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Ingredientes normales del adolescente: ¡revuélvase y sorpréndase!

¿Qué te gustaría ser, Brian?

-Quiere ser el mejor violinista del mundo, como Yehudi Menuhin —dijo su
madre.
-¡Ah!, ¿sí? —dijo Brian, sorprendido.
-Sí, sí —respondió su madre.
Y le compró un violín para que practicara dos horas al día. Brian lo
intentó, pero las cuerdas no paraban de romperse y el arco siempre iba
parar a algún lugar inoportuno.

-No quiere ser violinista —dijo su padre.Quiere ser un genio de la


informática, como yo, ¿verdad, hijo?
-Bueno...,contestó Brian, poco convencido.
-¡Pues claro que sí! —afirmó su padre. Practica con este computador
nuevo que me ha costado una verdadera fortuna.

Brian se esforzó mucho, pero las instrucciones le entraban por un oído y


le salían por el otro, hasta que la perversa máquina hizo ¡pum¡

-¡No quiere ser un genio de la informática! —dijo su hermana. —Quiere


ser un bailarín tan famoso como Nureyev.
-Pues... —dijo Brian, asustado.
-¡Cállate y ponte las mallas! —le ordenó su hermana.
Brian se aplicó en serio, pero sin querer se caía encima de las bailarinas;
además, tiró a la pianista de la banqueta y se hizo carreras en las
mallas.

-Os digo que quiere ser boxeador —dijo el hermano de Brian.Quiere ser el
campeón mundial de pesos pesados. ¡Brian, ponte los guantes!

Pero Brian prefería conservar la nariz como la tenía.


-¡Tonterías! Este muchachote quiere ser un as de la hípica, como Lester
Piqgot —dijo su tío. ¡Tiene que aprender a montar a caballo!
-Yo no creo que... —contestó Brian, incrédulo.
-¿Un caballo? —preguntó su tía. ¿De qué le sirve un caballo?, si está
clarísimo que quiere ser pintor, como Van Gogh!

-Quiere ser almirante, como Nelson —dijo la veterinaria.


-¡Quiere ser político! —exclamó el vendedor ambulante de cepillos.

-¡BASTA! —dijo Brian a gritos. Yo quiero ser... Quiero ser...


-Bueno, ¿qué te gustaría ser, Brian? —le preguntaron todos.
-Quiero ser un niño como todos los demás —dijo Brian.
Y, ¿sabes lo que pasó? Que... Consiguió ser un niño absolutamente
genial.

(Jeanne Willis y Mary Rees - ¿Qué te gustaría ser, Brian?)


Reflexionemos y compartamos

 ¿Para usted, qué es la adolescencia? Me parece pertinente comenzar por


esta pregunta
 ¿Qué alegrías y retos tuvo usted como adolescente?
 ¿Cómo fue su adolescencia? ¿Quiere que sus hijos/hijas tengan la misma
que usted tuvo? O, ¿qué cambios haría?

Consultemos y debatamos

La adolescencia es una fase del ciclo vital que genera muchas dudas,
inquietudes e incluso temores en los padres, hermanos y cuidadores. Con
frecuencia se dicen y suponen cosas que no son ciertas, lo cual genera un clima
de turbulencia y confusión que poco favorecen el apoyo que necesita el
adolescente en este período.

La adolescencia es una etapa de la vida que los padres suelen temer. Pero
si bien es cierto que es una edad de la vida en la cual se presentan cambios
rápidos en nuestro hijo, también es una etapa que nos produce grandes
satisfacciones pues nos estamos acercando a la meta principal de la crianza
que es: hacer de nuestro hijo un adulto autónomo, solidario y feliz.

El conocimiento de las características normales del adolescente es una de las


herramientas que tienen los padres para cumplir satisfactoriamente su función
de criadores y tutores.

La adolescencia es la etapa del desarrollo humano en la cual el niño se


hace adulto; es, por lo tanto, un período de muchos cambios en lo corporal,
emocional, social, mental y cultural. Es un proceso dinámico en el que el
adolescente cambia conjuntamente con su medio social y sus relaciones, por lo
que requiere una buena capacidad de adaptación y soporte para que el cambio
sea enriquecedor.

Durante la primera parte de la adolescencia sucede la pubertad, que


consiste en los cambios físicos asociados con la maduración sexual. Al
completarse la pubertad, los adolescentes lleguen a ser capaces de
reproducirse. Este desarrollo físico pocas veces está acompañado de una forma
simultánea de cambios equivalentes en la esfera mental o social.

A veces los vemos casi con un cuerpo de adulto pero con un manejo de las
emociones aún muy infantil. Y aún en el aspecto corporal podemos
sorprendernos. Por ejemplo, sus extremidades son largas y no guardan un
equilibrio con el tronco. Ello hace que nuestro hijo se sienta un poco extraño en
su propio cuerpo.

La adquisición de una nueva imagen corporal es un reto para los


adolescentes más jóvenes. Esta empieza por la aceptación de la pérdida del
cuerpo del niño, con todo lo que esto implica, pues antes recibía un trato
consentidor de los padres y tenía menos responsabilidades. El conocimiento y
reconocimiento del cuerpo del adolescente requiere muchos tipos de
encuentros, algunos de ellos muy largos y a solas con el espejo; otros mediados
por la ropa que lo protege, esconde, exhibe o resalta, y muchos otros
encuentros como las competencias deportivas, etcétera.

