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Cosmigonon Ediciones
Concepción, Chile
I.S.B.N. 978-956-7908-24-0
Ilustración portada
“Lugares ingrávidos IV” (collage)
de Carmen Fonceca Galaz
Recorridos de la
m e tá f or a :
Mente, espacio y diálogo
cos m ig on on
Índice
Prefacio ..................................................................................................................... 9
Introducción: Lo metafórico
Cristián Santibáñez Yáñez y Jorge Osorio Baeza ............................................... 11
La metáfora de lo literal
Carlos Cornejo, Universidad Católica de Chile, Chile............................................ 75
La metonimia de público
Peter Cramer, Simon Fraser University, Canadá..................................................... 99
9
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
rentes, mostrando allí la riqueza tanto del tema que convoca, como del
espíritu que anima esta edición.
Cristián Santibáñez Yáñez, Santiago, Septiembre 2011
Jorge Osorio Baeza, Concepción, Septiembre 2011
10
Introducción: Lo metafórico
L. Wittgenstein, Zettel
Introducción
11
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
1. Lenguaje
¿Por qué los humanos podemos lidiar con realidades y escenarios con los
que no tenemos contacto? No sólo por el trivial hecho de que el lenguaje
nos permite comunicarnos noticias y soluciones sobre escenarios distan-
tes y amenazantes, sino por el esencial hecho de que tanto nuestra or-
ganización perceptiva recoge y reutiliza invariantes del ambiente –para
predecir–, como porque el lenguaje es un instrumento que ha heredado
la estratégica función de comunicar intenciones a través de la manipula-
ción de la atención de los semejantes, lo que se logra, en definitiva, por
construir un mundo intersubjetivo y perspectivo.
En el transcurso evolutivo en el uso del lenguaje, la cultura humana
ha favorecido el balance entre la imitación –conservadora– y la inno-
vación. En este balance, el lenguaje hace suyo un primer momento per-
ceptivo y motor –la acción– que busca sacar ventajas del entorno –que
coincide además con el reconocimiento de una realidad independiente–,
para luego estabilizar estrategias –y comunicarlas– que orienten a los
contenidos mentales a través de la formación de roles temáticos, esto es,
ordenar los símbolos con contenidos semánticos relevantes de acuerdo
con una sintaxis1.
1
De hecho, como sostiene Tomasello (1999), lo que provoca la complejidad sintácti-
ca es la pragmática de la comunicación.
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Lo metafórico / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B.
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Pero ¿qué son los conceptos? es otra pregunta que aquí no alcanzamos a respon-
der a cabalidad. Si decimos que los conceptos son representaciones mentales, quedamos
cortos, si decimos que son los constituyentes del pensamiento, no sólo quedamos cortos
sino además obsoletos, si sostenemos que son contenidos semánticos internos y encap-
sulados, nos acusarán de metafóricos. Piénsese en la posición sugerente y desafiante
de Dennett (2000, p. 179) respecto de qué es un concepto en una máquina gregoriana:
“Conforme vamos mejorando, nuestras etiquetas [conceptos] se van haciendo más refi-
nadas, más perspicaces e incluso mejor articuladas y se llega finalmente a un punto en el
que nos acercamos a la proeza casi mágica con la cual empezamos: la mera contempla-
ción de una representación es suficiente para recordar todas las lecciones pertinentes.
Nos hemos convertido en entendedores de los objetos que hemos creado. A estos nodos
artefácticos de nuestras memorias, a estas pálidas sombras de las palabras oídas y pro-
nunciadas, podríamos llamar conceptos. Por tanto, un concepto es una etiqueta interna
que entre sus muchas asociaciones puede incluir o no los rasgos auditivos y articulato-
rios de una palabra (pública o privada). Pero sugiero que las palabras son los prototipos
o antepasados de los conceptos. Los primeros conceptos que podemos manipular, eso
es lo que estoy sugiriendo, son conceptos “vocalizados” y sólo los conceptos que pueden
manipularse pueden convertirse para nosotros en objeto de escrutinio.”
3
Goldman (2008, pp. 258-259), al tratar el tema de las representaciones mentales,
nos recuerda al menos dos sentidos del término “concepto”: “A prior question is: What
are concepts (for a review, see Laurence and Margolis, 1999)? In the philosophical li-
terature, “concept” is ambiguous in at least two ways. There is a psychological sense of
“concept” in which a concept is a mental representation of a category, something literally
in the head. If there is a language of thought, a concept might be a (semantically inter-
preted) word in the language of thought. If there are multiple languages of thought, a
concept might be a word, or group of words, in one or more of these languages. Thus, the
concept horse (often written in capitals: HORSE) might be a mentalese word that applies
to all and only horses. To process a concept is to have some such mental representation
as part of one’s cognitive repertoire. A second sense of “concept” is the Fregean sense. In
contrast with the psychological sense, Frege (1982) conceived of concepts (“senses”) as
abstract entities, graspable by different individuals but not literally in anybody’s head.”
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En Grady y Johnson (2000) puede verse la noción de conflación vinculada a la de
metáfora primaria.
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Every action our body performs is controlled by our brains, and every
input from the external world is made sense of by our brains. We think
with our brains. There is no other choice. Thought is physical. Ideas
and the concepts that make them up are physically “computed” by
brain structures (Lakoff, 2008, p. 18).
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4. De las propuestas
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Marschark (2003) señala que en la lengua de señas en sordos y mudos el sistema se
articula en tres procesos metafóricos de mapeo entre: a) los articuladores, b) las locacio-
nes, y c) los movimientos. Un ejemplo de esto es el movimiento de seña hacia abajo que
mapea el concepto DETERIORO.
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El lenguaje metafórico en la reseña
de arquitectura
R osario C aballero
Universidad de Castilla-La Mancha, España
1. Introducción
cimentar
La relación de Cuba y Venezuela, cimentada en la intensa amistad de
sus mandatarios.
Vida en pareja: Una frágil unión que se debe cimentar día a día.
Mazda ha cimentado la creación de sus productos y la relación con sus
clientes en valores tales como […]
pilares
Es importante cimentar la relación matrimonial en cuatro pilares: ar-
monía, confianza mutua, respeto y comunicación.
1
Los ejemplos introductorios se han buscado a través de Google. El resto de los ejem-
plos comentados en este capítulo pertenecen al corpus de reseñas utilizado en la inves-
tigación aquí discutida.
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Tal y como se expone en Grady (1997), la arquitectura también proporciona el do-
minio fuente en la metáfora primaria la organización (abstracta) es estructura física, la
cual no sólo es un ejemplo de correspondencia metafórica que surge directamente de
nuestra experiencia diaria, sino que subyace a metáforas más complejas como las teorías
son edificios o la organización social es un edificio.
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El lenguaje metafórico en la reseña de arquitectura / R. Caballero
2. Consideraciones metodológicas
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El lenguaje metafórico en la reseña de arquitectura / R. Caballero
das) tal y como estas cuestiones vienen definidas por el género que se
estudia.
El estudio aquí presentado gira en torno a las metáforas que aparecen
en la reseña de arquitectura–uno de los géneros con más peso dentro de
la disciplina y, por lo tanto, uno de los más leídos por arquitectos, estu-
diantes de arquitectura y profesionales relacionados con el mundo de la
construcción en general. Para que el estudio fuera lo más representativo
posible, se compiló un corpus de 95 textos publicados en seis publicacio-
nes de prestigio, a saber, Architectural Record, Architectural Review,
Architectural Design, Architecture, Architecture Australia, y Architec-
ture SOUTH3. Además de asegurar una cantidad suficiente de datos, el
uso de un corpus es una buena forma de comprobar la consistencia y
relevancia del uso de ciertas metáforas por una comunidad discursiva.
Una vez elegido el género y compilado el corpus de textos, es necesa-
rio adoptar un método de análisis fundamentado. Esto conlleva, en pri-
mer lugar, establecer criterios para (a) distinguir el lenguaje metafórico
del que no lo es (véase la discusión al respecto en Goatly, 1997; Caballero,
2003, 2006; Cameron, 1999a, 1999b, 2003; Low, 1999; Oteen, 2007), y
(b) determinar qué tipo de metáfora motiva o se ‘activa’ mediante dicho
lenguaje. En cuanto a la primera cuestión, una determinada expresión se
consideró metafórica en aquellos casos en los que el término o términos
utilizados para referirse, describir y/o evaluar el aspecto arquitectónico
comentado en la reseña (un edificio, el trabajo de un arquitecto, etc.) pro-
venían de un campo (dominio) distinto al de la arquitectura. En otras pa-
labras, a pesar de considerar la metáfora como un mecanismo cognitivo
resultante de la transferencia o proyección de información entre dos do-
minios distintos (los dominios fuente y meta) tal y como proponen Lakoff
3
En la elección del género y de las publicaciones se tuvo en cuenta la opinión de los
usuarios. Así pues, se realizó una encuesta a los arquitectos del Colegio de Arquitectos
de Castellón en la que se les preguntaba por sus hábitos de lectura y por las publica-
ciones que solían comprar. En cuanto al idioma de los textos (inglés), hay que tener en
cuenta que los arquitectos conforman una comunidad internacional y que la mayoría de
las revistas de calidad se publican en inglés –independientemente del país en el que se
publiquen o de la inclusión de artículos en el idioma del país (véase la revista española
El Croquis al respecto).
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El lenguaje metafórico en la reseña de arquitectura / R. Caballero
(2) [The rooms] sit flush with the facade and fold open and back as nec-
essary when the rooms are occupied and used in different ways: the
mute box suddenly speaks of humanity.
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to build and maintain relations between writer and reader. This has
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TÍTULO + CABECERA
(Introducción al tema y resumen evaluativo)
INTRODUCCIÓN
Move 1: Creación de Step 1: Creación de una situación (para la reseña)
contexto –Generalizaciones y/o
–Información previa y/o
–Descripción y/o
–Otros (narrativa, anécdota)
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El lenguaje metafórico en la reseña de arquitectura / R. Caballero
(3) [T]he delicacy with which [the architect] has stitched the new to the
old recalls Foster’s work at the Royal Academy.
(4) Eric Owen Moss, the architectural alchemist who turns base build-
ings into sites of revelation, has conducted another brilliant experi-
ment in Culver City, California.
Las metáforas más recurrentes en el corpus, sin embargo, son las me-
táforas orgánicas y las de movimiento. En cuanto a las primeras, los edi-
ficios y algunos de sus elementos son a menudo presentados como si fue-
ran plantas o animales, ya que, en cierta medida, algunas de las funciones
‘corporales’ y comportamiento general de las entidades participantes de
las metáforas se ven como semejantes:
(6) Stockholm’s Royal Library has had one of its periodic spurts of
growth.
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(7) The walls of the wedge-like form are clad entirely in a delicately
translucent glass skin, so that the building is perceived as a series of
elements encased within a shimmering membrane.
(8) Despite its size and location, the building doesn’t engage its neigh-
bors; rather, it politely turns its back to them.
(9) The building lives and loves life, and while it lives it will smile at any
storm […]. Even in old age, the friendly, tough little house will give
shelter and shade to all who live in it.
(10) The new library eases gently into a Wild West landscape of rolling
forested hills and snow-capped mountains.
(11) One geologically contoured part of the building heaves up from the
site like surrounding pre-Alpine hills rising out of the valley, while
another part thrusts toward the intersection in an eruption of an-
gled volumes caught in seismic upheaval.
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(12) A couple of squashed zeppelins [i.e. building’s roofs] hover over the
solid structures.
(13) [The building] is a jagged fan of five overscaled concrete fins webbed
together by an entrance lobby, synagogue, and multipurpose hall, as
well as less public spaces.
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En los casos en los que el inglés y el español compartan el mismo término metafó-
rico se proporcionarán ambos. En caso contrario, el término que se incluye en el capítulo
es el inglés, dado que la investigación se hizo en esta lengua y su homólogo español no
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El lenguaje metafórico en la reseña de arquitectura / R. Caballero
tos nominales del tipo bowstring truss, ring beam, wheel arch, sawtoo-
th roof, V truss o curtain wall, todos los cuales se usan para referirse
a tipos concretos de cercha, viga, arco, techo o muro respectivamente y
suelen descansar en información visual. En otras palabras, las diversas
tipologías de elementos constructivos y/o arquitectónicos suelen estar
motivadas por metáforas de imagen. Éstas se verbalizan en el primer ele-
mento del compuesto nominal (es decir, en el elemento clasificador del
compuesto) ya que es éste el que expresa las propiedades físicas que dis-
tinguen unos elementos constructivos de otros dentro de las tipologías.
Éste es el caso de la siguiente clasificación de bóvedas: half-barrel vault,
barrel vault, corbel vault, fan vault, groin vault, net vault, spiral vault,
y stellar/star vault (entre otras).
Entre la jerga arquitectónica motivada por metáforas conceptuales,
los términos más frecuentes realizan metáforas orgánicas (en muchos ca-
sos, antropomórficas) y mecánicas. En el primer caso encontramos aque-
llos términos utilizados para referirse a algunas de las funciones de los
edificios (por ejemplo, ‘respirar’ o breathe), sus problemas (‘patologías’
o pathologies) o la relación que tienen con su entorno. Algunos ejemplos
de la metáfora los edificios son seres vivos son:
(14) The walls of the wedge-like form are clad entirely in a delicately
translucent glass skin, so that the building is perceived as a series of
elements encased within a shimmering membrane.
(15) By the end of the 1980s, Moderna [museum] was simply too
cramped for its skin and drastic action was needed.
(16) Royally renewed Stockholm’s Royal Library has had one of its peri-
odic spurts of growth.
siempre está motivado por una metáfora y, si lo está, no tiene por qué ser la misma que
en inglés.
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(17) [A new square] offered Smirke’s building breathing space and would
have produced a significant new public meeting place for London
[…].
(18) Under its skin the library is a great machine, and a High-Tech archi-
tect could have had a field day with its mechanisms, but Wilson […].
(20) Mayne has always articulated the architectural parts, but at the
Hypo Bank the parts are not locked into a binding orthogonal syn-
tax.
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(22) Based on a boomerang shaped plan, the new building steps down
from a prow at its south end to embrace a new public space. [...] The
walls of the wedge-like form are clad entirely in a delicately translu-
cent glass skin, so that […].
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bas. Así pues, cuando el objeto de la evaluación son los aspectos externos
o estéticos (visuales) del edificio, lo normal es encontrarse metáforas de
imagen. El ejemplo (23) muestra cómo la combinación de dos metáforas
de imagen ayuda a evaluar el antes y después de un contexto urbano –eva-
luación negativa y positiva respectivamente:
(23) Diverting the Turia solved Valencia’s flooding troubles, but its riv-
erbed left an unsightly brown gash through the city’s stately fabric.
Valencia has spent the past 40 years transforming the dry riverbed
into a continuous swath of parkland.
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(26) CHURCH AND STATE. How does one build in a space like the Plaza
Cardenal Belluga? asked Rafael Moneo when he began designing an
annex to the city hall of Murcia [...] What Moneo faced was in many
ways a thoroughly European problem of adding new uses and struc-
tures to ancient environments – but with a few twists. In the case
of the Plaza Cardenal Belluga, the buildings surrounding the plaza
were as strong in character as the irregular space they described
[...] And the site of the new city hall annex would put it squarely
opposite and on axis with the cathedral, creating an urbanistic ten-
sion that Americans might find troubling: a direct confrontation of
church and state. In a country where the Catholic Church wielded
so much power for so many centuries, the relationship is even more
loaded. Moneo claims to have created a building “content in its role
as spectator, without seeking the status of protagonist held by the
cathedral and the palace.” The building may have been cast as a sup-
porting player in the urban drama of its surroundings, but it has
strong character and authority. [INTRODUCCIÓN] Within a single
flat plane, Moneo’s civic annex becomes as affected and self-con-
scious as the baroque cathedral – but never relinquishes its sense
of order and rationality. [DESCRIPCIÓN] Although Moneo wanted
his addition to defer to its historic setting, it’s not as reverent as he
claims. The building makes a clever game of playing order against
disorder to assert its own identity among its ornamented neighbors.
[EVALUACIÓN FINAL]
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4. Conclusiones
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Referencias bibliográficas
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Argumento, verdad y metáfora1
D aniel H. C ohen
Colby College, Waterville, Maine, EE.UU.
1
Traducción de Patricia Osorio Baeza.
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2
Hilary Putnam desarrolla este tema en varios lugares; véase Putnam (1994, p. 329).
Consultar también Kasser y Cohen (2002).
3
Ver Williams (2002, en especial capítulo 1).
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Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
(2c) Tercero, la verdad juega un papel significativo aun cuando las ver-
dades no están en discusión. La verdad está involucrada en la institución
misma de la argumentación, pero no es necesario que ésta esté presen-
te en cada argumento específico. En efecto, debemos después de todo,
Kasser y Cohen (2002) estudian la historia de las variedades del realismo de Hilary
5
Putnam.
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6
Ver Johnson (1996, p. 60) para el aspecto dialéctico de las cargas de falacia, y
Kasser y Cohen (2002, pp. 91-92) para el papel de “carta de triunfo” que juega la verdad.
