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Método, teoría e investigación

El presente volumen sobre Método, teoría e investigación en psicología social Otro libro de interés

Método, teoría e investigación


en psicología social
ofrece un amplio panorama de la psicología social desde estos tres ángulos Psicología social . 10ª. Ed.
fundamentales de la disciplina, a los que se añade, aunque no de forma Robert A. Baron
explícita, el de la aplicación del conocimiento psicosocial . Esta impregna Donn Byrne
cada uno de ellos y refleja la vocación de resolución de problemas sociales
que ha tenido esta disciplina desde sus inicios. La visión panorámica que
Pearson Prentice Hall
ISBN 978-84-205-4332-1 en psicología social
se ofrece revela la enorme vitalidad de un campo que atrae cada vez más a
jóvenes científicos sociales, por la importancia de las cuestiones planteadas
y por el desafío teórico y metodológico que implican. Sin riesgo de incurrir
en sesgos, podemos afirmar que muchos de los desarrollos metodológicos
de la psicología han resultado de la necesidad de enfrentarse a los proble- Coordinadores:
mas planteados dentro de la psicología social, dado el carácter de articula-
ción de procesos psicológicos y sociales propio de la disciplina, cuyo objeto J. Francisco Morales Domínguez
central es la interdependencia entre el individuo y la sociedad. Carmen Huici Casal
Ángel Gómez Jiménez
Elena Gaviria Stewart

Morales
Huici
Gómez
Gaviria

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Morales 21,5x27x3 R.indd 1 18/7/08 10:15:31


a
Método, teoría e investigación
en psicología social
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Método, teoría e investigación
en psicología social

J. Francisco Morales Domínguez


Carmen Huici Casal
Elena Gaviria Stewart
Ángel Gómez Jiménez
(Coords.)

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Datos de catalogación bibliográfica

Método, teoría e investigación en psicología social


J. Francisco Morales, Carmen Huici Casal, Elena Gaviria Stewart
y Ángel Gómez Jiménez
PEARSON EDUCACIÓN, S.A., Madrid, 2008

ISBN: 978-84-205-4226-3
Materia: 159.9 – Psicología
316 – Sociología

Formato 195 # 250 mm Páginas: 752

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5 2008 por PEARSON EDUCACIÓN, S.A.
Ribera del Loira, 28
28042 Madrid (España)

Método, teoría e investigación en psicología social


J. Francisco Morales, Carmen Huici Casal, Elena Gaviria Stewart y Ángel Gómez Jiménez

ISBN: 978-84-205-4226-3

Depósito legal: M.

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2 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

1.1
Introducción
A lo largo de este capítulo se abordarán tres asuntos den construir sobre esa realidad y, finalmente, la in-
principales: el carácter de la realidad que la psicología fluencia que los factores sociales y psicosociales pueden
social pretende explicar, las explicaciones que se pue- ejercer sobre las explicaciones elaboradas.

1.2
La realidad psicosocial
¿Qué características tiene la realidad que nuestra disci- accidentales de las regularidades nómicas (o leyes). Se
plina pretende estudiar? ¿Son estas características seme- considera que una regularidad es nómica si y solo si su
jantes o diferentes de las que tiene la realidad —por negación contradice las actuales leyes naturales (Díez y
ejemplo física— del mundo? ¿Existen regularidades o Moulines, 1999, p. 131). Por ejemplo, «ningún varón se
leyes en los fenómenos psicosociales? ¿Qué característi- queda embarazado» es una regularidad nómica, una ley,
cas tienen esas regularidades, suponiendo que existan? porque no admite excepciones y no hay manera de des-
Y así sucesivamente. Estas son algunas de las preguntas cribir una situación en la que sea falsa. Sin embargo, co-
que habría que plantearse para empezar. Dado que se mo señala Popper, la afirmación «ningún ‘‘moa’’ —una
supone que la psicología social pretende elaborar expli- especie extinguida— vive más de 50 años» es una regu-
caciones sobre un determinado tipo de fenómenos, o un laridad verdadera, pero no una ley, dado que pudiera ha-
determinado tipo de explicaciones sobre ciertos fenóme- berse dado el caso de que en otras condiciones me-
nos, lo primero que cabría preguntarse es cómo son esos dioambientales más favorables hubiera habido «moas»
fenómenos, lo cual nos sitúa de plano en las cuestiones que superaran esa edad.
ontológicas, esto es, aquellas que tienen que ver con las
Existen, no obstante, diferentes tipos de leyes, en
clases de cosas que hay en el mundo.
función del criterio clasificatorio que utilicemos:
Ya desde la filosofía clásica se suponía que el mun-
do estaba regido por leyes y que la tarea de la ciencia Hay leyes que se refieren a estados temporalmente si-
era descubrir esas leyes. Sin embargo, es necesario acla- multáneos, mientras que otras tratan sobre estados su-
rar el sentido del término «ley», pues existe una consi- cesivos.
derable controversia en filosofía de la ciencia acerca de Hay leyes probabilistas y no probabilistas (determinis-
la existencia real de leyes y, en el caso de que existan, tas). Dentro de las leyes probabilistas (aun siendo una
habrá que establecer qué son y cómo podemos identifi- ley verdadera puede que se den las condiciones ante-
carlas. cedentes y no se den las consecuentes), cabe distin-
guir entre las objetivas (la probabilidad se refiere al
mundo) y las subjetivas: la probabilidad está en rela-
1.2.1. Regularidades y leyes ción con nuestra ignorancia o conocimientos; cuan-
do sepamos más sobre la realidad, la probabilidad
aumentará. En psicología social las leyes son probabi-
Una primera noción en la que hay bastante acuerdo es
listas, tanto objetivas como subjetivas.
en la concepción de las leyes como regularidades (e. g.,
«sucesos del tipo A van invariablemente acompañados o Las leyes pueden también ser vistas como estrictas o
seguidos de sucesos del tipo B»). Sin embargo, si bien no estrictas. Estas últimas incluyen claúsulas ceteris
es cierto que las leyes son regularidades, no lo es que paribus («si todo lo demás permanece igual», «si nada
todas las regularidades sean leyes, pues algunas regulari- interfiere»), aunque eso no implica que sean probabi-
dades son accidentales. De hecho, una tarea fundamental listas. En las denominadas «ciencias especiales», no
de la ciencia consiste en diferenciar esas regularidades básicas (entre las que estaría la psicología social, pero
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 3
también la medicina, las ciencias sociales, etc.) la des generales (del tipo «sucesos de un tipo causan suce-
mayoría de las leyes son no estrictas. Así, en medicina sos de otro tipo»).
se podría decir «una dosis de 10 mg de benzodiacepi-
Cada vez es más aceptada en filosofía de la ciencia
na produce somnolencia» (siempre que no haya facto-
la concepción de las leyes de la naturaleza como dis-
res inhibidores de las causas coadyuvantes: un estado
posiciones o potencias (Chalmers, 2000). Según este
de excitación, la ingestión de otra sustancia, y así su-
planteamiento, las cosas suceden en el mundo espontá-
cesivamente). En psicología social podríamos decir:
neamente y suceden porque las entidades del mundo po-
«La realización de una conducta contraactitudinal pro- seen la capacidad, potencia, disposición o tendencia a
duciría un cambio de actitud para hacerla más acorde actuar y comportarse de la manera en que lo hacen. Las
con la conducta realizada» (siempre que no haya razo- leyes de la naturaleza pueden representar estas disposi-
nes imperiosas para realizar la conducta —incentivos ciones o tendencias. Causas y leyes están íntimamente
o castigos—, que no se haya ingerido alcohol —que ligadas, dado que los sucesos están causados por la ac-
reduce la activación interna— y otros factores por el ción de entidades particulares que tienen el poder de ac-
estilo). tuar como causas. El poder causal está estrechamente
Leyes causales o no causales. Una causa, o factor cau- vinculado a lo estructural, a lo estable. Conocida la de-
sal, de un acontecimiento particular, es otro aconteci- terminación estructural, se conocen la determinación y
miento particular que de no haber ocurrido primero, la explicación. «Explicar» sería (Bunge, 1978; Bhaskar,
permaneciendo todo lo demás igual, hubiera hecho 1978) postular un mecanismo oculto o latente que deter-
imposible que ocurriera el segundo acontecimiento. mina las conductas manifiestas de los fenómenos (Páez,
Existe considerable debate, y confusión, sobre el tema Valencia, Morales y Ursua, 1992, p. 39).
de la causalidad en nuestra disciplina. De una parte, Como puede deducirse de los anteriores párrafos, la
se ha reivindicado la importancia de descubrir relacio- admisión de regularidades o de leyes en la realidad (in-
nes causales (y la defensa del método experimental se cluso en el mundo físico) no implica, como muchas ve-
basa frecuentemente en este punto); de la misma ma- ces se asume, la existencia de rigidez determinista en las
nera que se apela al análisis causal para determinar la relaciones entre fenómenos. También aparece con clari-
relación entre eventos (¿es la semejanza interpersonal dad que las cuestiones ontológicas y epistemológicas es-
lo que produce atracción o la atracción inicial la que tán inextricablemente unidas. No se puede hablar de re-
hace que los miembros de las parejas se asemejen en- gularidades o de leyes en la naturaleza obviando la
tre sí?) y para eliminar la posible influencia de terce- cuestión de cómo se pueden conocer esas regularidades
ras variables (¿la relación entre soledad y apoyo social o leyes. Hay dos posiciones básicas en filosofía de la
se debe a que las personas solitarias estén insatisfe- ciencia en torno a la concepción de la realidad y del co-
chas con el apoyo social recibido o a que, por ejem- nocimiento: realismo y antirrealismo; la de quienes ven
plo, tienen menos habilidades sociales para conseguir el orden causal-determinativo de la naturaleza como in-
ese apoyo?). Pero, de otra parte, no hay que olvidar dependiente de las prácticas humanas de investigación y
que la finalidad de la mayoría de los experimentos la de quienes ven estos dos fenómenos como permanen-
que se realizan en nuestra disciplina no tiene como temente entrelazados.
objetivo primordial descubrir las causas inmediatas de
la conducta.
Causalidad no es sinónimo de explicación. Dado que 1.2.2. Realismo
las causas de cualquier hecho son múltiples, descubrir la
importancia de un factor causal no explica necesaria- En esencia, la postura realista mantiene que existen he-
mente el hecho. Así, por ejemplo, para que se produzca chos objetivos independientes de los marcos conceptua-
el efecto de favoritismo endogrupal que aparece cuando les en los que esos hechos pueden expresarse o ser des-
se utiliza ciertas variaciones del paradigma del grupo cubiertos. La ciencia describe el mundo observable y
mínimo, es una causa que los sujetos sepan leer (o ten- también el que está detrás de las apariencias. Las entida-
gan unas mínimas nociones de fracciones para responder des teóricas que proponen las teorías científicas (madu-
cuando se les presentan las matrices). Sin embargo, es ras) existen realmente y son bastante semejantes a como
poco probable que saber matemáticas o leer sean las ex- la teoría dice que son. Por tanto, estas teorías científicas
plicaciones del favoritismo endogrupal. La importancia son explicaciones verdaderas de los fenómenos, cuya
de la causalidad está en las leyes causales: la relación naturaleza es, al menos parcialmente, independiente de
entre sucesos particulares ejemplifica ciertas propieda- estas teorías (Klee, 1997, p. 248).
4 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

La postura realista se basa en dos argumentos, el de Según el argumento de la manipulabilidad (Hac-


la convergencia y el de la manipulabilidad. Según el ar- king, 1983), a los propios científicos lo que suele impor-
gumento de la convergencia, cuando basándose en una tarle es el éxito o el fracaso de sus intentos por manipu-
teoría determinada (que atribuye un conjunto de propie- lar experimentalmente las entidades y propiedades
dades inobservables a un conjunto de entidades teóricas) importantes que están «en el exterior», y no prestan mu-
se realizan investigaciones diferentes, en lugares dife- cha atención a la inobservabilidad o al carácter teórico
rentes, por investigadores también diferentes, y los re- de estas entidades y propiedades. Para ellos, por ejem-
sultados de todas las investigaciones convergen en el plo, los electrones son reales porque se pueden «mani-
sentido propuesto por la teoría, esta convergencia debe pular» (¿cómo podrían manipularse si no lo fueran?), lo
ser un reflejo de la realidad; existe cierta imprecisión en cual no significa que asuman que sus teorías son exac-
esta formulación en la medida en que se afirma que la tas. Muchos científicos dudan de que sus explicaciones
convergencia tiene que ser «elevada», término poco es- teóricas sean totalmente verdaderas, pero de lo que no
pecífico. Una variante de este argumento es la apelación dudan es de que hay entidades y propiedades denotadas
al éxito experimental de la ciencia: si no existiera esa por los términos teóricos en cuestión. Al argumento de
realidad independiente, este éxito no sería posible. la manipulabilidad se le ha objetado que en muchas cien-
cias la manipulación depende de complejos mecanismos
La respuesta de los antirrealistas al argumento de la
cuya construcción presupone numerosas teorías y entida-
convergencia es doble. Por una parte, los socio-cons-
des inobservables, además de su escasa precisión a la ho-
tructivistas mantienen que no se trata de una verdadera
ra de definir lo que significa exactamente la «existencia»
convergencia, sino de un resultado artificial debido a la
de esas realidades que se pueden manipular.
tendencia de las teorías, metáforas sociales y sesgos psi-
cológicos a autoconfirmarse. Por otra parte, otros auto- La visión tradicional que sostiene el científico realis-
res (Van Fraassen, 1980, 1989) sostienen que el éxito de ta es que las diferentes teorías o paradigmas investigan
la ciencia no es algo que necesite de explicación por un universo natural común, que existe independiente-
parte de la filosofía de la ciencia. Primero, porque no to- mente de nuestra manera particular, basada en paradig-
do éxito requiere explicación (de hecho, no es algo que mas, de investigarlo. Esta visión fue desafiada por el
le pidamos a todas las demás instituciones exitosas, por modelo de Kuhn (aunque él no se definiera claramente
ejemplo, la Iglesia). Segundo, porque esa explicación es acerca de la opción realista o antirrealista). Para Kuhn,
imposible de realizar. Es cierto que muchas teorías cien- no hay método de investigación fuera de un paradigma
tíficas funcionan bastante bien, pero esto no se debe a y, como la historia de la ciencia ha mostrado, los distin-
alguna característica generalizable que compartan ni a tos campos científicos han estado dominados por dife-
una feliz correspondencia entre la estructura de la natu- rentes paradigmas que no solo eran inconsistentes entre
raleza externa y la estructura de las categorías humanas sí, sino que ni siquiera podían ser comparados. La pre-
de pensamiento. gunta según el antirrealista sería entonces: ¿cuál de estos
Algunos antirrealistas argumentarían que el éxito de universos diferentes es la representación más adecuada
una teoría no tiene por qué reflejar que es verdadera, de la realidad?
pues ha habido muchos casos de teorías falsas que han Aunque el realismo se ha asociado a la postura posi-
triunfado (Laudan, 1984). Ante esto los realistas se de- tivista, no existe una correspondencia exacta entre las
fenderían aduciendo que la historia también muestra posiciones ontológicas y las epistemológicas. Así, por
muchos éxitos de la ciencia que son verdaderos y que ejemplo, críticos de la psicología social dominante
una teoría como totalidad puede ser falsa pero sus partes como Harré (1997) comparten una visión realista defen-
verdaderas. El problema en esta discusión es que proba- diendo que la vida social consiste básicamente en patro-
blemente realistas y antirrealistas utilicen una concep- nes de acción conjunta controlada por reglas y conven-
ción diferente de éxito. Un antirrealista diría que en me- ciones, algunas inmanentes en la acción habitual y otras
dicina ha habido teorías que han tenido éxito durante que sirven como plantillas explícitas para la conducta
2.000 años, como ocurrió con la teoría humoral, porque adecuada.
han pervivido durante todo ese tiempo. Para un realista,
los 2.000 años no son garantía de éxito, sino que este se Para la filosofía realista de la ciencia el objeto de la
debe a que la teoría ha logrado curar a alguien o descu- explicación en las ciencias sociales son «las relaciones
brir por qué cura (cosa que la teoría humoral no consi- persistentes entre los individuos (y grupos) y las relacio-
guió —y por tanto no tuvo éxito—). nes entre dichas relaciones» (Bhaskar, 1978, p. 6). Para
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 5
Bhaskar (1979) hay que evitar caer en dos extremos: 1) Existen formulaciones antirrealistas bastante radica-
voluntarismo o individualismo, según el cual la realidad les que, aunque no han tenido excesiva aceptación en
social es producida por el individuo, olvidando que esta filosofía de la ciencia, sí parecen haberla tenido entre
existe antes de los individuos y constriñe y determina algunos practicantes de las ciencias sociales. Este anti-
sus formas de acción (los individuos pueden reproducir rrealismo, al que Chalmers (2000) denomina «global»
o cambiar la estructura social, pero no producirla); niega que tengamos posibilidad de enfrentarnos a la rea-
2) determinismo estructural, que establece que la con- lidad (no solo dentro de la ciencia) y obtener datos so-
ducta viene totalmente modelada por la sociedad, olvi- bre ella, ni mediante la observación ni de ninguna otra
dando que el individuo puede innovar e incluir elemen- manera. Solo podemos ver el mundo desde nuestras
tos dinámicos en su conducta. La sociedad no existe perspectivas, con el lenguaje de nuestras teorías. Esta-
independientemente de la actividad consciente humana, mos atrapados en nuestro lenguaje y no podemos salir-
pero tampoco es un producto de esta. La realidad social nos de él para describir la realidad «directamente» de un
es un resultado emergente de las prácticas individuales modo independiente de nuestras teorías. Aunque este
(los sistemas poseen componentes que no tienen sus ele- planteamiento puede ser asumido por la gran mayoría de
mentos), diferente de la suma de estas, y es también un los filósofos, científicos y gente de la calle, una deriva-
sistema abierto a la reproducción del propio sistema, al ción que algunos hacen de este planteamiento es mucho
cambio o a los fenómenos individuales no reducibles a más discutible: todas las formas de acceso a la realidad
lo social (en Páez et al., 1992, p. 135). son igual de válidas (incluida la científica). Quienes se
En el caso de la psicología social existe cierto desa- oponen a este antirrealismo global argumentan que aun-
cuerdo acerca de cuál es esa realidad que tiene una exis- que no podemos describir el mundo sin utilizar algún ti-
tencia propia e independiente (Páez et al., 1992). Para la po de armazón conceptual, podemos sin embargo com-
corriente predominante, y especialmente para los simpa- probar la adecuación de estas descripciones mediante la
tizantes de la cognición social, la realidad fundamental interacción con él.
estaría en los procesos mentales (con lo que coincidiría En los últimos años ciertas posturas antirrealistas
el interaccionismo simbólico). Para la psicología social han tenido mayor aceptación en filosofía de la ciencia,
de orientación más sociológica, las leyes psicológicas como la representada por Van Fraassen (1980, 1989).
existen porque son resultado de la internalización de es- Según este autor, el realismo asume que el objetivo de
tructuras sociales universales. Para otros, realmente mi- la ciencia es llegar a la «verdadera, en sentido literal,»
noritarios, la realidad solo estaría en la base neurofisio- historia de cómo son las cosas. Pero casi ningún científi-
lógica o biológica. Para el construccionismo social, no co explica cómo son las cosas literalmente, sino que uti-
existiría un nivel mental interno, sino solo lo biológico y liza metáforas (e. g., se dice que los anticuerpos «reco-
lo social. nocen» a...). El uso de metáforas ataca al núcleo de la
postura realista y confirma la antirrealista, porque según
Van Fraassen para el antirrealismo el objetivo de la
ciencia es suministrar una explicación de las cosas «em-
1.2.3. Antirrealismo píricamente adecuada», no literalmente verdadera. La
adecuación empírica no es lo mismo que la verdad por-
El antirrealista sostiene que el contenido de una teoría que historias falsas pueden ser empíricamente adecua-
científica comprende solamente el conjunto de afirma-
das. La adecuación empírica solo requiere que haya al
ciones que pueden ser verificadas mediante la obser- menos un modelo/interpretación semántico de la teoría
vación o la experimentación. Las teorías solo son ins- bajo la que todas las sentencias observacionales sean
trumentos útiles que ayudan a correlacionar y predecir ciertas. La postura realista le pide a la ciencia algo exce-
los resultados de la observación y de la experimenta-
sivo: la verdad. Los antirrealistas se conforman con me-
ción. El mérito de una teoría debería juzgarse por su ge- nos: una teoría en la que todas sus sentencias observa-
neralidad y simplicidad, y por el grado en el que la ob- cionales se revelen verdaderas en alguna interpretación
servación la apoya y le permite realizar otros tipos de de ellas. Como puede verse, la postura antirrealista asu-
observación (Van Fraassen, 1980). Basándose funda- me la distinción clara entre lo observacional y lo teórico,
mentalmente en los vaivenes históricos de la parte teóri- algo ciertamente discutible, como veremos más adelante.
ca de la ciencia (teorías que fueron consideradas como
verdaderas durante siglos y después se comprobó su fal- Algunos autores, ante el enfrentamiento realismo-
sedad), el antirrealista duda de esta parte teórica y enfa- antirrealismo, han optado por una postura pragmática.
tiza la parte observacional. Así, Quine (1961) piensa que la pregunta de si nuestras
6 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

teorías científicas representan con exactitud una realidad que la verdad es escurridiza e inalcanzable (Rorty, 1982),
de investigación independiente se puede dejar para otro afirmación con la que muchos estaríamos de acuerdo.
momento. Lo que importa en el presente es que tenga- Sin embargo, la inalcanzabilidad de la verdad no niega
mos un conjunto de métodos, una epistemología de la su valor como un ideal regulador de la ciencia (Jost y
práctica cotidiana que asegure una cierta confianza en Kruglanski, 2002). Esto es, la verdad como resultado del
las afirmaciones de las teorías científicas maduras. Por proceso científico es diferente de la verdad como un
ejemplo, ante la pregunta «¿existe realmente la diso- ideal regulador que puede guiar la actividad epistémica.
nancia cognitiva?» el pragmático diría: la disonancia De acuerdo con esto, no todas las concepciones, sean
cognitiva existe si afirmar su existencia simplifica, hace científicas o populares, son igualmente aceptables y al-
fértiles, conservadoras y modestas las experiencias sen- gunas pueden ser juzgadas como más válidas que otras.
soriales —y nuestras reflexiones teóricas sobre ellas— Mientras que algunas críticas construccionistas sociales
que encontramos en nuestras investigaciones psicosocia- suponen cierta arbitrariedad en las construcciones socia-
les, en comparación con lo que resultaría —utilizando les, la mayoría de los psicólogos sociales experimenta-
esos mismos criterios— si no postuláramos su existen- listas cree que la formación y el cambio de creencias no
cia. En otras palabras: existen si postular su existencia ocurren por azar. La representación mental implica la
funciona. Explicar la mayor valoración de la tarea tedio- interrelación compleja, pero predecible, de motivaciones
sa que realizan los participantes en el estudio de Festin- profundamente establecidas, de amplias bases de conoci-
ger y Carlsmith (1959), cuando se les paga un dólar en mientos y de la presentación específica de nueva infor-
lugar de cuando se paga 20, apelando a que esos indivi- mación o de su activación en la memoria dentro de un
duos están en ese momento presos de una posesión de- contexto social dado. Los críticos dirían que el hecho de
moníaca simplemente no funciona (la gente puede se- que a las actitudes y a las creencias no se llegue de ma-
guir realizando la misma conducta aunque se le someta nera arbitraria no significa que sean verdaderas.
a un exorcismo), mientras que funciona mejor la expli- El fondo de la cuestión parece ser, pues, cómo unas
cación basada en la disonancia cognitiva, como muestra creencias son reemplazadas por otras —supuesta-
el hecho de que la valoración cambia cuando se les paga mente— más válidas. Aquí las posturas van desde quie-
20 dólares. La mayoría de los psicólogos sociales asume nes suponen que la investigación empírica es la que
una concepción pragmática de la verdad, menos extrema decide sobre la validez de las creencias hasta la de quien
y más reflexiva que la que le adjudican muchos cons- cree que este reemplazamiento es una cuestión de re-
truccionistas sociales: la ciencia produce el mejor cono- tórica, poder y alianzas (Latour, 1987), pasando por
cimiento del que son capaces los seres humanos, dadas posiciones más moderadas, como Campbell (1994),
sus limitaciones sociales y psicológicas, y las caracterís- quien funde realismo y construccionismo social argu-
ticas del mundo en general. mentando que el mundo real es un «co-seleccionador»
Una cuestión que subyace al debate realismo-anti- de las creencias consensuadas de los científicos, o
rrealismo es el asunto de la «verdad». Sin intentar entrar McGuire (1989), quien piensa que independientemente
en el fondo de esta cuestión, valdrá la pena señalar que de que el conocimiento pueda ser juzgado finalmente
en torno a ella existen muchas posiciones, entre las que como válido o inválido, es algo indispensable en la ac-
cabe citar las del construccionismo social, que defienden ción humana.

1.3
Las explicaciones sobre la realidad
El que hayamos defendido la existencia de una realidad do que pueden ser verificadas directamente mediante el
externa a los observadores y a los científicos no signifi- uso cuidadoso y no sesgado de los sentidos. Se afirma
ca en absoluto que defendamos que el conocimiento que también que este giro hacia los hechos fue lo que permi-
se tiene de ella sea un reflejo objetivo de tal realidad. tió el avance de la ciencia en el siglo XVII, hasta enton-
Una concepción muy común y popular de la ciencia es ces anclada en la filosofía y en la Biblia. Las dos escue-
que esta se basa en, o se deriva de, hechos. Esta visión las que mejor representan estos planteamientos fueron el
supone que los hechos son afirmaciones acerca del mun- empirismo y el positivismo lógico. Así, para los empi-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 7
ristas ingleses de los siglos XVII y XVIII (Locke, Berke- Más concretamente, una teoría es un lenguaje expre-
ley, Hume), todo conocimiento se deriva de las ideas sado en lógica matemática de primer orden que reúne
implantadas en la mente por medio de la percepción ciertas condiciones:
sensorial. Las relaciones puramente lógicas son las cinco funcio-
En este apartado se presenta, en primer lugar, la vi- nes de verdad (o, y, si... entonces, no, ... si y solo si...),
sión positivista (centrada en el positivismo lógico) de la más dos cuantificadores («para todos los objetos»,
ciencia y su concepción de las teorías o explicaciones «hay al menos un objeto» ...) y el signo de identidad.
científicas. En segundo lugar se expondrán las visiones La teoría puede contener cualquier número de símbo-
más actuales existentes sobre este asunto en filosofía de los puramente matemáticos (e. g., sumatorio).
la ciencia. Todos los demás símbolos en la teoría, a los que se
denomina «sustantivos», no son ni puramente lógicos
ni matemáticos.
1.3.1. El modelo positivista Los símbolos sustantivos se dividen en dos tipos: a)
términos observacionales (los referidos a objetos, pro-
en filosofía de la ciencia piedades y eventos observables); b) términos teóricos.
La esencia de una teoría científica está contenida en el
conjunto de sus leyes de la naturaleza puramente teó-
1.3.1.1. El positivismo lógico ricas (condicionales universalmente cuantificados cu-
yos únicos símbolos sustantivos son términos teóricos).
Este modelo, dominante en filosofía de la ciencia hasta Todos y cada uno de los términos teóricos de una teo-
mediados del siglo XX, asume la existencia de leyes de ría científica deben ir acompañados de una defini-
la naturaleza: los sucesos en el mundo natural están or- ción explícita (denominada regla de correspondencia)
ganizados y controlados por estas leyes y la tarea de la compuesta totalmente de términos observacionales.
ciencia es explicar estos fenómenos naturales. Los posi- Definición explícita significa que la cara observacio-
tivistas apelaban a la lógica matemática para explicar lo nal de la definición tiene que ser tal, que siempre que
que era una ley de la naturaleza, afirmando que estas se se aplique a un objeto, propiedad o evento su aplica-
pueden representar por los condicionales materiales de ción sea necesaria y suficiente para que la cara teórica
amplitud universal. Un condicional material es una sen- de la definición sea verdaderamente aplicable al obje-
tencia simbólica de lógica matemática que tiene una for- to, propiedad o evento.
ma lógica específica («Si A, entonces B») (e. g., «para Las teorías psicosociales rara vez han sido formula-
todo objeto del universo que se llama X, si X es un das de esta manera. No obstante, algunas de ellas tienen
metal puro, entonces X conduce la electricidad»; «para en su formulación un cierto parecido con el modelo pro-
todos los individuos de la especie humana, si se produce puesto por el positivismo lógico. Por ejemplo, la teoría
frustración en un individuo, éste agredirá»). La lógica de la facilitación social de Zajonc podría formularse, al
matemática contiene bastante poder y precisión como estilo del positivismo lógico, de la siguiente manera:
para capturar y expresar de forma útil y comprensible L1. Para todos los individuos de cualquier especie, si
las relaciones causales y explicativas que ocurren en el un individuo está en presencia de otros individuos de
mundo real, de manera que las relaciones lógicas entre su misma especie entonces habrá un incremento en la
símbolos formales representan con exactitud las relacio- activación fisiológica de ese individuo.
nes externas entre objetos, propiedades y eventos a los
que estos símbolos formales se refieren. L2. Si hay un aumento de la activación fisiológica en
un individuo, entonces se energetizarán las respuestas
Para los positivistas lógicos las teorías eran las uni- dominantes en ese individuo.
dades de análisis de la filosofía de la ciencia. Lo que ha- L3. Si las respuestas dominantes de un individuo son
ce una teoría es capturar en forma lingüística las regula- aciertos, entonces su rendimiento mejorará.
ridades causales que existen dentro de un campo de
fenómenos. Las teorías son reconstrucciones posteriores L.4. Si las respuestas dominantes de un individuo son
a los hechos, de ahí que para los positivistas lo impor- fallos, entonces su rendimiento empeorará.
tante no sea el proceso de indagación científica, sino el Estas serían las leyes, pero después habría que, me-
resultado final. diante las reglas de correspondencia, definir todos los
8 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

términos teóricos, algo que en la teoría de la facilitación (y ciertamente no dependen de) otros pensamientos teó-
social no siempre se realizó. Por ejemplo, en este caso ricos. El problema con este argumento es que no está
solo se avanzaron algunas definiciones observacionales claro que ese procesamiento encapsulado sea así y, ade-
de lo que se entendía por activación fisiológica y res- más, los positivistas necesitan un criterio para la distin-
puesta dominante. ción que no pueda ser destruido por lo que la psicología
Los dos problemas internos principales con los que descubra.
se encontró el positivismo lógico fueron la distinción Parece, en definitiva, más adecuado hablar de un
entre términos teóricos y observacionales, y su exigencia continuo entre lo observable y lo teórico que de una di-
de que todo término teórico tuviera una definición explí- cotomía. Existe una mayor seguridad epistemológica de
cita que contuviera solo términos observacionales —re- las reclamaciones científicas que implican solo a térmi-
glas de correspondencia— (Klee, 1997). nos observacionales, seguridad que procede de nuestra
capacidad para acceder sensorialmente a lo observable
sin necesidad de ayuda. En el extremo observacional la
interpretación coincide con la descripción (lavarse las
1.3.1.2. La distinción
manos 20 veces en media hora es lavarse las manos 20
teórico-observacional veces en media hora), mientras que en el extremo teóri-
co hay siempre dos historias diferentes: lo que se obser-
La diferenciación entre estos dos tipos de términos es va literalmente (lavarse las manos 20 veces en media
crucial en el positivismo lógico. Sin embargo, no ha hora) y la interpretación cargada de teoría de aquello
existido mucho acuerdo acerca de la forma de diferen- que literalmente se observa (una obsesión-compulsión)
ciarlos en la práctica. Por ejemplo, Carnap (1936) sugi- (Klee, 1997).
rió que un término t es observacional si quien practica la
teoría en la que t ocurre puede determinar la aplicación
correcta de t con relativa facilidad, esto es, rápidamente
y con el mínimo esfuerzo; de lo contrario, t sería un tér- 1.3.1.3. Las reglas de correspondencia
mino teórico. Resulta evidente que este criterio es bas-
tante vago, pues la facilidad de aplicación de un término Estas reglas también son cruciales para el positivismo
es algo relativo que depende del nivel de conocimientos lógico, porque nos dicen cómo las supuestas entidades
que tenga el científico. teóricas definidas por ellas hacen que la experiencia ob-
Según otro criterio, el instrumental, un término sería servacional sea diferente. Dicho de otra manera, un tér-
observacional si no se necesita del uso de un instrumen- mino teórico que sea consistente con todas y cada una
to artificial para aplicarlo o utilizarlo correctamente; de de nuestras experiencias observacionales previas no tie-
lo contrario, sería un término teórico. Aquí el problema ne valor. El término teórico debe hacernos ver algo que
está en que «instrumento artificial» es una noción tam- antes no veíamos. Los propios positivistas reconocen
bién bastante vaga (incluiría, por ejemplo, desde unas que es problemática la demanda de que todo término
gafas hasta un microscopio electrónico). teórico tenga una definición explícita en forma de una
regla de correspondencia. Recuérdese que la cara obser-
Por último, otros autores han defendido que un tér-
vacional de una regla de correspondencia proporciona
mino es observacional si se utiliza para describir fenó-
las condiciones necesarias y suficientes para el uso co-
menos detectados mediante el procesamiento cognitivo
rrecto del término teórico definido por dicha regla, de
encapsulado en los sistemas receptores sensoriales peri-
manera que en toda situación en la que se aplique una
féricos; de lo contrario, sería un término teórico. Por
cara de la regla se tiene que aplicar la otra.
ejemplo, para el filósofo de la ciencia Fodor (1984) la
diferencia entre fenómenos observables y teóricos está La doctrina más influyente acerca de las reglas de
en si al fenómeno en cuestión se llegó «relativamen- correspondencia fue el operacionalismo, en desuso en
te inferencialmente» o «relativamente no inferencial- las ciencias físicas pero con gran vitalidad en psicología.
mente». Los experimentos en psicología perceptiva con Según esta concepción, la cara observacional de una re-
humanos muestran que el procesamiento de la informa- gla de correspondencia debería especificar una «opera-
ción que ocurre dentro de sistemas sensoriales específi- ción» puramente observable que debería ejecutarse en el
cos —visual, auditivo, etc.— consisten en un procesa- sistema o entidad bajo estudio para detectar, medir o
miento de información relativamente aislado. Estos manipular el objeto, la propiedad o el evento referido
procesamientos no se ven afectados (relativamente) por por el término de la cara teórica de la regla. Por ejem-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 9
plo, una definición operacional de «desorden paranoico» propiedades que no se manifiestan en todo momento.
sería «una persona tiene desorden paranoico si obtiene Por ejemplo, la solubilidad de una sustancia es una ca-
una puntuación por encima de x en el MMPI». racterística que esta tiene aunque nunca se disuelva. Pe-
Un problema con las reglas de correspondencia ope- ro si las reglas demostrativas deben escribirse en subjun-
racionalistas es que no son tan precisas como parecen tivo, esto plantea un problema grave para el positivismo.
(Klee, 1997). Si la operación observable especificada en En primer lugar porque los condicionales subjuntivos no
una regla de correspondencia define un término teórico se pueden definir de forma tan precisa y clara en lógica
específico, que se refiere a un fenómeno teórico espe- matemática como las no subjuntivas. Pero, sobre todo,
cífico, entonces diferentes operaciones observables eje- porque los condicionales en subjuntivo dejan la puerta
cutadas para detectar, medir o manipular los mismos abierta para los falsos científicos. Una de las reivindica-
fenómenos teóricos realmente detectarían, medirían o ciones más fuertes de los positivistas era ser honestos,
manipularían diferentes fenómenos teóricos. Así, una teorizando solo sobre lo observable. Pero con el modo
puntuación superior a y en el EPI no podría designar un subjuntivo un falso científico puede decir que los actos
desorden paranoico, o al menos no el mismo desorden agresivos de una persona son provocados por unos seres
paranoico que refleja una puntuación superior a x en el diminutos, llamados borrower, que están en el interior
MMPI. Esta crítica ha sido asumida por los operaciona- del individuo, y definir un borrower en modo subjuntivo
listas, pues en su opinión se puede estar relativamente como algo que se hace visible con apariencia humana
seguro de que diferentes expresiones lingüísticas con cuando existe una temperatura ambiente de 2.000 grados
significados distintos se refieren a la misma cosa. centígrados durante 300 años y después se enfría a 100
grados durante dos minutos.
En psicología social, a pesar de la influencia de la
psicología con su énfasis en la «operacionalización de Carl Hempel (1965) fue consciente de este problema
variables», en pocas ocasiones se han realizado defini- y para resolverlo eliminó el requerimiento de que todo
ciones operacionales de los términos teóricos. En nues- término teórico en una teoría científica debía ir junto a
tra disciplina, en mi opinión, el operacionalismo adoptó una definición explícita en forma de regla de correspon-
una forma mucho más suave, no referida a la definición dencia. Según él, la admisión de tal requerimiento im-
de los términos teóricos, sino a la forma en la que esos plicaba asumir que los términos de una teoría se introdu-
términos quedaban reflejados en las investigaciones (lo cen de uno en uno, y no, como Hempel defendía, en
que habitualmente se denomina «validez de construc- bloque, formando una red interdependiente, de manera
to»). Asimismo, los criterios de validez convergente y que ningún término tiene un significado preciso separa-
divergente pueden considerarse como índices de si dos o do de los demás. Esta posición queda mucho más clara
más medidas reflejan el mismo constructo. Así, por y elaborada en la formulación holística de Quine (1961),
ejemplo, las correlación generalmente encontrada entre según la cual el significado de los términos de una teo-
la medida de autoestima de Rosenberg y la de Luthanen ría depende de otros términos. De esta manera, la distin-
y Crocker sugieren que miden entidades teóricas dife- ción observacional/teórico ya no es importante metodo-
rentes, mientras que la correlación entre la primera esca- lógica y epistemológicamente, pues la teoricidad es algo
la y la de autoestima de Lerner (r % 0,72) sugiere que se que se extiende a lo largo de toda la teoría. Cada térmi-
refieren a realidades semejantes (Blascovich y Tomaka, no tiene algún grado de teoricidad, porque cada término
1991). está conectado con otros términos y algunos de estos
son teóricos.
Un segundo problema tiene que ver no solo con la
regla de correspondencia, sino con cualquier modelo po-
sitivista, y consiste en que existen sistemas que pueden
poseer propiedades teóricas aunque no se realicen opera- 1.3.2. El reduccionismo
ciones observables sobre ese sistema, incluso aunque no
se realicen nunca (Klee, 1997). Es obvio que una perso- La reducción, término clave en la concepción positivista
na puede ser paranoica aunque nunca se le pase el de la ciencia, designa las relaciones que se establecen
MMPI. En consecuencia, la cara observacional de la re- entre las teorías científicas, aunque la reducción se inter-
gla debería escribirse en modo subjuntivo: una persona preta en sentido ontológico (e. g., la química se puede
sería paranoica si cuando se le aplicase el MMPI obtu- reducir a la física). Reducir una teoría a otra sería la me-
viera una puntuación mayor de x. El modo subjuntivo es ta última de la ciencia, porque cuantos menos objetos y
necesario porque la mayoría de las propiedades teóricas propiedades básicas tengamos, menor riesgo de error
significativas son propiedades disposicionales, esto es, existe, dado que hay menos en lo que podemos equivo-
10 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

carnos. Algunas reducciones se han realizado con éxito mos se ve que una propiedad o estado psicológico deter-
en la historia de la ciencia, ya se tratara de reducciones minado se puede realizar de múltiples maneras en la fi-
generales (e. g., la física a la química o la genética men- siología del sistema nervioso. Por ejemplo, el estado psi-
deliana a la genética molecular) o parciales (algunos as- cológico «creer que hay vida después de la muerte» no
pectos de la psiquiatría pueden reducirse a la neurofisio- tiene una única correspondencia fisiológica en el sistema
logía, por ejemplo). Sin embargo, los éxitos no son nervioso (en 40.000 personas esa idea puede estar repre-
especialmente abundantes y siempre han implicado una sentada en el sistema nervioso de 28.374 formas diferen-
considerable controversia. tes). De esta manera, si se quisiera hacer la reducción, la
parte neurofisiológica de la ley puente (concepto que de-
Hay varios modelos acerca de cómo puede realizarse signa las regularidades que en ciertos modelos formales
la reducción, pero quizá el más divulgado sea el deno- reduccionistas relacionan los términos de la teoría que
minado programa de unidad de la ciencia de Op- es reducida con los términos de la teoría reductora) sería
penheim y Putnam (1958). Estos autores argumentan la un enorme predicado compuesto por descripciones neu-
unidad de la ciencia en dos principios: 1) principio de rofisiológicas unidas por innumerables «o». Las afirma-
evolución, según el cual el universo evolucionó desde ciones de ese tipo no tendrían utilidad predictiva ni, en
términos de organización más pequeños a otros más consecuencia, explicativa.
grandes; 2) principio de ontogénesis: en todo sistema
existente en un determinado nivel de organización hubo ¿Por qué hay tantas maneras en las que el mismo
un tiempo en la evolución del universo en el que en un estado mental puede realizarse en el sistema nervioso
nivel inferior de organización, en lugar del sistema, humano? Según Fodor (1968), esto es así porque el con-
existían algunas de sus partes. En virtud de estos princi- tenido de los estados mentales se caracteriza funcional-
pios las ciencias de la vida (sociología, psicología, fisio- mente, esto es, quedan definidos por la función que de-
logía) y las ciencias físicas (cosmología, astronomía y sempeñan en el sistema cognitivo. Si se asume esto,
geología) se reducirían a otras ciencias más esenciales entonces el contenido de un estado mental no tiene nada
(química, física y quizá matemáticas). que ver con el tipo particular de material físico en el que
está representado. Si dos personas piensan en la primera
No obstante, los principios anteriores presentan cier- vez que el hombre pisó la luna, eso es un estado mental
tos problemas (Klee, 1997). El primero es suponer que funcionalmente caracterizado, y eso no significa que ten-
existe una única manera, natural, de descomponer el ga que haber nada semejante en los dos cerebros. Esta
universo en niveles de organización decreciente, cuando postura funcionalista es compartida por los partidarios de
las maneras de descomponer un sistema en sus partes concebir a la mente como un ordenador: hay ordenadores
son diversas. El principio de ontogénesis implica ade- totalmente diferentes físicamente pero que son capaces de
más asumir que tiene sentido hablar de partes de un sis- llevar a cabo operaciones idénticas (Páez et al., 1992).
tema con existencia previa al propio sistema. Por último,
el programa de unidad de la ciencia es poco explícito La postura reciente que goza de mayor aceptación en
acerca de cómo se realiza exactamente la reducción. Por relación con el reduccionismo es la de J. Kim (1993) y
ejemplo, ¿cómo podría la psicología reducirse a la neu- lo que él denomina la superveniencia, donde intentó re-
rofisiología? El propio Putnam se apartó posteriormente conciliar la postura de la múltiple realizabilidad de los
del programa basándose en la no reductibilidad de los estados mentales con la cuestión ontológica respecto a la
conceptos dentro de las teorías. reducción según la cual no hay dos tipos de fenómenos
ontológicos, sino solo uno (el mundo es en última ins-
La postura de Fodor (1975) es especialmente intere- tancia material). Una primera idea es que la superve-
sante en el tema de la reducción porque atañe directa- niencia es una relación que se mantiene entre familias
mente a la psicología. Fodor se opuso a la reducción en de propiedades, de manera que nunca se hablará de su-
el caso de la psicología porque en su opinión existe un perveniencia de propiedades particulares sobre otras
nivel de organización particular en la naturaleza en el propiedades particulares, sino en general: la superve-
que existe una discontinuidad entre fenómenos de dife- niencia de lo mental sobre lo neurofisiológico. La se-
rentes tipos, y ese nivel es donde se encuentran la psico- gunda idea es intentar construir un concepto de depen-
logía y la neurofisiología. Básicamente, el argumento de dencia asimétrica que no sea necesariamente causal, que
Fodor es que cuando se analiza cómo es que los estados no requiera regularidades en forma de leyes. En el caso
y propiedades psicológicas de los organismos ocurren fi- de la psicología sería que no hay diferencia en propieda-
siológicamente en el sistema nervioso de esos organis- des psicológicas sin una diferencia en propiedades neu-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 11
rofisiológicas, pero puede haber una diferencia en pro- reemplazadas por otras conjeturas. En este juego de en-
piedades neurofisiológicas sin que haya diferencias en sayo y error, sólo sobreviven las teorías más aptas. Nun-
propiedades psicológicas. Esta determinación es asimé- ca se puede decir que una teoría es verdadera, aunque sí
trica porque lo neurofisiológico varía si lo psicológico que es la mejor que existe en ese momento (superior a
varía, pero lo psicológico no tiene por qué variar forzo- las anteriores).
samente si lo neurofisiológico varía. Para Popper (1972) la práctica científica actúa de la
Relacionada con el reduccionismo ontológico está la siguiente manera: al principio una teoría consta sencilla-
cuestión del reduccionismo metodológico: si la realidad mente de conjeturas de las que se deducen predicciones
es una, la forma de estudiarla también tiene que ser una. observacionales; a partir de ahí se diseña un experimen-
Así, en el campo de la ciencia ha habido una fuerte co- to para comprobar que la predicción no se cumple; si es-
rriente, inspirada en el positivismo, que defiende que los to ocurre, la teoría en la que se basaba la predicción es
métodos de investigación son únicos para investigar incorrecta; si no ocurre, la teoría no es confirmada, sino
cualquier tipo de realidad. Esta orientación positivista ha simplemente corroborada, pues ha sobrevivido a un in-
defendido la naturaleza transdisciplinar del método cien- tento de falsación. Esto es, las teorías no pueden ser pro-
tífico, pues tanto los hechos físicos como los sociales badas, sino solo rechazadas. Según Popper, para que una
son objetivos y tienen un carácter nomotético. En cam- hipótesis sea científica ha de ser falsable: que exista un
bio, ha habido otra corriente, que se desarrolló funda- enunciado observacional lógicamente posible que sea in-
mentalmente en Alemania a finales del siglo XIX, según compatible con ella (esto es, que en caso de ser estable-
la cual hay dos métodos claramente diferentes: el positi- cidos, falsarían la hipótesis). Y cuanto más falsable sea
vista para el estudio de las ciencias naturales, y otro una teoría, mejor.
(hermeneútico, histórico, cultural) apropiado para los Según Stroebe y Kruglanski (1989), la mayoría de
hechos sociales, dado que estos tienen un carácter idio- los psicólogos sociales se reconocerían como practican-
gráfico y dependen de significados históricos comparti- tes de alguna forma de falsacionismo popperiano, acep-
dos. En psicología social ha imperado la primera con- tando una cierta distinción entre los datos y la teoría; es-
cepción naturalista. ta última sería la «representación» y los datos serían (al
menos temporalmente) la «realidad». La validez de una
teoría se diagnosticaría por su grado de ajuste con los
datos. El progreso en ciencia se conseguiría mediante
1.3.3. El falsacionismo ensayo y error (conjeturas y refutaciones). Las teorías no
pueden ser confirmadas, ni siquiera demostradas como
Para el positivismo lógico los hechos, la realidad, son probables, solo pueden ser falsadas. Esperamos acercar-
anteriores a la teoría e independientes de ella, de manera nos a la verdad confrontando continuamente nuestras
que un observador cuidadoso y sin prejuicios puede cap- teorías con pruebas empíricas. Retenemos provisional-
tar esos hechos mediante los sentidos y, basándose en mente las teorías para las que encontramos evidencia
ellos, construir el conocimiento científico (teorías verda- empírica y reemplazamos aquellas que no pueden ser
deras). Como todo psicólogo social familiarizado con la corroboradas por otras teorías de «mayor contenido em-
percepción y la cognición social sabe, esto sencilla- pírico». Todo nuestro conocimiento es, pues, tentativo y
mente no es así. En la filosofía de la ciencia no tarda- provisional.
ron, pues, en aparecer autores que cuestionaban la visión De la posición de Popper es importante retener su
positivista. Uno de estos autores fue K. Popper. énfasis en la comprobación empírica como el medio que
Popper, desencantado con la idea de que la ciencia permite elegir entre teorías alternativas. Sin embargo, la
sea especial porque puede derivarse de hechos —de historia de la ciencia muestra que esta concepción falsa-
cuantos más, mejor—, admite que la observación es una cionista de Popper no coincide totalmente con la que
actividad guiada por la teoría. Tampoco está de acuerdo utilizan los científicos. Numerosas teorías, a pesar de
con que las teorías se pueden establecer como verdade- haber sido falsadas por haberse recogido datos en contra
ras, o probablemente verdaderas, a la luz de la evidencia de ellas, han pervivido gracias a la tendencia a mejorar-
observacional. Para él, las teorías son conjeturas, espe- las o corregirlas ofreciendo hipótesis más complejas que
culaciones provisionales que, una vez propuestas, han de aun en el seno de la teoría pudieran dar explicación de
ser comprobadas de forma rigurosa e implacable me- los datos incongruentes con la primera formulación de
diante la observación y la experimentación. Las teorías esta. Esta cuestión dio lugar a lo que se conoce como la
que no superan estas pruebas deber eliminarse y ser «subdeterminación de la teoría».
12 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

de la lógica) es que al menos T, o R, o M, o B, o... son


1.3.4. La subdeterminación falsos. Podemos mirar a multitud de sitios en los que
de la teoría puede haberse introducido el error, ya sea experimental
—porque dimos un paso de forma inadecuada— ya sea
Una polémica en filosofía de la ciencia que ha tenido teórico —la teoría que justificaba un determinado paso
gran resonancia y bastante impacto en muchos críticos no era correcta—.
del modelo dominante de psicología social es la que vie- Por ejemplo, utilizando una versión laxa de la teoría
ne generada por lo que se denomina la subdetermina- de la disonancia cognitiva, podríamos decir que «la rea-
ción —o infradeterminación— de la teoría por los da- lización de una conducta contraactitudinal produce
tos y que aparece formulada en lo que se conoce como disonancia y una tendencia a reducirla siempre que la
la tesis Quine-Duhem. Aunque existen numerosos mati- conducta contraactitudinal no esté suficientemente justi-
ces acerca de cómo entenderla, incluso entre sus propios ficada, provoque una activación fisiológica (y que esta
proponentes, según Klee (1997, p. 65) esta tesis esta- activación no sea reducida por otros medios —como la
blece que «cualquier evidencia observacional descon- ingestión de alcohol) y suponga una amenaza para la
firmadora puede ser acomodada siempre a cualquier autoestima de la persona, etc.». Si hacemos un experi-
teoría». mento en el que los participantes realizan una conducta
Así pues, cuando se dice que la teoría está subdeter- contraactitudinal y resulta que no experimentan disonan-
minada o infradeterminada por la evidencia observacio- cia (manifestada en sus consecuencias), podría ser por-
nal se quiere decir que la evidencia por sí sola no puede que la teoría no es correcta, o porque pueden haberse
decir cuál de varias teorías alternativas es la correcta. El dado ciertas condiciones que no hayan permitido que
rechazo de una teoría sometida a prueba es una decisión haya activación fisiológica o porque no se amenace a la
que realizan los investigadores, no la naturaleza. En autoestima, etc.
consecuencia, cuando se encuentran con evidencia des- La interpretación que ciertos intelectuales (sociólo-
confirmadora, los investigadores pueden cambiar sus gos del conocimiento, postmodernistas y socioconstruc-
creencias adicionales de manera que hagan a la eviden- tivistas, entre otros) hacen de la subdeterminación de la
cia en cuestión consistente con la teoría. Evidentemente, teoría es que no existe la verdad científica independien-
para que esto sea posible hay que asumir una visión ho- temente de las prácticas científicas contingentes, o que
lística de las teorías científicas, es decir, aceptar que lo la ciencia es un sistema de conocimiento tan válido co-
que se pone a prueba es la teoría en su globalidad, o mo cualquier otro. Se supone que dado que la evidencia
gran parte de ella. Esto no significa que no se pueda subdetermina la elección de la teoría, esta elección debe
decidir entre teorías que compiten entre sí, pues todas realizarse en virtud de factores no evidenciales e «irra-
son consistentes con los datos observacionales, sino que cionales», muchas veces decisiones personales de los in-
esta decisión la hemos de tomar nosotros, no la naturale- vestigadores. No obstante, Quine nunca dijo que todos
za. La postura de Quine es una postura pragmática: los ajustes que se pueden hacer para salvar una teoría de
ajustamos las teorías ante la evidencia contraria con el la refutación ante evidencia desconfirmadora sean igual
fin de maximizar la fertilidad de la teoría resultante para de válidos. Algunos ajustes pueden destruir la utilidad
generar nuevas predicciones, su consistencia con nuestro de la teoría. El holismo no lleva a que «todo vale» en la
sistema de creencias y la simpleza de la teoría. práctica científica. Quine defiende la utilización de los
La subdeterminación de la teoría amenaza al falsa- principios pragmáticos de simpleza, fertilidad, modestia
cionismo popperiano porque cuando se pone a prueba y conservadurismo para decidir entre teorías.
una teoría se tienen numerosas teorías, leyes y creencias
auxiliares. No se puede poner a prueba la hipótesis pres-
cindiendo de todas estas teorías y creencias. Así, las teo-
rías no se expresan de la forma «la teoría T implica la
1.3.5. Comentario sobre el modelo
predicción observacional O», sino más bien de esta otra: positivista de la ciencia
«La teoría T, más la teoría R, más la creencia B, más el
supuesto S, más el supuesto Y, más... implican la pre- El modelo positivista de la ciencia (en sus versiones in-
dicción observacional O». Si se acepta este planteamien- ductivista y falsacionista) fue puesto en cuestión de for-
to, entonces cuando falsamos la predicción observacio- ma radical por el relativismo sociohistórico de Kuhn,
nal O ya no podemos inferir automáticamente que la que será tratado más adelante, y, de manera menos radi-
teoría T es falsa. Todo lo que podemos inferir (en virtud cal, por otras concepciones, como el falsacionismo so-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 13
fisticado de Lakatos. La principal crítica que realiza dad. En este sentido, una buena metáfora de lo que son
Kuhn es que las concepciones inductivista y falsacionis- las teorías es concebirlas como mapas sobre un deter-
ta, al centrarse excesivamente en la relación entre las minado campo de investigación (Klee, 1997). Cualquier
teorías y los enunciados observacionales, olvidan la in- mapa es una distorsión idealizada de la realidad, una abs-
fluencia de factores diferentes de los exclusivamente re- tracción. Lo que le pedimos a un mapa es que sea sufi-
lacionados con los hechos y con las teorías (e. g., socia- cientemente exacto, fácil de leer y que nos permita viajar
les) como elementos claves en la evolución científica. a través de la realidad que representa. Es obvio que un
mapa no representa toda la realidad. Por ejemplo, el ma-
No obstante, desde mucho antes ya existían inquietu-
pa que le interesa al geólogo es completamente distinto
des en este sentido. Justo en los años de mayor éxito del
del que le interesa al geógrafo o al automovilista.
positivismo lógico, Fleck (1986; original de 1935) publi-
có su trabajo en el que afirmaba que «al menos tres El propio Albert Einstein (en Hastie y Stasser, 2000)
cuartas partes de los contenidos científicos, o incluso afirmaba que no era digno de envidia el científico teóri-
quizá la totalidad, están condicionados y son explicables co, porque la naturaleza, o más exactamente el experi-
histórico-conceptual, psicológico y sociológico-concep- mento, es un juez poco amistoso e inexorable de su tra-
tualmente» (1986, p. 68). Además, otra cuestión enfati- bajo. Un experimento nunca dice «sí» a una teoría, sino
zada por Fleck es que el conocimiento científico no es «quizá» en los casos más favorables y «no» en la gran
un proceso individual, sino una actividad social, desa- mayoría de los casos. Incluso cuando un experimento
rrollada en el seno de una comunidad científica. Esta está de acuerdo con una teoría eso significa «quizá» y si
obra, precursora de la más moderna sociología de la no está de acuerdo eso significa «no». Para Einstein pro-
ciencia, ya cuestionaba la separación entre el «contexto bablemente todas las teorías experimentarán algún día
del descubrimiento» y el «contexto de la justificación», su «no».
defendidos por el positivismo lógico. Según esta separa-
Las teorías, como cualquier otra forma de conoci-
ción, en el «contexto del descubrimiento», en el que tie-
miento, tienen posibilidades y limitaciones. Los proce-
ne lugar la elección de tema de estudio o la formulación
sos de pensamiento inevitablemente simplifican la reali-
de hipótesis, sí pueden influir procesos históricos, socio-
dad y la distorsionan. La simplifican desmembrándola
lógicos o psicológicos. Sin embargo, en el «contexto de
en partes, abstrayendo unos elementos e ignorando
la justificación», que es el auténticamente científico, en
otros, centrándose en relaciones aisladas. La distorsio-
el que se verifican, siguiendo la lógica, las afirmaciones
nan agrupando diversas entidades e ignorando sus parti-
científicas, aquellos procesos no tienen cabida.
cularidades, introduciendo las observaciones en las cate-
Conviene reseñar que desde hace décadas la mayoría gorías mentales disponibles, de manera que los valores,
de los filósofos de la ciencia admite que no existen «da- deseos y expectativas del conocedor pueden distorsionar
tos puros» aparte de la teoría, esto es, que los datos solo sus observaciones e inferencias. Sin embargo, a pesar de
tienen sentido en el marco de una teoría. Es esta la que todos estos defectos, las teorías son esenciales y, por
le dice al observador que lo que está observando es rele- tanto, inevitables (McGuire, 1980).
vante. Antes de que la teoría de la evolución fuera for-
En psicología social el modelo positivista de la cien-
mulada, los huesos y fósiles no significaban nada. Las
cia que acabamos de plantear (sobre todo el del positi-
observaciones se convierten en datos porque otras ideas,
vismo lógico), no tuvo excesivo impacto. En apoyo de
basadas en teorías, les otorgan la categoría de datos rele-
esta afirmación pueden considerarse los siguientes argu-
vantes. Sin teorías la observación se presenta como una
mentos:
tarea ímproba y desalentadora. Uno de los recursos retó-
ricos favoritos de Popper era decir en sus conferencias: El positivismo lógico acogió con gran entusiasmo al
«¡Observen!», a lo que la audiencia replicaba: «¿Dón- conductismo de Watson, como la prueba de una psicolo-
de?, ¿a qué?». gía científica desarrollada según los principios fisicalis-
tas de su programa. Como es conocido, el conductismo
Como la historia de la ciencia ha mostrado, rara-
no ha sido precisamente una de las corrientes y plantea-
mente son los datos los que permiten, por sí solos, re-
mientos dominantes en nuestra disciplina. En realidad,
chazar las teorías. Generalmente una teoría se abandona
su influencia ha sido bastante débil. En la psicología so-
porque aparece otra con mayor poder predictivo y expli-
cial siempre tuvo mucho más peso la concepción gestál-
cativo (Campbell, 1966).
tica y lewiniana, procedentes de la tradición neokantia-
La mayoría de las teorías son falsas, en el sentido de na, en la que el sujeto que conoce desempeña un papel
que no son explicaciones totales y definitivas de la reali- crucial.
14 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

La elaboración teórica ha ocupado un lugar muy im- me explicó lo que hizo ayer por la tarde»), el elucidativo
portante en el desarrollo de nuestra disciplina, pero las («le expliqué lo que quería decir ‘‘masculino’’») y el
teorías desarrolladas apenas se ajustan a la concepción uso propiamente explicativo («la presencia de arena en
de teoría que predomina en el positivismo lógico. la carretera explica el accidente») (Díez y Moulines,
1999). Este último uso es el más utilizado en el campo
La concepción de la realidad (o de los datos) no ha
científico, aunque los otros dos también están presentes
sido la de verlos como objetivos e independientes de los
(por ejemplo, en la descripción de una determinada rea-
marcos teóricos desde los que se percibe. Precisamente
lidad o fenómeno y en la clarificación conceptual).
esta es una de las características definitorias de nuestra
disciplina (en sus vertientes psicológica y sociológica): la Antes de continuar conviene recordar que no toda la
percepción de las situaciones es lo que hace que estas ciencia es explicativa (e. g., las taxonomías zoológicas o
sean reales y el significado que las personas otorgan a los botánicas son científicas pero no son explicaciones).
estímulos es crucial para entender su comportamiento. Precisamente algunos autores (Rozin, 2001) han recla-
mado la necesidad de que en nuestra disciplina se pro-
Lo que sí me parece más adecuado es considerar que fundice mucho más (igual que hicieron ciencias como
en psicología social sí ha tenido una gran influencia una la biología) en la identificación de los fenómenos que
visión mucho más ligera (y compleja) de lo que signifi- existen en la realidad, en el descubrimiento de los ele-
ca el conocimiento científico, curiosamente una visión mentos invariantes que hay en ellos y en la captación de
mucho más cercana a los planteamientos que en las últi- la esencia de esos fenómenos.
mas décadas han predominado en filosofía de la ciencia
(y que se formularon en nuestra disciplina con décadas Se ha tendido a equiparar a la explicación con las
de anticipación). respuestas a preguntas «¿por qué?», y aunque también a
veces aparecen formuladas en términos de «¿cómo?»,
Según Páez et al. (1992, p. 33), hasta hace unos 25 estas últimas preguntas pueden ser reformuladas en pre-
años la filosofía de la ciencia que imperaba en la psico- guntas «¿por qué?». Sin embargo, las respuestas a este
logía social era causal-mecanicista, a partir de presu- tipo de preguntas no son de un solo tipo, sino que pue-
puestos funcionalistas y neopositivistas. Las teorías eran den ubicarse a lo largo de un continuo, situándose en un
de corto alcance y solo servían si tenían referentes em- extremo las respuestas más «ingenuas» y en el otro las
píricos directos; su suponía que las teorías no contami- más «científicas», sin que exista un límite claro entre
naban las observaciones y datos, que debían ser fiables e unas y otras (Díez y Moulines, 1999). Por ejemplo, la
intersubjetivas. Las teorías eran minimodelos que debían explicación «el estudiante suministró descargas eléctri-
ser falsables. Los niveles de análisis de los fenómenos cas al otro estudiante porque estaba en un experimento»
eran intrapsíquicos, o interpersonales como mucho. Y la es menos científica que «el estudiante le suministró des-
técnica de análisis de datos dominante era el análisis de cargas eléctricas al otro estudiante porque estaba enfada-
varianza. En su opinión, la situación en 1992 era dife- do con él», y esta es menos científica que «el estudiante
rente: se había puesto en tela de juicio el modelo causal- le suministró descargas eléctricas al otro estudiante por-
mecanicista, así como los presupuesto neopositivistas y que aquel le había frustrado previamente y la frustración
falsacionistas, aceptándose explicaciones de tipo teleoló- lleva a la agresión».
gicas y estructurales; se había cuestionado que existieran
datos independientes de las teorías; se intentaba articular El modelo de explicación científica más aceptado en
diferentes niveles de análisis; el análisis de datos se ha- filosofía de la ciencia es el «modelo de cobertura legal
bía diversificado considerablemente, y las diferencias inferencial» de Hempel y Oppenheim (1965, original de
entre las distintas técnicas de investigación tendían a di- 1948). Seguidamente veremos esta formulación, algunas
fuminarse. de las principales alternativas que se han planteado y
otras formas de concebir la explicación, siguiendo el tra-
bajo de Díez y Moulines (1999).

1.3.6. Concepciones recientes


sobre la explicación 1.3.7. La explicación como
científica inferencia nomológica
El término «explicar» tiene varios significados o usos. En toda explicación han de aparecer tres elementos:
Los más importantes son el uso descriptivo («Antonio 1) Explanandum: lo que requiere explicación; 2) expla-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 15
nans: aquello que proporciona la explicación; 3) Rela-
ción explicativa: la relación entre explanandum y ex- 1.3.7.1. Explicación nomológica
planans en virtud de la cual el segundo explica al pri- deductiva particular (NDP)
mero.
Para el modelo de cobertura legal inferencial, o Es la explicación más usual en ciencia. Además de las
modelo deductivo-nomológico (D-N) de Hempel y condiciones generales expuestas anteriormente, en este
Oppenheim (1965) (posteriormente modificado en di- caso se dan otras específicas: el explanandum es un he-
versos trabajos de Hempel), las explicaciones son argu- cho particular (e. g., «¿Por qué se rompieron las cañe-
mentos en los que el explanandum se infiere del expla- rías?»); las leyes del explanans son generales, no proba-
nans. La explicación requiere que una descripción del bilistas (e. g., «cuando bajan las temperaturas el agua se
evento que se va a explicar sea deducible de un con- congela; cuando se congela el agua de las cañerías, estas
junto de premisas que contienen leyes naturales bajo se rompen»); el explanans también incluye hechos parti-
las que ese evento es subsumible. Para Hempel, la sub- culares (e. g., «las cañerías tenían agua»); y la relación
sunción nómica es la única relación explicativa que se de explicación es la inferencia lógica deductiva. En este
da en ciencias empíricas y se establece por procedi- tipo de explicación existe simetría entre explicación (re-
mientos derivativos o deductivos, esto es, mediante ra- lativa al pasado) y predicción (concerniente al futuro).
zonamientos consistentes en derivar o deducir enuncia-
dos no de la observación de la realidad, sino de otros En psicología social pocas explicaciones, si es que
enunciados previamente formados. La explicación trata alguna, son de este tipo. Solo algunas explicaciones po-
de determinar la razón o el porqué de un hecho social drían acomodarse a esta modalidad. Por ejemplo, la teo-
hallando la regla general a la cual debe su razón de ser ría de la facilitación social de Zajonc podría ser refor-
y los hechos concretos por los que el fenómeno en mulada como explicación nomológica deductiva de
cuestión es un caso particular de dicha regla general hechos particulares (quedando de forma bastante similar
(Páez et al., 1992, p. 41). a su formulación original):

Cuatro son las ideas básicas del planteamiento de Para cualquier individuo x de una especie e, la sim-
Hempel. La primera es que el explanans explica el ex- ple presencia de otros individuos de la misma especie
planandum en el sentido de que la ocurrencia del expla- produce un incremento en la activación del individuo x
nans «hace esperable» la ocurrencia del explanandum; la que energetiza las respuestas dominantes. Si las respues-
necesidad de explicación surge cuando nos encontramos tas dominantes son aciertos, el rendimiento de x mejora,
con algo inesperado, sorprendente, de ahí que la explica- y si son fallos, empeora (esta sería una ley de la natura-
ción lo que busque sea mostrar que hay otros hechos leza) [1].
que hacen esperable el hecho que queremos explicar (y Antonio (humano) está en una sala con otras perso-
ya deje de ser inesperado o sorprendente). La segunda nas (humanas) [2].
idea es que un hecho es esperable (relativamente) en
relación con otro hecho si el primero se infiere —apli- Antonio está realizando una tarea que domina: ope-
cando la lógica— del segundo. La tercera idea pone en raciones matemáticas de multiplicación (2 y 3 son afir-
relación las dos primeras: el explanans explica al expla- maciones de condiciones iniciales) [3].
nandum si hay una inferencia válida con el explanans de Si Antonio estuviera en una sala con otros indivi-
premisas y el explanandum de conclusión. Por último,
duos de la misma especie realizando una respuesta do-
un elemento esencial (y de ahí el nombre de esta teoría)
minante (multiplicar), su rendimiento mejoraría (esto se
es que el explanans ha de contener al menos una ley na-
deduce de 1 por la regla lógica de instanciación univer-
tural, una regularidad nómica.
sal) [4].
Hay diferentes tipos de explicación, resultado de Antonio está en una sala con otros individuos de la
combinar las siguientes características: 1) que el expla- misma especie realizando una respuesta dominante
nandum sea general o particular; 2) que el explanans in- (multiplicar) (esto se deduce de 2 y 3 por la regla lógica
cluya o no hechos estadísticos-probabilísticos; 3) que la
de conjunción) [5].
relación explicativa inferencial sea deductiva o inducti-
va. Veamos más detenidamente las principales combina- Antonio mejora su rendimiento (se deduce de 4 y 5
ciones (Díez y Moulines, 1999). por la regla de inferencia lógica del modus ponens) [6].
16 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

hecho general ha de ser una ley natural, en este caso una


1.3.7.2. Explicación nomológica generalización estadística nómica, no una mera regulari-
deductiva general (NDG) dad accidental. Esto es, el explanans tendría que ser, por
ejemplo, «Antonio ha mantenido relaciones sexuales con
más de 20 personas desconocidas sin utilizar preservati-
En este caso la explicación es de un hecho no particular,
vos», más «la probabilidad de contagiarse con el virus
sino general. Unas leyes se explican derivándolas de
VIH al mantener relaciones sexuales con más de 20 per-
otras.
sonas desconocidas sin utilizar preservativos es casi 1».
Este tipo de explicación es el más frecuente en cien-
cias sociales, y en relación con él se han planteado algu-
1.3.7.3. Explicación deductivo nos problemas (con los que los psicólogos sociales esta-
estadística (DE) mos familiarizados). Un primer problema es el de la
irrelevancia inductiva, que cuestiona la idea de que la
El explanandum es una regularidad nómica, pero no es- alta probabilidad sea una condición suficiente para la
trictamente general, sino una ley estadística. Esto es, se explicación. Por ejemplo, «Pedro siguió una terapia para
deduce una ley estadística de un explanans que contiene neurosis durante un año», «la mayoría de las neurosis
al menos una ley también estadística, haciendo la deduc- tratadas con psicoterapia remiten al año»; pero no se
ción de acuerdo con la teoría matemática de la probabi- puede deducir que la neurosis de Pedro se haya curado
lidad. Por ejemplo, imaginemos que hay una ley estadís- por la terapia, dado que la mayoría de las neurosis remi-
tica que dice que la probabilidad de que un varón ten al año, aunque no se traten con psicoterapia. Un se-
español desarrolle cáncer es 0,2; otra ley estadística gundo problema trata sobre las explicaciones inductivas
mantiene que la probabilidad de que un varón español con baja probabilidad; por ejemplo: «¿Por qué una per-
sea soltero es de 0,1; de ahí se deduce, y se explica, que sona —que está en la situación experimental de Asch—
la probabilidad de que un varón español sea soltero y dijo que la línea correcta era la A —cuando la correcta
tenga cáncer es de 0,02 (aplicando la teoría matemática de verdad era la B—?»; «porque estaba en un grupo en
para el cálculo de probabilidades conjuntas). En este ti- el que todos los que dieron su respuesta con anterioridad
po de explicación la condición es que el explanans con- dijeron que era la A, y el 25% de los que están en un
tenga solo hechos generales, regularidades nómicas y al grupo sigue la opinión de una mayoría unánime». En es-
menos una sea una ley estadística. te caso se trata de un mal argumento inductivo —por
realizar una inferencia basándonos en un porcentaje tan
bajo como el 25%—» pero se podría admitir que se trata
de una buena explicación. Un tercer problema es el de la
1.3.7.4. Explicación inductivo ambigüedad inductiva: podemos tener dos explanans,
ambos verdaderos, de los que se infieren con alta proba-
estadística (IE) bilidad inductiva dos explanandums contradictorios; por
ejemplo, «la probabilidad de que la policía te moleste en
Es semejante a la anterior, solo que la esperabilidad Barcelona es baja» y «la probabilidad de que te moleste
ahora no es total. También se llama «explicación inde- si eres magrebí es alta».
terminista» de hechos particulares porque en este caso el
explanandum es un hecho particular, no probabilista; por El modelo deductivo-nomológico se encuentra con
ejemplo, «Antonio es portador del virus VIH». Ahora la varios problemas y críticas, entre los que podemos des-
explicación es una relación de inferencia inductiva: el tacar dos, uno relacionado con las leyes naturales y otro
explanandum se infiere inductivamente del explanans. con la existencia de numerosos contraejemplos.
La explicación ha de incluir al menos un hecho particu- Respecto a las leyes naturales ya hemos planteado
lar, por ejemplo, «Antonio ha mantenido relaciones se- algo de la controversia existente en filosofía de la cien-
xuales con más de 20 personas desconocidas sin utilizar cia acerca de qué son realmente. Para el modelo deduc-
preservativos». Pero no basta con ello, pues inferir de la tivo-nomológico las leyes de la naturaleza no deben ser
premisa «Antonio ha mantenido relaciones sexuales con específicas de un sistema espacio-temporal, sino univer-
más de 20 personas desconocidas sin utilizar preservati- sales. Esta cuestión ha sido bastante criticada, pues hay
vos» la conclusión de que «Antonio es portador del vi- muchas leyes de la naturaleza que son específicas de
rus VIH» sería un argumento inductivo inválido. El ex- ciertas especies. Por ejemplo, ciertas propiedades psico-
planans debe incluir al menos un hecho general y ese lógicas de los organismos superiores están de forma le-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 17
galiforme conectadas con propiedades neurofisiológicas plicación NDP, porque el explanandum no se infiere del
enteramente diferentes dependiendo de la especie (aun- explanans, sino que parte del explanans se infiere del
que este tema no está exento de controversia). Además, explanandum y otra parte del propio explanans. Por
como también hemos indicado, es bastante probable que ejemplo, explicamos los latidos del corazón por su fun-
se puedan confundir las leyes naturales con regularida- ción en la circulación de la sangre.
des puramente accidentales. Por ejemplo, decir que «los
Entre las principales formulaciones alternativas al
que toman café tienen mayores probabilidades de pade-
modelo hempeliano estarían las siguientes.
cer cáncer» puede ser una regularidad accidental, dado
que lo cierto es que fumar incrementa las probabilidades
de tener cáncer (lo que pasa es que fumar y tomar café
están relacionados entre sí). 1.3.8. Concepciones alternativas
En lo que concierne al segundo tipo de críticas (la de la explicación
existencia de numerosos contraejemplos), hay que sub-
rayar que para Hempel sus condiciones de una buena
Según Salmon (1984), para tener una explicación esta-
explicación científica son condiciones necesarias y sufi-
dística satisfactoria, las condiciones antecedentes no de-
cientes. Esto es, siempre que hay un caso particular más
ben, con ayuda de una ley, hacer altamente probable el
una ley y después una conclusión (correctamente inferi-
explanandum, sino sencillamente ser un factor estadísti-
da), hay una explicación. Y, además, para que exista una
camente relevante para el explanandum (esto es, que
explicación tiene que haber un caso particular más una
modifique la probabilidad de un suceso). Por ejemplo,
ley y después una conclusión (correctamente inferida).
imaginemos que nos hacemos la pregunta «¿por qué
Sin embargo, los contraejemplos muestran, por ejemplo,
María está desempleada?». Según este planteamiento la
que hay casos que sí cumplen las condiciones, pero in-
pregunta bien planteada sería «¿Por qué María, joven
tuitivamente no diríamos que las premisas explican al
española, está desempleada?». Se ha introducido una
explanandum; por ejemplo: de la longitud de la sombra
clase de referencia (joven española) y la explicación
de un mástil, más el conocimiento de la posición del sol
consiste en identificar un factor «c» que, en esa clase de
y las leyes de la geometría se podría deducir la altura
referencia, sea estadísticamente relevante para estar de-
del mástil (pero no diríamos que la sombra es la que
sempleada (por ejemplo, no tener estudios).
causa la altura). Este problema existe en nuestra disci-
plina, donde no resulta a veces tan fácil diferenciar entre Para los teóricos encuadrados en la corriente «prag-
las causas y los efectos, y un ejemplo típico lo consti- mática de la explicación» la explicación depende fuerte-
tuye la polémica entre la teoría de la disonancia cogniti- mente del contexto, esto es, de los deseos e intenciones.
va y la teoría de la autopercepción de Bem para explicar Para Van Fraassen (1977, 1980), por ejemplo, toda pre-
una misma realidad; según la disonancia cognitiva las gunta «por qué» lleva asociada una clase de contraste,
actitudes estarían primero, formadas con cierta solidez, que es necesario especificar. Así, no es lo mismo pre-
y es el actuar de manera incongruente con esas actitudes guntar «¿por qué María —y no su hermana Sofía— está
lo que provoca malestar (disonancia) y lleva a cambiar desempleada?» que preguntar «¿por qué María —y no
las actitudes para hacerlas acordes con la conducta; sin su hermano Luis— está desempleada?». Además, hay
embargo, para la teoría de la autopercepción, la conduc- que establecer qué tipo de respuesta es la que el contex-
ta es lo primero y las actitudes son una simple conse- to considera relevante, dado que las respuestas pueden
cuencia derivada de nuestra conducta («si hago esto será ser múltiples. Así, por ejemplo, ante la pregunta «¿por
porque me gusta»). Por otra parte, hay casos que no qué María —y no su hermano Luis— está desemplea-
cumplen las condiciones y de los que intuitivamente sí da?» yo puedo considerar relevante una explicación ba-
diríamos que las premisas explican al explanandum, al- sada en el género: en España la probabilidad de estar en
go también frecuente en nuestra disciplina (como en el desempleo es mayor en las mujeres que en los hombres.
caso de la sumisión del individuo que se encontraba en Sin embargo, puedo no considerar relevante una explica-
el paradigma de Asch expuesto anteriormente). ción del tipo «María está en desempleo porque fue a la
oficina del INEM y se inscribió en la lista de desem-
Otra cuestión que supone una serie amenaza para el
pleados».
modelo de Hempel es la existencia de explicaciones te-
leológicas y funcionales, que veremos más adelante. Es- Un tercer tipo de explicación alternativa al modelo
te tipo de explicaciones son auténticas explicaciones y de Hempel apela a la noción de causalidad (Díez y
sin embargo no satisfacen los requerimientos de la ex- Moulines, 1999). Lo fundamental para explicar no sería
18 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

la esperabilidad, sino proporcionar información sobre la explicaciones es que están orientadas hacia el futuro (el
historia causal del hecho. Cada evento tiene una larga explanans es posterior al explanandum), de manera que
historia causal, en la que participan muchas causas par- no cumplen la condición de que la causa tiene que ser
ciales (e. g., causas parciales de que María está en paro anterior al efecto.
pueden ser: porque no acabó el bachillerato, porque vive
en una región con alta tasa de paro, porque es mujer, Así, pues, las explicaciones funcionales no se refie-
porque tiene un carácter introvertido, porque no suele ren a la causa que produce el efecto sino a las funciones
acudir a las entrevistas laborales, porque se pone muy que éste cumple. En psicología social el carácter funcio-
nerviosa en ellas, entre otras muchas posibilidades). nal de los fenómenos es a menudo algo que se postula
«a priori», enfatizando su carácter adaptativo (por ejem-
Evidentemente, no se trata de informar de todas las plo, la función de economía cognitiva de los estereoti-
causas, sino solo de algunos factores causales, y cuáles pos) (Páez et al., 1992, p. 67). Este tipo de explicacio-
son esos factores lo determina el contexto. La relación nes ha gozado de cierto desarrollo en sociología
de explicación es una relación de relevancia causal. La —enfatizando la idea de que en toda sociedad particular
causalidad viene establecida por el análisis, pero qué las diferentes actividades sociales se hallan interrelacio-
causa es relevante, por el contexto. La referencia a leyes nadas—, en las explicaciones más biológicas de la con-
es implícita: los hechos ejemplifican ciertas propiedades ducta social (etología, psicología evolucionista), seña-
y hay una relación nómica entre esas propiedades. Este lando el carácter adaptativo de esta conducta, y en
análisis resuelve algunos de los problemas tradicionales algunas formulaciones concretas dentro de nuestra disci-
planteados al modelo hempeliano. Por ejemplo, el pro- plina, como las funciones de las actitudes o de los este-
blema de la simetría (la sombra no explica la altura del
reotipos, por ejemplo.
mástil —la causalidad es asimétrica—) o el problema de
causa común (el descenso del barómetro no explica la Para que una explicación funcional sea aceptable de-
tormenta porque no forma parte de su historia causal). be demostrar que el efecto no es incidental y que, ade-
No obstante, este enfoque tampoco está exento de pro- más, el fenómeno es necesario para su efecto (Páez et
blemas. Uno de los más importantes es que no resulta al., 1992, pp. 70 y ss.). Veamos, por ejemplo, la relación
fácil poner de acuerdo a los autores en su concepción de que en la teoría de la identidad social se supone que
qué es una causa. Otro problema, especialmente relevan- existe entre la conducta intergrupal (concretamente la
te en las ciencias especiales (en psicología, psicología discriminación) y el incremento de la autoestima (Hogg
social, sociología, etc.), ocurre con la explicación de su- y Abrams, 1990). Esta relación puede formularse en tér-
cesos particulares probabilistas; por ejemplo, que Juan minos funcionales: dado que la evidencia muestra que la
tenga cáncer de pulmón es un suceso epistémicamente discriminación intergrupal está relacionada con un incre-
probabilista, que tiene causas (e. g., hábito de fumar, mento de la autoestima puede deducirse que el objetivo,
condiciones del organismo de Juan, estilo de vida...) pe- meta o finalidad, de la discriminación exogrupal es pre-
ro que no conocemos completamente. cisamente conseguir ese incremento de la autoestima.
Finalmente, según la propuesta de «unificación teóri- Sin embargo, esa deducción puede no estar justificada.
ca», la comprensión del mundo que proporcionan las ex- En primer lugar, porque la consecuencia del incremento
plicaciones consiste en la reducción de la cantidad de de la autoestima puede ser un efecto incidental que no
supuestos básicos independientes de nuestro cuerpo de refleja la intención y razón de dicho comportamiento; es
creencias. Así, por ejemplo, una regularidad es explica- como si dijéramos que dado que un efecto del suicidio
da por otras si se sigue de ellas y además estas reducen de una persona es que se reducen los ingresos en su uni-
la cantidad de hechos independientemente aceptables dad familiar, el objetivo del suicida era precisamente es-
(Friedman, 1974). te —aunque esto no excluye que en algunos casos pueda
ser esta efectivamente la causa—. Así, Hogg y Abrams
sugieren que posiblemente motivaciones más importan-
tes para la discriminación exogrupal parecen ser el in-
1.3.9. Explicaciones funcionales tento de darle significado a las situaciones y el manteni-
y teleológicas miento de un «yo» coherente (y la autoestima a lo mejor
es una consecuencia de la consecución de estos objeti-
Este tipo de explicaciones no serían admisibles como vos). En segundo lugar, hay que mostrar que la discrimi-
realmente científicas por Hempel, quien solo les otorga nación exogrupal realmente produce siempre un incre-
un valor heurístico. La gran dificultad de este tipo de mento de la autoestima (lo cual no ha sido encontrado).
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 19
No obstante, incluso aunque se compruebe la validez explicaciones funcionales han estado asociadas a posi-
de una explicación funcional, eso no equivale a afirmar ciones políticas conservadoras, ignorantes del conflicto
la inexistencia de otras explicaciones, por ejemplo cau- social.
sales. Así, aunque se hubiera podido demostrar que el Las explicaciones teleológicas tratan sobre los fines
incremento de la autoestima es una función de la discri- a los que se dirige la acción, entendiendo el fin como
minación exogrupal, eso no implica que para que se dé intención. Las «razones» son el concepto clave en este
un incremento de la autoestima haya tenido que darse tipo de explicación. Tradicionalmente, en filosofía no se
necesariamente discriminación exogrupal, porque la aceptaba la posibilidad de que en el mundo material re-
autoestima puede aumentar como consecuencia de un gido por la causalidad física tuvieran cabida la delibera-
elogio, de sentirse amado o de la obtención del éxito, ción o la causalidad racional (Páez et al., 1992). Sin em-
entre otras muchas cosas. Esto significa, que las explica- bargo, a la hora de explicar el comportamiento humano,
ciones funcionales y causales pueden existir simultánea- especialmente cuando se trata de la explicación de nues-
mente. De hecho, Durkheim ya estableció que al expli- tro propio comportamiento, las «razones» ocupan un lu-
car el fenómeno social es preciso buscar separadamente gar destacado, de manera que lo habitual es que esgri-
la causa eficiente que lo produce y la función que cum- mamos las razones por las que actuamos como lo
ple (Páez et al., 1992, p. 72). En el caso de la discrimi- hacemos en lugar de las causas físicas o mecánicas que
nación intergrupal y la autoestima la relación puede es- subyacen a nuestras acciones.
tablecerse de otra manera, en términos más causales: la
disminución de la autoestima, o su amenaza, produce la En la actualidad, existe cierto consenso en que razo-
discriminación exogrupal (relación que tampoco ha sido nes y causas no son tipos de explicaciones opuestas o
firmemente comprobada). incompatibles. De hecho, las razones (o más exacta-
mente el hecho de «tener razones» para actuar, más que
Además de las limitaciones mencionadas, las expli- las razones concretas que se esgriman) pueden ser consi-
caciones funcionales han recibido críticas de tres frentes deradas como causas. Tal y como plantea Toulmin
(Páez et al., 1992): desde el punto de vista lógico se ha (1982, p. 43), todo lo que hacemos tiene causa y algunas
criticado que una causa pueda ser explicada por su efec- de las cosas que hacemos también tienen sus razones;
to; algunas explicaciones funcionales han pecado de cuando realizamos nuestras acciones por ciertas razones,
simplistas, ignorando que las consecuencias pueden ser esas razones entran en las explicaciones causales de ta-
incidentales o fruto de terceras variables; por último, las les acciones.

1.4
La influencia de factores sociales y psicosociales
en el desarrollo de la ciencia
Tras la II Guerra Mundial se produjo un importante cambio de las creencias científicas no eran tan raciona-
cambio en la filosofía de la ciencia, motivado en parte les como las diversas escuelas positivistas y empiristas
por la creciente insatisfacción con el modelo positivista. pensaban.
En esos años el interés de los filósofos cambió desde el
análisis de las teorías maduras en un nivel relativamente
abstracto al estudio de la historia real de la ciencia, otor-
gándole un importante papel a los procesos históricos y 1.4.1. La estructura de las
psicológicos. Así, frente al modelo positivista que pre- revoluciones científicas
sentaba al científico como un pequeño filósofo, racional,
lógico e inmune a las presiones irrelevantes exteriores, de T. Kuhn
la historia mostraba con frecuencia a los científicos co-
mo gente vanidosa, engreída, que amañaba los datos y La obra clave en este cambio fue la de Thomas Kuhn
sus argumentos teóricos con el fin de defender sus pro- (1970; primera edición de 1962), que tuvo un enorme
pios intereses. Los procesos psicológicos de formación y impacto fuera de la filosofía académica. Para Kuhn, el
20 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

modelo positivista y sus descendientes defienden una No puede caracterizarse por reglas o sentencias pre-
posición epistemológica a la que llama «incrementalis- cisas.
mo», según la cual en ciencia existe una lenta pero con- No es lo mismo que una teoría, aunque los paradig-
tinua acumulación de verdades con el paso del tiempo. mas incluyen teorías.
La ciencia cada vez es más correcta y lo que se corrige
una vez ya queda corregido para siempre. Sin embargo, Ejemplos de paradigmas para Kuhn son la mecánica
la historia muestra que la evolución en muchos campos newtoniana, la mecánica relativista einsteiniana, la quí-
ha sido discontinua, que en ocasiones se perdía lo que se mica daltoniana, la astronomía copernicana o la teoría
había ganado. Según Kuhn, hay que dejar los análisis de la electricidad de la corriente fluida. Todo el mundo
positivistas de las teorías científicas ya maduras y cen- llama a estos ejemplos teorías, pero para Kuhn son algo
trarse en la historia idiosincrásica de cada campo cientí- más, como queda de manifiesto en los cinco primeros
fico. Como muestra el análisis histórico, las teorías son puntos enumerados anteriormente.
algo que aparece en los estadios posteriores del desarro- Un enfoque general de investigación se convierte en
llo de un campo y las prácticas diarias científicas no tie- paradigma, y llega a dominar un campo, cuando los
nen mucho que ver con las teorías de ese campo. Preci- practicantes alcanzan un logro de investigación sorpren-
samente, este análisis de cómo se desarrolla un campo dente que es incluso reconocido por los enfoques com-
científico desde la infancia hasta la madurez es el nú- petidores. Antes de eso el campo está en un estadio pre-
cleo de la aportación de Kuhn. paradigmático, en el que lo que se hace es muy diferente
de lo que se hace cuando hay un paradigma: los investi-
gadores no están seguros de cuáles son los datos impor-
tantes y cuáles son los irrelevantes, los hechos no apare-
1.4.1.1. Los paradigmas y la práctica cen como conectados entre sí, existen diversas escuelas
de la ciencia normal y se realiza escasa investigación precisa.
Los paradigmas fijan los principios fundamentales
Un campo científico de investigación maduro se organi- de un campo, de manera que ya no vuelven a ser cues-
za alrededor de un paradigma. Toda la historia de la tionados. Cuando se llega al paradigma, la investigación
ciencia gira alrededor del surgimiento y caída de para- no necesita dirigirse hacia el establecimiento de los
digmas. No obstante, resulta difícil delimitar lo que es principios fundamentales, porque estos ya han sido esta-
un paradigma. Masterman (1970) señala que el propio blecidos y se entra en la etapa de ciencia normal. El
Kuhn usa el término en 22 sentidos diferentes, sin espe- sentido de seguridad generado por el paradigma hace
cificar qué sentidos son los más fundamentales. que la ciencia normal busque institucionalizarse en re-
vistas, manuales, asociaciones, etc. Según Kuhn (1970,
Resumiendo estas aportaciones, podríamos decir que p. 135), un paradigma es un logro que define la práctica
para Kuhn un paradigma (Klee, 1997): para una comunidad de investigadores, dado que ese lo-
Se centra alrededor de un logro abiertamente recono- gro se convierte en un modelo a ser imitado y extendi-
cido que genera problemas y soluciones-modelo para do. Además, la práctica definida por el paradigma tiene
una comunidad de científicos. grandes consecuencias, pues establece los principios
fundamentales del campo, la posibilidad de investiga-
Crea una tradición de procedimientos experimentales, ción muy precisa, una tradición pedagógica que entrena
técnicas e instrumentos que sugieren qué problemas a las siguientes generaciones en el uso del paradigma,
hay que investigar y qué soluciones son aceptables. numerosas instituciones que promueven el paradigma
(revistas y asociaciones profesionales) y una visión del
Proporciona un conjunto respetable y estandarizado de mundo con consecuencias metafísicas.
ilustraciones de las diversas teorías (en manuales, con-
ferencias...). La ciencia normal es prudente, lenta, dedicada obse-
sivamente a resolver rompecabezas en un trabajo deta-
Establece ejemplos aceptables de prácticas científicas llado, empleando para ello una jerga impenetrable para
exitosas. el lego. El paradigma ha establecido todas las grandes
Crea una red de compromisos teóricos, instrumentales cuestiones y un proyecto de investigación típico en cien-
y metodológicos. cia normal no intenta desafiar el paradigma bajo cuya
dirección se realiza, como puede observarse en los artí-
Constituye una visión del mundo metafísica. culos publicados en las revistas científicas especializa-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 21
das. Los paradigmas ponen límites a lo que se considera cientemente rico en poder conceptual y flexible en su
una solución aceptable y las soluciones aceptadas se aplicación como para superar la crisis sin perder la posi-
convierten en modelos para soluciones futuras. ción dominante, pero otras veces la crisis lo supera.
Para Kuhn una revolución científica es semejante a
una disputa política. Suele haber un enfrentamiento en-
1.4.1.2. Las anomalías y las tre los investigadores más jóvenes, que buscan el cam-
bio de paradigma, y los viejos investigadores, que lo de-
revoluciones científicas fienden y que, generalmente, suelen controlar las
instituciones (revistas, congresos, etc.). El cambio de pa-
Sin embargo, ningún paradigma es perfecto y no puede radigma no se produce como consecuencia de una dis-
dar una explicación completa del campo en el que reina. puta «científica», sino de una manera poco racional, más
La ciencia normal produce inevitablemente resultados parecida a una conversión cuasirreligiosa. De hecho,
que no se ajustan al paradigma. Kuhn los denomina Kuhn llega a afirmar que el análisis de por qué un para-
«anomalías». De esta manera, la gran virtud de la cien- digma entra en crisis demanda más la competencia de
cia normal es también su debilidad, pues la investiga- un psicólogo que la de un historiador. La razón de este
ción de fenómenos con detalle y precisión es la fuente hecho está en que Kuhn piensa que los paradigmas en
básica de datos anómalos que pueden desestabilizar al competición son inconmensurables, esto es, que no hay
paradigma reinante. manera de compararlos, aunque muchas veces los defen-
sores de diferentes paradigmas utilicen los mismos tér-
Según Kuhn, se tiende a ignorar muchas de las
minos, cada parte designa con ellos cosas diferentes.
anomalías que surgen durante los periodos de ciencia
Los investigadores siempre funcionan desde la perspec-
normal y no se toman como indicaciones de que algo
tiva de su paradigma particular, de manera que al reali-
serio falla en el paradigma (como mostraría el hecho de
zar la evaluación desde el propio paradigma esto produ-
que se las suela rechazar en las revistas del área). Esto
ce una evaluación sesgada a favor de dicho paradigma.
no quiere decir que los científicos estén siendo desho-
nestos, ignorando las anomalías deliberadamente, sino Una vez que se produce la conversión a un nuevo
que se trata más bien de una consecuencia de la inercia paradigma, se produce una institucionalización: apare-
de su trabajo. Imaginémonos a un científico que ha de- cen nuevos manuales, revistas, asociaciones y congresos
dicado varios años de su carrera a un tema y que su re- y se dedican fondos a nuevas líneas de investigación. De
putación, ingresos, autoestima, entre otros muchos as- esta manera, se pasa la crisis revolucionaria y aparece
pectos, depende de un resultado relativamente sólido otro periodo de ciencia normal. Este «proceso ciencia
que ha encontrado. De pronto aparecen otros trabajos normal-crisis-ciencia normal», suele tener un carácter
cuyos resultados contradicen a los suyos. Es lógico que cíclico, aunque no existen reglas fijas acerca de, por
intente atacarlos y defender su línea de investigación ejemplo, cuántas anomalías deben acumularse antes de
con uñas y dientes. Pero es que, además, existe otra ra- que haya una revolución. Dada la posición antiincre-
zón de la ignorancia de las anomalías: el dominio que mentalista de Kuhn, no hay garantía de que los periodos
ejerce el paradigma reinante impide a quienes lo practi- posteriores de ciencia normal preserven las «verdades»
can ver la manera obvia de resolver las anomalías, pues de los periodos anteriores de ciencia normal.
el paradigma altera la forma de ver los datos. Los periodos de ciencia normal suponen un gran be-
Pero llega un momento en que ya no se puede igno- neficio para la ciencia, pues solo durante esos periodos
rar o pasar por alto las anomalías, de manera que su se puede lograr un nivel de conocimiento detallado del
acumulación hace que los practicantes empiecen a to- mundo natural, pero también tienen un coste, porque ca-
marlas en serio y que admitan que algo puede estar da periodo de ciencia normal suele reescribir la historia
de su campo desde su propia perspectiva. Además, la
equivocado en el paradigma. En esos momentos la in-
ciencia normal suele encerrarse en sí misma haciéndose
vestigación cambia de orientación, dirigiéndose a lo
cada vez más incomprensible.
anómalo y diseñándose investigaciones destinadas ex-
presamente a la falsación del paradigma. Esto hace que
se entre en un periodo de crisis científica, en el que los
principios fundamentales dejan de tener la seguridad que 1.4.2. El socioconstructivismo
tenían y los científicos comienzan a construir versiones
alternativas e incompatibles del paradigma que permitan Tras la aportación de Kuhn hubo intentos de reconciliar
integrar las anomalías. A veces, el paradigma es lo sufi- su postura con las filosofías neopositivistas. Se llegó a
22 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

admitir que los diferentes paradigmas eran incommensu- incognoscible, de ahí que la única fuente de acuerdo
rables, como Kuhn defendía, pero no se aceptaba que intersubjetivo y de estabilidad teórica sea la propia so-
esto impidiera realizar una evaluación racional de los ciedad.
paradigmas en competición, pues estos pueden evaluarse
Bloor huye del abuso que se ha dado en filosofía de
en función de su capacidad para resolver los rompecabe-
términos como verdad y conocimiento. Adoptando una
zas que pretenden resolver. El resultado de este compro-
postura antiesencialista, busca un modelo de conoci-
miso fue que los factores sociales no racionales en la
miento y de ciencia que no implique el descubrimiento
práctica científica serían invocados solo para explicar el
de la supuesta esencia fija de las cosas. Para Bloor, las
fracaso y el error. Siempre que una forma de investiga-
explicaciones filosóficas de los conceptos buscan misti-
ción basada en paradigma tuviera éxito, la explicación
ficarlas, hacerlas tan misteriosamente abstractas y remo-
de ese éxito sería que el paradigma era exacto y que el
tas de la vida material para que sean inaccesibles a
modelo de realidad que contenía era verdadero. Así, las
quien no está entrenado. La sociología del conocimiento
causas sociales no racionales pueden invocarse solo para
pretende acabar con esto, democratizando el conoci-
el error científico, nunca para el éxito.
miento.
Contra estos intentos se levantaron diversas corrien-
tes, entre las que trataremos a dos. La primera la consti- Desde que Bloor formuló su programa se han reali-
tuye la nueva sociología de la ciencia, dentro de la cual zado múltiples estudios de casos para mostrar como el
pueden diferenciarse diferentes corrientes o programas contenido de cualquier creencia verdadera en ciencia
de investigación (González y Sánchez, 1988). La segun- viene determinada no por la evidencia en relación con la
da incluye diferentes perspectivas feministas. estructura de la realidad independiente, sino por factores
sociales poco racionales, como el compromiso político
de los practicantes, la proyección inconsciente de las re-
laciones sociales en la naturaleza, el deseo de fama, etc.
1.4.2.1. El programa fuerte en En cierto sentido, lo que muestra la mayoría de los estu-
sociología del conocimiento dios de casos es la vitalidad de la tesis de Quine-Du-
hem: cuando los científicos se encuentran con anomalías
ajustan otras creencias en lugar de la que es desafiada.
Para Bloor (1991, primera edición de 1976), tanto las Para Bloor esos ajustes se realizan motivados por facto-
falsas como las verdaderas creencias científicas se expli- res sociales.
can por las mismas causas sociales, no racionales. Nun-
ca se puede decir que se tiene una creencia científica Uno de los estudios más famosos fue el realizado
«por que sea verdadera». Sin embargo, Bloor dice que por Latour y Woolgar (1986) en el Salk Institute, en Ca-
esto no implica una visión necesariamente antirrealista lifornia, concretamente en el laboratorio de hormonas y
ni tampoco un relativismo en el que «todo vale». Se tra- sistema nervioso. Su postura es muy parecida a la de los
ta de un relativismo más modesto, pues admite la exis- antropólogos que investigan tribus primitivas: convivie-
tencia de un mundo material independiente de la prácti- ron con los investigadores y registraron sus observacio-
ca y de la teoría, lo que ocurre es que la naturaleza y nes de lo que ocurría en el laboratorio. Al igual que los
estructura de ese mundo material teóricamente indepen- antropólogos, no aceptan las explicaciones que los cien-
diente está tan filtrado a través de «metáforas social- tíficos dan sobre su propio trabajo (del mismo modo que
mente sancionadas», que su naturaleza y estructura no no se aceptan las explicaciones del nativo sobre el ori-
afectan significativamente al contenido de las teorías gen del universo o sobre las causas de las enfermeda-
científicas. La ciencia no trata sobre ese mundo mate- des). Cuando, por ejemplo, los científicos dicen que las
rial, sino sobre aquel otro que aparece en las descripcio- líneas en un gráfico representan propiedades químicas,
nes y explicaciones permitidas por las metáforas al uso Latour y Woolgar sencillamente no se lo creen, porque
y por las relaciones sociales. La realidad que la ciencia la detección de una realidad estructural objetiva existen-
revela no es la realidad del mundo, sino la realidad de te requiere de un procedimiento de detección muy ela-
nuestras formas de vida. borado y lo que los investigadores están detectando es
una realidad estructural artificial, la creada por el proce-
El programa fuerte sería, en opinión de Bloor, el
dimiento de detección. En consecuencia, no existe tal
modelo de la ciencia que hace honor a la objetividad de
realidad estructural objetiva.
la ciencia, porque la ubica en el lugar adecuado: lo so-
cial. «Lo objetivo es lo social» y no puede haber otra Para Latour y Woolgar todos los hechos de la cien-
cosa, dado que el mundo independiente de la teoría es cia se construyen socialmente. Son reales, pero por su
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 23
propia construcción social, no por una realidad indepen- blanca, si se quiere mayor precisión). En su opinión, la
diente. El hecho de que los científicos, que parecen per- metodología científica que ha prevalecido y la visión del
sonas inteligentes, no se den cuenta de esto es porque mundo que conlleva, son fruto de la alienación de los
los métodos de la ciencia han sido diseñados para ocul- varones y de los mecanismos de defensa empleados, me-
tar la construcción social de los productos de la ciencia, canismos casi siempre inconscientes al servicio de la do-
de manera que una vez que los hechos han sido estable- minación masculina.
cidos por procedimientos artificiales, los procedimientos El feminismo postmoderno niega muchas de las di-
desaparecen. La ciencia es una colección autojustificato- cotomías establecidas desde la Ilustración: objeto-sujeto,
ria de prácticas tecnológicas anticuadas, repleta de una hecho-valor, mente-cuerpo, cultura-naturaleza. Conside-
jerga mistificadora. La realidad es la consecuencia del ra que estas dicotomías son la esencia de la visión mas-
contenido de la ciencia, no su causa. culina, que otorga, con el supuesto respaldo de la cien-
Una idea básica de la postura socioconstructivista cia, una superioridad a un elemento de cada par sobre el
cuando analiza algunas destacadas polémicas de la his- otro. Así, por ejemplo, los hombres son objetivos, se preo-
toria de la ciencia, es que si las condiciones sociopolíti- cupan de los hechos, los analizan racionalmente, desa-
cas en ese momento hubieran sido diferentes, entonces rrollan una cultura intelectual, entre otros aspectos. Las
las verdades serían otras. En consecuencia, la crítica de mujeres, en cambio, son subjetivas, se preocupan de los
la ciencia tiene un gran poder para cambiar la sociedad, valores y son más cercanas a lo corporal y a la propia
cambiando la forma dominante de obtención de conoci- naturaleza. Estas diferencias están ligadas a experiencia
miento. Si los hechos (todos) pueden ser diferentes cam- tempranas, como algunos neofreudianos defienden. A
biando las condiciones sociales de su producción, enton- los niños varones les cuesta más trabajo desidentificarse
ces la ciencia puede ser una forma de activismo social del progenitor (porque es de sexo diferente, habitual-
revolucionario. mente), y este fracaso hace que desarrollen un patrón de
En resumen, las ideas básicas de la nueva sociología personalidad como defensa neurótica: la autonomía y la
de la ciencia, serían: 1) el conocimiento científico no es individualidad dominan su pensamiento. Los hombres
ajeno a determinaciones socioculturales; 2) la universali- están demasiado heridos psicológicamente como para
dad del conocimiento científico y de las reglas metodo- hacer una buena ciencia, por lo que sería mejor que la
lógico-técnicas son mitos; 3) lo que decide la aceptación hicieran las mujeres.
de un determinado enunciado científico es la negocia- Para Harding, la objetividad de la ciencia crece no
ción social entre los científicos. por la neutralidad de valores, sino por su alianza abierta
y enérgica con los movimientos de liberación. Son los
grupos y clases que están fuera de la ciencia los únicos
capaces de llevarla hacia una descripción más exacta y
1.4.2.2. Feminismo y ciencia mejor del universo. Casi todos los errores de la ciencia
son consecuencia del racismo, del sexismo, del clasismo
Dentro de los estudios epistemológicos feministas exis- y de la homofobia. Para corregir las distorsiones ma-
ten multitud de perspectivas que, a juicio de Harding chistas en ciencia, Harding recomienda una inversión
(1996) pueden sintetizarse en tres: 1) el empirismo fuer- completa del programa de Unidad de la Ciencia, de
te, que cree posible corregir el sexismo científico utili- manera que los hombres se vieran obligados a renun-
zando los mismos procedimientos y normas metodológi- ciar a las ciencias abstractas en las que se refugian para
cas habituales en la investigación científica; 2) la resolver su problemas psicológicos: todas las ciencias
corriente que mantiene que la mujer, por su posición de están jerárquicamente organizadas, pero las más funda-
subordinación respecto a los hombres, es capaz de un mentales son las ciencias sociales y todo debe ponerse
conocimiento de la realidad más completo y menos ses- a su servicio.
gado; 3) una perspectiva, totalmente postmoderna, que Según Harding el feminismo, no obstante, no es un
cuestiona los grandes relatos de la ciencia. movimiento monolítico. Esta realidad, que algunos po-
Según la última perspectiva mencionada, la ciencia drían considerar indicio de confusión conceptual, inexac-
está plagada de errores graves. Como ejemplo baste re- titud e inconsistencia, así como ausencia de una doctrina
cordar que la masturbación fue considerada hasta hace sustantiva, para el pensamiento postmoderno es algo po-
poco como un trastorno mental. Según Sandra Harding, sitivo. Las mujeres sufren de identidades fracturadas
(1986) estos errores no han sido aleatorios, sino conse- (entre otras posibilidades, hay académicas feministas,
cuencia de la mentalidad masculina sexista (europea y lesbianas feministas, negras feministas) y es bueno man-
24 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tener toda esta riqueza, pues cada tipo de feminismo ge- utilizado por los investigadores, lo fundamental para ella
nera su propia visión de las cosas. es que los investigadores ya creen que la hormona pre-
natal produce diferencias sexuales en la conducta y eso
Otra feminista postmoderna, Helen Longino (1990), les hace imponer una taxonomía a la conducta de las
asocia su modelo feminista de la ciencia con una con- mujeres. Los investigadores encuentran una conducta
cepción holista en filosofía de la ciencia. El holismo «masculinizada» (marimacho, exactamente) porque los
para ella supone que las relaciones evidenciales están conceptos en virtud de los cuales observan la conducta
completamente desconectadas de las relaciones causales, les hace suponer una conducta de marimacho. Si mira-
esto es, que lo que cuenta como evidencia confirmatoria ran buscando otra cosa diferente, la encontrarían.
o desconfirmatoria es completamente independiente y
no está relacionado con los asuntos reales que están cau- Como hemos dicho anteriormente, no toda la crítica
salmente conectados con otros asuntos reales. Adoptan- feminista a la ciencia es monolítica. Veamos, para ter-
do una posición relativista y antirrealista, para Longino minar, a una autora que reivindica un empirismo fe-
el objeto de investigación científica no es nunca la natu- minista, Lynn Hankinson Nelson (1990). Para ella, los
raleza, sino «la naturaleza descrita». intentos de fomentar el «empoderamiento» (empower-
ment) político y social de las mujeres no tienen por qué
La ciencia actual está distorsionada porque la socie- eliminar la idea de que el mundo externo tiene una es-
dad en la que la ciencia funciona no constituye un orden tructura causalmente fija con la que hay que contrastar
social justo. Esta distorsión es mucho más amplia e insi- la teorización. Para Nelson la obtención de conocimien-
diosa de lo que se cree y no ha disminuido a lo largo del to en ciencia procede a través de una combinación de
tiempo. La ciencia sería diferente y tendría diferentes descubrimiento y de construcción, y critica lo que consi-
métodos y resultados si la sociedad fuera más justa. La dera dos suposiciones erróneas en las tradiciones positi-
crítica feminista puede mejorar a la ciencia. La única vistas y neoempiristas en filosofía de la ciencia: 1) el
manera de ordenar a las teorías sería por sus implicacio- compromiso con la distinción observacional/no observa-
nes morales y políticas. Los resultados sustantivos de la cional; 2) creer que la filosofía de la ciencia puede pros-
ciencia deben construirse para «valorizar» las experien- perar ignorando el llamado «contexto del descubrimien-
cias subjetivas de los oprimidos. Según Longino (1990, to» y centrándose exclusivamente en el «contexto de la
p. 191), la idea de una ciencia libre de valores presupo- justificación».
ne que el objeto de investigación viene dado por la natu-
Según Nelson, algunas feministas critican el empiris-
raleza, mientras que el análisis contextual muestra que
mo porque están pensando en el empirismo de la Ilustra-
tales objetos están constituidos en parte por necesidades
ción, y suponen que las creencias cargadas de valor que
e intereses sociales que aparecen codificados en los su-
surgen del activismo político radical no se ven constre-
puestos de los programas de investigación. No tenemos ñidas por la evidencia empírica, lo que a su juicio no es
por qué permanecer pasivos con respecto a los datos y a verdad. Hay limitaciones objetivas, pero no son objeti-
lo que estos sugieren, sino que hemos de ser conscientes vas en el sentido en que el empiricismo de la Ilustración
de nuestra habilidad para afectar al curso del conoci- concebía la objetividad.
miento y favorecer los programas de investigación con-
sistentes con nuestros valores. Para Longino, la idea de Según Nelson (1990, p. 295), asumimos que hay un
una ciencia libre de valores es tan vacía como peligrosa. mundo, incluyendo un mundo social que constriñe lo
que es razonable que creamos, porque esta asunción le
Conviene subrayar que Longino no dice que sean da mayor sentido a nuestra experiencia. Construimos
nuestras teorías de los objetos de investigación las que teorías más que las descubrimos, y estas teorías vienen
son parcialmente construidas, algo que podrían admitir infradeterminadas por toda la evidencia que tenemos.
algunos positivistas, sino que son los propios objetos de Pero no depende de nosotros si muchos programas de
nuestras teorías los que se construyen socialmente. Vea- investigación son androcéntricos, y esto ha llevado a ex-
mos un caso ilustrativo proporcionado por la propia plicaciones distorsionadas de cómo son las cosas. Las
Longino para entender su postura. Se trata de la investi- creencias y teorías son modeladas y constreñidas por la
gación acerca de cómo las hormonas prenatales en los teoría pública y su consistencia interna. Para Nelson, los
mamíferos afectan al desarrollo del feto. Concretamente, mecanismos autocorrectores de la ciencia son insuficien-
se fija en los casos de humanos en los que un déficit en tes para corregir los sesgos científicos, pero le otorga
la hormona CAH provoca en las mujeres una masculini- capacidad a cualquiera para ser crítico, no solo a las mu-
zación en su conducta. Además de criticar el lenguaje jeres feministas.
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 25
Esta autora ha aportado algunas de las evidencias
más claras denunciando una ciencia dominada por el va- 1.4.3.1. Principales características
rón: 1) el estudio de las especies considerando solo a los de la psicología social
machos; 2) el trabajo de Gilligan sobre el razonamiento de la ciencia
moral; 3) diferencias cognitivas y biológicas entre hom-
bres y mujeres; 4) los estudios antropológicos sobre el
hombre cazador y la mujer recolectora. Como acabamos de indicar, la psicología de la ciencia
ha estado fuertemente centrada en los científicos como
individuos —a veces se ha llegado a reducir a una psi-
cología cognitiva de la ciencia— y le ha prestado poca
1.4.3. La psicología social atención a las interacciones sociales, roles, instituciones
y demás factores culturales que influyen en la ciencia.
de la ciencia La insatisfacción con este planteamiento, legítimo pero
limitado, es lo que ha llevado al intento de desarrollar
Pero no solo los estudios históricos, la sociología o los una psicología social de la ciencia que, a juicio de Sha-
estudios feministas tienen algo que aportar a la com- dish et al. (1994) presenta una serie de características
prensión de cómo se genera el conocimiento científico. que se pueden considerar definitorias.
También la propia psicología social tiene algo (o mu-
cho) que decir en esta cuestión. Así queda de manifiesto En primer lugar, la unidad de análisis es el «científi-
con el surgimiento reciente del área de investigación so- co individual en su contexto social». Se trataría de lo-
bre psicología social de la ciencia, que se ha plasmado grar ese equilibrio, por lo que se ve tan difícil, entre la
en la edición del volumen que lleva el mismo título consideración de lo que ocurre en los científicos (sus
(Shadish et al., 1994). Este subcampo surge como con- cogniciones, motivaciones, sentimientos, etc.) y el siste-
secuencia de los desarrollos en psicología de la ciencia ma social en el que los científicos desarrollan su labor
—que cuentan con una historia algo más larga— y pre- (tanto el sistema científico y académico como la socie-
tende constituirse en puente entre esta y la sociología de dad más general).
la ciencia. A ello habría que añadir que las explicaciones que
Las líneas de investigación en las que ha trabajado proporciona la psicología social de la ciencia pueden
la psicología de la ciencia durante los últimos 50 años ayudar a clarificar tanto las creencias que hoy en día
han sido las siguientes (Shadish et al., 1994): consideramos verdaderas como las falsas. Se supone que
factores racionales e irracionales están en el origen de
Estudio de las características personales de los cientí- las creencias científicas (tanto de las buenas como de las
ficos individuales, especialmente de lo que se podría malas) y se deja a la investigación empírica el descubri-
denominar «creatividad científica» (¿tienen algo los miento de cuáles son esos factores racionales e irracio-
científicos que los diferencia del resto de los mor- nales y de su importancia específica en el origen de ca-
tales?). da creencia. Esto es, no se asume literalmente el
principio de «simetría» de Bloor (1991), según el cual el
Psicología cognitiva de la ciencia. En esta línea han
mismo tipo de causas podían explicar tanto las verdade-
confluido psicólogos cognitivos y epistemólogos natu-
ras como las falsas creencias.
ralistas, preocupados ambos por cómo el conocimien-
to está representado en la mente. En general, esta Otra característica sería que la conducta de los cien-
línea ha enfatizado la capacidad limitada de razona- tíficos no es fácil de predecir (igual que la conducta de
miento de la mente humana (sesgos, heurísticos, etc.). los demás seres humanos), dado que su conducta será
Esta corriente ha gozado de mayor aceptación por par- resultado de complejas interacciones entre variables in-
te de los filósofos de la ciencia que la mencionada en trapersonales, interpersonales y sociales. Lo que puede
primer lugar, en gran medida porque han podido utili- producir buenos resultados científicos en una situación
zarla como defensa en contra del programa fuerte de dada (e. g., seguir las prescripciones de investigadores
la sociología de la ciencia, reacio a la noción de cog- más destacados) puede ser catastrófico en otra.
nición.
Para la psicología social de la ciencia los científicos
Una tercera línea ha intentado integrar los propios de- son seres humanos idénticos a los demás, guiados por
sarrollos de la psicología de la ciencia, resumiendo los mismos procesos intra e interpersonales. No obstan-
sus logros y mostrando sus potencialidades. te, es una cuestión todavía no clarificada si los cientí-
26 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ficos tienen alguna característica peculiar en virtud de designa su enfoque como «incremento de la competen-
su entrenamiento o de las situaciones en las que suelen cia» (ni realista ni relativista): los científicos trabajan
estar y si los no científicos se comportarían igual que para aumentar la competencia con la que sus teorías se
los científicos si se encontraran en las mismas situa- refieren a supuestos referentes ontológicos.
ciones. La psicología social de la ciencia puede ayudar a
Se acepta un relativismo débil —en algunas circuns- clarificar los microprocesos mediacionales que ocurren
tancias la evidencia no permite elegir entre perspectivas en la ciencia. Con frecuencia, especialmente en sociolo-
rivales (Laudan, 1990)—, pero no se acepta el relativis- gía de la ciencia, se habla de los resultados de ciertas
mo fuerte, según el cual es difícil que el mundo «real» interacciones entre científicos (por ejemplo, hay múlti-
pueda ejercer alguna influencia en el conocimiento cien- ples ejemplos acerca de posiciones minoritarias que se
tífico. En este último sentido, Woolgar (1983, 1989), convirtieron en mayoritarias), pero poco se dice acerca
por ejemplo, piensa que la cognición y el mundo exter- de cómo ese cambio tuvo lugar. La psicología social tie-
no no contribuyen a explicar la ciencia, sino que son ne, por ejemplo en este tema, mucho que decir.
más bien fenómenos que pueden ser explicados en tér- La psicología social de la ciencia se inserta en una
minos de construcción social: ¿cómo llegan los científi- tradición empírica, utilizando la observación, las encues-
cos —psicólogos, por ejemplo— a creer en la existencia tas y, sobre todo, la experimentación.
de procesos cognitivos?; ¿en virtud de qué procesos lle-
gan a admitir que es la realidad externa la que produce Por último, según Shadish et al. (1994), el conoci-
ciertas diferencias en los resultados de sus experimen- miento acumulado en esta área tiene una base local, es
tos?; ¿cómo llegan a creer en el éxito de su empresa? La decir, las inferencias están limitadas a la situación histó-
postura de la psicología social de la ciencia es mucho rica del estudio realizado y las conclusiones son proba-
más cercana a la posición de Campbell (1994), quien bilistas más que universales.

1.5
Comentarios finales
En primer lugar, una cuestión que claramente parece de- de la realidad) han tenido gran influencia, de forma di-
ducirse de todo lo expuesto en este capítulo, es la nece- fusa, en la psicología social clásica desarrollada funda-
sidad de mayor precisión y claridad cuando hablemos de mentalmente en Estados Unidos.
cuestiones metodológicas. Con frecuencia se critica el
método predominante en nuestra disciplina como positi- Pero también es cierto que desde sus inicios en psi-
vista, experimental, cuantitativo y otros adjetivos simila- cología social han existido posturas influidas por otros
res. Sin embargo, estos términos distan mucho de tener planteamientos epistemológicos (e. g., el interaccionis-
un significado único. Así, por ejemplo, cuando se aboga mo simbólico o los psicólogos de la gestalt), y que en
por una psicología social no positivista, ¿a qué se refie- las últimas décadas en nuestra disciplina predominan las
ren quienes hacen este reclamo? explicaciones teleológicas, funcionales, con referencia a
mecanismos explicativos que están en el interior del su-
Si se refieren, por ejemplo, al abandono del positi- jeto, no perceptibles directamente (Scherer, 1993).
vismo lógico, esta solicitud parece haber sido satisfecha
en gran medida en cuanto que el positivismo lógico ha- Si la oposición al positivismo significa la no utiliza-
ce décadas que dejó de ser el enfoque dominante en fi- ción de «hechos» o «datos» para la elaboración de nues-
losofía de la ciencia y, en nuestra disciplina, rara vez tras teorías, esto parece algo imposible, dado que toda
fue adoptado como referencia clara para formular las disciplina científica trata sobre cuestiones de la realidad
teorías psicosociales y como guía de la investigación. Es e, ineludiblemente, ha de incluir a esta realidad —como
cierto que algunos de los elementos presentes en la fenómeno a ser explicado y como fuente de explica-
visión positivista (su fisicalismo, la importancia de la ción— en sus explicaciones. Cosa bien diferente es el
operacionalización, la concepción del saber como un carácter que se le otorgue a esos datos. Si se quiere
proceso acumulativo o la confusión de ontología y epis- decir que los datos no son «objetivos» en el sentido de
temología —el conocimiento como un reflejo casi pasivo que pueden decidir por sí solos qué teoría (entre varias
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 27
opciones) explica mejor la realidad, eso es algo total- una concepción de su utilidad diferente a la que tienen
mente asumido en filosofía de la ciencia y en psicología quienes la critican (Turner, 1981). Por último, incluso
social, donde prácticamente desde siempre se ha conce- los defensores acérrimos del método experimental (e. g.,
bido al ser humano como un constructor activo en la Crano y Brewer, 1986) reconocen cómo en los últimos
percepción de la realidad que rodea. Si se quiere decir años la psicología social se ha hecho menos experimen-
que los datos no tienen un significado independiente de tal, y de hecho si se compara la edición de 1973 de su
las teorías, esto también es perfectamente asumible. Pe- manual con la de 1986, puede verse cómo ha disminui-
ro, además, esto es cierto independientemente del tipo do el peso de la experimentación y aparecen con mayor
de técnica concreta que se utilice para obtener los datos. peso la simulación, las experiencias de campo, la cua-
Una puntuación media obtenida por un grupo de indivi- siexperimentación, la evaluación de programas, la en-
duos que participan en un experimento es algo que solo cuesta y el muestreo, o los métodos para medir la inter-
tiene sentido dentro de un marco teórico, conceptual y acción diádica o grupal. Sirvan estos ejemplos para
metodológico; pero esto mismo también es cierto cuan- ilustrar la idea de la conveniencia de una mayor preci-
do se trata de expresiones verbales dichas por un partici- sión cuando hablemos de cuestiones y planteamientos
pante en un grupo de discusión. metodológicos.
Lo mismo podría decir del término «experimental». Una segunda cuestión que merece un comentario
Por experimentación puede entenderse desde la más mí- concierne al carácter de la realidad psicosocial. Como
nima manipulación o intervención que se hace en la rea- creo haber puesto de manifiesto, la existencia de regula-
lidad para ver sus efectos (e. g., reunir a un grupo de ridades (o de leyes, incluso) en la realidad no implica,
personas para que participen en un grupo de discusión en absoluto, admitir una relación entre los elementos de
ya supone algún tipo de manipulación de la realidad), la realidad mecánica y rígida. En filosofía de la ciencia
hasta el experimento de laboratorio realizado con estu- se admite la existencia de leyes probabilistas (tanto por-
diantes universitarios de primer curso en una sala de la que en la realidad nunca exista la regularidad el cien por
facultad y cuyos resultados se someten a un análisis de cien de las veces como porque nuestro conocimiento sea
varianza de 2 # 2. No puede negarse que en nuestra dis- insuficiente) y no estrictas («la relación existe si nada
ciplina se ha empleado, quizá en exceso, esta última interfiere, o si todo lo demás continua igual»). Incluso,
modalidad, pero también es cierto que la experimenta- la admisión de relaciones causales entre los fenómenos
ción en psicología social suele ser mucho más creativa y ya no se interpreta como reflejo de concomitancia regu-
flexible de lo que muchas veces se supone. Por ejemplo, lares entre eventos. La causalidad es algo mucho más
los experimentos diseñados por Lewin rompían clara- complejo; las causas se encuentran en la naturaleza de
mente con la tradición experimental conductista de los las cosas, en sus propiedades estructurales, que crean
años 30 y 40 (según la cual en un experimento había esos poderes o propensiones (y que a lo mejor no se ex-
que especificar los estímulos en términos claros, objeti- presan nunca en el mundo abierto). Ya no se trata de
vos y no circulares). Era evidente que la «conducta so- descubrir generalizaciones causales invariables obser-
cial cotidiana de los seres humanos... no puede ser des- vando la realidad, sino de reconstruir cualquier fragmen-
crita en centímetros, gramos o segundos». Por ello to de la realidad social partiendo de los elementos que
Lewin propone crear «una situación experimental con los mecanismos estructurales aportan (Páez et al., 1992):
un significado aproximadamente igual para diferentes las ciencias no explican los fenómenos concretos, sino
sujetos humanos, contrastando la validez de esta cons- sus estructuras esenciales.
trucción por medio de una variedad de pruebas directas
e indirectas» (Jones, 1985, p. 84). Desde este punto de vista, no parece pues aceptable
asociar causalidad con determinismo y oponerle a ese
Esta mezcla singular entre el diseño experimental y binomio intencionalidad e imprevisibilidad. A veces se
el marco de referencia del sujeto ha sido una caracterís- critica a la psicología social experimental por intentar
tica típica de los experimentos más prototípicos de la explicar la conducta de las personas en virtud de las
psicología social, como los realizados por Asch, Mil- causas inmediatas que la producen, estando causas y
gram, Aronson y Mills o Schachter y Singer (Morales, efectos vinculados de manera rígida y no dejando espa-
1993). Tampoco podemos olvidar la importancia que en cio para la creatividad e imprevisibilidad del comporta-
nuestra disciplina han tenido los experimentos de campo miento humano. Y, en ocasiones, es precisamente esta
(impulsados en gran medida también por Lewin). Por reivindicación del carácter intencional e imprevisible del
otra parte, igualmente hay que reconocer que quienes comportamiento humano lo que hace que se apueste por
defienden la investigación experimental parecen tener metodologías más cualitativas y por formulaciones teóri-
28 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cas más flexibles. Sin embargo, la mayoría de los expe- nes. Todos los términos son teóricos y observacionales a
rimentos que se realizan en nuestra disciplina no tienen la vez (aunque en diferentes proporciones) y la teorici-
como objetivo primordial descubrir las causas inmedia- dad es algo que se extiende a lo largo de toda la teoría.
tas de la conducta. Su función no es, por ejemplo, com- Conviene remarcar que en la actualidad muchos
probar que siempre que una universitaria lea un relato autores defienden la existencia de una distinción funda-
pornográfico como requisito para pertenecer a un grupo mental entre el mundo abierto de la vida cotidiana (la
valorará en mayor grado ese grupo que la universitaria caída de una hoja de un árbol es un fenómeno biológico,
que lea un relato erótico, sino ayudar a comprobar una mecánico, químico, térmico, etc.) y los sistemas cerra-
ley causal (donde la relación entre sucesos particulares dos del laboratorio. Las ciencias generarían mecanismos
ejemplifica ciertas propiedades generales) del tipo «rea- explicativos para estos últimos, los sistemas cerrados.
lizar voluntariamente tareas costosas lleva a una valora- En la realidad, en cambio, nos encontramos con siste-
ción de esas tareas». De otra parte, como la propia psi- mas abiertos, multideterminados, que no pueden ser ex-
cología social ha puesto de manifiesto, la regularidad y plicados totalmente (y por eso la predicción dejaría de
previsibilidad de la conducta (que no rigidez y automa- ser uno de los objetivos de la ciencia).
tismo) parecen ser algo omnipresente y condición indis-
pensable para la supervivencia humana. Por otra parte, cuando se dice que la psicología so-
cial «pretende explicar...» conviene tener en mente los
Respecto a la cuestión del realismo y del antirrealis- múltiples significados que el término explicación tiene.
mo, la psicología social parece, por una parte, haber evi- Según Páez y colaboradores (1992, p. 33), hasta hace
tado entrar en esa polémica guiándose, en cierto sentido, unos 25 años la filosofía de la ciencia que imperaba en
por la influencia de los filósofos pragmáticos que tanta la psicología social era causal-mecanicista, partía de
importancia tuvieron en el desarrollo de la psicología es- presupuestos funcionalistas y neopositivistas; las teorías
tadounidense. Por otra parte, la postura predominante eran de corto alcance y solo servían si tenían referentes
parece mucho más cercana al realismo. Así, la defensa empíricos directos; su suponía que las teorías no conta-
del método experimental suele basarse, no siempre de minaban las observaciones y datos, que debían ser fia-
manera explícita, en los argumentos de la convergencia bles e intersubjetivos; las teorías eran mini modelos que
y de la manipulabilidad. Por ejemplo, Campbell (1988), debían ser falsables; los niveles de análisis de los fenó-
revisando los estudios sobre disonancia cognitiva, dice menos eran intrapsíquicos, o interpersonales como mu-
que los efectos asociados a la disonancia (e. g., mayor cho; y la técnica de análisis de datos dominante era el
cambio en condiciones de menor recompensa de con- análisis de varianza. Sin embargo, desde hace unos años
ducta contra-actitudinal) se han replicado y constatado la situación es diferente: el modelo causal-mecanicista
con firmeza (aunque no se haya podido extraer una con- ha sido cuestionado, así como los presupuestos neoposi-
clusión teórica clara). Asimismo, se podría argumentar tivistas y falsacionistas; se aceptan explicaciones teleo-
que la disonancia cognitiva existe por el éxito que se lógicas y estructurales; se ha cuestionado la existencia
tiene al realizar ciertas manipulaciones en el laboratorio. de datos independientes de las teorías; se intenta articu-
Incluso cuando algunos antirrealistas, como los so- lar diferentes niveles de análisis; el análisis de datos se
cioconstructivistas, critican la convergencia en la inves- ha diversificado considerablemente, y las diferencias en-
tigación científica (o en los experimentos) manteniendo tre las distintas técnicas de investigación tienden a difu-
que no se trata de una verdadera convergencia, sino de minarse.
un resultado artificial debido a la tendencia de las teo- Como se ha visto en este capítulo, existe un conti-
rías, metáforas sociales y sesgos psicológicos a auto- nuo en la «cientificidad» de las explicaciones: algunas
confirmarse, están de alguna manera admitiendo la reali- son más científicas que otras. En el caso de la psicología
dad de estos sesgos (objeto de estudio de la psicología y social, la mayoría de las explicaciones en nuestra disci-
de la psicología social) y la existencia de cierta regulari- plina son «inductivo estadísticas», lo cual implica sufrir
dad en dicha realidad, pues de lo contrario si el sesgo si una serie de problemas respecto a los que existe un
diera una veces y otras no, la convergencia no se daría. abundante arsenal teórico y metodológico-técnico
En tercer lugar, respecto al tipo de conceptos y de para hacerles frente: irrelevancia inductiva (el efecto
teorías que utilizan los científicos para explicar la reali- puede deberse a muchas otras causas diferentes a la que
dad, una cuestión que ya ha quedado bastante asumida nosotros consideramos como causa explicativa), inferen-
en filosofía de la ciencia es que no existe una distinción cias inductivas basadas en bajas probabilidades (algo
clara entre los hechos (las observaciones de la realidad) muy frecuente en nuestra investigación) o ambigüedad
y los conceptos utilizados para designar esas observacio- inductiva (si generalmente de «madre» se deducen ras-
Capítulo 1. CUESTIONES METODOLÓGICAS EN PSICOLOGÍA SOCIAL 29
gos positivos y de «cruel», negativos, ¿qué deducire- que los factores sociales, políticos, económicos, etc. in-
mos cuando sabemos que una persona es una «madre fluyeron en el descubrimiento de la bomba atómica (si
cruel»?). Sin embargo, a pesar de estos problemas, las hubieran predominado, por ejemplo, otros valores, a lo
explicaciones inductivo estadísticas se consideran expli- mejor nunca se hubiera descubierto), de la misma mane-
caciones válidas. ra que la elección de ciertos temas de estudio en nuestra
Las nuevas concepciones sobre la explicación (Sal- disciplina (en lugar de otros), la forma de investigarlos,
mon, Van Fraassen y otros), en mi opinión aportan unos la interpretación que se hace de los datos, etc. son pro-
elementos muy importantes que se deberían tener en cesos influidos por esos mismos factores sociales. Sin
cuenta. En general estas concepciones subrayan cómo embargo, igual que ese reconocimiento no implica negar
las explicaciones tienen sentido con relación a un con- la existencia de los neutrones o de sus propiedades que
texto, que conviene hacer explícito cuando nos formula- producen la explosión, tampoco el reconocimiento de
mos las preguntas. En este sentido, me atrevería a afir- los factores sociales implica negar la existencia de las
mar que nuestra disciplina es pionera en esta dirección, actitudes, de los estereotipos o de la motivación, en los
precisamente por la importancia que desde sus inicios le seres humanos. Lo que la psicología social conoce hasta
ha otorgado a los contextos y situaciones. Las preguntas ahora no es toda la historia del comportamiento huma-
que solemos hacernos cuando realizamos investigacio- no, incluso puede que sea una historia algo distorsiona-
da, pero desde luego es parte de la historia.
nes no son del tipo «¿por qué una persona insulta o
agrede otra?», sino más bien de este otro tipo: «¿por qué En mi opinión, la crítica postmodernista se ha exce-
una persona —que acaba de ser privada de algo que dido en su intento de generalizar a toda la ciencia (o a
considera legítimo para ella, o que pertenece a un grupo toda la psicología social) a partir de investigaciones en
X, o que está en una habitación con condiciones am- campos muy específicos. Así, por ejemplo, pienso que
bientales molestas....— insulta o agrede a otra?». Evi- se puede asumir en gran medida esta crítica en el caso
dentemente, las respuestas o explicaciones que se obtie- de la investigación psicológica sobre sexualidad, donde
nen son diferentes según el tipo de pregunta que se muchos de los conceptos y teorías más tradicionales
haga. pueden reflejar más el contexto social que la propia rea-
lidad de los fenómenos. Incluso se puede extender esta
Respecto a la cuestión de la influencia de los facto-
res sociales (y psicosociales) sobre la ciencia resultaría, crítica a parte de la investigación psicológica y psicoso-
tras lo mucho que se ha escrito y debatido sobre el tema, cial (e. g., el estudio de la inteligencia, la psicopatología
muy difícil de negar. Y, como psicólogo social, es im- en general, el prejuicio o las actitudes). Sin embargo, en
posible hacerlo. Esta influencia no solo afecta al contex- mi opinión resulta exagerado extenderla a toda la psico-
to del descubrimiento, sino también al de la justifica- logía y mucho menos a todas las ramas científicas. El
ción. No obstante, mi postura, coincidente con la de hecho de que, por ejemplo, el racismo sea un concepto
que refleje en gran medida los valores sociales y políti-
Campbell o la de la feminista Nelson, es que esas in-
fluencias no determinan el conocimiento científico. Este cos de la cultura occidental, no implica, en mi opinión,
es tanto construido como descubierto. Así, es evidente que el racismo no exista fuera de esas concepciones.

