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CATÁSTROFES EN CHILE
1541-1992
ROSA URRUTIA DE HAZBUN
CARLOS LANZA LAZCANO

EDITORIAL LA NORIA
INTRODUCCIÓN

En la evolución de los pueblos hay sucesos que escapan a su control,


acarreando transformaciones en su modo de vida y en el devenir histórico. Nos
referimos a los fenómenos climáticos, telúricos o antrópicos, que al afectar al ser
humano se transforman en catástrofes o en desastres. Estos eventos no han sido los
prioritarios para los historiadores, pues han dado mayor importancia a los actos
bélicos, diplomáticos, políticos o sociales.

Chile, por su configuración y ubicación geográfica es un país de catástrofes; el


pueblo chileno las ha sufrido desde el inicio de su historia, condicionando su vida, al
tratar de hacerles frente o superarlas. Antes, los aborígenes, con una relación natural
con el medio ambiente, seguramente las enfrentaron o sucumbieron, pero sólo nos
han legado una que otra tradición. Los escasos estudios y documentos de épocas
pretéritas las tocaron tangencialmente, a pesar de que siempre estuvieron presentes
en la realidad de la población.
.

Creemos que el mejor conocimiento que logremos de las catástrofes del pasado
nos ayudará a entender más claramente la realidad de las actuales y estaremos en
mejores condiciones para enfrentar el futuro. Por ésto, hemos tratado de relatar los
hechos históricos representándolos tal como fueron y como afectaron a la sociedad
de la época, ciñiéndonos sólo a los hechos.

Estimamos que la falta de conciencia acerca de que estos sucesos nos


acompañarán siempre, que existen y que se repetirán, no nos facultarán para
minimizar sus consecuencias en el futuro, considerando, además, que los conceptos

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de catástrofe y desastre son relativamente nuevos. Son el producto de los conoci-
mientos actuales de las causas y características de los fenómenos naturales, que por
su índole, afectan al ser humano, causándole daños o perjuicios que es necesario
evitar o aminorar. También podrán serla consecuencia del rápido avance tecnológi-
co, no siempre medido, que afectará a las personas; se agregarán, posiblemente
nuevas epidemias, u otras adquirirán esas características, como la drogadicción, con
todas sus implicancias sociales, económicas y morales.

Estos antecedentes y la actividad que por vatios años tuvimos en la Oficina


Nacional de Emergencia del ministerio del Interior nos llevó a recopilar en "LAS
CATÁSTROFES EN CHILE 1541-1992" todos los antecedentes historíeos relacio-
nados con los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, epidemias, epizootias,
plagas, hambrunas, inundaciones, sequías, además de los incendios urbanos y
forestales que se han producido en el país, dañando a la población y sus bienes.
Dejamos de lado los que no afectaron al ser humano, como fue el caso de algunas
erupciones volcánicas o incendios forestales. No tocamos los temas bélicos, los
accidentes, ni las convulciones internas productos de motivos políticos. Tampoco
incluímos la catástrofe de algunos pueblos nativos que llegaron al nivel de desapa-
recer, como es el caso de los onas, chonos, alacalufes, yamanes y tehuelches,
porque no corresponden a la temática de este libro. Partimos de la premisa de que
la historia del país es conocida, por lo que al referirnos a un hecho específico, como
la guerra de ocupación de los primeros siglos, la revolución de la Independencia, la
guerra del Pacífico, las revoluciones del siglo pasado y el derrocamiento del
Presidente en 1973, sólo indicamos sus consecuencias catastróficas en pérdidas de
bienes.

No analizamos ni interpretamos los eventos. Se trata de una recopilación de los


hechos desgraciados que sucedieron, con el objeto de divulgarlos en un lenguaje
periodístico, destinado a despertar la curiosidad y la conciencia del público que
busque una información amplia y comprensiva de las catástrofes que ha sufrido la
población y como antecedentes fidedignos y compendiados para los que necesiten
adentrarse en el tema.

La recopilación es el producto de una investigación basada principalmente en


crónicas y fuentes directas y contemporáneas al hecho acaecido, como se constata
en las "fuentes bibliográficas". Está presentada en orden cronológico, desde 1541,
con la primera catástrofe que aconteció al grupo de conquistadores que llegaron con

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Pedro de Valdivia, el incendio del día 11 de septiembre, y finaliza con las últimas del
año 1992, además de un resumen de la forma en que está afectando a la población
la nueva epidemia de SIDA, cuyas proyecciones son aún difíciles de preveer.

La información está dividida en capítulos que coinciden con los siglos. Estos
comienzan con un resumen de los eventos, destacando los más impactantes o
relevantes. Al finalizar cada centuria se incluyeron mapas que grafican las situaciones
catastróficas, agrupadas por variables afines.

Nuestros agradecimientos al personal de la Biblioteca del Congreso y nuestra


gratitud para los funcionarios de la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos,
especialmente para el personal de la Biblioteca Nacional, quienes no escatimaron
esfuerzos para poner todos los documentos a nuestra disposición. Nuestro particular
reconocimiento para la señorita Azucena Torres Justiniano (Q. E. P. D.). Encargada de
la Sala Medina, quien no sólo puso a nuestra disposición libros y documentos,
también nos dio amplia acogida por cerca de cuatro años y nos brindó su hospitalidad.

LOS AUTORES

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SIGLO XVI

El incendio de Santiago por los nativos, el 11 de septiembre de 1541, fue la primera catástrofe
registrada en la historia después de la llegada de los españoles a Chile, la premonitora de las
calamidades del siglo XVI y el inicio de lo que sería la historia catastrófica del país en los años
venideros.
Los españoles tuvieron que defender, permanentemente, sus ciudades, fuertes, sembrados y
animales de los continuos ataques de los indígenas, quienes, por todos los medios, intentaron
disuadirlos de quedarse en sus tierras, mientras éstos trataron de avanzar en la conquista, con
métodos más o menos similares. Fue el enfrentamiento de dos culturas.
El incendio de La Serena en 1548, de Angol en 1586, de Chillan y Valdivia en 1599 fueron
acciones de los indios destinadas a lograr el objetivo antes señalado.
El contacto entre españoles y aborígenes produjo, además, una amalgama de acontecimientos
que muchas veces derivaron en catástrofes o calamidades que afectaron por igual a todos los
habitantes del territorio, los nativos y los que venían a conquistarlo; tuvieron que superarlas para poder
sobrevivir. Tales fueron las hambrunas de 1553; el chavalongo de 1556; la disentería de 1562 y la
viruela de 1561, 1589 y la de 1591 que se prolongó casi hasta fines del siglo.
El clima del país, a pesar de las ponderaciones que hiciera años más tarde Pedro de Valdivia
a Carlos VJugóur[papel negativo desde la llegada del adelantado Diego de Almagro: en la ruta por
la cordillera se encontró con las lluvias torrenciales del verano, y si bien luego llegó al valle fértil y
cultivado del río Aconcagua, las noticias que le trajo del sur Gómez de Alvarado, en pleno invierno de
1536, sobre campos yermos, cubiertos de ciénagas, lluvias constantes y frío, unidas a la falta de oro,
lo determinaron a volver al Perú. Con el correr de los años, los temporales, las inundaciones y
principalmente, los desbordes de los ríos Mapocho y Maipo siguieron afectando negativamente a los
conquistadores que estaban tratando de asentarse en el territorio. Tales fueron las avenidas de 1574,
1581 y 1597.
Lo mismo sucedió con las plagas de ratones y langostas que devastaron las siembras, cosechas
y viñas en 1580 y 1591; el "carache" de 1549, y las sequías de 1555 y 1556 que produjeron hambre
por desabastecimiento.
Los terremotos y maremotos de 1570 y 1575 dejaron a Concepción y Valdivia en el suelo.
El reino que soportó esta serie de calamidades fue conformándose en los cincuenta años del
siglo XVI, además de Santiago, con las fundaciones de La Serena, Chillan, La Imperial, Concepción,
Angol, Valdivia, Villarrica, Osorno, Castro y varios fuertes. Estas fueron, por lo menos en los primeros

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años, mitad campamentos militares y mitad ciudades en gestación; hacia fines del siglo eran más bien
villas rodeadas de murallas y fuertes, para la defensa contra los ataques de los aborígenes.
Al principio, las casas eran sólo de paja y madera, "según la trasa que les di" informaría Pedro
de Valdivia al monarca, en la carta del 4 de septiembre de 1545; luego fueron de adobes, y sólo a fines
del siglo, después de los terremotos de 1570 y 1575 se empezaron a ocupar ladrillos, cal y piedras
y los techos comenzaron a fabricarse de tejas, en lugar de paja. De todos modos, el adobe siguió
siendo el material más usado y por supuesto, se siguió ocupando madera. En cada una de las ciudades
fundadas por los españoles,el abastecimiento de agua se sacaba de los ríos, mediante acequias, que
por lo general, las cruzaban o quedaban muy próximas, recibiendo toda clase de desperdicios,
basuras y animales muertos; en Santiago fue el río Mapocho.
En 1552, Pedro de Valdivia fundó el hospital San Juan de Dios y en 1556 se acordó agregarle
una capilla. En 1553 había una botica en Santiago, que causó más de un problema al cabildo, porque
los remedios eran añejos y caros; se estableció que los que "tenían autoridad de médicos" debían
realizar inspecciones y controlar los precios, para que fueran justos. Ese año había, por lo menos, tres
médicos en Santiago, uno de los cuales había sido boticario en Centroamérica y en Arequipa.
Los terremotos y maremotos; incendios urbanos; inundaciones y sequías; epidemias, epizoo-
tias, plagas y hambrunas ocurridos durante el siglo XVI, después de la llegada de los españoles, se
indican con sus respectivas fechas y áreas territoriales involucradas, en sendos mapas, al final del
capítulo.
.

INCENDIO DE SANTIAGO EN 1541

Siete meses habían transcurrido desde que Pedro de Valdivia decidiera fundar Santiago del
Nuevo Extremo, cuando se produjo la primera catástrofe para los españoles: el incendio del 11 de
septiembre de 1541, que redujo a escombros y cenizas todo lo que habían logrado construir en ese
escaso lapso de tiempo.
El origen del incendio fue la batalla librada por los nativos, al mando de Michimalongo, tratando
de liberar a siete caciques que Valdivia tenía como rehenes. Al tanto de los movimientos de los
españoles, sabían que Santiago estaba casi desguarnecida, por lo que acometieron al amanecer. La
muerte por degollamiento de los caciques, fortificó el ánimo de los indígenas. Como no lograron
vencer, prendieron fuego por los cuatro costados a la precaria ciudad, quemando las pocas chozas
de madera y paja y las empalizadas de carrizo, saqueando la comida, la ropa y todo lo que
encontraron.
Si bien la batalla dejó algunas bajas a los conquistadores, fue el incendio el que produjo las
mayores calamidades, con consecuencias catastróficas. Quedaron sólo "con los andrajos que
teníamos para la guerra y las armas que a cuesta teníamos" informaría Pedro de Valdivia a Carlos
V, cuatro años después, en carta del 4 de septiembre de 1545. Sólo les quedaron dos almuerzas de
trigo, dos chanchas, un cochinillo, un pollo y una gallina, que como fue la multiplicadora de todos los
pollos, la llamaron la "madre Eva". Todo lo demás se perdió.
Valdivia y su gente tuvieron que abocarse a reedificar la ciudad. Empezaron por la iglesia,
usando, esta vez, adobes para aminorar las consecuencias de nuevos incendios. Trabajaron
españoles e indios amigos en acarrear maderas y pajas de los campos y en asentar adobes. Todos
araron, sembraron y cuidaron las sementeras. Los aborígenes habían decidido no sembrar, para no
alimentar a los españoles, manteniéndose de cebolletas, avenas y yerbas que se producían, en
abundancia, en formar silvestre.
Para los españoles la situación se tornó desastrosa, los esfuerzos fueron sobrehumanos,
debiendo trabajar siempre armados, con los caballos ensillados, dejando guardias permanentes para

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evitarse sorpresas, ya que los indios procuraron, más de una vez, destruirles las siembras.
El primer año, luego del incendio fue de grandes estrecheses, pero el segundo, 1542,1ue
realmente de hambre y desnudez. Se dejó de decir misa porque se acabó el vino, no hubo con qué
herrar a los caballos y se terminó la pólvora.
En este incendio también se quemaron las actas del cabildo. Luis de Cartagena, el escribano
público y del cabildo tuvo que tomar los acuerdos en cartas y papeles viejos y en los cueros de las
ovejas. Los primeros se despedazaron de puro gastados y los cueros, por no tener donde guardar-
los, fueron pasto de los perros. Todos estos hechos quedaron consignados en el "Libro Becerro" de
Santiago.

CARACHE DE 1549

El año 1549 una epizootia de "carache" atacó al ganado, principalmente a las ovejas recién
traídas desde el Perú. El cabildo de Santiago estimó que para terminar con el mal debían sacrificarse
los animales infectados. Tres años más tarde, como aún no se superaba el problema, resolvió, en
la sesión del 25 de enero de 1552, que se exterminaran todas las ovejas que quedaban vivas, para
erradicar definitivamente la enfermedad.

PRIMER INCENDIO DE LA SERENA EN 1548

Los conquistadores necesitaban un lugar poblado hacia el norte para disponer de un sitio de
apoyo en los viajes por tierra al Perú. Para tales efectos, Valdivia envió a Juan Bohon, quien en los
últimos meses de 1544 fundó La Serena, en el valle de Coquimbo.
A mediados de noviembre de 1548 los indios de los valles de Copiapó, Coquimbo, Huasco y
Liman' declarados en abierta rebelión, cayeron sobre la nueva ciudad, matando casi a todos los
vecinos, a los caballos e incluso, a los animales domésticos, la quemaron, destrozaron la vajilla y los
muebles, en tal forma que no quedara rastro de ella. Sólo sobrevivieron algunos vecinos que se fueron
a los campos, varios yanaconas - indios esclavos traídos del Perú - y dos soldados que llegaron a
Santiago a dar la triste nueva.

HAMBRUNA DE 1553 Y SEQUÍAS DE 1555 Y 1556

Los nativos dedicados a la guerra "ocuparon sus manos en los arcos, las lanzas y macanas"
dejando de arar y sembrar, por lo menos durante tres años, lo que produjo grandes calamidades y
hambruna, afectando por igual a españoles y aborígenes. La necesidad de alimentarse llevó a los
indios a cometer actos de antropofagia, matándose unos a otros, más de una vez. Cuenta un cronista
que los indios se ataban los muslos, cortándose pedazos para comérselos a bocados, y agrega el
caso de un indígena preso en la ciudad, que se cortó los talones para sacar los pies del cepo, pero
antes de huir, fue al fuego para asarlos y comérselos. Esto llegó a sus extremos en el año 1553,
causando espanto y acostumbramiento. Y aunque después se comenzaron a dar buenas cosechas
y fueron de tal magnitud, que quedaron sin coger doscientas mil "hanegas" de trigo por no haber quien

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las quisiese, los indios siguieron prefiriendo la carne humana. Tanto se habituaron, que varios
caciques llegaron a poseer herramientas para el oficio de carniceros, tales como tajones, machetes
y perchas donde colgaban la carne; otros mantuvieron hombres encerrados en jaulas, engordándolos,
para luego comérselos.
Entre 1555 y 1556 se produjo una gran sequ ía en los territorios comprendidos entre el río Maule
y Valdivia. Se perdieron las sementeras, acarreando gran mortandad, especialmente entre los
indígenas. Un vecino de La Imperial informaba que de las encomiendas entregadas por Pedro de
Valdivia de ochocientas casas, no halló vivos ni a cien indios, debido a que murieron de hambre.
Algunos señalaron que del maíz y papas sembrados, sólo lograron recoger una ínfima cantidad. Otros
dijeron que habían perdido todas las siembras. La población española de las ciudades de Valdivia y
los Confines recibió ayuda del gobernador.

EPIDEMIAS DE 1556 , 1561 Y 1562

En la primavera de 1556 se declaró una epidemia de chavalongo entre los indígenas de los
alrededores de La Imperial y Valdivia, muriendo por millares, debido, seguramente, entre otras
causas, al estado de debilidad en que se encontraban por efectos de las hambrunas de los años
anteriores. Quedó despoblada la región. Pedro Olmos de Aguilera, encomendero vecino de La
Imperial, en escrito al obispo José Antonio de San Miguel, le manifestó "que el gobernador Pedro de
Valdivia le encomendó por marzo de 1552 hasta diez y doce mil indios, y que pasados tres años hubo
tal mortandad que de todo el número dicho, no le quedaron en el repartimiento sino hasta cien indios".
Otro vecino de la misma ciudad, Hernando de San Martín, expuso "que el gobernador Pedro de Valdivia
en el año 1553, por mayo, le asignó ochocientos indios de repartimiento y que en el año 1555 hubo
tal peste que sólo quedaron ochenta, de suerte que éste fue uno de los atroces contagios que se han
visto en el mundo".
Chavalongo quiere decirdolor de cabeza en lengua mapuche. Para los investigadores del siglo
XX, era la sintomatología de cualquier enfermedad infecciosa aguda, acompañada de cefalea,
malestar general, fiebre elevada y estado delirante.
En el año 1561 se produjo la primera epidemia histórica de viruela en el territorio nacional.
Aparentemente, la trajo un tripulante enfermo que llegó en un navio procedente del Perú, propagán-
dose, primero en La Serena, donde tocó puerto, extendiéndose, luego, al resto del país.
Los aborígenes fueron los que sufrieron la mayor cantidad de bajas con esta epidemia que les
daba por primera vez, siendo pocos los españoles que fallecieron a causa del mal. En el norte
perecieron en gran cantidad, tanto los indios sometidos, como los de guerra. En Santiago la epidemia
llegó a exterminar, diariamente, de veinticinco a treinta nativos. Vecinos de La Imperial y Valdivia
también dieron cuenta del gran número de defunciones, llegando, incluso, a suspenderse las
excavaciones de oro en las minas cercanas a Valdivia, por el crecido número de aborígenes muertos.
Los indios de guerra dijeron que Francisco de Villagra, quien venía en el navio, había traído
la peste para matarlos, ya que no lograba exterminarlos en los enfrentamientos.
Al año siguiente, 1562, los aborígenes, que tenían cercado el fuerte de Arauco padecieron una
epidemia de disentería, llamada "cámaras" en esos años.
Rara vez los primitivos habitantes del país atribuían las enfermedades al frío o al calor, a la
debilidad o al hambre. Creían que las enfermedades eran producidas por causas sobrenaturales, ya
por la acción directa o indirecta de un brujo, por un espíritu maligno o por algunos de sus dioses, que
de esta forma castigaban o anunciaban castigos por conductas indebidas. Para curar el mal o anular
la acción maléfica de los brujos, ofrecían sacrificios de animales a sus dioses.
Acudían al machi o a la machi, quien al caer en trance, entraba en contacto con los espíritus para

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conocer el diagnóstico del enfermo y el tratamiento a seguir. Estos machis tenían, además,
conocimientos de las plantas medicinales, eran capaces de componer fracturas de huesos y realizar
incipientes operaciones de cirugía.
Los estudios sobre la patología de los mapuches durante la conquista y colonia, señalan que
padecían más o menos las mismas enfermedades que sufrían los pueblos de Europa, entre las que
estaban, desde el resfrío común, hasta la gripe y enfermedades estomacales. De éstas, pocas eran
de carácter epidémico. Otras, como la viruela, indican los cronistas, llegó a Chile con los españoles.
Poco abundan, sin embargo los primeros relatos sobre estas materias. Fueron especialmente los
jesuítas, los que se interesaron por conocer y aprender la lengua de los aborígenes, los que más se
refieren a dichos temas y a la forma como enfrentaban las enfermedades y epidemias, siempre con
su propia interpretación de los hechos, yaque la tradición era transmitida oralmente por estos pueblos.

TERREMOTO DE 1570

Dos terremotos y un temblor fuerte fueron registrados por las crónicas de la época durante el
siglo XVI, después de la llegada de los españoles. El primero fue en Concepción el 8 de febrero de
1570. El fuerte temblor se sintió en Santiago, el 17 de marzo de 1575, para algunos, premonitor del
segundo terremoto. Este ocurrió el 16 de diciembre de 1575, destruyendo prácticamente Valdivia y
sus alrededores.
Algunos historiadores e investigadores mencionan un sismo que se habría producido el año
1520, señalando como fuente el abate Juan Ignacio Molina. El "Saggio sulla Storia Naturale del Chili"
publicado por Molina en Bologna, en 1782, fija como el primero de los más importantes terremotos
ocurridos en Chile, el del año 1570. Luego, la traducción del mismo documento, efectuada por
Domingo Joseph de Arquellada Mendoza, en 1788, por error de transcripción, seguramente, indica el
año 1520.
El otro terremoto que también suele mencionarse como que hubiese tenido lugar en el país,
es el del 28 de octubre de 1562. Al respecto, el investigador, Tomás Thayer Ojeda, en carta dirigida
a Fernando Montessus de Ballore, con fecha 3 de mayo de 1913 da a conocer los antecedentes que
desmienten que este sismo hubiese ocurrido en Chile. Montessus de Ballore fue el primer director
del Instituto Sismológico y autor de la "Historia Sísmica de los Andes Meridionales".
El 8 de febrero de 1570, miércoles de ceniza, alrededor de las nueve de la mañana, un fuerte
terremoto sacudió Concepción. La ciudad había sido fundada por Pedro de Valdivia en octubre de
1550. La mayor parte de las casas se derrumbaron y la tierra se abrió en varios lugares, brotando de
las hendiduras un agua negra con olor a azufre. Luego, un maremoto terminó por destruir lo que había
quedado en pie después del sismo. Los vecinos despavoridos, huyeron a los cerros, abandonando
la parte baja de la ciudad. No se registraron muertos, seguramente por la hora y porque la mayor parte
de los habitantes se encontraban en la iglesia. Los aborígenes, viendo la ciudad desierta, trataron de
saquearla, pero tras un intento, se desistieron.
Melchor Bravo de Saravia, quien gobernaba Chile en esa fecha, se encontraba más o menos
a ocho leguas de la ciudad, acudió de inmediato en su auxilio. Se ocuparon las maderas de la viviendas
dañadas para reconstruirla y fortificarla.
Los temblores continuaron alrededor de cinco meses, avivando los sentimientos religiosos de
la población, la que el 8 de julio, efectuó un voto público a la Natividad de la Virgen María. Participaron
los oidores de la Real Audiencia, los miembros del cabildo, el superior del convento de los mercedarios,
el cura y los personajes más notables del vecindario. Se determinó construir una hermita a la Virgen
en el lugar donde se habían refugiado; se declararon días festivos a perpetuidad, el miércoles de
ceniza y el jueves siguiente y se acordó celebrar cada año una procesión, en que todos debían ir

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descalzos hasta la hermita, para oír una misa cantada.
La Real Audiencia empezó a funcionar en Concepción en agosto de 1567. La destrucción de
los archivos, con el terremoto de 1570, fue, entre otras, la causa de su supresión. Los oidores
funcionaron hasta junio de 1575.

PRIMERAS INUNDACIONES EN 1574

Los primeros desbordes del río Mapocho se registraron en la madrugada del martes 20 de julio
de 1574, prolongándose todo el día y la noche siguientes; los habitantes de Santiago pasaron la mayor
parte de la noche sin dormir, presas del pánico.
Ese invierno había llovido más que otros años, y si bien no heló, había caído mucha nieve en
la cordillera. El río desbordado corrió por las calles que iban del oriente al mar, pasó por la plaza
pública, por el edificio del cabildo y por La Cañada corrió de "monte a monte". El escribano del cabildo,
Nicolás de Gárnica, recorrió a caballo la ciudad, estableciendo en su testimonio escrito, que era tal
el ímpetu de la aguas que "daba a la cincha a los buenos caballos". La inundación arrastró a varios
indios y dejó algunas casas con las murallas en el suelo. Se hicieron defensas y reparaciones de
emergencia con carretas de madera.
Este temporal también destruyó el puente que se había construido sobre el río Maipo. Desde
los inicios de la conquista, dicho río había sido la pesadilla de los soldados, agricultores y mercaderes,
pereciendo muchos en sus turbias aguas. El cabildo, en una de sus sesiones de agosto de 1545 acordó
hacer un puente con la colaboración de los comarcanos que habitualmente lo usaban; se construyó
de algarrobo y costó dos mil quinientos pesos, además de la mano de obra proporcionada por el
ayuntamiento, que suministró durante una semana, cuarenta indios para las faenas. Se término en
1557.
Con la destrucción causada por el temporal, nuevamente el cabildo tomó cartas en el asunto y
acordó en agosto de 1574, una contribución extraordinaria o "derrama" de cuatrocientos pesos de oro,
entre los vecinos encomenderos de indios, los mercaderes y los indios vecinos al río, para efectuar
las reparaciones. Poco después, estimando que la cantidad no bastaba, la elevó a seiscientos pesos.

TEMBLOR Y TERREMOTO DE 1575

El 17 de marzo de 1575, alrededor de las diez de la mañana, se sintió en Santiago un fuerte


temblor que dejó sólo algunas murallas averiadas. La población, sin embargo, fue presa del pánico,
creyendo que éste era un aviso de Dios para que enmendaran sus vidas.
Dos años después, en 1577, los vecinos de Santiago erigieron una hermita para invocar la
protección de San Saturnino contra los temblores.
El último terremoto del siglo se produjo el 16 de diciembre de 1575, causando los mayores
destrozos en Valdivia, fundada por el conquistador en febrero de 1552. En esa época ya tenía
características de una ciudad próspera y tranquila. La Imperial, Villarrica, Osorno y Castro también
fueron arrasadas por el sismo, sufriendo graves daños los campos vecinos. La violencia del
movimiento, que se prolongó alrededor de cuatro minutos - tres credos - impidió a las personas
mantenerse en pie, derrumbó las casas, iglesias y monasterios.
A continuación , un maremoto ayudó a la destrucción, por lo menos de Toltén y Valdivia.
Muchos murieron aplastados por las murallas o los techos. En La Imperial falleció una india de servicio;

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en Villarrica, tres indios; en Osorno, dos españoles y algunos indios; en Valdivia, veintidós españoles,
alrededor de cien indígenas y varios quedaron heridos o contusos, y dos barcos que se encontraban
surtos en la bahía se hundieron por efectos del maremoto; en Toltén el mar arrasó con varios indios
de servicio y con las sementeras, inundando los campos más de dos leguas, tierra adentro.
La onda sísmica se extendió a gran parte del litoral, hundiendo una nave que se hallaba en la
desembocadura del río Maule, con un cargamento de cuatrocientas fanegas de trigo.
Tembló por lo menos cuarenta días. Los indios se asustaron, huyendo a los cerros, negándose
a trabajar a orillas del mar; la población española se refugió en los campos, padeciendo de hambre
y enfermedades a causa del frío y las lluvias. El gobernador de Chile, Rodrigo de Quiroga, mandó
hacer plegarias y procesiones, suplicando al Señor que alejara del pueblo su indignación.
El terremoto ocasionó el derrumbe de un cerro vecino al lago Riñihue por la desembocadura de
éste hacia el río Valdivia, dejándolo cerrado y el río seco, por alrededor de cuatro meses. A fines de
abril de 1576 cedió esta represa artificial que había acumulado agua durante todo ese tiempo,
produciendo una verdadera catástrofe en Valdivia y en los poblados indígenas circunvecinos.
Pedro Marino de Lovera, corregidor de la ciudad y uno de los primeros cronistas de Chile,
previniendo lo que iba a ocurrir, dispuso que la población se refugiara, con todos los bienes que pudiera
acarrear, en las partes altas. A pesar de esta medida, la avalancha, que duró tres días, se llevó gran
cantidad de aborígenes, ganado, casas, los árboles fueron arrancados de cuajo, llegando el agua
hasta los faldeos de los cerros. Muchos indios pudieron salvarse en los techos de sus viviendas, que
por las características, de palos y paja, flotaban llegando hasta el mar, de donde salieron nadando,
lo mismo que los caballos y otros animales. De todos modos, perecieron alrededor de un mil
doscientos indígenas, se perdieron gran cantidad de reses, se destruyeron las casas, las chacras y
los huertos.
Cuando se producía un temblorfuerte o un terremoto, cuentan los cronistas que los aborígenes
con toda su familia corrían a los montes, que llamaban Tenten, llevando sobre sus cabezas platos de
madera con víveres para muchos días. Esta actitud la relacionaban con la leyenda acerca de un gran
diluvio que había inundado una vez la tierra, como consecuencia de un gran terremoto, del que se
salvaron sólo algunas personas.
Los mapuches contaban que en tiempos muy remotos, una enorme culebra o genio de las
aguas, llamado Cay Cay había premeditado inundar la tierra, haciendo salir el mar de repente, para
concluir con todos los seres vivientes y acabar con su gran enemiga, la culebra o genio llamado Ten
Ten, Tren Tren o Fuerza de la Tierra, llevando las aguas hasta su mcrada. A su vez, Ten Ten había
aconsejado a los hombres que se refugiaran en los cerros más altos, donde él vivía y podía socorrerles.
Al principio, los mapuches no habían hecho caso de esta advertencia y sólo los animales habían subido
al cerro. Ten Ten, con el fin de salvarles, convirtió en peces, animales marinos o rocas a los que no
alcanzaron a llegar a lo alto. El diluvio se produjo inundando los valles y llanos, tanto que lo pocos
hombres que se habían alcanzado a refugiar en los montes estaban en peligro de perecer. Ten Ten
viendo subir así las aguas no tuvo más remedio que hacer crecer en altura los cerros. La lucha entre
las dos culebras o genios siguió hasta que los cerros iban aproximándose al sol y los hombres que
se habían refugiado en ellos comenzaron a sufrir de insolación. Para protegerse de este nuevo peligro,
cubrieron sus cabezas con las fuentes de madera en que habían llevado sus víveres. Afortunadamen-
te, antes que todos pereciesen, se le agotaron las aguas a Cay Cay, que se retiró bramando de rabia.
Las aguas empezaron a bajar de inmediato.
No son acordes las versiones en cuanto al número de personas salvadas: según unas, se
salvaron los fundadores de todos lo linajes que después se conocieron; según otras, fueron sólo cuatro
personas, dos hombres y dos mujeres, y aún otras, decían que la única salvada había sido una pareja.
A éstos, fuesen muchos o pocos, según el padre Diego Rosales, los llamaban "llituche", que significa
"principio de la generación de los hombres" de "llitu" principio de una cosa y "che" gente.
Aparentemente los nguillatunes o rogativas se iniciaron con ocasión de este diluvio legendario.
Dicen algunos cronistas que contaban los mapuches que después de bajar las aguas, sacrificaron a

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un niño para obtener su sangre, que usaron en la ceremonia de invocación al Pillán para que les
protegiese. Otros dicen que al niño sacrificado lo descuartizaron en cuatro partes y las arrojaron a
las aguas, para que las devoraran los reyes de los peces y las sirenas de la tempestad. No hay duda
de que en esta última versión hay influencia española, ya que en la tradición mapuche no existían reyes
ni sirenas.

PLAGA DE LANGOSTAS EN 1580 Y DE RATONES EN 1580 Y 1591

La primera plaga de ratones que mencionan los cronistas, se produjo en Arauco en 1580. Esta
fue de tal magnitud, que los roedores no sólo devastaban la comida de las casas y las chacras, sino
que incluso, llegaron a comerse a las reses menores y a los niños. En algunos campos, de cuatro mil
cabras, perecieron quinientas. Los cronistas agregan que los indios llegaron a decir que los españoles
se habían convertido en un ejército de ratas.
Alrededor de ese mismo año 1580, hubo una plaga de langostas en la ciudad de Los Infantes
- Angol - que destruyó "las viñas hasta las cepas".
En 1591 se menciona otra plaga de ratones, también en Arauco, que destruyó los alimentos,
las cajas de los arcabuces, la ropa y cuanto hallaron.
El jesuíta Diego de Rosales, en su "Historia General del Reino de Chile" le asigna a un
::-. | encomendero de Pilmaiquén, la responsabilidad de habertraído los ratones caseros al país. Dice que
los aborígenes no los tenían, pero en cambio, existían otros ratones de campo, comestibles y sabrosos
y otros más pequeños, con bolsa marsupial.

INUNDACIONES DE 1581

Los temporales del mes de junio de 1581 provocaron nuevos desbordes del río Mapocho. El
excesivo caudal ocasionó la ruptura de las tomas de agua para los molinos e interrumpió el curso de
las acequias, dejando sin el vital elemento a las chacras que rodeaban Santiago. Ante estos hechos,
el cabildo dispuso que los parceleros y molineros proporcionaran la mano de obra para efectuar las
respectivas reparaciones, con peones a los que debían abastecerde comida y herramientas. También
se acordó estudiar la realización de trabajos que evitaran las futuras inundaciones.

HAMBRUNA DE 1586

El 11 de febrero de 1584, Sarmiento de Gamboa fundó la ciudad Nombre de Jesús, en el ingreso


oriental del Estrecho de Magallanes, dejando trescientos treinta y ocho personas: hombres, mujeres
y niños; el 25 de marzo del mismo año, fundó otraciudad, Rey don Felipe, en lapenínsulade Brunswick;
luego volvió a España, en busca de refuerzos.
En enero de 1587, el corsario inglés, Tomás Cavendish encontró sólo quince hombres y tres
mujeres en Nombre de Jesús y a todos muertos en la otra ciudad. Treinta años más tarde, el único
sobreviviente relató que los pobladores de ambos lugares, perecieron de hambre y de frío.

24
INCENDIO DE ANGOL EN 1586

El 24 de septiembre de 1586, después de una batalla librada en los alrededores de Purén, los
indios incendiaron Angol, matando, al mismo tiempo, a todos los españoles que cayeron en sus manos.
La oportuna llegada del gobernador de Chile con cincuenta hombres armados, salvó a parte de la
población. Esta había sido fundada por orden de Pedro de Valdivia en 1553, con el nombre de Los
Confines.

i Esta
NUEVAS EPIDEMIAS DE 1589 Y 1591
6, sino
3 mil
lañóles
En 1589 se produjeron nuevos brotes de viruela, afectando principalmente al ejército reunido
liantes por el gobernador para penetrar en Arauco. Estaba formado por indios amigos y mestizos de
españoles y aborígenes, de los que murió la tercera parte.
lentos, Por primera vez se impone la cuarentena en Chile, en noviembre de 1589. El cabildo de
Santiago, en la sesión del 20 de ese mes, tomó conocimiento, por un barco recién llegado, que se había
i a un desarrollado en el Perú una epidemia de viruela, sarampión y tabardete. Después de una larga
e que discusión, en la que los dos cabildantes que "usaban el oficio de médicos" se opusieron a las medidas,
irosos por encontrarlas innecesarias, se acordó impedir el desembarco, por espacio de cuarenta días, de las
personas que hubiesen padecido algunas de estas enfermedades, dejando al mismo tiempo, la ropa
en cuarentena, en Casablanca o en el Paso de Zapata.
En 1591 hubo nuevamente viruela en casi todo el territorio nacional. En enero, la peste se había
propagado en Cuyo, La Serena y en el valle de Copiapó. A fines del mismo año, había atacado a los
habitantes de Arauco, desde los soldados españoles y criollos, hasta los aborígenes, muriendo por
millares los indios rebeldes y los yanaconas. La mortandad afectó a los soldados, quienes no tuvieron
personal para que les ensillara los caballos y les cargara el equipaje, y también la agricultura, ya que
se produjo gran escasez de fuerza laboral campesina.
El cabildo de Santiago acordó hacer sacrificios y procesiones para terminar con la epidemia.
Se solicitó al obispo que declarara fiesta de guardar el día de San Sebastian, al que tomaron como
patrono contra la peste, al mismo tiempo que decidieron levantarle una hermita.
Otra de las preocupaciones del cabildo, relacionada con las epidemias, fue la limpieza de la
ciudad. Por lo menos, a partir de 1554, ya se trataba en algunas de sus sesiones, la necesidad de
limpiar las calles y acequias. En 1577 dispuso llevar hasta la plaza el agua para beber, desde las
vertientes de Tobalaba, para "conservar la salud común", y en 1588 estimó necesario limpiar Santiago
de perros y otras cosas muertas, para el bien de la población.

Ingreso
Itiiioroc
In U Cl CO
TEMPORALES DE 1597
l'iwick:

IB y tres El invierno de 1597 fue extraordinariamente lluvioso. En la mayor parte del territorio los ríos se
Id único desbordaron, causando daños de consideración. En Santiago, el río Mapocho inundó las calles,
destruyendo muchas casas y solares y causó la muerte de un número considerable de personas.

25
INCENDIOS DE CHILLAN Y VALDIVIA EN 1599

Después de Curalaba, señalado como un desastre para los españoles y una victoria para los
nativos, éstos últimos se organizaron para destruir las ciudades del sur.
En la mañana del 10 de octubre de 1599, un poco antes del amanecer, alrededor de dos mil
aborígenes cayeron sobre Chillan, sin que fuesen sentidos por los habitantes. Esta había sido fundada
en 1580. Los indios prendieron fuego a la ciudad, quemando la mayoría de las casas y el convento
de los frailes mercedarios, dieron muerte a algunos conquistadores, se llevaron cautivos a las mujeres
y los niños; arrasaron con todo lo que encontraron a mano, robándose, además, todo el ganado que
lograron acarrear de los campos.
Los españoles, desprevenidos, trataron de reprimir el asalto e incendio como pudieron. Algunos
se refugiaron en la iglesia Mayor y otros salieron en persecusión de los indios, con el refuerzo de veinte
soldados que llegaron desde Santiago. El gobernador de Chile, quien a la sazón se encontraba en
Concepción, al saber el desastre, envió todas las vituallas que pudo reunir. Se hicieron nuevas
fortificaciones, que permitieron reprimir otro asalto, que con mayor número de hombres, realizaron los
indígenas, en enero de 1600. Al mismo tiempo, los españoles efectuaron varias correrías por los
campos de la precordillera, rescatando a la mayoría de las mujeres cautivas, arrasando con las casas
y sembrados de los indios.
El 24 de noviembre del mismo año, 1599, alrededor de cuatro mil guerreros aborígenes, de los
cuales más de la mitad montaban en buenos caballos, cayeron, de improviso, sobre Valdivia,
dividiéndose en cuadrillas, para impedir la fuga de los habitantes.
Prendieron fuego a todas las casas, quemaron los templos, destruyeron las imágenes de las
iglesias, mataron a los vecinos, sin distinción de sexo ni edad y se entregaron al más desenfrenado
saqueo. Después de dos horas de incendio y degüello de los habitantes, los indios eran dueños de
la ciudad. Perecieron alrededor de cien españoles, entre hombres, mujeres y niños, quedando
cautivos alrededor de trescientos. Sólo unos pocos lograron escapar, asilándose en tres buques
mercantes que estaban fondeados en el río. La tripulación tuvo que presenciar, como testigos
impasibles y sin poder auxiliar a sus compatriotas, la carnicería y el incendio de la ciudad. Los
conquistadores estimaron en trescientos mil pesos, el valor de las pérdidas en casas incendiadas,
destruidas y los bienes que se llevaron los nativos.

26
TERREMOTOS Y MAREMOTOS (TSUNAMIS) - SIGLO XVI

26-A Escala 1:8.000.000


í/ñffA/VOS - SIGLO XVt

Escala 1:8.000.000 26-B


INCENDIOS URBANOS - SIGLO XVI

Escala 1:8.000.000 26-B


INUNDACIONES Y SEQUÍAS - SIGLO XVI

.26-C Escala 1: 8.000.000


EPIDEMIAS. EPIZOOTIAS. PLAGAS Y HAMBRUNAS - SIGLO XVI

Escala 1:8.000.000 .26-D


SIGLO XVII

El terremoto del 13 de mayo de 1647 fue un hito en la secuencia de catástrofes que sufrieron
los habitantes de Chile en el siglo XVII. Fue un duro golpe al progreso material de Santiago y sus
alrededores: era la región con mayor densidad de población española, con mejores edificios,
viviendas, estancias, bodegas y galpones desde la devastación de las ciudades del sur, a principios
de siglo. Los temporales que le siguieron y las epidemias que se prolongaron por más de un año,
agravaron aún más la situación.
Otros sismos se registraron en el siglo. En La Serena, un fuerte temblor en 1604; en Arica, que
en el siglo XVII pertenecía al virreinato del Perú, los cronistas registran sismos en 1604,1615,1650
y 1681; el año 1639 hubo en Copiapó y en 1657, otro en Concepción.
Las epidemias fueron un constante problema en el siglo. La viruela, chavalongo, dolor de
costado, disentería, quebrantahuesos, diezmaron, principalmente, a la población indígena, negra y
mestiza, en ese mismo orden, alcanzando, muchas veces, el contagio a los españoles. Los años 1600,
1610, 1611, 1620, 1632, 1633, 1638, 1639, 1645, 1646, 1647, 1653, 1654, 1655, 1657, 1658, 1660,
1663,1669,1670,1671,1672,1676,1677,1687,1693,1694,1696fueron años de epidemia. Algunas
atacaron a grupos reducidos, como el escorbuto de 1645 y el dolor de costado de 1632.
Las consecuencias de Curalaba se hicieron sentir en los primeros años del siglo XVII, con la
destrucción de las haciendas del sur, los incendios de Osorno en 1600 y Villarrica en 1602, la larga
hambruna de Valdivia desde fines de 1599 hasta febrero de 1603 y el ataque y saqueo de La Imperial
y Angol, perjudicando a los españoles, que terminaron despoblando por largos años esos centros de
producción. Fue una forma más de insistir, por parte de los indios, para obligar a los conquistadores
a abandonar sus tierras.
El nuevo alzamiento indígena de 1655, produjo el incendio de Chillan, de los fuertes de Arauco,
San Pedro, Boroa, Buena Esperanza, Nacimiento y Talcamávida, ocasionando grandes pérdidas a los
españoles.
A estos siniestros hay que agregar los efectuados por los corsarios holandeses, con el primer
incendio de Castro en 1600; el segundo incendio de la misma ciudad y Carelmapu en 1643, y el
incendio y destrucción de La Serena por los piratas ingleses en 1680. Otros incendios fortuitos
destruyeron Angol en 1639; casi toda la ciudad de Valdivia de 1682 y las bodegas de Valparaíso en
1683.
Las plagas de langostas en 1604,1605,1606 y 1665; las de ratones en 1609,1639,1652 y 1653;
las sequías de 1606,1618,1619,1656 y 1675, igual que las grandes epidemias, exaltaron la devoción

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religiosa del cabildo de la capital, que con novenas, procesiones y rogativas invocó al Todopoderoso,
para terminar con el mal.
Las erupciones dé los volcanes Huaina Rutina, en el norte, el Antuco y los ubicados en las tierras
de la jurisdicción del cacique Aliante, en el sur, los años 1600, 1624 y 1640, respectivamente,
ocasionaron darlos a las reducciones de los aborígenes situadas en los alrededores.
Los temporales de 1607,1620,1647,1650,1660,1687,1688 y 1694 causaron mayores daños
en Santiago y sus alrededores, que en el resto del país; el temporal de 1679 originó daños en Chillan;
el de 1609 abarcó desde el centro del país hasta Concepción y el de 1633 asoló Carelmapu.
El año 1610 se registraban doscientas casas en santiago; setenta y seis en Concepción, de las
cuales treinta y seis eran de madera con paja; cuarenta y seis había en La Serena, de las cuales once
tenían techos de tejas y el resto, sólo de paja; en Chillan había cincuenta y dos viviendas, ocho con
techos de tejas, treinta y nueve de paja y.el resto eran ranchos de maderas; había doce casas en
Castro, todas techadas con paja.
Mapas con incendios urbanos; inundaciones y sequías; terremotos, maremotos y erupciones
volcánicas; epidemias, plagas y hambrunas, indican, al final del capítulo del siglo XVII, las fechas y
áreas geográficas en que éstos ocurrieron.

DEVASTACIÓN DE LOS CAMPOS DE LOS ESPAÑOLES

Las consecuencias de Curalaba continuaron por algunos años en el siglo XVII. Los aborígenes,
que habían tomado conciencia de su superioridad numérica y habían perdido el miedo a los
conquistadores, se reunieron contra éstos, devastando sus campos y haciendas en el sur.
Los españoles que trabajaban las tierras habían tratado de salvarlas de la depredación de los
aborígenes, por ser sus fuentes de producción y la base de su prosperidad, aún a riesgo de
comprometer las ciudades y la vida de las mujeres y los niños. Después de Curalaba, la destrucción
de los campos y haciendas fue general.
Los aborígenes arrasaron con las casas, bodegas, molinos, viñas afanosamente cuidadas,
herramientas de trabajo, animales multiplicados a costa de grandes sacrificios, muebles y cosechas.
El esfuerzo desplegado por los españoles, por alrededor de medio siglo, se perdió en pocos meses.
Quedaron prácticamente con la ropa que tenían puesta.

INCENDIO DE OSORNO EN ENERO DE 1600

Dentro de su plan de devastación, alrededorde cinco mil indios al mando de Pelantaru, atacaron
la ciudad de Osorno, la noche del 19 al 20 de enero de 1600. Prendieron fuego a los conventos, iglesias
y a todas las casas, que se encontraban desiertas. Los habitantes, por su parte, que esperaban este
ataque, habían construido un fuerte donde se refugiaban cada noche y desde donde podían
defenderse con cierta facilidad. El cerco de los aborígenes a Osorno duró tres días, hasta que las
tropas españolas llegaron de Valdivia, con socorros. Los nativos se quedaron en las inmediaciones
de los restos de la ciudad, matando soldados, hombres y mujeres, cuando salían en busca de

28
alimentos. El 15 de marzo de 1603, los habitantes destruyeron lo poco que quedaba y emprendieron
el camino a Carelmapu y Chiloé.

DESPOBLAMIENTO DE LA IMPERIAL Y ANGOL EN 1600

Una consecuencia más del alzamiento de los aborígenes fue el despueble y abandono de las
ciudades de La Imperial y Angol.
La Imperial, que había sido fundada por Pedro de Valdivia; fue abandonada el 5 de abril de 1600,
después que los vecinos acordaron en el último cabildo suplicar al gobernador de Chile que los sacara
a todos del lugar. Se enterraron las campanas, los cañones y todo lo que era difícil de transportar,
llevándose los habitantes los archivos, los vasos sagrados y las imágenes de las iglesias.
El 13 del mismo año y mes, el gobernador de Chile hizo levantar un acta en Angol, dejando
constancia que el cabildo y los vecinos le habían solicitado que despoblara dicha ciudad. Partió con
los habitantes de ésta última y con los de La Imperial, rumbo a Concepción.
Nunca más la legendaria Imperial se levantó de sus ruinas. Años más tarde se fundó, más al
sur, la ciudad de Nueva Imperial, que nada tuvo que ver con la anterior, la heroica que el conquistador
fundara en las márgenes del río que lleva su nombre. Tiempo después, sobre las ruinas de La Imperial
se levantó el pueblo de Carahue, que en idioma indígena quiere decir "pueblo que fue."
Angol se repobló a los pocos años.

^ERUPCIÓN DEL HUAINA PUTINA EN 1600

El 14 de febrero de 1600 entró en erupción el volcán Órnate o Huaina Putina, conmoviendo todo
el territorio que actualmente corresponde al sur de Perú y norte de Chile, especialmente Arequipa y
Arica. Esta última ciudad está ubicada más o menos a cincuenta leguas del volcán y en esa fecha
padecía, además, las zozobras inherentes a la presencia de corsarios en sus costas.
Los daños fueron causados por los fuertes temblores y la lluvia de cenizas, que abarcó un
territorio de alrededor de trescientas leguas a la redonda del volcán.
Un testigo que sufrió las consecuencias de la erupción en Arica, Simón Pérez de Torres, relataba
que la lluvia de cenizas se prolongó por más de quince días, destruyendo el valle, derribando muchas
bodegas y techos de las casas, al mismo tiempo que mató gran cantidad de ganado y animales salvajes
de la zona.
De los pueblos inmediatos al Huaina Putina desaparecieron la mayor parte de los habitantes.
Muchos de éstos apresuraron su fin, en una acción de desesperación, colgándose de los árboles o
arrojándose al volcán.
Otro testigo agregaba que para aplacarlo, los indios echaron ochenta personas vivas dentro del
cráter, pero que también perecieron los que realizaron la ceremonia.
Los aborígenes decían que antiguamente, para calmar al volcán, entregaban anualmente diez
o doce doncellas al cráter, pero con la llegada de los españoles este rito dejó de realizarse.
Los diaguitas, chonos, atácamenos y otros pueblos del norte, no dejaron, sin embargo, huellas
de carácter religioso o tradiciones relacionadas con las creencias en cuanto a las causas u origen de
los terremotos, inundaciones, erupciones volcánicas o enfermedades.
Una de las pocas tradiciones que se cuenta, en el norte, está relacionada con las bellezas de
los Payachatas. Se dice que hace muchos siglos una bella muchacha, Pomerape, quien siempre

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acompañaba a sus padres pastoreando alpacas y llamas, conoció y se enamoró de un joven apuesto
y fuerte llamado Parinacota, precisamente el día que éste luchaba contra las inclemencias del tiempo,
para salvara su numeroso rebaño. Ambos decidieron casarse, pero alguien que se opuso a esta unión
los maldijo y los dos jóvenes quedaron convertidos en piedras. Allí permanecen a través de los siglos,
como dos cerros gemelos, juntos, uno al lado del otro, pero sin llegar a unirse jamás. En las noches
de tormenta, afloran del cráter del volcán Parinacota corrientes magnéticas que llevan mensajes de
amor al cerro Pomerape, estremeciendo todo el altiplano.

LOS CORSARIOS HOLANDESES

Dos veces fue incendiada y destruida por los holandeses la ciudad de Castro. La primera vez
ocurrió en los primeros meses del año 1600, cuando el navio Fidelidad al mando de Baltasar de Cordes
llegó a la isla grande de Chiloé, al puerto que llamaban Lacuy o Cabo de la Ballena, distante veinte
leguas de Castro.
Los holandeses que eran poco más de cincuenta hombres, estuvieron seis meses refugiados
en la punta noroeste de la isla, con la ayuda de los indios. Luego entraron en relaciones amistosas
con el gobernador y el cabildo, intercambiando mercaderías que se necesitaban en el lugar, por
legumbres, verduras frescas y animales. Una vez convertidos en aliados, Cordes informó al
gobernador que los indígenas iban a asaltar la ciudad de Castro, le ofreció ayuda, le facilitó pólvora
y balas. Acordaron que los españoles prendieran fuego a una choza para inducir a los indios al asalto.
Al empezar la batalla, los holandeses se unieron a los aborígenes, saqueando e incendiando las casas,
iglesias y conventos, escarneciendo y destruyendo sacrilegamente las imágenes de los templos.
Degollaron a la mayoría de los españoles, incluso al gobernador y al vicario, violaron a las mujeres,
a las que dejaron vivas, lo mismo que a los niños.
Algunos de los vecinos alcanzaron a huir, refugiándose en los cerros mientras los holandeses
construyeron una fortaleza en el pueblo. En mayo del mismo año llegaron refuerzos desde Valdivia,
que con los españoles que habían, lograron expulsar a los corsarios. Como medida de escarmiento,
el oficial español ordenó quemar a algunos caciques y a otros los hizo ahorcar.
Mientras se desarrollaban estos sucesos, los aborígenes de la zonas de Osorno e Imperial
padecieron, por primera vez en este siglo, de una epidemia de viruela.

HAMBRUNA EN VALDIVIA DE 1599 A 1603

Después del incendio de Valdivia por los aborígenes, a fines del año 1599, los escasos
habitantes que sobrevivieron en el fuerte Trinidad, del orden de las doscientas veinte personas, entre
hombres, mujeres y niños, pasaron todo tipo de penurias y hambrunas. La falta de alimentos los
hacían salir fuera de los muros de la ciudad a recoger fruta o a pescar en las cercanías, siendo poco
a poco diezmados por los aborígenes. La necesidad llevó, incluso, a los indios de servicio, a comerse
unos a otros. Algunos españoles desertaron, pasándose al lado de los indios para poder comer.
A mediados de junio de 1602, el gobernador de Chile envió desde Concepción un barco con
pertrechos que no alcanzó a llegar, despedazándose con un temporal en las costas de Chiloé. El
gobernador no conoció este problema hasta diciembre de 1602, mientras la población de Valdivia
seguía desabastecida. Hasta el 20 de agosto de ese año, en que faltaron totalmente los alimentos,
habían muerto alrededor de noventa personas, entre soldados, mujeres y niños. En septiembre del

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mismo año, sufrieron un nuevo asalto de los indígenas, el que lograron rechazar, perdiendo la vida el
jefe del fuerte. En los meses de enero y febrero de 1603 se despacharon dos navios con pertrechos
desde Concepción y llegó otro barco desde el Callao. En febrero de 1604 se terminó de despoblar
m Valdivia.
:

INCENDIO DE VILLABRIGA EN 1602

El alzamiento de los aborígenes había logrado aislar a Villarrica de Angol y Concepción por el
norte y de Osorno y Valdivia por el sur. El gobernador de la ciudad, al conocer las noticias de Curalaba
mandó recoger todas las provisiones que pudo y se dispuso a afrontar un largo sitio.
Estuvo cercada por los indios durante dos años y once meses, con todas las calamidades que
trae consigo un estrecho sitio, especialmente el hambre. Relatan las escasas crónicas y cartas de la
época que llegada la primavera salían los hombres, mujeres o niños fuera de las murallas de la ciudad
a sacar frutas o verduras de los antiguos huertos, ocasiones que los indios aprovechaban para
matarlos o para hacerlos prisioneros. El hambre y la sed los redujo a tal extremo que se comieron los
caballos, los cueros de ante de castilla y hasta el jabón, "comíamos todas las cosas asquerosas que
habían" contaría años después un sobreviviente; aprovecharon de hacer cecinas con los restos de
los indios que lograban matar.
Mientras los españoles eran cada vez menos, los aborígenes engrosaban sus filas día a día.
El 7 de febrero de 1602 sólo quedaban en la ciudad diez mujeres, once hombres y algunos niños,
cuando los indios, en alrededor de siete mil, dieron el golpe definitivo, saqueando los pocos edificios
que aún quedaban en pie y quemando el resto. La mayoría de los hombres, entre ellos el gobernador,
fueron muertos en la batalla. Los restantes, hechos prisioneros con las mujeres y los niños, pasaron
a ser esclavos de los sitiadores; Villarrica quedó reducida a ruinas y despoblada por muchos años.
Tiempo después, algunos lograron la libertad por canje o por fuga, entre ellos, Juan de Maluenda,
quien en esa fecha tenía catorce años, siendo uno de los pocos que, posteriormente, pudo contar las
noticias de los últimos días de Villarrica.

TERREMOTOS DE 1604

Después del incendio de 1548, La Serena fue refundada por Francisco de Aguirre, el 26 de
agosto de 1549. Se construyó un fuerte para su defensa, se creó el cabildo, se otorgaron nuevas
encomiendas. Algunos de los españoles que repoblaron la ciudad, habían sido antiguos habitantes
que huyeron a los campos cuando se produjo el incendio. Estos, en noviembre de 1551, habían escrito
al monarca español, solicitando premios y pagos por los servicios prestados y los trabajos realizados
en beneficio de la reconstrucción.
Un sismo, el 17 de junio de 1604, destruyó, entre otros edificios, la iglesia Matriz. El cabildo de
La Serena, en sesión de junio del año siguiente, estimó necesario reconstruirla, con fondos de los que
se enviaban al rey de España; el costo fue de cien pesos.
El 24 de noviembre del mismo año 1604, otro sismo destruyó, prácticamente, San Marcos de
- Arica. Era una ciudad floreciente, con corregidor, caja real, vicario, parroquia, conventos y hospital,
desde que se inició la explotación de los minerales de Potosí. En sus valles interiores se cultivaban
papas, alfalfa, maíz, ají y había viñas y olivares.
El terremoto dejó en el suelo la mayor parte de la ciudad, luego, un maremoto arrasó con la

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artillería, la mosquetería, las municiones, derribó el fuerte y el almacén del azogue. El balanzario
Cervantes logró salvar parte del archivo que no se llevó el mar.
De la medidas tomadas por las autoridades, después del sismo, hay constancia que Arica se
refundo a los pies del Morro, donde las calles principales se trazaron a "escuadra y con regular ancho".
Se levantó un inventario de todo lo que se pudo rescatar, especialmente de las armas y municiones,
las que quedaron en poder del tesorero. El azogue se guardó en el almacén viejo, mientras a los
aborígenes se les canceló de la caja real el trabajo de buscar madera y limpiar el suelo, para levantar
un nuevo almacén real. Fue hecho con bastante urgencia, debido a las frecuentes incursiones de los
corsarios que llegaban a ese puerto en busca de plata.

PLAGA DE LANGOSTAS EN 1604, 1605 Y 1606

En los meses de diciembre de los años 1604,1605 y 1606, las plagas de langostas asolaron
las viñas y chacras de Santiago y sus alrededores.
El serio problema llevó al cabildo alomar medidas, encargando, bajo pago, el exterminio
de los coleópteros, solicitando al obispo que se hicieran plegarias en las iglesias para que cesara la
plaga y que, incluso, éste saliera en persona a maldecir la langosta de los campos, para aplacar las
iras de Dios.
El año 1606, a la plaga de langostas se unió una sequía, que dejó a los vecinos de Santiago sin
agua para el uso doméstico y para el riego de chacras y sementeras.

INUNDACIONES DE 1607 Y 1609

En el invierno de 1607 los desbordes del río Mapocho originaron algunos daños de considera-
ción en la capital. En las sesiones del cabildo, en el mes de agosto, se acordó derribar la hermita de
San Saturnino, que estaba a mal traer por los efectos del agua del río y guardar los materiales para
reedificarla en otro lugar más seguro; acuerdo que después no se llevó a efecto. También se estimó
necesario construir un tajamar en el río, con aportes extraordinarios o "derramas", según la capacidad
económica de cada uno de los vecinos.
El invierno de 1609, que fue muy riguroso, ocasionó, con los grandes temporales de junio, los
desbordes del río Mapocho, que inundó las calles de Santiago, deterioró las casas y destruyó
definitivamente la hermita de San Saturnino, que - como hemos dicho - estaba por caerse desde el
invierno de 1607.
El cabildo, presidido por el oidor, decidió realizar una sesión abierta, a la que acudieron las
autoridades y gran número de vecinos. Se estableció una contribución extraordinaria y voluntaria,
incluyendo al clero y a seglares, para realizar las reparaciones de urgencia, principalmente en las
tomas de agua para los molinos, ubicados en el sector oriente, que habían desaparecido con la fuerza
del río. Se volvió a insistir en la necesidad de hacer un tajamar; el que, finalmente, se construyó y
terminó bajo la dirección del maestre de campo Juan de Quiroga y el agrimensor general, Ginés de
Lulo.
El río Maipo también se desbordó, y causó la ruptura del puente que unía a Santiago con la zona
sur, puente que los vecinos habían logrado construircon grandes sacrificios. El cabildo, previa revisión

32
ocular por algunos integrantes del ayuntamiento, acordó trasladarlo a un lugar más seguro, denomi-
nado" río de Las Lajas."
Hacia el sur, entre Concepción y Santiago, el paso de los ríos quedaron obstruidos y los
senderos intransitables. Estos problemas obligaron a aplazar la instalación de la Real Audiencia en
Santiago, debido a que al gobernador le fue prácticamente imposible llegar a la capital desde
Concepción. La ceremonia sólo pudo realizarse el 8 de septiembre de 1609.
Los temporales costaron la vida de ciento veinte personas que perecieron ahogadas; se
perdieron aproximadamente veinte mil cabezas de ganado; se inundaron los graneros; hubo tal
carencia de granos, que faltaron las simientes para sembrar, lo que ocasionó hambre en los poblados.
Otra consecuencia de este invierno lluvioso, fue una plaga de ratones en el sur, que "parecía
la plaga de Egipto". Para terminar con los roedores se recurrió a procesiones y rogativas en las iglesias.

VIRUELA DE 1610 A 1611

En los últimos meses de 1610 y los primeros de 1611, una epidemia de viruela diezmó a los
indios del sur.
Cuando en enero de 1611, el nuevo gobernador llegó a Chile procedente de Lima, trajo consigo
botijas de pólvora, de miel, de vino, de aceitunas y de varias simientes, entre ellas, lentejas. Al
descargarlas en Lebu, se rompió una de ellas. Los indios de servicio y todos los que allí estaban
creyeron que el gobernador conducía viruela para sembrar entre los naturales y así exterminarlos. La
noticia corrió veloz entre los mapuches, que en represalia mataron a cuarenta españoles.

TERREMOTO DE ARICA DE 1615

El 16 de diciembre de 1615, "un cuarto de hora antes del anochecer" otro fuerte terremoto volvió
a sacudir a Arica. A pesar de que no ocasionó muertes y las desgracias personales se redujeron a
una mujer y dos negros que quedaron heridos, los daños materiales fueron de consideración.
Se cayeron la iglesia Mayor y el fuerte. El almacén real del azogue quedó con hendiduras en
el piso. La mayoría de las casas de adobes, las iglesias, las casas reales, las bodegas donde se
guardaba la pólvora, el convento de Nuestra Señora de las Mercedes, el hospital, la contaduría y otras
viviendas quedaron con las murallas desplomadas, a tal punto que luego hubo que destruirlas; lo
mismo sucedió en los alrededores de la ciudad, en los llanos y en la puna. Las réplicas del sismo
continuaron por algunos meses.

PESTE EN CUYO EN 1616

En octubre de 1616, el cabildo de Santiago, alarmado por la mortalidad y la fuerza que había
tomado la peste en Cuyo, solicitó al obispo que hiciera rogativas públicas y procesiones a San
Saturnino, para evitar que ésta llegara a Chile.

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SEQUÍAS DE 1618 Y 1619

Los años 1618 y 1619 fueron de sequía en la zona central. En mayo de cada uno de estos años,
el cabildo de Santiago acordó hacer rogativas a Dios y procesiones a las que invitó a las órdenes
religiosas, autoridades y vecinos, para que en forma similar a las procesiones de Semana Santa,
lograran de la Divinidad el agua que les faltaba.

VIRUELA DE 1619 Y 1620

El cabildo de Santiago volvió a invocar a la Divinidad para exterminar la epidemia de viruela que
se propagó en el otoño de 1619: rogativas y tres procesiones en honor de San Marcos, fueron las
destinadas a lograrlo.
La epidemia decreció, pero al año siguiente -1620 - recrudeció con mayor fuerza. Murieron más
de cincuenta mil personas antes de diciembre de ese año, señalaron los documentos contemporá-
neos. Esta vez el contagio no sólo afectó a los indios, también alcanzó a los españoles. La epidemia
impidió sesionar al cabildo en el mes de agosto. Se tomaron medidas para evitar el contagio en los
que visitaban enfermos y se estimó que la peste se propagaba por la falta de limpieza de la ciudad.

INUNDACIONES DEL RIO MAPOCHO EN 1620

Los temporales de junio de 1620 originaron los desbordes del río Mapocho, inundándose
Santiago cinco veces. Varios edificios se derrumbaron con el ímpetu de las enormes piedras que traían
las aguas que corrían por las calles de la ciudad. Otros edificios quedaron en muy mal estado. Las
monjas clarisas y las agustinas fueron evacuadas de sus conventos a riesgo de sus vidas y de las de
sus vecinos que acudieron a socorrerlas, trasladándolas a la catedral que, por ser de piedra, no ofrecía
mayores riesgos.
El decano de la Audiencia se preocupó de reconstruir los tajamares con piedras y maderas, a
costa de nuevas contribuciones de los vecinos y a pesar de la incesante lluvia; reparó los edificios
deteriorados, entre ellos la Audiencia y la cárcel, y se empeñó en reacondicionar el puente sobre el
rio Maipo, que también se había destruido con las crecidas del invierno.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN ANTUCO EN 1624

El año 1624 entró en erupción el volcán Antuco, denominado volcán de Angol por el sacerdote
jesuíta Diego de Rosales en su "Historia General del Reino de Chile". La erupción duró alrededor de
ocho días; las espesas nubes formadas por las cenizas, piedras y lava causaron admiración y temor
en la población.
En 1632, el gobernador de Chile informaba al rey de España, que una epidemia de dolor de
costado y romadizo, que dio a las tropas, las diezmó considerablemente.

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HURACÁN DE CARELMAPU EN 1633

Al amanecerdel 14de mayo de 1633 un viólenlo huracán o remolino provocó, en pocos minutos,
la ruina del fuerte de Carelmapu. Fue precedido de un gran ruido que sacó a los habitantes medio
desnudos de sus camas, creyendo éstos que todas las construcciones se habían derrumbado.
Se cayeron dos puertas muy pesadas, los cobertizos, algunas murallas; la mayoría de las casas
se derrumbaron; la iglesia, que era de madera, quedó totalmente en el suelo, con gran cantidad de
cadáveres fuera de las sepulturas. En la playa, las piedras quedaron arrumbadas y dos piraguas se
destrozaron. Un aguacero acompañado de ventarrón de enormes granizos y de olas de apreciable
altura, terminó de aterrar a la pequeña población que clamaba misericordia divina.
Los habitantes se fueron a la iglesia, donde, de entre los escombros, rescataron una imagen de
la Virgen del Rosario y Puerto Claro que habían llevado desde Osorno los primeros pobladores, y que
hallaron intacta.

CATÁSTROFES EN CHILOE EN 1633, 1638 y 1639

Ese mismo año -1633 - hubo una epidemia de chavalongo en Chiloé que diezmó a la población.
Los jesuítas tomaron a su cargo la atención de los isleños. Se trasladaron de isla a isla suministrando
medicamentos y alimentos a los enfermos, además de ayuda espiritual.
En Chiloé se dejó de extraer oro y plata, aunque antes se sacaba cierta cantidad de las minas,
a raíz de que en 1638, una peste acabó con la tercera parte de la población.
Luego vino el hambre, causado por una plaga de ratones, que en 1639, no dejó campo ni casa
que no invadió, y consumió todo lo que era comestible.
Las crónicas contemporáneas señalan que en las noches los roedores atacaban a los
habitantes, no dejándolos dormir y que, incluso, en alguna ocasión se comieron a los niños de corta
edad que circunstancialmente se dejaron solos.
Nuevamente los jesuítas socorrieron a la población en esta situación aflictiva, abriendo sus
bodegas y graneros para alimentar a los vecinos.

INCENDIO DE ANGOL EN 1639

En el otoño de 1639, Angol, que el año anterior había sido refundada con el nombre de San
Francisco de la Vega de Angol, se incendió, quedando reducidas a cenizas las viviendas, los graneros,
los muebles y toda la incipiente ciudad.
Había sido repoblada, en parte, con los antiguos habitantes que se refugiaron en los
alrededores de Yumbel. El gobernador de Chile se encontraba a cinco leguas, en Tornacura, al saber
de este incendio casual, se fue a Angol y con los soldados y los pobladores, se abocó a reedificarla,
antes de la entrada del invierno.

SOLIDARIDAD

A la solidaridad de la población más acomodada de Santiago, recurrió el cabildo, en junio de


1639, a raíz de la pobreza en que se encontraban los habitantes de escasos recursos que padecían

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de peste; no tenían medicamentos ni alimentos. Los regidores se distribuyeron las calles de la capital
para solicitar dinero, con el que adquirieron lo necesario para prestar socorro a los enfermos.
En diciembre de 1639, un sismo asoló a la ciudad de Coquimbo, donde murieron por lo menos,
dos personas.

ERUPCIÓN VOLCÁNICA EN 1640

En febrero de 1640 entró en violenta erupción el volcán situado en las tierras de la jurisdicción
del cacique Aliante.
Las piedras ardientes, la ceniza, la lava y la escoria bajaron por los ríos Allipén y Toltén hasta
el mar, inundando las comarcas vecinas, destruyendo los ranchos de los indios, dejando los peces
muertos y el agua sin poder bebería, por lo menos, por cuatro meses. Los mapuches huyeron a los
cerros, en busca de lugares seguros.
Otros lahares siguieron un curso diferente, llegando hasta el lago Villarrica, que se desbordó por
los campos aledaños, arrasando con los árboles, los bosques y poblados de los aborígenes.
Los cronistas y los españoles, que en esa época se encontraban cautivos en la región, coinciden
en los relatos, al decir que la erupción fue acompañada de un gran estruendo que se sintió a más de
treinta leguas de distancia. Los aborígenes se asustaron tanto que algunas mujeres mal parieron y
los indios de guerra del sector creyeron que éste era un castigo superior por su rebeldía.
De acuerdo con la descripción geográfica de los cronistas contemporáneos, podrían haber sido
las erupciones de los volcanes Llaima y Villarrica.
Los mapuches creían que los volcanes eran la morada del Pillán y cuando entraban en erupción,
era porque éste se enojaba lanzando fuego, humo y azufre.
El Pillán era el antepasado fundador de sus linajes y difería de clan en clan y de tribu en tribu.
El indio hacía sus invocaciones y rogativas al Pillán, no como a una deidad, sino como un hijo a su
padre, como un menor a sus mayores, y como no creía que la ayuda solicitada se prestara sin
recompensa, hacía sacrificios y ofrendas para congraciarse con el Pillán; los ritos no constituían una
adoración, sino una petición. El Pillán también mandaba los truenos y los relámpagos en señal de
su ira o displicencia.

NUEVAS INCURSIONES DE LOS HOLANDESES EN 1643

En 1643 arribaron, nuevamente, los holandeses a las costas chilenas con el objeto de hostilizar
el comercio español en el Pacífico, tratar de pactar con los naturales y ubicar lavaderos de oro.
El 25 de mayo de ese año, cuatro buques, al mando de Enrique Brouwer, gobernador general
de las posesiones holandesas de la India Oriental, llegaron al puerto de Carelmapu, desembarcando
doscientos tripulantes. Los españoles habían sacado todas sus pertenencias, llevándolas a los cerros,
junto con las mujeres y los niños. Después de una cruenta batalla, los holandeses incendiaron la
ciudad y destruyeron las casas, la iglesia y cuanto pudiera ser de utilidad para el poblado, matando
hasta los caballos. Luego se hicieron a la vela, rumbo al sur.
El segundo incendio de Castro por los holandeses se produjo en junio del mismo año. El anterior
había sido en el 1600.
Según relata Enrique Brouwer, en su diario de viaje, al amanecer del 6 de junio de 1643,
empezaron a bombardear Castro. Luego que desembarcaron, los holandeses entraron en la ciudad,

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sin ninguna resistencia, la encontraron desierta, con la mayoría de las casas reducidas a cenizas y las
que no lo estaban, entre ellas, la iglesia y algunos edificios públicos, no tenían techo y estaban vacías.
Los habitantes habían huido a los bosques con todos sus enseres. Brouwer mandó destruir todo lo
que quedaba; se llevaron las ovejas y cerdos que encontraron y se hicieron a la mar el 7 de junio.

TEMBLOR DE 1643

Al amanecer del domingo 6 de septiembre de 1643, un fuerte temblor sacudió a Santiago. Para
algunos cronistas, éste fue el precursor del terremoto de mayo de 1647.
Los santiaguinos que ya estaban sobre ascuas por las correrías de los holandeses por las costas
chilenas, fueron presas del pánico y del terror. En estas circunstancias, los capitulares del cabildo,
acordaron sacar en procesión la imagen de San Saturnino, llevándola desde la catedral hasta la
hermita donde se veneraba.

EPIDEMIAS DE 1645 Y 1646

El peligro holandés obligó a las autoridades peruanas y chilenas a repoblar Valdivia.


Alrededor de novecientos soldados a cargo del maestre de campo Alonso de Villanueva Soberal
fueron dejados por navios peruanos, con alimentos y pertrechos, el 1 de abril de 1645, con la orden
de construir tres fuertes para proteger la ciudad.
Los trabajos demoraron a raíz de lo que en esa época se consideraba una epidemia, el
escorbuto, por la que perecieron el mismo Villanueva Soberal y gran cantidad de soldados. El padre
Rosales la caracterizó como "unas secas que les salían en los muslos y una hinchazón en las encías
tan penosa y molesta que no les dejaba comer sino cosas líquidas por modo de bebida y todo el día
estaba babeando, la boca hinchada y con un tormento grande".
Los que se salvaron, señalaba también Rosales, se hicieron devotos de la Virgen María, a quien
tomaron por patrona de la ciudad, con la costumbre de rezarle el rosario a coro.
Ese año -1645 - la peste hizo estragos en la población. El cabildo de Santiago, en su sesión
del 7 de enero, acordó hacer una solemne procesión y novena a San Sebastián, patrono de los
apestados, para atacar el mal.
Al año siguiente -1646 - en Ralcahue, en tiempos en que el misionero jesuíta, Alfonso del Pozo
se encontraba en la zona, hubo una "pestecilla" por la que murieron muchos menores. Los adultos,
catequizados, recibieron el bautismo, con lo que estimaron que se salvaron de la epidemia.
A principios de 1647, una hambruna afectó a la población de menores recursos de Santiago.

TERREMOTO DE 1647

El tristemente célebre terremoto del lunes 13 de mayo de 1647, se produjo "un cuarto pasadas
las diez y media de la noche", lo aseguró el obispo de Santiago, Gaspar de Villarroel, en su carta al
Presidente del Supremo Consejo de Indias. El escribano público y del cabildo, Manuel de Toro Mazóte,
en la constancia que dejó en el libro de actas del ayuntamiento, estableció que se produjo a las diez
y media de la noche. Unos aseguraron, con el obispo Villarroel que duró medio cuarto de hora; tres

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credos, según los oficiales de la Real Audiencia, es decir, alrededor de siete minutos; otros, como Toro
Mazóte, dijeron que un cuarto de hora.
Dejó a la ciudad de Santiago prácticamente arruinada. Los efectos alcanzaron hasta los ríos
Liman y Choapa, por el norte; hasta Cauquenes y Maule, por el sur. Se sintió en el Cuzco, en Cuyo
y en Concepción. Coincidió con fuertes marejadas en el litoral, a tal punto que en Arica, el navio San
Nicolás, que estaba surto en la bahía, fue lanzado, el 7 de mayo, contra la costa, por una enorme ola,
destrozándose completamente; sus catorce tripulantes y todo el cargamento, que se estimó en
doscientos mil pesos, se hundieron; fue considerada como una de las pérdidas más valiosas de la
época. Los pescadores de las costas también señalaron que hubo fuertes marejadas, que los
obligaron a subirse a los cerros.
En Santiago, el movimiento sísmico fue imprevisto, sin presagios, pero con un ruido ensorde-
cedor al momento del terremoto. Tembló, por lo menos, ocho veces esa noche, continuando las
réplicas los días siguientes, especialmente el día 14 en la noche, en que un nuevo temblor bastante
fuerte hizo creer a la población que se los tragaría la tierra. Tembló hasta fines de junio.
Para el escribano Toro Mazóte y el obispo Villarroel, los muertos fueron alrededor de
seiscientos; según la Real Audiencia, más de mil: algunos nobles, mucha gente de servicio y algunos
niños. Estos últimos debido a que, a esa hora de la noche, la mayoría estaba dormido, y no alcanzaron
a ser rescatados.
De todos modos, pereció alrededor del diez por ciento de la población, si consideramos los datos
estadísticos contenidos en el informe del fiscal de la Real Audiencia, Alonso de Solórzano y Velasco
dirigido al rey, en 1657, en que establecía que Santiago tenía seis mil nueve personas y en todo el país
había once mil quinientas setenta y ocho, sin considerar las reducciones indígenas y la población de
San Juan, Mendoza y San Luis de la Punta. Según Solórzano y Velasco había en Santiago ciento siete
encomenderos de seis indios para arriba; noventa y seis capitanes reformados; trescientos ochenta
y ocho miembros de tres compañías de infantería y dos de caballería; cuatro mil trescientas noventa
y cinco señoras españolas, indios, indias, negros, negras, mulatos y mulatas; sesenta y cuatro
miembros del clero secular, entre sacerdotes, diáconos y subdiáconos; cuarenta y un seminaristas;
cuatrocientos cincuenta y un miembros del clero regular; ciento sesenta negros y negras trabajando
en el hospital San Juan de Dios y trescientos siete niños en escuelas y estudiantes.
Añade que había noventa habitantes en el corregimiento de Melipilla; quinientos noventa en el
corregimiento del Colchagua; ciento ochenta en el del Maule; quinientos setenta en el de Quillota;
ciento cuarenta en el de Aconcagua; setecientos en el de Coquimbo; cuatrocientos sesenta en el de
Valdivia; seiscientos treinta y nueve en el de Chiloé; dos mil en la Frontera, entre fuertes de tierra y
ejército efectivo, y doscientos en San Cristóbal, Talcamávida y otras tropas auxiliares, incluidos indios
amigos.
Durante el fuerte remezón y en las horas siguientes todo fue confusión: unos imploraban
misericordia divina, otros publicaban a gritos sus pecados; otros pedían perdón al prójimo o a Dios,
otros se desmayaron, otros en medio de la ruina de sus casas abrazaban felices a sus parientes, otros
agonizaban bajo los escombros y otros trataban de rescatar, de entre las ruinas, a parientes o prendas
queridas.
El obispo Villarroel se aprestaba a comer con su compañero franciscano, fray Luis de Lagos,
cuando empezó el ruido y el remezón que dejó en el suelo el techo y las paredes. Por una extraña
casualidad, dos vigas cayeron atravesadas de modo que formaron un pequeño vacío, donde el obispo
y su compañero se protegieron de los escombros. Al ser rescatados, poco después, el obispo salió
magullando y con heridas en la frente, no obstante lo cual, se fue a la plaza a socorrer a sus feligreses.
En Santiago, donde el terremoto se sintió más fuerte, se cayeron la mayoría de los edificios,
algunos con cerca de cien años, no quedando prácticamente ninguno en buenas condiciones. Se
remecieron desde los cimientos hasta los techos, aflojándose las amarras y ligaduras, a pesar de que
algunos eran más o menos sólidos; muchos estaban construidos con cal y piedras del cerro Santa
Lucía; otros, de adobes; y, de madera, los demás. Las puertas se cargaron, los corredores de los patios
se cayeron al suelo, se desnivelaron o cayeron las ventanas, las murallas se derrumbaron, hacia
adentro unas y otras hacia lacalle. Esto permitió que unos se salvaran y otros murieran por esta causa.
Como sucedió en los conventos de las monjas clarisas y agustinas; estaban en sus camas cuando se

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produjo el terremoto; ya sea por que se asustaron o porque las puertas se cargaron, el hecho fue que
no pudieron salir de sus celdas, mientras que los corredores de los patios cayeron al suelo, propor-
cionándoles esta ruina el paso franco de sus habitaciones, ya que si hubieran salido, habrían muerto
aplastadas por las murallas.
Grandes peñascos se desprendieron del cerro Santa Lucía, rodando hasta bastante distancia
y causando daños de magnitud en su camino. En la plaza y en las calles se abrieron muchas grietas,
algunas de bastante profundidad, de las que salió arena, y de otras, agua con un olor nauseabundo.
En la catedral, que era en parte de piedra de cantería, con enmaderamientos de alerce y
terminada de adobes, se derrumbaron dos de las tres naves, el tabernáculo y un retablo dedicado a
San Antonio, patrono del pueblo por las inundaciones del río. El templo de Santa Ana quedó en el
suelo. No así el de San Saturnino, que quedó entero y cuyo santo se veneraba por patrón de los
temblores. Las parroquias y semiparroquias también quedaron convertidas en escombros. El
monasterio de Santo Domingo se derrumbó. En el monasterio de San Francisco murió un religioso,
al caerse la iglesia y el claustro. En el monasterio de San Agustín, que había sido construido hacía
sesenta años en esa fecha y era de cal y piedras, se derrumbaron todas la naves y bóvedas; allí había
un crucifijo, elaborado hacía cuarenta años por un religioso de la misma orden, que con el terremoto
se le deslizó la corona de espinas al cuello, siendo, desde ese día venerado como el Señor de Mayo
o el Señor de la Agonía. A los pocos días del sismo fue sacado en procesión hasta la plaza, con el
obispo y los religiosos descalzos, clamando, llorando y gimiendo, ya que al hecho señalado, el pueblo
le dio el carácter de milagro. El obispo Villarroel instituyó una cofradía que llamó de Jesús, María y
San Nicolás de la Penitencia, que debía salir en procesión cada año, el día 13 de mayo, a la hora del
sismo, con asistencia de la Real Audiencia, el cabildo, monasterios, velas coloradas y la población
debía confesarse y comulgar. El monasterio de los religiosos mercedarios quedó semidestruído,
menos la capilla y el Santísimo Sacramento, que fue llevado por el obispo en procesión a la plaza,
donde se empezaron a decir misas. El colegio y la iglesia de los jesuítas quedaron hechos una ruina,
falleciendo uno de los sacerdotes; éstos tenían una botica para los pobres, que también se destruyó.
El monasterio de la Concepción de las monjas agustinas, que en esa época enclaustraba alrededor
de cuatrocientas personas, entre monjas y criadas, quedó convertido en escombros, falleció sólo una
esclava de cinco años, que Villarroel había regalado a una sobrina. En el monasterio de las monjas
claras también quedó la ruina. Todos estos daños en templos y monasterios fueron avaluados por el
prelado en ochocientos cincuenta y seis mil ducados.
Quedaron, asimismo, hecho escombros la cárcel, el edificio de la Real Audiencia, el palacio del
gobernador; del hospital San Juan de Dios quedó la enfermería con los enfermos a salvo; se
destrozaron los molinos, los hornos y las tiendas. En general, el aspecto que ofreció la ciudad fue el
de un montón de ruinas. Casi todos los habitantes quedaron a cielo raso, sin tener qué comer ni aun
qué beber. La caída de los molinos y las bodegas dejó a los vecinos sin pan y sin abastecimientos.
Muchas acequias se secaron y otras quedaron con el agua barrosa.
En los días siguiente y subsiguientes se realizaron cientos de confesiones, muchas misas y
alrededor de doscientos matrimonios de parejas que tenían relaciones ilícitas, como muestras de
arrepentimiento de los pecados y para implorar misericordia divina.
Los muertos fueron llevados por cantidades a las iglesias para su sepultura, "de seis en seis"
dijo el obispo Villarroel y agregó "hice curas a todos los religiosos porque no podían los curas con tantos
entierros: hubo día en que nos echaron diez en las ruinas de la catedral; mandé a los curas que en
aprieto tan extraño no hablasen de derechos y paguen ellos de su bolsa el abrir las sepulturas; porque
tantos cuerpos muertos no infectasen a los vivos".
La Real Audiencia había empezado afuncionar en Santiago en septiembre de 1609; por efectos
del terremoto se perdió todo el archivo.
En las vecindades de Santiago se destruyeron igualmente, las construcciones de las haciendas.
Casablanca, era una de las más prósperas de la zona central, con viviendas de adobes y tejas y los
ranchos de tapias y adobes, cubiertos de paja para graneros y despensas, quedó arruinada, no

39
ESCOBAR

\R QUZMAN
pudiendo aprovecharse gran cosa; el estero completó la obra destructora, cambió de lecho precipitan-
do su caudal sobre las ruinas, convirtió el lugar en un pantano. El río Teño, que a la sazón, era bastante
caudaloso, quedó seco por seis días. El río Aconcagua, o de Quillota, como se le llamaba por esos
años, quedó seco en la desembocadura, en Concón, y el pueblo de Quillota, totalmente en escombros.
En las tierras de los indios rebeldes, el ruido fue ensordecedor, según el testimonio de la Real
Audiencia en carta al rey de España, pero como "sus viviendas eran de paja y tablas, llamadas
comúnmente ranchos, no tuvieron daños". También hubo derrumbes en algunos cerros.
En Santiago, el cabildo, en sucesivas reuniones celebradas en la plaza, por no tener dónde
juntarse, ya que el edificio del ayuntamiento había quedado en ruinas, tomó medidas de urgencia,
relacionadas con la supervivencia de la población, el resguardo de los bienes y la forma cómo se podía
llevara cabo la reconstrucción de lo devastado. Entre estos acuerdos, cabe destacar: Darle prioridad
a la reedificación de la cárcel, la casa del cabildo y los molinos. Se pusieron guardias en todo lo que
pudo aprovecharse, lo mismo que en las cajas del censo. Se desenterraron y arreglaron las campanas.
Se tapiaron las tomas de las acequias, impidiendo así que se inundara la ciudad. Se controlaron los
precios de las mercaderías y de la carne. Se preocuparon de que los pobres y religiosos tuvieran
alimentos. Los regidores, acompañados de alguaciles, controlaron el maíz y el trigo que había en las
chacras vecinas a Santiago, informando de las existencias al cabildo, que tomó las providencias del
caso para evitar desabastecimientos a los vecinos. Solicitaron a los corregidores de Maule y
Colchagua que proveyeran carneros para el suministro de la población. El alguacil mayor y el alférez
mayor, con cuadrillas de peones, fueron los encargados de preocuparse de ayudar a los monasterios
en la reconstrucción de urgencia de sus edificios. El procurador general con el letrado de la ciudad
estudiaron la suspensión del cobro de las alcabalas. Todos los documentos oficiales, de valor, se
guardaron, bajo inventario, en la casa del escribano, mientras se pudo disponer de un archivo.
Pasados los primeros sustos, la población trató de buscar dónde guarecerse. El padre Rosales
lo describe diciendo "los que antes no se contentaban con palacios y salas muy adornadas, ya tenían
a dicha poder hacer unos pequeños ranchos que componían de la madera y tejas en las ruinas,
viviendo de las huertas y corrales, ya en toldos, ya en pabellones mal abrigados".
Los regidores del cabildo también tomaron sus providencias para rescatar lo que fuese factible
del edificio en ruinas y comprar lo que les faltaba, para reedificarlo, en el menor tiempo posible.
Por su parte, el obispo Villarroel solicitó tablas del edificio del cabildo en ruinas, para levantar
una precaria catedral de madera. Tanto los jesuítas, como los mercedarios levantaron sus celdas de
paja y totora, mientras recomenzaron a reconstruir sus iglesias. Los jesuítas, por su parte, levantaron,
primero, un altar en las puertas de la iglesia destruida, donde decían misa a diario, con guardia y
escolta de dos compañías de a caballo, para evitar ataques de los indios y de los esclavos.
Antes de fines de ju nio hubo dos aguaceros que retardaron la reconstrucción y ocasionaron más
problemas a la población.
Uno se produjo en el mes de mayo y el otro, un recio temporal, empezó el 23 de junio, abarcando
toda la zona central. En Santiago, que estaba todavía en el suelo, cayó una nevada que duró tres días
seguidos, luego la lluvia torrencial, acompañada de truenos y relámpagos, duró varios días, "con que
crecía el espanto cada día más", informaron los oidores de la Real Audiencia al rey.
En la región de Colchagua, que era corregimiento de indios, la inundación causada por los
temporales y desbordes de los ríos, llegó a tales niveles que cubrió hasta los árboles más altos, y
perecieron aproximadamente sesenta mil cabezas de ganado. Las lluvias pudrieron las siembras,
inundaron los graneros, las bodegas de vino y se perdieron las semillas.
Las autoridades se preocuparon de reparar los molinos, los hornos y de limpiar las acequias,
evitando que la población padeciera de hambre.
Después comenzó una epidemia de chavalongo, señalaba la Real Audiencia, en carta al rey de
España; una peste perniciosa, estableció el cabildo en Santiago. De todos modos, ésta duró más de
un año, muriendo alrededor de dos mil personas, de la gente "servil trabajada", que era la más

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necesaria para las labores de crianza y labranza. El contagio fue tan grande que casi en ninguna casa
se dejó de padecer la enfermedad o la muerte de alguna persona, especialmente indios de servicio
y negros. Como no llegaban negros de Buenos Aires, la falta de manos para trabajar llegó a ser un
problema serio, derivado de la epidemia.
El ayuntamiento de Santiago, viendo la ruina de la ciudad, propuso, incluso, cambiarla de
ubicación, votando algunos por el valle de Tango, otros por Melipilla, otros por Quillota, pero los más
propusieron reedificarla en el mismo lugar, moción que prevaleció por sobre las otras opiniones.
Se hicieron llegar aportes en dinero y se tomaron diversas medidas para paliar la situación en
c\ue oneció eV^ate. L&ReaV

El gobernador de Chile, Martín de Mujica, quien se encontraba en Concepción cuando conoció


la noticia, el 27 de mayo, envió de inmediato a Santiago un ayudante con dos mil pesos. Luego, con
tres mil pesos que sacó de las cajas reales, con aportes del Ejército y de vecinos de Concepción,
completó once mil pesos más.
El virrey del Perú, marqués de Mancera celebraba la terminación de las murallas de defensa
del Callao, el 7 de junio, cuando recibió las noticias del terremoto en Chile. Ordenó suspender las
festividades y se abocó a ver la forma de enviar ayuda. Logró, con el arzobispo de Lima, juntar otros
veinte mil pesos. El rey de España cedió diez mil ducados de las "tercias partes de los obispados
del reino".
Los dineros se distribuyeron para la reconstrucción de la catedral, de los monasterios, los
conventos y las hermitas; para la reconstrucción del hospital y atención de los enfermos; para ayudar
a los pobres, a las viudas y a los huérfanos.
El gobernador solicitó al monarca la exención del pago de contribuciones, petición que fue
apoyada por el virrey del Perú, quien suspendió provisionalmente el cobro de los impuestos, mientras
llegaba la disposición real. El Cabildo nombró al padre Alonso de Ovalle, procurador general en
Roma, para que lo representara ante el rey de España en las gestiones destinadas a obtener esta
exención y otras ayudas de la corona.
Por real cédula del 5 de octubre de 1648, el rey liberó a los habitantes de Chile del pago de
alcabalas, unión de armas y de todos los demás tributos que le pertenecían, por el plazo de seis años,
dejando libres, al mismo tiempo, del pago de derechos de aduana, todas las mercaderías que salieran
o entraran al país.
Por otra parte, hubo dificultades para cancelar los censos de las propiedades. Estos eran
bastantes elevados en relación a la devaluación que se produjo en las casas y haciendas que estaban
destruidas. Los dueños no tenían dinero para cancelar estas contribuciones ni tampoco para
reedificar, llegando muchos a abandonarlas o a venderlas en pública subasta. Tiempo después, el rey
autorizó rebajar los censos.
Con el correr de los años, la mayoría de los edificios e iglesias se reconstruyeron en el mismo
lugar donde estaban ubicados antes del terremoto. El convento de San Francisco, sin embargo, sólo
se "remendó" no dando seguridad, a tal punto que los miembros de la Real Audiencia no concurrían
a ninguna celebración que se realizara allí.
El virrey Alba de Aliste cedió, en 1659, la cantidad de diez mil pesos en vacantes de obispos,
para ayudar a la reconstrucción de la catedral; en 1663, el rey de España se interesaba por conocer
el estado de las nuevas edificaciones de la catedral y las iglesias. Años después, solicitaba información
sobre la nueva edificación de la iglesia de la Compañía de Jesús, a raíz de que en 1676, los jesuítas
le solicitaron aportes para estos trabajos. Los últimos edificios públicos que se levantaron fueron los
de la Audiencia y el palacio de gobierno, entre 1700 y 1715.
Hubo algunas medidas tangenciales al terremoto, como las disposición que tomó al virrey del
Perú, en el sentido de no adquirir jarcias a Chile, ya que además de ser caras y sin alquitrán, no se
iban a poder entregar en corto tiempo, por la ruina en que habían quedado los materiales con el

41
terremoto; esta medidala tomó en julio de 1647. Por su parte, el monarca, por real cédulade noviembre
de 1654, dispuso que a los soldados de la Frontera no se les autorizara para llegar a Santiago a
pertrecharse, después del terremoto, a cambio de lo cual se debía proveerlos de lo necesario en sus
ubicaciones de guerra.
Desde el año siguiente al terremoto hubo actividades conmemorativas. En la sesión del cabildo
del 12 de mayo de 1648, se acordó que la procesión que se efectuaría al día siguiente, debería salir
del convento de San Agustín con todos los alcaldes y regidores para que "Dios nos libre de terremotos
y temblores".
En 1675, el cabildo tomó varios acuerdos relativos a estas conmemoraciones: hacer un voto
a la Natividad de la Virgen para que favoreciera al reino, festejándose con sacrificios diarios; los 13
de mayo, aperpetu ¡dad, debía realizarse una misa y procesión ¡debía levantarse una hermita, tal como
se hizo en Concepción en los años anteriores, que se ubicaría en el cerro Santa Lucía.
En 1672 los padres agustinos protocolizaron, en presencia del notario público, el voto de
penitencia que debían realizar cada 13 de mayo, por los favores recibidos de Dios y ser ellos los
custodios del Señor de Mayo.
En 1847, el intendente de Santiago propuso a la municipalidad una serie de actividades para
conmemorar los doscientos años del infausto acontecimiento. El municipio aprobó la proposición, que
entre las principales actividades contemplaba para el 13 de mayo: comunión general de los alumnos
de las escuelas municipales en edad de hacerlo; realizar una misa en la iglesia de San Agustín, a medio
día, con todo el cuerpo municipal; rogativas en la tarde, con la mayor asistencia del público posible;
invitación al Presidente de la República, ministros, arzobispo de Santiago, deán del cabildo eclesiás-
tico, curas, párrocos, comunidades religiosas a las actividades de conmemoración; realizar plegarias
en todas las iglesias; prohibición de circular carruajes desde el medio día hasta la noche y cierre de
los teatros.
Casi tres años después, el 31 de marzo de 1650, un fuerte sismo se sintió en Arica, causando
daños, entre otros, a los almacenes reales.

DESBORDES DE RÍOS EN 1650

Entre fines de junio y principios de julio de 1650, los temporales originaron, nuevamente, los
desbordes del río Mapocho y del río Maipo.
El primero destruyó los tajamares, inundó los terrenos y casas ubicados en sus riberas y entró
por La Cañada, causando perjuicios de consideración. Las crecidas del río Maipo destruyeron el
puente por donde se traían, desde el sur, los abastecimientos, en especial la carne, todo lo que produjo
serios problemas en la capital.
El gobernador de Chile, la Real Audiencia y el ayuntamiento se preocuparon de la situación,
realizando, incluso un cabildo abierto para informar y tomar el parecer de los vecinos, ya que también
estaban pendientes la reconstrucción de las casas reales y el edificio edilicio, destruidos por el
terremoto de 1647.
Se estimó que debía darse prioridad a las reparaciones de los tajamares y al puente sobre el
río Maipo; que la reedificación del edificio de la Real Audiencia se efectuaría con fondos de la real
hacienda y que luego de las reparaciones ya aludidas, se podía pensar en reedificar el edificio del
cabildo, ya que las contribuciones eran escasas después del sismo.
Con estos antecedentes, se acordó que los vecinos hicieran aportes extraordinarios - "derra-
mas" - para reconstruir los tajamares del Mapocho. El gobernador de Chile propuso plantar sauces,
que al crecer detendrían las aguas; la moción no tuvo adherentes.

42
En cuanto al río Maipo, tras una inspección de los cabildantes, se estimó construir un puente
con palos de algarrobo y cables, en un lugar más adecuado, varias cuadras más abajo de donde se
ubicaba el que acababa de llevarse el río, y que cuando se contara con fondos, reemplazarlo por otro
de madera.

PLAGA DE RATONES EN 1652 Y 1653

En 1652 los ratones invadieron Santiago, comiéndose las sementeras, las viñas y atacando al
ganado. En vista de que el problema era serio para los vecinos, el cabildo acordó que una comisión
solicitara al obispo que hiciera rogativas y maldijera a los múridos, para terminar con la plaga.
Al año siguiente -1653 - la plaga de ratones invadió los campos de Boroa y Peñuelas, en el sur,
acabando con las siembras de los indios, los que quedaron sin alimentos. Los jesuítas solucionaron
el problema, manteniendo a los aborígenes del interior de la Araucanía.

EPIDEMIA DE VIRUELA DE 1653 Y 1654

Entre 1653 y 1654 una nueva epidemia de viruela atacó principalmente a los aborígenes. Pasó
de Mendoza a Chile, extendiéndose rápidamente desde el desierto de Atacama hasta el archipiélago
de los Chonos. Los indios de las inmediaciones de Chillan, Toltén y de las islas de Chiloé fueron los
más afectados.
En las cercanías de Toltén los estragos que causó llegaron a tales extremos que los enfermos,
en medio de sus achaques, salían desnudos y sin comida a los montes, haciendo huir a sus padres,
hijos y hermanos. Los jesuítas les sirvieron de enfermeros, les proporcionaron alimentos, los
bautizaron y también los enterraron al morir, porque la pestilencia de los cadáveres hacía a los
parientes eludir esta obligación.
En cambio, en las fronteras de Arauco, los indios rechazaron la ayuda jesuíta, porque creían que
éstos llevaban la epidemia a sus casas.
En Chiloé también fueron los misioneros jesuítas los que tomaron a su cargo llevar alimentos
y ayuda espiritual a los afectados de viruela. A través de los canales, de las islas y archipiélagos se
trasladaron para buscar a los apestados y socorrerlos.
En Chillan, la viruela atacó a gran cantidad de indios de servicio. Un misionero jesuíta les
proporcionó ayuda material y les asistió espiritualmente, ya que por lo contagioso de la enfermedad
y la fetidez que se desprendía de los cuerpos, todos huían de los enfermos.

INCENDIO DE CHILLAN EN 1655

El incendio y destrucción de Chillan, de las haciendas y fuertes vecinos se produjo a fines de


febrero de 1655, debido a la sublevación general indígena, como consecuencia de los malos tratos que
daban a los aborígenes los hermanos de la mujer del gobernador de Chile: los tomaban prisioneros,

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tratándolos como a esclavos y los vendían como tales al Perú. Al mismo tiempo, el gobernador había
dispuesto que los indios de las reducciones de Yumbel se llevasen a las cercanías de Chillan para que
trabajaran en las haciendas y en el servicio de la ciudad.
Los caciques levantaron un fuerte y luego, con alrededor de dos mil efectivos, realizaron el
asalto e incendio de Chillan. Quemaron también las casas de las haciendas vecinas, los fuertes de
Arauco, San Pedro, Boroa, Buena Esperanza, Nacimiento y Talcamávida.
Cautivaron más de mil trescientos españoles, saquearon trescientas noventa y seis estancias,
les quitaron a los conquistadores cuatrocientas mil cabezas de ganado vacuno, caballar, cabrío y de
lana, ascendiendo las pérdidas de los vecinos y del rey a ocho millones de pesos. Después de la batalla
empezó a sentirse el hambre en la ciudad y se extendió la epidemia de viruela. La conspiración de
los aborígenes cundió en tal forma que de más de treinta mil indios amigos no quedaron ni treinta.
En tales condiciones, los habitantes, reunidos en asamblea pública, acordaron hacer rogativas
y novenas a la Virgen, para saber qué hacer, decidiendo, luego, marchar hacia el norte, abandonando
la ciudad.
Apenas los vecinos dejaron Chillan, los indios, entre los que había muchos antiguos servidores,
terminaron el saqueo, desenterraron las riquezas que los habitantes habían guardado bajo tierra, se
robaron las lámparas, los candelabros y los adornos de las iglesias.
El éxodo fue lento y difícil a causa de la epidemia de viruela ya que se realizó a pie, acarreando
todo lo que pudieron. Después de cincuenta días de marcha, llegaron a las riberas del río Maule.
La Real Audiencia y el cabildo de Santiago no los autorizaron para continuar más al norte, por
temor a que contagiaran con viruela al resto de la población del país. Se diseminaron por los campos,
viviendo en ranchos y trabajando con sus manos, alrededor de ocho años.
En septiembre de 1663 se comenzaron las obras de reconstrucción de la ciudad, con el apoyo
de los mismos indios que los habían atacado y que a esas alturas eran nuevamente de paz. Chillan
se refundo oficialmente el 2 de enero de 1664.

SEQUÍA EN SANTIAGO EL AÑO 1656

A fines de julio de 1656, la falta de lluvias para las siembras y "yerbas del campo" llevó al cabildo
de Santiago a realizar una novena a la Virgen en el convento de Nuestra Señora de las Mercedes,
sacándola luego en procesión hasta la iglesia Mayor. El gasto de la cera corrió por cuenta de los
vecinos, mientras el padre provincial y la comunidad del convento autorizaron las actividades
religiosas.

TERREMOTO EN 1657

Un ruido ensordecedor precedió al terremoto que seguido de un maremoto asoló a Concepción,


a las ocho de la noche del jueves 15 de marzo de 1657.
El fuerte movimiento sísmico impidió a los habitantes mantenerse en pie e hizo sonar las
campanas de las iglesias, que con el vaivén se tocaron unas a otras.
La mayoría de la población alcanzó a salir de sus casas, debido, por una parte, a la hora aún
temprana y, por otra, a que fueron alertados por el ruido. De todas maneras, perecieron alrededor de

44
cuarenta personas llevadas por el mar, al no darse prisa para arrancar de los sucesivos oleajes del
maremoto.
Las casas, los edificios e iglesias empezaron a caerse con el movimiento. Después, tres olas
consecutivas, dejaron a Concepción en la ruina. La primera entró por el canal del arroyo, que pasaba
por el medio de la ciudad. Una hora más tarde, el mar volvió a embestir llegando hasta la plaza,
"precedido por un globo de fuego", señaló el padre Rosales, quien se encontraba en Concepción. Esta
nueva salida del mar arrasó con la mayoría de las casas que habían quedado. La población aterrada
clamaba misericordia divina, mientras corría por las calles en dirección a los cerros. Luego vino una
tercera y última salida del mar. Las olas, en su retirada se llevaron personas, muebles, camas, arcas,
vestuario, murallas, dejando muchos de los cadáveres y especies en una playa distante más de dos
leguas.
Además de las casas de los particulares que se derrumbaron o desaparecieron bajo las aguas,
quedaron en ruinas el palacio de gobierno, las iglesias, especialmente la de San Agustín y la de San
Francisco. Un barco que estaba en la bahía antes del terremoto, quedó en medio de una laguna, en
los terrenos del convento de San Agustín.
Uno de los edificios que se salvó fue el de los jesuítas, que a pesar de haber sufrido las
inundaciones del mar, no se derribó por lo que los indios que les tenían gran estimación, dijeron que
"por ser estos padres tan santos, les ha guardado Dios su casa y su iglesia".
El movimiento sísmico se sintió por el sur hasta Cautín. Por el norte hasta Quillota, donde las
cercas y posesiones que había en el valle quedaron asoladas.
En Santiago se produjeron daños de consideración el algunos edificios e iglesias. En la catedral
se cayeron los arcos de piedras y la sacristía que se habían reconstruido después del terremoto de
1647, debiendo realizarse los oficios religiosos en la capilla del cabildo. No hubo muertos.
En los caminos y en los campos se abrieron grietas, formándose nuevos barrancos y acequias.
La población de Concepción, que ya estaba sin municiones, quedó sin techo, sin víveres y
arruinada por la destrucción de sus haciendas con las incursiones de los aborígenes comandados por
el mestizo Alejo, vivió en ascuas, esperando otro ataque de los indios. Desde Santiago, el cabildo le
envió trigo y alimentos. El gobernador de Chile, Pedro Porter de Casanate se encontraba personal-
mente al mando de las tropas españolas, en los alrededores de Concepción, en campaña contra las
huestes indígenas.
La clemencia divina y la ayuda del Todopoderoso fueron invocadas, tanto por los habitantes de
Concepción, como por los de Santiago.
En Concepción se realizaron procesiones solemnes y ceremonias expiatorias, para agradecer
a Dios haber librado a la ciudad de que pereciesen todos los habitantes, rogando que el lugar se viera
libre de temblores y terremotos. En años posteriores, se conmemoraba en igual forma la catástrofe.
En la capital se hicieron dos rogativas. Por una parte, el cabildo celebró una novena a Nuestra
Señora de las Mercedes para solicitar misericordia divina, que terminó con una "procesión de sangre",
en que losfieles caminaron azotándose hasta verter sangre. Por otra parte, el gobernador del obispado
realizó una procesión que salió de la catedral llevando en andas al Señor de Mayo hasta el convento
de San Agustín, para "aplacar a Dios y a su divina justicia, que tan irritado se mostraba".
El 17 de marzo, el cabildo de Santiago informó al virrey del Perú, del terremoto acaecido en
Chile; y, en julio del mismo año, éste suspendió la cobranza de los tributos de veinte mil pesos,
accediendo a postergar el pago por un tiempo.
Entre marzo y abril de 1657, tanto el fiscal de la Real Audiencia, como el cabildo de Santiago,
pensaron en trasladar la ciudad de Concepción. El fiscal de la Real Audiencia propuso trasladar la
frontera a las riberas del río Maule dejando en el sitio que ocupaba Concepción, sólo un fuerte. La
proposición no tuvo aceptación en Chile ni en España. El cabildo discutió la posibilidad de fundar una
nueva ciudad en las riberas del río Maule, donde se podían reunir los habitantes de Chillan y
Concepción, y los oidores de la Real Audiencia estuvieron vacilantes en restablecer Chillan en el

45
mismo sitio o trasladarla a Duao. Al final, no prosperaron estas ideas. inundí
y novi
de no

PUENTE SOBRE EL RIO MAIPO ya qu


condic
Las crecidas del río Maipo, con las lluvias de junio de 1657, destruyeron el puente que era el
medio de comunicación terrestre con el sur del país.
La falta de recursos económicos llevó al cabildo de Santiago a tomar la determinación de cobrar
peaje por el tránsito por ese lugar, disponiendo así de los fondos necesarios para la reparación.

habita
EPIDEMIAS DE 1657,1658 Y 1660
por las
una rr
En 1657, la tripulación de un navio que llegó a las islas de Chiloé llevó el contagio de viruela. termin
Los isleños murieron por decenas en los cinco meses que duró la epidemia. de la I
En 1658, la viruela se propagó en La Serena, pereciendo algunos españoles, gran cantidad de
indios de servicio y negros. La ciudad quedó casi despoblada. Las familias con más recursos juntaron
dinero para comprar alimentos y medicamentos para los menesterosos.
La epidemia también se extendió al valle de ümarí, atacando a los pastores y a los trabajadores
de las haciendas, que murieron en crecido número; pereció, incluso, un misionero jesuíta que los
atendía en el campo.
Ese mismo año, otra epidemia, que el padre Rosales señala como "quebrantahuesos", se
extendió por todo el país. Provocaba dolores violentos, fiebre, "encendimiento de la sangre, además otras
de dolor de estómago y flaqueza de la cabeza", haciendo delirar al enfermo. La epidemia atacó a todos
los habitantes, menos a los oriundos de España. proce
En abril de 1660, la peste invadió Santiago. Para terminarla, los miembros del cabildo solicitaron ques
al padre provincial del convento de Nuestra Señora de las Mercedes que llevara la imagen de la Virgen
en procesión hasta la catedral. Ante la negativa del sacerdote, se acordó recurrir a la instancia del
provisor y gobernador del obispado, para que hiciera cumplir la solicitud y alcanzar la misericordia
divina.
Como no hubo una respuesta oportuna, realizaron una novena a la Virgen de la Victoria, en el
convento de las monjas de la Concepción, que terminó con una procesión en la que participaron las
cofradías religiosas. En la sesión del 9 de abril se ultimaron los detalles de los gastos, que fueron de
cargo del cabildo, tanto para adquirir velas y hachas, que eran necesarias para la procesión, como Santii
también los inherentes a la atención de los pobres apestados.
del S<

"deso
peste
SEQUÍA E INUNDACIONES quién
pena;
En julio de 1660 la falta de lluvias preocupó al cabildo santiaguino, ya que una sequía encarecía noveí
los productos alimenticios, imposibilitaba sembrar y existía la necesidad de sustentar al real ejército; proce
se solicitó al obispo que hiciera rogativas a Dios en la catedral y en todos los conventos.
El temporal se produjo en agosto. El río Mapocho, una vez más, se desbordó por La Cañada, y nov

46
inundando parte de la ciudad y destruyendo los tajamares. En sucesivas reuniones, en septiembre
y noviembre, el cabildo estudió la forma de disponer de recursos para reparar los tajamares "porque
de no hacerse amenaza la ruina de la ciudad".
Se recomendó al procurador que activará la recolección del dinero de la balanza para este fin,
ya que los vecinos, con las consecuencias de los terremotos de 1647 y 1657, no estaban en
condiciones económicas de hacer contribuciones extraordinarias.

PESTE DE 1663

En noviembre de 1663 la peste volvió a diezmar la población de Santiago, extendiéndose a los


habitantes de las chacras y estancias de los alrededores.
El cabildo acordó recurrir a Nuestra Señora de la Mercedes, a San Sebastián, patrono del pueblo
por las pestes, y al apóstol Santiago para terminar con la epidemia. Las ceremonias se iniciaron con
una misa cantada en la catedral. La procesión recorrió toda la ciudad y las iglesias, iniciándose y
terminando en la catedral. Participaron las órdenes religiosas, las cofradías, los miembros del cabildo,
de la Real Audiencia, vecinos y moradores.

PLAGA DE LANGOSTAS EN 1665

En diciembre de 1665, una plaga de langostas acabó con las cosechas de legumbres, trigos y
otras cosas, en las chacras de los alrededores de Santiago.
Para exterminar al dañoso insecto, el cabildo acordó solicitar al padre provincial que hiciera una
procesión, llevando a la Virgen de Nuestra Señora de las Mercedes hasta la catedral, ceremonia a la
que se invitó a las otras órdenes religiosas.

PESTE DE 1669 A 1677

A partir de agosto de 1669, una epidemia de chavalongo comenzó a diezmar las población de
Santiago, preocupando al cabildo que, mediante invocaciones, trató de aminorar el mal.
En 1669 se hacen invocaciones a la Virgen Santísima de las Mercedes; en 1670 fue a la Virgen
del Socorro y en 1671 las rogativas fueron dirigidas a la gloriosa Santa María Rosa.
En 1672 continúa la epidemia. Los médicos de la ciudad informaron al cabildo que las
"desordenadas quemazones que se hacían en el campo, tan cerca de la ciudad, eran la causa de las
pestes y enfermedades que padecían". En tal circunstancia, se acordó ir a los campos a averiguar
quiénes producían las quemazones que perjudicaban al bien común, para que se les aplicasen las
penas dispuestas en las leyes y ordenanzas, además de obligarlos a "apagar los fuegos".
En junio de 1675 no había llovido en Santiago. El cabildo, una vez más, acordó realizar una
novena a Nuestra Señora de las Mercedes, con misa cantada, velas, hachas y a continuación una
procesión, para terminar con la incipiente sequía.
Los años siguientes continuó la peste en Santiago. En 1676, en los meses de agosto, octubre
y noviembre, el problema es tratado en las respectivas sesiones del cabildo. En ese año se recurre

47
a una novena a Nuestra Señora de las Mercedes, a una misa solemne a la Virgen del Socorro y a San febí
Sebastián, "patrono del pueblo por la peste", con asistencia de las órdenes religiosas, clero y los que
vecinos para rogar por el término de la epidemia.
Asimismo, se tomaron medidas para evitar que los apestados de Cuyo pasaran al reino de Chile, soc
encargando al corregidor de Aconcagua que tomara las medidas tendientes a cumplir el cometido. ym
En 1677, como la epidemia no se había logrado terminar, se hacen nuevamente rogativas y a ai
novenas a Nuestra Señora de las Mercedes, con asistencia de todo el vecindario, para invocar la
clemencia divina y terminar con el mal.
prin
sac
trat
TEMPORALES EN CHILLAN EL AÑO 1679

Las fuertes lluvias del mes de junio, en la zona centro sur del país, provocaron en 1679 la crecida
del río Chillan, que se desbordó sobre la ciudad ocasionando una desastrosa inundación. Citados a
un cabildo abierto, el 17 del mismo mes, las autoridades y los vecinos estudiaron la forma de enfocar
el problema para que no se repitiera.
Se propusieron por lo menos dos soluciones: una de ellas fue construir un tajamar de cuatro
a cinco cuadras de largo; la otra, edificar la ciudad en otro lugar. en le
Al año siguiente, se construyó un muro de defensa para la ciudad, tanto para evitar nuevas edifii
inundaciones, como para protegerla de las irrupciones de los aborígenes. lam;
Sacr

dea
INCENDIO DE LA SERENA EN 1680 zurre
El ¡ni
Las incursiones del pirata inglés Bartolomé Sharp por las costas del virreinato del Perú y por las
costas del reino de Chile, en el año 1680, lo llevaron, el 13 de diciembre, al puerto de Coquimbo. El virrej
gobernador, quien se hallaba en antecedentes por cartas enviadas desde el Perú, había tomado las yüur
medidas del caso. Los vecinos se habían retirado con anterioridad a sus haciendas, al interior, las p
llevándose sus alimentos y enseres.
Sharp desembarcó en el puerto y entró a La Serena, no encontrando casi resistencia en los
cuatro días que estuvo en tierra. Así las cosas, los corsarios ingleses prendieron fuego a la ciudad,
quemando las casas, iglesias y conventos, robándose, al mismo tiempo, las cosas de algún valor que
encontraron.
Los vecinos de La Serena se quedaron en sus haciendas por algún tiempo, empezando poco
a poco a reconstruir la ciudad, recibiendo, entretanto, ayuda de los jesuítas. Estos, con el incendio
perdieron hasta los títulos de dominio de sus propiedades. Años más tarde solicitaron que se los Santi
repusieran. El obispo de Santiago informó al rey de España, en 1710, de esta incursión de los piratas del si
y del incendio de las iglesias y conventos. neceí

TERREMOTO DE ARICA EN 1681

No sólo los piratas llegaron a devastar a Arica. También los terremotos. El lunes 10 de marzo
de 1681, cuando la población celebraba alegremente la expulsión del pirata Watling, ocurrida el 10 de alarm

48
febrero de ese año, un fuerte sismo destruyó muchas casas y algunas de las murallas del fuerte,
quedando el resto en muy malas condiciones.
La población fue presa del terror y del espanto. Unos corrieron a la iglesia, otros al hospital a
socorrerá sus enfermos y el resto, entre los que se encontraban ancianos sobrevivientes del terremoto
y maremoto de 1604, se dirigieron con sus familias al Morro, en prevención de una situación parecida
a aquella que, felizmente, no sucedió.
Pasado el primer susto, todos se pusieron a trabajar en la reconstrucción de sus viviendas. Las
primeras medidas tomadas por las autoridades se encaminaron a la reconstrucción del fuerte. Se
sacaron mil pesos de la caja real para atender a los gastos materiales y pagar a la gente que debía
trabajar, informando de lo obrado a las autoridades de Lima.

INCENDIO EN VALDIVIA EL AÑO 1682

El miércoles 28 de enero de 1682, alrededor de la una de la madrugada, se produjo un incendio


en las oficinas del hospital San Juan de Dios, en Valdivia, que rápidamente se propagó al resto del
edificio, a tres templos, a los almacenes reales y a las casas vecinas. Quedó convertida en cenizas
la mayor parte de la ciudad, sin que los esfuerzos desplegados pudieran salvar más que el Santísimo
Sacramento, algunas imágenes sagradas, un poco de ropa y otras menudencias de escaso valor.
Valdivia quedó desabastecida. La harina que quedó se empleó en hacer pan que se entregó
de a uno, diariamente, por habitante. Sólo rescataron cincuenta rollos de cordeles y ciento cincuenta
zurrones de harina. Se perdieron la brea y la estopa; la población debió alojarse en cualquier parte.
El incendio no llegó, sin embargo, a ninguno de los fuertes que rodeaban la ciudad.
El gobernador de Chile envió, desde Valparaíso, un barco con harina y abastecimientos. El
virrey del Perú, informado por carta del gobernador del triste suceso, llevó los antecedentes al Acuerdo
y Junta de Hacienda, disponiéndose que el socorro anual para Valdivia se incrementara, para suplir
las pérdidas ocasionadas por el siniestro.

/^INCENDIO EN LAS BODEGAS DE VALPARAÍSO EN 1683

En noviembre de 1683 se quemaron las bodegas del puerto de Valparaíso. El cabildo de


Santiago en sus sesiones de noviembre y diciembre de ese año acordó hacer investigar las causas
del siniestro, para castigar a los inculpados, incluso, con el embargo de sus muebles, si fuese
necesario.

PESTE EN SANTIAGO EN 1687

Entre junio y julio de 1687, nuevamente la peste que se había propagado por la ciudad, tenía
alarmados a los miembros del cabildo santiaguino.

49
Los cabildantes, el regimiento y los jueces acordaron hacer una novena y rogativa a Nuestro el paso
Señor, para que se apiadara del pueblo castigado por el Todopoderoso. Se acordó, asimismo, que >
ésta se realizara en el convento de Santa Clara y que luego se sacara la imagen de la Virgen del Rosario que se
en procesión. de sufrí
"balanz

DESTRUCCIÓN DE LOS TAJAMARES DEL MAPOCHO EN 1687 Y 1688

Los temporales de 1687 y 1688 destrozaron, entre otros, los tajamares del río Mapocho y
causaron grandes inundaciones en la ciudad de Santiago. E
Los tajamares se repararon, una vez más aumentado en dos cuadras su extensión, con epidem
materiales de cal y ladrillo, para evitar nuevas avenidas. L
esta pe

TEMBLOR EN SANTIAGO EN 1690

Un fuerte temblor sacudió la ciudad de Santiago en la primera quincena de julio de 1690,


produciendo daños en los edificios, entre otros, en la iglesia de San Saturnino, que quedó en
condiciones de demolerla.
El cabildo, en la sesión del 15 de julio de ese año, determinó llevarse el santo, en procesión, a
la catedral. Fue recibido con una misa cantada y se dejó allí hasta que tuvo una nueva capilla.
Los cabildantes acordaron efectuar una evaluación de los daños que produjo el temblor y
ordenaron demoler los edificios que amenazaban caerse. Los gastos de las demoliciones fueron de
cargo de los dueños de los inmuebles.

NUEVAS PESTES EN LA CAPITAL LOS AÑOS 1693 Y 1694

En diciembre de 1693 el cabildo de Santiago reiteró la prohibición de cortar las palmas, hacer
miel, venderla y hacer alfajores, como se había dispuesto en los bandos que anteriormente se habían
dictado sobre la materia. La medida estaba avalada por las declaraciones de los médicos que
estimaron que las palmas hacían daño y causaban enfermedades.
Al año siguiente, el ayuntamiento acordó efectuar una novena a la Virgen de las Mercedes para
terminar con la epidemia que atacaba a la población de la ciudad.

TEMPORALES EN LA PRIMAVERA DE 1694

Los días 17 y 18 de noviembre de 1694 un fuerte temporal en Santiago destrozó los tajamares
del río Mapocho, más arriba de La Cañada. Se produjeron inundaciones en algunas casas vecinas
al río, debiendo realizarse trabajos de emergencia, con árboles y ramas para tapar los hoyos e impedir

50
el paso del agua.
Al mes siguiente, el rector del colegio de San Pablo reclamó al cabildo porque las reparaciones
que se habían efectuado no resguardaban realmente las viviendas y los vecinos seguían con el peligro
de sufrir otra inundación. Propuso se realizaran mejores trabajos, costeándolos con los dineros de la
"balanza".

EPIDEMIA EN CHILOE EN 1696

En 1696 los tripulantes de un navio que arribó a Chiloé, proveniente del Perú, llevaron una
epidemia de viruela a las islas.
La mayoría de las familias sufrieron la enfermedad o la muerte de alguna persona, a causa de
esta peste.

51
INCENDIOS URBANOS - SIGLO XVII

51-A Escala 1:8.000.000


INUNDACIONES Y SEQUÍAS - SIGLO XVII

Escala 1: 8.000.000 51-B


TERREMOTOS, MAREMOTOS (TSUNAMIS) Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS - SIGLO XVII
i

51-C Escala 1:8.000.000


EPIDEMIAS, PLAGAS Y HAMBRUNAS - SIGLO XVII

Escala 1:8.000.000 51-D


SIGLO XVIII

La característica catastrófica del siglo XVIII está marcada por las epidemias; entre ellas, la de
mayor incidencia fue la viruela, prácticamente endémica durante toda la centuria, con brotes
epidémicos los años 1704,1705,1711,1718,1731.1737,1743,1745,1751,1753,1764,1765,1768,
1771, 1776 y desde 1787 a 1790; asoló el territorio de norte a sur, pereciendo miles de personas,
dejando los campos vacíos y sin brazos para las labores agrícolas. La preocupación por evitar,
controlar y exterminar el mal se hizo patente en la segunda mitad del siglo: se procuró mejorar el agua
para beber, la limpieza de las calles y acequias; se aplicaron rigurosas cuarentenas y cordones
sanitarios, y se efectuaron la primeras inoculaciones.
Como muestra de lo endémico de la viruela, se puede señalar que en 1761, año sin epidemia,
la tuvo el abate Juan Ignacio Molina, quien escribió en versos sobre sus experiencias; algunos de éstos
dicen:

" Una prodigiosa enfermedad, salida de las cavernas de la Estigia


me invadió el cuerpo, sin tener compasión conmigo.
Primero la cabeza, luego el resto de los miembros,
advierten los síntomas del mal que se avecina.
El estómago, inseguro, se retuerce en vómitos frecuentes:
no puede relajarse, no logra descanso alguno.
Los ojos se oscurecen, pues ven caer la luz
y la casa en que entramos semeja estar distante.
La lengua se reseca, los labios se entorpecen.
El calor la espalda abrasa: no tolera el ardor.
Vacila el pie y el cuerpo apenas se mueve débilmente.
Agrada el agua y luego desagrada; alimentos cocidos son resistidos:
las visceras lo piden y pronto los vomitan. Furiosa fiebre
oprime el vientre, generando triste miedo por doquier.
Se esfuma el gusto, la apetencia de manjares,
lo que antes daba agrado ahora perjudica.

53
Cuando la fiebre arrecia, la ropa - a un mismo tiempo -
no resiste el frío e irrita los extenuados miembros.
Así ambas armas operan a la vez, sin ninguna compasión,
sin prohibírselo su antigua amistad".

También adquirieron sintomatología epidémica una peste que el vulgo denominó "malcito" en
1779, la disentería en 1773 y 1791 y unas "calenturas pútridas" en 1780.
Siete sismos de diferentes intensidades asolaron el territorio en 1722,1730,1737,1751,1786,
1787, 1796.
Durante el siglo, las inundaciones causadas por fuertes temporales en invierno o por los
deshielos en la primavera, siguieron provocando deterioros en los bienes de la población, principal-
mente en Santiago y sus alrededores, en los años 1722,1723,1730,1743,1744,1746,1748,1764,
1779,1780 y 1783. Como contrapunto a los años lluviosos, hubo años de sequía en 1726,1729,1733,
1740,1742,1757,1772, 1781,1787,1790 y 1799. En 1796, una plaga de ratones asoló a Osorno.
Las erupciones de los volcanes Chillan, Antuco y Peteroa en 1751,1752 y 1762, respectivamen-
te, causaron daños en las reducciones indígenas.
Los incendios de Valdivia en 1748; de la catedral de Santiago en 1769; de Chiloé en 1784; de
la fábrica de pólvora en la capital, en 1791, dejaron daños de consideración. También se registraron
incendios forestales en Las Guaitecas en 1737 y en Chiloé continental en 1786.
En 1778 se levantó el censo de la población ordenado por el monarca español, por cédula del
10 de noviembre 1776. Entre Copiapó y el río Maule habían doscientas cincuenta y nueve mil
seiscientas cuarenta y seis personas, de las cuales ciento noventa mil novecientos diecinueve eran
de raza europea y el resto estaba conformado por indios, mestizos y negros.
En cuatro mapas, incluidos al final del capítulo, se indican las áreas geográficas y las fechas de
los terremotos, maremotos y erupciones volcánicas; epidemias y plagas; incendios urbanos y
forestales; inundaciones y sequías, que se produjeron durante el siglo XVIII.

EPIDEMIAS DE 1704, 1705, 1711 Y 1718

En mayo de 1704 había peste en Santiago. En la sesión del último día de ese mes, el cabildo
acordó hacer una rogativa y novena al Señor de Mayo, para "aplacar la epidemia". Se invitó a participar
en los actos religiosos a los miembros de la Real Audiencia, al cabildo eclesiástico y las congregacio-
nes religiosas.
Por otra parte, los médicos y cirujanos habían solicitado que no se pusiesen dificultades para
la curación de los enfermos representando la "conveniencia de hacer anatomía del cuerpo humano".
El cabildo resolvió informar al Presidente de esta solicitud y una vez que éste diera su conformidad,
autorizar las autopsias.
Al año siguiente seguía la viruela en la capital. Los cabildantes realizaron una novena a San
Francisco Javier, hicieron una procesión y solicitaron al cabildo eclesiástico que también participara
la Santa Veracruz, que no había sido sacada hacía varios años, que coincidían con los de la peste
en Santiago.
En 1711 la epidemia persistía, para mitigarla, el ayuntamiento realizó una novena a la Virgen
Santísima del Socorro. Al año siguiente, el cabildo gastó ochenta pesos en asear las acequias y calles,
en vista de que unas y otras eran verdaderos basurales, donde iban a parar todos los desperdicios,
incluso, la ropa de los que morían de enfermedades contagiosas.
La viruela continuaba haciendo estragos en la población de Santiago a principios de 1718. En
la sesión de 26 de febrero, el cabildo analizó su propagación en relación al problema que significaba

54
r
para los habitantes beber el agua de la pila de la plaza y la del río, que comunmente llevaban peces
muertos, malezas y otras cosas pestilentes. Se opinó que el agua para beber debía extraerse de las
vertientes de Ramón, que era transparente y saludable. Se acordó recabar de los médicos que
certificaran, bajo juramento, que el agua de mala calidad dañaba la salud de los vecinos, informando
a la Real Audiencia de estas consideraciones, al mismo tiempo que se solicitó que con los fondos de
la "balanza" se costearan los gastos inherentes a llevar el agua de Ramón hasta la pila de la plaza,
estimando que, entre las cosas temporales, era importante la conservación de la salud.
Se abrió un canal a tajo abierto hasta La Cañada, pero las riadas del Mapocho lo taparon,
posteriormente.
Al mes siguiente se realizó una novena en la catedral, para implorar a la misericordia divina que
terminara con la epidemia.

INUNDACIONES DEL RIO MAPOCHO EN 1722

Entre 1705 y 1706, el gobernador de Chile había ordenado efectuartrabajos de reparación, para
evitar que el río Mapocho inundara la capital, sin embargo, a principios del invierno de 1722 el río se
desbordó, el "segundo día de Pentecostés", destruyendo los tajamares en varias partes y ocasionando
daños en los edificios de Santiago. Se realizaron trabajos de reparaciones de emergencia con
"espaldones de fuertes maderos", para impedir nuevos desbordes aquel año. Se dejaron para más
adelante los trabajos definitivos, debido a la escasez de fondos ocasionados por los gastos de la guerra
con los indios.

TEMBLOR DEL 24 DE MAYO DE 1722

El 24 de mayo de 1722 se sintió, por lo menos en Santiago y en Valparaíso, un fuerte temblor


que aterrorizó a la población. En Santiago, el cabildo dispuso que los alcaldes realizaran una
inspección de los edificios para verificar cuales habían quedado dañados, tomando al mismo tiempo,
la disposición de botar aquellas murallas que ofrecieran peligro para los habitantes. Los gastos de las
demoliciones fueron de cargo de los propietarios de los inmuebles; también tomó a su cargo el control
de los precios de la tejas y de la mano de obra de peones y albañiles, supervisándolos para evitar que
subieran. Finalmente, ordenó hacer unas solemnes rogativas al Señor de Mayo, en la iglesia de San
Agustín y luego una procesión, a la que se invitó a toda la población, mediante el sistema de colocar
carteles en las calles.
En Valparaíso, el temblor dejó en el suelo el "castillo" o fuerte, que servía de defensa al puerto,
especialmente en los casos de incursiones de los corsarios. Este fue reparado de a poco, de acuerdo
a los fondos de que se disponían, informaba al año siguiente, el gobernador de Chile, Gabriel Cano
de Aponte al virrey del Perú y al rey de España.

INUNDACIONES DE 1723

El río Mapocho volvió a desbordarse el 17 de mayo de 1723, ocasionando daños de alguna


consideración en la ciudad y ahogando a gran cantidad de ganado en los campos circunvecinos. El
cabildo facultó al corregidor para que se preocupara de reparar los deterioros producidos por las
aguas.

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SEQUÍAS DE 1726 Y 1729

El año 1726 fue de alarmante sequía. En Santiago se realizaron cabildos abiertos en los que
los vecinos acordaron extraer aguas del río Maipo, mediante un canal, para regar los terrenos cercanos
a la capital.
En septiembre de 1729 nuevamente la falta de lluvia preocupó al ayuntamiento capitalino. Se
acordó racionar la escasa cantidad de agua que llevaba el río Mapocho, para abastecer en forma
pareja a los parceleros del sector oriente y del sector poniente de Santiago. Se colocaron vigilantes,
a los que se les canceló sus honorarios con cargo al ramo de la "balanza", y se volvió a tratar el
problema relacionado con la necesidad de extraer agua de las vertientes de Ramón para el suministro
de la población.

TERREMOTO DE 1730

"Duro Nuncio será más favorable


El primer vaivén, para que pueda
Huir la gente el segundo formidable,
A quién el triste país fuerza es que ceda:
De Santiago el recinto lamentable
O ya en fragmentos, o en cenizas queda;
Siendo tal horror que la fulmina
Que es un ímpetu escape a una ruina.
Pero en tanto de furia más airada
Lacrimoso funesto monumento
Yace la Concepción, que desolada
De uno y otro será cruel Elemento:
¡Que horror! toda la veo allí inundada,
De la más alta torre al pavimento,
Tal, que atroz generación de amagos
Puede quedar de escollo a otros estragos".

El 8 de julio de 1730 un fuerte terremoto conmovió a la población entre La Serena y Valdivia.


El primer movimiento sísmico, que duró casi "medio cuarto de hora" se sintió entre la una y las dos de
la madrugada, alarmando a los habitantes, que salieron a la calle. Los temblores siguieron con menor
intensidad, hasta que pasadas la cuatro y media de la mañana sobrevino un terremoto "tan espantoso
que no daba lugar el movimiento de (atierra a mantenerse en pie en ninguno de sus habitadores", por
lo menos en Santiago y Concepción. Siguió temblando a intervalos con menor intensidad, hasta que
entre las doce y una del día 9, un tercer movimiento casi tan fuerte como el segundo, completó la ruina
de las casas y el pánico de los vecinos. En las costas los efectos se agravaron como consecuencia
del maremoto. El sismo se sintió hasta Córdoba, Argentina. Los muertos no pasaron de tres personas.
Los temblores continuaron por catorce meses.
Por el norte, los daños alcanzaron hasta La Serena, donde en los asientos mineros de Illapel,

56
Petorca, Til Til y otros, los perjuicios fueron enormes y los trapiches quedaron inservibles. En los
campos, las casas de las estancias, las parroquias, las iglesias y los conventos quedaron en la ruina.
En Coquimbo se destruyeron las murallas de algunas casas y templos.
En Valparaíso, que en esa época era una pequeña población que empezaba a tener vida propia,
los efectos del sismo hicieron mayores estragos en el sector denominado El Almendral. Luego, el
maremoto arrancó desde sus cimientos las paredes del fuerte llamado "castillo blanco"; su fachada
había sido construida con manipostería por los indios y mulatos de la guarnición. Desaparecieron las
viviendas ubicadas cerca del mar. Se destruyó el convento de La Merced que se había levantado sólo
hacía quince años. El mar arrasó con las bodegas, inutilizando ochenta mil fanegas de trigo que
estaban listas para embarcarse. Destruyó dos bodegas de la Compañía de Jesús que los sacerdotes
tenían en arriendo para sustentarse. La iglesia Matriz y sus casas parroquiales también sufrieron los
efectos del agua.
En Quillota, la iglesia y el colegio de los jesuítas quedaron en el suelo.
En Santiago, el primer remezón no alcanzó a derribar murallas pero la población salió a las calles
invocando la misericordia divina. El segundo movimiento derrumbó el templo de La Merced, que era
todo embovedado, no quedó nada del techo, del tabernáculo, de las lámparas ni de los vasos sagrados.
Tampoco resistieron el movimiento las iglesias San Agustín, San Francisco y Santo Domingo, que eran
de cal y piedras; las dos primeras perdieron las torres, los techos y luego hubo que botar las murallas,
y de la última, que además tenía torres y techo de madera, tampoco quedó gran cosa. La iglesia de
San Saturnino quedó tan averiada, que en agosto del mismo año, el cabildo propuso que se demoliera,
para reedificarla. En la misma situación quedó la iglesia de la Veracruz. La catedral se quedó sin torres,
sin el altar mayor y sin los arcos y las murallas con tales daños que hubo que derribarlas.
Los edificios de la cárcel, la Real Audiencia, el cabildo, la casa del gobernador tuvieron
bastantes daños. El gobernador de Chile, Gabriel Cano de Aponte con toda su familia tuvo que
trasladarse a la plaza pública, viviendo los primeros días debajo de un tabique de tablas. Más de la
mitad de las viviendas particulares resistieron el terremoto, el resto cayó o quedó inhabitable. Los
conventos, especialmente los de las monjas quedaron en tan malas condiciones, que éstas fueron
ubicadas en casas de vecinos.
Al día siguiente y durante tres días llovió torrencialmente en Santiago, haciendo más dramática
la situación de los habitantes que habían perdido sus casas.
En Chillan sólo hubo daños menores en los edificios.
En Concepción los efectos del primer remezón fueron casi nulos. En cambio, el maremoto, con
cuatro o cinco fuertes oleajes, algunos de los cuales llegaron hasta la plaza, destruyeron las dos
terceras partes de la ciudad. Por lo menos doscientas casas situadas en la parte baja se las llevó el
mar. La tercera oleada, que coincidió con el fuerte remezón de las cuatro y media de la mañana, fue
la más destructora. Las olas entraron por la plaza y las calles, dejando en el suelo el convento de San
Francisco, el de San Agustín, el hospital y la iglesia de San Juan de Dios, gran parte de la catedral,
el palacio del gobernador, las cajas reales, los cuarteles, la casa del cabildo, la cárcel pública, las salas
de armas y municiones, las tiendas de los mercaderes, las bodegas y graneros. De las fortificaciones
del puerto, sólo quedó la planchada.
Las camas, las sillas, las mesas, las cajas quedaron flotando en el agua. La población huyó
como pudo, unos por las puertas, otros por las ventanas, algunos desnudos y otros a medio vestir, entre
éstos últimos, el obispo Francisco Antonio Escaldón. La población se fue a los ceros huyendo de las
olas, principalmente al de La Hermita, donde se juntó la mayor parte de ellos.
En Valdivia el maremoto hizo subir las aguas del río, causando algunos daños en los edificios,
pero sin llegar a las fortificaciones de la ciudad.
En los campos, por lo menos entre La Serena y Concepción, los graneros que no se
derrumbaron, quedaron con los techos hundidos o dañados, perdiéndose, aplastados o malogrados
por las lluvias posteriores, gran parte del trigo, del maíz, del sebo y del charqui.
Informado el virrey del Perú y el rey de España del triste suceso, el primero mandó adelantar

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cuatro meses del situado nacional y otorgó un aporte extraordinario de cincuenta mil pesos, que en
caso de que no hubiera alzamiento de los indios después del terremoto, debían ocuparse para el
situado, y el rey autorizó la remisión de los impuestos por tres años.
La infausta noticia se propagó en Lima, motivando a Pedro Peralta Barnuevo a describir en
versos la catástrofe chilena. Intercaló en su Poema Heroico "Lima Fundada" entre las estrofas
cincuenta y cinco a la setenta el "Terremoto Horrible en el Reino de Chile", siendo algunos de los
versos, los que encabezan este párrafo. Fue escrito en el año 1732.
El gobernador de Chile determinó sacar fondos de la "balanza" y con la Junta de la real hacienda
ocupar dinero de las arcas reales, para las reparaciones de urgencia. Sobre la inversión y distribución
de los caudales de las arcas reales puso algunos reparos el veedor Juan Fermín Montero de Espinoza,
por lo que el gobernador ordenó su prisión y suspensión del cargo.
De este dinero, se distribuyeron cuatro mil quinientos pesos para las reparaciones de iglesias
y templos de Santiago; envió tres mil pesos para los mismos fines al obispo de Concepción; reparó
las cárceles, el edificio de la Real Audiencia, el del cabildo y el palacio de la gobernación; las escuelas
de primeras letras, las de latinidad y las aulas de facultades mayores; reparó los puertos y reservó
algún dinero para los fuertes de la frontera.
En Santiago se levantó una iglesia de tablas en la plaza, en reemplazo de la catedral; para
"beneficio espiritual de las almas, se procuró por todo el estado eclesiástico llevar sus obligaciones en
procesiones públicas de penitencia, misiones para la reforma de costumbres por todos los barrios de
la ciudad, absoluciones públicas, bendiciones. Se publicaron jubileos para hacer más frecuentes las
confesiones y comuniones y se hicieron procesiones".
Los vecinos cuyas viviendas quedaron destruidas se abocaron a levantar casas de maderas.
Al alarife se le encomendó la tarea de verificar los daños, para demoler con cargo a los propietarios,
los edificios que amenazaban derrumbarse.
El cabildo, por su parte, tomó diversas medidas: autorizó a la población que había quedado
sin casa y que se había trasladado a las calles y plazas a vivir, a pernoctar en éstas sólo hasta fines
de febrero del año siguiente; se limpiaron de escombros La Cañada, las plazas y las calles, al mismo
tiempo que se empezó el empedrado de La Cañada en noviembre de 1731; como faltaba mano de obra
de albañiles, que estaban ocupados con las nuevas viviendas y habían aparecido personas que
ejercían el oficio sin autorización y sin pagar la media anata de impuestos, dispuso que el maestro
mayor de albañilería los examinara y que previo pago a la real hacienda, el escribano les despachara
sus títulos, al mismo tiempo que se les fijó un arancel para evitar especulaciones. Dispuso que "no
se efectuaran disparos en los días de fiesta" para evitar que se cayeran los edificios que estaban por
derrumbarse.
Las ceremonias a San Fabián y a San Sebastián, que se celebraban con procesiones, ese año
se realizaron sólo en las iglesias, a causa de que las calles aún estaban llenas de escombros, por el
sismo.
En Concepción, el cabildo se preocupó de trasladar alimentos desde los campos cercanos y fijó
los precios para evitar especulaciones. El obispo distribuyó entre las iglesias, monasterios y gente
pobre, el dinero recibido. Los jesuítas, por su parte, ayudaron a la mantención de la población con ropa
y alimentos, especialmente harina y cecinas que llevaron desde sus estancias. Personas acomodadas
y mercaderes que salvaron sus haberes, también ayudaron a las familias que quedaron prácticamente
en la calle.
El obispo de Concepción "hizo una exhortación grave y fervorosa con que movió a sus ovejas
a contrición y lágrimas, ponderando como los pecados son la causa de que vengan semejantes
castigos".
En 1734, el obispo de Santiago, con motivo del aniversario del terremoto, realizó un jubileo y una
rogativa en la catedral, con el Santísimo Sacramento descubierto.
El deshielo de la abundante nieve que cayó ese año en la cordillera, produjo, en octubre de 1730,
la crecida del río Mapocho, amenazando a Santiago con sus desbordes. Las reparaciones de urgencia
se realizaron con dineros de la "balanza", de los que se entregaron mil pesos al corregidor, quien se

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encargó de esos trabajos.
Después del terremoto, en la mayorparte del país, principalmente "desde Santiago al sur, hasta
los 4IS de latitud austral" se declaró una peste de viruela que afectó principalmente a la gente pobre.
Hizo mayores estragos en Santiago y Concepción. En la capital, el cabildo en su sesión del 22 de
septiembre de 1731, acordó que "por lo infectada que estaba la ciudad por la peste de viruelas y que
es mucha la gente que muere" hacer una novena a Nuestra Señora de las Mercedes en el templo de
San Francisco, al mismo tiempo que dispuso que se limpiaran las acequias y se repararan los puentes
que las atravesaban.
En Concepción hizo más estragos en los campos, donde las chozas y cabanas de la gente pobre
quedaron abandonadas por sus dueños, víctimas de la epidemia, los que normalmente eran
desamparados y abandonados al tener la desgracia de contagiarse.

DESHIELOS EN 1733

La falta de lluvias, en julio de 1733, alarmó al cabildo, que acordó realizar una novena a Nuestra
Señora del Socorro. En noviembre del mismo año dispuso colocar pies de cabra y "amortajados" en
el río Mapocho, para evitar las inundaciones a causa de los deshielos de la primavera.
En los meses de octubre y noviembre del año siguiente, el cabildo de Santiago volvió a disponer
que mediante pies de cabras, colocados en las riberas del río Mapocho se evitaran las inundaciones
que ocasionaban los deshielos.
En agosto de 1737, debido al exceso de nieve que había caído en la cordillera, el ayuntamiento
capitalino ordenó, nuevamente, fabricar defensas para el río Mapocho, fortaleciendo, además, los
construidos los años anteriores; esta vez se hicieron reforzados con esteros de espinos y varas por
los costados para evitar inundaciones en el verano siguiente.

TERREMOTO DE VALDIVIA EN 1737

El 24 de diciembre de 1737 un terremoto dejó en el suelo gran parte de Valdivia.


Los fuertes de Niebla, Mancera y Corral y los muros de defensa de la ciudad se destruyeron.
La mayoría de los edificios y las casas, en sus partes exteriores e interiores quedaron seriamente
averiadas.
Fueron tres movimientos seguidos, durante los cuales la población casi no pudo mantenerse
en pie.
A raíz de este sismo, el gobernador de la ciudad quiso cambiar su ubicación a Niebla, pero el
gobernador de Chile, José Antonio Manzo de Velasco dispuso reedificarla en el mismo sitio.
El virrey del Perú, informado de la catástrofe, envió tres navios con suministros, ordenando, al
mismo tiempo, a Manzo de Velasco que proporcionara toda la ayuda necesaria a las autoridades
locales para fortificar rápidamente la ciudad y evitar así un ataque de los aborígenes. Se reconstru-
yeron las fortalezas que defendían al puerto y se construyó un fuerte para la defensa de la plaza.
El sismo también se sintió en Chiloé, produciendo daños de consideración en la mayoría de la
viviendas.
Este terremoto coincidió con un incendio forestal que se produjo en las islas Guaitecas,
precedido de "una gran exhalación o nube de fuego" señala fray Pedro González Agüeros en su
"Descripción Historial de la Provincia de Chiloé y Obispado de Concepción".

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La noticia de este incendio llegó hasta el virrey del Perú, Conde de Super Unda, quien en carta
al rey de España, en 1752, le informaba que por lo menos hasta 1750 las islas aparecían cubiertas de
cenizas y sin producir ninguna yerba.
Después del terremoto, se propagó una epidemia de viruela entre los habitantes de Chiloé.

SEQUÍAS DE 1740 A 1742

El año 1740 fue seco. En septiembre el corregidor de Santiago informaba al cabildo que era
grave el perjuicio que se iba a producir en los frutos y en el ganado mayor y menor, por lo que estimaba
que como en otros años, se invocara al Todopoderoso, por medio de una novena a algún santo. Se
acordó realizarla a San Isidro.
El año 1742 continuaba la sequía en el centro del país. En mayo de ese año, al ayuntamiento
se preocupó de la gran mortandad de ganado por la falta de agua, acordando realizar una novena a
Nuestra Señora del Socorro, en el convento de San Francisco.
El río Mapocho quedó casi seco. El corregidor informó que "los hacendados de los pagos de
Chuchunco y Renca no alcanzaban la necesaria para beber, por lo que se veían precisados, los que
podían, a cargarla en cueros o a juntarse en cuadrillas para extraer la poca que corría por algunas
acequias del pago de Ñuñoa, de que debían temerse muchas desgracias y muertes".
Esta sequía volvió a resucitar el proyecto de abrir un canal desde el río Maipo, que se costearía
con los dineros de la "balanza". Se sugirió por parte de la junta designada para llevar a cabo el trabajo,
que la bocatoma se hiciera por un lugar denominado Los Morros, iniciándose los trabajos al año
siguiente. Finalmente no hubo acuerdo para realizarlos en el lugar indicado, dejándose la obra
inconclusa.

PESTES EN 1743

En año 1743 hubo peste en Santiago y Chiloé.


En mayo de ese año el estado de la capital era miserable, la epidemia estaba llevando a la tumba
a mucha gente. Una vez más, el cabildo recurrió a la divinidad mediante una rogativa a la Virgen de
la Merced para terminar con la epidemia.
En Chiloé la peste atacó a los españoles y a los aborígenes. Los jesuítas se encargaron de dar
ayuda espiritual y medicamentos a unos y a otros.

INUNDACIONES EN SANTIAGO EN 1743, 1744 Y 1745

En 1743 y en 1744, el Mapocho siguió provocando problemas a los vecinos de Santiago,


desbordándose en el verano, a causa de los deshielos en la cordillera. En reiteradas ocasiones fue
tratado el problema por el cabildo, acordando reforzar los tajamares con pies de cabras, costeados con
fondos de la "balanza".
Entre tanto, la epidemia de viruela seguía azotando a la población. En 1745 causó gran
mortandad, movilizando al cabildo de Copiapó para impedir la entrada a la provincia de los viaferos

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provenientes del sur. La cuarentena fue tan rigurosa que se implantaron multas a los infractores, de
quinientos pesos a los españoles y de cien azotes y expulsión del territorio a los indios, mulatos, negros
y mestizos.
Al año siguiente, nuevamente los deshielos del mes de noviembre provocaron la crecida del río
Mapocho amenazando la ciudad. El cabildo capitalino dispuso que se realizaran trabajos de
reforzamiento y limpiezas extraordinarias de las acequias que cruzaban la mayoría de las calles, labor
que se efectuaba anualmente con un costo de cien pesos, desde hacía varios años.

INCENDIO EN VALDIVIA EL AÑO 1748

El 18 de enero de 1748 un incendio que empezó por el descuido de un sacerdote, en el convento


de los jesuítas, redujo a cenizas casi la mitad de Valdivia.
En menos de media hora ardieron todo el convento e iglesia de la orden, otras iglesias, los
almacenes, la casa del gobernador y alrededor de quince casas particulares. Hubo un muerto y
algunos heridos, entre éstos últimos, el gobernador de la ciudad. Se perdió todo el situado de la tropa
y de los víveres que habían llegado desde Santiago, se perdieron tres meses de racbnes, salvándose
los destinados a otros quince meses.
El gobernador de Chile, envió desde la capital dos tejeros y un albañil para que trabajaran en
la reconstrucción de la ciudad.

TEMPORALES DE 1748

El riguroso invierno de 1748 empezó temprano, haciendo sentir sus primeros efectos en los
meses de abril y mayo.
El río Aconcagua se desbordó en los primeros días de mayo, llevándose el puente en
construcción y el material de sillería que había en sus orillas, para levantar las obras destinadas a dar
mayor auge a San Felipe y al tráfico de los comerciantes de Cuyo y Buenos Aires.
El 30 de abril, los temporales provocaron la crecida del río Mapocho que destruyó los antiguos
tajamares, se llevó el puente de veinticuatro arcos que se había construido frente al convento de los
franciscanos y servía para unir el lado norte con el centro de la ciudad, e inundó las calles y las plazas,
destruyendo varios edificios. Los daños se calcularon en quinientos mil pesos.
En enero del año siguiente se empezaron a construir nuevos tajamares que estuvieron
terminados en 1751. Esta vez se levantó un gran murallón de piedra sin cantear, con cal y arena, que
al principio fue de cinco cuadras y luego se prolongaron a siete. El costo fue de siete mil pesos la
cuadra. Se conocieron como los "tajamares de Ortiz de Rosas" y duraron hasta los temporales de
1783.
Hacia el sur, el río Chillan se desbordó no respetando cauces ni murallas. La ciudad de Chillan
quedó casi en la ruina, no bastando para reconstruirla los recursos de los vecinos. Uno de los edificios
más dañadosf ue la iglesia parroquial, que con la inundación quedó tan deteriorada que no pudo prestar
servicios por largo tiempo; las ceremonias religiosas se realizaron en el templo de Santo Domingo. El
corregidor solicitó ayuda económica al gobernador de Chile para las reparaciones de urgencia.

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TERREMOTO DE 1751

El 23 de mayo de 1751 en la noche, se sintió un fuerte temblor que llenó de pánico a la población
de Concepción, manteniéndola alerta durante toda la noche y el día siguiente. Fue el premonitor del
terremoto del 25 de mayo.
Este se produjo entre la una y las dos de la madrugada, precedido de fuertes ruidos, con una
duración aproximada de seis minutos. Fueron tres remezones, cada uno más fuerte que el anterior que
causaron daños entre San Felipe y Valdivia, con mayor incidencia en Concepción, que además, sufrió
las consecuencias de un maremoto.
Los remezones no dejaron en Concepción "templo ni casa grande ni pequeña que no se
arrojase, pues ni aún las personas podían mantenerse en pie". Alrededor de media hora después,
el mar, que se salió tres veces, llegó hasta cerca de las lomas contiguas, donde se había refugiado
la población, terminó de arrasar con la ciudad.
Un barco que estaba anclado en la bahía fue llevado hasta la plaza por la primera de las olas
y la última lo volvió a flotar. Después sirvió para acarrear, desde la isla Quinquina, todo lo que aún
servía de muebles y enseres, que el mar había arrojado allí.
Los habitantes que tenían experiencia en terremotos anteriores, huyeron a los cerros; algunos,
sin embargo, quedaron atrapados entre los escombros y a otros, que no alcanzaron las alturas, se los
llevó el mar, pereciendo, en total, alrededor de treinta personas. Los sobrevivientes quedaron sin
provisiones y sin ropa, alimentándose los primeros días de los peces que el mar había dejado entre
las ruinas; los jesuítas ayudaron al vecindario con víveres y reses de sus propias chacras. Luego
llegaron pertrechos de Santiago.
En escombros quedaron la mayoría de las casas particulares; los ocho templos, entre ellos, la
catedral terminada hacía sólo seis años, el colegio de los jesuítas, ubicado cerca de las lomas, salvó
sólo la casa de ejercicios, perdiendo, entre otros bienes, los libros que se mojaron con los sucesivos
oleajes. El cabildo y la cárcel también fueron arrasados.
El gobernador de Chile, Domingo Ortiz de Rozas dispuso que de los corregimientos de
Colchagua, Maule, Itata, Puchacay, Rere y Chillan y el comisario general de la Frontera pusieran
soldados a las órdenes de Concepción, para evitar cualquier insurrección de los indígenas.
Pasados los primeros sustos, la población de Concepción pensó seriamente en cambiarse a un
lugar menos expuesto a los maremotos, mientras seguía pernoctando en los cerros. Al llegar la
primavera, Ortiz de Rozas fue al sur para estudiar el traslado de la ciudad.
Previamente había pedido un informe por escrito y fundamentado a los vecinos, cuyos originales
se conservan en el Archivo de Indias. Visitó los lugares que aparecían como más apropiados para
ubicar a Concepción en un sitio más alto; pero como la población no se ponía de acuerdo, decidió
convocarla a un cabildo abierto; este se realizó el 25 de septiembre de 1751, sometiéndose a votación
los lugares más adecuados, que eran la Loma de Parra, el Llano de Landa y el valle de la Mocha. Este
último fue el que obtuvo más votos.
Ortiz de Rozas sancionó el acuerdo con un decreto y un bando el 25 de diciembre de 1751; se
levantó el plano de la nueva ciudad; el agrimensor delineó las calles y los solares se distribuyeron por
sorteo, fijándose para el 6 de enero de 1752 el traslado a la nueva ubicación.
Pasó todo el año y los vecinos siguieron habitando en los cerros y colinas cercanos, llevando
una vida casi miserable. Habían empezado a no creer en el valle de La Mocha, debido a que el obispo,
José de Toro Zambrano, quien en un principio había aceptado el traslado al valle de La Mocha,
después se opuso pública y tenazmente. Señalaba que era "un sitio húmedo, lleno de arena y sin
agua", estimando que era mejor"el lugar denominado Llano de Landa, que tenía terrenos sólidos y
agua suficiente y que era más fácil para transportarse al lugar la gente pobre", como escribió al rey de
España, en febrero de 1752.
En diciembre de 1752, el gobernador de Chile instruyó al maestre de campo para que mediante

62
un bando conminara a los pobladores que tenían asignados sitios y solares, a trasladarse a la nueva
ubicación y que construyeran sus viviendas, antes de abril de 1753, so pena de cien pesos de multa
a los que no cumplieran esas instrucciones. No satisfecho con las medidas, Ortiz de Rozas, en enero
de 1753, designó a un oidor de la Real Audiencia para que se trasladara a Concepción y dispusiera
lo conveniente para que la población estuviera instalada en el valle de La Mocha antes del invierno.
El obispo se negó a enviar a uno de los dos párrocos al nuevo lugar, aduciendo que era muy escaso
el número de pobladores en el valle de La Mocha y que no era conveniente desatender a la mayoría,
que permanecía en la ciudad vieja, amenazando, incluso, con excomulgar a los que se trasladasen.
Informado de estos hechos, Ortiz de Rozas convocó a la Real Audiencia, que sentenció una severa
amonestación al obispo, la que sin embargo, llegó muy aminorada al prelado, por intermedio del
gobernador.
La situación así complicada, fue comunicada por Ortiz de Rozas al rey de España, con fecha
12 de marzo de 1753.
Entre tanto, sólo algunos vecinos, el corregidor y el cabildo se habían instalado en el valle de
La Mocha, otros vecinos se habían ido a sus haciendas o a las villas de la Florida y Coelemu, que
estaban recién fundadas.
El gobernador Ortiz de Rozas entregó el mando el 28 de diciembre de 1755 y el 28 de junio de
1756 fallecía en alta mar, cuando se volvía a España. El fiscal del Consejo de Indias entregó su informe
en respuesta a la carta de Ortiz de Rozas, en octubre de 1757, cuando en Chile, el gobernador Manuel
de Amat y Junient había elevado los antecedentes de este conflicto al virrey del Perú, Manso de
Velasco. Este dictaminó que el problema debía ser resuelto por el gobernador de Chile, quien tenía
facultades para resolverlo. Amat, con acuerdo de la Real Audiencia, decidió enviar al oidor Montes
de Aldunate a Concepción con plenas facultades para terminar con la situación, quien no encontró
mejor idea que realizar una nueva votación. Las principales autoridades, el corregidor, el primer
alcalde, dos regidores y el procurador de la ciudad, se negaron a acatar las nuevas disposiciones que
anulaban lo obrado por Ortiz de Rozas, dirigiéndose al virrey para protestar por el atropello. Amat
enterado de los hechos, los sometió a juicio y los separó de sus cargos. Dispuso, asimismo, que el
problema fuera consultado al rey de España y que entre tanto el cabildo se dividiera entre la antigua
y la nueva ubicación y el servicio religioso se alternara.
En 1760 falleció el obispo Toro Zambrano y el que le sucedió, Ángel de Espinera no tuvo
inconvenientes para el traslado.
El nuevo gobernador de Chile, Antonio Guill y Gonzaga apoyado en la Real Cédula del 4 de
marzo de 1764 que confirmaba el informe del fiscal y que ratificaba lo obrado por Ortiz de Rozas,
decretó el 3 de noviembre del mismo año, previo informe de los ingenieros Juan Garland y Ambrosio
O'Higgins, el traslado al valle de La Mocha.
Fueron necesarios años de sufrimientos, de problemas familiares, de enemistades, de perse-
cusiones autoritarias, para que Concepción fuese reconocida como la metrópoli del sur, habiéndose
retirado dos gobernadores de Chile, varios oidores y fallecido algunos de los protagonistas.
Chillan sufrió el doble efecto del sismo y de la inundación del río a causa del mismo terremoto,
no quedando "piedra sobre piedra", pereciendo algunos habitantes, entre ellos, el alcalde, que quedó
bajo los escombros de su casa.
El primer remezón hizo salir de sus viviendas a la mayoría de los vecinos, arrancando algunos
a la calle y otros al cerro llamado de la Horca, derribándose, al mismo tiempo, muchos edificios.
El segundo remezón, que fue el más fuerte, desbordó el río Chillan, que corría más caudaloso
que otros años, por el exceso de lluvias habidas hasta esa fecha. Se inundó toda la ciudad.sacando
de cuajo los edificios que habían quedado en pie. La población pasó las primeras noches en toldos
levantados en los cerros.
Al bajar las aguas, las calles quedaron aparentemente transitables, pero las personas que
llegaron a la ciudad comprobaron, con espanto, que el suelo estaba hundido en distintos puntos y que
en otros se habían abierto grietas profundas.

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El pueblo y las autoridades decidieron cambiar la ciudad más al norte, al lugar denominado Alto
de la Horca, que si bien no los dejaba a salvo de los temblores, por lo menos los alejaba de las
inundaciones del río. El cambio se protocolizó el 3 de julio del mismo año, en un cabildo abierto y fue
ratificado por el gobernador de Chile, cuando viajó de Santiago a la zona terremoteada, ordenando la
tercera fundación de Chillan el 25 de septiembre de 1751. La primera había sido en 1580 y la segunda
en 1664.
La isla Más a Tierra del archipiélago de Juan Fernández había sido poblada por orden del
monarca español, a mediados de marzo de 1750, en prevención de que fuera ocupada por Inglaterra.
Habían sido enviadas algo más de doscientas cincuenta personas, entre las que se contaban el
gobernador y su familia, dos capellanes y un cirujano, además de ganado, víveres, armas y
municiones. El gobernador ubicó la aldea en una planicie bastante baja.
El maremoto del 25 de mayo de 1751 arrasó con todo lo que se había alcanzado a levantar, con
la mayor parte de los abastecimientos, pertrechos y municiones. Perecieron treinta y siete personas,
entre ellas, el gobernador y su mujer, quienes se encontraban a bordo de un barco surto en el puerto,
que se estrelló contra los arrecifes.
La aldea se levantó luego de ser visitada por Ortiz de Rozas, en un lugar más elevado, con los
auxilios que se remitieron desde el Perú y Chile.
Se cayeron gran parte de las construcciones de las ciudades y pueblos del valle central,
la mayoría de los cuales se habían edificado hacía pocos años. En San Felipe quedaron en el suelo
los techos; el cabildo y la iglesia parroquial se destruyeron. En Curimón se derrumbó una casa,
pereciendo una persona. En Quillota se desmoronaron varias iglesias y la mayoría de los tejados
quedaron averiados. En Valparaíso se destruyó nuevamente el fuerte llamado "el castillo".
En Santiago la población fue presa del pánico, sin embargo, no hubo muertes que lamentar.
"Aunque por la divina misericordia no ha resultado hasta el presente desgracia alguna en las vidas por
lo acostumbrados que están los naturales y moradores a desamparar las viviendas al menor indicio
de temblor, sin pararse a sacar nada para cubrirse y atendiendo sólo a libertar sus vidas, saliendo a
los patios y huertas que a este fin tienen en todas las casas para refugio de semejantes acontecimien-
tos" escribía el 9 de junio del mismo año, Ortiz de Rozas al rey de España, al informarle del infausto
acontecimiento.
Los templos tuvieron serios daños, especialmente la catedral, la iglesia de San Francisco y la
iglesia de Renca. La casa habitación de los gobernadores quedó en tal mal estado que en febrero de
1752, el cabildo solicitó autorización al rey para repararla con cargo a los fondos de la "balanza". La
mayoría de los edificios y bodegas de las haciendas y chacras de los alrededores de la ciudad
quedaron en el suelo o muy deteriorados. Como en terremotos anteriores, se encargó al alarife la tarea
de revisar las propiedades para luego botar las murallas que estaban a medio caer.
En Melipilla también fueron los techos los que quedaron en el suelo. En San Fernando se
derrumbó el corredor de la casa del cabildo. En Curicó se destruyeron el convento de Nuestra Señora
de la Vetilla, de la orden de San Francisco; la iglesia del hospicio de Nuestra Señora de la Merced y
la iglesia Matriz quedaron averiadas. En Talca se abrió la tierra en varias partes de donde salió agua,
formándose pequeñas lagunas; el convento de San Agustín quedó totalmente destruido, lo mismo que
la iglesia y la casa de la Compañía de Jesús. En Cauquenes también se derrumbaron los edificios de
las órdenes religiosas. En las pequeñas villas del valle del Maule se cayeron las incipientes
construcciones que habían sido levantadas muy modestamente, incluso las iglesias y conventos. Los
Angeles quedó en ruinas. En Yumbel se derrumbaron los muros de la guarnición y la casa del cura.
En Valdivia, los almacenes y las nuevas construcciones quedaron bastante averiadas.
Informado el virrey del Perú del trágico suceso por Ortiz de Rozas, dispuso que se le adelantaran
cincuenta mil pesos del situado, autorizándolo para que dedujera la cantidad de once mil ochenta
pesos que había gastado en víveres, al mismo tiempo que envió un navio con pertrechos.

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ERUPCIÓN DEL VOLCAN CHILLAN EN 1751

La erupción más antigua conocida de los nevados de Chillan, después de la llegada de los
españoles, data de 1751. Así lo atestiguan los cronistas, entre ellos Felipe Gómez de Vidaurre, en su
"Historia Geográfica, Natural y Civil de Chile", donde escribe: "Como sucedió en 1751, con el volcán
Chillan, cuyas cenizas vi en distancia de más de siete leguas en la última cadena de la cordillera".
Esta erupción dejó cubiertas de cenizas las tierras aledañas al volcán hasta una distancia de
quince leguas.
Otro volcán que entró en erupción alrededor de esa fecha fue el Antuco. Para algunos cronistas,
ésta se produjo en 1750. Sin embargo, el padre jesuíta alemán Havestadt, en su libro "Chilidugu",
señala que la erupción se produjo el 8 de febrero de 1752, cuando se preparaba a iniciar un viaje al
mismo volcán, que él llamó Laja. "Tenía repentinamente una erupción tan terrible que solamente
confiando en Dios pude esperar que la lluvia de cenizas y piedras no iba a enterrarnos completamente".
Agrega que con terrible estrépito se elevaron compactas masas de nubes negras que amenazaban
con caer sobre las cabezas.

VIRUELA EN LA SERENA LOS AÑOS 1751 Y 1753

El año 1751 hubo una epidemia de viruela en La Serena. Se impuso cuarentena a toda la
jurisdicción para evitar la propagación del flagelo al resto del país, al mismo tiempo que el cabildo de
la ciudad dispuso que uno de sus integrantes tomara las medidas conducentes a precaver a la
población no contagiada.
Dos años después, en 1753, se comprobaron casos de viruela en el valle de Limarí. El cabildo
serénense alarmado con este nuevo brote epidémico envió órdenes expresas a las autoridades del
mencionado valle para que aislaran a los enfermos y no permitieran la entrada de persona alguna que
hubiera salido de la jurisdicción de San Martín de la Concha, sin observar con estrictez la cuarentena,
so pena de cien pesos de multa a cada uno de los contraventores, y de doscientos pesos a cada una
de las autoridades remisas en el cumplimiento de sus deberes. Para asegurar la eficacia de las
medidas, los tenientes de corregidores establecieron guardias en los caminos.

SEQUÍA EN LA ZONA CENTRAL EL AÑO 1757

El año 1757 fue de rigurosa sequía en la zona central. Fue tan seria la falta de lluvias, que el
tráfico a Mendoza por el camino de Aconcagua se hizo imposible, por cuanto las cabalgaduras no
tenían pastos con que alimentarse.

BARCO EN CUARENTENA EL AÑO 1759

En 1759 se impuso cuarentena a laf ragata Soplo de Lero en la isla Quinquina, la que procedente
del Callao llegó a Talcahuano con casos de viruela a bordo.

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ERUPCIÓN DEL VOLCAN PETEROA EN 1762 ten
ino
mis
Fue famosa en su tiempo la erupción del volcán Peteroa. Entró en actividad con fuertes ruidos dos
el 3 de diciembre de 1762, sintiéndose la estampida en gran parte del territorio. Las cenizas
oscurecieron el cielo, la lava se precipitó por los valles adyacentes; algunos lahares llegaron al río
Lontué, deteniendo las aguas por varios días, formando una represa artificial, que al ceder, Inundó
violentamente los campos vecinos.

INUNDACIONES DEL RIO MAPOCHO EN 1764 se


em
El 7 de noviembre de 1764 se desbordó el río Mapocho, destruyendo el puente. El gobernador se
de Chile, en conjunto con el cabildo decidieron construir un nuevo puente, de acuerdo a los planos de
ingenieros militares llegados por esos años al país. El trabajo se empezó por administración bajo la del
dirección del corregidor Luis Manuel Zañartu, en 1767. En estas obras el corregidor ocupó a presos
escapados de la horca, los que trabajaban atados de dos en dos, para impedir la fugas, vigilados por de
guardianes armados con el fin de que no se produjeran sublevaciones. Este fue el famoso " puente gra
de cal y canto del corregidor Zañartu" terminado en 1782, con un costo cercano a los doscientos mil éste
pesos. ma

pila
ae
VIRUELA DE 1765
Cor
fech
A las inundaciones del río Mapocho siguió una violenta epidemia de viruela que se prolongó los
hasta el año 1765, muriendo la tercera parte de los contagiados.
déla
Perecieron en corto tiempo más de cinco mil personas entre adultos y menores, constataba el
pas
cabildo capitalino en su sesión del 21 de mayo de ese año. Se tomaron varias medidas, como el aporte
arqu
de quinientos pesos que hizo el ayuntamiento y erogaciones de los más pudientes para auxilio de los
duró
pobres que padecían la peste; y se invocó a la divinidad con rogativas y una novena a la Virgen de la
Victoria, en la catedral.
" Los médicos hicieron cuanto cabía en sus facultades en auxilio de la humanidad, pero la
malignidad de la viruela inutilizaba todos los esfuerzos de su aplicación", señalaba el cronista Vicente
Carvallo y Goyeneche, en su "Descripción Histórica Geográfica del Reino de Chile".
Durante esta epidemia, el padre de la orden hospitalaria, fray Pedro Manuel Chaparro, comenzó
en el hospital San Juan de Dios a efectuar inoculaciones de pus de las pústulas varilosas, en individuos
sanos, para prevenir la epidemia. Si bien no logró exterminarla, logró hacerla más benigna. com
Fray Manuel Chaparro era sólo un autodidacta con experiencia en los hospitales de Valparaíso - sin
y Santiago cuando inició las inoculaciones. Se ordenó como fraile juandediano el 8 de noviembre de
1767 y poco después se matriculó en la universidad de San Felipe para iniciar sus estudios médicos.
A principios de 1776 solicitó que se le nombrara protomédico interino y médico titular del hospital San
Juan de Dios.
En mayo de 1765 se practicó por primera vez la varolización en Tobarra, España y en 1776 se
empezó a propagar el sistema en el virreinato de La Plata.
"Comenzó las inoculaciones con tanto acierto que fue el iris que serenó aquella horrible con

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tempestad" señala Carvallo y Goyeneche. Agrega que excedieron de cinco mil las personas
inoculadas y ninguna pereció. José Pérez García, testigo de los hechos y más tarde relator de los
mismos, en su "Historia General, Natural, Civil y Militar del Reino de Chile", escribió que "por cada
doscientas personas inoculadas, moría una, pero por otras causas".
El año 1768 hubo peste en Chiloé.

INCENDIO DE LA CATEDRAL DE SANTIAGO EN 1769

La catedral de Santiago que había quedado bastante dañada por los terremotos de 1730 y 1751,
se consumió por las llamas, la noche del 22 de diciembre de 1769. Estaba ubicada en su actual
emplazamiento con frente a la plaza de Armas.
Se supuso, en la época, que el incendio había empezado por una lámpara que se consumió o
se volcó, prendiendo lo que estaba a su alrededor. El hecho es que sólo se salvó una imagen de
Nuestra Señora de los Dolores, que posteriormente, cuando se reedificó, se colocó en el tabernáculo
del altar mayor. Todo lo demás se perdió.
El esquilón de la catedral sonó esa noche a una hora desusada anunciando al obispo Manuel
de Alday, a las autoridades y a los vecinos de la ciudad, la triste nueva, cuando las llamas consumían
gran parte del edificio. Luego todas las campanas de la capital sonaron lúgubremente. En esa época,
éste era el medio más usado para comunicar las noticias a la población, ya fueran nacimientos,
matrimonios, funerales o hechos como éste.
A pesar de los esfuerzos de los vecinos que empezaron a acarrear agua en baldes, desde la
pila que se encontraba en el centro de la plaza, el fuego tomo incremento y la catedral quedó reducida
a escombros.
Mientras se reconstruyó el nuevo edificio, se dejó como catedral "interina" la iglesia de la
Compañía de Jesús, informó el obispo Alday al rey de España, al mismo tiempo que le solicitó, con
fecha 10 de octubre de 1770, los dos reales novenos que correspondían a la corona, de la mitad de
los diezmos, para ayudar a la reconstrucción.
El rey dispuso que todas las alhajas, casullas, cálices y ornamentos que estaban en la iglesia
de la Compañía de Jesús, que pertenecían a la corona después de la expulsión de los jesuítas en 1767,
pasasen a la catedral. Una parte del nuevo edificio fue inaugurada el 8 de diciembre de 1775. El célebre
arquitecto Joaquín Toesca rehizo los planos y dirigió parte de los trabajos. La construcción definitiva
duró ochenta años y costó seiscientos mil pesos.

VIRUELA EN CHILOÉ LOS AÑOS 1771 Y 1776

En 1771 hubo una epidemia de viruela en Chiloé. El contagio fue introducido por barcos de
comercio que llegaron desde el Perú. En 1776 se volvió a repetir la epidemia en San Carlos - de Ancud
- sin que el flagelo llegara a los habitantes de los poblados del interior.

SEQUÍA EN SANTIAGO EN 1772

La falta de lluvias en la zona central el año 1772 impidió el normal regadío de viñas y sementeras
con el río Mapocho, como se hacía habitualmente en Santiago.

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El problema llevó a las autoridades a desenterrar, una vez más, el proyecto de sacar agua del
río Maipo a través de un canal, empresa que quisieron llevar a cabo, sin éxito, gobernadores anteriores.
La obras del canal, denominado, posteriormente, San Carlos, se comenzaron en 1772.

EPIDEMIAS DE 1773 Y 1779

La disentería era casi endémica en el país, con brotes epidémicos de vez en cuando. Uno de
estos brotes se produjo en Concepción en 1773, con tal intensidad que murió gran cantidad de gente.
La autoridades se alarmaron y quisieron precisar el origen del flagelo para lo que solicitaron a
dos cirujanos del ejército, Esteban Yusta y Dionisio Roquant que realizaran la autopsia de un soldado
muerto de disentería. Esta se efectuó en Concepción, el 3 de febrero de 1773, siendo, aparentemente,
la primera autopsia de que hay constancia.
En 1778 correspondió al gobernador Agustín de Jáuregui Aldecoa realizar el censo de Chile.
Por real cédula del 10 de noviembre de 1776, el rey de España había ordenado empadronar a la
población del país, haciendo la distribución de clases, estados, castas y sexos, sin excluir a los
párvulos. El censo se realizó entre Copiapó y el río Maule, territorio que correspondía al obispado de
Santiago, arrojando doscientas cincuenta y nueve mil seiscientas cuarenta y seis personas, de las
cuales ciento noventa mil novecientos diecinueve eran de raza europea, el resto indios, mestizos y
negros.
El 13 de mayo de 1779 se desbordó el río Mapocho pasando a llevar las hileras de los sauces
que el gobernador hacía poco había ordenado plantar en la ribera sur, causó daños en las obras de
los tajamares, en las calles de Santiago que se estaban empedrando, en los barrios pobres y en
algunos edificios.
Después se produjo una epidemia que el vulgo de la época denominó "malcito" haciendo
estragos principalmente en la gente pobre. Según el cronista Pérez García, testigo de los hechos, fue
"una calentura pútrida que mataba a muchos en tres días". El gobernador en conjunto con la Real
Audiencia, el cabildo y el obispo constituyeron una Junta de Candad, el 16 de septiembre de 1779.
Se destinó el hospital San Francisco de Borja, aún no terminado para la atención de los hombres;
las mujeres que no alcanzaron a tener ubicación en el hospital San Juan de Dios fueron llevadas a la
casa de huérfanos. Se atendieron en Santiago tres mil novecientos setenta y ocho enfermos, con un
gasto de once mil quinientos treinta y tres pesos y dos reales.
La Junta de Caridad dispuso, además, que el 1 de diciembre, en la noche, se llevaran a efecto
fumigaciones que eran" saludables arbitrios capaces de extirpar las causas productivas de esta fatal
epidemia". Para llevar a cabo estas fumigaciones, la Junta se había hecho asesorar primero por los
médicos que la recomendaron, y luego por un médico presbítero, quien se basó en un tratado de
Thomas Sydenhann, célebre médico de la época, quien señalaba que las fumigaciones evitaban el
contagio de epidemias provenientes de vicios de la atmósfera.
El obispo, por su parte, salió en persona a bendecir las casas y a donde no pudo llegar, envió
a otros prelados, al mismo tiempo que distribuyó ropa y limosnas.
Al año siguiente, el 11 de mayo de 1780, anclaba en el puerto de Talcahuano una escuadra
compuesta de cinco buques procedente del Callao, que primero había pasado por Chiloé y Valdivia.
Como traían poca tripulación solicitaron completarla con hombres del país, enviándole Ambrosio
O'Higgins, personal de diferentes lugares.
Entre la tripulación, principalmente la que se había agregado en Talcahuano se produjo una
epidemia de "calenturas pútridas, complicada con flujos de sangre por boca y narices y tan mortal que
pereció la mayor parte de los contagiados". Para que el mal no trascendiera al resto de la tripulación,
los "hombres de leva" o agregados a los barcos, fueron desembarcados. O'Higgins dispuso

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entregarles salvoconductos y devolverlos a sus lugares de origen, propagándose la epidemia al resto
del país.
La más afectada fue nuevamente la población de menores recursos, de tal modo que "muchas
veces sucedió que no había persona viva en sus chozas y hallarse después tres o cuatro cadáveres
en ella". La epidemia duro "cinco meses en su mayor violencia", señala el cronista Carvallo y
Goyeneche y agrega "se llevó a la tercera parte de los habitantes del reino."
Hubo que instalar un hospital provisional en la isla Quinquina. En Concepción se organizó un
hospital para mujeres en la casa de ejercicios. En Santiago, los enfermos incrementaron los hospitales
abiertos para la atención del "malcito". El gasto de la atención de los enfermos fue aprobado por el
rey de España, en junio de 1781.

AVENIDA GRANDE DEL MAPOCHO EN 1783

El 10 de abril de 1780 se desbordó el río Mapocho, cuando aún no se terminaba la construcción


del nuevo puente denominado de "cal y canto", sufriendo algunos daños con las aguas. Estas también
inundaron parte de Santiago, sin causar graves perjuicios.
El año siguiente fue calificado de "seco" en la zona central, por los cronistas de la época, debido
a que sólo llovió durante setenta y ocho horas en todo el período invernal.
En junio de 1783 se produjo una espantosa e histórica salida del río Mapocho, conocida después
como la "avenida grande".
Ese invierno había empezado muy riguroso con grandes nevazones en la cordillera. El 3 de
junio, llovía a cántaros, se produjo el primer turbión del río, que fue contenido por los tajamares. Siguió
lloviendo hasta el día 16, en que las turbulentas aguas hicieron tambalear desde sus cimientos los
antiguos tajamares, los que al fin se destruyeron. Después del medio día arreciaron las lluvias y el
viento, desbordándose definitivamente el Mapocho y arrasando con todo lo que encontró a su paso.
Primero se inundaron las chacras ubicadas al oriente de la capital, las aguas se llevaron las casas y
los ranchos. Después se rompieron los tajamares más arriba del cerro Santa Lucía, inundándose las
casas y conventos de La Cañada e impidiendo el tránsito aún a caballo, pereciendo dos o tres
personas. Los vecinos trataron de evitar que las aguas entraran en sus casas, con barreras de
quinchas. Otro brazo del río anegó las calles San Pablo, Las Rosas y Santo Domingo. El río siguió
haciendo estragos más al poniente: por debajo del puente se llevó una alameda plantada en tiempos
del gobernador Guill y Gonzaga y más de trescientas casas de gente pobre, cuyos moradores
quedaron desnudos o en camisa, llenos de lodo, muchos de ellos amparados sólo por las tapias. Los
destrozos siguieron con la destrucción del puente de piedra que servía de comunicación desde el
centro con el barrio de la Chimba y La Cañadilla y los tajamares del lado norte de la ciudad. El agua
arrastró animales, casas, muebles, convirtiendo todo el sector en una laguna.
Entre los edificios destruidos e inundados estuvo el conocido como el convento del Carmen
bajo, que pertenecía al monasterio de las Carmelitas de San Rafael. La monjas se asilaron, primero
en la iglesia y luego se encaramaron en la torre, cuando el agua ya llegaba a 'Vara y media" de alto.
De allí hicieron señas, pidiendo auxilio. Eran veintiocho religiosas y algunas sirvientas, que ya habían
perdido la esperanza de salvarse. Fueron socorridas por tres hombres a caballo, que en consecutivos
viajes las llevaron en ancas hasta el convento de Santo Domingo, que se estaba construyendo en
aquel barrio.
Después, una de las monjas, Tadea García de la Huerta, conocida en su vida religiosa como
Sor Tadea de San Joaquín, obedeciendo la orden de su confesor, relató, en versos la inundación, el
salvamento y los socorros recibidos. Algunos de éstos, que conmovieron hondamente a la sociedad
de la época dicen:

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"De lo que Dios permitió
sucediese en mi Convento
dia dies y seis de junio
de ochenta y tres, que violento
el Ayre rompiendo Montes
con altivo movimiento,
con armados Uracanes,
mostraba, que en un momento
desquiciada de sus Eges
el Globo, y más desatento,
presentó al Cielo batalla...

El gran Mapocho que corre


a la frente del Convento,
el qual compitiendo ya,
con rápido movimiento,
con Evros y Manzanares,
y al Nilo aún llevando resto,
su sonido era aterrante
al más impávido aliento "

Muchas chacras y huertos se destruyeron en los sectores de Renca y Carrizal, donde por lo
menos se perdieron otras cuarenta y cinco casas. Los vecinos se subieron a los árboles y a los techos
por escapar de las aguas, esperando la muerte o que cesara la lluvia.
Según Carvallo y Goyeneche, los daños fueron del orden del millón de pesos. Para el botánico
español, Hipólito Ruiz, quien estuvo en Chile en esa época y que relató la avenida del Mapocho en su
"Relación Histórica del Viaje a los Reinos del Perú y Chile", los daños alcanzaron a dos millones de
pesos.
La lluvia cesó el día 17 y bajó el caudal del río, encontrándose luego, en sus márgenes muebles,
alfombras, cuadros, imágenes sagradas, e incluso una carreta colgada de un árbol.
La población que sufrió los embates del río y del temporal se encontró sin alimentos, sin casa
y sin ropa. Las autoridades se preocuparon de socorrerlas, a la vez que se formaron verdaderas
trincheras para impedir que el río volviera a desbordarse ese año.
El frente de mal tiempo se hizo sentir en todo el sector del valle central, desbordándose la
mayoría de los ríos inundando los campos aledaños. El exceso de lluvias impidió sembrar en la época
oportuna, perdiéndose después muchas cosechas por la humedad de la tierra, copiosas nevadas e
irregulares fríos. Hubo también una gran mortandad de animales, entre caballos, muías, ovejas y
vacas, con el consiguiente perjuicio económico para los hacendados.

DAÑOS EN CHILOE ENTRE 1784 Y 1787

El año 1784 se produjo un incendio en Santa María de Achao que consumió diez y nueve casas.
En esa época la población se componía de más o menos veinte a treinta familias, algunas de las cuales
residían en el campo, a pesar de poseer casas en el pueblo.
En sus expediciones por Chiloé continental, el misionero, fray Francisco Menendez encontró,
alrededor del año 1786, una región de bosques incendiados. Halló montes quemados e "incluso un
venado abrasado por el fuego y las astas a medio quemar".

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El misionero, también relata en su diario, que al llegar al puerto de Yate encontró el estero
cercado por derrumbes de cerros. De acuerdo a lo que le informaron los habitantes del lugar, éstos
se produjeron con un fuerte temblor el 4 de octubre de 1786.
Al año siguiente, el 11 de febrero de 1787, otro movimiento sísmico en el sur, derrumbó, en la
vecindad de Castro, una parte del cerro a orillas del río Gamboa, cegando el camino que bajaba al
mencionado río.

SEQUÍA EN COPIAPO EL AÑO 1787

En 1787 se prohibió, por tres años, la plantación de árboles y viñas en la región de Copiapó,
debido a la falta de lluvias; la escasa agua que llevaba el río se destinó al regadío del trigo y fréjoles
para el alimento de los habitantes.

VIRUELA ENTRE 1787 Y 1790

Entre 1787 y 1790 la viruela asoló gran parte del territorio, causando la mortandad de miles de
personas, sin distinción de sexo, edad ni condición.
Aparentemente, la peste se inició en la zona de Concepción, donde murieron mil personas en
la ciudad y otras mil quinientas en las villas vecinas, de alrededor de seis mil habitantes que tenía la
región. Desde Santiago se envió a un mulato, quien empezó a inocular a la población, con lo que la
epidemia empezó a ceder.
La viruela se propagó a las reducciones indígenas de Collico, Dunni, Pillichiñaren, Quero,
Chaigüen, Canelo, Burén, Rinaico y Pilgüen. Los indios tenían la costumbre de bañarse y tomar agua
fresca apenas les brotaba la viruela, con lo que conseguían disminuir la mortandad. El gobernador
de Chile dispuso que se entregaran medicinas y víveres a los aborígenes contagiados con el flagelo,
siendo los misioneros los que les enseñaran a aplicar los medicamentos. Sin embargo, los indios no
aceptaron los remedios.
La epidemia también se propagó al norte, a pesar del riguroso cordón sanitario dispuesto a la
altura del río Maule. Primero se presentaron casos en Cauquenes y en Chillan y luego en Santiago.
Se calcularon en seis mil los muertos en esta última ciudad, especialmente en la gente que se
resistió a inocularse. La población, por lo general, tenía miedo cerval a la viruela, ya que los que no
morían quedaban marcados con cicatrices.
Entre los vecinos más ilustrados se hizo muy conocido, en esa época, el dístico de fray Gerundio
de Campagas, personaje popular creado por el padre Isla, que decía:

"De la mortífera peste


tres diligencias liberan
pronta salida, remota
distancia y muy larga ausencia".

El gobernador de Chile envió un médico a Cauquenes para tratar a los enfermos y habilitar
hospitales y otro a Concepción, para los mismos fines. En los Angeles se tomaron medidas previsoras.
En Santiago se habilitaron dos hospitales, que junto con los que ya existían, se hicieron pocos para
recibir a la población enferma.

71
SEQUÍA EN SANTIAGO EL AÑO 1790

La falta de lluvias en 1790, trajo como consecuencia, nuevamente, la escasez de agua en el río
Mapocho, para regar las chacras de Santiago. El gobierno dispuso turnos para usufructuar del vital
elemento, fijando tres días para los que tenían tierras al oriente del puente viejo y cuatro días para los
que tenían tierras al poniente de dicho puente.

DISENTERIA EN CALBUCO EN 1791

Relata fray Francisco Menéndez en su "diario", que al llegar a Calbuco, el 10 de marzo de 1791,
se encontró con la novedad de que había muerto mucha gente "a causa de unas evacuaciones de
sangre". Agrega que la disentería no era frecuente entre los habitantes de las islas de Chiloé.

INCENDIO EN LA FABRICA DE PÓLVORA DE SANTIAGO EN 1791

Seis operarios quedaron enterrados y otros siete quemados, incluido el constructor, todos los
que después fallecieron, como consecuencia de un incendio que se produjo el 16 de diciembre de
1791, en la fábrica de pólvora de Santiago.
Aparentemente, el siniestro se inició en los molinos donde se ejecutaba la elaboración del
material. Volaron los edificios hechos pedazos, casi todos los aperos y la municiones. Los daños se
calcularon en siete mil seiscientos ochenta y cinco pesos y dos reales.
Se salvaron el interventor, un oficial de la administración y dos peones, quienes estaban lejos
del lugar del incendio. En el resto de la ciudad sólo hubo una quebrazón de vidrios, además del susto
que se llevó la población, que al principio creyó que se trataba de un sismo.

TERREMOTO EN COPIAPO EL AÑO 1796

El 30 de marzo de 1796, a las siete y media de la mañana se produjo un terremoto que dejó casi
en la ruina a la ciudad de Copiapó y a las villas de Huasco y Coquimbo. El movimiento sísmico se sintió
también en Santiago.
En Copiapó quedaron en el suelo la iglesia parroquial, la de La Merced, la cárcel y gran número
de viviendas de particulares. Los habitantes en masa corrieron a los cerros, levantando allí pequeñas
carpas, donde pasaron algunos días lamentando la ruina de sus hogares, implorando la misericordia
divina y murmurando contra el subdelegado, quien parecía mostrarse indiferente ante el azote que los
afligía.
Cuando recién empezaban a reparar los destrozos ocasionados por el terremoto, una intensa
lluvia, en pleno mes de junio, hizo bajartorrentes por la quebrada de Paipote, amenazando con inundar
todo el territorio, pero las aguas se perdieron en el terreno seco.
En agosto, las réplicas del sismo terminaron de derribar las murallas que habían quedado
deterioradas.

72
PLAGA DE RATONES EN OSORNO EL AÑO 1796

El gobernador Ambrosio O'Higgins, tratando de cumplir la recomendación del rey de España,


de unir por tierra Valdivia con Chiloé, ordenó repoblar Osorno. En noviembre de 1792 se tomó
posesión de la ciudad después de casi dos siglos que había sido abandonada, y el 13 de enero de 1796,
O'Higgins procedió a las ceremonias de la refundación.
Al principio fueron sólo noventa y cuatro familias con un total de cuatrocientas veintisiete
personas, que se dedicaron fundamentalmente a la agricultura.
A mediados de ese año, una plaga de ratones comenzó a destruir los sembrados recién hechos
de habas, cebada, trigo, arvejas y cuanto había en las modestas habitaciones.
El gobernador de la ciudad informaba de estos hechos al virrey del Perú, el 2 de septiembre de
ese año, describiendo a los roedores como pequeños, todos iguales, pero de diferentes colores,
incluso blancos. Agregaba que después de haber matado un sinnúmero de animalejos, empezó a
contarlos, y en un mes exterminó a catorce mil seiscientos, sólo en el almacén de la ciudad.

SEQUÍA DE 1799

El año 1799 fue seco en la zona central. La escasez de agua del río Mapocho renovó en las
autoridades la intención de aprovechar el caudal del río Maipo.
Para conseguir esta vez traer la saludable agua - relata Pérez García - tan deseada y tres veces
emprendida y nunca lograda, el gobernadorde Chile resolvió poner una gabela, convocando al cabildo
y al comercio. Se acordó traer una acequia que se llamaría Canal San Carlos. Su obra se empezó,
pero concluyó varios años más tarde.

73
TERREMOTOS. MAREMOTOS (TSUNAMIS) Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS - SIGLO XVIII

73-A Escala 1:8.000.000


EPIDEMIAS Y PLAGAS - SIGLO XVIII

Escala 1:8.000.000 . 73-B


INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES - SIGLO XVIII

73-C Escala 1:8.000.000


INUNDACIONES Y SEQUÍAS - SIGLO XVIII

Escala 1:8.000.000 ..73-D


SIGLO XIX

El incendio de la iglesia de la Compañía, en Santiago, el 8 de diciembre de 1863, fue la catástrofe


más impactante del siglo XIX. La viruela, la que ocasionó el mayor número de víctimas. Los incendios
urbanos, en casi todas las ciudades, las inundaciones y los terremotos, agregaron al impacto del
siniestro, perjuicios enconómicos directos, al destruirse los bienes, e indirectos con la paralización de
las actividades de los trabajadores a raíz de estos eventos.
En el curso de la centuria hubo incendios catastróficos en Valdivia, lósanos 1803,1860 y 1864;
en Rancagua, en 1814; en Iquique, en 1833,1860,1873,1875,1880,1883,1884,1885 y 1891, éste
último a consecuencia de la revolución; en La Serena, en 1851, como resultado de la revolución; en
Valparaíso en 1827,1828.1843,1850,1858, en 1866 a causa de los bombardeos durante la guerra
con España, 1868,1869 y 1891, durante la revolución; en Pisagua, en 1879, durante la guerra del
Pacífico y en 1891, por efecto de la revolución; en Caracoles, los años 1874 y 1876; en Negrete, el
año 1859, a raíz de la revolución; en Cobija, el año 1866; en Puerto Montt, en 1865; en la isla Más a
Tierra del archipiélago de Juan Fernández, en 1816; en Lota, el año 1874; en Osorno, en 1864; en
el fuerte Bulnes en 1848; en Punta Arenas, los años 1877,1887 y 1896; en San Carlos de Chiloé, en
1834; en Castro, los años 1857 y 1895; en Ancud, los años 1844, 1847,1859,1860,1879 y 1899; en
Antofagasta los años 1871,1875,1880,1890 y 1891; en Santiago en 1827,1841,1863,1864,1869,
1870,1880,1885,1894 y 1895; incendios forestales en 1851,1896 y 1897, y de sementeras, el año
1878. En algunos casos, los siniestros convirtieron en escombros obras de arte, edificios históricos
o grupos de viviendas en sectores importantes de incipientes ciudades.
La viruela fue una constante durante casi todo el siglo, no hay decenio, con excepción de 1820
a 1829, en que no se registren muertes por el flagelo. Entre 1840, fecha en que se inician los registros
estadísticos, hasta 1899, perecieron aproximadamente ochenta mil personas.
Otras epidemias fueron, el cólera que se propagó en 1886 y duró hasta 1888. La erisipela negra
de 1822. La escarlatina entre 1831 y 1832. El tifus exantemático atacó a la población los años 1864
y 1865. La fiebre amarilla afectó a la población de Cobija en 1869. La influenza tuvo signos epidémicos
entre 1890 y 1896. Hubo dengue en Iquique, en 1889. En 1879 se presentaron las primeras patologías
de lepra en la isla de Pascua.
Las plagas de langostas en 1855,1891 y 1893 malograron las cosechas. En 1855 se presentó
una plaga de ratones en Osorno. La fiebre aftosa atacó a los animales en 1870,1878 y 1882.
Terremotos destructores asolaron el territorio en 1822,1835, 1851,1859,1868,1871,1873,
1877,1878,1880 y 1898. Otros dejarondañosmenores lósanos 1801,1819,1831,1833,1837,1843,

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1847, 1850, 1864, 1870, 1876, 1879 y 1890.
Los volcanes Tutupaca, en 1802; Antuco, en 1820; San José, en 1822; Peteroa, en 1837y 1889;
Quizapú, en 1847; Nevados de Chillan, en 1861 y 1864; Llaima, en 1872; Lonquimay, en 1887; Huequi
y Calbuco, en 1893, y Yate, en 1896, hicieron erupciones que ocasionaron daños a la población.
Los años 1814,1831,1863,1872 y 1892 hubo sequías que malograron las cosechas.
Fuertes temporales, desbordes de ríos, nevazones, marejadas y heladas afectaron diversos
lugares del territorio, los años 1815, 1817, 1823, 1826, 1827, 1828, 1833, 1834, 1835, 1836, 1847,
1848, 1850, 1855, 1856, 1861, 1864, 1875, 1877, 1878, 1880, 1881, 1884, 1885, 1888, 1891, 1895,
1896,1898 y 1899.
El censo de 1865 arrojó un total de un millón ochocientos diecinueve mil doscientos veintitrés
habitantes, sin contar los indígenas, que se calcularon en ochenta mil.
Gráficamente se señalan, en los respectivos mapas, al final del capítulo del siglo XIX, los
terremotos, maremotos y erupciones volcánicas; inundaciones y sequías; epidemias, epizootias,
plagas y hambrunas; incendios urbanos y forestales, con las áreas geográficas afectadas y las fechas
en que ocurrieron los eventos catastróficos.

SISMO EN LA SERENA EL AÑO 1801

El 1 de enero de 1801 se produjo un sismo en La Serena que ocasionó destrozos en las


viviendas, principalmente en las de las personas de menores recursos. La ayuda a los damnificados
y las medidas tomadas por el gobernador, fueron aprobadas por el presidente de la Real Audiencia,
Joaquín del Pino.

VIRUELA EN 1801 Y 1802

La viruela seguía, desde fines del siglo XVIII y principios del siglo XIX asolando, entre tanto, a
la población del país.
"En los años 801 y 802, hallándome de guardia en Curimón, se experimentó igual mortandad
en la provincia de Aconcagua, pues pasaron de diez mil los que murieron, sólo en los curatos de San
Felipe, Curimón y Putaendo", señala fray José Javier Guzmán, al referirse a la mortandad producida
por la epidemia de viruela, en su libro "El Chileno Instruido en la Historia Topográfica, Civil y Política
de su País".
La mayor parte de las víctimas pertenecían a la clase más pobre del pueblo, ignorantes de las
normas elementales de higiene, mal alimentadas, excedidas en la bebida y reacias a la inoculación.

ERUPCIÓN DEL TUTUPACA EN 1802

El 30 de marzo de 1802 entró en erupción el volcán Tutupaca o Tutupalca, produciendo una


lluvia de cenizas que duró cinco meses. Esta, en ocasiones fue tan intensa, que en Arica y en las
comarcas vecinas, en repetidas ocasiones, necesitaron encender las luces durante el día.

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INCENDIO EN VALDIVIA EN 1803

El 17 de enero de 1803 un incendio consumió un barrio entero de gente humilde, en Valdivia.


La mayoría de las casas de ese sector eran de maderas, techadas con paja.
El gobernador prestó ayuda a las familias damnificadas, con fondos de la gobernación y
materiales sobrantes de las obras reales. El Gobierno, por su parte, envió seis mil novecientos
veintitrés pesos y tres cuartos de real, que estaban destinados a la reducción de cautivos. En Valdivia
se formó una Junta integrada por empleados y vecinos, para administrar la ayuda.

EPIDEMIA DE VIRUELA ENTRE 1805 Y 1812

La epidemia de viruela continuaba siendo un problema que preocupaba, principalmente, a las


autoridades. En 1805 se trajo, por primera vez, la vacuna desde Buenos Aires, donde se había
propagado de brazo a brazo, en negros esclavos.
La primera vacunación la realizó fray Manuel Chaparro, ya anciano, el 8 de octubre de 1805, en
las puertas del cabildo metropolitano; había sido el precursorde la inoculación, en el año 1765. Elfluído
fue enviado por el marqués de Sobremonte, virrey de la Plata.
En Chile, el sistema fue repudiado públicamente, por lo que los esfuerzos de los propagadores
tuvieron que ser tenaces y persuasivos. El regidor Nicolás Matorras, ayudado por Manuel de Salas
y fray Manuel Chaparro, autorizados por el gobernador, llevaron a cabo la tarea.
El 2 de junio de 1806 Matorras fue autorizado por el Presidente, para poner en práctica el
proyecto de vacunación, que debía considerar las órdenes pertinentes sobre salubridad y obtener la
colaboración del cabildo y del protomedicato; al mismo tiempo que se autorizó la habilitación de
algunas piezas del hospicio para la instalación de un servicio de inoculación. Fray Manuel Chaparro
fue el encargado de vacunar a la población de Santiago y luego se trasladó a provincias, para cumplir
el mismo cometido.
El 10 de octubre de 1808, por medio de un decreto, se creó la Junta Central de Vacuna y Juntas
provinciales en el resto del país. Los reglamentos fueron obra de Manuel Julián Grajales, uno de los
ayudantes subalternos del doctor Salvani. Este último era un médico enviado por el monarca español
a América para practicar la vacunación, con el fin de que se afianzara su prestigio y se propagara en
la población.
La preocupación por la viruela era internacional: el rey de España, dispuso que se les otorgase
montepío a las viudas de los militares que falleciesen de viruela fuera de su país, como si hubiesen
muerto en actos de servicio.
En 1811 hubo un rebrote de la epidemia. Frente a esta situación, la Junta de Gobierno solicitó
al cabildo de Santiago un informe sobre el estado de los vacunados y una proposición para ampliar
el proceso de inmunización. Con los antecedentes proporcionados por el procurador, recomendado
por el cabildo y el ministerio fiscal, se instituyó una nueva Junta de Vacunación. Estuvo compuesta
por "personas piadosas, de carácter, desocupadas y benéficas". Se designó a un jubilado como
delegado de la nueva Junta, para que bajo las órdenes inmediatas del gobierno, con el auxilio de
veinticuatro diputados y subalternos asalariados, organizara un servicio de vacunación. El nombra-
miento se cursó el 24 de marzo de 1812.
El delegado presentó a las autoridades superiores un programa de trabajo, que en líneas
generales, consistió en vacunar, en el ayuntamiento dos días a la semana, bajo la vigilancia de dos
diputados, que se turnaron en esta labor; se llevó un libro de registro; se exigió a los cuarteles y a los
administradores de hospitales, la obligación de enviar a su personal a inocularse; lo mismo que se

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exigió a los vivanderos y a los concurrentes a la recova, a los que se les obligó a vacunarse, valiéndose
de la fuerza pública, con el auxilio de los alguaciles y guardias militares. Igual cosa se hizo en las
cárceles y casas de recogidas.
En abril de 1812 se habían vacunado doscientas trece personas de ambos sexos. En mayo del
mismo año, se vacunaron cuatrocientas cuarenta y seis personas, desde los recién nacidos, hasta
sobre cuarenta años. Los inoculadores salieron a los suburbios y casas donde la gente miserable o
carentes de vestuario no concurrían al ayuntamiento, y a los campos, donde operaron con la ayuda
de los párrocos. En el mes de junio se inmunizaron en los cuarteles y en el vacunatorio público, un
total de quinientas noventa personas.
En marzo de 1812 se publicó en La Aurora de Chile un artículo referente a la policía de aseo
y a la salubridad de las ciudades, señalando que las principales causas de enfermedades se debían
al desaseo, a la miseria de la plebe, a la inmundicia de las calles, a las aguas detenidas, a la
descomposición de los cadáveres dentro de la misma ciudad y a la reunión de gran número de
personas en recintos reducidos, especialmente si había fuego y luces; recomendando, asimismo, que
la higiene, el aire puro, las habitaciones limpias preservaban de las enfermedades.
El mismo año 1812 se solicitó por parte del gobierno al gobernador del obispado, que los
ministros, desde el pulpito y en el confesionario, persuadieran a los feligreses para que concurrieran
a vacunarse, yaque la epidemia continuaba haciendo estragos en la población. La Gaceta Ministerial
publicó las listas de personas inoculadas en diferentes lugares de Santiago y alrededores.
Los días 12 y 13 de enero de 1813, el cabildo capitalino trató el problema de la quemazón de
los campos inmediatos a Santiago. Estimó que llenaban la atmósfera de un humo espeso y caliente
que causaba "variaciones en el temperamento". Debido a estas consideraciones, se acordó que uno
de los regidores, el cabo de los alguaciles y cuatro ministros hicieran las investigaciones del caso e
informaran. Luego se dio cuenta a la Junta de Gobierno, para que administrara las medidas pertinentes
que evitaran este abuso.
En octubre del mismo año, se publicó en La Aurora de Chile una nota firmada por Manuel
Joaquín Valdivieso, en la que se señaló que los estragos que había causado la viruela, el año anterior,
se debían a la resistencia de la población para vacunarse.
En julio de 1814, debido a la incipiente sequía, el cabildo de Santiago acordó hacer una
procesión de rogativa a la Virgen de La Merced, invitando al clero y a las órdenes religiosas, para
implorar a Dios el "auxilio para este mal".