62
Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
7
Loewenberg (1975), Goodman (1978) y Martinich (1984) calzan en esta descripción
al ser los que comienzan con la falsedad literal. Goodman acomoda contraejemplos tales
como “Ningún hombre es una isla” en términos de una elipsis, dando a entender lo que
sigue “… pero es un fragmento de un continente”, a fin de encontrar la falsedad necesaria.
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(3d) En primer lugar, la verdad es una pista falsa. Criticar mis ejemplos
señalando que Mussolini era un ser humano y no un utensilio, que no
hay dragones o cuadrados redondos o que los leones no son en realidad
reyes significa no lograr entender las ideas. Las metáforas son historias
y comprender un trabajo de ficción significa dejar de lado el tema de
la verdad. Si alguien objetó, o desechó, un trabajo de literatura porque
involucra personajes que no existen, situaciones que nunca sucedieron
y oraciones que no corresponden al mundo, significa que esa persona
simplemente no logra entender. El que no exista Rodion Raskolnikov de
ninguna forma le quita valor a Crimen y castigo. Pensar algo distinto
deja en evidencia la falta de habilidad para leer ficción. Incluso, plantear
la pregunta indica que el proyecto de leer literatura como literatura ha
perdido su propósito8. Existe una diferencia entre falsedades y ficciones.
En la memorable imagen de Arthur Danto uno pierde el objetivo que el
otro ni siquiera perseguía.
8
Ver Danto (1983), para una discusión del “leer como” (‘reading-as’).
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4. Argumentos y metáforas
9
Hesse (1980, pp. 157-177) claramente presenta el caso para considerar los modelos
científicos como metáforas.
10
Stern (2001) presenta algunos ejemplos convincentes de este fenómeno.
11
Martinich (1984) propone la lectura de metáforas como argumentos entimemáticos.
66
Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
12
Se ha escrito mucho acerca de la metáfora ‘el argumento es una guerra’,
comenzando con las primeras páginas de Lakoff y Johnson (1980), pero véase también
D. Cohen (1995).
13
Ver T. Cohen (1978; 1996).
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
14
Ver Lakatos (1976), Govier (1999) y los enfoques pragma-dialécticos del argumento
para estos registros.
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Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
15
Las paradojas son los ejemplos más destacados de argumentos que cumplen el
papel complementario de plantear problemas acerca de lo conocido, pero muchos de
los problemas estándares en filosofía se producen por una argumentación similar. Los
argumentos escépticos, por ejemplo, nos hacen despertar de nuestro “sueño dogmático”
al hacer del conocimiento algo misterioso. Creo que este reconocimiento está en el
corazón de la metáfora de Wittgenstein para la filosofía, que le muestra a la mosca como
salir del frasco cazamoscas y alienta a Richard Rorty a aconsejarnos para des-aprender
los problemas filosóficos.
16
Véase Lakatos (1976).
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17
Debo esta observación a Paul Spade (comunicación personal).
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Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
Las comunidades lingüísticas están entre los factores que nos definen.
Las regiones, las edades, las etnias y las clases están todas marcadas por
sus palabras. Cada nueva generación se siente forzada a acuñar sus pro-
pias palabras, dejando atrás el lenguaje popular de ayer, y a adaptar pa-
labras viejas a sentidos nuevos. Cualquier hombre caucásico de 50 años
que intente hablar, por ejemplo, el lenguaje hip hop será con seguridad
considerado un “wangsta poser” (persona que pretende ser lo que no
es) —y con éxito o no, solamente serviría como un catalizador el volver a
codificar el lenguaje, es decir, darle forma a nuevas metáforas con el fin
de mantener alejados a los intrusos.
Hablar una lengua fluidamente –según la frase memorable de Quine,
ser capaz de “reñir con el hablante nativo como si fuera su hermano”–
quiere decir que se es miembro de una comunidad. Lo mismo cuenta
para la comprensión de un chiste; pero, cuando se trata de chistes, las
comunidades en cuestión son comunidades sub-locales, cuyas fronteras
son reforzadas o creadas en el mismo momento por los actos del habla.
Los chistes étnicos lo logran con mayor efectividad —y a veces con la ma-
yor objeción. Sin embargo, todos los chistes crean miembros e intrusos
(T. Cohen, 1978; 1996). El mismo fenómeno se manifiesta al entender y
apreciar las metáforas.
Para los filósofos que sienten la presión de la objetividad en forma
más intensa, este puede ser un sendero difícil de seguir pero las deman-
das de verdad son simplemente los imperativos éticos más grandes de
la comunidad científica –y esa es una comunidad a la que pertenecemos
todos, como seres racionales. La verdad vuelve a entrar en acción.
El argumento de “Pregunta Abierta” de Moore nos recuerda cuán pe-
culiar es la palabra “bueno” o, si se prefiere, cuán especial es el concepto
de bondad. Con esto, él repetía las palabras de Aristóteles, quien se re-
firió a la bondad como uno de los trascendentales. La verdad era otro
trascendental y también necesitamos que nos recuerden periódicamente
lo peculiar que es, en realidad, la palabra “verdad” –cuán necesaria y elu-
siva– pero también como cualquier buena metáfora, cuán rica es en sig-
nificado. Esto no sugiere que la verdad en sí misma sea una metáfora. Por
supuesto, se puede usar como metáfora, haciendo que sus asociaciones
conceptuales y excedentes de significado logren alinear la creencia obje-
tivo o proposición y todas las asociaciones con su tema propuesto. Y esto
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Referencias bibliográficas
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Argumento, verdad y metáfora / D. Cohen
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La metáfora de lo literal
C arlos C ornejo A.
Pontificia Universidad Católica de Chile
Literalmente metafórico
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La metáfora de lo literal / C. Cornejo
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La metáfora de lo literal / C. Cornejo
pieza neutra de lenguaje, sino que es una expresión, vale decir, que es
usada por alguien en un cierto contexto para realizar determinados fines
comunicacionales. En particular, suponga que la expresión siguiente es
dicha por una mujer enrabiada con su esposo:
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La metáfora de lo literal / C. Cornejo
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cuando las palabras son usadas, con una determinada intención estilís-
tica. Así, a diferencia de la metáfora, el significado literal no sería una
forma de usar el lenguaje, sino más bien correspondería al contenido
inmanente a las palabras, aquel que trasciende a cualquier uso particu-
lar de ellas. Los significados literales preexistirían (previos a la acción),
estarían predefinidos, serían determinados y diferenciados (entre sí). De
eso se desprende que el lenguaje literal es literal en sí, independiente del
contexto de su uso: el hecho que (iii) nos parezca un uso literal es por su
mayor cercanía con (i), que representa el verdadero significado literal de
la oración.
Quisiera ahora aclarar mi afirmación que el lenguaje literal es una for-
ma de no-uso del lenguaje a través de un conocido ejemplo de su uso. Me
refiero a la celebérrima tesis de Donald Davidson (1978) según la cual las
metáforas significan lo que las palabras, en su interpretación más literal,
significan y nada más. La crítica está dirigida contra la idea que la metá-
fora tiene un sentido o significado especial, el ‘significado metafórico’, en
adición a su sentido o significado literal. Expondré primeramente la tesis
y luego el sentido en el que, me parece, muestra en operación la idea que
‘lenguaje literal’ es lenguaje en no-uso.
El fundamento de la crítica davidsoniana es la distinción entre lo que
las palabras significan y aquello para lo cual son usadas. Lo que distin-
guiría a la metáfora no es el significado sino el uso –en esto sería como
la afirmación, la sugerencia, la mentira, la promesa o la crítica. Así, una
metáfora no dice nada especial, pues “… sólo dice lo que aparece en su
superficie –usualmente una patente falsedad o una absurda verdad. Y
esta verdad o falsedad directa no necesita paráfrasis –su significado está
dado en el significado literal de las palabras” (Davidson, 1978, p. 259). A
la metáfora se le aplica lo que Heráclito dijo del Oráculo de Delfos: ‘No
dice ni oculta; insinúa’. La metáfora dirige nuestra atención hacia algo
que no podría ser notado de otro modo: visiones, pensamientos y sen-
timientos. No existe un contenido cognitivo definido que el autor desee
transmitir con la metáfora, sino sólo insinuaciones que sugerir. Para ello,
el hablante sólo se vale de los significados literales de las palabras: “Los
inesperados o sutiles paralelos y analogías que la metáfora promueve no
necesitan depender, para su promoción, más que de los significados lite-
rales de las palabras” (Davidson, 1978, 256). Con ello, Davidson no niega
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elevándolo a una categoría ontológica sobre y más allá del uso lingüísti-
co. Cuando la palabra se usa, se hace carne, y entonces el sentido de la
expresión se torna infinito. Su sentido, por el contrario, se torna finito (y
por tanto, susceptible de formalizar) cuando es recortado de la situación
de uso y descrito analítica y atómicamente. El lenguaje literal no es para
Davidson una forma de usar el lenguaje; es más bien una propiedad in-
herente a piezas de él.
Uso y estructura
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La poética de lo literal
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definida que los usuarios del lenguaje adquieren y que luego aplican a
casos” (Davidson, 1986, p. 107). De esto se sigue que todo lenguaje apa-
rece en determinados contextos de uso, y que por tanto, el lenguaje es
primordialmente acción lingüística. Esto significa que el lenguaje literal
–y esto es una diferencia con la posición del lógico Davidson–, es para
nosotros una forma de usar el lenguaje; no el reflejo metafísico de un su-
puesto orden lógico del mundo. Es precisamente este sentido del uso de
la noción ‘literal’ el que tiene interés para la psicología, pues allí ‘literal’
refiere a una forma peculiar de usar el lenguaje, no a una pieza lógica
formal incrustada en el lenguaje psicolingüítico para el estudio del habla
cotidiana.
¿Por qué literalidad no ha sido entendida como forma de uso, sino
como propiedad intrínseca de trozos de la estructura del lenguaje? ¿Por
qué ‘significado literal’ significa para la mayoría de nosotros ‘significado
propio’ y no simplemente ‘significado convencional’? Aquí hace sentido
recurrir a la tesis de David Olson (1994): los conceptos y categorías con
los que usualmente pensamos el habla cotidiana, provienen masivamen-
te de descripciones del lenguaje escrito. Nuestra experiencia de leer tex-
tos escritos sesga nuestro mirar hacia la expresión hablada, disponién-
donos a considerarla rápida y automáticamente como una concatenación
de palabras ordenadas coherentemente por una sintaxis. Hablar sería, en
último término, una forma de escribir sin papel ni lápiz. Nuestra visión
moderna del uso del lenguaje está radicalmente marcada por la tecnolo-
gía de la impresión de libros: creemos firmemente que al hablar usamos
palabras y que nuestros pensamientos se visten de sentencias para ser
entendidas (por nosotros mismos y por otros). Olvidamos que palabras
y sentencias sólo existen en la cartografía del lenguaje escrito, no en el
paisaje del mundo real: “Hay un sentido en el cual la composición verbal
escrita existe como una entidad propiamente tal, aún más con la tecno-
logía de la impresión moderna la escritura en sí misma se parece a la
replicación mecánica de un diseño preconstruido, mientras las palabras
impresas en el papel son, en sí mismas, sin-expresión [expressionless],
y son silentes al trabajo y al sentimiento implicados en su producción”
(Ingold, 2000, p. 399).
La externalización del lenguaje hablado en texto escrito desarraiga la
acción comunicativa de su madre patria, que es la situación comunicativa
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En lógica formal, las oraciones que explicitan autoría son de hecho nominadas “ac-
titudes proposicionales” y tratadas técnicamente de modo separado. Representan un
enorme desafío de formalización, pues, a diferencia de la proposición clásica –que es
dicha por un narrador omnisciente anónimo–, su pretensión de verdad cubre sólo los
mundos epistémicos del agente nombrado en ellas. Así, “Es el caso que p” vale para todos
los mundos posibles. “Juan cree que p” sólo vale para los mundo conocidos por Juan.
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vigentes acerca del uso del lenguaje en esas disciplinas estén basadas en
descripciones de la estructura del lenguaje, pues es ésta la que se nos
aparece vívidamente cuando tenemos –literal y metafóricamente– al len-
guaje frente a los ojos. Así, es fácil encontrar modelos contemporáneos
que suponen que la langue está en alguna parte de la cabeza de los usua-
rios del lenguaje (usualmente en su inconciente), o que el uso comunica-
tivo del lenguaje es el desempeño en acto de una competencia lingüística
en potencia, o que tenemos un reservorio mnémico de palabras (el ‘men-
tal lexicon’), etc. Todos ejemplos del mismo error categorial: imponen
inadvertidamente descripciones de la estructura del lenguaje (escrito)
sobre la descripción del uso del lenguaje (hablado). Esto es, confunden el
mapa con el paisaje.
La metáfora de lo literal, como toda metafóra, dice que hay un sig-
nificado primigenio, pero nos muestra otras cosas. En particular, nos
muestra precisamente que hay que disponerse a contemplar las letras
del texto para ver ese supuesto significado primigenio. Porque el lenguaje
escrito demanda en nosotros una disposición crítico-analítica que con-
trasta agudamente con la disposición empática y colaborativa que pone-
mos naturalmente en práctica en situaciones interaccionales normales.
Lo que he estado argumentando aquí es que, en la vida cotidiana, ese sig-
nificado literal no es primigenio en forma intrínseca, sino que más bien
corresponde al uso regular y usual de una determinada expresión. Más
que un verbum proprium es un sentido común. Cualquier interpretación
ontológico-metafísica de ese significado común no es fértil para entender
la comunicación humana, pues el significado literal no aparece nunca en
forma pura y abstracta. De eso se sigue que, tal como incluso Davidson
estaría dispuesto a afirmar, aún un uso literal desencadena a nivel mental
una serie de pensamientos, emociones, imágenes, no parafraseables ex-
haustivamente. Es decir, que el uso literal, al igual que la metáfora, dice
e insinúa.
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1. El libro es un océano
2. El libro es un árbol
3. El libro es un auto
4. El libro es una estrella
5. El libro es un clip
6. El libro es un ladrillo
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Conclusiones
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putadores no pueden hacer hasta hoy nos dice cómo no somos y más bien
nos insinúa cómo sí somos. Los computadores, por ejemplo, deben saber
explícitamente todo lo que nosotros sabemos implícita o inconciente-
mente. El significado humano es indeterminado porque la comprensión
conciente se enraiza en un complejo informalizable de conocimientos que
se extienden más allá de un objeto discreto y estático en la conciencia. A
ese conjunto amplio de conocimientos que dan coherencia y sentido a la
comprensión conciente se le ha denominado, según teoría y época, cono-
cimiento corporal, conocimiento implícito, knowing how, conocimiento
procedural, y, ciertamente, conocimiento inconciente. Diremos entonces
que el significado conciente es indeterminado porque sus límites se difu-
minan en conocimiento tácito. Esta es una característica de toda acción
humana, incluidas las acciones lingüísticas metafóricas y literales.
Referencias bibliográficas
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La metonimia de público1
P. A. C ramer
Simon Fraser University, Canadá
1. Introducción
1
Publicado en Informal Logic Vol. 23, Nº 3 (2003): pp. 183-199. Traducción de Pa-
tricia Osorio Baeza. Revisión de Jorge Osorio Baeza y Cristián Santibáñez Yáñez.
2
En este trabajo, me refiero a público en una forma original, lo utilizo sin un artículo
que lo preceda. Este uso es consecuente con mi argumento y se hace necesario. Según
argumento en la siguiente sección, la complejidad conceptual de público ha sido una de
las barreras más significativas en el desarrollo de una teoría extensa, y esta complejidad
se refleja y basa en el uso de público en el discurso ordinario. Este trabajo utiliza “públi-
co” sin artículo y “metonimia de público” con el fin de liberarse de las trampas del uso
común. Para resumir las diversas posiciones teóricas acerca de público, algunas de las
cuales enfatizan público como una cualidad o norma (“publicidad” o “publicalidad”) y
otras enfatizan público como cuerpo (“el público”, “un público”), yo necesitaba un uso
original que proporcionara la máxima cobertura semántica. Aunque más adelante en
este trabajo insisto en distinciones más cuidadosas entre los proyectos que tratan pú-
blico como un hecho social, como conjunto de normas o como una totalidad discursiva,
debo reconocer que los teóricos han tendido a tratar todos estos tipos de proyectos como
parte de la misma discusión. El término “público” sin artículo me permite reconocer este
estatus quo sin tener que implícitamente tomar una posición a través de mi uso. El otro
término original presentado en este trabajo, la “metonimia de público”, es entonces mi
aporte más explícito a la discusión.
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La metonimia de público / P. Cramer
Complejidad
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La paradoja de público
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Este enfoque es, por supuesto, el que más tarde desarrolla en la teoría
de la comunicación (Habermas 1984, 1987b). Según Habermas, el hecho
de que la esfera pública burguesa del siglo dieciocho descansara en las
exclusiones materiales que eran contrarias a sus propios principios no
necesariamente debiera llevarnos a la conclusión de que los principios
carecen de méritos.