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a
34 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

2.1
Introducción
Imagínese que pretende llevar a cabo una investigación responsabilidad que estas tienen, el sueldo que reciben,
para determinar cuáles son las principales causas del tra- etc.), se podrían comparar las contestaciones a cuestio-
to discriminatorio que muchos inmigrantes africanos su- narios de los trabajadores de empresas con políticas en
fren en nuestro país con el objetivo de reducirlo al má- las que se pretenda una reducción de la discriminación
ximo. Para ello hace unas cuantas entrevistas a personas frente a los de otras en las que no existan estas políticas.
poco racista, y llega a la conclusión de que no existe
realmente discriminación contra los inmigrantes africa- Sin embargo, si nuestra intención al realizar dicho
nos. ¿Sería adecuada esta conclusión? Quizá en el dise- estudio fuera encontrar las causas que determinan el que
ño de su investigación haya cometido varios errores, en- las mujeres sean discriminadas en sus centros de trabajo,
tre ellos, la selección de las personas a las que hizo la se deberían llevar a cabo investigaciones de otro tipo, de
entrevista, la muestra (si todos eran poco racistas, tal corte más experimental o cuasi experimental, en las que,
vez no sean muy representativos de la población españo- controlando toda una serie de variables (por ejemplo, la
la); incluso es posible que lo más adecuado para conocer actitud de la empresa hacia sus trabajadoras, el número
lo que la gente realmente piensa sobre temas controver- de mujeres que trabajan en ella, etc.), y solamente ha-
tidos socialmente no sea preguntarles abiertamente por ciendo variar algunas otras (como podría ser la respon-
ello, sino de forma indirecta, a veces sin que ellos sean sabilidad que se les permite a las mujeres llegar a alcan-
muy conscientes de las respuestas que son «mejores» ni zar en dicha entidad), se midiera la discriminación que
«peores». las trabajadoras sufren en ese entorno laboral. Otro estu-
dio podría tener como objetivo analizar la evolución que
Este ejemplo pone de manifiesto lo importante que la discriminación laboral de la mujer ha sufrido a lo lar-
es, no solo conocer el objeto de estudio de la psicología go de la historia. Para ello deberíamos valernos de lo
social, sino la forma en que se lleva a cabo la investiga- que se conoce como análisis documental, con el que se
ción sobre ese objeto. Planificar correctamente las in- toman en consideración materiales (periódicos, revistas,
vestigaciones que se realizan en psicología social es al- etc.) de los diferentes momentos que interesen para ana-
go fundamental, ya que el que los datos que se obtienen lizar cómo se reflejaba en ellos esta cuestión y ha ido
de ellas sean adecuados depende en gran medida de la variando a lo largo del tiempo.
forma en la que se hayan desarrollado esas investigacio-
nes. Precisamente la metodología se encarga de determi- Existen numerosas clasificaciones de los tipos de in-
nar la forma adecuada de investigar en función de los vestigaciones que se llevan a cabo en psicología social.
objetivos planteados, esto es, de cómo llegar a conseguir Entre ellas existe una que divide la investigación psico-
datos que promuevan un conocimiento aceptable y la social en estudios que emplean una metodología cuanti-
forma de programar una investigación que nos permita tativa y otros de corte cualitativo (McCreary, 2000).
responder a las distintas preguntas teóricas y problemas Las diferentes investigaciones consideradas cuantitativas
planteados. tienen en común el objetivo de obtener índices numéri-
cos de distintos procesos psicológicos (por ejemplo, de
En psicología social, así como en otras disciplinas, las relaciones entre grupos, de las diferencias entre per-
se utiliza una gran variedad de formas de investigar un sonas a lo largo del tiempo, etc.), que después de ser tra-
mismo problema. Unas son más adecuadas que otras en tados estadísticamente arrojan resultados susceptibles de
función de las preguntas y los objetivos que el investiga- ser interpretados por el investigador. Dentro de este ti-
dor tenga al plantear su investigación. Así, por ejemplo, po de metodología, quizás la más empleada en psicolo-
si el objetivo de una investigación fuera encontrar algu- gía social es la metodología experimental, aunque hay
nas variables que puedan poner de manifiesto la forma algunas otras en las que no nos detendremos en este
en la que las mujeres son discriminadas en el ámbito la- capítulo, como son la cuasi experimental y la correla-
boral (por ejemplo, el tipo de trabajo que se les exige, la cional.
Capítulo 2. LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL EN PSICOLOGÍA SOCIAL 35

2.2
La metodología experimental
Quizá haya sido una de las metodologías más emplea- experimental, describiremos junto a ellos los pasos a se-
das, especialmente por investigadores que han ejercido guir cuando se pretende planificar una investigación de
dentro de la psicología social una influencia importante. corte experimental. Una vez planificada, los pasos para
Su principal punto fuerte radica en la posibilidad que recoger los datos, así como su posterior análisis e inter-
ofrece a la hora de explorar relaciones causales. Así, los pretación, deberá ajustarse a otra serie de requisitos que
resultados de los estudios experimentales suelen mostrar no son objeto del presente capítulo.
resultados que permiten hacer inferencias sobre relacio- Aunque muchas de las fases que a continuación se
nes de causa-efecto entre distintas variables. comentarán son comunes a distintos tipos de investiga-
La estructura convencional de esta metodología con- ciones no experimentales, creemos interesante recordar-
siste en la asignación aleatoria de los participantes a las los en los próximos apartados a la vez que se habla de
diferentes condiciones experimentales con el objetivo de las particularidades de la metodología experimental.
asegurar que estas condiciones solamente difieran en la
variable independiente (que es la que se espera que ten-
ga influencia sobre las respuestas de los individuos, esto
es, sobre la variable dependiente) y en nada más. Si di- 2.2.1. La identificación de los
ferentes niveles de la variable independiente producen objetivos de la investigación
efectos distintos en la variable dependiente (la que se
mide), se podrá inferir entonces cierto grado de causali- Cualquier investigación debe estar bien planificada por
dad entre las variables. adelantado, tomando en consideración todos los proble-
Por tanto podríamos resumir los elementos cruciales mas que pueden surgir durante su desarrollo. Una forma
de una investigación experimental en los siguientes: en la que se pueden descubrir posibles problemas en
ellas es definiendo claramente los objetivos que se pre-
1. Variable independiente: es la que se encuentra bajo tenden alcanzar con dicha investigación. De esta forma
el control del experimentador. Este/a la hace variar el/la investigador/a identifica explícitamente lo que pre-
con el objetivo de analizar los efectos que tiene, es- tende hacer.
to es, se trata de la causa que se hipotetiza de otra
variable. Las distintas formas que puede adoptar es- Por ejemplo, en algunas investigaciones de Keltner y
ta variable se denominan normalmente niveles. su grupo (p. e. Keltner, Gruenfeld, y Anderson, 2003;
Anderson y Berdahl, 2002), estos investigadores se mar-
2. Variable dependiente: gracias a la cual se miden los caron como objetivo analizar los efectos que tiene el he-
efectos de la manipulación de la variable indepen- cho de tener poder sobre la forma en la que las personas
diente. Por tanto, constituye la consecuencia predi- piensan (efectos cognitivos), sus emociones y afectos, y
cha por el investigador de la manipulación de la va- su conducta.
riable independiente.
En numerosas ocasiones el propósito de la investiga-
3. Variables extrañas o contaminadoras: son las que, ción se establece formalmente gracias a la formulación
sin ser objeto de investigación, y por tanto sin poder de una hipótesis. En un estudio experimental, normal-
ser definidas como variables independientes, pueden mente las hipótesis son formulaciones en las que se pre-
tener un efecto sobre la variable dependiente. Es ca- dice una relación de causalidad entre dos o más varia-
racterística definitoria de la metodología experimen- bles. Tal como se muestra gráficamente en la Figura 2.1,
tal controlar este tipo de variables para asegurar con la hipótesis de la que Keltner et al. (2003) partían en
la mayor certeza posible que los efectos en la varia- una serie de estudios es que las personas que gozan de
ble dependiente se deben solamente a la variación cierto poder social en su vida (causa) actúan de acuerdo
de la variable independiente y no a otra/s variable/s a un patrón de comportamiento que se denomina «de
extraña/s o contaminadora/s. acercamiento o aproximación» (consecuencia). Así, en
A la vez que consideraremos con más detenimiento su proposición esperaban encontrar que los poderosos
cada uno de estos elementos cruciales de la metodología experimentarían emociones positivas, prestando atención
36 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cial para influir sobre los demás (p. e. Weber, 1914/


1978, p. 152; French y Raven, 1959, p. 152; Cartwright,
1965, p. 4), o como la influencia real que una persona o
grupo puede tener sobre otra, esto es, no solamente la
posibilidad de influir, sino el ejercicio real y exitoso de
dicha influencia al estilo de lo que proponen Keltner et
al. (p. e. Russell, 1938, p. 35; Simon, 1957, p. 5; Dahl,
1957, p. 202).
FIGURA 2.1. Hipótesis planteada por Keltner et al. (2003) Cada investigador puede adoptar la conceptualiza-
sobre los efectos psicológicos del poder social.
ción que prefiera de las variables de las que va a tratar
su investigación. De hecho, en el caso del poder, al tra-
especialmente a las recompensas que les pueden llegar tarse de un concepto difuso y con múltiples acepciones,
de su medio ambiente, siendo desinhibidos y actuando en las investigaciones que hasta el momento se han lle-
guiados por los rasgos de personalidad que les caracteri- vado a cabo, cada investigador o grupo de investigado-
zan como individuos. res se ha decantado por utilizar una de las que acabamos
de proponer como ejemplo. Sin embargo, es importante
que dicha definición quede clara para conseguir estudios
rigurosos, que sean replicables, además de para aclarar
2.2.2. Definición de las variables al resto de la comunidad científica interesada en ella qué
a estudiar es lo que se trata de estudiar en la investigación concre-
ta en la que están interesados/as.
Una vez que el objetivo ha sido establecido, el investi-
Una vez que el investigador ha conceptualizado las
gador debe definir claramente las variables a estudiar.
variables de estudio, es importante establecer una defini-
Así, como se recordará, en la investigación de Keltner et
ción operacional de ellas. Así, cada variable debe defi-
al. (2003), el objetivo era determinar cuáles eran los
nirse de forma que sea observable y susceptible de ser
efectos cognitivos, afectivos y conductuales relaciona-
medida. Por ejemplo, Guinote, Judd y Brauer (2002)
dos con el poder, pero, ¿qué significa «efectos cogniti-
analizaron si el poseer poder tenía algún efecto sobre la
vos, afectivos y conductuales»?, y lo que es más, ¿qué
variedad de comportamientos que las personas exhiben
entienden Keltner y su equipo por «poder»? ¿Se trata de
(su hipótesis de partida era que las personas con poder
tener influencia sobre los otros?, ¿controlarlos?, ¿ser do-
se comportaban de forma más variada que las personas
minantes?, o ¿tener autoridad sobre ellos? La influencia,
sin él). Estos autores se encontraron con el problema de
el control, la dominancia o la autoridad son conceptos re-
la especificación en la medida de una de sus variables
lacionados con el poder, por lo que estos investigadores
en el estudio: la variabilidad conductual. Para solucio-
al plantear sus estudios deben aclarar qué concepción
narlo, definieron esta variable operacionalmente gracias
van a emplear en su definición de poder.
a la evaluación basada en una serie de rasgos predeter-
En el caso de Keltner et al. (2003), la conceptualiza- minados que de los participantes hacían unos jueces ex-
ción del poder de la que parten en sus investigaciones ternos que no tomaron parte en su investigación (Guino-
tiene que ver con la «capacidad relativa para modificar te et al., 2002, experimento 2). Así, se le preguntaba a
el comportamiento de los demás, administrando o pri- cuatro jueces que veían unas grabaciones en vídeo sobre
vándoles de recursos o aplicándoles castigos» (p. 265). el comportamiento de los participantes, en qué medida
Así, hacen referencia a lo que es el poder como una for- los participantes en la investigación eran asertivos, testa-
ma de influencia exitosa. Sin embargo, esta no es la úni- rudos, trabajadores, dependientes, creativos, inteligentes,
ca forma en la que se ha concebido el poder social a lo perezosos y rígidos. Para ello se utilizó una escala entre
largo de la historia de la psicología social. Siguiendo las 1 (que significaba nada en absoluto) y 9 (totalmente).
definiciones recogidas por Fiske y Berdahl (2007) sobre Cuanto más variables eran las evaluaciones de estos jue-
las formas en las que se ha definido el poder en la in- ces (es decir, cuanto mayor era la desviación típica entre
vestigación psicosocial, podemos destacar que el poder las puntuaciones dadas por los cuatro jueces para cada
se ha caracterizado como: control sobre los recursos va- participante), en mayor medida se consideraba que los
lorados por los demás (p. e. Thibaut y Kelley, 1959, p. participantes estaban actuando de una forma variable.
10; Emerson, 1962, p. 32; Kipnis, 1976; Dépret y Fiske, Esta fue la definición operacional de la variable «varie-
1993; Rodríguez-Bailón, Moya e Yzerbyt, 2000); poten- dad conductual» que se utilizó en su investigación.
Capítulo 2. LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL EN PSICOLOGÍA SOCIAL 37
Las definiciones operacionales se convierten en ele- uno o más grupos de participantes se les asigna las con-
mentos de mucha relevancia en los estudios en psicolo- diciones experimentales que corresponden a los distintos
gía social, ya que en muchos de ellos los investigadores niveles de la variable independiente (en el caso del ex-
están preocupados por ciertos constructos teóricos que perimento de Magee et al., era el grupo al que se le pe-
no son directamente observables (por ejemplo, el poder, día que completara palabras relativas al concepto de po-
los estereotipos, las relaciones interpersonales, o la agre- der), mientras que otro grupo no recibe o no se le
sividad). Por tanto, es fundamental establecer la forma en expone a la variable independiente (participantes a los
que se pueden observar a través del comportamiento de que se requería que completaran palabras irrelevantes).
los individuos, tal como lo hicieron Guinote et al. (2002). El grupo al que se asignó a los participantes incluidos
en esta segunda condición se denomina «grupo control».
Lo que se comparó en esta investigación experimental
2.2.3. Distinción entre las variables en concreto es si la activación de la sensación de poder
en los participantes frente a la no activación suscita los
dependientes efectos predichos sobre el estilo de negociación compe-
e independientes titiva de los participantes. De ella se puede inferir que si
los participantes asignados al grupo experimental (en
Hasta aquí el procedimiento para delimitar la investiga- quienes se activaron palabras relativas al poder) más tar-
ción es idéntico, se utilice la metodología que se utilice. de inician las negociaciones más activamente y de forma
Sin embargo, si se elige llevar a cabo una investigación más competitiva que quienes formaron parte de la condi-
experimental, a continuación es necesario distinguir en- ción de control, es la activación del poder una de las cau-
tre lo que serán las variables dependientes de las inde- sas de la puesta en práctica de este estilo de negociación.
pendientes.
Sin embargo, pueden existir otras explicaciones po-
sibles de las diferencias observadas entre el grupo expe-
rimental (al que se somete a la variable independiente) y
2.2.3.1. Las variables independientes el grupo control. Por ejemplo, en el caso del experimen-
to de Magee et al. (2007) se puede deber a que los parti-
Como hemos mencionado anteriormente, se trata de las cipantes incluidos en el grupo experimental (cuando se
variables que se encuentran bajo el control directo del les activaba el concepto de poder), por el hecho de re-
experimentador y es el factor que se espera que cause el cordar ciertas palabras en concreto (por ejemplo, autori-
resultado predicho (observado en los cambios en la va- dad), se comportaran de forma diferente en el estilo de
riable dependiente). negociación (más autoritario) que el grupo control, pero
En una serie de experimentos llevados a cabo por que esto no se debiera a la activación del poder per se,
Magee, Galinsky y Gruenfeld (2007), los experimenta- sino al recuerdo de las palabras concretas que se les pe-
dores tenían la pretensión de hallar algunos de los efec- día como tarea que rellenaran.
tos que tiene el hecho de ostentar poder sobre las nego- Por eso, en algunos casos, aunque las variables inde-
ciaciones que los individuos realizan, sobre todo cuando pendientes pueden estar conceptualizadas de la misma
las relaciones son competitivas. En uno de esos experi- forma, la manipulación que se hace de ellas, y por tanto
mentos, Magee et al. (2007, experimento 2) manipula- su definición operacional, puede ser diferente para me-
ron la activación del concepto de poder en la mente de jorar la validez de constructo del estudio, es decir, para
los participantes pidiéndole a la mitad de ellos que com- estar seguros de que tanto la variable que se está mani-
pletaran una serie de fragmentos de palabras sin termi- pulando como la que se está midiendo para estudiar su
nar, que podían rellenarse si eran capaces de recuperar efecto y la relación entre ellas es realmente lo que se
de su memoria palabras muy relacionadas con el con- pretende manipular, medir y relacionar, respectivamente.
cepto de poder (por ejemplo, autoridad, jefe, rico, con- Así, y en lo que atañe a la variable independiente, si se
trol, etc.). Al resto de los participantes se le pidió que consigue manipular de distinta forma, teniendo como
rellenaran palabras parecidas a las anteriores pero que base la misma conceptualización de partida, y los efec-
no tenían nada que ver con el poder (por ejemplo, auto- tos sobre la variable dependiente son los mismos que
móvil, sobre, cantar, etc.). con previas definiciones operacionales, podemos alcan-
En numerosos experimentos como el que acabamos zar más certeza de que el constructo teórico abstracto
de comentar, y para determinar si la manipulación de la que se pretende medir realmente es el que se pretende
variable independiente causa los resultados esperados, a manipular.
38 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Este es el caso de otros experimentos incluidos en el alto poder o bajo poder. Sin embargo, este no es el úni-
mismo artículo de Magee et al. (2007, experimentos 1A co procedimiento para manipular una variable indepen-
y 1B). En esta ocasión, los autores emplearon un proce- diente. Otra forma es la que se conoce como «manipula-
dimiento completamente diferente al anterior para mani- ción intra participantes» (en inglés, within participants).
pular el poder, haciendo recordar a los participantes una
situación en sus vidas pasadas en la que hubieran expe- En la manipulación intra participante todos los indi-
rimentado control sobre otras personas (condición de al- viduos son sometidos a todas las condiciones experi-
to poder) o subordinación respecto a otros (condición de mentales o variaciones de la variable independiente. Un
bajo poder). En este caso, como en la mayoría de los ex- ejemplo de este tipo de manipulación lo encontramos en
perimentos, la variable independiente se fragmentó en un experimento llevado a cabo por Bargh, Raymond,
dos o más formas distintas (condición de alto o bajo po- Pryor y Strack (1995). En él, los autores intentaban pro-
der), que se denominan «condiciones experimentales» o bar la asociación automática e inconsciente que existía
«niveles de la variable independiente», y a las cuales los para algunos hombres (quienes tenían una alta propen-
participantes son asignados aleatoriamente (al azar). sión a convertirse en acosadores sexuales) entre el con-
Cuando se realiza este tipo de manipulación sus efectos cepto de poder y ciertos comportamientos que se pueden
sobre la variable dependiente se comparan entre sí. considerar manifestaciones del acoso sexual (intensos
deseos de conocer mejor a una mujer, considerarla muy
La existencia de dos o más condiciones experimen- atractiva, etc.). Para llevar a cabo su cometido, Bargh et
tales, frente a la expuesta anteriormente en la que solo al. presentaron a todos los participantes de forma muy
existía una condición experimental y un grupo control, breve (para que los participantes no fueran conscientes
permite conocer los efectos de las distintas formas que de ello) en algunas ocasiones palabras relacionadas con
adopta la variable independiente y no solo una de sus el poder (condición de poder) y en otras distintos tipos
formas frente a una situación neutra (grupo control). de palabras sin relación alguna con el control o el poder
Manipulando la variable independiente en dos o más ni- (condición control). Más tarde se les presentó una chica
veles, y comparándolos ambos con un grupo control, po- y se les preguntó una serie de cuestiones sobre ella. Co-
demos también obtener resultados interesantes, ya que el mo se puede comprobar, en este experimento la manipu-
grupo control siempre provee en el análisis de una com- lación de la variable independiente fue intra participan-
paración con cada uno de esos niveles. Por ejemplo, en tes, ya que todos ellos pasaron tanto por la condición
este último experimento de Magee et al. (2007) que aca- experimental como por la de control.
bamos de describir, imaginémonos que los autores hu-
La manipulación intra participantes tiene la principal
bieran incluido un grupo control. La inclusión de ese
grupo, además de los dos grupos experimentales, les hu- ventaja de que su empleo requiere un menor número de
participantes para conseguir resultados significativos.
biera dado la posibilidad de conocer más exactamente
los efectos del poder sobre el estilo de negociación. De Además, como en el caso del experimento de Bargh et
esta forma, podrían haber encontrado que tanto los parti- al. (1995), cada participante es en sí mismo su grupo
cipantes asignados a la condición de poder alto como los control, lo que permite hacer comparaciones entre su
comportamiento cuando es sometido a las distintas con-
de poder bajo diferían del grupo control, unos por un es-
tilo de negociación más competitivo, pero otros (los de diciones experimentales, no tomando en consideración
poder bajo) por un estilo más cooperativo. Sin embargo, la variabilidad que hay entre las personas, ya que no era
también es posible que los participantes de poder alto se este su objeto de interés. Por tanto, otra ventaja de este
tipo de manipulaciones es que permite el control de to-
comportaran de forma más competitiva pero los de po-
der bajo no difirieran del grupo control. das las variables extrañas o contaminadoras que están
relacionadas con la persona, ya que lo que se hace es
Por otro lado, en todos los ejemplos de estudios ex- siempre comparar a una persona en una condición expe-
perimentales expuestos en este apartado la manipulación rimental con la situación en la que es sometida a otra
de la variable independiente utilizó una forma conocida condición diferente. Esas comparaciones son las que se
como «manipulación entre grupos» (en inglés, between promedian entre todos los participantes. El problema es
participants). En estos casos cada participante solamente que en muchas ocasiones no es posible someter a los
es asignado a una condición experimental o de control. participantes a todas las condiciones experimentales,
Como se recordará, en el experimento 2 de Magee et al. puesto que no resultarían creíbles las instrucciones o las
(2007) los participantes se incluían bien en la condición situaciones hipotéticas a las que se les someten; en esos
de poder o en la de control, y en el experimento 1 los casos la manipulación entre grupos es la única alternati-
individuos solamente podían incluirse en la condición de va posible.
Capítulo 2. LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL EN PSICOLOGÍA SOCIAL 39
La objetividad en la investigación De cualquier forma, a pesar de que la interpretación
experimental de la situación experimental puede ser totalmente subje-
tiva, y por tanto diferente en función de las personas, los
Como se ha comentado previamente, la operacionaliza- experimentadores cuentan con una herramienta para ase-
ción de las variables de investigación es una de las for- gurarse que la manipulación de la variable independien-
mas que los investigadores experimentales utilizan para te se produce en la dirección deseada. Es lo que se de-
conseguir cierta objetividad y rigurosidad en sus estu- nomina «comprobantes de la manipulación» (o en inglés,
dios. Esta pretende ser una de las características princi- manipulation checks). Consisten en una serie de pregun-
pales de esta metodología de investigación. tas o tests encaminados a comprobar que, como prome-
Esta objetividad en las formas de medición no debe dio, los participantes de cada grupo han entendido y
hacer entender que la investigación experimental en psi- asumido la manipulación tal como la planteó el experi-
cología social sea totalmente «objetiva» en todos sus mentador. En el ejemplo del experimento que acabamos
componentes. La mayoría de las investigaciones en esta de citar, estas preguntas tendrían como objetivo determi-
área se valen de instrucciones diferentes dadas a los par- nar si, independientemente de lo que cada participante
ticipantes para manipular las variables independientes. entienda por tener poder, quienes fueron asignados a la
Así, por ejemplo, la interpretación que los individuos condición de alto poder experimentaron más poder que
hacen de estas instrucciones es completamente subjetiva los participantes asignados a la condición de no poder.
(Jones, 1985). Hasta aquí solamente hemos comentado situaciones
Pensemos de nuevo que estamos interesados en ana- en las que se manipula una única variable independien-
lizar algunos otros efectos relativos a la experiencia de te. Sin embargo, en muchos estudios experimentales en
poder que tienen los individuos. Concretamente, imagi- psicología social se utiliza más de una variable indepen-
nemos que el objetivo del estudio fuera determinar si el diente a la vez, lo que introduce cierta complejidad pero
poder que tienen los individuos es una de las causas por a la vez eleva la probabilidad de encontrar alguna de
las que evalúan negativamente a otras personas (por ellas con efectos sobre la/s variable/s dependiente/s. Sin
ejemplo, a sus subordinados). Para ello, y concretamente dejar de ser ambiciosos en los objetivos, la recomenda-
para manipular la variable independiente (el poder), el ción de muchos expertos (Aronson et al., 1998; Oskamp
investigador divide a sus participantes en dos grupos. A y Schultz, 1998; Rosnow y Rosenthal, 1996) es utilizar
uno de ellos se le sitúa en un escenario ficticio en el que diseños lo menos complejos posible, incluyendo sola-
son los líderes de un equipo de trabajo, mientras que a mente aquellas variables independientes imprescindibles
los participantes del otro grupo se les indica que deben para cubrir los objetivos planteados y poner a prueba las
ejercer de subordinados de los participantes asignados hipótesis de partida.
al primer grupo (Rodríguez-Bailón, Moya e Yzerbyt,
2006). En ambos casos, la forma en que los participan-
tes interpretan las instrucciones (qué significa para ellos
ser líderes de un equipo de trabajo, tener poder sobre 2.2.3.2. La/s variable/s dependiente/s
otras personas, su experiencia pasada con él, etc.) es
muy importante para determinar si la manipulación ha Una vez que los participantes han sido asignados aleato-
surtido el efecto deseado (el que experimenten y se sien- riamente a una condición experimental o a un grupo
tan en la situación descrita con poder o sin él). control, el experimentador debe medir el impacto de di-
cha manipulación estudiando su efecto sobre la/s varia-
El que surjan distintas interpretaciones subjetivas de
ble/s dependiente/s (midiéndola/s). Como se ha adelan-
la situación experimental por parte de los participantes
tado, la variable dependiente es la que se espera que
en ellas es prácticamente inevitable en los experimentos
cambie en función de la exposición de los individuos a
en psicología social, ya que en la mayoría de los casos
la/s variable/s independiente/s.
se manipulan variables con las que los individuos han
tenido experiencia previa en sus interacciones con los En los estudios llevados a cabo con la intención de
demás. Quizá lo más importante en estos casos es que la profundizar sobre el poder social, son muchos los efec-
experiencia subjetiva de los individuos asignados a una tos de esta variable psicosocial que se han analizado
condición experimental difiera sustancialmente (en lo (p. e. Chen, Lee-Chai y Bargh, 2001; Anderson y Ber-
que a la conceptualización de la variable independiente dahl, 2002; Keltner et al., 2003). Estos efectos de los
que interesa al investigador se refiere) de la de los parti- que hablamos constituirían las variables dependientes de
cipantes asignados a otra distinta. estos estudios. Entre ellos, se han distinguido dos tipos
40 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

de efectos (Fiske y Berdahl, 2007): los que hacen a las das autoinformadas (en ocasiones, cuando las personas
personas poderosas centrarse en ellas mismas, querer saben que se están analizando sus respuestas las alteran),
mantener a toda costa su poder y, por tanto, abusar de él etcétera.
en su propio beneficio (p. e. Fiske, 2001; Kipnis, 2001;
Pratto y Walker, 2001), y que se pueden denominar
efectos abusivos del poder; y por otra parte los que con-
vierten a las personas con poder en personas conscientes 2.2.3.3. Las variables extrañas
de su responsabilidad sobre los demás, los que usan su o contaminadoras
control e influencia para mejorar el bienestar de los
otros (McClelland y Watson, 1973), y que se pueden ca- Se trata de variables que, sin constituir la/s variable/s
lificar como los efectos prosociales del poder. La utili- independiente/s en la/s que los investigadores están
zación de distintos tipos de variables dependientes (rela- interesados, pueden tener consecuencias en la variable
tivas a los efectos abusivos y prosociales del poder) nos dependiente, y por tanto su efecto se puede confundir
permitiría analizar estos dos tipos de efectos en función con el que tiene/n la/s variable/s independiente/s. Uno
del poder que el individuo ostente (variable indepen- de los rasgos más importantes de las investigaciones que
diente). utilizan metodología experimental es el control de todas
En un estudio de Chen y Welland (2002), después de estas variables, problema del que adolecen las investiga-
presentar una situación imaginada a los participantes en ciones de corte correlacional u observacional. Así, los
la que debían de trabajar junto a un subordinado (condi- investigadores rigurosos deben tener una elevada certeza
ción de alto poder) o a un compañero de trabajo (condi- de que los cambios en la variable dependiente no se de-
ción de igualdad), se les pedía que dijeran cómo distri- ben a otras razones distintas a la manipulación de la/s
buirían el tiempo de trabajo que les restaba para variable/s independiente/s.
terminar un informe que se les había encomendado en el Existen distintos métodos que posibilitan cierto con-
fin de semana (variable dependiente). La utilización de trol de las variables extrañas o contaminadoras; entre
esta variable dependiente permitió medir simultánea- ellos, la asignación aleatoria de los participantes a las
mente los efectos abusivos y prosociales del poder. Así, condiciones experimentales, o el empleo de diseños en
un resultado que mostrara que los participantes habían los que la variable independiente se manipula intra par-
decidido asignar más horas de trabajo a su subordinado ticipantes posibilitan la eliminación de todas las varia-
o compañero (dependiendo de la condición experimen- bles extrañas relativas a las personas, como sus rasgos
tal) indicaría que estaban utilizando motivos egoístas en de personalidad y otros aspectos idiosincrásicos. Sin em-
la distribución del trabajo. Sin embargo, si se asignaban bargo existen otras variables extrañas no relacionadas
más trabajo a sí mismos, y especialmente en el caso de directamente con los participantes, sino con las situacio-
los individuos asignados a la condición de poder, esta- nes. Para el control de estas variables extrañas se puede
rían manifestando un uso de este centrado en la respon- recurrir a mantenerlas constantes o a variarlas en igual
sabilidad que su ostentación les otorgaba. medida en todas las condiciones experimentales.
Una decisión importante que los investigadores de- Por ejemplo, imagínese que quiere analizar el tipo
ben tomar relacionada con la variable dependiente es la de interacciones que mantienen los individuos con sus
relativa a su medida. De forma general se pueden distin- subordinados en función del poder que ostentan, y de las
guir medidas de la variable dependiente autoinformadas características de este (Rodríguez-Bailón e Yzerbyt,
(los mismos participantes las recogen) u observadas di- 2005). La hipótesis de partida podría ser que las perso-
rectamente a través del comportamiento de los partici- nas con más poder, y en particular quienes consideren
pantes. Decantarse por una o por otra depende de una que no lo merecen (ilegítimos), mantendrán interaccio-
serie de factores que el investigador debe tener muy en nes más negativas con sus subordinados que quienes se
cuenta: el tiempo y los recursos con los que se cuenten, creen con el derecho a tener control sobre los demás
así como la facilidad para observar la variable depen- (poderosos legítimos). Como seguramente se habrá ima-
diente concreta (hay muchas variables que no pueden ginado, el tipo de interacciones que mantengan los parti-
ser observadas directamente o existe una gran dificultad cipantes van a estar determinadas quizás no solamente
para ello, o al contrario, son imposibles de ser recogidas por el poder que ostenten, sino por el tipo de personas
por los propios participantes ya que son de carácter in- con las que interactúen, aunque esta no sea una variable
consciente), la suspicacia y la falta de sinceridad que se independiente y por tanto no interese al investigador
espere en las respuestas de los participantes en las medi- (variable extraña). Por tanto, en este experimento sería
Capítulo 2. LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL EN PSICOLOGÍA SOCIAL 41
adecuado controlar esta posible variable extraña. Un su- entre los experimentos que algunos llaman «de impac-
bordinado más abierto y simpático facilitaría interaccio- to», y los experimentos «de juicio» (Aronson et al.,
nes con los participantes poderosos más positivas que un 1998). En los primeros los participantes son agentes ac-
subordinado cerrado y serio. Para controlar esta posible tivos que participan en una serie de situaciones y de
variable contaminadora los investigadores podrían man- quienes se analizan sus reacciones en dichas situaciones.
tener constante una característica de la situación social a Normalmente la implicación de los participantes en este
la que exponen a los participantes que tiene que ver con tipo de experimentos es elevada. Además, en ellos es
la forma en la que se comportan los subordinados duran- importante elaborar lo más concienzudamente posible la
te la interacción. Para hacer esto, se podría contar con la historia que disfrace la manipulación experimental (lo
actuación de un cómplice del experimentador que actua- que en inglés se denomina the cover story), que no es
ra de igual manera con todos los participantes (inde- más que el escenario que los investigadores inventan pa-
pendientemente de la condición experimental a la que ra involucrar lo más posible a los participantes en la si-
estuvieran asignados). Como en este caso todos los par- tuación ficticia en la que se pretende se comporten.
ticipantes interactuarían con la misma persona, ya se po-
dría descartar la influencia de la variable contaminadora Un experimento «de impacto» fue el llevado a cabo
«características del subordinado», pues en todos los ca- por Rodríguez-Bailón et al. (2006). Para manipular el
sos sería la misma persona. De esta forma no se podría poder, a la mitad de los participantes (estudiantes de los
mantener que el tipo de interacción depende de las ca- primeros cursos en la universidad) se les hizo creer que
racterísticas del subordinado, sino del poder que los par- habían sido elegidos por sus méritos como representan-
ticipantes ostentan. Esta forma de controlar las variables tes estudiantiles en un congreso real que se llevaría a ca-
extrañas se denomina por constancia. bo en una ciudad española. Se les explicó todos los de-
talles sobre el congreso y su labor de representación en
él. A la otra mitad se les indicó que a pesar de no contar
con las habilidades necesarias también representarían
2.2.4. Algunas otras decisiones a los estudiantes en ese congreso. Lo que aquí nos
a tomar cuando se lleva interesa resaltar es que en ambos casos los individuos
realmente creyeron tener poder y control sobre sus com-
a cabo un experimento pañeros, como así lo atestiguaron las distintas compro-
en psicología social baciones de la manipulación experimental que se obtu-
vieron.
Una vez que se han determinado las anteriormente ex-
puestas, existen otras decisiones en las que no nos de- Por otra parte, en los experimentos «de juicio» a los
tendremos en el presente capítulo, pero que son impor- participantes solamente se les pide que reconozcan,
tantes de acuerdo con Aronson et al. (1998) a la hora de comprendan, recuerden o evalúen distintos materiales
planificar un experimento en psicología social. Una de presentados por el investigador. En este segundo tipo de
ellas hace referencia a si el experimento se llevará a ca- experimentos la pasividad de los participantes es más al-
bo en un contexto real o en un laboratorio. Como casi ta. El mismo experimento realizado por Rodríguez-Bai-
siempre, ambas opciones tienen sus ventajas e inconve- lón et al. (2006) podría haberse calificado «de juicio» si
nientes. En general, los estudios de laboratorio facilitan los investigadores hubieran descrito a sus participantes
la asignación aleatoria de los participantes a las distintas una situación en la que una persona tenía poder mereci-
condiciones; además permiten al investigador manipular do o no, y se les hubiera pedido que reportaran sus reac-
las variables independientes de forma más precisa elimi- ciones hipotéticas a esta situación.
nando o minimizando el efecto de las variables extrañas
Y quizá la decisión más importante (y que también
o contaminadoras, elevando por tanto el control. En su
engloba a las anteriores) que el investigador debe tomar
caso, los experimentos de campo estudian las variables
al planificar un estudio es si optar por el realismo o por
independientes y dependientes en su contexto. Todo psi-
el control, esto es, si en su diseño de investigación va a
cólogo social conoce la importancia del contexto en el
primar los aspectos relativos a que este sea lo más rea-
comportamiento de las personas, y los experimentos de
lista posible o va a cuidar sobre todo el control de todo
campo permiten tener en cuenta estas variables contex-
aquello que pueda afectar a la variable dependiente y
tuales de forma natural.
que no es objeto de estudio. Hablaremos de ello en el si-
Otra distinción útil a realizar en relación a la planifi- guiente apartado cuando tratemos el tema de la validez
cación de estudios experimentales es la que diferencia de la investigación.
42 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

2.3
La calidad de la investigación experimental
Existen distintas formas de evaluar la calidad de una in- Tabla 2.1. Resumen de las formas en las que se
vestigación. Entre ellas hay una que ha sido recurrente- puede concebir el realismo en un experimento
mente empleada en la literatura sobre el tema (Aronson (tomado de Aronson, Wilson y Brewer, 1998).
y Carlsmith, 1968; Aronson, Brewer y Carlsmith, 1985;
Aronson et al., 1998; Rosnow y Rosenthal, 1996); nos Tipo de realismo Características y ejemplos
referimos al asunto de la validez de la investigación. Ya Realismo Conseguir que los acontecimientos que
hemos tratado previamente la validez de constructo, pe- mundano tienen lugar en el contexto de la inves-
ro hay otros dos tipos de validez que son muy importan- tigación sean lo más parecidos posible
tes para evaluar una investigación: la validez interna y a los que acontecen en la vida real de
los participantes.
la externa. La validez interna se refiere a la seguridad
Por ejemplo, si el problema del maltra-
con la que el investigador puede concluir con inferen- to hacia la mujer es muy frecuente en
cias de causa-efecto basadas en los resultados de su in- una sociedad, este sería uno de los te-
vestigación. Es una de las características que convierten mas que deberían tratar las investiga-
a una investigación en un buen experimento. Una de las ciones en psicología social en ese mo-
formas más directas de maximizar la validez interna es mento.
aumentando el control de todas las variables contamina- Realismo Conseguir la implicación del partici-
doras. experimental pante, mostrando la investigación y su
comportamiento como algo serio para
Por otro lado, la validez externa se relaciona con la asegurar que la manipulación tenga im-
robustez de los resultados encontrados, esto es, en qué pacto en su comportamiento.
medida estos se pueden generalizar a otros participantes Por ejemplo, en una investigación en la
y a otras situaciones o momentos temporales. El princi- que se manipule el poder, y para que
pal problema que puede encontrar un investigador para esto resulte creíble, otorgando real-
conseguir una alta validez externa es que la manipula- mente control a los participantes en la
situación para premiar o castigar al res-
ción de la/s variable/s independiente/s interactúe en al- to de los participantes.
guna medida con la situación en la que esta/s se mani-
pule/n o con el tipo de participantes que tomen parte en Realismo Conseguir que los procesos psicológi-
psicológico cos que tienen lugar durante el desarro-
la investigación. Por ejemplo, en numerosos estudios en llo del experimento sean los mismos
psicología social participan estudiantes de psicología que tienen lugar en la vida cotidiana de
(Sears, 1986); esto puede ocasionar el problema de que los participantes.
los resultados encontrados en sus reacciones a distintas Por ejemplo, sabemos que en muchas
situaciones (por ejemplo, cuando se les otorgue poder) situaciones cuando una persona se debe
sean completamente diferentes a las que encontraríamos formar una impresión de otra no cuenta
con otro tipo de individuos (por ejemplo, adultos inser- con mucho tiempo para ello, y con fre-
tados en el mundo laboral). Una forma de mejorar la va- cuencia tiene que realizar otras tareas
al mismo tiempo. Se conseguiría por
lidez externa de una investigación es convirtiéndola en tanto realismo psicológico si pidiéra-
un estudio lo más realista posible. mos a los participantes en la investiga-
ción que se formaran impresiones de
En este sentido, hay una distinción que puede resul- los demás rápidamente, obligándoles a
tar oportuna y que tiene que ver con la distinción entre la vez a hacer otras tareas.
las distintas formas que puede adoptar el realismo de un
experimento que algunos de los propulsores de la meto-
dología experimental proponen (véase la Tabla 2.1) vida cotidiana los participantes en ella; «realismo expe-
(Aronson y Carlsmith, 1968; Aronson, Wilson y Akert, rimental», relacionado con la fuerza de credibilidad que
1994). Ellos conciben de forma diferente el «realismo tiene la investigación, esto es, si consigue que los parti-
mundano», referido a la capacidad de la investigación cipantes se impliquen y reaccionen ante ella, y, por últi-
por recrear situaciones parecidas a las que viven en su mo, el «realismo psicológico», referido al grado de si-
Capítulo 2. LA INVESTIGACIÓN EXPERIMENTAL EN PSICOLOGÍA SOCIAL 43
militud entre los procesos psicológicos que desarrollan lo importante es que la situación experimental asegure
los participantes en el experimento y los que experimen- su realismo psicológico, como una forma de tener certe-
tan en su vida cotidiana, fuera del laboratorio o del con- za de que los procesos psicológicos que aparecen en el
texto donde se lleve a cabo la investigación. Después de laboratorio, aunque con un bajo realismo mundano, pue-
haber hecho esta distinción, estos autores mantienen que dan ser generalizados a la vida real de los individuos.

2.4
Los puntos fuertes y débiles de la metodología
experimental
Como seguramente no sorprenda al lector, al igual que el resultado global: el coche. Es justo en esta caracterís-
cualquier tipo de método, el experimental presenta ven- tica de la experimentación en donde Aronson et al.
tajas e inconvenientes. Como se ha revisado a lo largo (1998) sitúan la distinción entre investigación básica y
de este capítulo, entre las primeras podríamos destacar aplicada. Mientras que en su opinión la investigación
fundamentalmente la posibilidad de inferir relaciones de básica trata de responder a la cuestión de por qué la
causalidad entre las variables, aspecto difícil de conse- gente se comporta en la forma que lo hace, es decir, las
guir con cualquier otra metodología. Además, y relacio- causas de sus comportamientos, los investigadores apli-
nada con ella, la habilidad que su utilización brinda para cados se centran en los problemas sociales y en la forma
controlar la variación, esto es, para asegurarse que los de resolverlos, sin cuestionarse en demasía la razón de
participantes (u otras unidades objeto de análisis) que se su éxito. De esta forma, en la investigación básica, dada
asignan a cada condición experimental son similares, la necesidad de control para poder establecer relaciones
también es de destacar, sobre todo en lo que ello supone de causa-efecto concretas, sería especialmente aconseja-
en la facilitación de las conclusiones de las investigacio- ble la metodología experimental. De lo anterior no se
nes experimentales. Como se ha venido destacando a lo deduce que la investigación básica no se interese por
largo del capítulo, la asignación aleatoria de las perso- problemas sociales reales. De hecho, Aronson et al.
nas a las distintas condiciones experimentales constituye (1998) defienden también la relevancia social y la utili-
un procedimiento sencillo para conseguir la máxima simi- dad de la investigación básica, interesada en los meca-
litud entre las personas dentro de cada condición experi- nismos específicos subyacentes a los procesos psicosocia-
mental. Siempre que la muestra sea lo suficientemente les, ya que a partir de ellos se pueden construir teorías, o
amplia, los investigadores pueden estar relativamente se- corregir las existentes, ayudándonos en la comprensión
guros de que las diferencias en la personalidad o las dis- del comportamiento de las personas, y en último término
tintas historias de vida que hayan experimentado los par- en la solución de problemas sociales.
ticipantes a lo largo de su existencia están distribuidas de
Sin embargo, como el resto de formas de investiga-
una manera parecida en las distintas condiciones experi-
ción, la metodología experimental también adolece de
mentales de sus estudios. Por tanto, la experimentación
ciertas desventajas o puntos débiles. Entre ellos, uno de
dota de una muy buena herramienta a los investigadores
los más atacados es el hecho de que generalmente los
para obtener resultados que muestren con elevada certe-
estudios experimentales se suelen llevar a cabo en un
za que cualquier diferencia observada en las variables
contexto de laboratorio (donde la gente suele ser cons-
medidas se debe a la/s variable/s independiente/s mani-
ciente de que se la está observando). Además, normal-
pulada/s en sus experimentos.
mente requiere que los participantes lleven a cabo tareas
Además, otra de las principales ventajas de la meto- tan artificiales como la terminación de palabras incom-
dología experimental se encuentra en la posibilidad que pletas, recuerdo de números de ocho dígitos, que res-
su utilización brinda a la hora de «desgranar» en proce- pondan tan rápidamente como les sea posible (en cues-
sos básicos la complejidad del comportamiento psicoso- tión de milisegundos) a estímulos que aparecen en la
cial. Es como si gracias a ella se nos permitiera analizar pantalla de un ordenador, etc. Todas estas tareas son
las piezas diminutas (tornillos, chapas, gomas, etc.) en bastante irreales, distintas por completo a la clase de co-
una cadena de montaje de automóviles antes de analizar sas que la gente hace en su vida diaria. En este sentido
44 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

podemos hablar de que existe cierta irrealidad y artifi- postura actual de la mayoría de los investigadores que
cialidad en algunos experimentos psicosociales. Sin em- utilizan este método. Ellos defienden el continuo desa-
bargo, no hay que confundir el lugar donde se realiza la rrollo de los métodos de investigación y la sensibiliza-
investigación (escenarios naturales y reales frente al la- ción con la situación, sin olvidar la posible influencia
boratorio) con el tipo de metodología que se emplee del contexto de investigación sobre las variables objeto
(experimental, correlacional, observacional, etc.). De he- de análisis. Igualmente, insisten en la importancia de ser
cho, y aunque el número de experimentos que se llevan cuidadosos con los aspectos éticos en experimentación,
a cabo en el laboratorio es bastante más grande que los y defienden que los diseños experimentales no tienen
que se realizan en contextos naturales, estos últimos por qué entrar en contradicción con la potencialidad
también son una realidad en la experimentación psicoso- creativa de los investigadores. Por último, recuerdan la
cial (Oskamp y Schultz, 1998). Mientras que el laborato- necesidad de no olvidar que el objetivo de toda investi-
rio permite mejor control y la manipulación más precisa gación es el análisis de cuestiones psicológicas y socia-
de la/s variable/s independiente/s, a la vez que la minimi- les de importancia hacia las que se debe orientar cual-
zación de los efectos de las variables extrañas, los experi- quier metodología empleada y que la investigación que
mentos de campo facilitan la generalización de los resul- se realice puede ser igualmente rigurosa fuera o dentro
tados, y el realismo mundano. Una posibilidad planteada del laboratorio.
a la hora de decidirnos por unos u otros está más bien
en el uso combinado de ambos: los experimentos de la- Terminaremos el capítulo parafraseando a tres exce-
boratorio y de campo en la planificación de estudios. lentes experimentadores en psicología social que dicen
Terminaré este capítulo aludiendo a algunas de las que «el objetivo fundamental de un experimento es con-
conclusiones que Aronson et al. (1998) traen a colación seguir el máximo impacto en los participantes dentro de
en el capítulo que dedican a este método en el Hand- los límites éticos y de la necesidad de control de sus va-
book of Social Psychology, y que creo resumen bien la riables» (Aronson et al., 1985, p. 482).

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a
48 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

3.1
Introducción
El objeto de análisis de la psicología social es la in- tes. En todos estos procesos que se han tomado como
fluencia mutua entre los procesos psicológicos y socia- ejemplo los diferentes niveles de análisis pueden inter-
les (Turner, 1998). Esta definición alude a que la psi- actuar, ya que los prejuicios hacia los inmigrantes pue-
cología social se ocupa, por una parte, de cómo el con- den influir en procesos interpersonales o en las atri-bu-
texto social determina muchos de nuestros procesos psi- ciones. Del mismo modo, las creencias que se tienen
cológicos y, por otra, de cómo el funcionamiento de la sobre determinados grupos pueden condicionar procesos
sociedad depende de procesos mentales de las personas macrosociales. Así, las creencias sobre las mujeres o los
que la componen (creencias, valores, actitudes, etc.). El afroamericanos determinaron la restricción de los dere-
enfoque psicosocial se caracteriza por su complejidad, chos de estos dos grupos durante siglos, siendo el cam-
ya que con frecuencia se ocupa de contenidos que es ne- bio de estas creencias la condición necesaria para que se
cesario abordar teniendo en cuenta simultáneamente di- modificara la legislación que les otorgó los derechos
ferentes niveles de análisis. Los aspectos sociales que ciudadanos de los que carecían.
determinan la conducta de las personas pueden ser de La mayoría de las teorías que constituyen el corpus
naturaleza individual —por ejemplo, las atribuciones so- de la psicología social han necesitado utilizar trabajos
bre la conducta de un inmigrante—, interpersonal —un de campo y métodos correlacionales para poder ser
conflicto entre dos compañeros de clase de diferente na- comprobadas empíricamente. Estas técnicas permiten es-
cionalidad porque compiten por una chica—, grupal tudiar conjuntamente múltiples variables y, por lo tanto,
—prejuicios hacia los miembros de un grupo de inmi- procesos mucho más complejos que las relaciones de
grantes— o macrosocial —influencia de la legislación causalidad entre dos variables (independiente y depen-
sobre los prejuicios hacia algunos grupos de inmigran- diente) que se analizan en los estudios experimentales.

3.2
El método científico en psicología social
El objetivo fundamental del método científico es elabo- Este modelo de investigación seguiría un proceso
rar teorías de amplio alcance que sean capaces de expli- que se iniciaría con la observación de campo (paso 1) y
car el mayor número de hechos. No se trata, por lo tan- concluiría con la fase experimental (paso 4).
to, de explicar una conducta en una situación concreta,
sino los procesos que subyacen a ese tipo de conductas. Frente a este modelo progresivo, Cialdini (1980,
Dicho con otras palabras, una teoría psicosocial debe ser 1995) inicialmente sugirió que la investigación psicoso-
capaz de integrar datos procedentes de personas y situa- cial requiere de un modelo al que denomina de ciclo
ciones aparentemente distintas. La metodología científi- completo. La originalidad de su propuesta radica en que
ca tradicionalmente consta de los siguientes pasos (Del- plantea un proceso circular y cíclico que se inicia con la
observación de fenómenos de conducta interesantes, lo
claux, 1981):
que lleva a la formulación de hipótesis teóricas que pue-
1. Observación de hechos significativos. dan explicarlos, que posteriormente se comprueban me-
2. Elaboración de una teoría de forma más o menos in- diante experimentación para, finalmente, contrastar los
tuitiva. resultados con la realidad observada. En este plantea-
miento se hace especial hincapié en la conexión que hay
3. Formulación de hipótesis derivadas de la teoría que que establecer entre los resultados de la experimentación
expliquen esos hechos. y la observación de campo. Los resultados obtenidos en
4. Comprobación de las hipótesis sometiéndolas a ob- el laboratorio necesitan verificarse con lo que sucede en
servación para aceptarlas o no. el contexto natural para así comprobar la generalidad y
Capítulo 3. LOS ESTUDIOS DE CAMPO Y CORRELACIONALES EN PSICOLOGÍA SOCIAL 49
validez de los datos obtenidos en la experimentación. gaciones se observaba que después de ocurrir un terre-
Este modelo se concibe como un proceso continuo entre moto, entre las personas que no habían sufrido daños
la observación de campo, la teoría y la experimentación circulaba el rumor de que pronto iba a ocurrir una catás-
(Figura 3.1). trofe mayor. Sin embargo, las personas que sí habían pa-
decido el terremoto no difundían ese rumor. A partir de
Posteriormente, Cialdini (2001a) ha propuesto un esta observación, Festinger esboza una hipótesis teórica
modelo de ciclo completo ampliado en el que considera que constituiría el eje central de su teoría: las personas
que en la relación entre los elementos de su modelo el necesitan justificar sus creencias, emociones y conduc-
flujo es bidireccional. Es decir, la observación de campo tas. Esta hipótesis explicaría el fenómeno de la difusión
serviría no solo para validar el procedimiento experi- del rumor que se observaba después de una catástrofe.
mental, sino para iniciar nuevos experimentos. Del mis- Las personas que habían sufrido la experiencia del terre-
mo modo, la teoría no solo va influir en las hipótesis moto no tenían necesidad de justificar su miedo. Para-
que interesa contrastar experimentalmente, sino que es- dójicamente, aquellas personas que no lo habían vivido
tablece qué nuevos datos es necesario observar en deter- directamente necesitaban racionalizar su estado de an-
minados contextos naturales. A su vez, los resultados siedad y temor. Por esa razón difundían un rumor que
derivados de la experimentación tienen su origen en la les permitía justificar sus emociones.
teoría y revierten en ella enriqueciéndola (Figura 3.1).
El propio Cialdini (2001b) revela que su teoría en torno Los primeros pasos de la investigación empírica de
al funcionamiento de los procesos básicos de influencia esta teoría se llevaron a cabo en un trabajo de campo.
social parte de la observación continua de cómo consi- Festinger y dos de sus colaboradores se infiltraron en
guen los expertos de la persuasión influir en las demás una secta milenarista que había anunciado el fin del
personas. A partir de ahí, y siguiendo una metodología mundo para una fecha señalada, profetizando su líder
en la que se integran diferentes técnicas de análisis de que los adeptos se librarían de la catástrofe al ser abdu-
datos, ha ido construyendo sus postulados teóricos. cidos por unas naves extraterrestres. Estos investigado-
res estaban interesados en observar qué sucedería cuan-
do la realidad desmintiera las creencias de los miembros
de la secta. Llegada la fecha, comprobaron cómo los se-
guidores de la secta no solo no renegaron de sus creen-
cias, sino que iniciaron una campaña de proselitismo pa-
ra convencer a otras personas de que les siguieran. Una
forma de justificar las creencias que habían manifestado
públicamente ante amigos y familiares era reafirmarse
en ellas y contar con la conversión de nuevos adeptos
como garantes de lo acertado de su comportamiento
(Festinger, Riecken y Schachter, 1956). Así, Festinger y
sus colaboradores comprobaron cómo su teoría sobre la
necesidad de justificar el comportamiento se adecuaba a
lo que había sucedido en ese contexto natural.
Posteriormente, las hipótesis derivadas de la teoría
se han ido aplicando a contextos muy diferentes siguien-
do esa relación de doble flujo que ilustra el modelo del
ciclo completo ampliado, que se produce entre observa-
FIGURA 3.1. Modelos de investigación ción de campo, teoría y experimentación. Así, se han
(adaptado de Cialdini, 2001a, p. 34). ido acotando las características del funcionamiento de la
teoría en diferentes situaciones: después de tomar una
La mayoría de las teorías de largo alcance en psico- decisión, después de actuar en contra de las creencias y
logía social siguen este esquema en su desarrollo. Pense- actitudes, después de exponerse a información inconsis-
mos, por ejemplo, en la «teoría de la disonancia cogniti- tente con las creencias o después de realizar conductas
va». Según comenta Festinger (1957) en el prólogo del que requieren esfuerzo. Además, se ha ido ampliando el
libro en el que presenta su teoría, las primeras ideas sur- conocimiento sobre el mecanismo de la disonancia al in-
gieron al reflexionar sobre los resultados de otros auto- cluir procesos relacionados con el autoconcepto (Aronson,
res que investigaban sobre los rumores. En estas investi- 1999; Aronson, Fried y Stone, 1991; Stone, et al., 1994)
50 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

o el papel mediador de la autoestima en el cambio de y la aplicación de una teoría que sigue atrayendo el
actitud provocado por la disonancia (Stone y Cooper, interés de los investigadores actuales (Harmon-Jones y
2001, 2003). A lo largo de más de 30 años, múltiples Mills, 1999; Olson y Stone 2005).
experimentos han contribuido a enriquecer el desarrollo

3.3
La investigación de campo
El término «investigación de campo» se utiliza para des- La mayoría de los trabajos de campo en psicología
cribir una forma de recogida de datos que se caracteriza social utilizan el método correlacional para establecer la
por que se realiza in situ, es decir, en el contexto natu- relación entre las variables investigadas. No obstante,
ral, por oposición a la investigación de laboratorio que también se pueden realizar experimentos de campo
se realiza en un entorno que permite un control exhaus- cuando la manipulación experimental se efectúa en un
tivo de las variables de interés para la investigación. contexto natural, como en el estudio que Cialdini y cola-
Una característica esencial de los estudios de campo es boradores llevaron a cabo en el Parque Natural del Bos-
que alteran mínimamente las condiciones del contexto que Petrificado de Arizona. En esta investigación, los
en el que habitualmente se desarrolla la conducta. Por autores manipularon el tipo de mensaje que aparecía en
tanto, la diferencia fundamental entre la investigación de los carteles colocados en el parque para comprobar cuál
campo y la de laboratorio radica en la recogida de los era más eficaz para evitar el robo de fósiles, utilizando
datos. Entre las diferentes técnicas de recogida de datos como variable dependiente la cantidad de fósiles roba-
en contextos naturales las más comunes son: la observa- dos en el entorno de cada tipo de cartel (Cialdini et al.
ción de categorías de conducta, la recogida de datos de 2006).
archivo, la entrevista y los cuestionarios.

3.4
Importancia de la metodología correlacional
en psicología social
El método correlacional tiene como objetivo fundamen- procedimientos experimentales para su análisis. El méto-
tal establecer relaciones entre variables partiendo de la do experimental emplea un número reducido de varia-
observación. Aunque no se pueda establecer una rela- bles que manipula. A veces, estas variables manipula-
ción causal unívoca entre las variables cuando se utiliza bles no son las más importantes para explicar la
este método, como sucede con el método experimental, conducta en una situación o contexto concreto. Sin em-
existen multitud de técnicas estadísticas de análisis mul- bargo, la metodología correlacional permite una aproxi-
tivariante que permiten establecer hasta qué punto están mación al estudio de los procesos psicosociales conside-
influyendo unas variables —que se consideran predicto- rando que estos pueden tener su origen en múltiples
ras— sobre otras que se toman como criterio. Este tipo causas simultáneamente.
de métodos permite la aproximación empírica a la
Uno de los malentendidos en torno al uso de los mé-
mayoría de las conductas que son objeto de análisis en
todos correlacionales, como señala Morales (1981a), es
psicología social.
creer que no son aptos para poner a prueba hipótesis
En los procesos que estudia la psicología social teóricas derivadas de proposiciones generales. Como
intervienen muchas variables, lo que hace inviable en la ilustra este autor, los métodos correlacionales se utilizan
mayoría de los casos la utilización exclusivamente de en psicología social desde sus comienzos y se conside-
Capítulo 3. LOS ESTUDIOS DE CAMPO Y CORRELACIONALES EN PSICOLOGÍA SOCIAL 51
ran tan aptos como los experimentales para contrastar En el campo de la psicología social, muchos mode-
hipótesis teóricas. Entre los estudios pioneros que han los teóricos establecen diferencias en función de varia-
contribuido al desarrollo de esta disciplina cabe mencio- bles sociodemográficas (nivel de estudios, clase social,
nar los de Bogardus sobre distancia social, los de Katz sexo, lugar de procedencia, etc.) que no se pueden mani-
sobre estereotipos de nacionalidades, el estudio longitu- pular experimentalmente. Este tipo de variables y la
dinal de Newcomb en la universidad de Bennington so- interacción que se puede establecer entre ellas son de
bre influencia grupal o los estudios que dieron pie a la sumo interés para el desarrollo teórico de la psicología
construcción de escalas para medir actitudes (Morales, social. Por ejemplo, la teoría de la acción razonada esta-
1981a, p. 432). blece como antecedentes de los dos elementos funda-
mentales de esta teoría —las actitudes hacia la conducta
En buena parte de la investigación empírica que se y la norma social subjetiva— entre otras las siguientes
realiza en Psicología Social el uso de diseños experi- variables: características de personalidad, inteligencia,
mentales puede no ser adecuado, siendo necesario recu- valores, experiencia, educación, edad, sexo, renta, reli-
rrir a metodología correlacional. Por ejemplo, cuando gión, etnia y cultura. Todas estas variables, no manipu-
interesa analizar variables no manipulables en el labora- lables experimentalmente, pueden estar influyendo en
torio, cuando se trata de procesos complejos o que se di- las predicciones de la teoría. Los estudios longitudina-
latan en el tiempo, o cuando los experimentos no confir- les, los estudios transculturales y, en general, el estudio
man las hipótesis y es necesario buscar variables de procesos complejos claramente requieren el uso de
mediadoras (Morales, 1981b). metodología correlacional.

3.5
Algunos ejemplos de investigaciones correlacionales
Para finalizar, a continuación presentamos tres investi- 2001a) quisieron analizar el proceso psicológico subya-
gaciones orientadas a esclarecer desarrollos teóricos que, cente a una táctica de influencia utilizada por los vende-
por sus características, han tenido que ser abordadas uti- dores de seguros, consistente en poner al posible cliente
lizando metodología correlacional. en una situación en la que imagine que sufre un acci-
dente de coche, si se trata de vender un seguro de coche,
o un incendio en el hogar, si esa es la póliza que se está
3.5.1. El análisis correlacional ofreciendo. A los experimentadores no les interesaba
tanto comprobar la eficacia de la táctica, cuyo éxito no
como complemento se cuestionaba, como la posible explicación teórica y
del experimento conceptual en la que se sustentaba. La hipótesis general
de estos investigadores era que esa táctica funcionaba
Con frecuencia los resultados experimentales no van en porque el imaginar un suceso actuaba como un heurísti-
la dirección prevista por el experimentador y es necesa- co que aumentaba la creencia de que ese hecho real-
rio buscar la explicación de por qué la manipulación ex- mente ocurriría. Con este propósito, diseñaron una in-
perimental no ha surtido el efecto previsto. Puede que vestigación encaminada a comprobar tres supuestos: 1)
otras variables estén interfiriendo, por lo que sería nece- si imaginar un acontecimiento influía en el comporta-
sario comprobar la relación de la variable dependiente miento relacionado con ese suceso; 2) si ese efecto per-
con nuevas variables no contempladas en el diseño ini- sistía después de pasar cierto tiempo, por lo que otras
cial de la investigación. En otras ocasiones los resulta- explicaciones como la novedad de la información se ha-
dos obtenidos en la fase experimental no permiten ase- brían borrado; y 3) si imaginar un hecho aumentaba la
gurar si el efecto sobre la variable dependiente se debe percepción de probabilidad de que el hecho ocurriera y
exactamente al postulado teórico que se quería compro- si ello repercutía en el comportamiento.
bar o a otros procesos.
Para poner a prueba estos tres supuestos, en el marco
En un estudio sobre procesos de influencia social, de una campaña de marketing para la adquisición de un
Gregory, Cialdini y Carpenter (1982, citado en Cialdini, servicio de utilización de televisión por cable, manipula-
52 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ron el tipo de entrevista que hacía la promotora. A la


mitad de los participantes se les daba una información
sobre las ventajas de entretenimiento que les proporcio-
naría la televisión por cable (condición de información).
A la otra mitad se les decía que imaginaran la cantidad
de entretenimientos posibles que les proporcionaría la
televisión por cable si la tuvieran (condición de imagi-
nación). Seguidamente, se les pasaba un cuestionario so-
bre el cable de televisión en el que se medían dos varia-
bles dependientes: actitudes hacia el cable de televisión
y probabilidad estimada de que llegaran a tenerlo. En las
respuestas a ese cuestionario se encontró que, efectiva-
mente, las personas de la condición de imaginación FIGURA 3.2. Path analysis del impacto de imaginar
—comparadas con las de la condición de información— sobre el comportamiento (adaptado de Cialdini, 2001a, p. 33)
tenían una actitud más favorable hacia el uso del cable y
consideraban más probable que: a) desearan tenerlo, y a través de una variable mediadora: la probabilidad esti-
b) se suscribieran a él. Meses más tarde, cuando ya los mada de que realmente tuvieran el cable. Es decir, la
efectos de la nueva información no podían afectar al condición de imaginar solo influía en el comportamiento
comportamiento, se comprobó que las personas de la si afectaba a la probabilidad de que el hecho ocurriera
condición de imaginación solicitaron más el tener a realmente.
prueba el cable durante una semana y, además, se sus-
cribieron en mayor número que las de la condición de
información.
3.5.2. El análisis correlacional
No obstante, estos resultados sobre el comporta-
miento no demostraban si el proceso subyacente se de-
en la investigación
bía a que imaginar un suceso aumentaba la probabilidad longitudinal
de estimar que ese suceso realmente ocurriría. Podría ser
que la condición de imaginación influyera en el compor- La siguiente investigación, llevada a cabo por Worchel
tamiento porque indujera actitudes más positivas sobre y sus colaboradores (Worchel, 1996; Worchel, Cou-
el cable de televisión y no porque promoviera una esti- tant-Sassic y Wong, 1993) constituye un ejemplo de
mación mayor de la probabilidad de que ocurran aspec- estudio que requiere relacionar datos obtenidos en dis-
tos relativos a tener el cable. Para probar a qué se debía tintos momentos temporales. Estos autores han estudia-
el efecto realizaron un path analysis, una técnica corre- do el desarrollo de la conducta grupal a través de dis-
lacional multivariante basada en ecuaciones estructura- tintas fases por las que atraviesa el grupo desde su
les, con el que comprobaron la relación entre la imagi- formación. Su modelo teórico parte de una búsqueda
nación de entretenimiento y la conducta de suscribirse al de archivo en la que analizan descripciones de diferen-
cable, teniendo en cuenta la mediación posible entre las tes grupos, tanto en cuanto a tamaño (por ejemplo,
variables actitud y probabilidad estimada. Los resultados equipos deportivos o partidos políticos) como en cuan-
de este análisis se muestran en la Figura 3.2. to a los objetivos que guían las tareas que realizan (co-
mo organizaciones comerciales o movimientos de dere-
Si se tienen en cuenta los indicadores que son signi- chos civiles). A partir de estas observaciones, esbozan
ficativos, aunque la imaginación influye significativa- un modelo de desarrollo del grupo que consta de cuatro
mente sobre la probabilidad (0,241) y sobre la actitud estadios que se suceden de forma cíclica y repetitiva:
(0,277), solo la probabilidad estimada se relaciona cau- identidad de grupo, productividad grupal, individua-
salmente con el comportamiento (0,611), como se pre- ción y declive. Es decir, cada uno de esos estadios o
deciría desde una perspectiva basada en los heurísticos. fases, cuya duración puede ser muy variada, se repiten
La relación directa entre imaginar y el comportamiento varias veces a lo largo del tiempo de funcionamiento
(0,174) no es significativa, y tampoco lo es la relación de un grupo. A continuación se describen de manera
entre las actitudes y el comportamiento (0,093). Por lo sucinta las principales características del modelo. Ver-
tanto, imaginar los entretenimientos que se podrán obte- siones más extensas en castellano puede consultarse en
ner con el cable de televisión afecta al comportamiento Worchel (1996) y Gaviria (2004).
Capítulo 3. LOS ESTUDIOS DE CAMPO Y CORRELACIONALES EN PSICOLOGÍA SOCIAL 53
El primer estadio es la fase de identificación. Una tes respondieron a varios cuestionarios en los que se les
vez que se ha formado un grupo, la preocupación inicial preguntaba sobre sus sentimientos acerca de su propio
es establecer una identidad grupal propia. Para ello, es grupo y sobre los deseos de relacionarse con otros gru-
necesario marcar fronteras que les diferencie de los exo- pos (Worchel, et al. 1993).
grupos, por lo que las relaciones con otros grupos son Por lo que respecta a las relaciones intergrupales, las
tensas. A esta fase inicial le sigue la fase de productivi- respuestas a los cuestionarios escritos permitieron com-
dad grupal. Aunque en este periodo todavía se enfatiza probar que los participantes expresaban un deseo de in-
la identidad grupal, el interés primordial es buscar las volucrarse en competición con otros grupos en las pri-
habilidades personales específicas que pueden ayudar al meras fases, pero con el tiempo se iban decantando por
grupo en el logro de sus objetivos. Por esa razón, se po- posturas de cooperación con otros grupos (Figura 3.3).
sibilita a los miembros que se centren en su identidad
personal en la medida en que esta se relacione con la
productividad grupal. Por otra parte, hay una apertura
mayor hacia los exogrupos. La tercera fase se caracteri-
za por la individuación. Los miembros del grupo co-
mienzan a diferenciarse entre sí según el tipo de tarea
que desarrollan y al mismo tiempo empiezan a evaluar
qué aportan al grupo y qué reciben. Se busca la equidad
frente a la igualdad y se dan procesos de comparación
social, tanto con los individuos del propio grupo como
con lo que sucede en otros grupos que se utilizan de es-
tándar de comparación del tratamiento que reciben den-
tro de su grupo. El último estadio marca el declive del FIGURA 3.3. Naturaleza de la interacción preferida
grupo. Muchos miembros abandonan el grupo debido a con el exogrupo en función de la vida del grupo
que sienten que el grupo no satisface sus necesidades. (adaptado de Worchel et al., 1993, p. 84).
Esta división del grupo provoca que los que quedan in-
tenten reconstruirlo volviendo a redefinirlo. Así, el gru- En cuanto a las relaciones con el endogrupo, el pro-
po comienza de nuevo su fase de identificación. Es im- ceso puso de manifiesto que se daba una pauta inversa a
portante señalar que los límites entre estas fases son la del exogrupo. Como se muestra en la Figura 3.4, ini-
borrosos, ya que algunas características se solapan y, cialmente y a lo largo de la mayor parte del periodo de
además, este orden a veces se altera por sucesos inespe- duración del grupo se deseaba la cooperación con el res-
rados, pero este ciclo es el común en el desarrollo de los to de los miembros, pero al final de ese periodo se acre-
grupos. centaba el deseo de competición intragrupo.

Como puede comprenderse, abordar empíricamente


un modelo de estas características no es tarea fácil. Para
contrastar las predicciones basadas en el modelo ha sido
necesario analizar las conductas que deberían predomi-
nar en cada fase, por lo que Worchel y sus colaborado-
res han realizado diversas investigaciones utilizando di-
ferentes técnicas. A continuación se describe parte de
una de estas investigaciones.
Para examinar las hipótesis del modelo sobre las re-
laciones deseadas con los miembros del exogrupo y del
endogrupo, en función del tiempo de la duración del FIGURA 3.4. Naturaleza de la interacción preferida
grupo, entre estudiantes de universidad se formaron va- con el endogrupo en función de la vida del grupo
rios grupos de cinco miembros que debían trabajar jun- (adaptado de Worchel et al., 1993, p. 85).
tos. Todos estaban informados de que otros grupos de la
universidad también trabajaban en tareas similares. Las Estos resultados permitieron comprobar empírica-
sesiones del grupo se grabaron en vídeo, categorizando mente algunos de los supuestos teóricos del modelo.
las conductas observadas. Además, a lo largo de todo el Así, se puso de manifiesto que la dinámica que siguen
periodo de funcionamiento de los grupos los participan- los grupos busca la competición con otros grupos depen-
54 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

diendo de la fase de formación en la que se encuentren. pueden llevar a una concepción negativa y competitiva
Del mismo modo, se demostró que en las relaciones in- de esas diferencias que justifiquen el poder de los hom-
tragrupo el deseo de cooperación se ve afectado por el bres o a creencias positivas que subrayen la complemen-
paso del tiempo. El estudio de estos procesos longitudi- tariedad entre mujeres y hombres. Por último, la atrac-
nales difícilmente se podría haber llevado a cabo sin el ción sexual del hombre hacia las mujeres genera una
empleo de técnicas correlacionales. dependencia diádica de los hombres que a veces se re-
fleja en creencias sobre la dominancia y el peligro se-
xual que desarrollan algunas mujeres (Dalila le quita la
fuerza a Sansón) y otras en creencias sobre la intimidad
3.5.3. El análisis correlacional y el amor que proporcionan.
en el desarrollo y validación
Para comprobar su teoría, Glick y Fiske elaboraron
transcultural de una teoría un cuestionario de medida que recoge frases relaciona-
das con los aspectos hostiles y benevolentes de los tres
Peter Glick y Susan Fiske (1996) han desarrollado re- componentes: paternalismo, diferenciación y hetero-
cientemente una teoría en torno al sexismo, al que con- sexualidad. En el desarrollo del inventario de sexismo
ceptualizan como una forma de prejuicio ambivalente ambivalente (Ambivalent Sexism Inventory: ASI) utili-
hacia las mujeres, ya que alberga actitudes tanto positi- zaron seis muestras (2.250 personas), a las que aplicaron
vas como negativas. En el desarrollo de la medida que diferentes procedimientos estadísticos para depurar el
ha permitido validar su teoría, así como en la compro- cuestionario y comprobar sus supuestos teóricos. En el
bación transcultural de esta forma de sexismo, han utili- primer estudio partían de un conjunto de 140 items que
zado metodología correlacional. El procedimiento meto- depuraron utilizando el análisis factorial exploratorio,
dológico empleado en el desarrollo de esta teoría, funda- una técnica correlacional multivariante. Esta técnica se
mental en los estudios de género actuales, constituye un utiliza para reducir datos y tiene como objetivo identifi-
buen ejemplo de la utilidad de los estudios correlaciona- car variables subyacentes, o factores, que expliquen la
les para el progreso y perfeccionamiento de los postula- configuración de las correlaciones en un conjunto de
dos teóricos de la psicología social. items de un cuestionario. El análisis factorial explorato-
La teoría del sexismo ambivalente parte de la premi- rio permitió seleccionar los 22 items que configuran el
sa de que el prejuicio hacia las mujeres no siempre al- ASI, y que emplearon en los sucesivos estudios. En el
berga un sentimiento de antipatía y hostilidad, como su- segundo estudio utilizaron un análisis factorial confir-
cede, por ejemplo, con el prejuicio racial. Aunque el matorio. Con esta técnica comprobaron si la estructura
sexismo hacia las mujeres tradicionalmente se ha con- teórica de su modelo se ajustaba empíricamente a los
ceptualizado como hostilidad hacia las mujeres, las imá- datos obtenidos al aplicar el cuestionario. De ese modo
genes estereotipadas que las culturas han difundido des- probaron que el sexismo hostil y el benevolente correla-
de la antigüedad hasta nuestros tiempos no solo están cionan entre sí y que los tres componentes solo se repre-
plagadas de mujeres vilipendiadas, también lo están de sentan en los datos en relación con el sexismo benevo-
mujeres veneradas. Eva o la Virgen María, por ejemplo, lente, no con el hostil, que es unidimensional (Figura
representan esas dos caras de la mujer dentro del catoli- 3.5). Esta estructura de su modelo aparecía igual en
cismo. Desde esta teoría se concibe el sexismo como muestras de hombres que de mujeres.
dos tipos de prejuicios diferentes pero complementarios:
actitudes hostiles y actitudes benevolentes. El sexismo
hostil reflejaría creencias de antipatía y rechazo. Por el
contrario, el sexismo benevolente expresaría sentimien-
tos positivos hacia las mujeres pero con una visión este-
reotipada de estas. El núcleo de su teoría lo constituyen
tres componentes: paternalismo, diferenciación de géne-
ro y heterosexualidad. Cada uno de estos componentes
tiene aspectos hostiles y benevolentes. Por ejemplo, el
paternalismo tiene aspectos de dominación (hostilidad) y
de protección (benevolencia). De igual modo, las dife- FIGURA 3.5. Modelo de análisis factorial confirmatorio del ASI
rencias de género, remarcadas en todas las sociedades, (adaptado de Glick y Fiske, 1996, p. 498).
Capítulo 3. LOS ESTUDIOS DE CAMPO Y CORRELACIONALES EN PSICOLOGÍA SOCIAL 55
Posteriormente, hallaron la fiabilidad de las escalas Comparadas con los hombres, las mujeres son más
en las seis muestras, las diferencias ente hombres y mu- proclives a rechazar el sexismo hostil que el benevo-
jeres —teóricamente se esperaba menor sexismo en las lente, especialmente en aquellas culturas con niveles
mujeres—, así como la correlación con otras variables altos de sexismo.
para comprobar la validez convergente y discriminante Las medias nacionales tanto en sexismo hostil como
del cuestionario ASI. En nuestro país, Expósito, Moya y sexismo benevolente predicen desigualdades de géne-
Glick (1998) han validado el ASI con muestras españo- ro sociales en todas las naciones.
las, encontrando características similares a las halladas
en muestras de Estados Unidos. Estos resultados contradicen las nociones predomi-
nantes que consideran el prejuicio como antipatía, ya que
Una vez confirmada la estructura del modelo de acti- el sexismo benevolente se encuentra en todas las culturas.
tudes propuesto, así como las relaciones con otras varia-
bles que confirmaban su validez, realizaron un estudio El presente capítulo ha tratado de evidenciar la im-
transcultural en 19 naciones, con un total de 15.000 par- portancia de abordar la comprobación empírica de los
ticipantes, que corroboró que el sexismo hostil y bene- supuestos teóricos de la psicología social recurriendo a
volente existe en diferentes culturas (Glick et al., 2000). múltiples métodos. Dependiendo de los objetivos que
De acuerdo con los supuestos teóricos del sexismo am- guían cada investigación y de la fase en que esta se en-
bivalente, la investigación entre culturas muestra que: cuentre, será pertinente recurrir a metodología correla-
cional o experimental, siendo necesario, normalmente,
El sexismo hostil y el benevolente son constructos co- utilizar ambos métodos para poder confirmar una teoría
herentes que se relacionan entre sí en todas las nacio- de largo alcance. En cualquier caso, independientemente
nes. del método que se emplee, siempre será preciso contras-
El sexismo hostil predice la adscripción de caracterís- tar los resultados obtenidos con lo que sucede en el am-
ticas negativas a las mujeres, y el sexismo benevolen- biente natural en el que se manifiesta el fenómeno obje-
te la de características positivas. to de estudio.

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58 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

4.1
Introducción
El interés por el análisis del lenguaje constituye el deno- asume que son estables, consistentes y ahistóricas. Fren-
minador común de un conjunto de aproximaciones que te a esta posición realista, y basándose en tradiciones
en los últimos 15 años viene desarrollándose en la psi- anteriores como la etnometodología, la semiótica y la
cología social europea, entre las que se encuentran el teoría de los actos del habla, hay dos aspectos funda-
análisis del discurso (Potter y Wetherell, 1987) y la retó- mentales que caracterizan a la psicología discursiva des-
rica (Billig, 1987; 1991). Desde finales de los años 80 de el punto de vista epistemológico (Potter, 1997): en
ambas perspectivas se han hecho prácticamente indistin- primer lugar, es antirrealista, es decir, niega que haya
guibles, manteniendo más puntos en común que claras una realidad externa y objetiva, separada del lenguaje,
diferencias. De ahí que Potter (1998) las presente con- que pueda ser explicada por el investigador; en segundo
juntamente bajo la etiqueta de «psicología social discur- lugar, es construccionista, es decir, se basa en la idea de
siva», y que Billig (1997b) (quien con su libro Arguing que el lenguaje construye la realidad social: el lenguaje
and thinking: A rhetorical approach to social psycholo- no refleja la realidad social y psicológica, sino que la
gy contribuyó a impulsar la perspectiva retórica) subraye construye. Este énfasis en el lenguaje como un instru-
que el intento más importante de unir psicología y retó- mento constructivo es el elemento central de la aproxi-
rica procede del desarrollo de la psicología discursiva mación discursiva (Potter, 1996a; b).
que ha tenido lugar en el contexto de la psicología so-
cial británica de los últimos años. En la medida, pues, que considera que la realidad
social está lingüísticamente construida, la principal fina-
En efecto, aunque hay diversas aproximaciones eti- lidad de la psicología discursiva es analizar cómo utili-
quetadas con el nombre de análisis del discurso (Ibáñez zan las personas el lenguaje para construir versiones de
e Iñiguez, 1997; Iñiguez, 1995; 2003; Iñiguez y Antaki, sus mundos, es decir, lograr comprender la interacción
1994; 1998), una de las que ha recibido un mayor social y la vida social en general desde el estudio de las
interés por parte de los científicos sociales está asociada prácticas discursivas (las cuales integran no solo la
a autores británicos como Jonathan Potter, Margaret interacción hablada, sino también textos escritos). Como
Wetherell (Potter y Wetherell, 1987; 1994) y Michael señalan Potter y Wetherell, el objetivo de los teóricos
Billig (1985; 1987; 1991; 1992). Sin duda, el principal discursivos es lograr «una mejor comprensión de la vida
estímulo para el desarrollo del análisis del discurso en el social y de la interacción social a partir del estudio de
ámbito de la psicología social se produce con la publica- textos sociales» (Potter y Wetherell, 1987, p. 7).
ción del texto de Potter y Wetherell (1987) Discourse
and Social Psychology: Beyond attitudes and behavior, De ahí que, de acuerdo con esta perspectiva, muchos
el cual supuso una importante reformulación del enfo- de los fenómenos que los psicólogos han venido consi-
que tradicional de algunos de los tópicos centrales de la derando tradicionalmente como procesos mentales inter-
psicología social. En este capítulo nos centraremos prin- nos están en realidad construidos dentro del discurso
cipalmente en esta perspectiva, refiriéndonos a la psico- (Potter, 1996a, b) y, por tanto, su análisis requiere un
logía social discursiva como «la aplicación de las ideas cambio de enfoque, tanto desde el punto de vista teórico
del análisis del discurso a problemas psicosociales» como metodológico. Desde un punto de vista teórico, en
(Potter, 1998, p. 234). lugar de buscar procesos psicológicos internos o mani-
festaciones externas, los psicólogos discursivos analizan
En general, la aproximación discursiva surge en gran directamente el uso del lenguaje en la interacción social.
medida como respuesta a lo que se puede considerar la De esta manera, se muestran críticos con la investiga-
posición realista en la investigación psicosocial contem- ción que desde la psicología dominante se ha realizado
poránea, la cual se basa en tres supuestos fundamentales entorno a conceptos básicos, como las actitudes (Billig,
(Potter, 1996a; b). Primero, que existe un mundo real y 1987, 1989; Potter y Wetherell, 1987), la atribución
objetivo separado del lenguaje y experiencia humana. (Potter y Edwards, 1990) o las categorías sociales (Ed-
Segundo, que el conocimiento de este mundo lo adquiri- wards, 1991; Edwards y Potter, 1992; Potter y Reicher,
mos a través del uso de categorías. Tercero, que esas ca- 1987; Reicher, 1993) por considerar que se trata de con-
tegorías reflejan estructuras cognitivas internas que se ceptos basados en el lenguaje pero que no han sido ana-
Capítulo 4. PSICOLOGÍA SOCIAL DISCURSIVA E INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 59
lizados como tales (Edwards y Potter, 1992; Edwards, tionado los métodos experimentales, así como la utiliza-
1996). Este mismo argumento también les ha llevado a ción de cuestionarios y escalas porque ofrecen una vi-
criticar la investigación desarrollada entorno a tópicos sión unilateral y distorsionada del sujeto (Billig, 1987;
como, por ejemplo, el género (Billig et al., 1988; Wet- Potter y Wetherell, 1987). Veamos, a modo de ejemplo,
herell et al., 1987) o el racismo (Wetherell y Potter, los supuestos de la posición discursiva respecto a las ac-
1992). Desde un punto de vista metodológico, han cues- titudes.

4.2
Actitudes y psicología social discursiva
Desde la psicología discursiva se considera que gran pública, esto es, son posiciones que se toman sobre
parte de la investigación desarrollada sobre las actitudes cuestiones que se sabe que son controvertidas, por lo
en la que se pregunta sobre nuestras posiciones, puntos que una opinión actitudinal es una posición que se dirige
de vista o creencias acerca de ciertos tópicos responde a en contra de otras posiciones contrarias. Por ejemplo,
los supuestos de la posición realista. En ella se asume declarar que se está a favor de la pena de muerte signifi-
que nuestra conducta refleja nuestras estructuras cogniti- ca adoptar una posición en contra de la abolición de la
vas internas y que las personas somos generalmente pena de muerte y en contra de quienes defienden su
consistentes, es decir, que tenemos creencias y actitudes abolición. De esta manera, Billig (1987; 1991) recupera
que determinan nuestra conducta. Por tanto, se presupo- un concepto clásico: la argumentación, y destaca el pa-
ne que las actitudes son estructuras internas que organi- pel que desempeña en el pensamiento cotidiano. Para
zan las respuestas individuales hacia determinados estí- este autor en toda argumentación hay siempre dos postu-
mulos. ras (argumento y contraargumentos), en la medida que
siempre es posible la contradicción, y que por tanto el
Sin embargo, para la psicología discursiva las actitu- pensamiento cotidiano se desarrolla en un contexto de
des no son disposiciones internas, sino evaluaciones que controversia, a través de argumentos y réplicas:
expresamos a través del lenguaje; de tal manera que las
evaluaciones que realizamos sobre un objeto, categoría «El pensamiento humano no es meramente una cues-
social o suceso diferirán en función de cómo los cons- tión de procesamiento de información o de seguir reglas
truyamos (véase Herrera y Reicher, 1998; 2001; 2007). cognitivas. Tiene que ser observado en acción en las
De ahí que, desde esta perspectiva se subraye que lo que discusiones, en el ataque-y-contraataque retórico de la
hay que analizar no es si las personas tendemos o no a argumentación (...). El argumento ‘‘a favor’’ de una po-
ser consistentes, sino cómo se produce la variabilidad sición es siempre también un argumento ‘‘en contra’’,
(Potter y Wetherell, 1987). Esto es, la psicología social una contraposición. Por tanto, el significado de una
discursiva parte de la base de que una misma persona ‘‘opinión’’ depende de las opiniones contrarias» (Billig,
puede mostrar diferentes actitudes en diferentes momen- 1991, p. 17).
tos, o incluso en diferentes partes de una única conver- De ahí que, desde esta perspectiva solo se puede te-
sación, y esta variabilidad la incorpora en su análisis. A ner una adecuada comprensión del significado de un dis-
nivel metodológico, critica que en la medida que los ex- curso cuando este se sitúa en el contexto argumentativo
perimentos, los cuestionarios y las escalas de actitudes en el que se desarrolla.
restringen el rango de respuestas de los sujetos tienden a
Para Billig (Billig et al., 1988) el sentido común no
suprimir o no tener en cuenta cualquier dilema o incerti-
es unitario, sino dilemático, esto es, contiene valores
dumbre que estos tengan, y por tanto, tienden a esconder
la variabilidad. contrarios, siendo una característica inherente al ser hu-
mano mantener puntos de vista contrarios. Así, en con-
La variabilidad de las actitudes ha sido especial- tra del supuesto de la consistencia de las actitudes, con-
mente destacada desde el punto de vista de la retórica sidera que es posible mantener un fuerte punto de vista
(Billig, 1987). Desde esta perspectiva se señala que las respecto a un determinado tema y al mismo tiempo ma-
actitudes son posiciones (posturas, puntos de vista) que nifestar una gran inconsistencia, es decir, mostrar varia-
las personas pueden adoptar sobre temas de controversia bilidad en el propio discurso. Por ejemplo, en un estudio
60 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

que Billig (1991, 1992, 1997a) realiza sobre el discurso está fomentando la desigualdad (¡por razones prácticas!).
de las familias inglesas acerca de la monarquía británi- Es lo que los autores etiquetan como «igualitarios desi-
ca, demuestra que se puede tener una postura contraria a guales», es decir, apoyan un statu quo de desigualdad
la monarquía, y a lo largo de una discusión presentarse a mientras que al mismo tiempo se autodefinen como no
sí mismo unas veces como un oponente radical al siste- sexistas defendiendo valores igualitarios.
ma y otras como el más firme defensor de los valores Wetherell y colaboradores subrayan que este estudio
británicos, sosteniendo que estas contradicciones e in- demuestra que las técnicas tradicionales, tales como las
consistencias en lugar de constituir un problema son en escalas de actitudes, así como una teoría de las actitudes
realidad un prerrequisito para el pensamiento y el argu- basada en la consistencia, no hubieran sido adecuadas
mento. para descubrir esas construcciones contradictorias sobre
El carácter dilemático del sentido común se muestra el género y las oportunidades de empleo.
claramente cuando las personas hablamos sobre temas
especialmente sensibles o controvertidos, intentando por
«Yo no soy racista, pero...»
ejemplo negar que somos sexistas o racistas a través de
expresiones como: «yo no soy sexista, pero...» o «yo no Este mecanismo de la retórica también se da cuando se
soy racista, pero...». Veamos algunos ejemplos. habla de la raza. La expresión «yo no soy racista, pero...»
se ha encontrado con frecuencia en los discursos de los
«Yo no soy sexista, pero...» políticos y en personas de grupos mayoritarios cuando,
pongamos por caso, se defiende el control de la inmigra-
Esta expresión constituye un dilema ideológico en el ción y se critica a los inmigrantes (Hopkins, Reicher y
que el sexismo es al mismo tiempo deplorado y perpe- Levine, 1997; Van Dijk 1991, 1992; Wetherell y Potter,
tuado. Por ejemplo, Wetherell y colaboradores (1987) 1992). Por ejemplo, Wetherell y Potter (1992) analizan
realizaron una serie de entrevistas semiestructuradas a cómo se construye el racismo a través de la utilización
estudiantes universitarios de entre 20 y 23 años en su úl- de estrategias lingüísticas como la justificación, la racio-
timo año de carrera en las que se les preguntaba acerca nalización y la categorización. En su libro Mapping the
de sus planes para el futuro, sus posibilidades de trabajo, language of racism: Discourse and the legitimation of
las oportunidades laborales para las mujeres, la discrimi- exploitation presentan los resultados de 81 entrevistas
nación positiva y otros por el estilo. Su principal objeti- realizadas a miembros del grupo mayoritario blanco de
vo era analizar el discurso de los hombres sobre las Nueva Zelanda en torno a temas controvertidos respecto
oportunidades laborales de las mujeres, y para ello se les a las relaciones étnicas (por ejemplo, referidos a políti-
instaba a que realizaran extensas explicaciones sobre sus cas sociales multiculturales, razones de la discrimina-
valoraciones. El análisis de dichas entrevistas reveló un ción y otras cuestiones por el estilo). Su principal objeti-
patrón regular, apareciendo dos temas claves: «la igual- vo es analizar cómo el grupo mayoritario neozelandés
dad de oportunidades» y las «consideraciones prácticas». (los «pakeha») describe sus relaciones con la población
Por un lado, los hombres apoyaban el principio de aborigen (el grupo minoritario de los «maoris»), así co-
igualdad de oportunidades respecto a la promoción labo- mo las consecuencias que se derivan de su discurso. Los
ral de las mujeres y rechazaban la discriminación basada resultados muestran cómo dicho grupo mayoritario justi-
en el género (por ejemplo, afirmaban: «Pienso que se fica la historia colonial y de discriminación de la pobla-
debe continuar con la igualdad de oportunidades y que ción aborigen, racionalizando y legitimando la relación
todavía se debería hacer más por la igualdad de oportu- asimétrica de poder entre ambos grupos, y cómo para
nidades» (Wetherell et al. 1987, p. 62). Pero, al mismo ello utilizan argumentos contradictorios, proclamando
tiempo, ofrecían un amplio rango de razones prácticas por ejemplo la igualdad y al mismo tiempo criticando a
por las cuales las mujeres fracasaban a la hora de alcan- la población aborigen por su falta de esfuerzo para me-
zar dicha igualdad, refiriéndose por ejemplo al cuidado jorar sus condiciones.
de los hijos o la tradición (así, señalaban: «Hay otras En esta misma línea, Verkuyen (2001) subraya que
consideraciones como que las mujeres en general son una de las estrategias utilizadas por el grupo dominante
probablemente mejores a la hora de criar a los hijos, de es la anormalización de las minorías étnicas. Utilizando
manera que si trabajan no van a poder hacerlo, lo cual el análisis del discurso (a partir de grupos de discusión
(...) sabes que no sería bueno» (Wetherell et al., 1987, con sujetos holandeses), Verkuyten analiza las estrate-
p. 62). Este discurso muestra cómo al mismo tiempo que gias retóricas utilizadas por miembros del grupo mayori-
se apoya la igualdad laboral entre mujeres y hombres, se tario en su construcción de la conducta de las minorías
Capítulo 4. PSICOLOGÍA SOCIAL DISCURSIVA E INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 61
étnicas y de los inmigrantes. El análisis demuestra la Hopkins, 2001). Así, en un trabajo pionero sobre el len-
utilización de estrategias retóricas para lograr la exclu- guaje político del poder, Edelman (1977) mostró que los
sión de las minorías étnicas presentándolas como anor- políticos generalmente utilizan los discursos de culpabi-
males, esto es, como desviados de la norma o como pro- lidad y compasión: expresan compasión por el pobre,
blemáticamente diferentes; a través, por ejemplo, de la mientras que al mismo tiempo critican a quienes fraca-
alusión a casos extremos de conducta o a la violación de san en su intento de superación personal. Del mismo
valores básicos. modo, Augoustinos y colaboradores (1999) encontraron
En definitiva, estos ejemplos muestran claramente la que los políticos australianos blancos simpatizaban si-
naturaleza dilemática del sentido común. Si atendemos multáneamente con la difícil situación de los aborígenes
al discurso político también observamos que suele estar mientras que también los criticaban por su supuesta falta
muy marcado por el uso de valores contrarios (Reicher y de esfuerzo.

4.3
Análisis del discurso: procedimiento
Los analistas del discurso analizan el uso del lenguaje Además, como señalan Potter y Wetherell (1987,
en el transcurso de la vida diaria. Su finalidad es cono- p. 7), el término discurso «abarca todas las formas de
cer lo que las personas «piensan realmente», esto es, có- interacción hablada, formal e informal, y de textos es-
mo construyen sus discursos acerca de tópicos concretos critos de todos los tipos». De manera que la realización
y las consecuencias de dichas construcciones. De ahí de un «análisis del discurso» implica el análisis de cual-
que no sean partidarios de la utilización de técnicas que quiera de esas formas de discurso. Se trata, pues, de un
impliquen categorías predefinidas o rígidas de respuesta, método interpretativo, que ha sido sistematizado en diez
en la medida en que estas no permiten conocer cómo las etapas (véase Potter y Wetherell, 1987). A continuación,
ersonas articulan sus diferentes posiciones. presentaremos algunas de las importantes.
Antes de iniciar los pasos a seguir para llevar a cabo
un análisis de discurso, veamos cómo se define el térmi-
no «discurso». Siguiendo la visión constructiva, Parker
(1992, p. 5) define el discurso como «un sistema de afir-
4.3.1. Principales etapas
maciones que construye un objeto». Potter y Wetherell
(1987) prefieren utilizar el término de repertorios inter- 1. Elección del tópico a analizar
pretativos en lugar de discursos, considerándolos fenó- En la medida que el análisis del discurso (AD a partir de
menos lingüísticos con cierta coherencia a nivel de con- ahora) constituye una perspectiva teórica sobre el signi-
tenido que pueden estar organizados alrededor de una o ficado y función del lenguaje, el rango de tópicos poten-
más metáforas centrales. Iñiguez y Antaki (1994) consi- ciales sobre los que llevar a cabo un análisis del discur-
deran que «un discurso es un conjunto de prácticas lin- so es muy amplio. En general, se puede establecer una
güísticas que mantienen y promueven ciertas relaciones división entre ejemplos en los que el foco de análisis se
sociales. El análisis consiste en estudiar cómo estas sitúa en un nivel discursivo micro y los que están espe-
prácticas actúan en el presente manteniendo y promo- cialmente dirigidos a analizar un suceso o un fenómeno
viendo estas relaciones: es sacar a la luz el poder del concreto.
lenguaje como una práctica constituyente y regulativa»
(Iñiguez y Antaki, 1994, p. 63). Recientemente, en un En el análisis discursivo micro (el cual deriva de lo
intento de unificar distintas definiciones, se los ha defi- que se conoce como «análisis de la conversación»), el
nido como «conjuntos de material lingüístico que tienen interés se centra en analizar cómo conversaciones con-
un grado de coherencia en su contenido y organización cretas logran sus funciones a través de patrones subya-
y que desempeñan funciones constructivas en contextos centes de razonamiento. En este caso, lo que interesa no
sociales generales» (Coyle, 2000, p. 253). Por tanto, se es el tema del que se habla o el contenido de lo que se
pueden utilizar diferentes discursos para construir un dice, sino la dinámica de la conversación (Atkinson y
mismo objeto, suceso o situación. Heritage, 1984) y la estructura de explicaciones, acusa-
62 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ciones o justificaciones (Antaki, 1988); por lo que se dad de técnicas, cada uno de ellas aplicable a diferentes
tienen en cuenta detalles como entonaciones, titubeos y temas y cuestiones de investigación. En general, se puede
pausas. De ahí que el análisis de la conversación se apli- diferenciar entre técnicas que implican la participación
que fundamentalmente a la comunicación que se esta- del investigador y las que no requieren su participación.
blece a través de la lengua hablada. Sin embargo, el AD Entre las primeras, la entrevista es una de las más
se puede también utilizar con otras formas de comunica- utilizadas, si bien, como señalan Potter y Wetherell
ción distintas a la lengua hablada (tales como artículos (1987), la entrevista como base para un análisis del dis-
de periódicos, cartas, etc.) y en este sentido es más fle- curso es un instrumento muy diferente al que utilizan los
xible que el análisis de la conversación (Coyle, 2000). investigadores sociales ortodoxos cuya meta es asegurar-
Generalmente el analista del discurso está más se de que las respuestas sean consistentes.
interesado en el tópico objeto del discurso, esto es, no le Los analistas del discurso utilizan la entrevista para
interesa tanto cómo se logra el discurso en general, sino determinar cómo las personas construyen el discurso so-
cómo se construyen discursos particulares sobre temas bre un tema concreto. La finalidad de la entrevista es
concretos y las consecuencias que tienen dichas cons- identificar el rango de construcciones que están disponi-
trucciones. Esta línea de trabajo constituye el principal bles en grupos concretos de personas. De ahí que el en-
cuerpo de investigación en la psicología social discursi- trevistador desempeñe un rol central en la entrevista:
va. En general, en estos casos el objetivo es elegir un te- debe asegurarse de que aparezca el rango completo de
ma que sea de interés psicológico, y utilizar un AD que construcciones en el discurso y de que, por tanto, los
contribuya a descubrir nuevos significados sobre él y participantes expliquen todo lo que se pretende que expli-
que demuestre la limitación de las aproximaciones psi- quen. En este sentido, la práctica de la entrevista para un
cológicas existentes. análisis del discurso es mucho más intervencionista que
Cuando lo que interesa es demostrar las limitaciones la entrevista psicológica típica (Potter y Mulkay, 1985).
de las aproximaciones psicológicas existentes, se utiliza También se puede utilizar otro tipo de material que
el AD con el fin de cuestionar los presupuestos sobre los no requiera la participación del investigador. Por ejem-
que se ha basado la investigación sobre dicho tópico. plo, en su análisis sobre el comportamiento de las multi-
Este es el caso, por ejemplo, del estudio realizado por tudes, Reicher (Potter y Reicher, 1987; Reicher y Potter,
Billig (1991, 1992, 1997a) sobre el discurso de las fami- 1985) se basó en una variedad de fuentes, como televi-
lias inglesas acerca de la monarquía británica, en el que sión, radio y periódicos. Aunque también lo comple-
el autor no se centra tanto en el interés psicológico de la mentó con entrevistas a los participantes implicados en
familia real británica como en demostrar (a través del los disturbios, el autor distingue entre las diferentes
análisis de dicho tópico) que es posible mantener un fuentes (como explicaciones de los de fuera —outsi-
fuerte punto de vista respecto a un determinado tema y ders— y de los de dentro —insiders—). Además, debi-
al mismo tiempo manifestar una gran inconsistencia, do a que las entrevistas se realizaron sobre un suceso
cuestionando de esta manera algunos de los presupues- concreto, el rol del entrevistador, aunque significativo,
tos de la investigación sobre las actitudes. no fue muy intervencionista, en la medida en que su
En otros casos se elige el AD como metodología principal pretensión era saber cómo los participantes
preferida por su poder a la hora de explicar determina- construían lo que había sucedido. En otros trabajos re-
dos tópicos en comparación con otras metodologías. En cientes sobre este mismo tópico (Drury y Reicher, 2000)
este sentido, se han analizado tópicos como, por ejem- se han utilizado una amplia variedad de fuentes.
plo, el racismo (Wetherell y Potter, 1992), las desigual- Junto a entrevistas, se ha hecho uso de declaraciones
dades de género (Wetherell et al., 1987) o los disturbios de testigos, conversaciones con participantes del evento,
en las multitudes (Drury y Reicher, 2000; Potter y Rei- material fotográfico, cartas, artículos de periódicos, pan-
cher, 1987; Reicher y Potter, 1985). En todos ellos se fletos, artículos en revistas, grabaciones en vídeo, entre
destaca la contribución que el AD puede hacer a la otras posibilidades.
interpretación de estos fenómenos.
En general, se considera que los análisis basados en
ese tipo de materiales que no requieren la participación
2. Elección de la estrategia para recoger los datos
del investigador son especialmente apropiados para un
Después de decidir el tópico a analizar, el investigador analista del discurso debido a que dichas fuentes son las
tiene que determinar la estrategia a seguir para recoger que en muchos casos construyen realmente los «suce-
los datos. Una vez más nos encontramos con una varie- sos» (Herrera, 2003a, b; Herrera et al. 1991; Potter y
Capítulo 4. PSICOLOGÍA SOCIAL DISCURSIVA E INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 63
Reicher, 1987). Las entrevistas tienen el problema de la so depende de lo que haya disponible, en el sentido de
«influencia del investigador» (de hecho, el discurso se que está limitado por los archivos existentes o lo que se
produce como consecuencia de la relación entre el en- haya publicado en los medios de comunicación (Drury y
trevistador y el entrevistado), pero tienen la ventaja de Reicher, 2000; Herrera 2003b; Herrera y Alberca, 2003;
que se centran en aquello que más interesa. Así, por Potter y Reicher, 1987; Reicher y Potter, 1985).
ejemplo, Wetherell y Potter (1992) subrayan que sería
difícil encontrar una fuente tan comprehensiva como 4. Transcripción y codificación
una entrevista para determinar la variedad de repertorios Una vez que se ha recogido el discurso, el paso siguien-
que subyacen a las construcciones racistas. te del procedimiento es la transcripción, una etapa ante-
En algunos casos se han utilizado grupos de discusión rior tanto a la codificación como al análisis del texto. Si
para paliar precisamente el problema de las entrevistas, bien en algunos casos el discurso ya está transcrito (co-
subrayándose la ventaja de que facilitan la discusión y el mo sucede cuando la fuente procede de material impre-
debate de manera espontánea, sin la intervención del in- so, como artículos de periódicos, revistas o similares),
vestigador (Augoustinos et al., 2005; Verkuyten, 1997) por lo general el texto hablado tiene que ser escrito. La
(véase Gómez (2004) para un análisis detallado sobre transcripción se puede realizar teniendo en cuenta diver-
«el grupo de discusión»). sos grados de inclusividad dependiendo de si el investi-
gador está interesado en componentes micro (lo que im-
3. Selección de la muestra plica la adición de pausas, entonaciones) o macro. En
cualquier caso, se debe de transcribir todo el material
La cuestión del muestreo para el análisis del discurso es grabado, incluyendo el texto hablado del entrevistador
algo diferente que para otras formas de investigación. (Potter y Wetherell, 1987).
En las metodologías tradicionales, el muestreo consiste
en asegurarse de que los hallazgos de una muestra con- En cuanto a la codificación, Potter y Wetherell
creta se pueden generalizar a poblaciones más amplias. (1987; 1994) subrayan que es la etapa crucial entre la
Esto es, lo que se pretende es encontrar consistencias en transcripción y el análisis final. El fin de la codificación
el plano individual que se den de manera fiable en una es condensar la transcripción poco manejable (por ejem-
muestra, de tal manera que cuando se consiguen dichas plo, el corpus completo de los materiales utilizados para
consistencias en una muestra representativa, se con- el análisis de los disturbios de St. Pauls realizado por
cluye que reflejan una estructura subyacente estable. Reicher (Reicher y Potter, 1985) se aproximó a 80.000
palabras de transcripción) en un producto manejable.
Sin embargo, los analistas del discurso no pretenden Dependiendo de la cuestión que se esté abordando, la
descubrir hallazgos generales que se puedan aplicar a codificación puede ser relativamente directa o resultar
amplias poblaciones. En la medida en que no intentan problemática.
descubrir estructuras subyacentes estables, tampoco ne-
Cuando el investigador tiene claro lo que busca, la
cesitan conseguir muestras representativas. Su objetivo
codificación simplemente implica la selección de las ve-
no es encontrar consistencias en el plano individual, si-
ces en las que en la transcripción se hace referencia a
no en las funciones, esto es, encontrar patrones de con-
ello. Sin embargo, cuando el tópico está formulado en
sistencia en los discursos que permitan identificar el ran-
términos más generales (por ejemplo, cuando se buscan
go de construcciones sobre un determinado tópico
construcciones generales sobre la raza), la codificación
(Potter y Wetherell, 1994).
resulta más problemática. En esos casos, Potter y Wethe-
De hecho, para los analistas del discurso el muestreo rell (1987) sugieren que el proceso de codificación se
conlleva otro tipo de problemas. El primero y más prác- haga junto al análisis. Como regla general, estos autores
tico se refiere a la cantidad de trabajo que un análisis señalan que la codificación debería ser tan inclusiva co-
del discurso requiere, debido a que implica la transcrip- mo sea posible. El fin no es limitar el análisis ni deter-
ción de todo el material. Además, debido a que el análi- minar la forma del análisis, sino producir el corpus de
sis requiere una sensibilidad hacia los datos que solo se ejemplos que constituya la base para el análisis, ya que
puede lograr a través de una lectura y relectura minucio- es más fácil trabajar a partir de la codificación que de
sa del texto, cualquier análisis del discurso necesita res- datos brutos. En este sentido un análisis del discurso di-
tringirse a una cantidad de datos que sea manejable. Por fiere de otras técnicas de análisis de textos (como por
eso, Potter y Wetherell (1987) subrayan que muchas ve- ejemplo, el análisis de contenido) en las que se trata la
ces es suficiente con realizar entrevistas a una pequeña codificación del texto como sinónimo del propio análisis
muestra de sujetos. En otros casos el análisis del discur- (véase Weber, 1990).
64 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

5. Análisis los objetivos del análisis, se puede centrar en evaluar la


variabilidad de construcciones sobre un tópico, en anali-
De alguna manera, todas las etapas anteriores consti-
zar cómo se utilizan dichas construcciones, cuáles son
tuyen una preparación para el análisis propiamente di-
sus consecuencias.
cho. Hasta aquí se puede decir que ha sido relativamente
fácil contar el procedimiento del análisis del discurso;
sin embargo, llegados a este punto el proceso se hace
opaco y poco claro. 4.3.2. Validez del AD
El problema a la hora de describir el procedimiento
a seguir para analizar el discurso está relacionado con la A la hora de determinar la validez del análisis del dis-
cuestión del significado. Un análisis del discurso consis- curso, uno puede plantearse: «¿No es totalmente subjeti-
te fundamentalmente en desenmarañar el significado de vo? ¿Cómo se puede demostrar que un análisis es mejor
un texto, esto es, en descubrir lo que se dijo, cómo se que otro? ¿No contrasta totalmente con la objetividad de
dijo y por qué se dijo. De tal manera, que el análisis va la experimentación en la que todo puede ser controlado,
más allá del procedimiento. De hecho, puede ser descri- replicado y se pueden alcanzar conclusiones objetivas?».
to como un antiprocedimiento, en la medida en que no La respuesta a dichas cuestiones requiere, por un lado,
hay un conjunto de reglas que puedan explicar el signifi- tener en cuenta lo que los analistas del discurso intentan
cado de un texto (Wetherell y Potter, 1996). lograr en comparación con otras formas tradicionales de
análisis, y por otro lado, los criterios que se pueden utili-
Lo que sí se han dado es algunas recomendaciones zar para determinar un buen análisis del discurso.
para descubrir el significado de un texto. En concreto,
Potter y Wetherell (1987) realizan tres recomendaciones: En términos generales, si se compara con otras for-
mas tradicionales de análisis, hay que tener en cuenta
Que el investigador conozca los textos originales en que los analistas del discurso desechan la distinción en-
profundidad. Solo con un conocimiento profundo el tre objetividad y subjetividad (Potter, 1996a). Están de
investigador adquirirá las habilidades para identificar acuerdo en que el concepto de objetividad está estrecha-
y descubrir el significado de un texto. mente relacionado con el realismo que separa un mundo
Que el investigador busque patrones de consistencia y de realidad de nuestras experiencias de esa realidad. Por
variabilidad en los discursos. tanto, en la medida en que rechazan una epistemología
Que tanto la variabilidad del discurso como los patro- que esté basada en una realidad más allá de las cons-
nes de consistencia se analicen según su función. Es trucciones de las personas, rechazan dicho dualismo.
decir, se trataría de analizar cómo, por ejemplo, los Además, subrayan que toda investigación (incluida la
discursos sobre la inmigración pueden tener una serie experimental) está basada en supuestos e interpretacio-
de funciones sociales con diferentes consecuencias nes (Potter y Wetherell, 1987).
políticas e ideológicas. De esta manera el análisis del Respecto a los criterios que distinguen un buen aná-
discurso puede contribuir a conocer cómo se define y lisis del discurso de uno malo, Potter y Wetherell (1987;
explica la inmigración y las consecuencias sociales 1994) sugieren que un criterio básico es que exista con-
que se derivan de esas diferentes definiciones. sistencia interna entre los datos originales, los extractos
En definitiva, pues, no se trata de una técnica estan- seleccionados, la interpretación y la explicación. O, más
darizada (como el análisis de contenido). En este caso, sencillamente, que exista coherencia entre la explicación
el análisis de los textos no consiste en su codificación, y los extractos seleccionados. Para ello es importante
sino en determinar la variedad de repertorios que subya- que en los informes se incluya una proporción conside-
cen a las construcciones de, por ejemplo, el racismo; en rable de extractos, así como interpretaciones detalladas
identificar el rango de construcciones de determinados que demuestren patrones y secuencias en el discurso.
grupos de personas, y en descubrir cómo se justifican Esto nos conduce a la cuestión de la réplica. Gene-
esas construcciones y/o posiciones (Potter y Wetherell, ralmente se plantea que la fiabilidad de una metodología
1987; 1994). Además, Billig (Billig et al., 1988) señala se basa en que diferentes investigadores puedan replicar
que, desde una perspectiva más amplia, el análisis de los los mismos resultados. El análisis del discurso, casi por
textos también implica localizar el significado o contex- definición, falla a la hora de ser replicado debido a que
to argumentativo en el que se producen los discursos. casi con certeza diferentes personas construirán un de-
En cualquier caso, se puede decir que la realización de terminado tópico de manera diferente y, por tanto, la
un análisis de discurso es muy flexible. Dependiendo de aproximación e interpretación de los datos seguirá líneas
Capítulo 4. PSICOLOGÍA SOCIAL DISCURSIVA E INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 65
ligeramente diferentes. Sin embargo, el hecho de que di- un momento determinado de la historia de Nueva Zelan-
ferentes personas analicen los mismos datos de diferen- da, y por tanto no pretenden encontrar un proceso psico-
tes maneras no significa que una o las dos personas es- lógico universal subyacente al racismo. Sin embargo, si
tén equivocadas, sino que hay un número infinito de bien es cierto que esto podría considerarse una desventa-
análisis para cada transcripción. En este sentido, Potter ja, los analistas del discurso invierten el problema y afir-
yWetherell (1987) argumentan que aunque los análisis man que es solo una consecuencia de la naturaleza so-
del discurso no puedan ser directamente replicados, sí cialmente construida de la realidad.
pueden ser rigurosamente comprobados.
En cualquier caso, a pesar de dichos inconvenientes,
Por último, se puede distinguir entre buenos y malos el AD tiene importantes ventajas. Primero, es útil para
análisis del discurso desde el punto de vista de lo que examinar cómo construimos el lenguaje para lograr fines
implica el tópico que se está analizando. Por ejemplo, se concretos. Es decir, es útil para analizar la diversidad de
trataría de ver si el análisis conduce a nuevas explica- construcciones y su uso en el discurso; nos permite, por
ciones, a ideas novedosas y a posibles soluciones res- ejemplo, ver cómo cambian las personas de una construc-
pecto al tópico objeto de análisis. ción a otra y los efectos que esto tiene en discursos poste-
riores. Segundo, es útil para examinar la naturaleza so-
cialmente construida de la realidad. Más concretamente,
4.3.3. Ventajas y desventajas Wetherell y Potter (1992) señalan las tres principales ven-
tajas que se pueden lograr con un AD sobre el racismo:
del AD
Permite identificar el lenguaje racista en la sociedad
El AD, como técnica, presenta algunas dificultades. Los dominante; esto es, cómo se construye, mantiene y
propios Wetherell y Potter (1996) señalan dos: en pri- justifica el discurso racista. Por tanto, permite conocer
mer lugar, desde un punto de vista práctico, debido a su cómo las personas mantienen puntos de vista racistas
rigor por la claridad y la interpretación sutil, se trata de arraigados en las prácticas discursivas que estarían es-
un proceso muy lento (por lo que el uso de herramientas condidos en formas más tradicionales de investigación
informáticas puede resultar muy útil). En segundo lugar, (como, por ejemplo, en las escalas de actitudes).
por su propia naturaleza, el análisis del discurso no sue- Es el instrumento adecuado para identificar la varie-
le establecer generalizaciones. Todo lo que se puede lo- dad de mecanismos y repertorios que constituyen la
grar es una interpretación de un evento, un suceso; en base de la comprensión de las personas sobre la raza
algunos casos, puede abrir un debate, suscitar algunas (en la medida que esto solo se puede lograr a través
cuestiones y sugerir posibles respuestas. Los analistas de un análisis detallado de cómo se construye el dis-
del discurso son reacios a generalizar sus resultados más curso en contextos naturales).
allá de lo que se encuentre en un grupo concreto, en una
cultura o en un momento determinado. Por ejemplo, en Solo a través de un análisis de cómo se construye y
el estudio realizado por Wetherell y Potter (1992) sobre mantiene el discurso racista, los psicólogos sociales
el racismo los autores subrayan que sus resultados son pueden contribuir a eliminar el racismo en la sociedad
específicos de un grupo concreto de neozelandeses en contemporánea.

4.4
Conclusión
A lo largo de este capítulo se ha subrayado que desde la entre aproximaciones cuantitativas versus cualitativas.
psicología discursiva se ha cuestionado el determinismo Pues bien, en los últimos años se han propuesto algunos
cognitivo que caracteriza a la psicología social dominan- intentos de reconciliación en el plano teórico y en el
te, así como la oposición existente entre las perspectivas metodológico para terminar con esta división. Sani y
sociocognitiva y discursiva. También se ha señalado que Reicher (1998; 1999; 2000), por ejemplo, señalan cómo
estas perspectivas teóricas han tendido a permanecer en ambos casos la posibilidad de estudiar la estructura
metodológicamente opuestas, dando lugar a la división de los argumentos de un grupo se ve impedida por las
66 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

limitaciones metodológicas y que dichas limitaciones no Y, lo que es más importante, la distinción entre am-
son más que un reflejo general de la división de la psi- bos repertorios va unida a una serie de argumentos dife-
cología social. Por ello proponen un método para termi- renciales sobre los derechos y responsabilidades de los
nar con dicha división al que denominan SAGA (Struc- inmigrantes. Además, respecto a la manera en la que
tural Analysis of Group Arguments) y cuya finalidad es ambos repertorios inciden en la evaluación del multicul-
analizar la estructura de los argumentos utilizados por turalismo, el análisis de Verkuyten muestra que:
los miembros de un grupo tanto individual como colecti-
vamente. En esencia, este método supone una extensión Aquellos participantes que utilizan un marco interpre-
de la tradición discursiva, en la medida en que combina tativo basado en la elección personal de los inmigran-
un primer momento inductivo e interpretativo (que con- tes realizan argumentos relacionados con la asimila-
siste en la identificación de argumentos específicos) con ción y adaptación de los mismos, rechazando por
un segundo momento más analítico y deductivo. tanto el multiculturalismo (por ejemplo, señalan:
«Quieren venir a vivir aquí, no hay problema, pero
En concreto, los autores (Reicher y Sani, 1998) se- deberán adaptarse para que no nos molesten dema-
ñalan que un análisis estructural de los argumentos de siado» (Verkuyten 2005, p. 231).
grupo requiere, en primer lugar, que se preste atención a
cómo los individuos construyen sus identidades y posi- Los que utilizan un marco interpretativo basado en la
ciones sobre la base de los argumentos que utilizan en- falta de elección se muestran favorables a la diversi-
torno a un tópico, y, en segundo lugar, requiere un aná- dad cultural, y por tanto evalúan positivamente el
lisis sistemático de cómo se relacionan dichos multiculturalismo. Por ejemplo, a la pregunta respecto
argumentos. De tal manera que la primera fase necesita a qué les parece que la sociedad holandesa sea cada
un análisis cualitativo y la segunda, cuantitativo. Por día más multicultural, uno de los entrevistados respon-
tanto, una de las principales novedades de SAGA es que de: «Em, es difícil. Hasta cierto punto creo que está
no solo trata de enumerar los argumentos que se utili- bien, algo positivo... es que también la gente viene
zan, sino también las relaciones lógicas entre dichos ar- aquí por pura necesidad. Así que creo que es bueno
gumentos, y que para ello combina tanto análisis cuali- que Holanda les proporcione cobijo...» (Verkuyten
tativos como cuantitativos. Su aplicabilidad se puede 2005, p. 232).
extender a diversas temáticas, pero siempre teniendo co- Por otro lado, Verkuyten realiza un estudio experi-
mo eje principal el análisis de la relación de diferentes mental para analizar las consecuencias de dichos reper-
argumentos en un contexto grupal (Reicher et al., 2006). torios interpretativos. Es decir, utiliza el método experi-
Además de este intento, se pueden citar ejemplos en mental como un instrumento adicional para investigar si
los que se utilizan diferentes métodos para explicar un los diferentes repertorios que enmarcan la inmigración
mismo fenómeno o tópico, mostrando la utilidad de («elección personal» versus «falta de elección») in-
combinar aproximaciones tradicionalmente tan irrecon- fluyen en el grado de apoyo al multiculturalismo. Para
ciliables como la discursiva y la experimental. Por ejem- ello manipula ambos contextos a partir de historias en-
plo, en un estudio reciente Verkuyten (2005) analiza la cubiertas y mide el grado de apoyo de los sujetos al
influencia que los discursos sobre la inmigración tienen multiculturalismo. Los resultados revelan un patrón si-
en la evaluación del multiculturalismo, es decir, en qué milar: los participantes en la condición de elección per-
medida diferentes construcciones sobre la inmigración sonal fueron significativamente menos favorables al
influyen en la evaluación de la diversidad cultural y la multiculturalismo que los que se encontraban en la con-
asimilación de los inmigrantes. Para ello utiliza el análi- dición de falta de elección. Por tanto, estos resultados
sis del discurso y el método experimental. demuestran que es posible combinar de una manera útil
Por un lado, después de transcribir las 71 entrevistas los métodos discursivo y experimental para estudiar fe-
realizadas a sujetos holandeses y codificar los diferentes nómenos basados en el lenguaje.
discursos, el autor identifica los principales repertorios Ejemplos como este nos llevan, pues, a subrayar la
interpretativos sobre la inmigración que afectan a la utilidad de combinar dos aproximaciones (la discursiva y
evaluación del multiculturalismo. la experimental) tradicionalmente consideradas como irre-
Dos son los repertorios interpretativos que los suje- conciliables y por consiguiente la utilidad del pluralismo
tos utilizan principalmente: la inmigración como resulta- metodológico en la investigación psicosocial (Herrera,
do de una elección personal de los inmigrantes y la in- 1990; 1998; Herrera y Reicher, 2004; Reicher, 1997). Re-
migración como resultado de una falta de elección (es curriremos a las palabras de John Turner para concluir:
decir, como algo a lo que los inmigrantes se ven forza- «El imperialismo metodológico tiene que ser rechazado
dos; como una necesidad). desde el primer momento. No se puede sugerir que un so-
Capítulo 4. PSICOLOGÍA SOCIAL DISCURSIVA E INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 67
lo método de investigación predomine en psicología so- vestigación psicosocial ha de ser realizada desde una
cial. Este es un pseudoproblema, en la medida que cada perspectiva amplia y, por tanto, ha de ser multimetodo-
método tiene su valor para unos fines concretos. La in- lógica» (Turner, 1981, p. 4).

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68 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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El autor quiere dar las gracias a Ana Hernández, Lorena Pérez y Vicente Peñarroja por sus comentarios y sugerencias sobre
una versión previa de este capítulo.
70 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

5.1
Introducción: tipos de modelos multinivel
¿Cómo obtenemos un indicador del clima de un equipo 2. Modelos transnivel (cross-level effects models): es-
de trabajo a partir de las percepciones individuales de tos modelos especifican las relaciones que existen
sus miembros (esto es, a partir del clima psicológico)? entre constructos diferentes que se hallan en niveles
¿Cuál es la influencia del clima de apoyo del equipo so- de análisis distintos (Bryk y Raudenbush, 1992). La
bre la satisfacción laboral de los individuos que lo com- segunda pregunta formulada al inicio de este capítu-
ponen? ¿La relación entre clima psicológico de apoyo y lo responde a un modelo transnivel, ya que implica
satisfacción laboral observada a nivel individual (e. g., una relación entre un constructo de nivel de equipo
Mañas, González-Romá y Peiró, 1999) se puede genera- (clima de apoyo del equipo) y un constructo de ni-
lizar al nivel de equipo? vel individual (satisfacción laboral).
Si por nivel entendemos una determinada posición 3. Modelos homólogos multinivel: se trata de modelos
dentro de un sistema de relaciones de inclusión, enton- que especifican relaciones entre constructos que son
ces es fácil constatar que todas estas preguntas implican generalizables a dos o más niveles de análisis. La
constructos que se encuentran en distintos niveles de tercera de las preguntas formuladas al inicio respon-
análisis: el nivel individual y el nivel equipo. Por ello de a un modelo multinivel, pues plantea si existe
podríamos decir que se trata de preguntas multinivel. Para una relación homóloga a nivel de equipo de la rela-
responder a estas preguntas, el investigador ha de elabo- ción que existe entre clima psicológico de apoyo y
rar un modelo teórico conceptual adecuado y ha de utili- satisfacción laboral a nivel individual. Hay que no-
zar los métodos estadísticos de estimación apropiados. tar que los modelos homólogos multinivel implican
Los tres tipos de modelos multinivel más importan- la formulación de modelos de composición que es-
tes, y más frecuentemente utilizados, en la investigación pecifiquen las relaciones entre constructos que se
psicosocial que se realiza en el ámbito de las organiza- refieren a un mismo elemento o contenido pero que
ciones, son los siguientes: se encuentran en niveles de análisis diferentes. En
1. Modelos de composición: estos modelos «especifi- este caso, se trataría de modelos de composición
can las relaciones funcionales entre fenómenos o que especificaran las relaciones clima psicológico-
constructos que se hallan en diferentes niveles de clima del equipo y satisfacción individual-satisfac-
análisis (e. g., individual, equipo, organización), que ción colectiva del equipo.
esencialmente se refieren al mismo contenido (por En la Figura 5.1 que se muestra a continuación, se
ejemplo, percepciones de un equipo1), pero que son ha representado las relaciones implicadas en las pregun-
cualitativamente diferentes en los distintos niveles tas formuladas al inicio del capítulo. Las dos flechas ho-
de análisis» (Chan, 1998, p. 234). La primera de las rizontales continuas que aparecen en los dos niveles de
preguntas formuladas requiere un modelo de com- análisis considerados configuran el modelo homólogo
posición que indique cuál es la relación entre clima multinivel señalado en el párrafo anterior.
psicológico de apoyo y clima de apoyo del equipo2,
y bajo qué condiciones se puede afirmar que el se- Si «los fenómenos psicosociales emergentes consti-
gundo se ha formado. Por otra parte, además de un tuyen el núcleo de la psicología social» (Morales y
modelo de composición, es necesaria una teoría que Moya, 1996, p. 15), y el análisis psicosocial se ocupa de
explique cuáles son los factores que hacen posible la relación entre lo individual y lo colectivo (Morales y
que se forme o emerja una percepción compartida Moya, 1996; Pérez, 1994), cabe deducir que los modelos
del equipo a partir de las percepciones individuales multinivel han de ser una herramienta fundamental para
de sus miembros. El lector puede consultar el artí- la investigación en psicología social. El lector puede en-
culo de Chan (1998) para conocer los distintos mo- contrar artículos en los que se formula y ponen a prueba
delos de composición incluidos en su tipología. modelos multinivel en diferentes revistas científicas que
se ocupan de fenómenos psicosociales en diferentes ám-
1
El texto en cursiva no aparece en el original.
bitos. Sin embargo, a juicio del autor, su uso no está su-
2
El clima del equipo se define como las percepciones comparti- ficientemente extendido. Una de las razones es la com-
das por sus miembros sobre el equipo. plejidad técnica que conlleva la especificación y es-
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 71
timación de las relaciones implicadas en algunos de es-
tos modelos. Los modelos multinivel cuya estimación y
puesta a prueba requieren conocimientos técnicos más
complejos son los modelos transnivel (cross-level effects
models). Por ello, el objetivo del presente capítulo es
realizar una presentación introductoria, lo más sencilla y
didáctica posible, de los modelos lineales jerárquicos,
pues son los que permiten estimar las relaciones impli-
cadas en los modelos transnivel. Más información sobre
los modelos de composición y los modelos homólogos
multinivel puede obtenerse en Chan (1998), DeSchon,
Kozlowski, Schmidt, Milner y Wiechman (2004), Gon-
zález-Romá, Peiró y Tordera (2002), y Kozlowski y
Klein (2000).
FIGURA 5.1. Relaciones y modelos multinivel.

5.2
Los modelos lineales jerárquicos
En determinadas ocasiones, el investigador está interesa- independencia de los errores aleatorios y la indepen-
do en estimar la influencia que ciertas características de dencia de las observaciones. Baste decir aquí que el
algún grupo o colectivo (por ejemplo, equipo de trabajo, hecho de que los sujetos estén anidados en grupos o
familia, clase de alumnos) tienen sobre alguna variable equipos hace que estén expuestos a experiencias y
individual. La pregunta sobre cuál es la influencia que el estímulos similares (por ejemplo, un mismo líder o
clima del equipo tiene sobre la satisfacción laboral de director, unas mismas demandas), de manera que las
los individuos que lo componen ejemplifica esta situa- respuestas de los sujetos de un mismo grupo o equi-
ción. Para estimar esta relación, el investigador habrá de po son más homogéneas entre sí que las respuestas
obtener indicadores de la variable individual (satisfac- de sujetos que pertenecen a grupos diferentes.
ción laboral) y de la variable de equipo (clima de 2. Al desarrollarse el análisis a nivel individual, las
apoyo). A la hora de estimar la relación transnivel, el in- pruebas estadísticas asociadas a la estimación de la
vestigador ha de tener en cuenta que los datos recogidos influencia de las variables de equipo se basan en el
presentan una determinada estructura «jerárquica». Si- número total de individuos, no en el número de
guiendo con la pregunta anterior, la estructura que pre- equipos. Esto puede resultar en que se subestime los
sentan los datos implica dos niveles de análisis, ya que errores estándar implicados, afectando así a los re-
los individuos pertenecen a equipos de trabajo. No con- sultados de esas pruebas.
siderar esta estructura puede tener repercusiones impor-
tantes en el proceso de estimación. Para superar estas limitaciones el investigador puede
recurrir a los modelos lineales jerárquicos. Estos mode-
Una estrategia de análisis inadecuada y utilizada con los permiten estimar relaciones transnivel asumiendo la
cierta frecuencia es la siguiente: en la variable de nivel estructura jerárquica de los datos y que las observacio-
equipo (clima de apoyo) se le asigna a cada individuo la nes pueden no ser independientes debido a esa estructu-
puntuación obtenida por su equipo, y a continuación, en ra. Además, permiten modelar simultáneamente la va-
un nivel de análisis individual, se estima la regresión de rianza individual (intragrupo) y la varianza entre-grupos
la variable individual (satisfacción laboral) sobre la va- en la variable criterio, y considerar predictores de nivel
riable de equipo (clima de apoyo). Esta estrategia presen- individual y superior.
ta los siguientes problemas (Bryk y Raudenbush, 1992;
Gavin y Hofmann, 2002; Hofmann, 1997; Plewis, 1997): Para tener un primer contacto con este tipo de mode-
los, supongamos que un investigador está interesado en
1. No permite asumir determinados supuestos de la re- estudiar la relación entre agotamiento emocional y satis-
gresión por mínimos cuadrados relacionados con la facción laboral (Wolpin, Burke y Greenglass, 1991;
72 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Maslach, Schaufeli y Leiter, 2001) en una muestra com-


puesta por sujetos que forman parte de un número deter-
minado de equipos de trabajo. Así pues, en la base de
datos correspondiente tenemos dos niveles de análisis,
ya que los individuos (nivel 1) están anidados en equi-
pos (nivel 2). Supongamos también que el investigador
tiene alguna sospecha que le indica que la relación pue-
de variar a través de los equipos. A continuación, regre-
sa la variable criterio (satisfacción laboral) sobre la va-
riable predictora (agotamiento emocional) en cada uno
de los equipos de trabajo. Es decir, estima la ecuación
de regresión Y % a bX ! e tantas veces como equipos
hay (donde a es el intercepto, b el coeficiente de regre-
sión y e el término residual). Para cada equipo se obten-
dría una estimación del valor del intercepto (a) y una es-
timación del coeficiente de regresión (b). Atendiendo a
los resultados obtenidos, podría darse alguno de los si-
guientes cuatro patrones de resultados:
a) En todos los equipos el valor del intercepto y del coe- FIGURA 5.2. Algunos patrones de resultados posibles
ficiente de regresión es el mismo, es decir, la ecua- cuando un modelo de regresión simple (Y % a ! bX ! e)
ción de regresión es invariante a través de los equi- se estima en cada equipo de la muestra.
pos. Gráficamente, este patrón se representaría
mediante la Figura 5.2 (a), en la que todos los grupos b01%b02% ñ % b0j%b0 y b11%b12% ñ % b1j%b13
presentan la misma recta de regresión.
Esto implica que a la hora de hacer predicciones, utiliza-
b) Todos los equipos presentan el mismo coeficiente de ríamos la misma ecuación de regresión en todos los
regresión pero distinto intercepto. Este patrón es el equipos. Esa ecuación de regresión se podría reescribir
que representa la Figura 5.2 (b). de la siguiente forma:
c) Todos los equipos presentan el mismo intercepto pero Yij % b0 ! b1 Xi j ! rij (5.2)
distinto coeficiente de regresión. Este patrón es el que
representa la Figura 5.2 (c). El patrón de resultados representado en la Figu-
d) Tanto el intercepto como el coeficiente de regresión ra 5.2 (b) implica que el intercepto de la ecuación de re-
varían a través de los equipos, tal como muestra la Fi- gresión varía a través de los equipos. En este caso, ten-
gura 5.2 (d). dría sentido preguntarse si existe alguna característica de
los equipos (Gj) (por ejemplo, su clima de apoyo) que
La regresión de Y (satisfacción laboral) sobre X explique esa variación. Así pues, podríamos escribir la
(agotamiento emocional) (Y % a ! bX ! e) se puede ex- siguiente ecuación de regresión, donde la variable crite-
presar de una forma que tenga en cuenta la estructura de rio es el intercepto cuya variación queremos explicar:
los datos, esto es, que los sujetos pertenecen a equipos:
b0j % c00 ! c01Gj ! U0j (5.3)
Yij % b0j ! b1j Xij ! rij (5.1)
En ella c00 es un intercepto, c01 es el coeficiente de re-
donde Yi j es la puntuación del sujeto i del equipo j en la gresión que estima la relación entre Gj y b0j, y U0j es el
variable criterio, Xij es la puntuación del sujeto i del término residual4.
equipo j en la variable predictora, b0j y b1j representan
el intercepto y el coeficiente de regresión, respectiva- 3
b y c son las letras griegas «beta» y «gamma» minúsculas, res-
mente, estimados en cada uno de los j equipos, y rij es pectivamente.
4
El primer número de los subíndices de los coeficientes gamma
el término residual de la ecuación de regresión. (c) y de los residuales U indica si se trata de elementos que aparecen
El patrón de resultados representado en la Figu- en la ecuación donde la variable criterio es un intercepto (si ese primer
número es un cero) o una pendiente de regresión (si es un uno). En el
ra 5.2 (a) implica que en todos los equipos se obtiene el caso de los coeficientes c, el segundo número del subíndice es un nú-
mismo intercepto y el mismo coeficiente de regresión. mero de orden que indica la posición del coeficiente en la ecuación de
Por tanto: regresión.
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 73
El patrón de resultados representado en la Figu- Por ello se dice que la Ecuación (5.1) representa el mo-
ra 5.2 (c) indica que el coeficiente de regresión varía a delo de nivel 1, mientras que las Ecuaciones (5.3) y
través de los equipos. Análogamente al caso anterior, (5.4) representan el modelo de nivel 2. Los modelos li-
tendría sentido preguntarse si existe alguna característica neales jerárquicos incluyen un número de ecuaciones li-
de los equipos (Gj) que explique esa variación. Así pues, neales, como las que acabamos de presentar, especifica-
podríamos escribir la siguiente ecuación de regresión, das a varios niveles de análisis que son estimadas
donde la variable criterio es el coeficiente de regresión simultáneamente. La forma concreta que tomarán las
cuya variación queremos explicar: ecuaciones de nivel 1 y de nivel 2 dependerá de las pre-
b1j % c10 ! c11 Gj ! U1j (5.4) guntas de investigación y de las correspondientes hipó-
tesis. Asimismo, las ecuaciones pueden incluir varios
En ella c10 es un intercepto, c11 es el coeficiente de re- predictores de nivel 1 y de nivel 2.
gresión que estima la relación entre Gj y b1j, y U1j es el
Anteriormente señalamos que el objetivo de este ca-
término residual.
pítulo era realizar una presentación lo más sencilla y di-
Por último, considerando el patrón de resultados re- dáctica posible de los métodos que permiten estimar las
presentado en la Figura 5.2 (d), se podría estudiar si relaciones de los modelos transnivel. Estos modelos per-
existe alguna característica de los equipos (Gj) que ex- miten responder a preguntas como: «¿Cuál es la influen-
plique la variación del intercepto y del coeficiente de re- cia del clima de apoyo del equipo sobre la satisfacción
gresión a través de los equipos. En este caso, las ecua- laboral de los individuos que lo componen?». Llegados
ciones de regresión a estimar serían: a este punto del capítulo, el lector podrá preguntarse
b0j % c00 ! c01 Gj ! U0j acerca de la relación que existe entre las ecuaciones que
acabamos de presentar y la estimación de relaciones
b1j % c10 ! c11 Gj ! U1j transnivel como la incluida en la pregunta. Rogamos al
La Ecuación (5.1) modela relaciones dentro de cada lector que no se impaciente, pues esperamos que tras
equipo, a nivel individual, mientras que las Ecuaciones leer y estudiar este capítulo sea capaz de entender la re-
(5.3) y (5.4) modelan cómo varían a través de los equi- lación entre los modelos lineales jerárquicos y preguntas
pos los parámetros que caracterizan esas relaciones. similares a la formulada.

5.3
Tipos de efectos y parámetros
En los modelos lineales jerárquicos, los distintos térmi- Ecuación (5.1) son coeficientes aleatorios, ya que pue-
nos y coeficientes que aparecen en las ecuaciones espe- den tomar valores diferentes a través de los grupos o
cificadas en los diferentes niveles reciben nombres de- equipos, tal como indica el subíndice j.
terminados. Como veremos, esta distinción ayuda a El término efectos aleatorios se usa para referirse a
entender su naturaleza conceptual y a interpretar los re- los residuales especificados en los distintos niveles de
sultados de los análisis. Además, los programas in- análisis. Los residuales U0j y U1j de las Ecuaciones (5.3)
formáticos que se usan para estimar estos modelos y (5.4) representan efectos aleatorios de nivel 2 (equi-
suelen estructurar los resultados según determinados pos), mientras que el residual rij constituye un efecto
elementos. aleatorio de nivel 1 (individuos). Se asume que rij, U0j y
U1j son variables aleatorias con media cero y varianzas
Los efectos fijos son estimadores de parámetros que
p2, p2q00 y p2q11, respectivamente 5. Estos tres últimos pará-
no varían a través de los grupos. Los coeficientes c00,
metros, junto con la covarianza entre U0j y U1j (pq01),
c01, c10 y c11 de las Ecuaciones (5.3) y (5.4) son efectos
constituyen los componentes de varianza-covarianza del
fijos, y por tanto no llevan el subíndice j. Los coeficien- modelo.
tes aleatorios son los estimadores de parámetros que
pueden variar a través de los j grupos o equipos. El
intercepto (b0j) y el coeficiente de regresión (b1j) en la 5
p es la letra griega tau minúscula.
74 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

5.4
Secuencia de modelos de referencia
Una pregunta transnivel como la que formulamos al fi- Hipótesis 2: el clima de apoyo de los equipos
nal del Apartado 5.2 («¿Cuál es la influencia del clima modula la relación negativa entre agotamiento
de apoyo del equipo sobre la satisfacción laboral de los emocional y satisfacción laboral, de manera que
individuos que lo componen?») puede traducirse en un la relación será más débil cuanto más alto sea el
modelo lineal jerárquico con sus ecuaciones de nivel 1 y clima de apoyo de los equipos.
de nivel 2. Sin embargo, la investigación de relaciones El lector ya habrá notado que aunque las dos hipóte-
transnivel y la prueba de las hipótesis correspondientes sis se refieren a relaciones que implican variables que se
implican la comprobación de unas condiciones previas sitúan en diferentes niveles, se trata de relaciones sus-
que requieren modelos lineales jerárquicos más sencillos tantivamente diferentes. La relación que propone la
(Hofmann, 1997). En este apartado vamos a presentar hipótesis 1 se establece entre una variable de equipo
una secuencia estándar de modelos lineales jerárquicos (clima de apoyo) y una variable individual (satisfacción
que puede utilizarse como referencia para estimar mode- laboral). Esta relación suele denominarse efecto transni-
los transnivel. En la práctica, pueden darse situaciones vel 6. Se trata de lo que frecuentemente se denomina un
en las que no sea necesario probar todos los modelos efecto directo. Sin embargo, en la hipótesis 2 nos encon-
que veremos a continuación, y la forma de los mismos tramos con una variable de equipo (clima de apoyo) que
dependerá de los predictores de nivel 1 y de nivel 2 que modula una relación entre dos variables individuales
se incluya. No obstante, la secuencia es suficientemente (agotamiento emocional y satisfacción laboral). Es decir,
amplia como para cubrir diferentes tipos de preguntas la hipótesis 2 plantea una interacción transnivel, ya que
transnivel. la relación entre dos variables individuales depende de
Para facilitar la comprensión de los modelos, vamos una tercera que se encuentra en un nivel superior. En la
Figura 5.3 representamos ambos tipos de relaciones
a seguir con el ejemplo que introdujimos en el Apartado
transnivel.
5.2. Supongamos que nuestro investigador quiere deter-
minar si el clima de apoyo de los equipos de trabajo de
su muestra está relacionado con la satisfacción laboral
de los individuos que componen esos equipos, una vez
que se ha controlado la relación que el agotamiento
emocional que experimentan los sujetos tiene con su sa-
tisfacción laboral (Wolpin et al., 1991; Maslach et al.,
2001). Supongamos que formula y justifica la siguiente
hipótesis de trabajo:
Hipótesis 1: el clima de apoyo de los equipos es-
tá relacionado positivamente con la satisfacción
laboral de los miembros de los equipos, una vez
que se ha controlado la relación negativa (de ni-
vel individual) entre agotamiento emocional y
satisfacción laboral.
FIGURA 5.3. Relaciones transnivel: efecto transnivel
Imaginemos que el investigador también desea ave- e interacción transnivel.
riguar si la relación entre agotamiento emocional y sa-
tisfacción laboral varía a través de los equipos, y si esa 6
El término efecto transnivel (cross-level effect) es un término
variación depende del clima de apoyo de los equipos, de bastante frecuente en las investigaciones transnivel. Sin embargo, el
manera que la relación será más débil en los equipos término «efecto» ha de interpretarse con mucha cautela y no en un
donde haya un alto grado de clima de apoyo debido al sentido literal, ya que los diseños que frecuentemente se usan en la in-
vestigación en entornos naturales impiden la formulación de interpre-
hipotético efecto amortiguador de esta variable. Imagi- taciones concluyentes de las relaciones de causalidad entre las varia-
nemos que la correspondiente hipótesis es: bles implicadas.
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 75
de nivel 2 la variable criterio será el mencionado inter-
5.4.1. Modelo 1: modelo ANOVA cepto:
de un factor de efectos
aleatorios Nivel 2: b0j % c00 ! U0j (5.6)

En esta ecuación, c00 es la media de las medias de


La hipótesis 1 asume que la variable de nivel individual
los equipos en la variable criterio (SL) (en inglés, grand
satisfacción laboral está relacionada con otra variable in-
mean), y U0j es el término residual de la ecuación de re-
dividual (agotamiento emocional), y además propone
gresión. Su varianza (p2q00) representa la variabilidad
que también está relacionada con una variable de equipo
aleatoria de las medias de los equipos en SL alrededor
(clima de apoyo). Debido a ello, cabría esperar que exis-
de la «gran media» (c00). Es decir, en este primer mode-
tiera cierta varianza dentro de los equipos (intraequipo)
lo p2q00 representa la varianza entreequipos en la variable
y cierta varianza a través de los equipos (entreequipos)
criterio (SL). La Ecuación (5.6) indica que el parámetro
en la variable criterio (satisfacción laboral) (Hofmann,
b0j es una función de una parte fija (c00) y otra aleatoria
1997). Así pues, convendría obtener estimadores de la
(U0j) cuya varianza queremos estimar. Esta distinción es
varianza intraequipo y de la varianza entreequipos que
importante, ya que los programas que estiman estos mo-
presenta la variable satisfacción laboral. Si existieran di-
delos suelen distinguir entre la parte fija y la parte alea-
ferencias entre equipos en satisfacción, podríamos infe-
toria de los modelos (a veces refiriéndose a ellas como
rir que los datos presentan una estructura jerárquica, y
«efectos fijos» y «efectos aleatorios»).
por lo tanto, tiene sentido desarrollar modelos lineales
jerárquicos (Heck y Thomas, 2000). Pues bien, el mode- Si a continuación sustituimos el intercepto b0j de la
lo que presentaremos en este apartado permite, entre Ecuación (5.5) por el miembro de la derecha de la Ecua-
otras cosas, descomponer la varianza total de la variable ción (5.6), obtenemos el modelo multinivel o modelo in-
criterio en varianza intraequipo y varianza entreequipos. tegrado:
Se trata de un modelo inicial o base en el que se asume
que los interceptos varían aleatoramiente a través de los Modelo integrado: Yij%SLij%c00!U0j!rij (5.7)
equipos; por ello en inglés se denomina también baseli-
ne model with random intercepts. Este modelo integrado es similar al modelo ANOVA
de un factor de efectos aleatorios (Yij % k ! aj ! eij), de
Para ello, en el modelo de nivel 1 (nivel individual) donde toma uno de sus nombres. En este modelo c00 re-
se especifica una ecuación sin predictores7: presenta un efecto fijo, U0j representa un efecto aleato-
rio de nivel 2 (equipos) y rij un efecto aleatorio de nivel
Nivel 1: Yij % SLij % b0j ! rij (5.5) 1 (individuos). Con el objeto de diferenciar las partes fi-
En él Yij es la puntuación del sujeto i del equipo j en la ja y aleatoria del modelo es frecuente que la parte alea-
variable criterio (SL: satisfacción laboral), b0j es el toria se escriba entre paréntesis:
intercepto del equipo j y rij es el término residual de la
Yij % SLij % c00 ! (U0j ! ri j)
ecuación de regresión, y representa el efecto aleatorio de
nivel 1. Al no incluir predictores, este modelo no explica la
En este modelo, b0j es igual a la media del equipo varianza de la variable criterio (SL), solamente la divide
en la variable criterio. Recordemos que en un modelo de en dos componentes: varianza intraequipo y varianza en-
regresión simple (Y % a ! bX ! e), el valor del inter- treequipos. Así pues, asumiendo que U0j y rij son inde-
cepto (a) puede estimarse mediante: a % Y1 . bX1 . Si no pendientes, podemos descomponer la varianza (Var) de
hay predictores, entonces a % Y1 . Asimismo, la varianza la variable criterio de la siguiente forma:
de rij (p2) representa la variabilidad aleatoria de las pun-
tuaciones individuales en la variable criterio en torno a Var (Yij) % Var (SLi j) % Var (U0j ! ri j) % p2q00 ! p2 (5.8)
la media del equipo, es decir, representa la varianza in-
traequipo. Los programas que estiman modelos lineales jerár-
quicos ofrece estimaciones de p2q00 y p2. Con esa infor-
Si suponemos que el intercepto (b0j) de la Ecuación mación, se puede calcular el Coeficiente de Correlación
(5.5) pueden variar a través de los equipos, en el modelo Intraclase (CCI):
7 p2q00
Por ello, el modelo que vemos en este apartado también se deno- CCI % (5.9)
mina «modelo nulo» o «vacío». pq00 ! p2
2
76 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Como se aprecia en la fórmula anterior, el CCI es un ten diferencias significativas entre los equipos respecto a
cociente entre la varianza entreequipos que muestra la sus puntuaciones medias en satisfacción y apoya la consi-
variable criterio y la varianza total de esta variable. El deración de la estructura jerárquica de los datos.
valor obtenido se puede interpretar de diversas formas
Tras descomponer la varianza total de la variable SL,
relacionadas. El CCI indica la proporción de varianza de
podemos calcular el correspondiente coeficiente de co-
la variable criterio que se debe a diferencias entre equi-
rrelación intraclase (CCI):
pos. También puede interpretarse como una medida de
dependencia (Bliese, 2000), es decir, una medida del p2q00 0,13
grado en el que las respuestas de los miembros de un CCI % 2 2% % 0,37
pq00 ! p 0,13 ! 0,22
mismo grupo dependen de su pertenencia al grupo. En
este sentido, a medida que el CCI aumenta, puede infe- El valor obtenido indica que el 37% de la varianza
rirse que en mayor medida la pertenencia al grupo in- total de la variable satisfacción laboral se debe a dife-
fluye sobre las respuestas de sus miembros. rencias entre equipos y sugiere que el nivel de satisfac-
Para mostrar cómo se interpretan los resultados que ción laboral experimentado por los sujetos depende en
ofrece este modelo, vamos a volver a nuestro ejemplo cierta medida del equipo al que pertenecen.
sobre las relaciones entre agotamiento emocional, apoyo El programa también ofrece un estadístico que infor-
del equipo y satisfacción laboral. Los datos utilizados ma sobre el ajuste del modelo. Ese estadístico se deno-
provienen de una muestra de equipos de trabajo pertene- mina en inglés deviance. Se utiliza para comparar dos
cientes a un servicio público de salud. Esta muestra ha modelos anidados, es decir, modelos que difieren en
sido descrita en González-Romá, Peiró y Tordera unos pocos parámetros que uno de ellos incluye y el
(2002). Un aspecto importante de esta muestra es que en otro no. La diferencia entre los estadísticos de ajuste se
una primera etapa, los equipos fueron seleccionados distribuye siguiendo un modelo de distribución de pro-
aleatoriamente de la población de equipos del servicio babilidad ji-cuadrado, con grados de libertad igual a la
público de salud, y, en una segunda etapa, dentro de ca- diferencia entre los grados de libertad asociados a cada
da equipo los sujetos informantes fueron seleccionados modelo, que a su vez es igual al número de parámetros
también aleatoriamente. Los análisis fueron realizados que determina la diferencia entre los dos modelos. Una
mediante el módulo dedicado a los modelos multinivel diferencia estadísticamente significativa entre los esta-
(MULTILEV) del programa LISREL 8.80 (Jöreskog y dísticos de ajuste indica que el modelo que incluye más
Sörbom, 2006). parámetros a estimar produce una mejora relevante en el
El programa ofrece estimadores de las partes fija y ajuste. En nuestro ejemplo, el estadístico de ajuste de
aleatoria del modelo. En este caso, en relación con la este primer modelo es igual a 1.146,4, valor que utiliza-
parte fija tenemos: remos más adelante para comparar el ajuste del modelo
nulo con el del modelo que veremos en el siguiente
c4 00 % 3,17 (p a 0,01), que es una estimación de la sa- apartado.
tisfacción laboral media a través de todos los equipos.
En resumen, este primer modelo de la secuencia nos
Respecto a la parte aleatoria, tenemos: permite obtener los siguientes resultados importantes:
Nivel 1: p4 2 % 0,22 (p a 0,01), que estima la variabili- Una estimación de las varianzas intraequipo y entre-
dad intraequipo en la variable criterio (SL). equipos de la variable criterio.
Nivel 2: p4 2q00 % 0,13 (p a 0,01), que estima la variabi- El valor del Coeficiente de Correlación Intraclase
lidad entreequipos en la variable criterio (SL). (CCI).
Así pues, ahora tenemos una partición de la varianza to-
tal de la variable satisfacción laboral (SL) en varianza
intraequipo (0,22) y varianza entreequipos (0,13). Ob- 5.4.2. Modelo 2: modelo
sérvese que los dos últimos estimadores son estadística-
mente significativos. Esto quiere decir que las diferen- de coeficientes de regresión
cias intra y entreequipos son importantes, y que en pasos aleatorios
posteriores tendrá sentido modelar esas varianzas, esto es,
determinar de qué variables dependen las correspondien- Los resultados ofrecidos por el modelo anterior indican
tes variabilidades intra y entreequipos. El hecho de que que podemos seguir adelante especificando modelos
p4 2q00 sea estadísticamente distinto de cero indica que exis- más complejos. Para que tenga sentido probar la hipóte-
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 77
sis 1, es necesario que exista cierta variabilidad en los En él agi j es la puntuación diferencial del sujeto i del
interceptos a través de los equipos; y para que tenga equipo j en la variable agotamiento emocional, b0j es el
sentido probar la hipótesis 2, es necesario que exista intercepto de la ecuación de regresión (del que ya he-
cierta variabilidad en las pendientes o coeficientes de re- mos hablado antes), b1j es el coeficiente de regresión o
gresión a través de los equipos (Hofmann, 1997). El mo- pendiente que estima la relación entre agotamiento emo-
delo que tratamos en este apartado nos ofrecerá estima- cional y satisfacción laboral y rij es el término residual
ciones de esas variabilidades, y además nos permitirá cuya varianza (p2) ya no estima la varianza intraequipo
estimar la relación de nivel individual entre agotamiento «total», sino la varianza intraequipo residual en SL que
emocional (AG) y satisfacción laboral (SL) que asume la queda tras controlar la relación con AG.
hipótesis 1 (relación documentada en la literatura sobre
Si suponemos que tanto el intercepto (b0j) como la
el tema; Wolpin et al., 1991; Maslach et al., 2001).
pendiente (b1j) de la Ecuación (5.10 b) pueden variar
Para ello, en el modelo de nivel 1 se introduce el aleatoriamente a través de los equipos, en el modelo de
predictor de nivel individual considerado (AG). Para nivel 2 tendremos dos ecuaciones que modelarán ambos
facilitar la interpretación de b0j en este modelo, el pre- coeficientes:
dictor se introduce en escala de puntuaciones diferen-
ciales (donde xi j % Xi j . X1 ), es decir, se «centra» el Nivel 2: b0 j % c00 ! U0j (5.11)
predictor usando la media total (o grand mean8). Algo b1j % c10 ! U1j (5.12)
similar ocurre cuando trabajamos con regresión están-
dar. Como sabemos, en un modelo de regresión simple Aquí c00 representa la media de los interceptos a tra-
(Y % a ! bX) el intercepto a indica el valor que toma Y vés de los equipos y c10 es la pendiente media a través
cuando el predictor X vale cero. En psicología es fre- de los equipos. Es decir, si se estimara la ecuación de
cuente trabajar con variables en las que el valor cero no regresión (5.10 b) en cada equipo de trabajo, c00 y c10
tiene mucho sentido, por ello, para facilitar la interpreta- serían las medias de los interceptos y de las pendientes
ción de a es conveniente centrar el predictor. Con el obtenidas, respectivamente. U0j es un término residual
predictor X centrado (Y % a ! bx), a indica el valor que cuya varianza (p2q00) representa en este modelo la varia-
toma Y cuando x vale cero, y x toma el valor cero cuan- bilidad de los interceptos de los equipos (b0j) alrededor
do Xi j % X1 . Por lo tanto, con el predictor X centrado, a de c00. Nótese que ahora p2q00 ya no es la varianza entre-
indica el valor que toma Y cuando el predictor es igual a equipos «total» de la variable criterio (SL), como ocurría
su media (un valor que sí se puede interpretar con senti- en el modelo 1. Aquí representa la varianza entreequi-
do). Pues bien, en el modelo multinivel que nos ocupa, pos en SL que queda después de controlar la variable
cuando se centra el predictor de nivel individual usando agotamiento emocional (Snijders y Boskers, 1999). Por
la «gran media», el intercepto b0j se interpreta como una último, U1j es un término residual cuya varianza (p2q11)
media «ajustada» del grupo j en la variable criterio. Es representa la variabilidad de las pendientes de los equi-
ajustada porque es una estimación que controla el im- pos (b1j) alrededor de c10.
pacto del predictor en cuestión. Esto es, si se igualaran
los equipos respecto al predictor, la media del equipo j Si a continuación sustituimos el intercepto b0j y la
en la variable criterio sería b0j 9. pendiente b1j de la Ecuación (5.10 b) por las correspon-
dientes expresiones equivalentes (Ecuaciones 5.11 y
Al introducir un predictor de nivel individual el mo- 5.12), obtenemos el siguiente modelo multinivel o mo-
delo de nivel 1 queda de la siguiente manera: delo integrado:
Nivel 1:
Modelo integrado:
Notación genérica: Yij % b0j ! b1j xij ! rij (5.10 a)
SLij % c00 ! U0j ! (c10 ! U1j)agij ! ri j
Notación específica: SLij%b0j!b1j agij!rij (5.10 b)
Si ejecutamos el producto (c10 ! U1j)agi j tenemos:
8
Para conocer algunas de las implicaciones de este tipo de proce-
dimientos y algunos de los criterios a considerar puede consultarse el SLi j % c00 ! U0j ! c10 agij ! U1j agi j ! rij
trabajo de Hofmann y Gavin (1998).
9
Transformaciones como la indicada modifican el origen de la es- Si agrupamos los elementos de la parte fija y los de
cala del predictor (esto es, dónde se sitúa el valor cero). Snijders y
Boskers (1999, pp. 69-70) muestran que los cambios en el origen de la la parte aleatoria podemos escribir:
escala del predictor afectan a la varianza del intercepto (b0j) a través
de los equipos (es decir, p2q ).
00
SLi j % c00 ! c10 agij ! (U0j ! U1j agi j ! rij) (5.13)
78 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Obsérvese que la Ecuación (5.13) nos indica que c10 (p2M2 % 0,17) con el obtenido en el modelo base inicial
es el coeficiente que estima la relación entre agotamien- (p2M1 % 0,22), observamos que se ha producido un des-
to emocional (ag) y satisfacción laboral (SL). censo debido a la inclusión de agotamiento emocional
Tras estimar el modelo 2 en nuestra muestra de equi- como predictor de nivel 1 en el modelo. Comparando el
pos de trabajo se obtuvo los siguientes resultados. El es- descenso observado (0,22 . 0,17 % 0,05) con la variabi-
tadístico de ajuste (deviance) obtenido para el modelo 2 lidad intraequipo total (0,22), podemos estimar la pro-
es 1.066,5. La diferencia con el ajuste del modelo inicial porción de varianza intraequipo explicada por agota-
es: 1.146,4 . 1.066,5 % 79,9. En el modelo inicial se miento emocional:
estimaron tres parámetros, mientras que, como veremos p2M1 . p2M2 0,22 . 0,17
abajo, en el modelo 2 se estiman seis. Por lo tanto, la di- R2 % % % 0,23
ferencia entre los grados de libertad asociados a los dos p2M1 0,22
modelos es 3. Tras consultar las tablas de la distribución
ji-cuadrado, se observa que una diferencia de 79,9, con Aquí p2M1 y p2M2 son las estimaciones de p2 ofrecidas por
tres grados de libertad, representa una mejora significa- el modelo base (modelo 1) y el modelo de coeficientes
tiva en el ajuste (s2 % 79,9, g.l. % 3, p a 0,01). de regresión aleatorios (modelo 2), respectivamente. Así
pues, el agotamiento emocional explica el 23% de la va-
Respecto a la estimación de los parámetros de la rianza intraequipo de satisfacción laboral.
parte fija del modelo tenemos:
Para finalizar este apartado, recordemos que este se-
c4 00 % 3,15 (p a 0,01). Este valor es similar al obteni- gundo modelo de la secuencia nos permite obtener los
do para el modelo base (3,17). La diferencia se debe a siguientes resultados importantes:
que en este modelo c00 es el promedio de las medias
ajustadas en SL a través de los equipos. Una estimación de la relación entre el predictor de ni-
vel 1 considerado y la variable criterio.
c4 10 % .0,19 (p a 0,01), indica que la relación entre
agotamiento emocional y satisfacción laboral es nega- Una estimación de las varianzas que muestran los
tiva y estadísticamente significativa, lo cual es con- interceptos y las pendientes de regresión a través de
gruente con los resultados de la investigación previa los equipos.
(Wolpin et al., 1991; Maslach et al., 2001). Una estimación de la proporción de varianza explica-
Respecto a la parte aleatoria, se obtuvo: da por el predictor de nivel 1.

