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“La razón humana tiene el destino singular en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse
acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteada por la misma naturaleza de la
razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades”
Kant en su Crítica de la razón pura tiene como objetivo un examen de la razón misma,
es decir, de las posibilidades que tiene la razón como fuente misma del conocimiento.
Es una investigación sobre el origen, extensión y límites de todos los conocimientos que
posee el espíritu humano.
Kant persigue el objetivo último de hacer de la metafísica una disciplina tan
rigurosa y de éxito como la física y la matemática. Estas materias han conseguido
conocimientos necesariamente verdaderos.
Establece la distinción entre conocimientos a priori, absolutamente
independientes de toda experiencia (son los juicios de la matemática, universales y
necesarios), y conocimientos a posteriori, dependientes de la experiencia, (son juicios
inductivos, de los que sólo se puede esperar una generalización inductiva).
Distingue también entre juicios sintéticos y analíticos. Los primeros amplían el
contenido al sujeto, en los segundos el contenido del predicado está ya en el sujeto. Los
sintéticos deben su verdad o falsedad al concurso de la experiencia y son informativos,
los segundos son a priori pero no son informativos.
¿Cómo son posibles los juicios sintéticos a priori? Esta es la pregunta en torno a
la cual gira todo el trabajo de Kant.
¿Cómo sería posible conseguir juicios tales como los de las matemáticas, es
decir, a priori y, por tanto, absolutamente necesarios y al tiempo, sintéticos, es decir,
portadores de información?
Al método para investigar y conocer cómo y cuáles son los elementos a priori de
la experiencia, lo llama Kant Trascendental. Este método busca encontrar lo universal y
necesario de toda experiencia o pensamiento posible. Es "trascendental todo
conocimiento que se ocupa no tanto de los objetos, cuanto de nuestro modo de
conocimiento de objetos en general, en cuanto que tal modo debe ser posible a
priori."1La filosofía trascendental será la ciencia encargada de garantizar, por medio de
la crítica, la completud y certeza de todas las partes del edificio del conocimiento. La
razón pura es el conjunto dentro del cual se contienen todos los principios a priori
mediante los cuales el conocimiento es posible y puede ser dividida en dos facultades:
La sensibilidad, por medio de la cual se nos dan los objetos, y el entendimiento, por
medio del cual esos objetos son pensados. La sensibilidad es precedente del
entendimiento, o sea, la manera en que los objetos nos son dados antecede a la manera
en que éstos son pensados (de nuevo, no temporal sino estructuralmente). Todo pensar
tiene que hacer referencia, directa o indirectamente, a lo que proviene de la sensibilidad.
El estudio de la sensibilidad es la estética trascendental y el del entendimiento es la
analítica trascendental.
1
Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, Taurus, Madrid 2006. B 25.
3.1. El método transcendental
“La filosofía trascendental es la idea de una ciencia cuyo plan tiene que ser enteramente
esbozado por la crítica de la razón pura de modo arquitectónico, es decir, a partir de principios
garantizando plenamente la completud y la certeza de todas las partes que componen este
edificio”
La razón puede pasar por tres estadios: dogmático, escéptico y crítico. El primero
corresponde a una razón en estado infantil que coincidiría históricamente con el
racionalismo. Se trata de un endiosamiento de la razón que, en un segundo estadio,
supone un escepticismo radical, donde se sujeta la razón al yugo de los sentidos, a la
servidumbre de la experiencia. Este estadio coincidiría con la propuesta humeana. Este
estadio posee para el filósofo crítico un valor de tránsito. Así en el estadio crítico es
donde la razón debe permanecer. Corresponde a la Crítica de la Razón Pura.
Crítica significa examen, investigación, poner a la razón como objeto de análisis.
Distingue dos fuentes del conocimiento: la sensibilidad y el entendimiento. A través de
la primera se dan los objetos, a través de la segunda los pensamos.
3.2. Elementos a priori y elementos empíricos del conocimiento.
“Aunque nuestro conocimiento empiece con la experiencia, no por eso procede todo él de la experiencia”
“Estética Transcendental”
Espacio y tiempo son condiciones absolutamente necesarias para que se nos den los
objetos a los sentidos, son condiciones a priori de la sensibilidad, como formas
inherentes al sujeto que intuye los objetos pero no a los objetos mismos. Son intuiciones
puras y representaciones a priori.
Por tanto, podemos pensar un espacio vacío, pero no objeto sin espacio.