Habermas comienza admitiendo el poder autorizador, la influencia
del público. Él hace que éste sea el momento democrático original y se
imagina que los miembros de la burguesía se reunían en función del pú-
blico como seres humanos y que este giro cognitivo era fundamental para
la actividad democrática. Al mismo tiempo, reconoce que la Europa del
siglo dieciocho, como momento histórico, es un contexto especial en el
que la noción de público se pudo desarrollar como una necesidad autori-
zadora, dado el cambio de lo feudal a lo moderno en el aspecto económi-
co, político y social. Luego, procede a imaginar que esta noción de público
podría tener fuerza crítica en general y se pregunta cómo podría usarse
para evaluar las condiciones materiales de las sociedades específicas en
un contexto histórico. Con esta propuesta procede a describir el origen y
función de público como una totalidad contrafactual y se pregunta cuán-
to difieren las condiciones materiales específicas de una sociedad de las
normas que se pueden adivinar de la totalidad. Ante esta interrogante
desarrolla sus conceptos de “colonización” y “refeudalización” junto con
la noción de una esfera pública penetrada por el poder. También asume
el proyecto científico social de describir la forma social de la esfera pú-
blica en un momento histórico dado. Pero ¿cómo exactamente pasa de la
descripción del origen y función de público como una totalidad contra-
factual hasta fijarlo como un conjunto de normas y usarlo para evaluar
las condiciones materiales y sociales?
Existe una tensión teórica y metodológica encarnada en el argumento
de Transformación estructural en el vínculo de un proyecto histórico
(que describe el origen y función de público) con un proyecto deontoló-
gico (que prescribe normas de publicidad). Fraser (1993) y otros teóricos
desaprueban la decisión de Habermas, en Transformación estructural,
de transformar el siglo dieciocho en la edad de oro y tomar su modelo
de público como universal y trascendental, aplicándolo a las condiciones
materiales y sociales de las posteriores democracias occidentales. Ha-
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3
La audiencia universal de Perelman y Olbrechts-Tyteca ha sido objeto de un cuida-
doso y matizado análisis por parte de los teóricos de la argumentación Tindale (1999) y
Crosswhite (1996). Ellos se basaron en Perelman y Olbrechts-Tyteca para reinterpretar
algunos de los temas fundamentales de la lógica informal, por ejemplo, las falacias, y
han usado la perspectiva retórica de Perelman y Olbrechts-Tyteca como una forma de
desafiar y ampliar la teoría de la argumentación.
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Públicos particulares
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y normas y Habermas las vincula con los canales del discurso político a
través de asociaciones políticas. El autor escribe:
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Conclusión
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121
A propósito de la metáfora: Innovación
y estabilidad del lenguaje1
E duardo F ermandois M.
Pontificia Universidad Católica de Chile
1. La cuestión
1
Este trabajo ha sido realizado en el marco de un proyecto de investigación ejecutado
con apoyo financiero de Fondecyt (Proyecto de Investigación N° 1050872, Filosofía).
2
La metáfora quineana del lenguaje figurado como una jungla tropical parece sin-
tomática (cf. Quine 1979, p. 160). Según Davidson, las metáforas convencionales ni si-
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
quiera son metáforas (cf. Davidson, 1978), tesis que evaluaré críticamente en la segunda
parte del punto 6. Y Rorty concibe el fenómeno metafórico como ruidos extraños compa-
rables al gorjeo de un pájaro desconocido (cf. Rorty, 1987).
3
La constatación de este conflicto no es, ni mucho menos, original. La encontramos,
por ejemplo, en Novitz (1985), quien discute específicamente las posiciones discordes
de Derrida y Davidson; o en Ortony (1993), quien ordena todas las aproximaciones a
la metáfora en dos grandes familias: la constructivista y la no-constructivista. Para una
presentación muy vívida del diagnóstico véase también Eco (1990).
4
Cf. asimismo Hesse (1984, p. 31). Todas las traducciones de los textos de Hesse
son mías.
124
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
5
Cf. también Gadamer (1960, p. 407).
125
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
lenguaje natural vivo. Esto reviste importancia para toda filosofía del len-
guaje, más allá o más acá de cualquier consideración histórica6.
Como ya apuntara, creo que ambas advertencias son razonables, por
lo que intentaré atenerme a ellas en todo lo que sigue y lo más escru-
pulosamente posible. Ahora bien, es preciso formular además una ter-
cera advertencia metodológica, una advertencia que no encontraremos
en los textos de Hesse y que dice así: el sentido, sea éste el que fuere,
que finalmente se le quiera asignar a dicha metaforicidad debe guardar
alguna relación con el uso estándar que hacemos del vocablo “metáfo-
ra”. Hesse afirma repetidamente que todo el lenguaje es metafórico: me
parece altamente improbable que quiera formular esa afirmación en un
sentido metafórico. Pero aun en tal caso, el predicado “metafórico”, en la
interpretación que Hesse pretenda darle, debe mantener alguna cercanía
con su uso habitual, so pena de caer en una terminología simplemente
caprichosa.
Hechas estas observaciones preliminares, podemos formular por fin
la cuestión que motiva y orienta buena parte de las reflexiones de este
trabajo. Se sigue de todo lo anterior que no puede ser sino ésta: ¿en qué
consiste dicha metaforicidad de todo lenguaje natural? Examinaré a con-
tinuación tres respuestas que se pueden extraer de los textos de Hesse.
6
Esto es así, pese a que la propia Hesse, en un pasaje ya citado anteriormente, defien-
de una primacía de lo metafórico frente a lo literal, “histórica y lógicamente hablando”
(Hesse 1993, p. 54). En dos ocasiones Hesse se encarga de aclarar el sentido que tiene
para Gadamer la referencia a lo “histórico” en los pasajes de Verdad y método dedicados
a la metáfora (sentido que ella parece suscribir), a saber, no el de la historia a partir de un
origen del lenguaje, sino que el de la historia del pensamiento humano sobre el lenguaje.
126
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
tal modo que la nueva aplicación no puede venir dictada por el concepto
previo por medio de una aplicación automática de reglas.” (Hesse 1993,
p. 55). Hesse no es más explícita, pero la idea podría ser ésta: se producen
cambios de significado en cada nueva aplicación, puesto que cada objeto
es necesariamente diferente; mal que mal, en algún rasgo cada manzana
se diferencia del resto de las manzanas.
En lo que toca a Wittgenstein, me parece que la cita anterior es ex-
presión de una interpretación errónea, resultado, a su vez, de identificar
dos ideas que deben ser distinguidas. Hemos aprendido de este autor que
una regla (un significado) no existe con independencia de su aplicación;
para evitar caer en paradojas que Wittgenstein exhibió con claridad, ésta,
la aplicación, no puede entenderse como la mera manifestación externa
o pública de algo –algo mental o algo abstracto– lógicamente previo a ella.
Es en tal sentido que “la nueva aplicación no puede venir dictada por el
concepto previo por medio de una aplicación automática de reglas”, como
escribe Hesse. Pero, así entendida, la idea wittgensteiniana no implica en
absoluto que cada nueva aplicación altere, o pueda alterar siquiera, el
significado de una palabra, ese significado que, es cierto, se halla única-
mente presente en una práctica lingüística regulada. Se trata de dos ideas
enteramente independientes que Hesse y otros tienden, sin embargo, a
confundir: la del significado como práctica de usos y la de los continuos
deslizamientos semánticos. Pero hablando ahora de esta última, una idea
con la que juegan tanto Hesse como Derrida, el problema es que resulta
difícil ver en ella algo más que una exagerada retórica del cambio. En
cada nueva manzana existe seguramente más de una diferencia con res-
pecto a todas las anteriores, pero tales diferencias no nos interesan, i.e.
no son relevantes para ninguno de nuestros fines comunicativos (como
tampoco es relevante, e incluso mucho menos, el que ninguna manzana
sea idéntica a ninguna otra en un sentido de identidad numérica). Es de-
bido a tal completo desinterés práctico por dichas diferencias que, pese a
ellas, usamos sencillamente la misma palabra con el mismo significado.
Una concepción pragmática del significado se ofrece aquí como el sano
antídoto contra una suerte de excentricidad filosófica. Y no deja de llamar
la atención que se trate de una concepción del significado con la que Hes-
se precisamente simpatiza.
Nuestra experiencia de los cambios semánticos reales –piénsese en
127
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
7
Estas ideas son presentadas en Gadamer (1960, pp. 405ss.).
128
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
129
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Hay usos de palabras que pueden ser calificados como metafóricos pese
a que no contravienen ninguna regla semántica. Si, por ejemplo, un pa-
dre dice “El vehículo de Juanito está en el sótano”, refiriéndose mediante
la palabra “vehículo” a los patines de su hijo Juanito8, parece claro que
la emisión “tiene algo de metafórico”, aunque el uso de “vehículo” no
constituya en este caso una incorrección semántica. Tampoco es que se
trate de un uso correcto9. Simplemente no existe (todavía no al menos)
un patrón o medida respecto del cual quepa dirimir con mínima riguro-
sidad si acaso la palabra “vehículo” se aplica o no correctamente a un par
de patines. No estamos frente a una desviación ante una norma, porque
aquí simplemente (aún) no hay una norma. Y en tal sentido tampoco hay
un significado establecido, lo cual nos autoriza a hablar de una metafori-
cidad elemental. Hesse relaciona este punto con la noción de parecidos
de familia, llegando a hablar de “una teoría de la metáfora basada en la
teoría wittgensteiniana de los parecidos de familia” (Hesse 1984, p. 42).
El punto es interesante (volveré de hecho a referirme más de una vez
al papá de Juanito), puesto que encierra una importante enseñanza res-
pecto del lenguaje en general. Sin embargo, tal enseñanza no es la de un
lenguaje que se halla en permanente flujo, antes de que se consoliden los
significados literales. ¿Que decir, en efecto, de un sinnúmero de otras
aplicaciones de “vehículo” o también de “patines”? Si un niño se vale de
esta última palabra para referirse a sus zapatos, diremos que la está em-
pleando indebidamente (o que se trata de una metáfora, pero precisa-
mente en aquella acepción del término que no conviene a los teóricos de
la ubicuidad, por presuponer un significado literal). Y definitivamente
corregiremos a una persona que, no dominando el español, use la pa-
labra “vehículo” para referirse a un determinado insecto, cualquiera sea
la explicación que se pueda hallar, o no, para el error en cuestión. Estos
casos prueban que sí existen significados relativamente establecidos. Es
más, no habríamos podido señalar que la emisión del papá de Juanito
8
Tomo prestado de Cooper este ejemplo que ilustraría una tesis gadameriana (cf.
Cooper 1986, p. 266). La objeción que esbozo a continuación es propia.
9
Tal sería el caso de las “metáforas doblemente verdaderas” (twice-true metaphors)
estudiadas por Cohen (1976).
130
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
10
Cf. Wittgenstein (1952, § 99). En el mismo parágrafo leemos: “Una cerca que tiene
una abertura es tan buena como ninguna. – ¿Pero es verdad eso?”.
11
Cf. Wittgenstein (1952, § 84). No existe, pero tampoco es necesaria, una regla del
tenis que fije cuán alto se puede lanzar la pelota (§ 68).
131
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
12
Desarrollo esta interpretación en un texto aún no publicado que se titula “Pareci-
dos de familia: contenido e importancia de una idea de Wittgenstein”.
132
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
133
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
13
Para una clara formulación de la distinción entre un sentido amplio y uno estrecho
del término “metáfora” y sus cognados, véase Fogelin (1988, p. 31).
134
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
14
Pienso que Davidson lleva razón en lo que se podría denominar un privilegio meto-
dológico de las metáforas fuertes, es decir, en la idea de que para tratar ciertas preguntas
relacionadas con la metáfora no convenga centrar la investigación en ejemplos de metá-
foras convencionales (véase también al respecto la nota 16). Pero esto para nada implica
negar que estas últimas sean metáforas.
15
Con respecto a las catacresis quizá convenga distinguir dos casos. Es posible jugar
con la metaforicidad de la “pata” de la mesa, diciendo que le haremos a la mesa una pe-
queña intervención quirúrgica a fin de que no cojee más. Pero ¿cómo realizar algo similar
en el caso de “naranja”, expresión que originalmente se aplicó a la fruta y después, por
efecto de una catacresis, al color? Aquí sólo parece existir la posibilidad de recordar un
origen y no, propiamente hablando, de jugar con él.
135
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
16
Con esto no quiero insinuar que la discusión en torno a la idea de un significa-
do metafórico sea suscitada por un pseudoproblema. A diferencia de autores como Da-
vidson, Rorty y Cooper, pienso que dicha idea no sólo es concebible, sino que también
estrictamente necesaria. Sin embargo, esto nada tiene que ver con la tesis de que todo
el lenguaje sea metafórico. El punto central de este trabajo es que la intuición correcta
atribuible al discurso de la metaforicidad del lenguaje, no es articulada correctamente
cuando se recurre a conceptos como significado o contenido, y que su núcleo de verdad
debiera ser desarrollado, en cambio, en un modelo general de comprensión lingüística.
La negación del significado metafórico no es suscrita, desde luego, por autores como
Searle, Grice o Bergmann. Sin embargo, ellos evaden el tema del significado de una
metáfora viva o fuerte, centrando su análisis en ejemplos de metáforas convenciona-
les. Como he argumentado en otro lugar (Fermandois 2001, p. 187ss.), temas como la
verdad, el significado y también la comprensión de una metáfora sólo adquieren un real
atractivo teórico cuando se los explora en torno a casos de metáforas fuertes.
136
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
17
En Fermandois (2008) describo rasgos estructurales de la comprensión de metáfo-
ras fuertes mediante un ejercicio de comparación con la comprensión del lenguaje y las
costumbres de una cultura muy diferente a la nuestra. Pienso que en varios sentidos es
correcto afirmar que tanto la comprensión metafórica como la comprensión intercultu-
ral son buenos modelos a la hora de estudiar la comprensión en general.
137
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
8. Final
Referencias bibliográficas
138
A propósito de la metáfora: Innovación y estabilidad del lenguaje / E. Fermandois
139
Metáforas de la percepción: Una aproximación
desde la lingüística cognitiva1
1
Este trabajo se encuadra dentro del grupo de investigación SYLEX de la Universidad
de Zaragoza. Los resultados que se presentan en este artículo se basan en publicaciones
anteriores, principalmente Ibarretxe-Antuñano (2000, 2003, 2006, 2008). Nos gustaría
dar las gracias a Jorge Osorio Baeza por la invitación a participar en este libro.
141
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
2. Metáforas de la percepción
142
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
+ Feel Emotion
tt
subjective emotional
Taste Personal preference
143
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Tacto
Encontrar/descubrir es ver Probar a. es tocar
Asegurarse es ver Corresponder es tocar
Cuidar es ver Estar cerca es tocar
Ser testigo es ver Pedir un préstamo es tocar
Vista
2
Dado que en español no hay un verbo prototípico único que se corresponda al inglés
taste, hemos optado por utilizar la expresión más neutra de usar el gusto, para no tener
que elegir en la etiqueta de la metáfora conceptual un verbo específico como gustar,
saber o probar.
144
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
(1) Claro que yo me huelo que la culpa de todo la tiene el sinvergüenza del
marido (crea)
(2) En muchas ocasiones hemos tocado el tema de una posible interven-
ción de las fuerzas armadas (crea)
(3) Es una manera apresurada de ver las cosas (crea)
145
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
3
Un análisis detallado del origen y caracterización de estas propiedades prototípi-
cas, incluyendo información sobre las bases fisiológicas y psicológicas de las mismas y
146
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
147
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
148
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
Una vez que hemos dado la descripción de cada una de las propiedades
prototípicas de la percepción y asignado los valores según la modalidad
perceptual, vamos a ilustrar cómo funcionan estos procesos de selección
de propiedades con un par de ejemplos. En el primero vamos a ver cómo
se podrían caracterizar con estas propiedades algunas de las metáforas
del tacto. En el segundo vamos a descubrir cómo funciona la misma pro-
piedad pero en diferentes sentidos.
(4) Una joven burguesa norteamericana tocada por las ideas progresistas
de la época (crea)
(5) La apacible gestión gubernamental se vio bruscamente tocada desde
varios flancos (crea)
(6) Mueren uno detrás de otro, lo que ha tocado la conciencia de los suizos
(crea)
4
Hay que tener en cuenta que los únicos significados que estamos analizando en este
artículo son metafóricos, pero que este tipo de extensión semántica también tiene una
extensión física que se ilustra en expresiones como cuando decimos que una fruta está
tocada. En estos casos, la fruta está físicamente afectada (estropeada). Para este tipo de
situaciones, hemos propuesto anteriormente que se pueden explicar a través de metoni-
mias como resultado por la acción (Ibarretxe-Antuñano, 2005).
149
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
(7) La coalición considera que los populares han tocado el techo electoral
(crea)
(8) ¿[…] se ha tocado el punto en el que la mente y el mundo se disuelven
sin barreras […]? (crea)
(9) El tema de la forma jurídica del partido has sido tocado ya, en estas
primeras reuniones (crea)
(10) El punto recién tocado nos lleva a una segunda condición: la necesi-
dad de que el problema se plantee, además, de la manera más precisar
y específica posible (crea)
150
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
Todas estas oraciones son iguales excepto por la modalidad del verbo
de percepción utilizado en cada grupo: la visión (ver), el oído (oír), y el
olfato (oler). Esta diferencia hace que el significado de cada uno de estos
151
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
grupos sea distinto. La oración (11) significa ‘saber’, la (12) ‘enterarse, ser
dicho’, y la (13) ‘adivinar, sospechar’.
