Você está na página 1de 4

UNIVERSIDAD INDUSTRIAL DE SANTANDER

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS


ESCUELA DE HISTORIA
FILOSOFÌA DE LA HISTORIA
PAULA JEMIMA CARREÑO GÒMEZ
2121087

KANT y HEGEL

Dentro de los estudios de filosofía de la historia es vital establecer los principales conceptos de
los teóricos del idealismo alemán, especialmente Kant y Hegel, quienes a través de sus escritos
introducirán la razón dentro de la concepción de lo histórico. De modo que el presente ensayo
centra su atención sobre los principales lineamientos concernientes al fin de la historia y a la
existencia de una esencia oculta detrás de esta.
Kant como antecesor de la filosofía hegeliana, planteò una historia racional con un destino
teleológico, una historia que poseía su propio plan (una historia resultado del plan de la
naturaleza y sus leyes) y había sido pensada de antemano, en la que se habían fijado los caminos
a seguir que determinarían las acciones de cada individuo y sus intereses , los cuales sin tener
conciencia de la existencia de algo premeditado se convertirían en instrumentos que contribuyen
a la realización de este plan por el hecho de encontrarse insertos en él.
Esta visión de la historia humana delata la creencia de Kant, sobre la existencia de una esencia
que se manifiesta en la historia, la guía y la modela según sus propios preceptos para alcanzar –
como se mencionó anteriormente- a través de un plan, un desarrollo superior que se denominara
Estado Cosmopolita (concibiendo este como el fin, meta que se alcanza por la continua tensión
de la insociable sociabilidad); respecto del plan, este se formularia como algo en continuo
avance, como una evolución progresiva de las disposiciones naturales dadas al ser humano
dentro de la historia universal para alcanzar sus fines, un estado de progreso que puede
alcanzarse en la medida que estas disposiciones otorgadas por la naturaleza sean desarrolladas
(nunca se pensara en la existencia de retrocesos dentro de la historia).
A fin de dilucidar esto, en su “ideas para una historia en clave cosmopolita”, Kant desarrollara
una serie de principios que hilan la historia universal, de los cuales se resaltan el que todas las
criaturas deben desarrollarse y alcanzar sus finalidades, la visión del individuo como especie
durante el desarrollo de las disposiciones ( de las cuales la más importante es la razón), la
naturaleza como dadora de las disposiciones a una especie merecedora de ellas, el derecho civil
necesario para limitar los individuos y el antagonismo al interior de las sociedades como método
para el desarrollo.
Es a partir de este planteamiento un tanto quimérico que postula Kant, sobre un desarrollo de las
disposiciones, la construcción de una institución civil incluyente y reguladora (Estado
cosmopolita) como fin del plan de la naturaleza, que Hegel retomara el problema de la esencia en
la historia, la naturaleza de esta y su fin último, sin embargo, como parte de un avance dejara de
lado el papel determinista de la naturaleza, un marcado idealismo e introducirá la existencia de
un elemento contenedor de la historia universal, esto es, la razón (el absoluto o la idea).
La razón vendrá a ser en sus palabras “la sustancia, es, como potencia infinita, para sí misma, la
materia infinita de toda vida natural y espiritual, y como forma infinita, la realización de este su
contenido: sustancia, como aquello por lo cual y en lo cual toda realidad tiene su ser y
consistencia…”, en esta medida, dado que es la sustancia de todo, la historia se constituirá en
manifestación de la razón, convirtiéndose esta última en el ente y la guía (de manera similar al
plan de la naturaleza kantiano) de los acontecimientos del ser humano, para Hegel la historia
universal se verá siempre como predestinada a un destino determinado, estará siempre en una
dinámica dialéctica de los acontecimientos, negación de la negación que le permite avanzar.
Ahora bien, Hegel establecerá una diferencia mucho más clara de la existencia de dos mundos, a
saber, el mundo de la naturaleza o físico y el mundo del espíritu, este primero hará referencia al
espacio en que habitan los animales (sin pensamiento y sin participar del espíritu universal), los
seres inanimados y el hombre; el segundo mundo por su relación directa con el espíritu y la
razón es el que realmente llama la atención a Hegel y dedica dos apartados para desarrollar no
solo lo concerniente al mundo sino también al espíritu, sus definiciones y características. El
mundo del espíritu es el terreno en que la historia se desenvuelve, para este mundo lo sustancial
es el espíritu y su evolución, una característica central es que es creado por el hombre y en él es
activo.
Por su parte, el espíritu es concebido por Hegel como un individuo universal que tiende hacia su
centro con la intención de saber de sí y perfeccionar su libertad, en este sentido, en esta actividad
que es su esencia, el espíritu se hace objeto de sí mismo (conciencia y objeto a la vez), se
produce y logra ser libre en sí y por sí. Cuando este espíritu universal que permea todas las cosas
está en su forma de individuo, posee tres conocimientos básicos, estos son, ser consiente que