De la misma manera, podemos pensar un tiempo sin acontecimientos, pero no
representarnos acontecimientos en ningún tiempo. La conclusión a la que llega el autor
es que el espacio y el tiempo no son determinaciones lógicas dependientes de los
fenómenos, sino que son condiciones de posibilidad y lógicamente anteriores a ellos.
Aún nos falta por demostrar que espacio y tiempo no son conceptos sino
intuiciones. ¿Qué es un concepto? Una representación general que contiene las notas
comunes a diferentes objetos individuales. Bondad, Triangularidad, etc.
¿Qué es una intuición? Representación singular e individual, esto es, una
representación, de un objeto individual y concreto: Un triángulo determinado.
El argumento que utiliza Kant para demostrar que espacio y tiempo son
intuiciones y no conceptos es que todos los diferentes espacios posibles son parte de un
mismo espacio y todos los diferentes tiempos posibles son parte de un mismo tiempo.
Espacio y tiempo son, por consiguiente, uno e individual. Por ello deben ser
consideradas intuiciones y no conceptos. Ahora bien, se trata de demostrar que son
puros, es decir, a priori. Y lo son porque, como dijimos, son condición de posibilidad
del nuestro conocimiento de los fenómenos en el espacio y en el tiempo.
Hay un aspecto importantísimo para el objetivo de nuestro curso, determinar que
espacio y tiempo son formas de la sensibilidad humana, es decir, no pertenecen de
ningún modo a las cosas que nos aparecen, sino que pertenecen a la naturaleza misma
de nuestra facultad de conocer. Pero, !atención!, al mismo tiempo constituyen las
formas en las cuales ellas mismas deben aparecernos. Son, por tanto, formas de los
fenómenos.
Un último aspecto a tener en cuenta, en tanto posibilita los juicios sintéticos a priori es
que espacio y tiempo tienen realidad empírica e idealidad transcendental. En cuanto
formas puras de nuestra sensibilidad, pertenecen a la estructura misma de los fenómenos
y en ello radica su realidad empírica. Pero además son transcendentales, son fuentes de
un determinado conocimiento, el de la matemática. Su idealidad consiste en fundar
conocimientos sintéticos a priori.
Para referirse a los objetos, genéricamente, que nos son dados por las intuiciones Kant
usa el término fenómeno. Un fenómeno está conformado por dos partes: su contenido, o
materia, y su forma. El contenido sólo puede ser determinado posteriori, desde la
experiencia y viene dado por lo externo, pero la forma, en cambio, es a priori pura y es
determinada por nuestras facultades de receptividad.
2
Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, vol I, Ediciones pedagógicas, Madrid 1996.
Pag 90
necesario y que posibilita el hecho de que existan estas mismas intuiciones empíricas,
Kant descubre que espacio y tiempo son esas condiciones absolutamente indispensables.
Sólo desde ellas "los objetos pueden ser dados a nuestros sentidos; y ello es debido
única y exclusivamente (…) a la naturaleza de la sensibilidad humana."3 En cuanto a lo
que podemos representarnos proveniente de fuera de nosotros (sentido externo),
siempre, inevitablemente, nos lo representamos en el espacio. En cuanto a lo que
podemos representarnos de dentro de nosotros (sentido interno), siempre lo
representamos en el tiempo. "Las representaciones del espacio y del tiempo no pueden
ser derivadas, de ningún modo, de la experiencia, pues tales representaciones están
subyaciendo a toda experiencia como condiciones necesarias de ella."4 Hay que recalcar
que espacio y tiempo, son intuiciones puras a priori, no son en ningún sentido
conceptos. Son sólo, para decirlo pronto, "la condición subjetiva de la receptividad,"5 o
la forma de la sensibilidad y, por lo tanto, de todo fenómeno posible.
3
Ídem. Pag 91.
4
Ídem. Pag. 93.
5
Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, … B 42.
6
Ídem. B 43.
Espacio y tiempo exclusivamente tienen validez en cuanto hablan de lo fenoménico, "si
se va más allá de este terreno dichas fuentes dejan de usarse objetivamente." 7 Las cosas
en sí mismas no son tal como las intuimos, ni tenemos razón para creer que sean
parecidas en lo más mínimo a como se nos aparecen.8 "A través de la sensibilidad no
conocemos la naturaleza de las cosas en sí mismas (…) en absoluto."9 Pues es el sujeto
el que "determina la forma del objeto en cuanto fenómeno."10
Antes de pasar a la analítica trascendental es importante resaltar que todo sujeto humano
tiene la misma sensibilidad y el mismo modo de percibir espacio-temporalmente. Las
intuiciones puras a priori son las mismas para todo ser humano y " en cuanto seres
humanos no podemos escapar de su determinación."11 Esto es importante porque aquel
conocimiento que se funde y respete los lineamientos de esta sensibilidad común a
todos los hombres, podrá llamarse a sí mismo verdaderamente universal. Será, entonces,
el hecho de que hable de algo necesario a todo ser humano lo que le de su objetividad.