Si nos fijamos atentamente en estos significados descubrimos que to-
dos ellos pertenecen al mismo campo semántico del ‘conocimiento’. Sin
embargo, la clase de conocimiento que nos ofrece cada una de estas ora-
ciones es diferente. En una situación como en la de estos ejemplos, no
es precisamente lo mismo decir que ‘ya lo sabemos’, a decir que ‘ya nos
lo habían dicho’, o que ‘ya lo sospechábamos’. En estos significados hay
una variación del grado de exactitud que se puede explicar por medio de
la propiedad prototípica <corrección de hipótesis>. En caso del ejemplo
de la visión en (11), el perceptor (PR) es la persona encargada de darse
cuenta, de reconocer que va a haber problemas, no solamente ha visto una
serie de indicios sino que también los ha sabido interpretar de una ma-
nera determinada. Esto se refleja en las propiedades <dependencia sí> e
<identificación sí> propias de la visión, que en comparación con los otros
sentidos nos proporciona el acceso al conocimiento más directo. En (12)
con el ejemplo del oído, el PR no vio con sus propios ojos que iba a haber
algún problema, otra persona se lo dijo; y como sabemos, a veces lo que
otras personas dicen, especialmente cuando están contando un suceso,
no es siempre necesariamente fiel a la realidad. Esto se refleja en las pro-
piedades <dependencia no> e <identificación sí> características del oído.
Finalmente en (13), el PR ha recibido directamente los indicios que le
hacen sospechar que va a haber problemas, pero dichos indicios no son
tan concretos, tan palpables como para hacerle llegar a esa conclusión
totalmente seguro. Esto se refleja en las propiedades <dependencia sí> e
<identificación no> del sentido del olfato; cuando percibimos un olor lo
podemos detectar inmediatamente pero se nos hace muy difícil identifi-
carlo, determinar exactamente qué es lo que huele, a esta dificultad, de
hecho, se le conoce como el fenómeno de la punta de la nariz entre los
psicólogos de la percepción (Lawless y Engen, 1977).
Las diferencias de significado que acabamos de detallar para estas
oraciones son, por lo tanto, un fiel reflejo de las experiencias perceptivas
que tenemos al utilizar cada uno de estos sentidos. Cuando los utilizamos
formulamos hipótesis sobre la naturaleza y las características del objeto
que estamos percibiendo. Dependiendo de la modalidad perceptiva, es-
tas hipótesis se corresponden más o menos con la verdadera naturaleza
152
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
153
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
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Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
155
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Ong, 1991; Palmer, 2003; Tyler, 1984). Hoy en día está claro que la vi-
sión es el órgano dominante en nuestra conceptualización del intelecto,
pero esta hegemonía no es ni compartida por todas las culturas, ni está
presente en estados anteriores de la cultura indoeuropea. Tyler (1984, p.
23) dice:
The hegemony of the visual… is not universal, for it: (a) has a history
as a commonsense concept in Indo-European, influenced particularly
by literacy; (b) is not “substantiated” in the conceptual “structures” of
other languages; and (c) is based on a profound misunderstanding of
the evolution and functioning of the human sensorium.
5
El término de ‘corporeización’ o ‘embodiment’ en inglés tiene diferentes interpreta-
ciones (véase Chrisley y Ziemke, 2002; Wilson, 2002; Ziemke, 2003) tanto en los estu-
dios psicológicos como antropológicos. El punto de referencia para el uso de ese término
en este trabajo es el de Johnson (1987). Tal y como comentamos en esta sección, la in-
terpretación de Johnson de este concepto no está libre de problemas, especialmente en
lo relacionado al papel de la cultura como factor determinante para la interpretación del
embodiment. En los últimos años, se han escrito diversos trabajos dentro de la lingüísti-
ca cognitiva sobre estos temas; el lector interesado puede consultar, por ejemplo, Dirven,
Frank y Pütz (2003), Ziemke, Zlatev y Frank (en prensa), o Frank, Dirven y Ziemke (en
prensa).
156
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
157
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
MOTIVACIÓN CONCEPTUAL
158
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
159
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
opinión, ambos casos se pueden solucionar sin tener que postular metá-
foras sinestésicas que de alguna manera presuponen un punto de vista
occidental. Grenouille prefiere una modalidad perceptual diferente, el
olfato, como su principal fuente de información, de igual manera que los
aborígenes australianos prefieren el oído. Por lo tanto, podemos aplicar
los mismos esquemas que hemos presentado anteriormente, con la di-
ferencia de que en este caso las propiedades de la vista para Grenouille
son las propiedades del olfato. La Figura 4 representa esquemáticamente
estas correspondencias.
Español
Grenouille en
Inglés
El perfume
Vasco
…
6. Conclusiones
160
Metáforas de la percepción: Una aproximación desde la lingüística cognitiva / I. Ibarretxe-Antuñano
Referencias bibliográficas
161
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
166
Aspectos sobre la relación entre
idiomaticidad, metáfora y metonimia1
1
La realización de este artículo se inscribe en el marco del Proyecto de Investigación
“Teoría y análisis de los discursos. Estrategias persuasivas y de interpretación”, finan-
ciado por el Plan de Investigación de la Universidad de Navarra (PIUNA), y ha recibido,
igualmente, el soporte económico de una beca FPU del Ministerio de Educación y Cien-
cia de España. Agradezco al Dr. Cristián Santibáñez Yáñez la invitación a contribuir en
este volumen.
2
De un lado, la soviético-germánica, influida originalmente por Bally y que abrió
paso a –entre otros– los estudios fraseológicos franceses e hispánicos; y, de otro, la an-
glonorteamericana. Corpas Pastor (1998, § 2) describe la labor de tres grandes bloques
en el estudio de las combinaciones de palabras: la desarrollada en la antigua Unión So-
viética; la ligada al estructuralismo europeo occidental; y, por último, la adscrita al mar-
co anglonorteamericano, de corte generativo-transformacional. Esta autora da cuenta,
también, de la influencia decisiva que tuvieron los estudios soviéticos en el devenir de
la fraseología europea occidental (Corpas Pastor, 1998, pp. 162-163 y 166-167), de ahí
que, como ocurre en este trabajo, pueda establecerse una oposición más general entre
el tipo de estudios fraseológicos desarrollados en la Europa continental –oriental y oc-
cidental– como primer bloque, y los existentes en el ámbito anglonorteamericano como
segundo bloque (Corpas Pastor, 1996, pp. 19). Para un valioso balance del nacimiento y
la evolución de la disciplina fraseológica, cf. Ruiz Gurillo (1997, pp. 17-32), que González
Rey (2002, pp. 19-31) complementa en algunos aspectos.
167
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
3
La voluntad de no dejar de lado aquí a la metonimia como mecanismo configurador
de la idiomaticidad fraseológica no se corresponde, sin embargo, con el desequilibrio
de atención que se percibe en favor de la metáfora tanto en los estudios lingüísticos ge-
nerales como en los específicamente fraseológicos. En efecto, durante mucho tiempo se
ha considerado a la metonimia como un proceso lingüístico menor, un fenómeno más
designativo que expresivo (cf. Le Guern 1973, pp. 23-28), y tan solo los estudios de corte
cognitivo han puesto de manifiesto más recientemente el gran valor de esta como proce-
so mental distinto de la metáfora (cf. Lakoff y Johnson 1980, cap. 8; Cuenca y Hilferty
1999, § 4.3.2; Ruiz de Mendoza 1999). En el terreno fraseológico, el término fraseología
metafórica ha servido muchas veces para englobar a unidades con base tanto metafórica
como metonímica, y esta asimilación metodológica puede deberse a que, en la práctica,
metáfora y metonimia suelen aproximarse e incluso fundirse en los significados de las
UFS, haciéndose difícil separar claramente el campo de acción de uno u otro fenómeno
semántico. A este respecto, cf., por ejemplo, Goossens (1995), donde se analiza la inte-
racción de la metáfora y la metonimia (llamada creativamente “metaphtonymy”) en el
significado de un conjunto de expresiones metalingüísticas del inglés.
4
Los fraseologismos somáticos o somatismos son unidades que contienen o se ba-
san en un lexema referido a una parte del cuerpo humano (o animal) (cf., entre otros,
Mellado Blanco, 2004).
168
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
On dit qu’un groupe forme une unité lorsque les mots qui le compo-
sent perdent toute signification et que l’ensemble seul en a une; il faut
en outre que cette signification soit nouvelle et n’équivale pas simple-
ment à la somme des significations des éléments5.
5
La cursiva es mía.
6
Cf. la nota 2.
7
Las cursivas de todas las definiciones del cuadro son mías.
169
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Tristá Pérez «En la combinación de palabras, cada una de las palabras que la
(1985a, p. 50)8 componen pierde su función nominativa propia.»
8
La relación de los estudios fraseológicos desarrollados en Cuba –especialmente por
Zoila Carneado Moré y Antonia Mª Tristá Pérez– con la corriente de investigación sovié-
170
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
171
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
(1996, pp. 121-125) y Ruiz Gurillo (1997, pp. 79-80, y pp. 99-100; 2001a,
§ 2.2; 2006) equiparan la acción de metáfora y metonimia a la de otros
tropos y recursos afines –la hipérbole (comerse a alguien a besos, echar
la casa por la ventana), la comparación (más feo que pegarle a un pa-
dre) o la ironía (cubrirse de gloria, ‘meter la pata’; cf. Ruiz Gurillo (2006,
p. 133))– que también son responsables de la base traslaticia o figurativa
de muchas expresiones idiomáticas.
Es posible reconocer, asimismo, otro tipo de influencia de la metáfo-
ra y la metonimia sobre la semántica fraseológica que no entra necesa-
riamente en contradicción con el valor que estos procesos poseen como
activadores y responsables de la idiomaticidad de las expresiones fijas.
Me refiero a su papel como garantes de la transparencia significativa
de muchos fraseologismos –relamerse de gusto o nadar en la abundan-
cia (cf. García-Page, 2000, p. 102), a oscuras, ‘en completa ignorancia’,
y a pasos agigantados (cf. Penadés Martínez, 2006, p. 9), entre tantos
otros–, cuya motivación metafórica o metonímica puede percibirse con
considerable claridad en sincronía y a los que algunos autores han asig-
nado un nivel menor (Zuluaga, 1980, p. 134; García-Page, 2000, pp. 102-
103) o nulo (Penadés Martínez, 2006, pp. 6-7 y p. 12) de idiomaticidad10.
tar una persona muy cerca de otra’, que es necesario para que alguien pise literalmente
el talón a otra persona), pero amplía, a la vez, sus límites designativos al hecho general y
más abstracto de ‘seguir a alguien de cerca’ (Pero muchísimos recordarán los juegos de
Sydney como la primera vez que el resto del mundo empezó a pisarles los talones
a los norteamericanos; El Nacional (Venezuela), 2/10/2000, crea), e incluso a la
esfera social o intelectual, con el contenido de ‘emular a alguien’ (Pedro ha alcanzado
muchos éxitos durante estos años; ya me está pisando los talones; Carneado Moré
ibídem). Tristá Pérez (1985a, pp. 60-62; 1985b, pp. 76-77) subraya aquí la existencia de
un número considerable de UFS cuya base metafórica o metonímica está conectada con
la acción de las diversas partes del cuerpo humano (tender la mano, ‘ofrecer ayuda’, o
abrir los ojos, ‘descubrir la verdad sobre algo’, por ejemplo). Se justificará el peso y la im-
portancia de las expresiones somáticas dentro de la fraseología metafórica y metonímica
de las lenguas en la sección 3 de este trabajo.
10
Resulta, pues, paradójico que metáfora y metonimia sean consideradas como
“creadoras” de significados fraseológicos idiomáticos y, a la vez, puedan verse como fac-
tores de debilitamiento de dicha idiomaticidad fraseológica. En realidad, el decir que las
UFS que poseen una motivación metafórica y metonímica transparente son semiidiomá-
ticas, o no idiomáticas, implica sostener una visión estrecha de la idiomaticidad, en la
que solo las secuencias semánticamente opacas –esto es, no motivadas– o peculiares en
una lengua determinada pueden recibir de pleno derecho el calificativo de idiomáticas.
172
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
173
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
12
No deja de ser revelador que la denominación prioritaria en esta línea de estudios
fraseológicos haya sido siempre la de idiom, que centra sus miras en la (peculiar) confi-
guración semántica de las UFS, y no otras como phrases, phraseological units o fixed ex-
pressions, por ejemplo, que dan relieve ante todo a lo formal en la definición de este tipo
de unidades. La tradición anglonorteamericana, para la que la idiomaticidad “representa
el rasgo esencial de las UFS” (Corpas Pastor, 1996, 26), se aleja, así, de la europea conti-
nental, paradigmáticamente de la hispánica (cf. Olza Moreno, 2006, § 2.1.2.1), en la que
se ha destacado de modo especialmente frecuente que la idiomaticidad es una propiedad
subsidiaria, secundaria y no esencial de las UFS (cf., entre otros, Corpas Pastor, 1996, 27;
y Ruiz Gurillo 1997, pp. 103-104 y 2001a, p. 125), puesto que existen, de hecho, expre-
siones fijas que son –stricto sensu– semánticamente composicionales (hacerse el loco,
en público (Ruiz Gurillo, 1997, pp. 112 y 122) o en breve (García-Page, 2000, p. 100)).
13
Dicha defectividad se manifiesta en la imposibilidad de llevar a cabo todas o varias
de las operaciones morfosintácticas que siguen: a) variación morfológica de alguno de
los componentes (por ejemplo, la flexión de número en determinante y sustantivo no
es aceptable en darse un punto en la boca/*darse unos puntos en la boca); b) con-
mutación de alguno de los componentes léxicos (no tener pelos en la lengua/*no tener
cabellos en la lengua); c) permutación de algún componente (con la boca chica o
pequeña/*con la chica o pequeña boca); d) extracción de algún elemento (en la rela-
tivización, por ejemplo: morderse la lengua/*la lengua que se ha mordido...); e) se-
paración y/o supresión de los componentes léxicos (ir una noticia de boca en boca/*ir
una noticia de boca); f) transformaciones estructurales (pasivización, entre otros casos:
meterle a alguien los dedos en la boca/*los dedos fueron metidos en la boca de alguien)
(cf. Fraser, 1970, pp. 36-39; y Ruiz Gurillo, 1997, pp. 76-78). El signo * no indica en es-
tos ejemplos que las unidades resultantes de estas transformaciones sean agramaticales,
sino que pasan a ser posibles secuencias de la técnica libre del discurso.
174
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
14
Dado que la fijación y la idiomaticidad se presentan como propiedades graduales
del dominio fraseológico (Bally, 1909, I, p. 66; Zuluaga, 1980, pp. 104-106 y pp. 121-134;
Gross, 1996, pp. 16-17; Penadés Martínez, 1996, p. 124 y pp. 127-128; Corpas Pastor,
1996, § 1.4.6; Ruiz Gurillo, 1997, § 4.2; González Rey, 2002, pp. 53-63), los conceptos
de centro y periferia establecidos por la Escuela de Praga –y con los que se quiso dar
cuenta del carácter abierto, poco simétrico, regular o uniforme del sistema de la lengua
(Penadés Martínez, 1996, pp. 117-122)– se han revelado como especialmente útiles a la
hora de analizar y ordenar el continuum fraseológico, cuya clasificación no puede lle-
varse a cabo sino en niveles y categorías no discretos (Mendívil Giró, 1991; Ruiz Gurillo,
1997, caps. 3 y 6). Para un estudio más detallado de la aplicación de las nociones centro/
periferia al estudio de la fraseología, cf. Ruiz Gurillo (1997, cap. 3; 2001b, § 4) y Penadés
Martínez (1996).
15
Tomando ejemplos del español y del inglés: la locución adverbial a ojos vistas ha
fijado una sintaxis y una concordancia irregulares (García-Page, 1990, p. 284), y también
se detectan anomalías sintácticas en expresiones como by and large (Chafe, 1968, p.
111). La denominación palabra diacrítica, acuñada por Zuluaga, y asumida por –entre
otros– Ruiz Gurillo (1997, pp. 75-76), pone especial énfasis en las características distinti-
vas que aportan estos elementos a la construcción de las UFS en que se insertan, pues, de
hecho, solo tienen existencia en la lengua como componente de ellas (pensemos en ejem-
plos españoles como a la chita callando, no decir oxte ni moxte o a troche y moche).
Por su parte, García-Page (1990) califica estas palabras como idiomáticas precisamente
en virtud de su alto grado de dependencia y de solidaridad con el contexto lingüístico en
el que se circunscriben, y por constituir, por tanto, un claro índice de que la expresión en
que aparecen es un fraseologismo idiomático.
16
Se suele tratar aquí, sobre todo, de unidades cuya motivación original descanse en
contenidos, anécdotas y concepciones culturales no recuperables ya en sincronía (cf. esp.
