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SÍNTESIS TEOLÓGICA - 2019

 Apuntes de la Clase 10 – 6-6-19


 CLAUDIO ANTONIO PULLI
SÍNTESIS TEOLÓGICA
 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia.
a. Introducción
Apunta Forte (1997): al siglo XX se lo ha definido –en varias ocasiones- como el «siglo de la Iglesia».
Se abre marcado ya por esta necesidad: la crisis provocada por la primera guerra mundial no hará
más que ponerlo de manifiesto.
• La desconfianza en las instituciones,
• los sufrimientos padecidos y
• el deseo nuevo de interioridad mueven a los hombres hacia un renacimiento del sentido social
(desarrollo de los estudios sociológicos, sociedad internacional, etc.), despertando al mismo
tiempo en ellos los anhelos religiosos.
Las causas más profundas y decisivas de la renovación eclesiológica son, sin embargo, de orden
espiritual; han de verse:
• en la vigorosa toma de conciencia de lo sobrenatural provocada por la acción antimodernista,
• en el movimiento litúrgico,
• en la intensificación de la vida eucarística,
• en el retorno a las fuentes bíblicas y patrísticas,
• en el descubrimiento del papel activo del laicado,
• en los primeros impulsos del movimiento ecuménico moderno;
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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. a. Introducción (cont.)
En resumen, en «un impulso de orden espiritual, que fue primero vivido y luego formulado».

La visión eclesiológica conciliar se viene configurando como una superación de la concepción


visibilista y jurídica de la Contrarreforma, en el sentido de «un nuevo descubrimiento de los
elementos sobrenaturales y místicos de la Iglesia, de un esfuerzo humilde y religioso por considerar
en toda su profundidad divina el misterio de la Iglesia».
Esta renovación —apelando sobre todo a la teología de los Padres y de la escolástica— recupera
las dimensiones pneumatológicas y cristológicas de la realidad florece y se desarrolla con enérgico
entusiasmo la teología de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo.
Posteriormente, la segunda guerra mundial vuelve a proponer de forma más grave todavía la crisis
de la primera; provoca además
• una aceleración de la tecnificación y la industrialización, en el esfuerzo de la reconstrucción
posbélica,
• aumentando por otra parte las distancias entre los países del bienestar económico y el llamado
«tercer mundo».
• Nunca como en estos años se advierte el problema de la relación Iglesia-mundo : la historia
interroga dramáticamente a la Iglesia.
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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. a. Introducción (cont.)
Dentro de la reflexión eclesiológica, una vez redescubierto el misterio de interioridad de la Iglesia en
Cristo y en el Espíritu santo, se plantea el problema de repensar la comunidad eclesial como
realidad histórica, aspecto que había sido, en parte, olvidado en los comienzos de la renovación,
marcados por la reacción contra el excesivo visibilismo del pasado. Esta aproximación «histórica» al
misterio de la Iglesia se vio además fomentada por
• el florecimiento de los estudios bíblicos [Método Histórico Crítico], propio de este período, y
• por el método en parte nuevo para el estudio de los Padres, que tendía a leer sus obras y sus
ideas en sus contextos históricos originales.

De esta forma la historia viene a interrogar a la Iglesia no sólo en su presentación al mundo, sino
también en la reflexión que ella hace sobre sí misma. Bajo el impulso de este «reto» van
apareciendo las ideas de Iglesia «sacramento», de «pueblo de Dios», de Iglesia «comunión» de
personas y de Iglesias; el Concilio Vaticano II asumirá estas ideas, rechazando toda reducción dé la
"comunidad eclesial sólo a la realidad espiritual o sólo a la realidad visible, para proponer su
«misterio» de comunión que brota de la Trinidad y tiende a ella, un pueblo en marcha entre el «ya»
de la primera venida de Cristo, que lo ha reunido, y el «todavía no» de su retorno, que lo llena de
esperanza comprometida y gozosa (p.19-20).
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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia.

b. El concilio de la Iglesia
El CV II se caracterizó desde el principio como el concilio de la Iglesia: articulado en dos partes:
Iglesia ad intra e Iglesia ad extra. ¿Qué es la Iglesia? ¿Qué hace la Iglesia? como dos ejes en torno a
los cuales se dispuso todas las cuestiones del CVII.

