Escolar Documentos
Profissional Documentos
Cultura Documentos
ISBN 978-950-512-839-6
1. Cristología. I. Título.
CDD 232
EDITORIAL CLARETIANA
Lima 1360 - C1138ACD - Buenos Aires
República Argentina
Tel: 4305-9510/9597 - Fax: 4305-6552
E-mail: editorial@editorialclaretiana.com
www.editorialclaretiana.com
1. Sólo en el Cap. 3: “Las formas de la tradición sinóptica”, las respuestas a los trabajos
prácticos están al final de cada una de las formas básicas, para facilitar la tarea de verificación
de los resultados.
2. Citamos los textos bíblicos de acuerdo a la versión de la Biblia de Jerusalén, pero
adaptándola al castellano propio del país. En algunos textos hacemos pequeñas modificaciones
para facilitar su comprensión.
3. Cfr. Bibliografía (1).
Los evangelios
sinópticos y la
cuestión sinóptica
1. “Evangelio” – “evangelios” –
“evangelistas”
Cuando hablamos de “evangelio” nos referimos habitualmente a
un libro – alguno de los “evangelios” que conocemos – que represen-
ta un género literario. Este modo de comprensión de “evangelio” no
corresponde a su significado original. La palabra “evangelio” deriva
de un término griego compuesto: “eu” y “angélion”, de la raíz “ange-
lía”, que significa “buena noticia”. En el griego clásico el “evangelio”
es ante todo la recompensa recibida por el mensajero que transmite
una buena noticia, especialmente la victoria en un combate, aunque
también puede tratarse de un acontecimiento privado. Ambos aspec-
tos determinan el uso del término: la persona del mensajero y el conte-
nido del mensaje. Un anuncio religioso puede ser también el contenido
del “evangelio”, pero con más frecuencia éste está unido a una figura
política, como el rey o el emperador, que asegura la paz y el bienestar
a sus súbditos. Su llegada al poder era considerada como un auténtico
“evangelio”.
El Antiguo Testamento (= AT) fue escrito en su mayor parte en
lengua hebrea. La palabra griega “euangélion” corresponde al término
hebreo “besorah”, que está testimoniado sólo seis veces: 2 Sam 4,10;
18,20.22.25.27; 2 Re 7,9. Es curioso que los que vertieron el texto hebreo
9
2. “Sinopsis” y “sinóptico”
“Sinopsis” es un término de origen griego que significa literal-
mente “visión de conjunto”, “mirada en común”. Los evangelios
“sinópticos”5, atribuidos por la tradición a Mateo, a Marcos y a Lucas,
han sido llamados así porque se pueden leer en una lectura “paralela”,
abarcando a los tres textos en una “visión de conjunto” que permite
apreciar igualmente las semejanzas – a veces, coincidencias literales – y
las diferencias entre ellos.
La estructura fundamental, común a los tres primeros evangelios,
se concentra en los siguientes temas:
I. El período en Galilea (Mt 3,1-20,34; Mc 1,1-10,52; Lc 3,1-19,27)
1. Predicación de Juan el Bautista (Mt 3,1-12; Mc 1,1-8; Lc 3,1-14)
2. La actividad de Jesús (Mt 3,13-20,34; Mc 1,9-10,52; Lc 3,15-19,27)
II. El período en Judea (Mt 21,1-27,66; Mc 11,1-15,47; Lc 19,28-23,56)
1. Los días en Jerusalén (Mt 21,1-23,39; Mc 11,1-12,44; Lc 19,28-20,47)
2. El discurso apocalíptico (Mt 24,1-25,46; Mc 13,1-37; Lc 21,1-38)
3. El relato de la pasión (Mt 26,1-27,66; Mc 14,1-15,47; Lc 22,1-23,56)
III. El relato de la resurrección (Mt 28,1-20; Mc 16,1-8; Lc 24,1-53)
Es suficiente una mirada superficial a los contenidos que hemos
señalado como comunes, para constatar notables diferencias en la
disposición del material. Damos algunos ejemplos de estas diferencias:
• El “sermón de la montaña” o “sermón en el llano”. Según la versión
de Mt, que es la más conocida, en los comienzos de su actividad
pública, Jesús se subió a un monte y desde allí pronunció un largo
5. Un exégeta alemán, Johann Jacob Griesbach, fue el primero que utilizó el término
“synopsis” en un libro con los textos paralelos de los tres primeros evangelios. Cfr. J. J.
Griesbach, Libri historici novi testamenti graece. 1.1 Synopsis evangeliorum Matthaei, Marci
et Lucae, Halle 1774. Desde entonces la palabra se ha convertido en un término técnico del
lenguaje exegético.
6. Jerusalén está situada a unos 760 metros sobre el nivel del mar; por eso se usa con
frecuencia el verbo “subir” para indicar el viaje a la ciudad de David.
7. Nos ocuparemos del “final de Marcos” (Mc 16,9-20) al considerar en detalle el texto
correspondiente.
1. Con la ayuda de una sinopsis (que puede elaborar Ud. mismo/a) indique
algunas diferencias significativas en la versión de las bienaventuranzas
en Lc 6,20-23 en comparación con la de Mt 5,3-10.
2. Teniendo en cuenta la conversación de los Sumos Sacerdotes y fariseos
con Pilato narrada en 27,62-66 ¿a qué le parece que apunta el pasaje de
Mt 28,11-15, entre la aparición del Resucitado a las mujeres y luego a
los once discípulos?
3. La cuestión sinóptica
Las semejanzas y las diferencias señaladas en el punto anterior
plantean la cuestión sinóptica. El objetivo es encontrar una respuesta
convincente que permita explicar los elementos comunes y las diver-
gencias que se aprecian tanto en pequeñas unidades textuales cuanto
en amplios complejos narrativos. Pero ante todo es necesario mostrar
los muchos elementos del problema que surgen de la consideración
atenta de los Sinópticos y de su relación mutua. Lo hacemos en base a
temas y a textos escogidos.
8. Con “Vv” abreviamos la palabra “Versículos”. La división del NT en versículos es la obra
de Robertus Stephanus, que la introduce en la cuarta edición del NT en griego, que publicó en
Paris en 1551. Stephanus realizó su labor sirviéndose de los manuscritos de los que disponía. Las
ediciones actuales suprimen algunos Vv. porque son agregados posteriores que no pertenecen al
texto original. Cfr. Mt 17,21; 18,11; Mc 11,26.
9. Los datos tienen un valor aproximativo, porque el grado de cercanía o de distancia al
evangelio de Mc, que se toma como referente, no siempre se puede determinar con exactitud.
Mt 6,6-8 Lc 11,1-2
V.6. Y al orar, no hablen mucho, V.1. Estaba él orando en cierto
como los paganos, que se figuran lugar, y cuando terminó, le dijo uno
que por su palabrería van a ser sus discípulos: “Señor, enséñanos
escuchados. a orar, como enseñó Juan a sus
discípulos.”
10. Las cifras que damos asumen los datos de Robert Morgenthaler, Statistische Synopse,
Zürich / Stuttgart, 1971, 89. Hay autores que se guían por otras obras de referencia y dan cifras
distintas a las indicadas. Las diferencias nacen de las ediciones griegas que se utilicen como base
para hacer las estadísticas.
1. Considere con atenciónMt 3,7-10 y Lc 3,7-9. ¿En qué pasajes se dan las
mayores diferencias? Haga una lista con las diferencias entre las dos
versiones.
1. Constate las semejanzas y las diferencias entre los dos pasajes. Puede
hacerlo subrayando las palabras comunes.
V.26. Él respondió: “No está bien V.27. Él le decía: “Espera que primero
tomar el pan de los hijos y echárselo se sacien los hijos, pues no está bien
a los perritos.” tomar el pan de los hijos y echárselo a
los perritos.”
V.27. “Sí, Señor – repuso ella –, pero V.28. Pero ella le respondió: “Sí, Señor;
también los perritos comen de las que también los perritos comen bajo la
migajas que caen de la mesa de sus mesa migajas de los niños.”
amos.”
V.28. Entonces Jesús le respondió: V.29. Él, entonces, le dijo: “Por lo que
“Mujer, grande es tu fe; que te has dicho, vete; el demonio ha salido de
suceda como deseas.” Y desde aquel tu hija.”
momento quedó curada su hija. V.30. Volvió a su casa y encontró que la
niña estaba echada en la cama y que el
demonio se había ido.
2. Compare los diálogos entre los personajes que intervienen en las dos
versiones.
---------------------
Sermón de la
montaña:
5,1-7,2711
----------------------
Curación de la suegra de 1,29-31 4,38-39 8,14-15
Pedro
11. Cada una de estas unidades literarias será objeto de un análisis más detallado al
considerar cada uno de los evangelios. Esto vale para los discursos que marcan la actividad de
Jesús, para la historia de la pasión y para el anuncio de la resurrección.
--------------------
Discurso de la
misión
9,35-10,42
-------------------
----------------------
Discurso a la
comunidad:
18,1-35
--------------------
1. ¿Cuáles son las secuencias de perícopas en las que Lc sigue el orden de Mc?
2. ¿Cuáles son las secuencias de perícopas en las que Lc y Mt siguen en forma
paralela el orden de Mc?
Bibliografía (1)
Aland, Kurt (ed.), Sinopsis de los cuatro evangelios, con los lugares
paralelos de los Evangelios apócrifos y de los Padres Apostólicos,
(edición bilingüe greco-española del 15. Edición, 2005), Madrid 2007.
La cuestión sinóptica
y los intentos de
solución
1. La iglesia antigua
12. Para una información sobre su persona y su obra remitimos a los manuales de Patrología.
Cfr. Horacio E. Lona - Alberto C. Capboscq, Introducción a la historia de la literatura cristiana de
los tres primeros siglos, Buenos Aires 2012, 85-93.
31
13. La edición crítica del Nuevo Testamento en griego de Nestle - Aland contiene la numeración
propuesta por Eusebio en el margen interior del texto impreso de los evangelios, reproduce la carta
de Eusebio a Carpiano y las diez tablas con la numeración de las perícopas correspondientes.
reúne material de las muchas cosas que Jesús dijo e hizo que no están
contenidas en los otros evangelios (cfr. Jn 21,25), pero que son fide-
dignas, como él mismo lo expresa en el prólogo a su obra (Lc 1,1-4).
El evangelio de Juan, que es el último y supone a los tres primeros, se
distingue de los evangelios sinópticos, que se ocupan de la vida terre-
na de Jesús, en cuanto que anuncia su divinidad desde el principio.
Es improbable que esta visión sobre el orden y la concordancia de
los evangelios haya sido creada por Agustín. Posiblemente se trata
de una opinión ya conocida en la iglesia latina que aquí recibe una
fundamentación detallada. O por el prestigio del autor o por la lógica
de su contenido a partir de algunos presupuestos, lo cierto es que esta
explicación tuvo una gran repercusión histórica, y recién fue puesta en
cuestión en el siglo XVIII.
14. Citamos a los autores más importantes sin considerar otras opiniones que aportan
modificaciones secundarias a las hipótesis básicas.
15. Einleitung in das Neue Testament (3 Bd.), Göttingen 1804-14.
16. Vom Erlöser der Menschen. Nach unseren drei ersten Evangelien … Nebst einer Regel der
Zustimmung unserer Evangelien aus ihrer Entstehnung und Ordnung, Riga 1796.
17. Uber die Schriften des Lukas. Ein kritischer Versuch, Berlin 1817.
18. J. J. Griesbach, Absolvitur commentatio, qua Marci Evangelium totum e Matthaei et Lucae
commentariis decerptum esse monstratur (Pentecostes Solemnia Pie Celebranda Civibus Indicit
Academia Ienensis), Jena 1790.
19. Cfr. De ordine narrationum in evangeliis synopticis, en: Theologische Studien und Kritiken
8 (1835) 570-590.
20. La segunda pregunta de “Sugerencias para trabajos prácticos (5)” es: ¿Cuáles son
las secuencias de perícopas en las que Lc y Mt siguen en forma paralela el orden de Mc? La
respuesta que dimos es: “Como lo muestra la lista de textos que hemos presentado, los textos en
los que Lc y Mt coinciden en el orden de las perícopas son relativamente pocos. En todos los casos
el punto de referencia de estas coincidencias es el orden de Mc. Así se ve en Lc 3,1-4.21-22; 4,1
y Mt 3,1-3.13-17; 4,1 = Mc 1,2-12; en Lc 18,15-29 y Mt 19,13-30 = Mc 10,13-31; en Lc 20,1-47 y
Mt 21,23-23,13 = Mc 11,27-12,40.”
16. Una vez bautizado 10. En cuanto salió del 22. Bajó sobre él el
Jesús, salió luego del agua vio que los cielos Espíritu Santo en forma
agua; y en esto se se rasgaban y que el corporal como una
abrieron los cielos y Espíritu en forma de paloma.
vio al Espíritu de Dios paloma bajaba sobre
que bajaba como una él.
paloma y venía sobre
él.
21. Cfr. Die Evangelische Geschichte kritisch und philosophisch bearbeitet (2 Bde), Leipzig 1838.
22. En el cap. 4 daremos una visión detallada del contenido y teología de “Q”, haciendo ver
también las cuestiones abiertas.
Mc “Q”24
“FP”––––––>Mt Lc <––––––– “FP”25
23. Como ejemplo: la conocida historia del “hijo pródigo” o del “padre misericordioso” (Lc
15,11-32) pertenece a las “fuentes particulares” asumidas por el evangelista. Si se acepta que, por
lo menos en su estructura fundamental, el relato se remonta a Jesús mismo, hay que suponer que
al principio fue trasmitido oralmente en arameo, que luego fue traducido al griego, que en algún
momento fue puesto por escrito, y que finalmente llegó sólo a las manos de Lc.
24. Abreviatura de “Logienquelle”, colección de dichos del Señor.
25. Abreviatura de “Fuentes Particulares”.
Mt 22,1-10 Lc 14,16-24
“El Reino de los Cielos es semejante 16 El le respondió: “Un hombre dio una
a un rey que celebró el banquete de gran cena y convidó a muchos;
bodas de su hijo.
3 Envió sus siervos a llamar a los 17 a la hora de la cena envió a su siervo a
invitados a la boda, pero no quisieron decir a los invitados:
venir.
4 Envió todavía otros siervos, con
este encargo: Digan a los invitados:
‘Miren, mi banquete está preparado, ‘Vengan, que ya está todo preparado.’
se han matado ya mis novillos y
animales cebados, y todo está a
punto; vengan a la boda.’
5 Pero ellos, sin hacer caso, se fueron 18 Pero todos a una empezaron a
el uno a su campo, el otro a su excusarse. El primero le dijo: ‘He
negocio; comprado un campo y tengo que ir a
6 y los demás agarraron a los siervos, verlo; te ruego me dispenses.’
los escarnecieron y los mataron. 19 Y otro dijo: ‘He comprado cinco
yuntas de bueyes y voy a probarlas; te
ruego me dispenses.’
20 Otro dijo: ‘Me he casado, y por eso no
puedo ir.’
(2). 1. Si se admitiera la prioridad de Mt, habría que suponer que Mc, en base
a las tradiciones que él disponía, ha agregado este pasaje que deja muy
mal parados a los parientes de Jesús: Se quieren apropiar de él porque lo
consideran que está fuera de sí, loco. Es más lógico pensar que ni Mt ni Lc
quisieron asumir una afirmación tan negativa sobre Jesús en la considera-
ción de sus familiares, y por eso la dejaron de lado. Esto es un argumento
a favor de la prioridad de Mc.
2. La versión de Mc es la más breve y directa: Jesús fue bautizado por Juan.
Las versiones de Mt y de Lc se entienden como un intento de dejar en claro
que Jesús era el Mesías esperado y que no estaba subordinado a Juan, como
podría pensarse en un lectura simple del relato de Mc: el que bautiza es
más grande que el que es bautizado. Para alcanzar este fin, Mt introduce un
diálogo entre el Bautista y Jesús que pone en claro la preeminencia de Jesús
sobre Juan. Lc opta por una medida más drástica. Inmediatamente antes de
narrar la escena del bautismo de Jesús, señala que Juan fue encarcelado. En
la narración omite decir que Juan bautizó a Jesús, sino que elige una expre-
sión genérica, de que Jesús fue bautizado junto con otros muchos, sin decir
que Juan había sido el autor del hecho. Si Mt fuera el evangelio original, que
afirma tan claramente que Juan tenía necesidad de ser bautizado y no Jesús,
se hace difícil explicar la versión de Mc, que sugiere una relación de depen-
dencia de Jesús con respecto al Bautista.
(3). 1. La genealogía y los otros episodios del evangelio de la infancia (Mt
1,1-2,23); la parábola del siervo sin entrañas (Mt 18,23-35); la parábola de
los obreros de la viña (Mt 20,1-16); la parábola de las diez vírgenes (Mt
25,1-13), etc.
2. El evangelio de la infancia (Lc 1,5-2,52); la historia del buen samaritano
(Lc 10,29-37); las dos hermanas: Marta y María (Lc 10,38-42); la parábola
del administrador infiel (Lc 16,1-8); la historia del hombre rico y del pobre
Lázaro (Lc 16,19-31), etc.
3. Algunos ejemplos: el anuncio de penitencia de Juan el bautista (Mt 3,7-
10, Lc 3,7-9); las tentaciones en el desierto (Mt 4,2-10; Lc 4,3-13); la oración
del Padre nuestro (Mt 6,9-13; Lc 11,2-4), etc.
(4). 1. Las “coincidencias positivas”: “y comieron” (Mt 12,1; Lc 6,1); “le dije-
ron” (Mt 12,2; Lc 6,2); “Señor sobre el sábado es el Hijo del hombre” (Mt
12,8; 6,5). La “coincidencia negativa”: la alusión al Sumo Sacerdote Abiatar.
2. Indicamos sólo algunos detalles. Contenidos semejantes: en ambos
relatos el tema es un gran banquete; los invitados se niegan a venir; el que
organiza el banquete se enoja e invita a otros en su lugar, que se encuen-
tran en los cruces de los caminos. Diferencias: en Mt es un rey; en Lc un
hombre rico; el plural “los siervos” de Mt y el singular “el siervo” de Lc;
los invitados de Mt son violentos y crueles; los de Lc actúan en forma edu-
cada; en Mt el castigo a los invitados es mucho más drástico que en Lc.
Bibliografía (2)
• Introducciones a los evangelios:
Aguirre Monasterio, Rafael - Rodríguez Carmona, Antonio, Evangelios
sinópticos y Hechos de los apóstoles, Navarra 1994.
Aguirre Monasterio, Rafael - Rodríguez Carmona, Antonio, La inves-
tigación de los evangelios sinópticos y Hechos de los apóstoles en el
siglo XX, Navarra 1994.
Fernández Ortiz, Julio, Introducción al estudio de los evangelios,
Madrid 2005.
Guijarro Oporto, Santiago, La buena noticia de Jesús: Introducción a
los evangelios sinópticos y a los Hechos de los Apóstoles, Madrid 1987.
Meynet, Roland, Nueva introducción a los evangelios sinópticos,
Miami 2010.
Ortiz Valdivieso, Introducción a los evangelios, Bogotá 1995.
Rivas, Luis H., ¿Qué es un evangelio?, Buenos Aires 2001.
Varga Machuca, Antonio, Introducción a los evangelios sinópticos,
Madrid 1979.
• Introducciones al Nuevo Testamento:
Brown, Raymond E., Introducción al Nuevo Testamento, Madrid 2002
(= An Introduction to the New Testament, New York/London 1997).
George, Augustin - Grelot, Pierre, Introducción crítica al Nuevo
Testamento, Barcelona 1982 (= Introduction à la Bible.1.5. Introduction
critique au Nouveau Testament, Paris 1976).
Lohse, Eduard, Introducción al Nuevo Testamento, Madrid 1975.
Marxen Willi, Introducción al Nuevo Testamento: Una iniciación a
sus problemas, Salamanca 1983 (= Einleitung in das Neue Testament.
Eine Eiführung in ihre Probleme, Gütersloh 1978).
Vielhauer, Philipp, Historia de la literatura cristiana primitiva
(Biblioteca de estudios bíblicos 72), Salamanca 1991 (= Geschichte der
altchristlichen Literatur, Berlin - New York 1975).
Wikenhauser, Alfred - Schmid, Josef, Introducción al Nuevo Testamento,
Barcelona 1978 (= Einleitung in das Neue Testament, Freiburg 1973).
49
muestran un perfil común entre ellas, pero que es también propio, que
las distingue de otros textos: el punto de partida del relato es siempre un
delito – real o aparente –, que suscita la intervención de diversas personas
que, en la mayoría de los casos, asumen papeles antagónicos: los buenos
y los malos. Cada forma posee rasgos peculiares – si es que pretende un
mínimo de originalidad –, que se reconocen como variaciones individua-
les de textos que pertenecen al mismo género. Volviendo al campo que
nos interesa: Los evangelios sinópticos son “formas” que pertenecen al
mismo género.
Una vez determinada la forma y el género del texto correspondiente, el
segundo paso de la crítica de las formas consiste en distinguir las formas
propias de cada unidad textual, como son un relato de anunciación, un
relato de milagros, las parábolas, los diálogos, los discursos de exhortación,
de revelación de los acontecimientos al fin de los tiempos, etc. A la tarea
de distinguir se une la de considerar la metodología de análisis exigida por
cada una de las formas.