INCENDIO DE RANCAGUA EN 1814

Entre el 1 y el 2 de octubre de 1814 se produjo el gran incendio de Rancagua, a consecuencias


de la batalla librada entre los patriotas y los realistas.
Antes de iniciar el ataque, el coronel español, Mariano Osorio dispuso cortar las acequias que
suministraban agua a la población.
Al finalizar el día 1, la ciudad ofrecía un espectáculo dantesco, alumbrada por las llamaradas
de los incendios que en varios puntos se habían declarado, a causa de los bombardeos de los
españoles y de los que éstos iniciaron intencionalmente, prendiendo fuego a casas y chozas. Negras
columnas de humo se alzaban hacia las alturas. Los patriotas trataron de extinguir las llamas como
pudieron.
El domingo 2, pasado el mediodía, el incendio se reactivó, consumiendo casi toda la ciudad.
Sólo en la calle San Francisco ardieron más de sesenta casas. Algunas chispas cayeron sobre los
armones que había en las trincheras, haciéndolos volar en pedazos.
Cuando los realistas se tomaron la plaza de Rancagua, el fuego seguía su obra destructora en

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los edificios cercanos, llegando hasta la casa que se había habilitado como hospital de sangre. Los
heridos, desesperados, se lanzaron a las puertas y a las ventanas que estaban cerradas, para pedir
auxilio y tomar aire. Las chispas, primero, y las llamas, luego, prendieron en la ropa de los heridos.
Al día siguiente se pudo observar a decenas de muertos, con las manos medio carbonizadas, que
oprimían los hierros de las ventanas, por donde habían tratado de escapar. En las puertas, la escena
fue similar. Veintiocho personas fueron las víctimas en el hospital de sangre.

DESASTRES EN EL ARCHIPIÉLAGO DE JUAN FERNANDEZ EN 1815 Y 1816

En el mes de junio de 1815 hubo en las islas del archipiélago de Juan Fernández un fuerte
temporal de viento y lluvia. Las aguas arrastraron los árboles a través de quebradas, rompieron las
empalizadas e inundaron la población que estaba ubicada en los terrenos bajos. Se perdieron los
muebles, los víveres y las chozas, que en esos días eran habitadas por los relegados chilenos,
desterrados a las islas por los españoles, después del desastre de Rancagua.
Al año siguiente, el 5 de enero de 1816, alrededor de las 11 de la mañana, estalló un voraz
incendio en el caserío de los desterrados. Las llamas arrasaron con las habitaciones destinadas a los
capellanes, que fue donde se inició el fuego, con las piezas vecinas y con las chozas y cercos, en las
quebradas, e incluso con los árboles y los arbustos.
La población quedó en la más completa indigencia, después que todos los víveres y bienes se
perdieron en el siniestro.
.
HELADAS EN CURICO EL AÑO 1817

En Curicó, las heladas de 1817 fueron de tal magnitud que arruinaron las cosechas y las viñas.
El perjuicio fue tan grave que no hubo interés por subastar la producción de licores y los agricultores
no pudieron cancelar las contribuciones que gravaban las cosechas.

TERREMOTO EN COPIAPO EN 1819

Los días 3, 4 y 11 de abril de 1819, tres remezones sucesivos cada uno más fuerte que el
anterior, derribaron las casas y edificios de Copiapó, quedando el día 11, prácticamente todo
destruido, entre ellos, la iglesia parroquial, la cárcel y la casa municipal. La población conformada por
alrededor de dos mil quinientas personas, se refugió en las faldas de los cerros Chanchoquín y Rosario,
sin que se registraran muertos ni heridos.
Algunas familias emigraron a La Serena y otras a Huasco; las más, sin embargo, retornaron a
rescatar algo de las ruinas.
El teniente-gobernador reunió a los habitantes en un cabildo abierto para tratar sobre una mejor
ubicación de la villa. Se ofició al Director Supremo Bernardo O'Higgins, para solicitar su aprobación,
pero una vez cursada ésta, en un segundo cabildo abierto, los vecinos decidieron quedarse en el
mismo sitio.
El terremoto del día 11 también ocasionó un maremoto que abarcó desde Caldera a Constitu-

79
ción, ocasionando perjuicios de consideración en la primera y el hundimiento de una goleta que soltó
sus amarras en la última, que en esa época se conocía como la Ría de Nueva Bilbao.
Las noticias de esta catástrofe se supieron sólo veintiún días después en Santiago, donde
connotadas personas de la época reunieron cincuenta y cinco onzas y once pesos, para ayudar a los
habitantes de Copiapó, que quedaron en la miseria.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN ANTUCO EN 1820

En 1820, el volcán Antuco que estaba en erupción moderada desde 1806, entró en una fase
eruptiva. Los naturalistas y geólogos que visitaron la zona durante las erupciones, describieron con
lujo de detalles los fenómenos. Coincidieron en que los proyectiles de piedras, arenas y cenizas y las
emanaciones de variados vapores, ácidos y humo que salían de su cráter se alternaban con gran
regularidad, causando fuertes temblores locales; que las corrientes de lava de aspecto de fierro
fundido descendían por las laderas, estancándose en la laguna del Laja, que en ocasiones subía varios
metros su nivel; que las erupciones terminaban con una enorme cantidad de agua fría, que iba al río
Laja, que normalmente llevaba agua muy transparente, y que se transformaba en un río de agua sucia
que se arrastraba lentamente, depositando en sus riberas peces muertos.

TEMBLOR Y TERREMOTO DE 1822

El 5 de noviembre de 1822 se produjo un fuerte temblor en Copiapó, que según algunos autores,
dejó la ciudad casi destruida; también se sintió en Coquimbo.
EM9 de noviembre del mismo año, pasadas las 10 de la noche, un terremoto precedido de
fuertes ruidos, con, por lo menos, tres movimientos, se sintió entre Illapel y el archipiélago de Chiloé,
dejó alrededor de doscientos muertos, igual número de heridos y gran parte de las edificaciones de
las ciudades en el suelo. Duró alrededor de dos minutos y treinta segundos la mayor vehemencia,
quedando la tierra en movimiento casi continuo pero apenas perceptible, por espacio de dos meses,
con excepción de veinte temblores bastante fuertes y como ciento cincuenta menos fuertes que se
pudieron apreciar en ese lapso de tiempo. En muchas partes se notó que el suelo se dividió, dejando
hendiduras por donde salió agua oscura y pestilente. Como a las tres de la mañana del día 20, hora
en que casi nadie dormía a causa de los pequeños temblores, la población de Valparaíso, Quillota y
Santiago, aseguró que vio un pequeño meteoro que cruzó el cielo de la cordillera al mar. Al día
siguiente, después de las cuatro de la tarde, llovió abundantemente, más o menos seis horas.
En Valparaíso perecieron sesenta y seis personas, de las cuales veinte fueron ancianos y trece
individuos de la tropa de guarnición. Esta ciudad fue una de las más afectadas, la ruina fue casi total.
Se derrumbaron alrededor de setecientas casas particulares, principalmente del sector de El
Almendral, cuyo terreno es arenoso. También se cayeron la casa de Gobierno, los cuarteles, la cárcel,
la aduana, la administración de correos, los almacenes comunes, el hospital militar y el hospital
público. Las iglesias Matriz, Santo Domingo, San Francisco, La Merced y San Juan de Dios quedaron
casi inutilizadas, ya porque se cayeron sus torres o los edificios colaterales. El almacén general de
pólvora quedó semidestruído. "Los edificios construidos sobre suelo firme - señalaba el informe del
gobernador - no experimentaron mayor mal, de manera que los que se hayan de inmediato a los cerros
y que tienen sus cimiento entre rocas resistieron la fuerza del movimiento".
El Director Supremo, Bernardo O'Higgins se encontraba en Valparaíso, escapó a duras penas

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de morir bajo los escombros. Cayó debajo de la puerta de entrada del palacio de Gobierno, siendo
sacado a rastras por el ayuda de campo, justamente a tiempo que el edificio entero se desplomaba
sobre la recova.
La mayoría de la población del puerto arrancó a los cerros donde acampó por varios días.
Bandas de ladrones empezaron a saquear las casas, encontrándose, al remover los escombros,
muchos de ellos muertos con algunos robos en la mano. Desde las naves se despacharon a tierra
destacamentos de marineros para la protección de la aduana y otros almacenes medio arruinados, de
las firmas comerciales nacionales y extranjeras.
En el mar se produjo una gran trepidación en los momentos del sismo y las naves surtas en la
bahía fueron sacudidas como si hubieran estado golpeándose sobre los escollos. El mar quedó
retirado entre ocho y diez pies de donde habitualmente bañaba la costa.
Se estimó que la bahía de Quintero quedó arruinada como puerto, porque el fondo del mar se
levantó cerca de cuatro pies en la noche del sismo. Los buques costeros que llegaron a Valparaíso
después del terremoto dieron cuenta de que se había producido una gran alteración en el sondaje,
cerca de tierra y en las caletas que frecuentaban, en una extensión de dos grados a lo largo de la costa.
Casablanca, Illapel, Melipilla, Aconcagua y La Ligua quedaron semidestruídas.
En Quillota, en los momentos en que se produjo el terremoto se celebraban las fiestas de San
Martín, patrono de la ciudad. La plaza estaba llena de puestos y enramada y la población cantaba y
bailaba al son de la música. En breves segundos todo se transformó en gritos de misericordia y auxilio,
la mayoría corrió a sus viviendas, para tratar de salvar a sus familiares. Al día siguiente, casi todo era
desolación y ruina, había sólo veinte casas y una iglesia en pie. Los hornos quedaron en el suelo y
la población sin pan. El gobernador había huido; los habitantes le echaron la culpa del siniestro,
diciendo que sus pecados habían atraído las iras del cielo.
En Santiago no hubo que lamentar pérdidas de vida, sólo algunos heridos por los fragmentos
que cayeron de varios edificios y por las tejas que volaron de las casas. Las iglesias de La Merced,
La Compañía y San Agustín sufrieron daños de consideración, lo mismo que la Casa de Moneda, la
catedral en su interior, la cárcel y el palacio directorial. Cayeron antepechos, mojinetes y pedazos de
techos, dañándose las paredes de las casas de mediana solidez. También se cayó el puente sobre
el río Maipo, que estaba recién construido.
Bernardo O'Higgins volvió a la capital con la salud quebrantada por las continuas fatigas,
agitaciones e intemperie que sufrió en Valparaíso, por lo que debió tomar algún reposo. Como el
palacio directorial había quedado en estado ruinoso, eligió para su residencia y curación la quinta del
Conventillo.
A pesar de que los destrozos no fueron grandes, el terror de los santiaguinos fue inmenso.
Varios sacerdotes predicaron en los templos y en las plazas que el terremoto había sido un signo
patente de la ira del Señor contra el pueblo de Chile. Algunos devotos comenzaron, públicamente, ha
hacerse penitencias de lo más sangrientas, incluso, haciendo saltar sangre de sus carnes. Uno de
estos penitentes murió súbitamente en Renca.
Camilo Henríquez procuró, en El Mercurio de Chile, que redactaba por esos tiempos, restituir
la serenidad en los ánimos. Hizo observar que los temblores eran fenómenos naturales, que si se
atendía a la experiencia, en Chile venían de siglo en siglo, por lo tanto, si acababa de ocurrir uno, la
población podía estar tranquila por largo tiempo. Reprobó, con moderación, la práctica de las
penitencias sangrientas y brutales, escribiendo, que a su juicio, tan repugnantes espectáculos habían
sido ejecutados, sin conocimiento de las autoridades civiles y eclesiásticas.
Estos escritos fueron considerados por algunos, en especial, por el dominico fray Jadeo Silva,
como impíos y aun blasfemos.
Hubo un intercambio de opiniones por medio de la prensa, entre Camilo Henríquez y fray Tadeo
Silva, apoyando a Henríquez el poeta argentino Bernardo Vera y el escritor de la misma nacionalidad,
Juan Crisóstomo Lafinur.
Henríquez mencionó en sus columnas a Voltaire, Rousseau y Montesquieu, apóstoles de la

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razón, lo que causó escándalo y polémica, aun en medio de las agitaciones políticas que siguieron a
la deposición del director Bernardo O'Higgins.
Fray Tadeo Silva puso en duda las creencias religiosas de Henríquez. Publicó los folletos Aviso
del Filósofo Rancio, Apóstoles del Diablo y el Observador Eclesiástico para sostener sus ideas.
Camilo Henríquez, por su parte, publicó El Nuevo Corresponsal para responder al padre Silva.
No era la primera vez que Camilo Henríquez escribía sobre el tema. Ya en enero de 1813, con motivo
del terremoto de Venezuela, había publicado en la Aurora de Chile, que ese sismo había despertado
el fanatismo y había sido un escándalo para los enemigos de la libertad pública, mirándolo como un
efecto de la cólera celeste, señalando que ese era un modo de pensar indigno en tiempos de ilustración
y filosofía y que era necesario que los buenos estudios se hicieran en lengua vulgar para que se
generalizaran los conocimientos, ya que los terremotos no eran más que fenómenos de la naturaleza,
pero fenómenos terribles.
La polémica, a raíz del sismo de 1822 duró varios meses, enconándose y haciéndose extensiva
a gran parte de la sociedad santiaguina.
Después del terremoto se tomaron varias medidas. El ministerio del Gobierno decretó, el 20 de
noviembre la "cesación de toda diversión pública mientras duraran los movimientos de tierra, para que
los habitantes no tuvieran embarazo que les distrajera del objeto de llevar sus súplicas para aplacar
la ira divina". Por lo tanto, se suspendieron por algún tiempo las representaciones teatrales y toda otra
diversión pública.
Se designó una comisión para evaluar los daños. Esta estuvo integrada por un coronel graduado
de ingeniero, un ingeniero, un maestro de carpintería y un maestro de albañilería, quienes, además,
de informar del estado de los inmuebles, debieron acompañar los presupuestos de los costos de las
respectivas reparaciones. Las restauraciones de los edificios públicos se efectuaron con cargo al
erario nacional y las de las corporaciones e inmuebles de particulares, con sus propios fondos,
supervisados por el ingeniero integrante de la comisión evaluadora. Se dispuso, asimismo, que el juez
de policía urbana controlara los trabajos de botar murallas en mal estado, para que se realizaran en
corto tiempo.
Posteriormente, se desarrolló en el país una epidemia de erisipela negra. El doctor Miguel Don
Juan, quien la presenció escribió sobre ella, describiéndola como sumamente mortífera y ligada en su
existencia al terremoto que 'laníos estragos hizo en Santiago", así como a la miseria engendrada por
las largas luchas de la independencia.
El mismo 22 de noviembre de 1822, cuando el terremoto sacudía la zona central del país, el
volcán San José entró en erupción, cayendo grandes cantidades de cenizas en la villa de San José
de Maipo. Esta actividad, en forma débil, se mantuvo por varios años.

TEMPORALES DE 1823 Y 1826

El invierno de 1823 fue bastante lluvioso, arruinándose gran parte de las cosechas.
En Valparaíso, el día 8 de junio sobrevino un fuerte temporal que arreció en la noche y se
prolongó por dos días. El mar, embravecido por el viento norte, azotó los edificios situados cerca de
la playa, destruyó las paredes y cercos de las casas, inundó numerosas viviendas, al mismo tiempo
que la lluvia torrencial y persistente llenaba los cauces de las quebradas que bajaban al puerto,
demoliendo las casas ubicadas en ellas, arrastró los puentes y dejó incomunicados entre sí, los
diversos barrios de la ciudad.
El pueblo, que no se reponía todavía de los quebrantos causados por el terremoto del año
anterior, vio horrorizado el hacinamiento de ruinas y escombros producidos por este temporal, el más
tremendo que recordaban haber visto los hombres de esa generación.

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En la bahía se hallaban sesenta buques de diferentes nacionalidades y más de cien embarca-
ciones menores. Sacudidas por el viento y arrancados de su fondeadero, fueron juguetes de las
embravecidas olas, chocando entre sí y sufriendo averías apreciables naufragaron dieciséis buques,
entre chilenos, ingleses y norteamericanos. Las fragatas de guerra O'Higgins, Lautaro y Esmeralda
y la goleta Moctezuma sufrieron averías de consideración, siendo este temporal y sus consecuencias,
entre otros, las causas del atraso en el envío de la expedición para auxiliar al Perú, ya que los trabajos
de reparaciones demoraron algún tiempo.
En la ciudad se destruyeron, además, parte de las casas de la calle que corría entre la Cruz de
los Reyes y la Cueva del Chivato, parte del edificio del arsenal y un sinnúmero de edificios de El
Almendral.
En 1826, la provincia de Curicó sufrió cuantiosos danos a causa de las intensas lluvias del
invierno. El gobierno de la época acudió en auxilio de la región y ordenó al cabildo que diera cuenta
detallada de los estragos.

INCENDIO EN SANTIAGO EL AÑO 1827

La noche del 22 de febrero de 1827, un voraz incendio destruyó algunos inmuebles y las tiendas
comerciales que había en pleno centro de Santiago, entre la calle Merced y actual calle Estado,
produciendo gran alarma entre los vecinos.
Al día siguiente, el gobierno dictó un decreto disponiendo que de los fondos municipales se
adquirieran herramientas para extinguir incendios, veinticuatro hachas, dos azadones y seis barretas.
El mismo decreto observaba que como la capital de la República carecía de un establecimiento para
cortar los incendios, no tenía herramientas y tampoco una bomba, se disponía que se construyera una.

TEMPORALES DE 1827

El invierno de 1827 fue particularmente lluvioso, especialmente desde fines de mayo y los
primeros días de junio, en que los temporales de lluvia, vientos y aun nieve, azotaron desde Copiapó
hasta más al sur de Curicó.
En Copiapó las aguas bajaron por la quebrada de Palpóte inundando la ciudad. El turbión
arrastró barro, basuras e incluso los ranchos. En los alrededores, los terrenos agrícolas quedaron con
perjuicios de consideración.
Una situación similar se vivió en La Serena.
En Quillota, el río Aconcagua se desbordó, inundando grandes extensiones de terrenos
agrícolas, destruyendo las viñas y plantaciones y las viviendas de las partes bajas de la ciudad.
En Valparaíso, tanto el viento, como el agua que bajó por las quebradas destruyeron una gran
cantidad de viviendas, muchas personas murieron arrastradas por las mismas avalanchas y ciento
cincuenta edificios de la parte céntrica quedaron semidestruídos. En el puerto, tres buques se fueron
a pique con todo su cargamento.
La municipalidad de Santiago acudió en ayuda del Puerto: en la sesión del 12 de junio de ese
año, acordó asignarle dos mil pesos para las reparaciones de las obras públicas, remitiéndole de
inmediato una parte de los fondos, con el objeto de que se comenzaran las obras más urgentes.
En Santiago, entre el 28 y el 29 de mayo, a causa de la lluvia, se comenzaron a producir
pequeñas inundaciones del río Mapocho hacia el norte, lo que obligó a la policía a efectuar trabajos

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con los presos, para regular el curso de fas aguas.
El 1 de junio volvió a llover y el Mapocho reventó los parapetos provisorios que se habían hecho
en los días interiores. El persistente viento norte entibió las capas superiores de la atmósfera, de
manera que en lugar de caer nieve en las montañas, como sucede ordinariamente, cayó agua que se
deslizó por las laderas aumentando el caudal de los barrancos y de los ríos.
El día 3, el río Mapocho había crecido en forma alarmante, poniendo en peligro las construccio-
nes que existían en sus riberas: En esa época, el cabildo de Santiago, con el objeto de procurarse
algunas rentas, acostumbraba arrendar porciones de terrenos dentro de la caja del río, cuya extensión,
de cerca de ciento cincuenta metros de ancho, era formada por guijarros que se mantenían secos,
excepto el estrecho canal por donde corría el agua. En esa porción de terreno, por el que se pagaba
muy poco, se habían levantado cuatro "malos molinos" y algunas chozas de empalizadas con paja que
servían de habitación a gente pobre. Estas construcciones obstaculizaron el curso de las aguas.
El día 5 empezó el gran temporal: llovió más de diez horas e incluso hubo un aluvión de nieve.
El caudal del Mapocho subió produciendo inundaciones por el lado norte, arrastrando las casas y
dejando incomunicados los barrios de la Cañadilla y de la Chimba con la parte central de la ciudad.
Muchas personas de estos sectores debieron ser salvadas con cordeles, para evitar ser llevadas por
las aguas. Al día siguiente el río aumentó su caudal arrastrando peñascos, árboles, tapias, edificios,
molinos con trigo y harina. La parte central parecía a resguardo por el sólido tajamar construido hacía
cuarenta años por Ambrosio O'Higgins, pero también el agua buscaba salida corriendo por los campos
orientales. En el lado sur, que no tenía tajamares, se inundó el sector de Carrascal, Guangualí y
Petorca donde se cultivaban hortalizas; se perdieron los cultivos y las chozas de los pequeños
agricultores. En Renca sólo quedó en pie la iglesia. En Colina los habitantes tuvieron que subirse a
los cerros para salvarse de la inundación.
Más de mil quinientas fueron las personas que quedaron sumidas en la miseria, sin asilo y sin
recursos.
El ayuntamiento de Santiago, en sesiones consecutivas tomó medidas para auxiliar a las
personas que habían quedado en la indigencia, mediante erogaciones voluntarias de particulares. Se
designó una comisión y se dispuso que si las donaciones no alcanzaban, se ocuparan fondos
municipales. La sociedad filarmónica, el teatro, subscripciones oficiales y particulares se pusieron en
juego para proporcionar recursos con que alimentar y vestir a los que quedaron sin nada. Al juez de
policía urbana se le encargó que con los presos y personal voluntario se hicieran trabajos de urgencia
para lograr las comunicaciones con los barrios de la Chimba y de la Cañadilla. Los conventos de San
Pablo, San Agustín y la Recoleta Dominica, además del cuartel de San Pablo, acogieron a la gran
cantidad de damnificados.
El ministerio del Interior dispuso que se emprendiera la construcción de un tajamar en la parte
denominada de la Chimba, para evitar que volvieran a repetirse los problemas. El ayuntamiento, a su
vez, designó una comisión integrada por el juez de letras, un regidor y algunos vecinos, con el objeto
de que se levantara un plano topográfico del río, su caja y se señalaran los puntos que debían
resguardarse, disponiendo para estos trabajos de los dineros que proporcionaban los potreros de San
José.
Rancagua también sufrió pérdidas inmensas, y en Curicó, el lecho del río Teño se cambió del
Valle de Quilpoco, en Rauco, al que ocupa actualmente. Los ríos Teño, Lontué y Mataquito se
convirtieron en turbiones gigantescos, dañando principalmente las propiedades costeras. El estero
Nilahue arrasó con miles de cabezas de ganado vacuno y lanar. El río Mataquito arrastró gran cantidad
de personas y ganado, que perecieron en sus aguas; destruyó viviendas y terrenos agrícolas. A los
indios de Lora, cuyas viviendas estaban ubicadas en las riberas del lado derecho del río, les arrebató
un tercio de su histórica reducción, contribuyendo con ésto, a la anarquía que se produjo entre ellos.
En Curicó, el canal que pasaba por el pueblo se vació en torrentes por la alameda y por las calles.
Un periódico de la época calculó en más de tres millones de pesos las pérdidas ocasionadas
por este temporal.

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INCENDIOS EN VALPARAÍSO EN 1827 Y 1828

El domingo 25 de noviembre de ese año 1827, un incendio dejó convertido en cenizas un rancho
ubicado en la quebrada San Francisco, de Valparaíso.
La información apareció en El Mercurio del Puerto, el día 1 de diciembre, señalando que la
ciudad se encontraba desprovista de elementos y sin recursos para cortar los incendios.
Poco después, el 27 de enero de 1828, otro incendio redujo a cenizas los ranchos de casi dos
cuadras, en el barrio de El Almendral. La mayoría de éstos eran de paja, habitados por carniceros que
perdieron la carne y la existencia de velas y jabones.
Nuevamente, El Mercurio de Valparaíso, después de dar la noticia, llamaba la atención sobre
el cuidado que se debía tener con el fuego, en las casas y en las calles, pues la población estaba
"destituida de recursos para cortar incendios".

INUNDACIONES DE 1828

A fines del mes de abril de 1828 nevó copiosamente en Santiago. En junio del mismo año, hubo
un aguacero en Valparaíso, que causó daños de consideración en los edificios, en los huertos y en los
puentes. Hubo tres muertos, arrojados al mar por las corrientes de los barrancos.
En Santiago, en el mismo mes, llovió más de treinta y seis horas seguidas, originando
inundaciones en los barrios periféricos.
Hacia el sur de desbordó el río Teño, causando daños en Curicó, y debido a las heladas, no se
pudieron efectuar las cosechas.
En marzo de 1828 se creó, mediante decreto, el control sanitario en Valparaíso y en los
principales puertos del país. Se tuvo en consideración que ésta ya era una práctica habitual en la
mayoría de los países, para evitar que se introdujeran enfermedades contagiosas a través de los
puertos. El cargo debía ser ejercido por un profesor de medicina y cirugía con el título de Inspector
General de policía médica de bahía. Estaba facultado para inspeccionar los navios antes que bajara
la tripulación, señalar cuarentenas, si había algún tripulante contagiado o presuntivamente enfermo
de algún mal contagioso, así como de preocuparse de que llegaran alimentos al barco mientras
estuviera en cuarentena.

TEMBLOR EN VALPARAÍSO EN 1829

El 26 de septiembre de 1829 se sintió un temblor bastante fuerte en Valparaíso, causando algún


pánico en la población.
El Congreso Nacional se había trasladado a Valparaíso por ley del 25 de abril de 1828 y por
ley del 8 de agosto del mismo año se había dispuesto su cambio nuevamente a Santiago. Este temblor,

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que dejó algunos edificios en estado ruinoso, tanto en el sector del puerto, como en El Almendral,
apresuró el traslado del Legislativo a Santiago
En Limache también hubo daños en las casas con techos de tejas, salvándose sólo los ranchos
de madera. Se sintió en Santiago y en Casablanca.
Charles Darwin relata en su "Geología de la América Meridional" que ese mismo año se produjo
un solenvantamiento de más de ocho pies, en la isla Lemu, a consecuencias de un terremoto que hubo
en la zona. Agrega que algunas rocas que antes estaban cubiertas por el mar, después del sismo
quedaron al descubierto. Estas islas están ubicadas en el archipiélago de los Chonos.
Entre tanto la viruela recrudeció. El 11 de junio de 1830 se creó la Junta Propagadora de
Vacuna, encargada de combatirla. Sus atribuciones fueron más o menos las mismas de las juntas de
vacuna anteriores . A su labor ayudaron, un informe presentado al Gobierno por el protomédico
Guillermo Blest y la llegada a Chile de notables facultativos extranjeros que trajeron nuevas teorías
y prácticas más modernas de las universidades inglesas y francesas, contribuyendo con sus conoci-
mientos a una positiva reacción frente a los avances científicos.
El censo levantado en 1830, en el departamento municipal de Santiago, que incluía las
subdelegaciones de Renca, Lampa, Ñuñoa, Colina, San José, San Bernardo y Calera de Tango dio
un total de ciento once mil ochocientos setenta y seis habitantes, siendo la población urbana de
sesenta y siete mil quinientas tres personas.
El año 1831 fue extraordinariamente seco, principalmente en las provincias del norte. De tal
modo preocupó este hecho al Ejecutivo que lo mencionó en el discurso de apertura de las sesiones
del Congreso, en el año siguiente.

ESCARLATINA

A fines de 1831 apareció en Valparaíso una epidemia de escarlatina, procedente de Argentina.


La enfermedad que se conocía desde siglos anteriores en Europa, invadió América meridional en
1830, hizo estragos en Brasil y de allí pasó a las provincias argentinas.
En Valparaíso, al principio fueron pocas las personas contagiadas, no causando alarma entre
los médicos ni entre la población, pero luego se propagó, produciendo la muerte de gran cantidad de
personas, especialmente niños y jóvenes.
A comienzos de 1832 la epidemia alcanzó a Santiago, causando un temor enorme. Lo que
ayudó a que ésta cundiera fue el desaseo de la población y la falta de higiene, a pesar de que se
estructuraron las Juntas de Beneficencia y Salubridad.
No hubo datos de la mortandad ocasionada por la epidemia. Sin embargo, en el primer semestre
de 1831 se sepultaron en Santiago, un mil cuatrocientos nueve personas, y en el primer semestre de
1832, que coincidió con el flagelo, tres mil trece personas, de las cuales un mil sesenta y cinco fueron
hombres, novecientas siete mujeres y un mil cuarenta y una, fueron niños.
En esa época sólo había nueve médicos en Santiago y cuatro en Valparaíso, quienes se hicieron
escasos para atender a los epidemiados. El Gobierno fijó, mediante un decreto, sus aranceles e
incluso la multa que debían cancelar - fue de veinticuatro pesos - si se negaban a atender a algún
enfermo sin causa justificada, además de suspenderlos del oficio por tres meses.

TEMBLOR EN ARICA EL AÑO 1831

El 9 de noviembre de 1831 se produjo un temblor bastante fuerte en Arica, que también se sintió
en Arequipa, Tacna, Chuquisaca y Potosí. Las crónicas de la época no consignan los daños que

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produjo este movimiento terrestre, a pesar de que los periódicos lo señalaron como casi terremoto.
En los años 1832 y 1833 se mencionan en los Discursos del Presidente de la República ante
el Congreso, los problemas que sigue ocasionando la viruela en distintos lugares de país y las medidas
tomadas por el Gobierno.

INUNDACIONES EN EL NORTE CHICO EL AÑO 1833

Los aguaceros de agosto de 1833 ocasionaron desbordes de los ríos y esteros en el norte chico:
el río Turbio al salirse de su cauce arrasó con los algarrobos, sauces, cañaverales y árboles frutales
que se encontraban plantados en sus orillas. En Vicuña, un brazo del río Coquimbo inundó la calle
Chacabuco, señalando las crónicas de la época que había tratado de recuperar su antiguo lecho, que
pasaba por esa calle. En La Serena, las lluvias duraron cinco días, produciendo daños en la ciudad
y en las plantaciones de los campos circunvecinos. El frente de mal tiempo llegó hasta Copiapó,
ocasionando la crecida del río, que también causó deterioros en la región.

TEMBLORES DE 1833

El 25 de abril de 1833 se sintió un fuerte temblor en Huasco que derrumbó parte de las casas
y dejó la iglesia semidestruída.
En la madrugada del 18 de septiembre del mismo año, otro temblor que se sintió en Arica, en
el desierto de Atacama, en La Paz y alrededores, causó algunos daños en Sama y Lucumba.

INCENDIOS EN 1833

El 10 de marzo de 1833 hubo un incendio en Iquique, del que no hay mayores antecedentes.
Al año siguiente, en 1834 otro incendio dejó convertidas en cenizas, más de cuarenta casas en
San Carlos de Ancud. Aparentemente el fuego fue provocado por un portugués, un indio y algunos
españoles que querían robar especies y dinero. Hubo un proceso de guerra por este motivo; los reos
murieron convictos, más que confesos. De las especies substraídas hubo pocas noticias.
En el Discurso del Presidente de la República ante el Congreso, el año 1834, se menciona que
el río Mapocho produjo inundaciones en Santiago, sin abundar en mayores detalles.

TERREMOTO DE 1835

Alrededor de doscientos muertos dejó el fuerte terremoto que pasadas las once y media de la
mañana del 20 de febrero de 1835 sacudió a Concepción hasta sus cimientos. El movimiento telúrico
se sintió desde Copiapó hasta Chiloé y desde el archipiélago de Juan Fernández hasta Mendoza. Un
maremoto, alrededor de una hora después, terminó de destruir las ciudades costeras.

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Un ruido aterrador seguido de un remezón, lento al principio y tan fuerte que no permitía
mantenerse en pie, alertaron a la población que salió despavorida a las calles. Al ruido del mismo se
agregó el producido por los derrumbes de los edificios, que cayeron desde sus bases.
"A las once y media del día un terremoto tremendo ha concluido con esta población. No hay un
templo, una casa pública, una particular, un sólo cuarto; todo ha concluido; la ruina es completa. El
horror ha sido espantoso. No hay esperanzas de Concepción. Las familias andan errantes y fugitivas;
no hay albergue seguro que las esconda; todo, todo ha concluido, nuestro siglo no ha visto una ruina
tan excesiva y tan completa" informó ese mismo día, en la tarde, el coronel Ramón Boza, intendente
interino de Concepción en el oficio despachado, con un subalterno, al Presidente Joaquín Prieto.
Concepción resultó casi completamente destruida no sólo por el sismo, sino también por los
muchos incendios que se iniciaron en las cocinas de las casas con las maderas que cayeron de los
techos. Hubo dramáticos testimonios de extranjeros que experimentaron, por primera vez, el
fenómeno sísmico, entre ellos, el del cónsul inglés, quien salió de su casa con la primera oscilación,
en los precisos segundos en que un nuevo movimiento derrumbó toda la estructura, teniendo que
escapar a gatas para salvar su vida; la de un médico de apellido Vermoulin, quien después relató que
salió de su casa con la desagradable sensación que precede al vómito causado por un mareo,
teniendo que sentarse en el suelo mientras pasaba el terremoto, viendo al frente, dos hileras de álamos
que se plegaban como juncos.
Chillan quedó en las mismas condiciones, cambiando su ubicación física más al norte,
reedificándose a partir de 1836, en el lugar que hoy ocupa, no lejos de la antigua villa. Los nuevos
terrenos de la ciudad fueron declarados de utilidad pública, por ley del 23 de octubre de 1835,
indemnizándose a los dueños de los predios.
La pequeña población de Florida también quedó arrasada, con las casas, haciendas, cárcel y
templos en el suelo. Luego se trasladó a un sector cercano, en el mismo departamento de Puchacay.
Rancagua sufrió la desnivelación de algunas de sus casas. En Curicó se cayeron cinco casas
y las torres de las iglesias. En Talca la iglesia Matriz; y la casa parroquial quedaron convertidas en
escombros; también se derrumbó el edificio del convento de Santo Domingo; a la iglesia de San
Agustín se le cayó la torre y parte del techo; el hospital San Juan de Dios quedó en el suelo. Una
situación similar se vivió en Los Angeles y Pelarco y en la pequeña villa de Hualqui. La población de
Coelemu quedó casi demolida y los pocos edificios que quedaron sobre sus cimientos, estaban tan
ruinosos que no pudieron habitarse. En Valdivia y Osorno la mayoría de las casas eran de maderas,
por lo que no cayeron, sólo oscilaron chocando unas con otras.
En Valdivia se encontraba Charles Darwin, quien relató sus impresiones en su "Diario de Viaje
de un Naturalista Alrededor del Mundo", por lo que este terremoto fue conocido mundialmente. Entre
otras, sus impresiones señalaban que éste había sido un "día memorable para Valdivia, porque hoy
se ha sentido el más violento terremoto de que hay memoria aquí; comenzó de repente y duró dos
minutos, pero a mi compañero y a mí nos pareció mucho más largo. El temblor del suelo era muy
sensible y había gran dificultad para tenerse en pie. A mí casi me produjo mareo el movimiento, que
se pareció mucho al de un buque entre olas muy cortas o como si patinase en hielo muy blando que
cediese al peso del cuerpo. El viento agitaba los árboles de la selva en el momento del choque, por
ésto no sentí yo más que el temblor de la tierra bajo mis pies, sin observar otro fenómeno".
En la costa, especialmente en los lugares cercanos a Concepción, como Talcahuano, Tomé,
Arauco, Constitución, la mayoría de los edificios cayeron con el sismo, terminando su devastación con
el maremoto, que con tres olas sucesivas, algunas de más de diez metros - más de treinta pies - se
llevó edificios, casas y muebles. En la bahía, los buques quedaron en seco y en Constitución se
destruyó la barra de arena que obstruía la entrada al puerto, reapareciendo sólo algunos meses
después. En la isla Quinquina el mar se llevó una parte de las casas y alrededor de setenta animales
vacunos.
En las islas de Juan Fernández el maremoto inundó el galpón de los víveres, la cárcel y se llevó
parte de las casas. "Estaba yo sobre el castillo de Santa Bárbara acompañado del comandante de la

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guarnición y un alférez, cuando de repente observé que la mar había casi cubierto el muelle; entonces,
temiendo algún contraste, hice sacar los botes de debajo de la ramada y poco después la mar principió
a retroceder con mucha precipitación; y al mismo tiempo oímos un estruendo tremendo y veíamos una
columna blanca como de humo salir de la mar a poca distancia del lugar llamado la punta del Bacalao,
y sentimos moverse la tierra. En ésto la mar se retiró como cuadra y media y principió a volver con
mucha rapidez. Yo había dado orden de tocar llamada y sacar los víveres del almacén y los botes más
afuera; pero sólo logré salvar uno de éstos, pues la mar salió con mucha fuerza, derribando todas las
casas e inundando el galpón de los presos y almacén de víveres no hemos perdido ninguno de
los habitantes de esta isla casi todas las noches veíamos llamaradas como de un volcán en
dirección de la citada punta del Bacalao", informó el gobernador de la isla al Ejecutivo, dando cuenta
de las consecuencias del terremoto.
Levantamientos en las costas a la altura de Talcahuano; cambios en la fisiografía; las fuentes
de aguas termales de Gatillo se extinguieron por un año, amén de que siguió temblando por varios
meses, fueron otras consecuencias de este sismo.
En Santiago sólo se sintió como un fuerte temblor. El Gobierno, encabezado por el propio
Presidente de la República, Joaquín Prieto, tomó de inmediato providencias para auxiliar a los
habitantes de las provincias afectadas, despachando víveres y provisiones de toda especie. A su vez,
cuadrillas de obreros salieron hacia el sur para ayudar a la reedificación de los pueblos destruidos. La
caridad particular, en Santiago y en las provincias no afectadas, reunió en poco tiempo, más de
cuarenta mil pesos para ayuda de los sureños.
Las provincias de Talca, Maule y Concepción fueron eximidas, por tres años, del pago del
catastro, que había comenzado a regir el 1 de enero de ese año 1835, y también quedaron exentas
del pago de la aleábala en la venta de predios urbanos y sitios eriales, por igual período de tiempo.
En Concepción, el intendente formó una comisión para que evaluara los daños que había sufrido
la ciudady para que estudiara las características de los lugares cercanos a donde podría ser trasladada
Concepción. Esta comisión estuvo integrada, entre otros, por el caraqueño Simón Rodríguez, profesor
de Simón Bolívar, llamado "el Maestro del Libertador", quien había llegado a esa ciudad el año 1834,
llamado por el intendente para que se hiciera cargo de un colegio.
De la evaluación de los daños, la comisión informó que el treinta y tres por ciento de las paredes
de ladrillos cayeron; el setenta y uno por ciento de las de adobes quedaron en el suelo y el noventa
y cinco por ciento de las de piedras.
Después de haber sobrevivido al sismo en Valdivia, Darwin se dirigió en la fragata Beagle, al
mando de Fitz Roy, a Concepción, recorriendo la isla Quinquina, la misma ciudad de Concepción,
Talcahuano y otras. Más tarde, en su libro, escribía, a raíz de su experiencia que "por la íntima y
complicada manera con que las fuerzas elevatorias y eruptivas se mostraron relacionadas durante la
serie de fenómenos, podemos llegar confiadamente a la conclusión de que las fuerzas que elevan
lentamente y por pequeñas impulsiones los continentes, y las que en períodos sucesivos arrojan
materias plutónicas por orificios abiertos, son idénticas. Tengo muchas razones para creer que los
frecuentes temblores de tierra en esta línea de la costa son causados por la ruptura de los estratos,
desgarrados por la tensión de las capas terrestres, al ser levantadas, y por la inyección de roca en
estado fluido ".
La preocupación gubernamental por el sismo, sus consecuencias y la reconstrucción se reflejó
en los Discursos del Presidente ante el Congreso, hasta varios años después, al referirse, por ejemplo,
en 1840, a la reedificación del hospital de Concepción y de varias iglesias en diferentes ciudades.
El año 1835 fue bastante lluvioso, produciendo desbordes de los ríos y esteros. Hubo crecidas
extraordinarias del río Copiapó. En Quillota hubo que construir un dique, con un aporte estatal de dos
mil pesos, para defender a la ciudad de las inundaciones. En San Fernando, el estero anegó casi todas
las calles, formando avenidas que penetraron en las casas. En Colchagua, los caminos se convirtieron
en fangales, a causa de los desbordes de esteros, ríos y desagües.

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El ministro del Interior, en su Memoria al Congreso, ese año, dio cuenta de estos problemas y
propuso imponer a los propietarios la obligación de mejorar los caminos, terraplenando los fangales
o dando otro curso a los desagües que los formaban. Decía que el intendente había propuesto que
los propietarios inmediatos a los ríos, esteros y vertientes perennes debían mantener una servidumbre
de veinte varas libres de terreno firme para el tránsito y que los que tenían haciendas contiguas a los
caminos debían estar obligados a mantenerlos en buen estado para el tránsito de carretas, carruajes
y muías de carga y que se castigara a los que cerrasen un camino público.
En el mes de julio de 1836 nevó en Santiago, después de una lluvia ininterrumpida de cuarenta
y ocho horas. En marzo del año siguiente -1837 - hubo un gran aluvión en la capital. Ese mismo año,
en Rengo, las inundaciones del río Claro causaron grandes estragos en la calle principal del pueblo;
el intendente dispuso trabajos de defensa, con un aporte municipal de quinientos pesos, y la
colaboración de algunos vecinos para supervisar las obras.

SISMO EN VALDIVIA EN 1837

A las ocho y cinco minutos de la mañana del 7 de noviembre de 1837, se sintió un fuerte temblor
en Valdivia, Osorno y Chiloé. La fuerza del movimiento telúrico impidió a las personas mantenerse en
pie. Los edificios públicos de las ciudades mencionadas quedaron con graves deterioros o derrumba-
dos. Esto no sucedió, en general, con la casas, debido a que casi en su totalidad, eran de madera.
En la tierra se produjeron enormes grietas y las sementeras quedaron destruidas, tanto por el
movimiento de la tierra, como por los derrumbes en los cerros.
El intendente de Osorno, en nota al Presidente Joaquín Prieto, dejó constancia de que la iglesia
parroquial, el cabildo, las capillas y la casa de misiones quedaron en el suelo; que los caminos
quedaron intransitables por las aberturas de la tierra y el derrumbe de los árboles.
En el libro "Chiloé y los Chilotes" de Francisco Javier Cavada se menciona un romance popular
referido a este terremoto, que se dice que produjo siete mareas. Al respecto, hubo fuertes flujos y
reflujos de la mareas que penetraron por los canales más distantes del interior de Chiloé. En Aisén
se produjeron una serie de alteraciones en los relieves de las islas y de las costas. En Talcahuano
se originó un retroceso del mar e interrupción de las mareas por algunos días.
La onda sísmica llegó a las islas Gambier y a las de Samoa ese mismo 7 de noviembre, en la
tarde.
En febrero de ese año 1837 había entrado en erupción el volcán Peteroa, arrojando lava sobre
la nieve, que se licuó, produciendo una riada y el desborde del río Teño.

HAMBRUNAS DE 1838 Y 1839

Los pueblos del su r, principalmente los de la Frontera y los de los campos de la Araucanía fueron
acosados por la miseria y el hambre entre 1838 y 1839, debido, entre otras causas, a la destrucción
de las bodegas y edificios por el terremoto de 1835; a que los cultivos de los cereales entre el Maule
y el Bío Bío eran relativamente escasos, casi sólo para el abastecimiento local.
Las tropas de los fuertes carecieron algunos días de "rancho" para su mantención; los nativos
llegaron, también, a tal miseria "que acudían como lebreles hambrientos a recoger sangre, huesos,

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cueros y demás desperdicios que se arrojaban de los animales que se mataban, en los cuarteles";
muchos campesinos, cuando se agotaron sus alimentos, se fueron a los pueblos en busca de socorros.
La ayuda desde las provincias del norte fue difícil por las distancias y falta de medios de
transportes adecuados. No obstante, las autoridades y los grandes terratenientes se organizaron para
combatir el hambre.
El Gobierno autorizó un gasto por cuatro mil pesos en cada provincia, para comprar alimentos
para la población, que en el caso de la provincia del Maule, fueron redistribuidos de los fondos
destinados a reedificar una escuela destruida por el terremoto de 1835. Grupos de familias se
trasladaron al norte de dicho río, dedicándose a recorrer las estancias y poblados para encontrar algún
alimento.
Se arbitraron medidas, algunas de las cuales quedaron por esos años sólo en iniciativas, como
los estudios para la construcción de canales de regadío en la provincia del Maule, y otras que se
pusieron en práctica, como la reconstrucción de los graneros destruidos por el terremoto de 1835 y
los depósitos de granos destinados a suministrar semillas a los campesinos pobres.
La viruela seguía produciendo rebrotes cada tres o cuatro años, en diversas partes del territorio.
Entre 1839 y 1840 hubo una nueva epidemia que abarcó Valparaíso, Quillota y Santiago.
En 1839, el Gobierno, como una medida de higiene más, puso en práctica la disposición del 31
de julio de 1823, que ordenaba tener cementerios fuera de los poblados o villas "para terminar con la
perniciosa medida de sepultar cadáveres en los templos" informaba el ministro del Interior al
Congreso, el mismo año.
A partir de 1840 se empezaron a recopilar datos estadísticos. Ese año hubo un registro de
trescientos noventa muertes por viruela, en Santiago.

INCENDIO DE LA IGLESIA DE LOS JESUÍTAS EN 1841

La noche del 31 de mayo de 1841, un incendio redujo a cenizas una parte de la iglesia de la
Compañía de Jesús. Las causas que originaron el fuego nunca se conocieron; algunos llegaron a
suponer que fue intencional. El hecho fue que las llamas tomaron rápidamente por todo el maderaje
del techo y del tejado de la iglesia, quemándose todos los objetos combustibles que había. Escaparon,
solamente, las obras de manipostería, una puerta lateral y el techo de las dos capillas.
Andrés Bello escribió con motivo de tan desgraciado suceso, una elegía que empieza así:

"Santa casa de oración,


Templo de la Compañía
Que a plegaria y a sermón
Llamas de noche i de día
La devota población"

Luego, se refiere al incendio:


"I te vi del largo sueño
Despertar altiva, ardiente,
I oponer al torvo ceño
De los tiranos, la frente
De quien no conoce dueño.

Sacióse en el templo santo


El fuego: cesó el bullicio:

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Duerme la ciudad, i en tanto
En torno al trunco edificio
Reina silencioso espanto".

Cuando ya estaba ardiendo todo el templo y de las torres sólo quedaba el esqueleto, el reloj tocó
las nueve, por última vez, en aquellas alturas. Esta circunstancia también fue señalada por Andrés
Bello en sus versos:

"I a tí también te devora,


Centinela vocinglero,
Atalaya voladora
Que has contado un siglo entero
A la ciudad hora a hora".

En la Memoria del ministro del Interior al Congreso, del año 1841, se mencionó que la epidemia
de viruela se había circunscrito a la provincia de Chiloé.

' INCENDIOS EN VALPARAÍSO Y ANCUD ENTRE 1843 Y 1847

Uno de los más voraces incendios se produjo en Valparaíso el 15 de marzo de 1843, alrededor
de las ocho de la noche.
El fuego apareció repentinamente en un almacén de efectos navales, en la calle llamada en esa
época, de la Aduana, hoy Prat. Después se supo que éste fue provocado, inconcientemente, por un
muchacho que jugaba con un ratón y con una vela encendida, en el citado almacén. Las llamas
tomaron una estopa y de ésta pasó rápidamente a combustibles, como aguarrás, ron y alquitrán,
informaría días más tarde, El Mercurio.
Se quemaron quince casas y un cuerpo de bodegas. De éstas, algunas estaban arrendadas
a la aduana y contenían alrededor de tres mil bultos de mercaderías. También desaparecieron varios
establecimientos comerciales e industriales y la imprenta de El Mercurio, recientemente adquirida por
Santos Tornero. Los daños se calcularon en dos millones de pesos. Ocho horas demoró la extinción
del fuego, con los escasos materiales y recursos que pertenecían a una brigada de bomberos,
dependiente de la comandancia de policía.
A consecuencias de este siniestro, El Mercurio dejó de publicarse hasta el 24 de marzo, en que
apareció en un formato pequeño. Volvió a su formato normal en junio del año siguiente.
La municipalidad, en su sesión del 12 de junio, autorizó a la Comisión de Beneficencia para que
designara a un grupo de vecinos que se encargarían de promover la formación de una asociación
contra incendios.
EM 7 de diciembre de ese mismo año 1843, pasadas las cinco de la tarde, un sismo que se sintió
en La Serena, dejó varias casas deterioradas y derrumbó la construcción del edificio de la catedral.
El ministro del Interior, en su Memoria presentada al Congreso en 1843, mencionó un brote
epidémico de escarlatina en Santiago, Valparaíso y otras ciudades, a fines del año anterior. Informaba,
asimismo, que el Gobierno había tomado las medidas necesarias para evitar que se propagara al resto
del territorio, especialmente en las provincias donde no había médicos.
En 1843 hubo epidemia de viruela en la provincia de Valdivia. Ese año se impuso cuarentena
a los buques procedentes del Ecuador y otros puntos, para evitar que entrara la fiebre amarilla al
territorio nacional.
El 14 de enero de 1844 se produjo un incendio en Ancud que dejó más de cien familias

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damnificadas. Por parte del Gobierno se enviaron diez mil pesos, al mismo tiempo que propició la
ayuda solidaria de la comunidad y de la Iglesia, en el resto del país.
El 11 de enero de 1847, otro incendio que duró más de tres horas, redujo a cenizas a alrededor
de ochenta casas en Ancud. Las pérdidas en viviendas, muebles, maderas y otras especies, fueron
del orden de los trescientos mil pesos.
El Ejecutivo gastó ocho mil trescientos cincuenta pesos y dos reales en auxiliar a los
damnificados.

SISMOS DE 1847

El 19 de enero de 1847 un fuerte temblor en Copiapó causó el derrumbe de varias casas y dejó
otras dañadas. Los movimientos telúricos continuaron los tres días siguientes.
El 8 de marzo del mismo año, otro temblor que se sintió en La Ligua y en Petorca causó pánico
en la población.
Finalmente, el 8 de octubre, entre las once y las doce de la mañana, se sintieron dos fuertes
sismos en La Serena; varios edificios se derrumbaron desde los cimientos y muchas casas quedaron
convertidas en escombros.
En Illapel, a consecuencias del mismo movimiento telúrico fallecieron dos personas aplastadas
por murallas. De las viviendas con techos de tejas, por lo menos diez se derrumbaron y otras quedaron
desplomadas, ordenándose después que se botaran. También se destruyeron las murallas y la torre
de una iglesia recién construida. Presidía el Ejecutivo, el general Manuel Bulnes.

ERUPCIÓN DEL QUIZAPU EN 1847

En el periódico El Alfa, de Talca, del 2 de enero de 1848 se informaba que el 26 de noviembre


de 1847 se había abierto un nuevo volcán, precedido de un extraordinario ruido, más o menos en la
mitad de la distancia entre el volcán Descabezado y el Cerro Azul.
Era el volcán Quizapú que entraba en erupción, impregnando el aire con olor a azufre quemado,
dificultando la respiración de los arrieros y de la pequeña población de Cumpeo y del valle del río Claro.
Días después, los arrieros que trataron de pasar, encontraron la quebrada del sector del
Portezuelo obstruida por grandes masas de piedras recién amontonadas, que expedían un humo
espeso de olor muy fétido y llamas en varios montones de riscos; informaron que tratando de pasar
por el valle de La Invernada, encontraron las vegas de San Juan invadidas por los mismos montones
de riscos, a los que no pudieron acercarse por la cantidad de humo y vapores de azufre que expedían.

CRECIDAS DEL RIO CACHAPOAL EN 1847 Y 1848

El 17 de diciembre de 1847, alrededor de las seis de la tarde, una repentina crecida del río
Cachapoal causó serios daños en la región.
Un aluvión con enormes masas de nieve y rocas arrasó con árboles, puentes, casas, pircas,
sembrados, animales y bosques enteros. Desaparecieron bajo las aguas once carretas con sus

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bueyes, quedando sólo una rueda como vestigio de la catástrofe. La aguas del río llegaron hasta la
localidad de Parral.
Los obreros que trabajaban en las obras del puente sobre el río Cachapoal fueron sorprendidos
por un ruido sordo y prolongado, que sin parecerse al que anuncia un temblor, conmovió la tierra. En
algunos instantes, una montaña de agua amenazó con envolverlos; huyendo a toda prisa para salvar
sus vidas.
En el pueblo de El Olivar, ubicado cerca de Rancagua, no hubo familia que no tuviese que
lamentar la pérdida de un pariente o amigo, sepultado por las aguas. El río prácticamente rodeó el
pueblo, inundando o llevándose las casas; los moradores se fueron a la iglesia de donde sacaron los
santos, recorriendo las calles, clamando al cielo por su salvación. El aluvión dejó totalmente pantanoso
el sector.
Un incendio se produjo el 8 de marzo de 1848, reduciendo a escombros la colonia penal del
Fuerte Bulnes. El gobernador dispuso trasladar la colonia a Punta Arenas, al lugar boscoso del río
Carbón, hoy conocido como Las Minas.
En mayo del mismo año 1848, a consecuencias de un frente de mal tiempo, una crecida del río
Salado inundó la finca de Chañara! amenazando con destruir las casas del sector. El temporal también
afectó a Copiapó, a causa de las corrientes de aguas que bajaron por la quebrada de Paipote,
inundando parte de la ciudad.
En el mismo mes, derrumbes en la cordillera obstruyeron la entrada de los esteros Piuquenes
y Piuquensitos al río Cachapoal. Se formó una represa artificial de más de tres leguas de largo, de
legua y media de ancho y de una profundidad cercana a una cuadra, con los árboles, rocas, hielo y
maderas arrasadas por las aguas. El temorde que reventara esta represa inundando el sector, retardó
la salida de las cosechas de la zona, con el consiguiente perjuicio para los agricultores. El gobernador
de Rancagua designó una comisión que concurrió al lugar, tomando las medidas que evitaron la
catástrofe.

REOCUPACION POR LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA EN SANTIAGO

Ya en 1849 existía, a nivel universitario, preocupación por la contaminación atmosférica de


Santiago.
El doctor Javier Tocornal, exponía el 5 de abril de ese año, en la sesión de la Facultad de
Medicina y de Ciencias Físicas y Matemáticas, presidida por el rector Andrés Bello, que la U niversidad
de Chile, llamada a ocuparse de trabajos especiales, del progreso intelectual y material del país, debía
preocuparse de la calidad de la atmósfera de Santiago.
Señalaba que la ciudad ubicada en terrenos bajos, lejos del mar, con vientos irregulares que no
eran suficientes para renovar la atmósfera, se impregnaba fácilmente de las miasmas que se
producían en los lugares pantanosos que había cerca de la población, con la descomposición continua
de materias animales y vegetales que fermentaban en las acequias interiores de las casas por la
acumulación de basuras y otras inmundicias y por la falta general de aseo, haciendo perder al aire
que se respiraba todas las propiedades saludables. A ésto había que agregar - indicaba - la falta de
vegetación abundante, capaz de suministrar los elementos necesarios para su renovación y la calidad
del agua para beber que contenía exceso de sales y falta de oxígeno.

TRASLADO DEL PUEBLO DE CHANCO EN 1849

El 31 de julio de 1849, por acuerdo municipal, el pueblo de Chanco se trasladó al sitio contiguo,
que actualmente ocupa, debido a que estaba siendo invadido por las dunas. Este es más elevado y

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libre de las arenas del mar.
Chanco era primitivamente reducto de indios pescadores que comenzó a ser poblado por los
españoles a mediados del siglo XVIII, cuando se descubrieron lavaderos de oro en sus inmediaciones;
obteniendo el título de Villa a fines del mismo siglo.

TERREMOTO Y MAREMOTO DE 1849

El 18 de noviembre de 1849 se produjo un terremoto en La Serena y un maremoto en Coquimbo.


El subdelegado marítimo del puerto informó al Gobierno, presidido por Manuel Bulnes, que media hora
después del fuerte sismo, el mar empezó a refluir a alguna distancia, con fuertes remolinos,
amenazando con volcar a dos buques que se hallaban en la bahía. La olas arrasaron con dos muelles
de madera de la fundición e inundaron los ocho hornos, de los cuales cinco reventaron con gran
estruendo; destruyeron el muelle fiscal, otro particular, llegando tres cuadras adentro de la ciudad. No
hubo muertos.
En La Serena hubo algunos destrozos. En Ovalle se sintió bastante fuerte, no así en Elqui.
De todos modos, la población fue presa del pánico en estos sectores, arrancando hacia los
cerros.

INUNDACIONES DE 1850

La inundaciones del mes de junio de 1850 hicieron perecer a doscientos veinte mil trescientos
setenta y una cabezas de ganado, de las cuales más de ciento ochenta y dos mil eran lanares.
El río Mapocho se llevó "el puente de palo", que estaba lleno de gente que quería verde cerca
el turbión. El accidente ocurrió el 24 de junio, pereciendo en las aguas, por lo menos, nueve personas.
Desde 1850 comenzaron a estudiarse y a medirse las lluvias con procedimientos científicos,
gracias al observatorio meteorológico instalado por una expedición norteamericana en el cerro Santa
Lucía.

INCENDIO EN VALPARAÍSO EN 1850 Y FORMACIÓN DEL CUERPO DE BOMBEROS

Nuevamente Valparaíso se vio arrasado por un incendio eM5 de diciembre de 1850. El fuego
empezó en una cigarrería ubicada en la Cruz de los Reyes, al lado del mar, muy pronto se propagó
a los edificios de los dos lados de la calle. Luego, las llamas arrasaron con los edificios de la calle del
Cabo, hoy Esmeralda, hasta la Cueva del Chivato, salvándose únicamente la casa contigua y dicha
cueva y la que habitaba el cónsul francés a la subida del cerro.
Fueron consumidas once casas de dos pisos, otras dos de un piso, una cigarrería, dos
relojerías, once tiendas, una tapicería, una colchonería, cuatro carpinterías, una bodega particular y
dos almacenes de aduana. En éstos últimos había en depósitos un mil cuatrocientos setenta y un
bultos de diferentes firmas consignatorias e importadoras, de los cuales sólo se salvaron unos pocos.
Las pérdidas ocasionadas por el fuego recayeron en su mayor parte en comerciantes al por
menor, y en las diferentes familias que ocupaban las casas, que muy poco pudieron salvar.

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Se puede decir que este incendio dio origen al cuerpo de bomberos voluntario, en Valparaíso.
Pocos meses después del siniestro, el 5 de junio de 1851, se firmaba en la Bolsa, el Acta Orgánica
de la Asociación. Se habían adquirido dos bombas de palanca americanas, formándose con ellas las
dos primeras compañías de voluntarios: 18 Y 2a, denominadas "Inglesa" y "Alemana", con sus
correspondientes auxiliares jornaleros. Se formó también una compañía de guardia de propiedad y
otra de hachas, ganchos y escaleras.

TERREMOTO DE 1850

El 6 de diciembre de 1850, pasadas las seis y media de la mañana, un fuerte sismo sacudió a
la ciudad de Santiago y sus alrededores. J. M. Gillis, hombre de ciencia norteamericano, quien se
encontraba en la capital, lo describió detalladamente en su "The U.S. Naval Astronomical Expedition
to the Southern Hemisphere, during the years 1849, 1850,1851,1852". Señaló que reloj en mano,
duró treinta segundos, después de haberse levantado.
Hubo dos muertos. Las puertas cerradas con aldabas y cerrojos se abrieron violentamente. En
los techos, las tejas ondularon como olas. Las murallas orientadas de oeste a este se hendieron en
sus junturas con los entablados, hasta tal punto que los objetos cayeron del piso superior al inferior.
En cambio, las murallas orientadas de norte a sur se agrietaron de abajo hacia arriba. Las cornisas
de las primeras se derrumbaron, mientras las de las últimas murallas, se mantuvieron firmes. En la
catedral y en otras iglesias se cayeron partes de la manpostería. Gran cantidad de tejas quedaron
amontonadas en las calles. Se detuvieron la totalidad de los relojes públicos y la mayoría de los de
las casas particulares. Se quebró gran cantidad de loza, cristal y porcelana. Los daños fueron mayores
en la parte occidental de la ciudad. Fue un problema más de los que tuvo el Presidente Bulnes.
En los alrededores de Santiago el ruido fue atronador, especialmente en la cordillera. En los
valles interiores, el ganado huyó despavorido para salvarse del derrumbe en los cerros. Se
desprendieron masas de rocas en los declives de los valles vecinos a las minas de San Pedro Nolasco,
que se encuentran a catorce Kilómetros hacia el sur de San José de Maipo.
El movimiento sísmico fue débil en Valparaíso, Casablanca y Curacaví. Se sintió suavemente
en La Serena y hacia el sur, hasta Talca.

INCENDIO DE BOSQUES EN 1851

"Un incendio extraordinario en los bosques inmediatos a la laguna de Llanquihue ha dejado a


descubierto una extensión considerable de terrenos que nadie podrá disputar al Estado, y que
permitirá dar a la colonización todo el impulso que merece" informaba el Presidente de la República
al Congreso, en 1851. Se refería al incendio de bosques ordenado por Vicente Pérez Rosales, al indio
Pichi Juan, con el objeto de limpiar los terrenos que ocuparían los colonos alemanes.
Por veinte pesos de paga, Pichi Juan se dio a la tarea de incendiar las selvas que ocupaban gran
parte del valle central al sur este de Osorno. El fuego prendió por varios puntos del bosque, al mismo
tiempo, y en forma tan rápida que "el indio sitiado por las llamas sólo debió su salvación a un coigüe
carcomido, en cuyas raíces pudo cavar una peligrosa fosa".
El incendio duró tres meses, quemándose un sectorde cinco leguas de ancho por quince leguas
de fondo, de Chauchán a la cordillera.

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TERREMOTOS DE 1851

El 2 de abril de 1851, alrededor de las seis y cuarenta minutos de la mañana, un terremoto que
se sintió desde Cobija a Talcahuano, causando daños de consideración entre Valparaíso y Santiago,
dejó una decena de muertos y varios heridos.
En Valparaíso el barrio de El Almendral fue el que más daños sufrió. No hubo una sola casa
que no necesitara una reparación más o menos considerable. Las chimeneas, los techos, las tejas,
las murallas, los fierros de los balcones, fueron, en general, los más dañados. Alrededor de doscientas
casas particulares se derrumbaron, la mayoría de construcción antigua, pero también algunas
edificadas recientemente. Se estimó que la causa mayor de estos daños fue la inconsistencia del
terreno, ya que en el barrio del puerto los perjuicios fueron menores.
Las iglesias de La Merced y La Matriz tuvieron daños en sus murallas, desplomes y derrumbes
de sus naves; la iglesia de Santo Domingo quedó con la fachada hecha pedazos. La aduana y la
caserna también quedaron deterioradas. Las boticas y las tiendas de loza tuvieron grandes pérdidas.
Muchas familias quedaron con la loza y los adornos hechos trizas. En el cerro donde estaba ubicada
la cárcel se abrieron grietas de más de dos cuadras de extensión y de alrededor de nueve a diez
pulgadas de profundidad.
En la plaza Victoria se construyeron ramadas para albergar a las familias que quedaron con sus
viviendas en el suelo; otras optaron por acampar en plena calle.
Hubo dos muertos y varios heridos. Se ordenó la demolición de las viviendas y de las murallas
que amenazaban con derrumbarse. En medio millón de pesos se calcularon los daños ocasionados
en los edificios.
En Viña del Mar el suelo se hundió en varias partes, brotando agua de las grietas.
En Quillota las casas particulares tuvieron daños de consideración y las iglesias de San
Francisco y La Merced quedaron con los techos y las murallas deterioradas.
Hubo algunos daños en las viviendas de San Felipe, y en Los Andes, la iglesia de La Matriz se
agrietó en tal forma que el gobernador prohibió la entrada al edificio.
En Casablanca hubo algunos muertos y gran cantidad de heridos a consecuencias de que la
mayoría de las casas se derrumbaron.
En Santiago perecieron cuatro personas y alrededor de treinta quedaron heridas, la mayoría a
causa de la caída de cornisas.
El observatorio astronómico levantado en el cerro Santa Lucía por una expedición norteame-
ricana se movió tanto que uno de los pilares quedó ostenciblemente desviado, a pesar de que la
construcción era de buen cemento ligado a la roca; el reloj del observatorio se retrasó en once
segundos, mientras la mayoría de los de la ciudad se detuvieron.
Un número apreciable de los edificios quedaron con las murallas agrietadas y con desprendi-
mientos de las cornisas y balcones; gran cantidad de tejas cayeron al suelo y al interior de las casas
se quebraron los espejos, la loza y los cristales.
En la Casa de Moneda, las sólidas murallas de ladrillo se dividieron unas de otras, quebrándose
sus estucos. Las cornisas del portal que estaba ubicado entre Ahumada y Estado, se derrumbaron.
El antiguo edificio de Las Cajas quedó como amero, penetrando el sol por sus grietas. La iglesia de
la catedral hubo que cerrarla debido a que se quebró una viga y a que algunos arcos de piedras
quedaron separados más de dos pulgadas. La mayor parte de los arcos de la iglesia de la Compañía
se rasgaron, por lo cual se cerró el templo, ya resentido con el incendio de 1841. El palacio de los
Tribunales y el viejo palacio de Gobierno tuvieron serios deterioros, especialmente en las bóvedas.
Uno de los arcos del puente de "cal y canto" también quedó averiado.
El pueblo de Renca se arruinó, dejando a sus habitantes que eran de escasos recursos, en
deplorable estado. Tanto en Renca, como en Pudahuel se abrieron grandes grietas en la tierra, de
donde salió agua. En Renca hubo dos muertos.

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En Lampa y en Curacaví también hubo daños en las viviendas. Las casas patronales de Colina
y de Apoquindo se destruyeron totalmente.
La intendencia de Santiago se preocupó de hacer revisar los edificios públicos que quedaron
ruinosos y ordenó su inmediata demolición. Por su parte, el intendente de Valparaíso designó una
comisión integrada por el inspector de obras públicas y dos constructores para que evaluaran los
daños de los edificios. Se dijo que los más deteriorados fueron los que estaban construidos de cal y
ladrillos, por su inflexible resistencia al empuje del sacudimiento.
Hacia el sur, hasta Angostura, casi no quedó casa en pie. Los altos ribazos del río Maipo se
derrumbaron en varios puntos, sin que sufriera el puente. De Rancagua al sur el movimiento sísmico
fue leve.
El 26 de mayo del mismo año 1851, alrededor del medio día, un fuerte sismo sacudió la zona
comprendida entre Copiapó, Huasco, Freirina y Vallenar, acompañado de un maremoto en Caldera
y Huasco.
En Copiapó un ruido aterrador precedió al sismo, informó el gobernador al Presidente de la
República Manuel Bulnes, pero como la mayoría de las casas eran de maderas, no sufrieron grandes
daños, avaluando éstos entre quince y veinte mil pesos. Hubo sólo algunos heridos.
En los pueblos y minerales cercanos a Copiapó, como Chañarcillo, los Cerrillos, San Antonio
y Juan Godoy, las casas tuvieron graves deterioros o se derrumbaron.
En Caldera y Huasco se produjo un maremoto. En Huasco el mar se retiró alrededor de ciento
cincuenta varas en forma tan rápida que arrastró los buques sobre sus anclas, quebrándose en
algunos, también las maromas. Al volver, el mar inundó la aduana y las mercaderías. En Caldera el
mar presentó flujos y reflujos hasta el anochecer.
Hasta fines de junio siguió temblando en la zona.

INCENDIO EN LA SERENA EL AÑO 1851

Durante la Revolución de 1851, las fuerzas gobiernistas incendiaron los puntos más vulnerables
de La Serena, con el objeto de debilitar las posiciones en las trincheras revolucionarias. El hecho se
llevó a efecto el 24 de noviembre.
Ese día, a las ocho de la mañana, los soldados sitiadores comenzaron a arrojar lienzos con
aguarrás y camisas embreadas sobre los techos de las casas que estaban ubicadas a pocos pasos
de la torre de San Francisco, donde se habían refugiado los sitiados. Tres horas después, los edificios
ardían con una voracidad espantosa, alimentando las llamas los depósitos de cecinas y otras
mercaderías que habían en las casas mercantiles, por un valor que sobrepasaba los treinta mil pesos.
Unos pocos soldados, bajo la dirección del gobernador, trataron, en vano, de detener los progresos
del fuego.
Se quemaron por lo menos siete viviendas de familias acomodadas, entre ellas, la del cónsul
inglés, y muchas otras casitas de gente pobre e innumerables chozas de paja, cuyos propietarios
quedaron reducidos a la miseria.

EPIDEMIA DE VIRUELA ENTRE 1852 Y 1854

Los Discursos del Presidente de la República ante el Congreso destacaron que los años 1852,
1853 y 1854 hubo una epidemia de viruela en diferentes ciudades del país, al mismo tiempo que

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recalcaron lo poco motivada que estaba la población, para vacunarse.
En esos años, algunos intelectuales estimaban necesario combatir la vacuna "porque era un
atentado contra el derecho a morir de viruela".

INUNDACIONES DEL AÑO 1855

El 11 de marzo de 1855, las crecidas del río Elqui amenazaron con inundar Vicuña. Alrededor
de quinientos hombres del batallón cívico lograron desviarlo y salvar la ciudad. El Ejecutivo puso a
disposición de las autoridades locales, la cantidad de tres mil pesos para efectuar trabajos de
encauzamiento del río, reposición de los caminos que quedaron intransitables y atención de las
familias damnificadas.
En el mes de julio nevó en Santiago y en el valle central.

PLAGAS DE RATONES Y LANGOSTAS EN 1855

El mismo año 1855 hubo una plaga de ratones en Osorno y una de langostas, en Santiago.
Los ratones aparecieron en el sector meridional de la región de Osorno, extendiéndose como
mancha de aceite y arrasando con todos los sembrados. Desaparecieron al llegar a las aguas del seno
de Reloncaví.
Las langostas arrasaron con los sembrados de los campos del Maipo. La Sociedad Nacional
de Agricultura, recientemente creada, asesoró al Gobierno, para lograr su exterminio.

TEMPORALES DE 1856

El 10 de marzo de 1856 se desató un fuerte temporal en toda la zona del Norte Chico y en el
Valle Central.
En el norte se destruyó el puente que se estaba construyendo sobre el río Choapa. En La Serena
el río corrió de "barranco a barranco", inundando, principalmente, el barrio Santa Inés, al mismo tiempo
que el viento voló gran cantidad de techos. En Coquimbo, el río inundó varios barrios. En Ovalle se
perdieron fanegas de trigo avaluadas en treinta mil pesos. En Los Andes se interrumpieron los caminos
a Las Vizcachas y a Mendoza, perdiéndose las muías con mercaderías. En Valparaíso, uno de los
esteros arrasó con ranchos miserables, que sus dueños habían destinado para mercado de frutas y
otros comestibles. En Santiago, las aguas del río Mapocho se llevaron árboles y preteles, inundaron
el barrio de La Chimba, destrozaron parte de los tajamares y del "puente de palo" y anegaron casi todo
el sector norte de la ciudad, una persona pereció ahogada; los destrozos causados por el río se
estimaron en diez mil pesos; el cabildo en la sesión del 16 de marzo, acordó pedir dinero prestado al
Gobierno, al interés que éste fijase, para las reparaciones, pero el Ejecutivo sólo facilitó dos ingenieros
para evaluar los destrozos.
El temporal de viento y lluvia causó serios perjuicios a la agricultura del valle central. En Talca
se perdió parte de la cosecha de trigo; lo mismo sucedió en Nuble. En Maule se malogró la cuarta parte
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de la cosecha; en Concepción, la mitad, y en la Araucanía, las tres cuartas partes. En la precordillera
se perdieron del orden de cincuenta y cinco mil cabezas de ganado; en San Carlos, las pérdidas por
el mismo concepto fueron avaluadas en cien mil pesos. San Fernando y Rengo sufrieron serias
inundaciones por desbordes de los ríos.
En marzo del año siguiente, 1857, los temporales provocaron inundaciones en Vicuña. La
lluvias duraron cinco días, ocasionando la pérdida de la cosecha en los viñedos, higuerales y
durazneros.
El 22 de marzo de 1857 se produjo un incendio en el convento de los franciscanos, en Castro;
pereció una persona; los daños se estimaron en cien mil pesos.
La escasez de alimentos que se sintió en la provincia de Maule, informó el Presidente de la
República al Congreso, en 1858, obligó al Gobierno a decretar algunas medidas para auxiliar a laclase
.indigente. Entre éstas, estuvo la construcción de caminos, en el sur. La falta de alimentos se debió,
principalmente, a las malas cosechas de trigo y de chacarería.

INCENDIO EN VALPARAÍSO EN 1858

El 13 de noviembre de 1858, alrededor de las diez de la mañana, un voraz incendio consumió,


en Valparaíso, todos los edificios, en una extensión de más de cuatro cuadras, desde el pasaje
Edwards, en la calle del Cabo, hoy Esmeralda, hasta la quebrada de San Juan de Dios. El siniestro
duró alrededor de siete horas y se desarrolló a pesar del aguacero y el viento que había, ese día, en
el Puerto. El fuego se inició en una chimenea del club de La Unión, consumiendo las tiendas vecinas,
la imprenta de El Mercurio, algunas carpinterías, farmacias y sombrererías, avanzando por las calles
de la Ribera y San Juan de Dios. Las pérdidas se calcularon en más de tres millones de pesos.
El Mercu rio criticó la indecisión del intendente por la falta de policía, que permaneció acuartelada
- se temía la revolución - y no cauteló lo bienes de los comerciantes y particulares frente a los robos
del populacho, que agravaron las pérdidas ocasionadas por el siniestro.

EPIDEMIA DE VIRUELA ENTRE 1857 Y 1859

En 1857 continuaba la epidemia de viruela y en 1858 afectó, principalmente, a las provincias del
sur, señalan las Memorias del ministro del Interior.
Los antecedentes estadísticos indican que entre 1840 y 1858 fallecieron dieciocho mil
trescientas treinta y tres personas, en diferentes hospitales del país, a causa del flagelo.
Nuevamente en 1859, la Memoria del ministro del Interior indica que reaparece la epidemia en
las provincias de Aconcagua, Talca y Maule.

INCENDIOS DE NEGRETE Y EN ANCUD EN 1859

En marzo de 1859, durante la revolución, los indios de la cordillera, principalmente, pehuen-


ches, movilizados por los revolucionarios, incendiaron el pueblo de Negrete, que tenía alrededor de

100
mil quinientos habitantes. También quemaron los campos cercanos, perdiéndose los cultivos,
estancias y el ganado.
El mismo año 1859, un incendio destruyó parte de la ciudad de Ancud, quemándose, entre
otros, el archivo notarial. Algunos de los documentos arrasados por las llamas fueron los relativos a
la geografía del extremo austral de América del Sur. La ayuda del Estado fue de diez mil pesos,
otorgada por ley en octubre del mismo año.

SISMO EN COPIAPO EN 1859

El 5 de octubre de 1859, cerca de las ocho de la mañana, un terremoto sacudió a Copiapó y sus
alrededores, dejando de ocho a diez mineros sepultados bajo los derrumbes en la mina Carmen Alto
y a todas las fundiciones de Caldera destruidas, con excepción de la de "Copiapó Smelting Company",
cuyo establecimiento estaba construido sobre rocas. Gobernaba el país el Presidente Manuel Montt.
En Copiapó los daños fueron avaluados en novecientos treinta mil pesos. Quedaron ciento
quince casas totalmente destruidas; otras doscientos veinticuatro dañadas; la intendencia, la cárcel,
el hospital y las iglesias tuvieron daños de consideración; hubo pérdidas en las mercaderías, muebles,
rupturas de tapias y corrales.
En Caldera el fenómeno sísmico fue acompañado de un maremoto que dejó averiados los
buques en la bahía.
Entre Copiapó y Caldera se agrietó el suelo inmediato a los rieles del ferrocarril en varios
kilómetros, interrumpiéndose el tráfico y quedando la calzada desnivelada en diferentes sectores.

INCENDIOS EN 1860

El año 1860 se registró un incendio en Iquique.


Ese mismo año, eM7 de diciembre, se quemaron numerosas casas en Valdivia. El esfuerzo
de los bomberos y la ausencia del viento sur, impidieron mayores estragos.
El Presidente de la República menciona en su Mensaje al Congreso, la preocupación del
Gobierno por los incendios de Ancud y Valdivia, que exigieron atención especial.
Menciona también el Presidente de la República en su Mensaje, que la viruela apareció en
diversos pueblos, y por la falta de locales para asistir a los epidemiados, se autorizaron lazaretos
provisorios.
El Mensaje Presidencial al Congreso en 1861, menciona que hubo que reparar la red ferroviaria
en varios puntos, a raíz de los temporales.
El 20 de marzo de 1861 hubo un fuerte terremoto en Mendoza. Chile socorrió al país hermano
prestando asistencia médica. Se envió al doctor Wenceslao Díaz, otros facultativos, ayudantes,
farmacéuticos, un hospital de campaña, frazadas, alimentos complementarios para la dieta de los
enfermos hospitalizados. La comisión chilena trabajó durante cuatro meses.
En el lapso de ese tiempo, el Gobierno y el pueblo chilenos enviaron elementos de todo tipo para
auxiliar a los sobrevivientes.
En la Memoria del ministro del Interior presentada al Congreso, ese mismo año, se dio cuenta
de que el Gobierno había invitado a la comunidad a colaborar solidariamente con los damnificados

101
de Mendoza.

X)NCENDIO EN LA IGLESIA DE LA COMPAÑÍA EN 1863

Alrededor de un mil quinientas personas perecieron quemadas en la catástrofe más impactante


del siglo XIX: el incendio que el 8 de diciembre de 1863, cerca de las siete de la tarde, se produjo en
la iglesia de la Compañía, en Santiago1.
Los agentes de policía declararon un mil cuatrocientas ochenta y ocho personas fallecidas, de
las cuales cuatrocientas catorce se sacaron por la puerta principal; cuatrocientas sesenta y nueve por
la puerta oriente y quinientas cincuenta y dos, por la puerta poniente; la diferencia de cincuenta y ocho
personas, según monseñor Casanova, serían las que por la forma en que se quemaron y desprendie-
ron sus huesos, cabezas y extremidades, no fue posible contar. De estas personas, sólo treinta y
cuatro eran hombres. Del listado entregado por las subdelegaciones, por orden del intendente de
Santiago, que quedó inconcluso ya que llegó sólo a setecientos sesenta y siete personas, se
consignaron un brasilero, un peruano, una española y ocho argentinos, el resto chilenos, la mayoría
mujeres.
El 8 de diciembre, por ser la "última función" del Mes de María, se realizaba con la mayor
solemnidad, con lujo incomparable de luces y flores y con una suntuosidad que no estaba al alcance
de ninguna iglesia. La Compañía era la iglesia más concurrida, la mejor servida de la capital y la más
amada de los habitantes.
En los primeros meses de 1593, cincuenta y dos años después de la fundación de Santiago,
llegaron los primeros jesuítas a Chile, presididos por los padres Baltasar de Pinas y Luis de Valdivia.
Con erogaciones de los vecinos de Santiago, a las seis semanas de su arribo al país, adquirieron
la casa que se había construido el gobernador Rodrigo de Quiroga. Allí edificaron una capilla
provisoria.
En 1595, con las donaciones de otros dos particulares, echaron los cimientos de un templo
definitivo que terminaron de construir en 1631. Fue estrenada con gran boato y solemnidad; ocho días
duraron las celebraciones. No sólo concurrió el pueblo de Santiago; vinieron también numerosas tribus
de los campos y muchos negros se hicieron bautizar, movidos por la magnificencia del culto católico.
El terremoto de 1647 la dejó del todo asolada, según la descripción del obispo Villarroel en su
carta al Presidente del Supremo Consejo de Indias. En 1652, el padre Vicente Modolell la reconstruyó
en forma provisoria. Pasados algunos años, dos hermanos santiaguinos, pertenecientes a una familia
acomodada, ambos jesuítas: Francisco y Gonzalo Ferreira, recibieron autorización para arbitrar los
recursos para construir una nueva iglesia. Incluso, uno de ellos fue a Lima para tomar como padrón
la iglesia que tenía allí la Compañía de Jesús. En 1711 ésta ya estaba concluida, salvo una de las
sacristías y una de las torres. El costo de esta iglesia fue de seiscientos mil pesos, según el cronista
Córdova y Figueroa.
La nueva iglesia tenía setenta metros de largo por veintisiete de ancho, tres naves, cinco
capillas, diez puertas, trece grandes ventanas. Fue construida totalmente de cal y ladrillos y los techos
eran de tejas, por lo menos, los de las naves laterales. Debajo del presbiterio, los jesuítas construyeron
una bóveda para doce nichos, con el objeto de que sirviera de cementerio a los religiosos. En la parte
opuesta había una galería para la ventilación que salía a un pequeño patio. Fabricaron también otra
galería subterránea que cruzaba la capilla de San Ignacio, el presbiterio y la sacristía, para dar paso
al agua de la acequia que corría por el medio de la manzana. Algún tiempo después desviaron la
acequia, quedando seco el cauce, que era bastante profundo. Esto, seguramente, dio origen a los
dichos populares, sobre los subterráneos de los jesuítas.
El terremoto de 1730 trisó los arcos de las capillas y la cumbre de la fachada, que posteriormente

102
fueron restaurados. El terremoto de 1751 sólo rasgó las bóvedas de cal y ladrillo, pero se acordó
derribarlas. En 1766 se pintaron la torre y la fachada. El 1767 fueron expulsados los jesuítas de Chile,
de acuerdo a la orden de Carlos III y la iglesia fue abandonada.
En 1769 un incendio redujo a cenizas la catedral de Santiago y por diez años hizo sus veces
la iglesia de la Compañía.
A principios del siglo XIX algunos sacerdotes se empeñaron por ejercer en la Compañía el
sagrado ministerio. Acomodaron un nuevo altar mayor y repararon, cuanto les fue posible, el interior
de la iglesia. En ese entonces dependía del arzobispado y del clero que ejercía el culto.
En 1841 un incendio destruyó gran parte de la iglesia. Luego, sin embargo, el 4 de abril de 1847,
gracias a los trabajos que se efectuaron con celeridad, fueron reabiertas sus puertas con gran bdato
y toda solemnidad. Esta reconstrucción no se realizó con los materiales que tenía primitivamente la
iglesia, por lo menos en parte. Las bóvedas, la media naranja y dos torres de la fachada fueron
trabajadas en madera y no en cal y ladrillos. Los grandes arcos fueron de roble; las ventanas adornadas
con varios colores; en los altares de la iglesia se colocaron cuadros de lienzo, en lugar de imágenes
de bulto. Con el correr de los años se fue enriqueciendo y algunas familias acomodadas trasladaron
al templo los restos de sus parientes. Para mayor comodidad de los concurrentes, había bancos de
madera en los lados de la nave principal, que correspondía al patio de la iglesia. Allí se colocaban
los hombres. Este espacio quedaba separado del resto de iglesia por una pequeña reja de fierro.
En 1856 se celebró, por primera vez, el Mes de María en la iglesia de la Compañía, devoción
introducida al país poco tiempo antes y propagada especialmente por los esfuerzos del cuerpo
conciliar. La concurrencia fue numerosa desde el principio. Con el objeto de contar con recursos
seguros en lo sucesivo, el presbítero Juan Bautista ligarte promovió la fundación de una cofradía
llamada las Hijas de María, que erogando anualmente un peso por socio, sostuviera el culto de la
Santísima Virgen. El primer año llegó a tener alrededor de siete mil asociados.
Poco antes del incendio, la iglesia había sido visitada por todo Santiago que quería conocer a
un padre oriental que había llegado al país, y verle decir misa en el rito griego. El padre árabe resultó
ser un impostor.
El 8 de diciembre de 1863 la función debía empezar un cuarto para las ocho de la noche. No
obstante, desde las tres de la tarde ya había gente esperando que se abrieran las puertas para tener
una buena ubicación. Las matronas más aristocráticas y las niñas más hermosas de Santiago se
disputaban con energía el paso, por entre la multitud, para entrar de las primeras y ganarse los sitios
preferidos. A las cinco de la tarde se abrieron las puertas y el gentío se precipitó en tropel hasta llenar
las espaciosas naves del templo y aunque estuvieron llenas, siguieron llegando los fieles menos
impacientes, haciéndose un lugar en donde la aglomeración de mujeres lo permitía. A las seis y media
se prendieron parte de las luces, que cuando todas estuviesen encendidas debían llegar a dos mil dos-
cientas. Estas eran de cera, estearina y parafina. Los adornos eran de flores naturales y artificiales,
candelabros de bronce, de mármol y alabastro. Gasas transparentes caían desde los grandes arcos
de la cúpula, formando vistosos pabellones.
El presbítero, Mariano Casanova posteriormente, arzobispo de Santiago, señala en su "Historia
del Templo de la Compañía de Santiago de Chile y de su Incendio acaecido el 8 de Diciembre de 1863"
que era importante decir que no había en la iluminación gas hidrógeno. Al respecto, el ingeniero
Eduardo Hanson, en carta enviada a un diario de Santiago, señalaba que la instalación de gas
hidrógeno se había hecho en la sacristía, en el corredor exterior y en un cuarto privado del presbítero
Ligarte, todos esos lugares separados de la iglesia por gruesas murallas, lo mismo que las cañerías.
Asimismo, aseguraba, que si la iluminación hubiese sido de gas hidrógeno, la horrible catástrofe no
se habría producido, ya que habría sido imposible el incendio de la iglesia. Esta aclaración la envió
al diario a raíz de que el público rumoreaba que el incendio se habría producido por la explosión del
citado gas. Agregaba también Hanson, que el presbítero ligarte había adquirido un mil doscientos
globos pintados, que sirvieron para formar lámparas y arañas provisorias, a las que se les dio luz con
velas de parafina. Eduardo Hanson fue uno de los ingenieros que instaló el sistema de gas hidrógeno

103
en las dependencias indicadas.
Diversas son las versiones sobre los inicios del incendio. La más difundida es la que señala que
la llama de una vela en un vasito de la media luna alcanzó a prender una flor de lienzo, impulsada por
el viento que entraba por las puertas abiertas y que un hombre trató de apagarla, soplándola o con su
poncho.
El hecho es que en pocos minutos las llamas subieron por el velo que cubría el tabernáculo y
en un instante prendió la madera del altar, que además de estar muy seca, estaba pintada al oleo. Las
llamas impulsadas por el viento subieron al techo, tomando el entablado interior y luego la cúpula.
Ramón Subercaseaux en sus "Memorias de Ochenta Años" dice que desde el balcón de su
casa, ubicada en calle Huérfanos vio que "las llamas no aparecieron en un principio; por la cúpula se
escapaba un humo negro solamente, que después se tino de reflejos rojos que se pronunciaban más
a medida que oscurecía el día, largo en esa parte del año.
De repente, y como rompiendo obstáculos, subieron las llamas inquietas y enormes, abrazando
la cúpula entera, construida de pura madera, aumentándose y alzándose con nuevo pábulo, parecían
llegar a una gran altura en el cielo que se mantenía en toda tranquilidad.
Avanzando el fuego por dentro, desde el coro hasta la fachada, el humo iba traspasando
sucesivamente los tejados del templo, precediendo a las llamas que no tardaron en asomar en pos de
él. La única torre del frente vio así llegar su turno; primeramente la envolvió el humo que se hacía denso
poco a poco, que luego arrastraba fuegos de materias que volaban con él, y que se tornó en nueva
llama que lamía la torre entera hasta más arriba de su empinada flecha.
El fuego más vivo y voraz, hecho por las gruesas vigas y los maderos, llegaba hasta la parte
angosta de la torre que formaba como un talle o cintura encima de la cual venía la linterna y la punta
que sostenía la cruz. Linterna y flecha devoradas en su base, se inclinaron entonces ligeramente,
crujieron, y en seguida, como un tizón ardiente arrojado desde el cielo, cayeron juntas, envueltas en
humo y fuego y marcando el trayecto con chispas y destellos como de pirotécnica".
Lo que sucedía adentro de la iglesia es bastante conocido y ha sido muy comentado. La
confusión fue horrible. La muchedumbre, presa del más loco terror procuró, como una masa
compacta, ganar las puertas de la iglesia. En medio del espanto, las mujeres se tropezaron, se
pasaron a llevar, se desmayaron. Las que iban adelante cayeron y las que las seguían también,
comprimidas por el peso de la muchedumbre. Se obstruyeron las puertas, formándose en ellas una
masa apretada de cuerpos humanos. Todas gritaban, los lamentos resonaban a inmensa distancia.
El fuego dominó la puerta principal. La puerta del lado de la sacristía y la del lado del Congreso
quedaron expeditas y por ellas salieron las que se salvaron y la mayoría de los hombres.
Mientras tanto, afuera, también había confusión: todos trataban de ayudar en el salvataje. Cien
brazos hercúleos se dirigían a una de las infelices. Se forcejeaba, se gritaba, pero la salvación era
imposible; los cuerpos se destrozaban pero no salían del montón. Media hora de esfuerzos
sobrehumanos apenas bastaban para salvar a una de las infortunadas. Los árboles de la plazuela
inmediata fueron arrancados de raíz a fin de proteger con su follaje las cabezas de centenares de
víctimas que daban aún señales de vida. Se introducía el ramaje y mil brazos extendidos lo detenían
entre sus manos. Las ramas verdes se convertían en ramas de fuego. Salían los troncos, pero
convertidos en tizones.
La astucia de un campesino alcanzó a arrebatar de las manos de la muerte algunas víctimas.
En medio de la confusión acercó su caballo a las puertas y arrojó un lazo hacia el interior. El lazo era
detenido por varias manos y el campesino atándolo a su montura, se retiraba hacia afuera. Algunas
alcanzaron su salvación por este medio. Pero después de la tercera o cuarta operación el lazo se cortó
y no hubo forma de renovarlo.
Entre los que trataron ayudar al salvataje, cuenta Ramón Subercaseaux en sus "Memorias"
estuvo "Enrique Meiggs, el yankee emprendedor, práctico y enérgico que pudo organizar el salvamen-
to de unas cuantas mujeres que, cerca de las puertas se encontraban ardiendo y obstruyendo el
escape de las de adentro".

104
Las campanas tocaron a muerto, anunciando la agonía de centenares de personas. Su eco
lastimero, confundido con los últimos gritos de desesperación, causó un horror invencible. Los testigos
de la catástrofe huyeron despavoridos.
Al día siguiente, más de una casa de la capital quedó cerrada porque todos perecieron en el
incendio.
El espectáculo en la iglesia fue aterrador: entre las ruinas estaban los montones de cadáveres
calcinados; hubo escenas de loca desesperación de los deudos que removieron los cadáveres con la
esperanza de encontrar algún despojo de la madre, de la esposa, de la hija. Una fosa común recibió
a todas las víctimas que debieron ser trasladadas al cementerio en los carretones del aseo público.
El informe presentado a la Facultad de Medicina por Francisco Javier Tocornal, en una de las
sesiones de 1864, consignó que la mayor parte de la concurrencia eran mujeres entre veinte y sesenta
años; por la hora, supuso que la mayoría había comido, lo que les dificultó algo la agilidad del cuerpo.
Confirmó lo expuesto por el presbítero Casanova en el sentido que se formaron tres grupos: centro,
puerta principal y costado poniente. Hubo personas que murieron por asfixia, otras por compresión
y las demás ahogadas por las llamas. Entre éstas últimas, hubo personas que murieron asadas, otras
carbonizadas y otras cocidas. Algunas de las que perecieron cocidas quedaron con el.rostro
espantado. Las que murieron asadas conservaron sus formas y dimensiones naturales y las que
perecieron carbonizadas disminuyeron de volumen, manos y pies cambiaron de forma pareciendo
pequeños muñones. Hubo cabezas que se abrieron y se quemó la masa cerebral, quedando reducidas
a pequeños carbones. El olor que se sintió después no fue pordescomposición de los cadáveres, sino
por el cocimiento y tumefacción de los cuerpos.
Del sumario formado por el Juez del Crimen de Santiago para el esclarecimiento de esta
catástrofe, resultó que no hubo antecedentes para atribuir culpabilidad a ninguna persona y, por lo
tanto, se sobreseyó el caso. La Corte Suprema de Justicia confirmó la sentencia, con fecha 5 de
noviembre de 1864.
No obstante ésto, la población de Santiago exigió que no se dejara piedra sobre piedra, para
borrar todo vestigio del funesto templo. El 14 de diciembre del mismo año 1863, el Presidente José
Joaquín Pérez, por Decreto Supremo 1383 ordenó la demolición de las murallas del citado templo.
Ocho días después de la catástrofe se celebraron en la catedral unas solemnes honras
fúnebres, a las que asistieron el Presidente de la República, el cuerpo diplomático y un numeroso y
escogido público.
Diversas medidas y comisiones se formaron a raíz del trágico suceso. La municipalidad de
Santiago trató el tema en varias sesiones. En una de ellas se formó una comisión para elaborar un
reglamento para las iglesias, con disposiciones que evitaran una tragedia similar. En sus artículos se
contemplaba la prohibición de usar géneros, mamparas de vidrios, aldabones para sostener las
puertas, horarios y otros. También se preocuparon de los familiares de las víctimas, especialmente
de los niños que quedaron huertanos. Entre las erogaciones para la atención de estos menores,
estuvieron la de los funcionarios de la delegación diplomática de los Estados Unidos de Norteamérica.
El ministro del Interior, en su informe al Congreso en 1864 menciona la catástrofe de la iglesia
de la Compañía, señalando las muestras de solidaridad de los países amigos de América. Señaló,
también, la formación del Cuerpo de Bomberos Voluntario de Santiago, similar al de Valparaíso; la
disolución del Cuerpo de Bomberos pagado; la autorización otorgada por el Congreso para girar
dieciocho mil pesos para empezar a adquirir bombas y otros utensilios para el nuevo organismo y la
autorización conferida para traspasar a éstos los recursos de que disponía el Cuerpo de Bomberos
pagado.
En el extranjero, hasta bastante tiempo después de la catástrofe hubo gran resonancia por el
incendio. La prensa informó profusamente, no siempre con detalles fidedignos. Esto llevó al Enviado
Extraordinario y ministro Plenipotenciaro de Chile en Bruselas, Manuel Carvallo a solicitar al Rector
de la Universidad de Chile, Andrés Bello, que le procurara una relación fiel de la catástrofe para
insertarla en la Revista Católica de Ausburgo, además de distribuirla prudentemente con el objeto de

105
"rectificar los errores que la prensa apasionada de diversas naciones de Europa y aún del mismo Chile,
divulgó con profusión". El presbítero Mariano Casanova hizo un informe, especialmente sobre la parte
que le cupo directa o indirectamente a los miembros del clero, en el lamentable suceso.
En la galería de Auges, de Oxford, Inglaterra, se exhibía afines del siglo pasado un cuadro sobre
el incendio de la Compañía, pintado por Natán Aughes, quien había residido por siete años en
Santiago, donde se le consideraba como primer retratista. El cuadro de un metro y medio por un metro
ochenta contiene tres mil figuras en toda suerte de actitudes y expresiones, de pánico, aflicción y
confusión. Pintó los primeros momentos del pánico, los conmovedores incidentes; el espantoso tropel
que se precipita a la puerta; el altar mayor ardiendo. En resumen, la aterrante situación que se vivió
durante la catástrofe. La noticia acerca de la exposición de este cuadro fue publicada en un diario de
Inglaterra.
En Chile, Salvador García Reyes escribió una poesía alusiva, que se publicó en 1874 en La
Estrella de Chile. La tituló "El Incendio de la Compañía". Algunos de sus versos dicen así:

"De calcinantes rayos la furia asoladora


Yo veo, i de ese templo se ajila al rededor
I una montaña inmensa de luz aún incolora
Convulsa allí se eleva envuelta en negro horror

Todo a su empuje cede: las torres altaneras


Los sonoros bronces, la cúpula jentil
Leves, candentes ruedan cual suele en las riberas
Del mar, la ardiente arena del viento sacudir.

Más ¡ai! que yacen de hinojos a millares


Los justos que allí fueron en alas de su fe
Miradlos como yacen al pié de los altares
Llenos de horrible espanto su tumba al entrever.

¿No veis como levantan los suplicantes brazos?


¿No veis como sus almas se llenan de pavor?
¿De anjelical ternura los sacrosantos lazos
Así rompéis ¡oh! padre del bien i del amor?

Ya antes, con motivo del incendio de 1841, Andrés Bello había escrito otra poesía también
alusiva a la iglesia de la Compañía.
Diez años después de la catástrofe, se inauguró en el recinto abandonado, un monumento a las
víctimas.
Actualmente una de las puertas de la iglesia y uno de los altares que se salvaron del incendio
se encuentran en la Parroquia de San Juan Evangelista, en Santiago.
El año 1863 fue un año seco, "de completa y calamitosa esterilidad", según la expresión de un
cronista de la época.
El año 1838 el Gobierno había aprobado el reglamento confeccionado por la municipalidad para
formar una compañía encargada de extinguir los incendios. En 1848 se reorganizó el servicio, sobre
las mismas bases que tenían las milicias. En 1863 el material consistía en dos bombas de palanca
y cuatro bombines de dos ruedas. Las mangueras estaban en tan mal estado, que cuando se produjo
el incendio de la Compañía, el agua escapaba periodos lados. Existían, además, la bomba del lealro
y la de la artillería, pero el malerial era tan escaso y estaba en tan mal estado como el municipal.
A raíz del incendio, pocos días después, el 11 de diciembre se publicaba en El Ferrocarril una
invitación para que los jóvenes acudieran a una reunión preparaloria, con el objeto de formar el cuerpo

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de bomberos voluntario. El día 20 del mismo mes se acordaron las bases de la institución. En general,
se adoptaron la organización y régimen del cuerpo de bomberos de Valparaíso y se organizaron tres
compañías de bombas, denominadas del oriente, del sur y del poniente, y una de guardia de propiedad.
Se encargaron bombas al extranjero, se iniciaron las edificaciones de los cuarteles y se adquirió el
material que fue posible, en el país. El Gobierno, con la aprobación del Congreso, entregó dieciocho
mil pesos y una compañía de seguros le acordó un subsidio de mil pesos anuales. Con el personal
de la compañía de gas se organizó una compañía de hachas, ganchos y escaleras; otra similar
organizó la colonia francesa, que luego fundó otra de bomberos.

TIFUS EN 1864

El año 1864 hubo una gran epidemia de tifus. Los primeros casos aparecieron entre los meses
de agosto y septiembre del año anterior, pero no llamaron mayormente la atención.
Fue una fuerte epidemia, que según algunos médicos era tifus exantemático, y según otros, los
menos, era fiebre tifoidea.
El 18 de julio de 1864 el administrador del hospital San Juan de Dios dio cuenta a sus superiores
que había trasladado a los variolosos para dar cabida a los afectados por la nueva epidemia, que llamó
fiebre tifoidea y cuya mortalidad estimó en un cincuenta a un sesenta por ciento. El doctor Lorenzo
Sazié, presidente de la junta del hospital negó la epidemia de fiebre tifoidea, declarando que era un
error muy difundido etiquetar con el nombre de tifoidea a toda fiebre, y que por lo demás ésta no era
contagiosa. La corporación designó a Sazié para que atendiese la epidemia y propusiese las medidas
necesarias para su extinción. El doctor Sazié diagnosticó que era tifus exantemático.
La epidemia se propagó paulatinamente. Se extendió entre Choapa y Ancud, especialmente
entre la gente pobre y la mal alimentada. Preocupó a los poderes públicos. En la memoria del ministro
del Interior presentada al Congreso, se menciona que en octubre de 1863 apareció una epidemia de
tifus en las provincias del norte. Se habilitó el hospital San Francisco de Borja para atender a los
epidemiados. Tanto la facultad de medicina, como el protomedicato determinaron que la epidemia era
de fiebre tifoidea.
El mismo año 1864 moría de tifus exantemático el doctor Lorenzo Sazié. Este había sido
contratado por el Gobierno de Chile en 1833 como profesor de cirugía; había sido alumno sobresa-
liente en la universidad de Paris. Al mismo tiempo de dictar la cátedra de cirugía, Sazié se hizo cargo
de u n servicio de cirugía en el hospital San Juan de Dios; fue el primer servicio qu irúrgico fundado sobre
base científica y fue la cuna de generaciones de los cirujanos chilenos. Como decano de la facultad,
Sazié luchó por elevar el prestigio profesional, por obtener un local apropiado para la Escuela de
Medicina y un hospital clínico. Sazié contrajo el tifus exantemático en el Hospital San Juan de Dios.
Atacado de fiebre siguió concurriendo al servicio, hasta que la enfermedad lo obligó a mantenerse en
cama. Como vivía sólo en una pequeña casa que daba a los pies del hospital, nadie fue a visitarlo,
hasta que alarmados por su ausencia concurrieron a su casa a saber de él. Lo encontraron en
gravísimo estado, falleciendo algunos días después.
Por ese tiempo hacía su práctica hospitalaria Florencio Middleton, quien dedicó gran parte de
su tiempo al estudio de la epidemia, enfermó gravemente de tifus, pero sanó. Su memoria sobre tifus
exantemático para optar al grado de licenciado fue premiada y fue el estudio más completo de la época.
Otro médico, el doctor Allende Padín también presentó su memoria de licenciado con un tema análogo.
Luego el doctor Adolfo Murillo, en el año 1867 hizo un trabajo relativo a la epidemia que llamó fiebre
tifoidea, oscureciendo totalmente el panorama; pero años más tarde se retractó y llamó a la epidemia
tifus exantemático.

107
INCENDIOS EN 1864

El 13 de enero de 1864 un incendio destruyó el edificio que ocupaban la gobernación y la


municipalidad de Osorno, perdiéndose libros y documentos de gran valor.
A raíz de este trágico suceso se organizó el cuerpo de bomberos voluntarios de Osorno. Su
creación fue impulsada por el gobernador quien había visto organizar el cuerpo de bomberos voluntario
de Valparaíso. Se constituyó en los primeros meses de 1865, con un aporte de veinticinco pesos
mensuales.
El 17 de enero del mismo año, otro incendio en Valdivia destruyó más de treinta casas,
consumiéndose muchas habitaciones de los alemanes que habían arrendado sitios en 1852. También
se destruyeron los edificios de la intendencia, la tesorería, el cuerpo de policía, el correo, la cárcel, el
juzgado, la municipalidad, el cuartel del cuerpo de bomberos y una escuela.
El primer trabajo del cuerpo de bomberos de Santiago fue la extinción del incendio, que en junio
de 1864 se declaró en la propiedad de las monjas agustinas. Después de dos horas de trabajo, en
medio de una intensa lluvia que cooperó a la labor de los voluntarios, se logró dominarlo.

SISMO DE COPIAPO EN 1864

El 12 de enero de 1864, un semiterremoto azotó a Copiapó y sus alrededores. Murieron tres


personas, dos aplastadas por murallas y una por derrumbes en las minas.
Se produjeron daños de consideración en las viviendas de Punta Negra y de Tierra Amarilla. En
las minas Elena y Tránsito del cerro Ojaricas; en Potrero Grande, Chañarcillo y Tres Puntas hubo
derrumbes de importancia.

TEMPORALES DE 1864

La Memoria del Ejecutivo del Congreso, señala que los temporales de junio de 1864 provocaron
el desborde del río Petorca que inundó la ciudad del mismo nombre, deteriorando varios edificios, entre
ellos, la iglesia; también se anegaron los campos circunvecinos.
Hacia el sur, un aluvión cortó el camino entre San Felipe y Petorca.
En Valparaíso el temporal causó los desbordes de los esteros de Jaime y Las Delicias; el mar
inundó los almacenes ubicados en la calle Cochrane. Los embates de las olas cortaron en cuatro
puntos el camino de fierro entre el puerto y la caleta del Barón, suspendiéndose el tránsito de trenes
entre Valparaíso y Santiago y entre el Barón y Viña del Mar. Uno de los cauces prácticamente se tragó
a una persona. Durante los nueve días que duró el temporal quedaron suspendidas todas la comu-
nicaciones con Santiago. Faltaron las verduras. Varios días después, las calles se encontraban
tapadas de lodo de un olor nauseabundo.
En Santiago se desbordó el Zanjón de la Aguada arrastrando una cantidad apreciable de los
ranchos levantados en sus orillas; se ahogó una familia completa.
Se inundaron los caminos que unían a Santiago con Quillota. Hacia el sur, el río Lontué se
desbordó afectando los fundos cercanos, llevándose los ranchos de los inquilinos con enseres y todo.
La memoria del ministro del Interior al Congreso señala que en 1864 hubo una epidemia de
viruela en la provincia de Aconcagua, que la peste en la ciudad de Santiago afectó a nueve mil ciento

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treinta y tres personas, falleciendo ochocientas setenta y seis y que hubo viruela en el departamento
de Illapel.
El 19 de abril de 1865 se practicó el censo decenal de la población que arrojó un total de un millón
ochenta diecinueve mil doscientos veintitrés habitantes, sin contar a los indígenas, que se calcularon
en ochenta mil. El mismo censo dio un total de veintitrés mil doscientos veinte extranjeros, de los
cuales diecisiete mil seiscientos dieciocho eran hombres.

ERUPCIÓN DE LOS NEVADOS DE CHILLAN EN 1861 Y 1864

La formación, aparente, de un volcán nuevo el 3 de agosto de 1861, despertó el interés de los


naturalistas de todo el país, dando origen a varias expediciones y descripciones. Entre ellas, estuvo
la del naturalista R.A. Philippi, quien la relató en los Anales de la Universidad.
El volcán nuevo se abrió en la falda noroeste del volcán Cerro Blanco, del grupo de los Nevados
de Chillan. Cuando se inició la erupción, se sintió un temblor en Chillan e inmediatamente después
se vio un gran fuego en el cerro Nevado, que ardía todas las noches, apareciendo en el día una gruesa
columna de humo. El agua del río Nuble, que al principio había quedado clara, se puso turbia después
de dos meses. La lava que salió del volcán nuevo y que entró en la parte superior del valle de Santa
Gertrudis, a la sazón cubierto de nieve y hielo, lo obstruyó. Se formó un tranque por el derretimiento
de la nieve, que luego se rompió, produciendo un gran aluvión que arrastró grandes cantidades de
tierra, bloques y árboles, rellenando el río Nuble con tierra y fango. El agua de este río quedó turbia
durante un mes. También los ríos Chillan y Renegado se enturbecieron a menudo, cuando el volcán
producía muchas cenizas. Las termas no presentaron alteraciones con esta erupción, que duró
alrededor de diez a doce meses.
A principios de 1864 se produjo una nueva erupción, pur el mismo punto de la anterior. Esta fue
mucho más enérgica y de aspecto más imponente. La columna de humo negro y constante que se
elevaba de su boca, dominaba todo el llano en una extensión de no menos de trescientos kilómetros,
desde Pelarco, en Talca, hasta Nacimiento. En la parte de abajo aparecía una gran mancha de fuego
que cubría las faldas del cerro hasta la mitad de su altura, que se avivaba de tiempo en tiempo. En
esta ocasión arrojó abundantes arenas. En los baños termales cayeron en varias ocasiones y de un
grano más bien grueso. Sus explosiones se sentían bastante fuertes en Concepción, a ciento sesenta
kilómetros de distancia. Los estruendos eran tan recios que se movían las vidrieras de las casas,
alarmando a la población que creía que estaba próxima a una gran ruina. Esta erupción terminó en
enero de 1865.

INCENDIO EN PUERTO MONTT EL AÑO 1865

La noche del 14 al 15 de junio de 1865 se produjo un incendio en la parte central de la ciudad


de Puerto Montt que redujo a cenizas las dos mejores propiedades del sector. Las llamas amenazaron
las casas circundantes, por lo que hubo que demoler una para evitar la propagación del fuego. Una
fuerte lluvia que había empezado momentos antes, ayudó a extinguir las llamas. En esa época la
totalidad de las viviendas de Puerto Montt eran de maderas, habitadas por alemanes recién llegados,
a colonizar el sur de Chile.
A raíz de este siniestro se organizó la población para formar el cuerpo de bomberos voluntarios,
que contó con la colaboración del intendente.

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INCENDIO EN VALPARAÍSO EN 1866

Como consecuencia de la guerra de Chile con España, el 31 de marzo de 1866, la escuadra


española bombardeó Valparaíso, provocando incendios en varios lugares.
A las nueve de la mañana de ese día 31, el almirante español Méndez Núñez ordenó a las
fragatas Villa de Madrid, La Blanca y Vencedora que rompieran fuego contra los almacenes de la
aduana, la bolsa y la intendencia y a La Resolución contra el ferrocarril a Santiago. Luego, la fragata
La Blanca se unió a La Resolución para bombardear el ferrocarril.
A medio día, después de tres horas de disparos, ardían parte de los almacenes fiscales, con
ciento cincuenta y una bodegas atestadas de mercaderías, tomando grandes proporciones y
propagándose a los edificios vecinos. También ardían los otros blancos de la ciudad. A esa hora el
almirante español ordenó suspender el fuego. Algunas bombas y granadas cayeron en los edificios
que enarbolaban bandera blanca: tres en la iglesia Matriz, dos en la de San Francisco, cuatro en el
hospital, cinco en la iglesia de los jesuítas y una en una botica.
Como el bombardeo estaba avisado con antelación y gran parte de la población había huido a
los cerros, quebradas y campos vecinos, hubo sólo dos muertos y también fueron sólo dos los heridos.
Apenas se suspendió éste se precipitaron a apagar los incendios los bomberos de Valparaíso
y los de Santiago, que habían sido enviados desde la capital, secundados por la fuerza pública,
logrando extinguirlos después de una hora de trabajo.
El Mercurio de Valparaíso publicó los valores de las pérdidas, avaluadas oficialmente en catorce
millones setecientos treinta y tres mil setecientos pesos. El desglose de esta cantidad correspondió
a seiscientos treinta y tres mil pesos en daños a edificios particulares; quinientos cincuenta mil
setecientos en pérdidas en edificios fiscales; un millón quinientos mil pesos en pérdidas en muelles,
mercaderías, etc. de particulares en sus edificios; doce millones de pesos en pérdidas en mercaderías
incendiadas en almacenes fiscales; y cincuenta mil pesos en daños varios. De la mercadería destru ida,
ocho millones trescientos mil pesos pertenecían a extranjeros y tres millones setecientos mil pesos a
comerciantes chilenos.

INCENDIO EN COBIJA EN 1866

Un incendio que se produjo en Cobija en marzo del año 1866 destruyó la máquina de agua y
la casa habitación de la fundición que pertenecían a José Santos Ossa. Con la máquina, el minero
chileno esperaba resacar el agua del mar y con procedimientos especiales convertirla en agua potable
para abastecer a la localidad logrando un adelanto importante para los habitantes.

TERREMOTO DE 1868

Alrededor de las cinco de la tarde del 13 de agosto de 1868 un fuerte terremoto asoló la región
comprendida entre lea, en Perú, hasta Tarapacá en Chile. El movimiento sísmico se sintió hasta
Guayaquil, por el norte, Valparaíso por el sur y hasta La Paz, por el este. Luego se produjo un

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maremoto en toda la costa del Pacífico hasta Chiloé e incluso la onda llegó a Nueva Zelandia y
Oceanía.
El terremoto, los incendios que estallaron a consecuencias del sismo y luego el maremoto
dejaron en Arica un saldo de alrededor de trescientos muertos y más de cinco millones y medio de
pesos en pérdidas. Sólo en la aduana los daños en mercaderías fueron de más de cuatro millones
de pesos.
Se produjeron rodados en las montañas, hendiduras en el suelo de las que salieron emanacio-
nes de vapores sulfurosos y grietas en El Morro. La ciudad quedó totalmente destruida; todo en el
suelo, salvo el campanario de una iglesia a medio caer y dos partes de un edificio de madera separados
a alguna distancia uno del otro, que correspondían al hotel Europa. El maremoto, con olas que llegaron
a más o menos dieciocho metros de altura, lanzaron al buque de guerra norteamericano Wateree a
más de ochocientos metros de la playa; el buque almacén de los Estados Unidos de Norteamérica,
Fredonia, la corbeta de guerra peruana, América, la barca inglesa Chañarcillo y el bergantín Regalón
quedaron totalmente destrozados. A lo largo de la costa quedaron los cadáveres esparcidos, los restos
de los barcos y gran cantidad de escombros. Los caminos resultaron destruidos, lo mismo que la ruta
ferroviaria, cuyos durmientes y rieles se vieron medio enterrados por todas partes.
En Iquique, tanto el terremoto como el maremoto dejaron un saldo de alrededor de trescientos
muertos; se destruyeron cerca de cien casas, incluso las más sólidas, las maquinarias para moler, las
destiladoras de agua, los hornos de la fundición. El mar subió más de diez metros, varándose todas
las embarcaciones menores. Los peces desaparecieron de la costa más de un mes.
En Pisagua hubo cinco muertos. Se produjeron derrumbes en los cerros, se perdió toda la
maquinaria de las salitreras. El mar penetró bastante adentro de la ciudad, destruyendo las calles,
principalmente la del Comercio, arrasó con gran parte del puerto y hundió el buque Glen Gaple.
En Mejillones el sismo sólo fue bastante fuerte. Los destrozos los causó el maremoto, con olas
que llegaron a seis metros de altura. La población asustada se fue a vivir a los cerros hasta que el barco
chileno, Covadonga, les llevó auxilios.
En el resto de las ciudades, el sismo se sintió más o menos fuerte, dependiendo de la distancia
al epicentro. Fue el maremoto el que causó los mayores daños y destrozos. Cobija, Tocopilla y
Paquica sufrieron daños menores. En Caldera el mar arrasó con el muelle. En Carrizal se inundó el
muelle y se destruyeron veinte lanchas. En Coquimbo también fue arrasado el muelle y tres buques
mercantes sufrieron serias averías. En Valparaíso hubo sólo marejadas. En Constitución murieron
cinco personas; el mar subió por el río con tanta fuerza que el vapor Independencia rompió sus amarras
y se varó río adentro, igual que otros buques y goletas más pequeñas; las pérdidas fueron calculadas
en un millón setecientos mil pesos. El mar destruyó el camino entre Bellavista y Concepción y cortó
la línea telegráfica. En Tomé el mar inundó parte de la población, subió por el río Collen destruyendo
los machones de un puente en construcción y el que unía a la ciudad con Concepción; la población
huyó a los cerros. En Talcahuano el mar penetró alrededor de ochenta metros inundando parte de
la ciudad, lo mismo que en Penco. En Concepción el fuerte oleaje arrasó con maderos, botes,
chalupas, llegando hasta la calle Colón. En Coronel perecieron dos hombres y naufragaron tres
goletas. En Ancud hubo altas y bajas mareas con mar agitado, obligando a los buques a tener
permanentemente un hombre al timón. En las islas del archipiélago de Juan Fernández las olas
subieron dos metros más alto que de costumbre.
El maremoto llegó, entre la noche del 13 y el día 15 de agosto, hasta Nueva Zelandia, Australia
y Oceanía.
En el mismo mes de agosto se autorizó al Presidente de la República José Joaquín Pérez para
invertir hasta cincuenta mil pesos en socorrer a las víctimas del terremoto del Perú y en octubre del
mismo año, se autorizaron otros cincuenta mil pesos para socorrer a las víctimas del terremoto que
se produjo en Ecuador. Parte de esta ayuda llegó oportunamente a Iquique y a Arica, evitando la
muerte segura de muchos habitantes de esas localidades, señaló el ministro del Interior, en la Memoria
que presentó al Congreso.

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Ese año se tomaron medidas preventivas contra la fiebre amarilla que afectó al Perú y el cólera
que se desarrolló en Argentina.
Entre tanto, la viruela seguía diezmando a la población, principalmente a causa de la resistencia
del pueblo a vacunarse. Había aumentado en 1866 y tomado proporciones alarmantes en 1867, a tal
punto que la preocupación gubernamental llevó al ministro del Interior a mencionarla en su Informe al
Congreso. Los hospitales y lazaretos se hicieron insuficientes para atender a los variolosos.

INCENDIOS EN 1868 Y 1869

Faltaba poco más de media hora para terminar el año, el 31 de diciembre de 1868, cuando se
produjo un incendio en el barrio de El Almendral de Valparaíso. Se quemó toda una manzana de
edificios entre las calles Yungay y la línea del ferrocarril, por un parte, y las calles del Olivar y San
Ignacio, por otra.
Ardieron bodegas, artículos navales, vinos, aceites, alquitrán, carbón, petróleo y barracas de
madera de primera calidad. El fuego se prolongó, precisamente, porque en las rumas de maderas de
diez y doce pies fue difícil la extinción; el incendio duró toda la noche y la mañana siguiente, a pesar
de que las compañías de bomberos no abandonaron sus puestos. Había comenzado en una bodega
donde se almacenaba petróleo y fue notado sólo cuando las llamas salían por el techo. Se perdieron
cientos de toneladas de carbón, maderas, zinc, y artículos navales.
El 24 de febrero de 1869 se produjo otro incendio en el sector de la aduana de Valparaíso. Se
inició en una casa particular y rápidamente se propagó a las casas colindantes, entre las calles de la
Aduana, Cochrane y Del Almendro. Cuando llegaron los bomberos, el fuego prácticamente había
consumido el edificio, por lo que se dedicaron a defender los inmuebles colindantes, a pesar de lo cual
las llamas tomaron las casas del frente; los pozos de agua estaban distantes del sitio del suceso.
Se consumieron decenas de negocios entre almacenes, litografías, cervecerías, etc. Fallecie-
ron tres bomberos, una persona civil y un marinero francés del vapor Megére que ayudaba a extinguir
el fuego. También ayudaron los tripulantes de los otros barcos extranjeros que se encontraban surtos
en la bahía. Había seguros comprometidos por noventa y dos mil pesos.
Poco antes de la media noche del 31 de mayo del mismo año 1869, estalló un incendio en el
portal Sierra Bella de Santiago, hoy conocido como Fernández Concha. En pocos momentos, todas
las construcciones desde la actual calle Ahumada hasta la actual calle Estado se convirtieron en una
hoguera.
Doce horas duró la extinción del fuego y otras tantas la remoción de los escombros. La falta de
agua, debido a que en esos días se realizaban trabajos de nivelación de las acequias del sector,
dificultaron las labores bómbenles. Los santiaguinos atraídos por el espectáculo, presenciaron el
trabajo de los bomberos desde la Plaza de Armas.

IEBRE AMARILLA EL AÑO 1869

Una fuerte epidemia de fiebre amarilla se propagó por las costas del Pacífico en 1869, haciendo
estragos en Cobija, en ese entonces el primer puerto de Solivia. Antes, en 1856 se presentó el caso
de un hombre que se hospitalizó por fiebre amarilla en el hospital de caridad de Valparaíso.

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En 1867, la población de Cobija se calculaba en más de cinco mil habitantes; era el centro de
hombres de empresa, de cateadores de minas y guaneras, de exploradores del desierto. El terremoto
de agosto de 1868 destruyó muchas edificaciones y la epidemia de fiebre amarilla diezmó a la
población, haciendo huir al mismo tiempo, a los que sobrevivieron a ella.
A pesar de que no se han encontrado datos exactos del número de fallecidos por la epidemia,
los informes del prefecto de Cobija a La Paz dan una idea de la gravedad del mal. Uno de ellos, fechado
el 18 de febrero de 1869 señalaba que "tristes gemidos salían de las casas y los cadáveres se
amontonaban en el panteón". Que había tomado todas las medidas de precaución, ya impidiendo el
contagio por mar y tierra, ya ejecutando un sistema higiénico en su más amplia extensión; sin embargo,
todo el esfuerzo había sido inútil porque el puerto había quedado desolado y los pocos habitantes que
quedaban habían huido en todas direcciones para evitar el contagio. El 6 de marzo del mismo año,
señalaba que habían fallecido por la epidemia, el comandante general, un coronel, un subteniente, un
sargento, un cabo y dos soldados, quedando aún enfermos en el regimiento, ocho soldados.
Después del despueble de Cobija, el Gobierno boliviano ayudó a las viudas y huérfanos y
adjudicó una infinidad de sitios a los interesados por recibir títulos de dominio. Así llegó mucha gente
nueva a Cobija.
El 22 de abril de 1870, un fuerte temblor arruinó el pueblo de Calama. El movimiento sísmico
se sintió hasta el desierto de Atacama y a lo largo de la costa, desde Arica hasta Caldera.

APTOS A EN 1870

El año 1870 apareció por primera vez la fiebre aftosa en el territorio nacional, procedente de
Argentina,- afectando principalmente al ganado vacuno.
Abarcó por lo menos, las zonas de Molina, San Carlos, Tomé, Talcahuano, Chillan, Lontué y
Vallenar, por el norte. En San Carlos la epizootia se contagió de los vacunos a las ovejas que murieron
en mayor cantidad que los primeros; lo mismo sucedió en Tomé y en Talcahuano.
El ministro de Hacienda decretó con fecha 14 de octubre de 1870 la prohibición de internar
ganado argentino hasta el 1 5 de enero de 1 871 o hasta que hubieran datos ciertos y positivos de que
la epizootia había desaparecido o que ésta había dejado de tener características perjudiciales. Se
exceptuó de esta prohibición la internación de animales sanos por la cordillera, en la provincia de
Atacama.

INCENDIO EN EL TEATRO MUNICIPAL DE SANTIAGO EL AÑO 1870

El 8 de diciembre de 1870, pasadas las once de la noche, cuando finalizaba laf unción en el teatro
Municipal de Santiago, se declaró un incendio que costó la vida a un bombero y al tramoyista.
Esa noche había actuado la célebre cantante italiana Carlota Patti, quien había culminado su
actuación cantando "La Risa". Ya se había despedido del público y éste abandonaba lentamente la
sala, cuando al bajar el telón que tenía fuertes contrapesos en los extremos, pasó a llevar el cañón
matriz del gas. Las luces se apagaron repentinamente, pero nadie reclamó porque creyeron que un
empleado solícito había cerrado las cañerías antes de tiempo.
Algunos empleados corrieron al escenario con un farol y seguramente de ahí prendió el gas
acumulado en un rincón; el hecho fue que las llamas producidas por el gas inflamado tomaron el telón,
parte del proscenio y luego el resto del teatro. Cuando el último de los espectadores abandonaba el

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local, el fuego ya cubría todo el escenario.
En este siniestro perdieron la vida el voluntario Germán Tenderini, de la 6S, compañía del cuerpo
de bomberos, llamada en esa época de guardia, y el tramoyista Santos Quintanilla. A ambos se les
encontró al día siguiente entre los escombros, aún humeantes.
En homenaje al bombero, la calle al oriente del teatro Municipal lleva su nombre y un busto de
bronce a un costado del edificio recuerda su figura.

INCENDIO EN ANTOFAGASTA EN 1871

A principios del año 1871 se produjo el primer incendio en Antofagasta que había sido fundada,
sólo en 1868, por el gobierno boliviano en una de las pulperías salitreras. Bastante trabajo costó su
extinción, pues aunque concurrieron los operarios que se desempeñaban en diferentes faenas, la'falta
de agua, de elementos adecuados y un ligero viento, favorecieron la acción del fuego.

TERREMOTOS DE 1871

El 25 de marzo de 1871, alrededor de las once y cuarto de la mañana, un fuerte sismo se sintió
en Valparaíso, Santiago, Rancagua, Curicó, Talca y Curepto. En este último lugar algunas casas se
desplomaron y la mayoría se derrumbaron. Una persona murió aplastada por una muralla. Las aguas
del río Mataquito se paralizaron por algunos minutos y luego se arremolinaron formando borbotones
que se elevaron casi un metro; se abrieron grietas profundas en los barrancos de las riberas.
En Santiago repicaron las campanas de la catedral, se cayeron imágenes y los candelabros de
los altares. El reloj de Las Cajas tocó veintitrés campanadas y se detuvo; también se detuvieron los
relojes de la intendencia y del observatorio astronómico. En el templo de Santa Ana, en donde se decía
misa y estaba lleno de gente hubo pánico: las mujeres, los niños y los hombres corrieron hacia las
puertas tratando de salir a la calle, dándose golpes en el pecho, llorando e implorando misericordia
divina; el sacerdote, quien no se movió con el primer remezón, al segundo también corrió a la calle.
Hubo principios de desmayos entre el público que escuchaba misa en algunas iglesias, como en la de
La Merced, en la de San Francisco y en la de La Recoleta. Las aguas del río Mapocho se detuvieron
por algunos instantes.
En Valparaíso las campanas de la intendencia tocaron solas. Hubo dos heridos. En un
monasterio de la calle Matriz, las murallas se abrieron en varias partes, y las cornisas de ladrillos y de
adobes se cayeron al suelo. Quince casas resultaron con daños de poca consideración.. Los
baratilleros y fruteros de la calle de Matriz tuvieron que rescatar sus mercaderías de entre los
escombros, de otras tantas viviendas que quedaron más dañadas. El intendente ordenó la clausura
del liceo, debido a que las murallas del edificio se "rasgaron". En los buques anclados en la bahía, el
sismo se sintió como un fuerte sacudón y en La Esmeralda se quebraron algunos cristales.
En la hacienda San Juan se cayeron las casas viejas. En Curicó y en Linares se abrieron algunas
murallas.
Eran los últimos meses del Gobierno del Presidente José Joaquín Pérez.
El 5 de octubre del mismo año 1871 se produjo otro sismo, esta vez en el norte. En Iquique se
cayeron muchas casas. En Tarapacá, la iglesia y más de cien viviendas se derrumbaron. Hubo daños
en los pueblos de Pica, Malilla, Sibaya, Chiapa, Usmagama, Limaciña, Pachica, Purea y Mamiña.
Particularmente en Sibaya quedaron en escombros la cárcel, la escuela que estaba en

114
construcción y varias casas; la plaza y el cementerio quedaron en ruinas, lo mismo que las sementeras,
y la iglesia con sus murallas desplomadas. En Usmagama las sementeras y el cementerio quedaron
con serios daños.
El año 1872 fue un año seco, preocupando principalmente, a las autoridades capitalinas. En
junio se hicieron rogativas públicas para que lloviera, en la iglesia de La Merced, con asistencia del
intendente y del municipio de Santiago. La ceremonia se realizó al aire libre, con cada edil portando
un cirio en la mano.

VIRUELA EN 1872 Y 1873

El año 1872 recrudeció la viruela en diferentes puntos del país, alarmando a los poderes
públicos. Se autorizó al Presidente de la República para suplementar los gastos del ministerio del
Interior, hasta cincuenta mil pesos en el mes de junio y luego, en otros cien mil pesos en el mes de julio,
con el objeto de atacar la epidemia.
La mayoría de los que perecieron no se habían vacunado nunca y los que lo habían hecho, se
habían inoculado una sola vez. Los hospitales y lazaretos se llenaron con gente sin oficio, la mayor
parte moradores de habitaciones insalubres. Esto coincidía con lo que sostenía el ministro de Justicia,
Abdón Cifuentes, quien atribuía la alta mortalidad que se registraba en Santiago y en provincias, por
lo menos en parte, a la inmundicia de los conventillos y sobre todo, a la transgresión de las normas
más elementales de higiene.
Los estudios de la época señalaban que la epidemia recrudecía preferentemente en las
provincias del norte y centrales "y parece que las favorece el clima seco, pues en las provincias
australes casi siempre reviste la forma esporádica".
Se decía que "el Estado opone a tan terrible plaga el eficaz antídoto de Jenner. Un conservatorio
de vacuna y un numeroso personal de vacunadores dependientes de él y un constante ejercicio en
todos los departamentos de la República, serían capaces de mantenerla a raya si sus generosos
esfuerzos no fueran a estrellarse contra las preocupaciones populares que aquí como pordoquier, son
las mismas contra la vacuna".
En las campañas de convencimiento se recurrió, incluso, a la ayuda de la Iglesia, como sucedió
en la Villa de Chimbarongo en la que el municipio solicitó la colaboración del cura párroco.
No obstante, ese año fallecieron a causa del flagelo seis mil trescientos cuarenta y cuatro
personas, de las cuales cuatro mil doscientos cuarenta y ocho pertenecían a la provincia de Santiago.
Al año siguiente disminuyó la epidemia, falleciendo dos mil doscientas sesenta y seis personas
en todo el país.

ERUPCIÓN DEL LLAIMA EN 1872

En agosto de 1872 entró en erupción el volcán Llaima arrojando enormes piedras en diferentes
direcciones, que llegaron hasta más de diez leguas de distancia, al mismo tiempo que un fina lluvia
de arena cubrió los pastos, impidiendo el pastoreo de los animales. Las tribus "rebeldes" ubicadas en
los faldeos del volcán y en las cercanías se alarmaron en tal forma que el cacique Quilapán envió
correos a diversos lugares de la Araucanía exhortándolos a celebrar "guillatunes" para aplacar la

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cólera de los dioses, a la vez que huyeron con sus animales, incluso al otro lado del río Cautín.
El año 1873 se produjo un incendio en Iquique que consumió la iglesia Matriz.

SISMO EN LA ZONA CENTRAL EL AÑO 1873

El 7 de julio de 1873, pasadas las dos de la mañana, un fuerte sismo remeció la zona central
del país, produciendo los mayores daños en Petorca, La Ligua y alrededores.
En Petorca, informaba el gobernador al Presidente de la República, Federico Errázuriz, se
derrumbaron la mayoría de los edificios públicos, entre ellos, la cárcel, el cuartel cívico, la recova, el
matadero y la escuela superior de hombres. La iglesia parroquial quedó con las murallas "rasgadas"
y el techo en mal estado. Una gran cantidad de edificios y casas particulares se derrumbaron y sin
I excepción se corrieron las tejas, quedando por montones en las veredas. Después del sismo hubo
:
ruidos toda la noche y por lo menos tres réplicas más. Hubo varios heridos.
,
'• En La Ligua cuadras enteras de edificios quedaron en condiciones de demolerlas. La iglesia
• ^ i ':
'. ..
parroquial quedó semidestruída, lo mismo que el edificio municipal y la gobernación. Las escuelas
ü ' públicas, excepto una, quedaron inhabitables. En los campos no quedaron ni cercas ni pircas en pie.
El gobernador designó una comisión para que evaluara los daños, decretando, posteriormente, la
demolición de los edificios que significaban un peligro para la población. Las aldeas cercanas también
quedaron con las casas y cercos en el suelo.
En Valparaíso el mayor impacto del movimiento sísmico lo sufrió el sector de El Almendral,
donde quedaron la mayoría de las murallas rasgadas o en el suelo. Tres personas perecieron
aplastadas y varias quedaron heridas a consecuencias de la caída de cornisas. En el cementerio, por
lo menos cincuenta nichos sufrieron serias averías.
En Quillota hubo una víctima, más de cien casas con daños de bastante consideración y la
mayoría de los techos quedaron hundidos o en el suelo. Hubo daños en la estación del ferrocarril y
las tapias y cercos se destruyeron.
En Viña del Mar se derrumbaron varias paredes en lo edificios particulares; la tierra se abrió en
diferentes lugares, principalmente en el lecho del estero, de donde el agua brotó a borbotones.
En Llay Llay se cayeron dos molinos; la estación del ferrocarril y la oficina del telégrafo quedaron
con las paredes deterioradas. En Tiltil, Lampa y Colina se produjeron daños en las estaciones del
ferrocarril.
En Limache la mayoría de las casas quedaron con las paredes dañadas, algunas se derrum-
baron y otras se desplomaron; el informe del gobernador señalaba que por lo menos cincuenta casas
habían quedado en el suelo, la mayoríade los techos deteriorados, la escuela superiorcon las murallas
derrumbadas, lo mismo que la iglesia parroquial; la maestranza quedó inservible. Se abrieron
profundas grietas en la tierra de las que brotó agua.
En Illapel murió una persona; una gran cantidad de edificios quedaron con los muros en el suelo
o deteriorados.
El servicio telegráfico se interrumpió en varios puntos entre Copiapó y Lota, a causa de la caída
de los postes con el remezón. El servicio ferroviario entre Santiago y Valparaíso también se
interrumpió, como consecuencia de la caída de rocas que dañaron las líneas.
Hubo daños de poca consideración en Hierro Viejo y Chincolco. El sismo se sintió en Ovalle,
Coquimbo, La Serena, Vallenar, Huasco y Carrizal Bajo. Por el sur, en Rengo y San Fernando el
movimiento sísmico fue acompañado de fuertes ruidos, sintiéndose hasta Lota. También se
experimentó en Mendoza. En el mar, la corbeta O'Higgins que se hallaba más o menos a doscientas
millas de la costa, a la altura de La Ligua, también percibió el remezón.

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INCENDIO EN CARACOLES EL AÑO 1874

El 4 de junio de 1874 se produjo un gran incendio en Caracoles, que en poco tiempo había
llegado a ser una ciudad importante adyacente al mineral del mismo nombre, descubierto en 1870.
Tenía alrededor de dos mil personas, una gran cantidad chilenas.

INCENDIO EN LOTA EN 1874

En la noche del 14 de diciembre del mismo año 1874 se produjo un incendio en Lota que dejó
un saldo de dos personas que murieron quemadas y pérdidas calculadas en cien mil pesos.
El fuego se inició en una casa particular del barrio de Puchoco, propagándose, rápidamente, a
las viviendas colindantes; quedaron ciento cincuenta casas, la mayoría techadas con paja, reducidas
a cenizas. Entre éstas últimas había varios negocios, cuyos propietarios - pequeños comerciantes -
fueron los más afectados al no tener seguros de resguardo.

INQUIETUD DE PARTICULARES

Los terremotos y sus consecuencias, así como los incendios preocupaban a algunos particu-
lares. Es así como El Mercurio del 13 de octubre de 1874 publicaba una nota de un doctor Maximiliano,
Marqués de Carvalho dirigida a la Universidad en la que proponía un método para desviar los
terremotos, por lo menos en Santiago y Valparaíso, basado en conductores electrodinámicos de
cobre.
El 27 de enero del año siguiente, el mismo diario daba a conocer que en Santiago, una persona
estaba construyendo una casa contra incendios y terremotos, en un costado del cerro Santa Lucía,
similar a otra que había levantado en Paris. Era de dos pisos, toda de fierro, de poco costo y ejecutada
desde los cimientos hasta los tijerales en sólo ocho días. El propietario la había dejado a la vista del
público en los tijerales, para que apreciaran su obra.

TEMPORALES EN VALPARAÍSO EL AÑO 1875

Un fuerte temporal se desencadenó en Valparaíso entre el 25 y el 27 de mayo de 1875 dejando


perjuicios serios de variada índole: Se destruyeron totalmente el muelle del aseo y el acueducto de
ladrillo del matadero por donde desaguaban las aguas servidas y la sangre y el muelle del cuartel de
policía resultó seriamente dañado. Algunos cauces se taparon y se averiaron los edificios
municipales. En una escuela del cerro Barón se cayó una muralla. En el mar se fue a pique la chata
Egerie, pereciendo el capitán, y toda su familia; La Esmeralda varó en la playa y varios bergantines
y barcazas menores se hundieron.
Ese mismo año, el 14 de diciembre, el Puerto volvió a sufrir un fuerte temporal, que luego se

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convirtió en un aluvión, dejó dos muertos y daños de consideración en diferentes partes de la ciudad.
La mayoría de los esteros se desbordaron; las calles, principalmente Independencia y Victoria
se convirtieron en verdaderos ríos, inundando las casas, arrasando con los muebles y utensilios. Los
pobladores con el agua más arriba de sus rodillas, trataron inútilmente de salvar algo de sus
pertenencias.

INCENDIO EN ANTOFAGASTA EN 1875

Alrededor de las once de la mañanadel 2 de abril de 1875 estalló un incendio en una de las casas
de diversión de Antofagasta, que en esa época se les denominaba "timbirimbas", a las que
habitualmente concurrían mineros de Caracoles. En esa ocasión, los mineros en estado de ebriedad
se divertían quemando cohetes para demostrar su regocijo. Algunos cayeron entre los telones,
prendiendo rápidamente al resto de la casa. El resultado fue que en poco tiempo una manzana entera
de viviendas quedaron reducidas a cenizas. El siniestro fue considerado una catástrofe para la ciudad.
Ese mismo día, algunos prestigiosos comerciantes lanzaron la idea de fundar un cuerpo de
bomberos. Dos días después, el 4 de abril, ésta se concretó, organizándose el primer cuerpo de
bomberos de Antofagasta. Al día siguiente se pusieron en práctica los acuerdos, formándose una
compañía de hachas, ganchos y escaleras y otra de guardia de la propiedad. El primer estandarte
tuvo los colores de la bandera boliviana.

INCENDIO EN IQUIQUE EN 1875

El 7 de octubre de 1875, se declaró un incendio en Iquique que destruyó veinticinco manzanas


de casas, todo el puerto y la estación del ferrocarril salitrero, además de artículos de valor, entre ellos
muchas joyas. Centenares de personas quedaron sin trabajo.
A raíz de este siniestro se delinearon de nuevo las calles de la ciudad, dándoles mayor anchura.
Se hicieron erogaciones para el auxilio de los damnificados.

VIRUELA EN 1876

En 1876 recrudeció la epidemia de viruela, principalmente en Santiago, en tal forma que por
escasez de lazaretos se pensó, incluso, en habilitar el palacio para la exposición internacional, recién
construido, para que cumpliera dicho objetivo. En 1874 se había dictado un decreto sobre cuarentena
relativo a las autoridades marítimas, con el objeto de proteger la salubridad pública y a fines de
diciembre de 1875 se designó una "Junta Reorganizadora de la Beneficencia".
No obstante, las estadísticas tomadas desde, 1857 hasta 1875 eran preocupantes: la población
del país llegaba a un millón ochocientos veintidós mil quinientos cinco habitantes, habiéndose
vacunado sólo el tres coma ocho por ciento de la población. Departamentos completos quedaron sin
vacunarse en el último semestre de 1875, señalaba un informe médico publicado en la Revista Médica
de Chile. En los diecinueve años señalados perecieron a causa del flagelo un total de trece mil

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cuatrocientos cinco personas, y en 1876, fallecieron por causa de la viruela un total de seis mil
trescientas veinticuatro personas, de las cuales cinco mil setecientas diez, correspondieron al
departamento de Santiago. A fines de año apareció la epidemia en Chiloé.

INCENDIO EN CARACOLES EL AÑO 1876

El 8 de agosto de 1876, en la madrugada, se produjo un incendio en Caracoles, que redujo a


cenizas la mayor parte de la población, a pesar de los esfuerzos de los bomberos y el concurso de todos
los vecinos.

"Un rasgueo de guitarra serpenteó:


Viene un "enganche" y me "engancho"
y me voy pa Caracoles
y de allá traigo hartos "soles"
pa "remoler" con los "mauchos"

Los mineros chilenos blandían cantando sus martillos. Fueron y son poetas en acción:
analfabetos o de horrenda caligrafía, el cantar les manaba de la garganta y era el agua milagrosa de
sus fatigas" señalaba Andrés Sabella en su "Razón y Voz de los Minerales".
El mineral de plata de Caracoles había sido descubierto en 1870 por una caravana de cateo que
servía al industrial José Díaz Gana. La ciudad que se formó adyacente al mineral creció rápidamente
en pocos años, sufriendo un incendio en 1874.
El del 8 de agosto de 1876 empezó en un "chinchel" de la calle Los Mineros arriba, llegando en
poco tiempo hasta el final de la misma. Cuando empezó el fuego había un verdadero huracán de viento
sur, que fue la principal causa de que la desgracia fuera tan grande. Se quemaron más de sesenta
casas, se perdieron grandes fortunas y muchas familias quedaron en la indigencia. Los daños fueron
del orden de los ochocientos mil pesos, habiendo seguros por sólo ciento treinta mil pesos.
Las autoridades, el alto comercio y algunos vecinos se reunieron en la misma mañana de la
catástrofe, formando una comisión que se preocupó de auxiliar a las familias damnificadas. Por su
parte, •&! prefecto y los vecinos de Antofagasta mediante erogaciones, adquirieron víveres que
enviaron a los damnificados.

SISMO DE 1876

El 11 de noviembre de 1876, alrededor de las seis de la tarde, un sismo que se sintió con mayor
fuerza en Illapel - con características de semiterremoto - dejó gran parte de las viviendas particulares
con los tejados rotos y las murallas partidas. Los mismos daños sufrieron la cárcel, la plaza de abastos,
la capilla del convento de San Francisco y la nueva iglesia Matriz. En la hacienda Illapel se
derrumbaron las casas..
En Vallenar se deterioraron una gran cantidad de techos y murallas y se hizo trizas la loza y
cristalerías de las casas comerciales.
En Los Andes y en San Felipe se desplomaron algunas murallas, que después hubo que
derrumbar.
En Santiago y en Valparaíso también hubo murallas desplomadas y se abrieron nuevas grietas

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en muros ya dañados por sismos anteriores. En el portal Mac-Clure se desprendieron y cayeron las
cornisas.
Aníbal Pinto presidía el poder Ejecutivo en esos años.

TERREMOTO DE 1877

El 9 de mayo de 1877, pasadas las ocho de la noche, un fuerte terremoto y luego un maremoto
asolaron desde Arica hasta Copiapó, no obstante que el movimiento sísmico se sintió hasta Valparaíso
y el maremoto hasta Chiloé y en las costas de Japón y Nueva Zelandia.
En Arica el terremoto fue seguido de un maremoto más o menos una hora después, quedando
prácticamente destruida. Hubo cinco muertos. Gran parte de los edificios se desplomaron y otros
cayeron sobre sus cimientos. Se destruyó la línea férrea y toda la parte baja de la población. Las olas
del maremoto alcanzaron una altura de diecinueve metros, arrastrando hasta cerca de la playa al
buque norteamericano Wateree que había varado a más de ochocientos metros tierra adentro con el
maremoto de 1868; inundaron la aduana, destruyendo toda la mercadería que había en sus bodegas.
Las pérdidas, fueron del orden de los cuatro millones de pesos.
En Pisagua el terremoto sólo ocasionó grandes daños en las líneas y en los durmientes del
ferrocarril.
En Iquique se calculó que el movimiento sísmico duró alrededor de dos minutos, empezando
con un ruido sordo y prolongado, al que se unió un remezón que fue aumentando hasta impedir que
la gente se mantuviera en pie. Hubo daños de consideración en gran parte de los edificios de material
sólido, en los hoteles, pulperías y almacenes de loza. La caída de las lámparas a paraf ¡na ocasionaron,
de inmediato, un gran incendio en el sector sur de la ciudad. Luego, el maremoto prácticamente barrió
con todo el barrio desde la Puntilla hasta El Morro. Fallecieron alrededor de treinta obreros,
desaparecieron los muelles, las bodegas, los establecimientos industriales y las dos bombas que se
habían ubicado en la playa, para tener agua con que extinguir los incendios. Los bomberos se salvaron
huyendo a los cerros, igual que el resto de la población. En el mar se hundió el vapor aguadero que
proveía de agua potable a la población y efectuaba el cabotaje entre Arica e Iquique; también se fueron
a pique casi la totalidad de las goletas, lanchas, botes y chalupas. Las pérdidas se calcularon en dos
millones y medio de soles. En esa época Iquique tenía nueve mil doscientos veintidós habitantes
En Tocopilla el maremoto provocó el desplome parcial de las chimeneas, quebrazón de loza y
la caída de la mayoría de los objetos que habían en las estanterías. La salida del mar dejó en las playas
una enorme cantidad de "locos". Hubo derrumbes de cerros que cubrieron el camino que atravesaba
la cordillera de la costa y se abrieron pequeñas grietas en la tierra.
Del río Loa al oriente existían enormes diques artificiales construidos con grandes rocas por los
antiguos indios, para canalizar el río, que desaparecieron completamente con este terremoto.
Cobija prácticamente desapareció. El terremoto destruyó la mitad de la población que había
empezado a reconstruirse en 1871, después de las grandes devastaciones ocasionadas por el
terremoto de 1868 y la fiebre amarilla de 1869. El maremoto terminó de arrasar con todo lo que había
quedado en pie; las enormes olas arrancaron de cuajo las casas de madera con familias enteras que
flotaron y luego se hundieron, a vista y paciencia de los pobladores que pudieron huir a los cerros;
también quedaron flotando un sinnúmero de cadáveres y animales muertos. A partir de esa fecha,
Cobija después de haber sido el primer puerto boliviano, quedo despoblada, tal como se ve hoy día.
Las autoridades pasaron a desempeñar sus labores en Antofagasta y dado el auge que adquirió ese
puerto, no hubo interés gubernativo por otorgar nuevos estímulos a Cobija; por algún tiempo siguió
siendo puerto de embarque para minerales de la zona vecina, pero la habilitación de las caletas de

120
Gálico y Huanillos le quitaron este último recurso.
El pequeño puerto de Chanavaya quedó sin muelles de embarque, sin las obras de carguío y
sin las máquinas hidráulicas, como consecuencia del maremoto. Las aguas del mar también
extinguieron los incendios que se habían producido a raíz del sismo.
En Antofagasta el movimiento sísmico impidió a la población mantenerse en pie. Las casas
oscilaron como junquillos, las mercaderías se cayeron, lo mismo que las lámparas a parafina, lo que
provocó un voraz incendio. El mar, que inundó varias veces la ciudad, transportó las casa, ya mar
afuera, ya mar adentro. Aunque no hubo desgracias personales, las pérdidas materiales fueron
considerables; los estragos causados por el mar abarcaron la máquina de amalgamación, la maes-
tranza, el gran edificio fiscal donde estaban el correo, la aduana con los almacenes llenos de
mercaderías, el cuartel de policía, un hotel, la comandancia general de armas, bodegas particulares,
los baños, máquinas destiladoras, depósitos de carbón, corrales, carretas, enseres, aperos, el edificio
de la compañía de lanchas, la oficina del gremio de los jornaleros, en resumen, la manzana del edificio
de la aduana y la manzana contigua fueron destruidas y cuanto contenían, barrido por el mar. No
obstante ésto, la municipalidad, la junta de beneficencia y el comercio aunaron sus esfuerzos para ir
en ayuda de otros pueblos afectados. Se nombró una comisión para distribuir socorros a los
damnificados de Cobija y Tocopilla. Se envió auxilio a Mejillones con el blindado de guerra chileno
Blanco Encalada que estaba surto en esa rada - había salido a capear el maremoto a alta mar y volvió
al día siguiente - ayudando la tripulación al resguardo de la ciudad. La noche del sismo y las noches
subsiguientes la población durmió en los cerros, temiendo una nueva salida del mar. La Compañía
Salitrera aportó tres mil quinientos pesos y la municipalidad la suma de un mil quinientos pesos más,
para ayudar a los damnificados de la misma ciudad y para el auxilio que se prestó a otras.
En Mejillones hubo un gran número de víctimas y el pueblo casi desapareció.
El maremoto llegó a Constitución subiendo el mar sobre los muelles y ocasionando pérdidas en
los buques y lanchas, lo que produjo pánico entre los habitantes.
En Talcahuano, Tomé y Penco también hubo salidas de mar, sin causar grandes destrozos.
Movimientos "extraños" tuvo el río Valdivia. Hubo grandes corrientes en Puerto Montt y en Ancud.
En Nueva Zelandia, Australia y en Japón también hubo manifestaciones del maremoto.
La prensa refería algún tiempo después, que un barco que navegaba entre Japón y California
había encontrado entre el 9 y el 10 de mayo, peces muertos y piedra pómez.

TEMPORALES DE 1877

A mediados del mes de julio de 1877 se produjeron fuertes temporales que afectaron desde el
desierto de Atacama hasta Chibé.
El río Salado inundó las viviendas y establecimientos industriales del pueblo de Chañara!,
situado en su desembocadura. Llovió durante quince horas, poniendo en peligro la vida de la
población, que con el agua más arriba de las rodillas trataba de salvar sus enseres.
En la región subandina, a la altura de Copiapó, nevó en abundancia, principalmente en la
cumbre del cerro Checo; llovió torrencialmente en Copiapó y Chañarcillo. En Copiapó el agua corrió
por las calles con más fuerza que un río.
En Coquimbo, La Serena, Vallenar, Illapel, Elqui, también llovió copiosamente; el río Liman
quedó invadeable.
En Valparaíso había llovido abundantemente el 9 de febrero y en el mes de julio llovió poretapas,
produciéndose un fuerte temporal el día 17 de ese mes.

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En Santiago, igual que en Valparaíso había llovido algunos días en el mes de julio. En la noche
del día 14 hubo una tempestad eléctrica y un aumento de la temperatura, con fuertes lluvias que
continuaron los días siguientes, hasta que el día 17 se produjo el gran temporal. El río Mapocho se
desbordó inundando el barrio de La Chimba, por las rancherías de Bellavista, inundó el callejón de Las
Urbinas. El barrio bajo de La Cañadilla, rompió el puente Purísima interrumpiendo el transporte de
carros y en la calle Del Campamento varias personas y sus casa fueron arrastradas por la corriente.
Se inundaron la mayoría de las chacras del sector de Pudahuel. El río Maipo que creció más de diez
metros, inundó el matadero, a través de los canales y en su desembocadura, entre las lomas de Llolleo
y Bucalemu, la zona quedó convertida en un mar, lleno de enormes peñascos que habían sido arras-
trados por la fuerza del agua.
El río Tinguiririca causó graves daños en San Fernando y Nancagua, cuya antigua aldea
aurífera escapó milagrosamente de ser arrasada. El río Cachapoal dejó cien familias sin casas en la
población de Peumo.
Los diarios de Talca referían, luego, que hasta los leones pasaban revueltos con el ganado de
cuernos en los turbiones impetuosos y que desde los techos de los ranchos flotantes, los náufragos
pedían a gritos socorros a los que a riesgo de sus vidas podían dárselo. Un número indeterminado
de ancianos, mujeres y niños perdieron la vida.
La población de Linares se vio amenazada por las crecidas de los esteros Ancoa y Achibueno.
El populoso valle de Llepo desapareció por completo, quedando en su lugar un inmenso pedregal.
El puente sobre el río Claro se cayó y los viaductos del río Maule, del río Nuble y del río Bío Bío
fueron barridos por las crecidas. El río Maule llegó hasta Bobadilla, arrollando en su cause una
extensión de cuarenta cuadras de terrenos más o menos cultivados. El río Bío Bío y el río Vergara
formaron en las vegas de Nacimiento una inmensa laguna. El río Nuble arrolló una familia entera de
campesinos sorprendidos en el sueño, muriendo por la fuerza de la corriente. El río Maule arrasó con
personas, fierros y maderas y en su desembocadura provocó el hundimiento de todos los buques
comerciales, vapores y cascos de vela. Los daños se calcularon en medio millón de pesos.
En San Javier sufrieron pérdidas de todo tipo ciento veintiún propietarios del pueblo y de los
campos.
En Concepción, a pesar de que llovió veintidós días seguidos, no hubo grandes estragos.
La vía férrea tuvo accidentes en Paso Hondo, por el norte y hacia el sur se destruyó en varias
partes, señaló el ministro del Interior en su Memoria presentada al Congreso.
Al sur del río Bío Bío también hubo serios destrozos. En Valdivia y Chiloé hubo un fuerte huracán
de viento y lluvias. En Ancud el ventarrón destruyó la torre de la capilla del seminario y derribó la
escuela de Quetalmahue. En Valdivia la fuerza del viento derribó el matadero público y otros edificios.
En Talcahuano las olas del mar despedazaron la vasta explanada del puerto e inundaron las
casas de la calle principal. Lo mismo sucedió en Coronel y en Lebu quedaron inutilizadas las bodegas
y oficinas ubicadas cerca del mar.
En agosto del mismo año, un temporal que duró alrededor de quince horas provocó inundacio-
nes en las viviendas de Chañaral por las crecidas del río Salado; la inundación de los barrios populares
de La Serena con la crecida del río Coquimbo; pequeñas inundaciones en Ovalle y una enorme crecida
del río Liman'.

INCENDIO EN PUNTA ARENAS EN 1877

La noche del 11 al 12 de noviembre de 1877 se produjo un motín entre los artilleros de la guardia
de Magallanes, en Punta Arenas, encabezados por el cabo Antonio Riquelme, que quería vengarse
del capitán Pío Guilardes. Del resultado de este motín, amén de muertes y saqueos, se produjo un

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incendio de proporciones, dejando prácticamente la colonia reducida a cenizas.
Se quemaron la casa del gobernador, el cuartel de la guarnición, la casa del capitán de la
guarnición, el correo, las escuelas, la casa del médico, las casasde los profesores, la botica, el hospital,
el cuartel de la guardia nacional, la máquina hidráulica de aserrar, la ferretería, las caballerizas y varias
casas de particulares. Hubo cuarenta muertos y catorce heridos, aunque no todos a causa del
incendio.
Diego Dublé Almeyda gobernaba la colonia en esa época.

INCENDIOS DE SEMENTERAS Y BOSQUES EN 1878

El 21 de marzo de 1878 se inició un gran incendio forestal y de sementeras, que abarcó los
sectores de Lota, Laraquete, Colcura, Cañete, Cólico y Maquegua; también fue afectada la compañía
explotadora de Lota y Coronel. Las pérdidas fueron incalculables, abarcó cincuenta y seis kilómetros
y su extinción duró cerca de un mes.

UBLICACION DE SEÑALES DE INCENDIO EN SANTIAGO

El 11 de mayo de 1878, el diario El Ferrocarril publicaba las "señales de incendio" que se usarían
en Santiago en casos de siniestros y la división de la ciudad en cuarteles, para que acudieran las
diferentes compañías. Fueron ocho cuarteles a los que les correspondía:
Primer cuartel: desde las Cajitas de Agua, hoy Plaza Baquedano, hasta la calle de San Antonio,
entre la Alameda y el río - Mapocho.
Segundo cuartel: desde las Cajitas de Agua hasta la calle Nueva de San Diego, hoy Arturo Prat,
entre la Alameda y el canal de San Miguel, hoy avenida Malta.
Tercer cuartel: desde la calle de San Antonio hasta la de Morandé, entre la Alameda y el río.
Cuarto cuartel: desde la calle Nueva de San Diego hasta la de Dieciocho, entre la Alameda y
el canal de San Miguel.
Quinto cuartel: desde la calle de Morandé hasta la acequia de Negrete, hoy avenida Brasil, entre
la Alameda y el río.
Sexto cuartel: desde la calle de Dieciocho hasta la estación del ferrocarril, entre la Alameda y
la acequia grande.
Séptimo cuartel: desde la acequia de Negrete hasta la Alameda de Matucana, entre el río y la
Alameda.
Octavo cuartel: la población comprendida al norte del río.
Como se vé - señalaba el diario- los cuarteles primero, tercero, quinto y séptimo vienen a quedar
entre el río y la Alameda, y el octavo al norte del río, y el segundo, cuarto y sexto, al sur de la Alameda.
La primera señal de alarma era de quince campanadas en la "gran campana" del cuartel del
cuerpo de bomberos, indicando que había incendio.

NUEVO SISMO EN EL NORTE EL AÑO 1878

El 23 de enero de 1878, alrededor de las ocho de la mañana, un nuevo sismo se sintió en la


provincia de Tarapacá. La pequeña ciudad de Chiu Chiu fue parcialmente reducida a escombros.

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También destruyó una acequia de más de dos leguas de longitud, sacada de la quebrada de Quillague,
que regaba los terrenos adyacentes, los que quedaron estériles e inaptos para cultivos. Hubo daños
en Malilla, Pica, Sibaya, Usmagama, Limarina, Hueviña, Huasquiña, Sipica, Sotoca, Chiapa, Jaica y
otras oficinas salitreras.

TEMPORALES DE 1878

En junio de 1878 un fuerte temporal de viento, lluvia y nieve afectó a la zona central del país,
produciendo daños de consideración en las ciudades, poblados, en las líneas férreas, en las del
telégrafo y en los campos.
Por el norte, llovió en la pampa del Tamarugal. La línea férrea al norte de La Ligua se interrumpió
con los deslizamientos de tierra ocasionados por las fuertes lluvias. Lo mismo sucedió entre La Calera
y Valparaíso.
En Valparaíso se desbordaron los esteros y los cauces; las calles quedaron convertidas en
verdaderos ríos, las casas se anegaron y las casuchas de la gente pobre quedaron destrozadas. En
Viña del Mar la situación fue similar.
La línea férrea a Los Andes quedó cortada a la altura de Curimón.
En Quillota se inundaron la totalidad de los ranchos de Calle Larga y en los campos
circunvecinos se destrozaron los chirimoyos con la fuerza del viento.
En Santiago, al viento y la lluvia, se agregó una copiosa nevazón el día 24, que cubrió el cerro
San Cristóbal y los techos de las casas. La nevada llegó hasta san Fernando.
Los caminos entre Linderos y Hospital se cortaron; Angostura, con el temporal quedó convertida
en laguna y después la nieve, prácticamente "tapó" la línea del ferrocarril. El estero Codegua cubrió
más de la mitad del pueblo de Graneros.
Hubo destrozos en la línea del ferrocarril, a la altura de San Fernando; el río Lontué se desbordó
arrastrando el puente ferroviario y desde Talca al sur, también se interrumpió el tráfico de trenes.
Talca quedó sin comunicaciones telegráficas y terrestres hacia el sur. La mayoría de las casas
de Nancagua se inundaron y en los campos se derrumbaron las pircas.

y AFTOSADE1878

El año 1878 volvió a aparecer un foco de aftosa, esta vez en el valle de Aconcagua. Alrededor
de dos mil cabezas de ganado vacuno murieron entre los resguardos del río Colorado y los potreros
del río Aconcagua.
Aparentemente estos animales no venían enfermos de Mendoza, pero si con el germen,
contaminándose en la marcha a través de la cordillera, por la falta de cuidados y de buenos alimentos.
El ministro de Hacienda comisionó a un profesor de zootecnia para que inspeccionara al ganado
procedente de Argentina, a través del paso de Uspallata.

SISMO EN PUNTA ARENAS EN 1879

El 2 de febrero de 1879, alrededor de las once de la noche, se sintió un fuerte temblor en Punta
Arenas. Cayeron gran cantidad de objetos de las estanterías, se quebró loza y cristalería. Las casas,
en su mayoría de madera, no sufrieron daños.

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INCENDIO EN ANCUD EN 1879

El 15 de febrero de 1879 se produjo un incendio en Ancud que destruyó veinte manzanas de


los edificios más valiosos de la ciudad. Se quemaron ciento diez inmuebles, incluyendo todos los de
los servicios fiscales, con excepción de la cárcel. De los particulares, se perdieron todos los
establecimientos comerciales y viviendas de alrededor de cincuenta familias. Los daños del sector
fiscal fueron avaluados en ciento cuarenta y cuatro mil cuatrocientos pesos y en quinientos mil los de
los particulares, incluyendo edificios y mercaderías. El fuego se inició en una caballeriza.

INCENDIO EN PISAGUA EN 1879

Pisagua fue bombardeada por la escuadra chilena, el 18 de abril de 1879, causando un voraz
incendio. Las pérdidas ocasionadas por el siniestro se estimaron en un millón setecientos cincuenta
mil soles.

„CENDIO EN EL CUARTEL DE ARTILLERÍA DE SANTIAGO EN 1880


El 27 de enero de 1880, alrededor de las nueve y media de la mañana se produjo un gran
incendio en el cuartel de artillería de Santiago, por el costado del hoy parque O'Higgins, dejando diez
muertos y decenas de heridos.
Estalló una parte del arsenal de municiones para las operaciones bélicas haciendo volar,
hechos pedazos, a los obreros que trabajan allí y a dos edificios. Luego, comenzó a incendiarse el
resto del cuartel.
La fuerza de la explosión y las materias inflamables convirtieron en un verdadero volcán a todo
el establecimiento. Los proyectiles y granadas estallaron por todas partes, al mismo tiempo que el
pánico cundió entre las familias vecinas al cuartel, que huyeron espantadas hacia La Alameda,
pidiendo auxilio.
Entre un cuarto para la diez y las diez de la mañana, todas las compañías de bomberos
trabajaban en extinguir el incendio. A las once de la mañana había peligro de que estallara el polvorín
- la Santa Bárbara. Duplicando sus esfuerzos, los bomberos lograron dominar el siniestro y con ello
salvar la ciudad.
En junio del mismo año, la municipalidad de Santiago condecoró a los voluntarios que
participaron en la jornada.

VIRUELA DE 1879 Y 1880

En 1880 sigue la epidemia de viruela en el país. La Memoria del ministro del Interior al Congreso
señala que para formarse una idea sobre el particular, es importante conocer la estadística entregada

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por el hospital de mujeres San Francisco de Borja, que indica que entre el 30 de abril de 1879 y el 1
de marzo de 1880, fallecieron a causa del flagelo un total de un mil trescientas ochenta y dos personas.
El año 1879 murieron a causa de la viruela un total de dos mil ciento treinta y ocho personas en todo
el país.
Se invirtieron treinta mil ochocientos sesentay cinco pesos y noventa y cinco centavos, en forma
extraordinaria, para un servicio de vacunación en la provincias, con lo que el número de vacunados
aumentó en un ochenta por ciento, en relación a los años anteriores. Sin embargo, ese año 1880
fallecieron a consecuencias de la epidemia un total de siete mil doscientos cincuenta y cuatro
personas.

INUNDACIONES EN EL NORTE EL AÑO 1880

En el invierno de 1880, los ríos Huasco, Coquimbo, Limarí y Choapa y sus afluentes tuvieron
crecidas devastadoras, causando perjuicios, principalmente, en los canales de irrigación.

TERREMOTO EN ILLAPEL EN 1880

El domingo 15 de agosto de 1880, un cuarto para las nueve de la mañana, un terremoto dejó
en ruinas a la ciudad de Illapel. Sólo hubo dos muertos por el derrumbe parcial de una iglesia. Tanto
la hora, como el día y el hecho de que en esa fecha se celebraban las fiestas religiosas del Tránsito,
que en Illapel iban a comenzar a las nueve de la mañana, evitaron más víctimas. Más de la tercera
parte de los edificios quedaron en el suelo, incluyendo los dos templos, la cárcel, la municipalidad, la
gobernación, el juzgado, la recova, el hospital y las escuelas. Alrededor de seiscientas familias
quedaron sin casa. Se reventaron los hornos de fundición y las minas se asentaron casi en su totalidad.
El intendente proporcionó ayuda a los que quedaron en la indigencia, a razón de cuarenta
centavos por familia.
Petorca, Chincolco, Hierro Viejo, Ovalle, Salamanca, Chalinga, La Ligua y Llay Llay tuvieron
serios daños en la edificaciones. En Quillota se arruinó la iglesia de La Matriz.
En Coquimbo hubo grandes marejadas que cortaron el cable submarino.
En Valparaíso, Viña del Mar y Santiago se produjeron desprendimientos de las cornisas de los
edificios.
El Gobierno, encabezado por el Presidente de la República Aníbal Pinto hizo un llamado al
pueblo para ayudar a los damnificados, que tuvo favorable acogida, a pesar de que ya se habían dado
erogaciones para ayudar a las familias afectadas por la guerra y por la epidemia de viruela. Se juntaron
veintitrés mil ciento cinco pesos y noventa y tres centavos, de los cuales, cuatro mil cuatrocientos
cincuenta pesos aportó el Gobierno.

INCENDIOS DE 1880

Un gran \ncend\ se produjo en An\o\agas\ en ABBO, reduciendo a escombros una manzana


entera de la ciudad. Se quemaron la iglesia, el mercado, que era el primero que tenía la ciudad, la casa

126
consistorial y decenas de viviendas de particulares.
El incendio habría sido intencional, a raíz de que un comerciante prendió fuego a su negocio,
relata Isaac Arce en sus "Narraciones Históricas de Antofagasta".
El 23 de octubre del mismo año 1880, otro incendio prácticamente destruyó a Iquique, con
excepción del barrio El Morro. Se destruyeron más de treinta manzanas de edificios, entre las que
se encontraban el centro comercial de la ciudad. Las pérdidas se calcularon en más de tres millones
de pesos.

TEMPORALES EN VALDIVIA EN 1881

Una fuerte tempestad que empezó alrededor de la una de la tarde del 26 de abril de 1881, fue
la precursora de una tromba marina que dejó una parte de la ciudad de Valdivia en ruinas. A las cuatro
de la tarde se había desencadenado un completo diluvio con truenos, relámpagos, vientos huracana-
dos y granizos. Una imponente tromba marina formada en la isla Teja atravesó el río y penetró en la
ciudad, arremolinando cuanto encontró a su paso: arrancó los árboles de raíz, dio vuelta las casas,
destechó otras, rompió puertas y ventanas, hizo volar palos, tablas, planchas de zinc, dejando muchos
de estos elementos, que fueron llevados por el viento, en los campos de Collico y Angachilla.
La torre de la iglesia de La Matriz, que tenía más de quince metros de altura, fue arrancada de
su base y depositada entera en los jardines de la plaza, el resto del edificio quedó desplomado e
inservible. El inmueble de la intendencia que era de maderas, de dos pisos, cayó desarmándose desde
sus cimientos; en el primer piso funcionaba una escuela; se perdieron los archivos, los muebles y los
útiles. El liceo quedó con el techo en mal estado y el gimnasio en el suelo. El hotel, las carnicerías,
las boticas, las carpinterías y la mayoría de los negocios y casas particulares que no fueron arrasadas,
quedaron sin techos, con los vidrios rotos y las murallas averiadas. La plaza quedó inutilizada.
En resumen, Valdivia perdió muchos buenos edificios. La ciudad quedó sin la iglesia parroquial,
sin el edificio municipal, sin el de la intendencia, con el paseo principal destruido y gran parte de los
habitantes contemplando su desgracia y rogando al Señor que se apiadase de ellos.
Hubo dos muertos y daños del orden de los cien mil pesos.
La Memoria del ministro del Interior presentada al Congreso, indicaba, después, que las lluvias
del invierno y las crecidas de los ríos y esteros dejaron intransitables en toda la República los caminos,
siendo necesario suplementar el presupuesto en cincuenta mil pesos.
El año 1881 murieron a causa de la epidemia de viruela un total de un mil quinientas noventa
personas.

APTOS A DE 1882

En 1882 apareció nuevamente la fiebre aftosa en ganados traídos desde Argentina por el paso
de Uspallata.
En esa fecha la existencia de ganado vacuno se elevaba a un millón quinientas veintiocho mil
cabezas de animales, cuyo valor subía continuamente gracias a la importación de los mejores
reproductores traídos desde Inglaterra y a los cruzamientos esmerados y completos. Estos animales
representaban un valor del orden de los treinta a cuarenta millones de pesos.
Con el objeto de evitar la propagación de la epizootia, el Gobierno determinó que el ganado
procedente de Argentina pasara sólo por el paso de Los Patos, no permitiendo su ingreso al país, sin

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no portaba la correspondiente guía consular.
A su vez, el ministro de Hacienda comisionó a un profesor de zootecnia y veterinaria para que
se trasladara al departamento de Los Andes, examinara el estado de la enfermedad y propusiera todas
las medidas que era conveniente adoptar contra el flagelo.
El año 1882 murieron un total de dos mil ciento sesenta y cuatro personas a causa de la epidemia
de viruela.

INCENDIO EN IQUIQUE EN 1883

El 10 de marzo de 1883, un nuevo incendio en Iquique, redujo a escombros quince manzanas


de viviendas. Incluso se volvió a quemar la iglesia de La Matriz, recién construida después de otro
incendio, en 1875.

EPIDEMIA DE VIRUELA ENTRE 1879 Y 1883

La epidemia de viruela seguía produciendo la muerte de cientos de personas preocupando a


las autoridades del Gobierno central, a pesar de la guerra del Pacífico.
Entre 1879 y 1883, período de la guerra del Pacífico, perecieron a causa de la viruela, un total
de dieciséis mil trescientas treinta y nueve personas, en todo el país; los muertos del ejército
expedicionario chileno, según informes oficiales, fueron alrededor de cinco mil.
En 1883 se dictó el Reglamento General de Vacuna para atacar en mejor forma el flagelo; se
establecieron una Junta Central de Vacuna en Santiago y una por cada departamento.
Al año siguiente, en 1884, disminuyó la epidemia, falleciendo dos mil ochenta y una personas.

INUNDACIONES EN EL NORTE EL AÑO 1884

La quebrada de Quisma sufrió una gran transformación con las avenidas torrenciales de 1884.
El agua descendió de la Mesada y cerros circunvecinos con tal potencia y en tal cantidad que arrastró
consigo, hasta La Pampa del Tamarugal, gran parte de la tierra vegetal de Chintaguay, El Molino, La
Botijería y demás "chacras" del valle, dejando un surco profundo en toda la extensión comprendida
entre Chintaguay y el Crucero, y las tierras inaptas para los pequeños cultivos.

NCENDIO EN LA INTENDENCIA DE SANTIAGO EN 1885

Alrededor de las tres y media de la madrugada del 23 de mayo de 1885 se inició un incendio en
el antiguo edificio de la intendencia de Santiago, que estaba ubicado frente a la plaza de Armas y

128
contiguo a la municipalidad y el correo.
En pocos momentos, las llamas iluminaban todo el centro de la ciudad, debido al incremento que
tomó el siniestro. El fuego empezó en una de las habitaciones interiores, consumiéndose todo el
cuerpo del inmueble. Los bomberos tuvieron que evitar que pasaran las llamas a la torre y a la oficinas
del correo. También se preocuparon de salvar los documentos y el menaje de la intendencia. Días
después, el intendente felicitó al comandante del cuerpo de bomberos por el interés y el celo con que
los voluntarios trataron de llevar a cabo su labor.
Entre el 20 y el 22 de septiembre del mismo año, las bravezas del mar, causaron en Iquique
la destrucción de varias instalaciones comerciales y la pérdida de una considerable cantidad de salitre
que había en las bodegas ubicadas a orillas del puerto.

INCENDIOS EN IQUIQUE ENTRE 1884 Y 1885

En abril de 1884 y noviembre de 1885 se produjeron por lo menos cinco incendios con
características catastróficas en Iquique.
El 17 de abril de 1884 se quemaron las carboneras de la comisaría general de guerra, que
estaban situadas a una milla de la ciudad. El jefe de policía tuvo que obligar a los bomberos a que
concurrieran a apagar el incendio. Estos perdieron casi todo el material en la extinción.
El 7 de junio del mismo año, otro incendio que duró alrededor de tres horas, redujo a escombros
siete manzanas de viviendas.
El 28 de septiembre de 1885 se consumieron otras siete manzanas de casas, en la misma
ciudad. Esta vez el fuego comenzó en la vivienda de una costurera. Se quemaron los mejores
inmuebles y los cuarteles de las compañías de bomberos Germania y Ansonia.
El 4 de noviembre del mismo año hubo otro incendio y el 26 de diciembre uno más.
Esto obligó a las autoridades a dotar a Iquique de agua para la extinción de incendios. Se instaló
una cañería que recorrió la ciudad de poniente a oriente, llevando agua del mar, sirvió, además, para
desagüe de las aguas servidas de las casas particulares. El sistema estuvo en uso el 21 de mayo de
1886; disminuyendo desde esa fecha los siniestros de este tipo en Iquique.

EPIDEMIA DE COLERA ENTRE 1886 Y 1888

' El año 1885 se tomaron medidas para suspender la inmigración de colonos europeos, debido
a la epidemia de cólera que azotaba a Europa central.
Esta había aparecido en Egipto en 1883, según el estudio que realizó el doctor David Mesa,
comisionado especialmente por el Gobierno para realizar el análisis del cólera en el departamento de
Santiago. En octubre de 1886 estalló la epidemia en Buenos Aires, procedente de Europa. A principios
de diciembre del mismo añóse detectó la enfermedad en Mendoza y a fines del mismo mes, se registró
el primer caso en Chile.
Rigurosos cordones sanitarios con tropas del Ejército ordenó el Gobierno, para cuidar los pasos
cordilleranos, al conocerse el problema argentino; al mismo tiempo, se implantó cuarentena a los
trenes que iban hacia el norte y hacia el sur, dentro del país.
Sin embargo, el 24 de diciembre de 1886 se presentó el primer caso de cólera en Chile, en Santa
María. Esta es una pequeña villa ubicada a menos de diez kilómetros de San Felipe. Carmen Chiappa,
convaleciente de la epidemia, pasó tristemente a la historia, por ser el portador del flagelo a la capital.

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Todas las medidas preventivas fracasaron, ya que una vez instaladas las bacterias en el país,
encontraron terreno de cultivo: la enfermedad se propagó por campos y poblaciones, siguiendo la
corriente de las aguas que servían para la bebida de los habitantes rurales o eran llevadas por
portadores convalecientes o sanos.
El cólera, lo mismo que la meningitis, la fiebre tifoidea y la difteria, entre otras, se transmite por
bacterias. El tifus exantemático se transmite por rickettsias, bacterias parásitos, muy pequeñas, que
están en el piojo del cuerpo humano.
' En menos de un año se crearon tres autoridades sanitarias: el Consejo Superior de Higiene, con
los respectivos Consejos Provinciales; la Junta General de Salubridad y la Comisión Directiva del
Servicio Sanitario del Cólera. Se instalaron lazaretos al lado o cerca de los hospitales que no dieron
abasto para recibir el alto número de enfermos. Se organizó la asistencia a domicilio en Santiago, por
medio de estaciones sanitarias distribuidas en los diversos barrios, por la Ambulancia Matte y la Cruz
Roja; en los primeros días de 1887 y durante tres meses, los bomberos colaboraron trasladando
enfermos a los lazaretos, haciendo guardia en los puestos de agua que existían en Santiago y
prestando los primeros auxilios a los atacados del mal.
Se publicaron folletos y cartillas instructivas para la población que se distribuyeron gratuitamen-
te en Santiago, Valparaíso, Iquique, La Serena, Quillota, Melipilla, Rengo, Talca, Quirihue, Concep-
ción, Los Angeles y Mulchén. Contenían nociones elementales de higiene, precauciones, los
desinfectantes que se debían usar, con sus dosis y formas de emplearlos. Los periódicos publicaron
diariamente el número de enfermos asistidos en los hospitales y lazaretos.
"Las familias pudientes y aprensivas se encerraron en los patios interiores comían de todo,
menos frutas, ¡ni mirarla! los teatros y cafés cerraron sus puertas en Valparaíso, el reverendo padre
Martín Mañero anunció el carácter evangélico del flagelo, castigo de Dios o forma novísima del fuego
divino de Sodoma, para condenar un estado de relajación satánico en las costumbres. Montones de
cadáveres eran rociados con sulfato de cobre y zinc antes de arder en impresionantes piras, junto con
sus ropas, joyas o baratijas. Vivían en Santiago, Rubén Darío Hubo también un licor como
remedio al mal. El licor del padre Kermer Fue prontamente acaparado por las personas pudientes.
Rubén Darío escribió o recitó un poema. Se hace famoso el patio de los coléricos en el cementerio
general", escribe años después Joaquín Edwards Bello en "Cuentos y Narraciones" al referirse a la
epidemia del cólera.
El 30 de diciembre de 1886 se promulgó la ley de policía sanitaria. Se gastaron un millón
cincuenta y siete mil pesos en combatir la epidemia, de los cuales cuatrocientos cincuentas mil fueron
distribuidos a las municipalidades.
El último caso de cólera se presentó el 2 de julio de 1888. Llegó a extenderse desde Raposo,
por el norte, hasta Toltén, por el sur. Las estadísticas del Registro Civil dieron a conocer que un total
de veintiocho mil cuatrocientos treinta y dos personas fallecieron a causa de este flagelo.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN LONQUIMAY

El 24 de junio de 1887 entró en erupción el volcán Lonquimay, produciendo truenos, fuego y


humo espeso que puso en peligro el fuerte que se encontraba en su cercanía, y por ende, a los
soldados.
Los diarios de la época daban noticias sobre la erupción, indicando que en las laderas del volcán
nace el río Cautín; a pesar de este detalle, confundían la erupción del volcán Lonquimay, con una
presunta erupción del volcán Llaima.

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INCENDIO EN PUNTA ARENAS EN 1887

En noviembre de 1887 se produjo un incendio en la gobernación de Punta Arenas que fue


combatido por la escasa guarnición de la Artillería de Marina que había en la ciudad, con la
colaboración de algunos vecinos.
A raíz de este siniestro nació la idea de formar un cuerpo de bomberos voluntarios, que no
prosperó tan rápidamente como se esperaba, ya que sólo en 1889 se subscribió el acta de su
fundación.

VIRUELA ENTRE 1885 Y 1887

En 1885, la viruela volvió a tener un incremento en el país, por lo menos, entre Arica y Angol,
falleciendo tres mil treinta y ocho personas; al año siguiente, en 1886, esta cifra subió a siete mil
trescientas ochenta y una. En 1887 volvió a descender el número de muertos por el flagelo, a un mil
ciento cuarenta y siete y en 1888, llegó sólo a trescientas cuarenta y una defunciones.
En 1887 se creó, en Santiago, un Instituto para el cultivo de la vacuna contra la viruela. Se
gastaron cuarenta mil pesos en vacunaciones extraordinarias, llegando, ese año a duplicarse las
inoculaciones que se efectuaban en 1883.

TEMPORALES DE 1888

Las primeras inundaciones del invierno de 1888 se produjeron el 11 de mayo, en Talca, al


desbordarse el canal Williams; arrasó con varios ranchos, algunas bodegas y parte del convento San
Agustín. Los habitantes del sector evacuaron sus viviendas, dejando abandonados sus enseres que
luego fueron rescatados con carretas del aseo público. Las pérdidas, tanto de las mercaderías que
habían en las bodegas, como en bienes de los damnificados fueron avaluadas en cinco mil pesos. Los
ríos Bío Bío y Chillan también se desbordaron interrumpiendo el servicio ferroviario.
En el mes de junio, siete personas y una cantidad indeterminada de animales perecieron de frío
en las cercanías de Angol, debido a las fuertes nevazones; la nieve alcanzó a más de un metro y medio
de altura en los cerros de Capellán. A mediados del mismo mes se produjo escasez de alimentos en
Angol, a consecuencias de la interrupción del tráfico en el río Bío Bío.
En agosto se desencadenó un temporal que azotó desde Copiapó a Concepción, provocando
todo tipo de daños, muriendo más de cincuenta personas, quedaron cientos de damnificados y
pérdidas por varios miles de pesos.
Los ríos Copiapó, Huasco, Coquimbo, Limarí y Choapa se desbordaron. El río Copiapó inundó
un gran sector de la ciudad del mismo nombre y arrasó con los suelos agrícolas. El intendente, después
de esta catástrofe, dispuso construir defensas para proteger la ciudad.
Los terrenos ribereños al Coquimbo y sus afluentes sufrieron las consecuencias de una
inundación devastadora. La mayoría de las quebradas también se desbordaron, principalmente las
de Leiva y Uchumi, haciendo desaparecer la línea férrea que pasaba por sus orillas y dejando a Vicuña
aislada. Las pérdidas se calcularon entre cuatro y cinco millones de pesos.
En La Calera se inundaron los barrios del lado norte y los del barrio sur; se interrumpieron las
comunicaciones telegráficas; los caminos quedaron cortados; la línea férrea hacia el norte y hacia el

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sur quedó destruida por los desbordes del río, que también arrasó con los puentes.
El río Aconcagua se llevó una parte de los terraplenes a la altura de Curimón. El mismo río dejó
aislados por varios días a los habitantes del barrio El Boco, en Quillota.
El 11 de agosto se derrumbó en Valparaíso el tranque de Mena. Alrededor de las once de la
mañana, la inmensa masa de agua que se había almacenado en el tranque, principalmente con las
lluvias de los días anteriores, se desprendió de improviso de las altas faldas del cerro, bajando por la
quebrada Yungay, inundando y destrozando todo lo que encontró a su paso.
La negra y formidable avalancha de barro arrastró árboles, personas, chozas, animales, casas
de madera, enseres, puertas, ventanas, planchas de fierro, todo confundido en una mescolanza que
llegó al "plan" y se derramó por las calles y plazas.
Murieron alrededor de cincuenta personas, más de veinte quedaron heridas y hubo decenas de
damnificados. Las autoridades edilicias y el arzobispado solicitaron la ayuda del los vecinos. La "olla
del pobre" hizo comida para seiscientas personas. A los veintidós comerciantes damnificados se les
cancelaron ciento setenta y cinco mil ochocientos trece pesos, que fueron pagados por la aduana de
Valparaíso.
Por ley del 22 de agosto de 1888, se concedió a la municipalidad del Puerto un auxilio
extraordinario de doscientos mil pesos para invertir en los arreglos de las cauces y en el aseo de la
ciudad.
En Santiago este temporal fue de triste recuerdo. Desde el 5 de agosto una lluvia torrencial
había convertido en un mar de renegridas aguas al río Mapocho. Se temió no sólo por la seguridad
de los puentes, sino además, por la segundad de la ciudad.
El Presidente de la República, por ley del 13 de enero de ese año fue autorizado para invertir
hasta medio millón de pesos, por el término de tres años, para canalizar el río Mapocho. El ingeniero
encargado de la obra había comenzado en los meses de junio y julio, a socavar el emplantillado del
puente de "cal y canto", dejando sin defensas los machones que sostenían los arcos del extremo norte,
en caso de ataque de las aguas por un temporal. El 8 de agosto se había prohibido el tráfico de toda
clase de vehículos por el puente, por temerse que uno de sus arcos estuviese en mal estado.
El día 9 el río inundó el barrio norte de Santiago, entre las calles Loreto y Vásquez, derribando
las casas y ahogando a varias personas. El día 10 el río creció en tal forma que empezó a hundir los
puentes de "palo" y el de Ovalle, cortó la comunicación de los carros del ferrocarril urbano y derribó
uno de los machones del puente de "cal y canto", pocos minutos después que los guardianes habían
logrado despejarlo de la cantidad de curiosos que habían ido a presenciar el temporal. Pasado el
medio día, el ingeniero había dispuesto que los que ocupaban las casuchas ubicadas en el puente,
las abandonaran. En las primeras horas de la tarde, el Presidente Balmaceda acompañado de varios
ministros llegó a inspeccionar los destrozos que hasta el momento habían ocasionado las aguas del
río. A las cinco y cuarto de la tarde, una nube de polvo y un gran ruido anunciaron el hundimiento del
puente de "cal y canto" construido por el corregidor Zañartu.
El hundimiento del puente produjo una impresión extraordinaria en todo Santiago. Los que
presenciaron sus últimos momentos corrían al centro de la ciudad, temerosos de que se saliese el río.
Los que no lo habían presenciado, se acercaban a mirar de cerca el acontecimiento histórico.
El diario El Ferrocarril del 11 de agosto, señalaba en uno de los párrafos de crónica, sobre el
citado acontecimiento: "Así terminó tristemente su útil misión el monumental puente de Cal y Canto.
Ha caído en la brecha, después de prestar al vecindario los más importantes servicios y de presenciar
los más importantes acontecimientos históricos que han tenido por teatro la ciudad de Santiago. Un
capítulo más que agregar al de la grandeza y decadencia de las cosas humanas".
Las consecuencias inmediatas de la caída del puente fueron la falta de agua potable y de gas
en los barrios de La Cañadilla y Recoleta, debido a que se cortaron las cañerías que pasaban por el
puente. Ambos servicios se restablecieron a la semana siguiente.
La caída del puente de "cal y canto" tuvo eco en el pueblo, en la prensa y en el Congreso. Dos
personas murieron de la impresión: un vecino de la calle Zañartu, que padecía del corazón falleció

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al sentir el estruendo con que cayó y uno de los más ricos propietarios de La Cañadilla, que estaba
enfermo desde hacía algún tiempo, se agravó al saber la noticia y falleció días después. No hubo diario
que no lamentara el suceso. El Estandarte Católico y El Taller Ilustrado tocaron el tema editorialmente,
echando pestes contra el ingeniero y el Gobierno. En la Cámara de Diputados, en la sesión del sábado
11 de agosto, uno de los congresales tomó la palabra para tratar acerca de la mala dirección de los
trabajos de la canalización del río Mapocho.
Por ley del 14 de agosto se autorizó al Presidente de la República para que ocupara de losfondos
nacionales hasta la suma de dos millones novecientos mil pesos, por el término de tres años, en
canalizar el río Mapocho, sin perjuicio de gastar las sumas otorgadas en enero del mismo año.
El domingo 12, ya sin lluvias y con un espléndido sol de invierno, el puente fue objeto de la
curiosidad pública: nacionales y extranjeros concurrieron por millares a contemplar sus ruinas,
Por ley del 17 de agosto de 1888, se concedió un auxilio extraordinario a la municipalidad de
Santiago, por doscientos ochenta y un mil doscientos setenta y cinco pesos.
Un mes después se inauguraba el puente de la Recoleta.
También hubo daños en el puente de Lampa, se removió el zampeado de concreto, produciendo
su debilitamiento.
En San Fernando los desbordes del estero Antivero inundaron las poblaciones periféricas. En
Yumbel, el río Claro derribó una parte del puente del ferrocarril. En Talca se inundaron las rancherías
levantadas a orillas del estero. El río Cachapoal se desbordó destruyendo parte de la línea férrea, las
defensas, que eran de piedras de cantera y dejó intransitable el camino. En Concepción se inundó
gran parte del barrio La Puntilla, obligando a los damnificados a alojarse en los cuarteles de policía;
el río Bío Bío inundó otros sectores de la misma ciudad, destruyó y botó parte del tendido de líneas
telegráficas, interrumpiendo las comunicaciones con San Rosendo y Angol. En Tomé las aguas
subieron más de un metro en pleno centro de la ciudad y el río Collén arrasó con cincuenta y nueve
casas.
En el mes de agosto el Presidente fue autorizado para invertir hasta trescientos mil pesos, por
un período de sesenta días, para atender a los damnificados por las inundaciones; de esta suma, se
destinaron tres mil pesos para los damnificados de Atacama.
También hubo ayuda de los particulares: La compañía de zarzuelas dio una función a beneficio
en Santiago, y con los fondos obtenidos colaboró en el socorro de los afectados de Santiago y
Valparaíso. Valdivia abrió una subscripción para ayudar a Valparaíso. En Santiago se recogieron
erogaciones para las víctimas de Coquimbo y Copiapó. La Junta de Beneficencia funcionó en forma
ininterrumpida.
Los vecinos de Valparaíso hicieron una presentación firmada por más de doscientas personas,
con el objeto de que se tomaran medidas que evitaran nuevas inundaciones en la ciudad, que ocurrían
por los malos trabajos que se realizaban en los cerros y quebradas. Un profesor de resistencia de
materiales, puentes y ferrocarriles, de la Universidad de Chile, fue con sus alumnos a Valparaíso a
estudiar los desagües, caminos y otros y considerar la forma en que podían evitarse las inundaciones.
En el mes de diciembre, los fuertes calores provocaron rápidos deshielos en la cordillera que
causaron los desbordes de los ríos y la inundaciones de la ciudades y terrenos agrícolas.
En Vallenar, el río Huasco arrasó con las sementeras, edificios y ranchos. En La Serena, Tierra
Amarilla, Copiapó y Los Andes los desbordes de los ríos inundaron los terrenos agrícolas y las
poblaciones periféricas de cada una de estas ciudades. El río Aconcagua se desbordó en varios
sectores, causando destrozos en la agricultura. En Santiago, el río Mapocho destruyó las tomas de
las acequias frente a Providencia.

EPIDEMIAS ENTRE LOS AÑOS 1889 Y 1891

A principios de 1889 apareció en Iquique una fiebre eruptiva que atacaba tanto a los niños, como
a los adultos, siendo contados los habían escapado a la enfermedad, a mediados del mismo año.
Fue el "dengue", enfermedad epidémica, aparecida por primera vez en El Cairo de 1779.

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Después apareció en Filadelfia, Cádiz, Lima, Cuba, Bermudas, Calcuta, otra vez en Lima y en El
Callao. El estudio que se realizó de la enfermedad, determinó que el hacinamiento y la falta de higiene
causaron la explosión de la epidemia. La misma investigación señalaba que tiene características
semejantes a la alfombrilla, por el sarpullido eritematoso general que produce y también con la
influenza por el delirio moderado, dolores agudos en todo el cuerpo y escalofríos. Por lo general, la
enfermedad dura alrededor de tres días y termina favorablemente, con una convalecencia más bien
lenta, escasas complicaciones y sin defunciones.
Por estas características, seguramente, no se encontraron registros estadísticos de la epide-
mia.
Entre 1859 y 1860 fueron llevados al Perú, centenares de canacas de la Isla de Pascua con el
fin de venderlos para trabajos en las guaneras y en las minas. Años más tarde, estos pascuenses
fueron devueltos a la isla. Se estimó que de los mil doscientos o mil quinientos nativos que fueron
llevados por la fuerza al Perú, se devolvieron no más de cien, y de éstos últimos alrededor de cincuenta
murieron de viruela durante la travesía, y el resto llevó el germen de la epidemia a Pascua.
Los estudios realizados señalan que la lepra fue importada a la Isla de Pascua por una familia
de tres nativos repatriada desde Tahití, en 1889, en la corbeta Pilcomayo. Por ignorancia y falta de
auxilios, se extendió el mal.
Los primeros meses de 1890 una epidemia de influenza azotó a las ciudades de Valparaíso,
Santiago, Rancagua, San Fernando, Curicó, Talca, Chillan llegando hasta las tierras de la Araucanía.
Santiago fue la ciudad donde más se propagó, registrándose alrededor de ciento cincuenta mil
enfermos y en algunos días, llegaron a ser veinte mil las personas postradas en cama.
La influenza, lo mismo que la viruela y la fiebre amarilla se produce por virus. La malignidad de
la enfermedad se tradujo en graves convalecencias y crecido número de defunciones. Las aprecia-
ciones de los médicos de la época estimaron que sólo en Santiago, el año 1890, fueron del orden de
mil los fallecidos, alcanzando el 26 de marzo, el mayor índice, con setenta y dos personas, en
veinticuatro horas, el doble de lo normal para la ciudad en ese período. Las estadísticas hospitalarias,
en relación a la influenza señalan que en 1892 fallecieron ciento dieciocho personas; en 1893,
fallecieron ochocientas veinticinco y en 1896, murieron ochocientas ochenta y cuatro personas.
La viruela tuvo un nuevo incremento en 1890, después que en 1889 casi se había extinguido,
con sólo doscientos noventa y cuatro fallecidos.
En los últimos días de 1889 llegaron a Talcahuano dos vapores con grandes cantidades de
inmigrantes españoles, a muchos de los cuales se les declaró la enfermedad durante la travesía. Los
buques no fueron sometidos a cuarentena y tampoco se aisló a la gente, ni se desinfectó su equipaje.
La consecuencia fue la propagación del flagelo por gran parte del territorio; Concepción fue la más
afectada.
El Gobierno fue autorizado, por ley del 13 de agosto de 1890, para invertir hasta ochenta mil
seiscientos cincuenta pesos en combatir la epidemia que se desarrolló en San Felipe, Los Andes,
Putaendo, Petorca, Melipilla, Santiago, Buin, San Fernando, Curicó, Talca, Molina, Parral, Linares,
Loncomilla, Chillan, San Carlos, Bulnes, Cauquenes, Quirihue, Los Angeles, Angol, Collipulli,
Traiguén, Concepción, Talcahuano, Coronel, Lota, Tomé, Florida, Yumbel, Lebu, Arauco, Ancud y
Quinchao, otorgándosele veinte mil pesos a Concepción.
En resumen, fallecieron a causa de la viruela, seis mil setecientas setenta y seis personas en
1890 y seis mil doce personas en 1891. A consecuencias de la revolución de 1891, los muertos no
alcanzaron a tres mil, entre los Ejércitos revolucionario y gobiernista, en las batallas de Chorrillos y
Miradores.
En esos años se estrenó un nuevo modelo de instrumento para vacunar, el "vaccinosthylo" o
plumilla, que no sólo era sencilla en su construcción y manejo, sino que además se vacunaba aun sólo
individuo con cada pluma, alejando, por este medio, el temor al contagio.
En 1889 entró en erupción el volcán Peteroa, produciendo enormes cantidades de cenizas que
cubrieron todos los campos vecinos.

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En año 1890 se desbordó el río Cachapoal, arrasando los terraplenes que habían sido reforzado
en 1885; se destruyó parcialmente el camino y se interrumpió la línea férrea.

SISMO EN COPIAPO EL AÑO 1890

El 19 de septiembre de 1890 se sintió un fuerte temblor en Copiapó. La mayoría de las


propiedades tuvieron algún tipo de daños; en las minas del sector se derrumbaron todos los ranchos.

INCENDIOS EN 1891

A consecuencias de la revolución de 1891, hubo varios incendios desastrosos. El 5 de febrero


de ese año, se produjo un incendio en Pisagua, causado por una bomba que se lanzó desde el vapor
Cochrane. Se incendió un depósito de salitre ubicado en el lado norte de la población.
Entre el 18 y eM9 de febrero los disparos entre los bandos revolucionarios y gobiernistas
ocasionaron un incendio en Iquique. El fuego se inició por un costado del edificio de la aduana, que
estaba lleno de salitre; se quemaron cuatro manzanas de viviendas.
En Valparaíso, la noche del 28 de agosto, los soldados de las tropas revolucionarias provocaron
grandes incendios, los que unidos al saqueo de las casas, negocios de licores y otros establecimientos,
dejaron grandes devastaciones y pérdidas. Un almirante alemán calculó que quedaron trescientos
muertos. Otros los hicieron llegar a quinientos. El cónsul alemán en Valparaíso, en carta dirigida al
Canciller del Imperio, señaló que hubo quince incendios y pérdidas del orden de los dos millones de
pesos. El diario La Unión, de Valparaíso estimó que el valor de los daños fue de dos millones setenta
y cinco mil quinientos ochenta y nueve pesos y sesenta centavos, que perjudicaron a chilenos,
españoles, italianos, franceses, alemanes, portugueses, ingleses, griegos, del Imperio Celeste, suizos
y peruanos.
En 1890 se produjo un incendio en Antof agasta que redujo a cenizas el único teatro de la ciudad,
además de algunas casas colindantes. Mas de un año estuvo sin sala de espectáculos la población.
El 10 de enero de 1891 se produjo otro incendio en Antofagasta que dejó un saldo de más de
dos manzanas de edificios reducidos a cenizas y pérdidas del orden de los doscientos mil pesos. El
fuego se inició en una casa de la calle Condell; el fuerte viento y la escasez de agua, que obligó a los
bomberos a sacarla de todos los pozos de los alrededores y a la policía a proporcionar la que tenían
para el riego de los jardines y para los abrevaderos de los caballos, llevó las llamas hasta el almacén
de municiones del ejército, que estallaron como fuegos artificiales. Quedaron más de treinta familias
sin viviendas; cafeterías, depósitos de licores, de frutos del país y otros establecimientos comerciales
reducidos a cenizas.

FRENTES DE MAL TIEMPO EN 1891

Un frente de mal tiempo en los primeros días de julio de 1891 produjo una fuerte nevazón en

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Yumbel, Quinta y en varios poblados de la semicordillera, muriendo de frío, por lo menos, una persona.
El 21 del mismo mes, nevó entre La Ligua y Rancagua; en Santiago ésta fue copiosa, duró seis horas,
se desprendieron alambres telefónicos y telegráficos, cayeron un sinnúmero de postes y ramas,
suspendiéndose parte del tráfico.
Hacia el norte, los ríos Huasco, Coquimbo, Liman y Choapa tuvieron crecidas devastadoras,
convirtiendo en pedregales los terrenos agrícolas.
En octubre del mismo año 1891, se produjo una gran avenida del río Maule; arrastró todos los
terrenos arcillosos y arenosos que constituían la barra del río y la punta de Quivolgo, abriendo un cauce
de setecientos y más metros de ancho, en el que sondaba hasta diez metros de profundidad. Con los
materiales arrastrados se formó un gran banco en pleno océano, separado de la costa por dos canales,
uno dirigido al norte y otro al suroeste.

PLAGA DE LANGOSTAS EN 1891,1892 Y 1893

Afines de 1891 se produjo una plaga de langostas en las provincias de Bío Bío, Cautín y Valdivia
que talaron los pastos, chacras, deshojaron las viñas, picaron las sementeras de trigo y de centeno
hasta los faldeos de la cordillera.
Los insectos desaparecieron durante el invierno de 1892 y volvieron a reaparecer en el verano,
terminando la plaga con las lluvias que se produjeron a fines de enero de 1893. Asolaron los
sembrados entre Cautín y Quepe, los de Mulchén, los de Rere, de Tomé, Victoria y Copiapó. En
algunos lugares, como en Mulchén, la plaga no sólo hizo estragos en los campos, sino que también
llegó al pueblo, donde niños y adultos mataban las langostas a escobazos, con la colaboración de las
gallinas y diucas que también las perseguían.

SEQUÍA DE 1892

El año 1892 fue seco, por lo menos desde Illapel al sur. Las noticias de la época indican que
casi no hubo nieve en la cordillera, a la altura de la zona central; hubo escasez de pastos, en
noviembre, las sementeras de la zona de Illapel se secaron, ya que no cayó ni una gota de agua en
el invierno. Problemas más o menos similares se registraron en Quillota, Melipilla, Casablanca, San
Carlos y Puerto Montt.

INUNDACIONES EN PUERTO MONTT EL AÑO 1893

Los aguaceros que se produjeron en enero de 1893 en la zona de Puerto Montt, causaron
estragos en la ciudad y dejaron intransitables los caminos, en gran parte de la provincia. Los leñadores
que vivían en las riberas del curso superior del río Puelo, debieron abandonar el lugar, con sus familias,
ya que las viviendas quedaron completamente destruidas por las grandes avenidas del río; el problema
afectó principalmente, a los grupos que habitaban las cercanías de la lagunas de Tagua Tagua, los
que emigraron en busca de sustento a otros lugares.