Nivel 1: p4 2 % 0,17 (p a 0,01); estima la varianza in-


tra-equipo residual en SL, y es estadísticamente signi-
ficativa. 5.4.3. Modelo 3: modelo
Nivel 2: de interceptos
p4 2q00 % 0,10 (p a 0,01); estima la variabilidad de los como resultados
interceptos. Su significación estadística indica que
existen diferencias entre las medias ajustadas de los En el modelo anterior se observó que existe una varia-
equipos en SL. ción estadísticamente significativa en los interceptos
p4 2q11 % 0,05 (p a 0,01); estima la variabilidad de las (b0j) a través de los equipos; es decir, se observó que
pendientes. Al ser estadísticamente significativa, existen diferencias entre las medias ajustadas de los
podemos inferir que la relación entre agotamiento equipos en satisfacción laboral. Entonces, cabe pregun-
emocional y satisfacción laboral varía a través de tarse: ¿de qué dependen esas diferencias?, ¿están rela-
los equipos. cionadas con las diferencias que los equipos presentan
en clima de apoyo? Es decir, ¿existe una relación entre
p4 2q01 % 0,01 (p b 0,05); estima la relación entre los las medias ajustadas en satisfacción laboral y el clima
interceptos y las pendientes de regresión. Como no de apoyo de los equipos? Estas preguntas pueden resol-
es estadísticamente significativa, podemos afirmar verse mediante el tercer modelo de la secuencia. Para
que no existe relación entre ambos coeficientes; es ello, introduciremos un nuevo predictor, pero esta vez
decir, el tamaño de las pendientes no varía en fun- será un predictor de nivel equipo (nivel 2): el clima de
ción del tamaño de los interceptos. apoyo de los equipos de trabajo (AP). Utilizaremos esta
Si comparamos el valor estimado en este segundo variable para modelar las diferencias en los interceptos
modelo (M2) para la varianza intraequipo residual en SL (b0j). Por esta razón, este modelo se denomina modelo
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 79
de interceptos como resultados. Además, con este mode- la satisfacción. Por lo tanto, c01 es un coeficiente que es-
lo podremos poner a prueba la hipótesis 1. Recordemos tima una relación o «efecto» transnivel, que en el caso
que esta hipótesis propone que el clima de apoyo de los del ejemplo usaremos para poner a prueba la hipótesis 1.
equipos está relacionado positivamente con la satisfac- Los resultados que obtuvimos al ajustar este modelo
ción laboral de sus miembros, una vez se ha controlado multinivel en nuestra muestra de equipos de trabajo se
la relación negativa entre agotamiento emocional y sa- presentan a continuación. El estadístico de ajuste (de-
tisfacción laboral. viance) obtenido fue de 1.031,5. La diferencia con el
Como no se introduce ningún nuevo predictor de ni- ajuste del modelo 2 es: 1.066,5 . 1.031,5 % 35. En el
vel individual, el modelo de nivel 1 queda igual que en modelo 2 se estimaron seis parámetros, en el modelo 3
el modelo 2 de la secuencia: se estiman siete (los mismos que en el modelo 2 más
c01). Así pues, la diferencia entre los grados de libertad
Nivel 1: SLij % b0j ! b1j agij ! rij (5.10 b) asociados a los dos modelos es 1. Tras consultar las ta-
blas de la distribución ji-cuadrado, se observa que un di-
Como acabamos de adelantar, en el modelo de nivel ferencia de 35, con un grado de libertad, representa una
2 introducimos un predictor para modelar la variabilidad mejora significativa en el ajuste (s2 % 35, g.l. % 1,
en b0j. Ese predictor es el clima de apoyo de los equipos p a 0,01).
(AP). En relación con el modelo 2 de la secuencia, este
cambio modifica la primera de las ecuaciones de nivel 2 En la parte fija del modelo ahora tenemos un nuevo
implicadas: parámetro:
c4 01 % 0,22 (p a 0,01), que según la Ecuación (5.15)
Nivel 2: b0j % c00 ! c01 APj ! U0j (5.14) estima la relación transnivel entre el clima de apoyo
b1j % c10 ! U1j (5.12) de los equipos de trabajo y la satisfacción laboral de
los sujetos. Los resultados obtenidos indican que, tal
Aquí c00 es un intercepto de nivel 2 y c01 es una pen- como se esperaba según la hipótesis 1, después de
diente de regresión de nivel 2. Como la Ecuación (5.14) controlar la relación entre agotamiento emocional y
incluye un predictor, la varianza de U0j (p200) representa satisfacción laboral, la relación transnivel mencionada
la varianza residual en los interceptos (b0j) a través de es positiva y estadísticamente significativa. Así pues,
los equipos. la hipótesis 1 es apoyada por los datos observados.
Si a continuación substituimos el intercepto b0j y la Para el parámetro c10 se obtuvo un valor (c4 10%.0,20)
pendiente b1j de la Ecuación (5.10 b) por las correspon- muy similar al ofrecido por el modelo anterior.
dientes expresiones equivalentes (Ecuaciones 5.14 y Respecto a la parte aleatoria, cabe esperar cambios
5.12), obtenemos el siguiente modelo multinivel o mo- en el parámetro que estima la varianza de los interceptos
delo integrado: a través de los equipos (p2q00), ya que en este modelo se
Modelo integrado: ha introducido un predictor de los interceptos. Veamos
las estimaciones obtenidas para los parámetros de la par-
SLij % c00 ! c01 APj ! U0j ! (c10 ! U1j)agij ! ri j te aleatoria del modelo:
Si ejecutamos el producto (c10 ! U1j)agi j tenemos: Nivel 1: p4 2 % 0,17 (p a 0,01). El parámetro que esti-
ma la varianza intraequipo residual en SL presenta el
SLij % c00 ! c01 APj ! U0j ! c10 agij ! U1j agi j ! ri j mismo valor que observamos en el modelo 2. Esto era
esperable ya que la nueva variable que hemos introdu-
Si agrupamos los elementos de la parte fija y los de la cido en el modelo 3 es un predictor de nivel 2.
parte aleatoria podemos escribir:
Nivel 2:
SLij%c00!c01 APj!c10 agi j!(U0j!U1j agij!rij) (5.15) p4 2q00 % 0,07 (p a 0,01). La variabilidad de los inter-
ceptos ha pasado de 0,10 en el modelo 2 (M2) a
Obsérvese que la Ecuación (5.15) nos indica que c01 0,07 en el modelo 3 (M3). Esto se ha debido a
es el coeficiente que estima la relación entre clima de la introducción de la variable clima de apoyo
apoyo (AP), una variable de nivel equipo, y satisfacción de los equipos (AP). Comparando el descenso ob-
laboral (SL), que es nuestra variable criterio de nivel in- servado (p2q00M2 . p2q00M3 % 0,10 . 0,07 % 0,03) con
dividual. Además, esa estimación se realiza controlando la variabilidad de los interceptos a través de
la relación que el agotamiento emocional (ag) tiene con los equipos que observamos en el modelo 2
80 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

(p2q00M2 % 0,10), podemos estimar la proporción de das estas preguntas, en el cuarto modelo de la secuencia
varianza de los interceptos explicada por el clima especificaremos que la variable clima de apoyo de los
de apoyo de los equipos. equipos (AP) es un predictor de nivel 2 de las pendien-
tes de regresión (b1j). Con este modelo podremos poner
p2q00M2 . p2q00M3 0,10 . 0,07 a prueba la segunda hipótesis formulada, que plantea
R2 % % % 0,3 que el clima de apoyo de los equipos modula la relación
p2q00M2 0,10
negativa entre agotamiento emocional y satisfacción la-
Es decir, la variable AP explica el 30% de la va- boral, de manera que la relación será más débil cuanto
rianza del intercepto (b0j) a través de los equipos. más alto sea el clima de apoyo de los equipos.
Lo cual también indica que, después de controlar el Como no introducimos ningún nuevo predictor de
«efecto» del agotamiento emocional, un 30% de las nivel individual, el modelo de nivel 1 queda igual que
diferencias entre las medias ajustadas de los equipos en el modelo 2 de la secuencia:
en SL es atribuible al clima de apoyo de los equi-
pos. Otro resultado interesante es que todavía es es- Nivel 1: SLij % b0j ! b1j agij ! rij (5.10 b)
tadísticamente significativo. Es decir, aunque AP es
un predictor significativo todavía queda varianza En el modelo de nivel 2, la variable clima de apoyo
por explicar, de manera que podría plantearse inves- de los equipos (AP) se usará como predictor de las pen-
tigar otros predictores de nivel 2 de esa varianza. dientes de regresión b1j. La ecuación en la que la varia-
ble criterio son los interceptos (b0j) no sufre ninguna
p4 2q11 % 0,05 (p a 0,01); el coeficiente que estima la
modificación respecto al modelo 3. Con todo ello, pode-
variabilidad de las pendientes no ha sufrido cam-
mos escribir:
bios, ya que este modelo no incorpora predictores
de las pendientes de regresión (b1 j). Nivel 2: b0j % c00 ! c01 APj ! U0j (5.14)
p4 2q01 % 0,01 (p b 0,05); como vimos en el modelo 2,
b1j % c10 ! c11 APj ! U1j (5.16)
la relación entre los interceptos y las pendientes de
regresión no es estadísticamente significativa. Aquí c10 es un intercepto de nivel 2, y c11 es una pen-
Así pues, el tercer modelo de la secuencia nos ha diente de regresión de nivel 2. Como la Ecuación (5.16)
permitido: incluye un predictor, la varianza de U1j (p2q1) representa
la varianza residual en las pendientes (b1j) a través de
— Estimar el «efecto» transnivel implicado en la hipó- los equipos. Como vemos, en este cuarto modelo en el
tesis 1. nivel 2 se modelan tanto los interceptos como las pen-
— Determinar la proporción de varianza de los inter- dientes de regresión, por ello este modelo se denomina
ceptos que es explicada por la variable de nivel 2 modelo de interceptos y pendientes como resultados.
clima de apoyo de los equipos (AP). Si substituimos el intercepto b0j y la pendiente b1j
de la Ecuación (5.10 b) por las correspondientes expre-
siones equivalentes (Ecuaciones 5.14 y 5.16), obtenemos
el siguiente modelo multinivel o modelo integrado:
5.4.4. Modelo 4: modelo
de interceptos y pendientes Modelo integrado:
como resultados SLi j%c00!c01 APj!U0j!(c10!c11 APj!U1j)agij ! rij

Uno de los resultados ofrecidos por el modelo 2 de la Multiplicando (c10 ! c11 APj ! U1j)agi j tenemos:
secuencia es que existe una variación estadísticamente
significativa en las pendientes de regresión (b1j) a través SLij % c00 ! c01 APj ! U0j ! c10 agij ! c11(AP*j agi j) !
de los equipos; es decir, la relación entre agotamiento ! U1j agi j ! ri j
emocional y satisfacción laboral varía de equipo a equi-
po. Entonces, cabe preguntarse: ¿de qué depende esa va- Si agrupamos los elementos de la parte fija y los de
riación?, ¿tiene algo que ver con el clima de apoyo de la parte aleatoria podemos escribir:
los equipos? Es decir, ¿la relación entre agotamiento
emocional y satisfacción laboral está modulada por el SLij%c00!c01 APj!c10 agi j!c11(AP*j agij) !
clima de apoyo de los equipos? Para dar respuesta a to- ! (U0j!U1j agij!rij) (5.17)
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 81
Nótese que c11 es un coeficiente de regresión asocia- rianza de las pendientes a través de los equipos presenta
do al producto de dos variables: una de nivel equipo el mismo valor que en el modelo anterior (p4 2q11 % 0,05,
(AP) y otra de nivel individual (ag). Se trata pues del p a 0,01). Considerando que esa varianza es estadística-
coeficiente que estima la interacción transnivel implica- mente significativa, podría plantearse investigar otros
da en nuestra hipótesis 2. Si resultara ser estadísticamente potenciales predictores. Es decir, tendría sentido tratar
significativo, tendríamos evidencia de que la relación en- de identificar alguno de los potenciales moduladores de
tre agotamiento emocional y satisfacción laboral varía a nivel 2 de la relación entre agotamiento emocional y sa-
través de los equipos en función de su clima de apoyo. tisfacción laboral (por ejemplo, la conducta de conside-
Tras ajustar este modelo multinivel en nuestra mues- ración del director del equipo). En el caso hipotético de
tra de equipos de trabajo se obtuvo los siguientes resul- que se identificara alguno, la varianza de las pendientes
tados. El estadístico de ajuste (deviance) obtenido fue (p2q11) disminuiría. Entonces, se podría estimar la propor-
igual al obtenido en el modelo 3 (1.031,5). Por lo tanto, ción de esa varianza atribuible al hipotético predictor
a pesar de incluir un parámetro más, el modelo 4 no re- comparando el descenso observado en la misma al in-
presenta una mejora significativa. Esto indica que el pa- cluir el predictor (p2q11M3 . p2q11M4) con la varianza total
rámetro adicional que incluye este modelo (c11) no es que muestran las pendientes (p2q11M3). Para ello calcula-
relevante. ríamos:
Efectivamente, en la parte fija del modelo, se obser- p2q M3 . p2q11M4
R2 % 11 2
va que el coeficiente estimado (c4 11 % 0,00) no es esta- pq11M3
dísticamente significativo. Por lo tanto, la hipótesis 2 no
ha sido apoyada por los datos, y podemos concluir que Para finalizar este apartado, recordemos que el mo-
la relación entre agotamiento emocional y satisfacción delo de interceptos y pendientes como resultados permite:
laboral no depende del clima de apoyo de los equipos. Estimar interacciones transnivel.
Como cabía esperar tras conocer el resultado ante- Determinar la proporción de varianza de las pendien-
rior, en la parte aleatoria del modelo vemos que la va- tes que es explicada por un predictor de nivel 2.

5.5
Algunas aplicaciones

Como señalamos al inicio del Apartado 5.4, la secuencia Naumannn y Bennett (2000) investigaron si el clima
de modelos que acabamos de presentar es suficiente- de justicia de los equipos de trabajo que componían su
mente amplia como para cubrir diferentes tipos de pre- muestra estaba relacionado con el compromiso organiza-
guntas transnivel y dar una perspectiva general sobre las cional y la conducta de ayuda de los miembros de los
posibilidades de los modelos lineales jerárquicos. Otras equipos (controlando la relación de las percepciones in-
secuencias que incluyen modelos adicionales que se ubi- dividuales de clima de justicia con las variables crite-
carían entre algunos de los modelos aquí considerados rio). Para estimar la relación transnivel entre su variable
son posibles (Kreft y de Leeuw, 1998; Heck y Thomas, de equipo (clima de justicia) y cada una de sus dos va-
2000; Raudenbush y Bryk, 2002; Pardo, Ruiz y San riables criterio individuales (compromiso organizacional
Martín, 2007). No obstante, la forma final del modelo y conductas de ayuda), definieron un modelo similar al
dependerá de las hipótesis del investigador y de las va- modelo 3 de nuestra secuencia, con la particularidad de
riables implicadas. Para que el lector pueda ver cómo se que Naumann y Bennett (2000) asumieron que las pen-
ha aplicado en la práctica esta metodología y conozca su dientes de regresión de nivel 1 (b1j) no variaban a través
flexibilidad para definir modelos diferentes a los estu- de los equipos, es decir, su valor era igual a una cons-
diados aquí, daremos a continuación algunas referencias tante. Así pues, su modelo multinivel quedaría definido
de estudios publicados cuya lectura contribuirá al apren- de la siguiente forma:
dizaje de esta metodología.
82 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Nivel 1: Yi j % b0j ! b1j picij ! rij laba la relación de nivel individual entre estrés laboral y
dos de sus hipotéticos correlatos (depresión y moral),
Nivel 2: b0j % c00 ! c01 CJj ! U0j
definieron un modelo multinivel de interceptos y pen-
b1j % c10 dientes como resultados en el que además se controló el
Modelo integrado: «efecto» de la variable de equipo «clima de liderazgo».
En este caso, la relación objeto de estudio sí que era una
Yi j % c00 ! c01 CJj ! U0j ! c10 picij ! ri j %
interacción transnivel, ya que las variables criterio y el
% c00 ! c01 CJj ! c10 pici j ! (U0j ! rij) predictor eran variables individuales, mientras que el mo-
dulador (consenso) era una variable de equipo. Su modelo
donde Yi j es la variable criterio correspondiente, CJj re- multinivel se podría definir de la siguiente manera:
presenta el clima de justicia de los equipos y pici j la per-
cepción individual del clima de justicia del equipo. En Nivel 1: Yi j % b0j ! b1j esi j ! rij
este caso, es el coeficiente c01 el que estima la relación
transnivel de interés. Nivel 2: b0j % c00 ! c01 Lj ! c02 CONj ! U0j
Hui, Chiu, Yu, Cheng y Tse (2007) estudiaron si la b1j % c10 ! c11 Lj ! c12 CONj ! U1j
relación transnivel entre conducta de liderazgo efectivo
(variable de equipo) y la calidad de servicio ofrecido Modelo integrado:
por los empleados (variable individual) estaba modulada Yij % c00 ! c01 Lj ! c02 CONj ! U0j !
por una variable de equipo: el clima de servicio. Obsér-
! (c10 ! c11 Lj ! c12 CONj ! U1j)esij ! rij %
vese que no se trata de una interacción transnivel. En las
interacciones transnivel el predictor y la variable criterio % c00 ! c01 Lj ! c02 CONj !U0j ! c10 eji j !
son variables individuales, mientras que el modulador es ! c11 (L*j esij) ! c12(CON*
j esij) ! U1j esi j ! rij %
una variable de nivel superior. En el estudio de Hui y % c00 ! c01 Lj ! c02 CONj ! c10 esij !
colaboradores tanto el predictor como el modulador son
variables de equipo. Al igual que en el caso anterior, se ! c11 (L*j esij) ! c12 (CON*
j esi j) !

asumió que las pendientes de regresión de nivel 1 (b1j) ! (U0j ! U1j esij ! ri j)
no variaban a través de los equipos. Su modelo multini-
vel fue el siguiente: donde Yi j es la variable criterio correspondiente, Lj re-
presenta el clima de liderazgo de los equipos (que se in-
Nivel 1: Yi j % b0j ! b1j eili j ! rij trodujo como variable control), CONj es la variable con-
Nivel 2: senso sobre el clima de liderazgo de los equipos, esi j
representa la variable individual estrés laboral y (L* j esij)
b0j % c00 ! c01 CLEj ! c02 CSj ! c03 (CLE*j CSj) ! U0j y (CON* j es ij ) son los términos de interacción transnivel,
b1j % c10 siendo el último de ellos el asociado a la hipótesis del
estudio de Bliese y Britt (2001). Por lo tanto, es el coe-
Modelo integrado: ficiente c12 el que estima la interacción transnivel hipo-
Yij % c00 ! c01 CLEj ! c02 CSj ! c03 (CLE*j CSj) ! U0j ! tetizada.
! c10 eilij ! ri j %c00 ! c01 CLEj ! c02 CSj ! A lo largo de todo el capítulo hemos formulado pre-
! c03 (CLE* j CSj) ! c10 eilij ! (U0j ! rij) guntas y ejemplos, y hemos recurrido a investigaciones
en las que solo se consideró dos niveles de análisis (in-
donde Yij es la calidad del servicio ofrecido por los em- dividuos y equipos). Esto se ha hecho intencionada-
pleados, eili j representa las evaluaciones individuales de mente para comenzar con los modelos más sencillos y
la conducta de liderazgo, CLEj es la conducta de lide- facilitar así la comprensión de esta metodología. No
razgo efectivo agregada a nivel de equipo a partir de obstante, los modelos lineales jerárquicos pueden exten-
eili j, CSj es el clima de servicio del equipo y (CLE*j CSj) derse para incluir niveles de análisis adicionales (Snij-
es el término de interacción entre las dos variables de ders y Bosker, 1999). En el ejemplo que hemos seguido,
equipo. Aquí es el coeficiente c03 el que estima el «efec- un tercer nivel de análisis podría ser la organización. La
to» de interacción hipotetizado. inclusión de un tercer nivel de análisis dependerá de la
Bliese y Britt (2001), para investigar si el «consenso pregunta de investigación, las hipótesis implicadas y el
sobre el clima de liderazgo» (variable de equipo) modu- nivel de la unidad focal.
Capítulo 5. MODELOS MULTINIVEL EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 83
Por último, cabe señalar que una aplicación muy presentan una estructura definida por el tiempo (o la
interesante de los modelos lineales jerárquicos es el es- edad) en la que las ocasiones (nivel 1) en las que se ob-
tudio del cambio a través del tiempo. En este tipo de tuvo mediciones están anidadas en los sujetos (nivel 2).
estudios se recogen datos en distintos momentos tempo- Una introducción a este tipo de aplicaciones puede obte-
rales, de manera que se puede decir que los datos nerse en Plewis (1997, Capítulo 4).

5.6
Programas para estimar modelos lineales jerárquicos
Los dos programas más conocidos para ajustar modelos de Jöreskog y Sörbom, y Mplus, de Muthén y Muthén,
lineales jerárquicos han sido desarrollados por algunos han incorporado módulos que permiten ajustar modelos
de los investigadores que más han contribuido al desa- lineales jerárquicos. La decisión sobre qué programa
rrollo de esta metodología. Tales programas son HLM usar puede depender de diversos factores personales
(Hierarchical Linear & nonlinear Modeling), de Rauden- (e. g., familiaridad con algún programa) y situacionales
bush, Bryk y Congdon, y MLwiN, del Centre for Multi- (e. g., accesibilidad de los programas), y de las carac-
level Modelling de la Universidad de Bristol (con Ras- terísticas y prestaciones de los programas (e. g., inferfaz,
bash, Goldstein, Browne y colaboradores). Se trata de gráficos). Para informarse acerca de las distintas po-
dos programas específicamente desarrollados para ajus- sibilidades, en la página web del Centre for Multi-
tar este tipo de modelos. Los programas de carácter glo- level Modelling de la Universidad de Bristol (http://
bal, como SPSS y SAS, también disponen de módulos www.cmm.bristol.ac.uk/learning-training/multilevel-m-
para ajustar modelos lineales jerárquicos10. Reciente- software/index.shtml) pueden encontrase revisiones de
mente, otros programas creados originalmente para ajus- los distintos programas que pueden ser usados.
tar modelos de ecuaciones estructurales, como LISREL,

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84 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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86 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

6.1
Introducción
En este capítulo se estudiará el proceso de socialización pia (Agulló, 2003). Es decir, pasará a formar parte de
organizacional y el problema de su evaluación, exami- nuestra propia identidad.
nando una herramienta para analizar este proceso y de- Este proceso de socialización resulta importante para
sarrollando el procedimiento a seguir para el análisis la mayor parte de las personas si tenemos en cuenta que
psicométrico de un cuestionario en la investigación or- va unido al acceso al empleo y este ocupa un valor cen-
ganizacional. tral de la sociedad actual y, para la mayor parte de las
La socialización es un proceso a través del cual las personas, el trabajo supone una de las realidades más
personas aprenden e interiorizan los elementos sociocul- importantes en su vida. El proceso de socialización or-
turales de su medio, bajo la influencia de experiencias y ganizacional se solapa con el proceso de socialización
de agentes sociales significativos, y con el que intentan general del individuo y, de manera un tanto arbitraria,
conseguir adaptarse al contexto social en el cual deben podemos establecer que comienza en el momento en el
llevar a cabo su existencia (Rocher, 1990). que la persona decide solicitar un puesto de trabajo, en-
Una vez superada la fase escolar-educativa-formati- vía su curriculum a la organización que lo demanda y
va, después de que el ámbito familiar y social hayan accede a mantener una entrevista.
proporcionado sus elementos necesarios para que el in- Pero hay organizaciones que emprenden su «labor
dividuo pueda permanecer en su contexto de una forma socializadora» antes incluso. Así, por ejemplo en el ám-
efectiva, la empresa se convierte en otro de los agentes bito de la gestión de los recursos humanos se ha acuña-
de socialización significativos para la adaptación de los do el termino employer branding, un concepto derivado
sujetos al entorno social (Agulló, 2003). Por tanto, ade- del término anglosajón branding o «imagen de marca»,
más de pertenecer a una familia, a un grupo de amigos, acuñado en el área del marketing, y con el que la em-
a un barrio, en definitiva, a varios grupos o colectivos, presa quiere venderse a sus propios empleados y a los
las personas habitualmente, al incorporarnos a una orga- que están todavía por llegar. El objetivo de estas empre-
nización laboral, pasamos a pertenecer a una cultura or- sas es que los futuros empleados conozcan lo mejor de
ganizacional y a todo lo que esta implica. Supone com- trabajar en la organización, antes siquiera de iniciar el
partir con los demás miembros ideas o rasgos comunes proceso de socialización. Y, probablemente, estén ini-
suficientes como para identificarse en el «nosotros» que ciando ya la facilitación del proceso de identificación
ella constituye, reconocerse lo bastante en ese «noso- organizacional.
tros» como para extraer de ahí, siquiera en parte, la pro-

6.2
La socialización organizacional
La socialización organizacional es el proceso mediante de nuevos roles (a medida que se madura de la infancia,
el cual el individuo adquiere el conocimiento social y a la adolescencia, juventud y vida adulta), la socializa-
las habilidades necesarias para asumir un rol organiza- ción organizacional es igualmente un proceso a largo
cional. Pero no solo se trata de aprender a trabajar en plazo y puede medirse, no solamente para los nuevos
una organización concreta, sino de aprender cómo son empleados, sino para empleados que lleven mas tiempo
las cosas en dicha organización y saber cuál es la mane- en la organización.
ra mas adecuada de comportarse (Taormina, 2004). No
obstante, de la misma manera que la socialización en La socialización ocurre siempre que un individuo
una sociedad consiste en el aprendizaje de una variedad cambia sus roles o «cruza una frontera» dentro de la or-
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 87
ganización (Van Manen y Schein, 1979). La socializa-
ción más notoria ocurre, usualmente, con la transición 6.2.1. Los contenidos
desde no ser miembro a ser miembro de la organización, de la socialización
pero también ocurre cuando se es transferido a otro de-
partamento dentro de la misma empresa o cuando se es Partiendo de que el aprendizaje es el componente esen-
promovido a un cargo superior. Incluso la necesidad de cial del proceso de socialización, los autores se plantean
socialización tiene lugar cuando el empleado permanece cuestiones relacionadas con los contenidos de dicho
en el mismo rol y ubicación pero se suceden cambios en aprendizaje. En este sentido, Fisher, en 1986, ya definió
el ambiente organizacional. Ejemplos de esta situación la socialización como un proceso de aprendizaje y de
pueden ser el ajuste a un nuevo jefe de sección, el cam- cambio. La autora identificó, a partir de la bibliografía
bio en los objetivos y misión de la empresa, o las fusio- revisada, cinco tipos de aprendizaje y de cambios que
nes y adquisiciones. podían ocurrir durante el curso de la socialización:
A lo largo de la historia de la investigación sobre so- 1) aprendizaje inicial en el que los nuevos integrantes se
cialización organizacional se han sucedido diversas dan cuenta de que el aprendizaje es necesario e identifi-
aproximaciones a su estudio. Desde las conceptualiza- can qué y de quién necesitan aprender; 2) aprendizaje
ciones iniciales de la socialización (p. e. Schein, 1968) sobre la organización; 3) aprendizaje sobre el funciona-
el estudio de la socialización organizacional ha experi- miento del trabajo en grupo; 4) aprendizaje sobre cómo
mentado importantes avances, sin embargo, como señaló realizar el trabajo; 5) aprendizaje personal —el recién
Fisher (1986) en su extensa revisión sobre el tema, en la incorporado a la organización aprende más sobre sí mis-
mayor parte de estos estudios durante las primeras déca- mo. Esta concepción encaja más en los planteamientos
das, los autores se centraron más en el estudio del pro- activos que seguiremos y que ya han sido mencionados
ceso de socialización que en el de los contenidos de di- al tratar la iniciativa personal, así como en la idea de
cha socialización. Es por esto que en los objetivos que la socialización es un proceso continuo que no solo
iniciales de nuestra investigación se encontraba analizar se realiza al incorporase a una organización.
esta parte menos estudiada: los contenidos de la social- Después de este trabajo Bauer, Morrison, y Callister
ziación. (1998) realizaron una extensa revisión que abarcaba la
década posterior de la analizada por Fisher y remarcaron
Diversos autores trataron de analizar el proceso de so-
que solamente existían dos escalas específicamente dise-
cialización y propusieron modelos de etapas secuenciales
ñadas para medir la socializacion organizacional. En
que supuestamente atravesaban los individuos al ingresar
concreto, encontraron los trabajos de Chao et al., (1994)
en una organización (p. e. Feldman, 1988; Schein, 1980).
y Taormina (1994), con sendos intstrumentos de evalua-
Otros autores han sugerido que el concepto de ajuste es el
ción de sus propuestas de socialización organizacional:
que mejor refleja el proceso de adaptación entre la perso-
el CAS (Content Areas of Socialization measure) y el
na y la organización. Finalmente, un número más reduci-
OSI (Organizational Socialization Inventory), respecti-
do de investigadores, más recientemente, han centrado su
vamente. Taormina (2004) ha realizado un esfuerzo por
atención en el estudio de los contenidos de la socializa-
comparar su propuesta con la de Chao y colaboradores;
ción, recalcando que la socialización es fundamental-
por ello vamos a comentar la aportación de Taormina, y
mente un proceso de aprendizaje (p. e. Taormina, 1997;
esta aproximación, junto con su instrumento, será la que
Chao, O’Leary-Kelly, Wolf, Klein y Gardner, 1994; Fis-
seguiremos a lo largo de todo nuestro trabajo.
her, 1986). Este último es el enfoque que se va a seguir
en este trabajo. De esta manera, siguiendo el modelo de Taormina
distinguimos cuatro dominios de aprendizaje: entrena-
Entendemos, por tanto, que el componente esencial
miento, comprensión, apoyo de los compañeros y pers-
de la socialización organizacional es el aprendizaje, pu-
pectivas de futuro. A esta propuesta de Taormina añadi-
diéndose establecer una serie de dimensiones o domi-
mos una nueva dimensión que hemos denominado
nios de dicho aprendizaje, los denominados «contenidos
«diferencias en función del género» (Lisbona, Palací y
de la socialización». Además, se trata de un proceso de
Agulló, en prensa).
aprendizaje continuo en el que el empleado adopta un
papel activo, siendo, por tanto, el aprendizaje el princi- La teoría sugiere que los dominios están superpues-
pal resultado de la socialización. tos unos con los otros y se ajustan dentro de un proceso
88 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

global. Según Taormina, cada dominio puede concebirse


como una esfera de influencia o de actividad, como un 6.2.1.2. Comprensión
campo conceptual.
El término «comprensión» lo utiliza Taormina en un
Los dominios contienen tanto elementos de conteni-
sentido similar al que otros investigadores han denomi-
do como de proceso. Así, conocer la estructura de poder
nado «aprendizaje» o «búsqueda de información» (p. e.,
de la organización es un contenido dentro del área de Fisher, 1986; Ostroff y Kozlowski, 1992). Estas conduc-
comprensión, mientras que participar en las actividades tas permiten al empleado conocer cómo es la organiza-
políticas dentro de la compañía es un proceso que ocurre ción, cómo actúa y por qué las cosas son de una deter-
sobre el tiempo. minada manera. Se refiere a la habilidad para explicar la
El modelo también sugiere que aunque los cuatro naturaleza, el significado o lo que ocurre en el lugar de
procesos suceden de manera continua y simultanea, ocu- trabajo, a saber explicar como son las cosas en la orga-
rren en una variedad de niveles y/o cantidades para los nización y por qué se hacen de una determinada manera.
diferentes empleados y que los niveles o cantidades va- En todas las organizaciones hay un sistema social de
rían sobre el tiempo. A continuación describiremos con relaciones entre grupos. Esto significa que los departa-
más detalle cada uno de los cuatro dominios. mentos o equipos dentro de una organización están típi-
camente diferenciados, no solamente en su propio siste-
ma desarrollado de roles, normas, valores y cultura, sino
que también en su poder y estatus (Haslam, 2001). El
6.2.1.1. Entrenamiento ambiente de trabajo, la manera habitual de resolver los
problemas en la empresa, las normas informales que se
Se refiere al desarrollo de destrezas y habilidades reque- crean en un grupo de trabajo o las relaciones de poder,
ridas para llevar a cabo el trabajo. La competencia de la entre otras, son muy distintas de una empresa a otra. La
persona, expresada en términos de conocimientos, habi- persona por su parte, también tiene su manera peculiar
lidades, aptitudes y destrezas, frente a los requerimien- de enfrentarse a los problemas, su personalidad, sus acti-
tos de carga de trabajo, complejidad u otras exigencias tudes y valores, y ello puede ser el origen igualmente de
de la organización, es esencial para el adecuado rendi- algunas dificultades, entre las que puede estar, incluso,
miento e integración del nuevo empleado (Wanous, la propia averiguación de las normas de la organización.
1992; Hontangas y Peiró, 1996). Por consiguiente, el nuevo empleado necesita conocer
las líneas de poder formales e informales, políticas, len-
Taormina define el entrenamiento como el acto, pro- guaje e historia de la organización, y su éxito posterior
ceso o método por el cual se adquiere algún tipo de ha- posterior también dependerá de su capacidad de este co-
bilidad o destreza funcional que es requerida para des- nocimiento y comprensión (Chao et al., 1994).
empeñar un puesto específico. Señala, además, que aun-
que puede haber muchos tipos de entrenamiento o que Recalcando la idea de que la comprensión es un
su duración sea muy diversa, lo más relevante es que el proceso continuo, Taormina (1997) sugiere que la can-
entrenamiento es, por una parte, una actividad que pro- tidad de comprensión lograda por los empleados sobre
porciona la organización para socializar a sus empleados su organización a través del tiempo se podría represen-
y que es vivida por los empleados como un esfuerzo que tar mediante una función acumulativa, empieza con un
hace la organización para socializarlos. bajo nivel y aumenta de una manera rápida y acelera-
da, llegando a un punto en el que la comprensión pasa
Aun siendo el entrenamiento un proceso continuo, a ser más lenta y sigue aumentando hasta el final de la
habitualmente la cantidad de tiempo que dedican los carrera.
nuevos al entrenamiento es muy superior al que se de-
dicará un tiempo después. También será superior cuan-
do se introduzcan nuevos equipos o tecnología, o cuan-
do los empleados deseen promocionar en la jerarquía 6.2.1.3. Apoyo de los compañeros
organizacional. Asimismo, el modelo asume que puede
haber diferencias importantes en función de si la orga- Un papel fundamental en este proceso de aprendizaje
nización tiene establecidos programas formales de orien- lo tienen los compañeros, los mandos y supervisores.
tación y entrenamiento o del tipo de organización, entre Taormina define este dominio como el apoyo emocio-
otros. nal, social o instrumental que se provee, al margen de
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 89
la compensación económica, por otros empleados de la ción; así, por ejemplo, el fracaso en el logro de una pro-
organización. Numerosos estudios indican consistente- moción lleva a los sentimientos de inequidad y a una
mente que las relaciones con el supervisor y con los disminución del compromiso y/o a un incremento en el
compañeros pueden tener consecuencias a largo plazo absentismo (Schwarzwald, Koslowsky y Shalit, 1992).
sobre el desarrollo de la carrera de los empleados En este sentido también será de extrema importancia la
(Jablin, 1987; Eisenberger, Fasolo y Davis-LaMastro, comparación social que el sujeto realice: el empleado
1990; Staw, Sutton y Pelled, 1994; Randall, Cropanza- establece un estándar de evaluación que le indica si de-
no, Bormann y Birjulin 1999). be continuar o abandonar la relación.
Los compañeros ayudan a interpretar la experiencia, Se ha señalado también que estas perspectivas de fu-
facilitan el conocimiento, desvelan matices implícitos de turo deben presentarse como un desajuste tolerable, y
las normas y facilitan el conocimiento tácito, es decir, el para que este desajuste sea percibido como un reto para
conocimiento difícil de formalizar y que está enraizado la persona parece necesario que el nuevo empleado anti-
con la práctica. cipe que si permanece en la organización podrá progre-
sar en sus expectativas de desarrollo de la carrera y per-
Los supervisores son también una fuente importante cibe que podrá recibir más de lo que se les ofrece en la
de apoyo que se ve amplificada debido a que pueden actualidad (Peiró y Prieto, 1997; Pinazo, Gracia y Carre-
servir al empleado de modelo, tienen el poder formal de ro, 2000). De la misma manera, consideramos de extre-
recompensa y castigo, proporcionan feedback, median ma importancia para el desarrollo futuro que el sujeto
en el flujo de comunicación descendente y en muchas anticipe si va a permanecer en la organización, es decir,
ocasiones en las relaciones personales con los subordi- si tiene asegurada su estabilidad en el empleo.
nados.
Taormina (1997) sugiere que el nivel de apoyo per-
cibido de los compañeros a través del tiempo se puede 6.2.2. Género
representar con una función en la que en los primeros
días el nivel de apoyo es mínimo. Muchos nuevos em-
Probablemente los resultados de la socialización depen-
pleados no conocen a nadie el primer día de trabajo; al-
dan de la interpretación que los empleados realicen de
gunos pueden ya tener conocidos o amigos. En unas se-
su percepción de diferencias en función del género. De
manas probablemente habrá conseguido una gran
una manera premeditada o no las organizaciones, y tam-
cantidad de apoyo, bien facilitado por otros o por propia
bién los propios compañeros o supervisores, pueden
iniciativa; a lo largo de su carrera el nivel de apoyo pro-
estar tratando a sus empleados de manera distinta en
bablemente quede estable.
función del género. Probablemente haya diferencias sig-
nificativas entre los hombres y las mujeres en la percep-
ción del entrenamiento recibido, de las perspectivas de
6.2.1.4. Perspectivas de futuro futuro o del apoyo social percibido.
Kirchmeyer (1995) comprobó en una muestra de
Las perspectivas de futuro se refieren al grado en el cual mujeres y hombres en puestos de dirección cómo estas
los empleados anticipan las oportunidades de promoción se sentían menos integradas en la organización que sus
y otros tipos de recompensas en su permanencia en la compañeros y cómo mostraban, a su vez, menos aspira-
organización a la que se incorporan. Se espera que como ciones profesionales que ellos.
resultado de la socialización, los empleados elaboren Del mismo modo, Moliner, Martínez-Tur, Peiró y
juicios sobre si la organización será capaz de satisfacer Ramos (2005), en su trabajo sobre justicia organizacio-
adecuadamente sus necesidades de logro (p. e.; Bucha- nal y burnout, encontraron que hombres y mujeres utili-
nan, 1974). zan diferentes marcos conceptuales para interpretar la
imparcialidad de la justicia de organización. Y sugieren
Por otra parte, cuando un empleado percibe que sus
que las organizaciones observen las necesidades de
metas son inalcanzables, ello puede llevar a conductas
hombres y mujeres en lo que a percepción de injusticia
improductivas o incluso «contraproductivas» o a la re-
se refiere.
signacion. La investigación muestra que cuando los em-
pleados perciben que tienen pocas posibilidades de éxito Nos parece muy importante incluir el aprendizaje so-
en su organización, el resultado es una pobre socializa- bre las diferencias en función del género como un conte-
90 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

nido o dimensión más en el proceso de socialización. A partir de la revisión bibliográfica realizada, esta-
Así, dependiendo de las organizaciones y de las perso- mos de acuerdo con Taormina en que la socialización es
nas que trabajan en ellas, se esperará que hombres y un proceso de aprendizaje continuo; en este sentido se
mujeres se comporten de una determinada manera. Tan- pueden establecer unas dimensiones o dominios de di-
to hombres como mujeres podrían aprender de manera cho aprendizaje; ahora bien, dichos dominios están en-
diferencial a comportarse y a comprender que cuentan trelazados e interaccionando entre sí. Los dominios son
con oportunidades diferentes en función del sexo. Del a su vez contenidos y resultados del proceso continuo de
mismo modo, pueden aprender que en una determinada socialización y se pueden analizar en un momento dado
organización y/o con unos compañeros concretos es de dicho proceso.
irrelevante ser hombre o mujer, y se es tratado exacta-
De esta manera, el aprendizaje es un primer indica-
mente igual en todas las situaciones.
dor del éxito del proceso de socialización. Siguiendo el
Con base en la propuesta que Taormina realiza para modelo de Taormina (1997) el nivel logrado de entrena-
evaluar el proceso de socialización se ha diseñado una miento, comprensión, apoyo de los compañeros y pers-
subescala, denominada «subescala de género del proceso pectivas de futuro son el resultado de la socialización.
de socialización», para evaluar si existen diferencian en-
tre hombres y mujeres en este proceso (Lisbona et al., Los diferentes dominios comentados muestran rela-
en prensa). ciones importantes entre ellos y su incidencia en un mo-
mento temporal puede diferir. Algunas de estas relacio-
nes son conocidas, así, por ejemplo, el aprendizaje del
contexto social muestra la importancia del papel de los
6.2.3. El aprendizaje como compañeros y supervisores en el aprendizaje de los nue-
resultado de la socialización vos. Por lo que se refiere a la importancia relativa en el
tiempo, el aprendizaje social es el dominio que más rá-
La cuestión sobre los resultados de la socialización se pidamente se adquiere, mientras que el aprendizaje so-
puede abordar al menos desde dos perspectivas: por una bre la organización solamente llega a ser importante
parte el propio empleado habrá desarrollado habilidades más tarde, posiblemente debido a que esta información
y destrezas, y habrá formado unas actitudes hacia su tra- no es crítica para las metas sociales y de desempeño in-
bajo y la organización, que nos indicarán el éxito de la mediatas. Por otra parte, el dominio «perspectivas de fu-
socialización. También se puede observar desde el punto turo» puede afectar de manera importante al resto de do-
de vista de la organización, tratando de determinar si el
minios de aprendizaje y otros resultados. (Ostroff y
nuevo empleado está respondiendo tal y como la empre-
Kozlowski, 1992; Taormina, 1997).
sa esperaba.

6.3
Objetivos
Los objetivos para este capítulo se agrupan, principal- lizar sus propiedades psicométricas con la nueva dimen-
mente, en torno a dos bloques. En primer lugar, en des- sión añadida a las cuatro originales. En segundo lugar si
cribir y analizar las propiedades psicométricas de un ins- el proceso de socialización es un proceso continuo y ca-
trumento para evaluar la socialización organizacional. Si racterizado por el aprendizaje, esperamos que esta evo-
bien este instrumento, el OSI de Taormina, ya había si- lución se refleje en un aumento en la puntuación de las
do utilizado para muestras españolas (p. e., Bravo, Gó- escalas a lo largo del tiempo.
mez-Jacinto y Montalbán, 2004), nos proponemos ana-
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 91

6.4
Método
presas, bien a través de una persona de contacto en la
6.4.1. Participantes organización, bien mediante el desplazamiento de un in-
vestigador que repartía los cuestionarios y procedía a su
Para llevar a cabo el estudio psicométrico del instrumen- posterior recogida.
to se trabajará con dos muestras transversales. Para el
segundo de los objetivos (evaluar el grado de aprendiza-
je durante el proceso de socialización) se precisa una
muestra longitudinal. Así, se han recogido datos en dos 6.4.3. Instrumentos
momentos temporales con aproximadamente un año de
diferencia. La primera muestra transversal se compone Para medir los contenidos del proceso de socialización
de 414 participantes. Y la segunda muestra transversal, se ha utilizado el cuestionario OSI (Organizational So-
de 396 participantes. La muestra longitudinal se compo- cialization Inventory) propuesto por Taormina (1994) y
ne de 118 participantes. traducido y validado al español por Bravo y colaborado-
La primera muestra transversal se ha recogido en 22 res (2004). Cada una de las cuatro dimensiones se com-
organizaciones y la segunda muestra, en 15 de las orga- pone de cinco ítems con una escala de respuesta tipo Li-
nizaciones de la primera recogida de datos y en siete or- kert (1 % totalmente en desacuerdo, a 5 % totalmente de
ganizaciones distintas. Las empresas se ubican en distin- acuerdo). Como ya se ha dicho a este cuestionario se
tos puntos de España: Ibi (Alicante), Madrid, Tarragona, añadió además una escala para evaluar las diferencias en
Valladolid y Zaragoza, junto con la participación de una función del género durante el proceso de socialización,
pequeña muestra en la segunda recogida de datos trans- constituyendo así la quinta dimensión del inventario de
versal procedente de México. Las organizaciones, perte- socialización organizacional, compuesta por 3 ítems y
necen a diversos sectores de actividad, además, son de denominada «subescala de género del proceso de socia-
distintos tamaños, incluyendo desde multinacionales lización» (Lisbona et al., en prensa).
hasta pequeñas empresas familiares.
Un 55,08% de la muestra recogida en el primer mo-
mento son varones, frente al 40,6% de mujeres. La edad 6.4.4. Análisis de datos
media es 31,53 años, con una desviación típica de 8,46. El
sujeto de menor edad tiene 17 años y los dos mayores, 57. Se ha realizado un análisis de la fiabilidad para las dos
Los participantes de la segunda recogida de datos muestras transversales y para la muestra longitudinal,
son un 50,67% varones y un 44,34% mujeres. La edad mediante el alpha de Cronbach. Para contrastar la ade-
media es muy similar a la primera recogida de datos: cuada estructura factorial de la escala, se han llevado a
32,27, con una desviación típica de 8,97. En este caso cabo dos análisis factoriales. En primer lugar un análisis
las edades oscilan entre 18 y 65 años. factorial exploratorio con la primera muestra transversal.
Las características de la muestra son muy similares Previamente se ha comprobado si las variables están al-
para los 118 participantes de la muestra longitudinal, tamente correlacionadas y, por tanto, es pertinente reali-
con una edad media de 33,29 años y una desviación típi- zar un análisis factorial. Para ello se han calculado los
ca de 8,58. Un 55,5% eran varones, frente al 42% de dos indicadores del grado de asociación de las variables
mujeres. más utilizados: el Test de Esfericidad de Bartlett, que se
utiliza para saber si la matriz de correlaciones es una
matriz identidad y, por tanto, no es apropiada la realiza-
ción de un análisis factorial, y el índice de KMO Kaiser-
6.4.2. Procedimiento Meyer-Olkin, que es una medida de adecuación de la
muestra, que indica si las correlaciones entre pares de
Por lo que respecta al procedimiento se procedió a la variables no se pueden explicar por las otras variables,
aplicación de los cuestionarios en cada una de las em- desaconsejando así el análisis factorial.
92 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En segundo lugar, un análisis factorial confirmatorio (Adjusted Goodness of Fit Index) es una corrección del
con la segunda muestra transversal, utilizando el progra- índice GFI, que lo corrige por los grados de liberad del
ma de análisis estadístico AMOS. El método de estima- modelo y por el número de variables contenidas.
ción utilizado es el de máxima verosimilitud, debido, El cuarto índice absoluto que hemos utilizado es el
entre otras razones, a que sus propiedades estadística son RMSEA (Root Mean Square Error of Approximation),
asintóticas (Moriano, 2005), es decir, se cumplen para que es una medida de discrepancia del modelo por gra-
muestras grandes como la nuestra, en torno a los 400 par- dos de libertad (Moriano, 2005). Valores inferiores a
ticipantes, y las variables se distribuyen normalmente. 0,05 indican un buen ajuste y hasta 0,08 se considera un
En cuanto a los índices de bondad de ajuste, se han error razonable de aproximación a la población.
considerado tanto índices absolutos como relativos. Los El NFI (Normed Fit Index), propuesto por Bentler y
índices absolutos responden a la pregunta: «¿Es el resi- Bonnett (1980), es un índice relativo que mide la discre-
duo, el error o la varianza inexplicada restante aprecia- pancia entre el modelo ajustado y el modelo de base. Se
ble después del ajuste del modelo?», mientras que los recomiendan valores superiores a 0,90 (Moriano, 2005).
índices relativos se dirigen a la pregunta «¿hasta qué El NNFI (Non-Normed Fit Index), también llamado TLI
punto un modelo es capaz de explica un conjunto de da- (Tucker Lewis Index), tiene en cuenta, además, la parsi-
tos observados en comparación con otros posibles mode- monia del modelo; es, igualmente, un índice relativo de
los?» (Maruyama, 1998), por lo que es conveniente la bondad de ajuste (Schaufeli; Martínez, Marqués-Pinto,
utilización de ambos tipos de índices. Salanova y Bakker, 2002). Del mismo modo, el IFI (In-
El estadístico de bondad de ajuste chi-cuadrado es el cremental Fit Index), propuesto por Bollen (1989), aña-
índice absoluto más común. Es una estimación directa de al índice NFI el hecho de tener en cuanta los grados
de la función de ajuste de máxima verosimilitud (Ruiz, de libertad. Valores cercanos a 0,95 indican un buen
2000). Analiza la diferencia entre la matriz de covarian- ajuste para muestras grandes. El cuarto índice relativo
za observada y la predicha por el modelo esperado. Es que vamos a utilizar es el CFI (Comparative Fit Index),
sensible al tamaño de la muestra; así, aumenta la proba- si bien es muy recomendable utilizarlo al comparar pro-
bilidad de rechazar el modelo propuesto si el tamaño de puestas de modelos; es muy similar al NFI, aunque, en
la muestra es amplio (Moriano, 2005). Por eso es reco- este caso, tiene en cuenta el tamaño de la muestra, por
mendable la utilización de índices relativos de bondad lo que se recomiendan valores superiores a 0,95 (Moria-
de ajuste (Bentler, 1990). no, 2005).
El índice absoluto GFI (Goodness of Fit Index) Por último, para comprobar la variación en las me-
(Jreskog y Sörbm, 1982) es una medida de la cantidad dias en la muestra longitudinal, se ha recurrido a la
de varianza considerada por el modelo. Deben superar el prueba t de student para analizar si las diferencias entre
0,90 para ser indicativos de un buen ajuste. El AGFI ambos momentos temporales han sido significativas.

6.5
Resultados
En primer lugar se han calculado los estadísticos des- y con rotación varimax y cuya matriz de componentes
criptivos, tal y como se recogen en la Tabla 6.1 y se ha rotados aparece a continuación (Tabla 6.2).
comprobado la fiabilidad, que en todos los casos, tal y
como indica el alpha de Cronbach, es adecuada. Con anterioridad se había comprobado que la
p % .000 del chi-cuadrado % 5014,414 en el Test de Es-
Para comprobar que la estructura factorial del cues- fericidad de Bartlett y el KMO es .853. Se han obtenido
tionario se corresponde con la propuesta teórica de cinco cinco factores que explican el 61,39% de la varianza. El
factores que coinciden con los cuatro dominios propues- primer factor recoge los cinco ítems de la primera di-
tos en el OSI y la nueva escala, se ha realizado un análi- mensión: entrenamiento y un ítem de la dimensión com-
sis factorial exploratorio con la primera muestra trans- prensión, y explica un 28,18% de la varianza. El segun-
versal, mediante el método de componentes principales do que se corresponde con los cinco ítems de la di-
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 93
Tabla 6.1. Estadísticos descriptivos.
Longitudinal 1.a transversal 2.a transversal
Alpha Media D.T. Alpha Media D.T. Alpha Media D.T.
Variables T1 T2 T1 T2 T1 T2
Entrenamiento .899 .898 2,61 2,45 1,03 1,01 .883 2,76 1,03 .924 2,88 1,14
Comprensión .790 .789 3,38 3,38 .738 .738 .776 3,40 .745 .816 3,40 .807
Apoyo compañeros .867 .764 3,50 3,45 .737 .897 .796 3,51 .762 .826 3,56 .842
Perspectivas .591 .652 2,98 2,96 .704 .662 .659 3 .709 .700 2,99 .751
Género .926 .881 2,67 3,37 1,10 .990 .883 3,46 1,03 .890 3,42 1,10

Tabla 6.2. Estructura factorial de la escala OSI.


Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4 Factor 5
28,18% 10,42% 9,11% 8,50% 5,12%
Entrenamiento 1 .830
Entrenamiento 2 .803
Entrenamiento 3 .834
Entrenamiento 4 .828
Entrenamiento 5 .631
Comprensión 1 .526
Comprensión 2 .584
Comprensión 3 .697
Comprensión 4 .727
Comprensión 5 .640
Apoyo compañeros 1 .528
Apoyo compañeros 2 .619
Apoyo compañeros 3 .829
Apoyo compañeros 4 .845
Apoyo compañeros 5 .706
Perspectivas futuro 1 .765
Perspectivas futuro 2 .658
Perspectivas futuro 3 .729
Género 1 .891
Género 2 .881
Género 3 .907

mensión apoyo de los compañeros explica el 10,42% de gunda muestra transversal. El modelo (M1) de cinco
la varianza total. El tercer factor recoge cuatro ítems de factores del OSI de Taormina junto con la nueva dimen-
la dimensión comprensión. El cuarto factor agrupa los sión denominada «subescala de género del proceso de
tres ítems que componen la dimensión que se ha deno- socialización» fue puesto a prueba y comparado con un
minado «subescala de género del proceso de socializa- modelo factorial confirmatorio de segundo orden (M2)
ción». Por último, el quinto factor agrupa tres de los que asume que todos los ítems saturan en una dimensión
cinco ítems de la dimensión perspectivas de futuro. latente. Para mejorar los modelos, se correlacionaron los
errores, en función de los índices de modificación, solo
Con la excepción de un ítem de la dimensión com- entre ítems de la misma subescala (Figura 6.1).
prensión y dos ítems de la dimensión perspectivas de fu-
turo, la estructura factorial obtenida con la muestra del A continuación se recogen en la Tabla 6.3 los índi-
primer momento de la recogida de datos es muy similar ces de ajuste de cada uno de los modelos. Cuenta con un
a la estructura teórica propuesta por Taormina (1994). mejor ajuste el modelo que correlaciona las cinco di-
mensiones entre sí, frente al modelo que asume una es-
Se ha realizado, en segundo lugar, un análisis facto- tructura factorial de segundo orden para la dimensión
rial confirmatorio con una muestra distinta, la de la se- socialización.
94 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 6.1. Modelos propuestos para el análisis factorial confirmatorio.

Se ha realizado una prueba t para comprobar si existen Tampoco son significativas para los dominios apoyo
diferencias ente la puntuación obtenida en el primer y se- de los compañeros ni perspectivas de futuro. El incre-
gundo tiempo para la muestra longitudinal. Se espera que mento entre tiempo 1 y tiempo 2 solo ha sido significa-
el proceso de aprendizaje se vea reflejado en un aumento tivo para el dominio de género del proceso de socializa-
de la puntuación en los distintos dominios de la socializa- ción.
ción en tiempo 2 con respecto a tiempo 1 (Tabla 6.4).
Sin embargo, tomando la escala completa estos cam-
Las diferencias en entrenamiento entre tiempo 1 y bios sí han resultado significativos y en la dirección es-
tiempo 2 han sido significativas, si bien la puntuación perada, es decir, tomando el contenido de la socializa-
mayor se obtuvo en T1. En el dominio comprensión la ción como un todo sí se refleja el aprendizaje entre el
media es exactamente igual en los dos tiempos, 3,377. primer y el segundo momento temporal.
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 95
Tabla 6.3. Índices de bondad de ajuste análisis factorial confirmatorio socialización.
Modelo s2 g.l. GFI AGFI RMSEA NFI CFI IFI TLI Bs2 g.l.

M1 1.081,88 220 .826 .782 .093 .824 .853 .854 .831


M2 1.103,69 225 .822 .781 .093 .820 .851 .851 .832 .21,81 5
M1 mejorado 534,71 189 .909 .867 .063 .913 .941 .942 .921 547,1 31
M2 mejorado 543,851 194 .907 .868 .063 .911 .940 .941 .922 559,8 29

Tabla 6.4. Prueba t de Student. Dominios socialización T1 y T2.


Media ponderada t g.l. p

Entrenamiento

T1 2,6138 2,108 115 .037


T2 2,4681

Apoyo compañeros

T1 3,5017 0,805 117 .422


T2 3,4496

Perspectivas de futuro

T1 2,9805 0,243 117 .808


T2 2,9644

Género

T1 2,6724 .6,053 115 .000


T2 3,3736

Escala OSI TOTAL

T1 3,0567 72,763 117 .000


T2 3,0734

6.6
Conclusiones
La escala utilizada para evaluar la socialización organi- coge aspectos relacionados con las diferencias en fun-
zacional presenta unas adecuadas propiedades psicomé- ción del género, parecen mostrarse como factores inde-
tricas que permiten su aplicación a muestras españolas. pendientes pero correlacionados entre sí. El ajuste del
Por lo que respecta a la nueva subescala de género del modelo que no supone un factor de segundo orden para
proceso de socialización, como ya se recoge en otro la socialización en general ha mostrado un peor ajuste
trabajo (Lisbona et al., en prensa), los resultados nos que el modelo que propone cinco factores correlaciona-
permiten concluir que estamos midiendo una parte rele- dos entre sí. Sin embargo el ajuste de este modelo facto-
vante de los contenidos de la socialización que el cues- rial de segundo orden ha resultado, también, apropiado,
tionario OSI de Taormina no contemplaba. mostrando que, tal y cómo recogen la teoría e investiga-
Los cinco dominios de la socialización, los cuatro ción previa, los dominios están superpuestos unos con
propuestos originariamente y la nueva dimensión que re- los otros y se ajustan dentro de un proceso global.
96 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Por eso es posible agrupar las cinco dimensiones pa- mente en la base de toda investigación de este tipo de-
ra formar una única puntuación para la socialización, tal berían estar los estereotipos de género. Sobre los este-
y como se ha realizado al evaluar las diferencias en so- reotipos de género mencionaremos una interesante revi-
cialización total entre la primera y la segunda muestra sión realizada con una muestra representativa de la
longitudinal. Solo de esta manera se ve confirmada la población española que refleja los cambios en el este-
hipótesis de que el resultado de la socialización debe ser reotipo de género en España (López-Sáez, Morales y
el aprendizaje y el aprendizaje debe verse reflejado en Lisbona, en prensa). De este trabajo recogemos algunas
un aumento en la puntuación en los dominios de la so- de sus conclusiones.
cialización. Basándose en los trabajos de William y Best (1990)
A nivel teórico también parece lógico entender la so- los autores justifican los resultados encontrados: la falta
cialización como un todo, ya que como se ha recogido de relación entre los nuevos roles que ocupan hombres y
en la introducción, los diferentes dominios parecen afec- mujeres, y los rasgos que se les atribuyen. Así, estereoti-
tar unos sobre otros. po de la mujer cariñosa, tierna y orientada a las relacio-
nes interpersonales es muy positivo, pero a los grupos
Así, solo ha aumentado la puntuación de la subesca- de alto estatus no se les asocian esas características co-
la de género del proceso de socialización y se ha mante- munales y sí las instrumentales propias del estereotipo
nido constante la puntuación de comprensión. Taormina masculino, mientras que a los grupos de bajo estatus se
representa la cantidad de comprensión lograda por los les asocian las características comunales pero no las
empleados sobre su organización a través del tiempo co- instrumentales, como sucede con las mujeres. Así, la
mo una función acumulativa, que empieza con un bajo asignación de rasgos expresivos a las mujeres e instru-
nivel y aumenta de una manera rápida y acelerada, lle- mentales a los hombres proporcionaría una explicación
gando a un punto en el que la comprensión pasa a ser psicológica de la distribución de roles y contribuiría a
más lenta y sigue aumentando hasta el final de la carrera. mantenerlos (López-Sáez et al., en prensa).
En el periodo de tiempo transcurrido entre la prime- Asimismo, la teoría de la congruencia de rol del pre-
ra y la segunda recogida de datos en el estudio longitu- juicio hacia las mujeres que ocupan roles antes vetados
dinal, no ha aumentado nada la comprensión de la orga- o poco frecuentes entre las mujeres trata de explicar el
nización. Parece que el periodo de tiempo de un año papel que juegan los aspectos descriptivos y prescripti-
transcurrido entre ambas recogidas de datos no ha sido vos de los estereotipos como causas de esos prejuicios
suficiente para observar este lento aumento de la com- (Eagly y Karau, 2002). Según esta teoría, el origen del
prensión. Sería conveniente realizar una nueva ola en el prejuicio en contra de que las mujeres ocupen determi-
estudio longitudinal para confirmar que este aumento sí nados roles tradicionalmente masculinos está en la per-
se produce, aunque de manera muy lenta. cepción de incongruencia entre las características reque-
Por lo que respecta a las diferencias en función del ridas para ese rol y las creencias estereotipadas sobre
género, parece que el todavía nuevo papel de las muje- cómo son las mujeres.
res en el trabajo, por su reciente incorporación a deter- Todo ello nos lleva a sugerir que tanto hombres co-
minados puestos de trabajo, sí obliga a actualizar ese mo mujeres se encuentran inmersos en este proceso de
aprendizaje o conocimiento en torno a cómo deben com- asimilación de los nuevos roles de las mujeres en el tra-
portarse en una determinada organización. Pero al mis- bajo, tal y como se refleja en nuestros resultados.
mo tiempo también son los hombres los que están
A pesar de que compartimos la idea de que el resul-
aprendiendo sobre el nuevo rol de las mujeres en el tra-
tado de la socialización debe ser el aprendizaje, y así lo
bajo. Como señalan García Retamero y López Zafra (en
hemos propuesto en este capítulo, queremos hacer una
prensa), todavía se espera que las mujeres sigan siendo
precisión que se ha visto corroborada por los resultados.
sumisas en el trabajo, tal y como recoge el estereotipo
Es problemático confiar solo en el aprendizaje como el
de género, y se evalúa negativamente a las mujeres que
indicador del éxito. Primero, porque no está claro cuál
adoptan roles masculinos. Ha sido esta la dimensión que
es el nivel de aprendizaje que indica el éxito de la socia-
más recoge este aumento del conocimiento.
lización organizacional. Por ejemplo, Chao et al. (1994)
La investigación en torno a las diferencias de género sugieren que la definición del contenido y la dimensio-
en el ámbito organizacional ha sido extensa y prolífica, nalidad de socialización, que para nosotros se ha concre-
por lo que no vamos a detenernos en ella. Probable- tado en cinco dominios, proporcionará criterios para juz-
Capítulo 6. LA MEDICIÓN DE LA SOCIALIZACIÓN ORGANIZACIONAL 97
gar su éxito. Probablemente hay un nivel crítico de mos que se deben, principalmente, a los tipos de progra-
aprendizaje que tiene que alcanzarse para asegurar el es- mas de orientación y entrenamiento establecidos en cada
tándar de rendimiento o si la falta de cambio puede indi- organización (formales o informales, masivos o indivi-
car que el ajuste se ha completado (Feldman, 1976). duales, entre otros).
Ello ignora las actitudes individuales y el rendimiento, Cuando Taormina habla del dominio entrenamiento
resultados clave del éxito de la socialización. En otros hace referencia al entrenamiento informal. Este tipo de
trabajos sí se ha relacionado la socialización utilizando entrenamiento suele ir acompañado de adquisición de
el cuestionario propuesto por Taormina con otros resul- información; formaría parte también de ese proceso de
tados organizacionales clásicos como la satisfacción la- aprendizaje, pero no se ha incluído en su definición y
boral, el compromiso organizacional o incluso el desem- operacionalización de la escala para medir entrenamien-
peño (p. e., Lisbona, 2007 y Lisbona et al., en prensa). to. Así, en el entrenamiento se precisa que el esfuerzo se
Por otra parte, y como ya hemos señalado, nos en- dirija expresamente al logro de destrezas y habilidades
contramos ante un mercado laboral cambiante, las orga- para el desempeño del puesto. Nos encontraríamos,
nizaciones experimentan continuos cambios por la intro- pues, con una limitación del cuestionario. Si entendemos
ducción de nuevas tecnologías y por sus esfuerzos en la socialización como un proceso continuo de aprendiza-
mantener su competitividad; por ello, el proceso de je, no debemos olvidar esta parte de aprendizaje que se
aprendizaje es continuo. Sin embargo, tanto los emplea- adquiere a través del entrenamiento informal. Los aspec-
dos como los departamentos de recursos humanos hacen tos informales relacionados con el entrenamiento están
más visible y formalizado el aprendizaje que se produce solamente recogidos de manera indirecta en algunos
en el primer periodo de la incorporación y por ello pare- ítems de las otras dimensiones.
ce que no aumenta. Así, estimamos que, probablemente, Parece pertinente, entonces, evaluar el resultado de
los resultados estén igualmente reflejando una realidad la socialización no solo como un aumento en el aprendi-
de numerosas empresas y empleados; el aprendizaje no zaje, sino relacionándolo con otras variables de resul-
se percibe como una necesidad explícita de cualquier tado. Así, por ejemplo, se han encontrado, relaciones
momento de la vida laboral, sino que aparece relaciona- positivas entre entrenamiento de los directivos y com-
do con el periodo de incorporación de nuevos emplea- promiso (Caldwell, Chatman y O’Reilly, 1990).
dos u otros cambios, lo que no deja de ser una visión
reactiva del aprendizaje y de la socialización, y ello ex- Por último, tanto el apoyo de los compañeros, que
plicaría algunos de los resultados obtenidos. parece muy intenso durante la incorporación o cambio,
como las perspectivas de futuro parecen dimensiones
Además, como ya señalábamos en la introducción más estables y en las que es más difícil encontrar un
teórica, habitualmente la cantidad de tiempo que dedi- aumento en su aprendizaje.
can al entrenamiento los recién llegados es siempre
mayor que el resto de formación que se recibirá a lo lar- Al igual que acabamos de señalar para el dominio
go de la vida profesional. Solo puede igualarse en inten- entrenamiento, para las perspectivas de futuro se reco-
sidad y cantidad de tiempo dedicado la formación y en- mienda utilizar otros resultados organizacionales y no
trenamiento que facilita la organización cuando se solo evaluar el aprendizaje. Así, entre otros resultados,
introducen nuevos equipos o tecnología, o cuando los las oportunidades de promoción motivan a los emplea-
empleados vuelven a convertirse en recién llegados al dos y les ayudan a crecer profesionalmente, lo cual lleva
promocionar en la jerarquía organizacional. a aumentar la productividad. Cuando los empleados per-
ciben que tendrán recompensas en el futuro emprende-
En nuestro estudio, aunque no se ha descrito en los rán con mayor empeño las tareas asignadas por los su-
resultados, se han encontrado grandes diferencias en en- pervisores (Fairburn y Malcomson, 2001).
trenamiento entre organizaciones. Estas diferencias cree-
98 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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100 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ANEXO
Cuestionario inventario socialización organizacional
Por favor, indica, de acuerdo con la siguiente puntuación, hasta qué punto se aplican a ti las siguientes afirmaciones:

Totalmente En desacuerdo Ni de acuerdo De acuerdo Totalmente de acuerdo


en desacuerdo ni en desacuerdo
1 2 3 4 5

Entrenamiento
1. Cuando ingresé en la organización, recibí orientación de mi empresa mediante un programa
formal de formación 1 2 3 4 5
2. Esta empresa proporciona orientación a todos los nuevos empleados mediante el mismo pro-
grama de formación 1 2 3 4 5
3. La formación de la empresa me dio un conocimiento exhaustivo de mis habilidades para el
trabajo 1 2 3 4 5
4. Estoy satisfecho con el tipo de formación para el trabajo que esta empresa me ha dado 1 2 3 4 5
5. He recibido excelentes pautas e instrucciones de mis superiores para el desarrollo de mi tra-
bajo 1 2 3 4 5
Comprensión
6. Los procedimientos en esta empresa siempre han sido claros para mí 1 2 3 4 5
7. Tengo una comprensión clara de mi papel en esta empresa 1 2 3 4 5
8. Las políticas de esta empresa han sido expuestas de manera expresa 1 2 3 4 5
9. Los objetivos de esta empresa son conocidos por casi todos sus integrantes 1 2 3 4 5
10. Creo que conozco muy bien la manera en que funciona esta empresa 1 2 3 4 5
Apoyo de los compañeros
11. Otros trabajadores me han ayudado a entender las exigencias de mi trabajo 1 2 3 4 5
12. He recibido bastante orientación de miembros de la empresa con experiencia en la misma 1 2 3 4 5
13. Casi todos mis compañeros me han prestado apoyo moral o personal 1 2 3 4 5
14. Mis compañeros hicieron un gran esfuerzo para ayudarme a adaptarme a la empresa 1 2 3 4 5
15. Las relaciones personales en esta empresa son muy buenas 1 2 3 4 5
Perspectivas de futuro
16. Puedo predecir el futuro de mi trayectoria profesional en esta organización 1 2 3 4 5
17. Los pasos en la promoción profesional están claramente fijados en esta empresa 1 2 3 4 5
18. Puedo anticipar fácilmente mis perspectivas de ascenso en esta empresa 1 2 3 4 5
19. Me gustaría continuar trabajando para esta empresa durante muchos años 1 2 3 4 5
20. Normalmente sé de manera anticipada cuándo recibiré una nueva tarea en mi trabajo 1 2 3 4 5
Género del proceso de socialización
21. Existen diferencias en la manera de fijar los pasos en la trayectoria profesional entre hom-
bres y mujeres 1 2 3 4 5
22. Existen diferencias entre hombres y mujeres en el tipo de tareas que se les asignan 1 2 3 4 5
23. Existen diferencias en la manera de definir la promoción profesional entre hombres y mujeres 1 2 3 4 5
102 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

7.1
Introducción
El presente trabajo tiene dos objetivos generales. En pri- Recientemente, diferentes trabajos han estudiado los
mer lugar, desarrollar un cuestionario para medir la in- aspectos psicológicos y sociales que determinan la in-
tención emprendedora basado en los componentes de la tención de convertirse en emprendedor y crear una nue-
Teoría de la Acción Planificada (Ajzen, 1991). En se- va empresa (por ejemplo, Liñán, 2004; Moriano, 2005;
gundo lugar, validarlo en dos países diferentes, concre- Summers, 2000). No obstante, nuestro conocimiento es
tamente en España y en Polonia, con el fin de compro- todavía muy limitado en dos áreas específicas (Liñán y
bar su aplicabilidad a diferentes culturas y contextos Chen, en prensa). Primero, se necesitan estudios trans-
sociales. culturales que permitan entender mejor el efecto de dife-
La necesidad de comprender la actividad emprende- rentes culturas y valores sobre la intención emprendedora.
dora y el proceso de creación de nuevas empresas nunca Segundo, para poder comparar los resultados de diferen-
ha sido tan importante como hoy en día. Solo en Euro- tes investigaciones resulta necesario tener instrumentos
pa, se calcula que existen 23 millones de pequeñas y estandarizados y validados empíricamente. Por lo tanto,
medianas empresas (PYMEs) que generan el 67% del hay una importante necesidad de desarrollar herramien-
empleo privado, lo que se corresponde con 75 millones tas adecuadas, fiables y válidas para analizar tanto la in-
de puestos de trabajo (European Commission, 2006). tención emprendedora como las variables psicosociales
Además, según el Libro Verde1 de la Comisión Europea que la afectan.
(2003), la creación de nuevas empresas es el motor de la Con el fin de dar respuesta a estas necesidades, el
innovación, la competitividad, la creación de empleo y presente trabajo se divide en tres partes. En primer lu-
el crecimiento económico. Este significativo impacto gar, se realiza una revisión teórica sobre el estudio de la
económico ha impulsado el interés actual en la investi- conducta emprendedora, desde la perspectiva de los ras-
gación sobre la actividad emprendedora en las ciencias gos de personalidad a los modelos de intención. En
sociales (Baum, Frese y Baron, 2007; Katz, 2003; Sum- segundo lugar, se presenta un estudio realizado con jó-
mers, 2000). venes estudiantes universitarios españoles donde se des-
Crear una empresa es, en última instancia, una deci- criben la construcción y las propiedades psicométricas
sión personal del emprendedor. Esto resulta tan obvio de un nuevo cuestionario para medir la intención em-
que a menudo es olvidado. De hecho, la mayoría de la prendedora según la Teoría de la Acción Planificada
investigación sobre el fenómeno emprendedor se ha cen- (que a partir de ahora denominaremos TAP). En tercer
trado en analizar la creación de nuevas empresas desde lugar, se incluye un segundo estudio con una muestra de
acercamientos puramente económicos o empresariales, estudiantes universitarios de Polonia con el fin de con-
pasando por alto el proceso psicológico que lleva al in- firmar la validez del cuestionario, así como analizar las
dividuo a tomar la decisión de arriesgarse y crear su diferencias culturales que puedan afectar a las variables
propia empresa (Liñán y Moriano, 2007). Desde la pers- psicosociales que predicen la intención de emprender y
pectiva psicológica, lo importante es conocer el «cómo» crear una nueva empresa.
y el «por qué» determinadas personas deciden crear una
empresa, mientras que otras no lo hacen.

1
El Libro Verde sobre el Espíritu Empresarial en Europa planteó
a la gama más amplia posible de interesados dos preguntas: cómo ha-
cer que surjan más empresarios y cómo orientar más empresas hacia el
crecimiento. Al enfocar el espíritu empresarial como una actitud, el
Libro Verde amplió el alcance de la política empresarial en la Unión
Europea, yendo más allá de la eliminación de las barreras que impiden
el desarrollo y el crecimiento empresarial, con el objetivo de lograr
que más personas deseen convertirse en empresarios y se preparen pa-
ra ello.
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 103

7.2
El estudio de la conducta emprendedora
desde la psicología
El estudio de la conducta emprendedora desde la psico- En resumen, la investigación sobre el perfil descrip-
logía comenzó con el análisis únicamente de las diferen- tivo de personalidad del emprendedor centra su análisis
cias individuales entre emprendedores y no emprende- en la identificación de las características personales o
dores. Desde esta aproximación, se concibe el fenómeno rasgos que diferencian a los emprendedores del resto de
emprendedor como un «estado de ser» (Bygrave, 1989) la población. Sin embargo, la mayoría de estas caracte-
y asume que existen unas características únicas del em- rísticas no son únicas de los emprendedores, sino que
prendedor que pueden ser identificadas y aisladas para son muy comunes también entre directivos, gestores y
constituir el perfil de personalidad del emprendedor «tí- líderes (Brockhaus, 1982; Gartner y Shane, 1995; Low
pico». Desde esta perspectiva, han proliferado multitud y MacMillan, 1988). Además, los estudios realizados
de estudios descriptivos que analizan las diferencias en desde esta perspectiva han sido meramente descriptivos
todo tipo de características personales entre emprende- y sin ánimo de elaborar modelos teóricos que permitan
dores y no emprendedores, entre emprendedores y direc- explicar el desarrollo de la conducta emprendedora. Por
tivos o entre emprendedores ordinarios y emprendedores tanto, resulta necesario asumir una nueva perspectiva de
de éxito. Las características de personalidad más citadas investigación que permita explicar el desarrollo de la
dentro de este perfil son: motivación de logro (Langan- conducta emprendedora a través de la interacción entre
Fox y Roth, 1995; McClelland, 1965; Perry, Macarthur, factores sociales y personales.
Meredith y Cunnington, 1986; Stewart, 1995), disposición
a asumir riesgos (Ahmed, 1985; Brockhaus, 1980; Krue-
ger y Dickson, 1994; Miner y Raju, 2004), locus de con- 7.2.1. Emprender como una
trol interno (Díaz y Rodríguez, 2003; Furnham, 1986;
Kaufmann y Welsh, 1995; Wand, 1993) y autoeficacia conducta intencionada
general (Chen, Green y Crick, 1998; Markman, Balkin y y planificada
Baron, 2002).
¿Por qué es interesante el estudio de la intención em-
No obstante, esta aproximación al estudio de la con- prendedora? La respuesta es sencilla, la intención se han
ducta emprendedora desde la perspectiva de los rasgos constatado como el mejor predictor de cualquier tipo de
de personalidad ha recibido diferentes críticas (Gartner, conducta planificada (Azjen, 1991), particularmente
1988; Robinson, Stimpson, Huefner y Hunt, 1991; Sha- cuando dicha conducta resulta poco común, difícil de
ne y Venkataraman, 2000; Shaver y Scott, 1991). En observar y/o implica imprevisibles retrasos. Teniendo en
primer lugar, se ha criticado que la metodología de in- cuenta que la creación de una nueva empresa requiere
vestigación no fue desarrollada específicamente para tiempo, planificación y un alto grado de procesamiento
medir la conducta emprendedora (Robinson et al., cognitivo, la conducta emprendedora puede considerarse
1991). Esta metodología provenía de otras áreas de la un tipo de conducta planificada (Bird, 1988; Katz y
psicología, como la clínica, y fue aplicada al estudio de Gartner, 1988) para la cual los modelos de intenciones
los emprendedores sin tener en cuenta los principios teó- son idealmente convenientes (Krueger, Reilly y Carsrud,
ricos que la sustentaban. En segundo lugar, las teorías 2000). Desde esta perspectiva, Bird (1988) define la in-
de personalidad tratan de ser aplicables a un amplio es- tencionalidad como «un estado de la mente que dirige la
pectro de situaciones y, por tanto, miden tendencias ge- atención de la persona (y, por tanto, la experiencia y la
nerales. Sin embargo, estas teorías muestran poca efica- acción) hacia un objeto (meta) específico o hacia un ca-
cia cuando son aplicadas a un ámbito tan específico mino para lograr algo (medio)» (p. 442). Por tanto, la
como el estudio de los emprendedores (Robinson et al., intención emprendedora puede considerarse un estado
1991). Además, los estudios realizados desde esta apro- de la mente que dirige y guía las acciones del empren-
ximación no tienen en cuenta las diferencias entre los dedor hacia el desarrollo e implantación de un nuevo
propios emprendedores (Shane y Venkataraman, 2000). negocio.
104 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

A diferencia de los modelos de personalidad, el des- (Alexei y Kolvereid, 1999; Audet, 2004; Autio, Keeley,
arrollo de la intención emprendedora depende de la Klofsten, Parker y Hay, 2001; Kolvereid e Isaksen,
combinación de factores personales y sociales. De esta 2006; Krueger et al., 2000; Liñán, 2004; Moriano, 2005;
forma, la historia personal tal como la experiencia vica- Tkachev y Kolvereid, 1999; Van Gelderen et al., 2006).
ria, las características personales (valores, actitudes o Esta teoría propone que la intención depende de la in-
motivaciones) y las habilidades personales pueden pre- fluencia que tienen sobre ella tres variables: 1) la actitud
disponer a los individuos hacia intenciones emprendedo- hacia la conducta, 2) la norma subjetiva y 3) el control
ras. Igualmente, el contexto social (la cultura, el apoyo conductual percibido (Figura 7.1).
social o las normas subjetivas) puede también contribuir
en la formación de dicha intención. En este sentido, los A continuación, se presentan dos estudios empíricos
modelos de intención demuestran su utilidad para com- llevados a cabo en España y Polonia con el objeto de
prender la formación de nuevas aventuras empresariales validar un cuestionario para medir la intención empren-
y ofrecen un coherente y robusto marco teórico para in- dedora desde la TAP. En el primer estudio se describe
crementar la capacidad de entender y predecir la activi- cómo se han construido cada una de las subescalas que
dad emprendedora (Krueger et al., 2000). miden los diferentes componentes de la TAP (actitud,
norma subjetiva, control percibido e intención empren-
A partir de esta perspectiva, diferentes grupos de in- dedora), así como los resultados obtenidos sobre sus
vestigación de todo el mundo han aplicado distintos mo- propiedades psicométricas con una muestra de estudian-
delos para explicar el desarrollo de la conducta empren- tes universitarios españoles. En el segundo estudio se
dedora: realiza la validación transcultural del cuestionario con
En EE.UU. Krueger y sus colaboradores (1993; 2000) una muestra de estudiantes universitarios de Polonia y,
han realizado varios estudios utilizando el modelo del finalmente, se analizan las diferencias entre ambos países
«Evento Emprendedor» de Shapero (1982), que expli- en las variables que afectan a la intención emprendedora.
ca la intención emprendedora a partir del atractivo y
la viabilidad percibidos, y de la propensión a actuar
cuando aparecen las oportunidades.
En Rusia, Kolvereid (1996) ha aplicado la TAP para
explicar la intención emprendedora de los estudiantes
rusos.
En Europa recientemente se ha creado un grupo de in-
vestigación denominado INPERE (International Net-
work for Psychology of Entrepreneurship Research
and Education) cuyos miembros llevan a cabo dife-
rentes estudios sobre intención emprendedora (Asca-
lon y Gorgievski, 2006; Battistelli, 2006; Dej, Step- FIGURA 7.1. Teoría de la Acción Planificada
(adaptado de Ajzen, 1991, p. 182).
han, Lukes y Richter, 2005; Moriano, Palací y
Morales, 2006b).
En España se han realizado dos tesis doctorales sobre
la intención emprendedora utilizando también la TAP 7.2.2. Estudio 1. Construcción del
(Liñán, 2004; Moriano, 2004). Cuestionario de Intención
El modelo del Evento Emprendedor de Shapero Emprendedora
(1982), aunque supuso un paso adelante, no recoge sufi-
cientemente la influencia de los factores sociales en la El desarrollo del Cuestionario de Intención Emprende-
determinación de la intención de emprender. Esto ha lle- dora (que a partir de ahora denominaremos CIE) se ha
vado a diferentes autores a buscar un modelo que permi- llevado a cabo en tres fases. La primera fase consistió
ta explicar la intención emprendedora a partir de la en la elaboración de los ítems de cada una de las sub-
interacción entre los factores personales y sociales. De escalas, siguiendo cuidadosamente las indicaciones de
esta forma, la TAP de Ajzen (1987; 1988; 1991) se ha Ajzen (2002, revisado 2006) sobre la medición de los
convertido en el marco teórico más utilizado en la re- componentes de la TAP. Asimismo, se revisaron los
ciente investigación sobre la intención emprendedora ítems de diferentes instrumentos sobre intención em-
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 105
prendedora ya utilizados en otras investigaciones (Liñán, probabilidad sujetiva de que trabajar como emprendedor
2004; Liñán y Moriano, 2007; Moriano, 2005; Moriano, conduzca a cada una de estas consecuencias se estiman
Palací y Morales, 2006a; Stephan, Lukes, Dej, Tzvetkov sobre una escala tipo Likert de 1 (nada probable) a 7
y Richter, 2006; Summers, 2000). En la segunda fase, se (totalmente probable). Ahora bien, las actitudes no solo
analizaron las propiedades psicométricas de las subesca- dependen de las creencias, sino también de la evalua-
las que componen el CIE a través de los resultados obte- ción que la persona realiza de dichas creencias. Así, dos
nidos con una muestra de estudiantes universitarios en personas pueden creer con la misma fuerza que empren-
España. Por último, la tercera fase consistió en analizar der un nuevo negocio les va a llevar a enfrentarse a
la validez predictiva del modelo propuesto a partir de la mayores desafíos, pero una de ellas puede valorarlo muy
TAP para explicar la intención emprendedora. positivamente, mientras que para la otra tal consecuen-
A continuación, se describen los principales compo- cia puede resultar desagradable. Por tanto, la actitud de
nentes de la TAP y cómo se realiza su evaluación a tra- la persona hacia la conducta se puede estimar según la
vés de las escalas que forman el CIE. siguiente fórmula:
Ac % G ci ei
Aquí:
7.2.2.1. Actitud hacia la conducta Ac % actitud de la persona hacia la conducta.
emprendedora ci % creencia acerca de la consecuencia de la con-
ducta.
En general, las actitudes han mostrado que pueden ex- ei % evaluación de la consecuencia de realizar la
plicar aproximadamente el 50% de la varianza de la in- conducta.
tención y que la intención explica alrededor del 30% de i % subíndice que indica cada creencia y su evalua-
la varianza de la conducta planificada (Ajzen, 1987; ción, numeradas desde 1 hasta N.
Kim y Hunter, 1993). Específicamente, se considera que
Esta forma indirecta de evaluar la actitud hacia la con-
las actitudes se adaptan mejor que los rasgos de perso-
ducta emprendedora tiene la ventaja sobre la medición
nalidad al estudio de un fenómeno dinámicamente inter-
directa de poder explicar por qué personas que sostienen
activo como es la creación de una nueva empresa (Fayo-
diferentes creencias pueden mostrar las mismas actitu-
lle y DeGeorge, 2006; Robinson et al., 1991; Veciana,
des y a la inversa (Morales et al., 1994).
Aponte y Urbano, 2005).
La TAP representa la aproximación cognitiva, o del
procesamiento de la información, a la formación de acti-
tudes, ya que incorpora el modelo actitudinal de expec- 7.2.2.2. La norma subjetiva
tativa-valor de Fishbein y Ajzen (1975). Según este mo-
delo, las actitudes se desarrollan a partir del repertorio Consiste en «la presión social percibida para realizar o
de creencias salientes relativas al objeto de actitud, que no el comportamiento» (Ajzen, 1987, p. 188). Mientras
suelen ser entre cinco y nueve. De esta forma, en la que la actitud es el exponente principal de los efectos
TAP, así como en su antecesor la Teoría de la Acción psicológicos individuales, la norma subjetiva refleja los
Razonada (Ajzen y Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, efectos de los factores sociales (Morales et al., 1994).
1975), las creencias se conciben como las consecuencias La consideración de estos dos factores fue uno de los
que tiene realizar una determinada conducta (Morales, mayores logros de la Teoría de la Acción Razonada y su
Rebollo y Moya, 1994). Se considera que las primeras importancia persiste en la TAP.
creencias elicitadas por el individuo constituyen sus Las investigaciones realizadas sobre la intención em-
creencias salientes y las primeras creencias de mayor prendedora han encontrado resultados contradictorios
frecuencia en una muestra representativa de sujetos se- sobre la influencia de la norma subjetiva. Así, algunos
rían las creencias salientes modales de una población. autores han hallado que este componente tiene una in-
Las consecuencias de ser emprendedor y crear una fluencia positiva y significativa sobre la intención em-
nueva empresa que se recogen en el CIE son las siguien- prendedora (Alexei y Kolvereid, 1999; Moriano, 2005;
tes: 1) poder enfrentarse a nuevos retos; 2) crear empleo Tkachev y Kolvereid, 1999; Van Gelderen et al., 2006),
para otras personas; 3) ser creativo e innovar; 4) tener mientras que otros no hallan ninguna relación significa-
altos ingresos económicos; 5) asumir riesgos calculados; tiva con esta intención (Autio et al., 2001; Krueger et
6) ser el jefe de uno mismo. Los juicios acerca de la al., 2000; Liñán, 2004).
106 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

La estimación de la norma subjetiva puede realizarse constructo es muy similar a la autoeficacia, es decir, a
directamente mediante una escala de probabilidad en la las creencias en las propias capacidades para organizar y
que se exprese la percepción que tiene el sujeto del tipo ejecutar cursos de acción requeridos para gestionar pro-
de conductas que los demás esperan que realice (o se bables situaciones futuras (Bandura, 1977). De hecho, la
abstenga de realizar), o indirectamente a partir de dos TAP sitúa la autoeficacia dentro de un marco más gene-
componentes principales: las creencias normativas y la ral sobre las relaciones entre creencias, actitudes, inten-
motivación para acomodarse (Fishbein y Ajzen, 1975). ciones y conducta (Ajzen, 1987).
El primer componente hace referencia a las creencias
acerca de cómo otros grupos de personas o instituciones Recientemente, Ajzen (2002) se ha visto obligado a
(a los que se denomina referentes) piensan que el sujeto revisar el control conductual percibido porque diferentes
debería comportarse. El segundo componente refleja la investigadores (Armitage y Conner, 2001; Manstead y
motivación de la persona para acomodarse a las directri-
Van Eekelen, 1998; Terry y O’Leary, 1995) han cuestio-
ces de los referentes. Estos componentes se integran en
nado su concepción unitaria y han probado empírica-
la siguiente fórmula:
mente que está compuesto por dos factores: la autoefica-
NS % G cni mai cia percibida (facilidad o dificultad que percibe el actor
Aquí: para realizar la conducta) y la controlabilidad (creencias
NS % norma subjetiva. acerca del control que tiene el actor sobre la conducta).
cni % creencias normativas relativas a otros signifi- No obstante, la posibilidad de distinguir entre dos tipos
cativos o referentes. diferentes de control (autoeficacia y controlabilidad) no
mai % motivación para acomodarse a los otros signi- invalida la naturaleza unitaria del control conductual
ficativos o referentes. percibido (Ajzen, 2002), por lo que, la mejor forma de
i % subíndice que indica cada creencia normativa describir las relaciones entre autoeficacia, controlabili-
y la motivación para acomodarse a los otros dad y control conductual percibido es a través de un
significativos, numeradas desde 1 hasta N. modelo jerárquico (Figura 7.2). En este modelo, la
autoeficacia y la controlabilidad son dos componentes
El proceso de la formación de las creencias normativas
separados, y evaluados por diferentes indicadores que
es menos conocido que el de las creencias conductuales,
aunque se piensa que en la mayoría de los casos se trata juntos forman el concepto de orden superior control
de un proceso inferencial, bien como resultado de un ra- conductual percibido.
zonamiento silogístico, fruto de la observación de la
conducta del referente, o bien a partir de la actitud per-
cibida en él (Morales et al., 1994). El componente «mo-
tivación para acomodarse» se refiere a la tendencia ge-
neral de las personas a ajustarse a las normas de un
grupo o de un individuo de referencia.
Para la evaluación de las creencias normativas en el
CIE, se pregunta a la persona en qué grado cree que sus
familiares directos, amigos íntimos y compañeros o co-
legas más cercanos se mostrarían de acuerdo si decidiera
emprender y crear su propia empresa. Por su parte, la
motivación para acomodarse se mide a través de cómo
valora la opinión de cada uno de los referentes a este
respecto en una escala de 1 (nada importante) a 7 (muy
importante).

7.2.2.3. El control conductual


percibido
Hace referencia a la facilidad o dificultad que percibe la FIGURA 7.2. Modelo jerárquico del control conductual percibido
persona para realizar la conducta (Ajzen, 2002). Este (adaptado de Ajzen, 2002, p. 15).
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 107
En el presente cuestionario la controlabilidad se ha les et al., 1994). Por ejemplo, si una persona presenta
evaluado a través de tres ítems (p. ej.: «Hay pocas cir- una actitud muy favorable hacia emprender (5, en una
cunstancias fuera de mi control que podrían impedirme escala de 1 a 7) pero la norma subjetiva y el control
ser emprendedor y crear mi propia empresa»). Por su conductual percibido son poco favorables (por ejemplo,
parte, la autoeficacia se ha medido a través de una ver- unas puntuaciones de 1 y 2, respectivamente), entonces
sión reducida de la escala de autoeficacia emprendedora su intención de emprender será necesariamente poco fa-
desarrollada por De Noble, Jung y Ehrlich (1999), adap- vorable (2,66, en una escala de 1 a 7), pero solo supo-
tada y validada en España por Moriano et al. (2006a). niendo que los tres componentes tengan la misma im-
De esta escala se utilizaron los siguientes factores: 1) portancia o influencia sobre la intención. Por el
afrontar cambios inesperados y 2) relacionarse con in- contrario, si la persona concede el doble de importancia
versores, empresas y empleados. Además, se añadió un a las actitudes y el control percibido que a la norma sub-
nuevo factor que hace referencia a los pasos básicos que jetiva, su intención en tal caso hubiera sido muy favora-
se deben dar para crear una nueva empresa (definir la ble (I % (2 # 5) ! (1 # 1) ! (2 # 2)/3 % 5).
idea, escribir el plan de negocio y realizar los trámites Como señalan Morales et al. (1994), diferentes tipos
administrativos). de problemas pueden llevar a ponderar de manera distin-
ta cada componente del modelo, de la misma forma que
diferentes personas pueden valorar de distinto modo ca-
7.2.2.4. La intención conductual da componente. Por ejemplo, en un trabajo de Moriano
(2005) donde se aplicó la TAP para estudiar la intención
Consiste en «la localización de una persona en una di- emprendedora de los estudiantes, se encontró que las
mensión de probabilidad subjetiva que incluye una rela- mujeres daban mayor peso a la norma subjetiva
ción entre la persona misma y alguna acción» (Fishbein (b % 0,19) que los hombres (b % 0,03). Por el contrario,
y Ajzen, 1975, p. 288). Por tanto, la intención se esta- el control conductual percibido afectaba más a la inten-
blece como el antecedente de la conducta, de tal forma ción emprendedora en los hombres (b % 0,27) que en
que cuanto más fuerte sea la intención de desarrollar las mujeres (b % 0,11).
una determinada conducta, mayor será la probabilidad En la práctica común, los pesos de los componentes
de su realización efectiva (Ajzen, 1987). Este compo- del modelo se determinan empíricamente por el procedi-
nente de la TAP se forma a partir de las actitudes (A), la miento de la regresión múltiple, donde las actitudes, la
norma subjetiva (NS) y el control conductual percibido norma subjetiva y el control percibido actúan como pre-
(CP). La fórmula que relaciona las cuatro variables vie- dictores y la intención conductual, como criterio. En la
ne dada por la siguiente ecuación, donde los únicos ele- Tabla 7.1 se describen los resultados de diferentes estu-
mentos desconocidos son los pesos o ponderaciones (p), dios que han aplicado la TAP para explicar la intención
que indican la importancia relativa de cada componente: emprendedora. Estos resultados indican, en primer lugar,
I % (p1)(Ac) ! (p2)(NS) ! (p3)(CPc)/3 que los tres componentes del modelo tienen una influen-
cia o impacto significativo sobre la intención que varía
Estos coeficientes de ponderación indican que las según el estudio y, en segundo lugar, que permiten ex-
actitudes, la norma subjetiva y el control conductual plicar entre el 27% y el 45% (dependiendo del estudio)
percibido pueden ser sopesados diferencialmente (Mora- de la varianza de la intención emprendedora.

Tabla 7.1. Resultados de estudios anteriores sobre intención emprendedora utilizando la TAP.
Coeficientes de regresión estandarizados R2 ajustada
Estudio Actitud Norma Control Intención
subjetiva conductual emprendedora

Tkachev y Kolvereid (1999) 0,11* 0,28* 0,44* 0,45


Autio et al. (2001) 0,24*** 0,02 0,36*** 0,30
Moriano (2005) 0,32*** 0,15* 0,21** 0,27
Van Gelderen et al. (2006) 0,20** 0,21** 0,27** 0,35
* p a 0,05; ** p a 0,01; *** p a 0,001.
108 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mada a través del análisis factorial, mediante el análi-


7.2.3. Método sis de componentes principales y normalización Vari-
max con Kaiser, que muestra un solo factor que expli-
Participantes ca el 69,94% de la varianza.
Autoeficacia Emprendedora. Como se ha señalado an-
La muestra estaba compuesta por 281 estudiantes uni-
teriormente, se utilizaron seis ítems de la escala adap-
versitarios españoles de magisterio, psicopedagogía, in-
tada y validada en España por Moriano et al. (2006a).
geniería, ciencias económicas y empresariales, y psico-
Además, se añadieron tres ítems relacionados con las
logía (206 hombres, 75 mujeres, media de edad %
tareas básicas que se deben realizar para crear una
% 26,83, DT % 5,22). Aproximadamente la mitad traba-
nueva empresa, a % 0,85. A través del análisis facto-
jaban por cuenta ajena (34,3% en un organismo público
rial se obtuvieron tres factores que explicaban el
y el 15,3% en una empresa privada) y el resto estaba de-
66,63% de la varianza total: 1) afrontar cambios ines-
dicado a finalizar sus estudios (39%).
perados; 2) relacionarse con inversores, empresas y
empleados; y 3) pasos para crear una nueva empresa.
Medidas Intención Emprendedora. Al final del cuestionario,
se incluyen cuatro ítems que miden la intención para
En la primera página del cuestionario se pregunta sobre crear un negocio o empresa propios. Por ejemplo, «¿con
los datos demográficos (sexo, edad y país), situación la- qué probabilidad consideras que crearás tu propia em-
boral y estudios realizados. Además, se incluyen tres presa de aquí a cinco años?». En un escala de respuesta
ítems relacionados con la intención de seguir diferentes Likert de 1 (totalmente improbable) a 7 (totalmente pro-
trayectos profesionales: 1) crear una empresa propia (ser bable).
emprendedor); 2) desarrollar la carrera profesional en
una empresa privada; 3) trabajar en la Administración
Pública (ser funcionario). La escala era tipo likert, con
un intervalo de respuesta de 1 (nada interesado) a 7 (to- 7.2.4. Procedimiento
talmente interesado). Estos ítems permiten comparar la
intención emprendedora con la intención de trabajar por El cuestionario fue administrado durante el primer se-
cuenta ajena, ya sea en una empresa privada o en la Ad- mestre de 2007; respetando la participación voluntaria y
ministración Pública. En el resto de las páginas del CIE salvaguardando el anonimato de los participantes. Los
se presentan las diferentes subescalas que miden los participantes desconocían el propósito del estudio, ya
componentes de la TAP. que las instrucciones que recibían hacían mención a la
Actitud. Se mide indirectamente a través de dos es- evaluación de aspectos relacionados con su formación
calas de seis ítems cada una sobre las creencias y la académica y su interés en seguir diferentes itinerarios
evaluación de las consecuencias de emprender. Ambas profesionales. En el análisis de los datos se emplearon
escalas se combinan para crear una medida completa de los programas informáticos SPSS 14.0 y AMOS 6.02.
la actitud según la siguiente formula: Ac % G ci ei/7.
Norma subjetiva. Se mide indirectamente a partir de
dos escalas de tres ítems cada una sobre las creencias 7.2.5. Resultados
normativas y la motivación para acomodarse. Ambas
escalas también se combinan para crear una medida En primer lugar, se muestran los análisis sobre las pro-
completa de la norma subjetiva según la siguiente for- piedades psicométricas de las medidas empleadas en el
mula: NS % G cni mai/7.
2
El AMOS es una técnica de modelado de ecuaciones estructura-
Control conductual percibido. Siguiendo el modelo les que permite contrastar hipótesis sobre la relación entre variables
de Ajzen (2002), se creó una variable de segundo orden observadas (indicadores) y variables latentes (no observables), y ofre-
formada por la media de las puntuaciones en las siguien- ce la posibilidad de valorar diversas relaciones en forma simultánea
tes escalas: (Arbuckle y Wothke, 1999). La característica fundamental de esta téc-
nica es la necesidad de formular el tipo de relaciones que se espera en-
Controlabilidad. Está formada por tres ítems (por contrar entre las variables, para posteriormente estimar los parámetros
especificados por las relaciones propuestas (Lévy-Mangin, 2003). Por
ejemplo, «si creara mi propia empresa, tendría un con- esta razón, se conocen como modelos confirmatorios, ya que permiten
trol total sobre la situación»), a % 0,83. Por su parte, confirmar mediante el análisis de la muestra las relaciones propuestas
la validez de constructo de esta escala quedó confir- a nivel teórico.
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 109
CIE (fiabilidad y validez convergente y discriminante). Por otra parte, el análisis de la varianza media
En segundo lugar, se muestran los análisis para confir- extraída (AVE) refleja la cantidad total de la varianza
mar la validez predictiva de los componentes de la TAP de los indicadores recogida por el constructo latente.
sobre la intención emprendedora. Cuanto mayor sea su valor, más representativos son los
indicadores del constructo en el que cargan y, por tanto,
mayor es la validez convergente. En general, se sugiere
7.2.6. Análisis de las propiedades que su valor debe superar el 0,50 (Bagozzi y Yi, 1988;
psicométricas del CIE Hair et al., 1999). En nuestro caso, la varianza extraída
de la norma subjetiva, el control percibido y la intención
Las medidas empleadas en el CIE se pusieron a prueba emprendedora superan ampliamente el 0,50, mientras
examinando: 1) la validez convergente; 2) la consisten- que la varianza de la actitud alcanza un valor de 0,47
cia interna; 3) la validez discriminante. En primer lugar, (Tabla 7.2).
la validez convergente se determinó, por una parte, a En segundo lugar, la fiabilidad de las escalas utiliza-
través de la significación estadística de las cargas facto- das en el CIE se calculó a través del coeficiente de fiabi-
riales de los indicadores de cada constructo latente. Esto lidad compuesta, que es una medida de consistencia
supone que para una probabilidad de 0,05, el indicador
interna similar al alfa de Cronbach, pero más adecuada
debe tener un coeficiente crítico (C.R.) superior a 1,96
porque no depende del número de ítems asociados a ca-
(Anderson y Gerbing, 1988). Además, es necesario que
da escala. Comúnmente se recomienda que este estadís-
las cargas factoriales estandarizadas de cada indicador,
sobre la variable latente en la cual satura, sean mayores tico alcance un valor de 0,70, aunque hay autores que
que 0,40 (Hair, Anderson, Tatham y Black, 1999). Co- sostienen que valores por encima del 0,60 son suficien-
mo se comprueba en la Tabla 7.2, todas las cargas es- tes (Bagozzi y Yi, 1988). En la Tabla 7.2, se aprecia có-
tandarizadas y los coeficientes críticos (C.R.) superan mo todos los coeficientes de fiabilidad compuesta de las
los niveles mínimos recomendados. escalas del CIE superan la puntuación de 0,70.

Tabla 7.2. Cargas factoriales de los indicadores, varianza media extraída


y fiabilidad compuesta.
Carga factorial Varianza Fiabilidad
Variable/Indicador C.R.
estandarizada extraída compuesta

1. Actitud 0,47 0,84


Indicador 1 0,68 10,00***
Indicador 2 0,57 8,37***
Indicador 3 0,69 10,20***
Indicador 4 0,72 10,59***
Indicador 5 0,77 —
Indicador 6 0,68 10,00***

2. Norma subjetiva 0,61 0,82


Indicador 1 0,70 9,83***
Indicador 2 0,92 10.49***
Indicador 3 0,70 —-

3. Control conductual percibido 0,62 0,76


Controlabilidad 0,78 9,71***
Autoeficacia 0,79 —

4. Intención emprendedora
Indicador 1 0,73 — 0,63 0,87
Indicador 2 0,92 13,45***
Indicador 3 0,66 9,79***
Indicador 4 0,84 12,56***
110 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En tercer lugar, un criterio comúnmente usado en el El modelo obtiene un buen ajuste según los indica-
modelado de ecuaciones estructurales para evaluar la dores utilizados: s2(71) % 126,53; p a 0,001; s2/
presencia de validez discriminante es que un constructo df % 1,78; GFI % 0,92, CFI % 0,96, RMSEA % 0,05. En
debería compartir más varianza con sus medidas o indi- la figura 3, se puede apreciar que el control conductual
cadores que con otros constructos del modelo (Lévy- percibido es el componente del modelo que más impacto
Mangin y Varela, 2006). La Tabla 7.3 presenta las co- tiene sobre la intención emprendedora (b % 0,37,
rrelaciones entre constructos y, en diagonal, la raíz cua- p a 0,001), seguido de la actitud hacia la conducta em-
drada de la varianza media extraída. Para una adecuada prendedora (b % 0,31, p a 0,01) y, por último, la norma
validez discriminante se recomienda que la raíz cuadra- subjetiva (b % 0,14, p a 0,05). Estos resultados mues-
da del AVE sea superior a la correlación entre construc- tran que los componentes personales del modelo, control
tos (Chin, 1998; Fornell y Larcker, 1981). A la vista de conductual percibido y actitud, son más importantes pa-
estos datos, se puede concluir que existe una validez dis- ra explicar la intención emprendedora que el componen-
criminante entre los componentes del modelo de la TAP. te social representado por la norma subjetiva. Además,
se encuentra una alta correlación positiva y significativa
Tabla 7.3. Correlación y validez discriminante entre la actitud y el control conductual percibido
de los constructos. (r % 0.69, p a 0,001), según la cual, cuanto más eficaz
1 2 3 4
se considera la persona para crear una empresa, más
atractiva resulta la carrera emprendedora y viceversa.
1. Actitud 0,69 Por último, los tres componentes del modelo propuesto
2. Norma subjetiva 0,42*** 0,78 por la TAP permiten explicar el 48% de la varianza de
3. Control conductual la intención de emprender.
percibido 0,69*** 0,34*** 0,79
4. Intención 0,55*** 0,38*** 0,50*** 0,79
*** p a 0,001.

Validez predictiva de los componentes


de la TAP
A continuación, se recurrió al modelado de ecuaciones
estructurales para confirmar si las diferentes variables
analizadas permitían explicar la intención emprendedora
según el modelo propuesto por la TAP. Los análisis se
efectuaron usando la matriz de datos originales como
entrada y el procedimiento de máxima verosimilitud. Se
sugieren diversos índices para probar la bondad de ajus-
te del modelo (Byrne, 2001), tales como el estadístico
chi-cuadrado (s2), cuyos valores no significativos
(p b 0,05) indican que el modelo propuesto se ajusta a
los datos. A causa de la sensibilidad del estadístico s2,
al tamaño de la muestra y a las desviaciones de la nor-
malidad en los datos, se proponen otros índices de ajuste
absolutos como la razón de chi-cuadrado sobre los gra-
dos de libertad (CMIN/DF), cuyos valores inferiores a 2
indican un buen ajuste, y el RMSEA (Root Mean Square
Error of Approximation), que es una medida de discre-
pancia del modelo por grados de libertad, cuyos valores
deben ser inferiores a 0,05 para indicar buen ajuste. Asi-
mismo, se utilizó el GFI (Goodness of Fit Index) pro- FIGURA 7.3. Modelo de intención emprendedora
puesto por Joreskog y Sörbom (1986) y el índice relati- con los datos de la muestra española.
vo CFI (Comparative Fit Index) de Bentler (1990),
cuyos valores umbrales para considerar un buen ajuste Los resultados obtenidos en este primer estudio per-
del modelo propuesto serían 0,90 (Hu y Bentler, 1995). miten afirmar que la fiabilidad y validez de las escalas
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 111
recogidas en el CIE son adecuadas. Asimismo, se ha (1.109 billones de dólares en España y 552,4 miles de
comprobado que los tres componentes del modelo predi- millones de dólares en Polonia) o la tasa de desempleo
cen significativamente la intención emprendedora. A (8,1% y 14,9%, respectivamente). Respecto a las dimen-
continuación, se presenta un segundo estudio realizado siones culturales de Hofstede, Polonia obtiene puntua-
en Polonia con el objeto de comprobar la validez trans- ciones superiores en todas las dimensiones: distancia de
cultural del CIE, así como analizar si existen diferencias poder (68 para Polonia y 57 para España), individualis-
culturales en relación con la intención emprendedora en- mo (60 y 51, respectivamente), masculinidad (64 y 42,
tre los participantes de ambos países. respectivamente) y, por último, evitación de la incerti-
dumbre (93 y 86, respectivamente). Según estas puntua-
ciones, se podría considerar que Polonia tendría una cul-
tura más favorable a la creación de nuevas empresas. De
7.2.7. Estudio 2. Validación del hecho, los datos del informe GEM4 (Acs, Arenius, Hay
cuestionario en Polonia y Minniti, 2005) muestran que la tasa de actividad em-
y comparación prendedora resulta mayor en Polonia que en España
de los resultados (8,8% y 5,2% de la población activa, respectivamente).
La aplicación del modelo propuesto por la TAP para
La realización de este segundo estudio permite obtener estudiar la intención emprendedora en diferentes cultu-
información relevante sobre diferentes aspectos. En pri- ras ha sido escasa (Autio et al., 2001; Liñán y Chen, en
mer lugar, servirá para confirmar la aplicabilidad del prensa). Desde la perspectiva de la TAP, los valores
CIE para medir la intención emprendedora y sus antece- compartidos dentro de una cultura afectaran a los ante-
dentes (actitud, norma subjetiva y control conductual cedentes motivacionales de la intención. En este sentido,
percibido). En segundo lugar, se comprobará la viabili- un cultura que apoye la actividad emprendedora ayuda-
dad del modelo propuesto por la TAP en una cultura di- ría a legitimar la creación de nuevas empresas (Etzioni,
ferente. En tercer lugar, se analizaran algunos de los 1987). Como la norma subjetiva refleja la percepción de
efectos de la cultura sobre la intención emprendedora y la presión social para desarrollar la conducta emprende-
sus antecedentes. dora, la influencia de los valores culturales podría ser
La mayoría de la investigación sobre la influencia de mayor en este antecedente motivacional (Ajzen, 2001;
la cultura en la actividad emprendedora ha seguido las Kristiansen y Indarti, 2004). Según Begley y Tan (2001),
dimensiones culturales propuestas por Hofstede (1980), el impacto de la norma subjetiva sobre la intención es
(Hayton, George y Zahra, 2002; Mcgrath y MacMillan, mayor en culturas colectivistas que en culturas indivi-
1992; Mcgrath, MacMillan y Scheinberg, 1992; Mit- dualistas.
chell, Smith, Seawright y Morse, 2000; Moriano y Pala- Basándose en la literatura revisada, se podrían for-
cí, 2005; Mueller y Thomas, 2001). Según Hofstede, mular algunas predicciones tentativas. En primer lugar,
existen cuatro dimensiones básicas que permiten clasifi- Polonia tiene una cultura más favorable hacia la crea-
car a cualquier cultura: 1) distancia de poder; 2) indivi- ción de nuevas empresas y una mayor tasa de actividad
dualismo; 3) masculinidad; 4) evitación de la incerti- emprendedora que España, por tanto, se espera que la
dumbre. Mcgrath et al. (1992) afirman que la actividad intención emprendedora de los estudiantes universitarios
emprendedora se relaciona positivamente con alta dis- en Polonia sea mayor que en España. En segundo lugar,
tancia de poder, alto individualismo, alta masculinidad y se espera que los antecedentes motivacionales de la in-
baja evitación de la incertidumbre. tención obtengan también mayores puntuaciones en Po-
Polonia y España son países que, a pesar de todas lonia que en España, especialmente en el caso de la nor-
las diferencias históricas y culturales, tienen mucho en ma subjetiva (Ajzen, 2001; Kristiansen y Indarti, 2004).
común: la religión católica como confesión mayoritaria, En tercer lugar, se predice que la influencia de la norma
ocupan una superficie parecida y tienen un número de subjetiva sobre la intención emprendedora será menor
habitantes parecido (43,5 millones en España y 38,1 mi-
llones en Polonia, según los datos del Banco Mundial 4
El proyecto GEM (Global Entrepreneurship Monitor) nació en
en el año 2006). No obstante, su situación socioeconó- el año 1997 como una iniciativa de la London Business School y del
mica es bastante diferente3; valga como ejemplo el PIB Babson College para crear una red internacional de investigación en el
entorno de la creación de empresas. El desarrollo actual del proyecto
le conduce a ser un referente en la investigación del fenómeno em-
3
Datos extraídos de CIA World Factbook 2007 (https://www. prendedor en todo el mundo (en la edición de 2006 han participado un
cia.gov/library/publications/the-world-factbook/). total de 42 países).
112 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

en Polonia, porque se trata de un país más individualista ambos países en los componentes del modelo de la
(Begley & Tan, 2001). TAP. Posteriormente, se cotejarán los pesos de regresión
de cada variable, así como el porcentaje de varianza ex-
plicada de la intención emprendedora.
7.2.7.1. Método
Comparación de las preferencias
Participantes profesionales en España y Polonia
Ciento noventa y ocho estudiantes universitarios (154
Los resultados de la Figura 7.4 indican que existen dife-
mujeres, 21,86 años de media de edad, DT % 1,27 años)
rencias significativas en la intención hacia cada uno de
de diferentes licenciaturas (gestión y marketing, pedago-
los trayectos profesionales entre ambos países, así como
gía y psicología) participaron voluntariamente en el pre-
en el orden de preferencia. Los participantes españoles
sente estudio.
puntúan significativamente más alto en la intención de
trabajar en la Administración Pública (t (290) % 4,60,
p a 0,001) y más bajo tanto en desarrollar su carrera
7.2.7.2. Procedimiento profesional en una empresa privada (t (361) % .7,18,
p a 0,001) como en ser emprendedor (t (371) % .8,85,
Previamente a la administración del cuestionario, se rea- p a 0,001). Respecto al orden de preferencia, en España
lizó una traducción inversa del instrumento por dos per- los participantes prefieren ser funcionarios, luego em-
sonas bilingües (español-polaco). Esta traducción fue pleados en una empresa privada y, por último, empren-
comparada con la versión original y se realizaron los dedores. Por el contrario, en Polonia la intención de tra-
ajustes necesarios. El cuestionario fue administrado res- bajar por cuenta ajena en una empresa privada es la más
petando la participación voluntaria y la confidencialidad alta, seguida de la intención de crear una empresa propia
de los datos. Las instrucciones hacían referencia a que la y, por último, trabajar en la Administración Pública.
investigación estaba orientada a conocer diferentes as-
pectos relacionados con su formación académica.

7.2.7.3. Medidas
Con el objeto de comprobar la validez transcultural del
CIE, se realizó una análisis factorial confirmatorio. Los
resultados muestran un ajuste satisfactorio del modelo
con los datos recogidos en Polonia (s2(70) % 118,40;
p a 0,001; s2/df % 1,69; GFI % 0,90, CFI % 0,93,
RMSEA % 0,06). Por tanto, se confirma la validez de la
estructura factorial de las escalas recogidas en el ins-
trumento CIE. Respecto a la fiabilidad, se calcularon los
coeficientes de fiabilidad compuesta de cada una de
las escalas y se obtuvieron los siguientes valores: acti-
tud % 0,81, norma subjetiva % 0,81, control conductual
percibido % 0,77 e intención emprendedora % 0,87. De
esta forma, se puede afirmar que la fiabilidad de todas FIGURA 7.4. Comparación de medias en Intención Laboral.
las subescalas que forma el CIE es satisfactoria con los
datos de la muestra de Polonia. Comparación de medias
en los componentes del modelo

7.2.7.4. Resultados Los resultados de la comparación de medias en los com-


ponentes del modelo (Figura 7.5) muestran que los parti-
Una vez confirmada la aplicabilidad del CIE para la cipantes de España puntúan significativamente más bajo
muestra de Polonia, compararemos las puntuaciones en en la actitud (t (418) % .3,22, p a 0,01), en la norma
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 113
subjetiva (t (418) % .1,94, p a 0,05), en el control con- control conductual percibido (b % 0,48, p a 0,001) pre-
ductual percibido (t (418) % .3,01, pa0,01) y en la in- dicen significativamente la intención de emprender, ex-
tención emprendedora (t (418)%.9,18, p a 0,001). Por plicando más de la mitad de su varianza (R2 % 0,54).
lo tanto, se confirman las predicciones formuladas sobre Por tanto, la principal diferencia respecto al modelo va-
la mayor puntuación tanto en los antecedentes motiva- lidado con la muestra de participantes españoles se halla
cionales como la intención de emprender en Polonia que en la falta de impacto de la norma subjetiva sobre la in-
en España. tención de emprender de los estudiantes universitarios
polacos. Este resultado iría en la línea de la predicción
formulada sobre la menor influencia de la norma subje-
tiva sobre la intención emprendedora en Polonia, ya que
este país es menos colectivista que España.

FIGURA 7.5. Comparación de medias en los componentes


del modelo.

Comparación de modelos de intención


emprendedora
Resulta además necesario comparar los pesos de los
componentes del modelo. Para ello, en este estudio, al
igual que en el anterior, los pesos de los componentes se
han determinado a través del Modelado de Ecuaciones
Estructurales, ya que este procedimiento estadístico per-
mite calcular tanto los coeficientes de regresión estanda-
rizados (b) como la varianza explicada por el modelo
(R2). Los resultados se presentan en la Figura 7.6 y FIGURA 7.6. Modelo de intención emprendedora
muestran que solo la actitud (b % 0,28, p a 0,01) y el con los datos de la muestra en Polonia.

7.3
Conclusiones
En este capítulo se han presentado dos estudios que des- te analizar las diferencias transculturales para explicar la
criben la construcción y validación de un cuestionario intención emprendedora.
para medir la intención emprendedora (CIE) en España
y Polonia. Los resultados muestran que el instrumento El CIE no es el primer instrumento desarrollado para
desarrollado presenta unas propiedades psicométricas medir la intención emprendedora desde la TAP (Liñán y
adecuadas y es aplicable en ambos países, lo que permi- Chen, en prensa; Moriano, 2005; Summers, 2000), ni
114 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tampoco es la primera vez que se realiza una investiga- Como consideración para futuras investigaciones, re-
ción transcultural sobre intención emprendedora en estu- sultaría interesante seguir la sugerencia de diferentes
diantes universitarios (Autio et al., 2001; Jung, Ehrlich, autores de estudiar no solo las presiones sociales perci-
De Noble y Baik, 2001; Liñán y Chen, en prensa). No bidas (la norma subjetiva), sino también las normas per-
obstante, se trata del primer cuestionario sobre intención sonales sobre la obligación moral o responsabilidad de
emprendedora que sigue rigurosamente las indicaciones realizar o no una cierta conducta (Harland, Staats y Wil-
de Ajzen (2002, revisado 2006) para construir cuestiona- ke, 1999; Manstead, 2000; Parker, Manstead y Stradling,
rios que midan de forma indirecta los componentes que 1995). Tales obligaciones morales internalizadas por la
integran la TAP (actitud, norma subjetiva, control con- persona influirán, en paralelo con las actitudes, la norma
ductual percibido e intención conductual). Esto permite subjetiva y el control conductual, en la intención de rea-
que el CIE explique mayor porcentaje de la varianza de lizar la conducta percibida. Así, Manstead (2000) ha re-
la intención que el obtenido en estudios realizados pre- visado numerosos estudios sobre la influencia de las
viamente con otros cuestionarios. Por lo tanto, cuando normas morales en diversos tipos de conducta como, por
se evalúan correctamente los componentes de la TAP, ejemplo, conducta sexual, ética en los negocios y consu-
esta teoría explica con mayor exactitud cómo se forma mo de alcohol. Según este autor, las normas morales pa-
la intención de crear una nueva empresa. recen ser particularmente influyentes, ya que explican
mayor varianza en la relación actitudes-conducta que
La validación transcultural del CIE permite analizar
otras normas que no tienen un componente de imperati-
cómo afectan las diferencias culturales tanto a la inten-
vo u obligación moral. De hecho, cuando las personas
ción emprendedora como a sus antecedentes. Los resul-
realmente suscriben estas normas morales, la conducta
tados obtenidos muestran que los estudiantes universita-
parece estar fuertemente determinada por tales normas.
rios en Polonia tienen una actitud más positiva hacia la
Según Terry, Hogg y White (2000), las normas adquie-
conducta emprendedora, la norma subjetiva es más posi-
ran la equivalencia de fuerza moral si definen el «yo»,
tiva hacia la creación de nuevas empresas y perciben un
en otras palabras, si definen un grupo social que contri-
mayor control conductual. Además todo ello confluye en
buye significativamente al autoconcepto. Por lo tanto, la
una mayor intención emprendedora que en España. Es-
cuestión de cómo las normas adquieren esta fuerza mo-
tos resultados son congruentes con la mayor tasa de acti-
ral en el caso de la conducta emprendedora resulta muy
vidad emprendedora de Polonia (Acs et al., 2005) y con
interesante tanto a nivel teórico como práctico.
una cultura más favorable que la española hacia la crea-
ción de nuevas empresas, según las dimensiones de
En cuanto a las implicaciones de este trabajo, consi-
Hofstede (Mcgrath et al., 1992).
deramos que profesores, consultores, orientadores y em-
En cuanto a la comparación entre ambos países del prendedores deberían beneficiarse del mejor conoci-
modelo propuesto, se debe subrayar el papel diferencial miento general de cómo se forman las intenciones, así
que juega la norma subjetiva, que es el componente más como también de un conocimiento específico de cómo
«social» del modelo y, por tanto, está más influido por las actitudes, creencias y percepciones se unen dentro de
los valores culturales. Los resultados muestran que en la intención de comenzar una aventura empresarial. Los
España la influencia de la norma subjetiva sobre la in- programas educativos para desarrollar la conducta em-
tención emprendedora es significativa, aunque es el prendedora deberían ir más allá de los aspectos jurídicos
componente del modelo que presenta un menor impacto. y económicos que rodean la creación de una nueva em-
Por su parte, en Polonia la norma subjetiva no tiene un presa, e incidir en el desarrollo de estas variables psico-
impacto significativo sobre la intención emprendedora y, sociales. Así, por ejemplo, los profesores podrían resal-
además, tampoco correlaciona significativamente con el tar el atractivo de emprender una nueva empresa como
control conductual percibido. Este resultado podría ex- carrera profesional y realizar ejercicios o actividades
plicarse por la menor influencia que la norma subjetiva que permitan mejorar la autoeficacia emprendedora de
tiene en culturas más individualistas (Begley y Tan, sus estudiantes. Del mismo modo, los consultores y
2001), como es el caso de Polonia en comparación con orientadores no solo deberían indagar sobre la viabilidad
España. No obstante, esta es una explicación parcial que del plan de negocio que presenta el futuro emprendedor,
deja abierto el debate sobre la influencia (Alexei y Kol- sino también su intención de desarrollar su carrera pro-
vereid, 1999; Van Gelderen et al., 2006) o falta de in- fesional a través del autoempleo. Por ejemplo, se suele
fluencia (Autio et al., 2001; Krueger et al., 2000) de la pasar por alto el importante papel que juegan las perso-
norma subjetiva sobre la intención emprendedora. nas cercanas al emprendedor en su decisión final de lan-
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 115
zarse a crear su propia empresa. Por ello, sería muy trayectoria profesional a través de la creación de su pro-
interesante preguntar al emprendedor sobre la opinión pia empresa. De esta forma, el interés reside en conocer
de su familia y amigos e incluso, si es posible, tratar de cuáles son las variables psicosociales que influyen en la
involucrarles en el proceso y, finalmente, obtener su intención de emprender y, para ello, la TAP ofrece unos
aprobación. firmes cimientos para seguir avanzando en el estudio y
En conclusión, este trabajo profundiza en el estudio comprensión de la conducta emprendedora. Asimismo,
de la conducta emprendedora desde la elección de la ca- la validación transcultural del CIE permite contar con
rrera profesional y no concibe a los emprendedores co- un instrumento estandarizado que mide adecuadamente
mo personas excepcionales que de forma innata están la influencia de los antecedentes motivacionales propues-
predispuestas a trabajar por cuenta propia, sino al con- tos por la TAP sobre la intención emprendedora, así co-
trario, que cualquier persona puede decidir desarrollar su mo comparar los resultados hallados en diferentes países.

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Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 119

APÉNDICE
Cuestionario de Intención Emprendedora (CIE)

1. Sexo: q Hombre q Mujer 2. Edad: años.


3. Provincia: 4. E-mail (opcional):

5. Selecciona la opción que más se ajuste a tu actual situación laboral:

5.1. Trabajador por cuenta ajena: 5.2. Trabajador por cuenta propia: 5.3. No trabaja:
q Empresa privada. q Independiente. q Desempleado.
q Organismo público. q Asociado. q Estudiante.
q Asociación u ONG. q Creando una empresa.

6. Señale los estudios qué está realizando o ha finalizado (Por ejemplo, 5o curso licenciado en psicología):

7. Puntúa en una escala de 1 a 7, tu intención de seguir los siguientes trayectos profesionales.

No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

I1 Crear tu propia empresa (ser emprendedor). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


I2 Desarrollar tu carrera profesional en una empresa privada. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
I3 Trabajar en la Administración Pública (ser funcionario). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ

Actitud hacia la conducta emprendedora

8.1. Crear una nueva empresa (ser emprendedor) para ti supondría...

No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

A1 Enfrentarme a nuevos retos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


A2 Crear empleo para otras personas. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
A3 Ser creativo e innovar. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
A4 Tener altos ingresos económicos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
A5 Asumir riesgos calculados. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
A6 Ser mi propio jefe (independencia). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
120 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

8.2. Ahora debes señalar hasta qué punto son deseables para ti en tu vida en general:

No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

B1 Enfrentarte a nuevos retos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


B2 La creación de empleo para otras personas. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
B3 La creatividad y la innovación. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
B4 Altos ingresos económicos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
B5 Asumir riesgos calculados. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
B6 Ser independiente (tu propio jefe). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ

Norma subjetiva

9.1. Por favor, piensa ahora en tus familiares y amigos más cercanos. ¿En qué grado se mostrarían de acuerdo si
decides emprender y crear tu propia empresa?
No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

C1 Mi familia directa (padres y hermanos). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


C3 Mis amigos íntimos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
C4 Mis compañeros o colegas. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ

9.2. Y; ¿cómo valoras la opinión de estas personas a este respecto? «La considero...»

No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

D1 La de mi familia directa (padres y hermanos). ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


D2 La de mis amigos íntimos. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
D3 La de mis compañeros o colegas. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ

Controlabilidad

10. Por favor, indica hasta qué punto estás de acuerdo con las siguientes afirmaciones:

No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

E1 Si quisiera, podría fácilmente ser emprendedor y crear mi propia em- ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


presa.
Capítulo 7. VALIDACIÓN DE UN CUESTIONARIO PARA MEDIR LA INTENCIÓN EMPRENDEDORA 121
E2 Si creara mi propia empresa, tendría un control total sobre la situación. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
E3 Hay pocas circunstancias fuera de mi control que podrían impedirme ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
ser emprendedor y crear mi propia empresa.

Autoeficacia

11. Si crearas tu propia empresa, ¿en qué grado crees que serías capaz de desempeñar eficazmente cada una de las
siguientes tareas?
No Moderadamente Totalmente
interesado interesado interesado

1 2 3 4 5 6 7

F1 Definir tu idea de negocio y la estrategia de tu empresa. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ


F2 Escribir tu plan de negocio (estudio de mercado, estudio financiero, ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
etc.).
F3 Realizar los trámites administrativos y burocráticos necesarios para ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
crear tu empresa.
F4 Trabajar bajo un continuo estrés, presión y conflicto. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
F5 Reclutar, seleccionar y entrenar a tus empleados. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
F6 Relacionarte con personas clave para obtener capital para tu empresa. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
F7 Tolerar los cambios inesperados en las condiciones de tu negocio. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
F8 Persistir frente a la adversidad en tu negocio. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
F9 Formar asociaciones o alianzas con otras empresas. ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ

Intención emprendedora

12.1. ¿Has considerado alguna vez fundar tu propia empresa?

1 2 3 4 5 6 7
ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
No, nunca Sí, muchas veces

12.2. ¿Piensas que en el futuro crearás tu propio negocio?

1 2 3 4 5 6 7
ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
Definitivamente no Definitivamente sí

12.3. Si se presentara la oportunidad, y pudieras elegir libremente que carrera laboral seguir, ¿qué preferirías?

1 2 3 4 5 6 7
ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
Preferiría trabajar por cuenta ajena Preferiría crear mi propia empresa

12.4. ¿Con qué probabilidad consideras que crearas tu propia empresa de aquí a cinco años?

1 2 3 4 5 6 7
ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ ⵧ
Totalmente improbable Totalmente probable
a
124 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

8.1
Introducción
Una agria polémica se desató en psicología en los años En ese momento, Glass intentó responder a la afir-
50 del pasado siglo cuando H. J. Eysenck afirmó que la mación de Eysenck y recurrió a otro procedimiento. Con
psicoterapia no tenía ningún efecto beneficioso sobre los ayuda de la estadística, procuró traducir los resultados
pacientes neuróticos (Eysenck, 1952). Alrededor de la de todos los estudios a una métrica común. Esto le per-
mitad de los años 70, ya se habían acumulado cientos de mitió sacar una media de todos los resultados y llamó a
estudios empíricos sobre la eficacia de la psicoterapia este procedimiento meta-análisis, es decir más allá del
para ayudar a los pacientes en la remisión de sus sínto- análisis. Él y su colega Mary Lee Smith publicaron un
mas. Lo peculiar era que algunos de los estudios aporta- artículo clásico en el cual concluían que la psicoterapia
ban resultados positivos y otros negativos o incluso nu- era bastante efectiva (Smith y Glass, 1977).
los. Para esa misma época, la mayoría de las revisiones Muchos se mantuvieron escépticos respecto a la efi-
narrativas de estos estudios habían fracasado en su in- cacia de la psicoterapia (Eysenck y Eysenck, 1978), pe-
tento de zanjar definitivamente la polémica iniciada por ro, en cambio, el meta-análisis es hoy un procedimiento
Eysenck. aceptado en las ciencias sociales, la psicología y las
ciencias de la salud, especialmente en la medicina.

8.2
Qué es el meta-análisis
Una de las críticas más fuertes que reciben las ciencias garon con procedimientos semejantes acerca de la vali-
sociales, en concreto la psicología, es aquella que la dez de las pruebas empleadas en la selección de perso-
acusa de disponer de estudios empíricos que apoyan una nal para pronosticar el desempeño laboral a largo plazo.
afirmación y a la vez, encontrar otros hallazgos que El término «meta-análisis» designa un conjunto de pro-
apoyan la afirmación contraria. Estas observaciones mi- cedimientos estadísticos adecuados para transformar los
nan la credibilidad de la disciplina, ya que parece que resultados de los estudios individuales a una métrica co-
bastaría con esmerarse lo suficiente para encontrar prue- mún y realizar comparaciones entre ellos. Así, frente a
bas empíricas para casi cualquier afirmación. Con relati- una pregunta de investigación, permiten alcanzar una
va frecuencia sucede que el científico A logra probar respuesta más general y mejor fundamentada, ya que és-
que la relación entre dos variables es positiva, mientras ta se sustenta en los resultados de muchos estudios em-
que el científico B ha mostrado que la misma relación píricos, en vez de hacerlo sobre uno solo de ellos.
es negativa y, para complicar más la cuestión, un tercero
demuestra que la relación es nula. Ante esto, el lector se Desde su inicio se han publicado cientos de meta-
pregunta: «¿A quién he de seguir?». O dicho de otra análisis sobre cuestiones muy variadas y se han realiza-
manera: «¿cómo es posible que tres estudios semejantes do grandes avances en los procedimientos estadísticos
produzcan resultados contradictorios entre sí?». para llevarlos a cabo. Si se realiza una búsqueda de me-
En la misma época en que Glass intentaba resolver ta-análisis publicados en Medline, la base de datos que
la disputa sobre la eficacia de la psicoterapia, otros in- reúne más de 20.000 revistas médicas, antes de 1982 en-
vestigadores desarrollaban enfoques estadísticos simila- contramos aproximadamente uno al año, entre 1982 y
res para sintetizar la investigación empírica. Rosenthal y 1985 unos 15 anuales, y en 1986, 21 publicaciones. A
Rubin (1978) aplicaron su procedimiento a resumir los partir de 1991, aparecen ya 431 meta-análisis publicados
resultados de más de 300 estudios sobre la influencia de en Medline, y desde 1992, más de 500 al año. En las
las expectativas de una persona en el desempeño de ciencias sociales sucede algo parecido, como se puede
otras. Al mismo tiempo, Schmidt y Hunter (1977) inda- apreciar en la figura que resume la cantidad de meta-
Capítulo 8. EL META-ANÁLISIS EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 125
siones meta-analíticas (Botella y Gambara, 2006). Tam-
bién se están uniformando las exigencias que se hacen a
los artículos empíricos con la previsión de que más ade-
lante estos puedan ser incluidos en futuros meta-análisis
(Ramos-Álvarez, Valdés-Conroy y Catena, 2006). El
motivo principal de estas recomendaciones reside en que
el meta-análisis tiene un doble objetivo y será más fácil
alcanzarlo si se sigue el procedimiento adecuado en su
realización.
En primer lugar, el meta-análisis procura integrar los
resultados de la investigación empírica, que en este con-
texto llamamos investigación primaria, ya que entende-
mos que el meta-análisis es la secundaria o investiga-
ción de investigaciones. Lo peculiar de la ciencia no son
las preguntas que se hace, sino el método que emplea
para encontrar las respuestas: el método científico (Bo-
tella y Gambara, 2002). La replicabilidad está entre las
características más relevantes que aporta el método cien-
tífico a los trabajos que resultan de su aplicación. Así se
garantiza que un investigador diferente podría encontrar
los mismos resultados si sigue el mismo procedimiento
FIGURA 8.1. Evolución de los meta-análisis publicados paso a paso, asegurando que los hallazgos tienen cierta
entre 1977 y 1989. independencia de la persona que los obtiene. Esta carac-
terística implica también que se puede avanzar progresi-
análisis publicados en ciencias sociales a través de las vamente hacia un mayor consenso en la comunidad
tres bases de datos más importantes de psicología, socio- científica y que la ciencia es entendida como un proceso
logía y pedagogía (Psycinfo, ERIC y Social Science acumulativo. Sin embargo, no se trata de un proceso que
Search). (Figura 8.1). se construye solo, sino que es necesaria una labor siste-
mática y rigurosa de revisión de los resultados de los es-
Aunque este procedimiento de resumen de la investi- tudios empíricos (Botella y Gambara, 2006).
gación se inició en psicología y pedagogía, su utilidad
en medicina es hoy indiscutida, ya sea para tomar deci- En segundo lugar, el meta-análisis se propone supe-
siones clínicas o terapéuticas. Tanto es así, que en 1996 rar las limitaciones de las revisiones narrativas o clási-
tuvo lugar la Conferencia sobre Calidad de Elaboración cas, y esta superación se hace en varias direcciones. Por
de los Informes de los Meta-análisis cuyo, resultado fue una parte, en las revisiones narrativas se seleccionaban
la declaración QUOROM. Esa declaración contiene una los estudios bajo la influencia de factores como la facili-
lista de características que permiten la comprobación de dad de localizar un trabajo, la accesibilidad del idioma
la calidad del informe final de un meta-análisis médico. en que estaba escrito o la sintonía del trabajo con las
Consta de 18 puntos que los autores deben tener en ideas del autor de la revisión. El resto se eliminaban sin
cuenta para proporcionar la información esencial a los necesidad de justificación alguna. Además, en las revi-
lectores sobre los métodos y los resultados del meta- siones tradicionales se soslayaba la información sobre
análisis. Además ofrece un diagrama de flujo de ensayos las variaciones entre los resultados de los estudios indi-
clínicos aleatorizados (ECA). Este diagrama brinda in- viduales, tratando todos los trabajos revisado con efectos
formación sobre el número de estudios identificados, in- significativos como si fueran equivalentes entre sí. Esto
cluidos y excluidos en el meta-análisis, así como los impedía considerar la posible influencia de la cantidad
motivos para su exclusión. Ambos instrumentos favore- de participantes en el estudio o de la calidad metodoló-
cen la estandarización de estas publicaciones con el fin gica de la investigación sobre los resultados. Con fre-
de que sean rigurosas, útiles y fiables. cuencia faltaban informaciones detalladas sobre las ca-
racterísticas de las muestras de los estudios revisados y
Mientras tanto, en psicología se han publicado re- sobre los estadísticos usados. En resumen, estas revisio-
cientemente artículos recomendando las características nes adolecían de cierta arbitrariedad en su valoración de
más destacadas que deberían reunir los informes de revi- los diferentes estudios originales.
126 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 8.1. Cómo progresa el conocimiento a través del meta-análisis


Durante años se mantuvo una disputa acerca del género y Eagly, Makhijani y Klonsky (1992) continúan el trabajo y
el liderazgo. Los estudios empíricos apuntaban resultados analizan la evaluación de los líderes y su relación con el
contrarios y contradictorios acerca de las diferencias en li- género. Encuentran una ligera tendencia de los participan-
derazgo en función del género, en concreto en relación con tes a evaluar de modo más desfavorable a las mujeres lí-
el estilo de dirigir, con la aparición del liderazgo, con la deres y además encuentran que estas evaluaciones se
efectividad, entre otras facetas del asunto. El panorama vuelven más negativas bajo ciertas condiciones. En concre-
sobre este asunto se fue clarificando progresivamente a to, si las mujeres desempeñan el liderazgo con un estilo
través de cinco meta-análisis sucesivos que llevó a cabo autocrático o típicamente masculino, si lo hacen en profe-
Alice Eagly con diferentes colaboradores entre los años siones masculinas y si los evaluadores son varones.
1990 y 1995. Más adelante, Eagly, Karau, Miner y Johnson (1994)
En el primero de ellos trató la cuestión debatida acerca se ocupan de la cuestión de las diferencias de género en
de si las mujeres y los varones tenían diferentes estilos pa- relación con la motivación para dirigir en organizaciones
ra ejercer el liderazgo (Eagly y Johnson, 1990). Encontró jerarquizadas. Pese a que los varones puntúan más alto
que no había diferencias en los estudios que se llevaron a en motivación para dirigir que las mujeres, las diferencias
cabo en organizaciones, aunque sí aparecían diferencias encontradas son relativamente pequeñas.
en los experimentos de laboratorio y los estudios de eva- Por último, Eagly, Karau y Makhijani (1995) abordaron
luación. Por otra parte halló que los varones tenían la ten- la debatida cuestión de las diferencias en efectividad entre
dencia a liderar más autocráticamente que las mujeres y los líderes masculinos y femeninos. En este caso se inte-
esta diferencia aparecía en los tres grupos de estudios graron los estudios de campo y los de laboratorio, con-
analizados. cluyendo que varones y mujeres eran igualmente efectivos.
A continuación, Eagly y Karau (1991) analizan si hay di- No obstante, se encontró que había diferencias pequeñas.
ferencias de género en cuanto a la aparición de los líderes, Los varones eran más efectivos en aquellos puestos defini-
concluyendo que los varones tendían a aparecer como lí- dos en términos más masculinos, mientras las mujeres lo
deres en mayor medida que las mujeres y este hallazgo ran en los definidos de modo más femenino.
procedía tanto de los estudios de laboratorio como de los La trayectoria del trabajo de este grupo investigador diri-
trabajos de campo. También encontraban que el liderazgo gido por Alice Eagly muestra cómo se progresa en la sínte-
masculino era más probable en los grupos a corto plazo y sis sobre una cuestión polémica, cómo se resume la inves-
con tareas más simples desde el punto de vista de la inter- tigación llevada a cabo a través de más de 30 años y cómo
acción social. En cambio las mujeres tendían a aparecer se dejan nuevas preguntas abiertas para los investigadores
como líderes sociales. que vengan detrás.

Frente a la disparidad de los resultados de los estu- Y para tomar como base la evidencia conocida, no es ra-
dios individuales —de una parte— y a la arbitrariedad zonable esperar que los clínicos, los gestores o los pro-
de las revisiones que procuraban resumirlos —de la pios pacientes se pongan a escrutar toda la evidencia re-
otra—, el meta-análisis surge como la alternativa más levante existente en los estudios originales. Por el
prometedora. De cara al futuro, además, puede facilitar contrario, es necesario disponer de estudios que valoren
el uso de los hallazgos de la psicología científica por la eficacia de las distintas intervenciones. En resumen, a
parte de los gestores y políticos, ayudándoles en la toma largo plazo el meta-análisis no solo tendrá relevancia
de decisiones basada en la evidencia (Botella y Gamaba- para la construcción teórica de la ciencia, sino que
ra, 2006). La corriente de acción denominada práctica también servirá para fundamentar el diseño de inter-
basada en la evidencia tiene como guía el empleo de la venciones más eficaces a partir de la revisión de los re-
evidencia científica para el diseño de las intervenciones. sultados.

8.3
Cuándo se puede aplicar el meta-análisis
El meta-análisis se podría describir como una forma de sey y Wilson, 2001). Se desarrolla un guión o esquema
investigación en la cual, en lugar de entrevistar a perso- de entrevista (el manual de codificación) y se reúne una
nas, se entrevista a investigaciones ya publicadas (Lip- muestra de artículos científicos para llevar a cabo una in-
Capítulo 8. EL META-ANÁLISIS EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 127
dagación sobre ellos. Cada artículo es entrevistado cuan- mo se suelen presentar en los informes de investigación
do los meta-analistas lo leen cuidadosamente tratando de y en los artículos publicados en las revistas científicas.
extraer de él la información apropiada acerca de sus ca- Por lo tanto no es adecuada para trabajar con los datos
racterísticas metodológicas y de sus hallazgos cuantitati- originales, frente a los cuales sería más apropiado usar
vos. Los datos que resultan de esta indagación son luego los procedimientos estadísticos convencionales en lugar
analizados en forma conjunta. del meta-análisis.
El meta-análisis es tan solo un modo de resumir la Como consecuencia, y debido a que el meta-análisis
investigación empírica, entre muchos otros posibles, y está centrado en el agregado y la comparación de los ha-
tiene un ámbito de aplicación específico. Es decir, se llazgos de diferentes investigaciones, será necesario que
deben dar ciertas condiciones de partida para que poda- la comparación de estos hallazgos tenga algún sentido
mos aplicar adecuadamente este procedimiento a un (Lipsey y Wilson, 2001). Esto exige que los resultados
asunto o cuestión de interés para la psicología científica. que pretendemos meta-analizar sean: a) comparables des-
En primer lugar, el meta-análisis se aplica solo a los de el punto de vista conceptual, es decir que estén referi-
estudios de investigación empírica. Esto implica que no dos a los mismos constructos y relaciones entre construc-
se pueden meta-analizar documentos teóricos, revisiones tos; b) que estén expresados en formatos estadísticos
tradicionales de la investigación o propuestas políticas o similares. Muchos críticos se han referido a esto como el
de intervención. problema de comparar peras con manzanas, aludiendo a
En segundo lugar, se puede aplicar solo a estudios que en ocasiones se meta-analizan estudios que, en senti-
que hayan producido resultados cuantitativos, usando do estricto, no están referidos a los mismos constructos.
procedimientos cuantitativos de medición de las varia- En relación con lo anterior está el hecho de que ge-
bles e informando de sus resultados a través de estadísti- neralmente no resulta apropiado combinar estudios que
cos descriptivos o inferenciales. Esta regla deja fuera a se derivan de diferentes diseños de investigación y en
los estudios cualitativos, como los estudios de caso, las los cuales los estadísticos aparecen en formatos muy di-
entrevistas en profundidad, el análisis del discurso o los ferentes, pese a que estén dedicados al mismo asunto de
grupos de discusión. estudio. Por ejemplo, los estudios experimentales sobre
Por último, el meta-análisis es una técnica apropiada la justicia organizacional suelen llevarse a cabo con gru-
cuando interesa codificar y resumir los resultados tal co- pos de estudiantes a quienes se les hace leer un texto en

Cuadro 8.2. Dos meta-análisis diferentes a partir de una búsqueda


Cuando comenzamos a preparar nuestro meta-análisis so- Gruber y Bjorn, 1982). Jurídicamente se define como una
bre el acoso en el trabajo recogimos una gran cantidad de forma de discriminación sexual compuesta por dos compor-
trabajos originales. La revisión cuidadosa de su contenido tamientos. El primero implica amenazas o sobornos de con-
nos permitió comprobar que había dos grupos de estudios, tenido sexual usados para tomar decisiones relativas al em-
los que se habían ocupado del mobbing o acoso laboral, y pleo. El segundo incluye chistes sexuales, comentarios y
los que se centraban en el acoso sexual o sexual harass- tocamientos que interfieren con el trabajo o que crean un
ment. Pese a que ambas conductas tienen lugar en el con- ambiente intimidatorio, hostil u ofensivo (Topa, Morales y
texto del trabajo, existían diferencias entre ellas y no pare- Depolo, 2008).
cía adecuado mezclar todos los estudios en un mismo Al separarlos, comprobamos también que los dos grupos
meta-análisis. de trabajos con frecuencia investigaban antecedentes y con-
Por una parte, el mobbing se ha definido como un pro- secuencias diferentes para el fenómeno principal, además
ceso de agresión sistemática y repetida por parte de una de que estaban orientados por tradiciones teóricas diferen-
persona o de un grupo hacia un compañero, un subordina- tes entre sí. Por ejemplo, entre los antecedentes del acoso
do o, con menos frecuencia, hacia un superior (Einarsen, laboral se acostumbra considerar variables típicas de la in-
2000; Topa, Depolo y Morales, 2007). El abanico de con- vestigación en psicología del trabajo y de las organizacio-
ductas incluidas y las fases que puede alcanzar esta espi- nes, como el conflicto de rol y la justicia organizacional,
ral de agresión hacia un empleado son muy diversas. mientras que en los estudios sobre acoso sexual se evalúa
Por otra parte, y aunque existe un debate acerca de la la feminización del ambiente de trabajo, es decir la medida
definición del acoso sexual, la mayoría de los investigadores en la cual en el puesto u organización hay mayoría de muje-
coincide en que se trata de una experiencia psicológica de res. La decisión de separar ambos conjuntos de estudios
conducta sexual indeseada, ofensiva y amenazante que tie- permitió comparar trabajos que eran más semejantes entre
ne lugar en el contexto del trabajo (Fitzgerald et al., 1999; sí y llegar a conclusiones más claras.
128 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

el cual se relata la forma en que alguien, por lo general tudios de laboratorio de los estudios organizacionales
el director o el jefe, ha distribuido los recursos entre cuando llevaban a cabo meta-análisis sobre la justicia en
dos o más grupos de personas. Luego se les pide que las organizaciones (Cohen-Charash y Spector, 2001;
valoren en qué medida consideran esas decisiones jus- Colquitt, Conlon, Wesson, Porter y Ng, 2001). Aunque
tas. Los estudios organizacionales sobre la justicia se ambos tipos de estudios abordan facetas diferentes de la
dirigen a empleados o a personas que se están desem- relación entre la justicia percibida y la satisfacción, en-
peñando en situaciones reales dentro de una empresa o tre otros resultados, las divergencias en el diseño de la
institución para pedirles que valoren en qué medida con- investigación, la naturaleza de las relaciones cuantitati-
sideran que sus jefes están tomando decisiones justas vas que constituyen los resultados y el significado de es-
para con ellos. tos resultados son tan notables que sería difícil meta-
En ambos casos, las diferencias de diseño y de pro- analizarlos todos juntos. En este caso, lo más apropiado
cedimientos de medición de las variables son muy nota- es comparar los hallazgos empíricos de ambos tipos de
bles. Esto ha llevado a algunos autores a separar los es- estudios, para luego sacar conclusiones conjuntas.