27. Cfr. Rudolf Bultmann, Historia de la tradición sinóptica, Salamanca 2000 (= Geschichte
der synoptischen Tradition, Göttingen 1920). Con algunas modificaciones cfr. Philipp Vielhauer,
Historia de la literatura cristiana primitiva, Salamanca 1991 (= Geschichte der altchristlichen
Literatur, Berlin - New York 1975). La otra obra clásica sobre el tema es de Martin Dibelius, La
Historia de las Formas Evangélicas, Valencia 1971 (= Die Formgeschichte des Evangeliums,
Tübingen 11919 21931). En la terminología utilizada hay diferencias con el estudio de Bultmann,
pero no en la aproximación a los textos. En algunos casos adoptamos las denominaciones de
Dibelius, porque nos parecen más comprensibles cuando se las traduce al castellano que las de
Bultmann.
28. Renunciamos a advertir las diferencias en cada caso.
• NT: “¿No vale la vida más que el alimento, y el cuerpo más que
el vestido?” (Mt 6,25); “¿O hay acaso alguno entre ustedes que al
hijo que le pide pan le dé una piedra, o si le pide un pez, le dé una
culebra?” (Mt 7,9s); “¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos
de los abrojos?” (Mt 7,16); “¿Pueden acaso ayunar los invitados a la
boda mientras el novio esté con ellos?” (Mc 2,19); “¿Podrá un ciego
guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?” (Lc 6,39).
Las preguntas retóricas no esperan ninguna respuesta, sino que en
la pregunta misma está formulada la afirmación que se quiere hacer.
Su contenido se desprende del contexto al que pertenece la pregunta.
chable que no corre tras el oro” (Eclo 31,8); “Dichoso quien no sigue
los consejos de los malvados ni anda mezclado con pecadores” (Sal
1,1); “Dichosos los que caminan rectamente, los que proceden en la
ley de Yahvé” (Sal 119,1); “Dichosos los que guardan sus preceptos,
los que lo buscan de todo corazón” (Sal 119,2).
• NT: “Dichosos los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de
los Cielos. Dichosos los mansos, porque ellos poseerán en herencia
la tierra. Dichosos los que lloran porque ellos serán consolados”
(Mt 5,3-5); “Dichosos sus ojos, porque ven, y sus oídos, porque
oyen” (Mt 13,16); “Dichoso eres Simón, hijo de Jonás, porque no te
ha revelado esto ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en
los cielos” (Mt 17,17).
Hemos traducido con “dichoso” el término hebreo “ashrei” y el
griego “makários”, que a veces se traducen con “feliz” o “bienaven-
turado”. Por este motivo la lista en Mt 5,3-10 se conoce como “las
bienaventuranzas”. Sea cual sea la forma de traducción, el sentido
original no está referido a un sentimiento de felicidad o de dicha, como
lo conocemos cuando nos sentimos muy bien. La bienaventuranza
expresa el beneplácito de Dios sobre el creyente que se hace acreedor
de esta denominación.
1. ¿Por qué la posesión del Reino de los Cielos es la causa para que los pobres
de espíritu sean considerados dichosos?
4. ¿Cuáles son los motivos comunes a las enseñanzas apocalípticas en los dos
textos citados (Lc 17,22-30 y Mc 13,5-9)?
para que hayas de decir: ‘¿Quién irá por nosotros al otro lado del
mar a buscarlos para que los oigamos y los pongamos en práctica?’
Sino que la palabra está bien cerca de ti, está en tu boca y en tu
corazón para que la pongas en práctica “ (Dt 30,11-14).
• NT: “No piensen que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he
venido a abolir, sino a dar cumplimiento. Sí, les aseguro: el cielo y
la tierra pasarán antes que pase una i o una tilde de la Ley sin que
todo suceda. Por tanto, el que traspase uno de estos mandamientos
más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño
en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe,
ése será grande en el Reino de los Cielos” (Mt 5,17-19); “Han oído
que se dijo: No cometerás adulterio. Pues yo les digo: Todo el que
mira a una mujer deseándola, ya cometió adulterio con ella en su
corazón” (Mt 5,27s); “Y les dijo: ‘El sábado ha sido instituido para
el hombre y no el hombre para el sábado. De suerte que el Hijo del
hombre también es señor del sábado’” (Mc 2,27s).
La importancia de la Ley en la conciencia de Israel tiene un amplio
eco en la literatura bíblica. La actitud de Jesús frente a la Ley va desde
su aceptación fundamental, como correspondía a todo creyente judío,
hasta la clara intención de ir más allá de lo escrito, para anunciar la
voluntad salvadora de Dios con la autoridad propia de quien se siente
identificado con el misterio de Dios.
1. Si Jesús no quería cambiar nada de la ley (Mt 5,19-19), ¿por qué contrapone
el mandado del AT con su propia exigencia (Mt 5,27s)?
1.5.2. Comparación
La comparación es una imagen literaria en la que la imagen y
la cosa significada están unidas por una partícula de comparación:
“como”, “así como”, etc. Toda imagen literaria se puede convertir en
comparación: de “Dios es padre” a “Dios es como un padre”.
• AT: “Como las piernas renqueantes del cojo, el proverbio en boca
del necio” (Prov 26,7); “Como una viuda ha quedado la grande
entre las naciones” (Lam 1,1); “Como anhela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío” (Sal 42,2); “Sacó como un ganado a
su pueblo, como rebaño los guió por el desierto” (Sal 78,52); “Todos
nosotros como ovejas erramos” (Is 53,6); “Como un cordero al
degüello era llevado, y como oveja que ante los que la trasquilan
está muda, tampoco él abrió la boca” (Is 53,7).
• NT: “Miren que yo los envío como ovejas en medio de lobos” (Mt
10,16); “Entonces brillarán los justos como el sol en el Reino de su
Padre” (Mt 13,43); “Pues en la resurrección, ni ellos tomarán mujer
ni ellas marido, sino que serán como ángeles en el cielo” (Mt 22,30);
“El Espiritu descendió sobre él como una paloma” (Mc 1,10); “El
Reino de Dios es como un hombre que echa el grano en la tierra”
(Mc 4,26); “El que no reciba al Reino de Dios como un niño, no
entrará en él” (Mc 10,15); “Yo veía a Satanás caer del cielo como un
rayo” (Lc 10,18); “Si tuvieran una fe como un grano de mostaza”
(Lc 17,6).
La diferencia entre la imagen literaria y la comparación no es sola-
mente formal. La partícula de comparación crea una mayor distancia
entre la imagen y la cosa significada de la que se da en la imagen litera-
ria. Si decimos: “Él es un león”, afirmamos una identificación entre la
imagen y la cosa significada que queda reducida o relativizada cuando
decimos: “Él es como un león”.
1.5.3. Metáfora
El término griego “metaphorá” significa traslado, movimiento de
un lugar a otro. En literatura se denomina “metáfora” a un modo de
expresión por medio de una imagen, sin que se nombre a la cosa a la
que se refiere en un “sentido trasladado”. La metáfora es la forma más
clara del uso del lenguaje en sentido “impropio”.
• AT: “¡Diga la casa de Israel: es eterno su amor!” (Sal 118,2); “Tus
manos me han hecho y me han formado” (Sal 119,73); “¡Qué sabro-
sos tus amores!” (Cant 4,10); “La hija de Sión ha quedado privada
de todo su esplendor” (Lam 1,6); “La cólera de Dios me acosa y
me desgarra, enseña sus dientes rechinando contra mí” (Job 16,9);
“Sacúdete el polvo, levántate, cautiva Jerusalén” (Is 52,2); “Mira
que he puesto mis palabras en tu boca” (Jer 1,9).
• NT: “Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que
no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (Mt 3,10); “No den
a los perros lo que es santo, ni echen sus perlas delante de los puer-
cos, no sea que las pisoteen con sus patas” (Mt 7,6); “Padre nuestro,
que estás en los cielos” (Mt 6,9); “Los hijos del Reino serán echados a
las tinieblas de fuera; allí será el llanto y el rechinar de dientes” (Mt
8,12); “Espera que primero se sacien los hijos, pues no está bien tomar
el pan de los hijos y echárselo a los perritos” (Mc 7,27).
La comunicación por medio de la metáfora supone una amplia base
de conceptos e imágenes – reflejos de un ambiente cultural determina-
do – compartida por los interlocutores. La falta de referencia explícita
a la cosa significada exige esa base común para que la metáfora pueda
ser entendida en su sentido cabal. Al rezar el “Padre nuestro” los cre-
yentes saben que se están refiriendo a Dios. La metáfora “Padre” para
dirigirse a Dios puede ser entendida en formas diferentes a causa de
la “polivalencia” semántica de toda imagen. El Demiurgo platónico en
el diálogo “Timeo” se llama muchas veces “Padre de todas las cosas”,
porque está presentado como el “creador” de toda la realidad. “Padre”
es, en este caso, una metáfora para indicar la fuerza generativa. En la
mitología griega Zeus es el padre porque ejerce su poder despótico
sobre dioses y hombres. “Padre” es la metáfora del poder absoluto al
que se someten sus “hijos”. Para entender adecuadamente el sentido
de la metáfora de “Padre” aplicada a Dios en el lenguaje bíblico y,
específicamente, en el lenguaje de Jesús, es necesario tener en cuenta
el uso del término en los muchos pasajes que lo testimonian. Sólo esto
permitirá entender su sentido básico: el “Padre” designa al poder pro-
tector de Dios en la historia, al que el creyente puede confiarse plena-
mente, pero sin “disponer” de él.
30. La investigación actual se inclina a considerar al relato como parábola. Los modos de
siembra en Palestina eran muy precarios y había que contar con una pérdida apreciable de la
semilla. Cfr. J. Jeremías, Interpretación de las parábolas, Estella 1971 (= Die Gleichnisse Jesu,
Göttingen 81970).
1. Los relatos del tesoro escondido y de la perla (Mt 13,44-46), ¿deben enten-
derse como parábolas o como relatos parabólicos?
2. Destaque los elementos que hacen que la historia del rey y de los dos deu-
dores (Mt 18,23-35) tenga que ser considerada como un relato parabólico.
1.5.5 Alegoría
(3) 1. Jesús acepta la ley como expresión de la voluntad de Dios, pero sabe
también sobre la posibilidad de falsear su contenido. Con la exigencia –
“pero yo les digo” – se expresa el intento de interpretar la ley en su sentido
original, aunque esto signifique una radicalización de la propia exigencia.
2. El que no acepta la corrección de la comunidad, será excluido de ella.
El texto no dice si esta medida es definitiva o se limita a un determinado
tiempo.
3. La comunidad es la gran familia de Dios, a quien los creyentes recono-
cen como el único Padre en tanto que ellos están unidos por el lazo de la
fraternidad.
(4) 1. Los destinatarios del anuncio de salvación no son los escribas de los
fariseos, que se consideraban justos ante Dios, sino los cobradores de
impuestos y los pecadores.
2. La comunidad de Jesús no aspira al poder, como lo muestran Santiago y
Juan con su pedido, sino que se basa en una actitud de servicio y de dona-
ción de la propia vida.
3. La discordia y la división son fenómenos propios de los acontecimientos
al fin de los tiempos, como lo expresan muchos textos apocalípticos. Jesús
mismo es la causa de división de acuerdo a la decisión que se tome frente
a su persona.
(5) 1. Dios es el pastor del creyente, en cuanto que lo guía y protege.
2. La ciudad sobre el monte que está a la vista de todos, indica la función
de la comunidad cristiana en la sociedad.
3. La cierva sedienta es el creyente que tiene “ansia” de Dios.
4. Los cuerpos resucitados pertenecen a una realidad trascendente, más
allá de las diferencias sexuales.
5. La metáfora se refiere a la desgracia de Jerusalén durante el tiempo del
exilio en Babilonia.
6. La metáfora se refiere al castigo de los judíos que rechazan la oferta de
salvación que anuncia Jesús.
(6) 1. Es verdad que no se encuentra todos los días un tesoro escondido o una
perla valiosa, pero lo que hace que estos relatos pertenezcan a las pará-
bolas es el comportamiento de los personajes que actúan en forma muy
lógica. Ante la certeza de poder enriquecerse en una forma única, no dejan
pasar la oportunidad y venden todo lo que tienen. No lo hacen por un
ideal de pobreza, sino porque saben que sólo de ese modo pueden acceder
a un bien mucho más valioso.
2. Lo que el primer siervo le debe al rey es una cantidad exorbitante. Era
imposible tener una deuda de 10.000 talentos: nadie podía tener tanto
dinero. Haga la cuenta, traduciendo las sumas a la moneda nacional: 1
denario = 1 jornal; 1 talento = 6.000 denarios. Y el siervo le debe al rey
10.000 talentos, y ¡éste le perdona la deuda! Un cuento fantástico.
32. La diferencia con las discusiones en el Evangelio de Juan es fácil de percibir. En el cuarto
evangelio el diálogo con los adversarios brinda la ocasión para que Jesús se explaye en una
extensa declaración teológica que deja en segundo plano a los contrayentes. El diálogo es un
discurso disimulado.
33. Seguimos los datos del evangelio de Mc.
* Los saduceos (Mc 12,18): se presentaban como descendientes del sacerdote Sadoq,
que había actuado en tiempos de David (2 Sam 8,17; 15,24-36) y de Salomón (1 Re
2,35), aunque su origen era mucho más tardío. Constituían la aristocracia sacerdotal,
eran responsables del orden del Templo, y tenían influencia en el Sanedrín, el consejo
legislativo, que elegía al Sumo Sacerdote.
* Los Sumos Sacerdotes y los ancianos (Mc 8,31; 11,27; 14,43.53; 15,1, etc.): la forma
singular “Sumo Sacerdote” designa a la máxima autoridad dentro del judaísmo en el
ámbito del culto y de la jurisprudencia. Con la forma plural “Sumos Sacerdotes” se
llamaba así a los antiguos Sumos Sacerdotes y a los miembros más destacados de la
aristocracia sacerdotal y levítica. Los ancianos lo constituían un grupo de dirigentes
que, por su edad y su sabiduría, eran respetados por el pueblo.
* Los herodianos (Mc 3,6; 12,13): pertenecían o se identificaban con la dinastía del rey
Herodes el Grande (40/37 - 4 a.C.), y defendían posiciones cercanas a los saduceos.
En el tiempo de la predicación de Jesús tenían como referencia a Herodes Antipas (4
a.C. - 39 d.C.), que regía sobre Galilea.
Después de la destrucción del Templo de Jerusalén los autores cristianos consideran
a los escribas y a los fariseos como miembros del mismo grupo, aunque en su origen
se distinguían claramente. En los evangelios aparecen con frecuencia los represen-
tantes de varios grupos juntos como interlocutores de Jesús (cfr. Mc 3,6; 7,1.5; 8,31;
10,33; 11,27; 14,43, etc.
Estos son los grupos con los que Jesús discute. Había también otros grupos, pero
que no entran en contacto con Jesús en forma directa: los levitas y sacerdotes, que se
consideraban descendientes del Patriarca Levi y del Sacerdote Aarón respectiva-
mente, que participaban en el culto en el Templo de Jerusalén; los zelotas y sicarios,
que buscaban la liberación del poder romano y habían comenzado sus actividades
con Judas, el Galileo, contemporáneo de Jesus; los esenios, surgidos en el contexto de
la revuelta macabea, de los que un grupo significante habitaba en Qumrán, donde
habían fijado su residencia; los apocalípticos, que anunciaban el fin de los tiempos,
como Juan el Bautista en el Jordán.
2. Mc 2,17: “No necesitan médico los que están bien, sino los que están mal;
no he venido a llamar a justos, sino a pecadores”.
3. Mc 12,17: “Den al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios”.
(2) 1. Mc 10,29s: “Yo les aseguro: nadie que haya dejado casa, hermanos, her-
manas, madre, padre, hijos o hacienda por mí y por el Evangelio, quedará
sin recibir el ciento por uno: ahora al presente, casas, hermanos, hermanas,
madres, hijos y hacienda, con persecuciones; y en el mundo venidero, vida
eterna”.
2. Mt 18,22: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”.
3. Mt 19,12: “Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay
eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien
pueda entender, que entienda”.
(3) 1. Lc 9,58: “Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el
Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
2. Lc 9,62: “Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto
para el Reino de Dios”.
3. Lc 10,41s: “Marta, Marta, te preocupas y te agitas por muchas cosas; y
hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola. María ha elegido la parte
buena, que no le será quitada”.
34. Este tipo de análisis tiene sus raíces en el libro de Vladimir Propp, Morfología del cuento,
Leningrado 1928 (traducción española, Madrid 1971), que reduce los contenidos de una gran
cantidad de cuentos rusos a pocas estructuras fundamentales.
3.2.1. Exorcismos
El exorcismo es una acción curativa por la que una persona, gracias
a la mediación de un taumaturgo, es liberada de la posesión de un
espíritu malo. En este contexto, no discutimos si es que existen estos
malos espíritus como una realidad espiritual y personal, o si es que
se trata de una enfermedad psíquica. Si el relato los menciona, tienen,
por lo menos, una realidad narrativa. El mundo antiguo ignoraba
estas distinciones. A toda persona que mostraba signos de alienación,
de estar fuera de sí o desquiciada, se la consideraba como poseída por
un espíritu malo que la privaba de autodeterminación. A esta pérdida
de autonomía seguía la acción guiada por la fuerza del espíritu malo,
o se exteriorizaba en algunos síntomas típicos: el reconocimiento del
poder del taumaturgo, la violencia del endemoniado, la incapaci-
3.2.2. Terapias
Las terapias son actos de curación que devuelven la salud a un enfer-
mo. Son muchos los relatos que pertenecen a esta categoría: Mc 1,29-31
(la suegra de Pedro con fiebre); Mc 1,40-45 (un leproso); Mc 2,1-12 (un
paralítico); Mc 3,1-6 (el hombre con la mano árida); Mc 5,21-24.35-43 (la
hija del jefe de la sinagoga); Mc 5,25-34 (la mujer con el flujo de sangre);
Mc 7,32-37 (un sordomudo); Mc 8,22-26 (el ciego de Betsaida); Mc 10,46-
52 (el ciego de Jericó); Lc 7,1-10 (el siervo del centurión); Lc 7,11-17 (el
hijo de la viuda de Naín); Lc 17,12-19 (los diez leprosos).
En la historias de Mc 5,21-24.35-43 (la hija del jefe de la sinagoga) y
de Lc 7,11-17 (el hijo de la viuda de Naín) el objeto de la curación ya ha
muerto, y frecuentemente se habla de “resurrección” – como en el caso
de Lázaro (Jn 11,1-46) –, pero preferimos incluir estos textos dentro de
las terapias y evitar el término “resurrección” para no incurrir en una
confusión semántica. La “resurrección” significa el acceso a una pleni-
tud de vida otorgada por Dios, más allá del tiempo y sus efectos, como
en la resurrección de Jesús. En los textos citados habría que hablar con
propiedad de términos en “revivificación”. Estos personajes pasan de
3.2.3. Epifanías
El término “epifanía” significa “manifestación”, “revelación”, en el
sentido de que algo se hace visible, como una luz que brilla o un objeto
luminoso que irrumpe en el horizonte. En el lenguaje religioso la epi-
fanía no es un fenómeno meramente visual. Lo que se manifiesta per-
tenece al mundo de lo divino que se revela en el ámbito de lo humano
y puede ser percibido por el hombre. El testigo de la epifanía hace, al
mismo tiempo, la experiencia de sus límites al verse superado por lo
que percibe: está fuera de sí (Mc 16,8), no sabe con quién está hablando
o no lo reconoce (Lc 24,16), siente temor y perturbación (Mc 6,50; Mt
14,26; Lc 9,32; 24,5), dice cosas inapropiadas (Mc 9,5).
Pertenecen a esta categoría los siguientes relatos: las apariciones de
ángeles (Mt 1,20; 28,2 [Mc 16,5; Lc 24,4]35; Lc 1,11; 1,26); la paloma y la
35. Los personajes vestidos con túnicas blancas o resplandecientes, representan a los
ángeles como mensajeros de Dios.
36. Para dar una visión más completa del material literario, incluimos también textos que
pertenecen al evangelio de Juan.
37. Por otro lado, tenemos que reconocer que el hombre moderno no siempre es consecuente
en la aplicación del principio de causalidad como explicación de lo que ocurre en el mundo. Si
tenemos dolor de muelas acudimos al dentista sin pensar que el dolor es un castigo divino, pero
si sufrimos una desgracia inesperada que nos toca de cerca: la muerte de un hijo pequeño, la
enfermedad repentina y grave de quien gozaba de buena salud etc., muchas veces surge la
pregunta aparentemente anacrónica, pero siempre acuciante: “¿por qué Dios me castigó?”, como
si el modelo de la causalidad no fuera proporcionado a la desgracia que se sufre.
1. ¿Qué relación tienen los exorcismos con el anuncio del Reino de Dios?
2. ¿Qué diferencia hay entre “milagros” y “relatos de milagros”?
3. ¿Qué distingue a la comprensión moderna del milagro de la comprensión
en el mundo antiguo?
Textos narrativos
El análisis de textos narrativos puede realizarse siguiendo diferentes
modelos. Lo que aquí ofrecemos no es más que una forma de análisis, que
no es la única válida. La elegimos porque es simple en sus principios y
en su aplicación, y es adecuada para destacar la estructura formal de una
narración. Renunciamos a darle un nombre específico porque no sería de
gran ayuda. La categoría “análisis estructural” es demasiado amplia y se
utiliza para formas de análisis muy distintas entre sí. Recurrir al término
“estructuralismo” tampoco haría las cosas más simples, porque primero
habría que precisar la propia comprensión de “estructuralismo”. Por este
motivo, pasamos a exponer los pasos que damos en la forma de análisis que
proponemos, dejando de lado su denominación.