136
ERUPCIONES DE LOS VOLCANES HUEQUI Y CALBUCO EN 1893

En 1893 entraron en erupción los volcanes Huequi y Calbuco. El Huequi empezó la erupción
arrojando vapores, en forma intermitente, luego lava fundida que desbordó por su ladera norte,
formando un reguero del que se desprendían vapores incandescentes. El río del mismo nombre se
embancó con la materias arrojadas dejando a las goletas que embarcaban alerce, sin poder
remontarlo. La lluvia de cenizas que invadió parte de la región chilena, llegó hasta zona del río Chubut,
en Argentina. La erupción terminó en 1895, con abundantes emanaciones de humo.
El Calbuco entró en erupción en la segunda quincena de marzo de 1893, fecha en que se
divisaron las primeras columnas de humo; terminó su fase eruptiva en 1895. En ese lapso de tiempo
en reiteradas ocasiones, sus cenizas cubrieron Puerto Montt, Calbuco, Pargua, Maullín, Ancud,
Chacao, Osorno y pequeños poblados de Chibé. Las lluvias de cenizas duraban varias horas,
obligando a los habitantes de los lugares señalados, a encender las luces en pleno día, ya que en
reiteradas ocasiones la oscuridad fue completa. A partir de febrero de 1894, empezaron a morir
muchos animales vacunos en la región, a los que al hacerles la autopsia se les encontró que tenían
cantidades de cenizas en el esófago y muchas veces, éste estaba carcomido o traspasado por
acciones causticas o corrosivas. Uno de los sectores más damnificados fue el de la Ensenada del
Reloncaví, donde murieron casi todos los animales vacunos, con el consecuente deterioro económico
para sus dueños.

VIRUELA DE 1892 Y 1893

La viruela seguía preocupando a las autoridades de Gobierno y a los médicos. En 1892 se


tomaron diversas medidas para disminuir la epidemia: por ley de 1 de septiembre de ese año se
crearon el Consejo Superior de Higiene Pública y el Instituto de Higiene, dependientes del ministro del
Interior. Ese año se practicó la vacunación en Punta Arenas. Por leyes del 25 de julio y del 3 de
diciembre, se pusieron a disposición del Ejecutivo, hasta veinte mil pesos en el primer caso, y hasta
cincuenta mil pesos en el segundo, para la atención de lazaretos y variolosos. Ese mismo año, se
declaró de utilidad pública, mediante ley del 24 de septiembre, los terrenos por donde corren las aguas.
A pesar de estas medidas, las cifras de defunciones por viruela alcanzaron en 1892 a cuatro mil
sesenta y dos personas y en 1893 a tres mil ochocientos tres personas.
El mismo año 1892 se aprobó, por ley del 17 de septiembre, un gasto de hasta cincuenta mil
pesos para prevenir el cólera, y al año siguiente, se concedió al Ejecutivo, mediante ley del 4 de
septiembre, autorización para gastar hasta otros cincuenta mil pesos en evitar la propagación de esta
lii epidemia.

•. . -
üi m INCENDIO EN PUNTA ARENAS EL ANO 1894
ü1
Un gran incendio de bosques se produjo en Punta Arenas el 19 de febrero de 1894, que dejó
cuatro muertos y de diez a doce hectáreas de bosques destruidos. Veintitrés familias quedaron en la
indigencia al quemárseles las viviendas, los aserraderos y gran cantidad de maderas. El fuego,
ayudado por el fuerte viento huracanado hizo prácticamente imposible la labor de salvamento.

137
INCENDIOS EN LA FABRICA DE CARTUCHOS DE SANTIAGO EN 1894 Y 1895

Diez muertos y varios heridos quedaron en la fábrica de cartuchos y maestranza de artillería,


en Santiago, a raíz de un incendio, el 9 de marzo de 1894.
Se produjo una explosión cuando se encontraban trabajando, tres hombres y siete niños, bajo
la dirección de un maestro, en la extracción de pólvora y plomo de veinte mil cartuchos. Se supuso que
algunos de los muchachos agitó con más fuerza de la conveniente la aguja en el interior de la vainilla,
lo que hizo estallar el fulminante, comunicando el fuego a la pólvora y produciendo la explosión en
forma instantánea.
Volaron: el techo de la habitación, los techos de los edificios colindantes, parte del corredor,
parte de la muralla de cal y ladrillos; se rompieron todos los vidrios del edificio y la maquinaria situada
al lado del sitio de la explosión quedó totalmente despedazada. Las personas quedaron calcinadas
y sus restos mezclados con los de las máquinas y edificios. Hubo diez muertos, dos heridos y dos
contusos. Entre los muertos había dos hijos de trabajadores de la misma fábrica; los dos heridos fueron
los padres de estos niños, quienes trataron de salvarlos.
El fuego se apagó, en gran parte, con un bombín para extinción que existía en la maestranza
y con la colaboración de los bomberos.
Concurrieron al lugar del siniestro, el ministro de Guerra, el intendente y jefes del Ejército. El
Gobierno dispuso que se concediera a los herederos forzosos de la víctimas, una pensión correspon-
diente a la cuarta parte del sueldo mensual de que gozaba un soldado y a la viuda del mayordomo,
una pensión correspondiente a la cuarta parte de un sargento segundo.
Por ley Na258, del 19 de enero de 1895, se autorizó al Ejecutivo para invertir hasta diez mil pesos
en oro, en auxiliar a los ciudadanos chilenos residentes en Mendoza, con motivo de los temporales
que habían ocurrido en esa ciudad del país hermano.
El 8 de mayo de 1895 se produjo un nuevo incendio en la fábrica de cartuchos, ocasionada en
la misma forma que la del año anterior. Quedaron seis heridos y quemados con la explosión y voló
parte del galpón. El fuego fue combatido con baldes de agua, en el primer momento y luego se
extinguió gracias a la acción de los bomberos. Los heridos fueron atendidos en la penitenciaría.
Concurrió el Presidente de la República al sitio del suceso, acompañado de varios ministros. Se
dispuso, por parte del Gobierno, una ayuda a los familiares de las víctimas, similar a la otorgada en
1894. Posteriormente, por ley NQ1318, del año 1900, se autorizó al Ejecutivo para invertir veintiún mil
cuatrocientos setenta pesos y treinta y seis centavos en trabajos en el Zanjón de la Aguada, para
impedir inundaciones en la fábrica de cartuchos y volver a habilitarle la turbina.

INCENDIO EN EL EDIFICIO DEL CONGRESO EL AÑO 1895

Alrededor de la diez y media de la noche del 17 de mayo de 1895 se produjo un incendio en el


edificio del Congreso, en Santiago, que consumió casi todo el mobiliario, gran parte de la biblioteca,
de los archivos y las oficinas de la Dirección de Obras Públicas.
El palacio del Congreso Nacional había sido inaugurado el 1 de junio de 1876, bajo la
Presidencia de Federico Errázuriz. Era el edificio más hermoso de Santiago y el que más llamaba al
atención por su arquitectura.
El mobiliario que se perdió había sido traído casi todo de Europa, lo mismo que las lámparas
y las estatuas de mármol de Sócrates y David que adornaban el gran salón central.
La biblioteca había empezado a formarse desde hacía ocho o diez años y tenía un servicio de
canje con parlamentarios de Paris, Londres, Berlín, Leipzing, Madrid, Nueva York y estaba suscrita
138
a diarios de casi todo el mundo. Los volúmenes encuadernados eran más de doce mil; sólo se salvaron
unos pocos, truncos, medios quemados y mojados. El archivo de la Cámara de Diputados se salvó
totalmente y se trasladó provisoriamente a la Biblioteca Nacional.
También se quemaron las oficinas de la Dirección de Obras Públicas, que a la sazón ocupaban
casi todo el segundo piso; se perdieron los trabajos de ferrocarriles, planos de puentes, dibujos de
arquitectura, etc.
El fuego empezó, aparentemente, en el sector de la Cámara de Senadores, donde se realizaban
trabajos durante todo el día y se encendían estufas hasta en la noche. El anuncio del incendio lo
efectuó uno de los guardias; luego, los bomberos lo dieron a conocer a la población mediante el toque
de campanas, lo que hizo concurrir a un gran número de público, a pesar de la hora.
Poco después que los bomberos dieron la alarma, el fuego ya se había propagado desde el
punto de origen convirtiendo todo el segundo piso, por calle Morandé, en una hoguera; luego continuó
por calle Compañía y siguió por el costado de la calle Bandera. A las tres y media de la mañana todo
había sido devorado por el siniestro.
Entre los espectadores estaban el Presidente de la República y otras autoridades.
Por ley Nfi324, del 28 de diciembre de ese mismo año, se pusieron los primeros fondos -
quinientos ochenta y cinco mil pesos - para iniciar la reconstrucción en el mismo lugar.

MAREJADAS EN EL NORTE EL ANO 1895

Fuertes temporales acompañados de grandes marejadas se produjeron en junio de 1895, entre


Arica y Vallenar. Hubo daños en los muelles de Arica, Tocopilla, Cobija, Chañaral, Vallenar e Iquique,
al mismo tiempo que se hundieron faluchos y embarcaciones pequeñas.

INCENDIO EN CASTRO EN 1895

El 13 de julio de 1895 se produjo un incendio en Castro que redujo a cenizas una parte de la
ciudad. El juzgado, el correo, la escuela de niñas, las oficinas de la vacuna, almacenes y edificios
valiosos quedaron reducidos a escombros y cenizas. El fuego se propagó al barrio central, el más
importante de la ciudad, al mismo tiempo que consumió viviendas de personas humildes. Por lo menos
quince grupos familiares quedaron en la más absoluta indigencia, las autoridades debieron proporcio-
narles alimentos diariamente. Las pérdidas se calcularon en doscientos mil pesos. El tesorero, en
primera instancia puso a disposición de la autoridades quince mil pesos; luego el Ejecutivo presentó
un proyecto de ley para otorgar diez mil pesos en ayuda.

TEMPORALES DE 1895

En los primeros días del mes de agosto de 1895 se desató un temporal que abarcó desde Curicó
hasta Temuco dejando daños de consideración en puentes, caminos, vías del ferrocarril, viviendas y
terrenos de cultivo, tanto a consecuencia de las lluvias y el viento, como de las crecidas de los ríos.
Curicó se inundó en las poblaciones periféricas y en el centro de la ciudad, quedando aislada

139
de los fundos cercanos, a consecuencias de los caminos intransitables; ésto produjo escasez de
alimentos por varios días.
En los Angeles se inundaron todas la poblaciones alejadas del centro. En Chillan se volaron
los techos; la murallas quedaron humedecidas y desplomadas; el río Nuble arrastró con animales,
ranchos y maderas.
En Concepción se desbordaron los ríos Bío Bío y Andalien, inundando la viviendas por decenas
y el matadero municipal. Traiguén también sufrió serias inundaciones, y en Victoria el agua subió más
de cincuenta centímetros anegando los locales comerciales y todas la viviendas.
En Temuco los daños principales fueron en las comunidades indígenas de Pichi Temuco.
La vía férrea hacía el sur se interrumpió en San Rosendo, Linares, Teño, Quinta. En algunos
sectores, fue a consecuencia del derrumbe en cerros reblandecidos por el exceso de agua y en otros
debido a inundaciones por la crecidas de los ríos, ya que casi todos se desbordaron.
El Presidente de la República fue autorizado por ley N91232, para invertir hasta la suma de cien
mil pesos en las reparaciones más urgentes en las ciudades y poblaciones dañadas, a consecuencias
de estos temporales.
El año 1895 se decretó que los vapores provenientes de Brasil y de Argentina fueran sometidos
a cuarentena, con el objeto de prevenir la epidemia de cólera, al mismo tiempo que se controlaron los
pasos cordilleranos. El año anterior, por ley Nfi162, se había autorizado al Ejecutivo para gastar hasta
treinta mil pesos en la adopción de medidas para precaver dicha enfermedad.

EPIDEMIA DE VIRUELA ENTRE 1894 Y 1896

La epidemia de viruela, aunque bajó los índices de mortalidad en 1894, siguió preocupando al
Ejecutivo. Ese año, por leyes 155,189 y 223 se autorizó al Presidente de la República para girar hasta
un total de cincuenta y seis mil pesos en atender lazaretos, variolosos y en la prevención de
enfermedades infecciosas. En 1894 perecieron un total de dos mil trescientas treinta y tres personas
a causa de este flagelo. Al año siguiente, murieron dos mil cuarenta y ocho personas por la misma;
el Ejecutivo fue autorizado para gastar hasta cincuenta mil pesos en evitar la propagación de las
enfermedades infecciosas y en el sostenimiento de lazaretos, de acuerdo a la ley Na259, del 2 de
febrero. En 1896 los índices de mortalidad, como consecuencias de la epidemia bajaron a ochocientas
diez personas. Se incentivó la vacunación, entregando premios a los mejores vacunadores, destacó
en su Memoria, el ministro del Interior.

INCENDIO EN PUNTA ARENAS EL AÑO 1896

El 19 de febrero de 1896 se produjo un gran incendio en Punta Arenas. Más de treinta familias
fueron afectadas por el siniestro, pereciendo muchas carbonizadas.
El fuego se inició en los bosques que circundaban la ciudad. Los estancieros rozaban a fuego
los que quedaban dentro de sus hijuelas. En esa ocasión, el fuerte viento propagó las llamas hasta
la ciudad, invadiendo la zona entre los ríos Minas y Seco. Se cortaron las comunicaciones con los
colonos nacionales y suizos, ubicados al pie de las cerranías que quedaban a espaldas de la ciudad,
hallándose la población en peligro de ser arrasada por las llamas.
El siniestro fue atacado por los bomberos, los vecinos y las autoridades, pero lo que más ayudó
a su extinción, fue la lluvia que se produjo en los días siguientes.

140
INCENDIOS FORESTALES EN CHILOE CONTINENTAL EN 1896

El doctor Juan Steffen, encargado por el ministerio de Relaciones Exteriores, Culto y Coloniza-
ción de reconocer la región hidrográfica del río Puelo, encontró en su viaje, realizado entre enero y
marzo de 1896, grandes extensiones de terrenos cubiertos de palos carbonizados, al sur este del cerro
de la Observación, y el cerro Pelado. En los lagos superiores del río Puelo encontró coligues, maquis
y arbustos bajos que habían vuelto a crecer en el suelo del monte incendiado. Encontró indicios
recientes de quemas en los bordes del lago Superior y entre éste lago y el Inferior se encontró con un
incendio en evolución, a tal punto que todo ese valle estaba envuelto en un espeso humo. Entre los
ríos Manso y Puelo encontró rastros de bosques quemados unos diez años antes y remontando el río
Puelo, a la altura del PrimerCorral, bosques de cedros destruidos por los incendios. Recuerda también
Steffen, en su informe, que tanto del doctor Fonk, en 1856, como Guillermo Cox, en1859, encontraron
trozos de maderas quemadas, el primero en el valle del río Puelo y el segundo en la boca del Seno
del Reloncaví. Asimismo, al explorar el río Aisén, entre diciembre de 1896 y abril de 1897, encontró,
a la altura de la isla Las Flores, una quema de bosques que había sido originada por colonos que se
habían internado en el valle desde el lado argentino.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN YATE EN 1896

En el Mercurio del Valparaíso del 10 de agosto de 1896, se publicó un artículo extracto del
periódico La Ley, referido al Yate, señalando que "después del Calbuco, es el Yate el volcán que a no
estar concretado el país en la solución del gran problema eleccionario, habría llamado poderosamente
la atención". Agregaba la información que "yace el volcán Yate en las cordilleras de la parte continental
del departamento de Carelmapu y ha estado en actividad durante todo el verano pasado. Hacia los
primeros días de julio, las erupciones de humo y cenizas fueron más frecuentes y densas, hasta el
extremo de que éstas cubrieron la vegetación pastosa y enturbiaron al mismo tiempo las aguas, los
animales presas del hambre y la sed, amenazaron morir. Era que la cadena de montañas por donde
circulaba la masa ígnea, ahuecada por el trabajo plutónico de tantos siglos, comenzaba a ceder en los
puntos más débiles".
Agregaba la información que "la montaña se hundió en una extensión de cincuenta leguas, dicen
los vecinos de aquella región y que dentro del hundimiento se vació una gran laguna y penetró el mar.
La superficie del mar en más de veinte leguas estaba cubierta de árboles de las montañas hundidas
y los habitantes de las islas Huar, Puluque, Quenu, Tabón y Calbuco habían cogido muchos árboles.
Las lluvias han sido torrenciales y ha habido pequeños derrumbes".
El 20 de julio del mismo año, había publicado El Mercurio una información procedente del Correo
de Valdivia del 14 del mismo mes, que daba a conocer que por derrumbes del volcán Yate, situado
en la desembocadura del Reloncaví, en días anteriores se habían cubierto los potreros del mismo
nombre, arrasando tres casas, pereciendo ocho personas y ciento ochenta animales.

INUNDACIONES EN 1896

El 11 de agosto de 1896 comenzó un temporal en la zona central que provocó el desbordamiento


del río Cachapoal, entre la estación del ferrocarril y Peumo, obligando a los habitantes de la zonas

141
aledañas a arrancar con lo que tenían puesto; las aguas arrastraron con los cercos, planteles,
sementeras de trigo y viviendas. El pueblucho de La Ratonera desapareció casi en su totalidad, lo
mismo que el Monte San Lorenzo.
Hacia el sur, el temporal ocasionó daños en la vía férrea entre Osorno y La Unión. Victoria y
Traiguén también sufrieron las consecuencias del viento y la lluvia, inundándose sectores poblados
y de cultivo de ambas localidades.

SISMO EN CONCEPCIÓN EL AÑO 1898

El 23 de julio de 1898 se sintió un semiterremoto en la zona de Concepción, que dejó algunos


heridos por la caída de cornisas y daños diversos en diferentes localidades.
El movimiento sísmico ocasionó agrietamientos en las murallas del liceo, en el convento de los
escolapios, en la cárcel y en el banco de Chile. El remezón hizo que las campanas de la iglesia tocaran
solas.
En Talcahuano se derrumbó una casa sin ocasionar víctimas. Resultaron dañados el hospital,
el cuartel de artillería y la cárcel: se "rasgaron" los cercos de la aduana y la maestranza. En las boticas
se quebraron la mayoría de los frascos, ocasionando grandes pérdidas a sus dueños.
En Quellón y Florida se derrumbaron algunas casas. Los cerros vecinos a Tumbes se agrietaron
profundamente. También hubo daños menores en Rere, Yumbel y Santa Juana.
El intendente, en su informe al Gobierno central, presidido por Federico Errázuriz Echaurren,
daba cuenta que alrededor de veinticinco mil personas habían dormido en la calle, la noche del sismo,
portemor a nuevos movimientos más catastróficos y que los daños se calculaban sobre los quinientos
mil pesos.
En Cauquenes, Chillan, Bulnes, Yungay, San Rosendo, Mulchén y Angol hubo sólo daños de
menor consideración. /•

INCENDIO EN ANCUD EN 1899

El 13 de agosto de 1899 se produjo un incendio que redujo a cenizas todo un barrio de Ancud.
Quedaron alrededor de noventa casas destruidas y más de quinientas personas sin hogar. Aparen-
temente, el fuego se inició casualmente en una casa particular, propagándose, impulsado por el viento,
a los edificios y viviendas colindantes. Las calles Pudeto, Ramírez, Maipú, Errázuriz y Las Meras
fueron las afectadas.
Las familias más acomodadas auxiliaron en sus casas a los amigos; las familias de más escasos
recursos fueron hospedadas en las escuelas. Las pérdidas se calcularon en doscientos mil pesos.

VIRUELA A FINES DEL SIGLO XIX

Las campañas de vacunación contra la viruela fueron dando resultados positivos en los últimos
años del siglo XIX, que se tradujeron en bajos índices de mortalidad. En 1897 fallecieron cuatrocientas
setenta y nueve personas; en 1898, murieron trescientas treinta y en 1899, fallecieron sólo nueve.

142
En 1897 se volvió a premiar a los mejores vacunadores. Al año siguiente se destaca en el
Anuario del ministerio del Interior que el sistema implantado en Chile, de vacuna animal glicerinada
y la inoculación a domicilio habían sido adoptadas también en Inglaterra.
En 1899 se autoriza al Ejecutivo para gastar hasta diez mil pesos en combatir la epidemia de
difteria.
El 7 de febrero de 1899 se publicó la ley NS1197, sobre obligaciones de los médicos que asistían
enfermedades infecciosas. Se establecía que éstos estaban obligados a dar parte al Consejo de
Higiene de la localidad y en caso de no existir, a la municipalidad respectiva. La declaración debía
efectuarse por escrito, señalando la enfermedad, el número de personas afectadas y el lugar de su
residencia. Estaban obligados a declarar el cólera morbus, la fiebre amarilla, la peste bubónica, la
difteria, la viruela, el tifus, la escarlatina y la lepra. La contravención a esta ley era penada con una
multa de diez a cincuenta pesos.

TEMPORALES DE 1899

En 1899 los temporales que se iniciaron a fines de mayo y duraron, con breves intermitencias,
hasta fines de agosto, produjeron daños de todo tipo desde Iquique hasta Osorno.
El primer frente de mal tiempo causó estragos en Concepción, a consecuencias de los
desbordes del río Bío Bío que entró más de tres cuadras por la ciudad, frente a la estación del ferrocarril,
inundando todas las viviendas del sector. Se produjeron derrumbes que interrumpieron el tráfico de
trenes y dañaron los caminos, dejando aislada la ciudad por algunos días.
Después de cuatro días de bonanza, nuevamente las lluvias ocasionaron daños en Ovalle, San
Felipe, Quillota y La Ligua; en la primera quedaron murallas avenadas y en las tres últimas, se
produjeron, inundaciones por las crecidas de los ríos Aconcagua y La Ligua.
A mediados de junio, otro frente de mal tiempo afectó desde Vallenar a Osorno, produciendo,
además, fuertes marejadas en Tocopilla, Antofagasta y Chañara!; ésta última quedó con el muelle
fiscal deteriorado y con las casas ubicadas cerca del mar, destruidas.
En Vallenar cayeron copiosas nevadas. En Santiago, las aguas del río Mapocho crecieron
peligrosamente, amenazando la ciudad. Concepción volvió a tener daños de todo tipo. Del río Bío Bío
se desprendió un brazo de agua, con la crecida, que destruyó el puente Pailligüe. Se anegó San
Rosendo, con la estación incluida, interrumpiéndose el tránsito de trenes; decenas de familias
quedaron sin hogar. También se interrumpió la línea férrea a las alturas de Coronel y de Osorno. La
Laja quedó en ruinas por las inundaciones, los moradores del pueblo tuvieron que arrancar a los cerros,
sin ropa y sin tener que comer. En Coronel perecieron ahogadas varias personas. En Valdivia, el río
Calle Calle dejó media ciudad bajo el agua. En Mulchén se inundaron las dos terceras partes del
pueblo. En Osorno se ahogaron varias personas a consecuencias de las crecidas de los ríos Dama
y Rahue; hubo daños en la ciudad, principalmente porque las paredes revenidas se agrietaron y
algunas cayeron y en los campos por la destrucción de cercas y pircas.
Nuevamente, el 1 de agosto, a consecuencias de otro extenso frente de mal tiempo hubo
bravezas y fuertes marejadas en el mar, que esta vez ocasionaron daños en el molo, muelles y
malecones de Iquique; también hubo destrozos en el camino a Cavancha y se deterioraron los corrales
en El Morro. Una situación similar se vivió en Antofagasta.
En Santiago la fuerte lluvia produjo inundaciones en los barrios Matadero, Chuchunco,
Matucana y San Miguel; decenas de viviendas quedaron en el suelo y otras tantas con las murallas
dañadas.
Las crecidas del río Aconcagua causaron inundaciones en San Felipe y las de río Putaendo en
el pueblo del mismo nombre. En Viña del Mar se inundó la población Vergara. En Limache, La Ligua

143
TER^MOTOS. MABEIVIOTOS(TSÜMAIVHS) Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS -
SIGLO XIX

143-A
Escala 1:8.000.000
INUNDACIONES Y SEQUÍAS I- SIGLO XIX

Escala 1:8.000.000 143-B


EPIDEMIAS. EPIZOOTIAS, PLAGAS Y HAMBRUNAS - SIGLO XIX

143-C
Escala 1: 8.000.000
INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES - SIGLO XIX

Escala 1:8.000.000 143-D


y Buín se derrumbaron decenas de viviendas.
A mediados de agosto los temporales de lluvia fueron acompañados de fuertes nevadas en
Angol.
Concepción tuvo daños, inundaciones y derrumbes en casi todos los sectores; los ríos Bío Bío
y Andalien se desbordaron.
La vía férrea hacia el sur tuvo interrupciones a la altura del río Maule, que cortó el terraplén de
acceso; el río Longaví que socavó los machones centrales; de Yumbel, por desbordes del río Claro,
y del río Tinguiririca que destruyó la línea a la altura del cerro Centinela.
Los temporales se extendieron al norte, a partir del 18 de agosto, provocando aluviones e
inundaciones en los fundos e hijuelas ribereñas del río Limarí, en Ovalle; destrozos diversos en
Andacollo, La Cumbre, Pejerreyes e Higuerita.
Por ley N 9 1232 se autorizó al Ejecutivo para invertir hasta cien mil pesos en las reparaciones
más urgentes de la ciudades y poblaciones, y por ley N91240, se le autorizó para invertir hasta ciento
cincuenta mil pesos en la atención de socorros, incluido alimentos, para las familias de la poblaciones
inundadas. Se encargó a la Junta de Beneficencia la distribución de ayuda en cada localidad.

144
SIGLO XX

Los terremotos han sido las catástrofes más impactantes entre 1900 y 1992. Los del 21 y 22
de mayo de 1960 fueron los que abarcaron el área geográfica más extensa del país, losxjueprpdujeron
el mayor deterioro en la economía e infraestructura y uno de éstos, el de mayor magnitud registrada
instrumentalmente en el mundo, ocho tres cuartos de grado en la escala de Richter. El del 24 de enero
de 1939, fue el que ocasionó el mayor número de víctimas, con cinco mil seiscientos ochenta y cinco
muertos registrados oficialmente. El del 16 de agosto de 1906 y los incendios provocados por los
movimientos telúricos dejaron a gran parte de la ciudad de Valparaíso en el suelo.
Otros sismos catastróficos fueron los terremotos y maremotos del 4 de diciembre de 1918 y del
10 de noviembre de 1922; el terremoto del 1 de diciembre de 1928; los sismos del 1 de abril de 1946
y del 5 de noviembre de 1952, en las islas Aleutianas y en la península de Kamchatka, respectivamen-
te, que ocasionaron maremotos destructores en las costas chilenas; el del 6 de mayo de 1953; el del
4 de septiembre de 1958, el del 28 de marzo de 1965; el del 8 de julio de 1971, y el del 3 de marzo de
1985.
De las epidemias, la viruela y el tifus exantemático fue ron lasque originaron más víctimas, hasta
1924, la primera y hasta 1950, el segundo, en que las campañas de vacunación, las mejores
condiciones higiénicas y la invención de los insecticidas las controlaron o evitaron. Mención especial
merece la influenza, que según los antecedentes del Instituto Nacional de Estadísticas causó
doscientas ochenta y cinco mil seiscientas dieciséis defunciones entre 1900 y 1976, con caracterís-
ticas epidémicas los años 1918 a 1920, 1923,1929,1933,1957, 1963 y 1976. Otras que atacaron
a la población localizadas en cortos períodos de tiempo o en áreas geográficas restringidas fueron la
fiebre amarilla de 1912; el tracoma de 1916; el alastrim de 1950; las fiebres palúdicas exterminadas
en 1945; todas tuvieron altas tasas de morbilidad, pero bajos índices de mortalidad. La peste bubónica
apareció, por primera vez en el país en 1903 y los últimos casos se registraron en 1931, igual que las
anteriores, sus características epidémicas apuntaron más a la morbilidad que a la mortalidad. La
escarlatina preocupó a las autoridades y a la población entre 1929 y 1930, lo mismo que la meningitis
entre 1941 y 1942; en ambos casos los índices de mortalidad fueron bajos, gracias a las oportunas
medidas sanitarias. A partir de 1984, en que apareció el primer caso en Chile, el Síndrome de Inmuno
Deficiencia Adquirida - SIJDA - ha ido en aumento, de acuerdo a las cifras entregadas por la Comisión
del Sida, al 31 de diciembre de 1992, se han registrado seiscientos treinta enfermos, el cincuenta por
ciento de los cuales ya falleció, de éstos tres eran niños.
Las inundaciones y los incendios urbanos fueron una constante en todo el período, afectando

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directamente a la población que resultó damnificada, e indirectamente por la destrucción de obras
viales, infraestructura, obras de arte, viviendas, etc. Las inundaciones catastróficas sucedieron en los
años 1900, 1919,1922,1934, 1941, 1948, 1949, 1953, 1961, 1965, 1969, 1971, 1972, 1977, 1980,
1981, 1982, 1983, 1986, 1987, 1988, 1990, 1991 y 1992.
El 19 de enero de 1908 se quemó gran parte de Temuco. Después del incendio del 13 de
diciembre de 1909, que destruyó casi totalmente la ciudad, Valdivia cambió su fisonomía antigua, a
la forma como se la conoce en la actualidad. El 31 de enero de 1943, Calbuco casi desapareció por
otro siniestro. Los servicios públicos del pueblo de Loncoche fueron reducidos a cenizas el 25 de
diciembre de 1958. Las viviendas del poblado de Quenac se quemaron el 25 de diciembre de 1959.
El 3 de octubre de 1971, un incendio en las oficinas salitreras Pedro de Valdivia ocasionaron graves
perjuicios a la economía nacional. El 11 de septiembre de 1973, el bombardeo al Palacio de la Moneda
ocasionó un incendio en el que se destruyeron mobiliario, archivos y obras de arte. Diferentes
ciudades y pueblos fueron afectados por incendios los años 1901,1903,1904,1905,1906,1907,1908,
1910, 1911, 1913, 1914, 1916 1917, 1918, 1920, 1921, 1922, 1923, 1924, 1928, 1929, 1930, 1932,
1934,1936,1938,1939,1940, 1941, 1943, 1944, 1945, 1946, 1948, 1949, 1950, 1951,1953,1954,
1955,1956, 1957, 1958, 1959, 1960, 1961, 1962, 1963, 1964, 1965, 1968, 1969, 1971, 1973,1979,
1981, 1982, 1983, 1986,1988,1990,1991 y 1992.
Las erupciones volcánicas que deterioraron bosques, viviendas, mataron ganado y afectaron
a los habitantes de las inmediaciones fueron las del Volcán Nuevo de Chillan el 1906; del Riñinahue
en 1907; del Llaima en 1908,1933,1937,1938,1941,1945,1956,1957; del Planchón en 1911; del
Calbucoen 1917,1929y 1961; del Puyehue en 1922,1923y1960;del Puntiagudo en 1930;delTacora
en 1930; del Quizapú en 1932; del Descabezado Grande en 1932; del Lonquimay en 1933 y 1988; del
Villar-rica en 1908,1948,1949,1963,1964 y 1971; del Garran en 1955; del de la isla Decepción en
1957 y del Hudson en 1971 y 1991.
Epizootias de fiebre aftosa se registraron los años 1901,1905,1910,1918,1925,1926,1942,
1945,1950,1956,1960,1962,1969,1970 y 1971. Hubo una peste del tizón de la papa entre 1950
y 1951. La mosca de la fruta invadió parte del territorio los años 1930, 1966 y 1970. Plagas de
langostas hubo en 1905, 1906, 1917 y 1970. De ratones en 1912 y 1960.
Los incendios forestales en varias zonas del país y la contaminación ambiental, principalmente
en Santiago a causa del smog y en otras regiones del país debido a la falta de tratamiento de residuos
industriales o del agua, ampliaron la cobertura de las catástrofes; los primeros perjudicando la ecología
al exterminar grandes extensiones de bosques, y los otros deteriorando la calidad de vida de los
habitantes.
En este siglo se tomaron, por primera vez, medidas orientadas a superar, en corto tiempo los
problemas ocasionados por las catástrofes. Después del terremoto de 1906 se difundió el reglamento
para la construcción y reconstrucción de Calabria, Italia, que el año 1905 había sufrido una sismo
catastrófico, obligando a las autoridades a modernizar dichas normas; en 1908 se contrató al experto
francés Fernando Montessus de Ballore para que creara el Servicio Sismológico. Después del
terremoto del 1 de diciembre de 1928, mediante la ley Nfi4563 se autorizó al Presidente de la
República para dictar Ordenanzas Generales de Construcción, estableciendo normas que evitaran la
caída de edificios, la propagación, de incendios y riesgos provocados por terremotos. Después del
sismo del 24 de enero de 1939 se dictan, por primera vez, disposiciones para la reconstrucción,
creando por ley Ns 6334 la Corporación de Reconstrucción y Auxilio; se estimó necesario, también,
mejorar y hacer cumplir la Ordenanza General de Construcciones. En 1943, en las modificaciones
de la Constitución Política del Estado se contempló que el Presidente de la República, pueda decretar,
con la firma de todos los ministros, pagos no permitidos por ley, para atender, entre otras, necesidades
impostergables de calamidades públicas, hasta el dos por ciento anual del monto de gastos
autorizados por la ley de presupuestos.
Se crean instituciones de voluntariado que han colaborado con las autoridades en la atención
de las emergencias, tales como la Cruz Roja Chilena, la Defensa Civil de Chile y el Cuerpo de Socorro
Andino.

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Como consecuencia del sismo del 28 de marzo de 1565, se dicta la ley de reconstrucción
N516.282, que incluye, por primera vez, un título con disposiciones permanentes para la atención de
sismos y catástrofes; se formó de hecho la Oficina de Emergencia y los primeros Comités de
Emergencia locales, en base a las disposiciones de este cuerpo legal. En agosto de 1970 fue
aprobado por el Presidente de la República y el Consejo Superior de Seguridad Nacional, el primer
Plan Nacional de Emergencia, como documento primario de carácter ordinario, que asignó tareas a
todos los ministerios y determinó que el ministerio del Interior organizara la Oficina de Emergencia. En
la ley de reconstrucción N817564, después del terremoto del 8 de julio de 1971, se complementaron
las disposiciones señaladas. Por Decreto Ley N9369, del 22 de marzo de 1974, se crea la Oficina
Nacional de Emergencia, del ministerio del Interior - ONEMI- como organismo público destinado a
prevenir y solucionar los problemas derivados de catástrofes naturales. El 15 de abril de 1977 se
publica el Decreto Supremo N8155, que aprueba el Plan Nacional de Emergencia, donde se imparten
instrucciones a los organismos públicos sobre el quehacer antes, durante y después de una catástrofe,
al mismo tiempo que organiza la coordinación entre los organismos públicos y los entes privados para
atender este tipo de eventos. Posteriormente fueron creadas las Oficinas de Emergencia en los
niveles regionales, provinciales y comunales. En 1978,1986,1989 y 1990 se realizan Seminarios
Internacionales para estudiar, comparar y aunar experiencias entre diferentes países, con el objeto de
aminorar los daños que producen los eventos catastróficos originados por causas naturales e
incentivar la educación preventiva en la población.
En el siglo XX no se incluyeron mapas indicando las áreas afectadas por las catástrofes, por
cuanto éste aún lo estamos viviendo.

TEMPORALES DE JULIO DE 1900

En el mes de julio del año 1900, los temporales de viento y lluvias que azotaron desde Valparaíso
hasta Valdivia, ocasionaron, por lo menos dos muertos, cientos de damnificados; viviendas destruidas
y dañadas; ríos, esteros y quebradas desbordados; el tráfico de trenes suspendido en varios sectores
y las comunicaciones telegráficas cortadas en algunas localidades del país.
El primer frente de mal tiempo, en los primeros días de julio, dejó a Valparaíso convertido en un
mar: se reventaron la mayoría de los cauces y se desbordaron los esteros, las calles del "plan"
quedaron anegadas; los carruajes se embancaron, e incluso, se interrumpió el tránsito a pie por toda
la ciudad; muchas personas fueron rescatadas del fango, tiradas por cordeles; en pleno centro se
inundaron la mayoría de los conventillos. En el barrio de El Almendral el agua subió más de un metro,
obligando a la policía montada a prestar auxilio a unas ciento setenta personas a las que albergaron
en las comisarías. Un individuo pereció en una quebrada. La municipalidad solicitó fondos al Gobierno
central para limpiar los cauces y las calles e instó a los comerciantes y propietarios a cancelar sus
patentes, para tener dinero con que realizar las reparaciones.
El puente Patuco, ubicado en las confluencias del estero del mismo nombre, con el río
Aconcagua, se destruyó parcialmente a consecuencia de las caída de uno de los machones; el puente
Las Ovejas, situado entre Ocoa y Las Vegas, también se destruyó en parte, por el represamiento
artificial de las aguas del río Aconcagua, interrumpiendo el tránsito del tren. El puente de Curimón,
entre San Felipe y Curimón, quedó con los chaflanes hendidos, cortando la línea del ferrocarril a Los
Andes. Hacia el sur, el puente Chimbarongo, que estaba situado a la salida de la estación La Quinta,
en la vía férrea, se rasgó en el machón central; además se cayó el puente del tren sobre el río
Tinguiririca; el puente sobre el río Lircay quedó con los pilares rotos, y el puente sobre el río Maule se
socavó, por efecto de las aguas.
En Chillan, los desbordes de los ríos provocaron inundaciones en los poblados y en los caminos.

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El ramal ferroviario a Traiguén se interrumpió.
En Concepción se inundaron las viviendas ubicadas en las riberas del río Bio-Bio, obligando
a la alcaldía a disponer que se desalojaran. Se produjeron derrumbes en los cerros, interrumpiendo
el tráfico ferroviario al sur y desde San Rosendo a Victoria. Pencó quedó aislada.
Un nuevo temporal, que empezó a mediados del mes, ocasionó el desbordamiento del río
Andalien, en Concepción. La ciudad de Chillan quedó prácticamente bajo el agua; una persona
pereció ahogada. Los puentes carreteros quedaron anegados y el tránsito ferroviario se cortó a la
altura de Talca, a consecuencia de que los ríos Lircay y Claro destruyeron los sampeados. Talca sufrió
inundaciones en los sectores periféricos. También se interrumpió la línea del tren a Constitución, por
desbordes del río Maule. Hubo destrozos en la vía férrea, por desbordes de los ríos y esteros, entre
Linares y Parral, en Longaví, Nebuco, Monte Águila y San Rosendo. En Angol se cortaron las líneas
telegráficas. En Valparaíso volvieron a desbordarse los cauces. En Quillota se inundó el sector
llamado Bajío. En Santiago, el río Mapocho se salió frente a la fábrica de cerveza.
A principios de la última semana de julio, un nuevo aguacero ocasionó daños en Valparaíso, al
salirse los cauces; en Melipilla, en San Bernardo, en Rancagua, en San Fernando, en Chillan, en
Concepción y en Angol, hubo daños por los desbordes de los ríos. En San José de Maipo se produjo
una fuerte nevada que aisló al pueblo. Se interrumpió el tránsito ferroviario entre Valparaíso y Santiago
y desde la capital al sur.
En Santiago se desbordó el río Mapocho a la altura de la calle Manuel Rodríguez, destruyendo
viviendas, negocios y los hornos crematorios del sector; hubo decenas de damnificados por
inundaciones en diferentes barrios, principalmente en las calles Rancagua, Botón, Marín, Ovalle,
Callejón del Traro, San Isidro, Porvenir, Lira, Carmen, Tocomal, Argomedo, Camilo Henriquez, Arturo
Prat, Valdés, donde quedaron las casas anegadas y las murallas en el suelo o desplomadas. El Zanjón
de la Aguada inundó las calles Franklin, Placer, Santa Rosa, Bío Bío y en la comuna de Providencia,
las acequias anegaron la mayoría de los terrenos.
Los particulares hicieron erogaciones para ayudar a las familias damnificadas. El Ejecutivo fue
autorizado por ley Nfi1347, para invertir hasta ciento cincuenta mil pesos en los socorros a los
afectados. Al año siguiente se le autorizó para gastar hasta dos millones quinientos mil pesos en las
reparaciones de carreteras, puentes y otros. En 1902, el Congreso autorizó una inversión de hasta
tres millones setecientos mil pesos para efectuar las reparaciones y afianzamientos definitivos de los
puentes de la línea férrea, y cincuenta y ocho mil cuatro pesos y cinco centavos, para la construcción
de las obras de defensa en la ciudad de Quillota, por las crecidas del río Aconcagua.

INCENDIO EN VALDIVIA EN 1901

El archivo de la intendencia de Valdivia fue destruido casi en su totalidad, por un incendio que
se produjo en febrero de 1901. Sólo se salvaron ciento sesenta volúmenes, que correspondían a los
años 1840 a 1874.
Los antecedentes quemados en este incendio se repusieron con los archivos que se guardaban
en la secretaría del juzgado de Puchacay, que comenzaban en el año 1726.

APTOS A EN 1901

En mayo del año 1901, el director del laboratorio del matadero de Santiago dio cuenta de
algunos casos de aftosa, informando, al mismo tiempo, que la epizootia hacía estragos en varios

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fundos vecinos a la capital. Los animales de Maipú, Rancagua, Linares y Victoria presentaban las
características del mal. Estimó que la enfermedad había sido traída al país por vacunos procedentes
de Argentina, que estaban destinados al consumo humano.
Se comentó en esa fecha, que en el mes de febrero de ese mismo año, había aparecido, en El
Mercurio de Santiago, un artículo sobre la oftosa, los medios de combatirla y las medidas que debía
tomar la autoridad, para evitar la introducción de la epizootia en el país.
En esa ocasión se dijo que la aftosa era una amenaza para la salud pública; que el consumo
de leche era peligrosa, porque producía aftas en la boca.

INUNDACIONES EN EL NORTE EN AGOSTO DE 1902

Entre fines de julio y principios de agosto de 1902, un fuerte temporal azotó la provincia de
Coquimbo, desbordando el río del mismo nombre y produciendo serias inundaciones en La Serena:
el barrio norte, cercano al río, quedó prácticamente sepultado bajo el agua; el matadero se inundó,
destruyéndose parcialmente.
En Copiapó, el temporal y el río Copiapó arrasaron con las casas. El río inundó el barrio de La
Chimba, destruyendo las viviendas, dejando cuantiosas pérdidas en la industria y el comercio.
El Presidente de la República fue autorizado para gastar hasta treinta y cinco mil pesos en las
reparaciones de ambas ciudades.

INCENDIOS DEL AÑO 1903

A las cuatro de la mañana del 16 de marzo del año 1903 estalló un incendio en La Serena, que
destruyó cuatro manzanas de viviendas. El fuego se inició en las cocinas del hotel Chile, que resultó
totalmente quemado, lo mismo que el edificio del Banco de La Serena y una cantidad de oficinas
comerciales y casas particulares. Trece horas demoraron los bomberos en extinguir las llamas.
El 24 de marzo del mismo año, otro incendio que se produjo en la calle Tarapacá, de Iquique,
redujo a escombros un conventillo y seis de los principales negocios de la ciudad: dos grandes
almacenes, dos tiendas, una vidriería y un depósito de tabaco. Al parecer, el fuego se había iniciado
en el conventillo, por lo que la policía tomó presos a todos sus habitantes. Los daños fueron avaluados
en un millón y medio de pesos, incluyendo los destrozos sufridos por efectos del agua en los edificios
colindantes.
El 8 de abril de 1903, se originó un incendio en el pasaje Quillota de Valparaíso, dejando sin
hogar a ochocientas personas de escasos recursos. En pocos momentos, el fuego, que se inició en
un baratillo, tomó tales proporciones, que las llamas rojizas iluminaron durante bastante tiempo toda
la ciudad. Varias horas demoraron los bomberos en extinguir las llamas, principalmente, por la escasez
de agua, abocándose especialmente,a defender los edificios colindantes y a apagar los escombros,
para evitar que tomara mayores proporciones. De todos modos, se quemaron veintiuna viviendas,
entre ellas, un conventillo habitado por cuatrocientas personas. Un menor que estaba solo en su casa,
pereció quemado, y otro niño quedó con las piernas quebradas al saltar del balcón, presa de la
desesperación.
En la noche del 24 de abril del año 1903, se declaró un gran incendio en Pisagua, que redujo
a escombros y cenizas casi medio pueblo. Se quemaron dieciocho manzanas de viviendas; quedaron
sin hogar alrededor de tres mil personas; desaparecieron varias pulperías y almacenes; la mayoría

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de los edificios públicos, entre ellos, el de la policía, el de la cárcel, el de la Capitanía del Puerto, varias
casas particulares y cientos de casas modestas. El viento que soplaba a la hora en que se inició el
fuego - alrededor de la media noche - el material ligero de gran cantidad de casas, el mal estado de
las bombas, la tardanza en dar la alarma, ayudaron a que las llamas cundieran rápidamente por gran
parte de la ciudad. Los comerciantes más acaudalados y los vecinos más acomodados donaron
dinero para ayudar a los damnificados.

PESTE BUBÓNICA EN 1903

En mayo de 1903 apareció la peste bubónica en el puerto de Iquique, y al mes siguiente se


detectaron algunos casos en Valparaíso, a pesar de las medidas preventivas que había tomado el
Gobierno.
La peste bubónica es una de las epidemias que ha provocado las más horribles matanzas de
la humanidad. En Europa apareció por primera vez con caracteres bien definidos en el siglo VI,
constituyendo la llamada "peste de Justiniano". En el siglo XIV, según algunos historiadores, provocó
veinte millones de víctimas. Nacieron los primeros organismos de policía sanitaria, los consejos de
higiene y salubridad y la cuarentena. La peste fue desalojada de Europa en 1845. Se mantuvo en
Oriente, donde fue estudiada por comisiones científicas europeas. En 1894, Alejandro Yersin
descubrió el bacilo causante de la enfermedad. El recrudecimiento y la rápida propagación de la
epidemia, a partir de 1897, llevó a celebrar un congreso internacional. Pero, a pesar de que se
aplicaron las medidas sanitarias acordadas en la reunión, la peste llegó a Glasgow, Londres,
Hamburgo, Oporto y Marsella, y posteriormente, a toda Europa. El primer país americano afectado por
el flagelo fue Paraguay, en 1899. A los pocos meses apareció en Buenos Aires y en Rosario,
Argentina, y en forma casi simultánea, en Brasil.
Chile fue uno de los últimos países a donde llegó la epidemia. Cuando estalló la peste en
Paraguay y en Argentina, el Gobierno aceptó la proposición del Consejo Superior de Higiene y envió,
en febrero de 1900, a una comisión de médicos a estudiar la enfermedad en Buenos Aires y Rosario,
a la vez que se autorizó un gasto de cien mil pesos para la adopción de medidas defensivas.
La peste bubónica es una enfermedad de las ratas y otros roedores, que ocasionalmente se
transmite al hombre. La mortalidad alta de las ratas precede, casi siempre, a la epidemia humana.
La forma bubónica de la peste es provocada por la picadura de una pulga infectada que abandona el
cuerpo del animal muerto, buscando un huésped donde poder subsistir. Las condiciones climáticas
influyen en la propagación de la epidemia: se necesitan temperaturas de quince a veintiocho grados
y una humedad relativa, para poder desarrollarse.
Se supuso que la epidemia llegó a Chile proveniente de San Francisco de California, vía El
Callao. Cuando se comprobó la peste en Iquique, en mayo de 1903, el Consejo Superior de Higiene
reiteró al Gobierno la solicitud de médicos para combatirla, esta vez, apoyado con la petición del
intendente. Se envió una comisión de facultativos, se organizó el servicio de inspección sanitaria, se
instalaron: un laboratorio de diagnóstico, desinfectorios, casas de aislamiento y se organizó un
lazareto. Se proporcionó material para el tratamiento de los enfermos, especialmente suero antipes-
toso, y se estudiaron y trataron los casos. La epidemia fue dominada luego de cuatro meses de lucha,
comprobándose doscientos catorce casos con ciento treinta y cinco defunciones.
Veinte días después de haberse presentado los primeros enfermos en Iquique, se detectó la
enfermedad en Valparaíso, en junio del mismo año. La reacción del pueblo fue negativa: tanto las
autoridades, como la población tuvieron, al principio, reacciones de abierto rechazo. Frente al
diagnóstico de los bacteriólogos se opusieron, incluso, las opiniones del director del lazareto de
Valparaíso, de los medios de comunicación y la del consejo de higiene local, quienes declararon que

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en Valparaíso no había peste bubónica. Primaron las razones de índole comercial por sobre las
científicas, ya que si se declaraba al Puerto infectado, se perjudicaban los intereses económicos.
Valparaíso siguió recibiendo buques contagiados y se dijo, que incluso, se ocultaron los casos de
pestosos, sin someterlos a control sanitario. De todos modos, se registraron diez enfermos, cuatro
de los cuales murieron.
A través de varias leyes, se autorizó al Ejecutivo, entre 1901 y 1903, para gastar hasta
trescientos cincuenta mil pesos en combatir las enfermedades infecciosas, en combatir la peste
bubónica y en establecer y mantener desinfectorios públicos en Iquique, Antofagasta, Coquimbo, La
Serena, Valparaíso, San Felipe, Curicó, Talca, Chillan, Concepción, Talcahuano, Los Angeles y
Valdivia.

INCENDIO EN VALDIVIA EN 1904

El 17 de febrero de 1904 ocurrió un gran incendio en Valdivia, que pudo haber tenido
consecuencias funestas para el país, ya que se encontraba visitando la ciudad el Presidente de la
República, Germán Riesco; como era lógico, se hospedaba en el palacio de la intendencia. Esa noche
había presidido un suntuoso baile en su honor.
En la madrugada, mientras dormía, estalló un incendio en uno de los edificios contiguos a la
intendencia, que era de madera, la sastrería Russ. En escasos segundos el fuego se propagó a una
botica, a una carnicería, a un edificio de dos pisos, donde funcionaba el telégrafo, llegando con
asombrosa rapidez a la intendencia. El Presidente apenas tuvo tiempo para alcanzar a bajar, a medio
vestir, y ponerse a salvo en la plaza.
El hecho tan extraordinario conmovió al país entero, algunos reaccionaron jocosamente con el
percance, comentando en caricaturas los difíciles momentos por los que había atravesado el Primer
Mandatario.

SISMO EN EL NORTE DEL AÑO 1904

A la una y cuarenta minutos de la mañana del 19 de marzo del año 1904 se produjo un semi
terremoto en La Serena, que se registró en treinta y cuatro estaciones sismológicas del mundo. Fue
precedido de fuertes ruidos, ocasionando un gran susto y alarma entre la población. Un sinnúmero
de edificios se destruyeron, la vía férrea y los caminos quedaron arruinados.
En Freirina tod^s las casas sufrieron algún tipo de daños. Se sintió en Coquimbo, Ovalle,
Panulcillo, Illapel, Combarbalá, Vicuña, La Higuera. En Santiago hubo oscilaciones lentas, pero no
muy fuertes.

TEMPORALES EN 1904

A mediados de julio de 1904 un fuerte temporal, que duró doce días, azotó al puerto de
Valparaíso, dejándolo sumido en un mar de fango y lodo. Se salieron los cauces del barrio El
Almendral, del centro y del puerto arrastrando con sus aguas todo cuanto encontraron a su paso. Los

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esteros de Las Delicias, San Francisco y Hospital fueron impotentes para contener las aguas y también
se vaciaron por las calles adyacentes.
Consecutivas avalanchas inundaron completamente las habitaciones de la gente modesta,
arruinando las casas, botando o desplomando las murallas, dejando capas de arena de más de
cincuenta centímetros de altura en todas las calles del "plan" anegando la mayor parte de las tiendas
y negocios.
Por lo menos una decena de personas perecieron, ya por los derrumbes de sus viviendas
situadas en los cerros o ahogadas por las avalanchas. Hubo más de un centenar de heridos y miles
de pesos en pérdidas.
En la cárcel pública se cayeron varias murallas y otras amenazaron con derrumbarse a causa
de que se revinieron. Las imprentas de El Chileno y de La Unión quedaron con sus secciones de
máquina bajo el agua. El servicio de tranvías se paralizó por varios días, debido a que el estero De
Jaime fue arrasado por las aguas y a la cantidad de fango y arena que había en las calles.
El mar inundó el malecón, que quedó destruido en un largo trecho frente a la estación Bellavista.
Las mercaderías se dispersaron con la fuerza de las olas, a varios metros de distancia. También
naufragó una goleta, salvándose la tripulación y las mercaderías.
El Ejecutivo fue autorizado por la ley Na1657, para invertir hasta trescientos mil pesos en
efectuar la limpieza de calles y plazas y extraer los escombros que cubrían la ciudad de Valparaíso,
y en socorrer a los damnificados por estas inundaciones y de otras en diferentes lugares del país.

INCENDIO EN (QUIQUE EN 1905

Al amanecer del 29 de abril de 1905 se produjo un incendio en Iquique, que redujo a cenizas
una manzana entera de edificios, entre las calles Vivar, Serrano, San Martín y Barros Arana. La falta
de presión en las cañerías de agua salada y la demora en dar la alarma, ayudaron a que las llamas
se propagaran con gran rapidez. El siniestro se inició en el interior de un café llamado Asiático. Había
seguros por trescientos mil pesos.

INCENDIO EN PISAGUA EN 1905

El 18 de abril de 1905 un gran incendio se produjo en Pisagua que redujo a escombros y cenizas
quince manzanas de edificios, desapareciendo casi la totalidad del centro comercial.

INUNDACIONES EN 1905

Al empezar la segunda quincena del mes de mayo de 1905 hubo un temporal en el Norte Chico,
que afectó principalmente a Vicuña y sus alrededores, por los desbordes de los ríos y canales.
En Vicuña el río se salió a medianoche, con la consiguiente alarma de la población. En la
localidad de Paihuano, el río arrastró parte del poblado y las casas de los fundos. En Chanchoquí se
destruyeron dos viviendas. En Diaguitas, la vía férrea y los tendidos del telégrafo quedaron destruidos
en varios sectores y la mayoría de las viviendas se anegaron; los daños fueron del orden de los cinco

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mil pesos. En Molle sólo se salvaron las escuelas, la iglesia y cuatro de las casas de poblado. En
Montegrande, por lo menos seis fundos fueron arrasados, otras tantas casas y unafábricade madera.
En La Unión quedaron destruidos por efecto del agua cuatro fundos, doce casas, las escuelas y los
graneros. En Rivadavia desapareció el antiguo puente El Algarrobal, el molino, las casas y los fundos;
pereció una familia completa que no alcanzó a arrancar de la repentina crecida del río. En Illapel las
pérdidas se calcularon en un millón de pesos; el río Choapa creció más de nueve metros en varios
sectores, inundando terrenos cultivados, viviendasy caminos; se produjo, además, el reblandecimien-
to de los cerros adyacentes, lo que ocasionó estancamientos y aluviones que arrasaron con cuanto
encontraron a su paso; por lo menos se perdieron las casas y las bodegas de seis haciendas y el agua
se llevó sembrados y pastizales por más de ochenta cuadras, con toda la dotación de animales.
En mayo, el frente de mal tiempo también azotó a Santiago y a Valparaíso. El río Colina quedó
infranqueable debido a que las aguas subieron más de dos metros; para llegar al lugar hubo que dar
la vuelta por Noviciado, donde, para atravesar el canal se había colocado sobre el río Colina un enorme
cañón, que por estar siempre pintado con azarcón, lo llamaban El Colorado. El río Mapocho había
aumentado en tal forma su caudal, que se temía que se desbordara, atrayendo gran cantidad de
público que presenciaba diariamente el espectáculo.
En los últimos días de mayo, la mayoría de las calles del barrio del puerto en Valparaíso estaban
inundadas. La causa principal fue el desbordamiento del cauce San Agustín que anegó completa-
mente el sector, principalmente la plaza de los Tribunales. El puerto se cerró y se suspendieron los
embarques y desembarques.
A fines de julio un nuevo temporal, con intensas lluvias, vientos y fuerte tempestad eléctrica
azotó a Valparaíso, desbordando los esteros y reventando, prácticamente, todos los cauces,
desbaratando el aseo y el saneamiento de la ciudad. El sector de El Almendral fue esta vez el más
daminif icado; las calles quedaron convertidas en lodazales; más de cien personas quedaron sin hogar,
principalmente las que vivían en la Alameda de Las Delicias. La mayoría de las familias fueron
rescatadas por la policía que las hospedó en sus propias comisarías y en la casa de ejercicios de la
Compañía de Jesús. El hospital San Agustín y el templo de Los Doce Apóstoles también resultaron
inundados. En algunos sectores el agua subió más de un metro y en otros llegó al nivel de los pisos
de los tranvías. El derrumbe de una parte del cerro Barón, reblandecido por las aguas, ocasionó el
destrozo de la línea del tranvía eléctrico y el de tres carros. Estos problemas impidieron su circulación
por varios días. El temporal también produjo cortes en el suministro de la energía eléctrica para las
calles y varios "ascensores" paralizaron el tráfico debido a múltiples pequeños derrumbes. Uno de
éstos, en el cerro Las Carretas dejó once personas heridas. La plaza Sotomayor, con los desbordes
de los esteros y los cauces quedó convertida primero en una laguna, y luego en un compacto montón
de arena y agua.
El intendente recorrió la ciudad en los momentos en que arreciaba el temporal con mayorfuerza,
visitando los lugares más aproblemados. El Presidente Riesco también fue al Puerto para imponerse
de los daños ocasionados por el temporal y las condiciones en que se encontraban los lazaretos de
viruela.
En enero del año siguiente, el Presidente de la República fue autorizado para gastar hasta cien
mil pesos en la construcción de defensas contra las inundaciones de los ríos, en las ciudades del norte,
y en febrero del mismo año, se le autorizó para invertir hasta un millón y medio de libras esterlinas, por
el término de cinco años, para contratar en licitación pública, las obras de defensa contra las
inundaciones en Valparaíso, además de los trabajos de alcantarillado para Talca y Concepción y el
mejoramiento de la provisión de agua en diferentes ciudades del país. En el mismo mes de febrero
se autorizó al Ejecutivo para gastar hasta cuatrocientos mil pesos en atender trabajos de reconstruc-
ción de caminos y defensas destruidas por las inundaciones y otros cincuenta mil pesos en socorrer
a los daminif icados.

153
SISMOS EN RANCAGUA EL AÑO 1905

Desde el 26 de octubre de 1905, por varios días consecutivos la provincia de O'Higgins fue
remecida por varios temblores de diferentes intensidades, algunos de los cuales llegaron a impedir a
la población de Rancagua mantenerse en pie. El día 26 hubo diez y siete temblores fuertes y diez más
suaves. En Machalí, que en esa fecha tenía no más de tres mil habitantes, se cayó una casa vieja,
ocasionando pánico en la población que se fue a refugiar a la plaza. En Rancagua se produjo un éxodo
casi completo, la gente abandonó la ciudad en ferrocarril, en coche o a caballo; el telégrafo y el teléfono
se interrumpieron debido a que los operarios también abandonaron sus puestos y la ciudad. En la
cárcel los reos se quedaron fuera de las celdas, por temor a que se cayeran las murallas.
Los movimientos sísrrvcos se sintieron igualmente fuertes en Coinco, Graneros, Doftihue y
Gultro, lugares donde la población pernoctó en las plazas. El día 28, uno de los fuertes temblores
derribó la casa de un inquilino en el fundo La Leonera, un galpón en otro fundo y una casa en Graneros.
A fines de 1905 se produjeron algunos casos de fiebre aftosaenel municipio de Santa Fe, del
departamento de La Laja.

EPIDEMIAS ENTRE 1900 Y 1906

La viruela, que había decrecido en 1899, originando sólo nueve defunciones, volvió a tomar
proporciones epidémicas en los primeros años del siglo XX. Ocasionó sesenta y tres muertos en 1900.
El año 1901 fallecieron veinticuatro personas en Tacna y Tocopilla. En 1902, importada de Solivia,
se presentó la enfermedad en la provincia de Antofagasta. A través de diversos caseríos, llegó a la
aldea de Calama, donde por la escasa población - no más de novecientos habitantes - pudo ser
extinguida. Sin embargo, también se presentaron focos en Tarapacá y Atacama. Ese año perecieron
cuarenta y cinco personas. En enero de 1903, el Ejecutivo fue autorizado para gastar hasta diez mil
pesos en atacar la epidemia en Antofagasta, y en febrero, se le autorizó para gastar otros diez mil pesos
para combatir el flagelo en las tres provincias ya mencionadas.
El año 1903 volvió a desarrollarse en forma epidémica en las provincias de Antofagasta,
Coquimbo y Santiago, produciendo trescientos ochenta y siete defunciones. Los casos de focos
secundarios se formaron por individuos que salieron de Antofagasta, no vacunados, y con quienes no
se tomó ninguna precaución higiénica. En las provincias del norte se constaló que el porcentaje de
vacunaciones positivas era muy inferior a lo normal, se había empleado, aparentemente, un virus
debilitado o ineficaz. La gravedad de este hecho, señalaba un artículo de la Revista Médica de 1903,
requería la adopción de medidas eficaces e inmediatas. Se estimaba, por entonces, que los servicios
de vacunación debían centralizarse en el Instituto de Higiene, ya que los municipios no actuaban
rápidamente en la desinfección pública. A fines de ese año, el Gobierno fue autorizado para gastar
hasta veinticinco mil pesos en combatir la viruela.
El año 1904 la epidemia se extendió a las provincias centrales hasta Nuble ocasionando un mil
setecientos noventa y cinco defunciones. El Ejecutivo gastó del orden de los doscientos treinta mil
pesos, para aminorar los efectos del mal. En Santiago se aunaron los esfuerzos de la Junta Central
de Vacuna y el desinfectorio público, dividiendo la ciudad en cuarteles, en los cuales se hacía la
declaración de la enfermedad y de inmediato se procedía a la desinfección y vacuna. Se insistía, por
parte de los médicos, en la necesidad de que la ley sobre vacunación obligatoria fuera prontamente
despachada por el Congreso.
El año 1905 fallecieron cuatro mil ochocientos ochenta y cuatro personas. Casi no hubo ciudad
que no padeciera el contagio. Los principales focos se registraron en Antofagasta y en Valparaíso.

154
En el Puerto, como seguramente, en la mayoría, de las ciudades, se trataban de ocultar tos casos de
variolosos y se daban informaciones no ajustadas a la verdad, en el momento de sepultar a tos
muertos. Para dejar la constancia de la defunción, el Registro Civil necesitaba soto el certificado de
un médico o el testimonio de dos personas. Esta segunda opción era la que se empleaba en el mayor
número de casos, especialmente cuando se trataba de gente pobre: al fallecido de viruela se le hacía
aparecer como falleciendo de fiebre o de cualqu ier otro mal. Por otra parte, el principal puerto del país
era un verdadero foco de inmundicias e infecciones de todo género; en las calles era más o menos
frecuente encontrar cadáveres o ataúdes de menesterosos que permanecían insepultos, a veces, en
estado de descomposición; casi todos los conventillos eran verdaderos lazaretos, en cuyas estrechas
y malsanas habitaciones se medicinaban o morían los atacados de viruela; las calles estaban cubiertas
de fango, las quebradas de los cerros convertidas en inmundos basurales y en depósitos de ropas de
pestosos. En el mes de julio de 1905 se realizaron en todos los templos de Valparaíso, continuas
rogativas al Todopoderoso, para que terminara con el terrible flagelo y los padres mercedarios hicieron
una procesión portoda la ciudad. En el Puerto había soto dos lazaretos con capacidad de trescientos
ochenta y trescientas camas, respectivamente. En Viña del Mar se gastaban del orden de tos quince
mil pesos mensuales en la asistencia médica a domicilio. Como los fondos de que disponían las
autoridades no alcanzaban, los particulares juntaron dinero para colaborar en la atención de la
epidemia, y en Valparaíso, la recolección de erogaciones estuvo a cargo del arzobispado. En Santiago
se dispuso que el doctor Amable Caballero, quien ya había actuado con éxito en la campaña de
vacunación extraordinaria en Antofagasta, se hiciera cargo del problema en la capital. Los primeros
focos se detectaron en el barrio Independencia y luego se extendieron a otros sectores de la ciudad.
De acuerdo a lo que declaraba el doctor Caballero a la prensa, en esa fecha, las causas de que no se
terminara con el flagelo, eran, entre otras, la resistencia de la población a vacunarse y a revacunarse,
algunos porque no querían y otros, por temor a hacerlo en período de epidemia; la falta de higiene,
la falta de aseo en la ciudad, la inmundicia de las acequias y de las viviendas.
En abril de ese año 1905, se detectaron los primeros casos en Punta Arenas. Fue transportada
por variolosos en el vapor Patagonia. En esa ciudad se tomaron medidas de urgencia para sofocarla
o aminorar sus estragos: se vacunó a todo el personal del hospital, donde llegaron los pestosos; se
vacunaron los familiares del personal y los vecinos del hospital; se solicitó al Gobierno central personal
médico y vacunas frescas; se abrió un lazareto en una casa particular, que fue desinfectada por el
voluntariado de la Cruz Roja, él que además, montó un cuartel de ambulancias.
La Cruz Roja fue fundada en Punta Arenas el 18 de diciembre de 1903, denominándose primero,
Cuerpo de Asistencia Social. El 31 de mayo de 1905 fue reconocida, por decreto supremo, como
Comité Central de la Cruz Roja de Magallanes y se le concedió personalidad jurídica. En 1909 fue
reconocida por el Comité Internacional, y sólo en octubre de 1914, se creó la primera entidad en
Santiago.
En julio de 1905 ya había catorce enfermos de viruela en la ciudad austral, de los cuales
fallecieron seis. De éstos, tres eran recién llegados, entre los que se contaba un ovejero inglés, que
arribó enfermo, procedente de Argentina. A fines del mismo año, había vuelto a sus tierras, desde
Santiago, un indio tehuelche, conocido como Cacique Mulato. Este, acompañado de su mujer e hija
había recurrido a las autoridades del Gobierno central para reclamar por la usurpación de sus tierras.
La menor llegó con la peste, por lo que fue llevada al lazareto, lugar donde también se dio acogida a
los padres, quienes no quisieron separarse de la niña. Esta falleció poco después y días más tarde se
produjo el deceso del cacique en sus tierras, adyacentes a río Zurdo.
Entre julio de 1905 y enero de 1906, por diferentes leyes, se autorizó al Presidente de la
República, para gastar hasta un millón trescientos mil pesos en combatir la viruela y demás
enfermedades infecciosas. En mayo de 1906, se le volvió a autorizar, para gastar otros quinientos
• mil pesos en los mismos fines.
Ese año, los casos fatales se redujeron a tres mil quinientas cuarenta y seis personas. Sin
embargo, la epidemia siguió extendida a todo el territorio, incluso a Punta Arenas, donde hubo un
muerto.

155
El año 1904 se presentaron algunos casos de peste bubónica en Arica y en Antofagasta, con
nueve casos fatales en la primera, y ciento quince en la segunda.
En 1905 aparece la peste bubónica, por primera vez en Pisagua. Este era un pueblecito que ya
había sufrido dos grandes incendios, tenían sistemas primitivos de agua potable y desagüe, con
construcciones ligeras, de madera y caña o barro, desaseadas, oscuras y antihigiénicas; era un puerto
escencialmente salitrero, con una población inestable, que buscaba un mínimo de bienestar, sin
preocuparse de construírcasas definitivas y confortables. La epidemia estalló bruscamente en enero,
y los médicos fueron impotentes para atender el número increíble de enfermos. A diario desaparecían
numerosos ciudadanos, los cadáveres se sacaban en carretas de las casas. Para un pueblo de unas
cuantas manzanas, fue una plaga espantosa. En dos meses enfermaron trescientos diez individuos
y se habló de noventa y siete muertos, fuera de los innumerables cadáveres que fueron recogidos en
las calles. La ocultación se hizo en gran escala. El pánico fue indescriptible. Parte de la ciudad fue
quemada y el resto abandonada. El pueblo en masa se dirigió al interior, a las oficinas salitreras de
la pampa, donde nunca se detectaron casos autóctonos del mal. En marzo desapareció automáti-
camente. El año 1906 no hubo epidemia en Pisagua.
El mismo año 1905 hubo catorce muertos a causa de la peste bubónica en Taltal. También hubo
casos fatales en Arica, Iquique, Antofagasta y Valparaíso. En total se produjeron ciento cuarenta
defunciones.
Al año siguiente fueron treinta los muertos a consecuencia de la peste; los decesos se
registraron en los mismos lugares que en el año anterior.

PLAGA DE LANGOSTAS EN 1905 Y 1906

Entre fines de diciembre de 1905 y enero de 1906 hubo una plaga de langostas, que procedente
de Argentina, penetró por los campos al sur del río Bío Bío. Se calcularon en unas seiscientas mil las
hectáreas invadidas, con daños de cien pesos anuales en los campos cultivados y diez pesos, en los
campos naturales.

INUNDACIONES DE 1906

Los desbordes de los ríos Copiapó y Huasco, durante todo el mes de enero de 1906, a
consecuencia de los deshielos en la cordillera, afectaron principalmente a la provincia de Atacama,
paralizando las industrias, el comercio, inundando los campos y asientos mineros. El desbordamiento
de los ríos se fue produciendo paulatina y constantemente, hora a hora y día a día, llegando las aguas
a las localidades, pueblos y ciudades.
En Copiapó, el agua subió más de un metro y medio, casi todo el comercio de los sectores
anegados cerró sus puertas. Familias enteras quedaron desamparadas, las que fueron ayudadas por
la policía y los bomberos. Las casas se derrumbaron con el ímpetu de las aguas. Los valles y los
mejores sembrados, principalmente en Copiapó y Vallenar, se inundaron completamente; la línea
férrea se destruyó en varias partes; los puentes, las obras de defensa, los pies de cabra y las
empalizadas fueron totalmente arrasados.
Tierra Amarilla, Cerrillos, Mal Paso, Totoralillo y Nantoco fueron algunas de las localidades que
más sufrieron con la inundación, quedando totalmente devastadas. San Antonio de Atacama quedó
aislada y la población amenazada de padecer hambre. En Vallenar las calles quedaron anegadas,

156
los puentes derribados, el comercio paralizado, las comunicaciones cortadas con la costa y con el
interior, la vía férrea removida y cubierta de agua en varias partes. En Tierra Amarilla, las pérdidas en
propiedades y mercaderías fueron del orden de los cuarenta mil pesos.
El ministro de Industrias y Obras Públicas visitó los lugares devastados, para imponerse
personalmente de los daños y determinar las primeras medidas que era necesario tomar para detener
la obra destructora de las aguas y aliviar, en parte, la situación en que habían quedado los
damnificados. Destinó veinte mil pesos a Copiapó, de los cuales diez mil fueron para ayudar a las
familias de la ciudad de Copiapó y los otros diez mil para las de Vallenar. En Caldera y en Santiago
se hicieron erogaciones, con el mismo fin.
En Iquique, ese año 1906, hubo tres días de lluvias que se presentaron como cortos aguaceros
seguidos de espesa neblina. El agua penetró a las casas por los techos y paredes, mojando el
mobiliario y las camas.
Los fuertes calores de fines de enero de 1906 ocasionaron grandes deshielos en la cordillera,
que aumentaron el caudal del río Aconcagua, inundando algunos sectores de Quillota. El brazo de
la ribera oriente del río arrasó con los canales, paralizando los molinos y dejando sin riego valiosos
fundos del valle. Varios potreros y casas fueron llevados por las aguas, de tal modo, que no quedó
vestigios de su existencia. Los estanques de agua y los canales que proveían las acequias que
formaban los desagües de la ciudad, desaparecieron, amenazando la salud pública.

TERREMOTO DE 1906

I
Dos mil trescientos treinta y dos muertos, más de veinte mil heridos, daños en las propiedades,
mobiliario y mercaderías por sobre los trescientos veintiséis millones de pesos, amén de caminos y
vías destruidas, interrupción de servicios vitales, como agua potable, energía eléctrica, alcantarillado,
cortes de líneas telefónicas y telegráficas, fue el saldo del terremoto que el 16 de agosto de 1906 asoló
la zona central de Chile.
° Dos movimientos sísmicos, el primero minutos antes de las ocho de la noche y minutos después
de las ocho, el segundo, fueron sentidos entre Tacna, por el norte y Ancud, por el sur, en una extensión
de dos mil seiscientos veinte kilómetros; de oriente a poniente se sintió desde Buenos Aires y
Montevideo hasta las islas de Juan Fernández. La mayor intensidad se registró en la provincia de
Valparaíso y hubo daños de menorconsideración, hasta Concepción. En Punta Arenas también hubo
un leve movimiento.
Tembló toda la noche y en forma más espaciada, los días siguientes; hasta septiembre, todavía
se sentían pequeños movimientos sísmicos/
Las informaciones del director del Observatorio Metereológico de Santiago, Kranhass, señala-
ban, entre otras consideraciones, que: el terremoto principió bruscamente a las diecinueve horas
cincuenta y ocho minutos treinta y seis segundos, sin ruido previo y con una fuerte oscilación de norte
a sur. La amplitud de las oscilaciones aumentó progresivamente hasta alcanzar a diez centímetros
y su período era de cinco a seis oscilaciones simples por segundo. A cada cambio de sentido se sentía
un sordo retumbar subterráneo. Estas grandes oscilaciones duraron hasta las veinte horas, cero
minutos y cincuenta y seis segundos, en que hubo una calma relativa, reanundándose nuevamente
a las veinte horas siete minutos veintiséis segundos, sin ruido previo y durante veinte segundos de
duración. El epicentro del fenómeno estuvo situado entre Limache y Valparaíso; en toda esa región
los movimientos fueron verticales e irradiaron en forma ondulatoria al resto del país. El terremoto
estuvo precedido de notables cambios atmosféricos. Indica, luego, los centros de altas y bajas
presiones y enseguida, establece que el terremoto coincidió con un fuerte aumento de la presión
atmosférica en la región epicentral, que se calculaba en más de trece mil toneladas por kilómetro

157
cuadrado de superficie. Establece que la crisis sísmica que siguió al terremoto de Valparaíso se
prolongó durante dieciocho meses, período durante el cual fue restableciéndose la calma sísmica en
una forma gradual y progresiva.
El movimiento telúrico fue comentado en el artículo Los temblores de Chile, que publicó en 1909
el Boletín del Museo Nacional de Chile; se señalaba que para apreciar la intensidad en los distintos
lugares, se había aplicado la escalado Mercalli, que se usaba generalmente en Italia, que tenía grados
del I al X.
En 1969, Cinna Lomnitz, del Instituto Sismológico escribía en los Anales de la Universidad de
Chile, un artículo sobre Sismos y Sismología en Chile en el que señalaba que el terremoto de
Valparaíso en 1906, tuvo una magnitud de 8,6 en la escala de Richter.
{ La sección de Meteorología de la Dirección del Territorio Marítimo había anunciado fenómenos
atmosféricos o sísmicos para el día 16 de agosto de 1906. Se basaba en que ese día se efectuaba
la conjunción de Júpiter con la Luna y máxima declinación norte de ésta; la circunsf erencia de la zona
peligrosa debía pasar por Valparaíso..' El fundamento de este pronóstico lo dio a conocer en su
oportunidad, el capitán de corbeta, Alfredo Middleton, informando que desde hacía más o menos cinco
años, la citada Sección de la Armada había seguido de cerca los estudios del capitán Alf red I. Cooper,
comodoro de la Pacific Steam Navigation Company, relativos a los fenómenos atmosféricos y
marítimos en relación con la conjunción de astros y planetas. Dio detalles de la teoría de Cooper,
indicando como podían pronosticarse los cataclismos.
Una persistente lluvia e innumerables incendios, como consecuencia de volcamientos de
cocinillas, lámparas y otros, determinaron que la noche del sismo fuese la más larga de sus vidas, por
lo menos, para la totalidad de los habitantes de Valparaíso.
En esta ciudad - relata un cronista - primero se sintió un ruido subterráneo, como el de un tren
lejano, que la mayoría de la población lo percibió en sus casas, ya que no había teatros ni paseos
públicos, por lo que poca gente andaba en la calle. Inmediatamente después, siendo las siete y
cincuenta y cinco minutos de la noche, empezó el movimiento de tierra, leve al principio, para luego
crecer en vigor, declinó algunos segundos, aumentando enseguida a una violencia tal, que las
personas difícilmente se mantenían en pie. Los edificios se sacudían, rechinando los revestimientos
de zinc, derribándose muros y techos y cayendo sobre sus propias bases o sobres las casas vecinas,
levantando espesas nubes de polvo en las calles. En medio de este estrépido se apagaron las
lámparas a gas y del alumbrado eléctrico.
Cuando cesaron los sacudones, las calles se convirtieron en ríos de gente que huía sin rumbo
fijo, clamaba misericordia y llamaba a gritos al padre, al hijo, a la madre o pariente desaparecido.
Luego surgió una nueva calamidad, empezaron achispear algunos incendios, desvaneciendo un poco
la oscuridad reinante.
1A las ocho y seis minutos, sin gran ruido precursor, empezó el segundo terremoto, con más
violencia y por más largos minutos que el precedente!
El estrépido, si cabe, fue mucho mayor, los edificios caían, maderas que se partían, el clamor
de la población y el pavoroso ruido del mar, cuyas olas asomaban por los cauces de la ciudad; declinó
el movimiento y luego arreció con mayor fuerza, durando en total, dos minutos.
| A los pocos momentos se contaban treinta y nueve incendios y dos horas más tarde, se veía
desde la bahía la ciudad ceñida por un cinturón de fuego. Desde Peñablanca, a treinta y cuatro
kilómetros de Valparaíso, se apreciaban las columnasde chispas y llamas, y desde Los Andes, a ciento
cuarenta y cuatro kilómetros, se observó toda la noche la coloración rojiza hacia el poniente. '•>
Las compañías de bomberos poco pudieron hacer, algunas tenían el material en ruinas", otras
por la falta de agua, ya que se rompieron la mayoría de las cañerías, y además, muchos bomberos
murieron en el siniestro. No obstante, varias organizaron alguna forma de combatir los incendios.
Los sacerdotes salieron a las calles a dar auxilio espiritual y material a lo afligidos, a los heridos
y a los moribundos. La gente buscó refugio en las plazas, en los buques y en los conventos, aunque
la mayoría de éstos estaban en ruinas o incendiándose.

158
En Valparaíso el sector El Almendral fue el más dañado, tanto por el terremoto, como por los
incendios. El sector del puerto sufrió menos deterioros y las casas situadas en los cerros, menos aún.
En el sector de El Almendral se cayeron los teatros Victoria y Valparaíso; el edificio de la
intendencia; el de Ia1a y 3a Compañía de bomberos; el centro Conservador; el club Central; las
iglesias del Espíritu Santo en su fachada, la de La Merced, la de San José, la de Los Doce Apóstoles,
la de los Padres Franceses con el colegio respectivo; el colegio de las Monjas Inglesas; el convento
de los Padres del Corazón de Jesús; el seminario de Valparaíso; la casa de Dolores; el asilo del
Salvador; el asilo de la Providencia; el asilo de las Hermanitas de los Pobres; el hospital del Niño
Jesús; el hospital San Juan de Dios; en el hospital San Agustín sólo cayeron algunas murallas, pero
de todos modos tuvo que ser evacuado; el liceo de Valparaíso y el liceo de niñas; los mercados; el
edificio del Curso de Leyes; la fábrica nacional de cerveza; la fábrica de cerveza de Valdivia; la
fundición Morrinson; el cerro La Cruz se derrumbó con viviendas y todo, lo mismo que la punta del
cerro La Virgen; el museo y el laboratorio municipal; el edificio de la Sociedad Protectora de la Infancia
sufrió derrumbes e incendios, lo mismo que el edificio de la Junta de Beneficiencia y el cuartel del
regimiento Artillería de Costa. Manzanas enteras de casas particulares se destruyeron totalmente por
el movimiento sísmico y por los incendios. Las manzanas de las principales calles, como Blanco,
Edwards, Errázuriz, avenida Brasil, quedaron totalmente arruinadas.
En el sector del puerto resultaron totalmente destruidos los edificios de los Tribunales de
Justicia; el cuartel general de bomberos; la Gobernación Marítima; la cárcel; el Grand Hotel; el club
Valparaíso; el club Español; el club de Septiembre; la aduana y la gran grúa del muelle fiscal; la Escuela
Naval; casas importadoras e imponentes edificios destinados a viviendas particulares. Graves
destrozos, pero no derrumbes totales sufrieron el correo, la estación El Puerto, el hotel Inglés y el
círculo Italiano. Se destruyeron los cementerios N91 y N82 y las caballerizas ubicadas al costado del
cementerio.
Entre los mausoleos destruidos, estaba el que guardaba los restos del estadista Diego Portales,
cuyo corazón salvó ileso de la catástrofe; el administrador del cementerio N81 lo llevó a la bóveda del
Banco Edwards.
El profesor e historiador Carlos E. Porter era director del Museo de Historia Natural, en
Valparaíso, desde 1897. A causa del terremoto tuvo que dejar la dirección del museo, ya que éste se
quemó y destruyó, perdiéndose gran parte de su biblioteca particular, sus aparatos de laboratorios e
innumerables estudios e investigaciones que iba a publicar.
El doctor Leonardo Guzmán, en una entrevista que le hicieron para la revista Ercilla, en 1968,
recuerda que el año 1906 estudiaba el sexto año de humanidades en Valparaíso, y entre las anécdotas
curiosas de esa trágica fecha, señalaba que por la noche, pasados los temblores fuertes, los animales
domésticos bajaron desde los cerros al "plan" y se allegaron a todo lugar donde brillaba una lucecita;
de modo que muchos sitios en ruinas fueron invadidos por vacas, caballos, burros, bueyes, entre
mezclados con enseres domésticos. Así cada casa destruida fue la estampa de un pesebre.
En Viña del Mar se derrumbaron treinta chalets en la población Vergara; la iglesia parroquial
quedó inservible, estallaron numerosos incendios; murieron ciento diez y siete personas, decenas
quedaron heridas, y los daños fueron avaluados en diez millones de pesos.
En Quillota se derrumbaron la iglesia parroquial; la de Santo Domingo; la antigua y vetusta
iglesia de San Agustín, en donde se guardaban las andas de la Procesión del Pelícano, se destruyó
igualmente, aplastando en su caída las andas de esta popular y antigua procesión de Viernes Santo.
La de San Francisco, La Merced y San Isidro sufrieron serios perjuicios; los oficios religiosos fueron
celebrados por mucho tiempo a la intemperie, sirviendo de altar mayor el tabladillo de la plaza. Se
destruyeron varios edificios públicos, como el que ocupaba la municipalidad, el juzgado de letras, el
cuartel de policía, la escuela fiscal, el hospital, la cárcel, el Teatro Municipal. Daños menores tuvieron
las fábricas de papel, de fideos, de alcohol y la curtiduría. Se organizó u na "olla del pobre" que repartió
víveres. Muchas familias quillotanas permanecieron cerca de dos meses durmiendo en las carretas
que usaban para acarrear las cosechas y otras pasaban la noche en los grandes toneles destinados

159
a guardar el caldo de la uva. Los perjuicios materiales de Guillóla se calcularon en un millón de pesos
en la parte urbana y en ochocientos mil pesos en la parte rural. Los muertos de esta comuna alcanzaron
a cuarenta y nueve, siendo otros tantos, los heridos.
En la Calera cayeron alrededor de ochenta casas, la iglesia parroquial, el edificio del correo y
la estación del ferrocarril. También se destruyeron las fábricas de cemento, de sacos, de velas, de
cerveza y varios molinos. Se cayeron todas las casas y la iglesia parroquial de Las Hijuelas. En Los
Nogales gran parte de las viviendas fueron destruidas por los incendios y el resto quedó en muy malas
condiciones.
En Llay Llay lo que no derribó el terremoto fue quemado por los incendios.
En Limache y en San Francisco de Limache también todo fue destruido. Allí quedaron
sepultados por los edificios una monja y cíenlo diez huérfanos del orfelinato de la Providencia.
Asimismo se derrumbó el cuartel del regimiento de caballería Lanceros, el hospital, el hotel, la fábrica
nacional de cerveza, la escuela superior y la estación del ferrocarril.
En Quilpué los daños fueron del orden de los seiscientos pesos, murieron, veinte personas
aplastadas por murallas. Para atender las necesidades de la población se designó una comisión,
integrada entre otras personas, por el subdelegado y el alcalde, quienes en colaboración con los
vecinos, se preocuparon de proporcionar alimentación, medicinas, atención a los heridos y alojamiento
para los que quedaron a la intemperie.
En Olmué y en Concón hubo serios daños en las viviendas, y en ésta última localidad el mar
subió por la desembocadura del río Aconcagua hasta donde nunca habían llegado las más altas
mareas.
En toda la provincia de Valparaíso fallecieron más de dos mil personas.
En Santiago, el ruido subterráneo que precedió al sismo hizo salir a la calle a los moradores, que
huyeron aterrorizados, sin rumbo fijo, produciéndose una confusión y pánico enormes. En muchos
eslablecimientos comerciales las estanterías se vaciaron con estrépito, contribuyendo a aumentar la
desesperación general.
Los derrumbes fueron escasos, afectando principalmente al templo de El Salvador; el palacio
de los Tribunales de Justicia; el Congreso Nacional; el cementerio General, donde los mausoleos
quedaron casi en su totalidad destruidos; la iglesia de Lourdes y la de Yungay quedaron profundamen-
te agrietadas; se desmoronó parte del internado Barros Arana y del edificio del Museo Nacional; una
muralla de la Quinta Normal quedó hecha trozos, con las barandas destru idas; muchas casas sufrieron
agrietamienlos en sus murallas.
En Renca se cayeron casi todos los edificios; la tierra se abrió en varias partes, dejando grietas
de más de dos metros y medio de hondura y medio metro de ancho. Una mujer y tres niños murieron
aplastados. En Quilicura también hubo daños de consideración.
El pueblo de Lampa fue totalmente destruido; sólo una casa de esqueleto de madera y de
adobes quedó en buen estado; hasta los ranchos de palos y ramas se cayeron; las casas de adobes
se enterraron hasta la parte inferior de las ventanas. Los árboles se aflojaron en tomo al tronco,
removiendo la tierra que cubría sus raíces. En los terrenos planos se formaron grietas más o menos
paralelas a los cerros que existen por el lado poniente del pueblo; algunas de estas grietas tenían
alrededor de medio metro de ancho y dos metros de profundidad. Más o menos a tres kilómetros de
Lampa, hacia el suroeste, se hundió la tierra en una extensión de más de veinte mil metros cuadrados,
en forma circular, con una diferencia de cerca de cincuenta centímetros bajo su antiguo nivel. Algunos
lugareños afirmaron que salió agua caliente inmediatamenle después del temblor.
Melipilla se destruyó casi por completo. De seiscientos treinta y un edificios que formaban la
población, cien quedaron completamenie demolidas; doscientos en un cincuenta por ciento y el resto
se destruyó en una tercera parte. La cárcel, el edificio de la gobernación, el hospital y la escuelaf iscal
quedaron en el suelo. Las iglesias de San Francisco, La Merced y La Matriz y el cementerio, reducidos
a escombros. Por muchos días, la población durmió bajo los parrones, en la plaza o en pequeños
galpones hechos de planchas de zinc. Murieron ciento seis personas.

160
Alrededor de ciento cuarenta personas murieron en la provincia de Santiago y en la provincia
de Aconcagua fallecieron veintiuna.
En San Felipe se destruyeron la mayor parte de las construcciones de la hacienda Panquehue.
La Ligua sufrió los mayores daños de la provincia de Aconcagua; gran parte de tos edificios
particulares, así como la iglesia parroquial, las oficinas públicas y la escuela se derrumbaron por
completo. Igual suerte corrió la comuna de Cabildo; siendo ésta el límite norte de la zona afectada
por el terremoto. Más al norte sólo hubo un fuerte temblor.
En las provincias de O'Higgins, Colchagua y Curicó fallecieron un total de sesenta y cinco
personas.
Doñihue, Lo Miranda y Valdivia de Paine tuvieron serios deterioros en las casas. En Chépica,
Quinahue, Lolol, Ranquil y Pumanque se destruyeron todas las iglesias.
En Buín se estimaron los daños en dos millones ochocientos mil pesos. El hospital quedó con
las murallas partidas, los cierros caídos y la botica en el suelo; el edificio de correos y telégrafos
inhabitables; la cárcel destruida; la iglesia y la casa parroquial en condiciones de demolerlas; la
mayoría de las tiendas tuvieron pérdidas de consideración y las viviendas de particulares con graves
deterioros. Se organizó una "olla del pobre" para dar alimentos a los menesterosos, ancianos, niños
e inválidos.
En Rengo se desplomó el edificio de la gobernación; la escuela de mujeres se destruyó; la cárcel
y el hospital quedaron en estado ruinoso; ocho iglesias quedaron inutilizadas; la estación y la bodega
del ferrocarril de Malloa se cayeron; hubo ocho muertos y varios contusos.
En Matanzas se destruyeron todas las casas. En la jurisdicción de la gobernación de
Caupolicán el hospital quedó en mal estado, la gobernación con las murallas desplomadas, la cárcel
en ruinas, las iglesias destruidas.
En San Fernando se agrietaron las murallas de las casas, lo mismo que las del templo de San
Francisco, a la que también se le cayó (atorre; el liceo de hombres, el liceo de niñas, la escuela modelo
y el hospital quedaron seriamente deteriorados. El comercio sufrió grandes pérdidas.
En Curicó el remezón precipitó a la población a la calle, donde pernoctó durante toda la noche.
Los edificios públicos tuvieron enormes perjuicios y se produjo un incendio en un conventillo.
Fallecieron tres personas aplastadas por murallas de viviendas particulares. La ciudad quedó sin
alumbrado público y las comunicaciones se cortaron hacia todos los puntos. El regimiento y la
intendencia proporcionaron alimentación a los más necesitados.
En Molina los edificios públicos quedaron deteriorados; en la cárcel, que se destruyó totalmente,
murió un reo y ocho quedaron heridos.
El puerto de Llico y Vichuquén sufrieron deterioros en sus edificios. En el fundo de El Almendral,
de la localidad de Chépica se abrieron enormes grietas, donde cayeron animales vacunos, algunos
de los cuales perecieron en el socabón.
En Talca, el edificio de la intendencia, el Teatro Municipal, el mercado, la penitenciaría, las
iglesias de La Matriz, San Francisco y Santo Domingo, el cuartel del regimiento Valdivia, la casa de
ejercicios y los hospitales quedaron en estado ruinoso y muchos inhabitables. Los daños se calcularon
en cuatro millones de pesos.
En Curepto y otros lugares de esta provincia se produjeron hendiduras de trescientos a
cuatrocientos metros de largo y de más de cuarenta centímetros de ancho.
En Linares, los daños fueron más que nada, partiduras de muros, rasgaduras de tabiques,
desprendimientos de cornisas y quebrazón de vidrios.
En Cauquenes tuvieron serios daños el hospital y la cárcel, el cuartel de policía, la intendencia,
el juzgado, el liceo de hombres, el mercado, varias escuelas, las iglesias y algunos edificios
particulares sufrieron agrietamientos en las murallas.
En Chillan la situación fue similar. En cambio, en Maule hubo deterioros más o menos serios
en el hospital, la cárcel, en el edificio de la Intendencia, en el cuartel de Policía, en el liceo de Hombres,
en el juzgado de Letras, en el mercado y en varias escuelas públicas.

161
En Concepción se derrumbó la torre de la iglesia de San Francisco y se cortó el alumbrado
eléctrico por algunos momentos. En Penco, el mar se salió alrededorde cincuenta metros de la playa,
hasta alcanzar la línea férrea, donde se detuvo.
Más al sur sólo se sintió un fuerte temblor.
El número de defunciones señalado anteriormente es el indicado oficialmente por la Oficina de
Estadísticas; sin embargo, el documento de la época La Catástrofe del 16 de agosto de 1906 en la
República de Chile escrito por Alfredo Rodríguez Rozas y Carlos Gajardo Cruzat dio un total de tres
mil ochocientas ochenta y dos personas fallecidas.
El domingo 30 de septiembre se celebraron en Playa Ancha, unas solemnes honras fúnebres
por las víctimas de Valparaíso, a las que asistieron el Presidente de la República recién asumido, Pedro
Montt, algunos ministros, numerosos representantes de las naciones extranjeras y una cantidad de
personas de todas las clases sociales del Puerto. La oración fúnebre fue pronunciada por el obispo
de San Carlos de Ancud, Ramón Ángel Jara.
Por decretos se nombraron: una comisión general de socorros, que presidió el ministro del
Interior, para que atendiera todas las necesidades ocasionadas por el sismo en el país, distribuyera
e invirtiera los auxilios en dinero y especies que al respecto suministrara el Gobierno y los que hubiesen
sido erogados en el extranjero y que no tuviesen una destinación especial; una comisión para que
distribuyera víveres a los damnificados de Valparaíso; otras para que atendiera a los damnificados del
puerto de San Antonio, Cartagena e inmediaciones; otra para atender a los de Petorca, La Ligua,
Putaendo y Cabildo; otra para atender a los de Colchagua; otra para atender a los de Casablanca; otra
para atender a los damnificados en el sector comprendido entre Las Vegas y Limache; otra para los
de Rancagua; otra para entregar socorros a Quillota; otra para otorgar ayuda a Limache; otra para
distribuir socorros a Curacaví; otra para Renca; otra para atender a los damnificados que llegaran a
Santiago; otra para adquirir víveres en Curacaví y Casablanca; otra para proveer de ganado; otra para
estudiar las reparaciones que debían efectuarse en el puerto de San Antonio, y otras para que se
preocuparan de reparar los servicios vitales.
Las medidas de emergencia tomadas por las autoridades, tanto en Valparaíso, como en el resto
de las ciudades afectadas, fueron coordinadas con energía, designándose jefes en cada área, quienes
pusieron en práctica disposiciones adecuadas al momento. Se formaron comisiones para atender el
orden público; en Valparaíso, con el apoyo de la marinería, y en otras ciudades y localidades, con el
apoyo del Ejército. Se declaró a Valparaíso en "estado de sitio" para evitar desmanes, nombrándose
jefe de plaza al oficial de Marina, Luis Gómez Carreño. En los primeros días, incluso, hubo alrededor
de quince fusilamientos, reprimiéndose así la corruptela de bandolerismo, pillaje y robos. Al principio,
las ejecuciones fueron llevadas a efecto por orden directa del jefe que sorprendió "in fragantí" al autor
del delito, pero luego fue instituido un Tribunal Militar, que se limito a conocer los casos de
fusilamientos.
Para la asistencia médica y sanitariageneral.se designó por decreto, una comisión en Santiago,
que se abocó a atender los pedidos que se hicieron de médicos y medicinas. En Valparaíso, esta labor
se le encomendó al doctor José Grossi, quien organizó un servicio médico improvisado y difícil en
barracas, en las plazas, en las estaciones, en los carros eléctricos y en algunos conventos.
Colaboraron en esta acción, los estudiantes de medicina de Santiago; personal del regimiento
Chacabuco y del regimiento Lautaro, él que actuó de camilleros; la Cruz Roja de Punta Arenas, que
envió una delegación, y los practicantes de Antofagasta, que también enviaron un grupo. Para la
sepultación de los cadáveres colaboraron sacerdotes y particulares. En el informe que emitió el doctor
Grossi consignó que fueron hospitalizados o asistidos a domicilio, cuatro mil ochocientos treinta y seis
heridos y seis mil cuatrocientos cuarenta y un enfermos, lo que dio un total de once mil doscientas
setenta y siete personas atendidas. Los traumatismos causados por el terremoto estuvieron formados
por un sesenta y cinco por ciento de heridos; un dieciocho por ciento de contusos; un once por ciento
de fracturados; un dos por ciento de luxados y un tres por ciento de quemados. Se practicaron en los
campamentos, cauces, caballerizas y entre los escombros, cuatrocientas noventa y dos desinfeccio-

162
nes. El total de lo gastado ascendió a sesenta mil pesos.
En Valparaíso, la respectiva comisión se preocupó de adquirir y recolectar los artículos
alimenticios que habían en plaza, así como los que llegaron desde afuera y luego de la distribución.
Los particulares concurrían a las comisarías de su sector para la adquisición.
El aseo y la remoción de escombros estuvo a cargo de las municipalidades en coordinación con
la autoridad militar y la colaboración de particulares, dueños de carretas y vehículos.
Con los gerentes y directores de las correspondientes empresas y el apoyo del personal de
Santiago, se coordinó en el Puerto, la reposición de los servicios de agua potable, gas, electricidad y
alcantarillado.
Las vías públicas quedaron en estado calamitoso, no obstante, la ruta urbana entre Valparaíso
y Viña del Mar se reparó en pocos días. La ferrovía se había interrumpido hasta Quillota, fue reparada
en una semana, para atender la emergencia.
Se construyeron galpones, barracas y se levantaron carpas para amparar a los cientos de
damnificados que quedaron sin un techo que los protegiera. En toda la labor de salvamento y de
atención de emergencia colaboraron las colonias extranjeras y los países amigos enviaron condolen-
cias y ayuda material.
Entre éstas últimas, cabe destacar, la de Argentina, que envió al buque de la Armada, 25 de
Mayo, con socorros. En la República hermana, las damas de la sociedad reunieron donaciones en
especies; una comisión de caballeros patrocinó una lista de subscripciones en dinero; la Cruz Roja
juntó material de auxilio médico; los diarios abrieron subscripciones públicas de ayuda; los cigarreros
reunieron dinero y mercaderías, y se efectuaron actividades teatrales, con el mismo fin. Perú envió al
vapor Liman' con víveres y ropa de abrigo. Brasil donó más de un millón de pesos. Uruguay, Bolivia
y Ecuador también remitieron dinero. En los Estados Unidos de Norteamérica, el Presidente Teodoro
Roosevelt hizo un llamado al pueblo, con el objeto de que con sus riquezas ayudara al pueblo de Chile,
de igual forma como ellos recibieron la solidaridad mundial cuatro meses antes cuando se produjo
el terremoto en la ciudad de San Francisco, informándole, al mismo tiempo, que ya la Cruz Roja de
ese país había empezado a colectar fondos y elementos para ayudar a los chilenos. Inglaterra,
Francia, Italia y Suiza también enviaron ayuda. Alemania, por su parte, con los fondos recolectados,
levantó en Valparaíso, en terrenos donados por un alemán residente, alrededorde noventa habitacio-
nes, para albergar a otras tantas familias damnificadas.
Con trescientos mil pesos, de los aportes extranjeros, se creó un asilo para viudas y menores
de diez años, cuyos cónyuges o padres hubiesen muerto en el terremoto.
Por ley N21879, del mismo mes de agosto de 1906, se autorizó al Presidente de la República
para gastar hasta cuatro millones de pesos en atender las necesidades ocasionadas por el sismo, y
por ley N21881, de noviembre del mismo año, se otorgaron ochocientos cincuenta mil pesos para
conceder a los empleados públicos un auxilio consistente en un anticipo de tres meses de sueldo, que
devolverían por mensualidades, posteriormente.
Hubo una campaña que atrajo gran simpatía, relacionada con el apoyo que se comenzó a dar
a los asegurados de terremotos, porque las mismas compañías internacionales de seguros que
cuatro meses antes no habían tenido ningún inconveniente para el pago de pólizas cuando los daños
del terremoto de San Francisco, se resistían a un pago análogo en Valparaíso. Los casos perfecta-
mente idénticos del 18 de abril de 1906, en California y del 16 de agosto siguiente, en Valparaíso,
presentábanse como distintos, para unas mismas compañías, que pagaron a sus asegurados en Nor-
teamérica, sin ninguna dificultad, en tanto que rechazaban un pago idéntico en el hemisferio sur. Para
lograr resultados positivos fue necesario tener a la vista la jurisprudencia sobre los juicios de incendios
provenientes de terremotos.
El Gobierno dispuso, mediante decreto, la formación de una comisión para estudiar la
estabilidad en las construcciones futuras, basado en el informe emitido por el Director General de
Obras Públicas, con fecha 3 de septiembre de 1906.} Posteriormente, el documento fue publicado "in
extenso" en el Boletín del Servicio Sismológico, el año 1913.

163
El informe citado indicaba las causas de la destrucción de los edificios públicos y de particulares
por el terremoto y procuraba, al mismo tiempo, deducir de sus análisis, útiles enseñanzas para las
construcciones futuras. Entre las causas dominantes que originaron los destrozos, indicaba, entre
otras, la mala calidad de las mezclas; la mala calidad de los materiales empieados; la trabazón
deficientes de los materiales constitutivos de las murallas y tabiques; la falta de solidaridad de los
muros en su encuentro y cruzamientos; la falta de amarras entre los muros en general y principalmente
entre los muros o tabiques de fachadas y los muros interiores; la ausencia de buenas fundaciones; los
asentamientos desiguales; exceso de peso en las partes altas de los edificios de varios pisos; altura
desproporcionada de los segundos pisos; mala ubicación de canales de agua; ubicación defectuosa
de puertas de comunicación; murallas cortafuegos muy altas, etc., etc. Sugería, también, laformación
de personal idóneo, ensayes de materiales, dictar y aplicar, estrictamente reglamentos para edificar,
estudiar tipos de edificaciones para cada subsuelo y varios otros correctivos de fondo para obtener
obras bien ejecutadas.
En los Anales de la Universidad de Chile, se publicó a fines de 1906, el reglamento para la
construcción y reconstrucción de Calabria después del terremoto del 8 de septiembre de 1905. El
reglamento estaba redactado conforme a! arte de construir en los países expuestos a temblores.
\En septiembre de 1907, el Gobierno del Presidente Pedro Montt contrataba al sismólogo
francés, conde Fernando de Montessus de Ballore, comoprofesory jefe del Servicio de Observaciones
Sismológicas, por un período de tres años. En este lapso de tiempo debía instalar en el país
observatorios sismológicos, de acuerdo con el Gobierno, enseñar en los institutos del Estado,
proporcionar los informes que el Gobierno le solicitara sobre asuntos de su competencia, hacerse
cargo de la dirección e instalación de Observatorio Sismológico en el cerro Santa Lucía de Santiago^
Montessus de Ballore estudió los fenómenos sísmicos enunciando varias teorías sobre las causas de
los temblores y terremotos; entre otras, enunció el principio de la independencia entre los fenómenos
volcánicos y los sísmicos, que fue aceptada por la mayoría de los geólogos, en 1895. En 1907, cuando
fue contratado por el Gobierno chileno, publicó la Science Sismologique en la que dedujo que los
movimientos terrestres se producen a poca profundidad y siempre en vastas líneas y en centenares
de kilómetros de largo. Fue laureado dos veces por la Academia de Ciencias de Francia y por la
Sociedad de Geografía de Paris. En Chile, formó un grupo de hombres de ciencias que realizaron
investigaciones de su especialidad; fundó el Instituto Sismológico, para centralizar los estudios sobre
la materia, en el país. Publicó el Boletín del Servicio Sismológico de Chile, que redactaba personal-
mente; la Historia Sísmica de los Andes Meridionales; una serie de artículos divulgados en la Revista
de Historia y Geografía; colaboró en El Mercurio, La Mañana, la revista Folklore Chileno y en los Anales
de la Universidad de Chile; su obra monumental fue la Bibliografía General de Temblores y
Terremotos. Nació en Francia en 1851 y murió en Santiago de Chile, en 1932.
Para la reconstrucción, por lo menos en Valparaíso, se formó una Junta de Reconstrucción. Se
obtuvo un préstamo de Inglaterra por un millón cien mil libras esterlinas, que fueron entregadas a la
municipalidad de Valparaíso para reparar los daños causados en la ciudad y efectuar las debidas
expropiaciones, y otro empréstito del mismo país, por un millón seiscientas mil libras esterlinas para
la reconstrucción de El Almendral. Por las respectivas leyes, se autorizó al Ejecutivo para gastar hasta
dos millones de pesos en reparar o reconstruir los establecimientos públicos de educación o
beneficiencia, los edificios fiscales, los templos y las casas parroquiales, deterioradas o destruidas
por el terremoto, fuera de la ciudad de Valparaíso; otros setenta mil pesos para reparar establecimien-
tos penales; la cantidad de tres millones trescientos treinta y cinco mil pesos para la cancelación de
deudas procedentes de requisiciones, compra de mercaderías y demás gastos originados por la
catástrofe.
Por ley N22553, de septiembre de 1911, se hizo un abono de cinco años de servicios a los
oficiales y tropas que hubiesen estado en la zona damnificada por el sismo de agosto de 1906.
El mismo día del terremoto -16 de agosto de 1906 - entró en erupción el volcán Nuevo, de los
Nevados de Chillan.

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INCENDIOS EN ANTOFAGASTA EN 1906

El 6 de febrero de 1906, como consecuencia de la huelga de los obreros del cobre, a la que
adhirieron los del salitre, se produjo un enfrentamiento de los huelguistas con el Ejército, en
Antofagasta. En represalias, los obreros incediaron y saquearon negocios y casas comerciales.
Del asalto e incendio que efectuaron en (atienda La Chupalla, el fuego se propagó a varias casas
y edificios en los que habían otros negocios, viviendas particulares y la secretaría del Partido Radical.
El 15 de noviembre del mismo año, un nuevo siniestro en Antofagasta destruyó una manzana
entera de edificios, consumiéndose en las llamas, entre otros, el club de La Unión y la iglesia. Esta
ya se había quemado el año 1880, a raíz de un incendio intencional en un edificio adyacente. Se
reconstruyó nuevamente, a partir del año 1907, ésta vez con planos ejecutados por un conocido
arquitecto capitalino, con materiales de acero y cemento. Siniestros posteriores de la misma índole,
en inmuebles contiguos, la dejaron incólume.

SISMO EN EL NORTE EN 1906

La noche del 24 al 25 de diciembre de 1906 hubo un violento sismo en Codpa, a ciento once
kilómetros al su r de Arica, ocasionando derrumbes de bastante consideración en Guañacagua, Codpa
y lugares aledaños.
En el pequeño pueblo de Codpa, sólo la iglesia quedó en pie, donde se refugiaron los vecinos.
Una copiosa lluvia que cayó posteriormente, desprendió grandes peñascos de las laderas, que se
asentaron en las orillas y en el lecho del río. Los temblores continuaron por alrededor de una semana.
La mayoría de las casas no se volvieron a reedificar, despoblándose el lugar, por algún tiempo.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN RIÑINAHUE EN 1907

La primeras noticias de una erupción en el sur, publicada en El Mercurio de Santiago, el 14 de


abril de 1907, fueron un extracto de un informe enviado desde Bariloche a Buenos Aires, Argentina,
dado a conocer a la opinión pública por La Razón de la metrópoli argentina. Se informaba que el volcán
Puyehue estaba en erupción y que las cenizas llegaban hasta Río Negro, en territorio de la República
hermana. Las noticias continuaron en el mismo sentido por varios días, incluso se dio a conocer en
El Mercurio la comunicación que en el mismo sentido envió el intendente de Valdivia al Presidente de
la República.
Sólo el 21 de abril, el gobernador de La Unión dio cuenta que era el volcán Riñinahue y no el
Puyehue, él que estaba en erupción, informando que se habían incendiado más de dos leguas de
territorio, a causa de la lava ardiente que se deslizaba desde el cráter, la que también había matado
gran cantidad de animales.
La lluvia de cenizas produjo en la población de Valdivia, molestias en los ojos y en las vías
respiratorias y llegó a entorpecer el tráfico vehicular. La Laguna Negra quedó seca y los terrenos
adyacentes se emparejaron con la abundante ceniza que cayó. La enorme cantidad de arena, piedras
y cenizas detuvieron el curso del río Pupuhuin en el Salto de Puñirre, que mide cuarenta metros,
formándose una laguna artificial que llegó hasta los pies del volcán. Esta se desbordó, luego, hacia

165
dos lados: uno de los lahares hirvientes corrió por el lado de Llifén y el otro por el Rifiinahue, arrasando
con casas, bosques, ganado y personas, en una extensión de más de dos leguas de ancho y más de
siete de largo.
Por lo menos diez personas perecieron en la avalancha, varios menores quedaron huérfanos.
A partir del mes de julio, la fuerza eruptiva del volcán disminuyó y ya en el mes de noviembre
expelía sólo humo.
El cacique de Riñinahue concurrió hasta la intendencia de Valdivia a informar sobre los daños
ocasionados en la zona, la devastación de los campos y la mortandad de animales en las reducciones
indígenas.

SISMO EN VALDIVIA EN 1907

A las cuatro y media de la mañana del día 13 de noviembre de 1907, un fuerte temblor azotó
a la zona comprendida entre Valdivia y Osorno.
Los daños en ésta última ciudad fueron de poca consideración, a pesar de que los ancianos no
recordaban otro temblor de igual intensidad.
En Valdivia, la torre de la iglesia de La Matriz se hundió y el templo quedó ruinoso; el edificio de
la aduana no se pudo volver a ocupar; gran cantidad de las murallas cortafuego de las casas se
derrumbaron. Montessus de Ballore, al comentar este sismo en su Historia Sísmica de los Andes
Meridionales atribuyó los deterioros a la malísima calidad de la cal y los ladrillos y a que las viviendas
dañadas fueron construidas sobre terrenos aluvionales.
En Puerto Montt se produjeron grietas en el suelo, en lugares donde había terraplenes
artificiales y recién ejecutados. En Ancud hubo marejadas bastante fuertes, después del temblor.
Algunos perjuicios de consideración sufrió la línea férrea entre las estaciones de Gorbea,
Valdivia y La Unión: las casas de las administraciones, las de los jefes de estaciones, bodegas y
almacenes que eran de albañilería se averiaron; las torres de los estanques de Valdivia y Collilefu,
también de albañilería se agrietaron en todas direcciones, por lo que posteriormente hubo que
derribarlas; la mayoría de los puentes tuvieron algún tipo de daño, como hundimiento de los
terraplenes, agrietamientos y desviaciones en los arcos; también se produjeron algunos derrumbes
de cerros en el mismo sector. Estos deterioros, sin embargo, no interrumpieron el tráfico ferroviario.
El temblor se sintió hasta Santiago, por el norte.
Por ley Nfi2044, de septiembre de 1907, se pusieron a disposición del Presidente de la República
Pedro Montt, cuarenta mil pesos para atender a la reconstrucción de los edificios de las instituciones
que dependían del ministerio del Culto y Colonización, ubicados en la provincia de Valdivia, que
hubiesen sufrido perjuicios a consecuencias de este sismo.

NEVAZÓN EN 1907

En el mes de septiembre del mismo año -1907 - hubo una enorme nevazón en la cordillera que
ocasionó una avalancha sobre la aduana de Juncal. Murieron cinco de los nueve moradores del
recinto.
Los enormes bloques de nieve obstruyeron también el paso del ferrocarril, que sólo pudo llegar
hasta Río Blanco, e interrumpieron las comunicaciones telegráficas.

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INCENDIO EN (QUIQUE EN 1907

El 9 de noviembre de 1907, un voraz incendio consumió siete manzanas de edificios en Iquique,


donde existían numerosos almacenes, litografías, barracas, picanterías, bares, hoteles de tercer
orden, veinticuatro casas de remolienda, escuelas públicas, viviendas particulares, el templo de los
chinos, etc.
El fuego se inició alrededor de la una y media de la tarde, en una de las casas de la calle
Thompson, un poco distante del centro, en los momentos en que en otro sector de la ciudad, la colonia
inglesa festejaba el sesenta y seis aniversario del natalicio de Eduardo Vil de Inglaterra.
La totalidad de las viviendas eran ocupadas por familias de modestos recursos. Todas las
compañías de bomberos - nueve en total - concurrieron a apagar el fuego que se propagó rápidamente,
impulsado por el fuerte viento norte que corría en esos momentos y ayudado por la pólvora y la paraf ina
que se guardaba en los almacenes que consumían las llamas.
Los habitantes del sector amagado trataron de salvar sus pertenencias en carretas, carretelas
y a pulso. Más de tres horas demoraron los voluntarios bómbenles en apagar el incendio. Una
persona murió de la impresión; quedaron alrededor de tres mil damnificados, y las pérdidas se
calcularon en un millón de pesos.
La prensa, las colonias extranjeras, principalmente la asiática, los comerciantes, las compañías
salitreras de Iquique, de la Pampa, de Pisagua y de Antofagasta, erogaron enormes sumas de dinero
para ayudar a los damnificados.
Al día siguiente del siniestro se dio comida a quinientos de los afectados, en el regimiento
Carampange, con fondos proporcionados por una persona acomodada, de la sociedad iquiqueña.

EPIDEMIAS DE 1907 Y 1908

La viruela seguía causando muertes, pero en orden decreciente. En 1907 hubo un mil ochenta
y cinco fallecimientos a causa de esta epidemia y en 1908, sólo quinientos setenta y nueve.
La peste bubónica reapareció en Pisagua en 1907, ocasionando cuarenta y siete defunciones.
A partir de 1908 y hasta 1914 no se presentaron casos en esta localidad.
En Valparaíso fallecieron en 1907, veintisiete de los cincuenta y nueve individuos que
adquirieron la epidemia.
El mismo año apareció, por primera vez, la peste bubónica en Santiago; se presentaron
veintitrés casos, de los cuales fallecieron ocho. Cuando se detectó el primero, hubo gran pánico en
la población y en las autoridades. Gracias a la acción combinada del Consejo Superior de Higiene
y del Instituto de Higiene se logró organizar una severa campaña profiláctica. En la intendencia de
Santiago funcionó una junta especial, encargada de todas las actividades preservativas; los inspec-
tores sanitarios procedieron en forma tan rigurosa, que la prensa llegó a decir que las medidas eran
dictatoriales. La ciudad fue sometida a un aseo estricto; se estableció una estación de ambulancias;
se destinó el hospital San José para la hospitalización de los enfermos; el aislamiento fue inflexible;
se aumentó lacantidad de desinfectorios públicos; se vacunó enforma intensiva con suero antipestoso
a todos los individuos expuestos al contagio. En la capital los casos de peste bubónica no
constituyeron focos, sino que se presentaron diseminados por la ciudad. No hubo nuevos brotes de
la epidemia en Santiago, hasta 1914, en que fallecen dos personas.
El año 1907 se presentaron en todo el país, trescientos treinta y cuatro casos fatales; de éstos,
además de los ya señalados, hubo muertos a causa de la peste bubónica en Arica, Iquique,
Antofagasta y Taltal.

167
En 1908 fallecieron ciento diez personas procedentes de Arica, Iquique, Tocopilla, Antof agasta,
Taltal y Valparaíso.
El año 1907, se creó por la ley N21921, una sección de Administración Sanitaria radicada en la
secretaría del ministerio del Interior. El titular del cargo debía ser un médico cirujano de la Universidad
de Chile y debía velar por la higiene y beneficencia pública.
Hasta doscientos mil pesos se autorizó al Ejecutivo, para que gastara en 1907, en adoptar
medidas destinadas a combatir las enfermedades infecciosas; al año siguiente se le autorizaron otros
doscientos mil pesos para los mismos fines y para absorber los gastos que originara el servicio
sanitario en el país.

ERUPCIONES VOLCÁNICAS DE 1908

El 14 de febrero de 1908 entró en erupción el volcán Llaima, destruyendo totalmente los baños
ubicados en el mismo. La avalancha sorprendió a una mujer de Lonquimay, quien quedó sepultada,
no encontrándose su cadáver. La erupción arrastró peñascos y rodados, provocando un aluvión que
abrió un surco de alrededor de tres metros de ancho, por uno y medio de profundidad.
El 31 de octubre del mismo año 1908 entró en erupción el volcán Villarrica. Las llamaradas se
elevaron más de tres mil metros, iluminando al pueblo de Loncoche. El material volcánico derritió la
nieve, formando corrientes de barro, una de las cuales llegó hasta la localidad de Pucón.

INCENDIOS EN 1908

A las dos y media de la mañana del 7 de enero de 1908 se declaró un incendio en el barrio
comercial de Talcahuano. En total se quemaron ocho de los principales edificios de la ciudad, donde
se ubicaban el Banco Español, relojerías, bodegas de mercaderías y casas particulares. El fuego,
que se inició en una de las bodegas de mercaderías, avanzó tan rápido, que las familias alcanzaron
a ponerse a salvo, sólo con lo que tenían puesto. Los bomberos trabajaron con relativa facilidad,
gracias a que el remolcador Galvarino, con sus poderosas bombas ayudó eficazmente a proporcionar
agua.
El 28 de mayo del mismo año, a las dos de la mañana hubo otro incendio en el puerto de
Talcahuano, que ésta vez destruyó gran parte del barrio central. Se quemó una manzana entera de
edificios, entre las calles Colón, San Martín y Aníbal Pinto. Los bomberos, con la colaboración de las
tropas de línea y la marinería, trabajaron varias horas en extinguir el fuego. Las pérdidas se calcularon
en medio millón de pesos.
Al medio día del 19 de enero de 1908, un gran incendio destruyó treinta manzanas de edificios
en Temuco, dejando tres mil quinientas personas sin hogar, dos muertos, pérdidas del orden de un
millón y medio de pesos y seguros comprometidos por seiscientos mil pesos.
El fuego se inició en un negocio de la plaza principal, siguiendo hacia la estación del ferrocarril.
Entre los numerosos edificios quemados estaban el teatro; las oficinas del juzgado de letras; tres
escuelas; la oficina de Radicación de Indígenas; la oficina del Protectorado Indígena; el cuartel de
policía del que se fugaron los detenidos; el cuartel de policía de aseo, con la mayoría de los carretones;
la oficina de la luz eléctrica; una fundición; seis panaderías; un centenar de pequeños negocios de
ventas diversas de gente pobre, situados a lo largo de la zona quemada; varias relojerías; varias
zapaterías; curtidurías; bodegas de maquinarias; depósitos de licores y bebidas, e innumerables
viviendas, principalmente de familias de escasos recursos. El fuego terminó por falta de combustible,

168
después de más de diez horas en que los bomberos tuvieron que ser ayudados por sus congéneres
de Valdivia, que concurrieron en su apoyo.
A causa del incendio se cayeron los postes, cortándose el teléfono, el telégrafo y la luz. La
ciudad se alumbró sólo con las hogueras que ardieron toda la noche. Hubo pillaje desde el primer
momento, robo de especies y hasta de muebles; ésto obligó al intendente a prohibir toda la venta de
licores, autorizando personalmente la movilización de carga y menaje.
La línea de los tranvías que corría a lo largo de la zona amagada sufrió considerablemente, los
fierros quedaron torcidos en varios sectores y los durmientes totalmente quemados. Dos bomberos
tuvieron quemaduras graves, varias mujeres sufrieron ataques de nervios y muchos lloraron por horas,
como en un cementerio, frente a sus viviendas reducidas a cenizas. El Gobierno fue autorizado para
girar hasta quinientos mil pesos, de los cuales trescientos mil fueron para atender a las necesidades
de los damnificados y doscientos mil para adquirir terrenos y reponer las escuelas siniestradas.
Faltaban quince minutos para las seis de la tarde del lunes 23 de marzo de 1908, cuando se
produjo una formidable explosión en los polvorines del Ejército ubicado en las inmediaciones del
pueblo de Batuco, que dejó muertos, heridos, incendios, destrucción y pérdidas por varios millones de
pesos.
Esta se sintió en Santiago, Graneros y Rancagua. En la capital se remeció la tierra y se
quebraron los vidrios; la población, presa de pánico y terror, salió a las calles creyendo que se
avecinaba un fuerte terremoto.
La estación y el pueblo de Batuco quedaron en ruinas. Fallecieron la mayoría de los hombres
que componían la guarnición militar, hubo más de quince heridos y las pérdidas fueron del orden de
los tres millones de pesos.
Tres de los cuatro polvorines se encontraban repletos de municiones y pólvora, mucha de ella
de procedencia francesa, que había enviado la dirección de la Armada. Los espinos que se levantaban
cerca de los edificios fueron arrancados de raíz, las empalizadas de las viviendas de los soldados y
las casas de los pobladores de Batuco volaron por los aires. Los trozos de piedra y manipostería
proyectados con la fuerza de la explosión perforaron la pieza del telegrafista de la estación e hirieron
a muchas personas que estaban a más de quince cuadras de distancia y dejaron al pueblo convertido
en ruinas.
La explosión, que tal vez se produjo por combustión espontánea de la pólvora, abrió un cráter
de ochenta metros de diámetro y quince metros de profundidad. Cuarenta hombres del batallón de
ferrocarriles del Ejército fueron a remover los escombros, por orden de la superioridad militar.
En los momentos en que se produjo la explosión, en Santiago estaba por salir hacia Valparaíso,
el tren expreso que debía llevar, entre los pasajeros a un ministro peruano y al jefe de gabinete del
Presidente de la República. Este tren fue retrasado, partiendo de inmediato a Batuco un tren
explorador de línea, que llevó personal de ferrocarriles, médicos, practicantes y medicamentos. En
el mismo convoy fueron devueltos a Santiago los heridos, que se trasladaron al hospital San Juan de
Dios. Luego de esta maniobra, partió el expreso al Puerto.

SEQUÍAS DE 1908 Y 1909

En el año 1908 hubo una sequía en el Norte Chico, principalmente en Combarbalá, que significó
carestía de los productos, cesantía, malas cosechas y pérdida de las sementeras.
El problema llevó a los campesinos de esa zona a realizar un "meeting" y luego plantear al
gobernador la situación en que se encontraban: acosados por el hambre y sin trabajo. La autoridad
departamental, vía intendente hizo conocer el problema al ministerio del Interior, quien autorizó la
ocupación de cesantes en trabajos ferroviarios. Al mismo tiempo, se formó un Comité de Señoras en

169
Combarbalá, para ayudar a las gentes sin trabajo. Con fondos cedidos por la gobernación y
recolectados entre los vecinos, se socorrieron dos mil ochocientos setenta y seis personas que
representaban a seiscientas ochenta y una familias, a la que se les repartió víveres. A su vez, el
Ejecutivo fue autorizado para gastar, hasta cinco mil pesos en auxiliar a las familias desvalidas de la
provincia de Coquimbo, ya que se dijo que incluso hubo personas que murieron de hambre, a
consecuencia de la sequía.
Al año siguiente empezó a sentirse la falta de lluvias en La Serena, Ovalle y Puerto Oscuro,
donde los promedios de agua caída alcanzaron, apenas, a un tercio de lo normal.

SISMOS DE 1909

Un violento y largo temblor alarmó a la población de Santiago a las dos y cuarto de la madrugada
del 28 de abril de 1909. La mayoría de las personas abandonaron sus lechos saliendo a las calles
y plazas. Se agrietaron algunas murallas y hubo uno que otro desmoronamiento de casas viejas. Se
sintió con la misma intensidad en Valparaíso, Viña del Mar, Limache, Quillota, Llay Llay y hasta Talca,
por el sur. En Montenegro se interrumpieron las comunicaciones telegráficas. La ferrovía entre Llay
Llay y Valparaíso tuvo algunos problemas. En Valparaíso se cortó la energía eléctrica.
Entrevistado Montessus de Ballore, por El Mercurio de Santiago, informó que hubo algunos
sismos premonitores y que en éste se habían saltado las agujas del sismógrafo.
A la una y ocho minutos de la madrugada del 7 de junio del mismo año -1909- se sintió un fuerte
temblor en Copiapó que ocasionó la muerte de una persona, varias quedaron heridas, como
consecuencia de caída de murallas.
El movimiento sísmico produjo pánico en la población, la ruptura de vidrios en las viviendas, el
deslizamiento de muebles, aún de los más pesados, que se corrieron de tres a cuatro pulgadas; la
quebrazón de botellas en bares y cantinas.
En forma más suave se sintió en Caldera, Chañara!, Freirina y Vallenar. También se sintió en
Santiago.
En la zona de Copiapó hubo, por lo menos, setenta y cuatro temblores más o menos suaves,
hasta el medio día siguiente.
Por ley N22159, de 1909, el Presidente de la República, Pedro Monttfue autorizado para girar
hasta cien mil pesos para enviar ayuda solidaria para los damnificados por el terremoto de Calabria
y Sicilia, en Italia.

INCENDIOS DE 1909

(El 5 de enero de 1909, más o menos a las ocho y media de la noche, estalló un incendió en el
barrio Cayenel de Puerto Montt, que arrasó con cinco manzanas de edificios, dejó del orden de un mil
quinientos damnificados y pérdidas avaluadas en medio millón de pesos.
Algunos dijeron que el fuego se inició al volcarse una lámpara y otros señalaron que el origen
del siniestro fue una vela encendida que mantenía una devota a la Virgen, en una de las viviendas
humildes del barrio donde comenzaron las llamas. Se quemaron decenas de viviendas de personas
de escasos recursos, cervecerías, tiendas y bodegas. La mala calidad del material de que disponían
los bomberos demoró la extinción del siniestro. El pillaje y el robo ayudaron a aumentar el volumen
de las pérdidas. <r

170
Los damnificados fueron llevados al teatro Municipal y al hospital de caridad de la ciudad. El
intendente fue autorizado a gastar hasta diez mil pesos, para ayudar a los desamparados.
Pasados los primeros minutos del 13 de diciembre de 1909, se declaró un voraz incendio en
Valdivia, que de acuerdo a la historia de la ciudad, es a la vez una fecha de triste recuerdo y la que
le cambió la fisonomía antigua, a la forma como se la conoce en la actualidad.
El fuego empezó en la calle Picarte, por el lado sur; el fuerte viento que soplaba a esa hora llevó
las llamas hasta la plaza, donde adquirió tales proporciones, que fue imposible contenerlo. A las siete
de la mañana, oscurecidas por el humo, dieciocho manzanas integramente edificadas, ardían a un
tiempo, sin posibilidad de salvar algo de ellas. Amagados todos los establecimientos y casas
particulares, no había manos para atender a cualquier ayuda y las lanchas cargadas de objetos
rescatados, se incendiaban en la mitad de río. A las doce del día, continuaban ardiendo y comenza-
ban a desplomarse los grandes edificios de tres y cuatro pisos, que a lo largo de cuatro cuadras, se
extendían a orillas de la avenida Prat. El pavimento era de adoquines y vigas de maderas, ardió junto
con las casas, y los árboles de la isla Teja alcanzaron a prenderse, afortunadamente, sin consecuen-
cias graves.
-J El cuerpo de bomberos perdió todo el material; la llegada de los voluntarios de Temuco, Osorno
y La Unión, junto con tropas del Ejército, resultaron del todo inútiles al pretender combatir el siniestro,
que sólo fue dominado con la demolición, a base de dinamita y hachazos, de numerosas propiedades^
Se consumió el sector más valioso de la población, él que poseía las antiguas residencias
virreinales, que se mantenían como reliquias en el centro de la ciudad. Se quemaron, entre otros, ciento
veinte casas; la valiosa biblioteca de monseñor Ramón Ángel Jara, que estaba en el palacio episcopal;
los principales bancos; cuatro hoteles; el edificio de la intendencia; la iglesia Matriz; los inmuebles de
los diarios El Correo de Valdivia, La Aurora y El Comercio; el cuartel de policía; todo el comercio al
por mayor; depósitos de cerveza; tres boticas; el mercado municipal; el correo y el telégrafo; los
almacenes y las oficinas de la aduana y el malecón de madera, que resultó medio carbonizado. Las
instalaciones del alumbrado eléctrico quedaron completamente destruidas hasta los postes y la
población careció de agua, por varios días.
El ministro del Interior viajó a Valdivia en un tren especial, con el objeto de interiorizarse de los
hechos y arbitrar las medidas tendientes al socorro de la población. En una reunión que celebró con
el intendente, el alcalde y los hombres más poderosos económicamente, ofreció dinero para apoyar
los gastos inherentes a la reconstrucción de lo devastado, estimando los comerciantes que esta ayuda
no era necesaria. El Congreso aprobó, sin embargo, un gasto de quinientos mil pesos para la
reconstrucción de los servicios públicos, levantar cuatro escuelas y socorrer a los damnificados. Los
daños habían sido avaluados en alrededor de doce millones de pesos, habiendo seguros por ocho
millones.
El "gran incendio" como se le llamó posteriormente, terminó con lo que quedaba del trazado de
las calles del año 1797, después de la demolición de las antiguas murallas.
A los pocos días jel 28 de diciembre, estalló otro incendio en la misma ciudad. Se quemaron
más de dos cuadras de edificios, entre ellos, la escuela profesional, las oficinas del registro civil,
panadería, negocios menudos y habitaciones particulares de la calle Picarte.j En la calle contigua se
quemaron pastelerías, zapaterías, conventillos y parte del edificio en construcción del instituto
comercial. Los damnificados fueron del orden de los trescientos y las pérdidas alcanzaron al medio
millón de pesos. Más de dos horas demoraron los bomberos, apoyados por la policía, por personal
de la maestranza de ferrocarriles y por la tropa del regimiento de infantería Caupolicán, en extinguir
las llamas.
¿En marzo del año siguiente se autorizó al Ejecutivo para gastar otros quinientos mil pesos de
los fondos fiscales, destinados exclusivamente a la reconstrucción, expropiación y transformación de
la ciudad, y para contratar, por cuenta de la municipalidad de Valdivia, un empréstito de cincuenta mil
libras esterlinas para pavimentar la ciudad y si quedaba algún saldo, debía destinarse a la reconstruc-
ción de la misma.
J
171
Después de estos incendios, se construyó el malecón de concreto, junto al río; se realizaron las
instalaciones del alcantarillado y agua potable; se rectificaron todas las calles, haciéndolas más
amplias y se pavimentaron con piedras; se hermosearon los edificios; se crearon nuevos sitios de
recreación y nuevos paseos.

VIRUELA EN 1909 Y 1910

En 1909 volvió a incrementarse la epidemia de viruela, ocasionando tres mil seis defunciones
entre Antofagasta y Cautín. Ese año, el departamento más afectado fue Santiago, falleciendo dos mil
doscientas cincuenta y tres personas, entre febrero y diciembre, Se designó al doctor Amable
Caballero, cuya labor era ya bastante conocida en todo el país, como jefe del servicio extraordinario
de vacuna.
En 1910, limitada a las mismas provincias, produjo un mil novecientas defunciones.
El año 1909 se autorizó al Ejecutivo para gastar hasta ochocientos veinte mil pesos, por
diferentes leyes, para combatir las enfermedades infecciosas en el país, y en el aseo de Santiago, la
suma de trescientos veinte mil pesos; otros ciento ochenta mil pesos en habilitar un nuevo lazareto para
variolosos en Santiago; veinte mil pesos para el servicio extraordinario de vacuna y trescientos mil
más, para tomar medidas que evitaran la propagación de enfermedades infecciosas. En 1910 fue
autorizado para gastar hasta ciento sesenta mil pesos en los mismos fines y luego, otros doscientos
setenta mil para el mantenimiento de los servicios sanitarios en el país.

NUEVOS INCENDIOS EN 1910

En agosto de 1910 se produjo un incendio en Talcahuano. Se quemaron numerosos edificios


de la calle Colón y de la calle Aníbal Pinto, entre ellos, los bancos Español y Chile.
El 22 de septiembre, del mismo año 1910, otro incendio en Talca, redujo a escombros y cenizas
una manzana de inmuebles ubicados entre las calles Cuatro y Cinco Oriente y Comercio. Cincuenta
negocios del mercado y otros de las cercanías se quemaron, con pérdidas calculadas en dos millones
de pesos. No había seguros comprometidos.
El 25 de septiembre de 1910, hubo un incendio en Victoria que dejó convertidas en escombros
dos manzanas de edificios, que eran los principales de la ciudad, ubicados frente a la estación del
ferrocarril. El fuego empezó en un restaurant; se quemaron, además, un bar, un hotel, un colegio de
niñas y casas particulares. Las pérdidas se estimaron en trescientos mil pesos, siendo comerciantes,
los más perjudicados. Los bomberos lograron cortar el fuego en dos partes, para impedir la
destrucción de bodegas de cereales. Se dijo que el incendio fue intencional.
Dos días después, un nuevo incendio se produjo en el mismo lugar, quemándose la bodega de
cereales que había sido salvada en el siniestro anterior.

AFTOSAEN1910

Alrededor del mes de octubre de 1910, el gobernador de LQS Andes denunció la existencia de
aftosa en animales traídos desde Argentina, por el paso de Uspallata. Luego se comprobó la epizootia
en el matadero público de Santiago, en animales traídos de Argentina y en ganado criollo; al poco

172
tiempo abarcó toda la zona central del país, preocupando seriamente a las autoridades. Hubo sesiones
en la Camarade Diputados; una nota del Consejo Superior de Higiene al ministro del Interior, e incluso,
una sesión de gabinete presidida por el Presidente de la República, en la que se examinaron las
disposiciones legales vigentes y se tomaron medidas para impedir la propagación de la aftosa,
prohibiendo el transporte de animales por ferrocarril desde Los Andes a Santiago; estableciendo una
estación sanitaria en Guardia Vieja; aislando durante quince a veinte días los animales sospechosos
procedentes de Argentina; se desinfectaron los carros del ferrocarril y se sancionaron con multas a los
ganaderos que transgredieron las medidas tomadas. Un decreto del ministerio de Industrias hizo
efectivas las medidas acordadas en la sesión de gabinete.
En esos años esta epizootia se trataba con soluciones antisépticas de creolina y ácido fénico
para la boca; con aplicaciones de vaselina boricada las ubres y las uñas se embadunaban con una
mezcla de alquitrán de madera y aceite de oliva. El Consejo Superior de Higiene Pública señalaba
que los animales afectados de aftosa eran aptos para el consumo, siempre que la carne estuviera
cocida, salada o seca; que la leche debía consumirse cocida, para evitar problemas, y que todas las
partes del animal se podían aprovechar industrialmente, siempre que estuvieran desecadas.
En octubre de 1910 se comprobaron más de doscientos setenta animales con aftosa en Los
Andes y más de cien en el matadero de Santiago, en el plazo de una semana.

PESTE BUBÓNICA EN 1909 -1910 Y 1911

La peste bubónica continuaba presentando casos fatales en diferentes lugares del país. El año
1909 se presentaron cuatrocientos cincuenta en Tacna, Arica, Iquique, Antof agasta, Taltal y Tocopilla,
con ciento veintiséis defunciones.
El año 1910 hubo ciento dieciocho muertes a causa de esta peste, procedente de Tacna, Arica,
Pisagua, Iquique, Mejillones, Antofagasta, Taltal y Santiago.
En 1911, el Gobierno dio cuenta que se produjo un nuevo brote de peste bubónica entre Arica
y Taltal, con ciento veintitrés muertos. La peste, esta vez, impidió el libre tráfico de productos de
exportación a Norteamérica, ya que por acuerdo del departamento de Estado, se prohibía el
desembarco de cereales, cueros y pieles de procedencia chilena, en el Canal de Panamá.
Para evitar la propagación de la epidemia, señaló el Presidente de la República en su mensaje
al Congreso, se determinó que los desinfectorios públicos fuesen a domicilio; se quemaron miles de
piezas de ropa contaminada y se esterilizaron otras miles. Se desinfectaron los carros de pasajeros
del ferrocarril y los coches de servicio público.
En 1911 fallecieron a causa de la epidemia de viruela, un total de cuatro mil cuatrocientas
setenta y tres personas.
El mismo año se destinaron setecientos mil pesos, por diferentes leyes, para que el Ejecutivo
adoptara las medidas necesarias con el objeto de combatir las enfermedades infecciosas y para los
gastos que originara el servicio sanitario en el país; se destinaron, además, cien mil pesos al aseo
extraordinario de Santiago.
En abril de 1911, apareció en la ciudad de Talcahuano un enfermo de lepra, procedente de la
isla de Jamaica, indican los documentos del Ejecutivo.

SEQUÍAS DE 1911 Y 1912

Los años secos que se han sucedido en Chile, han dado lugar a escasez de agua en gran parte
del territorio, informaba el Presidente al Congreso, en 1911. El problema afectaba principalmente a

173
Santiago, por la densidad de población. Para solucionarlo, se extrajo, por primera vez, agua del río
Maipo, a través del canal San Carlos, con el objeto de limpiar las alcantarillas que estaban recién
terminadas.
El sistema de alcantarillado, en la capital, se había empezado a construir en 1905, terminándose
afines de 1910, siendo recibidas las obras por el Gobierno, en enero de 1911.
La sequía también se hizo sentir en Valparaíso, disminuyendo obstenciblemente las reservas
del lago Pefiuelas. Para suplir el déficit, entre 1911 y 1912, se extrajo agua del río Aconcagua.

INCENDIO EN LA ESTACIÓN CENTRAL DE SANTIAGO EN 1911

El 8 de enero de 1911, alrededor de la media noche, un incendio que empezó en un vagón de


ferrocarril, quemó parte de la estación Central, de Santiago. En pocos momentos el fuego arrasó con
gran cantidad de material rodante de lujo y con las instalaciones recién construidas.
Se quemaron diez y seis vagones de primera clase y cuatro de carga. Entre los primeros
estaban los coche-salones, el vagón presidencial, los coches para novios y el que pertenecía al
administrador de la sección Valdivia, que fue donde se inició el siniestro. En la estación quedó reducida
a escombros y cenizas, toda la parte oriente, en una extensión de una cuadra, donde estaban las
instalaciones del servicio telegráfico, la venta de boletos, la caja, la contaduría, los talleres, las salas
de espera, papeles, planos y documentos de importancia, hojas de servicios de los empleados y gran
cantidad de dinero, que se carbonizó. En el segundo piso estaban las oficinas de la inspección. El
monto de las pérdidas fue de dos millones y medio de pesos, además de los perjuicios que significaron
la habilitación, entre otros lugares, del terminal del servicio de trenes.
Uno de los asistentes del administrador de la sección Valdivia, pereció quemado y el otro fue
preso; las declaraciones de éste último dieron a conocer que habían comido, tomado vino y luego de
prender una vela, se quedaron dormidos; la vela prendió las cortinas del coche, propagándose las
llamas con gran rapidez. La falta de agua, en los primeros momentos, retardó la acción de los
bomberos.
Al sitio del suceso concurrieron diversas autoridades, entre ellas, del Ejército y policía, que con
su personal ayudaron a resguardar el orden.
El 18 de abril del mismo año, un incendio destruyó varias manzanas de edificios en Antof agasta.
Se quemaron una iglesia, la vicaría, librerías, imprentas, casas comerciales y viviendas particulares
del sector más central de la ciudad, entre las calles Sucre, San Martín, Prat y Latorre.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1911

Entre el 15 y 16 de febrero de 1911, las poblaciones de Pozo Almonte, Huara, Pisagua y otras
sufrieron una gran inundación, a la que siguió una tormenta de nieve en la cordillera. El día 13 había
llovido copiosamente en algunos lugares de la pampa y en otros no había caído ni una gota de agua.
Entre Huara y Pozo Almonte se formó una gran laguna que suspendió el tráfico del ferrocarril; se
paralizó el trabajo de las salitreras; numerosos campamentos de trabajadores fueron destruidos, igual
que unagran cantidad de nitratos. Las comunicaciones entre Arica y Tacna se interrumpieron, debido
a los desbordes del río en está última ciudad.
A mediados de mayo del mismo año, un fuerte temporal azotó la zona comprendida entre Talca
y Temuco. Se cortaron doce puentes; se interrumpió el tráfico ferroviario y las comunicaciones

174
telegráficas, se desbordaron algunos ríos. Después de varios días, el tránsito por ferrocarril se
reanudó por sectores, dando preferencia al traslado de animales, lana, maderas y los productos que
exigían un pronto despacho hacia el norte.
Una de las ciudades más afectadas con este temporal fue Concepción, donde quedaron
alrededor de doscientas personas damnificadas, por las intensas lluvias y los desbordes de los ríos,
principalmente el Bío Bío. Este arrasó con viviendas, muebles, derrumbó murallas, deterioró las
estaciones del ferrocaril y varios molinos. La mayoría de las poblaciones sufrieron anegamientos
totales o parciales. La policía en botes y a caballo ayudó al rescate de decenas de familias que fueron
llevadas a las comisarías.
En el mes de junio llovió entre Antofagasta e Iquique. En ésta última, el día 21 se descargó
una fuerte lluvia, acompañada de un huracán que rompió varios techos; derribó la mayor parte de los
postes del alumbrado eléctrico y del telégrafo; destruyó la capilla, el dispensario y otros departamentos
del hospital de beneficiencia, con daños por sobre los cincuenta mil pesos; deterioró las bodegas y
derribó la torre de la iglesia del Corazón de Jesús. En la bahía se perdieron lanchas, botes, chalupas
y se fue a pique un buque cargado con cien toneladas de salitre y quinientas de carbón. Al día siguiente
arreció el temporal, con viento que llevaba arena finísima que cegaba la vista y penetraba a las casas,
acompañado de un ruido atronador. Los postes que aún quedaban en pie, se derribaron. Después la
ciudad quedó cubierta de un polvillo amarillo, con las calaminas en el suelo, las murallas derrumbadas
y las azoteas destruidas. Los daños se calcularon en dos millones de pesos. El Gobierno entregó
treinta mil pesos para las reparaciones más urgentes.
En Pisagua, Cavancha, Huantejaya, Negreiros el mismo temporal dejó serios destrozos. Se
inundaron las canchas, el velódromo quedó sin techo, se destruyó la estación del ferrocarril, el hotel,
el cuartel de Ejército, las calles quedaron inundadas e intransitables en Pisagua. El Gobierno dispuso
la cantidad de diez mil pesos para las reparaciones del hospital, del lazareto y del cementerio, que
también sufrieron daños de consideración. En Collahuasi nevó copiosamente el día 20 de junio.
En Antofagasta el aguacero fue acompañado de truenos y relámpagos, causando alarma en la
población no acostumbrada a este tipo de fenómenos . En Calama las calles y casas quedaron
cubiertas por una espesa capa de nieve. El frente de mal tiempo llegó más al norte de Arica,
interrumpiendo las comunicaciones del puerto del norte con Tacna. Hacia el sur, llegó hasta La Serena
y Coquimbo.
En julio nevó en la zona más seca de la cordillera. Las montañas situadas al interior de San Pedro
de Atacama quedaron cubiertas con nieve, lo mismo que esa localidad, donde alcanzó a tener diez
pies de espesor, entre fines de julio y los primeros días de agosto. El fenómeno poco usual despertó
la admiración y la curiosidad de la población, que desde Antofagasta organizó excursiones para ir a
presenciar el espectáculo. La nevazón ocasionó, sin embargo, serios desastres a los pastores y
viajeros. Se perdieron más de doscientas cabezas de ganado y perecieron muchas personas,
incluyendo a algunos cazadores de chinchilla.
Entre el 8 y el 9 de junio entró en erupción el volcán El Planchón produciendo una lluvia de arena
en el cajón del Guaco, en el sector de Los Queñes. Los campos quedaron cubiertos por varios días.

SISMO EN IQUIQUE EN 1911

El 15 de septiembre de 1911, alrededor de las ocho y cuarenta minutos de la mañana, se sintió


un fuerte temblor en Iquique y la Pampa que dejó algunos heridos en Iquique y Huara y daños bastante
serios en diferentes lugares de la zona. Los temblores continuaron, por lo menos, durante una semana.
Gobernaba el país Ramón Barros Luco.
En la ciudad de Iquique murió un obrero. El muelle se agrietó; los terrenos donde estaba ubicada

175
la gobernación marítima se hundieron, el edificio quedó levantado más de una pulgada; en el
cementerio se deterioraron más de sesenta tumbas; en el hospital se agrietaron algunas murallas; la
línea férrea tuvo deterioros entre Iquique y Carpa, a la altura de San Juan y de Iquique a la Pampa,
por deslizamientos de tierra y la caída de enormes peñascos, que después hubo que romper con
dinamita. En el sector de Cavancha se quebraron los vidrios y botellas. Se interrumpieron las
comunicaciones telefónicas con Pisagua.
En Pozo Almonte se de rrumbaron varias casas y se cortaron las comunicaciones telegráficas.
En Huara hubo cuatro heridos de gravedad al caerse las murallas; más de cuarenta casas
quedaron con las paredes agrietadas, por lo menos seis se derrumbaron, el comercio sufrió deterioros
en las mercaderías. Los daños fueron avaluados en setenta y nueve mil cuatrocientos pesos.
En Negreiros y en Caleta Buena se cayeron algunas murallas y se desprendieron piedras de
los cerros. En la mina Descubridora, al interior de Huantajaya hubo derrumbes.

FIEBRE AMARILLA DE 1912

Una epidemia de fiebre amarilla se produjo en Tocopilla, el año 1912. Fue llevada por un
tripulante, el ingeniero Parker, de nacionalidad inglesa, en el vapor Cóndor, procedente de Guayaquil,
que arribó a ese puerto el 28 de enero de 1912. Esta enfermedad es ocasionada por un virus y
transmitida por un mosquito.
A mediados de febrero se presentaron los primeros casos, pero sólo se vino a declarar que la
epidemia era de fiebre amarilla, el 23 de marzo. Los médicos de Tocopilla iniciaron la profilaxis con
los medios de que disponían Posteriormente, fue designado el inspector sanitario, Pedro Lautaro
Ferrer para dirigir las operaciones encaminadas a extinguir la enfermedad, ayudado por los médicos
locales y por un grupo de estudiantes de medicina.
La destrucción de las larvas y del insecto adulto, la protección mecánica del individuo sano y
el aislamiento de los enfermos, fue en Tocopilla, como en el resto de los lugares afectados, el objetivo
de la campaña.
Se comisionó al naturalista entomatólogo, Carlos E. Porter para que determinara si la zona
comprendida entre Valparaíso y Tacna tenía, entre las diferentes especies de díptero-nematoceros,
el denominado stegomynia-fasciata que produce la citada fiebre.
La epidemia significó novecientos sesenta y siete enfermos en Tocopilla, de los cuales
fallecieron trescientos cuarenta y tres; ciento treinta y cuatro enfermos en el cantón del Toco, en la
Pampa, de los que murieron cuarenta y seis, y un caso en Antofagasta. Entre los que murieron en
Tocopilla, estuvo el estudiante de medicina, Marcos Macuada Ogalde, uno de los secretarios de la
gobernación, un enfermo y algunos miembros del hospital.
El Gobierno puso en vigencia la ley de policía sanitaria, que permitía la requisición de casos
ocultos. En Tocopilla se estableció un campamento sanitario a un kilómetro de distancia de la ciudad,
reglamentando las horas de salida y entrada de los habitantes; se clausuraron las casas infectadas,
después de la desinfección y previo envío del enfermo al lazareto que se habilitó con este objeto, y el
traslado de la familia a la casa de observación.
Se pagaron primas porcada zancudo, de diez centavos al principio; de veinte centavos luego,
y a medida que se iban haciendo más escasos, de un peso. Terminada la epidemia, no pudieron
conseguirse a cinco pesos, el ejemplar. Se petrolizaron los barriles y demás recipientes de agua,
colocando una llave cerca del fondo, para sacar agua para beber, otros barriles se cubrieron con
rejillas; se fumigaron las casas con azufre y se pulverizaron los patios y letrinas con cloro-naftol,
creolina y petróleo.
Se hizo la desinfección total de la ciudad en un sólo día. El doctor Ferrer da a conocer el proceso

176
en la Revista Médica: "Para dar remate al servicio de desinfección que se hacía diariamente por
barrios, fuera de las casas amagadas por la epidemia, ladirección del servicio, de acuerdo con el señor
gobernador y con las comisiones vecinales de sanidad, procedió a efectuar una gran fumigación
simultánea de la ciudad - Tocopilla - el día 4 de agosto de 1912".
Todo el personal sanitario ayudado por las comisiones, efectivos de las Fuerzas Armadas y
cincuenta hombres de la policía trabajaron durante el día anterior en preparar la desinfección general,
colocando en el centro de cada una de las piezas de todas las casas de la ciudad, un kilo de azufre
con una cucharada de salitre, dentro de un tiesto incombustible o sobre arena en los cuartos sin
pavimentar, haciendo retirar o guardar los objetos que podían ser destruidos o deteriorados por el gas
de azufre y todas las medidas de precaución según las reglas que fueron, también, comunicadas al
pueblo por un boletín especial.
En las casas acomodadas y las tiendas, donde se podían producir perjuicios, la fumigación se
hizo con polvos de persia. En los patios de las casas y en todas las calles amagadas, se colocaron
cada veinte metros y cada cincuenta en otras, pirámides de huano, salitre y azufre. La extensión de
este servicio abarcó un radio de treinta y seis manzanas. Instruido todo el pueblo acerca de esta gran
desinfección extraordinaria, se ordenó a todo el mundo, ese día 4 de agosto, salirfuera de la población,
a los cerros o campamentos u orillas del mar, con la obligación de llevarse, también a todos los
animales y aves. Al amanecer comenzó el éxodo del pueblo, haciéndose el desalojo sin mayores
tropiezos y resistencias, debido a la correcta actuación de la fuerza pública. El cuerpo de bomberos
armó su material y se colocó en puntos estratégicos, para evitar accidentes. A las ocho de la mañana,
a toque de corneta, todo el personal alistado, compuesto de trescientos hombres procedió, al mismo
tiempo, a echar un poco de ron de quemar sobre el azufre arreglado y, lo encendió, cerrando las puertas
de cada pieza y por último la de la calle. Otras comisiones prendieron, al mismo tiempo, fuego a los
montones en las calles. En media hora quedó totalmente hecho el trabajo. La ciudad se cubrió de una
pesada capa de gas azul azufrado, dando un espectáculo imponente. A las cuatro de la tarde se
tocaron nuevamente las cometas en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, indicando al pueblo que
podía regresar y entrar a sus casas, para ventilar abriendo puertas y ventanas.
A pesar de las dificultades de la organización, el acto terminó sin accidentes y sin alteraciones
del orden. Los gastos y esfuerzos fueron compensados, pues no se presentaron nuevos casos de
fiebre amarilla y no se pudo obtener, desde entonces, un sólo ejemplar de stegomynias, a pesar de
que se ofreció cinco pesos por cada mosquito que se presentara a la oficina sanitaria.
El ministro del Interior envió, en abril, al gobernador de Tocopilla, la cantidad de diez mil pesos,
de los cuales, seis mil eran de su propio peculio, para combatir la epidemia. En agosto del mismo año,
se autorizó al Presidente de la República, para gastar, por ley NQ2687, hasta la cantidad de cien mil
pesos, para combatir la fiebre amarilla. Los diarios nortinos, especialmente El Tarapacá y El Nacional,
protestaron por la forma en que se estaba tratando la epidemia. El Gobierno dio curso a un decreto
que declaró infectados de fiebre amarilla los pueblos de Tocopilla, se pusieron cordones sanitarios,
para evitar que los enfermos de las salitreras se fugaran a Tocopilla. Las oficinas salitreras de Iquique,
por su parte, aportaron veintisiete mil pesos, para evitar la epidemia en la pampa. Se envió un pontón,
desde Valparaíso, con víveres y medicinas, que luego sirvió de estación sanitaria. El diario El Mercurio
abrió subcripciones en Santiago, para recolectar fondos para ayudar a los pestosos y las familias de
escasos recursos con problemas por la misma causa. Se adquirió ropa con estos recursos, que fue
enviada en el vapor Lebu y también alimentos, para alrededor de un mil doscientos menesterosos.
En tanto, la viruela ocasionó un mil ochocientos noventa y seis defunciones, extendida a toda
la República. En 1913, se mantuvo en la misma forma y produjo un mil setecientos diez y siete
defunciones.
La peste bubónica, por su parte, ocasionó treinta y nueve defunciones el año 1912. Los casos
fatales se produjeron en Iquique y en Antofagasta. Al año siguiente -1913 - ocasionó sesenta y tres
defunciones en las mismas ciudades.
El Gobierno fue autorizado para gastar hasta trescientos setenta mil pesos, para adoptar las

177
medidas tendientes a combatir las enfermedades infecciosas y en el sostenimiento del servicio
sanitario en el país.

INUNDACIONES DEL AÑO 1912

El 18 de mayo de 1912, se desató un fuerte temporal en el norte, que produjo una verdadera
tragedia en el mineral de cobre de Gatico, ubicado cerca de Cobija, en la provincia de Antofagasta.
Las aguas del río se precipitaron al mineral, en forma de aluvión, en el sector de Toldos, destruyendo
el campamento, obstruyendo los caminos y la bocaminas, en un sector de alrededor de cuarenta
metros. Hubo ochenta muertos y más de cuarenta heridos, principalmente mujeres y niños. La
pulpería de la mina quedó bajo capas de barro y piedras, de más o menos dos metros; sesenta piezas
habitadas por los mineros y sus familias fueron destruidas. Algunos cadáveres arrastrados por la
avalancha se encontraron, después, en las playas de Gatico. El temporal de viento y lluvia duró
alrededor de tres horas. Además de los daños ocasionados por la avalancha en la mina de cobre y
en la fundición, quedaron completamente averiados, alrededor de diez mil bultos con comestibles y
fardos de género totalmente mojados. Estos estaban destinados a los enfermos de fiebre amarilla.
El intendente de Antofagasta informó al Gobierno de los trágicos sucesos.
En esos mismos d ías de mayo, el temporal azotó también a Valparaíso, al centro y al sur del país.
Se desbordaron los ríos Maule, Chillan, Bío Bío, Calle Calle y Cruces.
En el Puerto hubo derrumbes en diferentes puntos de la ciudad, incluso, quedaron algunos
heridos. Se suspendió el tránsito del "ascensor" de Playa Ancha y el servicio de tranvías a causa de
los mismos problemas. Se inundaron casas y bodegas. En la cordillera, el temporal impidió el paso
hacia Argentina, por Uspallata.
En junio, otro frente de mal tiempo azotó, principalmente, a Santiago, ocasionando el desborde
del río Mapocho, el día 9. Al oriente de Providencia, el río destruyó algunas rancherías, arrastrando
murallas, árboles y partes del mobiliario de los vecinos, que escaparon a duras penas de la avalancha,
quedando algunos, sólo con lo que tenían puesto. Los puentes del Arzobispo y del Frigorífico se
destruyeron por el lado sur, formando un caudaloso cauce. Más de diez mil personas se acercaron
a las orillas del Mapocho a presenciar el espectáculo, entre ellas el intendente, el Presidente de la
República Ramón Barros Luco y varios ministros, quienes dispusieron medidas para evitar mayores
daños. Las casas y rancherías de la calle Las Urbinas se inundaron totalmente; la policía logró rescatar
a sus moradores, llevándolos a la comisaría. El río se desbordó, luego, a la altura de la calle Seminario,
saliéndose, al mismo tiempo, el canal que corría por la calle Providencia, paralelo al río. Esto ocasionó
inundaciones en más de treinta y cinco cuadras, tomando las aguas por la Alameda, Carmen, Lira,
Arturo Prat, Serrano, San Francisco, San Isidro, Alonso Ovalle, Tarapacá y Diez de Julio. El puente,
a la altura de Vicuña Mackenna se resintió con el embate de los obstáculos que arrastraba la corriente;
en previsión de accidentes, se suspendió el tráfico de vehículos. Los demás puentes, hasta Las
Pirámides, no tuvieron daños. No así el puente Manuel Rodríguez que quedó seriamente resentido,
suspendiéndose totalmente el tránsito de personas y vehículos, quedando aislado el barrio Las
Hornillas. Las aguas también se llevaron una parte del parque Centenario, en formación, tomando el
río todo su antiguo lecho. Frente a la calle Bulnes, el Mapocho llegó hasta el muro de rocas de la línea
férrea. La corriente, a esa altura, ocasionó daños en los caseríos de Renca. En los días siguientes,
volvió a desbordarse a la altura de Providencia, llevándose, esta vez, el puente Gómez García,
derrumbando los postes de la tracción eléctrica y arrastrando con los cables. Por lo menos una
persona falleció - un inspector de la policía de aseo - y otra, un guardián, quedó herido al ser arrastrado
por las aguas. El canal San Carlos se desbordó en la chacra Tobalaba, en la chacra Las Arañas y en
el camino público próximo a Peñalolen. El canal San Miguel se desbordó entre las calles Carmen y

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San Francisco, arrastrando los puentes Jaime, en la calle Diez de Julio, entre Carmen y Tocornal; él
ubicado frente a la calle Valdés y él que cubría el cauce hasta San Francisco. El puente del Arzobispo
fue reforzado con cuarenta guardianes; las tropas del regimiento Cazadores ayudaron a la policía en
el despeje de las vías y en la evacuación de los damnificados. El Gobierno fue autorizado para gastar
hasta trescientos mil pesos para construir defensas contra nuevas crecidas del río Mapocho.
Los caudales cordilleranos invadieron los estanques de agua de San Ramón y Vitacura tapando
los filtros y provocando la escasez del vital elemento para el consumo de la población.
Los ferrovías tuvieron problemas por derrumbes de cerros entre Curicó y Hualañé; por
desbordes del río Aconcagua, entre Ocoa y Chagres; por desbordes del Mapocho, a la altura de
Pudahuel, y el transandino, debido a que la boca del túnel se tapó con más de diez metros de nieve.

EXPLOSIÓN EN EL MINERAL EL TENIENTE EN 1912

Treinta y siete mineros, una mujer y una niña murieron y decenas de mineros quedaron heridos,
a consecuencia de una explosión en el mineral El Teniente, que se produjo alrededor de las cuatro de
la tarde del domingo 7 de julio de 1912.
Por declaraciones de los heridos, muchos de los cuales se encontraban a más de cien metros
del lugar de la explosión, se dedujo que ésta fue ocasionada al tratar de acelerar el proceso de deshelar
la dinamita, acercándola al brasero, en lugar de hacer el trabajo lentamente, con la máquina eléctrica
que proporcionaba la compañía.
Había más o menos una tonelada de dinamita guardada en un socavón cavado en las rocas,
que se mantenía frecuentemente con llave.
Los muertos fueron trasladados a Rancagua, donde el cuerpo de bomberos colaboró en la
sepultación.

PLAGA DE RATONES EN 1912

A mediados de diciembre de 1912, una plaga de ratones invadió las provincias de Cautín,
Malleco, Bío Bío y parte de la de Valdivia, principalmente los sectores de Pucón, Villarrica y Allipen.
Arrasaron con las sementeras, los pastos, los trigales, las siembras de arvejas, habas, papas,
porotos e incluso con algunos frutales.
Se informó por la prensa local que los múridos provenían de la precordillera, donde, desde hacía
más de dos años no había piñones, obligándolos a emigrar en busca de alimentos.

INCENDIOS EN LA UNION Y TEMUCO EL AÑO 1913

En la tarde del 31 de enero de 1913, un incendio redujo a cenizas las quince mejores casas de
la ciudad de La Unión, siendo la mayor catástrofe que hasta esa fecha sufriera el lugar.
Entre los edificios públicos que se quemaron estaban el juzgado y la cárcel. La mayoría de los
damnificados perdieron cuanto tenían por el fuego y el robo de especies por desalmados que se
aprovecharon del pavor, confusión y falta de vigilancia. La policía debió preocuparse de trasladar a

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un lugar seguro a los ciento seis reos de la cárcel.
Las pérdidas se estimaron en algo más de trescientos mil pesos.
El mismo año -1913 - un incendio redujo a cenizas el antiguo edificio del Ejército en Temuco,
que había servido de amparo y protección al caserío en los primeros años de vida.
El cuartel fue distribuido a distintos lugares, hasta 1916 en que se reconstruyó el edificio.

SISMO E INCENDIO EN TALTAL EN 1913

Un temblor que duró dos minutos, el 27 de mayo de 1913, provocó daños del orden de los tres
mil pesos en las casas particulares y comerciales de Taltal.
El 29 de mayo del mismo año se produjo un incendio en dicha ciudad que dejó pérdidas de más
de medio millón de pesos.

TEMPORALES DE 1913

Los primeros días de mayo de 1913 se desencadenó un temporal en la zona central que provocó
daños en Valparaíso y en Santiago.
En el Puerto algunos cauces se reventaron; el estero de Las Delicias se desbordó aislando un
sector de la población. El servicio de tranvías dentro de la ciudad y hacia Viña del Mar se interrumpió
por el embancamiento de las líneas. La policía y los peones municipales se abocaron a la limpieza
de la ciudad, después del temporal.
En Santiago, la crecida del río Mapocho dañó los trabajos que se realizaban a la altura del puente
Pío IX y a la altura del puente Manuel Rodríguez. El puente del Arzobispo se hundió en el extremo
norte, impidiendo el tránsito.
Las tropas del regimiento Maturana tuvieron que retirar los materiales de construcción, que
arrastraban las aguas. La dirección de Obras Públicas designó una comisión que debía estudiar la
forma de evitar nuevos desbordes del río.

SISMO EN TALCA Y CURICO EL AÑO 1914

Veinte minutos antes de las diez de la noche del 29 de enero de 1914, un temblor de
extraordinaria magnitud se sintió en Talca y Curicó. Hubo, por lo menos, tres muertos, varios heridos
y daños en las construcciones de ambas ciudades.
En Curicó, el teatro Municipal, que estaba en construcción sufrió serios desperfectos y varias
casas quedaron con los techos dañados.
En Talca hubo mayores daños, tanto en los edificios públicos, como en las viviendas
particulares. La Caja de Ahorros, el interiorde la penitenciaría, el edificio de la intendencia, el convento
de los Salesianos, el Banco de Chile, el hotel Internacional, el correo tuvieron desprendimiento de
cornisas, derrumbes de murallas y techos hundidos, lo mismo que muchos inmuebles pertenecientes
a particulares. El estanque de agua que tenía la estación del ferrocarril se rompió, inundando una
fábrica vecina. El comercio también tuvo daños serios, principalmente las boticas y negocios de licores,

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cuyas estanterías se cayeron.
Algunas líneas telegráficas y telefónicas quedaron cortadas y la luz eléctrica se interrumpió por
algunos minutos, debido a la caída de varios antepechos.

INCENDIOS EN VALDIVIA Y VALPARAÍSO EN 1914

Más de medio millón de pesos fueron las pérdidas que dejó un incendio que ocurrió en Valdivia,
a fines de enero de 1914. Se destruyeron varias viviendas y casas comerciales.
A las doce y media de la noche del 4 de mayo de 1914, un voraz incendio consumió las casas
del pasaje Ross, en el sector del puerto de Valparaíso. El fuego arrasó con una manzana entera de
edificios, haciendo peligrar, además, un palacio antiguo conocido como el Palacio Astoreca, al que se
le alcanzaron a quemar algunos tabiques y piezas.
El siniestro se inició en la calle Cochrane, en un almacén de mercaderías que tenía carburo sin
tapar y cápsula de balas, entre otros elementos. Debido a la estrechez de las calles, a lo alto de los
edificios y a la carencia de agua en la primera hora, las llamas se propagaron rápidamente por toda
la manzana. Luego, los bomberos debieron abocarse a aislar el incendio, mojando los edificios
colindantes.
Hubo alrededor de cincuenta muertos y más de cien heridos, entre ellos, varios bomberos y
marineros que concurrieron a ayudar en el salvamento. Algunas personas resultaron heridas al tirarse
por las ventanas, al ver la proximidad del fuego y no tener por donde escapar. La magnitud de la
catástrofe se apreció desde toda la ciudad, e incluso, desde Viña del Mar.
Apenas se dio la alarma, concurrió la Cruz Roja a socorrer a los heridos; lo mismo que un médico
vecino al sector, quien atendió a los primeros en su propia casa y alertó al director de la Asistencia
Pública para que abriera dicho centro asistencia!, que en esa época funcionaba sólo de día. Los
directores de los hospitales San Agustín y San Juan de Dios, igual que el de la Asistencia Pública
enviaron ambulancias al sitio del suceso, atendiendo a los heridos en el curso de la noche.
La mayoría de los damnificados, principalmente los del pasaje Ross eran de escasos recursos,
por lo que la municipalidad encabezó una subscripción pública, con el objeto de recolectar fondos para
socorrerlos; se hicieron veladas, colectas callejeras, beneficios teatrales y se recibieron erogaciones
privadas. La alcaldía, al mismo tiempo, designó una comisión que debía encargarse de redactar un
proyecto de construcción y edificación que evitara en el futuro este tipo de catástrofes.

INUNDACIONES Y TEMPORALES DE 1914 Y 1915

Un temporal de viento, lluvia y nieve azotó a la zona central del país, en junio de 1914,
ocasionando daños diversos en Santiago y en Valparaíso, y en el mineral El Teniente una avalancha
de nieve sepultó, por lo menos, a sesenta personas.
Entre el 16 y 17 de junio, en medio de una fuerte nevazón, seis mineros de El Teniente fueron
enviados a destapar la bocatoma del canal Coya que estaba escarchada, impidiendo la fundición de
cobre. Cuando realizaban esta faena, un rodado sepultó a uno de los hombres. Luego se dispuso
que otros sesenta y dos operarios ayudaran a los anteriores, sobreviniendo otro rodado que dejó vivos
sólo a seis de ellos. En forma casi simultánea, otra avalancha de nieve arrastró una vivienda con tres
mineros más, en el sector denominado Las Juntas.
La catástrofe produjo gran conmoción en todo el país, principalmente en Rancagua, donde el

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periódico La Prensa publicó varios suplementos dando cuenta del triste suceso e invitó al pueblo y
asociaciones a concurrir a los funerales. Estos se efectuaron con la presencia de bomberos,
voluntarias de la Cruz Roja, scout y gremios que colaboraron en el traslado de las víctimas al
cementerio.
En Valparaíso el temporal que empezó el 20 de junio, duró tres días. Dejó, como en los
temporales de otros años, grandes daños por la salida de los cauces y desbordes de los esteros, con
montañas de arena de más de un metro y los establecimientos comerciales del centro totalmente
anegados. Uno de los esteros que ocasionó más deterioros fue el de Las Delicias, en el que se
realizaban obras de seguridad para el resguardo de los vecinos; las aguas inundaron la mayoría de
las calles adyacentes, los conventillos, parte del hospital San Agustín, el asilo del Salvador, el primer
piso del colegio de las monjas inglesas. Este se desbordó alrededorde la una de la madrugada, cuando
la población dormía, escapando la mayoría a medio vestir, para no morir ahogados. Dos guardias de
la policía murieron arrastrados por la corriente, mientras realizaban labores del salvamento. Los
damnificados fueron ubicados en la comisaría del sector. En el barrio Bellavista y en las inmediaciones
del puerto los esteros y cauces también inundaron numerosos locales comerciales y derrumbaron
murallas. Los damnificados de Valparaíso fueron alrededor de quinientos. El Ejército y la policía se
preocuparon del salvamento de las personas y enseres.
En Viña del Mar se derrumbaron parte de loscerros interrumpiendo la circulación de los tranvías,
se desbordó el estero y se cayeron varias murallas. Una persona pereció aplastada y otra ahogada.
El ministro del Interior autorizó al intendente de Valparaíso para girar hasta cincuenta mil pesos
para limpiar la ciudad, labor que realizaron los reos de la cárcel. La municipalidad, por su parte, giró
cinco mil pesos para auxiliar a los damnificados y a las familias de los dos policías muertos.
En Santiago se desbordó el Zanjón de la Aguada y el canal San Joaquín en la comuna de San
Miguel, inundando las poblaciones París y Carmelo, cuyos damnificados se trasladaron al cuartel de
policía. El canal San Miguel, inundó las calles Prat, Calvez, San Diego y Lord Cochrane; se realizaron
trabajos de extrema urgencia para volverlo a su cauce. El canal San Carlos se desbordó a la altura
de los fundos Lo Tocornal y Lo Valdivieso anegando las casas de los inquilinos y la calle Irarrázabal.
El río Mapocho aumentó su caudal en tal forma, que hizo peligrar el sector del puente Pió IX. Hubo
que retirar aceleradamente los materiales y utensilios que se hallaban en el lecho, destinados a obras
de defensa del mismo. El exceso de lluvia obligó a suspender el tráfico de los tranvías. La crecida
del río Maipo anegó viviendas y escuelas de los sectores poblados, cercanos a la costa.
Hacia el sur, el frente de mal tiempo afectó principalmente al sector agrícola.
En una de las sesiones de las Cámara de Diputados, a la que concurrió el ministro de Industrias
y Obras Públicas se trató el problema de las reiteradas inundaciones que se producían en Valparaíso
a consecuencia de los desbordes de los esteros y salida de los cauces, con los consiguientes
perjuicios para la población y el comercio.
Se autorizó al Presidente de la República para girar hasta doscientos mil pesos para atender
las reparaciones más urgentes de los daños ocasionados por los temporales y otros sesenta mil pesos
para las reparaciones de los daños ocasionados en Vallenar por el río Huasco.
En mayo de 1915, temporales de viento y lluvia ocasionaron destrozos desde La Serena hasta
Temuco. En el norte se tapó la línea del ferrocarril y se socavó el terreno, descarrilando el tren que
se dirigía a Santiago, quedaron heridos el maquinista y el fogonero. En otro sector de la misma vía,
a la altura de Combarbalá, hubo otros derrumbes. Las líneas telegráficas de La Serena al norte se
interrumpieron.
En Valparaíso se anegaron las maquinarias, los talleres y todos los equipos de la maestranza
de ferrocarriles ubicada en el sector del Barón. La mayoría de las calles céntricas se inundaron,
cortando el tráfico de todo tipo de vehículos, e incluso el tránsito de peatones, que fueron ayudados
por la policía montada, para cruzar de una vereda a otra. Los vecinos al estero Las Delicias recurrieron
a la justicia en demanda contra el Fisco, señalando que las obras de desvío del citado estero eran de
un diámetro inadecuado, ocasionando de todos modos su salida, con el consiguiente perjuicio para

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los inmuebles y enseres.
En Viña del Mar quedó dañada la estación Miramar. El cauce El Cerro hecho limpiar con
antelación con fondos aportados por todos los vecinos, se desbordó, inundando las calles Alvarez,
Valparaíso, Cerro, Viana y Ariegui; los más afectados fueron los que vivían en los conventillos.
También se inundó parte de la población Vergara.
En Santiago perecieron dos personas ahogadas en el río Mapocho. Se interrumpió el tráfico
ferroviario a Valparaíso y el trasandino a la Argentina. Las comunicaciones telegráficas de San
Femando al sur se cortaron.
El río Lircay se desbordó destruyendo la f errovía en más de cincuenta metros e inundando tos
caminos. La línea del tren también se deterioró a las alturas de Linares, de Chillan, de Talcamávida,
de Gomero y de Concepción, por derrumbes en los cerros y desbordes de ríos. Durante varios días
los trenes cumplieron sus itinerarios con varios trasbordos.
Concepción y Talcahuano sufrieron inundaciones. En Temuco se desbordó el canal de Gibbs;
el río Cautín arrasó con el puente que llevaba hacia Pitrahue y ocasionó daños en la agricultura. En
Cauquenes fuertes vientos derrumbaron los árboles de la plaza. Los desbordes del río Tutuven
aislaron un sector de la región.

SISMO EN TARAPACA EN 1915

A las cuatro y treinta y dos minutos de la tarde del 7 de junio de 1915 se sintió un fuerte temblor
en Iquique, Pisagua y la Pampa que ocasionó daños en los pueblos del interior y pánico en toda la zona.
En Iquique sólo hubo una gran alarma, principalmente, porque a esa hora se efectuaba una
matinée a la que se asistían la mayoría de las familias de la ciudad.
En Zapiga, Pozo Almonte, Alto Hospicio, algunas personas sufrieron contusiones leves, como
consecuencia de la caída de tabiques en mal estado. El ferrocarril salitrero de Iquique a la Pampa se
interrumpió a causa de deslizamientos de tierra.
Eran los últimos meses del gobierno de Ramón Barros Luco.

INCENDIOS EN EL AÑO 1916

El 24 de enero de 1916 un incendio redujo a escombros y cenizas la principal casa importadora


de La Unión, dejando daños por cuatrocientos quince mil pesos.
El 23 de marzo de 1916 un incendio que se inició en el club Alemán de Valdivia, dejó un muerto,
el mozo del club; las casas vecinas al centro social por la calle Caupolicán, dos cites y las casas de
la calle Chacabuco, reducidas a cenizas.
A la acción de los bomberos colaboró el regimiento Caupolicán. El mismo día, otro incendio en
la calle Picarte de la citada ciudad de Valdivia, destruyó varias casas comerciales, entre las que había
principalmente paqueterías y mueblerías.
Después de ambos siniestros, los comerciantes donaron dinero al cuerpo de bomberos, para
ayudar a la mantención de los equipos.
Ese mismo año, un incendio redujo a escombros una manzana entera de edificios en el sector
comercial de Tomé. Las pérdidas fueron enormes para los damnificados, por cuanto la mayor parte
no tenía seguros.

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SISMO EN ANTOFAGASTA EN 1916

Un muerto y cuatro heridos en Gatico dejó el sismo que se sintió el 25 de agosto de 1916, en
la zona norte del país.
El movimiento telúrico provocó la quebrazón de vidrios y botellas en los negocios de Tocopilla.
Los trenes salitreros suspendieron sus recorridos a consecuencia de rodados en los cerros. En
Antofagasta, Iquique y Pisagua, sólo causó alarma en la población.

TRACOMA EN 1916 Y 1917

El año 1916 apareció una epidemia de tracoma o conjuntivitis granulosa en Llanquihue y Chiloé.
El Gobierno dispuso que fuesen estudiantes de medicina para ayudar en el tratamiento a la población
y envió cincuenta mil pesos para combatir la epidemia.
Agotados los fondos y vueltos los estudiantes a Santiago, el tratamiento médico quedó en
manos de un médico, dos estudiantes de medicina y diez practicantes. La epidemia se controló, pero
no se exterminó.
En agosto del año siguiente -1917 - hubo un fuerte rebrote, a tal punto que los vecinos de las
islas de Chiloé solicitaron en carta pública a las autoridades y al Congreso, que otorgaran nuevos
fondos para combatir el mal antes que llegaran los meses de verano, en que gran parte de los isleños
partían a diversos lugares del país en busca de trabajo temporal, con el consiguiente peligro de
transmitir el tracoma. En vista de que la epidemia seguía avanzado, el Gobierno determinó enviar un
médico a Europa para estudiar la sintomatología de la enfermedad.
El tracoma es una infección a los ojos producida por un virus, que si no se trata, puede producir,
incluso, la ceguera. La forma más frecuente de propagación es el contagio por las secreciones
oculares; de ahí la difusión del mal en lugares como cárceles, colegios o cuarteles. En esos años el
tratamiento se llevaba a efecto con nitrato de plata y sulfato de cobre.
En algunas de las islas del archipiélago de Chiloé, el tracoma llegó a afectar a alrededor del
veinte por ciento de la población. La atención de los enfermos se efectuó en los dispensarios,
obligándolos a concurrir, incluso, por un decreto alcaldicio. Se otorgaron certificados de sanidad para
el traslado al resto del territorio, principalmente a los isleños que iban a Punta Arenas. Se tomaron
medidas, para evitar que los enfermos se fugaran, sin el debido control de las autoridades sanitarias.

PLAGA DE LANGOSTA EN 1917

A fines de enero de 1917 apareció una plaga de langostas procedentes de Argentina que invadió
los valles del Bío Bío. Fue una pequeña plaga que se distribuyó, principalmente, en la provincia de
Cautín.
Quienes investigaron esta invasión, Carlos E. Porter y Roberto Opazo, llegaron a la conclusión,
que coincidió con los hechos, que los perjuicios fueron menores, debido a que se realizó en la época
del desove, ya que la langosta come muy poco en su período de reproducción.
El 17 de abril de 1917, entró en erupción el volcán Calbuco, dejando los campos circunvecinos
cubiertos de cenizas y materias volcánicas.

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INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES EN 1917 Y 1918

A fines de enero de 1917 se produjo un incendio en Ovalle que destruyó una manzana de
edificios del barrio comercial. El fuego empezó a medianoche en un almacén de provisiones,
propagándose con extraordinaria rapidez. El esfuerzo de los bomberos impidió que las llamas llegaran
hasta las calles vecinas, entre cuyos inmuebles estaba el convento del Buen Pastor. Las pérdidas se
calcularon en medio millón de pesos.
Los primeros días de febrero de 1917 se produjo un incendio en Victoria que consumió una
manzana de edificios, entre ellos los destinados a la municipalidad, al correo, al telégrafo, a la
administración del agua potable, casas comerciales y viviendas particulares. Los daños y pérdidas
fueron avaluados en trescientos mil pesos.
El 7 de diciembre de 1917, en la madrugada, un incendio en Valdivia, que se inició en una fábrica
de cigarrillos, dejó convertidos en escombros varios edificios de las calles Libertad, Yungay e
Independencia.
Entre fines de febrero y principios de marzo de 1918, un gigantesco incendio forestal que se
extendió desde Cuneo a Freiré, entre los ríos Allipén, Quepe y Huichahue, dejó a más de quinientas
familias en la ruina, con todos sus útiles de labranza y enseres destruidos. La policía ayudó a aislar
el fuego que alcanzó a extenderse hasta las reducciones indígenas de Butaco.
Otros incendios forestales se produjeron en la misma fecha en los sectores de Gorbea,
Villarrica, Pitrufquén y Cholchol.
Todos fueron a consecuencia de roces por fuego, realizados indiscriminadamente y a horas
poco convenientes.
En julio de 1918, un incendio arruinó todo un costado de una importante manzana de edificios
en Tomé, dejando a muchos comerciantes en la miseria.
En la madrugada del 2 de diciembre de 1918 hubo un incendio en Calbuco que convirtió en
escombros veintiséis edificios del barrio La Vega. El fuego estalló en una vivienda particular de la calle
Galvarino Riveras. Los bomberos y vecinos fueron impotentes para detener el avance de las llamas.
Se quemaron decenas de casas particulares, panaderías, sastrerías, hojalaterías, carpinterías.
También tuvo pérdidas de consideración la empresa eléctrica, ya que se quemaron los postes de la
luz y se incendiaron los cables. El barrio de La Vega quedó a oscuras. Los particulares y comerciantes
perdieron cuanto poseían. Sólo uno tenía seguros por cinco mil pesos. El Gobierno aportó cincuenta
mil pesos para ayudar a los damnificados.

AFTOSA EN 1918

El Anuario del Ministerio del Interior, señala que el año 1918 hubo una epizootia de fiebre aftosa.
El Gobierno tomó medidas en el sentido de que solicitó a la inspección sanitaria de ganadería de
Argentina que certificara el estado de los animales exportados por Mendoza. Así se evitaba la
repetición del problema de cuatro años atrás, en que la aftosa produjo la muerte de miles de vacas
lecheras y la enfermedad de por lo menos seiscientas mil, con el consiguiente perjuicio para la industria
ganadera del país.

INUNDACIONES EN CHAÑARAL EN 1918

Entre el 21 y el 22 de mayo de 1918 se produjo un fuerte temporal en el norte que afectó


prinicipalmente a Chañara!. Se inundó la maestranza de los ferrocarriles y varias calles de la ciudad
quedaron convertidas en ríos.

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TERREMOTO EN EL NORTE EL AÑO 1918

El 21 de mayo de 1918, a las doce horas, cincuenta y siete minutos y cincuenta segundos, según
informó el servicio Sismológico, se sintió un sismo cuyo foco estuvo en el valle de Elqui, con una
intensidad grado IX de la escala de Mercalli.
En la Serena los derrumbes de viviendas, del frontis del edificio de la intendencia, del segundo
piso de la cárcel y de otros inmuebles provocaron un incendio en el centro de la ciudad que arrasó con
una manzana de edificios. Entre otros, ardió la planta eléctrica y fábrica de cerveza. Se cortaron los
cables de la energía eléctrica, del telégrafo y del teléfono. Los bomberos, con la colaboración del
regimiento Arica y de la policía trabajaron en la extinsión del fuego. Las festividades del 21 de mayo
se suspendieron.
En Ovalle y Vicuña se agrietaron varios edificios. En Paihuano el deslizamiento de parte de un
cerro aplastó a una persona y dejó a otra herida. Elqui quedó sin comunicaciones por más de un día.
En Coquimbo se abrieron grietas en la tierra que lanzaban grandes columnas de agua, con el
consiguiente pavorde la población.
Deslizamientos de tierra interrumpieron el tráfico ferroviario entre La Serena y Elqui y de
Rivadavia a Guaguigaica. Entre la Serena y Coquimbo también se interrumpió la ferrovía a causa de
que se quebraron los estribos de fierro del puente Negro.
Hubo réplicas por varios días. Los darlos se calcularon en quinientos mil pesos. El ministro del
Interior autorizó un gasto de dos mil pesos para las reparaciones de los edificios públicos. Desde
Ecuador y Argentina llegaron telegramas de condolencias al Presidente Juan Luis Sanfuentes.
El 4 de diciembre del mismo año -1918 - a las siete horas cincuenta y dos minutos y veinte
segundos, un terremoto y maremoto se sintió principalmente en Copiapó y Caldera. Por lo menos trece
personas murieron y decenas quedaron heridas. Los daños se avaluaron en tres millones de pesos.
Copiapó con el movimiento telúrico quedó casi destruida. Hubo diez muertos, varios heridos
y decenas de damnificados por los derrumbes de las casas. A esa fecha, la mayoría tenía de sesenta
a setenta años de antigüedad, y eran alquiladas. Sobre un total de un mil seiscientos treinta viviendas
que había, trescientas sesenta y cuatro, o sea el veintiuno por ciento quedaron totalmente destruidas.
Trescientos cuarenta y nueve, es decir, alrededor de otro veintiuno por ciento, quedaron seriamente
dañadas, y novecientos cuarenta y cuatro, el cincuenta y siete y tantos por ciento, con daños de menor
importancia. Los efectos fueron menores en las casas construidas de caña, que en las de barro. De
las que se destruyeron totalmente, sólo cuatro eran de caña de Guayaquil, importada desde Ecuador.
Las de brea soportaron un poco mejor el movimiento: se destruyeron cincuenta y cuatro. La brea es
un arbusto que se reúne en atados delgados para levantar murallas livianas. De las de adobes se
destruyeron cincuenta y siete y de las de barro, doscientos cuarenta y nueve.
El hospital fue uno de los edificios que quedó en el suelo y los enfermos, en los primeros días
estuvieron a la intemperie. El liceo de niñas, el cuartel de policía, la cárcel, la casa del obispo, las
oficinas de la compañía inglesa de minas, el teatro Municipal, las iglesias, fueron los edificios públicos
que se destruyeron. Los bomberos y zapadores se abocaron en los días siguientes a botar las murallas
desplomadas o que amenazaban caerse. El alcalde, por su parte, formó una comisión, en reunión con
los vecinos, la que se encargó de atender a los damnificados, principalmente en el aspecto de la
comida. Las congregaciones religiosas también colaboraron dando alimentos a los menores.
En Caldera se hundió el muelle del ferrocarril. En Taltal reventó uno de los estanques de
petróleo, destruyéndose totalmente, quedaron tres muertos y decenas de heridos.
Deslizamientos de tierra desde los cerros imterru mpieron el tráfico ferroviario en varios lugares.
El tren de carga que corría entre La Serena y Vallenar se volcó.
El Congreso autorizó al Ejecutivo, encabezado por Juan Luis Sanfuentes para gastar hasta cien
mil pesos en la solución de los problemas que ocasionó el terremoto. El diario El Mercurio abrió
susbcripciones para ayudar a los damnificados.

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Las predicciones que había hecho Alfredo Coopper relacionando el eclipse con el terremoto,
fueron descalificadas por Alberto Obrecht, director del Observatorio Astronómico.
En los Anales de la Universidad de Chile, se escribía en 1923, comentando este terremoto, que
era necesario continuar en las escuelas de arquitectura e ingeniería con los cursos conducidos por
Montessus de Ballore, sobre métodos de construcción asísmica.
En 1919 hubo dos sismos que causaron algunos daños. El primero fue el 12 de marzo en Chiloé
que causó pánico en la población, sobre todo porque en los días siguientes continuó temblando. El
otro fue el 5 de junio en la madrugada; causó algunos daños en las construcciones de Talca y Curicó.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1919

Un fuerte temporal de lluvia con vientos huracanados azotó a la zona central del país entre el
6 y el 7 de mayo de 1919. Ciudades, pueblos y campos quedaron inundados, las líneas telefónicas,
telegráficas y de la energía eléctrica cortadas y el tráfico interrumpido.
En Valparaíso se desbordaron nueve cauces y la mayoría de los esteros se convirtieron en
torrentes inundando todo el sector plano de la ciudad. Se interrumpió totalmente el tránsito y el
movimiento comercial. Hubo daños en las viviendas particulares ubicadas en el "plan" y en tos cerros.
Decenas de familias perdieron cuanto tenían. El puerto y el molo de abrigo tuvieron daños de tal
consideración, que las autoridades determinaron preservar en mejorforma sus terminaciones, las que
se realizaron en corto tiempo siendo entregadas en 1920. El camino de Valparaíso a Viña del Mar se
anegó. Quilpué, Quillota, Limache y Llay Llay también sufrieron inundaciones en las poblaciones,
donde las calles se convirtieron en verdaderos ríos.
En Santiago quedaron ochocientas líneas telefónicas en el suelo. El telégrafo soto funcionó
hasta Buin; se interrumpió con el resto del país e incluso con Argentina. El aguacero acompañado de
fuertes vientos paralizó en un momento dado, alrededor de media mañana del día 6, el servicio de
tranvías, los que se tuvieron que detener en el lugar donde estaban, ya que cayeron cientos de árboles
y postes, impidiéndoles terminar el recorrido. En los parques Cousiño, Forestal y Centenario cayeron
gran cantidad de árboles; sólo en el parque Cousiño se derribaron más de doscientos. Por las mismas
causas la ciudad quedó a oscuras. Después de este temporal, los medios de comunicación comen-
taron profusamente la necesidad de que los tendidos de cables se hicieran en forma subterránea,
recordando que hacía años que el Gobierno había dictado los decretos respectivos, pero que las
compañías obtenían prórrogas año a año para demorar los trabajos. En numerosos edificios se
vplaron las marquesinas y los techos, entre ellos, en el mercado central y en liceo Amunátegui; éste
último fue visitado por el ministro de Educación quien dispuso que se destinaran fondos urgentes para
las reparaciones, con el objeto de no suspender las clases. Por lo menos una persona murió, otras
doce quedaron heridas y treinta contusas. Los heridos fueron atendidos en la Asistencia Pública.
En Rancagua los daños se estimaron en varios miles de pesos. Se cayeron cornisas, árboles,
rótulos comerciales, astas de bandera y cañones de chimeneas, muchos techos se volaron; tos postes
y las líneas también quedaron en el suelo y la ciudad totalmente a oscuras. Las calles se convirtieron
en avenidas de agua; se paralizó la industria, las casas comerciales cerraron, se inundaron las
bodegas y galpones donde se guardaba trigo, harina y otras legumbres; el liceo de hombres tuvo serios
destrozos. Los árboles y postes en el suelo dejaron muchos caminos de acceso a la ciudad sólo aptos
para peatones. En los campos vecinos se destruyeron sembrados.
El río Cachapoal se desbordó arrasando con gran cantidad de casas. El río Claro inundó casi
totalmente a Rengo: el agua subió más de sesenta centímetros sobre las aceras llegando a las casas;
el regimiento Zapadores y los bomberos ayudaron a la población a salvarse y a rescatar sus enseres.

187
Curicó quedó sin teléfonos ni telégrafo. En los sectores aledaños a Talca, los daños en tos fundos,
chacras y viñas se calcularon en tres millones de pesos.
En Concepción las calles quedaron a oscuras, debido a que la violencia del huracán destruyó
las lamparillas del alumbrado eléctrico; se cayeron tos postes del teléfono y gran cantidad de árboles;
se destruyeron las cornisas de los edificios y se volaron los techos.
En Temuco también se interrumpieron las comunicaciones al caerse los postes telefónicos y del
telégrafo. El ventarrón voló parte del techo de la iglesia San Francisco Solano y el del hotel Temuco;
éstas últimas cayeron sobre la estación ubicada al frente, arrojando material sobre las líneas
telefónicas. Las lamparillas del alumbrado público se quemaron. Varios ríos se desbordaron; hubo
puentes destruidos, grandes perjuicios en las siembras de trigo, sobre todo en tos terrenos bajos.
Muchos animales murieron aplastados por tos árboles arrancados de raíz.
En Angol se cortaron las líneas telegráficas con la caída de los árboles. Los ríos quedaron
invadeables e interrumpieron las comunicaciones terrestres con tos puntos cercanos a la ciudad.
En Valdivia se cortaron las comunicaciones telegráficas con el norte del país.
El servicio de trenes de carga de Santiago al sur se suspendió. Hubo daños en la vía tanto por
los desbordes de los ríos, como a consecuencias del fuerte viento que voló los techos de las estaciones
y dejó postes y árboles en la ruta. En la estación Victoria, a causa de estos daños murieron dos
jornaleros.
Tanto en Valparaíso, como en Talcahuano lanchas y faluchos se fueron a pique. La chata
Porvenir desapareció con el capitán y diez pasajeros a la altura de Punta de Tumbes.

TIFUS EXANTEMÁTICO ENTRE 1917 Y 1921

El tifus exantemático existía endémico en el país, en los primeros años del siglo XX, a pesar de
que se le confunde con otras enfermedades, tales como la fiebre tifoidea, la influenza española, la
influenza maligna.
En 1917 hubo un foco epidémico en la cárcel de Osorno que atacó casi a la totalidad de tos ciento
ochenta y seis reos, a algunos empleados del establecimiento y a un practicante del hospital donde
eran atendidos, él que murió.
En septiembre de 1918 apareció la enfermedad en Santiago, adquiriendo rápidamente carac-
terísticas de epidemia. Se presentó en las clases más pobres. Los médicos no estaban de acuerdo
con el diagnóstico. El doctor Arturo Atria, jefe de la sección bacteriología del Instituto de Higiene, fue
el primero en diagnosticar tifus exantemático. La reacción fue violenta; ningún otro médico había
pensado en ella," mucho menos si se recuerda - dice el doctor Laval, en su Historia del Hospital San
Juan de Dios - que en aquella época se nos enseñaba en la Escuela de Medicina que el tifus
exantemático no existia en Chile, pues se trataba de una enfermedad exótica, que sólo aparecía en
ciertos pueblos hambreados, desolados por las guerras, tales como Polonia, Rusia, etc."
Hasta noviembre de ese año demoraron las discusiones, hasta que por fin se aceptó el
diagnóstico del Instituto de Higiene. Antes, en 1907 había aparecido un foco en Valparaíso,
diagnosticado por el doctor Cannon, quien había tenido oportunidad de conocer y diagnosticar la
enfermedad en Jamaica. En 1894, el Consejo Superior de Higiene había presentado al Gobierno un
proyecto de nomenclatura de las causas de muerte, y por primera vez, en forma oficial, se hacía la
separación entre fiebre tifoidea y tifus exantemático. Después de la epidemia de 1918 ya se hace una
clara diferencia entre ambas enfermedades.
Entre octubre de 1918 y el 31 de diciembre de 1919, hubo más de catorce mil seiscientos casos
de esta enfermedad, llegando a tres mil quinientos sesenta los muertos.
El año 1919 se atendieron catorce mil quinientos diez y siete enfermos en los hospitales del país;

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se hizo una profilaxis de trece mil trescientas ochenta y dos personas; se vacunaron once mil
quinientas noventa y nueve; se desinfectaron setenta y tres mil quinientas treinta y cinco piezas de
ropa. Ese mismo año, las casas de limpieza expidieron un mil doscientos un pasaporte para obreros
que se trasladaron de un lugar a otro, dentro del país. Las brigadas sanitarias practicaron seis mil
setecientos veinticinco visitas sanitarias y los auxiliadores de las brigadas desinfectaron ocho mil
sesenta y nueve habitaciones y trasladaron a los desinfectorios públicos nueve mil quinientos ochenta
piezas de ropa. El Gobierno destinó cincuenta mil pesos a Concepción y doscientos cincuenta mil
pesos a Santiago, para combatir la epidemia.
El año 1920 hubo un mil quinientos ochenta y siete defunciones de los siete mil ciento treinta
y ocho casos confirmados. Las principales ciudades afectadas fueron Santiago, Valparaíso, Concep-
ción y Talcahuano.
En Santiago las brigadas hospitalizaron quinientas catorce personas del radio suburbano;
condujeron a las casas de limpieza otras cuatro mil novecientas noventa y cinco, para su profilaxis;
transportaron al desinfectorio público trece mil novecientos veintisiete piezas de ropa, pertenecientes
a enfermos hospitalizados y de personas que estuvieron en contacto con ellos; se hicieron cuatro mil
siete visitas domiciliarias sanitarias y los auxiliares desinfectaron cuatro mil cuatrocientos dieciocho
habitaciones.
En las casas de limpieza de las otras ciudades contaminadas se hicieron el aseo y profilaxis a
doce mil quinientas ochenta y nueve personas; se desinfectaron cincuenta y tres mil cuatrocientas
nueve piezas de ropa y se vacunaron a once mil quinientos ochenta y cinco individuos.
Se entregaron cinco mil cuatrocientos cuarenta pasaportes a obreros que salieron de Santiago
a otros lugares del país.
De los fondos entregados para el tratamiento del tifus exantemático hubo que destinar cincuenta
mil pesos para la asistencia de enfermos de influenza o gripe.
Al año siguiente la epidemia continuó con un mil ciento noventa y ocho defunciones. En
Santiago, la Dirección General de Sanidad se preocupó especialmente de los veintiún albergues que
se abrieron para recibir a los cesantes del norte, que recibieron sobre las veintiún mil personas. La
mayoría de estos albergues tenía problemas de salubridad; habían sido primitivamente bodegas o
galpones destinados a industrias, las divisiones internas se habían hecho con trapos sucios que
ayudaban a la crianza de piojos. Estaban ubicados en la periferia de la ciudad; los albergados eran
conducidos en camiones a los baños públicos.
La tasa de mortalidad decreció en los años siguientes, sin que por ello desaparecieran los casos
de la enfermedad, con focos en algunos departamentos del territorio.

INCENDIO EN EL EDIFICIO DE LOS PADRES FRANCESES DE SANTIAGO EN 1920

Alrededor de las doce y media del 7 de enero de 1920, un incendio devoró prácticamente el
edificio de la congregación de los padres de los Sagrados Corazones, ubicado en la Alameda, en
Santiago.
Sólo cuatro religiosos había en el convento, quienes se encontraban almorzando cuando se
inició el fuego; el resto estaba veraneando en el fundo Los Perales, cerca de Casablanca.
Desde los primeros momentos el incendio tomó gran incremento, consumiendo la manzana
completa del edificio y varias casas particulares ubicadas en la misma. Al parecer, el fuego se inició
por una chispa del cañón de la chimenea de la cocina que cayó en una pieza. Se quemaron la antigua
y valiosa capilla, donde se realizaban los matrimonios de los jóvenes más distinguidos de la sociedad
de la época; las salas del colegio, donde se impartían clases a quinientos educandos; los dormitorios
de los profesores y alumnos; todo el cuerpo nuevo del kindergarten; la biblioteca; el museo de historia

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natural; los laboratorios de química y física; la estación de radiotelegrafía que comunicaba a los padres
con el norte y el sur del país y cuatro casas particulares adyacentes al colegio. Sólo se salvaron los
cuatro padres, el personal que los atendía, algunos valiosos ornamentos sagrados, una que otra
imagen, el cáliz y la custodia, que fueron trasladados a los padres Salesianos.
La falta de agua por más de una hora, dificultó enormemente la labor de los bomberos, en tal
forma que cuanto ésta llegó, debieron circunscribir el fuego para que no pasara a los edificios vecinos.
Resultaron catorce bomberos heridos de gravedad y treinta y uno menos graves, muchos de tos cuales
sufrieron serias quemaduras y lesiones, cuando se hundió el suelo del segundo piso y cayó el techo.
Por lo menos uno de los voluntarios heridos de gravedad, falleció al día siguiente.
Numeroso público se concentró a presenciar el siniestro y la labor bomberil, entre los que se
contó al arzobispo de Santiago, Crescente Errázuriz. A pesar del siniestro, el período escolarse inició
el 15 de marzo, como en años anteriores.
El 19 de abril del mismo año -1920 - un incendio redujo a escombros la parte más comercial
de Viña del Mar, la primera cuadra de la calle Valparaíso, contigua a la Plaza Vergara.
En este incendio, más que la acción de los bomberos, fueron las murallas corta-fuego las que
salvaron a tos inmuebles vecinos de ser presas de las llamas.
El 27 de julio de 1920, en la madrugada, después de un tiroteo, se produjo un incendio en la calle
Errázuriz de Punta Arenas. Se quemó totalmente el local de la Federación Obrera, una imprenta donde
se editaba el periódico El Socialista y otros edificios particulares. Los bomberos, en un comienzo
tuvieron dificultades para obtener agua. Tres personas murieron carbonizadas en la Federación
Obrera, y un policía, al parecer como resultado del enfrentamiento, también hubo algunos heridos.

SISMOS EN 1920

En los primeros minutos de la madrugada del 26 de julio de 1920, un fuerte temblor sacudió la
zona comprendida entre Coquimbo y Malleco. Se sintió en Mendoza y Buenos Aires, Argentina. El
epicentro se ubicó en el valle de Aconcagua.
En Valparaíso además de producir pánico en la población, que esa noche pernoctó en la calle,
hubo algunos deterioros en los edificios.
En Santiago ocasionó derrumbes en el cerro San Cristóbal; en la estación Mapocho se cayeron
los vidrios de la marquesina central; en los tribunales de justicia hubo daños en el cuarto piso; en la
iglesia Belén, en la calle Galvez, se cayeron algunas imágenes, y en el museo de Bellas Artes se
rompieron las claraboyas, se deterioraron las aplicaciones decorativas, se cayeron algunas murallas
y tabiques, principalmente en el taller que ocupaba Enrique Lynch.
El 21 de agosto, otro temblor se sintió entre Talca y Magallanes. En Angol se derrumbaron
algunos inmuebles de particulares y parte del edificio del liceo de hombres. En la isla Mocha quedaron
sin funcionar los dos faros, debido a que se vaciaron los depósitos de mercurio y las torres se
agrietaron. Se envió a la escampavía Águila con ingenieros y técnicos para arreglar los desperfectos.
Luego, el 28 de octubre del mismo año -1920 - un fuerte temblor se sintió entre Copiapó y
Vallenar. En la primera ciudad, hubo algunos deterioros en los edificios y en Vallenar la gobernación
y el instituto comercial quedaron en estado ruinoso. Varias casas viejas se derrumbaron, una persona
murió aplastada por una de las murallas. Daños menores hubo en El Toco y en los poblados al interior
de Vallenar.
El servicio Sismológico informó que el movimiento telúrico tuvo una intensidad de grado VIII.