Makkai, 1972, § 1.3.5). En español esto ocurre, por ejemplo, en la locución verbal dorar
la píldora, que hace referencia a la antigua práctica de los médicos de recubrir con tintes
de colores, especialmente dorados, unas bolitas medicinales de sabor muy amargo (cf.
ddfh 235, e Iribarren 1955, p. 119).
175
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
17
Traducción de idiom.
18
“For example, English has many words of the type remóte, demóte, promóte, redú-
ce, dedúce, prodúce, each apparently built of two smaller parts, a prefix re-, de-, pro-, or
the like, and a second part -móte,-dúce, or the like. But the relationships of meaning are
tenuous. Grammarians are not in agreement.” (Hockett, 1958, p. 173).
176
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
19
Esto también se ha corroborado desde los estudios psicolingüísticos (cf. § 2.2), que
han demostrado que el estudio de la fraseología idiomática, la metáfora y la metonimia,
junto otras manifestaciones del lenguaje no literal –los actos de habla indirectos o la
ironía– necesita ser abordado desde un marco de análisis pragmático y cognitivo similar
(cf. Belinchón, 1999).
177
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
caso, ya sea entendida como una propiedad más general en las lenguas
o como un rasgo restringido al dominio fraseológico, la idiomaticidad
podría ser considerada como un caso particular de una categoría supe-
rior, la irregularidad (cf. Baranov y Dobrovols’kij, 1998, §§ 3, 4 y 5; y
Čermák, 1998), definida como “el empleo de la regla menos general al
formar la expresión lingüística, cuando existe otra más general” (Bara-
nov y Dobrovol’skij, 1998, p. 34).
178
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
179
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
180
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
20
Cf. ddfh 779.
21
Es posible también que ciertas UFS idiomáticas (por ejemplo, to change one’s
mind; ‘cambiar una persona su mente’ à ‘cambiar una persona su opinión’; o to lose
one’s train of thought, ‘perder uno su tren de pensamiento’ à ‘perder el hilo de las
181
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
ideas’; Vega Moreno, 2007, p. 187), dada la imposibilidad de ser interpretadas en senti-
do recto, nacieran directamente como secuencias activadoras de inferencias figuradas,
obligatorias para su correcta comprensión.
182
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
183
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
22
Gibbs (1994, p. 277 y pp. 306-308) matiza que, aunque no todas las expresiones
idiomáticas están motivadas propiamente por esquemas metafóricos, este tropo, y tam-
bién ciertas metonimias e hipérboles, son los recursos que actúan con más frecuencia en
la construcción de la idiomaticidad de las UFS.
23
Corpas Pastor (1996, p. 122) también recurre a expresiones idiomáticas que ilus-
tran este mismo patrón cognitivo para dar cuenta de la intervención de la metáfora en la
semántica fraseológica.
24
Los modelos cognitivos idealizados se construyen mediante la abstracción y la sis-
tematización de los conocimientos que una determinada cultura desarrolla y almacena
sobre un campo concreto de experiencia, y a través de ellos se articulan, entre otros, los
esquemas metafóricos y metonímicos que conceptualizan normalmente ese peculiar do-
minio cognitivo (Lakoff, 1987, caps. 4 y 6; Ruiz Gurillo, 2001b, § 2.1; Cuenca y Hilferty,
1999, § 3.2.2). Estos modelos cognitivos idealizados funcionan como referentes, como
patrones de interpretación semántica y pragmática de los enunciados metafóricos y de
aquellos en los que intervienen las expresiones idiomáticas.
184
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
25
Hay que tener en cuenta que las medidas temporales empleadas en este tipo de
experimentos psicolingüísticos se mueven en límites de fracción de segundo (cf. Cacciari
y Glucksberg, 1991 o Gibbs et al., 1997). Vega Moreno (2007, pp. 153-164) formula, con
todo, algunas críticas interesantes al funcionamiento y las instrucciones en que se han
basado tradicionalmente estas pruebas psicolingüísticas de procesamiento de expresio-
nes idiomáticas.
185
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
De hecho, existen indicios (Gibbs et al., 1997, p. 150) de que los fra-
seologismos idiomáticos suelen llegar a ser procesados más rápidamen-
te que sus correspondientes paráfrasis o equivalentes literales. Así, no
tendría sentido tomar las UFS idiomáticas como cadenas irregulares o
anómalas radicalmente “distintas de cualquier secuencia de palabras
conocida cuya interpretación dependa del contexto y cuyos componen-
tes desempeñen un papel importante en la linealidad discursiva“ (Cac-
ciari y Glucksberg, 1991, p. 222; la traducción es mía). Asumiendo estos
principios, cabría replantearse –al menos desde el punto de vista de la
comprensión de las expresiones idiomáticas– las tradicionales fronteras
establecidas entre el lenguaje literal y el no literal, entre la regularidad y
la irregularidad lingüísticas;
c) por último, no parece haber duda de que los hablantes necesitan to-
mar como apoyo ciertos esquemas metafóricos y metonímicos para com-
prender por qué las expresiones idiomáticas significan lo que significan
186
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
Mary was very tense about the evening’s dinner party. The fact that
Bob had not come home to help was making her fume. She was get-
ting hotter with every passing minute. Dinner would not be ready be-
fore the guests arrived. [...] When Bob strolled at ten minutes to five
whistling and smiling, Mary blew her top/stack.
26
Con todo, tampoco parece poder concluirse con exactitud si los conceptos meta-
fóricos y metonímicos que posee previamente el hablante intervienen siempre de modo
automático en el procesamiento inmediato de las expresiones idiomáticas el (cf. Gibbs
et al. 1997, pp. 149-150).
27
El contexto es, por tanto, propicio al empleo de fraseologismos que continúen ilus-
trando esa misma metáfora conceptual, y no a la aparición de otro tipo de unidades que,
aunque también denoten ‘enfado’, se basen en otros esquemas de correspondencias (por
ejemplo, to bite one’s head off, ‘morder la cabeza de alguien’ à ‘mostrar furia contra
alguien’, que se sustenta en otra metáfora distinta: la ira es un comportamiento animal)
(Gibbs, ibídem).
187
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
188
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
las UFS suele ser un sustantivo sobre el que gravita el poder denotativo y
connotativo de toda la expresión. Pues bien, lo que ocurre con frecuencia
es que ciertas bases fraseológicas constituyen el eje semántico de series
de fraseologismos categorialmente dispares que comparten, sin embar-
go, un mismo fundamento figurativo en su significado idiomático. Estas
constantes idiomáticas están esencialmente ligadas –y esto es lo intere-
sante– a los valores figurados (metafóricos y metonímicos) y simbólicos
que posee de modo más o menos explícito la correspondiente base fra-
seológica ya desde su existencia como lexema independiente. Todo ese
conjunto de asociaciones figuradas, que pueden denominarse rasgos ti-
pológicos (Mellado Blanco, 2004, § 2.4.1) o marcos semánticos (Petruck,
1995, pp. 279-280; Sanz Martín y Pérez Paredes, 2008, § 3), se actualiza
en series fraseológicas en las que el contenido denotativo y simbólico de
la base determina la imagen metafórica o metonímica que impregna toda
la UF, y que permite predecir, hasta cierto punto, la dirección en que ha
quedado consolidado el significado idiomático de cada expresión.
Nos encontramos, pues, ante patrones de configuración regular y ana-
lógica de series de UFS que muestran un grado considerable de cohesión
semántica y figurativa, propiciada por la participación de una misma red
de valores y esquemas metafóricos y metonímicos en la activación de su
significado idiomático. Examinemos brevemente un ejemplo de este tipo
de serie fraseológica28, constituido por unidades como al pie de la letra
(‘literalmente’), atarse a la letra (‘sujetarse al sentido literal de un tex-
to’), con todas las letras (‘con toda exactitud y claridad’) o letra por le-
tra (‘sin ninguna alteración; sin omitir ningún detalle’). Los significados
idiomáticos de estas expresiones deben, efectivamente, su alto grado de
transparencia semántica y sus evidentes paralelismos a la constelación
de valores metafóricos –rasgos tipológicos que asocian lo gráfico con la
literalidad y la exactitud en el empleo y la reproducción de los discursos–
que posee su lexema base común letra (cf. Olza Moreno y González Ruiz,
2008, § 3). Parece conveniente, en consecuencia, defender las ventajas de
este modelo de análisis de la fraseología metafórica y metonímica de las
28
Esta serie fraseológica, así como otras cadenas de UFS que conceptualizan figura-
damente el dominio destino lenguaje tomando como base léxica elementos del código
gráfico, se han analizado pormenorizadamente en Olza Moreno y González Ruiz (2008).
189
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
lenguas, dado que prueba que el significado de una buena porción de este
tipo de UFS puede analizarse de modo coherente a partir del contenido
denotativo y connotativo de sus componentes –paradigmáticamente, del
de su base léxica–, confirmándose así la validez de algunos de los pre-
supuestos cognitivistas expuestos más arriba (cf. § 2.2). En el epígrafe 3
se comprobará la particular eficacia que posee este modelo en el análisis
de la configuración semántica de una parcela especialmente relevante de
la fraseología idiomática de las lenguas: los fraseologismos somáticos29.
En otro orden de cosas, y de cara a seguir ofreciendo modelos de aná-
lisis sistemático de las relaciones entre idiomaticidad, metáfora y meto-
nimia, cabe tener en cuenta, por último, el nivel añadido de motivación
semántica que puede proporcionar la existencia de un homónimo de
sentido recto para una UF idiomática. En concreto, y con base en distin-
ciones establecidas por González Rey (1995, §§ 4.2.2 y 4.2.3; 2002, pp.
199-200), se detecta una acción distinta de metáfora y metonimia en:
29
Mellado Blanco (2004 y 2005) y Sanz Martín y Pérez Paredes (2008) han desa-
rrollado y aplicado con éxito un patrón similar de análisis en el estudio de la fraseología
somática del alemán y del español. La deuda que poseen sus estudios con las investiga-
ciones de corte cognitivo y psicolingüístico es clara (cf. esp. Petruck, 1995, § 1; Mellado
Blanco, 2005; y Sanz Martín y Pérez Paredes, 2008, § 2).
190
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
30
Explica Iribarren (1955, p. 36) que la expresión puede haberse basado en el anti-
guo juego de las chitas (tabas), que tenía una variante para adultos, en la que se apostaba
y que estaba prohibida (cf. también ddfh 23). La pérdida de vigencia de esta motivación
cultural ha propiciado que hoy en día la propia palabra chita pueda considerarse como
diacrítica o idiomática.
31
La distinción entre UFS idiomáticas con y sin contrapartida literal también ha sido
aprovechada, aunque no de modo tan sistemático como el propuesto aquí, por otros au-
tores (cf. esp. Zuluaga, 1980, pp. 128-134; o Tristá Pérez, 1985a, p. 55).
191
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
3. Estudio de un caso
32
En el caso de a pies juntillas, la concordancia gramatical anómala que ha fijado
es la que impide que la expresión posea un homónimo literal. Este último tipo de ex-
presiones –UFS que no pueden provenir de una combinación libre y cuya motivación
semántica no se puede recuperar– son las más próximas al denominado prototipo de
unidad fraseológica (cf. § 2.1). Ahora bien, el que ciertas unidades hayan fosilizado cier-
tas anomalías gramaticales no implica siempre que sean semánticamente opacas: pen-
semos, como muestra, en a ojos vistas, donde resulta transparente la conexión del valor
simbólico de ojos con el significado idiomático ‘de manera evidente’.
33
Estos estudios cristalizaron en el Proyecto de Investigación “Lo metalingüístico en
español. Estudio semántico, discursivo, fraseológico, sintáctico y sígnico. Aplicaciones a
la enseñanza del español”, financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología de Espa-
ña (ref. BFF2002-00801) y desarrollado por miembros de la Universidad de Navarra y
la Universidad de La Coruña (España). Puede encontrarse un balance de los resultados
de investigación obtenidos en el seno de dicho proyecto en González Ruiz y Loureda
Lamas (2005).
192
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
34
La procedencia de las unidades dentro de cada una de estas fuentes –y dentro de
otras empleadas en este trabajo– se indica con las siglas del diccionario correspondiente,
seguidas de la página en que se registra la expresión.
193
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
lengua de trapo (dfdea 578) (dfem 147) (drae Lengua torpe y confusa (generalmente referido a
1363) (due II, 167) niños).
media lengua (dfdea 578) (drae 1363) (due II, Habla imperfecta (generalmente referido a niños).
167) Persona que posee un habla imperfecta.
trabarse (o trastabarse) la lengua (drae 1363) Experimentar torpeza o dificultad para pronunciar
(due II, 167) ciertas palabras.
194
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
haber comido lengua (dfdea 577) (due II, 167) Estar hablando mucho, estar muy locuaz.
soltársele la lengua a alguien (dfdea 579) Ponerse esa persona muy locuaz.
tener mucha lengua (dfem 148) (drae 1363) Ser muy hablador.
irse de la lengua (dfdea 577) (dfem 148) (drae Decir por imprudencia o irreflexividad lo que no se
1363) (due II, 167) querría o se debería decir.
largo de lengua (drae 1363) (due II, 167) / Que tiene tendencia/tener tendencia a hablar
lengua larga (dfdea 578) (due II, 166) / tener la demasiado o decir por imprudencia o irreflexividad
lengua muy larga (dfdea 579) (due II, 167) lo que no (se) querría o (se) debería decir.
ligero/suelto de lengua (drae 1363) (due II, 167) Que tiene tendencia/tener tendencia a hablar
/ tener la lengua muy suelta (dfdea 579) (dfem demasiado o decir por imprudencia o irreflexividad
148) (due II, 167) lo que no (se) querría o (se) debería decir.
195
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
malas lenguas (drae 1363) (due II, 167) El común de gente maldiciente y murmuradora.
traer en lenguas a alguien (drae 1363) Murmurar frecuentemente acerca de esa persona.
andar en lenguas (dfdea 577) (dfem 148) (drae Ser objeto de comentarios y murmuraciones de la
1363) (due II, 167) gente.
no morderse la lengua (dfdea 578) (due II, 167) Decir sin miramientos lo que se piensa.
tomar lengua(s) de algo o alguien (due II, 167) Preguntar a la gente sobre esa persona o cosa.
venírsele a alguien a la lengua algo (drae 1363) Ocurrírsele y, por tanto, decirlo.
35
En esta unidad y en otra del corpus (tener algo en la punta de la lengua), el sus-
tantivo base no es propiamente lengua, pero su estudio sigue resultando de interés para
los propósitos de este trabajo.
196
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
5b) Un interlocutor sonsaca (o intenta sonsacar) a otro o logra que hable o diga algo
buscar la lengua a alguien (drae 1363) (due Incitar a alguien para que diga algo (que a veces
II, 167) quiere callar) o para que discuta.
tirar de la lengua a alguien (dfdea 579) (dfem Hacer hablar a alguien, especialmente para que diga
148) (drae 1363) (due II, 167) algo que debería o querría callar.
¿has comido lengua? / parecer que tú/usted/ Fórmula directiva empleada por un hablante para
vosotros/ustedes has/ha/habéis/han comido ordenar indirectamente silencio a su interlocutor
lengua (dfdea 577) (drae 1363) (due II, 167) por medio de una queja acerca de su locuacidad.
197
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
36
La inclusión de esta unidad de significado negativo en el grupo de UFS sin homó-
nimo recto se basa en la imposibilidad de que su contrapartida afirmativa (tener pelos en
lengua) pueda leerse en sentido literal.
198
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
b) por otra parte, figuran como UFS sin correlato de sentido recto
no solo aquellas en las que aprecia claramente alguna irregularidad se-
mántica en el nivel literal (lengua de estropajo o lengua de trapo, por
ejemplo, en las que existe una incompatibilidad semántica entre el objeto
designado –la lengua– y los materiales que se le atribuyen –estropajo o
199
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
trapo–), sino también ciertas expresiones cuya lectura literal designa una
acción o un estado de cosas empíricamente posibles en caso extremo,
pero radicalmente infrecuentes. Esto es lo que sucede en unidades como
buscar la lengua a alguien o de lengua en lengua, entre otras, que muy
difícilmente podrán encontrarse como secuencias libres de significado
recto. En general –aunque no en todos los casos–, las UFS de este con-
junto fundamentan su significado idiomático en relaciones metafóricas y
metonímicas más creativas; en ellas puede percibirse una mayor com-
plejidad figurativa, basada en asociaciones más bien inéditas entre rea-
lidades. Así, en la configuración semántica de desatar la lengua a alguien
(‘hacer hablar a alguien, sonsacándole o desinhibiéndole’), por ejemplo,
intervienen la metonimia básica el órgano del hablar por el hablar y un
conjunto más complejo de implicaciones figuradas: [la lengua está atada
à la lengua no puede moverse à los objetos (palabras) que se encuen-
tran sobre la lengua no pueden moverse y salir de la boca à el discurso
no puede ser emitido; un hablante desata la lengua a otro à un hablante
hace hablar a otro]. Los fraseologismos de este grupo son, por tanto, algo
más idiomáticos porque no cuentan con la posibilidad de ser interpreta-
dos en sentido recto (cf. § 2.3) y porque su significado se encuentra más
alejado de la literalidad al haber operado sobre él una serie más compleja
y creativa de esquemas metafóricos y metonímicos;
200
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
37
La importancia cognitiva de la función articuladora de la lengua sobre otras que
posee este órgano puede ilustrarse tomando, como muestra, los datos ofrecidos por el
dfdea. De entre un total de 33 expresiones registradas en este diccionario bajo la voz len-
gua, 31 son metalingüísticas. Las dos expresiones que no poseen valor metalingüístico
(con la lengua afuera, ‘con mucha fatiga’; darse la lengua, ‘besarse’) ni siquiera hacen
referencia a las funciones de la lengua como órgano del aparato digestivo.