* El primer paso consiste en la delimitación de la unidad narrativa que
será el objeto de análisis. Los evangelios sinópticos no están formados por
unidades fragmentadas, con claras señales de separación, sino que confor-
man una narración que hilvana los acontecimientos en una sucesión fluida.
En esta tarea de delimitación hay que considerar el contexto más amplio,
para ir luego determinando las unidades más pequeñas. El bautismo de
Jesús (Mc 1,9-11) pertenece a la unidad 1,4-13. Después de la aparición
y anuncio del Bautista (1,4-8), Jesús se presenta para ser bautizado por
éste (1,9-11). La unidad concluye con la mención de las tentaciones en el
desierto (1,12-13). Los signos que señalan el fin o el comienzo de una uni-
dad narrativa son diversos: el cambio de lugar y/o de tiempo, el cambio
de forma literaria, el corte argumental que introduce a un nuevo tema,
etc., aunque no siempre la línea divisoria entre un texto y otro es clara.
Damos algunos ejemplos simples: los tres milagros narrados en Mt 8,1-14
comienzan con un dato espacial que los distingue de la unidad anterior:
V.1: “Y bajando del monte lo seguían muchas personas”; V.5: “Entrando a
Cafarnaúm le salió al encuentro un centurión …”; V.14: “Y yendo Jesús a
la casa de Pedro …”
* Todo hecho que ocurre, se alinea en las coordenadas de espacio y
tiempo. En todo lo que ocurre hay actores que hacen algo para que el con-
tenido llegue a ser una narración. En una fábula los actores son animales,
en una historia son generalmente los seres humanos, pero éstos pueden ser
puestos en relación con otros elementos que actúan de acuerdo a su ser. La
semilla que siembra el campesino, crece y se desarrolla hasta alcanzar su
madurez. A nivel narrativo tanto el campesino como la semilla son actores
en la acción que se relata.
* El análisis selecciona y alista los elementos que componen el relato
en códigos. El código es el principio ordenador de múltiples unidades que
tienen como punto en común la pertenencia al código en cuestión. Si
hablamos del código de tránsito, nos referimos a todas las determinaciones
que pertenecen al tránsito de vehículos por las calles; el código de costumbres
reúne todos los hábitos y los modos de comportarse que sirven de norma a
los habitantes de un lugar. Quien no los siguiera, sería un “mal educado”.
Además de los códigos utilizados en el ámbito jurídico, la vida humana se
desarrolla siguiendo los códigos vigentes en cada cultura.
* No todos los códigos tienen la misma importancia en cada relato; a
veces uno está subordinado a otro. Pero su determinación es siempre útil
para precisar la estructura formal del relato. El código espacial reúne todo
aquello que se refiere al lugar y a los movimientos de los actores en el rela-
to. El código temporal hace lo mismo en el orden del tiempo y de la sucesión
de los acontecimientos. El código de los actores o de las personas reúne las
acciones de los que participan en el relato. Basta tomar nota de los verbos
referidos a la acción de cada sujeto.
* Damos un ejemplo con un relato breve, para mostrar la aplicación del
método de análisis. Se trata de Mc 4,26-29: la parábola de la semilla que
crece sola. Anotamos los códigos y sus componentes.
- código temporal: tiempo de la cosecha; tiempo del crecimiento en el que
se suceden las noches y los días; tiempo de la cosecha.
- código espacial: el movimiento implícito del campesino que sale a sem-
brar la cosecha, y luego vuelve a su casa donde duerme y se levanta cada
día. El envío de los cosechadores en el tiempo de la cosecha.
- código de los actores:
. el campesino: siembra la semilla, se acuesta, se levanta, envía a los
cosechadores.
. la semilla: es arrojada a la tierra, brota y crece, es cosechada.
. la tierra: actúa unida a la semilla: por sí misma da fruto: el tallo, la
espiga, el trigo en la espiga.
Entre los códigos hay puntos de relación de los que surge la significa-
ción. Ésta se orienta en dos sentidos: la línea del desarrollo de la semilla
hasta llegar a convertirse en trigo en la espiga, y la línea del campesino,
que está marcada por una aparente “pasividad”. La acción de la siembra
de la semilla es necesaria para que se pueda contar la historia. Con la
Bibliografía (3)
Bultmann, Rudolf, Historia de la tradición sinóptica (Biblioteca de
estudios bíblicos 102), Salamanca 2000 (= Geschichte der synoptischen
Tradition, Göttingen 1920).
Dibelius, Martin, La Historia de las Formas Evangélicas, Valencia
1971 (= Die Formgeschichte des Evangeliums, Tübingen 11919 21931).
Jeremias, Joachim, Interpretación de las parábolas, Estella 1971 (= Die
Gleichnisse Jesu, Göttingen 81970).
Lohfink, Gehrhard, Ahora entiendo la Biblia: crítica de las formas,
Madrid 1977 (= Jetzt verstehe ich die Bibel. Sachbuch zur Formkritik,
Stuttgart 1973)
La colección
de dichos
del Señor (= Q)
38. Algo de esto hemos visto al tratar la “crítica literaria” y la distinción entre “tradición” y
“redacción” (cfr. cap. 1/3.2.1).
105
39. Citamos algunas obras de importancia que no han sido traducidas al castellano. La
bibliografía al fin del capítulo completa lo que se cita aquí. Entre los comentarios cfr. Thomas W.
Manson, The Sayings of Jesus: As recorded in the Gospels according to St. Matthew and St. Luke
arranged with Introduction and Commentary, London 1947; Siegfried Schulz, Q. Die Spruchquelle
der Evangelisten, Zürich 1972; Athanasius Polag, Fragmenta Q. Textheft zur Logienquelle,
Neukirchen - Vluyn 1979; Dieter Zeller, Kommentar zur Logienquelle (SKK.NT 21), Stuttgart 1984;
Paul Hoffmann - Christoph Heil, Die Spruchquelle Q. Studienausgabe Griechisch und Deutsch,
Darmstadt/Leuven 2002. Entre los estudios: Dieter Lührmann, Die Redaktion der Logienquelle
(WMANT 33), Neukirchen/Vluyn 1969; Richard A Edwards, A Theology of Q. Eschatology,
Prophecy and Wisdom, Philadelphia 1976; Athanasius Polag, Die Christologie der Logienquelle
(WMANT 45), Neukirchen-Vluyn 1977; Paul Hoffmann, Studien zur Theologie der Logienquelle
(NTA NF 8), Münster 31982; Alan Kirk, The Composition of the Sayings Source: Genre, Synchrony
and Wisdom Collections in Q (NT.S 91), Leiden 1998.
40. El único investigador que prefirió el orden dado en Mt fue Adolf Harnack, Sprüche und
Reden Jesu. Die zweite Quelle des Matthäus und Lukas. Beiträge zur Einleitung in das Neue
Testament 2, Leipzig 1907, pero su propuesta no encontró seguidores.
41. La recepción de “Q” en Lc será considerada más en detalle al presentar al tercer evangelio.
42. Nos apoyamos en las ediciones de Polag, Fragmenta Q, y de Hoffmann - Heil, Die
Spruchquelle Q (cfr. nota 39). – En pocos pasajes no se sigue el orden de la secuencia de Lc para
mantener la unidad temática. Cfr. Lc 6,37-38; 6,31; 6,39. Lc 9,61-62; 9,1-2; 10,2.
Nr. Lc Mt
A. Los comienzos
1. [Aparición del Bautista] 3,2b-3 a 4 3,1-3
2. Llamado a la penitencia 3,7-9 3,7-10
El bautismo del Espíritu 3,16-17 3,11-12
3. [El bautismo de Jesús] 3,21b-22 3,13.16
4. Las tentaciones de Jesús 4,1-13 4,1-11
C. Juan el Bautista
14. La pregunta del Bautista 7,18-20 11,2-3
La respuesta de Jesús 7,22-23 11,4-6
15. Testimonio sobre el Bautista 7,24-26 11,7-9
Cita de Mal 3,1 7,27 11,10
El mayor 7,28 11,11
16. Los niños tercos 7,31-35 11,16-19
E. La oración
26. El Padrenuestro 11,2-4 6,9-13
27. La oración de petición 11,9-10 7,7-8
28. El padre y el pedido del hijo 11,11-13 7,9-11
F. Controversias
29. La acusación de endemoniado 11,14-15 12,22-24
1° respuesta: El reino de Satanás 11,17-18 12,25-26
2° respuesta: El reino de Dios 11,19-20 12,27-28
30. Con Jesús o contra Jesús 11,23 12,30
31. La recaída 11,24-26 12,43-45
32. El pedido de un signo 11,29 12,39
33. La interpretación del signo 11,30 12,40
34. La reina del sur y los ninivitas 11,31-32 12,41-42
35. La luz sobre el candelabro 11,33 5,15
Sobre el ojo 11,34-36 6,22-23
36. 1° Ay: Los vasos 11,39b-41 23,25-26
2° Ay: El diezmo 11,42 23,23
3° Ay: La busca de honores 11,43 23,6-7
4° Ay: Las tumbas ocultas 11,44 23,27-28
5° Ay: Las cargas 11,46 23,4
6° Ay: Las tumbas de los profetas 11,47-48 23,29-31
El asesinato de los profetas 11,49-51 23,34-36
7° Ay: La llave del conocimiento 11,52 23,13
G. Confesión
37. Ocultar / Revelar 12,2 10,26
En secreto / Públicamente 12,3 10,27
38. No temer a los hombres 12,4-5 10,28
Más valiosos que los pajarillos 12,6-7 10,29-31
39. Confesar a Jesús 12,8-9 10,32-33
40. La blasfemia contra el Espíritu 12,10 10,32
41. La asistencia del Espíritu 12,11-12 10,19
42. [La huída por las ciudades de Israel] - 10,23
H. La preocupación correcta
43. Contra las preocupaciones 12,22-31 6,25-33
[Pequeño rebaño] 12,32 -
44. El tesoro en el cielo 12,33-34 6,19-21
45. Estar atentos 12,35 (“FP”?) -
Los siervos atentos 12,36-38 (“FP”?) -
46. El dueño de casa y el ladrón 12,39-40 24,43-44
47. El siervo fiel y el infiel 12,42-46 24,45-51
48. Traer fuego a la tierra 12,49-50
Bautismo y divisiones 12,51.52.-53 (“FP”?) 10,34-36
K. La responsabilidad
64. Los escándalos 17,1 18,7
65. Perdón fraternal 17,3b-4 18,15.21-22
66. La fe 17,6 17,20
L. Fin de los tiempos
67. Falsas expectativas mesiánicas 17,21-23 24,23
Como el relámpago 17,24 24,27
El cadáver y los buitres 17,37 24,28
68. Como en el tiempo de Noé 17,26-27 24,37-39a
Como en el tiempo de Lot 17,28-30 (“FP”?) 24,39b
69. Decisión 17,31-32 24,17-18
70. Salvar la vida 17,33 10,39
71 Dos destinos 17,34-35 24,40-41
72. [Participación en el juicio] 22,28-30 (“FP”?) 19,28
73. [El dinero prestado] 19,12-27 (“FP”?) 25,14-30
Textos inseguros
4a. Aparición de Jesús 4,14-16 4,12-13
5a. Ayes de amenaza 6,24-26 (“FP”?) -
26a. El amigo inoportuno 11,5-8 (“FP”?) -
36a. La levadura de los fariseos 12,1b -
47a. Responsabilidad y exigencia 12,47-48 (“FP”?) -
56a. Exaltación / Humillación 14,11 (“FP”?) 23,12
62a. Validez de los mandatos de la ley - 5,19
67a. El deber del siervo 17,7-10 (“FP”?) -
43. El problema fue estudiado por D. Lührmann, Die Redaktion der Logienquelle (WMANT
33), Neukirchen - Vluyn 1969.
2. Forma literaria
Si se habla de la existencia de “Q” sin tener en cuenta la lista y el
orden de los textos pertinentes, la afirmación aparece como muy hipo-
tética y carente de fundamento, como si fuera una construcción cien-
tífica de poca consistencia. Probablemente la sensación sea otra si es
que se consideran cuidadosamente los textos que hemos presentado,
atendiendo al orden de los contenidos. Pero aún así puede persistir la
impresión de estar frente a algo excepcional, fuera de lo común y que,
por ello, no se puede aceptar sin más.
Una mirada atenta a la forma literaria de “Q” descubre otra reali-
dad. La forma de la colección de dichos, sin transmitir ninguna acción
ni contar ninguna historia, era conocida y apreciada en las culturas del
Cercano Oriente, y tiene claros paralelos en algunos escritos del AT44.
Dentro de los “libros sapienciales” hay textos que no son nada más que
colecciones de dichos sapienciales, como en el Libro de los Proverbios,
en el Eclesiástico o Sirácide, en el Eclesiastés o Qohelet, y en el Libro
de la Sabiduría. Damos dos ejemplos de esta literatura:
Proverbios 30,1-9:
1. Palabras de Agur, hijo de Jaqué, de Masá. Oráculo de este hombre
para Itiel, para Itiel y para Ucal.
2. ¡Soy el más estúpido de los hombres! No tengo inteligencia humana.
3. No he aprendido la sabiduría, ni conozco la ciencia santa.
4. ¿Quién subió a los cielos y volvió a bajar? ¿quién ha recogido viento
en sus palmas? ¿quién retuvo las aguas en su manto? ¿quién esta-
bleció los linderos de la tierra? Dime cuál es su nombre y el nombre
de su hijo, si lo sabes.
5. Probadas son todas las palabras de Dios; él es un escudo para cuan-
tos a él se acogen.
6. No añadas nada a sus palabras, no sea que te reprenda y pases por
mentiroso.
44. El fenómeno no se limita a textos bíblicos. Dentro de la literatura rabínica hay que
destacar los “Dichos de los Padres” o “Pirke Aboth”, que reúnen una cantidad de sentencias de tipo
sapiencial atribuidas a algún rabino. La edición más difundida es la de R. Travers Herford, Pirke
Aboth. The Ethics of the Talmud: Sayings of the Fathers, New York 1945.
45. Ya hemos aludido al tema. Cfr. Cap. 3.1.1.1. Principios y proverbios (refranes).
46. Cfr. Horacio E. Lona - Alberto C. Capboscq, Introducción a la literatura cristiana de los tres
primeros siglos, Buenos Aires 2012, 39-47.
lo que aborrecen, pues ante el cielo todo está patente, ya que nada
hay oculto que no termine por quedar manifiesto y nada escondido
que pueda mantenerse sin ser revelado”.
7. Jesús dijo: “Dichoso el león que al ser ingerido por un hombre se
hace hombre; abominable el hombre que se deja devorar por un
león y éste se hace hombre”.
8. Y dijo: “El hombre se parece a un pescador inteligente que echó su
red al mar y la sacó de él llena de peces pequeños. Al encontrar
entre ellos un pez grande y bueno, aquel pescador inteligente
arrojó todos los peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez
grande”.
9. Dijo Jesús: “He aquí que el sembrador salió, llenó su mano y des-
parramó. Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y
vinieron los pájaros y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra
y no arraigaron en la tierra ni hicieron germinar espigas hacia el
cielo. Otros cayeron entre espinas – éstas ahogaron la simiente – y el
gusano se los comió. Otros cayeron en tierra buena y (ésta) dio una
buena cosecha, produciendo 60 y 120 veces por medida”.
10. Dijo Jesús: “He arrojado fuego sobre el mundo y vean que lo man-
tengo hasta que arda”.
Evangelio de Felipe 28-34
28. El (hombre) celestial tiene más hijos que el terrenal. Si los hijos de
Adán son numerosos a pesar de que mueren, cuántos más son los
hijos del hombre perfecto, que no mueren sino que son engendra-
dos de continuo.
29. El Padre crea a un Hijo, pero el Hijo mismo no puede crear a nin-
gún hijo. Pues es imposible que el engendrado engendre por su
propia parte. Sino que el Hijo engendra para sí mismo a hermanos
en lugar de hijos.
30a. Todos los que son engendrados en el mundo se engendran por la
naturaleza, y los otros se alimentan de aquello por lo que fueron
engendrados.
31. Los perfectos son concebidos por un beso, y nacen. Por eso nos
besamos también unos a otros. Nosotros recibimos la concepción
de la gracia que poseemos mutuamente.
32. Había tres mujeres que estaban siempre con el Señor: su madre,
[su] hermana y la Magdalena - la que es llamada su compañera.
Pues María se llama su hermana, y también su madre se llama así
y también su compañera.
33. ‘Padre’ e ‘Hijo’ son nombres sencillos, ‘Espíritu Santo’ es un nom-
bre compuesto. Pues el Padre y el Hijo existen en todas partes: están
arriba y abajo, en secreto y visiblemente. El Espíritu Santo está en lo
visible, abajo, y está en lo invisible, arriba.
34. Los santos son servidos por los poderes malos, pues esos están
cegados por el Espíritu Santo para que piensen que sirven a un
humano, cuando en realidad lo hacen frente a los santos. A causa
de esto, (cuando) un día un discípulo le pidió al Señor algo terreno,
él le dijo: “Pide a tu Madre y ella te regalará de lo ajeno”.
El Evangelio de Tomás se presenta ya en su título como una colec-
ción de palabras de Jesús, y la mayoría de los dichos lo remarcan
expresamente. El Evangelio de Felipe tiene esta denominación – aña-
dido posteriormente – al final de la colección. Dado que ambos textos
constan sólo de palabras del Señor o de comentarios teológicos, sin
pasajes narrativos, ni el uno ni el otro tienen la estructura propia de
los evangelios canónicos. Con respecto a “Q”, se diferencian en cuanto
que el orden de los dichos sigue un esquema muy diferente, que des-
conoce el orden “tradicional” de ubicar la aparición de Juan el Bautista
al comienzo, y al discurso escatológico al final.
Los dos textos de Nag Hammadi que hemos citado representan un
estadio posterior en la transmisión de las palabras de Jesús, en el que
se refleja claramente la influencia del pensamiento gnóstico.
En síntesis: la forma literaria de “Q” no es un hecho extraordinario
dentro del pensamiento bíblico y post-bíblico. Aunque no se lo deba
tomar en forma aislada, este hecho refuerza la hipótesis de la existen-
cia de “Q” y de su aporte a la formación de Mt y de Lc.
3. Medio de origen
Un dato importante para responder a la cuestión del medio de ori-
gen de “Q” es que el documento no es una traducción del arameo o del
hebreo, sino que fue escrito en griego. Pensamos que los evangelistas
dispusieron de una versión escrita de ”Q”, porque así es más fácil
explicar las coincidencias literales entre ambos, que partiendo de una
tradición oral. Si fue así, hay que ver en su origen la acción de judeo-
cristianos helenistas que, al escribir en griego, escribían en su “propia
lengua”. La conclusión que sigue de esta observación es que la colec-
ción de estos dichos se realizó en algún lugar de la diáspora helenista.
La pregunta por el medio de origen está estrechamente unida a
la pregunta por el proceso del que surge este documento. Para dar
una respuesta, hay que tener en cuenta el crecimiento de las primeras
comunidades y las circunstancias que acompañan el nacimiento de la
literatura cristiana.
Los judíos palestinos que se reunieron en nombre de Jesús por la
fe en que Dios lo había resucitado de entre los muertos, se abocaron a
la tarea de la “re-presentación” de su experiencia con Jesús rememo-
rando sus palabras y las muchas facetas de su mensaje. El anuncio del
Señor resucitado no podía hacerse con fórmulas de fe despojadas de
una historia, sino que requería hablar de Jesús, narrando sus hechos y
citando sus palabras. Era necesario dar a conocer a Jesús a los muchos
judíos que nunca habían lo habían visto o nunca habían sentido hablar
de él. El estilo narrativo no era una opción retórica, sino una necesidad
vital para poder divulgar la propia fe. En la medida en que los judíos
palestinos fueron los primeros transmisores del mensaje de la fe, se sir-
47. De este sustrato arameo no han quedado más que unos pocos restos aislados, como
“talitha kum” (Mc 5,41), “ephata” (Mc 7,34), “abbá” (Mc 14,36), “eloi, eloi, lema sabachthani” (Mc
15,34).
2. ¿Quiénes son los traductores de la tradición oral sobre Jesús del arameo
original al griego?
48. No han faltado en los últimos años intentos de datar los evangelios en un tiempo muy
anterior, todos ellos antes del año 70. No podemos discutir el problema aquí, pero una fecha tan
temprana no da cuenta del proceso de formación de la tradición. También hay que reconocer que
los argumentos que se presenten en uno u otro sentido, no siempre tienen una fuerza probatoria
que despeje todas las dudas. Todas las hipótesis descansan sobre una visión general acerca del
el desarrollo de la literatura cristiana.
49. Es cierto que “Q” se dirige especialmente a los judíos y que la misión entre los paganos no
se menciona, pero esto no significa necesariamente que “Q” se haya desarrollado en un contexto
meramente judío.
50. Hoffmann - Heil, Die Spruchquelle Q, 21 (cfr. nota 39), en base a Lc 13,34-35 par. Mt
23,37-39 (las palabras sobre Jerusalén) proponen el tiempo alrededor del año 70 como fecha de la
redacción final de “Q”, porque el pasaje supondría el fracaso de la comunidad de “Q” en Israel y la
formación de una comunidad independiente. La interpretación no es improbable, pero un espacio
de diez años para la difusión y recepción de “Q” en Mt y en Lc (entre el 70 y el 80) es demasiado
breve como para explicar el hecho.
