o sacrificio de sangre, el Jata Qato (Fiesta de las Semillas), el Yarqa Aspiy
o fiesta de agradecimiento al agua, el Enfloramiento del Ganado también conocido como Floreo
o Wayñu, la Fiesta de la Papa, el Carnaval o Anata, ritual que está vinculado con la fertilidad de
la tierra y los rebaños, la naturaleza, el ciclo agrícola, la cosecha, siendo aceptado que es un rito
sincrético en cuya expresión se fusionan ritos indígenas e hispánicos, entre otros.

Por otro lado, lado el informe presenta las principales Festividades Religiosas resultado del
adoctrinamiento católico a la población Andina durante la época colonial que se caracterizo por
la superposición de divinidades, cultos y centros ceremoniales, viéndose alterada y cambiada.
Ángeles y diablos se sobrepusieron a los achachilas, apus y huacas, haciendo de los santos,
vírgenes y demás expresiones cristianas otras huacas más, santos, vírgenes y fiestas de la chacra.
Todo este “sincretismo” se expresa claramente en las fiestas patronales que se celebran hoy día
en cada distrito, comuna, comunidad de la región de influencia de la AE AsF, en las que se
reafirma la identidad cultural mediante rituales andinos, y que dan motivos para realizar
procesiones, desfiles con danzas y música, ferias agropecuarias, artesanales, comidas típicas,
competencias diversas, actividades culturales, etc.

Existe también un calendario litúrgico asociado a los momentos más importantes del ciclo
santoral católico establecido y dominado por las advocaciones de las diferentes vírgenes, santos,
cruces, señores jesuses, cristos, tales como la Fiesta de la Candelaria, La Fiesta de las Cruces o
Cruz de Mayo, Todos los Santos, San Juan, fiesta de Guadalupe, San José, La virgen del Rosario,
Fiesta de San Andrés, Pascua de los negros, Virgen de Lourdes, San Isidro, San Antonio de
Padua, Santa Rosa, San Felipe Apóstol, Corpus Cristi o fiesta Jesús Sacramentado, Cristo
Asunción, Santa Cecilia, Apóstol Santiago, Virgen de Dolores, Asunción del Señor, Virgen
Peregrina, Natividad Espíritu Santo, y muchas más, algunos de las cuales se presentan en el
informe.

Dentro de esta parte del estudio, merece especial atención la celebración de la Festividad de la
Virgen de La Candelaria celebrada en casi todas las comunidades que hacen parte del territorio
de la AE AsF. El estudio destaca por su sincretismo andino y occidental entre lo Aymara y lo
Quechua, entre el campo y la ciudad, por la trascendencia de la festividad y su reconocimiento
regional, nacional e incluso internacional la celebración de esta fiesta en la ciudad de Puno en el
Perú.

Destaca aspectos como el trabajo de los artesanos, encargados de renovar la parte estética cada
año, los mascareros, los bordadores, los productores de botas, guantes y los músicos de las
bandas que definen el carácter de los conjuntos y de la festividad en su contexto total, hasta el
punto que hoy día en Puno se identifican cerca de 36 talleres de artesanos: 3 de mascareros y 33
de bordadores agrupados en la “Asociación Cultural de artistas Bordadores y Mascareros Virgen
del Carmen de Puno”.

Además, la presencia de Aymara y Quechua que compiten por los triunfos anuales durante la
festividad, está marcada por autenticas expresiones culturales que demuestra la riqueza cultural
a través de la diversidad coreográfica, musical y de sus trajes; al igual que las bandas de músicos.
Finalmente, el estudio destaca también la participación de la mujer como depositaria de la
tradición en el manejo de prácticas rituales Andinas y católicas que participa no sólo como
danzante sino que lo hace en distintos aspectos.
Históricamente, el tiempo andino está ordenado bajo un calendario lunar y se divide en 13
meses, cada mes consta de 28 días. Este tiempo lunar fue sobrepuesto por la colonización del
calendario occidental gregoriano de 12 meses. Sin embargo, el ciclo agrícola sigue marcando el
calendario de las distintas ritualidades y fiestas de los pueblos andinos.

El calendario aymara (y en gran medida el uru y el quechua), se divide en tres grandes épocas.
El Jallupacha o el tiempo de lluvias comienza aproximadamente en noviembre y termina en
marzo, en este periodo están la Anata que se tradujo como Carnaval y que simplemente es mera
coincidencia. Luego viene el Awtipacha o la época seca, que empieza en mayo y termina en
octubre. Finalmente está Juyphipacha o el tiempo del invierno, muy tradicional porque es el
periodo en que se elabora el chuñu o chuño y que además es la fase intermedia entre la época
seca y la lluviosa.

PACHAMAMA. Cada uno de estos periodos está marcado por las culturas agrícola, ganadera y
minera, que tienen una fuerte relación con la Pachamama. Se podría decir que es lo central en
las relaciones entre la madre naturaleza y los seres humanos. Cada una de estas grandes
estaciones es ritualizada mediante fiestas específicas y eso es un acto colectivo. Por ejemplo, la
Anata es una de las fiestas más importantes en el mundo andino, es la fiesta de la felicidad, por
eso Anata se traduce como juego, porque es el inicio de la siembra y la culminación del ciclo
agrícola y la demarcación o la tikha de los animales.
Lo descrito arriba ha ido variando con el tiempo y en la medida en que fue influenciando las
actividades del mundo urbano. Precisamente, pasaremos a analizar algunas consideraciones de
la fiesta en el mundo urbano. La fiesta andina actual tiene orígenes en los pueblos andinos
rurales descritos de manera muy general arriba. El mundo de los ayllus y comunidades está
íntimamente conectado con los rituales agropecuarios, ganaderos, mineros, entre otros. Muchas
de estas prácticas se han trasladado al mundo urbano, sobre todo con la masiva presencia de
migraciones internas en diferentes momentos de la historia del país.