201
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
202
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
38
Resulta obvio que el hablar requiere algo más que el movimiento de un solo órgano
articulador, pues en esta acción interviene, además de la coordinación de otros órganos
del aparato fonador (la boca, los dientes, la nariz o la garganta), toda una serie de proce-
sos de tipo mental, cognitivo y neurológico.
203
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
órgano del hablar por el hablar y el órgano del hablar por la persona) en el análisis de la
base figurativa subyacente en las expresiones metalingüísticas con boca (Olza Moreno,
2007a, § 2). De hecho, en algunas UFS una y otra base léxica (boca y lengua) son inter-
cambiables: de boca/lengua en boca/lengua; buscar la boca/lengua a alguien; o calen-
társele la boca/lengua a alguien, entre otras (cf. Olza Moreno, 2007a, § 1). Por otra par-
te, Geck Scheld (2000, §§ 6.2.2 y 6.2.3) detecta la acción de estos mismos esquemas me-
tonímicos en el análisis contrastivo de un conjunto de expresiones –no necesariamente
fraseológicas– del alemán y del español que, con base también en los lexemas Mund/
boca y Zunge/lengua, conceptualizan figuradamente el dominio destino lenguaje.
204
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
40
Los esquemas de imágenes o imágenes esquemáticas (image schemata o, incluso,
embodied schemata) son definidos por Johnson (1987, p. 23) como “schematic structu-
res that are constantly operating in our perception, bodily movement through space, and
physical manipulation of objects”. En realidad, podría decirse que los esquemas de imá-
genes son conceptos figurativos más primarios o primitivos (cf. Lakoff y Turner, 1989,
pp. 97-100; y Gibbs, Costa Lima y Francozo 2004, § 4), que se derivan directamente
de nuestra experiencia corporal y que intervienen, por tanto, de manera especialmente
llamativa en el modo en que los somatismos de cualquier lengua conceptualizan otras
facetas de la actividad humana –como el lenguaje, en el caso que nos ocupa–.
41
En un trabajo anterior (Olza Moreno, 2007a, p. 244) se explicó la deuda que posee
esta descripción figurada de la actividad lingüística con la llamada metáfora del conduc-
to de Reddy (1979, pp. 166-171 y pp. 189-201).
205
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
206
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
Para concluir el estudio semántico de las UFS del corpus, y una vez
analizada con detalle la motivación figurada que subyace en su signifi-
cado idiomático, cabe realizar algunas consideraciones finales sobre el
valor metalingüístico que poseen. Los fraseologismos con lengua fueron
clasificados en la Figura 2 (§ 3.1) con base en dos criterios: de un lado,
se han distinguido las unidades que describen algún aspecto de la ac-
tividad lingüística (unidades de contenido descriptivo) de aquellas que
desempeñan alguna función pragmático-discursiva (unidades de valor
pragmático-discursivo) que conlleva reflexividad en el hablar; y, por
otra parte, y dentro ya del conjunto de unidades descriptivas, se ha es-
tablecido un panorama completo de los distintos aspectos y facetas del
lenguaje que denotan y describen, efectivamente, las expresiones. Este
panorama ha mostrado los siguientes resultados42:
42
Los resultados aquí expuestos son significativamente similares y paralelos a los ob-
tenidos en el análisis del valor metalingüístico de la serie fraseológica del español basada
en boca (cf. Olza Moreno, 2007a, § 3).
43
En los estudios que hemos desarrollado sobre la fraseología metafórica y meto-
nímica metalingüística del español y del francés (Olza Moreno, 2006a, 2006b, 2006c,
2006d, 2007a; Olza Moreno y González Ruiz, 2008), hemos comprobado que es el len-
guaje en su dimensión oral –y no escrita– el que más se presta a la conceptualización
figurada, tal vez porque dicha materialidad resulta menos tangible e inmediata para los
hablantes que la escrita. Esto tiene un claro reflejo, por ejemplo, en el abundante corpus
207
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
de UFS que tienen, precisamente, como base el nombre de un órgano articulador (boca,
lengua, labios, dientes o garganta); o en el modo en que el plano gráfico del lengua-
je ayuda a conceptualizar metafóricamente la comunicación en su dimensión oral en
unidades como decir con todas las letras, decir entre comillas o contar algo punto por
punto (cf. Olza Moreno y González Ruiz, 2008).
44
Se explicó en § 3.2 que en la mayoría de las expresiones de este grupo (darle a la
lengua, haber perdido la lengua, mover la lengua o (no) tener lengua) se percibe un
grado menor de creatividad figurativa, de ahí que el ‘hablar’ o el ‘callar’ denotados por
ellas sean semánticamente menos específicos.
45
Retomando las distinciones establecidas por Coseriu, podría decirse que las UFS
de este tipo describen aspectos que tienen que ver con el plano individual del lenguaje
(el plano de producción de textos por hablantes individuales en situaciones particulares;
Coseriu, 1992, § 2.2.6), mientras que las incluidas en los conjuntos 1) y 3) –y 2) en me-
nor medida– de la Figura 2 se relacionan con el llamado plano universal o general de la
actividad lingüística (cf. Coseriu, 1992, § 2.2.4). Fernández Bernárdez (2002) y Aznárez
Mauleón (2004) han clasificado de modo sistemático las UFS metalingüísticas de valor
descriptivo basadas en verbos de lengua atendiendo a los niveles (biológico y cultural)
y planos (universal, histórico e individual) del (saber) hablar establecidos por Coseriu.
208
Aspectos sobre la relación entre idiomaticidad, metáfora y metonimia / I. Olza M.
4. Algunas conclusiones
46
Los somatismos del español de valor metapragmático o metadiscursivo se han
estudiado en profundidad en otro trabajo (Olza Moreno, 2007b).
209
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Referencias bibliográficas
Estudios
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Diccionarios
Otras fuentes
216
Metáfora y esquema de imagen en
un caso de construcción idiomática
1. Introducción
1
Desarrollos respecto de estas posturas, se pueden obtener en Lakoff y Johnson
(1980), Lakoff (1987), Taylor (1989), Lakoff y Johnson (1999). Introducciones más ge-
nerales son las que aparecen en Croft y Cruse (2004), Evans y Green (2006), Cuenca y
Hilferty (1999).
217
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
2
Actualmente, varios modelos en lingüística cognitiva están centrados en las deno-
minadas operaciones de construal. El término fue propuesto originalmente por Langa-
cker (1987) y refiere a una estrategia del hablante para conceptualizar una situación y
elegir la estructura apropiada para representar dicha situación en el lenguaje. La impli-
cación final es que el construal de una expresión constituye un aspecto fundamental del
significado de esa expresión, de allí que resulte altamente relevante establecer la natu-
raleza de las diferentes opciones de construal y su aplicación en las conceptualizaciones
particulares. Véase Verhagen (2007), para una discusión general.
218
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
3
Dentro de la evidencia aceptada tradicionalmente como reveladora de esta motiva-
ción, se encuentran el estudio de los términos de colores, las categorías de nivel básico y
las categorías prototípicas. Para una revisión comentada de estos aportes, véase Lakoff
(1987) y Taylor (1989).
4
Existen otras alternativas de traducción para image-schema (‘imagen esquemáti-
ca’, por ejemplo). Hemos preferido la anotada, puesto que sigue la restricción propuesta
por Johnson (1987) referida al hecho de que no se trata de un tipo de imagen, sino más
bien de un patrón esquemático. La explotación de este constructo como proveedor de
una lógica experiencial se encuentra en Rivano (1999).
219
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
5
La propuesta kantiana en relación con la existencia de estructuras innatas, a priori,
que nos permitirían concebir el tiempo, el espacio tridimensional e incluso la geometría,
prevalece en las formulaciones posteriores de la noción de esquema, en alguna de sus
variantes o extensiones. Las investigaciones pioneras de Bartlett sobre el recuerdo de
episodios, la teoría de los guiones (scripts) de Schank y Abelson, la gramática de las
narraciones (story grammars) de Rumelhart, los marcos (frames) de Minsky, son algu-
nos de los antecedentes en psicología de las aplicaciones contemporáneas en el campo
de la lingüística. Para presentaciones sumarias y referencias sobre estas teorías, puede
remitirse a De Vega (1992).
6
El origen griego del término apunta tanto a la idea de “forma” como a la de “figura”,
y para los retóricos designaba una clase de mecanismo lingüístico para generar o embe-
llecer los argumentos. En contraste con los “tropos”, los esquemas retóricos correspon-
dían a patrones sintácticos (Oakley, 2007).
220
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
7
Muchos de los esquemas que han sido formulados han adquirido el carácter de can-
didatos a universales cognitivos. La discusión sobre este punto supera ampliamente los
límites de este trabajo; sin embargo, se trata de una cuestión central de cuya dilucidación
dependen varios de los modelos de análisis desarrollados en el marco de la lingüística
cognitiva.
221
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
222
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
223
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
8
Tal es el caso de la comprobación de que durante la comprensión de oraciones con-
cretas, se activan de forma rutinaria representaciones visuales y motoras de los objetos
y acciones (de Vega, 2005).
9
‘Balance’ y ‘equilibrio’ pueden verse como términos coextensivos en varios con-
textos. Los datos etimológicos confirman que la referencia inicial en ambos casos es un
instrumento de medida por contrapesos (el primer término expresa de modo más pro-
minente la composición –dos platos– y el segundo incorpora explícitamente la idea de
igualdad). En este trabajo, distinguimos un plano esquemático (el esquema BALANCE),
el plano semántico (el significado de ‘equilibrio’) y el plano de la expresión (en el que se
verifica alternancia en el uso de los términos –“equilibrio/balance corporal”– y especia-
lización –“balance financiero” vs. “equilibrio macro-económico”).
10
En el oído medio reside el órgano que permite la mantención del equilibrio físico
del cuerpo (sentido vestibular).
224
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
11
La caracterización del esquema puede contemplar un segundo prototipo, que co-
rresponde a la imagen la de la balanza. Dentro de sus propiedades más relevantes encon-
tramos la correlación de pesos, que suele expresarse como “inclinación de la balanza (ha-
cia un lado)”. En su aplicación no física este prototipo resulta central en la conceptualiza-
ción de los procesos racionales (con apareamientos como EVALUAR ES MEDIR, DECIDIR/
JUZGAR ES PESAR). No parece necesario ahondar en la centralidad de estas metáforas en
campos como la psicología, la religión o la justicia.
225
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
12
Por contraste, lo desequilibrado es disfuncional e indeseado. Ver más adelante
sección 4.4, en relación a estos presupuestos axiológicos.
13
Choclo: Mazorca de maíz.
14
Chaucha: En Chile, antigua moneda divisionaria de escaso valor.
15
La lista puede, de hecho, ser ampliada: “Le faltan cinco para el peso” y “Le faltan
hallullas para el cuatro”, por ejemplo, son expresiones citadas en foros y glosarios es-
pontáneos de Internet. En esta caracterización general y los desarrollos posteriores nos
valemos de aquellas que consideramos más frecuentes.
16
En este trabajo, analizamos la fórmula idiomática como un tipo de construcción;
no obstante, en términos enunciativos, no resulta difícil rastrear su presencia en múlti-
226
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
ples contextos, especialmente cuando es enunciada con fuerza de insulto, como ocurre
en este ejemplo extraído de internet: “Viejo eso ya no existe, no sé cómo diablos te puede
ser tan difícil entender la información. No quiero ser ofensivo, pero parece que te faltan
palos pal puente”.
17
En el español de Chile, por ejemplo, reconocemos algunas metáforas zoológicas
(‘burro’, ‘ganso’, ‘pavo’, ‘cabeza de chorlito’) y denominaciones derivadas de idealizacio-
nes culturales con distinto grado de transparencia (‘jetón’, ‘pailón’, ‘huevón’, ‘ahuevo-
nao’, ‘asopao’, ‘gil’, ‘agilao’, ‘boquiabierto’, ‘caído del catre’, ‘cachalasnunca’, ‘sopas lesas’,
‘cabeza de bloque’), sin contar otro tipo de producciones de naturaleza fraseológica como
las comparaciones (‘más tonto que los perros nuevos’).
227
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
228
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
229
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
18
Este es un asunto ya desarrollado en el marco de la teoría conceptual de la metáfo-
ra, bajo la noción de invariancia (Lakoff, 1993).
230
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
rimentada como una carencia, esto es, como algo negativo y, en último
término, como malo. La proyección del parámetro axiológico al léxico
permite caracterizar expresiones PLUS (totalidad, conjunto, unidad,
integridad, estar entero/completo/pleno, recomponerse) y expresiones
MINUS (caer en pedazos, estar despedazado/descompuesto/desarma-
do/deshecho).
19
Seguimos aquí la línea de Goldberg (1995).
20
Gustar, interesar, sobrar, encantar, urgir, impresionar, ofender, molestar, y al-
gunos otros.
21
La dinamización del estado permite interpretar la ineptitud como un proceso en
curso, del que puede dar muestras una actuación específica considerada torpe o, incluso,
sólo inadecuada. Esta variante resultará bastante apropiada para usos humorísticos, en
los que la expresión pierde su fuerza aseverativa.
231
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
lógica
esquemática:
E-I [PARTES] [TODO]
‘carencia de
partes’
232
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
22
Otros atributos que han sido considerados en la descripción de unidades fraseo-
lógicas son: la ‘iconicidad’, ‘la no-composicionalidad’, ‘la convencionalidad’, ‘la fijación’.
Para una revisión exhaustiva sobre las relaciones entre metáfora y fraseología, puede
consultarse Iñesta y Pamiés (2002).
233
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Los casos (9) y (10), si bien su interpretación literal resulta más du-
dosa, parecen admitirla en el contexto de juicio ontológico: ‘faltan granos
/ duraznos para que sea considerado (en rigor) un choclo / un tarro (de
duraznos)’.
Por otro lado, a pesar de que la construcción literal con dativo ofrece
altos niveles de productividad, admite un rango amplísimo de relaciones
entre el sintagma nominal (sujeto) y el sintagma preposicional, interpre-
tado también como versión sintética de una cláusula final:
234
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
15. A Pedro le gusta el Cabernet para las carnes (le gusta el Cabernet
para acompañar las carnes)
16. A Pedro le interesa ese tema para su tesis (le interesa ese tema para
hacer su tesis)
235
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
24. “Nunca he dicho que mi padre es un mal padre, lo dejo en claro, pero
de que le faltan palos para el puente sí le faltan, (...)”
25. “(...) A estos sí que le faltan palos pal puente (...)”
23
Ejemplos extraídos de Internet.
236
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
5. Conclusiones
237
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Referencias bibliográficas
238
Metáfora y esquema de imagen en un caso de construcción idiomática / J. Osorio B.
239
Notas sobre la relación metáforas
y argumentación: De lo estratégico
a lo conceptual1
Introducción
1
Este trabajo se desarrolló en el marco de mi investigación post-doctoral patroci-
nada y financiada por la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología, Chile, dentro del
programa Fondecyt, proyecto No. 3090017.
241
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
242
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
lingüística como la psicología han sugerido que las similitudes en las con-
cepciones de mundo entre diferentes culturas han sido producidas por el
uso de metáforas comunes y compartidas. Una de las ideas centrales es
que los valores fundamentales y las opiniones de una cultura particular
son sistemáticamente coherentes con su estructura metafórica y marcos
léxicos.
Un ejemplo recurrente en la bibliografía cognitivista, que ilustra este
último punto, es lo que sucede en la conceptualización, generalizada en
occidente, de las palabras ‘sociedad’ y ‘nación’ que envuelven categorías
como ‘persona’ y ‘familia’, tal como se observa en las siguientes expre-
siones: “naciones vecinas”, “los padres fundadores de la patria”. Algo si-
milar ocurre en la conceptualización de ‘poder político’, que se concibe
como una ‘fuerza física’: “Sacaron a la oposición del gobierno”. Los ejem-
plos son más claros cuando hablamos de ‘amor’, ‘discusión’ y ‘teorías’ en
términos de ‘viaje’, ‘guerra’ y ‘edificios’, respectivamente (Lakoff y John-
son, 1980).
A pesar de que ciertos aspectos o puntos de partida de este acerca-
miento pueden ser materia de discusión, tal como lo manifiesta la sus-
tancial crítica de Davidson (1978) a nivel filosófico, es razonable conside-
rar algunos aspectos de esta propuesta para ejercitar nuevas formas de
descripción y explicación de la metáfora y su papel en la elaboración de
argumentos.