5. Líneas teológicas
Después de lo dicho en los puntos anteriores, todo lector entiende
que la tarea de determinar líneas teológicas en “Q” es ardua, y que los
resultados mantendrán siempre un valor hipotético. Dado el carácter
de la colección de dichos, ¿en qué medida es posible descubrir en ellos
una intención teológica? No es cuestión de sugerir mayor seguridad
de la que se puede alcanzar. Con todo, nos atrevemos a insinuar algu-
nos elementos que, así nos parece, se desprenden de los contenidos
Una lectura esmerada del contenido de “Q” hace ver que su teolo-
gía descansa en un eje cristológico que permite ordenar los diversos
elementos. Esto no se puede negar, pero tampoco se puede negar la
importancia del mensaje del Reino, es decir, del centro teológico que
sirve de sustento a la cristología.
5.2. Sabiduría
Dentro de la investigación de los evangelios sinópticos, el tema de
la Sabiduría ha jugado un rol secundario. Pero su importancia no debe
ser subestimada. Exponemos los tres pasajes de “Q” que lo testimo-
nian, y luego explicamos su significado con la ayuda de otros textos.
Mt 11,16-19 Lc 7,31-35
16. ¿Con qué compararé a 31. ¿Con qué compararé a los hombres
esta generación? de esta generación, y a qué son
Son semejantes a niños sentados en las semejantes?
plazas que se gritan unos a otros, 32. Son semejantes a niños sentados en
17. diciendo: “Les hemos tocado las plazas que se gritan unos a otros,
la flauta y no han danzado, hemos diciendo: “Les hemos tocado la flauta
cantado lamentaciones y no se han y no han danzado, hemos cantado
dolido.” lamentaciones y no han llorado.”
18. Pues vino Juan, que no 33. Pues vino Juan el Bautista, que no
comía ni bebía, y ellos dicen: comía pan ni bebía vino, y ustedes
tiene un demonio. dicen: tiene un demonio.
19. Vino el Hijo del hombre, que comía 34. Vino el Hijo del hombre, que comía
y bebía, y ellos dicen: “He aquí un y bebía, y ustedes dicen: “He aquí un
hombre comilón y bebedor, amigo de hombre comilón y bebedor, amigo de
los cobradores de impuestos y de los los cobradores de impuestos y de los
pecadores.” pecadores.”
Y la sabiduría fue justificada 35. Y la sabiduría fue justificada por
por sus obras. todos sus hijos.
Mt 12,42 Lc 11,31
La reina del Sur se levantará en el Juicio La reina del Sur se levantará en el Juicio
con esta generación y la condenará: con los hombres de esta generación y los
porque ella vino de los confines de la condenará: porque ella vino de los confines
tierra a oír la sabiduría de Salomón, de la tierra a oír la sabiduría de Salomón,
y aquí hay algo más que Salomón. y aquí hay algo más que Salomón.
Mt 23,34 Lc 11,49
Por eso, Por eso
he aquí que yo les envío dijo la Sabiduría de Dios: Les enviaré profetas
profetas, sabios y escribas: y apóstoles, y a algunos los matarán y
a unos los matarán y los perseguirán.
crucificarán,
a otros los azotarán en las
sinagogas de ustedes y los
perseguirán de ciudad en ciudad.
51. La expresión es típica de “Q” y designa a los judíos que rechazaban el mensaje y la
persona de Jesús. Cfr. Lc 7,31 par. Mt 11,16; Lc 11,29 par. Mt 12,39; Lc 11,29; Lc 11,30; Lc 11,31;
Lc 11,32; Lc 11,50; Lc 11,51.
52. Mt reemplaza en otros pasajes un título cristológico por un simple “yo”. Cfr. Mt 5,11
y Lc 6,22; Mt 10,32 y Lc 12,8. Los “escribas” son también típicos de Mt, como así también la
acentuación de la polémica contra los judíos.
5.3. Cristología
Ya en el tema de la sabiduría puede apreciarse el desarrollo de
la cristología que ofrece “Q”. Aquí podremos confirmar este hecho.
Desde el punto de vista terminológico sorprende que en el vocabulario
de “Q” no esté testimoniado ni “Cristo” ni “Mesías”. Aunque de este
silencio no se puede sacar ninguna conclusión, es necesario mencio-
narlo. Tampoco se habla de “Hijo de David”, de “Logos preexistente”
y de “profeta”. Las categorías que se destacan son: “Hijo de Dios”,
“Hijo” e “Hijo del hombre”.
• “Hijo de Dios” aparece solamente en el relato de la tentación, cuan-
do el diablo quiere una prueba de que Jesús es el “Hijo de Dios” y
lo desafía a que transforme las piedras en pan (Lc 4,3 par. Mt 4,3)
y se arroje del alero del templo (Lc 4,9 par. Mt 4,6). Jesús rechaza el
desafío de demostrar que no es el “Hijo de Dios” poderoso en sus
obras, porque su relación con Dios está basada en su obediencia con
respecto al Padre.
• En Lc 10,22 par. Mt 11,27 el título “Hijo” está usado en forma abso-
luta, como ocurre con frecuencia en el evangelio de Juan, pero no en
los sinópticos. Éste es el único texto que lo testimonia. Al hecho sin-
gular se une la importancia que se asigna a la figura del “Hijo”. Es
el que ha recibido todo poder de manos de su Padre; el único que es
conocido por el Padre y, en forma recíproca, es el único que conoce
al Padre y lo revela a aquellos que él determina como destinatarios
de esta revelación. La función del Hijo de ser el único revelador del
Padre lo convierte en el mediador necesario del conocimiento del
verdadero Dios, relativizando así en forma polémica el valor de las
tradiciones vigentes en Israel acerca de Dios y su culto. La confesión
de fe en el “Hijo” significa aceptar su rol exclusivo como revelador
del Padre, tomando distancia de los hombres de “esta generación”,
que no aceptan al “Hijo”. La afirmación es el reflejo de una cristo-
logía muy desarrollada que pone en labios de Jesús la metáfora de
Dios como Padre, tal como estaba expresada en su lenguaje, para, a
partir de ella, determinar la función del Hijo con la metáfora corres-
pondiente en cuanto revelador privilegiado del misterio de Dios.
El concepto de “revelación” – “has ocultado estas cosas a sabios e
inteligentes, y se las has revelado a pequeños” – alude a la comuni-
Mt Lc Mt Lc
-- 6,22 12,32 12,10
11,19 7,34 24,44 12,40
8,20 9,58 24,27 17,24
12,40 11,30 24,37 17,26
-- 12,8 24,39 17,30
De los diez dichos citados57 hay dos en los que la expresión “Hijo
del hombre” está testimoniada por Lc, pero no por Mt. La mayoría de
los investigadores se inclina a pensar que la versión de Lc es la más
fiel a “Q”. Los cuatro pasajes escritos en letra cursilla se refieren al Hijo
del hombre obrando en el presente: la persecución a causa del Hijo
del hombre (Lc 6,22), el Hijo del hombre que come y bebe (Lc 7,34), el
desamparo del Hijo del hombre (Lc 9,58), la blasfemia contra el Hijo
56. En su monografía sobre la teología de “Q”, P. Hoffmann (cfr. nota 39) interpreta este dicho
como la expresión de la experiencia pascual de la comunidad en la que nace “Q” (Theologie der
Logienquelle 139-142). Así como los relatos sobre la resurrección de Jesús – la ida de las mujeres
a la tumba y las apariciones del Resucitado – fundamentan la fe de los primeros creyentes de
que Jesús venció a la muerte, del mismo modo los creyentes de la comunidad de “Q”, que sólo
transmite palabras de Jesús, se sirven de este dicho para dar a conocer lo que les parece ser
el fundamento de su fe en el Hijo. Sin hablar de su resurrección lo presentan en una relación
de participación inefable en el mundo de Dios, de la que se deriva su papel como el único
acceso al conocimiento de Dios por la gracia de su revelación: “él se lo revela a quien quiere.”
La interpretación merece ser tenida en cuenta, pero supone que detrás del dicho citado hay una
intención teológica muy definida. Tratándose de una colección de dichos, como es “Q”, habría que
reconstruir primero el camino desde el origen del dicho hasta su inserción en el contexto actual,
para calibrar su peso dentro de toda la colección.
57. Los textos citados suponen una selección previa en base a opciones exegéticas que aquí
no pueden ser justificadas. No es seguro si Mt 10,23: “Cuando los persigan en una ciudad huyan a
otra, y si también los persiguen en ésta, marchen a otra. Yo les aseguro: no acabarán de recorrer
las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre”, pertenece originariamente a “Q”.
del hombre (Lc 12,10). Los otros textos se refieren al Hijo del hombre
como un personaje que aparecerá en el futuro en “su día” o “sus días”
(Lc 17,24.26.30), o como el juez al fin de los tiempos (Lc 11,30; 12,8), en
un momento inesperado (Lc 12,40).
En la muy discutida cuestión sobre el Hijo del hombre58, creemos
que la expresión fue utilizada por Jesús aludiendo al personaje miste-
rioso que aparecerá para anunciar el fin de los tiempos, en el trasfondo
del escenario apocalíptico de Dan 7,13. Las expresiones de “Q” que
hemos citado se ordenan en este uso del término. A diferencia de este
grupo de dichos pensamos que las palabras que se refieren al Hijo del
hombre como una realidad presente, que se identifica por lo menos
en una forma implícita con la persona de Jesús, son creación de la
primera comunidad cristiana. A la luz de la fe en la resurrección del
Resucitado, los creyentes proyectan a la existencia histórica de Jesús
lo que él había anunciado para un futuro próximo. El sentido de esta
proyección es anunciar que el que ha de venir, ya ha venido.
Las palabras sobre el Hijo del hombre sufriente (Mc 8,31.38; 9,31;
10,33.45) son las que muestran con más claridad las huellas del pensa-
miento cristiano. Suponen ya la aplicación del título Hijo del hombre
a Jesús en su vida terrena, y se concentran en el contenido central de
la fe cristiana: el misterio de la voluntad de Dios de que el Hijo del
hombre sea entregado en manos de los malvados, que sufra la muerte
para resucitar después de tres días. Pero esta forma de predicación no
pertenece a “Q”, sino que está testimoniada recién en el evangelio de
Mc, aunque su origen puede ser anterior.
No queremos decir que la concepción del Hijo del hombre obrando
en la tierra haya nacido en el ambiente de origen de “Q”. Los cuatro
dichos que hemos citado antes son muy dispares en su contenido y en
su forma, y fueron asumidos de la tradición y ordenados en su lugar
actual en el proceso de redacción de “Q”. Lo que afirmamos es que la
unión de ambas formas de predicación, el Hijo del hombre que vendrá
en el futuro y el Hijo del hombre ya presente en este mundo, aparece
documentada por primera vez en “Q”. Por la unión de ambas predi-
caciones el encuentro con Jesús adquiere una proyección inusitada. El
58. Para una visión general sobre el problema cfr. Horacio E. Lona, Jesús, según el mensaje
de los cuatro evangelios, Buenos Aires 2009, 217-222.
5.4. Escatología
El significado del fin de los tiempos está expresado en los dichos
con los que concluye la colección (L. 68-72). Las palabras transmitidas
en Lc 17,22-35, pueden dividirse en dos partes. La primera está cen-
trada en la llegada del Hijo del hombre; la segunda parte presenta las
reacciones frente a ese acontecimiento.
El deseo por ver “uno de los días del Hijo del hombre” (Lc 17,22) se
entiende en el contexto de los hechos al fin de los tiempos, que aquí se
presuponen (cfr. Mc 13,7-25). El desastre y la penuria son tan grandes
que los creyentes desean hacer la experiencia de la llegada del Hijo
del hombre, que pondrá fin al tiempo de la prueba apocalíptica. Pero
esos días son también los días de la tentación y la confusión, porque
los signos son falaces, y es el momento de la aparición de falsos mesías
que atraen con su prédica. El creyente no debe ir detrás de ellos (Lc
17,23). Hechos de la naturaleza y conocidas desgracias de la antigüe-
dad bíblica son tomadas como imagen de lo que será el día del Hijo del
hombre. Será un hecho de dimensión universal, una revelación a los
ojos de todo el mundo, como el relámpago que ilumina el cielo de un
extremo al otro (Lc 17,24). Será un hecho inesperado que sorprenderá a
los hombres en medio de sus actividades y preocupaciones cotidianas,
como una desgracia repentina que cambia el orden de las cosas. El
diluvio en el tiempo de Noé (Lc 17,26-27), y la destrucción de Sodoma
en los días de Lot (Lc 17,29-30) son los ejemplos históricos que mues-
tran por anticipado lo que ocurrirá en el momento menos pensado.
Del carácter repentino de la llegada del Hijo del hombre surge una
advertencia: dado que la desgracia es inminente hay que obrar de
acuerdo a las circunstancias y ser consecuentes, sin perder el tiempo ni
mirar hacia atrás. El que está en el tejado que no baje a buscar las per-
tenencias que tiene en la casa, el que está en el campo que no retorne,
como la mujer de Lot, que miró hacia atrás (Lc 17,31). Consideradas
5.5. Conclusiones
1. El contenido de los dos primeros temas tratados – la sabiduría y
la cristología – fue determinado reuniendo los dichos pertinentes
ubicados en distintas secciones de “Q”. Sólo el último tema, la esca-
ron ambos por parte de los judíos como cumplimiento del designio de la
Sabiduría de Dios.
2. El envío de los discípulos está precedido por el llamado por parte de Jesús,
que hace posible el envío. El comportamiento de los misioneros debe estar
de acuerdo con el contenido de su mensaje. La aceptación o el rechazo de
los enviados significa la aceptación o el rechazo de quien los envío. Por eso
son bienaventurados los ojos y los oídos de quien los acogen. Éstos son los
“pequeños”, a quienes el Hijo ha querido revelar el misterio del Padre.
3. Los tres dichos sobre la oración de petición comienzan con el
Padrenuestro, la oración de Jesús, que es la expresión de la confianza en la
bondad del Padre.
(2) 1. Porque “Q” es una colección de dichos y no de hechos del Señor. La
única excepción es B.13: la curación del siervo del centurión (Lc, 1b-10; Mt
8,5-10.13).
2. Los tres textos son colecciones de dichos.
3. “Q” tiene una estructura de contenidos semejante a la de los evangelios
canónicos: al comienzo la aparición del Bautista, al final el discurso escato-
lógico. El evangelio de Tomás no tiene ese orden.
(3) 1. Los judeo-cristianos palestinenses son nacidos en Palestina, han perma-
necido en esa región, hablan arameo en la vida cotidiana, pero son capaces
de leer en hebreo. En las clases bajas los conocimientos de griego eran
rudimentarios. Los judeo-cristianos helenistas provenían de la diáspora,
hablaban griego como lengua materna. Algunos de ellos habían retornado
a Jerusalén, pero mantenían sus costumbres.
2. Los judeo-cristianos helenistas.
3. “Q” contenía dichos de Jesús que permitían darlo a conocer por su
propio mensaje, más allá de anunciarlo como el Crucificado y Resucitado,
como lo hacía la literatura epistolar.
(4). 1. La Sabiduría es pensada en Israel como una realidad preexistente, que
Dios envía al mundo para su salvación. Al aplicar estas categorías a la
persona de Jesús, se acentúa su cercanía inefable al misterio de Dios desde
toda la eternidad, y se lo proclama como el agente de la salvación de Dios.
2. La tradición contenida en “Q” identifica por primera vez la figura del
Hijo del hombre que aparecerá al fin de los tiempos, con la del Hijo del
hombre que obra en este mundo en la persona de Jesús.
3. Porque las tribulaciones al fin de los tiempos son tan grandes, que sola-
mente el Hijo del hombre con su llegada puede ponerles fin.
Bibliografía (4)
Robinson, James M., - Kloppenborg, John S., - Hoffmann, Paul, El docu-
mento Q. Edición bilingüe con paralelos del evangelio de Marcos y del
El evangelio de Marcos
1. Contenido y estructura
El contenido del evangelio de Marcos puede presentarse del
siguiente modo:
1. Introducción y aparición del Bautista 1,1-8
2. Bautismo de Jesús. Las tentaciones 1,9-13
3. Anuncio del Reino. Llamado de
los primeros discípulos 1,14-20
4. Enseñanza en la sinagoga de Cafarnaúm 1,21-22
5. Curación de un poseído 1,23-28
6. Curación de la suegra de Pedro 1,29-31
7. Múltiples curaciones al atardecer 1,32-34
8. Oración a solas. La necesidad del anuncio 1,35-38
9. Resumen de las obras: anuncio y exorcismos 1,39
10. Curación de un leproso 1,40-45
11. Curación de un paralítico 2,1-12
12. El llamado de Leví, el cobrador de impuestos 2,13-17
13. La discusión por la cuestión del ayuno 2,18-22
14.La cuestión de las espigas arrancadas en sábado 2,23-28
15. La cuestión del sábado y el hombre
con la mano árida 3,1-6
16. Las muchedumbres de todos los alrededores 3,7-9
17. Múltiples curaciones 3,10-12
18. La institución de los Doce 3,13-19
19. Conflicto con sus parientes 3,20-21
137
59. El v.26: “Pero si ustedes no perdonan, tampoco el Padre que está en los cielos les
perdonará los pecados”, fue agregado siguiendo a Mt 6,15. Los manuscritos más antiguos no lo
testimonian.
60. También su puede considerar como segunda parte toda la sección Mc 8,27-16,8. De todas
maneras, haciendo esta división habría que distinguir en esta sección entre 8,27-10,52 y 11,1-16,8.
61. Mc 7,31: “Se marchó de la región de Tiro y vino de nuevo, por Sidón, al mar de Galilea,
atravesando la Decápolis.” El itinerario es extraño porque no es el camino más breve para ir de
Tiro al mar de Galilea. Sidón está a casi 40 kilómetros al norte de Tiro. La Decápolis es una vasta
región que lindaba con la orilla sudeste del mar de Galilea y se extendía hacia el oeste hasta el
límite con Galilea y Samaria. El que señala esta ruta no conoce la geografía de la región.
les ordena que vayan y digan a Pedro y a los discípulos que el Señor
irá delante de ellos a Galilea, y que allí lo verán (16,7). Si las mujeres
llenas de temor no dicen nada a nadie, ¿quién anuncia la Buena Nueva
de la resurrección de Jesús a los discípulos? ¿Cómo es que las mujeres
desobedecen al mandato del ángel y callan? El “final breve” soluciona
estas dificultades en cuanto que, apartándose de lo dicho en 16,8 sobre
el silencio de las mujeres, las transforma en mensajeras de las palabras
del ángel. El “final largo” no contradice la palabra de 16,8, pero el
Resucitado toma la iniciativa y se aparece primero a María Magdalena
y luego a dos que iban en camino. Ante la incredulidad de los discípu-
los, se les aparece él mismo, les reprocha su incredulidad y los envía
por todo el mundo a predicar el evangelio62.
Hay una cuestión que con esta explicación no queda resuelta. Si los
dos finales del evangelio que hemos visto, son agregados posteriores
por motivos comprensibles, ¿por qué estos textos están impresos en las
ediciones de los evangelios, aunque se los considere apéndices tardíos
y no parte integral original del evangelio?
Con esto, plantemos el problema de la crítica textual en el estudio
de la Biblia, en este caso, en el estudio del Nuevo Testamento. Damos
una respuesta aportando primero material informativo, necesario para
entender el problema.
62. Después del V.14 algunos manuscritos agregan un pasaje que no está presente en los
otros testimonios.
tantes, las ediciones críticas presentan el “aparato crítico”, que anota al pie
de cada página las diferentes formas de lectura de un texto determinado.
Teniendo en cuenta en forma realista de que ni el dominio del griego ni la
posibilidad y capacidad de interpretar el “aparato crítico” pueden supo-
nerse en muchos de los lectores a quienes ofrecemos esta introducción, nos
limitamos aquí a explicar los principios más simples de la crítica textual, y
damos algunos ejemplos de cómo se aplican.
* Principios orientadores en el ejercicio de la crítica textual: Ninguno de los
principios que exponemos a continuación, tomados en forma aislada, son
capaces de resolver en forma satisfactoria un problema de crítica textual.
Un mayor grado de probabilidad se obtiene aplicando varios de ellos, aun-
que no siempre los resultados son del todo convincentes.
– Antigüedad de los manuscritos: Es comprensible que los manuscritos
más antiguos, los fragmentos del siglo II y III y los códices del siglo IV,
posean gran autoridad en la determinación del texto original, pero esa
autoridad no es inapelable, porque también ellos dependen de otras ver-
siones anteriores cuya confiabilidad no es segura. Por eso, a pesar de su
autoridad, no son un criterio seguro.
– El testimonio de un gran número de manuscritos: Se basa en un principio
cuantitativo que debe ser tenido en cuenta. Una forma de lectura aislada es
menos probable que una que se apoya en muchos manuscritos de diversos
tipos.
– La determinación de la versión más “difícil”: Comparando dos lecturas de
un texto, puede asumirse que la de comprensión más difícil es la original,
porque se entiende mejor que alguien haya querido eliminar un pasaje
oscuro, a que alguien exprese en forma complicada lo que se entendía sin
dificultades.
– La versión más breve: Un texto breve puede llevar a un copista a inten-
tar completarlo para volverlo más claro.
– La versión menos semejante con sus paralelos: En el caso de los evange-
lios sinópticos hay que preferir las versiones que se apartan de los pasajes
paralelos, a aquellas que armonizan con ellos.
– La versión más extraña al contexto: Una versión que es extraña en el con-
texto en el que se encuentra, puede estar más cerca del original que aquella
que concuerda con él.
– La versión de expresión deficiente: En este caso es fácil de explicar que un
copista hay corregido la deficiencia contenida en el texto original.