8.4
El concepto clave: tamaño del efecto
La metodología meta-analítica ha ido progresando desde siones fuese transparente) se relacionan o no con las
su inicio y se han desarrollado procedimientos estadísti- percepciones de justicia distributiva (que les parezca
cos nuevos y cada vez más exactos para representar la justa la distribución de los bienes que resulta de estos
información contenida en los estudios primarios. En el procedimientos). Para averiguarlo, llevaron a cabo un
meta-análisis, los hallazgos de cada estudio incluido se meta-análisis (Hauenstein, McGonigle y Flinder, 2001).
representan mediante el tamaño del efecto. Este concep- Encontraron que la relación entre ambas percepciones
to es vital para entender en qué consiste una revisión era fuerte (magnitud), tomando en consideración 94 es-
meta-analítica. El tamaño del efecto es una estadístico tudios incluidos en la revisión. El estadístico que usaron
que codifica y resume la información cuantitativa clave para resumir la información, es decir el tamaño del efec-
procedente de cada uno de los estudios originales inclui- to, también permite saber que la relación entre ambas
dos en el meta-análisis. En resumen, la llave para un variables es positiva (dirección), de modo que cuando
meta-análisis es definir el tamaño del efecto a través de las personas perciben mayor justicia en los procedimien-
un estadístico que sea capaz de representar los hallazgos tos de decisión es probable que perciban también mayor
cuantitativos de un conjunto de estudios empíricos en justicia en los resultados de estos procedimientos.
una forma estandarizada y que permita hacer compara-
En resumen, hoy existe un considerable número de
ciones numéricas significativas entre ellos.
estadísticos disponibles para expresar el tamaño del
La forma inicial y más rudimentaria que se usó fue efecto, pero en realidad tan solo una pequeña parte de
la de comparar aquellos estudios que tenían resultados ellos se usan de manera amplia. Esto sucede así porque
estadísticamente significativos con aquellos que no los la mayoría de los trabajos empíricos se pueden clasificar
habían conseguido. En la actualidad se usan procedi- en grandes grupos y para cada uno de ellos se han desa-
mientos algo más sofisticados. Hoy en día se considera rrollado estadísticos específicos de tamaño del efecto.
que los índices del tamaño del efecto más adecuados son Entre los estudios empíricos en psicología podemos en-
aquellos que pueden contener, a la vez, dos tipos de in- contrar diferentes tipos de diseños, aunque por motivos
formación. Se trata de informarnos —por una parte— de didácticos la gran variedad de situaciones posibles se
la magnitud y —por otra— de la dirección de la rela- podría resumir en dos.
ción que nos interesa estudiar, no solo de saber la signi-
ficación estadística. Por una parte están aquellos casos en que el estudio
consiste en la comparación de dos grupos, por ejemplo,
Por ejemplo, algunos autores estaban interesados en varones y mujeres, fumadores y no fumadores, emplea-
saber si las percepciones de la gente sobre la justicia de dos y desempleados, pacientes tratados con un procedi-
los procedimientos (por ejemplo, que la toma de deci- miento terapéutico y grupo sin tratamientos, entre otros.
Capítulo 8. EL META-ANÁLISIS EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 129
En estos casos, los resultados se resumen frecuente- comportamientos agresivos entre los adolescentes. En
mente a través de la comparación entre las medias de estos casos, el índice usado para expresar el tamaño del
los dos grupos en aquella variable de interés para el in- efecto es el conocido coeficiente de correlación de Pear-
vestigador. Todd Thorsteinson (2003) efectuó un meta- son o r. Una restricción de este índice es que debe cal-
análisis comparando las actitudes laborales de los em- cularse a partir de dos variables continuas, lo cual plan-
pleados a tiempo parcial y a tiempo completo. Sobre la tea algunos problemas cuando los estudios originales no
base de 38 estudios originales, comparó las medias en expresan la información en ese formato. Este valor tam-
satisfacción laboral, compromiso con la empresa, impli- bién contiene información sobre la magnitud de la rela-
cación en el trabajo e intención de abandono, entre otras ción entre las variables —expresada en el valor numéri-
variables, de los dos grupos de trabajadores. En los ca- co— y sobre la dirección de dicha relación —expresada
sos como este, el estadístico más adecuado para resumir en el signo—. Hauenstein, McGonigle y Flinder (2001)
la información es aquel que nos permite comparar las encontraron una relación de r % 0,64 entre justicia pro-
medias de ambos grupos y nos indica cuál de ellos al- cedimental y justicia distributiva.
canzó una medida mayor en aquella variable que nos
interesa. En medicina, es frecuente llevar a cabo estudios en
los que es analizada la relación entre dos variables, pero
Para resumir esta información, en los meta-análisis estas —una o ambas— son dicotómicas. Por ejemplo,
se usa con frecuencia el estadístico d o diferencia de fumar-no fumar en relación con padecer o no infarto de
medias estandarizada. Este valor resume la comparación miocardio. Por este motivo, es frecuente que los meta-
entre las puntuaciones medias de ambos grupos ponde- análisis en medicina empleen un índice del tamaño del
rándolas por la varianza de estos mismos grupos. Así, si efecto específico que se llama odds ratio (Cuadro 8.3).
d tiene un valor positivo, sabremos qué grupo es el que
ha alcanzado una puntuación media mayor en aquella
Cuadro 8.3. Odds ratio
variable que nos interesa, pero no ya basándonos solo en
un estudio individual sino en todos aquellos que hemos
En medicina: odds ratio
incluido en nuestra revisión. En el caso de Thorsteinson
(2003) se encontró que no había prácticamente diferen- Odds ratio basada en una tabla 2 # 2 con variables di-
cotómicas.
cias en satisfacción con el puesto, compromiso con la
organización o intención de abandonar la empresa entre
los trabajadores a tiempo completo y a tiempo parcial. Frecuencias
Sin embargo, cuando se examinaron diferentes aspectos Éxitos Fracasos
de la satisfacción se hallaron diferencias. Los trabajado-
res a tiempo completo estaban más satisfechos con sus Grupo ad
compañeros de trabajo y con su paga. Esta información experimental a b TE %
bc
quedaba resumida en el valor de d, que era d % 0,91 pa- Grupo
ra la satisfacción con los compañeros y d % 0,87 para la control c d
satisfacción con la paga. Por el contrario, en relación
con el supervisor, los trabajadores a tiempo parcial fue- Odds ratio % probabilidad de éxito en el grupo experi-
ron los más satisfechos. Esta información también se ex- mental, relativa a la probabilidad de éxito en el grupo
control.
presa en el tamaño del efecto (d % .0,11). La dirección
de las diferencias también está indicada por el signo, ya TE: tamaño del efecto

que los valores positivos de d indican puntuaciones más


altas de los trabajadores a tiempo completo.
Pero la finalidad última del meta-análisis no es tan
Por otra parte, en psicología encontramos muchos solo sintetizar la información de cada estudio individual
estudios que se centran en la covariación entre dos va- a través de un estadístico resumen (el tamaño del efec-
riables. Hay muchas situaciones de este tipo y la mayo- to). Su propósito es combinar la información en un solo
ría de ellas trabajan con datos procedentes de encuestas, valor que resuma los hallazgos de todos los estudios in-
cuestionarios o puntuaciones en tests. Por ejemplo, po- dividuales: el tamaño del efecto promedio. No obstante,
dríamos estar interesados en la relación entre el nivel en este valor resumen todos los estudios no tendrán el
socioeconómico familiar y el rendimiento académico del mismo peso. Por el contrario, se dará más peso a aque-
estudiante, o entre el abuso de sustancias tóxicas y los llos estudios que cuentan con muestras más grandes.
130 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Aquí es donde el meta-análisis permite superar una de el tamaño del efecto individual de cada estudio se ponde-
las limitaciones más importantes de las revisiones narrati- ra por el tamaño de la muestra participante, permitiendo
vas. En ellas, los estudios eran considerados equivalentes así que los estudios con muestras mayores tengan mayor
entre sí, sin tomar en cuenta el tamaño de las muestras influencia en el estadístico resumen final, llamado así ta-
que habían participado. En un meta-análisis, en cambio, maño del efecto promedio ponderado. (Cuadro 8.4).

Cuadro 8.4. Relación del error de muestreo con la ponderación del tamaño del efecto
Podemos definir el error de muestreo como la imprecisión pequeñas los estimadores tienden a distanciarse más de
que se comete al estimar una característica de la población los parámetros en la población que en los estudios con
(parámetro) mediante el valor obtenido a partir de una par- muestras más grandes. Partiendo de la suposición de que
te o muestra de esa población (estadístico). Este error de- en los estudios con muestras mayores tendremos estima-
pende de muchos factores, entre ellos, del procedimiento ciones más exactas de los parámetros, se pondera el ta-
de extracción de esa parte de la población (diseño mues- maño del efecto de cada estudio por el tamaño de su
tral), del número de unidades que se extraen (tamaño muestra, permitiendo de este modo que los estudios con
muestral) y de la naturaleza de la característica a estimar, muestras mayores tengan mayor influencia en el estadísti-
entre otros. Es decir, en aquellos estudios con muestras co resumen final.

8.5
Meta-análisis: el procedimiento
La mayoría de los autores (Lipsey y Wilson, 2001; Bo- cuál es el tamaño de esa relación. «¿Podría tener alguna
tella y Gambara, 2006) coinciden en señalar que una de relación el compromiso organizacional con el rendi-
las fortalezas más grandes de un meta-análisis reside en miento de los empleados?». Difícilmente esta idea re-
la posibilidad de replicación de la revisión. Para que sulta absolutamente original, y lo más probable es que
esta posibilidad sea real, es necesario mantener la trans- alguien ya se haya preguntado eso mismo antes que
parencia a lo largo de todo el proceso, haciendo explíci- nosotros. Algo semejante sucede con un meta-análisis.
tas todas aquellas decisiones que se toman. Por ello es Vemos que hay un gran número de estudios empíricos
frecuente ver, en las revisiones meta-analíticas, que los sobre una cuestión y nos preguntamos si alguien ha pen-
autores dicen de forma expresa qué decisiones han to- sado ya en resumir estos hallazgos.
mado y cómo han efectuado cada uno de los pasos hasta
llegar al informe final que se publica. Aunque muchas Otra posibilidad es que observemos estudios sobre
veces había varias formas posibles de llevar a cabo una una misma cuestión con resultados muy discrepantes en-
revisión, en general, la mayoría de los autores están de tre sí. Al examinar con cuidado los trabajos publicados
acuerdo en reconocer que un meta-análisis exige desa- sobre un asunto, con frecuencia encontramos estudios que
rrollar los pasos que describiremos a continuación. muestran relaciones positivas entre dos variables, mien-
tras que otros colegas hallan resultados contrarios o incluso
contradictorios con los primeros. Aquí la pregunta que nos
hacemos es: «¿Podríamos encontrar alguna explicación pa-
8.5.1. Especificar el problema ra esa variabilidad tan amplia entre los resultados?».
que se desea estudiar
Finalmente, una revisión meta-analítica puede surgir
y localizar los estudios de otras revisiones anteriores. El crecimiento en el nú-
primarios mero de trabajos empíricos, que no fueron incluidos en
revisiones precedentes, es una justificación para hacer
El punto de partida para una revisión puede ser una pre- un nuevo meta-análisis. Si la investigación primaria
gunta bastante amplia o incluso una intuición. Por ejem- avanza, entonces es que hay hallazgos nuevos que pue-
plo, la idea que nos asalta al leer un trabajo científico den cambiar el panorama general de la cuestión que nos
respecto a si dos variables están relacionadas entre sí o a interesa. Ejemplo notable de esto es el caso de los meta-
Capítulo 8. EL META-ANÁLISIS EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 131
análisis sobre el valor predictivo de la personalidad en ca de escasa difusión o conseguir una tesis doctoral no
la selección del personal. Por una parte, las primeras re- publicada es algo difícil, lento y que retrasa el proceso
visiones fueron muy pesimistas sobre la capacidad de general que nos permitirá llegar al informe final.
los tests de personalidad para pronosticar el rendimiento Además esta etapa exigirá tomar varias decisiones,
de los empleados. El primer intento de resumir esta evi- de las que se debe dejar constancia expresa en el infor-
dencia con procedimientos meta-analíticos lo efectuaron me posterior, por ejemplo referida a si incluimos o no
Schmitt, Gooding, Noe y Kirsch (1984), que encontra- estudios no publicados (en caso de que así sea, cómo los
ron una correlación media de 0,15 entre los rasgos de hemos obtenido), si valoramos la calidad de los estudios
personalidad y los criterios de rendimiento. Este dato les como criterio de inclusión de estos en la revisión y cuál
llevó a concluir que las medidas de personalidad eran será el periodo temporal al que circunscribimos la bús-
unos predictores poco exactos. Sin embargo, esta con- queda. En el caso de que hubiere otras revisiones meta-
clusión contradecía las experiencias de muchos expertos analíticas sobre el mismo asunto, se puede valorar la
en selección, y la investigación primaria continuaba cre- conveniencia de comenzar la revisión allí donde los pre-
ciendo. Durante los años 90, la innovación metodológica decesores la terminaron. En cambio si se aplican crite-
respecto a los procedimientos meta-analíticos y la emer- rios que se presume que conducirán a resultados diferen-
gencia de una taxonomía de personalidad ampliamente tes, se comenzará por recoger aquellos estudios que ya
aceptada (el Big Five) permitió llevar adelante dos me- fueron incluidos en otras revisiones.
ta-análisis más rigurosos (Barrick y Mount, 1991; Tett,
Jackson y Rothstein, 1991) y fundamentó conclusiones La siguiente decisión serán los procedimientos de
mucho más optimistas. búsqueda empleados, que se han clasificado como canales
informales y canales formales (Cooper, 1998). Entre los
La forma en que las revisiones precedentes hayan canales informales se incluyen contactos con otros inves-
enfocado el asunto que nos interesa explorar, dejando de tigadores, a través del correo electrónico, por ejemplo. Es
lado ciertas facetas de la cuestión, excluyendo determi- frecuente que investigadores interesados en un mismo
nados estudios o tratándolos de una manera determina- asunto contacten entre sí en los congresos internacionales
da, podría ser otro motivo que nos anime a iniciar un e intercambien información, de modo que se puede recu-
meta-análisis nuevo. Cuando comenzamos nuestro meta- rrir a esos contactos a la hora de iniciar la búsqueda. Sin
análisis sobre acoso sexual sabíamos que se habían efec- embargo, aunque ese sea en ocasiones un buen procedi-
tuado otros dos meta-análisis previos, pero con caracte- miento para localizar trabajos no publicados, la mayoría
rísticas diferentes. Ilies, Hauserman, Schowochau y Sti- de los estudios de una revisión se obtendrán a través de
bal (2003) revisaron las tasas de incidencia del acoso los canales formales. Estos se clasifican a su vez en pri-
sexual en Estados Unidos, y Rotundo, Nguyen y Sackett marios y secundarios. Los primarios consisten en publica-
(2001) compararon las percepciones de acoso sexual en- ciones de actas de congresos, búsqueda en revistas en for-
tre varones y mujeres. Por el contrario, nuestro propósi- ma manual o electrónica, y búsqueda ascendente, es decir
to era resumir los hallazgos sobre los antecedentes y las a partir de la lista de referencias que se encuentran al fi-
consecuencias del acoso sexual en el trabajo para las nal de los estudios que ya poseemos. Los canales secun-
personas (Topa, Morales y Depolo, 2008). En resumen, darios son las bibliografías y revisiones, bases de datos,
aunque en muchos casos las preguntas son muy genera- servicios de resúmenes y sumarios y los citation indexes
les y el enfoque inicial es más bien exploratorio, al final (bases de datos de los trabajos que han sido citados por
del proceso, es decir, cuando llega el momento de redac- otros trabajos publicados). Aquí se encuentran los resul-
tar el informe científico, ya resulta posible precisar un po- tados más fructíferos, ya que a través de las bases de da-
co más las preguntas a las que se puede dar respuesta. tos informatizadas accedemos hoy en día a gran canti-
A partir de aquí surgen dos dudas: qué hay que bus- dad de estudios sobre una misma área de conocimiento.
car y cómo hacerlo. En el caso del meta-análisis se pue-
de aspirar a trabajar con poblaciones y no verse obliga-
do a contentarse con muestras. Esto resulta más 8.5.2. Seleccionar los estudios a
accesible, pues se trata de localizar todos los estudios
que se refieran al asunto en cuestión, lo cual puede pare- incluir y registrar el tamaño
cer una tarea liviana, ya que se cuenta con el apoyo de del efecto de cada estudio
procedimientos de búsqueda informatizada, aunque la
experiencia nos indica que no lo es tanto. Con frecuen- Cuando ya se dispone de la mayor cantidad posible de es-
cia localizar un trabajo publicado en una revista científi- tudios relativos al asunto, se aplicarán los criterios de
132 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

selección establecidos para decidir si estos se incluyen o atención, la mayoría de los meta-análisis publicados tie-
no en la revisión que se va a iniciar. En este caso, lo re- nen dos o más autores. Esto no se debe solo a que la
petimos, es muy importante dejar constancia de cuáles magnitud del trabajo que hay que afrontar sea tan gran-
son esos criterios, a fin de favorecer la replicabilidad de de que una sola persona no pueda llevarla a cabo. Se de-
la revisión. Como consecuencia de estas decisiones, en be también al hecho de que suelen compartir la tarea un
algunos casos, en el informe final se refiere el número especialista en metodología meta-analítica y un experto
de estudios inicialmente recuperados, que suele ser sig- en el asunto que se trata de abordar, ya sea en una deter-
nificativamente superior al de estudios finalmente in- minada psicopatología, en una cuestión de psicología de
cluidos en la revisión. Los criterios de inclusión de los la percepción o en un asunto de psicología social u or-
trabajos tienen una enorme influencia sobre los resulta- ganizacional. Estos dos expertos trabajarán juntos para
dos finales de la revisión. En ocasiones, incluir o no un crear el manual de codificación, que establece qué ca-
trabajo que tiene un resultado muy discrepante de la racterísticas de los estudios serán las más relevantes de
mayoría de los estudios empíricos que hemos reunido cara a explicar la posible variabilidad de los resultados.
afecta enormemente a los estadísticos resumen finales, Por lo tanto no solo hay que ser experto en meta-análi-
es decir al tamaño del efecto promedio. sis, sino también en la especialidad en cuestión.
Para comenzar a trabajar con la base de datos, que El diseño del manual de codificación es semejante a
será la materia prima de una revisión, el primer paso es tejer una red de pesca. Si los agujeros de la red son
registrar o codificar el tamaño del efecto de cada estu- grandes, solo recogemos peces muy grandes; si son pe-
dio. Ya sea que se trabaje con d —diferencia de medias queños, recogemos todo, pero seguramente habrá entre
estandarizada— o con r —correlación de Pearson—, pa- ellos mucho contenido inservible, es decir mucha infor-
ra cada estudio primario se deberá incluir un valor refe- mación que finalmente no será útil. Aquí nos enfrenta-
rido a la variable o relación que nos interesa meta-anali- mos a dos problemas. El primero pondrá de manifiesto
zar. En aquellos casos en que el tamaño del efecto no se nuestro conocimiento del área de estudio y de la cues-
pueda obtener directamente, será necesario asegurarse tión concreta que estamos meta-analizando. Porque será
de que el artículo en cuestión aporta suficiente informa- más adecuado codificar aquellas características de los
ción como para calcularlo. En este momento resultan de estudios primarios que tengan relevancia desde el punto
gran ayuda diversos programas informáticos que permi- de vista de la teoría. Por ejemplo, recientemente hemos
ten calcular automáticamente este valor a partir de los llevado a cabo un meta-análisis sobre la eficacia de la
datos presentes en el informe publicado. teoría de la Conducta Planificada para predecir el aban-
Aquí se suele encontrar una profunda fuente de frus- dono del tabaco (Topa y Morales, en revisión). Debido a
traciones durante el proceso. Ello es debido a que deter- que la teoría había señalado que la actitud y la conducta
minados estudios, que en principio habíamos decidido deben medirse simultáneamente para alcanzar pronósti-
incluir, acabaremos viéndonos obligados a eliminarlos cos más exactos, una de las características que codifica-
porque no proporcionan información suficiente para cal- mos en los estudios primarios era si estos habían medido
cular el tamaño del efecto. En ocasiones se puede solici- actitud y conducta a la vez o lo habían hecho con un
tar a los autores del trabajo que nos envíen información intervalo temporal entre ambas medidas.
adicional, pero esto pocas veces resulta fructífero, espe- El segundo problema es otra fuente de enormes frus-
cialmente si el trabajo no es reciente, si quienes se ocu- traciones para el meta-analista. Con excesiva frecuencia
paron de los análisis estadísticos no son los autores prin- los estudios primarios no brindan suficiente información
cipales del trabajo o si los autores están ahora dedicados acerca del modo en que han llevado a cabo la investiga-
a otras actividades profesionales. ción. Es decir no nos dicen cuáles son las características
de la muestra, en forma detallada, cómo han recogido
sus datos o cómo han medido sus variables. La pérdida
de datos en esta fase del proceso tendrá consecuencias
8.5.3. Desarrollo del manual importantes sobre la calidad de los resultados finales.
de codificación Esto se debe a que no podremos llevar adelante análisis
de los estudios detallados para dar cuenta de la variabilidad de los re-
sultados entre los estudios, y tendremos que conformar-
Este es quizá uno de los pasos clave de la revisión. Se nos con analizar la información disponible.
trata probablemente de la tarea más tediosa y compleja, En resumen, por una parte, es cierto que no podemos
pero también de la más fructífera. Si se observa con meta-analizar aquella información que está ausente en
Capítulo 8. EL META-ANÁLISIS EN LA INVESTIGACIÓN PSICOSOCIAL 133
los estudios primarios. Pero, por otra parte, corremos el codificado antes que nos permita agrupar los estudios en
riesgo de meta-analizar solo lo que está disponible en conjuntos de modo tal que dentro de cada grupo los es-
las investigaciones primarias, en lugar de hacerlo con tudios sean muy semejantes entre sí, pero que manten-
aquello que haría avanzar el conocimiento sobre la cues- gan una gran discrepancia entre un grupo y otro. Por
tión de forma notable. ejemplo, en el meta-análisis sobre TCP y abandono del
tabaco nos preguntamos si la característica metodológica
referida a la simultaneidad de las medidas de actitud y
conducta podría dar una explicación de las disparidades
8.5.4. Análisis estadísticos entre los resultados de los estudios. Efectivamente, el
conjuntos análisis de varianza ponderada mostró que el tamaño del
efecto era mayor para la relación entre intención-con-
En la última fase de este trabajo se tratará de alcanzar ducta cuando los estudios tomaron ambas medidas en
un tamaño del efecto promedio ponderado que sirva pa- forma simultánea que cuando lo hicieron con un interva-
ra resumir la información de todos los estudios incluidos lo temporal entre ellas.
sobre la relación entre variables que queremos clarificar
a través de esta revisión. Nuevamente los programas in-
formáticos nos auxilian en esta tarea. Una importante 8.5.5. Redacción del informe final
cantidad de revisiones se detienen aquí. De hecho se ha
producido ya un avance si se ha logrado sintetizar la in- Una vez más se ha de insistir en la importancia de refle-
formación de un gran número de trabajos en un solo va- jar todas las decisiones que se han tomado a lo largo del
lor numérico fácil de interpretar. No obstante, cada día proceso en el informe final de una revisión meta-analíti-
son más las revisiones que continúan el análisis para in- ca. En este trabajo es adecuado valerse de un protocolo
tentar ofrecer una explicación sobre la variabilidad de o lista de comprobación, que sirve a los autores a la ho-
los resultados, ya que esta es la mayor fuente de amena- ra de escribir el informe y a los revisores a la hora de
zas a la solidez de las conclusiones en las ciencias so- analizar si este cumple con los requisitos deseables co-
ciales. mo para ser publicado. Entre otras condiciones, no siem-
Cuando se realizan los análisis de varianza pondera- pre fáciles de cumplir, se recomienda incluir la lista de
da en el meta-análisis se está aplicando un procedimien- todos los trabajos publicados, ya sea en la misma sec-
to semejante al ANOVA tradicional. En concreto, se es- ción de referencias o en un anexo especial, e incluso el
tá procurando hallar una variable categórica —con dos o mismo manual de codificación de la revisión. Estas últi-
más categorías— que permita clasificar los estudios en mas exigencias son, en ocasiones, difíciles de satisfacer,
grupos homogéneos, es decir en grupos tales que la va- debido a que las revistas científicas ponen limitaciones
riabilidad en el interior de los grupos sea mínima, mien- de espacio a los autores y favorecen la publicación de
tras que la variabilidad entre los grupos sea grande. En trabajos más breves. En todo caso, siempre es adecuado
el caso del meta-análisis se aplica la misma lógica, bus- ofrecer a los lectores la posibilidad de reclamar esta in-
cando alguna característica de aquellas que se habían formación a los autores por correo electrónico.

8.6
Conclusión: meta-análisis, fortalezas y debilidades
Cuando se ponen frente a frente el meta-análisis y las la investigación en forma estructurada, documentando
revisiones narrativas de la literatura científica, emergen cada paso y dejándolo abierto al escrutinio por parte de
cuatro puntos clave sobre los que se apoya la fuerza del otros investigadores. Esto supone especificar los crite-
meta-análisis. Nos proponemos revisarlos ahora de for- rios que se van a utilizar para incluir los estudios, orga-
ma sintética. nizar las estrategias para identificar características rele-
En primer lugar, el procedimiento meta-analítico im- vantes de los estudios y analizar los datos. Al hacer
pone una disciplina rigurosa que obliga a llevar adelante explícitas y sistemáticas las etapas del proceso de resu-
134 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

men, el lector puede valorar los supuestos de los que autores. También es cierto que tales críticas han puesto
parte el autor y sus conclusiones, en vez de asumirlos de manifiesto deficiencias en la metodología que se han
como válidos, sin poder criticarlos. subsanado progresivamente. Entre las críticas más difun-
En segundo lugar, el meta-análisis representa un didas, hemos de mencionar aquella que se refiere a la po-
examen más refinado de la investigación empírica, ya sibilidad de que se analicen, en forma conjunta, hallazgos
que codifica la magnitud y la dirección de cada relación que corresponden a constructos o variables que, en reali-
entre dos constructos y además permite ponderar esa re- dad, son diferentes. Este peligro, conocido como mezclar
lación por el tamaño de la muestra, de tal modo que los peras y manzanas, se puede evitar si se hace una exacta y
estudios más amplios tengan un peso mayor en el valor precisa definición operativa del constructo que se estu-
final que resume la relación. dia y si se aplican pruebas de homogeneidad para identi-
ficar diferencias entre grupos de hallazgos empíricos.
Tercero, el meta-análisis es capaz de iluminar efec-
tos o relaciones que se han oscurecido en otras revisio- Otra de las críticas más duras se ha resumido con la
nes de la literatura. Las revisiones cualitativas, si bien es clásica expresión de «donde sólo se mete basura, sólo se
cierto que resultan informativas, no implican un escruti- puede sacar basura». Alude a la dificultad de ponderar
nio detallado de las diferencias entre los estudios y de la implicación de la calidad de los estudios sobre los re-
las variables asociadas a tales diferencias. sultados. No obstante, no parece adecuado eliminar estu-
dios de nuestra revisión simplemente sobre la base de
Por último, el meta-análisis ofrece un procedimiento este prejuicio. Por ello, diversos autores (Botella y Gam-
para manejar grandes cantidades de información. Cuan- bara, 2002) recomiendan incluir la calidad metodológica
do el número de estudios empíricos pasa de cierto um- de los trabajos como una variable más que puede codifi-
bral, la posibilidad de llevar a cabo una revisión siste- carse y que servirá para ponderar el peso de unos estu-
mática de tipo narrativo se vuelve más complicada. En dios en el resultado final.
cambio, la construcción de una base de datos meta-ana-
lítica no tiene límites en cuanto a su capacidad para de- En resumen, si estamos de acuerdo en que es cientí-
tallar la información de cada estudio y para cubrir un fico todo aquel conocimiento basado en la evidencia y
amplio abanico de resultados. obtenido por el método científico, el meta-análisis se
nos muestra como una herramienta adecuada para que
No obstante el hecho de que el meta-análisis se sus- las ciencias sociales —a las que en ocasiones se acusa
tente sobre las ventajas que acabamos de reseñar, es ne- de ser las menos científicas de todas las ciencias— ga-
cesario reconocer que no está libre de algunas debilida- nen en rigor y transparencia de procedimientos, y en fia-
des y que ha sido objeto de críticas por diferentes bilidad y validez de conclusiones.

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and distributive justice: Implications for justice research. of Psychology, 11(1), 207-218.
a
138 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

9.1
Introducción
Todo proyecto de investigación en el campo de la co- validar los resultados, por ejemplo, comparando un
municación involucra la elección de un objeto de análi- estudio experimental y uno observacional sobre una
sis surgido de la interacción entre medios y sociedad, así misma cuestión.
como también la elección de métodos para la recolec- La complementariedad que combina diferentes meto-
ción y análisis de los datos, cuya selección dependerá dologías para examinar diversos aspectos de un pro-
del plan de acción metodológicamente diseñado en rela- blema de investigación.
ción con el campo empírico de interés. La metodología
a emplearse puede ser de diversa naturaleza: cualitativa, En las próximas páginas se efectúa un recorrido por
cuantitativa o una combinación de ambas. Según Ham- los principales métodos al servicio de la investigación
mersley (1996), existen tres modos principales de com- de los medios de comunicación de masas y las audien-
binar metodologías cuantitativas y cualitativas: cias. Se brindan numerosos ejemplos con la intención de
facilitar la comprensión de su aplicación. Antes de ini-
La facilitación, que consiste en tratar los componentes ciar dicho recorrido, se hace necesario explicitar la pre-
cualitativos y cuantitativos como etapas diferentes den- misa más básica de todas cuando se habla de investiga-
tro de una investigación, por ejemplo, cuando se realiza ción social, en concreto, el principal criterio que debe
primero un estudio cualitativo con un segmento o con un guiar al investigador es que el método se ajuste al obje-
grupo de consumidores para obtener categorías que se to. Esto es, no debe elegirse un método por anticipado
utilizarán luego para armar cuestionarios de encuesta. sino, por el contrario, adoptar el método después de una
La triangulación, que permite obtener diversas pers- correcta evaluación del objeto a estudiar y sus caracte-
pectivas sobre un mismo fenómeno con la finalidad de rísticas.

9.2
Investigación de las prácticas de producción
de los medios

fueron producidas antes o durante periodos de fuerte


9.2.1. Investigación de las control social. Con referencia al sexo y la violencia en
prácticas de producción la televisión, Cowan (1979) puso al descubierto que de-
de ficción terminadas estrategias de producción se vieron afectadas
por decisiones políticas y parlamentarias, tales como el
establecimiento de un «horario familiar» o de «protec-
Diversos trabajos han explorado la influencia de los sis-
ción al menor».
temas sociales sobre las características particulares que
adquiere la producción de programas de ficción que se Uno de los principales enfoques destinados a evaluar
realiza en ellos. Algunos han analizado las relaciones la relación entre política y producción es el enfoque his-
entre el sistema político económico y la producción de tórico. Boddy (1990), por ejemplo, indagó en la cone-
la industria de los medios, como es el caso de los que xión entre los ejecutivos de la televisión y el Congreso
han examinado el modo en que los productos se ven de Estados Unidos en la década de 1950 y puso en evi-
afectados por asuntos como la censura o la violencia dencia que, en la pugna entre esos grupos, los ejecutivos
(Newcomb y Lotz, 2002). Con relación al tema de la de la industria de los medios aseguraron sus propios
censura, tanto Doherty (1999) como Gardner (1987) de- intereses económicos a través de decisiones legislativas
mostraron que cierta clase de películas estadounidenses y judiciales. Desde el punto de vista metodológico, los
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 139
trabajos dentro de esta tradición se realizan sobre la ba- tenido; se examinaron sobre todo las decisiones editoria-
se del análisis sistemático de datos y diversos materiales les relacionadas con la función de «guardabarreras» (ga-
de archivo, tales como registros de políticas públicas, tekeeping). La noción de los medios como «gatekee-
documentos corporativos, contratos, memorandos, ma- pers», guardabarreras o porteros, fue inicialmente
nuales de producción, panfletos instructivos y guiones, acuñada por Kurt Lewin para describir que el flujo de la
grabaciones de reuniones en las que ha quedado regis- información que discurre a través de los canales mediá-
trado algún proceso de toma de decisiones, entre otros ticos puede verse censurado merced al proceder y las
(Newcomb y Lotz, 2002). decisiones de personas o grupos que llevan a cabo fun-
ciones de vigilancia o control, que obstruyen o facilitan
Las investigaciones abocadas a problemas contem-
la corriente de la información.
poráneos recurren a otra clase de datos. Montgomery
(1989) analizó los modos en que los grupos de interés se En nuestros días, predomina una tendencia diferente
relacionan con las cadenas de televisión para ganar una que señala a los medios y la producción de noticias co-
representación más favorable. Para ello, utilizó las entre- mo un campo donde convergen fuerzas en conflicto por
vistas, el método etnográfico y la lectura de contratos. lo menos de cuatro tipos. Curran (2000) elaboró un mo-
Cuando lo que se estudia son las relaciones entre el «es- delo que postula la interacción de:
tilo» de la organización y el desarrollo de ciertos géne- Agentes económicos (por ejemplo, propietarios o inver-
ros y programas con «sello propio», se analiza la histo- sores), que establecen ciertas políticas y procedimientos
ria de la compañía, se realizan entrevistas y procesos de en respuesta a las audiencias, a quienes invierten en
observación, además del análisis textual de los materia- publicidad y a sus competidores para asegurarse ga-
les producidos con la finalidad de identificar los elemen- nancias.
tos distintivos del estilo. Otra posibilidad es el análisis
de una única serie o película. D’Acci (1994) realizó un Agentes políticos, que con sus políticas y regulaciones
estudio de caso de la serie televisiva de las detectives establecen el marco general dentro del cual la organi-
Cagney y Lacey, y analizó los papeles que jugaron en su zación opera.
desarrollo los escritores, productores, actores y ejecuti- Agentes fuente, que son las líneas de información que
vos del medio. También tomó en cuenta las opiniones alimentan las noticias y, por lo tanto, son relaciones
de los críticos, los televidentes y ciertos grupos de que se cultivan para asegurar un continuo acceso
interés para demostrar cómo su actuación contribuyó a periodístico de ciertos sectores.
mantener la serie vigente y a generar ciertos retratos de
las mujeres en la televisión. Luego combinó ese conjun- Agentes audiencia o consumidores con intereses que
to de datos con el análisis textual de los capítulos de la los medios tratan de satisfacer.
serie. Otros trabajos dentro de esta área utilizan encues- En el intento de acomodar a todos esos agentes y
tas, cuestionarios y entrevistas anónimas con producto- fuerzas, se generan prácticas y procedimientos internos
res para evaluar los límites que el sistema y la estructura para la producción diaria de noticias.
de los propios medios —capitalismo, dependencia de la
publicidad, oligopolios— imponen, por ejemplo, sobre Distintos métodos pueden ponerse al servicio de la
su potencial de creatividad (Cantor, 1971). exploración de esas fuerzas. Schudson (1991) identifica
tres tradiciones para la investigación de la producción de
noticias, cada una con un foco empírico diferente y, por
ende, con elecciones metodológicas distintas:
9.2.2. Investigación de las Economía política: esta tradición analiza empírica-
prácticas de producción mente las condiciones económicas, legislativas y tec-
de noticias nológicas de la producción de noticias, así como las
desigualdades en la infraestructura resultante. Utiliza
a menudo análisis cuantitativos de las estadísticas
En la década de los 50 del pasado siglo, la mayor parte
disponibles y otros datos.
de la investigación de la producción de noticias se efec-
tuó desde la perspectiva de los modelos funcionalistas, Fenomenología social y etnometodología: estos estu-
que describen a los medios como componentes que cola- dios examinan el papel de las noticias en la construc-
boran con la estabilidad de un sistema social más am- ción de significado social y parten de la premisa de
plio (Tuchman, 2002). Se utilizaron estrategias de in- que los periodistas y las instituciones de los medios
vestigación cualitativas, cuantitativas y análisis de con- realizan una construcción social de la realidad (Choms-
140 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ky, 1999; Sumpter, 2000). Se exploran las rutinas pro- fesionales y en la economía política de las noticias (por
ductivas a través de la observación y de entrevistas. ejemplo, como respuesta a la competencia generada por
Estudios textuales: analizan los símbolos contenidos la aparición de nuevos medios), que dan lugar a nuevas
en la narrativa de las noticias porque entienden que deliberaciones que se evidenciarán en el producto que se
desarrolla. Luego, el análisis textual proveerá una apro-
están colmadas de símbolos de la sociedad y que, a su
ximación complementaria de las noticias en su contexto
vez, los remodelan y perpetúan. Se realizan tipologías
cultural y social (Tuchman, 2002, p. 87). Un denomina-
e interpretaciones del formato de las noticias, sus raí-
dor común de las tres tradiciones es la creencia de que
ces históricas y sus transformaciones, sobre todo a
se deben examinar indicadores empíricos de los distintos
través del análisis cualitativo del discurso o mediante
momentos que caracterizan a la producción de noticias:
análisis cuantitativo de contenido. sus precondiciones políticas y económicas, su concre-
Los tres enfoques mencionados —la evidencia es- ción organizacional y su articulación textual.
tructural, la observación participante y el análisis de Asimismo, resulta fundamental explorar la relación
contenido— pueden ser utilizados en conjunto para una entre los periodistas (que integran información de diver-
comprensión más acabada de las noticias como institu- sas fuentes) y las fuentes (que pujan por instalar sus
ciones sociales (Tuchman, 2002). agendas en los medios). También, hasta qué punto los
Por ejemplo, cuando los protocolos de presentación periodistas de distintos medios y culturas se autoperci-
de las noticias cambian, es importante en la investiga- ben como diseminadores de información, investigadores,
ción preguntarse cómo es que ese cambio discursivo se intérpretes y controladores de las instituciones, entre
relaciona con posibles modificaciones en las rutinas pro- otras posibles definiciones de sí mismos.

9.3
Investigación del discurso fáctico de los medios

Se espera del análisis cuantitativo de contenido que


9.3.1. Análisis cuantitativo aporte descripciones objetivas y sistemáticas, compara-
de contenido bles y replicables, que permitan conocer el contenido
manifiesto de la comunicación (Berelson, 1952). La
¿De qué tratan los programas y cuáles son sus conteni- interpretación será una inferencia legitimada en ese co-
dos?, ¿cuáles son los sectores de los que provienen los nocimiento, pero desde esta perspectiva se deben evitar
protagonistas: la arena política, el entretenimiento, el las interpretaciones de los contenidos latentes y trabajar,
deporte, la ciencia, la vida cotidiana? El análisis de con- en cambio, con los contenidos manifiestos, aunque luego
tenido pretende responder a esa clase de interrogantes los datos puedan ser situados dentro de un contexto.
para comprender cómo las diversas cuestiones aparecen
retratadas en los medios. Para ello recurre a ciertos es-
tándares de comparación. Por ejemplo, se pueden com-
parar las proporciones de hombres y mujeres retratados
9.3.2. Análisis cualitativo
o consultados en roles políticos en los medios y sus pro- del discurso
porciones en el Congreso. Otra posibilidad es realizar
una comparación longitudinal, es decir, cómo fue cam- Las principales tradiciones que se destacan en el análisis
biando esa composición a lo largo del tiempo en perío- cualitativo del discurso son: la lingüística crítica, el
dos de cinco o diez años. La finalidad de estos estudios análisis crítico del discurso y la psicología discursiva.
es confirmar o refutar intuiciones, al proporcionar des- La lingüística crítica se desarrolló en la década de 1970
cripciones sistemáticas de grandes conjuntos de discur- y desvela la íntima relación entre los detalles lingüísti-
sos de los medios mediante números que expresan la cos de los textos de los medios y la producción de una
frecuencia y prominencia de ciertas propiedades textua- ideología dirigida a reproducir un orden social fundado
les particulares (Schroder, 2002, p. 102). sobre la opresión y la desigualdad. Se propone que la
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 141
selección del léxico y la sintaxis tiene implicaciones se- cursivas se comprenden como mediadoras entre los
mánticas e ideológicas: las elecciones lingüísticas de los textos (primera dimensión).
periodistas tienden a articular y ratifican el poder social
Una tercera dimensión, conformada por las prácticas
en la práctica. Quienes detentan el poder económico y
socioculturales. Los medios se proponen como consti-
organizacional en los medios serían los formadores de la
tuidos y constituyentes de la formación social. Ellos
opinión pública y se asegurarían de que las representa-
operan dentro de una serie de marcos políticos y eco-
ciones no pusiesen en riesgo sus propios intereses y pri-
nómicos, representan el orden social vigente y, en
vilegios, apoyándose sobre la comunicación para que
ocasiones, el cambio.
ciertas condiciones parezcan «naturales», inevitables y
de sentido común. Para dar cuenta de tales procesos sociales y discursi-
Esta tradición se dedica a determinar rasgos lingüís- vos resulta central la noción de intertextualidad, porque
ticos a través del análisis textual de indicadores (Fowler cada texto proviene de otros y se convierte en la fuente
et al. 1979, Hodge y Kress, 1988). Fowler (1985) identi- de otros tantos. En el caso de las noticias, por ejemplo,
fica algunos temas de preocupación para esta tradición, esta tradición analiza diversos géneros, tales como noti-
tales como: cieros, entrevistas o comentarios, y los entiende como
«tipos discursivos», que, a su vez, derivan en diferentes
El vocabulario y las metáforas empleadas en los tex- tipos de discurso político (discursos parlamentarios y
tos de los medios cuando se refieren a ciertas áreas conferencias de prensa, entre otros).
(por ejemplo, el uso de vocabulario científico en las
publicidades de cosméticos). La psicología discursiva (Potter, 1996) se encuentra
emparentada con la tradición de la etnometodología y el
Las relaciones entre verbos y sustantivos, que cons- análisis de la conversación. Halla su punto de partida en
truyen una determinada configuración de los partici- los contextos situacionales de uso del lenguaje. Su obje-
pantes y procesos en un texto («lanzar nuevos cana- tivo es dar cuenta de los modos en que los micromeca-
les», «abrazar el futuro»). nismos de comunicación penetran la cotidianeidad y los
Las transformaciones sintácticas (pasividad, nominali- procesos institucionales de la vida social, tales como el
zación), que afectan a los agentes (quiénes hacen las nacionalismo o el racismo (Billig, 1995). A la psicología
cosas) o cambian la prominencia relativa de los parti- discursiva le interesa el modo en que el hablante cons-
cipantes. truye los hechos y su propio posicionamiento en la co-
El modo en que se usan verbos y adverbios. construcción de la realidad social en sus intentos por es-
tablecer sus propias versiones como relatos verdaderos y
Cómo se articulan los discursos y cómo se coordinan fácticos de los eventos sociales, al tiempo que minar la
quienes hablan. veracidad y validez de las versiones de sus interlocuto-
Las implicaciones o cosas que se dicen entre líneas res (Edwards y Potter, 1992).
con la finalidad de que se infiera lo que «realmente»
se quiso decir.
Las referencias personales utilizadas (dirigirse a la 9.3.3. Análisis del contenido visual
audiencia con un «nosotros», «ustedes comprenden»). de los medios
El análisis crítico del discurso tiene un perfil inter-
disciplinario y su marco teórico relaciona los rasgos tex- El aspecto visual de las noticias y otros géneros fácticos
tuales con situaciones sociales concretas y con los gran- en los periódicos, revistas, la TV e Internet se hace cada
des procesos sociales. Ello se realiza mediante un vez más necesario por el predominio que ha ganado la
modelo de tres contenedores imbricados: imagen. Es posible realizar estudios cualitativos de di-
Los textos constituyen el centro del modelo y se ex- cho discurso, siguiendo las tradiciones inauguradas por
ploran con muchas de las categorías que utiliza la tra- Barthes (1964a) y Peirce (1985).
dición del lenguaje crítico recién comentada. Barthes propuso que el análisis denotativo —que se
La segunda dimensión la constituyen las prácticas ocupa del significado explícito y disponible para todo
discursivas, tales como los procesos por los cuales los observador— y el análisis connotativo —los significa-
textos se producen en la organización de los medios y dos visuales que una cultura específica asigna al mensa-
son consumidos y decodificados por las audiencias en je denotativo— de niveles de significado se pueden apli-
el contexto de sus vidas cotidianas. Las prácticas dis- car también a los signos visuales. Existen posibles
142 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

relaciones entre el texto y la imagen, que constituyen di- Primero, un símbolo es un signo cuya relación con su
ferentes sistemas de signos, dentro de un mismo mensa- objeto es una convención mediante el lenguaje verbal.
je. Al preguntarse por las funciones del mensaje lingüís- Segundo, un icono se relaciona con su referente a tra-
tico con respecto al icónico, Barthes (1964b) destaca vés de la similitud, guarda un cierto parecido con su
dos de ellas, a las que denomina anclaje y transmisión. referente del mundo real.
Ambas pueden coexistir en un mensaje con los fines de
fijar la cadena de significados de una imagen que es, por Tercero, un índice significa a su objeto a través de al-
definición, polisémica. El anclaje puede aparecer bajo la guna conexión física o existencial con él (el humo es
forma de un título, subtítulo o encabezado, y puede sub- un índice del fuego).
dividirse en: Muchas veces en un mismo objeto pueden reunirse
Anclaje de identificación (el texto ayuda a identificar las tres clases de signos. Como señala Schroder (2002),
los elementos de la escena como una descripción de- la Casa Blanca puede ser al tiempo un icono de un edifi-
notada de la imagen). cio en particular ubicado en Washington D.C., un índice
que representa al gobierno de Estados Unidos y/o una
Anclaje de interpretación (guía la interpretación del representación simbólica de valores como el capitalismo
contenido connotado lejos de las asociaciones perso- o la democracia liberal.
nales o de los significados ideológicos indeseables).
Las ideas de Barthes y Peirce han dado lugar a una
Por ese motivo, asigna al anclaje un «valor represi- importante cantidad de estudios acerca del modo en que
vo», en tanto que guía a la audiencia hacia significados las imágenes comunican (Hall, 1973; Williamson,
seleccionados de antemano. Un ejemplo típico de trans- 1978). Otras investigaciones se derivaron, en cambio, de
misión son los «globitos» o «burbujas» que acompañan la «teoría cognitiva de los medios», que parte de la pre-
los dibujos de los comics, que contienen porciones de misa de que los estímulos visuales de los medios activan
texto que se perciben como expresiones emitidas por el procesos mentales semejantes a los de otras percepcio-
personaje de la imagen. Aquí el texto y la imagen se en- nes y cogniciones, y —a diferencia de los planteamien-
cuentran en una relación complementaria en el estable- tos anteriores— postula que las imágenes no contienen
cimiento de significados que no se encuentran en la una sintaxis explícita, sino que comunican a través de
imagen en sí misma. iconos e índices.
Peirce estableció una tipología de tres posibles rela-
ciones entre los signos visuales y los objetos de la realidad:

9.4
Investigación del discurso de ficción de las películas
y la televisión

9.4.1. Análisis cuantitativo Cuando el interés se orienta a las generalidades, es


común recurrir a la medición o recuento de ciertos ras-
de contenido gos, es decir, al análisis de contenido como método des-
criptivo. Un ejemplo clásico es el estudio de Lowenthal
Cuando se refiere a la investigación de la ficción en pe- (1961) en el que se llevó a cabo un análisis cuantitativo
lículas y TV, existen dos tipos básicos de análisis tex- de artículos biográficos en revistas populares estadouni-
tual. Uno se centra en las generalidades y describe ras- denses y se encontró que mientras que los líderes políti-
gos típicos y recurrentes con el objetivo de determinar cos, empresarios y científicos constituían el 46% de los
modelos o prototipos. Otro pone el foco en las particu- casos retratados en los inicios del siglo XX, ese número
laridades y examina los materiales como ocurrencias había disminuido a 25% para la década de 1940, de for-
aisladas, interesándose por sus rasgos específicos (Lar- ma que el mayor interés pasó a concentrarse en actores,
sen, 2002). atletas y personas del mundo del espectáculo.
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 143
En lo relativo a la ficción, los estudios de Gerbner y de la mitad de los personajes de televisión participan en
colaboradores constituyen un excelente modelo. Consi- un enfrentamiento violento semanal a pesar de que las
derados en conjunto, los resultados obtenidos producto estadísticas del FBI indican que menos del 1% de la po-
del examen minucioso de miles de horas de programas, blación de Estados Unidos es víctima de la violencia
sugieren que el mundo presentado por la televisión criminal cada año.
constituye una representación distorsionada de la reali- Asimismo, Gerbner y colaboradores hallaron que los
dad objetivada en estadísticas. En los programas televi- televidentes duros (definidos como los individuos que se
sivos los varones superan a las mujeres en una propor- exponen más de cuatro horas diarias a la televisión) asu-
ción de tres a uno, las mujeres son más jóvenes que los men esa representación como equivalente a la realidad.
hombres a los que acompañan —pero envejecen más rá- Los procesos de cultivo son sutiles: las series, dramas o
pido que ellos—, es muy baja la representación de razas películas de TV no llevan a un estado de alerta como el
diferentes a la blanca, así como también lo es la de per- que produce la exposición a la propaganda o a comuni-
sonas jóvenes y ancianos; a los miembros de grupos so- caciones que se saben intencionalmente destinadas a in-
ciales minoritarios se les asignan papeles secundarios en fluir. Los televidentes duros tienden a incorporar el sis-
forma desproporcionada, la mayoría de los protagonistas tema de creencias contenido en los mensajes, lo que
trabajan como profesionales o directivos, solo un 25% afecta a sus expectativas y comportamientos sociales.
de los personajes desempeñan tareas de servicios o Las lecciones repetitivas que imparte la televisión desde
«cuello azul» a pesar de que en Estados Unidos el 67% la infancia de las personas terminan constituyéndose en
de la población ocupa ese tipo de empleos, los delitos fundamento de opiniones acerca del mundo y en fuente
son diez veces más frecuentes que en la vida real y más de valores, ideologías, perspectivas, creencias e imágenes.

Cuadro 9.1. La teoría de los indicadores culturales como un ejemplo


de análisis cuantitativo de contenido
Gerbner y sus colaboradores partieron de tres supuestos: 1. «En el mundo de la televisión en horario central (...)
1. la televisión es la principal fuente de cultura cotidiana para los hombres sobrepasan a las mujeres en una proporción
poblaciones diversas y heterogéneas; 2. el sistema de men- de tres a uno. Este acto tiene profundas consecuencias pa-
sajes emitido a través de la televisión es altamente uniforme ra todo lo que sucede en ese mundo, desde las pautas de
y tiende a reforzar los valores convencionales; 3. el público envejecimiento y empleo, hasta el sexo y la violencia»
realiza un uso ritualista y poco selectivo de la televisión. (Gerbner, en Morgan, 2002, p. 355)
Analizaron el «sistema de mensajes» para descubrir el 2. «Mientras que las mujeres se concentran (...) en el
modelo de la realidad social que difunde la televisión. Tam- rango de edad que va entre los 25 y los 34 años, los hom-
bién efectuaron «análisis de cultivo» para determinar si los bres se concentran (...) entre los 35 y los 44 años (...). La
contenidos televisivos influyen en la percepción pública, población de personajes está estructurada para proporcio-
presumiendo que existe una superposición entre las defini- nar (...) abundancia de mujeres jóvenes para hombres
ciones de la realidad social que brinda la televisión y las mayores, pero no existe tal abundancia de hombres jóve-
que realizan los televidentes. La hipótesis es que cuanto nes para mujeres mayores. Las mujeres envejecen más rá-
más un individuo se exponga a la TV, más se parecerá su pido que los hombres, aunque ambos son casi invisibles en
visión de la realidad a la presentada por ella: se espera que el mundo de la televisión una vez que envejecen» (Gerb-
quienes ven la televisión más de cuatro horas diarias («te- ner, en Morgan, 2002, p. 355).
levidentes duros») sean el grupo social sobre el que se co- 3. «La violencia (...) ocurre cinco veces por hora en ho-
rrobore la aculturación. rario central (...) involucra más de seis de cada diez progra-
Mediante el análisis del sistema de mensajes este equi- mas y a casi la mitad de los personajes» (Gerbner, en Mor-
po de investigadores analiza muestras semanales de los gan, 2002, p. 373).
programas del horario central de máxima audiencia —pri- 4. Las ocupaciones relacionadas con el mantenimiento
me time— y la programación destinada a los niños los fines de la ley y el orden representan el 20% de los trabajos de
de semana. Se registran las características y regularidades los personajes de TV, mientras que en el mundo real cons-
que la televisión le atribuye a la sociedad. Los resultados tituyen solo el 1% de las ocupaciones (Gerbner y Gross,
de sucesivas mediciones indican que la televisión presenta 1976). En una semana promedio se ven representaciones
una imagen sesgada y distorsionada de la realidad social, de la vida de 30 oficiales de policía, siete abogados y tres
que es presentada de modo altamente uniforme y realista. jueces.
Veamos siete de estas tendencias y resultados, que, evi- 5. La violencia no se ejerce de modo aleatorio, sino que
dentemente, son solo una pequeña muestra: sigue patrones regulares y estables de distribución: vícti-
144 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mas y victimarios se encuentran bien definidos. Por cada objetivados en estadísticas. El cultivo o aculturación se re-
diez personajes que cometen un acto de violencia de cada fiere a las contribuciones independientes que ver la televi-
uno de los siguientes grupos, el número de víctimas dentro sión aporta a las concepciones de la realidad social que se
de cada uno de ellos es: hombres blancos 12, hombres no forma el espectador. Es decir, el desarrollo o mantenimien-
blancos 13, mujeres de clase baja 17, mujeres jóvenes 18, to de ciertos sistemas de actitudes y creencias como con-
mujeres no blancas 18 y mujeres mayores 33 (Gerbner, ci- secuencia de la práctica regular y acumulativa de exponer-
tado en Morgan 2002, p. 258). se a la televisión. El «diferencial de aculturación» o «cultivo
6. Los personajes valorados positivamente superan a diferencial» se define como el margen de diferencia entre
los malvados en una proporción de entre dos y tres a uno. las concepciones de la realidad que elaboran los especta-
Por cada hombre malo hay aproximadamente dos buenos y dores más ávidos en comparación a los espectadores me-
por cada mujer mala alrededor, de cinco buenas (...), salvo nos asiduos dentro de los mismos subgrupos demográficos
cuando se trata de mujeres mayores. Por cada villano hom- (Gerbner et al., 1996).
bre mayor existen 13 héroes masculinos de la misma edad. Esto es, para comprobar si las diferencias que existen
Pero por cada mujer villana solo hay una mujer heroína. La al dar la «respuesta televisiva» entre las concepciones sos-
proporción de mujeres malas ancianas supera en más de tenidas por televidentes blandos, medios y duros se deben
ocho veces a la de hombres mayores malvados (...); en to- a una contribución «independiente» de la televisión, se
tal, por cada 100 héroes en televisión, hay 43 villanos controlan las variables sociodemográficas (sexo, edad, es-
(Gerbner, en: Morgan, 2002, pp. 371-372). tatus socioeconómico, raza, lugar de residencia). Si ellas
7. De los personajes definidos como «buenos» el 63% se mantienen constantes y aun así se observa una diferen-
tiene éxito y el 6% fracasa. De los personajes «malos», el cia en la respuesta que brindan los televidentes duros, pue-
10% tiene éxito y el 79% fracasa con relación a los objeti- de sostenerse que la exposición a la televisión ha realizado
vos que se proponen. El éxito, por tanto, es una medida de un aporte independiente al cultivo de determinadas creen-
la efectividad y un valor moral. El matrimonio daña a los cias.
hombres y ayuda a las mujeres. Los hombres tienen más Los resultados encontrados indican que los televidentes
probabilidades de tener éxito si no están casados. Los duros son quienes más percepciones de peligro tienen,
hombres solteros fracasan 32 veces, mientras que los ca- sostienen más prejuicios raciales y mantienen concepcio-
sados, 45 por cada 100 que tienen éxito. Las mujeres, por nes estereotipadas acerca de la demografía y los géneros.
el contrario, son más exitosas cuando están casadas, su Por ejemplo, creen que en la actualidad hay menos ancia-
proporción es 29 fracasos cuando están casadas y 42 fra- nos que hace 20 años y que se encuentran en peores con-
casos cuando son solteras por cada 100 éxitos (Gerbner, diciones de salud, cuando en realidad sucede todo lo con-
en: Morgan, 2002, pp. 371-372). trario: las personas mayores de 65 años son el segmento
Antes señalamos que el objetivo del análisis de cultivo poblacional de más rápido crecimiento en Estados Unidos y
es establecer si las concepciones que las personas mantie- tienen una expectativa de vida mayor que hace dos déca-
nen de la realidad social están influidas por la exposición a das. Perciben a las mujeres como personas con intereses y
la televisión (Morgan y Signorielli, 1990). Para llevar ade- capacidades limitados en comparación con los varones y
lante el análisis de cultivo se contraponen tres tipos de da- sostienen nociones como «las mujeres son más felices en
tos: los datos de la realidad objetivada por mediciones es- casa cuidando de sus hijos» o «los hombres nacen con
tadísticas, los datos de la realidad tal como la describe la más ambición que las mujeres» (Morgan, 1982).
televisión (que surgen del análisis del sistema de mensa- También se encontró que la televisión influye sobre las
jes) y los datos de las percepciones públicas respecto a de- actitudes y creencias políticas. El análisis del sistema de
terminados problemas o cuestiones, que se obtienen me- mensajes pone en evidencia que la televisión tiende a la re-
diante encuestas. En los cuestionarios se incluyen producción de los valores más convencionales o conserva-
preguntas referidas al consumo de TV y otras dirigidas a la dores que, por efecto de mainstreaming (que se podría tra-
medición de actitudes y opiniones en cuestiones sociales ducir como la aceptación de la tendencia dominante), las
como la estimación de frecuencias demográficas (porcenta- personas decodifican como valores de «centro» cuando, en
je de mujeres que trabajan fuera del hogar; cantidad de realidad, son de «centroderecha» (Gerbner, Gross, Morgan
abogados, jueces y policías, y proporción de atletas, entre y Signorielli, 1990). Los televidentes duros son quienes con
otros) o la estimación de la probabilidad de ser víctima de mayor frecuencia se autodescriben como «moderados» y
un acto de violencia, entre otras. También se pregunta a evitan autodefinirse como «liberales» o «conservadores».
los sujetos su posición respecto del aborto, la integración Sin embargo, al analizar sus creencias en cuestiones como
racial, la pena de muerte y la homosexualidad. la segregación racial, la homosexualidad, el aborto o los
Si la hipótesis del cultivo es exitosa, los resultados de- derechos de las minorías, se comprueba que la palabra
ben indicar que las personas que se exponen más a la tele- «moderado» no se corresponde con una línea de centro,
visión mantienen una visión del mundo social parecida a la sino que se trata de «moderados sui generis» que se pare-
que brinda la TV más que una cercana a la de los datos cen más a los conservadores que a los liberales.
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 145
Otra posibilidad es utilizar el análisis de contenido mitente que «posee» el objeto y un receptor que lo de-
para realizar una investigación «intratexto», para des- sea. El transporte del objeto usualmente se ve complica-
cribir e interpretar un género en particular (por ejemplo, do por algún conflicto entre proyectos en competencia,
un estilo característico de cine en una determinada épo- por lo que el sujeto se enfrenta a un oponente que trata
ca). Bordwell (1985) estudió el estilo clásico de las pelí- de impedir la transferencia pero cuenta muchas veces
culas de Hollywood. Exploró una muestra de películas con un ayudante que intenta facilitarle el traslado del
realizadas en Estados Unidos entre 1915 y 1960. Clasifi- objeto. Este modelo, que se centra en el modo en que
có cada una por separado, registró ciertos detalles de es- los personajes se posicionan con relación al proyecto
tilo y acciones. Sobre la base de las descripciones cons- central de la narrativa, proporciona una descripción de
truyó, mediante la identificación de ciertas invariantes y las relaciones básicas y conflictos que se presentan en
continuidades, un modelo de la película típica de ese ella.
periodo en lo referido a estilo, edificación de la historia,
estrategias de narración y modos de construcción del Algunos autores afirman que existe una «historia ca-
tiempo y del espacio. nónica», es decir, que las formas principales de narrati-
va en la cultura occidental representan variaciones de un
patrón básico. Bordwell (1985a) señala, por ejemplo,
que las películas tradicionales de Hollywood presentan
9.4.2. Análisis narrativo individuos bien definidos psicológicamente en cuanto a
sus rasgos, cualidades y comportamientos; que luchan
La «narratología» es el estudio de los patrones y proce- para resolver un problema también bien definido o para
dimientos narrativos básicos. Los textos narrativos apa- obtener metas específicas, que entran en conflicto con
recen bajo toda clase de formas discursivas y en todos otros o con las circunstancias en el curso de esa lucha,
los medios. Consisten en una representación de eventos que al final de la historia encuentran una clara victoria o
que tienen lugar en un tiempo y un espacio específicos. derrota y una resolución del problema.
Los eventos se organizan en series de causas y efectos, Branigan (1992) argumenta que si se desea obtener
y se ven en relación con ciertos proyectos humanos a los información narrativa de una película, existen ocho ni-
que incentivan o impiden (Larsen, 2002). La narración veles de narración. Un nivel es el del texto mismo, al
causal de los eventos lleva a ciertos patrones caracterís- que se denomina autor histórico. Un segundo nivel es el
ticos. Todas las narrativas son series de variaciones so- del narrador extraficción, que aparece en el texto pero
bre patrones simples, que consisten en un estado inicial no es parte de la ficción y, por tanto, puede referirse a
que un evento dinámico transforma en uno nuevo (To- ella como ficción. Según Larsen (2002, p. 130), un
dorov, 1971). Más allá de su contenido, la narrativa se ejemplo típico sería «Warner Bros. Pictures Inc./ Presen-
construye a partir de modelos o «secuencias de elemen- ta /Humphrey Bogart/Lauren Bacall/» etc. El narrador
tos». Lo más común es que comience con la presenta- no-diegético se encuentra dentro del texto y de la fic-
ción de una situación, un contexto, los personajes princi- ción pero por fuera de la «diégesis» (en oposición a mi-
pales y el estado general de las cuestiones. Esa situación mesis, es decir, en lugar de mostrar las acciones de los
inicial se ve transformada por una cantidad de eventos y personajes este narrador cuenta lo que hacen, sienten y
acciones hasta que una nueva situación se establece y la piensan) o del mundo de la historia. Es un narrador que
historia concluye. Ciertos valores o posiciones inicial- observa el mundo de la historia pero no actúa en él
mente problemáticos, mediante sucesivas acciones, cul- (puede inclusive ser un narrador invisible). En cambio,
minan en una situación estable y aceptable. el narrador diegético se encuentra dentro del mundo de
Las narrativas comprenden dos niveles: la historia la historia y puede referirse a eventos de los que ha sido
(el «qué» de la narrativa, las series de eventos) y el dis- parte, cuenta o rememora las acciones o historias que le
curso (el «cómo», el texto real mediante el cual esos han sucedido. Los narradores siempre utilizan la voz,
eventos se representan). Si las series de eventos en las pero dentro del cosmos de la historia existen personajes
narrativas se estructuran de acuerdo con ciertos patrones que pueden brindar información acerca de ese mundo de
básicos, las mismas regularidades se aplican a los perso- modos diferentes. Por ejemplo, los personajes nos per-
najes o agentes involucrados y afectados por los even- miten aprender de ellos cuando observamos sus accio-
tos. Según Greimas (1966), existen seis posiciones bási- nes. La focalización externa consiste en aprender acerca
cas que los personajes asumen en la narrativa: un sujeto de la historia al compartir las experiencias de un perso-
que desea un objeto que, a su vez, debe moverse entre naje, cuando lo vemos desde fuera pero nos metemos en
dos posiciones, por lo que también hay un potencial re- su mundo. La focalización interna, en cambio, sucede
146 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cuando vemos la historia desde la perspectiva del perso- sonaje ve—. La focalización en profundidad significa
naje y compartimos sus experiencias subjetivas —por que la audiencia comparte los pensamientos, deseos,
ejemplo, cuando la toma nos permite ver lo que el per- alucinaciones o sueños de un personaje.

9.5
Investigación de los efectos de los medios
sobre las audiencias
Desde principios del siglo XX, se diseñaron numerosas cos admitiendo haberse sentido asustados no pudieran
investigaciones para medir los «efectos» que los medios retractarse. Finalizado el estudio, Cantril señaló que el
producen en las audiencias. Jensen (2002) identifica, comportamiento de las personas no había sido homogé-
desde una perspectiva histórica, una serie de estudios que neo y distinguió cuatro categorías de entrevistados:
constituyen hitos en la investigación de las audiencias. 1) los que comprobaron la naturaleza de la emisión y se
dieron cuenta de que no podía ser real; 2) los que com-
pararon la emisión con otras informaciones y advirtieron
que se trataba de un guión radiofónico; 3) los que trata-
9.5.1. Los estudios del Payne Fund ron de contrastar el programa con otras informaciones
pero aun así siguieron creyendo que se trataba de un bo-
En la década de 1930 el Payne Fund constituyó el pri- letín de noticias; 4) los que no intentaron comprobar la
mer programa sistemático de investigación de audiencias emisión radiofónica ni el suceso. A los fines explicati-
en Estados Unidos. Examinó los efectos de las películas vos propuso el concepto de «capacidad crítica», definida
en niños y jóvenes mediante diversas metodologías, tales como «la capacidad para valorar el estímulo y compren-
como encuestas, experimentos y análisis de contenido. der sus características inherentes» (Cantril, 1940/2005,
p. 166), que caracterizaría desde el punto de vista psico-
lógico a las personas que se dieron cuenta de que algo
9.5.2. El estudio de Cantril anormal estaba ocurriendo, lo que les permitió discrimi-
nar y actuar correctamente. Elementos como el mayor
El estudio de Cantril (1940) acerca de La Invasión de nivel de instrucción formal de las personas y la estabili-
Marte. Dos preguntas lo guiaron: «¿Por qué este progra- dad de la posición económica se mostraron como varia-
ma asustó a algunas personas, mientras que otros pro- bles que explicarían las reacciones diferenciales en las
gramas de índole fantástica no lo consiguieron? ¿Y por demostraciones de pánico o en el grado de dificultad pa-
qué este programa asustó a algunos ciudadanos y no a ra el reconocimiento de la naturaleza de ficción del pro-
otros?» (Cantril, 1940/2005, p. 127). Cantril empleó di- grama que manifestaron distintos componentes de la
versos métodos cualitativos y cuantitativos para com- audiencia: «(...) La falta de capacidad crítica demostró
prender las respuestas del público al polémico radiodra- ser la que en mayor grado predisponía al pánico...»
ma y para comparar los datos obtenidos mediante los (1940/2005: 232).
distintos procedimientos. Parte de la información provi-
no de entrevistas a 135 personas, de las cuales más de
100 habían sido perturbadas por la transmisión radiofó-
nica. Los nombres de los atemorizados los obtuvieron 9.5.3. El pueblo elige
mediante método de encuesta y de personas cuyos nom-
bres aparecieron en los periódicos en calidad de «asusta- El trabajo publicado en El pueblo elige (Lazarsfeld et al.
das». Las entrevistas comenzaron una semana después 1944), exploró el papel de los medios en la democracia,
de la transmisión, muy cerca del momento del aconteci- utilizando estudios de panel y encuestas. Asimismo, se
miento, lo que ayudó a que las personas hablaran de lo destaca el descubrimiento de la comunicación tecnológi-
que habían pensado y sentido, y, además, que los indivi- ca mediada por la comunicación interpersonal y los líde-
duos que habían realizado declaraciones en los periódi- res de opinión, lo que dio lugar a la proposición del flu-
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 147
jo de la comunicación en dos escalones (Katz y Lazars-
feld, 1955). 9.5.6. El Programa de Investigación
de Yale
Los estudios experimentales en comunicación persuasi-
9.5.4. La Teoría de los usos va, realizados por el Yale Program of Research on Com-
y gratificaciones munication and Attitude Change (Hovland et al., 1953)
entre las décadas de 1950 y de 1970, investigaron los
Las investigaciones acerca de las gratificaciones obteni- cambios que pueden producirse en las actitudes como
das de la radio, que luego derivaron en la generación de consecuencia de la comunicación de masas. En su
la Teoría de los usos y gratificaciones, parten del enfo- mayoría, los estudios se realizaron en contextos experi-
que de usos y gratificaciones que concibe al público co- mentales. El procedimiento consistía en pedir a un suje-
mo usuario activo del contenido de los medios (Katz, to que expresara su opinión frente a una determinada
Blumler y Gurevitch, 1974/1994, p. 129). Con referen- cuestión para obtener su «actitud precomunicacional»
cia a los aspectos metodológicos, el procedimiento más (RA). Luego se lo exponía a un mensaje persuasivo que
usado consiste en preguntar a las personas acerca de sus expresara otra posición acerca del mismo asunto (RD).
motivaciones y necesidades, la importancia que les asig- Finalmente, se medían por retest los cambios entre la
nan y en qué medida para satisfacerlas usan algún medio posición inicial y la actual del sujeto acerca de esa mis-
de comunicación de masas y obtienen gratificaciones. ma cuestión (RN).
La investigación desde el enfoque de los usos y gra-
tificaciones se divide en dos claros periodos. El primero
se sitúa en la década de 1940 y está conformado por es- 9.5.7. La televisión en la vida
tudios de tipo descriptivo. El segundo surge a partir de de nuestros niños
la década de 1960, y el interés se centró en clasificar los
motivos de exponerse a los medios. Por ejemplo, Her-
La televisión en la vida de nuestros niños fue el primer
zog (1944) investigó las funciones que cumplían para
proyecto importante que estudió el efecto de la TV so-
las mujeres los «culebrones» radiofónicos (soap opera)
bre los niños en Estados Unidos, desde una perspectiva
e identificó tres usos y gratificaciones diferentes deriva-
renovada de la teoría de los usos y gratificaciones
dos del consumo de radionovelas: alivio emocional, sa-
(Schramm et al., 1961).
tisfacción ilusoria de deseos y consejo para hacer frente
a los problemas cotidianos En la segunda etapa, Green-
berg (1974) construyó un cuestionario que se aplicó en
Gran Bretaña a una muestra de 726 niños y jóvenes, con 9.5.8. Medios de comunicación
el objeto de identificar los motivos y gratificaciones que y violencia
subyacen a la exposición a la televisión. Los resultados,
después de aplicárseles un análisis factorial, mostraron
siete conjuntos de razones: aprendizaje, hábito, compa- Este es un proyecto surgido de la preocupación pública
ñía, activación, distensión, evasión de problemas y obli- y gubernamental en Estados Unidos por las revueltas so-
gaciones, pasatiempo. ciales de la década de 1960; intentó establecer el impac-
to que produce la violencia de los programas de entrete-
nimiento desde la perspectiva de la teoría del cultivo
que hemos comentado al referirnos a los trabajos de
9.5.5. Experimentos en Gerbner.
comunicación durante
la II Guerra Mundial
9.5.9. Agenda setting
Los experimentos con películas efectuados con soldados
norteamericanos realizados por Frank Capra durante la El papel del establecimiento de la agenda fue sometido
II Guerra Mundial, con la finalidad de evaluar hasta qué a prueba empírica en un estudio pionero llevado a cabo
punto dicho medio, más allá de proveer información, por McCombs y Shaw en 1968, durante las elecciones
podía servir al moldeamiento de las actitudes. presidenciales en Estados Unidos, en las que se enfren-
148 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

taron Humphrey y Nixon. Se efectuó un sondeo entre del mundo real y agenda de los medios (Funkhouser,
100 votantes indecisos de Chapel Hill, North Carolina, 1973), así como los diseños experimentales (Iyengar y
argumentando que ellos serían los más abiertos a la in- Kinder, 1987).
formación de campaña e influencia de los medios El efecto de establecimiento de la agenda se midió
(McCombs y Shaw, 1972). Se realizaron entrevistas per- desde diversas perspectivas. McCombs (2004) las agru-
sonales en las tres semanas anteriores a las elecciones.
pa en una clasificación de cuatro partes. La tipología se
Se preguntó por las principales preocupaciones y por los
encuentra definida por dos dimensiones dicotómicas. La
dos asuntos fundamentales en los que el Gobierno debía
primera distingue dos modos de observar las agendas: el
concentrarse. Cinco temas de campaña fueron mencio-
foco de atención puede ubicarse en el conjunto de ítems
nados con mayor frecuencia, lo que permitió establecer
que definen la agenda, o estrecharse a un único ítem
cuál era la agenda pública. La agenda de los medios se
midió contando la cantidad de artículos periodísticos, particular. La segunda dimensión diferencia entre dos
editoriales e historias transmitidas en los principales maneras de medir la relevancia pública de los ítems de
nueve medios de Chapel Hill. la agenda: datos agregados que describen a un grupo o
población versus medidas que describen respuestas indi-
Se encontró que las cuestiones que los votantes con- viduales.
sideraban más importantes coincidían con el grado de
cobertura que obtuvieron esos mismos temas en los me- La «perspectiva I» considera la totalidad de la agen-
dios. Existen diversos formatos para medir empírica- da de los medios y utiliza medidas agregadas de la po-
mente la agenda pública, aunque ellos guardan similitud blación para establecer la prominencia de esos ítems pa-
entre sí. Por ejemplo: McCombs y Shaw (1972) solicitan ra el público. El estudio de Chapel Hill tomó esta
a los encuestados que «describan los problemas esencia- perspectiva. Tanto la agenda de los medios como la
les, los temas que más les interesan en estos días, agenda pública estaban conformadas por cinco temas
con independencia de lo que digan los políticos»; Mu- principales de la elección presidencial. La importancia
llins (1973) les pide que «identifiquen los problemas relativa de los issues se determinó por dos medidas
esenciales que afectan al país» e indiquen «cuál es el agregadas: para la agenda de los medios la relevancia de
más importante personalmente». Otros estudios que me- un asunto se estableció por el porcentaje de artículos
recen destacarse fueron los longitudinales de la agenda periodísticos que recibió cada cuestión, y para la agenda
pública y la exploración de la relación entre indicadores pública por el porcentaje de votantes que pensó que el

Cuadro 9.2. La investigación de la relación causal


entre agenda de los medios y agenda pública
Un problema a despejar con referencia a la hipótesis del respetaba el formato habitual de los noticieros televisivos.
establecimiento de la agenda fue descartar la posibilidad Cada noche se repetían las historias ya vistas, con algunas
de que la atención que los medios le prestan a determina- agregadas y otras suprimidas. Encontraron que para tres
dos temas no sea el reflejo de la preocupación que la opi- de cada cuatro cuestiones que les presentaron, los ran-
nión pública posee con anterioridad respecto de esas kings u ordenamientos de la importancia elaborados por los
cuestiones. Para ello, se utilizaron diferentes estrategias de sujetos acerca de una determinada cuestión aumentaban
investigación. de modo significativo cuando se trataba de un asunto del
Behr e Iyengar (1985) realizaron mediciones de las mis- que habían visto muchas historias.
mas variables —inflación, desempleo y energía— a inter- Iyengar y Kinder (1987) editaron telediarios de modo
valos de tiempo regulares. Concluyeron que la influencia que los sujetos, divididos en tres grupos experimentales
causal entre los medios y la opinión pública es unidire- recibieran una dosis constante de noticias acerca de un
ccional: las preocupaciones de la opinión pública no ejer- problema concreto. En cada grupo se enfatizó un proble-
cen influencia sobre las cuestiones que los medios de co- ma diferente: la debilidad del sistema defensivo de Esta-
municación de masas eligen cubrir. dos Unidos, el aumento de la contaminación, la preocupa-
Como resultado de un estudio experimental, Iyengar, ción por la inflación y otras cuestiones económicas.
Peters y Kinder (1982) hallaron elementos de corroboración Después de una semana de exposición, los sujetos termi-
para la hipótesis del establecimiento de la agenda. Los su- naron convencidos de que el problema más importante
jetos concurrieron al laboratorio todas las noches durante que aquejaba a su país era el que había recibido más co-
una semana. La tarea consistía en mirar las noticias. Se bertura en el noticiero que le había tocado a su grupo ex-
trataba de un noticiero editado por los investigadores, que perimental.
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 149
Cuadro 9.3. Medición del efecto de establecimiento de la agenda: la «tipología de Acapulco»
(McCombs, 2004)
PERSPECTIVA Dimensión 1 Dimensión 2
(modo de medir la agenda de los medios) (modo de medir la agenda pública)
I Mide la totalidad de la agenda de los medios (es Utiliza medidas agregadas de la población para
decir, el porcentaje de artículos periodísticos que establecer la saliencia de un ítem en la agenda
recibió cada cuestión) pública (es decir, el porcentaje de votantes que
piensa que el gobierno debería hacer algo res-
pecto de cada uno de esos asuntos destacados
en la agenda de los medios)
II Mide la totalidad de la agenda de los medios Mide la agenda pública en el nivel individual (es
(ídem perspectiva I) decir, hasta qué punto un individuo puede ser
«programado» por la agenda de los medios)
III Se concentra en un único tema de la agenda de Utiliza medidas agregadas para establecer la im-
los medios (esto es, mide el número total de his- portancia de ese ítem en la población (mide qué
torias noticiosas que recibió un tema particular) porcentaje de público cita ese tema como el
principal del país)
IV Se concentra en un único tema de la agenda de Mide la agenda pública en el nivel individual
los medios

gobierno debería hacer algo respecto de cada asunto. Es- vo» y es característica de los estudios experimentales en
ta perspectiva se denomina «competencia» (competence) los que se realiza una medición anterior y posterior a la
porque examina un conjunto de cuestiones que compiten exposición de un individuo a programas noticiosos.
entre sí por posicionarse en la agenda.
Los estudios de observación de masas, realizados en
La «perspectiva II» centra su foco también en la Gran Bretaña a partir de 1930, documentaron aspectos
agenda de temas de los medios en su totalidad, pero se de la vida social tales como la asistencia al cine y otros
preocupa por la agenda pública en el nivel individual. usos de los medios. Su objetivo fue examinar el lugar de
Se la denomina «automaton» porque supone que para los medios masivos, su recepción y consumo, en la vida
que el efecto de agenda setting ocurra deben existir in- cotidiana en sociedades bajo fuertes procesos de moder-
dividuos «programables» por los medios. nización y urbanización.
La «perspectiva III» se concentra en un único tema
de la agenda de los medios y utiliza medidas agregadas
para establecer la importancia de ese item en la pobla- 9.5.10. Los trabajos de Barthes
ción. La medida de la saliencia la constituyen el número
total de historias noticiosas acerca del tema y el porcen- Los trabajos de Barthes (1957/1973) acerca de las mito-
taje de público que lo cita como el principal problema logías modernas aceptadas en las culturas de posguerra
del país. Se la denomina «historia natural» porque hace y diseminadas por los medios.
foco en la historia de una única cuestión en la agenda de
los medios: le interesa el grado de correspondencia entre
la agenda de los medios y la pública en la relevancia
cambiante de una cuestión a lo largo del tiempo. 9.5.11. Los estudios de audiencias
McCombs (2004) cita como uno de los ejemplos para- nacionales
digmáticos de esta perspectiva al estudio longitudinal
que abarca un periodo de 23 años de la cuestión relativa
a los derechos civiles en Estados Unidos (Weaver, Gra- Los ha realizado Morley (1980) y se sustentan en dise-
ber, McCombs y Eyal, 1981). ños empíricos cualitativos para evaluar la recepción de
las noticias televisivas. Siguiendo la tradición inaugura-
Finalmente, la «perspectiva IV» se centra en el indi- da por Hall (1973), Morley se interesó por los modos
viduo y reduce sus observaciones a la relevancia de un sociales específicos de decodificar las noticias. Empleó
único tema de la agenda. Se denomina «retrato cogniti- la metodología de grupos focales y documentó un rango
150 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

de decodificaciones de lo que se asume que son los sig- apartarse de la vida cotidiana, un área privada en la cual
nificados «preferidos» del discurso de las noticias, que perciben que pueden concentrarse en sus propias necesi-
van desde la lectura de aceptación o «dominante», vía la dades, deseos y placeres personales (Radway, 1984, p. 61).
«negociada», hasta la «opositora». En los grupos focales
encontró que esas lecturas correlacionan con las posicio-
nes sociales y los lugares organizacionales que ocupan
los participantes. Por ejemplo, las personas de estatus 9.5.14. La cultura de la televisión
social más bajo y con participación como delegados sin-
dicales producen algunas de las lecturas opositoras más Cultura de la televisión es una perspectiva operacional
explícitas de las noticias. presentada por Fiske (1987) para analizar las estructuras
narrativas en los textos mediáticos.

9.5.12. Los usos sociales de la TV 9.5.15. La exportación


Los usos sociales de la TV propuestos por Lull (1980), del significado
quien combinó metodologías cualitativas tales como la
entrevista —que recurren a la introspección, interpreta- La exportación de significado (Liebes y Katz, 1990)
ción y retrospección para la recolección de los datos—, consistió en un estudio cualitativo de la experiencia de
con el uso de la observación participante —que sirvió la serie de televisión Dallas entre diferentes grupos étni-
para detallar la cotidianeidad de la gente con los me- cos y culturales.
dios—. Ello le permitió analizar los usos y gratificacio-
nes de la televisión en la familia y no en el individuo
como lo hacía la lectura más tradicional. Encontró cier- 9.5.16. Otras tradiciones
tos usos «estructurales» de la televisión, tales como re-
gular el horario para ir a dormir, así como también otros de investigación
usos relacionales o interaccionales de la TV como facili-
tar o evitar el contacto entre padres e hijos, o entre es- Existen otras tradiciones que se han orientado a medir el
posos. consumo, es decir, quiénes atienden a qué medio, a qué
porción de sus contenidos, cuándo y por cuánto tiempo
(Jensen, 2002). La investigación de audiencias ha pasa-
do por diversas etapas en cuanto a sus técnicas. Junto
9.5.13. Leyendo el romance con las tradicionales entrevistas personales, en la actua-
lidad cada vez se utilizan más sistemas computarizados
Leyendo el romance es un trabajo realizado por Radway para recoger, procesar y analizar datos, tales como las
(1984) que explora los textos y audiencias del género entrevistas telefónicas asistidas por ordenador. Si en un
del «romance» en formato escrito. La parte empírica del principio las preguntas se dirigían a saber si las personas
estudio combinó un rastreo histórico del género para dar en ese momento tenían su televisor encendido y cuál era
cuenta de su sistema de producción y distribución, junto el canal que estaban mirando, hoy en día ello se combi-
con entrevistas en profundidad realizadas con lectoras na con sistemas que demandan que la gente pulse un bo-
femeninas para evaluar cómo decodificaban los textos y tón para dejar constancia de que está mirando la televi-
qué usos sociales les daban. La muestra a la que observó sión y, en algunos casos, también indicar su evaluación
y entrevistó provenía de una comunidad de lectoras de del programa que están viendo. Otros estudios han fil-
una librería. Para establecer el significado de la lectura mado a las audiencias frente al televisor para establecer
de novelas románticas para estas mujeres, se utilizaron su nivel de presencia y atención (Borzekowski y Robin-
entrevistas cara a cara y cuestionarios. El estudio mostró son, 1999). También se han empleado técnicas de segui-
no solo que las lectoras producen una variedad de inter- miento ocular para determinar lo que leen las personas y
pretaciones textuales, sino que también conciben los ro- en qué secuencia, procedimientos que han sido asimis-
mances como un recurso de vida: son vistos como herra- mo aplicados en medios electrónicos como los ordena-
mientas que proveen consejo indirecto acerca de la vida dores (Thorson, 1994).
matrimonial. Leer novelas románticas es una práctica Otra línea de investigación de audiencias es la refe-
social que crea un espacio que permite a las mujeres rida al «recuerdo». Por ejemplo, la capacidad de los in-
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 151
dividuos de reproducir ciertas informaciones después También se ha investigado la potencialidad de los
de un breve tiempo de exposición a los mensajes de los medios en calidad de vehículos de campaña para infor-
medios. Para ello se suele recurrir a encuestas y experi- mar, persuadir o movilizar al público. Las campañas se
mentos. Algunos de estos estudios se han interesado caracterizan por intentar generar ciertos efectos o resul-
por el potencial de los medios como fuente de informa- tados, en una cantidad relativamente grande de indivi-
ción pública (Gunter, 1987). Otros, se encuentran más duos, en un periodo específico de tiempo y mediante un
relacionados con la esfera del marketing y se realizan conjunto organizado de actividades de comunicación
con una finalidad comercial para establecer si los con- (Rogers y Storey, 1987). Para estudiar sus diferentes
sumidores recuerdan ciertos productos o marcas (Thor- momentos se recurre a diversas metodologías, tales co-
son, 1990). mo encuestas, experimentos y grupos focales.

9.6
Investigación de las culturas informáticas
En la década de 1990, a partir del acceso a la world wi- Asimismo, Jensen (2002), propone que para realizar
de web y otras conexiones en red, comenzó el reconoci- investigaciones en este campo se deben diferenciar tres
miento de los ordenadores como un nuevo medio masi- tipos de «interactividad»:
vo. Jensen (2002) analiza lo que hasta el momento se ha El primer tipo de interactividad refiere a la relación
generado en el campo de la investigación en comunica- de comunicación entre el medio y el usuario, la inter-
ción acerca de este medio, que muestra una importante acción humano-ordenador. Por ejemplo, los juegos o
integración y convergencia entre otros previamente se- la ficción interactiva, que requieren en cuanto a secuen-
parados, por lo que se conceptualiza a la computadora cia comunicativa tomar turnos de algún modo análogos
como un «medio de tercer grado» que incorpora las tec- a los que las personas toman en las conversaciones.
nologías de diversos medios anteriores y que enfatiza
características antes asociadas con la comunicación cara Un segundo tipo de interactividad remite a relaciones
a cara. A modo general identifica algunas preocupacio- más amplias entre los medios y el resto de la estructu-
nes específicas: ra social. Preguntas clásicas de este nivel son las que
se dirigen a explorar cómo la comunicación mediati-
Recolección de datos on line: las redes ofrecen un ins- zada por la computadora modela y es modelada por las
trumento accesible, económico y eficiente para la re- infraestructuras políticas y económicas de la vida so-
colección de datos, tal como lo muestran, por ejem- cial. Según Bordewijk y Kaam (1986), se pueden dis-
plo, los trabajos mediante encuestas on line. Sin tinguir cuatro tipos ideales de comunicación: la conver-
embargo, cuentan con limitaciones: un gran porcenta- sación (diálogo on line en tiempo real como el que
je de la población de interés puede no encontrarse co- tiene lugar mediante el chat o las conferencias), la alo-
nectada a la red y existen dificultades para verificar la cución (que se corresponde con la tradicional comuni-
naturaleza de la muestra contactada en el ciberespa- cación de masas), la consulta (el uso de bases de datos
cio. La técnica se ha mostrado más eficiente, en cam- o de juegos online) y el registro (documentación de la
bio, para reemplazar a los clásicos procedimientos de trayectoria de los usuarios en Internet y otros sistemas).
observación y entrevista, y para estudiar la interacción
y las comunidades online, por ejemplo, en los chat El tercer tipo de interactividad se refiere al nexo indi-
rooms. viduo-sociedad mediado por la computadora: los
usuarios de los ordenadores realizan una serie de ac-
Validez de los resultados: durante la interacción en ciones, tales como reproducir objetos físicos, relacio-
Internet la gente puede presentar y asumir múltiples nes personales, organizaciones y comunidades. Un
identidades (Turkle, 1995). Eso limita el valor expli- clásico ejemplo es la democracia política: con las nue-
cativo de la información y de las inferencias que se vas prestaciones de Internet, los usuarios pueden parti-
pudieran realizar. Las «direcciones» son más impreci- cipar y reproducir instituciones políticas. El concepto
sas que los censos o la información postal tradicional de «democracia electrónica» es de corte empírico ana-
cuando se trata de identificar la fuente de la respuesta. lítico y conlleva la asunción de que las redes de com-
152 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

putación generan un proceso de cambio en la naturale- ciertas actividades humanas básicas, por lo que el in-
za de las comunicaciones políticas y del gobierno de- vestigador debe considerar que las interacciones co-
mocrático (Zittel, 2004). La informatización integral municativas vía ordenador no las hace menos reales ni
del trabajo, el ocio y las instituciones lleva a la cons- a ellas ni al contexto social: al imaginar a otras perso-
trucción de «sociedades en red» (Castells, 1996). La nas, al igual que en la comunicación cara a cara, la
relativización de las líneas divisorias entre «realidad» gente se asocia virtualmente para llevar a cabo activi-
y «virtualidad» puede conducir a la redefinición de dades sociales reales.

9.7
Resumen
En este capítulo, en primer lugar se ha visto que la apro- El análisis cuantitativo de contenido también se utili-
ximación empírica a las prácticas de producción en los za para explorar el discurso fáctico de los medios. La fi-
medios necesita un amplio rango de recursos y perspec- nalidad es delimitar de qué tratan los programas y sus
tivas: rastreos históricos, descripción de las regulaciones contenidos, qué características tienen los protagonistas y
vigentes, estadísticas, revisión de los anuarios de las si ellos representan adecuadamente a ciertos grupos so-
compañías, archivos corporativos, información relativa ciales cuando se compara su presencia en los medios
al tamaño de las empresas, sus directivos y proyectos. con su número en la sociedad. Lo que se espera de este
Para la obtención de información relacionada con estra- método es que brinde descripciones objetivas y sistemá-
tegias y planes, las entrevistas suelen resultar de gran ticas que sean comparables y replicables, y permitan
utilidad. También se puede obtener información de los abordar el contenido manifiesto de la comunicación.
informes de prensa y de los comentarios al estilo «detrás Otra línea de investigación posible cuando se refiere al
de las cámaras» que publican los periódicos y las revis- discurso fáctico de los medios es el análisis cualitativo
tas especializadas en el mundo del entretenimiento. Un del discurso cuyas principales tradiciones son la lingüís-
tipo de información difícil de obtener es la relativa a tica crítica, el análisis crítico del discurso y la psicología
cuestiones económicas y financieras, pero se pueden discursiva.
conseguir estimaciones de los presupuestos a través de
Los medios también pueden ser analizados desde la
medidas como el costo promedio de un episodio de una
perspectiva de su contenido visual, por ejemplo, el
serie de ficción. Todo ello, sumado a la observación y a
aspecto visual de las noticias. En ese caso se exploran las
las entrevistas tanto personales como publicadas, permite
relaciones entre texto e imagen y el modo en que las imá-
una investigación extensiva de la producción.
genes comunican.
En una primera sección hemos examinado las prácti-
En lo relativo al discurso de ficción en las películas
cas de producción de los medios, tanto de ficción como
y en la televisión, se puede recurrir al análisis cuantitati-
de noticias. En el primer caso, los estudios iniciales uti-
vo de contenido (recuento de rasgos, análisis descriptivo
lizaron principalmente el enfoque histórico, mientras
del contenido) y también se pueden efectuar lecturas
que los más contemporáneos recurren a métodos tan va-
«intratexto» para explicar un cierto género particular en
riados como las entrevistas, el método etnográfico, la
una determinada época. La narratología permite estudiar
lectura de contratos, la observación, la lectura textual de
tanto la historia o «serie de eventos» como el discurso o
materiales, cuestionarios, encuestas y estudios de caso.
texto real que esos eventos representan.
La finalidad es siempre la misma: comprender por qué
se producen ciertos géneros y programas de ciertas ca- Otra posible área de investigación es la de los efec-
racterísticas y no de otras. Algo semejante sucede con la tos de los medios sobre las audiencias. Desde principios
producción de noticias: para estudiarla se pueden em- del siglo XX hasta la actualidad existen una serie de hi-
plear métodos tan diversos como análisis cuantitativos tos a destacar: las estudios de Payne Fund, el trabajo
de estadísticas disponibles, exploración de las rutinas realizado por Cantril a partir de la emisión de la radio-
productivas a través de la observación y la entrevista, novela La invasión de Marte, las investigaciones del pa-
análisis cualitativo del discurso y análisis cuantitativo de pel de los medios en la democracia y los procesos elec-
contenido. torales llevados a cabo por Lazarsfeld y colaborado-
Capítulo 9. MÉTODOS PARA LA INVESTIGACIÓN, LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN... 153
res, la Teoría de los Usos y Gratificaciones, los experi- Sin embargo, aún persisten las dificultades en cuestio-
mentos llevados a cabo durante la II Guerra Mundial y nes como la recolección de datos y las limitaciones en
en el Programa de Yale, los estudios relativos a la rela- la validez de los resultados. Esas dificultades plan-
ción entre televisión y violencia, las investigaciones de tean verdaderos desafíos a los investigadores sociales
agenda setting y la relación entre agenda de los medios interesados por la interacción entre humanos y ordena-
y agenda pública, entre muchas otras importantes y rele- dores, así como por los nuevos nexos y espacios entre
vantes tradiciones de investigación. individuo y sociedad que se generan a partir del uso de
En la actualidad, a todo lo anterior se ha sumado el las computadoras y las posibilidades que de allí se de-
interés por la investigación de las culturas informáticas. rivan.

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a
158 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

10.1
Concepto de autoeficacia:
el poder de creer que puedes...
Las personas nos desenvolvemos en distintos contextos eficacia son más complejas que el autoconcepto, ya que
(p. e., en el trabajo, en el deporte, en la escuela) con un varían según diferentes dominios y en diferentes niveles
mayor o menor nivel de acierto. Nuestra competencia y con distintas circunstancias. Las creencias de eficacia
habilidades en el desempeño de la actividad, así como son evaluadas por medio de preguntas del tipo «puedo»,
los factores ambientales, influyen en el éxito consegui- mientras que el autoconcepto se evalúa por medio de
do, pero también influye el hecho de «creer» que sere- preguntas del tipo «soy» y «siento». Las respuestas a las
mos capaces de hacer bien la actividad. Esas creencias preguntas de autoeficacia revelan si la persona posee
constituyen lo que en investigación psicosocial se ha ve- más o menos confianza para realizar exitosamente cierta
nido denominando «autoeficacia». Fue Albert Bandura tarea. Las respuestas a las preguntas de autoconcepto re-
quien identificó este constructo que tanta investigación velan cuán positiva o negativamente las personas se ven
ha generado en distintos ámbitos de la psicología. La a sí mismas1.
definió como las «creencias en las propias capacidades
En cuanto a la autoestima, se refiere al juicio sobre
para organizar y ejecutar los cursos de acción requeri-
la propia valía y depende de las valoraciones que la cul-
dos que producirán determinados logros o resultados»
tura realiza sobre las capacidades que la persona posee.
(Bandura, 1997, p. 3).
Mientras que las creencias de eficacia son juicios sobre
Según esta propuesta, la autoeficacia es una «creen- la propia capacidad, la autoestima puede no estar rela-
cia» que la persona tiene sobre sus propias competen- cionada con la capacidad de la persona. No existe una
cias. No se trata de la competencia en sí misma ni de los relación fija entre la autoeficacia y la autoestima. Es po-
conocimientos o de las habilidades poseídas, sino de la sible que autoeficacia y autoestima no coincidan, ya que
percepción que la persona tiene sobre cómo organizar y el no sentirse capaz de realizar ciertas tareas no lleva
poner en marcha ciertos procesos que le posibiliten lo- siempre a suponer una valoración negativa sobre noso-
grar ciertos resultados. Hay una marcada diferencia en- tros mismos. Dependerá, entre otras cosas, del valor per-
tre disponer de las competencias y ser capaz de utilizar- cibido de la tarea en cuestión. Por ejemplo, un adminis-
las en circunstancias diversas. Por esta razón, personas trativo puede tener bajas creencias de eficacia en su
distintas con recursos similares o la misma persona en competencia para hablar en público, pero ello no hace
diferentes situaciones pueden mostrar un rendimiento que influya en su autoestima profesional si esa compe-
escaso, adecuado o extraordinario. tencia no es necesaria en su puesto de trabajo y, por tan-
to, no es valorada para el desempeño exitoso de su tra-
Por otro lado, la autoeficacia no es una creencia ge- bajo.
neralizada, sino específica de dominios particulares de
funcionamiento. Debido a esto, el nivel de autoeficacia También es importante distinguir las ilusiones positi-
puede cambiar según las distintas actividades y situacio- vas u optimismo no realista de la autoeficacia, ya que
nes. De esta manera, encontramos personas con eleva- esta se basa en la experiencia y no induce a asumir ries-
dos niveles de autoeficacia para ciertas tareas o en de- gos poco razonables, sino que lleva a conductas arries-
terminadas condiciones, y bajos niveles de autoeficacia gadas que están al alcance de las propias capacidades
en otros dominios y circunstancias. (Schwarzer, 1992).
Para delimitar conceptualmente la autoeficacia, nos Otra distinción posible que se puede establecer es
interesa establecer sus relaciones con otros términos afi- respecto al locus de control, del que podríamos aclarar
nes, como son el de autoconcepto y el de autoestima. que se refiere a la relación establecida entre la conducta
El autoconcepto es una visión compuesta de uno mismo y el resultado. Cuando la persona percibe que el evento
formada a través de la experiencia y el feedback de otras se relaciona con su propia conducta o a sus característi-
personas importantes para la persona. Es una valoración
general y relativamente estable que también supone una 1
Este trabajo ha sido posible gracias a una ayuda de investigación
actitud hacia sí mismo. Sin embargo, las creencias de del Plan Nacional (ⲆSEJ2004-02755/PSIC).
Capítulo 10. AUTOEFICACIA EN EL TRABAJO Y EN LAS ORGANIZACIONES... 159
cas relativamente permanentes, llamamos a esto una nas que se consideran poco autoeficaces en el afronta-
creencia en el control interno mientras que si percibe el miento de las demandas del entorno exageran la magni-
resultado como un efecto de la suerte, el destino o bajo tud de sus deficiencias y las dificultades potenciales del
el control de otras personas con poder o cualquier ele- medio. Estos pensamientos negativos generan estrés y
mento externo, decimos que es una creencia en el con- dificultan la utilización de los recursos disponibles,
trol externo (Rotter, 1975). Locus de control y autoefi- mientras que las personas que se perciben eficaces cen-
cacia, son conceptos interrelacionados. La autoeficacia tran sus esfuerzos en las demandas que pueda plantear-
determina en gran medida el locus de control interno: si les la situación y se esfuerzan para responder ante ellas.
una persona se siente eficaz y cree poseer las habilida- En este sentido, la investigación ha puesto de mani-
des necesarias, establecerá relaciones entre sus accio- fiesto que la autoeficacia se asocia con la persistencia,
nes y los resultados. Por otro lado, el locus de control dedicación, satisfacción en las acciones que realizamos
determina la autoeficacia: ante una tarea, las personas y la motivación (Llorens, Schaufeli, Bakker y Salanova,
con locus de control interno que creen carecer de las 2007; Salanova, Llorens, Cifre, Martínez y Schaufeli,
habilidades necesarias, desarrollan un escaso sentido de 2003). Por otro lado, la autoeficacia negativa, caracteri-
autoeficacia y se enfrentan a la situación con un sentido zada por crisis sucesivas de eficacia, lleva a la aparición
de inutilidad. del estrés, concretamente en forma de burnout (Cher-
La cuestión que se nos plantea en este momento es: niss, 1993; Llorens, García y Salanova, 2005; Salanova,
¿por qué son tan importantes las creencias de eficacia en Breso y Schaufeli, 2005).
la investigación psicosocial? Bandura (1997, 2001) con- Por tanto, la persona que se considera eficaz se im-
sidera que las creencias que poseemos acerca de noso- pone a sí misma retos que favorecen sus intereses y la
tros mismos nos afectan en varios sentidos: cómo nos ejecución de actividades nuevas, ya que se percibe ca-
comportamos, qué pensamos y cómo nos sentimos. Res- paz de lograrlos, intensifica sus esfuerzos cuando su ren-
pecto a nuestro comportamiento, tendemos a elegir dimiento no se ajusta a las metas que se habían propues-
aquellas tareas para las que nos sentimos capaces y evi- to porque percibe el resultado en función del esfuerzo
tamos aquellas otras que creemos que exceden nuestras empleado. De la misma manera, se atribuye los éxitos a
capacidades. También las creencias de eficacia determi- sí misma y experimenta bajo grado de estrés en situacio-
nan la cantidad de esfuerzo empleado para enfrentarse a nes difíciles porque percibe control de la situación y se
los obstáculos y la cantidad de tiempo o persistencia en siente agente de los cambios. Por su parte, las personas
tratar de lograr algo. Bajos niveles de autoeficacia lle- que se consideran poco autoeficaces evitan las tareas di-
van asociados abandonos tempranos, mientras que nive- fíciles, reducen sus esfuerzos y fácilmente se dan por
les elevados suponen esfuerzo y perseverancia. vencidas frente a las dificultades, magnifican sus defi-
Por otro lado, las creencias de eficacia también afec- ciencias personales, disminuyen sus aspiraciones y pade-
tan a nuestros pensamientos y sentimientos, esto es, a cen en gran medida ansiedad y estrés. Tales dudas sobre
qué pensamos sobre nosotros mismos y cómo nos senti- sí mismas disminuyen el rendimiento y generan malestar
mos con estos pensamientos. De esta manera, las perso- (Wood y Bandura, 1989).

10.2
Autoeficacia y salud ocupacional
La investigación actual ha demostrado el papel crucial va et al., 2005). La autoeficacia tiene un papel crucial
que juegan las creencias de eficacia específicas en el en el «control» de las demandas laborales y la convier-
afrontamiento del estrés (Salanova, Grau, Llorens y ten en un elemento a considerar en las experiencias de
Schaufeli, 2001; Salanova, Peiró y Schaufeli, 2002) y en estrés en el trabajo. La autoeficacia influye sobre la for-
la experiencia de consecuencias positivas, como por ma en que se perciben y posteriormente se procesan las
ejemplo el engagement (el estado de bienestar teórica- demandas del ambiente. Así, las personas con elevados
mente opuesto al burnout (Llorens et al., 2007; Salano- niveles de autoeficacia tienden a interpretar las deman-
160 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

das y problemas más como retos que como amenazas o al., 2002; Salanova et al., 2003) provocadas por fuentes
sucesos subjetivamente incontrolables. En la medida en tales como las experiencias de fracaso o falta de domi-
que la persona posea control sobre los estresores, estos nio, entendiendo el burnout como el producto de crisis
no tendrán efectos adversos para ella. sucesivas de autoeficacia. En sentido contrario, elevados
Cuando existe la creencia de que se pueden manejar niveles de autoeficacia se relacionan positivamente con
con eficacia los estresores, estos no son realmente per- el bienestar, ya que reducen el estrés y la vulnerabilidad
turbadores. Pero si las personas creen que no pueden de las personas a la depresión (Bandura 1999). Beas,
controlar los sucesos aversivos, estos les angustian e in- Agut, Salanova y Grau (1999), en una muestra de traba-
capacitan su nivel de funcionamiento. En este sentido, jadores que utilizan tecnologías en su trabajo, encontra-
se postula que la autoeficacia puede ejercer el papel de ron que niveles altos de autoeficacia suponen bajos ni-
amortiguador ante los estresores, ya que cuanta más veles de ansiedad, burnout y quejas psicosomáticas.
autoeficacia, menor strain (Bandura, 1999, 2001). Este También en profesores de enseñanza secundaria (Mar-
hecho es importante, ya que en situaciones en que es di- tínez, Grau, Llorens, Cifre y García-Renedo, 2005) se
fícil eliminar los estresores, se pueden reducir sus efec- ha puesto de manifiesto que los efectos adversos (bur-
tos negativos, con lo que aumenta el nivel de autoefica- nout, ansiedad y depresión), producidos por el desajus-
cia de las personas, por ejemplo, mediante la formación te entre obstáculos y facilitadores laborales, se ven
en la empresa. amortiguados por el efecto de la autoeficacia. Desde
esta perspectiva, la autoeficacia es considerada como
En relación con el malestar, la investigación llevada un importante recurso personal que adquiere un valor
a cabo por el equipo WONT de la Universitat Jaume I
fundamental en el afrontamiento de las demandas labo-
de Castellón se ha centrado bastante en el estudio del
rales.
síndrome de estar «quemado» en el trabajo (burnout)
como indicador de malestar psicosocial. La investiga-
Se ha mostrado igualmente que la autoeficacia está
ción reciente sobre sus tres clásicas dimensiones de ago-
relacionada con el estilo de afrontamiento (Leiter,
tamiento, despersonalización/cinismo y falta de eficacia
1991). Las personas con altos niveles de autoeficacia
profesional ha puesto de manifiesto que son el agota-
tienden a usar estrategias de afrontamiento centradas en
miento y la distancia mental (entendida como desperso-
el problema y actuar sobre los estresores, mientras que
nalización y, a la vez, como cinismo) las dimensiones
los de baja autoeficacia usan más estrategias centradas
que conforman el «corazón del burnout» (Green, Wal-
key y Taylor, 1991, p. 463). en la emoción y, por lo tanto, en ellos mismos.

El tercer componente del burnout —eficacia profe- Finalmente, la autoeficacia es un concepto clave en
sional— se ha criticado por considerar que desempeña el marco de la psicología ocupacional positiva, ya que,
un papel distinto (Maslach, Schaufeli y Leiter, 2001), además de reducir los efectos negativos de los estreso-
por ejemplo, como un indicador de personalidad (Shi- res, la autoeficacia potencia el bienestar. Así, se ha
rom, 1989; Cordes y Gougherty, 1993). También Leiter puesto de manifiesto, con muestras de profesores de se-
(1992) mostró que la eficacia profesional es indepen- cundaria y estudiantes universitarios, que la autoefica-
diente del agotamiento y del cinismo. Además, los resul- cia se relaciona con emociones positivas, como el entu-
tados de un metaanálisis reciente confirman el papel in- siasmo, la satisfacción y el confort, que son predictores
dependiente de la eficacia profesional (Lee y Ashforth, de engagement. Altos niveles de autoeficacia producen
1996). Es más, algunas teorías y modelos sobre el desa- satisfacción, confort y entusiasmo en el trabajo, y se
rrollo del burnout señalan que este se desarrolla a partir comportan como antecedentes del engagement (Salano-
de sentimientos de ineficacia o «crisis de autoeficacia». va, Llorens y Schaufeli, 2007). Por otro lado, la rela-
Por ejemplo, Cherniss (1993) asume que la falta de con- ción de los recursos laborales con el bienestar se ve fa-
fianza en las propias competencias es un factor crítico vorecida por la autoeficacia. Los recursos tienen un
en el desarrollo del burnout. También Leiter (1992) dio efecto sobre el engagement mediado por el nivel de
un paso más allá y considera el burnout esencialmente autoeficacia. Para experimentar engagement, las perso-
como «crisis en la autoeficacia».
nas han de sentirse autoeficaces para utilizar los recur-
Así pues, el burnout se relaciona con las creencias sos laborales disponibles (Martínez, Salanova, Llorens
de ineficacia (Grau, Salanova y Peiró, 2001; Salanova et y Cifre, 2003).
Capítulo 10. AUTOEFICACIA EN EL TRABAJO Y EN LAS ORGANIZACIONES... 161

10.3
La especificidad de la autoeficacia
La investigación en autoeficacia se ha ido centrando ca- el impacto de altas demandas y bajo control sobre el
da vez más en el desarrollo de diferentes niveles de burnout. Este efecto no apareció en el caso de la autoe-
medida del constructo, por ejemplo, su grado de especi- ficacia generalizada. Se confirmó en este estudio el
ficidad (Bandura, 2001; Salanova et al., 2002). Básica- mayor poder predictor de la autoeficacia específica al
mente se asume que existe un continuo desde la autoefi- compararla con la autoeficacia generalizada.
cacia generalizada (Schwarzer, 1999) a tipos más
específicos de autoeficacia (Cherniss, 1993; Murphy, También en otro estudio donde se comparó el poder
Coover y Owen, 1989; Schaubroeck, Lam y Xie, 2000). amortiguador de dos niveles de autoeficacia (autoefica-
cia generalizada y autoeficacia profesional) en el tec-
Desde una concepción más general de la autoefica- noestrés de 140 usuarios de TIC en su trabajo (Grau et
cia, esta se entiende como un constructo de personali- al., 2001), se halló un efecto de interacción de dos vías
dad, esto es, una creencia en la habilidad general de uno entre demandas laborales (p. e., rutina en el trabajo y
mismo para el éxito. En esta línea, Schwarzer (1999) de- conflicto de rol) y autoeficacia. De este modo, los traba-
fine la autoeficacia generalizada como la confianza glo- jadores, tanto con altos como con bajos niveles de
bal en la propia habilidad de afrontamiento a través de autoeficacia profesional, mostraron mayores niveles de
un alto rango de situaciones demandantes o nuevas. cinismo cuando la rutina en el trabajo era alta que en
puestos con baja rutina. No obstante, cuando los niveles
Por otra parte, la autoeficacia como un constructo de autoeficacia son bajos, el incremento en el cinismo es
específico es la creencia en la propia competencia para más alto que cuando los niveles de autoeficacia son al-
resolver con éxito situaciones concretas de la vida. Por tos. Los mismos resultados se obtuvieron para el caso de
ejemplo, Murphy, Coover y Owen (1989) definen la la demanda: conflicto de rol. No se encontraron tales re-
autoeficacia hacia los ordenadores como la percepción laciones para el caso de la autoeficacia generalizada.
de la persona de sus propias capacidades relacionadas
También en relación con la autoeficacia para el uso
con su conocimiento y destrezas relacionadas con el or-
de la tecnología, en Salanova, Grau, Cifre y Llorens
denador.
(2000) se encontró que la autoeficacia específica modu-
No obstante, la investigación previa apoya la necesi- laba la relación entre formación en el uso de la tecnolo-
dad de utilizar medidas específicas de autoeficacia en gía y cinismo, pero no la autoeficacia generalizada. De
relación con dominios concretos (Bandura, 1997; Brou- esta forma, los trabajadores con baja autoeficacia hacia
wers, 1999; Salanova et al., 2002), ya que se encuentran la tecnología mostraron mayor burnout cuando acabaron
resultados mucho más robustos. Desde un punto de vista la formación que antes de empezar. En cambio, los tra-
teórico esto es así porque las creencias de autoeficacia bajadores con mayores niveles de autoeficacia específi-
son específicas de un dominio, y así las creencias de efi- ca, a mayor exposición a la formación, menor burnout.
cacia de una persona difieren entre sí dependiendo de la Estos resultados pusieron de manifiesto que la forma-
actividad o dominio a que hacen referencia (Bandura, ción no es la panacea que lo «cura» todo, sino que de-
1997, 1999). pende de los niveles previos de autoeficacia de los for-
mandos. Por eso, es necesario que en el pretraining se
Paradójicamente, a pesar de esta insistencia señalada evalúen los niveles de autoeficacia, ya que según estos
en la investigación, no siempre se ha tenido en cuenta la estudios, cuando los niveles previos de autoeficacia son
variación en niveles de autoeficacia en función de los bajos, la formación se convierte en un estresor más que
dominios específicos. En este sentido, por ejemplo en un incrementa los niveles de burnout. Es decir, si uno cree
estudio realizado con una muestra de 405 trabajadores que no va a ser capaz de realizar bien la tarea con el or-
que utilizaban Tecnologías de la Información y Comuni- denador y en nuestro caso, aprovechar la formación, el
cación (TIC) en su trabajo (Salanova et al., 2002), se hecho de enfrentarse con aquello que teme (la tecnolo-
encontró un efecto de interacción de tres vías entre de- gía) hace incrementar los niveles de malestar, entendido
mandas y control en el uso de TIC y autoeficacia con la aquí como aumento del burnout en el uso de la tecno-
tecnología. Esto es, la autoeficacia específica amortiguó logía.
162 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

10.4
Eficacia colectiva percibida
Otro desarrollo reciente en la investigación sobre la cacia, la eficacia colectiva percibida puede potenciar el
autoeficacia ha sido el estudio de su carácter colectivo. bienestar colectivo del grupo, las consecuencias organi-
Así la teoría social cognitiva ha extendido la concepción zacionales, como el compromiso organizacional y el de-
de agencia humana a la agencia colectiva. La eficacia sempeño (Jex & Bliese, 1999; Schaubroeck et al., 2000).
colectiva percibida se define como la creencia grupal En este sentido, un experimento longitudinal realiza-
compartida sobre las competencias conjuntas para orga- do por el grupo WONT (Salanova et al., 2003) en una
nizar y ejecutar los cursos de acción requeridos para muestra de 28 grupos (18 de los cuales utilizaron chat-
producir niveles dados de resultados (Bandura, 1997). Internet en su interacción mientras, que los otros diez,
Tal y como Bandura (1999) ha señalado, el desem- que actuaban como grupos control, trabajaron cara a ca-
peño de un grupo es el producto de las dinámicas coor- ra), se mostró claramente este efecto amortiguador de la
dinadas e interactivas de sus miembros. Así pues, la efi- eficacia colectiva percibida en la relación entre deman-
cacia colectiva percibida no es la mera suma de las das laborales (presión temporal por realizar la tarea y
creencias de eficacia individuales, sino más bien es una uso de nueva tecnología) y tecnoestrés (p. j., ansiedad
propiedad emergente del grupo. Pero aunque la eficacia colectiva). Los grupos que trabajaban bajo presión tem-
colectiva percibida y la autoeficacia difieren en el nivel poral y con bajos niveles de eficacia colectiva mostraron
de agencia, ambos tipos de creencias tienen funciones un incremento de la ansiedad colectiva. Además, el de-
similares y operan a través de los mismos procesos psi- sempeño colectivo fue peor en los grupos que utilizaron
cosociales (Bandura, 2001). el chat-Internet, que trabajaban además bajo presión
Por ejemplo, la investigación ha puesto de manifies- temporal y con bajos niveles de eficacia colectiva perci-
to que cuando las personas tienen niveles más altos de bida, que en el resto de los grupos.
eficacia colectiva percibida, la ejecución del grupo es En otro experimento realizado con un diseño similar
mayor (Bandura, 1997; Gibson, 1995; Hodges y Carron, se mostró que el nivel de eficacia colectiva del grupo,
1992; Sampson, Raudenbush y Earls, 1997). Además, viene determinado por una doble vía. En primer lugar,
igual que ocurre con los niveles individuales de autoefi- por el nivel de eficacia personal de cada uno de los
cacia, la eficacia colectiva percibida a nivel de grupo miembros del grupo y además, a través del engagement
actúa como un amortiguador del estrés al funcionar co- colectivo, lo que pone de manifiesto el rol del bienestar
mo un recurso para afrontar nuevas demandas. También como antecedente de la eficacia colectiva. El efecto de
la eficacia colectiva percibida puede actuar como amor- los recursos sobre la eficacia colectiva pasa por que las
tiguador al proveer a las personas del grupo con los me- personas del grupo se sientan eficaces y competentes
dios necesarios para reducir las demandas laborales, co- para hacer uso de esos recursos y además, experimen-
mo por ejemplo, la sobrecarga cuantitativa (Jex y Bliese, ten un elevado nivel de engagement grupal (Martínez et
1999). Por último, similar también al caso de la autoefi- al., 2004).

10.5
Fuentes de autoeficacia
Pero la autoeficacia no se construye de la nada, sino que fuentes de autoeficacia y de eficacia colectiva son cuatro:
se basa en los juicios sobre las propias competencias. logros en el desempeño y experiencias de éxito, informa-
Según la Teoría Cognitiva Social (TCS), las principales ción vicaria, persuasión social y estados emocionales.
Capítulo 10. AUTOEFICACIA EN EL TRABAJO Y EN LAS ORGANIZACIONES... 163
observación de los fracasos en determinados modelos
10.5.1. Logros en el desempeño puede tener efectos positivos en el nivel de autoeficacia
(proporcionando del observador. Cuando observa un fracaso y las estrate-
experiencias de éxito) gias que han llevado al modelo a esta ejecución errónea,
el observador puede reflexionar hasta encontrar las es-
Las ejecuciones constituyen la mayor fuente de informa- trategias o alternativas para evitarlo. El nivel de autoefi-
ción sobre la eficacia personal. El éxito repetido en de- cacia del observador aumentará si, una vez conocida la
terminadas tareas aumenta las autoevaluaciones positi- estrategia errónea, es capaz de encontrar una alternativa
vas, mientras que los fracasos repetidos las disminuyen. válida.
Sin embargo, la capacidad de las experiencias nue-
vas para modificar la autoeficacia depende de la natura-
leza y firmeza de las creencias preexistentes. Cuando el 10.5.3. La persuasión verbal
trabajador está seguro de sí mismo tiende a considerar (reforzado socialmente
los fracasos en sus tareas como efecto de factores exter-
nos, como, por ejemplo, la falta de planificación de la por otros)
dirección. Ahora bien, los fracasos que se superan a ba-
se de esfuerzo suelen generar creencias de eficacia fir- El refuerzo social, las críticas positivas, los halagos y
mes, ya que la superación de obstáculos genera control palabras de ánimo son la tercera fuente de autoeficacia.
y dominio de dichos obstáculos. Una vez alcanzada una En ocasiones la persuasión verbal logra que el trabaja-
creencia firme de autoeficacia, no es probable que los dor realice con éxito tareas que no se hubiera atrevido a
fracasos ocasionales la afecten. Además, una vez esta- afrontar. Nada de esto sucede cuando los resultados y la
blecida, la autoeficacia firme tiende a generalizarse a experiencia personal no coinciden con las opiniones
otras situaciones, principalmente a aquellas que se pare- ajenas.
cen a las situaciones en que se ha conseguido aumentar El efecto de la persuasión verbal en el nivel de
la autoeficacia. autoeficacia ha de considerarse en función de quien es
el persuasor, de su credibilidad y de su grado de conoci-
miento de la actividad de que se trata. Las evaluaciones
10.5.2. Información vicaria persuasoras de eficacia suelen ser más creíbles cuando
se hallan ligeramente por encima de las posibilidades
(observación de los logros del trabajador, ya que expectativas muy elevadas pueden
o fracasos de los demás) llevar al fracaso, lo que daría lugar a la pérdida de con-
fianza en la persona que las emite. Hay que añadir, sin
Cuando se ve a otros empleados ejecutar exitosamente embargo, que un elevado nivel de autoeficacia generado
ciertas actividades, uno mismo puede llegar a creer que mediante persuasión disminuye rápidamente cuando se
posee las capacidades suficientes para comportarse con desconfirma mediante los repetidos fracasos.
igual éxito. Esta fuente de autoeficacia adquiere particu-
lar relevancia en los casos en los cuales los empleados
no tienen un gran conocimiento de sus propias capacida-
des o tienen poca experiencia en la tarea a realizar. El 10.5.4. Estados fisiológicos
verdadero efecto de la información vicaria radica en el o activación emocional
hecho de que el observador se identifique con el modelo (sentirse bien)
vicario. En la medida en que el observador considere
que posee atributos similares a los del modelo, podrá Al juzgar sus capacidades, las personas también respon-
sentirse capaz de afrontar las mismas tareas. den parcialmente a la información proporcionada por
En aquellos casos en los que varias personas se ex- sus estados emocionales. Ante una tarea, las muestras de
ponen como modelo, aumenta la capacidad de influir. debilidad (nerviosismo, sudoración y otras por el estilo)
También es más eficaz cuando el modelo obtiene éxito se interpretan por el mismo trabajador como falta de ca-
después de esforzarse y poner en marcha ciertas estrate- pacidad, mientras que las muestras positivas como la
gias que cuando se observa el resultado en función de tranquilidad, el buen ánimo, la alegría, se interpretan co-
una destreza personal, ya que el observador aprende me- mo signos de dominio y control. Sin embargo, el efecto
diante la observación del proceso. Al mismo tiempo, la de la información emocional sobre la autoeficacia de-
164 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

pende, en parte, de la interpretación que la persona rea- diente académico en el pasado) tiene un efecto positivo
liza. Por ejemplo, la excitación y el nerviosismo ante el en la autoeficacia actual, que a su vez influye en el éxito
manejo de una nueva herramienta puede ser interpretada futuro (notas un año más tarde) pero mediado por el ni-
por el trabajador como algo normal, algo que sucede a vel de bienestar (especialmente los niveles de engage-
todas las personas ante situaciones novedosas, lo cual no ment con los estudios). Un resultado importante de este
tendría efectos negativos. Muy diferente sería si esta ex- estudio es que la autoeficacia en un momento determi-
citación se interpreta como falta de capacidad para el nado no influye directamente sobre el desempeño futuro,
uso de esta herramienta. sino que depende de los niveles de bienestar psicosocial,
Cabe señalar que la información que proporcionan de cómo de engaged se sienten los estudiantes en este
las fuentes de autoeficacia anteriormente citadas no caso.
afecta directamente a las creencias de eficacia, sino que Respecto a los estados emocionales como fuente de
hay un procesamiento cognitivo que selecciona, valora e autoeficacia, uno de los estados emocionales considera-
integra esa información (Figura 10.1). do en nuestros estudios ha sido el flow (es decir, el fluir,
las experiencias extremadamente disfrutadas). Así por
ejemplo, el estudio del flow en una muestra de profeso-
res de secundaria en dos momentos temporales (medido
a principio y al final del curso académico) revela la
existencia de relaciones recíprocas entre los recursos la-
borales de los profesores y sus niveles de flow y autoefi-
cacia, produciéndose una espiral positiva. Esto es, la
percepción de recursos organizacionales y recursos per-
sonales (es decir, autoeficacia) en T1 incrementaría los
niveles de flow en T2, pero a su vez, los niveles de flow
en T1 también incrementan los recursos laborales y la
FIGURA 10.1. Fuentes de autoeficacia y procesamiento
autoeficacia en T2 (Salanova, Bakker y Llorens, 2006).
cognitivo. Resultados similares encontramos en un estudio de
laboratorio también longitudinal (dos momentos tempo-
En el equipo WONT se han estudiado principal- rales) con 110 participantes, donde el engagement en la
mente dos fuentes de autoeficacia: el logro de ejecucio- actividad realizada en el grupo en T1 influyó positiva-
nes y los estados emocionales. En nuestros estudios he- mente en los niveles de autoeficacia en T2, y viceversa,
mos puesto de manifiesto el modelo espiral positivo y ya que esa relación fue recíproca (Llorens et al., 2007).
negativo de la autoeficacia en muestras de 353 estudian- Lo mismo se encontró en una muestra de profesores y
tes universitarios españoles y belgas (Salanova, Bresó y estudiantes universitarios, donde se puso de manifiesto
Schaufeli, 2005). Además con una muestra más amplia que el bienestar (burnout y engagement) actúa como
de estudiantes españoles (N % 527) encontramos un mo- mediador entre los obstáculos y facilitadores y la autoe-
delo explicativo de relaciones estructurales donde el éxi- ficacia, lo que revela el rol antecedente del bienestar
to pasado (entendido como notas objetivas del expe- (Salanova, Cifre, Grau, Llorens y Martínez, 2005).

10.6
Espirales de autoeficacia, bienestar y desempeño
En apartados anteriores hemos visto que las creencias de De este modo, y basado en modelos previos, como
eficacia (autoeficacia y eficacia colectiva percibida) el de demandas/control (Karasek, 1979), y posteriores
han probado ser una variable relevante en la teoría y la revisiones (Karasek y Theorell, 1990), como el Modelo
investigación sobre el estrés y la salud ocupacional, en de Demandas y Recursos laborales (Demerouti, Bakker,
el marco de la psicología del trabajo y de las organiza- Nachreiner y Schaufeli, 2001) y el Modelo Dual (Schau-
ciones. feli y Bakker, 2004), el equipo WONT ha desarrollado
Capítulo 10. AUTOEFICACIA EN EL TRABAJO Y EN LAS ORGANIZACIONES... 165
el llamado Modelo Espiral Dual de la salud ocupacional resultados negativos (Lepine, Podsakoff y Lepine,
(se puede obtener información más detallada en Salano- 2005). En este sentido, las demandas reto son aquellas
va et al., 2006; Salanova et al., 2007), en el que hemos relacionadas con la consecución de objetivos (p. e.,
ampliado estos modelos previos incluyendo los recursos presión temporal, sobrecarga cuantitativa o sobrecarga
personales, especialmente las creencias de eficacia, así mental), y se relacionan con la motivación laboral. Por
como la diferenciación entre demandas reto y demandas otro lado, las demandas amenaza tienen relación negati-
amenaza. va con el bienestar (p. e., malas relaciones interpersona-
les, falta de apoyo social, falta de participación y simi-
Brevemente, vale la pena señalar que este modelo
lares).
está basado en la TCS, la cual, como hemos visto ante-
riormente, otorga especial relevancia a las creencias de En este sentido, Cavanaugh, Boswell, Roehling y
eficacia en el desarrollo del estrés laboral y en la expe- Boudreau (2000) ya mostraron que las demandas reto
riencia de consecuencias positivas. Con la inclusión de están positivamente relacionadas con la satisfacción en
las creencias de eficacia como variable predictora, cam- el trabajo. Además, en el metaanálisis realizado por Le-
bia el enfoque, puesto que en función de lo eficaces que pine et al., (2005) se expone que las demandas reto tie-
se sientan las personas, así percibirán las demandas y re- nen un efecto positivo sobre el desempeño, mientras que
cursos en su trabajo que tendrá un efecto sobre el bie- las demandas amenaza mostraron efectos contrarios.
nestar psicosocial y el desempeño.
La segunda hipótesis del modelo es que las deman-
das reto/amenaza y los recursos laborales se percibirán
de diferente manera en función de las creencias de efi-
10.6.1. El Modelo RED cacia. En función del ajuste o desajuste entre demandas
reto/amenaza y recursos laborales, se experimentarán
emociones/experiencias positivas, como el bienestar psi-
El Modelo RED (Recursos, Emociones/Experiencias y
cosocial (entendido, p. e., como satisfacción, emociones
Demandas) es el modelo operativo de este modelo teóri-
positivas, engagement, flow) y el desempeño en la orga-
co y se sustenta en el desarrollo reciente de estas inves-
nización, o negativas como malestar psicosocial (p. e.,
tigaciones (esquema del modelo RED en Figura 10.2).
insatisfacción, emociones negativas, burnout, tecnoes-
trés, adicción al trabajo) y un bajo desempeño en la or-
ganización.
Un nivel bajo de autoeficacia se asociará con la per-
cepción de mayores demandas amenaza y menores de-
mandas reto y recursos laborales (desajuste negativo), lo
que se traducirá en más malestar psicosocial y un bajo
desempeño. Por el contrario, altos niveles de autoefica-
cia se asociarán con menores demandas amenaza y
mayores demandas reto y recursos laborales, lo que se
traducirá en mayor nivel de bienestar psicosocial y
mayor desempeño. El ajuste equilibrado entre demandas
y recursos es la clave del bienestar psicosocial en el tra-
bajo, ya que también el ajuste positivo (percibir más re-
cursos que demandas) podría tener consecuencias nega-
tivas (aburrimiento, falta de motivación y reto en el
FIGURA 10.2. Modelo RED. trabajo, entre otros).
La tercera hipótesis del modelo se centra en el desa-
Tres son las hipótesis básicas del modelo. La prime- rrollo de espirales de autoeficacia en el tiempo. Para
ra viene a señalar que el bienestar psicosocial puede ex- ello, se considera que los procesos básicos implicados
plicarse en función de dos características fundamentales: en el estrés y en la experiencia de consecuencias positi-
demandas y recursos laborales. Ahora bien, es necesario vas en el trabajo son tres: proceso de pérdida de energía,
diferenciar dos tipos de demandas, esto es: demandas re- proceso de motivación y proceso autorregulativo, que
to y demandas amenaza, ya que investigaciones recien- dan lugar a las espirales descendentes, ascendentes y
tes indican que las demandas no siempre se asocian a autorreguladas de autoeficacia, respectivamente.
166 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

do de que el desempeño positivo y el bienestar psicoso-


10.6.2. Modelo RED en espirales cial influirán en el incremento de las creencias de efica-
cia en el tiempo, que a su vez tendrá efectos positivos
Aunque se conoce la relación positiva entre la autoefica-
en la percepción de demandas reto y recursos laborales,
cia y la salud ocupacional y el desempeño, poco se sabe
sobre el desarrollo de los diferentes tipos de espirales de en el bienestar y el desempeño posterior, y así sucesiva-
autoeficacia y sus consecuencias en el tiempo (Figura mente, generando espirales en el tiempo.
10.3). La investigación en este aspecto es bastante escasa,
Este modelo en espiral supone una ampliación y debido básicamente a las dificultades metodológicas y la
desarrollo en el tiempo del modelo anterior, en el senti- escasez de investigación longitudinal que considere al

FIGURA 10.3. Modelo RED en espirales.


Capítulo 10. AUTOEFICACIA EN EL TRABAJO Y EN LAS ORGANIZACIONES... 167
menos tres momentos temporales (Lindsley, Brass y El segundo proceso generará la «espiral ascendente de
Thomas, 1993). Estos autores plantearon a nivel teórico autoeficacia». En este caso el proceso ocurrirá total-
tres posibles espirales en el tiempo: descendentes, ascen- mente en sentido opuesto al anterior, generando
dentes y autorreguladas. mayores niveles de bienestar, desempeño y creencias
de eficacia en el futuro.
Con este modelo se esperan tres procesos:
El tercer proceso se trata de la «espiral autorregula-
El primero implica la «espiral descendente de la da». Según la TCS, «las personas deben de desarrollar
autoeficacia», en la que se asume que las personas destrezas para regular los determinantes motivaciona-
con bajos niveles de autoeficacia percibirán mayores les, afectivos y sociales de su intelectual, así como los
demandas ambientales (tipo amenaza) y menores re- aspectos cognitivos» (Bandura, 1999, p. 35). Existe
cursos, lo que generará malestar psicosocial, menor poca investigación sobre este tipo de espirales que se
desempeño y en el tiempo menores niveles de autoefi- van regulando en el tiempo basadas en el feedback y
cacia, comenzando la espiral descendente. los procesos autorreguladores de la conducta.

10.7
Autoeficacia y desempeño: el papel del contexto
de actividad
A medida que se ha progresado en el estudio de la cuando el empleado percibe que el éxito en su trabajo se
autoeficacia se ha intentado dar respuesta a una amplia debe en gran parte a su esfuerzo y ejecución.
variedad de situaciones en las que las creencias de efica-
cia están involucradas de alguna manera. Su relación Ahora bien, si esta relación es lineal o podría llegar
con el desempeño o performance ha sido una cuestión a un punto de inflexión en donde la espiral podría inver-
ampliamente investigada en el pasado encontrando una tirse y caer en una espiral hacia abajo o viciosa es una
relación positiva entre ambos (véase metaanálisis de cuestión que queda por investigar. Lindsley, Brass, y
Stajkovic y Luthans, 1998 para una revisión). Thomas (1995) ya señalaron que las espirales que se
autorregulan en sí mismas sobre la base del feedback (o
Ahora bien, actualmente existe debate, puesto que se retroalimentación) recibido por el desempeño y la posi-
está cuestionando si esta relación es siempre positiva o bilidad de interpretar los errores y los fallos como ele-
depende de situaciones y contextos (véase Bandura y mentos de aprendizaje son incluso más positivas que las
Locke, 2003 para una revisión). Esto es, los elevados ni- espirales «positivas» en sí mismas, ya que incluyen la
veles de autoeficacia, ¿están siempre relacionados posi- posibilidad de retrocesos y aprendizajes, y evitan el que
tivamente con un alto desempeño en la tarea? Por ejem- se produzca el «exceso de confianza». No obstante, se
plo, en el caso de las espirales, se podría esperar que a requiere más investigación en este punto.
medida que incrementa la autoeficacia, incrementa el
desempeño, pero, ¿hasta qué punto?, ¿las espirales posi- Además, la investigación reciente viene a señalar
tivas tendrían siempre consecuencias positivas? que los efectos de la autoeficacia en el desempeño pue-
den cambiar dependiendo del nivel de análisis y el tipo
La investigación, como hemos señalado anterior- de tarea o actividad (Vancouver, Thomson y Williams,
mente, viene a indicar una doble dirección entre autoefi- 2001; Vancouver, Thompson, Tischner y Putka, 2002;
cacia, bienestar y desempeño, ya que, además, tanto el Vancouver y Kendall, 2006; Yeo y Neal, 2006). Debido
bienestar como el desempeño podrían ser a su vez fuen- a ello, es importante que esta se conceptualice dentro de
te de autoeficacia en el futuro en un ciclo de espirales marcos multinivel, intra e intergrupales, y multiespecífi-
llamadas «espirales positivas», «espirales hacia arriba» o cos o en distintas actividades o contextos.
«espirales virtuosas». Los altos niveles de autoeficacia
hacen que las personas tengan éxito en su trabajo, y este Así, aunque tradicionalmente se ha encontrado esa
éxito incrementa a su vez los niveles de autoeficacia relación positiva y significativa entre autoeficacia y
168 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

desempeño (a más autoeficacia, mejor desempeño), re- tigación en otros contextos, como por ejemplo, en situa-
sultados recientes de la investigación ponen en entredi- ciones de riesgo para la persona (por ejemplo, en traba-
cho esta relación en algunos contextos específicos y de- jadores de la construcción) o en situaciones en que se
pendiendo del nivel de análisis. Vancouver et al. (2001, requieren respuestas creativas o innovadoras.
2006) encontraron una relación negativa y significativa Bandura (comunicación personal, Stanford, octubre
entre la autoeficacia y el desempeño posterior (en el ni- 2005) señala que se espera que la alta autoeficacia tenga
vel intrapersona). Esta relación la explican basándose consecuencias diferentes en actividades que implican al-
en la Teoría de la Asignación de Recursos (Kahneman, gún tipo de riesgo que en actividades creativas/innova-
1973; Kanfer y Ackerman, 1989), asumiendo que cuan- doras. En el primer caso, se espera que a mayor autoefi-
do una persona se enfrenta a una situación que evalúa cacia se produzcan más consecuencias negativas (menor
de forma positiva, invertirá pocos recursos, pudiendo performance, p. e., más probabilidad de riesgo real).
obtener un bajo desempeño en dicha tarea. Ahora bien, en caso de situaciones en que se exige crea-
En contextos de aprendizaje de tareas nuevas, por tividad/innovación, el alto nivel de autoeficacia predeci-
ejemplo, el alto nivel de autoeficacia en un principio ría positivamente el performance, p. e., soluciones más
puede hacer que la persona invierta pocos recursos (es- innovadora/creativas).
fuerzo en aprender lo nuevo) y con ello tenga un bajo Por ejemplo en el caso de situaciones de riesgo para
desempeño posterior. Además, estas relaciones se en- la seguridad, las últimas encuestas nacionales sobre con-
cuentran solo en el plano intrapersonal (cambios intra en diciones de trabajo del Instituto Nacional de Seguridad e
el tiempo) pero no entre personas (grupos con alta o ba- Higiene en el Trabajo, INSHT (III, IV y V encuesta) re-
ja autoeficacia sin considerar el tiempo). También Yeo y velan que la principal causa de accidentes laborales, se-
Neal (2006) hallaron relaciones similares entre autoefi- gún señalan los trabajadores, es el exceso de confianza
cacia y desempeño en tareas que implican aprendizaje, (p. e., pensar que a uno/a nunca le pasará nada). En un
señalando que las relaciones positivas entre la autoefica- estudio reciente sobre riesgos psicosociales en trabaja-
cia y el rendimiento se deben a un error de análisis del dores de construcción (Salanova, Gracia y Lorente, en
estudio. Es decir, los estudios se habían basado en estu- prensa) encontramos también esta relación positiva entre
dios transversales. De ahí, la necesidad de hacer estu- exceso de confianza y accidentabilidad laboral.
dios longitudinales con al menos tres momentos de reco- Estas últimas cuestiones son un verdadero reto para
gida de datos para clarificar estos resultados. la investigación futura en el ámbito aplicado de las
Aunque en contextos de aprendizaje parece que en creencias de eficacia. En años venideros esperemos que
las fases tempranas del aprendizaje la sobreconfianza es- la investigación psicosocial ya tenga respuestas para
tá relacionada con el bajo desempeño, no existe inves- muchas de estas apasionantes cuestiones.

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172 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

11.1
Introducción
La psicología ambiental no se consolidó como disciplina Precisamente, la participación interdisciplinar se
autónoma hasta la década de los 60, aunque es preciso considera generalmente uno de los rasgos definidores de
reconocer que existían precedentes dentro de la psicolo- la propia psicología ambiental (Holahan, 1982; Pros-
gía social por lo que se refiere a las relaciones entre los hansky, 1990).
estímulos del ambiente y las respuestas humanas. En es- Desde este enfoque, una posible definición de la psi-
te sentido, Pol (1988) se refiere a dos nacimientos de la cología ambiental sería la siguiente: «Una ciencia con-
psicología ambiental: el primero, anterior a la década de ductual multidisciplinar, de orientación básica y aplica-
los 60, y uno posterior, tras lo que se puede considerar da, cuyos focos principales son las interrelaciones
como un segundo nacimiento a partir de esta etapa. Este sistemáticas entre el ambiente físico y social y la expe-
interés por realizar un estudio más exhaustivo de la in- riencia y conducta humana» (Veitch y Arkkelin, 1995,
fluencia del ambiente surge a partir del cambio produci- p. 5). Se trata de un campo en constante evolución por
do con la masiva industrialización a partir de los años lo que cualquier definición debe tratar de recoger su na-
60 y el consiguiente deterioro de la calidad ambiental. turaleza dinámica y en constante desarrollo. A la vez pa-
Sin embargo, es en la década de los 70 cuando la psico- rece conveniente abordar el estudio de la complejidad
logía ambiental experimenta su expansión más especta- del ambiente desde diferentes niveles de análisis, lo que
cular tanto en el plano teórico como metodológico. hace necesaria la participación de diversas disciplinas.
Durante esa década se realizaban más estudios mi- Además del enfoque multidisciplinar necesario para
croambientales desde la psicología de la percepción y la enriquecer el estudio de la psicología ambiental, otro as-
operante. De esta forma, surge la necesidad de estudiar pecto importante recogido en diversas definiciones de la
el ambiente desde una perspectiva molar, es decir, de psicología ambiental se refiere a su objeto, que gira en
una perspectiva en la que se toman en consideración los torno a la búsqueda y el análisis de las relaciones entre
aspectos del ambiente que son directamente perceptibles las personas y los entornos físicos (Holahan, 1982; Gif-
por la persona, más allá de lo que se entiende por «mo- ford, 1987; Proshansky, 1990). Este aspecto supone con-
lecular», que vendría a ser lo que acontece en el plano templar las relaciones entre el ambiente y la persona
estimular (Ward y Russell, 1981). Así pues, el estudio como recíprocas. Los psicólogos ambientales están
de entornos a gran escala, tales como paisajes, resulta un interesados en los procesos psicológicos y conductuales
caso particularmente interesante en la investigación en por los que las personas responden a la complejidad
evaluación ambiental, dado que en ellos se reúne la má- del medio ambiente. Es decir, están centrados en enten-
xima cantidad de elementos, tanto perceptivos como sig- der las actitudes humanas hacia las experiencias dentro
del ambiente y las conductas hacia dicho ambiente. El
nificativos, que puede percibir una persona simultánea-
interés final será en todos los casos promover la mejora
mente.
de esas actitudes y las interrelaciones de las personas
Valera (1996) señala que es necesario contextualizar con el ambiente. Los investigadores en psicología am-
la psicología ambiental dentro de dos referentes discipli- biental se preocupan, por un lado, de resolver cuestio-
nares de carácter más general. Para comenzar, hay que nes prácticas, y por otro, de formular teorías integrado-
situarla dentro de las diversas áreas que configuran las ras y más definidas. La conjunción entre el terreno
ciencias sociales y, en especial, la psicología social apli- básico y aplicado debe ser constante, de manera que el
cada, ya que una parte importante de sus referentes teó- estudio de los procesos que afectan el comportamiento
ricos, epistemológicos y metodológicos provienen de la ambiental pueda ser aplicado para mejorar el medio am-
psicología social. En segundo lugar, considera aconseja- biente. Asimismo, esto permitirá elaborar una teoría más
ble ubicar la psicología ambiental dentro del conjunto precisa y explicativa sobre determinadas respuestas ha-
de disciplinas que se ocupan del estudio del entorno, cia el entorno.
bien sea natural o construido, lo que conforma un ámbi- Las personas, al interactuar con el ambiente, al mis-
to considerablemente extenso y complejo en cuanto a las mo tiempo que reciben la influencia de sus característi-
materias que lo integran. cas específicas que moldean su conducta, también pue-
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 173
den transformarlo. Ya Kurt Lewin, considerado como Altman (1987) señalan que la psicología ambiental se
uno de los precursores de la psicología ambiental, seña- refiere al «estudio de la conducta y bienestar humanos
ló que la conducta (B) es función de la persona (P) y el en relación con el entorno sociofísico» (Stokols y Alt-
ambiente (E), es decir que B % f (P, E). En esta fórmula, man, 1987, p. 1).
tanto la persona como el ambiente son variables inter- Finalmente, y como síntesis de lo expuesto hasta
cambiables. Partiendo de esta concepción, Holahan
ahora, se hará referencia a la definición propuesta por
(1982) define la psicología ambiental como un área de
Valera (1996), autor para el que la psicología ambiental
la psicología cuyo foco de investigación es la interrela-
es «la disciplina que tiene por objeto el estudio y la
ción entre el ambiente físico y la experiencia humana,
comprensión de los procesos psicosociales derivados de
concediendo gran importancia a este aspecto de inter-
las relaciones, interacciones y transacciones entre las
relación. Gifford (1987) también la consideró como una
ciencia básica y aplicada cuyos objetivos consisten en personas, grupos sociales o comunidades, y sus entornos
comprender cómo y por qué los individuos interactúan sociofísicos» (Valera, 1996, p. 4). Sugiere igualmente
con el conjunto de escenarios físicos que los rodean, y que la psicología ambiental, como disciplina científica,
también en resolver los problemas que existen cuando comparte con otras disciplinas un campo de estudio co-
los individuos degradan el ambiente y los ambientes de- mún configurado por el conjunto de fenómenos que im-
gradan a los individuos. En esta misma línea, Stokols y plican directamente a las personas con sus entornos.