De este modo, el presente trabajo tiene por objetivo fundamental en-
tregar una propuesta teórica y metodológica que vincule, por un lado, los
avances en los estudios de la metáfora desde un punto de vista cognitivo
y, por otro lado, las reflexiones y teorías existentes en el campo de los
estudios de la argumentación. Específicamente, se vinculará el análisis
impulsado por Lakoff y Johnson (1980) y Lakoff y Turner (1989) en el
ámbito de la metáfora, y el modelo de análisis de argumentos propuesto
por Toulmin (1958), y Toulmin, Rieke y Janik (1979), para observar qué
papel le cabría a la metáfora conceptual en el engranaje argumentativo.
Para este propósito, en la primera parte de este trabajo se desarrolla
una discusión en torno a la opción que la teoría de la argumentación con-
temporánea ha tomado para acercarse al problema de los argumentos
metafóricos. Luego, en la segunda sección, se incluyen dos apartados en
los que se sintetizan, primero, los conceptos y herramientas metodológi-
243
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
244
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
2
Un sub-tipo es la comparación figurativa, que es, para van Eemeren, Houtlos-
ser y Snoeck Henkemans (2007), una analogía en sentido estricto; otro sub-tipo es la
argumentación por analogía en la que se apela a la regla de justicia, lo que implica que
la gente en una misma situación debiera ser tratada de la misma forma; otro es la argu-
mentación por analogía que apela al principio de reciprocidad, que consiste en que una
persona debiera actuar hacia otra persona de la misma manera en que la otra lo trató.
Una de las fuentes para distinguir estos sub-tipos es el tratamiento de la técnica de ar-
gumentación hecho por Perelman y Olbrechts-Tyteca (2000); véase también Garssen
(2001, 2002) para una discusión general. En relación con las funciones –o diferentes
usos– de la argumentación por analogía, Johnson y Blair (2006) sostienen que pueden
describir o explicar en un lenguaje provocativo y persuadir con él. Govier (1987) advierte
sobre el uso negativo de la analogía lógica cuando argumentos imperfectos paralelos
son citados para refutar. La argumentación por analogía puede ser usada también para
predecir (van Eemeren, Houtlosser y Snoeck Henkemans, 2007). Walton (1992) llama
la atención sobre el hecho de que la argumentación por analogía puede ser parte de otra
técnica argumentativa, tal como en los argumentos por pendiente resbaladiza.
245
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Y es verdadero de X
porque Y es verdadero de Z
y Z es comparable a X
3
Estas aproximaciones también tienen un parecido a la hora de determinar los tipos
de preguntas críticas que pueden formularse para evaluar este tipo de argumentación:
“The following critical questions can be asked in the case of analogy argumentation: Are
the things that are compared actually comparable?, Are there enough relevant simila-
rities between the things that are compared?, Are there any relevant differences bet-
ween the things that are compared?” (van Eemeren, Houtlosser and Snoeck Henkemans,
2007, p. 139); Walton nota que: “There are three critical questions that are appropriate
for the use of argument from analogy: 1. Are there differences between C1 and C2 that
would tend to undermine the force of the similarity cited?, 2. Is A true (false) in C1?, 3. Is
there some other case C3 that is also similar to C1, but in which A is false (true)? (2006,
p. 97).
4
La evaluación del uso de la argumentación por analogía en casos reales es una línea
de investigación muy importante en la teoría de la argumentación. De acuerdo con van
Eemeren y Grootendorst (1995) en la pragma-dialéctica la regla 7 es violada –en la etapa
de argumentación– cuando el protagonista descansa en un esquema de argumentación
inapropiado: “similarity argumentation is being used incorrectly, if, for instance, in ma-
king an analogy, the conditions for a correct comparison are not fulfilled (1995, p. 140).
Aparte de los estudios en la pragma-dialéctica vinculada especialmente a la evaluación
del discurso argumentativo, Doury (2006) ofrece una aproximación algo distinta.
246
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
lo legal el principio de stare decisis obliga a las cortes a razonar por ana-
logía: “The principle directs judges to avoid unnecessary changes in legal
practice by deciding similar cases in similar ways” (1979, p. 149), que es
el mismo principio que la teoría de la argumentación ha estado usando
para analizar este fenómeno, v.g. ‘principio de justicia’ (van Eemeren,
Houtlosser y Snoeck Henkemans, 2007).
Pero, ¿son adecuadas estas distinciones para analizar metáforas?
Ciertamente no. Sin embargo, si la metáfora ha sido también definida
como una materia de analogía y comparación (en la tradición retórica,
como se observa en Lanham, 1991, y en los estudios de la argumentación,
como se ha observa en esta discusión), ¿hay alguna diferencia real entre
argumentar por analogía y argumentar a través de metáforas? Aparte del
hecho de que la argumentación por analogía ha sido primeramente un
tema en teoría de la argumentación5, y la metáfora, por su parte, en la
ligüística y la retórica (Quintiliano la llama ‘el más bello de los tropos’),
lo que es ya indicativo de una diferencia, el elemento que incrementa la
confusión es la pregunta por saber el rol exacto de la acción o proceso
de la ‘similitud’. Mientras que en la argumentación por analogía la simi-
litud es la dimensión central, en la teoría de la metáfora conceptual es
un aspecto secundario6. Esta es, de hecho, la pretensión defendida por
lingüistas cognitivos como Lakoff y Turner (1989).
De acuerdo con Lakoff y Turner (1989: 198): “Cases like “Achilles is a
lion” have given rise to a false general theory of metaphor, the similarity
theory, which claims that metaphor consists in the highlighting of simila-
rities”. Este ejemplo, y otros, lo utilizan para mostrar que hay, al menos,
tres razones para descartar tal teoría. Las razones pueden sintetizarse
como sigue:
5
Se sabe que con Black (1954, 1979) y Richards (1936) el fenómeno de la metáfora
comenzó a hacer tratado también como un problema en la teoría del conocimiento.
6
‘Similitud’ y ‘comparación’ han sido dos de los conceptos clave para analizar las
metáforas en la tradición, incluyendo en ella también la propuesta de Searle (1979). Cabe
recordar, no obstante, que Searle agrega una nueva e importante dimensión en el análi-
sis, las ‘condiciones de verdad’ en el análisis de los actos de habla indirectos en general,
y en la metáfora en particular.
247
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
248
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
7
Otra función cognitiva básica de algunas metáforas conceptuales es la así llamada
imagen-esquema; véase Sweetser (1990), Talmy (1988).
249
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
¿Se puede sostener que aquí hay argumentación por analogía? No,
porque no hay dos casos similares bajo comparación. El principio de jus-
ticia o el de reciprocidad no aplica. Se podría sostener que es una compa-
ración figurativa, pero se ignora que, primero, no hay indicador de com-
paración; segundo, no aparece comparación imaginaria (dado por el co-
nector ‘como si’); tercero, y más importante, no es claro qué proporción
de propiedades –reales o imaginadas- de una cosa se vincula o relaciona
con la otra; y cuarto, este tipo de opinión es típica en Chile, pero también
en otros países occidentales con marcos culturales conservadores. Por
el contrario, es el dominio completo, la presidencia femenina, el que es
entendido en términos de dueña de casa o madre.
Para entender esta perspectiva teórica se deben añadir herramientas
metodológicas, lo que precisamente será la tarea en la siguiente sección.
Aunque quedan puntos críticos importantes sin total resolución8, se debe
enfatizar que es razonable considerar algunas características de esta pro-
puesta para encontrar formas alternativas de explicación al funciona-
miento metafórico en la estructura argumentativa, ya que como muestra
este último ejemplo, las metáforas son usadas con objetivos persuasivos.
8
La crítica de Davidson (1978), por ejemplo, aun rebota en ciertos ambientes acadé-
micos a la hora de rechazar la propuesta cognitivista. Sostiene Davidson que las metáfo-
ras no son diferentes a otras transacciones lingüísticas rutinarias porque ellas no tienen
más que su significado literal; que ellas, como cualquier otro medio de comunicación,
presuponen un juego interactivo entre una inventiva en la construcción de sentido y
una relación contractual; y que las metáforas pueden causar muchos efectos, pero estos
efectos no son producidos por significados especiales. Para Davidson el error habitual en
el análisis de metáforas es que el contenido de pensamiento que las metáforas pueden
provocar son confundidos con los contenidos mismos de la metáfora.
250
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
2. Conceptos y metodologías
Expresiones como las siguientes: “No creo que esta relación vaya a algu-
na parte”, o “Mira lo lejos que hemos llegado”, muestran que una ‘rela-
ción personal’, que podría incluso contener ‘amor’, es entendida como
un ‘viaje’, siendo este último concepto el que exporta su significado, o su
serie de connotaciones, al primero.
Una explicación resumida de este fenómeno, desde un punto de vista
lingüístico cognitivo, sostiene que el entendimiento humano está com-
puesto por un set de correspondencias entre un dominio fuente y un do-
minio meta. En el ejemplo, el dominio fuente es ‘VIAJE’ (A) y el dominio
meta es ‘RELACIÓN PERSONAL’ o ‘AMOR’ (B). Elementos conceptuales
constituyentes de B corresponden a elementos constituyentes de A. El
proceso de correspondencias entre los dos dominios es llamado ‘mapeo’
en la terminología de Lakoff y Johnson (1980). De este modo, una expre-
sión cotidiana es manifestación de una metáfora conceptual que involu-
cra dos dominios conceptuales, en los que un dominio es conceptualiza-
do en términos del otro.
Es importante añadir que para Lakoff y Johnson (1980) el punto de
partida es un nivel filosófico que ellos llaman ‘experiencialista’, que im-
plica que los dominios fuente son dimensiones más cercanas o inmedia-
tas a la experiencia corporal y que los dominios meta son más abstractos,
lo que redunda en que, en general, el último importa significado desde
el primero. Porque las metáforas conceptuales provienen de nuestra in-
teracción con y en la experiencia, de la cual son producto, tal como las
metáforas de orientación –FELIZ ES ARRIBA, TRISTE ES ABAJO–, ellas se
manifiestan lingüísticamente. Las metáforas lingüísticas en el nivel de las
expresiones son manifestaciones de metáforas conceptuales en el nivel
del entendimiento, el pensamiento y los conceptos. Las metáforas con-
ceptuales exponen mapeos sistemáticos entre dominios, pero al mismo
tiempo son selectivas, esto es, enfatizan ciertos aspectos de la experiencia
y esconden otros. Kövecses (2002) explica el cuadro general de esta si-
tuación con precisión:
251
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
252
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
They have moral premises, that is, they are about what is right; they
use versions of contested values taken from a particular moral view;
they have an implicit or explicit narrative structure, i. e., they all tell
stories with heroes, villains, victims, common themes, etc.; they also
serve as counterarguments: they undermine arguments on the other
side; they have issue-defining frames that set up problem and the so-
lution; they use whether true or not; they use language with surface
frames that evoke deeper frames (2006a, p. 119).
Para Lakoff (2006a) los marcos de superficie que evocan marcos más
profundos en el entendimiento del mundo se obtienen de las expresio-
nes metafóricas. Con mayor claridad Lakoff ilustra esto proponiendo el
análisis del uso del Bad apple frame (el marco de la manzana podrida),
contenido en el dicho popular “una manzana podrida echa a perder el
cajón”, marco que funciona en diferentes culturas en tanto lugar común:
253
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Bad apple frame: Consider the saying “A bad apple spoils the barrel”.
The implication is that if you remove the bad apple or some small
number of bad apples, the others will be fine. The rot is localized and
will not spread. Rot here is a metaphor for immorality. In a case whe-
re there is immoral behavior, it points blame at one person or a few
people –and not to any broader systematic immorality, an immoral
policy, or an immoral culture. This commonplace frame has been used
to limit the inquiry into torture as a systematic problem in the mi-
litary (as in the Abu Gharaib scandal), so the problem is contained.
The army just got rid of the “bad apple” –the lowest-ranking military
personnel involved. The same was true of Enron Corporation, where
a few executives (Jeffrey Skilling and Kenneth Lay) were identified as
bad apples, rather than the entire culture of Enron, where top-level
and even midlevel employees commonly schemed to rip off the public
by taking advantage of the deregulation of utilities with illegal actions
like those code-named “Death Star” and “Get Shorty”. (2006a, p. 126)
254
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
255
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Apoyo
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Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
257
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
implicados como la relación básica que existe entre ellos. Los concep-
tos, evidentemente, son: ‘discusión’ y ‘guerra’.
3. Así, se podría sostener que la metáfora conceptual lleva por nombre:
LAS DISCUSIONES SON GUERRAS, donde el dominio fuente es ‘guerra’
y el dominio meta es ‘discusión’.
4. La caracterización aspectual del dominio fuente rastrea las propieda-
des básicas que éste tiene, lo que a su vez luego permite dirigir el senti-
do de la lógica situacional; en este ejemplo, algunas propiedades bási-
cas que cabría instalar son las siguientes: las guerras requieren tiempo,
que varía de acuerdo con las estrategias militares aplicadas; las guerras
suponen gasto de energía física, mental, económica y social; las guerras
producen víctimas y victimarios; las guerras se producen, entre otras
razones, por diferencias irreconciliables, intereses específicos para lo-
grar ventajas, o abusos de algún tipo (posición, fuerza, status, etc.).
5. La lógica situacional del dominio fuente, en virtud de las propiedades
y la concretísima experiencia que tenemos en él, demuestra entre otras
cosas que: a mayor tiempo atacando, mayor destrucción; mayor po-
der de las armas usadas en el ataque, mayor debilitamiento del lugar
atacado; mejor estrategia de ataque y defensa, mejor el resultado en el
tiempo; mayor precisión en el ataque, más rápidamente se obtiene la
victoria.
6. En este esquema el último paso, quizá el más importante, es la dispo-
sición efectiva de las correspondencias entre los dominios comprome-
tidos en la metáfora conceptual, que para el caso serían: tal como en
la guerra el mejor resultado se obtiene en función de la mejor táctica
militar, así una discusión se gana en función de la mejor estrategia re-
tórica y argumentativa; así como en una guerra la victoria se consigue
atacando los flancos más débiles del enemigo, así la victoria en una
discusión se alcanza atacando los puntos más débiles de los argumen-
tos del oponente.
258
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
3. Casos metafóricos
259
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
1. Texto 1
260
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
yo’ en Toulmin (1958; Toulmin et al., 1979). Por otra parte, no debe per-
derse de vista que en la perspectiva de Lakoff (Lakoff y Johnson, 1980;
Lakoff, 1994) la verdad es experiencial, materia de interacción, tal como
el modelo jurisprudencial de argumentos de Toulmin sostiene respecto
de que las conclusiones de un argumento están siempre sujetas a cam-
pos-dependientes, de acuerdo a criterios de razonabilidad contextual.
En lo contenido en este caso, en el marco de un contexto completa-
mente argumentativo como es el de una columna de opinión, es posible
ver el funcionamiento de, al menos, dos metáforas conceptuales: LA ECO-
NOMÍA ES UN ESTADO CLIMÁTICO, y LA ECONOMÍA ES UNA NAVE, que
se manifiestan, descontando el propio título que ya es indicativo de la
metáfora de base, en expresiones como “Alerta roja en los mercados”, y
en especial en los siguientes dichos de su autor: “¿Será que se nos viene
el huracán? Un análisis frío de las condiciones actuales de la economía
nacional debería despejar los temores, pero en tiempos de tormenta has-
ta las mejores naves pueden naufragar si no son piloteadas con destreza.”
Para la primera metáfora conceptual, las siguientes correspondencias
entre los dominios involucrados pueden ser mencionadas: así como el
estado del tiempo climático puede empeorar rápidamente, así una eco-
nomía nacional puede enfrentarse rápidamente a cambios desfavorables;
así como se debe estar preparado para peores cambios del estado climá-
tico, así también una economía debe adoptar medidas con rapidez para
peores escenarios. Para la segunda metáfora conceptual cabe mencionar
dos correspondencias que se relacionan con el punto de vista que se de-
fiende en la columna de opinión: así como una nave en alta mar turbu-
lento se salva de naufragar por la pericia de su capitán, así también una
economía nacional en un contexto financiero internacional turbulento se
salva de entrar en crisis por la destreza de su máximo responsable; así
como el capitán de una nave en alta mar turbulento debe tomar todas
las medidas para salvaguardar la integridad de la tripulación, así tam-
bién los encargados de la economía nacional en el contexto financiero
internacional turbulento deben tomar todas las medidas para asegurar el
crecimiento de la actividad económica.
La pregunta básica que anima a este trabajo nuevamente aparece con
propiedad: ¿cuál es la función o lugar de una metáfora conceptual en un
argumento real? Se puede comenzar a responder esta pregunta, una vez
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
1. Alerta roja
2. Se anuncian huracanes Entonces La nave puede naufragar
3. Si no se controla bien
la nave Cualificador Conclusión
Datos
Garantía
Metáforas conceptuales:
Apoyo
Garantía
Metáforas conceptuales
Apoyo
262
Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Por otra parte, y siguiendo a Lakoff y Johnson (1980), estas dos metáfo-
ras conceptuales pueden ser vistas como ‘metáforas convencionalizadas’, y
estos tipos de “metaphors are deeply entrenched and hence well know and
widely used in a speech community” (Kövecses, 2002, p. 248). De acuerdo
a Fillmore (1982) y Lakoff (1994), dado cierto marco conceptual, el me-
canismo semántico generativo de importar-exportar significado entre los
dominios marcará siempre la comprensión del concepto o los conceptos
involucrados, tal como muestra el ejemplo que se ha analizado. Desde una
perspectiva retórica, el hablante podrá enfatizar ciertos aspectos que el mar-
co conceptual contiene, y sus preferencias podrían proyectar los tipos recu-
rrentes de apoyos-marcos sociales respecto de los que el hablante es parte.
