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Querida mía, el mundo es demasiado aburrido. Por eso no hay ni telepatía, ni fantasmas, ni platillos
voladores. Nada de eso puede existir. El mundo se rige por leyes rígidas como el hierro colado y eso es muy
aburrido. Desgraciadamente, nadie viola esas leyes. No pueden alterarse (...). En la Edad Media era más
interesante. Cada casa tenía su duende y cada iglesia su Dios. ¡La gente era joven! Ahora, uno de cada
cuatro es un viejo. ¡Oh, qué aburrido es todo eso, mi ángel!
Stalker (1979), Andrey Tarkovsky.
En el presente ensayo pretendo mostrar y comparar dos análisis pertenecientes a dos filósofos
distintos: Rudolf Carnap en La superación de la metafísica por medio del análisis lógico del
lenguaje (1931-1932) y Ludwig Wittgenstein con Una conferencia sobre la ética (1930) y,
además, diversas anotaciones sueltas de sus manuscritos que en lo posterior a su muerte
fueron publicadas. El hilo conductual será la refutación de la metafísica que caracteriza el
tren de pensamientos de ambos, sus puntos de convergencia y momentos de separación.
Hemos de adelantar que en cada caso comparten la siguiente tesis: la metafísica no produce
más que pseudoproposiciones carentes de sentido. No obstante, los caminos se bifurcan en lo
posterior a tal argumento. Carnap parece desvalorizar tajantemente a la metafísica dado que,
en términos de la lógica moderna, dice nada; mientras que Wittgenstein, incluso asumiendo
esto como una certeza, le da un sitio dentro de su sistema de pensamiento. Superchería
producto de la teología o serio testimonio de nuestro devenir como especie, he ahí la
separación entre dos autores que en principio parecían bailar bajo el mismo compás.
Para dar inicio, habré de describir los argumentos de Carnap y en lo posterior los de
Wittgenstein apoyándome en los apuntes antes mencionados (particularmente los escritos
entre los años 1929 a 1941) que fueron recopilados en el libro Observaciones (1977), pues
cuando el austriaco llega a la conclusión en su conferencia ésta puede llegar a parecer un
poco precipitada y quizá dichas anotaciones sean una posible manera de complementar su
postura respecto a aquello de lo que no se puede hablar (Wittgenstein, 278).