Você está na página 1de 4

1

XIII Comentario de Arquitectura del siglo XIX.

XIII ARQUITECTURA DEL SIGLO XIX


En el XIX no hay un estilo de época cerrado en sÍ mismo. Es un periodo en el que se
entrecruzan diferentes tendencias, con una cierta confusión, pero, sobre todo, está
marcado por el enfrentamiento entre tradición arquitectónica, que va perdiendo
contacto con la realidad de la época, y las nuevas técnicas, materiales y necesidades
aportados por la revolución industrial. Esta circunstancia provoca una escisión de la
conciencia artística en dos tendencias que se prolongarán a lo largo de todo el siglo:
• HISTORICISMOS, inspirados en los estilos del pasado.
• CORRIENTES RENOVADORAS, conscientes del presente, que plantean nuevas
soluciones a nuevos problemas.
LOS HISTORICISMOS ARQUITECTENICOS son retornos o revitalizaciones
“revivals” de los estilos del pasado. En un siglo en el que entusiasma la arqueología, el
arquitecto se repliega en el pasado y se inspira en sus tradiciones, de forma inerte y
artificial. Tanto en los aspectos constructivos como en los decorativos presenta caracteres
tradicionales; es una arquitectura de pocas novedades, marcada por la mediocridad de
invención y un sentido retórico que afecta a sus valores plásticos.
Hay que destacar, no obstante, su interés por los exteriores como medio de
encauzar el desastre urbanístico que se está produciendo en este momento. Las
remodelaciones de la segunda mitad del siglo son el testimonio de esta preocupación y de
las soluciones propuestas.
Se construyen edificios de diversa índole: iglesias, edificios públicos, palacetes… y
se utiliza para cada uno un estilo diferente, en función tanto del gusto del cliente como de
una tácita normativa, admitida por los arquitectos, según la cual cada tipo de construcción
se ajustaba a un modo constructivo diferente; así se deriva hacia un “carnaval de estilo”, en
el que todos tienen cabida, aunque algunos adquieren una mayor aceptación.
El Neogótico fue el historicismo más importante. Se inició en Inglaterra, hacia 1750,
con un carácter romántico-pictórico, entrando a principios del XIX en una fase es-tructural,
se puso de moda coincidiendo con el Romanticismo, que le prestó conno-taciones
político-nacionalistas, ético-sociales e ideológicas, siendo sus figuras más representativas
Pugin, en Inglaterra y Viollet-le-Duc en Francia. En la segunda mitad del siglo continúa
muy activo tanto en la Inglaterra victoriana, como en toda Europa (por ej. en la España de
la Restauración se hacen obras tan representativas como la Basílica de Covadonga o la
Catedral de la Almudena de Madrid) e incluso en América (Parlamento de Otawa). Hacia
1880 disminuye su ímpetu, pero no llega a desaparecer.
Otros medievalismos también utilizados, aunque con un radio de acción menor,
fueron el Neorrománico -Sacre Coeur de París-, el Neobizantino y el Neomudéjar,
típicamente español, que popularizó, en el último tercio del siglo el “pastiche” árabe.
El clasicismo ecléctico también tuvo interés a lo largo del siglo, aunque desde 1820
hubiese fuertes críticas contra el Neoclasicismo. Se inspira en la Antiguedad, Renacimiento
y Barroco, mezclando de forma heterodoxa elementos de diferentes estilos, con un
resultado pomposo, retórico y superficial. En Francia está ampliamente representado por
2

XIII Comentario de Arquitectura del siglo XIX.

la moda “Segundo Imperio” que domina en la reforma urbanística de Haussmann en


París. Su arquitecto más característico es Ch. Garnier, autor de la Opera de París. Fue un
estilo que adquirió gran prestigio y se copió en toda Europa: Imperio austrohúngaro
(Viena y Budapest son buenos ejemplos), Italia, Baviera (los palacios de Luis II) y España,
donde se adaptó libremente tanto a edificios administrativos como teatros, etc., y
América. Además, fue el estilo elegido para construir los hoteles de lujo de la segunda
mitad del siglo en todo el mundo.
LA ARQUITECTURA DEL HIERRO nace en relación con la revolución industrial,
que ofrece otras posibilidades y necesidades. Aporta una nueva visión de la construcción,
muy diferente de la tradicional, gracias a sus estructuras articuladas y una nueva imagen
del espacio total, transparente y con disolución de masas, lo que supone cambios no
sólo de materiales, sino de técnicas de construcción y valores plásticos de la arquitectura,
tipologías, etc. Un análisis de sus características nos muestra los siguientes rasgos:
• El material que utiliza primordialmente es el hierro, hierro colado, de gran consistencia
y que permite el moldeo o vaciado de piezas o hierro forjado, más elástico, indicado para
soportes de gran carga. Desde 1845, como contribución importantísima de la industria, se
impone el acero, que permite laminados de perfiles normalizados (perfiles en T, doble T,
en U y ángulo, barras, chapas o planchas, etc.), establecidos por producción industrial.
También generaliza su uso el cristal, cuya fabricación había progresado mucho desde
mediados del XVIII.
• En los revestimientos de muros, en cambio, se usan materiales tradicionales, mam-
postería, ladrillo y, para elementos decorativos, la piedra. Los muros se desvalorizan
estructuralmente. Son simples cerramientos, muros cortina, sin otra función pues la carga
está sustentada por el armazón interno. Aparecen en ellos entramados metálicos y
revestimiento de ladrillo, mampuesto o cristal, pero a veces, en soluciones ambiguas,
adoptan formas historicistas que ocultan las audacias del edificio.
• Los soportes aislados pueden ser columnas de fundición, tratadas con el carácter
arquitectónico de las pétreas (molduras en basa y capitel, fuste estriado...), aunque sobre
todo se usan pies derechos de hierro laminado, de difícil tratamiento arquitectónico pero
más resistentes para cargas de gran empuje o construcciones de amplitud. Están
formados por uno o varios perfiles y se combinan con las vigas metálicas, y tanto los
intervalos a los que se sitúan como las dimensiones que tienen dependen de las
distribuciones cien tíficas de la carga (la altura del edificio, empujes, etc.), que en principio
se hicieron de modo empírico y después se hasaron en cálculos precisos.
• Las cubiertas son techumbres de armazón metálico, cimbras o cuchillos de diferentes
formas (a dos aguas, de dientes de sierra, etc.), o bóvedas metálicas (de cañón, vaídas).
Sobre ellas descansan pares, correas y elementos de cub7 ición, que pueden ser láminas de
cristal, tejas o pizarras.
• La decoración hecha con metal es escasa e incluso, en ciertos casos, inexistente, pero en
esta arquitectura, sin embargo, aparece a menudo otra decoración, de tipo historicista, y
materiales tradicionales en los revestimientos externos.
3