siente, que tiene impulsos y que piensa, es en este último en el que el hombre como espíritu
también vuelve sobre sí mismo separando sus impulsos y dándole énfasis a fines en los cuales la
pasión o la satisfacción de los impulsos no tienen una importancia nuclear, en esta represión o
inhibición y en el conocimiento de lo que le determina a él y a sus fines es donde trasciende a lo
universal (la razón).
Este espíritu se manifiesta a través de su autodeterminación y no de la abstracción del intelecto,
esa manifestación se considera bajo la forma de individuos y Estados, es decir, que el espíritu
como una consciencia tanto de si –individual- como una consciencia objetiva (cosas), es lo que
permite a los hombres asociarse. Por lo cual, en la medida en que se conjugue la voluntad
individual de las personas (más no caprichos y gustos propios), con una voluntad universal, se da
lugar a la configuración del Estado.
El Estado a su vez se considera como una organización racional donde la vida moral se ve
realizada, ya que en esta unidad se conjuga la voluntad universal y la subjetiva, dando lugar a
concepciones de orden universal como el arte y la religión. Asimismo, de forma particular el
autor señala cómo a través de la autodeterminación del espíritu, se abre el camino hacia la
libertad, esta última, se entiende como el principio fundamental que hace posible la historia, en la
medida que al tenerse una conciencia racional de la libertad, los individuos que constituyen
pueblos, han de objetivarla por medio del Estado, razón por la cual se afirma que: “Es el Estado
la realidad donde el individuo tiene y goza de su Libertad pero por cuanto sabe, cree y quiere lo
universal”, por esta razón, el Estado se muestra entonces como “el objeto inmediato de la
historia universal”.
Igualmente para el autor, la historia universal tiene un fin universal, puesto que la historia es el
proceso de desarrollo de la libertad, proceso que se concibe como el desenvolvimiento de la
verdad parcial hacia la Verdad total. De manera que la historia universal es para Hegel ,un
conjunto de fases o épocas históricas que se van sucediendo dialécticamente en un progresivo
avance de la realización de la libertad a través del Estado, que no sólo no coarta la libertad de los
individuos, sino que es la única forma de que los individuos gocen de libertad. En razón de lo
anterior, Hegel distingue tres estadios en este progreso de la conciencia en libertad que
constituye la trama de la historia: Oriente, visto como el primer período o quizá la infancia de la
humanidad, caracterizada por la ausencia de libertad, ya que los orientales desconocen que el
hombre como tal es libre. Por ello únicamente el déspota era el hombre libre de los pueblos
orientales
Es la época de despotismo en la que el poder del Estado se concentra en un solo individuo.
Además, en la relación individuo-colectividad prevalece el elemento comunidad. Pertenecen a
este periodo China, India, Persia, Asia Menor y Egipto.
Occidente: Grecia y Roma. Es el segundo período en la historia del mundo. Es la etapa de la
adolescencia de la humanidad. Pues se inicia la conciencia de la libertad, y por ello se lucha por
ella. Sin embargo, los Griegos y romanos sólo sabían que algunos hombres eran libres, pero no
que el hombre como tal lo fuera. Por ello se dio lugar a la esclavitud. También sigue
prevaleciendo el elemento comunitario sobre el elemento individual (polis griega).
Finalmente, los Pueblos germánicos representan la ancianidad de la humanidad. En un período
de la historia que se prolonga desde el ascenso del Cristianismo hasta la época actual (tiempos
de Hegel); se dio lugar al proceso mediante el cual paulatinamente, la libertad, que se concibió
con el Cristianismo, se fue conduciendo por los caminos que si bien no llevaron a su expresión
inmediata en las leyes e instituciones - pues con el triunfo cristiano perduró la esclavitud-,
posteriormente, tras un largo proceso de desarrollo de los pueblos, se suscitó su reconocimiento
. De modo que se produce la reconciliación de la escisión sujeto-objeto o individuo-colectividad.
Y sólo las naciones germánicas llegaron a la conciencia de que el hombre es libre como hombre.
La etapa de madurez de la Historia, en que se entiende que todos somos libres. (un Estado en que
el espíritu alcanza su grado más alto de objetividad) explícito (CFR:
http://www.monografias.com/trabajos10/geor/geor.shtml).
Como conclusión, es posible decir que a partir de la elaboración teórica de estos dos autores
representantes del idealismo alemán, la teoría filosófica de la historia marca un antes y un
después, un punto de partida en el que se ve de una forma mucho más racional las dinámicas de
la historia, sin embargo, aún es latente el determinismo de la providencia sobre esta o lo que
comúnmente se ha conocido como providencialismo.

BIBLIOGRAFÌA

HEGEL FRIEDRICH, Hegel. Lecciones sobre la filosofía de la historia universal, Madrid: Editorial
Alianza Ensayo, 1980, pág. 701.
KANT, Inmanuel. Ideas para una historia en clave cosmopolita y otros escritos sobre Filosofía de la
Historia, Madrid: Tecnos, 1994, pág. 54.

Você também pode gostar