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TEMPORALES DE 1920 Y 1921

Un frente de mal tiempo con temporales de vientos, lluvia y nieve azotó a la zona central del país
entre el 12 y 13 de agosto de 1920. Colina, San Bernardo, Putaendo, Los Andes y San Felipe se vieron
principalmente afectados con la nevazón que duró varias horas.
En Valparaíso el temporal ocasionó la interrupción del servicio telegráfico hacia el sur y el
servicio de la misma índole de ferrocarriles hasta Calera.
En Santiago los daños fueron provocados por la nieve que cayó abundantemente el día 13, por
lo menos por seis horas. Los postes del servicio telefónico, los tendidos del servicio telegráfico y del
alumbrado eléctrico no resistieron el peso de la nieve. La ciudad quedó casi totalmente a oscuras y
sin comunicaciones. El servicio de tranvías también se interrumpió quedando los carros detenidos
en plena calle. El ventarrón arrasó con los árboles del cerro Santa Lucía y de otros lugares,
ocasionando daños en las propiedades. Algunos techos se hundieron con el peso de la nieve y otros
se volaron. Entre los inmuebles dañados estaban el teatro Condell, un hospital de niños en la calle
Matucana, diversos establecimientos comerciales y casas particulares. La población salió al cerro
Santa Lucía y a las calles a presenciar el espectáculo y a jugar con la nieve causando daños a los
transeúntes, lo que obligó a la policía a intervenir para evitar males mayores.
El servicio Sismológico informó que ésta había sido una de las nevazones más intensas,
recordando que en 1891 y en julio de 1912 habían ocurrido otras de menor intensidad.
Los medios de comunicación volvieron a llamar la atención de la población sobre la desidia del
servicio telefónico que no cumplía con las disposiciones promulgadas hacía varios años, en el sentido
de efectuar los tendidos de los cables en forma subterránea, para evitar desgracias como las ocurridas
en 1919, y que en esta ocasión no resistieron el peso de la nieve.
Al año siguiente, en 1921, entre el 5 y el 10 de mayo, un fuerte temporal se extendió entre lllapel
y Ancud, interrumpiendo principalmente el tráfico ferroviario y las comunicaciones telegráficas. Tres
personas fallecieron y una quedó herida de gravedad en Valparaíso al producirse derrumbes en el
cerro en que estaban ubicados los cementerios números 1 y 2. Derrumbes en otros cerros arrasaron
con viviendas modestas y taparon algunos cauces que provocaron la inundación del sector donde se
ubicaban los tribunadles de justicia y la casa del cónsul boliviano, quien tuvo que rescatar los archivos
para evitar que se deterioraran. Se interrumpió el servicio de alumbrado y tracción eléctrica, a causa
de un rayo que cayó en la línea de alta tensión que llevaba la corriente desde la planta hidráulica de
El Sauce a la ciudad.
En Viña del Mar se desbordó el estero, inundando las calles del sector céntrico, las casas y los
negocios. También hubo derrumbes en los cerros de Chorrillos, destruyendo algunas viviendas.
En Santiago el río Mapocho causó daños en el puente Bellavista en construcción, arrastrando
con los materiales y herramientas; las pérdidas fueron estimadas en diez mil pesos. Cayeron muchos
árboles y se volaron gran cantidad de techos. Algunas calles se inundaron dificultando el tránsito
peatonal y paralizando los tranvías. En Barrancas se inundó el campamento de los gitanos.
En Rancagua se suspendió el servicio de agua potable y de desagüe; el primero por la
destrucción de las bocatomas y el segundo porque la crecida del río destruyó parte de las acequias
que recibían las aguas servidas.
En Concepción se inundó la línea férrea en más de doscientos metros.
En Valdivia quedaron sin energía eléctrica un día completo. El río Calle Calle se desbordó por
las dos orillas. Se volaron gran cantidad de techos de propiedades particulares y públicas, entre las
últimas, los de la escuela normal; hubo destrozos en las ventanas y claraboyas.
Se cortaron las comunicaciones telegráficas y telefónicas entre la mayoría de las ciudades,
incluso con Argentina.
Los obreros cesantes por la paralización de las salitreras, que estaban efectuando trabajos de
reparaciones y construcción de caminos, de acuerdo a la ley Ne 3738, que había dispuesto para estos

191
efectos la suma de cincuenta millones de pesos, debieron paralizar las obras. Para evitar que
quedaran sin entrada, el ministerio de Obras Públicas dispuso que se le cancelaran dos pesos diarios
a cada uno, mientras durara el frente de mal tiempo y los trabajos estuvieran parados.
La línea férrea tuvo desperfectos en varios sectores, ocasionando detenciones parciales de los
trenes. También se paralizó por algunos días la construcción del ferrocarril de Paine a Talagante.
Los puentes, que eran más de mil en todo el país, resistieron en general el temporal, con
excepción de los de Teño, Rauco, Nuble, Huilleuco en la Frontera, Pangui, cerca de Talca y el que
cruzaba el río Petorca en Chincolco.

INCENDIOS EN 1921

En más de dos millones de pesos se avaluaron las pérdidas que dejó un incendio que se produjo
en las bodegas de salitre de Iquique, el 7 de junio de 1921.
El fuego se inició en una de las bodegas adyacentes al muelle. Se quemaron sesenta mil
quintales de salitre, cinco mil tubos que estaban guardados para instalar el servicio de agua potable,
ochocientas barricas de cemento y diversos materiales destinados al ferrocarril longitudinal. Más de
seis horas demoraron los bomberos en extinguir las llamas, que aparentemente comenzaron por las
chispas de una locomotora del ferrocarril.
Diez minutos para las doce de la noche del 7 de julio de 1921, se inició un incendio en el Palacio
de La Moneda, en el sector del ministerio de Relaciones Exteriores. La rapidez de la acción de los
bomberos impidió que el fuego tomara mayores proporciones. Aparentemente, éste se inició por la
inflamación de una chimenea en las oficinas del subsecretario de Relaciones Exteriores. Los daños
fueron de poca consideración. Por efectos del agua se dañaron los archivos del tribunal de cuentas,
ubicados en el piso inferior.
A fines del mismo año, otro incendio redujo a cenizas cerca de dos manzanas de edificios, en
la ciudad de Iquique.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN PUYEHUE ENTRE 1921 Y 1922

A mediados de diciembre de 1921 entró en erupción el volcán Puyehue. La cantidad de cenizas


que expelía dejaron turbias las aguas del río Chirri, afluente por el lado norte del río Pilmaiquén, que
también arrastró piedra pómez. La erupción se prolongó hasta mediados de febrero de 1922. El viento
arrastró hasta Osorno la lluvia de cenizas, enrareciendo el aire con los gases, a tal punto, que por
momentos fue asfixiante. Los bosques situados en las laderas del volcán fueron consumidos por las
llamas; los fundos cercanos tuvieron pérdidas considerables; extensos territorios quedaron sepulta-
dos por la lava, perdiéndose la vida vegetal. Los pobladores ubicados en los alrededores huyeron
al valle central; gran cantidad de animales murieron carbonizados. Grupos de aficionados a las
excursiones y Carabineros trataron de llegar hasta los faldeos del Puyehue, lo que fue casi imposible,
debido a las emanaciones de vapores y gases tóxicos y a las densas humaredas de los bosques
quemados.
En diciembre de 1922 tuvo una nueva erupción que volvió a cubrir de cenizas a Osorno,
coincidiendo con temperaturas que alcanzaron a los treinta y seis grados en dicha ciudad.

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EPIDEMIAS DE 1921 A 1923

La epidemia de viruela decreció a partir de 1914, en que hubo seiscientos noventa y cinco
defunciones en todo el país y menos de cien en los años siguientes.
En 1921, con motivo de la paralización de los trabajos en las salitreras en las provincias del norte,
Tarapacá y Antofagasta, se trasladaron grandes cantidades de familias obreras a las provincias
centrales y aunque ya regía desde hacía dos años el Código Sanitario, no fue posible evitar que
acarrearan y difundieran la viruela, que estaba casi extinguida. Se produjo una epidemia que se
extendió por casi todo el territorio, ocasionando cinco mil doscientas treinta y cuatro defunciones.
Santiago fue el foco principal, a pesar de las medidas tomadas por el Gobierno y de los servicios
especiales que se crearon para combatir el flagelo. El hacinamiento en los conventillos, la falta de
camas en los hospitales y la escasez de lazaretos contribuyeron a la propagación de la epidemia. El
Código Sanitario señalaba que se multaba con cincuenta pesos a la persona que no se vacunaba. El
año 1921 se efectuaron alrededorde dos millones de vacunaciones en todo el país. El Gobieno destinó
ciento cincuenta mil pesos para combatir la epidemia en todo el territorio y quince mil pesos para el
departamento de Quillota, con el mismo fin.
El año 1922 hubo cuatro mil doscientas noventa defunciones; un mil ochocientos ocho en 1923.
A partir de 1924 la tasa de mortalidad bajó, dejando de considerarse epidémica.
La peste bubónica disminuyó también las tasas de mortalidad. Hubo dos casos fatales en 1914;
treinta y cinco en 1915; treinta y dos en 1916; veinte en 1917; cuarenta y siete en 1918; veintiséis en
1919. El año 1920 sólo una defunción en Tarapacá y seis en Antofagasta; dos defunciones en
Tarapacá en 1921 y sólo un caso fatal en la misma provincia en 1922.

TEMPORALES EN 1922

Un frente de mal tiempo azotó a la zona comprendida entre Concepción y Chiloé en los meses
de junio, julio y agosto de 1922, dejando varios muertos, daños en las poblaciones, en la agricultura
y decenas de damnificados.
En Concepción se desbordaron los ríos Bío Bío y Andalien inundando parte del centro y las
poblaciones periféricas. Hubo daños en algunos bancos, en la cárcel, en la escuela normal femenina,
en la estación y en el correo. Se interrumpieron los servicios telegráficos y ferroviarios hacia el sur.
Los sectores agrícolas cercanos a la ciudad sufrieron daños en las siembras, por efectos de las
inundaciones.
En Chillan se anegó una población obrera. Curanilahue quedó semi aislada al interrumpirse la
ferrovía en varios sectores.
En Angol el río Traiguén inundó gran parte de la ciudad, llegando en algunos sectores el agua
sobre el metro y medio. Una persona pereció ahogada. Por lo menos cincuenta familias quedaron
a la intemperie, perdiendo todos sus enseres. El río también arrasó con tres puentes carreteros,
aislando sectores importantes de la zona. Los daños se estimaron en dos millones de pesos.
En la localidad de Galvarino perecieron, arrastradas por el río Cholchol, alrededor de treinta
personas; en algunos sectores del pueblo, el agua llegó a más de dos metros; entre otras, quedaron
inservibles las oficinas del telégrafo, se destruyó parte del cementerio, se perdieron las provisiones de
trigo, frijoles y maíz, se cortó el suministro de la luz eléctrica; más de ciento sesenta familias quedaron
en la indigencia. El río Allipén destruyó el puente carretero. Una parte de los damnificados se alojaron
en el establecimiento de la policía; la Cruz Roja hizo colectas para proporcionarles ayuda y darles
comida. El tráfico ferroviario también se interrumpió.

193
Lautaro quedó casi aislada, debido a que el río destruyó dos puentes y dejó otro en malas
condiciones, amén de que inundó completamente el barrio denominado Ultra Cautín.
En Temuco, Padre Las Casas y Nueva Imperial se desbordaron todos los ríos y el estero Gibbs.
En Temuco se inundaron las poblaciones Santa Rosa, Santa Elena, Portales Bajo, el barrio de la
cárcel, la Isla, la Puntilla, la población Zeim y el barrio Cailaco; tres personas perecieron ahogadas,
el puente carretero se destruyó en más de cuarenta metros; la ciudad quedó sin telégrafo y sin vías
de comunicación; en algunos sectores el agua alcanzó a más de ochenta centímetros, dejando las
calles convertidas en ríos. Los damnificados fueron llevados al mercado por efectivos del regimiento,
por la policía y por la Cruz Roja, los que les proporcionaron alimentos y ayudaron al rescate de sus
enseres. Las escuelas, la imprenta, los lazaretos y el cuartel de policía tuvieron serios deterioros.
Los ríos Quepe y Vilcún inundaron los puentes, los aserraderos y los terrenos agrícolas; más de
quinientas cabezas de ganado fueron arrastradas por la corriente.
Padre Las Casas quedó aislada y sin energía eléctrica al derrumbarse parte de un cerro que
arrastró con el tendido de cables; un sector de la población quedó sumergida en el agua.
En Nueva Imperial dos personas perecieron en el río Cholchol; más de ciento cincuenta familias
perdieron sus viviendas y enseres en el citado río. En algunos sectores el agua llegó al techo de las
casas.debiendo usarse botes para el salvamiento.
Freiré también quedó totalmente aislada. Se instaló un puente colgante entre Temuco y Padre
Las Casas para tener un medio de comunicación.
El intendente del Temuco destinó dos mil pesos para proporcionar alimentación a los damnifi-
cados.
En Valdivia el temporal fue acompañado de fuertes vientos que arrancaron árboles de raíz, voló
techos, destrozó vidrios y claraboyas; los postes del alumbrado eléctrico quedaron en el suelo, la
ciudad estuvo a oscuras varias noches. Se interrumpieron las comunicaciones telegráficas y
telefónicas. Los ríos Valdivia y Calle Calle destruyeron parte de la vía férrea, principalmente en los
lugares cercanos a la estación; incluso hubo un choque de trenes por efectos del agua y derrumbes
en los cerros cercanos a la estación. La población de Antilhue quedó aislada siendo rescatada en un
vapor. En Collico los habitantes también debieron huir en botes para salvarse del ímpetu del río. Gran
cantidad de viviendas particulares y edificios públicos tuvieron serios daños, entre éstos últimos, la
central de la bomba fluvial, cuyo edificio fue arrastrado por la corriente.
En La Unión se inundaron todos los barrios cercanos al río. Algunas casas fueron llevadas por
la corriente, pereciendo muchas personas, al tratar de salvar sus pertenencias. El río Llollelhue dejó
aislado el barrio denominado Caupolicán. La turbina de la energía eléctrica quedó bajo el agua, la
población a oscuras y las industrias paralizadas. Las comunicaciones con Río Bueno se interrumpie-
ron. Los daños materiales fueron incalculables. Semanas después hubo brotes epidémicos de gripe
y fiebre tifoidea, causando varias muertes y pánico entre la población.
En Chiloé se desbordó el río Pudeto; se deterioró la línea del ferrocarril y se interrumpieron las
comunicaciones telegráficas.
Después de evaluar los daños, el director de Obras Públicas reconoció que los puentes que a
esa fecha tenía doce años o menos y se habían construido con sistemas modernos, habían resistido
el temporal y las crecidas de los ríos, sin sufrir daños.

INCENDIOS EN IQUIQUE Y CURICO EN 1922

Pérdidas por más de tres millones de pesos, dos manzanas de buenos edificios totalmente
destruidos, interrupción de las comunicaciones y del alumbrado público fue el saldo de un incendio
que ocurrió el 6 de octubre de 1922, en Iquique.

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El fuego se inició de amanecida en una mueblería; el fuerte viento ayudó a que las llamas se
propagaran con rapidez. Se quemaron decenas de establecimientos comerciales y casas particulares.
El tendido de las líneas telegráficas quedó en el suelo, lo mismo que los postes del alumbrado eléctrico.
Sólo la compañía inglesa de teléfonos avaluó las pérdidas en quinientos mil pesos, teniendo seguros
por cuatro mil libras esterlinas.
El 10 de noviembre del mismo año 1922, poco después de la una de la madrugada, se produjo
un incendio en Curicó que arrasó con casi una manzana de edificios y dos negocios de la vereda del
frente, en la calle Peña. El siniestro se inició en una zapatería, el fuerte viento reinante a esa hora y
la mala calidad del material del cuerpo de bomberos ayudaron a que éste se extendiera. Se quemaron
varios negocios de todo tipo.

INCENDIOS FORESTALES EN 1922

En diciembre de 1922, un incendio forestal producto de roces a fuego, arrasó con una extensa
zona de bosques en la provincia de Cautín. Los roces se iniciaron en un fundo ubicado en el cajón
del Llaima; el viento propagó las llamas arrasando con sementeras, cantidades de madera elaborada,
viviendas de inquilinos y carbonizó a gran cantidad de animales. Hubo pérdidas en las haciendas
de Verdúm y Cartago y en los fundos San Pedro, Los Cipreses, Santa Sabina, Bayona, Los Pirineos
y en Cherquenco, donde Carabineros evacuaron a numerosas familias. También se quemó un puente
carretero en San Pedro.
En forma casi simultánea en la misma fecha, otros incendios forestales se iniciaron en los
sectores precordilleranos cercanos a Osorno y Villarrica. Se quemaron extensas zonas de trigales y
bosques vírgenes. Alrededor de cuarenta familias perdieron todos sus enseres, principalmente los
habitantes de los poblados ubicados entre Pucón y Huincacura.
Después de estas catástrofes, los habitantes de las zonas amagadas, especialmente de
Osorno, solicitaron a las autoridades que se legislara sobre los roces a fuego, en forma que no se
repitieran las pérdidas de animales, bosques, sembrados y enseres que habían ocasionado estos
siniestros.

FUERTE TEMBLOR EN CONCEPCIÓN EN 1922

A las tres horas y quince minutos de la madrugada del 29 de octubre de 1922 se sintió un fuerte
temblor en Concepción, produciendo pánico en la población que arrancó a las calles a medio vestir.
En una de las comisarías de la ciudad se hundió parte de la techumbre, se quebraron los vidrios
de las ventanas y galerías de muchas casas, se destruyeron las estanterías y la loza en ios negocios.
Algunas murallas sufrieron agrietaduras y unas pocas se derrumbaron.
En Talcahuano, Lota, Coronel y Chillan también se sintió el movimiento sísmico, pero no
provocó daños. En Santiago pasó casi desapercibido.

TERREMOTO DE 1922

^Minutos antes de las doce de la noche del 10 de noviembre de 1922 un fuerte terremoto sacudió"
a las ciudades de Vallenar y Coquimbo. El movimiento telúrico se sintió, por lo menos, entre

195
Antofagasta y Santiago y desde las islas San Félix y San Ambrosio hasta Mendoza y Buenos Aires.
Abarcó un radio de un mil doscientos kilómetros. Fue registrado por estaciones sismológicas de
Bélgica, Italia, España, Brasil, Grecia, Argelia, Egipto y Argentina. El servicio Sismológico chileno dio
a conocer que tuvo una intensidad de VIII a IX grados, ubicándose el foco entre los valles de Elqui y
Choapa. Más o menos media hora después del sismo, un maremoto azotó las costas del litoral, entre
Antofagasta y Chañaral.\n las horas siguientes hubo algunas réplicas. Julio Bustos Navarrete, del
Instituto Metereológico informó que el maremoto coincidió con manchas solares. Murieron ochocien-
tas ochenta personas, de las cuales, por lo menos quinientas cincuenta perecieron en Vallenar.^En
diferentes ciudades y poblados del norte quedaron gran cantidad de construcciones en el suelo y otras
en tal estado que tuvieron que demolerse. Se interrumpieron las comunicaciones, se destruyeron los
caminos y las líneas del ferrocarril. En algunas localidades los derrumbes ocasionaron incendios,
haciendo más crítica la situación.^
-{ El Presidente de la República, Arturo Alessandri Palma decidió visitar personalmente la zona
devastada, partiendo hacia el norte cinco días después del sismo. Años más tarde, en sus Recuerdos
de Gobierno, escribiría: "Decidí visitar personalmente la zona afectada por el cataclismo y llevando
elementos de auxilio y personal técnico para hacer frente ampliamente a la desgracia con la mayor
rapidez, j
Me embarqué en el Latorre. Fue penosa la navegación y más penoso todavía el espectáculo
de destrucción y dolor que presencié en Chañaral, Caldera, Vallenar, Huasco, Copiapó y Freirina,
ciudades que visité de regreso... A mi regreso, nos ocupamos en Consejo de ministros de estudiar
y adoptar las medidas más rápidas y eficaces para reparar los daños inmensos producidos por el
cataclismo y para reconstruir las ciudades destrozadas".
El Congreso autorizó al Ejecutivo para girar un millón de pesos para socorrer a las personas que
quedaron sin hogar y quinientos mil pesos para las reparaciones más urgentes de edificios y obras
fiscales, y en la medida que fueren necesarias, para regularizar la marcha de los servicios fiscales.
Estas sumas se dedujeron de las rentas generales. Por su parte, el ministro del Interior nombró un
comité general de socorros pro- damnificados del norte, para que recogieran erogaciones en todo el
territorio de la República, con el objeto de incrementar los fondos fiscales destinados a la ayuda de los
afectados. Pedro Aguirre Cerda formó parte de este comité.
S^En Copiapó los efectos del terremoto volcaron el péndulo Wiechert de la estación sismológica,
por lo que no hubo observaciones instrumentalesA
Un cuarenta por ciento de las casas quedaron en el suelo; otro cuarenta y cinco por ciento en
pie, pero en condiciones de ser demolidas y sólo el quince por ciento restante en buen estado o
fácilmente reparables. La mayoría de las calles presentaban un aspecto lamentable con casas y
edificios en el suelo.\Ei hospital, el cuartel de policía, el teatro Municipal, la iglesia parroquial, el liceo
de niñas fueron algunos de los edificios públicos totalmente destruidos. El cementerio quedó
destrozado, salvo un sepulcro contruído de concreto armado, que quedó intacto; los cadáveres se
esparrameron produciendo un olor pestilente. La intendencia, el liceo de hombres, el edificio de
correos, la escuela de minería, cinco escuelas primarias tuvieron serios daños. En la línea ferroviaria
entre Copiapó y Caldera los rieles se separaron el algunos sectores hasta cinco metros. Los postes
de la luz eléctrica, los del teléfono y los del telégrafo al caerse al suelo arrastraron el alambrado,
dificultando el tránsito por las calles. El estanque de agua potable, construido de concreto armado
resistió el fuerte movimiento sísmico, sin que sufriera ningún tipo de deterioro; sin embargo, por
destrucción de las cañerías, la ciudad quedó sin agua, por lo menos, durante dos días. Los heridos
fueron atendidos en el patio del hospital y en la sala del biógrafo.
En Tierra Amarilla la mayoría de las casas de derrumbaron y las menos tuvieron que demolerse,
posteriormente. La línea férrea se destruyó en varias partes. Las del telégrafo quedaron en el suelo.
Vallenar fue uno de los lugares que sufrió los mayores destrozos. De las setecientas cuarenta
casas que había en la localidad, sólo siete quedaron en estado relativamente bueno y cuarenta y una
en condiciones de ser reparadas. Algunas de las cañerías del agua potable se rompieron; no así el

196
estanque y la captación que eran de concreto y resistieron bastante bien el terremoto, tuvieron sólo
pequeñas rasgaduras. La red ferroviaria sufrió destrozos en varios puntos. Se abrieron numerosas
grietas en el suelo, algunas de más de un metro de profundidad, entre las cuales se formaron pequeños
conos de arena muy fina. Hubo dos incendios y un amago, como consecuencias del sismo. El instituto
comercial, la escuela superior de niñas, el hospital, una escuela primaria y el teatro quedaron
arruinados. Daños graves sufrieron el juzgado, el edificio de Carabineros. En los primeros días
posteriores al terremoto se dijo que en Vallenar los daños fueron del orden de los treinta millones de
pesos. Hubo quinientos cincuenta muertos, más de siescientos heridos y decenas de damnificados.
La reconstrucción se aprovechó para ensanchar las calles.
En Freirina hubo más de diez muertos y cien heridos a consecuencia de los derrumbes de las
viviendas. El cuarenta por ciento de las casas quedaron destruidas y el resto con serios deterioros.
Los caminos interrumpidos y la línea del ferrocarril a Vallenar y Huasco con daños graves. Uno de
los edificios menos deteriorados fue la iglesia, que estaba construida de tabiques de caña. Las
pérdidas se estimaron en trescientos mil pesos.
San Félix, El Tránsito, Alto del Carmen, Juntas y Pampas quedaron aisladas de tos centros
urbanos, sin recursos, con las líneas telegráficas, telefónicas y caminos interrumpidos.
En La Serena treinta casas quedaron en ruinas. El edificio de la intendencia en mal estado; en
el cuartel del regimiento Arica se destruyó el pabellón de la enfermería. Se cayeron los postes y se
deterioró el tendido de cables del telégrafo, del teléfono y de la luz eléctrica. La cárcel, la escuela
profesional, la escuela normal, el liceo de hombres y el hospital tuvieron daños de consideración. La
población huyó a los cerros, asustada, sobre todo por las réplicas que continuaron, posteriormente.
Hubo varios heridos.
En Vicuña, los edificios de la gobernación, del cuartel de policía y la escuela superior quedaron
en ruinas. El resto de los inmuebles públicos y casas particualres sufrieron diferentes tipos de
deterioros. No hubo desgracias personales.
El Tofo, Cruz Grande y Chungungo tuvieron serios perjuicios en las viviendas y en los asientos
mineros.
En Elqui los edificios de la gobernación, las escuelas superiores de hombres y la de mujeres,
la cárcel, la iglesia y el hospital quedaron deteriorados, lo mismo que la mayoría de las viviendas
particulares.
Rivadavia e Illapel no tuvieron daños de consideración. Paihuano quedó con la escuela pública
hecha escombros.
En Santiago el movimiento sísmico hizo salir a la gente a medio vestir a las calles. En el teatro
Unión Central, en los momentos del sismo, se ponía término a la velada en honor del capitán Aracena,
con asistencia del aviador Santos Dumont y de numeroso público que llenaba la sala; la orquesta, como
en otros teatros empezó a tocar el himno nacional para lograr calmar el ánimo de tos asistentes, y
Santos Dumont y Aracena, de pie lo escucharon, logrando así tranquilizarlos. Escenas parecidas se
vivieron en los teatros Comedia, Santiago y en el circo de la Alameda. Se produjo pánico en los
hospitales, en los internados, en las cárceles y en la penitenciaría.
Alrededor de treinta minutos después del sismo se produjo el maremoto. En la costa el
movimiento telúrico se había sentido con menor intensidad que en el interior. Los grandes daños
fueron ocasionados por el mar.
{En Antofagasta el sismo se sintió en forma leve. El mar penetró una cuadra tierra adentro,
barriendo el lugar llamado La Isla; inundó el muelle de pasajeros, el resguardo, los baños y casas de
la avenida Brasil, se vararon algunas embarcaciones. No hubo pérdidas de vida, j"
En Taltal el mar se llevó ocho botes y causó algunos perjuicios de menor consideración.
En Caldera la mayoría de las construcciones eran de madera y calamina por lo que resistieron
las oscilaciones del suelo. El maremoto inundó y arrasó con gran parte de los edificios del resguardo,
la aduana, la estación, la maestranza de los ferrocarriles. La aduana tenía un edificio de madera que
flotó al principio y luego se partió en dos. Varios carros del ferrocarril se desprendieron de sus "bogies"

197
navegando un buen trecho. La alameda, la plaza y un sin número de manzanas de casas primero se
inundaron y luego convertidas en escombros sirvieron de viviendas. No hubo desgracias personales.
Algunas goletas fueron arrastradas hacia las carboneras y naufragaron. En el reflujo máximo del mar,
quedó al descubierto una parte del casco del Blanco Encalada, que estaba hundido veinticinco metros.
Ferrocarriles estimó los daños en diez mil pesos. La ciudad quedó a oscuras varios días.
Chañaral fue inundada cinco veces por el mar, que penetró más de un kilómetro tierra adentro,
en una extensión de por lo menos quinientos metros. Perecieron diez y siete personas. Todo lo
inundado quedó destruido, correpondió a la parte baja de la ciudad, que era a la vez la más importante
desde el punto de vista comercial. También se destruyó la estación del ferrocarril; algunas
locomotoras fueron arrastradas y volcadas con la fuerza del mar; la maestranza , la escuela, la
fundición de la compañía francesa, el teatro, el cuartel del cuerpo de bomberos, los hoteles, el edificio
de la Caja de Ahorros quedaron totalmente destruidos. Entre los escombros fue encontrada después,
a más de quince metros de su ubicación, la caja de fondos de la Caja de Ahorros, que pesaba quince
toneladas. Al interior de Chañaral el terremoto destruyó la línea férrea del mineral de Potreriltos y las
líneas telegráficas.
En Carrizal Alto se deterioraron las casas. En Carrizal Bajo el maremoto destruyó el muelle
fiscal, la estación ferroviaria, la maestranza, y la Smelting Co. sufrió grandes pérdidas por los
deterioros causados en sus instalaciones, locomotoras y motores eléctricos.
En Huasco perecieron por lo menos doce personas, algunas a consecuencias de los derrumbes
y otras arrasadas por el mar. Las viviendas quedaron deterioradas. El maremoto inundó más de un
kilómetro de la población. Se destruyeron los muelles, las bodegas, la aduana; el malecón, la estación
y la línea del ferrocarril tuvieron graves destrozos. Se produjeron derrumbes en los cerros, dejando
parte de la ferrovía y los terraplenes al aire. Los terrenos bajos en la desembocadura del río Huasco
quedaron inundados. El casco del vapor Galvarino que había naufragado algún tiempo atrás fue
arrojado a la playa.
En Peñablanca, ubicada al sur de Huasco, el mar arrasó con las pocas casas del poblado; los
habitantes se salvaron huyendo a las partes altas de los médanos.
(En Coquimbo fue el maremoto el que produjo tos mayores daños. El mar se salió, por to menos
seis veces y en algunas partes llegó doce cuadras tierra adentro], Inundó la población La Victoria
compuesta de doscientas casitas que derribó completamente, perecieron veinticuatro personas y
otras tantas quedaron heridas. Se destruyeron: el muelle, parte del malecón; las bodegas y oficinas
de The Coquimbo Agencies Co.; las bodegas comerciales; las oficinas, bodegas y la línea del
ferrocarril, volcándose, incluso, algunos carros; la aduana. Perjuicios serios tuvieron la plaza Vicuña
Mackenna; la fábrica de velas; la sociedad pesquera y el frigorífico; la estación radio-telegráfica; la
maestranza y un sinnúmero de casas y calles cercanas al mar. Como consecuencia del sismo hubo
algunos incendios en casas comerciales. Se vararon y naufragaron los buques, vapores y lanchas que
estaban surtos en la bahía. Quedaron más de doscientos damnificados. Las pérdidas se estimaron
en quince millones de pesos.
En Tongoy el mar llegó cuatro cuadras tierra adentro; la escuela agrícola y el registro civil se
destruyeron.
En Los Vilos el mar destruyó gran parte del muelle y alrededor de una docena de casitas de los
pescadores.
Tanto en Valparaíso, como en Talcahuano hubo fuertes marejadas.
El cable de las comunicaciones internacionales se interrumpió a trescientos quince millas de
Valparaíso, entre Huasco y Caldera.
En los terrenos agrícolas se socavaron los canales de regadío, ocasionando graves perjuicios ¡
a la agricultura, que se estimaron en quince millones de pesos. Muchos campesinos huyeron al sur
o a la costa.
| La fuerte intensidad del sismo se debió, de acuerdo a los informes técnicos de la época, a que

198
Copiapó, Vallenary Freirina, por lo menos, estaban construidos sobre terrenos de acarreo, y en el caso
particular de Vallenar había pantanos, incluso dentro de los límites del radio urbano, por una parte; y
por otra, a que la mayoría de las casas eran de adobes o tapiales mal construidos, a que la edificación
se realizaba con procedimientos errados, por el desconocimiento de los principios más elementales
de construcción. En el caso de los puertos que sufrieron el maremoto, la enorme destrucción ocurrió,
entre otras causas, porque las construcciones eran de madera que normalmente flota en el agua, al
choque de unas contra otras, al desnivel que se produce entre el agua exterior y la que penetró o había
penetrado al interior. En general, las edificaciones que eran de concreto resistieron bastante bien el
movimiento telúrico, incluso en suelos de acarreo. }
En Vallenar, después de la catástrofe, se formó un comité que propició la idea de cambiar de
ubicación la ciudad, la que luego no prosperó.
El telégrafo del Estado instaló en Santiago un servicio especial de informaciones al público, por
medio de pizarrones en los que se dieron a conocer los telegramas recibidos. Los diarios publicaron
las listas de muertos.
La solidaridad nacional e internacional se hizo presente. Antof agasta envió una brigada médica
a Vallenary un tren cargado de socorros a Copiapó. La población de Valdivia también envió elementos
de socorro al norte. La Cruz Roja y los bomberos organizaron la ayuda que se recolectó en Santiago,
Valparaíso y Viña del Mar. Los profesores de la capital se reunieron para arbitrar medidas de auxilio
para los maestros damnificados. Las casas comerciales de Santiago donaron el diez por ciento de las
ventas diarias. La Caja Hipotecaría y el Banco Español hicieron erogaciones. La colonia siria residente
donó cinco mil pesos. El Ejército envió nueve mil carpas al norte. En los buques Latorre, en el que se
embarcó el Presidente Alessandri; el Chacabuco y el vapor Palena, puesto a disposición del Gobierno
por la compañía Sudamericana de Vapores, se enviaron los socorros a la zona terremoteada, tanto
la de los particulares, como la del Gobierno.
Este, por su parte, autorizó, en primera instancia, a los intendentes y gobernadores, para girar
conforme a la ley de Régimen Interior, hasta dos mil pesos, para las primeras atenciones a la víctimas;
los instruyó, asimismo, para que dieran toda clase de facilidades a los damnificados. Se dispuso que
durante algunos días los bancos de la zona de la catástrofe permanecieran cerrados, con el objeto de
evitar que las personas acomodadas retiraran todos sus fondos. El Presidente consideró la condona-
ción de las deudas y la apertura de nuevos créditos a los agriculatores e industriales de la zona
amagada, para que reanudaran sus operaciones y actividades. Los ministros de Relaciones Exteriores
e Interior informaron a la Cámara de Diputados de las medidas tomadas por el Gobierno.
Los Estados Unidos de Norteamérica, Brasil, Uruguay, México, Panamá, Italia, Bélgica,
Vaticano, Argentina, Alemania, Cuba, Ecuador, España, Portugal y Baviera a través de sus Gobiernos
hicieron llegar sus condolecías.
Asimismo.^Brasil acordó una gruesa suma de dinero para ayudar en la desgracia; Estados
Unidos de Norteamérica envió un buque cargado de medicamentos y comestibles; el Papa también
hizo llegar una suma de dinero; lo mismo Polonia, la Cruz Roja norteamericana, el Gobierno de Francia,
el Banco de Chile en Londres, All American Cables y la colectividad chilena residente en Nueva York.
Las damas argentinas y entidades sociales del país hermano recolectaron dinero y elementos de
socorro para los damnificados del norteA
Los científicos de Francia estudiaron el terremoto de Chile.
Al año siguiente, el 4 de mayo de 1923, un fuerte temblor se sintió en Copiapó y Vallenar,
causando gran pánico en la población, pero sin desgracias personales. Se interrumpió el servicio
telegráfico en la zona. En Copiapó se cayeron algunas murallas y otras se agrietaron. En Vallenar
también se cayeron algunas murallas; la mayoría de la población huyó a los cerros. La dirección de
Obras Públicas construyó cien viviendas provisorias, de madera, para los que aún vivían al aire libre,
como consecuencias del terremoto del año anterior.
En ese mismo mes de mayo, la Gobernación Marítima pudo ref lotar el vapor Elena, varado en
la costa desde el 10 de noviembre de 1922.

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INCENDIO EN ANTOFAGASTA EN 1923

Alrededor de las cinco de la mañana del 16 de noviembre de 1923 se inició un incendio en una
casa comercial de la calle Washington de Antofagasta que dejó en escombros un edificio completo y
pérdidas del orden de un millón de pesos.
Se quemaron totalmente las oficinas de la secretaría del partido Radical, oficinas de compañías
de seguros, de una compañía salitrera, las del conservador de bienes raíces y numerosas viviendas
de familias pudientes de la ciudad, que estaban en el mismo edificio. Una muralla cortafuego del Banco
de Chile fue la que detuvo prácticamente el incendio. También alcanzaron las llamas a la imprenta
del periódico El Imparcial y el edificio de la intendencia tuvo daños de consideración.
La falta de absoluta de agua y la mala calidad del material de las compañías de bomberos
constribuyeron a la propagación del fuego.
La población antofagastina comentó, incluso por los diarios, acerca de la falta de ayuda estatal
para el cuerpo de bomberos, con el fin de que éste pudiesen mejorar la calidad del material.
Ese mismo día, en un barrio más modesto de Antofagasta, en la calle Matta, otro incendio redujo
a cenizas seis casas y todos los enseres de otras tantas familias de escasos recursos. La falta de agua,
también en esta ocasión, impidió que se extinguiera rápidamente el siniestro.

EXPLOSIÓN E INCENDIO EN EL POLVORÍN DEL EJERCITO EN SANTIAGO EN 1923

Un fuerte sacudón y luego una gran explosión causaron alarma en la población santiaguina,
poco después de las ocho de la mañana del 19 de noviembre de 1923; muchos, creyendo que era un
terremoto, salieron espantados de sus casas. Había estallado una parte del polvorín número uno de
la sección de artificios de la fábrica y maestranza del Ejército, que se ubicaba interiormente entre la
línea férrea de circunvalación y el gran parapeto que separaba los polvorines de los almacenes de
municiones; estaba al costado poniente del parque Cousiño y de la penitenciaría.
Hubo dos muertos, un sargento en el polvorín y un reo en la penitenciaría y alrededor de treinta
heridos. El sargento muerto, que era el encargado del control de la temperatura en los depósitos de
la fábrica de cartuchos, prácticamente desapareció hecho pedazos, dificultando luego, la investigación
de los hechos, ordenada por la superioridad del Ejército.
En el lugar mismo de la explosión quedó un socavón de alrededor de doscientos metros de
circunsferencia y cinco metros de profundidad. El interior de la fábrica de cartuchos quedó con los
patios, corredores y pisos completamente sembrados de vidrios rotos, trozos de madera y zinc; los
pabellones con las ventanas rotas, sin vidrios, con los techos hundidos o quebrados. En tos lugares
adyacentes a la explosión sólo se veían hoyos negros en los lugares donde hubo puertas y ventanas;
gran cantidad de árboles fueron arrancados de raíz. Había alguna cantidad de estalladores; estopines;
alrededor de seis toneladas de trinitrotolueno, uno de los explosivos de mayor intensidad; arglonita y
dinamita. No había pólvora.
En la penitenciaría cundió el pánico principalmente en los talleres, donde se sintió más fuerte
la explosión. Se derrumbaron los techos, matando a un reo. Los talleres quedaron destrozados; el patio
en que los penados pasaban la tarde, quedó sin techumbre, las planchas de zinc esparcidas por el
lugar. La imprenta, la jabonería y la zapatería, los corredores y galerías quedaron con los techos
hundidos y el material diseminado. Losdaños en la penitenciaría fueron avaluados en un millón y medio
de pesos.
El barrio también tuvo destrozos: las calles San Diego, Dieciocho, Castro sufrieron la quebrazón
de los vidrios. El teatro Esmeralda, uno de los más modernos y sólidos que tenía Santiago, quedó con

200
los vitreaux del foyer hechos trizas. La escuela superior José Joaquín Prieto inaugurada hacía dos
años quedó con la techumbre totalmente destrozada.
En la comuna de San Miguel muchas casas resultaron con las murallas quebradas, las barracas
perdieron los techos y casi todos los inmuebles, los vidrios. En las poblaciones El Carmelo y Paris se
destruyeron la mayoría de las viviendas humildes.
También se destruyó el Panorama de la Batalla de Maipú que había en el Parque Cousifto,
avaluándose los daños en doscientos mil pesos.
Momentos después de la explosión llegaron jefes del Ejército, la policía y los bomberos. Se evitó
que el público invadiera el local de la fábrica por si estallaban otros polvorines. Los bomberos, con la
colaboración de la policía lograron impedir la propagación del incendio que se inició al estallar el
polvorín.
Quedaron heridos parte del personal que trabajaba en las oficinas y alumnos del curso de
artificios y armeros. La Cruz Roja concurrió a colaborar en la atención primaria de los heridos, mientras
eran llevados a los centros asistenciales.
En la escuela de Aviación, en que la explosión se sintió con gran fuerza, de dispuso que un avión
se trasladara a la capital a inspeccionar lo ocurrido.
El Presidente de la República, Arturo Alessandri, con algunos ministros llegaron hasta el lugar
de los hechos para imponerse de la situación, concurriendo luego, a la penitenciaría, para los mismos
fines.
En un primer momento se supuso que el siniestro fue causado por una falla eléctrica, pero
después se descartó esa posibilidad, debido a que en el sector donde se produjo la explosión, no había
ningún tipo de alumbrado. También se consideró la posibilidad de que ésta hubiese sido causada en
forma intencional por el sargento a cargo del control de la temperatura en los depósitos, quien en un
intento de suicidio hubiese llevado algún tipo de fuego al interior del edificio.
Las pérdidas en la fábrica de cartuchos fueron calculadas en dos y medios millones de pesos.
Luego, los depósitos de explosivos se trasladaron lejos de la capital.

FUERTE TEMBLOR EN COPIAPO EN 1924

A las nueve y un cuarto de la noche del 28 de enero de 1924, "un sismo destructor en su grado
mínimo", según el servicio Sismológico, se sintió entre Antofagasta y Tinguiririca. En Copiapó se
cayeron algunas murallas, resultando una persona herida. En Vallenar se desplomaron algunas
viviendas y se cayeron las que estaban viejas y en mal estado.
A raíz de este sismo, el servicio Sismológico envió a todos los diarios de Santiago las
informaciones del caso, terminando con recomendaciones sobre la necesidad de construir asísmica-
mente, con asesoría de arquitectos titulados, que ya en esa fecha, conocían la forma de levantar este
tipo de edificios. Recordaba, asimismo, la información, que en países de las características telúricas
de Chile, no se podía imitar a otros sin estas condiciones, por lo que no debían levantarse inmuebles
de exagerada elevación.

SEQUÍA EN 1924

La sequía experimentada en la zona central de país el año 1924 significó que entre Coquimbo
y el Maule se produjeron, por lo menos, un millón de quintales menos, de trigo. Se calculó que sólo
en la provincia de Coquimbo las pérdidas de trigo alcanzaron a ciento treinta quintales métricos y en

201
el resto de la zona afectada, se estimó que las pérdidas fueron de un setenta por ciento de la producción
normal, en terrenos de secano y un veinte por ciento en los terrenos regados.
En la provincia de Coquimbo se calculó que desaparecieron doscientos mil ovejunos, doscien-
tos cincuenta mil caprinos y veinte mil vacunos. El resto, entre Coquimbo y el Maule, quedó en
situación bastante precaria. Ferrocarriles acordó rebajar en un cuarenta por ciento el costo de los fletes
de animales desde el norte hasta más al sur de Curicó, siempre que el lugar de destino no bajara de
los ciento cincuenta kilómetros desde el lugar de partida. En el norte no se pudieron sembrar
barbechos, el pasto natural no se desarrolló y los ramones no crecieron, por lo que en definitiva, no
hubo pasto para los animales.
La falta de lluvias trajo como consecuencia que no nevó en la cordillera, los ríos no tuvieron
caudal suficiente para regar los terrenos de cultivo, debido a lo cual se resintieron las arboledas y no
hubo posibilidades para preparar terrenos para la chacarería.
La preocupación a nivel gubernamental llevó al ministro de Hacienda a celebrar reuniones con
el director de la Caja de Crédito Hipotecario y con los gerentes de los bancos nacionales y extranjeros
para estudiar la posibilidad de otorgar créditos a los agricultores y ganaderos, aminorando así las
consecuencias de la prolongada sequía que afectaba a las provincias de Coquimbo, Aconcagua,
Santiago, O'Higgins, Colchagua y parte de Curicó, donde se produjo una devastación completa en los
pastoreos de la ganadería y en los cereales, deteriorando en varios millones de pesos a la economía
nacional. La Caja de Crédito Hipotecario otorgó facilidades de crédito a los agricultores y los
banqueros estuvieron de acuerdo en estudiar cada caso, obrando en consecuencia.
A raíz de este problema que afectaba a gran parte del país, se comentó en editoriales y en
artículos en los medios de comunicación, la situación que se vivía, comparándola con otros países.
Se dijo, por ejemplo, que en Italia, en una situación similar a la chilena, se habían dinamitado las nieves
eternas para producir agua para los ríos. Se dijo que las provincias no se podían dejar abandonadas
a su propia suerte, que había que estudiar la situación de los grandes y pequeños propietarios
agrícolas, otorgándoles créditos acordes a su situación. Se dijo que las pérdidas no sólo se producían
por la muerte de los animales, sino también por la venta obligada a bajos precios. Se dijo que había
que formar conciencia en los agricultores en el sentido que si la naturaleza otorgaba pastos escasos,
había que sembrarlos.
Gabriela Mistral escribía en El Mercurio de Santiago, en septiembre de 1925, bajo el título Una
Provincia en Desgracia, que el hambre había raleado los rebaños de cabras de que vivía Combarbalá,
los había matado enteros y tumbado de miseria a la población rural. Planteaba la necesidad de hacer
embalses, efectuar una reforma agraria y otorgar créditos fáciles.
En otros artículos se comentó que los campos habían quedado con menos de una cuarta parte
del ganado mayor y menor. Que uno de los animales domésticos más afectado había sido la abeja,
que en muy pocas partes pudo acumular suficiente cantidad de miel para pasar el invierno del año
siguiente, por la falta absoluta de plantas silvestres y porque el área cultivada había sido insuficiente
para proveer el mínimo néctar que necesitaban para alcanzar la nueva primavera. También hubo un
progresivo desaparecimiento de los animales que habitaban los cerros y las llanuras en el sector
afectado por la sequía.
La falta de lluvias significó que los arbustos y hierbas de los cerros se secaran y las cabras no
tuvieron de que alimentarse. Sin las cabras, su principal fuente de entrada, ni las siembras en el fondo
de los valles, los habitantes de esas regiones, principalmente Coquimbo, no tuvieron forma de
alimentarse y se produjo el éxodo hacia las poblaciones y ciudades, pero sólo cuando los niños ya se
estaban muriendo de hambre y no quedaban más que raíces y ratones para engañar el estómago. De
los cerros y caseríos, la gente se dirigió a Illapel, Combarbalá y Ovalle.
El intendente de Coquimbo informaba portelegrama al Gobierno central, en agosto de 1924, que
un centenar de personas, en su mayor parte agricultores, habían abandonado la provincia.
Por su parte, el presidente de la Sociedad Nacional de Agricultura estimaba, en el mismo mes
de agosto, que la situación no era grave, ya que lo perdido o por perderse era del orden del tres por
202
ciento de la producción agrícola. Informaba que el censo ganadero había dado dos millones ciento
sesenta y dos mil ciento cuarenta y un animales, de los cuales quinientos setenta y tres mil cuarenta
y ocho eran vacunos ubicados de O'Higgins al norte. Las ovejas eran cuatro millones quinientas mil
ciento noventa y en las provincias afectadas por la sequía habían seiscientas noventa y cinco mil
noventa y siete, es decir, un quince por ciento.

INCENDIOS EN 1924

La noche del 19 de marzo de 1924 se produjo un incendio en un depósito de maderas que


destruyó una cuadra y media de la barraca, alrededor de cien casas de particulares y locales
comerciales del barrio San Eugenio, en Santiago.
La propiedad siniestrada estaba ubicada entre las calles Conferencia, San Alfonso, Antofagasta
y San José. La falta de agua dificultó enormemente la labor de los bomberos. Cuando estaba
comenzando a arder la segunda manzana, el dueño de la barraca autorizó al público que se había
apostado a mirar, para sacar palos, tablas y listones. En pocos minutos eran decenas de hombres y
mujeres los que haciendo el quite a los bomberos con sus mangueras y a las chispas que saltaban,
los que salían con sus maderas al hombro. Esto tuvo porobjeto abrircalles entre los castillos de madera
que se comenzaban a incendiar, pero no dio los resultados esperados, por cuanto la gente dificultó
la acción de los voluntarios y los castillos de maderas no bajaron de volumen, suspendiéndose, las
donaciones y el acceso del público. Se quemaron dos manzanas completas de madera, decenas de
viviendas de gente humilde y pequeños locales comerciales. Las pérdidas de la barraca se estimaron
en cuatro millones de pesos.
El 27 de mayo de 1924 se produjo un incendio en el Teatro Municipal de Santiago, consumién-
dose parte del escenario, los camarines y algunos pasillos.
La compañía de comedias que dirigían Vilches e Irene López Heredia perdieron la totalidad del
decorado, vestuario y joyas, frutos de toda la carrera artística; era la compañía que estaba en cartelera
por esos días en el Municipal. No se conocieron las causas y donde se inició el siniestro.
El 29 de julio del mismo año 1924, otro incendio que se inició alrededor de las ocho de la noche
y duró varias horas arrasó con una manzana de los mejores edificios de Curicó, en la calle Prat.
Quedaron reducidos a escombros la imprenta del diario La Prensa, el telégrafo comercial, los
inmuebles de la intendencia, de correos y telégrafos y un sinnúmero de establecimientos comerciales
y casas particulares. Las pérdidas se calcularon en un millón de pesos, sin contar que el cuerpo de
bomberos quedó prácticamente en la indigencia. Al día siguiente recrudecieron las llamas, lográndose
su extinción con la colaboración de tropas del regimiento Dragones y voluntarios de San Fernando.
El 17 de septiembre del mismo año se produjo un incendio en la Catedral de Santiago, debido
a una falla eléctrica, que destruyó la nave izquierda del edificio, el patio de la parroquia del Sagrario
y la oficinas de la sociedad Unión Nacional, que se ubicaban en los altos del edificio colindante con
la techumbre del templo.
Se destruyó totalmente el techo de la nave izquierda, que era de material ligero, las bases eran
de piedra; también quedaron reducidos a escombros el coro de los canónigos, los sitiales de piedra,
el monumento al arzobispo Valdivieso. La acción del agua ayudó a la destrucción de obras de arte,
altares y otros monumentos. La labor de los bomberos impidió, sin embargo, que se deterioraran el
Santísimo, los vasos sagrados, custodias, cálices y algunos ornamentos que habían sido traídos al
país por la Compañía de Jesús.
Las ceremonias del aniversario Patrio se celebraron, de todos modos en la Catedral, aislando
el sector amagado. Las pérdidas se calcularon en cincuenta mil pesos. Personas pudientes, allegadas
al templo recolectaron dinero para reconstruir lo incendiado.

203
El arzobispo donó tres mil pesos al cuerpo de bomberos de Santiago, para ayudar a la
institución.
El 27 de noviembre de 1924, poco antes de las once de la noche se produjo un incendio en
Valparaíso que dejó a varios bomberos con principios de asfixia y pérdidas cercanas al millón de pesos.
El fuego se inició en una bodega de papeles en la calle Freiré, la que se quemó totalmente.
También fueron arrasados por las llamas los cuarteles de la novena y cuarta compañías de bomberos
y las bodegas de la firma Saavedra Benard y Cia. donde había grandes tubos de oxígeno, ácido
carbónico y ácido sulfúrico. Estos estallaron, avivando el incendio, haciendo saltar fierros por todas
partes y produciendo la quebrazón de los vidrios de todos los edificios de los alrededores.
Ésta explosión, la quemazón de papeles y el fuerte viento imperante, demoraron la extinción
hasta el día siguiente. El humo cubrió todo el sector hasta los cerros, el calor impidió acercarse, incluso
se paralizó el servicio de tranvías a Viña del Mar, durante todo el día. Médicos y personal de la
Asistencia Pública concurrieron a prestar auxilio a los bomberos que sufrieron principios de asfixia.
El 9 de diciembre de 1924 se produjo otro incendio de proporciones. La iglesia, el internado y
el convento de los Sagrados Corazones, ubicado entre las calles Diez de Julio, Santa Rosa y
Coquimbo, de Santiago, quedaron reducidos a escombros.
Había sido fundado en 1848 y era prácticamente donde habían estudiado la mayoría de las
jóvenes de la sociedad de Santiago. El fuego se inició, aparentemente, por una falla eléctrica en el
entretecho de la cocina y uno de los dormitorios de las monjas.
Se quemaron la capilla, la sala de estudios, los comedores, los dormitorios, las dependencias,
las galerías, las salas de clases, la escuela gratuita y dos casas pertenecientes a la misma
congregación, habitadas por particulares. Sólo se salvaron los vasos sagrados, pequeñísima cantidad
de ropa y algunas imágenes.
En los momentos en que se inició el fuego las alumnas estaban en la sala de estudios. A pesar
del rápido accionar de los bomberos, el material ligero del segundo piso - el primero era de concreto
- y la falta de agua, ayudaron a que las llamas cundieran rápidamente produciendo gran alarma entre
el alumnado y las monjas.
Al colegio llegaron los padres y parientes a buscar a las alumnas. Las monjas fueron trasladadas
al externado de la misma congregación, ubicado entre las calles Merced y Miraflores de la capital.
Tropas del regimiento Maturana prestaron su colaboración para ayudar a remover los escombros,
comprobar si había alguna víctima y cuidar lo que quedó del edificio.
No había seguros; las pérdidas se estimaron en dos y medios millones de pesos.

MAREJADAS EN 1924

El 3 de junio de 1924 fuertes marejadas azotaron las costas de Valparaíso, Quintero, Matanzas,
Coquimbo, Atacama, Antofagasta y luego se propagaron hasta Guayaquil. En Matanzas el mar se
internó más de seis cuadras, inundando el pueblo, dejando graves destrozos y obligando a los
habitantes a huir hacia el interior. En Valparaíso sufrieron destrozos la playa Las Torpederas, los
muelles y el camino de Viña del Mar hacia Concón.

INCENDIOS FORESTALES EN 1924

Por lo menos dos incendios forestales catastróficos se produjeron el año 1924. El primero de
ellos ocurrió el 10 de octubre al sur de Villarrica.
Se inició cuando unos campesinos quemaban virutas en horas de la mañana. El fuerte viento

204
puelche que soplaba en esos momentos inició el incendio que alcanzó en pocos momentos grandes
proporciones llegando hasta las cercanías de Pucón, destruyendo campos, bosques, cercos, varias
viviendas, hijuelas y fundos. Se dijo que cinco familias de colonos que no habían alcanzado a huir
habían perecido entre las llamas. Gran cantidad de animales murieron carbonizados.
El otro se produjo el 19 de diciembre en el fundo Las Siete Hermanas ubicado en el sector El
Membrillo de Viña del Mar.
El fuego empezó en la quebrada denominada El Membrillo; abarcó el sector de la quebrada El
Tranque, llegando hasta las cercanías de la población Forestal y de la población Las Colinas, cerca
de la ciudad.
En los primeros momentos las llamas fueron atacadas por los peones del fundo al mando de una
de las dueñas. Luego los bomberos, tropas del regimiento Coraceros y la policía lograron su extinción,
usando hachas, ganchos y cordeles. A golpes de hachas, primero lo aislaron y luego de varias horas
de trabajo lograron controlarlo. Los bomberos sólo aprovecharon su experiencia, ya que el material
no les sirvió para este siniestro.

SISMO EN 1925

El 15 de mayo de 1925, pasadas las siete de la mañana, un sismo grado ocho en la escala
internacional, según el boletín del servicio Sismológico, sacudió a Chañara!, Caldera y Copiapó. En
Caldera se derrumbaron algunas casas en el alto del puerto. En Chañaral se agrietaron muchos
edificios, se derrumbaron murallas. En Copiapó se cayeron algunas murallas que estaban ruinosas
y en mal estado. No hubo desgracias personales. Se sintió con menor intensidad hasta Antofagasta,
por el norte, y hasta Vallenar y La Serena, por el sur.

APTOS A ENTRE 1925 Y 1926

Entre diciembre de 1925 y los primeros meses de 1926 apareció nuevamente, aunque en forma
benigna, la enfermedad de las patas y el hocico - fiebre aftosa - entre los animales que habían desde
La Ligua y Limache, por el norte, hasta Curicó y Lontué, por el sur.
Las observaciones fueron hechas por el Instituto Biológico, el servicio de Policía Sanitaria
Animal y el matadero de Santiago. Se dijo, aunque no se comprobó, que el contagio provenía de
Argentina. El ganado proveniente del otro lado de la cordillera llegaba a través de Los Andes, donde
no se presentó la epizootia y hubo una revisión acuciosa por parte del servicio Sanitario Animal.
Los primeros focos aparecieron en chacras y fundos de los alrededores del matadero de
Santiago, donde acostumbraban a arrendar talaje para los animales destinados al consumo. La aftosa
se comprobó, incluso, entre animales del Instituto Biológico, debido posiblemente, a que consumieron
forraje de una chacra infectada de la comuna de La Granja.
La epizootia, no obstante, fue benigna; sólo excepcionalmente hubo algunas bajas en los piños
que habían sufrido arreos largos y forzados. Los animales, en esos años, eran vacunados con hemo-
vacunas preparadas con sangre virulenta, recogida en diversas partes del país por el Instituto
Biológico.

TEMPORALES DE 1926

En junio de 1926 los temporales que azotaron la zona central del país ocasionaron daños en
Valparaíso, Santiago y en los pueblos y ciudades cercanos al primer puerto y a la capital.

205
En Santiago se desbordaron el Zanjón de la Aguada, el canal San Carlos y el canal Santo
Domingo. El primero inundó las calles y poblaciones adyacentes. El canal San Carlos inundó la
población Bellavista, y el canal Santo Domingo anegó los sectores aledaños, principalmente a causa
de que derrumbes en el cerro San Cristóbal lo desbordaron. Los mismos derrumbes ocasionaron
perjuicios en el zoológico, deteriorándose varias jaulas. La avenida Irarrázabal quedó convertida en
un verdadero río.
Algunos sectores de la ciudad de La Calera se inundaron con la salida de su cauce del río
Aconcagua. Entre Limache y Peñablanca se volcó un tren de carga, a la altura del puente Aranda; éste
sufrió el destrozo total del planchón central, debido a la crecida del estero Marga Marga; el problema
trastornó completamente el itinerario de los trenes que corrían entre Santiago y Valparaíso.
En el Puerto uno de los barrios más afectados fue el de Santa Elena, donde desbordó el cauce
del mismo nombre, inundando casas de familias acomodadas y de gente pobre; el seminario, ubicado
en el mismo sector sufrió la inundación del sótano y de todo el primer piso. Dieciocho días seguidos
llovió en Valparaíso; hubo muertos y heridos a causade los derrumbes en los cerros, que no soportaron
el aluvión de agua; se destruyeron decenas de viviendas. Otro de los cerros en que hubo deslizamien-
tos de tierra, fue el Barón, que provocó la interrumpción del tránsito en el "plan"; las calles quedaron
llenas de lodo y los tranvías embancados por el agua y la arena. La céntrica calle Victoria quedó
convertida en una laguna. Las marejadas también ocasionaron daños en lanchas y faluchos. A raíz
de este temporal se organizó el Bote Salvavidas.
En Viña del Mar el estero inundó la población El Salto, arrasando con gran cantidad de edificios.
La población fue rescatada en botes. La calle Alvarez se anegó frente al hospicio y en el Sporting Club
el agua subió casi setenta centímetros.

SISMO EN LA ZONA CENTRAL EL AÑO 1927

Doce muertos y más de cien heridos quedaron a consecuencias del sismo que se produjo el 14
de abril de 1927, faltando diecinueve minutos para las dos de la madrugada. Se sintió entre
Antofagasta y Valdivia, con mayor intensidad en Santiago, Valparaíso, San Fernando y Los Andes. En
Mendoza también causó algunas muertes y numerosas personas quedaron heridas. El servicio
Sismológico informó que el fenómeno había sido de origen tectónico, ubicando el foco sísmico en
Santiago, con una intensidad grado ocho en la escala internacional.
En la capital murieron nueve personas y otras noventa y nueve quedaron heridas. Hubo
mayores daños en las construcciones de los barrios Recoleta y Quinta Normal, donde las casas
sufrieron el desprendimiento de cornisas, capiteles, balcones, puertas y derrumbes de varias murallas,
que dejaron muertos y heridos. En La Moneda, donde se encontraba trabajando el ministro de
Hacienda, se desprendieron algunas cornisas interiores, lo mismo que en el ministerio de Obras
Públicas y en el de Higiene. En el laboratorio de Impuestos Internos se produjo un incendio que dejó
daños por treinta mil pesos. También hubo derrumbes en la estación Alameda y desprendimientos en
el cerro Blanco. Se cayeron parte de los postes y tendido del alumbrado eléctrico, teléfonos y telégrafo.
La policía y los bomberos ayudaron al salvamento de la población, que en su mayoría pasó la noche
en las calles, plazas y avenidas. Los heridos fueron atendidos en la Asistencia Pública, que en esa
fecha dirigía el doctor Alejandro del Río.
En Valparaíso y Viña del Mar se interrumpió el suministro de energía eléctrica; se quebraron
vidrios de viviendas y negocios; por lo menos seis personas quedaron heridas.
El servicio telefónico se interrumpió en Llay Llay, Melipilla, Rancagua, Talagante, Calera, San
Felipe y Limache. Quilpué quedó sin alumbrado público y con el servicio ferroviario interrumpido. En
San Bernardo hubo dos muertos y cuatro heridos. En Los Andes pereció una persona y varias otras

206
quedaron heridas leves. En San Felipe hubo un herido. Daños menores se registraron en Putaendo
y San Roque.
El Boletín del servicio Sismológico señalaba después, que un arquitecto de apellido Guzmán
había avaluado los daños en Santiago en cien millones de pesos.
La revista Sucesos comentaba en abril del mismo año, que los ignorantes y timoratos creían
que habría un terremoto en Santiago en un plazo próximo, haciendo cundir el terror en la población.
Frente a estos hechos transcribieron parte del artículo de Ismael Gajardo, director del Observatorio
Astronómico en el que indicaba que los terremotos no vienen del cielo; que nada tienen que ver con
las conjunciones de los planetas ni con las fases de la luna, ya que si así fuera, temblaría en todos los
países de la tierra, y la verdad es que los terremotos ocurren solamente en las comarcas donde hay
volcanes, y precisamente donde están los volcanes más activos, o sea, en Italia, en el Japón, en las
islas de la Oceanía, en Chile, en Centro América, en México, en Venezuela y en las provincias andinas
de Argentina. Agregaba que la causa de los temblores está debajo del suelo y no en otra parte.

INCENDIO EN TEMUCO EN 1928

En 1928 se produjo un incendio en el regimiento de Temuco destruyéndose las instalaciones,


el hospital y construcciones menores. En la zona amagada existían doscientos mil cartuchos de
proyectiles, de los cuales no se alcanzaron a rescatar cinco mil, estallando y produciendo gran pánico
en la población.

INCENDIO EN LA IGLESIA SAN LÁZARO DE SANTIAGO EN 1928

El 8 de enero de 1928, un incendio dejó reducida casi totalmente a escombros la iglesia de San
Lázaro, ubicada en las calles Ejército con Gorbea, de Santiago. Las pérdidas se estimaron en más de
dos millones de pesos. Había cuadros y frescos pintados por artistas famosos como Onofre Jarpa,
Pedro Lira y Alfredo Valenzuela Puelma y obras talladas en ónix, mármol y bronce.

TERREMOTO DE TALCA EN 1928

Minutos después de la medianoche, al nacer el 1 de diciembre de 1928, un terremoto sacudió


la zona central de Chile, principalmente Talca y Constitución. Este terremoto conocido como el
"terremoto de Talca"o "terremoto del valle del Maule" dejó trescientos muertos, centenares de heridos
y daños por sobre los ciento cincuenta millones de pesos, sin considerar los perjuicios que ocasionó
el derrumbe del tranque de relaves, llamado Barahona, en el sector del mineral El Teniente, explotado
en esa fecha por la Braden Copper Co. en Sewell.
Al hacer el análisis de este terremoto, el servicio Sismológico publicó después en su Boletín, que
el sismo se sintió desde Antofagasta hasta Puerto Montt, en una extensión de un mil novecientos
veinticinco kilómetros. Hacia el este se extendió hasta Buenos Aires, donde se sintió débilmente. Fue
sensible al hombre en una porción de tierra de dos y medios millones de kilómetros cuadrados. El foco
del epicentro se ubicó al este de Talca, en dirección a la cordillera de Los Andes, en la zona

207
comprendida entre la laguna Mondaca y la laguna de la Invernada, en donde se encuentran el
Descabezado Grande, el Descabezado Chico y el nuevo volcán Qulzapú. El terremoto ocasionó
también algunas desnivelaciones en la cordillera. No hubo maremoto, pues sólo se observó, en
algunos puertos, mareas irregulares y de alturas anormales, principalmente en Constitución, donde
hubo una marea extraordinaria de un metro y medio.
A la hora del terremoto navegaban trente a Constitución y en dirección a Valparaíso los vapores
Santa Elisa y Posseidon, como a seis o siete millas de la costa. La tripulación del Santa Elena contó
que " los sorprendió un lenómeno extraordinario; el buque sutrió un estremecimiento espantoso y
pareció que las aguas lo hubiesen levantado de la superficie para luego traerlo hacia su seno; grandes
olas de dimensiones extraordinarias vinieron en todas direcciones. La noche estaba clara y había luna,
de modo que se pudo ver el oleaje a considerable distancia. Este fenómeno no duró más de un minuto
y medio".
En esta ocasión el servicio Sismológico distribuyó cerca de quinientos circulares impresas entre
los jefes de oficinas, estaciones del ferrocarril, liceos, escuelas, etc. que residían en las ciudades y
pueblos de la zona amagada, rogándoles que contestaran las preguntas de la encuesta, para poder
apreciar con exactitud las características del movimiento y su efecto. Recibieron sólo un veintitrés por
ciento de respuestas, y de éstas sólo un dieciocho por ciento fueron válidas para tomarse un cuadro
de los efectos destructores, los que completaron con observaciones hechas por ingenieros, arquitec-
tos que visitaron la zona y otros que pudo recoger el mismo servicio. Así comprobaron que los efectos
destructores del terremoto aumentaron a medida que se aproximaban al valle del Maule y desde allí
disminuían a medida que se alejaban de él, hacia el sur.
En Santiago y en Valparaíso el temblor produjo más que nada, alarma en la población, que
abandonó sus casas huyendo a las calles. En los teatros que funcionaban a esa hora, el público se
lanzó a las puertas de salida, como una sola masa, afortunadamente sin consecuencias graves. En
Valparaíso hubo escasos daños. En Santiago éstos fueron menores, algunas cornisas en el suelo y
grietas en contadas murallas. Se derrumbaron un muro en la penitenciaría y otro en una fábrica de
calzado, sin causar desgracias personales.
-«- En Rancagua, fuera de derrumbarse el puente provisorio sobre el río Chachapoal, que cortó la
carretera al sur, no hubo grandes problemas. Sin embargo, más o menos a veinte kilómetros de la
ciudad, hacie el este, se produjo el derrumbe del tranque Barahona, cuyo muro se formó gradualmente
con el depósito de las arenas de los relaves procedentes del beneficio del cobre en las faenas del El
Teniente, yacimiento que explotaba la Braden Copper Co. Se llenaba con los demás residuos.
Respecto de su destrucción, en esa época hubo dos informes contradictorios: uno de la dirección de
Obras Públicas y el otro de un geólogo y un ingeniero que fue presentado al juzgado. Sin entrar en
detalles sobre ambos, el contralor de la compañía declaró que el tranque tenía en sus últimos
momentos, veintisiete millones de toneladas de material sólido y trescientos catorce mil metros
cúbicos de agua. Al destruirse el muro se fue toda el agua y alrededor de cuatro millones de toneladas
de material sólido. La pequeña población de la estación Barahona y de la desembocadura del río Coya
en el río Cachapoal desaparecieron, ocasionando la muerte de cincuenta y cuatro personas. El juez
letrado del crimen de Rancagua, en su informe determinó que el muro tenía condiciones adecuadas;
que un levantamiento del suelo, le hizo perder su estabilidad; que el muro se deslizó compacto; que
sismos anteriores prepararon el deslizamiento; que la técnica usual en esa época, no permitía prever
ni precaver esta clase de accidentes, y que por lo tanto, no hubo responsabilidades. La Braden Copper
Co. se preocupó de indemnizar a las familias afectadas por las desgracias personales, sin esperar el
pronunciamiento legal de las autoridades. La paralización de las faenas y después la restricción de las
labores productoras a consecuencias del siniestro, significaron algunos millones de dólares perdidos
para la empresa, que estaba ligada muy fuertemente a la economía del país.
En Rengo sólo algunos edificios resultaron con murallas agrietadas.
En Pelequén murieron cinco personas. Se destruyó casi totalmente el edificio de la estación
ferroviaria; la iglesia parroquial quedó ruinosa; la mayoría de las casas sufrieron la caída de murallas

208
y techos. Los daños se avaluaron en ochocientos mil pesos. En San Vicente murieron dos personas
y dos quedaron heridas. Por lo menos el diez por ciento de las casas quedaron con las murallas
derrumbadas y en los fundos vecinos, las viviendas tuvieron algún tipo de daño. En Pichilemu sólo
se averiaron algunas casas, lo mismo que en San Fernando. En Tinguiririca sufrió serios destrozos
el edificio de la estación. En cambio, en Santa Cruz se destruyó medio pueblo: el edificio de la
gobernación, el banco, el cuartel de Carabineros y todas las casas de la calle principal quedaron en
el suelo; hubo doce muertos y siete heridos. Paniahue y Chimbarongo tuvieron muyo pocos daños.
En Nancagua pereció una persona y otras cuatro quedaron heridas; se cayeron algunas casas y el
cincuenta por ciento quedó con algún deterioro. En Quinta se cayó la estación del ferrocarril.
Dos muertos y siete heridos quedaron en Curicó a consecuencia de los derrumbes. Los daños
fueron avaluados en diez millones de pesos. Se destruyeron el edificio del correo, la casa del jefe de
la estación ferroviaria, el teatro Municipal, la antigua intendencia y por lo menos seis casas; el setenta
por ciento de los edificios tuvieron algún tipo de averías, principalmente los de los barrios más pobres.
Lo Valdivia tuvo graves perjuicios en muchas casas. Molina sufrió el deterioro del setenta por ciento
de las viviendas; varias personas quedaron heridas. En Curepto murieron cuatro personas y cinco
quedaron heridas; algunas casas se destruyeron y otras quedaron con graves daños. En Putú once
personas perecieron y veinte quedaron heridas a consecuencias del derrumbe de muchas casas y
murallas; la iglesia quedó en el suelo. En Junquellar se cayeron algunas murallas. Pencahue tuvo dos
muertos y varios heridos al destruirse algunas viviendas.
En Talca el sismo causó la muerte de ciento ocho personas y dejó otras doscientas cincuenta
heridas. EL setenta y cinco por ciento de las casas destruidas y el veinte por ciento en mal estado. De
los edificios públicos que quedaron totalmente destruidos, estaban, el hospital, que además, sufrió
un principio de incendio, quedando todos los enfermos en el patio; la Asistencia Pública; la
penitenciaría, la escuela agrícola; el liceo; el matadero; el edificio del correo; el cuartel del regimiento
Chorrillos, salvándose sólo una cuadra, por estar recién construida de concreto; el cementerio quedó
arrasado, menos dos mausoleos de piedra; la torre del templo de San Agustín se cayó; la estación se
derrumbó; la iglesia de Santo Domingo sufrió serios daños, lo mismo que las iglesias del Buen Pastor
y del Sagrado Corazón; la intendencia sufrió deterioros serios. Se abrieron pequeñas grietas en el
suelo en diversas partes de la ciudad. La población hizo campamentos en las calles y alamedas, donde
pernoctó por varios días. La atención de los enfermos estuvo a cargo del doctor Torres Boonen,
designado para éstos fines; los enfermos fueron transportados en un tren a Santiago. La ciudad quedó
a oscuras y se implantó 'loque de queda". El ministro de Guerra fue al día siguiente, en avión a Talca,
a imponerse de los daños y a ordenar las primeras medidas de auxilio.
El puerto y la ciudad de Constitución sufrieron enormes daños. Media ciudad fue arrasada,
quedando sólo el veinte por ciento habitables. En el teatro, que estaba en funciones en los momentos
del terremoto, se derrumbó una galería que aplastó a varias personas. El puente sobre el río Maule
tuvo daños serios en las pilastras. Hubo perjuicios en las obras del puerto. Las pérdidas materiales se
estimaron en cuarenta millones de pesos para todo el departamento de Constitución. Murieron sesenta
y siete personas y ciento ochenta y una quedaron heridas.
El noventa por ciento de las casas quedaron destruidas o inhabitables en San Clemente. San
Javier quedó con el ochenta por ciento de los edificios deteriorados: se cayeron ocho casas, se
derrumbaron murallas; murieron tres personas, una de ellas en Villa Alegre y otras varias quedaron
heridas. Empedrados no tuvo desgracias personales, pero el quince por ciento de las casas sufrió
daños de consideración y la iglesia parroquial se destruyó.
En Linares se desplomaron varias casas; en la catedral se hundió el techo y se agrietó la torre,
y el cincuenta por ciento de las casas sufrió algún daño, como muros derrumbados, techos hundidos,
etc.. En Longaví varias personas quedaron heridas a consecuencias de caída de murallas. En
Cauquenes se derrumbaron el teatro, la torre de la iglesia de San Francisco y un costado de la catedral;
el hospital y la escuela de hombres, lo mismo que muchas viviendas quedaron con daños de
consideración; las pérdidas se estimaron en cuatro millones de pesos. En Parral se destruyeron veinte

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casas, cincuenta quedaron inhabitables y casi la totalidad tuvo algún tipo de daños; hubo cuatro
muertos y doce heridos. En San Carlos perecieron dos personas, se destruyeron varias casas y
cayeron algunos muros viejos.
Chillan tuvo dos muertos y diecisiete heridos; se cayó la torre de la catedral; la cárcel sufrió
derrumbes de murallas y techos y un total de cincuenta y tres casas resultaron con daños o destruidas.
En Chillan Viejo se agrietaron algunas murallas.
Coihueco, Bulnes, Tomé y Talcahuano sufrieron algunos deterioros en las murallas y el
derrumbe de una u otra casa de construcción antigua.
En Concepción se apagó el alumbrado, se cayeron algunas murallas, otras quedaron agrietadas
y dos personas resultaron heridas.
El Presidente de la República, Carlos Ibañez del Campo, acompañado de los ministros del
Interior, de Fomento y de Bienestar Social visitó la zona terremoteada al día siguiente de la catástrofe,
suspendiendo la visita que en esos días realizaba a Temuco. Se dispuso una vacunación general
contra la fiebre tifoidea, a toda la población de las provincias afectadas. El país entero cooperó con
más de cuatro millones y medio de pesos, además de la ayuda que proporcionó el Estado. El personal
de la administración pública colaboró con un día de sueldo, empezando por el Primer Mandatario y el
personal de la Presidencia. Se formó un comité central pro-damnificados, presidido por el ministro del
Interior.
A raíz de este terremoto, el Gobierno dispuso que un equipo de ingenieros y arquitectos
practicaran un estudio para determinar las causas por las cuales fue tan basta la destrucción. Entre
otras, llegaron a la conclusión que la mayoría de las casas destruidas, no lo fueron tanto por la violencia
del sismo, como por lo débil de las construcciones.
Con fecha 30 de enero de 1929 se promulgó la ley Ns 4563, por la que se autorizaba al
Presidente de la República para dictar Ordenanzas Generales que establecieran las normas a que
debía someterse la construcción de edificios para impedir su caída, la propagación de incendios y para
evitar, en lo posible, los riesgos provenientes de terremotos y otros fenómenos. En 1931 fue
reemplazada por una reglamentación más completa, de acuerdo con la modalidad del país y los
recursos económicos, entrando en vigencia en 1936.
Por primera vez, debido a la creación de la Contraloría General de la República, tanto la
recolección de ayuda, como la distribución de fondos y demás especies que se entregaron para paliar
la situación de la zona daminificada, quedaron sometidas al estricto control de dicho organismo.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN CALBUCO EN 1929

El 5 de enero de 1929 el volcán Calbuco entró en violenta erupción con grandes derrames de
lava, arrojando hacia la atmósfera considerables cantidades de cenizas que cubrieron extensos
campos vecinos. Este volcán que dista sólo treinta kilómetros de Puerto Montt había tenido una
erupción en 1917, llenando de cenizas y material volcánico los territorios circunvecinos.
La actividad de 1929 se inició bruscamente, alrededor de las seis de la mañana del día 5 de
enero, con fuertes ruidos subterráneos, temblores y emisión de enormes cantidades de gases y
cenizas. Después de las siete de la mañana, la lava se derramó por las laderas, produciendo el
derretimiento de las nieves que encontró a su paso y el incendio de los bosques que las cubrían más
abajo. Luego, el aumento del caudal de los ríos y esteros vecinos, ocasionando grandes perjuicios
en los sembrados y el incremento del lago Chapo, a tal punto que se desbordó, vaciándose sobre el
río Chamiza, el que inundó extensiones considerables, destruyendo habitaciones, sembrados y
ganados. La avalancha de arena y limo cubrió una extensión de más o menos veinte mil hectáreas.
La erupción comenzó a disminuir el día 6 en la tarde y el día 7 ya fue considerablemente menor.

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INCENDIO EN PUERTO MONTT EN 1929

Más de un millón de pesos en pérdidas dejó un incendio que se produjo entre las calles
Cauquenes y Varas, de Puerto Montt, en febrero de 1929. Se quemaron varios negocios, oficinas y
casas particulares. Entre los escombros se encontró a una persona muerta, con señales de haber sido
apuñalada, por lo que lucubraciones de la prensa local señalaron que el siniestro pudo haberse iniciado
en forma intencional.

INUNDACIONES DE 1929

Un frente de mal tiempo azotó al país a partir del 30 de enero de 1929, duró varios días y dejó
un saldo de muertos en la cordillera central.
El problema que revistió características de catástrofe se produjo en la cordillera central al interior
del Cajón del Maipo, cuando alrededor de cincuenta arrieros que regresaban desde Argentina, fueron
sorprendidos por un fuerte temporal de viento y nieve, en el sector denominado El Portillo. La velocidad
del viento tumbó a la mayoría de las muías; despojó a casi todos de sus mantas y sombreros y les
desgarró el vestuario. El sector era totalmente abierto, sin rocas para guarecerse. Quedaron diez y seis
arrieros en el camino, sepultados por la nieve. Dos de los sobrevivientes lograron atravesar a territorio
argentino; el resto fue rescatado por Carabineros, en el lado chileno.
La noche del 20 de junio de 1929 un violento huracán azotó a Iquique, La Pampa, Antof agasta
y Chañara!. Iquique fue invadido por la arena de las dunas; el fuerte viento provocó caída de postes,
árboles, paredes y techos; en la bahía se hundieron algunas lanchas con madera y salitre; el
cementerio y el polígano quedaron semidestrozados. En Antofagasta se destruyó parte del hipódromo
y volaron los techos de gran cantidad de edificios; hubo un aguacero que duró alrededor de seis horas
ocasionando daños, principalmente en las viviendas modestas. En Cañaral hubo perjuicios en las
barrios obreros.
Entre el 9 y el 10 de agosto de 1929 un fuerte temporal azotó al territorio entre Antofagasta y
Puerto Montt. La mayoría de las ciudades sufrieron anegamientos en los sectores bajos y la caída de
postes y árboles derribados por el viento.
En Antofagasta el puerto artificial quedó destruido, parlizándose las faenas. El ministro de
Marina visitó la ciudad estimando que los daños eran del orden de los diez millones de pesos; los
perjuicios agravaron los deterioros ocasionados con los temporales de julio de 1928, especialmente
en el molo de abrigo. Estas experiencias obligaron a las autoridades a modificar el trazado y tipo de
las obras del puerto, que posteriormente fue reconstruido con mayor seguridad y resistencia.
En Santiago se desbordaron algunos canales, dejando decenas de familias damnificadas que
fueron socorridas por Carabineros y la Cruz Roja.

SISMO EN EL NORTE EN 1929

Un temblor con características de terremoto se sintió entre Pisagua y La Serena, a la una y


dieciocho minutos de la mañana del 19 de octubre de 1929. Cuatro muertos y varios heridos, algunos
de gravedad, quedaron en Antofagasta, Pampa Unión y Calama. El servicio Sismológico estimó que
el movimiento telúrico tuvo grado ocho, alcanzando grado nueve de intensidad en Pampa Unión.

211

En Antof agasta se produjeron derrumbes de murallas viejas, sesenta casas quedaron semides-
truidas por su mala construcción o deficiente mantención; se agrietaron algunas murallas. Dos
personas murieron y cuatro quedaron heridas a consecuencias de los derrumbes.
En Pampa Unión se destruyeron el club social, la Caja de Ahorros y el cincuenta por ciento de
las casas. Hubo un muerto y nueve heridos.
Una persona pereció en Calama; se cayeron las murallas que circundaban el cementerio; se
derrumbaron viviendas que estaban ruinosas; el puente sobre el río Seco, entre Chuquicamata y
Calama quedó destruido y el puente sobre el río Loa tuvo daños serios. Las pérdidas materiales se
estimaron en cuatrocientos mil pesos.
El ferrocarril internacional de Antofagasta a Bolivia se destruyó en sus terraplenes, entre
Calama y Conchi, suspendiéndose el servicio ferroviario por tres días.
En Chuquicamata se destruyeron las casas y campamentos antiguos que estaban en mal
estado. El camino de San Pedro de Atacama a Calama se obstruyó en varios tramos, debido a
derrumbes en los cerros, y en el pueblo mismo de San Pedro de Atacama, la iglesia tuvo daños de
consideración. En la oficina salitrera Prosperidad se cayeron seis casas que estaban en mal estado.
Gobernaba el país, el Presidente Carlos Ibañez del Campo.

ERUPCIONES DE LOS VOLCANES PUNTIAGUDO Y TACORA EN 1930

A partir del 8 de enero de 1930 empezaron a sentirse fuertes temblores y ruidos subterráneos
en la región vecina al volcán Tacora, produciendo pánico entre los pobladores y trabajadores de las
azufreras, huyendo, la mayoría de sus casas.
Los fuertes movimientos sísmicos derrumbaron parte de la casa del cambiador de ferrocarriles
de Arica a La Paz. También se cayeron murallas en la azufrera África, en Villa Industrial, donde
además, se rompieron dos motores que proporcionaban la energía eléctrica, para las faenas.
El 7 de abril del mismo año 1930, entró en erupción el volcán Puntiagudo, lanzando vapor y
materias hirvientes que fueron a dar al lago Todos los Santos. Estas materias, en su deslizamiento
hasta el lago, causaron enormes perjuicios en los fundos ubicados en los faldeos del volcán, donde
se explotaba madera y habían gran cantidad de ganado.

INCENDIOS EN 1930

Por lo menos cuatro incendios con características catastróficas se produjeron en marzo de


1930. El primero fue un incendio de bosques en el sector de Punta de Parra, cerca de Tomé, que
ocurrió el 8 de marzo. Chispas que saltaron del ferrocarril ocasionaron un incendio de bosques en el
lugar mencionado. La extinción del siniestro se llevó a efecto con bomberos, Carabinerosy marineros,
y con un remolcador llevado desde Talcahuano.
Alrededor de las cuatro de la tarde del 9 de marzo, se produjo por segunda vez en el siglo, un
principio de incendio en el Palacio de La Moneda. El primero había sido el 7 de julio de 1921. Esta vez
se inició por un cortocircuito, mientras un electricistatrabajaba en unade las dependienciasdel palacio.
El sector amagado correspondió a las oficinas de la Contraloría General de la República. El trabajador
sufrió heridas de gravedad. El fuego se sofocó con extinguidores usados por el personal de guardia.
Alrededor de las dos de la tarde del 12 de marzo del mismo año -1930 - una formidable explosión
en una fábrica de pólvora, ubicada al sur de San Bernardo dejó dos muertos, nueve heridos graves,
dos leves, destrozos de consideración en la fábrica y daños innumerables en el sector.

212
La Fábrica de Pólvora San Bernardo, de propiedad de The Chilean National Ammunition Co.
Ltda., estaba ubicada en el sector denominado Santa Inés, al'surde San Bernardo; poseían un terreno
de alrededor de quince cuadras, siete de las cuales estaban destinadas a la fabricación de explosivos,
almacenes, oficinas, depósitos, casas de empleados, etc., y el resto eran bosques, secadero de
pólvora y arboledas.
En los momentos en que se produjo la explosión todo el personal estaba en sus puestos de
trabajo. Hubo tres explosiones. La primera que originó todo el siniestro fue en las piezas trapicheras
donde estaban los molinos especiales para los minerales que conforman la pólvora, como salitre,
carbón, azufre, etc. El incendio que se produjo y otras explosiones consumieron el motor generador
de fuerza, la mayoría de los edificios, los techos, murallas, e incluso los árboles. El fuego y la tierra que
se levantó al explotar el material dificultaron la huida del personal y la labor de los bomberos. Al
remover después los escombros, se encontraron dos obreros carbonizados. Los heridos fueron
atendidos en la Asistencia Pública de San Bernardo y en Santiago. Las casas de sector sufrieron
derrumbes, rotura de vigas y quebrazón de vidrios. Las pérdidas se estimaron en medio millón de
pesos; no había seguros.

TEMPORALES EN 1930

Entre el 12 y el 13 de junio de 1930, un fuerte temporal azotó la zona central, dejando alrededor
de diez muertos, cinco de ellos en el mar, al naufragar una goleta; decenas de damnificados, y
cuantiosos daños en las ciudades y en el campo.
En Viña del Mar se desbordaron, por lo menos, dos de los cauces; se interrumpió el tráfico; las
aguas del estero, que se embancaron, produjeron varios anegamientos en diferentes partes de la
ciudad; se cortó la energía eléctrica y se interrumpió la circulación de los tranvías.
En Valparaíso, las desbordes de esteros y cauces dejaron a gran parte de los habitantes
bloqueados en sus casas; se inundaron las calles céntricas y decenas de vehículos quedaron
embancados en el lodo.
No menos de doscientas personas quedaron sin hogar en San Antonio, al inundarse sus
viviendas por la ruptura de los cauces; las calles se convirtieron en ríos, a tal punto que hubo que utilizar
botes para cruzarlas. El puente que unía al puerto con Llolleo fue arrastrado por las aguas.
Frente a Constitución naufragó el vapor Lagunas, pereciendo cinco de sus ocupantes.
Toda la población de Vichuquén se anegó al aumentar el caudal del estero del mismo nombre,
que también arrolló a cinco personas; por lo menos veinte familias perdieron totalmente sus casas,
arrasadas por el viento.
Curicó y Valdivia quedaron sin energía eléctrica, al caerse los postes y cables de alta tensión.
Curicó sufrió, además, la inundación de los barrios obreros; los caminos secundarios se interrumpieron
con las crecidas del río y esteros que arrasaron con los puentes.
San José de Maipo, San Carlos de Purén y el camino internacional a Mendoza, vía Los Andes
se bloqueron con grandes nevadas.
Santa Cruz quedó aislada al crecer los esteros y llevarse los puentes. Algunos sectores del
centro de la ciudad se inundaron en Los Angeles, se anegaron los establecimientos comerciales,
perdiéndose gran parte de las mercaderías.
En la provincia de Magallanes, el temporal se transformó en una intensa nevada que ocasionó
los mayores daños en Punta Arenas; las calles quedaron intransitables, los cables de energía eléctrica
cayeron al suelo, la ciudad quedó a oscuras; por lo menos una persona murió electrocutada y varias
quedaron heridas por la misma causa.
En agosto del mismo año, hubo un temporal de viento y lluvias en el norte, ocasionando daños

213
en Calama, Antofagasta, Taltal y Chañara!. En Calama se volaron las calaminas de los techos. En
Antofagasta se anegaron todas las casas, el cementerio, los talleres de los diarios, el edificio de
investigaciones y los colegios; la ciudad quedó sin agua potable y los establecimientos comerciales
debieron cerrar, lo que les ocasionó grandes pérdidas económicas. En Taltal, el temporal de lluvia duró
diez horas; se rompió el puente Brea, paralizándose el servicio de trenes; las casas se inundaron; se
interrumpió el servicio de agua potable y por lo menos veinte familias perdieron sus viviendas
arrasadas por los aluviones de agua y barro. Nevó en La Pampa.Pueblo Hundido y Catalina. El río
Salado aumentó su caudal, socavando los terraplenes de laf errovía. En Cañaral se destruyeron varias
viviendas. En Quebrada Conchuelas sesenta familias quedaron a la intemperie al inundarse sus
viviendas.
El frente de mal tiempo llegó hasta Santiago, donde se desbordó el canal San Joaquín
inundando sectores aledaños, especialmente la población El Mirador, donde el agua subió casi medio
metro.

SISMOS DE 1930

Dos fuertes temblores, uno con características de semiterremoto, se sintieron en Quillota y sus
alrededores en 1930. El primero y más leve fue el 29 de agosto y el segundo el 17 de octubre. Ambos
produjeron gran pánico en la población que salió despavorida a las calles, pernoctando, la mayoría en
plazas y avenidas.
Ese año, sin embargo, no era la primera vez que los habitantes de un lugar del país pasaban
la noche en la calle. En el mes de julio sucedió en Valparaíso que alguien echó a correr la voz que el
lunes 21 era un día crítico, que los astros estarían en la misma posición que en la noche fatal de agosto
de 1906 y que, por lo tanto, inexorablemente ocurriría un terremoto. El miedo se propagó rápidamente
llevando a muchas familias a instalarse en las plazas y avenidas, comprando comestibles, velas y otros
elementos que consideraron indispensables para pasar en la mejor foma la catástrofe. El intendente
tuvo que tomar medidas drásticas para hacer volver a la población a sus casas, ordenando a
Carabineros que despejaran las calles.
Una situación similar se había vivido en Santiago, a fines de septiembre de 1912, a raíz de
pronósticos del capitán Cooper, que vaticinaba un terremoto. En la capital las familias pernoctaron en
la Alameda, en la plaza Brasil, en el parque Cousiño y en el parque Forestal, esperando el terremoto
que no llegó.
El viernes 29 de agosto, un temblor bastante fuerte produjo daños de consideración en Quillota.
El teatro Municipal, la parroquia, algunos pabellones del hospital y varias propiedades quedaron en
estado ruinoso, debido principalmente, a que tenían defectos de construcción, según informaciones
de periódicos de la época. Lo mismo sucedió con el cuartel del regimiento Zapadores, cuya edificación
antigua y de mala calidad, quedó agrietada con el sismo. En unade las calles de la ciudad, una persona
quedó aplastada por el derrumbe de una muralla. En Valparaíso y en otras ciudades cercanas, la
población sólo pasó un gran susto.
El 17 de octubre a las cuatro y cuarenta y cinco minutos de la madrugada se sintió un sismo
entre Antofagasta y Angol, que adquirió características de semiterremoto entre Quillota y Llay Llay.
Dos personas murieron en Quillota y un total de treinta y cinco quedaron heridas en Quillota, Llay Llay
y Santiago.
En Quillota el movimiento telúrico se inició bruscamente despertando a la población que salió
a medio vestir, presa del pánico a las calles.
Hubo daños de consideración. La municipalidad quedó con las murallas agrietadas; el teatro
Municipal se clausuró, ya que había quedado ruinoso con el temblor de agosto; en el cementerio se

214
deterioraron las bóvedas; en el hospital varias salas debieron demolerse; la iglesia parroquial, el
templo de San Francisco, el templo de La Merced sufrieron daños en muros y altares; la escuela
superior de hombres, el cuartel de Carabineros, el local de la Legión Militar quedaron con las murallas
deterioradas o agrietadas; la mayor parte de los locales comerciales y viviendas particulares o se
agrietaron o se destruyeron parcialmente. En Charravata y en La Cruz los daños fueron similares.
En Llay Llay tres o cuatro personas quedaron heridas. La mayor parte de las viviendas
particulares se agrietaron y muchas se destruyeron parcialmente. Los mayores perjuicios se notaron
en las calles Lynch, Balmaceda y Edwards. El correo, el asilo maternal, la parroquia, la sub- estación
de fuerza eléctrica fueron los edificios públicos que sufrieron mayores daños.
En La Calera los perjuicios en el comercio fueron considerables, también quedaron algunas
murallas agrietadas. La vía ferroviaria se interrumpió cerca de la ciudad, aconsecuencia de derrumbes
en los cerros.
El Limache, San Pedro, Quilpué, San Felipe, Los Andes, La Ligua, Cabildo y Petorca hubo
algunos agrietamientos en las murallas de varios edificios. En el camino internacional a Mendoza
también hubo derrumbes.
En Santiago algunas personas quedaron heridas al caerse varias murallas. En Viña del Mar se
agrietaron parte de los muros del palacio presidencial.

FIN DE LA FIEBRE AFTOSA EN ESTADOS UNIDOS.

A pesar que desde 1926 no había fiebre aftosa en el país, los especialistas siempre estaban
preocupados de posibles rebrotes. En el Boletín Médico de Chile Na114, publicado en 1930 se daba
a conocer la forma en que se había exterminado el mal en Estados Unidos. En síntesis, se escribía,
que se había ejecutado un programa consistente en matar y enterrar bajo tierra, rociando con cal, todos
los animales enfermos o que pudieran haber estado contagiados; no escaparon animales domésticos
ni salvajes: gallinas, gatos, perros, ciervos y cuervos corrieron la misma suerte que cerdos y vacunos;
al mismo tiempo se desinfectó y quemó todo lo que pudo haber estado en contacto con los animlaes
contagiados. El mal se exterminó en 1924.

MOSCA DE LA FRUTA EN 1930

El año 1930 se detectó la mosca de la fruta en el valle de Azapa y también en Tacna, Perú. Se
firmó un acuerdo con Perú para tomar medidas sanitarias conjuntas. Entre éstas, estuvo la enseñanza
gratuita a agricultores sobre los medios más convenientes para el cultivo de huertos frutícolas y
hortícolas.

EPIDEMIAS EN LOS AÑOS 1929 Y 1930

El año 1923 se presentaron tres casos fatales de peste bubónica en Curicó y ocho en
Antofagasta. Al año siguiente una persona murió del mismo mal en Concepción. Los últimos casos
registrados de fallecimiento a consecuencias de esta peste son uno en Antofagasta en 1930 y otro en
Santiago, el año 1931.

215
La escarlatina preocupó a las autoridades en 1929, año en que un brote epidémico ocasionó
la muerte de novecientos setenta y ocho personas. Al año siguiente la cifra de motandad decreció a
trescientas cuarenta y seis personas. En su mensaje al Congreso, el Presidente de la República da
cuenta de la epidemia, informando, al mismo tiempo, que está debidamente controlada.

TEMPORAL EN EL ARCHIPIÉLAGO DE JUAN FERNANDEZ EL AÑO 1931

Un fuerte temporal azotó a las islas del archipiélago de Juan Fernández en julio de 1931,
produciendo deslizamientos de tierra y ocasionando la muerte de cuatro personas.
Las avalanchas de fango, como consecuencias de la lluvia y los deslizamientos de tierra
causaron grandes daños en la población y la muerte de numerosos animales. La avalancha de
mayores proporciones se produjo desde casi quinientos metros de altura, corriendo poruña quebrada,
arrasando con una casa ubicada en los faldeos del cerro, en la que habían cuatro personas. Todo el
lado norte de la población quedó bajo varios metros de fango.

ERUPCIÓN DEL QUIZAPU EN 1932

EI10 de abril de 1930 entró en erupción el volcán Quizapú, con grandes explosiones de humo,
ruidos subterráneos y pequeños temblores. Las primeras muestras de actividad en el siglo XX habían
empezado en 1910, con emisiones de humo y vapor de agua. Desde 1917 tuvo frecuentemente
explosiones suaves, hasta el 2 de noviembre de 1927 en que entró en una fase eruptiva violenta, con
mucho humo y cenizas, que varias veces sobrepasó los cuatro mil metros de altura. Esta actividad se
mantuvo hasta fines de noviembre de 1928, en que coincidiendo con el terremoto de Talca, se produjo
un período de silencio que duró hasta el 2 de diciembre, fecha en que nuevamente empezó con
emanaciones de humo y cenizas, por algunos meses.
La erupción del 10 de abril de 1932 empezó alrededor de las dos de la tarde. Los baqueanos
refirieron después, que desde febrero habían observado en la base del cono una grieta que en las
noches aparecía iluminada. Durante marzo y los primeros días de abril siguió esta actividad, hasta que
el 9 una gran columna de humo gris verdoso se elevó vertiginosamente, principiando, según la
expresión de los pastores de la localidad a "bramar como un toro". Desde ese momento la erupción
siguió aumentando en actividad. A las dos de la tarde del día 10, un sorda detonación se dejó oir desde
Santiago hasta Concepción, en un radio de más o menos quinientos kilómetros. Durante toda la tarde
y la noche se oyeron sordas explosiones, que fueron perfectamente perceptibles en el observatorio
de la Estación Meteorológica y Geofísica de Concepción, moviendo los cristales de las ventanas, como
si hubieran descargas de artillería lejanas. A la puesta del sol era visible, por sobre los cerros de la
costa, en dirección norte-noreste una enorme coliflor de aspecto fantástico que alcanzaba más de
quince mil metros de altura y daba la sensación de algo espeso y consistente que primero ascendía
y luego descendía, como rodando.
El 11 de abril se efectuó la primera exploración aérea sobre la región volcánica, en un avión
Falcon que despegó de El Bosque, en Santiago, llevando como observador al director del Observa-
torio de El Salto, Julio Bustos Navarrete. Bajo las alas se instalaron instrumentos de medición y Bustos
Navarrete llevó consigo una máquina fotográfica. En su viaje aéreo al volcán observó a la ciudad de
Rancagua cubierta de cenizas; San Fernando sumida en densas tinieblas, de tal modo que había sido
necesario encender el alumbrado público. Al atardecer de ese día, la lluvia de cenizas era general en

216
torma casi rasante, debido a la escasa visibilidad, pasando, por ejemplo, en San Fernando, a escasos
metros de los techos de las casas.
En Curicó, el comercio debió cerrar, ya que la enorme cantidad de cenizas imposibilitaba las
ventas. Los establecimientos que ofrecían lentes hicieron gran negocio; en la tarde del día 11 todos
\a la zona central.
los habitantes El vueloandaban
de Curicó que empezó
conaanteojos.
tres mil metros
Estade altura, igual
ciudad, debió que
seguir, por momentos,
Rancagua, en
estuvieron con luz
artificial esa tarde.
El día 12 sobrevoló la zona el agregado militar y de aeronáutica de la embajada de los Estados
Unidos, piloteando el avión de la embajada llevando como pasajero a un fotógrafo militar, que
finalmente no pudo tomar ninguna fotografía, por la falta de visibilidad que producían las cenizas. El
día 15, la Fuerza Aérea envió uno de sus aviones a la zona; los pilotos estimaron que el volcán en
erupción, era el denominado Las Tres Yeguas. Durante los primeros días de la erupción, algunos
diarios informaron que eran varios los volcanes en actividad.
El fuerte viento impulsó las cenizas hacia el lado argentino, provocando grandes daños en las
provincias cercanas a la cordillera, principalmente en Mendoza y otros puntos, donde se registraron
casos de principios de asfixia. A San Rafael llegaron pobladores de numerosas localidades cordille-
ranas que huían aterrorizados por el fenómeno, por las emanaciones sulfurosas y otras materias
tóxicas. Las cenizas llegaron hasta Buenos Aires, también alcanzaron a cubrir Montevideo, y en la
tarde del lunes 11 llegaron hasta el sur de Brasil, donde aparentemente, por el cambio de rumbo del
viento, amainó su intensidad. Posteriormente, la lluvia de cenizas llegó a Valparaíso.
El río Maule arrastró gran cantidad de piedra pómez, casi siempre de reducido tamaño. Las
exploraciones terrestres que se efectuaron pocos días después, el 16 de abril, comprobaron que los
faldeos del Cerro Azul se encontraban cubiertos de piedra pómez de variados tamaños y muy livianas;
no había lava visible; la laguna La Invernada había bajado entre tres y seis metros su nivel, y el río del
mismo nombre se había secado. El 21 de abril ya sólo salía del cráter escaso vapor de agua y escaso
humo.
Más o menos tres meses después, en junio de 1932 eníró en erupción el Descabezado Grande,
que históricamente no había tenido erupciones. Está ubicado más o menos a diez kilómetros del
Quizapú. Se produjo el derretimiento de la nieve que había en su cono, al mismo tiempo quefumarolas.
Esta actividad coincidió con un ciclo de temblores de la zona comprendida entre Curicó y Santa Cruz.
Luego, hubo una expulsión de cenizas que cubrió, por segunda vez en el año, a todo Chile central. Las
explosiones y emanaciones de cenizas fueron disminuyendo hasta terminar completamente en
diciembre del mismo año.

TEMPORALES DE 1932

El temporal que azotó la zona sur en el mes de abril de 1932, dejó dos accidentes de importancia.
En el primero, un tren de pasajeros cayó a un precipicio de ocho metros y el segundo, fue el choque
de un tren con un terraplén. Además de estos accidentes hubo inundaciones en Valdivia, principalmen-
te en las poblaciones Playa Ancha y Collico, quedando varias casas bajo el agua. En algunos puntos
hubo derrumbes en los cerros que interrumpieron el tráfico ferroviario del tren del sur, principalmente
en los sectores cercanos a La Unión, Osorno y Puerto Montt. Pequeñas localidades quedaron aisladas
al desbordarse los esteros. Osorno quedó sin comunicaciones telefónicas. En Punta Arenas se
interrumpió el suministro de agua potable y de luz eléctrica.
A fines de junio del mismo año 1932, otro fuerte temporal azotó principalmente a la zona de
Concepción. Se desbordó el río Andalien inundando sectores en que vivían familias modestas,

217
debiendo evacuar sus casas bajo tuerte lluvia; Chillancito, la avenida Collao y Concepción Bajo fueron
los barrios más afectados, alcanzando el agua a más de un metro. El camino de Concepción a Penco
fue arrasado por el río. El puente sobre el estero Collen, en Tomé se lo llevó el estero, que también
inundó la ciudad, causando pavor en los habitantes, ya que el hecho ocurrió alrededor de las dos de
la mañana, subiendo las aguas en corto lapso, más de dos metros; Carabineros y bomberos trabajaron
en la evacuación de losdaminificados. En Lirquén se inundaron dos manzanas completas de viviendas
de personas de escasos recursos, las que quedaron semidestruídas y las familias a la intemperie.
Ese mismo año, un incendio en Temuco consumió los locales comerciales de las calles Prat y
Montt. Una botica, una cigarrería, un depósito de semillas, una relojería y varias tiendas, además de
dos casas particulares y una clínica dental quedaron reducidas a cenizas; las pérdidas se avaluaron
en un millón de pesos.

ERUPCIONES DEL LLAIMA Y LONQUIMAY EN 1933

Los primeros días de enero de 1933, entró en erupción el volcán Llaima. Las violentas
explosiones de polvo y cenizas llegaron a más de diez mil metros de altura, al mismo tiempo que fuertes
temblores sacudieron toda la zona; las cenizas cubrieron los campos de la región, perjudicando a la
ganadería y alarmando a los pobladores de Curacautín, Túnel Las Raíces y Lonquimay.
En esos mismos días entró en erupción el volcán Lonquimay, arrojando lava, piedras y
cenizas en abundancia, que afectaron principalmente al poblado Puerto Domínguez.

SISMO EN (QUIQUE EN 1933

Un fuerte temblor acompañado de ruidos subterráneos, que coincidió con tempestades


eléctricas en lacordillera, sacudió a Iquique el 22 de febrero de 1933, pasadas las cuatro de la mañana.
Se cayeron los cables del telégrafo y de la energía eléctrica, se rompieron los focos del alumbrado
público y se derrumbaron algunas murallas de concreto. El ferrocarril longitudinal sufrió deterioros en
varios puntos a consecuencias de rodados y derrumbes en los cerros.

SEQUÍA DE 1933

El año 1933 la sequía devastó una extensa zona entre Atacama y Coquimbo. Cientos de
animales en los valles interiores murieron a consecuencias de la falta de agua y de hierbas. El río Elqui
se secó perjudicando la producción de higueras, duraznos y perales.
El ministro de Agricultura, acompañado de senadores y diputados de la zona visitó Combarbalá,
San Lorenzo, Chañara!, Alto de Huatielame, Palqui, Tranque Recoleta, Valle de Elqui y La Serena, en
el mes de septiembre para imponerse de la situación. Encontró problemas serios en Ovalle, Atacama,
Talhuen y otras localidades de la zona; la construcción del tranque Cogotí estaba paralizada y era
imperioso sacar el ganado de la zona, para evitar su muerte. Se dispuso rebajas y facilidades en el
transporte, enviándose al centro y sur del país más de ciento cincuenta mil cabezas de vacunos y
ovejunos. Se verificó que en el valle de Elqui había suficiente pasto para mantener el ganado en esa

218
zona; se comprobó que no había cesantía en La Serena, Vicuña ni Coquimbo. Se trabajaba en la
construcción del tranque Recoleta, ocupando ochocientos obreros, que con sus familias, eran
alrededor de cuatro mil personas las que tenían medios económicos para mantenerse. Este tranque
se había empezado el año 1929 y se terminó en 1934.
En octubre del mismo año se promulgó la ley Nfi2560, que concedía trescientos mil pesos a la
Sociedad Agrícola del Norte, para que a su vez prestara dineros a los agricultores que tenían solvencia
económica y pudieran enviar su ganado al sur.

TEMPORALES DE 1934

Los sucesivos frentes de mal tiempo que se iniciaron el 17 de mayo y se prolongaron hasta el
4 de junio de 1934, azotando desde Copiapó a Magallanes, dejaron, por lo menos catorce muertos,
más de treinta heridos, pérdidas de animales, miles de damnificados, daños por varios millones de
pesos en caminos destruidos, puentes deteriorados, vías férreas interrumpidas por deslizamientos de
tierra, amén de una tromba marina que azotó a Concepción el 27 de mayo y pasó "raspando" a Puerto
Saavedra, donde también voló techos y arrancó, por lo menos, una propiedad desde sus cimientos.
En la provincia de Atacama, Tierra Amarilla y Copiapó fueron las más afectadas. El río anegó
los sectores llamados La Chinita y la Chimba, en Copiapó, llegando el agua a más de cincuenta
centímetros, dentro de las casas. Alrededor de doscientas familias damnificadas fueron albergadas
en el convento de San Francisco. El intendente dispuso que de los fondos de Régimen Interior se les
proporcionara alimentos. La Cruz Roja, por su parte, también colaboró con alimentos y elementos
sanitarios. Las tropas del regimiento Zapadores, bomberos, ingenieros y particulares trabajaron en
levantar defensas al río. Copiapó quedó sin comunicaciones con los valles del interior y hacia las
localidades del desierto.
Tierra Amarilla, con una población compuesta principalmente de mineros y obreros agrícolas
se inundó totalmente, quedando prácticamente sin nada, ya que el río arrastró con los muebles, camas,
enseres y anegó las viviendas; hubo dos muertos. Una situación similar se vivió en Punta de Cobre.
El ferrocarril longitudinal quedó detenido en Copiapó por los destrozos que se produjeron en
varios sectores a causa de derrumbes en los cerros.
El río Coquimbo se desbordó. En Andacollo quedaron alrededor de mil personas sin hogar, la
mayoría debieron albergarse en escuelas. Murieron cinco personas. Las minas del interior se
"aterraron"; los mineros y sus familias se ubicaron en iglesias y en edificios públicos. En los alrededores
de Vicuña, La Unión y otros sectores también hubo desbordes del río; una menor falleció al caerle
encima una muralla. La vía férrea sufrió destrozos a la altura de La Serena y de Chañaral. Alrededor
de tres millones de pesos fue el cálculo de las pérdidas que sufrieron los chacareros y pequeños
agricultores en el valle de Elqui; en este valle, en Rivadavia, Paihuano y Diaguitas las plantaciones de
uva desaparecieron bajo el agua. En La Serena se realizaron colectas públicas para ayudar a los
damnificados, que fueron más de doscientas familias.
En Ovalle se perdieron casas, campamentos y herramientas en los sectores mineros; los
caminos de acceso a los campamentos auríferos quedaron destrozados; las pérdidas por este
concepto se calcularon en trescientos mil pesos. A su vez, se autorizó al intendente para gastar hasta
cincuenta mil pesos en reparar el camino a Andacollo y se gastaron un mil quinientos pesos diarios
en otorgar subsidios a los obreros que quedaron sin casa.
Como los caminos y la vía férrea se interrumpieron, se envió al norte un vapor desde Valparaíso,
con ayuda. El director de agua potable debió viajar a Copiapó en avión para solucionar los problemas
de agua y alcantarillado en esa ciudad, ya que el temporal había destruido las cañerías surtidoras y
los acueductos.

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debiendo evacuar sus casas bajo iuerte lluvia; Chillancito, la avenida Collao y Concepción Bajo fueron
los barrios más afectados, alcanzando el agua a más de un metro. El camino de Concepción a Penco
fue arrasado por el río. El puente sobre el estero Collen, en Tomé se lo llevó el estero, que también
inundó la ciudad, causando pavor en los habitantes, ya que el hecho ocurrió alrededor de las dos de
la mañana, subiendo las aguas en corto lapso, más de dos metros; Carabineros y bomberos trabajaron
en la evacuación de los daminificados. En ürquén se inundaron dos manzanas completas de viviendas
de personas de escasos recursos, las que quedaron semidestruídas y las familias a la intemperie.
Ese mismo año, un incendio en Temuco consumió los locales comerciales de las calles Prat y
Montt. Una botica, una cigarrería, un depósito de semillas, una relojería y varias tiendas, además de
dos casas particulares y una clínica dental quedaron reducidas a cenizas; las pérdidas se avaluaron
en un millón de pesos.

ERUPCIONES DEL LLAIMA Y LONQUIMAY EN 1933

Los primeros días de enero de 1933, entró en erupción el volcán Llaima. Las violentas
explosiones de polvo y cenizas llegaron a más de diez mil metros de altura, al mismo tiempo que fuertes
temblores sacudieron toda la zona; las cenizas cubrieron los campos de la región, perjudicando a la
ganadería y alarmando a los pobladores de Curacautín, Túnel Las Raíces y Lonquimay.
En esos mismos días entró en erupción el volcán Lonquimay, arrojando lava, piedras y
cenizas en abundancia, que afectaron principalmente al poblado Puerto Domínguez.

SISMO EN IQUIQUE EN 1933

Un fuerte temblor acompañado de ruidos subterráneos, que coincidió con tempestades


eléctricas en la cordillera, sacudió a Iquique el 22 de febrero de 1933, pasadas las cuatro de la mañana.
Se cayeron los cables del telégrafo y de la energía eléctrica, se rompieron los focos del alumbrado
público y se derrumbaron algunas murallas de concreto. El ferrocarril longitudinal sufrió deterioros en
varios puntos a consecuencias de rodados y derrumbes en los cerros.

SEQUÍA DE 1933

El año 1933 la sequía devastó una extensa zona entre Atacama y Coquimbo. Cientos de
animales en los valles interiores murieron a consecuencias de la falta de agua y de hierbas. El río Elqui
se secó perjudicando la producción de higueras, duraznos y perales.
El ministro de Agricultura, acompañado de senadores y diputados de la zona visitó Combarbalá,
San Lorenzo, Chañaral, Alto de Huatielame, Palqui, Tranque Recoleta, Valle de Elqui y La Serena, en
el mes de septiembre para imponerse de la situación. Encontró problemas serios en Ovalle, Atacama,
Talhuen y otras localidades de la zona; la construcción del tranque Cogotí estaba paralizada y era
imperioso sacar el ganado de la zona, para evitar su muerte. Se dispuso rebajas y facilidades en el
transporte, enviándose al centro y sur del país más de ciento cincuenta mil cabezas de vacunos y
ovejunos. Se verificó que en el valle de Elqui había suficiente pasto para mantener el ganado en esa

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zona; se comprobó que no había cesantía en La Serena, Vicuña ni Coquimbo. Se trabajaba en la
construcción del tranque Recoleta, ocupando ochocientos obreros, que con sus familias, eran
alrededor de cuatro mil personas las que tenían medios económicos para mantenerse. Este tranque
se había empezado el año 1929 y se terminó en 1934.
En octubre del mismo año se promulgó la ley N82560, que concedía trescientos mil pesos a la
Sociedad Agrícola del Norte, para que a su vez prestara dineros a los agricultores que tenían solvencia
económica y pudieran enviar su ganado al sur.

TEMPORALES DE 1934

Los sucesivos frentes de mal tiempo que se iniciaron el 17 de mayo y se prolongaron hasta el
4 de junio de 1934, azotando desde Copiapó a Magallanes, dejaron, por lo menos catorce muertos,
más de treinta heridos, pérdidas de animales, miles de damnificados, daños por varios millones de
pesos en caminos destruidos, puentes deteriorados, vías férreas interrumpidas por deslizamientos de
tierra, amén de una tromba marina que azotó a Concepción el 27 de mayo y pasó "raspando" a Puerto
Saavedra, donde también voló techos y arrancó, por lo menos, una propiedad desde sus cimientos.
En la provincia de Atacama, Tierra Amarilla y Copiapó fueron las más afectadas. El río anegó
los sectores llamados La Chinita y la Chimba, en Copiapó, llegando el agua a más de cincuenta
centímetros, dentro de las casas. Alrededor de doscientas familias damnificadas fueron albergadas
en el convento de San Francisco. El intendente dispuso que de los fondos de Régimen Interior se les
proporcionara alimentos. La Cruz Roja, por su parte, también colaboró con alimentos y elementos
sanitarios. Las tropas del regimiento Zapadores, bomberos, ingenieros y particulares trabajaron en
levantar defensas al río. Copiapó quedó sin comunicaciones con los valles del interior y hacia las
localidades del desierto.
Tierra Amarilla, con una población compuesta principalmente de mineros y obreros agrícolas
se inundó totalmente, quedando prácticamente sin nada, ya que el río arrastró con los muebles, camas,
enseres y anegó las viviendas; hubo dos muertos. Una situación similar se vivió en Punta de Cobre.
El ferrocarril longitudinal quedó detenido en Copiapó por los destrozos que se produjeron en
varios sectores a causa de derrumbes en los cerros.
El río Coquimbo se desbordó. En Andacollo quedaron alrededor de mil personas sin hogar, la
mayoría debieron albergarse en escuelas. Murieron cinco personas. Las minas del interior se
"aterraron"; los mineros y sus familias se ubicaron en iglesias y en edificios públicos. En los alrededores
de Vicuña, La Unión y otros sectores también hubo desbordes del río; una menor falleció al caerle
encima una muralla. La vía férrea sufrió destrozos a la altura de La Serena y de Chañaral. Alrededor
de tres millones de pesos fue el cálculo de las pérdidas que sufrieron los chacareros y pequeños
agricultores en el valle de Elqui; en este valle, en Rivadavia, Paihuano y Diaguitas las plantaciones de
uva desaparecieron bajo el agua. En La Serena se realizaron colectas públicas para ayudar a los
damnificados, que fueron más de doscientas familias.
En Ovalle se perdieron casas, campamentos y herramientas en los sectores mineros; los
caminos de acceso a los campamentos auríferos quedaron destrozados; las pérdidas por este
concepto se calcularon en trescientos mil pesos. A su vez, se autorizó al intendente para gastar hasta
cincuenta mil pesos en reparar el camino a Andacollo y se gastaron un mil quinientos pesos diarios
en otorgar subsidios a los obreros que quedaron sin casa.
Como los caminos y la vía férrea se interrumpieron, se envió al norte un vapor desde Valparaíso,
con ayuda. El director de agua potable debió viajar a Copiapó en avión para solucionar los problemas
de agua y alcantarillado en esa ciudad, ya que el temporal había destruido las cañerías surtidoras y
los acueductos.

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Cerca de Palpóte, un camión que trasladaba alimentos para los damnificados, se desbarrancó,
pareciendo el conductor. En los lavaderos de oro de Infiernillo un minero murió aplastado por un
derrumbe.
El ferrocarril transandino se paralizó durante seis días. Se interrumpieron las comunicaciones
de Los Andes con los puestos avanzados en la cordillera. Los retenes de Carabineros y los puestos
de Investigaciones quedaron aislados en Juncal, Portillo y Caracoles, lo mismo que algunos pasajeros
del ferrocarril transandino.
En Santiago se inundaron los barrios Matadero, Ñuftoa, Macul; el Zanjón de la Aguada se
desbordó inundando la población Santa Rosa por sobre los cincuenta centímetros en algunos lugares
y por sobre los tres metros en otros, arrastrando con los puentes que lo cruzaban. Los mismo sucedió
con el desborde del canal San Carlos. La crecida del río Mapocho arrasó con viviendas en El Monte.
La planta Queltehues sufrió serios daños al desbordarse el canal que la servía. San José de Maipo
quedó aislado por tierra y sin comunicaciones telegráficas; el río Maipo se desbordó en el camino del
Toyo, inundando el puente Guayacán. El camino a El Volcán quedó prácticamente borrado con los
derrumbes. Los sectores aledaños a Lampa también quedaron bajo el agua. El camino de Santiago
a Los Andes se anegó al desbordarse el río Colina. Lampa, Quilicura, Renca y Til Til sufrieron serios
daños en puentes, caminos y en la agricultura. El servicio telegráfico estuvo interrumpido en varios
sectores y en diferentes días.
Valparaíso y Viña del Mar sufrieron derrumbes en los cerros; las calles quedaron cubiertas de
arena al desbordarse los cauces.
El río Aconcagua produjo anegamientos en varios sectores de San Felipe, barrió con las
defensas de concreto en Quillota e inundó dos veces La Calera. En esta última ciudad primero, el 26
de mayo se llevó las viviendas ubicadas en sus riberas, y la segunda vez, el 3 de junio anegó por sobre
el metro, todo el sector céntrico, con el consiguiente daño en los inmuebles y establecimientos
comerciales.
Los caminos de Rancagua a Codegua y Graneros también quedaron bajo el agua. La fundición
de Calefones quedó con los trabajos paralizados y la línea del ferrocarril a Rancagua, destrozada.
En San Fernando los aluviones cortaron el camino frente a Tinguiririca, aislando las poblaciones
del interior. El camino longitudinal al sur del puente Maule se destruyó con el desborde del estero La
Vertiente. Las comunicaciones de Talca con Duao y otros pueblos se interrumpieron. Los Angeles
quedó sin servicio telefónico. En Linares se volaron decenas de planchas de techos, afectando, entre
otros, al cuartel de Carabineros; el desborde del estero Batuco inundó algunos barrios.
En San Antonio se perdieron cinco pescadores que andaban en alta mar. Gran cantidad de
ganado fue arrastrado por los desbordes de los diferentes ríos.
Nacimiento, Nancagua, Lontué, los sectores vecinos a Curicó, a San Fernando y a Talca
sufrieron serios daños, tanto por las inundaciones en los poblados, como en los terrenos agrícolas y
en el ganado; una persona pereció ahogada y otras cientos quedaron aisladas.
El sector más afectado con el temporal fue Concepción, debido que también sufrió los efectos
de una tromba. El hecho se produjo pasadas las cuatro de la madrugada del 27 de mayo, quedando
por lo menos cuatro muertos, una treintena de heridos y enormes daños materiales. Las pérdidas se
calcularon por sobre los quince millones de pesos. La tromba marina nació en la boca del Bío Bio,
atravesó la ciudad hacia el cerro Caracol y el barrio de La Toma. Abarcó una superficie de unos
doscientos metros. El mal tiempo que reinaba en la zona y en el país, la diferencia que señaló el
barómetro que alcanzó a nueve milímetros en quince minutos, la fuerte tempestad eléctrica, fueron los
preámbulos de la tromba. Después de la tempestad eléctrica con truenos y relámpagos se descargó
una fuerte lluvia seguida de temporal de viento, que en breve plazo se transformó en una espantosa
tromba marina, la que mezclada con los primeros derrumbes produjo un ruido atronador. Los más
afectados fueron: los barrios Maipú y Chepe; la municipalidad; la plaza Independencia en la que
arrancó de cuajo treinta tilos y una docena de árboles menores; la Caja de Ahorros; un hotel; los
tribunales; el mercado; la Compañía Chilena de Tabacos; la división militar y decenas de viviendas

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particulares. Prácticamente la parte céntrica de Concepción quedó convertida en un nacimiento de
escombros y murallas derribadas, árboles arrancados desde sus raíces y las instalaciones del
alumbrado eléctrico en el suelo. La ciudad a oscuras, la población aterrada y aislada del resto del país.
Nadie sabía bien lo que había pasado. La pálida luz del alba sacó de sus casas a los penquistasy recién
entonces, pudieron darse cuenta del extraño fenómeno meteorológico. El intendente se reunió con las
juntas de vecinos, con el prefecto de Carabineros, con el jefe de la división militar, con los
representantes de los bomberos y se acordaron y tomaron las primeras medidas para el auxilio de la
población; también se informó al Presidente de la República. Los bomberos iniciaron la remoción de
escombros. El ministro del Interior autorizó al intendente para girar hasta cuatro mil pesos para ayudar
a los damnificados de Concepción. El embajador de los Estados Unidos envió cinco mil pesos al
alcalde penquista pra los mismos fines. En Santiago hubo una reunión de ministros para tratar el
problema de Concepción y de otras zonas afectadas por el frente de mal tiempo. Se envió un mensaje
al Congreso, para que mediante una ley se autorizaran fondos para auxiliar a los damnificados.
En Tomé se interrumpieron las comunicaciones telegráficas y telefónicas y las construcciones
ubicadas a la orilla de la playa quedaron completamente destruidas por el fuerte oleaje. Se calcularon
en doscientos cincuenta mil pesos las pérdidas, sin considerar los destrozos del puente ferroviario y
los daños en la ferrovía.
En Coronel, olas superiores a los treinta metros arrasaron con la población pesquera.
En Talcahuano, las olas alcanzaron a un metro y medio, inundando las casas de los pescadores
situados a orillas del mar. Dos lanchas cargadas con cereales y abonos naufragaron, ocasionando
pérdidas del orden de los doscientos mil pesos.
En Temuco el caudal del río Cautín subió dos metros sobre su nivel normal, inundando, entre
otros, al matadero público. El viento, causó, por lo menos un amago de incendio. Los derrumbes en
los cerros cortaron los cables del suministro de la energía eléctrica y de los teléfonos; la ciudad quedó
a oscuras y sin comunicaciones.
En Castro el temporal duró siete días, ocasionando algunos derrumbes.

INCENDIOS EN 1934

Caracteres de verdadera catástrofe tuvo un incendio que se produjo en la imprenta Universo de


Valparaíso, el 3 de octubre de 1934. Esta estaba ubicada en la subida Tomás Ramos, en el sector del
puerto.
El fuego se inició, aparentemente, al estallar una botella de barniz que manipulaba un operario
que quedó con quemaduras de gravedad. Se consumieron tres de los seis edificios de la imprenta,
quedaron reducidos a escombros y fierros retorcidos la totalidad de las maquinarias, los laboratorios,
papeles y vehículos.
El monto total de las pérdidas se estimó en nueve millones de pesos, habiendo seguros por seis
millones. Alrededor de cuatrocientos obreros quedaron sin trabajo.
El 23 de noviembre del mismo año 1934 hubo un incendio en la calle Romero, en el sector
poniente de Santiago. Las llamas aparecieron en forma simultánea por los cuatro costados de un
garage; cuando llegaron los bomberos era casi imposible salvarlo, por lo que se abocaron a impedir
que cundiera hacia las propiedades vecinas. En el garage había setenta máquinas Broadway
guardadas en sus respectivos boxes y varios estanques con bencina, además de los que tenían los
los buses en sus propios estanques. Para salvar del peligro de la explosión al vecindario, los bomberos
de las doce compañías que concurrieron al sitio del suceso penetraron simultáneamente al local,
atacando el fuego por todos los lados, hasta controlarlo totalmente. Cinco horas duró la labor de los

221
voluntarios, después de las cuales sólo quedaron un montón de fierros retorcidos y calcinados.
El liceo de Aplicación que estaba ubicado al lado, también recibió algunos daños, por efectos
del fuego y del agua. Hubo deterioros en varias salas de la sección hombres y algunas de la sección
mujeres, que fueron estimados en treinta mil pesos. También sufrieron los efectos del siniestro tres
viviendas particulares.
En el garage los daños fueron calculados en dos millones y medios de pesos; tenían seguros
por dos millones ochocientos mil pesos.

SISMO EN 1934

El 4 de diciembre de 1934, alrededor de las cinco y media de la tarde, un sismo con


características de semiterremoto se sintió en Zapiaga, Tarapacá y Negreiros, donde hubo algunos
edificios totalmente destruidos y varios heridos.

TIFUS EXANTEMÁTICO ENTRE 1929 Y 1939

La morbilidad y mortalidad por tifus exantemático se mantuvo en índices bajos durante varios
años, después de la gran epidemia de 1920. En el año 1929 hubo un rebrote con una morbilidad que
alcanzó a cuatro mil quinientos diez y siete enfermos, de los cuales murieron tres mil.
El año 1930 apareció un foco epidémico en Valdivia, detectado a través de las muestras de una
enferma, que se enviaron a Santiago. Comprobado el caso, se constató que todo el conventillo, donde
vivía la enferma, tenía tifus exantemático.
En 1932 el país estuvo afectado por una fuerte crisis económica, paralizando las salitreras. Los
obreros cesantes llegaron a Santiago y otros lugares en grandes cantidades, ubicándose en
albergues. Los primeros casos de tifus exantemático se presentaron en Coronel y en otros puntos de
la provincia de Concepción; la epidemia se extendió rápidamente, favorecida por las condiciones
higiénicas de la época. Al año siguiente esta alcanzó a todo el país, presentando mayor gravedad en
Santiago y en Concepción.
A mediados de 1933 se debieron tomar medidas de emergencia para evitar su propagación.
Entre éstas, cabe descatar: se suspendieron las clases en los colegios durante diez días, con el objeto
de desinfectar las aulas; se dieron conferencias a los profesores primarios; a los empleados públicos
se les fijó una jornada única por dieciocho días, para descongestionar los autobuses y tranvías; el
Presidente de la República y los ministros suspendieron las audiencias por otros diez días; los teatros
cerraron las salas durante cinco días y luego las abrieron con una sola función y sin ocupar los
anfiteatros ni las galerías; se suspendieron las carreras en el hipódromo y los espectáculos deportivos
para evitar el recrudecimiento de la epdidemia, sabaguardar la higiene pública, e impidió, incluso con
la fuerza pública todo espectáculo, y cuando se reabrieron fue con restricciones, para evitar aglome-
raciones de gente; se cerraron las salas de juegos. A fines de 1933 la dirección General de Sanidad
prohibió los espectáculos deportivos para evitar el recrudecimiento de la epidemia, salvaguardar la
higiene pública, e impidió, incluso, con fuerza pública todo espectáculo o fiesta que se realizase al
margen de las disposiciones oficiales.
El arzobispado de Santiago cedió un local para los servicios de desinfección. Se dispuso que
los servicios religiosos se suspendieran por ocho días, entre Santiago y Chiloé, para proceder a la
desinfección de los templos. Se empadronaron todos los suplementeros, se les hizo una desinfección
y se suspendió, por algunos días, la venta de periódicos en el centro de la ciudad. Se reglamentó la

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visita a los reos, en las cárceles. Se suspendió el tren excursionista a Valparaíso y otros balnearios.
Se tendió un cordón canitario en Santiago, con brigadas en los caminos de acceso en el puente Maipo,
en Los Morros, en el puente San Ramón, en Maipú, en el camino Los Andes, en Pudahuel y en el
camino a Valparaíso.
La Cruz Roja hizo una colecta para juntar fondos para confecionar ropa para los cesantes y
tifososde los hospitales, la mayoría de los cuales quedaban sin nada que ponerse, cuando su vestuario
era llevado a los desinfectorios. El ejército proporcionó un local para la instalación de un hospital de
campaña y luego, en el hospital Barros Luco se habilitó un pabellón con ciento veinte camas para
tifosos.
El tifus se propagó por las provincias del centro y sur del país, es decir, las eminentemente
agrícolas, por lo que se recomendó a los dueños de fundos que desinfectaran a sus trabajadores y los
alimentaran mejor, con el objeto de evitar que se contagiaran con la epidemia.
En Concepción se organizó una campaña sanitaria; también se tomaron medidas profilácticas
en San Felipe y en Los Andes.
Se otorgaron veinte mil pesos para combatir la epidemia. No menos de tres mil quinientas
personas se bañaban mensualmente en los baños fiscales de Santiago. La escasez de carabineros
llevó a las autoridades a solicitar el apoyo del ejército para hacer cumplir las medidas que se tomaron.
De todos modos éstas no se llevaban a cabo con la celeridad y acuciosidad deseadas, lo que llevó
al directorgeneral de Sanidad, doctor Leonardo Guzmán a presentar su renuncia al Ministro de Interior,
quien en definitiva no la aceptó y reforzó las órdenes impartidas.
En los países vecinos se empezaron a tomar medidas para impedir el arribo de barcos chilenos,
especialmente en Perú y en Argentina. Ante esta situación el doctor Guzmán envió sendas notas a la
Oficina Sanitaria Panamericana con sede en Washington, al director de Sanidad de Lima y al director
del Departamento de Higiene de Buenos Aires, informándoles que los puertos chilenos estaban
limpios de tifus exantemático y que las medidas tomadas por peruanos y argentinos eran injustificadas
de acuerdo al Código Sanitario Panamericano.
El 8 de agosto del mismo año 1933, arribó a Chile un médico norteamericano, enviado por la
Oficina Sanitaria Panamericana con el fin de que se interiorizara de las condiciones sanitarias del país
e informara al respecto. Visitó diversos lugares del centro y sur y emitió un informe favorable a Chile,
que en síntesis señalaba que las provincias extremas de Atacama, Magallanes y Aisén estaban
indemnes de la epidemia, que en el valle central y la costa no habían casos autóctonos de tifus
exantemático; que habían ciento setenta y nueve brigadas de combate de la epidemia; que los focos
estaban en Santiago y en Concepción y que las medidas profilácticas y sanitaias que se habían
tomado eran las adecuadas.
El Fisco dispuso la cantidad de cuatro millones trescientos mil pesos para combatir el flagelo.
De todos modos se produjeron tres mil quinientas cincuenta y siete muertes de un total de quince mil
trescientos setenta y nuve enfermos registrados.
El año 1934 se ordenó una limpieza exhaustiva de las acequias, para evitar el recrudecimiento
de la epidemia; se aumentaron los baños públicos y la capacidad de éstos.
En Santiago, la campaña se basó ese año, en la pesquisa de casos, dividiendo a la ciudad en
diez sectores que fueron visitados por treinta y dos pesquisadores a cargo de un inspector. Detectado
un foco, se informaba a las brigadas sanitarias y a la ambulancia. El enfermo era trasladado al hospital
y los habitantes del lugar, casi siempre un conventillo, se llevaban a las casas de limpieza, con todos
sus efectos personales, al mismo tiempo que se desinfectaban las habitaciones. En 1934 había en la
capital, un total de tres mil conventillos registrados. Se formaron seis brigadas sanitarias, se habilitaron
diez casas de limpieza con capacidad para bañar y desinfectar diariamente a cinco mil individuos.
Como en algunos barrios populares no se contó con casas de limieza, se pusieron a disposición de
la Dirección de Sanidad tres camiones del ejército, tres góndolas del ministerio de Fomento, seis
camiones del desinfectorio y se arrendaron otros seis camiones para trasladar a la gente hasta las
casas de limpieza. En los alrededores de Santiago se contó con doce brigadas sanitarias.
En 1934 enfermaron catorce mil seiscientas noventa y una personas de tifus exantemático, de
las cuales murieron tres mil doscientas setenta y una.
223
El año 1935 empezó a bajar la cantidad de contaminados y también la mortalidad, que llegó a
un mil ciento setenta y seis personas. El ministerio del Interior fue autorizado para gastar hasta un
millón de pesos en combatir la epidemia.
Ese año hubo una mala experiencia con una vacuna denominada del "doctor Blanc", por ser ese
el apellido del médico que la descubrió. Fue traída desde Casablanca, Marruecos, para ser empleada
en Chile. Dicha vacuna había sido experimentada en los nativos de Casablanca; estaba compuesta
de un virus vivo, llamado murino, que se extraía de las ratas y era tansmitido por la pulga y no por el
piojo, como ocurría con el tifus llamado histórico o europeo, que era el que se padecía en Chile.
Las primeras inoculaciones a algunos funcionarios de la dirección de Sanidad y a habitantes de
los conventillos, resultó en algunos casos mortal, como fue el caso de unafuncionaria y el de un médico
que estuvo gravemente enfermo, lo mismo que algunos menesterosos que fueron inoculados.
La situación llevó a celebrar una sesión especial en la Sociedad Médica para analizar el
problema. Se ofició a la Dirección de Sanidad, con el objero de que se aislaran los casos y se
suspendieran las inoculaciones, para evitar una nueva epidemia provocada por un virus desconocido.
En 1936 se dispusieron siete millones de pesos para combatir el flagelo. Murieron setecientas
sesenta y dos personas de las cuatro mil once que enfermaron. En 1937 la morbilidad llegó a tres mil
cuarenta y cinco casos registrados, con una mortalidad de seiscientos cuarenta y seis. Al año siguiente
se registraron ochocientos veintinueve enfermos , de los que murieron doscientos dos.
En 1939 hubo un rebrote con un mil cuatrocientos treinta y nuve enfermos, de los que murieron
trescientos nueve. Ese año, se comentaba en los medios de comunicación que desde 1933 se habían
gastado más de treinta millones de pesos en combatir la epidemia, sin que se lograra su erradicación,
y que ésta sólo se iba a obtener cuando mejoraran realmente las condiciones de limpieza e higiene.

INCENDIO EN CASTRO EN 1936

El 4 de marzo de 1936, un incendio que se inició en las oficinas de la Empresa de la Luz Eléctrica,
redujo a escombros un amplio sector de Castro. Se destruyeron los inmuebles de la municipalidad, de
la tesorería, de la Caja de Ahorros, todo el sector comercial ubicado en la calle Blanco, la principal de
la ciudad, las mejores tiendas de tejidos tradidiconales, el marcado, parte del sector del puerto, las
viviendas humildes del barrio bajo y sector lacustre.

SISMO EN TALTAL EN 1936

A las siete horas y quince minutos del 13 de julio de 1936 se sintió un sismo con características
de semiterremoto a ochocientos ochenta kilómetros de Santiago, a 70 grados, 25 minutos y treinta
segundos de latitud sur, que ocasionó daños menores en Antofagasta, Copiapó, Vallenar, Chañaral
y Coquimbo, y perjuicios de consideración en Taltal y en las oficinas salitreras Santa Luisa y Flor de
Chile. Esta última tuvo algunos derrumbes. En la oficina Santa Luisa se destruyó totalmente el
campamento y las casas recién construidas.
En Taltal hubo destrozos en el ochenta por ciento de las casas; la mayoría quedó con el frontis
en buenas condiciones y el interior destrozado; muchas quedaron inhabitables. Los damnificados
fueron trasladados a edificios públicos; el gobernador formó un comité para darles las primeras
atenciones en alimentos. Se rompieron los estanques y las cañerías de agua potable, quedando la
ciudad sin este vital elemento por algunos días. Se cayó gran parte de la postación y del tendido de
cables del telégrafo. El liceo de hombres, la gobernación, el correo, el cementerio, algunas iglesias y

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las plazas quedaron con serios destrozos, murallas en el suelo y vidrios rotos. Las pérdidas fueron
estimadas en cuatrocientos mil pesos.

TEMPORALES EN 1936

Pocos días después del sismo, el 19 de julio, un fuerte temporal aumentó los daños en Taltal.
Se cayó el resto de la postación del telégrafo y hubo deterioros en el alumbrado público.
En Antofagasta, tanto las viviendas particulares, como los negocios y edif ivios públicos sufrieron
perjuicios con el viento y la lluvia, debido, principalmente, que los inmuebles no estaban acondicio-
nados para resistir este tipo de inclemencias. Se cortaron las comunicaciones telegráficas y
telefónicas con los poblados del interior.
En los días posteriores, el frente de mal tiempo afectó hasta Concepción.
En Valparaíso los daños se estimaron en medio millón de pesos. Se deterioró parte del malecón
comprometiendo la vía férrea e interrumpiendo el tráfico entre las estaciones Barón y Puerto y el
servicio de trenes locales. Se destruyó el cuartel del Bote Salvavidas. Se desmoronó parte del cerro
La Cruz, y se socavaron los pilares del "ascensor" que llevaba al mismo cerro. Los archivos de los
tribunales de justicia se mojaron, deteriorándose, en parte.
En Viña del Mar una persona pereció arrebatada por el oleaje. Se rompieron los muros de
defensa de la avenida del Mar, frente al casino y se destrozaron los baños de Recreo; el servicio
telefónico a Concón se interrumpió.
En Quilpué se cayeron algunas murallas de edificios viejos.
En Concepción se inundó el barrio obrero Chillancito con el desbordamiento del río Andalien;
también hubo inundaciones en el barrio universitario y en la estación ferroviaria. Los inmuebles del
hospital San Juan de Dios y de la escuela industrial se deterioraron con la fuerte lluvia y el ventarrón
que voló gran parte de los techos. El servicio de trenes a Tomé se interrumpió durante diez días.
También hubo daños en la vía férrea entre Traiguén y Trigal; en la estación de Quellón; en la
estación de Dichato, y en la estación de San Rosendo. El pueblo de San Rosendo se inundó casi
totalmente.
Tres empleados del ferrocarril transandino perecieron bajo una avalancha, entre las estaciones
de Juncal y Las Cuevas, en los momentos en que inspeccionaban la vía.
En el refugio Alemán, al interior de San José de Maipo, un grupo de andinistas quedó aislado,
debiendo lanzarles alimentos por avión.

FIEBRES PALÚDICAS ENTRE 1906 Y 1945

Muchos habitantes y obreros y de la provincia de Tarapacá recuerdan los sufrimientos físicos


y morales provocados por la malaria entre los trabajadores que construyeron el ferrocarril de Arica a
La Paz, uno de cuyos tramos pasa por el valle de Lluta, otrora intensamente palúdico. Centenares de
obreros perdieron su salud y su fuerza de trabajo por la acción de los mosquitos propagadores de la
temible enfermedad. Los trabajos del ferrocarril se iniciaron en 1906 y se terminaron totalmente en
mayo de 1913.
La malaria o paludismo es transmitida por un zancudo llamado "anofeles" y tiene por causa la
presencia en la sangre de un parásito que ataca a los glóbulos rojos, produce fiebres intermitentes,
graves en muchos casos y hasta mortales. Trae, además una serie de consecuencias como anemia,

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lesiones de otros órganos, crecimiento del bazo, etc. No sólo predispone a complicaciones, sino que
también aparecen enfermedades latentes.
Se dijo, más de una vez, que elferrocarril de Arica a La Paz corríaentre un verdadero cementerio,
resultado de dos cosas, la malaria y el corvo. Esto último debido a que los carrilanos, que no eran un
ejemplo de moralidad y buenas costumbres, sostenían a menudo fenomenales peleas a cuchillo por
cualquier nimiedad, con resultados fatales las más de las veces. Muchos de estos obreros provenían
de las cárceles, ya que los trabajadores de la zona no querían contratarse, portemor al paludismo que
diezmaba ¡as cuadrillas, especialmente mientras se trabajó en el valle de Lluta.
Se puede decir que el paludismo terminó en Arica, en gran medida, gracias a la labor del doctor
Juan Noé. Este era italiano. Empezó su carrera médica en 1902, con investigaciones que se
prolongaron hasta 1912, sobre la malaria en su tierra natal. Ese año el Gobierno de Chile lo contrató
para fundar la cátedra de zoología médica en la escuela de medicina. Poco tiempo después había
ampliado la cátedra con las de embriología, parasitología, anatomía comparada, histología y biología
general. Hizo estudios e investigaciones sobre algunas enfermedades encontradas por él en los
mineros del carbón y otras producidas por protozoos.
Su gran triunfo, sin embargo, fue la extirpación de la malaria en el norte de Chile. Necesitó para
ello, treinta y cinco años de estudios, de los cuales diez fueron de esfuerzo en el terreno mismo.
Visitó el puerto de Arica, y en marzo de 1913 escribía en la prensa que ..."Arica es atacada por
el paludismo en forma tal que en Europa sería clasificada como infectada de paludismo grave".
Los focos de anofelismo se encontraban a lo largo de los valles de la provincia de Tarapacá, en
todas las localidades ubicadas por debajo de los mil trescientos metros hacia el mar y en los suburbios
de Arica, en los remansos o pantanitos que se formaban en los cauces de los ríos, en las acequias de
riego y de desagüe de los terrenos de los valles y plantaciones, en los estanques captadores de agua
de las vertientes, cuando presentaban constante o transitoriamente condiciones favorables a la vida
acuática de los anofeles.
Estos eran el valle de Lluta, entre Pucón de Chile hasta Chacalluta; la parte norte y los suburbios
del puerto de Arica, donde estaban los pantanos del río San José; los estanques y acequias de regadío
y desagüe del Chinchorro; en el valle de Azapa, desde Azapa Grande hasta Pago de Gómez; en las
aguas provenientes de las vertientes del Socavón, en el sector de Peña Blanca y Alto Ramírez; en las
vertientes de Concepción y El Gallito, y en la vertiente Media Luna; en el valle de Choca, entre Palca
y Víctor, y en el valle de Camarones.
Los primeros estudios que se hicieron sobre la malaria fueron los efectuados por el doctor Juan
Noá en el verano de 1913, cuando visitó Arica para recoger material para sus clases de la escuela de
medicina. El resultado de esas investigaciones y sus conclusiones fueron entregadas al gobernador
de Arica y se referían a la distribución de los focos de anofelismo larval existententes en la citada
ciudad, y la forma en que debían eliminarse para lograr el saneamiento total.
La mortalidad por fiebres palúdicas, era sin embargo, relativamente baja, en relación a la
morbilidad. En 1906 hubo cuatrocientos cinco enfermos controlados en el hospital de Arica; quinientos
dieciocho en 1907; cuatrocientos cincuenta y cinco en 1908; un mil doscientos treinta y nueve en 1909
y quinientos cuarenta y cuatro en 1910. Hay que considerar que Arica en esa época no pasaba de los
siete mil habitantes y hay que señalar que también hubo una cantidad de enfermos no controlados y
no hsopitalizados. Entre 1924 y 1925 la mortalidad alcanzó.como término medio, al trece por mil de
la morbilidad: El año 1924 se atendieron quinientos setenta y siete enfermos en el hospital de Arica,
de los cuales fallecieron ocho; al año siguiente se atendieron seiscientos sesenta y cuatro, falleciendo
también ocho.
En 1925, el doctor Juan Noé informó a las autoridades plebiscitarias chilenas sobre las
investigaciones realizadas hasta esa fecha y de las medidas que eran necesarias tomar. Se hicieron
obras de drenje de emergencia en el lecho del río San José y en el valle de Azapa, para bajar la napa
superficial del agua originada en las vertientes, desapareciendo los focos de anofelismo. Estas obras
fueron completamente destruidas con la crece del río en febrero de 1926, (ornándose nuevos

226
pantanitos y charcos, y tuvieron que reconstruirlas para evitar la reaparición de lugares apropiados al
desarrollo larval de los zancudos.
El doctor Noé, con el apoyo de algunos alumnos continuó la investigación en los meses de
febrero y marzo de 1930. Este médico realizaba los trabajos de indagaciones epidemiológicas
conjuntamente con una tenaz acción tendiente a dar a conocer, por diversos medios, las graves
consecuencias de la endemia malárica y los recursos científicos, técnicos y de organización
administrativa, capaces de suprimir la amenaza.
Junto a él, en esta empresa de enfocar la atención pública en la urgencia de abordar el problema
malárico, estuvo Santiago Labarca, quien en 1935, publicó una serie de artículos en el diario La Nación,
que revelaban la impresión que le había producido , a raíz de una visita a la zona norte, el estado
precario de la guarnición militar en Arica, debilitada por el gran número de palúdicos existentes entre
los soldados.
Esta campaña periodística fructificó rápidamente y es así como, el mismo afto, el Ministro del
Interior de la época comisionó al mismo Santiago Labarca y a los doctores Sótero del Río y Juan Noé
para que estudiaran la conveniencia de organizar una acción profiláctica contra el avance de la
enfermedad.
El problema era serio en 1937: El contingente militar, despedido en marzo de 1937, que había
cumplido sus deberes cívicos en el destacamento Rancagua, acantonado en Arica, había presentado
doscientos sesenta y cuatro casos de malaria, sobre cuatrocientos veinte concriptos, o sea, un
sesenta y dos por ciento de enfermos. Entre abril y julio del mismo año, el veintisiete por ciento del
coningente recién ingresado ya había caído víctima de la enfermedad. La encuesta realizada entre
los meses de agosto a septiembre de 1937, dio sólo en el valle de Azapa, un cincuenta y tres por ciento
de enfermos. En 1940, el sesenta y siete y medio por ciento de la población de Lluta tenía malaria y
el setenta y ocho por ciento de quebrada Vítor. En marzo de 1941 el setenta y uno por ciento de la
población de quebrada de Camarones tenía la enfermedad y el setenta y cinco por ciento de la
población de la quebrada de Tarapacá, en 1942. En el pueblo de Pica y las zonas contiguas, como
Chintaguay, Quisma, Malilla y otros presentaban una endemia muy particular, caracterizada por
graves epidemias entre períodos de "silencio" entre ocho y diez años; la última epidemia entre 1932
y 1933 afectó a diez y siete por ciento de la población, aproximadamente.
Entre 1937 y 1940 se utilizaron las disposiciones pertinentes de la ley de Organización y
Atribuciones de las municipalidades y las contenidas en el código sanitario, sobre atribuciones
mínimas de estas corporaciones en lo que se refieren a sanidad pública, las que fueron reguladas por
un reglamento sobre la mantención, en buen estado de saneamiento de lumbreras, acequias,
desagüe, etc.
Entre fines de 1936 y mediados de 1938 se dominó la endemia en la región septentrional de
Arica y en el valle de Azapa, desde Saucache hasta los límites occidentales de Sobraya. El año 1938
se constataron sólo diez y seis casos de recidivas, o sea, exacerbaciones de malaria crónica contraída
en años anteriores.
El destacamento Rancagua vio rebajada la morbilidad de sus reclutas de un sesenta y dos por
ciento en 1936 a cero en 1938.
Un gran paso hacia la eliminación de la endemia lo constituyó el dictado del decrero N8331, del
ministerio de Salubridad, de 17 de abril de 1940, el que confería a la Dirección General de Sanidad
y a su delegación, el Servicio Antimalárico, la facultad de adoptar medidas extraordinarias para la lucha
contra los parásitos o plasmodios causantes de la enfermedad, entre los habitantes del valle de Lluta.
Este decreto otorgaba plenos poderes al Servicio Antimalárico para efectuar los exámenes
clínicos y de laboratorio competentes, a los particulares, obreros, empleados, carabineros, militares,
etc. sospechosos de padecer de malaria, que residína temporal o permanentemente en dicho valle
y para someterlos a la terapia específica en el hospital de Arica o en sus domicilios en esa ciudad, bajo
la vigilancia del personal sanitario, no pudiendo retornar a Lluta sin el pase del jefe de la estación
antimalárica.

227
La ley N57731 destinó diez y seis millones de pesos para combatir la malaria y la enfermedad
de Chagas, imputando su f inanciamiento al impuesto al cobre - ley N9 7160 - e incluyendo sus gastos
en el plan de inversiones de obras públicas - ley NS7434. Al mismo tiempo se incrementó la planta del
departamento de parasitología en quince cargos; se aumentó la planta existente de Carabineros hasta
en treinta hombres, que fueron destinados a la brigada antimalárica y se fijó en cien, el número de
componentes de la sección militar, incluyendo suboficiales, soldados, concriptos y enfermeros. Esta
ley fue complementada en octubre de 1944, por la ley NS7898 que dispuso la concesión de
gratificaciones especiales, imcompatibles con la asignación de zona, a los médicos y técnicos que
fueron destinados a desempeñar labores de su especialidad en zonas rurales o cordilleranas.
El saneamiento consideró la limpieza cuidadosa de las orillas de las acequias y canales,
mediante el escobillonaje, la extirpación de la vegetación vertical, la eliminación de raicillas y de la
vegetación vecina a los cauces, realizada por cuadrillas de trabajadores, cada diez dias, determinando
así, casi por sí solas, la reducción de los anofeles. A ésto se agregó la obligación impuesta a los
propietarios y tenedores de predios agrícolas de mantener el estado de limpieza alcanzado y de
regularizar estos cauces, rectifcando sus orillas y paredes, para evitar la formación de pequeñas
ensenadas o remansos. Al bajar la napa acuífera en el verano y producirse, por la escasez de agua,
numerosos remansitos, se utilizaba petróleo crudo para prevenir o eliminar la formación de focos
anofélicos, el que mantenía en la superficie formando una delgada capa, que impedía la vida larval.
En el valle de Lluta, en cambio, el problema presentó características diferentes y los métodos
de pequeño saneamiento fueron diversos. Consistió en la reducción de charcos por medio de drenajes
sumarios y en la aplicación de otras medidas para facilitar el escurrimiento de las aguas hacia la
corriente principal del río. Con el fin de cegar los charcos y arroyuelos, nacidos de ramificaciones
secundarias o de desbordes del caudal principal, se construyeron defensas con piedras, tierra con
raicitas, ripio y arena en el sitio del nacimiento del charco. En este valle se empezó el saneamiento a
fines de julio de 1941, por etapas, abarcando progresivamente mayores sectores. En el verano y otoño
de 1941 se constataron ciento diez y seis casos de malaria primitiva aguda, o sea, de enfermos nuevos
y doscientos cuarenta y cuatro casos de recidivas en enfermos de malaria antigua, latente o crónica,
haciendo un total de trescientos sesenta enfermos. Después del primer año de la campaña en este
valle, es decir, en 1942, se observaron veinticinco enfermos.
La incorporación del DDT al conjunto de medios empleados en la lucha anti-anofélica provocó
un cambio notorio en la organización de la campaña, además que los brillantes resultados conseguidos
por los métodos de la lucha indirecta, aconsejaban ya dicha modificación.
La efectividad del producto sobre las larvas y zancudos adultos, la irreversibilidad de su acción
tóxica, su persistencia y rapidez de acción, demostradas en numerosas experiencias efectuadas por
los doctores Noé, Neghme, Bertin y Pinto, aconsejaron su empleo, siendo la estación antimalárica uno
de los primeros servicios civiles del mundo que lo aplicó en vasta escala. El DDT no actúa sobre los
huevos de los zancudos. Sin embargo, su acción a altas disoluciones sobre las larvas, desde su
nacimiento, es extremadamente eficaz y durable.
En la lucha antimalárica se aplicaron también variados recursos originales del doctor Noé, tales
como el empleo de animales cubiertos con DDT que sirvieron de trampas móviles; establo -trampas
rociados con DDT y mediagua-trampas. Existieron turnos o calendarios de aplicación del DDT para
el rociamiento de casas y dependencias, para regularizar su administración, considerando la duración
de sus efectos.
Los enfermos de malaria en estado agudo fueron aislados y curados en el hospital San Juan
de Dios de Arica, por personal especializado de la estación antimalárica. Estos enfermos permanecían
en el hospital ocho o diez días, coninuando el tratamiento en sus respectivos domicilios o en
policlínicos, durante seis semanas más, bajo la vigilancia de carabineros de la brigada, quienes
observaban personalmente la ingestión de los medicamentos específicos.
Un sólo dato puede dar una idea de esta labor: durante el año 1945, el personal civil y de
carabineros de la estación antimalárica realizó sesenta y cinco mil setecientas inspecciones de

228
charcos, drenajes, bocatomas, estanques, desagües, pozos y casas, lo que dio un promedio de ciento
ochenta inspecciones diarias, incluyendo los días domingos y festivos.
La eliminación de la malaria repercutió también en otros grupos de enfermedades que
constituían la secuela casi obligada del paludismo en los organismos paupérrimos y míseros que
dejaba el parásito. La tuberculosis, las neumonías, el raquitismo y las afecciones carenciales diversas,
disminuyeron notablemente por efecto de la supresión de la endemia. También reportó la recuperación
biológica, económica y social de los territorios sometidos al marasmo palúdico.

ERUPCIÓN DEL LLAIMA EN 1937 Y 1938

El 9 de febrero de 1937 entró en una nueva fase eruptiva el volcán Llaima, arrojando
principalmente lava. Esta provocó la crece de los ríos que se llevaron dos puentes en el sector
denominado Santa María de Llaima. Dos personas perecieron arraadas por la corriente de lava
hirviente; hubo daños en las viviendas y aserraderos.
En marzo de 1938 entró en un nueveo período de actividadm, lanzando grandes colunmas de
humo, que se divisaban desde Temuco. La laba y los lahares devastaron los campos cercanos, los
colonos debieron abandonar sus tierras ante el peligro de morir en la avalancha. Centenares de
animales perecieron arrastrados por la corriente. Las pérdidas materiales fueron un desastre para la
región.

INUNDACIONES EN COPIAPO EN 1938

En febrero de 1938, las crecidas de los ríos ocasionaron daños en Copiapó. En las principales
calles de la ciudad, Colipi, Copiapó y Shalt, el agua subió a más de cuarenta centímetros, inundando
los pisos bajos de los edificios, dejando las aceras y veredas llenas de lodo.
Las tropas del grupo de ingenieros trabajaron en la construcción de un muro de defensa de
emergencia, para impedir que la avalancha destruyera la estación del ferrocarril. Los perjuicios se
estimaron entre dos y tres centenares de miles de pesos.

INCENDIOS EN CHAÑARAL EN 1938

Cuatro manzanas de edificio del centro comercial de Chañaral se quemaron en la madrugada


del 2 de junio de 1938, dejando pérdidas del orden de los dos millones de pesos y más de doscientas
familias prácticamente en la indigencia.
El fuego se inició en un local comercial, tomando fuerza rápidamente, debido principalmente,
a que la mayoría de la construcción era de material ligero. La población, alarmada, huyó a la playa y
a los edificios públicos ubicados a orillas del mar.
La única bomba que existía en Chañaral no funcionó. Los bomberos fueron ayudados por
carabineros y los vecinos, demorando más de siete horas en controlar las llamas.
Entre los edificios que quedaron reducios a escombros y cenizas estaban el del registro civil,
de impuestos internos, del agua potable, hoteles, sastrerías, almacenes, principalmente de la colonia
china y decenas de casas particulares.

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El gobernador y el alcalde tomaron medidas conducentes a ayudar a las numerosas familias que
quedaron damnificadas.

TERREMOTO DE 1939

A las once y treinta y dos minutos de la noche del 24 de enero de 1939, un sismo catastrófico
azotó a las provincias de Maule, Linares, Nuble y Concepción, y en menor grado a las de Arauco, Bio
Bio y Malleco. El centro de perturbación geológica se ubicó en los treinta y seis grados y cuarenta
minutos de latitud sur y sesenta y dos grados y veinte minutos de longitud W., afectando con caracteres
de terremoto y semiterremoto un área de más o menos cuartenta y cinco mil kilómetros cuadrados.
Por el oeste los efectos destructores llegaron hasta la costa. Por el este se sintió hasta Mendoza y
Buenos Aires, donde saltaron las agujas del observatorio de La Plata. Hacia el norte se sintió en
Valparaíso y Santiago y hasta Temuco, por el sur.
Diez mil, veinte mil, varios elevaron las cifras a treinta mil muertos. Fueron las apresuradas
apreciaciones de algunos periodistas y personeros que fueron de inmediato a la zona devastada,
visualizando desde los aviones ciudades con manzanas enteras de edificios completamente destrui-
dos, calles llenas de escombros, grietas en los caminos, y luego, recorriendo a pie las diferentes
arterias, encontraron, además, cables, postes y árboles en el suelo, gritos de lamento y de dolor que
salían de debajo de los escombros, imposibilidad de transitar en vehículos, el clamor de los
sobrevivientes, familias improvisando donde dormir con carpas y casuchas en las plazas y avenidas,
los que los llevaron a dar esas cifras.
Cinco mil seiscientos ochenta y cinco fueron oficialmente los muertos registrados por la
Dirección General de Estadísticas en el anuario de 1939, que se publicó en 1941. Estas cifras fueron
concordantes con los listados de fallecidos anotados en el Registro Civil y enviadas a tos cementerios
y con las remitidas por los intendentes al Ministro del Interior, y fueron las que llenaron las columnas
de los diarios capitalinos y de las provincias damnificadas en los dias posteriores al sismo. Como es
obvio, las cifras más altas de defunciones correspondieron a las provincias más afectadas; sin
embargo, en Santiago, fallecieron diez personas, una en la provincia de O'Higgins, dos en la de Talca,
cinco en Arauco, treinta y seis en Bio Bio y una en Malleco. Los heridos fueron también varios miles;
sólo a Santiago, por falta de disponibilidades de atención en la zona terremoteada, llegaron un mil
doscientos cincuenta.
El fuerte remezón que se sintió en Santiago a las once y treinta y dos minutos de la noche,
sembró la alarma en todos los habitantes de la capital. El Presidente de la República, Pedro Aguirre
Cerda, apenas pasaron los nerviosos minutos del temblor, empezó de inmediato a hacer averiguacio-
nes para conocer la intensidad del sismo y las proporciones del fenómeno en el resto del país. En la
madrugada del miércoles 25 tuvo conocimiento que la intensidad máxima del terremoto estaba en el
sur. Los informes que le llegaron desde Talca y la falta de noticias desde más al sur, ya que se habían
interrumpido las comunicaciones telefónicas y telegráficas, le hicieron tomar las providencias
necesarias para viajar a la zona afectada. No sabía aún con precisión cual era o cuales eran los lugares
más amagados. Se dijo que era Concepción, el cento de la actividad sísmica. Luego se señalaron Los
Angeles y Chillan. A las nueve de la mañana partió en tren al sur, acompañado de su esposa, del
ministro del Interior, de un grupo de oficiales del ejército en servicio y de otros que gozaban de su
feriado, puestos voluntariamente a órdenes de sus respectivos comandos, médicos, enfermeros,
personal sanitario y funcionarios públicos. El convoy llevó camiones y autos para seguir viaje desde
donde las líneas férreas quedaran interrumpidas. Llegó hasta Talca en ferrocarril. Luego, en Linares,
última ciudad afectada en pequeña proporción por el sismo, estudió con sus ministros, el plan de

230
acción, determinando que en esa viudad se constituyera el cento de abastecimiento. Varios ministros
lo habían seguido por vía aérea. Por tierra llegó a Chillan y Concepción, donde comprobó que la zona
industrial de Tomé y Lota no habían sufrido mayormente. En el destructor Serrano volvió a Valparaíso.
En Talca no hubo daños importantes en los edificios. Sólo en los barrios apartados se cayeron
viviendas de construcción débil. En Linares cayeron sólo algunas torres de iglesias.
En Cauquenes, el hotel Plaza, el Banco de Talca, el cabaret Shangai, el hospital, quedaron en
el suelo. Lo mismo sucedió con la cárcel donde el alcaide pereció en la catástrofe. De la iglesia, sólo
quedaron las murallas del primer piso. En la estación experimental agrícola se perdió toda la existencia
de vinos generosos. El liceo y la intendencia quedaron sin murallas. El cincuenta dpor ciento del toal
de las viviendas y edificios tuvieron daños de consideración, derrumbándose total o parcialmente.
En Parral se cayeron las murallas de la catedral y las del templo de San Francisco; éstas últimas
se estaban reparando después del terremoto de 1928. El liceo de hombres y de la escuela superior
se destruyeron totalmente. Las casas de algunos agricultores y las viviendas de adobes también se
destruyeron, principalmente las de la calle Urrutia. Se estimaron en un cuarenta por ciento el total de
las viviendas, que sufrieron daños de consideración.
En San Carlos se cayó la iglesia y los edificios de las principales calles quedaron con una o varias
murallas en el suelo; entre éstos el servicio de agua potable, que quedó con los archivos a la intemperie.
El alumbrado público y domiciliario se interrumpió en los primeros momentos. Los edificios y viviendas
dañados alcanzaron al teinta por ciento.
Chillan fue, sin duda, la ciudad más afectada. El sismo empezó con una sacudida viomentísima
que aerribó de hecho, la mayor parte de los edificios; las sacudidas posteriores acabaron la obra de
destrozos. Se estimó que el sesenta por ciento de las viviendas y edificios se derrumbaron o quedaron
semidestruídos. Chillan tenía un total de tres mil quinientos veintiséis inmuebles. De éstos, un mil
seiscientos cuarenta y cinco se derrumbaron totalmente, entre los que es importante destacar el teatro
Municipal, cuatro iglesias, un mil doscientos cuarenta casas de adobes y trescientos setenta y una
casas de ladrillos. Trescientos veinticinco quedaron semidestruídas, entre las que estaban tres
iglesias y ciento setenta y siete viviendas de adobes. Un mil cuatrovientos sesenta y ciño inmuebles
quedaron deteriorados. Se interrumpieron los servicios de teléfonos, telégrafo, electricidad, la estación
del ferrocarril quedó en el suelo, lo mismo que manzanas completas de casas. El teatro Municipal
estaba con varios cientos de espectadores, la mayoría de los cuales murieron o quedaron heridos.
Grandes grietas se abrieron en algunas calles, y en otras era imposible caminar en los primeros
momentos después del terremoto, porque los edificios de ambas veredas se derrumbaron hacia la
calzada, que también quedó con los cables del tendido eléctrico en el suelo. Los edificios de la
gobernación, teléfonos y telégrafos quedaron inuntilizados. La casa que había pertenecido a Bernardo
O'Higgins en Chillan Viejo quedó convertida en polvo. Los servicios públicos empezaron a funcionar
en la plaza, en compartimentos señalados por los bancos, lo mismo que los sobrevivientes que se
alojaron la primera novhe y las subsiguientes en las plazas públicas. Esa fue, por lo demás, la tónica
en la mayoría de las ciudades terremoteadas: la plaza pública o los patios interiores, donde fue posible,
sirvieron de viviendas. Escaseó el agua, el pan, la carne, los medicamentos y la mayoría de los
alimentos, principalmente, porque los inmuebles en que estaban los negocios quedaron en el suelo.
El diario La Discusión interrumpió sus publicaciones por dos meses, debido a los deterioros de sus
maquinarias; sólo reapareció el 23 de marzo. Las pérdidas vitivinícolas fueron del orden de los seis
millones setenta y nueve mil cuatrocientos noventa litros de vino, avaluados en doce millones
novecientos cincuenta y tres mil cincuenta y dos pesos. En Chillan hubo siete incendios, como
consecuencias del sismo.
Ese mismo año, el poeta Nicanor Parra escribió su Epopeya de Chillan publicada en el libro
Ocho Nuevos Poetas Chilenos de Tomás Lagos. Algunos de sus versos dicen así:

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"Qué se levante el raudo viento azul de otoño,
que aquí no pasa nada que puramente todo.
Chillan existe como una rosa blanca
sobre mi corazón húmedo y sin palabras.

Chillan no está vencido, Chillan laurel alzado


como en el verde campo los gentiles caballos.
Que se levante el trueno vivo de los tambores
y el hortelano alegre que se levante entonces.
Chillan en cada gancho de cada lirio vibra
como la espada abierta de la noche sombría.

Que se levante entonces como una bestia el día


que aquí toda una llama que aquí nada ceniza.
Que se levante el fuego como un caballo de oro
que aquí no pasa nada que puramente todo".

Florida, Bulnes y Quillón sufrieron serios destrozos. Los edificios de la municipalidad, Carabi-
neros, las iglesias quedaron en el suelo; lo mismo las cárceles. En todos ellos, la plaza fue el refugio
obligado de la población. En Florida, los reos de la cárcel, al caerse el edificio, quedaron libres bajo
palabra de honor y ayudaron a la remoción de escombros. También se cayeron o destruyeron los
edif ¡vos de las escuelas, los postes del alumbrado eléctrcio, los puentes y las viviendas, principalmente
las construidas de adobes.
En Tomé, de ochocientos veintitrés inmuebles, ochenta y ocho resultaron destruidos. Los
edificios que más sufrieron fueron el de la fábrica de paños, el cuartel de bomberos, la Caja de Ahorros
y el club social, además de viviendas de particulares. Los daños de la fábrica de paños fueron
reparables. También se rompió una pipa que contenía veinticuatro mil arrobas de vino generoso,
avaluada en poco más de un millón de pesos, de las bodegas de la Sociedad Vitininícola del Sur.
En Penco tuvieron serios daños la Refinería de Azúcar y la fábrica de loza. La fábrica de abonos
quedó en el suelo. Del total de quinientos cuarenta y nueve inmuebles, quedaron destruidos
doscientos veinticuatro.
En Coelemu, San Rafael y Trehuaco sufrieron derrumbes y destrozos las escuelas, las iglesias
y los edificios públicos, amén de las viviendas de particulares, la mayoría de las cuales eran de adobes.
En Quirihue quedaron en el suelo el edificio de correos y telégrafos y la escuela de mujeres. La
iglesia no alcanzó a derrumbarse, pero quedó sin techo y con las murallas desplomadas. La escuela
de hombres quedó en buenas condiciones, instalándose en el local un hospital de emergencia. Tanto
el correo, como el telégrafo se instalaron en la calle en los primeros dias, lo mismo que los damnificados
que quedaron sin vivienda.
En Talcahuano el cinco por ciento de las casas resultó destruidas, la mayoría muy antiguas y
de construcción de adobes.
En Concepción, de siete mil quinientos veintiséis inmuebles que había, quedaron destruidos
alrededor del diez por ciento. Entre ellos, quedaron en el suelo, el edificio de la intendencia; el club
social; el de Williamson Balfour; el de Gildemeister, que después del terremoto terminó de consumirse
en un incendio que se produjo al dia siguiente; el banco Alemán. El hospital San Juan de Dios, a pesar
de que se le cayeron sólo algunas murallas, quedó inhabilitado. Se instaló un hospital de emergencia
en el aula magna de la escuela de Derecho. La ciudad universitaria quedó intacta; sólo se cayó una
muralla del teatro de la universidad. Un número apreciable de casas pequeñas, de los extramuros se
destruyó totalmente. En los primeros momentos se cortó el agua, la energía eléctrica, las comunica-

232
cienes telefónicas y telegráficas. Muchos alambres de los tranvías y postes del alumbrado público
quedaron en el suelo. Lo mismo que muchas murallas cubrieron las calzadas, sin embargo, los
automóviles pudieron circular con relativa facilidad. Las líneas del ferrocarril se destruyeron en varias
partes; se rompió el puente sobre el río Bío Bío. El diario El Surtuvo que suspender sus publicaciones
por algunos días, para reparar los daños sufridos en sus maquinarias, rapareciendo el 29 de enero.
Hacia el sur, por lo menos hasta Temuco, y hacia el norte, también hubo algunos daños de poca
consideración.
El censo extraordinario ordenado levantar por el Gobierno en las provincias de Linares, Nuble,
Maule y Concepción, que fueron las más afectadas, arrojó un total general de seiscientos ocho mil
doscientas sesenta personas damnificadas. De éstas, doscientas mil quedaron a la intemperie. Para
evitar epidemias se hicieron cuatrocientas cincuenta y cuatro mil novecientas cincuenta y nueve va-
cunaciones antitifoidea, especialmente en los individuos que permanecieron en carpas o en condicio-
nes anormales, en vista de los problemas de agua potable y el funcionamiento irregular de los alcan-
tarillados. El 5 de febrero, los diarios dieron cuenta de casos aislados de fiebre tifoidea.
Las comunicaciones telegráficas que quedaron interrumpidas en cinco provincias, con un mil
trescientos treinta y cuatro kilómetros de líneas destruidas, se restablecieron en ocho días. El monto
de las pérdidas, por este concepto, alcanzó a un millón veintiséis mil trescientos noventa pesos.
El servicio de agua potable especialmente clorada, el servicio de alcantarillado, los de teléfonos,
fueron restablecidos en cuatro días, en toda la zona devastada. El esfuerzo de la dirección de Obras
Públicas permitió restablecer en veinticuatro horas el tráfico por el camino longitudinal al sur y el
ferrocarril estuvo nuevamente en funciones, en cuatro días.
El Gobierno procedió a designar Jefes de Plazas en todas las ciudades comprendidas desde
Talca a Bío Bío, para que coadyudaran a la acción del Ejecutivo y mantuvieran el control superior en
cada localidad.
El mismo día 25, partieron desde la capital las primeras brigadas sanitarias con elementos
médicos, y las intendencias de Santiago y Valparaíso ordenaron el envío de víveres que, unidos a los
remitidos por la Caja de Seguro Obrero, partieron por avión, mar y tierra. En ese primer día de
organización de los auxilios, la Fuerza Aérea la Línea Aérea Nacional y la Panagra hicieron doce viajes
a Chillan y Concepción, y partió desde Valparaíso, el destructor Riquelme llevando toda clase de
elementos.
Dos hechos más caracterizan el primer día de socorro: centralización de abastecimiento en la
ciudad de Linares y control militar de la zona, desempeñado por las tropas allí existentes y por las
unidades que se enviaron desde Santiago, Valparaíso, Puente Alto, Talca y marinería de Talcahuano.
En los días siguientes, el envió de elementos se duplicó. Toneladas de artículos alimenticios
fueron llevadas por nuevos convoyes de trenes hasta Linares, y a la acción de los aviones chilenos
y americanos, se unieron los de la Air France, de la Cóndor alemana y los buques ingleses Exeter y
Ajax.
Nuevos refuerzos de tropas militares y policías iniciaron el reconocimiento de los pequeños
villorrios dañados. El abastecimiento de provisiones y ropa se regularizó con el apoyo del control
militar. Se entregó la autoridad a un general de división, los correos a un coronel, la plaza de chillan
a otro coronel y la de Concepción a un general.
En los días posteriores al 26 se inició la tarea macabra de la remoción de escombros en las
ciudades devastadas. Obreros de la firma Franke, marineros, del Exeter, obreros de la construcción
enviados por la Central de Trabajadores de Chile y brigadas de los partidos políticos comenzaron a
sacar sobrevivientes y cadáveres de entre los montones de ladrillos, adobes, estuco y vigas.
Antes de las noventa y seis horas de trabajo, de precipitada organización, de fuerte voluntad de
eliminar nuevas tragedias, el Gobierno cumplió el plan concebido en el primer momento: alimentación
y asistencia médica total en la zona damnificada, evacuación de sanos y heridos, reposición de las
comunicaciones, mantención del orden y la seguridad para personas y bienes.
En la escuela de Artes y Oficios se recibieron en Santiago a los refugiados. La atención de los

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heridos se realizó con la cooperación del ejército y carabineros y la colaboración de médicos del centro
del país y de Argentina. Desde Valparaíso partieron las primeras brigadas sanitarias en los buques
Serrano y Chile. También partieron brigadas sanitarias por tierra, desde Santiago. Se desocuparon
los hospitales antiguos, trasladándose los enfermos a edificios asísmicos que se habilitaron como
hospitales de emergencia.
La atención médica en las provincias quedó a cargo de los directores de hospitales y de las
postas establecidas por la Caja del Seguro Obrero, por el serivico de Medicina Preventiva, por la Cruz
Roja Chilena, etc. En los campos y pueblos se entregó a comisiones mixtas, compuestas por médicos
de Sanidad Militar, de la Dirección General de Sanidad y de la Caja de Seguro Obrero.
Quirihue recibió el apoyo de médicos de Cuyo, Argentina, y de Santiago, quines atendieron en
una escuela de hombres, donde se instaló el hospital de emergencia.
Chillan fue reforzado con un equipo de médicos de la Asistencia Pública de Santiago. En el
informe que emitieron después de la catástrofes consignaron que de un mil doscientas ochenta y
cutaro atenciones de heridas graves, cuatrocientas veintinueve fueron fracturas expuestas. Hubo
ciento veintiocho fracturas de huesos de la pierna y cincuenta y una fracturas de la columna. En el
mismo informe se estableció que se enviaron por avión a Santiago, de preferencia a los fracturados
de la coluna, de la pelvis y a los que necesitaban colocarse aparatos de yeso, por el peligro que
significaba no tener la vigilancia adecuada. Como experiencia, se señaló, entre otros, que elconcpeto
de médico aislado, sin organización, no era más que un elemento de desconcierto en la zona amagada
paor una catástrofe; que los cirujanos debían ser movilizados como equipo, con todos los elementos
necesarios para esta clase de atenciones; que la organización de beneficencia y sanidad militar debían
considerar la mantención de acopios de instrumentos y elementos que estuvieran en condiciones de
poder ser utilizados en cualquier caso de calamidad pública.
En el primer momento se centralizó en la intendencia de Santiago todo lo relacionado con la
alimentación de las personas damnificadas, tanto para los residentes de la zona damnificada, como
para los que se trasladaron a Santiago. Luego se formaron acopios en las diversas ciudades, para
atender las necesidades mensuales. También se instalaron restaurantes populares en Parral, San
Carlos, Cauquenes, Chillan, Bulnes, Concepción, Talcahuano, Penco y Tomé. El Gobierno destinó
para este último objeto, la suma de setecientos dos mil setecientos noventa y nueve pesos.
Los alimentos llegados del extranjero fueron recibidos por la dirección de Aprovisionamiento del
Estado, y la distribución, previa aprobación del Ministro, fue efectuada por el mismo organismo. Este
servicio adquirió artículos de primera necesidad, especialmente vestuario, para hacer frente a las
solicitudes de los Jefes de Plaza. También se adquirió fierra galvanizado y pizarreño, que fue
entregado a la zona devastada. Al mismo tiempo, los Jefes de Plaza fueron autorizados para requisar
los materiales de construcción existentes en la zona misma, que fueron facilitados a los particulares.
Tanto la Armada, con los detroyers Riquelme y Serrano y el acorazado Latorre, como la Fuerza
Aérea, la Linea Aérea Nacional, Panagra, la aviación civil y el ejército con convoyes de ferrocarril y
columnas motorizadas llevaron auxilios a las víctimas. La colaboración del Exeter y Ajax, británicos,
aviones del Sindicato Alemán Cóndor, el buque francés Jeanne D'Are, la aviación de los gobiernos de
Estados Unidos de Norteamérica, de Argentina y de las empresas comerciales aéreas extranjeras
colaboraron en el envío de elementos de auxilio a la zona terremoteada. Sólo por aire se transportaron
cuatro mil ciento setenta y tres kilos de medicamentos; doce mil ciento treinta y siete kilos de víveres;
siete mil quinientos catorce kilos de correspondenciañ un mil ciento ochenta y un pasajeros; ciento
catorce médicos; cincuenta enfermeros y cuatrocientos catorce heridos en trescientos veintidós
vuelos entre Santiago y las ciudades del sur, con un recorrrido de setenta y nueve mil kilómetros.
En Santiago, el ministerio del Interior se organizó un servicio de informaciones destinado a
proporcionar diariamente noticias sobre las personas residentes en las provincias afectadas.
El pueblo chileno, las instituciones y las empresas colaboraron con elementos y dinero para los
damnificados.
La Cruz Roja Chilena organizó cuatro hospitales de emergencia; uno en Santiago, otro en San

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Bernardo, otro en Rancagua y un último en Linares. Personal de enfermeras voluntarias tuvo a su
cargo los convoyes de heridos que se trasladaron a Santiago y a otras ciudades, desde la zona
devastada. También voluntariado de esta institución tuvo a su cargo la campaña antitífica en
Concepción y colaboró eficazmente en la clasificación y distribución de ropa en las provincias
afectadas. En Santiago se abocaron a la recolección de dinero y elementos de socorro y se hicieron
cargo de una parte de la labor de enfermería en los hospitales, en razón de que el personal de las
plantas de esos establecimientos fueron enviadas a la zona de catástrofes.
La generosidad internacional se hizo presente con auxilios económicos, médicos y abasteci-
mientos. Los países, cuyos gobiernos o instituciones privadas contribuyeron a esta obra de
solidaridad, fueron por orden alfabético: Alemania, Argentina, Australia, Bélgica, Bolivia, Brasil,
Canadá, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curasao, Checoeslovaquia, China, Ecuador, Egipto, El
Salvador, Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Gran Bretaña, Holanda, Irlanda, Japón, México,
Nicaragua, Noruega, Panamá, Paraguay, Perú, Suecia, Suiza, Uruguay y Venezuela. Las colectivi-
dades extranjeras en Chile, lo mismo que instituciones de Boy Scouts, y extranjeros y chilenos en el
exterior se hicieron también presentes con auxilios económicos y de otro carácter. Alrededor de diez
millones de pesos en dinero efectivo donaron los países amigos y mucho más en víveres, vestuario,
medicinas y bencina. Cabe destacar las toneladas de harina, azúcar, leche, maíz, yerba mate, carne
en conserva, cacao, café, té, arroz, manzanas, papas, miles de camisas, zapatillas, medias, overoles,
pantalones, vestidos, géneros, algodón, miles de dosis de suero anticangrenoso, antitíficos, kilos de
hipoclorito para desinfectar agua, de productos medicinales, de curaciones, miles de galones de
bencina que llegaron por tierra, mar y aire, especialmente de los países americanos.
El ministro de Fomento envió una comisión de arquitectos a la zona devastada para estudiar la
remoción de escombros y la rápida construcción de galpones de madera para refugio de los que
quedaron sin casa. El Instituto de Ingenieros envió a Chillan, en un tren especial, una comisión
compuesta de cien hombres, dos camiones, un tractor, tecles, cables, maderas, fierra galvanizado,
otros materiales de construcción, toda clase de herramientas y víveres para treinta días. Trabajaron
en construcciones provisorias par almacén de vestuario y víveres, en el parque Schleyer, un cuartel
provisional para el regimiento O'Higgins y una escuela provisional.
La dirección de Obras Públicas, con un costo de ciento quince millones doscientos veintisiete
mil pesos terminó en noventa días, en la zona damnificada, doscientos setenta y un pabellones para
servicios públicos, ochenta y una escuelas, ocho hospitales, nueve cárceles, doscientos cuarenta y
tres grandes pabellones para habitación de damnificados, varios restaurantes populares, casas para
personal docente, hizo varias reparaciones menores y otras de puentes, caminos, canales, servicios
de agua potable y desagüe, con criterio de emergencia para que duraran de cinco a seis años, que
fue el tiempo que se calculó que iba a demorar la reconstrucción definitiva.
Se convocó al Congreso a un período extraordinario de sesiones, destinado a considerar las
autorizaciones legislativas que debían otorgarse al Gobierno para hacer frente a la catástrofe.
A consecuencias del terremoto, se dictó una ley de reconstrucción. Con el N86334, se creó la
Corporación de Reconstrucción y Auxilio para atender todo lo relacionado con préstamos, expropia-
ciones, reconstrucción y auxilio a los damnificados. Se autorizó al Presidente de la República para
contratar empréstitos en moneda extranjera, hasta por una suma total equivalente a dos mil miloones
de pesos en moneda nacional, por el término de cinco años. De ésta, el cincuenta por ciento debía
destinarse a las funciones de la Corporación de Reconstrucción y Auxilio y el cincuenta por ciento
restante, a las funciones de la Corporación de Fomento de la Producción, recién creada. La
Corporación de Reconstrucción y Auxilio operó con Consejos Provinciales.
Además, se autorizó al Ejecutivo para que dentro de un plazo de seis años pudiera contratar
empréstitos con bancos comerciales e instituciones de ahorro del país, hasta la suma de quinientos
millones de pesos, para destinarlos a la construcción de habitaciones populares, de preferencia en la
zona devastada.
Haste el 31 de diciembre de 1940 se gastaron en reconstrucción de la zona afectada por el

235
terremoto, por parte del Fisco, treinta y un millones ciento sesenta y siete mil doscientos ochenta pesos
en construcción de edificios para servicios públicos y municipales; en obras camineras, trece millones
ochocientos mil pesos; en obras ferroviarias, diez millones novencientos sesenta y siete mil pesos; en
beneficencia, ocho millones cuatrocientos mil pesos; para construcción de escuelas, siete millones
cuatrocientos setenta y siete mil pesos; para expropiaciones y adquisición de bienes raices para
destinarlos a obras fiscales o para la aplicación de planos reguladores se destinaron diecinueve
millones trescientos noventa y dos mil setecientos ochenta y seis pesos.
En 1943 se gastaron treinta y siete millones quinientos ciencuenta y tres mil setecientos
sesenta y un pesos en la construcción de viviendas en serie en Cauquenes, San Carlos, Bulnes y San
Rosendo. Se gastaron veinticuatro millones ochocientos noventa y seis mil quinientos seis pesos en
la construcción y reparación de edificios de escuelas, cárceles, intendencias y tribunales de justicia.
En hospitales se gastaron seis millones trescientos mil pesos; en expropiaciones para la reurbaniza-
ción de las ciudades devastadas se gastaron once millones cuatrocientos ocho mil doscientos noventa
y seis pesos; y dieciocho millones ciento setenta y cuatro mil ochocientos noventa y tres pesos en
edificios municipales, mercados y otros destruidos o dañados.
En 1944, la Corporación de Reconstrucción y Auxilio entregó veintinueve millones setecientos
cincuenta y cinco mil cuarenta y ocho pesos a congregaciones religiosas, cuyos inmuebles fueron
dañados por el sismo.
Por la escasez de producción de cemento, se importaron diez mil toneladas desde Argentina,
y de otros lugares otras cuarenta y cinco mil toneladas; ambas partidas, libres de derecho aduanero.
También se contrató con Estados Unidos de Norteamérica el envío de dos mil quinientas toneladas
defiebrro redondo y otros materiales de construcción. En 1943 hubo necesidad de importar otras diez
mil toneladas de cemento.
Durante los innumerables vuelos a la zona devastada, se detectó la insuficiencia de una red de
aeródromos a través del país. En los vuelos que se hicieron al sur se perdió un avión Yunkers y un avión
Avro, con peligro para los tripulantes.
La absoluta insuficiencia de las instalaciones del servicio Sismológico, señalaron los ingenieros
que formaron parte de la comisión gubernativa para estudiar los efectos del sismo; indicaron que se
necesitaban sismógrafos para fuertes sismos, considerando que en el del 24 de enero saltaron las
agujas. Las características del terremoto las apreciaron en la Escala de Siebaerg, basada en las
aceleraciones de las ondas sísmicas y en los efectos del sismo sobre las construcciones. Es una escala
de XII grados. A modo de ejemplo, el sismo fue clasificado con el grado X en Chillan; IX en Parral y
Cauquenes, VIII en San Carlos y Vil en Concepción.
El comportamiento de las construcciones fue analizado por los ingenieros, determinando que
las casas de adobes con techo de teja se inutilizaron en un sesenta por ciento; las de adobes con techo
liviano resistieron un poco mejor; las de albañilería de ladrillo con techo de teja, sin cadenas ni pilares
de hormigón armado, quedaron inutilizadas en un cincuenta y siete por ciento; las de albañilería de
ladrillo con techo liviano no resultaron asísmicas; las de maderas se inutilizaron en un ocho por ciento;
los ranchos de paja, totora u otro material similar sólo tuvieron daños de consideración cuando tenían
una abundante proporción de barro; los edificios de albañilería de ladrillo con cadenas y pilares de
hormigón armado se inutilizaron en un diez y seis por ciento, donde el terremoto tuvo grado X; los
edificios de hormigón armado fueron los que mejor resistieron, con excepción de los que no tenían una
concepción antisísmica de la estructura; los edificios con muros formados con pies derechos de
madera con relleno de adobes parado o listoneando embarrado se destruyeron en un catorce por
ciento donde el terremoto tuvo grado X; los galpones de madera con techo liviano resistieron bien; los
de adobes sufrieron apreciables daños, lo mismo que los de ladrillos; los galpones de fierro
demostraron buenas condiciones asísmicas; las iglesias de ladrillos sufrieron muchos perjuicios o se
derrumbaron, y las iglesias de hormigón reforzado, especialmente la de San Francisco, en Chillan,
aunque la estabilidad general de la construcción no sufrió seriamente, hubo un comienzo de ruptura
en los arcos de la nave lateral. Llegaron, entre otras varias, a la conclusión que era necesario mejorar,

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hacer cumplir efectivamente la Ordenanza General de Construcciones y preparar profesionales en la
materia; a que el costo no se encarecía apreciablemente al construir edificios asísmicos, no más de
quince por ciento en la obra gruesa y la necesidad de ejercer un efectivo control en la edificación
realizada por particulares.
Después del informe que el Ministro del Interior rindió al Congreso, la Cámara de Diputados
designó una comisión investigadora, a la solicitud délos diputados conservadores, con el objeto de
verificar si los gastos se habían efectuado con parsimonia y acuciosidad.
En abril del mismo año 1939 un fuerte temblor dejó varias casas en estado ruinoso en Copiapó.
Hubo cuarenta y siete temblores en un día.

INCENDIOS EN TALTAL Y LAUTARO

El 30 de diciembre de 1939, un violento incendio que se produjo en Taltal dejó un obrero


carbonizado y treinta familias en la indigencia. El fuego comenzó en una de las viviendas de la calle
Martínez, dejando en escombros y cenizas, en corto tiempo, media manzana de casas.
En agosto del año siguiente -1940 - otro incendio acabó con el liceo de Lautaro. Era el único
plantel de enseñanza secundaria con que contaba esa localidad y sus alrededores. Los daños fueron
avaluados en un millón de pesos.

TEMPORALES DE 1940

Dos ciudades devastadas por el terremoto de 1939, Concepción y Los Angeles recibieron el
azote de un temporal que duró un mes y medio, entre mayo y junio de 1940. Las familias más modestas
sufrieron la inundación provocada por los desbordes de los ríos y esteros.
Los pobladores de gran parte de Los Angeles y de los barrios Pedro del Río y Puchacay de
Concepción tuvieron perjuicios considerables. Las defensas construidas a raíz de inundaciones
anteriores fueron totalmente arrasadas por la salida del estero Quilpué en Los Angeles y por las aguas
de los ríos Andalien y Bío Bío, en Concepción.
En las calles principales de Los Angeles, entre otras, Almagro, el agua subió hasta un metro,
anegando los establecimientos de los comerciantes minoristas y las bodegas; en otras sitios el agua
subió más de metro y medio, arrasando con las avenidas y paseos públicos. Los talleres del diario local
se anegaron y la fábrica de charqui tuvo que paralizar sus faenas al mojarse las secadoras.
En Concepción, la población Pedro del Río, que en esa fecha tenía del orden de los cinco mil
habitantes, quedó totalmente inundada, lo mismo que las principales calles de la población Zañartu.
En el mismo mes de junio, otro violento temporal afectó a la zona norte, acentuando su efecto
destructor en el pueblo de Taltal. El mar embravecido, las lluvias torrenciales y aluvión, juntaron sus
fuerzas para descargarse sobre la región. El aluvión se produjo a altas horas de la noche, dejando por
lo menos dos muertos y decenas de heridos que debieron ser sacados de debajo de los escombros
para traladarlos al hospital. Varias casas fueron arrancadas de cuajo, otras quedaron totalmente
destruidas, las calles llenas de escombros y los pequeños negocios con las mercaderías tapadas de
barro.
En julio, una intensa nevada cayó sobre las azufreras de Codoceo, en el norte, poniendo en
peligro a los mineros quienes trabajaron intensamente para evitar quedar sepultados. Recibieron
alimentos y medicamentos por paracaídas, lanzados desde un avión.
En el mismo mes, el trente de mal tiempo llegó hasta Concepción, arrasando con Tocopilla y la
mina La Despreciada, ocasionando daños en Llolleo, Santiago, Constitución y Carahue.
Entre la noche del 24 y la mañana del 25 de julio, llovió torrencialmente en Tocopilla. Se formó
un aluvión en un salto de agua de más de doscientos metros, por la Quebrada Tocopilla, la que con
el barro y las piedras que encontró en su camino formó una verdadera avalancha que arrasó con la
población obrera La Manchuria, con parte de la población El Salto y parte del centro de la ciudad.
También se destruyó el campamento minero de La Despreciada, el poblado de Gatico y la estación
Reverso.
El torrente arrasó con el noventa por ciento de las casas de la población La Manchuria; se
contabilizaron dieciseis desaparecidos. EL hospital nuevo de Tocopilla que había costado cuatro
millones de pesos recibió el impacto de las aguas que destruyeron los muros de cemento armado,
inundó el primer piso, destruyó el muro del extremo opuesto, vaciándose sobre el colectivo de la Caja
de Seguro. La avalancha se llevó también las bodegas, maquinarias y estanques de la Beneficiadora
de Tocopilla, que estaba paralizada hacía algunos años, e invadió las calles céntricas de la ciudad que
quedaron cubiertas de lodo. La población El Salto fue arrasada en parte, quedando algunos
desaparecidos y varios muertos. La línea férrea sufrió deterioros con el agua y el barro.
La mina La Despreciada, ubicada a cuatro kilómetros de Tocopilla, que tenía un campamento
obrero de doscientas casas, instalaciones de extracción y elaboración de metales fue totalmente
arrasada. Se encontraron treinta y tres cadáveres, otros tantos desaparecieron y hubo alrededor de
treinta heridos. Los muebles, enseres y vehículos quedaron sepultados bajo el lodo. El retén de
Carabineros que había en la mina se derrumbó estruendosamente, salvándose el personal y sus
familias; la potencia del agua arrastró al ganado hasta Tocopilla.
En la caleta de Gatico hubo cuatro muertos y ciento ochenta y dos personas quedaron sin hogar.
La estación Reverso quedó bajo el agua; el cambiador pudo salvarse, pero toda su familia
pereció.
En total quedaron más de mil quinientos damnificados, por lo menos cuarenta muertos, otros
tantos desaparecidos, medio ciento de heridos y daños del orden de los veinte millones de pesos.
Tanto el intendente, como los funcionarios de la intendencia, Carabineros y particulares ayudaron a
los damnificados, concurrieron a los funerales de las víctimas que enlutaron a la región, e incluso el
comercio entornó sus puertas.
En Santiago se inundó el barrio Ñuñoa. En Llolleo se desbordó el estero inundando las casas
ubicadas en sus riberas; principalmente de familias humildes que tuvieron que ser evacuadas en botes;
hubo algunos muertos y heridos. En Constitución las aguas del río Maule invadieron gran parte de la
ciudad, llegando en algunos sectores a más de sesenta centímetros; la población debió ser evacuada
en botes y por carabineros a caballo. El río Traiguén se desbordó inundando varios galpones del
regimiento de Artillería NQ4. Las calles Pinto, O'Higgins, Bulnes y Blanco, fueron esta vez, las que
sufrieron el impacto de las aguas en Concepción.
A mediados de agosto del mismo año, otro frente de mal tiempo produjo inundaciones en
Carahue, al desbordarse el río Imperal. Las villas Estación y Damas quedaron sumergidas en el agua
hasta el primer piso. Los habitantes se refugiaron en la estación, embarcándose en botes, desde las
ventanas del segundo piso de sus viviendas.

INCENDIOS EN 1941

- Pasadas las ocho de la noche del 1 de marzo de 1941 se produjo un incendio en San Rosendo
que arrasó con tres manzanas de edificios del centro de la ciudad. Se quemaron el edificio de la
municipalidad, el de correos y telégrafos, dos hoteles, locales comerciales y viviendas de particulares

238
que dejaron más de trescientas familias sin hogar^Las pérdidas se calcularon en seis millones de
pesos. Concurrieron dos compañías de bomberos de Concepción para ayudar a extinguir el fuego. El
Gobierno dispuso la cantidad de tres millones y medios de pesos para ayudar a la reconstrucción.
El 21 de marzo del mismo año 1941, otro incendio redujo a escombros y cenizas al hospital de
Ancud. Los enfermos que sumaban alrededor de sesenta, eran mayoritariamente ancianos, mujeres
y niños, los que se salvaron, gracias a la oportuna acción de los bomberos, siendo trasladados al asilo
de ancianos. Las monjas de la Inmaculada Compañía perdieron hasta la ropa. El fuerte viento y lafalta
de agua impidieron una acción eficaz, por parte de los voluntarios bomberiles. Las pérdidas se
estimaron en cuatrocientos mil pesos.
El 18 de abril de 1941, un incendió arrasó con una manzana de edificios en pleno centro de
Curicó, ocasionando pérdidas del orden de los diez millones de pesos. El fuego se inició en una
sastrería, quemándose también joyerías, mueblerías, paqueterías, librerías y una mercería, donde
además se produjeron dos explosiones por la bencina y aguarrás que había en sus bodegas y que
ayudaron a que cundieran las llamas. Además quedaron reducidas a cenizas varias viviendas de
particulares que dejaron en la indigencia a sus habitantes. La mala calidad del material de los
bomberos dificultó la extinción, en la que colaboró el cuerpo de bomberos de Teño, con una autobomba
recién adquirida. Había seguros por dos millones ochocientos cuarenta y cinco mil pesos.
Otro siniestro se produjo en el sector comercial de Coronel, el 17de mayo de 1941. Las pérdidas
calculadas en más de un millón de pesos, correspondieron a zapaterías, almacenes, a otros
importantes negocios, casas particulares, al único hotel de la ciudad - el Palace Hotel, que estaba
recién inaugurado - y al inmueble en construcción del sindicato de obreros del carbón de la compañía
Schwager, que se estaba levantando con los aportes de los mismos obreros. La acción de los
bomberos fue rápida y gracias a que no había viento el fuego se controló en pocas horas.
En noviembre del mismo año, un incendio redujo a cenizas un cuarto de manzanas de edificios
en Antofagasta. Se quemaron viviendas en la calle Esmeralda, uno de los sectores más populosos de
la ciudad, dejando en la miseria a varias familias. El fuerte viento imperante en los momentos del
siniestro, la mala calidad del material del cuerpo de bomberos y la calidad de las viviendas, que eran
de material ligero, ayudaron a la propagación de las llamas.
Alrededor de quince millones de pesos fue el valor asignado a grandes partidas déte, algodón,
automóviles, maquinarias y cajones con respuestos que se quemaron en el incendio que)se produjo
el 31 de diciembre de 1941, en el recinto de la aduana de Valparaíso. El siniestro se inicio en el sitio
rV "cuatro que la aduana tenía en el muelle. Para algunos, éste se produjo debido a chispas que saltaron
de la locomotora que corría en el mismo lugar. Para otros el incendio fue intencionalj-En todo caso,
hubo escasez de maguerás, fallaron las bombas y los elementos de extinción para apagar rápidamente
las llamas^Por las proporciones del siniestro y la cantidad de las pérdidas, el ministro de Hacienda
determinó adoptar medidas y conocer de cerca el detalle de los hechos; para ésto hizo concurrir a sus
oficinas en Santiago al superintendente de Aduanas, al director de Obras Marítimas, al administrador
de la Aduana y al administrador del puerto de Valparaíso^Se acordó dejar en una sola autoridad los
asuntos portuarios y aduaneros, ya que hasta esa fecha intervenían en el resguardo y descarga de
las mercaderías, la Aduana, que dependía, del ministerio de Hacienda, la administración del Puerto
que dependía del ministerio de Defensa y Carabineros que dependía del ministerio del Interior. Se
designó, además, un ministro en visita, de la Corte de Apelaciones de Valparaíso, para que instruyera
el correspondiente sumario. Por esos días, según un semanario de la época, había escasez de té y
las importaciones de maquinarias y automóviles eran difíciles. Después de siete días que se produjo
el siniestro, aún era necesario seguir echando agua a las rumas de algodón que seguían ardiendo.