11.2
Ámbitos de aplicación de la psicología ambiental
La psicología ambiental se ha caracterizado desde sus diales: la cuestión ecológica y la generalización de los
inicios por adoptar un enfoque aplicado, orientado al es- procesos migratorios sur-norte provocada por los dese-
tudio y la solución de aspectos concretos. No ha perma- quilibrios ecológicos, económicos, tecnológicos y demo-
necido, por tanto, ajena a las nuevas cuestiones relacio- gráficos. Valera (1996), por una parte, y Pol (1996), por
nadas con el ambiente surgidas desde la década de los otra, señalan los ámbitos de aplicación de la psicolo-
60. A los dos nacimientos ya mencionados de la psico- gía ambiental. Para el primero estos ámbitos se corres-
logía ambiental, añade Pol (1993) una tercera etapa que ponden con cinco grandes tópicos de carácter socio-am-
se inicia a mediados de los años 80 y que tiene como biental presentes en nuestros días (Cuadro 11.1).
parámetros de desarrollo las nuevas coordenadas mun-

Cuadro 11.1. Ámbitos de aplicación de la psicología ambiental


Según Valera* Según Pol**
La contaminación del entorno y los cambios en el ecosis- Planificación urbana, gestión y calidad de vida.
tema global. Vía pública y transporte.
La proliferación de la violencia tanto en el ámbito regional Marketing, promoción y educación ambiental.
como en el internacional.
Ecología del lugar de trabajo.
El impacto generalizado de las tecnologías de la informa-
ción sobre el trabajo y la vida familiar. Auditorías ambientales.
La intensificación de los costes en la distribución de los Evaluación del impacto ambiental.
cuidados sanitarios y la creciente importancia de la pre-
vención de enfermedades y de la promoción de la salud.
Los procesos de envejecimiento de las sociedades de
numerosos países en el mundo.
* Valera (1996).
** Pol (1996).
174 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Estos ámbitos de aplicación se han concretado en Como ya se señaló, en el interior del individuo, por
unas áreas de investigación respecto a las cuales se ha así decir, se da una actividad cognitiva cuyo resultado es
obtenido un desarrollo destacado en nuestro país. un ambiente simbolizado a partir de un ambiente real
(Rodríguez-Sanabria, 1986). Es esta representación sim-
El presente capítulo realiza una revisión de los as-
bólica del ambiente lo que va a dar lugar a dos aspectos
pectos relacionados con la forma en que las personas ac-
diferentes: lo perceptual cognitivo y lo afectivo.
ceden al conocimiento ambiental, que abarca la percep-
ción ambiental, la cognición ambiental, el estudio de
mapas cognitivos, la representación de entornos sociofí-
sicos y el análisis del significado ambiental y de los as- 11.2.2. Perceptual cognitivo
pectos emocionales y afectivos del entorno. En un se-
gundo bloque se analizan las cuestiones relacionadas La investigación sobre el aspecto perceptual cognitivo
con la evaluación del ambiente, como son la sostenibili- ha girado en torno a cuestiones referidas a la impresión
dad ambiental y las actitudes ambientales. de las características físicas de los ambientes. Desde la
percepción ambiental se puede hablar de dos ámbitos de
estudio: la percepción urbana y los mapas cognitivos.
11.2.1. Percepción ambiental
La percepción ambiental se ha definido como el estudio 11.2.2.1. La percepción urbana:
de los escenarios a gran escala, entendidos estos como el estudio de las ciudades
entidades globales (García-Mira, 1997). Es probable que
dentro de una ciudad prestemos más atención a unos as- La ciudad, en su conjunto, supone un gran campo para
pectos que a otros, por ejemplo al ruido que producen el análisis de las experiencias sociales y la elaboración
unas obras o a un cambio en la estructura urbanística. de propuestas de transformación social. Como señalan
En los años 70 los autores consideraron la necesidad de Corraliza y Aragonés (1993), el «hecho urbano» consti-
medir las percepciones que la gente tenía de la realidad tuye uno de los más desafiantes retos de y para la orga-
ambiental (Marans y Ahrentzen, 1987). La percepción nización social en este momento. Uno de los motivos es
ambiental viene conformada tanto por factores objetivos que las variaciones a las que se ve sometida la estructu-
(formas arquitectónicas, barrios, población) como por ra urbana están relacionadas con cambios en el modo de
factores individuales (aspectos de la personalidad o vida y la experiencia social. Es decir, en cierta manera
afectivos). Es decir, si bien el componente objetivo esta- nuestro estilo de vida puede venir condicionado y con-
ría constituido por las características físicas del entorno formado por la propia estructura urbanística en la que
que inciden en el significado a él atribuido, el segundo vivimos.
englobaría la representación interna que los sujetos ha-
cen del entorno en función de las características que les En el Cuadro 11.2 se presentan varios rasgos y ca-
atribuye el sujeto. racterísticas que describen la experiencia urbana.

Respecto a estos componentes, hay autores (Ward y Otra cuestión que señalan Corraliza y Aragonés
Russell, 1981) que señalan que ambos aspectos están ín- (1993) como relevante para el estudio de las ciudades es
timamente relacionados, por lo que resulta difícil pres- el concepto de calidad de vida. Precisamente, se puede
cindir de alguno de ellos. Dicho de otra manera, la per- decir que en la actualidad se está intentando dar priori-
cepción de las características del medio es inseparable dad al diseño y la planificación de espacios que permi-
de la evaluación afectiva, estética, normativa, incluso tan mantener a los ciudadanos una mejor calidad de vi-
social, del complejo conjunto de estímulos que compo- da. A este fin se orienta la proliferación del desarrollo
nen el entorno. Aunque cabe asumir la existencia de un de jardines y parques, y se abren espacios verdes próxi-
margen de acuerdo sobre lo que se percibe de una reali- mos o dentro de los entornos urbanos.
dad física, las dimensiones y las condiciones bajo las Desde la psicología ambiental, si bien no se puede
que se elabora la percepción subjetiva varían. Esto hace definir cómo deben ser las ciudades, sí se puede identifi-
necesario tener en cuenta no solo la evidencia objetiva car aquellos elementos de la trama urbana que tienen
ligada a las características propias del marco físico, sino efecto sobre el individuo y sobre la vida social. Además,
la percepción subjetiva que conforma la experiencia de desde una perspectiva psicosocial el objetivo es tener en
una persona en dicho marco. cuenta las necesidades de los individuos en el entorno
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 175
Cuadro 11.2. Algunos rasgos y características de la experiencia humana*
La densidad de espacios agregados. La falta de identidad visual, que dificulta, entre otras co-
La densidad de usos y tareas. sas, el establecimiento de efectivas relaciones de apro-
piación.
La heterogeneidad de usos y pobladores urbanos.
La ciudad se ha convertido en el mundo de lo extraño, y
La colonización de la ciudad, con la consiguiente dismi- ello dificulta la posibilidad de establecer y estructurar re-
nución del sentimiento de control sobre el espacio urbano. des sociales de apoyo.
La sobrecarga informativa que satura el sistema atencio- La ciudad permite a las personas planear y disponer de
nal del individuo, que provoca cargas de tensión percepti- un universo de relaciones interpersonales más amplio
va y describe la experiencia urbana como una experien- pero de menor intensidad (de hecho, se dispone de más
cia alienante. relaciones pero de menos tiempo para cada una de
Pérdida de referencias simbólicas y de identidad. ellas).

urbano, a fin de mejorar el diseño y la planificación. entre personas. Cuando los espacios no son conside-
Corraliza y Aragonés (1993) recogen, a partir de la lite- rados aptos para el uso social y cotidiano, señala es-
ratura, algunas de las necesidades básicas que merecen te autor, terminan convirtiéndose en espacios infrau-
ser tenidas en cuenta en el diseño y planificación de las tilizados y con un uso totalmente diferente para el
ciudades, como son: que fueron diseñados.

1. La necesidad de control del contacto y la interac-


ción social, en el sentido de promover espacios resi-
denciales en manzanas abiertas, que permita aumen- 11.2.2.2. Los mapas cognitivos
tar la posibilidad de contactos sociales entre los
vecinos con relativa facilidad. Aunque el «concepto de mapa cognitivo» proviene de
Tolman (1948), fue Lynch (1960) el autor que aplicó di-
2. La necesidad de control de los acontecimientos de cho constructo al ambiente urbano. Aragonés (1998) se-
los escenarios que está en estrecha relación con el ñala que el estudio de los mapas cognitivos es uno de
tamaño de los espacios urbanos. Wicker (1979) los temas que se ha tratado de manera más sistemática
muestra la importancia de la escala de los edificios en psicología ambiental, por lo que aquí se le prestará
y espacios abiertos y la conveniencia de adecuar el una atención especial. Entre otras funciones, su impor-
tamaño a los usos cotidianos, de manera que los su- tancia está relacionada con factores como los intentos de
jetos tengan posibilidades de interactuar con el me- evitar perderse y la ansiedad producida por la desorien-
dio construido, sin quedar sobrecogidos por él. tación, la toma de decisiones acertadas y la realización
de desplazamientos rápidos (Aragonés, 1991).
3. La necesidad de seguridad y responsabilidad en el
mantenimiento. Se refiere a la necesidad de seguri- Cualquier espacio físico en el que nos desenvolve-
dad en un escenario y de responsabilidad en su man- mos puede dar lugar a un mapa cognitivo. Aragonés
tenimiento. Las investigaciones realizadas muestran (1991) señala que los mapas cognitivos pueden surgir de
la importancia del diseño y la ordenación en la géne- cualquier espacio físico en el que se desenvuelve el ser
sis de actitudes y comportamientos positivos para el humano. Aunque los más estudiados son los que tienen
mantenimiento, cuidado y control de los espacios que ver con la ciudad, existen otros muchos espacios fí-
semipúblicos (Fernández, 1995). sicos que pueden dar pie a la producción de mapas cog-
nitivos: casa, alrededores de la casa (home area), espa-
4. La necesidad de actividades sociales variadas. Un cio estatal y globo terrestre.
espacio urbano es un escenario social con oportuni-
dades para la acción. En un trabajo anterior (Corra- Neisser (1981) señala que el mapa cognitivo es fun-
liza, 1991) llamaba la atención sobre el problema de ción de la información que recibe el individuo, de su
la infrautilización de modernos espacios urbanos ambiente y de la acción que desarrolla en él. Asimismo,
(plazas «duras» o jardines). Se trataría, por tanto, de según Aragonés (1998), se le pueden atribuir ciertas pro-
construir espacios que permitan al ciudadano desa- piedades que aclaran la naturaleza de este término (Cua-
rrollar una vida social, como juegos o encuentros dro 11.3).
176 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 11.3. Propiedades del mapa cognitivo


1. Se trata de un término abstracto en el sentido de que es 5. Las tres dimensiones de información que contiene son:
inobservable. Del mapa cognitivo se conoce su función, tamaño, distancia y dirección.
pero no su naturaleza.
6. Tiene cuatro funciones:
2. Se forma dependiendo de cómo sean los procedimientos
de selección, codificación y evaluación de la información. Organizar la experiencia social y cognitiva.
Influir en la organización del espacio.
3. Se encuentra en cambio permanente mientras su po- Ser dispositivo para generar decisiones acerca de ac-
seedor está en interacción con el ambiente. ciones y planificación de secuencias de acción.
4. Es resistente al olvido, aunque puede sufrir el desgaste Conocer dominios no espaciales de experiencia del
del tiempo si el individuo no interactúa con el ambiente. ambiente.

En cuanto a su formación y desarrollo, Aragonés por calles y nodos, y espacial, constituido por mojones y
(1991) apunta que no existe un marco teórico claro so- barrios. La elaboración y producción de los mapas cog-
bre este constructo, a pesar de la gran cantidad de inves- nitivos puede verse influida por una serie de variables,
tigaciones empíricas realizadas. Esto dificulta el desa- como son la edad, el sexo, el lugar de vivienda y traba-
rrollo de una teoría clara que permita construir hipótesis jo, la familiaridad, el nivel socioeconómico, el nivel de
a priori sobre su formación y las variables relevantes. educación, el trabajo, el modo de viajar y el haber usado
Además el mapa cognitivo está sujeto a cambios perma- mapas y guías. Además de las variables personales, hay
nentes, desde que se empiezan a integrar las diversas otros factores del ambiente físico que afectan a los ma-
manifestaciones del ambiente hasta quedar finalmente pas mentales, como son la estructura de la ciudad, la le-
configurado. De ahí la notable atención que ha recibido gibilidad de los mojones y la «historicidad» de una de-
desde los años 70 la cognición infantil y su posterior terminada zona o elemento.
evolución. Wohlwill y Heft (1987) señalan dos puntos
que han servido de punto de partida para este tema de
conocimiento: la teoría piagetiana y la Teoría Ecológica
de Gibson (1979). Las investigaciones basadas en la teo- 11.2.2.3. Métodos en el estudio
ría de Piaget comprueban la existencia de pasos sucesi- de los mapas cognitivos
vos en el proceso de adquisición del mapa cognitivo y
establecen el orden de utilización de las categorías de Un aspecto importante y controvertido sobre los ma-
Lynch en la percepción urbana: mojón, senda y barrio. pas cognitivos son las técnicas y métodos de investiga-
Hart y Moore (1973), distinguen tres estadios en el co- ción para su estudio. Como apuntan Hernández y Carrei-
nocimiento espacial que los niños hacen de los ambien- ras (1991), los problemas metodológicos en torno a los
tes (Cuadro 11.4). mapas han sido y continúan siendo objeto de discusión,
Los dibujos de los mapas también pueden ser clasifi- dadas las numerosas críticas a que se ven sometidos. Por
cados según dos estilos cognitivos: secuencial, formado tanto, el cuerpo de investigación sobre esas representa-

Cuadro 11.4. Estructuras de conocimientos de los mapas cognitivos (Hart y Moore, 1973)
EGOCÉNTRICO O INDIFERENCIADO
El dibujo del mapa está ligado a la experiencia concreta de la ciudad, y la persona no se distancia del dibujo.

DIFERENCIADO Y PARCIALMENTE COORDINADO


En este nivel aparece la organización de uno o varios grupos de elementos urbanos; resulta aún difícil su relación, lo que
lleva al sujeto a cometer errores al intentar unir los conjuntos dibujados.

ABSTRACTA Y JERÁRQUICAMENTE COORDINADO


Supone la capacidad de distanciarse de la experiencia cotidiana. El sujeto ya es capaz de unir los elementos dibujados;
resulta en un sistema coordinado.
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 177
ciones mentales tiene frente a sí aún el reto de encontrar lle como indicio para el recuerdo (manipulación). Otra
métodos rigurosos para hacer externas estas imágenes cuestión se refiere a la dificultad de distinguir entre un
internas. No obstante, desde la psicología ambiental se mapa con relaciones euclidianas imprecisas o un mapa
han propuesto diversos métodos para hacer posible ese cognitivo funcional, solo con relaciones topológicas.
conocimiento. A continuación expondremos dichas téc-
nicas, haciéndonos eco de las críticas y las deficiencias RECONOCIMIENTO DE FOTOGRAFÍAS. Incluye además
metodológicas que pueden aparecen en su uso. su ordenación y clasificación. Se presentan estímulos al
sujeto para su reconocimiento y evaluación. Hernández
DIBUJO DE UN MAPA. Mediante esta técnica se pide a y Carreiras (1991) concluyen que este procedimiento
un sujeto que dibuje la imagen que tiene, por ejemplo, proporciona escasa información sobre la localización de
de una ciudad. Se obtiene de esta forma una muestra lugares, algo básico para que el mapa cognitivo sea efi-
gráfica de la representación mental que tiene esa perso- ciente. Otro aspecto a considerar es la selección de foto-
na de un entorno físico. Se trata de un método que ofre- grafías que se presenten. Si se presentan elementos su-
ce mucha información sobre la imagen que se tiene del perpuestos, el sujeto puede clasificar las secuencias por
entorno. Su limitación fundamental es que depende de lógica interna y no por el recuerdo de la ruta.
varios factores, como el nivel cultural, las destrezas del
individuo con el dibujo y la familiaridad con los mapas ESTIMACIÓN DE DISTANCIAS Y DIRECCIONES. Consiste
cartográficos (Hernández y Carreiras, 1991). También en pedir a los sujetos que estimen sus distancias entre
hay que tener en cuenta el orden en que se dibujan los dos puntos con el fin de observar en qué medida se
lugares, puesto que los que se representan al final sufren aprecian errores respecto a la realidad. Hernández y Ca-
el efecto acumulativo de las distorsiones aparecidas rreiras (1991) recogen dos métodos que siguen este pro-
cuando se dibujaron los primeros. Finalmente, su análi- cedimiento.
sis y evaluación puede estar sujeto también a la subjeti- Método de triangulación mental: consiste en estimar
vidad, y es preciso atender a las limitaciones derivadas el emplazamiento de una serie de lugares desde tres
de la escala utilizada. posiciones diferentes. La localización subjetiva viene
dada por el punto medio del triángulo formado por la
LISTA DE LUGARES. Se pide a los sujetos una lista de-
intersección de las tres estimaciones.
tallada de los lugares que recuerdan de un determinado
espacio. Con esta técnica no hay información sobre la Convergencia proyectiva: añade al anterior la estima-
configuración que se tiene del espacio físico, pero se ción de distancias para garantizar la obtención de un
realiza más rápidamente y permite un mejor estudio de mayor número de triángulos. Esta técnica exige esti-
los resultados mar tanto la distancia como el ángulo, con lo que se
obtienen mayor número de medidas. Además, al infe-
MAQUETA. Es una técnica similar a la anterior pero
rir la posición de un lugar a partir de un punto medio
aplicada a niños, puesto que aún no han llegado a un ni-
del triángulo se puede obtener una suma de errores,
vel de desarrollo espacial abstracto. Consiste en propor-
con lo que se obtiene más información que con la me-
cionarles todo tipo de utensilios: pinturas, bloques de
ra estimación de distancias.
madera de distintos tamaños y otros elementos para faci-
litar la representación del lugar. En este caso se trata de El problema que plantea la estimación de distancias y
ordenar los objetos en la superficie de forma que se lo- direcciones tiene que ver con la complejidad de los resul-
gre reproducir la disposición del ambiente estudiado. Es- tados obtenidos. El motivo es que se han utilizado dife-
te procedimiento permite atenuar algunas de las defi- rentes versiones de este método, por lo que la estimación
ciencias planteadas por el método del dibujo, pero de la distancia no es independiente de la metodología
también está sujeto a limitaciones. El problema de la empleada. A la hora de evaluar la utilidad de la estima-
transformación de la escala persiste, y cuando el espacio ción de distancias y direcciones no se pueden pasar por
a reproducir es de pequeña escala la validez ecológica alto los procedimientos para el análisis de datos.
es menor.
Escalamiento multidimensional: es uno de los más uti-
Hernández y Carreiras (1991) indican que, tanto en lizados. Es también aplicable al dibujo y las maque-
la técnica del dibujo como en las maquetas, se confun- tas, y permite averiguar en qué medida se perciben y
den el contenido con la manipulación del mapa cogniti- distorsionan determinadas estructuras urbanas. Facilita
vo. Cuando un individuo dibuja un mapa o coloca obje- la obtención de una configuración espacial global a
tos en una maqueta, es difícil saber si posee un mapa partir de los juicios subjetivos que puede contrastarse
secuencial (formado por calles y nodos) o utiliza una ca- con los mapas reales.
178 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Información de los errores o distorsiones de los jui- fiere a aquellas rutas por las que las personas se des-
cios de los sujetos: esta alternativa se obtiene recaban- plazan.
do de los sujetos intervalos de confianza acerca de sus Bordes: son límites entre dos fases o rupturas de con-
estimaciones, analizando las desviaciones típicas de tinuidad. Ejemplo de bordes son las playas, cruces de
los errores constantes o por medio de coeficientes de ferrocarril y muros.
correlación y regresión de los valores estimados sobre
Barrios: son áreas de tamaño variable que se pueden
los reales.
identificar y poseen cierto carácter.
Análisis de cada componente del error global: permite Nodos: se trata de un punto estratégico y constituyen
evaluar con más precisión el conocimiento que poseen focos de los que parte o a los que se encamina. Ejem-
los sujetos de cada emplazamiento de cada lugar por plos de nodos son confluencias, cruces de calles o un
separado, de grupos de lugares con características co- momento de paso de una estructura a otra.
munes y detectar cambios de precisión a lo largo de
diferentes etapas del conocimiento espacial. Mojones: son otro punto estratégico de referencia, que
se definen con sencillez y fácilmente visible. Edifi-
cios, tiendas y monumentos pueden servir de guía al
individuo para orientarse y elaborar su mapa mental.
11.2.2.4. Mapas cognitivos
y entorno urbano En la siguiente figura se recoge un ejemplo de un
mapa cognitivo del centro de una ciudad. Como se pue-
Cualquier espacio físico puede ser objeto de una repre- de observar, en la figura se incluyen los principales sen-
sentación mental, pero lo cierto es que el ambiente que das, nodos y mojones de este centro (Cuadro 11.5).
más atención ha recibido es el entorno urbano. La obra
de Lynch (1960) permitió responder a cuestiones como
los factores que influyen en el conocimiento de una ciu- 11.2.3. Dimensiones afectivas
dad, los estímulos urbanos que una persona almacena,
recupera y manipula, además de las propiedades que de-
del ambiente
ben tener estos estímulos para evitar la sobrecarga del Los estudios realizados sobre las dimensiones afectivas
sistema. Lynch (1960) consideró tres elementos que for- han tenido como objetivo evaluar las reacciones afecti-
man parte del mapa cognitivo: vas a los lugares con el fin de encontrar la estructura di-
Identidad, que para este autor es la individualidad, la mensional subyacente. La importancia de las reacciones
distinción de un objeto frente a otro y su reconoci- afectivas a un ambiente radica en que estas respuestas
miento como elemento separado identificable. contribuyen a dar forma a la estructura cognitiva que
Estructura, definida como la relación espacial del ob- tiene un individuo de ese lugar. El estudio de estas di-
jeto con el observador y con otros objetos. mensiones también está sujeto a dificultades dada la di-
versidad de conceptualizaciones y la polémica por los
Significado, en el sentido de que los elementos tengan métodos y resultados que se ofrecen (véase, para una re-
un significado emotivo o práctico para el observador. visión, Corraliza, 1987). Ya se ha visto en el apartado
Una de las críticas al trabajos de Lynch es que solo anterior que Lynch (1960) prestó menor atención al sig-
contempló las dos primeras propiedades, sin prestar nificado como componente del mapa cognitivo.
atención al significado, es decir, al componente afectivo A partir de una revisión de la literatura, Corraliza
de la representación especial. Este aspecto, que revisare- (1987) propuso un sistema de dimensiones que se pue-
mos más adelante, puede estar conformando el mapa den agrupar en tres categorías:
cognitivo, en el sentido de que se recuerdan mejor aque-
llos elementos con más carga afectiva.
A pesar de esta crítica, Lynch (1960) concluye que 11.2.3.1. Dimensiones descriptivas
existen unos elementos comunes en la representación de del ambiente
los mapas mentales que han recibido apoyo empírico en
investigaciones posteriores. Son los que se indican a conti- En esta categoría se incluyen dimensiones y atributos
nuación. que definen un determinado ambiente. Se trata de des-
Sendas: pueden estar representadas por calles, sende- criptores subjetivos que producen los sujetos cuando se
ros, líneas de tránsito, canales y vías férreas, y se re- les pregunta cómo es el ambiente. Las variables que se
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 179
Cuadro 11.5. Representación del centro de Talavera de la Reina*

* Pulido (2004).

incluyen pueden ser atributos denotativos (que permiten expresan distintas facetas del ambiente que los indivi-
describir un tipo de ambiente), connotativos y dimensiones duos perciben y que generan una respuesta afectiva. La
afectivas como atractivo-repulsivo o impresionante-banal. diferencia respecto a las dimensiones anteriores es que
Corraliza (1987) señala, no obstante, que todas las se reconoce el ambiente según las características salien-
dimensiones recogidas en la literatura para describir el tes. En este caso se responde a qué partes o rasgos com-
ambiente, a pesar de representar el punto de partida en ponen un ambiente.
la evaluación de atributos afectivos, no permiten dife- Un ejemplo de investigación puede ser el siguiente:
renciar entre categorías subjetiva y objetivamente rele- Ward (1977) presentó a los participantes una serie de
vantes. Otra crítica es que no tiene en cuenta los diver- diapositivas en las que se mostraban diferentes ambien-
sos modos de interacción del ser humano con el medio, tes y les pedía que las evaluaran. De las respuestas obte-
por lo que tan solo se extrae el patrón de preferencia o nidas concluyó que las evaluaciones diferían en función
no del ambiente. del predominio o ausencia de alguna de las siguientes
dimensiones:
Natural versus construido.
11.2.3.2. Dimensiones que expresan Tierra versus agua.
facetas del ambiente Tamaño grande versus tamaño pequeño.
Estas dimensiones clasifican los ambientes según sus En un estudio posterior, usando el mismo método
rasgos más sobresalientes. Las dimensiones o atributos experimental, se añaden a estas tres dimensiones otras
180 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

dos nuevas para diferenciar las impresiones que los dis- la literatura relevante permitió diseñar un instrumento
tintos ambientes causaban en las personas (Russell y compuesto por una serie de adjetivos con valor emocio-
Ward, 1982). Estas dos nuevas dimensiones eran: nal. El análisis factorial reveló la existencia de cuatro
Vertical versus horizontal. factores (Cuadro 11.6).
Interesante versus aburrido. El estudio de las dimensiones afectivas, al igual que
ocurría con los mapas cognitivos, está sujeto a limitacio-
Corraliza (1987) apunta que, si bien esta línea de in- nes (Corraliza, 1987). Un problema viene por las nume-
vestigación aporta un paso más, ya que contempla la rosas clasificaciones y variabilidad de instrumentos que
interacción entre el individuo y el ambiente, también dificulta llegar a resultados convergentes. Otro problema
aparece una gran dispersión de atributos, debido en par- viene por las técnicas empleadas para presentar los am-
te a la diversidad de estímulos empleados en su estudio. bientes, generalmente fotografías o diapositivas. Aunque
existe evidencia sobre la fiabilidad de estos métodos
(para una revisión, Corraliza, 1987), no permiten tener
en cuenta otras variables, como el ruido o la temperatu-
11.2.3.3. Dimensiones que ra, que pueden tener impacto emocional. También con-
caracterizan la experiencia viene ser cuidadoso con el tipo de rasgos o aspectos en
emocional del ambiente que se van a dividir los ambientes. En este sentido, es
necesario tener en cuenta al dividir los ambientes que el
En esta categoría se incluyen dimensiones que respon- fin último es estudiar la interacción hombre-medio, por
den a qué siente la persona en un lugar o ambiente. El lo que conviene establecer taxonomías de los distintos
objetivo es reflejar las variaciones en el estado emocio- ambientes y facetas para establecer esa interacción de
nal de un sujeto que van asociadas a la exposición a un manera más precisa.
ambiente o faceta saliente. Aburrimiento, relajación o
diversión son ejemplos de dimensiones que, incluidos en
esta categoría, vienen a expresar diferentes tipos de
interacción entre el ser humano y el medio. 11.2.4. Actitudes hacia el ambiente
Corraliza (1998, véase también Corraliza, 1987) pro- El interés por el estudio de las actitudes hacia el medio
pone un instrumento de medida para evaluar las dimen- ambiente en general y hacia diversos problemas ambien-
siones afectivas. Este método se basa en la posibilidad tales concretos se viene desarrollando en psicología am-
de estudiar las dimensiones afectivas del ambiente con biental desde hace más de tres décadas. Con este fin, se
una técnica de representación semántica. La revisión de han elaborado diversos cuestionarios y escalas para con-
trastar y medir estas actitudes. Algunos ejemplos son

Cuadro 11.6. Factores obtenidos a partir de la escala de adjetivos*


FACTOR 1 FACTOR 3
Agrado Impacto
Agradable-desagradable Mayor-menor
Repulsivo-atractivo Inmenso-diminuto
Incómodo-confortable Débil-fuerte
Acogedor-inhóspito Grandioso-insignificante

FACTOR 2 FACTOR 4
Activación Control
Silencioso-bullicioso Complejo-sencillo
Poblado-desértico Seguro-inseguro
Muerto-vivo Oscuro-claro
Despierto-dormido Tranquilo-intranquilo

* Corraliza (1998).
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 181
las escalas Nuevo Paradigma Ambiental (Dunlap y Van mentos no humanos del planeta— (Stern y Dietz, 1994;
Liere, 1978) y Preocupación Ambiental (Weigel y Wei- Schultz, 2000, 2001). Estos autores sostienen que las
gel, 1978). La primera pretende abarcar la visión de la creencias hacia las consecuencias del deterioro me-
relación ser humano-naturaleza y para ello evalúa el con- dioambiental están motivadas por los valores, de forma
junto de creencias que explican cómo funcionan el mun- que van a servir de marco para interpretar selectiva-
do y la biosfera, y cómo influyen en esta las conductas mente la información acerca del medio ambiente. Partien-
humanas. La segunda, en cambio, examina las actitudes do de la estructura universal de los valores humanos de-
hacia asuntos ambientales específicos como la protec- sarrollada por Schwartz (1992), diversos trabajos han
ción de especies y recursos naturales, la contaminación puesto de manifiesto empíricamente una relación entre
industrial y la asociada a la energía, el transporte y a la orientaciones de valor «egoístas», «socioaltruistas» y
producción y uso de productos de consumo. «biosféricas», y las creencias acerca de las consecuencias
La preocupación por el medio ambiente, etiquetada que el deterioro medioambiental puede tener para uno
como «actitud ambiental», y la conducta ecológica res- mismo, los seres humanos en general y los elementos no
ponsable, o «conducta proambiental», serían los térmi- humanos del planeta, respectivamente (Stern, Dietz y Ka-
nos clave implicados en la investigación de este proble- lof, 1993; Stern y Dietz, 1994; Schultz y Zelezny, 1998).
ma desde la psicología ambiental española (Amérigo, En este mismo sentido, Amérigo, Aragonés, Sevilla-
2006). Una revisión realizada por Hess, Suárez y Her- no y Cortés (2005) apuntan hacia la existencia de una
nández (2003, p. 161) sobre la investigación empírica en estructura bidimensional de las creencias ambientales:
la psicología ambiental española comprueba un signifi- una dimensión antropocéntrica vinculada a las conse-
cativo aumento entre el periodo de 1985 a 2002 de la cuencias que el deterioro medioambiental tiene para uno
atención prestada a las actitudes ambientales. Este nú- mismo y para el ser humano en general, y al valor ins-
cleo de investigación estaría compuesto por las siguien- trumental del medio ambiente; y una dimensión ecocén-
tes categorías temáticas: trica que valora las consecuencias del daño medioam-
Actitudes, valores y creencias. biental para los elementos no humanos del planeta y que
contempla el medio ambiente por su valor intrínseco.
Conducta ecológica.
En nuestro país se están sucediendo en los últimos
Educación ambiental.
años desastres ecológicos que parecen poner en peligro
Gestión medioambiental. el medioambiente. González (2004) concluye, a partir de
Impacto, intervención. una revisión realizada sobre las principales encuestas
Participación y voluntariado. de opinión en nuestro país, que la mayoría de los espa-
ñoles expresa el deseo de que el desarrollo económico y
Percepción de riesgo y desastres, y problemas ambien- la calidad de vida sean compatibles con la conservación
tales. de la naturaleza. Sin embargo, estos estudios de opinión
Las conductas proambientales distan mucho de ser reflejan que si bien la gran mayoría de los españoles es-
las que serían deseables. Los estudios acerca del com- tá a favor de sancionar las actividades socioeconómicas
portamiento ecológico despiertan, en consecuencia, un poco respetuosas con el medio ambiente, se muestran
interés creciente, dado que la degradación ambiental menos favorables a medida que esos castigos les afectan
acelerada se atribuye, en parte, a deficiencias en este ti- más directamente. Asimismo, cuando las transgresiones
po de comportamiento (Zelezny y Schultz, 2000; Os- medioambientales son de una gran magnitud se derivan
kamp, 2000). Asimismo, los niveles de preocupación las responsabilidades y las soluciones hacia la adminis-
ambiental que aparecen en algunas investigaciones (Ara- tración pública. A ello hay que añadir que la importan-
gonés y Amérigo, 1991; Corraliza, Berenguer, Muñoz cia atribuida a los problemas medioambientales dismi-
y Martín, 1995), muestran correlaciones bajas con nuye de forma considerable y se relativiza cuando las
los comportamientos proambientales (Black, Stern y personas piensan en otros problemas sociales.
Elworth, 1985). Son diversas las explicaciones que se han aportado
Desde una perspectiva psicosocial existen investiga- para explicar el débil nexo de unión entre la actitud ha-
ciones que han analizado la preocupación medioambien- cia las cuestiones ambientales y las conductas proam-
tal a partir de las creencias sobre las consecuencias que bientales. Por ejemplo, algunos autores se refieren al
el deterioro medioambiental puede tener para ciertos distinto nivel de especificidad al que se han evaluado las
elementos valorados por las personas, en concreto: uno actitudes (Hines, Hungerford y Tomera, 1987; Stern y
mismo, los demás seres humanos o la biosfera —ele- Oskamp, 1987; Van Liere y Dunlap, 1981). Asimismo,
182 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

las conductas ambientales son relativamente indepen- ya inservibles (Schultz y Oskamp, 2000). Es decir, se
dientes entre sí por las distintas consecuencias y nivel de hace realmente necesaria una modificación de los hábi-
implicación personal que suponen, existiendo un conjun- tos de conducta a nivel individual para que los niveles
to específico de factores que sustenta cada comporta- de participación pública contribuyan verdaderamente a
miento (Berger, 1997; Dávila y Chacón, 2004). Con el la sostenibilidad del planeta (Mckenzie-Mohr y Oskamp,
fin de paliar este problema, estudios recientes sugieren 1995).
que la actitud ambiental debe medirse en relación con
El afán de los diferentes estudios realizados en esta
asuntos específicos que optimicen la predicción de com-
línea radica, por tanto, en tratar de encontrar las varia-
portamientos particulares (Berenguer y Corraliza, 2000;
bles que puedan predecir con mayor garantía la adop-
Dietz, Stern y Guagnano, 1998; González y Amérigo,
ción de conductas saludables para el medioambiente.
1999; Moreno, Corraliza y Ruiz, 2005).
Por ejemplo, Martín, Corraliza y Berenguer (2000), en
Sin embargo, lo verdaderamente necesario para pre- un estudio realizado en nuestro país, analizaron los as-
servar el medio ambiente es que se produzca un verda- pectos que impedían adoptar una conducta eficiente re-
dero cambio conductual (Dwyer, Porter, Leeming y Oli- lacionada con el ahorro de energía. En concreto, compa-
ver, 1997) que evite el deterioro del medioambiente. En raron el valor predictivo de los hábitos de conducta y las
el apartado siguiente vamos a considerar algunos méto- actitudes en la respuesta pasiva o activa de aceptación
dos que puedan contribuir a que este cambio sea más (Sheth, 1981) de una innovación tecnológica como el al-
duradero. macenamiento de energía nocturna. Sus resultados
muestran que si bien ambos aspectos explican la res-
puesta aceptación/resistencia, los hábitos de conducta
relacionados con el ahorro de energía resultaban más
11.2.5. Sostenibilidad del impacto eficientes que las actitudes para explicar las intenciones
ambiental de conducta en el caso de una conducta específica.

Son graves las consecuencias de la falta de interés por Desde la psicología social se pueden hacer algunas
realizar conductas proambientales. La sostenibilidad am- contribuciones para conseguir mejorar las actitudes que
biental hace referencia al uso responsable y sustentable ayudan a preservar el medio ambiente, tal y como sos-
de los recursos. En este sentido, la gestión adecuada del tienen algunos autores (Du Nann y Roger, 2004; Schultz
agua y la energía, así como la conservación de los bos- y Oskamp, 2000). Estos últimos autores proponen un
ques, garantizará en parte la calidad medioambiental en ejemplo de cómo la aplicación de la psicología social
el futuro. La cuestión está en conocer en qué medida puede promover el cambio de conductas proambientales.
cuidamos y nos preocupamos de conservar estos recur- El reciclaje se refiere a la recogida y tratamiento de
sos, especialmente cuando son escasos. Por ejemplo, cierto tipo de materiales para crear nuevos productos. Es
cuando el nivel de agua empieza a descender de los em- una de las conductas más al alcance de todos y fáciles
balses y se fomentan las políticas de ahorro, en ocasio- de llevar a cabo, aunque no todos los ciudadanos están
nes la reacción suele ser negativa, descuidando el consu- dispuestos a realizarla, alegando desconocimiento, falta
mo en mayor medida. de tiempo e imposibilidad de desplazarse a los puntos de
recogida.
En consecuencia, el camino para lograr un futuro
sostenible es largo, pero lo que es obvio es que conser- Son diversas las actuaciones que se pueden llevar a
var la energía es una forma importante de luchar contra cabo para promover las conductas de reciclado y otro ti-
el cambio climático y la escasez de recursos (Olson, po de conductas que favorezcan las conductas proam-
1995; Oskamp, 1995). Precisamente, esta escasez es uno bientales. Schultz y Oskamp (2000) destacan las si-
de los grandes problemas ambientales, junto a la sobre- guientes:
población y la contaminación. Las industrias consumen CAMPAÑAS INFORMATIVAS. Estas campañas, promovi-
una gran cantidad de materiales que difícilmente serán das por las instituciones públicas, están destinadas a pro-
renovados, sobre todo cuando actúan como si los recur- porcionar más información sobre las ventajas del reci-
sos fueran ilimitados. claje. El hacer a las personas más conscientes tiene
En otros niveles de análisis, también sería conve- como fin último provocar un cambio de conducta. Como
niente adoptar un nuevo estilo de vida en el que se redu- señalan los autores, esta actuación que en principio pue-
jera el consumo de energía, se volvieran a usar produc- de convertir las actitudes en más favorables, no garanti-
tos que pueden ser utilizados y se reciclaran materiales za el cambio conductual.
Capítulo 11. UNA APROXIMACIÓN A LA PSICOLOGÍA AMBIENTAL 183
AVISOS-SEÑALES DE AVISO. Señales indicadoras de no garantizan un cambio conductual a lo largo del tiem-
«por favor, recicle» o «deposite el papel aquí» son po. Tal vez sea preciso recurrir a otro tipo de teorías
ejemplo de este tipo de información que recuerda a las dentro de la psicología social que puedan ser más efecti-
personas en un determinado momento cómo deben com- vas para consolidar este cambio de actitudes. Por ejem-
portarse. La evidencia experimental muestra que es ne- plo, las tácticas de influencia social (Cialdini, 1993) se
cesario que se expresen de manera precisa —quién, qué, refieren al uso del poder social para modificar las creen-
dónde y cuándo— para producir mayor efecto. Además, cias, sentimientos y conductas de una persona en una di-
sugieren que la solicitud venga expresada en términos rección específica. Cialdini presentó seis principios bási-
amables, que la conducta a realizar sea sencilla y, ade- cos: reciprocidad, coherencia, simpatía, sanción social,
más, haya claves próximas al punto de respuesta —una escasez y autoridad (para una explicación detenida de
luz próxima a una papelera de reciclado—. estos principios véase López Sáez, 1999). La norma so-
cial también puede contribuir a modificar las acciones y
INCENTIVOS MONETARIOS. Según las teorías del apren-
a mantenerlas a lo largo del tiempo. Las normas sociales
dizaje, este tipo de refuerzo, ya sea parcial o intermiten-
son creencias sobre la forma en que otras personas ac-
te, puede incrementar la realización. En un programa
túan o deberían estar actuando. Schultz (1999) mostró la
realizado para fomentar el uso del transporte público, se
eficacia de proporcionar información normativa (a per-
encontró que ambos tipos de refuerzos promovían la
sonas individuales y grupos) sobre la conducta de reci-
mayor utilización de autobuses públicos. Otro ejemplo
claje. En un estudio realizado con 600 viviendas se en-
de incentivo lo encontramos en aquellas campañas que
contró un incremento en la participación y en la
premian con descuentos en la nueva compra las botellas
cantidad de material reciclado tras recibir información
de vidrio que son devueltas. Sin embargo, recibir una re-
compensa externa no implica un cambio en las motiva- normativa sobre esta conducta.
ciones internas. Una vez que desaparece el refuerzo es Finalmente queremos concluir este apartando indi-
posible que se vuelva a la conducta anterior, tal vez por cando algunas conductas que todos podemos realizar pa-
una sobrejustificación que se diluye cuando desaparece ra contribuir a la sostenibilidad de los recursos. Schultz
la recompensa externa. Se puede concluir, entonces, que y Oskamp (2000) plantean que una explicación común
este tipo de aliciente económico tiene una corta vida y que se ofrece para no adoptar individualmente conductas
que no garantiza la conducta proambiental en el tiempo. favorables para el medioambiente es considerar en qué
medida nuestra actuación aislada está contribuyendo al
CASTIGOS MONETARIOS. En este caso se actúa al con-
gasto de los recursos. Si nos cuestionamos, qué puedo
trario, es decir se somete a tasas más altas con el objeti-
hacer yo o en qué medida mi conducta contribuye, y ac-
vo de disminuir su consumo. Incrementar el precio de la
tuamos en consecuencia, encontraremos numerosas
gasolina y la luz puede ayudar a reducir su consumo.
acciones que podemos llevar a cabo para evitar malgas-
Otro ejemplo es el pago de las bolsas de basura que no
tar los recursos. Schultz y Oskamp (2000) proponen
están destinadas al reciclaje.
algunas conductas muy sencillas que todos podemos ha-
A pesar de que todas estas intervenciones puedan te- cer para llevar un estilo de vida más sostenible (Cua-
ner un impacto en momentos temporales muy concretos, dro 11.7).

Cuadro 11.7. Conductas para llevar un estilo de vida más sostenible


Utilizar más el transporte público. Disminuir la temperatura de los termostatos.
Considerar el tipo de electrodomésticos que se compra, Ser cuidadoso al tirar materiales tóxicos y peligrosos a la
en el sentido de que consuman menos energía. basura, ya que son muy dañinos para el medio ambiente.
Reciclar materiales. Vigilar en la vivienda los posibles lugares por los que se
pueda escapar energía.
Cerrar el grifo del agua y no dejarlo correr continuamente
si no lo estamos utilizando. Unirse a una organización ecologista.
Comprar envases reciclables y hechos de material reci- Apoyar a los partidos verdes.
clado.
184 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

11.3
Conclusión
A lo largo de este capítulo se tratado de ofrecer una vi- nocimiento del entorno. La investigación en percepción
sión general sobre el nacimiento y la evolución histórica ambiental ha recogido aspectos que se refieren tanto a la
de la psicología ambiental como disciplina. En este sen- impresión física como a las dimensiones afectivas del
tido, conviene recordar que, si bien la psicología am- ambiente. La investigación en el área de la percepción
biental se ha consolidado como disciplina autónoma, se intenta reflejar en el diseño y planificación del espa-
unos de sus rasgos definitorios es su interdisciplinar; así cio que mejore la calidad de vida, por ejemplo, en las
como su estrecha conexión con la psicología social. ciudades. Por otro lado, esta disciplina ha mostrado un
Otros aspectos que se han revisado detenidamente en gran interés por el estudio de las actitudes hacia el me-
este capítulo son los referidos a los ámbitos de aplica- dio ambiente en general. En un momento en el que exis-
ción de la psicología ambiental. Respecto a este punto, te una aparente preocupación por el futuro del medio
se ha tratado de enfatizar el enfoque aplicado de esta ambiente, uno de los objetivos principales de la psicolo-
disciplina, que desde sus inicios se ha caracterizado por gía ambiental es tratar de dar una explicación al mante-
estar orientada al estudio y la solución de cuestiones nimiento de las conductas no sostenibles, así como de
concretas relacionadas con el ambiente a diferentes ni- proporcionar los medios necesarios para instaurar unas
veles. Por un lado, la psicología ambiental se ha intere- conductas más positivas hacia el medio ambiente.
sado en la forma en que las personas accedemos al co-

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a
Este capítulo está dedicado a la memoria del profesor Miguel Ángel Dorado, de la Universidad de Sevilla, quien fue uno de
los primeros investigadores españoles en interesarse por el estudio de las relaciones entre los niveles de análisis psicosocial y
biológico, entendiendo la conducta social como un continuo biosocial.
Quiero expresar mi agradecimiento a la profesora Elena Gaviria Stewart (UNED) y al profesor Fernando Rodríguez Mazo
(URJC) por sus valiosos y útiles comentarios y sugerencias a versiones previas de este capítulo.
También quiero manifestar mi agradecimiento al profesor José Francisco Morales (UNED) por su generosa confianza en mi
trabajo al aceptar que redactara este capítulo.
188 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

12.1
Introducción
Quizá una de las controversias más persistentes y tam- ra vez se explicó el origen de la funcionalidad y de la
bién, probablemente, más estériles en las ciencias socia- adaptación de los seres vivos de una manera científica-
les —incluida la psicología— ha sido la mantenida entre mente aceptable. Los otros dos factores fueron desarro-
los partidarios de los factores biológicos y los de los llados posteriormente —ya en el siglo XX, cuando se re-
factores sociales, culturales o ambientales como causas descubrieron las leyes de la genética formuladas por
o explicaciones del comportamiento humano. Las posi- Mendel en 1865— por otros investigadores procedentes
ciones extremas y las frecuentes descalificaciones mu- de varias disciplinas que dieron lugar a la denominada
tuas de los argumentos esgrimidos por unos y otros han síntesis neodarwinista, y que junto a aportaciones poste-
impedido durante décadas aceptar que el desarrollo de riores han confluido en la teoría evolucionista que cons-
características humanas complejas es el resultado de la tituye el eje de la biología actual.
constante interacción entre los atributos biológicos y el Aunque el trayecto no ha estado exento de encendi-
entorno (Dupré, 2003). das polémicas y excesos verbales por ambos bandos
A pesar de que la revolución darwiniana tuvo lugar —los evolucionistas y sus detractores—, con la adop-
en la segunda mitad del siglo XIX e influyó en algunas ción de posturas extremas que en los dos casos han ten-
perspectivas evolucionistas y enfoques instintivos en dido a tergiversar el significado y el alcance de las teo-
psicología, la historia posterior de esta disciplina, domi- rías de Darwin (Dupré, 2003), el estado actual de la
nada durante buena parte del siglo XX por el conductis- cuestión se inclina en general hacia una integración de
mo y por el énfasis en el aprendizaje, tuvo como conse- los distintos enfoques, huyéndose así de cualquier reduc-
cuencia la postergación de los enfoques biológicos, cionismo: «En el tejido de nuestra conducta, la trama
considerados reduccionistas, deterministas e incluso por- hereditaria de los genes está inextricablemente entrela-
tadores de una orientación ideológica conservadora o de zada con la urdimbre cultural del aprendizaje» (Moste-
derechas. En particular, los psicólogos sociales conside- rín, 2006, p. 51). Un enfoque evolucionista actual del
raban que los enfoques biológicos, que estudiaban habi- comportamiento humano postula que toda conducta ma-
tualmente la conducta animal en contextos de laborato- nifiesta es necesariamente el producto de la interacción
rio y que se centraban en la observación de pacientes de factores contextuales y de mecanismos psicológicos
con traumas o lesiones en áreas localizadas del cerebro desarrollados a partir de la herencia genética, lo que no
y exámenes post mortem, utilizaban planteamientos su- significa que estos sean inevitables, inflexibles o insupe-
mamente reduccionistas y sesgados, lo que implicaba rables (Buss, 1996). Dicho de otra forma, si bien es cier-
que los resultados obtenidos no eran fácilmente trans- to que la vida humana muestra una gran diversidad en
portables al estudio del comportamiento humano o de la algunos campos, en otros se mantiene bastante constante
conducta social compleja (Cacioppo, Berntson, Sheridan a todo lo ancho de las culturas, así como algunos aspec-
y McClintock, 2000). tos de la conducta humana son compartidos también con
Los recelos y prejuicios de buena parte de los inves- los parientes no humanos más próximos (Singer, 1999).
tigadores hacia las teorías evolucionistas han ocasionado Y es precisamente por eso por lo que los seres humanos
que durante décadas se ignorara la consideración de una pueden entenderse y sentir empatía entre ellos, incluso
serie de variables y procesos a nivel cognitivo, emocio- por encima de las barreras culturales que eventualmente
nal y conductual que se encuentran relacionados con la los separan, porque en un nivel mucho más profundo y
evolución de los seres vivos (Gaviria, 2007). A grandes fundamental comparten las mismos impulsos, necesida-
rasgos, la teoría darwiniana de la evolución se basa en la des e intereses (Mosterín, 2006).
existencia de tres factores (Mosterín, 2006): una fuente Por último, pero no menos importante para superar
de variabilidad en los organismos —en gran parte deter- prejuicios ideológicos, también se ha postulado en la ac-
minada por los genes, aunque también tiene un compo- tualidad la posibilidad de una izquierda darwiniana, ya
nente ambiental—, la reproducción con herencia de la que una visión evolucionista del comportamiento huma-
variación y un mecanismo de filtro, la selección natural. no asume que, a pesar de la influencia de los genes, di-
Si bien Charles Darwin solo desarrolló este último as- cho comportamiento sigue siendo maleable y susceptible
pecto, el alcance de su teoría fue inmenso: por prime- de aprendizaje; y también resulta posible conciliar las
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 189
tendencias competitivas con las cooperadoras, ya que partir de que McDougall asociara la teoría de los instin-
tanto competir como cooperar pueden ser conductas tos sociales al movimiento eugénesico, lo que probable-
igual de naturales —o de adaptativas para garantizar la mente contribuyó al abandono de las explicaciones bio-
supervivencia de la especie—, y de lo que se trata es de lógicas para la conducta social (Collier, Minton y
promover estructuras que estimulen la cooperación y no Reynolds, 1991; Farr, 1996).
la competencia, e intentar canalizar esta última hacia
objetivos socialmente deseables (Singer, 1999). De esta manera, el derrumbe de las teorías basadas
en los instintos no sólo significó un fracaso para la psi-
Históricamente los efectos del enfoque evolucionista cología social, sino también para la psicobiología y para
sobre las ciencias sociales fueron tan variados como la psicología en general, ya que se abandonó temporal-
confusos. Contemporáneos de Darwin, como Herbert mente la consideración de buena parte de los factores
Spencer y su evolucionismo social o Sir Francis Galton biológicos en las explicaciones del comportamiento so-
y su teoría sobre la eugenesia basada en la transmisión cial. El declive del darwinismo se acentúa a partir del
hereditaria de las capacidades mentales, contribuyeron a momento en que se traza una clara distinción entre la
desarrollar tanto entre los científicos como entre la opi- conducta y la «naturaleza», como sucedía con el enfo-
nión pública la idea de que lo que reflejaban estos auto- que de John Watson (Degler, 1991). Sin embargo, todo
res eran las prioridades sociales, políticas y económicas esto no puede interpretarse como que las teorías evolu-
del final de la época victoriana y del Imperio Británico cionistas y los modelos biologicistas no fueran adecua-
(Collier, Minton y Reynolds, 1991). En Norteamérica, dos para la comprensión y explicación de la conducta
las teorías de Darwin encontraron en el biólogo Asa social: el descrédito de las teorías del instinto no implica
Gray un primer y honesto defensor, aunque su influencia el fracaso de todo enfoque biológico, sino el fracaso de
fue escasa debido a la popularidad de las ideas de Spen- un modelo biológico inapropiado y mal concebido
cer, quien tuvo en William Graham Sumner un conti- (Berntson y Cacioppo, 2000; 2004); por ello, tanto la
nuador del evolucionismo social, y al éxito del movi- psicología social como la psicobiología necesitaban bus-
miento eugenésico y de la psicología racial, que hasta la car paradigmas, modelos y esquemas teóricos alternati-
segunda década del siglo XX contó con cierto grado de vos.
respetabilidad científica. En realidad, en Estados Unidos
el darwinismo como tal encontró un escaso eco, ya que Aunque se contaba con la conciencia de la necesidad
de una integración de ambas disciplinas para construir
fue la versión del evolucionismo social la que se impu-
so, debido básicamente a que resultaba compatible con una ciencia social comprehensiva y significativa, como
se constata, por ejemplo, en el Manual de psicología so-
el individualismo de la cultura norteamericana (Farr,
1996), un individualismo que también tuvo su reflejo en cial editado por Murchinson en 1935, donde ocho de los
22 capítulos incluían modelos animales de conducta so-
la creciente influencia sobre los psicólogos sociales nor-
teamericanos del programa experimental individualista cial (Berntson y Cacioppo, 2000; Farr, 1996), el crecien-
propuesto por Floyd Allport en los años 20 y 30 del si- te auge del conductismo radical de Skinner obstaculiza-
glo pasado (Greenwood, 2000). ba cualquier intento de síntesis. A mediados del siglo XX,
las sospechas mutuas y el abismo entre buena parte de
Pero sin duda el mayor representante de los enfo- los psicólogos sociales y los psicobiólogos aumentaron,
ques biológicos en psicología fue William McDougall, hasta un punto en el que sus evoluciones comenzaron a
quien, en su obra de 1908 Introducción a la psicología divergir (Berntson y Cacioppo, 2004). De hecho, las ex-
social, situó los instintos y las emociones en el núcleo plicaciones biológicas de la conducta social estuvieron
de su teoría de los instintos sociales, teoría que ejerció prácticamente ausentes de la corriente principal de la
influencia tanto en Inglaterra como en Estados Unidos, psicología social a partir de entonces, y solo en las déca-
donde se pueden rastrear sus influjos en los trabajos de das de los 80 y los 90 del siglo pasado y en contados
autores como Edward Thorndike, Robert Woodworth, manuales se comenzó a incluir un enfoque evolucionista
Edward Tolman e, inicialmente, John Dewey. En la (Buss, 1996; Buss y Kenrick, 1998; Crook, 1978; Gavi-
década de 1920 las críticas y los ataques a los enfoques ria, 1996, 1999; Myers, 1995; Sabini, 1995), junto a la
basados en los instintos comenzaron a ser cada vez más pionera compilación de trabajos realizada por Cacioppo
frecuentes, procedentes tanto de antropólogos, como y Petty (1983) sobre psicofisiología social y a otros ca-
Franz Boas, como de los sociólogos de la denominada pítulos puntuales dedicados específicamente al análisis
Escuela de Chicago (Degler, 1991), y tanto de psicólo- de los procesos sociales desde este último enfoque (Ca-
gos sociales como de psicólogos comparados y clínicos, cioppo y Petty, 1986), la etología y la conducta social
una tendencia que se tornó especialmente virulenta a (Hinde, 1988), la psiconeuroendocrinología de la con-
190 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ducta social (Zillman y Zillman, 1996), la psicofisiolo- diante otros métodos (Harmon-Jones y Winkielman,
gía social (Fernández y Dorado, 1999), la propia neuro- 2007b). De hecho, desde entonces hasta la actualidad, el
ciencia social aplicada a la activación y la respuesta psi- interés en la utilización de métodos biológicos para estu-
cofisiológica (Cacioppo, Berntson y Crites, 1996). diar procesos sociales se ha mantenido, como demuestra
También en la década de los 90 comenzó a hablarse la investigación sobre actitudes, puesto que las medidas
de la psicología evolucionista, una corriente que trata de autoinformadas podían ser inadecuadas para captar pro-
analizar la conducta humana asumiendo como funda- cesos de los que no se tiene conciencia y por encontrar-
mento, con todas sus consecuencias, el origen evolutivo se sesgadas por efectos de deseabilidad social. Esta utili-
de la especie, en ocasiones partiendo de interpretaciones zación de métodos procedentes de las neurociencias
de las teorías sociobiológicas, y basándose, aunque no puede ser extremadamente fructífera, como se ha podido
todos los investigadores comparten estos enfoques, en la comprobar en los últimos años en el terreno de las medi-
teoría de la eficacia biológica inclusiva y en la perspec- das implícitas de las actitudes (Ito y Cacioppo, 2007;
tiva del gen egoísta (Barkow, Cosmides y Tooby, 2002, Wittenbrick y Schwarz, 2007) y de otros constructos en
Buss, 1998, 2004; Tooby y Cosmides, 2005; véase tam- el ámbito de la cognición social, como la autoestima y
bién el capítulo sobre «psicología social evolucionista» los estereotipos (Fazio y Olson, 2003).
en este volumen). En síntesis, la psicología evolucionis- También es necesario recordar que el estudio de las
ta trata de configurarse como un campo ecléctico o hí- emociones y de los procesos afectivos se ha encontrado
brido, en el que se integran desde los estudios del com- tradicionalmente más vinculado a enfoques biológicos, y
portamiento animal hasta la genética neuroconductual, que la utilización de perspectivas neurocientíficas se
con el objetivo de alcanzar una teoría unificada del produjo unos años antes de la aparición de la neurocien-
comportamiento (Caporael, 2001, 2007; véase, para una cia social como tal, con la adopción de enfoques socio-
muestra significativa de esta corriente, por ejemplo, cognitivos en la investigación sobre emoción, de cuyas
Schaller, Simpson y Kenrick, 2006). Otra subdisciplina abundantes e importantes aportaciones no resulta posible
relacionada y surgida en las dos últimas décadas es la dar cuenta aquí (Lane y Nadel, 2000; Ochsner, Feldman
denominada neuroecología, cuyo objetivo se centra en y Barrett, 2001; Ochsner y Schacter, 2000; Panksepp,
comprender cómo las presiones de la selección natural 1998; Schmidt, 2003).
han actuado sobre la evolución de la cognición y sus
mecanismos neurales o estructura cerebral (Sherry, 2006). Progresivamente surgió también en el ámbito de la
psicobiología la necesidad de ampliar sus límites y
De forma paralela, la etología y, posteriormente, la adoptar enfoques interdisciplinares, una tendencia que se
sociobiología, desplegaron sus respectivos programas de consolidó a partir de la década de los 70 del siglo XX,
investigación basados en explicaciones biológicas de la cuando muchos psicobiólogos rechazaron su herencia
conducta social, si bien los psicólogos sociales, en gene- psicológica y creció su identificación con disciplinas co-
ral, trataron de minimizar el alcance de estas líneas de mo la fisiología, la farmacología y la neuroquímica; así,
investigación o, directamente, las ignoraron como resul- en 1970 se crea la Society for neuroscience, una asocia-
tado del desconocimiento y de los prejuicios existentes ción interdisciplinar que en la actualidad cuenta con más
hacia la consideración de factores biológicos en la con- de 38.000 miembros, y da comienzo una fructífera etapa
ducta social compleja. Sin embargo, fundamentaron al- de intercambios transdisciplinares que tratan de integrar,
gunos principios que posteriormente se han considerado adoptando un enfoque multinivel, la información que
básicos, como ocurre con el enfoque de la etología y su procede desde el nivel de la biología molecular hasta el
utilización de múltiples niveles de análisis en la explica- nivel psicológico. En las décadas de 1980 y 1990 varios
ción de los fenómenos —en este caso, el origen evoluti- neuropsicólogos publican importantes trabajos acerca
vo, el desarrollo ontogenético, las causas inmediatas y la del cerebro social y el posible papel que pueden desem-
función biológica (Gaviria, 1996)—, una aproximación peñar ciertas funciones cerebrales en la conducta social
multinivel defendida en la actualidad por la neurocien- (Brothers, 1997; Cacioppo y Berntson, 1992; Damasio,
cia social, como más adelante se analizará. 1994; Gazzaniga, 1985; véase, para una revisión del es-
Por otro lado, ya en torno a la década de 1950 mu- tado actual de la investigación sobre el cerebro social,
chos psicólogos sociales comienzan a utilizar técnicas y Insel y Fernald, 2004). Todo ello se ha traducido en el
medidas psicofisiológicas —como la respuesta galvánica rápido desarrollo en las últimas décadas de campos co-
de la piel o la dilatación/contracción de la pupila— en mo la neurociencia conductual o fisiología de la conduc-
la investigación de procesos que pueden ser no cons- ta (Soriano, Guillazo, Redolar, Torras y Vale, 2007), la
cientes o demasiado sutiles como para ser captados me- neurociencia cognitiva y la neurociencia sociocognitiva
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 191
(Adolphs, 2003; Lieberman, 2007), la neurociencia afec- la influencia de las doctrinas cristianas y, ya filosófica-
tiva (Panksepp, 1998), la medicina conductual, la gené- mente, a partir de Descartes, el dualismo y la tajante
tica de la conducta (Plomin, DeFries, McClearn y distinción mente/cuerpo —o res psicológica inmaterial y
McGuffin, 2001), la psiconeuroinmunología (Ader y Co- res biológica material— dominaron el pensamiento oc-
hen, 1993; Zillman y Zillman, 1996) y la neurociencia cidental de manera férrea hasta la segunda mitad del si-
social (Berntson y Cacioppo, 2000). Esta última es hasta glo XIX, cuando desde diferentes perspectivas y con dis-
el momento la disciplina más reciente surgida de estos tintos materiales Darwin, James y Freud comenzaron a
nuevos maridajes, pero que, como se ha resumido en es- restaurar ese puente (Blascovich, 2006). Sin embargo,
ta introducción, cuenta con precedentes o con raíces que no fue este el trayecto elegido por la mayor parte de los
primeros psicólogos al iniciar el viaje que conduciría a
pueden remontarse hasta el siglo XIX e incluso mucho
la fundación de una psicología científica. Ha tenido que
antes.
transcurrir más de un siglo para que se volviera a permi-
Paradójicamente, el puente entre las explicaciones tir el tránsito por el puente que une ambos tipos de ex-
psicosociales y las explicaciones biológicas y fisiológi- plicaciones, si bien los conceptos, métodos y estrategias
cas fue construido y transitado ya por Platón, Galeno y de investigación se han renovado completamente, de lo
otros pensadores y científicos griegos y latinos. Pero tras que se tratará a continuación.

12.2
¿Qué es la neurociencia social?

cerebro humano implican que el aprendizaje, la adquisi-


12.2.1. Plasticidad cerebral y ción de habilidades, las influencias interpersonales y so-
diálogo genoma-ambiente ciales, y otras variables del contexto pueden ejercer un
efecto en la estructura física del cerebro, modificándolo
En 1890 William James publicó sus Principios de psico- y estableciendo nuevas relaciones y circuitos neurales
logía, y en el capítulo titulado «El hábito» escribía: «La que a su vez alteran su funcionamiento. En la actuali-
dad, se ha comprobado experimentalmente que la remo-
materia orgánica, en especial el tejido nervioso, parece
delación constante es una de las características definito-
estar dotada con un grado de plasticidad extraordinario;
rias del cerebro. Y también se dispone de abundantes
de este modo podemos enunciar como primera proposi-
pruebas de que la relación entre los cambios en el cere-
ción la siguiente: los fenómenos de hábito en los seres
bro y los cambios en la conducta es bidireccional: la ex-
vivientes se deben a la plasticidad de los materiales or-
periencia también puede alterar la estructura neural. Esta
gánicos de que están compuestos sus cuerpos» (James, plasticidad puede prolongarse a lo largo de toda la vida,
1890, p. 87). Por su parte, Donald Hebb (1949) postuló desde el desarrollo embrionario hasta la vejez (Rosenz-
a mediados del siglo XX que la experiencia modifica las weig, Breedlove y Watson, 2005).
conexiones corticales, de manera que incluso el cerebro
de una persona adulta está constantemente cambiando Si bien la plasticidad del cerebro no es, obviamente,
en respuesta a la experiencia. A este proceso lo denomi- ilimitada, los estudios realizados en los últimos 15 años
nó plasticidad (cerebral) dependiente de su uso (Gottes- sobre la plasticidad sináptica han permitido comprobar
man y Hanson, 2005; Kolb, Gibb y Robinson, 2003; Ro- la continua modificación de las sinapsis a lo largo de to-
senzweig y Bennett, 1996). da la vida, lo que significa que la conducta de un indivi-
duo se produce gracias a mecanismos genéticos y del
Aunque el alcance de esta presciencia no se pudo desarrollo que actúan sobre el cerebro, y que todo lo que
demostrar experimentalmente hasta finales de la segun- produce el cerebro debe entenderse como un proceso
da mitad del siglo XX, James y Hebb ya atisbaron lo que biológico. Los factores ambientales y el aprendizaje ha-
quizá constituya uno de los ejes centrales de las relacio- cen aflorar capacidades específicas alterando la eficacia
nes entre la psicología social y la psicobiología o las o las conexiones anatómicas de las vías existentes (Kan-
neurociencias: las consecuencias de la plasticidad del del, 2000).
192 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Esta plasticidad no es solo una propiedad del cere- los componentes genéticos y ambientales. En palabras
bro, sino del material orgánico o genoma de cada ser de Eric Kandel, «los procesos genéticos y de desarrollo
humano. Aunque se trata de una (falsa) idea muy arrai- determinan las conexiones entre las neuronas, es decir,
gada, los genes no son los determinantes de los organis- qué neuronas establecen conexiones sinápticas con cuá-
mos, ninguna persona es idéntica a su genoma, los genes les otras y cuándo lo hacen. Pero no determinan la tena-
no tienen efectos inevitables. La expresión fenotípica se cidad de esas conexiones. La tenacidad —o eficacia a
encuentra influida tanto por el genotipo como por el en- largo plazo de las conexiones sinápticas— está regulada
torno social (Gottleib, 1998). En la actualidad tiende a por la experiencia. Esta concepción implica que el poten-
abandonarse la idea que sostiene que la información so- cial para muchos comportamientos del organismo es algo
lo se transmite desde el genoma y nunca hacia él. intrínseco del cerebro y, en esa medida, está sujeto al
La evolución no es únicamente biológica, también pue- control de los genes y del desarrollo. No obstante, el me-
de ser cultural, de manera que los presupuestos evolu- dio y el aprendizaje de una criatura alteran la eficacia de
cionistas y los del desarrollo son perfectamente compa- las vías preexistentes y habilitan así la expresión de nue-
tibles (Dupré, 2003). Así, los seres humanos son la vos perfiles de comportamiento» (Kandel, 2006, p. 237).
consecuencia de la interacción entre una dotación gené-
tica única y una serie de experiencias e influencias am-
bientales —lo que suele denominarse como ambioma
(«envirome», según la propuesta de Cooper, 2001)— 12.2.2. El inevitable encuentro
también únicas; de manera que es el ambioma o con- entre la neurociencia
junto de factores externos el que hace que el genoma y la psicología social
se exprese de determinada forma. En consecuencia,
irónicamente, «en la medida en que los genomas se en- Estos nuevos planteamientos surgidos en la investiga-
cuentran entre los rasgos más invariables de los dife- ción han propiciado que en los últimos años algunos in-
rentes organismos, son en realidad el último lugar don- vestigadores consideren seriamente las contribuciones
de deberíamos esperar que se encontrara explicación de que las neurociencias pueden hacer a una comprensión
los rasgos más específicos de los organismos» (Dupré, más amplia de fenómenos y procesos típicamente psico-
2003, pp. 143-144). sociales, además de aportar herramientas, estrategias y
La importancia de esta concepción es patente: un de- metodologías propias de las neurociencias que permiten
terminado genoma sólo predispone a que un organismo llegar a ámbitos inaccesibles para las metodologías tra-
adopte tal o cual expresión, y son los factores ambienta- dicionales utilizadas en psicología social (Adolphs,
les los que lo activan en un sentido u otro; los genes 1999; Harmon-Jones y Devine, 2003; Klein y Kihlstrom,
proporcionan al organismo ciertas posibilidades que es- 1998; Ochsner y Lieberman, 2001; Winkielman, Bern-
tán abiertas a la experiencia, y condicionan sus resulta- tson y Cacioppo, 2001).
dos a las circunstancias externas. Los resultados obteni- Como sugiere Ochsner (2007), lo que persigue esta
dos por la investigación centrada en la interacción aproximación entre la neurociencia y la psicología social
genotipo-ambiente han puesto de manifiesto las diferen- se resume en la posibilidad de realizar inferencias fun-
cias en sensibilidad, o susceptibilidad, del genotipo a los cionales acerca de los procesos asociados con sistemas
ambientes (Plomin, DeFries, McClearn y McGuffin, cerebrales específicos, lo que permite dibujar modelos
2001). Los genes no son únicamente los portadores de la detallados de los sistemas neurales implicados en deter-
herencia e inmutables: su actividad dura toda la vida, se minados procesos, para posteriormente realizar inferen-
activan y desactivan mutuamente, y responden al am- cias psicológicas acerca de los procesos que subyacen
biente: son causa y consecuencia de nuestras acciones; tras una conducta o una experiencia dada, utilizando la
en definitiva, la formulación precisa debe ser: «Heren- activación de sistemas cerebrales particulares como mar-
cia a través del ambiente» (Ridley, 2003). De modo cadores de ciertas clases de procesos psicológicos y psi-
que, tras tantas controversias y disputas, parece que la cosociales.
vieja antítesis herencia-frente-a-ambiente encerraba en sí
Para ello, se define una metateoría que incluye tres
misma un error de planteamiento que hacía imposible su
niveles básicos de análisis (Ochsner y Lieberman,
resolución, lo que además pudo ser un importante obstá-
2001): en primer lugar, el nivel social, en el que se in-
culo para el desarrollo de visiones más comprehensivas.
cluye una descripción de los fenómenos de interés en
De vuelta al cerebro, también en él opera el mismo términos de la experiencia y la conducta de una persona
proceso dialógico en el que se encuentran implicados en un determinado contexto, tal y como percibe e inter-
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 193
actúa con un objetivo social; en segundo lugar, el nivel biológicos) parecían darse por sobreentendidos (¿por ser
cognitivo, en el que se hace referencia, en términos de invariables?, ¿por ser irrelevantes?), centrándose el aná-
procesamiento de la información, a los procesos psicoló- lisis en los efectos de los diferentes factores sociales so-
gicos que tienen lugar en la experiencia o conducta de bre el comportamiento.
interés (aquí se incluyen no solo los mecanismos cogni-
tivos propiamente dichos, sino también los afectivos o Las influencias recíprocas entre los factores biológi-
emocionales), y en tercer lugar, el nivel neural, el cual cos y sociales son indudables. La combinación de los
incluye una descripción de los sistemas neurales impli- factores situacionales y de los factores disposicionales
cados en los procesos psicológicos que se supone que son el mejor predictor de la conducta social (Fiske,
subyacen tras los fenómenos de nivel social. 2004). Los seres humanos son seres sociales y biológi-
cos, y ambos componentes se influyen entre sí. Por una
La aproximación biológica a la conducta social, o el parte, el cerebro humano ha evolucionado dentro de un
estudio neurocientífico de la psicología social, ha recibi- mundo social; es improbable que un individuo total-
do diferentes nombres: psicofisiología social, neurocien- mente aislado sea capaz de sobrevivir; la pertenencia a
cia cognitiva, neurociencia afectiva, neurociencia social grupos ha sido una constante en la evolución de la espe-
y neurociencia sociocognitiva, y en cada caso se especi- cie humana, de manera que el proceso selectivo ha ido
fica la mayor o menor amplitud del campo de estudio y moldeando las conductas —e indirectamente los sustra-
las metodologías utilizadas (Harmon-Jones y Devine, tos fisiológico, afectivo y cognitivo de dicha conduc-
2003, Harmon-Jones y Winkielman, 2007b; Ochsner, ta—, haciendo que prevalecieran los más adaptativos
2007). En los últimos cinco años el término que parece para la vida en grupo (Gaviria, 2004); también las inter-
el preferido por los investigadores por su mayor carácter acciones sociales durante las primeras etapas de la vida
integrador es el de neurociencia social. Se define como son cruciales para el desarrollo del cerebro y de la con-
la disciplina que estudia el modo en que los sistemas ducta: las pautas de apego y de comunicación del niño
nerviosos —central y periférico—, endocrino e inmuno- con su entorno influyen sobre el funcionamiento del sis-
lógico se encuentran implicados en los procesos socio- tema endocrino y pueden provocar cambios permanentes
culturales. Adopta un enfoque no dualista y no reduccio- en este e influir posteriormente en el organismo, como
nista del ser humano, y subraya la importancia de puede ocurrir, por ejemplo, en la mayor o menor intensi-
comprender cómo los procesos neurales, hormonales e dad de respuestas hormonales ante situaciones de estrés
inmunológicos influyen en, y son influidos por, los com- en la edad adulta (Cacioppo y Berntson, 2002).
portamientos y los procesos psicosociales. Con otras pa-
labras, la neurociencia social pone el énfasis en el modo Y por otra parte, también es posible comprobar có-
en que el funcionamiento cerebral influye sobre los pro- mo el funcionamiento cerebral puede influir en la con-
cesos sociales y estos, a su vez, influyen sobre el cere- ducta social; así, el análisis de imágenes y daños cere-
bro. En definitiva, se trata de obtener una visión com- brales revela cómo determinadas lesiones pueden
prehensiva de los mecanismos que subyacen tras la causar trastornos de conducta, cognitivos y emociona-
conducta social, para lo que se utilizan métodos psicoso- les (Adolphs, 1999; Klein y Kihlstrom, 1998), como
ciales y biológicos (Cacioppo y Berntson, 2002, 2006; ocurre, por ejemplo, en el primer caso, en el síndrome
Decety y Keenan, 2006; Harmon-Jones y Winkielman, de Klüver-Bucy, donde daños en la amígdala y en zo-
2007b; Norris, Chen, Zhu, Small y Cacioppo, 2004). nas inferiores de la corteza temporal asociadas provo-
can en los individuos una actividad sexual muy fre-
cuente e inapropiada socialmente; también en el
síndrome de Fregoli, asociado con disfunciones del he-
12.2.3. Seres sociales y biológicos misferio cerebral derecho, que produce el reconoci-
miento de personas extrañas como si fueran familiares
Resulta paradójico constatar que, a pesar de la frecuente —más en concreto, provoca que las personas sean per-
invocación de la conocida caracterización de Aristóteles cibidas diferentes físicamente pero idénticas psicoló-
del ser humano como animal social, las modernas cien- gicamente a las familiares— (Oyebode y Sargeant,
cias sociales tendieran en general a ignorar o infravalo- 1996); o como se puede comprobar en el famoso caso
rar el papel desempeñado por el primero de los térmi- de Phineas P. Gage, quien sufrió una tremenda herida
nos, puesto que los factores animales (es decir, que afectó al lóbulo frontal tras la cual podía sentir,
194 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ver y oír, y que no alteró el habla ni el lenguaje, pero


que deterioró considerablemente su capacidad para to-
12.2.4.1. Principio de determinismo
mar decisiones y para anticipar el futuro y planificar su múltiple
conducta en un ambiente social complejo, para el razo-
namiento —más en concreto, en lo referente a las di- El primero de ellos, el principio de determinismo múlti-
mensiones personales y sociales del razonamiento—, ple, señala que un evento especificado en un nivel de or-
así como para la práctica de convenciones sociales y ganización, y especialmente en un nivel molar o abstrac-
normas éticas, todo ello a pesar de que ni el intelecto to (como, por ejemplo, el social), puede tener múltiples
básico ni el lenguaje parecían haber sido afectados antecedentes dentro o a través de distintos niveles de or-
(Damasio, 1994). También se han encontrado relacio- ganización (Cacioppo y Berntson, 1992, 2001, 2002,
nes entre patologías del desarrollo neuronal, como el 2006; Cacioppo, Lorig, Nusbaum y Berntson, 2004; Ito
autismo y la esquizofrenia, y procesos sociocognitivos y Cacioppo, 2001). Si se toma como ejemplo el consu-
anormales, con el correspondiente déficit de conductas mo de drogas, en un nivel biológico los investigadores
sociales (Insel y Fernald, 2004). han comprobado el papel desempeñado por las diferen-
cias individuales en el sistema endógeno de receptores
de opiáceos, mientras que en un nivel social también
12.2.4. La necesidad de un han constatado la importancia del contexto social. Am-
bos factores intervienen en esta conducta, y la compren-
análisis multinivel: sión del consumo de drogas será incompleta si alguna de
principios básicos las perspectivas queda excluida (Cacioppo y Berntson,
2002). Otros muchos ejemplos se pueden encontrar en el
Los resultados mencionados respaldan la existencia de funcionamiento del sistema inmunológico o en los nive-
interacciones recíprocas entre el cerebro y la conducta les de salud, donde los factores biológicos y los psicoso-
social. Pero entre ambos existe una diferencia evidente ciales están presentes, así como las interacciones entre
de nivel de análisis (Cacioppo y Berntson, 2002); así, ellos (Cacioppo y Berntson, 2006).
los elementos biológicos de la especie humana se basan
en componentes fisiológicos y genéticos, mientras que el
mundo social se encuentra constituido por un complejo Corolario de proximidad
conjunto de abstracciones que aluden a las acciones, las
influencias y las relaciones entre individuos, grupos, so- De este principio se deduce el denominado corolario de
ciedades y culturas. Esto ha provocado que en el pasado proximidad, según el cual la posibilidad de trazar un
ambas líneas siguieran diferentes tendencias y se creara mapa a través de los niveles de organización resultará
un abismo insalvable entre las aproximaciones biológi- más compleja a medida que se incrementa el número de
cas y sociales. niveles; en consecuencia, deberá pasarse de un nivel
Y aquí es precisamente donde la neurociencia social de organización al más próximo y de este al siguiente
trata de tender un puente que ayude a cruzar el abismo, más cercano, y así sucesivamente de manera incremen-
partiendo del principio de que los mecanismos que su- tal. Por ejemplo, será más fructífero analizar el nivel de
byacen tras los procesos mentales y la conducta no pue- estrés psicológico a partir de sus relaciones con los sis-
den ser plenamente explicados a partir de un enfoque temas fisiológicos implicados (neuroendocrino e inmu-
biológico o social exclusivamente, y que resulta impres- nológico) y entre estos y los estados de salud, de manera
cindible una integración a través de análisis multinivel y que se logre un mapa más amplio de las relaciones en-
de la utilización de un lenguaje científico común que tre estrés y salud. De modo similar, la neurociencia
parta de la estructura y la función del cerebro y de la cognitiva es una importante aliada de la neurociencia
biología (Berntson y Cacioppo, 2000; Cacioppo y Bernt- social por muchas razones, entre ellas la de permitir ten-
son, 2002). Para ello, estos autores proponen tres princi- der un puente entre los niveles de organización (desde
pios a partir de los cuales organizar la investigación los procesos y las redes neurales hasta las manifestacio-
neurosocial: principio de determinismo múltiple, princi- nes del comportamiento social) que intervienen en deter-
pio de determinismo no aditivo y principio de determi- minados procesos y fenómenos (Cacioppo y Berntson,
nismo recíproco. 2002, 2006).
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 195

12.2.4.2. Principio de determinismo 12.2.5. Algunas cautelas


no aditivo
Aunque la utilización de las neurociencias en la investi-
El principio de determinismo no aditivo especifica que gación psicosocial puede permitir el logro de importan-
las propiedades de un todo no resultan siempre prede- tes avances en la comprensión de la conducta social, no
cibles a partir de las propiedades individuales que lo debe entenderse que un enfoque biológico basado en ni-
componen (Cacioppo y Berntson, 1992; Cacioppo y veles de análisis moleculares es necesario —o preferi-
Norris, 2004). Es decir, un fenómeno puede no com- ble— para toda investigación en psicología social. Hay
procesos psicosociales que no pueden ser reducidos a ni-
prenderse plenamente hasta que sea estudiado a través
veles moleculares, y además, muchas conductas comple-
de los múltiples niveles de organización y se comprue-
jas solo pueden ser analizadas desde un nivel molar
ben las interacciones, no necesariamente de carácter
(Harmon-Jones y Devine, 2003). Como han señalado di-
aditivo, existentes entre ellos (Ito y Cacioppo, 2001). versos investigadores (Beer y Ochsner, 2006; Cacioppo
Este principio puede ilustrarse por medio de una investi- y Berntson, 2002; Harmon-Jones y Devine, 2003; Wi-
gación clásica de Haber y Barchas (1983) acerca de los llingham y Dunn, 2003), son necesarios los niveles de
efectos de anfetaminas y de placebos sobre la conducta análisis tanto molares como moleculares para compren-
de primates no humanos. No se encontraron patrones der procesos psicosociales, y habrá que realizar un gran
claros de conducta hasta que se tuvieron en cuenta las esfuerzo para formular teorías comprehensivas que in-
posiciones de los primates en la jerarquía social. Así, se cluyan y sinteticen procesos que tienen lugar a través de
comprobó que la ingesta de anfetaminas incrementaba diferentes niveles de análisis.
las conductas de dominancia en los primates situados en En definitiva, al igual que ya está sucediendo en
lo más alto de la jerarquía social, mientras que aumenta- otros ámbitos de la investigación psicosocial, donde se
ba las conductas de sumisión de los primates que ocupa- exploran vínculos con otras disciplinas más o menos
ban posiciones inferiores en la jerarquía social. Un aná- próximas, como el aprendizaje, la fisiología, la psico-
lisis solo fisiológico (o solo social) hubiera impedido logía cognitiva, la neuropsicología, la genética e incluso
revelar las relaciones ordenadas que existían entre esos la historia natural —en este último caso, en lo que se re-
factores. fiere a la utilización de la observación y la descripción
de la realidad— (p. e., Blascovich, 2006; Fernández-
Dols, 2006; Forgas, 2006; Van Lange, 2006a), la pers-
pectiva de la neurociencia social trata de tender puen-
12.2.4.3. Principio de determinismo tes entre enfoques micro y macro, biológicos y socia-
recíproco les, genéticos y ambientales con objeto de lograr una
visión más comprehensiva e integrada de los complejos
procesos implicados en el comportamiento humano.
El principio de determinismo recíproco alude a que pue-
de haber influencias mutuas entre factores microscópi- En este sentido, algunos de los investigadores más
relevantes de este enfoque (p. e., Cacioppo y Berntson,
cos (por ejemplo, biológicos) y macroscópicos (por
2006; Raichle, 2003a) invocan al controvertido Edward
ejemplo, sociales) en la determinación del comporta-
O. Wilson, fundador de la sociobiología, y su concepto
miento (Cacioppo y Berntson, 1992, 2001, 2002,
de consilience (Wilson, 1998) para subrayar que quizá
2004a); o dicho de otro modo, que factores que operan es el momento de lograr una mayor aproximación entre
en diferentes niveles de análisis pueden influirse mutua- disciplinas afines y encontrar la unidad teórica y empíri-
mente. Por ejemplo, se trata de considerar no solo cómo ca —la unidad del conocimiento— que posibilite una
los sustratos neurofisiológicos del sistema afectivo ope- comprensión más profunda de los procesos mentales y
ran en la producción de experiencias subjetivas, sino del comportamiento de los seres humanos. En los apar-
también cómo la experiencia previa y las valoraciones tados siguientes se ofrece una muestra de los temas ob-
cognitivas pueden influir sobre mecanismos neurofisio- jeto de estudio y de las metodologías de investigación
lógicos específicos (Ito y Cacioppo, 2001). utilizadas desde la neurociencia social.
196 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

12.3
Qué y cómo se investiga en neurociencia social

y que permita la utilización de múltiples enfoques en la


12.3.1. El rápido desarrollo investigación (Adolphs, 2003; Adolphs y Skuse, 2006;
de un nuevo campo Decety y Keenan, 2006; Lieberman, 2006, 2007; Todo-
rov, Harris y Fiske, 2006). También se postula un eclec-
En los últimos años el campo de la neurociencia social ticismo en la propia elección dentro del terreno de la
ha experimentado un rápido crecimiento, especialmente psicología de teorías, modelos, metodologías y técnicas
a partir de lo que se denominó como la década del cere- empleados en la investigación, de manera que esta trian-
bro (de 1990 a 2000), cuando se produjo un significati- gulación permita un acercamiento más comprehensivo a
vo incremento de estudios empíricos que vinculaban el los fenómenos estudiados (Saxe, 2006a), como más ade-
carácter social de las cogniciones y las emociones con lante se describirá.
los sistemas biológico y neurológico (Van Lange,
2006b). Este rápido desarrollo se ha reflejado en la pu-
blicación de monografías y manuales (Cacioppo y Bern-
tson, 2004b; Cacioppo y Berntson, 2005a; Cacioppo et
12.3.2. El impacto de las técnicas
al., 2002; Cacioppo, Visser y Pickett, 2005; Frith y de neuroimagen
Wolpert, 2004; Harmon-Jones y Winkielman, 2007a), de
secciones especiales de diferentes revistas, como Social Quizá el factor que más ha propiciado el encuentro entre
cognitive and affective neuroscience (2006), Neuroima- investigadores que hasta hace poco tiempo se daban la
ge (2005), Trends in cognitive science (2004), The Jour- espalda ha sido el desarrollo de tecnologías, instrumen-
nal of cognitive neuroscience (2004), Neuropsychologia tos y técnicas que permiten abordar el estudio del fun-
(2003), Journal of personality and social psychology cionamiento cerebral de una manera hasta ahora vedada
(2003) y Political psychology (2003), en la publicación a la investigación, debido a las limitaciones de los méto-
a partir de 2006 de una revista con este denominación, dos tradicionales. Como señalan de forma optimista De-
Social neuroscience (Decety y Keenan, 2006), en pro- cety y Keenan (2006), parece que los instrumentos de
gramas de grado y postgrado, y en la fundación de los neurocientíficos sociales solo están limitados por la
varios laboratorios y unidades de investigación en imaginación del investigador, dada la gran variedad de
neurociencia social en diferentes universidades nortea- tecnologías disponibles.
mericanas (véase el Directorio Web al final de este capí- Especialmente importante ha sido el desarrollo de
tulo). las técnicas de neuroimagen funcional (Decety y Kee-
Una de las principales particularidades de esta disci- nan, 2006; Raichle, 2003a, 2003b, 2006), entre las que
plina es su carácter de empresa colectiva, donde partici- se incluyen las siguientes:
pan junto con los psicólogos, bioquímicos y filósofos,
Tomografía por emisión de positrones (PET, siglas en
antropólogos y neurólogos, físicos y sociólogos. Se trata
inglés, como en el resto de técnicas mencionadas),
de crear un espacio en el que interaccionen las investi-
una técnica no invasiva de medicina nuclear y radio-
gaciones procedentes de la neurociencia sociocognitiva,
logía que evalúa el metabolismo de un órgano o teji-
la neurociencia social, la neurociencia afectiva, la neu-
do, en particular del sistema nervioso central, de ma-
roeconomía y la neuropolítica, con la singularidad de
nera que se obtiene información correspondiente a la
que se pretende enraizar e incorporar en este trabajo las
fisiología (funcionamiento) y la anatomía (estructura),
teorías ya existentes en las ciencias sociales y que estas
así como las propiedades bioquímicas del órgano o te-
se enriquezcan con las aportaciones de los nuevos enfo-
jido.
ques y metodologías (Lieberman, 2006). El mayor atrac-
tivo de este campo, y lo que más puede contribuir a su Resonancia magnética funcional (fMRI), técnica desa-
consolidación, es el libre intercambio de ideas que se rrollada a partir de la imagen por resonancia magnéti-
produce entre las diferentes disciplinas, una interdisci- ca basada en las relaciones entre la actividad neuronal
plinariedad que pretende ser real e ir más allá del tópico y el metabolismo y el flujo sanguíneo, que registra los
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 197
cambios hemodinámicos cerebrales que acompañan la nocer la forma en que computan las redes neurales de
actividad neuronal y permite la evaluación funcional determinadas áreas cerebrales, lo que puede hacer posible
de regiones responsables de la actividad sensorial, la analizar el papel de los factores genéticos y ambientales
motricidad, la cognición y los procesos afectivos en en el desarrollo de las distintas redes neurales que subya-
cerebros normales y dañados. cen tras las conductas humanas complejas (Posner, 2003).
Potenciales relacionados con eventos (ERP), técnica
que permite obtener información electrofisiológica del
funcionamiento cerebral y de los procesos psicológi- 12.3.3. Cautelas y retos
cos que origina, como la memoria y el lenguaje, por
medio de una onda cuyos componentes o picos refle- de la neuroimagen
jan hitos de la actividad neuronal en diferentes estruc- y la neurociencia social
turas cerebrales.
Tomografía computarizada por emisión de fotón único Las posibilidades de investigación que se despliegan con
(SPECT), técnica que permite visualizar la distribu- la utilización de las técnicas de neuroimagen también
ción tridimensional de un contraste radioactivo —tam- traen consigo el riesgo de ofrecer visiones simplistas y
bién llamado radiofármaco— localizado en el cerebro, equivocadas de la cognición y la conducta social, debido
mediante la que se obtienen imágenes que represen- a la «facilidad» con la que aparentemente se pueden
tan, según el contraste radioactivo empleado, la perfu- identificar áreas cerebrales asociadas con determinadas
sión regional, la concentración de neurorreceptores o tareas y funciones, y presentar mapas y cadenas neurales
la actividad metabólica de una lesión conocida o sos- como sustratos de funciones mentales complejas. En es-
pechada. te sentido, algunos autores ya han advertido del riesgo
de convertir la neuroimagen en una nueva frenología
Magnetoencefalografía (MEG), una técnica no invasi- (Uttal, 2001) —por ejemplo, etiquetando partes del cere-
va de neuroimagen que registra la actividad funcional bro como el centro del amor, el centro de la solidaridad
cerebral mediante la captación de campos magnéticos, o el centro del reconocimiento de rostros, o como el
y que permite investigar de manera simultánea las re- área responsable de conductas psicopatológicas—, por
laciones entre las estructuras cerebrales y sus funcio- lo que parece necesario emplear tanto rigor como pru-
nes al valorar en milisegundos la actividad cerebral y dencia a la hora de presentar los datos y los resultados
generar mapas funcionales cerebrales con delimitación de la investigación en artículos o comunicaciones a con-
de la estructura cerebral, capaces de ser organizados y gresos. Ahora se sabe que no existe una exacta corres-
representados temporal y espacialmente en combina- pondencia una a una entre áreas cerebrales y funciones
ción con las imágenes de resonancia magnética. cognitivas o emocionales, sino que en la mayoría de los
Por último, la neuroimagen multimodal combina o in- procesos mentales superiores interviene más de un área
tegra índices de patrones de actividad en 3D mediante simultáneamente y diferentes vías neurales distribuidas
SPECT, PET, ERP o MEG, y posterior superposición en distintas zonas del cerebro (Kandel, 2006).
de esa información sobre imágenes de tomografía Y es preciso también señalar que la mayor parte de
computarizada o de resonancia magnética. los datos procedentes de las técnicas de neuroimagen
En general, las técnicas de neuroimagen han permiti- tienen un carácter correlacional, y por sí mismos no des-
do pasar de modelos estadísticos simples utilizados para criben generalmente el papel de una relación causal de
la identificación de las zonas del cerebro donde se ex- las regiones cerebrales inscritas en una red más amplia
presan las respuestas evocadas —lo que sería muy simi- (Decety y Keenan, 2006; Raichle, 2003a). Así es como
lar al método de la antigua frenología— a modelos de hay que entender algunos resultados que pueden ser fá-
cómo son causadas las respuestas neuronales —por cilmente malinterpretados, como, por ejemplo, un re-
ejemplo, utilizando modelado causal—, para avanzar en ciente trabajo de David Amodio y su equipo (Amodio,
el futuro hacia modelos de inferencia y aprendizaje re- Jost, Master y Yee, 2007), quienes, en la prestigiosa re-
presentacional que puedan ser utilizados como modelos vista Nature, publican una comunicación con el título
de observación para confirmar hipótesis acerca de cómo Correlatos neurocognitivos del liberalismo y el conser-
funciona el cerebro —por ejemplo, usando códigos pre- vadurismo, donde encuentran conexiones entre la ideo-
dictivos— (Friston, 2005). En particular, por ejemplo, la logía política y un mecanismo neurocognitivo básico pa-
investigación sobre procesos como la atención y el len- ra la autorregulación, haciendo la salvedad de que este
guaje en la que se utiliza neuroimagen ha permitido co- es solo un nivel de análisis que debe integrarse necesa-
198 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

riamente en un enfoque más amplio donde se tengan en


cuenta las diferencias en personalidad y los factores so- 12.3.4. Cómo se puede investigar
ciales de todo tipo que influyen en la formación de la en neurociencia social
ideología política.
Todo investigador en este campo se enfrenta, de una
En este terreno es necesaria mucha cautela a la hora manera u otra, a alguno o a varios de estos desafíos, y
de hipotetizar o de comprobar la existencia de relacio- los afronta según sea el caso específico y dependiendo
nes uno a uno entre constructos fisiológicos y psicológi- de los objetos de cada estudio particular. Por ejemplo,
cos, ya que resulta extremadamente complicado verifi- Rebecca Saxe (2006a) lo hace de manera explícita en
car de manera empírica la existencia de tales relaciones, uno de sus trabajos, cuando identifica tres retos funda-
y más aún cuando se están analizando fenómenos tan mentales de los neurocientíficos interesados en los pro-
complejos como son los procesos psicosociales (Caciop- cesos de percepción de personas (o de los psicólogos so-
po, Berntson, Lorig, Norris, Rickett y Nusbaum, 2003). ciocognitivos interesados en la neurociencia):
Hay que mantener la prudencia y evitar la tentación de
tomar atajos para ir desde el cerebro hasta la conducta, Reto 1: qué hipótesis poner a prueba.
así como de creer que los procesos sociocognitivos se Reto 2: qué estímulos utilizar.
reducen a —o emergen de— concretos y específicos Reto 3: cómo analizar los resultados.
procesos neurales con los que mantienen perfectas co-
rrespondencias (Schall, 2004). En su caso, las opciones fueron:

La investigación neurosocial se enfrenta a múltiples Solución a 1: formular las hipótesis a partir de teorías
retos, tanto metodológicos como teóricos, referidos a la procedentes de la psicología evolutiva.
dificultad de medir la conducta social —dada su com- Solución a 2: utilizar como estímulos textos narrativos.
plejidad y variedad— y sus correlatos neurales; a la no Solución a 3: analizar los resultados en regiones cere-
menor dificultad de cómo categorizar los estímulos —si brales de interés definidas funcionalmente a partir de
hacerlo por sus propiedades físicas o en términos de ca- resonancia magnética funcional ( fMRI).
tegorías especificadas previamente a partir de la
teoría—; al modo de interpretar los datos cuando aún no De esta manera, la investigadora trataba de analizar
se dispone de teorías maduras que expliquen efectos las bases psicológicas y neurales de la percepción y del
causales que relacionen los estímulos, las conductas y razonamiento acerca de los estados mentales de otras
las funciones cerebrales de manera cuantitativa —sino personas (denominado habitualmente como teoría de la
solo de conjuntos de datos concretos (cor)relacionados mente), especialmente en términos de estados internos
con procesos específicos—; a cómo establecer la fiabili- no visibles (Saxe, 2006b). Sus estudios se articulan de la
dad y la generalización de los resultados obtenidos, manera que sigue.
cuando no se dispone de todo lo anterior; a cuándo in- La psicología evolutiva sostiene que la comprensión
tentar elaborar teorías, es decir, qué cantidad de datos de otras mentes constituye un dominio especial de la
son necesarios para hacerlo de manera segura —pero, al cognición compuesto por al menos dos componentes: un
mismo tiempo que esto, se plantea el problema de cómo sistema desarrollado en primer lugar encargado del razo-
interpretar los datos, si se carece de una teoría que namiento acerca de las metas, las percepciones y las
oriente la investigación (a este respecto, se puede recor- emociones, y un sistema desarrollado posteriormente en
dar la sentencia de Darwin: «No se puede observar sin el que se representa el contenido de las creencias. Los
una teoría»)— al modo de expresar los resultados de datos obtenidos con neuroimagen señalan que existen
forma comprensible y clara —si hacerlo con el vocabu- regiones cerebrales específicas para representar los con-
lario ya disponible o intentar elaborar uno nuevo que de- tenidos de las creencias; que estas regiones son aparen-
note los procesos y fenómenos nuevos—; y, en fin, a có- temente diferentes de otras encargadas del razonamiento
mo integrar la cantidad dispersa de investigaciones que acerca de metas y acciones, y que estas regiones son
se realizan con enfoques diferentes, desde distintos cam- distintas de las regiones cerebrales responsables del con-
pos y disciplinas y con culturas teóricometodológicas trol inhibitorio y del procesamiento sintáctico. La evi-
dispares (para una revisión en profundidad de estos as- dencia de la clara distinción neural entre estos dos pro-
pectos, véase Adolphs, 2003; Amodio, Devine y Har- cesos permite constatar que la atribución de creencias no
mon-Jones, 2007; Cacioppo y Berntson, 2002; Harmon- depende del control inhibitorio ni de la sintaxis, pero sí
Jones y Devine, 2003; Insel y Fernald, 2004; Todorov, se encuentra apoyada en un sistema neural especializado
Harris y Fiske, 2006). para la teoría de la mente (Saxe, Carey y Kanwisher,
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 199
2004). Posteriormente, Saxe (2006a) ha continuado in- 2002). La conclusión que se extrae confirma la existen-
vestigando con técnicas de neuroimagen las interesantes cia de un conjunto de determinantes que pueden ser con-
relaciones entre los procesos de cognición social y las ceptualizados en diferentes niveles de organización,
regiones cerebrales implicadas en ellos. cuyo conocimiento y explicación no pueden ser realiza-
Otras metodologías potencialmente útiles en neuro- dos solo desde la perspectiva psicofisiológica —ignoran-
ciencia social y empleadas junto o en sustitución de las do el mundo social— ni desde la perspectiva psicosocial
técnicas de neuroimagen son los estudios de caso de pa- —sin considerar los sistemas fisiológicos—.
cientes con problemas psiquiátricos, neurológicos o psi- En un monumental volumen editado por Cacioppo,
cológicos, y también la estimulación transcraneal mag- Berntson, Adolphs, Carter, Davidson, McClintock, McE-
nética, que al permitir el empleo de «lesiones virtuales» wen, Meaney, Schacter, Sternberg, Suomi y Taylor
o la creación de «pacientes virtuales» puede aportar im- (2002), se recogían ya 83 trabajos que podían agruparse
portante información sobre las complejas relaciones en- y ser considerados como los fundamentos de la neuro-
tre el cerebro y el comportamiento (Decety y Keenan, ciencia social. Ante la imposibilidad de citar aquí todos
2006). Por supuesto, mucha de la investigación en neu- ellos y de mencionar detalladamente los procesos anali-
rociencias se ha realizado utilizando animales, y aunque zados, se ofrece simplemente el modo en que los estu-
el desarrollo de técnicas más precisas, asequibles y no dios se estructuraban: diferentes ejemplos de investiga-
invasivas facilitará la investigación humana, es muy ciones sobre análisis multinivel integradores de los
probable que muchos estudios continúen haciéndose con factores que condicionan la conducta social; las relacio-
animales, como ocurre con otras muchas ciencias rela- nes entre la cognición social y el cerebro, distinguiendo
cionadas. entre procesos básicos y aplicaciones sociales (el «yo»,
la percepción de personas y los procesos de información
social); la neurociencia social de la motivación, la emo-
ción y las actitudes, también diferenciando entre proce-
12.3.5. Qué se puede investigar sos básicos y aplicaciones sociales de estos constructos;
desde la neurociencia los factores biológicos de las relaciones sociales y los
social procesos interpersonales, distinguiendo los procesos bá-
sicos de las aplicaciones sociales (apego, vínculos perso-
Aunque este campo de investigación es relativamente nales, afiliación y conducta sexual, agresión y orden so-
reciente, resulta imposible en las dimensiones de este cial, y diferencias individuales en conducta social), y
capítulo mencionar todos los tópicos y ámbitos de finalizando con investigaciones en torno a la influencia
interés que se han abordado. A continuación se destacan de los factores sociales sobre los factores biológicos y la
los más importantes, y puede consultarse la amplia bi- salud, diferenciando de nuevo los procesos básicos de
bliografía citada para profundizar en su estudio. las aplicaciones sociales y analizando en estas los efec-
tos saludables y los efectos deletéreos o disfuncionales.
Uno de los primeros estudios sistemáticos, realizado
por un equipo de investigadores de siete universidades La colección de ensayos editada por Cacioppo y
norteamericanas y compuesto por psicólogos sociales, Berntson (2004c) recogía diversos trabajos en los que
psiquiatras y psicobiólogos (Cacioppo, Ernst, Burlesson, los investigadores procedentes de diversas disciplinas
McClintock, Malarkey, Hawkley, Kowalewski, Paulsen, utilizaban desde estructuras genéticas a estructuras so-
Hobson, Hugdahl, Spiegel y Berntson, 2000), se centró ciales, lo que llevaba a los editores a sugerir que, ante la
en el análisis de la experiencia de soledad y el senti- dificultad de que cada investigador por sí solo pueda
miento de aislamiento social percibido, encontrándose abarcar y profundizar en los diferentes ámbitos discipli-
que el modo en el que las personas construyen su «yo» nares que la neurociencia social puede contener, sería
(self) en las relaciones que establecen con otras de su necesario —e inevitable— que la comunidad científica
entorno tiene efectos muy importantes sobre su autocon- tomara conciencia de los costes que conlleva superar es-
cepto y otros procesos psicológicos, así como en su fi- ta dificultad y se planteara de manera decidida una
siología y en su sistema neuroendocrino. De ahí que la interdisciplinariedad que fuera en sí misma una propie-
experiencia prolongada de aislamiento social pueda con- dad emergente y que permitiera el avance de la investi-
vertirse en un factor de riesgo para la salud (trastornos gación.
psicológicos, morbilidad e incluso mortalidad) con el Los mismos investigadores editaron un año después
mismo impacto que el tabaquismo, la obesidad, el se- un nuevo volumen con estudios representativos de la
dentarismo o la elevada presión arterial (Cacioppo, neurociencia social (Cacioppo y Berntson, 2005a), con
200 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

el objetivo de ilustrar los modos a través de los cuales cesos de percepción social, en particular de los estereoti-
se puede analizar el cerebro social por medio de la lente pos y los prejuicios, y de los vínculos entre los factores
proporcionada por las técnicas de neuroimagen (Caciop- raciales y las emociones, y la arquitectura cerebral fun-
po y Berntson, 2005b). En él se incluían muy diferentes cional de la regulación el afecto.
trabajos que abarcaban un amplio espectro de temas: En el volumen más reciente publicado en el ámbito
desde las influencias del funcionamiento cerebral en la de la neurociencia social (Harmon-Jones y Winkielman,
conducta social hasta los procesos neurales implicados 2007a), los contenidos se organizan en torno a cinco
en la atención, la emoción y el conocimiento social; des- procesos psicosociales: 1) emociones; 2) motivación; 3)
de los sustratos cerebrales del reconocimiento de rostros y actitudes y cognición social; 4) percepción de personas,
objetos hasta los mecanismos biológicos implicados en la prejuicio y estereotipo; 5) relaciones interpersonales.
percepción social, en la imitación y en la empatía, o des- Dentro de cada uno de ellos se analizan las influencias
de los correlatos neurales de la cognición social y de los y las relaciones entre los factores biológicos y bioquí-
procesos de toma de decisiones hasta el análisis de las in- micos, los procesos cerebrales y los sistemas y redes
fluencias recíprocas de los procesos sociales y biológicos. neurales, y los factores psicológicos y sociales que,
Aunque enfoca el análisis de la conducta social des- conjuntamente, condicionan los mencionados procesos
de la neurociencia sociocognitiva, resulta necesario rese- psicosociales y la conducta social. Entre otros, se en-
ñar el libro editado por Easton y Emery (2005), donde cuentran recogidos algunos de los tópicos que mejor re-
se incluyen investigaciones relevantes sobre los sustratos presentan la investigación en neurociencia social, como
neurales de las interacciones sociales, la neurociencia son, por ejemplo, los factores neurobiológicos implicados
cognitiva de la cognición social y la neurobiología de en el reconocimiento de emociones (Heberlein y Adolphs,
diferentes trastornos humanos en la cognición y en la 2007), el procesamiento en el cerebro de información so-
conducta sociales, donde se explora la aplicación de es- cial y emocional (Norris y Cacioppo, 2007), las explica-
tos enfoques a la conducta antisocial, la psicopatía, la ciones basadas en una aproximación desde la neurocien-
depresión y el autismo. También es muy recomendable cia sociocognitiva de la empatía humana (Decety, 2007)
en este ámbito la completa revisión de Liberman (2007) y de los mecanismos de regulación de respuestas inter-
sobre los procesos centrales investigados desde la pers- grupales (Amodio, Devine y Harmon-Jones, 2007), o las
pectiva de la neurociencia sociocognitiva, que amplía y respuestas afiliativas ante la experiencia de estrés, tratan-
actualiza la realizada por Blakemore, Winston y Frith do de integrar los circuitos neurales con sus componentes
(2004). Las conclusiones de Lieberman parecen muy psicológicos y conductuales (Taylor y Gonzaga, 2007).
prometedoras, ya que le permiten identificar dos grandes Otros ámbitos explorados desde la neurociencia so-
principios organizadores de los procesos de cognición cial son los referidos a las bases neurales de las diferen-
social en el cerebro humano; por una parte, se encontra- cias existentes entre los procesos de cognición social y
rían los procesos automáticos (o X-system: automatic/re- los procesos cognitivos en general, donde se ha compro-
flexive processes) frente a los controlados (o C-system: bado que la diferencia se debe a que la cognición social
controlled/reflective processes), con sus correspondientes está muy próxima al contexto social de cada persona, de
correlatos neurales, una distinción ya propuesta por la in- manera que se indaga y se realizan inferencias acerca
vestigación social anterior; y por otra, los procesos de del contenido de otras mentes con objeto de utilizarlas
cognición social centrados internamente (o en mundos como una especie de recurso colectivo, y en estos proce-
psicológicos propios) frente a los centrados externamente sos parece que la amígdala desempeña un papel crítico
(o en el mundo exterior y físico, y en sus diferentes agen- (Adolphs, 2006).
tes sociales), también con sus correlatos neurales, una
distinción que no tenía una formulación clara en la teoría Uno de los terrenos también más frecuentados es el
psicosocial anterior y que parece emerger de la investiga- relacionado con las percepciones e identificaciones de
ción en neurociencia sociocognitiva (Lieberman, 2007). los estados internos de otras personas, o sensibilidad
interpersonal (Decety y Batson, 2007); por ejemplo, De-
En otra interesante publicación editada por Caciop- cety y Jackson (2006) han comprobado que los indivi-
po, Visser y Pickett (2006), se recopilan diferentes tra- duos empiezan a conocer los estados emocionales y
bajos que analizan, entre otros tópicos, los sustratos neu- afectivos expresados por otros con la ayuda de la arqui-
rológicos de la inteligencia emocional y social, las bases tectura neural que produce esos estados en ellos mismos
neurales de la autoconciencia y de la cognición social, (lo que otros investigadores han explicado postulando la
las relaciones entre la evolución de la inteligencia social existencia de las llamadas neuronas espejo: cuando una
y la teoría de la mente, la neurociencia social de los pro- persona percibe una emoción ajena se activan en la cor-
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 201
teza cerebral las mismas zonas que se ven involucradas de medidas obtenidas por neuroimagen cerebral para
cuando es ella la que experimenta esa emoción; véase, analizar si las competencias de los miembros de un
por ejemplo, Rizzolatti y Siniglia, 2006). Aunque sin equipo de trabajo son compatibles o no y cómo interac-
duda este mecanismo es fundamental en la empatía, De- túan con las estrategias de colaboración e influyen en el
cety y su equipo (Decety y Jackson, 2006; Decety y rendimiento grupal; aunque los «equipos» estaban com-
Lamm, 2006; Decety y Sommerville, 2003) consideran puestos por solo dos «cerebros», esta investigación abre
que también intervienen otros componentes, como la ca- el camino para utilizar medidas cerebrales mediante
pacidad para compartir emociones y la habilidad de ca- neuroimagen en la composición y en el rendimiento de
da persona para monitorizar y regular los procesos cog- los equipos (Woolley, Hackman, Jerde, Chabris, Bennett
nitivos y emocionales que evitan la confusión entre mis y Kosslyn, 2007). También se han dirigido hacia el estu-
estados y los del otro. Así, si la empatía descansa sobre dio del procesamiento del humor, analizando sus com-
mecanismos de procesamiento de la información diso- ponentes afectivos y cognitivos, y su papel en las inter-
ciados, es posible postular una diversidad de funciones y acciones sociales a partir de las técnicas de neuroimagen
disfunciones estructurales, dependiendo de cuál es el y del estudio de lesiones cerebrales (Uekerman, Daum y
mecanismo afectado. Otros trabajos en esta línea han in- Channon, 2007), y hacia el análisis de los efectos de la
vestigado cómo la autoconciencia y la agencia, media- violencia en los medios de comunicación sobre las con-
das por el área temporoparietal y la corteza prefrontal ductas agresivas (Carnagey, Anderson y Bartholow,
del cerebro, constituyen aspectos fundamentales de la 2007); en este último caso, las técnicas de neuroimagen
mente social; así, las diferencias y las similaridades en- pueden ser útiles para investigar la influencia de la ex-
tre las representaciones de uno mismo y de los demás a posición a la violencia en los medios sobre los procesos
nivel neural pueden estar relacionadas con los niveles de cognitivos y afectivos y sus correlatos neurocognitivos.
autoconciencia y de agencia (Decety y Grèzes, 2006). En el apartado siguiente se resume un programa de
En fin, otros estudios que permiten ver la amplitud y investigación característico en el que se utiliza un enfo-
versatilidad de los ámbitos analizados desde la neuro- que neurosocial para estudiar algunos aspectos de la per-
ciencia social se refieren, por ejemplo, a la utilización cepción social.

12.4
La investigación neurosocial del estereotipo
y el prejuicio
Además, su estudio cuenta con una gran relevancia
12.4.1. Antecedentes y principales sociopolítica, puesto que muchos de los conflictos inter-
investigaciones personales, grupales, sociales e internacionales tienen en
sus orígenes y posterior desarrollo elementos importan-
El interés por los procesos implicados en los estereoti- tes de estereotipia y prejuicio: problemas raciales, cues-
pos y los prejuicios ha sido una constante en la investi- tiones de género, discriminaciones de todo tipo —por
gación psicosocial, desde el trabajo seminal de Gordon tendencia sexual, por factores estéticos, por edad, etc.—,
Allport (1954) hasta la actualidad (Dovidio, Glick y convivencia y relaciones entre colectivos nativos e inmi-
Rudman, 2005), ya que comprende algunos de los tópi- grantes, conflictos originados por diferencias culturales,
cos más definitorios de la psicología social: cómo la nacionales y/o religiosas que alcanzan el nivel de en-
interacción de los factores situacionales con las actitu- frentamientos armados y de acciones terroristas. Por su-
des, las emociones, las motivaciones y las creencias in- puesto, no todos ellos pueden ser explicados atendiendo
fluye sobre el comportamiento de las personas. Más re- exclusivamente a estos procesos psicosociales, ya que
cientemente, la investigación se ha centrado en analizar también intervienen factores históricos, políticos, econó-
cómo dicha influencia opera de una manera automática micos y sociales más amplios (véase, para análisis com-
o más controlada (Devine, 1989; Devine, Plant, Amo- pletos y recientes, por ejemplo, Gómez, 2007; Huici,
dio, Harmon-Jones y Vance, 2002). 1999; Molero, 2007a, 2007b; Schneider, 2005). Y tam-
202 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

poco parece que la investigación psicosocial tradicional (2001), el cual postula la existencia de dos sistemas neu-
sea capaz de explicar por sí sola las complejas relacio- rocognitivos diferenciados que actúan conjuntamente en
nes entre los mecanismos cognitivos básicos y las actitu- las respuestas de regulación. El primero de ellos es el
des sociales implicadas en los procesos de estereotipia y sistema de detección de conflicto, que supervisa las res-
prejuicio, de manera que muchos psicólogos sociales se puestas en curso detectando si existen conflictos entre
han interesado en incorporar teorías y métodos proce- las alternativas de respuesta; la investigación sugiere
dentes de la neurociencia cognitiva y de la psicofisio- que este sistema se encuentra activo constantemente, re-
logía (Amodio, Devine y Harmon-Jones, 2007). Como quiere pocos recursos cognitivos y opera por debajo del
consecuencia de ello, en los últimos años (Guglielmi, control consciente. Cuando se detecta un conflicto, un
1999) la investigación neurosocial sobre el prejuicio y el segundo sistema regulador se activa, encargándose de
estereotipo se ha incrementado notablemente aplicando llevar a cabo procesos deliberativos para asegurar que
modelos neurocientíficos para poner a prueba los meca- prevalece la respuesta prevista sobre las alternativas en
nismos sociocognitivos que subyacen tras procesos co- conflicto. Ambos sistemas han sido vinculados con sus-
mo la percepción de personas (Bartholow y Dickter, tratos neurales diferentes.
2007) o los sesgos raciales. Según la evidencia lograda mediante fMRI y ERP, el
Entre las distintas investigaciones en este último primero de ellos se asocia con actividad en la corteza
campo destacan las realizadas por Elizabeth Phelps y su cingulada anterior (implicada en la atención y en las
equipo sobre la actividad diferencial de la amígdala (es- emociones, que parece funcionar como un sistema de
tructura cerebral subcortical implicada en el aprendizaje alerta no consciente ante riesgos o peligros), mientras
emocional, en la memoria y en las valoraciones) en rela- que el sistema regulador se vincula con actividad en la
ción con evaluaciones sociales/raciales no conscientes corteza prefrontal (la cual juega un papel crucial en fun-
en grupos de individuos blancos y negros, en las que ciones cerebrales superiores como la cognición y el pro-
utilizan la técnica de fMRI (Phelps, O’Connor, Cunning- cesamiento temporal de las secuencias de acontecimien-
ham, Funayama, Gatenby, Gore y Banaji, 2002); las de tos y sus relaciones con las consecuencias, tratándose de
Tiffany Ito y su equipo sobre los procesos cognitivos la corteza cerebral más evolucionada en humanos).
automáticos y controlados conscientemente en el proce- Aplicado al contexto de los sesgos raciales, el mode-
samiento de información relacionada con categorizacio- lo neurocognitivo de control sugiere dos modos en los
nes sociales, en las que utilizan la técnica de potenciales que los estereotipos automáticos pueden influir en la
relacionados con eventos (ERP) en hombres y mujeres conducta de una persona con un nivel bajo de prejuicio.
de razas blanca y negra (Ito, Urland, Willadsen-Jensen y La primera posibilidad se daría cuando la discrepancia
Correll, 2006; Ito, Willadsen-Jensen y Correll, 2007), o entre una tendencia a utilizar estereotipos y una tenden-
las llevadas a cabo por David Amodio y sus colaborado- cia igualitaria —o no estereotipadora— no llega a acti-
res, a una de cuyas líneas de investigación se dedica este var el sistema de detección de conflicto, y en conse-
apartado (Amodio, Devine y Harmon-Jones, 2007; Amo- cuencia tampoco el sistema regulador llegaría a
dio, Harmon-Jones, Devine, Curtin, Hartley y Covert, activarse. La segunda posibilidad se daría cuando el sis-
2004; Amodio, Kubota, Harmon-Jones y Devine, 2006). tema regulador fuera requerido pero resultara incapaz de
orquestar la respuesta igualitaria prevista, necesaria para
eliminar la tendencia indeseada.
12.4.2. El programa de En el programa de investigación de Amodio, Devi-
investigación del equipo ne, Harmon-Jones y sus colegas, se plantearon estudiar
de David Amodio cuándo el sistema encargado de detectar el conflicto
puede proporcionar una explicación teórica de cómo los
en el Laboratorio de procesos reguladores pueden dirigir una respuesta des-
Neurociencia Social prejuiciada que se inicia y se manifiesta rápidamente a
de la Universidad de través de comportamientos que implican escasa delibe-
Nueva York ración consciente. Utilizando este marco teórico, el si-
guiente paso de los investigadores consistió en identifi-
car una medida capaz de captar los cambios rápidos en
Estudio 1 la actividad de la corteza cingulada anterior —relaciona-
Los autores parten del modelo de control cognitivo for- da con la detección de conflicto entre respuestas, como
mulado por Botvinick, Braver, Barch, Carter y Cohen se señaló más arriba—, que pudiera ser utilizada junto a
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 203
una tarea que de manera fiable desencadenara conflictos Dada la tendencia entre los norteamericanos de raza
entre los estereotipos automáticos y el deseo de respon- blanca a asociar los rostros de personas negras con si-
der de manera no sesgada. tuaciones de peligro y conductas hostiles, las fotografías
La medida elegida fue la proporcionada por la técni- de rostros negros tienden a facilitar la categorización co-
ca de neuroimagen ya mencionada de los potenciales ce- rrecta de las fotografías de armas. Del mismo modo,
rebrales relacionados con eventos (ERP), que proporcio- puesto que un rostro negro tiende a provocar la respues-
na información en milisegundos de las pautas de la ta de «arma», interfiere con la categorización correcta
actividad neuronal a través de electrodos situados en el de «herramienta», lo que conlleva altos niveles de con-
cuero cabelludo. Para observar los potenciales relaciona- flicto de respuesta. Siguiendo esta lógica, los ensayos
dos con eventos, los sutiles cambios eléctricos se regis- «negro-arma» serán percibidos con menor nivel de con-
tran por medio de electroencefalogramas (EEG) realiza- flicto de respuesta, mientras que los ensayos «negro-he-
dos a los sujetos participantes mientras responden a una rramienta» lo serán con mayores niveles de conflicto.
tarea experimental, de modo que se puede obtener una Por último, dado que los rostros blancos no se asocian
medida de alta resolución de la actividad cerebral. Uno típicamente ni con armas ni con herramientas, no debe-
de los ERP que la investigación anterior ha mostrado rían afectar ni diferenciar las respuestas ante las fotogra-
que guarda relación con la actividad de detección de fías (aunque los investigadores no lo matizan, se supone
conflicto en la corteza cingulada anterior es la negativi- que esta percepción solo puede aplicarse a una generali-
dad relacionada con errores (ERN), que se identifica dad bastante abstracta de «ciudadanos norteamericanos»,
como una onda de respuesta bloqueada que se obtiene a ya que en otras culturas o contextos estos procesos de
partir de los registros de EEG para cada ensayo, agru- categorización probablemente serían muy distintos).
pándose en el momento de emitir la respuesta calculan- Aunque esta medida de automaticidad y de control
do un promedio que permite identificar una señal rela- en las respuestas tiene limitaciones, la tarea de identifi-
cionada con un evento. Los ERN son específicamente cación de armas puede servir para proporcionar medidas
sensibles a los conflictos cognitivos que conducen a res- teóricamente independientes de procesamiento automáti-
puestas erróneas o a controles fallidos. co (por ejemplo, respuestas basadas en estereotipos)
En cuanto a la tarea experimental seleccionada, los frente a procesamiento controlado (por ejemplo, res-
investigadores consideraron que dicha tarea debería puestas exactas), como se puede inferir a partir de las ta-
cumplir los siguientes requisitos: sas de error en las respuestas de acuerdo con el procedi-
miento de disociación de procesos propuesto por Payne
1. Proporcionar índices teóricamente independientes (2001).
de pautas de estereotipia automática y de respuestas
controladas. Según este procedimiento, los efectos independientes
de procesos automáticos y controlados pueden disociarse
2. Provocar un número suficiente de errores a través utilizando tareas que sitúen estos procesos en oposición.
de los ensayos que permita obtener análisis fiables Así, cuando una respuesta correcta es congruente con la
de exactitud y de promedios de ERP. tendencia automática (por ejemplo, elegir «arma» después
3. Provocar ondas de ERN de modo concurrente a las de «negro»), los procesos automáticos y los controlados
respuestas conductuales. actúan concertados. Por su parte, cuando una respuesta
4. Ser completada con los mínimos movimientos de correcta es incongruente con la tendencia automática (por
cabeza, de manera que se obtengan medidas libres ejemplo, elegir «herramienta» después de «negro»), los
del artefacto provocado por el EEG. procesos automáticos y controlados actúan en oposición.
La tarea diseñada por Payne (2001) de identificación Evaluando la exactitud de las respuestas a través de los
de armas cumplía con estos requisitos; consiste en la ensayos «congruentes» y los «incongruentes», se pueden
presentación en diferentes ensayos de una fotografía de obtener estimaciones independientes de los procesos auto-
un rostro de raza negra o de raza blanca durante 200 máticos y controlados, lo cual permite a los investigado-
milisegundos, seguido de una fotografía de un arma de res considerar la validez convergente y discriminante de
mano (pistola, revólver, arma blanca) o de una herra- los ERN (negatividad relacionada con los errores) como
mienta manual (alicates, sacacorchos, llave inglesa) pre- una medida de la monitorización del conflicto.
sentada también durante 200 milisegundos y posterior- Los resultados obtenidos por Amodio y su equipo
mente ocultada. Los participantes debían categorizar (2004) evidenciaron que los procesos de supervisión de
rápidamente cada fotografía como un arma o como una conflicto entre respuestas se activaban en respuesta a las
herramienta apretando un botón. tendencias automáticas de sesgo racial en momentos
204 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

muy iniciales de la ejecución de la respuesta. En un sen- sayos en los que el control era necesario para superar
tido amplio, estos resultados permitían identificar un sesgos raciales, encontrándose totalmente mediadas por
componente importante del control del prejuicio que no las diferencias en las amplitudes de los potenciales rela-
había sido considerado en modelos psicosociales ante- cionados con eventos (ERN): las amplitudes eran signifi-
riores. cativamente mayores en el caso de los buenos regulado-
res. En definitiva, los resultados sugieren que los malos
reguladores son menos efectivos en la regulación de sus
Estudio 2
respuestas intergrupales debido a que sus sistemas de
El siguiente paso en el programa de investigación se dio supervisión de conflicto entre respuestas son relativa-
intentando dar respuesta a preguntas habituales en los mente insensibles a las discrepancias entre la tendencia
estudios sobre el prejuicio: ¿por qué los sesgos raciales a utilizar estereotipos y la intención de dar una respuesta
se manifiestan en ocasiones en la conducta de personas no sesgada.
desprejuiciadas?, y, ¿por qué algunas personas con bajo Según Amodio, Devine y Harmon-Jones (2007), es-
nivel de prejuicio tienen más problemas para responder tos resultados ofrecen información relevante sobre los
sin prejuzgar que otras personas con niveles similares de mecanismos neurocognitivos implicados en el control de
bajo prejuicio? Los investigadores plantearon la posibili- los sesgos raciales, y pueden tener una aplicación prácti-
dad de que las diferencias individuales en la capacidad ca importante, puesto que las estrategias para la reduc-
para controlar sesgos pudieran tener su origen en los ción del prejuicio pueden orientarse en función de estos
procesos de supervisión de conflicto entre respuestas al- dos grupos identificados. Por ejemplo, si los esfuerzos
ternativas, lo que permitiría distinguir entre buenos y para la reducción del prejuicio se han centrado tradicio-
malos reguladores. Así, plantearon la hipótesis de que nalmente en ejercer influencia sobre las creencias y las
los sistemas neurales de los malos reguladores pueden actitudes mantenidas a nivel consciente, estos nuevos re-
ser menos sensibles a la hora de detectar el conflicto en- sultados plantean la posibilidad de que en el caso de los
tre una tendencia automática de sesgo racial y la inten- malos reguladores los esfuerzos se centren en potenciar
ción de una respuesta no sesgada, en comparación con la intensidad de la señal vinculada con la supervisión de
los sistemas neurales de los buenos reguladores. conflicto entre respuestas en las situaciones en las que
La muestra fue distribuida en tres grupos según las sea necesario el control de la respuesta.
puntuaciones obtenidas en las escalas de motivación
interna y externa para responder sin prejuicio (Plant y Estudio 3
Devine, 1998), distinguiendo entre buenos, malos y no
reguladores, y midiendo las amplitudes de los ERN Por último, este programa de investigación se ha com-
mientras completaban la tarea descrita de la identifica- pletado hasta el momento con el análisis de las posibles
ción de armas. Los buenos reguladores son individuos influencias de factores situacionales en las conductas
que responden de manera desprejuiciada debido a que sesgadas racialmente. Amodio y su equipo (2006) dise-
dicha conducta es importante para ellos (es decir, alta ñaron un estudio en el que los participantes respondían a
motivación interna y baja externa); los malos regulado- la tarea de identificación de armas en privado o en pú-
res son aquellos que también responden sin prejuicio, blico, siendo observados en este último caso por un ex-
pero ello se debe tanto a factores personales o internos perimentador que de manera ostensible manifestaba con-
como a factores externos, tales como el temor a la desa- ductas no sesgadas. Como es sabido, las personas varían
probación social (en este caso, alta motivación interna y en su sensibilidad hacia las presiones externas (Plant y
externa); los no reguladores son individuos que no tie- Devine, 1998), por lo que en función de las respuestas
nen interés en responder sin prejuicio debido a factores dadas a las escalas mencionadas más arriba, se crearon
internos —es decir, que no les importa manifestar sus dos grupos diferenciados entre altos y bajos en motiva-
prejuicios, aunque algunos no reguladores pueden sentir ción externa para responder sin prejuicio, es decir, per-
la necesidad de encubrir sus prejuicios en situaciones sonas que no quieren parecer prejuiciosas ante los de-
sociales para evitar la desaprobación o una posible san- más y personas cuyos valores personales son contrarios
ción— (Devine, Brodish y Vance, 2005). al prejuicio. De esta manera, al considerar la combina-
Se comprobó que las diferencias entre buenos y ma- ción de factores situacionales y disposicionales, los in-
los reguladores en cuanto al control de su conducta se vestigadores plantearon la hipótesis según la cual los
correspondían con sus diferencias en los procesos de su- mecanismos neurales de control que operan específica-
pervisión de conflicto entre respuestas en aquellos en- mente en respuesta a las presiones normativas, se mani-
Capítulo 12. NEUROCIENCIA SOCIAL: HACIA LA INTEGRACIÓN DE LAS EXPLICACIONES... 205
festarán con mayor intensidad en la condición de res- ma, examinaron el efecto de las diferencias individuales
puesta pública y solo entre los participantes con puntua- en cuanto a la capacidad de control del prejuicio, de-
ciones elevadas en su motivación externa o su sensibili- mostrando que los procesos de detección de errores eran
dad a las presiones sociales. Además de confirmarse esta sensibles a las diferencias individuales en la capacidad
hipótesis, los resultados obtenidos permitieron compro- de las personas con bajos niveles de prejuicio para eli-
bar la existencia de un segundo mecanismo, la percep- minar la influencia de estereotipos automáticos sobre su
ción de error, que actuaría de manera postconsciente al conducta. En tercer lugar, el análisis de los efectos de
detectar una respuesta errónea en una tarea de conflicto las presiones sociales permitió identificar un nuevo me-
cognitivo como la utilizada y que se relacionaría con el canismo de control de la conducta, el proceso de percep-
proceso preconsciente de supervisión de conflicto ya ción de error, que parece tener un efecto sobre el control
mencionado en lo que se refiere al ejercicio de control. que emerge sólo en aquellas personas que son sensibles
En resumen, Amodio, Devine y Harmon-Jones (2007) a las presiones normativas cuando estas presiones socia-
consideran que en conjunto su programa de investiga- les o externas resultan salientes.
ción sobre el control del prejuicio puede ser un buen Por último, estos resultados han permitido también
ejemplo del enfoque de la neurociencia social. Así, ini- plantear nuevas estrategias para la reducción del prejui-
cialmente incorporaron una teoría neurocognitiva sobre cio considerando las diferencias motivacionales de los
el componente de supervisión y detección de conflicto individuos y sus respectivos niveles de buenos o malos
en la expresión de control, utilizando métodos psicofi- reguladores. Según estos investigadores, los resultados
siológicos de medida apropiados para evaluar el cons- globales de este programa solo podían obtenerse utili-
tructo teórico. Posteriormente, a partir de este paradig- zando una aproximación desde la neurociencia social.

12.5
Conclusiones
Toda conducta humana es biológica en cierto nivel, pero desde las ciencias sociales hasta las neurociencias, in-
esto no significa que el reduccionismo biológico propor- vestigando cómo los procesos orgánicos son conforma-
cione una explicación satisfactoria de las conductas dos, modulados y modificados por el efecto de factores
complejas o que las fórmulas moleculares de representa- sociales y viceversa (Cacioppo, Berntson, Sheridan y
ción constituyan el único o el mejor nivel de análisis pa- McClintock, 2000). En consecuencia, si se pretende
ra conocer el comportamiento humano. Por su parte, los comprender en toda su complejidad muchos de los pro-
constructos molares desarrollados por las ciencias socia- cesos psicosociales básicos, será imprescindible la for-
les proporcionan un medio de comprender actividades mulación de teorías comprehensivas —que integren lo
muy complejas sin que sea necesario especificar los molecular y lo molar— y con gran poder explicativo
componentes más simples de una acción individual, de que consideren e integren procesos que se dan a través
tal modo que permiten describir de manera eficiente la de diferentes niveles de análisis (Harmon-Jones y Devi-
conducta de un sistema complejo (Cacioppo, 2002). Si ne, 2003; Raichle, 2006). En relación con estos objeti-
se parte entonces de una concepción del ser humano co- vos, es sumamente importante la comunicación eficaz
mo un ser biológico y social, sin que se otorgue priori- de las contribuciones realizadas desde la neurociencia
dad a ninguno de los dos componentes, los enfoques so- social, de modo que presenten y expliquen a las comuni-
ciales y biológicos no pueden ser antagónicos, sino dades científicas implicadas, de manera accesible y sin
complementarios, configurando una aproximación que renunciar al rigor y a su complejidad intrínseca, los pa-
opera identificando los diferentes niveles de análisis en radigmas, constructos y metodologías empleados, ya que
los que se encuentra organizado todo organismo y man- de este logro dependerá en gran medida su superviven-
teniendo una visión de conjunto de la totalidad del sistea cia y su crecimiento como un ámbito emergente de in-
complejo. vestigación (Amodio, Devine y Harmon-Jones, 2007).
Así, esta perspectiva puede resultar muy útil para es- La neurociencia social entraña en sí misma la consi-
clarecer fenómenos y procesos humanos que abarcan deración de la cognición, la emoción, la motivación y
206 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

la preparación para la conducta. La variedad de estos teras que en acercarse con humildad y libres de prejui-
sistemas intervinientes requiere que todos los investiga- cios a sus objetos de estudio, más pendientes de prote-
dores que se ocupan del estudio del cerebro colaboren ger de los supuestos ataques de otras disciplinas lo que
entre sí, así como que utilicen los abundantes datos dis- consideran su patrimonio que de compartir con genero-
ponibles de la investigación de la conducta social, apro- sidad y en beneficio de todos los resultados de su traba-
vechando sus ideas y sus construcciones teóricas. El ce- jo, más interesadas en que la realidad se adapte a sus
rebro no está dividido de la misma manera que las áreas teorías, modelos y metodologías consolidados que en
de conocimiento y los departamentos de psicología y de buscar nuevos enfoques, teorías, modelos y metodolo-
neurociencia, por lo que resulta imprescindible superar gías que se correspondan en mayor grado con las carac-
estas barreras disciplinares y trabajar juntos en el terísticas, las particularidades y la complejidad de lo in-
proyecto de comprender los procesos sociales, cogniti- vestigado.
vos, afectivos y neurales del ser humano considerado Ramón y Cajal afirmó en 1922 que «mientras nues-
como un todo (Todorov, Harris y Fiske, 2006). Como tro cerebro sea un arcano, el universo, reflejo de su es-
señala Lieberman (2007), se trata tanto de desarrollar tructura, será también un misterio». Parafraseando a
nuevas teorías como de enriquecer teorías ya existentes, Cajal, podría decirse que mientras nuestro cerebro sea
demostrando con ello que es posible que este nuevo ám- un arcano, la conducta social, en parte reflejo de su
bito de investigación se constituya como una ciencia de estructura, también será un medio misterio. Los cientí-
nuevas técnicas y una ciencia de nuevas ideas. ficos procedentes de diversas disciplinas, trabajando en
Aun conociendo las limitaciones y los retos que la colaboración e intercambiando sus enfoques y metodo-
neurociencia social, tanto en sus aspectos teóricos como logías para conjugar los diferentes niveles de organiza-
metodológicos (y que han sido mencionados unas pági- ción y de análisis del organismo humano, deberán
nas atrás), deberá afrontar hasta alcanzar el estatus de afrontar en las primeras décadas del siglo XXI el reto
campo disciplinar capaz de generar conocimiento sólido, de avanzar en el estudio de la complejidad del compor-
fiable y válido, las perspectivas que abre, junto a la in- tamiento humano, considerando este como una totali-
vestigación en terrenos muy próximos como es la gené- dad en la que interactúan y se influyen recíprocamente
tica, aparecen como un estímulo y un incentivo para los diferentes componentes y sistemas, y abandonando
investigadores que actualmente se sienten confinados en decididamente los enfoques dualistas, dicotómicos y re-
espacios clausurados, sometidos a disciplinas más preo- duccionistas que en gran medida han lastrado la investi-
cupadas en cercar y consolidar sus artificiales fron- gación durante décadas.

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cience-1747-0919
a
216 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

13.1
Introducción

El 1 de febrero de 2003 la nave espacial Columbia ex- Houston estaba «libre de insignias», es decir, que sin
plotó en el espacio; murieron sus siete tripulantes y se importar la insignia que cada uno llevara en su camisa
perdieron dos billones de dólares invertidos en el proyec- todos juntos debían estar preocupados por la seguridad
to. El desastre sonó como un eco del pasado, ya que del vuelo, era muy simpática, pero en realidad sí impor-
17 años antes, el transbordador Challenger había explo- taba la insignia que cada uno estuviera usando (Mason,
tado, y once años antes que este se había incendiado la 2004). Teóricamente, se trataba de una cultura de puer-
Apollo 1. La comisión investigadora que se formó des- tas abiertas, en la que cualquiera que viese un problema
pués del desastre del Columbia amplió sus indagaciones podía levantar la mano, tocar el silbato y detener todo el
incluyendo aspectos como la organización de la NASA, proceso. Pero en realidad, lo que la comisión investiga-
su historia y su cultura. En las conclusiones del informe dora encontró fue una rígida jerarquía, con una cadena
se aseguraba que: «La cultura actual de la NASA es de- de mando informal pero muy estricta. La gente decía: «Si
finitivamente la culpable de la tragedia, porque reprimió yo hubiera hablado, eso me hubiera costado mi empleo»
las opiniones discrepantes y sobrepuso la complacencia o «si estás en el departamento de ingenieros, tú no eres
por encima de los riesgos persistentes...». En una entre- nadie». Hechos parecidos pueden haber sido los responsa-
vista posterior, Harold Gehman, director de la comisión bles más remotos del fracaso de la misión Challenger si
investigadora, afirmaba que la cultura de la NASA había tomamos en cuenta el análisis que algunos autores hicie-
cambiado. Según él, la afirmación de que la cultura en ron en su día (Cuadro 13.1).

Cuadro 13.1. El desastre de la misión espacial «Challenger»


Schwartz, para analizar el proyecto del trasbordador espacial proyecto. Todos hemos tenido una maestra y los niños aún
Challenger, subraya su simbolismo para los estadounidenses la tienen, la maestra media entre los mundos adulto e in-
en el plano nacional y para la NASA en el organizacional. De fantil. Según Schwartz, otro aspecto importante de la elec-
su estudio se puede extraer conclusiones interesantes para ción de una maestra es que era un símbolo de una persona
la comprensión de la cultura organizacional. normal y corriente, «la chica de al lado», en otras palabras.
Según este autor, la misión del Challenger representaba Sin embargo, todas estas fantasías se basaban en una
un cambio en el simbolismo de las misiones espaciales. Ya negación de la verdadera sociedad americana, del conflicto
no se trataba de representar al «soldado espacial», al va- racial, de las relaciones problemáticas entre los sexos, de
rón bravo, combativo y competente que se enfrentaba a los la pobreza y falta de protección social. En resumen, se pro-
competidores y enemigos en la carrera espacial contra la ducía una negación de la diferencia entre símbolo y reali-
URSS, sino de negar las diferencias. Entre los tripulantes dad. Fueron estos elementos de ingenuidad los que contri-
del Challenger había cinco hombres y dos mujeres, un ne- buyeron, según Schwartz, al lado negativo y oscuro del
gro, un oriental, dos personas muy jóvenes, una bastante proyecto. En una mirada retrospectiva, el proyecto Challen-
mayor y una judía. Una de las mujeres era maestra y la ger aparece como algo carente de competencia, que adole-
idea era que llegara a dar clase en el espacio, transmitidas ce de falta de atención hacia las indicaciones de los proble-
a la Tierra por la televisión. mas existentes, que es incapaz de calcular los riesgos. La
Schwartz dibuja un retrato de los siete astronautas, to- unión de todos estos factores ayuda a comprender por qué
dos sonrientes vistiendo idénticos monos con el logo de la la misión acabó en desastre.
NASA, de pie delante de la bandera americana como fon- No eran problemas nuevos, no; eran problemas «que
do, y afirma: «(...)La imagen me dice: ‘‘Mira lo que América siempre habían estado allí pero nunca se había pensado
ha conseguido. América supera sus divisiones, hombres y que fueran un problema. Dentro del contexto de nuestro
mujeres vuelan juntos, las razas vuelan juntas, las edades narcisismo, estos problemas se veían como insuperables.
vuelan juntas. Hasta los niños pueden volar. Las preocupa- En vez de abandonar el narcisismo y tratar de enfrentarse
ciones terrenales han sido vencidas. No hay limites a lo a los problemas de modo realista, nos afirmamos en él. Así,
que los americanos pueden hacer’’)» (Schwartz, 1988, la actitud ingenua y regresiva de la cultura organizacional de
p. 5). Los medios de comunicación se centraron en la la NASA se puede ver como una elemento significativo de-
maestra, quien se volvió el símbolo más saliente del trás de la tragedia del Challenger» (Schwartz, 1988, p. 19).
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 217
La cultura organizacional es un concepto que está ción para la conducta de las personas en el ámbito orga-
centrado en cómo las personas perciben e interpretan sus nizacional. En este capítulo nos ocuparemos de explicar
organizaciones. Esto implica que se trata de una pieza qué es la cultura organizacional, de qué manera se ha
fundamental para comprender muchos procesos psicoso- estudiado y cuales son algunas de sus implicaciones pa-
ciales que se viven en ellas. Así, el estudio de la cultura ra la vida cotidiana en las organizaciones.
organizacional nos proporciona un marco de interpreta-

13.2
Cultura organizacional: antecedentes históricos
y definición
El estudio de la cultura organizacional tiene sus raíces dad, se reconoce que la cultura organizacional desempe-
en la antropología. El primer intento sistemático por in- ña un importante papel a la hora de crear y promover
vestigar la organización en términos culturales se puede conocimiento, llevar a la práctica programas para mejo-
situar en 1930, en la fase final de los estudios Hawthor- rar los resultados e introducir con éxito innovaciones
ne en la planta de Western Electric. Este estudio co- tecnológicas. Un ejemplo de esto se encuentra en el es-
mienza con una investigación empírica acerca de las re- tudio de Gómez, A. (2003) que muestra las barreras ha-
laciones entre la intensidad de la luz y la productividad, lladas por Pymes del sector del juguete en Alicante
pero más adelante los métodos cualitativos, como las cuando intentan implantar sistemas de control de la cali-
entrevistas, son usados para explicar algunos resultados dad o TQM. Su investigación demuestra que los emplea-
contrarios a lo esperado. Por ejemplo, la observación de dos perciben que el cambio beneficia solo a la empresa
un grupo de nueve trabajadores permitió descubrir que, y que para ellos implica tan solo un incremento del tra-
pese a los incentivos que se ofrecían, los miembros del bajo y del control. Como queda claro en su estudio, la
grupo se ajustaban a un estándar de productividad implí- autora muestra que en la mayoría de las empresas la cul-
cito fijado por el grupo. Este les presionaba si se desvia- tura organizacional está caracterizada por la desconfian-
ban de dicho estándar, tanto en el caso de que lo hicie- za y el recelo hacia las verdaderas intenciones de la or-
ran hacia arriba como hacia abajo. Al parecer dos ganización y que, como consecuencia, los trabajadores
mecanismos estaban actuado: por una parte la conformi- se resisten a participar en la implantación del cambio y
dad con las normas informales del grupo y la existencia esta fracasa.
de sanciones físicas y sociales para quienes no se ajusta-
ban a esa norma. Por otra, la aparición de procesos que
reforzaban la identidad, como apodos o bromas, y la
existencia de funciones informales de liderazgo dentro 13.2.1. Definición de cultura
de los grupos. Pese a que los resultados de estos estu- organizacional
dios han sido cuestionados, todavía representan uno de
los primeros intentos por abordar el comportamiento in- Cuando se trata de definir la cultura organizacional nos
dividual y grupal con un enfoque cualitativo. enfrentamos a una variedad de significados y connota-
En 1945, Gardner publicó el primer manual que ana- ciones diversas. De hecho Verbeke, Volgering y Hessels
liza las organizaciones desde una perspectiva cultural. (1998) identificaron 54 definiciones diferentes usadas
Pese a que hay un resurgimiento de los estudios basados entre 1960 y 1994. En una revisión en español, Peiró
en la antropología en los años 60, el tema de la cultura (1990) recopila más de 20 definiciones diferentes del
organizacional no se vuelve una cuestión relevante hasta concepto de cultura organizacional y todavía mayor can-
los 80 (Ostroff, Kinicki y Tamkins, 2002). Entre las ra- tidad de niveles y dimensiones de análisis.
zones del interés inicial en el estudio de la cultura orga- La aparente inconsistencia se explica por la proce-
nizacional hay que mencionar que varios estudios muy dencia ecléctica de los investigadores, que vienen de la
difundidos sugieren que una cultura organizacional fuer- sociología, la antropología y la psicología. Como conse-
te suele ir unida a la eficacia empresarial. En la actuali- cuencia de ellos se usan diferentes enfoques epistemoló-
218 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

gicos y diversos métodos para investigar la cultura. Pese prende que, aunque Schein habla de la cultura de un
a esto se pueden detectar algunas características comu- grupo social sin especificar el tamaño del grupo social
nes a través de las diversas definiciones, según señalan al cual se puede aplicar su definición, el tamaño de la
Hofstede, Neuijen, Ohavy y Sanders (1990). Estas co- unidad social a la que se aplica el concepto de cultura
munalidades incluyen que la cultura tiene muchas capas, varía. Además, hay una cultura organizacional, pero
niveles o aspectos de un contexto organizacional, que la también hay subculturas de diversas unidades, departa-
cultura es un fenómeno socialmente construido en el que mentos o grupos a los que pertenecen las personas den-
influyen las fronteras históricas y espaciales, y que el tro de la organización.
concepto de significados compartidos es una noción Estas subculturas, aunque no tienen autonomía sufi-
central para entender la cultura organizacional. ciente para constituir una cultura, anidan dentro de las
Pese a esta variedad de definiciones, una de las más organizaciones y dan vitalidad a los grupos internos. Las
abarcadoras es la ofrecida por Schein (1992, 2000), subculturas (de género, de clase y gremiales, entre otras)
quien afirma que la cultura es un patrón de supuestos suelen ser muy dinámicas en el seno de la cultura orga-
básicos compartidos que el grupo ha aprendido a través nizacional (Aguirre, 2004). Un estudio reciente llevado
de la solución de sus problemas. Este patrón funciona lo a cabo en grandes hospitales muestra que ciertos grupos
suficientemente bien como para ser considerado válido de médicos de determinadas especialidades, como ciru-
y ser propuesto a los nuevos miembros como el modo janos y obstetras, se muestran más antagónicos y escép-
correcto de percibir, pensar y sentir en relación con dos ticos con el trabajo de los directivos y administradores
aspectos: la adaptación externa a la tarea del grupo u or- del hospital. Entretanto, hay profesionales de otras espe-
ganización, y la integración interna, mediante las rela- cialidades que parecen tener menos conflictos con los
directivos, lo que parecería poner de manifiesto la exis-
ciones entre los miembros. Schein sugiere que la cultura
tencia de dos subculturas opuestas, una clínica enfrenta-
organizacional se aprende a través de los procesos de
da a otra de gestión.
socialización y comunicación, de modo que estos su-
puestos básicos pasan a ser asimilados por los nuevos Otro ejemplo del ámbito sanitario ilustra cómo el de-
miembros de la organización y estos comienzan a em- bate mantenido en una unidad de cuidados intensivos
plearlos como su propio modo de interpretar y resolver acerca de la conveniencia o no de que los pacientes lar-
los problemas. Esta definición también implica que los go tiempo ingresados usen camisones y pijamas propor-
comportamientos manifiestos de las personas, aunque no cionados por el hospital o usen sus propias vestimentas
son directamente parte de la cultura organizacional, es- en realidad esconde dos subculturas diferentes, una, la
tán claramente influidos por los supuestos básicos de es- de médicos y residentes, y otra, la de enfermeras y auxi-
ta (Ostroff, Kinicki y Tamkins, 2002). De aquí se des- liares (Pratt y Rafaeli, 1997) (Cuadro 13.2).

Cuadro 13.2. Cultura, comunicación y socialización. Diferentes presupuestos culturales


en un debate interno sobre la ropa que deben usar los pacientes
de una unidad de cuidados intensivos*
Si los pacientes usan ropa de calle Si los pacientes usan uniformes del hospital
Objetivo del periodo de ingreso hospitalario: rehabilitar, Objetivo: dar cuidado a los pacientes.
enseñar.
Pacientes deambulan. Pacientes están en la cama.
Están enfermos, pero pueden cuidar de sí mismos. Son enfermos, dependientes del personal.
Aprenderán a funcionar fuera del hospital. Requieren tratamientos especiales.
El grupo de profesionales desarrolla un plan de trata- Cada profesional aplica su propia experiencia al cuidado
miento para cada paciente. de los pacientes.
Familias participan del cuidado. Familias visitan al paciente.

* Pratt y Rafaeli (1997).


Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 219

13.3
Componentes de la cultura organizacional
Muchos autores han propuesto que la cultura organiza-
cional tiene varias capas o niveles. Estas capas estarían 13.3.1. Artefactos observables
situadas en un continuo de accesibilidad/subjetividad, de
tal modo que en la superficie se encontrarían aquellos Son las realizaciones manifiestas de los valores subya-
niveles más accesibles y en la profundidad se situarían centes. Representan las formas concretas que ponen de
los aspectos más subjetivos e inaccesibles. Según Schein manifiesto los supuestos profundos y la ideología de la
(1992, 2000) hay tres capas fundamentales: organización. Son ejemplos de artefactos la organización
del ambiente físico, el lenguaje, los productos y la tec-
Artefactos observables. nología, las creaciones artísticas, las formas de vestir y
Valores defendidos. manifestaciones emocionales, los mitos y ritos, y las lis-
tas públicas de valores o los slogans de las organizacio-
Supuestos subyacentes. nes (Figura 13.1).

