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El clima es un sistema muy complejo, por lo que su comportamiento es muy difícil de predecir. Por
una parte hay tendencias a largo plazo debidas, normalmente, a variaciones sistemáticas como el
aumento de la radiación solar o las variaciones orbitales pero, por otra, existen fluctuaciones
caóticas debidas a la interacción entre forzamientos, retroalimentaciones y moderadores.
Ni siquiera los mejores modelos climáticos tienen en cuenta todas las variables existentes por lo
que, hoy día, solamente se puede aventurar una previsión de lo que será el tiempo atmosférico
del futuro más próximo.
Para el estudio del clima, hay que analizar los elementos del tiempo: la temperatura, la humedad,
la presión, los vientos y las precipitaciones. De ellos, las temperaturas medias mensuales y los
montos pluviométricos mensuales, son los datos más importantes que normalmente aparecen en
los gráficos climáticos.
Hay una serie de factores que pueden influir sobre estos elementos: la latitud geográfica, la altitud
del lugar, la orientación del relieve, con respecto a la incidencia de los rayos solares o a la de los
vientos predominantes, las corrientes oceánicas y la continentalidad, que es la distancia al océano
o al mar.
DIFERENTES TIPOS DE CLIMA
En el mundo los tipos de clima se clasifican en tres grupos:
CÁLIDOS
Clima ecuatorial: Debe su nombre a su proximidad a zonas cercanas al Ecuador. Característica
especial de este clima es la formación de grandes nubes, debidas a la subida de aires cálidos y
húmedos. Estas grandes nubes descargan lluvia prácticamente cada tarde, lo que favorece la
vegetación y la formación de grandes bosque selváticos.
Una curiosidad de este clima es que se desplaza geográficamente dependiendo del empuje que
producen los vientos. La temperatura oscila todo el año entre 20 y 27º C, y lo más bajo que
podemos encontrar 5º C. La humedad relativa es muy alta, siendo mucho mayor en los meses de
equinoccio.
Región amazónica, parte oriental de Panamá, Península del Yucatán, centro de África, occidente
costero de Madagascar, sur de la Península de Malaca e Insulindia.
Clima tropical: Su situación geográfica es por el norte y sur del clima ecuatorial. La temperatura
más baja que encontramos en este clima es de 18º C. Su extensión va, desde el Ecuador hasta los
Trópicos.
Las mayores lluvias se producen en los meses de verano. Caribe, llanos y costas de Colombia y
Venezuela, costa del Ecuador, costa norte del Perú, la mayor parte de Brasil, este de Bolivia,
noroeste de Argentina, este de Paraguay, centro y sur de África, sudeste asiático, norte de
Australia, sur y parte del centro de la India, la Polinesia etc. y las costa surcentral del Pacífico de
México.
Clima subtropical árido: En estas zonas las lluvias son muy escasas. Suroeste de América del
Norte, norte y suroeste de África, oriente medio, costa central y sur del Perú, norte de Chile,
centro de Australia.
TEMPLADOS
Clima chino: Este clima se podrá decir que se encuentra, a medias, entre el cálido continental y el
tropical lluvioso. Si viajamos a estos países nos encontraremos unos veranos cálidos y húmedos e
inviernos muy parecidos a los que disfrutan los países mediterráneos.
Sudeste de Estados Unidos y Australia, sur de China, noreste de Argentina, sur de Brasil y Uruguay,
norte de la India y Pakistán, Japón y Corea del Sur.
Clima mediterráneo: Lo más destacado del clima mediterráneo se encuentra en los veranos,
caracterizados por una gran sequía y altas temperaturas. Los inviernos son suaves.
Zona del Mediterráneo, California, centro de Chile, sur de Sudáfrica, suroeste de Australia.
Clima oceánico o atlántico: En esta zona se puede decir que no existe verano propiamente dicho,
ya que no disfrutan de una estación seca.
Zona atlántica europea, costas del Pacífico del noroeste de Estados Unidos y de Canadá, sureste de
Australia, Nueva Zelanda, sur de Chile, costa de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
Clima continental: Se caracteriza por tener bien definidas las cuatro estaciones. La principal
diferencia, con los otros climas templados, se encuentra en la temperatura ya que su amplitud
térmica es mucho mayor, teniendo inviernos fríos y secos y veranos cálidos y lluviosos.
Centro de Europa y China y la mayor parte de Estados Unidos, norte y noreste de Europa, sur y
centro de Siberia, Canadá y Alaska.
Asia Central, centro-oeste de América del Norte, Mongolia, norte y oeste de China.
FRÍOS
El frío es extremo todo el año, debido a la escasa altura del sol en el horizonte y a las largas noches
que en algunos casos pueden llegar a durar hasta seis meses.
Clima de tundra: Región Ártica y Subantártica Subglaciar, Groenlandia, parte de Siberia, Tierra del
Fuego (Argentina, Chile).
Clima de montaña: Zonas montañosas de más de 3.500 metros de altura, cerca del ecuador
terrestre, de unos 2.000 ó 1.500 m. en las zonas templadas, y menos de 1.000 m. en regiones frías.
Estas clases de climas, con sus ligeras variaciones, han perdurado al paso del tiempo, pero todo
esto va a cambiar si no lo remediamos urgentemente, debido al cambio climático.
CAMBIO CLIMÁTICO
El cambio climático, es la mayor amenaza medioambiental a la que se enfrenta la humanidad. Para
ello es fundamental un cambio en la forma de producir y usar la energía, que es la mayor fuente
de emisiones de CO2.