239
TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1941

En doscientos cincuenta mil pesos se avaluaron las pérdidas ocasionadas por el temporal y el
aluvión que los días 5 y 6 de marzo de 1941 azotaron a Punta Arenas. Se desbordó el río Las Minas
inundando las calles adyacentes. Las alcantarillas del centro también se rebalsaron provocando
perjuicios de consideración en algunas casas comerciales. Varios puentes y defensas fueron
arrastrados, mientras el viento huracanado y la lluvia dañaron los techos y viviendas. Algunos edificios
fueron arrancados desde los cimientos y arrastrados por las aguas. El Ejército y los Carabineros
ayudaron al salvamento de las decenas de familias damnificadas.
El 24 de julio del mismo año 1941 un fuerte temporal azotó a San Fernando, de tal modo que
ese día se paralizó toda la actividad comercial. Las aguas del estero Antivero inundaron las calles,
dejando a doscientas familias damnificadas. En camiones y carretones de la municipalidad fueron
llevadas a sitios seguros.
Un frente de mal tiempo entre el 8 y el 15 de agosto ocasionaron daños de todo tipo en la zona
central: se produjeron desbordes de los tranques El Culebrón y Angostura, en Andacollo; derrumbes
en los cerros de Valparaíso y daños en las obras del puerto; inundaciones en casi todos los barrios
de Santiago; la muerte de ocho personas a consecuencias de rodados en Pérez Caldera; más al sur,
los canales y ríos se desbordaron inundando las carreteras, villorrios y campos. Hubo un centenar de
muertos y las pérdidas se calcularon en varios millones de pesos. Las provincias afectadas fueron
Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso, Santiago, O'Higgins, Colchagua, Curicó, Talca, Maule, Linares,
Nuble y Concepción.
En Andacollo se desbordaron los tranques El Culebrón y Angostura arrasando a la población
de las cercanías. Oficialmente se registraron veinte muertos, cincuenta desaparecidos y cuarenta
familias quedaron sin hogar. También hubo daños en los edificios de correos y telégrafos, en el
juzgado, en la municipalidad, en la Caja del Seguro Obrero, en la basílica de Ancadollo. El ferrocarril
a Andacollo se interrumpió porderrumbes en Palos Quemados. La Serena y Coquimbo enviaron ayuda
en vestuario, alimentos y ambulancias, que llegaron con grandes dificultades por los intransitables
caminos. El ministro del Interior autorizó al intendente de Coquimbo para girar fondos para ayudar a
los damnificados.
En Ovalle se desbordó el canal derivado del tranque Cogotí. El campamento obrero La Paloma,
cerca de Ovalle, se inundó totalmente, salvándose la población que fue rescatada a tiempo. El
ferrocarril longitudinal al norte quedó interrumpido en Las Chucas y más al norte, al llegar a Coquimbo,
a causa de rodados. En Petorca, treinta familias se anegaron, trasladándoseles a escuelas del sector;
se pusieron fondos a disposición del gobernador de La Ligua para socorrerlos. La crecida del río La
Ligua arrasó con siembras y huertos. En Llay Llay la salida del estero Los Loros inundó la población
Santa Teresa. El estero Lo Campo inundó todas las casas de los alrededores, en San Felipe. El río
Aconcagua se desbordó a la altura de Chagres, inundando las viviendas de la localidad. Las tropas
del regimiento Ingenieros N52 trabajaron desviando las aguas del citado río para evitar daños en la
población de Quillota. El estero Pochocay inundó totalmente las parcelas de San Pedro. En Jahuel la
nieve llegó a un metro de altura. En Los Andes, la crecida del estero San Francisco inundó parte de
los barrios apartados.
En Valparaíso hubo serios derrumbes: en el sector Santa Elena se cayó parte del cerro
Ramaditas arrastrando el "ascensor" y destruyendo varias casas; otros derrumbes se produjeron en
la avenida Elias. La arena y la tierra taparon los cauces. El día 13 de agosto nevó en Alto del Puerto.
Hubo varios muertos, heridos y decenas de damnificados a causa de estos problemas; las familias que
quedaron sin hogar por los derrumbes e inundaciones fueron socorridas por Carabineros, mientras los
bomberos se abocaron a remover los escombros.
Rodados en las cuestas de Zapata y Barriga interrumpieron el tránsito carretero entre Santiago
y Valparaíso. Tres rodados, por lo menos, cayeron en Caracoles, produciendo un cerro de nive de más

240
o menos cincuenta metros de largo por cuarenta de alto, que sepultaron edificios y siete personas.
Esquiadores quedaron aislados en Portillo, Ferellones, Lagunillas y Lo Valdés a los que hubo que llevar
auxilios en aviones. La línea férrea de Puente Alto a El Volcán también se interrumpió por otros
rodados.
En Santiago se desbordaron el río Mapocho, el Zanjón de la Aguada y el canal San Carlos. Se
inundaron los sectores adyacentes al cerro San Cristóbal; Providencia quedó aislada del centro de la
ciudad; los vecinos de Vitacura debieron formar barricadas con sacos de arena y piedras para contener
el agua que inundó las calles, paralizándose a la vez, toda actividad comercial. Ñufioa, Macul, San
Miguel, Renca, La Florida también sufrieron inundaciones, correspondiendo a Carabineros el rescate
de las familias damnificadas y a las cuadrillas municipales realizar defensas de urgencia, para evitar
mayores inundaciones del río Mapocho, principalmente en Renca y en la avenida Santa María. La
capital quedó sin energía eléctrica debido a los rodados que cayeron y desviaron las aguas del río
Maipo, afectando a las plantas eléctricas de Los Maitenes y Los Queltehues. Cayeron plumillas de
nieve en la parte alta de Santiago y granizo en el resto de la ciudad. Hubo derrumbes en Maipú y
Cerrillos. Isla de Maipo quedó aislada al desbordarse el río Maipo, que también inundó Naltahue. Villa
Alhué quedó sin comunicaciones. Las inundaciones también afectaron a Melipilla donde quedaron
doscientas familias damnificadas; a Peñaf lor, donde quedaron setenta familias en la calle; a Talagante
donde el agua subió más de un metro; a San Bernardo, donde la población Ducaux fue la más afectada;
a Colina, donde se interrumpió el camino a Santiago. Hacia el interior de Las Condes, en el asiento
minero Pérez Caldera, un rodado mató a ocho personas.
En Rancagua el vendaval arrancó letreros y techumbres. A veintidós metros de altura llegó la
nieve en Sewell, quedando totalmente aislada la población a la que se le envió alimentos por el
andarivel eléctrico que existía entre Sewell y Caletones. Hubo tres muertos en el mineral, a
consecuencia de los rodados, que también cayeron sobre Coya, el 12 de agosto.
En San Vicente de Tagua Tagua el río se llevó los cimientos de la vía férrea; la corriente provocó
un desnivel de siete metros. Grandes inundaciones hubo en Buín, San Fernando, Rengo, Curepto,
Chillan y Constitución. Se salieron el canal Bertiti, el río Cachapoal, el río Maule, el río Antivero, el río
Mataquito, el lloca. Los regimientos, los bomberos, la Cruz Roja y Carabineros se abocaron a salvar
a las familias inundadas y a proporcionarles atención en albergues improvisados.
Curicó soportó tres semanas de temporal: los ríos Teño, Lontué y Quinquello, los esteros y
canales convertidos en verdaderos mares inundaron la ciudad y los campos.
En Concepción se desbordaron los ríos Andalien, Bío Bío y Carampangue. Se cortó el camino
a Lota; el de Carampangue a Lota; los ramales a Tomé, entre Tomé y Dichato y entre Coelemu y
Magdalena y en las estaciones Riquelme y Passis, quedaron interrumpidos los servicios de trenes, por
derrumbes en los cerros.
En Nueva Imperial, el barrio Cholchol y en Carahue las villas Estación y Damas sufrieron
también serias inundaciones.
Los servicios ferroviarios, telegráficos y telefónicos sufrieron diversas interrupciones. Los
caminos tuvieron daños por derrumbes e inundaciones.
En Osorno, hasta donde llegó el frente de mal tiempo, se inundaron las calles más populosas
y el barrio Rahue, quedando destruidas gran parte de las construcciones. El regimiento proporcionó
pontones a los damnificados.
Se estimaron en más de siete millones de pesos los daños. En consejo de gabinete se
impusieron los ministros de todos los daños y deterioros en la zona damnificada. Se destinaron más
de dos millones de pesos para las reparaciones de los caminos.
Los deshielos en la cordillera, en el mes de diciembre del mismo año 1941, provocaron darlos
y destrozos en diferentes localidades del país.
El río Tinguiririca aisló un sector de más de trescientas cuadras y una parte de la colonia San
Juan, en la provincia de Colchagua, principalmente terrenos arados para la siembra de chacras.
En Calera, el río Aconcagua arrasó con cuarenta metros de defensas, inundando parte de la
ciudad.
241
En Los Andes se inundó un sector del estadio fiscal. En San Felipe, el río Aconcagua anegó los
fundos y propiedades ribereñas.
En Ovalle, el río Liman' arrasó con el puente Mostazal.
En treinta millones de pesos se calcularon las pérdidas causadas por el río Elqui. Grandes
terrenos de siembras y plantíos, la línea terrea y puentes fueron destruidos por las aguas. El servicio
ferroviario se suspendió.
En Vicuña se inundó el sector de la Alameda, evacuándose parte de la población. Las aguas
desnivelaron los terrenos y destruyeron las murallas divisorias, amenazando a la turbina eléctrica, a
pesar de que se habían invertido treinta mil pesos en defensas provisorias, que el agua arrasó en pocas
horas. EL río alcanzó a invadir el lado norte de La Serena.
Peralillo, Las Rojas, Puente Piedra, Altovalsol y Diaguita fueron localidades que quedaron tem-
poralmente aisladas. El Regimiento Arica construyó defensas en Rivadavia y en otras localidades,
para evitar mayores daños.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN LLAIMA EN 1941

El 13 de junio de 1941 el volcán Llaima entró nuevamente en erupción, llenando los ríos con
torrentes de cenizas, piedras y árboles arrasados por la lava ardiente. La fuerza del lahar destrozó los
puentes sobre el río Traf ultraf ul, aislando a sectores agrícolas, ganaderos y madereros, como Cabeza
del Indio, Sahuelhue, Tracura, Carén, Huachelepún y Reigolí, en el deslinde con Argentina. También
fue arrastrado el puente de la aduana de la frontera, aislando a Guellereupe, Alpehue y Paile Paile y
el puente Sur- Manzano que servía de tránsito a los sectores de Santa María de Llaima, a Molulco y
a Cura Cura. La zona afectada fue de alrededor de cuarenta y cinco mil hectáreas de terrenos en plena
producción, con ocho mil habitantes que quedaron aislados de los lugares poblados.

MENINGITIS ENTRE 1941 Y 1942

Una epidemia de meningitis que empezó a mediados del año 1941 alarmó a las autoridades
sanitarias, al Gobierno y a la población, determinando que se tomaron medidas para combatir el mal,
que a esa fecha, de acuerdo a declaraciones de los médicos sanitarios, no se habían descubierto
todavía los medios preventivos para evitarla.
En 1938 se registraron algunos casos aislados en la escuela de Pilotines de Talcahuano. En
1941 se detectaron varios enfermos en los cuarteles de Antofagasta, Iquique y Arica, precediéndose
a su aislamiento. Al mismo tiempo se adoptaron medidas para constatar si existían situaciones
probables en otras ciudades del país.
Cuando se llevaban a efecto estas investigaciones por el departamento de profilaxis de la
dirección General de Sanidad, se denunciaron algunos enfermos en Santiago y en Valparaíso, lo que
obligó a dicho departamento a ampliar la investigación. Se realizaron cuatro mil exámenes de
secreción faríngea, que dio como resultado que en Santiago hubiese un diez por ciento de personas
que sin estar enfermas, eran portadoras de la meningitis, es decir, alrededor de noventa mil individuos.
El conocimiento y estudio de la meningitis data de fines del siglo XIX. Las publicaciones de la
prensa del año 1941 y 1942 daban a conocer que la infección se declaraba generalmente, antes de
los quince años, siendo los más afectados los menores entre uno y cinco años, no obstante lo cual,
también se presentaba ocasionalmente en mayores de treinta y cinco años.
El germen que produce la enfermedad se llama meningococo y se aloja en el conjunto de las
cavidades que forman la nariz y la parte alta de la garganta, operando su acción destructora al pasar

242
al cerebro por la sangre o a través del nervio olfatorio. Al llegar al cerebro ataca las membranas que
lo rodean, las meninges, de ahí el nombre de la enfermedad. El medicamento sulfadiazina extermina
los menigococos, permitiendo la recuperación física total del paciente. Se contagia a través de las
gotas de saliva que saltan cuando se conversa, se tose o estornuda.
Ese año 1941, la epidemia se inició en el mes de mayo en Valparaíso, llegando a constatarse
ciento veintisiete casos, de los cuales diecinueve fueron fatales. En Santiago se inició en el mes de
agosto, con un registro de noventa y ocho enfermos, falleciendo veinticuatro.
En el verano de 1942 la epidemia tendió a desaparecer, produciéndose un rebrote en el invierno.
Se tomaron medidas drásticas, como el adelanto de las vacaciones de invierno para tos escolares; se
dispuso que se evitaran las aglomeraciones en los establecimientos públicos; se designó una comisión
para que, en conjunto con los representantes de las empresas teatrales, se tomaran medidas y
acuerdos, entre los que destacaron, la de ocupárselo el treinta por ciento de las salas donde no hubiese
butacas individuales, renovar el aire entre función y función no menos de una hora, suspender las
exhibiciones de películas por media hora, después de tres vueltas en los cines rotativos, no exhibir
películas para menores. Se difundieron las causas predisponentes al mal, entre las que se dijo,
estaban los esfuerzos musculares prolongados; los enfriamientos; las inmersiones de larga duración
en agua fría; la alimentación insuficiente en calidad y en cantidad; el hacinamiento y la higiene
defectuosa. Se recomendó espaciar las camas en los dormitorios o por lo menos alternar las
cabeceras, si sólo había una cama; no exponerse al sol; airearlos dormitorios y evitar besar a los niños.
Se dijo que era jundamental denunciar cualquier caso sospechoso, evitando remedios caseros,
ya que tratada a tiempo con la sulfadiazina, era perfectamente curable. Hubo alrededor de setecientos
cuarenta casos registrados en todo el país, de acuerdo a las estadísticas de la Dirección General de
Sanidad, con un promedio de diez a quince casos diarios, en el mes de julio, que fue el que tuvo el más
alto índice de morbilidad. De éstos, ciento ochenta se registraron en Santiago y trescientos treinta en
Valparaíso, entre enero y julio dé 1942.
En vista de que los comprimidos de sufadiazina empezaron a adquirirse masivamente por la
población, por si era necesario, en caso de tener un enfermo entre los familiares, se dispuso que el
departamento de Control de Drogas y Específicos requisara el medicamento en todo el país, quedando
en poder de los expendedores, pero la venta debía nacerse sólo bajo receta médica, sancionándose
el incumplimiento con multas que fueron de un mil a veinte mil pesos.
Con el objeto de evitar el desabastecimiento del citado medicamento, se solocitaron a los
Estados Unidos de Norteamérica, llegando en el mes de julio, ocho mil comprimidos y luego otra
remesa que fue encargada a la oficina Sanitaria Panamericana. Luego se dispuso que en Santiago
fuese la farmacia de urgencia de la Asistencia Pública la que vendiera la droga. Al bajar tos índices
de morbilidad, también se dispuso que las postas de la Asistencia Pública atendiesen a los enfermos,
con un servicio rápido, extraordinario y eficaz de aislamiento y un tratamiento expedito. Afines de julio
de 1942 se presentaron los últimos casos.

APTOS A EN 1942

Entre abril y mayo de 1942 se presentó un rebrote de fiebre aftosa que se propagó por Santiago,
Valparaíso y Talca, contaminándose entre el dieciocho y el veinte por ciento del ganado vacuno. En
esa época siempre había pequeños focos de aftosa, atacando con más violencia al ganado en el norte,
decreciendo hacia el sur y desconociéndose en Magallanes. Se decía que el ganado vivía mejor en
climas fríos, porque no existían cambios bruscos de temperatura. No había otra forma de curación que
el aislamiento de los focos infecciosos, la curación de las lesiones o el sacrificio de la res. No existía
vacuna eficaz. En julio del mismo año, la epizootia estaba casi extinguida.

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SISMOS EN 1942

A la una y treinta minutos de la mañana del 29 de junio de 1942, un fuerte temblor remeció a
Santiago y a Valparaíso, sintiéndose también, pero con menor intensidad en Rancagua, San
Fernando, Los Andes e Illapel. Fue de magnitud seis coma nueve grados y la profundidad del foco
se ubicó entre sesenta y cien kilómetros.
En Santiago hubo un muerto y cincuenta y cinco heridos; se paralizaron los relojes; algunas
cornisas cayeron y se agrietaron varias murallas. De los heridos, la mayoría fue a consecuencias de
que se arrojaron desde los balcones a la calle, intentando escapar de un peligro que no llegó a
producirse. La ciudad estuvo a oscuras casi media hora, por interrupción del suministro de la energía
eléctrica domiciliaria y pública. En la plaza Libertad se rompieron todos los focos del alumbrado. En
San José de Maipo una vivienda quedó reducida a escombros.
En Valparaíso se quemaron treinta automóviles en el recinto de la aduana. Estos se habían
desembarcado hacía pocos días y se colocaron sobre rumas de algodón; con el movimiento sísmico
se les esparramó la bencina produciendo el siniestro.
El 6 de abril del año siguiente -1943 - alrededor del medio día, se produjo un fuerte sismo que
se sintió desde Coquimbo a Talca.
Murieron once personas, de las cuales, cinco fueron niños menores de cinco años y tres
perecieron por derrumbes en la mina La Cocinera. Cuarenta personas quedaron heridas, algunas en
la misma mina y otras a consecuencias de destrucción de murallas en Illapel y en Ovalle.
Hubo daños de consideración en el puerto de Coquimbo; en el hospital de Illapel, donde tuvieron
que evacuarse a los enfermos por el estado ruinoso en que quedó el inmueble; en las viviendas de
Sotaquí, en las de Ovalle y en algunas de Illapel.
Los bomberos de la zona afectada colaboraron en el salvamiento de la población damnificada,
al mismo tiempo que la Fuerza Aérea llevó auxilios a los lugares devastados.

INCENDIO FORESTAL EN 1943

Por lo menos seis muertos, veinte heridos, más de un mil personas damnificadas, sesenta mil
hectáreas quemadas, entre ellas, doce fundos, pérdidas del orden de los cincuenta millones de pesos,
fue el saldo de u n incendio forestal que se inició en la madrugada del 7 de enero de 1943, en los terrenos
situados en la orilla derecha del río Quepe, desde siete kilómetros de Cherquenco hacia el nororiente.
El fuego abarcó grandes extensiones de la provincia de Cautín, con un frente aproximado de veinte
kilómetros. En la zona de Cherquenco no llovía desde hacía un mes.
El Director de Agricultura estimó que la causa del siniestro pudo hacer sido los roces a fuego
que normalmente hacían en las montañas. Posteriormente, se estimó que otra probabilidad, pudo
haber sido la refracción de los rayos solares que al chocar con vidrios de botellas abandonadas en
medio del campo actuaron como lentes y provocaron el fuego, que luego adquirió características ca-
tastróficas.
El Gobierno auxilió a más de mil personas que sólo salvaron con lo que tenían puesto, la mayoría
eran familias de medianeros que trabajaban cultivos de cereales. Se quemaron bosques, maderas
listas para entrar en proceso de elaboración, prósperos aserraderos, sementeras y animales.
Siete días después de que se inició el incendio, todavía ardían restos de bosques y plantaciones.
Durante los momentos más intensos del fuego cayó una fina capa de cenizas sobre Temuco y los
pueblos vecinos, propagada por el fuerte viento reinante; las llamas llegaron a los bosques del sector
de Curacautín y a pequeños bosquecillos de la región de San Patricio.
244
INCENDIOS EN 1943

El 31 de enero de 1943 se declaró un incendio que destruyó casi totalmente el pueblo de


Calbuco. Este, que se inició alrededor de las tres de la tarde, duró casi cuarenta y ocho horas. Se
quemaron el ochenta por ciento de las casas. Más de un mil quinientas personas, de las cinco mil que
había en el pueblo, quedaron en la más completa indigencia. El fuego comenzó en la Capitanía del
Puerto, propagándose a todo el centro de la ciudad. Doce manzanas de edificios y casas se
consumieron, entre éstas, la gobernación, el juzgado de letras, la notaría, la municipalidad, el cuartel
de Carabineros, la aduana, la cárcel, la sanidad, el Seguro Obrero. En esa fecha, en Calbuco sólo
existía un inmueble de concreto, el resto era de madera, lo que ayudó a la propagación de las llamas,
lo mismo que la falta de agua y el viento. Los bomberos de Calbuco fueron ayudados por los voluntarios
de Puerto Montt; que se trasladaron en la escampavía Yelcho, y los marinos de la Armada, para lograr
la extinción del siniestro. Las pérdidas se calcularon entre treinta y cuarenta millones de pesos.
El 14 de agosto del mismo año 1943, un incendio destruyó catorce manzanas de edificios en
Curacautín, que en esa época tenía no menos de noventa y ocho por ciento de los inmuebles de
madera. La calidad de las viviendas, el viento imperante y el material antiguo y deteriorado del cuerpo
de bomberos ayudaron a que las llamas se propagaran tan rápidamente, que en alrededor de media
hora se habían consumido las tres cuartas partes de la ciudad. Un frente de mal tiempo que afectaba
a la zona dificultó la llegada de ayuda desde Victoria, que había enviado personal de bomberos y
Carabineros. Entre los inmuebles se consumieron la oficina de pavimentación, la tesorería, la oficina
de caminos, barracas, establecimientos comerciales e industriales y la escuela de hombres. Se
quemaron, además, once automóviles que quedaron convertidos en fierros retorcidos; aves, caballos,
vacas y cerdos murieron calcinados. Dos mil quinientas personas perdieron sus hogares. Curacautín
quedo sin agua, sin luz y sin teléfonos. Los daños fueron avaluados en quince millones de pesos. De
Victoria se envió ayuda de particulares en dinero y mercaderías. A su vez, la dirección de Auxilio Social
atendió a los damnificados. Al año siguiente, el Gobierno entregó ocho millones de pesos para la re-
construcción de la ciudad.
Bajo la presidencia de Juan Antonio Ríos, por ley N27727, de 23 de noviembre de 1943, se
modificó la Constitución Política de la República de Chile, entre otros, en el artículo 72, Nfi10,
autorizando al Presidente de la República para decretar, con la firma de todos los ministros de Estado,
pagos no autorizados por ley, para atender necesidades impostergables derivadas de calamidades
públicas hasta el dos por ciento anual del monto de gastos que autorizaba la ley de presupuestos.

SEQUÍA EN EL SUR ENTRE 1943 Y 1944

El 18 de diciembre de 1943 se informaba por la prensa que se había producido un gran incendio
de bosques en el límite de Chile con Argentina, que abarcaba alrededor de veinte kilómetros
cuadrados, por el parque Pérez Rosales, al norte del lago Vidal Gormaz, entre los cerros Trinidad,
Cristales y Obstáculos. Al efectuar el reconocimiento por aire, la Fuerza Aérea estimó que no había
acceso ni materiales para combatir el siniestro, que se estimó que había tomado grandes proporciones
por la sequía reinante en la zona. Se dieron instrucciones para circunscribir el fuego al sector de
Cochamó, ya que amenazaba con destruir el parque nacional de Nahuelhuapi.
En el mismo mes, se establecía que en Temuco debían prohibirse los roces a fuego, ya que la
considerable sequía de la temporada había secado la avena, el trigo y los pastos, lo que en la práctica
significaba que el menor descuido podía acarrear una catástrofe para la economía nacional y para los
agricultores, en particular.

245
Al mismo tiempo, desde Cautín se informaba que la sequía era un desatre para la chacarería
de Perquenco; se dijo que no habría cosecha de papas; los trigales y avenas se "arrebataron" por lo
que se chuparon y tuvieron polvillo. Los pequeños agricultores sufrieron problemas de todo tipo,
principalmente por la falta de recursos, no pudiendo efectuar las labores agrícolas con oportunidad.
En febrero de 1944 se informó que las temperaturas de alrededor de cuarenta grados en Chillan
y la prolongada sequía había producido cuantiosas pérdidas a la agricultura. En Nuble algunos agri-
cultores perdieron sus siembras de arroz por la falta de agua. Se resintieron la cahacarería y la
ganadería por lafalta de pastos. Los mismo sucedió en Bulnes y en Chillan Viejo, donde escaseó hasta
la verdura.
Los ingenieros estimaron que debía construirse el embalse del río Diguillín y el canal del río Itata,
para solucionar el problema de la falta de agua en forma definitiva. En la Dirección General de Obras
Públicas se informó que en el curso del año 1944 se completarían los estudios relacionados con la
construcción del embalse del río Diguillín. En Chillan Viejo se efectuó una reunión en la municipalidad
y se solicitaron fondos al Gobierno para realizar los estudios preliminares con el fin de construir una
bocatoma en el río Chillan, que a esa fecha tenía un mal reparto de sus aguas.
En Cuneo, cerca de Temuco, la sequía tenía a los habitantes en una situación desastrosa, por
la falta casi completa de agua, la que se vio agravada por los efectos de los incendios de bosques que
devastaron y llevaron a la ruina a una extensa zona. En marzo de 1944 los esteros estaban secos y
sólo quedaban seis pozos con agua, para una población de tres mil quinientos habitantes; la otra fuente
del vital elemento era el río Negro a doce kilómetros de distancia. A estos problemas se agregó el de
siete casos de fiebre tifoidea entre los habitantes. Se paralizó el molino y las dos barracas redujeron
el trabajo a media jornada, dejando a setenta obreros cesantes. El director de Auxilio Social, en reunión
con el alcalde, el subdelegado, el jefe del Seguro Obligatorio y el agente de la Caja de Ahorros
estudiaron la situación, solicitando, el director de Auxilio Social a las autoridades gubernamentales,
que a los agricultores damnificados se les proporcionará semillas de ovillos, para plantarlas en cuanto
comenzarán las primeras lluvias de otoño.
La escasez de agua y la falta de pasto afectó al ganado en la engorda, bajando la producción
lechera entre Concepción y Arauco. A su vez, en Osorno se estimó que sólo se produjo la tercera parte
de la cantidad habitual de leche.
En Temuco, la escasez del vital elemento repercutió en la capacidad de abastecimiento de la
empresa de agua potable; el estero Chivilcán y el canal Gibbs quedaron casi secos, lo que acarreó
perjuicios en la salubridad pública, en la ganadería y en la agricultura. La población solicitó al Gobierno
que tomara medidas para solucionar el problema. Se estudiaron varios proyectos para la captación
de aguas río arriba del Cautín, que se estimaba podría regar más de cinco mil hectáreas y un proyecto
semejante en el estero Boltrolhue podría significar el regadío de otras cuatro mil hectáreas,
solucionándose a la vez, la entrega de energía eléctrica para la zona.

INCENDIOS FORESTALES EN 1944

Entre el 8 y 10 de febrero de 1944 estalló un incendio forestal en uno de los fundos de la provincia
de Cautín, que demoró más de ocho días en extinguirse. Se propagó por las provincias de Cautín,
Arauco y Malleco, dejando más de veinte muertos, innumerables heridos, decenas de casas de
inquilinos convertidas en cenizas, cientos de animales quemados, más de sesenta mil pulgadas de
maderas, sementeras de trigo, aserraderos, enormes riquezas agrícolas y madereras convertidas en
un hacinamiento de escombros.

246
Según algunos, el fuego se inició por los roces incontrolados que se hicieron en el fundo Santo
Domingo o en el fundo San José de Chacamó. Según otros, el siniestro se inició a raíz de que dos
hermanos prendieron fuego a unos olmos para auyentar a las avejas, sacar la miel que luego iban a
comercializar. De todos modos, el fuerte viento ayudó a propagar las llamas, apareciendo focos en
distintos lugares a la vez. Varios fundos, entre ellos, El Japón, Hicamaqui, Malalche, San Guillermo
e incluso, parte de la reserva forestal de Contulmo, quedaron convertidos en cenizas.
La mayoría de los que murieron fueron horrorosamente quemados. Sólo en el salón de la mu-
nicipalidad de Carahue se velaron veintiún cuerpos irreconocibles, a quienes sólo se les pudo
identificar por el lugar donde fueron encontrados.
Carabineros, bomberos, personal de Investigaciones y efectivos del regimiento Tucapel de la
guarnición de Temuco, ayudados por los inquilinos y campesinos lograron extinguir las llamas
después de ocho días de arduo trabajo. Las pérdidas se calcularon en más de treinta millones de
pesos.
A pesar de que en esa fecha estaban prohibidos los roces a fuego, tanto por la destrucción de
la riqueza maderera, como por el peligro que significaba, éstos siempre se efectuaban. Los semanarios
comentaban en esos días que el Gobierno tenía proyectado crear una policía forestal para que vigilara
las montañas y tratara de evitar los perjuicios que acarreaban los incendios de bosques.
En marzo del mismo año 1944, otro incendio forestal estalló en el sector de Villarrica y Pucón,
tomando rápido incremento, ayudado por el fuerte viento imperante en la zona.
Por el lado norte del lago Villarrica se quemaron las casas de la administración y el aserradero
de un fundo. Por el lado de Pucón, el fuego abarcó el sector denominado Rinconada, y parte del fundo
El Volcán.
Bomberos, Carabineros, personas voluntarias de Loncoche y cien hombres del regimiento
Tucapel de Temuco trabajaron en la extinción del fuego. De todos modos murieron dos personas, una
decena quedó herida y las pérdidas materiales fueron avaluadas en más de diez millones de pesos.
El siniestro produjo gran consternación y preocupación, a tal punto que el Presidente de la
República, Juan Antonio Ríos envió al ministro del Interior a la zona devastada para que tomara
medidas tendientes a evitar la propagación del incendio a otras zonas .

INUNDACIONES Y TEMPORALES EN 1944

Un fuerte temporal de verano sacudió a la zona central entre el 27 y 29 de enero de 1944,


causando, por lo menos, cuatro muertos, serias inundaciones y deterioros en las viviendas.
En Santiago, el temporal fue acompañado de truenos y relámpagos y un rayo cayó, durante la
tempestad, en las calles Huérfanos con San Martín, fundiendo una caja de alimentación subterránea
e interrumpiendo el suministro de energía eléctrica en el sector.
El temporal y la tempestad eléctrica fueron más fuertes en la cordillera que en los valles. Entre
Los Andes y Cu rimón, un rodado de más o menos dos mil metros cúbicos interrumpió el camino. Cuatro
personas perecieron ahogadas en el río Aconcagua, cerca de Curimón. En la localidad de Santa María,
el agua arrastró animales y carretas. En San Felipe hubo daños de todo tipo, llegando el agua, en
algunos sectores a más de cincuenta centímetros de alto, prácticamente todas las casas se anegaron;
en el hospital, que quedó totalmente dañado, hubo filtraciones hasta en el techo. Los deterioros se
avaluaron en veinticinco mil pesos. Los bomberos ayudaron al rescate de los damnificados. Varios
rodados dejaron vehículos bloqueados en los caminos cercanos a San Felipe.
Las grandes avenidas de las quebradas Tarapacá y Aroma cortaron los caminos en Huara
Huara y Quebrada Seca.
Los pequeños agricultores perdieron sus siembras, enseres y animales. Se interrumpió la
ferrovía en algunos sectores, se cortaron las comunicaciones telegráficas y telefónicas, debido
principalmente, a la caída de los postes.

247
En febrero del mismo año 1944, un aluvión ocasionó daños del orden de los cuatro millones de
pesos, en Arica. Toconao tuvo serios deterioros con el frente de mal tiempo y la consiguiente
avalancha. El pueblo quedó a oscuras, a causa de que la planta eléctrica se cubrió de arena; el edificio
del cabildo, que databa de la época colonial, se derrumbó por efectos de que la lluvia. El camino a San
Pedro de Atacama quedó intransitable a consecuencias de los aluviones. Se inundaron los predios
agrícolas y se deterioraron las siembras.
En Los Andes, el rebalse de canales y acequias dañó los pastos recién segados y los trigos a
punto de ser trillados. En Santiago se desbordaron algunas acequias.
Un temporal de viento, lluvia y nieve se desencadenó en la zona centro y sur, entre el 6 y el 9
de agosto de 1944, haciendo crisis en la provincia de O'Higgins, el día 7. Un fuerte viento presagió el
rodado que transformó en una tumba blanca, una parte de Sewell, dejando alrededor de trescientas
víctimas, entre muertos y heridos, rescatándose los primeros días, ochenta cadáveres y cuarenta
heridos. También hubo daños en Valparaíso, Santiago, El Volcán, Chillan, Temuco, Concepción y
Tomé.
En Valparaíso grandes olas, vientos huracanados y lluvias torrenciales hicieron naufragar
algunas lanchas, ocasionaron derrumbes en el barrio Las Zorras y la destrucción de casitas ubicadas
a orillas del mar, en el sector de Los Lilenes. Derrumbes en el cerro El Barón, frente a la maestranza
de ferrocarriles cortaron el tráfico a Viña del Mar.
En Santiago, la caída de postes interrumpió los servicios de teléfonos y telégrafos, dejando a
la capital, prácticamente aislada del resto del país. Se desbordaron el canal San Carlos y el Zanjón
de la Aguada. La avenida Irarrázaval sufrió inundaciones por sobre los cuarenta centímetros de la
acera; la avenida Los Leones, a la altura de Bilbao se convirtió en un verdadero río; en la comuna de
San Miguel, las carretas, carretones y algunos vehículos quedaron varados por la fuerza y altura que
alcanzó el agua. Se produjeron también, algunos derrumbes de murallas, sin llegar a ocasionar
desgracias personales. En el sector de El Volcán cayeron rodados, cortando el camino.
En Chillan pereció una persona electrocutada, al caerse los cables de la energía eléctrica. En
Temuco se interrumpieron las comunicaciones, al producirse derrubes en los cerros, que cortaron los
tendidos eléctricos. En Tomé hubo una situación similar, además de graves inundaciones en las
viviendas al taparse los desagües y alcantarillas, por desbordes del río Collinefu. Hubo daños en la
red caminera, a la altura de Concepción, y en Valdivia se derribaron decenas de árboles y se volaron
los techos de las viviendas.
La verdadera tragedia, sin embargo, se registró en Sewell, cerca de Rancagua, el martes 7 de
agosto a las seis y cincuenta minutos y a las ocho y cincuenta minutos de la noche, a tres mil quinientos
metros de altura sobre el nivel del mar.
En Sewell nevaba desde hacía una semana. Doce mil personas se aprestaban, en esos
momentos, a descansar en el gigantesco campamento. El cine, con entradas a galería que costaban
un peso y sesenta centavos y cuatro pesos y cincuenta centavos la platea, proyectaba la película La
Avalancha.
Se produjerondos enormes rodados. El primero, faltando diez minutos para las sietede la tarde:
un gigantesco glacial, una compacta masa de nieve de miles de toneladas de peso, impulsada por el
viento, que corría a ciento ochenta kilómetros por hora, se deslizó por la llamada Quebrada Chica,
atravesó el río Coya y cruzó hacia los edificios de la ciudadela. El alud destrozó un camarote de
solteros -éstos eran departamentos colectivos - pasó rosando otro y siguió en su regreso, al mismo
punto de partida, describiendo una perfecta "lazada huasa". Durante su camino embistió primero sobre
los grupos de tres chalets y luego hizo añicos el puente Rebolledo, que había sido construido de acero,
especial para resistir rodados, después de la avalancha de 1941, al costo de cuatro millones de pesos.

248
Sólo los habitantes de las cercanías se dieron cuenta de esta primera desgracia, el resto de la ciudad
de las escalas, lo ignoró. Esto se debió, seguramente, a que la misma condición de sus escalas aislaba
a Sewell en sectores bien determinados. Después del primer rodado no se dio la alarma general a todo
el campamento. Los que captaron la tremenda verdad de lo ocurrido, creyeron que to sabían los
demás. El salvamento se inició en forma casi privada y heroica, bajo el temporal de viento y nieve.
Una hora y cincuenta minutos más tarde, rodó de la montaña, por la quebrada de Coya, la
segunda avalancha. El viento corría ya a ciento ochenta y cinco kilómetros por hora. Saltó el canal de
relaves, el camino, el río Coya, la línea férrea y se proyectó sobre cinco camarotes, realizando un
recorrido similar al de la primera avalancha. Todas las luces se apagaron.
La fuerza brutal del impacto destruyó las líneas de la energía eléctrica. Un clima de espanto se
apoderó de la ciudadela y una muchedumbre alelada invadió las escalas.
Por primera vez, en sus treinta y dos años de vida, la población tiritó de frío en esa noche del
7 de agosto; no pudieron funcionar las estufas para capear las temperaturas de quince grados bajos
cero; el viento sopló huracanado, compacto, casi visible. Carabineros, que tenía una dotación de
setenta hombres, ayudó a aquietar los ánimos y en la organización del rescate.
El trabajo comenzó en plena noche y duró varios días. Se calculó que sobre trescientas
personas sufrieron directamente el impacto de la tragedia; de éstos, alrededor de cuarenta quedaron
heridos, el resto perdió la vida. Además de proceder al rescate de las víctimas, se tomaron medidas
por si ocurría un tercer alud; se desalojaron los camarotes y los chalets que pudieran sufrir una nueva
avalancha; se desalojó el sector de la quebrada Del Diablo. A los evacuados se les llevó al gimnasio,
al teatro y al local de la escuela vocacional. En el primer momento, también se racionaron tos alimentos,
ya que Sewell había quedado prácticamente aislado, las líneas ferroviarias cortadas, lo mismo que el
teléfono y el telégrafo.
La mayoría de los muertos fueron mujeres y niños, debido, un lado, a que gran parte de los
colectivos destrozados fueron de mineros que vivían con sus familias, y por otro lado, a que la mayor
cantidad de hombres estaban trabajando, o permanecían en el club o en reuniones sindicales.
De los sobrevivientes, por lo menos uno pasó más de sesenta horas bajo la nieve y fue rescatado
ileso y milagrosamente vivo. Otros fueron rescatados con quemaduras por la nieve o con quebraduras
en alguna parte del cuerpo, al recibir el impacto helado. Los heridos fueron llevados al hospital de
Sewell.
Desde la salida del sol hasta el anochecer, por varios días, se trabajó en el rescate de las
víctimas; con palas, azadones y picotas, grupos de hombres trataron de romper el hielo y escarbaron
bajo la nieve blanda para sacar a los sobrevivientes o a los cadáveres.
Los muertos fueron llevados a Rancagua, donde se realizaron los funerales. El ministro del
Interior despidió los restos a nombre del Gobierno. Más de diez mil personas presenciaron el paso del
cortejo, que fue llevado por los bomberos en los carros de la compañía hasta el cementerio, en medio
de escenas de dolor de familiares y compañeros de trabajo.
En la última semana de agosto de 1944, las lluvias desbordaron uno de los tranques cercanos
a Andacollo, por la quebrada Coipa, arrasando con veintitrés viviendas de pequeños mineros del
sector, que vivían de la extracción de oro. Un total de ciento cincuenta personas quedaron en la
indigencia, sufriendo, en los primeros momentos por la falta de alimentos, ya que los mineros debieron
avocarse a salvar sus pertenencias, paralizando las faenas. El intendente de la provincia concurrió
al lugar del desastre, informando, luego a las autoridades del Gobierno central. Se dispuso que la
dirección de Auxilio Social les proporcionará ayuda y se otorgó un subsidio de nueve mil pesos para
la totalidad de los mineros damnificados.

249
INCENDIOS EN 1944 Y 1945

El 14 de noviembre de 1944 estalló un incendio en Chañaral que dejó pérdidas del orden del
millón de pesos. Se destruyeron decenas de viviendas humildes de la calle Merino Jarpa. La Defensa
de Costa ayudó a los bomberos en la extinción del fuego. La dirección de Auxilio Social envió ayuda
para los damnificados.
El 22 de noviembre del mismo año, otro incendio destruyó dos manzanas de viviendas en Inca
de Oro, con pérdidas estimadas en dos millones de pesos. Quedaron ciento seis familias sin hogar de
las calles Malta, Almeyda, Pasaje Potrerillos.
El 1 de enero de 1945, un incendio en el mercado de Constitución afectó a cuarenta y dos
locatarios, cuyo único capital de trabajo eran sus pequeños negocios. Los daños fueron estimados en
medio millón de pesos.
Alrededor de las cuatro de la mañana del 2 de enero de 1945 se declaró un incendio en Maullín
que afectó a la Caja Nacional de Ahorros, a la Capitanía del Puerto, a las oficinas municipales y a la
aduana. En este siniestro las compañías de bomberos perdieron todo su material, ocho casas
quedaron completamente destruidas y dos inutilizadas por efecto del agua. No había seguros
comprometidos y las pérdidas ascendieron a dos millones de pesos. El intendente solicitó al Gobierno
central que se enviaran camas para los damnificados.
El mismo 2 de enero, otro incendio en una fábrica de muebles, en Traiguén dejó pérdidas por
siete millones de pesos. Era la principal industria de la ciudad. Se consumió casi la manzana entera.
El siniestro afectó a más de doscientos sesenta obreros con sus respectivas familias. En la extinción,
que demoró alrededor de cuatro horas, colaboraron los bomberos de Victoria.
El 13 de enero del mismo año 1945 se produjo un incendio en Iquique, que comenzó en el
"palacio de cristal", antigua construcción que fue el centro de diversión de la alta sociedad iquiqueña
y que en esa fecha estaba transformado en club, mantenido por la colonia china. También quedaron
reducidos a cenizas gran cantidad de negocios y casas particulares de casi una manzana de edificios,
entre las calles Tarapacá, Amunátegui y Barros Arana. La falta de agua ayudó a la propagación del
fuego; la empresa de agua potable, en esa fecha, cortaba el suministro durante la noche, por lo que
las cañerías estaban secas. El Ejército, Carabineros y Artillería de Costa ayudaron a los bomberos
en la extinción del siniestro. Dos ciudadanos chinos que vivían en el "palacio de cristal" perecieron bajo
las llamas y tres personas resultaron heridas. Las pérdidas alcanzaron al millón y medio de pesos.
Alrededor del 20 de enero de 1945 aparecieron en diferentes lugares de la cordillera de La
Costa, en la provincia de Osorno, incendios forestales que destruyeron un polígono de cincuenta
kilómetros de selva virgen. Los medios de comunicación de la época, haciéndose eco de los
comentarios de la población, opinaron que éstos eran producto de sabotaje, ya que en esa fecha - 20
de enero - coincidía con el aniversario en que Chile rompió con el Eje. También se dijo que esa no era
época en que los agricultores acostumbraban a usar fuego para hacer roces y que el incendio había
estallado en bosques aún totalmente vírgenes. El escritor Benjamín Subercaseaux se refirió al tema
en un semanario santiaguino.
El Diario Austral de Temuco tuvo su bautizo de fuego el 1 de mayo de 1945, fecha en que se
vieron convertidas en cenizas sus oficinas, administración y redacción, desapareciendo en medio de
las llamas sus valiosos archivos y colecciones de periódicos antiguos, correspondientes a los primeros
diez años de vida del diario. Posteriormente, SOPESUR resolvió construir un nuevo y moderno edificio
que fue inaugurado en 1948.
Cuatrocientos muertos y no menos de un centenar de heridos, contusos y semi asfixiados
produjo la catástrofe que se inició a las ocho de la mañana del 17 de junio de 1945, a tres mil metros
de altura ;en el mineral El Teniente, cuando la chispa de una fragua dio origen al siniestro. La explosión
que siguió al fuego voló el revestimiento, haciendo penetrar aire, que al producir tiraje, empujó el humo
hacia el interior, matando a los obreros que respiraron humo tóxico.

250
La Braden Copper explotaba el mineral desde 1906, habiendo llegado en 1945 a extraertreinta
mil toneladas dianas de cobre, como cifra record. De ella dependían cuarenta mil personas, chilenas,
repartidas en los campamentos de Sewell, Caletones y Coya. En El Teniente trabajaban cinco mil
obreros que cumplían faenas en tres turnos, denominados A, B y C. El primero era el más numeroso,
con ochocientos quince hombres, la mayoría casados, que trabajaban desde las siete de la mañana
hasta las tres de la tarde, secundados por numeroso personal de alarifes, electricistas y ayudantes,
haciendo subir el total de obreros a alrededor de un mil doscientas personas.
El turno A se encontraba en sus labores cuando la invasión de humo letal invadió las galerías
transformándolas en trampas mortíferas.
La mina era como un inmeso edificio construido en las entrañas de un cerro de cobre. Para entrar
había que internarse un mil ochocientos metros por una galería húmeda y de cuyas paredes pendían
multiformes y puntiagudas estalactitas de hielo. A veces el termómetro allí, llegaba a marcar diez
grados bajo cero. Este verdadero edificio subterráneo tenía seis pisos horizontales que los mineros
llamaban "niveles", unidos por forados verticales y transversales, conocidos como "piques" y
"auxiliares". La catástrofe se inició en el cuarto nivel, contado desde la base del cerro hacia arriba. La
salida al exterior, fuera de la corteza del cerro estaba revestida de madera. En la maestranza
funcionaba una pequeña fragua que fue la que ocasionó la explosión, el fuego y el humo. Los laberintos
de galerías tenían doscientos kilómetros de longitud. Muchos de los que murieron se encontraban a
bastante distancia del sitio donde se originó el problema. El poder tóxico del humo mató hasta los
ratones, que después se encontraron por cientos, amontonados. EL gas asfixiante se produjo porque
la maestranza tenía revestimiento de madera y "rubioil"; éste último era un cartón alquitranado que
se empleaba para impermeabilizar las paredes de la filtración. Los cables conductores de electricidad
estaban protegidos a su vez, de la humedad, por una combinación de goma y alquitrán. Todo ésto se
quemó y produjo el humo mortal, que llegó hasta los pisos inferiores y superiores. El fuego apenas
llegó a sesenta metros de la fragua. Sólo uno que otro cadáver presentaba miembros calcinados y
éstos se encontraron cerca de la maestranza. La explosión fue de tal magnitud, que no sólo abrió un
boquerón en la mina, por donde penetró el aire que impulsó el humo al interior, sino que además voló
la puerta cortafuego, que era de grueso fierro, apareciendo posteriormente a más de doscientos
metros de donde estaba primitivamente ubicada.
Los cientos de mineros que murieron intoxicados fueron conducidos por tren a la estación
Romana y de allí a la escuela vocacional de Sewell, para que los deudos los reconocieran. La
identificación resultó un problema. Un técnico de Identificación tuvo que viajar desde Rancagua para
ayudar a esta labor, que duró varios días. Tres días hubo funerales. Sewell no tenía cementerio. Todos
los ataúdes fueron llevados a Rancagua después del velatorio en la escuela vocacional. En el hospital
del mineral fueron atendidos noventa y ocho obreros que sufrieron principios de asfixia.

INUNDACIONES EN 1945

Un fuerte temporal de lluvia, truenos y relámpagos se desencadenó sobre la zona central, entre
los días 3 y 4 de febrero de 1945. El fenómeno atmosférico causó graves daños en las siembras y en
los frutales. En la zona de Cautín fueron afectados las cosechas de trigo, las siembras de maíz,
cáñamo, maravilla, los viñedos, arrozales, pastos, chacras, principalmente las de porotos. En la zona
central había además, gran cantidad de trigo ensacado, el que se descompuso y la fruta se desprendió

251
prematuramente. En Curicó se perdió totalmente la siembra de maíz.
Un muerto y cinco heridos quedaron en Rancagua, al caerse una muralla por efectos del agua.
En Valparaíso se hundieron cinco faluchos. Por derrumbes de postes e inundaciones hubo interrup-
ciones e interferencias de líneas telefónicas en Chillan, Concepción, Temuco y Talca. También se
interrumpió el servicio internacional a Buenos Aires, Mendoza y Nueva York. Las líneas de Valparaíso
a Quilpué, Quinteros y Reñaca se cortaron por algunas horas, lo mismo que el servicio de Santiago
a San Fernando, Rengo, San Vicente y alrededores. Los mismo sucedió entre Ovalle, Illapel,
Coquimbo, Copiapó y La Serena.
En Santiago, las comunas de Ñuñoa, Renca, Providencia fueron las más afectadas. La avenida
Irarrázaval se inundó totalmente interrumpiéndose el tráfico de tranvías por todo un día; se desbordó
el canal Lo Zapata, afectando el sector de Quinta Normal; el desborde del Zanjón de la Aguada inundó
la Gran Avenida, anegando gran cantidad de casas. A la altura de la plaza Pedro de Valdivia el agua
subió más de sesenta centímetros penetrando en las viviendas de gente modesta y en pequeños
negocios.
Entre el 5 y el 6 de abril del mismo año 1945 a consecuencias de un frente de mal tiempo se
desbordó el río Las Minas que cruza por el centro de Punta Arenas. El río arrasó con todos los puentes,
excepto con uno que era de concreto, anegó las viviendas de la población Arturo Prat y el barrio
yugoslavo, aislando casas, moradores y vehículos. El aluvión de agua y barro destruyó también el
puente que conducía a la mina abastecedora de energía eléctrica y arrastró las cañerías de captación
central y los filtros de agua potable, dejando por varios días a la población sin el vital elemento. Los
daños fueron estimados en un millón y medio de pesos. Bomberos y Carabineros ayudaron a evacuar
a las familias damnificadas.
Entre el 29 de mayo y el 1 de junio del mismo año, otro frente de mal tiempo produjo inundaciones
en cuatro provincias del sur, dejando pérdidas por varios millones de pesos. En Chillan, alrededor de
dos mil personas quedaron sin hogar al desbordarse el río que anegó principalmente Chillan Viejo.
Tropas del Ejército trabajaron en desaguar la ciudad. En Concepción se desbordaron los ríos
Andalien, Bío Bío y Ñonguen, anegando casi toda la ciudad; en algunos puntos el agua subió más de
un metro y medio; las escuelas, el comercio y las industrias debieron suspender sus labores; el tráfico
de vehículos se suspendió por varios días; las casas fueron arrasadas por las aguas. Las autoridades
organizaron brigadas de salvamento en las que colaboraron los estudiantes universitarios, bomberos
y Carabineros, trasladando a los damnificados a lugares seguros. Concepción quedó aislada, por
tierra, del resto del país, debido a la inundación de todos los caminos adyacentes. Mulchén se inundó
con los desbordes de los ríos Mulchén y Boreo; una persona pereció llevada por la corriente. El pueblo
de Loncoche quedó aislado. En Puerto Varas las inundaciones dañaron las viviendas más modestas;
se paralizó el molino, se rompieron dos puentes y la mayoría de los caminos quedaron cortados.

SISMO EN SANTIAGO EN 1945

El 13 de septiembre de 1945, a las siete y veintidós minutos de la mañana, un sismo con


características de semiterremoto, con grado siete de intensidad, afectó principalmente a Santiago; se
sintió desde Ovalle a Puerto Montt y el epicentro fue ubicado en el Cajón del Maipo.

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Cuatro muertos y diez heridos fue el saldo en desgracias personales. De tos muertos, tres
perecieron aplastados por murallas y el cuarto por un rodado en el Cajón del Maipo. Los heridos fueron
alcanzados por ladrillos, tejas y pedazos de cornisas.
Se cayó la torre de la escuela Brasil, que estaba ubicada frente al estadio militar, murallas en
la población Polígono de Mapocho y otras en las calles Matucana, Chiloé y Nuble. En el centro de la
ciudad se quebraron algunos cristales de vitrinas y se cayeron varios letreros luminosos. Los
bomberos, Carabineros y la Defensa Civil de Chile ayudaron a la remoción de escombros.
La Defensa Civil de Chile fue creada por ley N28059 del 16 de enero de 1945, bajo la Presidencia
de Juan Antonio Ríos. Su misión es prevenir, evitar, reducir y reparar los efectos de cualquier
catástrofe, sea que provenga de conflictos armados o de fenómenos sísmicos, incendios, inundacio-
nes, ruinas, epidemias u otros siniestros o calamidades públicas.
El sacudón también agrietó parte del puente sobre el río Maipo, impidiendo el tráfico hacia el
sur.

TIFUS EXANTEMÁTICO ENTRE 1943 Y 1951

El año 1943 hubo un recrudecimiento de tifus exantemático, que fue rápidamente controlado.
En 1945 apareció un brote, en Osorno en las reducciones indígenas localizadas en los faldeos de la
cordillera de la Costa. Dado el aislamiento de éstos, sólo se conoció el foco epidémico dos y medio
meses después que se presentó el primer caso, al morir uno de los afectados.
Este brote epidémico fue el primer caso de tifus exantemático combatido con DDT. El foco fue
dominado con una brigada sanitaria que insufló DDT al diez por ciento en las casas de la zona.
A contar de 1947 ya se aplicó en forma masiva por el servicio Nacional de Salubridad. En 1948
hubo otro brote epidémico en las poblaciones de Molco y Pidenco, en la provincia de Cautín. En esta
ocasión se repartió especies de vestir por un total de treinta y dos mil ciento noventa y tres pesos, para
reponer las que fueron incineradas, para cortar la epidemia. Los últimos casos de tifus exantemático
fueron detectados y controlados en 1951.
El DDT fue prohibido en Chile por el Servicio Agrícola y Ganadero, a contar del 1 de enero de
1985, debido a su alta toxicidad y a que ya existían pesticidas menos dañinos para la salud.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN LLAIMA EN 1945 Y 1946

El 31 de marzo de 1945 empezó una nueva erupción del volcán Llaima, que tuvo su punto
culminante el 3 de abril, en que una fuerte explosión, alrededor de las tres de la mañana sacó de sus
lechos a los habitantes de Cuneo y de Peuco. El volcán expelía gran cantidad de humo y fuego,
sincronizado con fuertes ruidos subterráneos. Ríos de lava hirviente, piedras y escoria descendieron
por sus laderas. La lava derritió la nieve de los faldeos cordilleranos, provocando la crecida de los ríos.
El puente de madera sobre el río Trafultraful fue arrollado por esta avalancha, lo mismo que un nuevo
puente colgante que había sido inaugurado veinte días antes, con un costo de trescientos sesenta mil
pesos. Quedaron aislados numerosos poblados y varios aserraderos en pleno trabajo. Santa María
de Llaima, Malulco, Cherquenco y otros poblados sufrieron destrozos por las escorias y piedras que
llevaba el río Allipen. Los cauces de ambos ríos, Allipen y Trafultraful quedaron embancados en una
extensión de más de treinta kilómetros, después de arrastrar ovejas, chivos, aves de corral, caballos,
palos, árboles y lava, que fueron sepultados por la avalancha. En esta ocasión las pérdidas se

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estimaron en alrededor de quinientos mil pesos.
En los primeros días de agosto de 1946 el Llaima tuvo otra erupción: imponentes columnas de
humo, tuego y cenizas se elevaron a más de mil metros de altura sobre el cráter, acompañadas de una
lluvia de rocas y peñascos.
La dirección del viento impidió que la masa de cenizas cayera sobre las canchas de esqui y sobre
los refugios donde habían personas pasando la temporada invernal.
De todos modos, los ríos Tralultraful y Allipen crecieron con la avalancha de escoria y lava,
provocando el desmoronamiento de un cerro que se precipitó como un alud contra la casa de unos
inquilinos, cerca del lago Cólico, pereciendo ocho personas.

MAREMOTO EN EL LITORAL EL ANO 1946

f\E11 de abril de 1946, las costas de Chile fueron azotadas por un maremoto o "tsunami" causado
por un terremoto submarino, cuyo epicentro fue ubicado a tres mil seiscientos sesenta metros de
profundidad y a ochenta millas al sur este de la isla Unimak, en el archipiélago de las Aleutianas. La
onda afectó a todos los puertos del litoral abiertos al océano Pacífico, no así a los puertos interiores
de Puerto Montt y Punta Arénaselos mareógrafos, supervigilados por el entonces Departamento de
Navegación e Hidrografía, ubicados en Antofagasta y Valparaíso registraron con toda claridad y
exactitud el inicio, desarrollo y término del fenómeno. Provocó más que nada, pánico en la población
y sólo, en contados lugares la marea subió más de lo normal.
í'\lquique fue uno de los puertos que sufrió el maremoto: el mar alcanzó una altura máxima de
cinco metros, llegando al borde del muro de contención que servía de base al antiguo muelle de
pasajeros y hasta los salones del club de botes]f'ÁI empezar a subir la marea, un metro por hora, el
Gobernador Marítimo en coordinación con el Prefecto de Carabineros determinaron poner en alerta
a la ciudadanía, mediante la sirena de bomberos; ésta huyo a los cerros, donde la mayoría pernoctó
durante toda la noche.
^(En Valparaíso las olas avanzaron hasta cien metros sobre el camino y las viviendas costeras;
los pescadores perdieron casi todo su material de trabajo en anzuelos, espineles y redes, fá
Especialistas nacionales y extranjeros se pronunciaron públicamente sobre el fenómeno.
Franklin P. Ulrich, representante del programa Sismológico para las Repúblicas Americanas,
dependiente del Gobierno de los Estados Unidos, que había llegado el día anterior a Chile, en gira por
todo el hemisferio occidental, declaró que "los terremotos, en general, son el resultado de la
quebradura de la tierra, producido periódicamente por el enfriamiento de las capas terrestres
interiores. Si la quebradura se produce en el fondo del mar, constituye una maremoto. Para que el
fenómeno complete todas las características de un maremoto, la quebradura de la masa terrestre del
fondo del mar debe producirse en sentido vertical. De este modo se provoca un descenso o
hundimiento del fondo del océano. Grandes masas de agua afluyen con extraordinaria violencia hacia
el punto que bajó el nivel, causando choques de fantásticas cantidades de líquido que vuelven a
levantarse hacia alturas increíbles. Se produce de esta forma, un furioso oleaje que propagándose en
círculos concéntricos afecta las playas con daños por el embate de las aguas que a veces sobresalen
kilómetros de su límite normafyEsto es, en lenguaje profano, un maremoto, que termina cuando las
aguas vuelven a estacionarse en su punto de origen. Al igual que los terremotos, hay maremotos que
tienen origen volcánico, correspondiendo a esta causa sólo el seis por ciento de tos movimientos
sísmicos registrados en la superficie del planeta o en el fondo del mar".
Humberto Fuenzalida Villegas, geólogo a cargo de la Sección de Geología del Museo de Historia
Natural dijo que "los maremotos tienen su origen en la presentación de un período de movimientos
submarinos que agitan las aguas hasta el extremo de darles una fuerza sobrenatural. Para que exista

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un terremoto o un maremoto tienen que producirse un solevantamiento, un deslizamiento y un
hundimiento de la corteza terrestre. La vibración propia de un temblor, como nosotros conocemos, no
puede dar origen a un maremoto sino al levantamiento o hundimiento de proporciones considerables
del fondo sumergido. Creo quéfel maremoto que azotó \a semana pasada) las costas del Pacífico tiene
su origen en un movimiento de descenso de un bloque situado al sur de las fosas de las Aleutianas.
En este caso, se puede haber producido el solevantamiento de la cadena de montañas, la que bien
puede alcanzar una altura de cien metros"^
Finalmente, el director del Instituto de Sismología de Chile, Federico Greve, uno de los técnicos
más versados en sismología en Chile, en esa época, declaró que "este fenómeno puede haber tenido
dos orígenes: uno volcánico y otro basado en la teoría que nos dice que ellos derivan de grandes
desplazamientos de la corteza terrestre, los cuales, al tomar su centro, presionan igual que si fuesen
fuelles gigantescos, los que provocan estos sismos. Estos fenómenos son muy comunes en las costas
del Pacífico. Se manifiestan por medio de gigantescas olas que se despliegan en forma de ondas,
recorriendo enormes distancias".

SISMO EN COPIAPO EN 1946

Alrededor de las cuatro y veinte minutos de la tarde del 2 de agosto de 1946, un fuerte sismo
remeció a Copiapó, sintiéndose con menor intensidad hasta Antofagasta.
Murieron dos personas aplastadas por murallas y hubo algunos heridos por la misma causa.
La antigua iglesia de Copiapó sufrió daños serios en el altar y desprendimientos de trozos de
murallas. También hubo destrozos en el hospital, en la comisaría y en el cuartel del regimiento, en
viviendas particulares y en algunos negocios. Tropas del Ejército ayudaron en el salvamento de las
personas, la mayoría de las cuales pernoctó al aire libre, debido principalmente a que sus casas
estaban destrozadas o dañadas y al temor de un nuevo movimiento sísmico.
El Gobierno destinó dos millones de pesos para atender a los damnificados y solucionar los
principales problemas dejados por el sismo.

SEQUÍA EN EL NORTE EL AÑO 1946

El año 1946 la sequía abarcó las provincias de Atacama y Coquimbo. Se perdieron los cultivos
de catorce mil hectáreas de terrenos de secano, de noventa a cien mil quintales métricos de trigo,
cebada y otros. El aprovisionamiento de agua fue tan escaso que más del doble de las hectáreas
regadas tampoco dieron frutos, perdiéndose las semillas. Se calculó oficialmente que cuatrocientas
mil cabras perdieron su parición y otras murieron de hambre; que a más de cincuenta mil ovejas les
ocurrió lo mismo.
Según antecedentes oficiales, mil familias que representaban tres mil quinientos individuos
abandonaron sus terruños. El gobernador informó al Ejecutivo que sólo en Mincha, Illapel, quinientas
familias habían emigrado; sacrificaron los pocos animales que les habían quedado, para matar el
hambre y vendieron a precios ridículos sus herramientas, y a pie se fueron a las provincias de más al
norte.
Los diputados y senadores de las provincias afectadas se reunieron, dejando a un lado sus
diferencias políticas, para estudiar la forma de exigir al Gobierno ayuda para los afectados por la
sequía, ya fuera otorgando créditos y/o poniendo en práctica un plan de riego, con el objeto de ayudar
a los damnificados.

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El Gobierno entregó una ayuda en ciento diecinueve mil ochocientos ochenta y tres kilos d
víveres por un valor de seiscientos treinta y dos mil setecientos noventa y cinco pesos; se invirtiero
seis millones de pesos para la construcción de viviendas de emergencia para los damnificados d
Alacama y Coquimbo y otro millón de pesos para la alimentación de los obreros cesantes.
En 1948 el Gobierno otorgó una ayuda de cuatrocientos veintisiete mil ciento ochenta peso
para las poblaciones de Combarbalá, Ovalle, Andacollo, Freirina y Vallenar afectadas por la sequí
Se distribuyeron víveres y ropa a los damnificados, previo censo levantado por Carabinero
principalmente en Vicuña, para favorecer a los más necesitados.
Muchas familias emigraron a Argentina, para integrarse a las faenas de las estancias de Sa
Juan, Jachai e Iglesias y en las obras camineras que se realizaban en la construcción del camin
internacional que debía unir a Argentina y Chile, por Elqui.
El año 1946, con motivo de las inundaciones del río Beni, en Solivia, el Gobierno chileno env
aviones para evacuar a los habitantes de los territorios anegados, además de alimentos y vestuari
Se evacuaron cuatrocientas personas.

INCENDIO EN EL REGISTRO CIVIL DE SANTIAGO EL ANO 1946

El 11 de diciembre de 1946 se produjo un incendio en las oficinas del Registro Civil, ubicado e
las calles Agustinas con San Martín, en Santiago, lugar al que recientemente se había trasladado. S
quemaron las copias de los archivos correspondientes a los años 1885 a 1945; los originales estaba
en las respectivas circunscripciones. De todos modos era el trabajo de más de sesenta años.
Concurrieron voluntarios de siete compañías de bomberos, de los cuales, por lo menos treint
fueron trasladados a centros asistenciales, por asfixia u otros daños menores.

SISMO EN ARICA EN 1948

El 10 de mayo de 1948 se sintió un sismo bastante fuerte en Arica y en las ciudades peruana
de Tacna y Moquehua. En Arica, además del susto que pasó la población, se agrietaron varias decena
de murallas. Los efectos destructores se calcularon en un millón de pesos. La población, po
precaución, temiendo un maremoto, durmió en las gradas de la iglesia San Marcos y otros se fuero
con carpas, al Morro.

HURACÁN Y TEMPORALES DEL AÑO 1948

Un gigantesco ciclón barrió Chile de norte a sur, los primeros días de mayo de 1948, dejando
perdidas del orden de los sesenta millones de pesos.
Al medio día del 5 de mayo, empezó un huracán en Arica, que duró más de dos horas, dejando
tres personas heridas y daños por más de veinte millones de pesos. Primero dio la impresión de se
un viento fuerte, pero inofensivo, aumentando en intensidad a medida que transcurrieron los minutos.
No sólo fue una tempestad, fueron vientos del norte y del sur; durante las primeras dos horas la
avalancha llegó del sur; a partir de ese momento, le hizo frente otro viento desde el norte, que

256
finalmente se impuso con una masa de aire caliente y rojizo por las partículas de polvo en suspensión.
La respiración se hizo difícil y muchos empezaron a creer en el fin del mundo. Densas nubes de polvo
cubrieron la ciudad, impidiendo casi totalmente la visibilidad. Los postes telefónicos, telegráficos y de
luz fueron derribados violentamente y Arica quedó aislada del resto del país. El viento arrancó de raíz
añosos árboles, derrumbó murallas, agrietó otras, volaron los techos, entre ellos, los de los galpones
de la Aduana. Sesenta lanchones que se encontraban en la bahía quedaron al garete, mientras que
diez cargados con importantes mercaderías de tránsito para Bolivia y alrededor de veinte autos y
camiones y más o menos mil toneladas de minerales de plomo, estaño y plata que Bolivia enviaba a
Estados Unidos, se hundieron. En la agricultura la ola de calor intenso quemó plantas delicadas y el
ventarrón provocó la caída de aceitunas y naranjas en el valle de Azapa.
En Iquique el temporal alcanzó igual violencia, causando derrumbes en Cavancha, Morro
Colorado y Pueblo Nuevo. La interrupción del alumbrado paralizó la actividad industrial. Iquique perdió
aproximadamente cuatro millones de pesos.
Coquimbo, La Serena, Ovalle y todo el Norte Chico recibieron también el efecto de esta
formidable avalancha de viento y agua y pagaron con creces el término de la prolongada sequía que
los angustiaba. Coquimbo perdió treinta chalupas pesqueras que pertenecían a modestos trabajado-
res del mar. El huracán fue paulatinamente desplazándose hacia el sur, afectando parte de la bahía
de Valparaíso, para bloquear, luego, las ciudades de Temuco, Osorno y Puerto Montt, donde se
interrumpieron las comunicaciones durante veinticuatro horas, principalmente las telegráficas.
A mediados de julio del mismo año 1948, llovió durante diez días en el país. En el norte la lluvia
fue recibida como maná del cielo, después de la sequía de años anteriores. En Coquimbo se tomaron
medidas de seguridad con las embarcaciones que estaban de paso y fueron interrumpidas las faenas
del puerto. En Vicuña cayeron treinta y siete milímetros de agua. Los cerros se cubrieron de nieve. En
Combarbalá cayeron cuarenta y ocho milímetros de agua y la cordillera quedó con suficiente nieve
como para no tener problemas en la primavera. En Los Andes cayeron lluvia y nieve en abundancia.
En Portillo la nieve alcanzó a tres metros de altura, paralizándose el servicio ferroviario trasandino. En
San Felipe, Putaendo, Jahuel al temporal de lluvia siguió una copiosa nevada que cubrió los pueblos.
Tanto la lluvia, como la nieve se consideraron como muy beneficiosas en estos lugares.
En Valparaíso el fuerte temporal obligó a cerrar el puerto por doce horas. El lago Peñuelas, uno
de los abastecedores de agua potable para el Puerto, aumentó el volumen en tres y medio millones
de metros cúbicos.
En Valdivia los desbordes de los ríos ocasionaron inundaciones, quedando, además, aislada
del resto del país, al cortarse los caminos por la caída de puentes y por la interrupción de las
comunicaciones telegráficas y telefónicas. Osorno también soportó diez días de lluvias ininterrumpi-
das.
En Santiago, después de una fuerte lluvia, nevó el 13 de julio, alcanzando en menos de una hora,
una altura sobre los diez centímetros. Ese mismo día, en Seweil la nieve alcanzó a dos metros. En la
cuesta de Chacabuco, se interrumpió el paso de vehículos por la cantidad de nieve que cayó.
Grandes temporales de nieve abarcaron las zonas de Aisén, Coihaique y Magallanes. En
Coihaique las nevazones se iniciaron en el mes de junio y se prolongaron hasta agosto, provocando
la muerte de una enorme cantidad de ganado lanar, caballuno y vacuno; se contaron por miles las
pérdidas de cabezas de animales muertos; se estimó que éstas pérdidas alcanzaron del treinta al
cuarenta por ciento, no sólo a causa de que las nevazones los aplastaron, sino, además, por la falta
total de pastos. Los afectados invocaron a los poderes públicos para les otorgaran una moratoria en
los créditos concedidos por la Caja de Crédito Agrario y por la Caja Nacional de Ahorros.

INCENDIOS EN 1948

El 10 de abril de 1948, un nuevo incendio en la zona aduanera, convirtió en cenizas edificios,


bodegas y galpones en Valparaíso. El fuego empezó alrededor de las ocho de la noche, en el casino
social de la Asociación de Movilizadores de Aduana Mariano Valenzuela. Como siempre, faltó agua.

257
Esto impidió a los bomberos detener el incendio en sus comienzos. Debido a que el estanque del cerro
La Cárcel estaba vacío, los grifos del sector, en el "plan" no tuvieron presión. Fue necesario bombear
agua del mar. La faena de armar el material y obtener la debida presión, permitió que el fuego avanzara.
Hubo minutos de verdadera angustia, cuando se creyó que éste iba a alcanzar los patios aduaneros
y el almacén de rezagos, donde había centenares de automóviles, camiones y "góndolas".
Dirigentes del cuerpo de bomberos declararon a la prensa de la época que cinco días antes de
este siniestro habían advertido al alcalde de Valparaíso que el estanque del cerro La Cárcel estaba
vacío y que había que llenarlo cuanto antes, por el peligro que significaba, si estallaba un incendio.
Se quemaron el edificio de la Segunda Comisaría de Carabineros de Aduana; la cooperativa
portuaria; cuarteles de brigadas de Boy Scouts del Mar; el laboratorio químico de la Aduana, avaluado
en más de un millón de pesos; oficinas y bodegas con mercaderías de varias firmas comerciales; parte
de la maestranza de servicios portuarios, por un valor de tres millones de pesos; cuatro mil sacos de
cemento, destinados a la pavimentación del puerto, quedaron inutilizados por la acción del agua; varios
vagones de carga de la administración del puerto también fueron devorados por las llamas. Las
pérdidas se calcularon en diez millones de pesos, no alcanzando los seguros ni a la mitad. Veinte horas
demoraron los bomberos en extinguir el siniestro.
El 3 de agosto de 1948 se quemó totalmente el antiguo hospital San José de Puerto Varas, que
se había construido gracias al esfuerzo de los hijos y nietos de los primeros colonos. La comunidad
se organizó para reconstruir el inmueble.
Alrededor de las cuatro de la mañana del 2 de diciembre de 1946, se produjo un incendio que
redujo a cenizas prácticamente todo el edificio de la escuela de medicina de la universidad de Chile,
que funcionaba en la calle Independencia de Santiago.
La alarma la dieron el mayordomo y el sereno del hospital San Vicente de Paul, que quedaba
a un costado de la escuela; aparentemente el fuego se inició por un cortocircuito en el pabellón de
anatomía.
Junto a los bomberos de doce compañías, acudieron profesores y centenares de los mil
doscientos alumnos que tenía en esa fecha el establecimiento, con el objeto de tratar de salvar el
valioso material científico e instrumental.
Se quemaron alrededor del sesenta por ciento de los sesenta mil volúmenes que tenía la
biblioteca, considerada como una de las primeras de Sudamérica; las obras del profesor italiano José
Grossi, considerado como el primer malariólogo del mundo; la colección de Claudio Gay; la colección
completa de la Revista de Parasitología; la colección completa del Instituto Brasileño Osvaldo Cruz;
veinticinco mil encuestas del profesor Amador Neghme, con trabajos científicos sobre la enfermedad
de Chagas; el material bibliográfico que el mismo profesor había encargado a los Estados Unidos y
que aún se encontraba embalado; los estudios científicos del profesor Bisquert; el valioso archivo del
profesor Noé, acumulado en veinticinco años de trabajo; diecisiete mil autopsias, producto de más de
treinta años de labor, del profesor Croiset, jefe de la cátedra de anatomía; exámenes de embrosis,
bioxias; seiscientos volúmenes de la biblioteca particular del profesor Croiset; un manipulador
Fonbrune para operarcélu las; el laboratorio de química médica; los pabellones defísica, bacteriología
química, microscopios antiguos, verdaderas piezas de museo, en general, casi todo.
La escuela de medicina se organizó en Chile a iniciativa del médico irlandés Guillermo Blest, j
quien llegó al país en 1827. El viejo caserón que albergaba a la escuela fue construido en 1887, bajo j
el Gobierno del Presidente Balmaceda. Las obras de modernización se habían realizado en 1928, bajo
el Gobierno de Carlos Ibañez del Campo.
El Presidente de la República estuvo en el sitio del suceso, expresando que su Gobierno haría
todos los esfuerzos por dotar a la Universidad de un nuevo y moderno edificio, enviando un proyecto
de ley al Congreso, en tal sentido. En el intertanto, de todo el país empezaron a llegar erogaciones y
obsequios para levantar el edificio material y científico de la escuela de medicina.
Se habló de que las pérdidas fueron de no menos de los doscientos millones de pesos.

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ERUPCIONES DEL VOLCAN VILLARRICA EN 1948 Y 1949

En abril de 1948 empezó a notarse una intensificación de la actividad del volcán Villarrica. Desde
Pucón se veía, en las noches, el humo y la presencia de material candente, emitido con frecuencia
regular, la que fue aumentando con el correr de los meses.
Un vecino de Pucón, con más de cuarenta años viviendo en la zona y observador permanente
del volcán Villarrica, hizo proféticas declaraciones, en los primeros días de octubre de 1948, al diario
El Austral de Temuco, en el sentido de que existía inminente peligro para la gente que habitaba las
inmediaciones del volcán, debido a la actividad que estaba desarrollando, por lo que la población
debería ser evacuada de inmediato.
El 18 de octubre, de amanecida, se produjo la primera gran explosión.formándose en el cráter
la característica nube volcánica o "coliflor atómica", como la denominaron los testigos. Grandes
corrientes de barro bajaron portodos los costados del volcán, en un espacio de media hora, hasta llegar
a los pies del Villarrica. A ésta, sucedieron otras explosiones con pequeños intervalos de dos a tres
horas. Una columna blanquecina se elevó a más de mil metros, al mismo tiempo que lanzaba materias
que alcanzaban a más de trescientos metros de altura. El reventón inicial duró aproximadamente diez
horas, después de un respiro de alrededor de doce horas, una nueva erupción precipitó otros aludes
por sus laderas. Más de seis millones de toneladas de agua, piedras, fango, escorias, cayeron por los
faldeos hacia los lagos Villarrica y Calafquen.
Los mayores aludes bajaron por el sector norte, por los ríos y esteros Turbio, Pedregoso, Molco
y Voipir. Otro gran aluvión bajó por el lado de Coñaripe, llegando hasta el lago Calafquen. Todas las
corrientes arrasaron árboles, enormes troncos y bloques de lava, hastadiez y veinte metros cu adrados
de dimensión, destruyendo bosques, viviendas, caminos y cuantas construcciones encontraron a su
paso. En su recorrido abrieron surcos profundos hasta de seis metros y de más de cincuenta metros
de ancho. Los ríos se salieron de sus cauces, alcanzando en algunos puntos un ancho de más de un
kilómetro y medio. El nivel del lago Villarrica subió casi un metro.
Los poblados del Voipir y Molco Alto fueron los que sufrieron el mayor impacto, que también
sacudió a Villarrica y a decenas de familias, muchas de origen indígena, que vivían en los faldeos del
volcán. La zona afectada por la erupción comprendió una superficie de alrededor de doscientos
kilómetros cuadrados. Se inundaron trescientas cuatro hectáreas de cereales, sesenta de chacras y
más o menos setecientas de pasto natural y cultivos diversos, dejando el terreno sin su capa vegetal,
perdido para la agricultura. Más de quinientos animales, entre vacunos, corderos y cerdos perecieron
en las avalanchas. Hubo alrededor de cincuenta muertos, otros tantos desaparecidos, más de cien
heridos. El refugio del Sky Club, que estaba ubicado en los faldeos del volcán, desapareció con las
dos cuidadoras.
Los sobrevivientes y damnificados fueron atendidos por los Carabineros, bomberos, Cruz Roja,
instituciones de beneficencia y personal del Servicio de Auxilio Social. Desde Osorno se enviaron
ochenta soldados zapadores para ayudar a la remoción de escombros y al rescate de los cadáveres.
El camino de Villarrica a Pucón y el camino internacional resultaron con serios destrozos. Los daños
fueron avaluados en alrededor de diez millones de pesos.
Los indígenas hicieron varios "guillatunes" para aplacar las iras del volcán. El ministro de Obras
Públicas se hizo presente, para constatar los daños.
Desde fines de octubre, hasta el 25 de diciembre de 1948 sólo presentó una tranquila emisión
de vapores, hasta que ese día volvió a aumentar y a reanudar su crisis eruptiva. El 29 de diciembre
la "corrida de fuego" avanzaba hacia la zona del Molco y Calafquen, con una extensión de quinientos
metros.
En las primeras horas del día de Año Nuevo -1 de enero de 1949- estalló otra fuerte explosión
del Villarrica. Se formó la clásica "coliflor atómica" que se elevó a una altura de alrededor de los ocho
mil metros. Posteriormente el material emitido se transformó en un "vellón de lana" y en las últimas

259
horas de la tarde, la columna se suavizó, convirtiéndose en una cúpula que brillaba como una brasa.
Con la caída del material emitido se formaron corrientes de barro, principalmente en el sector suroeste
del volcán, pero no adquirieron la magnitud de las de octubre, así como los daños, en esta ocasión
fueron muy limitados. Posteriormente sólo fueron pequeñas emisiones de vapores y llamas, hasta el
31 de enero, en que hubo nuevas explosiones, formándose corrientes de barro, que por su magnitud,
fueron comparables a las de octubre de 1948. El río Turbio tuvo varios desbordes en su curso superior,
arrastrando galpones y casas. El río Voipir inundó centenas de hectáreas de terreno, arrasando
también casas y construcciones varias, incluso, la planta eléctrica. El río Huicao también inundó
grandes extensiones, destruyendo entre otros, el puente situado casi en la desembocadura del lago
Villarrica, a unos quince kilómetros al oriente de la ciudad del mismo nombre. El camino de Villarrica
a Pucón quedó interrumpido, lo mismo que las comunicaciones telegráficas y telefónicas.
La emisión de lava continuó hasta el 4 de febrero; desde esa fecha no hubo ninguna otra
manifestación. La fase efusiva de los primeros días de febrero formó una gran corriente de lava que
bajó por el lado noroeste, llegando en cuatro días al fundo El Pirao, en una corrida de diez kilómetros.
El ancho medio de la corriente se estimó en unos sesenta metros y la altura, en la parte final, en unos
quince metros.
En esta erupción no hubo víctimas humanas. Hubo sólo dieciocho damnificados. Las pérdidas
en caminos, puentes y terrenos agrícolas se calcularon en un millón novecientos cincuenta mil pesos.
En el mensaje del Presidente de la República al Congreso, en 1949 informó que la erupción del
Villarrica, en 1948 había afectado a un mil treinta personas, a las que se había atendido con un aporte
del Ejecutivo, de quinientos mil pesos.

INCENDIO EN SANTIAGO EN 1949

En enero de 1949, en media hora se quemó una página entera de la vida santiaguina. En efecto,
el 21, cuando sonaban las diez de la mañana, salieron las primeras llamas del segundo piso de la típica
confitería Lucerna, en calle Ahumada, que vio desfilar la vida diurna y nocturna de Santiago, por más
de veinte años.
Las pérdidas se estimaron en sesenta y cinco millones de pesos; acudieron carros de once
compañías de bomberos y se movilizaron quinientos voluntarios. No sólo se quemó totalmente el viejo
Lucerna; también quedaron convertidos en escombros un bar, una óptica y otros negocios vecinos,
hasta el lejano cine Miami fue víctima del agua; cinco horas demoraron los bomberos en extinguir las
llamas.
La confitería Lucerna fue por muchos años, lugar obligado de los santiaguinos. Allí llegaron
artistas nacionales e internacionales; se celebraron grandes convenciones políticas; se reunió la
industria y el comercio, los empleados, los hoteleros y la colonia española.
En resumen, toda la vida de Chile desfiló alguna vez por su clásico pasillo central, se sentó en
sus mesitas o subió al segundo piso, donde nunca faltó una orquesta en la tarde del domingo.

TEMPORALES DE 1949

Un largo y fuerte temporal de viento y lluvia, que se inició el 19 de mayo de 1949, azotó al país
entre Aconcagua y la Antártida, prolongándose ciento dos días entre Concepción y Aisén. Dejó un
saldo de doce muertos y pérdidas estimadas en más de cien millones de pesos, con la destrucción de

260
puentes, caminos poblaciones inundadas, desbordes de ríos y lagos, decenas de ciudades y pueblos
aislados y cientos de damnificados.
En Santiago, el temporal revistió caracteres dramáticos, principalmente en los barrios popula-
res. Los más afectados fueron los de la población Los Areneros, que estuvieron aislados y anegados
por las aguas del río Mapocho, durante cuarenta y ocho horas; dos personas perecieron ahogadas.
Las poblaciones Zelada, Lautaro, Cerro Navia y Zanjón de la Aguada, además de otras de la comuna
de San Miguel, también tuvieron serias inundaciones.
Parte de Los Angeles se anegó a consecuencias del desborde del estero Quilques.
En Concepción, el río Bío Bío inundó la avenida Pedro de Valdivia, el barrio del mismo nombre,
Puchacay, Pedro del Río, cuyos habitantes debieron ser evacuados al entrar el agua a sus casas. El
río Andalien también se desbordó sobrepasando y destruyendo las defensas. Las inundaciones
abarcaron los campos vecinos y las poblaciones obreras. Hubo que usar botes para salvar a las
familias damnificadas, algunas aisladas en sus propios domicilios.
En Lota, la mayoría de las casas quedaron con más de un metro y medio de agua en el interior,
los habitantes se salvaron saliendo a nado. Tanto la Unión de Profesores, como la municipalidad,
contrataron trabajadores, para limpiar el fango que cubrió las calles y reparar de urgencia los
principales destrozos.
En Tomé los habitantes fueron evacuados en camiones y carretas.
En Temuco el río Cautín inundó manzanas enteras de los barrios Santa Rosa, Santa Elena y
San Antonio. También se anegaron poblaciones ubicadas en el margen poniente del río Cautín, como
Pillanielbun, Cajón y Padre Las Casas. Carabineros a caballo y en carretas ayudaron a salvar a la
población y sus enseres, principalmente de la población "callampa" La Fama.
En Lautaro, el estero El Saco inundó todo un barrio obrero.
En Toltén se volcó una embarcación, muriendo ahogados sus tripulantes. El pueblo permaneció
sesenta días aislado del resto del país, sin ninguna clase de comunicaciones. El año 1949 existía allí
una colonia agrícola bastante próspera, que explotaba en forma rudimentaria la madera y la ganadería,
además de la pesca de salmones. Los diez mil habitantes solicitaban, en esa época, que se
construyera una variante de camino sobre los cerros de Comuy, además de un ramal ferroviario desde
Freiré, que les permitiera sacarlos del aislamiento en que quedaban, en cada invierno.
En Valdivia, que permaneció varios días aislada por los desbordes de los ríos Calle Calle y
Valdivia, inundando centenares de poblaciones, cuyos habitantes debieron transitar en botes por las
calles, los daños en las siembras, pérdidas de animales, deterioros en la industria y en el comercio,
se calcularon en cincuenta millones de pesos. El Calle Calle se desbordó en la costanera, carcomió
las defensas de la vía férrea, anegó complejos madereros; la población Collico hubo que evacuarla
completa y en el sector industrial el agua subió más de dos metros. En Huellelhue se inundaron las
construcciones ribereñas, con los desbordes del río Valdivia. El molino quedó con agua hasta el tercer
piso y el malecón a punto de derrumbarse. El gimnasio cerrado fue semidestruído, avaluándose su re-
paración en trescientos mil pesos. El liceo de hombres se anegó. Durante los días más álgidos del
temporal se hicieron escasos los botes para evacuar a centenares de personas, algunas a altas horas
de la noche, cuando los ríos Valdivia y Calle Calle amenazaron con arrasarlo todo.
En Río Bueno se anegaron la mayoría de las casas.
La región de Osorno quedó aislada. Los ríos aumentaron su caudal sobre un metro de su nivel
normal en invierno, inundando campos y pueblos, destruyendo caminos, puentes y vías férreas. El río
Rahue, que atravesaba uno de los barrios populares de Osorno, prácticamente se vació sobre
dieciseis modestas manzanas de casas, y sobre las calles principales de la ciudad, quedó sin comu-
nicaciones de ninguna especie, soportando un verdadero diluvio. Los pontoneros del Regimiento
Arauco debieron trabajar día y noche para salvar a la población, junto con Carabineros y bomberos.
Gran parte de los habitantes se refugiaron en los techos, en los segundos pisos, de donde fueron
rescatados a través de los tragaluces. Hubo escenas verdaderamente dramáticas, en varios casos,

261
los grupos de auxilio alcanzaron a rescatar sólo algunos miembros de la íamilia, mientras otros
perecieron ahogados. El intendente calculó que fueron del orden de dos mil las personas damnificadas
por la inundación. La Cruz Roja socorrió con ropas y alimentos a los inundados de escasos recursos.
La mayoría de las casas de Osorno tenían una especie de entrepiso bajo el techo, lo que lúe la
salvación de centenares de familias. El camino a las termas de Puyehue fue arrasado en una extensión
cercana a un kilómetro por las aguas del lago del mismo nombre. En Río Negro las aguas arrasaron
con animales y puentes. Trumao, el puerto fluvial sobre el río Bueno que comunicaba a los osorninos
con el mar, también quedó cubierto por las aguas. El Gobierno destinó la suma de cinco millones de
pesos para reparar los caminos en la provincia de Osorno.
Puerto Varas sufrió el efecto de la crecida extraordinaria del lago Llanquihue, que subió más de
un metro de su nivel normal. El malecón fue uno de los más dañados.
En Puerto Montt se rebalsaron los desagües, inundándose el liceo y otros edificios fiscales. El
lago Llanquihue sepultó ochenta y seis casas, dejando a trescientas sesenta personas sin hogar.
Más al sur, en Aisén, un avión de la Fuerza Aérea debió salvar, por aire, en vuelos sucesivos,
a cincuenta mineros de Chile Chico, también aislados.
El ministro de Obras Públicas viajó al sur a imponerse de los daños y el ministro de Agricultura
impartió instrucciones para realizar un censo de agricultores damnificados, con el objeto de entregar-
les semillas, para que sembraran de nuevo sus tierras.
El temporal también se extendió hacia el norte. En Antofagasta y Copiapó, la lluvia fue
considerada como una bendición.
En Huasco el temporal dejó desastrosas consecuencias para los pescadores, se perdieron
faluchos y lanchas, varios cargados con harina y madera.
Las pérdidas fueron avaluadas en cuatrocientos mil pesos.

SISMOS EN ANGOL Y PUNTA ARENAS EN 1949

El 19 de abril de 1949, a las once y media de la noche, un fuerte temblor produjo serios daños
en Angol y redujo a escombros la cárcel de Traiguén. Hubo cuarenta muertos y ciento cuarenta y siete
heridos, de los cuales doce quedaron graves, y alrededor de siete mil damnificados, a los que se les
proporcionó materiales de construcción.
En Traiguén murieron treinta y cinco reos de los doscientos veintinueve que formaban la
población del penal. La cárcel era un edificio viejo, estrecho, de madera y adobes, inadecuado,
insuficiente, tenía sólo capacidad para alrededor de cincuenta reos. Estos dormían de a cuatro o cinco
en una misma celda. Los accesos eran difíciles y escasas las facilidades para el salvamento en caso
de cualquier emergencia. Las murallas de derrumbaron con el movimiento telúrico, aplastando a los
presidiarios. Más de cincuenta horas duró la difícil y penosa tarea del rescate.
El Presidente de la República, Gabriel González Videla, quien fue a la zona terremoteada,
determinó indultar a ciento ocho reos y cuarenta pudieron salir en libertad condicional, de modo que
quedaron detenidos sólo los que tenían faltas graves y eran reincidentes. En la evacuación de los
heridos colaboró personal municipal y del Ejército. Muchos de los reos que se salvaron juraron no
delinquir nunca más, ante el Presidente de la República y el alcaide.
En Traiguén también hubo deterioros serios en el hospital, que fue evacuado y los enfermos
trasladados al regimiento Miraflores, que también tuvo destrozos en algunos de sus pabellones. El
juzgado de letras, el internado del liceo de niñas, el liceo de hombres y algunas casas particulares
tuvieron averías en las murallas.
En Angol, en las bodegas del molino El Globo se derribaron las murallas, debido a que con el
remezón, los veinticinco mil quintales de trigo que estaban almacenados a granel hicieron presión

262
sobre los muros. El hospital debió ser evacuado y el liceo de niñas quedó en estado ruinoso, por lo que
tuvieron que suspenderse las clases. Muchas personas pernoctaron en la vía pública portemor a que
se repitiera el movimiento sísmico. La Defensa Civil colaboró en la atención de los damnificados y
heridos. Hubo dos muertos.
En Los Angeles, los edificios del telégrafo y de la intendencia tuvieron algunos muros
deteriorados. Algunas viviendas particulares se derrumbaron y otras quedaron con las murallas
desplomadas. Tres personas murieron y otras dieciseis quedaron heridas.
Las informaciones cablegráficas al exterior llevaron a los países vecinos y amigos a hacerse
presente frente a la desgracia que afligía al sur del país. A las palabras de condolencias, siguió el rápido
ofrecimiento de ayuda. Colombia, Cuba y Argentina fueron los primeros países en manifestar su
interés por ayudar. El Gobierno chileno agradeció el ofrecimiento pero declinó aceptarla, manifestando
que en esta ocasión no era necesaria. Sin embargo, la federación de basketball de San Juan resolvió
que el match que se iba a efectuar por esos días, entre equipos femeninos de esa ciudad, con uno de
Chile, se realizaría en beneficio de los damnificados.
A las once y diez minutos de la noche del 12 de diciembre del mismo año 1949, un sismo se sintió
en Punta Arenas y sus alrededores.
En el aserradero San Nicolás, ubicado en las inmediaciones del cabo Froward, el movimiento
sísmico provocó derrumbes en un cerro, arrastrando hasta el mar el campamento donde se hallaban
alrededor de treinta personas, pereciendo tres de ellas.
En Punta Arenas, numerosos edificios tuvieron daños en las estructuras, varias cornisas y
chimeneas fueron a dar a la calle, algunas murallas de desplomaron y otras se derrumbaron. El club
Dálmata, la iglesia de María Auxiliadora, el teatro Palace, uno de los mejores de la ciudad y viviendas
de los barrios obreros fueron los más afectados.
Al interior de los locales comerciales los daños fueron cuantiosos, principalmente en las
farmacias, en los comercios de cristales y en las botillerías; el sismógrafo de los salesianos quedó
inutilizado. En la iglesia María Auxiliadora se detuvo el reloj y se trizó la torre.
En la caleta María, el muelle y algunas bodegas resultaron destruidas. En la isla Santa Cruz se
produjo el hundimiento de la costa, pudiendo verse después, las copas de los árboles sobresalir de
las aguas.
Las autoridades mantuvieron en estado de alerta la ciudad hasta el día 14, cerrando toda clase
de espectáculos, actos religiosos, hípicos y reuniones. Al frente de todo se puso un Jefe de Zona de
Emergencia. La radio La Voz del Surtransmitió ininterrumpidamente durante todo el período que duró
la angustia en la ciudad.
La comisión de ingenieros y arquitectos que evaluaron los daños, los calcularon en veinte
millones de pesos.

INCENDIO EN LASTARRIA EN 1950

Un violento incendio, cuyo origen se desconoció, se declaró en el pueblo de Lastarria, en la


madrugada del 5 de enero de 1950. Se destruyeron casi totalmente, dos manzanas de viviendas.
Todos los vecinos, presas del pánico abandonaron sus casas; el fuego sólo pudo ser dominado a
media mañana. Concurrieron al sitio del siniestro, además de la compañía local, las de Gorbea,
Pitrufquen, Freiré y Loncoche, las que trabajaron arduamente para impedir que las llamas abarcaran
un sector mayor de la población. Hubo tres heridos leves. Los daños se calcularon en cinco millones
de pesos y afectaron a más de cincuenta familias, la mayoría de escasos recursos.

263
INCENDIO EN CARTAGENA EN 1950

Doce casas destruidas, daños por veinte millones de pesos, tres bomberos heridos y cuatro-
cientos veraneantes afectados directamente, fue el saldo de un incendio que se produjo en el balneario
de Cartagena, afines de enero de 1950.
Los bomberos ayudados por los voluntarios de Peñaflor, San Antonio, Melipilla, Llolleo y
Talagante, además de cinco carros extinguidores y veinte aparatos de mano proporcionados por la
Standard Oil de San Antonio, funcionarios públicos , la Cruz Roja y particulares lograron la extinción
del siniestro. La mayoría de las construcciones del balneario eran de material ligero.
La Sociedad Hotelera de Cartagena brindó hospedaje gratis la noche del siniestro, a todos tos
veraneantes que fueron afectados.
La ciudad quedó aislada por cuatro horas, debido a que los bomberos cortaron los cables
eléctricos y telefónicos para impedir que el incendio adquiriera mayores proporciones.
En Santiago fue tal la alarma por la suerte de parientes y amigos que estaban en el balneario,
que se empezaron a organizar caravanas de automóviles y camiones para llegar rápidamente a
Cartagena. Únicamente la radioemisora Sargento Aldea en cadena con La Reina mantuvo un servicio
continuo de boletines que calmaron los exaltados ánimos en el resto del país.

ALASTRIM EN 1950

Después de 1924, la viruela dejó de ser epidémica en el país. El año 1931 hubo cuatro casos
fatales; uno en 1935; siete en 1944 y uno en 1948, año en que hubo un foco epidémico en la oficina
salitrera de Pedro de Valdivia.
El año 1950 hubo una epidemia de "alastrim", que es una variedad de la viruela. Procedía de
Argentina; transportada por arrieros que corrientemente efectuaban el tránsito de ganado por los
boquetes cordilleranos de Talca. Esta se presentó entre Santiago y Cautín. Hubo tres mil quinientos
sesenta y cuatro casos de la enfermedad, con diecisiete defunciones. En Santiago los enfermos se
aislaron en el hospital Barros Luco. Se procedió rápidamente a vacunar a la población en todo el país.
Desde el primer momento hubo una amplia colaboración hacia las autoridades: En Santiago, en ocho
días se vacunaron alrededor de ochocientas mil personas, gracias a que se instalaron ciento veinte
vacunatorios, que trabajaron sin descanso. En igual período se vacunaron en todo el país, más de tres
millones y medios de personas.
La mayoría de los casos fatales se presentaron en Concepción y fueron de menores de edad.
En esa época se dijo que el "alastrim" era una viruela benigna. Para su curación se empleaba
un tratamiento a base de sulfas y penicilina, para evitar la infección, y otro a base de sueros para
combatir la intoxicación. También se dijo que el "alastrim" no podía producir más allá del uno por ciento
de mortalidad, cifra ínfima, si se comparaba con la viruela asiática, que en los casos de grandes
epidemias llegaba a tener más del treinta por ciento de mortalidad. Esta enfermedad no deja cicatrices,
como la viruela, a menos que sus pústulas lleguen a infectarse.

TEMPORALES EN EL SUR EN EL AÑO 1950

Las lluvias del mes de junio de 1950 causaron grandes daños entre Concepción y Puerto Montt.
En Concepción, el río Andalien inundó parte del barrio Puchacay. Las poblaciones Los Angeles,
Mulchén, Santa Bárbara, Abanico y otras quedaron aisladas durante los nueve días que duró el
264
temporal. Hubo grandes derrumbes en los caminos de Concepción a Lota, a Chiguayante, a Tomé y
a San Rafael. Los deterioros fueron del orden de los trescientos mil pesos.
Lota permaneció veinticuatro horas sin agua potable; los barrios Chillancito y Estación se
inundaron.
En Mulchén se desbordó el río Bureo sobre parte de la población; doscientas cincuenta
personas debieron alojarse en las escuelas.
En Chiguayante una de las poblaciones más damnificadas fue la Jackson, donde los habitantes
tuvieron que usar botes para transitar.
En Angol, el estero inundó el barrio Chuñununco y un sector de la ciudad.
Pérdidas de siembras y animales entre Los Lagos y Riñihue, a causa de que las aguas subieron
más de un metro; inundaciones en el camino de Folico a Los Lagos y anegamientos de terrenos por
desbordes del río Quinchilca, fueron los principales daños en la provincia de Valdivia.
El lago Llanquihue se desbordó en varios sectores, inundando, entre otros, a Puerto Varas,
donde el tránsito de peatones se hizo imposible, debido a que el agua alcanzó más de un metro en
varios puntos de la ciudad.
En Puerto Montt se anegaron las calles y casas de los barrios bajos; los caminos principales
quedaron en pésimo estado y muchos modestos pobladores perdieron casas, aves y animales.

TIZÓN DE LA PAPA EN 1950

En octubre de 1950 fue descubierto en los papales de la isla de Chiloé, el "tizón de la papa".
Chile no había experimentado en tierra propia los estragos del tizón, tristemente célebre en los
Países Bajos, en Alemania, Irlanda y en algunos países latinoamericanos; se defendía en forma
natural con el desierto en el norte, la cordillera en el este y e! rnar al oeste, y con la policía de sanidad
vegetal apostada minuciosa y estricta en los cuatro puntos cardinales marítimos y terrestres pordonde
podía y no podría ser posible el contrabando de enfermedades o pestes.
Se supuso que el tizón pudo haber entrado a Chiloé con un anónimo chilote que volvió de algún
trabajo temporal en Argentina, trayendo, además de ropa y plata, papa-semillas para mejorar la
producción de sustierras, sin tener idea que las papaseran portadoras deltizón o "mal del viento" como
la llaman en el sur.
Se conoce con el nombre de tizón de la papa a un hongo que avanza por el aire, mediante las
esporas, invade los tubérculos causando pudriciones secas o húmedas. Es una enfermedad rápida
y mortal. Se le puede atacar a tiempo pulverizando la planta con compuestos cúpricos; de lo contrario
muere en pocos días si predomina la humedad a su alrededor; si hace calor, las hojas se enrollan
agonizantes, mostrando en sus lomos manchas de color café, como si hubiese recibido a soplete un
ramalazo de fuego; en este caso la planta se seca totalmente en tres o cuatro semanas. El mal ataca
antes de la floración. Después viene el drama de la papa misma, en una segunda infección; el tizón
alcanza a producirle quemaduras superficiales en los tejidos, abriendo heridas por las que penetran
las bacterias que pudren el tubérculo, convirtiéndola en polvo o dejando un mal olor que ahuyenta.
En los años 1950-1951, Chile producía cinco millones de quintales de papas, aportando el uno
por ciento al erario nacional. Cada habitante consumía como término medio, ochenta kilos al año. En
los años señalados se perdieron dos millones y medios de quintales, dejando hambruna en Chiloé. En
la Isla Grande y en las pequeñas islas del archipiélago existían catorce mil trescientas treinta chacras
con una superficie de alrededor de doscientas veintidós mil hectáreas, según el Censo Económico
Nacional. En cada una de ellas, el chilote cultivaba anualmente media hectárea de trigo y media de
papa, en rotación. Además de vivir económicamente del tubérculo, comía pura papa; los chicos, en
vez de pan, engullían durante el día, papas cocidas.

265
El tizón, entre 1950 y 1951 no sólo asoló los campos de Chiloé, continuó, mediante el viento,
por las ricas y densas zonas papales de Puerto Montt, lago Llanquihue, Valdivia y Osorno. Al mes del
contagio, hubo un momento en que se pensó que el hongo habría sido detenido por el sol, pero también
había infectado las papa-semillas sureñas, que se utilizaban en los cultivos de la zona central y norte
verde. Apareció en Coquimbo y en algunas plantaciones de Mallarauco, cerca de Peñatlor; de todos
modos, gracias a los calores se salvó la mayor parte de la producción.
El consejo de gabinete se reunió en los primeros días de marzo de 1951 para estudiar una ayuda
a las familias damnificadas. Se estimó que los agricultores perdieron alrededorde setecientos millones
de pesos y que los comerciantes perderían del orden de los trescientos millones de pesos. Para evitar
el éxodo a la Patagonia argentina se proyectó introducir en la zona de Chiloé, nuevas explotaciones
agrícolas, como remolacha azucarera, arvejas y cereales, además de ganadería y algunas fábricas
de conservas de los productos señalados. Las autoridades también darían trabajo a los chilotes
abriendo caminos y talando árboles en las inexploradas regiones de bosques de la misma provincia.
En el invierno de 1951 se ayudó a diez mil familias damnificadas a las que se les repartió víveres,
ropa y semillas y la Caja Agraria otorgó préstamos para cultivar los predios.

SISMO EN ANTOFAGASTA EN 1950

A las cinco y cuarenta minutos de la tarde del 9 de diciembre de 1950, un fuerte temblor sacudió
a Antofagasta, Calama, Mejillones y pueblos interiores, dejando cuatro muertos y algunos heridos.
En Antofagasta se agrietó el molo de abrigo, el edificio del arzobispado y la mayoría de las casas
comerciales quedaron con las estanterías en el suelo. En Calama murieron tres personas aplastadas
por murallas; el setenta por ciento de las viviendas sufrió algún tipo de daños; el alcalde decretó la
demolición de las viviendas más averiadas y se distribuyó víveres a los damnificados. En la Oficina
Cecilia murió u na persona. En Pampa Nueva se cayeron varias casas y el sesenta por ciento resultaron
agrietadas en Mejillones. Algunas líneas telefónicas se corlaron.

INCENDIOS EN 1951

Sesenta vetustas viviendas que formaban cuatro de las más antiguas manzanas de Pucón, se
destruyeron por un incendio del 2 de enero de 1951. Este se inició alrededor de las dos de la madrugada
en las instalaciones eléctricas de un bar ubicado en la avenida Argentina. El viento puelche propagó
rápidamente las llamas. Siete horas demoraron los voluntarios de Pucón, a los que se unieron los
bomberos de Loncoche, Villarrica, Pitrufquen, personal del hotel y veraneantes en extinguir el
siniestro. Una persona murió carbonizada. Se quemaron decenas de viviendas particulares, la oficina
del agua potable, mueblerías, fuentes de soda, almacenes, bodegas, librerías, la oficina de correos
y telégrafos, peluquerías, carnicerías, el club democrático, panaderías y la capilla evangélica.
La Organización Nacional Hotelera, propietaria del hotel de la localidad, inició una colecta para
comprar maderas y clavos para todos los que perdieron sus modestas viviendas. El problema
preocupó al Presidente de la República y al ministro del Interior, quienes dispusieron que el director
del Servicio Social del Trabajo se trasladara a Pucón, llevando elementos de ayuda y dinero para los
auxilios de emergencia.
El 1 de febrero del mismo año 1951, el Portal Cruz de Concepción quedó convertido en
escombros, por otro incendio. El fuego quemó veinte negocios, estimándose las pérdidas en treinta

266
millones de pesos.
Más de cincuenta millones de pesos en pérdidas dejó el incendio que en los primeros días de
octubre de 1951 se produjo en la aduana de Valparaíso.
Ardieron un mil toneladas de materias inflamables acumuladas cerca del muelle del carbón, en
la avenida Costanera, entre el mar y la línea férrea. Se destruyeron, además, las instalaciones
aduaneras; veintidós vagones y una grúa del servicio de Explotación de Puertos, cinco carros de
carga de Ferrocarriles del Estado, obligando a actuar a todo el cuerpo de bomberos de Valparaíso,
trescientos hombres de tropa de las reparticiones navales y del regimiento Maipo, personal de
Carabineros y del servicio de Explotación de Puertos.
Seis mil metros cuadrados de la aduana quedaron después del siniestro, totalmente calcinados
y la vía férrea de un vasto sector convertida en un hacinamiento de rieles retorcidos.
Se informó luego, que el incendio fue provocado por una chispa que saltó de una locomotora
a un carro cargado con parafina en pasta. En escasos minutos la hoguera adquirió proporciones
enormes, impulsada por el fuerte viento sur que soplaba a esa hora. Uno de los sesenta carros
ferroviarios estaba cargado con cajas de fósforos y otros también contenían inflamables.
Junto a los tambores de parafina habían algunos de soda cáustica que se derramaron y al
contacto con el agua formaron una lejía altamente concentrada. Por esta razón el número de
voluntarios heridos alcanzó a ciento tres, algunos de ellos de gravedad.

INUNDACIONES EN 1951 Y 1952

Dos frentes de mal tiempo afectaron al centro y al sur del país entre mayo y junio de 1951. El
primero azotó a Concepción, Los Angeles, Temuco, Osorno, Valdivia y Puerto Montt. El segundo se
extendió entre las provincias de Valparaíso y Valdivia.
En la provincia de Concepción llovió durante doce días seguidos en la última quincena de mayo,
mientras un viento arremolinado, con una fuerza de ciento diecinueve kilómetros por hora arrasó con
techos, postes y árboles. Laciudad misma consumió barro en lugar de agua potable, al destruirse parte
de las cañerías; hubo que sacar agua de las vertientes del cerro Caracol para el abastecimiento de
la población. El barrio universitario quedó aislado; el instituto comercial debió ser abandonado al
empezar a desmoronarse las murallas; las poblaciones "callampas" y sectores bajos quedaron
tapados de agua. Los desbordes del río Andalien inundaron el barrio Chillancito, cuyos habitantes
fueron sacados en botes y a caballo.
En Talcahuano numerosas casas se anegaron, los pobladores fueron evacuados por personal
de Carabineros y la Armada; muchas casas parecieron barcos a la deriva en la población Las Salinas;
en el puerto se vararon algunas embarcaciones.
Toltén también recibió el impacto del temporal, anegándose muchas de sus calles.
En Valdivia se inundaron las poblaciones Aguirre, Collico, las Animas y Schmidt de la isla Teja.
En algunos sectores, el río Calle Calle subió más de un metro, arrastrando arboles, postes, castillos
de madera y decenas de viviendas.
Puerto Montt, Llanquihue, Aisén y Punta Arenas recibieron, en menor grado el impacto del fuerte
temporal.
El segundo frente de mal tiempo se desató en el mes de junio, dejando una estela de daños
materiales, muertos y variadas calamidades.
En Valparaíso, la lluvia y el viento huracanado echaron a pique el yate San Miguel, lanzaron al
fondo del mar una veintena de faluchos, algunos cargados y otras embarcaciones de mayor calado
salieron a alta mar a capear el temporal. La avenida Costanera perdió los jardines y las plazas de
juegos infantiles. El fuerte oleaje se llevó todo a su paso. Las pérdidas se estimaron en ocho millones
de pesos.

267
Más de trescientas personas de los barrios populares de Viña de Mar tuvieron qoe ser
evacuadas, además de que perdieron sus casas y todos sus enseres.
El derrumbe de un terraplén del río Tinguiririca cortó el camino en un tramo de varios metros,
obligando a decenas de automovilistas y camioneros a continuar viaje por Puente Negro.
En Concepción los ríos Andalien y Bío Bío inundaron vastos sectores de la ciudad.
En Temuco los desbordes del río Cautín aislaron a los pobladores que vivían en sus orillas.
Los ríos Calle Calle y San Pedro pusieron en grave peligro a los habitantes de Los Lagos,
quienes se encontraron con el agua más de un metro adentro de sus casas.
Las pérdidas se calcularon en cien millones de pesos, incluyendo caminos y puentes destruidos,
edificios públicos seriamente averiados, enseres y útiles perdidos, viviendas, animales y maderas
arrasadas por las aguas.
Hubo por lo menos tres víctimas: un indígena pereció ahogado al atravesar el río Cautín, a la
altura de Imperial; en Talcahuano y en San Javier perecieron dos obreros.
Los servicios camineros de la dirección de Obras Públicas pusieron en práctica planes de
emergencia para unir con centros poblados los numerosos lugares del sur que habían quedado
aislados por la acción del temporal.
Al año siguiente, en 1952 otros dos frentes de mal tiempo dejaron daños variados en el centro
y sur del país.
En mayo de 1952, una lluvia que duró cinco días azotó desde Los Vilos al sur.Frente a este
balneario estaba el buque de carga francés Rouen, de siete mil toneladas que encalló en el sector
rocoso denominado Bajo Lynch, cuando se encontraba cargando cobre; algunas fragatas y escam-
pavías fueron enviadas desde Valparaíso en su socorro, una de las cuales, logró, después de tres días,
desencallarlo.
En Valparaíso los destrozos los sufrieron faluchos y barcos que no salieron a alta mar a capear
el temporal.
En Colina, donde habían hecho rogativas para que lloviera, el temporal arrasó con las cosechas,
cortó puentes y caminos. En El Volcán, cuatrocientos obreros estuvieron varios dias aislados y sin
víveres.
Cerca de Talca, un tren saltó de la vía férrea, arrastrando varios carros cargados con maderas.
Constitución quedó aislada.
En Aisén la intensidad de la lluvia inundó las carreteras, cortando puentes avaluados en varios
millones de pesos. El total de las pérdidas originadas por este frente de mal tiempo se estimaron en
treinta millones de pesos.
En junio del mismo año, un nuevo temporal azotó a Valparaíso. Los cauces reventaron al no
resistir las toneladas de arena que bajaron desde los cerros, arrastradas por el agua, empantanando
toda la ciudad. Los daños volvieron a sumar varios miles de pesos, debido a derrumbes, detención del
tráfico entre Valparaíso y Viña del Mar y por las decenas de casas que quedaron destruidas o dañadas.

MAREMOTO EN 1952

¿Un terremoto que se produjo a las dieciseis horas y cincuenta y ocho minutos de Greenwich, el
4 de noviembre de 1952, con epicentro en el mar, al este de la península de Kamchatka, en latitud
cincuenta y dos grados y tres segundos norte y longitud ciento sesenta y un grado este, generó un
maremoto en las costas chilenas el 5 de noviembre.)
[A las ocho y cincuenta minutos, hora chilena, del 5 de noviembre, el mar comenzó a agitarse
en Antofagasta, a las once de la mañana llegó a San Vicente y minutos después a Talcahuano.

268
Tres horas duró la crecida del mar, con una altura que llegó a los tres metros y sesenta
centímetros. En Arica las lanchas giraron como si hubiesen estado en un carrusel.]
( En Antofagasta la lancha gasolinera de la Chile Exploration, que estaba atracada a uno de los
muelles del ferrocarril a Solivia, desapareció en minutos} El agua avanzó playa adentro, haciendo huir
a los moradores costeros. Quedaron en seco, en Las Almejas, el balneario municipal, el puerto artificial
y el recinto del Automóvil Club.
En Talcahuano el oleaje cubrió el malecón y el dique del apostadero naval, cogió la draga que
pesaba doscientos cincuenta toneladas y la trasladó medio kilómetro tierra adentro. En el sector de
El Morro, que era habitado por obreros de la fábrica de conservas y por pescadores, el mar avanzó
tres cuadras, inundando las modestas viviendas; la población huyó a los cerros donde pernoctó
durante toda la noche.
Tomé, Dichato, Penco y San Vicente también recibieron el impacto de las olas, pero en menor
proporción.
La estación sismológica de Antofagasta había registrado el sismo siberiano, lo mismo que el
Instituto Tecnológico de Pasadena, en Estados Unidos.-
S Los daños fueron avaluados en tres millones de pesos. ^

INCENDIO EN VALPARAÍSO EN 1953

La madrugada del 1 de enero de 1953, que debió ser el fin de una noche plena de alegría,
transformó a Valparaíso en un escenario de pesadilla y horror.
Cincuenta y un muertos, de los cuales treinta y uno eran bomberos, trescientos heridos y
pérdidas del orden de los treinta millones de pesos fue el saldo del incendio que se inició por un petardo
que cayó en una barraca y luego se propagó a una bodega en la que almacenaban explosivos, en la
avenida Brasil esquina Freiré.
Los voluntarios se abocaron a extinguir las llamas y casi lo habían conseguido cuando se
produjo la explosión. El fuego se había iniciado minutos pasados la una de la madrugada del día de
Año Nuevo y eran alrededor de las tres de la mañana cuando explotaron la pólvora, la dinamita y los
fulminantes que se almacenaban en una bodega del edificio de la dirección General de Caminos del
ministerio de Obras Públicas, ubicado al lado de una barraca. Miles de curiosos se habían agolpado
en las calles colindantes para presenciar la labor de los bomberos y el espectáculo de las llamas, que
había reemplazado al de los fuegos artificiales, a esa hora ya en decadencia.
Hubo dos explosiones, la primera fue la que prácticamente desintegró a los voluntarios de dos
compañías que atacaban el fuego encaramados en las murallas de la barraca, del almacenamiento
de explosivos y de la maestranza de Chile, que también estaba ubicada al lado de los edificios ya
mencionados. La segunda explosión, mucho más fuerte y destructora, se produjo en el aire a cien o
doscientos metros del suelo. Esa fue la que hizo saltar los vidrios de los edificios cercanos, derrumbó
puertas, agrietó murallas, quemó hasta las palmeras de la avenida Brasil, que prendieron como teas,
desencadenó el gran incendio que destruyó hombres, casas, maquinarias, mercaderías; convirtió en
escombros la barraca donde se inició el fuego, el edificio de la dirección General de Caminos, la
maestranza de Chile, los cuarteles y bodegas de materiales de cuatro compañías de bomberos, los
establecimientos de varias firmas comerciales, negocios vitivinícolas, más todas las casas particulares
del sector que sufrieron cuantiosos daños.
El estrépito se sintió en todo Valparaíso, en Viña del Mar y hasta en Chorrillos. Al día siguiente,
a más de un kilómetro de distancia se encontraron tambores, restos humanos, zapatos, pedazos de
madera y de árboles.
Los bomberos hicieron, posteriormente, una declaración pública señalando que no tenían
conocimiento de la existencia del polvorín "clandestino" que estalló y causó la tragedia que enlutó al
Puerto.

269
Habían almacenados treinta cajones de dinamita, veinte de pólvora, diez mil fulminantes y gran
cantidad de guías en rollos, bencina, parafina y petróleo.
De los protagonistas del drama, los treinta y un bomberos mártires pertenecían a la sexta,
séptima, octava, décima y undécima compañías. Perecieron también, un periodista porteño, un
marinero, un voluntario de la Defensa Civil, el hijo de un operario de la empresa de agua potable,
cuando ayudaba al padre a habilitar los grifos de agua y otras dieciseis personas de diferentes edades
y actividades.
En tres funerales separados fueron sepultadas las víctimas. A los tres concurrió el Presidente
de la República acompañado de cinco de sus ministros. Hubo delegaciones de cuarenta y siete
cuerpos de bomberos, diplomáticas, autoridades y por lo menos cien mil personas acompañaron los
restos. El Presidente también visitó a cada uno de los heridos y dispuso tres días de duelo nacional,
enviar al Congreso un proyecto de ley para otorgar fondos con el objeto de reponer los cuarteles de
las compañías de bomberos destruidos y terminar el edificio de los voluntarios, que se levantaba en
la plaza de la Constitución.

SISMO EN CHILLAN Y CONCEPCIÓN EN 1953

Pasada la una de la tarde, un sismo con características de terremoto afectó a Chillan y


Concepción, el 6 de mayo de 1953. Hubo nueve víctimas: seis en Chillan, una en Concepción y dos
en Talcahuano, además de ciento treinta y cinco heridos. Se produjeron interrupciones en el servicio
de energía eléctrica, en los de teléfonos, telégrafo y en el suministro de agua potable. Innumerables
murallas y techos cayeron al suelo, se quebraron vidrios y menaje. El ministro del Interior avaluó los
daños en un mil seiscientos millones de pesos. El Presidente de la República, Carlos Ibañez del Campo
informó al Congreso que hubo tres mil novecientos cuarenta y ocho damnificados en la provincia de
Nuble y un mil setecientos noventa y siete en la de Bío Bío.
En Chillan se cayó parte del hotel Chillan, perecieron cinco personas. Se destruyó parte del
hospital viejo, parte del museo O'Higgins y alrededor del setenta por ciento de las casas de los
arrabales. Otra menor murió aplastada por una pandereta de la comisaría; la iglesia de las Carmelitas
resultó con las murallas agrietadas; el agua de la pila de la plaza se vació con el movimiento.
En Concepción falleció una paciente en el hospital, a consecuencias que con el movimiento
sísmico se cortó el suministro de energía eléctrica, desconectándose el pulmón artificial. Algunas
murallas de la ciudad universitaria se derrumbaron, otras se desplomaron y las menos se agrietaron;
lo mismo sucedió en un club deportivo y en viviendas modestas y antiguas, casi todas de adobes. Hubo
que habilitar algunas escuelas para albergar a la población damnificada, lo mismo que en Chillan,
adelantándose para estos efectos las vacaciones de invierno.
En Talcahuano fallecieron dos personas aplastadas por los techos y vigas de las casas en que
vivían.
En Los Angeles se cayeron las tejas y algunas murallas, sin ocasionar daños personales.
Entre el Observatorio de El Salto, a cargo de Julio Bustos Navarrete y Federico Greve, director
del Instituto Sismológico de la Universidad de Chile hubo discrepancias por el grado que debía dársele
al sismo. El Observatorio El Salto estaba adherido a la escala internacional de grados sísmicos que
utilizaba el método italiano de Mercalli, con doce grados. Federico Greve estimaba que por ser Chile
uno de los países con record de temblores, bien podía tener una escala propia, por lo que decidió
construir una de seis grados. A este sismo se le dio grado diez en la escala internacional y grado cinco
en la escala chilena.
Por su parte, los ingenieros estimaban que las escalas eran meras apreciaciones subjetivas. Lo
válido era si una construcción se iba al suelo o no.

270
Rodrigo Flores, ingeniero civil, quien años más tarde fue director de la escuela de ingeniería de
la universidad de Chile, en esa época de cuarenta años y profesor de la cátedra de resistencia de
materiales y estabilidad de las construcciones, en la mencionada Escuela de Ingeniería, declaraba a
un semanario capitalino que: "las ordenanzas actuales - refiriéndose a la ordenanza general de
construcciones - que sólo rigen en los radios urbanos exigen una coordinación perfecta entre el
ingeniero y el arquitecto. Pero por razones estéticas y económicas se producen divergencias de
criterios. Los arquitectos creen que las medidas de seguridad proyectadas por el ingeniero encarecen
la construcción". Agregaba, luego, "que si el arquitecto se ceñía a las necesidades de seguridad
mínimas recomendadas por el ingeniero, el sobreprecio sería sólo de un cinco por ciento".
Los alumnos de ingeniería de la universidad laica fueron en esa ocasión a Los Angeles, Chillan
y Concepción para observar los materiales que fallaron, porqué fallaron, el monto de los daños y otros
pormenores que les servirían más adelante para su trabajo profesional.
El Instituto de Ingenieros designó una comisión, que a su vez, estudió en el terreno las
consecuencias de este sismo. En su informe, entre muchas otras consideraciones, señalaron que las
construcciones modernas, efectuadas de acuerdo con la Ordenanza General de Construcciones, en
su mayoría, resistieron el sismo sin sufrir daños; los parapetos de las casas se mostraron como los
elementos más débiles y peligrosos; los destrozos aparecieron en las estructuras mal construidas o
hechas con materiales de mala calidad. Constataron, también, que los vidrios colocados en ventanas
con marcos de madera no se quebraron en porcentajes tan alto, como los colocados en marcos de
acero.

TEMPORALES EN 1953

Un temporal con vientos huracanados y fuertes lluvias azotó al país durante tres días, a partir
del 24 de mayo de 1953. Se estimaron que doscientas mil personas quedaron sin hogar; que los daños
fueron del orden de los cuatro mil millones de pesos; por lo menos nueve personas desaparecieron
y se perdieron cientos de cabezas de ganado y gran cantidad de siembras. El Presidente de la
República visitó la zona afectada y dispuso que se giraran seiscientos setenta y seis millones de pesos,
de emergencia, para paliar dos daños.
En Valparaíso el mar arrasó con la costanera; los bomberos debieron abocarse a desaguar las
bodegas y casas comerciales de las calles Blanco y Errázuriz; dos yates, dos remolcadores y un
petrolero se fueron a pique. En Viña del Mar, la avenida Libertad se convirtió en un estero. En Quintero,
los camiones municipales evacuaron a los pobladores cuyas casas quedaron sin techo con la fuerza
del viento. El lago Peñuelas, uno de los que abastece de agua potable al Puerto, subió sus reservas
en cuarenta y ocho horas, de once millones de metros cúbicos a diecisiete millones, reflejando la
cuantía de la lluvia.
San Fernando quedó sin energía eléctrica, sin teléfonos ni telégrafo debido a que el ventarrón
derribó los postes y los árboles, los que arrastraron el tendido de cables.
Curicó se inundó con los desbordes de los esteros Hormazábal, Márquez, Quete Quete, Alcaíno
y La Cañada. En algunos sectores el agua subió más de dos metros. Los damnificados fueron
trasladados a la intendencia, comisarías, escuelas y hoteles.
Las aguas del río Puangue, cerca de Talca, arrollaron los puentes de fierro y cemento, cortando
las vías férreas y terrestres con Santiago. Las crecidas del río Claro y del estero Piduco derrumbaron
cuarenta casas y otras doscientas quedaron en pésimo estado. El cuartel de Investigaciones se inundó
totalmente, debiendo el comisario sacar "al apa" a los tres reos que habían detenidos y dejarlos ir a
sus casas bajo palabra de honor. Tuvieron que improvisarse dieciocho albergues para la población
damnificada.

271
Cerca de Constitución, el río Maule prácticamente borró la línea férrea en varias partes; penetró
por las calles e inundó la mayoría de las viviendas. Por la ciudad tuvo que transitarse en botes. Las
escuelas, cuarteles del regimiento y las comisarias sirvieron de albergue para las tres mil personas
que perdieron sus casas, enseres y ropa. La mayoría de las viviendas de adobes no resistieron el
embate de las aguas. La ciudad quedó completamente aislada, pidiendo socorro a través de tos
radioaficionados. La señal fue escuchada en Santiago del Estero, Argentina, la que la transmitió a
Santiago; luego aviones de la Fach sobrevolaron la zona dejando caer alimentos y vestuarios.
En la provincia de Linares hubo siete muertos. El puente ferroviario sobre el río Ancoa fue
destruido en setenta metros, con el impulso de las aguas, interrumpiendo el tráfico en diez kilómetros;
buses de Santiago fueron enviados para efectuar el trasbordo de pasajeros en los sectores dañados.
En la ciudad de Linares se anegaron la mayoría de las calles, y gran cantidad de viviendas; los
damnificados fueron evacuados a escuelas, suspendiéndose las clases. Hacia el interior las familias
que quedaron sin alimentos ni ropa fueron socorridas por efectivos de la Escuela de Artillería. Del
puente carretero sobre el río Loncomilla, construido de concreto armado en 1943, soto quedaron tos
cimientos de ambas riberas, fue arrasado por completo, tenía doscientos metros de extensión y su
costo en 1953 se calculó en cuatrocientos millones de pesos.
En Chillan los más afectados fueron las barriadas populares, donde se rebalsaron los canales.
El río Bío Bío, en Concepción arrasó con poblaciones obreras y con las "callampas". Los
damnificados fueron albergados en los tribunales de justicia.
Los agricultores tuvieron enormes pérdidas. Gran parte de las cosechas de trigo se perdieron.
Las siembras en los lomajes fueron arrastradas por las aguas.
Carabineros, bomberos, Cruz Roja y personal del Ejército, en muchos casos, con el agua hasta
la cintura, trabajaron en rescatar a los moradores de las viviendas inundadas.
Entre el 7 y el 8 de julio de ese mismo año 1953, se produjo una tragedia en el sector de Lo
Valdés, cerca de Santiago, al perder la vida por un rodado, veintiún alumnos de cuarto y quinto año
del liceo Don Juan Bosco y dos profesores del mismo plantel. Estos habían salido de Santiago el lunes
6 de julio, llegando esa misma noche a Lo Valdés, donde departieron con otro grupo del liceo San Pedro
Nolasco que se encontraba en el refugio Alemán, en el mismo sector.
Al día siguiente, a pesar de que había amanecido amenazante y que empezaba a nevar,
iniciaron una excursión al sector denominado Las Yeseras, unos ocho kilómetros quebrada arriba.
Como la nevazón arreció y no volvieron esa noche, uno de los profesores del grupo del San Pedro
Nolasco, quienes se habían quedado en Lo Valdés, informó por radio a El Volcán y solicitó baqueanos
para que reconocieran el sector, los que fueron ayudados por mineros de la Compañía Industrial El
Volcán y voluntarios de la Defensa Civil. El Gobierno, por su parte, dispuso que la zona fuera explorada
por aviones y helicópteros, a los que también se agregaron soldados del regimiento Ferrocarrileros.
Sólo el viernes 10, alrededor de medio día fueron ubicados los primeros cuerpos congelados,
golpeados y mutilados, de uno de los profesores y dos alumnos, en el fondo de la pendiente
denominada Chifón del Diablo. El resto de los alumnos y el otro profesor fueron encontrados al día
siguiente en la Casa de Piedra La Fortuna, del refugio de Las Yeseras, sepultados por un alud de nieve.
A partir del 18 de agosto, el mismo año 1953, llovió durante noventa horas seguidas en la zona
central, dejando alrededor de cien mil personas damnificadas y daños del orden de los seis mil millones
de pesos. Los mayores daños fueron en caminos, puentes, vías férreas, siembras y propiedades.
El temporal cortó la vía férrea entre Santiago y Valparaíso y desde la capital al sur. En Illapel
el río Choapa se desbordó inundando todas las casas ubicadas cerca de sus riberas.
En Valparaíso y Viña del Mar la población transitó con el agua hasta las rodillas. Se hundió un
remolcador y se estrellaron seis faluchos. Se inundaron las instalaciones de la refinería de petróleo
en Concón. Tuvo que prohibirse el tránsito por la recién inaugurada carretera Panamericana, porque
los terraplenes sobre ríos, riachuelos y esteros empezaron a hundirse.
En la mina la Disputada de las Condes un rodado sepultó una casa con cuatro obreros. En
Santiago, el Zanjón de la Aguada y el canal San Carlos se desbordaron y el río Mapocho arrastró

272
modestas viviendas que se habían ubicado casi al borde de su lecho. La población Lo Castillo se
inundó totalmente; lo mismo sucedió con las denominadas Coló Coló, Vicente Navarrete, González
Videla, Pino Alto, Pino Bajo, Franklin, Nueva Zelada, Monterrey, Biaut, Corea y Zanjón de la Aguada,
además de las calles Irarrázaval, Gran Avenida y otras. Los areneros del río Maipo casi fueron
arrastrados por la corriente; muriendo por lo menos uno; otros se salvaron a nado y los menos fueron
rescatados por helicópteros de la Fach. El Estadio Nacional fue abierto para recibir a más de tres mil
doscientas personas evacuadas de diferentes poblaciones; la Escuela Militartambién recibió a un mil
refugiados; liceos, escuelas también recibieron a damnificados que vieron que las aguas arrasaron
desde sus casas, hasta animales domésticos y enseres. En Melipilla, el río Maipo arrastró los costados
del puente; doscientas personas de Chocalán perdieron sus viviendas, siendo hospedadas en la
escuela parroquial. Pobladores de Talagante, Curacaví fueron rescatados por helicópteros de la Fach,
algunos de los cuales estuvieron hasta tres días en las copas de los árboles o en los techos de sus
casas, capeando la subida de las aguas.
En San Fernando se desbordó el estero Antivero inundando la población San Martín y los barrios
Matadero y Hospital; los pobladores fueron albergados en la escuela superior de mujeres. Los
habitantes de Tunca, cerca de Tagua Tagua pasaron un día en las copas de los árboles para no morir
ahogados; fueron rescatados por bomberos.
A pesar de que el frente de mal tiempo se extendió a doce provincias, fue Santiago, la ciudad
más afectada. El Ejército, Carabineros, bomberos, Defensa Civil y la Cruz Roja se acuartelaron para
prestar ayuda y realizar el salvataje de los damnificados. La ayuda llegó desde las esferas guberna-
mentales y de los particulares.
La población de Santiago que no resultó damnificada repletó las bodegas de Auxilio Social y las
del Estadio Nacional con paquetes de ropa, enseres domésticos y alimentos. Cientos de miles de
pesos se donaron. Las radios Cooperativa Vitalicia y Sociedad Nacional de Minería organizaron
cadenas de buena voluntad para transmitir programas destinados a auxiliar a los damnificados.
Artistas nacionales y extranjeros cooperaron ininterrumpidamente; las compañías avisadoras cedie-
ron todos sus espacios; autos y camiones particulares visitaron las casas de los que llamaban a las
radios para ofrecer algo para los chilenos en desgracia; llegaron todo tipo de regalos, desde
valiosísimas joyas hasta pequeños chanchitos con ahorros de algún menor; en las radios se remataron
a subido precio los envíos.
La dirección de Auxilio Social estableció pulperías en el Estadio Nacional, en la Escuela Militar
y en otros refugios, repartiendo en tres días, seis millones de pesos en ropa y alimentos. Los cuatro
restaurantes populares de Santiago cancelaron a su clientela habitual para sólo cocinar para los
damnificados; también se preparó comida en los regimientos.
El Gobierno ordenó a los intendentes y gobernadores que entregaran ayuda de inmediato, para
lo cual destinó ochenta millones de pesos, con el principal objeto de construir viviendas de emergencia.
La dirección General de Vialidad del ministerio de Obras Públicas envió instrucciones a los
ingenieros provinciales de la zona afectada para que las reparaciones se realizacen en el menor
tiempo posible.
Oficialmente, en 1953 hubo seiscientos cuarenta y nueve damnificados en la provincia de
Aconcagua; dos mil doscientos treinta y cinco en la provincia de Valparaíso; treinta y un mil trescientos
noventa y cinco en la provincia de Santiago; doscientos dieciseis en Santa Cruz; quinientos treinta y
cuatro en Curicó; seiscientos treintay ocho en Talca; dos mil doscientos sesenta y uno en Constitución;
un mil trescientos veintinueve en Nuble; cuatro mil setecientos veintisiete en Concepción y ciento
setenta y dos en Temuco.

SISMOS EN LA LIGUA Y CALAMA EN 1953

El 4 de septiembre de 1953, a las diez y diez minutos de la mañana, un fuerte temblor sacudió
a La Ligua; sólo una persona quedó herida. Hubo daños materiales en La Ligua y en el villorrio de
Placilla, ubicado a cinco kilómetros de la capital del departamento. Numerosas murallas de viviendas

273
particulares y de algunos edificios públicos cayeron y otras quedaron a punto de derrumbarse, como
las de la gobernación y las de la comisaría.
Cinco mil trescientas cinco personas damnificadas, diez heridos y daños materiales avaluados
en ciento ochenta millones de pesos dejó en Calama el fuerte temblor que se produjo la noche del 6
de diciembre de 1953. La mayoría de las casas que cayeron estaban construidas de adobes.
El ministro de Obras Públicas visitó la ciudad en representación del Presidente de la República,
Carlos Ibañez del Campo; aseguró, en esa ocasión, que sobre las ruinas se levantaría una ciudad con
nueva fisonomía. Se expropiaron veinte hectáreas de terrenos para construir ciento setenta viviendas
de emergencia. En el intertanto, el Ejército levantó carpas para hospedar a las familias damnificadas.

INUNDACIONES EN GUATACONDO EL ANO 1954

El 12 de febrero de 1954 se produjo un aluvión que destruyó veinte casas, dejó diez inhabitables
y otras veintiuna destruidas parcialmente en el poblado de Guatacondo, al interior de Iquique. Una
persona murió aplastada por una muralla.
Mamiña, Chusmisa y otros poblados de Tarapacá quedaron aislados, los terrenos de cultivo
cubiertos de montonesde piedras y lodo y centenares de animales, junto a casas, enseres y elementos
de labranza fueron arrasados. Ciento cincuenta y cuatro personas quedaron damnificadas, salvando
sólo lo que tenían puesto. Reparaciones urgentes en la cuesta de Dupliza permitieron llevar auxilio a
los aislados.
También se interrumpieron los caminos de Arica a Huara, el de Ramaditas al interior y la ruta
que llevaba al pueblo de Tarapacá. La crecida del rio Copiapó cortó el camino a Caldera, las líneas
telegráficas y obstruyó la ferrovía entre Juan Godoy y Paipote.

INCENDIO EN POBLACIÓN "CALLAMPA" DE SANTIAGO EN 1954

Un muerto y mil quinientas personas damnificadas fue el saldo de un incendio que se produjo
el 3 de marzo de 1954 en el sector Bella Esperanza de la población Zanjón de la Aguada, en la comuna
de San Miguel de Santiago.
El fuego se inició cuando una mujer trató de acelerar el encendido de una cocina cargada con
aserrín, sacándola a la calle. No sólo prendió la cocina, sino también la vivienda, que era de madera,
propagándose rápidamente las llamas por todo el sector. A pesar de que los bomberos llegaron a los
pocos minutos, se les acabó el agua del carro bomba antes de lograr extinguir el siniestro y el grifo más
cercano estaba a no menos de tres cuadras.
Un hombre pereció asfixiado. Muchos de los pobladores eran trabajadores de un circo,
perdieron todo el vestuario; lo mismo aconteció con modestas costureras y lavanderas: la ropa a medio
confeccionar y la recién lavada quedó reducida a cenizas. Ardiendo doscientas cuarenta chozas de
la población "callampa".
Tanto la Defensa Civil, como la dirección de Auxilio Social ayudaron a los damnificados con
vestuario y alimentos.

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TORNADO EN 1954

A mediados de julio de 1954 una ventolera sin precedentes azotó a Antof agasta. El huracán tuvo
una velocidad de ochenta kilómetros por hora, barriendo techos y viviendas. Dos menores murieron
y las pérdidas se calcularon en veinte millones de pesos.

INCENDIO EN EL MATADERO DE SANTIAGO EN 1955

En la última semana de marzo de 1955 se quemó una manzana completa de establecimientos


comerciales en el sector sur de Santiago. Fue una larga cadena de incendios que comenzaron en una
barraca, luego ardió una fábrica de cajones, otra barraca, las oficinas de la Embotelladora Andina y
más de la mitad del matadero municipal de Santiago, amén de establecimientos comerciales y casas
particulares. La falta de agua y escasez de elementos impidió a los bomberos controlar el siniestro.
Los daños fueron avaluados en cuatrocientos millones de pesos.

SISMO EN EL NORTE CHICO EN 1955

A las cuatro y veinticuatro minutos de la tarde del 19 de abril de 1955, un temblor con epicentro
a seiscientos kilómetros de Santiago, hacia el norte, fue registrado por el Instituto Sismológico de la
universidad de Chile.
El temblor de larga duración se sintió en La Serena, Copiapó, Coquimbo, Vallenary Tongoy. Una
persona falleció en la localidad de La Cantera.
En Tongoy, Los Vilos, Peñuelas y Coquimbo inmediatamente después del sismo se produjo una
salida del mar, con olas de alrededor de dos metros de altura sobre el nivel normal. Las aguas
inundaron algunas viviendas de pescadores, ocasionaron perjuicios y pérdidas de los botes surtos en
las inmediaciones de las playas. En Coquimbo el mar llegó ciento veinte metros tierra adentro; a cien
metros en Peñuelas, lo mismo que en Los Vilos y a doscientos metros tierra adentro en Tongoy.
La población de esos lugares durmió en los cerros la noche del temblor y las subsiguientes.
Carabineros y bomberos evacuaron a la población en los lugares donde era posible que hubiese
peligro de un nuevo maremoto.
Sismología registró treinta y dos temblores entre las cuatro y veinticuatro minutos de la tarde del
día 19 y la siete de la tarde del día siguiente.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN CARRAN EN 1955

El 27de julio de 1955 entró en erupción un volcán. Para algunos medios de prensa era el Garran,
para otros el Riñinahue y aún otros creyeron que eran el Quirrasco. Finalmente se estableció que fue
el volcán Carrán.
La erupción tendió en el cielo un manto de cenizas calcinadas que inicialmente se levantaron
en forma de hongo hasta una altura de alrededor de siete mil metros, luego se fueron expandiendo
275
hacia los cuatro puntos cardinales del epicentro, según la dirección de los vientos. El "oleaje" de
cenizas llegó a oscurecer la luz del sol, produciendo estados de eclipse en la zona del volcán.
Por lo menos cinco días los villorrios Garran, Casa de Lata, Quirrasco, Puerto Nuevo, Puerto
Squella, Futrono, Llifén, Riñinahue, los poblados de Lago Raneo, Paillague, los pueblos Río Bueno,
La Unión recibieron directamente la lluvia de cenizas, lo mismo que Osorno y Valdivia. Hombres y j
animales se vieron enfrentados al riesgo de morir asfixiados por la "lluvia" que llenaba los campos y
aldeas. La lava, la ceniza, la escoria y los vapores sulfurosos causaron daños en la flora y fauna.
Los aviones militares y civiles, lo mismo que los helicópteros de la Fuerza Aérea sobrevolaron
la región afectada, pero tuvieron dificultades por la escasa visibilidad a consecuencia de la impene-
trabilidad de la cortina de cenizas que se movía en el cielo con gran lentitud. De todos modos, la
evacuación de las poblaciones afectadas se realizó con bastante eficiencia. Se tuvo conocimiento de
una sola persona muerta por asfixia. El resto de los habitantes, cercano a las cinco mil personas, fueron
trasladados a lugares donde el peligro era menos intenso. La Fuerza Aérea, Carabineros de los
lugares cercanos, la aviación civil, las autoridades políticas y sanitarias coordinaron las medidas de
emergencia; se interrumpieron todas las comunicaciones telegráficas y camineras. Muchos grupos
familiares, principalmente de los villorrios de Riñinahue y Casade Lata caminaron a pie por los campos
arrasados para llegar a lugares más seguros. Los damnificados con principios de asfixia fueron
atendidos en el hospital de Osorno, que recibió más de cien personas con este tipo de problemas. El |
resto de los evacuados fueron ubicados en La Unión y Río Bueno.
La población ganadera de la zona damnificada se calculaba en siete mil quinientas cabezas de I
vacunos y por lo menos dos mil cabezas de ganado lanar. De los primeros, por lo menos doscientos
murieron pulverizados o mutilados con la primera explosión volcánica. Del resto, fue posible evacuar
sólo el cincuenta por ciento. Más de la mitad murieron por la falta de agua y forraje. En cuanto a las
ovejas, perecieron la gran mayoría que pastaba en los campos que quedaron cubiertos de cenizas. |
También se resintió, consecuentemente, la producción de leche y sus derivados.
Las materias que arrojó el volcán cayeron sobre las sementeras y pastos destruyendo todo I
indicio de vida agrícola. Alrededor de cien mil hectáreas de suelos agrícolas explotados o explotables
se perdieron. Las aguas de algunos ríos dejaron de ser aptas para el consumo por la misma causa y |
otros se secaron, cortados por la lava ardiente que cayó sobre sus lechos.
En la zona cercana al volcán muchas viviendas de campesinos se derrumbaron con el peso de|
las cenizas y a catorce casas de Valdivia les ocurrió lo mismo.

SEQUÍA EN 1955

La mitad del Chile agrícola, desde Malleco hasta Coquimbo está bajo los efectos de una
desastroza sequía, declaró a un semanario el director General de Agricultura, en agosto de 1955. Elj
personero de Gobierno aseguró que el setenta porciento de la producción de limones se había perdido,
lo que se debía traducir en doscientos setenta y cinco millones de pesos menos en el capítulo de renta I
agrícola y a la vez ponía en peligro el mercado consumidor de Europa, principalmente de Alemania.
Agregó que también se habían perdido el treinta por ciento de los árboles de naranjas lo que significaba
un daño por valor de setenta y ocho millones pesos. Estimó también que las pérdidas en trigo podrían
ser del orden de los tres millones de quintales. Añadió que la falta de pasto y la falta de agua estaban
desolando los campos de Coquimbo y Atacama, por lo que las cabras y ovejas estaban muriendo de
hambre y sed. Señaló que los animales no podían ser llevados a la cordillera, porque el estado de
debilidad los dejaba muertos en el camino; que en muchas ocasiones, los ganaderos mataban alas)
crías para salvar a las madres, lo que en la práctica se traduciría en disminución de leche, quesos,
carne y pieles.

276
En esa oportunidad se indicó que el Gobierno, como medida de emergencia tendría que importar
mayor cantidad de trigo y otros productos, principalmente de excedentes agrícolas de los Estados
Unidos aprovechando los convenios existentes; para éstos se habían reservado cincuenta millones
de dólares.
Se dijo, también que la fórmula salvadora sería la lluvia artificial, cuya primera experiencia se
había llevado a efecto en el verano de 1951.
El devastador efecto que produce una sequía llevó a los dirigentes de la Sociedad Nacional de
Agricultura a solicitar al cardenal arzobispo de Santiago, José María Caro que pidiera que en todos
los templos y colegios católicos de la capital se rezaran preces especiales destinadas a lograr, con la
mediación de la fuerza divina, que la lluvia llegara a beneficiar los resecos campos chilenos. El ilustre
prelado impartió instrucciones y pidió a los obispos y a todos los fieles que en las misas del mes de
agosto elevaran sus oraciones por las intenciones de los agricultores.
En el mes de junio, en la Araucanía los indígenas también se habían dirigido mediante sus ritos,
a sus dioses y antepasados, implorándoles que cayera agua sobre sus campos.

TEMPORALES EN PUNTA ARENAS EN 1956

En pleno mes de enero de 1956, lluvias torrenciales provocaron el desborde del río Las Minas
que atraviesa la ciudad de Punta Arenas, causando numerosos daños en la propiedad privada y en
las obras públicas.
Las aguas carcomieron las bases y arrastraron quince casas de gente modesta en la población
Ladrillería Dubravcie; cinco puentes resultaron dañados; las calles Angamos, Maipú, Sarmiento y
Caupolicán se inundaron, los vecinos tuvieron que movilizarse en botes; el agua destruyó el
empedrado en varios sectores y dejó otros con toneladas de légamo. También se rompieron las
tuberías de la planta de filtros, quedando la ciudad sin agua potable por varios días, y se taparon los
tubos del alcantarillado, causando graves problemas sanitarios.
Los daños se calcularon en más de cincuenta millones de pesos, sin considerar las propiedades
privadas.

INCENDIOS EN 1956 Y 1957

Como "calamidad pública" fue considerado en Iquique el incendio que se produjo los primeros
dias de marzo de 1956. El siniestro redujo a cenizas y escombros doce establecimientos comerciales
y varias casas particulares, con daños estimados en doscientos millones de pesos. EL fuego se inició
en el segundo piso del círculo Italiano, en la calle Tarapacá, envolviendo en llamas la torre que
culminaba con la efigie de Cristóbal Colón, la que se desplomó totalmente.
Dos niños carbonizados, treinta y siete heridos, alrededor de un mil seiscientas personas
damnificadas, doscientas casitas modestas reducidas a cenizas dejó el incendio que se produjo en el
segundo sector de la población Zanjón de la Aguada, en Santiago, en septiembre de 1956.
El fuego se inició por la inflamación de una cocinilla a parafina en una de las viviendas de la
población "callampa", en la que se habían dejado solos a dos menores. Algunas de las familias que
perdieron todas sus pertenencias ya habían sido víctimas del incendio que se produjo en el sector Bella
Esperanza, en el mismo Zanjón de la Aguada, en 1954. A pesar de que Carabineros y bomberos
hicieron un verdadero cerco en torno al fuego, algunos individuos se dedicaron a robar pertenencias

277
que los damnificados habían rescatado de las llamas y dejado en la calle.
A mediados de 1957 un incendió devastó la población "callampa" Manuel Rodríguez í
Santiago, dejando cientos de damnificados.
El 23 de octubre del mismo año 1957, hubo otro incendio, esta vez en la población "callan
El Carmelo, del Zanjón de la Aguada de Santiago quedando reducidas a cenizas un total de ciei
treinta viviendas.

ERUPCIONES DEL VOLCAN LLAIMA EN 1956 Y 1957

En enero de 1956 entró en erupción el volcán Llaima, dejando un campesino muerto ye


estimados en doscientos millones de pesos. Durante más de doce horas, por tres cráteres lanzóla
y cenizas sobre los pueblos y campos de la zona cordillerana de Cautín. Los ríos Trafultraful, Ca
Cautín y otros aumentaron considerablemente su caudal, inundando vastas regiones. Variosj
de personas quedaron aisladas; los habitantes de Cherquenco, Cuneo y Melipeuco huyeron|
Temuco.
En la noche del 18 de febrero de 1957 tuvo otra violenta erupción que dejó pérdidas del o
de los dieciocho millones de pesos. Esta fue precedida de fuertes temblores, especialmente ei
sector de Melipeuco. Cuatro torrentes de lava descendieron por las laderas del Llaima, entre elfl[
19 de febrero. El alud de más de diez metros de ancho por nueve de profundidad avanzó masón
a seis kilómetros por hora hacia Curacautín y Cuneo, los lugares más afectados, en esta ocasiA
La crecida del río Trafultraful destruyó, en una extensión de tres kilómetros el camW|
Melipeuco y el puente García sobre el río Allipén, también fue arrasado por la lava. En Curacautínti
una lluvia de arena que cubrió las calles con un espesor de alrededor de dos centímetros. Centei
de hectáreas de terrenos fueron arrasadas por la lava y las turbias aguas de los ríos. Carabini
auxiliaron a los damnificados de la zona.

INCENDIOS FORESTALES EN 1957

En los primeros días de lebrero de 1957 varios incendios forestales se iniciaron en id


simultánea en diversos sectores de la zona sur, dejando pérdidas por varios millones de peso|
cientos de hectáreas de bosques quemados.
En la provincia de Malleco, en las cercanías de Angol ardieron hectáreas de bosqoe,|
quemaron tres fundos con sus galpones, casas, enseres, herramientas y animales, con péiú
estimadas en siete millones de pesos. Hacia el sur, en el sector de Huequecura, vecino a VictoiiaJ
daños en bosques reducidos a cenizas se calcularon en veinte millones de pesos.
En la provincia de Cautín, en los alrededores de Galvarino se quemaron bosques, pasto
y sembrados en dos fundos. En las cercanías de Temuco, un mil ochocientas hectáreas del
fueron reducidas a cenizas, además de pastizales y viviendas de familias modestas; las lia
llegaron hasta las inmediaciones del cerro Ñielol, por el lado del cementerio. Murió una persona()¡|
que estaban abocadas a la extinción.
En la provincia de Valdivia se quemaron quinientas hectáreas de bosques vírgenes,!
hijuelas, sesenta mil pulgadas de madera elaborada, casas patronales, de inquilinos y galpones,}
daños sobre los ochenta millones de pesos. En las cercanías de La Unión ardieron boa
pastizales.
Personal de bomberos, Carabineros, Ejército y civiles organizaron las operaciones dea

278
a la extinción de los siniestros.
El 20 de febrero del mismo año 1957, otro incendio redujo a cenizas y escombros el sector
comercial de Angelmó, en Puerto Montt. En cien millones de pesos se calcularon las pérdidas en
locales comerciales, restaurantes y bodegas de frutos del país. La patrullera Lincoyán proporcionó
agua de mar para ayudar a la labor de los bomberos.
Entre los años 1935 y 1957 se produjo una sucesión de incendios de bosques que afectaron las
provincias de Chiloé y Aisén desde la costa hasta la frontera y desde Chiloé continental hasta el
estuario del río Baker, hechos que se verificaron en las temporadas estivales de mayores calores.
Vatas extensiones de bosques resultaron arrasadas, tanto en terrenos planos, como en las faldas de
los cerros. Hubo enormes pérdidas en las áreas madereras y daños de gran consideración en la fauna
silvestre.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1957

Entre el 18 y el 20 de mayo de 1957 se desencadenó un fuerte temporal sobre el Norte Chico


y la zona central que dejó un saldo de alrededor de ocho mil millones de pesos en daños materiales
en los puertos, por lo menos veinte muertos y cuatro mil damnificados.
Los primeros efectos del violento temporal fueron la interrupción de los medios habituales de
comunicación: teléfonos y telégrafos. Los únicos medios de comunicación entre Santiago y el resto
del país que continuaron prestando servicios de emergencia fueron las radioemisoras de Obras
Públicas, Carabineros, Investigaciones y Ejército.
En Illapel el viento y la lluvia derribaron numerosas murallas, dejando a familias sin hogar;
resultaron además, dañados la iglesia parroquial, la cárcel, el cuartel de Carabineros. En Coquimbo
y Ovalle también se derrumbaron decenas de murallas y numerosas poblaciones obreras se
inundaron.
En La Serena el agua y el fuerte viento derribaron los postes del alumbrado público, de teléfonos
y de telégrafo, la ciudad quedó prácticamente aislada. Las inundaciones fueron de todo tipo. La
población "callampa" del Puente Fiscal resultó totalmente destruida, sus habitantes apenas alcanza-
ron a salvar unos cuantos enseres. Varias poblaciones obreras quedaron deterioradas. Los ríos Elqui
y Coquimbo se desbordaron arrasando las viviendas que se habían levantado en sus orillas; los
damnificados se refugiaron en las escuelas.
Coquimbo también quedó aislado del resto del país por los medios corrientes de comunicacio-
nes: caminos, vías férreas, teléfonos y telégrafo. Sufrió, además, la interrupción de los servicios de
agua potable y alcantarillado, lo que creó problemas serios de abastecimiento, obligando a las
autoridades a racionar el agua en la ciudad.
Ovalle, Illapel, Combarbalá, Los Vilos, Vicuña, Paihuano sufrieron daños cuantiosos, principal-
mente a causa de la destrucción de extensos tramos de los caminos vecinales, de puentes carreteros
y de la interrupción de las comunicaciones telegráficas y telefónicas.
La carretera Panamericana Norte quedó cortada en extensos tramos, ocasionando la paraliza-
ción de las actividades mientras duró el temporal y en los días subsiguientes; numerosos automóviles
y camiones quedaron detenidos en diversos puntos a causa de las inundaciones y de los desmoro-
namientos de los terraplenes.
En Valparaíso el mar asoló la Costanera, destruyendo la estación Bellavista y llegando hasta
las calles Errázuriz y Edwards, en el centro de la ciudad. A lo largo de toda ésta había alrededor de
quinientos vehículos entre camiones, camionetas, station wagón, furgones y furgonetas de último
modelo que se habían importado por diversas firmas comerciales y que aún no se habían desadua-
nado; enormes olas destruyeron cerca del cincuenta por ciento y el resto quedó con los motores

279
malogrados por efectos del agua salada; las pérdidas por este concepto se estimaron en más de mil
millones de pesos. Dos goletas se fueron a pique. Siete mil langostas de la firma Robinson Crusoe,
que se encontraban en viveros, lista para el mercado, al ser azotadas por el mar, lograron "evadirse";
la fuga representó una pérdida superior a los diez millones de pesos. Las instalaciones portuarias
también tuvieron serios daños. El lago Peñuelas completó sus reservas de agua con los ciento
cincuenta y tres milímetros que cayeron en tres días, en el Puerto.
En Santiago se derrumbaron casas viejas y se anegaron algunas poblaciones "callampas". Los
pasos bajo nivel se inundaron, centenares de familias debieron ser evacuadas. Tan intensafue la lluvia
en Santiago, que el domingo 19 se suspendió la procesión a San Isidro, acto culminante de las
rogativas programadas por la Iglesia Católica para solicitar a la Divina Providencia que lloviera.
Concepción, Temuco, Chillan y Talca estuvieron tres días sin luz, sin teléfonos y sin comunica-
ciones terrestres. Hacia el sur, elferrocarril longitudinal paralizó sus recorridos. Los caminos que unían
a Osorno con La Unión quedaron destruidos, estimándose que la reparación tendría un costo del orden
de los ciento cincuenta millones de pesos.
Una parte de los damnificados del Norte Chico, principalmente los que habían perdido sus
hogares, enseres, muebles y vestuario fueron trasladados a Valparaíso a bordo del buque Araucano
y del transporte Pinto. Luego la evacuación continuó por aire; la Fuerza Aérea y la Línea Aérea
Nacional transportaron damnificados hacia el sur; en muchos casos la conducción por aire se hizo con
grandes dificultades: un avión Cessna de la Fuerza Aérea se destruyó al tratar de aterrizar en una
cancha fanganosa en Los Vilos, otros debieron hacerlo en la carretera Panamericana.
Los ministros del Interior, Obras Públicas y Salud, viajaron a la zona norte, la más damnificada
por el temporal, para imponerse de los daños en los sitios amagados. A su vuelta, después de varios
consejos de gabinete, el Presidente de la República decretó "zona de emergencia" para el Norte Chico,
y basándose en la disposición constitucional del dos por ciento, destinó doscientos cincuenta millones
de pesos para atender a los damnificados y reparar los puentes y caminos destruidos.
En julio del mismo año 1957, intensas lluvias que duraron más de veinticuatro horas en
Concepción, aumentaron el caudal del río Bío Bío en por lo menos dos metros. Viviendas humildes,
sostenidas sólo por pilotes quedaron aisladas, entre ellas, las de las poblaciones Costanera, La
Mochila y de casitas ubicadas en las riberas del río, que perdieron la mayor parte de sus enseres.
Personal de Carabineros y del Ejército acudieron a prestar auxilio, evacuando a los damnifica-
dos, en botes y a caballo, alojándolos en cuarteles y en dispensarios.

INCENDIO EN POBLACIÓN "CALLAMPA" DE SANTIAGO EN 1958

En marzo de 1958 ardió otra población "callampa" de Santiago. Esta vez fueron treinta y seis
casas de la población Sierra Bella las que se quemaron, dejando trescientas personas en la calle. El
fuego se inició a raíz del volcamiento de una cocinilla a parafina.
En pocos minutos las llamas consumieron la vivienda en la que se inició el siniestro y las
adyacentes. Los bomberos, con la experiencia de otros incendios en poblaciones " callampas",
procedieron a derribar una línea de casas para cortar el avance del fuego, mientras los moradores de
los chozas amenazadas se limitaron a tratar de salvar lo que tenían de más valor.
La Corporación de la Vivienda dispuso entregar a los damnificados pequeños sitios en el sector
de Lo Valledor, los que serían vendidos a largo plazo; el Hogar de Cristo y el servicio de Auxilio Social

280
les entregaron maderas y especies de vestuario y alimentos, respectivamente.

TEMPORALES EN 1958

En mayo de 1958, intensas lluvias provocaron desbordes de ríos y esteros que anegaron
campos y pueblos entre Concepción y Chiloé.
El mayor impacto del temporal lo recibió la provincia de Chiloé. En la isla Grande el caserío de
Pudeto, en las inmediaciones del río del mismo nombre sufrió serias inundaciones que impidieron el
tránsito durante varios días por el camino troncal de Ancud a Chacao y de Ancud a Linao. Además,
el camino longitudinal de Ancud a Castro, en el sectorde Butalcura sufrió derrumbesde consideración,
interrumpiendo comunicaciones terrestres y telegráficas. Los temporales obligaron a suspender el
movimiento de barcos y aviones.
Una masa de aire caliente que llegó hasta la cordillera de Los Andes desató un violento temporal
en junio del mismo año 1958. En menos de veinticuatro horas causó pérdidas que el ministerio del
Interior calculó en quinientos millones de pesos y que afectaron principalmente a poblaciones
"callampas" que rodeaban Santiago. La zona comprendida entre Valparaíso y Chiloé fue la que recibió
el impacto de las lluvias torrenciales. Las pérdidas que significaron caminos y puentes destruidos y
los miles de damnificados, obligaron al Gobierno a recurrir al dos porciento constitucional, destinando
dos mil cien millones de pesos para reparar los daños y auxiliar a los afectados.
En Valparaíso los derrumbes hicieron peligrar vidas y destruyeron casas. En Viña del Mar las
calles se transformaron en brazos de mar. El persistente diluvio se extendió luego a otras zonas. El
camino longitudinal al sur quedó interrumpido en varios sectores, al desbordarse los ríos y destruir
algunos puentes; lo mismo sucedió con la vía férrea.
En Santiago se desbordaron el río Mapocho, el canal San Carlos y el canal Las Perdices. Las
poblaciones Nueva Matucana, Coló Coló, Pino Bajo, Graciela Letelier, Santa María, González Videla,
Manuel Rodríguez, Clavería Tejo, Emilio Recabarren y Los Areneros sufrieron el impacto de las aguas.
La Gran Avenida e Irarrázaval se anegaron completamente y en San Bernardo, el río Maipo dejó otras
tantas familias bajo el agua. El río Mapocho carcomió el puente Bulnes y destruyó el que unía a Lo
Barnechea con Las Condes, aislando un amplio sector. Decenas de personas estuvieron a punto de
desaparecer en la población Los Areneros, donde el río golpeó las frágiles resistencias de los muros,
llevándose todo. Personal de Carabineros, Ejército, de la Fuerza Aérea, bomberos, la Defensa Civil,
la Cruz Roja y autoridades trabajaron colectivamente para rescatar familias aisladas, auxiliar a las
damnificadas y otorgarles refugio temporal. Los helicópteros de la Fuerza Aérea desplegaron eficiente
labor, con escasa visibilidad, persistente lluvia, frío, las cercanas copas de los árboles y el viento, los
pilotos descendieron a escasa distancia de las aguas, para salvar a grupos aislados.
Casas sólidas del sector alto también se inundaron con las aguas del Mapocho que rebasó las
ventanas y dejó completamente inutilizados los automóviles dentro de las propiedades, al ser casi
tapados por el agua y el barro.
La mayor parte de los damnificados de Santiago fueron ubicados en el matadero Lo Valledor,
en el Estadio Nacional y en los talleres Pedro Aguirre Cerda de la dirección de Auxilio Social.
Cerca de Santiago, en Puente Alto, Buín, Lampa, Colina, Renca, también hubo damnificados.
En muchos casos no fueron los ríos o canales los que ocasionaron los daños, con sus desbordes, sino
la persistente lluvia que destrozó las fonolitas de los techos y anegó las piezas.
Se estimó que los damnificados fueron alrededor de tres mil personas, de las cuales, por lo
menos dos mil correspondieron a Santiago. Hubo dieciseis muertos, la mayoría arrebatados por las
aguas de los ríos.

281
INCENDIO EN LA VEGA CENTRAL DE SANTIAGO EN 1958

En uno de los incendios más rápidos y destructivos, desapareció prácticamente la Vega Central
de Santiago, a mediados de julio de 1958.
Después de tres horas se dominó el fuego. El balance fue ciento sesenta y tres negocios
quemados, principalmente verdulerías y puestos de pescado, con un mil doscientos comerciantes
damnificados y pérdidas del orden de los mil millones de pesos.
El hecho de que el incendio hubiese ocurrido un viernes por la tarde determinó que los daños
fuesen aún mayores, ya que ese día, la mayoría de los comerciantes completaban sus existencias para
atender a la mayor cantidad de público que concurría, por lo general, los días sábados. También se
destruyó dinero que había en las cajas de algunas firmas que trabajaban consignación, listas con
deudas de mayoristas y minoristas que operaban con la Vega.
Hubo airados reclamos contra la municipalidad, tanto por la falta de agua en los grifos cercanos,
como por la deficiente instalación eléctrica y la mala calidad de los locales, tenían techos de fonolitas
y la mayoría eran construcciones de madera. El alcalde de Santiago dispuso socorros para los
damnificados.

TERREMOTO EN LAS MELOSAS EL AÑO 1958

Aún no se terminaban los escrutinios de la elección presidencial, cuando faltaban nueve


minutos para las seis de la tarde del jueves 4 de septiembre de 1958, un fuerte sismo remeció a
Santiago y sus alrededores, dejando cuatro muertos y varios heridos.
Hubo tres terremotos que se produjeron con diferencias de uno y cinco minutos. El epicentro se
ubicó en los treinta y tres grados y cincuenta minutos de latitud sur y setenta grados y diez minutos
de longitud W., que corresponde a la confluencia de los ríos Maipo y Volcán, con una intensidad, en
la escala modificada de Mercalli de nueve grados y una magnitud de siete grados en la escala de
Ritcher. El foco se localizó a menos de diez kilómetros de profundidad. El área epicentral fue muy
reducida - alrededor de veinte kilómetros - afectando a los pueblos de Las Melosas, El Volcán, donde
se ubicaba el centro industrial yesero y el terminal del ferrocarril Maipo; hubo graves daños en los
canales de aducción de la central hidroeléctrica de los Queltehues; quedó inutilizado en su parte
superior al acueducto que proveía de agua a Santiago desde Laguna Negra; grandes rodados de
piedras dejaron intransitable el camino entre San Alfonso y San Gabriel; la mina Merceditas también
sufrió serios destrozos, debiendo paralizar sus trabajos; casas de mineros, obreros y campesinos
quedaron hechas polvo.
Una serie de temblores premonitores que se habían sentido en el mes de agosto, culminando
con un sismo de magnitud cercana a los cinco grados y medios en la madrugada del 28 de ese mes,
causó destrozos en el refugio de Carabineros en Las Melosas y afectó principalmente las plantas
hidroeléctricas de Los Queltehues y El Volcán pertenecientes a la Compañía Chilena de Electricidad.
Este sismo llevó a Carabineros a evacuar el lugar, donde habían un centenar de personas, entre ellas,
cuarenta menores; también se evacuó el pueblo de El Volcán, en prevención de cualquier desastre.
En ambos lugares hubo destrucción de viviendas provocadas por derrumbes y rodados, que se
agravaron con la lluvia y la nieve que caía incesante en esos días, en dicho lugar.
Esto y el hecho de que la mayoría de las personas habían salido a sufragar, evitó mayores
muertes el día 4. No obstante, tres personas fallecieron por el derrumbe de una casa y un minero quedó
aplastado por un rodado en el sector de El Volcán. Los damnificados, alrededor de quinientos,
provenientes de El Volcán, San Alfonso, Melocotón y San José de Maipo fueron trasladados en
282
helicópteros de la Fuerza Aérea y camiones del Ejército a una escuela de Puente Alto. El albergue y
la alimentación estuvieron a cargo del personal del servicio de Auxilio Social, del regimiento
ferrocarrileros y de profesoras de la escuela de niñas, con la colaboración de Rotary Club, del Club
de Leones, Carabineros, bomberos, Caritas y Cruz Roja, la que además les proporcionó vestuario.
Otras familias se ubicaron en carpas provisionales en San José de Maipo y en San Alfonso,
principalmente las que no quisieron abandonar sus casas. Los enfermos del sanatorio de San José
de Maipo fueron trasladados en ferrocarril al sanatorio El Peral. En camiones militares se transportaron
centenares de fonolitas, víveres y ropa para beneficiar a las familias más afectadas.
Los caminos dañados fueron despejados y reparados por personal de la dirección de Vialidad
y del servicio Militar del Trabajo. El Presidente de la República, Carlos Ibañez del Campo dispuso que
los gastos de recuperación de éstos se costearan con la suma de doce millones de pesos, girados con
cargo al dos por ciento constitucional. Se repararon, también, los tendidos de teléfonos y telégrafos
y las plantas de radiotransmisión de San Gabriel y Las Melosas.
Los estragos en las instalaciones de las tres centrales hidroeléctricas que la compañía Chilena
de Electricidad poseía en el lugar del epicentro del fenómeno, Queltehues, El Volcán y Maitenes,
fueron causados por rodados de gran magnitud que arrasaron con inmensos canales de concreto que
llevaban desde las altas lagunas cordilleranas y ríos, el agua que movía las plantas. Los ingenieros
de la empresa calcularon en mil quinientos millones de pesos el gasto que demandaba la solución de
los perjuicios. La paralización de las máquinas significó una merma de setenta y ocho mil kilowatts en
el abastecimiento normal de Santiago. El déficit se solucionó en forma emergencial gracias a los
esfuerzos de otras empresas productoras de electricidad ¡nterconectadas con la Compañía Chilena
de Electricidad que eran ENDESA y la Compañía General de Electricidad Industrial de Concepción,
que puso a trabajar su planta térmica y Huachipato y las compañías carboníferas de la misma zona
que estaban produciendo energía con las suyas. ENDESA paralizó momentáneamente las obras que
realizaba en la planta de Cipreses, para entregar el máximo de su producción.
El otro problema grave que produjo el terremoto fue el daño en los acueductos que surtían de
agua potable a Santiago. La capital, en esa época, consumía casi nueve mil litros por segundo; de
éstos, tres mil llegaban por el acueducto de Laguna Negra; otros cuatro mil desde la planta de filtros
de Las Viscachas y el resto de diversas aducciones menores. Se había destruido el acueducto que
venía desde Laguna Negra, en un tramo de veinticinco kilómetros, a la altura de San Gabriel, lo que
significaba una merma del treinta y tres por ciento del abastecimiento para Santiago. El problema se
agravaba en el verano con el enturbiamiento de las aguas del río Maipo, que podía llegar a significar
la paralización de la planta de Las Viscachas. Para ésto, la dirección de Obras Sanitarias, en forma
provisional tomó las medidas de realizar nuevas captaciones de esteros en el cajón del río Maipo, con
el fin de lanzar agua por el acueducto de Laguna Negra en el sector que no estaba gravemente dañado;
reparar el acueducto para recoger el vital elemento de la citada laguna; cavar pozos de más de ochenta
metros de profundidad en diversos sectores de la ciudad, para recoger las napas subterráneas de los
ríos Mapocho y Maipo. Posteriormente, en enero de 1960, Santiago se vio amenazada por la falta de
agua. El suministro bajó en un treinta por ciento, cuando el terroso río Yeso se desbordó e invadió las
aguas que provenían de Laguna Negra; el causante indirecto fue el terremoto de septiembre que
derrumbó parte de un cerro en medio del río, que desde entonces arrastraba toneladas de tierra. Los
calores de diciembre de 1959 hicieron el resto, con el deshielo, la corriente que habitualmente sube
en esa época, rebasó el cauce.
Los temblores siguieron por algún tiempo, creando una psicosis colectiva; la mitad de la
población vivió a la espera de un gran terremoto y otros creían que afluiría un volcán debido a las
fumarolas que existían en el sector y que en esa ocasión se reactivaron.
Sobre las ondas sísmicas, el geólogo Cinna Lomnitz, profesor del Instituto de Geofísica y
Sismología de la universidad de Chile, declaró, en esa oportunidad a la prensa que: "la corteza terrestre
está sometida constantemente durante años y siglos a contracciones. Llega un momento en que la
tensión es tal que la corteza necesita liberarse de ella y entonces se produce la ruptura traducida en

283
fuertes vibraciones o temblores. En el Cajón del Maipo existe una gran "falla" o grieta de la superficie
terrestre y allí se produjo la liberación de la tensión terrestre que provocó el gran sismo y los que
siguieron. El del jueves 4 tuvo características excepcionales. Desde luego, tuvo intensidad de
terremoto, nueve en la escala internacional de doce, pero además fue constituido por "trillizos", es
decir, por tres grandes sacudones, separados por escaso espacio de tiempo el uno del otro...."
Tan pronto como se restablecieron las comunicaciones terrestres con la zona afectada, los
ingenieros estructurales iniciaron el reconocimiento extensivo de los daños: Se tomó nota de la
dirección del volcamiento de los edificios y estructuras, pero en la destruida localidad de El Volcán las
indicaciones fueron contradictorias. Posteriormente se descubrió, mediante estudios instrumentales,
que los sismos principales habían tomado diferentes direcciones, hecho que complicaba el análisis de
los daños estructurales. Una de las características la constituyó la falta de fallas claramente visibles
en la superficie. Sin entrar en detalles geológicos, cabe mencionar que entre las numerosas fallas
visibles en las laderas del cajón, ninguna pudo seguirse a través de la superficie del terreno hasta una
distancia considerable.
Los sismogramas de este terremoto se obtuvieron de estaciones de Argentina, Solivia, Perú,
Colombia, Trinidad, Estados Unidos de Norteamérica, Suecia, Inglaterra, Holanda, España, Nueva
Zelandia e Islas Fiji.

INCENDIOS EN 1958 Y 1959

En poco más de veinte minutos se quemaron todos los edificios públicos de Loncoche, el día
de Pascua, 25 de diciembre de 1958. El siniestro dejó pérdidas del orden de los doscientos millones
de pesos. Desaparecieron la municipalidad, correos y telégrafos, registro civil, la notaría, el juzgado
de policía local, la inspección del trabajo y algunas oficinas de profesionales. Sólo escapó de las llamas
el cuartel de bomberos.
Acudieron bomberos de Lanco para ayudar a las tres compañías de Loncoche. Se consumieron |
también mil paquetes de regalos para menores de escasos recursos, que iban a ser repartidos esedía
25, en la tarde y que se habían guardado en las oficinas del correo, además de los archivos de la notaría
y los registros civil.
En enero de 1959 un incendio estalló en el barrio ultrapopular La Costanera, de Concepción,
ubicado en las riberas del río Bío Bío. Trescientas setenta personas que habitaban en las poblaciones
"callampas" quedaron sin casa. Tres personas desaparecieron en el siniestro y dos quedaron heridas.
Se habilitaron carpas del Ejército para albergar a los damnificados, mientras que con fondos de
Régimen Interior se construyeron viviendas económicas de emergencia, para resolver problemas
habitacional suscitado.
Pérdidas por más de cincuenta millones de pesos y dieciseis establecimientos comerciales
reducidos a escombros dejó el incendio que en febrero de 1959 se produjo en el inmueble ubicado ¡
frente a la plaza de Armas, en San Felipe. El siniestro fue extinguido con la colaboración de voluntarios
de Putaendo y Santa María. Hubo cuatro muertos. Había seguros por diez millones de pesos.
Un nuevo incendio se produjo en Loncoche en septiembre de 1959, que esta vez destruyó
totalmente el colegio Santa Cruz y un grupo de casas modestas, colindantes al establecimiento
educacional. El fuego se inició en la lavandería, propagándose rápidamente al resto del edificio y a las
otras viviendas. Los voluntarios de Loncoche fueron ayudados por los bomberos de Lanco y San José
de la Mariquina, pero el viento huracanado que azotaba a la ciudad hizo volar brasas y tizones a lugares
lejanos, provocando focos en diferentes puntos.
Los daños fueron avaluados en más de cien millones de pesos, quedando numerosas familias
damnificadas. El fuerte aguacero que cayó luego, impidió la propagación de las llamas a otros
sectores.

284
Como el "el incendio del año" fue calificado por los medios de comunicación el que se produjo
el 26 de noviembre de 1959, entre las calles Puente y Rosas, en Santiago. Aparentemente se inició
en una tienda de sombreros, resultando treinta y cuatro negocios reducidos a escombros y cenizas.
Hubo pérdidas del orden de los seiscientos millones de pesos, seguros comprometidos por cien
millones .
La tarde del 25 de diciembre de 1959 se inició un incendio en la vivienda de un oficial del registro
civil de Quenac, destruyendo, luego, toda la pequeña localidad chilota. La vivienda era de madera,
como todas las del villorrio; el fuerte viento sur reinante en la zona impulsó las llamas primero a la
iglesia y a las viviendas colindantes. En menos de media hora ardió todo el pueblo y diecisiete familias
que componían la población quedaron a brazos cruzados. Las pérdidas se calcularon en trescientos
mil escudos, no habiendo seguros comprometidos.
A contar del 1 de enero de 1960, la moneda oficial cambió de pesos a escudos, a un valor de
un escudo por mil pesos. Durante algún tiempo se usaron indistintamente ambos valores.

SISMO EN EL NORTE EN 1959

El 13 de junio de 1959, a las ocho y quince minutos de la noche se sintió un fuerte sismo en el
norte, con epicentro en Arequipa. Los poblados chilenos de Huara, Quillegua y Pozo Almonte sufrieron
daños de alguna envergadura. En Quillegua se derrumbó el edificio del correo; en Huara el movimiento
sísmico provocó un principio de incendio en una vivienda, y en Pozo Almonte una persona resultó
herida al derrumbarse una muralla.

INCENDIOS FORESTALES Y URBANOS EN 1960

La persistente sequía que afectaba a la mayor parte de la zona surdió lugar, en el mes de enero
de 1960 a focos de incendios en montañas, bosques, siembras y maderas en diversos sectores de las
provincias de Valdivia y Osorno.
En la localidad de Pishuinco, el fuego arrasó con extensas zonas de árboles de pino insigne.
En el lugar denominado Lomas del Sol se quemaron alrededor de cuarenta hectáreas de bosques,
siembras y pastizales, siendo lo más afectados, colonos de escasos recursos, quienes debieron luchar
en forma incesante para que las llamas no consumieran sus modestas viviendas.
En la zona de La Unión, en el fundo Chaihuín, se perdieron millones de pulgadas de maderas
elaboradas y bosques de alerce, raulí y laurel. Los daños se calcularon en miles de escudos, aparte
de la erosión de la tierra, por la acción del fuego.
En menos de cuarenta y ocho horas, en febrero de 1960, hubo dos incendios en la población
Libertad de Concepción, que dejaron a setenta y dos familias prácticamente en la calle. En el primero,
una mujer pereció quemada. En ambos hubo varios heridos. La población Libertad estaba formada por
viviendas humildes, algunas arrendadas por piezas. El segundo siniestro fue provocado por un menor
que jugaba con fósforos. En ambos casos, los bomberos no pudieron hacer mucho para detener el
avance de las llamas, porque las bocatomas de los grifos estaban obstruidas y no tenían suficiente
presión.
El 2 de abril, el mismo año 1960, noventa y dos viviendas fueron arrasadas por el fuego en la
población Colón América de la comuna de San Miguel, en Santiago. El incendio se inició por la
inflamación de una cocinilla a parafina; la estructura ligera de las viviendas ayudó a propagarlo con

285
extraordinaria rapidez a las casas colindantes. Los cientos de damnificados sólo salvaron lo que tenían
puesto.

TERREMOTO DE 1960

\a triple catástrofe del 21 y 22 de mayo de 1960 - dos terremotos y un maremoto que asolaron
trece de las veinticinco provincias del país, dejaron una profunda huella en el espíritu de la población
y deterioraron la economía. En pocos minutos se perdieron decenas de vidas, arrasaron viviendas i
reventaron los hornos, cañerías de agua potable y gas, se interrumpieron las comunicaciones, se j
destruyeron las industrias, se inutilizaron los caminos y las vías férreas; cambió la geografía en varios
sectores, parte del territorio se hundió en el mar, aparecieron nuevas islas y otras fueron arrasadas
por el maremoto; se perdió el ganado y se malogró la agricultura. Tres derrumbes de tierra taparon el!
rebalse natural del lago Riñihue hacia el río San Pedro; al producirse el rebalse del lago, en pocas]
horas, una avalancha hacia el mar habría arrastrado a los pueblecitos que existían en las orillas del
río y los barrios bajos de Valdivia. Los ingenieros de ENDESA, Obras Públicas y CORFO]dingidosl
por el ingeniero Raúl Saez Saez, a quien se le otorgó el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y I
Tecnológicas el año 1992, un día antes de su fallecimiento ^debieron realizar la obra de ingeniería del
emergencia más grande efectuada en Chile: en dos meses lograron abrir un canal de evacuación del
lago, evitando la destrucción de una rica zona agrícola, ganadera e industrial, que tenía alrededordej
cien mil habitantes.
A las seis y cuatro minutos de la mañana del 21 de mayo, la población de casi todo Chile - desde |
el Norte Chico hasta Llanquihue - despertó bruscamente sacudida por un violentq movimiento sísmico, í
Las comunicaciones de Santiago al sur quedaron abruptamente interrumpidas Enrique Folch, másj
conocido como el "repórter X", en la audición Antena Policial de radio del Pacífico empezó a transmitir!
escuetos boletines, en base a informaciones que la radio de Carabineros captó de comunicaciones!
de radioaficionados de Coronel, Concepción, Chillan, Angol, Talcahuano y otros pueblos y ciudades!
de la zona. Todo el día tembló y llovió en el sur, y en el resto del país que se preparaba para conmemorar!
un nuevo aniversario de la gesta de Arturo Prat y en el Congreso, para escuchar el mensaje dell
Presidente de la República Jorge Alessandri Rodríguez, debieron entraren la cadena de la solidaridad!
de ayuda a la zona devastada. Así transcurrieron las horas del más trágico 21 de mayo que vivió el!
país en los últimos años. Alessandri ordenó suspender los desfiles militares y recepciones, y tosí
ministros llegaron al salón de honor del Congreso en tenida de calle. Ya en 1958, el día de las]
elecciones, Jorge Alessandri había tenido su estreno catastrófico, cuando se produjo el terremoto díj
Las Melosas.
\Habia empezado a volver la calma y la serenidad y a organizarse el auxilio para
damnificados, cuando a las tres y diez minutos de la tarde del domingo 22, un nuevo terremoto ren
al país y dejó destrozos irreparables en Valdivia, Puerto Montt, Osorno y Chiloé. A los pocos minute
un maremoto terminó la obra destructora borrando ciudades y poblados como Puerto Saavedra, Corral]
y Queule, llevándose pueblos de pescadores, destrozando muelles y aumentando el pánicol
El subdirector del Instituto de Sismología de la universidad de Chile, Edgar Kausel, informó e|
esa época, que hubo nueve terremotos con epicentro en Chile:
El primero fue a las seis y dos minutos del 21 de mayo, con epicentro en Concepción, grado j
nueve de intensidad en Concepción y Lebu y magnitud de siete y tres cuartos grados.
El segundo a las seis y treinta y tres minutos del mismo día, con epicentro en Concepción, gradíj
nueve de intensidad y magnitud de siete grados un cuarto, en la escala de Richter.
El tercero se produjo a las dos y cincuenta y ocho minutos de la tarde de ese mismo día, coi
epicentro también en Concepción, grado siete de intensidad en la escala de Mercalli y de siete asiíj

286
y medio grados de magnitud.
El cuarto sismo se produjo a las tres y diez minutos de la tarde del día 22 de mayo; el epicentro
se ubicó en Valdivia con magnitud de siete y medio grados y una intensidad de once grados.
El quinto se produjo treinta segundos después; también el epicentro fue en Valdivia, donde
alcanzó grado once de intensidad, igual que en Puerto Montt y tuvo magnitud de ocho y tres cuartos
grados.
El sexto tuvo epicentro en la península de Taitao, el 25 de mayo a las cuatro y treinta y siete
minutos, con intensidad y magnitud de grado siete.
El séptimo fue el 26 de mayo con epicentro en Puerto Edén, de la isla Wellington, a las nueve
y cincuenta y seis minutos; también la intensidad y magnitud fueron de siete grados, en las escalas
respectivas.
El octavo fue el 2 de junio a la una y cincuenta y ocho minutos, con epicentro en la península
de Taitao, alcanzando grado siete de intensidad y magnitud de seis y tres cuartos grados.
El noveno fue a la una y cincuenta y cinco minutos del 6 de junio con epicentro en la península
de Taitao, alcanzando una intensidad de ocho grados y una magnitud de siete grados.
La información instrumental de la magnitud fue entregada al Instituto de Sismología por la
universidad de Georgetown, por el Boston College de Estados Unidos; por el Observatorio Villa Ortúzar
de Buenos Aires y por el Instituto Geofísico de Los Andes, con sede en Bogotá.
Cinna Lomnitz y Pierre Saint Amand corrieron al Instituto de Sismología después del sismo. El
primero era su director y el segundo geólogo, enviado por el Punto Cuarto de los Estados Unidos de
Norteamérica. Ambos quedaron desolados; las agujas de los instrumentos habían saltado cuando
marcaban grado seis. Faltos de instrumentos modernos, los que poseía la universidad fueron
insuficientes para calcular el grado exacto del movimiento sísmico. Lomnitz señaló a la prensa, en esa
fecha, que el Instituto a su cargo poseía los medios y el personal suficiente para realizar la labor básica;
que en el extranjero se conocía la labor del Instituto y se le respetaba; sin embargo, las necesidades,
por ser un país tan propenso a los sismos, decían relación con automatizar los equipos para evitarf alias
de corriente o de señales horarias; sobre todo se necesitaban muchas estaciones auxiliares en
provincias, dotadas de equipos modernos y de transmisores de radio; también se necesitaban
egresados jóvenes con entusiasmo por la ciencia para dedicarse a las múltiples labores de investiga-
ción, tanto en sismología, como en gravimetría, oceanografía, prospección, geofísica y estudios
antarticos.
(El Presidente Alessandri voló a la zona amagada el día 23 de mayo, pero por circunstancias
insuperables derivadas del mismo sismo, tuvo que limitar su inspección a Concepción, Lota, Coronel,
Talcahuano, Victoria, Puerto Varas, Puerto Montt y Llanquihue. Los ministros del Interior, Obras
Públicas, Agricultura, Economía y parlamentarios también fueron a la zona devastada, i
Los daños empezaban en Talca, donde se hundió el camino longitudinal en un tramo de
cincuenta metros, con un metro de profundidad, al norte del cruce del río Maule.
En Constitución, la escuela vocacional resultó seriamente dañada por lo que hubo que
suspenderlas clases. En Parral hubo dos muertos; el edificio de Investigaciones se derrumbó. Quirihue
resultó con numerosas viviendas destruidas. En San Carlos hubo daños en los inmuebles del registro
civil y de la compañía de teléfonos. Los retenes de Carabineros de Ñiquén y Tanilboro se destruyeron.
En Chillan murieron cinco personas; se estimó que el veinte por ciento de los edificios sufrió
algún tipo de daños, principalmente los inmuebles de los servicios públicos, de los cuales, varios
quedaron en el suelo. Chillan fue el punto más distante con el cual Santiago pudo mantener
comunicaciones telegráficas y telefónicas después de producida la catástrofe. En Yungay pereció un
persona; varias viviendas quedaron destruidas.
En Tomé hubo cinco muertos; e!22, la salida del mar arrastró acuatro personas; se derrumbaron
numerosas casas. En Dichato se registraron dos muertos; el barco pesquero Ube varó cerca de la
playa.
En Talcahuano murieron diez personas; gran parte de las viviendas quedaron destruidas o en

287
condiciones difíciles de habitar. Hubo pánico en la población con el terremoto del 22 en la tarde, al que
siguió el maremoto, la marea subió tres metros e inundó algunos sectores; se evacuaron los habitantes
de la población Rocuant Morro. El informe del gobernadora! intendente, cursado en el mes de junio,
señalaba que el sismo había pulverizado setecientas casas, dejando otras tantas inhabilitablesiíÁntes
del terremoto había trece mil viviendas, de las cuales el sesenta y cinco por ciento resultaron
destruidas; el veinticinco por ciento admitía reparaciones y sólo el diez por ciento había quedado en
buen estado. En el puerto, informaba el administrador, en la mistna fecha, el espigón había tenido
deterioros, inutilizándose uno de los extremos en cincuenta metrosTLa calle principal del puerto quedó
con varios edificios en condiciones de demolerlos, entre otros, el de la aduana, el teatro, la clínica
Talcahuano, el de la gobernación y varias de casas comerciales. Para solucionar el problema de
emergencia de los damnificados, con aportes del Gobierno, de la municipalidad y de la Armada, se
construyeron dos grandes pabellones en San Vicente, donde se albergaron cien familias, de las que
en el primer momento se ubicaron en el matadero y en algunas escuelas.^
En Concepción se estimaron en ciento veinticinco los muertos y en trescientos los heridos. Se
cortó el suministro de agua potable durante los primeros cinco días, la población se absteció con
camiones aljibes que la transportaron desde el río; vehículos con altoparlantes recomendaban clorarla.
También se interrumpieron los servicios de teléfonos, telégrafos y energía eléctrica; el primer día
funcionó un servicio de emergencia para el hospital, los diarios y la radio de la universidad. Del orden
de dos mil fueron las casas que se cayeron, la mayoría fue la que resistió el sismo de 1939; más de
un mil doscientas quedaron seriamente dañadas; en general hubo destrucción grave en los edificios
antiguos, en los de ladrillos y en los mal reparados; cayeron murallas cortafuegos, se corrieron tejas,
se destruyeron algunas chimeneas, en varios edificios de concreto se produjeron grietas, principal-
mente en los de construcción débil; el terremoto sirvió para demostrar que los inmuebles de concreto,
edificados según las ordenanzas, resistieron perfectamente los embates de los violentos sismos. El
sector más deteriorado fue el que quedaba hacia el lado de Talcahuano, que también correspondía
al más pobre. Los edificios de los talleres de los diarios La Patria y El Sur quedaron con daños serios,
suspendiendo sus publicaciones por un día, para luego reaparecer en formato reducido. El inmueble
del seminario se deterioró en sus estructuras; algunos templos se dañaron en los interiores; uno de
los edificios que quedó en el suelo fue el convento de las monjas Sacramentinas de claustro, que las
obligó a evacuarlo, hospedándose algunas, por primera vez en su vida religiosa, en casas de parientes.
También sufrieron derrumbes el edificio de Investigaciones; la cárcel; la casa correccional Buen
Pastor, donde algunas monjas y reclusas perecieron bajo las murallas. Hubo varios incendios, a
consecuencias de los derrumbes, entre ellos, el que destruyó totalmente el liceo de niñas.Los daños
en la universidad sumaron varios millones de pesos; ocho edificios quedaron para demolerlos, entre
los que estaban el de la administración, el teatro, el club de deportes, la imprenta, los laboratorios y
las instalaciones de ensayes de materiales; tuvieron que adelantarse las vacaciones de invierno. En
los minerales de carbón, en Lota, la situación fue grave, las minas se inundaron con peligro de
derrumbarse; los mineros del cobre enviaron ayuda a los del carbón. En el hospital clínico regional se
concentró la atención a los heridos. Más de quince mil personas quedaron sin techo. Tanto por los
derrumbes, como por el susto que provocaron las "réplicas", muchas familias alojaron en las primeras
noches en automóviles, en las calles y plazas, donde levantaron pequeñas carpas. Para los
damnificados se abrieron catorce albergues, la mayoría en escuelas y en el edificio de los tribunales
de justicia, que estaba en construcción. Los bomberos, la Cruz Roja y la Defensa Civil colaboraron sin
límites de horario, en la dirección del tránsito; provisión de agua; vacunación contra la fiebre tifoidea,
que se llevó a efecto con toda celeridad a raíz de dos casos que se presentaron días después del sismo;
distribución de víveres y asistencia sanitaria a la población. Los que tuvieron oportunidad de observar,
aseguraron que durante el movimiento telúrico los caminos se cimbreaban como jalea. El puente sobre
el río Bío Bío se cortó en tres partes y en el sector más cercano a Concepción se desmoronó en
cuarenta y cinco metros. Se interrumpió la vía férrea entre Concepción y San Rosendo, a la altura de
Talcamávida. La usina de Huachipato casi paralizó el alto horno a causa del corte de energía; con la

288
mezcla en su interior enfriada, habrían tenido que dinamitarlo; la rápida acción del personal encargado
evitó el desastre.
En Lola fallecieron dieciocho personas y hubo treinta heridos. En Coronel hubo tres muertos;
se calculó que el cincuenta por ciento de las casas resultaron destruidas o con daños serios,
principalmente las construcciones antiguas y las de ladrillos. La población de esta localidad pasó la
noche del 22 de mayo bajo el frío y la lluvia, encaramada en los cerros; había sido evacuada por
personal del Ejército destacado en Concepción, en previsión de una nueva salida del mar, ya que esa
tarde había sido inundada por el maremoto.
En Los Angeles las fachadas de los edificios no se cayeron, pero por dentro las casas quedaron
huecas, inhabitables por sobre un setenta por ciento. La mayoría de los edificios públicos se
destruyeron, con excepción de la estación del ferrocarril, del inmueble del .Servicio de Seguro Social,
del hospital y de las construcciones del regimiento andino NQ3. Alrededor de dos mil personas debieron
habitar, los primeros días, en el edificio en que la sociedad Nacional de Agricultura iba a realizar la
exposición de animales y en las tres escuelas que quedaron en buenas condiciones. En relación al
comercio, casi el cincuenta por ciento de sus edificios se derrumbaron y un porcentaje parecido perdió
la mercadería. En Santiago, el Centro Hijos del Bío Bío organizó y envió ayuda.
En Curanilahue hubo daños apreciables en las construcciones muy viejas y de mala calidad,
principalmente en las viviendas ubicadas cerca del río. Se registró un muerto.
En Lebu hubo nueve muertos. En los edificios nuevos que estaban en construcción, como la
escuela y el inmueble de la tesorería hubo daños en las junturas; en los edificios antiguos la situación
fue crítica. La mina La Victoria de Lebu, con labores cercanas a la superficie, sufrió compresiones
laterales y del techo, que redujeron el espacio de las galerías; las reparaciones obligaron a suspender
los trabajos por algunos días. Hubo daños en el puente carretero sobre el río Lebu que impidieron el
tráfico vehicular.
En Angol, el ochenta y dos por ciento de las viviendas recibió en mayor o menor grado el impacto
del sismo. Alrededor de seis mil habitantes quedaron damnificados, durmiendo, los primeros dias, en
barracones y en escuelas, las que también sirvieron de hospital. Los edificios escolares, como el liceo
de niñas; la escuela normal que tenía internas provenientes de Concepción, Valdivia y los Angeles;
la escuela hogar y el instituto comercial quedaron prácticamente triturados. El cementerio se destruyó
totalmente, los nichos superiores se desplomaron sobre los de abajo, los esqueletos y los cadáveres
quedaron a la vista. La solidaridad de los partidos políticos y de los sindicatos solucionó, en los
primeros días, el problema de los damnificados sin vivienda; se construyeron barracas, se mejoraron
los puentes y repartieron más de cuatro mil raciones calientes diarias. Se derrumbó la cárcel y la
intendencia se deterioró a tal punto que no se pudo ocupar. En el pueblecito agrícola Los Sauces,
ciento cincuenta familias quedaron sin hogar, la mayoría de las cuales fueron albergadas en el casino
de la medialuna, recibiendo alimentación de Caritas. El cementerio quedó semidestruído. En Victoria
y Collipulli también se destruyeron gran cantidad de viviendas y los cementerios quedaron en el suelo.
La población durmió en las plazas y en otros sitios que les ofrecían seguridad. El viaducto del Malleco
tuvo graves destrozos, imposibilitando la pasada de los trenes hacia el sur. En Traiguén se registraron
quince heridos. Alrededor de ochenta familias que quedaron sin viviendas fueron ubicadas primaria-
mente en el club social y en una escuela; luego, el Club de Leones y la municipalidad construyeron
barracas para darles una solución transitoria. Se derrumbó parcialmente el liceo de niñas, el liceo de
hombres quedó con fallas reparables y el regimiento Miraf lores con sus edificaciones parcialmente en
el suelo. En la mayoría de los pueblos de la provincia de Malleeo se interrumpieron los suministros de
agua potable y electricidad, por lo que hubo que disponer la suspensión de las clases. Hubo tres
muertos en Angol y otros dos en el resto de la provincia.
En Carahue el cuarenta por ciento de las viviendas resultaron destruidas o con daños serios.
En Temuco se registraron siete heridos. Los daños en la intendencia, correos y telégrafos, los
tribunales de justicia fueron de gran envergadura, debieron evacuarse los edificios y en los primeros
días funcionaron en la plaza de Armas; luego, la intendencia se ubicó en una oficina cedida por la

289
Sociedad Periodística del Sur. La casa de huérfanos de La Providencia, la estación del ferrocarril
resultaron, también , seriamente dañados. Los primeros días se interrumpieron los servicios de agua
potable, energía eléctrica, teléfonos y telégrafos; las comunicaciones se restablecieron el día 23 .
Viviendas tan sólidas como las de la Corvi resistieron a medias el movimiento telúrico. El camino a
Pucón quedó inutilizado por desmoronamientos de tierra, igual que el puente sobre el río Tolten.
Pitrufquén, Lautaro, Loncoche y Nueva Imperial sufrieron, igual que Temuco, un aislamiento total los
primeros días, además del agrietamiento de numerosas murallas. En Lautaro se registró un muerto;
en Loncoche el veinte por ciento de las viviendas resultó con daños de envergadura.
El lago Villarrica se desbordó arrasando casas y destruyendo caminos. La única panadería de
Villarrica quedó reducida a escombros. Peihueco, un pueblecito indígena del interior de la provincia
de Cautín resultó sepultado por un derrumbe de tierra; hubo doscientos muertos y cincuenta
desaparecidos.
Tolten, Puerto Saavedra y Queule resultaron totalmente indefensos frente a la furia del
maremoto. De Puerto Saavedra no quedó ni el pavimento, el agua inundó toda la población
arrastrando las casas; murallas, techos y tablas fueron llevados por el torrente de las aguas a más de
dos kilómetros del puebloyEl terremoto causó pocos daños, comparativamente con los causados por
el maremoto. Hubo tres grandes oleajes, el tercero fue el que arrastró el pueblófeólo una casa resistió
el maremoto. De sus dos mil quinientos habitantes, se supuso que alrededor de cincuenta perecieron;
los más huyeron hacia los cerros, abandonando el poblado sumido en aguas; luego algunos fueron
trasladados a Temuco, a tres escuelas que estaban funcionando como albergues y otros se
trasladaron a albergues de Nueva Imperial. La destrucción de Puerto Saavedra abarcó varios
kilómetros; las vegas y los potreros que circundaban el camino mostraban la presencia de techos, de
casas, enseres y animales muertos, hundidos en el légamo y la arena que dejaron las aguas al
retirarse. Los postes fueron arrancados de cuajo y por lo que fueron las calles se encontraban
maquinarias caseras, tractores, automóviles y todos los elementos que antes dinamizaban la
actividad. Los pobladores dijeron que poco después de producirse la primera invasión de las olas, la
sirena de los bomberos sonó insistentemente para poner en alerta a los vecinos, quienes al
comprender su significados huyeron a los cerros, principalmente donde estaba ubicado el cementerio,
desde donde pudieron apreciar la obra destructora del mar, durante toda la noche; otros lograron huir
en camiones o a caballo al fundo Esperanza; otros a la localidad de Transpuente.
Tolten prácticamente fue arrasado por el mar, sólo quedó destrucción y soledad. La gente huyó
a los cerros, luego fue llevada a Villa Bolados, varios kilómetros al interior de Tolten y el resto trasladado
a Temuco y Pitrufquén; sólo unas pocas casas quedaron en pie.
Queule y la zona agrícola vecina también prácticamente desapareció del mapa, bajo las aguas

! del mar y del río; en los primeros días la población recibió alimentos y medicinas arrojadas por
helicópteros, ya que a las inundaciones se habían agregado derrumbes en los cerros, dejándola
completamente aislada.
En Gorbea se interrumpieron los servicios de agua potable y de energía eléctrica; quince
familias fueron albergadas en escuelas, otras improvisaron hogares en el teatro Municipal.
A Pitrufquén fueron trasladados damnificados de Tolten, La Barra, Queule, Cuyulfi, Puralaco y ¡
de otros poblados costeros. Alrededor de un mil trescientas personas se ubicaron en escuelas públicas |
y en el colegio Beato Gaspar; la mayoría de éstos eran mapuches, pequeños comerciantes,
pescadores y agricultores. La Cruz Roja, bomberos, Rotary Club colaboraron con los profesores en
la atención de emergencia.
Valdivia quedó aislada, a oscuras, con un saldo de alrededor de quince muertos, cien heridos
y el cuarenta por ciento de las casas destruidas. La red eléctrica fue arrasada por el sismo: la planta
eléctrica ENDESA en Pilmaiquén que abastecía de energía a Valdivia, Osorno y Cautín quedó
parcialmente destruida. Esto provocó la interrupción de los servicios de comunicaciones por radio y
alumbrado; sólo funcionó la radio de la Armada. El desborde del río Calle Calle arrasó con decenas
de casas. El centro comercial quedó parcialmente destruido. La isla Teja tuvo que ser evacuada, lo

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mismo que los barrios Las Animas y Collico. Alrededor de veinte mil personas quedaron sin hogar. Las
industrias que estaban instaladas en la isla Teja quedaron parcialmente inutilizadas, lo mismo que los
edificios públicos y casi todo el centro de la ciudad. Los puentes se destruyeron, excepto uno para el
tránsito de peatones. Profundas grietas cortaron el pavimento de las calles; la avenida Costanera fue
ocupada por el río. Los mayores destrozos se produjeron en las zonas cubiertas por relleno artificial.
Las zonas altas sufrieron menos daños, principalmente la Población Nueva y el Regimiento Caupo-
licán. La torre el cuartel del cuerpo de bomberos se derribó; el hospital regional quedó inhabitable; uno
de los estanques de agua elevado quedó semidestruído, el edificio de las Cervecerías Unidas con
destrucciones parciales. El camino de San José de la Mariquina a Valdivia se destruyó, tanto en los
terraplenes, como en la faja pavimentada, debido a que se formaron grietas profundas en algunos
sectores. El abastecimiento de energía eléctrica, durante los primeros días se empezó a hacer con un
grupo electrógeno enviado desde Santiago y con la planta termoeléctrica de Pupunahue.
i En Corral el maremoto dejó la más grave de las catástrofes; la parte baja de la bahía fue arrasada
por las aguas, llevándose dos poblaciones completas, una de ellas ubicada en la caleta San Carlos,
en la que trabajaban más de cien pescadores. El maremoto se llevó hombres, mujeres, niños, casas,
árboles, prácticamente todo fue borrado del mapa.-^
Media hora antes del maremoto había fondeado en Corral el barco Carlos Haverbeck, de cinco
mil toneladas; también estaba fondeado El Canelo, de la misma firma Haverbeck y el vapor Santiago,
y un minuto después del sismo llegó el vapor de pasajeros Prat, que hacía la carrera entre Valdivia y
Corral. Tres olas consecutivas, la primera de cuatro metros, la segunda de diez metros y la tercera de
más o menos similar altura arrasaron con la Capitanía del Puerto, el resguardo de aduana, las agencias
de transportes fluviales, las viviendas más cercanas a la costa, principalmente las de madera, muchas
lujosísimas y destruyó las de concreto. Años después se colocó una placa recordatoria, señalando el
nivel máximo que alcanzaron las aguas. El vapor Santiago varó frente a Niebla; los remolcadores El
Pacífico y El Chanchorro, el barco fluvial Prat y el Carlos Haverbeck se hundieron, los dos primeros
con toda la tripulación; el remolcador El Oriente se salvó al quedar varado en el interior de la usina de
i los altos hornos de Corral; El Canelo quedó en un brazo del río Valdivia; la enorme draga Covadonga,
de propiedad del ministerio de Obras Públicas, llevada por las olas arrasó con una escuela y varias
casas y fue dejada en el río Putimay. Un voluntario de la compañía de bomberos local estaba tocando
la sirena para prevenir a la población del maremoto, cuando el edificio fue arrastrado mar adentro; el
bombero salvó aferrado a una tabla, siendo arrojado el día siguiente a una playa a varios kilómetros
de Corral. Después del maremoto prácticamente dejaron de existir Los Morros, San Carlos, Amargos,
• Camino Amargos, Corral Bajo, La Aguada, San Juan, Ensenada, Niebla y Los Molinos. El ochenta por
ciento de los habitantes de Corral eran propietarios; muchos de ellos gozaban de cierto confort, sin ser
¡ |- ! millonarios, vivían de sus negocios, almacenes, librerías, lanchas pesqueras; todos los que se
¡U salvaron huyeron a los cerros, quedando sólo con lo puesto. El río Valdivia cambió su curso,
desviándose en varios tramos, lo que unido a casas que flotaban, sucesivos desprendimientos de tierra
dificultaron la navegación para llegar a Corral, Niebla y otros lugares. Mehuín quedó con una sola casa
en pie, pero inhabitable; alrededor de treinta personas murieron o desaparecieron.
Una persona desapareció y otra quedó herida en La Unión. Esta ciudad, como tantas otras,
quedó sin energía eléctrica y sin agua potable; uno de los molinos se derrumbó y el otro quedó con
la maquinaria desnivelada. En la calle principal sufrieron daños mayores la municipalidad, la
maestranza, las tiendas, zapaterías y bodegas de frutos del país. El puente sobre el río Llollehue quedó
con agrietamientos, cayendo una de las barandas; el pavimento del camino hacia Río Bueno se
agrietó, abriéndose los paños de concreto en algunos sectores. En la localidad de Hueicolla el mar
arrasó con las viviendas y destruyó el faro; dos personas desaparecieron.
Osorno quedó con alrededor de cincuenta casas destruidas y se contabilizaron ocho muertos.
Los daños materiales se produjeron en el centro de la ciudad; la mayoría de los ochos muertos fueron
niños que perecieron como consecuencia del pánico que se produjo en la función de la matine en el
teatro de Osorno a la hora del terremoto. El edificio del Banco del Estado quedó inhabitable; la fundición

291
El Volcán se derrumbó totalmente, lo mismo que parte del hospital, quedando el resto inutilizado; la
catedral quedó para demolerla y a la iglesia Alemana se le desentró la torre. Se interrumpieron, en
el primer momento, los suministros de agua potable y energía eléctrica. Bahía Mansa, Maicolpué,
Pucatrihue y Choro Traiguén prácticamente desaparecieron con el maremoto. Los chalecitos que ios
osorninos habían levantado para veranear en Bahía Mansa, hacía menos de un año, no quedaron ni
los cimientos. En Río Negro se cayeron casi todos los editicios que eran de dos pisos, entre ellos, la
gobernación, la municipalidad, el hotel Central, la ferretería, la fábrica de helados y varias casas. En
Purranque, que siempre se disputó con Río Negro la calidad de cabecera de departamento, se
derribaron los cuatro molinos, el hospital, que eran moderno, tuvo que ser evacuado. Los caminos para
llegar a esas localidades quedaron cercados por verdaderos abismos, los árboles fueron arrancados
de raíz y las grietas del camino medían varios kilómetros de largo y varios metros de profundidad. En
los primeros momentos, la población de estas localidades, huyó a los cerros, aterrada, con deseos de
no volver más. En Pucatrihue, el retén de Carabineros fue arrastrado por el mar. En Puerto Octay se
derrumbaron cinco edificios.
Frutillar, Llanquihue y Puerto Varas tuvieron pocos daños materiales, siendo los más notorios
en las tierras bajas, cercanas al lago. En Puerto Varas se registraron ocho muertos; Peulla tuvo todo
tipo de deterioros, la primera lista dio un total de dieciocho personas entre muertas y desaparecidas.
El camino de Puerto Varas a Puerto Montt tuvo daños en el pavimento.
Las aguas del lago Llanquihue se desbordaron, inundando grandes extensiones, numerosas
casas quedaron flotando, principalmente de campesinos que vivían en sus orillas. La planta azucarera
IANSA, de Llanquihue quedó con serios daños, no obstante, reanudó sus actividades seis días
después del sismo.
En Puerto Montt se informaron treinta muertos, ciento treinta heridos, alrededor del noventa por
ciento de las viviendas destruidas o dañadas en forma irreparable. En los primeros días también quedó
sin suministro de agua potable, energía eléctrica y sin comunicaciones. De las viviendas que estaban
ubicadas en la parte alta, la mayoría sufrió pocos daños, algunas se ladearon o inclinaron. Las
ubicadas en la parte baja quedaron con daños impresionantes, principalmente las que se habían I
levantado en las laderas con materiales de relleno. Un observador aéreo contabilizó diecisiete
incendios después del terremoto, uno de los edificios que se consumió con las llamasf ue la comisaría, j
El mar ayudó a la obra destructora arrastrando los edificios del puerto, la aduana y las poblaciones
costeras. En Agelmó desapareció el muelle y la población Modelo, que a esa fecha estaba recién
terminada, fue destruida por un rodado, dejando el cuarenta por ciento de las casas en el suelo. El hotel
Turismo, próximo a inaugurarse quedó en condiciones de ser demolido, las murallas se asentaron. tecn
Los damnificados fueron instalados en la escuela industrial, en las poblaciones Corvi y del servicio Púb
de Seguro Social, aún sin habitar, las que fueron requisadas por el intendente para esto fines. Los den
bomberos, la Cruz Roja, Caritas colaboraron con las autoridades y servicios públicos para la atención decla
de la población. Caritas mantuvo nueve ollas comunes. El hospital de Puerto Montt se evacuó, los agua
heridos fueron trasladados a Puerto Varas y al regimiento Sangra. Este último también se hizo cargo cons
de la remoción de escombros. Para abastecer de agua a la población, durante los primeros días, se pobla
estrajo de una vertiente de la, isla Tenglo.
En Ancud. el terremoto^el maremoto y la lluvia se unieron en su acción destructora. El mar se genera
salió tres vecesJMlegando el fuerte oleaje hasta la plaza de Armas. Las poblaciones Pudeto, La Arena "erupc
y El Castillo fueron arrasadas. Quedaron destruidos todos los edificios de los servicios públicos. El O
hospital fue evacuado. La catedral, una de las más importantes del sur, se agrietó completamente; un ministe
cordón policial impidió acefcarse a orar, para evitar nuevas víctimas. Del edificio nuevo del mercado, comuni
una parte del techo quedó en el suelo; el edificio de la Caja de Colonización fue encontrado a más de canales
dos kilómetros de distancia, en la cancha del club aéreo; la intendencia se desmoronó; los motores i consegu
de la subestación de la ENDESA también fueron encontrados a más de un kilómetro de distanciade de pueb
donde estaban instalados; el muelle y el puente Pudeto desaparecieron. Los caminos entre Ancudy I encima é
Chacao y entre Ancud y Castro también se cortaron. Al empezar el movimiento sísmico, muchos I eroctón d

292
pobladores huyeron hacia el mar para embarcarse en sus botes, donde se sentían más seguros; en
esos momentos, el mar empezó a salirse por primera vez; algunos pescadores amarraron sus botes
a la lancha de Carabineros, Gloria, para que ésta los arrastrara, llevando consigo a sus familias; el mar
se replegó hasta la isla Cochinos, distante alrededor de un kilómetro, arrastrándolo todo. Desapare-
cieron la lancha Gloria, que llevaba treinta personas y todos los botes - más o menos nueve - con todas
las personas en su interior. En la Capitanía del Puerto habían registradas seiscientas cuarenta y siete
entre lanchas y botes. Pescadores de ostras, que laboraban en el mar, la tarde del domingo 22, también
desaparecieron para siempre.
En Castro, el primer sismo del 21 de mayo no tuvo mayores consecuencias. En cambio, el del
22, el maremoto que lo siguió y los innumerables incendios que se produjeron como consecuencias
del terremoto destruyeron el sesenta por ciento de esa ciudad chilota. Hubo cinco muertos y alrededor
de treinta heridos. Los mayores destrozos por el movimiento telúrico correspondieron a casas
ubicadas en los cerros, que también sufrieron algunos incendios, dominados rápidamente por los
bomberos. Luego hubo incendios en la principal calle de la ciudad, la calle Blanco, donde se
consumieron los mejores edificios de tres cuadras completas; éste no pudo ser dominado, arrasando
con negocios de todo tipo, incluso con los de comestibles, que luego hicieron mucha falta. El maremoto
se llevó las obras portuarias y las casas cercanas al mar. La población se refugió en la escuela
industrial, en una escuela pública, en el edificio del liceo, en las plazas y en los sitios eriazos. La
dotación de Carabineros fue reforzada con veintitrés contingentes de Santiago, quienes colaboraron
en la distribución de agua, víveres y en la vacunación. El agua fue distribuida en la plaza, en
cantidades estrictamente necesarias, hasta donde fue conducida en barriles y carro-bombas del
cuerpo de bomberos. Los alimentos fueron racionados en la comisaría y entregados a cada jefe de
grupo, conformados por cien personas, cada uno. Al mismo tiempo se empezó a vacunar a toda la
población contra la fiebre tifoidea.
Párrafo aparte merece el problema de Riñihue. En su nacimiento del lago Riñihue, el río San
Pedro atraviesa por un profundo cañón conformado por altos cerros; éstos, con el terremoto, se
derrumbaron en tres partes cayendo miles de toneladas de tierra y piedras sobre el río, formando tres
gigantescas represas; por esta razón el lecho del río San Pedro quedó seco, produciendo el
embalsamiento de dicho lago y el aumento del nivel de sus aguas, que al regularizar su curso podría
causar enormes inundaciones en las zonas bajas del río San Pedro, incluidos algunos poblados y
algunos barrios de Valdivia.
Cuando se tuvo conocimiento de esta emergencia, el Gobierno ordenó que los organismos
técnicos y de construcción de la CORFO, ENDESA y dirección de Riego del ministerio de Obras
Públicas estudiaran y adoptaran de inmediato las medidas de previsión accesorias, para controlar,
dentro de lo posible, el desarrollo de los acontecimientos. El ministro del Interior formuló una
declaración pública dando a conocer las medidas adoptadas, tanto en relación a la evacuación de las
aguas del Riñihue, como de traslado de los habitantes de las zonas amagadas a lugares más seguros,
construcción de campamentos, decreto de "zona de emergencia" y otras tendientes a calmar a la
población.
Viajaron a la zona el gerente técnico de ENDESA, el vicepresidente de CORFO y el gerente^
general de ENDESA, quienesquedaron helados cuando conocieron las proporciones que tomaría esta
"erupción" acuática si no se le hacían rápidas incisiones quirúrgicas a los "tacos".
Desde esos momentos comenzaron los trabajos correspondientes en cooperación con el
ministerio de Obras Públicas, algunas entidades privadas y las Fuerzas Armadas, en cuanto a
comunicaciones y transporte aéreo. Se determinó como solución conveniente la excavación de
canales en el terreno natural no removido, a una cota más baja que la de los tacos, tratando de
conseguir que las aguas del lago Riñihue subieran al mínimo posible, procurando evitar la inundación
de pueblos ribereños de los lagos Riñihue y Panguipulli, y muy especialmente, que rebasara por
encima del terreno removido que formaba el taco tres, el más alto, pues ésto produciría una rápida
eroción de este material y por lo tanto, el desagüe del lago sería violento, llegando en este caso,

293
posiblemente, a un caudal del orden de los veinticinco mil metros cúbicos por segundo, en lugar de i
los siete mil metros cúbicos por segundo que fue el máximo que alcanzó dicho caudal.
Los derrumbes en tres sectores fueron denominados tacos; el primero tenía trescientos metros
de largo y dieciseis de alto, estaba ubicado a dos kilómetros del desaguadero; el segundo cayó
cincuenta metros más abajo y tenía quinientos metros de largo por veintiún metros de alto; el tercero
estaba a tres kilómetros del desaguadero y tenía un mil quinientos metros de largo y sesenta metros
sobre el lecho primitivo del río. El derrumbe mayor tenía del orden de cincuenta millones de metros
cúbicos, formado principalmente de arcilla del fondo del lago, estratificada como mil hoja, mezclada
con tierra vegetal, piedras y troncos, producto de la avalancha.
El lago Riñihue se alimenta de otros lagos, Calafquen, Panguipulli, Neltume, Pirihueico y
también del Lacar, que queda al otro lado del límite, en la República Argentina. Como el tercer taco
tenía una altura de veintiún metros , significaba que alrededor de cuatro mil ochocientos metros
cúbicos pasarían en una horripilante avalancha hacia el mar, arrastrando inmensos árboles, los
puentes de Malihue y Antilhue y los dos puentes de Valdivia; todo ésto descendería como una tromba,
levantando en vilo casas, aserraderos, haciendas e industrias que bordeaban los ríos y casi la totalidad
del radio urbano de Valdivia quedaría anegado y en parte llevado al mar.
Para disponerde más tiempo en la construcción de los canales proyectados, se procedió a aislar
total o parcialmente los lagos Panguipulli, Calafquen y Pirihueico, construyendo en sus desagües
barreras que permitieron embalsar en ellos parte del agua que llegaba al Riftihue, reduciendo, por lo
tanto, la velocidad de subida del nivel de este lago. En este trabajo participaron desde el principio
personas y equipo de ENDESA, posteriormente, se reforzó con personal y equipos de reparticiones
fiscales, semifiscales y particulares.
El trabajo principal de esta operación se desarrolló en un canal construido en la zona del tercer
taco; se inició con equipos mecanizados y luego se llegaron a ocupar treinta tractores, que pudieron
usarse sólo hasta junio, ya que desde esa fecha, a causa de los temporales, se hizo imposible seguir
excavando con maquinarias. Se continuó el trabajo a mano, con cuatrocientos cincuenta operarios,
limitando el uso de tractores a tareas accesorias. Como el trabajo era lento, se modificó el programa
y se labró un canal auna cota más alta y con una dimensión más pequeña que la primitivamente ideada.
Este canal se terminó el 8 de julio; las aguas del Riñihue comenzaron a escurrir cuando habían
alcanzado una cota de ciento veintidós metros y once centímetros. Entre el 8 y el 24 de julio fue
aumentando el caudal a medida que se realizaban trabajos de ensanche del canal, remoción de los
embarques que se producían y la eroción controlada que originaban las aguas, hasta alcanzar un
desagüe de trescientos cuarenta metros cúbicos por segundo, igual al que llegaba al lago que en ese
instante tenía la cota máxima de ciento veintiséis metros y veinte centímetros. A partir del 24 de julio,
lo que fue un canal pasó a ser el nuevo lecho del río San Pedro y el caudal aumentó hasta el máximo
de siete mil cuatrocientos metros cúbicos por segundo, para disminuir rápidamente después, llegando,
el 2 de agosto, a sólo un mil ochocientos metros cúbicos por segundo, cuando el lago tenía una cota
de ciento siete metros. Posteriormente, el escurrimiento y la cota del lago siguieron bajando hasta
llegar a establecerse el régimen de normalidad.
Fue una larga faena de sesenta y cuatro días, en la que colaboraron no sólo CORFO, ENDESA
y Obras Públicas. Hubo también, por ejemplo, la abnegada participación de los pHotos civiles del club
aéreo de Temuco, quienes diariamente transportaron desde Temuco a Panguipulli los tambores con
bencina para los tractores; en éste último lugar los tomaban los helicópteros de la Fuerza Aérea para
dejarlos donde estaban operando los tractores y bulldozes; los trabajadores de los fundos cercanos
quienes ayudaron en las labores domésticas; los tractores fueron aportados por la Compañía
Manufacturera de Papeles y Cartones; el apoyo de un ingeniero norteamericano, experto en
deslizamientos de tierra, quien llegó antes de las cuarenta y ocho horas de haberse solicitado sus
servicios, y tantos otros, que en conjunto con los doscientos ingenieros y más de quinientos operarios
lograron llevar a feliz término la "operación Riñihue". El ministerio del Interior instituyó la condecoración
Riñihue y una empresa cinematográfica de reciente formación, en esa época, filmó toda la labor.