Dos pilares de la arquitectura del Concilio:


• La Constitución sobre la Iglesia: Lumen Gentium (LG). Se refiere a la Iglesia en sí misma,
esforzándose por explorar su misterio.
• La Constitución sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo: Gaudium et Spes (GS). Considera a
la Iglesia en su situación en el mundo.

Los demás documentos conciliares no hacen más que explicitar y profundizar todo lo que trataron
estas dos constituciones en una visión orgánica de conjunto.
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1. El origen trinitario de la Iglesia. b. El concilio de la Iglesia (cont.)
De esta manera todo el mensaje conciliar está impregnado de la reflexión eclesiológica: las
instancias de la renovación de la conciencia que la Iglesia tiene de sí misma y de su tarea en la
historia son asumidas por el Concilio. Se pone de relieve la triple preocupación:
• de la fidelidad a la propia identidad, captada a partir de Cristo (perspectiva cristológica),
• de la fidelidad a los hombres a cuyo servicio se puso la Iglesia (perspectiva antropológica) y
• del encuentro de estas dos fidelidades en el misterio de alianza que es la Iglesia (perspectiva
sacramental).

La Iglesia se ofrece como el lugar de encuentro de la iniciativa divina y de la obra humana,


como la presencia de la Trinidad en el tiempo y del tiempo en la Trinidad, irreductible a una
comprensión puramente humana, y sin embargo Iglesia de hombres que viven plenamente en la
historia (esquema que recupera la profundidad trinitaria de la realidad eclesial) (p.23).

Se demuestra cómo el Concilio recogió las instancias tanto de los comienzos de la renovación
eclesiológica del siglo XX, que tendían a recuperar la dimensión interior y sobrenatural de la
Iglesia, como de sus desarrollos, dirigidos a leer en la historia el fruto de la iniciativa trinitaria, que
es la comunión eclesial.
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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. b. El concilio de la Iglesia (cont.)
En el «misterio» eclesial queda superado igualmente el visibilismo de la Contrarreforma y
recuperada la dimensión histórica de la Iglesia «entre los tiempos», es decir, la Iglesia puesta entre
su origen en las misiones divinas y su cumplimiento en la gloria de Dios, todo en todos. El concilio
de la Iglesia restituye así a la eclesiología católica la frescura y la profundidad de sus relaciones
con la Trinidad y la conciencia de estar en la historia, que no es un simple ser de la historia (p.23-
24).

c. La eclesiología trinitaria del CVII


La clave de comprensión del mensaje eclesiológico del Concilio, dirigido a la superación de los
posibles reduccionismos de diverso tipo para una renovada y plena percepción del misterio
eclesial, reside en la lectura trinitaria de la Iglesia.

La Iglesia, viene de la Trinidad, está estructurada a imagen de la Trinidad y camina hacia el


cumplimiento trinitario de la historia. Viniendo de arriba, como su Señor (Lc 1, 78), plasmada
desde arriba y en camino hacia arriba, la Iglesia está en la historia, pero no puede reducirse a las
coordenadas de la historia, de lo visible y de lo disponible.
SÍNTESIS TEOLÓGICA
 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. c. La eclesiología trinitaria del CVII (cont.)
La clave de comprensión del mensaje eclesiológico del Concilio, dirigido a la superación de los
posibles reduccionismos de diverso tipo para una renovada y plena percepción del misterio
eclesial, reside en la lectura trinitaria de la Iglesia.

La Iglesia, viene de la Trinidad, está estructurada a imagen de la Trinidad y camina hacia el


cumplimiento trinitario de la historia. Viniendo de arriba, como su Señor (Lc 1, 78), plasmada
desde arriba y en camino hacia arriba, la Iglesia está en la historia, pero no puede reducirse a las
coordenadas de la historia, de lo visible y de lo disponible.