Hay un amplio consenso científico sobre la estrecha relación entre las concentraciones
atmosféricas, de los gases de efecto invernadero generadas por la actividad humana, y los cambios
observados recientemente en el clima terrestre.
Estos gases se producen de forma natural y son fundamentales para la vida en la Tierra; impiden
que parte del calor solar regrese al espacio, y sin ellos el mundo sería un lugar frío y yermo. Pero
cuando el volumen de estos gases es considerable y crece sin parar, provocan unas temperaturas
artificialmente elevadas y modifican el clima.
Desde un punto de vista ético y desde una perspectiva legal y práctica, el peso inicial de la
reducción de las emisiones tiene que recaer en los países industrializados, los principales
causantes del cambio climático.
Este mecanismo permite que el planeta tenga una temperatura aceptable para el desarrollo de la
vida tal y como la conocemos. Consiste en la absorción, por parte de los llamados gases de efecto
invernadero presentes en la atmósfera, de las radiaciones infrarrojas emitidas por la superficie
terrestre a causa del calentamiento debido al sol, impidiendo que escapen al espacio y
aumentando, por tanto, la temperatura media del planeta.
Estos gases, dióxido de carbono (CO2), vapor de agua (H2O), ozono (O3), metano (CH4), óxidos de
nitrógeno (NOx) y los clorofluorocarbonos CFCs, se encargan de absorber la energía emitida por el
sol, impidiendo que los días sean demasiado calurosos o las noches demasiado frías.
Un aumento en la emisión de estos gases, provoca grandes cambios drásticos en el clima mundial
haciéndolo cada vez más impredecible, sufriendo alteraciones en las temperaturas regionales, en
los regímenes de las precipitaciones, incrementos en la desertificación, alteraciones en la
agricultura, el calentamiento de la corriente termohalina y el retroceso de los casquetes polares,
incrementando así el nivel del mar y causando inundaciones en las zonas costeras y continentales
en todo el mundo.
Estos gases son químicamente muy estables, por lo que pueden permanecer en la atmósfera
durante varias décadas. Las corrientes de aire los transportan hasta la estratosfera donde algunos
de ellos se desintegran bajo la luz ultravioleta. En este proceso de desintegración, se liberan
moléculas de cloro o bromo, provocando una reacción en cadena que ocasiona la destrucción de
las moléculas de ozono, provocando el agujero en la capa de ozono.
El cambio climático va unido a un modelo energético dependiente del petróleo, el carbón y el gas.
La quema de estos combustibles fósiles libera grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) a la
atmósfera, el gas de efecto invernadero más abundante.
Las concentraciones atmosféricas de CO2 a nivel mundial se han incrementado un 35% por encima
de los niveles pre-industriales. De hecho, las concentraciones actuales de CO2 no han sido
superadas en los últimos 420.000 años y, probablemente, tampoco en los últimos 20 millones de
años.
La deforestación y la degradación de los bosques son causa y resultado del cambio climático. Los
bosques absorben CO2, actuando como un "sumidero" pero, cuando se deterioran o destruyen
(por ejemplo en incendios y deforestación) se convierten en una "fuente" liberando CO2 a la
atmósfera.
Hasta una quinta parte de las emisiones de CO2 mundiales, se deben a la tala indiscriminada de
árboles. Ésta, a la vez que empobrece el suelo y lo deja desprotegido ante la erosión y la
evaporación del agua, contribuye aún más al cambio climático. Al aumentar las sequías y la
presión humana sobre el manto forestal, éste se ve en peligro.
Debido al cambio climático se espera un aumento en las sequías y en los incendios. En muchos
casos los incendios están asociados a la deforestación, cuyo efecto acelerador sobre la
desertificación es conocido. A menudo, la tala es debida a la búsqueda de suelos para
implementar monocultivos intensivos altamente demandantes en energía, agua, abonos derivados
del petróleo y tóxicos que contaminan las aguas subterráneas y superficiales.
La pérdida de los bosques y de las especies, afectará a la vida de todos con costes económicos
desproporcionados en los países pobres y en vías de desarrollo.
Nunca antes la humanidad, se ha enfrentado con una crisis ambiental de la magnitud del cambio
climático. Si no actuamos urgentemente, las consecuencias serán irreversibles y afectaran a las
futuras generaciones durante cientos de años.
PRINCIPALES IMPACTOS:
Los graves problemas ambientales que está generando la obtención de energía, hacen necesario
que se actúe desde todos los frentes posibles: como consumidores podríamos impulsar un cambio
más rápido eligiendo energía limpia. La energía más limpia es la que no se consume, por ello debe
ser prioritario en todo momento el ahorro y la eficiencia energética.
Podemos hacer algo sobre el calentamiento global. Si actuamos juntos, gobiernos, industria y
poblaciones de todo el mundo, podremos mantener el aumento de la temperatura por debajo de
2ºC, pero si seguimos actuando como hasta ahora, la temperatura media global podrá subir casi 6
ºC durante el curso del siglo.
Tenemos que actuar rápidamente, los próximos diez años son cruciales.
Hay que trabajar para lograr un modelo energético sostenible, y apostar por una revolución
energética capaz de reducir las emisiones de CO2, para evitar un cambio climático peligroso.
No tenemos muy claro como acabará esto, pero lo que sí que nos imaginamos, es que la forma de
viajar y los destinos que elijamos, serán muy distintos a los de ahora.
Esperamos que todos reaccionemos a tiempo y podamos encontrar una solución, antes de que sea
demasiado tarde.