FIGURA 13.1. Diferentes formas de organizar el espacio físico, de disponer a las personas, de gestionar el trabajo
y de administrar las recompensas nos dejan ver la existencia de variadas culturas organizacionales.
220 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

puestos se contestan o someten a debate, y, por consi-


13.3.2. Valores defendidos guiente, es muy difícil que cambien. Schein concluye
que desafiar tales supuestos básicos produce ansiedad y
Schwartz (1992) define los valores con cuatro caracte- pone a la gente a la defensiva, porque estos supuestos
rísticas clave: son conceptos o creencias que pertenecen ayudan a sentirse seguro dentro de la organización, ya
a un estado de cosas o conducta deseable, que trascien- que permiten a los empleados identificar aquello a lo
den las situaciones y guían la selección y valoración de que deben prestar atención, saber cómo reaccionar emo-
las conductas y eventos concretos, y están ordenados por cionalmente ante los acontecimientos y anticipar qué ti-
su importancia relativa. Los valores defendidos son po de acciones pueden llevar a cabo ante circunstancias
aquellos específicamente adoptados por la dirección o la diversas. Sin embargo, pese a su indudable influencia en
organización como un todo. En contraste con estos están la vida organizacional, hasta hoy la investigación empí-
los valores promulgados, aquellos que se exhiben y con- rica no ha conseguido identificar los antecedentes o las
vierten en conductas concretas. La diferencia es impor- consecuencias de los diferentes supuestos básicos subya-
tante porque la brecha entre unos y otros está relaciona- centes en las organizaciones.
da con las actitudes y comportamientos de las personas
Schein señala que los supuestos básicos se refieren,
dentro de la organización. Cuando la distancia entre lo
por lo general, a las siguientes cuestiones:
que se dice de cara a la galería y aquello que se hace
de verdad es demasiado amplia, las personas se vuelven ¿Qué relación tienen los humanos con la naturaleza?
cínicas dentro de la organización (Clarke, 1999). En un En el plano organizacional, parece clave comprender
estudio sobre la cultura de la compañía de aviación Bri- si la relación de la organización con su ambiente es de
tish Airways, se mencionan los slogans que la empresa dominación, de sumisión, de búsqueda de la armonía
proponía a sus empleados para animarles a mejorar su encontrando un nicho apropiado o cualquier otra.
rendimiento y, a la vez, los comentarios cínicos añadi- ¿Qué es la realidad y qué es la verdad? Las reglas de
dos por los empleados a esos mismos slogans (Cuadro lenguaje y de comportamiento que definen qué es real
13.3). y qué no lo es, qué es un «hecho», cómo se determina
la verdad y cómo se revela y descubre la verdad.
¿Cómo es la naturaleza humana? ¿Qué es lo que sig-
13.3.3. Supuestos básicos nifica ser humano y cuáles son los atributos que se
subyacentes consideran intrínsecos a la naturaleza humana? ¿Es la
naturaleza humana buena, malvada o neutral? ¿Son
Son elementos inobservables que residen en el corazón los humanos perfeccionables o no?
de la cultura organizacional. Muchos de ellos empiezan ¿Cuál es la naturaleza de la actividad humana? ¿Qué
siendo valores pero luego acaban dándose por sentados. es correcto que hagan las personas, basándonos en las
Las conductas que van contra ellos se suelen ver como asunciones anteriores? ¿Deben ser activas, pasivas, fa-
inaceptables o inconcebibles. Muy raramente tales su- talistas o qué? ¿Qué es el trabajo y qué papel tiene?

Cuadro 13.3. «Slogans» propuestos por British Airways a sus empleados


y reformulación de los empleados sobre estos
El slogan según la empresa El slogan según los empleados

䊏 Todos cuentan 䊏 Todos cuentan hasta el día en que se van

䊏 Cada diferencia hace una diferencia 䊏 Cada diferencia hace una diferencia, excepto la indife-
rencia

䊏 Menos es más... simplifica 䊏 En nuestras pagas menos es más, simplifica

䊏 Asume el riesgo inteligente 䊏 Asume el riesgo inteligente y vete

䊏 Hazlo mejor cada día 䊏 Hazlo mejor cada día y todavía te seguirás sintiéndote
igual de mal
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 221
Cuadro 13.4. Diferencia entre clima y cultura organizacional
El concepto de clima organizacional sugiere un compuesto ducido a priorizar los problemas de medición frente a los de
multidimensional de elementos, a semejanza de lo que su- definición conceptual. Una propuesta para distinguir, y a la
cede con la expresión «clima atmosférico», que implica hu- vez relacionar, los conceptos de clima y cultura organiza-
medad, presión, temperatura, contaminación, vientos, can- cional se basa en los niveles de la cultura que intervienen.
tidad de lluvias, nubosidad y corrientes marinas, entre otros Esto significa que aquellos aspectos de la cultura más fácil-
aspectos. Es decir, el clima organizacional se compone de mente experimentables, más vulnerables a las variaciones
una serie compleja de facetas que ejercen considerable in- internas o externas y de corto plazo, cuyas manifestacio-
fluencia en el modo en que las personas se comportan en nes son más visibles y a los que se accede con mayor faci-
el lugar de trabajo. Los estudios acerca del clima organiza- lidad, constituirían el clima organizacional. El clima se crea
cional y de la cultura revelan diferencias cronológicas en su a partir de las percepciones de un grupo de personas, pero
origen y evolución (Neves, 2001, p. 432). Aunque es más no va más allá de las percepciones individuales y no suce-
remota la tradición que investiga el clima que la de cultura, de, como con la cultura, que parece estar apoyada en un
el análisis de la historia de cada concepto revela diferen- consenso o acuerdo en cuanto al contenido de lo que es
tes intereses y prioridades de los investigadores. Entre los percibido por las personas que comparten un determinado
autores que trabajan sobre el clima, la exigencia de aplica- ambiente organizacional.
bilidad y de intervención organizacional parece haber con-

¿Cuál es la naturaleza de las relaciones humanas? tefactos observables se sitúan el producto mismo que se
¿Cuál es considerado el modo correcto en que la gen- vende, el logotipo asociado a ese producto, los símbolos,
te se relaciona con otros, cómo se distribuye el poder canciones y las imágenes publicitarias empleadas. En el
y el afecto? ¿Es la vida colaboración o competencia, plano de los valores defendidos, Coca-cola propone en
es individualista, basada en la colaboración grupal, o la actualidad que está dirigida a todo tipo de público,
colectivista, basada en la autoridad tradicional, en la que es un producto para todos. Entre sus supuestos bási-
ley, en el carisma o en qué? cos subyacentes habría que inferir una concepción igua-
Podríamos ejemplificar esto con la organización que litaria de las personas, una visión democrática de las so-
produce y comercializa Coca-Cola. En el nivel de los ar- ciedades.

13.4
Cómo se miden los contenidos de la cultura
organizacional
Para definir el contenido o la sustancia de la cultura cluso algunos investigadores se atreven a poner en en-
ayuda la descripción de los niveles o capas que la for- tredicho la premisa misma de que la cultura organiza-
man. Existe una amplia serie de investigaciones que han cional pueda ser adecuadamente evaluada a través de
recurrido a procedimientos cualitativos para evaluar las cuestionarios (Tryce y Beyer, 1993) y rechazan la vali-
capas más profundas de la cultura organizacional, mien- dez de los estudios cuantitativos afirmando que la cultu-
tras que otros han usado instrumentos cuantitativos para ra es algo que la organización es y no algo que la orga-
medir los valores y las creencias defendidos, así como nización tiene.
las prácticas organizativas bajo las cuales subyace la
cultura. Ahora bien, desde la perspectiva cuantitativa se re-
chazan las interpretaciones subjetivas e idiosincráticas
En la revisión de Ashkanasy, Broadfoot y Falkus asociadas al estudio cualitativo de casos. Detrás de este
(2000) se analizan los diferentes cuestionarios usados cuestionamiento está presente la polémica entre los en-
para medir la cultura organizacional y se concluye que foques cualitativo y cuantitativo de la investigación en
muchos de ellos se emplean con fines de consultoría, ca- ciencias sociales, cuya solución no pretendemos abordar
recen de adecuada fundamentación teórica, se usan con aquí. Pero sí parece justificado afirmas, citando a
escasa frecuencia o carecen de la validez adecuada. In- Schultz y Hatch (1996), o a Rousseau (1990), que resul-
222 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ta necesario usar múltiples métodos si lo que se pretende


es valorar los múltiples niveles de la cultura organiza-
cional.
En este capítulo expondremos en más detalle uno de
los procedimientos usados para valorar la cultura organi-
zacional: el OCI o Inventario de Cultura Organizacional.

13.4.1. OCI (Inventario de Cultura


Organizacional)
El OCI es un cuestionario de lápiz y papel, autoinforma-
do, en el que se incluyen 120 ítems que evalúan las con-
ductas normativas y las expectativas conductuales com-
partidas en la organización. Cooke y Szumal (1993)
definen las creencias normativas como aquellas cogni-
ciones que una persona tiene acerca del comportamiento
que se espera de él en cuanto miembro de una organiza- FIGURA 13.2. Modelo circular del inventario de cultura
ción. Las expectativas conductuales compartidas son organizacional (adaptado de Cooke y Szumal, 1993).
creencias normativas compartidas por todos los miem-
bros de la organización. Podríamos decir que las creen- A su vez, basándose en esas dos dimensiones orto-
cias normativas son personales y pasan a ser expecta- gonales (satisfacción-seguridad y tarea-personas) las cul-
tivas conductuales compartidas cuando todos los miem- turas se pueden clasificar en:
bros de la organización las sostienen. Tales expectativas Culturas constructivas.
o normas especifican la forma en que se espera que to-
dos los miembros de la organización enfoquen su traba- Culturas pasivo-defensivas.
jo y sus relaciones con los compañeros. Culturas agresivo-defensivas.
El cuestionario se centra en 12 estilos de pensar y de
comportarse que la gente debe asumir de manera implí-
cita o explícita para ajustarse a las expectativas en sus 13.4.1.1. Culturas constructivas
organizaciones o departamentos y cumplir con ellas. Ta-
les estilos se representan intuitivamente alrededor de
una circunferencia, en la cual la distancia entre cada uno Son aquellas en las que se alienta a sus miembros a
de ellos representa su grado de similitud o de deseme- interactuar unos con otros y a enfocar las tareas en mo-
janza. dos que les ayuden a cumplir con sus necesidades de sa-
tisfacción. Se caracterizan por:
Como se puede ver en la Figura 13.2, los estilos cer-
canos desde el punto de vista de su contenido se sitúan Estar orientadas al logro. Una cultura orientada al lo-
cerca uno del otro en la circunferencia, y aquellos que gro se da en las organizaciones en las que se hace hin-
son muy distintos o independientes están situados dis- capié en que las cosas se hagan bien y se valore a los
tantes. Por ejemplo, un estilo competitivo se encuentra miembros que consiguen sus objetivos. En ellas se es-
entre el estilo perfeccionista y la búsqueda de poder, pe- pera que los miembros se pongan metas realistas pero
ro opuesto al estilo afiliativo. Los estilos situados en la desafiantes, establezcan planes para alcanzarlas y per-
mitad derecha de la figura se caracterizan por su preocu- sigan esos objetivos con entusiasmo.
pación por las personas (p. e., desarrollo personal, afilia- Estar orientadas a la autorrealización. Se presenta en
ción y búsqueda de aprobación, entre otros), mientras organizaciones que desarrollan una cultura en la que
que los del lado izquierdo se centran en la preocupación se valora la creatividad, la calidad por encima de la
por las tareas. Aquellos que se sitúan en la parte supe- cantidad, el logro en las tareas pero también el creci-
rior del gráfico responden a las necesidades de satisfac- miento personal. Se anima a los miembros a disfrutar
ción, mientras que los de la parte inferior están dirigidos con su trabajo, a desarrollarse a sí mismos, a empren-
a cumplir con necesidades de seguridad. der actividades nuevas e interesantes.
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 223
Fomentar lo humanístico. Las culturas que estimulan
los aspectos humanísticos se concretan en organiza- 13.4.1.3. Culturas agresivo-defensivas
ciones dirigidas en forma participativa y centradas en
las personas. Se espera de sus miembros que apoyen a En ellas se espera que los miembros enfoquen las tareas
los demás, sean constructivos y abiertos a la influen- de forma enérgica y contundente y que protejan su esta-
cia en sus relaciones con los otros. tus y su seguridad. Las culturas agresivo-defensivas se
Ser afiliativas. Caracterizan a las organizaciones que caracterizan por:
dan un lugar prioritario a las relaciones interpersona- Fomentar la oposición. Una cultura de la oposición
les constructivas. Se espera que los miembros sean describe a las organizaciones en las que se recompen-
amigables, abiertos y sensibles a la satisfacción de su san la confrontación y el negativismo. Los miembros
grupo de trabajo. que se muestran críticos ganan en estatus e influen-
cia y así son reforzados por oponerse a las ideas de
otros.
13.4.1.2. Culturas pasivo-defensivas Poder. Una cultura del poder describe las organizacio-
nes no participativas estructuradas sobre la base de la
En ellas los miembros creen que deben interactuar con autoridad inherente a las posiciones de los miembros.
la gente de tal manera que la propia seguridad no resulte Los miembros creen que serán recompensados por
amenazada. Las culturas pasivo-defensivas se caracteri- asumir cargos, controlar a sus subordinados y, al
zan por: mismo tiempo, responder a las demandas de sus supe-
riores.
Aprobación. Una cultura del beneplácito describe
aquellas organizaciones en las cuales se evita el con- Competitividad. Una cultura competitiva es aquella en
flicto y las relaciones interpersonales se vuelven com- la cual ganar es valorado y se recompensa a los
placientes aunque superficiales. Se espera de sus miembros que rinden más que los otros. Los miem-
miembros que sientan que pueden estar de acuerdo o bros actúan en un ambiente de perder o ganar y creen
ganar el visto bueno de otros. que deben trabajar contra (en vez de con) los compa-
ñeros para ser apreciados.
Convencionalismo. Una cultura convencional se carac-
teriza por ser conservadora, tradicional y estar controla- Perfeccionismo. Una cultura perfeccionista caracteriza
da burocráticamente. Se espera de los miembros que a las organizaciones en las que la persistencia y el tra-
se adapten, sigan las reglas y causen buena impresión. bajo duro son recompensados. Los miembros creen
que tienen que evitar cualquier error, mantenerse al
Dependencia. Una cultura dependiente describe las or- tanto de todo y trabajar muchas horas para alcanzar
ganizaciones que están controladas jerárquicamente y objetivos definidos estrictamente.
no son participativas. Las decisiones centralizadas que
se toman llevan a los miembros a hacer solamente Para establecer la fuerza de las creencias normativas
aquello que les mandan sus superiores. se pregunta a los participantes en qué medida tales for-
mas de comportarse son esperadas en sus organizacio-
Evitación. Una cultura de evitación caracteriza a las nes. También se toma en cuenta el acuerdo existente en-
organizaciones que se olvidan de premiar los éxitos tre los miembros de una organización o departamento
pero nunca de castigar los errores. Este sistema de re- respecto a tales exigencias. Finalmente se les pregunta
compensas negativas lleva a los miembros a descar- en qué medida ellos comparten las referidas expectati-
garse de sus responsabilidades y a evitar cualquier po- vas. Véase un ejemplo de ítems en el Cuadro 13.5.
sibilidad de ser culpado de un error.

Cuadro 13.5. OCI inventario de cultura organizacional. Ejemplos de ítems


Se esfuerzan por conseguir un estándar de excelencia. Transforman el trabajo en una competición.
Siempre siguen las políticas y prácticas señaladas. Hacen las cosas perfectamente.
Esperan que los otros actúen primero. Ayudan a los otros a crecer y desarrollarse.
Piensan en modos independientes y únicos.
224 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Los tres tipos de culturas organizacionales también


13.4.1.4. Resultados de la muestran correlaciones significativas con los resultados,
investigación relacionada y ello tanto en el plano personal como en el grupal y or-
con el OCI ganizacional. En el plano personal los resultados más
analizados han sido la motivación laboral, el rendimien-
La fiabilidad y validez del instrumento se evaluó a partir to, la satisfacción laboral y el estrés. En el plano grupal
de datos procedentes de casi 5.000 participantes pertene- la calidad de las relaciones laborales y del trabajo en
cientes a un amplio abanico de organizaciones: 1.375 grupos y, en el plano organizacional, la calidad del ser-
controladores aéreos, 650 miembros de 18 organizacio- vicio al cliente (Tabla 13.1).
nes diversas, 183 directivos, mandos intermedios y ven- Como se puede apreciar en la Tabla 13.1, las cultu-
dedores de 44 comercios del área metropolitana de ras constructivas tienen relaciones positivas con los re-
Chicago y 95 grupos de cinco miembros coordinados sultados deseables en los tres planos y relaciones negati-
por un jefe pertenecientes a empresas distintas, entre vas con el estrés. Las culturas pasivo-defensivas solo
otros. Los resultados apoyan la fiabilidad adecuada de tienen relaciones positivas con el estrés, mientras que
todas las escalas que osc .ila entre a % 0,94 y a % 0,65. son inversas todas las otras relaciones y las agresivo-de-
5 fensivas presentan un patrón de relaciones más complejo.
Los estudios resumidos recientemente (Cooke y Szu-
mal, 2000) señalan que los tres tipos de culturas organi- Tabla 13.1. Relaciones entre las diferentes
zacionales tienen correlaciones positivas con anteceden- variables estudiadas y los tipos de culturas
tes de carácter organizacional, ya que reflejan la organizacionales.
influencia de la estructura organizacional, las prácticas
de gestión de los RRHH, la tecnología organizacional y Cultura
el liderazgo. Pasivo- Agresivo-
Resultados Constructiva
En concreto: defensiva defensiva
La centralización en la toma de decisiones correlacio- Motivación 0,56*** .0,33***
na positivamente con la cultura pasivo-defensiva, pero Rendimiento 0,17** .0,08 0,02
negativamente con la constructiva. Así se recuerda a Satisfacción 0,60*** .0,32*** .0,13***
los miembros que hay que seguir las normas y se su- Estrés .0,25*** 0,21*** 0,21***
primen oportunidades de conductas proactivas. Trabajo grupal 0,44*** .0,25*** .0,17***
Calidad del servicio 0,58*** .0,19*** 0,07
El uso de sistemas justos de evaluación del rendimien-
to, al igual que el uso de sistemas de objetivos claros, A continuación se presenta el Cuadro 13.6, en el que
correlaciona positivamente con la cultura constructiva, se presentan resumidos otros cuestionarios que también
pero negativamente con la pasivo-defensiva. se han utilizado en la investigación de la cultura organi-
Los trabajos faltos de autonomía, variedad e impacto zacional.
en las personas están asociados a culturas pasivo-de- En la Figura 13.3 se presenta una descripción algo
fensivas, tal como sucede con las tareas burocráticas y más detallada del cuestionario CVF.
administrativas.

Cuadro 13.6. Otros instrumentos usados para medir la cultura organizacional


Instrumento Características
CVF marco de los valores Parten de una lista con 30 indicadores de eficacia organizacional obtenidos a partir de una
opuestos. amplia revisión de la bibliografía. La someten a la evaluación de siete expertos que la redu-
Propuesto por Quinn y sus cen a solo 17 indicadores.
colaboradores para explicar Estos indicadores representan tres dimensiones que permiten evaluar las culturas: si el
las diferencias en los valo- centro de atención es interno o externo, si la cultura es flexible o se basa en el control, y si
res y las ideologías que se el énfasis está puesto en los fines o en los medios para alcanzar tales fines.
encuentran bajo diversos mo-
delos de eficacia organizacio- Como resultado, se puede clasificar a las culturas organizacionales en cuatro tipos, que se
nal. La presentación gráfica representan en los cuadrantes de la Figura 13.3.
se aprecia en la Figura 13.3. Los investigadores que usan este procedimiento tienden a centrarse en el análisis de ca-
sos, por lo que sus conclusiones son difíciles de generalizar.
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 225
Cuadro 13.6. Otros instrumentos usados para medir la cultura organizacional
(continuación)

Instrumento Características

OCP Perfil de la cultura or- Se basa en el supuesto de que el ajuste entre los valores de la persona y de la organiza-
ganizacional. ción es la base de la eficacia organizacional.

Desarrollado inicialmente Contiene una lista de 54 valores agrupados en diez categorías. Las personas responden
para valorar el ajuste entre valorando en qué medida tales valores son característicos de la organización a la que per-
la persona y la organiza- tenecen y en qué medida representan sus preferencias personales.
ción.
La investigación que usa este instrumento ha mostrado fiabilidad adecuada y validez pre-
dictiva. El ajuste entre la persona y la organización valorado con este procedimiento se ha
mostrado asociado positivamente con el compromiso organizacional, la satisfacción laboral
y el bajo abandono de la organización.

Entrevista de prácticas de Contiene 61 items que miden las prácticas de trabajo percibidas por nueve informantes cla-
trabajo. ves de 20 unidades de trabajo en 10 organizaciones diferentes de Dinamarca y Holanda,
Propuesto por Hofstede y sus obtenidas a través de entrevistas en profundidad.
colaboradores (1990).
El análisis factorial de estos ítems nos muestra seis dimensiones subyacentes de la cultu-
Según Hofstede, las prácti- ra: orientada a los procesos o a los resultados, orientada a las personas o a la tarea, pa-
cas de trabajo son la parte rroquiana o profesional, sistema abierto o cerrado, de control débil o fuerte, y normativa o
visible de la cultura organi- pragmática.
zacional.
Esta evaluación de las prácticas de trabajo permite ver las percepciones de los empleados
acerca de las características específicas de un ambiente laboral aunque es considerada
por algunos autores como una medida del clima organizacional más que de la cultura.

FIGURA 13.3. El cuestionario CVF y los cuatro tipos de cultura.


226 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

13.5
Cultura y organizaciones: algunas paradojas

mo lo hacen aquellos pertenecientes a Taiwán o Hong


13.5.1. Cultura y liderazgo Kong. Asimismo cuando se les pide que seleccionen las
menos efectivas, coinciden en indicar que el uso de la
Los estudios de Misumi (1985) sobre el estilo de lide- presión o la insistencia eran las menos eficaces. Sin em-
razgo de los directivos japoneses, muestra que los su- bargo, las puntuaciones difieren significativamente entre
pervisores más efectivos en ese país son aquellos que los grupos. Los directivos chinos son quienes consideran
puntúan alto en dos dimensiones: la orientación al rendi- menos eficaz la persistencia, mientras los de Hong Kong
miento en las tareas (P) y la orientación hacia el mante- consideran la presión más efectiva que sus colegas de
nimiento del equipo (M). Sus hallazgos son consistentes Taiwán o China. Los autores señalan que mientras que
en organizaciones tan diversas como las minas de car- parece fácil diferenciar los valores culturales típicos en-
bón, los astilleros, la banca, las oficinas gubernamenta- tre un directivo japonés y uno estadounidense, la distin-
les o las compañías de autobuses, lo cual permite afir- ción entre personas de procedencia cultural china re-
mar que se trata de una característica de la cultura quiere mayor refinamiento.
japonesa en general y que no depende del ambiente la-
boral concreto. Mientras tanto, lo habitual en la cultura
occidental es que los roles de los líderes estén centrados
o bien en la tarea o bien en aspectos socioemocionales, 13.5.2. Un ejemplo de investigación
que se corresponderían con las dimensiones de la inves- empírica sobre cultura
tigación de Misumi. Por el contrario, en la cultura japo- organizacional
nesa parece inconcebible separar los aspectos instrumen-
tales, aquellos orientados al rendimiento, de los aspectos
Aunque la cultura organizacional parezca un concepto
socioemocionales, aquellos centrados en las relaciones
un poco escurridizo y difícil de medir, el interés conti-
interpersonales.
nuado de los investigadores y consultores de las organi-
En este sentido, un estudio más reciente (Fu, Peng, zaciones en él se funda en las consecuencias a corto,
Kennedy y Yukl, 2004) explora las preferencias por di- medio y largo plazo que parece tener sobre resultados en
versas tácticas de influencia que tienen los directivos en los planos personales, grupales y organizacionales.
las sociedades de origen chino, las cuales comparten una Ejemplo de esto es un estudio publicado en el Interna-
herencia cultural común pero han desarrollado culturas tional journal of nursing studies. Esta investigación ex-
locales diferentes. Tal es el caso de Hong Kong, someti- pone las relaciones encontradas entre la percepción de la
da por muchos años a dominación británica, Taiwán, cultura organizacional por parte de las enfermeras con
ocupada por Japón y ligada a Estados Unidos más tarde, su propia satisfacción laboral y, más todavía, con la sa-
y la República China, vinculada política y económica- tisfacción general de los pacientes con los cuidados reci-
mente a la antigua Unión Soviética durante muchos bidos y con el seguimiento una vez que han sido dados
años. Los resultados empíricos muestran que los directi- de alta de la unidad.
vos de las tres sociedades chinas consideran muy impor- El modelo teórico que representa las hipótesis del
tantes las relaciones interpersonales. De hecho, cuando estudio es el que se muestra en la Figura 13.4.
se les pregunta qué procedimientos consideran ellos más
eficaces para influir a sus subordinados, los directivos Este modelo se proponía captar las diferencias exis-
de las tres procedencias respondían que la persuasión ra- tentes entre los diferentes servicios y unidades de cuida-
cional, la información y la colaboración eran las más do de los pacientes (p. e., servicio de oncología, unidad
efectivas. Pero pese a este acuerdo, los directivos de de cuidados intensivos, servicio de estomatología) en lo
Hong Kong y Taiwán valoran estas tácticas como más que se refería a su cultura organizacional. El personal
efectivas que sus colegas de China. Por otra parte, estos estable de las diversas unidades fue entrevistado a través
últimos las puntúan a todas por igual, mostrando que no de un cuestionario y se tomaron en consideración solo
diferencian la efectividad de estas tres tácticas tanto co- las respuestas de quienes trabajaban allí de forma per-
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 227
la cultura organizacional en las unidades de atención al
paciente predicen eficazmente la satisfacción de estas
mismas trabajadoras (Figura 13.5).

FIGURA 13.4. Hipótesis planteada por Keltner et al. (2003)


sobre los efectos psicológicos del poder social.

manente. En la muestra de enfermeras se obtuvo un total


de 520 encuestas respondidas. Por otra parte, se envia-
ron cuestionarios de satisfacción del paciente a los do-
micilios de todas las personas hospitalizadas en esas
mismas unidades como mínimo durante una noche. Se
alcanzó un total de 345 cuestionarios completos, des- FIGURA 13.5. Resultados del análisis de regresión en el estudio
sobre enfermeras y pacientes.
pués de descartar aquellos que habían sido completados
por los familiares o aquellos en los que el paciente era
menor de 17 años. Debido a que se buscaba comparar Además, estas percepciones sirven para predecir la
las percepciones de los trabajadores y de los pacientes satisfacción de los pacientes tratados en dichas unidades,
de cada una de las unidades o servicios, los datos de las tanto en lo que se refiere a las indicaciones que reciben
personas se agregaron en función de su pertenencia a ta- sobre los cuidados a seguir en su casa como a su satis-
les agrupaciones. Así se obtuvieron 17 unidades, de las facción general con la atención recibida durante su hos-
que 13 eran de medicina o cirugía de adultos, dos esta- pitalización. De esta manera se muestra que las caracte-
ban destinadas a atender pacientes psiquiátricos y las rísticas de la cultura organizacional tienen efectos de
dos restantes se dedicaban a ginecología y obstetricia. largo alcance, que van más allá de la satisfacción de sus
Los análisis de regresión lineal muestran que las percep- propios miembros para afectar también a los usuarios y
ciones de las enfermeras acerca de la fuerza y solidez de pacientes de los servicios.

13.6
La ruptura de contrato psicológico: cómo entender
los problemas cotidianos en las organizaciones
Las relaciones de empleo no son simples ni estáticas, no empleo necesitamos recurrir al concepto de contrato psi-
están dadas de una vez y para siempre, sino que están cológico.
compuestas por múltiples elementos interrelacionados y
en continua transformación. Por ello, cuando tratamos Por contrato psicológico se entiende un conjunto de
de comprender cómo la cultura de las organizaciones in- creencias individuales en los términos y condiciones de un
fluye sobre la manera que las personas tienen de enfocar acuerdo de intercambio recíproco entre una persona y
y resolver los problemas cotidianos en las relaciones de una organización (Rousseau, 1990, 1995, 2001). Está
228 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

basado en la percepción de que se han intercambiado portancia relativa varía en función de qué momento de
una serie de promesas, que da allí en adelante unen a las la relación laboral esté bajo consideración. Una prime-
dos partes en una red de obligaciones recíprocas. El ra fuente de información son los mensajes externos de
contrato psicológico se compone de una variedad de la misma organización, que comienzan cuando esta ini-
percepciones, expectativas y creencias relativas a las cia su campaña de reclutamiento para cubrir la vacante,
condiciones que regulan una relación de empleo concre- y también las informaciones relativas a la imagen so-
ta y puntual. Pero, pese a que se trata de percepciones cial que la empresa tiene en el contexto. Otra fuente de
individuales, estas son compartidas, al menos en un im- información son las claves sociales que aportan los
portante porcentaje, por las dos partes implicadas en la compañeros de grupo y otros trabajadores dentro de la
relación. Por otra parte, como muchas realidades socia- organización. Finalmente, estas informaciones están
les, el contrato psicológico no se desarrolla en un vacío sometidas a la interpretación interna de la persona, que
social, sino que se inserta en un marco amplio de inter- está influida por sus predisposiciones y que decodifica-
acciones sociales. rá los mensajes recibidos. Este proceso de construcción
En diversas ocasiones, Rousseau ha descrito el con- del contrato psicológico se inicia, como hemos apunta-
trato psicológico con un modelo mental flexible. Un es- do más arriba, antes del empleo, con la campaña de re-
quema o modelo mental es la organización cognitiva de clutamiento y selección de personal que la misma em-
una serie de elementos que se relacionan conceptual- presa promueve y a la cual el futuro empleado se
mente, representando una abstracción prototípica de un presenta. En estas etapas iniciales, así como durante la
concepto complejo. Este esquema se desarrolla paso a integración a la empresa, se consolidan los elementos
paso a partir de las experiencias pasadas y sirve, entre fundamentales de este modelo mental, dentro del cual
otras cosas, para guiar la integración de las informacio- se integrarán las experiencias posteriores. En aquellos
nes nuevas. Ella misma propone la comparación entre momentos que el empleado puede considerar críticos,
dos posibles modelos mentales que definen qué es un como evaluaciones del rendimiento de cara a la promo-
profesor universitario (Figura 13.6). Si la perspectiva ción o al ascenso, fusiones y adquisiciones de otras
es la del profesor asociado, un experto en una determi- empresas, recortes de plantilla o reducciones de perso-
nada actividad profesional que está vinculado parcial- nal, entre otros, el contrato psicológico se verá sometido
mente con la tarea docente universitaria, nos encontra- a una serie de revisiones sucesivas que siempre buscan
ríamos en la figura de la derecha. En cambio, si el responder a las preguntas «¿qué espera la empresa de
modelo se refiere a la perspectiva de un profesor con mí?» y «¿qué puedo esperar yo de la empresa?».
dedicación exclusiva a la universidad, en ese caso nos
encontraríamos en la figura de la izquierda. Ambos A lo largo de este proceso de desarrollo del contrato
ejemplos aglutinan aspectos incluidos en el concepto psicológico, que se reajusta continuamente, el empleado
de profesor universitario, pero la organización de los puede llegar a la conclusión de que algunos de los tér-
elementos y la relevancia en cada uno de estos esque- minos de su acuerdo de intercambio no se están cum-
mas mentales es diversa. pliendo de modo adecuado. A esto se denomina percep-
ción de ruptura del contrato psicológico. Es la percepción
de una de las partes de que la otra ha fallado en el cum-
plimiento adecuado de sus promesas y obligaciones. La
ruptura de contrato percibida ha despertado mucho interés
recientemente a los investigadores de la psicología de la
organización porque predice importantes resultados tanto
personales como organizacionales. Entre sus consecuen-
cias más estudiadas podemos destacar un descenso en to-
das aquellas actitudes y conductas deseables, tales como
la satisfacción laboral, el compromiso con la organiza-
ción, la confianza y las conductas de ciudadanía organi-
zacional.
FIGURA 13.6. Modelo mental: el profesor universitario
(adaptado de Rousseu, 2001). Paralelamente se ha constatado un incremento en las
actitudes y conductas indeseables, tales como la negli-
El contrato psicológico se genera a partir de infor- gencia en las tareas, la intención de abandono o el ab-
maciones procedentes de múltiples fuentes y cuya im- sentismo.
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 229
Si nos preguntamos acerca de las relaciones entre el té tratando de resolver. En la investigación de Smith, se
contrato psicológico y la cultura organizacional, encon- aplicó a más de 100 directores de grupos de trabajo en
tramos una referencia directa en el trabajo de Rousseu organizaciones públicas y privadas de 40 naciones dife-
(1995). Ella habla de la existencia de un tipo de contrato rentes un cuestionario acerca de sus preferencias por
psicológico que llama «normativo». Este consiste en el esas ocho fuentes de orientación. De los resultados
fenómeno de que un grupo de personas, que son compa- emergen algunos perfiles nacionales, ya que los directi-
ñeras de trabajo, están de acuerdo en los términos de sus vos de una misma nación tienden a coincidir en su pre-
contratos psicológicos individuales con la organización. ferencia por la elección de una u otra fuente.
Según nuestra perspectiva, todos los contratos psico- De aquí surge la idea de que cada cultura tiene un
lógicos, y no solo aquellos que podrían considerarse perfil característico, que representa una forma preferida
normativos, se hallan influidos por la cultura organiza- de afrontar un tipo de conflicto concreto. ¿Cómo surgen
cional. Ya hemos mencionado anteriormente que los esos perfiles nacionales? La pertenencia a la misma cul-
contratos no se desarrollan en un vacío social, sino que tura facilita la planificación y la realización de actuacio-
se ven influidos por la cultura de la organización. Es nes comunes, ya que cada cultura suele tener previstas
probable que esta influencia se produzca, entre otros soluciones a priori para muchos problemas grupales. Por
mecanismos, a través de una alineación cognitiva que es ejemplo, la norma cultural japonesa que exige respeto a
necesaria para que el empleado y el empleador compar- las decisiones de las personas con puestos elevados en la
tan las interpretaciones de los hechos objetivos, que se jerarquía organizacional evita las discusiones entre los
desarrollan a su alrededor. Esta alineación del marco iguales de nivel jerárquico inferior y pone de manifiesto
cognitivo será resultado de una serie de interacciones la influencia de la fuente de ayuda que representan los
entre los miembros de la organización que les permitirán supriores. Entre los resultados del estudio se encontró
llegar a ver e interpretar las realidades de un modo más que los directivos franceses tienden a preferir como
o menos semejante. fuente de ayuda a sus superiores y las reglas no escritas
que especifican el modo adecuado de hacer las cosas,
mientras que los ingleses priorizan su propia experiencia
y formación como fuente de orientación ante un proble-
13.6.1. Cultura y problemas ma. Esto nos permitiría pronosticar que en situaciones
de dirección de grupos conflictivas, los directivos ingleses tenderán a pasar por
alto la importancia de las normas no escritas y de prestar
deferencia a las opiniones de los superiores, que en cam-
La dirección del trabajo en grupo se enfrenta a una serie
bio serán muy respetadas por los franceses.
de sucesos problemáticos que son más o menos comu-
nes en las organizaciones de diferentes culturas. Estos Smith, Misumi, Tayeb, Peterson y Bond (1997) in-
acontecimientos conflictivos, entre otros, suelen ser la vestigan las consecuencias concretas del conflicto de
indisciplina de los subordinados, el bajo rendimiento del perfiles nacionales en la estrategia preferida para afron-
equipo, los conflictos por ascensos, salarios, las malas tar los acontecimientos problemáticos del grupo de tra-
relaciones entre compañeros o la baja motivación labo- bajo. El estudio entrevista a 144 supervisores de hoteles
ral. Para resolver tales situaciones conflictivas, los direc- chinos que se hallan a las órdenes de un superior directo
tivos recurren a una serie de fuentes de orientación o de otra nacionalidad, por lo general de la misma proce-
guía, que también son comunes a las diversas culturas. dencia que el capital de la empresa hotelera (Europa,
Entre las fuentes de guía o de orientación más frecuen- EE UU, Japón, Taiwán y Hong Kong, en la mayoría de
tes, Smith (2000) resume ocho, que son: las reglas y los casos). Los supervisores, de nacionalidad china se
procedimientos formales, las reglas no escritas que espe- enfrentaban a una serie de acontecimientos problemáti-
cifican cuál es el modo correcto de hacer «aquí» las co- cos relacionados con la toma de decisiones, la asigna-
sas, la opinión de los miembros del propio grupo, la de ción de tareas, la puntualidad, la forma de organizar reu-
los expertos ajenos a la organización, los colegas del niones, la coordinación del trabajo, entre otros. Entre los
mismo nivel jerárquico, los superiores, la propia expe- resultados se encontró que el nivel de incidencia de los
riencia y formación, y las creencias predominantes en acontecimientos problemáticos, percibido por los super-
«mi» país acerca de lo que es correcto en cada caso con- visores chinos, variaba en función de la procedencia del
creto. Las diferentes fuentes de ayuda parecen influir de superior directo, siendo mucho mayor cuando este pro-
modo diverso en función del tipo de problema que se es- venía de Europa, EE UU o Japón que cuando era origi-
230 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

nario de Taiwán o de Hong Kong. Además se preguntó confianza despersonalizada, que no se funda tanto en el
a los supervisores chinos cuál era su estrategia favorita conocimiento individual acerca del otro, sino más bien
de afrontamiento de los problemas, y ellos mostraron en el hecho de la pertenencia común a la misma cate-
una clara preferencia por las estrategias típicas de la Re- goría.
pública Popular China, donde lo importante son las
creencias predominantes en el propio país acerca de lo La justicia organizacional, cuestión que tiene una
que es correcto en cada caso. Esta preferencia era unáni- larga tradición teórica en psicología social, se ha estu-
me entre los supervisores chinos, con independencia del diado desde diversas perspectivas. Al principio los auto-
origen nacional de los superiores directos a los que ellos res se centraron en la justicia distributiva, es decir, en
se hallaban subordinados. Sin embargo, los mismos su- aquella que se consigue cuando el reparto de beneficios
pervisores chinos sabían que tales estrategias no eran o recompensas se hace siguiendo alguna norma implícita
siempre igualmente eficaces. Por el contrario, su efica- aceptada en el contexto, como la equidad o la igualdad.
cia dependía de la procedencia nacional del superior di- En estos casos, las personas consideran justos los resul-
recto: si este era de Taiwán o Hong Kong, la estrategia tados si se ha dado a cada uno en función de lo que él
que se consideraba más eficaz era evitar la confronta- había invertido en el proceso (norma de equidad), o bien
ción, mientras que si este provenía de Europa, EE UU o si se ha dado a todos por igual (norma de igualdad).
Japón, la estrategia considerada más eficaz era mostrar Más tarde los estudios descubrieron que las personas tie-
deferencia hacia el superior. nen también en cuenta la justicia en los procedimientos
que llevan a tales decisiones. Es decir, con independen-
cia de que un resultado «me» parezca adecuado o no,
«puedo» evaluar la adecuación de los fundamentos so-
13.6.2. Confianza y justicia bre los cuales se ha tomado tal decisión. Lo que suele
suceder es que las personas tendemos a considerar injus-
La influencia de la cultura organizacional sobre el con- tos los procedimientos más fácilmente si los resultados
trato psicológico puede producirse también a través de nos perjudican que si nos benefician. Finalmente se ha
dos características de la cultura organizacional que son señalado la importancia que para las personas tiene el
la confianza y la justicia. Por confianza en la organiza- percibir que han recibido un trato justo durante el proce-
ción se entiende un estado psicológico que lleva a admi- so de toma de decisiones, es decir, que han sido consi-
tir que uno es vulnerable ante las acciones de los demás, deradas como personas y tratadas con respeto.
pero también a esperar que estas acciones nos serán be- La mecánica por la cual la justicia y la confianza se
neficiosas o, cuando menos, no buscarán perjudicarnos relacionan dentro de la organización se puede resumir
directamente. Cuando uno confía en sus compañeros y en varios pasos. Las organizaciones son un marco dentro
superiores dentro de una organización puede bajar la del cual las personas establecen relaciones de intercam-
guardia, porque sabe que no recibirá ningún golpe bajo, bio que implican inversiones y compromisos mutuos en-
empleando una analogía con el boxeo. Por el contrario, tre ellas. Estas inversiones y compromisos se basan en
en aquellas situaciones en que la confianza no es posi- la confianza, ya que presuponen la reciprocidad. Las
ble, es necesario mantenerse alerta y vigilante, a sabien- percepciones de justicia sientan las bases para una rela-
das de que cualquier conducta de los demás puede estar ción de intercambio estable y generan confianza. Si en
orientada, aunque no lo parezca a primera vista, a perju- el departamento o grupo en que «me» desempeño «per-
dicarnos. Pero, ¿es posible que se dé la confianza en las cibo» con cierta frecuencia que los procesos de toma de
organizaciones? Aunque muchos ambientes de trabajo las decisiones no son transparentes, «tendré» ya un fun-
solo permitan desarrollar una forma rudimentaria de damento para desconfiar. Porque es posible que en esta
confianza, basada más bien en disuadir a las personas ocasión puntual los resultados no «me» perjudiquen, pe-
de dañarse mutuamente porque esto será penalizado, lo ro si falta la transparencia, ¿quién «me» puede asegurar
cierto es que en muchas organizaciones existe una con- que en el futuro no «me» perjudicarán?
fianza entre los miembros basada justamente en el hecho
de compartir una identidad organizacional. La pertenen- Como conclusión se puede afirmar que las dimensio-
cia compartida a un departamento o grupo de trabajo fo- nes culturales de las organizaciones, tales como la justi-
menta la confianza interpersonal basada en riesgos redu- cia y la confianza, influyen en el contrato psicológico
cidos. En el grupo, las personas adoptan una especie de que se establece dentro de ella.
Capítulo 13. LA CULTURA EN LAS ORGANIZACIONES 231

13.7
Investigaciones de psicología transcultural
Los padres estadounidenses tratan de motivar a sus hijos recer en una investigación muy amplia que Geert Hofs-
para que se acaben la comida del plato diciéndoles: tede (1990) llevó a cabo en relación con los valores de
«Piensa en los niños pobres de Etiopía, y valora cuánta los empleados de IBM que trabajaban en las delegacio-
suerte tienes tú de ser diferente de ellos». En Japón, los nes nacionales de la compañía en más de 50 países. Su
padres dicen: «Piensa en el granjero que trabajó tanto investigación destaca cuatro dimensiones o aspectos de
para producir este arroz para ti; si tú no te lo comes, se la cultura que pueden ser comparados con los de otras
sentiría mal porque sus esfuerzos habrán sido en vano». culturas: la distancia jerárquica, el colectivismo frente al
Una empresa de Texas, tratando de elevar la productivi- individualismo, la feminidad frente a la masculinidad y
dad, decía a sus empleados que cada mañana se mirasen al el control de la incertidumbre. A estas se ha añadido
espejo y dijeran: «Soy maravilloso». Un supermercado ja- luego una quinta dimensión que contrapone la orienta-
ponés, que recientemente se inauguró en Nueva Jersey, de- ción a largo plazo en la vida a la orientación a corto
cía a sus empleados que empezaran el día cogiéndose las plazo.
manos y diciéndose unos a otros: «Tú eres maravilloso». Años más tarde, el mismo Hofstede investiga las
Las diferencias entre las culturas de diversos países se percepciones de los miembros en 20 organizaciones
han puesto de relieve a partir de una revisión que Inkeles europeas de diversos sectores y dimensiones acerca de
y Levinson (1969) hicieron sobre las investigaciones los símbolos, rituales y valores de tales organizaciones.
acerca de las respuestas culturales dadas por sociedades Surgen así seis dimensiones que representan diferencias
tradicionales y modernas a los problemas comunes bási- percibidas en las prácticas entre las 20 organizaciones,
cos de la humanidad. Tales problemas volvieron a apa- aunque no en los valores. Véase Cuadro 13.6.

13.8
Conclusión
Así parece que la cultura organizacional no es simple- vida cotidiana y que influye sobre las actitudes y los
mente un tema que preocupa desde el punto de vista comportamientos de las personas que se desenvuelven
teórico, sino que tiene importantes implicaciones en la dentro de las organizaciones.

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sey-Bass.
234 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

14.1
Introducción
El Congreso de Constitución de la Organización Mun- canzar estos objetivos viene siendo uno de los intereses
dial de la Salud, celebrado en 1948, definió la salud co- prioritarios para la mejora de la salud entendida en su
mo «el estado de absoluto bienestar físico, mental y so- sentido más amplio.
cial, y no la mera ausencia de enfermedad». En esa En la Quinta Conferencia Internacional sobre Pro-
definición, aparecían explícitamente, por primera vez, moción de Salud, realizada en México (Health Promo-
como componentes de la salud dos áreas relevantes del tion: Bridging the Equity Gap, junio del 2000), los paí-
ser humano: la psicológica y la social, que se sumaban a ses participantes se comprometieron a elaborar un plan
la biológica dando lugar al concepto «integral» de salud. nacional para implantar estrategias de promoción de la
Asimismo, fue en la conferencia de Alma-Ata (resolu- salud a nivel político y en el marco nacional y local. Se
ción 30.43), en 1978, donde se estableció la necesidad señala la necesidad de invertir en salud, de optimizar el
de que todos los ciudadanos del mundo pudieran tener aprovechamiento de las infraestructuras existentes o de
en el año 2000 «un estado de bienestar que les permitie- promover un cambio de las mismas para alcanzar mayo-
ra vivir una vida social y económica productiva», lo que res niveles de salud. Se plantea igualmente la necesidad
dio lugar a la formulación de una política sanitaria co- de fomentar la investigación en promoción de salud y de
mún para Europa y a la adopción de los objetivos de orientar los servicios de salud para conseguir este objeti-
«salud para todos», en la Asamblea Regional de 1984 vo (Pastor, 2002). En general, se apostaba por la crea-
(EUR/RC 34/7). En el informe de la Oficina Regional ción de programas que atendiesen a las causas o factores
Europea de la OMS de salud para todos en el siglo XXI, capaces de prevenir o modificar el inicio y curso de esas
se establecieron diez objetivos para las dos primeras enfermedades (programas de estilo de vida, de control
décadas del siglo (WHO, 1998a, b). Tales objetivos de factores cancerígenos, de detección precoz, etc.) su-
mostraban el cambio en la filosofía de la OMS que po- brayando la atención a factores sociales y comportamen-
nía el énfasis no en la curación, sino en la atención a tales, todos ellos incluidos en el campo de estudio de la
factores que van más allá de lo puramente biológico, psicología social.
centrados en la prevención y promoción, en la protec-
ción de la salud a lo largo de toda la vida y en reducir el La psicología social, en este ámbito de actuación de
sufrimiento y la incidencia de las enfermedades y acci- la salud, aporta la aplicación de conocimientos y técni-
dentes (Pastor, 2002). cas de la disciplina para comprender los problemas de
salud y para el diseño y puesta en práctica de programas
La importancia de los factores sociocomportamenta- de intervención en ese marco. La esencia de su aporta-
les era ya evidente en estos objetivos de salud, que entre ción se centra en el análisis de la interacción social im-
otras cosas se centraban en disminuir la mortalidad por plícita en los procesos del mantenimiento de la salud y
aquellas causas o enfermedades más frecuentes (cáncer, de la enfermedad (Blanco y León, 1990; Morales, 1985;
enfermedades del aparato circulatorio y accidentes, entre Rodríguez-Marín, Martínez y Valcárcel, 1990). Así, la
otros). Así, algunas de las categorías en las que se in- psicología social de la salud aporta un enfoque y pers-
cluían los diferentes objetivos, mostraban este énfasis de pectiva de estudio que fundamenta su aplicación en esta
una forma explícita, por ejemplo, en las de «igualdad área y la define en sí misma. Con ella, intentamos en-
ante la salud», «añadir vida a los años», «añadir salud a tender los comportamientos que contribuyen a la salud y
la vida» o la de «estilos de vida que llevan a la salud». a la enfermedad, o que forman parte de lo que llamamos
Respecto a los «estilos de vida que llevan a la salud» se «situación de salud» y «situación de enfermedad», to-
incluían objetivos comportamentales centrados en la mando en cuenta aquellos aspectos psicosociales presen-
adopción de conductas saludables por parte de la pobla- tes en el contexto social de la interacción entre indivi-
ción, como medio para conservar y mejorar su salud. duos implicados en la situación de salud y enfermedad
Así, la puesta en marcha de estrategias y medios para al- (Rodríguez-Marín, 1995).
Capítulo 14. PERSPECTIVA PSICOSOCIAL EN LOS PROCESOS DE ENFERMEDAD CRÓNICA 235

14.2
La psicología social de la salud
en los procesos de efermedad
Las actividades que concretan los campos de aplicación nes dirigidas al incremento de las donaciones de sangre
de la psicología social a la salud son: la promoción de la y órganos, o también la evaluación de determinados fac-
salud y la prevención de la enfermedad; los procesos de tores psicosociales asociados a la aparición de proble-
enfermedad; la relación entre el profesional de la salud mas de salud (Pastor, 2002; Rodríguez-Marín, 1995).
y el enfermo; la mejora de la política sanitaria y de los Pero la mayoría de los trabajos en esta área estudian el
sistemas de salud (Alvaro, Garrido y Torregrosa, 1996, impacto psicosocial de la enfermedad crónica (cardio-
López-Roig, 1993; Pastor, 1993, 1998, 2002; Ovejero, vascular, oncológica, reumatológica, VIH y diabetes, en-
1998; Rodríguez-Marín, 1995). Así, de los trabajos pre- tre otras), con una atención especial a los aspectos rela-
sentados en los congresos organizados por la Sociedad cionados con las creencias de control, el uso de
Europea de Psicología de la Salud entre 1994 y 2000, el diferentes estrategias de afrontamiento y el apoyo social
área de la psicología de la salud que presenta mayor nú- en estos enfermos, y las consecuencias en el bienestar,
mero de contribuciones desde la psicología social en el ajuste o adaptación psicosocial y calidad de vida de
Europa es la referente a los procesos de enfermedad los pacientes (Jiménez, Guil y Del Prado, 2007; López
(47,30%), seguida del área de prevención y promoción Roig, Neipp, Pastor, Terol y Massuti, 2004; Quiles, Te-
de la salud (26,30%). rol, Romero y Pagán, 2007; Rodríguez-Marín, Terol,
De forma similar, en los diferentes trabajos presenta- López-Roig, Martín-Aragón, Neipp y Pastor, 2003; Sit-
dos en los congresos nacionales de psicología social ges, Rodríguez-Marín, Pastor, Tirado, Mira y Martín-
(1987-2000), en psicología de la salud también se pre- Aragón, 2004; Valera, Arias, Barrón, Sánchez, Carcedo,
sentan un mayor número de contribuciones en campos Alonso y Lozano, 2007).
de aplicación relacionados con los «procesos de enfer- De entre los trabajos sobre «procesos de enferme-
medad» (46,25%) y la «prevención de la enfermedad y dad» son también destacables, aquellos que analizan te-
promoción de la salud» (26,3%) (Pastor, 2002). Este mas tradicionales en psicología social, como la acción
mayor número de trabajos en el área de «procesos de psicosocial que la hospitalización tiene sobre los pacien-
enfermedad» puede ser un resultado de su amplitud y, tes, aspectos relacionados con la información clínica, la
en general, se dispone de un mayor número de trabajos relación médico-paciente o roles del enfermo y el profe-
en esta área debido a la diversidad de aspectos que abar- sional de la salud, y el proceso de socialización, normas,
ca. Así, bajo el epígrafe de «procesos de enfermedad» se creencias y símbolos presentes en el contexto sanitario
han agrupado todos aquellos aspectos que tienen que ver (Barriga, 2003; León y Cantero, 2003;López-Roig,
con la enfermedad, desde percepción de síntomas y bús- 1991; López-Roig, 1995; Pastor, Lledó, Martín-Aragón,
queda de ayuda médica, pasando por diagnóstico y trata- Pons, López-Roig, Terol y Rodríguez-Marín, 2004; Re-
miento (considerando también la relación personal de mor, Arranz y Ulla, 2003; Rodríguez-Marín y Zurriaga,
salud y enfermo), hasta la rehabilitación (Martín-Ara- 1997; Troyano y Cantero, 2003).
gón, 1999; Pastor, 2002; Rodríguez-Marín, 1995). Resulta, por tanto, justificado concluir que la psico-
En los «procesos de enfermedad» (etiología, diag- logía social ofrece un marco conceptual y metodológico
nóstico, rehabilitación y adaptación a la misma), la psi- de aplicación para el análisis de los procesos de salud y
cología social aporta, entre otros, los conocimientos teó- enfermedad, que atiende al impacto que produce una si-
ricos sobre percepción e interpretación de síntomas, tuación de enfermedad en el bienestar y en la calidad de
construcción social de la enfermedad, las actitudes en vida de los pacientes, y que, finalmente, evalúa el resul-
profesionales y enfermos, o los factores psicosociales tado de ajuste o adaptación psicosocial del enfermo. Es-
que agravan o promueven este proceso (Rodríguez-Ma- ta perspectiva psicológicosocial es, a su vez, el eje cen-
rín, 1995). Se incluyen trabajos sobre el impacto psico- tral con el que nos aproximamos a la comprensión de
social de algunos problemas crónicos, las actuacio- los problemas colectivos de salud-enfermedad.
236 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

14.3
Los factores psicosociales implicados en el proceso
de enfermedad y de adaptación
En los últimos años, numerosos estudios se ocupan de una dinámica de evaluación y reevaluación de las de-
investigar el papel de los factores psicosociales sobre el mandas o estímulos estresantes asociados a la enferme-
estado de salud percibido, el bienestar, la calidad de vi- dad, a la vez que pone en marcha respuestas de afronta-
da y la adaptación de los pacientes crónicos (Aalto, miento, con las que pretende alcanzar cierto grado de
Heijmans, Weinman y Aro, 2005; Cohen, McChargue y ajuste o adaptación (Lazarus y Folkman, 1986). Este
Collins, 2003; Flowers, Knussen y Church, 2003; Lusz- grado de ajuste o adaptación conseguido sirve como
czynska, Gerstorf, Boehmer, Knoll y Schwarzer, 2007; punto de partida de una posterior reevaluación de la si-
Marks, Murry, Evans, Willig, Woodwall y Sykes, 2005; tuación de enfermedad, pues supone un cambio (p. e.,
Michie y Abraham, 2004; Ogden, 2004; Smith y Os- incremento o disminución de la tensión, de las respues-
born, 2007; Suls y Wheleer, 2000). Dado el valor social tas de ansiedad) procedente del resultado obtenido en las
y cultural que tiene la salud en el bienestar y en la cali- respuestas iniciales de manejo del estresor, añadiendo
dad de vida de las personas, su pérdida/ausencia (situa- información a la evaluación inicial realizada (Lazarus y
ción de enfermedad) constituye un acontecimiento estre- Folkman, 1986). Desde esta perspectiva, el ajuste a la
sante en sí mismo. Esta es una de las razones del situación de enfermedad estaría determinado por la per-
incremento de trabajos realizados en esta área de estu- sona, el ambiente y su interacción con tres elementos
dio, pues la enfermedad crónica constituye una impor- mediadores de este proceso:
tante fuente de estrés que exige del enfermo constantes Las evaluaciones (donde se valoran las consecuencias
esfuerzos de adaptación y cambio del estilo de vida ha- que un acontecimiento provocará en un sujeto).
bitual. Es así que la enfermedad como acontecimiento
estresante puede serlo tanto en función de los síntomas Las reevaluaciones (nuevas valoraciones de la situa-
que presenta (estresor físico) como de los estados afecti- ción) cognitivas que el sujeto realiza de la situación.
vos y cognitivos del individuo que en ocasiones causan Las estrategias de afrontamiento que va poniendo en
la propia enfermedad (estresor psicológico); también por práctica (Rodríguez-Marín, 1995).
la alteración que provoca en la interacción social habi-
tual (como estresor social), y por último, por las creen- En un intento de «simplificar» este proceso dinámi-
cias, significados y símbolos que sobre ella se transmi- co, hemos estructurado tres fases con las que aproximar-
ten en la propia cultura (estresor cultural) (Rodriguez- nos a la comprensión de las variables y factores psicoso-
Marín, 1995). ciales implicados, aquellos que actúan como recursos
mediadores en los resultados de ajuste psicosocial y
En definitiva, una enfermedad crónica supone, en adaptación a la enfermedad (Tabla 14.1).
mayor o menor medida, una situación de crisis que pro-
duce una ruptura del comportamiento del sujeto y afecta
a su modo de vida a su estado de salud, y a su calidad
de vida. Esta situación provoca un desequilibrio que re- 14.3.1. Primera fase
sulta de la valoración que hace el sujeto de sus capaci-
dades y demandas del acontecimiento o situación de en- Con respecto a la situación de enfermedad como acon-
fermedad, a favor de estas últimas (Lazarus y Folkman, tecimiento estresante, destacamos los «estímulos» aso-
1986). La enfermedad como «situación estresante» su- ciados a la propia patología y relacionados con su etio-
pone un proceso del que derivan múltiples demandas logía, tratamiento y pronóstico, como, por ejemplo:
que, a su vez, generan en quién las sufre la necesidad de
afrontarlas para adaptarse a ellas, bien provocando cam- La forma de aparición (repentina e inesperada, lenta y
bios en la situación, el contexto o las circunstancias, o evolucionada, manifiesta o insidiosa).
bien en la persona. Su duración y cronicidad.
Esta situación estresante o «Proceso de Enferme- Su intensidad y gravedad, que puede cursar con dolor.
dad» crónica supone para el enfermo implicarse en La necesidad de exploraciones y tratamientos agresivos.
Capítulo 14. PERSPECTIVA PSICOSOCIAL EN LOS PROCESOS DE ENFERMEDAD CRÓNICA 237
Tabla 14.1. Las tres fases del proceso de enfermedad y de adaptación.
FASE I FASE II FASE III

Situación enfermedad Evaluacion-reevaluación Ajuste-adaptación

Caracteristicas de la enfermedad Recursos psicosociales Prescriptivos tratamiento

Estímulos Personales Restrictivos

Incertidumbre Creencias-actitudes Funcionales


Cronicidad Percepción control Limitaciones
Curso incierto Experiencias previas Sociales
Gravedad Habilidades: Rol laboral
Exploraciones Sociales Rol doméstico
Tratamientos Solución problemas Aficiones
Síntomas-efectos tratamientos Afrontamiento Relaciones sociales
Hospitalización Relaciones pareja

Cambios físicos-personales-sociales Sociales Psicológico emocionales

Apariencia externa Comunitarios Miedo/ansiedad

Autonomía personal Apoyo social Soledad/depresión


Actividad social/familiar Red familiar Culpabilidad
Actividad laboral Red social Fobia/enfado
Bienestar, planes futuros Red profesional Indefensión

Estresores Afrontamiento Calidad de vida

Los efectos secundarios indeseables. enferma. La intensidad, magnitud y gravedad «percibi-


da» de todos estos estímulos potencialmente estresantes
También la posibilidad de ingreso y hospitalización. acaban por definir su cualidad de «estresores» psicoco-
Además, la enfermedad provoca en mayor o menor sociales. Estos son producto de la interpretación y valo-
medida: ración que la persona hace de su situación de enferme-
dad y de los cambios físicos, personales y sociales que
Disfunciones físicas (movilidad, capacidad funcional, esta supone, todo ello, a la vista de sus recursos psicoso-
déficits cognitivos). ciales disponibles para manejarlos.
Cambios en la apariencia externa (cirugía, deformidad
extremidades, prótesis, entre otros), pérdida de pape-
les sociales clave (autonomía personal, actividad labo-
ral, relaciones sociales). 14.3.2. Segunda fase
Cambios importantes en la dinámica y roles familiares
En relación con el proceso de evaluación-reevaluación
(Tabla 14.1).
y las respuestas de afrontamiento nos centraremos en
Todo ello con un carácter más o menos permanente la gravedad que percibe el sujeto por su enfermedad, la
que vulnera el bienestar percibido y altera los planes fu- percepción de amenaza y/o pérdida que puede experi-
turos. Las relaciones intrafamiliares pueden verse afecta- mentar el enfermo. La amenaza por la enfermedad y/o
das por la enfermedad y, en su caso, por la hospitaliza- pérdida que percibe el paciente tiene que ver tanto con
ción de un miembro de la familia. Esto precipitaría, los problemas o sintomatología más exacerbada (por
además de los cambios de los roles habituales del enfer- ejemplo: dolor, inmovilización) como por la sensación
mo, los del resto de miembros de la familia. Estos cam- de falta de dominio o confianza para modificar o cam-
bios de roles, de enfermo y familiares, son una fuente de biar los acontecimientos que afectan a su vida (Lazarus
estrés que se añadiría a la propia situación de la persona y Folkman, 1986; Rodriguez-Marín, 1995). Esta evalua-
238 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ción de pérdida y/o amenaza por la enfermedad está de- La duración de la enfermedad (Quiles, 2006; Quiles et
terminada: al., 2007).
En primer lugar, por el conjunto creencias asociadas a Pero además, se incluyen otras dimensiones, como:
la enfermedad, síntomas o patología del paciente en La curación o pronóstico de la enfermedad.
cuestión, que finalmente configuran la definición per-
sonal de la representación de la enfermedad de su gru- La percepción de control del paciente sobre su enfer-
po social. medad y sobre la efectividad del tratamiento (Came-
ron, Petrie, Ellis, Buik y Weinman, 2005; Frostholm,
En segundo lugar, por el conjunto de recursos que el Fink, Christensen, Toft, Kaj, Oermboel, Olensen y
sujeto toma en cuenta en esa apreciación o valoración Weinman, 2005; Quiles 2006; Quiles et al., 2007).
de su situación, entre ellos,
– Los recursos físicos o características biológicas.
– Los recursos culturales los relacionados con las
creencias del sujeto acerca de la enfermedad ya
14.3.2.1. El papel central de las
mencionadas. creencias de control
– Los recursos psicosociales objeto de interés priori-
tario en este capítulo. Las creencias, en concreto las de control, definidas des-
de su interdependencia individuo-sociedad, deben con-
En el caso de los recursos culturales y las creencias ceptualizarse como configuraciones cognitivas comparti-
del sujeto acerca de la enfermedad, el modelo de la das culturalmente y/o formadas individualmente
autorregulación de Leventhal (Leventhal y Diefenbach, (Wrubel, Benner y Lazarus, 1981). Así, el sentido cultu-
1991; Leventhal y Hirschman, 1982; Leventhal, Leven- ral amplio de las creencias de control sobre la propia
thal y Cameron, 2001; Leventhal, Meyer y Nerenz 1980; vida es entendido en un contexto específico como un re-
Leventhal, Nerenz y Steele, 1984) aporta un marco de curso «personal» desarrollado en la evaluación concreta
referencia para su comprensión. Desde este modelo las de la situación; hablamos así, del control percibido o
creencias definen lo que sería la «representación» de percepción de control ante un acontecimiento estresante
la enfermedad, entendiendo la «representación» como la como la situación de enfermedad (Lazarus y Folkman,
etapa en la que los sujetos elaboran y analizan la infor- 1986). El control percibido o la percepción de control
mación dándoles significado. Las tres fuentes básicas de es la evaluación cognitiva del grado en que uno asume
información que influyen en la representación del sujeto que puede manejar los acontecimientos o demandas de
sobre su enfermedad son: la situación estresante (la enfermedad), siendo así un re-
La información informal (profana, no experta) alma- curso para el afrontamiento (Lazarus y Folkman, 1986).
cenada en la memoria del sujeto fruto de la interac- En el ámbito de estudio de los «procesos de enfer-
ción social y cultural. medad», la representación cognitiva de las creencias,
La información o experiencias previas de la enferme- actitudes, y experiencias previas influyen en el curso y
dad y de la efectividad de los medios utilizados para proceso de adaptación del enfermo crónico (Martín-Ara-
hacerle frente). gon, 1999). De entre las creencias, el recurso personal
de la percepción de control en la evaluación situacional
Las creencias, actitudes, expectativas y opiniones del
concreta incluye:
grupo de pertenencia, y en general, la información de
personas significativas para el sujeto o con autoridad (p. El locus de control.
e., médicos, familia, grupo de iguales) (Quiles, 2006). La autoeficacia.
Con la información de estas tres fuentes el sujeto La competencia percibida como dimensiones del estu-
«da sentido» a sus sensaciones corporales y forma una dio de este constructo y de sus consecuencias (Bandu-
representación de su enfermedad. De entre las dimensio- ra, 1986; Thompson y Spacapan, 1991; Wallston,
nes que se suelen incluir en esta «representación» están: 1989; 1992; Wallston, Wallston y DeVellis, 1978;
Las creencias acerca de las causas y consecuencias de Wallston, Wallaston, Kaplan y Maides, 1976; Wall-
la enfermedad en la capacidad funcional y en la cali- ston, Wallston, Smith y Dobbins, 1987; Rotter, 1966).
dad de vida del paciente. Así, la percepción de control presenta diferentes for-
La identidad o nombre que el sujeto pone a la enfer- mas de conceptualizarse, clasificaciones o dimensiones
medad y sus síntomas. diversas.
Capítulo 14. PERSPECTIVA PSICOSOCIAL EN LOS PROCESOS DE ENFERMEDAD CRÓNICA 239
La definición, propuesta desde la teoría de la acción Esta definición diferencia la conducta de afronta-
planeada (Ajzen, 1988; 1991) lo considera como deter- miento de la conducta «adaptativa automatizada», pues
minante directo de la conducta. La percepción de con- esta no desborda al sujeto ni requiere esfuerzos para el
trol es entendida de un modo amplio y referido a la «manejo» que sí son necesarios para la definición de
creencia de disponibilidad de recursos y oportunidades afrontamiento. Así, para llevar a cabo las respuestas
para realizar una conducta, incluyendo factores de con- de afrontamiento, el sujeto debe disponer en su reperto-
trol interno (información, habilidades, emociones, entre rio conductual de la conducta o conductas estructuradas
otros) y externo (barreras, oportunidades y dependencia en una «pauta comportamental» (estrategia), que ade-
de otras personas). más, debe ser posible realizar en su entorno o marco so-
cio-cultural. En los recursos personales englobamos:
En el marco de una modificación a la teoría del
aprendizaje social (Rotter, 1966), Wallston (1992) susti- El repertorio comportamental del individuo.
tuye el concepto de locus de control interno por el de Los aprendizajes de experiencias previas.
competencia percibida, definida como la «expectativa
de un individuo sobre la posibilidad de actuar positiva- Los esquemas cognitivos de acción, entre ellos, las es-
mente ante los acontecimientos» (Wallston, 1992). trategias para la comprensión y el análisis de las situa-
ciones, para la toma de decisiones.
Otra aproximación al estudio de la percepción de
control, se ha propuesto desde la teoría social cognitiva Las habilidades sociales y de interacción.
de Bandura (1986) considerando la existencia de la anti- Las de solución de problemas.
cipación de control mediante tres tipos de expectativas: La habilidad en el uso de los recursos de afrontamien-
Las de resultado de una situación, (creencia de que to (Rodríguez-Marín et al., 1990).
una situación o comportamiento lleve a determinado Por su parte, entre los recursos sociales incluimos
resultado). los procesos de interacción social que se producen en el
Las de resultado de una acción (creencia del indivi- proceso de enfermedad y al entorno social que rodea al
duo acerca de su susceptibilidad para llegar a ese mis- paciente. Se incluye también la disponibilidad de los re-
mo resultado). cursos comunitarios o sistemas formales de apoyo que
hacen posible que determinadas estrategias puedan ejecu-
Las de autoeficacia (creencia del individuo sobre su tarse en el contexto social y cultural (p. e., servicios, in-
capacidad para llevar a cabo una tarea). fraestructura, asistencia, etc.). Los recursos sociales repre-
Por ejemplo, se puede creer que fumar produce cán- sentan, pues, la red de apoyo comunitaria del individuo y
cer (expectativa de resultado de una situación), pero no sus sistemas de apoyo social, representados por la familia,
se tiene por qué creer que si uno fuma, desarrollará un amistades, compañeros de trabajo y profesionales de la
cáncer (expectativa de resultado de una acción). Así, salud, de los que puede obtener información, asistencia
mientras que el sujeto no puede ejercer ningún control tangible y apoyo emocional en su proceso de enfermedad
sobre las expectativas de resultado de una situación, sí (Barron, 1996; Clingerman, 2004; Cohen, Underwood y
podría influir y modificar las de resultado de una acción Gottlieb, 2000; Deichert, Fekete, Boarts, Druley y Dela-
y las de autoeficacia relacionada directamente con la nhanty, 2007; Rodríguez-Marín, Terol, López-roig, Mar-
propia conducta (Martín-Aragón, 1999). tín-Aragón, Neipp y Pastor, 2003; Wickrama, Lorenz,
Wallace, Peris y Conger, 2001).
Ante una situación estresante como es el padeci-
miento de una enfermedad crónica, la respuesta o con-
junto de respuestas que emite el sujeto para manejarlo
depende de sus recursos, así como de las habilidades ne- 14.3.3. Tercera fase
cesarias para utilizarlos y generar respuestas de afronta-
miento. Es decir, la respuesta o conducta de afronta- En ella se aborda el tipo de respuesta de ajuste y adapta-
miento depende de la disponibilidad de los recursos de ción psicosocial que una persona desarrolla ante la enfer-
afrontamiento para su ejecución, y se define como «la medad. Esta tercera fase estará determinada por los dife-
puesta en práctica de un conjunto de esfuerzos cogniti- rentes aspectos mencionados en las fases anteriores:
vos y conductuales constantemente cambiantes para ma-
La situación de enfermedad:
nejar las demandas específicas externas o internas que
son evaluadas por la persona como excedentes o desbor- – Duración.
dantes de sus recursos» (Lazarus y Folkman, 1984). – Gravedad.
240 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

– Curso. de la familia y amigos ante el paciente que se esfuerza


– Limitaciones y cambios visibles en la apariencia fí- por afrontar su enfermedad repercutirán en su proceso.
sica. En el ajuste y adaptación psicológico-emocional se
– Autonomía. requieren respuestas «normales» ante estresores vitales
– Actividad social. importantes como el padecimiento de la enfermedad
(Rodríguez-Marín, 1995). Las respuestas emocionales
– Bienestar.
que inicialmente se producen ante el acontecimiento es-
– Planes futuros. tresante son el reflejo de la evaluación de amenaza o da-
Los recursos personales: ño, pero las respuestas de afrontamiento y ciertos meca-
nismos de manejo de las reacciones de miedo, ansiedad,
– Creencias.
depresión, ira, rabia, enfado, frustración y similares se-
– Percepción de control. rán útiles para adaptarse a la enfermedad crónica. El ti-
– Experiencias previas. po de respuesta emocional más habitual lo constituye la
– Habilidades de afrontamiento. depresión y la ansiedad. La ansiedad no sólo aparece co-
mo resultado directo de la apreciación de estrés, sino
Los recursos sociales o contexto social donde se pro-
que en fases posteriores persiste o se mantiene como
duce la enfermedad del sujeto, como la disponibilidad
consecuencia de la dificultad para manejar o afrontar
de recursos estructurales y sociales, donde se incluye
«correctamente» la situación de enfermedad, así como
el apoyo social.
por el grado de eficacia conseguido en los ajustes reali-
Todos estos factores son fundamentales para respon- zados para adaptarse o por la posibilidad de recurrencia
der a la situación de enfermedad crónica, pues pueden del acontecimiento (Rodríguez-Marín, 1995).
actuar facilitando o entorpeciendo los procesos de adap-
tación del enfermo que deben iniciarse cognitivamente,
y reflejarse en las áreas de lo funcional, interpersonal y
social, y en lo psicológico-emocional (Moos, 1977) (Ta- 14.3.4. Los cuatro dominios
bla 14.1). de la calidad de vida
El proceso de adaptación cognitivo permite el apren-
dizaje de nueva información relacionada con la enferme- Para terminar, en el caso de la enfermedad crónica, pa-
dad crónica y el tratamiento, que supondrá ciertos cam- rece que existe cierto acuerdo en que la calidad de vida
bios de los aspectos referidos en la fase II provocados puede ser entendida como un resultado del grado de
a través del proceso de reevaluación de la situación. ajuste y adaptación alcanzado por el paciente en su si-
Es decir, modificaciones o cambios en los sistemas de tuación de enfermedad, y que se operativiza a través de la
creencias del sujeto, sus actitudes, y la adquisición información registrada en al menos cuatro dominios que
de destrezas específicas de afrontamiento. coinciden con las áreas de adaptación o ajuste referidas
(Aaronson, 1988; de Haes y Van Knippenberg, 1985):
Por su parte, el «ajuste y adaptación» funcional y so-
cial se refiere tanto a los aspectos prescriptivos de la en- Dos de ellos relacionados con la condición física o
fermedad relacionados con el cumplimiento del trata- funcional afectada por la presencia y gravedad de sus
miento que incorpora elimina o modifica conductas síntomas, tratamientos y efectos secundarios, entre
(rehabilitación, dieta, ejercicio, entre otros) como a as- otros.
pectos restrictivos. Estos últimos incluyen las limitacio- Un tercer dominio se centra en el funcionamiento so-
nes funcionales y sus consecuencias en el área laboral cial (ajuste o adaptación social), incluyendo el desem-
de pareja, familiar y psicosocial, que a su vez afectan a peño de sus actividades o funciones asociados a los
la capacidad del paciente para obtener satisfacción de roles.
ellas. De modo que el ajuste y adaptación psicosocial
asociado a la enfermedad crónica implica cambios o de- El último dominio se focaliza en el funcionamiento
terioro en el desempeño del rol laboral, doméstico, fa- psicológico-emocional (ajuste o adaptación psicológi-
miliar y social que, en muchos casos, debe asumir la fa- cos) o también denominado grado de distrés psicoló-
milia, además de los cuidados y atenciones que también gico en pacientes de enfermedades crónicas.
precisa el paciente. En resumen, también quienes se re- Así, la mayoría de las investigaciones sobre ajuste
lacionan estrechamente con el enfermo deben ajustarse y adaptación y calidad de vida han venido valorando estos
adaptarse a la situación de enfermedad, y las reacciones cuatro dominios sobre los que se refleja impacto de la
Capítulo 14. PERSPECTIVA PSICOSOCIAL EN LOS PROCESOS DE ENFERMEDAD CRÓNICA 241
enfermedad crónica, a los que en ocasiones se añade el de la calidad de vida debe contemplar para su valora-
uso de una puntuación global o valoración unidimensio- ción la «subjetividad» de quien informa, es decir, la per-
nal de la calidad de vida en general (Aaronson, 1988; cepción del paciente respecto de cada dimensión, domi-
Amir, Aslam y Carlo, 2006; Arraras, Martínez, Mantero- nio o evaluación global (Broadhead et al., 1998;
ta y Laínez, 2004; Bloom, Stewart, Hohnston y Banks, Weitzner y Meyers, 1997; Winer, 1994). De modo que,
1998; Broadhead, Robinson y Atkinson, 1998; Font, finalmente, lo que entendemos por la calidad de vida en
1994; Gil, Gibbons, Jenison, Hopkins y Von Gruenigen, un enfermo crónico depende en alto grado de su nivel
2007; Gilbar, 1991; Haes y Van Knippenberg, 1987; de ajuste y adaptación psicosocial a la enfermedad, al
Hyland, 2003; Leitgeb, Perchestorfer, Fritz y Ludwig, tratamiento y a los efectos de una y otro. Ello implica
1994; Neipp, 2005; Spitzer, Dobson, Hall, Chesterman, que el enfermo crónico debe utilizar los recursos perso-
Levi, Sheperd et al., 1981; Terol, Lizón, López Roig, nales y psicosociales disponibles, para manejar y afron-
Rodríguez-Marín, Martín-Aragón, Mora y Sánchez, tar los aspectos estresantes (demandantes, desequilibra-
1997; Ware, 1987; Weitzner y Meyers, 1997; Zittoun, dores) de la enfermedad, lograr adaptarse y restablecer
Achard y Ruszneiwski, 1999). (o quizás establecer) su situación, obteniendo como re-
Este resultado de adaptación y/o ajuste psicosocial sultado una vida de la mejor calidad posible (Rodrí-
que se define desde esta perspectiva multidimensional guez-Marín, 1995).

14.4
Conclusiones
La intención de este capítulo ha sido proponer una es- fermos crónicos y, poder identificarlos e intervenir en
tructura que sirva a la hora de aproximarnos a la investi- ellos es lo que da sentido a la puesta en marcha de
gación psicosocial y sus efectos en los diferentes ámbi- programas comunitarios centrados en la atención al
tos del proceso de salud-enfermedad. En este último proceso de enfermedad y sus consecuencias en el en-
apartado solo referiré a modo de guión o esquema deter- fermo crónico.
minados aspectos que resumen el contenido del capítulo
y subrayan la relevancia de lo psicosocial en los proce- La enfermedad crónica se ha conceptualizado como
sos de enfermedad: un acontecimiento estresante que exige del enfermo
constantes esfuerzos de adaptación en un proceso de
Hemos tratado de estructurar que «la psicología social interacción dinámica con la situación concreta. Desde
de la salud es la aplicación específica de los conoci- este enfoque se fundamenta el estudio de aquéllos re-
mientos y técnicas de la psicología social a la com- cursos psicosociales implicados en el desarrollo de ha-
prensión de los problemas de salud y al diseño y pues- bilidades que son importantes para la adaptación del
ta en práctica de programas de intervención en este enfermo a su situación crónica. Este planteamiento es
marco» (Rodríguez-Marín, 1995). Como punto de par- la base de otras propuestas en el área de intervención
tida la psicología social entiende que la conducta de comunitaria y aplicación psicosocial que tratan de me-
salud y enfermedad es aprendida en el contexto socio- jorar la calidad de vida y el bienestar en la enferme-
cultural que determina las actitudes y creencias socia- dad crónica. Así, actuarían sobre la organización hos-
les que dan contenido a los conceptos de salud y en- pitalaria, sistemas de apoyo en la enfermedad crónica
fermedad (Rodríguez-Marín, 1995). Así, la aplicación y discapacidad, y en los recursos sociales y de asisten-
en el campo de la salud implica que la conducta de cia al enfermo. En este sentido, la literatura sobre re-
salud-enfermedad se estudia en el proceso de interac- cuperación y adaptación a la enfermedad ha propor-
ción con la situación de enfermedad concreta, con cionado la mejor evidencia de la importancia real de
otras personas del entorno social y familiar, y con los los factores psiscosociales implicados en los estudios
productos o resultados del desarrollo de ese proceso de intervención.
de enfermedad. En este proceso de carácter dinámico
determinados aspectos psicosociales son los que con- Hemos referido ciertas características ineludibles de la
tribuyen a generar el ajuste o adaptación de los en- enfermedad y de la situación, así como el tipo de re-
242 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cursos psicosociales susceptibles de evaluación en es- (Rodríguez-Marín, 1995; Rodríguez-Marín, López-


ta área de trabajo. Aunque todo ello se propone desde Roig y Pastor, 1990).
un modelo o estructura de tres fases del «proceso de Para terminar, ciertos problemas metodológicos en es-
enfermedad» que puede resultar muy simple, en gene- ta área de trabajo tienen que ver con diferentes aspec-
ral, los resultados y la dinámica del proceso referida tos de conceptualización, medición y características
en la literatura apoya dicha propuesta mostrando, por dinámicas de los propios procesos de enfermedad.
un lado, el papel beneficioso que tienen los diferentes Pero estos problemas no oscurecen el interés de los
recursos psicosociales mencionados sobre la adapta- resultados obtenidos en relación a las conductas de
ción y el ajuste psicosocial, y por otro lado, la impor- enfermedad y en los procesos de rehabilitación y de-
tancia de las variables de percepción de enfermedad y sarrollo de procesos crónicos. Así, la investigación y
afrontamiento en este proceso. Pero además, tomar el énfasis en comprender los mecanismos implicados
como referencia una estructura consensuada para la en estos procesos de desarrollo y adaptación a la en-
investigación en esta área nos ayudaría a corroborar y fermedad permite llegar a las aplicaciones actuales y
homogenizar los resultados que son esperables, y que futuras de la intervención psicosocial. Por esta razón,
derivan de diferentes investigaciones realizadas en sa- el avance en este campo también depende del interés
lud, y en adaptación psicosocial. Así, la evaluación de por superar cuestiones y críticas concretas contempla-
los recursos propuestos tiene una finalidad, que es la das a nivel metodológico, y del esfuerzo por elaborar
de determinar su utilidad en la puesta en marcha de y verificar propuestas o modelos «interactivos» que
formas de afrontamiento eficaces para manejar la nue- expliquen los mecanismos de actuación de los diferen-
va situación de enfermedad y alcanzar cierto grado de tes aspectos psicosociales conjuntamente en los proce-
ajuste psicosocial y percepción de «calidad de vida» sos de enfermedad crónica y adaptación.

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248 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

15.1
Los recursos psicosociales y el ajuste psicosocial
De entre los factores psicosociales, recursos personales se ha venido demostrando en numerosos trabajos el be-
como las creencias y la percepción de control ante la neficio del recurso del apoyo social en el afrontamiento
enfermedad despiertan un gran interés en la investiga- y sus consecuencias sobre la salud (Aymanns, Filipp y
ción actual (Ajzen, Albarracin y Hornik, 2007; Lledó, Klauer, 1995; Dunkel-Schetter, Feinstein, Taylor y Fal-
2005; Martín-Aragón, Pastor, Lledó, López-Roig, Terol ke, 1992; Fife, 1995; Grassi, Caloro, Zamorani y Rame-
y Rodríguez-Marín, 2001; Neipp, 2005; Stanton, Reven- lli, 1997; Holland y Holahan, 2003; Komproe, Rijken,
son y Tennen, 2006; Tucker, Elliott y Klein, 2006). En Ros, Winnubst y Hart, 1996; López-Roig, Pastor, Rodrí-
concreto, de entre ellos la autoeficacia percibida es la guez-Marín, Terol, Neipp, Leyda et al., 2000; Morales,
que parece estar más directamente relacionadas con el Granada, Guerrero Penedo y Muñoz, 1997; Quiles,
ajuste y la adaptación, conviertiéndose en un constructo 2006; Rodríguez-Marín et al., 2003; Söllner, Zingg-Schir,
prometedor de las investigaciones en salud (Martín-Ara- Rumpold y Fritsch, 1997; Söllner, Zingg-Schir, Rumpold,
gón, 1999; Lledó, 2005). Esta dimensión ha mostrado Mairinger y Fritsch, 1997a; Turner-Cobb, Gore-Felton,
relaciones significativas negativas con variables de Marouf, Koopman, Kim, Israelski y Spiegel, 2002).
adaptación a la enfermedad como la frecuencia e inten-
sidad de dolor percibido, la discapacidad funcional y las Así, con respecto al apoyo social en distintos grupos de
respuestas emocionales de depresión, distrés psicológi- crónicos encontramos en la literatura que este recurso
co, indefensión y desesperanza (Anderson, Dowds, Pe- junto con la estrategia de «espíritu de lucha» reducían
lletz, Edwards y Peeters-Asdourian, 1995; Barlow, Wi- los niveles de distrés psicológico, mientras que la deses-
lliams y Wright, 1996; Buckelew, Huyser, Hewett, peranza los incrementaba (Grassi et al., 1997). En otros
Parker, Johnson, Conway et al., 1996; Buckelew, Mu- trabajos los niveles de apoyo social se relacionan con la
rray, Hewett, Johnson y Huyser, 1995; Buckelew, Par- percepción de estrés por la enfermedad y el uso de es-
ker, Keefe, Deuser, Crews, Conway et al., 1994; Dwyer, trategias de afrontamiento de estilo depresivo o activo
1997; Kreitler, Peleg y Ehrenfeld, 2006; Kuijer y De (Sollner et al., 1997). También determinadas variables
Ridder, 2003; Levin, Lofland, Cassisi, Porey y Blonsky, de apoyo social, como vivir solo o pertenecer a grupos
1996; Lledó, 2005; Neipp, 2005; Parker, Smarr, Bucke- de apoyo, la satisfacción y cantidad de apoyo social, o
lew, Stycky-Ropp, Hewett, Johnson et al., 1995; Rogers, bien el tipo de apoyo (emocional, material o informati-
Courneya, Verhulst, Markwell, Lanzotti y Shah, 2006; vo), se relacionan con formas de afrontamiento como la
Wright, Parker, Samrr y Shoenfeld-Smith, 1996). búsqueda de apoyo social, el escape conductual y cogni-
tivo, centrarse en aspectos positivos o la resignación, en-
Otros dos de los recursos psicosociales más estudia- tre otras (Dunkel-Schetter et al., 1992; Holtzaman,
dos han sido el apoyo social y las estrategias de afronta- 2004; Komproe et al., 1997; Lopez-Roig, Neipp, Pastor,
miento, pues en esta área se comparte un acuerdo co- Terol y Castejón, 1999; Pastor, López-Roig, Rodríguez-
mún con respecto a la existencia de relaciones entre Marín, Salas, Sánchez y Terol, 1994; Pastor, Lledó,
apoyo social, afrontamiento y resultados de salud, ajuste Martín-Aragón, Pons, López-Roig, Terol y Rodríguez-
o adaptación (Billing y Moos, 1984; Brown y Andrews, Marín, 2004; Rodriguez-Marín, Terol, López-Roig, Pas-
1986; Coyne y Downey, 1991; Thoits, 1986). De la red tor y Massutti, 1994; Rodriguez-Marin et al., 2003; Te-
de apoyo social disponible, el apoyo que provee la red ín- rol, 1999). Aymanns et al. (1995) plantean que el uso de
tima del paciente parece ser uno de los recursos de estrategias de afrontamiento como la «rumiación» o la
afrontamiento más importantes con respecto a la enfer- «minimización» de la amenaza se relacionan tanto con
medad en general y a la enfermedad crónica en particu- variables de adecuación y cantidad de apoyo emocional
lar (Barron, 1996; Clingerman, 2004; Cohen, Under- como con los resultados de ajuste o adaptación.
wood y Gottlieb, 2000; Deichert, Fekete, Boarts, Druley
y Delanhanty, 2007; Rodríguez-Marín, Terol, López- En numerosos trabajos con pacientes crónicos se
Roig, Martín-Aragón, Neipp y Pastor, 2003; Wickrama, confirman las relaciones que se establecen entre diferen-
Lorenz, Wallace, Peris y Conger, 2001). Así, con enfer- tes formas de afrontamiento evitativo, como la «culpabi-
mas de fibromialgia y oncología, pero también con otros lización» propia o de otros, o aproximativo, como el uso
grupos de pacientes que padecen enfermedades crónicas, del «pensamiento positivo» con niveles de mayor o me-
Capítulo 15. LA EVALUACIÓN PSICOSOCIAL DEL PROCESO DE ENFERMEDAD... 249
nor ajuste psicosocial evaluado en términos de distrés ficativamente con variables de ajuste o adaptación psi-
psicológico, respuestas de ansiedad y adaptación laboral, cosocial, y estas relaciones se analizan según caracterís-
doméstica o familiar (Faller, Schilling y Lang, 1995; ticas particulares de cada patología o problema de salud,
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recibe especial atención en la investigación del ajuste o ceso de enfermedad» y «adaptación psicosocial» eva-
adaptación de pacientes crónicos, representando un im- luando los recursos personales y psicosociales que vie-
portante número de estudios que evalúan las diferentes nen demostrando su influencia en el resultado del ajuste
dimensiones de la comparación social y sus relaciones del paciente a su situación de enfermedad. Para ello, tra-
con el afrontamiento y la adaptación (Buunk y Gibbons, bajamos con varios grupos de pacientes de oncología y
1997; Buunk, Terol y Lledó, 2006; Buunk, Zurriaga, fibromialgia de los que cabe destacar que son patologías
González, Terol y López-Roig, 2006; Holtzman, 2004; características de la población femenina: un 92,7% en el
Taylor y Lobel, 1989; Terol, Pons, Neipp, Rodríguez- síndrome fibromiálgico y más del 99% en el cáncer de
Marín, Buunk, Martín-Aragón y Sánchez, 2007; Van der mama (Ojeda y Lapuente, 2004). En la fibromialgia, se-
Zee, Buunk, De Ruiter, Tempelaar, Van Sonderen y gún los criterios de clasificación del American College
Sanderman, 1996; Wills, 1997). of Rheumatology, dos características son fundamentales
para el diagnóstico: 1) la presencia de dolor generaliza-
Se viene asumiendo que el resultado de la compara- do de más de tres meses de duración, lo que le convierte
ción descendente (con otros en peor situación) produce en un síndrome de dolor crónico; 2) una sensibilidad
sentimientos positivos o de alivio, mientras que la as- anormal a la presión digital en unas zonas miofaciales
cendente (con quienes están en mejor situación) resulta típicas (Wolfe, Smythe, Yunus, Bennett, Bombardier,
en sentimientos negativos o de frustración (Buunk, Goldenberg et al., 1990). El perfil sociodemográfico y
2002; Buunk et al., 2006; Wills, 1981). Pero además, clínico de estas mujeres es de media de edad de entre
Buunk e Ybema (1997) apuntan que en las comparacio- los 44 y 52 años, y con un tiempo medio de padecimien-
nes se puede dar un grado de identificación o similitud, to del problema de dolor de entre seis y 12 años (Gol-
que viene dado por la cercanía con el modelo de la com- denberg, Mossey y Schimd, 1995; Pastor, 1992; Wolfe,
paración, siendo un ejemplo del propio funcionamiento Ross, Anderson, Russell y Hebert, 1995). En nuestro
o expectativas de futuro; o bien podría darse un contras- país, se estima una prevalencia de la fibromialgia de un
te, que vendría determinado por la comparación con 2,37% (Ojeda y Lapuente, 2004; Valverde, Juan, Ribas,
otros que sirven de referencia para evaluar el funciona- Urbina, Carmona et al., 2000). Además, en España, se
miento actual, pero de los que se percibe diferencia o calcula que el 13% de quienes acuden a consultas de
distancia respecto de uno mismo. Así, la identificación medicina general y el 10,4% de los que se atienden en
en la comparación ascendente tendría resultados positi- consultas especializadas de los servicios de reumatolo-
vos (optimismo), mientras que en la descendente tiene gía padecen este síndrome (Calabozo, Llamazares, Mu-
consecuencias negativas (miedo, angustia). Por otro la- ñoz y Alonso-Ruiz, 1990). Por su parte, el cáncer de
do, el contraste tendrá consecuencias negativas (envidia, mama se produce por un crecimiento incontrolado de
insatisfacción) cuando los individuos utilicen la compa- células en el tejido mamario que deriva básicamente en
ración ascendente, pero con comparaciones descenden- dos tipos de patologías: el carcinoma ductal responsable
tes tendrá resultados positivos (alivio, satisfacción). Así, del 75% de los cánceres de mama y el lobulillar. Otro
estas formas de comparación ascendente o descendente tipo de cáncer poco frecuente es el cáncer inflamatorio
han mostrado resultados con el uso de otras estrategias de mama (Instituto Nacional del Cáncer, 2007). En Es-
de afrontamiento y con respuestas emocionales de ansie- paña, se diagnostican entre 15.000 y 16.000 nuevos ca-
dad y depresión (Buunk et al., 2006; Terol et al., 2007; sos anuales, registrándose un caso por cada 11 o 12 es-
Van der Zee, Buunk, Sanderman, Botke y Van den pañolas, y se estiman índices de prevalencia de cuatro a
Bergh, 2000). La comparación social se relaciona signi- cinco por cada 100 mujeres diagnosticadas en la mayo-
250 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ría de casos en edades entre los 45 y los 55 años (Clíni- ja un número de visitas anuales que es cinco veces
ca Universitaria de Navarra, 2007; Díaz, 2007; López- mayor en este caso que en el resto de pacientes reumáti-
Abente, Pollán, Aragonés, Pérez, Hernández, Lope y cos (Wolfe, Anderson, Harkness, Bennett, Caro, Golden-
Suárez, 2004). berg et al., 1997; Elliot, Smith, Penny, Smith y Cham-
Tanto en el síndrome fibromiálgico como en el cán- bers, 1999). En el cáncer de mama, la frecuencia de
cer de mama, la dificultad en el manejo de diferentes as- problemas de adaptación de estas mujeres varía entre un
pectos psicosociales complican el proceso de adaptación 40% y un 50%, aunque puede disminuir hasta un 25%
a la enfermedad y suelen requerir atención especial. Así, según, algunos autores (Kissane, Clarke, Ikin, Bloch,
la dependencia de las pacientes de fibromialgia de la Smith, Vitetta y McKenzie, 1998; Morasso, Constantini,
atención sanitaria como indicador de falta de adpatación Viterbori, Bonci, Del Masho, Musso et al., 2001; Parle,
(consumo de medicación y uso de servicios) refle- Gallagher, Gray, Akers y Liebert, 2001).

15.2
Los instrumentos de evaluación del proceso
de enfermedad y adaptación
En el estudio de los procesos de enfermedad y de sus re- cacia centrada en el propio esfuerzo. Todos los ítems sa-
laciones con la adaptación en los grupos de pacientes turan con índices superiores a 0,55.
crónicos referidos hemos evaluado los siguientes recur-
sos psicosociales: la autoeficacia, el apoyo social, la Escala de Comparación Social en los Procesos de
percepción de estrés y el afrontamiento, con especial Enfermedad (Terol et al., 2007). Esta escala consta de
énfasis en las dimensiones de la estrategia de compara- 12 ítems y cuatro dimensiones: comparación ascendente
ción social. Y como resultados del ajuste o adaptación de contraste (CSAC), comparación ascendente de identi-
psicosocial incluímos tanto la condición física y la cali- ficación (CSAI), comparación descendente de contraste
dad de vida percibida como la adaptación laboral, do- (CSDC), comparación descendente de identificación
méstica y familiar, y las respuestas emocionales de an- (CSDI). Cada dimensión o factor presentaba saturacio-
siedad y depresión. Para su evaluación, además de un nes superiores a 0,57 de sus ítems e índices de fiabilidad
cuestionario de variables sociodemográficas y clínicas óptimos (rango a % 0,62 . 0,84). El formato de respuesta
con el que recopilamos las características sociodemográ- del cuestionario es tipo Likert de 1 a 5, e indica la frecuen-
ficas (edad, género, situación laboral, estado civil y ni- cia de las comparaciones (1%nunca, 2%rara vez, 3%de
vel educativo) y clínicas de nuestros grupos de trabajo vez en cuando, 4%a menudo, y 5%muy a menudo).
(tratamiento, tiempo y tipo de diagnóstico), hemos utili- Escala de Apoyo Social Percibido (EASP) (Rodrí-
zado los siguientes instrumentos: guez-Marín, López-Roig y Pastor, 1989; Terol, López-
Escala de Autoeficacia General (AEG, Baessler y Roig, Martín-Aragón, Pastor, Leyda, Neipp y Rodrí-
Schwarzer, 1996; Martín-Aragón, Pastor, Castejon, Ló- guez-Marín, 2000). Evaluamos el apoyo social percibido
pez-Roig, Lledó, Sitges et al., 2002). Esta consta de diez refiriéndolo a una situación específica, en este caso, la
ítems contestados según una escala de respuesta tipo Li- enfermedad. Se evalúan tres aspectos del apoyo social:
kert de cuatro puntos (1 % incorrecto; 2 % a penas cier- 1) si percibe o no apoyo de proveedores (red familia nu-
to; 3 % más bien cierto; 4 % cierto), de manera que se clear: cónyuge, hijos; red familiar cercana: padres, her-
puede obtener una puntuación directa de entre 10 y 40 manos, red social: compañeros de trabajo, vecinos y
puntos (a mayor puntuación mayor percepción de autoe- amigos, y, finalmente, red profesional: médicos y enfer-
ficacia). La escala muestra un buen índice de consisten- meras); 2) cuánto le ha satisfecho el apoyo que percibe
cia interna (a Cronbach % 0,84) y su fiabilidad test-re- de cada proveedor, en una escala tipo Likert (1 % nada
test fue satisfactoria (r % 0,78; p % 0,001). El análisis y 5 % mucho); 3) acciones específicas de apoyo que son
factorial de la escala además muestra dos factores de percibidas de cada proveedor y que se agrupan en tres
cinco ítems cada uno: 1) autoeficacia centrada en el ma- categorías de apoyo: informativo, emocional e instru-
nejo de situaciones difíciles e imprevisibles; 2) autoefi- mental (Terol et al., 2000). El total de acciones de
Capítulo 15. LA EVALUACIÓN PSICOSOCIAL DEL PROCESO DE ENFERMEDAD... 251
apoyo que pueden ser percibidas de cada proveedor os- Condición física general y calidad de vida global.
cila de cero a 12, incluyendo la posibilidad de que el pa- Se evaluaron a través del informe subjetivo del paciente
ciente mencione otras acciones no listadas (escuchándo- que respondía a dos cuestiones acerca de cómo se en-
le, animándole, distrayéndole, informándole, contraba físicamente y cómo percibía su calidad de vida
aconsejándole, visitándole, haciendo tareas, ofreciéndo- en relación con su proceso de enfermedad. Ambas cues-
se, económicamente, interesándose, acompañándole, de tiones fueron adaptadas de la escala de medida del im-
otra manera). pacto de la enfermedad en enfermos reumáticos (Mee-
nan, Gertman y Mason, 1980; Meenan, Gertman, Mason
Escala de Apreciación de Estrés (EAE) (Terol, y Dunaif, 1982) por Pastor (1992). El paciente respondía
1993, 1999; adaptada de Vitaliano, Russo, Carr, Maiuro a ambas cuestiones en una escala numérica de 10 puntos
y Becker, 1985). Esta escala consta de 11 ítems con tipo (0 % muy mala; 10 % excelente) y también en una esca-
de respuesta de 6 puntos (1 % completamente en desa- la analogo visual (VAS) de 10 cm de longitud acotada
cuerdo, y 6 % completamente de acuerdo). Los resulta- por sus extremos con indicaciones de «muy mal» y
dos del análisis factorial mostraron tres factores, con un «muy bien» que el paciente marcaba con una «X». La
total de varianza explicada de 0,61, que representaban puntuación total de la percepción de su condición física
diferentes características relacionadas con el grado de y de su calidad de vida se obtiene hallando la media de
estrés percibido por un acontecimiento, en este caso por las respuestas del sujeto en la escala visual análoga y
la enfermedad. Los valores más elevados obtenidos en numérica, en cada cuestión.
cada factor representan mayor grado de amenaza e im-
portancia del acontecimiento (factor 1) y duración (fac- Cuestionario de Ajuste y Adaptación Psicosocial
tor 2), y por otro lado, menor grado de control (factor 3) (Neipp, 2005, Adaptado del Psychosocial Adjustment to
sobre la enfermedad. Obtuvimos una puntuación del to- Illness Scale: PAIS: Derogatis, 1977; Derogatis, 1986).
tal de estrés percibido por la enfermedad; los valores La adaptación para población española se realizó a tra-
más elevados representan en términos generales mayor vés del procedimiento de traducción inversa. Consta de
grado de estrés percibido por le enfermedad. El índice 46 ítems con una escala de respuesta tipo Likert de 4
de consistencia interna de la escala con los 11 ítems puntos. Evalúa el deterioro o impacto en siete áreas psi-
propuestos fue de 0,77. cosociales:
Cuestionario de Estrategias de Afrontamiento (CEA: Actitud hacia el cuidado de la salud: se evalúa la acti-
Rodríguez-Marín, Terol, López-Roig y Pastor, 1992; tud del paciente ante el cuidado de la salud, el trato y
CEA-C: Terol, 1999). El CEA-C adaptado a la muestra calidad de los profesionales, y la calidad de la infor-
de enfermos crónicos, y en particular a oncológicos, mación que recibe tanto de su enfermedad como de su
mostró en el análisis factorial de segundo orden una es- tratamiento.
tructura de cuatro factores o metaestrategias (dos aproxi-
mativas y dos evitativas) con un total de varianza expli- Ámbito laboral: se mide el impacto que la enfermedad
cada de 59% y con saturaciones de los ítems en cada tiene sobre el aspecto profesional del paciente, es
factor superiores a 0,40. El resultado del análisis de con- decir, todo lo relacionado con su trabajo o los estu-
sistencia interna de los 30 ítems finales de la escala de dios. Los ítems evalúan la realización de las activida-
afrontamiento para pacientes oncológicos es de 0,72. El des laborales, la satisfacción profesional, el tiempo
formato de respuesta se presenta en una escala tipo Li- perdido por la enfermedad, el interés profesional y las
kert de 5 puntos (1 % nunca, 5 % casi siempre). Los pa- relaciones interpersonales en el trabajo.
cientes responden según la frecuencia con que utilizan Ámbito doméstico: valora las dificultades que ha teni-
las diferentes estrategias listadas para afrontar su enfer- do en las labores domésticos y relaciones familiares
medad. Puntuaciones altas significan mayor frecuencia debido a la enfermedad y su capacidad de adaptación
de uso de la estrategia en cuestión. Este cuestionario a la enfermedad. Se mide el impacto económico de la
permite obtener puntuaciones de cada una de las 11 es- enfermedad, la calidad de las relaciones, la comunica-
trategias de cada factor y de las dimensiones o metaes- ción familiar y los efectos de las discapacidades físi-
trategias obtenidas (factor 1: búsqueda de apoyo social, cas de los pacientes.
búsqueda de soluciones y expresión emocional; factor 2:
autoinculpación y escape; factor 3: religiosidad, pensa- Relaciones de pareja: fue diseñada para evaluar los
miento desiderativo, resignación y culpación de otros; cambios que se han producido en la calidad del fun-
factor 4: pensamientos positivos y contabilización de cionamiento en las relaciones desde la enfermedad del
ventajas). paciente.
252 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Relaciones familiares más allá de la familia nuclear:


valora el deterioro o alteración de las relaciones con 15.2.1. Los resultados en el proceso
otros familiares debido a la enfermedad. Concreta- de enfermedad
mente, evalúa la comunicación, la calidad de las rela- y adaptación
ciones y el interés en reunirse con la familia, entre
otros aspectos.
Ámbito social: se evalúa el grado en que las activida- 15.2.1.1. La autoeficacia y la
des sociales y el tiempo de ocio se han visto afectado autoexploración en mujeres
por la enfermedad. Las actividades se categorizan di- de cáncer de mama
vidiéndolas en «individual», «familiar» y «social».
Distrés psicológico: fue diseñada para evaluar los pen- Evaluamos en un grupo de mujeres con cáncer de mama
samientos y sentimientos asociados con la enfermedad (N % 131) su autoeficacia general (AEG: Martin-Aragón
o sus secuelas. Los ítems hacen referencia a la ansie- et al., 2002) y la realización de las conductas de autoex-
dad, depresión y hostilidad, autoestima, problemas ploración de mama con dos cuestiones: ¿se realiza usted
con la autoimagen y sentimientos de culpabilidad. sola una autoexploración mamaria?, ¿cada cuánto tiem-
Estas siete subescalas pueden utilizarse de modo in- po se realiza la exploración? También evaluamos la
dependiente, y obtener tanto una puntuación por subes- autoeficacia específica preguntando a las pacientes acer-
calas como una puntuación global del total de las subes- ca de su seguridad para realizar la conducta de autoex-
calas. Cuanto más elevada sea la puntuación de un ploración correctamente (Neipp, 2005). Las mujeres que
individuo peor adaptación psicosocial tendrá o mayor participaron en este grupo tenían una media de edad de
impacto en esta área. En muestra española con pacientes 58 años, con tratamiento quirúrgico previo (mastecto-
oncológicos la consistencia interna de las subescalas fue mía, tumerectomía, entre otros) y estaban libres de en-
superior a .64 en todas ellas, salvo en la actitud hacia la fermedad y en seguimiento.
salud, y la consistencia interna de la puntuación global
Los resultados mostraron que el 58% realizaba la
de adaptación fue superior a .80 (Neipp, 2005). En nues-
conducta de autoexploración mamaria, frente a un 42%
tros grupos de pacientes del presente trabajo no se admi-
que no lo hacía. De las que la realizaban, un 43% lo ha-
nistró la subescala de «actitud hacia la salud» y la de
cía diariamente, el 21,1% semanalmente, el 23,7% una
«distrés psicológico», que fue sustituida por la escala de
ansiedad y depresión que se describe a continuación. vez al mes y un 11,8% trimestralmente. El grupo que no
la realizaba refería que no sabía hacerla (47,35%), que
Escala de Ansiedad y Depresión (HAD: Zigmond y tenía miedo a encontrar un «bulto» (25,5%) y que no te-
Snaith, 1983). Este instrumento fue diseñado para su nía seguridad en hacerla correctamente (14,5%). Entre
aplicación en ámbitos clínicos y para población enfer- estos dos grupos de pacientes, las que realizaban la con-
ma. Evalúa el estado emocional referido a un periodo ducta de autoexploración mamaria se diferenciaban sig-
concreto y consta de dos subescalas; una de ansiedad y nificativamente de quienes no la hacían, pues su percep-
otra de depresión. Incluye 14 ítems, siete para cada su- ción de autoeficacia específica o su seguridad en hacerla
bescala, y un formato de respuesta tipo Likert de 4 pun- correctamente era más elevada (t % .5,87, p a 0,001)
tos. Las puntuaciones más elevadas en cada subescala y también su autoeficacia general, en concreto, su per-
indican niveles más altos de ansiedad o depresión. El cepción en el «manejo de situaciones difíciles»
HAD ha sido adaptado a muestra española tanto en po- (t % .2,84, p a 0,01).
blación general como en enfermos crónicos y oncológi-
cos (López-Roig, Terol, Pastor, Massuti, Rodríguez-Ma- Estos resultados muestran que la realización de la
rín, Neipp et al., 2000; Terol, López-Roig, Rodríguez- autoexploración mamaria como conducta de prevención
Marín, Martín-Aragón, Pastor y Reig, 2007). Los resul- y seguimiento del cáncer de mama viene mediada por la
tados de este último trabajo llevado a acabo con 484 pa- disponibilidad y uso de recursos personales como la per-
cientes oncológicos replicaron la estructura factorial de cepción de autoeficacia. La utilización de este recurso es
las dos subescalas de ansiedad y depresión con una va- de especial relevancia y utilidad en tanto en cuanto per-
rianza explicada del 55,45% y con saturaciones de los mite tratar precozmente problemas amenazantes para la
ítems en cada factor superiores a 0,57. Los índices de vida pero curables, tales como el cáncer de mama ini-
consistencia interna de las subescalas fueron de 0,85 y cial, recidivas locales en mujeres ya sometidas a trata-
0,87 para ansiedad y depresión respectivamente. miento conservador de mama o una posible neoplasia en
Capítulo 15. LA EVALUACIÓN PSICOSOCIAL DEL PROCESO DE ENFERMEDAD... 253
mama contralateral. Pero además, otros estudios sobre el del estrés percibido por la enfermedad (F % 4,07;
ajuste emocional en cáncer y con enfermedades crónicas p m 0,5), mientras que el apoyo informativo se asociaba
también muestran que una elevada percepción de autoe- con un menor uso de la «resignación» o indefensión.
ficacia se asocia a estados emocionales positivos y me- También la satisfacción o adecuación del apoyo social
jor adaptación psicosocial (Kreitler et al., 2006; Kuijer y juega un importante papel en este grupo, generando el
De Ridder, 2003; Lledó, 2005; Martín-Aragón et al., uso de estrategias de «expresión emocional» (F % 8,38;
2001; Neipp, 2005; Pastor, Martín-Aragón, Lledó, López- p m 0,001) y menor uso de la «culpabilización» de
Roig, Terol, Rodríguez-Marín y González-Machado, otros. Una percepción de mayor amenaza o estrés perci-
1999; Pennix, Van-Tilburg, Boeke, Deeg, Kriegsman y bido por la enfermedad se relacionaba con el uso de la
Van Eijk, 1998; Rogers et al., 2006). «autoculpabilización» y menor uso de estrategias como
el «contar con las ventajas» (F % 8,38; p m 0,001) (Te-
rol, 1999; Rodríguez-Marín et al., 2003). Estos resulta-
dos muestran que el recurso de apoyo social percibido a
15.2.1.2. El apoyo social, través de acciones específicas y funcionales de apoyo
la percepción de estrés y el informativo, instrumental y emocional, así como la ade-
afrontamiento en pacientes cuación o satisfacción con dicho apoyo, actúa sobre la
de oncología percepción de estrés por la enfermedad y el afronta-
miento. Este tipo de relaciones muestran un ejemplo de
cómo actúa la hipótesis del efecto amortiguador del
En dos estudios realizados con otros grupos de pacientes
apoyo social, pues este recurso serviría para redefinir el
de oncología (N % 109 y N % 131), de los que, respecti-
estresor y facilitar el uso de estrategias de afrontamiento
vamente, 67 y 90 eran mujeres de edades entre 50 y 60
más adaptativas con las que obtener efectos beneficiosos
años, evaluamos los recursos psicosociales de la percep-
en la salud (Anhensel y Frerichs, 1982; Aymanns et al.,
ción de estrés, afrontamiento y apoyo social, además de
1995; Barrón, 1996; Cohen y Wills, 1985; Fife, 1995;
las relaciones que establecían entre dichos recursos en el
Gracia, Herrero y Mussitu, 1995; House, 1981; Komproe
proceso de enfermedad. Estos dos grupos de mujeres de
et al., 1997; López-Cabanas y Chacón, 1997; López-
cáncer de mama habían recibido tratamiento quirúrgico
Roig, Terol, Pastor y Rodríguez-Marín, 2005; Miller y
previo y quimioterapia en régimen ambulatorio. En el
Lefcourt, 1983; Mitchell, Billing y Moos, 1982; Orth-Go-
primer grupo de estas mujeres los resultados mostraron
mer y Unden, 1990; Rodríguez-Marín et al., 2003; Terol,
que más de un 70% de los pacientes refería percibir
1999; Vaux, 1988; Veiel, Brill, Hafner y Welz, 1988).
apoyo de la pareja, hijos, amigos y profesionales de la
salud, y estaban muy satisfechos con este apoyo, aunque
su satisfacción era significativamente mayor en el caso
de la red nuclear de pareja e hijos (X2 % 37,69,
p % 000) (Terol, 1999; Terol et al., 2000). De entre las
15.2.1.3. La percepción de estrés,
acciones específicas de apoyo percibían que la pareja, el afrontamiento
hijos y familia les acompañaban, hacían tareas por ellas y la comparación social
o les animaban, mientras que la red social de amigos, en mujeres con cáncer
compañeros o vecinos se interesaba por su estado o se de mama y fibromialgia
ofrecía por si necesitaban algo, y otras acciones de
apoyo, como informar eran propias de los profesionales
Hemos realizado un estudio comparativo con pacientes
de la salud (Terol, 1999; Terol et al., 2000). De todas
de cáncer de mama (N % 123) y fibromialgia (N % 139),
estas acciones de apoyo, en general, las acciones de
atendiendo al proceso de enfermedad característico de
apoyo emocional e informativo eran las percibidas signi-
ambas patologías y a sus diferencias respecto de la per-
ficativamente con mayor frecuencia por estos pacientes
cepción de estrés, las formas de afrontamiento y, en
(X2 % 52,17, p % 000).
concreto, el uso de la comparación social. En estos dos
En el segundo grupo de pacientes de oncología, y grupos la edad media de las mujeres de cáncer de mama
respecto del apoyo social y su relación con el estrés per- era de 50 años y de 51 en las de fibromialgia. Las muje-
cibido por la enfermedad y el afrontamiento, determina- res del grupo de cáncer de este estudio también habían
das acciones de apoyo, como ofrecerse o visitar al pa- recibido tratamiento quirúrgico previo y quimioterapia,
ciente, mostraron su efectividad para reducir el impacto con un tiempo de enfermedad de un año, aproximada-
254 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mente. En el grupo de fibromialgia el tiempo de enfer- pacientes. Y en concreto, se relacionan con estrategias
medad oscilaba entre un año y hasta 10 años, recibiendo como «culparse a sí misma» (r % 0,29, p % 0,001) y a
tratamiento de analgesia (79%) para el dolor y otros co- otros/as en las pacientes con cáncer de mama, y con un
mo relajantes (48%), antiinflamatorios (38,1%), además menor uso de «pensamientos positivos» en las mujeres
de antidepresivos (42,4%) y ansiolíticos (18%). En estos de fibromialgia.
dos grupos un resultado sorprendente fue que a pesar de Estos resultados nos aproximan a la explicación de
la percepción de «amenaza a la vida» que se asocia a la los mecanismos cognitivos con los que las pacientes
enfermedad oncológica, en general, la percepción de es- de cáncer de mama y fibromialgia ponen en marcha sus
trés por la enfermedad era más acusada en las pacientes recursos psicosociales para el afrontamiento. Este proce-
de fibromialgia (t % .9,98; p % 0,001). A pesar de so «cognitivo» de comparase en la enfermedad y de uti-
ello, ambas pacientes ponen en marcha con mayor fre- lizar este recurso juega un importante papel modulando
cuencia estrategias como el «contar con las ventajas» aun la percepción de estrés por la enfermedad. Como se vie-
a pesar de la enfermedad, la «expresión emocional» o ne informando en la literatura, la comparación social
«resignarse», y con menor frecuencia la «religiosidad», el con quienes están en mejor o peor situación desencade-
tratar de «escapar» de la situación o el «echarse la culpa» na el uso de otras estrategias como la «búsqueda de
de lo ocurrido. En el caso concreto de la fibromialgia, es- apoyo social» o de «información», y/o ayuda a reeva-
tas pacientes utilizan significativamente con más frecuen- luar la situación minimizando la amenaza o la percep-
cia estrategias evitativas como «desear que no hubiese ocu- ción de estrés por la enfermedad, lo que afectaría con-
rrido» lo de su enfermedad (t%.2,46; p%0,000) o secuentemente al proceso de adaptación y/o ajuste
«culpar a otros» de su situación (t%.5,60, p%0,000) psicosocial del paciente (Buunk y Gibbons, 1997, 2005;
mientras que se da un uso más frecuente y significativo de Suls y Wheeler, 2000; Wills, 1997). Así, las compara-
«pensar en positivo» (t%4,30; p%0,000) o «buscar apoyo ciones «adaptativas» de las pacientes les facilitarían
social» (t%.2,87, p%0,05) en las pacientes de oncología. reestructurar el impacto estresante de la enfermedad y, a
su vez, provocar el uso de otras estrategias de afronta-
El análisis de las estrategias de comparación en miento adecuadas al proceso, en el que la frecuencia y
nuestro trabajo mostró que las pacientes con fibromial- uso de las mismas varía según características clínicas,
gia se comparan más con quienes están en peor situa- tiempo de enfermedad, situación o fase, y demandas
ción y pueden sentir alivio por no estar tan mal (descen- concretas. Esta estrategia de comparación podría resultar
dente de contraste). Sin embargo, las pacientes de relativamente «sencilla» para poner en marcha por las
cáncer de mama se comparan significativamente con pacientes, y su uso «adaptativo» proporcionaría resulta-
mayor frecuencia con quienes están en mejor situación, dos óptimos en cuanto a inmediatez y consecuencias
siguiendo este modelo a imitar (ascendente de identifi- emocionales beneficiosas. Si esto es así, deberíamos
cación) (t % 4,60, p % 0,000) (Terol et al., 2007). Pero considerar el uso de la comparación social como un re-
además, compararse con quien está mejor y sirve como curso de especial interés por sus características de facili-
modelo (ascendente de identificación) o con quien está dad, economía de esfuerzo y beneficio inmediato.
peor pero provoca alivio por pensar que uno no está tan
mal (descendente de contraste) se relaciona con menor
percepción de estrés (r % .0,20-0,32, p % 0,01) y con
«contar las ventajas» (r % 0,17-20, p % 0,01) en fibromial- 15.2.1.4. La adaptación y el ajuste
gia y con «pensar en positivo» (r%0,27-0,32, p%0,01) o psicosocial
«buscar soluciones» (r % .0,32-0,33, p % 0,01) en on-
cología. Por su parte, compararse con quienes están me- En el grupo anteriormente referido de 90 mujeres con
jor pensando que uno no podrá mejorar (ascendente de cáncer, evaluamos dimensiones de la adaptación psico-
contraste) o con quienes están peor sintiendo que son el social como la condición física general y la calidad de
reflejo de la propia evolución (descendente de identifi- vida global, y también las respuestas psicológicoemo-
cación) se relaciona con mayor grado de estrés por la cionales de ansiedad y depresión. En los dos grupos de
enfermedad en fibormialgia (r%0,27-30, p%0,01) y en comparación de mujeres de oncología y fibromialgía,
oncología (r%0,38-64, p%0,001). Estas últimas formas evaluamos igualmente estas respuestas emocionales,
de comparación, en general, se asocian a un mayor uso además de otros dominios de la adaptación psicosocial
de estrategias evitativas (p. e., pensar que «ojalá no hu- (ámbito, laboral, doméstico, social, relaciones familia-
biese ocurrido») o poco adaptativas en ambos grupos de res, así como, una la adaptación psicosocial global).
Capítulo 15. LA EVALUACIÓN PSICOSOCIAL DEL PROCESO DE ENFERMEDAD... 255
Las pacientes de oncología mostraron una óptima otras enfermedades crónicas como la fibromialgia los
condición física general (M % 6,8; dt % !19,1) y cali- pacientes reflejan en mayor medida esta representación
dad de vida global (M % 6,5; dt % !25,7), mostrando de la enfermedad. Por esta razón, un resultado objeto de
puntuaciones superiores a la media de la escala (rango: especial atención sería profundizar en los datos de peor
0-10). En el dominio psicológicoemocional, este grupo ajuste y adaptación obtenidos por las pacientes de fibro-
de pacientes mostraba respuestas de ansiedad mialgia, comparando sus creencias o representación de
(29,8 ! 19,9; rango: 0-100) más acusadas que de depre- la enfermedad con la de familiares, profesionales y/o
sión (17,0 ! 15,3; rango: 0-100), pero en cualquier caso población general, pues también la discrepancia en las
en el rango de puntuaciones «normales» (López-Roig et creencias acerca de la enfermedad ente pacientes, fami-
al., 2000; Terol et al., 2007). En los grupos de compara- liares y/o profesionales de la salud tiene sus efectos en
ción de oncología y fibromialgia, el grupo de oncología los procesos de adaptación (Quiles, 2006).
mostró respuestas más elevadas de ansiedad
(35,2 ! 21,8) y depresión (20,2 ! 18,8) que el anterior. En este apartado, la última parte la vamos a dedicar
Pero son las pacientes de fibromialgia las que mostraron a las relaciones y efectos directos de los recursos psico-
las puntuaciones significativamente más elevadas, tanto sociales, de la percepción de estrés y el afrontamien-
de la ansiedad (55,6 ! 23,2; t % .7,3, p % 000) como to, incluyendo la comparación social sobre los resulta-
de la depresión (35,5 ! 24,1; t % .6,9, p % 000). dos de ajuste y adaptación. En los grupos de pacientes
de oncología (G3, G4), la influencia de determinados re-
cursos sobre la condición física, la calidad de vida y el
En cuanto a otros dominios de la adaptación psico-
estado emocional mostraron que, por un lado, la «per-
social, tanto para las pacientes de oncología como de fi-
cepción de estrés» por la enfermedad o grado de amena-
bromialgia, son óptimos, pues no alcanzan la media de
za se relacionaba con las respuestas de «ansiedad» (F:
impacto de las escalas (rango: 0-100; donde 0 % mínimo
18.71, p % 0,01) y menor «calidad de vida» global per-
impacto o la mejor adaptación y 100 % máximo impacto cibida (r % .0,29, p % 0,01). Además, formas de afron-
o la peor adaptación). El ámbito laboral (G4: 39,2 !
tamiento evitativo como «resignarse», «pensar o desear
! 22,3, G5: 44,5 ! 25,4) y social (G4: 21,7 ! 30,5; que no hubiese ocurrido» su enfermedad o «culpar a
G5: 33,5 ! 30,4) son los dominios más «afectados» en
otras personas», añadidas a una peor condición física
los resultados de adaptación tanto en oncología como en percibida, se relacionaban con respuestas de depresión
fibromialgia. En el caso de las pacientes de fibromialgia
más acusadas (F: 8,50, p % 0,0001).
su impacto social (t % .0,310, p % 0,01) y su dificul-
tad de adaptación en el ámbito doméstico (t % .10,49, En los grupos de comparación de oncología y fibro-
p % 000) era significativamente más elevado que el que mialgia (G4, G5) la mayor «percepción de estrés» estu-
presentaba el grupo de oncología. El mayor impacto de vo relacionado con menor uso de estrategias como «pen-
las pacientes de fibromialgia en algunos dominios del sar en positivo» y mayor uso de estrategias evitativas
ajuste psicosocial se reflejan en sus puntuaciones globa- como «culpabilizar otros» y «desear que no hubiese
les de adaptación, mostrando, en general, un impacto ocurrido» su enfermedad. Estas estrategias a su vez se
mayor o peores niveles de adaptación global que las pa- relacionaban con mayores respuestas de ansiedad (G4
cientes de oncología (G4 % 13,9 ! 11,9; G5 % 22,6 ! r % 0,32-42, p % 0,01) (G5 r % 0,32-38 p % 0,01), de
! 14,1; t % .4,60; p % 000). Para terminar, en el caso depresión (G4 r % 0,27-42 p % 0,01) (G5 r % 0,28-43
de las relaciones familiares, aunque las puntuaciones de p % 0,01) y peores niveles de adaptación o mayor im-
impacto en este dominio no son elevadas para ninguno pacto doméstico (G4: r % 0,42 p % 0,01), laboral y so-
de los grupos, las mujeres de fibromialgia muestran peor cial (G4: 23-35 p % 0,01). En concreto, en fibromialgia,
adaptación psicosocial en este ámbito (G4: 7,4 ! 14,7; el impacto o la peor adaptación global estuvo relaciona-
G5 % 15,3 ! 18,3; t % .4,60, p % 000). El grado de da con las estrategias de afrontamiento evitativas ya
ajuste psicosocial por lo que se refiere a condición físi- mencionadas, y en las mujeres de oncología cabe desta-
ca, calidad de vida y adaptación en los diferentes domi- car que la «autoculpa» se relacionó con el impacto fami-
nios, es óptimo, sin mostrarse niveles de desadaptación liar (G4, r % 0,28 p % 0,01). Centrándonos en la compa-
preocupantes sobre los que intervenir. Ahora bien, aun- ración social en relación con los procesos de adaptación,
que la percepción social y cultural de la población res- encontramos que tanto en oncología como en fibromial-
pecto del cáncer se puede asociar más a la elevada gia la comparación con quienes están en mejor situación
«amenaza», creencias de incapacidad o elevado impacto y sirven como modelo a imitar (ascendente de identifica-
en todas las áreas vitales junto con un importante dese- ción) se relaciona con menor depresión (G5: r%.0,21,
quilibrio emocional, nuestros resultados muestran que en p % 0,05, G4: r % .0,31, p % 0,05) e impacto social
256 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

(G4: r % .0,20, p % 0,05; G5: r % .0,18, p % 0,05). gia con un mayor impacto en el ámbito doméstico
En el mismo sentido, compararse con quienes están en (G5: r % 42, p % 0,01). En la misma línea, las compara-
peor situación sintiendo alivio por no estar tan mal (des- ciones con quienes están en peor situación sintiendo que
cendente de contraste) produce menor impacto domés- son reflejo de la propia evolución (descendente de iden-
tico y laboral en oncología (r % .0,22, p % 0,05) y tificación), además de influir también en la depresión de
menor impacto social en fibromialgia (r % .0,21, ambos grupos (G4: r % 0,49, p % 0,01, G5: r % 25,
p % 0,05). Sin embargo, las estrategias de comparación p % 0,01), provocan mayor impacto en el ámbito so-
de las pacientes de oncología y fibromialgia, con quie- cial (G4: r % 0,38, p % 0,01, G5: r % 20, p % 0,01),
nes están mejor situación pensando que uno no podrá en las relaciones familiares (G4: r % 0,19, p % 0,05;
mejorar (ascendente de contraste) están relacionadas G5: r % 21, p % 0,05) y en la adaptación global
con las respuestas de depresión (G4: r % 0,24, p % 0,01, (G4: r % 0,29, p % 0,01, G5: r % 30, p % 0,01).
G5: r % 18, P % 0,05), y en concreto en fibromial-

15.3
Perspectivas en el estudio de los procesos
de enfermedad crónica y adaptación psicosocial
De las conclusiones de estos trabajos, señalar la impor- disponibilidad y habilidad para utilizar los recursos
tancia del estudio de los «procesos de enfermedad» des- personales y sociales; esto es, se mostraría a través de
de una perspectiva amplia e integradora en la que se la conducta de afrontamiento. De la «adecuada» eva-
contemplen tanto las creencias y la representación de la luación y utilización de los recursos depende la puesta
enfermedad, como los recursos personales y de apoyo en marcha de estas conductas de afrontamiento, es
social unidos a la percepción de estrés y al afrontamien- decir, de determinadas respuestas cognitivas y compor-
to. Todo ello porque se demuestra que actúa «conjunta- tamentales, activas y/o evitativas, cuya eficacia se re-
mente» en el proceso dinámico determinante de los re- fleja en el grado de ajuste psicosocial y emocional más
sultados de adaptación y ajuste psicosocial (Cohen, o menos adaptativo (Diagrama 15.1). Este proceso di-
1988; House, 1981; Lazarus y Folkman, 1986; Lin y námico muestra cómo en las enfermedades crónicas en
Ensel, 1989; Lin, Woelfel y Ligth, 1985; Vaux, 1988). general, el síndrome fibromiálgico y el cáncer de ma-
La autoeficacia percibida por los pacientes permite la ma en particular, definidas como importantes fuentes
detección precoz de determinadas complicaciones en la de estrés, precisan para su manejo de los recursos psi-
enfermedad y ayuda al manejo de situaciones difíciles. cosociales estudiados, así como de las habilidades ne-
Este es un recurso cuya disponibilidad permite al pa- cesarias para adaptarse a la situación crónica que pade-
ciente manejar la amenaza que percibe de múltiples es- cen. Como fundamento de la intervención psicosocial,
tresores que acompañan a la enfermedad. Su uso junto manejar estos recursos permitirá influir no solo en el
con la puesta en marcha de otras estrategias cognitivas ajuste y/o adaptación psicosocial ante el problema, sino
de comparación social (descendente de contraste y as- en el problema en sí mismo. Así, una vez más hay que
cendente de identificación) facilita reestructuraciones de recordar que el objetivo último en los estudios del «pro-
minimización o reducción del impacto por la enferme- ceso de enfermedad» será la intervención psicosocial di-
dad. A la utilidad de estos recursos para amortiguar el rigida a mejorar la adaptación de los enfermos crónicos,
impacto por la enfermedad se añade la funcionalidad de a través del diseño y divulgación de programas de apoyo
las fuentes de apoyo social que desde su interacción con (familiar, de recursos psicosociales y habilidades de
el paciente le transmiten información y soporte emocio- interacción en el paciente, entre otros), facilitando el uso
nal para el afrontamiento de la enfermedad. Y, aunque y creación de recursos sociales y comunitarios disponi-
algunos de los recursos estudiados también actúan di- bles y útiles para este fin (asociaciones, atención sanita-
rectamente sobre los resultados de ajuste psicosocial, ria psicosocial, grupos de autoayuda en la enfermedad,
las diferentes respuestas de afrontamiento representa- programas de información acerca de la enfermedad,
rían el «núcleo» en el que converge y se materializa la creencias, opiniones, etc.).
Capítulo 15. LA EVALUACIÓN PSICOSOCIAL DEL PROCESO DE ENFERMEDAD... 257

DIAGRAMA 15.1.