Texto 2
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Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
1. La madre no ordena
2. La madre no tiene claro Entonces La madre no es una buena madre
qué decir
3. Los niños llegan a casa Cualificador Conclusión
a cualquier hora
4. La cena está tarde
5. No hay dinero para la
comida A una familia le va bien cuan-
6. El presupuesto se do la madre lo hace bien
pierde en actividades
no consideradas pre- Garantía
viamente
7. El marido sale en las
noches y se emborracha
Metáforas conceptuales:
Datos
EL PAÍS ES UN FAMILIA
LA PRESIDENTE ES UNA MADRE
Apoyo
1. El Presidente no
ordena Entonces El Presidente no es un buen
2. El Presidente no tiene Presidente
claro qué decir Cualificador
3. La gente está en Conclusión
desorden
4. (Los proyectos para
el parlamento llegan
A un país le va bien cuando el
tarde)
Presidente lo hace bien
5. (El presupuesto
nacional está mal Garantía
organizado)
6. (El presupuesto
nacional se pierde en
actividades improvi-
sadas)
Metáforas conceptuales
7. (Los ministros hacen
lo que quieren) EL PAÍS ES UNA FAMILIA
Datos LA PRESIDENTE ES UNA MADRE
Apoyo
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
There is a general answer to these questions for all poetry with the
characteristics of this proverb [Blind/blames the ditch]. There exists
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
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Texto 3
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Conclusiones
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Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
Referencias bibliográficas
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Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
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Notas sobre la relación metáforas y argumentación: De lo estratégico a lo conceptual / C. Santibáñez Y.
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Significado secundario, propiedades
fenoménicas y metáfora
1. Introducción
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Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
no se dice que la poesía deba ser en un sentido usual o primario una mo-
neda, sino que se hace una metáfora. Aquello que se dice en la metáfora
puede ser expresado también bajo otros conceptos, la metáfora no parece
ser necesaria para expresar el contenido proposicional de este enunciado,
aunque sin duda los aspectos no proposicionales tales como las imáge-
nes que la metáfora evoca y los sentimientos o connotaciones subjetivas
que ella produce (aquello que Frege llamaría la representación subjetiva
que acompaña al sentido) no quedarían capturados por la expresión con-
ceptual que suprime a la metáfora. Donald Davidson expresó una opinión
coincidente acerca de la naturaleza de la metáfora y, de acuerdo a mi opi-
nión, sería también la posición de Wittgenstein al respecto: no hay algo así
como un significado metafórico en el sentido de un significado extendido
1
Jorge Teillier.
278
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
o divergente del significado que damos a las palabras en el sistema del len-
guaje (Davidson, 1984). La discusión acerca de la naturaleza de la noción
de significado secundario debería contribuir a aclarar esta cuestión que
despierta cierta polémica, como también debería mostrar que, indepen-
dientemente de las opiniones coincidentes antes aludidas, la posición de
Davidson acerca de la metáfora no puede ser identificada con la noción de
significado secundario como algunos erróneamente han pretendido2. Uno
de mis propósitos en este artículo será mostrar que la noción de signifi-
cado secundario puede aclarar ciertos usos de palabras que comúnmente
serían reconocidos como usos metafóricos, pero dado que no cumplen
con la condición bosquejada más arriba deberían caer fuera del ámbito
de lo metafórico. Me centraré en la expresión de estados internos, ta-
les como sensaciones y sentimientos. Mi propuesta será que la noción
de Wittgenstein de significado secundario puede dar cuenta del aspec-
to creativo de nuestro lenguaje acerca de estados y procesos subjetivos
asociados, por ejemplo, a la sensación, al sentimiento y a la emoción. Se
ha identificado a la expresión metafórica como cumpliendo esta función
creativa, ciertamente, pero hay aspectos de la metáfora que la hacen se-
mánticamente diversa de la noción de significado secundario, algunos de
ellos los mostró con claridad Wittgenstein y otros han quedado opaca-
dos, como he adelantado, no sólo por la parquedad de sus afirmaciones
al respecto, sino también por cierta incapacidad para ver las conexiones
que tiene la noción de significado secundario con otros conceptos que
Wittgenstein construye en las Investigaciones filosóficas y que aparecen
yuxtapuestos a los de significado secundario. Se trata de los conceptos
de experiencia o vivencia del significado (Bedeutungserlebnis) y de ce-
guera para el significado (Bedeuntungsblindheit). La incapacidad de los
comentaristas para ver estas conexiones está sin duda motivada por cier-
tas confusiones acerca del rechazo de Wittgenstein a las concepciones
mentalistas del significado, sus múltiples argumentos acerca del carácter
no normativo de los contenidos mentales ha oscurecido la comprensión
de sus afirmaciones acerca de ciertas experiencias subjetivas que pueden
acompañar el uso de nuestras palabras que Wittgenstein capturó con su
2
He examinado críticamente un intento de esta naturaleza por parte de Joachim
Schulte (Schulte, 1989) en Torres (2005).
279
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
3
Una idea que yo mismo defendí, en Torres (2005, p. 60), sobre la base de la dis-
tinción entre razones y causas de Wittgenstein y utilizando, también, el concepto de
trasfondo de la intencionalidad (background of intentionality) de John Searle (Searle,
1992; y Searle, 1998). Aunque rechazo ahora esa tesis, mantengo los argumentos que allí
presenté para defender la distinción entre metáfora y significado secundario, y la crítica
a los intentos de identificar la metáfora tal como la entiende Davidson con la noción de
significado secundario.
280
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
Ahora bien, pretender que esto es todo lo que podemos decir acerca
del significado secundario es cometer un error importante acerca de la
naturaleza del examen que pretende hacer Wittgenstein. Su examen no
es de carácter empírico-psicológico, no es una investigación causal, sino
una investigación conceptual y, también, de naturaleza fenomenológi-
ca, como argumentaré más adelante, y justamente es esto lo que quiere
mostrar Wittgenstein al afirmar que no dice nada acerca de las causas
del significado secundario. Hay que recordar aquí, por ejemplo, aquello
que sostiene sobre la importancia de su investigación acerca de con-
ceptos tales como ver un aspecto y familiaridad. Respecto del primero
dice: “Sus causas interesan a los psicólogos. A nosotros nos interesa el
concepto y su ubicación entre los conceptos de experiencia” (Wittgens-
tein, 1988, p. 445). Y respecto de la vivencia de familiaridad sostiene:
“[…] lo que constituye la familiaridad no es el hecho histórico de que
yo haya visto frecuentemente tales objetos, etc.; porque la historia que
precede a la experiencia no se encuentra en ella misma” (Wittgenstein,
1992, p. 149). Algo semejante debemos afirmar acerca de los enuncia-
dos de significado secundario, pues sea cual sea la explicación cau-
sal de estos enunciados, debemos preguntarnos por aquello que hace
que podamos, muchas veces, reaccionar con comprensión respecto de
ellos, debemos preguntarnos qué tipos de experiencias hacen posible
281
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
4
Dice Wittgenstein:
Esto se parece a la manera en que algunas personas no entienden la pregunta
“¿Qué color tiene para ti la vocal a?” –Si alguien no la entendiera, si declarara
que es un puro sin-sentido –¿no podríamos decir que no entiende español, o
que no entiende el significado de las palabras “color”, “vocal”, etcétera?
Por el contrario: si ha aprendido a entender estas palabras, entonces también
podría reaccionar ante aquella pregunta ‘con comprensión’ o ‘sin compren-
sión’ (Wittgenstein, 1997b, § 185).
5
Una propuesta de este tipo la hace Eduardo Fermandois en su artículo en prensa
“Imagen, aspecto, emoción. Apuntes para una fenomenología de la metáfora” (2009,
Sección 5).
282
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
283
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
6
Obsérvese que la traducción al español suprime erróneamente la negación en este
enunciado.
284
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
797. [...] el uso secundario consiste en aplicar la palabra con este uso
primario en circunstancias nuevas.
798. En este sentido, se podría tratar de llamar al significado secun-
dario “translaticio”.
799. Pero la relación no es aquí como aquella que se da entre “cortar
un trozo de cuerda” e “interrumpir el discurso”, puesto que aquí no se
tiene por qué usar la expresión figurativa. Y cuando se dice “la vocal e
es amarilla” la palabra amarillo no se usa figurativamente. (Wittgens-
tein, 1987).
285
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
286
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
roja sobre la mesa, pero aun así, aunque tenga una ilusión de que hay
una manzana roja sobre la mesa, mi experiencia representa algo, aquello
que representa ha sido llamado el objeto intencional de mi experiencia.
Sin embargo, hay estados mentales que no parecen representar nada y
que consisten simplemente en la cualidad subjetiva que los constituyen.
El dolor ha sido reconocido como un estado mental de este tipo, es decir,
como un estado no intencional, un estado que no tiene la cualidad de
representar nada en el mundo. Si seguimos una argumentación como la
que daría Wittgenstein al respecto deberíamos decir, por ejemplo, que
creo que hay sobre la mesa una manzana roja porque tengo una evidencia
de que hay allí un objeto de tales características, pero, en cambio, carece
de sentido decir que creo que tengo un dolor porque siento un dolor.
Tener un dolor es sentirlo (Wittgenstein, 1988, § 246). Y dado que los
dolores no representan sus causas (no tienen como objeto intencional su
causa), no puede constituir un criterio de que tengo un dolor el conoci-
miento de su causa. Puedo conocer aquella causa y sentir el dolor, pero
también puedo sentir el dolor sin conocer su causa, como también puedo
conocer y sufrir el evento que normalmente es la causa de un dolor sin
sentir el dolor. La naturaleza del dolor mostraría entonces que hay rasgos
de nuestra experiencia que carecen de contenido representacional y sólo
tendrían contenido cualitativo. Wittgenstein lo dice de manera un tanto
enigmática en una sola frase: “La imagen (Vorstellung) del dolor no es
una figura (Bild) y esta imagen tampoco es reemplazable en el juego de
lenguaje por algo que llamaríamos una figura” (Wittgenstein, 1988, § 300).
Se ha sostenido que así ocurre también con la experiencia subjetiva de los
colores. John Locke ya argumentó, en el Ensayo sobre el entendimiento
humano (1690), que la inversión de nuestra experiencia de rojo respecto
de la de verde, por ejemplo, podría dejar intacto nuestro desempeño fun-
cional al respecto, nuestra conducta acerca de los colores podría ser in-
distinguible de quien no ha sufrido la inversión sólo haciendo los ajustes
necesarios respecto de la aplicación de las palabras que nombran colores.
Esto mostraría que la experiencia sujetiva del color no participa semánti-
camente del lenguaje acerca de colores y no sería por ello una experiencia
de carácter intencional.
Wittgenstein no parece inicialmente centrar su investigación en esta-
dos subjetivos que no tengan consecuencias conductuales, como los con-
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Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
7
‘Avowals’ en inglés (García Suárez, 1976).
8
Acerca del concepto de declaración, en el contexto de la concepción no-cognitiva de
las declaraciones en Wittgenstein, véase García Suárez (1976, pp. 134-154).
291
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9
Para una explicación de por qué el enunciado “Todo me parece irreal” es un enun-
ciado de significado secundario, ver más adelante ejemplo (4).
292
Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
Dice Wittgenstein:
293
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Referencias bibliográficas
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Significado secundario, propiedades fenoménicas y metáfora / J. Torres
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Índice de nombres
Asen, R., 106, 110-112, 116. García Suárez, A., 284, 291.
Aristóteles, 33, 65, 71, 241, 242, 270, 272. Gibbs, R.W., 17, 33, 36, 77, 141, 142, 182-
Bally, Ch., 167, 169, 171, 175. 187, 205, 266.
Barsalou, L.W., 77. Goodman, N., 23, 63, 123, 124, 132, 133.
Blair, A., 245, 272. Govier, T., 68, 245.
Black, M., 68, 247. Grice, H., 76, 123, 136.
Cameron, L., 32-35. Grootendorst, R., 242, 245, 246, 265.
Chafe, W. L., 174-175. Haarmann, H., 75.
Chomsky, N., 76, 105. Habermas, J., 99-106, 109-111, 113, 115-
Classen, C., 146, 155. 118.
Cortázar, J., 135. Hanfling, O. 277, 283.
Cooper, D., 123, 128, 130, 136. Heráclito, 82.
Corpas Pastor, G., 167, 170-171, 174-175, Hesse, M., 23, 66, 68, 123-132.
184, 209. Hörmann, H., 91.
Coseriu, E., 169, 171, 207, 208. Ingold, T., 87.
Danto, A., 64. Johnson, M., 14, 16-19, 32, 36, 56, 61, 62,
Davidson, D., 22, 26, 81-84, 86-87, 89, 123, 67, 77, 78, 123, 133, 141, 145, 154, 156,
124, 134-136, 243, 250, 278-280, 284. 168, 205, 217, 219-222, 242-245, 248,
de Man, P., 123. 251, 252, 257, 261, 264, 272.
Derrida, J., 63, 123, 124, 127, 133. Katz, J., 76, 77.
Diamond, C., 285. Kövecses, Z., 15, 141, 159, 242, 248, 251,
Ducrot, O., 242, 270. 252, 257, 264, 266.
Eemeren, van, F., 242, 244-247, 265, 267, Laclau, E., 114, 115.
270. Lakatos, I., 68, 69.
Evans, N., 154, 155, 217, 235. Lakoff, G., 14, 16-20, 32, 33, 35, 36, 56, 67,
Fauconnier, G. 19, 217. 77, 123, 133, 141, 145, 154, 168, 184,
Fodor, J., 76. 205, 217-219, 221, 223, 227, 230, 242-
Fraser, N., 100, 102, 104, 110, 11, 113, 174. 244, 247-249, 251-253, 257, 259, 261,
Frege, G., 15, 278, 282. 264, 266, 267, 272.
Gadamer, G., 123, 125-126, 128-130. Locke, J., 175-177.
García-Page, M., 172-175. Makkai, A., 63.
299
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
300
Índice analítico
301
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
lingüística cognitiva, 20, 32, 44, 141, 145, proverbios, 257, 259, 266, 267, 270
156, 217, 218, 224, 244, 263, 266 públicos,
lingüística de corpus, 34 particulares, 100, 110-118
literalidad, 79-87, 131 contrapúblicos, 100, 111-112
lógica factual, 255-256 qualia, 288-289
LOS SISTEMAS ECONÓMICOS SON EDIFICIOS, regularidad/irregularidad lingüística, 168,
259 173, 181, 186
mapeo, 17, 26, 248-251, 257 selección de propiedades, 149
marcadores semánticos, 76 sensación, 279, 286, 292
marco semántico, 188 de irrealidad, 293
metáfora, sentencia, 79-87
compleja, 18-19 sentido,
conceptual, 14, 18, 20, 36, 49, 141- común, 89
142, 219, 222, 249-272 literal, 66, 79, 85, 92, 125, 135, 182
muerta, 135 significado,
orientacional, 16 en sí, 86, 93
primaria, 18, 32 literal, 75-89, 123-137, 173, 182-
teoría neuronal, 18-20 188, 244, 250
metaforicidad, 80, 125-136, 233 propio, 75, 81, 87, 92
metonimia, 134, 142, 145, 167-210 secundario, 277-296
de público, 99-119 subjetivo, 76
modelos de racionalidad, 106 similitud, 244-248
motivación semántica, 183, 190-192, 200 sistema conceptual, 218, 248
normatividad, 272 stare decisis, 247
parecidos de familia, 130-132 uso literal, 82, 84, 89, 125, 129
polisemia, 17, 143, 224 validez, 59, 61
preguntas críticas, 246 valor, 39, 54, 62, 69-70, 147-149, 157-159,
premisa, 59, 62, 245, 255 230,
presuposiciones pragmáticas, 106 verbum communis, 93
propiedades prototípicas (de la percep- verbum proprium, 84, 89, 93
ción), 146-161 verdad, ética de la, 60
proposición, 80, 86, 88, 177, 278, 295 vivencia, 279-281, 284-296
302
Sobre los autores
Daniel Cohen: Profesor Titular del Departamento de Filosofía del Colby Co-
llege, Estados Unidos. Fue director de este departamento entre los años 1993 y
1999. Doctor en Filosofía por la Universidad de Indiana, Estados Unidos. Sus
áreas de trabajo son la teoría de la argumentación, la filosofía el lenguaje, la
teoría de la metáfora, y la filosofía de Wittgenstein.
303
Recorridos de la metáfora: Mente, espacio y diálogo / C. Santibáñez Y. y J. Osorio B. (eds.)
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Este libro,
editado por
Cosmigonon Ediciones,
se terminó de imprimir
en el mes de 0ctubre de 2011,
en los talleres de
Trama Impresores S.A.
(que sólo actúa como impresor),
Hualpén
Chile