Nos interesa reflexionar sobre algunas fiestas que poco a poco se han ido convirtiendo en
depositarias de la identidad nacional, como el Carnaval de Oruro o la fiesta del Gran Poder en
la ciudad de La Paz, entre otras. Los orígenes son variados, desde los rituales al Tío de la mina
hasta la devoción a un santo o una virgen, que no son propiamente santos occidentales, aunque
en los nombres sí; pero en la forma como se venera, dichos ritos se asocian mucho a los rituales
rurales a la Pachamama, porque siempre se hace mención a formas de reciprocidad o a pedir
favores a cambio de bailar por tres años consecutivos en una determinada fiesta.

La fiesta andina es la representación sociocultural de un grupo de personas que adquiere


distintas denominaciones como comunidad, fraternidad, comparsa, incluso bloque, aunque
antiguamente había representación por la actividad económica específica como la de los
carniceros, carpinteros, entre muchas, que interactuaban en una determinada fecha, ritualizando
mediante bailes y músicas, formas de expresión de las identidades locales y regionales.

En esta ritualización de la fiesta se manifiestan las relaciones sociales, culturales, económicas y


políticas, además adquiere mayor espectacularidad con otros elementos, como ser parte de un
show o espectáculo cultural ligado al marketing contemporáneo. Aquí es digno de estudiarse a
los auspiciadores, sobre todo las empresas de bebidas alcohólicas; por ejemplo, ¿cuánto
invierten y cuánto de ganancia obtienen?, ¿qué consecuencias tienen el consumo alcohólico tan
publicitado? Por eso se dice que la fiesta es la síntesis de las expresiones sociales, pero con
profundos contenidos culturales ligados con el quehacer económico y político. Es decir, la
fiesta como manifestación en un espacio determinado devela las relaciones y estratificación
sociocultural y, en pocos días, incluso horas, uno puede acercarse a esa compleja dinámica
social del país.

PRESENTE. El sentido de las fiestas va cambiando por las dinámicas del presente, tanto en el
ámbito nacional como internacional. Por ejemplo, el Carnaval de Oruro; se dice que nació con
la danza de la diablada y a pesar de que hoy esta danza aún tiene importancia, ya no es la
protagonista central del Carnaval; esta centralidad ha sido sustituida por la danza de la
morenada, acompañada por otras danzas livianas o menores como la saya o la llamerada. Otras
danzas tan identitarias como los inkas ¿por qué no tienen repercusión?

El Carnaval de Oruro tiene mucho de show y de espectáculo; por eso se busca atraer mucho a
turistas nacionales y extranjeros. En la reciente versión se invitó al actor inglés de cine Jude
Law, como gancho del espectáculo para atraer público, sobre todo a las mujeres que les gustan
los varones simpáticos y/o gringos.

En una breve comparación con la fiesta del Gran Poder, ésta tiende a mostrar el ascenso
socioeconómico de los indios urbanos, sobre todo de los aymaras. En estos últimos años, el
Gran Poder se ha convertido en sinónimo de la danza de la morenada y, dentro de ella, de
algunas morenadas que derrochan mucho dinero en su preparación. Aquí la fiesta se ha vuelto
un lugar de gala de indios urbanos ricos, aunque también cada vez el sector mestizo urbano se
incorpora para ser partícipe de estas manifestaciones. ¿Es posible pensar en una confluencia
cultural de las clases sociales? Para los más optimistas es la expresión de la interculturalidad lo
que se da en el Gran Poder; pero creo que falta investigar más para saber ¿qué pasa en la
relación del mundo urbano mestizo y el mundo urbano indio? ¿Cuáles son los puntos de
acuerdo y/o desacuerdo?
Volviendo al mundo rural, las manifestaciones sobre la fiesta aún son poco reconocidas por el
mundo urbano, aunque se puede ver algunas actividades culturales interesantes como el
crecimiento de varias entradas autóctonas, como la organizada por la Gobernación del
Departamento de La Paz en octubre de cada año, y la entrada autóctona en la ciudad de Oruro,
que se realiza dos días antes de la entrada folklórica del Carnaval.

La entrada en crecimiento (la autóctona) es en cierta medida un cuestionamiento a la Obra


maestra del patrimonio oral e intangible de la humanidad, que se olvidó de los actores rurales
de los ayllus y comunidades y que danzan e interpretan música en honor a la Pachamama.

En una reciente declaración, el presidente Evo Morales manifestó la idea de impulsar para el
próximo año un gran evento autóctono en el ámbito nacional, para que los pueblos ancestrales
puedan mostrar su enorme creatividad expresada en nuevos tejidos de ponchos e indumentaria
en general, mostrar nueva coreografía y música. Si se cristaliza esta idea del Presidente sería el
mejor apoyo del Estado Plurinacional a las manifestaciones culturales más profundas de los
pueblos ancestrales, dejando de lado el show y el espectáculo, que priman en las entradas
folklóricas de todo el país.

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