El origen trinitario de la Iglesia se presenta describiendo la economía de la salvación. El fin del


designio libérrimo y arcano, es decir, gratuito e insondable del Padre, es la elevación de los
hombres a la participación de la vida divina en la comunión de la Trinidad: «El eterno Padre, por
una disposición libérrima y arcana de su sabiduría y bondad, creó todo el universo, decretó elevar
a los hombres a participar de la vida divina» (LG 2).

Cfr. CATIC #260, con el cual concluíamos la Unidad 4.


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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. c. La eclesiología trinitaria del CVII (cont.)
La unidad de los hombres con Dios y entre sí, que llevó a cabo la obra reconciliadora del Verbo
encarnado, se realiza históricamente en la Iglesia y se consumará en la gloria: Estableció
convocar a los que creen en Cristo en la santa Iglesia, que fue ya prefigurada desde el origen del
mundo, preparada admirablemente en la historia del pueblo de Israel y en la antigua alianza,
constituida en los tiempos definitivos, manifestada por la efusión del Espíritu y que se consumará
gloriosamente al final de los tiempos (LG2). No se quiere negar su necesidad para la salvación; se
desea afirmar que ella, en su forma visible e histórica, es el sacramento, es decir, el signo y el
instrumento elegido, del designio divino de unidad, que va desde la creación hasta la parusía. La
Iglesia es la participación histórica en la unidad trinitaria, la realización comenzada bajo el velo
de los signos de la salvación que surge de la iniciativa divina, el misterio o sacramento «de la
unión íntima con Dios y de la unidad de todo el género humano» (LG 1).

La misión del Hijo culmina en el envío del Espíritu: él hace posible por Cristo el acceso al Padre. Lo
mismo que el Padre por el Hijo viene al hombre en el Espíritu, así el hombre en el Espíritu por el Hijo
puede ahora llegar al Padre: el movimiento de bajada permite un movimiento de subida, en un
circuito de unidad, cuya fase eterna es la Trinidad y cuya fase temporal es la Iglesia.
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 Unidad 5. La Iglesia.
1. El origen trinitario de la Iglesia. c. La eclesiología trinitaria del CVII (cont.)
'A partir de' la unidad entre las hipóstasis se prolonga la 'unificación' del pueblo, el cual,
unificándose, participa en una unidad diversa, de modo que para san Cipriano la unidad de la
Iglesia no se puede comprender sin la de la Trinidad».

En definitiva, la Iglesia es icono de la santa Trinidad, es decir, está estructurada en su comunión a


imagen y semejanza de la comunión trinitaria. La variedad de los dones y servicios tiene que
converger en la unidad del pueblo de Dios, lo mismo que la variedad de las Iglesias locales, que
son cada una realización plena de la católica en un lugar y en un tiempo determinados, está
llamada a vivir y a expresarse en su comunión recíproca. La Iglesia, estructurada sobre la
ejemplaridad trinitaria, tendrá que mantenerse lejos tanto de una uniformidad que aplaste y
mortifique la originalidad y la riqueza de los dones del Espíritu, como de toda contraposición
hiriente, que no resuelva la tensión entre los carismas y los ministerios diversos en la comunión,
dentro de una mutua recepción fecunda de las personas y de las comunidades en la unidad de
la fe, de la esperanza y del amor (cf. capítulos II-VI de la LG). Así, la Iglesia avanza en su
peregrinación hacia el cumplimiento trinitario de la historia. La Iglesia viene de la Trinidad, camina
hacia ella y está estructurada a su imagen; todo lo que el concilio dijo de la Iglesia está
compendiado en esta memoria del origen, de la forma y del destino trinitario de la comunión
eclesial.
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia.

a. Introducción

El CVII habla de la Iglesia que ha sido constituida en los últimos tiempos, pero no lo hemos de
entender en el sentido de que la Iglesia fuera constituida por Cristo en un acto formal y público,
sino en el de que Cristo fue poniendo las bases de su Iglesia en una serie de actos que, vistos en
su conjunto, permiten vislumbrar una clara intencionalidad de su voluntad fundacional; así lo
explica Sayés (1999), en su curso de eclesiología, y sigue: ciertamente, Jesús, en todo un proceso
continuo a lo largo de su vida, va colocando las bases y el fundamento de su Iglesia.