La búsqueda de sí mismo y de la identidad es otra de las características del


adolescente normal. El joven vuelve a las eternas preguntas que lo acompañan:
¿quién soy?, ¿en qué me diferencio de los demás?, ¿cuál es el sentido de mi
vida?, ¿de dónde vengo?, ¿hacia dónde voy? Quiere afirmar su personalidad, su
identidad. La conversación facilita ese proceso reflexivo, por eso habla mucho
de sí mismo y de sus cosas con sus amigos, lo cual es facilitado por el teléfono
y otros medio de comunicación.

Hay en los adolescentes una tendencia a reunirse en grupos. Mediante la


agrupación construyen mundos e identidades colectivas desde donde se
reafirman. Pertenecer a un grupo es de vital importancia para ellos; ser
aceptado por sus iguales o pares, es una necesidad prioritaria y por esto en
ocasiones pueden sacrificar sus propios deseos, opiniones y posiciones. Sin
embargo, los padres debemos saber que hay grupos buenos y grupos malos,
que unos los llevan a superarse y ser mejores personas, otros los van a incitar
a hacer actos violentos, muchas veces peligrosos y al margen de la ley.

Y junto a esta tendencia a estar con su grupo, él va realizando una separación


progresiva de los padres. Se prefiere ir con los amigos al paseo familiar,
conversar por teléfono a sentarse en la sala con el resto de la familia. Esta
conducta con frecuencia afecta emocionalmente a los padres, ya que se sienten
desplazados y poco importantes.

Los adolescentes tienen necesidad de intelectualizar y fantasear. Con la


llegada de la adolescencia cambian las herramientas del pensamiento, pues se
adquiere una capacidad mental crítica, analítica y compleja, lo cual es para el
joven un nuevo y poderoso juguete que es usado permanentemente. Estas
capacidades le permiten cuestionar el mundo iniciando por el de su casa. Por
eso ponen en tela de juicio todos los comportamientos y actitudes de los
padres.

Pueden contemplar y analizar a sus progenitores desde una nueva perspectiva


más amplia comparada con la que tenían de ellos como niños. Junto con los
padres, también los profesores aparecen a sus ojos con defectos que antes no
advertían.

Esa capacidad les permite soñar con un mundo mejor, por lo que tienen
actitud social reivindicatoria. Los adolescentes pueden comprometerse con
causas sociales y luchar por ellas. Ellos sueñan con cambiar el mundo.

El tiempo de los adolescentes es completamente diferente al tiempo de los


adultos, pues sus capacidades mentales aún no les permiten procesar ese
concepto de la misma manera. Hay una enorme variabilidad en el manejo del
tiempo, de tal modo que puede expresar pero papi, ¡aún faltan dos días! a una
petición del padre para preparar las pruebas escolares o exigir que necesita un
vestido inmediatamente para una fiesta que se hará dentro de dos meses.

Las constantes fluctuaciones del humor y del estado de ánimo son motivo de
inconformidad y dudas para los padres. Un adolescente puede pasar en
minutos de una profunda melancolía a una delirante felicidad. Asociado o no
con lo anterior, son comunes las contradicciones sucesivas en todas las
manifestaciones de la conducta, de tal manera que lo que hoy le incomoda
mañana le es perfectamente confortable. Es posible que saliendo de una
manifestación por la defensa del medio ambiente bote una lata de gaseosa en el
camino.

Las crisis religiosas son también frecuentes en la adolescencia: durante estos


años puede pasar de ser un creyente comprometido a confesarse como un ateo
irremediable.

La sexualidad produce muchas dudas, cambios y crisis: se pasa del


autoerotismo a la búsqueda del placer con el otro, se consolida la orientación
sexual, se inician los encuentros sexuales íntimos y se invierte mucho tiempo
en distintos aspectos relacionados con la sexualidad. Finalmente, el
adolescente es un maestro en resiliencia: por su capacidad creativa puede
confrontar las múltiples situaciones adversas que le propone la vida.

Nuestro hijo adolescente tiene grandes alegrías y descubrimientos que le


asombran y desconciertan. Esta etapa de la vida puede ser el momento en que
sienta el acompañamiento de nosotros sus padres y adultos cuidadores así
logremos encontrarnos con él de una forma más profunda y duradera.

Comprometámonos y evaluemos

 Acerquémonos a nuestro hijo/hija adolescente con unos ojos distintos,


intentemos descubrir las distintas facetas de su ser y respetemos cada
una de ellas
 Acompañemos los cambios en la personalidad y corporalidad de nuestro
hijo adolescente, aceptemos y elogiemos todos y cada uno de sus rasgos,
decisiones y esfuerzos.
 Una visita al médico de adolescentes le puede permitir a nuestro hijo
resolver algunas dudas relacionadas con el proceso de cambio corporal,
incluso cuando no exprese ninguna inquietud. Y si él lo desea,
permitámosle asistir a la consulta sin que estemos presentes
 Respetemos los espacios de soledad de nuestro hijo
 Conversemos constantemente con el pero a su vez permitamos los
encuentros de nuestro hijo adolescente con su grupo
 Entendamos que las variaciones del estado de ánimo y la conducta son
muy frecuentes en los adolescentes y evitemos ser autoritarios en esa
dinámica emocional o de comportamiento siendo serenos, estables y
coherentes en nuestra relación con ellos
 Respetemos los credos y decisiones espirituales que asuma nuestro hijo,
especialmente si son diferentes a los nuestros

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