XIII Comentario de Arquitectura del siglo XIX.

• En el espacio interno aporta un nuevo concepto espacial de extensión indefinida, amplio,


despejado y luminoso, que se disuelve y continúa en el exterior.
• Los volúmenes exteriores se cuidan, aunque a veces están enmascarados por
decoraciones eclécticas. Responden al interés que la época muestra por el urbanismo y
sus diversos planteamientos. Muestra, por otra parte, r espeto por la simetría, proporción
y armonía, pero no teoriza sobre estos aspectos.
Se centró en la construcción de edificios acordes con los nuevos tiempos.
puentes, fábricas, invernaderos, estaciones deferrocarril, mercados, edificios para
exposiciones, almacenes con escaparates..., lo que significa el nacimiento de nuevas
tipologías. Creó una nueva tradición constructiva, con estética propia, que tiende al
positivismo, la economía, claridad compositiva, pureza de líneas y corrección funcional, es
decir, que se ajusta al principio de que la forma sigue a la función (material, forma y
construcción se unen según una lógica objetiva y racional).
Como sistema coherente aparece a mediados del XIX e impone lentamente sus
innovaciones: la construcción en esqueleto que permite edificar en altura, las paredes de
vidrieras casi continuas, el diseño de planta libre… y origina una nueva visión
arquitectónica. Aunque la intención de sus autores no fuese, en principio, la creación de un
nuevo estilo, acabó presentándose como la gran alternativa al fracaso del historicismo y su
confusión estilística.
En sus inicios es una arquitectura de ingenieros, desdeñada por los arquitectos.
Inglaterra estuvo a la cabeza, como pionera del uso del hierro colado (Ironbridge en
Coalbroakdale, 1779), siendo el desarrollo delferrocarril uno de sus grandes impulsos, pues
exige puentes audaces (Puente sobre el Menai para el ferrocarril Britania, 1850) y
estaciones, que presentarán algunas de las creaciones más interesantes del siglo (King's
Cross, en Londres). Las instalaciones industriales y muelles son otras tantas oportunidades
para esta arquitectura, que también encuentra un campo interesante en invernaderos y en
los edificios para exposiciones internacionales (en este aspecto el Crystal Palace, levantado
en 1851 en Hyde Park de Londres fue emblemático).
En la segunda mitad del XlX, si bien en Inglaterra se siguen haciendo obras nota-
bles, como la estación de St. Pancras de Londres, será Francia quien se ponga a la cabeza
de esta nueva arquitectura. H. Labrouste y V. Baltard darán los grandes modelos, pero La
Exposición Internacional de París de 1889 presentará dos obras geniales que marcan un
triunfo de esta arquitectura: la Galería de máquinas, y la Torre Eiffel.
El ejemplo de esta arquitectura cunde. En España aparece durante el reinado de
Isabel II, en algunas obras de ingeniería hechas por extranjeros (Eiffeld, por ej.), pero sus
obras más interesantes son posteriores al 68: Estación de Atocha, mercados, pabellones de
exposición -Palacio de Cristal del Retiro de Madrid-, etc.
A fines del XIX esta arquitectura conoce un gran apogeo en EE.UU. La técnica había
llegado y se había difundido pronto: la herencia europea era sólo formal, pues su espíritu,
muy diferente, se ajustaba más a las conveniencias del presente y futuro que a las del
pasado. J. Bogardus y H. Richardson son sus precursores, en la década de los 50-60, pero
4

XIII Comentario de Arquitectura del siglo XIX.

será la Escuela de Chicago la que marque su madurez, aportando una nueva técnica (la
teoría de las estructuras metálicas) y una nueva expresión, que prescinde de apariencias
añejas y las sustituye por sinceridad, planteamientos directos, en respuesta a un sentido
utilitario y funcional. Su gran creación, el rascacielos, resume estas características. La figura
más representativa de la escuela es L. Sullivan, autor del Auditorio de Chicago. En muchos
aspectos anticipa la arquitectura del XX, preparando el camino a su discípulo y heredero F.
L. Wright.

BIBLIOGRAFÍA

GIEDIONO S.; Espacio, tiempo y arquitectur;. Ed. Dossat, Madrid 1980.

HITCHCOCHC H. R.; Arquitectura de los siglos XIX y XX; Ed. Cátedra. Madrid 1981.

N. PEONNER; Historia de las tipologías arquitectónicas; Ed. G. Gili. Barcelona.

RAGON, M.; Historia mundial de la arquitectura y urbanismo modernos. Ideologías y pioneros


1800- 1916; Ed. Destino, Barcelona 1979.

Você também pode gostar