Es cierto que no establece un documento fundacional de la misma pero hay toda una serie de
actos, acontecimientos y actuaciones, de las que bien puede deducirse que el Jesús histórico
pensó e intentó una Iglesia, en el sentido de una comunidad ligada a Él (p.75).
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2. Jesús y la Iglesia. a. Introducción (cont.)
Dentro del proceso fundacional de la Iglesia por parte de Jesucristo se incluye actos como:
• la institución de los Doce,
• la concesión del primado de Pedro,
• la institución de la Eucaristía
• propiamente la Iglesia no comienza a existir hasta la llegada de Pentecostés (antes,
propiamente, no hay sacramentos; y, si no hay sacramentos, no hay Iglesia) (p.76).

b. La Iglesia primitiva
San Pablo espera la transformación gloriosa del cosmos para esa segunda venida de Cristo (Rm 8,
18-23). Esta perspectiva paulina y de la Iglesia primitiva del Reino ya iniciado pero todavía no
consumado es la fundamental (p.79).

Al parecer, la Iglesia contaba con una segunda venida próxima del Señor; pero, lo cierto es que el
retraso de la parusía no supuso un trauma para dicha Iglesia ni una crisis de identidad; era
consciente de que el Reino tenía que llegar a todo el mundo por imperativo mismo del Señor
(Mandato misionero: Mt 28: “Vayan por todo el mundo”). En consecuencia, se limitó a prolongar en
el tiempo la misma estructura dada por Cristo a su Iglesia (p.79).
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia. b. La Iglesia primitiva (cont.)
El Reino que Cristo predica tiene que ver con la comunidad, con el pueblo de Israel. El Reino no
puede entenderse al margen de una comunidad que es el nuevo Israel y con vistas a él. El pueblo
judío es el Israel según la carne (1 Co 10, 18); pero la Iglesia es simplemente el Israel de Dios que
entronca por la fe con la promesa hecha a Abrahán (Rm 4, 11-17; 9, 6-8).

Es que Jesucristo, para fundarlo, no partió de cero, sino de una dato ya existente, el antiguo Israel,
que era precisamente un misterio espiritual y sociológico a la vez. Por lo tanto, Cristo no ha venido
a fundar una secta, sino a reunir al Israel de los últimos tiempos (p.86-87). Jesús construirá así su
Iglesia sobre el resto de Israel y en continuidad histórica con el antiguo pueblo de Israel; pero he
aquí la gran novedad: lo va a hacer por la adhesión del pueblo a su persona, por la aceptación
de su persona por parte del pueblo, por la aceptación del Reino que llega con Él. Jesús será la
piedra fundamental y fundante del nuevo edificio (Cfr. Mt 21, 42). La Iglesia y el Reino nacen
juntos, pues Jesús dio comienzo a la Iglesia predicando la buena noticia. La Iglesia es fruto de la
presencia del Reino. El anuncio de Jesús de la salvación del reino no se dirige a un individuo, sino
que va a todo el pueblo de Israel. El destinatario de este Reino es la comunidad. La Iglesia no se
identifica con el Reino, pero el Reino es toda su razón de ser y en función de él vivirá. La Iglesia
estará toda ella en función del Reino de Dios (p.89-90).
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia.

c. El primado de Pedro
Ya hablábamos en la Unidad Tres acerca de la institución de los Doce, pero, y siguiendo con
el mismo autor, aquí lo hacemos en orden a señalar que Jesús, con la elección de los Doce,
quiere fundar el nuevo Israel; voluntad innegable de Cristo de reunir en torno a sí al nuevo
pueblo mesiánico; pero, la alusión a las doce tribus de Israel, espina dorsal del pueblo
israelita*, es clara y evidente (Mt 19, 28; Lc 22, 30). Y curiosamente, se sigue hablando de “los
doce” (Jn 20, 24; 1 Co 15, 5; Hch 6, 2), aun cuando Judas no estaba con ellos; evidentemente,
se trata de algo establecido, de una institución (p.94-95).