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264 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

16.1
Introducción
La finalidad de este capítulo es dar cuenta de los domi- do en la psicolingüística y en la psicología cognitiva, los
nios de investigación más cultivados por la psicología temas que más interesan a los psicólogos sociales se
social del lenguaje, así como destacar las aportaciones abordan sobre todo desde la pragmática, el análisis del
teóricas y metodológicas más significativas en dicha discurso y la sociolingüística más que desde la gramáti-
área. ca transformacional (Krauss y Chiu, 1998).
Antes de comenzar, conviene explicar qué se entien- En segundo lugar, la identidad de la psicología del
de por psicología social del lenguaje. La intención es lenguaje se establece en función del objeto de estudio.
exponer lo que ocurre en la intersección entre lo lingüís- Por ejemplo, Ros (2000) y Robinson (1998) identifican
tico y lo psicosocial. Por ello no resulta razonable hacer la psicología social del lenguaje y de la comunicación
exhaustivas matizaciones teóricas y metodológicas: los como el estudio de los cambios activos que las personas
planteamientos son muchos y las formas de trabajar, di- producen a través del comportamiento lingüístico inten-
versas. cional con el fin de definir y regular las relaciones so-
Desde 1979 se vienen celebrando cada tres años en- ciales, mantener la imagen pública de las personas y
cuentros de la Conference of Language and Social Psy- marcar nuestra identidad. En palabras de Ros (2000), «el
chology. Y aunque sus fundadores son psicólogos socia- interés de la psicología social del lenguaje se dirige a
les —Howard Giles y W. Peter Robinson—, lo cierto es descubrir y analizar qué procesos de interacción se desa-
que desde el principio, surge con un afán interdiscipli- rrollan a través de qué estructuras lingüísticas y con qué
nar. Por ejemplo, es una constante el uso de distintos finalidades sociales» (p. 91).
métodos y metodologías para solucionar las preguntas y Pese a todo, al estudiante le puede resultar difícil en-
cuestiones que se plantean en el campo (Robinson, tender qué justifica el hecho de que la psicología social
1998). Prueba de ello es que los artículos que surgen de le dedique atención al tema del lenguaje. Una respuesta
estas conferencias cubren el rango total de métodos que se basa en el papel jugado por el discurso y la comuni-
se encuentran en los textos modernos. cación simbólica en la construcción del conocimiento
colectivo. El lenguaje impregna profundamente la vida
Una forma de ofrecer una identificación del campo
social. El tipo de relaciones que sostienen las personas
es buscar una definición del mismo. En primer lugar de-
puede ser parte intrínseca de la forma en que se utiliza
limitándolo de otros campos afines. Para Azurmendi
el lenguaje. Y, a la inversa, cualquier intercambio comu-
(2000), la psicología social del lenguaje (que ella deno-
nicativo está situado en un contexto social que limita las
mina «psicosociolingüística») resulta de la confluencia
formas lingüísticas que emplean los individuos. Tales
de diferentes tradiciones disciplinarias. Esta autora esta-
argumentos justifican una atención o incorporación del
blece una relación analógica que resulta bastante gráfica:
estudio del lenguaje en nuestra disciplina. La reflexión
de Krauss y Chiu (1998) refuerza aún más este punto de
Sociolingüística Psicolingüística Psicosociolingüística vista. Para estos autores, el lenguaje —es decir, sistemas
(simbólicos) organizados complejos que operan coordi-
Sociología Psicología Psicología social nadamente (Krauss y Chiu, 1998, p. 41)— es intrínseco
a la vida social por cinco razones fundamentales:
Desde este planteamiento, la psicosociolingüística Es el principal vehículo de transmisión cultural.
sería el campo de estudio psicosocial relacionado con el
Es el principal medio de acceso al contenido mental
lenguaje o del lenguaje en el contexto de la psicología
de los demás.
social (Azurmendi, 2000, p. 17). Partiendo del esquema
de Azurmendi (2000), nos podemos preguntar, a la vez, Está implicado en la mayoría de los fenómenos estu-
cuál es la relación entre la llamada psicosociolingüística, diados por la psicología social.
la psicolingüística y la sociolingüística. Aunque en Es el medio típico por el que se elicita las respuestas
EE UU la escuela de lingüística dominante es la de de los sujetos.
Noam Chomsky y su teoría de la gramática generativo- Desempeña un papel importante tanto en el estímulo
transformacional, y este enfoque es el que más ha influi- como en la respuesta.
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 265
Por otra parte, aunque el lenguaje es el sistema sim- constructo explicativo para comprender el fenómeno
bólico más importante para la comunicación y esta es un psicosocial —por ejemplo, atribución, afiliación, con-
fenómeno ubicuo y genuinamente social o interpersonal, flicto, discriminación, etc.—
cabe preguntarse cuál es la tradición de estudio y/o in- El mismo autor propone una explicación para com-
vestigación acerca de este tópico en psicología social. prender este mínimo papel jugado en la psicología social
Poco a poco se van incluyendo temas al respecto en los
por los factores léxicos, sintácticos y pragmáticos. Con-
manuales principales de la disciplina y las publicaciones
cretamente, la reflexión al respecto de Fiedler subraya la
en este campo están creciendo desde los años 70 (para
hegemonía y éxito predictivo que desde el comienzo han
una revisión de esta cuestión véase por ejemplo, Azur-
tenido en la psicología social otras teorías —por ejem-
mendi, 2000 y Ros, 2000). Sin embargo, algunos autores
plo, la teoría de campo de Lewin (1943), la noción ho-
(Fiedler, 2007) critican el abandono y olvido sistemático
del tema del lenguaje y de la comunicación por parte de meostática de reducción de disonancia e incertidumbre a
la psicología social. El mismo Fiedler (2007) señala va- través de la comparación social de Festinger, el conduc-
rios indicadores de la omisión de este tópico en los tex- tismo sociocognitivo y, más recientemente, las teorías
tos y manuales de psicología social: basadas en la metáfora del procesamiento estadístico de
la información y el nuevo interés en los procesos in-
Los tópicos de comunicación social son tratados bajo conscientes—.
otros rótulos o etiquetas. Por ejemplo, el tema de la
persuasión se trata en el marco del cambio de actitu- Esta situación está cambiando gradualmente. En las
des; las estrategias de autopresentación, como un mo- dos últimas décadas han surgido algunos paradigmas
tivo social, no como una interacción simbólica, o los que se están perfilando como muy productivos para el
estereotipos, como representaciones cognitivas intrain- campo de la psicología social. El objetivo de este capí-
dividuales más que como rumores y mensajes trans- tulo es mostrar los progresos de investigación, así como
mitidos de manera interpersonal. el marco conceptual que reportan tales paradigmas en
algunas áreas o dominios de interés de la psicología so-
El estudio del lenguaje en la teoría psicosocial se ha
cial: cultura y cognición, comunicación e interacción so-
limitado al ámbito de la comunicación no verbal en
cial, y percepción social. Las aportaciones y desarrollos
relación a temas de investigación de la psicología clí-
de la investigación sobre lenguaje expuestos en este ca-
nica y emocional.
pítulo se refieren al campo de las relaciones interperso-
Ha recibido escasa atención la investigación centrada nales.
per se en las reglas comunicativas y lingüísticas como

16.2
Lenguaje, comunicación e interacción social

No resulta exagerado decir (Krauss y Chiu, 1998) que el Ocurren entre la gente.
orden social, tal y como aparece en las sociedades hu-
manas, está determinado por la capacidad para la comu- Se refieren predominantemente a otras personas (por
nicación lingüística, y es muy posible que sin esa capa- ejemplo, el rumor, el cotilleo).
cidad la vida social humana sería radicalmente diferente. Son productos sociales de una comunidad de lenguas
La naturaleza eminentemente social del lenguaje y la gobernados por reglas consensuadas.
comunicación se acepta hasta el punto de que, a princi-
pios de los años 80, la inclusión de este tópico en la Ya desde finales de los 80, otros autores han insisti-
investigación psicosocial se vio como un remedio para do en el valor que tiene para la psicología social el estu-
superar el enfoque individualista que presentaba la cog- dio del lenguaje y la comunicación. No obstante, han
nición social heredera de la metáfora del ordenador. matizado la diferencia entre el estudio de la comunica-
Concretamente, Higgins (1981) señalaba tres razones ción interpersonal y aquella otra que se produce en con-
por las que el lenguaje y la comunicación son sociales: textos grupales (Hogg y Abrams, 1988). En la comuni-
266 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cación interpersonal el foco de interés se centra en cómo hacia el carácter descriptivo y taxonómico de la socio-
el intercambio de actos verbales afecta a la percepción y lingüística, así como hacia su determinismo sociológico,
a la cognición social. Si bien, desde esta perspectiva, se crea unas condiciones favorables para el surgimiento de
acepta que tanto el lenguaje como los estilos de habla una psicología social del lenguaje. Esta se plantea anali-
transmiten en ocasiones información sobre la pertenen- zar los factores que median entre las variables contextua-
cia grupal, no se analiza expresamente el efecto que di- les y sociales, por un lado, y el comportamiento lingüís-
cha pertenencia produce en la comunicación. Este últi- tico de los individuos (Hogg y Abrams, 1988, p. 194).
mo planteamiento, que considera el grupo como una
La premisa básica para un tratamiento psicosocial de
entidad teórica distinta, es, para muchos, la verdadera
la comunicación es que «todos poseemos una variedad
perspectiva psicosocial en el estudio de la comunica-
de estilos de habla sobre los que actuamos de forma di-
ción. Desde este punto de vista, «el lenguaje es sobre to-
ferente» (Hogg y Abrams, 1988, p. 195) dependiendo,
do un vehículo de cultura, un símbolo de identidad (...),
entre otras cosas, de la audiencia (por ejemplo, niños,
una propiedad emergente de la interacción, la cual tras-
adultos, extranjeros), la situación (por ejemplo, formal,
ciende las individualidades y tiene propiedades de fenó-
informal), el estado de ánimo o las motivaciones. Así
meno mental colectivo, tales como la intersubjetividad y
pues, el habla (speech) —es decir, la utilización efectiva
la normatividad» (Hogg y Abrams, 1988, p. 191). Por
de la lengua— y el lenguaje (language) —es decir, la
ejemplo, ¿hasta qué punto pude ser viable la comunica-
estructura lingüística— comunican información sobre
ción entre un español y un marroquí, sin considerar en
la personalidad de los hablantes, el estatus social, la
absoluto la naturaleza de las relaciones intergrupales en-
edad, el humor, la pertenencia grupal, etc. Esta idea
tre las categorías sociales a las que ambos pertenecen?
coincide con el concepto de marcador lingüístico pro-
puesto por Scherer y Giles (1979) para referirse a las va-
La concepción de la comunicación como intercam-
riables del habla que son interpretables psicosocial-
bio de actos individuales de producción y comprensión
mente. Dicho de otra forma, el concepto de marcador se
debe mucho al trabajo de Noam Chomsky. Él defendía
refiere a los indicadores sociales de quién está hablando,
que el lenguaje y la competencia lingüística (relaciona-
quién está escuchando y cuál es el contexto en el que
dos con la estructura del lenguaje y con las reglas para
ocurre el diálogo. En el estudio psicosocial de la comu-
el correcto uso del mismo) tienen características univer-
nicación, son muy diversos los marcadores lingüísticos
sales, debido a la posesión innata de una serie de reglas
que se han investigado. Por enunciar algunos a modo de
gramaticales (sintácticas y semánticas). De hecho, el es-
ejemplo (Azurmendi, 2000):
tudio de la comunicación desde esta perspectiva se intere-
sará en explicar cómo las reglas gramaticales se combi- — Marcadores léxicos, principalmente los relacionados
nan con características de entonación, paralingüísticas y con el tema tratado en la comunicación y para estu-
lenguaje corporal, con objeto de comunicar una informa- diar la intencionalidad del mensaje (por ejemplo, in-
ción determinada (Hogg y Abrams, 1988). Esta aproxi- dicadores gramaticales o léxicos de actividades co-
mación al estudio de la comunicación se ha considerado municativas diferentes: describir, narrar, planificar,
asocial porque no examina el papel de la intersubjetivi- etc.) (Giles y Powesland, 1975).
dad ni el impacto del contexto social. Así, este plantea-
— Marcadores de personalidad, que incluyen (Scherer
miento tendrá problemas para explicar cómo palabras
y Giles, 1979):
gramaticalmente idénticas pueden tener diferente signifi-
cado en distintos contextos —es decir, el significado no «Marcadores de categoría» (sexo, edad, grupo ét-
se deduce ni se adquiere en un vacío contextual— (por nico, etc.).
ejemplo, banco, portal, gato, dependiendo del contexto, «Marcadores de personalidad».
tendrán un significado diferente). Las investigaciones en
el área de adquisición del lenguaje demuestran que el – «Estilo de habla»: frecuencia, intensidad, cuali-
significado no está contenido únicamente en su estructu- dad, pausas, velocidad, discontinuidades.
ra profunda. Es preciso tener en cuenta la interacción – «Lingüísticos»: morfológicos y sintácticos.
social y el contexto en el que se produce y adquiere. Tal – «Conversacionales»: número y longitud de los
suposición para el estudio del lenguaje y la comunica- turnos, cantidad de producción lingüística.
ción social se ha desarrollado sobre todo de la mano de La investigación sobre los marcadores de personali-
la sociolingúística, que emerge a mediados de la década dad está estrechamente relacionada con las atribucio-
de los 60. Sin embargo, a mediados de los 70, la crítica nes e inferencias de personalidad (por ejemplo, in-
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 267
troversión/extroversión, estabilidad emocional, cono-
cimiento, etc.) que realizan los oyentes sobre el ha-
blante y con la validez y exactitud de tales inferen-
cias.
Estos marcadores, en definitiva, sirven para regular
las relaciones sociales. Giles, Scherer y Taylor (1979)
distinguen dos niveles de funcionamiento de tales mar-
cadores. En el primero contribuyen al mantenimiento
del sistema social. En este nivel funcionan como estímu-
los que permiten identificar a los hablantes como ocu-
pantes de ciertos roles y miembros de categorías socia-
les. En el segundo nivel, los marcadores cumplen una
función de organización cognitiva (por ejemplo, una vez
identificada la categoría social del hablante a partir del
marcador del habla, el decodificador guiará su compor-
tamiento a partir de esa inferencia) y de mantenimiento FIGURA 16.1. Marco general para el análisis del proceso
de la identidad (por ejemplo, el hablante utilizará marca- de la comunicación social (Fuente: Fiedler, 2007).
dores de habla más o menos sutiles para manifestar sus
creencias y actitudes hacia los roles sociales, las catego- El vínculo entre los dos actores del proceso, C y R,
rías y los grupos que el oyente le ha asignado). es una relación social, mientras que entre S y T se pro-
Todas estas funciones serían imposibles sin la exis- duce una relación de naturaleza semántica. Esto es, S
tencia de un marco de significados compartidos. Los suministra un símbolo arbitrario que puede ser usado co-
procesos que regulan la construcción compartida de sig- mo sustituto del significado de T (Fiedler, 2007, p. 3).
nificados son un objeto o tópico de estudio idóneo para Por otra parte, Krauss y Fussell (1996) ofrecen una
la psicología social de la comunicación. descripción simplificada de cuatro modelos de comuni-
cación que proporcionan diferentes caracterizaciones del
proceso por el que se transmiten los significados y las
representaciones de la realidad. De ellos, los tres prime-
16.2.1. Modelos o paradigmas ros conciben la comunicación como un intercambio de
de la comunicación actos individuales de producción y comprensión de sig-
interpersonal nificados. En el último de los modelos que se exponen,
la comunicación se entiende como construcción conjun-
ta y compartida de significados. Veamos brevemente ca-
La naturaleza multifacética de la comunicación no faci-
da uno de estos planteamientos.
lita la tarea de establecer límites o fronteras que permi-
tan describir los desarrollos de la investigación en rela-
ción a este tópico. Fiedler (2007) propone varias
dimensiones que permitirán al lector analizar desde un 16.2.1.1. Modelo de codificación/
marco estructural básico los paradigmas y las investiga- decodificación
ciones sobre el proceso de comunicación social. Veamos
primero (Figura 16.1) el esquema multidimensional pro-
En este modelo el lenguaje se concibe como un código
puesto por Fiedler y, a continuación, revisaremos algu-
—un sistema que configura un conjunto de señales en
nos modelos del proceso de comunicación.
un conjunto de significados— capaz de transformar las
En la figura se describe la comunicación social co- representaciones en señales (codificadas) que pueden ser
mo un proceso que implica cuatro partes: un comunica- transmitidas y, a su vez, transformadas en representacio-
dor C, un receptor R, un tópico (u objeto de referencia) nes (decodificadas) por el mecanismo de procesamiento
T y un sistema simbólico S. Las líneas que conectan es- de la información (Krauss y Chiu, 1998). Desde este
tos cuatro elementos se consideran los componentes del planteamiento, los significados son propiedades de los
proceso de comunicación. La relación de C con S repre- mensajes y la comunicación humana se entiende como
senta el proceso de codificación, mientras que la re- un mecanismo de procesamiento de la información a tra-
lación de S con R corresponde a la decodificación. vés del cual los hablantes crean representaciones lin-
268 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

güísticas que incorporan los rasgos relevantes de las re- ra Grice, el uso comunicativo del lenguaje descansa en
presentaciones mentales que quieren transmitir. Cuando un conjunto de comprensiones implícitas entre los inter-
el oyente decodifica la representación lingüística, cons- locutores —es decir, una guía que aceptan los partici-
truye una representación mental que corresponde, al me- pantes en la interacción comunicativa para facilitar su
nos en algunos aspectos, a la representación mental del desarrollo en relación con unas expectativas e intereses
hablante. determinados (Moreno, 1998). La conversación se con-
cibe como una empresa intrínsecamente cooperativa, en
El problema que presenta este modelo es que no in-
la que los participantes se adhieren implícitamente a un
corpora los rasgos relevantes del contexto como parte
conjunto de convenciones, denominadas colectivamente
del código (Krauss y Chiu, 1998); a lo que añadiríamos
«principio cooperativo», y que se estructuran en cuatro
su limitación para explicar la función social de la comu-
reglas generales o máximas que regulan sus mensajes
nicación humana que hemos señalado anteriormente.
(Krauss y Chiu, 1998; Moreno, 1998; Clark, 1985):
Esto es, si la comunicación solo consiste en codificar y
decodificar significados o representaciones que están Máxima de la cualidad: que su contribución sea verdad.
implícitos en las señales lingüísticas, entonces tendre- Máxima de la cantidad: que su contribución sea tan
mos dificultades para explicar cómo una misma codifi- informativa como se requiere.
cación puede dar lugar a diferentes decodificaciones en
diferentes momentos. O los procesos de acomodación Máxima de la relación: que diga cosas relevantes.
que llevan a los hablantes a diseñar mensajes adaptados Máxima de la modalidad: que sea clara, breve y orde-
a las propiedades de aquellos a los que van dirigidos. En nada.
definitiva, la dinámica psicosocial de la comunicación
implica ir más allá de la codificación y decodificación: Los oyentes esperan que los hablantes se adhieran a
supone tener en cuenta el contexto social en el que se estas reglas y los comunicantes utilizan esta expectativa
produce. cuando producen y comprenden mensajes. Cuando una
expresión parece violar una o más de estas máximas, el
oyente puede llegar a la conclusión de que la violación
ha sido deliberada y que la expresión pretendía transmi-
16.2.1.2. Modelo intencional tir algo distinto del significado literal (por ejemplo, la
expresión «es agradable ver a alguien a quien este tema
Como el precedente, este modelo es sobre todo una teo- le resulta tan estimulante» cuando un alumno se ha que-
ría para la comunicación interpersonal. Aunque, respec- dado dormido en clase).
to al planteamiento anterior, incluye los procesos de re-
gulación e inferencia que acompañan la interacción Teoría del acto de habla
comunicativa. Desde este punto de vista (Krauss y Chiu,
1998), el uso del lenguaje para una comunicación eficaz Moreno (1998) señala que «la pragmática es la discipli-
requiere que los participantes vayan más allá de las pa- na que estudia los actos de habla y, más en general, las
labras. Deben extraer el significado y las intenciones funciones de los enunciados lingüísticos y sus caracteres
implícitas que pretende el hablante. La decodificación en la interacción comunicativa» (p. 143). Cualquier ex-
del significado literal por parte del receptor del mensaje presión o enunciado supone, de algún modo, la realiza-
no es más que el primer paso en el proceso de compren- ción de una acción. De ahí que algunos autores (Austin,
sión. Para deducir la intención comunicativa hace falta 1990) definan los actos de habla como el conjunto de
un paso adicional de inferencia, que se basará tanto en los sentencias usadas para expresar acciones sociales o para
contenidos de los enunciados como en los elementos con- hacer cosas con palabras (Azurmendi, 2000, p. 519).
textuales relacionados con la interacción (Grice, 1989).
Brevemente, se suelen distinguir tres tipos diferentes
de actos (unidades básicas de la pragmática): actos locu-
El principio cooperativo y las máximas tivos, ilocutivos y perlocutivos. Los actos locutivos sur-
conversacionales de Grice gen en el momento en que se dice algo, esto es, cuando
se expresa una frase concreta con un significado deter-
El filósofo H. P. Grice fue de los primeros en explicar el minado; los actos ilocutivos se realizan cuando se dice
proceso por el que los hablantes transmiten y los recep- algo con una cierta intención o fuerza por parte del ha-
tores identifican las intenciones comunicativas que no blante (pedir, afirmar, prometer, etc.); los actos perlocu-
están expresadas literalmente (Krauss y Chiu, 1998). Pa- tivos aparecen como consecuencia del acto ilocutivo y
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 269
logran un efecto en el oyente (convencer, disuadir). Una cuencia, se pide a los sujetos que confíen fielmente en
idea fundamental en esta teoría es que diversas locucio- reglas generales, e incluso las claves sutiles pueden lle-
nes pueden tener la misma fuerza ilocutora (y perlocuto- gar a estar cargadas de información. La información
ra). Cuando las fuerzas locutoras e ilocutoras de una ex- extraída del contexto puede muchas veces no ser la que
presión (es decir, sus significados literal y pretendido) el experimentador pretende» (Bless et al. 1993, p. 149).
son iguales, el resultado se denomina acto de habla di-
recto; cuando son diferentes, el resultado se denomina
acto de habla indirecto (Searle, 1985).
16.2.1.3. Modelo de adopción
El estudio de la comunicación desde la perspectiva de perspectivas
del principio cooperativo y los actos de habla ha tenido
una influencia importante tanto en lingüística como en Las ideas subyacentes en este modelo tienen una larga
psicología social. En la práctica la investigación se ha historia en psicología social. G. H. Mead (1934) ya su-
centrado en la comprensión (ver en la Figura 16.1 la re- ponía que la comunicación humana se basa en la capaci-
lación entre T y R), y hay relativamente pocos trabajos dad de las personas para anticipar cómo los demás van a
experimentales que hayan examinado el proceso por el responder a su conducta, y eso lo logran adoptando el
que los hablantes muestran su conocimiento del princi- papel del otro, es decir, viéndose desde la perspectiva
pio cooperativo y los actos de habla al formular mensa- del otro. En la idea de adopción de perspectivas es fun-
jes (ver en la Figura 16.1 la relación entre C y T). damental el supuesto de que las personas experimentan
En el área de la comprensión, una cuestión impor- el mundo de forma diferente, y la comunicación requie-
tante es la relativa a los actos de habla indirectos. re que esas diferencias se tengan en cuenta.
Schwartz, Strack y sus colegas han aplicado este enfo- En el modelo intencional, los mensajes son vehícu-
que a la interacción entre experimentador y participante los que transmiten las intenciones comunicativas de los
en la investigación psicosocial y han mostrado que las hablantes. Sin embargo, las perspectivas de las personas
discrepancias entre el significado pretendido por el ex- a menudo difieren y los receptores pueden emplear dife-
perimentador y la interpretación del participante pueden rentes contextos interpretativos al construir la intención
ser un determinante importante y no buscado de la res- comunicativa subyacente en el mensaje. Como resulta-
puesta de los sujetos. En uno de esos estudios (Strack, do, el mismo mensaje puede transmitir diferentes signi-
Schwartz y Wänke, 1991), se pasó un cuestionario a los ficados a diferentes receptores. Para evitar este proble-
participantes en el que se les pedía que respondieran a ma, los hablantes intentan tener en cuenta la perspectiva
dos preguntas: «¿Hasta qué punto estás contento (happy) del receptor cuando formulan un mensaje. En este senti-
con tu vida en general? ¿Hasta qué punto estás satisfe- do, la forma particular y concreta que adopta un mensa-
cho (satisfied) con tu vida en general?». Cuando los dos je puede ser tan atribuible al receptor como al hablante
ítems se presentaron en cuestionarios separados, la co- (Krauss y Chiu, 1998).
rrelación entre las respuestas a los mismos fue 0,96. Sin
embargo, cuando los dos ítems se presentaban sucesiva- El modelo propone que los hablantes, durante la co-
mente en el mismo cuestionario, la correlación fue sig- municación, pueden cometer errores al estimar los con-
nificativamente más baja (r % 0,65). Para explicar este tenidos o puntos de vista que tienen en común. La razón
resultado aparentemente paradójico, los autores equipa- es evidente. La perspectiva que los hablantes intentan
ran el cuestionario a una situación de comunicación en adoptar es la perspectiva conceptual —es decir, conoci-
la que los participantes esperan que los mensajes del ex- mientos, creencias, sentimientos, motivos, etc.— de los
perimentador sigan las máximas de Grice. Desde esta receptores, los cuales no pueden ser identificados direc-
perspectiva, presentar los dos ítems en el mismo contex- tamente, sino que deben ser inferidos o determinados
to induciría a los sujetos a basar sus respuestas en los mediante la aplicación de un heurístico (Clark y Mars-
aspectos distintivos de los dos dominios de contenido, hall, 1981).
atenuando así la correlación. Por ejemplo, llevarían al En cuanto a la forma en que se lleva a cabo la adop-
sujeto a pensar en esas circunstancias en las que uno es ción de perspectivas, esta se realiza mediante dos proce-
feliz pero no se siente satisfecho con su vida. Como sos coordinados. Uno emplea heurísticos para deducir la
apuntan Bless, Strack y Schwartz (1993), el formato es- perspectiva de los receptores a partir de índices como
tandarizado e inflexible de los experimentos y las entre- la pertenencia grupal o categorial y el contexto situacio-
vistas estructuradas no suele permitir la determinación nal. El otro deduce la perspectiva del receptor a partir
interactiva del significado pretendido. «Como conse- de información extraída en el transcurso de la interac-
270 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ción. El balance relativo entre los dos procesos depende En la cognición social tradicional existen ejemplos
considerablemente de la forma del intercambio comuni- ilustres de este planteamiento. Festinger (1950) señalaba
cativo (Krauss y Chiu, 1998). que la validez subjetiva de una creencia dependía del
grado en el que la gente compartía su opinión. Esto es,
la validación de una creencia se hace por consenso so-
cial y a través de la comunicación. Asimismo, Zajonc
16.2.1.4. Modelo dialógico (dialogic) (1960) supuso que las estructuras cognitivas están sinto-
nizadas en el grado de organización y estructuración je-
Aquí se considera el significado como una propiedad rárquica cuando la gente se comunica. Para demostrar
emergente de la actividad conjunta de los participantes. sus supuestos, desarrolló varias medidas de organización
Se trata de un planteamiento que recuerda al elaborado cognitiva que eran capaces de captar el grado en el que
por Wundt en Völkerpsychologie. El lenguaje se entien- los atributos de una persona estímulo eran organizados
de como fenómeno mental colectivo que surge de la de forma relacional en una estructura cognitiva jerarqui-
interacción entre las personas. En el modelo dialógico zada. Uno de sus hallazgos consistió en demostrar que
la comunicación es un proceso en el que los participan- las representaciones cognitivas que se elaboran acerca
tes colaboran para producir un significado compartido. de una persona estímulo son diferentes cuando hay que
La meta de la conversación es alcanzar un estado de comunicar algo sobre el target (rol de transmisor) y
intersubjetividad (Krauss y Chiu, 1998). que cuando se espera recibir información acerca del tar-
get (rol de receptor). Concretamente, la organización y
La investigación dentro de este modelo ha sido sobre jerarquización de la información es mayor en las perso-
todo descriptiva, y no parece fácil realizar estudios ex- nas «transmisoras» que en las «receptoras». Asimismo,
perimentales. El modelo de comunicación más completo esta tendencia es más acusada cuando los transmisores
y mejor articulado dentro de este paradigma es el «mo- de información esperan que su audiencia puede coincidir
delo colaborativo» de Clark (1996). Para este autor, los con ellos (al contrario que cuando esperan una audiencia
interlocutores coordinan sus esfuerzo durante la comuni- en desacuerdo) en varias impresiones acerca de la perso-
cación con el objeto de conseguir esa intersubjetividad na estímulo. Estos efectos de «acomodación cognitiva»
de significados compartidos: «La forma más básica de son interpretados por distintos representantes del modelo
coordinación (se produce en relación a) lo que el ha- dialógico de la comunicación social como un resultado
blante quiere decir y lo que el oyente entiende que dijo. del incremento en el comunicador de la toma de con-
El resto de las formas de coordinación —los turnos de ciencia acerca de la existencia real de la persona estímu-
palabra, la elección de un tema para la conversación y el lo. Y sugieren que las personas se ocupan en una elabo-
transcurso de la narración— se encuentran, en realidad, ración cognitiva más compleja de la información,
al servicio de esta coordinación primaria entre lo que se fundamentalmente cuando anticipan una audiencia que
quiere decir y su interpretación» (Clark, 1985, p. 181). probablemente comparta sus impresiones sobre el estí-
Uno de los aspectos más interesantes de la perspecti- mulo. Investigaciones posteriores a la realizadas en la
va dialógica es su visión de la relación entre la comuni- cognición tradicional aportan resultados consistentes con
cación y los procesos cognitivos de los participantes. Pa- aquellos (para una revisión ver Guerin y Innes, 1989).
ra los enfoques de la cognición centrados en un dominio
de análisis individual las percepciones del mundo son
precursoras de la comunicación y existen independiente-
mente de ella. Para la perspectiva dialógica, sin embar- 16.2.2. El estudio psicosocial
go, las percepciones del mundo derivan del estado de de la comunicación:
orientación mutua y la forma en que la gente habla so- la acomodación o
bre el mundo. De modo que la comunicación social y la
cognición son el medio para la construcción, el manteni- adaptación del habla
miento y la transformación de la realidad social. El en-
foque dialógico da a la comunicación un papel destaca- Entre las aportaciones de la psicología social del lengua-
do en la construcción de la mente. En este sentido, uno je al estudio de la comunicación que más han favorecido
de sus supuestos plantea que la comunicación sobre un las relaciones con otras disciplinas (sociolingüística, lin-
tópico puede incrementar la creencia del comunicador güística, psicología cultural, etc.) hay que destacar la
acerca de la realidad de ese tópico o cuestión (Kashima, «teoría de la acomodación lingüística» (TAL), elabora-
Klein y Clark, 2007). da, entre otros, por Richard Bourhis y Howard Giles
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 271
(Giles, Taylor y Bourhis, 1973; Giles, Bourhis y Taylor, una distancia social respecto del interlocutor o interlo-
1977). En un primer momento se denominó teoría de la cutores.
«acomodación del habla», y ha servido a la sociolingüís-
De acuerdo con Moreno (1998), la importancia de la
tica como una interpretación de la noción de estilo de
teoría de la acomodación es que no se trata solamente
habla.
de una teoría de la variación estilística, aunque sirva pa-
La TAL intentará superar las limitaciones en el cam- ra explicarla, sino de una teoría de la interacción social.
po de estudio de la comunicación social. En primer lu- En este sentido, analiza la comunicación como «algo
gar, la falta de atención que la lingüística y la psicolin- más» que un intercambio de comportamientos lingüísti-
güística de tradición chomskyana han mantenido hacia cos individuales.
los usos y variedades del comportamiento lingüístico, es
decir, los «estilos de habla»: la convergencia hacia el Uno de los ámbitos en los que se ha analizado el
habla del interlocutor, la elección de lengua, la pronun- proceso de comunicación es el de las relaciones inter-
ciación, las pausas y la velocidad, etc. En segundo lugar, personales. El supuesto del que se parte asume que la
el excesivo determinismo sociológico de la sociolingüís- naturaleza de las relaciones interpersonales durante la
tica (énfasis en las normas y en las reglas societales co- interacción está implícita en los usos lingüísticos que los
mo los determinantes de los «estilos de habla»). Se pro- hablantes eligen en la interacción (Krauss y Chiu, 1998).
pone así adoptar una perspectiva psicosocial que analice Tales elecciones pueden ser sutiles y, en cualquier caso,
los procesos cognitivos y motivacionales que median se supone que el proceso no es siempre simétrico ni
entre la percepción del contexto social y la conducta co- automático.
municativa. Asimismo, intenta explicar algunas de las El área que más se ha estudiado es la relacionada con
consecuencias sociales que se pueden derivar de los las formas de tratamiento en la interacción comunicati-
usos del comportamiento lingüístico durante el proceso va. Y uno de los aspectos que ha producido más investi-
comunicativo. gación ha sido el de los estilos y usos lingüísticos rela-
Partiendo del supuesto de que los estilos de habla cionados con las relaciones interpersonales asimétricas.
son un medio para la expresión de valores, actitudes e Cuando dos personas establecen una relación asimé-
intenciones hacia los otros, así como una forma de man- trica, una de ellas adquiere un rol o estatus superior res-
tener las identidades sociales en la interacción y compa- pecto a la otra. En relación con las formas de tratamien-
ración entre grupos (Giles, Bourhis y Taylor, 1977), la to, el superior es el que emplea el tratamiento de tú (T)
teoría se articula sobre dos principios básicos: los de y, a su vez, el que recibe el tratamiento de usted (V).
convergencia y divergencia. «La convergencia es una Asimismo, mientras que el tratamiento T connota un tra-
estrategia comunicativa que los hablantes siguen para tamiento informal, el V remite a un tratamiento formal.
adaptarse a una situación y al habla de sus interlocuto-
res. Para ello se maneja una larga serie de elementos lin- En un artículo que ya es clásico, Brown y Gilman
güísticos. La divergencia, a su vez, es un procedimiento (1960) estudiaron los factores sociales y relacionales
por el que los hablantes, acentúan sus diferencias lin- que subyacían a la elección que los hablantes hacían de
güísticas y comunicativas respecto de otros individuos» las formas T ó V. Los autores concluyen que hay dos di-
(Moreno, 1998, p. 155). mensiones interpersonales que explican la elección por
parte de los usuarios de las formas T ó V: el estatus re-
Entre los elementos lingüísticos que más se han es-
lativo del hablante y del receptor, y la distancia social
tudiado en el análisis de la acomodación de los estilos
que los separa. Estas dimensiones las llaman Brown y
de habla, cabe señalar los acentos grupales (dialectales,
Gilman dimensiones de poder y de solidaridad.
jergales, etc.), los turnos de palabra, las pausas, la velo-
cidad del habla y la elección de lengua en los contactos Parece que las normas y convenciones que regulan
interétnicos (Azurmendi, 2000). Todos ellos son aspec- el uso de los pronombres T y V han cambiado durante
tos importantes en situaciones comunicativas de la vida el último siglo. Para algunos autores (Krauss y Chiu,
real. Pensemos, por ejemplo, cómo las personas mode- 1998), tales cambios lingüísticos en las formas de diri-
ran su discurso con desconocidos, con los extranjeros, girse a otros, aunque se utilicen por los miembros indi-
con los hablantes de otras variedades dialectales. En viduales de la comunidad para marcar la naturaleza de
todas esas situaciones, los usos y estilos lingüísticos las relaciones interpersonales, en realidad están cultural-
responden a motivaciones diversas: necesidad de apro- mente determinados. Pueden, por tanto, estar reflejando
bación social, de mejorar la eficacia de la comunica- cambios sociales. Así, a principios del siglo XX, las for-
ción, de preservar la propia identidad social o mantener mas pronominales T y V marcaban el estatus del interlo-
272 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cutor (cuanto menor era el estatus, con más probabilidad relación entre ellas: el tamil (una lengua no indoeuropea
se empleaba la forma T). A lo largo del siglo, la dimen- que se habla al sur de la India); el tzeltal (que hablan los
sión de solidaridad ha llegado a dominar sobre la di- indios mayas de Méjico) y el inglés (tanto el que se ha-
mensión de estatus, de manera que el uso pronominal se bla en Estados Unidos como el de Inglaterra). En sus re-
ha convertido sobre todo en un indicador de la distancia sultados hallan que los hablantes de las tres culturas (y,
social que se quiere mantener con el interlocutor por extensión, universalmente) tienen en cuenta tres fac-
(Krauss y Chiu, 1998). tores al formular una petición. Primero, la magnitud de
En cualquier caso, el tema de las formas de trata- la petición —el coste que supone para el receptor cum-
miento no es simple ni se agota con los conceptos de plir la petición—; segundo, el estatus del hablante en
poder y solidaridad. Los estudios de Roger Brown y sus relación con el del receptor, y tercero, la cercanía entre
colaboradores (en Moreno, 1998) han demostrado que la el hablante y el receptor. De acuerdo con Brown y Le-
solidaridad produce conflicto en las relaciones entre su- vinson, cuanto más costosa sea para el receptor la peti-
periores e inferiores, tal y como muestra el Cuadro 16.1. ción del solicitante, más indirecta será la forma de pedir.
No obstante, los mismos autores indican que esta regla
se ve mediatizada por el estatus relativo de los hablantes
Cuadro 16.1. Uso de las formas pronominales
y el grado de intimidad que mantienen. Las formas indi-
de tratamiento*
rectas se mitigan cuando el estatus del solicitante es alto
V Superior y solidaridad Superior y no solidaridad V y la relación con el receptor es más íntima.
T V
En general, el examen empírico corrobora el modelo
Igual y solidaridad Igual y no solidaridad de Brown y Levinson, y proporciona elementos para al-
T V gunas matizaciones. Por ejemplo, parece que la situa-
ción particular en la que se realiza la petición influye en
Inferior y solidaridad Inferior y no solidaridad la cortesía que se considera adecuada. Slugoski y Turn-
T T V T bull (1988) han encontrado que el fenómeno de cortesía
descrito por Brown y Levinson es, sobre todo, caracte-
* Según las relaciones de poder y solidaridad establecidas por Brown y Gilman
(1960, véase Moreno, 1998). rístico de díadas con relaciones afectivas favorables.
Holtgraves y Yang (1992), al trabajar con muestras de
El tratamiento más frecuente hacia los superiores es norteamericanos y coreanos, encontraron un efecto de
V, y hacia los inferiores, T (letras que rodean el cua- interacción entre los tres factores que determinan la cor-
dro). Sin embargo, esta norma que regula el trato entre tesía, y había diferencias tanto culturales como de género.
superiores e inferiores puede producir conflicto si junto
al poder se considera la dimensión de solidaridad. En tal En relación a esto último, los sociolingüistas, más
caso, se emplea T cuando existe solidaridad con el supe- preocupados por los aspectos etnográficos de la comuni-
rior y V cuando no hay solidaridad. cación, han estudiado de modo específico los mecanis-
mos de cortesía utilizados en diversas lenguas y culturas
Otro de los aspectos estudiados en la comunicación del mundo. Por ejemplo, el javanés y el japonés son len-
interpersonal se relaciona con la forma de hacer peticio- guas en las cuales la expresión de cortesía determina el
nes a los demás. Esta cuestión se suele analizar en rela- uso social de los actos de habla. Esto es, las formas in-
ción con la cortesía como mecanismo regulador de la dicadoras de cortesía se usan y distribuyen dependiendo
interacción comunicativa. La cortesía se ha definido co- del tipo de interlocutor (por ejemplo, en japonés existen
mo una conducta que tiene su origen en un acuerdo im- hasta siete formas de preguntar si el interlocutor quiere
plícito por parte de los que interactúan de respetar la té dependiendo de que este sea el propio hijo, los hijos
imagen del otro (Krauss y Chiu, 1998, p. 57). En gene- jóvenes, amigos y hermanos mayores, suegros, etc.).
ral, parece que las formas indirectas de dirigirse a los Otras lenguas, como el español, aunque no disponen de
demás se consideran más educadas que las directas. un sistema tan formal de adecuación del discurso a las
Brown y Levinson (1986) han elaborado un modelo diversas situaciones sociales (por ejemplo, Buenos días;
de estrategias de cortesía. Según estos autores, la corte- hola; tanto gusto en conocerlo; hola, ¿qué tal?; aquí
sía se refleja universalmente en las formas lingüísticas. tiene su casa para lo que desee; cuando quieras, puedes
Y proponen analizar los principios y reglas que subya- venir a mi casa), demuestran también que la cortesía es
cen a los usos corteses del lenguaje. Para este fin, reali- un indicador importante de la naturaleza social de la
zaron un detallado estudio de tres lenguas y culturas sin interacción (Moreno, 1998).
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 273

16.3
Lenguaje, cultura y cognición
El objetivo de este apartado es analizar brevemente el retenemos el significado implícito y el sentido general
planteamiento actual acerca de la relación entre lengua, de la información.
cultura y pensamiento. Brevemente, la cuestión remite a
dos preguntas clave: ¿hasta qué punto el lenguaje deter- Por otra parte, los estudios sobre categorías naturales
mina la visión del mundo?; ¿en qué medida la diver- y sobre la estructura y organización de las mismas
sidad lingüística se corresponde con una diversidad cul- (Rosch, 1978; Rosch, Mervis, Gray, Johnson y Boyes-
tural? Braen, 1976, en Vega, 1984) han dado lugar a la con-
cepción prototípica sobre la estructuración del conoci-
miento. Como ya recordará el estudiante, un prototipo es
el ejemplar idóneo, el que mejor representa una catego-
16.3.1. Las lenguas y la visión ría, o por lo menos, el que con mayor frecuencia se con-
sidera como tal. Este concepto supone que la categoría
del mundo —es decir, la estructuración del mundo real— consiste
en una muestra de ejemplares que poseen características
Una forma de responder a la primera cuestión consiste ajustadas con mayor o menor probabilidad al prototipo
en suponer que una lengua refleja una forma de ver el (por ejemplo, es más probable que se asocie con el
mundo compartida por sus hablantes. Esta es la postura prototipo de pájaro «gorrión» que «pingüino»). En gene-
del antropólogo Franz Boas, que fue desarrollada por ral, los resultados de las investigaciones en esta área
Sapir y Whorf, dando lugar a su hipótesis de la relativi- muestran que los prototipos alrededor de los cuales se
dad lingüística —hipótesis Sapir-Whorf— (Whorf, organizan las palabras en las diferentes lenguas suelen
1956), que alcanzó cierta aceptación, sobre todo en el estar menos alejados que los significados de esas mis-
campo de la antropología lingüística. Esta hipótesis sos- mas palabras. Berlin y Kay (1969, en Vega, 1984) traba-
tiene que la gramática de una lengua orienta a los ha- jaron con personas de 20 comunidades lingüísticas, con
blantes a ciertos aspectos de la experiencia y modela la objeto de analizar la relación entre el etiquetado léxico
forma en que se representan mentalmente esa experien- del color y la estructuración cognitiva del espectro cro-
cia. Esto es, no admite un conocimiento realista del mático. Sus resultados indicaron que las categorías esta-
mundo y defiende que la estructura gramatical de la len- blecidas tenían unos límites difusos. La localización de
gua determina la visión del mundo y la forma de organi- los límites entre categorías del continuo cromático va-
zar el conocimiento. Como resultado, los hablantes de riaba entre las diferentes culturas, entre los sujetos de
lenguas muy diferentes tendrán una visión del mundo y la misma cultura e incluso en el mismo sujeto en situa-
organizarán sus cogniciones de forma distinta. Desde es- ciones diferentes. Sin embargo, había una coincidencia
ta suposición, el modo de categorizar el mundo, por prácticamente universal en la identificación de los
ejemplo, no se ajustaría a una pauta universal. colores focales, esto es, los mejores representantes
(prototipos) de cada categoría, y ello independiente-
La psicología cognitiva ha sometido la hipótesis de mente de que existan o no etiquetas verbales para iden-
la relatividad lingüística a contrastación empírica. Valo- tificarlos.
rando la relación entre gramática y cognición, se ha en-
contrado escaso apoyo empírico para la hipótesis del re- La falta de apoyo empírico claro para la hipótesis de
lativismo lingüístico. Por ejemplo, los estudios sobre el la relatividad lingüística se ha visto reforzada por un
funcionamiento de la memoria humana sugieren que el cambio de énfasis en la propia lingüística. Cuando sur-
código mental en el que está cifrado nuestro conoci- gió como disciplina científica en el siglo XVIII, uno de
miento, aunque es abstracto, no es de carácter verbal, si- sus principales intereses era la naturaleza de la diversi-
no semántico (Neisser, 1981). Lo que los lingüistas de- dad lingüística, pero hacia 1950 el énfasis cambió hacia
nominan la invarianza del significado en la paráfrasis el estudio de universales lingüísticos. Se comenzó a
(Vega, 1984) es un indicador de esto. Así, cuando recor- aceptar que las gramáticas de todas las lenguas derivan
damos algún tipo de información o episodio, más que del mismo conjunto de limitaciones innatas y, como
recordar literalmente las palabras y las frases que oímos, consecuencia, hubo una tendencia a minimizar el signi-
274 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ficado conceptual de las diferencias entre lenguas, y esto La formulación verbal de una decisión problemática
contribuyó a quitar importancia a la idea de que las di- puede afectar a la representación del problema y, con-
vergencias entre las lenguas tienen importantes conse- secuentemente, a la decisión que se tome al respecto.
cuencias cognitivas (Krauss y Chiu, 1998). En tercer lugar, el uso del lenguaje para representar
En resumen, la evidencia aportada por la psicología un estado de cosas puede evocar o crear una representa-
cognitiva muestra que el sistema cognitivo humano dis- ción interna y, a su vez, la forma que adopta una repre-
pone de unos principios operativos, propios de la espe- sentación se verá afectada por los contextos de uso del
cie, que le permiten enfrentarse a las demandas del am- lenguaje. En relación con esta cuestión, algunos autores
biente de forma eficaz y adaptativa (Vega, 1984). Dicho (Smith y Bond, 1993) plantean la importancia de anali-
de otra manera, la estructuración conceptual está deter- zar en qué medida los valores de una cultura determina-
minada por la estructura correlacional del ambiente y las da se pueden reflejar en el uso concreto que se hace del
categorías gramaticales de una lengua no parecen afectar lenguaje. Por ejemplo, Semin y Rubini (1990) examina-
a la cognición per se. ron la influencia de las variaciones culturales (individua-
lismo frente a colectivismo) en el uso del lenguaje en
Italia. Para ello compararon el tipo de insulto empleado
16.3.2. Diversidad lingüística en el norte y en el sur de Italia. Los resultados confirma-
ron su hipótesis: los estudiantes de Sicilia proporciona-
y diversidad cultural ron más insultos de tipo relacional (por ejemplo, insul-
tos relacionados con el incesto, «deseo un cáncer para ti
A la luz de lo que llevamos dicho, nos podemos pregun-
y tu familia», «eres un homosexual como tu padre»,
tar qué interés guarda el estudio del lenguaje, si la exis-
tencia de ciertos universales nos está mostrando que las «eres un comunista») que los de Bolonia y Trieste. Esta
lenguas y las culturas pueden ser menos diferentes de lo muestra del norte proporcionó más palabrotas e insultos
que parecen. de tipo individualista («eres estúpido», «eres un creti-
no», etc.). La importancia de elegir un tipo de insulto
En primer lugar, aunque las representaciones con- culturalmente apropiado para maximizar su efecto es
ceptuales de la realidad reflejan con cierta precisión el subrayado en el trabajo de Bond y Cheung (1991).
ambiente, la psicología cognitiva y la cognición social Ellos encontraron que en Hong Kong los participantes
aceptan que el organismo modula y determina la infor- de su estudio respondían más fuertemente a los insultos
mación percibida (Vega, 1984). Por una parte, porque que se dirigían contra su grupo que a los que se diri-
selecciona (por factores biológicos, culturales e indivi- gían a ellos individualmente. Este tipo de resultados
duales) el tipo de propiedades o pautas correlacionales
parece indicar que, como otros símbolos de la cultura,
que determinan o constituyen una categoría; por otra,
el lenguaje es un medio eficaz de activar cogniciones
porque puede exagerar la regularidad de los fenómenos
culturalmente definidas.
o la pauta de estructura correlacional del mundo (recuér-
dese, por ejemplo, el proceso de correlación ilusoria en Recapitulando, está surgiendo una nueva forma de
la construcción de los estereotipos). concebir la relación entre lenguaje, cognición y cultu-
ra, distinta a la planteada en la hipótesis de la relativi-
En segundo lugar, aunque la estructura gramatical de
la lengua no es suficiente para afectar a la forma de pen- dad lingüística. Desde este otro planteamiento (Krauss
sar de sus hablantes, el uso que se hace del lenguaje sí y Chiu, 1998), las pautas de uso del lenguaje pueden
tiene importantes consecuencias cognitivas. Kraus y expresar significados compartidos o representaciones
Chiu, 1998 han revisado una serie de trabajos en torno a sociales de una cultura. En este sentido, el lenguaje
esta cuestión y establecen las siguientes conclusiones: puede ser un medio eficaz para activar cogniciones cul-
turalmente definidas. Y el análisis del proceso comuni-
Las propiedades fonológicas del lenguaje usado para cativo a través del lenguaje puede servir para compren-
codificar los materiales estimulares pueden afectar al der cómo se construyen nuevos significados que
aprendizaje verbal. acaban por reemplazar las representaciones sociales
La forma de etiquetar verbalmente los estímulos vi- existentes.
suales puede afectar a su representación en la memoria.
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 275

16.4
Lenguaje y percepción social
El habla contiene información sobre las categorías so- no solo utilizan esas variaciones para identificar con
ciales a las que pertenece el hablante y es una fuente de bastante precisión el estatus sociocultural del hablante;
información valiosa para la formación de impresiones. además, tales rasgos del habla sirven para hacer juicios
Giles y Powesland (1975) proporcionan una revisión de evaluativos sobre los hablantes. En general, parece que
las investigaciones sobre los estereotipos del uso de la los hablantes de clase baja son juzgados menos favora-
lengua —tenemos estereotipos muy claros sobre cómo blemente que los de clase media (Triandis y Triandis,
hablan los andaluces, los gallegos o los catalanes—. 1960). Asimismo, algunos trabajos sugieren que el sesgo
evaluativo que provoca el acento étnico (por ejemplo,
anglohispano en Estados Unidos, anglofrancófono en
Canadá o anglogalés en Inglaterra) puede estar mediado
16.4.1. Inferencia de las categorías por las inferencias que hace el oyente acerca de la clase
sociales a través del habla sociocultural del hablante (Giles y Powsland, 1975).

Nuestra particular forma de hablar proporciona mucha


información a los demás sobre quiénes somos (sexo, ori-
gen geográfico, estatus social y cultural, etc.). Incluso 16.4.2. Marcadores lingüísticos
los cambios fisiológicos y anatómicos que experimenta- y percepción social
mos a lo largo de nuestro desarrollo se pueden reflejar
en las propiedades acústicas del habla. Así, las señales En relación con esta cuestión se han desarrollado dos lí-
vocales que informan sobre la categoría de género son neas de investigación diferentes. La primera analiza có-
parcialmente fonéticas y parcialmente resultado de nor- mo varía la descripción de una persona estímulo depen-
mas sociales. diendo del contexto comunicacional y cómo diferentes
Uno de los índices más importantes de identidad a descripciones evocan distintas representaciones mentales
través del habla es el dialecto, es decir, comunidad de de la persona estímulo. La segunda línea de trabajo se
habla que está circunscrita a un determinado territorio centra en cómo la información causal, implícita en dis-
geográfico. Las variaciones entre dialectos se pueden re- tintos tipos de verbos, puede sesgar la percepción de un
flejar en la sintaxis (por ejemplo, si mañana llovería por suceso interpersonal.
si mañana lloviera, variedad dialectal sintáctica típica
de los hablantes del País Vasco) y en el léxico, si bien
parece que las más significativas ocurren a nivel fonéti- 16.4.2.1. Efectos del uso del lenguaje
co, constituyendo el acento dialectal (por ejemplo, su- en la cognición personal
presión de la «s» implosiva final o el ceceo/seseo, que
son rasgos característicos del acento dialectal andaluz)
del hablante
(Williams, 1975).
Los resultados de la investigación en la primera línea
Desde el punto de vista de la psicología social, los sugieren que algunos efectos de los esquemas de perso-
acentos dialectales se pueden utilizar para analizar la nas sobre la percepción social pueden estar mediados
evaluación o representación que se tiene de los hablan- por el uso del lenguaje. Los elementos del contexto co-
tes de esa variedad de lengua, es decir, los estereotipos municacional (por ejemplo, las actitudes de la audien-
regionales. cia) afectan a cómo los hablantes describen a otros y
Otra de las dimensiones de la identidad social que se pueden afectar a las impresiones siguientes que los ha-
revelan a través del habla es la clase social. En la mayo- blantes se hacen de las personas que describen. Se parte
ría de las sociedades se produce una correlación entre del supuesto de que en la formulación de un mensaje el
los usos que se hacen del lenguaje y la clase social de hablante tendrá en cuenta el conocimiento, las creencias
los hablantes (Guy, 1988) (por ejemplo, me se ha caído y las actitudes de la audiencia (Fussel y Krauss, 1989).
por se me ha caído; aluego por luego, etc.). Los oyentes Los efectos de las características de la audiencia sobre
276 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

la formulación del mensaje y la cognición de la persona lenguaje entre el comunicador y el oyente —por
se examinaron en un estudio en el que los participantes ejemplo, en la intensidad del lenguaje, en la diversi-
tenían que formular un mensaje sobre una persona estí- dad léxica y en la velocidad del habla— reduce la dis-
mulo que había sido descrita por una audiencia, a la cual tancia psicológica percibida entre ambos, y esto puede
le gustaba o le desagradaba dicha persona (Higgins y incrementar la receptividad a la comunicación persua-
Rholes, 1978). Tal y como se esperaba, la descripción siva.
de los sujetos se sesgó en una dirección consistente con El estilo lingüístico también puede afectar la com-
las actitudes de la audiencia. Más interesante aún es el prensión del mensaje persuasivo. De manera que la
resultado que indica cómo las impresiones sobre la per- misma conducta de habla (por ejemplo, un habla rápi-
sona estímulo (evaluadas algún tiempo después) fueron, da) puede tener un efecto positivo sobre la credibili-
desde el punto de vista evaluativo, consistentes con el dad percibida del hablante y negativo en la compren-
contenido del mensaje. sión y procesamiento del mensaje.
Por otra parte, las representaciones cognitivas de la
persona estímulo están relacionadas con los diferentes
marcadores lingüísticos. Así, en el campo de investiga-
16.4.2.2. Efectos del uso del lenguaje
ción del cambio de actitudes, los investigadores han es-
tudiado cómo las variaciones de las características del
en los contextos
habla (por ejemplo, velocidad del habla y diversidad interpersonales
léxica) y algunos elementos del estilo retórico, tales co-
mo la intensidad y la potencia o debilidad del habla, En 1965, Gilson y Abelson, estudiando el proceso de
afectan a la percepción de credibilidad del hablante. En generalización inductiva, acuñaron el término causali-
términos generales, el efecto de una variación lingüística dad implícita. Estos autores encontraron que la disponi-
particular sobre la efectividad y la credibilidad percibida bilidad de los sujetos para aceptar una afirmación gene-
del hablante está determinado por varios factores: ral basada en una evidencia inductiva dependía del
verbo utilizado en la afirmación. La causalidad implícita
Uno de ellos es la concepción cultural acerca de cómo en los verbos se ha interpretado como un indicador de
habla un comunicador competente (Giles y Street, algún principio básico de la cognición humana encarga-
1994). En las culturas más occidentales, se espera que do de regular la interpretación de eventos interpersona-
un comunicador competente hable de manera fluida, les (Brown y Fish, 1983). Los estudios sobre este fenó-
articulada y con seguridad. meno parecen indicar que cada tipo de verbo connota un
La categoría social del comunicador también influye significado implícito, y cuando se usan tales verbos evo-
en cómo el receptor percibe su nivel de competencia y can una representación mental del suceso interpersonal
credibilidad. Ante un mensaje persuasivo, el receptor que es consistente con los significados correspondientes
intentará determinar su significado pretendido a partir (Semin y Fiedler, 1992).
de la información disponible (normas relevantes acer- Brown y Fish (1983) establecen una taxonomía de
ca del habla, el propio contenido del mensaje y la verbos interpersonales en la que distinguen entre verbos
conducta verbal y no verbal del comunicador). La de estado —aquellos que describen una relación entre el
evaluación favorable del comunicador y la recepción estímulo y el que lo experimenta, como aborrecer, admi-
del mensaje mejoran cuando el habla del comunicante rar, apreciar, odiar— y verbos de acción —los que des-
se adecua a las expectativas normativas. Por ejemplo, criben una relación agente-paciente; por ejemplo, ayu-
como las mujeres frecuentemente poseen menos poder dar, tranquilizar, besar, engañar—. Mientras que en los
que los hombres, la gente espera de ellas que empleen verbos de estado se suele atribuir este al estímulo, en los
menos asertividad y más estrategias indirectas cuando de acción se percibe al paciente como causa de la con-
intentan persuadir a los hombres. Así, las mujeres que ducta. Por ejemplo, en la frase «a Juan le gusta Isabel»,
utilizan un estilo de habla congruente con tales expec- se entiende que Isabel es la causa de la admiración o
tativas pueden ser más efectivas en sus intentos de aprecio que siente Juan; en el caso «María ayuda a Cris-
persuasión (Carli, 1990). tina», se entiende que Cristina es la causa directa de la
Las propias pautas de uso del lenguaje del oyente me- acción de María.
diatizan el impacto persuasivo del mensaje. De acuer- Semin y Fiedler (1988) han analizado los cambios
do con la teoría de la acomodación del habla (Giles, producidos en las representaciones verbales de los suce-
Couplan y Couplan, 1991), la semejanza en el uso del sos interpersonales cuando varía el tipo de verbo em-
Capítulo 16. PSICOLOGÍA SOCIAL, LENGUAJE Y COMUNICACIÓN 277
pleado para describirlos (Modelo de Categorías Lingüís- que cuando las preguntas se formulen con verbos abs-
ticas — Linguist Category Model: LCM). Sus resultados tractos (verbos de estado). Como consecuencia, las si-
indican que caracterizar conductas concretas en términos tuaciones de pregunta-respuesta concreta (al contrario
de categorías lingüísticas abstractas reduce la contribu- que las de pregunta-respuesta abstracta) provocarán
ción causal de los factores situacionales y aumenta la fuertes sentimientos de proximidad y confianza entre las
contribución percibida de factores disposicionales. Estos personas implicadas en la comunicación. En dos experi-
mismos autores entienden que el rango completo de mentos que examinaron este supuesto, los resultados co-
conductas, desde las más abstractas a las más concretas, rroboran la hipótesis. En el primer experimento, depen-
se corresponde con los verbos de estado y los verbos de diendo de la condición indujeron alta y baja necesidad
acción, respectivamente. A su vez, en los verbos de ac- de terminar (operacionalizada a través de un ambiente
ción distinguen, por una parte, los verbos de acción des- ruidoso). De acuerdo con sus predicciones, los partici-
criptivos (por ejemplo, pegar, besar, llamar, etc.), que pantes de la condición «alta necesidad de terminar» fue-
son los más concretos y, por ello, los más ligados al ron los que eligieron más preguntas abstractas de una
contexto, y por otra, los verbos de acción interpretativa lista de 32 preguntas abstractas y concretas que espera-
(por ejemplo, engañar, imitar, ayudar, etc.), que se refie- ban usar en una entrevista real. En un experimento pos-
ren a una clase general de comportamiento. En este sen- terior, los autores demostraron que las preguntas selec-
tido, son más abstractos, pero la conducta que describen cionadas por los participantes de la condición «alta
sigue estando ligada al contexto. Por ejemplo, imagine- necesidad de terminar» fueron las que provocaban res-
mos que intentamos describir un encuentro casual entre puestas más abstractas y focalizadas en el objeto temáti-
dos personas, en un momento y espacio concretos. Po- co de la pregunta. En esta condición (comparada con la
dríamos decir, por ejemplo, Antonia se encontró con Jo- de «baja necesidad de terminar») los participantes infor-
sé en el metro al salir del trabajo, o bien Antonia salu- maron que sentían menos simpatía hacia el entrevista-
dó a José en el metro al salir del trabajo o Antonia, dor. El mismo patrón en la respuesta afectiva se encon-
sorprendida, saludó a José en el metro al salir del tra- tró en los entrevistadores: los de la condición «alta
bajo. necesidad de terminar» manifestaron menos simpatía a
la hora de formular sus preguntas.
Una serie de investigaciones han analizado la rela-
ción entre usos del lenguaje en la comunicación y cali- Entre las críticas que se han vertido acerca del fenó-
dad de la compenetración interpersonal. El paradigma meno de causalidad implícita destacan las que denun-
experimental pregunta-respuesta (Semin, 2000) ha mos- cian el posible reduccionismo de las explicaciones. El
trado que la abstracción del verbo empleado en una pre- énfasis en las características del lenguaje, por ejemplo,
gunta influye en el grado de abstracción de la respuesta las categorías verbales, puede llevar erróneamente a una
proporcionada. Además, el tipo de verbo empleado in- concepción estática sobre la relación entre uso del len-
fluye en el foco temático en el que se centra la respues- guaje y cognición. En relación a esto, Edwards y Potter
ta. Por ejemplo, las preguntas realizadas con verbos de (1993) advierten que el contexto informacional puede
acción (ayudar, confiar) centran la respuesta sobre el su- minimizar la causalidad implícita contenida en un verbo
jeto implicado en la pregunta. En contrapartida, los ver- interpersonal (por ejemplo, la frase Antonia saludó con
bos de estado (amar, gustar, respetar) centran la respues- gesto seco y serio a José en el metro puede llevar a su-
ta sobre el objeto de la pregunta. Así, la pregunta «¿por poner que Antonia es una persona distante y fría. Sin
qué te gustan los perros?» es probable que facilite una embargo, esta inferencia cambia si sabemos que Antonia
respuesta del tipo «porque los perros son simpáticos», no ha podido promocionar en su trabajo debido a las es-
mientras que la pregunta «¿por qué has comprado un pe- trategias de competencia desleal de José).
rro?» es posible que provoque una respuesta autorreferi- Parece que un reto importante para la investigación
da tipo «porque me gusta la compañía de los perros» sobre causalidad implícita consiste en tratar de especifi-
(Semin, 2007). car las condiciones en las que los hablantes eligen un ti-
Rubini y Kruglanski (1997, en Semin, 2007) em- po u otro de verbo para autodescribir sus experiencias.
plean el paradigma pregunta-respuesta para estudiar có- En cualquier caso, la investigación sobre esta cuestión
mo influye el uso del lenguaje en la proximidad o dis- está contribuyendo a conocer mejor cómo los significa-
tancia interpersonal percibida. Su supuesto fundamental dos sutiles de las palabras afectan a las representaciones
es que cuando las preguntas estén formuladas con ver- de los sucesos sociales.
bos más concretos (verbos de acción), los participantes Recapitulando, la regulación de las relaciones inter-
desvelarán más información concreta sobre sí mismos personales es un tema que se ha examinado desde una
278 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

amplia variedad de perspectivas y disciplinas. Entre (por ejemplo, de distancia o proximidad social) provoca-
ellas, el enfoquel cultural y psicolingüístico (Brown y do por los usos diferenciales del lenguaje (verbos, pro-
Levinson, 1986), el análisis comparativo y funcional de nombres, etc.). La investigación realizada sugiere que
los marcadores lingüísticos para expresar distancia o las diferencias sistemáticas en el uso del lenguaje provo-
proximidad interpersonal (Brown y Gilman, 1960) y las can inferencias implícitas que, a primera vista, no tienen
investigaciones acerca de las características paralingüís- efectos sobre la regulación de las relaciones interperso-
ticas del habla (Giles, Coupland y Coupland, 1991) y el nales. Este tipo de lenguaje escapa al control consciente.
uso de los pronombres. La investigación psicosocial so- De ahí que para algunos autores (Semin, 2007) la investi-
bre esta cuestión, según Semin (2007), se centra de ma- gación sobre estos usos del lenguaje ofrezca ejemplos
nera especial en cómo las personas informan o hablan interesantes de las formas que adquiere la discriminación
sobre lo que hacen y el impacto sobre la percepción y el prejuicio en su fisonomía políticamente correcta.

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a
282 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

17.1
Introducción
A diario los medios de comunicación nos informan de todo ello, resulta extraña la atención relativamente me-
situaciones que implican a diversos grupos o a los indi- nor de la psicología social por los aspectos emocionales
viduos, en tanto que miembros o representantes de estos. de las relaciones intergrupales. Elliot Smith y Dianne
Estas situaciones, por lo general, están cargadas de emo- Mackie, que han contribuido activamente a corregir esta
ción. No hace mucho, un incidente en el curso de una situación y a poner a las emociones en el centro de la
reunión internacional ponía de relieve cómo las acusa- escena intergrupal (Smith y Mackie 2006), apuntan a
ciones reiteradas hacia el anterior representante de un dos razones para ello: en primer lugar, la importancia
país, el expresidente de España Aznar, por parte del pre- concedida a los procesos cognitivos implicados en las
sidente de otra nación, Hugo Chávez, de Venezuela, dio relaciones intergrupales desde la tradición de la cogni-
lugar a la defensa del actual presidente español, José ción social que ha llevado a dirigir la atención hacia los
Luis Rodríguez Zapatero, a pesar de unas relaciones no estereotipos, actitudes y, en general, a las creencias y
precisamente amistosas de los partidos a los que ambos evaluaciones concernientes a los grupos, si bien es ver-
dirigentes españoles pertenecen, partido del Gobierno y dad que alguno de los autores dentro de la tradición de
la oposición; también dio lugar a una airada interven- la cognición social reconocen la importancia de las
ción del jefe del Estado, el Rey Juan Carlos. Natural- emociones en el dominio intergrupal. Así Hamilton
mente el incidente admite diversas lecturas, pero una de (1981) señala que le historia nos proporciona múltiples
ellas es la intergrupal, basada en la categorización so- ejemplos de que en esta área de la interacción está «car-
cial: en ese momento, frente a la categorización del par- gada de sentimientos fuertes, incluso apasionados». En
tido en el Gobierno y el de la oposición, lo que está en segundo lugar, esta misma tendencia se advierte en la
juego es la categorización como españoles y la defensa teoría más importante sobre las relaciones intergrupales,
frente a un ataque externo en presencia de los represen- como es la perspectiva de la identidad social que ha
tantes de otros muchos grupos nacionales.
mostrado de modo consistente cómo los grupos influyen
Continuamente se nos informa de situaciones que tanto en los modos de percibir como de comportarse de
implican enfrentamientos entre grupos, manifestaciones los individuos que los integran. Aunque en la propia de-
de odio racial o religioso, o respectivamente de euforia finición de identidad social (Tajfel, 1972) se señale el
o ira ante la victoria o derrota ante un rival deportivo. significado emocional que los grupos tienen para sus
En contadas ocasiones se alude a celebraciones o con- miembros, la investigación generada desde esa perspec-
memoraciones conjuntas, o a peticiones de perdón y tiva ha prestado menor atención a los aspectos emocio-
ofertas de reparación ante los perjuicios y daños perpe- nales.
trados por un grupo a otros grupos en el pasado. Ante

17.2
Los niveles de análisis en el estudio de las emociones
Entre los desarrollos que han contribuido a corregir la societal, pasando por el interpersonal, intragrupal o in-
situación hay que destacar el esfuerzo por situar el estu- tergrupal (Keltner y Gross, 1999; Keltner y Haidt, 1999;
dio de la emoción en el marco de las relaciones sociales, Parkinson, Fisher y Manstead, 2005; Tiedens y Leach,
puesto que una las fuentes más importantes de la emo- 2004), y otros han contribuido a su estudio vinculándolo
ción para los individuos son los otros y las interacciones a procesos intergrupales como los estereotipos y el pre-
y relaciones que con ellos se establecen. En esta línea, juicio (Fiske, Cuddy y Glick, 2002), y adicionalmente a
una serie de autores han tratado de enfocar las emocio- los valores (Esses, Haddock y Zanna, 1993), o estudian
nes teniendo en cuenta diversos niveles de análisis que las emociones vinculadas a la identidad social (Smith y
van desde el intrapsíquico o intraorgánico al cultural o Mackie, 2002; Capozza y Brown, 2006).
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 283
Keltner y Gross (1999) adoptan una perpectiva fun- «nosotros» y cómo los grupos moldean las emociones
cional de la emoción, destacando su valor adaptativo de (Leach y Tiedens, 2004), aunque la valoración de los fe-
ajuste al ambiente físico y social. Las definen como un nómenos de homogeneidad emocional en los grupos
patrón de respuesta con base biológica a los desafíos y pueda variar según los autores, en cuanto a la considera-
oportunidades ambientales que incluyen percepción, ex- ción de sus efectos o valor adaptativo. Así, se pone el
periencia fisiológica, acción y comunicación (p. 468). énfasis en el desarrollo del contagio emocional y sus
Las emociones incluyen la valoración de la situación, la consecuencias adversas (Hatdfiel y Rapson, 2004) o se
experiencia subjetiva, las tendencias a la acción y las insiste en que la convergencia emocional sirve para for-
conductas. talecer las relaciones, como por ejemplo la formación de
coaliciones debido a la confianza y a la atracción que
Partiendo de las contribución de Keltner y Haidt
genera y que conduce al establecimiento de relaciones.
(1999, pp. 505-521), pero incluyendo otras más recien-
La convergencia emocional también sería el mecanismo
tes, se pueden distinguir los siguientes niveles de análi-
primario que lleva a que los grupos puedan mostrar una
sis y las consiguientes funciones a las que sirven las
emoción grupal (Bartel y Saavedra, 2000, Kelly y Bar-
emociones, poniendo especial énfasis en las funciones
sade, 2001, citados en Anderson y Keltner, 2004).
sociales:
Intergrupal: aunque Keltner y Haidt (1999) no dis-
Intraorgánico o intrapsíquico: coordina los distintos
tinguen explícitamente este nivel, sí aludían, tal como se
procesos implicados en la emoción —fisiológicos, per-
veía más arriba, a la definición de fronteras grupales, lo
ceptivo y cognitivos— para proporcionar el ajuste del
que lleva consigo definir quién forma aparte del propio
individuo a los cambios ambientales, cambios que son
grupo y quién queda excluido por pertenecer a exogru-
caracterizados como desafíos y oportunidades (Keltner y
pos. A este nivel corresponde una serie de trabajos re-
Haidt, 1999). Se trata de informar al individuo sobre
cientes que se describen algo más adelante. En él se
eventos y condiciones sociales que exigen una acción
pueden incluir las interacciones entre individuos, en tan-
y preparan así las respuesta a esos desafíos u oportuni-
to que miembros de grupo, o entre grupos en su conjun-
dades.
to. Se trata de conocer las emociones implicadas en di-
Interpersonal: en este nivel se trata de las funciones versos procesos intergrupales, desde los estereotipos, el
que cumplen las emociones en las interacciones entre in- prejuicio o la discriminación, a aquellos que derivan de
dividuos, por ejemplo la ira, la envidia o la empatía. A la estructura de las relaciones, como la competición, el
este nivel pertenecen gran parte de los trabajos sobre conflicto o la cooperación, y tienen en cuenta el poder,
emociones en pscología social. El planteamiento funcio- o el estatus relativo de los grupo, u otros factores so-
nal implica responder a la pregunta de cómo las emocio- cioestructurales. El foco de interés es por lo tanto las
nes organizan las interacciones de los individuos en re- emociones intergrupales en sentido estricto.
laciones significativas. Así, apuntan que la expresión de
A este respecto resulta útil recordar aquí la distin-
las emociones sirve para conocer las emociones del otro
ción propuesta por Bodenhausen (1993) entre afecto in-
y, por ejemplo, para obtener información de cómo res-
cidental y afecto integral. El afecto incidental se refiere
ponder a los objetos del ambiente, tal como hacen los
a emociones suscitadas por situaciones no relacionadas
niños al mirar la cara de los padres para interpretar el
con el contexto intergrupal; por ejemplo, si una persona
significado de objetos ambiguos. También permiten evo-
tiene un estado de ánimo negativo, puede reaccionar
car emociones complementarias o recíprocas en el otro,
agresivamente ante una persona de una minoría étnica
como puede ser la díada ira-miedo o la malestar-empa-
que le hace una petición de ayuda económica en la ca-
tía. Igualmente pueden servir para disuadir al otro de
lle. En general los estudios sobre el afecto incidental
ciertas conductas.
han consistido en la manipulación del estado de ánimo
Grupal: se ocupa de cómo las emociones benefician para determinar sus efectos sobre juicios acerca de exo-
a los grupos o las organizaciones sociales. Así, propo- grupos o integrantes de ellos. En otro lugar (Huici,
nen que las emociones sirven para negociar las fronteras 2004) se incluye una extensa descripción de este campo
del grupo e identificar a sus miembros. Señalan, por de teoría e investigación. Por afecto integral se entien-
ejemplo, cómo ciertas emociones compartidas indican la den las emociones suscitadas por el grupo social al que se
identidad comunal. Igualmente defienden que la mani- pertenece y por las condiciones y contextos a los que
festación emocional sirve para negociar el estatus y los se asocia el grupo. Un modelo pionero en esta línea es
roles grupales. En trabajos más recientes se apunta al el de Stephan y Stephan (1985) sobre la ansiedad inter-
papel de las emociones para crear el sentimientos del grupal en las situaciones de contacto entre grupos o de
284 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

anticipación de dicho contacto. Remitimos al lector al les como qué emociones y qué componentes emociona-
trabajo antes citado (Huici, 2004) para una extensa les se ven afectados por factores culturales, la semejanza
descripción del modelo. En cuanto a los contextos so- transcultural en la expresión de emociones o las varia-
ciales de interés, estos se caracterizan por las relacio- ciones culturales en la experiencia, expresión y regula-
nes con otros grupos y por los aspectos socioestructura- ción de emociones específicas (Parkinson, Fischer y
les de esas relaciones, como la jerarquízación en cuanto Manstead, 2005; Rodriquez Mosquera, Fischer y Mans-
al poder o al estatus, o como la interdependencia de tead, 2004).
metas.
En el presente capítulo se abordan solo aquellas con-
Cultural y societal: se entiende la cultura como con- tribuciones que se ocupan de los afectos integrales y que
junto de significados compartidos, se ocupa de cómo las hacen hincapié en las emociones específicas que susci-
emociones son moldeadas por factores culturales, econó- tan los distintos grupos. El capítulo se ocupa básica-
micos e históricos. La cultura constituye el sistema en mente de tres tipos de aportaciones: los trabajos descrip-
relación al cual se interpretan las emociones. Estas se tivos de las emociones intergrupales que sirvieron para
hallan insertas en las instituciones y en las prácticas y mostrar las reacciones emocionales distintas a los dife-
normas culturales. Se trata de ver cómo en distintas so- rentes grupos, como primer paso para ir más allá del
ciedades existen guiones acerca de lo apropiado de la prejuicio como evaluación global negativa; las emocio-
experiencia y expresión de las emociones para distintas nes vinculadas a la identidad y a la categorización social
categorías sociales, como la edad el género o para los y la consideración de las emociones en el contexto so-
distintos estatus. Las funciones que cumplen las emocio- cioestructural de las relaciones intergrupales. Estos dos
nes en este nivel tiene que ver con el proceso a través últimos tipos de trabajos han dado pie a teorías y mode-
del cual las personas asumen la identidad cultural y lo- los que integran las emociones dentro del conjunto de
gran adoptar la conducta emocional apropiada evitando
otros procesos intergrupales. Se trata pues, de dar prefe-
la desviación. Las emociones sirven para la función so-
rencia a aquellos enfoques que ofrecen una visión pano-
cializadora y pueden contribuir a perpetuar la ideología
rámica y a la vez integradora del papel de las diversas
y la estructura de poder, a través de los modos de cons-
emociones en las relaciones entre grupos.
trucción social de las emociones y de su expresión
(Keltner y Haidt, p. 513). En ese sentido cita el trabajo No vamos a ocuparnos aquí del importante modelo
de Lutz (1990) sobre el mantenimiento de estereotipos de la amenaza intergrupal integrada propuesto por
emocionales de grupos subordinados como las mujeres Stephan y Renfro (2002) por no enfocar diferentes emo-
que permiten mantener su estatus subordinado. La in- ciones específicas, aunque señalan que estas forman par-
fluencia cultural en las emociones ha sido objeto de te de las reacciones psicológicas ante los diversos tipos
interés en una serie de trabajos relativamente recientes de amenazas que otros grupos representan para el propio
(Mesquita y Fridja, 1992). Así, se trata de cuestiones ta- grupo y para los individuos.

17.3
Los estudios descriptivos de emociones intergrupales
Entre los primeros trabajos en los que se presta atención Paises Bajos que obtuvo su independencia en 1975. Los
a las diferencias en las emociones que suscitan distintos surinameses hablan holandés y muchos de ellos tiene la
grupos, más allá de la evaluación negativa hacia ellos, nacionalidad holandesa. En este estudio, a partir del aná-
están los llevado a cabo por Dijker et al. (Dijker, 1987; lisis factorial de las reacciones emocionales discretas, se
Dijker, Koomen, Van den Heuvel y Fridja, 1996) sobre obtuvieron las siguientes categorías de emociones y es-
las reacciones hacia distintos grupos étnicos en Holanda. tados de ánimo hacia las minorías étnicas: estado de áni-
Los grupos objeto de emoción y actitud eran los surina- mo positivo, ansiedad, irritación y preocupación. Los es-
meses, turcos y marroquíes. Los surinameses de raza ne- tados de ánimo positivos predecían mejor las actitudes
gra procedían originariamente de África y constituían hacia los surinameses y las emociones negativas de irri-
una antigua colonia de los holandeses en el noreste de tación y asociadas a la preocupación predecían las acti-
Sudamérica y, más tarde, una región autónoma de los tudes hacia turcos y marroquíes. En cuanto a la proximi-
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 285
dad o distancia hacia los grupos, se consideraba que la
presencia de los miembros de la minoría en el barrio
constituía la distancia óptima por el tipo de reacción
emocional que producía —descenso de las emociones ne-
gativas y aumento del estado de ánimo positivo—. Esta
distancia correspondía a una mejor reacción emocional
frente a otras distancias mayores o menores. Por otra par-
te, las reacciones emocionales más negativas de ira, re-
sentimiento y desprecio se dirigían a los grupos que eran
considerados culturalmente como extraños, turcos y ma-
rroquíes, frente a los surinameses, que, aunque étnica-
mente distintos, eran percibidos como culturalmente más
próximos a los holandeses. En el segundo de los trabajos
se analiza la percepción de los antecedentes de las emo-
ciones experimentadas hacia los grupos étnicos. En el ca-
so de los turcos y marroquíes se hace mayor referencia a
características específicas del grupo en su conjunto, como FIGURA 17.1. Sentimientos positivos hacia las minorías
rasgos etnocéntricos, y a los aspectos intergrupales, co- (adaptado de Gómez y Huici, 1999).
mo la preocupación por las relaciones intergrupales, que
en el caso de los surinameses, a quienes se juzga más en
términos de rasgos egocéntricos, como dominantes y po-
co fiables, y atributos personales positivos, como espon-
táneos y amistosos.
En estudios recientes llevados a cabo en nuestro
país, en los que se trataron las reacciones emocionales
hacia distintos grupos étnicos, se observa también las di-
ferencias en esas reacciones dependiendo del grupo étni-
co. En un estudio llevado a cabo por Navas, Molero y
Cuadrado (2000) en Almería en una zona de alta inmi-
gración, se observaron los distintos sentimientos suscita-
dos por los diversos grupos de inmigrantes en la pobla-
ción autóctona. Así, se daban más sentimientos de
compasión y lástima hacia los inmigrantes negros africa- FIGURA 17.2. Sentimientos negativos hacia las minorías
nos que hacia los magrebíes. En cuanto a los sentimien- (adaptado de Gómez y Huici, 1999).
tos negativos respecto a estos dos grupos se daba un pa-
trón muy semejante: eran bajos los sentimientos gros, y era, en general, baja la expresión de sentimientos
negativos y solo superaba el punto medio de la escala el negativos (Figura 17.2).
sentimiento de desconfianza. No obstante, parece probable que estos resultados
Por su parte, Gómez y Huici (1999), en un estudio hayan variado en la actualidad a tenor de los cambios
con estudiantes madrileños, encontraron diferencias en experimentados en la valoración global de los grupos en
las reacciones hacia la minoría gitana, magrebí y de estudios recientes, que muestran que la valoración de los
África negra. Los sentimientos más altos de simpatía y árabes y musulmanes ha descendido a un nivel inferior a
atracción, por encima de la media de la escala, se diri- la valoración de los gitanos, a partir del 2001, lo cual se
gían a los inmigrantes de África negra, y los sentimien- interpreta como efecto de acontecimientos como los ata-
tos más bajos, hacia los gitanos. Los datos correspon- ques terroristas (Diez Nicolás, 2004). En un estudio re-
dientes a los sentimientos positivos se presentan en la ciente (Huici, Tejero, Bustillos, Molero y Gómez, 2007),
Figura 17.1. en el que se analizaban las reacciones a inmigrantes ma-
rroquíes y ecuatorianos por parte de estudiantes de se-
En cuanto a los sentimientos negativos sucede lo cundaria de la Comunidad de Madrid, se observó una
contrario. Se experimentaban más sentimientos negati- mayor reacción de ansiedad ante los marroquíes, al
vos hacia los gitanos y menos hacia los magrebies y ne- tiempo que se percibía a los ecuatorianos como más se-
286 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mejantes a los españoles. La percepción de semejanza existirá un relación funcional entre amenazas específicas
estaba muy relacionada con las intenciones de interac- y emociones específicas. En un estudio para la puesta a
tuar con ellos y de prestarles ayuda. prueba de este enfoque estudiantes universitarios esta-
Por su parte, Cottrell y Neuberg (2005) se centran en dounidenses valoraron a un conjunto de nueve grupos
los sentimientos específicos suscitados por las amenazas (como gays, activistas feministas, indios americanos y
también específicas que representan los distintos grupos. cristianos fundamentalistas, entre otros), entre los que se
Se trata siempre de amenazas percibidas, lo que no im- incluían dos categorías, a las que pertenecían los partici-
plica necesariamente objetividad, por parte de los inte- pantes, para que sirvieran como línea base, pues se su-
grantes de un determinado grupo. La perspectiva socio- ponía que estas no representarían ninguna amenaza. Se
funcional de la que parten hace hincapié en la importan- medían las reacciones emocionales y la percepción de
cia de los grupos para los humanos, como seres sociales amenazas específicas que representaban los grupos.
e interdependientes que se aprovechan de las ventajas Se comprobó que los grupos suscitaban emociones
que reporta el grupo y que deben protegerse de las ame- distintas. Así, por ejemplo, el patrón de emociones pro-
nazas potenciales para el grupo y no solo de las que im- ducido por los indios americanos se caracterizaba por la
plican directamente a los individuos. Presuponen que la
emoción de pena y poca ira, asco, miedo o ansiedad, y
atención y vigilancia a las amenazas (territoriales, a la
menos envidia que la suscitada por el propio endogrupo,
propiedad, a la posición económica o las amenazas físi-
y los gays, por las emociones de asco y pena, y también,
cas) será mayor en los individuos que más dependen del
por menos envidia que el endogrupo. También se daban
grupo o que han invertido más en él. Su propuesta en
patrones específicos de amenaza percibida respecto a los
síntesis es que a amenazas específicas responden emo-
ciones específicas. En la Tabla 17.1 se presenta de for- diversos grupos, por ejemplo, los fundamentalistas cris-
ma simplificada las relaciones que los autores establecen tianos se caracterizaban por ser percibidos como amena-
entre emociones discretas o específicas, de carácter pri- za a las libertades y a los valores.
mario, y distintas amenazas percibidas contra el propio Para analizar la relación entre tipos de amenaza y
grupo. emociones y simplificar el análisis se plantearon catego-
Del conjunto de hipótesis que plantean destacamos rías de amenaza: obstáculos, que era el promedio de
las siguientes: los distintos exogrupos producirán perfi- amenazas a los recursos económicos, a la propiedad, a la
les distintos de emociones discretas y de amenazas, y libertad, y otros por el estilo; contaminación, amenazas

Tabla 17.1. Relaciones entre percepción de amenazas al grupo propio


y las emociones primarias y motivaciones (adaptada de Cottrell y Neuberg, 2005).
Reacción emocional Percepción de amenaza
Motivaciones asociadas
primaria al endogrupo

Ira Obstáculos al grupo Eliminar los obstáculos


P. e., amenaza a los recursos Reclamar el control
económicos

Asco Contaminación del grupo Minimizar la contaminación


P. e., amenaza a la salud Prevención de enfermedades
vía contagio peligrosas
Amenaza a los valores del grupo Mantener y confirmar
los valores del grupo

Miedo Peligro para la seguridad Protegerse a uno mismo


física y a otras personas valoradas

Pena Amenaza a las relaciones Volver a una relación


de reciprocidad de intercambio adecuada

Culpa Amenaza a la percepción Confirmar su posición


de moralidad del grupo como grupo moral
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 287
a la salud y a los valores del grupo; peligro físico, y por riencia de emociones funcionalmente asociadas a aque-
último la no reciprocidad por incapacidad, es decir, no llas y que los grupos que producían los mismos perfiles
poder devolver la ayuda pero por causas involuntarias. de amenazas también suscitaban perfiles de emociones
Los análisis de regresión mostraron un apoyo sustancial semejantes. Los autores concluyen que la orientación
a las relaciones pronosticadas: la amenaza de obstáculos clásica del prejuicio como un actitud general oscurece la
predecía de forma independiente la ira, la amenaza de riqueza de la experiencia emocional que se da cuando se
contaminación predecía el asco, la amenaza física el encuentra uno con miembros de otros grupos, pues la
miedo y la amenaza de no reciprocidad predecía la pe- reacción no se limita a una evaluación del grupo, sino
na, aunque esta emoción también era pronosticada por que implica una serie de emociones definidas que se co-
la amenaza asociada a la contaminación, es decir al te- rresponden con la percepción de amenazas. Por otro la-
mor al contagio a una enfermedad y amenaza a los valo- do, la utilización de categorías de amenaza permite una
res del grupo. Los resultados del estudio indicaron que cierta integración a la hora de analizar el papel de las
la percepción de amenazas particulares predecía la expe- emociones en las relaciones intergrupales.

17.4
Los enfoques basados en la categorización social:
la teoría de la emoción intergrupal
Quizás el esfuerzo más consistente por tratar las emo- puede proporcionar el entorno. La aparición de un ele-
ciones intergrupales desde una óptica integral es el lle- mento cuyo significado se desconoce o que se valora
vado a cabo por Elliot Smith y Dianne Mackie (Mackie, positiva o negativamente pone en marcha el proceso
Devos y Smith, 2000; Mackie y Smith, 1998; Smith, emocional. Si la valoración es positiva, el proceso aca-
1993; Mackie, Silver y Smith, 2004) desde el trabajo ba allí.
inicial del primero de estos autores, que pone en rela-
ción las emociones sociales con la identidad social y Appraisal o valoración secundaria: se trata aquí de es-
propone una nueva conceptualización del prejuicio co- timar los recursos de que se dispone para afrontar la
mo emoción social, que depende de cómo se valore una amenaza. Se desencadena una tendencia a la acción
situación por sus implicaciones para el grupo con el que destinada a superar el problema.
se identifica el individuo (Smith, 1993). El conjunto de Revaloración: que implica evaluación del éxito de los
trabajos teóricos y de investigación ha dado pie a una recursos que hayamos utilizado.
teoría de las emociones intergrupales de inspiración fun-
cional, por sus insistencia en el valor regulatorio y adap- Así pues, las emociones se caracterizan como el re-
tativo de estas. Esta teoría se caracterizar por aunar dos sultado de los procesos de valoración, de carácter cogni-
perspectivas teóricas: las teorías del appraisal o valora- tivo, que son centrales, pero incluyen también las ten-
ción de las emociones, y la teoría de la identidad social y dencias de acción resultantes de la valoración secundaria
su derivación en la teoría de la categorización del «yo». y un patrón específico de respuestas fisiológicas que le
es característico.
Como es sabido, las teorías de appraisal o valora-
ción de las emociones ponen el acento en componente Se considera que las emociones específicas son con-
cognitivo de la emoción, en el appraisal o valoración secuencia de las valoraciones de una situación también
subjetiva de la situación. Es Magda Arnold (1960) la específicas.
que inaugura la tradición, pero tal vez sean las contribu- En esta línea Smith y Mackie consideran las emocio-
ciones de Lazarus (Lazarus, 1991; Lazarus y Folkman, nes intergrupales como aquellas que derivan de la valo-
1984) y Fridja (1986) las que más directamente influyan ración de en qué forma específica una situación, que im-
en el planteamiento de Mackie y Smith. Lazarus y sus plica al propio grupo y a otros grupos, afecta al primero.
colaboradores distinguen entre: Los autores indican que se basan más directamente en
Appraisal o valoración primaria: consiste en una eva- los trabajos de Lazarus mencionados, centrados en la
luación de las amenazas o beneficios potenciales que valoración de los resultados y de la capacidad o recursos
288 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

para afrontar una situación, porque consideran que se grupo que se define por referencia a un exogrupo des-
ajusta a las características de las situaciones que impli- tacado o típico. Las personas más identificadas con el
can jerarquías entre grupos (por ejemplo, debido a di- grupo tienden a experimentar de forma más intensa
ferencias de poder, estatus, número o recursos estraté- las emociones intergrupales.
gicos).
Surgen de los hechos e interacciones que reflejan el
Como ya se indicó, la segunda perspectiva teórica de bienestar relativo de los grupos a los que se pertenece,
interés es la de identidad social y de la autocategoriza- independientemente de que afecten al bienestar per-
ción, de acuerdo con la cual cuando una persona se sonal.
autocategoriza como miembro de un grupo y esa catego-
rización resulta saliente en un determinado contexto, su Las emociones intergrupales cumplen una función de
«yo» se transforma y se define en función del prototipo autorregulación de la conducta intergrupal que distin-
grupal y se considera intercambiable con los otros gue entre los miembros del grupo propio y de los exo-
miembros del grupo. En ese caso la pertenencia grupal grupos relevantes. La emoción experimentada pro-
llega a ser parte del autoconcepto y participa en la auto- mueve unos tipos de conducta y evita otros.
rregulación emocional, a través de la valoración de las
situaciones en función del modo en que afecten a la Así pues, desde esta perspectiva se supone que las
identidad social del individuo. Así, cuando un determi- emociones cumplen una función de mediación de ten-
nado hecho afecta al propio grupo, aunque tal vez no di- dencias a la acción y de las acciones de carácter co-
rectamente al miembro individual del grupo, se produ- lectivo.
cen una serie de respuestas emocionales: ante el éxito
del grupo se experimenta alegría y orgullo, ante las
amenazas al grupo se experimenta miedo y ante las in-
justicias cometidas contra él se suele experimentar ira.
Desde esta perspectiva se señala que la especificidad
emocional implica que los sentimientos que despiertan
diversos exogrupos dependen de sus conductas y de có-
mo estas afectan al grupo propio, además de ciertas ca-
racterísticas de estatus y poder del exogrupo: si un exo-
grupo es hostil y poderoso, y se percibe que el grupo
propio es relativamente más débil, es probable que aquel
suscite miedo; si pide ventajas ilegítimas, según el gru-
po propio, suscitará ira o resentimiento, y si se percibe
que un grupo rompe las normas del propio grupo en
cuanto a la comida o a la sexualidad, se producirá la
emoción de asco. Se propone que cuando se tiene en
cuenta el estatus relativo de los exogrupos se pueden
predecir tanto los rasgos estereotípicos que se les atri-
buirán con más frecuencia como las emociones suscita-
das por sus conductas. Así, por ejemplo, a un exogrupo
de estatus alto es fácil que se le atribuyan los rasgos de
arrogancia y esnobismo, y que se experimente resenti- El enfoque tradicional del prejuicio supone que este
miento hacia él, mientras que es más probable que a un está en la base de una evaluación negativa del exogrupo
grupo de bajo estatus se le atribuyan rasgos de desvia- que contribuye a la conducta discriminatoria. La princi-
ción e inmoralidad, y se expresen sentimientos de asco y pal ventaja que supone la perspectiva de la emoción
deprecio. intergrupal es que permite llevar a cabo predicciones de
las reacciones específicas que cabe esperar frente a otros
Desde la teoría de las emociones intergrupales se exogrupos, en función de la valoración de la situación.
propone la siguiente caracterización de estas (Mackie,
Así, ante un determinado exogrupo, la valoración de la
Silver y Smith, 2004):
fuerza relativa del propio grupo puede dar lugar a reac-
Las emociones intergrupales dependen de la identifi- ciones de miedo o de ira, y a las correspondientes con-
cación con el grupo. El «yo» se considera parte de un ductas de huida o de ataque.
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 289

17.5
Investigación relevante para la teoría
de la emoción intergrupal (TIE)

tendencias a la acción: de ir en contra del exogrupo o


17.5.1. El ataque en nombre evitar al exogrupo. La predicción general es que se ex-
del propio grupo en una perimentará ira y la correspondiente tendencia a la ac-
situación de conflicto ción ofensiva cuando se perciba o valore que el propio
grupo tiene más fuerza, por tener más apoyo colectivo la
de valores posición que representa, que el exogrupo. Por el contra-
rio, si la posición del propio grupo es más débil o goza
En una serie de estudios realizados por Devos, Mackie y de poco apoyo colectivo frente al exogrupo, no se expe-
Smith (2000) se trataba de explicar cuándo se producían rimentará esa tendencia, sino más bien el miedo y la
tendencias a la acción de carácter ofensivo, o de ir en tendencia a evitar al exogrupo.
contra de otro grupo con el que existía un conflicto de
valores. El objetivo consistía, en línea con la TIE, en Se describe aquí más detalladamente el estudio 2 de
mostrar que cuando la identidad social es sobresaliente esta serie, que es el que resulta de mayor interés: en este
para los individuos, las valoraciones basadas en la perte- caso se sigue el esquema general antes descrito y se ma-
nencia al grupo producen emociones específicas y las nipula experimentalmente el apoyo que supuestamente
correspondientes tendencias a la acción hacia el exogru- recibe la posición representada por el propio grupo. En
po. Se trataba de presentar una situación intergrupal po- este estudio el tema controvertido, que se presentaba a
tencialmente amenazante, caracterizada por un conflicto los participantes como asociado a un conflicto de valo-
con otro grupo, y de mostrar cómo distintas valoraciones res, era si las parejas homosexuales con una relación
de la situación, en cuanto a la fuerza relativa del grupo consolidada debían o no beneficiarse de los derechos le-
o del exogrupo, daban lugar a emociones específicas gales de los matrimonios heterosexuales. Se eligió esta
(ira, miedo, desprecio) que a su vez se relacionaban con cuestión porque en un estudio piloto se comprobó que se
tendencias a la acción específicas: ir en contra del exo- asociaba al conflicto de valores entre igualdad de opor-
grupo o evitarlo. La definición del propio grupo y el tunidades (posición a favor) o respeto a la tradición (po-
conflicto con el otro grupo se producía a propósito de la sición en contra).
discrepancia en una cuestión social controvertida (como
Los participantes tenía que autocategorizarse como
la adecuación del castigo severo al consumo de drogas o
defendiendo una de las dos posiciones (de hecho todos
la igualdad de derechos de las parejas estables homose-
se autocategorizaron a favor). Seguidamente se introdu-
xuales con respecto al matrimonio heterosexual). Esta
cía la manipulación experimental de la fuerza relativa de
controversia llevaba asociado un conflicto de valores:
la posición del propio grupo o valoración del apoyo co-
valor de la tradición o del orden social frente a la liber-
lectivo. Los participantes fueron asignados al azar a tres
tad o la igualdad de oportunidades.
condiciones experimentales:
En el conjunto de los estudios, de carácter correla-
cional (estudio 1) o experimental (estudios 2 y 3), se se- Condición de fuerza del propio grupo: se presentaban
guía un esquema común: a los participantes, estudiantes, una serie de 19 titulares supuestamente publicados en
se les pedía que se autocategorizaran con respecto a las periódicos y relacionados con la cuestión de los dere-
dos posiciones relativas un tema controvertido, y se me- chos de los homosexuales. En esta condición 16 de
día la identificación con ese grupo o posición; también los titulares eran a favor y tres en contra.
se resaltaba el conflicto de valores que llevaban apareja- Condición de debilidad de propio grupo: se invertía la
das esas dos posiciones. Se medía (estudio 1) o se mani- proporción de titulares favorables a la posición del
pulaba (estudios 2 y 3) la fuerza relativa del propio gru- grupo, tres a favor y 16 en contra.
po en cuanto al apoyo colectivo a la posición que
representaba el grupo. Se medían las variables depen- Condición de control: no se presentaban los titulares
dientes: las emociones de ira, miedo o desprecio, y las de periódico.
290 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Las medidas de la variables dependientes:


17.5.2. Cuando una víctima
Medida de emociones: ira y miedo. de injusticia o daño
es considerada como
Medida de las tendencias a la acción. miembro del propio grupo:
Ir contra el exogrupo: oponerse, confrontar.
Evitar al exogrupo: no tener contacto, mantener la dis- efectos sobre la emoción
tancia. de ira
Adicionalmente se medía el grado de identificación Una serie de estudios llevados a cabo por Gordijn et al.
con el grupo propio. (Gordijn, Wigbolus Hermsene Yzerbyt, 1999; Gordijn,
Wigbolus e Yzerbyt, 2001) trataba de ver los efectos de
Los resultados de este estudio indicaron, en los aná- la categorización de una víctima del daño de un tercero
lisis preliminares, que el miedo y la ira eran dos emo- por parte de un observador como parte del propio grupo
ciones diferenciadas y que también lo eran las dos ten- sobre la emoción de ira de dicho observador. Dentro de
dencias a la acción, oponerse y evitar. esta línea, en el segundo de los estudios (Gordijn, Wig-
bolus e Yzerbyt, 2001) se trataba de determinar en qué
La condición de valoración de la fuerza del propio circunstancias los individuos experimentan emociones
grupo aumentaba la emoción de ira en relación con la negativas ante la conducta intencional negativa de un
condición de debilidad del propio grupo y también exogrupo que perjudica a otros pero no a los individuos
aumentaba la tendencia a ir en contra del otro grupo. No mismos. De forma más específica se estudiaban los
obstante, no se produjeron efectos sobre la emoción de efectos de la categorización de las víctimas por parte de
miedo y la tendencia a la evitación. Lo análisis media- los observadores, como miembros de su propio grupo,
cionales mostraron que, si bien la valoración de la posi- sobre la ira experimentada por esos observadores. Se
ción de fuerza del propio grupo estaba relacionada con trata pues de experimentar ira en nombre de otros y no
la tendencia a oponerse, esa relación deja de ser signifi- un afecto negativo general como la ansiedad.
cativa cuando se introduce el efecto de la emoción de
ira, lo que parece indicar que la emoción media la rela- Estos autores parten de los planteamientos de la teo-
ción entre la valoración de la situación y la tendencia a ría de la autocategorización (Turner, 1987), señalando
ir en contra del exogrupo, tal como propone la TIE. La que la consideración de los otros como parte del propio
condición de control tenía efectos parecidos a la condi- grupo en un momento determinado es bastante flexible
ción de fuerza, pues los participantes cuando no se les dependiendo de ciertas variables contextuales. Aunque a
daba ninguna información asumían que su grupo estaba menudo resulta difícil empatizar con las víctimas de un
en una posición de mayor fuerza que el exogrupo. La daño e incluso se tiende a echarles la culpa de su situa-
ausencia de los efectos esperados de la condición de de- ción (Lerner, 1980), si se llega a considerar a la víctima
bilidad se interpreta como resultado del hecho de que en como parte del propio grupo y, por tanto del propio
esa condición la identificación con el grupo propio era «yo», se experimentan sentimientos equivalentes a cuan-
baja, lo que encaja con otros estudios dentro del marco do uno es víctima de un daño una injusticia. Piénsese,
de la identidad social, que muestran que cuando el gru- por ejemplo, en la diferencia de los sentimientos experi-
po propio tiene connotaciones negativas para el yo uno mentados ante los atentados del 11 de marzo en Madrid
prefiere definirse como individuo único que como frente a otros atentados similares con víctimas de otros
miembro del grupo (Ellemers, Spears y Doojse, 1997). países. En un estudio llevado a cabo con una muestra de
Por otra parte, los autores indican que quizá el miedo no siete comunidades autónomas en España tras estos aten-
sea una emoción relevante en un contexto de diferencias tados, las personas que se identificaban con España ex-
de valores entre grupos. No obstante, en términos gene- perimentaron más respuestas emocionales negativas,
rales estos estudios prestan apoyo a la predicción de la mientras que los que se identificaban con los vascos ex-
teoría de que la valoración de la situación intergrupal, perimentaban menos respuestas emocionales, posible-
y más específicamente la de que el propio grupo, tiene mente porque consideraban a las víctimas como un exo-
una fuerza o apoyo mayor que el exogrupo, facilitan la grupo (Conejero y Etxebarría, 2007).
emoción de ira y las tendencias a la acción de carácter
ofensivo o de atacar al exogrupo, y que la emoción me- En el estudio de Gordijn et al. (2001) se estudiaba la
dia la relación entre valoración y tendencia a la acción. influencia de la categorización de las víctimas sobre las
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 291
emociones de ira o ansiedad, y sobre las emociones po- de la identidad social y de la autocategorización, presta
sitivas. Se incluyeron tres condiciones de categorización apoyo al planteamiento de la TIE. Tal como indican los
según se dirigiera la atención de los participantes hacia investigadores, este estudio muestra que la conducta de
las semejanzas, las diferencias con la víctima o no se un exogrupo puede influir sobre emociones negativas
aludiera a ello (condición de control). En este estudio específicas, como la ira, y no solo sobre el afecto nega-
llevado a cabo con estudiantes de la Universidad de tivo genérico, y que se pueden experimentar emociones
Amsterdam se les presentaba un supuesto artículo de en nombre de otras personas cuando se juzga que se
prensa en el que se describía la situación en la que el comparte con ellas una categorización social relevante.
consejo de profesores la Universidad de Leiden había
decidido aumentar la carga de estudio para sus estudian- Así pues, la teoría de las emociones intergrupales
tes (a través de exámenes de admisión, y de obligar a permite hacer predicciones acerca de qué emociones es-
abandonar a los estudiantes que no aprobasen, entre pecíficas se experimentaran en situaciones intergrupales
otras medidas) de forma que la universidad fuera más concretas, sobre la base de los procesos de autocategori-
exclusiva y con menor número de estudiantes. Se añadía zación e identificación con ciertos grupos, y qué tenden-
que los sindicatos de estudiantes de esa universidad es- cias a la acción cabe esperar asociadas a esas emociones
taban indignados. Esta información era leída por todos específicas. Otros estudios han mostrado que la categori-
los participantes independientemente de la manipulación zación influye en los sentimientos de miedo aunque uno
de la categorización de las víctimas que se llevaba a ca- no haya recibido el daño. Así, en la investigación de
bo previamente. Dumont, Yzerbyt, Wigboldus y Gordijn (2003) se mos-
tró que el miedo experimentado por los participantes,
Para hacer tal categorización de las victimas de la si- belgas u holandeses, ante los ataques terroristas del 11
tuación descrita, estudiantes de Leiden, como pertene- de septiembre dependía de que se categorizase a las víc-
cientes o no al propio grupo, se dirigía la atención de los timas como miembros de un endogrupo o de un exogru-
participantes a las semejanzas o diferencias con ellos. po, aumentando así la probabilidad de identificación. En
Para ello antes de leer el artículo en cuestión se les de-
un primer experimento se trataba de comparar las reac-
cía que se trataba de una investigación sobre diferencias
ciones a los ataques por parte de los occidentales y de
en formación de impresiones: a) diferencias entre estu-
los árabes por un lado, lo que permitiría la identificación
diantes de distintas universidades (por ejemplo, de la
con las víctimas, o bien por parte de los europeos o de
Universidad de Amsterdam frente a Leiden) para produ-
estadounidenses, por otro. En esta segunda condición se
cir una categorización de la víctima como pertenecientes
al exogrupo; b) diferencias entre estudiantes y profeso- esperaba que se diera una menor identificación. Se en-
res, para producir una categorización de las víctima co- contró un aumento de la emoción de miedo, debido a las
mo pertenecientes al mismo grupo de estudiantes; c) gru- valoración de la negatividad, del carácter inesperado de
po de control en el que solo se les decía que el estudio la situación y de la incertidumbre suscitada en la condi-
era sobre formación de impresiones sin aludir a diferen- ción de categorización común con las victimas como oc-
cias entre grupos. Los principales resultados fueron que cidentales.
cuando la víctima se presentaba como similar a los par- En un segundo estudio se trataba de ver si el mismo
ticipantes se experimentaba mayor ira y menos felici- endogrupo, europeos, se consideraba de forma distintas
dad, aunque no se daban diferencias entre la condición en función del exogrupo de comparación, estadouniden-
de diferencias y el grupo de control. Tampoco se daban ses o árabes. Se esperaba que al comparar al endogrupo
diferencias entre condiciones en cuanto a la ansiedad. con los árabes, un exogrupo que excluía a las víctimas,
Se observa, pues, que la misma información sobre la haría que estas fueran consideradas como parte del pro-
conducta negativa de un exogrupo que daña a otros lleva pio grupo, lo que aumentaría los sentimientos de miedo
a más ira y menos felicidad en los observadores no afec- en comparación con la situación en la que el exogrupo
tados por esa conducta cuando se les lleva a fijarse en incluía a estas, que, por lo tanto, eran vistas como
las semejanzas con el grupo objeto del daño que cuando exogrupo. Se mostró que el sentimiento de miedo
se dirige su atención a las diferencias con ellos. Tam- aumentaba en la condición de comparación entre euro-
bién se da el aumento en esos sentimientos cuando se peos y árabes y que ese aumento se veía mediado por el
compara con un grupo en el que no se presta atención a sentimiento de que los ataques terroristas afectaban per-
las semejanzas o a las diferencias. Hay que distinguir sonalmente a los participantes. Esto último se considera
los efectos sobre la ira de la ausencia de efectos sobre la una evidencia de la importancia del proceso de autocate-
ansiedad. Esta investigación, situada dentro del marco gorización.
292 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

contenidos de los estereotipos atribuidos a exogrupos


17.5.3. Las emociones intergrupales, tienen un carácter ambivalente, de forma que combinan
los estereotipos e imágenes alta competencia o sociabilidad con valores bajos en la
de otros grupos otra dimensión. Es decir, la alta competencia suele estar
acompañada de baja cordialidad o sociabilidad, y por el
y las relaciones contrario, la alta sociabilidad suele ir acompañada de
socioestructurales baja competencia. Estas combinaciones ambivalentes
entre ellos darían lugar a reacciones ambivalentes combinando
emociones de carácter positivo y negativo como la envi-
En este apartado se tratan aquellas contribuciones re- dia o la pena.
cientes que han tratado de poner en relación los proce- Los autores señalan en primer lugar que las dos di-
sos cognitivos (estereotipos, imágenes, emociones y mensiones de afecto (sincero, amistoso, afectuoso, digno
conductas) que integran las relaciones intergrupales, lo de confianza) y competencia (capaz, eficiente, inteligen-
que supone un paso en la misma línea de la anterior te) se han encontrado en la investigación sobre percep-
aportación, de ir más allá de una concepción del prejui- ción de personas (Rosenberg, Nelson y Vivenkanathan,
cio como evaluación negativa global hacia el exogrupo 1968) y en la investigación sobre numerosos grupos na-
o exogrupos. También se tendrán en cuenta aquellos tra- cionales. Igualmente son las dos dimensiones clásicas
bajos que han puesto en relación las emociones intergru- que se obtienen en el dominio de los estereotipos de gé-
pales específicas y algunas de las variables estructurales nero: dimensión de instrumentalidad o agencia, atribuida
que caracterizan la relación intergrupal, como el estatus a los hombres, y de comunalidad o expresividad atribui-
o poder relativo de los grupos, o la interdependencia de da a las mujeres. Por ello consideran que constituyen las
las metas grupales. dimensiones básicas de contenido de estereotipos de los
grupos.
En segundo lugar, indican que los estereotipos de
17.5.4. El modelo del contenido muchos grupos tienen tanto rasgos negativos como posi-
tivos, por lo que resultan ambivalentes. Así, citan la
mixto de los estereotipos investigación de Phalet y Pope (1997) en la que se es-
tudiaron los estereotipos nacionales de los países de
Fiske, Cuddy y Glick (2002) ponen de relieve la rela- Europa del Este, mostrando cómo la mayoría de los es-
ción entre contenido de los estereotipos atribuidos a los tereotipos combinaban elementos positivos y negativos
distintos grupos y las emociones que se experimentan de estas dos dimensiones: competencia pero frialdad
hacia ellos, lo cual sirve para definir los prejuicios hacia afectiva, o afectuosidad e incompetencia.
esos grupos. Frente a una visión de que el contenido de
En la propia investigación llevada a cabo por Fiske,
estereotipos se produce y varía al azar, proponen que
Xu, Cuddy y Glick (1999) sobre la percepción de una
tiene un carácter sistemático que se muestra de dos for-
amplia gama de grupos sociales en Estados Unidos utili-
mas: los contenidos de los estereotipos comparten dos
zando escalas de competencia y sociabilidad, así como
dimensiones —competencia y afecto o sociabilidad— y
de estatus percibido y competitividad, se mostró a través
que el grado en que un estereotipo se define por una y
de análisis de conglomerados que los grupos estudiados
otra dimensión, o lo que es lo mismo, el poder situar el
se agrupaban en función de aquellas dos dimensiones y
estereotipo de un grupo en este espacio bidimensional,
que la mayoría de los grupos eran valorados más altos
deriva de las relaciones estructurales entre grupos: su es-
en una dimensión que en la otra. También se obtuvo, en
tatus relativo y su competitividad con el grupo propio.
consonancia con las hipótesis, que el estatus percibido
Así a un grupo de alto estatus se le suele atribuir com-
correlacionaba positivamente con la competencia: las
petencia y a un grupo de estatus bajo poca competencia.
correlaciones oscilaban entre r % 0,88 y 0,98. También
Por otra parte, la afectuosidad o sociabilidad atribuida al
se encontraron las correlaciones negativas esperadas en-
grupo deriva de una percepción de escasa competitivi-
tre afectuosidad y competitividad, oscilando entre
dad del exogrupo.
r % .0,31 y .0,64. El modelo y los principales resul-
Esta visión resulta más compleja que la tradicional tados obtenidos se esquematizan en la Tabla 17.2. Tam-
sobre el contenido de los estereotipos que implicaba una bién hay que señalar que hallaron un quinto conglome-
sola dimensión de evaluación general positiva o negati- rado menos definido en función de las dos dimensiones
va del grupo. Proponen igualmente que muchos de los (gays, jóvenes, hispanos, negros, árabes).
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 293
Tabla 17.2. El modelo del contenido de los estereotipos de Fiske, Cuddy y Glick.
Estatus Bajo Alto

Competencia

Competitividad Baja Alta


Alta Afecto

Bajo Sin techo Asiáticos


Pobres Judíos
Receptores de subsidios Ricos
Incompetentes fríos Competentes fríos

Alto Discapacitados físicos Blancos


y psíquicos Mujeres
Baja Personas mayores Clase media
Grupos de referencia
y endogrupos
Afectuosos incompetentes Afectuosos competentes

En cuanto al grupo de las personas sin techo o a los controlar. Se trata de un prejuicio de carácter paterna-
que viven de subsidios, se les considera de alta competi- lista, pues el propio grupo adopta una postura domi-
tividad por el uso indebido de los recursos comunes y nante pero de custodia. Dado que se trata de grupos
por aprovecharse de los demás, ya que se les echa la caracterizados como afectuosos, los sentimientos son
culpa de sus situación. positivos.

Al mismo tiempo que se llevan a cabo las prediccio- Conglomerado 3. Los grupos caracterizados como
competentes pero fríos darán lugar a la emoción de la
nes del contenido de los estereotipos en función de las
envidia y celos. Su alto estatus representa algo positi-
relaciones socioestructurales, se proponen las emociones
vo y como se les percibe competentes se les atribuye
que se experimentan prioritariamente hacia los grupos y
la responsabilidad de esa situación. Al mismo tiempo
que sirven para definir el tipo de prejuicio que se expe-
la falta de afectuosidad corresponde a que se les atri-
rimenta. Así pues, el prejuicio deja de ser una evalua-
buye competitividad con el propio grupo e intenciones
ción negativa generalizada para concebirse como emo- hostiles. Así se piensa que explotan ilegítimamente su
ciones matizadas y, en algunos, casos ambivalentes. Las posición superior. Se trata aquí de un prejuicio envi-
predicciones según el modelo eran que los grupos susci- dioso.
tarían las siguientes emociones o combinaciones de
emoción: Conglomerado 4. Los grupos caracterizados como in-
competentes y no afectuosos son objeto de emociones
Conglomerado 1. Los grupos de alto estatus que no de desprecio y asco o resentimiento por la conducta
compiten con el propio grupo (entendido en sentido que se juzga ilegitima y la situación negativa en la
amplio como categorías sociales a las que pertenecen que se encuentran como debida a causas controlables.
los participantes): grupos propios, grupos de referen- Se les considera competitivos pues lo que obtienen se
cia y aliados inmediatos serán objeto de emociones no detrae los recursos del propio grupo, es decir que se
ambivalentes, como el orgullo por los resultados posi- los percibe como aprovechándose de éste. Producen el
tivos, admiración y respeto. prejuicio despectivo.

Conglomerado 2. Los grupos de bajo estatus no com- En la Figura 17.3 se presentan las medias de las dis-
petitivos considerados como incompetentes pero afec- tintas emociones aplicadas a cada conglomerado de gru-
tuosos; personas con discapacidad física o psíquica, pos (denominados «grupos» en la gráfica) en un estudio
mayores y amas de casa producirán pena y en menor de Fiske, Cuddy, Glick, y Xu (2002, estudio 4).
grado, empatía. La pena se dirige a las personas que Como se observa, el grupo 1 es objeto de la emoción
tienen una situación negativa cuya causa no pueden de admiración más que de ninguna otra, tal como se es-
294 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

1. Grupos de referencia y endogrupos.


2. Grupos competentes y fríos.
3. Grupos afectuosos e incompetentes.
4. Grupos incompetentes y fríos.
En la comparación entre grupos, la media de la emoción aplicada al grupo correspondiente es significativa-
mente diferente del promedio de esa emoción en su aplicación a los otros tres grupos. En la comparación in-
tragrupos, es decir, de la aplicación de las distintas emociones a un grupo, se observa que la emoción princi-
pal se aplica significativamente más que el promedio de las otras emociones aplicadas a ese grupo.

FIGURA 17.3. Las emociones experimentadas hacia los distintos conglomerados de grupos.
Fiske et al. (2002, estudio 4, adaptado de Fiske, Cuddy y Glick, 2002).

peraba. El grupo 2 recibe envidia pero también admira- menos esfuerzo directo, pero también tienen repercusio-
ción, lo que apoya el carácter ambivalente del prejuicio. nes para el otro grupo.
El grupo 3 es objeto sobre todo de pena y menos admi- A su vez, estas dimensiones se relacionan con las
ración o desprecio, y muy baja envidia. El grupo 4, dos dimensiones estereotípicas de afecto y competencia.
además de desprecio, tal como se esperaba, es objeto El afecto a la hora de caracterizar a los exogrupos tiene
de pena, por lo que en lugar de emociones negativas que ver con las conductas activas de facilitación (alto
univalentes tiene un carácter más ambivalente. Vemos afecto) o daño (bajo afecto). Las de competencia, con
pues, que las predicciones del modelo obtienen un las conductas pasivas de facilitación (alta competencia)
apoyo sustancial en los datos. o daño (baja competencia). Así, la dimensión estereotí-
En un trabajo más reciente (Cuddy, Fiske y Glick, pica de afecto predecirá la valencia (facilitación o daño)
2007) ponen en conexión este modelo con las tendencias de las conductas activas, mientras que la competencia
a la acción. Se basan en la teoría del appraisal en cuan- predecirá la valencia ( facilitación o daño) de las con-
to a la secuencia entre valoración cognitiva-emoción- ductas pasivas. Así, los estereotipos de afectuosidad pro-
tendencia a la acción (Fridja, Kuipers y Ter Schure, moverán las conductas activas de facilitación, como
1989). El nuevo modelo que incluye las conductas es ayudar al grupo, y evitarán el daño activo, como atacar-
denominado BIAS (behavior intergroup affect stereoty- lo. A su vez, el estereotipo de competencia suscitará la
pes: conductas, afectos y estereotipos intergrupales). facilitación pasiva (asociarse al exogrupo) y evitará el
Proponen unas dimensiones subyacentes a las conductas daño pasivo (excluirlo). Cada combinación de compe-
y asociadas a las dimensiones estereotípicas. Una de las tencia y afecto dará lugar a tendencias a la acción espe-
dimensiones tienen que ver con la valencia de las con- cíficas. También proponen que las emociones vinculadas
ductas: facilitación o daño, es decir carácter prosocial o a cada combinación de los estereotipos de competencia
agresivo, que dan lugar a resultados positivos o ganan- y afecto-admiración, desprecio, envidia y pena, y que
cias para los grupos, o pérdidas para ellos. La segunda vimos con anterioridad, se relacionan en mayor medida
dimensión tiene que ver con el carácter activo o pasivo con las conductas que los estereotipos y mediarán en la
de las conductas. Las conductas activas son las que im- relación entre estos y aquellas. El nuevo modelo ha reci-
plican esfuerzo y se llevan a cabo para afectar directa- bido un apoyo empírico bastante amplio en estudios co-
mente a los exogrupos. Las de carácter pasivo implican rrelacionales y experimentales.
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 295

17.6
Relaciones intergrupales, imágenes grupales
y emociones
Otra contribución de interés (Brewer y Alexander, 2002; de metas entre el propio grupo y el exogrupo definida
Alexander, Brewer y Herrmann, 1999) enfoca las distin- por la compatibilidad o incompatibilidad de estas. Tam-
tas imágenes de exogrupos y las pone en conexión con bién se tienen en cuenta las diversas emociones que se
las relaciones estructurales entre el grupo propio y los experimentan con respecto a los grupos caracterizados
diversos exogrupos. Esta teoría se desarrolla en el cam- por esas imágenes, así como las tendencias a la acción
po de las relaciones internacionales a partir de la contri- derivadas de ellas. Los autores defienden que la valora-
bución de Herrmann (1985), quien propone que la valo- ción del patrón de relaciones entre el grupo propio y el
ración de las relaciones entre el propio grupo y el exogrupo es lo que determina las emociones específicas
exogrupo en cuanto a las amenazas y oportunidades que que se experimentan y las tendencias a la acción especí-
ofrecen esas relaciones dan lugar a imágenes específicas ficas. Estas emociones y tendencias a la acción se tradu-
de los diversos exogrupos, que sirven para explicar y ju- cen en representaciones cognitivas del exogrupo o imá-
tificar las orientaciones afectivas y conductuales hacia genes, y en las políticas o preferencias de conducta. En
ellos. La valoración de las relaciones se centra en el po- la Tabla 17.3 se presentan de forma sucinta los distintos
der y el estatus relativo, así como en la interdependencia componentes de este modelo.

Tabla 17.3. La teoría de la imagen de las emociones intergrupales


(adaptada de Brewer y Alexander, 2002).
Patrón de relación Emoción Orientación
Imagen
del exogrupo intergrupal de conducta

Compatibilidad de metas Admiración Cooperación Aliado


Estatus igual confianza Benigno, altruista
Poder igual
(No amenazante)

Incompatibilidad de metas Ira Contención o Enemigo


Estatus igual ataque Hostil, manipulador
Poder igual no digno de confianza
Amenazante)

Independencia de metas Asco Explotación o Dependiente


Estatus inferior desprecio paternalismo Inepto, vulnerable
Poder inferior dividido
(Oportunidad de maximizar
las metas del propio grupo)

Incompatibilidad de metas Miedo Protección Bárbaro


Estatus inferior intimidación defensiva Malvado
Poder superior disfruta con la destrucción
(Amenazante) arbitraria

Independencia de metas Celos Resistencia Imperialista


Estatus superior resentimiento rebelión Explotador
Poder superior controlador
deseoso de dominar
296 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

La imagen del aliado excluye cualquier duda o re- bilidad y atribuían mayor estatus a los blancos. Se daban
serva en cuanto a la cooperación con él; la del enemigo divergencias en cuanto a la valoración del poder relati-
implica equilibrar la tendencia a eliminar la amenaza a vo. Aunque ambos coincidían en atribuir más poder de
través del ataque y las restricciones morales. Además de control de la política y de la riqueza a los blancos, los
la caracterización como hostil se piensa que sus líderes negros percibían mucha mayor diferencia entre ambos
son capaces de lograr los intereses de su grupo. La ima- grupos que los blancos. Por otra parte, los blancos
gen del bárbaro implica una amenaza al endogrupo por creían que los negros estaban ganando cuotas de poder
su fuerza y carácter impredecible, y como potencial in- en mayor medida que lo que los negros creían. A partir
vasor. Se le considera inmune a la disuasión, pues no de esa diferencia en la valoración del poder se espera
hace una estimación racional de costes y beneficios de que las diferencias individuales en la estimación del po-
sus acciones. Ante él y para defenderse de la imagen del der del exogrupo se traduzcan en las imágenes del exo-
propio grupo como cobarde se propicia una estrategia de grupo y en las emociones experimentadas ante él. Los
aislamiento. En el caso del grupo dependiente se justifi- blancos que perciben los cambios de poder a favor de
ca el tomar el control del grupo como un deber moral y los negros experimentarán miedo y la correspondiente
no como una explotación, pues se defiende que hay que imagen de bárbaros. Los negros que perciben mayor po-
protegerlo de su propia ineptitud. Se espera gratitud y se der en el grupo blanco experimentarán ira y resentimien-
dan muestras de sentirse ofendidos cuando se dan quejas to, y percibirán al grupo blanco como imperialista. El
o resistencia por parte del exogrupo. En el caso del gru- estudio de las emociones que cada grupo experimentaba
po imperialista, dados su estatus y fuerza, no se le puede ante el otro en comparación con su endogrupo mostró
atacar directamente y hay que recurrir al ataque indi- que los dos grupos experimentaban más admiración por
recto y a formas de resistencia y sabotaje, o actos de su grupo que por el exogrupo y que la emoción disitinti-
rebelión. La situación también se caracteriza por la va negativa de los blancos hacia los negros era miedo e
idea de que algunos miembros del endogrupo se han intimidación, y la de los negros hacia los blancos era ira
«vendido» al grupo poderoso y son un instrumento para y resentimiento. En cuanto a las imágenes, cada grupo
la dominación. se adjudicaba la imagen de aliado más que al exogrupo,
En una contrastación inicial de la teoría de carácter y en cuanto a la imagen de enemigo, se la atribuyen mu-
experimental se presentaban las configuraciones de rela- tuamente en espejo. Las imágenes de bárbaro e imperia-
ciones definidas desde la teoría y se comprobaban sus lista diferenciaban los grupos. Los blancos atribuían más
efectos sobre las orientaciones de conducta y las imáge- la imagen de bárbaro a los negros, mientras que estos no
nes, pero no se incluían las emociones (Alexander, Bre- diferenciaban entre endogrupo y exogrupo en cuanto a
wer y Herrmann, 1999). Los resultados dieron apoyo a la atribución de esta imagen. Por su parte, los negros
las predicciones de la teoría. En un estudio de campo, atribuían más la imagen de imperialistas a los blancos,
en una contexto de relaciones interraciales entre estu- mientras que estos no mostraban diferencias entre los
diantes blancos y negros, se trataba de ver cuáles eran dos grupos en cuanto al uso de esta imagen. El estudio
las valoraciones que hacían de la estructura de las rela- muestra que se dan diferencias en la percepción de algu-
ciones, por lo que se refiere a la interdependencia, esta- nos aspectos de las relaciones entre los grupos, depen-
tus y poder entre blancos y negros, en los Estados Uni- diendo del grupo que emitiera el juicio, pero las imáge-
dos y sus efectos sobre las emociones y la imágenes nes y emociones experimentadas a partir de esa
mutuas. En cuanto a la compatibilidad de metas ambos valoración son consistentes con ella y prestan apoyo a la
grupos coincidían en la percepción de una alta compati- teoría.

17.7
Resumen
Los desarrollos considerados en este capítulo se ocupan neral de un exogrupo y prestar atención a las reacciones
de las emociones en el contexto de las relaciones inter- emocionales suscitadas por los distintos exogrupos. Los
grupales y tienen en común el ir más allá de la visión estudios descriptivos sobre emociones intergrupales sir-
del prejuicio como evaluación negativa de carácter ge- vieron para poner de relieve las diferencias en estas
Capítulo 17. LAS EMOCIONES INTERGRUPALES 297
reacciones emocionales dependiendo de los exogrupos ne en relación las dimensiones estereotípicas de compe-
específicos. Un primer intento de sistematización de es- tencia y afecto, a través de las que se caracteriza a los
tas reacciones emocionales desde la perspectiva socio- exogrupos, con la estructura de las relaciones intergru-
funcional consiste en relacionar las emociones específi- pales de estatus relativo y competición intergrupal. Así
cas, suscitadas por los distintos exogrupos, con las ame- mismo, relacionan los estereotipos con las emociones
nazas o categorías de amenazas que esos grupos repre- experimentadas y las tendencias a la acción. Por último,
sentan. Las siguientes contribuciones hacen un mayor la teoría de las imagen de las emociones intergrupales
hincapié en el contexto intergrupal y tienen un carácter supone que la valoración de la naturaleza de las relacio-
convergente, pues todas ellas asumen que las emociones nes entre el propio grupo y el exogrupo, desde el punto
tienen su base en ese contexto intergrupal. La teoría de de vista de la interdependencia —cooperativa o compe-
la emoción intergrupal supone una síntesis entre las teo- titiva— y de estatus y poder relativos, dan lugar a emo-
rías de la valoración de la emoción y la perspectiva de ciones intergrupales y a tendencias a la acción basadas
la identidad social. Así, enfoca las emociones que se ex- en las imágenes específicas de los exogrupos. Así pues,
perimentan al valorar una situación en función de cómo estos tres modelos conceden una gran importancia a las
afecta a un grupo con el cual uno se identifica, poniendo emociones específicas, adoptan la perspectiva del grupo
de relieve la importancia de la autocategorización para propio y varían en cuanto al grado en que especifican
experimentar determinadas emociones. El modelo del las valoraciones de las relaciones con los exogrupos, la
contenido de los estereotipos y su extensión en el mode- caracterización de estos y las tendencias a la acción. To-
lo BIAS, adoptan la perspectiva del grupo propio, y po- dos ellos han recibido un apoyo empírico considerable.

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a
302 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

18.1
Introducción
La comparación social aparece en situaciones en las que El presente capítulo tiene dos partes. En la primera
los individuos no tienen elementos objetivos con los que se hace una revisión histórica de la evolución del con-
evaluarse y, para reducir esta incertidumbre, tienden a cepto de comparación social, bajo qué circunstancias
compararse con otros buscando respuestas. En las organi- aparece y qué consecuencias tiene. En la segunda se
zaciones, por ejemplo, cuando los nuevos empleados no presenta un estudio que investiga la relación entre la
saben exactamente si su desempeño es el adecuado o cuál comparación social, concretamente el «afecto generado
va a ser su futuro profesional es probable que se compa- por la comparación social», y la salud laboral. Según los
ren con sus compañeros. Así, estudiar la comparación so- resultados obtenidos, «compararse con los compañeros
cial en el contexto de la psicología de las organizaciones de trabajo que están mejor y sentirse bien por ello» está
tiene un interés especial al ser una estrategia ampliamente
relacionado positivamente con la salud tanto física como
utilizada por los empleados. No obstante, como veremos,
psicológica y con la satisfacción laboral, concretamente
el estudio de la comparación social ha estado unido tradi-
cionalmente a la investigación sobre las estrategias de co- con la satisfacción intrínseca y con satisfacción con la
ping en el ámbito de la salud y, solo recientemente, ha co- carga de trabajo.
menzado a abordarse desde una perspectiva organizacional.

18.2
Una revisión histórica del concepto
de «comparación social»
La revisión del concepto de comparación social realiza- movimiento de un punto de luz en una habitación total-
da por Suls y Wheeler (2000) indaga en sus anteceden- mente oscura. Los participantes no sabían que, en reali-
tes recogiendo desde la aportación de la escuela platóni- dad, la luz estaba fija, aunque debido a la ilusión óptica
ca, que argumentaba que el conocimiento personal del llamado «efecto autocinético» parecía que se movía.
proviene de la comparación con un «estándar», pasando Los resultados indicaron que los participantes tendían a
por la obra de Aristóteles hasta las propuestas de autores identificar recorridos similares a los de los miembros de
como Rousseau o Kant, quienes plantearon que los seres su grupo al comparar sus ideas con las de estos. Este ex-
humanos buscan establecer semejanzas y diferencias con perimento permitió concluir que en la creación de las
sus semejantes para obtener información de sí mismos y normas grupales intervienen elementos como la compa-
del mundo que les rodea. ración social, que ayuda a dar sentido a lo que ocurre en
situaciones ambiguas.
Pero si nos centramos en el ámbito de la psicología,
los primeros intentos por acercarse al concepto de com-
paración social se localizan entre finales del siglo XIX,
con James (1890), y principios del XX, con Cooley 18.2.1. Teoría de la «comparación
(1902). Más concretamente, desde la psicología social
encontramos investigadores relevantes como Sheriff, social» de Festinger
que en 1936 trabajó en la conformidad y cuyo experi-
mento fue pionero en la investigación interaccionista Festinger fue el primer autor que acuñó el término de
(Turner, 2001). En dicho trabajo, como es ampliamente comparación social (1954) y propuso una teoría sistemá-
conocido, se colocaba a los sujetos experimentales en tica. Por tanto, no es de extrañar que un alto porcentaje
una situación ambigua, pidiéndoles que estimaran el de las investigaciones modernas en psicología social so-
Capítulo 18. «CUANDO VEO COMPAÑEROS QUE FUNCIONAN MEJOR QUE YO...»... 303
bre este tema estén basadas en su teoría (Gibbson y demás con el fin de sentirse más seguros. Cuando no se
Buunk, 1999). Sin embargo, este concepto, o mejor, su tienen medidas objetivas (por ejemplo, en el caso de las
idea original, ya había sido abordado desde diferentes habilidades o capacidades personales), la comparación
disciplinas, muy especialmente por filósofos y científi- sirve para identificarlas en los otros y entender así có-
cos sociales, aunque sin la estructuración ni la compren- mo desenvolverse y actuar mejor en una determinada
sión global lograda por él. situación.
Festinger llevó a cabo su primera investigación so- Es importante reseñar que la teoría de Festinger pre-
bre comparación social bajo la dirección de Kurt Lewin tende explicar la comparación social en una dirección, la
y estuvo muy influido por su participación en el Re- comparación con los semejantes, sin atender a otras
search Center for Group Dynamics (para una amplia- cuestiones como, por ejemplo, qué ocurre en las compa-
ción, ver Suls y Wheeler, 2000). Esa investigación con- raciones con aquellas personas que son (o parecen ser)
cluyó que, como regla general, los individuos rebajan «mejores» o «peores» que las que realizan la compara-
sus aspiraciones si su referente se encuentra por debajo ción. Estas preguntas han tratado de ser resueltas por otros
de la media y viceversa, es decir, las aumentan si dicho autores, como se verá a lo largo del presente capítulo.
referente está por encima de la media, sin perjuicio de
otras variaciones que puedan surgir por otros factores.
En el grupo fundado por Lewin, Festinger ya pudo 18.2.2. Teoría de la comparación
advertir cómo los individuos desean alcanzar una opi- social descendente»
nión similar, bien porque el grupo al que pertenecen ne-
cesita el acuerdo para llegar a objetivos comunes o por- En 1981 Wills escribió un artículo que revolucionó el
que el consenso grupal da confianza, concluyendo que estudio de la comparación social y en el que realizaba
los individuos muestran una tendencia general hacia la una revisión exhaustiva del prejuicio social, la hostilidad
uniformidad. y la agresión. En este trabajo proponía la «teoría de la
En 1954, este autor publica un artículo en el que comparación social descendente» y concluía que los in-
presenta su teoría de la comparación social, cuyas con- dividuos pueden incrementar su bienestar psicológico en
diciones se reproducen a continuación: la medida en que «miran hacia abajo», esto es, se com-
paran con otros menos afortunados (comparación des-
«El proceso de comparación social surge cuando una
cendente). Esta teoría tiene un principio básico, con va-
persona no puede evaluar sus habilidades y capacida-
rios corolarios y dos principios auxiliares, que se
des directamente».
enuncian a continuación (Wills, 1981, pp. 245-246):
«En estas circunstancias tiende a evaluarse por proce- «Principio básico: las personas pueden incrementar
sos de comparación con otras personas». su bienestar subjetivo comparándose con aquellas que
«Esta comparación busca la uniformidad». son menos afortunadas.
«Existe una tendencia a dejar de compararse con — Corolario situacional: la comparación social descen-
aquellas personas que son divergentes. Esta tendencia dente es evocada cuando se da una reducción del
se incrementa, sobre todo, si se perciben divergentes bienestar subjetivo.
en dimensiones relevantes». Corolario 1: la comparación social descendente
«Factores tan importantes como la relevancia y la puede aparecer de forma pasiva en personas capa-
atracción afectan a la fuerza con la que se busca la ces de aprovechar las oportunidades de comparar-
uniformidad» (pág. 217). se con aquellas que son menos afortunadas.
Según el autor, existe una tendencia a evaluarse con Corolario 2: la comparación social descendente
la mayor exactitud posible, sobre todo cuando se trata puede aparecer de forma activa.
de opiniones o se carece de medidas objetivas. La hipó- – Corolario 2.a: la comparación social descenden-
tesis principal de Festinger, como se ha visto, es la de te se puede conseguir minusvalorando a la per-
que los individuos tienden a compararse con otros simi- sona con la que uno se compara; de ese modo
lares, buscando la uniformidad. Sin embargo, plantea se incrementa la distancia emocional entre am-
ciertas dudas respecto a cómo se encaminan hacia tal bos.
uniformidad. Parece que, en el caso de las opiniones, el – Corolario 2.b: la comparación social descenden-
interés es mantener juicios similares a los que hacen los te se puede conseguir causando daño de forma
304 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

activa; de este modo se crea la oportunidad de


compararse con alguien menos afortunado. 18.2.3. Teoría de la comparación
social ascendente
— Corolario de personalidad: las personas con baja
autoestima están más interesadas que los demás en Continuando con la revisión histórica, encontramos el
la comparación social descendente. trabajo de Taylor y Lobel (1989) relativo a la «compara-
Principio sobre el grupo de referencia: la compara- ción social ascendente». Estos autores prueban que com-
ción social descendente tiende a dirigirse a personas de pararse con aquellos considerados superiores tiene tam-
bajo estatus. bién un valor positivo para los individuos. Siguiendo
estudios anteriores, Taylor y Lobel focalizan su interés
Principio de ambivalencia: la gente es ambivalente en pacientes de cáncer y retoman los estudios clásicos
sobre la comparación social descendente». de Schatcher (1959), en los que, en una situación de pe-
ligro, los individuos prefieren utilizar la comparación
Esta teoría explicaría aquellas situaciones difíciles
social descendente. Sin embargo, otros trabajos ya ha-
en las que a la persona no le quedan muchas más opcio-
bían mostrado que esta preferencia no es tan automática
nes para mejorar su bienestar subjetivo aparte de recurrir
como se planteaba, pues algunos pacientes preferían
a compararse con aquellos que están peor, lo que la lle-
buscar información positiva en individuos que habían
varía a experimentar un sentimiento de mejoría. En si-
sobrevivido sin secuelas o que mostraban un mejor pro-
tuaciones normales las personas no disfrutan observando
nóstico ante la enfermedad (Taylor, Falke, Shoptaw y
a aquellos que lo están pasando mal; sin embargo, sí uti-
Litchman, 1986). Molleman, Pruyn y Van Knippenberg
lizan este tipo de comparación en situaciones negativas
(1986) demostraron esa misma preferencia en un estudio
para ellos. Una novedad es que existen dos formas de
con 506 enfermos de cáncer.
llevar a cabo la comparación, una pasiva y otra activa.
En el primer caso, los individuos se comparan de un Taylor y Dakof (1988) en otro estudio con pacientes
modo espontáneo, sin ninguna intención específica. En de cáncer a los que se les pedía que identificaran las si-
el segundo, su intención al compararse es minusvalorar tuaciones o acciones que más les habían ayudado duran-
al otro para experimentar así una situación de ventaja te su enfermedad encuentran que son las siguientes:
que les permite sentirse mejor. No obstante, el autor ha- Tener como modelos a personas que habían vencido
ce dos aclaraciones al respecto. La primera, que no exis- el cáncer.
te un interés permanente y constante por la comparación
descendente ni por causar daño de forma sistemática a Tener contacto con individuos que hubieran superado
aquellos considerados «inferiores», sino que esto se pro- la enfermedad.
duce cuando se experimenta una situación de amenaza Utilizar estrategias adecuadas de afrontamiento (co-
para la autoestima. La segunda aclaración es que no to- ping).
das las personas se rigen por la comparación descenden-
te y que esta es más probable en culturas que consideran En el polo opuesto, las situaciones que menos les
aceptable minusvalorar a los demás. habían ayudado eran:

En resumen, para Wills la comparación social no es Estar cerca de modelos negativos para su enfermedad.
un mero instrumento para establecer estándares con los Realizar conductas contraproducentes para su proceso
que evaluarse más objetivamente como planteaba Fes- curativo.
tinger, sino que constituye una fórmula para mejorar el
Sobre la base de todos estos trabajos, Taylor y Lobel
bienestar personal, sobre todo en situaciones en las que
(1989) propusieron un principio teórico sobre la compa-
es difícil hacer algo. Así, la comparación descendente se
ración social ascendente:
ha observado en enfermos de diversas dolencias (sobre
todo, artritis reumatoide, cáncer, infertilidad y dolor cró- «Los individuos que viven situaciones amenazantes
nico) y se ha visto que «compararse con los que están para sus vidas tienen una fuerte preferencia a comparar-
peor» es una estrategia que utilizan de forma frecuente se con aquellos que son menos afortunados que ellos
(para una revisión, ver Tennen, Eberhardt McKee y Af- (comparación social descendente), pero tienen un fuerte
fleck, 2000). Parece que la percepción de estar mejor deseo de búsqueda de información y contacto personal
que otro similar, está positivamente relacionada con el con aquellos que viven una situación más positiva que la
bienestar subjetivo, incluso cuando se controla el estrés suya (comparación social ascendente)» (Taylor y Lobel,
físico y psicológico (p. e., Buunk, 1995). 1989, p. 569).
Capítulo 18. «CUANDO VEO COMPAÑEROS QUE FUNCIONAN MEJOR QUE YO...»... 305
Además, a juicio de Collins (1996) la comparación tan los propios autores, las diferencias tengan que ver
ascendente permite obtener información interesante acer- con el tipo de muestra utilizada, ya que los niveles de
ca de la conducta adecuada para mejorar la situación y amenaza-incertidumbre son diferentes en cada caso. No
estar al mismo nivel que el objeto de la comparación, obstante, ambos estudios ponen de manifiesto que exis-
con lo que esta tendencia se ve reforzada. ten distintos filtros cognitivos que ayudan a los indivi-
Recapitulando sobre lo expuesto, el estudio de la duos a mantener creencias positivas sobre ellos mismos.
comparación social empezó interesándose en la compa- Asímismo Buunk y su equipo señalan que, al menos,
ración con los similares, para luego hacer más hincapié existen tres elementos que podrían actuar como modera-
en la importancia de la comparación social descendente dores. El primero se refiere a las características de per-
e, inmediatamente después, en los beneficios que podía sonalidad y, muy especialmente, a la autoestima. Según
producir también la comparación social ascendente. estos autores, los individuos con alta autoestima tienden
En los años 90, Buunk, Collins, Taylor, Vanyperen y a hacer comparaciones que les resulten favorables inclu-
Dakof (1990) publican un artículo que marca un nuevo so en el supuesto propuesto por Wills de la comparación
hito en el desarrollo del estudio de la comparación so- descendente. En sentido contrario, los individuos con
cial. En este trabajo, sus autores no solo confirman los baja autoestima tienen una tendencia a interpretar la
efectos positivos de la comparación social, tanto ascen- comparación como negativa, independientemente de que
dente como descendente, también ponen de relieve sus la dirección sea ascendente o descendente. Un segundo
efectos negativos. factor es la importancia del objeto de la comparación
social. Por ejemplo, en la práctica deportiva no es lo
mismo compararse con deportistas de un programa de
alto rendimiento que con individuos que no se dedican
18.2.4. Las consecuencias profesionalmente al deporte. Por último, el grado de
afectivas de la control percibido, es decir si el individuo que se compa-
comparación social ra entiende que su situación es controlable. En línea con
este planteamiento, Testa y Major (1988) ya habían pro-
ascendente y descendente bado cómo en sujetos con depresión las comparaciones
sociales ascendentes estaban vinculadas a menores nive-
Como se ha planteado, Buunk y sus colaboradores pro- les de depresión si el grado de control percibido era alto.
pusieron un nuevo modelo para entender la comparación Además, en general el grado de control se ha demostra-
social en el que defendían tanto los aspectos positivos do como un factor relevante para la aparición de estrate-
como negativos de uno y otro tipo de comparación so- gias de coping y de respuestas emocionales (Buunk et
cial: la ascendente y la descendente. Para ello realizaron al., 1990).
dos estudios, uno con 55 pacientes de cáncer y otro con
632 individuos casados.
Analizando los datos en conjunto, ambos estudios
demostraron que «la dirección de la comparación social 18.2.5. Teoría de la identificación-
(ascendente o descendente) no está unida a una reacción contraste
emocional específica, como parecía que la literatura ha-
bía demostrado hasta entonces, sino que tanto la compa- Hasta aquí, la comparación social ascendente y descen-
ración social ascendente como la descendente son capa- dente se ha abordado desde el ángulo de la salud, ya que
ces de generar respuestas afectivas positivas y negativas la mayoría de los estudios toman como referencia a per-
dependiendo de en qué aspectos de la comparación so- sonas con algún tipo de enfermedad. Sin embargo,
cial el individuo tuviera puesto su objetivo» (Buunk et Buunk e Ybema (1997) plantean su teoría de la «identi-
al., 1990, pp. 1245-1246). ficación-contraste», centrada en el afecto que genera la
En ambos estudios, el interés de los participantes por comparación social en contextos laborales. Esta teoría
el afecto positivo es mayor que por el afecto negativo. sostiene que, con carácter general, los empleados en su
Sin embargo, mientras que en el estudio con pacientes trabajo están motivados a identificarse con aquellos que
de cáncer la comparación social ascendente provocó lo están haciendo mejor, buscando la similitud y consi-
más afecto positivo que la comparación social descen- derando que esa situación de ventaja puede ser alcanza-
dente, en el estudio con individuos casados este efecto ble con esfuerzo. Mientras que la comparación ascen-
fue menos potente, aunque quizá, tal y como manifies- dente evoca afecto positivo, identificarse con aquellos
306 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

que lo hacen peor puede ser doloroso, siendo aconseja- además, se promueve el aprendizaje vicario de aquellas
ble evitar este tipo de comparación. Por ello, los em- conductas que contribuyen a la consecución de obje-
pleados tienden a contrastarse con los que actúan peor, tivos.
concentrándose en las diferencias que los separan y en La clave de esta teoría radica en plantear la compa-
su propia superioridad. ración social como un elemento más a tener en cuenta al
Estos mecanismos tienen como fundamento aumen- explicar la salud laboral en contextos organizacionales.
tar la autoestima y la salud mental. Los autores de esta Así, los autores de esta teoría ya han realizado estudios
teoría señalan también que con la búsqueda de la iden- relacionando la comparación social y diferentes aspectos
tificación se pretende un incremento del sentido de per- del bienestar, como el burnout (p. e., Buunk, Ybema y
tenencia al grupo que genera resultados positivos y, Gibbons, 2001).

18.3
Un estudio de la comparación social en un contexto
organizacional: comparación social y salud laboral
A continuación se presenta parte de un estudio (Rodrí- ratio de otros trabajadores que se encuentren en una si-
guez, 2006) en el que se trata de investigar la compara- tuación similar. Los resultados de esta comparación sir-
ción social en el contexto organizacional, como plantea ven para que los trabajadores valoren como equilibrada
la teoría de la «identificación-contraste». El objetivo es o no su situación en la organización, lo que les hará sen-
estudiar la relación entre la comparación social (medida tirse satisfechos o no. Trabajos más recientes, por ejem-
como el «afecto generado por la comparación social») y plo, de Conner (2003), también han señalado la impor-
la salud laboral (malestar físico y psicológico, y satis- tancia de la comparación social como un elemento que
facción laboral) en un grupo de soldados profesionales posibilita la satisfacción laboral.
del Ejército Español. Dado que no hemos encontrado es-
tudios similares a este con los que avanzar en la defini-
ción de hipótesis de trabajo, planteamos un análisis ex-
ploratorio. En concreto, se analizan las relaciones entre 18.3.1. Muestra
cuatro dimensiones de la comparación, la dirección (as-
cendente y descendente) y el afecto que genera (positivo
La muestra está compuesta por 779 militares profesiona-
y negativo) y su asociación con la salud laboral.
les del Ejército Español. Un 90,7% son hombres y un
Como en apartados anteriores se ha analizado la 9,3%, mujeres. Estos datos están en línea con las tasas
comparación social en el contexto de la salud, no vamos de participación de la mujer en el Ejército Español
a incidir de nuevo en ello, sino que ahora nos vamos a (Hombrados, Olmeda y Del Val, 2007), cuyo porcentaje
centrar en la relación entre la comparación social y la oscila entre el 5,8% en el año 2001 y el 13,3% en 2006.
satisfacción laboral. La media de edad es de 23,45 años (d.t. % 3,5).
La unión entre comparación social y satisfacción la- La recogida de los datos se realizó en horario la-
boral ya fue propuesta por Adams en su «teoría de la boral, mediante un cuestionario y garantizando a los
equidad» (1963, 1965). Para este autor, la satisfacción participantes la confidencialidad de la información apor-
laboral es el resultado de un proceso de comparación, tada.
pues los trabajadores perciben su participación en el tra-
bajo como un intercambio entre lo que aportan a la or- Se han utilizado tres instrumentos de medida, uno
ganización (experiencia, conocimiento, esfuerzo, etc.) y para cada uno de los constructos analizados. Dichos ins-
lo que esta les devuelve (reconocimiento, salario, presti- trumentos han sido traducidos al castellano por el equi-
gio social, etc.). Adams introduce la comparación social po de investigación formado por profesores de las facul-
en su teoría cuando plantea que los trabajadores compa- tades de psicología de la Universidad de Valencia y de
ran la ratio entre lo que ofrecen y lo que reciben con la la UNED.
Capítulo 18. «CUANDO VEO COMPAÑEROS QUE FUNCIONAN MEJOR QUE YO...»... 307

18.3.2. Instrumentos de evaluación 18.3.2.2. Malestar físico y psicológico

Para medir el malestar físico y psicológico se ha utiliza-


18.3.2.1. Afecto generado do la escala del mismo nombre del occupational stress
por la comparación social indicator de Cooper, Sloan y Williams (1988). En la su-
bescala de malestar físico se pregunta por las molestias
El afecto generado por la comparación social se ha me- psicosomáticas sufridas en los últimos tres meses. Ade-
dido con una traducción al castellano de la escala de más, el equipo de investigación ha añadido dos ítems
Van der Zee, Buunk, Sanderman, Botke y Van der sobre conductas de búsqueda de ayuda, como por ejem-
Bergh (2000). En esta escala se pregunta a los partici- plo, acudir al médico. El formato de respuesta oscila en-
pantes cómo se sienten cuando se comparan con sus tre 6 («con mucha frecuencia») y 1 («nunca o raras ve-
compañeros en diferentes aspectos. Consta de 12 ítems ces»).
que se dividen en cuatro dimensiones (Tabla 18.1: afec- La subescala de malestar psicológico consta de 16
to positivo ascendente, afecto negativo ascendente, afec- ítems y pregunta a los participantes si durante los últi-
to positivo descendente y afecto negativo descendente). mos tres meses han experimentado una serie de sínto-
El formato de respuesta es una escala tipo Likert de 5 mas que se presentan. El formato de respuesta oscila en-
puntos que oscila entre 1 («muy en desacuerdo») y 5 tre 0 («nunca») y 4 («siempre»).
(«muy de acuerdo»).
Como se puede comprobar en la Tabla 18.2, la
Según los descriptivos, la dimensión con la media muestra presenta una buena salud tanto física (X % 1,80;
más alta es el «afecto positivo ascendente» (X % 3,81; d.t. % 0,75) como psicológica (X % 0,78; d.t. % 0,62),
d.t. % 0,95) y la que presenta la media más baja es el ya que las puntuaciones medias en las dos subescalas
«afecto negativo descendente» (X % 2,33; d.t. % 1,06). son muy bajas.

Tabla 18.1. Dimensiones, ítems y descriptivos de la escala


«afecto generado por la comparación social».
N.o de Media Desviación
Dimensiones Ejemplo de ítem Fiabilidad
ítems escala típica

Van der Zee, Afecto 3 «Cuando me encuentro 3,81 0,95 0,87


Buunk, Sanderman, positivo con compañeros que de-
Botke y Van der ascendente sempeñan su trabajo me-
Bergh (2000) jor que yo, me alegra
pensar que puedo mejo-
rar»

Escala Likert Afecto 3 «Cuando veo compañeros 3,20 1,06 0,83


1 % muy en desacuerdo positivo que funcionan peor que
5 % muy de acuerdo descendente yo, me alegro de estar ha-
ciéndolo bien»

Afecto 3 «Cuando veo compañeros 2,75 0,95 0,72


negativo que trabajan mejor que
ascendente yo, me preocupa ver que
yo no lo hago tan bien»

Afecto 3 «Cuando veo compañeros 2,33 1,06 0,84


negativo que realizan su trabajo
descendente peor que yo, en ocasiones
temo que a mí me acabe
pasando lo mismo»
308 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 18.2. Dimensiones, ítems y descriptivos de la escala «malestar físico y psicológico».

N.o de Media Desviación


Dimensiones Ejemplo de ítem Fiabilidad
ítems escala típica

«Malestar físico Malestar 14 «Ha tenido jaquecas y do- 1,80 0,75 0,89
y psicológico» del OSI físico lores de cabeza»
(occupational stress
indicator) de Cooper,
Sloan y Williams
(1988)

Escala Likert Malestar 16 «Me siento derrotado por 0,78 0,62 0,90
1-6 % malestar físico psicológico la vida»
0-4 % malestar
psicológico

nes que muestran una fiabilidad aceptable. Además, se


18.3.2.3. Satisfacción laboral utiliza una medida global de satisfacción, resultado de la
media aritmética de los 22 ítems que la componen.
Se ha medido con la escala de «satisfacción laboral» del Las puntuaciones de los cinco valores considerados
OSI (occupational stress indicator) de Cooper, Sloan y están en torno al punto medio de la escala, siendo la
Williams (1988). El formato de respuesta es un escala «satisfacción con la carga de trabajo» la que presenta
tipo Likert que oscila entre 6 («totalmente satisfecho») y la media más alta (X % 3,61; d.t. % 1,04) y la «satisfac-
1 («totalmente insatisfecho»). Esta escala consta de seis ción con la organización y los recursos humanos» la que
dimensiones, aunque con el objetivo de incrementar su muestra la media más baja (X % 2,89; d.t. % 0,85) (Ta-
validez de constructo se ha reducido a cuatro dimensio- bla 18.3).

Tabla 18.3. Dimensiones, ítems y descriptivos de la escala «satisfacción laboral».


N.o de Media Desviación
Dimensiones Ejemplo de ítem Fiabilidad
ítems escala típica

«satisfacción laboral» Satisfacción 7 «Satisfacción con el tipo 3,59 0,95 0,81


de Cooper, Sloan intrínseca de trabajo y tareas que
y Williams (1988) Vd. ha de realizar»

Escala Likert Satisfacción 6 «Satisfacción con las rela- 3,24 0,87 0,78
1 % muy en desacuerdo con las ciones que tiene con otras
6 % muy de acuerdo relaciones personas en su trabajo»
personales

Satisfacción 6 «Satisfacción con las opor- 2,89 0,85 0,79


con la tunidades actuales de de-
organización sarrollo profesional»
y RR HH

Satisfacción 3 «Satisfacción con la can- 3,61 1,04 0,67


con la carga tidad de trabajo a reali-
de trabajo zar»

Satisfacción 22 3,27 0,78 0,92


total
Capítulo 18. «CUANDO VEO COMPAÑEROS QUE FUNCIONAN MEJOR QUE YO...»... 309

18.4
Resultados
Para analizar las relaciones propuestas se han realizado Los resultados de la Tabla 18.4 muestran que el ma-
siete ecuaciones de regresión, una para cada una las di- lestar físico se predice a partir del afecto positivo ascen-
mensiones del malestar y de la satisfacción laboral con- dente (b % .0,30; p a 0,01), de forma que «cuando los
sideradas (Tablas 18.4 y 18.5). En dichas ecuaciones se sujetos se sienten bien al compararse con los que están
han introducido las cuatro dimensiones del afecto gene- mejor» se reduce su malestar físico.
rado por la comparación social como variables indepen- Respecto al malestar psicológico, son el afecto positi-
dientes. vo ascendente (b % .0,23; p a 0,05) y el afecto posi-

Tabla 18.4. Ecuaciones de regresión tomando como variable dependiente


el malestar físico y psicológico.
Variables b F Variables b F
VD: malestar físico VD: malestar psicológico

Afec. positivo ascendente .0,30** 3,58* Afec. positivo ascendente .0,23* 6,42*
Afec. positivo descendente .0,04 Afec. positivo descendente .0,25**
Afec. negativo ascendente 0,04 Afec. negativo ascendente 0,15
Afec. negativo descendente 0,141 Afec. negativo descendente 0,03
*p a 0,05, **p a 0,01 y ***p a 0,001.

Tabla 18.5. Ecuaciones de regresión tomando como variables dependientes


la satisfacción laboral y sus dimensiones.
Variables b F Variables b F
VD: satisfacción intrínseca VD: satisfacción con la carga
de trabajo

Afec. positivo ascendente 0,29** 8,2** Afec. positivo ascendente 19* 6,3*
Afec. positivo descendente 0,12 Afec. positivo descendente 0,13
Afec. negativo ascendente .0,01 Afec. negativo ascendente .0,17
Afec. negativo descendente .0,06 Afec. negativo descendente .0,06

VD: satisfacción con las VD: satisfacción total


relaciones personales

Afec. positivo ascendente 0,13** 7,3* Afec. positivo ascendente 0,24* 9,2**
Afec. positivo descendente 0,06 Afec. positivo descendente 0,13
Afec. negativo ascendente 0,04 Afec. negativo ascendente 0,00
Afec. negativo descendente .0,14 Afec. negativo descendente .0,06

VD: satisfacción con la


organización y las practicas de RR HH

Afec. positivo ascendente 0,05 6,8*


Afec. positivo descendente 0,10
Afec. negativo ascendente .0,00
Afec. negativo descendente 0,05
310 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tivo descendente los que resultan estadísticamente signi- tivo ascendente está relacionado positivamente con tres
ficativos (b % .0,25; p a 0,01) (Tabla 18.4). Así, «sen- de las cinco dimensiones de la satisfacción estudiadas:
tirse bien al compararse con los que están mejor» y con la satisfacción intrínseca (b%0,29; pa0,01), con la
«sentirse bien al compararse con los que están peor» se satisfacción con la carga de trabajo (b%0,19; pa0,05)
relacionan negativamente con el malestar psicológico de y con la satisfacción total (b % 0,24; p a 0,05). Es
nuestro grupo. decir, sentirse bien al compararse con los que están me-
Los análisis de regresión con respecto a la satisfac- jor contribuye a la satisfacción en general, y en concre-
ción laboral (Tabla 18.5) ponen de manifiesto, coinci- to, a la satisfacción con el interés de las tareas y a la sa-
diendo con los resultados anteriores, que el afecto posi- tisfacción con la cantidad de trabajo a realizar.

18.5
Conclusiones
Este trabajo planteaba de forma exploratoria la relación tión utilizadas por la organización, que parece depende
entre el afecto generado por la comparación social y la de otros aspectos y no de la comparación.
salud laboral en un contexto organizacional. Por tanto, como conclusión, el afecto positivo ascen-
Según los datos descriptivos, la muestra prefiere sen- dente tiene un sentido especial en el ámbito de las orga-
tirse bien al compararse con los que están mejor, ya que nizaciones: «compararse e identificarse con los que es-
el «afecto positivo ascendente» presenta los valores más tán mejor» sirve como referencia y contribuye a la
altos. La opción menos preferida es sentirse mal al com- salud laboral, coincidiendo con los planteamientos de
pararse con los que están peor («afecto negativo descen- la teoría de la «identificación-contraste» (Buunk e Ybe-
dente»). Esto coincide con los resultados de Buunk et al. ma, 1997).
(1990) de que los sujetos muestran un mayor interés por No obstante, antes de terminar conviene señalar al-
el afecto positivo que por el afecto negativo. gunas limitaciones de este estudio. En primer lugar, el
instrumento de evaluación utilizado mide conjunta-
Con respecto a las relaciones analizadas, nuestros
mente, como se ha visto, la dirección de la comparación
datos están en línea con la investigación sobre la teoría
y el afecto generado por dicha comparación. Esto impi-
de la «comparación social ascendente» (Taylor y Lobel,
de saber cuál de los dos aspectos pesa más. No obstante,
1989; Collins, 1996), ya que el «afecto positivo ascen-
en nuestro caso los resultados no se han visto especial-
dente» es la dimensión analizada que muestra relaciones
mente afectados, ya que la dimensión que se ha mostra-
negativas con el malestar, físico y psicológico, y positi-
do relacionada con prácticamente todos las variables
vas con la satisfacción laboral.
dependientes consideradas ha sido el «afecto positivo
Además, el malestar psicológico también está negati- ascendente».
vamente relacionado con el «afecto positivo descenden- Otra limitación es el tipo de muestra utilizada (joven
te», lo que viene a indicar que en este caso no es tanto y fundamentalmente masculina), ya que puede hacer di-
la dirección de la comparación lo que se relaciona con fícil la generalización de los resultados encontrados.
el malestar, sino el afecto que genera la comparación, en Concretamente, Bylsma y Major (1994) en un estudio
este caso, afecto positivo. con estudiantes demostraron que las mujeres tenían una
En línea también con el planteamiento de la teoría preferencia mayor por la comparación que los hombres,
de la comparación social ascendente, «sentirse bien señalando que estas son más receptivas a su influencia.
al compararse con los que están mejor» se relaciona con la Por ello, sería conveniente replicar este estudio con otro
satisfacción laboral en general, y específicamente con tipo de muestras, ya que, como también han señalado
la satisfacción con la carga de trabajo y con el interés de Law y Wong (1998), existen diferencias en el tipo de
las tareas. Sin embargo, esta dimensión no se relaciona comparación social en función del sexo y de la edad.
con otros aspectos de la satisfacción laboral, como la sa- Por último, como planteaban Buunk et al. (1990), las
tisfacción con los compañeros o con las técnicas de ges- relaciones analizadas pueden estar influidas por otras
Capítulo 18. «CUANDO VEO COMPAÑEROS QUE FUNCIONAN MEJOR QUE YO...»... 311
variables que no han sido consideradas, como la autoes- empleados el papel de la comparación social como es-
tima o el grado de control percibido. trategia de afrontamiento para la mejora de la salud la-
Antes de finalizar queremos señalar, como han he- boral.
cho previamente otros autores (p. e., Van der Zee, Bak- Por todo ello, creemos que convendría continuar in-
ker y Buunk, 2001), que estas investigaciones y sus re- vestigando este tema, con otros instrumentos de evalua-
sultados pueden servir para realizar intervenciones ción, muestras, variables, etc., con el objetivo de am-
organizacionales. Desde un punto de vista aplicado la pliar nuestro conocimiento de la comparación social, de
importancia del afecto positivo ascendente y su relación su importancia y su influencia sobre la salud y la mejora
con el bienestar y la satisfacción, pueden utilizarse, por de la calidad de vida laboral en el ámbito de las organi-
ejemplo, en programas de formación, enseñando a los zaciones.

