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La masacre pilagá, una de las historias más tristes y menos conocidas de la Argentina
En octubre de 1947, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, dos mil indígenas fueron
convocados por un sanador y cayeron en una trampa mortal, donde cientos fueron asesinados
por la Gendarmería.
El libro que cuenta la triste resistencia indígena durante la Conquista del desierto
Clarin.com
Sociedad
17/12/15
La masacre pilagá, una de las historias más tristes y menos conocidas de la Argentina
Libros
En octubre de 1947, bajo el gobierno de Juan Domingo Perón, dos mil indígenas fueron
convocados por un sanador y cayeron en una trampa mortal, donde cientos fueron asesinados
por la Gendarmería.
El libro que cuenta la triste resistencia indígena durante la Conquista del desierto
Un sobreviviente de La Bomba
Tarde o temprano, la verdad iba a iluminar esta oscura historia. En algún momento ellos iban a
hablar, aunque fuese más de medio siglo después. La historia oficial los había narrado como
un grupo de indígenas que habían atacado con armas a "los blancos". Y los diarios de la época
difundieron esa versión, dando total colaboración al ocultamiento del hecho. Sin embargo,
las víctimas decidieron hablar en 2005 y dispararon una investigación que dio con la triste
verdad: los pilagá habían sido brutalmente reprimidos por Gendarmería y muchos de ellos
asesinados.
A través del relato de los abuelos pilagá, Mapelman reconstruyó una historia que no sólo fue
silenciada por la prensa durante la primer presidencia de Perón, sino que aún hoy es poco
conocida y no figura en los manuales escolares de historia.
- Tonkiet era un líder religioso y político que fusionó la religión tradicional pilagá y el
cristianismo evangélico y convirtió a La Bomba en un espacio de debate y conflicto. El paraje
estaba muy cerca de un curso de agua, y también cerca de la estación de tren de Las Lomitas
desde donde muchos viajaban a trabajar a los ingenios azucareros de Salta y Jujuy. Pero La
Bomba, además, estaba dentro la llamada Zona Militar, un espacio vigilado permanentemente
por la Gendarmería.
Lee más: El libro que cuenta la triste resistencia indígena durante la Conquista del desierto
- ¿Cómo se supo lo que verdaderamente pasó allí? ¿Cuál era la "historia oficial hasta el
momento"?
- El miedo de las víctimas y la discriminación que aún hoy sufren jugaron a favor del silencio.
No sólo los sobrevivientes no se animaban a hablar, tampoco se animaban los "criollos" que
habían presenciado la masacre. En el libro menciono unas cartas de octubre del 47, escritas
por los franciscanos, que hablan de estos sucesos que sin embargo no denunciaron.
Las mujeres y los chicos también trabajaban y la mortandad era muy alta
- ¿Por qué habla en el libro de "las víctimas como delincuentes"? ¿Qué sucedió con los
culpables?
- Me refiero a los diarios de la época, que se hicieron eco de la información que hizo circular el
Ministerio del Interior y la Gendarmería y hablaron de "ataques a la población
blanca", "asesinatos", "saqueos", "indígenas armados", y así colaboraron con el
encubrimiento del crimen. Tanto los periódicos como la documentación oficial justificaron la
masacre del 47 recurriendo a la vieja historia del "malón indio", estigmatizando a las víctimas y
colaborando con el silencio que cubrió este hecho durante tantos años. La masacre no se
investigó y los responsables, que van desde los comandantes del escuadrón hasta los Ministros
de Guerra y Marina, y del Interior jamás dieron explicaciones y , lógicamente, nunca fueron
juzgados.
Portico de entrada al Ingenio San Martin del Tabacal (Anónimo, gentileza de anticuario Ruben
García)
- ¿En qué condiciones trabajaban los indígenas del Gran Chaco?
- Desde la presidencia de Julio A. Roca y aún antes, uno de los objetivos fundamentales de las
campañas militares era el control de la mano de obra que se consideraba disponible en el Gran
Chaco. Con este objetivo, a principios del siglo XX se crearon las reducciones estatales de
Napalpí, Bartolomé de las Casas, Francisco Muñiz y también las religiosas como Laishí y Nueva
Pompeya donde llegaron a trabajar, simultáneamente, hachando quebracho y cosechando
algodón cerca de 10.000 personas cada año. Al mismo tiempo el Estado a través del Ministerio
del Interior firmaba convenios con empresas azucareras como Ledesma, Tabacal o Las Palmas
y les enviaba miles de trabajadores bajo vigilancia policial. El trabajo se pagaba en vales o
fichas sólo canjeables en las proveedurías de los mismos establecimientos. Las mujeres y los
chicos también trabajaban y la mortandad era muy alta debido a la explotación la mala
alimentación y las enfermedades. En 1947 el Gran Chaco ya era una gran fábrica donde
decenas de miles de personas eran explotadas de forma inhumana en beneficio del Estado y
de las empresas privadas.
- Los documentos Reservados y Secretos, que pueden verse impresos en el libro, hablan de la
intransigencia de los pilagá y utilizan el término "irreductibles" para referirse a su negativa a
ser trasladados hacia las reducciones. Para mí ese es un elemento clave, es el momento en que
la represión se gesta, como respuesta a la resistencia de los ancianos y los caciques a
abandonar La Bomba y a trasladarse hasta el lugar destinado para el encierro.
"Los sobrevivientes que conocí estaban ansiosos por contar lo que les había pasado"
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- En esa época el Poder Ejecutivo, por ley, tenía la facultad de mover a la Gendarmería desde el
Ministerio del Interior hacia el Ministerio de Guerra en circunstancias determinadas. Eso fue lo
que sucedió en 1947. Tanto los escuadrones de Formosa, como un avión de la Fuerza Aérea
actuaron bajo las órdenes de Humberto Sosa Molina, Ministro de Guerra y Marina, que
informó sobre estos movimientos, mediante documentación reservada a Angel Borlenghi,
Ministro del Interior.
- Los sobrevivientes que conocí estaban ansiosos por contar lo que les había pasado. Me
decían que nadie se había interesado por escucharlos antes, y me recibieron muy cálidamente.
Las filmaciones se hicieron en Pilagá y sin traducción simultánea, porque yo no quería
interrumpirlos mientras hablaban. Así que no comprendí los detalles de lo que había pasado
hasta que dos traductores vinieron de Formosa a trabajar a Buenos Aires. Ese fue un momento
extraordinario, revelador pero también muy doloroso. La relación con algunos de ellos, sus
hijos y nietos perdura hasta hoy, y nos vemos a menudo. Lamentablemente muchos fallecieron
en estos últimos diez años. Uno de los momentos más lindos que pasamos juntos fue durante
una de las proyecciones de la película cuando se colocó una gran pantalla sobre un camión en
la ruta, en la entrada de Las Lomitas, y se acercaron más de 400 personas, entre familias
pilagá, wichí y criollas de la zona. El momento más emotivo fue el hallazgo de una de las fosas
comunes descubiertas durante la investigación que llevó al juicio por la masacre.