* Se espera que el tiempo escatológico de la salvación traerá consigo la restauración de las


doce tribus de Israel. Ya los capítulos finales del libro de Ezequiel describen cómo revivirán las
doce tribus y su participación en la tierra (p.94-95).
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia. c. El primado de Pedro (cont.)
Ahora bien, Jesús da un paso más: entre ellos elige a Pedro para que ejerza la función de
cabeza del grupo apostólico. En primer lugar mencionamos algunos datos que nos garantiza
la historicidad del primado de Pedro:
• El nombre de Pedro aparece siempre primero en la lista de los apóstoles (Mt 10, 2).
• Pedro fue el primer testigo de la resurrección de Cristo (1 Co 15, 5).
• Es constante el hecho de que Pedro tiene una posición especial en el grupo de los Doce:
“Simón y los que estaban con él”, Mc 1, 36; “Pedro y los que estaban con él”, Lc 9, 32;
Jesús toma la casa de Pedro como propia, Mt 8, 14; predica desde su barca, Lc 5, 1-12.
• Muchas veces aparece como portavoz de los Doce (Mt 16, 16; Mc 9, 5). Es el portavoz
principal de los Doce en el día de Pentecostés.
• Jesús cambió el nombre de Simón por el de Pedro (piedra): el motivo de que Jesús le
otorga ese nombre sólo se puede explicar por la función de roca que le encomendó en el
seno de la Iglesia.
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia. c. El primado de Pedro (cont.)
En segundo lugar: el texto en el que Jesús promete a Pedro que será la roca en la que se cimiente la
Iglesia. La promesa del primado a Pedro es una escena que nos narra Mateo 16, 17-19. Jesús
pregunta a los suyos quién dice la gente que es Él.
• Simón contesta diciendo:
“Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios”,
• a lo que responde Jesús:
“Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque esto no te lo ha revelado ni la carne ni
la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo te digo:
o tu eres Pedro (Kefas) y sobre esta piedra (Kefas) edificaré mi Iglesia, y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ella.
o A ti te daré las llaves del reino de los cielos, y
o lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará
desatado en los cielos”.
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia. c. El primado de Pedro (cont.)
Pedro ejerce la función de ser fundamento de la unidad y de la firmeza de la Iglesia es porque tiene
las llaves del reino de los cielos, porque tiene el poder de atar y desatar en la comunidad, porque es
el pastor universal de las ovejas del Señor. Si el ministerio apostólico ha de continuarse porque la
función que Cristo encomienda a los apóstoles ha de durar hasta el fin del tiempo (Mt 28, 20), otro
tanto habrá que decir de la función de aquel que, dentro del colegio de los apóstoles, tiene la
función de ser la roca que fortalece y sustenta su fe, función que permanecerá mientras dure la
Iglesia (p.105-128).

d. La institución de la Eucaristía
También hablamos de este tema en la Unidad Tres, pero aquí lo mencionamos porque cada vez
más se reconoce en la Eucaristía el momento clave en la serie de actos con los que Cristo fue
colocando las bases de su Iglesia. La instituye como sacramento de la nueva y definitiva alianza.
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 Unidad 5. La Iglesia.
2. Jesús y la Iglesia. d. La institución de la Eucaristía (cont.)
• El viejo pueblo de Israel se constituyó sobre la alianza que Dios estableció con él y que
simbolizó en el rito que Moisés realizó al asperjar la sangre de los animales sobre doce piedras
que representaban a las doce tribus de Israel, y sobre otra central, que representaba a Dios,
diciendo: “Ésta es la sangre de la alianza” (Ex 24, 8);
• ahora Cristo establece el nuevo pueblo de Dios sobre la base de la nueva y definitiva alianza
que se sella con su sangre: “Ésta es mi sangre de la alianza que será derramada por todos para
el perdón de los pecados” (Mt 26, 28; Mc 14, 24).
Con este gesto, Cristo cancela la antigua alianza del Sinaí e inaugura la nueva (128-129).
A su vez, en la última cena se instituye el nuevo sacerdocio: participación en el mismo y único
sacerdocio de Cristo (Hb 9, 10): a los apóstoles les concede el poder y la obligación de actualizar la
Pascua cristiana que funda la comunidad mesiánica “Haced esto en memoria mía”* (Lc 22, 14; 1 Co
11, 24) y por ello mismo constituye a los Doce en sacerdotes de la nueva y definitiva alianza (p.130-
131).

