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LOS VALORES

El respeto es uno de los valores más importantes que debemos cultivar desde el hogar y la escuela, con
nuestra familia, amigos y todas las personas que están alrededor. Es la base sobre la que se sustentan
las relaciones entre las personas y, por tanto, es esencial para que exista una sana convivencia y para
que haya armonía dentro de la comunidad.

En Guiainfantil.com, te damos unas claves para enseñar a los niños a respetar a los compañeros
desde el aula.

La importancia del respeto compañeros en el aula

El respeto es un valor que aparece en cualquier relación social e interpersonal. En la escuela el respeto
debe servir como guía en las situaciones de interacción que se dan entre los estudiantes, entre
los profesores, entre los directivos y los profesores, entre los estudiantes y los profesores, entre los
padres y los profesores, etc.

Que haya respeto dentro del aula significa aceptar las reglas y las normas que se han acordado; y
cuidar las instalaciones usándolas de manera correcta sin dañarlas entre otras actitudes.

Si por ejemplo se insulta, menosprecia, se engaña o se grita sin motivo se pierde el respeto, y con ello,
la escuela pierde fuerza a la hora de buscar su fin primordial que es la enseñanza de valores. Además
la convivencia será caótica e insostenible y la educación será imposible.

Aprender a respetar a los compañeros en la clase

Partimos de la base de que la familia debe ser la cuna del aprendizaje y el fomento del respeto. Si un
niño no respeta a sus padres, será difícil que lo sienta por otras personas.

Para poder promover respeto en la escuela, los profesores y los directivos deben hacer cumplir
las reglas estableciendo unos límites claros, escuchando a los padres y a los alumnos, negociando
democráticamente con ellos y, sobretodo, sirviendo de ejemplo y modelo de comportamiento.

El respeto es algo mutuo, es decir, si el profesor no practica la tolerancia y la aceptación de las


virtudes y defectos de sus alumnos difícilmente recibirá mensajes positivos y de respeto hacia él de
los estudiantes.
Además, el profesor debe ser visto como un guía que sirve de apoyo a sus alumnos en el proceso de
enseñanza y alejarse de la imagen de profesor autoritario al que se debe temer. El miedo es un
sentimiento que dista mucho del respeto.

En resumen, para que el niño aprenda a respetar es importante que tanto la familia como los
profesores en la escuela le enseñen a hacerlo desde el ejemplo para generar relaciones sanas y
efectivas. No enseñarlo desde la imposición y actitudes estrictas.

Normas para promover el respeto a los compañeros

Para promover el respeto en la escuela, los alumnos, los profesores, los directivos o el personal de
mantenimiento son responsables de contribuir a la causa mientras estén en la escuela. Para ello,
existen una serie de normas que se pueden cumplir para que las relaciones armónicamente:

- La primera de todas, respetar a todas las personas que conforman el colegio.

- Los profesores deben reconocer la cualidades de cada alumno y felicitarles mientras se ayuda a
todos los demás a saber valorar las cualidades del otro.

- Las críticas, burlas, y los juicios que no tienen carácter constructivo no se deben permitir.

- Enseñar a respetar las reglas de los juegos y las actividades que se realicen.

- Fomentar la integración y la comunicación.

- Enseñar a valorar el trabajo y esfuerzo de todos los integrantes del colegio. Los profesores, la
limpieza, la administración, etc

LAS FLECHAS DEL GUERRERO


De todos los guerreros al servicio del malvado Morlán, Jero era el más fiero, y el más cruel. Sus ojos
descubrían hasta los enemigos más cautos, y su arco y sus flechas se encargaban de ejecutarlos.
Cierto día, saqueando un gran palacio, el guerrero encontró unas flechas rápidas y brillantes que
habían pertenecido a la princesa del lugar, y no dudó en guardarlas para alguna ocasión especial.

En cuanto aquellas flechas se unieron al resto de armas de Jero, y conocieron su terrible


crueldad, protestaron y se lamentaron amargamente. Ellas, acostumbradas a los juegos de la princesa,
no estaban dispuestas a matar a nadie.
¡No hay nada que hacer! - dijeron las demás flechas -. Os tocará asesinar a algún pobre viajero, herir
de muerte a un caballo o cualquier otra cosa, pero ni soñéis con volver a vuestra antigua vida...
Algo se nos ocurrirá- respondieron las recién llegadas.
Pero el arquero jamás se separaba de su arco y sus flechas, y éstas pudieron conocer de cerca la
terrorífica vida de Jero. Tanto viajaron a su lado, que descubrieron la tristeza y la desgana en los ojos
del guerrero, hasta comprender que aquel despiadado luchador jamás había visto otra cosa.
Pasado el tiempo, el arquero recibió la misión de acabar con la hija del rey, y Jero pensó que aquella
ocasión bien merecía gastar una de sus flechas. Se preparó como siempre: oculto entre las matas, sus
ojos fijos en la víctima, el arco tenso, la flecha a punto, esperar el momento justo y .. ¡soltar!
Pero la flecha no atravesó el corazón de la bella joven. En su lugar, hizo un extraño, lento y majestuoso
vuelo, y fue a clavarse junto a unos lirios de increíble belleza. Jero, extrañado, se acercó y recogió
la atontada flecha. Pero al hacerlo, no pudo dejar de ver la delicadísima y bella flor, y sintió que nunca
antes había visto nada tan hermoso...
Unos minutos después, volvía a mirar a su víctima, a cargar una nueva flecha y a tensar el arco. Pero
nuevamente erró el tiro, y tras otro extraño vuelo, la flecha brillante fue a parar a un árbol, justo en
un punto desde el que Jero pudo escuchar los más frescos y alegres cantos de un grupo de pajarillos...
Y así, una tras otra, las brillantes flechas fallaron sus tiros para ir mostrando al guerrero los
pequeños detalles que llenan de belleza el mundo. Flecha a flecha, sus ojos y su mente de cazador se
fueron transformando, hasta que la última flecha fue a parar a sólo unos metros de distancia de la joven,
desde donde Jero pudo observar su belleza, la misma que él mismo estaba a punto de destruir.
Entonces el guerrero despertó de su pesadilla de muerte y destrucción, deseoso de cambiarla por
un sueño de belleza y armonía. Y después de acabar con las maldades de Morlán, abandonó para siempre
su vida de asesino y dedicó todo su esfuerzo a proteger la vida y todo cuanto merece la pena.
Sólo conservó el arco y sus flechas brillantes, las que siempre sabían mostrarle el mejor lugar al
que dirigir la vista.