2. Lenguaje y estilo
En su forma de expresión el autor no tiene pretensiones literarias, y
se permite las libertades propias del estilo narrativo popular. En lugar
de los períodos largos con oraciones subordinadas, como en el grie-
go clásico, sobresale la “parataxis”, es decir, las oraciones principales
66. Traducimos el texto literalmente para que se noten mejor las características que hemos
señalado.
67. Hay excepciones: “Simón el “Cananeo” (3,18), es decir, “el zelota” no está traducido;
“rabbí” (9,5; 10,51; 11,21; 14,45); “Hosanna” (12,9).
3. Las fuentes
68. Cfr. Cap. 1.3.1. Indicaciones metodológicas I: Crítica literaria: “Tradición” y “redacción”.
69. Es la posición de Rudolf Pesch, Das Markusevangelium (HThK II/1-2), Freiburg 1977
3
1984. El autor cree también poder determinar la fecha de origen de esta historia de la pasión (Mc
8,27-16,8) incorporada por Marcos: sería anterior al año 37 (II, 21), lo cual le daría al contenido un
gran valor histórico como testimonio sobre el último período de la vida de Jesús.
70. Es la posición de Walter Schmithals, Das Evangelium nach Markus (ÖTK II/2), Gütersloh/
Würzburg 1979. El “escrito base” habría nacido poco después del año 70 (1,46), mientras que la
fecha de origen del evangelio sería alrededor del año 75 (1,61).
71. Así en el comentario de Joachim Gnilka, El evangelio según San Marcos I-II, Salamanca
4
1999 (I) 42001 (II) (= Das Evangelium nach Markus [EKK II,1-2], Zürich 1978; Dieter Lührmann,
Das Markusevangelium (HNT 3), Tübingen 1987; Ludger Schenke, Das Markusevangelium.
Literarische Eigenart – Text und Kommentierung, Stuttgart 2005.
72. Cfr. Cap. 1.1. “Evangelio” - “evangelios” - “evangelistas”.
73. Cfr. Cap. 4.3. Medio de origen.
Repetidas veces las citas se introducen con “como está escrito”, pero
lo que sigue no siempre es la cita exacta de un texto de la Escritura.
Mc 1,2 anuncia un pasaje del profeta Isaías, pero lo que sigue es un
texto que combina Éx 23,20 o Mal 3,1 con Is 40,3. Mc 9,12-13 alude a
lo que está escrito sobre el sufrimiento futuro del Hijo del hombre y
sobre lo que tuvo que soportar Elías, pero no se cita ningún texto de la
Escritura. En lo que hace al Hijo del hombre es posible que haya una
alusión velada a la figura del Siervo sufriente (cfr. Is 52,13-53,12), pero
no hay ninguna referencia explícita.
A veces, los textos citados son tan conocidos que no necesitan
ninguna forma introductoria que los acredite como palabra de la
Escritura: sobre la unión del hombre y de la mujer (Mc 10,6-7 = Gn
1,27; 2,24); sobre los mandamientos (Mc 10,19 = Éx 20,12-16); sobre el
mandamiento principal (Mc 12,29-30 = Dt 6,4-5; Mc 12,30 = Lev 19,18).
Mc 12 es el trozo que reúne más citas bíblicas. El contexto polémica
hace necesaria una argumentación que se fundamente en la autoridad
de la Escritura para ser irrefutable. En las citas implícitas las palabras
asumidas – en forma libre – están integradas en el discurso.
Los textos citados siguen a los LXX, aunque no siempre haya una
correspondencia literal. No hay ninguna cita que esté más cercana
al original hebreo del AT que a la versión griega. En ellos, fuera de
las “citas alusivas” (9,12.13; 14,21), no es posible llegar a obtener la
certeza de que se deben a la mano del autor. Nos inclinamos a pensar
que todas las palabras citadas estaban ya contenidas en las tradiciones
asumidas por el evangelista.
4. Líneas teológicas 74
4.1. Cristología75
4.1.1. El “Evangelio” de Jesucristo
En tanto que Lc y Jn nunca utilizan el término “evangelio”, Mc lo hace
siete veces76, lo que revela un interés particular por la expresión. Ninguno
de estos pasajes depende de alguna fuente anterior, de manera que deben
ser considerados como “redaccionales”77. En Mc 1,1: “Comienzo del
Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios”, se advierte la influencia del
estilo y de la teología paulina. Expresiones como el “evangelio de Dios” o
el “evangelio de Cristo” son frecuentes en las cartas del Apóstol (cfr. Rom
1,1.9; 15,16.19; 2 Cor 2,12; 9,13; 10,14; Gal 1,7, etc.) y resumen en el término
de “evangelio” la Buena Noticia por excelencia: la acción salvífica de Dios
en Cristo. No es que el evangelista cite a Pablo, sino que depende de un
estrato tradicional con la impronta de la teología paulina. Lo nuevo en Mc
1,1 es que “evangelio” comprende la vida de Jesús, desde los comienzos
en Galilea hasta su muerte y resurrección en Jerusalén, y no se reduce al
anuncio de la salvación de Dios. Jesús mismo juega en este anuncio un rol
peculiar: por una parte, es el objeto del anuncio, el contenido fundamental
del kerigma cristiano; por otra parte, es el sujeto activo que proclama su
mensaje y realiza hechos portentosos. Esta nueva comprensión del térmi-
no es fruto de la creatividad del autor. Mc 1,14-15: “Después que Juan fue
entregado, marchó Jesús a Galilea, y proclamaba el Evangelio de Dios:
74. Al tratar la cristología de los evangelios sinópticos asumimos elementos que hemos
desarrollado con más detención en “Jesús, según el anuncio de los cuatro evangelios”. Esto vale
también para los otros evangelios.
75. La determinación de la relación entre tradición y redacción, que hemos tratado en el punto
anterior, influye directamente en la valoración del contenido cristológico del escrito. R. Pesch,
por ejemplo, sostiene que Marcos no tiene ninguna concepción cristológica propia que se pueda
reconocer, sino que la cristología del evangelio está básicamente determinada por la cristología
de su tradición (Markusevangelium II,41; cfr. nota 69).
76. Mt usa el término cuatro veces, de las que tres dependen de Mc (cfr. Mt 4,23 y Mc 1,14;
Mt 24,14 y Mc 13,10; Mt 26,13 y Mc 14,9). En Mt 9,35, que no tiene un paralelo en Mc, se prepara
el anuncio que harán los apóstoles sobre la llegada del Reino (Mt 10,7).
77. Muy importante para la comprensión del tema es el artículo de Rudolf Schnackenburg,
“Das Evangelium” im Verständnis des ältesten Evangelisten, en: Paul Hoffman (ed.), Orientierung
an Jesus. Zur Theologie der Synoptiker (FS Josef Schmid), Freiburg 1973, 309-324.
82. Esta forma de expresión es el “passivum divinum”. La instancia activa aquí supuesta es
Dios. Esto no lo hace a Dios responsable o culpable de la entrega de Jesús, sino que en esa
entrega se cumple el designio de su voluntad de salvar al hombre por el misterio de la cruz. Los
que condenaron y mataron a Jesús no quedan eximidos de su responsabilidad, ni son simples
marionetas en las manos de un Dios omnipotente y arbitrario. El “passivum divinum” anuncia el
sentido profundo y real de la pasión de Jesús.
84. El primero que lo trató fue Wilhelm Wrede, Das Messiasgeheimnis in den Evangelien,
Göttingen 1901. Para conocer el estado actual de la investigación cfr. R. Schnackenburg, La
persona de Jesucristo 104s.
4.1.4.1 Hijo de Dios (1,185; 1,11; 3,11; 5,7; 9,7; 13,32; 15,39).
Considerados dentro de la estructura del evangelio, los pasajes
indicados configuran un orden significativo. Al comienzo del escrito
(Mc 1,1), el título adquiere un valor programático que se confirma con
su uso en los capítulos siguientes. La confesión del centurión (15,39):
“Verdaderamente este hombre era hijo de Dios”, es la última palabra
sobre Jesús antes del anuncio del ángel a las mujeres (16,6s), y con
ella se cierra el círculo abierto en Mc 1,1. Dos veces es Dios mismo el
que proclama por una voz del cielo a Jesús como su Hijo amado: en el
bautismo (1,11) y en su transfiguración (9,7). Entre estos dos anuncios
son los demomios los que reconocen dos veces su poder y lo llaman
“Hijo de Dios” (3,11; 5,7). Fuera de esta simetría 1,1 corresponde a
15,39; 1,11 corresponde a 9,7; 3,11 corresponde a 5,7 , se encuentra la
palabra sólo al fin del discurso apocalíptico: “Mas de aquel día y hora,
nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre”
(Mc 13,32), que se distingue de los otros pasajes citados antes porque
“Hijo” está usado en forma absoluta, y porque es Jesús mismo el que
habla del “Hijo”.
Consideramos a Mc 15,39, la confesión del centurión, como el texto
que posee la clave interpretativa para entender el sentido de este título
cristológico en el evangelio. La voz de Dios que lo proclama “Hijo”
(11,11; 9,7); (la queja de los demonios 3,11; 5,7), y también la palabra de
Jesús sobre el “Hijo” (13,32), revelan su significado si el creyente hace
85. “Comienzo del Evangelio de Jesús, el Cristo, Hijo de Dios”: en algunos manuscritos falta
la expresión “Hijo de Dios”, pero está bien testimoniada .
hombre que viene al fin de los tiempos no actúa por su propio poder,
sino por su pertenencia al mundo del poder de Dios en los cielos (8,38;
13,26; 14,62), que ahora se manifiesta en el mundo. Por su sufrimiento
y muerte (8,31; 9,31; 10,33) se cumple el plan de Dios de redimir al
mundo (10,45) por el misterio de la cruz. La figura del Hijo del hombre
que dibuja el evangelista no es su creación, sino que nace de diversas
tradiciones, pero en su forma actual tiene rasgos nuevos que la distin-
guen de sus raíces en la apocalíptica judía. El Hijo del hombre que va a
la muerte en Jerusalén (10,32), es el mismo que resucitará al tercer día
y retornará al fin de los tiempos sobre las nubes del cielo.
4.1.4.3. Cristo, Rey, hijo de David (1,1; 8,29; 9,41; 10.47-48: 12,35;
13,21; 14,62; 15,2.18.26.32)86.
Al principio de su obra el evangelista presenta a Jesús como el
Cristo e Hijo de Dios (1,1). La predicación es una confesión de fe que
asume de antemano el mensaje de todo el evangelio, respetando las
diferencias en el significado del término que se advierten en el texto.
El pasaje más importante es la confesión de Pedro: “Tú eres el
Cristo” (8,29). La comprensión del término se decide no por el man-
dato de Jesús a los discípulos de mantener el secreto mesiánico (8,30),
sino por el primer anuncio de la pasión (8,31) que sigue inmediata-
mente después, y que lleva a Pedro a reprender a Jesús por sus pala-
bras (8,32). Su inusitada reacción revela que la confesión de que Jesús
es el Cristo que acaba de formular, no es compatible con la verdad
mesiánica de Jesús tal como la entiende el evangelista. El Cristo de la fe
cristiana no es el mesías poderoso de la esperanza judía, sino el mesías
que se entrega a la muerte y se confía plenamente a la voluntad de su
Padre para llevar su misión. El mandato de guardar el secreto mesiá-
nico obedece al interés de no propagar una imagen mesiánica que
discrepaba de la que encarnaba Jesús. El que no acepta esta verdad se
hace acreedor de las palabras condenatorias de Jesús a Pedro: “Quítate
de mi vista, Satanás!, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino
los de los hombres” (8,33).
86. Las citas en cursiva indican que no se habla de Cristo, sino del Rey. Las citas subrayadas
señalan al Hijo de David.
1. Compare los tres anuncios de la pasión (Mc 8,31; 9,31; 10,33s), y señale las
diferencias más notables.
2. ¿Qué pasaje expresa con más claridad la relación del título “Hijo de Dios”
con la teología de la cruz del evangelista?
3. ¿Qué pasajes expresan con más claridad la relación del título “Hijo del
hombre” con la teología de la cruz del evangelista?
4.2. La comunidad
La imagen de la comunidad cristiana que presenta el evangelista se
nutre de contenidos tradicionales en los que se refleja la enseñanza de
Jesús. Pero esto no quiere decir que el autor se limite a reproducir los
contenidos recibidos. Las afirmaciones sobre la comunidad se encuen-
3. ¿Por qué el ejercicio del poder en la comunidad cristiana tiene que ser
diferente del de los poderosos en el mundo?
4.3. Escatología
En un contexto religioso o teológico el término “escatología” desig-
na a las “últimas cosas”, a lo “definitivo”. Aunque muchas veces su
significado se concentra en las últimas realidades de la existencia
humana, como son la muerte, el juicio final y su consecuencia, el con-
cepto abarca más que esto y tiene una importancia fundamental para
entender el núcleo de la fe cristiana. Si la escatología está referida a lo
que es definitivo, la pretensión de la fe cristiana de que en Jesús se ha
revelado Dios en forma definitiva y que su muerte de cruz ha traído la
salvación a todos los hombres, tiene un alcance escatológico que no se
puede negar sin negar al mismo tiempo el contenido de esta fe.
A diferencia de los otros evangelistas, el autor presenta a Jesús en
los comienzos de su actividad pública con las palabras: “El tiempo se
ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en el
Evangelio” (Mc 1,15). Un tiempo que ahora se ha cumplido supone
un período de carencia que llega a su fin. Es como un recipiente que
es llenado con un líquido hasta alcanzar el borde. Con respecto al
tiempo que se ha cumplido, el anuncio que hace Jesús mira hacia el
tiempo pasado como el tiempo de la promesa que ahora llega a su
cumplimiento. El tiempo presente es el tiempo de la plenitud, y esto
es lo que caracteriza justamente lo “definitivo”, lo “escatológico”.
Pero esta realidad de vigencia definitiva se da en el tiempo, y éste no
llega a su fin sino que continúa su curso. La coexistencia de lo defi-
nitivo y el tiempo histórico, define a la escatología en su dimensión
presente.
Esta escatología presente no elimina la dimensión futura de la
plenitud. Lo que se da en el presente no oculta los muchos signos de
deficiencia que muestra el mundo en su estado actual. Tampoco la
confesión de que con la aparición de Jesús el tiempo se ha cumplido
(Mc 1,15) anula el discurso sobre el fin de los tiempos en Mc 13. El
problema para determinar la expectativa del fin de los tiempos en base
a este discurso, es que el texto reproduce una tradición con muchos
lugares comunes propios de la literatura apocalíptica judía, y no es
clara la intención y la actitud del evangelista frente a la esperanza del
fin. La indicación en 13,14b: “El que lea entienda”, deja entrever que
el texto se había difundido en un primer momento como un escrito
semejante a un panfleto, con recomendaciones para el tiempo de la
penuria que se intuye como inmediatamente próxima. El trasfondo
histórico que mejor explica los contenidos es la guerra judía en contra
del poder romano, entre los años 66 y 70, que concluye con la victoria
de los romanos, el castigo de los insurrectos y la destrucción del tem-
87. Algunos autores entienden la expresión como una alusión a la orden del Emperador
Calígula al gobernador de Siria, Publio Petronio, para que erigiera una estatua en el templo
de Jerusalén que lo representaba como Dios. Esto fue en el año 40. La muerte de Calígula a
comienzos del año 41 y la tensión social en Jerusalén, hicieron que Petronio desistiera de cumplir
la orden. Si éste fuera el sentido original, habría que suponer que el documento fue adaptado a la
situación vivida 30 años más tarde.
6. Autor y destinatarios
Papías de Hierápolis es el primero que nombra a Marcos como
autor del evangelio93. De sus palabras no se puede deducir con seguri-
dad que el texto al que se refiere y que adjudica a Marcos, sea idéntico
con el evangelio que fue reconocido por la Iglesia. Lo que se puede
comprobar con certeza es que el proceso tradicional que aquí se propo-
ne – el evangelio como eco de la predicación de Pedro –, es demasiado
simple y no da cuenta de la complejidad del fenómeno tal como se
refleja en el texto.
Otra cuestión que no está clara es la identidad de la persona deno-
minada Marcos. ¿Se trata de Juan Marcos, el acompañante de Pablo y
de Bernabé en el primer viaje misionero (cfr. Hech 12,25), que luego
se separa de ellos (cfr. Hech 13,13)? El personaje no tiene ninguna
relación con Pedro ni con Roma. Pablo nombra a un Marcos como su
colaborador (Flm 24; cfr. 2 Tim 4,11). Sólo en 1 Pedr 5,13 el autor – que
se identifica con Pedro – menciona a un Marcos a quien considera
como su hijo, y la carta se presenta como enviada desde Roma (1 Petr
5,13). Las diversas tradiciones pueden leerse como convergentes si se
hace una lectura que las pone en una relación de armonía, pero esta
relación no surge necesariamente de los textos. El objetivo perseguido
al adjudicar el evangelio al Marcos compañero primero de Pablo, y
colaborador de Pedro en Roma después, es comprensible. Lo que se
busca es unir al autor del evangelio con los testigos más antiguos de la
fe, para dar al escrito el valor de lo “apostólico”.
¿Se trata de un escrito que originariamente no contenía ningún dato
sobre su autor, o éste se llamaba Marcos? La segunda posibilidad no
93. En su “Exposición de los oráculos del Señor”, transmitido fragmentariamente por Eusebio
de Cesarea, Hist. Ecl. III,19,15: “El presbítero también decía: Marcos, que fue intérprete de Pedro,
puso por escrito todo lo que se acordaba, con exactitud, pero no en el orden de lo que había
sido dicho o hecho por el Señor. Tampoco había escuchado ni había seguido al Señor, pero más
tarde, como he dicho, había seguido a Pedro, que, de acuerdo a las exigencias, impartía las
enseñanzas, pero no como quien hace una composición con las palabras del Señor. De modo
que Marcos no cometió ningún error al escribir algunas cosas como se las recordaba. Tenía sólo
una preocupación: no dejar de lado nada de lo que había escuchado ni falsear su contenido.” La
misma opinión se encuentra en otros autores. Cfr. Ireneo de Lión, Adv. Haer. III,1,1; Tertuliano,
Adv. Marcionem IV,5,3 etc. Es probable que también Justino, Diálogo 106,3, aluda al evangelio de
Marcos cuando habla de las “Memorias de Pedro”.
2. ¿En qué se basa Papías de Hierápolis para sostener que Marcos había trans-
mitido la enseñanza de Pedro?
3. Su venida sobre las nubes del cielo es la señal del fin de los tiempos.
(6) 1. El evangelista quiere presentar a Galilea como el lugar central de la acti-
vidad de Jesús, y como el lugar al que volverá el Resucitado.
2. Los tres anuncios de la pasión marcan un cambio de perspectiva con
respecto a la primera parte del evangelio en la presentación de los hechos,
y ponen de relieve la teología de la cruz del evangelista.
3. En el hecho de que las afirmaciones más importantes sobre la comuni-
dad siguen después de cada uno de los anuncios de la pasión.
(7) 1. Los latinismos y las expresiones que el autor traduce al latín (cfr. 2.
Lenguaje y estilo).
2. En el testimonio de los antiguos.
3. Las afirmaciones de Mc 13,10 y 14,9.
Bibliografía (5)
Castro Sánchez, Secundino, El sorprendente Jesús de Marcos. El evan-
gelio de Marcos por dentro, Madrid 2006.
Cisterna, Félix, E., El evangelio de Marcos, Buenos Aires 2000.
Gnilka, Joachim, El evangelio según San Marcos I-II, Biblioteca de
Estudios Bíblicos 55.56), Salamanca 41999 (I) 42001 (II) (= Das Evangelium
nach Markus [EKK 2], Neukirchen/Einsiedeln 1978 (I) 1979 (II).
Marcus, Joel, El evangelio según Marcos (Biblioteca de estudios
bíblicos 130.131), Salamanca 2010.2011 (= I. Mark 1-8; II. Mark 9-16. A
new Translation with Introduction and Commentary, New York/New
Haven 2000.209)
Marxsen, Willi, El evangelista Marcos: Estudio sobre la historia de
la redacción del evangelio, Salamanca 1981 (= Der Evangelist Markus.
Studien zur Redaktionsgeschichte des Evangeliums, Göttingen 1956).
Mateos, Juan - Camacho, Fernando, El evangelio de Marcos: análisis
lingüístico y comentario exegético, Córdoba 1993.
Oden, Thomas C. - Hall, Christopher, Evangelio según San Marcos,
Madrid 2000.
Rodríguez Carmona, Antonio, Evangelio de Marcos, Bilbao 2006.
Rhoads, David - Michie, Daniel - Dewey Joanna, Marcos como relato.
Introducción a la narrativa de un evangelio (Biblioteca de estudios
El evangelio de Mateo
1. Contenido y estructura
Ofrecemos el contenido dividiéndolo en pequeñas unidades,
haciendo ver también algunos detalles importantes para determinar la
estructura del texto, aunque no sean los únicos a tener en cuenta. En
un cuadro ponemos a cada uno de los discursos. Agregamos las fuen-
tes de cada unidad textual para que se note la libertad del evangelista
en el ordenamiento del material95:
1. Árbol genealógico de Jesús 1,1-1796
2. Anuncio del nacimiento de Jesús a José 1,18-25
3. Adoración de los magos 2,1-12
4. Huída a Egipto 2,13-15
5. Asesinato de los niños en Belén 2,16-18
6. Retorno de Egipto a Nazaret 2,19-23
7. Aparición de Juan el Bautista 3,1-6
8. Discurso de condena 3,7-10
9. Anuncio del que debe venir 3,11-12
10. Bautismo de Jesús 3,13-17
11. Las tentaciones de Jesús 4,1-11
12. Traslado a Cafarnaúm y comienzo de la obra pública 4,12-17
95. Al indicar la referencia del origen de un pasaje – sea de “Q”, “R” o de las “FP” – no
queremos decir que el texto reproduce exactamente el contenido de estas fuentes. Sólo un análisis
detallado podría aportar claridad a la forma de recepción que subyace a la forma actual. En este
contexto damos preferencia a las unidades textuales de Mt.