* La Eucaristía ha de durar hasta el final. No se puede desligar la Eucaristía del pueblo de Dios ni del
sacerdocio. Allí está la Eucaristía, allí está la Iglesia, orgánicamente estructurada por Cristo: todo se
relaciona mutuamente (p.131).
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2. Jesús y la Iglesia.

e. Pentecostés
La misión del Espíritu tiene lugar el día de Pentecostés: Hch 2, 14. Ésta es la efusión del Espíritu
prometida en el Antiguo Testamento; Espíritu que es enviado por Cristo resucitado y glorificado a su
Iglesia. Es la donación permanente y comunitaria del Espíritu a la Iglesia que Cristo había fundado,
de modo que la Iglesia viene a ser el tiempo y el espacio del Espíritu.

Pentecostés es propiamente el momento en el que nace la Iglesia. Se opera así gracias al Espíritu
una nueva presencia de Cristo y una nueva pertenencia de los hombres a Cristo. Pentecostés
constituye el último acto de fundación de la Iglesia. En definitiva, Cristo formó el cuerpo de su Iglesia
con la estructura apostólica, y luego, le infundió en Pentecostés el Espíritu Santo en persona. La
efusión del Espíritu Santo es el signo de la inauguración de la era mesiánica (p.136-142).
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 Unidad 5. La Iglesia.
3. Articulación histórica de la Iglesia.

a. Introducción
El acontecer histórico-eclesiástico se nos presenta inicialmente con una multiformidad
abigarrada, en los más variados escenarios y las más diversas zonas y tiempos, afirma Lortz
(2003) en su manual de la historia de la Iglesia. Pero, esta multiformidad no es algo inconexo. De
principio, ya hay una fuerza que atenúa e incluso supera toda digresión: es la persona del
fundador de la Iglesia, a la que todos siempre se han remitido y con la que han relacionado su
patrimonio religioso.

Además, según las fuentes del NT la Iglesia es un todo, y de esta unidad y totalidad orgánica
siempre ha tenido conciencia, una conciencia que ha ido en aumento, asombrosamente
intensa en los primeros tiempos del cristianismo. Su historia, en consecuencia, es también una
unidad, que se basa en el único fundamento que es Jesucristo, su obra, su doctrina y su
fundación (p.31).
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3. Articulación histórica de la Iglesia. a. Introducción (cont.)
Dado que la Iglesia, aun siendo obra de la gracia divina, se presenta en hombres mortales y
hechos pasajeros condicionados por el tiempo, su vida y consiguientemente su historia son
asimismo múltiples; así, se podría articular la historia de la Iglesia en:

• La vida fundamental de la Iglesia: es el elemento divino que hay en ella, como cuerpo
místico de Cristo, en cuanto que vive de la gracia divina. Es la verdad objetiva y la santidad
objetiva de la Iglesia (independientemente de la índole religioso-moral de sus miembros),
imposible de ser empañada por la sombra del error y del pecado.

• La vida interna de la Iglesia: en cuanto la Iglesia hace desde su propio centro, en lo que
atañe a la esfera directamente religiosa (aquí se incluye, por ejemplo, su vida de piedad
sacramental, sus actividades caritativas, su teología), en suma: la conciencia religiosa que
de sí misma tiene la Iglesia.

• La vida externa de la Iglesia: sobre todo, sus relaciones con el Estado y con el mundo;
consiguientemente con la cultura y con otras religiones.

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