Es decir, ésta ya no depende en absoluto del las cualidades de la cosa en sí misma o del
estado de cosas del mundo en sí, sino de las facultades de los sujetos.
7
Ídem B 56.
8
Aunque creo que Kant también tendría que aceptar que tampoco tenemos ninguna razón para creer que
las cosas en sí son totalmente distintas a como se nos presentan.
9
Ídem B 62.
10
Ibídem.
11
Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, … Pag. 102.
La sensibilidad es pasiva, receptiva; el entendimiento es la facultad de producir nosotros
mismos representaciones, es decir, es activo, espontáneo. La sensibilidad recibe
impresiones; el entendimiento produce conceptos. Las dos propiedades o facultades son
igualmente importantes y además no pueden alternar sus funciones. La intuición solo
puede ser sensible, es decir, sólo puede encerrar el modo como somos afectados por los
objetos; en cambio el entendimiento es la facultad de pensar un objeto de la intuición
sensible.
Ahora, todos los conceptos en tanto que son pensados por un sujeto deben ir
acompañados de un "Yo pienso," lo contrario sería absurdo. "Para que una
representación sea algo es preciso que un sujeto tenga conciencia de ella, esto es, es
imprescindible que establezca una relación con una facultad de representación: una
representación sin relación a un pensamiento o a un tener conciencia es en si misma
contradictoria."13 El concepto de sujeto implica un ser autoconsciente de estar pensando
de algo. Es decir, cuando un sujeto enuncia "pienso que P" en esa afirmación está
implícito lo siguiente: "Yo pienso que pienso que P." La conciencia que los sujetos
tienen de los objetos presupone que el sujeto es consiente de sí mismo. Este "Yo
pienso," implícito a todo pensar, constituye una unidad a la que refieren todas las
representaciones y que está detrás de ellas, fundamentándolas. De tal manera que eso
13
Ídem. Pag 121.
que designa el "Yo pienso" debe, necesariamente, ser la Unidad Sintética Originaria
que, decíamos, es la condición de posibilidad de las categorías.
Así encontramos el a priori central del entendimiento, que es el motor detrás de todo el
proceso cognitivo. Es el desde qué y el para qué del entendimiento. Entonces podemos
decir que el entendimiento no es "más que la facultad de combinar a priori y reducir la
diversidad de las representaciones dadas a la unidad de apercepción (unidad sintética
originaria)."14 El conocimiento es una edición realizada desde el "para mí" del sujeto, un
apropiarse lo dado adaptándolo a la forma de su autoconciencia. "A la unidad sintética
originaria han de estar sometidas todas las representaciones que se me den y a ella han
de ser reducidas mediante la síntesis."15 Sin ella nada puede ser pensado.
Para que una representación sea algo es preciso un sujeto que tenga conciencia de ella.
Incluso una intuición, que debemos caracterizar como una representación sensible de lo
múltiple, tiene que estar enlazada con esa unidad originaria que es el “yo pienso” en el
propio sujeto donde lo múltiple es hallado. Es decir, la multiplicidad empírica, en
cuanto expresada en una intuición, también depende de esa unidad. Para convertirse en
algo tiene que poseer una relación necesaria con la conciencia o con un sujeto de la
representación. La unidad sintética originaria de la apercepción es condición de
inteligibilidad.
Este sujeto que debe poder acompañar a todas mis representaciones es caracterizado por
Kant como Apercepción pura, originaria y unificante. Veamos por cada una de estas
características por separado:
a) Apercepción pura frente a apercepción sensible
Con esto Kant quiere poner de manifiesto que no se trata de un sujeto psicológico o
empírico, sino de pura actividad. El yo pienso no es en sí mismo una intuición ni un
concepto, sino la conciencia que acompaña a todo concepto; la forma de todo juicio y,
en consecuencia, la forma de los conceptos puros o categorías.
b) La apercepción es originaria, en el sentido de que no hay nada previo a ella, incluso
el yo pienso procede de ella.
c) Es la unidad transcendental de la conciencia del yo. Transcendental porque es
condición a priori de la conciencia. Es unidad por dos motivos, por que expresa la
14
Kant, Immanuel, Crítica de la razón pura, …B 135
15
Ídem. B 136.
unidad de la conciencia en sus representaciones y porque determina la unidad del
objeto representado, esto es, la unidad de una diversidad intuitiva.