96. Cfr. la lista de textos que se deben a las fuentes particulares en 3.4. Las “fuentes
particulares” (“FP”).
183
97. El origen tradicional de los relatos está expuesto en 3.2. El evangelio de Marcos.
99. El v.21: “Esta clase (de demonios) sólo se expulsa con la oración y el ayuno”, es una
agregado tardío inspirado en Mc 9,29. Falta en los manuscritos más antiguos.
100. El v.11: “Pues el Hijo del hombre vino a buscar lo que estaba perdido”, fue agregado bajo
la influencia de Lc 19,10
101. Cfr. los textos paralelos en 4.3.1. Los signos del fin (Mt 24) y 4.3.2. El tiempo de vivir (Mt 25).
108. Otra interpretación busca una explicación en el texto de Is 11,1: “Saldrá un vástago del
tronco de Jesé, y un retoño de sus raíces brotará”. La palabra “retoño” en hebreo es “neser”, que
en el texto citado tiene un significado mesiánico. El evangelista aludiría a este texto. El problema
es que aún en el caso de que Is 1,11 haya sido el texto de referencia, no se explica el cambio de
“neser” a “nazoraios”, es decir, “Nazoreo”.
los discípulos reciben aquí el impulso para ir más allá de toda barrera
geográfica y étnica.
1. ¿Cuáles son los pasajes en los que el evangelista claramente deja de seguir
el hilo conductor de Mc?
2. Lenguaje y estilo
El dato transmitido por Papías de Hierápolis, de que “Mateo redac-
tó en dialecto hebreo los dichos (del Señor), y cada uno los interpretó
de acuerdo a su capacidad” (Eusebio de Cesarea, Historia Eclesiástica,
III, 39,16), fue considerada durante mucho tiempo como un indicio de
que el lenguaje original del evangelio de Mateo había sido el arameo,
y que la versión de los más antiguos manuscritos no contenía el texto
original, sino su traducción griega. El análisis detallado del vocabula-
rio y la sintaxis del evangelio ha demostrado que el texto griego que
poseemos no es ninguna traducción de un original arameo, sino que
es su forma primigenia. Este resultado filológico permite enfrentar
distintos problemas concernientes al evangelio: fecha de origen, pro-
ceso de formación, fuentes utilizadas, trasfondo histórico, desde una
perspectiva diferente de la que surge de considerar al texto como una
traducción de un original arameo.
Hay un detalle que confirma la afirmación anterior. Si el texto de
Mt hubiera sido escrito en arameo, habría que esperar que el traduc-
tor hubiera conservado, como en Mc, expresiones hebreas o arameas,
añadiendo su traducción griega. Pero si se toma la lista de los términos
correspondientes presentes en Mc109, lo que sobresale es la tendencia a
110. Hay excepciones. Emmanuel (1,23); “raká” = “renegado” (5,22); “korbanán” = “tesoro de
las ofrendas” (27,6).
111. Mt 5,26 (“Q” = Lc 12,59) usa el término “cuadrante”, la moneda romana del menor valor,
como en Mc 12,42, pero no como explicación del autor. El paralelo de Mt 5,26 en Lc 12,59, que
utiliza la palabra griega “leptón” (“hasta el último céntimo”), muestra que Mc 5,26 se ha mantenido
fiel al lenguaje de “Q”.
112. Para apreciar las mejoras estilísticas es necesario leer el texto en el original griego.
3. Las fuentes
3.1. La Escritura
Como surge de la lista de textos que sigue a continuación, en com-
paración con los otros sinópticos el autor de Mt es el que cita con más
frecuencia a la Escritura en su obra. Por “Escritura” entendemos el
Antiguo Testamento, como era usual en los cristianos de ese tiempo.
Por esta referencia explícita a la “Escritura”, la incluimos entre las
fuentes del evangelio. Distinguimos diferentes formas en el modo de
citar:
• Citas de cumplimiento: están introducidas por la fórmula: “así se
cumplió …” o “para que se cumpliera …” Los pasajes que comien-
zan de este modo son los siguientes:
A esta larga lista de citas habría que agregar también otros muchos
pasajes que aluden en una forma más o menos directa a textos de la
Escritura, como la bienaventuranza a los mansos, porque poseerán la
tierra (Mt 5,5; cfr. Sal 37,11), la bienaventuranza a los limpios de cora-
zón, porque verán a Dios (Mt 5,8; cfr. Sal 24,4) etc. Es difícil distinguir
entre las citas implícitas y las alusiones a la Escritura. Si el autor no
indica expresamente que cita a la Escritura, esto se debe probablemen-
te a que no sólo conoce exhaustivamente la Escritura, sino también a
que piensa con ella y la ha incorporado íntimamente a su lenguaje.
Ésta es su manera de hacer teología114.
114. Para el mensaje cristológico transmitido en las citas bíblicas, cfr. Horacio E. Lona, Jesús,
según el anuncio de los cuatro evangelios, Buenos Aires 2009, 74-82.
Tema Lc Mt
Tema Lc Mt
* El amor al enemigo 6,27-28 5,44
Renuncia a la violencia 6,29 5,39b-41
Dar / Prestar 6,30 5,42
Regla de conducta 6,32-35 5,45-47
La misericordia 6,36 5,48
Sobre el juicio 6,37-38 7,1-2
La regla de oro 6,31 7,12
Los guías ciegos 6,39 15,14
El discípulo y el maestro 6,40 10,24-25
La viga y la paja 6,41-42 7,3-5
El árbol bueno y el malo 6,43-44 7,16-20
El tesoro del corazón 6,45 12,34b-35
Decir: “¡Señor, Señor!” 6,46 7,21
La construcción de la casa 6,47-49 7,24-27
Mt Lc
5,1: Bienaventurados los pobres de 6,20: Bienaventurados (ustedes) los
espíritu pobres,
porque de ellos es el Reino de los cielos porque de ustedes es el Reino de Dios.
5,6: Bienaventurados los que tienen 6,21: Bienaventurados (ustedes) los que
hambre y sed de justicia, tienen hambre ahora,
porque ellos serán saciados. porque serán saciados120.
7,11 11,12
Si ustedes, que son malos, saben dar Si ustedes, que son malos, saben dar
dones buenos a sus hijos, cuánto más el dones buenos a sus hijos, cuánto más
Padre de ustedes que está en los cielos el Padre de ustedes del cielo dará el
dará cosas buenas a los que se lo piden. Espíritu Santo a los que se lo piden.
120. Hemos señalado las diferencias en el Cap. 1.2. De ellas se deduce que la versión de Lc
reproduce la de “Q”.
121. Cfr. Cap. 1.3.1: Indicaciones metodológicas I: crítica literaria, para ver las diferencias
entre las dos versiones. También aquí Lc transmite las palabras de “Q”.
122. Hech 1,15-20 transmite una tradición muy distinta sobre la muerte de Judas. En ambas
se trata del cumplimiento de las Escrituras.
4. Líneas teológicas
4.1. Cristología
4.1.1. El cumplimiento de la Escritura
Al ver las fuentes de las que se sirve el evangelista hemos presenta-
do las formas en las que se cita el AT y los numerosos textos que, de un
modo u otro, testimonian el cumplimiento de la Escritura en la perso-
na de Jesús. Aquí tomamos aquellos textos citados que consideramos
más ricos por su contenido cristológico.
• Mt 1,23: “Mira que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán
por nombre Emmanuel, que traducido significa: ‘Dios con nosotros’”.
El texto corresponde casi exactamente124 a la versión de Is 7,14
123. El texto será tratado más adelante. Cfr. 4.2.3. La comunidad del Resucitado.
124. El mensaje está dirigido al rey Ajaz. Por esto en la segunda parte está: “y le pondrás por
nombre …” El resto es idéntico con Is 7,14 (LXX).
125. El texto está más próximo al original hebreo: “Pero verdaderamente él ha llevado
nuestras enfermedades, ha soportado nuestros dolores”, que a la versión de los LXX: “Éste carga
nuestros pecados y sufre por nosotros”.
126. Os 6,6 (Mt 9,13; 12,7) y Lev 19,18 (Mt 5,43; 22,39) son los únicos pasajes citados dos
veces. Mt 22,39 depende de Mc 12,31. Los otros textos han sido introducidos por el autor.
127. Como lo hemos hecho antes, traducimos la palabra griega “telones” con “cobrador
de impuestos” y no con “publicano” como se lee en la mayoría de las versiones castellanas.
“Publicano” se deriva del término latino “publicanus”, que corresponde al griego “telones”, que
es el encargado de exigir el “telos”, es decir, el impuesto. Es un problema de comprensión. En el
lenguaje cotidiano no se utiliza “publicano” y en muchos casos tampoco se entiende el significado
preciso de la palabra. En cambio, todos saben lo que significa “cobrador de impuestos”.
3. ¿Cuál es el aspecto del mesianismo de Jesús que subraya la cita de Zac 9,9
en Mt 21,5?
estas palabras. Con ellas quiere decir que el Hijo de Dios encarna
al justo perseguido que no se puede sobreponer a sus adversarios,
pero que aún en esa situación sigue confiando en el Señor.
Los otros textos tienen que ver con la figura de Simón Pedro:
t 14,33: “Y los que estaban en la barca se postraron ante él diciendo:
• M
‘Verdaderamente eres Hijo de Dios’”. Con estas palabras concluye
la escena creada por el evangelista, inmediatamente después del
encuentro de los discípulos con la persona de Jesús caminando
sobre las aguas hacia ellos (Mt 14,22-27; Mc 6,45-52). Aquí es Pedro
el que quiere andar sobre las aguas al encuentro de Jesús, pero su
fe es débil y comienza a hundirse. A su grito pidiendo ayuda res-
ponde Jesús extendiendo su mano para agarrarlo. Los que estaban
en la barca han sido testigos del hecho, y reconocen en él la mani-
festación de un poder que sobrepasa el ámbito de lo humano. Su
reacción se expresa primero con el gesto de la postración129 ante
Jesús, y luego en la confesión: “Verdaderamente eres Hijo de Dios”,
como lo dirá más tarde el centurión romano al pie de la cruz (27,54).
t 16,16: “Simón Pedro contestó: ‘Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios
• M
vivo’”. El autor amplía la versión de Mc 8,29: “Tú eres el Cristo”,
pero no es el título de Hijo de Dios el que provoca el fuerte rechazo
de Jesús, sino la convicción de que el Cristo, el Mesías de Israel, no
debía pasar por el oprobio y la muerte como lo había anunciado
Jesus (16,21). Al pensar de este modo, Pedro actúa como Satanás, el
tentador, y piensa como los hombres, no como Dios (16,23). Al unir
ambos títulos, Cristo e Hijo de Dios, el evangelista muestra que la
confesión cristológica más correcta en su expresión verbal, no tiene
valor ante Dios si es que no incluye a la figura del Crucificado.
En los dos textos, en el contexto de la pasión, son los adversarios los
que, sin sospecharlo ni quererlo, revelan a Jesús como el auténtico Hijo
otros pasajes que testimonian estos títulos. Como permite ver la lista
de textos más arriba133, casi el doble de los pasajes de Mc se deben a
las fuentes particulares o han sido agregadas por el autor. Su interés
innegable por estos títulos se justifica por su contenido.
t 1,1: “Libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham”.
• M
Aunque la palabra compuesta “Jesucristo” no existe en griego, aquí
el término no se usa como título, sino como nombre, siguiendo una
tradición lingüística que se advierte ya en la literatura paulina. El
contenido propiamente mesiánico está dado por la expresión “hijo
de David” que se atribuye al descendiente del Rey a quien fuera
anunciada la promesa mesiánica (2 Sam 7,12-13). Sus raíces judías
se manifiestan en el segundo título: hijo de Abraham.
t 1,16: “Y Jacob engendró a José, el esposo de María, el esposo de María,
• M
de la que nació Jesús, llamado Cristo”. Después del solemne comienzo
en 1,1 y la genealogía de Abraham incluyendo a David (1,6), la
expresión en 1,16: “De la que nació Jesús, llamado Cristo”, tiene
sentido mesiánico. Lo mismo vale para 27,17 y 27,22, en labios de
Pilato.
t 1,17-18: “… desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce
• M
generaciones … El origen de Jesucristo fue de esta manera”. En ambos
textos “Cristo” es usado como un nombre propio.
t 2,2.4: “¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? … les pregun-
• M
taba dónde debía nacer el Cristo”. En la pregunta de los Magos y en la
de Herodes134, Cristo es el mesías, el Cristo, como rey de los judíos.
t 16,20: “Entonces mandó a sus discípulos que no dijesen a nadie que
• M
él era el Cristo”. El autor cambia la versión de Mc 8,30: “ ... que a
nadie hablaran acerca de él”. El mismo hecho se da en Mt 24,5: en
la última hora muchos se presentarán diciendo: “Yo soy el Cristo”.
Según Mc 13,5: “diciendo yo soy”; y en Mt 26,68: los que golpean a
Jesús le preguntan irónicamente: “Adivínanos, Cristo, ¿Quién es el
133. Las cifras subrayadas indican los pasajes con “Hijo de David”, solo o acompañado por
otro título (por ej. 1,1; 9,27; 15,22; 20,30-31). Las cifras en letra cursiva indican los pasajes con
“Rey”.
134. Herodes el Grande reinó sobre Judea entre los años 37-4 a.C. De acuerdo a este dato
Jesús nació entre el año 6 y el 4 a.C.
4.1.2.4. Señor
Siguiendo el modo de expresión de los LXX el término „Señor“
está usado muchas veces referido a Dios, como traducción aproxima-
da de “Yahvé“. La cantidad de textos que hablan de “Señor“ – son
aproximadamente 80 – nos obliga a considerar brevemente primero
el sentido “teológico“ del término, para ver después el sentido “cris-
tológico“. Aparte de estos dos sentidos hay algunos pasajes en los que
“Señor“ designa a una persona en una posición de poder (13,27; 15,25;
18,25.27.31.32.34; 21,40; 24,45.46.48; 25,11.18.19.20.21.22.23.24.26).
En la época del helenismo – a partir de fines del siglo IV a.C. – el
término “Señor“ – “kyrios“ – es utilizado con creciente frecuencia para
denominar a la divinidad en la figura de los dioses, o representada
también por el soberano político. Los traductores de los LXX asumen
el término en lugar del tetragrama sagrado, influenciados no sólo por
4.2. La comunidad
El perfil comunitario de los destinatarios del evangelio se refleja en
los contenidos que éste transmite. Hay muchos indicios que permiten
reconstruir algunos rasgos de una comunidad judeo-cristiana135, cuyos
miembros conocen la Escritura y se enfrentan con los problemas típi-
cos de la segunda generación de un movimiento religioso. Cualquier
lector de una obra que comenzaba con una larga genealogía como en
Mt 1,1-16, tenía que percibir el colorido judío del texto. Muchos otros
pasajes reforzaban esta impresión: el problema de la interpretación de
la ley, la tendencia a indicar números propios de la tradición bíblica
etc.
Aunque solamente el cap. 18 es llamado con razón “discurso a
la comunidad”, la misma intención didáctica está presente en todos
los otros discursos, especialmente en el sermón de la montaña. De
este modo el autor juega el papel del maestro de la comunidad que
transmite lo que él conoce sobre Jesús, el maestro por excelencia (Mt
23,8; 28,20). Sin duda ha sido esta intención la que favoreció la amplia
difusión del evangelio en las comunidades cristianas de los primeros
siglos.
135. Algunos autores han defendido la tesis de que el autor del evangelio no era judío y que
la comunidad a la que se dirige con su obra estaba constituida por paganos convertidos a la fe
cristiana. Los argumentos presentados no son convincentes o, por lo menos, no tienen el peso de
los argumentos a favor de una comunidad judeo-cristiana.
136. La monografía de Wolfgang Trilling sobre el mismo tema que citamos en la bibliografía,
sigue siendo la investigación más importante.
4.2.2.2. La crisis
¿Cuál fue la causa por la que el proyecto de Jesús no prosperó y su
oferta al pueblo de Israel fue rechazada por los propios destinatarios?
Aquí no nos ocupamos del problema histórico y de los intentos de
solución – ¿hubo una “primavera galilea” a la que siguió el creciente
enfrentamiento con algunos grupos judíos? –, sino de la presentación
que hace el evangelista de los hechos.
138. Históricamente los fariseos y los doctores de la ley formaban dos grupos diferentes en
el judaísmo del tiempo de Jesús.
139. Después del final desastroso de la guerra judía (en el año 70) los doctores de la ley
eran también fariseos, y se los consideraba como un solo grupo. La presentación que hace el
evangelista refleja la situación histórica de su tiempo.
140. En el lenguaje moderno la palabra “fariseo” designa en general a una persona hipócrita,
falsa, independientemente de su condición social. Va más allá del ámbito de la conducta religiosa.
Esta acepción es el efecto histórico del modo de expresión del evangelista. Los fariseos como
grupo judío se caracterizaban por su piedad y observancia de la ley. Puede ser que haya habido
entre ellos también hipócritas – como los hay en todo movimiento religioso –, pero esto no justifica
ninguna generalización.
lo que no son, ocultan la propia realidad ante Dios para aparecer bien
ante los hombres.
Un diagnóstico tan negativo no se explica por una animosidad per-
sonal del autor. En ella se refleja la situación de una comunidad que
vive en una relación conflictiva con el judaísmo141. Esa parece ser la
situación que vive el evangelista.
141. En este conflicto el pueblo acepta ser castigado, pero no quiere dejar de exigir la
condena de Jesús. La frase es conocida: “¡Su sangre caiga sobre nosotros y nuestros hijos!” (Mt
27,25). Estas palabras han sido utilizadas a veces para justificar y promover el antisemitismo, pero
esta interpretación le hace decir al texto algo que no está en su intención. La responsabilidad por la
condena de Jesús la tiene un grupo de personas, pero no es la responsabilidad de todo el pueblo
judío y mucho menos una culpa que perdura a lo largo de los siglos.
por los doce discípulos, participa del poder del Hijo del hombre para
juzgar a las doce tribus del viejo Israel, y el juicio es condenatorio. Las
promesas anunciadas al pueblo de Dios no quedan sin cumplimiento,
pero los agentes representantes de ese pueblo son los cristianos, en
especial los judeo-cristianos.
• La vigencia del juicio. La pertenencia al nuevo Israel no brinda nin-
guna garantía de salvación frente a la posibilidad de ser también
objeto del juicio de Dios. Son muchos los pasajes que, desde distin-
tas perspectivas, ilustran el tema. Consideramos algunos de ellos.
–– El mundo es el reino del Hijo del hombre (Mt 13,41), y los creyen-
tes pertenecen a este reino. Nada se dice sobre su suerte cuando,
al fin de los tiempos, los ángeles expulsen del reino a los que han
suscitado escándalos y a los que han actuado en forma inicua.
Sus obras son el criterio que decide entre salvación y condena.
No basta decir: Señor, Señor, para entrar en el Reino de los Cielos.
Sólo el que cumple la voluntad de Dios encuentra la salvación (Mt
7,21). Incluso los signos de fe, como son, el profetizar, expulsar
demonios y hacer milagros en nombre de Jesús, carecen de valor
si es que no se ha cumplido la voluntad de Dios (7,22).
–– La parábola de los invitados al banquete real (22,1-10) concluye
con la invitación a participar en él a todos aquellos que los siervos
encuentran, “malos y buenos”, hasta que la sala de bodas se llena.
Son gente que andaban por los caminos y es lógico pensar que no
estaban vestidos como corresponde cuando se asiste a un banque-
te nupcial que brinda el rey. Apartándose de la línea narrativa de
“Q” (Lc 14,16-24) el evangelista agrega un episodio (Mt 22,11-14)
que es incoherente con el relato precedente. El rey entra en la sala
de fiesta y ve que uno de los invitados no tiene el traje de fiesta.
Inmediatamente ordena que lo aten de pies y manos y lo echen a
las tinieblas de fuera. A primera vista se trata de una acción injusta.
¿Cómo el hombre iba a estar vestido de fiesta si es que no había sido
invitado al banquete, sino que había sido encontrado por los siervos
del rey y llevado a la sala real? La incoherencia narrativa no se puede
negar y no encuentra una explicación convincente en una lectura que
se limita al contenido del texto en sí mismo. Conociendo la capaci-
dad del autor de componer escenas con retazos tradicionales, sería
1. El que rechaza a los apóstoles que Jesús envía, es castigado con un juicio
condenatorio. ¿Cuál es la causa de este severo proceder?
2. Compare las dos versiones de los ayes de amenaza contra los escribas y
fariseos en Lc 11,42-48 y Mt 23,13-33, y ponga de relieve algunas diferen-
cias entre ambas.
142. Es probable que Lc 4,4 transmita la versión de “Q”: “Si tu hermano peca contra ti siete
veces, y siete veces se vuelve a ti, diciendo: ‘Me arrepiento’, le perdonarás”.