294
En Valdivia, entre tanto, se tomaron medidas para evitar las mayores tragedias posibles, si esta
obra de ingeniería de urgencia fracasaba. Se evacuaron alrededor de un mil setecientos niños a
Santiago; se aumentó la dotación del regimiento Caupolicán en un mil doscientos hombres y los
Carabineros aumentaron de ochenta a trescientos cuarenta, llevando sus propios radiopatrullas,
furgones y equipos de campaña; incluso el gerente de la Compañía Nacional de Teléfonos puso a
disposición de los periodistas, una línea directa de comunicación, tapió las puertas y ventanas de la
planta, hasta doce metros sobre el nivel del río; la población se resignó a abandonar sus hogares,
refugiándose en cinco mil rucas que se construyeron apresuradamente, pero como el Riñihue se hizo
esperar, volvió diariamente a sus hogares, para tratar de salvar los que mas podía, lo que en la práctica
significó que los pobladores de los sectores inundados estuvieran evacuando sus casas cada
veinticuatro horas, desorganizando el plan de evacuación, principalmente en lo que abastecimientos
se refería.
En prevención, los primeros días de junio se sacaron un mil novecientas cuarenta y dos
personas de Valdivia, principalmente mujeres y niños. La barcaza Isaga los llevó a Corral y luego, en
viajes sucesivos de los cruceros O'Higgins y Prat fueron trasladados a Valparaíso. También se
evacuaron menores de las provincias de Llanquihue, Concepción, Malleco, Osorno, Chiloé, Bío Bío,
Arauco y Nuble, los que se trasladaron a Santiago en avión. Un total de tres mil ochenta y ocho menores
entre meses y dieciocho años, bajo la tuición del Consejo de Defensa del Niño se ubicaron en
establecimientos escolares de Santiago, San Antonio, Melipilla, El Monte, San Bernardo y Buín y en
las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso, O'Higgins, Colchagua, Talca y Linares, algunos
quedaron en casas de familiares y apoderados y otros en hospitales; antes de fines de 1960 regresaron
todos a sus hogares, conforme iban restableciéndose las condiciones de vida normal en cada ciudad.
Miles de mapuches recurrieron a viejos ritos y celebraron "guillatunes" para pedir protección y
ayuda a sus dioses y antepasados y calmar la furia de la naturaleza después de los terremotos y el
maremoto, especialmente en la zona cercana a Temuco, que en esa fecha tenía la mayor densidad
; de indígenas - de ciento cincuenta a ciento ochenta mil - el resto, hasta completar doscientos cincuenta
mil, que era la suma que alcanzaban en todo Chile, según los antropólogos entrevistados en la época,
estaban repartidos en la zona central sur del país.
Los ritos se llevaron hasta las últimas consecuencias en la zona denominada Loncopulli, al sur
I ii '
Hi del río Budi, a orillas del mar, en el sector Collileufú, donde los mapuches sacrificaron aun niño de seis
años, a orillas del mar. Lo degollaron, su sangre fue lanzada a los cuatro puntos cardinales y enseguida
su cuerpo fue trozado y ofrendado al mar. El niño José Painecur fue elegido por ser el más
desamparado de la comunidad; su madre trabajaba como empleada doméstica en Concepción y en
." .- • la comunidad indígena sólo tenía al abuelo. La madre al tener permiso para ir a ver a su familia después
del terremoto se encontró con la novedad de que su hijo había sido sacrificado, dando cuenta a
Carabineros. Según la tradición, explicaron los mapuches que fueron detenidos por la policía
uniformada, procesados y finalmente dejados en libertad, cuando hay grandes desastres, hay que
sacrificar a un niño para calmar a los espíritus. La machi del grupo había tenido visiones -explicaron
- que les exigían sacrificios humanos, como en los antiguos tiempos, cosa que sabían todos los
miembros de la comunidad. Los más antiguos fueron consultados sobre las visiones de la machi y
estuvieron acordes en estimar la urgencia de un sacrificio de este tipo para calmar a los espíritus que
aparecían furiosos. En un comienzo la machi pidió un niño albino, como no lo había pidió uno rubio,
tampoco lo había; mientras seguía temblando, entonces la machi exigió cualquier niño, había varios.
Fueron consultados los ancianos de la comunidad, quienes dieron su aprobación y eligieron al menor
más desamparado.
La ceremonia y el sacrificio son coincidentes con lo que se ha relatado en las primeras páginas
de este libro. Las creencias de los indígenas se conservan latentes, con fuertes raíces en el pasado
y manteniendo una enorme significación dentro del grupo comunitario. Las tradiciones del pasado,
antes que llegaran los españoles y los hechos de 1960 son similares.
En el informe que el ministro del Interior presentó a la Cámara de Diputados, el 14 de septiembre

295
de 1960, dio cuenta de un mil dieciocho muertos, quinientos setenta y tres desaparecidos, setecientos
sesenta y cuatro heridos graves o enfermos crónicos trasladados a Santiago, sobre quinientos mil
damnificados por problemas directos de viviendas o por falta de vestuario o alimentación.
• -{j_as medidas inmediatas tomadas por el Gobierno para encarar la emergencia, se concentraron
en el ministerio del Interior, para coordinar los esfuerzos de los servicios públicos con todos los
sectores de la ciudadanía. EL 25 de mayo se decretó la estabilización de precios de los artículos de
primera necesidad, a los que regían al 20 de mayo, tanto para los que tenían precio oficial, como para
los que no estaban sometidos a fijación, aplicando, incluso, sanciones a los infractores. Se instruyó
a los intendentes y gobernadores de las medidas a aplicar; se les autorizó para gastar con cargo a la
ley de Régimen Interior; se les puso fondos a disposición. Se constituyó un comité, bajo la dirección
del ministerio del Interior para coordinar los envíos y distribución del auxilio a las zonas afectadas,
organizando la ayuda estatal y la privada. La carencia de comunicaciones y la interrupción de las vías
de acceso dificultaron, en los primeros momentos, el conocimiento de las consecuencias de los
fenómenos sísmicos. Con el apoyo de la Fuerza Aérea, Armada, Ejército, Carabineros, Defensa Civil,
Cruz Roja y otras instituciones se fue logrando su restablecimiento, lo que permitió el despacho de
auxilio, complementado con el puente aéreo en la zona sur. En el país y en el extranjero se produjo
un extraordinario sentimiento solidario hacia las provincias semidestruídas. La población chilena
expresó su deseo de ir en ayuda de los damnificados, ofreciendo su concurso personal, económico
y en especies. Al mismo tiempo, de los países hermanos y desde los más lejanos entregaron ayuda
material y estímulo moralj- •
La falta de comunicaciones fue suplida, en los primeros días con una red de emergencia
formada por radioaficionados del país, especialmente designados, ordenada por la dirección general
de los servicios Eléctricos y de Gas. Esta red permitió al ministro del Interior comunicarse directamente
con los intendentes, gobernadores y demás autoridades de la zona devastada, recibiendo datos de
las proporciones alcanzadas por la catástrofe en las distintas localidades, a la vez que le permitió
impartir instrucciones, según se requería, en cada caso. Se instaló un radio-enlace en esa secretaría
de Estado. En forma paralela, para enviar y recibir mensajes del público entre la zona afectada y el
resto del país, la dirección general de servicios Eléctricos organizó otra red de estaciones de
radioaficionados y servicios privados de radiocomunicaciones, con la colaboración de Correos y
Telégrafos, que funcionó hasta mediados de junio, fecha en que quedaron restablecidos los servicios
normales; se cursaron más de nueve mil mensajes de particulares hasta la zona amagada.
El tráfico telegráfico fue atendido, durante los primeros días, con todos los medios disponibles,
incluso por radio de Carabineros e Investigaciones. La atención postal se logró en coordinación con
los medios de transportes. La dirección general de Correos y Telégrafos dispuso, además, que el
despacho de encomiendas con víveres y medicamentos hasta diez kilos, se efectuara gratuitamente
hasta la zona devastada, aplicándose esta franquicia hasta el 28 de julio.
La reparación de emergencia de las líneas telegráficas se nealizó con la colaboración de la
escuela de Telecomunicaciones del Ejército. Esta escuela cooperó también en el tráfico telefónico
dentro de la ciudad de Valdivia y estableció una red especial de emergencia en la zona del lago
Riñihue.
La Armada, con los buques de guerra, vapores mercantes y radioestaciones de emergencia,
establecidas en los puertos, formó una red de telecomunicaciones de puertos.
La red ferroviaria tuvo daños que abarcaron setecientos cincuenta y ocho kilómetros de línea
principal, entre el puente de Longaví y Puerto Montt, además de los ramales comprendidos en la misma
zona que sumaron un mil noventa y siete kilómetros de vía férrea con problemas. Dos mil doscientos
cincuenta operarios realizaron labores de emergencia, trabajando en turnos, las veinticuatro horas del
día, para dejar expedita la vía. El 24 de mayo quedó en servicio el tren de pasajeros hasta Temuco;
el 3 de junio hasta Los Lagos; el 9 de julio hasta Osorno, operando con el apoyo de buses-carriles;
durante agosto se reanudó el servicio hasta Puerto Montt, en combinación con camiones en un
pequeño sector.

296
El tráfico carretero con los caminos principales agrietados y los puentes destruidos, estaba
suspendido. La dirección de Vialidad afrontó la construcción de desvíos provisionales, el relleno de
carreteras inundadas y la remoción de derrumbes para dejar expedita la vía terrestre. Se habilitaron
numerosos balseaderos en reemplazo de puentes destruidos o de difícil reparación . Con firmas
contratistas que ejecutaban obras en la zona, se logró mantener transitables los caminos principales
que estaban sometidos a intenso tráfico. Los trabajos de emergencia en el camino longitudinal tuvieron
un costo de tres millones ciento veinte mil escudos; la conservación de los aeródromos costó otros
tantos de miles de escudos.
Las comunicaciones telefónicas con Chillan y Concepción se lograron el 23 y el 29 de mayo,
respectivamente y pocos días después con el resto del territorio.
Los servicios de agua potable, energía eléctrica, gas y alcantarillado también fueron repuestos
con el personal de Obras Públicas, Cuerpo Militar del Trabajo y empresas constructoras. La dirección
de Obras Sanitarias se abocó a reponer los servicios de agua potable y alcantarillado en los veintinueve
pueblos y ciudades, cuyas instalaciones fueron dañadas por rupturas de las cañerías de aducción, por
desunión en las matrices, por deterioros en las plantas de elevación, estanques y filtros, por
desconexión de los arranques domiciliarios, y por rupturas y embanques en las redes de alcantarilla-
do. En estos trabajos de emergencia se ocuparon trescientos noventa y tres mil trescientos diecisiete
escudos.
A la dirección de Pavimentación Urbana correspondió habilitar las calles de cada ciudad,
abocándose en una segunda etapa a la reparación de calzadas y aceras. En los trabajos de
emergencia se gastaron ciento veinticinco mil setecientos escudos.
]La Corporación de la Vivienda proporcionó techo a numerosos grupos de familiares. Se
construyeron un mil ochocientos ochenta pabellones de emergencia para alojar a catorce mil
* doscientas familias. Se entregaron tres mil viviendas definitivas en las ciudades damnificadas. Se
construyeron cinco mil doscientas viviendas de emergencia en las localidades de Puerto Montt,
Valdivia y Puerto Saavedra. Se distribuyó material de emergencia entregado al ministerio del Interior
por la Cruz Roja norteamericana, Compañía de Acero del Pacífico y particulares. Se adquirieron
cincuenta y seis hectáreas de terrenos en Ancud, Castro, Quellón, Achao, Curaco, Puqueldón,
Dalcahue, Chonchi, Quemchi, Tenaún y Queilén para trasladar las familias inundadas por las crecidas
de las mareas en Chiloé. Se realizó un censo de viviendas destruidas entre Linares y Chiloé. En las
labores de emergencia, la CORVI invirtió siete millones cien mil escudos.]
-^ La dirección de Obras Portuarias del ministerio de Obras Públicas construyó en Puerto Montt
muros provisionales de defensa de la costanera; habilitó un sitio para embarque y desembarque
directo de las naves y acondicionó un muelle en Angelmó. En Bahía Mansa atendió el embarque y
desembarque con faluchos, mientras reparó el muelle y las bodegas dañadas. En Valdivia acondicionó
el material portuario para que resistiera el desborde del lago Riñihue. Trabajó, asimismo, en la
recuperación de materiales y maquinarias, mediante operaciones de buceo. Los trabajos de emergen-
cia tuvieron un costo de seiscientos cincuenta mil escudos^7
En forma urgente, la dirección de Arquitectura del mismo ministerio reparó cuarenta y siete
establecimientos escolares y treinta edificios fiscales, principalmente comisarías, retenes, juzgados,
gobernaciones e intendencias, con un gasto del orden de un millón treinta mil escudos.
ENDESA, por su parte, además de los trabajos relacionados con el lago Riñihue, se abocó a
reparar los daños producidos en sus propias instalaciones en las centrales de Abanico y Pilmaiquen
y en las subestaciones comprendidas entre Chillan y Puerto Montt, además de líneas de distribución
de energía eléctrica; envió grupos electrógenos a Chiloé y puso en servicio otro grupo electrógeno para
proveer de luz a Corral; también apoyó al sistema de comunicaciones radiales y telefónicas que trabajó
en la "operación Riñihue".
] La atención médica y sanitaria en el período de emergencia consistió, en una primera etapa, en
la atención local inmediata con personal médico y paramédico de cada centro afectado, el que se
reforzó con el personal y equipos enviadosdesde Santiago; a la vez se envió suero, material quirúrgico,

297
vacunas e insecticidas, en forma urgente, por vía aérea, en un total de trescientos ochenta toneladas.'
En una segunda etapa, se trasladaron a Santiago en un puente aéreo los heridos graves o enfermos
crónicos - setecientas sesenta y cuatro personas en total - por no poder ser atendidas en las
localidades afectadas. En una tercera etapa, entre mayo y junio, se vacunó a la población, colocándose
doscientas setenta y dos mil vacunas antitíficas y veinticuatro mil ochocientas cuarenta y cuatro
vacunas mixtas; para prevenir el tifus exantemático se desinfectaron a setenta y un mil personas y se
trataron con desinfectantes trescientas mil piezas de ropa. En una cuarta etapa se organizó la
educación sanitaria a la población, para su readaptación a las nuevas y transitorias condiciones de
vida. La catástrofe creó situaciones sicológicas especiales, provocando, en algunos casos, reacciones
depresivas y de desesperanza, que llegaron en unos cuantos a la parálisis volitiva. El servicio Nacional
de Salud envió equipos de siquiatras y sicólogos con educadores sanitarios a la zona devastada, para
desarrollar un programa de salud mental en las poblaciones. La Facultad de Medicina, para fines
didácticos prácticos, envió a la región afectada a setenta estudiantes de medicina del último año,
quienes trabajaron en conjunto con el personal médico, efectuando vacunaciones, cloración de agua,
organizando grupos comunales para la adecuada disposición de excretas y basura, atención
pediátrica, preparación de alimentos y participación en programas sanitarios.^EI ministerio de Salud
también reparó los establecimientos hospitalarios que podían resistir trabajos de emergencia y habilitó
escuelas y otras construcciones disponibles para la atención de heridos y enfermos.l
[El Gobierno organizó un mando conjunto de las Fuerzas Armadas para coordinar y hacer más
eficiente la labor de auxiliar a las poblaciones de la zona afectada, designando, mediante decretos,
comandantes de fuerzas militares en las provincias y departamentos comprendidos en la zona del
sismo, quienes colaboraron con las autoridades departamentales y provinciales dependientes del
ministerio del Interior para superar los problemas de aislamientos, evacuación, recepción y distribución
de socorros. Colaboraron en todas las labores de atención a los damnificados los bomberos, la
Defensa Civil, la Cruz Roja y los clubes aéreos.\e el 23 de mayo y el 31 de agosto se enviaron a la zona devastada

ocho millones doscientos ochenta y seis mil novecientos dieciseis kilos de alimentos; siete millones
ciento veintiséis mil cuarenta y siete kilos de vestuario, menaje y artículos domésticos; ciento setenta
y dos mil ciento ochenta y un kilos de medicamentos, instrumental y otros elementos sanitarios; dos
millones quinientos doce mil ochocientos treinta y siete kilos de materiales e implementos para
construcciones; doscientos setenta mil setecientos veintiocho kilos de equipos mecánicos y eléctricos
para uso técnico, que totalizaron dieciseis millones ciento siete mil setecientos nueve kilos. Entre
éstos, cabe destacar que se enviaron ciento tres mil doscientos setenta y nueve frazadas; trescientos
once mil cuatrocientas diecinueve planchas de zinc y fonolitas y treinta y dos mil cuatrocientos setenta
y un colchones. El servicio Nacional de Salud a través de la Central de Abastecimientos envió a los
establecimientos hospitalarios cuatrocientos mil kilos de medicamentos y vestuario; cinco milfonolitas;
dos mil cien colchones y ocho mil quinientas cincuenta frazadas. Estos despachos fueron a no menos
de cien localidades de la zona damnificada, desde las cuales, a su vez, se procedió a distribu ir a lugares
más apartados las cantidades de auxilio que las circunstancias exigieron.
\Caritas Chile entregó ocho millones ochocientos dos mil trescientos kilos de ayuda en leche,
queso, harina, chuchoca, arroz, vestuario, frazadas, carne envasada, medicamentos y materiales de
construcción, por un valor de tres millones novecientos sesenta y siete mil setecientos treinta escudos
y cincuenta centavos.*,
La Cruz Roja Chilena ayudó con doscientos sesenta y dos mil cuatrocientas veinticinco piezas
de ropa; catorce mil setecientos pares de zapatos; ciento ochenta y ocho mil cuatrocientos veinte kilos
de comestibles; treinta y cuatro mil seiscientos setenta y dos piezas de ropa de cama; trescientos
cincuenta y un mil setecientos noventa y tres piezas de menaje de casa; doscientos treinta juguetes;
dos mil cuatrocientos veintiún útiles escolares; cinco mil doscientos cincuenta y tres juegos de higiene;
ocho mil doscientas siete jeringas; dos mil doce sistemas de extracción y transfusión; cincuenta y ocho
cajas de placas radiográficas; un mil seis frascos de ACD; ciento diez piezas de instrumental clínico;

298
un autoclave; cinco mil trescientos noventa y ocho herramientas; cincuenta y siete carpas; una casa
prefabricada; cuatro camiones y trescientos cuarenta y dos mil ciento diecisiete implementos de pesca.
Ferrocarriles colaboró en el traslado, incluso, transportando parte de un hospital de campaña
donado por los Estados Unidos de Norteamérica que fue instalado en Valdivia. Ferrocarriles
transandinos también colaboraron con el transporte de envíos desde Argentina.
Prácticamente todos los buques de la Armada fueron empleados en las tareas de auxilio: el
transporte Presidente Pinto, los cruceros O'Higgins y Prat, los petroleros Rancagua y Maipo, el
trasporte Angamos, la barcaza Isaza, el rompehielos Piloto Pardo, la corbeta Chipana, el patrullero
Lautaro, los destructores Serrano y Orellana y el remolcador de alta mar Galvarino colaboraron en el
transporte de ayuda, traslado de heridos, evacuación de personas y el personal también cooperó en
la remoción de escombros, demoliciones urgentes, reposición de servicios de utilidad pública, prestó
ayuda sanitaria y empleó buzos en Chonchi para rescatar motores y equipos sumergidos.
JLa Fuerza Aérea debió realizar trabajos de emergencia en el Grupo Diez de Cerrillos, en
Santiago para mantener sin inconveniente el transporte hacia el sur. Hubo días en que se realizaron
hasta ciento veinticinco operaciones diarias. Se realizaron quinientas seis misiones en aviones
nacionales y cuatrocientas trece en aviones extranjeros, independientes del trabajo realizado por los
setenta aviones Globe Master norteamericanos, que ejecutaron la "operación Samaritana", trasladan-
do dos hospitales de campaña donados por los Estados Unidos, hasta Valdivia y Puerto Montt. Los
aviones extranjeros de diferentes banderas que llegaron a veintiocho, colaboraron en el transporte de
pasajeros y de carga junto con los de la'Fuerza Aérea, Línea Aérea Nacional, clubes aéreos, otras
líneas aéreas comerciales internacionales formando un puente aéreo entre Santiago y la zona
devastada, j
De Alemania, Argentina, Australia, Austria, Bélgica, Solivia, Brasil, Canadá, Colombia, Costa
Rica, Cuba, Checoslovaquia, China, Dinamarca, Ecuador, Líbano, El Salvador, El Vaticano, España,
Estados Unidos, Finlandia, Francia, Gran Bretaña, Guayana Británica, Honduras Británica, Guatema-
la, Haití, Honduras, Hungría, India, Israel, Italia, Japón, Licchtenstein, México, Naciones Unidas,
Nicaragua, Noruega, Nueva Zelandia, Orden de Malta, Organización de Estados Americanos,
Pakistán, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Árabe Unida, República
Dominicana, Suecia, Suiza, Unión Sudráfricana, Unión Soviética, Uruguay, Venezuela y Yugoslavia
se recibieron hasta el 31 de julio, dos millones quinientos noventa y seis mil trescientos cuarenta y dos
escudos y quince centavos y en moneda extranjera liquidada a dólares dos millones setecientos
veintitrés mil seiscientos dos dólares y veintiocho centavos, además de vestuario, medicamentos,
comestibles, materiales de construcción, carpas, vehículos, elementos sanitarios, materiales y
equipos médicos, colaborando varios países con sus propios aviones en el puente aéreo, en la
reconstrucción de escuelas y con asesoría técnica, fuera de los dos hospitales de campaña donados
por los Estados Unidos.
El Gobierno giró con cargo al dos por ciento constitucional, la cantidad de cuatro millones
ochenta y cuatro mil setecientos treinta escudos y sesenta y un centavos hasta e!13 de septiembre.
Una parte de estos fondos fue puesta a disposición de los intendentes y gobernadores de la zona
afectada, quienes lo destinaron fundamentalmente a la construcción de pabellones de emergencia;
remoción de escombros; restablecimiento de servicios de utilidad pública; asistencia a damnificados
en víveres y elementos de reconstrucción, como maderas y fonolitas. Otras partidas de los mismos
fondos fueron destinados a reparar o restablecer instalaciones de empresas eléctricas fiscales,
municipales o intervenidas por el Estado, especialmente en San Rosendo, Talcamávida, Santa Juana,
Ancud, Maullín y Quellón. También se proporcionó ayuda a diferentes municipalidades para lograr
normalizar el funcionamiento de mataderos, mercados y otros servicios municipales. Otras partidas
fueron destinadas a la ayuda de pequeños agricultores damnificados, principalmente de Quellón,
Pitrufquén, a los que se les destruyeron semillas de papas, abonos y pasto para salvar animales
vacunos, de tierra inundadas.

299
El monto de los daños se calculó primitivamente en cuatrocientos veinticinco millones de
escudos. El 1 de junio, el Gobierno envió al parlamento el proyecto de ley de reconstrucción. Hubo
largos debates en el Congreso, que no aceptó las fuentes de f inanciamiento interno que gravaba sobre
todo a la ciudadanía con mayores impuestos, dejándolo subordinado principalmente a los créditos
externos. Sólo el 20 de octubre fue promulgada la ley NS14.171 de reconstrucción de la zona amagada
por el sismo. Mientras se discutía y aprobaba esta ley, el Presidente Alessandri logró desglosar
algunos artículos que dieron origen a la ley N214.009 que autorizó a los institutos previsionales para
conceder a sus imponentes cierto tipo de préstamos de auxilio. En cambio, en el Comité Plenario de
la Comisión Económica para América Latina pasó sin tropiezos un proyecto de resolución que
recomendaba al Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas y a su Comité de Asistencia
Técnica un préstamo por dos millones doscientos mil dólares. La CEPAL actuó con mucha celeridad
gracias a que en el plenario celebrado a fines de junio, todos los representantes de los países
latinoamericanos, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña y Holanda tuvieron a mano un amplio y
documentado informe que el Gobierno de Chile presentó a solicitud de la secretaría ejecutiva de la
CEPAL. Este documento fue elaborado por la Corporación de Fomento de la Producción con la
cooperación de diversos organismos públicos y privados y de las instituciones internacionales con
representación en el país. El estudio abarcó los sectores de vivienda, urbanización, caminos, ferro-
carriles, puentes, puertos, escuelas, hospitales, edificios públicos y comerciales, obras sanitarias,
comunicaciones, inversiones agrícolas e industriales.
Los aspectos medulares del informe de la CORFO señalaron, entre otros:
-La zona afectada por los sismos, inundaciones y maremotos tenían una longitud de setecientos
cincuenta kilómetros, o sea, casi la correspondiente a España o Gran Bretaña. Su superficie alcanzaba
a ciento cuarenta mil cuatrocientos treinta y tres kilómetros cuadrados, que aunque era sólo el
diecinueve por ciento del área total del país, comprendía el sesenta por ciento de la tierra arable.^
-La población total de la zona se estimó en dos millones trescientos ochenta y seis mil personas,
es decir, el treinta y uno por ciento de la población total del país fue afectada, de la cual el veinticinco
por ciento vivía en zonas rurales y el resto en centros urbanos. Se calculó que la población activa
alcanzaba a setecientas mil personas, representando de ésta el cuarenta y tres por ciento a la agrícola
y ganadera, el ocho por ciento a la comerciante, el quince por ciento a la industrial, el veintiocho por
ciento a la prestadora de servicios y el seis por ciento a otras actividades productoras de bienes.
-Los ingresos generados en la zona,señalaba el mismo informe de CORFO, alcanzaban a la
fecha, al veinticuatro por ciento de los producidos en Chile. También en esa zona se encontraba el
veintiocho por ciento del capital total del país, incluyendo, una potencia eléctrica instalada para el
servicio público ascendente a ciento ochenta y ocho mil KW. Había trescientos diez mil hectáreas de
plantaciones forestales y dos millones ciento treinta mil hectáreas de bosques naturales. La ganadería
correspondía a más del cincuenta por ciento del ganado existente en el país. Por último, también se
señalaba la importancia de la región por su atracción turística.
-El informe de CORFO consignó daños de capital en viviendas del orden de los doscientos
cuarenta y un millones seiscientos mil escudos. Fueron destruidas alrededor de veinte mil viviendas
urbanas y treinta mil rurales. A ésto había que agregar un modesto amueblamiento y menaje, para
lograr dar alojamiento alrededor de trescientas mil personas. Había que agregar, además, reparacio-
nes para unas cien mil viviendas que eran ocupadas por unas seiscientas mil personas.
¿-Los edificios públicos y privados destruidos, incluyendo hospitales, escuelas, edificios muni-
cipales, reparaciones, muebles, equipos e instalaciones tuvieron un daño en capital del orden de los
sesenta y tres millones quinientos mil escudos.
-Los perjuicios en los sectores agrícola e industrial alcanzaron en capital a cuarenta y seis
millones quinientos mil escudos, considerando el valor de reposición de inversiones.
-Las pérdidas de capital en transporte fueron de treinta y siete millones de escudos, conside-
rando caminos, ferrocarriles, puentes, aeródromos, obras portuarias y marítimas.
-Por último, las pérdidas de capital en obras sanitarias, pavimentación urbana, comunicaciones,

300
minería del carbón, barcos y botes pesqueros, instalaciones eléctricas y varios menores fueron del
orden de los veinte millones seiscientos mil escudos.
-A ésto hubo que agregar las pérdidas de existencias de productos agrícolas, ganaderos,
industriales y mineros, comercio, equipamiento de Carabineros y mercaderías de instituciones de
crédito por un valor de nueve millones seiscientos mil escudos. )
-Las pérdidas de suelos en tierras inundadas o arrasadas, sin contar las pérdidas ocasionadas
por el desborde del lago Riñihue fueron de sesenta mil hectáreas, de las cuales treinta seis mil
setecientas hectáreas eran aptas para la producción agrícola que se hallaba en diversas etapas de
aprovechamiento, por un valor de seis millones de escudos.
Estas cifras no incluyeron las pérdidas de Chiloé ni la estimación del lucro cesante, que el
estudio consideró para éste último que alcanzaría a treinta millones de escudos.
Gran Bretaña concedió también un crédito por dos millones de libras esterlinas y con los Estados
Unidos se concertaron dos nuevos convenios de excedentes agrícolas. Asimismo, se presentó a las
Naciones Unidas, al Punto Cuarto y a la Organización de Estados Americanos un programa
extraordinario de asistencia técnica para la reconstrucción, que incluyó expertos, misiones, equipos
e instrumentales, por un monto superior a los cuatro millones de dólares, que se cumplirían en un plazo
de tres años.
/La ley de reconstrucción no creó nuevos organismos para enfrentar la tarea. Se perfeccionaron
algunas normas y el ministerio de Economía pasó a llamarse de Economía, Fomento y Reconstruc-
ción, encomendándosele la tarea de promover y coordinar la acción estatal para la elaboración de
proyectos de fomento y desarrollo de las actividades del país y de los planes de reconstrucción de la
zona devastada; promoción y coordinación de la inversión de los recursos fiscales, de administración
autónoma y empresas del Estado, para orientarlas hacia los fines de la reconstrucción; determinar el
orden de prioridades de los planes de inversión del sector públicolfee creó como Comité Consultivo
asesor del ministerio de Economía Fomento y Reconstrucción, el "Copere" - Comité de Programación
Económica y de Reconstrucción- integrado por los ministros de Economía Fomento y Reconstrucción,
Hacienda, Obras Públicas, Minería, Agricultura, Vicepresidente y gerente de CORFO, Vicepresidente
de CORVI y director de Presupuesto]EI Copere, entre otras actividades, elaboró planes regionales de
desarrollo económico en las provincias afectadas, aprovechando los informes emitidos por las
comisiones técnicas extranjeras puestas a disposición del Gobierno por las Naciones Unidas e
instituciones internacionales y la colaboración de un experto internacional proporcionado por la
Organización de Estados Americanos. En las provincias se crearon comités provinciales de recons-
trucción. El Copere también se abocó a dar aplicación al Plan Decenal de Desarrollo elaborado por
la CORFO, dando prioridades a las inversiones y problemas que planteaba la reconstrucción. Elaboró,
también, un plan sistemático para la utilización de los créditos externos puestos a disposición como
consecuencia del sismo, siendo los comités provinciales los que controlaron los planes de inversión.
Aun año del terremoto se publicaron cifras que daban a conocer la labor que se había realizado
en la zona devastada.
Alessandri, en su último mensaje al Congreso, en 1964, informaba que la CORFO calculó los
daños del sismo en cuatrocientos veintinueve millones de dólares; que las erogaciones nacionales al
31 de diciembre del año anterior alcanzaban a trece millones cuatrocientos sesenta y nueve mil treinta
escudos y las donaciones de países amigos alcanzaban a veintinueve millones de dólares; que Chile
obtuvo préstamos del Eximbanck y de Estados Unidos por un total de ciento diez millones de dólares
y de los países europeos por trece millones de dólares; asimismo, que obtuvo una línea de crédito
abierto de proveedores con garantía del Estado por tres millones de dólares más.
Entre las disposiciones que se tomaron, merecen un comentario, las modificaciones introduci-
das a la ley sobre Seguridad Interior del Estado, a la que se agregó un inciso por el que se facultaba
al Jefe del Estado para que, en caso de calamidad pública, declarase en "estado de emergencia" la
zona afectada, por una sola vez y hasta por el plazo de seis meses.
También se legisló sobre las donaciones, en el sentido de que las que eran efectuadas como

301
consecuencia del sismo estuviesen liberadas del impuesto de donación y de todo gravamen que
afectare a su internación.
Sismólogos, geólogos e ingenieros se preocuparon de estudiar los sismos de mayo de 1960.
Cuatro científicos japoneses, tres nortamericanos y dos chilenos trabajaron en equipo, en Concepción,
con el objeto de aunar conocimientos de la ciencia y de la técnica para resguardarse de los futuros
terremotos y maremotos. La misión japonesa fue enviada por su Gobierno, como expresión de ayuda
técnica al Gobierno de Chile; estaba formada por académicos de la Universidad de Tokio. Los expertos
norteamericanos pertenecían al Instituto de Investigaciones de Ingeniería para Terremotos. Los
chilenos eran el director del Instituto de Sismología Cinna Lomnitz y el profesor de la universidad de
Chile, Rodrigo Flores. Coincidieron en que en un país comojchile, en que son habituales los
terremotos, no se puede construir sin pensar previamente en sus efectos; no pueden ser ajenas las
disposiciones antisísmicas; no puede construirse sin pensar previamente en los efectos de los sismos.
En la ordenanza de construcción había que establecer, con precisión, que tipo de edificación debería
levantarse, según la estructura de los suelos; incluso determinando la altura, materiales y el cálculo
que para prevenir daños deberían usar los ingenieros especializados.}
Uno de los expertos japoneses señaló que los maremotos se generaban por hundimientos en
una parte del océano, lo que originaba la depresión en el agua; ésta, al llenarse generaba ondas
circulares de no más de un metro de altura; su velocidad era proporcional a la raíz cuadrada de la
profundidad del mar. Esto hacía que en una profundidad de cuatro mil metros, las ondas se propagaran
con la velocidad de un avión a chorro; si llegaban a bahías angostas, en forma triangular, su efecto
podía muItiplicarse, pues a menor anchura, aumentaba su alto; la ola que avanzaba podría llegar hasta
diez y aún hasta veinte metros de alto.
Uno de los expertos norteamericanos afirmó que gran parte de los perjuicios del terremoto
chileno, como pudo observar, se debieron a malos materiales y mala interpretación de los planos del
calculista; hubo economía mal entendida. Estimó que para afrontar un sismo había tres niveles
escenciales de seguridad; primero, protección de la vida humana, y ello era posible porque la
ingeniería poseía los medios para hacerlo; segundo, protección de la propiedad contra los daños
materiales en base a conocimientos de ingeniería y al uso de buenos elementos de construcción, y
tercero , protección ante un cataclismo, construyendo estructuras capaces de soportar un terremoto
máximo.
Charles Richter, profesor de sismología del Instituto Tecnológico de California, famoso por ser
quien inventó, en 1932, la escala internacional de magnitud que lleva su nombre, formuló en Japón,
donde realizaba investigaciones de su especialidad, declaraciones a la prensa, sobre el terremoto
chileno, en el sentido que había que observar con atención los cambios de nivel del mar en las costas
chilenas, ya que era posible la alteración de la línea costera marítima de América del Sur. Expresó que
una magnitud de ocho y tres cuartos grados colocaba a los últimos temblores chilenos entre los más
intensos que se habían registrado. Dijo que los sismólogos no tenían - en esa época - idea exacta de
cómo los terremotos generaban las marejadas, conocidas por los científicos como ondas sísmicas
submarinas. Una teoría era que se debían a sacudidas en sentido vertical en el fondo del mar, en el
epicentro de un temblor. Confirmó que "cualquier terremoto de gran magnitud es seguido de otros
movimientos de menor intensidad, durante meses o años".^
Fierre Saint Amand, geólogo norteamericano destacado desde 1958, como profesor de la
escuela de Geología de la universidad de Chile, enviado al país por el Punto de Cuarto, precisamente
para estudiar los fenómenos geológicos a raíz del terremoto de Las Melosas, en Santiago, informó a
la prensa que en torno al Pacífico, en el sur de América había una extraordinaria actividad geológica,
que producía una enorme fuerza energética, tan potente como para poder elevar vehículos espaciales
con rumbo a la luna y al sol. Lo que producía esa fuerza energética era la presión de dos bloques de
la corteza terrestre, precisamente a causa de las fallas, o fracturas de la tierra. En el caso concreto de
Chile, el profesor Saint Amand dijo que había observado que existían tres bloques bien definidos o
fallas, de las cuales una empezaba en Talcahuano y terminaba en Chiloé; dijo que entre ésta y el mar

302
quedaba un bloque que se deslizaba hacia el norte, mientras la falla ya señalada y otra que se iniciaba
en Cuneo, en la provincia de Cautín y llegaba hasta Chiloé, se deslizaban hacia el sur. Coincidiendo
con las afirmaciones de Richter, sostuvo que los temblores o terremotos eran la consecuencia de las
vibraciones que se registraban al producirse movimientos de estos bloques gigantescos y que poco
es lo que se sabe de la energía de magnitud extraordinaria que ponían en movimiento estos bloques.
El profesor Saint Amand en un informe sobre el terremoto de 1960 estableció que los grandes efectos
se produjeron de Concepción hasta Puerto Aisén.Cambió el nivel del continente produciendo un
descenso de la tierra de Puerto Saavedra hasta la isla de Chiloé, del orden de los dos metros; la isla
Guafo, la isla Mocha y la península de Arauco se levantaron desde un metro y medio hasta tres metros.
Los ríos inundaron grandes áreas. El volcán Pullehue entró en erupción. El terremoto se produjo a
lo largo de una falla fuera de la costa, probablemente, una prolongación de la falla de Arauco, la cual
jugó a lo largo de una distancia de un mil doscientos metros. Hubo dos zonas de alta intensidad, una
a lo largo de la costa desde Puerto Saavedra hasta más o menos al sur de la isla de Chiloé. En el valle
central fue menor, excepto en las riberas de los ríos, en donde los deslizamientos destruyeron gran
número de edificios y se interrumpieron las carreteras y vías férreas. Los lagos menores se tomaron
fanganosos por el movimiento de las aguas y por el material de derrame llevado a los lagos por los
deslizamientos de los mismos ríos. Los movimientos más fuertes fueron en la isla de Chiloé, donde
algunos árboles, incluso, fueron arrancados de raíz. En muchas partes, el terreno se agrietó. Puerto
Montt y Valdivia fueron afectadas por deslizamientos y escurrimientos de tierra. En relación al
maremoto, estableció que el mar estaba alterado más o menos quince minutos antes del gran
remezón. En sus consecutivas invasiones del terreno alcanzó hasta más de ocho metros, con una
altura máxima en Puerto Saavedra y Bahía Mansa. Fue observado en la isla Más a Tierra del
archipiélago de Juan Fernández. El deslizamiento más notable fue el del lago Riñihue que tenía tres
kilómetros de largo y estaba compuesto casi enteramente de arcilla.
Rodrigo Flores recorrió lazonaterremoteada para estudiar como afectó el sismo a las diferentes
estructuras; fue el moderador en un foro técnico realizado por el Instituto de Ingenieros y Arquitectos
de Concepción; estimó, entre otras muchas consideraciones, que entre Valparaíso y Valdivia existían
bloques de fallas paralelas a la costa que se seguían sobre más de mil kilómetros de norte a sur, y que
habrían sido donde tuvieron su origen estos terremotos de 1960; que las estructuras bien diseñadas
y ejecutadas por personal idóneo en terrenos adecuados no habían sufrido mayores daños.
Coincidentemente, entre el 11 y el 18 de julio de 1960, se realizó en Tokio, Japón, la Segunda
Conferencia Mundial de Ingeniería Sísmica, a la que asistieron en representación de Chile, Rodrigo
Flores y Cinna Lomnitz, exponiendo antecedentes sobre el terremoto de mayo.
El Gobierno chileno solicitó a la República Federal de Alemania ayuda en forma de asesora-
miento por parte de expertos de ese país. La comisión asesora fue compuesta por once especialistas
en geología, telecomunicaciones, construcciones portuarias, agua y eliminación de escretas, elimina-
ción de escombros, urbanización y construcción, construcción de carreteras, suministros de energía
eléctrica, ferrocarriles, agricultura e industria y economía industrial, quienes vinieron con los gastos
cancelados por el Gobierno alemán. Entre otras muchas conclusiones, el informe emitido por los
expertos señaló que los daños en edificios, calles y carreteras, no sólo dependió del sistema de
construcción y materiales empleados, sino que, multitud de veces, en gran parte, debido a las
características del terreno sobre el que se construyó. Entre las recomendaciones emitidas estaban la
necesidad de preparar mapas geológicos de los terrenos en que se construiría; levantamientos
topográficos, por medio de investigaciones geofísicas; investigaciones de las hipótesis geológicas
sobre los hundimientos del terreno, antes de empezar a construir y la creación de laboratorios técnicos
de investigación para las pruebas de terreno.
t Los movimientos sísmicos de Chile repercutieron violentamente a través del océano, a una
velocidad de setecientos veinticinco kilómetros por hora^Las marejadas provocadas por los terremo-
tos devastaron extensas regiones en el Pacífico dejando un saldo de millares de muertos y
desaparecidos, más de doscientas mil personas sin hogar y centenares de kilómetros de la costa

303
oriental en Japón arrasadas por el mar, en la madrugada del 24 de mayo; hubo también cuantiosos
daños en Perú, Estados Unidos, Filipinas, Australia, Nueva Zelandia y FormosáiHilo fue la primera
isla del Pacífico que recibió el impacto del maremoto; en Hawai se decretó "estaao de emergencia"
debido a las inundaciones del mar y a la interrupción del suministro de energía eléctrica.
El 24 de mayo entró en erupción el volcán Puyehue, siendo observada la actividad desde el aire,
por uno de los pilotos del puente aéreo, cuando volvía de Puerto Montt a Santiago, después de dejar
ayuda para los damnificados por el terremoto. Se estimó que la nube de vapores y cenizas llegó hasta
las ocho mil metros de altura, acompañada de explosiones de grades rocas humeantes. El proceso
eruptivo duró varias semanas, cayendo gran cantidad de cenizas sobre el valle central, a tal punto que
los agricultores llegaron a temer que se agregaran nuevos daños a sus siembras, ya perjudicadas con
los efectos del sismo. La erupción de cenizas fue seguida de una descarga de lava viscosa,
formándose varias corrientes de alrededor de un kilómetro de largo.
Un frente de mal tiempo, con viento y lluvia se desató en el mes de junio en la zona sur,
agravando la situación en que quedaron muchas familias después del sismo de mayo.
En Parral se anegó totalmente el centro de la ciudad; todos los desagües no fueron capaces de
absorver la enorme cantidad de agua caída; los barrios periféricos se inundaron parcialmente y
muchas casas que habían quedado deterioradas con el terremoto, terminaron por derrumbarse; por
lo menos cien familias que vieron subir el agua por sobre el metro y medio en sus viviendas, fueron
evacuadas por Carabineros.
En Valdivia, la población Aguirre fue la que sufrió las mayores inclemencias de este temporal;
los habitantes se llevaron al sector Huacho Copihue, a cinco kilómetros de Valdivia, pero, posterior-
mente, este sector también se anegó.
En Curanilahue la salida del río del mismo nombre inundó la población Barrio Estanque y
Democracia, arrastrando cercos, aves y enseres que los pobladores habían logrado salvar del
terremoto. La situación, en junio de 1960, era grave para los habitantes de esta localidad, ya que el
mineral Cólico Sur había paralizado sus actividades hacía cincuenta días.
Los deterioros en el puente Bío Bío y la destrucción total de la vía férrea entre Cólico y
Ramadillas dejaron aislado a Curanilahue, con los consiguientes problemas de abastecimiento, ya
graves a consecuencias del terremoto.

PLAGA DE RATONES EN SANTIAGO EN 1960

En julio de 1960, un semanario capitalino daba a conocer a la opinión pública que la plaga de
ratones en Santiago era tan grande que había uno por casa habitante y los daños que éstos causaban
eran avaluados, en esa fecha, en más de tres mil millones de pesos anuales, o tres millones de
escudos.
Se calculaba que no había menos de dos millones de ratones en Santiago, y según los cálculos
del semanario, la destrucción diaria se avaluaba en ocho millones quinientos mil pesos, que al mes
representaban una cifra del orden de los doscientos cincuenta y cinco millones de pesos y al año una
cifra astronómica superior a los tres mil millones de pesos. Estos valores consideraban sólo la
destrucción de bienes que se restaban a la economía privada, principalmente en ropa y alimentos. No
se incluían los daños a la salud pública, como agentes portadores de enfermedades, tales como el
soduco, caracterizado por un acentuado estado febril; el welle, que aparece con el consumo de
pescado mordido por ratones; la fiebre mutina, transmitida por las pulgas de los ratones; el tifus
exantemático y otras enfermedades contagiosas.
Los talleres sanitarios del servicio Nacional de Salud se abocaron a eliminar la plaga. En la Vega
Central, con el sindicato de comerciantes llevaron a cabo una labor de exterminio y luego una de

304
mantenimiento, tendiendo un verdadero cordón de defensa para evitar que los roedores siguieran
causando daños y pusieran en peligro la salud de la población consumidora. También realizaron un
programa en coordinación con las municipalidades tendientes a que, por lo menos, tomaran
conciencia que era importante considerar el relleno sanitario en los botaderos de basura, verdaderos
focos de crianza de ratones.
A juicio del jefe de los talleres sanitarios, en declaraciones a la prensa, la población no tenía
verdadera conciencia del peligro que significaba una plaga de roedores.

SEQUÍA EN EL NORTE CHICO ENTRE 1960 Y 1962

Hace treinta y seis años que no se producía un fenómeno climático con tan desastrozas
consecuencias, decían, en noviembre de 1960, los agricultores del Norte Chico al Presidente de la
República, en un informe en el que le hacían ver su situación debido a la prolongada sequía.
En el año 1960, la superficie regada en los departamentos de La Serena, Coquimbo y Elqui de
la provincia de Coquimbo, bajó de veinticinco mil hectáreas a once mil novecientos veinte, debido,
principalmente, a que se regó con el cuarenta por ciento de la dotación de los ríos Elqui y Coquimbo.
La menor producción de trigo llegó al sesenta por ciento y en maíz al setenta y cinco por ciento. En
cuanto a la ganadería, en los mismos departamentos, en años normales era de diecisiete mil cabezas
de vacunos; en noviembre de 1960 se habían evacuado a la zona sur más del quince por ciento. De
los quinientos mil caprinos, en noviembre habían muerto del orden de los ciento cincuenta mil.
La Sociedad Agrícola del Norte estimaba que las pérdidas para los pequeños crianceros, por
la muerte de las crías, pérdidas por animales muertos por hambre, menor venta y menor valor de los
cueros y pérdidas de siembras de secano era de los dos mil seiscientos cincuenta millones de pesos
o dos millones seiscientos cincuenta mil escudos.
En los tranques, ese año, las reservas bajaron alrededor del ochenta por ciento. En Illapel se
estimó que se perdieron seis mil hectáreas de trigo y alrededor de un mil hectáreas de comino, lo que
representaba ochocientos veintiocho mil escudos. La falta de forraje ocasionó pérdidas del orden de
los doscientos mil escudos. El comino era en esa época, un cultivo típico de la zona, efectuado por
comuneros que habían heredado o adquirido derechos, y que se dedicaban a este rubro porque su
gran rentabilidad era muy superior a cualquier otro en el suelo de esa región.
En localidades como Canela y Canela Alta, a fines de 1960 no quedaba agua ni para beber,
llevando a decenas de familias a inmigrar al interior de los valles de Choapa o Hacienda Illapel, debido
a que los animales se murieron de hambre y el trigo sembrado no alcanzó a brotar.
El Gobierno promulgó una ley que liberó de pago de impuestos a los predios agrícolas de la
provincia de Coquimbo; envió ayuda en víveres, principalmente té, leche, frijoles, harina, garbanzos
y azúcar. Los beneficiados con la ayuda estatal solicitaron trabajo al Gobierno, especialmente en obras
camineras y de regadío, como una forma de ganar el dinero necesario para mantener a sus familias.
En 1961 se estimaban sobre los diez millones de pesos las pérdidas totales que producía la
sequía en el Norte Chico. Esta ya venía arrastrándose desde 1952, con un paréntesis en 1957, en que
un aluvión causó más daños que beneficios. Se informaba que estudios realizados en octubre de 1960
señalaban que las pérdidas de la agricultura de riego alcanzaban a tres mil quinientos millones de
pesos, en tanto que el mismo sector agrícola había perdido cerca de dos mil millones de pesos por
efectos de la disminución de ganado mayor, ya sea por muerte o por ventas abajo precio. Las pérdidas
por explotación de trigo alcanzaban a ochocientos millones de pesos. En las comunidades agrícolas,
o sea, las formadas por pastores dedicados a la crianza de ganado menor, principalmente cabras y
sembradores en terrenos de rulo, eran en octubre de 1960, del orden de los dos mil millones de pesos.
Estos comuneros o pequeños agricultores perdieron toda la siembra de trigo, vital para la alimentación

305
de su numerosa familia, recuperando sólo una parte mínima de las siembras de comino, en Illapel. La
exportación de queso de cabra quedó reducida casi a cero, en Ovalle se llegaron a exportar cuarenta
mil cajas de este queso y en 1961 apenas llegaron a mil.
La provincia de Coquimbo era, con trescientos cincuenta mil habitantes, la sexta en extensión,
la quinta en población, con un millón novecientas mil hectáreas de cultivos de secano y ciento veintiún
mil hectáreas de cultivos en terrenos de riego. Estos últimos estaban, en un treinta y cuatro por ciento
destinados a forraje de ganado vacuno, ovino y caprino; el cincuenta por ciento a cultivos anuales de
trigo, cebada, morrón, maíz, linaza y hortalizas; el diez por ciento a cultivos frutales, y el seis por ciento
a primores, como tomates, papas, frutas y hortalizas que se producían y vendían cuando aún no
maduraban en otras regiones del país.
El problema más grave que trajo consigo la sequía fue, sin embargo, para los comuneros -
alrededor de veinte mil familias conformadas por cien mil personas - que vivían en los terrenos de
secano, quienes más que agricultores, eran pastores o "cabreros" y que trabajaban las "lluvias"
cultivando en pequeñas cantidades trigo, cebada, comino, papas y hortalizas para el consumo de las
comunidades y forraje para alimentar sus rebaños de cabras. Al dejar de llover, las cabras se comieron
hasta las raíces de los arbustos y finalmente empezaron a morir de hambre o a ser presas de las aves
de rapiña. A principios de 1960 había en la provincia de Coquimbo, quinientos mil caprinos; en abril
de 1961 apenas se mantenían en pie setenta mil animales famélicos, la mayoría evacuados a la zona
de pastoreo que quedaba en la cordillera o en la precordillera.
La falta de cultivos y la muerte de los animales dejó a los comuneros sin qué echarse a la boca.
La falta de agua los dejó sin siquiera poder lavarse. Frente a este problema, el hombre inmigró a las
minas, o el grupo familiar completo, con la muerte de la última cabra, buscó mejores horizontes. Más
de una muerte se registró como consecuencia de la sequía: En San Pedro de Guilles, por ejemplo, se
comentó dramáticamente el caso de una niña que fue hallada muerta junto a un litre, con un puñado
de la mortal hierba en sus manos; el trigo sólo había crecido diez centímetros en 1960 y todas las
cabras que poseyó la familia perecieron, no quedaba otra cosa que comer.
Había ciento cinco de estas comunidades rurales en la provincia de Coquimbo y eran formadas
por conjuntos de familias que poseían en forma colectiva inmensos terrenos de pastoreo; provenían
de los "aillu" incásicos y la tenencia de los terrenos se había transmitido de generación en generación,
sin atenerse a normas legales. No querían abandonar las tierras, en el peor de los casos lo hacía sólo
el hombre para ir a trabajar a las minas y la mujer y los hijos se quedaban al cuidado de las tierras,
porque si las abandonaban perdían el derecho y eran reemplazados por otros comuneros; además que
más de alguno se avivaba e inscribía tierras a nombre suyo, en circunstancias que era de todos los
comuneros. El Gobierno estudió la posibilidad de darles estructura jurídica y racional, creando, luego,
un programa de asistencia técnica y crédito supervisado.
Esta dramática situación la vio el ministro de Agricultura, en marzo de 1961, cuando estuvo en
La Serena con motivo de la Exposición de Peñuelas. Luego de su informe al Presidente de la
República, surgió en "plan Coquimbo", designándose a un ingeniero agrónomo como coordinador. Los
ministros del Interior, Economía, Agricultura y Obras Públicas viajaron a los departamentos más
afectados en los últimos días de marzo de 1961, luego de lo cual se tomaron varias medidas:
-En un programa de ayuda inmediata se pusieron a disposición del intendente de Coquimbo la
cantidad de cien mil escudos, con cargo al dos por ciento constitucional para comprar alimentos para
los menores de edad, cuyos padres no podían alimentarlos. Se dio, por este concepto, almuerzo en
las escuelas a alrededor de treinta mil alumnos rurales.
-El ministro de Obras Públicas, en base a estudios de la Oficina Provincial de Vialidad abrió
cuatro fuentes de trabajo, con la construcción de otros tantos caminos, empleando a ochocientos
hombres. Estos caminos fueron los de El Peñón a Andacollo; la variante Pejerreyes a Higuerita; el
camino de Combarbalá a Puerto Oscuro, y el de Peralillo a Salamanca. En conjunto tuvieron una
inversión de cuatrocientos cincuenta y cinco mil escudos, que permitieron pagar los salarios y las
respectivas asignaciones familiares.

306
-La Empresa Nacional de Minería, por su parte, construyó veinticuatro caminos mineros en la
provincia, que en esa fecha sólo eran senderos para transporte animal, incidiendo en el volumen de
producción y en nivel de costos.
-La Empresa de Comercio Agrícola estableció un poder comprador de cueros, charqui y sebos
de cabras para adquirirlos a los pequeños agricultores.
-Caritas ayudó con alimentos a los comuneros. En Antofagasta, bajo la presidencia del
intendente, se constituyó un comité de ayuda, que en una primera instancia reunió dos y media
toneladas de víveres y un millón setecientos mil pesos, que se invirtieron en comestibles en Ovalle.
En La Serena, bajo la presidencia de la esposa del intendente reunieron víveres, vestuario y dinero.
Toda la ayuda se repartió a través de las gobernaciones y escuelas rurales, con el apoyo de
Carabineros. Un conjunto de geólogos hizo los estudios de prospección de aguas subterráneas; los
equipos mecanizados de CORFO prepararon noventa mil hectáreas y la Empresa de Comercio
Agrícola puso la semilla para obtener trigo y forraje. Por otra parte, cinco compañías operaron en
Vallenar, entre ellas la CAP, que invirtió veintidós millones de dólares en la construcción de un
ferrocarril y un muelle mecanizado.
Por ese mismo tiempo, con miras a solucionar el problema en forma definitiva, se iniciaron las
nuevas obras del tranque La Paloma, cuya primera etapa, a esa fecha, ya estaba en construcción; el
levantamiento de los muros costó doce millones de escudos. También se empezaron los estudios
definitivos para iniciar la subscripción de acciones entre los futuros usufructuarios del embalse
Puclaro, cuyo costo de construcción se calculaba en trece millones de escudos, que se iban a financiar
con dineros del Fondo de Préstamos para el Desarrollo. Asimismo estaban proyectados los embalses
de Huinti, que en 1961 ya tenía construido el canal de tránsito, con una inversión de cinco millones de
escudos; el embalse de Canelillo y la laguna El Pelao. Se estimaba que estas obras, más las que en
esa fecha había en servicio, como eran los tranques Recoleta, Cogotí, La Laguna y algunos
particulares aumentarían a doscientas mil hectáreas la superficie con seguridad de riego.
No obstante lo anterior, los medios de comunicación informaban en diciembre de 1962 que
Illapel seguía sufriendo el pavoroso drama de la sequía, que ya afectaba a la región por siete años y
que estaba prácticamente matando toda expresión de vida. Los pastos no crecieron; el ganado, en su
mayoría cabrío, no tuvo como alimentarse, y las personas, por ende, vieron desaparecer su única
fuente de trabajo, lo que los llevó a inmigrar hacia centros más poblados. Los illapelinos solicitaron a
las autoridades que se hiciera realidad la construcción del tranque Limahuida, en el río Choapa, cuyo
torrente se calculaban que llevaba al año, unos trescientos cincuenta millones de litros cúbicos de agua
hasta el mar.

ERUPCIÓN DEL CALBUCO EN 1961

Entre febrero y marzo de 1961 entró en erupción el volcán Calbuco. Las primeras manifestacio-
nes se sintieron el 29 de enero, en forma de destellos luminosos, fumarolas y ruidos subterráneos. La
población de los alrededores comenzó de inmediato a movilizarse.
El torrente de piedras y lava candente arrasó con tierras cultivables, viviendas y caminos. Uno
de los más afectados fue el camino internacional Pérez Rosales, de Puerto Montt a Bariloche, que
quedó sepultado bajo doscientos mil metros cúbicos de material volcánico. Muchas familias perdieron
sus maquinarias agrícolas, menaje de casa y varios fundos quedaron bajo la lava.
A ambos lados de Ensenada, en rucos y carpas se cobijaron ciento ochenta damnificados que
alcanzaron a huir sólo con lo puesto; fueron atendidos por voluntarios de la Defensa Civil. Cerca del
río Risco, hacia el cerro Pichigan quedaron aisladas cuarenta personas, rescatadas, posteriormente
por helicópteros de la Fuerza Aérea.

307
INCENDIO EN SANTIAGO EN 1961

El Encaje de Medianoche exhibía el cine Astor de Santiago, en la función de selecta, el domingo


2 de abril de 1961, fin de Semana Santa, cuando se produjo el incendio que dejó dos muertos y un
centenar de heridos.
La voz de alarma la dio un menor que había entrado con su madre al baño y que al salir vio las
llamas y gritó, desatando un pánico colectivo, alrededor de las cinco de la tarde. Un empleado iluminó
la sala. Al extenderse las llamas se apagaron las luces del piso superior en el que ardieron las cortinas,
las cubiertas de plástico de los muros y los adornos de madera. El alfombrado aumentó el humo. En
la lucha por escapar se produjeron escenas de violencia y competencia tras el "sálvese quien pueda".
Muchos se lanzaron desde la platea alta al primer piso; los empleados trataron de controlar a los
espectadores y aún lograron improvisar una plataforma de choque sobre las butacas de la parte baja
para los que se tiraron desde la platea alta. La entrada de los bomberos permitió una evacuación
definitiva. Dos personas perecieron asfixiadas, se habían refugiado en un baño.
El informe de los bomberos afirmó que el personal no sabía usar los extinguidores; había sólo
dos en todo el cine, en circunstancias que debían haber dos en cada puerta de entrada; las cortinas
habían sido limpiadas con material inflamable, perdiendo su calidad de incombustibles; encontraron
cerradas las puertas de escape.
El Astor era uno de los cines más modernos y amplios del país, con mil cuatrocientos treinta
localidades - en esa ocasión sólo estaban ocupadas en una tercera parte - construido, según sus
dueños, contra incendios y asísmico.
A raíz de este suceso, la municipalidad de Santiago ordenó una inspección de todos los cines
y teatros de la comuna, para evitar que se pudieran convertir en trampas mortales para los
espectadores.

TEMPORALES EN 1961

Los primeros días de junio de 1961, se desencadenó un temporal de viento y lluvia entre
Valparaíso y Ancud, que duró más de setenta horas, acompañado de una tromba marina en
Concepción, con daños por sobre los cien millones de escudos en caminos destruidos, viviendas
dañadas, puentes destrozados y decenas de familias damnificadas.
El viernes 2 de junio, a medio día, la universidad de Concepción, a través de su servicio
meteorológico se mostró preocupada por la formidable baja de la presión barométrica, "jamás vista en
el presente siglo" afirmaron los meteorólogos; a medio día la presión era de setecientos cuarenta y
nueve y cuatro décimas de milibares y siguió bajando; el temporal con viento norte era de grado ocho
en la escala de Baufort, de más de noventa kilómetros por hora. A la una y media de la tarde se
justificaba la preocupación por la proximidad de una tromba marina. Esta es descrita como un ciclón
mediano, capaz de succionar agua de mar, de ríos, árboles, techumbres; en la atmósfera se forma un
gigantesco embudo y por ese vacío se precipita el viento a gran velocidad, poniendo la masa en
movimiento y destruyendo lo que encuentra a su paso; es un fenómeno típico del trópico.
La tromba marina que esta vez azotó a Concepción se formó en la isla Quinquina; avanzó hacia
la costa, pero perdió su carga de agua por encima de Lirquén, lo que evitó una gran inundación. La
gente del pueblo que observó el fenómeno lo describió como un "formidable trompo cucarra", que saltó
por todos lados, con una altura superior a los doscientos metros. Los "saltos" de la tromba
correspondieron a impactos sobre la tierra, ya que no se estrelló en forma de línea continua como
ocurre con las trombas del trópico, sino que ininterrumpidamente. La gigantesca columna de aire que

308
avanzó a gran velocidad chocó con un pequeño cerro de Lirquén, arrancando árboles de raíz; de ahí
saltó a la fábrica de vidrios, a la que le succionó gran parte del techo; en seguida hizo impacto en la
bodega y en la casa del jefe de la estación de ferrocarriles, destruyéndolas totalmente; luego se desvió
hacia la bodega de una empresa comercial y a las bodegas de la industria vidriera; de ahí saltó a la
ladera donde estaba la casa del cuidador del Automóvil Club de Concepción, desplazándose en otro
formidable salto hacia el cementerio de Penco; luego se disolvió hacia el mar derribando una torre de
alta tensión de ENDESA, dejando postes telefónicos, eléctricos y telegráficos desparramados. Poca
gente pudo apreciar el fenómeno en su magnitud; la mayoría señaló que súbitamente el día se
oscureció, que hubo un viento tibio y luego comenzaron a "llover" árboles, tejas, zinc, piedras y agua;
los árboles quedaron quebrados como palos de fósforos, las paredes de gruesos ladrillos partidas por
la mitad, los árboles al caer rompieron las casas, muchas volaron por los aires; en el mar se hundieron
varias embarcaciones. Todo no alcanzó a durar diez minutos.
En Valparaíso cayeron ciento nueve milímetros de agua en doce horas, acompañado de viento
huracanado; ríos de lodo bajaron de los cerros con cacharros, enseres domésticos, puertas, ventanas,
atascando el" plan" que quedó prácticamente bloqueado bajo una gruesa y viscosa capa de barro de
cerca de medio metro de altura; la mayoría de la locomoción fue sacada de lacirculaclón; lazona quedó
sin ferrocarriles, sin energía eléctrica y sin teléfonos. El temporal de fuerza seis a siete con ráfagas
de viento de ochenta kilómetros por hora barrió todo el puerto y la costanera, en ésta última habían
chassis de camiones y camionetas. El fenómeno atmosférico se descargó después de nueve meses
de completa sequ ía, dos días antes que comenzaron las rogativas para que lloviera que se iban a iniciar
en las iglesias y parroquias de la provincia.
En Recreo, una avenida de barro arrasó la calle Dieciocho de Septiembre y tapó la estación del
ferrocarril. En Viña del Mar, el barro obstruyó el paso de la tradicional esquina de "la lora"; la
municipalidad movilizó sus equipos especiales para abrir la calzada principal de la ciudad- jardín, que
había dejado al público aislado en varios sectores.
En Concepción, además de los efectos de la tromba marina, volaron numerosos techos y
cayeron varias murallas, debido a la fuerza huracanada del viento; lo mismo sucedió en Talcahuano.
El intendente de Concepción fue autorizado para ayudar, con cargo al dos por ciento constitucional,
a más de cien personas que perdieron sus casas y sus haberes a causa de la tromba marina.
El Temuco los efectos del viento huracanado cortaron las líneas aéreas del Telégrafo del
Estado, del Telégrafo Comercial y de la Compañía de Teléfonos; la lluvia anegó algunas calles y
sectores bajos. Los peores efectos, sin embargo, se registraron en la zona costera de la provincia, las
aguas del lago Budi penetraron más de cuatrocientos metros sobre el poblado de Puerto Domínguez.
La inundación que se produjo en Valdivia fue considerada similar a la ocasionada con el
desborde del Riñihue en 1960. Barrios enteros quedaron cubiertos de agua, dejando a centenares de
personas desamparadas; fueron evacuadas ochocientas familias de los sectores anegados y cerca
de dos mil quinientos escolares quedaron temporalmente sin clases. El barrio Collico quedó aislado
por completo. También se inundaron Niebla y Corral, barrios a los cuales no llegó el agua del Riñihue,
el año anterior. La rápida subida del río Calle Calle atrapó a decenas de personas en sus propias casas,
obligándolas a refugiarse en el segundo piso; el rescate, en un principio se efectuó en camiones del
Ejército, pero en numerosos sectores el nivel del agua obligó al intendente a disponer la evacuación
mediante botes. Numerosas familias fueron llevadas a la población Gil de Castro y otras a locales
comerciales; en la isla Teja se construyeron doscientas mediaguas, en breve plazo, para entregar a
los damnificados.
El hecho de que los barrios Niebla y Corral se inundaran esta vez, dio fuerza a una teoría de un
profesor de la universidad Austral, Wolfgang Wischet, quien afirmaba que en Valdivia la tierra había
bajado treinta centímetros desde los sismos de mayo de 1960, afirmando, además, que Valdivia
estaba situada en una cuenca de falla tectónica, que los distritos occidentales estaban ubicados, en
general, sobre una base geomorfológicamente movediza y que existían numerosos terraplenes
pronunciados que constituían un subsuelo malo para los cimientos.

309
La crecida del río San José arrasó con el puente nuevo en construcción y con el puente viejo.
La red telefónica sufrió varios desperfectos, quedando del orden de doscientas líneas fuera de servicio
en la ciudad de Valdivia. En los caminos de la provincia hubo varios derrumbes, quedando corlados
casi todos los accesos a la ciudad.
En Los Lagos se inundaron los barrios bajos y todos los poblados ribereños. Se cortaron los
caminos entre Cuesta Chiguayco y Purey, entre Los Lagos y Malihue y entre Folilco y Riftihue. En
Panguipulli fue necesario evacuar de urgencia a varias familias, a raíz de los desbordes del lago del
mismo nombre y de la intensa lluvia que inundó en pocas horas las viviendas. En la localidad cercana,
Liquiñe, una persona perdió la vida aplastada por su propia casa. La zona quedó aislada al destruir
las aguas el puente Liquiñe.
En Osorno se desbordaron los ríos y esteros obligando a la evacuación de numerosas familias
de las poblaciones Rahue, Chuyaca y Ovejería.
En Puerto Montt se hundió a quince metros de profundidad el terraplén de la línea férrea, entre
Fresia y Parga; se inundó la cancha de aterrizaje y gran cantidad de pobladores de la localidad de
Quillín fueron evacuados por Carabineros.
Los caminos y el aeródromo de Ancud quedaron deteriorados, avaluándose los daños en veinte
mil escudos.
En julio del mismo año 1961 llovió más de quince días continuados en Concepción; se
desbordaron los ríos Bío Bío y Andalien ocasionando daños a viviendas de familias modestas, en los
caminos y en la vía férrea. Una de las poblaciones más afectadas fue la de la Cooperativa de Viviendas
Rafael Sotomayor, ubicada en las faldas del cerro Caracol, en el camino de Concepción a Chiguayan-
te; era una comunidad de propietarios modestos que habían levantado sus viviendas sin asesoría
técnica, no tenían urbanización ni muros de protectores. La lluvia produjo una avalancha de barro del
cerro, que arrastró todo a su paso, cubrió cincuenta viviendas, llegando en algunos sectores a tener
casi tres metros de altura. Los damnificados se refugiaron en un club social y en el palacio de los
tribunales de justicia, la gran mayoría perdió todos sus haberes.
Un fuerte temblor que se produjo en medio de la persistente lluvia asentó un cerro en el camino
de Concepción a Chiguayante e interrumpió el suministro de energía eléctrica; también hubo perjuicios
en las rutas a Santa Juana, Lota a Laraquete, Aguas de la Gloria a Cabrero, Concepción a Tomé y
Rafael y en el camino de Concepción a Bulnes. El mayor desastre, aparte del sector de Chiguayante,
ocurrió en la cuesta Chivilingo, en el camino de Lota a Laraquete, donde un gigantesco derrumbe borró
un sector del camino, dejando aislada a la provincia de Arauco de Concepción por algunos días. Los
ingenieros de Vialidad calcularon los daños en caminos en alrededor de cien millones de pesos.
En las inmediaciones de Lota, en la caleta Pueblo Hundido otra avalancha de barro arrasó con
modestas viviendas de una población "callampa" dejando a decenas de familias sin hogar. Los auxilios
fueron organizados por el gobernador de Coronel.

SISMO EN CONCEPCIÓN EN 1961

Un niño de dos años pereció a raíz de la caída de un cerco formado por rieles de ferrocarril. Fue
la única víctima del sismo que el 18 de octubre de 1961, alrededor de la una de la tarde, se sintió en
Concepción. El epicentro se ubicó en la isla Santa María, en el golfo de Arauco, que en esa fecha tenía
un mil ochocientos habitantes, conformados por la colonia penal de readaptación, pescadores y
personal de la Armada.
En Concepción, el movimiento telúrico provocó pánico en la población que salió a la calle en
busca de un lugar para ponerse a salvo; el corte de la energía eléctrica y del servicio telefónico, por
algunos minutos, contribuyó a reforzar el clima de inquietud. Algunas cornisas en mal estado cayeron;

310
hubo destrozos en la Galería Universitaria, donde exponían los empleados de Huachipato; en el
edificio de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas se rompió una cañería de agua potable,
inundando las instalaciones del servicio Médico Nacional de Empleados; el inmueble de la escuela de
enfermería quedó inhabitable, ya estaba dañado con el terremoto de 1960; lo mismo obligó a
suspender un Congreso a nivel nacional que iban a realizar las alumnas.
Estaba en esos días en Concepción, la baronesa Lidia Von Schey, representante de la BBC
de Londres, quien iba a almorzar con los directores de diarios y radios penquistas; el temblor casi hizo
fracasare! agasajo, pues los anfitriones estaban en sus puestos atendiendo la información del sismo.
La baronesa asumió su papel enviando urgente cables a la capital británica; uno de sus comentarios
fue: "es increíble! aquí la tierra se mueve en forma espantosa y los penquistas siguen trabajando como
si tal cosa". El almuerzo se realizó a las tres de la tarde en medio de varios temblores que fueron
recibidos con mucho humor.
En la isla de Santa María el faro estaba dañado desde el terremoto de 1960 y este sismo
destruyó el fanal. Era uno de los más importantes de Chile. La Armada hizo un reemplazo de
emergencia, colocando una lámpara a parafina que funcionó con gas de acetileno; también envió a
la isla la corbeta Chiparía, para ofrecer auxilio desde la base naval de Talcahuano. Se habían caído
cinco casas y veintisiete quedaron inhabitables; otras al borde de precipicios como consecuencia de
deslizamientos de tierra. Hubo nueve contusos. En el penal cayeron la techumbre, los recintos de la
panadería, servicios higiénicos, talleres, escuelas y bodegas. El día 20, un cuarto para las seis de la
tarde, otro temblor grado cuatro de intensidad, provocó nuevos derrumbes y llenó de pavor a los
isleños.

TEMPORALES EN EL SUR EN 1962

Seis muertos, varios heridos, rodados de nieve, viviendas derrumbadas, naufragios y centena-
res de casas inundadas, fue el balance de un temporal que duró setenta y dos horas, comenzando el
23 de junio de 1962 y que azotó la zona central y sur.
En Valparaíso, dos personas perecieron a causa de un deslizamiento parcial de un cerro que
cayó sobre la vivienda de material ligero; se hundió el barco Estrella; el mar arrasó con vagones de
ferrocarril; se inundaron de lodo las calles céntricas; en el sector del puerto, el viento arrancó los techos
de las viviendas de familias humildes, las que se evacuaron a comisarías del sector.
En Santiago se desbordó el canal San Carlos inundando las calles adyacentes, principalmente
en la calle Martín de Zamora donde cuatro chalets quedaron bajo el agua; en el paso bajo nivel de la
avenida Carlos Dittborn el agua alcanzó a tres metros de altura; en las calles Catedral y Compañía se
derrumbaron varias murallas; en las calles General Jarpa y Centenario hubo que evacuar a varias
familias. Otros derrumbes se produjeron en la comuna de Barrancas, lo mismo que en algunos colegios
de Santiago. Fuerzas de Carabineros, bomberos y personal de municipalidades permanecieron en
estado de alerta, desplegando intensa actividad para mitigar los efectos de la lluvia. En la mina La
Disputada de Las Condes dos rodados sepultaron a seis obreros, uno de ellos falleció y los otros
quedaron gravemente heridos. En Melipilla el temporal derrumbó un horno carbonero, muriendo
instantáneamente el inquilino que dormía en su interior.
Hubo derrumbes entre Omer Huet y Hualqui que cortaron la línea férrea, los cables del telégrafo
y del teléfono. Otros derrumbes suspendieron el servicio ferroviario a la altura de Curicó y de
Concepción a San Rosendo.
También hubo daños en los caminos sureños e interrupción de las líneas telefónicas.
A media mañana del 27 de julio de 1962, un tornado azotó a Linares, dejando alrededor de ciento
cincuenta casas dañadas, principalmente el hospital regional y el instituto politécnico. El número de

311
damnificados fue cercano al millar y los daños se calcularon en ochocientos mil escudos. Hubo sólo
heridos, sobre todo, porque a esa hora la población se encontraba en sus casas.
El tornado hizo estragos durante seis minutos, atravesando el sector céntrico de Linares en
dirección norte sur. Fue precedido por una fuerte granizada y tempestad eléctrica; el viento llegó a
doscientos kilómetros por hora en un perímetro de diez manzanas de edificios.
El hospital regional que se iba a inaugurar en una fecha próxima fue el más afectado; planchas
de zinc que cubrían seiscientos metros cuadrados de techumbre fueron arrancadas de cuajo de su sitio
y esparcidas por diversos lugares de la ciudad; se quebraron más de quinientos vidrios.
El instituto politécnico de Linares, que tenía una construcción asísmica, también fue seriamente
dañado; la techumbre fue arrasada en su totalidad y la puerta principal, de fierro forjado, resultó
completamente destruida; numerosos alumnos recibieron heridas cortantes por el impacto de los
ventanales arrasados por el vendaval; la clases se suspendieron por algunos días.
La población Malaqu ías Concha también recibió el impacto; el tornado arrancó los techos de dos
filas completas de casas, lo mismo que en otras viviendas de la ciudad. Varios postes del alumbrado
eléctrico cayeron a tierra, igual que los de las líneas telefónicas, quedando la ciudad aislada por varias
horas.
El auxilio a las familias damnificadas fue rápido. El intendente dispuso, momentos después del
desastre, las primeras medidas de ayuda a las personas afectadas. Se constituyó un comité de auxilio
y se evacuaron a las personas cuyas viviendas resultaron dañadas. El subsecretario del Interior dio
instrucciones al intendente para que utilizara fondos con cargos al dos por ciento constitucional para
prestar ayuda a los afectados.

INCENDIOS EN 1962

El 23 de octubre de 1962 se produjo un incendio en la Biblioteca Nacional, en Santiago, que


afortunadamente los bomberos dominaron en sus comienzos. A media tarde fue dada la alarma; el
siniestro se inició en el segundo piso por el recalentamiento de un motor de los ascensores; abarcó
la pieza del cuidador y una sala contigua, destinada a guardar libros viejos. El agua, que evitó la
propagación de las llamas, causó cuantiosos daños en secciones donde se guardaban libros
históricos, principalmente la Barros Arana y la José Toribio Medina.
El 13 de noviembre del mismo año 1962, otro incendio, en los barrios populares de Concepción,
entre las calles Las Meras y Rozas, dejó varios locales comerciales y tres propiedades reducidas a
escombros, con daños del orden de los cincuenta mil escudos.

TEMBLOR EN CONCEPCIÓN EN 1962

A las dos y treinta y seis minutos de la madrugada del 15 de noviembre de 1962, un fuerte temblor
sacudió a Concepción, en tal forma que oscilaron las lámparas, se trizaron algunos estucos y se
corrieron o cayeron las tejas en varias casas. En diversos barrios se cortaron los cables de la energía
eléctrica, produciendo apagones parciales que provocaron pánico en la población. Dentro de las
viviendas se cayeron los cuadros y los muebles se movieron de su lugar.
En la estación sismológica de la universidad de Concepción, de tres aparatos sismológicos que
había, a dos se le saltaron las agujas con el remezón; el tercero que era de manufactura japonesa fue
el que registró totalmente el sismo que duró dos minutos, siendo los últimos cuarenta segundos, los

312
más recios.
En Lebu también la población tuvo pánico, creyendo que se iba a salir el mar, yéndose a dormir
a los cerros. Hubo réplicas en el curso de la mañana y en los días subsiguientes.
En julio del año siguiente -1963 - se realizaron en Chile, las Primeras Jornadas de Sismología
e Ingeniería Antisísmica, con participación de especialistas de diferentes partes del mundo. Como
consecuencia de esta reunión se creó la Asociación Latinoamericana de Sismología e Ingeniería
Antisísmica, eligiéndose a Rodrigo Flores Alvarez, como presidente.
El objeto de la nueva asociación era intercambiar conocimientos entre sismólogos, geólogos
tectónicos, ingenieros y arquitectos, especialmente en ingeniería antisísmica y en sismología, para
aminorar daños y pérdidas el producirse estos eventos.

INCENDIOS EN 1963

¿La primera semana de enero de 1963 tuvo características catastróficas para Valparaíso y Viña
del Mar: gigantescos incendios forestales afectaron la zona provocando graves daños en bosques
quemados, instalaciones destruidas, cubriendo de una "lluvia" de cenizas a ambos ciudades, elevando
la temperatura.^
Primero se quemaron pastizales y bosques en el fundo Santa Julia, en Reñaca Alto; al día
siguiente se incendiaron sesenta hectáreas en Quebrada Verde; el fuego comenzó en el sector
denominado El Manzano, en unos matorrales, luego alcanzó un horno carbonero, propagándose hasta
un fundo del Servicio Nacional de Salud, donde existía un sanatorio; el viento propagó las llamas hasta
un refugio de la Caja de Previsión de Carabineros y a otro refugio del banco del Estado.
e Bomberos, Carabineros y miembros de las Fuerzas Armadas, después de quince horas de
trabajo, lograron extinguir los incendios. Las maniobras para apagar los distintos focos se dirigieron
desde un helicóptero. Después de estos incendios, las autoridades estimaron necesario contar con
un cuerpo especializado de guardabosques, para evitar que las riquezas forestales fuesen arrasadas
por las llamas.j
En los últimos días de enero del mismo año, se produjo un gran incendio en la avenida Costanera
de Valparaíso, quemándose una gran cantidad de estearina - paraf ina en pasta - junto a sacos de humo
negro, que se usaba en la fabricación de neumáticos, produciendo una humareda que daba la
impresión que se estaba quemando medio Valparaíso.
¿Seis de las dieciseis personas que se encontraban en el pabellón de cirugía del hospital Arriarán
de Santiago, en la mañana del 6 de mayo de 1963, fallecieron a causa de la explosión de balones de
ciclopropano y del incendio posterior/
Esa mañana, alrededor de las nueve, los médicos se disponían a iniciar dos operaciones de
secuelas de poliomelitis, cuando se produjo una ensordecedora explosión al estallar el globo que
contenía el ciclopropano para anestesiar; al entrar casi instantáneamente en contacto con el balón de
oxígeno, convirtió la sala de operaciones en una hoguera.
La violencia de la explosión destruyó todas las instalaciones de la sala de operaciones,
desprendiendo el estuco de las paredes, arrancando las puertas de sus goznes y prendiendo fuego
al maderamen; los médicos y el personal qu edaron acribillados por las esquirlas metálicas de los tubos,
mientras el fuego comenzó a consumir sus cuerpos. Los hilos telefónicos se cortaron, imposibilitando
el contacto con el exterior. AL sentir la explosión, el personal de otras secciones del hospital pensó que
eran las calderas, pero cuando empezaron a ver el humo del tercer piso, médicos y enfermeras trataron
de apagar las llamas, mientras llegaban los bomberos.
Estos llegaron poco después, lo mismo que carros policiales y personal de otros hospitales que
evacuaron a los heridos y pequeños enfermos de la sección amagada.ta trágica noticia se extendió

313
rápidamente, aumentando su magnitud de boca en boca; velozmente se agolparon en las puertas del
hospital el público y familiares de médicos y enfermeras, en demanda de antecedentes; la espera fue
angustiosa mientras morían las víctimas^
El pabellón de cirugía quedó totalmente destrozado; no se afectaron otros pabellones, ni el
personal ni enfermos ajenos al lugar del siniestro.
Murieron esa misma mañana, los dos menores que iban a ser operados; en la tarde y en los días
subsiguientes fallecieron cuatro médicos de los que estaban en la sala de operaciones; el resto, salvo
un médico que quedó herido leve, tuvieron heridas de gravedad.
[A raíz de este grave accidente que conmovió al país entero, mucho se habló y se publicó sobre
la conveniencia o inconveniencia de trabajar con ciclopropano para anestesiar a los enfermos. Este
gas se estaba usando en Chile desde 1936 con resultados satisfactorios, ya que mezclado con oxígeno
produce una anestesia agradable al paciente, sin los trastornos que provoca el cloroformo. Sin
embargo, estas ventajas para el uso médico se ven anuladas por el alto poder explosivo del
ciclopropano, que estalla al sólo contacto con una chispa.
Ya antes, en mayo de 1945 se había producido una tragedia con el ciclopropano en el hospital
del Salvador que dejó como saldo un médico muerto y otro lisiado, al perder un brazo.
Después de la explosión e incendio del Arriarán, la dirección del servicio Nacional de Salud
ordenó retirar el ciclopropano de todos los hospitales.
[El mismo 6 de mayo se produjo otro incendio en el hospital de Temuco. A consecuencias de
una falla técnica en la primera, explotaron en forma sucesiva cuatro calderas, destruyendo totalmente
la sala en que estaban ubicadas, dentro del recinto hospitalario. Hubo un total de diecisiete heridos,
doce de los cuales eran enfermeros, quienes recibieron el impacto de fragmentos de vidrios quebrados
por la fuerza de la explosión. El estallido se sintió como un fuerte temblor hasta más de veinte cuadras
del hospital^
En la segunda semana de mayo de 1963, un incendio que se inició en una imprenta, uno de los
treinta y ocho locales comerciales que se habían instalado en la "casa colorada" dejó sólo la fachada
del edificio que había levantado para su residencia el conde de la Conquista, Mateo de Toro Zambrano,
en la calle Merced, de Santiago.
El fuego estalló por el recalentamiento de una cocina; la primera compañía de bomberos que
llegó casi al momento de darse la alarma, no pudo empezar a combatir el siniestro, porque el grifo más
cercano carecía de agua. El avance de las llamas fue rápido y destructor, tanto por la falta de agua,
como por los materiales de fácil combustión de que estaba construido el inmueble; la explosión de un
balón de gas licuado incrementó el fuego. Entre los negocios destruidos se encontraba el taller donde
se acuñaban condecoraciones, principalmente solicitadas por el ministerio de Relaciones Exteriores,
Fuerzas Armadas, bomberos y particulares.
La "casa colorada" como se la conocía en Santiago fue construida por el conde de la Conquista
a fines del siglo XVIII. Mateo de Toro Zambrano había nacido en Santiago en 1724, desempeñando
varios cargos al servicio de la corona de España; después que expulsaron a los jesuítas del país,
remató la hacienda de éstos y amasó una cuantiosa fortuna; en 1770 obtuvo el título de Conde de la
Conquista y el palacio de la calle Merced fue una de las demostraciones de su riqueza. Fue construida
con una solidez y suntuosidad casi desconocidas en Chile, en esa época; con el correr de los años
había resistido todos los terremotos que asolaron Santiago en el curso de los siglos; por sus patios
desfilaron los patriotas en 1810 y en febrero de 1817 sirvió de residencia provisoria a los generales
O'Higgins y San Martín.
Con el paso del tiempo se había transformado poco a poco en un mercado persa, a pesar que
hubo varias iniciativas para declararla monumento nacional. Las pérdidas que ocasionó el incendio
fueron del orden de los seiscientos mil escudos.
Ciento noventa y dos años de historia e imágenes seculares inavaluables en dinero de la iglesia
de Santo Domingo de Santiago, fueron consumidas por el fuego, el 29 de septiembre de 1963.
A las tres y diez minutos de la tarde, un corto circuito originó el siniestro; los religiosos estaban

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fuera del convento. La alarma a los bomberos la dieron en forma simultánea, el portero y un detective
de la Brigada Móvil que iba en un bus y vio salir humo y llamas de la iglesia. Esta estaba cerrada -era
domingo en la tarde - los bomberos no consiguieron derribar las macizas puertas y tuvieron que recurrir
a las escalera telescópica para introducirse al interior y desde allí abrir puertas y ventanas.
Se rescataron casi totalmente quemadas las imágenes de la Virgen del Rosario de Pompeya,
San Pancracio, San Martín de Porres, la caja donde se guardaba el Santísimo. Se fundió completa-
mente una Custodia de oro de metro y medio de altura, un calvario de marfil, estatuas de la Virgen y
San Juan de treinta centímetros, vasos sagrados italianos, franceses y de fabricación nacional, el
órgano, placas de oro y plata repujadas, adornos del siglo XVIII. Parte de los ornamentos se salvaron
del incendio, pero en pésimo estado, por efectos del fuego y del agua, cuya falta de presión dificultó
y retardó la labor de rescate.
Acudían a la iglesia de Santo Domingo, todos los jueves, alrededor de ochenta mil fieles. La
devoción a la Virgen del Rosario de Pompeya nació en Italia en 1876; en Chile era relativamente nueva,
pero muy adentrada en las creencias de los santiaguinos.
En cuanto a la iglesia de Santo Domingo, fue construida por primera vez en el siglo XVI;
destruida por el terremoto de 1647; fue reconstruida e inaugurada en 1677; luego el terremoto de 1730
la volvió a destruir; empezada a levantarse nuevamente en 1747, se terminó, a excepción de las torres,
en 1771 y concluida totalmente en 1808, con la colaboración de Joaquín Toesca, discípulo del famoso
arquitecto romano Francisco Sabatini, con piedras de las canteras del cerro Blanco y laja del río
Mapocho; fue una de las primeras obras de tendencia barroca que se levantaron en el país. Las
murallas tenían un metro y setenta centímetros de espesor en la parte más delgada y más de tres
metros de espesor en la base; el interior medía ochenta metros de largo y treinta y dos de ancho. Desde
su campanario, fue la primera que anunció las horas regularmente a la ciudad, alrededor del año 1660,
el primer 'loque" era a las seis de la mañana y el último, de "queda" a las nueve de la noche.
Había sido declarada monumento nacional en 1961. Tanto el Gobierno como los fieles
decidieron ayudar a su reconstrucción.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN VILLARRICA EN 1963

A comienzos de marzo de 1963 empezó a notarse actividad en el volcán Villarrica, con


explosiones continuas y regulares de escorias y fragmentos de lava cadente desde el cráter principal,
que al caer sobre los flancos derritieron las nieves eternas, al mismo tiempo que por otro cráter salía
lava hacia el costado sur oeste. Esta erupción terminó el 12 de marzo y se repitió en la misma forma
entre el 13 y 22 de abril, aumentando, en esta ocasión, el caudal de los ríos por efectos del desborde
de la lava de las corrientes primitivas. EL 2 de mayo, precedida y acompañada de movimientos
sísmicos, se elevó una gruesa columna de humo a una altura superior a los mil quinientos metros,
cayendo una lluvia de cenizas sobre Pucón, a la vez que del cráter principal bajaba una ancha corriente
de lava que tomó el cauce de los ríos hacia el norte del volcán, arrasando un puente de madera sobre
el río Huichapio, entre Pucón y Villarrica. El 21 de mayo hubo una nueva y violenta erupción de lava
que bajó hacia el sector sur occidental, derritiendo la nieve y produciendo avalanchas que siguieron
el sistema fluvial de los ríos Seco, Escorial y Chaillupén, en el trayecto de Villarrica hacia Coñaripe;
se destruyeron los puentes sobre los mencionados ríos, quedando aislados más de seis mil habitantes,
la mayoría pequeños agricultores de los sectores fronterizos de Coñaripe, Liquiñe y Trufin; parte del
camino internacional hacia San Martín de Los Andes se destruyó; fueron devastadas decenas de
viviendas, un aserradero completo, animales y productos agrícolas.
Las autoridades locales tomaron medidas de emergencia; en los primeros días, a las localida-
des aisladas se les proporcionó alimentos con un servicio combinado de lanchones a través del lago

315
de su numerosa familia, recuperando sólo una parte mínima de las siembras de comino, en Illapel. La
exportación de queso de cabra quedó reducida casi a cero, en Ovalle se llegaron a exportar cuarenta
mil cajas de este queso y en 1961 apenas llegaron a mil.
La provincia de Coquimbo era, con trescientos cincuenta mil habitantes, la sexta en extensión,
la quinta en población, con un millón novecientas mil hectáreas de cultivos de secano y ciento veintiún
mil hectáreas de cultivos en terrenos de riego. Estos últimos estaban, en un treinta y cuatro por ciento
destinados a forraje de ganado vacuno, ovino y caprino; el cincuenta por ciento a cultivos anuales de
trigo, cebada, morrón, maíz, linaza y hortalizas; el diez por ciento a cultivos frutales, y el seis por ciento
a primores, como tomates, papas, frutas y hortalizas que se producían y vendían cuando aún no
maduraban en otras regiones del país.
El problema más grave que trajo consigo la sequía fue, sin embargo, para los comuneros -
alrededor de veinte mil familias conformadas por cien mil personas - que vivían en los terrenos de
secano, quienes más que agricultores, eran pastores o "cabreros" y que trabajaban las "lluvias"
cultivando en pequeñas cantidades trigo, cebada, comino, papas y hortalizas para el consumo de las
comunidades y forraje para alimentar sus rebaños de cabras. Al dejar de llover, las cabras se comieron
hasta las raíces de los arbustos y finalmente empezaron a morir de hambre o a ser presas de las aves
de rapiña. A principios de 1960 había en la provincia de Coquimbo, quinientos mil caprinos; en abril
de 1961 apenas se mantenían en pie setenta mil animales famélicos, la mayoría evacuados a la zona
de pastoreo que quedaba en la cordillera o en la precordillera.
La falta de cultivos y la muerte de los animales dejó a los comuneros sin qué echarse a la boca.
La falta de agua los dejó sin siquiera poder lavarse. Frente a este problema, el hombre inmigró a las
minas, o el grupo familiar completo, con la muerte de la última cabra, buscó mejores horizontes. Más
de una muerte se registró como consecuencia de la sequía: En San Pedro de Guilles, por ejemplo, se
comentó dramáticamente el caso de una niña que fue hallada muerta junto a un litre, con un puñado
de la mortal hierba en sus manos; el trigo sólo había crecido diez centímetros en 1960 y todas las
cabras que poseyó la familia perecieron, no quedaba otra cosa que comer.
Había ciento cinco de estas comunidades rurales en la provincia de Coquimbo y eran formadas
por conjuntos de familias que poseían en forma colectiva inmensos terrenos de pastoreo; provenían
de los "aillu" incásicos y la tenencia de los terrenos se había transmitido de generación en generación,
sin atenerse a normas legales. No querían abandonar las tierras, en el peor de los casos lo hacía sólo
el hombre para ir a trabajar a las minas y la mujer y los hijos se quedaban al cuidado de las tierras,
porque si las abandonaban perdían el derecho y eran reemplazados por otros comuneros; además que
más de alguno se avivaba e inscribía tierras a nombre suyo, en circunstancias que era de todos los
comuneros. El Gobierno estudió la posibilidad de darles estructura jurídica y racional, creando, luego,
un programa de asistencia técnica y crédito supervisado.
Esta dramática situación la vio el ministro de Agricultura, en marzo de 1961, cuando estuvo en
La Serena con motivo de la Exposición de Peñuelas. Luego de su informe al Presidente de la
República, surgió en "plan Coquimbo", designándose a un ingeniero agrónomo como coordinador. Los
ministros del Interior, Economía, Agricultura y Obras Públicas viajaron a los departamentos más
afectados en los últimos días de marzo de 1961, luego de lo cual se tomaron varias medidas:
-En un programa de ayuda inmediata se pusieron a disposición del intendente de Coquimbo la
cantidad de cien mil escudos, con cargo al dos por ciento constitucional para comprar alimentos para
los menores de edad, cuyos padres no podían alimentarlos. Se dio, por este concepto, almuerzo en
las escuelas a alrededor de treinta mil alumnos rurales.
-El ministro de Obras Públicas, en base a estudios de la Oficina Provincial de Vialidad abrió
cuatro fuentes de trabajo, con la construcción de otros tantos caminos, empleando a ochocientos
hombres. Estos caminos fueron los de El Peñón a Andacollo; la variante Pejerreyes a Higuerita; el
camino de Combarbalá a Puerto Oscuro, y el de Peralillo a Salamanca. En conjunto tuvieron una
inversión de cuatrocientos cincuenta y cinco mil escudos, que permitieron pagar los salarios y las
respectivas asignaciones familiares.

306
illa -La Empresa Nacional de Minería, por su parte, construyó veinticuatro caminos mineros en la
provincia, que en esa fecha sólo eran senderos para transporte animal, incidiendo en el volumen de
producción y en nivel de costos.
-La Empresa de Comercio Agrícola estableció un poder comprador de cueros, charqui y sebos
de cabras para adquirirlos a los pequeños agricultores.
-Caritas ayudó con alimentos a los comuneros. En Antofagasta, bajo la presidencia del
intendente, se constituyó un comité de ayuda, que en una primera instancia reunió dos y media
toneladas de víveres y un millón setecientos mil pesos, que se invirtieron en comestibles en Ovalle.
En La Serena, bajo la presidencia de la esposa del intendente reunieron víveres, vestuario y dinero.
Toda la ayuda se repartió a través de las gobernaciones y escuelas rurales, con el apoyo de
Carabineros. Un conjunto de geólogos hizo los estudios de prospección de aguas subterráneas; los
equipos mecanizados de CORFO prepararon noventa mil hectáreas y la Empresa de Comercio
Agrícola puso la semilla para obtener trigo y forraje. Por otra parte, cinco compañías operaron en
Vallenar, entre ellas la CAP, que invirtió veintidós millones de dólares en la construcción de un
ferrocarril y un muelle mecanizado.
Por ese mismo tiempo, con miras a solucionar el problema en forma definitiva, se iniciaron las
nuevas obras del tranque La Paloma, cuya primera etapa, a esa fecha, ya estaba en construcción; el
levantamiento de los muros costó doce millones de escudos. También se empezaron los estudios
definitivos para iniciar la subscripción de acciones entre los futuros usufructuarios del embalse
Puclaro, cuyo costo de construcción se calculaba en trece millones de escudos, que se iban a financiar
con dineros del Fondo de Préstamos para el Desarrollo. Asimismo estaban proyectados los embalses
de Huinti, que en 1961 ya tenía construido el canal de tránsito, con una inversión de cinco millones de
escudos; el embalse de Canelillo y la laguna El Pelao. Se estimaba que estas obras, más las que en
esa fecha había en servicio, como eran los tranques Recoleta, Cogotí, La Laguna y algunos
particulares aumentarían a doscientas mil hectáreas la superficie con seguridad de riego.
No obstante lo anterior, los medios de comunicación informaban en diciembre de 1962 que
Illapel seguía sufriendo el pavoroso drama de la sequía, que ya afectaba a la región por siete años y
que estaba prácticamente matando toda expresión de vida. Los pastos no crecieron; el ganado, en su
mayoría cabrío, no tuvo como alimentarse, y las personas, por ende, vieron desaparecer su única
fuente de trabajo, lo que los llevó a inmigrar hacia centros más poblados. Los illapelinos solicitaron a
las autoridades que se hiciera realidad la construcción del tranque Limahuida, en el río Choapa, cuyo
torrente se calculaban que llevaba al año, unos trescientos cincuenta millones de litros cúbicos de agua
hasta el mar.

ERUPCIÓN DEL CALBUCO EN 1961

Entre febrero y marzo de 1961 entró en erupción el volcán Calbuco. Las primeras manifestacio-
nes se sintieron el 29 de enero, en forma de destellos luminosos, fumarolas y ruidos subterráneos. La
población de los alrededores comenzó de inmediato a movilizarse.
El torrente de piedras y lava candente arrasó con tierras cultivables, viviendas y caminos. Uno
de los más afectados fue el camino internacional Pérez Rosales, de Puerto Montt a Bariloche, que
quedó sepultado bajo doscientos mil metros cúbicos de material volcánico. Muchas familias perdieron
sus maquinarias agrícolas, menaje de casa y varios fundos quedaron bajo la lava.
A ambos lados de Ensenada, en rucos y carpas se cobijaron ciento ochenta damnificados que
alcanzaron a huir sólo con lo puesto; fueron atendidos por voluntarios de la Defensa Civil. Cerca del
río Risco, hacia el cerro Pichigan quedaron aisladas cuarenta personas, rescatadas, posteriormente
por helicópteros de la Fuerza Aérea.

307
INCENDIO EN SANTIAGO EN 1961

El Encaje de Medianoche exhibía el cine Astor de Santiago, en la función de selecta, el domingo


2 de abril de 1961, fin de Semana Santa, cuando se produjo el incendio que dejó dos muertos y un
centenar de heridos.
La voz de alarma la dio un menor que había entrado con su madre al baño y que al salir vio las
llamas y gritó, desatando un pánico colectivo, alrededor de las cinco de la tarde. Un empleado iluminó
la sala. Al extenderse las llamas se apagaron las luces del piso superior en el que ardieron las cortinas,
las cubiertas de plástico de los muros y los adornos de madera. El alfombrado aumentó el humo. En
la lucha por escapar se produjeron escenas de violencia y competencia tras el "sálvese quien pueda".
Muchos se lanzaron desde la platea alta al primer piso; los empleados trataron de controlar a los
espectadores y aún lograron improvisar una plataforma de choque sobre las butacas de la parte baja
para los que se tiraron desde la platea alta. La entrada de los bomberos permitió una evacuación
definitiva. Dos personas perecieron asfixiadas, se habían refugiado en un baño.
El informe de los bomberos afirmó que el personal no sabía usar los extinguidores; había sólo
dos en todo el cine, en circunstancias que debían haber dos en cada puerta de entrada; las cortinas
habían sido limpiadas con material inflamable, perdiendo su calidad de incombustibles; encontraron
cerradas las puertas de escape.
El Astor era uno de los cines más modernos y amplios del país, con mil cuatrocientos treinta
localidades - en esa ocasión sólo estaban ocupadas en una tercera parte - construido, según sus
dueños, contra incendios y asísmico.
A raíz de este suceso, la municipalidad de Santiago ordenó una inspección de todos los cines
y teatros de la comuna, para evitar que se pudieran convertir en trampas mortales para los
espectadores.

TEMPORALES EN 1961

Los primeros días de junio de 1961, se desencadenó un temporal de viento y lluvia entre
Valparaíso y Ancud, que duró más de setenta horas, acompañado de una tromba marina en
Concepción, con daños por sobre los cien millones de escudos en caminos destruidos, viviendas
dañadas, puentes destrozados y decenas de familias damnificadas.
El viernes 2 de junio, a medio día, la universidad de Concepción, a través de su servicio
meteorológico se mostró preocupada por la formidable baja de la presión barométrica, "jamás vista en
el presente siglo" afirmaron los meteorólogos; a medio día la presión era de setecientos cuarenta y
nueve y cuatro décimas de milibares y siguió bajando; el temporal con viento norte era de grado ocho
en la escala de Baufort, de más de noventa kilómetros por hora. A la una y media de la tarde se
justificaba la preocupación por la proximidad de una tromba marina. Esta es descrita como un ciclón
mediano, capaz de succionar agua de mar, de ríos, árboles, techumbres; en la atmósfera se forma un
gigantesco embudo y por ese vacío se precipita el viento a gran velocidad, poniendo la masa en
movimiento y destruyendo lo que encuentra a su paso; es un fenómeno típico del trópico.
La tromba marina que esta vez azotó a Concepción se formó en la isla Quinquina; avanzó hacia
la costa, pero perdió su carga de agua por encima de Liquen, lo que evitó una gran inundación. La
gente del pueblo que observó el fenómeno lo describió como un "formidable trompo cucarro", que saltó
por todos lados, con una altura superior a los doscientos metros. Los "saltos" de la tromba
correspondieron a impactos sobre la tierra, ya que no se estrelló en forma de línea continua como
ocurre con las trombas del trópico, sino que ininterrumpidamente. La gigantesca columna de aire que

308
avanzó a gran velocidad chocó con un pequeño cerro de Lirquén, arrancando árboles de raíz; de ahí
saltó a la fábrica de vidrios, a la que le succionó gran parte del techo; en seguida hizo impacto en la
bodega y en la casa del jefe de la estación de ferrocarriles, destruyéndolas totalmente; luego se desvió
hacia la bodega de una empresa comercial y a las bodegas de la industria vidriera; de ahí saltó a la
ladera donde estaba la casa del cuidador del Automóvil Club de Concepción, desplazándose en otro
formidable salto hacia el cementerio de Penco; luego se disolvió hacia el mar derribando una torre de
alta tensión de ENDESA, dejando postes telefónicos, eléctricos y telegráficos desparramados. Poca
gente pudo apreciar el fenómeno en su magnitud; la mayoría señaló que súbitamente el día se
oscureció, que hubo un viento tibio y luego comenzaron a "llover" árboles, tejas, zinc, piedras y agua;
los árboles quedaron quebrados como palos de fósforos, las paredes de gruesos ladrillos partidas por
la mitad, los árboles al caer rompieron las casas, muchas volaron por los aires; en el mar se hundieron
varias embarcaciones. Todo no alcanzó a durar diez minutos.
En Valparaíso cayeron ciento nueve milímetros de agua en doce horas, acompañado de viento
huracanado; ríos de lodo bajaron de los cerros con cacharros, enseres domésticos, puertas, ventanas,
atascando el" plan" que quedó prácticamente bloqueado bajo una gruesa y viscosa capa de barro de
cerca de medio metro de altura; la mayoría de la locomoción fue sacada de la circulación; la zona quedó
sin ferrocarriles, sin energía eléctrica y sin teléfonos. El temporal de fuerza seis a siete con ráfagas
de viento de ochenta kilómetros por hora barrió todo el puerto y la costanera, en ésta última habían
chassis de camiones y camionetas. El fenómeno atmosférico se descargó después de nueve meses
de completa sequ ía, dos días antes que comenzaron las rogativas para que lloviera que se iban a iniciar
en las iglesias y parroquias de la provincia.
En Recreo, una avenida de barro arrasó la calle Dieciocho de Septiembre y tapó la estación del
ferrocarril. En Viña del Mar, el barro obstruyó el paso de la tradicional esquina de "la lora"; la
municipalidad movilizó sus equipos especiales para abrir la calzada principal de la ciudad- jardín, que
había dejado al público aislado en varios sectores.
En Concepción, además de los efectos de la tromba marina, volaron numerosos techos y
cayeron varias murallas, debido a la fuerza huracanada del viento; lo mismo sucedió en Talcahuano.
El intendente de Concepción fue autorizado para ayudar, con cargo al dos por ciento constitucional,
a más de cien personas que perdieron sus casas y sus haberes a causa de la tromba marina.
El Temuco los efectos del viento huracanado cortaron las líneas aéreas del Telégrafo del
Estado, del Telégrafo Comercial y de la Compañía de Teléfonos; la lluvia anegó algunas calles y
sectores bajos. Los peores efectos, sin embargo, se registraron en la zona costera de la provincia, las
aguas del lago Budi penetraron más de cuatrocientos metros sobre el poblado de Puerto Domínguez.
La inundación que se produjo en Valdivia fue considerada similar a la ocasionada con el
desborde del Riñihue en 1960. Barrios enteros quedaron cubiertos de agua, dejando a centenares de
personas desamparadas; fueron evacuadas ochocientas familias de los sectores anegados y cerca
de dos mil quinientos escolares quedaron temporalmente sin clases. El barrio Collico quedó aislado
por completo. También se inundaron Niebla y Corral, barrios a los cuales no llegó el agua del Riñihue,
el año anterior. La rápida subida del río Calle Calle atrapó a decenas de personas en sus propias casas,
obligándolas a refugiarse en el segundo piso; el rescate, en un principio se efectuó en camiones del
Ejército, pero en numerosos sectores el nivel del agua obligó al intendente a disponer la evacuación
mediante botes. Numerosas familias fueron llevadas a la población Gil de Castro y otras a locales
comerciales; en la isla Teja se construyeron doscientas mediaguas, en breve plazo, para entregara
los damnificados.
El hecho de que los barrios Niebla y Corral se inundaran esta vez, dio fuerza a una teoría de un
profesor de la universidad Austral, Wolfgang Wischet, quien afirmaba que en Valdivia la tierra había
bajado treinta centímetros desde los sismos de mayo de 1960, afirmando, además, que Valdivia
estaba situada en una cuenca de falla tectónica, que los distritos occidentales estaban ubicados, en
general, sobre una base geomorfológicamente movediza y que existían numerosos terraplenes
pronunciados que constituían un subsuelo malo para los cimientos.

309
La crecida del río San José arrasó con el puente nuevo en construcción y con el puente viejo.
La red telefónica sufrió varios desperfectos, quedando del orden de doscientas líneas fuera de servicio
en la ciudad de Valdivia. En los caminos de la provincia hubo varios derrumbes, quedando cortados
casi todos los accesos a la ciudad.
En Los Lagos se inundaron los barrios bajos y todos los poblados ribereños. Se cortaron los
caminos entre Cuesta Chiguayco y Purey, entre Los Lagos y Malihue y entre Folilco y Riñihue. En
Panguipulli fue necesario evacuar de urgencia a varias familias, a raíz de los desbordes del lago del
mismo nombre y de la intensa lluvia que inundó en pocas horas las viviendas. En la localidad cercana,
Liquiñe, una persona perdió la vida aplastada por su propia casa. La zona quedó aislada al destruir
las aguas el puente Liquiñe.
En Osorno se desbordaron los ríos y esteros obligando a la evacuación de numerosas familias
de las poblaciones Rahue, Chuyaca y Ovejería.
En Puerto Montt se hundió a quince metros de profundidad el terraplén de la línea férrea, entre
Fresia y Parga; se inundó la cancha de aterrizaje y gran cantidad de pobladores de la localidad de
Quillín fueron evacuados por Carabineros.
Los caminos y el aeródromo de Ancud quedaron deteriorados, avaluándose los daños en veinte
mil escudos.
En julio del mismo año 1961 llovió más de quince días continuados en Concepción; se
desbordaron los ríos Bío Bío y Andalien ocasionando daños a viviendas de familias modestas, en los
caminos y en la vía férrea. Una de las poblaciones más afectadas fue la de la Cooperativa de Viviendas
Rafael Sotomayor, ubicada en las faldas del cerro Caracol, en el camino de Concepción a Chiguayan-
te; era una comunidad de propietarios modestos que habían levantado sus viviendas sin asesoría
técnica, no tenían urbanización ni muros de protectores. La lluvia produjo una avalancha de barro del
cerro, que arrastró todo a su paso, cubrió cincuenta viviendas, llegando en algunos sectores a tener
casi tres metros de altura. Los damnificados se refugiaron en un club social y en el palacio de los
tribunales de justicia, la gran mayoría perdió todos sus haberes.
Un fuerte temblor que se produjo en medio de la persistente lluvia asentó un cerro en el camino
de Concepción a Chiguayante e interrumpió el suministro de energía eléctrica; también hubo perjuicios
en las rutas a Santa Juana, Lota a Laraquete, Aguas de la Gloria a Cabrero, Concepción a Tomé y
Rafael y en el camino de Concepción a Bulnes. El mayor desastre, aparte del sector de Chiguayante,
ocurrió en la cuesta Chivilingo, en el camino de Lota a Laraquete, donde un gigantesco derrumbe borró
un sector del camino, dejando aislada a la provincia de Arauco de Concepción por algunos días. Los
ingenieros de Vialidad calcularon los daños en caminos en alrededor de cien millones de pesos.
En las inmediaciones de Lota, en la caleta Pueblo Hundido otra avalancha de barro arrasó con
modestas viviendas de una población "callampa" dejando a decenas de familias sin hogar. Los auxilios
fueron organizados por el gobernador de Coronel.

SISMO EN CONCEPCIÓN EN 1961

Un niño de dos años pereció a raíz de la caída de un cerco formado por rieles de ferrocarril. Fue
la única víctima del sismo que el 18 de octubre de 1961, alrededor de la una de la tarde, se sintió en
Concepción. El epicentro se ubicó en la isla Santa María, en el golfo de Arauco, que en esa fecha tenía
un mil ochocientos habitantes, conformados por la colonia penal de readaptación, pescadores y
personal de la Armada.
En Concepción, el movimiento telúrico provocó pánico en la población que salió a la calle en
busca de un lugar para ponerse a salvo; el corte de la energía eléctrica y del servicio telefónico, por
algunos minutos, contribuyó a reforzar el clima de inquietud. Algunas cornisas en mal estado cayeron;

310
hubo destrozos en la Galería Universitaria, donde exponían los empleados de Huachipato; en el
edificio de la Caja de Empleados Públicos y Periodistas se rompió una cañería de agua potable,
inundando las instalaciones del servicio Médico Nacional de Empleados; el inmueble de la escuela de
enfermería quedó inhabitable, ya estaba dañado con el terremoto de 1960; lo mismo obligó a
suspender un Congreso a nivel nacional que iban a realizar las alumnas.
Estaba en esos días en Concepción, la baronesa Lidia Von Schey, representante de la BBC
de Londres, quien iba a almorzar con los directores de diarios y radios penquistas; el temblor casi hizo
fracasare! agasajo, pues los anfitriones estaban en sus puestos atendiendo la información del sismo.
La baronesa asumió su papel enviando urgente cables a la capital británica; uno de sus comentarios
fue: "es increíble! aquí la tierra se mueve en forma espantosa y los penquistas siguen trabajando como
si tal cosa". El almuerzo se realizó a las tres de la tarde en medio de varios temblores que fueron
recibidos con mucho humor.
En la isla de Santa María el faro estaba dañado desde el terremoto de 1960 y este sismo
destruyó el fanal. Era uno de los más importantes de Chile. La Armada hizo un reemplazo de
emergencia, colocando una lámpara a parafina que funcionó con gas de acetileno; también envió a
la isla la corbeta Chipana, para ofrecer auxilio desde la base naval de Talcahuano. Se habían caído
cinco casas y veintisiete quedaron inhabitables; otras al borde de precipicios como consecuencia de
deslizamientos de tierra. Hubo nueve contusos. En el penal cayeron la techumbre, los recintos de la
panadería, servicios higiénicos, talleres, escuelas y bodegas. El día 20, un cuarto para las seis de la
tarde, otro temblor grado cuatro de intensidad, provocó nuevos derrumbes y llenó de pavor a los
isleños.

TEMPORALES EN EL SUR EN 1962

Seis muertos, varios heridos, rodados de nieve, viviendas derrumbadas, naufragios y centena-
res de casas inundadas, fue el balance de un temporal que duró setenta y dos horas, comenzando el
23 de junio de 1962 y que azotó la zona central y sur.
En Valparaíso, dos personas perecieron a causa de un deslizamiento parcial de un cerro que
cayó sobre la vivienda de material ligero; se hundió el barco Estrella; el mar arrasó con vagones de
ferrocarril; se inundaron de lodo las calles céntricas; en el sector del puerto, el viento arrancó los techos
de las viviendas de familias humildes, las que se evacuaron a comisarías del sector.
En Santiago se desbordó el canal San Carlos inundando las calles adyacentes, principalmente
en la calle Martín de Zamora donde cuatro chalets quedaron bajo el agua; en el paso bajo nivel de la
avenida Carlos Dittborn el agua alcanzó a tres metros de altura; en las calles Catedral y Compañía se
derrumbaron varias murallas; en las calles General Jarpa y Centenario hubo que evacuar a varias
familias. Otros derrumbes se produjeron en la comuna de Barrancas, lo mismo que en algunos colegios
de Santiago. Fuerzas de Carabineros, bomberos y personal de municipalidades permanecieron en
estado de alerta, desplegando intensa actividad para mitigar los efectos de la lluvia. En la mina La
Disputada de Las Condes dos rodados sepultaron a seis obreros, uno de ellos falleció y los otros
quedaron gravemente heridos. En Melipilla el temporal derrumbó un horno carbonero, muriendo
instantáneamente el inquilino que dormía en su interior.
Hubo derrumbes entre Omer Huet y Hualqui que cortaron la línea férrea, los cables del telégrafo
y del teléfono. Otros derrumbes suspendieron el servicio ferroviario a la altura de Curicó y de
Concepción a San Rosendo.
También hubo daños en los caminos sureños e interrupción de las líneas telefónicas.
A media mañana del 27 de julio de 1962, un tornado azotó a Linares, dejando alrededor de ciento
cincuenta casas dañadas, principalmente el hospital regional y el instituto politécnico. El número de

311
damnificados fue cercano al millar y los daños se calcularon en ochocientos mil escudos. Hubo sólo
heridos, sobre todo, porque a esa hora la población se encontraba en sus casas.
El tornado hizo estragos durante seis minutos, atravesando el sector céntrico de Linares en
dirección norte sur. Fue precedido por una fuerte granizada y tempestad eléctrica; el viento llegó a
doscientos kilómetros por hora en un perímetro de diez manzanas de edificios.
El hospital regional que se iba a inaugurar en una fecha próxima fue el más afectado; planchas
de zinc que cubrían seiscientos metros cuadrados de techumbre fueron arrancadas de cuajo de su sitio
y esparcidas por diversos lugares de la ciudad; se quebraron más de quinientos vidrios.
El instituto politécnico de Linares, que tenía una construcción asísmica, también fue seriamente
dañado; la techumbre fue arrasada en su totalidad y la puerta principal, de fierro forjado, resultó
completamente destruida; numerosos alumnos recibieron heridas cortantes por el impacto de los
ventanales arrasados por el vendaval; la clases se suspendieron por algunos días.
La población Malaqu ías Concha también recibió el impacto; el tornado arrancó los techos de dos
filas completas de casas, lo mismo que en otras viviendas de la ciudad. Varios postes del alumbrado
eléctrico cayeron a tierra, igual que los de las líneas telefónicas, quedando la ciudad aislada por varias
horas.
El auxilio a las familias damnificadas fue rápido. El intendente dispuso, momentos después del
desastre, las primeras medidas de ayuda a las personas afectadas. Se constituyó un comité de auxilio
y se evacuaron a las personas cuyas viviendas resultaron dañadas. El subsecretario del Interior dio
instrucciones al intendente para que utilizara fondos con cargos al dos por ciento constitucional para
prestar ayuda a los afectados.

INCENDIOS EN 1962

El 23 de octubre de 1962 se produjo un incendio en la Biblioteca Nacional, en Santiago, que


afortunadamente los bomberos dominaron en sus comienzos. A media tarde fue dada la alarma; el
siniestro se inició en el segundo piso por el recalentamiento de un motor de los ascensores; abarcó
la pieza del cuidador y una sala contigua, destinada a guardar libros viejos. El agua, que evitó la
propagación de las llamas, causó cuantiosos daños en secciones donde se guardaban libros
históricos, principalmente la Barros Arana y la José Toribio Medina.
El 13 de noviembre del mismo año 1962, otro incendio, en los barrios populares de Concepción,
entre las calles Las Meras y Rozas, dejó varios locales comerciales y tres propiedades reducidas a
escombros, con daños del orden de los cincuenta mil escudos.

TEMBLOR EN CONCEPCIÓN EN 1962

A las dos y treinta y seis minutos de la madrugada del 15 de noviembre de 1962, un fuerte temblor
sacudió a Concepción, en tal forma que oscilaron las lámparas, se trizaron algunos estucos y se
corrieron o cayeron las tejas en varias casas. En diversos barrios se cortaron los cables de la energía
eléctrica, produciendo apagones parciales que provocaron pánico en la población. Dentro de las
viviendas se cayeron los cuadros y los muebles se movieron de su lugar.
En la estación sismológica de la universidad de Concepción, de tres aparatos sismológicos que
había, a dos se le saltaron las agujas con el remezón; el tercero que era de manufactura japonesa fue
el que registró totalmente el sismo que duró dos minutos, siendo los últimos cuarenta segundos, los

312
•1
]
más recios.
En Lebu también la población tuvo pánico, creyendo que se iba a salir el mar, yéndose a dormir
a los cerros. Hubo réplicas en el curso de la mañana y en los días subsiguientes.
En julio del año siguiente -1963 - se realizaron en Chile, las Primeras Jornadas de Sismología
e Ingeniería Antisísmica, con participación de especialistas de diferentes partes del mundo. Como
consecuencia de esta reunión se creó la Asociación Latinoamericana de Sismología e Ingeniería
Antisísmica, eligiéndose a Rodrigo Flores Alvarez, como presidente.
El objeto de la nueva asociación era intercambiar conocimientos entre sismólogos, geólogos
tectónicos, ingenieros y arquitectos, especialmente en ingeniería antisísmica y en sismología, para
aminorar daños y pérdidas el producirse estos eventos.

INCENDIOS EN 1963

¿La primera semana de enero de 1963 tuvo características catastróficas para Valparaíso y Viña
del Mar: gigantescos incendios forestales afectaron la zona provocando graves daños en bosques
quemados, instalaciones destruidas, cubriendo de una "lluvia"de cenizas a ambos ciudades, elevando
la temperatura.^
Primero se quemaron pastizales y bosques en el fundo Santa Julia, en Reñaca Alto; al día
siguiente se incendiaron sesenta hectáreas en Quebrada Verde; el fuego comenzó en el sector
denominado El Manzano, en unos matorrales, luego alcanzó un horno carbonero, propagándose hasta
un fundo del Servicio Nacional de Salud, donde existía un sanatorio; el viento propagó las llamas hasta
un refugio de la Caja de Previsión de Carabineros y a otro refugio del banco del Estado.
e Bomberos, Carabineros y miembros de las Fuerzas Armadas, después de quince horas de
trabajo, lograron extinguir los incendios. Las maniobras para apagar los distintos focos se dirigieron
desde un helicóptero. Después de estos incendios, las autoridades estimaron necesario contar con
un cuerpo especializado de guardabosques, para evitar que las riquezas forestales fuesen arrasadas
por las llamas.J
En los últimos días de enero del mismo año, se produjo un gran incendio en la avenida Costanera
de Valparaíso, quemándose una gran cantidad de estearina - paraf ina en pasta - junto a sacos de humo
negro, que se usaba en la fabricación de neumáticos, produciendo una humareda que daba la
impresión que se estaba quemando medio Valparaíso.
(Seis de las dieciseis personas que se encontraban en el pabellón de cirugía del hospital Arriarán
de Santiago, en la mañana del 6 de mayo de 1963, fallecieron a causa de la explosión de balones de
ciclopropano y del incendio posterior j
Esa mañana, alrededor de las nueve, los médicos se disponían a iniciar dos operaciones de
secuelas de poliomelitis, cuando se produjo una ensordecedora explosión al estallar el globo que
contenía el ciclopropano para anestesiar; al entrar casi instantáneamente en contacto con el balón de
oxígeno, convirtió la sala de operaciones en una hoguera.
La violencia de la explosión destruyó todas las instalaciones de la sala de operaciones,
desprendiendo el estuco de las paredes, arrancando las puertas de sus goznes y prendiendo fuego
al maderamen; los médicos y el personal quedaron acribillados por las esquirlas metálicas de los tubos,
mientras el fuego comenzó a consumir sus cuerpos. Los hilos telefónicos se cortaron, imposibilitando
el contacto con el exterior. AL sentir la explosión, el personal de otras secciones del hospital pensó que
eran las calderas, pero cuando empezaron a ver el humo del tercerpiso, médicos y enfermeras trataron
de apagar las llamas, mientras llegaban los bomberos.
Estos llegaron poco después, lo mismo que carros policiales y personal de otros hospitales que
evacuaron a los heridos y pequeños enfermos de la sección amagada.^La trágica noticia se extendió

313
rápidamente, aumentando su magnitud de boca en boca; velozmente se agolparon en las puertas del
hospital el público y familiares de médicos y enfermeras, en demanda de antecedentes; la espera fue
angustiosa mientras morían las víctimas^
El pabellón de cirugía quedó totalmente destrozado; no se afectaron otros pabellones, ni el
personal ni enfermos ajenos al lugar del siniestro.
Murieron esa misma mañana, los dos menores que iban a ser operados; en la tarde y en los días
subsiguientes fallecieron cuatro médicos de los que estaban en la sala de operaciones; el resto, salvo
un médico que quedó herido leve, tuvieron heridas de gravedad.
[A raíz de este grave accidente que conmovió al país entero, mucho se habló y se publicó sobre
la conveniencia o inconveniencia de trabajar con ciclopropano para anestesiar a los enfermos. Este
gas se estaba usando en Chile desde 1936 con resultados satisfactorios, ya que mezclado con oxigeno
produce una anestesia agradable al paciente, sin los trastornos que provoca el cloroformo. Sin
embargo, estas ventajas para el uso médico se ven anuladas por el alto poder explosivo del
ciclopropano, que estalla al sólo contacto con una chispa.
Ya antes, en mayo de 1945 se había producido una tragedia con el ciclopropano en el hospital
del Salvador que dejó como saldo un médico muerto y otro lisiado, al perder un brazo.
Después de la explosión e incendio del Arriarán, la dirección del servicio Nacional de Salud
ordenó retirar el ciclopropano de todos los hospitales.
IE\o 6 de mayo se produjo otro incendio en el hospital de Temuco. A consecuencias de
una falla técnica en la primera, explotaron en forma sucesiva cuatro calderas, destruyendo totalmente
la sala en que estaban ubicadas, dentro del recinto hospitalario. Hubo un total de diecisiete heridos,
doce de los cuales eran enfermeros, quienes recibieron el impacto de fragmentos de vidrios quebrados
por la fuerza de la explosión. El estallido se sintió como un fuerte temblor hasta más de veinte cuadras
del hospital}
En la segunda semana de mayo de 1963, un incendio que se inició en una imprenta, uno de los
treinta y ocho locales comerciales que se habían instalado en la "casa colorada" dejó sólo la fachada
del edificio que había levantado para su residencia el conde de la Conquista, Mateo de Toro Zambrano,
en la calle Merced, de Santiago.
El fuego estalló por el recalentamiento de una cocina; la primera compañía de bomberos que
llegó casi al momento de darse la alarma, no pudo empezar a combatir el siniestro, porque el grifo más
cercano carecía de agua. El avance de las llamas fue rápido y destructor, tanto por la falta de agua,
como por los materiales de fácil combustión de que estaba construido el inmueble; la explosión de un
balón de gas licuado incrementó el fuego. Entre los negocios destruidos se encontraba el taller donde
se acuñaban condecoraciones, principalmente solicitadas por el ministerio de Relaciones Exteriores,
Fuerzas Armadas, bomberos y particulares.
La "casa colorada" como se la conocía en Santiago fue construida por el conde de la Conquista
a fines del siglo XVIII. Mateo de Toro Zambrano había nacido en Santiago en 1724, desempeñando
varios cargos al servicio de la corona de España; después que expulsaron a los jesuítas del país,
remató la hacienda de éstos y amasó una cuantiosa fortuna; en 1770 obtuvo el título de Conde de la
Conquista y el palacio de la calle Merced fue una de las demostraciones de su riqueza. Fue construida
con una solidez y suntuosidad casi desconocidas en Chile, en esa época; con el correr de los años
había resistido todos los terremotos que asolaron Santiago en el curso de los siglos; por sus patios
desfilaron los patriotas en 1810 y en febrero de 1817 sirvió de residencia provisoria a los generales
O'Higgins y San Martín.
Con el paso del tiempo se había transformado poco a poco en un mercado persa, a pesar que
hubo varias iniciativas para declararla monumento nacional. Las pérdidas que ocasionó el incendio
fueron del orden de los seiscientos mil escudos.
Ciento noventa y dos años de historia e imágenes seculares inavaluables en dinero de la iglesia
de Santo Domingo de Santiago, fueron consumidas por el fuego, el 29 de septiembre de 1963.
A las tres y diez minutos de la tarde, un corto circuito originó el siniestro; los religiosos estaban

314
fuera del convento. La alarma a los bomberos la dieron en forma simultánea, el portero y un detective
de la Brigada Móvil que iba en un bus y vio salir humo y llamas de la iglesia. Esta estaba cerrada -era
domingo en la tarde - los bomberos no consiguieron derribar las macizas puertas y tuvieron que recurrir
a las escalera telescópica para introducirse al interior y desde allí abrir puertas y ventanas.
Se rescataron casi totalmente quemadas las imágenes de la Virgen del Rosario de Pompeya,
San Pancracio, San Martín de Forres, la caja donde se guardaba el Santísimo. Se fundió completa-
mente una Custodia de oro de metro y medio de altura, un calvario de marfil, estatuas de la Virgen y
San Juan de treinta centímetros, vasos sagrados italianos, franceses y de fabricación nacional, el
órgano, placas de oro y plata repujadas, adornos del siglo XVIII. Parte de los ornamentos se salvaron
del incendio, pero en pésimo estado, por efectos del fuego y del agua, cuya falta de presión dificultó
y retardó la labor de rescate.
Acudían a la iglesia de Santo Domingo, todos los jueves, alrededor de ochenta mil fieles. La
devoción a la Virgen del Rosario de Pompeya nació en Italia en 1876; en Chile era relativamente nueva,
pero muy adentrada en las creencias de los santiaguinos.
En cuanto a la iglesia de Santo Domingo, fue construida por primera vez en el siglo XVI;
destruida por el terremoto de 1647; fue reconstruida e inaugurada en 1677; luego el terremoto de 1730
la volvió a destruir; empezada a levantarse nuevamente en 1747, se terminó, a excepción de las torres,
en 1771 y concluida totalmente en 1808, con la colaboración de Joaquín Toesca, discípulo del famoso
arquitecto romano Francisco Sabatini, con piedras de las canteras del cerro Blanco y laja del río
Mapocho; fue una de las primeras obras de tendencia barroca que se levantaron en el país. Las
murallas tenían un metro y setenta centímetros de espesor en la parte más delgada y más de tres
metros de espesor en la base; el interior medía ochenta metros de largo y treinta y dos de ancho. Desde
su campanario, fue la primera que anunció las horas regularmente a la ciudad, alrededor del año 1660,
el primer "toque" era a las seis de la mañana y el último, de "queda" a las nueve de la noche.
Había sido declarada monumento nacional en 1961. Tanto el Gobierno como los fieles
decidieron ayudar a su reconstrucción.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN VILLARRICA EN 1963

A comienzos de marzo de 1963 empezó a notarse actividad en el volcán Villarrica, con


explosiones continuas y regulares de escorias y fragmentos de lava cadente desde el cráter principal,
que al caer sobre los flancos derritieron las nieves eternas, al mismo tiempo que por otro cráter salía
lava hacia el costado sur oeste. Esta erupción terminó el 12 de marzo y se repitió en la misma forma
entre el 13 y 22 de abril, aumentando, en esta ocasión, el caudal de los ríos por efectos del desborde
de la lava de las corrientes primitivas. EL 2 de mayo, precedida y acompañada de movimientos
sísmicos, se elevó una gruesa columna de humo a una altura superior a los mil quinientos metros,
cayendo una lluvia de cenizas sobre Pucón, a la vez que del cráter principal bajaba una ancha corriente
de lava que tomó el cauce de los ríos hacia el norte del volcán, arrasando un puente de madera sobre
el río Huichapio, entre Pucón y Villarrica. El 21 de mayo hubo una nueva y violenta erupción de lava
que bajó hacia el sector sur occidental, derritiendo la nieve y produciendo avalanchas que siguieron
el sistema fluvial de los ríos Seco, Escorial y Chaillupén, en el trayecto de Villarrica hacia Coñaripe;
se destruyeron los puentes sobre los mencionados ríos, quedando aislados más de seis mil habitantes,
la mayoría pequeños agricultores de los sectores fronterizos de Coñaripe, Liquiñe y Trufin; parte del
camino internacional hacia San Martín de Los Andes se destruyó; fueron devastadas decenas de
viviendas, un aserradero completo, animales y productos agrícolas.
Las autoridades locales tomaron medidas de emergencia; en los primeros días, a las localida-
des aisladas se les proporcionó alimentos con un servicio combinado de lanchones a través del lago

315
Calafquén y camiones hasta los sectores damnificados. Las reparaciones de las vías de comunicación
fueron realizadas por cuadrillas de trabajadores de la dirección de Vialidad y una sección de zapadores
del regimiento de Ingenieros de Arauco.
El 11 de septiembre del mismo año 1963, otra pequeña erupción escurrió lava hacia las
localidades de Molco, Huincara y Chaillupén; las columnas de humo se elevaron a quince mil pies de
altura; pequeños poblados quedaron aislados y se interrumpieron las comunicaciones telefónicas a
causa de los deslizamientos de tierra.

TEMPORALES EN 1963

Un frente de mal tiempo que hubo en el mes de julio de 1963 aisló a Viña del Mar de Valparaíso,
a consecuencia de derrumbes que se produjeron en la avenida España, cayendo alrededor de ciento
cincuenta toneladas de tierra; en tanto que el mar anegó la avenida Perú, en la ciudad-jardín. Fallas
de alcantarillado provocaron inundaciones bajo el puente Nuble en Santiago, empantanándose varios
vehículos. Cuatro antenas de radioemisoras cayeron con el fuerte viento imperante.
En agosto del mismo año, un temporal de intensas lluvias y vientos de más de ciento diez
kilómetros por hora causaron daños en Concepción. Una persona murió electrocutada, al caer un
cable de alta tensión, otras resultaron heridas por el derribamiento de postes y árboles. El agua
arrastrada de los cerros, la insuficiencia de los alcantarillados inundaron parte de la ciudad
universitaria y la avenida Roosevelt. En Chiguayante quedó destruido el templo evangélico Asamblea
de Dios. En Talcahuano se inundaron poblaciones de familias de escasos recursos.
Finalmente, en diciembre del mismo año 1963, las excesivas temperaturas produjeron rápidos
deshielos en la cordillera, aumentando considerablemente el caudal del río Aconcagua. Los más
afectados fueron los habitantes de la población Los Areneros de San Felipe: el torrente se llevó treinta
de las ochenta y cinco viviendas y las cincuenta y cinco restantes quedaron seriamente averiadas.

INFLUENZA

La influenza ha hecho historia en el mundo. Chile no ha estado ajeno a esta epidemia. De


acuerdo a los antecedentes del Instituto Nacional de Estadística, en el país han fallecido doscientos
ochenta y cuatro mil seiscientas personas, entre 1904 y 1971, ambos años incluidos, a causa de esta
enfermedad.
Los de peor recuerdo corresponden a los años 1918 al 1920, que coincide con el término de la
primera Guerra Mundial y produjo entre treinta y cincuenta millones de muertes, de las cuales veinte
millones fueron en Europa y alrededor de quinientos mil, en Estados Unidos. En Chile, en el mismo
período se atribuyeron a esta causa treinta y seis mil ciento quince defunciones. Estas cifras
demuestran que el impacto producido por la pandemia de influenza fue muy superior al de la guerra
misma, afectando a la humanidad no sólo por sus altas tasas de mortalidad, sino también por sus
graves consecuencias de orden económico.
Después de 1920 se han presentado en el país brotes esporádicos, algunos con altas tasas de
mortalidad, como el de 1923, en que fallecieron diecisiete mil doscientas setenta y tres personas; la
de 1929, con once mil doscientas dieciseis defunciones, y la de 1933, con once mil ochenta y siete
muertos. Después del año 1949, los brotes de influenza ya pudieron ser confirmados por laboratorio,
en el Instituto Bactereológico de Chile.

316
En el mes de abril de 1957 una pandemia de influenza apareció en China continental,
desplazándose a los demás países de Asia y comprometiendo en forma sucesiva a Hong-Kong,
Singapur, Filipinas, Indonesia, Formosa y Japón, donde se aisló el virus causal, denominado A-Asia
57 o A-Japón 305, correspondiendo éste último número al de las tentativas de aislamiento realizadas
antes de obtener éxito.
La pandemia presentó las características habituales, es decir, su desplazamiento progresivo a
través de continentes y países. Su intensidad fue mayor en todas las naciones del hemisferio sur,
especialmente por razones climáticas derivadas del juego de las estaciones.
La Organización Mundial de la Salud dio a conocer, por primera vez, la existencia de esta
pandemia en los países del Asia, en su informe epidemiológico del 17 de mayo de 1957, y a partir de
esa fecha siguió comunicando regularmente, en boletines semanales, la evolución y características
del brote. La mortalidad más alta -fuera de Chile - fue la registrada en Filipinas, en que para un total
de novecientos veinte mil casos, estimados entre el 18 de mayo y el 15 de junio, hubo dos mil
doscientos cuarenta y nueve muertes atribuidas provisoriamente a esta enfermedad.
En Chile fue comprobada a partir de la segunda semana de julio de 1957, en las provincias de
Tarapacá y Antofagasta y casi simultáneamente en Valparaíso y Santiago, donde se aisló y tipificó el
virus A-Japón-305, continuando, luego, su propagación de norte a sur, para terminar a fines del mes
de septiembre, en la provincia de Magallanes.
En 1957, la población era de seis millones quinientos cuarenta y tres mil seiscientos veintinueve
personas. Se estimó que los casos de influenza llegaron a un millón cuatrocientos mil doscientos
treinta y seis, con mayor incidencia en los centros urbanos, densamente poblados, como Antofagasta,
en que se registraron treinta y cinco mil quinientos ocho enfermos; Valparaíso, en que el número llegó
a ciento veiticinco mil novecientos catorce enfermos; Santiago, con setecientos ochenta y seis mil
ochocientos treinta y seis; O'Higgins-Colchagua con ciento cinco mil novecientos cincuenta y nueve,
y Concepción con ciento veintisiete mil novecientos enfermos de influenza. El registro de muertes
atribuidos a esta epidemia, el año 1957, fue de cuatro mil setecientos dos personas, según el servicio
de Estadísticas y Censos.
La epidemia produjo ausentismo en los colegios, fábricas, instituciones públicas y lugares de
recreación. En Valparaíso, por ejemplo, a la semana de detectarse la enfermedad, fue cerrado el hogar
Arturo Prat, la casa de menores, después siguió la Escuela Naval, donde cien cadetes cayeron
enfermos; el colegio de los Sagrados Corazones y el hogar infantil de Villa Alemana.
En la capital también hizo estragos. El primer foco se manifestó en el internado Barros Arana,
donde setecientos de sus mil doscientos alumnos cayeron a la cama, agripados, obligando a cerrar
ii el establecimiento. Hubo otros focos, principalmente en los colegios, como el San Pedro Nolasco,
Notre Dame de la Anunciación, las Monjas Francesas y el liceo Manuel de Salas. Atacó a la
administración pública que atendió con la mitad de su personal; en la Contraloría faltaron más de
m sesenta funcionarios en un sólo día; en Investigaciones más de un centenar de detectives dejaron de
cumplir ordenes judiciales a causa de la influenza; en los bancos el ausentismo se estimó en un treinta

por ciento; más de un mil cuatrocientos carabineros cayeron a la cama; doce fábricas cerraron sus
puertas y cuatro ministros no asistieron al consejo de gabinete de Carlos Ibañez, por la misma causa.
'•
•;•; La Bolsa de Comercio suspendió sus actividades al promediar la última semana de julio y varios
''.-. '•:' ' ministros de la Corte Suprema no llegaron a cumplir sus funciones; el diario El Mercurio laboró con
1
, i doscientos de sus seiscientos empleados.
El último fin de semana del mes de julio se vio ausentismo en el hipódromo, en los teatros y cines,
en el fútbol y hasta en la Sinfónica donde su director, Víctor Tevah comprobó la ausencia de doce
músicos poco antes de la función del último viernes de julio, hubo que reorganizar velozmente el
programa; lo mismo sucedió con las actividades teatrales.
Las informaciones sobre el avance de la gripe produjeron una especie de sicosis colectiva en
gran parte de la población. El servicio Nacional de Salud, por su parte, llamó a la ciudadanía a tener
serenidad y calma; calificó a la enfermedad como de carácter "benigno", demostrando con cifras que

317
no había lenidad ni se habían desoído las advertencias de la Organización Mundial de la SaludJ
general, las defunciones se produjeron debido a que muchos agripados se confiaron de la benigni
de la influenza y luego de breves días salieron a la calle a reanudar sus labores. Hubo múltiplesy gri
recaídas y fue la causa de muchos fallecimientos.
La Organización Mundial de la Salud envió cuatro de sus mejores especialistas a Latinoan
en función de comité de recepción de la molesta enfermedad. Seis días antes que la epidemia^
desatará en Chile, estuvieron durante cuarenta y ocho horas en Santiago, un médico del depa
de Salud Pública de Washington, otro de la universidad de Claveland, un experto epidem¡ológ¡a|
la marina norteamericana y el jefe de la investigación del virus de la Oficina Sanitaria Panameria
Se organizó un comité nacional de influenza en el país, compuesto por diez médicos, quienes f
horas después de la partida de los cuatro expertos, tuvieron ardua tarea al dedicarse al estudio clíif
bactereológico y epidemiológico de la afección.
En cuanto el servicio Nacional de Salud pudo comprobar que la epidemia se estaba extendía
por el país, inició una serie de publicaciones periódicas en la prensa, con el fin de informara!
población, indicándole las medidas que debía tomar; insistió en la necesidad de limitar el usof
antibióticos, recomendó evitar enfriamientos y el término prematuro del reposo.
Entre fines de julio y principios de agosto 1963 reapareció la influenza con caracterísl
epidémicas en el país. La dirección de Estadísticas registró cuatro mil doscientos sesentayí
defunciones. Sin embargo, el servicio Nacional de Salud había tomado medidas al saber queelf
meses de enero y febrero la epidemia causó estragos en el hemisferio norte, tanto en Europa,c
en Norteamérica. Dicho organismo adquirió a través de la Oficina Sanitaria Panamericana, unap
de cien mil dosis de vacunas anti-inf luenza, recibió donaciones y autorizó la importación del prt
a instituciones particulares. La población respondió al llamado, en tal forma, que cuando aún no lie
cuatro semanas desde que se detectó en el país, no menos de setecientos mil personas se ha
vacunado, en su mayoría, mayores de cincuenta años, los que padecían enfermedades cróflj
debilitantes, los lactantes de seis a doce meses y las embarazadas.
Ese año la epidemia tuvo mayor incidencia en Santiago y en Concepción, atacando tan
pero con menor intensidad, a la población de Talca, Parral y Curicó, extendiéndose en la i
semana que se produjo en el país - duró aproximadamente un mes - en toda la zona central.
Las autoridades sanitarias, tras la vacunación masiva, reforzaron la organización de j
consultorios externos, de los servicios domiciliarios y de los hospitales; se dispuso vigilancia espi
en los asilos de ancianos, desde el punto de vista curativo y preventivo. En esta ocasión rt|
suspendieron las clases en los colegios ni los espectáculos públicos, por estimarse que no can
el curso de la enfermedad.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN VILLARRICA EN 1964

El 1 de marzo de 1964, alrededor de un cuarto para las tres de la madrugada, entró envió»
erupción el volcán Villarrica, azotando, esta vez, al pueblo de Coñaripe. Desde hacía alrededordel
días que habían algunas muestras de posible erupción, tales como humaredas y bocanadas de luí
ambas acompañadas de pequeños temblores.
El día 1 fuertes ruidos subterráneos despertaron a los habitantes del poblado maderero ubla
a cuarenta kilómetros de Villarrica, a las orillas del lago Calafquen; luego resplandores y viole
movimientos sísmicos los hicieron huir a los cerros vecinos, en medio de una lluvia torrencial. I
transcurrido media hora cuando se produjo la tragedia. Un estrépito comparable al estallido!
poderosas bombas precedió a una avalancha de piedras, árboles y maderas arrastradas portón

318
de lava que bajaban desde el volcán: doce millones de toneladas avanzando a veinte kilómetros por
hora, recorrieron diecisiete kilómetros, con una ancho medio de cuatrocientos metros y una altura de
alrededor de cinco metros, arrasaron con el poblado de Coñaripe, rellenaron con lava los cauces de
la quebrada Estero Seco, por donde, otros años, también habían bajado lava y lanares.
Una calle larga y una pampilla rodeada de sesenta viviendas y alrededor de mil habitantes
conformaban el pueblo, que había sido edificado hacía veintidós años. Desaparecieron veintisiete
casas, la escuela, el embarcadero, tres hoteles, dos tiendas tipo pulperías que abastecían la zona, las
pocas oficinas públicas que existían, más o menos veinte camiones y otros vehículos, maquinarias
agrícolas, gran cantidad de madera, el nuevo puente carretero sobre el río Cerrentoso a punto de ser
inaugurado, los postes y tendidos de cables telefónicos y telegráficos, animales y cosechas. Hubo
veintidós víctimas, de las cuales se encontraron sólo tres cadáveres. Familias completas, dentro de
sus casas, fueron arrastradas por el aluvión, que las depositó en el lago Calafquen. Más de dos horas
demoró en pasar la avalancha.
Alrededor del lago habían numerosos excursionistas y turistas, acampados en carpas, que
despertaron con el ruido, alcanzando a huir a las partes altas de la playa. Toda la zona de Villarrica
y Pucón quedó aislada por vía terrestre, ya que los caminos y numerosos puentes se destruyeron.
Para prestar auxilio a los damnificados y determinar la cuantía de los daños, al mismo tiempo
que abastecer de alimentos a los pobladores aislados, se organizó un puente aéreo que funcionó
ininterrumpidamente desde Temuco, con el empleo de aviones civiles, los únicos que pudieron
aterrizar en la improvisada cancha que se construyó de emergencia en Coñaripe. Una patrulla militar
fue encargada de reparar los caminos para romper el aislamiento en que quedaron Villarrica, Coñaripe
y Pucón. El cuartel general de la IV división del Ejército se hizo cargo de la situación, instalándose en
Coñaripe; se estableció una olla común y se atendió a los lesionados. Después llegaron Carabineros
de Lanco, miembros de la Defensa Civil y personal de la dirección de Asistencia Social. Luego se
realizó el trabajo de tratar de rescatar a los desaparecidos; inútilmente se excavó la tierra; grupos de
bogadores recorrieron el lago, las aguas sólo mostraron millares de durmientes y árboles desgajados.

INCENDIO EN LA ESCUELA DE ARTES Y OFICIOS DE SANTIAGO


EN 1964

La noche del 17 de marzo de 1964 ardió la escuela de Artes y Oficios de Santiago. Tenía ciento
catorce años de existencia. Su historia estaba entrelazada con el pasado y con el presente de Chile;
decenas de miles de alumnos habían pasado por sus aulas. Allí se fabricó la primera bomba de
incendios que tuvo el país; en el incendio de la Compañía, en 1863, fue esta bomba la que salvó los
edificios contiguos al templo.
El año 1964 tenía alrededor de dos mil alumnos. Se quemaron los talleres de ajuste, metrología,
rectificación, mueblería, matricería, trazado y fresadurías; desaparecieron ciento cincuenta equipos
de costosas herramientas, los instrumentos de alta precisión, los modelajes de la fundición y también
paralizó el servicio de ensayes que servía de asesoría y orientación para muchísimas grandes
industrias en todo el país. Se perdieron textos de estudio, películas sobre experiencias técnicas que
encerraban muchos años de trabajos, apuntes, proyectos, documentación técnica y de la administra-
ción. También se quemó totalmente la colección completa de muebles de estilo de todas las épocas,
que tenía el establecimiento, que había logrado formar uno de los profesores, educado por los
talladores florentinos llegados a Valparaíso a principios del siglo.
Las pérdidas y los daños se calcularon en más de seis millones de escudos.

319
SEQUÍA EN EN NORTE CHICO EN 1964

En 1964 la sequía llegó hasta Valparaíso y Quiílota, abarcando desde La Serena, I


Coquimbo y Vallenar.
En la provincia de Coquimbo, de las veinticinco mil hectáreas regadas, se aprovecharon j
once mil novecientos veinte, regándose con el cuarenta por ciento del agua que llevaba el río Elqui»
año. Esto significó el sesenta por ciento menos de la cosecha de trigo, el diez por ciento menosíj
cebada y el sesenta y cinco por ciento menos de maíz. La situación también fue desastrosa p
Ovalle: el tranque Recoleta tenía menos del cuarenta por ciento de sus reservas y el tranque (
menos del ochenta y tres por ciento. Las reservas del río Liman disminuyeron en un treinta porc
por lo que las hectáreas regadas bajaron a un ochenta por ciento.
El problema de los comuneros seguía siendo, en 1964, el más dramático: alrededor de cuart
mil personas tenían quinientas noventa mil hectáreas de secano y mil quinientas hectáreas re
que en tiempos normales aprovechaban en siembras de trigo, cebada y comino. En épocas de s
como la de ése año, no lograron cosechas y los animales se murieron de hambre. Las comunida
agrícolas del Norte Chico registraban en esa fecha la más alta tasa de mortalidad infantil, con veírt
por ciento. En tal circunstancia, los hombres volvieron a irse a trabajar a las minas. Se estimó queta
pequeños comuneros perdieron ese año catorce mil hectáreas de cebada y trigo y ciento cincuei
mil animales de las quinientas mil cabezas de ganado caprino que poseía.
En general, ese año las pérdidas fueron peores que otros, por cuanto las lluvias de I963yl¡
de abril de 1964 los alentaron a sembrar; pero después de esas aguas no volvió a llover en elr
del año. A modo de ejemplo, en el valle de Huasco cayeron setenta y un milímetros en 1963 y solos
en 1964.
El informe que emitieran el intendente de Coquimbo y el respectivo jefe zonal agrícola d
Gobierno, llevó a las autoridades a declarar "zona de emergencia" al Norte Chico, repartiendo viví
y forraje y programando trabajos en obras públicas. Se estimó que los pequeños comuneros perdiera
del orden de los dos mil seiscientos cincuenta millones de pesos, por conceptos de muertes de crías
de animales adultos, menor venta y menor valor de cueros y pérdidas de siembras de secano.
En Valparaíso y Aconcagua la situación también fue de gravedad. El río Aconcagua llevaban
caudal mínimo, lo que significó falta de agua en los pozos de riego y para el consumo. Las pén
agrícolas se hicieron sentir en las chirimoyas, paltas y hortalizas, afectando también el as
sanitario, ya que en los poblados al interior de la provincia de Valparaíso, habían más de cuatro n
viviendas sin ningún tipo de disposición de excretas, las que iban hacia las acequias y canales d
regadío, contaminando el agua que se usaba para dichos fines.
Para suplir la falta de agua en las partes altas de Valparaíso y Viña del Mar, la dirección de Obras!
Sanitarias puso en funciones nuevos pozos y conectó redes a antiguas fuentes de abastecimiento!

VIRUELA ENTRE 1959 Y 1964

El año 1959 se conoció un caso de un minero con viruela, quien aparentemente tuvo contó'
con una tribu de gitanos que procedía de Colombia. En forma preventiva se vacunó a más de un r
de personas.
El año 1962, las autoridades de salud tuvieron conocimiento de que se habían presentado!
algunos casos en la Patagonia argentina y otros en Mendoza; se tomaron medidas inmediatas para I
vacunar a toda la población de las zonas fronterizas en las provincias de Aconcagua y desde Malleco|
hacia el sur.

320
fe
Algo similar sucedió en 1964, al conocerse un foco epidémico de viruela en Bolivia que podía
amenazar a las poblaciones de Tarapacá y Antofagasta, por lo que las autoridades sanitarias
desarrollaron un programa de vacunación para toda la población, amén de las medidas profilácticas
del caso. Ese mismo año se presentó otro brote epidémico en el Perú, lo que determinó al Gobierno
chileno a enviar al país del norte, un millón de dosis de vacunas antivariólicas y a vacunar a toda la
población de la zona limítrofe. Las medidas fueron tomadas prontamente, ya que a esa fecha, Chile
hacía diez años que estaba libre de este flagelo.

INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES ENTRE 1964 Y 1965

Afines de diciembre de 1964 se quemaron viviendas en la avenida Francia de Valparaíso y en


la población Cuarta Oriente de Viña del Mar, dejando varias familias sin hogar y pérdidas del orden
de los ciento cincuenta mil escudos.
Durante la primera quincena de enero de 1965, varios incendios forestales consumieron más
de cien hectáreas de bosques y arbustos en los sectores de El Olivar, cerca de Las Achupallas; en las
inmediaciones del lago Peñuelas; en un fundo de la CORFO, en Concón Bajo; en el fundo Rodelillo,
en el cerro Placeres; en los cerros de Viña del Mar, extendiéndose hacia El Salto, afectando al Jardín
Botánico del parque El Salitre y en un lugar denominado Lomas del Medio, en El Quisco. Estos
siniestros también destruyeron más de treinta viviendas de poblaciones modestas. Un bombero
pereció y otros dieciocho quedaron heridos.
En los primeros días de enero de 1965, un incendio dejó a doscientas sesenta y cinco personas
sin hogar en la población "callampa" Costanera, de Concepción. Quedaron un muerto y dos heridos.
El Gobierno dispuso la reconstrucción de las viviendas con fondos de cargo al dos por ciento
constitucional.

TERREMOTO DE 1965

Ochenta y siete muertos, centenares de heridos, doscientos veintidós desaparecidos bajo el


aluvión del tranque de relaves de la mina El Soldado, alrededor de seiscientos mil damnificados en
las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso y Santiago, veintiún mil viviendas destruidas,
setenta mil dañadas, cortes en el suministro de agua potable y energía eléctrica, interrupción de las
comunicaciones telefónicas y telegráficas, derrumbes en la carretera Panamericana, hundimiento de
terraplenes en algunos tramos del ferrocarril longitudinal norte, daños en los hospitales, escuelas y
servicios públicos que fueron avaluados en no menos de quinientos millones de escudos, fue el saldo
que dejó el terremoto que el domingo 28 de marzo de 1965, a las doce y treinta y tres minutos del medio
día azotó al país.
El movimiento sísmico tuvo una magnitud de siete grados y seis décimas en la escalade Richter,
con intensidades en la zona más afectada de seis a nueve grados en la escala de Mercalli; se sintió
desde Copiapó por el norte hasta Osorno, por el sur y también en Buenos Aires y Mendoza, al otro lado
de la cordillera de Los Andes. El epicentro se ubicó en los treinta y dos grados y treinta y tres segundos
de latitud sur y setenta y un grado y diez minutos de longitud W., en la comuna de La Ligua,
departamento de Petorca de la provincia de Aconcagua. La profundidad del foco fue de cincuenta a
sesenta kilómetros.
En Santiago, el sismo tuvo grado siete de intensidad. La interrupción de las comunicaciones por

321
espacio de una hora demoraron la recepción de las noticias de las provincias. El Presidente)
República, Eduardo Frei se encontraba presenciando un festival de aviación en el aen
Tobalaba, se fue de inmediato a La Moneda, a donde ya había llegado el ministro del Interior.!
de sesenta minutos, se empezó a aclarar la magnitud de la catástrofe y al promediar la I
noticias de La Calera empezaron a ensombrecer el panorama. Los antecedentes que lie
Illapel, Combarbalá, La Ligua, Valparaíso, San Felipe eran de destrucción, ruinas y derruir
Frei, desde La Moneda, dispuso medidas inmediatas, que se tradujeron en vuelos deo
ción de la Fuerza Aérea, de la Linea Aérea Nacional y el traslado de efectivos del Ejército yp
del servicio Nacional de Salud a las localidades dañadas. De inmediato, también, en
colaboración de la Cruz Roja, de la Defensa Civil, de Caritas y de las iglesias evangélicas.
Al promediar la tarde, seis ministros fueron a la zona devastada y luego lo hizo el Prestó
la República. El ministro de Defensa Nacional fue designado "ministro en campaña" parac
labor del Estado y la comunidad, con el objeto de resolver, en el terreno, los problemas relata
ayuda y a la atención de los damnificados.
El problema más grave, sin embargo, estaba localizado a más o menos diez kilómetros^
Calera. El tranque de relaves El Cobre del mineral El Soldado, de propiedad de la compafiían
La Disputada de Las Condes, ubicado a trescientos metros de altura, se rompió a consecue
remezón, sus turbulentas aguas, con fango, ácido y residuos minerales bajaron en forma dea
arrasando al poblado de setenta a ochenta casas, con casi todos sus habitantes, animales ya
Las aguas arrastraron gruesas capas de tierra, las mismas que luego se endurecieron y sirvia
tumba a un pueblo que estaba compuesto de mineros y campesinos; los primeros trabajaba^
mineral El Soldado y la mayoría de los últimos en la hacienda El Melón; casi todos eran5
familiares con dos o tres hijos. El poblado estaba formado por una calle larga, principal, quelí
desde la misma mina y varias calles transversales, polvorientas, cortadas por el estero EIC
afluente del estero El Sauce. En el sector funcionaba un policlínico, un retén de carabineros)]
escuela primaria. El relave no tenía muros de contención y con el fin de evitar derrumbes sel)
dispuesto corridas de sacos de arena en el frente. El volumen de la avalancha fue estimadoe
millones de metros cúbicos, que cubrió un área del valle de alrededor de ocho a diez kilómetni
largo y entre doscientos y quinientos metros de ancho; el espesor varió entre cinco metros, enlaj
más alta, a dos metros a la altura del puente El Cobre, en la carretera Panamericana. Aparen
el aluvión se produjo inmediatamente después del primer remezón, ya que según lasperson
habitaban las casas situadas en las cercanías del mencionado puente, el frente de la corrientelj
llegado al lugar, alrededor de quince minutos después del sismo. Este recorrió catorce I
una velocidad entre treinta y cinco y cincuenta kilómetros por hora. Luego de la avalancha, s
ramas de los árboles y una que otra madera de las casas sobresalían de la superficie de lodo, in
que allí había existido un pueblo.
Las faenas de rescate de las víctimas fue lenta, se efectuó en medio de la angustiad
familiares de los que habían vivido en El Cobre, muchos de los cuales ayudaron a los ingenien
organizar la operación de rescate, informándoles de la forma y ubicación que tenía el puebl|
movilizó todo el personal de Carabineros y del Ejército de la región para poder remover lose
toneladas de fango. También llegó el personal de bomberos, de la Defensa Civil y ambulancias!
auxiliar a los sobrevivientes, ya que en los primeros momentos nadie pensó que el desastre habíaj
tan avasallador. No hubo más de diez supervivientes y se rescataron sólo tres pavos y algunasf
de montar. La tarde del domingo del terremoto, esa noche y los días subsiguientes trabaja
patrullas tratando de sacar los cadáveres del alud; fueron encontrados sólo treinta y cin
Presidente llegó el lunes al lugar, y al conocer los detalles, determinó que había que establecerq
eran los responsables de la catástrofe; se dispuso que una comisión investigara los hechos In
sinnúmero de interrogantes que planteó la tragedia.
Otros tanques de relaves que fallaron a consecuencias del sismo fueron los de las mina
Maquis, Cerro Negro, Bellavista, La Africana, El Cerrado y La Patagua, que cubrieron laspartesf

322
adyacentes, afectando terrenos inhabitados, sin ocasionar víctimas.
En Illapel quedaron inutilizadas el setenta y cinco porciento de las construcciones; los servicios
*
públicos, salvo el hospital quedaron semidestruídos; el liceo perdió la parte vieja; una población
construida en 1961 quedó inhabitable.
De las quinientas treinta y dos casas que en esa fecha tenía Salamanca, el noventa por ciento
resultaron con algún tipo de daños; se abrió el estadio municipal para dar albergue a la población; al
hospital se le habilitó un lugar de emergencia para que pudiera funcionar.
En Los Vilos quedó dañada el veinte por ciento de la construcción. En la localidad de Caimanes,
el ciento porciento de las casas tuvo algún tipo de deterioros. En Guangualí no quedó ninguna de las
cuarenta viviendas en pie; incluso se cayó la escuela para ciento ochenta alumnos. En Hierro Viejo,
la mayoría de sus doscientas cuarenta casas tuvo algún tipo de deterioros.
En Petorca los edificios de Carabineros, la cárcel, el correo y el ochenta por ciento de las
viviendas particulares resultaron inhabitables, principalmente las de adobes que no tenían amarras y
algunas de madera. En la pequeña localidad de Chincolco la situación fue similar, también se
destruyeron los hornos de la panadería; sólo se salvó la escuela parroquial, donde fueron albergados
los damnificados.
En Cabildo se interrumpieron los suministros de energía eléctrica y de agua potable; sólo una
de las panaderías quedó en condiciones de atender a la población. La escuela pública quedó con las
murallas agrietadas; la iglesia, ubicada en la calle Humeres, la principal de la localidad, resultó
totalmente deteriorada por dentro. El noventa por ciento de sus casas sufrieron algún tipo de
deterioros, la mayoría de las que eran de adobes se derrumbaron.
También en La Ligua, la mayoría de las casas eran de adobes y fueron afectadas casi en su
totalidad. Las escuelas, la iglesia, el hospital, los edificios públicos quedaron en el suelo, lo mismo que
parte de las viviendas particulares. Dos incendios originados a causa del remezón, ayudaron a la
destrucción. Hubo dos muertos. El gobernador dispuso, para los primeros días, posteriores al sismo,
toque de queda a las nueve y media de la noche.
Gran parte de las casas veraniegas de Papudo también quedaron con las murallas quebradas
o agrietadas. En Zapallar se destruyeron la escuelaf iscal y cincuenta y tres casas; otras ciento ochenta
quedaron con daños reparables. En Catapilco y en Catemu, la mayoría de las casas que eran de
adobes quedaron destruidas. En Catemu hubo dos heridos.
En Chagres, donde vivían alrededor de ochocientas personas, familiares de los ciento noventa
mineros de la fundición de La Disputada, la mayoría de las viviendas quedaron destruidas en sus
interiores, hasta el punto de no poder habitarlas. La compañía dispuso las reparaciones.
En San Felipe hubo daños en cientos de viviendas, trasladándose la población al estadio
techado. En Curimón se cayó el techo y una de las murallas de la antigua iglesia de San Francisco.
Un muerto y varios heridos hubo en Los Andes, además de destrucción de viviendas e interrupción
en el suministro de agua potable, debido al desmoronamiento del canal Huertadino, en Los Azules.
En los pequeños poblados de Rinconada y Calle Larga se destruyeron decenas de casas antiguas y
los retenes de Carabineros. Hubo dos muertos en Rinconada.
Los fundos de la zona también sufrieron daños de consideración; el más afectado fue el
Panquehue donde cayeron ochenta y cinco de las noventa y seis casas de los inquilinos, la vivienda
del administrador, la casa patronal, las bodegas y se perdieron trescientos mil litros de vino por la rotura
de las vasijas.
En Llay Llay el ochenta por ciento de las viviendas sufrieron algún tipo de daños; la iglesia San
Ignacio quedó sin torres y sin campanarios, en un servicio de gasolina se incendió; la calle Lynch, la
principal de la ciudad, los inmuebles fueron reducidos a escombros.
Valparaíso quedó sin energía eléctrica y sin agua potable por la ruptura del acueducto de Las
Vegas. Prácticamente el noventa por ciento de las casas ubicadas en los cerros y gran parte de las
del "plan" quedaron con daños serios o destruidas. En los cerros Barón, Esperanza, Perdices, Las
Monjas, Bellavista, Yungay, Concepción, Toro, Cordillera y Playa Ancha, gran cantidad de murallas

323
se cayeron o desmoronaron, dejando cuantiosos heridos. Los damnificados fueron trasladadosj
escuelas y a otros albergues improvisados. En Viña del Mar, Santa Inés, Forestal, Concón, Refl
las casas resultaron con graves averías en sus interiores, aunque muchas mantuvieron incólumestj
frontis. Tanto en Valparaíso, como en Viña del Mar, los días posteriores al sismo se distribuyó i
en camiones aljibes y en camiones cisterna de Carabineros.
En Limache, Olmué, Quilpué, Casablanca, Villa Alemana, Quillota, Puchuncaví, No
Hijuelas, La Calera, La Cruz, Ocoa, Quintero, Las Ventanas, Algarrobo, El Quisco hubo dañosd|
diverso tipo en las viviendas, obligando a la población a vivir en carpas los primeros días, miert
esperaban soluciones definitivas. Cuatro excursionistas del club de Montaña de Valparaísi|
fallecieron a causa del terremoto, aplastados por un rodado, mientras escalaban una ladera dele
La Campana, en Quillota. Al año siguiente fue colocada una placa que recuerda a "los mártires caíd
en el sismo del 28 de marzo de 1965".
En Santiago murieron dos personas. Trozos de pizarreños, estucos, cornisas se desprendió^
de algunas casas ubicadas en el centro de la capital. En el barrio alto, una gran cantidad de c
techadas con tejas se dañaron, paredes de casas viejas y algunos postes se cayeron. Diez colecto
de la población Balmaceda, al sur poniente de la ciudad tuvieron daños de gravedad, entre otros,!
agrietaron los estanques de agua potable ubicados en los techos. En la penitenciaría, comoeoj
mayoría de las cárceles de las ciudades damnificadas, hubo daños materiales. Carabineros hizouj
recuento de los perjuicios en los inmuebles de Santiago, determinando que treinta y dos edifiáj
públicos y doscientos cincuenta y ocho particulares resultaron con algún tipo de averías. El Pal
de Gobierno - La Moneda- también sufrió algunos destrozos, como desprendimientos de enli
vidrios quebrados y daños en el busto del Presidente Pedro Montt. En el edificio de la Contra!
General de la República y en el hall presidencial del aeropuerto de Los Cerrillos también hubo algún
deterioros.
En San Antonio, Melipilla, Cajón del Maipo y Buín los daños fueron de poca consideracióa|
En San Fernando, ciudad que en los primeros momentos se dio como epicentro, no tuvo gran
daños, ni tampoco desgracias personales. En Curicó, Talca, Linares, Cauquenes, Chillan, Corra
ción, Angol, Los Angeles, el sismo que de poca intensidad; más al sur, prácticamente no se sintió,|
El único puente totalmente destruido fue el de Pullalli, que quedaba en la hacienda del mism
nombre, antes de entrar al camino secundario a los balnearios de Papudo y Zapallar. Tenía i
cincuenta metros de largo, cruzaba el estero Pullalli; cedieron sus dos terraplenes fracturandoli
bloques de concreto del camino, que se hundieron en treinta centímetros, impidiendo su uso. I
línea férrea4e Santiago a Valparaíso, el tráfico se interrumpió a la altura de Llay Llay por quebradura
en los rieles, derrumbes y destrozos en los durmientes. El puente Las Cucharas bajó en vein
centímetros su nivel. La red ferroviaria al norte quedó obstruida a la altura de Palos Quemados^
consecuencia de derrumbes. Tanto el camino, como la ferrovía internacional a Mendoza qued
intransitables, la primera por derrumbes en los cerros, y la segunda destruida en cuarenta me
cerca de Vilcuya, por la ruptura del canal Polpaico, que arrastró los terraplenes.
En la refinería de petróleo de la Empresa Nacional de Petróleo, se paralizó la planta por fallí
de energía eléctrica. Hubo daños en tres estanques, uno de los cuales contenía gasolina y otragaf
licuado.
En la fundición Las Ventanas de la Empresa Nacional de Minería se dañaron los hornos!
paralizándose las faenas; también hubo destrozos en los estanques que alimentaban de agua alai
calderas. En la planta de concentración de Cabildo, que no estaba aún en funciones se produjera|
algunos deterioros.
En Cerro Negro resultó dañada la oficina de la administración del campamento minero, sel
desplomaron las murallas de dos colectivos para solteros y se cayeron las murallas en algunas casas!
Hubo desmoronamientos al interior de la mina y el tranque de relaves se rompió, cortando elcamino|
de acceso en cuatrocientos metros.

324
El Gobierno organizó una comisión denominada "operación emergencia" para atender en forma
rápida y coordinada a las poblaciones afectas; estuvo presidida por el ministro del interior e integrada
por los de Defensa, Economía, el Asesor de Promoción Popular y el subsecretario del Interior tomó
a su cargo la secretaría ejecutiva. La ayuda a la zona devastada se canalizó a través de los siguientes
organismos: la dirección de Asistencia Social tomó a su cargo la asistencia urgente y gratuita a las
poblaciones y personas damnificadas; Promoción Popular la recepción de la ayuda del sector privado;
la Empresa de Comercio Agrícola el aprovisionamiento, a través de los medios normales de
comercialización, de las regiones devastadas; el Ejército el transporte y los campamentos de
emergencia; el servicio Nacional de Salud la atención médica y hospitalaria; la dirección general de
Obras Públicas todo lo referente a construcción, demoliciones, vialidad, agua potable y obras
sanitarias. En la zona damnificada se designaron jefes militares para apoyar al "ministro en campaña".
En su mensaje al Congreso, en mayo de ese año, el Presidente de la República dio cuenta que
antes de transcurridas cuarenta y ocho horas después del terremoto, se habían restablecido las
comunicaciones viales y ferroviarias, telefónicas y telegráficas; se habían organizado los servicios de
agua potable y alcantarillado, algunos en forma provisional, y los servicios asistenciales y de salud;
asimismo, había sido oportuno y eficiente el abastecimiento de los víveres, de ropas y abrigos.
Para solucionar el problema de emergencia habitacional se organizó la "operación techo",
canalizada a través de CÓRVI, que entregó en préstamo una vivienda de emergencia de dieciocho
metros cuadrados, a cada grupo familiar, la que fue construida, en su mayoría, en el mismo sitio que
ocupaba la casa destruida. Se construyeron treinta y un mil trescientos treinta y cuatro casas de este
tipo. También se establecieron créditos especiales de reparación y reconstrucción a través de COR VI,
del Banco del Estado y de la Corporación de Fomento, los dos últimos destinados preferentemente
al sector agrícola, al que además se le proporcionó ayuda técnica y materiales a través del Instituto
de Desarrollo Agropecuario, éstos últimos, principalmente, para los pequeños propietarios agrícolas.
Hasta junio de 1965 se habían girado trece millones de escudos, con cargo al dos por ciento
constitucional, para efectuar las reparaciones de urgencia y atender a los damnificados.
La ayuda nacional, recolectada por universitarios, las iglesias, la comunidad, la Cruz Roja y
diversos organismos de prensa y radioemisoras fue recogida y enviada a la zona damnificada. Hubo
un avión de la Línea Aérea Nacional de "la solidaridad" y un "tren de la solidaridad" que recogieron
elementos desde los lugares más apartados. Hubo apadrinamiento de ciudades no afectadas por el
sismo a ciudades damnificadas. Rancagua, por ejemplo, tendió su mano a Chincolco; Colchagua a
Cabildo, y Talca a Llay Llay. El total de la ayuda nacional alcanzó a cinco millones de escudos.
El Presidente Frei planteó la reconstrucción como "un esfuerzo interno", agregando que "no
podemos cada cuatro años acudir al crédito exterior, comunicándole que nuestro país está en el suelo".
Sus palabras fueron mal interpretadas por algunas agencias cablegráficas, las que informaron que
"Chile rechaza la ayuda externa", lo que motivó una desesperada aclaración del embajador en
Washington y un desmentido internacional del Presidente Frei, quien especificó que el llamado al
"esfuerzo interno para la reconstrucción no desdeña sino que multiplica nuestra gratitud por la ayuda
voluntaria y de emergencia de los Gobiernos y de sus pueblos".
La ayuda solidaria internacional llegó en frazadas, medicamentos, enseres de casa, comesti-
bles. Solivia y Argentina fueron los primeros países que enviaron socorros. Luego siguieron Holanda,
Francia, Estados Unidos de Norteamérica, México, Alemania, España, Camerún, y en general, todas
las naciones sin distingos de ninguna especie hicieron llegar sus aportes en elementos de socorros
o notas de solidaridad. La ayuda internacional alcanzó a doscientos once mil ciento cuarenta y nueve
dólares y cincuenta y siete mil quinientos setenta y cinco marcos.
El proyecto de ley de reconstrucción fue enviado a la cámara de Diputados el 1 de junio. Antes,
dos senadores tenían sendas proposiciones que discrepaban con el Presidente de la República en el
financiamiento para la reconstrucción; los senadores proponían un crédito externo, además de otras
medidas. El proyecto Frei consideró el financiamiento con cargo al Estado y a la iniciativa privada,
estimando que el costo de la reconstrucción era del orden de los cuatrocientos millones cuatrocientos

325
mil escudos, siendo el más grande, el de la vivienda, que alcanzaba a doscientos cincuenta yod
millones de escudos; señalaba que la reconstrucción debería llevarse a cabo en no más de tres a
y que el primero tenía un gasto de cien millones de escudos. La ley de reconstrucción -NS16.2
consideró, por primera vez, disposiciones permanentes para que el Presidente de la Repúblicapudij
actuar con rapidez frente a cualquiera emergencia, no sólo en caso de terremoto, sino también fo
a inundaciones, sequías u otras calamidades públicas, operando por medio de decretos supremos!
determinando la "zona de catástrofe", normas sobre muerte presunta y definición de "damnificado'.J
designó una comisión permanente de los ministros de Interior y Defensa Nacional para elabora|
Plan de Emergencia y de hecho se creó la Oficina de Emergencia.
Tanto los sismólogos, como los ingenieros, en sus respectivos informes y en entrevistasa|
medios de comunicación insistieron en que los riesgos de los terremotos eran evitables, actualiza
y aplicando las normas de construcción; enseñándoles a los habitantes a defenderse de la impri
sación y de la irresponsabilidad que significaba construir al margen de la ciencia y de la técnij
incorporado recomendaciones y precauciones que ya eran comunes en otros países.

TEMPORALES DE 1965

Un fuerte temporal de viento y lluvia de larga duración cubrió a veintidós provincias desdelj
primeros días de julio hasta mediados de agosto de 1965. Los daños ocasionados al país, ene
oportunidad, fueron nuevamente en viviendas, obras públicas, agricultura, electrificación y bosqi
Fueron sucesivos frentes de mal tiempo que dajaron alrededor de un centenar de muert
quince mil damnificados, puentes cortados, carreteras interrumpidas, derrumbes en los cerros.gn
aislados y sin víveres, barcos hundidos que determinaron que el Gobierno decretara "zonad
catástrof e"desde Atacama a Aisén; girara fondos con cargo al dos por ciento constitucional y en
treinta y tres millones de escudos, para contribuir a resolver los problemas más urgentes.
El primer temporal azotó a Concepción los primeros días de julio; destrozó el puente carrel
sobre el río Bío Bío en cuarenta y cinco metros, aislando Arauco de Concepción; derrumbes en ele
Chepe sobre dieciocho "callampas" dejaron cuatro muertos y sobre cien damnificados.
En los mismos díaS, la provincia de Aisén soportó temperaturas de veintiocho grados bajo (
los ríos se congelaron, la nieve impidió el tránsito entre las ciudades y poblados. Río Backer,(
Chico, Cochrane, Puerto Aisén y Coihaique quedaron aislados; murieron cientos de anirráj
reventaron las cañerías de agua potable, el suministro de energía eléctrica y las comunicacioi
telefónicas se interrumpieron. En Coihaique cayeron parte de las instalaciones del regimiento y en{
hospital hubo un incendio que se extinguió con aguas servidas, los enfermos fueron trasladados^
avión a Puerto Montt. Faltó leña, medicamentos, alimentos y vestuario. El ministerio del Interiore
ropa por avión, desde Santiago; la Empresa de Comercio Agrícola hizo un préstamo a la goben
de Coihaique por veinte mil escudos, en alimentos; se abrieron préstamos de auxilio a travésdelj
cajas de previsión.
Entre el 23 y el 27 de julio otro frente de mal tiempo se extendió entre Atacama y Parral.
Más de un metro de nieve cubrió los yacimientos de fierro y cobre entre Atacama y Coquiu
paralizando las faenas extractivas durante varios días.
En Valparaíso quedaron tres muertos, varios heridos y centenares de damnificados porl
derrumbes de numerosas casas, cuyas murallas ya dañadas por el sismo de marzo, se reblandecieq
con el exceso de agua. Deslizamientos de tierra provocaron daños en los caminos y taparonc
toneladas de lodo los cauces, no permitiendo el trafico vehicular.
En Santiago hubo derrumbes en los barrios céntricos, se cayeron murallas que también^
encontraban dañadas por el terremoto de marzo. Las poblaciones ubicadas en los sectores del

326
Barrancas y Vivaceta se inundaron, obligando a Carabineros y bomberos a evacuar a cientos de
damnificados.
Hacia el sur se desbordaron la mayoría de los ríos y esteros, obstruyendo los caminos,
ocasionando pérdidas en la agricultura, muerte del ganado, aislando ciudades y poblados. El puente
Puangue, ubicado sobre el río del mismo nombre, diez kilómetros al norte de Talca y el puente
carretero sobre el río Malleco se destruyeron interrumpiendo todo el tráfico por la carretera Paname-
ricana; el primero fue reparado en cincuenta y siete horas y el segundo en cuarenta días.
En la provincia de Curicó hubo daños en las obras de vialidad y sanitarias, en las viviendas y
en las escuelas. En la ciudad, la población Dragones fue la más damnificada, la mayoría de sus
habitantes fueron trasladados al regimiento.
Constitución y Curepto quedaron aisladas varios días, la segunda prácticamente bajo el agua,
lo mismo que pequeños poblados de los alrededores; la aviación civil de Talca prestó ayuda,
rescatando a las familias o dejándoles caer bolsas con alimentos.
En la provincia de Talca los afectados fueron más de seis mil; hubo del orden de dos mil
viviendas destruidas. La ciudad quedó sin energía eléctrica varios días; los barrios marginales se
anegaron, se abrieron treinta y dos albergues y se suspendieron las clases.
En la provincia de Linares, Yerbas Buenas, San Javier, Loncomilla y Parral tuvieron todo tipo
de daños; en la ciudad de Linares, las poblaciones Zarate, Guadalupe y Las Gredas se anegaron. Los
damnificados fueron del orden de las dos mil familias.
Por la destrucción de la mayoría de los caminos transversales IANSA perdió diariamente
alrededor de cincuenta mil escudos, al no poder transportar los productos.
El Gobierno distribuyó toneladas de alimentos y vestuario para los damnificados. El ministro de
Obras Públicas dispuso las reparaciones de urgencia de las vías de comunicación dañadas, después
de un recorrido por el sur, mientras el ministro de Agricultura viajó al norte para imponerse de los daños
en esa zona. Hasta el 30 de julio se habían girado doscientos cincuenta y cuatro mil quinientos escudos
con cargo al dos por ciento constitucional y ochenta y dos mil seiscientos escudos con cargo a la ley
de Régimen Interior. Se dispuso la inmediata reconstrucción del hospital de Coihaique y el envío de
medicamentos para prevenir epidemias.
Dos sucesivos temporales azotaron el territorio entre el 8 y el 15 de agosto. El primero
prácticamente arrasó con la isla Robinson Crusoe del archipiélago de Juan Fernández. Vientos
huracanados de cerca de cien kilómetros por hora derrumbaron viviendas, cayeron árboles centena-
rios y los cables de la energía eléctrica; la rampa de aviones quedó bajo dos metros de piedras; la
caleta fiscal y el muelle de una empresa particular se destruyeron; el cementerio tuvo destrozos del
orden del ochenta por ciento; en algunos lugares la playa cambió de configuración y el mar ganó
terreno a la bahía.
En Santiago el viento y la lluvia derribaron árboles, decenas de postes aplastaron otras tantas
viviendas; numerosos barrios quedaron sin energía eléctrica y sin agua potable; tres menores
perecieron aplastados por el techo, en un colegio. El río Cautín arrasó con el andamiaje del nuevo
puente carretero que debía unir a Temuco con la carretera Panamericana. Se cortaron las comunica-
ciones de Santiago con parte de la zona sur. Los caminos de las provincias de Aconcagua, Cautín y
Osorno se inundaron.
El nuevo temporal se desencadenó el día 11 de agosto, abarcando desde Antofagasta hasta
Chiloé.
En Antofagasta, las olas alcanzaron quince metros de altura, destruyeron el faro, quinientos
metros de la nueva Avenida Costanera, más de trescientos metros de la vía férrea, cables de alta
tensión y oficinas ubicadas en el puerto; una goleta de la universidad del Norte encalló en los requerios.
Alrededor de quince mil fueron los damnificados en la provincia de Coquimbo por pérdidas de
viviendas y siembras. En La Serena, Carabineros evacuaron a numerosos parceleros, principalmente
del sector de Peñuelas; varios faluchos y remolcadores se destrozaron, lo mismo que el rompeolas

327
de Guayacán, en el puerto de Coquimbo. La mayor parte de los habitantes de Ovalle se anegaroaj
embalse Los Maquis se desbordó, sepultando viviendas, animales y sembrados. La carretel
Panamericana se destruyó en cinco partes entre Mantos Hornillos y Las Chucas y la vía férreatuij
destrozos entre La Paloma y La Calera, provocando el bloqueo total del transporte por tierra.
En Petorca, La Ligua, Longotoma, Quillota, Los Nogales, Quilpué, Villa Alemana, Pefiablan
Limache, La Calera, La Cruz, Puchuncaví, Quintero, Casablanca los damnificados sumaron másd
cinco mil personas que fueron ubicadas en estadios, escuelas, recintos policiales, de bor
municipales y del Ejército. Los ríos y esteros se desbordaron arrasando con las poblaciones ribereña
las pequeñas industrias caseras, crianza de aves y animales y con los caminos transversales. E
Limache se desbordó el tranque Pelumpén y en Quillota, los tranques Lliu Lliu y Cochagua.
Las inundaciones en Llolleo y San Antonio obligaron a parte de los habitantes a refugiarse a
los cerros; luego fueron trasladados a albergues provisorios.
Mas de sesenta derrumbes en los cerros provocaron la destrucción de viviendas y anegarwi
tos en Valparaíso. Miles de damnificados fueron trasladados al estadio, retenes, comisarías]
escuelas.
Viña del Mar quedó sin defensas costeras, sin playas - la arena prácticamente fue arrasadap
el mar - y con las instalaciones de la mayoría de los balnearios destruidas; se inundaron edificiosi
departamentos ubicados frente al mary los subterráneos del casino; las aguas del estero MargaMaij
sobrepasaron los puentes; se anegaron las poblaciones Gómez Carreño, Santa Inés y Recreo;!
derrumbó el puente El Olivar aislando al sector de El Salto; se rompió la cañería subterránea dec
y descarga de la planta Copec, en Las Salinas; la planta elevadora de agua potable de Concón,q
surtía a Valparaíso y Viña del Mar quedó inutilizada, obligando a implantar racionamiento en la zon
En Concón, el río Aconcagua anegó las poblaciones ubicadas en sus orillas.
En Santiago, la crecida del río Mapocho destrozó los puentes de Lo Curro, del club de polo E
Cristóbal y el de Américo Vespucio; hacia el poniente inundo las poblaciones El Esfuerzo, El Ejen
Nueva Matucana, Lo Franco, Coló Coló, La Haciendita, Paula Jaraquemada, Cooperativa Quiñi
Normal. También se desbordó el canal San Carlos frente a la avenida Bilbao, a la avenida Ossa.ali
calles Eliecer Parada y Príncipe de Gales; en general, las calles del barrio alto quedaron convertid
en verdaderos ríos. El suministro de agua potable y energía eléctrica se interrumpió en varios secto
gran cantidad de letreros luminosos y árboles quedaron en el suelo; el ventarrón voló las fonolitas)
luego, las viviendas se revinieron con la lluvia. Ciento fueron los pobladores que se inundaron con lo
desbordes del río Mapocho; sólo en la comuna de Quinta Normal se contabilizaron treinta mil persort
a la mayoría de las cuales el río les llevó sus casas o se las anegó, alcanzando en algunos sectorf
más de un metro de altura. El tráfico ferroviario a Valparaíso se interrumpió por derrumbes en I
cerros.
La provincia de O'Higgins que se había salvado de los temporales anteriores, esta vez sufrió^
inundación de la mayoría de sus poblaciones. Machalí quedó aislada varios días y con las calí
intransitables. El ferrocarril a Sewell quedó cortado en varios tramos, a causa de rodados.
Más de once mil habitantes de Constitución y sus alrededores quedaron nuevamente aisle
con este temporal. En la ciudad, decenas de árboles y postes cayeron sobre las casas, que tuvie
destrozos de costosa reparación. El río Maule inundó los terrenos de cultivo y arrasó con las peque
caletas ubicadas en su desembocadura. EL poblado de Putú estuvo sin víveres durante varios días
Los caminos y la vía férrea de la provincia de Talca se interrumpieron, principalmente [
desborde de los ríos y esteros.
En la provincia de Concepción hubo del orden de los cinco mil damnificados, como consecu
cia de las intensas lluvias y los desbordes de los ríos. La capital de la provincia quedó aislada;
derrumbes que obstruyeron los caminos y la vía férrea. Dos personas murieron aplastadas |
murallas. En Coronel, el mar inundó más de trescientas casas de la población Lo Rojas; los habitan!
fueron trasladados a escuelas y a la guarnición militar. En Talcahuano también perecieron dof
personas aplastadas por murallas. En Tomé se hundió el muelle antiguo y una decena de f amiliasfi

328
evacuada a escuelas de Dichato. Alrededor de tres millones de escudos fue el avalúo de los daños
en rubro caminero de esta provincia.
Las escampavía Janequeo, con más de cincuenta marinos a bordo se hundió frente a la
provincia de Osomo.
En Puerto Montt el mar arrasó con el muelle y el viento provocó un incendio en la avenida
España. El vapor Carlos Haverbeck encallado frente a Corral desde el terremoto de 1960, terminó de
hundirse.
Chiloé sufrió los efectos de las lluvias y de un huracán que barrió con modestas viviendas y voló
gran cantidad de techos. Luego, el 14 de agosto, una enorme crecida de la marea, con olas de más
de diez metros, obligó a los isleños a evacuar sus casas, llevándose sus enseres a las partes altas.
En Queilén.la lluvia, el viento y la alta marea provocaron daños en la agricultura, perdiéndose los
sembrados y en la ganadería, al perecer cientos de animales. En el sector de Pudeto, en Ancud, la
cancha de aviación y gran cantidad de viviendas se inundaron, quedando aislada la población.
Dos rodados precipitaron una tragedia a pocos metros del hotel Portillo, donde todo estaba listo,
para dar comienzo, el domingo 15, al campeonato premundial de esquí, con la participación de once
países. Cayeron cientos de toneladas de nieve, piedras y barro sobre la denominada "casa redonda",
sólida construcción de piedra, levantada en 1922; cinco personas murieron y otras dos quedaron
heridas.
El mismo día 15, otra gigantesca avalancha de nieve arrasó con casas y habitantes en Puente
del Inca, a treinta kilómetros de la frontera con Argentina; uno de los sectores de alud se precipitó sobre
el hotel de turismo, cubriéndolo totalmente en escasos minutos. En el sector opuesto al hotel se
encontraba el regimiento de esquiadores de Alta Montaña, que inició las labores de recate; decenas
de muertos quedaron atrapados entre los escombros.
Otro gigantesco alud cayó sobre el sector de Caracoles; diez metros de nieve sepultaron a
cuarenta y tres personas; otras seiscientas quedaron bloqueadas en los caseríos cercanos, sin poder
llegar a los puestos de auxilio. Los rodados asolaron la región más de una semana; las vías terrestre
y férrea estuvieron intransitables durante bastante tiempo.
Ese domingo 15, otro rodado se desprendió del cerro, sepultando a cinco obreros que estaban
despejando el camino hacía la mina La Disputada de Las Condes.
Toda la ayuda, tanto estatal, como privada se hizo escasa. La línea Aérea Nacional estableció
un puente aéreo entre Santiago y La Serena. El Gobierno, en uso de las facultades que le otorgaba
el título I de la ley N916.282, recién promulgada, decretó "zona de catástrofe" para las comunas de
veintidós provincias , de Atacama a Aisén; giró quinientos ochenta mil escudos, con cargo al dos por
ciento constitucional, para repartir entre las provincias damnificadas; emitió treinta y tres millones de
escudos, para resolver los problemas más urgentes; se prorrogó por algunos días la cancelación de
impuestos. La ayuda que el Estado prestó a los damnificados se entregó a través de las intendencias,
gobernaciones y subdelegaciones, los que efectuaron la distribución en las respectivas comunas. Se
construyeron dieciseis mil novecientos diecinueve viviendas de emergencia para los damnificados por
estos temporales; se adelantaron las vacaciones de septiembre y la carne fresca que no pudo
importarse desde Argentina, por la interrupción de las comunicaciones terrestres, fue suplida por carne
congelada.

INUNDACIONES EN LA PROVINCIA DE AISEN EN 1966

Las comunas déla provincia de Aisé n fueron declaradas "zona de catástrofes" en mayo de 1966,
a raíz de que un temporal que duró tres días dejó varios muertos, miles de damnificados y todo tipo

329
de daños en las ciudades y el campo.
Se desbordaron los ríos Simpson, Coihaique, Aisén y Cerrentoso. Las ciudades de I
Coihaique, Balmaceda y Puerto Ingeniero Ibañez y los poblados interiores quedaron aislados. I
Aisén tenía alrededor de seis kilómetros cuadrados y quedó sólo con una extensión de tres!
seis manzanas libres de la inundación; el resto fue un gigantesco mar de treinta kilómetros deif
y de todo lo ancho de la hoya hidrográfica. Por lo menos dos días, el ochenta por ciento de lase
quedaron cubiertas por el agua del río que también arrasó con personas, animales, maquinar!
árboles. Hubo más de tres mil damnificados.
Coihaique durante varios días sólo tuvo energía eléctrica por horas, abastecida con motord
emergencia, la mayoría de la postación cayó con el temporal. Las cañerías de agua potabli
obstruyeron; el abastecimiento se efectuó con carro-bombas, barriles y chuicos. La fiesta!
conmemoración del 21 de mayo se suspendió, las tropas del regimiento se abocaron a aten
cientos de damnificados y a despejar los caminos.
Los derrumbes en los cerros causaron la desaparición de una parte de los terrenos depas)
y la muerte de miles de animales. En la localidad denominada Emperador Guillermo, un i
devastó un campamento de la dirección de Vialidad, dejando nueve muertos. En Villa Man¡huales|
rodado arrasó con viviendas que dejaron dos mil damnificados.
Los daños se calcularon en diez mil escudos, sin incluir los destrozos que afectaron aj
particulares. El subsecretario del Interior visitó la zona amagada. Se enviaron miles de
alimentos, planchas de zinc, equipos de radiocomunicaciones, dinamita, herramientas, parí
petróleo y maquinarias para reparar los caminos, en los buques Prat, Lautaro y la escampavía Yelj
además de dos helicópteros para transportar auxilio a los lugares aislados.

PLAGA DE LA MOSCA OE LA FRUTA EL AÑO 1966

En abril de 1966 se detectó la mosca de la fruta en el barrio alto de Santiago. Se inició una inteij
campaña con aviones cisterna cargados con insecticidas y otros elementos que fumigaron los carr
jardines, canchas deportivas, potreros, avenidas, edificios y todos los lugares donde
desarrollarse la mosca, en el sector comprendido entre Jos faldeos de la cordillera, el río Map
las calles Rodrigo de Araya y Vicuña Mackenna.
El programa de desinfección estuvo a cargo del departamento de Defensa Agrícola \o de Agricult

cincuenta mil escudos, dispuesto del dos por ciento constitucional. La "operación mosca" como se|
llamó, tuvo, incluso, un teléfono a disposición del público que cooperó informando sobre los lugar
donde se detectaba el insecto.
Estados Unidos de Norteamérica colaboró enviando un técnico del departamento de Controli
Pestes Vegetales del Estado de FLorida, para asesorar a los especialistas chilenos; donó materij
facilitó otra parte, en préstamo.
Con la ayuda internacional y doscientos funcionarios chilenos, se formó un cerco, desde AríJ
a Chillan. Se efectuó un tratamiento con fumigación aérea que duró siete meses.