Si ponemos entre paréntesis los datos diversos de la conciencia empírica, ¿qué nos
queda? Kant señala que lo que permanece es el acto de síntesis. Gracias a este acto, que
es en realidad una colección de actos es posible la unidad analítica de la apercepción, es
decir, la identidad de la conciencia. La conciencia permanece única en las distintas
representaciones. Si existe una unidad de la conciencia es por que existe una unidad
sintética. Ésta es la condición para que puedan reunirse la multiplicidad de las
representaciones dadas.
La unidad sintética originaria posee una doble condición: por medio de la unidad
analítica podemos representarnos la identidad de los distintos actos de conciencia pero
necesitamos además una condición de posibilidad, la unidad sintética. Ésta nos permite
representarnos la conciencia de esa identidad.
Ya que estas estructuras del entendimiento son comunes a todos ser humano, pues todos
operan con las mismas doce categorías y desde la unidad sintética originaria, y el
pensamiento, en cuanto tal, no puede "escapar de su determinación,"18 la ciencia que se
enuncie desde ellos y respetando sus lineamientos puede ser en verdad universal y
necesaria
16
Ídem. B 137.
17
Ídem. B 138.
18
Rabáde-Romero y otros, Kant: conocimiento y racionalidad, … Pag. 102.
3.4. La razón: las ideas como condiciones inteligibles del conocimiento. La dialéctica
trascendental.
La razón es para Kant “la facultad de unidad de las reglas del entendimiento bajo
principios”. La razón es pues, una facultad distinta del entendimiento y posee principios
y conceptos que no toma ni de los sentidos ni del entendimiento. Kant distingue un uso
lógico y un uso puro de la razón. El primero consiste en emplearla en el terreno formal,
como facultad de inferir mediatamente. El segundo es el que pretende descubrir la
totalidad de las condiciones, esto es, completar la unidad de las categorías.
El yo en cuanto fenómeno
Desde el punto de vista de la filosofía kantiana sólo podemos tener tres
acepciones del yo: como nouménico, “el yo en sí” cuyo conocimiento es imposible;
como “apercepción transcendental” (&16-18) y como objeto del conocimiento: En
cuanto apercepción transcendental jamás puede cumplir las funciones de un
conocimiento real. Este yo es la unidad del pensamiento y de él sólo podemos tener
conciencia no conocimiento; es una mera forma a priori, sin contenido material. En
cuanto cosa en sí, tampoco podemos tener conocimiento del yo, por las razones
aducidas arriba. En cuanto fenómeno, se produce la siguiente paradoja: el
autoconocimiento significa que el yo pasivo (el yo en cuanto fenómeno) afecta al yo
activo (unidad sintética de la apercepción, yo transcendental), de modo que conocemos
el yo fenoménico pero nunca el yo en sí mismo.
Por otro lado, el yo pienso, es decir, el yo en cuanto condición de posibilidad de
todos nuestros pensamientos es incognoscible en sí mismo ya que no posee ningún
contenido sensible. Pero sí tenemos alguna representación de la existencia de un yo.
Podemos aprehender la existencia del “yo pienso”. No tenemos conocimiento de orden
fenoménico puesto que no tenemos materia para ese conocimiento; sino que tenemos
conciencia de mi existencia en el acto mismo del pensamiento. Así pues, el yo del yo
pienso y el yo del sentido interno no pueden ser, de ningún modo, asimilables el uno al
otro, sino que estamos obligados a concebirlos como aspectos diferentes del yo. El
primero representa la unidad de la conciencia en el ámbito del pensamiento, y, en este
sentido supera los límites del yo del sentido interno. Este representa a la conciencia de
una unidad de predicados intuitivos, como determinaciones del tiempo. Sólo de él
podemos tener un conocimiento: conocemos el yo como fenómeno (sujeto pasivo),
tenemos consciencia de nuestra capacidad de pensar (yo activo).
19
Hottois, Gilbert, Historia de la filosofía del renacimiento a la postmodernidad, … Pag 147.