143. La expresión parece aludir a Gn 4,24: “Caín será vengado siete veces, mas Lamec lo
será setenta y siete”. Después de las palabras de Lamec a sus mujeres: “Yo maté a un hombre por
una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí” (Gn 4,23), el texto anuncia
una venganza cada vez más desproporcionada con respecto al mal que se ha sufrido. Así se
demuestra la creciente violencia entre los descendientes de Caín. En el contexto del perdón se
invierte su sentido original.
144. Cfr. Cap. 3.1.5.4. Indicaciones metodológicas III: Parábola y relato parabólico.
145. El Código Sinaítico busca mitigar la suma de dinero, y menciona sólo “muchos talentos”.
150. La forma pasiva: “me ha sido dado todo poder” es el así llamado “passivum divinum” que,
para no utilizar el nombre de Dios, recurre a la forma pasiva dejando a Dios como sujeto activo
implícito de la acción.
151. Está testimoniada ya en la Didaché 7,1, un escrito de comienzos del siglo II.
152. Cfr. 4.1.1. El cumplimiento de la Escritura.
4.3. Escatología
4.3.1. Los signos del fin (Mt 24)
Dividimos el capítulo de acuerdo a los temas tratados, presentamos
las fuentes de las que se sirve el evangelista y los agregados redaccio-
nales o de las fuentes particulares (en caracteres cursivos).
• La destrucción del templo
y los signos del fin: Mt 24,1-8 = Mc 13,1-8
• Persecuciones futuras: Mt 24,9 (10-12).13-14 (10,17-22) = Mc 13,9-13
• Juicio sobre Judea: Mt 24,15-22 = Mc 13,14-20
• Advertencia contra
los falsos profetas: Mt 24,23-25 (26) = Mc 13,21-23
• El día del Hijo del hombre: Mt 24,27-28 = Lc 17,24.37b (“Q”)
• El retorno del Hijo del hombre: Mt 24,29 (30a).30b-31 = Mc 13,24-27
• La parábola de la higuera: Mt 24,32-33 = Mc 13,28-29
• Sobre la última hora: Mt 24,34-36 = Mc 13,30-32
• El día de Noé: Mt 24,37-41= Lc 17,26-30.34-35 (“Q”)
• Exhortación a la vigilancia: Mt 24,42= Mc 13,35
• El ladrón nocturno: Mt 24,43-44= Lc 12,39-40 (“Q”)
• El siervo bueno y el malo: Mt 24,45-51= Lc 12,42-46 (“Q”)
157. La interpretación tiene rasgos alegóricos, pero éstos no son arbitrarios, sino que surgen
de la estructura del relato y del contexto literario. Dentro de un discurso escatológico, el novio que
se retrasa no puede ser otro que el Señor en su parusía. La novia es un elemento necesario para
que el tema del relato – el retraso del novio – tenga un sentido, pero no interviene para nada en
la narración.
cansa solamente sobre la actitud del que espera y sabe que la espera
puede ser muy larga.
Hay autores que sostienen que el relato nació en el seno de alguna
comunidad cristiana perteneciente a la segunda generación, como la
comunidad del evangelista, como exhortación a abandonar la creencia
de que la venida del Señor era un acontecimiento que iba a ocurrir
muy pronto. La interpretación no carece de plausibilidad, pero no
se debe descartar la posibilidad de que la parábola, por los menos
en sus rasgos fundamentales, sea un fruto de la fantasía narrativa de
Jesús para evitar que su mensaje del Reino fuera entendido como un
anuncio apocalíptico que tenía que cumplirse en un plazo cercano. En
su forma actual no se advierten rasgos redaccionales aportados por el
evangelista.
• Mt 25,14-20. La historia del dinero prestado tiene el mismo tema y
la misma estructura que el relato en Lc 19,11-27, pero hay muchos
detalles que los diferencian158. Aquí nos interesa sobre todo la ver-
sión de Mt. La de Lc será tenida en cuenta sólo para resaltar algunos
detalles.
También el eje del relato gira en torno al tiempo, como en el texto
anterior, pero no se trata del tiempo del que se dispone para vivir, sino
de la responsabilidad ante el gran don del tiempo. La clave para su
comprensión son las cantidades de dinero que el hombre – que tuvo
que ser muy rico – da a sus siervos para que lo hagan rendir frutos y
aumenten su capital. El tiempo entre la ausencia y el retorno del señor
es el tiempo que tienen los siervos para hacer trabajar el dinero. Al
primer siervo le da cinco talentos, o sea, entre 30.000 y 50.000 denarios
o jornales de trabajo159. Al segundo le da dos talentos, es decir entre
12.000 y 20.000 denarios o jornales. Al último siervo le da “solamente”
un talento, es decir entre 6.000 y 10.000 denarios o jornales. Es lógico
que los que más han recibido, saquen mayor provecho del dinero que
les prestaron. El primero gana otros cinco talentos y el segundo otros
dos talentos. El tercero, a pesar de que también había recibido una
cantidad muy considerable – los montos de dinero son relativos, pero
158. Es uno de los ejemplos para pensar que la versión de “Q” que poseía cada uno de los
evangelistas no era la misma.
159. Cfr. 4.2.2.4. La inconmensurable dimensión del perdón.
160. Cfr. Horacio E. Lona, ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él? Estudios de
antropología bíblica, Buenos Aires 2008, 279-281.
161. Según la comprensión moderna una persona tiene talento o es talentosa porque ha
recibido un don que la capacita para hacer algo sin mayor esfuerzo y con excelentes resultados:
un gran pintor, escritor, deportista, etc. Es posible que también estos talentosos tengan que ser
disciplinados y constantes, pero siempre poseen una cuota que los distingue de los demás. Esta
forma de hablar se debe a la parábola en la versión de Mt. El “talento” en su sentido original
era una medida de peso. El evangelista ha creado lenguaje que hoy pertenece al vocabulario
cotidiano.
162. Hemos tratado el texto en 4.2.2.3. La comunidad cristiana como el nuevo Israel. Para su
comprensión remitimos a lo dicho allí.
1. De las diez vírgenes hay cinco que son calificadas como “prudentes” y
otras cinco como “necias”. ¿Porque merecen ese calificativo?
2. ¿Por qué la visión del hombre en Mt 25,14-31 tiene un carácter claramen-
te positivo?
163. Con respecto a “Q” cfr. Cap. 4.4. Fecha y lugar de origen. Con respecto a Mc cfr. Cap.
5.5. Fecha y lugar de origen.
6. Autor y destinatarios
6.1. El autor
El evangelio es un texto que no nombra a su autor en forma explíci-
ta. Una vieja tradición que está testimoniada por Papías de Hierápolis,
lo adjudica a Mateo, el discípulo de Jesús164. A partir del texto mismo
es posible reconstruir el proceso que llevó a que Mateo haya sido con-
siderado como el autor del evangelio y que, por lo menos dentro de
la iglesia católica, esa opinión se haya mantenido oficialmente hasta
comienzos del siglo XX165.
Mc 2,13-17 narra el encuentro de Jesús con Leví, el hijo de Alfeo,
que se ganaba la vida como cobrador de impuestos en nombre del
poder romano. Al llamado de Jesús: “Sígueme”, Leví responde inme-
diatamente levantándose de su mesa de trabajo para seguirlo (Mc
2,14). La escena plantea una cuestión: ¿Qué fue de Leví en el tiempo
siguiente? El evangelio de Mc no habla más de él. ¿Cómo se explica
este silencio si es que había seguido a Jesús? También el autor del
evangelio de Mt constató el problema y le dio una solución que tuvo
164. Para más detalles cfr. 2. Lenguaje y estilo. Sobre Papías de Hierápolis, cfr. Horacio E.
Lona - Alberto C. Capboscq, Introducción a la historia de la literatura cristiana en los tres primeros
siglos, Buenos Aires 2012, 43-49.
165. Como lo determina la respuesta de la Comisión bíblica del 19 de junio de 1911.
cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza’”.
Se trata de un fragmento de “Q” transmitido también en Lc 9,57-58.
Las palabras de Jesús son las mismas que en Mt 8,20, pero la intro-
ducción es otra: “Mientras iban caminando, uno le dijo: ‘Te seguiré
adondequiera que vayas’” (Lc 9,57). Las diferencias con la versión
de Mt 8,19, que se deben a la mano del evangelista, son pequeñas,
pero significativas. No es una persona que queda indeterminada,
sino que es un escriba. En la forma propia de un escriba que se
dirige a su maestro que lo instruye en la interpretación de la ley,
del mismo modo llama a Jesús este escriba para comunicarle su
decisión a seguirlo.
No se puede negar la relación entre los dos textos citados, porque
en ellos es el evangelista mismo el que modifica la tradición recibida
(Mt 8,19) o añade sus palabras (Mt 13,51-52) introduciendo la figura
de un escriba en el relato. De acuerdo a esta relación la escena descrita
en Mt 8,19, es la preparación a la conclusión de las siete parábolas en
13,51-52, y ambos textos revelan el perfil del evangelista.
168. En el evangelio de Mc, cuyo autor era un judeo-cristiano, la polémica en contra de los
judíos es muy moderada, pero esto se debe probablemente a que sus destinatarios no vivían una
situación de tensión con la comunidad judía.
Bibliografía (6)
Bonnard, Pierre, Evangelio según san Mateo, Madrid 1976 (=
L‘Evangile selon Saint Matthieu, Ginebra 31992).
Cisterna, Félix E., El evangelio de Mateo, Buenos Aires 2001.
Guijarro Oporto, Santiago, El evangelio según san Mateo, Salamanca
1991.
Luz, Ulrich, El evangelio según san Mateo, I-IV (Biblioteca de estu-
dios bíblicos 74.103.104.115), Salamanca 1993.2001.2003.2008 (= Das
Evangelium nach Matthäus [EKK I/1-4], Düsseldorf/Neukirchen
1990-2002).
Mateo, Juan. - Camacho, Fernando, El evangelio de Mateo: lectura
comentada, Madrid 1981.
Schmid, Josef, El evangelio según San Mateo, Barcelona 1967 (=
Evangelium nach Matthäus [RNT 1], Regensburg 51965).
Trilling, Wolfgang, El verdadero Israel. Estudio de la teología de
Mateo (Actualidad bíblica 36), Madrid 1974 (= Das wahre Israel. Studien
zur Theologie des Matthäus-Evangeliums [SANT 10], München 31964).
Trilling, Wolfgang, El evangelio según San Mateo, Barcelona 1980
(= Das Evangelium nach Matthäus [2. Bde.], Düsseldorf 41970 51993).
El evangelio de Lucas
1. Contenido y estructura
Al dar cuenta del contenido del evangelio ponemos en un recua-
dro, anotando los paralelos correspondientes, los dos párrafos en los
que el autor, fuera del evangelio de la infancia (1,1-2-52), se aparta
de Mc e incorpora especialmente fragmentos de “Q”: en el discurso
sobre el llano (6,20b-49) y en el itinerario a Jerusalén (9.51-18,14),
que incluye también textos importantes de sus fuentes particulares
(“FP”)169. En algunos casos, además de “Q” y del paralelo en Mt
indicamos también un texto de Mc (cfr. nr. 83.86.87.90, etc.) para
señalar la existencia de una tradición doble, presente en “Q” y en Mc.
Agregamos a esto los paralelos en la sección Lc 7,1-10-9,50 (nr. 42-67)
que une los dos párrafos mencionados. En la recepción de Mc falta la
sección Mc 6,45-8,26.
1. Prólogo 1,1-4
2. Anuncio del nacimiento de Juan el Bautista 1,5-25
3. Anuncio del nacimiento de Jesús 1,26-38
4. La visita de María a Isabel 1,39-56
5. Nacimiento y circuncisión de Juan el Bautista 1,57-80
6. Nacimiento de Jesús en Belén 2,1-7
7. Adoración de los pastores 2,8-20
8. Circuncisión y presentación en el templo 2,21-38
9. La niñez de Jesús en Nazaret 2,39-40
10. Jesús en el templo 2,41-52
169. Como lo hemos notado al tratar el mismo problema en el evangelio de Mt, las referencias
sobre el origen de un pasaje determinado tienen un valor orientador, y no quieren decir que la
forma actual del texto corresponda exactamente a la fuente señalada.
261
42. Curación del siervo del centurión 7,1-10 “Q” (Mt 8,5-13)
43. El hijo de la viuda de Naín 7,11-17 “FP”
44. Las preguntas de Juan el Bautista 7,18-23 “Q” (Mt 11,2-6)
170. Cfr. Cap. 1.3.1. Relación cuantitativa entre los textos de los tres sinópticos.
separa ambas escenas, indica más bien que estos episodios pertene-
cen a la sección preliminar.
2. Primera parte (4,14 - 9,50). Actividad de Jesús en Galilea: Hasta la
exposición del sermón en el llano (6,20b-49) el evangelista sigue
con pocos cambios el orden de Mc171. La “pequeña adición” se nutre
de “Q”, así como los textos siguientes hasta 7,35 (cfr. nr. 42-45), a
excepción del relato de la resurrección del hijo de la viuda de Naín
(7,11-17 = “FP”), que sirve de complemento a la curación del siervo
del centurión (7,1-10 = “Q”).
Mc 14,39 describe el gesto de una mujer anónima que unge la cabe-
za de Jesús con un perfume muy caro. Lc tiene una tradición seme-
jante, pero en ella la mujer es una pecadora conocida y unge también
los pies de Jesús y los seca con sus cabellos (7,36-50). Nada queda del
contexto en Mc, inmediatamente antes del relato de la pasión, pero la
perícopa crea el clima para la siguiente mención de las mujeres que
seguían a Jesús (8,1-3). En los dos textos Lc deja de lado el orden de
Mc, pero lo vuelve a retomar con pequeñas modificaciones en el trozo
Lc 8,4-9,17 (= Mc 4,1-6,44).
También el párrafo siguiente, Lc 9,18-50, reproduce el orden de
Mc 8,27-9,41, pero la secuencia de Lc omite Mc 6,45-8,26. No es que
el autor deje de lado completamente los 75 Vv. contenidos en el texto,
pero lo que asume está incluido en contextos muy diferentes172.
173. Ésta es la única que depende de Mc 10,32. Las otras indicaciones son redaccionales.
176. María aparece también en el tiempo de Jesús y en el tiempo de la iglesia. Cfr. 4.4.1. La
figura de María.
177. Cfr. Cap. 2.2.4.2. La prioridad de Marcos. Sugerencias para trabajos prácticas (2).
178. El dicho estaba en “Q” (= Mt 11,12-13). La versión original no acentuaba tanto la
diferencia entre el período de Juan el Bautista y el de Jesús.
179. Buena parte de lo que hemos expuesto aquí se basa en la obra de Hans Conzelmann
citada en la bibliografía, que ha influido mucho en los estudios de la obra de Lucas. Volveremos
sobre ella en 4.4. Escatología.
2. Lenguaje y estilo
180. Cfr. Cap. 5.2. Lenguaje y estilo. Hay unas pocas excepciones. Cfr. Lc 8,30: “legión” =
Mc 5,9; Lc 22,1: “la fiesta de los ázimos, llamada Pascua” = Mc 14,1: “… la Pascua y los ázimos”.
181. A pesar de que el “presente histórico” – tan frecuente en Mc – está testimoniado también
en autores clásicos, el evangelista lo omite siempre a excepción de Lc 8,49 (= Mc 5,35).
182. Los cambios se aprecian comparando el texto griego. Las traducciones nivelan el estilo
y no permiten captar los detalles.
183. La Biblia de Jerusalén traduce: “Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente
las cosas que se han verificado entre nosotros …” La versión que ofrecemos es más literal.
3. Las fuentes
3.1. La Escritura
Con un número de 37 citas explicitas e implícitas, el evangelio
contiene una cantidad apreciablemente menor que las 66 citas de Mt
o, proporcionalmente, que las 32 citas de Mc con un volumen de texto
mucho más reducido. La cantidad de citas “alusivas” duplica a la de
Mc.
1. Observe la lista de citas. ¿Cuáles son los textos citados con más frecuencia?
2. ¿En qué se distingue la forma de probar el cumplimiento de la Escritura
propia de Lc de aquella de Mt?
3. ¿Cuál es el tema común a las citas alusivas de Lc y de Mc?
4. ¿Qué texto sirve de base a las citas bíblicas? ¿El original hebreo o la ver-
sión griega de los LXX?
1. ¿Cuáles son los textos que el autor sitúa en un contexto diferente al de Mc?
2. Indique algunos pasajes en los que el autor omite expresiones de Mc que
para un lector normal serían chocantes.
191. El relato de las tres tentaciones en el desierto muestra un orden distinto: en Mt se trata de
la tentación de convertir a las piedras en pan, de arrojarse de lo alto del templo y de tener poder
sobre todos los reinos de la tierra (Mt 4,1-11). En Lc las dos últimas tentaciones están en otro
orden: la segunda es la del poder sobre los reinos de la tierra y la tercera la de arrojarse del alero
del templo de Jerusalén (Lc 4,1-13). El orden de Lc parece corresponder a su interés por subrayar
el papel central de Jerusalén. Cfr. 1.2. Estructura geográfica. Esto es un indicio de que el orden
presentado por Mt corresponde al orden de “Q”.
192. En esta breve sección ambos evangelistas siguen el orden de “Q”.
193. Hemos planteado el mismo problema al considerar el tema en el evangelio de Mt. Cfr.
Cap. 6.3.3. La colección de dichos de Jesús (“Q”).
194. Un análisis más preciso exigiría el contacto con el texto griego.
de envío hace uno solo en Mt 10, que es mucho más extenso que los
de las versiones de “Q” y de Mc. El autor dispone también de dos dis-
cursos sobre el fin de los tiempos: el de Mc 13 y el de “Q”. Siguiendo
el orden de “Q” transmite su discurso en Lc 17,21-37, y asume el texto
de Mc en Lc 21. El evangelio de Mt combina ambos discursos en una
pieza única (Mt 24), más larga que las tradiciones recibidas.
3. ¿Por qué se considera la versión del discurso contra los fariseos y los
doctores de la ley en Lc 11,37-54 como más cercana a “Q” que el de Mt
23,13-36?
adjudican: 350 Vv. dependen de Mc, ca. 240 Vv. de “Q” y ca. 530
de las “FP”. Ante estas proporciones pareciera que es poco lo que
queda como fruto de la redacción del evangelista, pero no debe
pensarse en una recepción “mecánica” de la tradición, como si
evangelista estuviera frente a una gran cantidad de fragmentos
que él va combinando y juntando hasta llegar a la forma final del
escrito. La recepción de la tradición acaece en un proceso que no
es la obra individual del autor, sino que se desarrolla en el seno
de la comunidad en el intercambio de los contenidos recibidos y
de su nueva formulación.
4. Líneas teológicas
Aún reconociendo el valor relativo de las cifras citadas sobre las
fuentes del evangelio, si tratamos las líneas teológicas del evangelio
hay que preguntarse si es que el autor ha desarrollado una teología
propia, o si es que se limita a reproducir lo que él recibió. Los temas
que tratamos a continuación demuestran que el evangelista no es sólo
un compilador de tradiciones, sino que en el proceso de recepción de
estas tradiciones pone acentos propios que dan a su obra un perfil teo-
lógico diferente de lo que vimos en Mc y en Mt.
195. La estructura temporal fue expuesta más arriba. Cfr. 1.3. Estructura temporal.
196. Esta limitación necesaria al cuadro histórico no contradice la dimensión universal de la
salvación anunciada en la genealogía (Lc 3,23-38). A diferencia de la genealogía en Mt 1,2-16, la
tradición de Lc comienza con la aparición de Jesús y se remonta hasta los orígenes, que incluyen
también a David y Abraham – Jesús es hijo de Abrahán y descendiente de David – pero continúan
hasta Dios, el origen creador. Jesús es el punto culminante de una historia universal que no
conoce límites de razas ni de costumbres. Este universalismo refleja el éxito de la experiencia
misionera de las primeras comunidades cristianas.
197. El valor del dato histórico es discutible. No hay ningún testimonio acerca de un censo
sobre todo el imperio durante el gobierno de César Augusto. Cirino no fue gobernador de Siria en
el tiempo de César Augusto, sino recién en el 6 d.C., después de la deposición de Arquelao (vgl.
Cap. 6.1.2. Estructura geográfica n. 12), cuando Judea pasó a ser territorio imperial. Hch 5,37
menciona un “empadronamiento” contra el que se sublevaron Judas el galileo y Teudas. La medida
ordenada por Cirino (entre el 6 y el 7 d.C.) tenía por objeto controlar el pago de los impuestos. Se
han hecho muchos intentos de armonizar las fechas para hacerlas coincidir con las del evangelio
de Mt, pero ninguno de ellos es convincente. Lo más probable es que la información que recibe y
transmite Lc 2,1-2 sea errónea.
198. Entre el otoño del año 28 y el otoño del 29.
199. Poncio Pilato fue procurador de Judea del año 26 al 36.
200. Herodes Antipas, hijo de Herodes el Grande y hermano menor de Arquelao, gobernó
Galilea entre el año 4 a.C. y el 39 d.C.
201. Filipo era hermanastro de Herodes Antipas y gobernó entre el año 4 a.C. y el 34 d.C.
4.3. Cristología
4.3.1. Jesús, el portador del Espíritu
El autor no especula sobre el Espíritu Santo, sino que lo entiende
como la fuerza de Dios que obra en el mundo. Jesús no es sólo el caris-
206. Al tratar “La figura de María y de las mujeres”, volveremos sobre el tema.
207. La expresión griega es: “egéneto rhéma Theoû epì Iwánen”.
208. La unción se hace con aceite para significar la transmisión de un poder especial. El
ejemplo más claro es la unción de los reyes con la que recibían la institución y el poder real
sustentado por el don del Espíritu. En el texto citado, la realidad significada – el don del Espíritu
– desplaza al signo del aceite, y el gesto de la unción se refiere a la plena posesión del Espíritu.