SISMO EN TALTAL EN 1966

El sismo que el 28 de diciembre de 1966, pasadas las cuatro de la mañana sacudió a Taltal, I
creer al público que escuchó la noticia, que era una broma de "día de inocentes". Se sintió i

330
\a y La S

de Chile.
En Taltal tuvo una intensidad de grado ocho en la escala internacional de Mercalli. Hubo tres
muertos, seis heridos graves, un número indeterminado de heridos leves, cientos de familias
damnificadas, medio ciento de viviendas destruidas, varios edificios en peligro de derrumbarse,
interrupción en los suministros de agua potable y energía eléctrica y de las comunicaciones
telegráficas. El único diario que había en la localidad, La Voz del Pueblo, se publicaba desde hacía
sesenta y cinco años, no volvió a aparecer a causa de la destrucción total de la vieja maquinaria. En
los días subsiguientes continuó temblando y hubo sicosis colectiva entre Arica y Coquimbo, portemor
a un maremoto.
El Gobierno en uso de las facultades de la ley Ns-\6.282, decretó "zona de catástrofe" para la
comuna damnificada. Se dispuso la demolición de cuarenta y dos casas y de los inmuebles del Banco
del Estado, del Club de Leones y del único teatro. Se aplicó un plan de emergencia que contempló los
rubros de salud, reposición rápida de los servicios de utilidad pública y viviendas. Los medicamentos
se transportaron desde Antofagasta; la Oficina de Emergencia del ministerio del Interior debutó con
esta catástrofe; envió mediaguas y la ayuda necesaria en vestuario. La Empresa de Comercio
Agrícola, por instrucciones del Gobierno, entregó alimentos, con cargo al dos porciento constitucional.

FIEBRE AFTOSA ENTRE LOS AÑOS 1945 Y 1971

Hubo epizootias de aftosa en 1945,1950,1956,1960,1962,1964,1970 y 1971. Los virus que


atacaron al ganado se identificaron como A, C y O.
Según las cifras del censo ganadero oficial de 1955, existían en el país noventa y un mil
novecientos cuarenta y siete propiedades rurales con ganado bovino en las provincias afectadas por
fiebre aftosa, con una población de dos millones novecientos setenta y nueve mil ochocientos
animales.
Un estudio efectuado para el período 1954-1957, por el ministerio de Agricultura, en el
departamento de Chillan reveló que, en promedio, el quince porciento de las propiedades estuvieron
anualmente afectadas de fiebre aftosa, con una morbilidad media sobre toda la población del
departamento, de un cuatro por ciento y una letalidad de ocho décimas por ciento. El departamento
de Chillan estaba sujeto a un programa oficial de vacunaciones antiaftosas regulares, que abarcaba
más o menos, a la mitad de la población bovina, dentro de un plan piloto que comprendía las provincias
de Maule, Nuble y Concepción. En Parral, no contemplado en este plan, la morbilidad en los predios
afectados de aftosa, fue cuatro veces superior y la letalidad, cinco veces más alta, en el mismo período.
En 1964 el brote de la epizootia afectó alrededor del sesenta por ciento de los fundos de uno
de los departamentos de la provincia de Llanquihue, con una morbilidad general del cuarenta porciento
de la población bovina.
En 1967 se registraron ciento cincuenta focos de la epizootia en todo el país; a raíz de esta
situación y de las que se habían producido entre 1962 y 1964 se inició una campaña nacional para
evitar la repetición de la enfermedad.
Entre los últimos días de diciembre de 1969 y los primeros días de enero de 1970 apareció un
foco de aftosa en Magallanes, que había sido tradicionalmente, zona libre de la epizootia. Aparecieron
cinco focos en la comuna de Magallanes, entre enero y febrero de 1970, y dos en la comuna de
Primavera-Tierra del Fuego, en marzo del mismo año. Para evitar la propagación del mal se
sacrificaron un mil quinientos doce animales de la comuna de Magallanes y catorce mil noventa y seis,
en la comuna Primavera, en total fueron quince mil seiscientos ocho animales sacrificados. De éstos,
quinientos cuarenta y uno eran bovinos; catorce mil cuatrocientos ochenta y tres ovinos y quinientos

331

ij
ochenta y cuatro porcinos. En la comuna de Magallanes se complementaron las medidas de sacrificio,!
beneficiando todos los bovinos, ovinos y porcinos existentes en un área de veinticinco kilómetros!
cuadrados alrededor del matadero municipal de Punta Arenas y que al examen se observaron como
totalmente sanos. Se beneficiaron seiscientas veinticuatro cabezas, en total, destinándose la carne |
al consumo de la población.
Aparentemente, el foco aftoso se produjo por la internación desde el centro del país hacia!
Magallanes, de productos que nunca debieron enviarse, como forraje, cecinas, queso o mantequilla.I
El virus detectado fue el denominado O, susceptible de sobrevivir en la carne para el consu mo humano I
y en los productos de origen animal. Se declaró a las comunas ya señaladas, como "zona afectada!
de fiebre aftosa"; se autorizaron ocho millones quinientos sesenta y cinco mil trescientos noventayj
nueve escudos, con cargo al dos por ciento constitucional en el año 1970, para financiar las medidas!
indispensables, entre otras, la cancelación de indemnizaciones a los ganaderos damnificados,!
decomiso de mercaderías, clausura de establecimientos, etc.
Se adoptaron estrictas disposiciones sanitarias, prohibiendo el tránsito y el transporte del
animales, productos y subproductos de origen animal hacia y desde las comunas afectada; sel
suspendió el tráfico marítimo por caletas y puertos de Isla Grande de Tierra del Fuego; se clausuraron!
los caminos que circunscribían los focos, controlándose con barreras militares, y los que fueron!
autorizados a pasar, se les desinfectó, tanto a los conductores, como a acompañantes y a la carga;!
se controló y desinfectó, asimismo, a los pasajeros, equipajes y cargas en puertos y aeropuertos; sel
estableció una franja de seguridad al sur; se declaró obligatorio para todos los propietarios de animales I
de las comunas afectadas, la aplicación de medidas sanitarias de control, aseo y desinfección!
determinados por el Servicio Agrícola y Ganadero; se clausuraron los predios sospechosos, con!
prohibición del tránsito de animales y transporte de objetos que pudieran estar contaminados, fuera I
de los límites de la propiedad clausurada; se prohibió la venta, consumo y comercialización del
animales con aftosa o sospechosos de estarlo; se prohibió el arreo de animales en el departamento I
de Punta Arenas, como también el baño, esquila o cualquier otro manejo. Se clausuraron y I
desinfectaron los mataderos de Punta Arenas y Río Side, en Tierra del Fuego; se hicieron inspecciones I
por tierra y aire, diariamente, en los sectores amagados y se comprobaron todas las denuncias!
recibidas. Se formó un comité coordinador de defensa agropecuaria con los ganaderos de la zona. SI
servicio Agrícola y Ganadero, además de tomar estas drásticas medidas, instruyó un sumario para]
conocer las causas de la introducción de la epizootia en Magallanes.
El año 1970 hubo un mil sesenta y un focos de aftosa en todo el país; a partir de ese año se aplicó!
el plan nacional de control de la fiebre aftosa, cuyo objeto fue controlar la enfermedad y avanzar hacia I
su posterior erradicación. El año 1971 los focos de la epidemia bajaron a quinientos quince enlodo!
el territorio. Años después, en 1980, Chile se declaró como libre de fiebre aftosa todo el territoriodel|
país.

SEQUÍA EN 1967

Un año seco, con fuertes heladas hubo en el Norte Chico y en la zona central durante 1967.Losl
agricultores trataron de defender sus siembras con "chonchones" a petróleo o kerosene, lo que en la!
zona central les significó una pérdida del orden de los treinta y cinco a los cuarenta mil escudos. La!
falta de agua, en julio de 1967 significó problemas con las siembras de "raps" y retraso enlal
germinación de los cereales; en esferas oficiales se estimaron pérdidas del treinta por ciento enlal
producción de apios, del veintisiete por ciento en las lechugas, del veintitrés por ciento en los ajos, del|
tres por ciento en las arvejas y del noventa por ciento en las coliflores.
El Gobierno declaró "zona de emergencia" de Coquimbo a Colchagua, disponiendo normasdej

332
resguardo para los productores y defensa para los consumidores, interviniendo las vegas; decretando
precios oficiales para determinados productos y estableciendo veda de vacunos.
La Sociedad Nacional de Agricultura y el Consorcio de Sociedades Agrícolas del Sur no
estuvieron de acuerdo con algunas de las medidas tomadas por el Gobierno, principalmente en lo
referente a la veda de vacunos, que aseguraron que se hacía para bajar los índices de precios al
consumidor, incentivando la compra de sustitutos, en desmendro de los vacunos, que con la falta de
pastos enflaquecieron y que en algunos casos, llegaron a morir. Solicitaron créditos, aplazamientos
para algunos compromisos y facilidades para nuevas adquisiciones.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1967

Entre el 1 y el 2 de agosto de 1967, un fuerte temporal de viento, lluvia y nieve azotó a la provincia
de Antofagasta. A más de treinta centímetros llegó la nieve en los sectores de pampa Pimiento, en
las minas Julia, Raposo, Oficina Alemana, en el poblado Los Vientos e incluso en el camino longitudinal
que une a Antofagasta con Taltal, principalmente en Sierra Vicuña Mackenna, dejando el camino
intransitable. En la ciudad de Antofagasta el viento voló calaminas, fonolitas, árboles y letreros
luminosos, obligando a suspender el tráfico de vehículos y el peatonal.
Pocos días después, el 26 de agosto, un corto, pero intenso frente de mal tiempo afectó a
Iquique, Antofagasta y Copiapó. En Iquique, el viento con una velocidad de noventa nudos por hora
arrancó las techumbres e interrumpió los medios de comunicación y de transporte. La lluvia dejó daños
en Camina, Chusmisa, Chiapa, Mocha e Isluga.
En Antofagasta cayeron, en seis horas, nueve milímetros y medios de agua. En las poblaciones
periféricas Prat, Lautaro, Vista Hermosa, José Papic, El Ancla, Chile, Rosa Ester Alessandri y Ana
Giglia Zapata se destruyeron los techos y se anegaron gran cantidad de viviendas. Hubo destrozos
en las bodegas aduaneras, parte de la mercadería en tránsito hacia Solivia se deterioró, principalmente
la que estaba a la intemperie.
C
En Copiapó quedaron los caminos bloqueados por derrumbes en los cerros, reblandecidos por
el temporal. En Chañara! el edificio efe la gobernación sufrió serios destrozos; por lo menos el setenta
por ciento de las viviendas rurales y suburbanas tuvieron algún tipo de daños. Pueblo Hundido,
Potrerillos, El Salvador e Inca de Oro también sufrieron las consecuencias del frente de mal tiempo.
El 28 de septiembre del mismo año 1967, desbordes del río Las Minas, en Punta Arenas,
ocasionó anegamientos y destrozos diversos en sesenta manzanas de viviendas.
El 2 de noviembre de 1967, una copiosa lluvia causó destrozos en Arica, afectando poblaciones
periféricas, principalmente en la Juan Noé y en Los Areneros; se interrumpió el suministro de la energía
eléctrica y se inundó el aeropuerto. Nevó en Codpa, donde cayeron algunas viviendas, los damnifica-
dos fueron trasladados a la escuela del poblado. También hubo daños en la agricultura del valle de
Azapa.

SISMO EN LA SERENA Y COQUIMBO EN 1967

Un gran susto y daños diversos dejó el violento temblor que se sintió en La Serena y Coquimbo
el 26 de septiembre de 1967, diez minutos pasado el medio día. En La Serena hubo quebrazón de
vidrios en algunos establecimientos escolares y daños en los equipos de laboratorio en el centro de
investigaciones de la universidad de Chile, instalado en el cerro El Pino. En Coquimbo, la mayoría de

333
las familias que tenían sus viviendas ubicadas en los faldeos de los cerros resultaron damnific
también hubo deterioros en las edificaciones antiguas, principalmente en las que existían esta
mientos comerciales, donde cayeron cornisas, murallas y anaqueles. Las autoridades provin
organizaron la ayuda para los damnificados. El subsecretario del Interior y el jefe de la Oficinaj
Emergencia viajaron a la zona a imponerse de los daños.

TERREMOTO EN TOCOPILLA EN 1967

Cinco minutos antes de las once de la noche del 20 de diciembre de 1967, un sismo grados|
de intensidad en la escala de Mercalli, remeció a Tocopilla. Hubo un muerto y dos heridos ga
interrupción de las comunicaciones, deterioros en obras públicas por un valor de un millón cuatrf
tos mil escudos, el ochenta por ciento de las viviendas quedó en malas condiciones y el vein
ciento inhabitables; tenía en esa fecha del orden de los treinta mil habitantes.
El Gobierno decretó "zona de catástrofe" para la comuna, enviando desde Santiago, poravl
carpas, mediaguas y planchas de zinc, para el auxilio inmediato.
A través de la llamada "operación sitio" se permitió a los arrendatarios cuyas viviendasc
ser demolidas, obtener un lugar para las viviendas de emergencia. El programa estuvo a cargod
Oficina de Emergencia del ministerio del Interior. En treinta días se habilitaron con medios!
urbanización mínima, seiscientas casas de emergencia, trabajo que se realizó con personal!
Ejército y la colaboración de los damnificados. Las viviendas se entregaron con diversos tiposj
créditos, de acuerdo a las condiciones económicas de los afectados.

ERUPCIÓN EN LA ISLA DECEPCIÓN EN 1967

El 4 de diciembre de 1967, los pobladores de la Antártida fueron sorprendidos por viola


explosiones y un extraño estremecimiento que llegó a percibirse claramente hasta en los barcos,)
el Piloto Pardo, que navegaba en la zona. Dos cráteres volcánicos aparecieron en plena actividi
menos de una milla de la costa, en bahía Foster, el gran lago marino de la isla que se llama Dece
La erupción dio origen a la formación de dos islas; fue seguida de una humareda de más de tresj
pies de altura y de una lluvia de piedras que alcanzó las instalaciones de la base Pedro AguirreCe|
y hasta las naves situadas a varias millas. El pánico fue general y provocó daños y una sitúa
peligrosa para la gente de las tres bases que existían en el sector, la chilena, la argentina y la bit
La frecuencia de la lluvia de piedras obligó a los aviadores de la base chilena a pedir auxilio, capí
el mensaje el barco Piloto Pardo, cuyo comandante ordenó la evacuación por medio de helicópte^
ese mismo día se había efectuado el cambio de mando en la base. La isla fue abandonada portt
las dotaciones sin que se registraran desgracias personales.
La actividad volcánica continuó por varios días; el mar interior de la isla estuvo en ebullictij
entraron en actividad algunas fu marolas. El año anterior, en 1966, los sismógrafos habían regisl
más de mil movimientos locales de pequeña intensidad; en el lugar habían siempre signos de acto
volcánica incorporados al paisaje de la zona. La erupción anterior se había registrado en 1842.J
Por lo menos había dos estudios sobre la estructura de la isla Decepción. Uno de ellos rea
por la expedición francesa del doctor Charcot, publicada en el Boletín del Servicio Sismológico del
Anales de la Universidad, en 1910, que daba cuenta de las investigaciones realizadas enlal
Decepción, "un antiguo volcán destrozado y desmantelado", y un estudio geológico publicadoenisf

334
que establecía que la isla Decepción "es una caldera formada por el hundimiento de un grupo de cuatro
volcanes primitivos, lo que origina su característica forma de herradura".

INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES EN 1967 Y 1968

El Derby corrido el domingo 26 de enero de 1968, en el Sporting Club, fue la causa indirecta
del incendio de la población Gómez Carreño, en Viña del Mar. Después de las carreras, los cuidadores
del sporting juntaron los boletos y desperdicios y les prendieron fuego. Las llamas tomaron rápido
incremento y papeles encendidos volaron hasta caer en los árboles de la Cañadilla Country Club; allí
con el calor reinante, los árboles entraron en combustión, generalizando el fuego en algunas horas.
Las llamas subieron por Santa Inés y el lunes empezaron a arrasar con los bosques, atravesaron
el camino y prendieron las casas de la población Gómez Carreño. La falta de agua en los lugares altos,
el viento y el calor ayudaron a la propagación del siniestro. Ardieron ciento cuarenta y dos viviendas
habitadas por funcionarios de Carabineros y de la Armada y quedaron seiscientos ochenta y ocho
damnificados. En el curso-de la mañana del lunes, el incendio se propagó a otras poblaciones de Viña
del Mar. Dotaciones de bomberos, carabineros, marineros y voluntarios de la Defensa Civil ayudaron
a la extinción.
Como el fuego avanzaba en todas direcciones, la comandancia en jefe de la Primera Zona Naval
dispuso el acuartelamiento de todos sus efectivos destacados en el Puerto y se designaron brigadas
permanentes para proteger los polvorines de la Armada, ubicados en Las Salinas. Novecientos
hombres abrieron heridos y cavaron trincheras para impedir étpaso del incendio hacia la zona de los
arsenales. Las llamas avanzaron por la calle Miraflores hasta el parque municipal de Sausalrto, por el
Granadillas Country Club, por la zona de Las Salinas y por los faldeos de Reñaca. Mientras tanto,
funcionarios de la Oficina de Emergencia, dirigidos por el subsecretario del Interior montaron un cuartel
general en la escuela de ingeniería, en Las Salinas, arbitrando las medidas necesarias para atender
a la población.
Una parte de los damnificados fueron ubicados en un sector recién terminado de la misma
población Gómez Carreño; otros trasladados a un supermercado y a un ex-estadio en Valparaíso;
algunos fueron instalados en el estadio Sausalito y el resto en casas de familiares o amigos.
Hubo seis lesionados; los daños se calcularon en cinco millones de escudos.
En los mismos días hubo otros cuatro incendios forestales en las partes altas de Viña del Mar,
dos en fundos de Limache y uno en Quillota.
Media hora antes de la medianoche del 12 de enero de 1968 una fuerte presión en las cañerías
de la Sociedad Nacional de Oleoductos, a cuatro kilómetros del centro de San Femando, se produjo
una fuerte explosión ocasionando la quebrazón de una ampolleta, que originó un rápido e inmenso
incendio, con llamas de más de cincuenta metros de altura. El oleoducto nacía en Concepción y
transportaba gas propano. Más o menos a trescientos metros de la explosión se encontraba el terminal
de Sonacol que distribuía gas y petróleo a los estanques de la Esso, Shell y Copec y cerca estaba el
terminal de la Empresa Nacional de Petróleos que guardaba veinticuatro estanques con doscientos
metros cúbicos, cada uno, llenos de combustibles.
Estas circunstancias y la fuerte explosión, llevaron a los habitantes del sector a evacuar sus
casas, llevando lo más valioso que tenían; se dirigieron al centro de San Fernando y por la carretera,
hacia el norte y el sur.
Se cortaron las llaves de paso del oleoducto, en las cercanías de Tinguiririca, las válvulas y
demás centrales. Hubo que esperar que el gas se consumiera, sin embargo no se descartaban nuevas
explosiones. En prevención, acudieron bomberos de Requinoa, Rengo, Santa Cruz, Chimbarongo y
Nancagua; de los mismos lugares se ofrecieron refuerzos médicos y en el hospital local se hizo

335
'
concurrir a la totalidad de los profesionales. Las autoridades dispusieron la ocupación de las escuel
para los que habían emigrado y la radioemisora inició una transmisión llamando a la calma.
A las siete de la mañana el fuego había consumido el gas que flotaba en el sector y el que quei
en las cañerías, en el tramo de San Fernando a Tinguiririca, y la población pudo volver a sus hogaresj
Entre el 1 y el 25 de enero de 1968 hubo ciento sesenta y tres incendios forestales, carbonizar»
treinta y cinco mil hectáreas de bosques, matorrales y sembrados. En los mismos veinticinco días»
produjeron ciento cincuenta y nueve incendios o amagos, en la ciudad de Santiago, que en unadoceraj
de casos, redujeron a escombros y cenizas, viviendas, muebles y enseres.
Los incendios forestales ocurrieron en Coquimbo, Concepción, Osorno, Cautín y en laszon
rurales de Valparaíso y Santiago.
El incremento de los incendios forestales había llevado al Gobierno, en 1966, a formarunj
comisión integrada por Carabineros, Instituto Forestal y miembros del departamento Forestald
ministerio de Agricultura, para desarrollar un programa de prevención.
La Oficina de Emergencia; los comités de emergencia provinciales; bomberos; Carabineros!
través de la Policía Forestal con ciento cuarenta oficiales y noventa y siete patrullas; el ministerioíf
Agricultura, a través del departamento ya mencionado, estaban abocados, en 1968, a educar¡\n para

ocasionaban pérdidas anuales del orden de los cien millones de escudos.


Cincuenta nuevos focos hubo en la provincia de Cautín, en los primeros días de febrero de 13|
la mayoría ocasionados por la quema de restrojos y roces de matorrales. El ministerio del Interiorp
a disposición del intendente de Cautín, la cantidad de veinte mil escudos, para ayudar a supera|
situación. Se organizaron quinientas brigadas forestales, a cargo del Instituto de Desarrollo Agro
cuario para colaborar con la labor de bomberos y Carabineros en la extinción de los incendios; f
parte, Carabineros sobrevoló diariamente la zona, con el objeto de detectar nuevos focos.
En la provincia de Bío Bío, en la zona de Nacimiento hubo pérdidas calculadas en seiscien)
mil escudos por los incendios de bosques, casas y enseres en los sectores de Coigüe y Negrete.ü
bomberos de Nacimiento poseían material antiguo y escasos voluntarios; además debían redoblara!
esfuerzos preventivos, ya que se había instalado una fábrica de papel de las Industrias Foréstala
En 1968 se ocupan, por primera vez en el país, hidroaviones para el combate y extinción del
incendios forestales, gracias a un convenio celebrado entre el ministerio de Interior de Chile y|
provincia canadiense de Quebec.
Durante la temporada de 1967-1968 se quemaron alrededor de ochenta mil hectáreas!)
bosques en quinientos cincuenta incendios detectados; por ello, los ministerios de Interior y)
tura, conjuntamente con el cuerpo de Carabineros elaboraron un programa de emergencia quej
aplicó en todo el país. El Mensaje Presidencial señala que en la misma época, los daños por inceni
forestales fueron del orden de los ciento cuatro millones trescientos ochenta mil escudos.
El 2 de julio de 1968 se produjo un incendio en el campamento de ferrocarriles de la esta
Baquedano, setenta kilómetros al norte de Antof agasta, por la inflamación de una cocinilla a paral
Hubo dos muertos, veintiséis viviendas destruidas y ciento sesenta y tres damnificados. El fuá
viento, la madera reseca de las casas y la carencia de materiales ayudaron a la propagaciónde|
llamas. Los bomberos de Antofagasta con el auxilio de Carabineros y personal de Sierra Goi
Mantos Blancos lograron la extinción del siniestro. La Oficina de Emergencia del ministerio del Intel
envió alimentos y materiales de construcción.
El 13 de octubre de 1968 hubo un incendio en el Palacio Cousiño, de Santiago, dondel
realizaban refacciones para recibir a la reina Isabel de Inglaterra. Se quemó parte del segundo!
y algunas obras de arte por un valor de varios miles de escudos. La reina fue hospedada en unli
céntrico de la capital.
El último día del año 1968 un siniestro que se originó en un almacén en el cerro Playa/
de Valparaíso, impulsado por el viento sur, arrasó con gran cantidad de bosques de la parte^
formando un verdadero cordón de fuego.
SEQUÍA EN 1968 Y 1969

"La peor sequía en cien años", "situación dramática para nuestro sufrido país"; "terremoto seco",
fueron algunas de las frases que se leyeron en los diarios y revistas capitalinos a partir de julio de 1968,
para gráficar el problema del agro, de la ganadería, de la electricidad, de la alimentación, de la
industria, de la minería y prácticamente, de todos los rubros del quehacer nacional afectado por la falta
de agua. El problema había empezado a originarse en 1967, año relativamente seco, en que, por
ejemplo, en el sector de Lagunillas, cerca de Santiago, hubo sólo veintisiete centímetros de nieve, en
circunstancias que normalmente llegaba a los ciento treinta centímetros.
El año 1968 no hubo lluvias ni nieve. El mismo sector de Lagunillas del ejemplo anterior, en julio
no tenía nada de nieve. Entre Copiapó, donde el déficit alcanzó al cien por ciento y Llanquihue, las
pérdidas fueron enormes. Las provincias más afectadas fueron Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso,
Santiago y O'Higgins.
Se calculó que en el sector agrícola propiamente tal, las pérdidas significaron que hubo un millón
diez mil quintales métricos menos de papas; doscientos ochenta mil quintales métricos menos de
arroz; setecientos setenta y dos mil setecientos cincuenta quintales métricos menos de maíz; además
de menos frijoles, curagüilla, maravilla, remolacha, tabaco, heno, alfalfa, pastos, hasta los árboles
frutales y los viñedos produjeron menos frutas y menos uva. La suma de todas estas pérdidas
totalizaron seiscientos ocho millones ciento treinta y ocho mil escudos.
En la ganadería se calculó que murieron cien mil vacunos, avaluados en cien millones de
escudos; un millón de ovinos avaluados en noventa millones de escudos; por la falta de pastos, la
población ganadera perdió ciento ochenta millones de kilos por un valor de quinientos millones de
escudos; los ovinos sobrevivientes perdieron cuarenta y tres millones de kilos, que sumaron ciento
veintinueve millones de escudos; menos lana, estimada en dos mil cien toneladas, equivalente a seis
millones trescientos mil escudos y noventa y ocho millones de litros menos en la producción lechera,
sumaron cincuenta y ocho millones ochocientos mil escudos. El total de estas pérdidas alcanzó a la
cifra de novecientos veinticuatro millones cien mil escudos.
Se estimó que cuatrocientos veintinueve mil ciento catorce trabajadores y pequeños propieta-
rios agrícolas quedaron cesantes, los que con sus grupos familiares alcanzaban a un millón seiscientas
mil personas. Los estudios indicaron que de éstos, veintiocho mil cuatrocientos cuarenta y seis eran
de las provincias de Atacama y Coquimbo; en Aconcagua y Valparaíso habían treinta y dos mil
ochocientos sesenta y tres cesantes; en Santiago, ciento diecinueve mil veintitrés; en O'Higgins y
Colchagua , sesenta y un mil cuatrocientos sesenta y cinco; en Curicó y Talca, sesenta y cuatro mil
ochenta y nueve; en Maule y Linares, cincuenta mil doscientos noventa y seis, y en Nuble, setenta y
dos mil novecientos treinta y dos.
En el Norte Chico, unas ciento catorce comunidades y pequeños propietarios que normalmente
. vivían de las siembras de trigo en secano y de la cría de ganado caprino, carecieron de gua hasta para
beber.
El déficit de agua de superficie en ríos, lagos y lagunas fue del ochenta por ciento en la "zona
de crisis", comprendida entre Valparaíso, Aconcagua y Santiago. En otros lugares, el problema no fue
menos crítico; la hoya del Elqui, que normalmente llevaba casi nueve metros cúbicos por segundo, en
1968 llevaba menos de cinco metros cúbicos por segundo; El Liman' bajó de un poco más de once a
tres y medios metros cúbicos por segundo, y el Mapocho descendió de diez y medios a cinco metros
cúbicos por segundo. En las aguas subterráneas también se produjo un notorio descenso, estimán-
dose entre dos y trece metros, en Santiago.
Los principales embalses quedaron casi secos. En julio de 1968, en el tranque Tutuven había
dos y medios millones de metros cúbicos de agua, de una capacidad normal de dieciocho millones;
en el de La Paloma, en la misma fecha, habían treinta y cuatro millones, de una capacidad de
setecientos cuarenta millones de metros cúbicos de agua. En diciembre del mismo año, el tranque

337
Cogotí bajó a cuatro millones, siendo su capacidad deciento cuarenta y cinco millones; el de Pefiuelj
bajó de cuarenta y siete a veintiséis millones, y el de Osasco estaba seco.
El déficit de energía eléctrica fue de doscientos millones de kilowatts en las plantas hidroelj
tricas de ENDESA, por lo que se hicieron funcionar a la máxima capacidad las plantas termoeléctrit
de Ventanas, Renca y Laguna Verde, que funcionaban a carbón. Se consumió toda la produc
existencias de Lota-Schwager, a tal punto que el Gobierno tuvo que autorizar la importac¡ón|
doscientos cincuenta mil toneladas desde los Estados Unidos, Polonia y Alemania Federal.
La catástrofe desbordó el plano agrícola. Afectó también a la industria papelera, tabaqu
tintorera, textil, las de elaboración de alimentos, la conservera, al cobre y a todas las indu
estractivas o manufactureras que usaban agua y electricidad. A modo de ejemplo, la compaftíamfo|
El Teniente tuvo que disminuir en un cincuenta y cinco por ciento la producción delsjnineral dec
en condiciones normales, en ese mineral se extraían diariamente, entre treinta y cinco y treinta yodj
mil toneladas; en agosto de 1968 esa cantidad estaba reducida a no más de veintiuna a veintidoj
mil toneladas, por falta de agua y energ ía, necesarias para el proceso; cada tonelada de mineral tral
requería de una y media a dos toneladas de agua fresca.
El problema se hizo agudo a comienzos de junio y el 13 de ese mes se creó la con
coordinadora para la sequía, asesora del ministro de Agricultura, a cargo de un ingeniero i
integrándola, entre otros, el jefe de la Oficina de Emergencia del ministerio del Interior. MenosdeJ
mes después, el 11 de julio, el Gobierno encaró la situación de manera más drástica y se constl
un comité especial para afrontar esta catástrofe nacional, encabezada por el Presidente di
República e integrada por los ministros del Interior, Agricultura, Economía, Hacienda, Obras Públtáj
Transporte y Defensa, el subsecretario de Agricultura, los presidentes de los Bancos del Es
Central y el vicepresidente de CORFO.
Las medidas tomadas por la Comisión Sequía, asesora del ministro de Agricultura, fueron|
síntesis, la puesta en práctica de un programa de asistencia alimentariagratuita para los damnifici
En una primera instancia se entregó alimentos para treinta y seis mil personas de las once provini
afectadas; posteriormente se amplió el programa a dos mil quinientas familias más, de Linares, TJ
y Curicó. El reparto de alimentos se efectuó a los grupos familiares que tenían ingresos inferió
cincuenta y cinco escudos mensuales. Estos alimentos procedieron de un convenio espedalj
-Gobierno, Caritas y el Programa Mundial de Alimentos de la FAO, por quinientos mil dólares y otrol
la Misión Económica de los Estados Unidos, por seiscientos mil dólares. Posteriormente, esta ai
alimentaria se entregó como parte de remuneraciones de trabajo, en un programa extraordinaril
obras públicas que comprendió impermeabilización de canales, ejecución de obras de aguapotf
y otras tareas de obras públicas con un gasto de dieciocho millones de escudos, que dieron ocupa
a diez mil personas.
Las otras medidas de emergencia fueron la distribución de forraje donado por la I
Económica de los Estados Unidos; habilitación y limpieza de cauces naturales en la hoyaj
Aconcagua, realizada por el Cuerpo Militar del Trabajo; acuerdos con la dirección general de se
Eléctricos para aplicar tarifas de verano al consumo eléctrico correspondiente a obras de riego;^
el Banco del Estado para otorgar facilidades y créditos para la adquisición de forraje; prórrq
deudores agrícolas; en ciertos casos, consolidación de la deuda a cinco años plazo; con CORFO,|i
el otorgamiento de créditos de emergencia y la importación de ciento veinte equipos de bombeo^
pozos profundos, mediante un crédito del Banco Mundial; con el Banco Central para el otorgan
de descuentos a letras agrícolas recibidas por los bancos y la ampliación de plazos y fondos»
líneas de créditos; traslado de una parte de la masa ganadera a las provincias sureñas donde^
talaje, con rebajas en el transporte, por parte de ferrocarriles; se puso en práctica el "programan
a cargo de expertos de la Universidad del Norte y de los ministerios de Defensa, Agricultura y(
Públicas para estimular lluvias artificiales, con un sistema de sembrado a las nubes con yodunJ
plata; importación de alimentos para el normal abastecimiento de la población; declaración]
emergencia el estado deficitario de la zona servida por el sistema primario de ENDESA", oblig

338
a todos los concesionarios de generación, públicos y privados, a generar al máximo; prohibición del
ii uso de calefacción eléctrica; rebajas en el voltaje; ahorro de una setenta y cinco por ciento de energía
eléctrica; para las provincias de O'Higgins al sur y un veinticinco por ciento para la de Santiago, debido
a que ésta tenía en sus alrededores plantas termoeléctricas. Se invirtieron once millones de escudos,
con cargo al dos por ciento constitucional en la construcción y habilitación de doscientos sesenta y
cinco pozos profundos, con lo que se abasteció de agua a más de trescientas mil personas y dotó de
regadío a diez mil hectáreas de terrenos agrícolas; se importaron bombas, grupos electrógenos y otros
elementos, en base de un préstamo de dos millones ochocientos mil dólares de la Agencia
Internacional de Desarrollo de los Estados Unidos; se abasteció de agua potable mediante camiones-
aljibe a algunos pueblos de Quillota y La Calera donde se secaron los pozos; se efectuó una campaña
pública para enseñar el uso y ahorro del vital elemento; se suspendieron los períodos de veda de
consumo de carne, y se suspendió temporalmente el consumo de carne congelada procedente de
Magallanes.
Un resumen entregado por la Comisión Sequía, de lo efectuado en 1968, detalla que la sequía
afectó a una superficie total de seis millones seiscientos siete mil hectáreas; sólo en el rubro forestal
las doce mil hectáreas que se habían plantado entre 1967 y 1968 se perdieron. A lo largo de once
provincias, la falta de agua afectó directa o indirectamente a cuatrocientas mil personas, de las cuales
"' I doscientas treinta y tres mil eran asalariados, el resto, pequeños productores, cuyo único sustento lo
constituían la crianza de animales o siembra.
En un año de trabajo -1968- se habían invertido cincuenta y tres millones de escudos, con cargo
al dos por ciento constitucional para "calamidades públicas", incluido el combate de incendios
forestales. El Presidente Frei informaba al Congreso, por su parte, que los diferentes créditos del
exterior para paliar esta situación, sumaron treinta y seis millones de dólares, y los servicios, por su
parte, invirtieron un total de treinta y cinco millones seiscientos mil escudos para el mismo fin.
El año 1969 siguió siendo de escasas lluvias. Los ministros del Interior, Obras Públicas y
Agricultura visitaron, en agosto, el norte para conocer los efectos de la prolongada sequía; se
impusieron de que la producción agrícola era casi nula; que había problemas para alimentar al ganado
y que la explotación minera estaba en vías de paralizarse por falta de agua.
Ese año, el servicio de Impuestos Internos eximió a los contribuyentes de bienes raíces
agrícolas de los pagos respectivos; el servicio de Seguro Social rebajó el salario imponible; el Banco
del Estado consolidó créditos por doce millones de escudos y el Instituto de Desarrollo Agropecuario
mantuvo una línea de créditos para forraje, por dos millones y medios de escudos.
En septiembre de 1969, de las seiscientas cincuenta mil cabras que habían en la provincia de
Coquimbo, quedaban doscientas cincuenta mil; los tranques Recoleta, La Paloma y Cogotí estaban
prácticamente sin agua y había más de nueve mil cesantes en la zona, según antecedentes
proporcionados por el Coordinador de la Comisión Sequía al ministro del Interior.
Por otra parte, el caso de los comuneros seguía siendo dramático. En ciento dieciocho
comunidades agrícolas trabajaban once mil campesinos, que con sus grupos familiares formaban un
conglomerado de cincuenta y cinco mil personas, dueños de hecho, pero no de derecho, de casi un
millón de hectáreas de secano, quienes vivían principalmente de la explotación de la cabra, pequeñas
siembras, leña y carbón vegetal, sin salario ni previsión, ni ninguna asesoría técnica. Los que
cultivaban árboles frutales, lo hacían de diferentes tipos, dificultando las posibilidades de exportación.
El programa de ayuda en alimentos benefició a diez mil familias que recibieron ración alimenticia
y noventa escudos mensuales a cambio de cuatro horas de trabajo diario del jefe de hogar. Con la
colaboración del Programa Mundial de Alimentos de la Agencia Internacional de Desarrollo se
repartieron cuatro millones de kilos de alimentos y se pagaron más de trescientos ochenta millones
de escudos a más o menos mil personas. La Corporación de la Reforma Agraria y el Instituto de
Desarrollo Agropecuario mantuvieron un plan de racionalización del uso del agro; la Empresa Nacional
de Minería realizó un plan de prospección minera cerca de Vicuña; nueve mil cabras fueron
trasladadas a pastar a Limache; se realizó un programa que extendió caminos en toda la provincia de

339
Coquimbo; se levantaron postas rurales por parte del servicio Nacional de Salud y de la Sociedad de I
Establecimientos Hospitalarios, dando trabajo a los cesantes; con este mismo objeto se realizarotj
instalaciones sanitarias; se dotó de agua potable a numerosas poblaciones rurales. En obr¡
camineras, trabajaron en 1969, según estimaciones, alrededor de cuatro mil quinientas personas!
fundamentalmente crianceros de ganado caprino, quienes se quedaron prácticamente sin actividad!
otras mil seiscientas personas se absorbieron en obras de regadío; en obras sanitarias se ocuparon!
alrededor de quinientas personas. Sólo en la provincia de Coquimbo se dio trabajo, con el programa!
de caminos, a tres mil seiscientos cincuenta y siete jefes de familia, que con sus grupos familiares!
llegaban a veinte mil personas. Con maquinarias de la CORFO y de la dirección de Riego se perforaron I
nuevos pozos en el área geográfica más afectada por la sequía, que correspondía a la que convergían!
las hoyas hidrográficas de los ríos Elqui, Liman', Choapa e Illapel. También se perforaron pozos endj
valle del río Huasco y en el valle del río Copiapó.
Se llevó a cabo un programa de ayuda a comuneros denominado "proyecto Punitaqui" erque!
más de mil personas realizaron labores en su propio beneficio a cambio de alimentos. Entre enerodel
1966 y septiembre de 1968, estos comuneros habían realizado setenta y cuatro mil jornadas de trabajo!
en diversas obras de desarrollo, especialmente en el plan forrajero y en la reparación de canales en!
la hoya hidrográfica de Punitaqui. Con aportes del Gobierno y del Programa Mundial de Alimentos sel
les entregó, por lo menos, hasta diciembre de 1969, un millón trescientos dieciseis mil ciento setenta]
raciones para noventa y seis mil once personas.

INCENDIOS FORESTALES EN VALPARAÍSO EN 1969

El 1 de enero de 1969 aparecieron los primeros focos de incendios forestales, en las partes altas!
de Rodelillo, cerca del aeródromo del mismo nombre, a raíz de que el fuerte viento impulsó las llamas!
y brasas encendidas desde los cerros de Playa Ancha, en Valparaíso, donde se había iniciadoul
incendio el 31 de diciembre de 1968. El mismo viento lo propagó hacia Forestal, Las AchupallasT
Reñaca, Recreo Alto y Santa Julia. En los días sucesivos, nuevos focos se produjeron desde El
Tranque Sur hasta Chorrillos; en la Quinta Vergara, donde días después debía iniciarse el FestivaldJ
la Canción; en la Quinta Rioja y en los fundos El Vergel, El Colorado, Quebrada de Casablancal
Curauma, Laguna, El Sauce, Obregón y Orozco. Hubo serios peligros para las poblaciones de Recreo!
Alto, Santa Julia, Villa Perú, Cerro Esperanza, Tranque Sur, Nueva Aurora, Nueva Berlín, Gabriela!
Mistral, Villa Montes, Villa Landa Norte e Irene Frei, donde se quemaron tres casas. Los pobladores!
evacuaron sus viviendas, dejándolas mojadas para evitar que se convirtieran en antorchas.
Patrullas forestales de Carabineros de Casablanca, El Mirador, Peñuelas y Lo Vásqu
colaboraron con los bomberos y con los cuatro aviones Canso canadienses, para extinguir el inmensa
incendio. Los aviones tenían una capacidad de cuatro mil quinientos litros cada uno y se abastecía^
en el lago Peñuelas. También colaboró la Fuerza Aérea con un avión que indicaba donde estábanlos!
focos y con un helicóptero que disponía de enlace radial. La jefatura provincial de incendios forestales]
instalada en la intendencia de Valparaíso impartió instrucciones prohibiendo los "camping".

INCENDIO EN LA ESCUELA DE BELLAS ARTES DE SANTIAGO EN 1969

Al promediar la primera quincena de julio de 1969, un incendio en el último piso de la escuel


de Bellas Artes, en Santiago, destruyó totalmente la biblioteca y el taller de grabados, dejando!

340
dañados, por efectos del fuego y el agua, los dos pisos inferiores.
En tres millones de escudos se avaluaron las pérdidas, tanto de la escuela, como bs cuadros
y esculturas de algunos de los artistas que trabajaban allí. Una muralla cortafuego impidió que éste,
que aparentemente se inició por un cortocircuito, pasara al Museo de Bellas Artes, donde se realizaba
una exposición del pintor ecuatoriano Osvaldo Guayasamín, avaluada en más de un millón de dólares.
Varios pintores y artistas perdieron sus obras, entre ellos, Ramón Vergara, quien se quedó sin
setenta y cinco de sus grandes telas; Lily Grafulic su obra de quince años de trabajo; a Sergio
Montecinos se le quemaron sesenta y cinco óleos y más de ciento cincuenta acuarelas; Julio Vásquez
perdió su biblioteca y su obra completa de escultor; Héctor Cáceres todas sus esculturas de los últimos
años y Matilde Pérez más de la mitad de sus obras. Estos artistas tenían sus trabajos guardados en
la buhardilla, ya que las dependencias donde trabajaban habían sido requeridas por la dirección de
Hü la escuela, cuyas salas se habían hecho estrechas. La biblioteca que tenía más de diez mil volúmenes,
m casi todas ediciones lujosas de libros de artes, quedó en ruinas.
Ese mismo año, un incendio catastrófico en Puerto Aisén, destruyó gran cantidad de edificios
públicos, entre éstos, el inmueble de la intendencia.

INUNDACIONES EN LA ZONA CENTRAL EN JUNIO DE 1969

Un frente de mal tiempo se extendió desde Los Vilos hasta Puerto Montt, durante tres días, a
partir del 6 de junio de 1969. Ocasionó serios daños en Santiago, en Linares, en Valparaíso y en
: algunos puertos de la zona sur, donde naufragaron varias embarcaciones.
En Linares más de cien familias resultaron damnificadas, con las consiguientes pérdidas
ül
materiales. En Concón se desbordó el río Aconcagua y fue necesario evacuar a decenas de personas.
El agua cortó el camino que une a Valparaíso con Viña del Mar, al hundirse el pavimento en la avenida
España; también se registraron varios derrumbes en los cerros y caída de murallas, mientras vientos
de noventa kilómetros por hora, volaban las techumbres de las viviendas; los habitantes de los treinta
seis cerros porteños sufrieron todo tipo de daños.
En Santiago, el río Mapocho se desbordó a la altura de los puentes La Máquina y Bulnes,
inundando los sectores norte y poniente, debido, por una parte, al exceso de agua, y por otra, al
entorpecimiento que produjo un verdadero "taco" formado por gran cantidad de desperdicios y
escombros que se habían arrojado al lecho en los años de sequía, hubo que dinamitarlo para evitar
mayores daños.
Miles de personas de las poblaciones Inés de Suarez, José Miguel Carrera, Pueblo Hundido,
Bulnes, Matucana, Recabarren, Las Jabas, Nueva México, Illanes e Infantes, de la comuna de Renca,
el campamento Primero de Mayo y parte de la avenida Santa María perdieron sus muebles y enseres.
Personal de la Oficina de Emergencia del ministerio del Interior, de la Defensa Civil, de las
municipalidades, bomberos, Carabineros y Cruz Roja se abocaron a trasladar a los damnificados a
escuelas y otros albergues provisorios y a realizar trabajos de emergencia para evitar mayores
perjuicios. Los estudiantes universitarios, la Iglesia y la ciudadanía colaboraron en una "operación
solidaridad" juntando vestuario y víveres para las familias afectadas. Se realizaron trabajos de
urgencia en el lecho del río con fondos de cargo del dos por ciento constitucional.

INUNDACIONES EN LA ZONA SUR EL AÑO 1969

Durante los primeros días de julio de 1969, violentos temporales azotaron la zona sur,
adquiriendo características de catástrofes en Valdivia, Osorno, La Unión y Cautín.

341
En la provincia de Valdivia cayeron trescientos milímetros de agua en menos de cinco días,
cortando los caminos; en la vía férrea, deslizamientos de tierra provocaron un accidente que costóla!
vida a dos personas. La capital provincial quedó aislada por tierra, con las calles inundadas; el río Calle
Calle alcanzó un nivel superior a dos metros y medios sobre lo normal en invierno, e incluso superior I
al provocado por el "Riñihuazo" de 1960; se inundaron los barrios bajos, principalmente los que I
descendieron en su nivel después del terremoto de mayo de 1960; por lo menos un mil quinientas!
personas resultaron damnificadas, las que se ubicaron en escuelas y otros locales. El GobiernoJ
dispuso de doscientos mil escudos, para la atención inmediata de los más afectados.
En La Unión el viento y la lluvia causaron estragos en las viviendas de por lo menos, quinientas]
familias, las que también debieron ubicarse en albergues temporales; hubo daños en las redes de i
potable, dejando a más del ochenta por ciento de la población sin el vital elemento durante varios días!
y obligando a bomberos a suministrarla con sus propios carros, para el hospital y otros centrosj
asistenciales. Las marejadas hicieron naufragar una goleta, cerca de Corral.
En Osorno se desbordaron los ríos Rahue y Damas ocasionando desperfectos en la planta!
elevadora de agua potable e inundando gran cantidad de viviendas; hubo más de dos mil damnifica-l
dos; la municipalidad dispuso de veinticinco mil escudos y la Oficina de Emergencia envió otrosj
trescientos mil, para la atención de las familias ubicadas en albergues.
Graves inundaciones provocaron los ríos de Toltén y Boldos, en la provincia de Cautín; los I
caminos prácticamente desaparecieron; muchos caseríos debieron ser apertrechados poravionesol
a través de embarcaciones; alrededor de cuatrocientas treinta familias tuvieron que abandonar sus
hogares, ubicándose en albergues habilitados en escuelas o centros sociales; el intendente iue|
autorizado para gastar quince mil escudos en la atención de los damnificados.
El Instituto de Desarrollo Agropecuario invirtió diez mil escudos en fardos de pasto paraunosj
quinientos animales que quedaron en sectores totalmente amagados. Muchos agricultores lograron|
salvar a sus animales en botes o lazeándolos para evitar que se ahogaran.
Los daños en la red caminera, entre Cautín y Chibé fueron avaluados en dos y medios millones I
de escudos, la mayor parte de los cuales correspondía al sector de Cufeo, donde un derrumbe}
interrumpió el tránsito, al caer ciento cincuenta mil metros cúbicos de material sobre la ruta.
Se decretó "zona de emergencia" para la región afectada, disponiendo, a su vez, las autor¡da-|
des, la vacunación masiva de la población, para evitar epidemias.

SEMINARIO SOBRE CATÁSTROFES EN 1969

Entre el 1 y el 6 de diciembre de 1969 se efectuó en Santiago un seminario sobre La Ingenie!


ría Sanitaria ante una Situación de Catástrofe. Fue organizado por la facultad de Ciencias Físicas!
matemáticas de la universidad de Chile, con el patrocinio de la Oficina de Emergencia del ministerio!
del Interior, de la Oficina Panamericana de la Salud y de la Asociación Interamericana de Ingenien'»
Sanitaria. Participaron más de cien expertos nacionales y extranjeros. En síntesis, se analizaron tosí
diversos problemas que se derivan de un evento catastrófico; las medidas que debieran adoptarse|
hubo concenso en recomendar a las autoridades la formación de una comisión de especialistas p
que asesoraran a la Oficina de Emergencia del ministerio del Interior en la formación de una ade
planificación preventiva y operativa de emergencia, tanto a nivel nacional, como provincial y con

CONTAMINACIÓN AMBIENTAL EN SANTIAGO ENTRE 1945 Y 1971

En 1945, los pilotos de aviones dieron la voz de alarma: Santiago empezaba a tener, c|
permanentemente, una capa nebulosa de partículas en suspensión. En el Seminario del

342
Santiago organizado por la universidad de Chile, en septiembre de 1 957, para tratar los problemas de
la urbe, también se abordó el tema por los representantes del servicio Nacional de Salud; en esa
oportunidad se dijo que la contaminación del ambiente era uno de los problemas que requerían
urgente solución; que el aire de la capital estaba contaminado por la combustión incompleta de las
cinco mil industrias que había, por el humo de las chimeneas y por el desprendimiento de gases de
alrededor de cien mil vehículos que circulaban por las calles de Santiago.
En 1 958, en el departamento de Higiene Ambiental del servicio Nacional de Salud se señalaba
que una de las causas por las que la solución al problema del smog no llegaba, era la independencia
con que lo enfocaba cada una de las trece comunas que conformaban el Gran Santiago; se estimaba
que sólo un super organismo municipal podría permitir el cumplimiento de un plan de trabajo, ya que
si bien algunas municipalidades estaban interesadas en limpiar sus cielos del smog, otras no lo
estaban; así el smog o bruma se desplazaba de una comuna a otra, llevada por el viento. También se
dijo que el problema no revestía extrema gravedad por la relativamente escasa concentración
industrial, y por el relativamente bajo número de vehículos motorizados. Sin embargo, ladensa neblina
• m• m que con frecuencia tenía Santiago, indicaba que era el momento de atacar el problema para que la
ciudad no sufriera inconvenientes semejantes a Londres, Pittsburgh, Los Angeles u otras grandes
ciudades.
A partir de 1961 , el Servicio Nacional de Salud comenzó a abordar la situación. Dictó el decreto
supremo N8144, por el que se establecieron sanciones a las industrias y edificios que lanzaran una
cantidad de humo excesivo; prohibió la circulación de vehículos motorizados que expulsaron humo
visible por sus tubos de escape; prohibió quemar hojas secas y desperdicios en lugares abiertos. En
forma paralela comenzó una labor educativa con cursos para operadores de calderas; llevó a efecto
un programa de difusión del problema para sensibilizar a la comunidad; realizó visitas inspectivas,
exigiendo reparaciones y reformas de instalaciones y procedimiento, e incluso multó a las industrias
por el incumplimiento de las exigencias. Para estos efectos preparó ingenieros y técnicos. Al mismo
tiempo, obtuvo de la Organización Mundial de la Salud y del Fondo Especial de las Naciones Unidas,
las creación del Instituto de Higiene del Trabajo y Contaminación Atmosférica, que debía entrar en
funciones en 1963.
En 1962 se reunieron en Buenos Aires, Argentina, expertos de Sudamérica en la Primera
Conferencia Latinoamericana sobre Contaminación del Aire con el objeto de idear fórmulas y nuevos
sistemas destinados a combatir la "niebla de humo" en que ya vivían las principales ciudades del
continente. A dicha reunión concurrió un experto del servicio Nacional de Salud, quien expuso el
problema de Santiago, en relación al smog. Entre los antecedentes que aportó, basados en cifras
estadísticas precisas, resultados y experiencias realizadas, indicó que diecinueve toneladas de polvo,
cenizas, gases y otros residuos flotantes de la atmósfera se depositaban al mes en el centro de
Santiago o por cada kilómetro cuadrado de su superficie, agregando que un miligramo de estas
materias, muchas de ellas tóxicas, se acumulaban día a día en los pulmones de sus habitantes,
absorbidas inexorablemente, mediante el acto vital de la respiración. Que las nueve mil industrias que
existían en laciudad y que representaban el cincuenta porciento del total del país contribuían, sin duda,
a este fenómeno de la contaminación atmosférica, con una gran cantidad de humo y hollín,
provenientes de la combustión deficiente, de las cenizas finas que escapaban de las chimeneas, de
los polvos y gases producidos por diversos procesos de fabricación, por la deficiencia de los sistemas
de calefacción e incineración, por el uso de motores diesel de la locomoción colectiva, por la deficiente
combustión de los cien mil vehículos que circulaban en la ciudad, y por la quema indiscriminada de
hojas y desperdicios, en lugares descubiertos. A ésto habría que agregar, al año siguiente, el consumo
de por lo menos ciento cincuenta mil toneladas anuales de carbón, al iniciarse el funcionamiento de
una nueva planta termoeléctrica, para aumentar la energía de la capital.
En 1968 el Instituto de Estudios Geofísicos de la universidad de Chile llamaba la atención de
la población, a través de uno de sus ingenieros, sobre la cantidad de impurezas que aspiraba cada
habitante de Santiago, señalando que eran entre dos y casi once centímetros cúbicos en tres horas

343
que deambulara por el centro de la ciudad. En esa fecha, el citado Instituto estudiaba el origen del smol
de la capital, en relación a si éste estaba constituido por residuos de carbón o de petróleo. El Instituí!
de Higiene del Trabajo y Contaminación Atmosférica había realizado, por su parte, valiosas invesff
gaciones y activas campañas, logrando disminuir la lluvia de polvo de trece a siete toneladas, perón
era suficiente, se hacía necesario crear conciencia de la gravedad del smog en la opinión pú
Al año siguiente, más de un medio de comunicación señaló, irónicamente, que una (
neblina y smog había retrasado el aterrizaje del avión que traía los restos del doctor Sotero delf
quien como ministro del Interior, en 1961, había puesto su firma al decreto que establecía normas [
evitar emanaciones o contaminantes atmosféricos de cualquier naturaleza, siendo uno de los pión
de la lucha contra el smog. Ese año 1969, publicaciones sobre la materia indicaban que Santiago ti
el peor aire de Chile, con excepción de algunas oficinas salitreras. La concentración de diezr
industrias y ciento treinta mil vehículos contribuían a ello, además de ciento cincuenta mil duefiasd
casa que colaboraban con sus diarias quemazones de hojas en otoño. Se señalaba que 1980sen'i|
el año crítico, ya que las industrias se habrían duplicado, se habría triplicado la cantidad de vehíci
y habría aumentado la cantidad de edificios con calefacción. La Academia de Medicina celebró en 19
el aniversario de su fundación con el estudio de la contaminación atmosférica, el tabaco y las bronquí|
crónica; reiteró lo indicado anteriormente en relación al número de industrias, vehículos y quema
indiscriminada de hojas secas, como fuentes contaminantes atmosféricas, agregando, además!
residuos industriales aéreos de ciertas industrias químicas, metalúrgicas, petroleras, agrícolasj
alimentarias, en forma de polvos inorgánicos, vapores y gases que podían significar peligro; sefialat
que la bronquitis crónica era una enfermedad de la civilización y se convertía en problema de sal
cuando el hombre envenenaba el ambiente general.
A fines de mayo de 1971, la marca de smog en Santiago, superó los niveles críticos. I
autoridades se preocuparon y en la intendencia se estudió la posibilidad de cerrar el tráfico!
vehículos por el centro. El problema se vio acrecentado por el descenso de la temperatura y la tal
de lluvias. En la estación de la dirección general del servicio Nacional de Salud, en calle Monjías,!
había registrado en abril de dicho año, un promedio de ochenta y tres microgramos por metro cuba
con una máxima el 28 de abril, de ciento treinta y dos microgramos por metro cúbico. Un microgram
es la milésima parte de un miligramo. Se dijo que inspectores del servicio Nacional de Salud vigilaba)
el funcionamiento de los equipos de combustión en calderas e incineradores, pero nadie lo hacían
los tubos de escape de los vehículos, las cocinas y chimeneas y las fogatas que realizaban los obren
municipales y las dueñas de casas.

INCENDIOS FORESTALES EN 1970

Cuatrocientos incendios forestales en la temporada, con focos detectados en diferentes lu


del país, como consecuencias de colillas de cigarrillos lanzadas desde automóviles, fogatas i
apagadas o quemas descontroladas de arbustos, se habían producido hasta fines de febrero de 191
de acuerdo a lo informado por semanarios capitalinos. El record lo marcó Concepción, condiedsf
incendios forestales, en un sólo día, el 17 de febrero. Como saldo, un joven piloto muerto, al estrella
su avión cisterna y veinte mil hectáreas de bosques carbonizados.
Alrededor de cinco mil personas combatieron los incendios declarados en terrenos foresta
entre patrullas de Carabineros, bomberos, grupos del servicio Agrícola y Ganadero y de las FueÉ
Armadas, con cuatro aviones cisternas, cuatro aeroplanos fumigadores arrendados por el Gobiej
y patrullas de la Federación Aérea de Chile, que sobrevolaron la zona en peligro.
El año 1970, Chile brindó ayuda a Argentina, con motivo de los temporales que afectaronj
ciudad de Mendoza, enviando un avión de la Fuerza Aérea con ayuda variada. El mismo año, ai

344
del terremoto del 30 de mayo de 1970 que azotó a la región de Casma en Perú, se envió a la zona
afectada una sección del hospital de campaña del Ejército, con personal médico y paramédico;
también se enviaron patrullas del Cuerpo de Socorro Andino para salvataje en el Callejón Huaylas.

INUNDACIONES DEL AÑO 1970

Un frente de mal tiempo de más de tres días de duración, afectó en julio de 1970, desde Illapel,
por el norte, hasta Puerto Montt, por el sur, dejando dos muertos, cuantiosos daños materiales y cientos
de damnificados.
Por lo menos nueve de las trece comunas de Santiago tuvieron problemas a causa de
desbordes del río Mapocho, del canal San Carlos, de los desagües y ruptura de los cauces, dejando
más de cinco mil personas damnificadas; las comunas más afectadas fueron Renca, Pudahuel y
Barracas. Intensas nevadas dejaron cuatrocientas personas aisladas durante una semana, en los
pequeños poblados cerca del límite con Argentina.
En Valparaíso llovió cien horas, sin parar; los daños fueron estimados en un millón de escudos;
hubo catorce derrumbes; alrededor de dos mil personas se anegaron, perdiendo sus muebles y
enseres; el sector más amagado fue el denominado Los Pequenes, donde cedieron las bases de un
muro de contención, produciendo una avalancha de piedras y barro hacia el "plan", destruyendo casas
particulares y negocios; muchas familias quedaron aisladas, principalmente en los cerros Playa Ancha
y Placeres; el automotor entre Valparaíso y Quillota descarriló a causa de un derrumbe. En Limache,
veinticinco familias resultaron damnificadas al desbordarse el tranque y canal Chaparro, ubicándose
en locales escolares. En Quilpué, treinta y cinco personas quedaron aisladas.
En Concepción pereció una persona; los vientos alcanzaron a ciento nueve kilómetros por hora,
volando parte del techo del mercado municipal, arrancando árboles, destrozando vidrios, letreros
luminosos.
En las provincias de Malleco y Arauco se interrumpieron las comunicaciones telegráficas y
telefónicas. En Chillan pereció una persona y se cortaron las comunicaciones telefónicas. En la
provincia de Valdivia se registraron caídas de postes del alumbrado, centenares de casas perdieron
sus techos y otras los cierros. En Osorno, Puerto Varas, Puerto Montt y Llanquihue hubo alrededor de
trescientas familias damnificadas al deteriorarse sus viviendas con el viento y la lluvia.
La ayuda para los afectados se canalizó a través de la Oficina de Emergencia del ministerio del
Interior, que entregó víveres, vestuario y materiales de construcción.

PLAGAS EL AÑO 1970

A fines de julio de 1970 se detectó un foco de la mosca de la fruta en La Serena; la campaña


de exterminio duró tres meses, tratándose seiscientas hectáreas con fumigaciones.
En octubre del mismo año hubo una plaga de langostas que invadió alrededor de doscientos
kilómetros cuadrados, en la zona de Combarbalá; el centro más afectado fue Quilitapia, a veinte
kilómetros de la ciudad ya citada. Fue una de las consecuencias de la sequía, ya que la falta de
humedad conservó los huevos. El servicio Agrícola y Ganadero con la colaboración de escolares, se
abocó a su exterminio, usando bombas portátiles.

345
TEMBLORES EN IQUIQUE EL AÑO 1970

Dos temblores, el primero pasadas las ocho de la mañana y el otro cerca del medio día,s
sintieron el 28 de noviembre de 1970, en Iquique. Dejaron un herido, graves destrozos en alguní
murallas y derrumbes de cerros que obstaculizaron el paso de los vehículos, principalmente entre/
Hospicio e Iquique. También se sintieron en Pica, Huara, Pozo Almonte, Victoria, HumberstoneJ
Tocopilla, causando alarma en la población.

SEQUÍA EN EL NORTE CHICO ENTRE 1970 Y 1971

En 1970 sólo los tranques La Paloma y Recoleta tenían una reserva del veinte por ciento des
capacidad; los otros, Cogotí, Lautaro, Rungue, Culimo, estaban secos, y los ríos Choapa, Elqi
Huasco. Liman' y Copiapó llevaban escasa agua. No quedaban más de doscientas mil cabr?s.
1970, la ayuda estatal, a través de la Comisión Sequía alcanzó a diez mil campesinos que con¡
grupos familiares conformaron cincuenta mil personas. Según estudios de la CORFO, habían porlj
menos seis mil trabajadores cesantes. Los departamentos de Combarbalá e Illapel eran los i
afectados por la sequía, donde produjo un éxodo de familias completas. Los programas de la ComisüJ
contemplaron erradicciones de poblados a otras zonas de cultivo, y mientras ésto se llevó a efe
se trabajó en la captación de nuevos pozos en las provincias de Atacama, Coquimbo y enij
departamento de Petorca, de la provincia de Aconcagua; se construyeron postas de primeros auxilio!
y se instalaron bombas elevadoras de agua en Huentalauquén, Cuz-Cuz, Escuelas Los Cóndores)
Guangualí, Agua Fría, Plan de Hornos, Tilama y Los Pozos.
En enero de 1971 las condiciones de sequía en el Norte Chico se mantuvieron prácticamentí|
iguales a los años anteriores; los ríos llevaban un quince por ciento del agua normal y la mayoríad
los embalses, con excepción del de La Paloma, estaban secos; se habían perdido miles de cabezaj
de ganado; hubo enormes daños en los cultivos, bosques, praderas y pastizales; disminuyó I
extensión de tierras cultivables y la de reforestación, contribuyendo la aridez a los incendios forestales!
Se estimaba, sin embargo, que las condiciones meteorológicas mejorarían en el curso de 197i,sif
descartar que la sequía volvería a repetirse en el futuro.

INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES EN LA PROVINCIA DE


VALPARAÍSO EN 1971

El 26 de enero de 1971 se produjo un incendio en el sector denominado "barrio chino" del


Valparaíso; se inició por la explosión de un balón de gas licuado en una de las casas de un pasa!
Lo inaccesible del lugar, la mala calidad del material de los bomberos y los grifos deteriorados del
sector, ayudaron a que el fuego cundiera, consumiendo las viviendas de treinta y siete famil«
Bomberos, infantes de marina, Carabineros, voluntarios de la Defensa Civil y vecinos colaboraron enl
la extinción del siniestro. Las casas destruidas eran de material ligero y habían sido declarad*
insalubres, pero pequeñas reparaciones las habían habilitado para ocuparlas de nuevo, arrendada
por piezas. La mayoría de los damnificados fueron trasladados a escuelas del barrio; la intendendl
les proporcionó alimentos y vestuario. El sector se declaró en "estado ruinoso" ordenándose si|

346
demolición y posteriormente, su remodelación.
A mediados de febrero de 1971 se produjo un incendio forestal en las inmediaciones del lago
Peñuelas, en la provincia de Valparaíso, consumiéndose una parte de la riqueza forestal de la zona;
las llamas avanzaron más de ocho kilómetros, hasta los faldeos de los cerros de Quilpué y cercanías
de Villa Alemana. Cuatro días demoraron más de ochocientos hombres, entre bomberos, personal de
Carabineros, personal de las Fuerzas Armadas y voluntarios, en extinguir el siniestro.
Un incendio que aparentemente se inició por un cortocircuito en uno de los pasajes más antiguos
de Viña del Mar, entre las calles Valparaíso, Quinta y Etchevers, en abril de 1971, redujo a escombros
catorce locales comerciales y las sedes de cuatro partidos políticos. Las pérdidas, principalmente, de
los pequeños comerciantes, se estimaron entre seis y siete mil escudos. Quedaron, además, ochenta
personas cesantes.

TEMPORALES DE MAYO DE 1971

Entre el 20 y el 22 de mayo de 1971, un fuerte temporal de lluvia que duró setenta y dos horas
continuadas, afectó desde Nuble hasta Valdivia, dejando alrededor de diez mil damnificados,
localidades aisladas, daños en las viviendas y ocasionando la muerte de una persona en el río Lumaco.
En Nuble, alrededor de cincuenta familias perdieron todos sus enseres, por las salidas de ríos
y esteros. El desbordamiento del río Cautín dejó más de cinco mil damnificados en Temuco; la mayoría
habían sido pobladores sin casa a los que la CORVI les había entregado mediaguas que instalaron
en las márgenes del Cautín, que al crecer, arrastró las viviendas; la intendencia les proporcionó
vestuario y alimentos, trasladándolos a albergues. En el pueblo de Lastarria, por lo menos otras
sesenta familias se inundaron al desbordarse el río que cruza el poblado. También sufrieron algún tipo
de daños las familias de Toltén, Curarrehue y otras localidades menores, principalmente las que vivían
a orillas de esteros y ríos.
Panguipulli quedó prácticamente bajo el agua. Coñaripe, Liquiñe, Pullinque, Neltume y otros
caseríos quedaron aislados.
La ayuda estatal fue canalizada a través de la Oficina de Emergencia del ministerio del Interior,
que envió elementos de socorro por avión.

SISMO EN TALTAL EN 1971

El 17 de junio de 1971, a las cinco y un minuto de la tarde, se produjo un sismo en Taltal que
dejó un muerto al caer un sector de la mina Lomas Bayas; derrumbes de viviendas; desprendimientos
en los cerros en el camino costero; las comunicaciones con Santiago interrumpidas. Se estimó que
alcanzó una intensidad grado cinco en la escala internacional de Mercalli. El servicio nacional de
i Información Sismológica de los Estados Unidos señaló que había tenido una magnitud grado siete en
i la escala de Richter, con un foco de profundidad mayor que lo normal. Los sismógrafos de la
i universidad de Chile no lo registraron porque saltaron las agujas con el movimiento.
En Antofagasta también tuvo una intensidad cercana al grado cinco, provocando pánico en la
población. En Chuquicamata, Calama, Tocopilla, Mejillones, María Elena y Pedro de Valdivia la
intensidad fue menor y no hubo daños.

347
TEMPORALES DE JUNIO DEL AÑO 1971

Un temporal de viento, lluvia y nieve azotó desde la provincia de Coquimbo a la de Magallanes


a partir del 19 de junio de 1971, prolongándose más de una semana. El frente de mal tiempo se origirj
en el océano Pacífico, a unos mil doscientos kilómetros de la costa, se produjo una depre
atmosférica fuera de lo normal que avanzó hasta la costa. El torbellino de viento ocasionó precipití
ciones con temperaturas muy bajas -dos grados bajo cero - provocando una nevazón. Lo|
especialistas informaron que estas condiciones climáticas eran frecuentes en el Pacífico,
generalmente alcanzaban el territorio entre Concepción y Puerto Montt. Esta vez, en cambio,!
anticiclón del Pacífico emigró hacia el norte y la depresión, con su secuela de viento, nieve y tempoiá
pasó al borde inferior del anticiclón alcanzando la región comprendida entre Quintero y Curtí
También llovió en La Serena y Coquimbo. En Ovalle cayeron más de dieciocho milímetros de¡
favoreciendo a la agricultura; las provincias más afectadas fueron Valparaíso, Santiago y O'Higgin
Los daños se estimaron en doscientos mil metros cuadrados de edificación destruida; once u.
doscientos catorce personas damnificadas en las provincias señaladas, que fueron declaradas"zoi
de catástrofes"; sesenta millones de escudos en pérdidas en la agricultura y la cuarta parte délas
instalaciones avícolas en el suelo. Hubo quince muertos y cuatro heridos a consecuencia i
derrumbes, enfriamientos y otros efectos de la nieve y la lluvia.
Con la llamada "operación invierno" se habían realizado trabajos preventivos para enfrentar!)
época invernal. En Santiago se lograron extraer quince mil metros cúbicos de basura y se ripian)
ciento cuarenta mil metros cuadrados de las calles en las poblaciones de Renca, Conchalí, Puei
Alto, La Cisterna, La Granja y Qu inta Normal. Lo que no se previno fue la nevazón que tomó de sorprí
a todo el país. Las lluvias torrenciales que cayeron sobre las provincias de O'Higgins , SantlagoJ
Valparaíso, agravaron los daños materiales.
El hecho más dramático se produjo en el Paso de Angostura, en plena carretera Panameric
Sur, el domingo 20, en la tarde; la tranquilidad y el agrado frente a los primeros copos de nieve i
transformaron en desesperación y temor, cuando los vehículos se vieron impedidos de regresa^
Santiago. Alrededor de seis mil personas quedaron bloqueadas en los interiores de un mil dosciert
vehículos particulares y de locomoción colectiva. Ese mismo día se había efectuado una carre
automovilística entre Santiago y San Fernando, aumentando la cantidad de autos que regresaban!
la capital. Tres convoyes de ferrocarriles también quedaron a mitad del camino, entre RancaguaJ
Linderos, dejando aislados a otros tres mil individuos. Personal de los regimientos Membrillar ó
Rancagua, Ferrocarrileros de Puente Alto y el Cuerpo Militar del Trabajo tuvieron que actual
empleando tractores oruga y motoniveladoras, a partir de la noche del domingo 20 hasta pasadoí
medio día del lunes 21, para despejar la carretera, donde la nieve alcanzó en algunos sectoresij
ochenta centímetros y la gente no tuvo calefacción ni alimentos. El Cuerpo de Socorro Andino, porsj
parte, ayudó en la atención de las personas que habían quedado bloqueadas.
Este organismo voluntario había sido creado el 31 de mayo de 1949, por acuerdo entrej
Asociación Santiago, de Andinismo y la Federación de Esquí; su objetivo es la búsqueda, salvamerí
y rescate de personas accidentadas o extraviadas en las zonas montañosas o nevadas.
La provincia de O'Higgins fue la más damnificada. La nieve alcanzó a sesenta centímetro!
cortando toda la red de alta tensión que abastecía de energía eléctrica a Rancagua, que i
totalmente a oscuras; careciendo de pan, de agua y de bencina; se interrumpieron las comunicación
telefónicas y telegráficas, estuvo aislada más de veinticuatro horas. Los damnificados de I
poblaciones Schneider, Santa Julia y Dinstrans fueron ubicados en el liceo de hombres, en la escue|
industrial y en escuelas públicas. La situación fue similar en Graneros, Machalí, San Francisco i
Mostazal y Doñihue. En San Francisco de Mostazal se cortó el suministro de agua potablt|
Prácticamente destruidos por la nevazón quedaron un fábrica de radiadores; una fábrica de papdf
las instalaciones de un matadero de aves, donde, entre los escombros perecieron treinta mil pollo|

348
con pérdidas del orden de los quince millones de escudos. Se registraron derrumbes en la estación
Colón; en el camino de Rancagua a Sewell, suspendiéndose el tráfico al mineral. La falta de
electricidad también afectó a El Teniente; la fundición de Caletones estuvo paralizada dos días y la
concentradora de Sewell funcionó en forma anormal; el resultado fue una baja considerable en la
producción: de treinta y siete mil toneladas que se procesaban diariamente, bajó a seis mil; en Sewell
la nieve alcanzó una altura de dos metros.
En Santiago hubo mas de quinientas familias damnificadas en las poblaciones marginales
Violeta Parra, José María Caro, La Victoria, La Bandera, Teniente Merino, Robert Kennedy, Pablo de
Rocka, Che Guevara. Varios pasos bajo nivel quedaron intransitables, entre otros, el de Lo Valledor,
Nuble y el que llevaba a la población José María Caro. Se cerraron los aeropuertos; se suspendió la
salida de trenes hacia el sur. Muchas industrias sufrieron daños en sus instalaciones; miles de metros
cuadrados de galpones y talleres quedaron destruidos por el peso de la nieve, principalmente en la
comuna de Maipú, donde se concentraban varias industrias que abastecían a todo el país, maquinarias
y productos listos para entregar al mercado quedaron inutilizados.
La provincia de Valparaíso también fue bloqueada por el agua y el barro. Alrededorde quinientas
personas sufrieron el anegamiento de sus casas.
Si bien la lluvia fue favorable para la agricultura en las zonas de secano, empastadas naturales
I
y tierras de chacras, la nevazón lesionó las producciones. Hubo daños en la avicultura en algunos
sectores de Talagante; los naranjos, limoneros y paltos sufrieron deterioros apreciables en las
provincias de Valparaíso y Aconcagua; se retrasaron las siembras de ajos y cebollas en Llay Llay; en
San Felipe se destruyeron galpones con semillas, fertilizantes y maquinarias agrícolas; en la provincia
de Santiago se perdieron los almacigos de lechuga y cebollas.
Hacia el sur hubo inundaciones en las poblaciones ubicadas en las riberas del río Bío Bío, en
Concepción.
Desde el primer momento, las autoridades por una parte, coordinadas a través de la Oficina de
Emergencia del ministerio del Interior, y la solidaridad de la población, por otra parte, se abocaron a
socorrer a los damnificados. Después de la nevazón, todas las policlínicas del servicio Nacional de
Salud atendieron veinticuatro horas diarias, con personal de emergencia, para prevenir posibles
flagelos; se realizó, también, un vasto plan de vacunación contra el sarampión y las enfermedades
respiratorias, a raíz de pequeños brotes epidémicos aparecidos en algunas poblaciones.
En las operaciones de emergencia y socorro a la población actuaron personal del Ejército, de
la Fuerza Aérea, Carabineros, bomberos, Obras Públicas, dirección de Asistencia Social, dirección de
Vialidad, dirección de Alcantarillado, Cuerpo de Socorro Andino, Defensa Civil, Cruz Roja, Boys
Scouts. Tanto en Santiago, como en las provincias damnificadas y mayormente en las que no lo fueron,
se realizó una campaña masiva de recolección de alimentos, vestuario y medicamentos a través de
los canales de televisión, radioemisoras, centros de estudiantes, sindicatos y otros organismos. La
Oficina de Emergencia entregó los mismos elementos, además de fonolitas, pizarreño y mediaguas.
El eco de la catástrofe llegó más allá de las fronteras. Alemania Federal envió un avión con
treinta y seis toneladas de ropa y alimentos. Un aporte de dos y medio millones de dólares hizo la
República Popular China, a través del embajador. Frazadas, medicamentos, alimentos y material
especial para este tipo de catástrofes remitieron los soviéticos, norteamericanos y japoneses.

TERREMOTO DE JULIO DE 1971

El terremoto del 8 de julio de 1971, a las once y cuatro minutos de la noche afectó a la zona más
densamente poblada del país, las provincias de Coquimbo, Aconcagua, Valparaíso y Santiago. Tuvo
una magnitud de siete grados y setenta y cinco centésimas en la escala de Richter y la intensidad varió,

349
desde diez grados en la escala de Mercalli, en la zona de Illapel, Los Vilos, Salamanca, Combáit
y La Ligua, hasta dos a tres en Antofagasta y tres a cuatro en Valdivia, los extremos hasta dondej
sintió la onda sísmica, por el norte y por el sur. El epicentro se ubicó en los treinta y dos gra
veintisiete minutos de latitud sur y setenta y un grado treinta y cuatro minutos Este. La profundid
foco fue de sesenta kilómetros.
La información sobre la magnitud se recibió desde un Centro de los Estados Unidos, yaqd
sismógrafos del servicio chileno, como tantas otras veces, saltaron con el remezón, no registrar)
fenómeno.'A raíz de este terremoto, un grupo de sismólogos y geólogos trabajó en La Ligua!
estudiar y comprobar si existía en la zona una falla geológica asociada a este terremoto con el del
El Mensaje del Presidente de la República al Congreso dio cuenta que hubo ochenta y j
muertos y cuatrocientos cincuenta y un herido. Que los daños fueron avaluados en tres mil ¡
y ocho millones seiscientos cuarenta mil escudos, correspondiendo los efectos destructores mal
al sector vivienda, con pérdidas de dos mil ciento seis millones de escudos; el sector hospitalarios
pérdidas de trescientos setenta y tres millones ochocientos treinta mil escudos; el industrial,c
treinta y cinco millones setecientos mil escudos; los edificios públicos pérdidas de ciento veinl
millones ochocientos mil escudos; los edificios escolares, ochenta y cuatro millones cuatrociei(
cincuenta mil escudos; las pérdidas en ferrocarriles fueron de setenta y un millones cuatrodenj
ochenta mil escudos; las de obras sanitarias de treinta y seis millones doscientos noventa mil escu
las del sector agropecuario de treinta millones setecientos diez mil escudos; las de la mineríal
veinticinco millones novecientos ochenta mil escudos; las obras portuarias fueron de veintií
millones novecientos diez mil escudos; en vialidad fueron de veinticuatro millones novecientos now
mil escudos; en obras de riego se perdieron veinticuatro millones ochocientos mil escudos; enen
catorce millones doscientos ochenta mil escudos y en aeropuertos un millón cuatrocientos veinte|
escudos.
Cuando pasados cuatro minutos de las once de la noche del jueves 8 de julio empezó el ren
Santiago se quedó sin energía eléctrica, sin comunicaciones y sin información. El Presidented
República, Salvador Allende se encontraba en La Moneda con varios ministros y algunos persor»
de la Unidad Popular, grupo de partidos que apoyaban al Gobierno. Pocos minutos después, a lasa
y media de la noche, se dirigió a la población a través de radioemisoras, llamando a la calma. Alj
siguiente, el ministro del Interior dio cuenta pública de la primera evaluación de los daños y de j
medidas tomadas. El Presidente viajó a la zona damnificada y luego decretó "zona de catastral
"zona de emergencia", designando al general Augusto Pinochet como Jefe de Zona de Emergei
para la provincia de Santiago y a otros oficiales de las Fuerzas Armadas para similares funciones|
las provincias de Coquimbo, Aconcagua y Valparaíso.
Las primeras informaciones llegadas a Santiago)restablecidas las comunicaciones, hidfl
temer que la catástrofe en Illapel fuera de mayores proporciones, de ahí que la primera moviliz
gubernativa y periodística fuera precisamente a esa ciudad. El gobernador informó de seteciei
setenta y cuatro casas destruidas y trescientos diecisiete semidestruídas; la población era|
alrededor de treinta mil habitantes. Tres personas murieron aplastadas y veinticinco quedaronheri
El hospital quedó inutilizado, los enfermos fueron trasladados al liceo, de construcción nuevaj
escuela industrial, otras tres escuelas públicas y un colegio religioso también debieron serdemol
En el sector rural, el sesenta por ciento de las construcciones, en los asentamientos y las instaiad
agrícolas quedaron destruidas. Se interrumpieron los suministros de agua potable y de en
eléctrica, la población no tuvo pan en los días subsiguientes, tampoco comunicaciones con elexl
Se derrumbó el tranque de relaves El Arenal, cortando el camino hacia Los Vilos.
En Salamanca se interrumpieron los servicios de agua potable, energía eléctrica, alcanta
y comunicaciones. Esta última se suplió con el servicio de radiocomunicaciones de la Corporaci(i|
la Reforma Agraria, puesto en funcionamiento con un equipo de emergencia. Casi ninguna casaq
utilizable; incluso viviendas construidas después del sismo de 1965 fallaron en sus estructuras!
concreto y amarras de fierro, se dijo que no quedaron sujetadas como para resistir el remeT

350
ondulante del movimiento telúrico que tuvo intensidad de grado nueve a diez. Hubo un muerto y cuatro
heridos. Autoridades de la corporación de la Reforma Agraria y del servicio Agrícola y Ganadero
informaron que en los trece asentamientos que abastecían de leche, frutas, verduras y ganado a la
zona y a parte del país, quedaron con las casas en un cien por ciento inhabitables, muchas totalmente
destruidas, incluso sesenta y ocho recién terminadas, con un valor unitario de veintidós mil escudos,
no tenían amarras de ninguna especie. La infraestructura agrícola, principalmente, los canales de
regadío, quedaron seriamente lesionados. El hotel quedó deteriorado, con uno de los siete pasajeros
herido grave. De las cuarenta minas que hay en el sector, las diez que estaban en operaciones se
bloquearon por derrumbes. Las frazadas, mediaguas y alimentos que se enviaron desde Santiago
paliaron en parte la situación de los damnificados.
De las cuatrocientas ochenta viviendas que tenía Petorca, sólo quedaron habitables diez de
madera y cuatro de ladrillos. Los servicios públicos no funcionaron varios días, entre ellos, el juzgado,
m.
•" •; el registro civil y la tesorería comunal. Los muros del tranque de relaves Las Pataguas, cedieron.
En Hierro Viejo, de sobre doscientas casas que habían antes del terremoto, quedaron habitables
sólo diez. La mayoría de las familias fueron albergadas en una escuela construida después del sismo
de 1965.
En Cabildo el terremoto tuvo intensidad grado siete. El hospital tuvo serios daños; los enfermos
fueron trasladados a La Ligua. Las viejas casas de adobes quedaron en el suelo; en la parroquia las
imágenes se hicieron trizas; el edificio del Banco del Estado quedó convertido en un montón de
escombros.
En La Ligua el sismo dejó tres muertos, más de veinte heridos y el setenta y cinco por ciento de
las casas destruidas; muchas eran viejas construcciones de adobes que habían resistido el terremoto
de 1965. También afectó a la pequeña industria de tejidos, característica de la zona; del centenar que
había, el cuarenta por ciento tuvo algún tipo de deterioros. En el cementerio decenas de nichos se
despedazaron. A la salida del pueblo, una roca de más de cinco toneladas de peso cayó sobre una
vivienda aplastando a algunos de los habitantes. El agua potable se enturbió; el suministro de energía
eléctrica se interrumpió por la caída de los cables de alta tensión.
En Zapallar, cuarenta y nueve familias quedaron sin hogar, y en Catapilco se destruyeron treinta
y nueve viviendas.
En San Felipe hubo tres muertos y quince heridos; quedó inservible el edificio de correos y
telégrafos, atendiéndose al público en la calle, en los días subsiguientes. En Los Andes hubo un
muerto, varios heridos leves, techumbres dañadas y algunos muros en el suelo. El mineral La Andina
quedó sin energía eléctrica.
Cuarenta y tres muertos y doscientos setenta heridos quedaron en la provincia de Valparaíso.
En el Puerto se cortó la luz, hubo que racionar el pan y faltó el agua; la población hizo colas para obtener
el vital elemento de las piletas públicas y de los carro-bombas del cuerpo de bomberos, que subieron
y bajaron los cerros, haciendo el reparto. En la catedral, la cúpula construida después de 1940 se cayó,
cubriendo de escombros las naves. Alrededor de cinco mil casas quedaron para demolerlas, muchas
con las fachadas en buen estado, pero por dentro inhabitables. La población damnificada fue ubicada
en tres canchas de fútbol del parque Alejo Barrios, en carpas de las unidades militares y en las que
facilitaron los aficionados al excursionismo. Los deterioros de los hospitales Traumatología», Jean-
Maire Tierry y cuatro salas del Deformes, obligaron a evacuarlos; el hospital Van Burén quedó con el
frontis en el suelo. Los cementerios del cerro La Cárcel quedaron con las sepulturas al descubierto.
El inmueble de los juzgados quedó dañado en un ochenta por ciento, las oficinas fueron trasladadas
temporalmente al edificio de la prefectura de Carabineros. En el cine Imperio cayeron las estructuras
del cielo raso, aplastando a un espectador. La mitad del edificio del diario La Unión quedó destruido.
El muelle Prat sufrió el hundimiento del pavimento en dos sitios y en el embarcadero de lanchas. El
cerro La Cruz tuvo desmoronamientos que dejaron en las calles grandes surcos, se hundieron los
adoquines, los peldaños de la mayoría de las escaleras se destruyeron en las junturas, se desmoro-
naron murallas y cierros de panderetas.

351
En Viña del Mar, el hospital Gustavo Fricke tuvo daños en las murallas; el estadio Sausalitoli
clausurado. En la parte alta de la ciudad, las viviendas más modestas se destruyeron o qued
seriamente averiadas. Se paralizó la refinería de cobre de Las Ventanas, debido a problema»
nave electrolítica y en los hornos de reververo. La refinería de petróleo de Concón paraliz^
actividades durante cinco días para prevenir posibles incendios.
Quilpué, Villa Alemana, Peñablanca, Limache, Olmué quedaron con miles de viviel
destruidas, tanto las antiguas de adobes, que aún subsistían, como muchas de las moden
funcionales, de dos pisos. En Quilpué quedaron en el suelo los edificios de la tesorería, de corre
telégrafos y de la municipalidad. En Villa Alemana el portal Pompeya y el inmueble de la Cámaral
Comercio Minorista se destruyeron. En Limache, la cárcel, la tenencia de Carabineros, el juzgado]
Mayor Cuantía, la tesorería e Impuestos Internos sufrieron la destrucción de sus inmuebles. I
Peñablanca se derrumbó el cine. En Olmué el edificio alcaldicio quedó en el suelo, las oficinasfueri
trasladadas al cine Municipal. En Quintero y Puchuncaví gran parte de las construcciones I
daños de consideración.
En San Antonio, la industria textil suspendió sus actividades durante treinta días. En el pueit
que había sido recién elegido como escala alternativa de Valparaíso, la única grúa automática qud
inmobilizada y el hundimiento de parte del molo en cincuenta centímetros, paralizó el resto; el problen
demoró la descarga de treinta y seis mil toneladas de trigo australiano, que se efectuaba el i
terremoto. La ciudad misma no sufrió grandes deterioros, excepto el derrumbe de un hotel de tí!
pisos, que se desarmó internamente y cayó sobre el primer piso, donde funcionaban varios n
cuatro personas perecieron en el derrumbe.
Llolleo quedó con el cuarenta por ciento de sus casas inhabitables, aunque muchas coní
fachada en pie. En Melipilla hubo once muertos y alrededor de quinientas viviendas destruidas. Otra
quinientas viviendas quedaron en el suelo en las localidades de Curacaví, El Monte, Alhué, Porra
y María Pinto; las oficinas de los servicios públicos de estos lugares, la mayoría de adobes, fue
demolidas.
En las localidades de Colina, Batuco, Lampa, Polpaico, Esmeralda, y en las comunas i
Barrancas y Conchalí, el sesenta por ciento de las viviendas quedaron destrozadas.
En Santiago cayeron algunas cornisas y murallas, otras se desplomaron, principalmente enij
sector más antiguo del centro; se interrumpió el suministro de energía eléctrica; las comunicaciones
telefónicas nacionales se cortaron durante veinte minutos y las internacionales por algunas horas;las|
radioemisoras operaron con grupos electrógenos; las agencias noticiosas extranjeras no pudíei
enviar noticias al exterior por algunas horas. En el edificio del Congreso se dañaron alguní
maniposterías y se agrietaron algunas murallas.
El puente Pullalli, en la carretera Panamericana Norte se seccionó en tres partes, interrump¡éi}|
dose el tránsito carretero hacia el norte.
En las localidades amagadas se adelantaron las vacaciones de invierno. Brotes de sarampión!
y tifus, entre los damnificados, principalmente, en los que estaban en albergues, obligaron alai
autoridades a organizar una gigantesca campaña de vacunación, reiterando la necesidad de hervirej
agua, especialmente en Valparaíso.
Uno de los problemas prioritarios que hubo que solucionar fue la falta de agua en Viña del Mal
y Valparaíso, donde la población, en los días subsiguientes al sismo, no disponía del vital elemento!
ni para lavarse. Los abastecimientos del lago Peñuelas, Concón y Las Vegas se interrumpieron, pul
falta de energía eléctrica, el primero y por derrumbes, los otros dos. Se distribuyó por litros con carrol
bombas y camiones aljibes. La Dirección de Obras Sanitarias movilizó todo su personal y un mi
doscientos cincuenta operarios y doscientos especialistas extras, para solucionar la situación!
logrando el abastecimiento parcial en siete días y total en veinte.
Para atender los problemas de emergencia inmediatos, el Gobierno giró la cantidad de cuarenta!
millones de escudos con cargo al dos por ciento constitucional, reservando de éstos, nueve m¡llones|
de escudos, para las reparaciones urgentes de hospitales y policlínicas.

352
La ayuda solidaria nacional se llevó a efecto en una campaña de "pueblo a pueblo". Doce
ciudades del sur apadrinaron a igual número de localidades afectadas por el sismo. Desde Puerto
Montt viajó el "tren de la solidaridad" recogiendo aportes de las capitales sureñas. Las interrupciones
de la carretera y de la vía ferroviaria obligaron a organizar un "puente aéreo" de Santiago a Illapel. Se
requisaron vehículos fiscales para trasladar ayuda a lugares cercanos a Santiago; las reparaciones
de la vía férrea demoraron casi un mes.
La colaboración internacional no se hizo esperar. Se calculó que más de ciento cincuenta
toneladas de diversos artículos llegaron en un puente aéreo solidario protagonizado por doce países,
los primeros días después del terremoto. El Banco Interamericano de Desarrollo hizo un préstamo de
quince millones de dólares; España también abrió un crédito por doce millones quinientos mil dólares;
la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación aportó alimentos para
ciento cincuenta mil damnificados por los temporales y el terremoto, para sesenta días. La Unión
Soviética instaló una fábrica de casas en Quilpué. La República de China Popular en convenio con el
ministerio de la Vivienda y la Compañía de Acero del Pacífico instaló una fábrica de viviendas metálicas
por valor de treinta y cinco millones de escudos. Otros países aportaron dinero, servicios de
profesionales especializados, medicinas, vestuario, alimentos, vehículos, carpas y notas de condolen-
cias. Argentina, Perú, Bolivia, Ecuador, Colombia, Uruguay, Paraguay, Brasil, México, los países
centroamericanos, Estados Unidos, Canadá, República Democrática Alemana, Alemania Federal,
Francia, Italia, Inglaterra, Suecia, Suiza, Rumania, Checoslovaquia, Corea del Norte, Corea del Sur,
Cuba y Yugoslavia, Japón, fueron, entre otros los que hicieron llegar sus aportes para los damnifica-
dos.
El ministerio del Interior centralizó la coordinación de la recepción de la ayuda en la Oficina de
Emergencia; los ministerios de la Vivienda y Salud se preocuparon de los rubros correspondientes y
la dirección de Asistencia Social distribuyó los víveres y vestuario.
El Mensaje del Presidente Allende al Congreso, del año 1972 consignó que el Gobierno entregó
sesenta mil trescientas diecisiete mediaguas de emergencia, para paliar la situación de los habitantes
urbanos que perdieron treinta y seis mil quinientas diecinueve viviendas; los de las áreas rurales que
perdieron nueve mil trescientas tres y parte de las sedes comunitarias en diversas poblaciones. Se
gastaron diez millones de escudos en reparaciones inmediatas y otros treinta millones de escudos en
obras conexas, para normalizar el servicio ferroviario. La reposición del equipamiento más necesario
en el sector agropecuario significó diez millones de escudos. Se gastaron cinco millones de escudos
en ayudar a la reposición de los daños que sufrieron los pirquineros. Otros doce millones setecientos
cincuenta y cinco mil escudos se destinaron a normalizar la generación de energía eléctrica, su
distribución y la producción de petróleo. Los trabajos de reparación de la capacidad de uso de las
diversas obras de regadío y otras conexas, como revestimientos, reconstrucción de sifones y
bocatomas alcanzó a veinticuatro millones setecientos setenta y cinco mil escudos. Se abrió una línea
de créditos a través de la CORFO para que los industriales efectuaran obras de reparación y
reposición. Estos gastos y otras acciones emprendidas en la labor de emergencia en edificios públicos,
red vial, obras portuarias, en aeropuertos, establecimientos educacionales habían significado una
inversión de trescientos cuarenta millones de escudos, del Fondo Nacional de Reconstrucción.
Este Fondo fue aprobado por la ley de Reconstrucción, que con el N817.564 fue promulgada el
22 de noviembre de 1971. La misma ley creó las Corporaciones de Desarrollo de Valparaíso y
Aconcagua, y de Atacama y Coquimbo, estableció normas para la reconstrucción de la zona afectada
y modificó la ley N816.282, en su Título I, para hacer más expedita la acción del Gobierno y la
comunidad frente a las catástrofes.

INCENDIO EN VALPARAÍSO EN 1971

El 27 de julio de 1971 se produjo un incendio en Valparaíso, entre las calles Morris, Yungay y
avenida Brasil, que consumió una manzana entera de edificios. Se quemaron bodegas plataneras,
depósitos de productos químicos, un hotel, viviendas particulares y pequeños negocios. Hubo más de

353
doscientos damnificados, principalmente en las residenciales. Los daños se estimaron en más de tres
millones de escudos.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN HUDSON EN 1971

El 12 de agosto de 1971 entró en erupción el volcán Hudson, que hasta esa fecha se conocía
como Cerro de los Vestisqueros o Cerro Hudson, ubicado en la cordillera Patagónica de la provincia
de Aisén. La erupción dejó un saldo de cinco muertos, más de un centenar de colonos evacuadosy
daños incalculables, especialmente entre el ganado vacuno y ovino, de los que murieron alrededor de |
quinientos, y la destrucción de grandes pastizales.
La escasa población del valle Huemules, que fue arrasado por el lahar - eran sólo once familias 1
- recibió la avalancha de millones de toneladas de lodo, nieve, lava, piedra pómez, palos y barroyl
enormes trozos de hielo desprendido de los glaciales. El lahar bajó a cien kilómetros por hora,|
recorriendo treinta y cinco kilómetros antes de llegar al mar.
Las cenizas y material piroplástico emergieron de un cráter de tres kilómetros de ancho yl
formaron un hongo que se elevó, el día 19 de agosto, hasta doce mil metros, cubriendo una zona del
cien kilómetros de largo. La nube de cenizas invadió Coihaique, Puerto Aisén, Balmaceda, Puerto]
Chacabuco y Puerto Cisne, por el lado chileno, llegando hasta Comodoro Rivadavia, por el territorioj
argentino. El aire se hizo irrespirable, produciendo irritación en los ojos, diarreas y malestar general I
entre los habitantes. Los más afectados por la nube que oscureció el cielo en pleno día, fueron los I
poblados más cercanos al volcán, como Villa Cerro Castillo, comuna Ingeniero Ibañez, Cerro Lagunas]
y Lago Elizalde, donde habían alrededor de tres mil personas.
Los damnificados se concentraron en Villa Cerro Castillo, a veinte kilómetros de la frontera;;
operaron los helicópteros de la Fuerza Aérea, una policlínica de campaña y una compañía d
regimiento Catorce de Aisén.
La situación de los colonos fue dramática, por cuanto les fue difícil rescatar el ganado. Porli
menos el diez por ciento de las trescientas mil cabezas de animales de la provincia estuvieron en serio!
peligro; de éstas, cuatro mil eran vacunos, constituyendo el ganado el único comercio del territorio|
afectado.
El Gobierno abrió un poder comprador para los damnificados, ofreciéndoles adquirirles los I
animales a precio oficial, para sacarlo de la zona amagada y entregarlo como crédito a ganaderos del
las regiones de más al norte y beneficiar a los animales no reproductores, conservando la carne en|
frigoríficos de Puerto Chacabuco.

INCENDIO EN LA SALITRERA PEDRO DE VALDIVIA EN 1971

Una verdadera catástrofe para la economía chilena fue el incendio que el 3 de octubre de 1971
destruyó, en pocas horas, el ochenta por ciento de la planta de yodo de la oficina salitrera Pedro d|
Valdivia. Los daños fueron avaluados en cuatro millones de dólares, considerando el valor de tapia
inutilizada, más el yodo elaborado que se perdió en el incendio.
Desde hacía varios años que Chile competía, palmo a palmo, con Japón la primacía mun
en la producción de yodo, subproducto del salitre. En 1971, Chile producía al año, tres millones de kitof
de yodo, equivalentes a quince millones de dólares. El noventa y nueve por ciento de esta riquezaen|
exportada, ya que era un producto muy cotizado por la farmacopea y la industria del caucho. La pía

354
destru ida producía las dos terceras partes del yodo chileno. El resto se obtenía en Coya, Victoria, María
Elena y en la oficina Alemania, de Taltal. En Pedro de Valdivia, que era la planta más moderna,
laboraban sesenta personas.

INCENDIO EN CERRO PORTEÑO EL AÑO 1971

El 6 de noviembre de 1971, un incendio que comenzó por la inflamación de un balón de gas


licuado, redujo a escombros las viviendas de material ligero de medio centenar de familias que
habitaban en los faldeos del cerro Florida, en Valparaíso. El fuerte viento sur y la escasez absoluta de
agua, demoraron la extinción en más de cuatro horas. Bomberos, Carabineros, estudiantes de
enseñanza media de las brigadas del tránsito y vecinos ayudaron al salvamento de muebles y enseres.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN VILLARRICA EN 1971

El 29 de diciembre de 1971, una erupción del volcán Villarrica dejó alrededor de doscientos
muertos y desaparecidos, campos, casas y animales bajo la lava. Desde fines de octubre se sentían
pequeños ruidos subterráneos y algunos deslizamientos de lava demostraron que había actividad en
el interior.
El 29 de diciembre, cuando faltaba un cuarto para las doce de la noche, empezó la erupción.
Lava y rocas fueron lanzadas a enormes altura. El calor derritió la nieve que cubría la cumbre y los
faldeos. Luego, toda la actividad se detuvo y poco después se abrió un nuevo cráter al costado noreste,
m por el que salió lava, derritiendo la nieve y produciendo un aluvión de dieciocho metros de altura que
i arrasó con rocas, árboles, puentes, parte de los poblados de Pichaye, El Turbio, Collentañe, Minetué,
• Molco, Voipir, Curarrehue y el "camping" Narquimalal, hacia el lago Villarrica. En Pucón, Villarrica y
alrededores, el aire se tornó, por momentos, irrespirable, debido al gran porcentaje de azufre que
contenía las emanaciones volcánicas.
Coñaripe, Pocura, Traitraico, Quilentué, Llauquén, Chaillupén, parte de Licanray y Llananhue
Alto resultaron afectados por el torrente de lava y lodo de ocho a diez metros de espesor y de más de
doscientos metros de ancho que bajó hacia el lago Calafquén.
Se desbordó el río Minentué; se destruyeron los puentes Chaillupén, Pocuro, Turbio, Zanjón
m . Seco, Carmelito y Torrentoso; el camino internacional de Pucón-Villarrica a San Martín de Los Andes
quedó, en varios sectores, bajo rocas de veinte a treinta toneladas de peso.
Alrededor de mil personas se refugiaron en albergues improvisados en Villarrica y Pucón; otras
se negaron a abandonar los lugares donde residían, a pesar de las advertencias de que podía
producirse un nuevo aluvión.
Se habilitaron caminos en los sectores de Carmelito y Torrentoso para el desplazamiento de
vehículos con personal y auxilio. Médicos de Panguipulli con ambulancias, personal del Ejército,
helicóptero de la Fuerza Aérea y de Carabineros, funcionarios de la Oficina de Emergencia operaron
en el sector.
Los daños fueron estimados por el subsecretario de Obras Públicas en más de dieciocho
millones de escudos. El Presidente de la República decretó "zona de catástrofe" para las comunas
damnificadas.
La Oficina de Emergencia del ministerio del Interior, la dirección de Asistencia Social, el Comité
de Emergencia de Valdivia y el Ejército proporcionaron ayuda en alimentos, vestuario, equipos de
radiocomunicaciones y un hospital de campaña, para atender a los damnificados.

355
INCENDIOS FORESTALES EN FEBRERO DE 1972

Un mil treinta y cinco damnificados, varios heridos, cuatrocientas casas humildes quemadas!
de las poblaciones Las Palmeras, Gabriela Mistral, Santa Julia, Reñaca Alto y de los campamentos!
Rene Schneider, Elmo Catalán y Salvador Allende; un mil ciento catorce hectáreas de árboles!
pastizales y siembras de trigo arrasadas; postes telefónicos y de electricidad quemados; el estallido!
de ochenta mil botellas de bebidas de la fábrica de Productos Nobis, a causa del calor; daños en una!
fábrica de ladrillos en Reñaca Alto fue el saldo de los incendios forestales que se iniciaron en variosj
focos, casi simultáneamente, el 2 de febrero de 1972, pasado el medio día. El sector siniestra
correspondió a la zona comprendida entre Casablanca y los cerros de Valparaíso y Viña del Mar, i
mayor incidencia en Reñaca Alto.
Más de tres días demoraron las patrullas de la división de Protección de Incendios Forestal^
del servicio Agrícola y Ganadero, de la policía forestal de Carabineros, bomberos, miembros del
Ejército, de la Marina, voluntarios de la Defensa Civil de Chile y pobladores en extinguir el siniestro quel
elevó la temperatura del Puerto y Viña del Mar por sobre los treinta y siete grados. El viento, con ráfagas!
de más de sesenta kilómetros por hora y la escasez de agua, demoraron la labor. Además, fue!
necesario cortar el tránsito vehicular entre Santiago y Valparaíso por la ruta 68, entre el túnel Zapata)
y Casablanca.
Frente a la gravedad de la situación, el ministro del Interior decretó "zona de emergencia" p
centralizar las medidas de salvamento en un solo organismo y "zona de catástrofe" para todas lasl
comunas de la provincia de Valparaíso. Este último tuvo por objeto utilizar fondos con cargo al dos pal
ciento constitucional para la atención de los damnificados, que primitivamente fueron hospedados en!
escuelas, iglesias y comisarías, y luego se los trasladó a sitios donde se dispusieron carpas detipoj
militar, mediaguas y cocinas para atender sus necesidades.
Ese mismo día, 2 de febrero, se produjeron once incendios forestales en la precordilleradel
Santiago, que fueron extinguidos por personal de Carabineros, bomberos y voluntarios santiaguinosj

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1972

En la segunda semana de febrero de 1972, el llamado" invierno del altiplano" provocó I


torrenciales y aluviones en las provincias de Tarapacá, Antofagasta y Atacama.
En la primera se desbordó el río San José, arrasando con puentes, caminos y viviendas]
modestas, principalmente en Arica. Cientos de damnificados fueron trasladados a escuelas, al mis
tiempo que personal de bomberos, Defensa Civil, Cruz Roja y de Obras Públicas atendían alai
población y se abocaban a reparar las vías de comunicación. Los aluviones de barro inundaron!
también, el mineral de Sagasca, paralizándose las faenas alrededor de dos meses.
En la provincia de Antofagasta los caminos interiores se cortaron en varios puntos y la ciudad!
de Antofagasta quedó con menos de la mitad del suministro normal de agua potable. El río Saladosel
desbordó arrasando prácticamente, con la mayoría de los pequeños poblados del interior; lasólas de |
fango llegaron a más de cuatro metros de alto y cuarenta y cinco metros de ancho.
En Chañara! quedaron un mil trescientos damnificados y más de seiscientas casas destruidas.I
A los pueblos de Barquito, Pueblo Hundido, hoy Diego de Almagro e Inca de Oro se les cortóel|
suministro de agua potable durante varios días.
El Gobierno decretó "zona de catástrofe" para las comunas de las tres provincias y entregó!
doscientos mil escudos a cada uno de los intendentes, con cargo a la ley de Régimen Interior, conelj
objeto de atender a las familias afectadas y realizar las reparaciones más urgentes.

356
A mediados de marzo del mismo año, 1972, un temporal de lluvia con fuertes vientos azotó a
las islas del archipiélago de Juan Fernández, provocando un aluvión de agua y lodo, que en algunos
sectores alcanzó hasta cinco metros de altura. Se destruyeron decenas de casas; hubo alrededor de
cien damnificados; se cortó la energía eléctrica al perderse los generadores bajo la avalancha, la que
también arrasó con las embarcaciones, el vivero de langostas, el retén de Carabineros y los edificios
destinados al personal que prestaba servicios en la isla. Desaparecieron todos los víveres que tenía
la Empresa de Comercio Agrícola en sus almacenes de Robinson Crusoe y la cooperativa de
pescadores estimó los daños en más de "mil millones de pesos". La pista de aterrizaje se cortó en cinco
partes; treinta turistas que visitaban las islas fueron rescatados por helicópteros y un transporte de la
Armada Nacional.
El 6 de mayo de 1972, al anochecer, comenzó un frente de mal tiempo que se extendió desde
La Serena a Temuco, lloviendo en forma casi ininterrumpida y con fuertes ventiscas durante tres días.
La provincias más afectadas fueron O'Higgins, Curicó, Talca y Linares. También hubo daños en las
poblaciones periféricas de Santiago.
Dieciseis personas murieron, de las cuales ocho fueron arrasadas por la corriente de los ríos
en la provincia de Curicó; una por las aguas del río Achibueno, en Linares; tres, por la misma causa,
en la provincia de Valdivia; dos menores murieron de bronconeumonia, a raíz de pasar la noche a la
intemperie en el campamento Nueva La Habana en Santiago; una mujer pereció electrocutada y un
hombre a causa del frío, éstos dos últimos, también en Santiago. Los damnificados sumaron más de
quince mil personas.
Los campamentos Lulo Pinochet de Ñuñoa y Nueva La Habana, fueron los más dañados en la
capital.
El río Cachapoal se desbordó en varios sectores, permaneciendo aislados areneros en los
islotes formados en el mismo río. En Santa Cruz se evacuaron alrededor de seiscientas cincuenta
.; personas. Quedaron sin caminos, sin ningún tipo de comunicación, sin energía eléctrica ni agua
potable los pueblos de Chépica, Lolol, Paredones, Pumanque, Pichilemu, La Estrella, Rosario y San
Pedro de Alcántara. Animales vacunos y ovejunos fueron arrasados por los ríos y en algunos sectores
el nivel del agua subió hasta tapar las copas de los árboles.
La provincia de Curicó que fue declarada "zona de catástrofe" tuvo alrededor de cuatro mil
personas evacuadas de las poblaciones Lo Mataquito, 30 de Mayo, Rauquén, Magisterio Norte, Villa
San Sebastian, La Colmena y La Marquesa y de los campamentos Luciano Cruz y Salvador Allende.
Los suministros de energía eléctrica y teléfonos se interrumpieron, escaseó el gas licuado, la bencina,
los medicamentos y los alimentos, a raíz de que muchos caminos quedaron inundados o cortados por
la caída de los puentes.
En Talca el canal Monte Baeza se desbordó hacia la población Arturo Prat; las aguas del río
Claro llegaron hasta La Alameda talquina.
Los ríos Maule y Loncomilla inundaron San Javier, Villa Alegre y los caseríos intermedios.
Casi a diez mil llegaron los damnificados en la provincia de Linares. Se cortaron los puentes Los
' .

I
Hualles, El Carrizal, El Pejerrey, y el puente Maule sufrió daños en su acceso norte. La ciudad de
Linares quedó varios días aislada del resto del país. Los habitantes del sector comprendido entre los
ríos Quillipín y Putagán tuvieron que ser rescatados por helicópteros de la Fuerza Aérea, trasladándolos
a escuelas de la zona.
En la vía férrea al sur, entre las estaciones de Italhue y Camarico, la lluvia carcomió los
terraplenes, interrumpiéndose el tráfico varios días.
El ministro Secretario General de Gobierno recorrió la zona afectada y el Presidente de la
República las poblaciones periféricas de Santiago. Se dispuso de fondos con cargo al dos por ciento
constitucional para la atención de los damnificados y las soluciones más urgentes de los problemas
derivados de la catástrofe. Se creó un comité ministerial centralizador formado por los ministros del
Interior, Obras Públicas, Salud, Vivienda y el Secretario General de Gobierno para elaborar un plan
de trabajo que paliara los efectos del temporal. A su vez, la Oficina de Emergencia del ministerio del

357
Interior distribuyó colchones, frazadas y alimentos para la atención de los afectados.
Tres muertos, once mil damnificados, setenta mil hectáreas de trigo, ocho mil cuatrocientas]
hectáreas de remolacha y alrededor de setenta mil cabezas de ganado perdidas, dejó el frente de maj
tiempo que entre el 28 y el 31 de mayo azotó a las provincias de Concepción, Nuble, Arauco y Malle
El río Bío Bío subió cuatro metros sobre su nivel normal, arrasando con poblaciones margínale
de Concepción, Chiguayante y la localidad de Hualqui. El viento con una fuerza superior a los cié
kilómetros por hora ayudó a producir fuertes marejadas que arrasaron con modestas viviendas en t
caleta de pescadores Cerro Verde, cerca de Penco. Por lo menos veinte caminos interprovinciale
quedaron cortados y algunos puentes inutilizados. Derrumbes de tierra junto ala víaférrea interrumpiera!
el tráfico hasta la zona minera de Lota y Coronel. La carretera Panamericana quedó interrumpidíj
desde Los Angeles al sur. En esta ciudad los desastres en cosechas perdidas alcanzaban a qu
millones de escudos.
Tanto el Presidente de la República, como los ministros del Interior y Obras Públicas viajaron]
a la zona afectada para imponerse de la magnitud de la catástrofe y buscar alguna fórmula de ayuda.]
El Gobierno dispuso siete millones de escudos para socorrer a los damnificados, de los cuales, tresl
millones se destinaron a la provincia de Concepción. Soldados y estudiantes colaboraron con los]
Comités de Emergencia para ayudar a superar el desastre.
En la segunda semana de junio, otro temporal azotó desde el Norte Chico hasta Puerto I
Hubo dos muertos por derrumbes, en Viña del Mar; otro en Valparaíso; dos en Puerto Varas, al volcar!
un bote a causa de la tempestad, y otro en Puerto Montt, aplastado por el techo de su propia vivienda!
En el norte, el frente de mal tiempo fue acompañado de fuertes nevazones en la cordillera, quedando!
doce mineros aislados por una semana, al interiorde Ovalle. En Colchagua, setenta y dos obrerosquJ
trabajaban en la reforestación de Hidango también quedaron aislados, en este caso, por la crecida di
los ríos. En Valparaíso, la lluvia, el viento de hasta ciento veinte kilómetros por hora y la tempestad!
eléctrica derribaron árboles y viviendas, y en la población Aurora de Chile, en el cerro Cordillera!
cuarenta casas quedaron con las puertas, muebles y utensilios con carga eléctrica, por efectos da
agua y la presencia de conductores sin protección, a causa de la sobrecarga que se produjo en tos!
generadores; personal de Chilectra tuvo que concurrir a auxiliar a estos pobladores. La provincia más!
afectada fue Colchagua, donde se calculó que tan sólo en la agricultura y en los caminos y puentes!
cortados los daños fueron por sobre los siete millones de escudos. El tren que se dirigía a PichilernJ
se volcó a la altura de Larraín Alcalde, al hundirse uno de los terraplenes al paso de la máquina. Cereal
de La Calera, el desborde del canal Serrano cortó el tráfico ferroviario entre Santiago y Valparaíso.™
otras provincias, como Bío Bío, Concepción y Puerto Montt se adelantaron las vacaciones de invierno!
ya que gran cantidad de escuelas fueron ocupadas por los evacuados. Nuevamente se destinaron!
fondos con cargo al dos por ciento constitucional para reparar los perjuicios en puentes y caminos.!
Casi a fines de agosto del mismo año 1972, otro violento temporal asoló la provincia di
Coquimbo. Se cortaron las líneas telefónicas, las rutas quedaron intransitables y las actividades!
mineras paralizadas, al interrumpirse la energía eléctrica. En Corral Quemado, al interiorde AndacoBol
ciento veinte personas quedaron aisladas, ya que el camino de acceso se tapó de nieve. La nevazo!
tambiénf ue intensa en Hurtado, Pedregales, Coirón, La Laguna, Piuquenes y en Guanta, bloqueándose!
la ruta internacional de Coquimbo a San Juan. En La Serena varias familias damnificadas fuero!
trasladadas a establecimientos escolares. En el sector de La Pampa, la lluviaformó un río de alrededor!
de trescientos metros de ancho, inundando la mayoría de las viviendas. El arzobispo de La Serena!
inició una campaña pública de erogaciones para ayudar a los damnificados, muchos de los cuales|
perdieron sus viviendas, mobiliario y enseres de trabajo.
Pasado el 15 de diciembre, toda la zona central se vio afectada por la crecida de los ríos a causa|
de los deshielos cordilleranos. Los ríos Aconcagua y Putaendo arrasaron casas, cultivos, cortare
caminos y puentes. San Felipe y Los Andes fueron declaradas "zona de catástrofe". El caminí
internacional a Mendoza quedó interrumpido, y el camino de Coquimbo a San Juan, ya bloqueadop
las nevazones de agosto, siguió obstruido por la crecida de los ríos. Los sectores de Bucalemu.LoJ

358
Tilos y Las Lechuzas en el Norte Chico quedaron aislados al cortarse los puentes Almendral, Las
Rojas, Diaguitas y Algarrobal, con la crecida del río Elqui.

INCENDIOS FORESTALES EN ENERO DE 1973

Entre el 2 y el 13 de enero de 1973, una secuela de incendios forestales se produjo en los cerros
de Valparaíso y Viña del Mar. El primero de los siniestros comenzó el día 2, en un predio de eucaliptus,
destruyéndose quince hectáreas de bosques; en la extinción sufrieron diversas heridas y principios de
asfixia quince personas, entre ellas, personal de la policía forestal de Carabineros, que había sido
creada en 1972. Otras dos mil hectáreas se quemaron en el mismo sector el día 6 de enero, y el día
13 ardieron bosques cercanos al aeródromo de Rodelillo.
El 7 de enero comenzó un incendio de bosques que se prolongó cuatro días, cerca del túnel
Lo Prado, en la ruta 68 que une a Santiago con Valparaíso. También se quemaron viviendas y
quedaron amagadas las instalaciones donde el Ejército construía un complejo nuclear. El tráfico a
través del túnel se suspendió por una semana.

TEMPORALES DE ENERO Y MAYO DE 1973

Intensas lluvias cayeron en la precordillera, al interior de Arica, a partir del 13 de enero de 1973,
provocando el desborde del río San José. Una verdadera avalancha azotó a la ciudad dejando
centenares de casas anegadas o destruidas en los sectores adyacentes a la zona ribereña. El agua
y el barro también inundaron las dependencias de la universidad de Chile, en la primera ciudad del
norte, destruyendo laboratorios y oficinas. Los damnificados, más de quinientos, fueron trasladados
a estadios, colegios y unidades vecinales por personal de Carabineros, del Ejército, de la Defensa Civil
y bomberos. La ciudad de Arica fue declarada "zona de calamidad pública".
El 21 de mayo de 1973 comenzó un temporal de lluvia y vientos huracanados, que duró varios
días. Las provincias de Valparaíso, Aconcagua, Santiago y O'Higgins fueron las más damnificadas,
quedando cientos de familias con sus viviendas anegadas, sin techo y con el mobiliario y enseres
destruidos. La oficina de Emergencia del ministerio del Interior distribuyó mediaguas y fonolitas para
superar esta situación.

INCENDIO EN LA MONEDA EL 11 DE SEPTIEMBRE DE 1973

A raíz del derrocamiento del Presidente de la República, Salvador Allende, por las Fuerzas
Armadas y de Orden, elU de septiembre de 1973, el Palacio de La Moneda, en Santiago, fue
bombardeado entre las once horas y cincuenta y dos minutos y las doce horas y doce minutos de la
mañana, por diecinueve "rockets" lanzados por dos cazabombarderos "Hawker Hunter" de la Fuerza
Aérea de Chile.
Quedaron reducidos a escombros ocho mil metros cuadrados de edificación. Esto, a su vez,
produjo un incendio que destruyó toda el ala norte del edificio, frente a la plaza de la Constitución. Se
quemaron todas las dependencias del ministerio del Interior, perdiéndose la totalidad de los muebles,

359
archivos y el retrato de Diego Portales, de Camilo Domeniconi. También se destruyeron por el incen
los compartimentos de la Guardia de Carabineros y la Sala de Prensa de la Oficina de Información
y Radiodifusión de Gobierno. En el sector de la Presidencia de la República se quemaron entre otrol
el salón Rojo; el salón Bulnes; el despacho presidencial; los mármoles de la Galería de los Presidenta
se hicieron pedazos; el original del Acta de la Independencia; el retrato de Bernardo O'Higgins, deG|
de Castro; los cuadros de Bernardo O'Higgins y de José de San Martín, de Martín Francis Drexel;(
cuadro Muerte de Pedro de Valdivia, de Nicolás Guzmán Bustamante; retrato de Ambrosio O'Higgin
de un pintor anónimo; el cuadro Dormidero de Animales en Noche de Luna, de Pedro Lira; retrato di
Eusebio Lillo, de Nicanor Gonzáles Méndez; el cuadro Mineros de Chañarcillo, de Ernesto Chartonde]
Treville. La operación tuvo un costo de un millón de dólares, según un artículo de la revista "Hoy".
Se reconstruyeron diez mil metros cuadrados; el trabajo demoró varios años y estuvo a cargo I
de la dirección de Arquitectura del ministerio de Obras Públicas, con un costo de un mil cincuenta|
millones de pesos, o sea, veintiséis millones de dólares, monedas de 1981.

OTROS INCENDIOS EN 1973 Y 1974

El martes 13 de noviembre de 1973 se quemó una manzana de edificios en Valdivia,!


produciendo pérdidas por cinco millones de escudos.
El lunes 10 de diciembre del mismo año, un incendio en el cerro Barón, de Valparaíso, dejódos|
muertos, treinta viviendas destruidas y alrededor de trescientos damnificados.
El 14 de diciembre de 1973, un incendio en el Instituto de Neurocirugía de Santiago ocasionó!
daños por un valor cercano a los seiscientos mil dólares. Se perdieron estudios e investigaciones!
científicas que significaban más de treinta años de trabajo, valiosos equipos electrónicos, laboratorios!
radiológicos y archivos de radiografías.
A partir del 16 de diciembre, durante seis días, ardieron seiscientos cincuenta hectáreas del
bosques, pastizales y tierras cultivables en zonas cercanas a Santiago. La CONAF informó, a raíz del
este incendio, que en el período comprendido entre noviembre y diciembre de ese año, 1973, se habían!
producido un mil doscientos tres incendios forestales, con un total de cuarenta y tres mil doscientas!
seis hectáreas quemadas.
Cinco focos de incendios forestales en los cerros y fundos de Valparaíso, se originaron el 15de|
enero de 1974, quemándose otros cientos de hectáreas de bosques y pastizales. A raíz de estos!
siniestros, el Gobierno promulgó un "bando" prohibiendo el uso de fuego en los lugares de picnic|[
recreación. En el ministerio de Agricultura se creó un comité técnico de Protección Forestal.
Once heridos y más de dos millones de dólares en pérdidas dejó un incendio que se produjo»!
causa de la explosión de trotil, soda cáustica, acetona y balones de gas "efor 12" que transportaban!
vagones de ferrocarril, en la estación Barón de Valparaíso. El siniestro ocurrió el 24 de enero de 1974,|
cuando el convoy cerrado se dirigía al área de inflamables de la Empresa Portuaria de Chile.
Al parecer, uno de los líquidos escurrió de los tambores hacia la plataforma y luego fuera del
vagón. El fuego se inició por una chispa producida al contacto de las ruedas con los rieles o po|
combustión espontánea. El maquinista, al percatarse del problema, desenganchó los carros,!
comenzaron a explotar e incendiarse. Por lo menos hubo cincuenta explosiones; se quebraron los|
vidrios de los edificios de más de seiscientos metros a la redonda, entre éstos, los de la escuelade|
Derecho, ubicada en la avenida Errázuriz, cuyo frontis de grandes proporciones estaba formado, c
en su totalidad, por vidrios inastillables importados; quedó como si la hubieran bombardeado.
Casi ocho horas demoraron seiscientos hombres en aislar el sector y en extinguir el siniestro!
Colaboraron losbomberosde todas las compañíasde Valparaíso, personal de la Armaday del Ejército. I
El remolcador Águila trató de ayudar, pero después de media hora tuvo que retirarse, yaqu|

360
el carlor insoportable puso en peligro la nave; los aviones cisterna no tuvieron mejor suerte, ya que
las esquirlas de las explosiones los sobrepasaban en altura; lo mismo sucedió con quince camiones
cisterna de la dirección de Obras Sanitarias.
De los once heridos, algunos lo fueron por las esquirlas de las explosiones, otros tuvieron
principios de asfixia y los demás principios de intoxicación al aspirar los gases tóxicos emanados
durante el incendio. El mar también quedó contaminado en todo el sector; la misma noche del siniestro
y a la mañana siguiente millares de peces muertos fueron arrastrados hacia la orilla por las olas. Como
medida de precaución, se prohibió la pesca en la zona y se suspendió, por varios días, la venta de
productos del mar.

CREACIÓN DE ONEMI

El 22 de marzo de 1974 se publicó en el Diario Oficial el Decreto Ley Na369 que creaba la
Oficina Nacional de Emergencia como servicio público, centralizado, dependiente del ministerio del
Interior- ONEMI. Sus funciones son planificar, coordinar y ejecutar las actividades destinadas a
prevenir o solucionar los problemas derivados de sismos o catástrofes.

TEMPORALES DE 1974

Entre el 21 y 22 de mayo de 1974, Santiago sufrió un aguacero que inundó la mayoría de los
quinientos cuarenta y siete campamentos ubicados en los sectores periféricos de la ciudad. Uno de
los más amagados fue el de la población Nueva Matucana, en la comuna de Quinta Normal, situado
en terrenos de relleno, casi a orillas del río Mapocho, donde vivían un mil ciento cincuenta familias. El
Presidente de la Junta de Gobierno, el ministro del Interior y el jefe de la Oficina Nacional de
Emergencia concurrieron a esta población, disponiendo una ayuda de emergencia y el posterior
traslado de doscientas treinta familias, que vivían más cerca del río, a terrenos del ministerio de la
Vivienda y Urbanismo, en la comuna de Barrancas, hoy Pudahuel.
Veinticinco muertos; miles damnificados; siete mil seiscientos cincuenta millones de escudos
en pérdidas; ciento treinta y cuatro edificios públicos inhabitables; veinte mil quinientos casas perdidas;
setenta y cuatro puentes dañados; ochocientos cincuenta kilómetros de caminos destruidos; veintitrés
tramos ferroviarios destrozados dejó el temporal de lluvia y viento que azotó desde Valparaíso hasta
Osorno, entre el 25 de junio y los primeros días de julio de 1974.
De los muertos, dos perecieron en Valparaíso. La persistente lluvia reblandeció los cerros,
provocando derrumbes que destruyeron un centenar de viviendas; otras se anegaron dejando una
secuela de damnificados que recibieron atención en el estadio Valparaíso de Playa Ancha y en locales
escolares. La fuerza del vendaval obligó a cerrar el puerto durante nueve días.
En la provincia de Santiago casi todas las comunas resultaron anegadas. Más de un mil
quinientas personas fueron evacuadas a distintos albergues; de éstas, por lo menos trescientas
correspondían al departamento de Melipilla; cien a San Antonio, y otras cien a Puente Alto. Villa Alhué
quedó totalmente aislada, siendo abastecida por helicóptero. Una situación similar vivieron varias
familias de Punta Cortés, a seis kilómetros de Rancagua, por los desbordes del río Cachapoal.
El río Coltauco inundó Doñihue y sus alrededores, pereciendo una menor. La crecida del
estero Calicanto, cerca de San Fernando, mató a otra persona y dejó decenas de damnificados.
Hacia el sur, el frente de mal tiempo causó los mayores estragos. Los ríos Teño, Claro, Maule,
Cauquenes, Chillan, Andalien, sus afluentes y esteros se desbordaron en diferentes sectores,

361
inundando pequeños poblados, fundos y principalmente las poblaciones periféricas de Curicó, Talca
y Linares, Constitución, Maule, Cauquenes, Chillan, Concepción, Talcahuano y Tomé.
Los puentes Penco, Codegua, Cachapoal y Teño fueron los más dañados en la carretera
Panamericana Sur. La vía férrea entre Santiago y Puerto Montt también se interrumpió en varios
sectores, a causa de derrumbes de los cerros y desborde de los ríos. En la vía férrea de Concepción
a Penco, el río Andalien arrasó con cuarenta metros de la estructura del puente que lo atraviesa, en
momentos que un número indeterminado de menores jugaban en los rieles, muriendo por lo menos
tres niños.
Los otros muertos se registraron en Chillan, Concepción, Tomé, Quilacoya y en el camino de
Osorno a Puerto Octay.
El ministerio del Interior y el director de la Oficina Nacional de Emergencia recorrieron
Constitución, Cauquenes, Linares, Chillan y Concepción para comprobar en el terreno los daños
ocasionados por el temporal. El Gobierno decretó "zona de catástrofe" para las trece provincias más
dañadas. Se designó un equipo de ministros para formar un gabinete de emergencia que puso en
práctica un programa destinado a solucionar los problemas que causaron el viento y la lluvia.
El ministerio de Hacienda puso a disposición de las acciones de socorro la cantidad de
doscientos noventa millones de escudos. El ministro de Defensa ordenó la acción del Cuerpo Militar
del Trabajo para colaborar con Obras Públicas, la Empresa de Ferrocarriles y municipalidades en la
reparación de puentes, vías férreas y ripiado de calles y pasajes en las poblaciones anegadas. El
ministro de Salud dispuso turnos especiales de atención en postas y hospitales. La dirección de
Industria y Comercio y la Empresa de Comercio Agrícola, dependientes del ministerio de Economía
se preocuparon del abastecimiento para los damnificados.
La Cruz Roja Chilena colaboró en la atención de los albergues y recaudación de ayuda. En esta
última, también colaboraron la Secretaría Nacional de la Mujer, la Secretaría Nacional de la Juventud,
bomberos, las radioemisoras, los canales de televisión y los estudiantes, a los que se les suspendieron
las clases durante tres días, ya que la mayoría de los establecimientos educacionales estaban
ocupados como albergues. Las organizaciones gremiales, los camioneros, los taxistas, industriales,
comerciantes y hasta los reos aportaron dinero, ropa, enseres; maderas y otros.
La ayuda también llegó desde el exterior. La República Argentina hizo llegar frazadas y ropa;
lo mismo hicieron Brasil y Nueva Zelandia. Los Estados Unidos enviaron frazadas y catres de
campaña. La embajada norteamericana, aportó veinticinco mil dólares y una cifra parecida donó el
embajador de la República Alemania Federal. Por su parte, las Naciones Unidas aprobaron un
proyecto de ochenta y cinco mil dólares para la compra de carpas y medicamentos.
En la penúltima semana de octubre de 1974, heladas de diferentes intensidades afectaron a la
zona central. En Linares, de tres mil hectáreas de viñas en plena producción, por lo menos dos mil
quinientas sufrieron los efectos de las heladas, perjudicando a quinientos propietarios; trescientos
chacareros dedicados a la producción de sandías y tomates también perdieron sus cosechas. En la
provincia de Talca, éstas dañaron la zona de secano al interior de Pencahue, Curtiduría, San Javier
Poniente, Empedrado, Linares de Perales y Huerta de Maule, perdiéndose de la producción de vinos,
más de tres millones de litros y en Cauquenes el cuarenta y cinco por ciento del total de la vitivinicultura.
El 3 de octubre de 1974, un terremoto asoló a gran parte del Perú. El Gobierno de Chile envió,
en un transporte de la Fuerza Aérea una ayuda solidaria consistente en veinte mil libras de
medicamentos, alimentos y frazadas.

INCENDIO EN SANTIAGO EN NOVIEMBRE DE 1974

El 19 de noviembre de 1974 un incendio destruyó cuarenta y tres viviendas de madera, en la


población Isabel Riquelme de la comuna de Maipú, en Santiago. Quedaron doscientos damnificados
que fueron albergados en establecimientos escolares. El Gobierno dispuso que ONEMI les entregara
materiales para reponer las casas, además de alimentos, vestuario, colchones y frazadas.

362
SEQUÍA EN EL NORTE CHICO EL AÑO 1975

En enero de 1975 fueron declaradas "zona de catástrofe" las provincias de Atacama y


Coquimbo, el departamento de Petorca y las comunas de Putaendo y Santa María. La disposición
administrativa se tomó, debido a que a esa fecha aún persistían los efectos de la sequía que ya duraba
varios años en esa zona.
El 23 de enero del mismo año 1975 la moneda oficial cambió de escudos a pesos, a un valor
de un peso por mil escudos. Durante algún tiempo se usaron indistintamente ambos valores.

SISMOS DE 1975

A las 11.27 horas del 13 de marzo de 1975 un sismo sacudió el Norte Chico y la zona central.
El epicentro, de acuerdo a lo informado por el departamento de Sismología de la universidad de Chile,
se localizó en el mar, frente al puerto de Coquimbo.
Hubo dos muertos, treinta heridos y cuantiosos daños en edificios públicos y privados.
La onda sísmica tuvo una intensidad grado siete en Coquimbo, La Serena e Illapel; grado seis
en Tongoy; de cinco a seis en La Ligua y Papudo; cinco en Vallenar y San Felipe; cuatro en Valparaíso
y tres a cuatro en Santiago.
La Serena y Coquimbo sufrieron daños en las viviendas, algunas se destruyeron, otras tuvieron
desprendimientos o agrietamientos en los muros y las menos, murallas desplomadas, además de
daños en las techumbres.
El ministro del Interior viajó a Coquimbo el mismo día del movimiento telúrico para imponerse
de los deterioros y disponer las medidas más urgentes para socorrer a los damnificados. Se coordinó
la labor de la intendencia con los gobernadores, alcaldes, las respectivas Oficinas y Comités de
Emergencia y la del voluntariado, entre éstos, la Cruz Roja que proporcionó ayuda material y auxilio
en los albergues. Dos días después viajó a la zona el Jefe del Estado, General Augusto Pinochet, para
imponerse de la atención que habían recibido los afectados y las medidas tomadas por las autoridades
locales.
El 10 de mayo del mismo año 1975, a las 10.27 horas, otro sismo se sintió en diecisiete
provincias. Cañete fue la más afectada, donde la intensidad del fenómeno, grado siete a ocho en la
escala de Mercalli, dejó daños diversos en alrededor de quinientas casas, principalmente en las
techumbres. Trescientas familias resultaron damnificadas, ya que el problema se vio agravado por la
fuerte lluvia que azotaba a la zona. ONEMI envió planchas de zinc, frazadas y medicamentos para la
atención de los afectados.
También hubo daños en obras públicas, principalmente en el camino de Cañete a Contulmo, que
se abrió en varios tramos, dejando grietas profundas y anchas. Los perjuicios fueron por varios miles
de pesos.
El epicentro fue localizado en el mar, frente a Lebu. El sismo tuvo una intensidad grado tres en
Curicó; grado cinco en Chillan; seis a siete en Concepción, cortándose el suministro de energía
eléctrica poruña hora; grado cinco en Victoria, Curacautín, Lautaro y Temuco; cuatro a cinco en Angol
y grado siete en Traiguén.

INCENDIO EN LA PAPELERA EN JUNIO DE 1975

Tres mil toneladas de rollos de papel destinados a la fabricación de cartón corrugado para
envases se quemaron el viernes 27 de junio de 1975, pasadas las once de la noche, en la Compañía
Manufacturera de Papeles y Cartones, de Puente Alto.

363
Compañías de bomberos de Puente Alto, San Bernardo, Ñuñoa, La Florida, San Miguel y
Santiago concurrieron a sofocar el gigantesco incendio, que se prolongó hasta el domingo 29. La ruma
de papel estaba en una bodega nueva de un mil doscientos metros cuadrados.
Las pérdidas fueron avaluadas por la empresa en varios millones de escudos, los que estaban
cubiertos por una compañía de seguros.

FRENTES DE MAL TIEMPO DURANTE EL AÑO 1975

El "invierno altiplano" del año 1975 comenzó el 22 de enero, prolongándose tres días. Afectó
entre Camina, por el norte y la planta salitrera de Pedro de Valdivia, por el sur.
La lluvia torrencial inundó los caseríos de Victoria y Alianza, en el altiplano, que en esa época
no tenían más de quinientos habitantes; se cortaron los suministros de agua potable, energía eléctrica
y teléfonos. Lo mismo sucedió en las salitreras de María Elena, Coya Sur y Pedro de Valdivia,
suspendiéndose las faenas, debido al reblandecimiento del material.
En Pozo Almonte, Mamiña, Huara y Camina los daños fueron menores, no obstante, se
inundaron algunas viviendas. En Iquique el ventarrón voló techos y la lluvia deterioró parte del camino
pavimentado. En Tocopilla se suspendió el suministro de energía eléctrica para prevenir accidentes.
Calama quedó sin energía eléctrica, se interrumpieron las comunicaciones telefónicas y radiales y en
los barrios periféricos se registraron inundaciones y lodazales originados por la lluvia que formó
riachuelos en los cerros; familias modestas fueron ubicadas en establecimientos educacionales
ayudados por personal de la Cruz Roja, bomberos, Carabineros y juntas de vecinos; la autoridad
gubernamental fue autorizada para girar hasta diez millones de escudos con el objeto de ayudar a casi
cuatrocientas familias damnificadas. Por su parte, ONEMI, en un avión de la Fuerza Aérea envió
colchones, frazadas, leche en polvo y medicamentos.
En Chuquicamata los daños materiales fueron de mayor embergadura: se perdieron toneladas
de molibdeno, se paralizó la planta de fundición de cobre blister y se dejaron de producir treinta y cuatro
mil toneladas de cobre, alcanzando las pérdidas a doscientos cincuenta mil dólares.
En la zona del mineral de Sagasca, la lluvia cortó el camino, aislando a cuarenta personas que
laboraban en el yacimiento y a veinte militares del regimiento Dolores, de Iquique, que efectuaban
ejercicios en el sector.
A fines de mayo del año 1975, una intensa lluvia que duró más de un día, dejó en Huasco cinco
viviendas destín idas y cincuenta y siete inhabitables, además de doscientas diez personas damnificadas.
Estas fueron evacuadas a escuelas y a otros albergues provisorios.
Alrededor de veinte personas desaparecidas, arrasadas por la rápida crecida de los ríos y más
de dos mil damnificados dejó un frente de mal tiempo que afectó desde Concepción a Santiago, entre
eM y el 3 de julio de 1975.
El temporal empezó en Concepción con fuertes lluvias y vientos huracanados. El
desmoronamiento de laderas sobre la vía férrea interrumpió el tráfico de la ciudad penquista hacia!
otros puntos del país; las poblaciones ubicadas en los sectores periféricos se inundaron.
También hubo casas anegadas en Cauquenes por el desborde del tranque Tutuven hacia el río
del mismo nombre. En Talca, la avenida del río Claro dejó sectores agrícolas y poblaciones modestas i
cubiertas de agua. En Curicó el sector céntrico fue el más dañado.
En Santiago, las poblaciones periféricas ubicadas en Renca, Las Barrancas, y Conchalí
quedaron inundadas. También hubo daños de consideración, principalmente por la destrucción de tos
techos de fonolitas, en la población San Luis de Nueva Las Condes, ubicada entre las avenidas
Manquehue y Kennedy, donde habitaban un mil doscientas familias.
Entre el 10 y el 13 del mismo mes de julio de 1975, otro temporal azotó de Valparaíso a

364
Concepción, causando daños en Valparaíso, Melipilla, Talca, Linares, Parral, Los Angeles y Concepción.
En Valparaíso los derrumbes en los cerros Las Monjas, Mariposa y Barón destrozaron y dañaron
viviendas; hubo alrededor de quinientos damnificados que fueron ubicados en el estadio del cerro
Playa Ancha. Además los torrentes de agua que bajaron por las quebradas taparon los cauces, gran
parte del " plan" se inundó, suspendiéndose el tráfico vehicular durante varias horas.
Desbordes del río Maipo a la altura de Melipilla dejaron cerca de mil damnificados. Los ríos
Lircay, Achibueno y Perquilauquen inundaron amplios sectores de Talca, Linares y Parral,
respectivamente.
En Los Angeles se produjo un tornado: una verdadera tromba de viento de unos treinta metros
de ancho avanzó a cien kilómetros por hora, abarcando todo el sector periférico de la salida norte de
la ciudad. Numerosas casas se desnivelaron, volaron la mayoría de los cercos y de los techos de la
población Godoy; también la fuerza del viento atrajo hacia su centro una camioneta, lanzándola luego,
a ciento cincuenta metros de distancia.
Ocho pescadores desaparecieron en Talcahuano; de Cauquenes al sur se cortaron los caminos
por deslizamientos de tierra o desbordes de los ríos. En total hubo alrededor de dos mil damnificados
que fueron socorridos por las autoridades locales, la Cruz Roja y bomberos.
Al otro extremo, en la provincia de Aconcagua, seiscientos trabajadores de la compañía minera
Andina quedaron bloqueados por la nieve, a un mil doscientos metros de altura.

LLUVIAS EN EL ALTIPLANO EN 1976

En los últimos días de enero de 1976, fuertes lluvias azotaron desde Arica hasta La Serena.
Los desbordes del río San José provocaron inundaciones en poblaciones modestas de Arica.
En el camino internacional de esta ciudad a Bolivia se hundió un puente a la altura del valle de Lluta.
También se destruyeron parte de la vía férrea de Antofagasta a Salta y el camino internacional por
Aguas Negras, a la altura de La Serena. El tráfico internacional en el norte quedó interrumpido por
varios días.
En el mineral de Sagasca hubo anegamientos y reblandecimiento de los terrenos, dejando
daños que paralizaron las faenas.

INCENDIOS FORESTALES EN 1976

En febrero de 1976 se produjeron incendios forestales en la zona de Constitución, quemándose


plantaciones de pino insigne. En el mismo mes, otros siniestro consumió quinientas cincuenta
m i hectáreas de bosques nativos en Las Palmas de Cocalán; en el límite de las provincias de Santiago,
O'Higgins y Colchagua. Focos menores también quemaron árboles y pastizales en la provincia de
Valparaíso.
Hasta mediados de febrero, informaba la Corporación Nacional Forestal, por los medios de
comunicación, se habían producido en el país trescientos treinta y cuatro incendios que inutilizaron
trece mil diecisiete hectáreas de bosques, pastizales, matorrales y sembrados.
Los primeros días de marzo del mismo año 1976, un gran incendio forestal en los alrededores
de Concepción, Talcahuano, Penco y Villa San Pedro, causó pánico en la población. Tres aviones
cisterna, centenares de patrullas forestales y voluntarios demoraron varios días en extinguirlas llamas.
En algunas oportunidades, la ciudad de Concepción quedó cubierta por una espesa capa de humo y
cenizas.

365
INUNDACIONES EN 1976

Entre el 26 y el 30 de mayo de 1976 un fuerte temporal de viento, lluvia y nieve cortó caminos, |
puentes, tendidos de energía eléctrica, y de teléfonos en diferentes partes del territorio.
En Antofagasta el viento voló techumbres y quebró vidrios. Desde el Norte Chico hasta Aisén]
el temporal, acompañado de tormenta eléctrica obligó a cerrar los puertos de Guayacán, Coquin
Valparaíso, Talcahuano y San Vicente. En el primer puerto zozobraron alrededor de diez embarcación
menores. Las intensas nevadas impidieron el tráfico del ferrocarril trasandino de Los Andes I
Mendoza.
A mediados de junio de 1976, llovió durante diez días en gran parte de la zona sur, provocando!
la muerte de siete personas, dejando cientos de damnificados y pueblos aislados por derrumbesdf
puentes y daños en los caminos a causa de la crecida de los ríos.
En la provincia de Cautín hubo más de dos mil damnificados y pérdidas en obras públicas yj
cosechas del orden de los seis millones de pesos.
Hacia la cordillera, el río Allipén y los canales vecinos se desbordaron formando un lago artificial!
que anegó viviendas, rutas y potreros colindantes. Por el lado de la costa, los ríos Tolten e Imperial[
sobrepasaron su cauce normal, dañando siembras y cultivos y destruyendo las viviendas, cuyos
habitantes, en su mayoría, eran mapuches minifundistas. Se dispuso que un puente aéreo del grupo I
de helicópteros N23 de la Fuerza Aérea rescatara a doscientos pobladores que quedaron desamparados |
en la desembocadura del río Tolten.
En los alrededores de Valdivia quedaron doce pueblos aislados por desbordes de los ríos. I
Doscientas noventa personas fueron evacuadas por helicópteros. Se presentaron algunos casos de |
difteria en Neltume y Río Bueno, suspendiéndose las clases durante algunos días.
El lago Todos los Santos se desbordó arrasando con caseríos, cosechas, y viviendas.
Tanto ONEMI, como la Cruz Roja Chilena enviaron ayuda desde el nivel nacional paral
implementar las labores de socorro de las autoridades regionales y de los respectivos Comités de]
Emergencia.

EPIDEMIA DE INFLUENZA EN 1976

A mediados de junio de 1976, el ministerio de Salud informó que por lo menos un mil dieciseis
personas habían fallecido a causa de la epidemia de influenza que se había propagado en gran parte I
del territorio, y que por lo menos una cantidad levemente superior presentaba la enfermedad conl
complicaciones respiratorias.
Las defunciones se produjeron principalmente en Santiago, en Huapi y Riñihue, en la X región,
y en Punta Arenas. En Concepción provocó una ausencia escolar y laboral del orden del treinta por I
ciento. En Antofagasta, La Serena, Ovalle, Valparaíso, Aconcagua, Temuco, Puerto Montt y Coihaiquej
fue moderada.
En junio de 1974 se habían registrado quinientos enfermos por influenza, sin casos fatales.

INCENDIO EN SANTIAGO EN AGOSTO DE 1976

El 7 de agosto de 1976 un incendio destruyó el cuarenta por ciento de las oficinas de la estación
Central de Santiago. Se produjo a raíz de un cortocircuito en la subestación eléctrica ubicada al lado
poniente del edificio ferroviario. Resultaron destruidas las oficinas de la Fiscalía, de Pases Libresyde j
la Inspectoría.
366
SISMO EN NOVIEMBRE DE 1976

Un sismo con epicentro en Pozo Almonte, a sesenta kilómetros al este de Iquique se produjo
el 29 de noviembre de 1976, a las 21.42 horas.
El movimiento telúrico se extendió entre Arica y Taltal. Diecinueve personas quedaron heridas,
hubo derrumbes de viviendas y se interrumpió el tráfico ferroviario de Arica a la Paz por el hundimiento
de varios terraplenes.
En Pozo Almonte y Mamiña la intensidad fue grado siete a ocho en la escala de Mercalli. En
ambos lugares decenas de casas se destruyeron, otras resultaron con agrietamientos o desplome de
las murallas, lo que ocasionó el número de heridos ya señalado. Al interior de Iquique siguió templando
varios días.

í
PLAN NACIONAL DE EMERGENCIA

El 16 de abril de 1977 se publica el Decreto Supremo N9155, que aprueba el Plan Nacional de
Emergencia. Sus objetivos son: asegurar la no interrupción de los planes normales de desarrollo del
país, mediante la identificación previa de los riesgos potenciales, condiciones y acciones inseguras y
su corrección preventiva. Restablecer la normalidad si ella es alterada por causas de fuerza mayor,
movilizando los recursos científicos, técnicos y económicos en una acción coordinada y racional que
garantice que las necesidades vitales de la población queden siempre cubiertas. Arbitrar las medidas
I orientadas a la educación, adoctrinamiento y capacitación de la población, para afrontar de manera
rápida, ordenada y segura los problemas derivados de catástrofes naturales o provocadas por el
hombre. Que el Supremo Gobierno disponga de un Sistema de Protección Civil que le permita la
m prevención y control de las catástrofes que se produzcan en el país, sin crear nuevos organismos y
utilizando coordinadamente los recursos humanos y materiales existentes.

TEMPORALES DE JULIO DE 1977

Entre el 2 y el 5 de julio de 1977 un frente de mal tiempo se extendió desde la IV región al sur.
Centenares de personas quedaron aisladas en Portillo y Farellones. En Santiago se anegaron
calles y avenidas. En Lota Bajo, Concepción, las lluvias torrenciales crearon un lago artificial que dejó
a poblaciones enteras con las viviendas inundadas, obligando a las autoridades a trasladar a sus
habitantes a albergues de emergencia. En Punta Arenas, el fuerte viento, la lluvia y la nieve impidieron
tos vuelos hacia el norte.
Entre el miércoles 20 y la maftana del viernes 22 de julio de 1977, llovió más de cincuenta horas
sin parar, desde La Serena hasta Puerto Montt, ocasionando daños, principalmente en el Norte Chico
y la zona central.
Quedaron once muertos; dieciseis mil ochocientos damnificados, muchos de ellos aislados
debido a que cincuenta y dos ríos y esteros y algunos tranques y embalses se desbordaron; hubo
deterioros en cincuenta y ocho puentes; se cortaron noventa y cinco caminos, fraccionándose,
además, la carretera Panamericana en varios sectores; se produjeron derrumbes y rodados en los
caminos cordilleranos.
367
En la región Metropolitana las viviendas destruidas y anegadas de las poblaciones periferia
dejaron catorce mil personas damnificadas; en el sector oriente de la capital el reblandecimiento o
terreno originó el desprendimiento de enormes piedras de hasta setecientos kilos que fueron a dar|
puente Luis Pasteur, sobre el río Mapocho, azotando sus pilotes de cemento hasta que se cortan
todo el sector de Lo Curro quedó aislado.
Se estimó que los daños en el camino de Los Andes a Caracoles alcanzaron a la suma des
millones doscientos mil pesos. Obras Públicas, por su parte, estimó que en todo el país los des
eran del orden de los ciento veintisiete millones de pesos.
La ayuda a los damnificados se centralizó en CEMA-Chile, que recibió donaciones i
particulares. A su vez, ONEMI y la Cruz Roja Chilena enviaron parte de sus existencias a las regione|
para que fuera distribuida por los jefes y Comités de Emergencia respectivos.

INCENDIOS FORESTALES DE 1977 Y 1978

Numerosos incendios forestales se produjeron en el centro del país entre los últimos díasd
diciembre de 1976 y enero de 1977, principalmente en Valparaíso, Quilpué, San Antonio ySart
Domingo.
En la V región se quemaron más de cuatro mil hectáreas de bosques, pastos y vivienda!
modestas; el sector de Rodelillo fue el más afectado, donde trescientas familias perdieron sus casi"
y enseres.
Otro incendio que formó un verdadero cordón de fuego entre San Antonio y Santo Dorrw
amenazó los poblados y produjo daños en los tendidos de cables de la energía eléctrica ydeta|
teléfonos.
Diecisiete miembros de las patrullas forestales de la Corporación Nacional Forestal resultara
heridos y un joven, Pedro Salazar Silva, murió a consecuencia de las quemaduras que dañaron^
cuarenta por ciento de su cuerpo; fue el primer mártir de la CONAF.
Esta informaba en los primeros días de febrero de 1978, que el balance del año anterior -1977|
arrojaba un saldo de un mil novecientos nueve incendios que quemaron una superficie de veintise»
mil cuatrocientos cincuenta y ocho hectáreas entre la IV y la XII Segunda región, el equivalente ato
comunas de La Granja, San Miguel, San Bernardo, La Cisterna y Puente Alto de la regió
Metropolitana.
Informaba también, que entre noviembre de 1977 y el 29 de enero de 1978 ya se había
producido un mil doscientos noventa y ocho incendios, que en mayor parte habían afectado al
vegetación natural, contabilizando una pérdida de cuatro millones de dólares en maderas y Guaren
millones de dólares en intangibles, como recreación, belleza escénica, producción de aguaj
conservación del suelo y habitat de vida silvestre.
A través de los medios de comunicación reiteraba que el hombre es el principal causantedelj
incendios forestales, provocados por niños que juegan con fósforos, por pirómanos, por colillas*
cigarrillos mal apagadas, por el roce o quema de malezas para explotar terrenos. La Corporaci|
Nacional Forestal indicaba que estaba empeñada en una campaña que creara conciencia en laopini
pública para bajar el número de siniestros y el de hectáreas quemadas, resumiendo que: "De una*
salen millones de fósforos y un fósforo puede quemar millones de árboles".

SIPAC -78

En Viña del Mar, entre el 6 y eM 4 de marzo de 1978 se realizó un Seminario Internacionalp


Preparación de Catástrofes -SIPAC -78. Fue patrocinado por el ministerio del Interior y organizado pi
la Oficina Nacional de Emergencia. Contó con el auspicio de la Oficina de Asistencia en Casossl

368
Desastres en el Exterior de Washington y de la Liga de Sociedades de la Cruz Roja.
Participaron delegados gubernamentales y de la Cruz Roja de cuarenta países y ciento setenta
representantes de Chile.
Las conclusiones redundaron en una mejor coordinación internacional y positivas repercusiones
en el ámbito nacional.

TEMPORALES DE JULIO DE 1978

Catorce días de lluvia en el sur y una semana en la zona central, durante el mes de julio de 1978,
dejaron por lo menos doce muertos y cuatro mil damnificados.
Se descompusieron más de cuatro mil teléfonos; hubo daños en puentes y túneles; el
reblandecimiento de la tierra, los derrumbes y la crecida de los ríos provocaron problemas en los
caminos. Sólo en la Vil región, los daños en obras públicas, por este temporal, fueron avaluados en
ciento cincuenta millones de pesos; y el total de los deterioros, también en obras públicas, entre la IV
y la X región, en unos seiscientos sesenta y tres millones de pesos.
Al cortarse el puente sobre el río Tinguiririca, deteriorarse en varios tramos la carretera
Panamericana Norte, más la obstrucción de los túneles Zapata y Lo Prado, la ciudad de Santiago
quedó aislada, y decenas de camioneros a la altura de Angostura, sin poder llegar a la capital.
Portillo y Lagunillas también quedaron aislados. Alhué y San Pedro, en Rancagua, sin
teléfonos, sin agua y sin abastecimientos. Fueron socorridos por helicópteros de la Fuerza Aérea.
La Cruz Roja Chilena colaboró en la atención sanitaria, donación de medicamentos, alimentos,
frazadas y ropa, tanto de sus existencias nacionales, como de los suministros de la bodega
internacional, los que fueron entregados a los Comités de Emergencia de la zona afectada A su vez,
ONEMI entregó a las municipalidades, para la atención de los damnificados y reposición de viviendas,
mediaguas, planchas metálicas para techo, fonolitas, frazadas, alimentos, catres de campaña y sacos
para defensa fluvial.

SISMO EN AGOSTO DE 1978

Un muerto, siete heridos, cientos de damnificados y serios daños dejó el sismo que el jueves
3de agosto de 1978, a las 14.18 horas abarcó desde Antof agasta hasta Combarbalá. Cayeron postes
del alumbrado eléctrico y de teléfonos, interrumpiéndose ambos servicios por algunas horas.
Copiapó fue la ciudad más afectada; gran cantidad de locales comerciales quedaron con las
vitrinas destruidas; edificios públicos con las murallas agrietadas y varias viviendas particulares en el
suelo. En Potrerillos, alrededor del sesenta por ciento de las casas tuvo algún tipo de daños.
La atención de emergencia a las familias afectadas fue cubierta por las autoridades regionales.

• '• i
SEQUÍA EN EL SUR EL AÑO 1979

En marzo de 1979, los empresarios agrícolas y ganaderos de Bío Bío a Chiloé calificaban de
"catastrófica" la falta de lluvias desde noviembre del año anterior. Declaraban que la siembra de trigo

369
de primavera, que debía cosecharse en marzo fue un fracaso. La producción de papas, en la provincia
de Chiloé disminuyó en un cincuenta por ciento y la de raps, en más de un treinta por ciento.
Al mismo tiempo la producción lechera había bajado, entre enero y febrero, en un treinta por
ciento con respecto a diciembre de 1978, a causa de la mala alimentación del ganado. El cierre déla
planta Llanquihue de la Industria Azucarera Nacional -indicaban- también los había perjudicado, yaJ
que de los cultivos de remolacha obtenían veinte toneladas de alimentos para el ganado, con uno del
los subproductos de la industrialización, la coseta; pulpa de esa especie que es usada como forraje|
y estimula la producción de leche.
Para los agricultores la situación era grave, ya que aparte de no existir riegos artificiales, enl¡
zona se concentraba el diez por ciento de la producción nacional de cereales; casi la mitad del ganadol
bovino del país, con un millón de cabezas sólo en la región de Los Lagos y el sesenta y tres por ciento!
de la leche producida en el territorio nacional; la zona también tenía, en esa fecha, un cuarto déla]
superficie del país sembrada con plantas forrajeras, entre ellas, el trébol rosado, alfalfa, pasto ovillo
y mezclas.
Frente a esta situación, plantearon al ministro de Agricultura sus inquietudes, cuando éste pasó
por la zona, y además, obtuvieron del Banco del Estado la posibilidad de renegociar sus deudas yuna
línea de créditos adecuada a la situación.

INCENDIOS FORESTALES DE 1979

La falta de lluvias en el sur se agravó con la proliferación de incendios forestales.


En las provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue, entre noviembre de 1978 y febrero de 19791
se quemaron doce mil trescientas cuarenta y cinco hectáreas, reduciendo las reservas forestalesyI
dejando las praderas expuestas a la erosión; a este daño se sumaron la destrucción de numerosas
viviendas, cercos y animales parcialmente quemados.
La Corporación Nacional Forestal daba a conocer que entre el 1 de octubre del año anteriory
abril de ese año 1979, se habían producido cuatro mil seiscientos ochenta y un incendios, éntrelas
regiones IV y XII, afectando a una superficie del orden de las treinta mil hectáreas.
El 27 de mayo del mismo año 1979, un incendio en la Zona Franca de Punta Arenas destruyó
setenta y seis locales, de propiedad de cincuenta y ocho firmas comerciales. Las pérdidas se estimaron j
por sobre los tres millones de dólares.

INUNDACIONES Y TEMPORALES DE JUNIO A OCTUBRE DE 1979

Un primer frente de mal tiempo, en el año 1979, comenzó el 23 de junio, extendiéndose desde j
la V región al sur, con lluvias torrenciales, vientos huracanados e intensas nevazones.
Derrumbes en la avenida España dejaron intransitable el camino de Valparaíso a Viña del Mar; j
en los cerros porteños quedaron doscientos cincuenta damnificados. La mayoría de las poblaciones
periféricas de las comunas de San Miguel, Pudahuel y Ñuñoa se anegaron, en Santiago. En Temuco
los damnificados llegaron a quinientas personas. El tráfico internacional a Mendoza fue suspendido
por avalanchas de nieve. Los puertos de Valparaíso y Talcahuano se cerraron. Hubo cuatro muertos.
Los primeros días de agosto del mismo año 1979, gran parte del territorio sufrió un nuevo
temporal que dejó un muerto, cientos de damnificados y varios puentes cortados. Entre Talca y Puerto
Montt se registraron los mayores daños. En el Norte Chico, las precipitaciones fueron consideradas

370
como un paliativo para la agricultura de los valles interiores.
A fines del mismo mes de agosto, otro temporal se extendió desde Temuco a Punta Arenas. En
Temuco más de doscientas veinte personas fueron evacuadas a establecimientos educacionales, al
inundarse sus viviendas; también se anegaron pobladores que habitaban en las márgenes del río
Cautín, en la misma región. Villarrica, Nueva Imperial y Osorno sufrieron inundaciones que obligaron
a trasladar a decenas de familias a albergues provisionales. El río San Pedro se desbordo en el sector
de Los Lagos. Barrios aledaños al río Las Minas se anegaron en Punta Arenas.
El ministerio de Obras Públicas avaluó los daños en infraestructura de obras existentes y las
reparaciones más urgentes en seiscientos sesenta mil pesos.
Fuertes lluvias causaron el reblandecimiento y posteriormente, el derrumbe de un cerro que
aplastó a un campamento de pescadores en la zona de Corhuín, cerca de Puerto Montt, el 23 de
:f
octubre de 1979.
Murieron veinte personas, pescadores que trabajaban en la recolección de algas, conocidas
1 como lamilla. Se estimó que fueron más de cuatro mil metros cúbicos de barro los que cayeron sobre
las carpas de polietileno que formaban el campamento.

INCENDIO EN SANTIAGO EN FEBRERO DE 1980

Ocho personas murieron en un incendio que se produjo en una fábrica de colchones de calle
Rosas, en Santiago, el 7 de febrero de 1980, pasadas las dos y media de la tarde.
m El fuego se inició cuando un empleado encendió un cigarrillo; pocos segundos después su
cuerpo era una pira humana. Al llegar los bomberos, una humareda de unos veinte metros se elevaba
al cielo y el angosto pasillo de ochenta centímetros de entrada a la fábrica, era solamente fuego. En
una pieza interior, otros siete empleados murieron asfixiados o quemados.
Los bomberos se vieron impotentes: primero quisieron entrar por el estrecho pasillo, pero una
ola de calor que derretía hasta el metal, se los impidió. Tampoco fue posible hacer un forado en los
techos. Al tratar de desarrajar las ventanas se encontraron con que estaban atochadas de colchones
altamente inflamables.
Después los técnicos explicaron que los gases emanados de una combinación de neoprene con
el oxígeno del aire y el cigarrillo encendido, provocaron el fuego.
En esa oportunidad, el jefe técnico del cuerpo de bomberos de Santiago afirmó que el mayor
peligro lo constituía el cambio de utilización de los inmuebles, como por ejemplo, una casa habitación
terminaba funcionando como industria, a veces bloqueándose puertas de acceso y escaleras, se
cerraban patios y se realizaban muchos cambios, de tal modo que en un lugar construido para quince
personas, convivían cien.

TEMPORALES E INUNDACIONES DE 1980

El 9 de febrero de 1980 un frente de mal tiempo se extendió desde Talca hasta Santiago. En
Los Cipreses, al interior de Talca, la súbita crecida del río Maule arrasó con dos casas, muriendo sus
nueve habitantes. En Santiago, el ventarrón cortó varios cables eléctricos, pereciendo, con la caída
de uno de ellos, una persona.
Los días 16,17 y 18 de febrero intensas marejadas azotaron el litoral, principalmente en la V
región.

371
Entre el 20 y el 23 del mismo mes, intensas lluvias con tempestad eléctrica en algunos
sectores, se extendieron desde Calama hasta Puyehue, causando destrozos en varias zonas del país.
En Calama y Toconao las precipitaciones anegaron viviendas y dejaron decenas de damnificados.
Hubo chubascos y tempestad eléctrica en La Serena y Coquimbo; al interior del valle de Elqui, el
temporal desbordó los ríos Claro y Turbio cubriendo el sector comprendido entre Guanta, Chapica,
Rivadeneira y Paiguano. También se registraron daños en Andacollo y Ovalle. En San Felipe el
temporal fue de lluvia, vientos y tempestad eléctrica. A ocho kilómetros de San Esteban, cerca de Los
Andes, un aluvión arrasó con un campamento donde pernoctaban cuarenta minusválidos, los que
fueron rescatados por helicópteros de la Fuerza Aérea. Se desprendieron barro y piedras en el camino j
de Los Andes a Mendoza, quedando bloqueados alrededor de doscientos automóviles. En Santiago 1
llovió intensamente; más de diez mil familias de Las Condes, Arrayán y Farellones quedaron sin agua ]
potable durante dos días, a causa de que aludes destruyeron bocatomas y compuertas, provocando
la desviación del río Maipo. El río San Francisco se desbordó a la altura de la mi na La Diputada de Las
Condes, ocasionando la muerte de siete personas, varios desaparecidos y dejando aisladas a otras
quinientas, que rescató el servicio de Vialidad. Desde Puyehue a Entre Lagos una intensa granizada
destruyó vidrios, parabrisas y originó perjuicios en la agricultura.
En abril del mismo año 1980, otros sistema frontal se extendió desde la III a la VIII región, con;
un saldo de treinta y cuatro muertos, dieciocho heridos, cincuenta y tres desaparecidos, novecientas i
veintiséis viviendas dañadas, veintitrés destrozadas y cuatro mil trescientos noventa y seis damnificados.
Los primeros días del mes, las lluvias azotaron a la III región, dejando más de seiscientas personas
con problemas en sus viviendas. A mediados de abril, el mal tiempo causó daños materiales,
principalmente en Valparaíso, donde además, murieron dieciocho pescadores humildes, al naufragar j
sus embarcaciones. En Santiago, el ventarrón con rachas de más de cien kilómetros por hora botó
árboles y ramas, dañando los tendidos de energía eléctrica y teléfonos, suspendiéndose ambos
suministros durante varias horas. A fines del mes de abril, el temporal asoló a Concepción y sus
alrededores. Otros trece pescadores murieron al volcar sus embarcaciones frente a Arauco. El viento,
con una fuerza cercana a los ciento cincuenta kilómetros por hora y la intensa lluvia derrumbaron una ¡
parte del cerro La Pólvora, aplastando varias casas y ocasionando la muerte de tres personas. El
Presidente de la República dispuso que se entregaran recursos adicionales a las autoridades
regionales para el auxilio de los afectados.
Ocho muertos, varios heridos y por lo menos mil damnificados dejaron los temporales en mayo
de 1980. El día 10 comenzó a llover desde el sur hacia el norte. En Puerto Montt, el viento con una
fuerza cercana a los setenta kilómetros por hora obligó a suspender las faenas en el puerto. Lluvias
abundantes y vientos huracanados dejaron viviendas anegadas o sin techo en Osorno; diversos
tramos del camino de San Pablo a Osorno quedaron cortados. En Valdivia, los barrios bajos se
inundaron, trasladándose las familias a diversas escuelas habilitadas como albergues; el viento
destruyó la techumbre y el cielo raso del liceo de niñas; cayeron árboles y postes, interrumpiéndose
el suministro de energía eléctrica; la carretera Panamericana, en ese sector, quedó con el tráfico por
una sola franja, ante el desmoronamiento de los terraplenes. En Concepción perecieron tres personas,
hubo destrozos en los caminos y poblaciones inu ndadas por la crecida del río Bío Bío. En Constitución
el volcamiento de una embarcación causó la muerte de cinco personas. Hacia el centro del país los
destrozos fueron cuantiosos en obras viales y en viviendas. Las islas del archipiélago de Juan
Fernández fueron arrasadas por el viento y la lluvia; un aluvión dejó al poblado de San Juan Bautista |
con quince casas destruidas y el cincuenta por ciento restante, con daños de consideración; se
deterioraron los sistemas de energía eléctrica y agua potable; ciento veinte familias quedaron
damnificadas, a las que se les llevó ayuda en un buque de la Armada Nacional.
En la tercera semana de mayo una avalancha mató a siete personas en el campamento de la
compañía minera El Indio, a doscientos kilómetros de La Serena. Esa misma semana, otro fuerte
temporal en la IX región dejó alrededor de seis mil damnificados y daños del orden de los sesenta
millones de pesos. Una decena de familias perdieron sus hogares, al desbordarse el río Las Minas,
en Punta Arenas.
El 23 de junio, otro frente de mal tiempo azotó desde Ovalle hasta la VI región. Hubo destrozos

372
en los caminos, en las viviendas y en los terrenos agrícolas de Ovalle, Combarbalá, Vicuña, Los Vilos,
Valparaíso y Santiago.

INCENDIO EN LA TORRE SANTA MARÍA DE SANTIAGO EN MARZO DE 1981

Once personas murieron en el incendio que afectó a la Torre Santa María de Santiago. El
siniestro se inició a las diez y quince minutos de la mañana del sábado 21 de marzo de 1981,
presumiblemente por la explosión de gas de neoprene con que se pegaban las alfombras en el piso
décimo primero, de la torre que tiene veintinueve pisos.
Ese día, el personal de las oficinas que funcionaban en el inmueble no trabajaban; había sólo
operarios que efectuaban algunas faenas, cuidadores y guardias.
Treinta personas fueron rescatadas desde la azotea por helicópteros de Carabineros, Fuerza
Aérea y del Ejército. No se conoció, a ciencia cierta, quien desconectó el generador de energía que
causó la detención de los ascensores y de la inyección de aire que debía alejar el humo de las
escaleras.
El gas neoprene explotó al contacto con una chispa, provocando, de inmediato un incendio.
Dos personas murieron calcinadas, otras siete al interior de los ascensores y otros dos, presas
del pánico, al lanzarse al vacío.
El 28 de septiembre de 1992, estalló otro incendio en el piso décimo primero de una de las torres,
de treinta y tres pisos, esta vez, como consecuencia de un desperfecto eléctrico. Hubo daños en otros
seis pisos, por un valor estimado en ciento setenta y ocho millones de pesos.

TEMPORALES DEL AÑO 1981

Entre abril y junio de 1981, varios frentes de mal tiempo azotaron desde el Norte Chico al sur,
dejando daños de diversa consideración.
El 23 de abril un fuerte temporal de lluvia provocó inundaciones en Concepción, dejando una
decena de personas con sus casas anegadas. Tanto las autoridades regionales, como la Cruz Roja
los apoyaron con ayuda material.
Otro sistema frontal comenzó el 6 de mayo, prolongándose varios días entre la V y X región,
con la consiguiente secuela de daños. En Valparaíso enormes marejadas obligaron a cerrar el puerto.
En Portillo las nevazones fueron intensas. En la región Metropolitana, la lluvia y los ventarrones
ocasionaron cortes parciales en el suministro de energía eléctrica y fallas en el servicio telefónico. En
la VIII región, principalmente en Concepción, Penco, Talcahuano, y otras ciudades quedaron más de
mil personas damnificadas que fueron ubicadas en albergues de emergencia, acondicionados en
establecimientos educacionales. La Gobernación Marítima de Talcahuano cerró el puerto y las caletas
desde Constitución a Tirúa. Derrumbes de cerros cortaron la vía férrea en varios tramos. Valdivia,
Osorno y Puerto Montt vivieron situaciones parecidas, agravadas por vientos de más de cien
kilómetros por hora.
Entre el 12 y el 17 de mayo nuevos temporales dejaron muertos, heridos y graves daños en las
carreteras, puentes, viviendas, puertos y en los servicios de utilidad pública, entre el Norte Chico y el
extremo austral. En Ovalle, la primera lluvia fue tan intensa que los agricultores la consideraron
perjudicial para las cosechas de ají, tomates y pimentones. En Valparaíso pereció un menor al caerle
encima la estructura de su casa; las calles del Puerto se anegaron completamente con las aguas que

373
A fines de mayo, en la II región, principalmente Antofagasta, Calama, Chuquicamata y
numerosos poblados del interior fueron afectados por intensas lluvias con vientos de hasta ciento
veinte kilómetros por hora e intensas nevazones. Aludes de barro y piedras provocaron la caída de
árboles, postes del alumbrado público y teléfonos, interrumpiendo los respectivos suministros.
Durante las dos primeras semanas de junio, la X región sufrió los efectos de un temporal que
ocasionó daños en caminos, puentes y viviendas. Dos pescadores perecieron en Puerto Montt y otra
persona en el lago Llanquihue. La crecida del río Bonito dejó alrededor de un mil quinientas personas
aisladas, que vivían en los poblados ribereños. En Valdivia, centenares de casas se anegaron. La zona
central soportó fuertes aguaceros y nevadas en la precordillera. Derrumbes en los cerros Barón y
Yungay de Valparaíso, aplastaron viviendas con toneladas de barro, pereciendo cuatro personas.
El período de mal tiempo siguió durante la tercera semana de junio, con lluvias torrenciales y
ventarrones de más de sesenta kilómetros por hora. Trece personas que cumplían labores de despeje,
en el camino internacional a Mendoza, quedaron aisladas entre Juncal y Portillo. En Talca, los
desbordes del río Claro anegaron decenas de viviendas en los barrios periféricos.
Entre el 25 y el 28 de junio, otros sistema frontal se extendió entre la IV y la Vil región. Hubo
dieciocho muertos, ochocientos dos heridos, dieciocho mil cuatrocientas setenta y cuatro personas
damnificadas, quinientas setenta y ocho viviendas destruidas y tres mil ciento sesenta y una dañadas.
Se produjeron cortes en los suministros de energía eléctrica, agua potable, comunicaciones
telefónicas e interrupción del alcantarillado. Se cortaron sesenta y un tramos de caminos, se inundaron
nueve pasos bajo nivel en Santiago, veintitrés ríos y canales salieron de sus cauces, hubo cincuenta
y ocho puentes inhabilitados, la vía férrea se cortó en tres sectores en la VI región y diecisiete
localidades quedaron aisladas. Los mayores daños se registraron en la región Metropolitana: el río
Mapocho se desbordó en varios sectores, hacia el oriente a la altura del puente Lo Curro, inundando
cientos de casas, los subterráneos de los edificios de departamentos y las principales calles de Las
Condes; hacia el centro se desbordó a la alturadel puente Pió Nono, anegando parte del sector céntrico
de la ciudad, y hacia el poniente a la altura de la comuna de Quinta Normal. También se salieron de
sus cauces el canal San Carlos y el Zanjón de la Aguada. La mayoría de las calles y avenidas de
Santiago se convirtieron en verdaderos ríos. Diversos sectores y poblaciones quedaron varios días sin
agua potable, sin luz y sin teléfonos. Los damnificados de la región sumaron más de once mil personas.
Otra de las regiones más afectadas fue la V, con daños principalmente en Valparaíso, San Antonio,
Quillota, donde hubo, además de damnificados, destrozos en obras sanitarias, principalmente por la
salida de los cauces. En la Vil región los desbordes de los ríos y canales dejaron localidades aisladas
y puentes destruidos.
Para hacer frente a esta situación de emergencia, el Gobierno dispuso que ONEMI, y las
Fuerzas Armadas y de Orden desplegaran una labor de ayuda a los damnificados, en la que también
colaboraron la Cruz Roja, los bomberos, los radioaficionados, las organizaciones de voluntariado y la
comunidad, en general, tanto en la habilitación de albergues, como en la entrega de alimentos,
vestuario, medicamentos y un adecuado control sanitario.
La cuantificación de los daños en obras viales, fluviales y sanitarias fue de seiscientos setenta
y cuatro millones ciento ocho mil pesos. Para solucionar el problema de las personas que quedaron
sin casa, se procedió a entregar mediaguas en terrenos semiurbanizados; a ayudar a la reparación de
las viviendas dañadas y a entregar viviendas básicas ya construidas del ministerio de la Vivienda y
Urbanismo que adquirieron las municipalidades. Estos gastos se financiaron con recursos municipales
mediante la reasignación de fonos del programa de viviendas básicas 1982.
Un estudio realizado por un geógrafo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sobre este
frente de mal tiempo, señala, en resumen, que un frente frontal cálido que significó que a niveles que
en la cordillera normalmente las precipitaciones son en forma de nieve, esta vez fueran en forma de
lluvia, provocando, el rápido derretimiento de la nieve que escurrió en forma de agua hacia la cuenca
de Santiago.
A mediados de julio, un nuevo período de mal tiempo se extendió entre La Serena y Valdivia,

375
bajaron como ríos por por las quebradas y los desbordes de los cauces. El ministro del Interior destiné]
un millón y medio de pesos para ayudar a superar la emergencia de los damnificados de las comuna
de Conchalí, Renca y Pudahuel, de Santiago. Más al sur, la vía férrea se interrumpió entre Renai^
y Victoria, al desmoronarse parte de los cerros reblandecidos por el agua; la empresa ferrovia
superó la situación disponiendo el trasbordo de pasajeros con el apoyo de buses.
El 30 de mayo otro temporal afectó a la zona central, con tempestades eléctricas e intensa
lluvias, provocando anegamientos, interrupción en el transporte terrestre y daños en los serviciosd
energía eléctrica y teléfonos. Tanto en Santiago, como en Viña del Mar y Valparaíso hubo decenasdl
damnificados. El servicio ferroviario de Santiago a Valparaíso se cortó a la altura de El Salto, con*|
consecuencia de un aluvión de tierra y rocas.
La Defensa Civil, los bomberos, la Cruz Roja y ONEMI colaboraron en la atención de las familias!
afectadas; éstas dos últimas, aportando, a la vez, elementos de socorro para los respectivos Comités|
de Emergencia.

INCENDIOS EN LOS AÑOS 1981 Y 1982

La Corporación Nacional Forestal daba cuenta en el Mensaje Presidencial 1981-19821


durante ese período se habían registrado cuatro mil quinientos veinte incendios forestales que había
consumido cinco mil setenta y tres hectáreas de plantaciones y veintiún mil setecientos cuarenta!
siete hectáreas de vegetación natural. La zona de Valparaíso y Viña del Marfueron las que registraío|
la mayor incidencia de estos siniestros.
El 17 de marzo de 1982, en la madrugada, un incendio redujo a cenizas locales comerciales!
cites de la calle Lynch, en Iquique. Ocho personas quedaron heridas y doscientas damnificadas!
principalmente los habitantes de los cites. La mayoría de los locales comerciales tenían seguros
El 26 de marzo del mismo año 1982, se produjo otro incendio de graves proporciones en Lo|
Angeles. Más de trescientas casas de personas de modestos recursos se quemaron en la poblé
El Tránsito. La extinción del siniestro demoró alrededor de cuatro horas, participando las cin
compañías de bomberos de la ciudad, personal del regimiento de Infantería y maquinarias del
municipalidad y de particulares. Quedaron dos mil ciento veintidós personas damnificadas quefuei
llevadas a varios albergues provisorios.
Tanto ONEMI, como las gobernaciones y municipalidades respectivas colaboraron con ay
material en alimentos, vestuario y enseres para los damnificados de ambas ciudades.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1982

Entre el 12 y el 17 de mayo de 1982, gran parte del país soportó inestabilidades atmosféri
que se tradujeron en temporales de viento y lluvia, ocasionando por lo menos seis muertos, cié
de damnificados y daños diversos en viviendas, caminos, puentes y obras públicas.
En Santiago se anegaron calles, avenidas, pasos bajo nivel y poblaciones periféricas conii
saldo de seiscientas setenta y cinco personas damnificadas, las que se trasladaron a albergues]
principalmente sedes comunitarias. Unas ciento cincuenta personas perdieron el techo de susc
a causa de los fuertes ventarrones, en Valparaíso; el puerto fue cerrado y se alertaron los servici|
marítimos, policiales y de voluntariado. El camino internacional a Mendoza quedó intransitable. Ha
el sur, los mayores perjuicios se registraron en los campos cultivables.

374
A fines de mayo, en la II región, principalmente Antofagasta, Calama, Chuquicamata y
numerosos poblados del interior fueron afectados por intensas lluvias con vientos de hasta ciento
veinte kilómetros por hora e intensas nevazones. Aludes de barro y piedras provocaron la caída de
árboles, postes del alumbrado público y teléfonos, interrumpiendo los respectivos suministros.
Durante las dos primeras semanas de junio, la X región sufrió los efectos de un temporal que
ocasionó daños en caminos, puentes y viviendas. Dos pescadores perecieron en Puerto Montt y otra
persona en el lago Llanquihue. La crecida del río Bonito dejó alrededor de un mil quinientas personas
aisladas, que vivían en los poblados ribereños. En Valdivia, centenares de casas se anegaron. La zona
central soportó fuertes aguaceros y nevadas en la precordillera. Derrumbes en los cerros Barón y
Yungay de Valparaíso, aplastaron viviendas con toneladas de barro, pereciendo cuatro personas.
El período de mal tiempo siguió durante la tercera semana de junio, con lluvias torrenciales y
ventarrones de más de sesenta kilómetros por hora. Trece personas que cumplían labores de despeje,
en el camino internacional a Mendoza, quedaron aisladas entre Juncal y Portillo. En Talca, los
desbordes del río Claro anegaron decenas de viviendas en los barrios periféricos.
Entre el 25 y el 28 de junio, otros sistema frontal se extendió entre la IV y la Vil región. Hubo
dieciocho muertos, ochocientos dos heridos, dieciocho mil cuatrocientas setenta y cuatro personas
damnificadas, quinientas setenta y ocho viviendas destruidas y tres mil ciento sesenta y una dañadas.
Se produjeron cortes en los suministros de energía eléctrica, agua potable, comunicaciones
telefónicas e interrupción del alcantarillado. Se cortaron sesenta y un tramos de caminos, se inundaron
nueve pasos bajo nivel en Santiago, veintitrés ríos y canales salieron de sus cauces, hubo cincuenta
y ocho puentes inhabilitados, la vía férrea se cortó en tres sectores en la VI región y diecisiete
localidades quedaron aisladas. Los mayores daños se registraron en la región Metropolitana: el río
Mapocho se desbordó en varios sectores, hacia el oriente a la altura del puente Lo Curro, inundando
cientos de casas, los subterráneos de los edificios de departamentos y las principales calles de Las
Condes; hacia el centro se desbordó a la altura del puente Pió Nono, anegando parte del sector céntrico
de la ciudad, y hacia el poniente a la altura de la comuna de Quinta Normal. También se salieron de
sus cauces el canal San Carlos y el Zanjón de la Aguada. La mayoría de las calles y avenidas de
Santiago se convirtieron en verdaderos ríos. Diversos sectores y poblaciones quedaron varios días sin
agua potable, sin luz y sin teléfonos. Los damnificados de la región sumaron más de once mil personas.
Otra de las regiones más afectadas fue la V, con daños principalmente en Valparaíso, San Antonio,
Quillota, donde hubo, además de damnificados, destrozos en obras sanitarias, principalmente por la
salida de los cauces. En la Vil región los desbordes de los ríos y canales dejaron localidades aisladas
y puentes destruidos.
Para hacer frente a esta situación de emergencia, el Gobierno dispuso que ONEMI, y las
Fuerzas Armadas y de Orden desplegaran una labor de ayuda a los damnificados, en la que también
colaboraron la Cruz Roja, los bomberos, los radioaficionados, las organizaciones de voluntariado y la
comunidad, en general, tanto en la habilitación de albergues, como en la entrega de alimentos,
vestuario, medicamentos y un adecuado control sanitario.
La cuantif¡cación de los daños en obras viales, fluviales y sanitarias fue de seiscientos setenta
y cuatro millones ciento ocho mil pesos. Para solucionar el problema de las personas que quedaron
sin casa, se procedió a entregar mediaguas en terrenos semiurbanizados; a ayudar a la reparación de
las viviendas dañadas y a entregar viviendas básicas ya construidas del ministerio de la Vivienda y
Urbanismo que adquirieron las municipalidades. Estos gastos se financiaron con recursos municipales
mediante la reasignación de fonos del programa de viviendas básicas 1982.
Un estudio realizado por un geógrafo de la Pontificia Universidad Católica de Chile, sobre este
frente de mal tiempo, señala, en resumen, que un frente frontal cálido que significó que a niveles que
en la cordillera normalmente las precipitaciones son en forma de nieve, esta vez fueran en forma de
lluvia, provocando, el rápido derretimiento de la nieve que escurrió en forma de agua hacia la cuenca
de Santiago.
A mediados de julio, un nuevo período de mal tiempo se extendió entre La Serena y Valdivia,

375
afectando, principalmente, a zonas rurales. En Santiago, las poblaciones más dañadas fueron las de j
Renca, San Miguel, Cerrillos, Lo Valledor, Pudahuel y la Gran Avenida, que se extiende entre SanJ
Miguel y La Cisterna, la que se anegó en varios puntos.
A fines de julio, otro temporal dejó cinco muertos y daños diversos en puentes y caminos. Fu4
necesario habilitar un puente provisorio cerca de San Francisco de Mostazal, ya que la carreter^
Panamericana Sur tuvo serios destrozos que impedían el tráfico entre el norte y el sur del país.
Las regiones que sufrieron menos las inclemencias de este invierno enviaron ayuda a las másl
dañadas, principalmente desde el sur, en el llamado "tren de la solidaridad". Colaboraron conl
materiales de construcción, alimentos, vestuario, enseres domésticos, medicamentos y otros.
En junio de 1982, el Gobierno chileno envió una ayuda solidaria a Honduras, a raíz de que'
violentos temporales dejaron a más de catorce mil damnificados.

INCENDIOS EN 1983

Una bengala lanzada la Noche de Año Nuevo, produjo el 1 de enero de 1983 un incendio de
proporciones en Iquique. El siniestro destruyó totalmente ciento treinta locales comerciales de la Feria j
El Coliseo N91 y otros treinta sufrieron daños de consideración, lo mismo que algunas casas vecinas j
al centro comercial. La escasez de agua demoró la acción de los bomberos, cinco de los cuales j
resultaron heridos.
En el mismo mes de enero de 1983 se produjeron incendios forestales en Valdivia, Osornoy I
Llanquihue, que se iniciaron al interior de los sectores de Mantilhue y Chiscahue. Un cordón de fuego
rodeó la ciudad de Valdivia, perdiéndose más de nueve mil hectáreas de bosques nativos y terrenos i
cultivables. En Osorno murieron quemados alrededor de quinientos vacunos y ardieron otras seis mil I
hectáreas de bosques. Un piloto de helicóptero pereció al caer a tierra la máquina con que ayudaba]
al combate del fuego.
El 28 de abril de 1983 se produjo un incendio en el internado Hogar de Menores San Francisco j
de Asís, en Curacaví; dos menores murieron quemadas y otra quedó en estado grave.
En enero de 1983, el Gobierno chileno, envió trece toneladas de alimentos a Ecuador, como una j
ayuda solidaria para los cientos de damnificados por inundaciones. También a consecuencia del
inundaciones, se envió una ayuda al Perú, conformada por carpas que fueron transportadas enun|
avión de la Línea Aérea Nacional.

FRENTES DE MAL TIEMPO EN EL AÑO 1983

Fuertes marejadas se produjeron en gran parte del litoral los primeros días de febrero de 1983.1
La braveza y salida del mar ocasionó daños en la costanera, puertos y balnearios de Mejillones.]
Coquimbo, Huasco, Tongoy, La Herradura, Talcahuano, Constitución y Puerto Montt.
En el norte, éstas coincidieron con un movimiento sísmico, el 2 de febrero, que tuvo su epicentro!
a ciento setenta y ocho kilómetros al norte de Antof agasta. Se deterioraron las viviendas de Mejillones,!
Baquedano, Mantos Blancos, Taltal y Antofagasta.
Las marejadas continuaron en marzo: hubo daños que dejaron fuera de servicio los muelles del
Iquique y Pisagua. Los puertos de Tocopilla, Mejillones, Taltal, Valparaíso, San Antonio y TalcahuanoJ
se cerraron en forma preventiva, durante algunos días.
Durante junio un temporal de viento, lluvia y nieve azotó a Chuquicamata, Calama y pequefiasj

376
localidades de II región, quedando cuatro mil damnificados, que fueron atendidos en albergues
provisorios: escuelas y sedes sociales.
En el mismo mes, otro temporal dejó varios muertos, casi quinientos damnificados, deterioros
en caminos, puentes y viviendas, entre Quintero y Concepción. Las bajas temperaturas perjudicaron
las producciones de ají, tomates, porotos y otras legumbres en los valles de El Tránsito, El Carmen,
parte de Huasco; también se dañaron las producciones de hortalizas entre Combarbalá y Til Til.
En el mes de julio, varios frentes de mal tiempo azotaron desde Iquique al sur. Una persona
murió en San Antonio, al caer un árbol sobre su casa, y otra falleció en el sector de la Curva del Japonés,
cerca de Los Andes, al quedar su vehículo atrapado por la nieve.
En los primeros días de julio, el mal tiempo con lluvia y nieve ocasionó daños en Iquique,
Antofagasta, Ollagüe, Sierra Gorda, Taltal, Calama, Chuquicamata y en el valle de Elqui. En las
oficinas de María Elena y en otros centros salitreros se paralizaron las faenas, los pozos de
evaporación se inundaron, avaluándose los perjuicios por sobre los cuatro millones ochocientos mil
dólares. En Santiago, el temporal con vientos de hasta noventa kilómetros por hora botó árboles y
postes del alumbrado eléctrico; La Florida, Renca, Las Condes, Quinta Normal quedaron sin luz. Hubo
rodados de tierra y nieve en el Cajón del Maipo, se interrumpió el tráfico varios días. Entre Las Salinas
y Montemar, en Viña del Mar, quince vehículos quedaron sepultados por el barro, la arena y las piedras
que se derrumbaron de los cerros colindantes.
Hacia fines de julio, otro temporal azotó a La Serena, Coquimbo, Río Hurtado, Monte Patria,
Combarbalá y a algunos sectores de la V región. En Taltal hubo más de siete mil damnificados,
caminos y puentes cortados, y algunos poblados del interior inundados.
ONEMI envió ayuda a la región de Antofagasta, para superar los problemas de las nevazones,
inusuales en esa zona. A su vez, la Cruz Roja distribuyó elementos de socorro por más de tres millones
de pesos a las diferentes regiones, para colaborar con los respectivos Comités de Emergencia en la
superación de los problemas de las familias afectadas.

SISMO EN EL NORTE EN OCTUBRE DE 1983

Un sismo que tuvo una duración de dos minutos se produjo el martes 4 de octubre de 1983, a
las 14.53 horas. El epicentro fue situado a doscientas millas de la costa, entre Chañara! y Copiapó. Se
sintió entre Arica y Santiago.
Los daños mayores se registraron en Diego de Almagro, donde un mil doscientas de las mil
quinientas casas de la localidad tuvieron algún tipo de deterioro, desde derrumbes hasta agrietamientos
y desplome de murallas.
En Taltal murieron cuatro personas a consecuencia de derrumbes en los pirques mineros; otras
cinco resultaron heridas. También se registraron daños en Chañaral, Copiapó y en pequeños pueblos
del interior. En total hubo alrededor de ochocientos damnificados.
ONEMI despachó carpas, colchonetas y otros elementos de socorro para superar la emergencia.
Una ayuda solidaria consistente en carpas y frazadas envió el Gobierno chileno a Colombia, con
motivo del sismo que asoló a Popayán en abril de 1983. En mayo del mismo año, también se envió
una ayuda al Gobierno de Paraguay para colaborar con la atención de los damnificados por las
inundaciones que asolaron a ese país hermano.

INCENDIOS FORESTALES EN 1984

El 5 de enero de 1984 se inició un incendio forestal de grandes proporciones en la parte alta de


Valparaíso. El origen del siniestro fue el rebrote de varios focos que se habían producidos los días

377
anteriores en los sectores de El Pejesapo, el fundo El Colorado y en el camino La Póvora. El viento
provocó otros incendios en el sector de Las Achupallas, en el Jardín Botánico, en el Valle Dulce de;
CRAV y en los alrededores de la población Gómez Carreño, de Viña del Mar.
Decenas de pobladores vivieron momentos críticos cuando el fuego arrasó con sus modestasl
viviendas y siembras. Los vientos imperantes trasladaron la humareda hasta Santiago, que por lo j
menos durante dos días, estuvo cubierto de una capa de humo y cenizas.
La Corporación Nacional Forestal informó que durante el período 1983-1984 se Cabían!
registrado seis mil doscientos cincuenta y un incendios forestales en el país, arrasando con ochenta
mil ciento ochenta y nueve hectáreas de bosques, pastizales y sembrados; de éstos, seis mil I
seiscientos treinta y nueve correspondían a plantaciones de pino insigne.

TEMPORALES DE JULIO DE 1984

Setenta muertos, ciento cuarenta mil ochocientos setenta y seis damnificados, setenta heridos,
once desaparecidos, veinticuatro mil seiscientos veintiocho viviendas dañadas, cuatro mil novecientos
sesenta y tres viviendas destruida^, localidades aisladas, como consecuencia de desbordes de los
ríos, caminos cortados, puentes destruidos, aludes en la cordillera principalmente en el complejo
aduanero Los Libertadores, en la V región, tramos de ferrocarril interrumpidos, pasos inundados, amén I
de prolongados cortes en los suministros de agua potable, luz y comunicaciones, hicieron realmente!
dramática la situación que vivió la población de las regiones III, IV, V, VI, Vil, VIII, IX, X y Metropolitana,I
entre el 2 y el 15 de julio de 1984, a raíz de un prolongado frente de mal tiempo con fuertes lluvias,|
vientos y nevazones.
En una primera instancia, los problemas fueron solucionados por las respectivas intendencias,}
gobernaciones y municipalidades con el apoyo de los Jefes y Comités de Emergencia.
A la vez, ONEMI, activó su centro de operaciones de emergencia, poniendo en "alerta roja"al
sus propios medios de telecomunicaciones, reforzados con las redes de Carabineros, Investigaciones!
radioaficionados y otros organismos que proporcionaron información. Simultáneamente se coordinaron!
las acciones de socorro, rescate y ayuda con los intendentes, con el SAR, con el Cuerpo de Socorrol
Andino, con las Fuerzas Armadas, con los ministerios, con la Cruz Roja, con los bomberos, con lasl
organizaciones de voluntariado y con todos los organismos que conforman el Sistema de Protecciónf
Civil, lo que posibilitó la atención de los damnificados, la entrega de alimentos, vestuario, medicamento!
y un adecuado control sanitario.
Durante tres días se mantuvo un puente aéreo entre La Serena y Santiago para traslada
especialmente víveres, ropa de abrigo y medicamentos a la IV región, que fue la más dañada y qu
estaba prácticamente aislada.
Luego que la carretera Panamericana se rehabilitó, ONEMI empezó a enviar ayuda a
regiones del norte III, IV y V, hacia la VI y Vil del sur, al mismo tiempo que entregaba elementos ali
región Metropolitana. Los primeros despachos se realizaron con los elementos de los propio
abastecimientos de ONEMI, luego se incrementaron con donaciones de empresas particulares i
Santiago y de las regiones no damnificadas, que fueron del orden de las seiscientas toneladas i
elementos de abrigo, ropa de cama, medicamentos y materiales de construcción. La magnitud de I
daños requirió que, el Gobierno decretara girar fondos con cargo al dos por ciento constitucional; <
parte de estos recursos se completó el aporte a las zonas siniestradas.
Los daños en vialidad, riego, obras sanitarias, arquitectura, pavimentos urbanos, ferrocarriles!
viviendas, establecimientos de salud y educacionales fueron cuantificados en cuatro mil seisciento
sesenta y cuatro millones de pesos. Además los temporales afectaron los sectores de la minería y di
la agricultura; es así que prácticamente toda la pequeña y mediana minería de la III, IV y V regione|

378
se paralizó, quedando con sus pirques inundados. Cálculos preliminares del sector minero estimaron
los daños en un millón doscientos mil pesos porcada mes de paralización de faenas. En relación con
la agricultura, la IV región resultó la más perjudicada por la destrucción casi total de las bocatomas,
canales de regadío e inundación de plantaciones.
De los recursos obtenidos con cargo al dos por ciento constitucional, se repusieron parte de
las existencias de ONEMI; se pusieron fondos para que los intendentes repararan puentes y caminos,
mediante mandatos del ministerio de Obras Públicas; para viviendas de emergencia, a través de
coordinación con el ministerio de Vivienda y Urbanismo; al ministerio de minería para apertura de
líneas de créditos que otorgara la Empresa Nacional de Minería a los mineros damnificados, y al
ministerio de Agricultura para el otorgamiento de créditos que operara el Instituto de Desarrollo
Agropecuario, destinado a los agricultores afectados.

INCENDIO FORESTAL EN PARQUE TORRES DEL PAINE EN 1985

Un devastador incendio forestal que se inició el 10 de febrero de 1985, en el Parque Nacional


Torres del Paine, en la provincia de Ultima Esperanza, XII región, arrasó con más de quince mil
hectáreas de bosques nativos y praderas.
Por su parte, la Corporación Nacional Forestal informaba a fines de enero del mismo año, que
entre el 1 de noviembre de 1984 y enero de 1985 ya se habían registrado dos mil doscientos treinta
incendios que destruyeron diez mil novecientas ochenta hectáreas de bosques nativos, pastizales y
sembrados. El mayor porcentaje de estos siniestros ocurrió en la V región.

TERREMOTO DEL 3 DE MARZO DE 1985

Ciento setenta y siete muertos, dos mil quinientos setenta y cinco heridos, novecientos setenta
y nueve mil setecientos noventa y dos damnificados, setenta y cinco mil setecientos veinticuatro
viviendas dañadas, ciento cuarenta y dos mil cuatrocientas ochenta y nueve viviendas destruidas,
I ^deslizamientos de tierra, ruptura de pavimentos, caída de puentes, interrupción del tráfico en la
I carretera Panamericana, del agua potable, luz eléctrica y alcantarillado en ciudades y poblados,
destrucción de hospitales, escuelas, edificios públicos, obras de arte, con mayor incidencia en San
Antonio, Melipilla, Rengo y Alhué, fue el saldo del terremoto que el 3 de marzo de 1985, a las 19.47
horas asoló a la zona central del país.
El movimiento sísmico se sintió entre la III y la IX región, con variaciones de intensidad del grado
tres al ocho, en la escala de MercallíJEI epicentro se ubicó en la latitud de treinta y tres grados, catorce
minutos y veinticinco segundos y en la longitud de setenta y dos grados, dos minutos y veinticuatro
segundos, con una magnitud de siete grados y siete décimas en la escala de Richter,
9 IjDNEMI empezó a coordinardesde el nivel nacional, la recepción de la información, con el apoyo
de los radioaficionados. El Presidente de la República, Augusto Pinochet, quien se encontraba en
Punta Arenas, voló de inmediato a la capital para imponerse personalmente de los hechos y disponer
las medidas urgentes que debían cumplir los ministerios, servicios y otros organismos.}»
Se dispuso que ONEMI empezara a despachar elementos de ayuda de sus propios
abastecimientos. A la vez, el aporte nacional se racionalizó: La I, II, III y IV regiones enviaron ayuda
a la V región. La que se recolectó en la región Metropolitana se entregó al respectivo intendente, y la
recepcionada desde la Vil a la XII se entregó a la VI región. Hubo una efectiva coordinación entre los

379
ministerios, servicios e instituciones voluntarias, especialmente con la Cruz Roja, radioaficionados,
Caritas-Chile, CARE, OFASA, entre otras. Se creó un cuartel general de emergencia.
Entre los aportes nacionales cabe destacar la de la SOFOFA, que fue del orden de tos veintj
millones de pesos, principalmente en materiales de construcción, medicamentos y alimentos
perecióles. Los materiales de construcción se derivaron al ministerio de la Vivienda y Urbanismo, I
medicamentos al ministerio de Salud, y los alimentos a las regiones damnificadas. En estadistribuciól
contribuyó el aporte de la firma Pegaso -España, que fue del orden de los seis millones de pesos, coi
alrededor de catorce mil quinientos kilómetros de transporte totalmente gratuito, con vehículos dej
treinta toneladas.
Entre los aportes internacionales hay que señalar la remitida por la Oficina de Ayuda en Casol
de Desastres en el Exterior de Estados Unidos, que consistió en quinientos mil dólares entecho'
plástico que ayudaron a cubrir diesciseis mil casas damnificadas; veintiséis estanques colapsibles
inflables traídos de Norteamérica, los que solucionaron en gran parte el problema de la falta de agua
potable de San Antonio, y nueve mil bidones de los cuales la mitad se adquirieron en el mercado
nacional.
Tanto la Asociación Chilenade Sismología e Ingeniería Antisísmica -ACHISINA- como ungrupo
de ingenieros estructurales de la Pontificia Universidad Católica de Chile colaboraron con el Gobierno
para evaluar los daños en inmuebles y viviendas.
Una delegación de profesionales universitarios japoneses y un representante de la Organización
Panamericana de la Salud vinieron a conocer los detalles de las consecuencias del terremoto,
principalmente los de San Antonio, una de las ciudades que tuvo más destrozos.
En octubre de 1985, el estudio de un profesional de la Compañía de Seguros Cigna, daba cuenta
que las pérdidas definitivas causadas por el terremoto que afectó a Santiago y a otras zonas de la
región central del país llegaron a un mil cuarenta y seis millones de dólares, de los cuales el grueso
afectó al sector privado, representando el setenta y dos, coma seis por ciento del total sufrido por el
país, siendo los más importantes los registrados a nivel de viviendas, con una pérdida de trescientos
setenta y dos millones de dólares; el comercio con una pérdida de ciento ochenta y seis millones de I
dólares y el sector silvoagropecuario con ciento cuarenta y ocho millones de dólares en pérdidas, j
•AEI mismo estudio consignaba que los mayores daños en el sector público correspondieron al
área de salud, con pérdidas del orden de los treinta y tres millones de dólares; a educación con pérdidas I
de cincuenta y cinco millones cuatrocientos mil dólares; obras públicas con perjuicios de veintisiete!
millones cuatrocientos mil dólares, y transportes y telecomunicaciones con daños por sobre tosí
noventa millones de dólares. El documento consignaba que sólo el siete, coma seis por ciento de losI
daños causados se encontraban asegurados, siendo el impacto final para las compañías de seguros)
de setenta y un millones de dólares, monto inferior al de terremotos anteriores.
En junio de 1992, la revista Master Club publicó un estudio realizado porun equipo interdisciplinario I
de la universidad de Chile, el que a raíz del terremoto de marzo de 1985 hizo un mapa del
microzonif icación sísmica de Santiago. Evaluaron un total de cuarenta y cinco mil viviendas capitalinas!
clasificadas de acuerdo al tipo de construcción: adobes, albañilería simple y albañilería reforzada; así I
pudieron determinar la intensidad que tuvo el terremoto en cada uno de los sectores en que fueronl
divididas las comunas. Concluyeron que en todos los sectores en que hay grava o ripio, las!
intensidades son bajas, correspondiendo a Santiago centro, Providencia, Las Condes, San Miguelyl
parte de Ñuñoa. En cambio, en los sectores que están cubiertos por suelo fino o mezcla de arcilla, arenal
fina, limosa y ceniza volcánica, como Renca, Quinta Normal y Estación Central, la intensidad es mayor, I
De esta forma pudieron determinar que la intensidad no fue la misma en Las Condes que en Renca. I
La repercusiones, obviamente, varían de acuerdo al tipo de materiales que se emplea en la
construcción. En síntesis, el daño es casi nulo si se emplea albañilería reforzada; es menor si sej
emplea albañilería simple y es mayor si se ocupan adobes?) •
El 8 de abril del mismo año 1985, faltando tres minutos para las diez de la noche se produjo uní
sismo con epicentro en la localidad Bajo Lago Rapel, en la VI región; duró aproximadamente tresj

380
minutos y tuvo una intensidad grado seis en la escala de Mercalli. Murieron dos personas y se cayeron
algunas murallas, ya agrietadas con el terremoto del 3 de marzo.