UN PAPÁ MUY DURO


Ramón era el tipo duro del colegio porque su papá era un tipo duro. Si alguien se atrevía a desobedecerle,
se llevaba una buena.
Hasta que llegó Víctor. Nadie diría que Víctor o su padre tuvieran pinta de duros: eran delgaduchos y
sin músculo. Pero eso dijo Víctor cuando Ramón fue a asustarle.
- Hola niño nuevo. Que sepas que aquí quien manda soy yo, que soy el tipo más duro.
- Puede que seas tú quien manda, pero aquí el tipo más duro soy yo.
Así fue como Víctor se ganó su primera paliza. La segunda llegó el día que Ramón quería robarle el
bocadillo a una niña.
- Esta niña es amiga del tipo más duro del colegio, que soy yo, y no te dará su bocadillo - fue lo último
que dijo Víctor antes de empezar a recibir golpes.
Y la tercera paliza llegó cuando fue él mismo quien no quiso darle el bocadillo.
- Los tipos duros como mi padre y yo no robamos ¿y tú quieres ser un tipo duro? - había sido su respuesta.
Víctor seguía llevándose golpes con frecuencia, pero nunca volvía la cara. Su valentía para defender a
aquellos más débiles comenzó a impresionar al resto de compañeros, y pronto se convirtió en un niño
admirado. Comenzó a ir siempre acompañado por muchos amigos, de forma que Ramón cada vez tenía
menos oportunidades de pegar a Víctor o a otros niños, y cada vez menos niños tenían miedo de
Ramón. Aparecieron nuevos niños y niñas valientes que copiaban la actitud de Víctor, y el patio del recreo
se convirtió en un lugar mejor.
Un día, a la salida, el gigantesco papá de Ramón le preguntó quién era Víctor.
- ¿Y este delgaducho es el tipo duro que hace que ya no seas quien manda en el patio? ¡Eres un inútil! ¡Te
voy a dar yo para que te enteres de lo que es un tipo duro!
No era la primera vez que Ramón iba a recibir una paliza, pero sí la primera que estaba por allí el
papá de Víctor para impedirla.
- Los tipos duros como nosotros no pegamos a los niños, ¿verdad? - dijo el papá de Víctor, poniéndose
en medio. El papá de Ramón pensó en atizarle, pero observó que aquel hombrecillo delgado estaba muy
seguro de lo que decía, y que varias familias estaban allí para ponerse de su lado. Además, después de
todo, tenía razón, no parecía que pegar a los niños fuera propio de tipos duros.
Fue entonces cuando el papá de Ramón comprendió por qué Víctor decía que su padre era un tipo duro:
estaba dispuesto a aguantar con valentía todo lo malo que le pudiera ocurrir por defender lo que era
correcto. Él también quería ser así de duro, de modo que aquel día estuvieron charlando toda la tarde
y se despidieron como amigos, habiendo aprendido que los tipos duros lo son sobre todo por dentro,
porque de ahí surge su fuerza para aguantar y luchar contra las injusticias.
Y así, gracias a un chico que no parecía muy duro, Ramón y su papá, y muchos otros, terminaron
por llenar el colegio de tipos duros, pero de los de verdad: esos capaces de aguantar lo que sea
para defender lo que está bien.

Un minuto para pensar...


Todos admiramos a las personas valientes, pero, para serlo, hay que estar dispuesto a enfrentar

algo que cuesta, duele o da miedo ¿crees que eso se puede hacer de repente, o hará falta

entrenarse para conseguirlo? ¿cómo podrías entrenarte para ello? ¿Cómo reaccionas cuando algo

sin mucha importancia te duele, te molesta, o te da miedo? ¿Podrías hacer algo para mejorar tus

reacciones?

Una buena conversación

La sociedad es mejor cuando las personas más fuertes, listas o valientes ponen sus cualidades al

servicio de todos los demás, en lugar de usarlas solo en su propio beneficio. Cuéntale a tu hijo

alguna vez en la que hayas ayudado a otros, y cómo te sentiste, y comparte también con él alguna

ocasión en la que hayan sido otros quienes te han ayudado, y lo que significó para ti.

¿Y si pasamos a la acción?

Vamos a convertirnos en un tipo duro, de esos que ayudan a quien lo necesita. Cada día

tendrás que fijarte en un compañero de la escuela que esté triste o tenga problemas, y le

ofrecerás tu ayuda, y comentar en casa con tu familia qué has hecho para ayudarle. Cuando

hayas ayudado al menos un día a todos tus compañeros de clase, habrá llegado el momento

de celebrar todos juntos que te estás convirtiendo en un tipo muy, muy duro.

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