210. Por el paralelismo estructural los relatos pertenecen a las “parábolas dobles”, como Mt
13,44-36; Lc 13,18-21; Lc 15,3-10, pero no están transmitidas juntas, sino en contextos diferentes
(cfr. Cap. 3.1.5.4. Parábola y relato parabólico). No sabemos si en las “FP” formaban una unidad
que el evangelista no respetó, o si es que fueron transmitidas como perícopas aisladas.
1. Señale los pasajes en los que evangelista menciona a Jesús rezando, que se
distinguen de la versión de Mc.
3. ¿En qué elementos del relato del fariseo y del cobrador de impuestos en el
templo hay una estructura en base a contrastes?
211. El lugar tendría que ser a continuación de Lc 22,3, como paralelo de Mc 14,3-9.
213. Si bien se admite que el relato estaba en “Q” (cfr. Mt 18,12-14), las opiniones se dividen
cuando se trata de adjudicar a Lc o Mt la versión más próxima a “Q.
214. En Mt 18,13 se alegra sólo el pastor; en Lc 15,6 el pastor llama a sus amigos y vecinos y
se alegra junto con ellos. Lo mismo hace la mujer cuando encuentra la dracma (Lc 15,9).
215. También Mt 18,14 transmite la frase conclusiva, pero en este caso la imagen no refleja la
alegría en el cielo por la conversión de un pecador, sino que revela la voluntad del Padre de que
no se pierda ni uno solo de los “pequeños”.
Lc Mc “Q” Lc Mc “Q”
- 1,1 8,28 5,7
1,32 “FP” 8,35 9,7
1,35 “FP” 10,22216 Mt 11,27
3,22 1,11 - 13,32
4,3 Mt 4,3 22,70 14,61
4,9 Mt 4,6 - 15,39
4,41 3,11
216. Nos hemos referido al texto al tratar la cristología de “Q”. Cfr. Cap. 4.5.3.
217. El mismo motivo aparece en el Sal 2,7. Dios dice sobre su Ungido: “Tú eres mi hijo, hoy
te he engendrado.”
218. Las afirmaciones sobre el valor redentor de la muerte en la cruz son escasas. Esta
constatación ha planteado la cuestión sobre el fundamento de la obra salvífica. Es cierto que el
autor no asume el texto de Mc 10,45: “El Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir
y dar su vida como rescate por muchos”, y que en su lugar escribe: “Yo estoy en medio de ustedes
como el que sirve” (Lc 22,27), pero en la última cena agrega a las palabras de Mc 14,22 sobre
el pan: “… que se entrega por ustedes” (Lc 22,19). Esto indica que el tema del valor salvífico de
la entrega de Jesús no está ausente en el evangelio, aunque no ocupa el lugar que tiene en Mc.
222.Como hemos hecho al tratar el evangelio de Mt las cifras en cursiva señalan los textos en
los que no está Cristo, sino Rey, las cifras subrayadas está hijo de David u otro título cristológico
223. El fenómeno lingüístico aparece ya en los comienzos de la literatura paulina. Cfr. 1 Tes
2,6; 3,2; 4,16 etc.
4.3.4.4. Señor
La lista de pasajes en los que “Kyrios” se utiliza en sentido cristo-
lógico refleja ya en su frecuencia225 y en los matices de significado la
influencia del lenguaje helenista en la expresión de la fe226. El uso indis-
tinto del término para designar al Dios del AT227 y a la persona de Jesús
se apoya en un modo de expresión ya testimoniado en los primeros
textos de la literatura cristiana (cfr. 1 Tes 1,1.3.6.8; 2,15.19 etc.).
228. Se trata de uno de los “minor agreements”. Cfr. Cap. 2.2.5. El estado de la cuestión. Lo
mismo se observa en Lc 18,41 y Mt 20,33 (la curación del ciego de Jericó), en la que, según Mc
10,51, el ciego se dirige a Jesús llamándolo “Rabbuní”.
229. Mt 13,55 toma el texto sin cambios importantes. En Lc 4,23 la pregunta es: “¿Acaso no
es éste el hijo de José?”, y no se nombra ni a María ni a sus hermanos.
230. ¿Son ellos los que, según Mc 3,21, habían afirmado que Jesús estaba fuera de sí? Mt
y Lc omiten el texto.
231. Mt 12,46-50 sigue con pocas variantes a Mc 3,33-35.
232. Jn 6,42: “¿No es este Jesús, hijo de José, cuyo padre y madre conocemos?”, transmite
la misma tradición que Mc 6,3.
233. Él descansa sobre el pecho de Jesús (Jn 13,25) como el Logos, que es el revelador del
Padre, descansa en su seno (1,18).
234. El término “rhéma” que hemos traducido con “palabra” (cfr. 4.2. La palabra de Dios),
significa también “cosa”, “hecho”, “acontecimiento”. Así en Lc 1,37: “Porque para Dios no hay
ninguna cosa (“rhéma”) imposible.” El otro sentido está en 1,38: “Hágase en mí según tu palabra
(“rhéma”).” En 2,21.51 ambos significados se complementan. El sentido de un acontecimiento es
objeto de reflexión si es que tiene una expresión verbal.
235. En Lc 8,21 Jesús considera como su madre y su hermano a todos los escuchan la
palabra de Dios y la cumplen, mientras que en el texto paralelo de Mc 3,35 son todos aquellos que
cumplen la voluntad de Dios. Lo mismo en Mt 12,50.
239. El relato de la “resurrección” del hijo de la sunamita por obra de Eliseo (2 Re 4,32-37)
es una primera relectura del milagro de Elías. La fuente que utiliza el autor continúa la misma
tradición.
242. Cap. 4.2. Forma literaria. Evangelio de Felipe 32. Un manuscrito copto conservado en
Berlín (BF 1) trasmite un “Evangelio de María”.
243. Mc 15,41 afirma que las mujeres lo habían seguido “en” Galilea.
1. ¿Qué texto testimonia que María pertenece a los creyentes “pobres” ante
Dios?
2. ¿Cuál es el rasgo común que une a María, la madre de Jesús, con María,
la hermana de Marta?
3. ¿Cuáles son los datos históricos que los evangelios transmiten acerca de
María Magdalena?
244. Hay otras mujeres que ya están citadas en el evangelio de Mc: el óbolo de la viuda (Mc
12,41-44; Lc 21,1-4; la criada que interpela a Pedro en la casa del Sumo Sacerdote (Mc 14,66-72;
Lc 22,5-62). Para el tema que tratamos carecen de importancia.
246. La historia del administrador deshonesto (Lc 16,1-8) no es un ejemplo a imitar. Su señor
lo alaba al final no porque lo ha vuelto a engañar, sino porque ha obrado con toda decisión. Para el
evangelista, el ideal es el “administrador honesto”: “El que es fiel en lo insignificante, lo es también
en lo importante. Si no fueron fieles con el dinero injusto, ¿quién les confiará lo verdadero?”
(16,10-11).
247. Así hay que entender los ayes de amenaza que forman un contraste con las
bienaventuranzas. Con respecto a los ricos: “Pero ¡ay de ustedes, los ricos!, porque ya han
recibido su consuelo” (6,24). La amenaza está dirigida a los ricos que, como el rico necio (12,16-
21) y el otro rico que no ayuda al pobre Lázaro (16,19-31), piensan sólo en su bienestar y se
olvidan de los pobres.
4.6. La comunidad
248. Esta forma de literatura “culta” fue utilizada también en el judaísmo helenista. Como
ejemplo citamos las frases más representativos del prefacio al Segundo libro de los Macabeos
2,19-32: “La historia de Judas Macabeo y de sus hermanos, la purificación del más grande templo,
la dedicación del altar … todo esto, expuesto en cinco libros por Jasón de Cirene, intentaremos
nosotros compendiarlo en uno solo. Porque al considerar la marea de números y la dificultad
existente, por la amplitud de la materia, para los que quieren sumergirse en los relatos de la
historia, nos hemos preocupado por ofrecer algún atractivo a los que desean leer … Profundizar,
revolver las cuestiones y examinar punto por punto corresponde al que compone la historia; pero
buscar concisión al exponer y renunciar a tratar el asunto de forma exhaustiva debe concederse
al divulgador …”
249. La Biblia de Jerusalén traduce en forma libre; “Para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.”
250. Al proyectar este motivo a la comunidad cristiana el autor asume el lenguaje de las
personas cultas, confirmando lo dicho en el tema anterior.
4.7. Escatología
4.7.1. El autor y sus fuentes
Como en el evangelio de Mt, son dos los discursos escatológicos de
los que dispone el autor: el de “Q” y el de Mc 13, pero no los combi-
na en un solo discurso como en Mt 24, sino que los transmite en dos
contextos diferentes. La versión de “Q” está en Lc 17,22-37, la de Mc
13 en Lc 21,1-33. Con respecto a la recepción de Mc 13 hay algunas
diferencias remarcables. Lc 21,20-23a señala a Jerusalén como el lugar
del desastre: “Cuando vean a Jerusalén cercada por ejércitos252, sepan
entonces que se acerca su desolación … Los que están en medio de la
ciudad que se alejen; y los que estén en los campos que no se acerquen
a ella, porque éstos son días de venganza en los que se cumplirá todo
cuanto está escrito”. En la hora de la calamidad “sobre la tierra y cólera
contra este pueblo, caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos
a todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta
que el tiempo de los gentiles llegue a su cumplimiento” (21,23b-24).
Con más claridad que en Mc 13, la catástrofe del fin de los tiempos
se centra en Jerusalén, que, de este modo, concluye su tiempo para
que comience el tiempo de los gentiles, que es el tiempo de su domi-
nio destructor – “Jerusalén será pisoteada por los gentiles” – sobre la
ciudad. También en este tema el autor insinúa ciclos temporales que
se desarrollan a distintos niveles, pero que no siempre se suceden
unos a otros. El tiempo de Jesús concluye con los acontecimientos en
253. Todos estos pasajes nacen de una mirada retrospectiva a la guerra judía contra los
romanos y a su final desastroso para Jerusalén y sus habitantes.
254. H. Conzelmann (cfr. op. cit. en la bibliografía) fue el primero (lo siguieron Ph. Vielhauer y
otros) que interpretó los pasajes que hemos considerado como expresiones de un plan teológico.
En su opinión, el autor del evangelio y del libro de los Hechos sustituyó la esperanza de un fin
inminente por la idea de una historia salvífica, en la que el presente es el tiempo de la iglesia. La
interpretación está fundamentada en un análisis detallado de los textos, pero no tiene en cuenta
lo que hemos afirmado sobre la actitud de la espera. Es lógico pensar que el presente es el
tiempo de la iglesia, pero esto no significa que el tiempo de la iglesia sea el centro del tiempo. La
comunidad del evangelista no espera el fin del mismo modo que la primera generación cristiana,
porque tampoco es posible mantener estable la misma actitud de espera a lo largo de los años.
6. Autor y destinatarios
6.1. El autor
En el prólogo del libro de los Hechos de los Apóstoles el autor se
presenta como el mismo que escribió el evangelio. El destinatario es
Teófilo (Lc 1,1; Hech 1,1); el autor se refiere al “primer libro” (“prótos
lógos”) en el comienzo de su nueva obra (Hch 1,1), que trata de “todo
lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta el día en que, des-
pués de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los
apóstoles que había elegido, fue levantado a lo alto” (Hch 1,1-2). Los
contenidos citados corresponden a la estructura básica del evangelio,
dirigido también a Teófilo para que conozca la solidez de las enseñan-
zas recibidas (Lc 1,4).
259. Es el mismo trasfondo histórico que hemos señalado al tratar la cuestión del autor del
evangelio de Mc. Cfr. Cap. 6.6.1. El autor.
260. Cfr. Horacio E. Lona - Alberto C. Capboscq, Introducción a la historia de la literatura
cristiana en los tres primeros siglos, Buenos Aires 2012, 131-133.
261. Cfr. Lc 4,38: estaba con “mucha fiebre”; 5,12: un hombre “cubierto de lepra”; 8,44: una
mujer que padecía “flujo de sangre” etc.
262. Cfr. 2. Lenguaje y estilo.
tal como nos fue transmitido, sin que el autor quiera destacarse por
su creatividad, sino por su capacidad de ordenar el material que le ha
sido transmitido, respetando el orden original.
Dos elementos del prólogo se reflejan en el contenido del evangelio;
1. el aporte de las tradiciones recibidas: el evangelio de Mc, “Q” y las
fuentes particulares; 2. el orden dado por el evangelista al material
tradicional: la vigencia de las fuentes particulares, el orden de “Q” y el
aporte del evangelio de Mc.
A diferencia de los otros evangelistas el autor se encuentra en una
situación privilegiada. Él dispone también del material necesario para
continuar la narración concluida con la ascensión de Jesús, y seguir el
rumbo del evangelio en el mundo hasta alcanzar la capital del imperio
(Hech 28).
6.2. Destinatarios
El evangelio señala a un tal Teófilo como el primer destinatario
del evangelio. También el libro de los Hechos está dedicado a él.
No es posible decir con seguridad si es que Teófilo designa a una
persona individual, o si es que se trata de un nombre colectivo que
abarca a los creyentes de la comunidad, aunque lo segundo es lo más
probable. En el fondo, la cuestión carece de importancia porque, aún
en el caso de que se trate de un individuo, un texto como el evangelio
no tiene a una única persona como destinatario, sino a la realidad de
la comunidad.
Algunos rasgos de la comunidad han sido ya expuestos263. Aquí
miramos a la comunidad desde la perspectiva de su función de recep-
tora del evangelio. El prólogo contiene las afirmaciones más revelado-
ras, entre las que se destaca la oración final que sirve de conclusión. El
autor dedica el libro a Teófilo “para que conozca la solidez de las pala-
bras en las que ha sido instruido” (Lc 1,4). De acuerdo a esta expresión,
el destinatario ha recibido una enseñanza que, en este contexto, debe
ser interpretada como el resumen de la catequesis cristiana. El evan-
gelio debe llevar Teófilo a “conocer la solidez” (“aspháleia”) de lo que
2. ¿Cuáles son los argumentos para ubicar el origen del evangelio entre el
año 80 y el 90?
3. Teófilo, el destinatario del evangelio y del libro de los Hechos ¿es una
figura individual o un nombre referido a la comunidad cristiana?
dencia del hombre rico, junto al que Lázaro estaba echado. Pero el hombre
rico no vio la posibilidad que le brindaba el lugar común, y no lo ayudó.
Después de la muerte la distancia espacial es definitiva.
(13) 1. “Todo es común para los amigos”, es el ideal que define a la amistad
en la cultura griega.
2. La renuncia a los bienes no era obligatoria, como lo demuestra el caso de
Ananías (Hech 5,1-5). Pero los creyentes tenían la obligación de asistir a los
necesitados.
3. La presencia y la guía del Espíritu Santo garantizan el orden en la comu-
nidad, e impiden que los conflictos rompan su armonía.
(14). 1. El “tiempo de los gentiles” es el tiempo de la dominación romana,
cuyo poder se manifestó especialmente en la victoria contra los judíos
reprimiendo la revuelta de los zelotas, destruyendo el templo y matando a
muchos habitantes de Jerusalén.
2. El discurso sobre el fin de los tiempos se puede enunciar siempre, si es
que se cree en su contenido. La actitud de espera de un fin inminente no
se puede transmitir a lo largo del tiempo y las generaciones, porque es
imposible esperar algo que muy pronto va a venir cuando se hace la expe-
riencia del tiempo que ha pasado – no sólo horas, sino también años – sin
que haya pasado nada. Puede ser que la espera no se abandone del todo,
pero no tiene la misma urgencia de los primeros momentos.
3. La “escatología individual” se refiere al destino definitivo del individuo
inmediatamente después de su muerte, sin esperar la llegada del fin de los
tiempos.
(15) 1. Por la calidad literaria del prólogo, por las mejoras estilísticas con res-
pecto al evangelio de Mc, por la intención literaria anunciada en el prólogo.
2. Los puntos de referencia son el evangelio de Mc y “Q”, porque son las
fuentes que se pueden datar, a diferencia de las fuentes particulares. La
fecha entre el 80 y 90 resulta de la fecha de conclusión del evangelio de
Mc – poco después del 70 – y del proceso que lleva a la integración de “Q”
y de las otras fuentes en la obra del autor.
3. Ambas cosas son posibles, aunque consideramos más probable que el
nombre tenga un sentido colectivo. De un modo u otro, el evangelio no
está dirigido a un lector individual, sino a una comunidad.
Bibliografía (7)
Aletti, Jean N., El arte de contar a Jesucristo: lectura narrativa del
evangelio de Lucas, Salamanca 1992 (= L’art de raconter Jesus Christ,
Paris 1989)
341
Capítulo 2
La cuestión sinóptica y los intentos de solución........................ 31
1. La iglesia antigua................................................................................................ 31
1.1. El “Diatessaron” o “Armonía de los evangelios” de Taciano................... 31
1.2. Eusebio de Cesarea y la sinopsis de los evangelios.................................... 32
1.3. Agustín y el orden de dependencia
de los sinópticos................................................................................................ 33
Capítulo 3
Las formas literarias de la tradición sinóptica.......................... 49
Indicaciones metodológicas II:
Crítica de las formas.................................................................................................. 49
1. Las palabras del Señor........................................................................................ 51
1.1. Palabras de carácter sapiencial....................................................................... 51
1.1.1. Principios y proverbios (refranes).............................................................. 51
1.1.2. Palabras de exhortación............................................................................... 52
1.1.3. Preguntas retóricas........................................................................................ 52
Sugerencias para trabajos prácticos (1)................................................................. 53
1.2. Palabras de carácter profético y apocalíptico.............................................. 53
1.2.1. El anuncio de salvación (bienaventuranzas)............................................. 53
1.2.2. Ayes de amenaza........................................................................................... 54
1.2.3. Discursos de exhortación............................................................................. 55
1.2.4. Enseñanzas apocalípticas............................................................................. 56
Sugerencias para trabajos prácticos (2)................................................................. 57
1.3. Palabras sobre la ley y sobre el orden de la comunidad............................ 57
1.3.1. Palabras sobre la ley..................................................................................... 57
1.3.2. Palabras sobre el orden de la comunidad................................................. 58
Sugerencias para trabajos prácticos (3)................................................................. 59
1.4. El “Yo” en las palabras de Jesús.................................................................... 60
Capítulo 4
La colección de dichos del Señor (= Q)........................................... 105
1. Contenido y orden de “Q”............................................................................... 105
Sugerencias para trabajos prácticos (1)............................................................... 111
2. Forma literaria .................................................................................................. 112
Sugerencias para trabajos prácticos (2)............................................................... 117
3. Medio de origen................................................................................................ 117
Sugerencias para trabajos prácticos (3)............................................................... 120
4. Fecha y lugar de origen.................................................................................... 120
5. Líneas teológicas................................................................................................ 122
5.1. El anuncio del Reino que viene y que está presente................................ 123
5.2. Sabiduría.......................................................................................................... 124
5.3. Cristología....................................................................................................... 127
5.4. Escatología....................................................................................................... 130
Sugerencias para trabajos prácticos (4)............................................................... 131
5.5. Conclusiones................................................................................................... 131
Indicaciones metodológicas VII: Crítica de la tradición ...................................... 132
Respuestas a las sugerencias para trabajos prácticos........................................... 133
Bibliografía (4)........................................................................................................ 134
Capítulo 5
El evangelio de Marcos. .............................................................................. 137
1. Contenido y estructura..................................................................................... 137
1.1. Estructura literaria......................................................................................... 140
1.2. Estructura geográfica..................................................................................... 141
1.3. El final del evangelio..................................................................................... 143
Indicaciones metodológicas VIII: Crítica textual................................................. 145
Capítulo 6
El evangelio de Mateo.................................................................................. 183
1. Contenido y estructura .................................................................................... 183
1.1. Estructura literaria......................................................................................... 189
Capítulo 7
El evangelio de Lucas. ................................................................................... 261
1. Contenido y estructura..................................................................................... 261
1.1. Estructura literaria......................................................................................... 267
Sugerencias para trabajos prácticos (1)............................................................... 270
1.2. Estructura geográfica..................................................................................... 270
1.3. Estructura temporal....................................................................................... 272
2. Lenguaje y estilo................................................................................................ 274
Sugerencias para trabajos prácticos (2)............................................................... 275
3. Las fuentes.......................................................................................................... 275
3.1. La Escritura..................................................................................................... 275
Sugerencias para trabajos prácticos (3)............................................................... 277
3.2. El evangelio de Marcos................................................................................. 278
Sugerencias para trabajos prácticos (4)............................................................... 279
3.3. La colección de dichos de Jesús (“Q”)........................................................ 279
Sugerencias para trabajos prácticos (5)............................................................... 282
3.4. Las “fuentes particulares” (“FP”)................................................................ 282
Sugerencias para trabajos prácticos (6)............................................................... 287
3.4. Las semejanzas con el evangelio de Juan................................................... 287
4. Líneas teológicas................................................................................................ 288
4.1. Historia y tiempo de salvación.................................................................... 289
4.2. La palabra de Dios......................................................................................... 291
Sugerencias para trabajos prácticos (7)............................................................... 292
4.3. Cristología....................................................................................................... 292
4.3.1. Jesús, el portador del Espíritu................................................................... 292
4.3.2. El Jesús orante y maestro de la oración................................................... 294
Apéndice 1:
El texto del Nuevo Testamento. ............................................................ 341