MAREJADAS EN 1985

Una fuerte marejada con olas de hasta ocho metros de altura, azotó desde la madrugada y
durante todo el día, el 26 de mayo de 1985, las costas de Arica.
Hubo daños en los muelles, caminos y viviendas ubicadas en la zona costera, quedando
alrededor de ciento cincuenta personas damnificadas, las que fueron trasladadas a albergues
municipales.
Una ayuda solidaria , consistente en frazadas, colchonetas, alimentos y vestuario envió el
Gobierno a Chile a la República hermana de Argentina, a raíz del terremoto que asoló a Mendoza el
26 de enero de 1985.
Con motivo del terremoto que el 19 de septiembre del mismo año 1985 azotó a México, ONEMI
activó su propio sistema de telecomunicaciones y la red de emergencia de radioaficionados, con el
objeto de ayudar a conocer la situación en que se encontraban familiares de chilenos en ese país; el
puente de telecomunicaciones se mantuvo durante una semana, atendiendo a más de tres mil
personas.
El Gobierno dispuso que se enviara una ayuda solidaria a Colombia, para los damnificados por
la erupción del volcán Nevados del Ruíz, en noviembre de 1985. Esta consistió en carpas, frazadas,
cocinillas, lámparas, camillas, colchonetas y planchas de zinc.

EXPLOSIÓN EN IQUIQUE EN ENERO DE 1986

Veintinueve muertos y diez heridos fue el saldo de una explosión que se produjo en la planta
NS3 de la Industria Cardoen, en Iquique, el 25 de enero de 1986, a las diez y media de la mañana.
La planta funcionaba en el sector Alto Hospicio, donde hace algunos años estaba la base aérea
Los Cóndores.
Allí se armaban las bombas de racimo de quinientas libras, que son empleadas por la aviación
y estaban destinadas a Irak, en el Medio Oriente.
El accidente ocurrió en la sección de armado de la submunición menor de esos artefactos
explosivos. Por la gravedad del hecho y la alarma pública que suscitó, la Corte de Apelaciones de
Iquique designó un ministro en visita, para efectuar las investigaciones.

PRIMERAS JORNADAS SOBRE MANEJO OPERATORIO DE


CATÁSTROFES NATURALES EL AÑO 1986

Entre el 26 de mayo y el 4 de junio de 1986 se realizaron en Santiago las Primeras Jornadas


sobre Manejo Operativo de Catástrofes Naturales, organizadas por ONEMI, con el auspicio y
patrocinio de la Oficina de Ayuda en Caso de Desastres en el Exterior norteamericana y el copatrocinio
de la Organización Panamericana de la Salud.

381
Concurrieron representantes de siete países latinoamericanos y veinte delegados chilenos.
El programa contempló exposiciones de expertos norteamericanos y de la Organización
Panamericana de la Salud en el manejo de las catástrofes; informes de profesionales chilenos, sobre
la materia; evaluación de daños en el terreno; ejercicios de simulación de emergencias; visitas a
centros médicos, a las dependencias de ONEMI y a las ciudades de Valparaíso, San Antonio y Rengo.

INUNDACIONES Y TEMPORALES EN 1986

Entre el 19 y el 20 de abril de 1986 fuertes temporales de lluvia azotaron parte del territorio, con
mayor incidencia en la VIII región, donde quedaron decenas de damnificados.
Otro frente de mal tiempo, entre el 24 y el 28 de mayo del mismo año 1986, se extendió desde
la IV a la VIII región, produciendo daños diversos. El saldo fue de nueve muertos, heridos, más de i
treinta y ocho mil damnificados, centenares de viviendas dañadas, caminos secundarios interrumpidos, I
cortes en los suministros eléctricos, de agua potable y ruptura del alcantarillado. Las situaciones más
dramáticas se vivieron en Valparaíso y San Antonio. En el Puerto, torrentes de lodo y piedras
descendieron de los cerros, provocando la muerte de cuatro personas, la destrucción de casas, locales
comerciales y vehículos. Daños superiores a los doscientos millones de pesos y más de diez mil
damnificados dejaron los desbordes de los esteros Arévalo, en San Antonio; San Pedro, en Llolleo,
y San Juan, en Lo Gallardo.
Otro temporal de viento, lluvia y nieve se desató entre el 15 y el 17 de junio de 1986, asolando
la V, VI, Vil, VIII y región Metropolitana. Hubo quince muertos, cincuenta y cuatro mil setecientas j
noventa y cinco personas damnificadas, un mil cuatrocientos veinticuatro viviendas destruidas, once i
mil ciento cuarenta y cinco viviendas dañadas, importantes cortes del suministro de agua potable en i
Santiago. Se desbordaron los ríos Mapocho, Maipo y Tinguiririca. Se produjeron destrozos en la
carretera Panamericana Sur y en la víaférrea, que impidieron, por lo menos durante diez días, el tráfico
hacia el sur. Decenas de pueblos y comunidades quedaron aisladas, y hubo serios daños enlaj
agricultura. Fueron declaradas "zona de catástrofe" dieciocho comunas de la región Metropolitana y
todas las comunas de la VI y Vil regiones. Una evaluación preliminar de los daños ocasionados por
los temporales, de acuerdo a lo informado por el cuartel general de emergencia, señalaba que los
deterioros en agua potable y alcantarillado alcanzaban a sesenta y dos millones doscientos veinte mil
pesos; a más de diez millones de pesos los daños en obras viales en las regiones afectadas, y porto
menos a más de cuatro millones de pesos los perjuicios en agricultura, viviendas y en el sector salud.
Una donación del orden de los treinta mil dólares, en frazadas y colchones entregó al Gobierno chileno
la Oficina del Coordinador de las Naciones Unidas para Ayuda en Caso de Desastres -UNDRO- para
ser distribuidos en partes iguales en la VI y Vil regiones, que,resu'*aron las más deterioradas con los
temporales de junio. Por su parte, la Cruz Roja, a través de cuarenta y tres entidades de las regiones
damnificadas prestó servicios de socorro, atendiendo sesenta albergues y entregando alimentos,
vestuario y menaje a los afectados. Caritas-Chile colaboró en seiscientos treinta y tres mil novecientos
diecinueve dólares y noventa centavos, para ayudar a los damnificados de Santiago, Rancaguay
Talca, entregando alimentos, vestuario, medicamentos y ropa de cama, en una primera etapa;
construyó setecientas setenta y una viviendas, reparó otras ochocientas veinte, entregó semillasy|
ayudó a reparaciones de riego de pequeños propietarios.

SEQUÍA EN EL NORTE EN 1986

En octubre de 1986, los medios de comunicación daban cuenta que por lo menos cuatrocientas j
mil cabras habrían muerto a consecuencia de la sequía que había en la IV región.
El fenómeno climático afectaba esta temporada a una extensa zona del país, provocando los |

382
mayores daños en la provincia de Liman', diezmando el ganado menor que se estimaba en un millón
de ejemplares.
Una partida de diecisiete toneladas de carga compuesta por carpas, catres de campaña,
colchonetas, frazadas y planchas de techo de las existencias de ONEMI y medicamentos del ministerio
de Salud, envió el Gobierno de Chile, en abril de 1986, como una muestra de solidaridad al pueblo y
Gobierno peruanos, a raíz del terremoto que asoló al Cuzco y para socorrer a la población de Puno,
que sufrió los efectos de la crecida del lago Titicaca.
En marzo de 1987, el Gobierno chileno remitió al Gobierno de Ecuador raciones de alimentos
y carpas para ayudar a la atención de los damnificados por el terremoto que lo había asolado pocos
días antes. A su vez, la Cruz Roja Chilena envió cajas con purificadores de aguas a su congénere
ecuatoriana.

TEMPORALES EN LA ZONA CENTRAL EN 1987

Dos frentes de mal tiempo azotaron a gran parte del país en julio de 1987: el primero se inició
el día 9, abarcando desde la V a la X región. El segundo empezó el día 18, extendiéndose hasta la II
región. Entre los daños que dejaron ambos temporales hay que destacar que quedaron ciento dieciseis
mil seiscientos treinta y seis damnificados; cincuenta muertos; dieciocho heridos; se desbordaron
varios ríos, entre éstos, el río Mapocho, en Santiago; los caminos se cortaron en ciento setenta y dos
puntos; se destruyeron puentes; decenas de localidades quedaron aisladas; faltó energía eléctrica, en
dieciocho lugares y en cuarenta y dos sectores se cortó el sistema telefónico.
Los primeros días de agosto de 1987 continuaba lloviendo entre la II y la X región, sumándose,
el 11 de agosto otro sistema frontal. El resultado fue de ciento setenta y tres mil cincuenta y cinco
damnificados; aumentaron los daños en los caminos, puentes, localidades aisladas; cortes en los
suministros de energía eléctrica, agua potable, teléfonos y obstrucción de los alcantarillados. La
mayoría de los ríos se desbordaron, perjudicando a la agricultura. En el altiplano chileno, el violento
temporal de lluvia y viento causó la muerte de mil camélidos y bovinos, al interior de Arica y se voló
el techo de la iglesia de Parinacota.
A este problema se agregó un sismo, grado 6.8 de magnitud, en la escala de Richter, el 8 de
agosto de 1987, faltando once minutos para el medio día, duró dos minutos, el epicentro se ubicó al
noroeste de Arica. Ocasionó la muerte de tres personas, otras cuarenta y cuatro quedaron heridas y
novecientas veintitrés damnificadas en la I región. Hubo derrumbes en el Morro de Arica, en los
caminos, edificios públicos dañados, rodados en la alta cordillera y deslizamientos de tierra; quedaron
aisladas las localidades de Cuesta Chaca, Quebrada Vitor y Camarones. El 13 de agosto, una fuerte
réplica del sismo, que duró un minuto y medio, dejó otro muerto y cuatro heridos.
A consecuencia de los temporales, más de treinta mil personas tuvieron que llevarse a
albergues transitorios, cuya atención estuvo a cargo de organismos de voluntariado y de la Cruz Roja.
La ayuda a las regiones afectadas, partió tanto del nivel gubernamental como del sector privado.
Este último colaboró con más de treinta toneladas en alimentos, materiales de construcción, vestuario,
ropa de cama y medicamentos. Las regiones sureñas, antes de ser azotadas por los temporales,
enviaron un carro de ferrocarril con ayudas varias, principalmente materiales de construcción. A su
vez, la I y II regiones enviaron, en vuelos consecutivos, alimentos y vestuario. Por su parte, los
Cónsules Generales de Chile en Francia, Brasil, Alemania, Argentina, Norteamérica, Venezuela y
Australia se hicieron presentes con medicamentos, vestuario y enseres, recolectados entre los
miembros de las colonias residentes en los diferentes países.
A un total de dos mil noventa millones de pesos alcanzó el monto pagado por las diferentes
compañías aseguradoras, debido a los daños que provocó el temporal de julio, dio a conocer el

383
Superintendente de Valores y Seguros. Los pagos se concentraron principalmente en la agricultura,
la industria, el comercio y la minería. De la cifra señalada, informó el Superintendente, la pérdida neta
para las compañías aseguradoras fue de ciento setenta millones de pesos, ya que el resto sa
encontraba reasegurado en compañías extranjeras. También estimó que el monto a pagar con e
temporal de agosto, sería bastante similar.

ALUD EN EL CAJÓN DEL MAIPO EN NOVIEMBRE DE 1987

Por lo menos treinta y cinco personas, entre muertos y desaparecidos, fue el saldo de pérdidas
en vidas humanas que dejó una avalancha de nieve, agua, barro y piedras, provenientes de la alta
montaña, que se precipitó, el 29 de noviembre de 1987, sobre un campamento, en el sector de El ¡
Alfalfal, en el Cajón del Maipo, cerca de Santiago.
Fueron más o menos quince millones de metros cúbicos de material que se desprendieron de I
una ladera ubicada en la naciente del estero Parraguirre, en el sector de Las Juntas con el rio Colorado,I
los que entres avalanchas sucesivas, cayeron desde veinte metros de altura, a más de cien kilómetro
por hora, los que arrasaron con las viviendas de madera del campamento de operarios que trabajab
en un proyecto hidroeléctrico en la zona.
El desastre dejó sin agua potable varios días, a Ñuñoa, Peñalolen, Isla de Maipo, San Luis de j
Macul, Puente Alto y La Florida, y a otros sectores con la mitad del suministro normal.

SISMOS EN EL NORTE EN FEBRERO DE 1988

A las cuatro y trece minutos de la tarde del 22 de febrero de 1988, un sismo grado seisydosl
décimas de magnitud en la escala de Richter, con epicentro a setenta y cinco kilómetros al sureste!
de Aricay minuto y medio de duración se sintió entre Arica y Antof agasta. Tuvo intensidad grado cuatro]
en Arica, grado seis en Iquique y grado tres en Antof agastfc.
Se produjeron desprendimientos de tierra en el camino de Arica a Putre; deslizamientos de tiefl
y rocas en los caminos a Chaca y Camarones. Veinticinco casas quedaron seriamente daftadasenl
Pozo Almonte y otras diez en Guatacondo, al interiorde Iquique. En ambos casos, las familias fueron!
evacuadas, recibiendo ayuda de las autoridades locales, a través de los respectivos Comités df
Emergencia.
EI26defebrerodel mismo año 1988, se registraron nuevos movimientos sísmicos, principalmente|
en Arica, donde alcanzaron una intensidad grado cinco en la escala de Mercalli. Hubo deslizamien
de tierra en El Morro, que ya había sufrido varios agrietamientos con el sismo del 8 de agosto de 198I|
y una vivienda quedó semidestruída, evacuándose a sus habitantes.
En el lugar denominado Pabellón de Pica, más o menos a cien kilómetros de Iquique, porj
camino que une a esta ciudad con Tocopilla, por la costa, se produjeron enormes grietas de basta
profundidad, en untramo de casi dos kilómetros; en algunos sectores, tanto la carpeta de asfalto.c
los terraplenes, se desviaron hasta cincuenta centímetros de su eje central.

INCENDIOS EN 1988

Gigantescos incendios forestales se iniciaron a contar del 1 de abril de 1988, en la VIII reí
Se contabilizaron, por lo menos, doscientos cincuenta focos que destruyeron quince mil hectáreas^
bosques de pino insigne y pastizales. Miles de voluntarios trabajaron arduamente, durante tresd

384
en controlar el siniestro. Dos personas murieron atrapadas por el fuego. Setenta viviendas quedaron
reducidas a cenizas y trescientas cincuenta personas damnificadas en la comuna de Penco. Se
evacuaron a veinte menores de un hogar en Tomé. Se presumió que el incendio fue provocado
intencionalmente, deteniéndose, por lo menos, a seis personas. Los cálculos preliminares evaluaron
las pérdidas en cinco millones de dólares.
De acuerdo a informes proporcionados por la Corporación Nacional Forestal en el Mensaje
•••
Presidencial, entre las temporadas 1985-1986; 1986-1987 y 1987-1988 se produjeron quince mil
cuatrocientos noventa y un incendios forestales que arrasaron con doscientos diecinueve mil
ochocientos cinco hectáreas de bosques nativos, pino insigne, matorrales, plantaciones y vegetación
natural.
El 4 de mayo de 1988, pasadas las diez de la noche se declaró un gigantesco incendio en el
sector de la estación Central de Santiago. Aparentemente se inició por el recalentamiento de
1 conductores eléctricos; se destruyeron totalmente veinte locales comerciales, un supermercado y un
:• • : • edificio declarado "monumento nacional", ubicados entre las calles Exposición, Salvador Sanfuentes,
m fi Garland y el pasaje Campbell. En la extinción del fuego trabajaron voluntarios de veinte compañías
• . ii i
, de bomberos; por lo menos cuatro resultaron con principios de asfixia y otros con lesiones diversas.
H Alrededor de quinientas personas perdieron sus fuentes de trabajo. Los daños se calcularon en mil
millones de pesos.

TEMPORALES EN EL SUR EN JULIO DE 1988

Un muerto, tres heridos y más de cuatro mil damnificados fue el saldo de un tempoRl que azotó
desde Concepción hasta Puerto Montt, los últimos días de julio de 1988.
Hubo caminos deteriorados, se cortaron algunos puentes, cientos de casas se destruyeron o
dañaron al desbordarse los ríos, principalmente el Andalien, que ocasionó los mayores destrozos en
viviendas humildes de los sectores periféricos, en Concepción. Varias localidades pequeñas quedaron
aisladas en la IX y en la X región.
"
INCENDIOS EN LA VEGA CENTRAL Y EN EL MATADERO MUNICIPAL
DE SANTIAGO ENTRE 1974 Y 1988

Cinco incendios se han producido en la Vega Central y dos en el Matadero Municipal de


Santiago, entre 1974 y 1988.
El 9 de abril de 1974, un incendio arrasó con casi todos los establecimientos comerciales y parte
de las viviendas adyacentes a la Vega Central, ubicada en la calle Artesanos esquina de Independencia;
cientos de comerciantes perdieron sus fuentes de trabajo y familias de escasos recursos quedaron en
la calle. Los daños fueron avaluados en varios millones de escudos.
El 13 de mayo de 1976, otro siniestro quemó trescientos locales. Cuarenta negocios se
destruyeron en dos incendios, que se produjeron con días de diferencia, en octubre de 1978. Luego,
en la madrugada del 29 de septiembre de 1981, nuevamente se quemaron otros ciento trece puestos
de frutas y verduras.
Finalmente, el 20 de noviembre de 1988, otro siniestro redujo a cenizas cuarenta locales del
sector antiguo de la Vega; aparentemente este incendio se inició por una falla en el sistema eléctrico,
siendo combatido por voluntarios de ocho compañías de bomberos. La municipalidad de Santiago

385

*
financió la reconstrucción del edificio.
El 11 de enero de 1976 se quemaron ciento treinta y cinco negocios del Matadero Municipal de
Santiago, ubicado entre las calles Franklin y San Francisco; presumiblemente el fuego se inició por la
inflamación de una cocinilla a parafina; había seguros por un millón de pesos que soto cubrían tos
daños del inmueble.
El 10 de julio del mismo año 1976, otro incendio destruyó la mitad del Matadero, al propagarse
las llamas desde una cocinería y una pensión a trescientos locales. El siniestro, cuyo humo podía verse
desde todo Santiago, causó la explosión de balones de gas licuado, pánico y asfixia entre tosj
voluntarios de las compañías de bomberos que concurrieron a la extinción y también entre el públto
curioso que se acercó al lugar.

INCENDIO EN HOGAR DE MENORES EL AÑO 1989

Once menores, cuyas edades fluctuaban entre los once y diecisiete años perecieron quemados
y otros cinco quedaron lesionados, en el incendio del Hogar de Menores San Francisco, de Santiago.
El siniestro se inició cuando faltaban cinco minutos para el Año Nuevo de 1989, en uno de los
camarotes del pabellón "Villalobos", del recinto ubicado en calle San Francisco Nfi1155, que era
administrado por la Corporación de Protección de Menores en Situación Irregular, albergando acierto
noventa y nueve adolescentes.
Nueve de las víctimas hallaron la muerte al buscar refugio bajo la ducha de un baño posterior;
los cadáveres fueron encontrados arrinconados, unos sobre otros. Los otros dos menores quedaron
atrapados en uno de los dormitorios donde se inició el fuego, presumiéndose que se asfixiaron con el
humo, no logrando escapar. Los heridos quedaron con lesiones de diversa gravedad, por golpes
¡ sufridos ante el desmoronamiento de vigas y latas.
Se quemaron tres pabellones, cuyas estructuras eran principalmente de madera. Voluntarios)
de seis compañías de bomberos demoraron varias horas en la extinción.
Se dijo que el incendio se habría provocado intencionalmente, ya que cuando los funcionarios I
a cargo del establecimiento divisaron humo y fuego provenientes de uno de los camarotes, intentando I
apagar las llamas con extintores, fueron agredidos por los jóvenes, algunos de los cuales portabanj
vidrios de ventanas que habían destrozado, así como objetos contundentes.
Mientras los bomberos trataban de terminar con el siniestro y funcionarios y Carabinerosl
ayudaban a la evacuación de los menores, ochenta y nueve escaparon por los techos, aprehendiéndose!
luego setenta y uno de ellos.

ERUPCIÓN DEL VOLCAN LONQUIMAY EN 1989

Durante un año, a partir del 25 de diciembre de 1988 estuvo en erupción el volcán LonquimayJ
ubicado en la comuna del mismo nombre, en la IX región de La Araucanía. Las anteriores se habíáj
registrado en 1887 y en 1933.
En esta ocasión, la erupción comenzó por un nuevo cráter ubicado a unos tres kilómetros déla!
cima, que alcanza a los dos mil ochocientos sesenta y cinco metros. Fue bautizado como "navidad!
y está localizado en una fisura de a lo menos siete kilómetros de largo. Fue un lento desprendimientJ
de alrededor de quince millones de metros cúbicos de lava, por la ladera nororiente que cubrió y cortl
en dos tramos el camino carretero entre Malalcahuello y Lolco, en tanto que una nube de cenizaf

386
llevada por el viento cayó hasta el lado argentino.
Numerosas personas fueron atendidas porneurosis, insomnio, afecciones oculares y respiratorias.
Un médico veterinario constataba, también, la muerte de algunos animales, a causa de la ceniza
esparcida por la región.
El Presidente de la República visitó la zona en los primeros días de enero de 1989, disponiendo
ayuda económica para los afectados.
El 11 de enero en la noche, se sintió un fuerte sismo en el sector aledaño al volcán,
principalmente en Malalcahuello, causando daños en las viviendas.
Entre el 12 y 13 de enero se registraron ciento treinta temblores, algunos de intensidad seis a
siete, provocando el desplazamiento de grandes masas de tierra y rocas. La mayoría de los lugareños,
con excepción de unas quinientas personas, huyeron de Malalcahuello.
Datos enviados por satélite indicaron que la nube de cenizas se observó, algunos días, sobre
el océano Atlántico, cerca de Bahía Blanca, en Argentina. La columna de gases y cenizas se elevó
entre los cuatro mil quinientos y seis mil metros.
La vegetación más dañada fueron los coigües, ñires, quilas, coligues y especies arbustivas
variadas. Las araucarias no sufrieron los efectos de las cenizas volcánicas.
En junio, el vulcanólogo Osear González-Ferran hizo un llamado urgente a las autoridades, para
evacuar a las quinientas personas que aún vivían en el sector del volcán Lonquimay, afirmando que
el área sería inhabitable, por lo menos, por dos años.
Ese mismo mes, el intendente de la IX región dispuso ayuda médica y recursos económicos para
los habitantes de la zona que no se decidían a abandonar el lugar. Se estimó que había daños
orgánicos en las personas, animales y plantas. Se envió un equipo multidiciplinario para determinar
los efectos que tendría para la salud humana, la contaminación por gases y cenizas. El Gobierno
dispuso la cantidad de noventa y cinco millones de pesos para la compra de ganado y otros veinticinco
millones para absorver el desempleo. El polvo volcánico estaba matando más de diez animales
vacunos y aves al día; quedaron gran cantidad de animales muertos y unas ochenta mil hectáreas
agrícolas inutilizadas.
Un mil doscientos niños de la zona fueron trasladados temporalmente a otras localidades. En
Liucura e Icalma se construyeron doscientas cuarenta viviendas para ubicar a la población más
expuesta por la contaminación, principalmente ancianos, mujeres y niños. A siete meses del inicio de
la erupción se contabilizaba la muerte de por lo menos cuatrocientos animales.
En julio, el problema se agravó con una intensa nevazón que alcanzó a medio metro de altura.
En septiembre las fumarolas se alzaban sobre trescientos metros. Milenarias araucarias de un
bosque de más de treinta hectáreas fueron afectadas por nuevos torrentes de lava.
Aun año de la erupción, en diciembre de 1989, el volcán segu ía lanzando lava a razón de setenta
y cinco mil metros cúbicos diarios, que avanzaba un metro al día. ^
Además de la ayuda dispuesta por el Gobierno a través del intendente regional, se agregó la
de ONEMI con alimentos, ropa, planchas de techo, mascarillas de protección, antiparras y otros por
un valor sobre los dos millones seiscientos mil pesos; el apoyo en vehículos y sistema de
: 1 radiocomunicaciones. También la acción de otros organismos que prestaron sismógrafos portátiles,
ül elementos para medir la contaminación, ambulancias; la de la Cruz Roja que apoyó atendiendo a parte
de los damnificados y les entregó alimentos y vestuario y Caritas Chile que aportó alimentos.

ALUD EN CHILE CHICO EN MARZO DE 1989

Alrededor de treinta y cinco personas perdieron la vida, cuando un alud de nieve se desprendió
de un ventisquero, aplastando sus viviendas, el 18 de marzo de 1989.

387

§•

I
La avalancha aumentó en cuatro metros el nivel del lago Beltrán, en Chile Chico. Sólo dos
personas fueron encontradas cinco días después, que se habían refugiado arriba de un cerro, en el
valle del río Soler.

CURSO DE CAPACITACIÓN PARA EMERGENCIAS EN 1989

Entre el 27 de agosto y el 2 de septiembre de 1989, se realizó en Viña del Mar, el Tercer Curso
de Capacitación para Instructores. Estuvo dirigido a ejecutivos de organizaciones de emergencia,
participando veinticuatro delegados de Argentina, Solivia, Chile, Costa Rica, Paraguay y Uruguay.
La reunión fue patrocinada por la Oficina de Asistencia en Caso de Desastres en el Exterior de
los Estados Unidos, la Organización Panamericana de la Salud, Partners de las Américas, con la
colaboración de ONEMI.
Se abordaron temas relacionados con habilidades de comunicación y oratoria; información
versus capacitación; ayudas audiovisuales para las comunicaciones; métodos de evaluación, entre
otros, con el objeto de analizar, en forma teórica y práctica, técnicas de comunicación destinadas a
facilitar la transferencia de informaciones, especialmente en lo relativo a Protección Civil.

TEMPORALES DEL AÑO 1990

Tres muertos, centenares de damnificados y cuantiosos daños produjo un frente de mal tiempo
que el 29 de marzo de 1990 se extendió entre la zona central y sur del país.
Entre el 7 y el 8 de abril del mismo año 1990, un temporal de lluvia y vientos de más de cien
kilómetros por hora azotó a tres provincias de la X región. Quedaron decenas de damnificados en las
poblaciones periféricas de Valdivia, Osorno y Puerto Montt, donde las viviendas se anegaron, volaron
las techumbres y se destruyeron los cercos. Los caminos cortados, puentes destruidos y la intensidad
de la lluvia dejó a gran parte de los poblados aislados. En Calbuco, un centenar de personas fueron
trasladadas a albergues provisorios. Cochamó quedó totalmente aislada, rescatándose a los más
afectados por helicópteros de la Fuerza Aérea. Sin comunicaciones terrestres quedaron Ralún, Río
Puelo y las construcciones de la central hidroeléctrica de Canutillar. También se cortó el camino de
Ensenada a Petrohue.
Entre el 5 y el 6 de mayo de 1990 se registraron vientos fríos provenientes del noroeste en la
provincia de Magallanes, ocasionando lluvias y fuertes nevadas sobre los cuatrocientos metros.
Luego, a contar del 8 de mayo, la zona se vio afectada por un nuevo sistema frontal, caracterizado por
vientos cálidos del noroeste e intensas lluvias, lo que generó deshielos de la nieve acumulada, |
aumentando el caudal de los ríos que drenan hacia Punta Arenas, con las consiguientes inundaciones.
Se desbordaron los ríos Las Minas, Tres Brazos, Colorado, Agua Fresca, Grande, De los Ciervos y
San Juan, el estero Bitch y el canal Llau Llau. Quedaron intransitables los puentes Agua Fresca, Tres
Brazos, Río Colorado y San Juan. El río Las Minas se embancó totalmente, desde avenida Espafta
hasta el mar. Más de dos mil cuatrocientas personas quedaron damnificadas, trescientas casas
dañadas, dieciseis edificios deteriorados. La mayoría de los afectados fueron trasladados a
establecimientos escolares, que sirvieron de albergues provisorios. ONEMI envió ayuda por un valor
cercano a los veinte millones de pesos. Tanto la Cruz Roja, como la Obra Filantrópica Adventista, la
Iglesia Metodista de Chile, la Compañía de Aceros dei Pacífico y otras organizaciones entregaron
alimentos, medicamentos, planchas de fierro galvanizado y otros elementos de socorro que fueron j

388
transportados en aviones de la Fuerza Aérea y en el buque Andalién, de la Compañía Sudamericana
de Vapores. Caritas Chile por su parte, levantó cincuenta casas para las familias de menores recursos.
En la superación de la emergencia trabajaron personal del Ejército, de los servicios públicos y de las
organizaciones voluntarias, usando maquinaria pesada para sacar las toneladas de sedimentos
depositados en las calles.
El 17 de julio del mismo año, 1990, alrededor de las cinco de la tarde, cayó una intensa nevada
sobre Santiago, que se prolongó más de dos horas. Hubo daños en las techumbres, árboles en el suelo
e interrupción en el servicio de energía eléctrica. Las poblaciones periféricas de Quilicura, Cerro Navia
y Puente Alto fueron las más damnificadas.

SEMINARIO SOBRE EDUCACIÓN PARA CATÁSTROFES


ORGANIZO ONEMI EN 1990

Un Seminario Taller para Instructor de Instructores de Enseñanza Interactiva sobre Catástrofes


organizó ONEMI entre el 23 y el 27 de abril de 1990, en Santiago.
Concurrieron representantes de nueve países vinculados a la prevención y atención de los
desastres, para analizar y practicar en profundidad, métodos educativos destinados a la capacitación
de sus compatriotas en estas materias.
El seminario fue patrocinado por la Oficina de Asistencia para Catástrofes del Gobierno de los
Estados Unidos, la Organización Panamericana de la Salud y Partners de las Américas.
Alrededor de once toneladas en elementos de socorro envió el Gobierno de Chile, la Cruz Roja
Chilena y empresarios privados nacionales para ayudar a la atención de los damnificados del Perú.
El norte de ese país hermano fue asolado por un terremoto, a fines de mayo de 1990.

INCENDIOS EN 1990

Parte de las dependencias de Chile Films, ubicadas en calle La Capitanía Nfi1200, de Santiago,
fueron reducidas a cenizas, en un incendio que se produjo el 21 de octubre de 1990, alrededor de la
una de la tarde. Se deterioraron o destruyeron casi trescientas películas que pertenecían al archivo
privado de la empresa. Aparentemente el fuego se inició al saltar una chispa, mientras un trabajador
efectuaba reparaciones con soldadura, en un estudio revestido con madera y arpillera.
El 3 de diciembre del mismo año 1990, otro incendio destruyó totalmente un edificio en Linares^
Allí funcionaban los Tribunales de Justicia, la Biblioteca Pública, la Sección Evaluaciones del Servicio
de Impuestos Internos, la Corporación de Asistencia Judicial, las oficinas del Instituto Nacional de
Estadísticas, el archivo de la Intendencia Regional y otros organismos. No hubo una cuantificación de
los daños, pero las pérdidas en documentación, libros y archivos fueron invaluables.

SEQUÍA ENTRE 1990 Y 1991

El 26 de octubre de 1990 se dictó un Decreto Supremo declarando "zona de catástrofe" a


diecisiete comunas de la III, IV y V regiones, a raíz de la sequía que las afectaba.

389
Al mismo tiempo, se puso en ejecución un programa de emergencia destinado a distribuir
raciones de alimentos a nueve mil familias del sector costero de la IV región, que padecían hambre
al haber perdido todas sus pequeñas plantaciones de hortalizas y por lo menos el veinte por ciento de
los seiscientos mil animales caprinos que les permitían subsistir, debido a la falta casi total de agua.
Por su parte, la subsecretaría de Desarrollo Regional destinó doscientos millones de pesos para
absorver parte de la cesantía de la misma región.
En noviembre, el secretario regional ministerial de Agricultura daba cuenta que la situación se
hacía cada vez más crítica, ya que el número de familias que sufría hambre se elevaba a once mil, a
consecuencia de que la pérdida del ganado era del orden del ochenta por ciento y que la sequía habí^
diezmado casi la totalidad de los huertos de la IV región.
Mediante la creación de la comisión Sequía, presidida por el director del Instituto de Desarrollé
Agropecuario -INDAR- se dispuso de cuatro mil millones de pesos para paliar los efectos de la falta]
de agua, con planes extraordinarios de empleo, distribución de raciones de forraje y alimentos, obras'
de regadío, mejoramiento de cuencas y otras obras civiles.
Durante los primeros días de febrero del año siguiente, 1991, se distribuyeron cien toneladas
de alimentos a la población que estaba soportando los efectos de la sequía en la IV región, a laque
se agregaron otros cien mil kilos de Caritas Chile.
En marzo la situación seguía siendo crítica: la falta de agua se hacía sentir entre la IV y la VIII
regiones, con mayor incidencia, de todos modos, en la IV región.
En la V región también se agravaba el problema, la falta del vital elemento estaba dejando
cuatrocientos cincuenta mil hectáreas dañadas, generando desocupación. Se declaró "zona de
catástrofe" a cuarenta y cinco comunas, invirtiendo el Estado, doscientos millones de pesos para
superar la crisis.

TEMPORALES E INUNDACIONES EN 1991

Un sistema frontal comenzó el 28 de mayo de 1991, extendiéndose desde Santiago hasta la VIII
región. En la capital las intensas precipitaciones provocaron el desborde del río Mapocho a la altura
de Tabancura, dañando más de dos kilómetros del camino en construcción, que ampliaba la avenida
Santa María hacia el oriente. La carretera Panamericana Sur se cortó a la altura del río Tinguiririca,
que al desbordarse destruyó los terraplenes. Unas diez personas desaparecieron arrasadas con sus
viviendas por las aguas del río Melado, al interior de Linares. El temporal provocó la crecida de la
mayoría de los ríos entre la Vil y VIII regiones, quedando más de diez mil damnificados con sus casas
dañadas o destruidas, pueblos aislados y los terrenos cultivables anegados.
Los primeros días de junio el frente de mal tiempo se extendió hasta la III región. Después de
tres años, llovió copiosamente en Huasco, Freirina, Vallenar y La Serena. Se suspendieron las
actividades portuarias en Valparaíso. Las intensas nevazones obligaron a interrumpir el tráfico de Los
Andes a Mendoza. En el camino de Farellones a Santiago quedaron bloqueados decenas de
vehículos. Poblaciones periféricas de Pudahuel, Conchalí, La Cisterna se inundaron en Santiago, con
el consecuente traslado de sus habitantes a albergues provisorios.
Después de algunos días de calma, nuevos temporales, entre el 17 y el 21 de junio azotaron
desde la II a la VI región. El problema más grave se produjo en Antofagasta: las desacostumbradas
precipitaciones originaron un violento aluvión en la madrugada del 18 de junio; el alud de agua y lodo
se desplazó a razón de treinta kilómetros por hora cubriendo todo el sector norte de la ciudad. Ochenta
y una personas murieron, treinta y cinco desaparecieron, unas mil quedaron heridas, más de setenta
mil fueron los damnificados; se dañaron alrededor de seis mil viviendas, de las cuales, por lo menos
cuatro mil quedaron semicubiertas por el barro, lo mismo que calles y avenidas; se deterioraron j

390
edificios públicos, los cuarteles del regimiento, casas comerciales y se cortó el suministro de agua
potable durante varios días. Lo mismo sucedió en Chaftaral. Tres buques cisterna de la Armada
Nacional transportaron agua para beber, mientras duró la emergencia en Antofagasta y Chañara!.
Los damnificados de Antofagasta fueron ubicados en setenta y seis albergues, atendidos por
la Defensa Civil, voluntariado y Cruz Roja, que también aportó elementos de abrigo y alimentos, y
Caritas Chile que aportó medicamentos.
El Presidente Patricio Aylwin fue a la zona siniestrada, disponiendo acciones de emergencia
para favorecer urgentemente a seis mil personas, las más afectadas, que habían perdido sus casas
y todos sus enseres.
Los daños en Antofagasta fueron avaluados en trece millones de pesos. Hubo solidaridad
nacional e internacional para ayudar a las familias perjudicadas, entre éstos últimos cabe destacar la
proporcionada por Sociedades Nacionales de Cruz Roja de varios países, con el objeto de donar
viviendas a parte de las familias cuyas casas quedaron bajo el fango.
En Chuquicamata, Calama, Taltal, Copiapó y Vallenar las lluvias fueron intensas. En El Salvador
y en Potrerillos la nevazón paralizó las actividades mineras. Hubo derrumbes que cortaron la carretera
Panamericana Norte, aislando veinticinco localidades al interior de Ovalle, y por lo menos mil
kilómetros de caminos mineros se averiaron o destruyeron. Cientos de casas se inundaron en Huasco
y La Serena, desplazando los efectos de la prolongada sequía. Los damnificados, aparte de los de
Antofagasta, llegaron a más de tres mil quinientas personas, entre la II y IV regiones. Entre las
donaciones que se hicieron para todos estos damnificados, cabe destacar los doscientos treinta y
cinco toneladas de alimentos y vestuario aportados por Caritas Chile.
En Valparaíso y Viña del Mar la lluvia con vientos huracanados y marejadas lanzaron contra
el muelle Barón a la motonave Pomaire que varó en un fondo de fango y rocas. Decenas de viviendas
perdieron el techo y parte de las poblaciones ubicadas en los cerros se inundaron con las riadas que
bajaron por las quebradas. -v

ERUPCIÓN DEL VOLCAN HUDSON EN 1991

Después de veinte años, el 9 de agosto de 1991, entró nuevamente en violenta erupción el


volcán Hudson. La anterior se produjo el 11 de agosto de 1971 y hasta esa hecha se conocía como
Cerro Hudson o Cerro Ventisquero. Está ubicado en la provincia General Carrera de la XI región; tiene
una altura de dos mil seiscientos metros.
Esta erupción se inició con repetidos temblores intermitentes y una lluvia de piedra y cenizas.
El estallido provocó derrumbes que bloquearon la Carretera Austral, dejando unas seis mil personas
aisladas en Chile Chico y Puerto Chacabuco.
La columna de humo y cenizas subió a más de quince mil metros, llevada por el viento cubrió
Puerto Cisne, el valle Huemules, la comuna Río Ibañez, Chile Chico y Puerto Chacabuco.
Por lo menos el cuarenta por ciento de la población de Chile Chico sufrió afecciones bronquiales
y oculares. Un millar de ovinos murieron por falta de forraje; otros cien mil vacunos y lanares estuvieron
en peligro de morir por la misma causa y unos cuarenta mil animales por efectos de la contaminación
de las cenizas. Se perdieron ciento setenta y cinco mil hectáreas agrícolas, también cubiertas por el
polvo volcánico.
El Gobierno dispuso de cien millones de pesos del Fondo de Solidaridad para la atención de los
damnificados.
En diciembre de 1992, el secretario regional ministerial de Bienes Nacionales de la XI región dio
a conocer que el Fisco adquiriría once predios que resultaron totalmente irrecuperables después de
esta erupción, ubicados principalmente en el sector de Huemules y en la comuna de Río Ibañez. Los

391
terrenos alcanzan a cuatro mil quinientas ochenta y tres hectáreas que se comprarían a los agricultores
dispuestos a vender sus tierras, en un valor de diez mil pesos la hectárea, con un total de cuarenta y
cinco millones ochocientos treinta y tres mil pesos.

COLERA EN CHILE ENTRE 1991 Y 1992

A raíz de la epidemia de cólera que afectaba a parte de la población peruana, el Gobierno chileno
a través del ministerio de Salud tomó medidas precautorias, que puso en práctica a partir de tos
primeros días de febrero de 1991.
Un equipo médico se constituyó, a contar del 10 de febrero, en la avanzada fronteriza de
Chacalluta; aumentaron los controles en toda la I región; se suspendió, por algunos días, el servicio I
ferroviario de Arica a Tacna, mientras se adoptaban servicios sanitarios químicos que eliminaran la
posibilidad de contagio en el convoy. A la vez, a través de todos los medios de comunicación del país,
se realizó una amplia campaña con recomendaciones preventivas, relacionadas principalmente con
la higiene y el consumo de alimentos cocidos.
El 17 de abril de 1991 se registró el primer caso de cólera en el país, correspondió a un hombre
de cincuenta y ocho años que ingresó al hospital parroquial de San Bernardo, y luego de constatarse
la enfermedad fue trasladado al hospital de infecciosos Lucio Córdova, de Santiago.
A raíz de este caso, el ministerio de Salud reiteró las recomendaciones en cuanto al consumo
cocido de productos agrícolas y del mar; prohibió el expendio de platos preparados con verduras,
mariscos o pescados crudos y anunció la destrucción de los cultivos hortícolas regados con aguas
servidas en Santiago. Los daños en el sector agrícola fueron del orden de los cuatrocientos millones
de pesos, que no fueron indemnizados. Se establecieron barreras sanitar:as de la I a la V región, para
inspeccionar buses interprovinciales y camiones, tratando de evitar así, la propagación de la
enfermedad hacia el sur.
El año 1991 hubo un total de cuarenta y un casos en el país, de los cuales dos terminaron en I
muerte. La tasa más alta de enfermos correspondió a Arica, seguida de Iquique y la región
Metropolitana. Del total de cuarenta y un enfermos, veintiocho adquirieron la enfermedad porconsumoj
de verduras; cuatro por beber agua no potable; dos por consumir productos crudos del mar; tres por j
consumo de verduras y mariscos y los otros cuatro por causas de origen desconocido.
En febrero de 1992 se efectuó en Buenos Aires, Argentina, una reunión de emergencia de I
ministros de Salud del Cono Sur, convocada por el Gobierno trasandino, con el objeto de tomarj
acciones conjuntas que evitaran la propagación de la epidemia.
En marzo de 1992 se presentaron algunos casos en Chiñihue, donde no existía agua potable,!
Se trasladaron ocho familias desde esa localidad a Melipilla, y posteriormente el intendente del
Santiago dispuso la inversión de doscientos millones de pesos para construir veinte estanques paraj
agua potable en Talagante, Melipilla y Lampa. En abril se confirmaron diez enfermos entre k
funcionarios de la clínica Alemana, de Santiago, siendo los últimos que se registraron en el país.
En año 1992 se presentaron un total de setenta y un enfermos de cólera. De acuerdo atol
informado por la Encargada del Programa de Control y Prevención del Cólera y Enfermedades!
Entéricas del ministerio de Salud, ocho de estas personas adquirieron la enfermedad fuera del país;[
el resto por consumir agua contaminada; productos crudos del mar, y otras causas de origenj
desconocido.
En diciembre de 1992, el ministerio de Salud dio cuenta que desde julio no se evidenciaba la I
presencia del "vibrión del cólera" en las muestras tomadas en ríos y cauces de aguas servidas déla!
región Metropolitana, donde la superficie regada con aguas servidas dejó de destinarse en un noventa!
por ciento a verduras v hortalizas, pasando a cultivos de menos riesgos para la salud de la pobladónj

392
Sin embargo, el peligro seguía latente en las regiones IV, V, VI y Vil donde se estaba trabajando
activamente con el servicio Agrícola y Ganadero y otros organismos para mejorar las condiciones del
agua empleada en el regadío.
Los bajos índices de la enfermedad, como lacasi nula mortalidad - sólo dos personas - se deben,
por una parte a que la población respondió positivamente a las instrucciones impartidas por las
autoridades de salud, y otra parte, tal vez, la más importante, es que alrededor del noventa y cinco al
noventa y ocho por ciento de la población urbana dispone de agua potable y de alcantarillado y entre
un setenta a un ochenta por ciento, la población rural.

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M ': DÍA NACIONAL DE LA PROTECCIÓN CIVIL
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El año 1991, por Decreto Supremo NQ245, del ministerio del Interior, se declaró como "Día
Nacional de la Protección Civil" el 10 de octubre de cada año.

INCENDIOS FORESTALES EN 1992

Entre noviembre de 1991, mes en que casi siempre comienzan los incendios forestales, y fines
de enero de 1992, se produjeron setecientos tres siniestros que destruyeron sobre un mil seiscientas
hectáreas de árboles, pastizales y matorrales, en la V región. Uno de los que se propagó más
rápidamente, impulsado por el viento fue el que se declaró el 22 de enero en las cercanías de la base
aeronaval de Torquemada, en Viña del Mar, día en que también se iniciaron otros diez fuegosfin los
cerros porteños.
El problema continuó igual en febrero, con siete u ocho focos diarios, manteniendo en
permanente trabajo a las brigadas de la Corporación Nacional Forestal, a Carabineros y bomberos.
El 17 de febrero una capa de humo cubrió Santiago, como consecuencia de los incendios que se
produjeron en los bosques cercanos a San Antonio, aumentando la contaminación en la capital, cinco
veces sobre lo normal.
De acuerdo a los antecedentes proporcionados por la Corporación Nacional Forestal, entre los
períodos 1988 -1989; 1989-1990 y 1990-1991 hubo un total de catorce mil ochocientos sesenta y
cinco incendios forestales que destruyeron ciento sesenta y seis mil trescientas noventa y una
hectáreas de bosques, pastizales y vegetación natural, destacando que de éstas, trece mil novecientos
sesenta y tres hectáreas eran de bosques nativos y plantaciones.

TEMPORALES DEL AÑO 1992

Un temporal de viento y lluvia se desató en la X región, a partir del 19 de febrero de 1992, duró
varios días, dejando por lo menos seiscientos damnificados, a raíz de que unas mil casas se dañaron
o destruyeron con las inundaciones. Un centenar de turistas quedaron aislados en Chaitén, los que
se evacuaron en un transbordador. En la Carretera Austral, por el reblandecimiento con el agua, hubo
desprendimientos de rocas de los cerros, interrumpiendo el tráfico carretero; lo mismo sucedió en el
camino que une a Puerto Varas con Petrohué. Los daños en obras publicas se calcularon en veinte

393

.
millones de pesos.
En mayo, varios sistemas frontales azotaron de sur a norte. El primero de éstos, comenzó el día |
4, en Curanilahue, donde la intensa lluvia desbordó el río del mismo nombre, quedando unas i
cuatrocientas personas aisladas. El temporal se prolongó al día siguiente entre Cauquenes y Puerta
Montt; los ventarrones derribaron árboles y postes de la luz eléctrica en Temuco y Valdivia; gran parte!
de los ríos se salieron ocasionando perjuicios en viviendas y caminos, aumentando los damnificado^
a cinco mil.
Entre el 7 y el 8 de mayo, el frente de mal tiempo se extendió hasta Santiago y Valparaíso, donde!
se produjeron las acostumbradas inundaciones de las poblaciones periféricas en la capital, y la|
destrucción de casas por el agua que bajó de las quebradas en el Puerto.
Entre el 17 y 27 de mayo, otro temporal dañó las principales calles y avenidas en Santiago; f
Parral pereció un menor; en Cauquenes se desbordó el tranque Tutuven.
Desde los últimos días de mayo hasta los primeros diez días de junio, el temporal se extendió!
entre Puerto Montt y Arica. Derrumbes diversos provocaron cortes en los caminos, en las rutas
secundarias y en la vía férrea. Los daños que ya existían se agravaron. En Santiago los afectados
llegaron a trece mil personas; el ventarrón derribó árboles y postes sobre las casas. Ciento cincuenta
mineros quedaron aislados en Los Pelambres; otras cuarenta y ocho personas en el paso Los
Libertadores; treinta y nueve niños en Lagunillas y otros cuarenta mineros al interior de Salamanca;
todas estas personas fueron rescatadas por helicópteros. En Concepción se anegaron viviendas del
poblaciones periféricas; un menor murió electrocutado, al caerse parte del tendido eléctrico. En|
Cauquenes, los principales destrozos los sufrió la agricultura. En Temuco se desbordó el río Cautín, ¡
y en Puerto Montt los ventarrones derribaron árboles y volaron techumbres. Hacia el norte, quinientos I
mineros quedaron aislados al interior de la III región. Se cortó el camino entre Antofagastay Tocopilla,
y el que une al mineral El Salvador con la carretera Panamericana Norte. En Arica, la lluvia sólo causé j
alarma en la población.
De acuerdo a los antecedentes proporcionados por ONEMI, a mediados de junio losl
damnificados sumaban veintisiete mil quinientas cincuenta y una persona. La ayuda de emergenciaI
fue proporcionada por las respectivas autoridades regionales, con el apoyo de los Comités del
Emergencia, Cruz Roja, bomberos y Caritas Chile que construyó cuarenta casas para los|
damnificados santiaguinos.
Los primeros días de julio, once personas resultaron damnificados a raíz de intensas lluviasifl
vientos, que duraron un día, en Antof agasta; el fenómeno destruyó viviendas y provocó la interrupción!
del suministro eléctrico. En Parinacota, elf rente de mal tiempo, que se desplazó desde el sur, hizobajai
la temperatura a diez grados bajo cero. En los mismos días, desacostumbradas nevazones en|
Magallanes ocasionaron temperaturas de dieciocho grados bajo cerchen Punta Arenas.
Entre el 13 y 14 de octubre intensas nevazones afectaron gran parte de la XI región: lanievel
alcanzó cuarenta centímetros de altura de Coihaique, cubrió también las localidades de Cochraneconl
veinte centímetros; Chile Chico con diez y las villas O'Higgins y Balmaceda. En Coihaique lanievel
provocó cortes en el suministro de energía eléctrica; los aeródromos de esta ciudad y de Balmacedal
quedaron inoperables. En Chiloé, el temporal fue con viento, lluvia y granizos. El fenómeno inusualj
en este mes preocupó al sector agrícola y ganadero, ya que el mes de octubre es la época de lasl
empastadas y pariciones de ovinos y bovinos; también se dañaron las siembras de papas, trigo, avenal
y hortalizas de unos seis mil pequeños agricultores de Chiloé, amén de la destrucción de centenares!
de caminos transversales y vecinales en toda la XI región.

CONTAMINACIÓN AMBIENTAL ENTRE 1972 Y 1992

En 1972 se celebró un Congreso de Científicos con participación de profesionales extran


y especialistas nacionales de CORFO y de la dirección de Obras Municipales de Santiago,

394
estudiar diversas medidas tendientes a mejorar el problema del medio ambiente en cuanto a la
contaminación del aire, los ruidos, el confort, en forma de que fuera más positivo para la vida del ser
humano.
En agosto de 1974 se creó la comisión metropolitana de descontaminación ambiental, actuando
en forma mancomunada los ministerios de Salud y Transportes, la Intendencia y municipalidad de
Santiago y Carabineros. Esta comisión realizó primero una campaña educativa a la comunidad y luego
inició una acción correctiva, procediendo a multar a los choferes, cuyos vehículos emanaban gases
de monóxido de carbono por sus tubos de escape, de acuerdo a un análisis técnico, ya funcionaran
por gasolina o por petróleo. A pesar de que los choferes trataban de esquivar este control, se estimó
que desde 1973 a junio de 1974, los humos visibles habrían disminuido en un dieciseis por ciento.
También iniciaron un riguroso control a ciento diez fábricas, cuyas chimeneas atentaban, en algunas
medida, contra el aire capitalino. En este programa de la comisión se contemplaba: obligar, a los que
lo necesitaran, a colocar filtros catalíticos. También se preocuparon de que las medidas tendientes a
no usar incineradores, cumplieran con las ordenanzas. Estimaban si, que la falta de profesionales en
la materia, no les permitía un mayor control.
En 1975, la CORFO consideró que el país disponía de suficiente capacidad para evaluar la
contaminación de Santiago y su proveniencia. El programa de CORFO estuvo a cargo de expertos del
servicio Nacional de Salud, del departamento de Geofísica de la universidad de Chile, financiado con
un crédito AID por trescientos sesenta mil dólares, para que en un plazo de quince meses, a partir de
julio de 1975 desarrollaran la etapa primaria del estudio. Se efectuó un censo industrial de la zona, con
el fin de cuantificar la cantidad y el tipo de residuos que eliminaban las calderas. Al respecto, datos
proporcionados por el Instituto de Investigación y Desarrollo Tecnológico -INTEC- dependiente de
CORFO, señalaron que en octubre de 1976 los incineradores evacuaban seis toneladas y media de
polvo al mes, en el centro de Santiago y los vehículos desprendían ciento dieciocho toneladas diarias
de monóxido de carbono, siendo los lugares más contaminados donde había semáforos, en el centro
de la ciudad.
Se continuó aplicando multas a los vehículos que expelían humo visible por los tubos de escape,
retirándose algunos de la circulación. También se dio un plazo para cambiar los incineradores de
basuras de viviendas e industrias. En esa fecha se constataba que ya habían doscientos mil
automóviles y quince mil industrias en Santiago.
En diciembre de 1977 la Comisión de Descontaminación dictó normas para reducir los
estacionamientos en el centro de la capital, aumentó el precio de los parquímetros e Inició una
campaña educativa con la distribución de veinticinco mil afiches, para que la población tomara
conciencia sobre lo que significaba vivir en un ambiente contaminado.
El estudio realizado por CORFO dio como resultado, a partir de 1978, se instalaran quince
estaciones medidoras en el área Metropolitana, una en el local de INTEC, en Lo Curro, una área móvil
y otra aérea.
Se hacía hincapié en que también el ruido es un alto contaminante, que puede producir úlceras,
stress, insomnio, neurosis y sordera.
Se recordaba que la primera ley sobre contaminación ambiental en Chile, la N53133 data del
7 de septiembre de 1916, en ella se prohibía a los establecimientos industriales vaciar a las corrientes
de depósitos de agua, sustancias nocivas. Que el artículo 89 del Código Sanitario establece que se
debe evitar en el aire la presencia de materias u olores que constituyan una amenaza para la salud.
Que por Decreto-Ley N81552, de 11 de septiembre de 1976 se dictó el Acta Censtitucional Na3, que
en el inciso dieciocho del artículo 1 establece "el derecho a vivir en un ambiente sin contaminación".
Que el reglamento sobre Ruidos Molestos para el Vecindario fue aprobado por acuerdo municipal de
Santiago, con el NS208 del 16 de junio de 1950. Y que todas estas disposiciones eran bu riadas de una
u otra forma.
En marzo de 1978 se detectó que los casos de tifoidea aumentaban. El ministerio de Salud tomó
algunas medidas de emergencia, entre las cuales contempló una amplia difusión sobre el grado de

395

'
contaminación que tenían las lechugas que se vendían en Santiago, debido a que eran regadas con
aguas servidas; se prohibió su adquisición para los hospitales del servicio Nacional de Salud, y las
dueñas de casa optaron por no adquirirlas.
Se estimaba, sin embargo, que la solución debería ser radical, pero que no había capitales - en
esa fecha - para el tratamiento de aguas servidas. Sin embargo, el SEREMI de Agricultura disponía
de un informe de la comisión de descontaminación ambiental, subcomisión de aguas, que indicaba una i
pérdida de setenta millones de dólares por consumo de verduras infectadas. La suma se deducía de
hospitalizaciones, medicamentos, días no trabajados, atenciones médicas y fallecimientos.
El problema de la basura, otro agente contaminante, también se trabajaba en 1978. En 1974
existían siete botaderos que ya en 1978 habían bajado a cuatro, para recibir las dos mil toneladas
diarias de desperdicios capitalinos. En el más moderno, a esaf echa, La Feria, que servía a San Miguel,
Santiago sur, Maipú.Ñuñoa, La Florida, Providencia y La Granja era operado con máquinas y hombres
de una empresa privada, que cada día tapaba la basura con una capa de tierra extraída, ex profeso,
desde las excavaciones de la línea dos del Metro. Las otras dos, La Montaña y La Cañamera no
estaban en buenas condiciones. Sobre esta materia también se destacaba la necesidad de educara
la población en cuanto al porcentaje de daño ambiental que ocasionaba botando los desperdicios en
cajas de cartón o madera, pero se estimaba que en el corto plazo la recepción sería dudosa.
En diciembre de 1978, investigadores del laboratorio de ecología del departamento de Biología
Ambiental y de Poblaciones de la universidad Católica informaron que al hacer un estudio con párvulos
de dos a cinco años, de jardines infantiles situados en Santiago, Las Condes, Conchalí, Renca, San
Bernardo y otros, encontraron que los menores de Santiago y San Bernardo tenían altos niveles de j
plomo de bencina, que daña principalmente los glóbulos rojos.
A raíz de que entre el 29 y 30 de mayo de 1979, los índices de smog en Santiago sobrepasaron
los permitidos por la Organización Mundial de la Salud, tanto la comisión de descontaminación, como
la secretaría regional ministerial de Salud Metropolitana estimaron que había que tomar medidas más i
drásticas. El intendente de Santiago anunció que a partir de julio de ese año se aplicarían multas entre |
seiscientos cincuenta pesos y quince mil pesos, según el grado de gases tóxicos que emitieran, atosj
conductores de los trescientos mil vehículos que había a esa fecha, dos mil quinientas calderas i
industriales, doscientas fábricas clasificadas como contaminantes y oqhocientas plantas de calefacción
central; indicó que el no cancelamiento de la multa significaría pem de prisión, por tratarse de
infracciones al Código Sanitario. Se decía que otro factor de contaminación era la circulación de
vehículos por las calles o pasajes no asfaltados o pavimentados. También se plantaron cuarenta mil
árboles en la periferia de Santiago.
El secretario general del Instituto de Ecología de Chile, doctor Juan Grau, informaba en junio
de 1979, que había fuertes evidencias de que miles de personas morían prematuramente por causa |
de la contaminación atmosférica, principalmente menores lactantes.
En 1985, la intendencia de la región Metropolitana en un trabajo conjunto con la secretaría!
regional de Planificación y Coordinación inició un proyecto de descontaminación ambiental de la región
Metropolitana, con un costo superior a los mil millones de pesos. El proyecto estaba dividido en dos
áreas: Uno comprendía la instalación de un sistema de medición de contaminantes atmosféricosy
variables meteorológicas para cuantificar los niveles de los distintos contaminantes como anhídrido
sulfuroso, monóxido de carbono, material particulado y otros. La otra área comprendía siete estudios
ligados entre sí, sobre: Efectos de la Contaminación Atmosférica en la Salud; Universo de Fuentes
Emisoras de Contaminantes Atmosférico^ e Inventario Real de Emisiones para Santiago; Derechos
de Emisión de Contaminantes; Modelo de Dispersión de Contaminantes Atmosféricos; Estudio Base ]
para la Definición de un Programa de Control de Contaminación Hídrica; Estudio de Generación de j
Niveles de Ruidos, y Sistema Institucional, Administrativo y Marco Legal.
Para cumplir con la primera parte del proyecto, ya en 1989 se contaba con cinco detectores de I
agentes contaminantes de avanzada tecnología, ubicados en diferentes puntos de la capital; de cuatro
estaciones fijas y una móvil; de una estación meteorológica y otra destinada a procesar la información

396
proveniente de las estaciones monitoras, para elaborar un índice de calidad del aire para cada una de
las cuatro zonas en que fue dividida el área central de Santiago.
A pesar de todas las medidas y estudios que se estaban llevando a cabo, los índices de smog
seguían siendo altos. Por ésto, a partir de 1988 se comenzó a aplicar un programa de restricción
vehicular, consistente en que entre lunes y viernes, el veinte por ciento de los vehículos no podían
circular un día, entre las siete de la mañana y las ocho de la noche, sirviéndose para ello, del último
dígito de la patente o permiso de circulación, en forma rotativa.
Los edificios, especialmente los antiguos, no escapan al problema de la contaminación,
principalmente los destinados a trabajo que no han incorporado sistemas apropiados de ventilación,
aparecen gérmenes y bacterias que ponen en peligro la salud de las personas que laboran en ellos.
La Organización Mundial de la Salud lo identifica como "síndrome del edificio enfermo", poniendo en
alerta, en los primeros meses de 1990, a los países. En Santiago, por lo menos en Providencia y
Santiago centro se pueden encontrar buenos ejemplos de este problema, ya sea por falta de
ventilación o sistemas de refrigeración apropiados.
La grave complejidad de la contaminación ambiental, que pese a todos los esfuerzos seguía
vigente, obligó al ministerio de Educación, en junio de 1991, a suspender un día las clases de los
alumnos de enseñanza básica y prebásica, debido a los altos índices de smog.
El año 1992 se tomaron diversas medidas para atacar el problema, aún vigente en Santiago:
La asociación gremial metropolitana de Transporte de Pasajeros adquirió mil filtros catalíticos, por un
valor de un millón de dólares para dotar a igual cantidad de vehículos. A contar del 1 de septiembre
empezaron a regir normas de emisión de contaminantes para los autos nuevos en las regiones V,
Metropolitana y VI. A partir del 29 de noviembre entró a regir el nuevo sistema licitado de locomoción
colectiva, modificando en 1990 por parte del Congreso, el artículo tercero de la ley N918696; a fines
de diciembre de 1991 culminó el primer llamado a licitación hecho por el ministerio de Transportes para
un grupo de vías de Santiago, presentándose cerca de novecientas propuestas de empresarios del
transporte público de la capital; el resultado final de este proceso entregó un total de doscientos
sesenta y cuatro servicios concesionarios que circulan en forma exclusiva entre las Avenida Norte -
Sur, Costanera, avenida Vicuña Mackenna y Santa Isabel, con el objeto de descongestionar el centro %_
y bajar la contaminación atmosférica. S
De todos modos se siguió manteniendo la restricción para el veinte por ciento de los vehículos,
entre lunes y viernes de cada semana, pese a lo cual, los días 22 y 23 de julio los índices de polución
sobrepasaron los trescientos microgramos, debido a lo cual ésta se aumentó al cuarenta por ciento
de los vehiculos.se suspendieron las clases para los alumnos de enseñanza básica y prebásica y se
retrasó la entrada para el resto de los estudiantes.
Desde que se empezó a aplicar la restricción vehicular, esta medida se mantenía sólo en los
meses de invierno. El año 1992, se prorrogó hasta mediados de diciembre, aduciéndose, por primera
vez, que el aumento de ozono en la atmósfera fue uno de los elementos considerados.
Tanto Alemania, como Japón ofrecieron al Gobierno chileno, durante el año 1992, asesoría
técnica y profesional, para la descontaminación de Santiago.
En enero de 1975 se publicó en la revista Que Pasa un artículo sobre la alteración que estaba
sufriendo la capade ozono, a raíz de una investigación realizada en la universidad de Harvard, Estados
Unidos, por el profesor de Ciencias Atmosféricas, Michael McEIroy y el físico atmosférico St.even
Wofsy. En el estudio se señalaba que la alta concentración de substancias químicas del tipo conocido
comof reón, usado en envases rosiadores y aerosol, en equipos de refrigeración, de aire acondicionado
y en los disolventes industriales estaba provocando la destrucción en la atmósfera de la capa de ozono
que protege a la Tierra de los letales rayos ultravioletas. La denuncia llegó al Congreso de los Estados
Unidos que recomendó un estudio a la Academia de Ciencias.
En Chile, por primera vez en 1977 se clausuró una mina por contaminación. Se trataba de la
mina El Encerrado, situada a treinta y cinco kilómetros de Cabildo, provincia de Petorca, de propiedad
de la compañía La Disputada de Las Condes y arrendada desde hacía trece años a un ingeniero de

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minas. Se paralizó por Decreto Supremo Na7, publicado en el Diario Oficial el 26 de enero de 1977.
La medida se tomó a raíz de que la planta contaminaba con los relaves, principalmente con cobre,]
cloruro de sodio, fierro y manganeso al único estero del sector, muriendo varios animales de lazon
y obviamente perjudicando la salud humana.
En agosto de 1992, la Corte Suprema ordenó poner fin a la contaminación que producía la plaij
de pellets de Huasco, acogiendo el recurso presentado por agricultores y pescadores, por el dario<¡
la industria causaba a los olivos y vida marina.
En el curso de los últimos años se han detectado y se están tratando de solucionar diveá
problemas relacionados con la contaminación, tales como: la calidad del agua del río Bío Bío, qu{
una parte recibe evacuación de aguas servidas de ciudades y pueblos y efluentes quín
industriales, como pentaclorofenol y lindano y que también sirve para agua potable de alrede
un millón de habitantes de la intercomuna Concepción Talcahuano.
También se está buscando un f inanciamiento para instalar una planta de tratamiento de a<J
servidas tanto para Puerto Montt, como para Puerto Varas; esta última, con el objeto de evitare,
continúe contaminándose el lago Llanquinbe por esta causa; la inversión se estima en una cílra|
cercana a los mil millones de pesos.
Otro proyecto es la descontaminación del río Calle Calle a ser financiado con el presupuesto de I
la sección Infecciosos del hospital regional de Valdivia, destinado en un alto porcentaje a la atención|
de enfermedades causadas directa o indirectamente por la contaminación del río.
A partir de la década de los ochenta, el medio ambiente se convirtió en tema de interés público. I
Chile no ha estado ajeno a esta problemática. Por ésto, a la vez que hay planes, programas y medidas!
en ejecución, tanto para la descontaminación de Santiago, de algunas cuencas hidrográficas, también!
se estudia el impacto que puede tener para la salud, el posible debilitamiento de la capa de ozono;sei
estudia una legislación ambiental; el río Mapocho es una de las cuencas hidrográficas seleccionadas I
por la CEPAL para establecer un sistema de alarma ante inundaciones, programa que se estáj
desarrollando en conjunto con la dirección general de Aguas y ENDESA.
Finalmente, el Gobierno chileno ratificó el Protocolo para la Protección del Pacífico Sudestel
contra la Contaminación Radioactiva, suscrito en Colombia eh 1989, por los gobiernos de Panamá,!
Colombia, Ecuador, Perú y Chile, acordando prohibir todo vertimiento de desechos y substancias!
radioactivas al maro en el lecho de éste, dentro de la zona de soberanía y jurisdicción hasta doscientas!
millas.

INCENDIOS EN 1992

La combustión de radioactivos, provocó el 3 de julio de 1992, un voraz incendio en el centrad!


Proyectos e Investigaciones de la facultad de Química y Farmacia de la universidad de Chile, ubicado!
en calle Los Olivos 1007, de Santiago. Más de cinco horas demoraron los bomberos en extingu¡rel|
fuego y unas doscientas personas resultaron con principios de asfixia. La pérdida del edificio fue total!
destruyéndose equipos de alta tecnología, investigaciones, computadores, la biblioteca y todoel|
material propio de profesores y alumnos.
El 23 de octubre, una distribuidora de gas ubicada en avenida José Pedro Alessandri, i
Santiago, fue destruida por un incendio que comenzó alrededor de las seis y media de la mañana.Eli
fuego se inició por el recalentamiento de conductores eléctricos y dos balones de quince kilos!
estallaron al calentarse y superar las cuatrocientas libras de presión, sin causar víctimas. De todos!
modos el siniestro originó una emergencia que obligó a desalojar el barrio, mientras voluntarios del
siete compañías de bomberos lograron extinguirlo y evitar que las llamas se propagaran a tosj
inmuebles vecinos.
Totalmente destruido por un incendio, el 14 de noviembre, resultó el edificio del hogar Padre
Rene Pienovi del Refugio de Cristo, ubicado en la calle Santiago Severín 28, en el barrio La Matriz,
en Valparaíso. El fuego se inició por un cortocircuito, alrededor de las siete de la tarde, destruyendo
todas las dependencias del edificio de tres pisos. Allí vivían cien menores de ocho a catorce años. Sólo
resultaron con principios de asfixia un menor y un bombero. No hubo lesionados.
Daños aproximadamente por setecientos cincuenta millones de pesos en nueve de tos treinta
y cuatro locales siniestrados, dejó el incendio que el 19 de diciembre, alrededor de las diez de la
mañana afectó al cosmocentro Apumanque, ubicado entre las calles Manquehue y Apoquindo en la
comuna de Las Condes, de Santiago. El fuego aparentemente se inició en el local Compu manque que
vendía artículos de computación. Este y otros locales resultaron completamente destruidos. Por lo
menos tres de los establecimientos devastados no tenían seguros; en otros casos, éstos oscilan entre
el cincuenta y el setenta por ciento del total de los daños. Tres días estuvo cerrado el mutticentro
comercial, en el que según información proporcionada por bomberos, en los primeros momentos
habría fallado el suministro de agua potable y alarmas.
En cuanto a los incendios forestales, la Corporación Nacional Forestal dio cuenta que en el
período 1991 -1992 hubo cuatro mil setecientos ochenta y seis siniestros que destruyeron veinticuatro
mil ciento cincuenta y ocho hectáreas, de las cuales mil ochocientos sesenta y seis correspondían a
plantaciones y veintidós mil doscientas noventa y dos a vegetación natural. Las perdidas por este
concepto son enormes, si se considera que cada hectárea de plantaciones quemada es avaluada en
mil dólares y cada hectárea de vegetación natural en trescientos veinte dólares.
En noviembre de 1992 se habían ya producido en la V región, ciento treinta y cuatro incendios
afectando una superficie de ciento sesenta y nueve hectáreas; sin embargo, los últimos días del mes,
un nuevo foco que se inició en el sector de Peñablanca hacia Quebrada Escobares destruyó otras
quinientas hectáreas de bosques y vegetación natural. En el mismo mes se consumieron tres
hectáreas y media de bosques de pino insigne en los alrededores de Concepción.
En diciembre de 1992, la misma Corporación informaba que desde noviembre se habían
producido quinientos incendios forestales en el país; de éstos, doscientos diecinueve ocurrieron en la
V región; setenta y siete en la VIII y ciento diecinueve en la Metropolitana. Hizo incapie, en su
•o
información pública, que si bien ias hectáreas quemadas estaban disminuyendo, por la rápida y
oportuna acción de las patrullas de la CONAF, Carabineros y bomberos, no pasaba lo mismo con el
número de siniestros, principalmente por la falta de cultura que aún tenía la población frente al fuego.
La totalidad de los incendios son causados por el hombre, ya sea intencionalmente, o por descuido
al hacer fogatas que quedan mal apagadas; señalaba también, como otro factor importante a los
menores que le gusta jugar con fósforos y sin querer inician un fuego que luego ya no se puede
controlar.

INVIERNO DEL ALTIPLANO EN DICIEMBRE DE 1992

Entre el 23 y 25 de diciembre de 1992, fuertes marejadas afectaron a Arica, Antofagasta y


Tocopilla. El inusual fenómeno climático obligó a cerrar los puertos y a suspendertodas las actividades
portuarias.
Intensas lluvias hubo en la zona precordillerana de Arica, a partir del 24 de diciembre. Para los
pequeños agricultores y ganaderos, éstas fueron benefactoras; sin embargo algunas localidades del
sector alto de la precordillera, en la I región, quedaron aisladas, principalmente en el valle de Azapa.
En los días siguientes, el frente de mal tiempo, conocido como "invierno del altiplano" continúo
aumentando el caudal del río San José, que arrastró piedras, tierra y escombros por el centro de Arica,
obligando a desviar el tránsito en algunos sectores. El problema activó el respectivo Comité de

399

i i ••
Emergencia para ayudar a algunas familias que viven en la misma ribera del río.
En frente de mal tiempo se extendió hasta Iquique y Antofagasta. En la II región, la lluvial
intermitente y el viento provocaron algunos daños en los pasos fronterizos y en la provincia del Loa!
A fines de diciembre, el saldo de este adelantado "invierno del altiplano fue el siguiente: En Arica,/
los daños ocasionados por el río San José, ya señalados. Iquique y Antofagasta tuvieron algún
problemas en poblaciones periféricas, prontamente solucionados por los respectivos Comité|
Emergencia.
En cambio, Visviri, Belén y Tignamar quedaron aisladas por el exceso de agua y la ton
eléctrica que cortó los caminos hacia esas localidades. En Chucuyo y Guallantire, cerca del I
Chungará, se produjeron nevazones y bajas temperaturas. La crecida del estero Camina ocasioi
daños en las chacras y el ganado en la localidad del mismo nombre: se perdieron cosechas I
zapallos, zanahorias, cebollas, betarragas, ajos y choclos y casi medio centenar de corderos fuenj
arrasados por el estero. En Huara, un centenar de damnificados fueron atendidos por el Comité^
Emergencia y albergados por la juntavecinal. Parca, Mamifia y Cacaya también sufrieron inundación
solucionando los problemas de los afectados cada Comité de Emergencia local.

SIDA EN CHILE

Es tan poco lo que se sabe acerca del Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida -SIDA-qml
ni siquiera hay indicios de como se propagó por el mundo. Los datos más serios, respaldados pal
investigaciones del norteamericano Robert Gallo, descubridor de uno de los virus de la enfermedad,!
señalan que el SIDA surgió en Zaire, África, específicamente en los alrededores del lago Victoria. C
de los descubridores del virus, es el médico francés, Lúe Montagnier.
En 1979, una doctora danesa, después de trabajar cinco años en ese país, volvió a Eurt
afectada por una forma de alteración general del sistema inmunitario; hospitalizada en Copenhague!
murió seis meses después. Casi al mismo tiempo, llegó a Bélgica una mujer joven, tambiéf
proveniente de Zaire, con un tercer hijo, de pocos meses, enfermo de ura patología extraña,
síntomas similares a los que habían tenido otros dos de sus hijos, ya muertos. Asimismo, entre 1971
y 1983 llegaron a Bélgica una treintena de pacientes africanos, de la misma zona, a los que selaj
observó igual cuadro, definido como Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida.
No existen datos claros como este Síndrome - SIDA - se propagó tan rápidamente, primai
hacia Europa y El Caribe y luego a Estados Unidos, donde se detectó el primer caso el año 1981.
En 1988 se aceptaba que había más de ciento cincuenta mil casos de SIDA en ciento cuarent|
y cinco países y se suponía que había más de diez millones de infectados.
Al promediar el año 1991, las cifras definitivas de la Organización Mundial de la Salud si
referían, en el mundo a unos nueve a once millones de afectados. De ese número, unos tres milloneJ
correspondían a mujeres. La misma Organización Mundial de la Salud afirmaba que el setenta poJ
ciento de los infectados habían contraído el virus como consecuencia de relaciones heterosexuales.1
La proyección aumentará al ochenta por ciento en lo que resta del siglo.
Hasta la fecha son dos los virus del SIDA conocidos cada uno con una "sui generis" distribución!
territorial. Mientras el VIH - Virus del Inmuno Deficiencia Humana uno se extiende por América, África!
Central y Europa, el VIH-2 es endémico en África occidental, con difusión relativamente rara en Europa}
y Brasil.
Actualmente se ha comprobado que la transmisión del virus del SIDA- VIH se transmití!
mediante relaciones homosexuales, heterosexuales y bisexuales; por la sangre, ya sea recibiendo una!
transmisión contagiada, por las agujas hipodérmicas u otros elementos punzantes, si se usan másdel
una vez sin limpiarlos o esterilizarlos adecuadamente, y también lo transmiten las madres infectadasj

400
a sus hijos lactantes, antes, durante o después del parto.
La Organización Mundial de la salud estima que ya el SI DA nos atecta a todos. Para los médicos,
es una pandemia.
En Chile se diagnosticó el primer caso el año 1984.
A partir de esa fecha, tanto los organismos gubernamentales, como los no gubernamentales y
privados han empezado ha tomar diversas medidas tendientes e evitar la propagación de la
enfermedad, principalmente mediante la educación y divulgación veraz de la forma en que ésta se
contagia.
El ministerio de Salud creó la Comisión Nacional del SIDA - CONASIDA; habilitó un teléfono
especial para responder llamadas confidenciales referentes a la epidemia, e inició una campaña "cara
a cara" para profundizar el tema con personas interesadas; se imprimieron folletos informativos y a
partir de noviembre de 1991 inició una campaña masiva de información a través de la televisión.
La primera etapa de esta campaña estuvo destinada a sensibilizar sobre el tema a la población,
con la colaboración de destacadas figuras del quehacer nacional. La segunda etapa se centró en la
información, bajo los llamados "así da", "así no da" y "como prevenir". La tercera etapa, lanzada en
agosto de 1992, bajo el lema "yo me cuido" estuvo destinada a llegar a las personas y a que éstas
asuman un compromiso individual para evitar contraer la epidemia. El costo de las tres campañas por
televisión tuvo un valor de trescientos cuarenta millones de pesos. Se estudia una cuarta etapa,
también a través de la televisión.
La Cruz Roja Chilena por recomendaciones de la Asamblea Gefréral de la Liga de Sociedades
de la Cruz Roja y Media Luna Roja en 1987, e instrucciones emitidas en el Taller Latinoamericano
sobre SIDA, realizado en Colombia en 1988, elaboró un programa de prevención de SIDA. Este fue
aprobado por la Liga en mayo de 1989 y puesto en ejecución en julio del mismo año. En síntesis, se
ha coordinado con el ministerio de Salud para complementar sus políticas, realizando talleres de
capacitación a nivel nacional, para los socios de la Cruz Roja, talleres para la juventud de la misma
Institución, cursos de Información, de capacitación para monitores e impreso más de medio millón de
cartillas que ha distribuido en todo el país a través de las Entidades, con el objeto de dar a conocer
con la mayor cobertura posible, a toda la población, la información que existe sobre la materia. A su
vez mantiene líneas telefónicas par informar sobre el tema, llamadas "línea amiga", en Santiago, Viña
del Mar, Valparaíso y Rancagua.
Caritas Chile a partir de principios del año 1989 abrió casas o refugios para acoger a enfermos
terminales en varias ciudades del país; ha formado más de dos mil quinientos monitores juveniles; ha
capacitado a voluntarios para cubrir el área de asistencia domiciliaria; ha distribuido más de un millón
doscientos mil cartillas, trípticos, folletos y libros y mantiene una línea telefónica para orientar respecto
a la enfermedad.
Otro tipo de organizaciones, como el Centro de Educación y Prevención en Salud Social y SIDA,
organismo no gubernamental, también empeñado en el control y prevención del contagio de la
enfermedad, realizó los primeros días de diciembre de 1992 un seminario en la universidad de
Santiago, en el que participaron alrededor de doscientas personas de diversos sectores sociales,
estudiantes, pobladores, representantes de organizaciones sindicales para tratar abiertamente temas
como Etica, y Sida; Sida y Derechos Humanos, Cultura, Sexualidad y Sida. Las exposiciones
estuvieron a cargo de sacerdotes, abogados y antropólogos.
A fines de diciembre de 1992, CONASIDA organizó otro de los tantos talleres que ha llevado a
cabo dentro del programa "cara a cara"; esta vez para unos ciento cincuenta jóvenes de Arica a Puerto
Montt, considerando que en la labor preventiva, la interacción es fundamental.
No obstante todo lo que se ha hecho, CONASIDA informaba que al 31 de diciembre de 1992
se habían registrado seiscientos treinta enfermos de Sida, de los cuales el cincuenta por ciento ya
había muerto, y había otros novecientos noventa portadores o infectados con el virus VIH, que no han
desarrollado el mal. De los enfermos, el noventa y tres por ciento son hombres y el siete por ciento
restante, mujeres; la misma relación existe entre los portadores. Hasta esa fecha, setenta mujeres con

401
VIH positivo que dieron a luz, tuvieron: veintidós pequeños portadores; quince niños resultaron
negativos al someterse a los exámenes; cinco desarrollaron el virus, de los cuales tres ya han muerto.
En cuanto al contagio por drogadicción vía intravenosa, la mayor concentración se encuentra en las
regiones Metropolitana y V. También señaló que entre los factores de riesgo, el homosexualismo se
mantiene como el más frecuente, pero tiende a estabilizarse en su crecimiento, apareciendo un
incremento en las personas heterosexuales. Los casos se han ramificado de norte a sur, prevaleciendo
en las regiones Metropolitana, V, II, VIII y I. En cuanto a la edad, el grupo más vulnerable es éntrelos
quince y cuarenta y nueve años. El costo médico en Chile, al igual que en otros países en vías de ¡
desarrollo implica serios desafíos presupuestarios, ya que el tratamiento médico de cada enfermo se j
calcula entre dos y tres millones de pesos.
Estos datos oficiales de CONASIDA, grafican lo que algunos llaman la punta del iceberg. I
mencionada entidad dice que en Chile se ha llegado al extremo de no registrar en ocasiones, j
siquiera algunas muertes ocasionadas por el letal VIH. Hay elevados porcentajes de subnotificactó
ya que de acuerdo a la información que maneja CONASIDA habría una proyección de diez i
contagiados. Panorama complejo de entender, especialmente cuando en el Instituto de Salud Públii
mantienen contacto con una red de doscientos bancos de sangre, laboratorios públicos y privados!
que es una obligación reglamentada por el ministerio de Salud que los centros de diagnóstico report
las muestras sospechosas a ese Instituto, el que tiene la obligación de despejar dudas a través de s
exámenes distintos, donde se incluye la detección de anticuerpos VIH, además de pesquisas de]
material genético, e incluso el virus mismo.
En 1991 se tomaron trescientos veinte mil test "elisa" y el año 1992 llegaron alrededordel
trescientos cincuenta mil. Un promedio del treinta y cinco por ciento resultaron finalmente positivos,!
lo que no significa que corresponda a igual porcentaje de nuevos pacientes, ya que una persona sel
hace el diagnóstico en dos o más laboratorios, llegando todos a ese Instituto; otra variable dignade|
considerar son los enfermos que periódicamente se están chequeando.
Otro atisbo del perfil que está adquiriendo el mal, es lo que sucede en la Fundación Arriarán,!
ubicada a un costado del hospital .San Borja, donde mantienen antecedentes de trescientos trecc|
pacientes, de los cuales sólo doscientos cincuenta se controlan periódicamente.
El diagnóstico está hecho, los orígenes son conocidos y las conductas peligrosas claramente!
definidas. Falta el compromiso de la sociedad en su conjunto. Es importante para CONASI DAque hayal
un cuerpo legislativo que resguarde a los enfermos y les permita llevar una existencia dignae|
integrada, en lo posible, el quehacer nacional y previsional.
El SIDA está provocando un proceso de cambios en la sociedad, en todo el mundo, i
repercusiones insospechadas. Hasta lafecha hay concenso de que solamente la prevención, a travésl
de la difusión de las características de la enfermedad, acompañada de la más amplia educación puede|
liquidar parte del flagelo.

402
CONCLUSIONES

Hasta ahora, todos los antecedentes históricos sobre las catástrofes que han
azotado a la población de Chile, desde la llegada de Pedro de Valdivia con sus
huestes, en 1541, han estado insertas en crónicas, cartas o historias de Chile, sin
darles la importancia que merecían, por la forma en que afectaron a los habitantes.

Esta es la primera vez que se relatan en un solo compendio, con una cobertura
de cuatrocientos cincuenta y un años -desde 1541 hasta 1992- para saber qué pasó
en relación a los terremotos, maremotos, erupciones volcánicas, inundaciones,
sequías, epidemias, plagas, epizootias, hambrunas, incendios urbanos y forestales
que sufrieron los habitantes del país, con una descripción de las consecuencias en
pérdidas de vida, del patrimonio cultural y artístico, deterioros económicos, sociales
y ecológicos, incluyendo, incluso, eventos ocurridos en lugares que en épocas
pasadas no pertenecían al territorio nacional.

Por primera vez, desde el punto de vista geográfico también, se confeccionaron


"mapas históricos de las catástrofes" divididos por desastres afines, de los siglos XVI,
XVII, XVIII y XIX. No se incluyeron mapas del siglo XX, porque obviamente, éste no
ha concluido. Estos mapas se realizaron sobre esquicios del Instituto Geográfico
Militar, con la aprobación, por Resolución Exenta NS34, de 8 de marzo de 1993, de
la dirección de Fronteras y Límites del ministerio de Relaciones Exteriores.

Como consecuencia indirecta, derivada de la relación cronológica, quedaron


señaladas las catástrofes que han afectado a las ciudades y pueblos en el curso de
su historia.

403
La investigación acuciosa, nutrida de material seleccionado de los cronistas de
cada época, dio como resultado diferentes niveles de información, determinado que
los primeros acontecimientos estén relatados en pocas líneas, y los últimos mucho
más desarrollados, ya que las fuentes fueron más variadas y diversas.

No se juzgaron ni analizaron los eventos, para saber cómo y porqué pasaron, j

Sin embargo, el sólo análisis cuantitativo demuestra que porel avance científico,
y tecnológico aplicado al país, las consecuencias de algunos, como los terremotosyj
las epidemias, tuvieron menos pérdidas de vidas humanas en los últimos decenio
Otros, como los incendios forestales, han mantenido un alto índice de frecuenc
pero también, gracias a la organización que tiene el país para su ataque y comba
han disminuido en la cantidad de hectáreas quemadas. El recuento histórico de lal
catástrofes originadas por fenómenos climáticos y telúricos nos indican ningún tipol
de periodicidad. El mismo recuento histórico nos permite señalar que los más altos!
índices de mortalidad, en el pasado, fueron originados por las epidemias, superando)
incluso, a los actos bélicos.

Hay que señalar como una de las conclusiones^ue si bien en los últimos!
veintisiete años, el país ha ido conformando una organización para la prevención^!
atención de las catástrofes -es decir, un Sistema de Protección Civil- como son lal
dictación de leyes, planes, creación de ONEMI, de Comités de Emergencia regionales,!
comunales y locales, acopio de elementos de socorro., no ha sido suficiente.

La información sobre COMO PREVENIR está sólo a nivel de una élite,!


universitaria o de organismos que por la índole de sus actividades, deben considerar!
el estudio de estas materias; la población en general sólo se preocupa de lacatástrofej
o de la emergencia que resulta de ésta, cuando ya se ha producido.

Falta, en consecuencia, el gran compromiso de EDUCAR, a todos los nivele|


para poder superar definitivamente las dificultades que éstas desencadenan.

=4 Hay que tomar conciencia que la mayoría de las catástrofes seguirá!


produciéndose, y hay que enfrentarlas para aminorar sus efectos, ya que el impacto!
que producen perturba la vida normal, afectando a la familia, al trabajo, a los ingreso
obligando a redistribuir recursos para reconstruir y rehabilitar, lo que costó añosifl
ahorro y esfuerzo. ^

Pese a ello, se borra rápidamente la fisonomía de los sucesos, del pasadosóf


queda el esqueleto, las fechas, la materialidad de los hechos, pero no nos dan
cuenta que se han perdido vidas, por lo menos parte del patrimonio cultural, con|

404
destrucción de edificios, obras de arte, bibliotecas, archivos etc.

Hay que reiterar ahora, en este momento, con los antecedentes históricos a la
vista, que ésta es la oportunidad para reformar el sistema: los habitantes del país no
están ni estarán protegidos frente a las catástrofes porque existan planes, programas
y organismos especializados para la atención de las mismas, sino se saben proteger,
defender y enfrentarlas por si mismo.

La educación por su parte y la toma de conciencia, por otra, son los medios para
que todos nos sintamos involucrados.

Para que esta premisa sea una realidad en el corto y mediano plazo haya que
INFORMARSE: que tipo de suelo hay bajo mi casa; es ésta asísmica; que son
retardantes del fuego; hay construcciones de contención ribereña, si mi casa está
cerca de un río; vivo en un sector expuesto a maremotos; cuantos terremotos ha
experimentado la ciudad en que vivo; que daños ha sufrido; que riesgos de contagio
tengo ante una epidemia; son antecedentes que debieran conocer todos y cada uno
de los habitantes del país.

Desde hoy, están a disposición de la población los hechos históricos que


permitirán que desde el núcleo familiar hasta las altas esferas gubernamentales,
puedan planificar unaformade educar para preveniro aminorar los efectos de futuras
catástrofes que de todos modos azotarán a nuestro país, y que muchas veces son la
repetición de las que lo asolaron en el pasado.

405
ÍNDICE DE MATERIAS
ÍNDICE DE MATERIAS

Págs.
SIGLO XVI
INCENDIOS URBANOS
Incendio de Santiago, 11 de septiembre de 1541 18
Incendio de La Serena, noviembre de 1548 19
Incendio de Angol, 24 de septiembre de 1586 25
Incendio de Chillan, 10 de octubre de 1599 26
Incendio de Valdivia, 24 de noviembre de 1599 26

EPIDEMIAS, EPIZOOTIAS, PLAGAS Y HAMBRUNAS


Chavalongo de 1556 20
Viruela de 1561 20
Disenteria de 1562 20
Viruela de 1589 25
Viruela de 1591 25
Epizootia "carache", 1549 en Santiago 19
Plaga de ratones de 1580 y 1591 24
Plaga de langostas de 1580 24
Hambrunas de 1553 19
Hambruna de 1586 24

ífERREMOTOS Y MAREMOTOS
Terremoto de Concepción, 8 de febrero de 1570 21
Terremoto de Valdivia, 16 de diciembre de 1575 22

4 INUNDACIONES Y SEQUÍAS
"Sequía de 1555 - 1556 19
Inundaciones del rio Mapocho, 20 de julio de 1574 22
. Inundaciones de Valdivia, abril de 1576 23
Inundaciones del rio Mapocho, junio de 1581 24
Inundaciones de 1597 25
Tradiciones araucanas 20

SIGLO XVII
INCENDIOS URBANOS
Incendio de Osorno, 19 de enero de 1600 28
Incendio de castro de 1600 30
Incendio de Villarrica, 7de febrero de 1602 31
Incendio de Angol en 1639 35
Incendio de Carelmapu, 25 de mayo de 1643 36
Incendio de Castro, 6 de junio de 1643 36
Incendio de Chillan, febrero de 1655 43
Incendio de La Serena, 13 de diciembre de 1680 48
Incendio en Valdivia, 28 de enero de 1682 49
Incendio en Valparaíso, noviembre de 1683 49

• INUNDACIONES Y SEQUÍAS
Inundaciones del rio Mapocho en 1607 32
Inundaciones de 1609 32
Inundaciones del río Mapocho de 1620 34
Huracán en Carelmapu, 14 de mayo de 1633 35
Inundaciones, 23 de junio de 1647 40
Inundaciones, julio de 1650 42
Inundaciones, junio de 1657 46
Inundaciones del río Mapocho de 1660 46
Inundaciones de Chillan, 17 de junio de 1679 48
Inundaciones de 1687- 1688 50
Inundaciones en Santiago, 17 de noviembre de 1694 50
--Sequía de 1606 32

407
-Sequía de 1618-1619 34
- Sequía en Santiago, julio de 1656 44
- Sequía de 1675 47

J£RREMOTOS, MAREMOTOS Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS


Terremoto de La Serena, 17 de junio de 1604 31
Terremoto de Arica, 24 de noviembre de 1604 31
Terremoto de Arica, 16 de diciembre de 1615 33
Terremoto de Coquimbo en 1639 35
Fuerte temblor en Santiago, 6 de septiembre de 1643 37
Terremoto del 13 de mayo de 1647 37
Terremoto de Arica, 31 de marzo de 1650 42
Terremoto de Concepción, 15 de marzo de 1657 44
Terremoto de Arica, 10 de marzo de 1681 48
Temblor en Santiago, julio de 1690 50
""Erupción del Volcán Huaina Rutina, 14 de febrero de 1600 29
Erupción del volcán Antuco en 1624 34
Erupción volcánica de 1640 36

EPIDEMIAS, PLAGAS Y HAMBRUNAS


Viruela en Osorno y La Imperial de 1600 30
Viruela en el sur en 1610 - 1611 33
Viruela de 1619- 1620 34
Epidemia de "dolor de costado y romadizo" en 1632 34
Chavalongo en Chiloé en 1633 35
Peste en Chiloé en 1638 35
Viruela de 1639 35
Escorbuto de 1645 37
Peste de 1645 37
•Pestecilla" de 1646 37
Chavalongo de 1647 40
Viruela de 1653- 1654 43
Viruela en Chiloé en 1657 ....46
Viruela en La Serena en 1658 46
Epidemia de "quebrantahuesos" en 1658 - 1660 46
Peste en Santiago en 1660 46
Peste en Santiago en 1663 47
Chavalongo en 1669 - 1670 -1671 - 1672 - 1676 -1677 '. 47
Peste en Santiago en 1687 49
Peste en Santiago en 1693 - 1694 50
Viruela en Chiloé en 1696 51
Plaga de langostas de 1604 - 1605 - 1606 32
Plaga de ratones de 1609 32
Plaga de ratones en Chiloé en 1639 35
Plaga de ratones de 1652 .' 43
Plaga de ratones de 1653 43
Plaga de langostas en Santiago en 1665 47
Hambruna en Valdivia en 1599 a 1603 30
Hambruna en Santiago en 1647 37
Tradiciones araucanas 36

DEVASTACIONES Y DESPOBLAMIENTOS
Devastación de los campos españoles 28
Despoblamiento y abandono de La Imperial y Angol, 5 y 13 de abril de 1600 29

SIGLO XVIII
TERREMOTOS, MAREMOTOS Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS
Sismo del 24 de mayo de 1722 55
Terremoto del 8 de julio de 1730 56
Terremoto de Valdivia, 24 de diciembre de 1737 59
Terremoto de 23 de mayo de 1751 62
5 fuerte temblor, octubre de 1786 71

408
Fuerte temblor, 11 de febrero de 1787 71
Terremoto de Copiapó, 30 de marzo de 1796 72
Erupción del volcán Chillan en 1751 65
Erupción del Volcán Antuoo de 1752 65
Erupción del volcán Peteroa, 3 de diciembre de 1762 66

EPIDEMIAS Y PLAGAS
Peste en Santiago en 1704- 1705 i. 54
Posteen Santiago en 1711 54
Viruela en Santiago en 1718 54
Aguas de Ramón , 55
Viruela de 1730- 1731 59
Viruela de Chiloé en 1737 60
Posteen 1743 60
Viruela en 1745 60
Viruela en La Serena en 1751 - 1753 65
Barco en cuarentena en 1759 65
Viruela de 1764- 1765 66
Posteen Chiloéen 1768 67
Viruela en Chiloé en 1771 -1776 67
Disenteria de 1773 68
Epidemia "malcito" en 1779 68
Epidemia "calenturas pútricas"en 1780 68
Viruela en 1787-1790 71
Disentería en Calbucoen 1791 72
Plaga de ratones en Osorno en 1796 73

INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES


Incendio forestal en 1737 59
Incendio en Valdivia, 18 de enero de 1748 61
Incendio en la catedral de Santiago, 22 de diciembre de 1769 67
Incendio en Achao 1784 70
Incendio forestal en 1786 70
Incendio en la fábrica de pólvora de Santiago, 16 de diciembre de 1791 72

• INUNDACIONES Y SEQUÍAS
Inundaciones del rio Mapocho en 1722 55
Inundaciones del rio Mapocho, 17 de mayo de 1723 55
Inundaciones del río Mapocho, octubre de 1730 58
Inundaciones del río Mapocho en 1743 -1744 60 J
Inundaciones de 1748 61
Inundaciones de Chillan en 1751 64
Inundaciones del río Mapocho 7 de noviembre de 1764 66
Inundaciones del río Mapocho, 13 de mayo de 1779 68
Inundaciones del río Mapocho, 10 de abril de 1780 '. 69
Inundaciones del río Mapocho, junio de 1783 69
-Sequía de 1726-1729 56
'Sequía de 1733 59
"Sequía de 1740- 1742 60
-Sequía de 1757 65
-Sequía de 1772 67
-Sequía de 1781 69
- Sequía de Copiapó en 1787 71
'Sequía de 1790 72
I Sequía de 1799 73
¡ -Censode 1778 68

SIGLO XIX
| INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES
Incendio en Valdivia, 17 de enero de 1803 77
Incendio de Rancagua, 1 y 2 de octubre de 1814 78
Incendios en el archipiélago de Juan Fernández, 5 de enero de 1816 79

409
Incendio en Santiago, 22 de febrero de 1827 83
Incendios en Valparaíso en 1827 -1828 85
Incendio en Iquiqueen 1833 87
. Jncendioen San Carlos de Ancuden 1834 87
• Incendio de la iglesia de los jesuítas en Santiago, 31 de mayo de 1841 91
Incendio en Valparaíso, 15 de marzo de 1843 92
Incendio en Ancud, 14 de enero de 1844 92
Incendio en Ancud, 11 de enero de 1847 93
Incendio del fuerte Bulnes, 8 de marzo de 1848 94
Incendio en Valparaíso, 15 de diciembre de 1850 95
Incendio forestal 1850- 1851 96
Incendio en La Serena, noviembre de 1851 98
Incendio en Castro, 22 de marzo de 1857 100
Incendio en Valparaíso, 13 de noviembre de 1858 100
Incendio de Negrete, marzo de 1859 100
Incendio en Ancud en 1859 101
••—Incendio en Iquique en 1860 101
Incendio en Valdivia, 17 de diciembre de 1860 101
Incendio en la iglesia de la compañía de Santiago, 8 de diciembre de 1863 102
Incendio en Osorno, 13 de enero de 1864 108
Incendio en Valdivia, 17 de enero de 1864 108
Incendio en Santiago, junio de 1864 108
Incendio en Puerto Montt, 14 de junio de 1865 109
Incendio en Valparaíso, 31 de marzo de 1866 110
Incendio en Cobija, marzo de 1866 110
Incendio en Valparaíso, 31 de diciembre de 1868 112
Incendio en Valparaíso, 24 de febrero de 1969 112
Incendio en Santiago, 31 de mayo de 1869 112
Incendio en el teatro Municipal de santiago, 8 de diciembre de 1870 113
Incendio en Antofagasta en 1871 114
Incendio en Iquiqueen 1873 116
Incendios en Caracoles, 4 de junio de 1874 117
Incendio en Lota, 14 de diciembre de 1874 117
Incendio en Antofagasta, 2 de abril de 1875 116
Incendio en Iquique, 7 de octubre de 1875 118
Incendio en Caracoles, 8 de agosto de 1876 119
Incendio en Punta Arenas, 11 de noviembre de 1877 122
Incendio en sementera y bosques en 1878 123
Publicación de señales de incendio en santiago, 11 de mayo de 1878 123
Incendio en Ancud, 15 de febrero de 1879 125
Incendio en Pisagua, 18 de abril de 1879 125
Incendio en el cuartel de artillería de Santiago, 27 de enero de 1880 125
Incendio en Antofagasta en 1880 126
Incendio en Iquique, 23 de octubre de 1880 127
Incendio en Iquique, 10 de marzo de 1883 128
Incendio en Santiago, 23 de mayo de 1885 128
Incendios en Iquique en 1884 - 1885 129
Incendio en Punta Arenas, noviembre de 1887 131
- Incendio en Pisagua, 5 de febrero de 1891 135
Incendio en Iquique, 18 y 19 de febrero de 1891 135
Incendio en Valparaíso, 28 de agosto de 1891 135
Incendio en Antofagasta en 1890 135
Incendio en Antofagasta en 1891 135
Incendio en Punta Arenas^ febrero de 1894 137
Incendio en la fábrica de cartuchos de Santiago en 1894 y 1895 138
Incendio en el Congreso, 17 de mayo de 1895 138
Incendio en Castro, 13 de julio de 1895 139
Incendio en Punta Arenas, 19 de febrero de 1896 140
Incendios forestales en 1896 141
Incendio en Ancud, 13 de agosto de 1899 142

• INUNDACIONES Y SEQUÍAS
Heladas de Curicó en 1817 79
Inundaciones en el archipiélago de Juan Fernández, junio de 1815 Tí
Inundaciones de 1823 ... 82

410
Inundaciones de 1826 , 83
Inundaciones de 1827 83
Inundaciones de 1828 85
Inundaciones en el Norte Chico, agosto de 1833 87
Inundaciones del rio Mapocho de 1834 87
Inundaciones de 1835 89
Inundaciones de 1837 90
Inundaciones de 1847 93
Inundaciones de Chañaral, mayo de 1848 94
Inundaciones de 1848 94
Inundaciones de 1850 : 95
Inundaciones de 1855 99
Inundaciones de 1856 99
Inundaciones de 1857 100
Inundaciones de 1864 108
Inundaciones de 1875 117
Inundaciones de 1877 121
Inundaciones de 1878 124
Inundaciones en el norte de 1880 126
Inundaciones de 1881 127
Inundaciones en el norte de 1884 128
Inundaciones en el norte de 1885 129
Inundaciones de 1888 131
Inundaciones de 1890 135
Inundaciones de 1891 135
Inundaciones en Puerto Montt de 1893 136
Inundaciones en el norte de 1895 139
Inundaciones de 1895 139
Inundaciones de 1896 141
Inundaciones de 1899 143
" Sequía de 1814 78
• Sequía de 1831 ; 86
* Sequía de 1863 106
'Sequía de 1872 115
, Sequía de 1892 136

EPIDEMIAS, EPIZOOTIAS, PLAGAS Y HAMBRUNAS


Viruela en 1801 - 1802 76
Vacunación contra la viruela en 1805 77
Creación de la Junta Central de Vacuna, 10 de octubre de 1808 77
Viruela en 1811-1812 : 77
Erisipela negra de 1822 - 1823 82
Control sanitario en 1828 85
Viruela de 1830 -1832 -1833 86
Escarlatina de 1831 - 1832 , 86
Viruela de 1839 - 1840 91
Viruela en Chiloé en 1841 92
Escarlatina en 184-2 92
Viruela en Valdivia en 1843 92
Viruela de 1852- 1853- 1854 98
Epidemia de viruela en 1857 -1858 - 1859 100
Tifus de 1864 107
Viruela de 1864 108
Viruela de 1866-1867 112
Fiebre amarilla en 1869 112
Viruela de 1872-1873 115
Viruela de 1876 118
Viruela de 1879- 1880 125
Viruela de 1881 127
Viruela de 1882 128
viruela de 1879 -1883 128
Epidemia de cólera de 1886 -1888 129
Viruela de 1885 - 1887 131
Dengue de 1889 133
Epidemias y pestes en Isla de Pascua 134

411
Influenzado 1890 134
Viruela de 1890-1891 134
Viruela de 1892-1893 137
Viruela de 1894-1895 140
Viruela de 1897-1899 142
Difteria de 1899 143
Aftosaen 1870 113
Aftosaen1878 124
Aftosaen 1882 127
Plaga de ratones en Osorno de 1855 99
Plaga de langostas en Santiago de 1855 99
Plaga de langostas de 1891 - 1892- 1893 136
Hambrunas de 1838 -1839 90
Hambruna en Maule de 1857 100

TERREMOTOS, MAREMOTOS Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS


Sismo en La Serena, 1 de enero de 1801 76
Terremoto de Copiapó, 3, 4 y 11 de abril de 1819 79
Temblor en Copiapo, 5 de noviembre de 1822 80
Terremoto de 19 de noviembre de 1822 80
Temblor en Valparaíso, 26 de septiembre de 1829 85
Sismo en isla Lemu en 1829 86
Temblor en Arica, 9 de noviembre de 1831 86
Temblor en Huasco, 25 de abril de 1833 87
Temblor en Arica, 18 de septiembre de 1833 87
Terremoto del 20 de febrero de 1835 87
Terremoto de Valdivia, 7 de noviembre de 1837 90
Sismo en La Serena. 17 de diciembre de 1843 92
Sismo en Copiapo, 19 de enero de 1847 97
Sismo en La Ligua y Petorca, 8 de marzo de 1847 93
Sismo en La Serena, 8 de octubre de 1847 93
Terremoto y maremoto, 18 de noviembre de 1849 95
Terremoto de Santiago, 6 de diciembre de 1850 98
Terremoto de 2 de abril de 1851 97
Terremoto del 26 de mayo de 1851 98
Terremoto de Copiapo, 5 de octubre de 1859 101
Sismo de Copiapo, 12 de enero de 1864 , 108
Terremoto del 13 de agosto de 1868 ^ 110
Temblor en Calama, 22 de abril de 1870 113
Terremoto del 25 de mayo de 1871..'. 114
Sismo del 5 de octubre de 1871 114
Terremoto del 7 de julio de 1873 116
Terremoto de Illapel, 11 de noviembre de 1876 119
Terremoto del 9 de mayo de 1877 120
Sismo en Tarapacá, 23 de enero de 1878 123
Sismo en Punta Arenas, 2 de febrero de 1879 124
Terremoto en Illapel, 15 de agosto de 1880 126
Sismo en Copiapo, 19 de septiembre de 1890 135
Sismo en Concepción, 23 de junio de 1898 142
Erupción del volcán Tutupaca, 30 de marzo de 1802 76
Erupción del volcán Antuco en 1820 80
Erupción del volcán San José en 1822 82
Erupción del volcán Peteroa, febrero de 1837 90
Erupción del volcán Quizapú en 1847 93
Erupción de los Nevados de Chillan en 1861 - 1864 109
Erupción del volcán Llaima en 1872 115
Erupción del volcán Lonquimay en 1887 130
Erupción del volcán Peteroa en 1889 134
Erupciones de los volcanes Huequi y Calbuco en 1893 137
Erupción del volcán Yate en 1896 141

DUNAS
Traslado del pueblo de Chanco, 31 de julio de 1849 94
CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA
Quemazones en los campos, enero de 1813 ................................................................................................................... 78
Contaminación atmosférica en Santiago en 1849 ............................................................................................................ 94

SIGLO XX
INUNDACIONES Y SEQUÍAS
Inundaciones de 1900 ...................................................................................................................................................... 147
Inundaciones de 1902 ...................................................................................................................................................... 149
Inundaciones de 1904 ...................................................................................................................................................... 151
Inundaciones de 1905 ...................................................................................................................................................... 152
Inundaciones de 1906 ...................................................................................................................................................... 156
Avalancha de 1907 ........................................................................................................................................................... 166
Inundaciones de 1911 ...................................................................................................................................................... 174
Inundaciones de 1912 ...................................................................................................................................................... 178
Inundaciones de 1913 ...................................................................................................................................................... 180
Avalancha en el mineral El Teniente. 16 de junio de 1914 .............................................................................................. 181
Inundaciones de 1914 ...................................................................................................................................................... 181
Inundaciones de 1915 ...................................................................................................................................................... 182
Inundaciones en Chañara!, mayo de 1918 ...................................................................................................................... 185
Inundaciones de 1919 ...................................................................................................................................................... 187
Inundaciones de 1920 ...................................................................................................................................................... 191
Inundaciones de 1921 ...................................................................................................................................................... 191
Inundaciones de 1922 ...................................................................................................................................................... 193
Marejadas en 1924 ..................................................................................................................................................... ......204
Inundaciones de 1926 ...................................................................................................................................................... 205
Inundaciones de 1929 ...................................................................................................................................................... 211
Tornado en el norte, 20 de junio de 1929 ........................................................................................................................ 211
Inundaciones de 1930 ...................................................................................................................................................... 213
Inundaciones en el archipiélago de Juan Fernández, julio de 1931 ................................................................................ 216
Inundaciones de 1932 ...................................................................................................................................................... 217
Inundaciones de 1934 ...................................................................................................................................................... 219
Inundaciones de 1936 ...................................................................................................................................................... 225
Inundaciones de 1938 ...................................................................................................................................................... 229
Inundaciones de 1940 ...................................................................................................................................................... 237
Inundaciones de 1941 ...................................................................................................................................................... 240
Inundaciones de 1944 ...................................................................................................................................................... 246
Inundaciones de 1945 ...................................................................................................................................................... 251
Inundaciones de 1948 ...................................................................................................................................................... 256
Inundaciones de 1949.........................................................................................................„...........................................260
Inundaciones de 1950 ...................................................................................................................................................... 264
Inundaciones de 1951 ...................................................................................................................................................... 267
Inundaciones de 1952 ...................................................................................................................................................... 267
Inundaciones de 1953 ...................................................................................................................................................... 271
Inundaciones en Guatacondo, febrero de 1954 ............................................................................................................... 274
Tornado en Antofagasta, julio de 1954 ............................................................................................................................ 275
Inundaciones de 1956 ...................................................................................................................................................... 276
Inundaciones de 1957 ...................................................................................................................................................... 279
Inundaciones de 1958 ...................................................................................................................................................... 281
Inundaciones de 1960 ...................................................................................................................................................... 304
Inundaciones de 1961 ...................................................................................................................................................... 308
Inundaciones de 1962 ...................................................................................................................................................... 311
Inundaciones de 1963 ...................................................................................................................................................... 316
Inundaciones de 1965 ...................................................................................................................................................... 326
Inundaciones de 1966 ...................................................................................................................................................... 329
Inundaciones de 1967 ...................................................................................................................................................... 333
Inundaciones en junio de 1969 ........................................................................................................................................ 341
Inundaciones de julio de 1969 ......................................................................................................................................... 341
Inundaciones de 1970 ...................................................................................................................................................... 345
Inundaciones de 1971 ...................................................................................................................................................... 347
Inundaciones de 1971 ...................................................................................................................................................... 348
Temporales e inundaciones de 1972 ............................................................................................................................... 356
Temporales de enero y mayo de 1973 ............................................................................................................................ 356
Temporales de 1974 ........................................................................................................................................................ 359
Frente de mal tiempo en el norte, enero de 1975 ............................................................................................................ 364
Temporales en el Norte Chico, mayo de 1975 ................................................................................................................ 364

413
Temporales de julio de 1975 365
Lluvias en el altiplano, enero de 1976 365
Inundaciones de 1976 366
Temporales de julio de 1977 367
Temporales de 1978 369
Inundaciones y temporales de junio a octubre de 1979 370
Temporales e inundaciones de 1980 371
Temporales de 1981 373
Temporales e inundaciones en 1982 374
Frentes de mal tiempo de 1983 ¡ 376
Temporales de 1984 378
Marejadas en 1985 381
Inundaciones y temporales en 1986 382
Temporales en la zona central en 1987 384
Alud en el Cajón del Maipo, 29 de noviembre de 1987 384
Temporales de julio de 1988 385
Alud en Chile Chico, 18 de marzo de 1989 387
Temporales de 1990 388
Temporales e inundaciones en 1991 390
Temporales de 1992 393
Invierno del Altiplano, diciembre de 1992 399
Sequía de 1908 - 1909 169
Sequía de 1911 - 1912 173
Sequía de 1924 ' 201
Sequía de 1933 218
Sequía de 1943- 1944 245
Sequía de 1946 255
Sequía de 1955 276
Sequía en el Norte Chico entre 1960 y 1962 305
Sequía de 1964 320
Sequía de 1967 332
Sequía de 1968- 1969 337
Sequía en el Norte Chico 1970 - 1971 346
Sequía en el Norte Chico en 1975 363
Sequía en el sur de 1979 364
Sequía en el norte1986 382
Sequía entre 1990 y 1991 389
*.

INCENDIOS URBANOS Y FORESTALES


Incendio en Valdivia, febrero de 1901 148
Incendio en La Serena, 16 de marzo de 1903 149
Incendio en Iquique, 24 de marzo de 1903 149
Incendio en Valparaíso, 8 de abril de 1903 149
Incendio en Pisagua, 24 de abril de 1903 149
Incendio en Valdivia, 17 de febrero de 1904 151
Incendio en Iquique, 29 de abril de 1905 152
Incendio en Pisagua, 18 de abril de 1905 152
Incendio en Antofagasta, 6 de febrero de 1906 165
Incendio en Antofagasta, 15 de noviembre de 1906 165
Incendio en Iquique, 9 de noviembre de 1907 167
Incendio en Talcahuano, 7 de enero de 1908 168
Incendio en Talcahuano, 28 de mayo de 1908 168
Incendio en Temuco, 19 de enero de 1908 168
Explosión del polvorín de Batuco, 23 de marzo de 1908 164
Incendio en Puerto Montt, 5 de enero de 1909 170J
Incendio en Valdivia, 13 de diciembre de 1909 171 j
Incendio en Valdivia, 28 de diciembre de 1909 17l
Incendio en Talcahuano, agosto de 1910
Incendio en Talca, 22 de septiembre de 1910 17
Incendio en Victoria, 25 de septiembre de 1910 17
Incendio en Victoria, 27 de septiembre de 1910 17
Incendio en Santiago, 8 de enero de 1911 174
Incendio en Antofagasta, 18 de abril de 1911 1741
Explosión en el mineral El Teniente, 7 de junio de 1912 179
Incendio en La Unión, 31 de enero de 1913 179

414
Incendio en Temuco en 1913 180
Incendio en Taltal, 29 de mayo de 1913 180
Incendio en Valdivia, enero de 1914 181
Incendio en Valparaíso, 4 de mayo de 1914 182
Incendio en La Unión, 24 de enero de 1916 183
Incendio en Valdivia, 23 de marzo de 1916 183
Incendio en Tomé en 1916 183
Incendio en Ovalle, enero de 1917 185
Incendio en Victoria, febrero de 1917 185
Incendio en Valdivia, 7 de diciembre de 1917 185
Incendio forestal, febrero - marzo de 1918 185
Incendio en Tomé, julio de 1918 185
Incendio en Calbuco, 2 de diciembre de 1918 189
Incendio en Santiago, 7 de enero de 1920 190
Incendio en Viña del Mar, 19 de abril de 1920 190
Incendio en Punta Arenas, 27 de julio de 1920 , 192
Incendio en Iquique, 7 de junio de 1921 „ 192
Incendio en Santiago, 7 de julio de 1921 192
Incendio en Iquique, 1921 192
Incendio en Iquique, 6 de octubre de 1922 194
Incendio en Curicó, 10 de noviembre de 1992 194
Incendios forestales de 1922 195
Incendios en Antofagasta, 16 de noviembre de 1923 200
Explosión en incendio en el polvorín del ejército, Santiago, 19 de noviembre de 1923 200
Incendio en Santiago, 19 de marzo de 1924 203
Incendio en Santiago, 27 de mayo de 1924 203
Incendio en Curicó, 29 de julio de 1924 203
Incendio en Santiago, 17 de septiembre de 1924 203
Incendio en Valparaíso, 27 de noviembre de 1924 204
Incendio en Santiago, 9 de diciembre de 1924 204
Incendios forestales de 1924 204
Incendio en Temuco de 1928 207
Incendio en Santiago, 8 de enero de 1928 207
Incendio en Puerto Montt, febrero de 1929 211
Incendios forestales de 1930 212
Incendio en Santiago, 9 de marzo de 1930 212
Explosión en fábrica de pólvora, 12 de marzo de 1930 212
Incendio en Temuco de 1932 218
Incendio en Valparaíso, 3 de octubre de 1934 221
Incendio en Santiago, 23 de noviembre de 1934 221
Incendio en Castro, 4 de marzo de 1936 224
Incendio en Chañaral, 2 de junio de 1938 229
Incendio en Taltal, 30 de diciembre de 1939 237
Incendio en Lautaro, agosto de 1940 237
Incendio en San Rosendo, 1 de marzo de 1941 238
Incendio en Ancud, 21 de marzo de 1941 239
Incendio en Curicó, 18 de abril de 1941 239
Incendio en Coronel, 17 de mayo de 1941 239
Incendio en Antofagasta, noviembre de 1941 239
Incendio en Valparaíso, 31 de diciembre de 1941 239
Incendios forestales de 1943 244
Incendio en Calbuco, 31 de enero de 1943 245
Incendio en Curacautín, 14 de agosto de 1943 245
Incendios forestales de 1944 246
Incendio en Chañaral, 14 de noviembre de 1944 250
Incendio en Inca de Oro, 22 de noviembre de 1944 250
Incendio en Constitución, 1 de enero de 1945 250
Incendio en Maullín, 2 de enero de 1945 250
Incendio en Traiguén, 2 de enero de 1945 250
Incendio en Iquique, 13 de enero de 1945 250
Incendios forestales de 1945 250
Incendio en Temuco, 1 de mayo de 1945 250
Explosión en el mineral El Teniente, 17 de junio de 1945 250
Incendio en Santiago, 11 de diciembre de 1946 256
Incendio en Valparaíso, 10 de abril de 1948 257
Incendio en Puerto Varas, 3 de agosto de 1948 258

415
Incendio en Santiago, 2 de diciembre de 1948 258
Incendio en Santiago, 21 de enero de 1949 260
Incendio en Lastarria, 5 de enero de 1950 263
Incendio en Cartagena, enero de 1950 264
Incendio en Pucón, 2 de enero de 1951 266
Incendio en Concepción, 1 de febrero de 1951 266
Incendio en Valparaíso, octubre de 1951 267
Incendio en Valparaíso, 1 de enero de 1953 269
Incendio en Santiago, 3 de marzo de 1954 274
Incendio en Santiago, marzo de 1955 275
Incendio en Iquique, marzo de 1956 277!
Incendio en Santiago, septiembre de 1956 277 J
Incendio en Santiago de 1957 2771
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1957 278*
Incendios forestales de 1957 278
Incendio en Puerto Montt, 20 de febrero de 1957 279
Incendios forestales en Coihaique entre 1935 -1957 279
Incendio en Santiago, marzo de 1958 280
Incendio en Santiago, julio de 1958 282
Incendio en Loncoche, 25 de diciembre de 1958 284
Incendio en Concepción, enero de 1959 284
Incendio en San Felipe, febrero de 1959 284
Incendio en Loncoche, septiembre de 1959 284
Incendio en Santiago, 26 de noviembre de 1959 285
Incendio en Quenac, 25 de diciembre de 1959 285
Incendios forestales de 1960 285
Incendio en Concepción, febrero de 1960 285
Incendio en Santiago, 2 de abril de 1960 285
Incendio en Santiago, 2 de abril de 1961 308
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1962 312
Incendio en Concepción, 13 de noviembre de 1962 312
Incendios forestales de 1963 313
Incendio en Valparaíso, enero de 1963 313
Incendio en Santiago, 6 de mayo de 1963 314 I
Incendio en Temuco, 6 de mayo de 1963 314
Incendio en Santiago, mayo de 1963 314
Incendio en Santiago, 29 de septiembre de 1963 314
Incendio en Santiago, 17 de marzo de 1964 319
Incendio en Valparaíso, diciembre de 1964 321
Incendios forestales de 1965 321
Incendio en Concepción, enero de 1965 321
Incendio en Viña del Mar, 26 de enero de 1968 335 ~ j
Incendio en San Fernando, 12 de enero de 1968 336
Incendios forestales de 1968 336
Incendio en la estación Baquedano, 2 de julio de 1968 336 |
Incendio en Santiago, 13 de octubre de 1968 336
Incendios forestales en 1969 340
Incendio en Santiago, julio de 1969 340
Incendio en Puerto Aisén en 1969 341
Incendios forestales de 1970 344
Incendio en Valparaíso, 26 de enero de 1971 346
Incendios forestales de 1971 347
Incendio en Viña del Mar, abril de 1971 347
Incendio en Valparaíso, 27 de julio de 1971 353
Incendio en salitrera Pedro de Valdivia, 3 de octubre de 1971 354
Incendio en Valparaíso, 6 de noviembre de 1971 355
Incendios forestales, febrero de 1972 356
Incendios forestales, enero de 1973 359
Incendio en La Moneda, 11 de septiembre de 1973 359
Otros incendios de 1973 360
Incendios forestales, enero de 1974 360
Incendio en Valparaíso, 24 de enero de 1974 360
Incendio en Santiago, 19 de noviembre de 1974 362
Incendio en Puente Alto, 27 de junio de 1975 363
Incendios forestales en 1976 365 I
Incendio en Santiago, 7 de agosto de 1976 366

416
Incendios forestales de 1977 y 1978 368
Incendios forestales de 1979 370
Incendio en Punta Arenas, 27 de mayo de 1979 370
Incendio en Santiago, 7 de febrero de 1980 371
Incendio en Santiago, 21 de marzo de 1981 373
Incendios forestales 1981 - 1982 374
Incendio en Iquique, 17 de marzo de 1982 374
Incendio en Los Angeles, 26 de marzo de 1982 374
Incendio en Iquique, 1 de enero de 1983 376
Incendios forestales de 1983 376
Incendio en Curacaví, 28 de abril de 1983 376
Incendios forestales de 1984 377
Incendio forestal en Torres del Paine, febrero de 1985 379
Explosión en Iquique, 25 de enero de 1986 381
Incendios forestales de 1988 384
Incendio en Santiago, 4 de mayo de 1988 385
Incendios en la Vega Central y Matadero Municipal de Santiago, entre 1974 y 1988 385
Incendio en Santiago, 1 de enero de 1989 386
Incendio en Santiago, 21 de octubre de 1990 389
Incendio en Linares, 3 de diciembre de 1990 389
Incendios forestales de 1992 393
Incendio en Santiago, 3 de julio de 1992 398
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1992 398
Incendio en Valparaíso, 14 de noviembre de 1992 399
Incendio en Santiago, 19 de diciembre de 1992 399
Incendios forestales 1991 - 1992 399

EPIDEMIAS, EPIZOOTIAS Y PLAGAS


Peste bubónica en 1903 150
Viruela de 1900 - 1906 , 154
Peste bubónica de 1904 - 1906 156
Viruela de 1907-1908 '. 167
Peste bubónica de 1907- 1908 167
Viruela de 1909-1910 172
Peste bubónica en 1909- 1910-1911 173
Viruela de 1911 173
Lepra en 1911 173
Fiebre amarilla en 1912 176
Viruela de 1912- 1913 177
Peste bubónica en 1912- 1913 177
Epidemia de tracoma en 1916 - 1917 184
Tifus exantemático entre 1917 y 1921 188
Viruela de 1921 - 1922 - 1923 193
Peste bubónica de 1914a 1922 193
Peste bubónica en 1923 - 1924 - 1930 - 1931 215
Escarlatina en 1929 - 1930 216
Tifus Exantemático entre 1929 y 1939 222
Fiebres palúdicas entre 1906 y 1945 225
Epidemia de meningitis entre 1941 y 1942 242
Tifus exantemático entre 1943 y 1951 253
Epidemia de alastrim en 1950 264
Epidemia de influenza de 1904 - 1971 316
Viruela de 1959-1964 320
Epidemia de influenza en 1976 366
Cólera en Chile entre 1991 y 1992 392
SIDA en Chile 400
Aftosade 1901 148
Aftosade 1905 154
Aftosade 1910 172
Aftosade1918 185
Aftosade 1925-1926 205
Exterminio de (afiebre aftosa en Estados Unidos 215
Aftosade 1942 243
Aftosade 1945- 1950- 1956- 1960- 1962- 1964- 1970- 1971 331
Plagas de langostas en 1905 - 1906 156

417
Plaga de ratones en 1912
Plaga de langostas en 1917
Plaga de la mosca de la fruta en 1930 215
Peste tizón de la papa en 1950 - 1951 2651
Plaga de ratones en 1960 304|
Plaga de la mosca de la fruta en 1966
Plaga de la mosca de la fruta en 1970
Plaga de langostas en 1970

TERREMOTOS, MAREMOTOS Y ERUPCIONES VOLCÁNICAS


Sismo en el Norte Chico, 19 de marzo de 1904 II
/ Sismo en Rancagua, 26 de octubre de 1905 l|
Terremoto del 16 de agosto de 1906
Contratación del sismólogo francés Fernando Montessus de Ballore
Sismo en el norte, 24 de diciembre de 1906 1l
Sismo en Valdivia, 13 de noviembre de 1907 18
Sismo en Santiago, 28 de abril de 1909 1J
Sismo en Copiapó, 7 de junio de 1909 171
Sismo en Iquique, 15 de septiembre de 1911 17il
Sismo en Taltal, 27 de mayo de 1913 180
Sismo en Talca y Curicó, 29 de enero de 1914 180
Sismo en Tarapacá, 7 de junio de 1915 1831
Sismo en Antofagasta, 25 de agosto de 1916 184
Sismo en el norte, 21 de mayo de 1918 186
Terremoto del 4 de diciembre de 1918 186
Sismo en Chibé, 8 de marzo de 1919 187
Sismo en Talca y Curicó, 5 de junio de 1919 187
Sismo del 26 de julio de 1920 1901
Sismo del 20 de agosto de 1920 1901
Sismo del 28 de octubre de 1920 191
Sismo en Concepción, 29 de octubre de 1922 194
Terremoto del 10 de noviembre de 1922 194
Sismo en Copiapó, 4 de mayo de 1923 199
Sismo en Copiapó, 28 de enero de 1924 201
Sismo en el norte, 15 de mayo de 1925 205
Sismo en la zona central, 14 de abril de 1927 206
Terremoto del 1 de diciembre de 1928 207
Sismo en el norte, 19 de octubre de 1929 211
Sismo en Quillota, 29 de agosto de 1930 214
Sismo en Quillota, 17 de octubre de 1930 2141
Sismo en Iquique, 22 de febrero de 1933 2181
Sismo de 4 de diciembre de 1934 22!
Sismo en Taltal, 13 de julio de 1936 224]
Terremoto del 24 de enero de 1939 230
Sismo en Copiapó,abril de 1939 2371
Sismo de 29 de junio de 1942 244
Sismo de 6 de abril de 1943 244
Sismo en Santiago, 13 de septiembre de 1945 2501
Maremoto, 1 de abril de 1946 254
Sismo en Copiapó, 2 de agosto de 1946 255]
Sismo en Arica, 10 de mayo de 1948 2561
Sismo en Angol, 19 de abril de 1949 262
Sismo en Punta Arenas,12 de diciembre de 1949 2621
Sismo en Antofagasta, 9 de diciembre de 1950 2661
Maremoto, 4 de noviembre de 1952 268
Sismo en Chillan y Concepción, 6 de mayo de 1953 270
Sismo en La Ligua, 4 de septiembre de 1953 273
Sismo en Calama, 6 de diciembre de 1953 274
Sismo en el Norte Chico, 19 de abril de 1955 275
Terremoto de Las Melosas, 4 de septiembre de 1958 282
Sismo en el norte, 13 de junio de 1959 285
Terremotos del 21 y 22 de mayo de 1960 286
Sismo en Concepción, 18 de octubre de 1961 310
Primeras Jornadas de Sismología e Ingeniería Antisísmica, julio de 1963 313
Terremoto del 28 de marzo de 1965 ... 321

418
Sismo en Taltal, 28 de diciembre de 1966 330
Sismo en el Norte Chico, 26 de septiembre de 1967 333
Sismo en Tocopillá, 20 de diciembre de 1967 334
Sismo en el norte, 28 de noviembre de 1970 346
Sismo en Taltal, 17 de junio de 1971 347
Terremoto del 8 de julio de 1971 349
Sismo en el Norte Chico, 13 de marzo de 1975 363
Sismo en las provincias de Arauco, Malleco y Cautín, 10 de mayo de 1975 363
Sismo en Pozo Almonte, 29 de noviembre de 1976 367
Sismo en Copiapó, 3 de agosto de 1978 369
Sismo en las II y III regiones, 4 de octubre de 1983 377
Terremoto del 3 de marzo de 1985 379
Sismo en Bajo Lago Rapel, 8 de abril de 1985 380
Sismo en la I región, 8 de agosto de 1987 383
Sismo en el norte, febrero de 1988 384
Erupción del volcán Nuevo, Nevados de Chillan, agosto de 1906 164
Erupción del volcán Riñinahue, abril de 1907 165
Erupción del volcán Llaima, febrero de 1908 168
Erupción del colean Villar-rica, octubre de 1908 168
Erupción del colean El Planchón, junio de 1911 175
Erupción del volcán Calbuco, abril de 1917 184
Erupción del volcán Puyehue en 1921 y 1922 192
Erupción del volcán Calbuco, enero de 1929 210
Erupción del volcán Tacora, enero de 1930 212
Erupción del volcán Puntiagudo, abril de 1930 212
Erupción del volcán Quizapú, abril de 1932 216
Erupción del volcán Descabezado Grande, junio de 1932 217
Erupción del volcán Llaima, enero de 1933 218
Erupción del volcán Lonquimay, enero de 1933 218
Erupción del volcán Llaima, febrero de 1937- 1938 229
Erupción del volcán Llaima, junio de 1941 242
Erupción del volcán Llaima en 1945-1946 253
Erupción del volcán Villarrica en 1948 - 1949 259
Erupción del volcán Carrán, julio de 1955 275
Erupción del volcán Llaima en 1956-1957 278
Erupción del volcán Puyehue, mayo de 1960 304
Erupción del volcán Calbuco, febrero de 1961 307
Erupción del volcán Villarrica, marzo de 1963 315
Erupción del volcán Villarrica, marzo de 1964 318
Erupción en la isla Decepción, diciembre de 1967 334
Erupción del volcán Hudson, agosto de 1971 354
Erupción del volcán Villarrica, diciembre de 1971 355
Erupción del volcán Lonquimay, diciembre de 1989 386
Erupción del volcán Hudson, agosto de 1991 391

CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA
Contaminación ambiental en Santiago, 1945 - 1971 342
Contaminación ambiental entre 1972 - 1992 394

CREACIÓN DE ORGANISMOS
Fundación de la Cruz Roja Chilena, 18 de diciembre de 1903 155
Creación de la Defensa Civil de Chile, 16 de febrero de 1945 253
Creación del Cuerpo de Socorro Andino, 31 de mayo de 1949 348
Creación de la Oficina Nacional de Emergencia, 22 de marzo de 1974 361

REUNIONES INTERNACIONALES EFECTUADAS EN CHILE


Primeras Jornadas de Sismología e Ingeniería Antisísmica julio de 1963 313
Seminario sobre Catástrofes, diciembre de 1969 . 342
SIPAC-78 368
Primeras Jornadas sobre Manejo Operativo de Catástrofes Naturales, en 1986 381
Curso sobre Capacitación para Emergencias, en 1989 388
Seminario sobre Educación para Catástrofes, en 1990 389

419
ÍNDICE ONOMÁSTICO

AGÜERO, GUILLERMO "Efectos del Terremoto del 10 de Noviembre de 1922 sobre la ciudad de Vallenar y Consideración
sobre su Reconstrucción" publicado en los Anales del Instituto de Ingenieros: XX
AHUMADA MORENO, PASCUAL "Guerra del Pacífico, Recopilación completa de todos los Documentos Oficiales corres]
dientes y demás publicaciones referentes a la Guerra del Pacifico que ha dado a la luz la Prensa de Chile, Perú y Bolr
XIX
ÁLBUM Gráfico del Terremoto del Norte: XX
ALCEDO, DIONISIO "Aviso Histórico": XVIII
ALFA, El diario de Talca: XIX
ALISTE, NELSON; MORAGA, ALDO Y ALVAREZ, LEONARDO "Efectos del Sismo de Marzo de 1965, Provincias de
Aconcagua y Valparaíso" publicado en el Boletín del Instituto de Investigaciones Geológicas": XX
ALESSANDRI PALMA, ARTURO "Recuerdos de Gobierno": XX
ALVAREZ, ROBERT "Copiapó:XX
AMIGO DEL PAÍS, El periódico de Copiapó: XX
AMUNATEGUI SOLAR, DOMINGO "La Sociedad de Santiago en el Siglo XVII":XVII
AMUNATEGUI SOLAR, DOMINGO "El Cabildo de La Serena":XVIII
ANGUITA, RICARDO "Leyes Promulgadas en Chile desde 1810 hasta 1918": XIX - XX
ANRIQUE, NICOLÁS "Ensayo de la Bibliografía Histórica y Geográfica de Chile": XIX
ARAUCANO, El periódico: XIX
ARAYA URIBE, BALDO "Crónicas de Coyhaique": XX
ARCE, ISAAC "Narraciones Históricas de Antofagasta": XIX - XX
ASTABURUAGA, LUIS "Boletín de Medicina, 1980": XIX
ATACAMEÑO, El periódico de Copiapó: XX
AURORA DE CHILE, La periódico: XIX
AURORA, La periódico de Valdivia: XX
AUSTRAL, El periódico de Temuco: XX

BALMACEDA VALDES, EDUARDO "Un mundo que se fue ": XX


BAÑADOS ESPINOZA, JULIO "Balmaceda, su Gobierno y la Revolución de 1891" XIX
BAÑADOS ESPINOZA, JULIO "La Batalla de Rancagua": XIX
BARRIENTOS, PEDRO "Historia de Chiloé": XIX
BARROS ARANA, DIEGO "Documentos": XIX
BARROS ARANA, DIEGO "Historia General de Chile":XIX
BELLO, ANDRÉS "Colección de Poesías Originales": XIX
BIBAR, GERÓNIMO DE "Crónica y Relación Copiosa y Verdadera de los Reinos de Chile": XVI
BIBLIOTECA NACIONAL, Sala Medina "Plano del Incendio de Ancud en 1859": XIX
BIBLIOTECA NACIONAL, Sala Medina "Resumen Histórico del gran Incendio de la Compañía "XIX
BILLINGHURST, GUILLERMO E. "Estudio sobre la Geografía de Tarapacá": XIX
BLANCHARD, ENRIQUE "Nevadas caídas en el Valle Central de Chile":XIX
BONACIC DORIC, LUCA "Resumen Histórico del Estrecho y la Colonia de Magallanes":XIX
BRISEÑO, RAMÓN "El Señor de Mayo ": XVII
BROUWER, ENRIQUE "Diario de Navegación Histórica del Viaje ejecutado en el Este del Estrecho de Lemaire hasta las I
Costas de Chile": XVII
BROWMAN, ISAAC "Los Senderos del Desierto de Atacama ":XX
BRÜGGEN,'JUAN "El volcán San José de Maipo": XIX
BRüGGEN, JUAN "Contribución a la Geología de los Volcanes y Termas de Chillán":XX
BRüGGEN, JUAN "Geología Sísmica de Chile ' publicado en la Revista Chilena de Historia y Geografía: XX
BUCHWARD, OTTO VON "Leyendas Americanas, El Diluvio": XVI
BUDNIK, EMILIO "Tifus Exantemático": XX
BUSTOS NAVARRETE, JULIO "Estudio Sismológico de Chile": XX
BUSTOS NAVARRETE, JULIO "Estudio sobre la Crisis Volcánica de la Cordillera de Los Andes": XX

420
CABALLERO, AMABLE " Servicio Extraordinario de Vacunación en Santiago": XX
CABILDO DE COPIAPO, ACTAS DEL publicadas en Historia de Copiapó, de Carlos María Sayagó: XVIII
CABILDO DE LA SERENA, ACTAS DEL publicadas en Crónicas de La Serena, de Manuel Concha: XVII
CABILDO DE SANTIAGO, ACTAS DEL : XVI - XVII - XVIII- XIX
CABILDO DE SANTIAGO, ACTAS DEL publicadas en Historia General de Chile, de Diego Barros Arana: XVIII
CÁDIZ, MAMERTO "Epidemiología y Profilaxis del Cólera ": XIX
CÁDIZ, MAMERTO "Memorias Científicas y Literarias acerca del Tifus Exantemático": XX
CAMPO, FERNANDO H. "Historia de Concepción": XX
CAMUS CUNDÍAN, DANIEL "La Lepra en la Isla de Pascua": XIX
CAÑAS PINOCHET, ALEJANDRO "Descripción General del Departamento de Pisagua": XIX
CARITAS CHILE "Informe": XX
CARVALLO Y COYENECHE, VICENTE "Descripción Histórica y Geográfica del Reino de Chile": XVI - XVII- XVIII
CASANOVA, MARIANO "Historia del Templo de la Compañía de Santiago y su Incendio acaecido el 8 de diciembre de 1863":
XIX
CASERTANO, LORENZO "Actividad del Volcán Villarrica en el Curso de este Siglo": XX
CAVADA, FRANCISCO JAVIER "Chiloé y los Chilotes": XIX
CERDA, CRISTÓBAL DE LA cartas al rey de España publicadas en Historia General de Chile, de Diego Barros Arana: XVII
CONCHA MANUEL "Crónicas de La Serena": XIX
CONSTITUCIONAL, El periódico de Vallenar: XX
CONSTITUYENTE, EL periódico de Copiapó: XIX
CORDOVA Y FIGUEROA, PEDRO DE "Historia de Chile": XVII
CORPORACIÓN NACIONAL FORESTAL : XX
CORREO, El periódico de Valdivia: XX
CORREO DEL SUR, El periódico de Puerto Montt: XX
CONTARDO, GENARO "Causas de la Propagación de la Viruela de Chile":XIX
CONTHURES, VÍCTOR "Informe al Ministro de Hacienda sobre Estudio de la Epizootia Aftosa Argentina": XIX
COSMOPOLITA, EL periódico de Santiago": XIX
COMERCIO DE LIMA, EL periódico peruano: XIX
CRUZ LARENAS, JORGE "Fundación de Antofagasta y su Primera Década": XIX
CRUZ PONCE, CARLOS "Tifus Exantemático en Chile": XIX
CUADRA, P.L. "Apuntes sobre la Geografía Física y Política de Chile": XIX
CUERPO DE SOCORRO ANDINO, Boletín del : XX
CURA VICARIO DE VALLENAR, Memorias del : XIX
CRUZ ROJA CHILENA, Memorias ":XX
CRUZ ROJA CHILENA, Revista de la: XX

CH

CHAÑARAL en la Conmemoración del Aniversario de su Fundación":XIX

DAGNINO, VICENTE "El Corregimiento de Arica": XVII- XIX


DARWIN, CHARLES "Geología de la América Meridional": XIX
DARWIN, CHARLES "Diario de Viaje de un Naturalista alrededor del Mundo": XIX
DAVIS, STANLEY Y KARZULOVIC, JUAN "Deslizamientos en el Valle del Río San Pedro, Provincia de Valdivia, Chile-
publicado en Anales de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile: XX
DIARIO ILUSTRADO, EL periódico de Santiago: XX
DIARIO OFICIAL: XIX- XX
DÍAZ, WENCESLAO "Ideas de la Geografía Médica de Chile": XIX
DIRECCIÓN GENERAL DE ESTADÍSTICA anuarios de la: XX
DISCUSIÓN, LA periódico de Chillan: XIX- XX
DONOSO, JUSTO "Compendio de Materias Eclesiásticas, 1847": XIX
DUBLÉ ALMEYDA, DIEGO "El Motín de los Artilleros": XIX

421
EDWARDS BELLO, JOAQUÍN "Cuentos y Narraciones": XIX
ELGUETA PRADO, NÉSTOR "Las Moscas de la Fruta en Chile" publicado en la Revista Chilena de Historia Natural: XX
ENRICH, FRANCISCO "Historia de la Compañía de Jesús en Chile": XVII- XVIII- XIX
ÉPOCA, LA de 1886 periódico de Santiago: XIX
ERCILLA, revista de Santiago: XX
ESPASA Enciclopedia: XX
ÉPOCA, LA periódico de Santiago: XX

FELIU CRUZ, GUILLERMO "Tomás Thayer Ojeda, 1877 - 1960" bibliógrafos Chilenos: XX
FELIU CRUZ, GUILLERMO "Fernando Montessus de Ballore". XX
FERNANDEZ DE OVIEDO Y VALDES, GONZALO "Historia General y Natural de los Indios" XVI
FERRER, PEDRO LAUTARO "Historia General de la Medicina en Chile": XIX
FERROCARRIL, EL Periódico de Santiago: XIX
FISCHER, ÓSCAR DE "Erupción Volcán Calbuco"publicado en Anales de la Universidad de Chile: XIX
FUENZALIDA VILLEGAS, HUMBERTO "El Volcán Descabezado Grande": XX

GALDAMES, JUAN "La ciudad de Copiapó": XIX


GALLARDO, BARTOLOMÉ "Viaje de" publicado en Anuario Hidrográfico de la Armada: XIX
GALLE ARROYO, MAURICIO "Memoria para obtener título de geógrafo": XX
GALLI OLIVIER, CARLOS Y SÁNCHEZ ROJAS, JAVIER "Relación entre la Geología y los efectos de los Terremotos de
Mayo de 1960 en la Ciudad de Castro y alrededores de Chiloé" publicado por Instituto de Investigaciones Geológicas. XX
GALLINATO RODRÍGUEZ, VALENTÍN "Contribución al Estudio de la Epidemiología de la Peste Bubónica en Chile": XX
GARCÍA DE LA HUERTA, SOR TADEA "Relación de la Inundación que hizo el Río Mapocho de la Ciudad de Santiago de
Chile, en el Monasterio de Carmelitas Titular de San Rafael el día 16 de julio de 1783": XVIII
GARCÍA, PEDRO V. "La Fiebre Tifoidea en Chile". XIX
GARCÍA REYES, SALVADOR "Incendio de la Compañía" publicado en el periódico La Estrella de Chile: XIX
GAY, CLAUDIO "Documentos": XVI- XVII- XVIII
GAY, CLAUDIO "Historia Física y Política de Chile ":XIX
GAZETA MINISTERIAL DE CHILE, LA periódico de Santiago: XIX
GUILLES, J.M. "The U.S. Naval Astronomical Expedition to the Soutchern Hemiphere, during the years 1849- 1852": XIX
GONGORA Y MARMOLEJO, ALONSO DE "Historia de Chile desde su Descubrimiento hasta el año 1575": XVI
GONZÁLEZ AGÜERO, FRAY PEDRO "Descripción de la Provincia de Chiloé y Obispado de Concepción": XVIII
GONZÁLEZ CHAPARRO, PADRE JUAN, de la Compañía de Jesús, carta enviada al Padre Alonso de Ovalle, publicada en
Tradiciones y Leyendas de Santiago, de Antonio Roco de Campo: XVII
GÓMEZ DE VIDAURRE, FELIPE "Historia Geográfica, Natural y Civil del Reino de Chile": XVIII
GOTSCHLECH, B. "Llanquihue y Valdivia -Informe Preliminar sobre la Expedición Exploradora del Río Aisén": XIX
GREBE, MARÍA ESTER "Taxonomía de Enfermedades Mapuches": XVI
GROSSE, JOSÉ "Reseña del Progreso Médico, 1895": XIX
GUEVARA, TOMAS "Historia de Curicó": XIX
GUSINDE S.V.D., MARTIN "Otro Mito del Diluvio que cuentan los Araucanos": XVI
GUZMAN CORTES, LEONARDO "Contribución al Estudio de la Fiebre Amarilla": XX
GUZMAN, FRAY JOSÉ JAVIER "El Chileno Instituido en la Historia Topográfica, Civil y Política de su País": XVIII- XIX

HARNECKER, OTTO "Terremotos y Temblores, 1895": XIX


HAVESTADT, FRAY BERNARDO "Chilidugu sive res chilenses": XVIII
HENRIQUEZ, FRAY CAMILO "El Nuevo Corresponsal": XIX
HERNÁNDEZ PARKER, LUIS "Catástrofe en el Paraíso": XX
HERNÁNDEZ ROBERTO "Vistazo Periodístico a los 80 Años": XX

422
HOY revista de Santiago: XX

INTERIOR, MINISTERIO DE "Anuarios": XIX- XX


INTERIOR, MINISTERIO DE "Archivos": XVII- XVIII
INTERIOR, MINISTERIO DE "Memorias": XIX- XX
INFORME sobre los Resultados de las Investigaciones hechas por la Comisión de Expertos Alemanes enviada a Chile
después del Terremoto de 1960": XX
INSTITUTO DE INGENIEROS, ANALES DEL "Puertos Chilenos": XIX
INSTITUTO DE INGENIEROS DE CHILE, ANALES DEL "En las Costas de Chile": XIX- XX
INSTITUTO DE HIDROGRÁFICO DE LA ARMADA "Maremotos en las Costas de Chile': XIX- XX
INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICAS, ANUARIOS DEL : XX
INTENDENTE DE COLCHAGUA, MEMORIAS DEL año 1888: XIX

JESUÍTAS, ARCHIVO DE LOS : XVIII


JUNTA CENTRAL DE VACUNA, MEMORIAS DE LA: XIX

KAEMPFTER, ENRIQUE "La Industria del Salitre y Yodo": XIX


KINZELK, ENRIQUE Y HORNK, BERNARDO "Puerto Varas, 130 Años de Historia":XX

LARA, HORACIO "Crónicas de la Araucanía": XIX


LATCHMAN, RICARDO "Creencias Religiosas de los Araucanos': XVI
LATCHMAN, RICARDO "Páginas Escogidas": XIX
LAVAL MANRIQUE, ENRIQUE "Patología de los Araucanos durante la Colonia":XVI
LAVAL MANRIQUE, ENRIQUE "Desarrollo Histórico de la Anatomía Patológica en Chile": XVIII
LAVAL MANRIQUE, ENRIQUE "Historia del Hospital San Juan de Dios":XX
LAZO DE LA VEGA, FRANCISCO cartas al rey de España publicadas en la Historia General de Chile de Diego Barros Arana:
XVII
LEAL, OSVALDO "Historia de La Unión en su 150 Aniversario -1821- 1971": XX
LENZ, RODOLFO "Tradiciones e Ideas de los Araucanos acerca de los Terremotos": XVI
LEÓN, HUGO "Relación de una Experiencia Chilena en un caso de emergencia, Terremotos y Temporales de 1965"
presentado en el Seminario La Ingeniería Sanitaria ante una Situación de Catástrofe: XX
UEBERMANN, JOSÉ "La Langosta en Chile": XIX- XX
LJNDSAY, S. "Anuario Estadístico, Primera Etapa 1848-1858": XIX
LJRA CHILENA, La periódico de Santiago: XX
LJZAMA, ELIAS "Colección Documentos Históricos Recopilación Archivo Arzobispado de Santiago ": XVII-XVIII
LOMNITZ, CINNA "Los terremotos del 4 de Septiembre de 1958 en el Cajón del Maipo" publicado por Facultad de Ciencias
Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile: XX
LONGEVILLE VOWELL, RICARDO "Memorias de un Oficial de Marina Inglés al Servicio de Chile durante los Años 1821 -
1829" Traducción de J.T. Medina, 1923: XIX
LÓPEZ LOAYZA, FERNANDO "La provincia de Tarapacá": XIX
LOZANO, PADRE PEDRO "Historia de la Compañía de Jesús en la Provincia del Paraguay ":XVIII

423
M

MACHADO, MIGUEL R. "El Terremoto de Illapel" publicado en el Boletín del Museo Nacional de Chile: XIX
MACHIAVELLO VARAS, ATILIO "Historia de la Peste en Chile": XX
MAGALLANES, El periódico de Punta Arenas: XX
MAGALLANES, MONOGRAFÍA DE: XIX
MALDONADO, ERNESTO "Las Dunas Chilenas" publicado en Revista Chilena de Historia Natural: XIX
MALDONADO, ROBERTO "Estudio Geográfico e Higrográfico sobre Chiloé": XVIII
MALESPINA, ALEJANDRO "Viaje Político Científico alrededor del Mundo":XVIII
MALUENDA, JUAN DE Información publicada en la Historia General de Chile, de Diego Barros Arana: XVII
MARINO DE LOVERA, PEDRO "Crónicas del Reino de Chile":XVI
MARTIN, CARLOS "La Erupción del Volcán Calbuco":XIX
MASSA SASSI, MIGUEL "El Paludismo en la Provincia de Arica" publicado en Anales de la Universidad de Chile: XX
MASTER CLUB, revista : XX
MATE DE LUNA, LUIS "Acción de los Ríos Torrenciales": XIX
MEDICINA, BOLETÍN DE :XIX
MEDINA, JOSÉ TORIBIO Manuscritos": XVI -XVII- XVIII- XIX
MEDINA, JOSÉ TORIBIO "Cosas de la Colonia": XVIII
MEDINA, JOSÉ TORIBIO "Los Aborígenes de Chile":XIX
MEDINA, JOSÉ TORIBIO "Colección de Documentos lnéditos":XVI- XVII
MENA, NICOLÁS "Catástrofe 11 de Agosto de 1888 ": XIX
MENENDEZ, FRAY FRANCISCO "Viaje a Nahuelhuapi": XVIII
MERCURIO DE CHILE, El periódico de Santiago: XIX
MERCURIO, El periódico de Santiago: XX
MERCURIO, El periódico de Valparaíso: XIX-XX
MESA, DAVID "El Cólera, Estudio Científico de la Epidemia en el Departamento de Santiago":XIX
MIDDLETON, FLORENCIO Y ALLENDE PADIN, RAMÓN "El Tifus Exantemático": XIX
MIERS, JOHN "Travels in Chili": XIX
MINERO, El periódico de Freirina: XIX
MIRANDA, RAFAEL "Geografía e Historia del Departamento de Coelemu": XX
MOLINA, JUAN IGNACIO "Saggio Sulla Storia Naturale del Chili":XVI
MOLINA, JUAN IGNACIO "Ensayo sobre la Historia Natural de Chile": XVIII
MOLINA, JUAN IGNACIO 'Elegías Latinas de la Viruela, 1761" publicado por Rodolfo Jaramillo Barriga: XVIII
MONTESSUS DE BALLORE, FERNANDO "Historia Sísmica de Los Andes Meridionales":XVI-XIX-XX
MONTESSUS DE BALLORE, FERNANDO "Monografía de Magallanes - Geología Sísmica de Chile":XIX
MORALEDA Y MONTERO, JOSÉ "Exploraciones Geográficas e Hidrográficas"XVIII
MUJICA Y BULTRON, MARTIN DE cartas al rey de España publicadas en Historia General de Chile de Diego Barros Arana:
XVII
MUNICIPALIDAD DE VALPARAÍSO, ANALES DE: XIX
MURILLO A. "Fiebre Tifoidea":XIX
MUSEO NACIONAL, BOLETÍN DEL : XIX
MUSEO NACIONAL DE CHILE, BOLETÍN DE: XIX
MUSEO DE HISTORIA NATURAL: XX
MINISTERIO DE OBRAS PUBLICAS, DIRECCIÓN DE ARQUITECTURA: XX

NACIÓN, La periódico de Santiago: XX


NOE, JUAN "Profilaxia Mecánica de la Fiebre Amarilla" XX

OBSERVACIONES Sismológicas hechas por la Expedición del Dr. Charcot en la Antártida Chilena" publicado en Anales de
la Universidad de Chile: XX
OFICINA CENTRAL DE METEOROLOGÍA DE SANTIAGO DE CHILE, ANUARIO DE LA : XIX
OFICINA DE ESTADÍSTICA, ANUARIOS DE LA : XIX
OFICINA NACIONAL DE EMERGENCIA, Boletín lnformativo:XX
OLAGUER, GOBERNADOR cartas al virrey del Perú publicadas en El Pasado de Osorno La gran Ciudad del Porvenir, de
Víctor Sánchez Aguilera: XVIII

424
OUVARES, MIGUEL DE •Historia Militar, Civil y Sagrada de Chile':XVI- Vil
OLIVARES, MIGUEL DE "Historia de la Compañía de Jesús en Chile":XVII-XVIII
OPINIÓN , La Periódico de TaltahXX
OVALLE, ALONSO DE -Historia Relación del Reino de Chile': XVII
OVALLE, FRANCISCO JAVIER "La ciudad de Iquique": XIX-XX
OYARZUN, AURELIO "Cay- Cay y Ten- Ten o sea la Tradición del Diluvio Universal entre los Araucanos":XVI

PATRIA, La periódico de Iquique: XX


PERALTA BARNUEVO, PEDRO DE "Lima Fundada": XVIII
PÉREZ GARCÍA, JOSÉ "Historia General, Natural, Civil y Militar del Reino de Chile": XVIII
PÉREZ ROSALES, VICENTE "Recuerdos del Pasado": XIX
PHILIPPI, RODOLFO "La isla de Pascua y sus Habitantes":XIX
PHILIPPI, R.A. "Petermanns Mitterlungen " publicado en Anales de la Universidad de Chile: XIX
PINO ZAPATA, EDUARDO "Historia de Temuco": XX
PISSIS, AMADO "Geografía Física de la República de Chile": XIX
POEPPIG' S.EDWARD "Reise in Chile, Perú u Auf Dem Amazonestrom Wáhrend der Jahne 1827-1832": XIX
POLAR, La revista de Santiago :XX
POMAR, J.M. "Cambios en los Ríos y en la Morfología de las Costas de Chile" :XIX
PRENSA AUSTRAL, La periódico de Punta Arenas: XX
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, Discursos del ante el Congreso "publicados en El Pasado Republicano:XIX
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA, Mensaje ante el Congreso":XX

QUIÑONES, FRANCISCO DE cartas al rey de España publicadas en Historia General de Chile de Diego Barros Arana: XVII
QUIROGA, JERÓNIMO DE "Compendio Histórico de los Principales Sucesos de la Conquista y Guerra del Reino de Chile
hastaelAño1560":XVII
QUE PASA, revista de Santiago:XX

REAL AUDIENCIA, Documentos de la: XVI-XVII


REVISTA CRUZ ROJA CHILENA: XX
REVISTA CHILENA DE HIGIENE: XIX-XX
REVISTA CHILENA DE HISTORIA Y GEOGRAFÍA: XX
REVISTA DE HIGIENE: XIX
REVISTA DE INGENIEROS: XX
REVISTA DE INGENIERÍA Y ARQUITECTURA: XX
REVISTA DE SANTIAGO: XIX
REVISTA DE SUDAMERICA: XIX
REVISTA DE TRIBUNALES: XIX
REVISTA FARMACÉUTICA CHILENA: XX
REVISTA MEDICA DE CHILE: XIX-XX
RIFFO, PEDRO "El volcán Hudson Norte" publicado en Revista Chilena de Historia y Geografía: XX
RÍOS, CONRADO "Arica en el Presente y en el Porvenir":XX
RISOPATRON, LUIS "Diccionario Geográfico: XIX
RODRÍGUEZ ALDEA, JOSÉ A. "Documentos" publicados por Guillermo Feliú Cruz: XIX
RODRÍGUEZ BALLESTEROS, JOSÉ "Revista de Guerra de la lndependencia":XIX
RODRÍGUEZ ROZAS, ALFREDO Y GAJARDOCRUZAT, CARLOS "La Catástrofe del 16de Agosto de 1906 en la República
de Chile":XX
ROSALES, ABEL "Historia y Tradiciones del Puente de Cal y Canto":XVIII
ROSALES, DIEGO DE "Historia General del Reino de Chile":XVI- XVII
ROSALES, DIEGO DE "Manuscritos": XVII
RUDOLPH, WILLIAM E. "El Loa": XIX

425
RUIZ, HIPÓLITO "Relación Histórica del Viaje a los Reinos del Perú y Chile de 1777-1778":XVIII

SABELLA, ANDRÉS "Razón y Vos de los Minerales" publicado en Autoretrato de Chile de Nicómedes Guzmán: XIX
SAINT AMANO, FIERRE "Observaciones e Interpretaciones de los Terremotos Chilenos de 1960" publicado en Comunica-
ciones de la Escuela de Geología de la Universidad de Chile: XX
SALINAS, MANUEL "Territorio Municipal de Copiapó" : XIX
SALVADOR, GABRIEL "Panorama de las Experiencias de Desastre en Chile" presentado en el Seminario La Ingeniería
Sanitaria ante una Situación de Catástrofes: XX
SÁNCHEZ AGUILERA, VÍCTOR "El Pasado de Osorno la Gran Ciudad del Porvenir": XVIII-XIX-XX
SOYAGO, CARLOS MARÍA "Historia de Copiapó": XVIII-XIX
SCHNEIDERS, HANS "El Clima del Norte Chico": XX
SEMANA ILUSTRADA, La periódico de Santiago: XX
SERVICIO AGRÍCOLA Y GANADERO, Informe del : XX
SERVICIO de Salubridad de un Terremoto, Zona Afectada ": XX
SERVICIO NACIONAL DE SALUD, Revista del : XX
SINDICATO MEDICO DE CHILE, Boletín del :XX
SILVA BIJIT, ROBERTO "Viajeros en Quillota durante el Siglo XIX": XX
SILVA HENRIQUEZ, RAÚL "Memorias" publicadas en La Época: XX
SILVA ROMÁN, ERNESTO "Las Ciudades que Fueron": XVII
SILVA, FRAY TADEO "Aviso del Filósofo Rancio":XIX
SILVA, FRAY TADEO "APOSTÓLES DEL DIABLO":XIX
SILVA, FRAY TADEO "El Observador Eclesiástico":XIX
SOCIEDAD AMIGOS DE LA ILUSTRACIÓN, Anales del año 1861: XIX
SOCIEDAD CIENTÍFICA DE CHILE, Boletín de la: XX
SOCIEDAD NACIONAL DE AGRICULTURA, Boletín de la: XIX-XX
SOTOMAYOR DÍAZ, RENE "Campaña Antimalárica en el Norte de Chile": XX
SOTOMAYOR VALDES, RAMÓN "Historia de Chile durante 40 Años":XIX
SOCIETE SCIENTIFIQUE DU CHILI, Actas de los años 1922-1925
STEFFEN, JUAN "Viaje y Estudios de la Región Hidrográfica del Río Puelo":XIX
STEFFEN, JUAN "Relación de un Viaje de Estudio a la Región Andina comprendida entre el Golfo de Reloncaví y el Lago
Nahuelhuapi":XIX
SUBERCASEAUX, JULIO "Reminiscencias": XX
SUBERCASEAUX, RAMÓN "Memoria de 80 Años":XIX
SUR, El periódico de Concepción: XX
SUCESOS revista de Santiago:XX

TAMPE S, EDUARDO "Desde Melipulli hasta Puerto Montt": XIX


TIEMPOS, LOS periódico de Santiago: XIX
TOCORNAL, JAVIER "Revista de Santiago 1849":XIX
TORNERO Y MONTERO, SANTOS "Reminiscencias de un Viejo Editor":XIX
TORRES ARCE, J.M. "El Desierto de Atacama":XIX
TORRES M., MANUEL "El Terremoto de Tacna y Arica": XIX
TRIBUNA, La periódico de Copiapó: XX

UGARTE, ISAAC "La Influenza o Gripe":XIX


UNION, La periódico de Valparaíso: XX
UNIVERSIDAD DE CHILE, Anales : XIX-XX
UNIVERSIDAD DE CHILE, Departamento de Extensión "Aisén, Seminario de Investigación sobre el Desarrollo de I
Provincia":XIX
UNIVERSIDAD DE CHILE, Instituto de Geofísica y Sismología Anuario del : XX
UNIVERSIDAD DE CHILE, Servicio Sismológico, Boletín del: XIX-XX

426
URBINA B., RODOLFO "La Periferia Meridional Indiana, Chiloé en el Siglo XVIII": XVIII
URZUA URZUA, LUIS "Arica, Puerta Nueva'.XX

VALDIVIA, PEDRO DE cartas al Emperador Carlos V, recopilación de Diego Barros Arana: XVI
VÁRELA, JUAN Y VICENCIO, RAÚL "Informe sobre los efectos del Sismo acaecido en la Provincia de Aconcagua el 28 de
Marzo de 1965":XX
VÁRELA RAMÍREZ, J. "Reseña Histórica del Valle de Elqui": XIX-XX
VEA revista de Santiago: XX
VENEGAS, VÍCTOR M."La Isla de Pascua, Dominación y Dominio":XIX
VERGARA, JOSÉ IGNACIO "Sobre el Temblor del 7 de julio de 1873":XIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN "Juan Fernández, Historia verdadera de la Isla de Robinson Crusoe":XIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN " La Agricultura en Chile": XIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN "Una Peregrinación " publicado en la Revista de Artes y Letras -1884: XIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN "Ensayo Histórico sobre el Clima de Chile": XIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN "Historia de los 10 Años de la Administración de Manuel MontTXIX
VICUÑA MACKENNA, BENJAMÍN "Historia de la Guerra de Chile con España":XIX
VIDAL GORMAZ, FRANCISCO "Algunos Naufragios ocurridos en las Costas de Chilenas desde su Descubrimiento hasta
nuestros Días -1901":XIX
VIDAL GORMAZ, FRANCISCO "Geografía Náutica de la República de Chile":XIX
VILLARROEL, OBISPO GASPAR DE "Carta al Presidente del Supremo Consejo de Indias": XVII
VIRREYES, Memorias de los: XVII
VOLOSKY, DORA "La Mosca de la Fruta" publicado por la Prensa de la Universidad de Chile: XX

WATANABE, TAKEO Y KARZULOVIC, JUAN "Los Movimientos Sísmicos del mes de Mayo de 1960 en Chile":XX
WOLFFSOHN, JOHN A.C.M.Z.S. "Observaciones sobre los Efectos de la extraordinaria Sequía del Año 1924 en la Fauna
de las Provincias Centrales de Chile" publicado en Revista de Historia Natural: XX
WORNALD, ALFREDO "Historia Olvidadas del Norte Grande": XIX
WORNALD, ALFREDO "Frontera Norte":XX

ZIG ZAG revista de Santiago: XX

427
ÍNDICE GENERAL

Págs.
Siglo XVI 17
Incendio de Santiago, 11 de septiembre de 1541 18
Epizootia "carache", 1549 en Santiago 19
Incendio de La Serena, noviembre de 1548 19
Hambrunas de 1553 19
Sequía de 1555- 1556 19
Chavalongo de 1556 20
Viruela de 1561 20
Disentería de 1562 20
Tradiciones mapuches 20
Terremoto de Concepción, 8 de febrero de 1570 21
Inundaciones del río Mapocho, 20 de julio de 1574 22
Terremoto de Valdivia, 16 de diciembre de 1575 22
Inundaciones de Valdivia, abril de 1576 23
Plaga de ratones de 1580 y 1591 24
Plaga de Langostas de 1580 24
Inundaciones del río Mapocho, junio de 1581 24
Hambruna de 1586 24
Incendio de Angol, 24 de septiembre de 1586 25
Viruela de 1589 25
Viruela de 1591 25
Inundaciones de 1597 25
Incendio de Chillan, 10 de octubre de 1599 26
Incendio de Valdivia, 24 de noviembre de 1599 26
Mapas de terremotos y maremotos, siglo XVI 26-A
Mapas de Incendios Urbanos, siglo XVI 26-B
Mapas de Inundaciones y Sequías, siglo XVI 26-C
Mapas de Epidemias, Epizootias, Plagas y Hambrunas, siglo XVI 26-D
Siglo XVII 27
Devastación de los campos de los españoles 28
Incendio de Osorno, 19 de enero de 1600 28
Despoblamiento y abandono de La Imperial y Angol, 5 y 13 de abril de 1600 29
Erupción del volcán Huaina Putina, 14 de febrero de 1600 29
Incendio de Castro en 1600 30
Viruela en Osorno y La Imperial en 1600 30
Hambruna en Valdivia de 1599 a 1603 30
Incendio de Villarrica, 7 de febrero de 1602 31
Terremoto de La Serena, 17 de junio de 1604 31
Terremoto de Arica, 24 de noviembre de 1604 31
Plaga de langostas de 1604 - 1605 - 1606 32
Sequía de 1606 32
Inundaciones del río Mapocho en 1607 32
Inundaciones de 1609 32
Plaga de ratones de 1609 32
Viruela en el sur en 1610- 1611 32
Terremoto de Arica, 16 de diciembre de 1615 33
Sequía de 1618- 1619 34
Viruela de 1619-1620 34
Inundaciones del río Mapocho en 1620 34
Erupción del volcán Antuco en 1624 34
Epidemia de "dolor de costado y romadizo" en 1632 34
Huracán en Carelmapu, 14 de mayo de 1633 35
Chavalongo en Chiloé en 1633 35
Peste en Chiloé en 1638 35
Plaga de ratones en Chiloé en 1639 /. 35
Incendio de Angol en 1639 35
Viruela de 1639 35
Terremoto de Coquimbo en 1639 36
Erupción volcánica en 1640 36
Incendio de Carelmapu, 25 de mayo de 1643 36
Incendio de Castro, 6 de junio de 1643 36
Fuerte temblor en Santiago, 6 de septiembre de 1643 37
Escorbuto de 1645.... ....37

428
Peste de 1645 37
•Pestecilla- de 1646 37
Hambruna en Santiago en 1647 37
Terremoto del 13 de mayo de 1647 37
Inundaciones, 23 de junio de 1647 40
Chavalongo de 1647 40
Terremoto de Arica, 31 de marzo de 1650 42
Inundaciones, julio de 1650 42
Plagado ratones en 1652 43
Plagado ratones en 1653 43
Viruela de 1653-1654 43
Incendio de Chillan, febrero de 1655 43
Sequía en Santiago, julio de 1656 44
Terremoto de Concepción, 15 de marzo de 1657 44
Inundaciones, junio de 1657 46
Viruela en Chiloé en 1657 46
Viruela en La Serena en 1658 46
Epidemia de "quebrantahuesos" en 1658 1660 46
Peste en Santiago en 1660 46
Inundaciones del río Mapocho en 1660 46
Peste en Santiago en 1663 47
Plaga de langostas en Santiago en 1665 47
Chavalongo en 1669- 1670-1671-1672-1676-1677 47
Sequía de 1675 47
Inundaciones de Chillan, 17 de junio de 1679 48
Incendio de La Serena, 13 de diciembre de 1680 48
Terremoto de Arica, 10 de marzo 1681 ., 48
Incendio de Valdivia, 28 de enero de 1682 49
Incendio en Valparaíso, noviembre de 1683 49
Peste en Santiago en 1687 49
Inundaciones de 1687-1688 50
Temblor en Santiago, julio de 1960 50
Peste en Santiago en 1963-1964 50
Inundaciones en Santiago, 17 de noviembre de 1694 50
Viruela en Chiloé en 1696 51
Mapas de Incendios Urbanos, siglo XVII 51-A
Mapas de Inundaciones y Sequías, siglo XVII 51-B
Mapas de Terremotos, Maremotos y Erupciones Volcánicas, siglo XVII 51-C
Mapas de Epidemias, Plagas y Hambrunas, siglo XVII 51-D
Siglo XVIII 53
Elegías latinas de la viruela 53
Peste en Santiago en 1704-1705 54
Peste en Santiago en 1711 54
Viruela en Santiago en 1718 54
Aguas de Ramón 55
Inundaciones del río Mapocho en 1722 55
Sismo del 24 de mayo de 1722 55
Inundaciones del río Mapocho, 17 de mayo de 1723 55
Sequía de 1626-1729 56
Terremoto del 8 de julio 1730 56
Inundaciones del río Mapocho, octubre de 1730 58
Viruela de 1730-1731 59
Sequía de 1733 59
Terremoto de Valdivia, 24 de diciembre de 1737 59
Incendio forestal de 1737 59
Viruela en Chiloe en 1737 60
Sequía de 1740-1742 60
Peste en 1743 60
Inundaciones del rio Mapocho en 1743-1744 60
Viruela en 1745 60
Incendio en Valdivia, 18 de enero de 1748 61
Inundaciones de 1748 61
Terremoto de 23 de mayo de 1751 62
Inundaciones de Chillan en 1751 64
Erupción del volcán Chillan en 1751 65
Erupción del volcán Antuco en 1752 65

429
Viruela en La Serena en 1751-1753 65
Sequía de 1757 65
Barco en cuarentena en 1759 65
Erupción del volcán Peteroa, 3 de diciembre de 1762 66
Inundaciones del río Mapocho, 7 de noviembre de 1764 66
Viruela de 1764-1765 66
Peste en Chiloé en 1768 67
Incendio en la catedral de Santiago, 22 de diciembre de 1769 67
Viruela en Chiloé en 1771-1776 67
Sequía de 1772 67
Disentería de 1773 68
Censo de 1778 68
Inundaciones del río Mapocho, 13 de mayo de 1779 68
Epidemia "maícito" en 1779 68
Epidemia "calenturas pútridas" en 1780 68
Inundaciones del río Mapocho, 10 de abril de 1780 69
Sequía de 1781 69
Inundaciones del rio Mapocho, junio de 1783 69
Incendio en Achao en 1784 ...J 70
Incendio forestal en 1786 1 70
Fuerte temblor, octubre de 1786 71
Fuerte temblor, 11 de febrero de 1787 71
Sequía en Copiapó en 1787 71
Viruela en 1787-1790 71
Sequía de 1790 72
Disentería en Calbuco en 1791 72
Incendio en la fábrica de pólvora de Santiago, 16 de diciembre de 1791 72
Terremoto de Copiapó, 30 de marzo de 1796 72
Plaga de ratones enOsorno en 1796 73
Sequía de 1799 73
Mapas de Terremotos, Maremotos y Erupciones Volcánicas, siglo XVIII 73-A
Mapas de Epidemias y Plagas, siglo XVIII 73-B
Mapas de Incendios Urbanos y Forestales, siglo XVIII 73-C
Mapas de Inundaciones y Sequías, siglo XVI11 73-D
Siglo XIX 75
Sismo en La Serena, 1 de enero de 1801 76
Viruela en 1801 1802 76
Erupción del volcán Tutupaca, 30 de marzo de 1802 76
Incendio en Valdivia, 17 de enero de 1803 77
Vacunación contra la viruela en 1805 77
Creación de la Junta Central de Vacuna, 10 de octubre de 1808 77
Viruela en 1811-1812 77
Quemazones en los campos, enero de 1813 78
Sequía, julio de 1814 78
Incendio de Rancagua, 1 y 2 de octubre de 1814 78
Inundaciones en el archipiélago de Juan Fernández, junio de 1815 79
Incendio en el archipiélago de Juan Fernández, 5 de enero de 1816 79
Heladas de Curicó en 1817 79
Terremoto de Copiapó, 3,4 y 11 de abril de 1819 79
Erupción del volcán Antuco en 1820 80
Temblor de Copiapó, 5 de noviembre de 1822 80
Terremoto del 19 de noviembre de 1822 80
Erisipela negra de 1822-1823 82
Erupción del volcán San José en 1822 82
Inundaciones de 1823 82
Inundaciones de 1826 83
Incendio en Santiago, 22 de febrero de 1827 83
Inundaciones de 1827 83
Incendios en Valparaíso en 1827-1828 85
Inundaciones de 1828 85
Control sanitario en 1828 85
Temblor en Valparaíso 26 de septiembre de 1829 85
Isla Lemu, sismo de 1829 . . ..86
Viruela de 1830-1832-1833 86
Sequía de 1831 86
Escarlatina de 1831-1832... ....86

430
Temblor en Arica, 9 de noviembre de 1831 86
Inundaciones en el Norte Chico, agosto de 1833 87
Temblor en Huasco, 25 de abril de 1833 87
Temblor en Arica, 18 de septiembre de 1833 87
Incendio en Iquique en 1833 87
Incendio en San Carlos de Ancud en 1834 87
Inundaciones del río Mapocho en 1834 87
Terremoto del 20 de febrero de 1835 87
Inundaciones de 1835 89
Inundaciones de 1837 90
Terremoto de Valdivia, 7 de noviembre de 1837 90
Erupción del volcán Peteroa, febrero de 1837 90
Hambrunas de 1838 y 1839 90
Viruela de 1839-1840 91
Incendio de la iglesia de los jesuítas en Santiago, 31 de mayo de 1841 91
Viruela en Chiloé en 1841 92
Incendio en Valparaíso, 15 de marzo de 1843 92
Sismo en La Serena, 17 de diciembre de 1843 92
Escarlatina en 1842 92
Viruela en Valdivia en 1843 92
Incendio en Ancud, 14 de enero de 1844 92
Incendio en Ancud, 11 de enero de 1847 93
Sismo en Copiapó, 19 de enero de 1847 93
-Sismo en La Ligua y Petorca, 8 de marzo de 1847 93
Sismo en La Serena, 8 de octubre de 1847 93
Erupción del volcán Quizapú en 1847 93
Inundaciones de 1847 93
Incendio del fuerte Bulnes, 8 de marzo de 1848 94
Inundaciones de Chañaral, mayo de 1848 94
Inundaciones de 1848 94
Contaminación atmosférica en Santiago en 1849 94
Traslado del pueblo de Chanco, 31 de julio de 1849 94
Terremoto y maremoto de 18 de noviembre de 1849 95
Inundaciones de 1850 95
Incendio en Valparaíso, 15 de diciembre de 1850 95
Terremoto de Santiago, 6 de diciembre de 1850 96
Incendio forestal 1850-1851 96
Terremoto del 2 de abril de 1851 97
Terremoto del 26 de mayo de 1851 98
Incendio en La Serena, noviembre de 1851 98
Viruela de 1852-1853- 1854 98
Inundaciones de 1855 99
Plaga de ratones en Osorno en 1855 99
Plaga de langostas en Santiago en 1855 99
Inundaciones de 1856 99
Inundaciones de 1857 100
Incendio en Castro, 22 de marzo de 1857 100
Hambruna en Maule en 1857 100
Incendio en Valparaíso, 13 de noviembre de 1858 100
Epidemiado Viruela en 1857-1858- 1859 100
Incendio de Negrete, marzo de 1859 100
Incendio en Ancud en 1859 101
Terremoto de Copiapó, 5 de octubre de 1859 101
Incendio en Iquique en 1860 101
Incendio en Valdivia, 17 de diciembre de 1860 101
Incendio en la Iglesia de la Compañía en Santiago, 8 de diciembre de 1863 102
Sequía de 1863 106
Tifus en 1864 107
Incendio en Osorno, 13 de enero de 1864 108
Incendio en Valdivia, 17 de enero de 1864 -. 108
Incendio en Santiago, junio de 1864 108
Sismo en Copiapó, 12 de enero de 1864 108
Inundaciones de 1864 108
Viruela de 1864 108
Erupción de los Nevados de Chillan en 1861-1864 109
Incendio en Puerto Montt, 14 de junio de 1865 ... 109

431
Incendio en Valparaíso, 31 de marzo de 1866 110
Incendio en Cobija, marzo de 1866 110
Terremoto del 13 de agosto de 1868 110
Viruela de 1866-1867 112
Incendio en Valparaíso, 31 de diciembre de 1868 112
Incendio en Valparaíso, 24 de febrero de 1869 112
Incendio en Santiago, 31 de mayo de 1869 112
Fiebre amarilla en 1869 112
Temblor en Calama, 22 de abril de 1870 113
Aftosaen 1870 113
Incendio en el teatro Municipal de Santiago, 8 de diciembre de 1870 113
Incendio en Antofagasta en 1871 114
Terremoto del 25 de marzo de 1871 114
Sismo del 5 de octubre de 1871 114
«Sequía de 1872 115
Viruela de 1872-1873 115
Erupción del volcán Llaima en 1872 115
Incendio en Iquique en 1873 116
Terremoto del 7 de julio de 1873 116
Incendio en Caracoles, 4 de junio de 1874 117
Incendio en Lota, 14 de diciembre de 1874 117
Inundaciones de 1875 117
Incendio en Antofagasta, 2 de abril de 1875 118
Incendio en Iquique, 7 de octubre de 1875 118
Viruela de 1876 118
Incendio en Caracoles, 8 de agosto de 1876 113
Terremoto de Illapel, 11 de noviembre de 1876 119
Terremoto del 9 de mayo de 1877 120
Inundaciones de 1877 121
Incendio en Punta Arenas, 11 de noviembre de 1877 122
Incendio de sementeras y bosques en 1878 123
Publicación de señales de incendio en Santiago, 11 de mayo de 1878 123
Sismo en Tarapacá, 23 de enero de 1878 123
Inundaciones de 1878 124
Ariosa de 1878 124
Sismo en Punta Arenas, 2 de febrero de 1879 124
Incendio en Ancud, 15 de febrero de 1879 125
Incendio en Pisagua, 18 de abril de 1879 125
Incendio en el cuartel de artillería de Santiago, 27 de enero de 1880 125
Viruela de 1879-1880 125
Inundaciones en el norte en 1880 126
Terremoto en Illapel 15 de agosto de 1880 126
Incendio en Antofagasta en 1880 126
Incendio en Iquique, 23 de octubre de 1880 127
Inundaciones de 1881 127
Viruela de 1881 127
Aftosade 1882 127
Viruela de 1882 128
Incendio en Iquique, 10 de marzo de 1883 128
Viruela de 1879- 1883 128
Inundaciones en el norte de 1884 128
Incendio en Santiago, 23 de mayo de 1885 128
Inundaciones en el norte de 1885 129
Incendios en Iquique en 1884 - 1885 129
Epidemia de cólera de 1886 - 1888 129
Erupción del volcán Lonquimay 130
Incendio en Punta Arenas, noviembre de 1887 131
Viruela de 1885- 1887 131
Inundaciones de 1888 131
Dengue de 1889 133
Pascua, epidemias y pestes 134
Influenza de 1890 134
Viruela de 1890- 1891 134
Erupción del volcán Peteroa en 1889 134
Inundaciones de 1890 135
Sismo en Copiapó, 19 de septiembre de 1890 135

432
Incendio en Pisagua, 5 de febrero de 1891 135
Incendio en Iquique, 18 y 19 de febrero de 1891 135
Incendio en Valparaíso, 28 de agosto de 1891 135
Incendio en Antofagasta en 1890 135
Incendio en Antofagasta en 1891 .' 135
Inundaciones de 1891 135
Plaga de langostas de 1891 - 1892- 1893 136
Sequía de 1892 136
Inundaciones en Puerto Montt de 1893 136
Erupciones de los volcanes Huequi y Calbuco en 1893 137
Viruela de 1892-1893 137
Incendio en Punta Arenas, febrero de 1894 137
Incendio en la fábrica de cartuchos de Santiago en 1894 - 1895 138
Incendio en el Congreso, 17 de mayo de 1895 138
Inundaciones en el norte de 1895 139
Incendio en Castro, 13 de julio de 1895 139
Inundaciones de 1895 139
Viruela de 1894 - 1896 140
Incendio en Punta Arenas, 19 de febrero de 1896 140
Incendios forestales de 1896 141
Erupción del volcán Yate en 1896 141
Inundaciones de 1896 141
Sismo en Concepción, 23 de julio de 1898 142
Incendio en Ancud, 13 de agosto de 1899 142
Viruela de 1897 - 1899 142
Difteria de 1899 143
Inundaciones de 1899 143
Mapas de Terremotos, Maremotos y Erupciones Volcánicas, siglo XIX 143-A
Mapas de Inundaciones y Sequías, siglo XIX 143-B
Mapas de Epidemias, Epizootias, Plagas y Hambrunas, siglo XIX 143-C
Mapas de Incendios Urbanos y Forestales, siglo XIX 143-D
SIGLO XX 145
Inundaciones de 1900 147
Incendio en Valdivia, febrero de 1901 148
Aftosade 1901 148
Inundaciones de 1902 149
Incendio en La Serena, 16 de marzo de 1903 149
Incendio en Iquique, 24 de marzo de 1903 149
Incendio en Valparaíso, 8 de abril de 1903 149
Incendio en Pisagua, 24 de abril de 1903 149
Peste bubónica en 1903 150
Incendio en Valdivia, 17 de febrero de 1904 151
- Sismo en el Norte Chico, 19 de marzo de 1904 151
Inundaciones de 1904 151
Incendio en Iquique, 29 de abril de 1905 152
Incendio en Pisagua, 18 de abril de 1905 152
Inundaciones de 1905 152
Sismo en Rancagua, 26 de octubre de 1905 154
Aftosade 1905 . 154
Viruela de 1900 - 1906 154
Fundación de la Cruz Roja Chilena, 18 de diciembre de 1903 155
Peste bubónica de 1904 - 1906 156
Plaga de Langostas en 1905- 1906 156
Inundaciones de 1906 156
Terremoto del 16 de agosto de 1906 157
Contratación del Sismólogo francés Fernando Montessus de Ballore 164
Erupción del volcán Nuevo, Nevados de Chillan, agosto de 1906 164
Incendio en Antofagasta, 6 de febrero de 1906 165
Incendio en Antofagasta, 15 de noviembre de 1906 165
Sismo en el norte, 24 de diciembre de 1906 165
Erupción del volcán Riñinahue, abril de 1907 165
Sismo en Valdivia, 13 de noviembre de 1907 166
Avalancha de 1907 166
Incendio en Iquique, 9 de noviembre de 1907 167
Viruela de 1907 - 1908 167
Peste bubónica de 1907 - 1908 167

433
Erupción del volcán Llaima, febrero de 1908 168
Erupción del volcán Villarrica, octubre de 1908 168
Incendio en Talcahuano, 7 de enero de 1908 168
Incendio en Talcahuano, 28 de mayo de 1908 168
Incendio en Temuco, 19 de enero de 1908 168
Explosión del polvorín de Batuco, 23 de marzo de 1908 169
'Sequía de 1908- 1909 169
Sismo en Santiago, 28 de abril de 1909 170
Sismo en Copiapó, 7 de junio de 1909 170
Incendio En Puerto Montt, 5 de enero de 1909 170
Incendio en Valdivia, 13 de diciembre de 1909 171
Incendio en Valdivia, 28 de diciembre de 1909 171
Viruela de 1909- 1910 172
Incendio en Talcahuano, agosto de 1910 172
Incendio en Talca, 22 de septiembre de 1910 172
Incendio en Victoria, 25 de septiembre de 1910 172
Incendio en Victoria, 27 de septiembre de 1910 172
Aftosade1910 172
Peste bubónica de 1909-1910- 1911 173
Viruela de 1911 173
Lepra en 1911 173
Sequía de 1911 - 1912 173
Incendio en Santiago, 8 de enero de 1911 174
Incendio en Antofagasta, 18 de abril de 1911 174
Inundaciones de 1911 174
Erupción del volcán El Planchón, junio de 1911 175
Sismo en Iquique, 15 de septiembre de 1911 175
Fiebre amarilla en 1912 176
Viruela de 1912-1913 177
Peste bubónica en 1912 - 1913 177
Inundaciones de 1912 178
Explosión en el mineral El Teniente, 7 de junio de 1912 179
Plaga de ratones de 1912 179
Incendio en La Unión, 31 de enero de 1913 179
Incendio en Temuco de 1913 180
Sismo en Taltal, 27 de mayo de 1913 180
Incendio en Taltal, 29 de mayo de 1913 180
Inundaciones de 1913 180
Sismo en Talca y Curicó, 29 de enero de 1914 180
Incendio en Valdivia, enero de 1914 181
Incendio en Valparaíso, 4 de mayo de 1914 182 ]
Avalancha en el mineral El Teniente, 16 de junio de 1914 181
Inundaciones de 1914 181 |
Inundaciones de 1915 182
Sismo en Tarapacá, 7 de junio de 1915 183
Incendio en La Unión, 24 de enero de 1916 183
Incendio en Valdivia, 23 de marzo de 1916 183
Incendio en Tomé en 1916 183
Sismo en Antofagasta, 25 de agosto de 1916 184
Epidemia de tracoma en 1916 - 1917 184
Plaga de langostas de 1917 184
Erupción del volcán Calbuco, abril de 1917 184
Incendio en Ovalle, enero de 1917 185
Incendio en Victoria, febrero de 1917 185
Incendio en Valdivia, 7 de diciembre de 1917 185
Incendio forestal, febrero - marzo de 1918 „ 185
Incendio en Tomé, julio de 1918 _*<^ 185
Incendio en Calbuco, 2 de diciembre de 1918 185
Aftosade 1918 185
Inundaciones en Chañaral, mayo de 1918 185
Sismo en el norte, 21 de mayo de 1918 186
Terremoto del 4 de diciembre de 1918 186
Sismo en Chiloé, 8 de marzo de 1919 187
Sismo en Talca y Curicó, 5 de junio de 1919 187
Inundaciones de 1919 187
Tifus Exantemático entre 1917 y 1921 188 ]

434


Incendio en Santiago, 7 dé enero de 1920 189
Incendio en viña del Mar, 19 de abril de 1920 190
Incendio en Punta Arenas, 27 de julio de 1920 190
Sismo del 26 de julio de 1920 190
Sismo del 20 de agosto de 1920 190
Sismo del 28 de octubre de 1920 190
• Inundaciones de 1920 191
Inundaciones de 1921 191
Incendio en Iquique, 7 de junio de 1921 192
Incendio en Santiago, 7 de julio de 1921 192
Incendio en Iquique, 1921 192
Erupción del volcán Puyehue en 1921 y 1922 192
Viruela de 1921 -1922 - 1923 193
Peste bubónica de 1914a 1922 193
Inundaciones de 1922 193
Incendio en Iquique, 6 de octubre de 1922 194
Incendio en Curicó, 10 de noviembre de 1922 194
Incendios forestales de 1922 195
Sismo en Concepción, 29 de octubre de 1922 195
Terremoto del 10 de noviembre de 1922 195
Sismo en Copiapó, 4 de mayo de 1923 199
Incendio en Antofagasta, 16 de noviembre de 1923 200
Explosión en incendio en el polvorín del ejército, Santiago, 19 de noviembre de 1923 200
Sismo en Copiapó, 28 de enero de 1924 201
Sequía de 1924 201
Incendio en Santiago, 19 de marzo de 1924 203
Incendio en Santiago, 27 de mayo de 1924 203
Incendio en Curicó, 29 de julio de 1924 203
Incendio en Santiago, 17 de septiembre de 1924 203
Incendio en Valparaíso, 27 de noviembre de 1924 204
Incendio en Santiago, 9 de diciembre de 1924 204
Marejadas en 1924 204
Incendios forestales de 1924 204
Sismo en el norte, 15 de mayo de 1925 205
Aftosade 1925- 1926 205
Inundaciones de 1926 205
-Sismo en la zona central, 14 de abril de 1927
Incendio en Temuco en 1928
Incendio en Santiago, 8 de enero de 1928
206
207
207
—c
Terremoto del 1 de diciembre de 1928 207
Erupción del volcán Calbuco, enero de 1929 210
Incendio en Puerto Montt, febrero de 1929 211
Inundaciones de 1929 211
Tornado en el norte, 20 de junio de 1929 211
Sismo en el norte, 19 de octubre de 1929 211
Erupción del volcán Tacora, enero de 1930 212
Erupción del volcán Puntiagudo, abril de 1930 212
Incendios forestales de 1930 212
Incendio en Santiago, 9 de marzo de 1930 212
Explosión en fábrica de pólvora, 12 de marzo de 1930 212
Inundaciones de 1930 213
-Sismo en Guillóla, 29 de agosto de 1930 214
Sismo en Quillota, 17 de octubre de 1930 214
Exterminio de la fiebre aftosa en Estados Unidos 215
Plaga de la mosca de la fruta en 1930 215
Peste bubónica en 1923 - 1924 - 1930 -1931 215
Escarlatina en 1929-1930 216
Inundaciones en el archipiélago de Juan Fernández, julio de 1931 216
Erupción del volcán Quizapú, abril de 1932 216
Erupción del volcán Descabezado Grande, junio de 1932 217
• Inundaciones de 1932 217
Incendio en Temuco de 1932 218
Erupción del volcán Llaima, enero de 1933 218
Erupción del volcán Lonquimay, enero de 1933 218
Sismo en Iquique, 22 de febrero de 1933 218
Sequía de 1933 218

435
Inundaciones de 1934 219
Incendio en Valparaíso, 3 de octubre de 1934 221
Incendio en Santiago, 23 de noviembre de 1934 221
Sismo de 4 de diciembre de 1934 222
Tifus exantemático entre 1929 y 1939 222
Incendio en Castro, 4 de marzo de 1936 224
Sismo en Taltal, 13 de julio de 1936 224
Inundaciones de 1936 225
Fiebres palúdicas entre 1906 y 1945 225
Erupción del volcán Llaima, febrero de 1937 - 1938 229
- Inundaciones de 1938 229
Incendio en Chañara!, 2 de junio de 1938 229
Terremoto del 24 de enero de 1939 230
Sismo en Copiapó, abril de 1939 237
Incendio en Taltal, 30 de diciembre de 1939 237
Incendio en Lautaro, agosto de 1940 237
Inundaciones de 1940 237
Incendio en San Rosendo, 1 de marzo de 1941 238
Incendio en Ancud, 21 de marzo de 1941 239
Incendio en Curicó, 18 de abril de 1941 239
Incendio en Coronel, 17 de mayo de 1941 239
Incendio en Antofagasta, noviembre de 1941 239
Incendio en Valparaíso, 31 de diciembre de 1941 239
Inundaciones de 1941 240
Erupción del volcán Llaima, junio de 1941 242
Epidemia de meningitis entre 1941 y 1942 242
Aftosade 1942 243
Sismo de 29 de junio de 1942 244
Sismo de 6 de abril de 1943 244
Incendios forestales de 1943 244
Incendio en Calbuco, 31 de enero de 1943 245
Incendio en Curacautín, 14 de agosto de 1943 245
Sequía de 1943- 1944 245
Incendios forestales de 1944 246
Inundaciones de 1944 246
Incendio en Chañaral, 14 de noviembre de 1944 250
Incendio en Inca de Oro, 22 de noviembre de 1944 250
Incendio en Constitución, 1 de enero de 1945 250
Incendio en Maullín, 2 de enero de 1945 ' 250
Incendio en Traiguén, 2 de enero de 1945 250
Incendio en Iquique, 13 de enero de 1945 250
Incendios forestales de 1945 250
Incendio en Temuco, 1 de mayo de 1945 250
Explosión en el mineral El Teniente, 17 de junio de 1945 250
Inundaciones de 1945 251
Sismo en Santiago, 13 de septiembre de 1945 252
Creación de la Defensa Civil de Chile 253
Tifus exantemático entre 1943 - 1951 253
Erupción del volcán Llaima en 1945 - 1946 253
—^Maremoto, 1 de abril de 1946 254
Sismo en Copiapó, 2 de agosto de 1946 255
Sequía de 1946 255
Incendio en Santiago, 11 de diciembre de 1946 256
Sismo en Arica, 10 de mayo de 1948 256
Inundaciones de 1948 >. 256
Incendio en Valparaíso, 10 de abril de 1948 257
Incendio en Puerto Varas, 3 de agosto de 1948 258
Incendio en Santiago, 2 de diciembre de 1948 258
Erupción del volcán Villarrica en 1948 - 1949 259
Incendio en Santiago, 21 de enero de 1949 260
Inundaciones de 1949 260
Sismo en Angol, 19 de abril de 1949 262
Sismo en Punta Arenas, 12 de diciembre de 1949 262
Incendio en Lastarria, 5 de enero de 1950 263
Incendio en Cartagena, enero de 1950 264
Epidemia de alastrim en 1950 264

436
Inundaciones de 1950 264
Peste tizón de la papa en 1950 - 1951 265
Sismo en Antofagasta, 9 de diciembre de 1950 266
Incendio en Pucón, 2 de enero de 1951 266
Incendio en Concepción, 1 de febrero de 1951 266
Incendio en Valparaíso, octubre de 1951 267
Inundaciones de 1951 267
j. Inundaciones de 1952 267
^Maremoto, 4 de noviembre de 1952 268
Incendio en Valparaíso, 1 de enero de 1953 269
Sismo en Chillan y Concepción, 6 de mayo de 1953 270
Inundaciones de 1953 271
Sismo en La Ligua, 4 de septiembre de 1953 273
Sismo en Calama, 6 de diciembre de 1953 274
Inundaciones en Guatacondo, febrero de 1954 274
Incendio en Santiago, marzo de 1955 275
Sismo en el Norte Chico, 19 de abril de 1955 275
Erupción del volcán Garran, julio de 1955 275
Sequía de 1955 276
Inundaciones de 1956 276
Incendio en Iquique, marzo de 1956 277
Incendio en Santiago, septiembre de 1956 277
Incendio en Santiago en 1957 277
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1957 278
Erupción del volcán Llaima en 1956 - 1957 278
Incendios forestales de 1957 278
Incendio en Puerto Montt, 20 de febrero de 1957 279
Incendios forestales en Coihaique entre 1935 y 1957 s- 279
Inundaciones de 1957 279
Incendio en Santiago, marzo de 1958 280
Inundaciones de 1958 281
Incendio en Santiago, julio de 1958 282
\- Terremoto de Las Melosas, 4 de septiembre de 1958 282
Incendio en Loncoche, 25 de diciembre de 1958 284
Incendio en Concepción, enero de 1959 284
Incendio en San Felipe, febrero de 1959 284
Incendio en Loncoche, septiembre de 1959 284
Incendio en Santiago, 26 de noviembre de 1959 285
Incendio en Quenac, 25 de diciembre de 1959 .'. 285
Sismo en el norte, 13 de junio de 1959 285
Incendios forestales en 1960 285
Incendio en Concepción, febrero de 1960 285
Incendio en Santiago, 2 de abril de 1960 285
Terremotos del 21 y 22 de mayo de 1960 286
Erupción del volcán Puyehue, mayo de 1960 304
Inundaciones de 1960 304
Plaga de ratones de 1960 304
Sequía en el Norte Chico entre 1960 y 1962 305
Erupción del volcán Calbuco, febrero de 1961 307
Incendio en Santiago, 2 de abril de 1961 308
Inundaciones de 1961 308
Sismo en Concepción, 18 de octubre de 1961 310
Inundaciones de 1962 311
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1962 312
Incendio en Concepción, 13 de noviembre de 1962 312
Sismo en Concepción, 15 de noviembre de 1962 312
Primeras Jornadas de Sismología e Ingeniería Antisísmica, julio de 1963 313
Incendios forestales de 1963 313
Incendio en Valparaíso, enero de 1963 313
Incendio en Santiago, 6 de mayo de 1963 314
Incendio en Temuco, 6 de mayo de 1963 314
Incendio en Santiago, mayo de 1963 314
Incendio en Santiago, 29 de septiembre de 1963 314
Erupción del volcán Villarrica, marzo de 1963 315
Inundaciones de 1963 316
Epidemiado influenza 1904 -1971 316

437
Erupción del volcán Villarrica, marzo de 1964 318
Incendio en Santiago, 17 de marzo de 1964 319
Sequía de 1964 320
Viruela 1959- 1964 320
Incendio en Valparaíso, diciembre de 1964 321
Incendios forestales de 1965 321
Incendio en Concepción, enero de 1965 321
Terremoto del 28 de marzo de 1965 321
Inundaciones de 1965 326
Inundaciones de 1966 329
Plagado la mosca de la fruta en 1966 330
Sismo en Taltal, 28 de diciembre de 1966 330 (
Aftosa de 1945 - 1950 - 1956 - 1960 - 1962 - 1964 - 1970 - 1971 331 ,
Sequía de 1967 332 i
Inundaciones de 1967 333
Sismo en el Norte Chico, 26 de septiembre de 1967 333
Sismo en Tocopilla, 20 de diciembre de 1967 334
Erupción en la isla Decepción, diciembre de 1967 334
Incendio en Viña del Mar, 26 de enero de 1968 335
Incendio en San Fernando, 12 de enero de 1968 336
Incendios forestales de 1968 336
Incendio en la estación Baquedano, 2 de julio de 1968 336
Incendio en Santiago, 13 de octubre de 1968 336
Sequía de 1968- 1969 .....: 337
Incendios forestales en 1969 '.'.'. 340
Incendios en Santiago, julio de 1969 340
Incendio en Puerto Aisén en 1969 341
Inundaciones de junio de 1969 341
Inundaciones de julio de 1969 341
Seminario sobre catástrofes, diciembre de 1969 342
Contaminación ambiental en Santiago, 1945 - 1971 342
Incendios forestales de 1970 344
Inundaciones de 1970 345
Plagado la mosca de la fruta en 1970 345
Plaga de langostas en 1970 345
Sismo en el norte, 28 de noviembre de 1970 346
Sequía a en el Norte chico 1970 - 1971 346
Incendio en Valparaíso, 26 de enero de 1971 346
Incendios forestales de 1971 347
Incendio en Viña del Mar, abril de 1971 347
Inundaciones de 1971 347
Sismo en Taltal, 17 de junio de 1971 347
Inundaciones de 1971 34!
Creación del Cuerpo de Socorro Andino 348
Terremoto del 8 de julio de 1971 349
Incendio en Valparaíso, 27 de julio de 1971 353 i
Erupción del volcán Hudson, agosto de 1971 354
Incendio en salitrera Pedro de Valdivia, 3 de octubre de 1971 354
Incendio en Valparaíso, 6 de noviembre de 1971 355
Erupción del volcán Villarrica, diciembre de 1971 355
Incendios forestales, febrero de 1972 355
Temporales e inundaciones en 1972 356 I
Incendios forestales, enero de 1973 359 |
Temporales de enero y mayo de 1973 359
Incendio en La Moneda, 11 de septiembre de 1973 359
Otros incendios de 1973 360
Incendios forestales, enero de 1974 360
Incendio en Valparaíso, 24 de enero de 1974 : 360
Creación de la Oficina Nacional de Emergencia, 22 de marzo de 1974 361
Temporales de 1974 361
Incendio en Santiago, 19 de noviembre de 1974 362
Sequía en el Norte chico en 1975 363
Sismo en el Norte chico, 13 de marzo de 1975 363
Sismo en las provincias de Arauco, Malleco y Cautín, 10 de mayo de 1975 363
Incendio en Puente Alto, 27 de junio de 1975 363
Frente de mal tiempo en el norte, enero de 1975 364

438
Temporales en el Norte chico, mayo de 1975 364
Temporales de julio de 1975 365
Lluvias en el altiplano, enero de 1976 365
r Incendios forestales en 1976 365
Inundaciones en 1976 366
Epidemia de influenza en 1976 366
Incendio en Santiago, 7 de agosto de 1976 366
Sismo en Pozo Almonte, 29 de noviembre de 1976 367
Aprobación del Plan Nacional de Emergencia en 1977 367
Temporales de julio de 1977 367
Incendios forestales de 1977 y 1978 368
SIPAC-78 368
Temporales de 1978 369
Sismo en Copiapó, 3 de agosto de 1978 369
Sequía en el sur en 1979 369
Incendios forestales de 1979 370
Incendio en Punta Arenas, 27 de mayo de 1979 370
Inundaciones y temporales de junio a octubre de 1979 370
Incendio en Santiago, 7 de febrero de 1980 371
Temporales e inundaciones de 1980 371
Incendio en Santiago, 21 de marzo de 1981 '..... 373
Temporales de 1981 .., 373
Incendios forestales de 1981 - 1982 '. 374
Incendio en Iquique, 17 de marzo de 1982 - :....; 374
Incendio en Los Angeles, 26 de marzo de 1982 .'i! 374
-Temporales e inundaciones de 1982 "'. 374
Incendio en Iquique, 1 de enero de 1983 '. 376
Incendios forestales de 1983 376
Incendio en Curacaví, 28 de abril de 1983 376
«Frentes de mal tiempo de 1983 .:.... 376
Sismo en las II y III regiones, 4 de octubre de 1983 377
Incendios forestales de 1984 377
'Temporales de 1984 378
Incendio forestal en Torres del Paine, febrero de 1985 379
Terremoto del 3 de marzo de 1985 379
Sismo en Bajo Lago Rapel, 8 de abril de 1985 380
Marejadas en 1985 381
Explosión en Iquique, 25 de enero de 1986 381
Primeras Jornadas sobre Manejo Operativo de Catástrofes Naturales, en 1986 381
Inundaciones y Temporales en 1986 382
Sequía en el norte en 1986 382
" Temporales en la zona central en 1987 383
Sismo en la I región, 8 de agosto de 1987 383
Alud en el Cajón del Maipo, 29 de noviembre de 1987 384
Sismos en el norte, febrero de 1988 384
Incendios forestales de 1988 384
Incendio en Santiago, 4 de mayo de 1988 385
Temporales de julio de 1988 385
Incendios en la Vega Central y Matadero Municipal de Santiago, entre 1974 y 1988 385
Incendio en Santiago, 1 de enero de 1989 386
Erupción del volcán Lonquimay, diciembre de 1989 386
Alud en Chile Chico, 18 de marzo de 1989 387
Curso de Capacitación para Emergencias, en 1989 388
Temporales de 1990 388
Seminario sobre Educación para Catástrofes, en 1990 389
Incendio en Santiago, 21 de octubre de 1990 389
Incendio en Linares, 3 de diciembre de 1990 389
Sequía entre 1990 y 1991 389
Temporales e inundaciones en 1991 390
Erupción del volcán Hudson, agosto de 1991 391
Cólera en Chile entre 1991 y 1992 392
Día Nacional de la Protección Civil 393
Incendios forestales de 1992 393
Temporales de 1992 393
Contaminación ambiental entre 1972 y 1992 394
Incendio en Santiago, 3 de julio de 1992 398

439
Incendio en Santiago, 23 de octubre de 1992 .398
Incendio en Valparaíso, 14 de noviembre de 1992. .399
Incendio en Santiago, 19 de diciembre de 1992 .399
Incendios forestales 1991 - 1992 .399
Invierno del "altiplano", diciembre de 1992 .399
SIDA en Chite .400
Conclusiones .403
índice de Materias .407
índice Onomástico 420
índice General ... 428

440

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