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314 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

19.1
Introducción

El objetivo fundamental de la implicación de la psicolo- La mayoría de los modelos aplicados en este campo
gía social en el campo de la salud es poder explicar y tienen su origen en la cognición social. Desde esta co-
predecir el comportamiento de salud, enfermedad y ries- rriente teórica, que se ocupa de la manera en que las
go. Intenta responder a preguntas tales como ¿por qué personas conocen el contexto y las situaciones sociales,
las personas toman bebidas alcohólicas, fuman tabaco, se estudia la forma en que intervienen los pensamientos
consumen drogas o conducen temerariamente?, ¿por entre los estímulos del ambiente y las respuestas que a
qué las personas no cuidan su dieta, no hacen ejercicio ellos producen las personas. Ha sido una tendencia do-
o no duermen el tiempo necesario? o ¿por qué las per- minante en psicología social que, al tratar el cambio de
sonas, muchas veces, no siguen los tratamientos y con- comportamiento, ha tenido un desarrollo especial. Se
sejos médicos y psicológicos que les indican los profe- considera que los elementos sociocognitivos (actitudes,
sionales sanitarios? Todas estas preguntas, que en creencias y atribuciones, entre otros), además de ser
ocasiones tiene uno que formularse a sí mismo, se inten- unos determinantes importantes del comportamiento,
tan responder desde distintos modelos y enfoques, unos son susceptibles de modificarse con mayor facilidad que
que resultan de la aplicación de teorías clásicas de la otros, como los ambientales (Conner y Norman, 1995).
psicología social y otros que se han desarrollado espe- Esto hace que, por esta misma razón, la gran mayoría de
cialmente para predecir el comportamiento de salud en los aspectos que se valoran y manipulan en los modelos
su mismo contexto. Vamos a exponerlos en función de sobre el comportamiento de salud sean intrapsíquicos o
los procesos implicados, con el fin de resaltar que se personales, poniendo menos interés en la incorporación
trata de fenómenos paralelos, desde los que se intenta de aspectos relacionados con las otras personas, los gru-
estudiar su influencia y participación en el estableci- pos y las estructuras sociales. No obstante, esto no des-
miento y cambio del comportamiento de salud y de en- merece la importante aportación que estos modelos hacen
para comprender el comportamiento de salud. Sin embar-
fermedad.
go, también expondremos las críticas a los modelos so-
ciocognitivos y esbozaremos algunas de sus alternativas.

19.2
Actitudes, creencias y conducta de salud

En las cuestiones de salud, como en cualquier otro con- Cuando se estudia la relación que existe entre las
texto, tenemos que pensar que existe una relación entre creencias de salud y la conducta de salud, se persigue
la actitud hacia una acción determinada de salud y las conocer, como señalan Salovey, Rothman y Rodin
creencias asociadas a tal acción, y que ello influirá en la (1998):
conducta. Por ejemplo, una actitud positiva hacia reali-
1. El tipo de creencia que puede medirse.
zar ejercicio físico dependerá de las creencias sobre las
consecuencias que tendría realizarlo y la evaluación de 2. La manera en que se combinan las creencias con la
tales consecuencias. Esta idea se expresa en los modelos conducta.
expectativa-valor que se han aplicado al campo de la
3. Las condiciones que influyen en la magnitud de
salud, considerando que la conducta resulta de la combi-
la relación entre creencias y conducta.
nación entre las creencias asociadas a la probabilidad de
que a una acción de salud le siga cierto resultado y el Vamos a exponer la teoría de la utilidad subjetiva, la
valor o deseabilidad otorgado a este resultado. teoría de la acción razonada y la teoría de la acción
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 315
planificada, de amplia tradición en psicología social, en sobre la salud con la que cuentan, evaluando las impli-
su aplicación a los problemas de salud, y el modelo de caciones que tiene un determinado comportamiento de
creencias de la salud, elaborado dentro del campo con- salud antes de realizarlo. De manera que la intención
creto que nos ocupa. de realizar una determinada acción de salud, tal como
acudir a una revisión médica, seguir una dieta baja en
grasas o dejar de consumir bebidas alcohólicas (Figu-
ra 19.1) dependerá de las actitudes de las personas ha-
19.2.1. Teoría de la utilidad cia tal comportamiento y de la norma subjetiva al res-
subjetiva pecto.
Las actitudes se definen por las creencias, o expec-
Según esta teoría, de gran sencillez, la probabilidad de
tativas en cuanto a los resultados que tendría realizar el
que se produzca una determinada conducta de salud de-
penderá fundamentalmente de la utilidad que se asocie a comportamiento de salud, y la evaluación, o valor que
dicha conducta (Edward, 1954; Sutton, 1987; Sutton y se le otorga a cada una de las consecuencias esperadas.
Eiser, 1884; Weinstein, 1993). Desde la perspectiva de Por ejemplo, dejar el alcohol puede tener como conse-
las creencias, señala simplemente que las personas, a la cuencia que la persona se sienta mejor y evite tener pro-
hora de tomar un curso de acción, optarán por realizar blemas hepáticos y cardiovasculares. Para que la perso-
aquellas conductas cuyas consecuencias sean más desea- na realice la conducta es importante que crea que la
bles o útiles y se perciban como probables. Por ejemplo, acción que se pretende fomentar (dejar de consumir be-
ante un problema de salud, muchas veces hay diferentes bidas alcohólicas) tiene consecuencias positivas reales o
posibilidades de tratamiento, tales como intervención que su persistencia en el consumo de alcohol tiene real-
quirúrgica, tratamiento conservador, medicación y vigi- mente efectos negativos (Stroebe y Stroebe, 1995). Por
lancia, entre otros. Según esta teoría, las personas elegi- otro lado, la norma subjetiva se centra en la presión de
rán aquella modalidad de la que perciban con mayor otras personas de referencia cercanas al individuo, co-
probabilidad obtener beneficios para su salud. mo familiares y amigos, como resultado de la valoración
que aquel haga de la opinión que estos referentes tienen
La teoría de la utilidad subjetiva se ha aplicado a con respecto a una determinada conducta de salud, y en
una variedad importante de problemas, tales como la la motivación o importancia que se dé a la visión que
prevención del cáncer, el cuidado dental o el incremento tienen los referentes como para acomodarse a ella. Si se-
de conductas de seguridad (por ejemplo, el uso del cin-
guimos el ejemplo (Figura 19.1), la norma subjetiva re-
turón de seguridad en el coche). Sin embargo, se le ha
sulta de los consejos de la familia o los amigos con res-
criticado fundamentalmente no tener en cuenta las con-
pecto a la necesidad de dejar el alcohol y de lo dispuesta
diciones bajo las cuales se realiza la elección o preferen-
que esté la persona para acomodarse a esta demanda.
cia sobre un curso de acción que, en función de su utili-
De la importancia relativa de las actitudes y la norma
dad, se convierte en conducta (Salovey, Rothman, y
Rodin, 1998), a lo que se ha respondido, como es habi- subjetiva se deriva la intención para implicarse en la
tual, añadiendo nuevas variables para completar el pro- acción.
ceso, tales como las creencias de salud y el locus de En cuanto a la intención, se entiende en general co-
control, que revisaremos mas adelante. mo «la motivación requerida para ejecutar una conducta
en particular» (Armitage y Conner, 2000, p. 177). Puede
distinguirse la intención conductual de la expectativa
conductual (Salovey et al., 1998). La «intención con-
19.2.2. Teorías de la acción ductual supone un plan para ejecutar una conducta,
razonada y de la conducta mientras que la expectativa conductual se refiere a la
planificada probabilidad percibida de ejecutar una conducta en el
futuro» (p. 636). Se considera mejor predictor de la con-
Esta teoría clásica en psicología social se ha aplicado y ducta la expectativa conductual, ya que la formulación
sigue aplicándose, entre otros contextos, al de la salud. de una intención conductual puede hacerse relegando las
Hace especial hincapié en el contenido social de las creencias acerca de ella, mientras que la expectativa
creencias que determinan el comportamiento (Ajzen y conductual la determinan las creencias con respecto a la
Fishbein, 1980; Fishbein y Ajzen, 1975). Supone que las conducta previa y la presencia o no de barreras u obstá-
personas hacen un análisis racional de la información culos para la acción.
316 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 19.1. Teoría de la conducta planificada (adaptado de Stroebe y Stroebe, 1995).

La teoría de la acción razonada se ha aplicado am- condón se relacionaba con la intención (r. 45), la inten-
pliamente al campo de la salud en aspectos tales como ción se basaba en las actitudes (r. 58) y en la norma sub-
la conducta preventiva hacia el VIH (Díaz-Loving y Ri- jetiva (r. 39), y las actitudes se asociaban con las creen-
vera, 1995; Fishbein, Chan, O’Reully, Schnell y Woo, cias normativas (r. 45).
1992; Richard van der Pligt y De Vries, 1995; Ubillos y
Una de las aplicaciones interesantes de esta teoría al
Páez, 2001), el cáncer (Armstrong, 2002; Brubaker y
campo de la salud es la repercusión que puede tener la
Wickerssham, 1990; Barling y Moore, 1996; Ross, Koh-
incorporación de la intervención, basada en la norma
ler y Grinley, 2007; Thomas, Taplin y Carter, 1995) y
subjetiva, en la educación para la salud como elemento
otros comportamientos de salud, como la realización de
de promoción y prevención. Se ha demostrado que la
una dieta, el ejercicio físico o la donación de órganos
norma subjetiva de los grupos de referencia es un ele-
(Armitage, Conner y Norman, 1999; Courney y McAu-
mento importante de influencia (Ajzen y Fishbein, 1980).
ley, 1995; Sparks, Conner, James, Shepherd y Povey,
A partir de este hallazgo se ha observado que es eficaz
2001; Weber, Martin y Corrigan, 2007). En un metaaná-
introducir la información fundamental en los programas
lisis de 87 trabajos en los que se ha aplicado esta teoría
de educación para la salud a través de los líderes natura-
a la salud, Golrdin y Kok (1996) encuentran que explica
les. Esto favorece la divulgación de los mensajes y el
el 41% de la varianza de la intención conductual y el
establecimiento de las conductas preventivas.
34% de la varianza de la conducta sobre distintos aspec-
tos de la salud. Más en concreto, en un metaanálisis de Si bien se trata de una teoría ampliamente utiliza-
estudios sobre la utilización del condón como comporta- da, también cuenta con algunas críticas o matices a su
miento preventivo hacia el VIH, Albarracín, Jonson, aplicación. Además de participar de las características
Fishbein y Muellerleile (2001) encuentran, de acuerdo y limitaciones de los modelos sociocognitivos, que trata-
con las predicciones de esta teoría, que la utilización del remos más adelante, se ha criticado por no prestar sufi-
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 317
ciente atención a los factores que impiden o facilitan la alcohol y en la de consumir tabaco, respectivamente,
conducta (Wallston y Wallston, 1984). También se ha mientras que la intención da cuenta del 28% y del 10%
llamado la atención sobre los aspectos que pueden estar de la varianza del consumo de alcohol y de tabaco, res-
afectando a la relación entre actitud y conducta. Se ha pectivamente (McMillan y Conner, 2003). Esta teoría se
resaltado la necesidad de tener en cuenta el contexto, ya ha aplicado también a otros comportamientos de salud,
que la cultura puede marcar la importancia relativa de tales como la asistencia a las revisiones médicas, la rea-
las creencias que están determinando una decisión con- lización de ejercicio físico, las dietas alimenticias o la
creta, y el tiempo que trascurre entre la expresión de la autoexploración.
creencia y la conducta, mejorándose la predicción cuan-
to menor es el tiempo de retraso (Salovey et al., 1989).
La extensión de la teoría de la acción razonada en la 19.2.3. Modelo de creencias
teoría de la acción o conducta planificada añade el
control conductual percibido, entendido como la per- de la salud
cepción de una persona sobre la facilidad o dificultad
que tiene para ejecutar una acción de salud, como otro Este modelo (Rosenstock, 1966) surge en el propio con-
elemento que influye directamente en la intención y en texto de la salud para explicar, en primer lugar, el com-
la conducta. Por ejemplo, en el caso de dejar de consu- portamiento preventivo de salud. Se basa en la idea de
mir alcohol, sobre las creencias de la persona con res- que las creencias que mantienen las personas sobre su
pecto a las probabilidades que tendría de dejar la bebida salud son las que determinan la forma en que se com-
si lo intenta se elabora la percepción sobre lo fácil o di- portan hacia la experiencia y los problemas de salud.
fícil que le resultaría hacerlo (Figura 19.1). Esto signifi- Son creencias que se forman en la interacción social so-
ca que, manteniendo la intención constante, a mayor bre comportamientos de salud o riesgo, tales como creer
percepción de control mayor probabilidad de éxito de que una mujer embarazada tiene que comer el doble que
que ocurra el comportamiento. Más aún, se considera otra que no lo está, de lo que se deduce que, si se modi-
que, en la medida en que el control percibido supone un fican las creencias de la salud, de la misma manera
control real, puede influir directamente en la conducta cambiará el comportamiento. Esto significa que los pro-
(Armitage y Conner, 2000). Por tanto, este aspecto po- fesionales de la salud pueden detectar problemas en la
dría actuar como una medida real de control y otra de conducta de salud de los clientes o enfermos a través de
confianza en nuestra habilidad para realizar la conducta. sus creencias, y en función de ellas, diseñar estrategias
Sin embargo, en la actualidad se ha propuesto, y lo para modificarlas y así mejorar el comportamiento de
apoya una importante cantidad de trabajos, diferenciar salud de sus pacientes (Taylor, 1979). Este sencillo aná-
ambas medidas. De esta manera, se valora, por un lado, lisis facilita que sea uno de los modelos más utilizados,
el control percibido, y por otro, la autoeficacia. Conner tanto en solitario como combinado con otras variables y
y Norman (1995) señalan que esto permite aplicar esta modelos añadidos.
teoría a conductas voluntarias que tienen objetivos com-
Desde esta perspectiva, se entiende que la decisión
plejos y a aquellas que dependen de la ejecución de otra
de realizar una acción concreta de salud la determinan la
serie de conductas complejas pero que son importantes
creencia de la susceptibilidad o vulnerabilidad percibi-
en relación con la salud, como hacer ejercicio físico.
da hacia una enfermedad o amenaza para la salud, la
La teoría de la conducta planificada se ha aplicado gravedad percibida de la enfermedad o de la amenaza y
con éxito para la predicción de conductas de salud, tales sus consecuencias, los beneficios (por ejemplo, encon-
como las relacionadas con el consumo de alcohol trarse mejor o la desaparición de los síntomas, entre
(McMillan y Conner, 2003; Norman y Conner, 2006; otros) y los costes o barreras de la acción de salud (por
Schlegel, D’Avernas, Zanna y DeCourville, 1992). En ejemplo, falta de tiempo o efectos secundarios, entre
los estudios realizados se observa que el incremento otros). A estos aspectos se añaden las características so-
del consumo de alcohol y de tabaco (Conner, Sandberg, ciodemográficas, sociales y culturales, y los estímulos
McMillan y Higgins, 2006; Hanson, 1997; Higgins y para la acción, o elementos internos, tales como los sín-
Conner, 2003) se asocia a niveles bajos de control con- tomas o el temor, y externos, cuando se refiere a as-
ductual percibido (Norman, Conner y Bell, 2000). Ade- pectos como la información emitida por televisión o
más, se obtiene que la actitud, la norma subjetiva y el el artículo de un periódico que, en general, elicitan el
control conductual percibido explican una media del comportamiento de salud (Becker,1974a, b; Becker,
41% y del 48% de la varianza en la intención de beber Maiman, Kirscht, Haefner, Drachman y Taylor, 1979;
318 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Taylor, 1979; King, 1982, 1983, 1984). En una segunda como una estructura eficaz, tanto en solitario (Aiken,
versión, Becker y Maiman (1977) añadieron la inten- West, Woodward y Reno, 1994; Gillibrand y Stevenson,
ción conductual como una variable mediadora entre los 2006) como en combinación con otras variables (Gilli-
componentes de este modelo y el comportamiento. brand y Stevenson, 2006; King,1984; Conner y Nor-
man,1994). Sin embargo, también ha obtenido resul-
Podemos seguir este modelo a través de un ejemplo
tados contradictorios en otros estudios. Uno de los
sobre el seguimiento de una dieta para una persona que
aspectos que han planteado mayor controversia es su ca-
padece hipertensión arterial (Figura 19.2). Se supone
pacidad predictiva. Se ha advertido reiteradamente que
que la valoración de las creencias con respecto a la pro-
este modelo tiene una capacidad predictiva moderada
babilidad de tener una complicación (como un accidente
(Turk, Rudy y Salovey, 1986; Weinstein, 1993). Por
cerebrovascular) y la importancia de esta para la salud
ejemplo, en los trabajos en los que se ha pretendido ex-
(podría llegar a ser mortal) determinarían el seguimiento plicar el cumplimiento o adhesión terapéutica, se des-
de la dieta. A ello se sumaría, en el curso de la acción, taca la posibilidad de que la relación que se establece
la valoración de los costes y beneficios de su seguimien- entre las creencias terapéuticas y el cumplimiento tera-
to, como dejar de comer cosas que le gustan y encon- péutico sea bidireccional (Becker et al., 1979; De Von
trarse mejor, respectivamente. También puede influir en y Powers, 1984; Taylor, 1979), es decir, que las creen-
su comportamiento que un amigo, en sus mismas condi- cias se vuelvan congruentes con el comportamiento de
ciones, haya tenido alguna complicación o que ella mis- cumplimiento, y viceversa, que la conducta de adhesión
ma haya leído un artículo de prensa sobre la importancia se adapte a las creencias. De esta manera, la valoración
de seguir una dieta adecuada en el tratamiento de la de las creencias sería eficaz si se realizara una vez ini-
hipertensión arterial (estímulos para la acción). ciado el tratamiento terapéutico, no antes. Esto confirma
El modelo de creencias de la salud es muy popular y el escaso valor predictivo del modelo en los estudios
ampliamente utilizado, aunque también ha recibido mu- prospectivos. Como han observado en una serie de in-
chas críticas. Hay trabajos en los que se ha mostrado vestigaciones en las que se ha aplicado este modelo a la

FIGURA 19.2. Modelo de creencias de la salud (adaptado de Becker y Maiman, 1975).


Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 319
prevención del VIH (Páez, San Juan, Romo y Vergara, Una manera de dar respuesta a las limitaciones que
1991; Trapido, Lewis y Comford, 1990), parece que las se han encontrado en la aplicación del modelo de creen-
creencias, en muchos casos, pueden considerarse tanto cias ha sido añadir nuevas variables, que en algunos ca-
causas como consecuencias, lo que se ha interpretado, sos han terminado en una reformulación, que aumenten
como señalan Sheeran y Abranham (1996, ver Armitage su capacidad predictiva. Algunos ejemplos representati-
y Conner, 2000), un efecto de la falta de una definición vos son las revisiones o extensiones en las que se com-
clara de los constructos, de la estructura en la combina- bina con otros factores, como la autoeficacia, que el
ción de las variables y de la falta de validez discrimi- mismo Rosenstock creyó necesario incluir en el modelo
nante entre los componentes de este modelo y los de posteriormente (Rosenstock, 1999); los procesos atribu-
otros modelos. Por otro lado, también se ha destacado el tivos de la salud (King, 1984), las variables culturales y
carácter cognitivo de sus variables y la falta de inclusión de autoeficacia (Lin, Simoni y Zemon, 2005) y otros
de elementos afectivos y de su base motivacional. Asi- modelos, como la acción razonada y la conducta planifi-
mismo, se ha llamado la atención sobre las dificultades cada (Fishbein, Hennessy, Yzer y Douglas, 2003). Fish-
para extender su aplicación a otros tipos de conducta bein y sus colaboradores (2000, 2003) proponen un mo-
más allá de la preventiva, como la de enfermedad, la de delo integrado del cambio de conducta basado, además
riesgo y el rol de enfermo, ya que puede haber aspectos de en el modelo de creencias de la salud, en la acción
distintos de los relacionados con la salud que estén in- razonada y la conducta planificada para intentar com-
fluyendo en la conducta concreta (Kirscht, 1988; More- probar la medida en que las actitudes, las normas per-
no San Pedro y Gil Roales-Nieto, 2003). De todas for- cibidas y la autoeficacia explican el comportamiento
mas, como veremos más adelante, estos son problemas de salud de las personas. Según los autores, este mode-
comunes a todos los modelos hasta ahora expuestos. lo integrado falla en la predicción entre la intención y
Podemos destacar algunas de las diferencias funda- la conducta cuando las personas tienen una alta inten-
mentales entre la teoría de la conducta planificada y el ción de realizar el comportamiento de salud propuesto,
modelo de creencias de la salud que aclaren sus caracte- lo que les lleva a señalar la necesidad de buscar un
rísticas (Norman, Abraham y Conner, 2000). La diferen- nuevo modelo para predecir por qué algunas personas
cia fundamental es que el modelo de creencias de la sa- actúan según sus intenciones y otras no (Fishbein et
lud predice la conducta real, mientras que el modelo de al., 2003).
la conducta planificada lo hace de forma indirecta a tra- Con la inclusión de otras variables también se han
vés de la intención. También, el primero introduce una hecho reformulaciones, como el modelo de creencias de
medida sobre la percepción de vulnerabilidad y de seve- la salud extendido, que añade, como factores modifica-
ridad de la amenaza cuya influencia el segundo conside- dores, el apoyo social, el locus de control, los valores de
ra valorada a través de las creencias normativas. Por su salud y la autoeficacia (Gillibrand y Stevenson, 2006), o
parte, la teoría de la conducta planificada, con respecto al el modelo de creencias de la salud compensatorio, que
modelo de creencias de la salud: a) mide de forma espe- propone la existencia de un proceso de conflicto motiva-
cífica una evaluación de las consecuencias de la ejecu- cional que surge del juego entre estados afectivos y mo-
ción de una conducta, mientras que el segundo lo hace úni- tivacionales (Rabiau, Knäuper y Miquelon, 2006). Asi-
camente como una medida de expectativa esperada como mismo, han surgido esquemas teóricos que incluyen los
beneficio o coste de la acción; b) introduce la norma subje- determinantes del modelo de creencias de salud, entre
tiva, como una medida de presión social; c) mide el grado los que cabe destacar el modelo de motivación para la
de control que la persona cree tener sobre la conducta. protección (Rogers, 1975).

19.3
Control, autoeficacia y conducta de salud
La medida en que se tiene el control sobre los resultados los psicólogos sociales como una de las que subyacen al
de una acción y la percepción que tenemos de ese con- comportamiento de salud. Si entendemos el control co-
trol es otra creencia que ha interesado especialmente a mo la habilidad para regular los resultados que se de-
320 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

sean a través de las respuestas adecuadas (Baron y Ro- cognitiva (Salovey et al., 1998). De hecho, al principio
din, 1979), el control percibido se refiere a «las expec- se elaboró para clarificar conceptualmente la apelación
tativas de tener el poder para participar en la toma de al miedo como una estrategia de influencia social. En
decisiones en relación con la obtención de una conse- esencia, el afrontamiento adaptativo y desadaptativo de
cuencia deseada» (Janis y Rodin, 1979, p. 499). Según la amenaza para la salud se explica como el resultado
la estrategia que se utilice para conseguir un determina- de dos procesos de valoración: 1) valoración de la
do resultado, se han distinguido tres formas de ejercer el amenaza; 2) valoración del afrontamiento. La valora-
poder: a través de la conducta, o control conductual; a ción de la amenaza se basa en la consideración de la
través de la decisión, o control decisional, y a través de percepción de susceptibilidad a la enfermedad y la se-
la cognición, o control cognitivo. veridad de la amenaza para la salud. Sin embargo, el
afrontamiento implica la valoración de las alternativas
La inclusión de la percepción de control conductual conductuales con las que se puede disminuir la amenaza
en el modelo de la acción planificada, como señalan Sa- y se basa en la expectativa de la persona de que puede
lovey y colaboradores (1998), sugirió la incorporación desarrollar una conducta que la aleje de la amenaza, de-
de la autoeficacia como otra creencia determinante del nominada como eficacia acción-resultado o eficacia de
comportamiento de salud en el modelo de creencias de la respuesta, y en la creencia en la propia capacidad pa-
salud y en otros próximos, como la teoría de la motiva- ra ejecutar con éxito el curso recomendado de acción, o
ción por la protección, que expondremos a continuación. autoeficacia. Estos dos procesos juntos forman la inten-
ción para ejecutar una respuesta adaptativa, o motiva-
El concepto de autoeficacia surge dentro de la teoría
ción para la protección, o por el contrario, respuestas
social cognitiva de Bandura (1986), definida como el
desadaptativas. Las respuestas adaptativas son más pro-
juicio que tienen las personas en cuanto a sus capacida-
bables si la persona se percibe dando la cara a la amena-
des para desarrollar la actividad que les permita alcanzar
za para la salud, a la que es susceptible y que percibe
una serie de objetivos. No se trata de las habilidades que
como severa. Se asume que el miedo actúa incrementan-
tienen las personas, sino de su percepción con respecto a
do la percepción de susceptibilidad y de severidad. De
ellas y en una circunstancia determinada. En este senti-
igual manera, las respuestas adaptativas son más proba-
do, la autoeficacia se define en un contexto específico;
bles si la persona percibe tales acciones como eficaces
no es una expectativa generalizada, como lo es el locus
para reducir la amenaza y cree que puede ejecutar una
de control, que tratamos más adelante. Por ello se con-
de ellas de forma exitosa (Figura 19.3).
vierte en un determinante más fuerte que otro general,
pero también hay que relacionarlo siempre con compor-
Esta teoría se ha aplicado ampliamente para probar
tamientos concretos.
su eficacia en la predicción de diferentes conductas rela-
En este apartado introducimos la teoría de la motiva- cionadas con la salud. Cuando se ha aplicado a compor-
ción para la protección, que incluye la autoeficacia co- tamientos preventivos de salud, tales como la realiza-
mo un componente fundamental en el desarrollo del ción de ejercicio físico para la reducción del riesgo
comportamiento de salud. Asimismo, abordamos el lo- cardiovascular (Plotnikoff y Higginbotham, 2002) o a la
cus de control de salud como un constructo importante participación en la exploración mamaria, incluida en la
que se incorpora en solitario o añadido a otros modelos, prevención del cáncer (Boer y Seydel, 1995; Milne y
como una medida de la expectativa del control de la Orbell, 2000), han obtenido, en general, mayor apoyo
salud. empírico como predictores la valoración del afronta-
miento, la autoeficacia y la eficacia de respuesta que la
valoración de la amenaza. La autoeficacia aparece como
la única variable que, por sí sola, explica la intención de
19.3.1. Teoría de la motivación realizar la conducta indicada. Esto se ha interpretado
aludiendo a la posibilidad de que la amenaza se conciba
para la protección como un determinante más distal de las intenciones que
el afrontamiento. Por ello, no se podría afirmar que la
La teoría de la motivación para la protección (Rogers, amenaza no es un determinante importante, sino que lo
1975, 1983) tiene su origen en los estudios del miedo sería antes, en la toma de decisiones, de manera que in-
como recurso para motivar la acción. Incorpora los ha- fluiría sobre la intención y la conducta a través de las
llazgos clásicos de ese campo a la orientación social expectativas de la eficacia de la respuesta.
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 321

FIGURA 19.3. Teoría de la motivación para la protección (tomado de Boer y Seydel, 1995).

19.3.2. Locus de control de salud Rotter (1954, 1966) propone que hay una propensión
relativamente estable en las personas a percibir, de una
Desde la teoría del aprendizaje social, Rotter (1954) determinada manera, el control que tienen sobre los re-
considera que las personas se comportan guiadas por la fuerzos que se producen en su entorno. Distingue entre
motivación fundamental de aumentar al máximo los re- «locus» de control interno y «locus» de control exter-
fuerzos y reducir al mínimo los castigos. De esta mane- no, refiriéndose con el término «locus» a la localización
ra, la probabilidad de que se produzca una acción espe- en la que reside el control (interno y externo). En el pri-
cífica en una situación concreta estará en función de las mer caso, la persona cree que ella es el origen del con-
expectativas de que dicha conducta llevará al objetivo y trol de su conducta, mientras que en el segundo piensa
del valor del resultado, siempre para una persona deter- que son otros factores ambientales u otras personas los
minada y en una situación concreta. que la controlan. Se trata, en definitiva, de una expecta-
322 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tiva generalizada sobre la localización del control de los conductas de salud preventivas en relación con la reali-
refuerzos, sobre la que distinguen a las personas inter- zación de ejercicio, dejar de consumir alcohol, la
nas, que creen que son el origen del control de su con- autoexploración mamaria, dejar de fumar o la pérdida de
ducta, de las personas que creen que el control de su peso, entre otros (Norman y Bennett, 1996). En cuanto
comportamiento es de localización externa, por lo que al comportamiento de enfermedad, son representativos
perciben que elementos ajenos a su persona son los que los trabajos que lo han relacionado con el comporta-
controlan sus acciones (Lefcourt, 1966; Rotter, 1966). miento de cumplimiento o adhesión terapéutica, si bien
los resultados son controvertidos. Mientras que algunos
Es un concepto próximo a otros relacionados con la
confirman la idea de que las personas con una localiza-
idea de la relevancia del control para el comportamien-
ción de control interno parecen mas comprometidos con
to, como los de control percibido, control conductual
las indicaciones terapéuticas que las personas con una
percibido y autoeficacia, vistos en el apartado anterior,
localización de control externa (Kirscht y Rosenstock,
así como de las creencias causales, frente a las que con-
1977; Levis, Morinsky y Flynn, 1978; Torner y Manuck,
viene resaltar su diferencia. Mientras que las creencias
1979; Stanton, 1987; O‘Hea, Grothe, Boudreaux, White
causales se centran en los acontecimientos pasados, el
y Brantley, 2005), otros estudios muestran resultados
locus de control lo hace en los futuros (Norman y Ben-
opuestos (Wallston y Mclead, 1979; Wallston y Walls-
net, 1996).
ton, 1981). En general, se encuentran resultados contra-
Wallston y Wallston (1981) aplicaron el constructo dictorios que advierten de la necesidad de buscar formas
de locus de control a la salud sobre la idea asumida de de indagar sobre su valor predictivo. De hecho, el mis-
que la creencia de control sobre la salud está relaciona- mo autor de la escala le reconoce una fiabilidad modera-
da con la ejecución de conductas preventivas de salud, da (Wallston, 1992).
teniendo también como objetivo aumentar el valor pre-
dictivo del propio constructo. Para ello, diferencian a las Para explicar la falta de resultados sólidos en la rela-
personas internas en salud de las externas en salud, se- ción de locus de control de salud y comportamiento de
gún crean que la localización del control de su salud es salud se ha aludido tradicionalmente a la carencia, en
el resultado de su propia conducta o de elementos ajenos muchos casos, de una medida del valor de salud y la
a sus acciones. Por ejemplo, creer que la buena salud falta de especificidad de la medida. Y, de hecho, pueden
propia es consecuencia de cuidarse, en el primer caso, o encontrarse trabajos en los que la conjunción de ambas
de la suerte, en el segundo. Según señalan los autores, variables ha dado lugar a resultados positivos. Se ha
no lo consideran como «un indicador de un rasgo de propuesto aumentar la especificidad de la medida a si-
personalidad», sino como «una disposición para actuar tuaciones concretas, creándose escalas adecuadas a los
de una cierta manera en las situaciones relacionadas con distintos comportamientos de salud, como el consumo
la salud» (Wallston, 1992, p. 1985). de tabaco, la pérdida de peso o el comportamiento de
riesgo en el embarazo (Norman y Bennet, 1996). Sin
Para medir el locus de control Wallston, Wallston y
embargo, para percibir en realidad la forma en que ac-
DeVellis (1978) construyen una escala multidimensional
túan estas creencias sobre el control es necesario estu-
(multidimensional health locus of control scale) basán-
diarlas en interacción con otras variables próximas, tales
dose en la demostración, desde los años 70, de que se
como la autoeficacia, el control conductual percibido o
trata de un constructo multidimensional. Además de una
la competencia percibida (Wallston, 1992, 2005). Como
dimensión de creencias internas, se distinguen dos di-
afirma Wallston (2005), «no solo el valor de salud mo-
mensiones en las creencias externas: suerte, cuando se
dera la relación entre las creencias del locus de control
cree que es el azar el origen de su salud, y poder de
de salud y la conducta de salud, sino que también lo ha-
otras personas, si se piensa que son otras personas las
ce la autoeficacia, como la expectativa de que la perso-
que controlan su salud. También se añade, aunque no
na puede realizar la conducta, y la instrumentalidad
siempre, una medida del valor de salud, o importancia
percibida, como una expectativa de resultado que hace
que se otorga a la salud frente a otros valores.
que la conducta pueda dirigirte a la buena salud» (p.
Los estudios clásicos han utilizado el locus de con- 629). Siguiendo el ejemplo del mismo autor, aunque la
trol como una variable independiente o bien como otra salud sea muy importante para una persona (valor de sa-
medida de salud. Entre los trabajos incluidos en el pri- lud), si no cree que pueda desarrollar una conducta de
mer grupo, se ha relacionado fundamentalmente con salud y que tal conducta vaya a mejorar su estado, lo
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 323
más probable es que no la realice. Considera que el lo- En definitiva, el locus de control de salud tiene una
cus de control de salud actuaría en interacción con otras relación directa moderada y estable con el comportamien-
variables en la predicción del comportamiento de salud. to de salud, que aumenta en interacción con otras varia-
Además, Wallston entiende que la validez de las medi- bles que pueden modular esta relación, y en situaciones
das del locus de control de salud dependerá de la subes- específicas. En esta dirección, se han realizado estudios
cala utilizada, la utilización de una muestra adecuada, que despiertan un nuevo interés por el funcionamiento de
los análisis estadísticos empleados y el contexto en el esta creencia (Armitage, 2003; O’Hea et al., 2005, Hoo-
que se desarrolle el estudio. rens y Buunk, 1993; Master y Wallston, 2005; Naus, Pri-
ce y Peter, 2005) en interacción con otros aspectos.

19.4
Atribución y sentido común

En la salud y en la enfermedad también influyen las en relación con el VIH entre grupos afectados (VIH po-
creencias que se forman las personas respecto a las cau- sitivo) y no afectados. Por último, en el dominio societal
sas, características, duración y consecuencias de las se forman las creencias de las personas que componen la
amenazas para la salud, la enfermedad y los aconteci- sociedad. Por ejemplo, la representación social del cán-
mientos implicados en el proceso de salud-enfermedad. cer en una sociedad determinada.
Se forman ideas más o menos ingenuas que responden a
Vamos a centrarnos en las atribuciones de los pro-
preguntas tales como ¿qué tengo?, ¿por qué yo?, ¿qué
blemas de salud y enfermedad, y su papel como deter-
lo ha causado? o ¿qué consecuencias va a tener?, entre
minantes del comportamiento de salud y enfermedad.
otras. Las respuestas a estas preguntas, además de ayu-
También, las consideraremos dentro del modelo del sen-
dar a las personas a comprender su situación, influyen
tido común de la amenaza de la salud sobre la autorre-
de manera determinante en su comportamiento hacia la
gulación de la salud y de la enfermedad, atribución y re-
salud y la enfermedad.
presentación cognitiva.
Las teorías de la atribución en el campo de la salud
han generado diferentes enfoques y formas de expresión.
Se han estudiado fundamentalmente en el dominio de 19.4.1. Atribución de la salud/
análisis individual, como explicaciones de la enferme-
dad, y en qué medida motivan el comportamiento en los
enfermedad y
procesos de intervención (Salovey et al., 1998). Por comportamiento de salud
ejemplo, el estudio de las atribuciones de la diabetes se-
gún el análisis formal del modelo de covariación de Ke- Las personas buscan las causas de las cosas que les ocu-
lley. Pero también se producen en el dominio interperso- rren, de sus propias acciones y de las de los demás para
nal, intergrupal y societal (Hewstone, 1989). Las intentar explicar, controlar y predecir los acontecimien-
personas, al entrar en contacto con la asistencia sanitaria tos. Si bien se ha puesto en duda que las personas estén
o con las personas más cercanas, se convierten en acto- continuamente haciendo un análisis causal de todas las
res y observadores al hacer atribuciones de su propia actividades y sucesos que les suceden a diario (Langer,
conducta y de la de los demás. Por ejemplo, puede pro- 1978), los acontecimientos relacionados con la salud y
ducirse el «efecto actor-observador» al comparar las ex- con la enfermedad reúnen las características que se han
plicaciones del enfermo con las del profesional sanitario considerado especialmente elicitadoras de estos proce-
de un comportamiento de riesgo, como hacer una dieta sos. Las amenazas para la salud, como la presencia de
con exceso de grasa. En el dominio intergrupal se pro- un síntoma, o los trastornos de salud, como la presión
ducen las atribuciones al comportamiento de la salud o a arterial alta, son normalmente acontecimientos inespera-
la enfermedad en función de la pertenencia al grupo. Por dos, que rompen el curso normal de la vida cotidiana,
ejemplo, las explicaciones del comportamiento de riesgo que generan sentimientos de falta de control y tienen
324 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

consecuencias negativas, sobre todo si se trata de pro- la hipertensión pero luego las adecua a las teorías for-
blemas o enfermedades importantes. males de la atribución para su análisis. El problema es
Podemos ordenar la investigación sobre atribución y ajustar el esquema del investigador al de las personas
salud en torno a tres intereses fundamentales. En primer que participan como sujetos en la investigación, de for-
ma que sea posible encontrar el contenido y la estructu-
lugar, se han obtenido las explicaciones concretas a cier-
ra general de las atribuciones de la enfermedad. Una
tos trastornos y se ha intentado encontrar una estructura
propuesta en esta dirección es la clasificación de atribu-
en las atribuciones de las causas de la enfermedad; en
ciones de la enfermedad de Shiloh, Rashuk-Rosenthal y
segundo lugar, se han relacionado las atribuciones con
Benyamini (2002). Sobre un total de 42 enfermedades,
otros determinantes del comportamiento de salud, y, en
encuentran una estructura jerárquica cuyas principales
tercer lugar, se han puesto en relación con el comporta- ramas (Tabla 19.1) también suponen diferencias en la
miento preventivo, búsqueda de ayuda, ajuste y cumpli- medida en que se perciben como controlables las causas
miento de los tratamientos en la enfermedad. de cada categoría.
Los estudios sobre las atribuciones de la enfermedad La manera en que las atribuciones de la enfermedad
se encuentran con un primer problema teórico cuando se relacionan con otros aspectos psicosociales y afectan
intentan clasificarlas. Se trata de la medida en que las al comportamiento de salud y de enfermedad se ha desa-
atribuciones encajan en las teorías de la atribución y rrollado en trabajos ya clásicos (King, 1982, 1983, 1984;
las teorías atributivas. Es decir, los trabajos pueden: Michela y Wood, 1986; Taylor, 1982; Taylor, Lichtman
1) partir previamente de las teorías formales de Heider, y Wood, 1984) que siguen generando otras investigacio-
Kelley o Weiner; 2) obtener libremente las explicacio- nes (Benyamini, Leventhal y Leventhal, 1997; French,
nes naturales de las enfermedades e intentar luego ajus- James, Horne y Weiman, 2005; French y Marteau, 2003;
tarlas a las teorías formales; 3) realizar una clasificación Fuster, Nouvilas, Aguirrezabal y Valencia, 2004; Mikel-
intentando encontrar una estructura de las explicaciones son, Wroble y Helgeson, 1999; Martin, Jonson, Bunde,
naturales. Podemos encontrar ejemplos de trabajos den- Bellman Rothrock, Weinrib y Lemos, 2005; Roesch y
tro de estas tres formas de tratar las atribuciones, como Weiner, 2001; Weiman, Sharpe y Walker, 2000) que re-
el de King (1984), explicado más adelante (Figura 19.4), saltan la relevancia de estos procesos. En general, pode-
en el que la autora obtiene las explicaciones naturales de mos decir, que la evidencia empírica muestra que las

FIGURA 19.4. Modelo atributivo. Relación entre las atribuciones, las creencias de salud y la conducta de salud
(asistencia a una revisión de HTA, según King, 1984).
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 325
Tabla 19.1. Atribuciones de la enfermedad (Shiloh, Rashuk-Rosenthal y Benyamini, 2002)
Causas Media Causas Media

Ambientales: 2,48 Ocultas 2,19


Abstractas 2,41 Genéticas/biológicas 1,22
Polución del aire 2,30 Herencia 1,17
Radiación química 2,52 Gen mutado 1,06
Mal tiempo 1,42 Anormalidades cromosómicas 1,13
Aire acondicionado 3,40 Tendencia biológica 1,32
Concretas 2,58 Edad 1,19
Contacto personas enfermas 3,31 Complicaciones de nacimiento 1,44
Gérmenes/virus 2,09 Místicas 1,09
Accidente 2,35 Castigo de Dios 1,71
Conductuales 4,00 Mal de ojo 1,71
Substancias 4,24 Fatalidad/destino 1,62
Medicamentos (efectos ad) 3,68 Suerte 1,36
Anticonceptivos 3,67 Actos y pensamientos pecaminosos 3,53
Cafeína 4,51 Causa sin explicación 1,51
Cigarros/tabaco 4,50 Psicosociales 3,01
Alcohol 4,57 Hipocondria 2,80
Drogas 4,55 Carácter (hostilidad) 2,91
Estilo de vida 3,82 Afecto negativo 2,87
Sueño (falta o exceso) 3,59 Preocupaciones 3,03
Ejercicio (falta o exceso) 4,38 Familia/relaciones estresantes 3,19
Comida deteriorada 4,39 Trabajo/estrés escolar 3,13
Comida (demasiada o escasa) 4,09 Estrés diario 3,35
Falta de vitaminas 3,71 Malas condiciones de trabajo 3,31
Incumplimiento terapéutico 4,66 Malas condiciones de vida 2,49
Falta de prácticas de higiene 4,59
Actividad sexual sin protección 4,73

creencias causales o atribuciones acerca de las causas de salud (Figura 19.4). Por ejemplo, en uno de sus estudios
la enfermedad tienen consecuencias en cuanto a la me- (1984) realizados con enfermos de hipertensión, encon-
dida en que una persona realiza conductas preventivas tró que, de las 15 causas expuestas por los enfermos,
de salud, se ajusta al pronóstico, cumple o se adhiere a seis de ellas permitían discriminar correctamente el 73%
las prescripciones y, por tanto, logra sus objetivos de de los casos del estudio. Por ejemplo, los que asistieron
salud. a las revisiones de su hipertensión (conducta de cumpli-
miento) atribuían la enfermedad con mayor probabilidad
Los trabajos clásicos de Taylor (1984) mostraron al estrés y a las preocupaciones que los enfermos que
que no solamente la gran mayoría de las mujeres enfer- faltaban a las consultas, que lo hacían, con más frecuen-
mas de cáncer de mama (95%) que participaron en su cia, a la falta de vitaminas y a la mala suerte. En la mis-
estudio tenían una explicación de su enfermedad, sino ma línea, en otro estudio se encontró que los pacientes
que ello les ayudaba a ajustarse mejor al proceso de tra- incumplidores (de tratamiento antihipertensivo) daban
tamiento y pronóstico. En la misma dirección, King más explicaciones de la hipertensión relacionadas con el
(1982, 1983, 1984) yendo mas allá encontró que, ade- estado de humor que los cumplidores, que la asociaban
más de tener explicaciones de su enfermedad (en este a la herencia (Nouvilas, 1999).
caso, hipertensión) que se relacionaban, en general, con
el ajuste a la enfermedad, había ciertas explicaciones na- Resultan ilustrativos los trabajos relacionados con
turales de la enfermedad o patrones atributivos que se enfermos que han padecido un infarto de miocardio y la
asociaban, más que otros, con conductas de ajuste a su forma en que las atribuciones pueden influir en el esta-
situación, estableciendo un modelo en el que las atribu- blecimiento de conductas de salud, tales como hacer
ciones de la enfermedad son determinantes del compor- ejercicio y ajustar la dieta. En general, parece que las
tamiento de salud, en relación con las creencias de la atribuciones del infarto a causas controlables relaciona-
326 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

das con el estilo de vida son un determinante del cambio la conducta de enfermedad, pero que aporta la concep-
en la mejora de conductas de salud, mediado por el ción del comportamiento como un proceso autorregula-
aumento de la percepción de control (Benyamini, Le- torio, es fundamental la aproximación de Leventhal y
venthal y Leventhal, 1997; Weinman et al., 2000). Este sus colaboradores, basada en la percepción ingenua de
resultado no ha encontrado apoyo en un trabajo más re- la amenaza para la salud.
ciente (French et al., 2005), en el que se ha obtenido
que son las atribuciones de las mujeres de los enfermos
(todos hombres) las que eran más importantes, y se rela-
cionaban con un mayor cambio en las conductas de sa- 19.4.2. Modelo del sentido común
lud posteriores al infarto que las atribuciones de los de la amenaza para
propios enfermos. La existencia de resultados contra- la salud
dictorios se explica haciendo hincapié en la forma en
que influyen las atribuciones. Como advierten French Avanzando en las propuestas anteriores, Leventhal
et al. (2005), es probable que la asociación de las atri- (1970) construye un modelo para explicar el comporta-
buciones se produzca porque al hacerlas se anulen los miento de respuesta a la amenaza para la salud, basado
sentimientos negativos o que las atribuciones al estilo de en el sentido común. Introduce la representación de la
vida protejan contra ese estado de humor. amenaza para la salud y del tratamiento, y llama la aten-
En cuanto a la internalidad/externalidad de la causa, ción sobre la influencia de los aspectos contextuales so-
o «locus de causalidad», también se han obtenido mayo- bre un proceso autorregulatorio, que se basa en cuatro
res puntuaciones en las atribuciones incontrolables de la premisas:
enfermedad frente a las controlables, lo que se ha inter-
1. Las personas solucionan activamente sus problemas
pretado como una atribución defensiva por la que las
interviniendo sobre su ambiente para buscar la ma-
personas afectadas tienden a eludir la responsabilidad en
nera de controlarlo mejor.
la aparición de la enfermedad (King, 1984).
2. La representación de la amenaza para la salud se
Por otra parte, las atribuciones de la enfermedad, así
produce en un proceso de dos niveles que se compor-
como las explicaciones dadas del comportamiento de
tan de forma paralela, de los cuales uno es automáti-
enfermedad, también afectan a los profesionales de la
co y perceptivo, y el otro es cognitivo y deliberativo.
salud y a la relación que establecen con los enfermos, ya
que es necesario que se produzca un acuerdo entre ellos 3. La generación de las representaciones cognitivas de
(Marteau y Riordan, 1992; Nouvilas, 1999, 2003). Por la enfermedad y de las reacciones emocionales se
ello es útil conocer tanto las explicaciones de los enfer- produce simultáneamente, por lo que pueden surgir
mos como las de los profesionales sanitarios, no ya res- objetivos de acción distintos e incluso contradicto-
pecto del problema de salud, en el que el sanitario es un rios entre ellos.
experto, sino en cuanto a comportamientos de salud, tan-
4. Los elementos del contexto (por ejemplo, la cultura
to preventivos como de riesgo y de adherencia. En este
o las relaciones sociales) influyen en la forma en
sentido, aunque no se ha comprobado la existencia del
que las personas construyen la amenaza para la sa-
error fundamental y el efecto actor-observador (Batson,
lud (Leventhal, Hudsony y Robitaille, 1997).
O’Quin y Pych, 1982; Nouvilas, 1990, 1999, 2003; Ro-
din, 1978) al comparar las explicaciones de los enfermos En definitiva, es una aproximación que comprende
con las de los profesionales en cuanto a su locus de cau- la respuesta a la amenaza para la salud como un proceso
salidad, sí encontramos diferencias en las explicaciones autorregulatorio de dos niveles paralelos (emocional y
dadas al comportamiento de adherencia. Por ejemplo, se cognitivo). Su determinante fundamental es la represen-
ha encontrado que los profesionales se centran más que tación cognitiva que las personas se forman de la ame-
los enfermos en la información y las estrategias que ellos naza para la salud, en cuya formación influye el contex-
pueden ofrecer a los pacientes para adaptarse al trata- to. Y es la valoración de las estrategias para afrontar la
miento en sus rutinas, mientras que los enfermos se refie- amenaza la que contiene la información que inicia de
ren más que los profesionales al miedo, a la mentaliza- nuevo el proceso autorregulatorio.
ción de que hay que seguir el tratamiento y a la influencia Esta aproximación, más que las revisadas hasta aquí,
que este tiene en sus vidas diarias (Nouvilas, 2003). se centra en el proceso inmediato de respuesta a la pre-
Cercana a la orientación atributiva, en cuanto a la sencia de una sintomatología y en la forma en que esta
participación de las atribuciones de la enfermedad y de se convierte en signo de enfermedad, se forma una re-
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 327
presentación cognitiva de ella y de la emoción que pro- Controlabilidad, en la medida en que se considera que
duce. Esta representación es considerada como el deter- la amenaza para la salud puede prevenirse, curarse o
minante inmediato de la respuesta de salud ante la pre- ser, en alguna medida, controlable.
sencia de una amenaza. Por tanto, si lo comparamos con Considera que es la representación de la enfermedad
los modelos anteriores y los determinantes fundamenta- la que determina el proceso de afrontamiento o los pro-
les que incluyen, como las creencias de vulnerabilidad y cedimientos del plan de acción, tales como tomar medi-
gravedad percibida, o autoeficacia, resultan elementos cación, hacer dieta de adelgazamiento, ejercicio, relaja-
—siempre desde el punto de vista de los autores— dis- ción o dejar de beber alcohol. Los procedimientos
tales o distantes al hecho concreto, por lo que se consi- siempre guardan relación con los síntomas, y en ellos, al
deran determinantes «históricos» que formarían parte igual que en la representación de la amenaza, se pueden
del contexto (Leventhal, Diafenbach y Leventhal, 1992). distinguir los mismos cinco dominios en relación con la
Vamos a aclarar sus características. denominación y los efectos adversos (identidad), el
Es un modelo autorregulatorio porque, derivado de tiempo necesario para que produzca efecto (duración),
la teoría del control cibernético, incorpora un circuito de los efectos esperados y adversos (consecuencias), su ori-
feedback, retroalimentación o información de vuelta, gen (locus de causalidad) y sus expectativas con respec-
que dirige las acciones de sistema. Introduce la repre- to al control de los mismos (controlabilidad).
sentación cognitiva de la enfermedad, que se forma in-
genuamente con la información que tienen las personas Este modelo propone que la asociación entre la re-
sobre la amenaza para su salud, y tiene cinco dominios presentación y los procedimientos de afrontamiento
en relación a su: completa y hace coherente el proceso autorregulatorio,
tras la valoración del éxito del plan de acción, que in-
Identidad, que incluye los síntomas y su denominación. corpora la nueva información o feedback a la represen-
Duración, o tiempo que se cree que dura el proceso si tación. Hace hincapié en los aspectos personales (por
es crónico, agudo o cíclico. ejemplo, optimismo) y del sistema social (por ejemplo,
Consecuencias, en relación con la gravedad, dolor, in- apoyo social) como moderadores y mediadores del pro-
capacidad, complicaciones y demás trastornos que pue- ceso autorregulatorio (Figura 19.5). En general, propone
den afectar a la vida diaria y a su calidad. que una amenaza para la salud genera en las perso-
Locus de causalidad, u origen de la causa de la ame- nas una representación de dicha amenaza, que es im-
naza (interno o externo). prescindible para controlar sus efectos estableciendo los

FIGURA 19.5. Modelo del proceso paralelo de autorregulación de la amenaza para la salud
(Leventhal, Diafenbach y Leventhal, 1992).
328 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

objetivos, el procedimiento, las estrategias y los criterios estereotipo de género, determinan tanto la búsqueda de
para valorar el éxito y la eficacia de la respuesta (Levet- ayuda ante una sintomatología cardiaca como la realiza-
hal, Brissette y Leventhal, 2003; Leventhal, Nerenz y ción de comportamientos de salud, tales como hacer
Steele, 1984; Martin, Rothrock, Leventhal y Leventhal, ejercicio, después de sufrir un infarto (Martin y Suls,
2003). 2003; Martin, Johnson, Bunde, Bellman, Rothrock,
Este modelo autorregulatorio ha recibido mucha Weinrib y Lemos, 2005). Los autores encuentran, en un
atención y se ha aplicado a diferentes contextos y proce- primer estudio, que las atribuciones de una misma sinto-
sos, tales como el cáncer, la hipertensión, la ansiedad o matología de un trastorno cardiaco son distintas en fun-
los procedimientos diagnósticos invasivos. Resultan re- ción de que el estereotipo de género y la representación
presentativos los trabajos pioneros de Leventhal y sus de las enfermedades coronarias sean coherentes. De esta
colaboradores sobre la hipertensión y el cumplimiento manera, obtienen que cuando se trata de un hombre (co-
de los tratamientos. En general, según sus resultados, en herente con la representación) se produce la conducta de
una enfermedad crónica y silenciosa como esta los en- búsqueda de ayuda, mientras que cuando se trata de una
fermos buscan indicios o síntomas por los que definir, mujer (incoherente con la representación) se realizan
controlar y evaluar su estado de salud, que a su vez uti- atribuciones erróneas, se produce incertidumbre e inclu-
lizan para evaluar el tratamiento. Obtienen que los en- so, la influencia de otras personas, que en definitiva re-
fermos a los que la representación formada de la enfer- trasan la búsqueda de ayuda. En un segundo estudio ob-
medad les servía para valorar el efecto del tratamiento servan que la representación de los trastornos coronarios
y sentir que ejercían mayor control sobre el proceso en relación con el género produce que la gente recuerde
cumplían más las prescripciones que los que no tenían mejor la información con respecto a un accidente de es-
una representación adaptada (Meyer, Leventhal y Gutt- te carácter cuando el afectado es hombre que cuando es
man, 1985). También, se ha observado que la represen- una mujer, ya que se piensa que las mujeres son más in-
tación de la hipertensión que tienen los usuarios difiere vulnerables a este tipo de problemas (Martin, Gordon y
de la de los profesionales sanitarios, siendo más próxima Lounsbury, 1998, en Martin et al., 2005). Esto se vio
a la de las enfermeras que a la de los médicos (Van der confirmado en un experimento en el que, ante una mis-
Hofstadt, Rodríguez-Marín, Quiles, Mira y Sitges, 2003). ma información en relación con unos síntomas cardia-
cos, cuando se asociaban a una mujer se minimizaba su
Estudios más recientes relacionan la representación importancia utilizando información relativa al contexto
de la enfermedad crónica fundamentalmente con la con- en el que se producían, mientras que cuando se relacio-
ducta de salud, tanto en relación con los factores cogniti- naban con un hombre no se tenía en cuenta la informa-
vos como con los emocionales o del contexto social (para ción de contexto. Asimismo, las atribuciones incoheren-
una revisión, ver Kaptein, Scharloo, Helder, Kleijn, Kor- tes con el problema hacían que, en el caso de las
laar y Woertman, 2003; Weinman, Heijmans y Figuei- mujeres, se establecieran con mayor dificultad conductas
ras, 2003), como muestra la investigación que se comen- de reducción del riesgo en postinfartados.
ta a continuación.
Son evidentes las importantes consecuencias que es-
En un trabajo cuya atención se centra sobre la in- te tipo de representaciones, en interacción con otros fac-
fluencia de los estereotipos de género como un aspecto tores psicosociales, pueden tener en los procesos de sa-
del contexto social que, según los autores, influye en la lud, resaltando la necesidad de intervención psicosocial,
conducta de petición de ayuda, se pone de manifiesto la tanto para los enfermos como para los profesionales sa-
forma en que la representación de las enfermedades co- nitarios, que pueden corregir y detectar la forma en que
ronarias y del infarto de miocardio, en interacción con el se perciben estos procesos.

19.5
Mantenimiento y proceso de la conducta
relacionada con la salud
Hemos desarrollado los principales modelos motivacio- ducido la autorregulación como un proceso básico en el
nales y las aportaciones de la atribución, y se ha intro- comportamiento de salud. Se llama «modelos motivacio-
Capítulo 19. ASPECTOS PSICOSOCIALES Y SALUD: CAMBIO DEL COMPORTAMIENTO... 329
nales» al modelo de la motivación para la protección, el De todo ello se desprenden unos aspectos fundamen-
modelo de creencias de la salud, la teoría de la acción tales que centran parte de la investigación sobre la for-
razonada y la teoría de la acción planificada para expli- ma de mejorar o establecer comportamientos saludables.
car el establecimiento de comportamientos de salud por- Dos aportaciones importantes que ya añadían aspectos
que se basan en los aspectos que subyacen a la decisión complementarios son, como hemos visto, los desarrollos
de emprender un comportamiento de salud. De esta ma- atributivos y el modelo autorregulatorio de Leventhal.
nera, la intención es la variable dependiente, y las creen- Los primeros introducen la consideración de la perspec-
cias, las actitudes y las expectativas son las variables in- tiva tanto de los afectados como de los profesionales en
dependientes. Sobre este esquema consideran que la el comportamiento de salud. Y el segundo incorpora la
intención es suficiente para poner en marcha la acción representación de la enfermedad como el elemento in-
(Armitage y Conner, 2000). Sin embargo, hemos visto mediato que determina la acción de salud, introduce el
que la evidencia empírica es en ocasiones contradictoria componente emocional en la respuesta a la amenaza de
y que surgen nuevos enfoques que pueden complemen- la salud en interacción con los aspectos cognitivos den-
tar los anteriores y desarrollar factores que no se han te- tro de un proceso autorregulatorio y llama la atención
nido en cuenta. sobre la importancia del contexto. También aquí se pue-
de criticar la consideración de la sintomatología como el
A los modelos motivacionales se les han hecho críti-
elemento fundamental sobre el que evaluar el proceso y
cas fundamentalmente por ser:
el estado del problema o amenaza para la salud, el cen-
Estáticos, es decir, se aplican de forma sincrónica, li- trarse en el miedo como la emoción fundamental, igual
mitándose a un momento y sin tener en cuenta la di- que el modelo de creencias de la salud, y el hecho de
námica del proceso de la acción de salud. que, al igual que los modelos motivacionales, tampoco
«Continuos», sobre la expectativa de que los predicto- considera la intervención del conocimiento que tienen
res del comportamiento influirán de la misma manera los enfermos, además de la enfermedad, de los profesio-
para cualquier persona (Renner y Schwarzer, 2003). nales sanitarios y el ámbito de atención de la salud.

Centrados en los factores subjetivos y omitir la in- Otros desarrollos de interés se centran en la inten-
fluencia de los aspectos afectivos. ción, como una de las variables motivacionales, y la
Basados en la inducción del miedo sin tener en cuenta forma en que se convierte en acción. A partir de las ca-
la intervención de sesgos cognitivos. rencias observadas en los modelos motivacionales revi-
sados, surgen una serie de modelos y trabajos que se
Con escaso carácter prospectivo al basarse en la rela- basan en la ejecución de la intención y en la forma de
ción intención-conducta, que ha dado tantas muestras convertir las variables motivacionales en conducta.
de inconsistencia. Consideran incompleta la concepción motivacional
Con respecto a la relación intención-conducta, se es- cuando se trata de predecir conductas de salud, ya que
pera, en general, que la intención conductual no expli- este tipo de comportamiento no cuenta al principio con
que más del 20%-25% de la varianza de la conducta de gran motivación por parte de la persona que tiene que
salud (Abraham y Sheeran, 2000), si bien se ha encon- realizarla. Además, las creencias no suelen estar muy
trado que algunos modelos son superiores a otros. Algu- consolidadas y la percepción de las ventajas o benefi-
nos estudios muestran que la teoría de la acción planifi- cios suele ser baja (Gollwitzzer y Oettinger, 2000).
cada mejora la predicción de comportamientos de salud Asimismo, señalan que durante la ejecución del com-
(Conner y Norman, 1994) frente a los otros modelos portamiento de salud hay distractores, situaciones y re-
(Weinstein, 1993, en Armitage y Conner, 2000). Tam- laciones que entran en conflicto con la conducta a se-
bién, se intenta mejorar los modelos. Así, Fishbein guir, como tener comidas de trabajo cuando se debe
(2000), como respuesta a esta situación, propone un mo- seguir una dieta estricta. Por todo ello se resalta, desde
delo integrado para predecir la conducta, basado en el esta perspectiva, que un sistema autorregulatorio (si-
modelo de creencias de la salud, la teoría de la acción guiendo el modelo de Leventhal) sobre el control de la
razonada y de la acción planificada. En este nuevo mo- salud necesita sacar a la luz las estrategias que subya-
delo, los determinantes fundamentales de la intención cen a la fuerza de la intención y, de esta manera, la
para realizar una conducta son las actitudes hacia reali- motivación. Desde esta perspectiva, se desarrollan al
zarla, la normas percibidas en cuanto a su ejecución y menos la aproximación de Gollwitzzer (1993) sobre la
la autoeficacia, o percepción que la persona tiene de sus ejecución de las intenciones y la de Bagozzi (1992) so-
propias habilidades para llevar a cabo la acción. bre la «teoría de meta».
330 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En la ejecución de la intención hay una asociación 2. Contemplación, al darse cuenta de la necesidad de


entre la oportunidad y una conducta dirigida hacia una iniciar una conducta de salud.
meta. De esta manera la realización de la conducta solo 3. Preparación, cuando se llevan a cabo las acciones
se lleva a efecto cuando se encuentra la situación opor- necesarias para desarrollar la conducta de salud ne-
tuna (Gollwitzzer y Oettinger, 2000). El grado en que cesaria.
está formada la intención modera la relación entre inten-
ción y conducta, de manera que las personas que han 4. Acción, cuando de hecho se está ejecutando el com-
considerado las consecuencias de realizar una conducta portamiento de salud.
nueva son las que muestran mayor relación entre inten- 5. Mantenimiento para confirmar el establecimiento
ción y conducta. Según Gollwitzzer, la ejecución de la de los nuevos comportamientos de salud.
intención implica una decisión previa de cuándo, dónde Al principio de su desarrollo se aplicó fundamental-
y cómo se va a perseguir un objetivo. mente a la conducta adictiva, especialmente en el consu-
Bagozzi (1992) desarrolla una aproximación que de- mo de tabaco. Desde este punto de vista, el proceso en
nomina «teoría del objetivo» o meta, por la que la inten- una persona que fuma tabaco habitualmente pasaría por
ción de conseguir un objetivo o meta es una función del no considerar seriamente dejar de fumar (precontempla-
deseo, determinado a su vez por las actitudes, las nor- ción), pensar con decisión en hacerlo (contemplación),
mas subjetivas y la eficacia hacia la meta. De esta ma- plantearse una fecha o periodo de tiempo en el que lo va
nera, la realización de una conducta de salud, en defini- a hacer (preparación), dejar de hecho de fumar durante
tiva, depende de la influencia de las intenciones de meta el tiempo propuesto (acción) y seguir sin fumar en el
(goal intentions) sobre lo que denominan trying, o pro- presente (mantenimiento). Se le han reconocido venta-
ceso por el que se inicia y regula la conducta. jas, en cuanto a que capta el proceso real por el que se
También se han desarrollado modelos que lo que re- produce la conducta de salud, y es optimista al conside-
saltan es la necesidad de tener en cuenta el proceso de rar que, aunque las personas recaigan, tratan de cambiar.
salud y, por tanto, el momento específico en el que se Por otra parte, y sobre todo, permite que se realicen
interviene. Por ejemplo, no es lo mismo intentar que una intervenciones en diferentes etapas, sin pensar que una
persona haga una dieta cuando apenas se da cuenta de sola intervención tiene que ser suficiente (Lafreniere y
que puede tener una enfermedad que cuando ya se la Cramer, 2005). No obstante, otros trabajos han criticado
han diagnosticado. De manera que las personas estarán duramente este modelo (Sutton, 2000).
en mejor o peor disposición para realizar una conducta En general, los modelos expuestos aportan una pers-
de salud según la fase del proceso en la que se encuen- pectiva que es complementaria en muchos aspectos y
tren. Entre otros, el modelo transteórico (Prochaska y que muestra la complejidad de estudiar la salud y el
DiClemente, 1983) es el más extendido. Distingue va- comportamiento que produce. Por ello se considera ne-
rias etapas con el fin de explicar estas diferencias: cesario buscar modelos integrados de los factores desta-
1. Precontemplación, cuando la persona aún no se da cados desde las diferentes perspectivas, que puedan ex-
cuenta o se niega a cambiar o realizar una determi- plicar y predecir con mayor precisión la medida en que
nada acción de salud. las personas se implican en comportamientos de salud.

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a
338 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

20.1
Introducción
Hasta hace pocos años, los psicólogos sociales descarta- nismo. Y la motivación y la emoción son fenómenos re-
ban de entrada la posibilidad de que la perspectiva evo- conocidamente ligados a la base biológica.
lucionista tuviera algo que aportar al conocimiento de su Por otra parte, el recelo despertado por la sociobio-
objeto de estudio. Como mucho, se hacía alguna alu- logía con su pretensión de explicar toda la conducta so-
sión, siempre con bastantes reservas y matizaciones, a la cial humana en términos de eficacia biológica ha sido
«posible» relevancia de los principios evolucionistas en aplacado por la nueva versión que representa la psicolo-
aspectos muy básicos de la conducta social humana, so- gía evolucionista, más acorde con los gustos de los psi-
bre todo relacionados con el comportamiento altruista, cólogos sociales: interés centrado en la cognición más
agresivo o sexual. Cuando decimos «muy básicos» nos que en la conducta, escasas referencias a otras especies
referimos a aspectos fundamentalmente emocionales y y empleo generalizado de la metodología experimental
motivacionales, más ligados a lo fisiológico. Esta actitud
son algunas de sus características definidoras. A todo es-
hizo que se ignoraran importantes hallazgos de la etolo- to hay que añadir su ambiciosa pretensión de establecer
gía sobre el comportamiento animal y humano, tanto vínculos entre biología, mente y cultura, y de ofrecer un
interpersonal como grupal e intergrupal. marco teórico amplio (la teoría de la eficacia biológica
Pero en los últimos años la situación está cambian- inclusiva) que permita integrar las numerosas teorías de
do. Especialmente en países como Estados Unidos, In- rango medio existentes en psicología social (Buss y
glaterra, Canadá, Holanda o Australia son cada vez más Kenrick, 1998). Todos estos ingredientes la convierten
los psicólogos sociales que empiezan a incorporar el en- en un cóctel muy apetecible.
foque evolucionista a sus investigaciones y a reconocer No obstante, hay que decir que no todos los psicólo-
el papel de la evolución en aspectos hasta entonces into- gos sociales que aceptan y defienden un enfoque evolu-
cables, como la cognición social o los fenómenos grupa- cionista comparten los planteamientos de la llamada
les. Entre ellos se encuentran Roy Baumeister, Marilynn «psicología evolucionista». De hecho, algunos conside-
Brewer, Robert Cialdini, Susan Fiske, Joseph Forgas, ran un poco presuntuoso por parte de los miembros de
Steven Heine, Tatsuya Kameda, Mark Leary, Steven esta última disciplina el haberse apropiado de una eti-
Neuberg, Constantine Sedikides, Shelley Taylor y Scott queta que en realidad abarca una perspectiva mucho más
Tindale, por citar solo algunos de los más conocidos. amplia que la que ellos defienden.
Y, dado que muchos de estos psicólogos sociales ejercen
un innegable impacto dentro de la disciplina, es previsi- Dado el creciente eco que las ideas evolucionistas
ble que la hasta ahora mayoritaria actitud de rechazo o están teniendo en psicología social, parece importante
indiferencia deje paso a otra más tolerante en no mucho distinguir entre las distintas concepciones del impacto
tiempo. de la evolución en los procesos psicosociales. Y más en
concreto, conviene aclarar las diferencias entre la psico-
A nuestro juicio, este creciente interés no se debe logía evolucionista sensu stricto y el estudio de la evolu-
exclusivamente a una «moda» ni al clásico movimiento ción de la mente y la conducta social en sentido amplio.
pendular de las filias y las fobias entre los académicos. Nuestro objetivo aquí no es hacer una exposición ex-
Al margen del probable cansancio de muchos por el de- haustiva de los múltiples enfoques existentes al abordar
terminismo cultural imperante durante tantos años, hay dicho estudio (el lector interesado puede acudir a otras
dos importantes razones para este cambio de actitud. Por fuentes en busca de información; por ejemplo, Caporael,
una parte, el paradigma dominante en psicología social 2001a; Laland y Brown, 2002; Mysterud, 2004; Sear,
ha cambiado. El énfasis de los años 70 y 80 del siglo Lawson y Dickins, 2007), y mucho menos tenemos la
pasado en la llamada «cognición fría», centrada en la intención de tomar partido por alguno de ellos. Pero sí
pura racionalidad y aplicando a la cognición social los creemos necesario exponer los planteamientos de los
mismos principios que se empleaban en la investigación que parte la psicología evolucionista (por ser la más co-
psicológica sobre cognición no social, ha dado paso a un nocida y también la que más expectativas ha generado)
vivo interés por la «cognición caliente», donde los pro- y algunas de las críticas más duras que ha recibido, no
cesos emocionales y motivacionales adquieren protago- ya por parte de científicos sociales «darwinófobos»,
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 339
sino de colegas que también se consideran darwinistas. que solo atañe a los biólogos, sino algo con lo que hay
Si tarde o temprano la psicología social va a acabar que contar al abordar su objeto de estudio, más vale sa-
aceptando que la evolución no es un fenómeno extraño ber a qué atenerse.

20.2
La psicología evolucionista sensu stricto
La psicología evolucionista es el estudio de la base evo- de las ciencias sociales», que impera en esas disciplinas
lutiva de los mecanismos de procesamiento de la infor- desde hace más de un siglo y las ha mantenido aisladas
mación que median entre el ambiente y la conducta. Se del resto. La idea principal de dicho modelo es que la
suele considerar que esta disciplina se dio a conocer co- mente y la conducta del ser humano son producto exclu-
mo tal a principios de los años 90 del siglo pasado, a sivo de la cultura, y esta, un fenómeno emergente de la
partir de la publicación del libro de Jerome Barkow, Le- sociedad, lo que supone que los factores biológicos y los
da Cosmides y John Tooby (1992) The adapted mind. factores ambientales son conjuntos causales mutuamente
Su pretensión era ser «el vínculo entre la biología y las excluyentes. Frente a este planteamiento, Tooby y Cos-
ciencias sociales» (Cosmides y Tooby, 1987), actitud mides proponen el «modelo causal integrado».
que ha sido bien recibida por muchos y ha generado
grandes expectativas.
Al igual que la ecología conductual humana, la psi- 20.2.1.1. Las premisas
cología evolucionista procede de la sociobiología, aun-
que surgió como un intento de desmarcarse de algunos
El modelo causal integrado es un modelo de procesa-
de sus planteamientos, hasta tal punto que muchos psi-
miento de la información y toma de decisiones que
cólogos evolucionistas consideran una ofensa intolerable
adopta como punto de partida la teoría de la evolución
ser tomados por sociobiólogos y se identifican más con
en su versión neodarwinista (centrada en la eficacia bio-
los psicólogos cognitivos. Su otra «bestia negra» eran
lógica y la selección en el nivel genético). Sus premisas
los científicos sociales antidarwinistas y su determinis-
básicas son:
mo cultural. Para luchar contra ellos, se hicieron el pro-
pósito de reunir fuerzas entre numerosas disciplinas afi- 1. Existe una naturaleza humana universal, pero esa
nes. Así lo exponen Tooby y Cosmides (1992): universalidad reside principalmente en el nivel de
los mecanismos psicológicos que han evolucionado
«Los avances en décadas recientes en distintas dis-
por selección natural, no en el de las conductas por
ciplinas, como la biología evolucionista, la ciencia
las que esos mecanismos se expresan.
cognitiva, la ecología conductual, la psicología, los es-
tudios sobre grupos cazadores-recolectores, la antropo- 2. Esos mecanismos psicológicos evolucionados (tam-
logía social, la antropología biológica, la primatología bién llamados «algoritmos») son adaptaciones,
y la neurobiología, han esclarecido por primera vez la construidas por la selección natural a lo largo de la
naturaleza de los fenómenos estudiados por los científi- historia evolutiva por su contribución a la transmi-
cos sociales y las conexiones de esos fenómenos con sión genética.
los principios y descubrimientos de las restantes cien- 3. Esas adaptaciones son «específicas de dominio», es
cias. Esto permite construir un nuevo modelo —el mo- decir, seleccionadas durante la evolución para resol-
delo causal integrado— que reemplace al modelo están- ver problemas concretos (por ejemplo, búsqueda de
dar.» (pp. 23-24). alimento o pareja, protección contra determinadas
amenazas, etc.), lo que da lugar a una mente modu-
lar, con contenidos y formas de procesamiento es-
20.2.1. El modelo causal integrado pecíficos para cada mecanismo adaptado.
4. Los mecanismos de procesamiento de la informa-
Los psicólogos evolucionistas han sido especialmente ción específicos de cada dominio generan algunos
duros con lo que ellos denominan el «modelo estándar de los contenidos concretos de la cultura humana,
340 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

incluyendo ciertas conductas, artefactos y represen- ta (reacciones concretas de mecanismos específicos ante
taciones transmitidas lingüísticamente; el contenido esos contenidos generados por otros). Se trata, por tanto,
cultural generado por estos y otros mecanismos está de una cultura evocada (Tooby y Cosmides, 1989,
así presente para ser adoptado o modificado por me- 1992), porque es el input cultural el que evoca la res-
canismos psicológicos situados en otros miembros puesta cultural del mecanismo psicológico correspon-
de la población. diente. Aunque todos los seres humanos compartimos
5. La estructura evolucionada de la mente humana está los mismos mecanismos psicológicos, según el ambiente
adaptada a la forma de vida de los cazadores-reco- concreto en el que cada uno se encuentre esos mecanis-
lectores del Pleistoceno (periodo entre 1,8 millones mos reaccionarán de una manera u otra. Así se explican
y 10.000 años atrás en el que tuvo lugar la mayor las diferencias entre culturas.
parte de la evolución de nuestra especie, lo que se Por su parte, la cultura transmitida también depende
conoce como «ambiente de adaptación evolutiva») de los mecanismos psicológicos evolucionados, que in-
y a los problemas que ellos encontraban de forma fluyen en qué información se atiende, se codifica, se re-
recurrente, y no necesariamente a las circunstancias cupera de la memoria y se transmite a otros. Según los
de la vida moderna. psicólogos evolucionistas, estos mecanismos cognitivos
En resumen, la mente humana contiene múltiples tienen probablemente un contenido relevante para la
módulos universales e innatos, cada uno de los cuales es persona en dimensiones que habrían afectado a la efi-
una adaptación genética evolucionada durante el Pleisto- cacia biológica de nuestros ancestros (p. e., Schaller
ceno para resolver un problema adaptativo específico de y Conway, 1999; Schaller, Faulkner, Park, Neuberg y
esa época ancestral. De esta forma, habría un módulo Kenrick, 2004).
especializado en el problema de la protección contra
amenazas externas, otro para la búsqueda y manteni-
miento de una pareja, otro para problemas relacionados 20.2.1.2. El método
con el intercambio de recursos entre individuos y así su-
cesivamente. Los mecanismos psicológicos correspon-
Partiendo de las premisas anteriores, los psicólogos evo-
dientes a cada módulo son, según Cosmides y Tooby
lucionistas estudian diversos fenómenos de la mente y la
(1987), circuitos de procesamiento de la información y,
conducta humanas recurriendo a un método inferencial
según Buss (1999), también incluyen emociones, prefe-
que ellos llaman «pensamiento adaptativo», planteándo-
rencias y tendencias específicas para cada contexto. En
se las siguientes preguntas:
cualquier caso, lo que estos mecanismos hacen es focali-
zar la atención, organizar la percepción y la memoria, y A partir de la teoría evolucionista, ¿qué problemas
poner en marcha un conocimiento especializado que adaptativos ha tenido que resolver la mente humana
permita hacer inferencias, juicios y elecciones según el en el principal periodo de evolución de nuestra espe-
contexto concreto. cie (en el ambiente de adaptación evolutiva)?
Es interesante resaltar la diferencia entre la concep- ¿Qué presiones selectivas fueron más importantes en
ción de la cultura en el «modelo estándar», como algo ese periodo para entender el problema adaptativo con-
externo a los individuos, que estos reciben y que deter- creto?
mina su conducta y sus contenidos mentales, y la visión ¿Qué mecanismo psicológico ha evolucionado para
del «modelo causal integrado». Para Cosmides y Tooby, resolver ese problema (es decir, ha sido favorecido
la cultura está íntimamente ligada a los mecanismos psi- por la selección natural por producir conductas adap-
cológicos innatos. Establecen una distinción entre cultu- tativas en tiempos ancestrales)?
ra transmitida (mediante aprendizaje social o comuni-
cación, por ejemplo) y cultura evocada. Este último Una vez el mecanismo en cuestión ha sido descrito,
concepto se refiere a la acción de los mecanismos psico- se plantea su existencia en la mente de los seres huma-
lógicos adaptados ante los estímulos procedentes del nos actuales y se busca evidencia empírica que la con-
ambiente. Estos mecanismos especializados de procesa- firme o la desconfirme, fundamentalmente mediante
miento de la información están diseñados para responder cuestionarios o manipulaciones experimentales en el la-
de forma específica a estímulos concretos del medio (fí- boratorio.
sico, social y cultural). En este esquema, la cultura es Lo veremos más claro con un ejemplo, expuesto por
tanto el estímulo (contenidos generados por mecanismos los propios Tooby y Cosmides (1989), referido al com-
específicos que poseen los individuos) como la respues- portamiento altruista. El primer paso sería saber qué di-
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 341
ce la teoría evolucionista sobre esta cuestión. Así, ve- ción, lo que supone que la selección natural actúa funda-
mos que la teoría de la eficacia biológica inclusiva de mentalmente en el nivel de lo genes. Sin embargo, se
Hamilton (1964) predice que los individuos, para aumen- aleja de la sociobiología y de su versión actual, la ecolo-
tar al máximo esa eficacia, deberían comportarse de for- gía conductual humana, en varios puntos. Primero, al
ma más altruista con los parientes cercanos (con los que centrarse no en la conducta, sino en los mecanismos psi-
comparten una mayor proporción de la dotación genéti- cológicos (de procesamiento de la información): una
ca). El segundo paso supone conocer (o, más bien, infe- conducta solo puede ser favorecida por la selección na-
rir) cómo era el ambiente selectivo de nuestros ances- tural si lo son los mecanismos psicológicos que la pro-
tros. Recurriendo a la inferencia podemos suponer que ducen (Tooby y Cosmides, 1990). Segundo, al interesar-
los intercambios cooperativos entre miembros cercana- se solo por las consecuencias para la eficacia biológica
mente emparentados de una banda de cazadores-recolec- en tiempos ancestrales, no por la adaptatividad actual: si
tores pueden haber tenido una importancia crucial para se trata de descubrir el diseño de los mecanismos psico-
la supervivencia de los individuos en el Pleistoceno. El lógicos que constituyen la mente humana, es necesario
tercer paso consiste en razonar que, para que un ser hu- determinar para qué función fueron diseñados, es decir,
mano pueda beneficiarse del parentesco, debería contar qué presiones selectivas han provocado su evolución; la
con algún programa cognitivo que le permitiera determi- forma en que los seres humanos se comportan en los
nar qué claves indican de forma fiable quiénes son pa- ambientes actuales no nos dice mucho sobre esa evolu-
rientes y quiénes no, o qué grado de proximidad de pa- ción (Symons, 1990) (Cuadro 20.1).
rentesco tiene un determinado individuo con él. La
conclusión de este razonamiento es que los seres huma- La psicología evolucionista ha sabido encontrar la
nos debemos de poseer mecanismos psicológicos que forma de franquear las férreas defensas de los psicólo-
nos permitan extraer esa información y reglas de deci- gos sociales contra las explicaciones evolucionistas, algo
sión que empleen esa información para reconocer a los que la sociobiología no consiguió. Buena muestra de
parientes. Esta sería la hipótesis que los psicólogos evo- ello son los capítulos dedicados a esta perspectiva en al-
lucionistas pondrían a prueba, por ejemplo diseñando gunas de las obras más destacadas en nuestra disciplina,
experimentos para ver si los humanos actuales pueden como el Handbook of social psychology (Buss y Ken-
reconocer el parentesco y cómo lo hacen, o investigando rick, 1998) o Social psychology. Handbook of basic
cómo se comporta la gente hacia los parientes y hacia principles (Buss, 1996). Si bien algunas de sus afirma-
los que no lo son en diferentes culturas. ciones resultan un tanto arriesgadas, lo cierto es que las
hipótesis que plantea han servido para comprender me-
Como todo método inferencial, el pensamiento adap- jor numerosos aspectos de nuestro funcionamiento social
tativo tiene una serie de limitaciones (Buss, 1996), moti- y para combatir el determinismo cultural que dominaba
vadas en gran parte por el objeto de estudio (adaptacio- las ciencias sociales. No obstante, también hay que decir
nes que se produjeron en tiempos demasiado lejanos). que el talante crítico hacia los colegas de enfoques pró-
Una de ellas es que no es posible especificar con exacti- ximos de que han hecho gala algunos defensores de esta
tud qué mecanismos psicológicos van a evolucionar, ni disciplina ha provocado una reacción muy dura por par-
siquiera aunque se identifique un problema adaptativo. te de aquellos y ha generado fuertes debates. Veamos
Tampoco es posible examinar directamente las presiones someramente en qué han consistido.
selectivas que se produjeron en épocas ancestrales ni eli-
minar la posibilidad de procesos históricos alternativos
(por ejemplo, de tipo cultural) que expliquen la existen-
cia contemporánea de determinados procesos psicológi-
cos (Schaller y Conway, 2000). Bien es verdad que el 20.2.2. Las críticas desde
recurso a la inferencia no es exclusivo de las explicacio- las disciplinas implicadas
nes evolucionistas; los constructos cognitivos que estu-
dia la psicología social, al no ser directamente observa-
bles, también deben ser inferidos a partir de medidas A pesar de su herencia sociobiológica, los psicólogos
manifiestas, como cuestionarios o medidas fisiológicas. evolucionistas han arremetido fuertemente tanto contra
los sociobiólogos como contra los ecólogos conductua-
La psicología evolucionista ha heredado de la socio- les. A los primeros les acusaban de confundir causas con
biología lo que se conoce como la «perspectiva del gen» fines, al afirmar que la eficacia biológica y el éxito re-
(«gene’s eye view») y su énfasis en la eficacia biológica productivo son la finalidad de todas nuestras conductas,
(capacidad de reproducción) como motor de la evolu- cuando en realidad son más bien la causa de que posea-
342 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 20.1. Diferencias entre adaptación y conducta adaptativa (según Laland y Brown, 2002)
¿Es la conducta adaptativa?
Conducta adaptativa es aquella que incrementa el éxito reproductivo,
independientemente de la selección natural

Sí No

¿Es la conducta Sí Adaptación actual Adaptación pasada


una adaptación? Aquella que sigue siendo adaptativa Aquella que ya no es adaptativa
Una adaptación es un carácter porque el ambiente selectivo no ha porque el ambiente selectivo
favorecido por la selección cambiado ha cambiado
natural por su eficacia
en un determinado papel No Exaptación Residuo disfuncional
Carácter que ahora potencia la eficacia Carácter que ni potencia la eficacia
biológica pero que no ha sido moldeado biológica ni fue moldeado por la
por la selección natural para su papel selección natural
actual

Mientras que los ecólogos conductuales se interesan sobre todo por las dos casillas de la izquierda del cuadro, y a menudo
no distinguen entre ellas, los psicólogos evolucionistas se centran más en las dos casillas superiores, y consideran que la
de la derecha tiene una incidencia mucho mayor en nuestra especie actualmente.

mos adaptaciones. A este razonamiento circular los psi- al papel del desarrollo, el aprendizaje, la cultura y la
cólogos evolucionistas lo denominan «falacia sociobio- interacción social. Veamos en qué consisten algunas de
lógica» (Buss, 1991). estas críticas.
A los ecólogos conductuales (con quienes comparten En contra del énfasis en procesos mentales generales
la herencia sociobiológica) les critican por ignorar los que caracteriza al modelo estándar, los psicólogos evo-
mecanismos psicológicos que controlan la conducta y lucionistas defienden la existencia de múltiples módulos
por su interés exclusivo en la conducta adaptativa en lu- innatos específicos para distintos contenidos (Cosmides
gar de centrarse en las adaptaciones (Cuadro 20.1). Ar- compara la mente humana con una «navaja multiuso»).
gumentan que, puesto que el ambiente actual es muy di- Las críticas a este argumento se basan en que un cerebro
ferente de aquel en que nuestra especie ha evolucionado, con tantos módulos innatos y especializados no sería
fijarse en la conducta adaptativa (es decir, en los benefi- operativo por falta de flexibilidad y de interacción entre
cios actuales de la conducta) en lugar de en las adapta- ellos (Smith, Borgerhoff-Mulder y Hill, 2001). Por otra
ciones (producto de la selección natural) no permite ex- parte, la investigación psicológica ha demostrado am-
plicar la historia evolutiva de nuestra especie, y por pliamente la existencia de procesos generales que tienen
tanto la investigación de los ecólogos conductuales solo lugar en distintas situaciones y en distintas especies.
está metafóricamente inspirada en el darwinismo, pero Uno de ellos es el aprendizaje. Aunque hay diferencias
no es darwinista (Symons, 1987). en cuanto a lo que cada especie o cada grupo aprende,
las reglas que rigen la forma en que se aprende son co-
Pero los psicólogos evolucionistas tampoco se han munes (la «ley del efecto» de Thorndike es igualmente
visto libres de acusaciones. Las principales críticas lan- aplicable a situaciones de localización de alimento, de
zadas contra la psicología evolucionista tienen que ver evitación de predadores o de búsqueda de pareja en dife-
con aspectos relativos a los campos que pretende unir, rentes especies). Además, aunque existan predisposicio-
en concreto, la psicología y la biología evolucionista. nes para adquirir cierto tipo de información o experimen-
Aparte de las acusaciones de determinismo genético y tar determinadas emociones ante sucesos particulares, no
reduccionismo, lanzadas por algunos científicos sociales es probable que la regulación genética sea tan rígida co-
contra todo lo que huela a evolucionista, los aspectos de mo para especificar contenidos concretos, sino que lo que
esta disciplina que más se han cuestionado son su in- la selección natural ha debido de fomentar es una gran
sistencia en la modularidad de la mente humana, su ads- plasticidad para la adaptación a situaciones diferentes,
cripción ciega al «programa adaptacionista» y su con- con un importante papel del desarrollo ontogenético (por
cepción del «ambiente de adaptación evolutiva». Ade- ejemplo, Panksepp y Panksepp, 2000). El problema prin-
más, se les acusa de no dar la suficiente importancia cipal reside en que muchos consideran ambas opciones
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 343
(procesos generales y específicos) como incompatibles sobre comportamiento y capacidades mentales de los
entre sí (puede verse una exposición de los estudios que animales no humanos han puesto de manifiesto que mu-
refutan la existencia de un módulo para la detección de chos rasgos conductuales y psicológicos humanos tienen
tramposos propuesto por Cosmides [1989; Cosmides y un origen muy anterior (pueden verse algunas revisiones
Tooby, 1992], en Barrett, Dunbar y Lycett, 2002). de estos hallazgos en Bshary, Salwiczek y Wickler,
Si la modularidad de la mente es un aspecto relacio- 2007; Call, 2007; de Waal, 2001a, b; Gaviria, 2004a, en
nado con la psicología, el énfasis en las adaptaciones prensa; Guillén-Salazar, 2006; Van Schaik, 2007; Silk,
tiene que ver sobre todo con la biología. Desde esta dis- 2007). En resumidas cuentas, este concepto de «ambien-
ciplina se considera que los psicólogos evolucionistas se te de adaptación evolutiva», tal como lo emplean los
han quedado estancados en el modelo de la eficacia in- psicólogos evolucionistas, además de dar lugar a gran
clusiva de Hamilton y exageran la importancia de la se- cantidad de especulación, implica que nuestra mente no
lección natural al nivel de los genes, sin tener en cuenta ha heredado nada de periodos anteriores al Pleistoceno y
otros procesos de evolución descubiertos por la biología que la selección natural ha dejado de actuar sobre nues-
evolucionista (Lloyd y Feldman, 2002). Hoy día se tros mecanismos mentales a partir de entonces. Pero
acepta que la selección opera en múltiples niveles (por aquí surge una paradoja: si nuestros mecanismos menta-
ejemplo, Endler, 1986; Wilson y Sober, 1994). Es nece- les no han cambiado desde la edad de piedra pero el am-
sario reemplazar la consideración del gen o el individuo biente en que nos movemos sí, ¿cómo podemos sobrevi-
como únicos niveles de significación explicativa por una vir con semejante desfase? La respuesta, una vez más,
jerarquía de niveles, desde interacciones entre moléculas está probablemente en la flexibilidad que nos confiere
de ADN hasta especies y ecosistemas. Desde este punto nuestra capacidad para el aprendizaje y la cultura, capa-
de vista el contexto adquiere una importancia que en la cidad que a su vez ha sido fomentada por la selección
versión del «gen egoísta» o la «máquina de reproduc- natural, aunque los psicólogos evolucionistas no la in-
ción» no tenía: en cada nivel, la adaptación al contexto cluyan en su catálogo de adaptaciones.
concreto es clave para que un determinado «rasgo» se Aunque la psicología evolucionista pretende ser «el
seleccione. vínculo entre la biología y las ciencias sociales» (el «es-
El último aspecto que vamos a comentar se relaciona labón perdido», Cosmides y Tooby, 1987), y aportar un
con la Paleoantropología. Los psicólogos evolucionistas marco teórico general que sintetice la multiplicidad de
basan su concepción del ser humano actual en lo que modelos y teorías de rango medio existentes en psicolo-
ellos suponen que fue el ambiente al que tuvieron que gía social, la impresión de sus críticos es que muchos de
adaptarse nuestros antepasados del Pleistoceno. Aquí sus practicantes pasan por alto importantes conocimien-
surge un primer problema porque, según los paleoantro- tos y avances en esas disciplinas a las que intentan unir,
pólogos, nuestros ancestros no vivieron en un único am- lo que da como resultado una excesiva rigidez en sus
biente, sino en muchos diferentes (Boyd y Silk, 1997; planteamientos. No obstante, desde dentro de sus pro-
Foley, 1996). Además, aunque es relativamente fácil ex- pias filas han surgido ya numerosas voces que reclaman
plicar a posteriori por qué la mente humana ha llegado a una revisión de los presupuestos iniciales, tal como los
ser como es haciendo referencia a supuestas condiciones plantearon Cosmides y Tooby en 1992 (p. e., Barrett et
del pasado, es casi imposible identificar esas condicio- al., 2002; Dunbar y Barrett, 2007a; Heyes y Huber,
nes (en las que intervienen innumerables factores) con la 2000; Plotkin, 1997). Tanto es así que se ha hecho nece-
suficiente precisión como para que permitan predecir el sario distinguir entre la psicología evolucionista en sen-
resultado de cualquier proceso selectivo (Strassman y tido estricto y la psicología evolucionista en sentido am-
Dunbar, 1998). Por otra parte, los estudios etológicos plio (Mameli, 2007).

20.3
La psicología evolucionista sensu lato
Frente a la estrecha «modularidad adaptacionista» que mente y la conducta humanas. Aunque existen obvias
caracteriza la versión original, empieza a imponerse una diferencias entre unos autores y otros, pueden extraerse
forma bastante más laxa de entender la evolución de la algunas ideas que van calando poco a poco y transfor-
344 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mando el cuadro, en gran medida debido a una mayor ción de cada adaptación concreta y que, al parecer,
atención a los hallazgos en disciplinas afines: son muy pocas (Irons, 1998; Hagen y Symons, 2007).
El largo debate entre adaptativismo y adaptacionismo, En cualquier caso, el valor de este concepto es pura-
es decir, entre centrarse en conductas adaptativas (que mente heurístico, como fuente de posibles hipótesis.
aumentan al máximo la eficacia en el momento ac- Se considera necesario incluir estudios experimentales
tual) o en adaptaciones (que la aumentaron durante el y observacionales de otras especies para indagar en lo
tiempo evolutivo suficiente como para que la selec- que sería nuestro pasado evolutivo remoto (Byrne,
ción natural las favoreciera; Cuadro 20.1) parece re- 1995; Heyes, 2000).
suelto. Desde la biología evolucionista se admite que Se empieza a reconocer la influencia de la cultura co-
ambas son formas válidas de estudiar la adaptación mo algo autónomo que crea muchos de los costes y
(una mirando hacia el pasado y la otra fijándose en el beneficios de la vida social humana (es decir, como
presente) (Reeve y Sherman, 2007). Los psicólogos una fuente de presiones selectivas) y no solo como al-
evolucionistas empiezan a dar más importancia a la go que debe ser procesado y producido por adaptacio-
maximización de la eficacia y ya no se limitan al es- nes psicológicas (Plotkin, 2007). Además, partiendo
quema adaptación-ejecución. de una interpretación más fiel de lo que tanto Darwin
Se quita importancia a la modularidad de la mente y como Mendel propusieron (ellos no hablaron nunca de
se reconoce que la evolución no implica ni requiere la genes, sino de transmisión diferencial de variaciones),
existencia de una arquitectura cerebral dividida en se considera que los procesos culturales son también
módulos funcionalmente especializados (Dunbar y Ba- parte de la evolución humana y que el aprendizaje en
rrett, 2007b). En cualquier caso, se trata de una cues- que se basa la transmisión cultural no es sino otro me-
tión empírica que se resolverá mediante la investiga- canismo más de herencia, muy similar a la transmi-
ción. Aquí la neurociencia tiene bastante que aportar sión genética, y, por tanto, los principios de la evolu-
(Panksepp y Panksepp, 2000; Willingham y Dunn, 2003; ción le son igualmente aplicables (Barrett et al., 2002;
véase el capítulo «Neurociencia social» en este texto). Laland, 2007; Mameli, 2007).
Se empieza a admitir que la selección natural actúa en Un hecho que se va haciendo evidente es que enfo-
diferentes niveles, no solo en el genético, aunque se ques antes irreconciliables, como la psicología evolucio-
sigue poniendo en duda que la selección en niveles nista, la ecología conductual humana y los defensores de
por encima del individuo haya tenido alguna repercu- la coevolución de genes y cultura, están cada vez más
sión en la evolución humana. Volveremos sobre este cercanos (Barrett et al., 2002; Dunbar y Barrett, 2007a;
punto más adelante por ser especialmente relevante Gangestad y Simpson, 2007; Sear et al., 2007), proba-
para la psicología social. blemente debido a un mayor énfasis en lo que los une y
Se ha propuesto sustituir el concepto demasiado ambi- una menor obsesión por diferenciarse entre sí. Recorde-
guo de «ambiente de adaptación evolutiva» por el de mos que la psicología evolucionista surgió como un in-
«ambiente adaptativamente relevante», que alude a las tento de desmarcarse de la sociobiología y de todas
características específicas del ambiente con las que los aquellas disciplinas que tuvieran algo que ver con ella.
individuos debieron interactuar para que esa interac- Tras varios años de diferenciación, se hace saliente la
ción les confiriera una ventaja reproductiva, es decir, necesidad de aunar esfuerzos y conocimientos para
aquellas que tuvieron realmente un efecto en la selec- avanzar en el estudio de la evolución humana.

20.4
Otra forma de entender la evolución de la mente
y la conducta social
Dado que gran parte de los fenómenos que los psicólo- 1998; Simpson y Kenrick, 1997), es lógico que nuestra
gos evolucionistas estudian son fenómenos de naturaleza disciplina se haya sentido atraída por este enfoque, ya
psicosocial (por ejemplo, Buss, 1996; Buss y Kenrick, sea en su versión «estricta» o en su concepción más am-
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 345
plia. Buena prueba de ello son las contribuciones de Para ilustrar esta corriente nos vamos a centrar en el
destacados psicólogos sociales en obras dedicadas a la modelo de Linnda Caporael por tres razones: porque se
perspectiva evolucionista (p. e., Forgas, Haselton y Von trata de una psicóloga que trabaja en el ámbito de los
Hippel, 2007; Gangestad y Simpson, 2007; Schaller, grupos, a la que, por tanto, se le supone una cierta fami-
Park y Kenrick, 2007; Schaller, Simpson y Kenrick, liaridad con los fenómenos que estudia esta disciplina;
2006) o el creciente número de artículos, incluso la pu- porque comulga con una perspectiva evolucionista en el
blicación de números monográficos, sobre evolución en estudio de la mente y la conducta social, lo que permite
revistas de psicología social (por ejemplo, Group pro- en principio descartar cualquier sospecha de prejuicios
cesses and intergroup relations, 7(4), 2004). Este pano- antidarwinistas, y porque no se trata de una crítica retó-
rama parece prometedor para la anhelada síntesis que rica, sino de un modelo teórico elaborado y congruente
proponen los psicólogos evolucionistas. con numerosos resultados empíricos. Aunque probable-
mente es mucho menos conocida que Leda Cosmides,
Sin embargo, como apuntábamos en la introducción,
John Tooby o David Buss, lleva más de 20 años desa-
no todos los psicólogos sociales que simpatizan con la
rrollando su modelo y haciendo hincapié (muchas veces
perspectiva evolucionista comparten los presupuestos
en tándem con Marilynn Brewer) en la necesidad de
que hemos expuesto hasta ahora. Aunque es verdad que
sustituir la perspectiva del gen por la de la selección
la versión «laxa» de la psicología evolucionista es bas-
multinivel, y la visión económica de la evolución, basa-
tante más abierta, sigue habiendo puntos de disensión.
da en el balance entre costes y beneficios individuales
Si tuviéramos que resumirlos en una frase, sería esta:
(o genéticos), por una centrada en la interdependencia y
la «perspectiva del gen» no es apta para abordar los
la necesidad de coordinación dentro de los grupos.
fenómenos que estudia la psicología social, al menos,
no todos. La lógica de su argumento es la siguiente:
1. Por sus características físicas, el ser humano ha ne-
cesitado desde siempre vivir en grupos para poder
20.4.1. El grupo como ambiente sobrevivir (por ejemplo, carece de fuerza y veloci-
dad para cazar solo; la falta de defensas anatómicas
selectivo en la evolución le hacen extremadamente vulnerable a los depreda-
humana dores; su prolongada infancia exige protección de
otros durante bastante tiempo...). Es decir, el grupo
Frente a la visión adaptacionista y centrada en la repro- ha actuado como amortiguador entre el individuo y
ducción como motor de todo pensamiento y conducta, las exigencias del medio físico.
está adquiriendo cada vez más fuerza entre los psicólo-
2. Para que un grupo pueda existir y reportar benefi-
gos sociales la idea de que los seres humanos han evolu-
cios a los individuos debe cumplir ciertos requisitos
cionado en respuesta a presiones selectivas que han pro-
de organización interna que hagan la conducta de
ducido una serie de predisposiciones generales, como la los miembros previsible y coordinada.
capacidad para la vida en grupo o para la cultura (p. e.,
Brewer, 1997; Caporael, 2001a, 2007; Caporael y Bre- 3. Estos requisitos crean limitaciones sistemáticas para
wer, 1990; Eagly y Wood, 1999; Fiske, 2004). No se la adaptación biológica y psicológica de los indivi-
trata, desde este punto de vista, de que seamos humanos duos. Esto significa que el grupo es el ambiente se-
modernos con cerebro de la edad de piedra, es decir, de lectivo por antonomasia para el ser humano, es
que nuestro funcionamiento mental y nuestra conducta decir, aquel en el que ha evolucionado nuestra espe-
social, y las normas que los regulan sean adaptaciones al cie.
contexto en que vivían nuestros ancestros porque a ellos
4. Como consecuencia, lo que interesa buscar son me-
les resultó biológicamente provechoso pensar y actuar
canismos individuales que hayan permitido desarro-
así (les permitió reproducirse con más éxito). Es cierto
llar y mantener la pertenencia al grupo, y mecanis-
que hemos heredado ciertas tendencias, pero con el sufi-
mos grupales que hayan promovido la conducta
ciente margen y flexibilidad como para adaptarnos a
grupal frente al individualismo.
contextos y ambientes muy diferentes. Esta forma de en-
focar el papel de la selección da mucha más importancia En resumen, no solo persistirán los grupos más efi-
a la influencia de la cultura y del desarrollo ontogené- caces, sino también los individuos que mejor se adapten
tico, y permite compaginarla con las teorías sociocultu- a la vida grupal. El resultado de esta selección será la
rales. evolución de capacidades perceptivas, afectivas y cogni-
346 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tivas que promuevan la pertenencia a grupos (Caporael, Dos conceptos clave de este modelo son la «configura-
Dawes, Orbell y Van de Kragt, 1989). ción básica» (core configuration) y la «asociación repe-
Este planteamiento se basa en la teoría de la selec- tida» (repeated assembly). Este último se refiere al pro-
ción multinivel, propuesta por el biólogo evolucionista ceso de selección natural. Una asociación es una
Leo Buss (1987; no tiene nada que ver con el psicólogo relación funcional entre un organismo (o cualquier otra
David Buss) y ampliamente aceptada en biología, que entidad) y un ambiente concreto. Esa relación específica
sostiene que la selección natural no solo actúa en el ni- se repetirá o no (en la historia evolutiva de la especie,
vel de los genes, sino en todos los niveles de la jerarquía en la de una civilización o cultura concreta, en la de una
biológica. En cada nivel es necesaria la adaptación al familia o en la vida de un individuo), es decir, será «se-
contexto que supone el nivel inmediatamente superior. leccionada» a favor o en contra, en función de la conse-
En el caso de los genes, el contexto es la maquinaria ce- cución de un determinado fin. Por ejemplo, el zigoto de
lular; en el caso del ser humano, el contexto al que de- los mamíferos es la asociación repetida de varios com-
bía adaptarse era el grupo, a través del cual interactuaba ponentes que, si están en el sitio correcto en el momento
con el medio físico. Por otra parte, desde un enfoque de oportuno, darán automáticamente como resultado un zi-
sistemas (Oyama, 1989), esa selección no favorece o eli- goto. El lenguaje humano también es la asociación repe-
mina un rasgo por sí mismo (por ejemplo, el altruismo o tida de componentes genéticos y ambientales. Si alguno
la dominancia), sino una relación funcional entre el or- de esos componentes falta (como en el caso de los «ni-
ganismo (o el gen) y el medio específico en que se mue- ños lobo»), la asociación no se produce y no hay len-
ve en un momento dado, es decir, un ajuste entre ambos guaje. Las asociaciones repetidas se dan en todos los ni-
para alcanzar un determinado fin. Esto se debe a que el veles, incluyendo el social y el cultural (los grupos, las
rasgo en cuestión no tiene por qué manifestarse en todos ideas, las costumbres o las lenguas son también produc-
los contextos (una persona puede ser altruista con deter- to de asociaciones repetidas), y van evolucionando a
minados individuos y egoísta con otros, o dominante en medida que nuevos elementos van contribuyendo más
la relación con alguien concreto y sumisa en un grupo). eficazmente a una determinada función.
Una configuración básica es una asociación repetida
de un ambiente (una estructura grupal) y unas tareas ca-
racterísticas que requieren unas capacidades o funciones
20.4.2. El modelo de las de coordinación concretas. Sería, por tanto, el contexto
configuraciones básicas en el que esos mecanismos sociocognitivos adaptativos
pueden evolucionar. Basándose en la investigación an-
A partir de los presupuestos anteriores, Caporael (1995, tropológica sobre el tamaño de los grupos y en las tareas
1997; Caporael y Baron, 1997) ha desarrollado un mo- que se suponen necesarias para la supervivencia y la re-
delo de la evolución humana basado en la estructura del producción, Caporael distingue cuatro configuraciones
grupo y en las tareas que el individuo desarrollaba en él. básicas en la evolución humana (Cuadro 20.2).

Cuadro 20.2. Configuraciones básicas (Caporael, 1995)

Niveles de Tamaño
Tareas Funciones
organización del grupo

Díada 2 Relaciones sexuales Microcoordinación


Interacción del niño pequeño con los adultos
y con niños mayores

Grupo familiar 5 Recolección, caza Cognición distribuida


o de trabajo Interacción directa con el hábitat

Banda 25-30 Desplazamientos de un lugar a otro Construcción compartida


Coordinación de los grupos de trabajo de la realidad
Identidad social

Macrobanda 300 Reuniones estacionales Estabilización y estandarización


Intercambio de individuos, recursos e información del lenguaje
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 347
Este cuadro es una representación idealizada de lo su coordinación, participa en grupos un poco mayores
que habría sido el ambiente selectivo en la evolución del (familia) y, a través de ellos, va ampliando su red de
ser humano. El tamaño del grupo en cada nivel es aproxi- contactos a grupos interactivos más numerosos (parien-
mado (excepto en la díada, como es lógico) y las tareas tes, amigos, etc.). Según Caporael (1995), el desarrollo
que aparecen en el cuadro son solo algunos ejemplos re- humano no supone una progresiva independencia, sino
presentativos de las actividades características de cada una creciente interdependencia, produciéndose una am-
configuración. Lo mismo ocurre con las funciones. La pliación del ámbito de interacción social acompañada de
importancia de las tareas para cada configuración básica una exigencia cada vez mayor de reciprocidad, habilida-
no reside en la actividad en sí, sino en las procesos so- des sociales, memoria y juicios sociales. Por ejemplo, la
ciocognitivos o funciones que exige y que pueden darse capacidad para el lenguaje es el resultado de la coordi-
en esa configuración. Una vez que una determinada fun- nación y la interdependencia dentro de los grupos. Esa
ción se ha desarrollado, puede utilizarse en configura- interdependencia requiere también el desarrollo de me-
ciones de nivel inferior. canismos cognitivos que permitan comprender las impli-
La microcoordinación se refiere al ajuste que hace caciones de la conducta de los demás, de forma que los
posible la interacción diádica, por ejemplo en la expre- miembros del grupo puedan evitar, rechazar o eliminar
sión emocional y en los turnos comunicativos. Otros de forma selectiva a otros individuos cuya conducta
procesos que también habrían evolucionado en esta con- interfiera en la organización grupal.
figuración son los relativos al self que se originan en la
interacción diádica (Higgins, 2005; Aron, Aron, Tudor y
Nelson, 1991). La siguiente configuración se refiere a 20.4.3. Algunos resultados
grupos pequeños orientados a una tarea común. La coor-
dinación en este nivel de organización grupal requiere empíricos relacionados
cognición distribuida, es decir, compartir percepciones, con el modelo
categorizaciones, inferencias, memoria y respuestas ade-
cuadas al contexto entre los miembros del pequeño grupo Las cuatro configuraciones básicas son el contexto de la
para poder hacer frente de forma conjunta a los retos evolución de todas las funciones o mecanismos socio-
planteados por el medio (Levine, Resnick y Higgins, cognitivos esenciales del ser humano. Desde este punto
1993). En ese proceso, contribuyen a crear una visión del de vista, la cognición no es algo que esté únicamente en
mundo compartida y socialmente construida. En esta con- la mente de cada individuo, sino que es fundamental-
figuración es donde se produciría la transmisión cultural mente social y está inserta en la interacción. Partiendo
más básica entre generaciones (por ejemplo, el manejo de de este modelo, Caporael y Baron (1997) formulan la
herramientas, habilidades y prácticas de subsistencia). hipótesis siguiente: si han evolucionado procesos socio-
La banda es la unidad económica básica, que puede cognitivos específicamente humanos para la coordina-
ser autosuficiente para la supervivencia y la crianza de ción en configuraciones básicas, deberían persistir hue-
los niños. Su función es reunir los recursos y la informa- llas del ambiente en el que la mente ha evolucionado y
ción repartidos entre los grupos más pequeños, coordi- de los procesos que fueron seleccionados en ese contex-
nar el trabajo de estos y hacer cumplir las normas. Esta to a pesar de lo diferente que es la organización social
configuración es la que proporciona a los individuos la actual. Es decir, deberían existir correlatos psicológicos
posibilidad de desarrollar una identidad de grupo com- de esas configuraciones básicas que podamos determinar
partida (por ejemplo, a través de historias o canciones). empíricamente. Uno de esos correlatos sería la identidad
Por último, la macrobanda permite reunir los dialectos social, es decir, la redefinición del self en función del
de cada banda y crear un lenguaje y unos símbolos co- grupo (pueden encontrarse otros ejemplos de procesos
munes que hagan posible la comunicación entre miem- psicosociales evolucionados en relación con la coordina-
bros de diferentes subgrupos, el desarrollo de una identi- ción del grupo en Kameda y Tindale, 2006).
dad social simbólica, de una realidad compartida, de La identidad social es difícil de explicar desde la
estereotipos y representaciones sociales. «perspectiva del gen». La identidad personal o la identi-
Esta sucesión de niveles de organización no solo se ficación en función de relaciones interpersonales enca-
ha dado en nuestro pasado evolutivo, sino que se repite jan mejor en sus presupuestos, pero el que un individuo
constantemente a lo largo de la vida de los individuos: se redefina inconscientemente en función de un grupo
el bebé desarrolla la microcoordinación primero en resulta incongruente si se considera que los grupos son
interacción diádica con el adulto; a medida que aumenta un artefacto de procesos individuales.
348 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Las cuatro configuraciones básicas son indispensa- características externas de los grupos han cambiado, las
bles para la vida social humana y no son intercambia- configuraciones básicas se siguen repitiendo y, por tan-
bles. Esto significa que para funcionar con eficacia en el to, el ambiente en el que nuestra mente ha evolucionado
mundo social, los individuos deben poseer las capacida- se mantiene.
des y representaciones cognitivas necesarias para mante-
ner conexiones con los demás y coordinarse con ellos en
diferentes configuraciones, y para moverse de una a otra
según lo exija la tarea o el contexto. La sugerencia de 20.4.4. Distintas formas
Caporael (2001b) es que todo esto es posible gracias a de interpretar a Darwin
los cambios en la identidad social. La identidad social es
un proceso psicológico automático, basado en percepcio-
Mientras que la «perspectiva del gen» busca explicacio-
nes y categorizaciones, y susceptible de transformación
nes en términos de egoísmo genético (la transmisión ge-
según las condiciones concretas (Brewer, 1991; Turner,
nética es la responsable directa de todo lo que somos),
Hogg, Oakes, Reicher y Wetherell, 1987).
en este enfoque alternativo lo que importa es la coordi-
nación del grupo (somos como somos porque las exi-
Cada tipo de grupo (o de configuración) requiere gencias de la vida grupal nos han hecho así). Esto no
procesos de identificación específicos. Según los niveles quiere decir que toda coordinación no acabe benefician-
de identidad descritos por Brewer y Gardner (1996), en do a los genes, sino que el nivel de explicación genético
las díadas se da una identidad social de tipo relacional, es insuficiente para captar muchos de los procesos psi-
en la que el otro es incorporado en el propio self (por cológicos y sociales que componen la cognición y la
ejemplo, Aron, Aron, Tudor y Nelson, 1991), y lo mis- conducta humanas. Para los psicólogos evolucionistas
mo ocurre en grupos informales (familia, amigos), que estrictos, como para los sociobiólogos, la vida social es
serían como una extensión de la díada. En los equipos o un agregado de individuos persiguiendo su propio
grupos de tarea (segunda configuración básica), aunque interés (basado en la eficacia reproductiva inclusiva, ya
también se dan procesos de identidad relacional provo- sea directamente o a través de los parientes) mediante
cados por la interacción cara a cara, se produce al mis- relaciones de intercambio interpersonal (regidas, por
mo tiempo una identificación colectiva relacionada con ejemplo, por el altruismo recíproco), y los procesos gru-
las metas y los logros grupales, y ambos procesos in- pales son un artefacto de procesos individuales (Brewer
fluyen en la efectividad del grupo (por ejemplo, Hut- y Caporael, 1990; Caporael y Brewer, 1990; estas auto-
chins, 1996; Liang, Moreland y Argote, 1995). Algo si- ras consideran que, a pesar de sus supuestas diferencias,
milar ocurre en el siguiente nivel (equivalente a la ambas escuelas coinciden en lo esencial: la visión adap-
banda), donde se combinan interacciones cara a cara tacionista, centrada en la reproducción, y la concepción
con lazos comunes entre individuos que no suelen estar de la evolución en términos económicos). La importan-
en proximidad espacial habitualmente. En un estudio so- cia evolutiva de la coordinación y de los mecanismos
bre los vínculos de apego entre estudiantes en un cam- psicológicos que mantienen el grupo unido ha sido tam-
pus universitario, Prentice, Miller y Lightdale (1994) en- bién subrayada por otros autores, desde psicólogos so-
contraron que los que pertenecían a algún club cerrado ciales (por ejemplo, Kameda y Tindale, 2006) hasta etó-
se sentían más apegados e identificados con los demás logos (Gaviria, 2004b).
miembros como personas (identidad relacional), mien-
tras que los que pertenecían a clubes abiertos se identifi- Aunque los teóricos de la síntesis neodarwinista alte-
caban más con el grupo en sí que con los miembros in- raran la noción originalmente propuesta por Darwin
dividuales (identidad colectiva). Por último, en el nivel (1859) de «ajuste» (fit) entre organismo y ambiente para
de macrobanda predominan los procesos de identifica- convertirla en «eficacia biológica» (genetic fitness), en-
ción colectiva, basados en símbolos y representaciones tendida como éxito reproductivo de los individuos, lo
cognitivas del grupo compartidos, y no en relaciones relevante para el objeto de estudio de la psicología so-
personales dentro del grupo. Los correlatos psicológicos cial no son los cambios en la frecuencia genética, sino la
desarrollados en este nivel se extienden a la identifica- relación funcional entre el individuo y el contexto, una
ción con categorías o grupos grandes, abstractos y su- idea mucho más próxima a la concepción darwinista de
praordenados (como las que se basan en la nacionalidad, la herencia con variación, en la que no se delimita la
el género o el estatus), y esta sería la explicación de que fuente de herencia (no solo se heredan genes, sino tam-
seamos capaces de adaptarnos a las estructuras sociales bién actitudes, prácticas, expectativas sobre el comporta-
a gran escala de las sociedades modernas. Aunque las miento de los demás y otros elementos socioculturales)
Capítulo 20. PSICOLOGÍA SOCIAL EVOLUCIONISTA: ¿LA NUEVA SÍNTESIS? 349
ni el tipo de ajuste (tan importante en términos evoluti- el lenguaje genético (ajeno a la psicología social), estu-
vos es el ajuste de los genes a la maquinaria celular en diar la evolución de la conducta humana en el presente,
la que se encuentran como el de los individuos a los sin necesidad de hacer especulaciones sobre la vida de
grupos a los que pertenecen) (Caporael y Baron, 1997). nuestros ancestros del Pleistoceno. Según Caporael, el
ambiente natural del ser humano no ha cambiado de for-
Caporael (2007) considera reduccionista la visión
ma dramática en lo esencial, sino que se mantiene gra-
defendida por la psicología evolucionista de que la bio-
cias a los mecanismos sociocognitivos evolucionados y
logía es la base de la psicología y esta la base de la cul-
a una «traducción» de la información estimular de am-
tura; las tres han coevolucionado y colaborado en la
bientes complejos en términos de configuraciones bási-
evolución del ser humano. Por otra parte, sostiene que
cas a lo largo de la vida.
los psicólogos evolucionistas basan muchos de sus argu-
mentos en categorías y conceptos sacados de la vida co- Por otra parte, se pretende contrarrestar la idea que
tidiana, reconstruyendo un pasado que se parece mucho transmiten los psicólogos evolucionistas de la selección
al presente, sin plantearse si esas categorías son relevan- natural como fuerza todopoderosa que favorece o elimi-
tes para una perspectiva evolucionista (Caporael y Bre- na rasgos o genes, una idea claramente antropomórfica
wer, 1990, 1995). Por ejemplo, en la investigación sobre (también lo era en la versión original de Darwin, y él
elección de pareja y conducta parental está implícita la mismo reconocía que no era un buen término, pero se le
idea de la familia nuclear moderna, en la que son los puede perdonar como una licencia poética necesaria pa-
dos padres quienes cuidan de los hijos. De ahí que la ra hacerse entender por sus coetáneos). Caporael (1994)
elección de pareja esté muy determinada por criterios de caricaturiza la «perspectiva del gen» comparándola con
inversión parental que garantice la supervivencia de los la historia bíblica: como el alma, los genes inmortales
son la esencia del individuo, mientras que el cuerpo, re-
descendientes. Sin embargo, en otras épocas y en otras
ceptáculo del alma o vehículo de los genes, es transito-
culturas el cuidado de los hijos corría a cargo de la co-
rio y efímero. Dios favorece a los individuos preferidos,
munidad, y no hay ninguna prueba de que no fuera así
y lo mismo hace la selección natural. El hombre fue ex-
también en tiempos de nuestros ancestros.
pulsado del Jardín del Edén, un estado de primitiva ino-
Tanto el concepto de «configuración básica» como cencia, y ha perdido su ambiente natural (aquel al que
el de «asociación repetida» permiten, además de evitar estaba adaptado).

20.5
Conclusiones
Podríamos decir que la psicología evolucionista llegó en la actitud «caníbal» de los sociobiólogos y su pretensión
el momento oportuno y supo adaptarse al medio en el de explicar toda la conducta social en términos de efica-
que se encontraba. Otras disciplinas evolucionistas antes cia biológica (Wilson, 1975). Pero los psicólogos evolu-
que ella intentaron establecer vínculos con las ciencias cionistas tuvieron buen cuidado de no caer en el mismo
sociales sin éxito (aunque, sin duda, fueron preparando «error». Cuando Leda Cosmides y John Tooby salieron
el terreno). La etología tuvo la mala suerte de coincidir de Harvard, donde estaba Wilson, dieron un giro funda-
con el auge del determinismo ambiental y tuvo que li- mental a su enfoque. Al centrarse en la cognición y no
brar su propia batalla contra los psicólogos comparados, en la conducta se unían a la corriente dominante en psi-
centrados exclusivamente en el aprendizaje. De poco cología, y al utilizar profusamente la experimentación
sirvieron los intentos de etólogos como Robert Hinde para poner a prueba sus hipótesis se convertían en
(1982; 1987) de construir lazos con las disciplinas psi- miembros de pleno derecho. No obstante, algunos de sus
cológicas, entre ellas la psicología social. Claramente, el planteamientos ya estaban presentes en sus predeceso-
ambiente no estaba preparado para admitir que una rama res, aunque ellos no lo reconocen (Segersträle, 2006).
de la biología pudiera aportar algo a la comprensión de Por ejemplo, la idea de que la cognición es producto de
los fenómenos psicosociales humanos. una mente estructurada que ha evolucionado y de que el
Una suerte parecida corrió la sociobiología, aunque aprendizaje tiene ciertas limitaciones impuestas por esa
en este caso lo que se produjo fue un fuerte rechazo ante estructura ya había sido propuesta por Lorenz (1977); y
350 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

la pretensión de vincular la biología y las ciencias socia- es que, en la segunda edición del libro Social psycholo-
les era uno de los objetivos explícitos de Wilson, como gy. Handbook of basic principles, de Kruglanski y Hig-
indica el título de su famoso libro Sociobiología. La gins, el capítulo dedicado a la perspectiva evolucionista
nueva síntesis. no lo escribe David Buss, como en la edición anterior
En este capítulo hemos expuesto algunas de las prin- (Buss, 1996), sino Linnda Caporael (2007).
cipales limitaciones que los críticos han planteado sobre En definitiva, se trata de una cuestión de enfoque.
la psicología evolucionista. Sin embargo, estas limita- Unos se centran en fenómenos más «micro» que otros, y
ciones no restan mérito ni importancia a las aportaciones quizá se les puede considerar reduccionistas, pero, como
que hace al estudio del ser humano (además de las refe- explica Daniel Dennett (1995), hay que distinguir entre
rencias ya citadas, véase, por ejemplo, Barkow, 2006; «reduccionismo del malo» y «reduccionismo del bue-
Crawford y Salmon, 2004). Además, muchas de ellas es-
no», y el análisis de los procesos a distintos niveles es
tán siendo superadas por los investigadores de la corriente
siempre necesario. Quizá, más que una síntesis, lo que
más «laxa». Pero también entendemos el malestar de mu-
deberíamos perseguir es una mayor colaboración inter-
chos psicólogos cognitivos y sociales interesados en la
perspectiva evolucionista a quienes les molesta que estos disciplinar (Caporael y Brewer, 2000; Weingart, Mit-
colegas se hagan llamar «psicólogos evolucionistas», co- chell, Richerson y Maasen, 1997). El debate científico
mo si su versión fuera la auténtica y la única aceptable entre diferentes perspectivas es muy enriquecedor siem-
(por ejemplo, Caporael y Brewer, 1995; Heyes, 2003). pre que se haga con rigor y evitando la crítica destructi-
Por eso hemos creído necesario exponer también una va. Como dice el etólogo Blurton-Jones (1990), hay mu-
muestra de esta versión alternativa, y menos conocida, cho que hacer en el campo de la evolución de la
de la evolución psicosocial humana. Y no somos los conducta humana como para perder el tiempo peleándo-
únicos en hacer esta consideración. Un dato significativo nos entre nosotros.

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a
356 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

21.1
Introducción
Si observamos cómo aparecen las mujeres en los medios en prensa). Consideramos que no podremos conseguir la
de comunicación, vemos que se ha producido un cambio igualdad entre géneros hasta que haya un cambio de
tanto en su presencia en ellos como en los papeles o ro- mentalidad que potencie la igualdad de oportunidades
les que adoptan. Un ejemplo muy claro lo contempla- entre hombres y mujeres. Sin embargo, este cambio no
mos en la publicidad, y en concreto en los anuncios, un solo debe hacerse mediante leyes e intenciones que re-
microespacio que resume muchos aspectos de nuestra gulen las relaciones humanas; es necesario que se pro-
sociedad. Mientras que en los años 60 en España la mu- duzca un cambio profundo en los mecanismos psicológi-
jer solía aparecer en papeles pasivos como acompañante cos que favorecen estas desigualdades. Uno de estos
del hombre y perfecta ama de casa, hoy podemos ver mecanismos cognitivos son los estereotipos.
mujeres que trabajan fuera del hogar, defensoras de los Estas reflexiones sobre lo que observamos a nuestro
productos que consumen y les gustan, y que manifiestan alrededor más cercano deja abiertas varias cuestiones re-
su propia opinión o juicio. Una simplificación excesiva levantes. Por ejemplo, ¿se pueden estudiar científica-
de esta evolución de la publicidad nos puede llevar a mente los estereotipos de género? ¿Qué sabemos sobre
creer que el papel de la mujer en la sociedad actual ha ellos hasta ahora? ¿Tienen un carácter estático o, por el
cambiado tanto que aquella idea de pasividad, depen- contrario, han cambiado a lo largo del tiempo? En caso
dencia o sumisión es historia de otro tiempo y que, por de que estos hayan cambiado, ¿qué variables modulan
tanto, las creencias que se tienen sobre las mujeres (es- dichos cambios?
tereotipos) respecto a su papel en la sociedad (rol) es A continuación, presentamos varios estudios en los
muy diferente. Es decir, podríamos pensar que el papel de que hemos abordado de forma práctica estas preguntas.
la mujer en la sociedad ha evolucionado radicalmente. En concreto, mostramos la importancia que tienen las
Sin embargo, en la actualidad vemos que en muchos variables sociales y culturales en nuestras percepciones
casos las mujeres están asumiendo un doble rol (fuera y y creencias sobre mujeres y hombres. Para ello, nos he-
dentro del hogar), mientras que sus compañeros hom- mos centrado en estudiar la influencia del tamaño pobla-
bres no han cambiado tanto con respecto a su presencia cional, el lugar donde habita la persona que emite los
y rol social. Es más, se espera que estas sigan siendo su- juicios y su edad sobre los estereotipos de género. Asi-
misas y pasivas en otros contextos (p. e., trabajo), y se mismo, evaluamos si dichos estereotipos han cambiado
evalúa de forma negativa a aquellas mujeres que adop- como consecuencia de las modificaciones que han sufri-
tan roles masculinos (García-Retamero y López-Zafra, do los roles sociales.

21.2
Estudios sobre los estereotipos de género
¿Se pueden estudiar científicamente los estereotipos de pecto prescriptivo sobre qué conductas son apropiadas o
género? ¿Qué sabemos sobre ellos hasta ahora? Para po- no para mujeres y hombres (Eagly y Karau, 2002; Ló-
der dar respuesta a estas preguntas debemos aclarar pri- pez-Sáez, 1994). La división del trabajo desde los albo-
mero a qué nos referimos cuando hablamos de estereoti- res de la humanidad ha hecho que tanto antropólogos
pos de género, cómo se los ha estudiado de manera como sociólogos justificaran, a lo largo del tiempo, que
científica y cuáles son los principales resultados de la los hombres estuvieran predestinados a unas determina-
investigación. das actividades y las mujeres a otras. De este modo, las
Las creencias sobre los estereotipos de género se re- mujeres han ocupado de forma desproporcionada activi-
fieren a la descripción de cuáles son las características dades relacionadas con roles comunales (Eagly, 1987)
de hombres y mujeres, pero también conllevan un as- que implican cuidado y atención hacia los demás, y que
Capítulo 21. DINÁMICA DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO EN ESPAÑA 357
enfatizan las interacciones humanas y el apoyo social. de género (por ejemplo, cuando quieren ascender en una
Mientras, los hombres se han centrado en roles que en- empresa de ingeniería o de automóviles). Nuestros traba-
fatizan el poder, la competición y la autoridad (Cuadra- jos (Garcia-Retamero y López-Zafra, 2002, 2006a, 2006b,
do, 2004; Eagly, 1987; Eagly, Wood y Diekman, 2000; en prensa) muestran que esta teoría tiene un gran poder
López-Sáez, 1994; López-Zafra, 1999). Se trata de este- descriptivo y explica lo que acontece a las mujeres que
reotipos compartidos en distintas culturas y se derivan de quieren ocupar posiciones de liderazgo.
una división del trabajo similar en ellas (Eagly y Wood, A tenor del carácter descriptivo y prescriptivo de los
1999; Eagly, Wood y Diekman, 2000; López-Zafra, Gar- estereotipos, en nuestra investigación encontramos dos
cia-Retamero y Berrios, 2007; Wood y Eagly, 2002). resultados fundamentales. Por un lado, se constata una
Una consecuencia de los estereotipos de género es relación muy arraigada entre liderazgo y género mascu-
que las mujeres han estado especialmente infrarrepre- lino, lo que incrementa sustancialmente la probabilidad
sentadas en aquellos roles que implican autoridad sobre de activar heurísticos categoriales que relacionen ambos
otras personas con respecto a la toma de decisiones y a conceptos (García-Retamero y López-Zafra, 2006a). Por
la capacidad de decisión sobre los salarios o la promo- otro lado, esta relación provoca una asociación muy
ción en el puesto de trabajo en empresas (Eagly, 2007; marcada entre las características estereotípicas masculi-
Eagly y Carli, 2004; Smith, 2002). Por desgracia, este nas y el papel de líder de un grupo (López-Zafra, De
hecho, que se puede considerar generalizado en los paí- Amicis, y García-Retamero, 2005).
ses industrializados, se agudiza aún más en España, so- Ambos procesos son similares pero tienen un matiz
bre todo cuando se consideran los ámbitos económico y diferencial relevante: asociar características masculinas
socio-político (Human development report, 2003). Así, al liderazgo produce una percepción de (in)congruencia
por ejemplo, en España el número de mujeres que con- con respecto a quién ocupa ese papel (García-Retamero
tribuyen en la producción de bienes y servicios repre- y López-Zafra, 2006b) y genera una situación de prejui-
senta un porcentaje del 57% con respecto al porcentaje cio o evaluación negativa hacia las mujeres que se en-
total de hombres. En la misma línea, el porcentaje de cuentran en una situación de «incongruencia» entre el
mujeres que ocupan un cargo político de relevancia es estereotipo de mujer y el estereotipo de líder, cuestión
significativamente menor al de hombres (18% en Espa- esta que ha llevado a que las mujeres hayan asumido
ña). Por otra parte, en la rama sanitaria, educativa o durante mucho tiempo la idea del think manager, think
asistencial sigue siendo predominante la presencia de male (es decir, «piensa como un directivo, piensa como
mujeres. Concretamente, en la rama sanitaria el 75% de un varón») (Schein, 2002; véase también Cuadrado,
profesionales de enfermería en todo el mundo son muje- García-Ael y Molero, 2007) como forma de superar la
res (Komblit y Mendez-Diz, 1998); en la enseñanza, el incongruencia. Sin embargo, la aparición del liderazgo
80% de los profesores de preescolar e infantil en España transformacional como una forma de liderazgo eficaz
son mujeres (INE, 2004). que se relaciona con características de género femeninas
Para explicar la desigualdad entre hombres y mujeres (López-Zafra y Del Olmo, 1999; López-Zafra y Mora-
en el acceso a distintos puestos y roles, incluido el de li- les, 2007) junto con el progresivo incremento en el por-
derazgo, Eagly y Karau (2002) han propuesto la teoría de centaje de mujeres en estas posiciones hace inevitable
la congruencia de rol. Esta teoría parte de los supuestos que pensemos en un posible cambio en los estereotipos
de la teoría del rol social de Eagly (1987) y asume que sobre mujeres y hombres. En este sentido, podríamos
las mujeres tienen especiales dificultades a la hora de ac- preguntarnos también si los cambios en los roles socia-
ceder a puestos de dirección, sobre todo cuando preten- les influyen en los estereotipos de género y los hace di-
den hacerlo en un ámbito no congruente con su rol námicos y moldeables (Diekman y Eagly, 2000).

21.3
Estudios sobre el cambio de los estereotipos
Existe un amplio debate en torno al carácter dinámico tatan que la mayoría de las características de los estereo-
de los estereotipos. Mientras que hay autores que cons- tipos de género en España no han cambiado (por ejem-
358 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

plo, López-Sáez, Morales y Lisbona en 2007 exploran si tico, económico, social o de relaciones íntimas). Es
se han producido cambios entre 1993 y 2001), otros decir, mostraron que los observadores percibían que las
autores han desarrollado una línea de trabajo sobre la mujeres habían conseguido mayor poder político, econó-
percepción que se tiene con respecto a las características mico, de empleo, individual y de relaciones tanto del
evaluadas como típicamente masculinas y femeninas a pasado al presente como del presente al futuro. También
lo largo del tiempo. Así, por ejemplo, Wilde y Diekman consideraban que las ganancias que obtenían las mujeres
(2005) han evaluado periodos de tiempo más largos en en el poder de relaciones y el individual superarían sus
participantes de diferentes nacionalidades. Concretamen- ganancias en los poderes político, económico y de em-
te, estos autores examinaron las similitudes y diferencias pleo en el futuro. Por el contrario, percibían que los
en creencias sobre hombres y mujeres en el pasado, pre- hombres perderían poder en las relaciones cercanas pero
sente y futuro en Alemania y Estados Unidos. Es intere- mantendrían similares niveles de poder en el político, de
sante comprobar que los participantes en este estudio empleo e individual a través del tiempo. Así, aunque los
percibieron que las mujeres habían incrementado sus ca- observadores percibían que las diferencias de género en
racterísticas masculinas a lo largo del tiempo, mientras poder podrían cambiar hasta cierto punto, no percibían
que se producía una mayor estabilidad en las caracterís- que estas diferencias desaparecieran al menos durante el
ticas de los hombres (véase también Diekman y Eagly, periodo de sus vidas. Estos datos también los obtienen
2000). Este resultado también se produce cuando se en otros estudios en los que comparan Estados Unidos
comparan países como Estados Unidos de América y con Alemania (Wilde y Diekman, 2005) o con países
Países Latinoamericanos como Brasil o Chile (Diekman, de América Latina (Diekman, Eagly, Mladinic y Ferrei-
Eagly, Mladinic y Ferreira, 2005). ra, 2005).
Los resultados de esta investigación son consistentes Para ver si en España sucede algo parecido a lo que
con la perspectiva de la teoría del rol social (Eagly, acontece en otros países con respecto a los estereotipos
1987; Eagly et al., 2000). En la medida en que los este-
de género y poder, López-Zafra, García-Retamero,
reotipos de género reflejan las observaciones de hom-
Diekman, y Eagly (en prensa) han realizado un estudio
bres y mujeres en los roles sociales, las personas debe-
trans-cultural en España, Estados Unidos y Alemania.
rían pensar que las características estereotípicas cambian
Pensamos que los distintos acontecimientos históricos de
del mismo modo que lo hace la distribución de roles so-
cada país tendrían una influencia sobre la percepción del
ciales. Si los perceptores creen que la distribución de ro-
les sociales de hombres y mujeres es más igualitaria, en- cambio en los estereotipos. El rápido cambio que la so-
tonces deberían creer que las características de mujeres ciedad española ha experimentado en un periodo de
y hombres son más parecidas. Es más, si las personas tiempo relativamente corto puede hacer creer que los ro-
proyectan esta tendencia al tiempo futuro, también debe- les han cambiado enormemente. En concreto, después
rían predecir que las diferencias entre los sexos dismi- de la Guerra Civil España quedó aislada del resto de
nuirán progresivamente. Así, los aspectos dinámicos de Europa y en clara desventaja económica (Zaldivar y
los estereotipos de género derivan de los cambios perci- Castells, 1992). Así, la desigualdad de género en la par-
bidos en el grupo respecto a su estructura social. Es ticipación política y económica fue mucho mayor en Es-
más, en línea con lo afirmado por la teoría del rol social, paña que en otros países de Europa (p. e., Alemania) o
la percepción de que las mujeres están incrementando que en Estados Unidos. Esta situación se mantuvo hasta
sus características masculinas a través del tiempo está los 70, pero ha cambiado sustancialmente en los años
mediada por la percepción que se tiene sobre los roles recientes (Senante-Berendes, 2006). Es ahora cuando las
no tradicionales, es decir, por las creencias que los parti- mujeres asumen menos roles tradicionales que hace 50
cipantes tienen sobre la división del trabajo no tradicio- años; y, aunque sigan en desventaja respecto a otros paí-
nal y la participación en la vida familiar. Así, cuanto ses, han experimentado un cambio mucho más impresio-
más parezca que hombres y mujeres adoptan roles no- nante en su estatus en sociedad que las mujeres en otros
tradicionales, más se asume que los atributos de mujeres países (Human development report, 2006).
y hombres convergerán con el paso del tiempo. Por este motivo, esperamos que los cambios dinámi-
Por otra parte, Diekman, Goodfriend y Goodwin cos en los estereotipos de género sean más notorios en
(2004) han analizado las creencias estereotipadas sobre España que en Estados Unidos o Alemania. Los resulta-
género y poder. En concreto, los autores encuentran que dos encontrados apoyan esta hipótesis: efectivamente se
también existe un cambio en la idea que se tiene sobre percibe que las mujeres en España han conseguido
mujeres y hombres en cuanto al poder que ejercen (polí- aumentar su poder público así como el grado en que po-
Capítulo 21. DINÁMICA DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO EN ESPAÑA 359
seen características masculinas o agentes en mayor me- Hemos realizado un estudio dirigido a explorar estos
dida que las mujeres en Estados Unidos y Alemania. aspectos. Nuestros participantes tenían edades compren-
Asimismo, se percibe que las mujeres han ganado poder didas entre los 15 y los 87 años, y provenían de locali-
privado a lo largo del tiempo, mientras que los hombres dades de distintos tamaños poblacionales. Concreta-
lo han perdido. Finalmente, vemos que el poder público mente, el 44% de la muestra provenía de una población
se relaciona con las características agentes en mayor mayor de 50.000 habitantes y el 16% provenía de una
grado que con las comunales, mientras que el poder pri- población de entre 50.000 y 30.000 habitantes. Final-
vado se relaciona de manera muy parecida con ambas mente, el 40% provenía de una población de menos de
características (López-Zafra et al., 2008). 30.000 habitantes.
Los participantes contestaron a un cuestionario simi-
lar al utilizado por Diekman y Eagly (2000; véase la
sección sobre los estudios relacionados con el cambio de
21.3.1. Variables que influyen los estereotipos), en el que se incluye una escala sobre
en la dinámica de los las características estereotípicas de género. En nuestro
trabajo también se ha manipulado el sexo de la persona
estereotipos objetivo sobre la que se pregunta (a partir de ahora «se-
xo del blanco») y el momento temporal, de manera que
Realizamos un estudio en España para analizar el aspec- los participantes tenían que evaluar el grado en que una
to dinámico de los estereotipos de género. Dado que se mujer o un hombre prototípico presenta una serie de
han producido grandes transformaciones sociales en atributos en el pasado (1950), en el momento presente o
nuestro país, sería esperable que la percepción sobre en el futuro (2050). Los atributos representan las dimen-
hombres y mujeres, y sobre sus características cambiara. siones cognitiva, física y de personalidad positiva de los
Para poder analizar si este cambio es real habría que estereotipos femeninos y masculinos. Estas característi-
comprobar cómo cambia la percepción sobre los este- cas se extrajeron del análisis llevado a cabo por Cejka y
reotipos acerca de hombres y mujeres en el tiempo. Eagly (1999). También se consideró una dimensión de
personalidad negativa del estereotipo negativo. Esta se
Como hemos visto con anterioridad, los estudios rea- extrajo del Extended personal attributes questionnaire
lizados por Diekman y Eagly (2000) han puesto de ma- (Spence, Helmreich, y Holohan, 1979; véase adjetivos y
nifiesto que los estereotipos tienen un carácter dinámico. coeficientes de fiabilidad en la Tabla 21.1). Como varia-
Es decir, las personas percibimos que dichos estereoti- bles adicionales en nuestro estudio se ha considerado la
pos han ido cambiando progresivamente con el paso del edad de los participantes y el tamaño poblacional de la
tiempo de forma que mujeres y hombres se perciben co- localidad donde viven.
mo más similares entre sí en el momento presente que
en el pasado, y aún más en el futuro que en el momento En la línea de las hipótesis de partida, los resultados
actual. Sin embargo, consideramos que no solo el paso en nuestro estudio han mostrado un efecto muy marcado
del tiempo es un aspecto determinante del cambio que del tamaño poblacional de la localización donde viven
se está produciendo en la percepción de dichos estereoti- los participantes. Veamos los resultados por dimensio-
pos. Es decir, habría otra serie de variables que podrían nes o características de género.
tener una influencia crucial en dichos estereotipos. Pen- En primer lugar, en cuanto a la dimensión de perso-
samos que una de estas variables podría ser el tamaño nalidad positiva hemos comprobado que los participan-
poblacional de la localidad donde habita la persona que tes que habitan en poblaciones muy pequeñas estereoti-
emite los juicios. Otra variable que puede modular los pan mucho más cuando consideran a una mujer que
estereotipos podría ser la edad de la persona. Es decir, aquellos que viven en poblaciones de tamaño intermedio
cabría esperar que personas que provengan de poblacio- o grande. Concretamente, los participantes que habitan
nes pequeñas muestren estereotipos mucho más marca- en poblaciones menores de 30.000 habitantes consideran
dos que aquellas que vivan en poblaciones más grandes. que las mujeres tienen muchas más características feme-
Asimismo, se esperaría que las personas mayores y ninas (p. e., sensible) que masculinas (p. e., dominante).
aquellas que están en la primera etapa de la adolescen- En el caso de los hombres se encuentra el resultado
cia sean las que estereotipen en mayor medida. Sin em- opuesto. Sin embargo, las diferencias en este caso no
bargo, hasta la fecha no se ha analizado si estas varia- son tan marcadas (Figura 21.1). Por otra parte, los parti-
bles influyen en el carácter dinámico de los estereotipos cipantes que habitan en poblaciones de mayor tamaño
y en caso de que así fuere, de qué modo influyen. muestran percepciones similares sobre el grado de
360 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 21.1. Items de las Dimensiones de Estereotipo de Género.


Dimensión Masculina Femenina

Personalidad positiva Atrevido, dominante, competitivo, Afectuoso, comprensivo, compasivo,


atrevido, agresivo delicado, sensible

Alfa % 0,77 Alfa % 0,82

Personalidad negativa Egocéntrico, autoritario, ambicioso, Quejica, quisquilloso, protestón, criticón


arrogante, pretencioso

Alfa % 0,82 Alfa % 0,79

Cognitiva Habilidoso, bueno con los números, Expresivo, creativo, intuitivo, artístico,
bueno resolviendo problemas, imaginativo
matemático, analítico

Alfa % 0,82 Alfa % 0,85

Física Fuerte físicamente, fornido, Atractivo, mono, bonito, sensual


de carácter fuerte

Alfa % 0,64 Alfa % 0,83

etapa inicial de la adolescencia consideran que el hom-


bre prototípico presenta más características masculinas y
menos femeninas que las mujeres. Sin embargo, las di-
ferencias entre hombres y mujeres en características
masculinas y femeninas se ven atenuadas en participan-
tes de mayor edad (Figura 21.2). Este hecho es consis-
tente con un estudio realizado por López-Zafra y López-
Sáez (2001) sobre los sentimientos de masculinidad y
feminidad. En dicho estudio, todas las personas tendían

FIGURA 21.1. Características estereotípicas atribuidas


a mujeres y hombres en función del tamaño poblacional.

masculinidad y feminidad de hombres y mujeres. En re-


sumen, las poblaciones más pequeñas mantienen fuerte-
mente los estereotipos, mientras que las poblaciones
intermedias y mayores consideran un mayor equilibrio
entre hombres y mujeres en sus características de perso-
nalidad.
En cuanto a la edad, observamos que los participan-
tes más jóvenes estereotipan más que aquellos de mayor FIGURA 21.2. Características estereotípicas de personalidad
edad. Concretamente, los participantes que están en la atribuidas a mujeres y hombres en función de la edad.
Capítulo 21. DINÁMICA DE LOS ESTEREOTIPOS DE GÉNERO EN ESPAÑA 361
a puntuar alto en identidad de género coherente con su las mujeres con menor imaginación, creatividad e intui-
sexo biológico y bajo en identidad opuesta. Es decir, la ción que a los hombres. Es decir, se estima que estas
mayoría de las mujeres se consideran muy femeninas y presentan un menor grado en las características cogni-
poco masculinas, y viceversa en el caso de los hombres. tivas femeninas que los hombres, mientras que en las
Este hecho se hace especialmente patente cuando los poblaciones de mayor tamaño, las mujeres superan sig-
participantes eran chicas/os jóvenes, debido fundamen- nificativamente a los hombres en estas características fe-
talmente a que se encuentran en un periodo de construc- meninas.
ción de su identidad, mientras que esta tendencia dismi-
nuye con el paso del tiempo. Podemos, por tanto,
relacionar el estudio previo con el actual, ya que la pro-
pia identidad o lo que uno conoce más de cerca parece
proyectarse en la evaluación sobre las dimensiones. De
este modo, son los jóvenes los que más estereotipan y
menos los de mediana edad.
En relación con los aspectos cognitivos comproba-
mos que las mujeres son percibidas como más parecidas
a los hombres en aspectos propios de la cognición mas-
culina en poblaciones medias (aunque en la Figura 21.3
parecen las mujeres ligeramente superiores a los hom-
bres, no se obtienen diferencias a nivel estadístico). Sin
embargo, en las poblaciones de mayor número de habi-
tantes se considera a las mujeres muy superiores a los FIGURA 21.3. Características estereotípicas cognitivas
hombres en estos atributos (p. e., ser bueno con los nú- atribuidas a mujeres y hombres en función del tamaño
meros o ser analítico; Figura 21.3). Por otra parte, en las de la población.
poblaciones de menor número de habitantes se percibe a

21.4
Conclusión
En resumen, en los estudios revisados, entre los que se y la erradicación de la discriminación de la mujer en
incluyen nuestros trabajos, observamos que tanto hom- puestos de dirección y el sostenimiento de las pequeñas
bres como mujeres consideran que se producirá una poblaciones. Es posible que este hecho se deba funda-
mayor igualdad en el futuro entre hombres y mujeres. mentalmente a que la edad media de las poblaciones
Sin embargo, esta igualdad en líneas generales no se más pequeñas es mayor (IEA, 2001), ya que son las per-
producirá por el cambio en los hombres, sino más bien sonas jóvenes las que han tenido que desplazarse y si-
por la equiparación de las mujeres en muchas de las ca- tuarse en otras localidades por razones laborales. Nos
racterísticas estereotípicas. Además, comprobamos que cabe la esperanza de que, en un futuro no muy lejano,
el tamaño de la población influye sustancialmente, por las poblaciones pequeñas crezcan en juventud y dismi-
lo que podríamos afirmar que el cambio de las mentali- nuyan en estereotipia de género. Una de las posibles so-
dades es muy lento y depende de la apertura de la socie- luciones en este sentido podría venir dada por una edu-
dad en su conjunto. Habría pues que buscar un equili- cación temprana en igualdad y la potenciación de la
brio entre el desarrollo de la igualdad de oportunidades igualdad de oportunidades por parte de las instituciones.
362 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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366 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

22.1
Introducción
El estudio de la atracción interpersonal ha sido objeto de can solo a las relaciones de pareja, y otras tienen que
interés para la psicología social desde los años 30 del si- ver también con las relaciones de amistad y camarade-
glo pasado. Las investigaciones sobre atracción tratan de ría. Según Reis (1995), a partir de la literatura existente
responder a la pregunta de «quién se siente atraído por pueden extraerse cuatro principios importantes relacio-
quién y por qué razones» (Reis, 1995, p. 57). La psico- nados con la atracción interpersonal:
logía social aborda estas cuestiones a través de trabajos «Primer principio. El efecto de semejanza: las perso-
que tratan de ser rigurosos y cumplir los requisitos de la nas tienden a sentirse atraídas por otras personas se-
metodología científica. Sin embargo, asuntos tales como mejantes a ellas».
la amistad o el amor (o su contrapartida negativa, como
la ruptura o el divorcio), que son las cuestiones a las que Se han estudiado diferentes dimensiones de la se-
nos estamos refiriendo, han preocupado a poetas y lite- mejanza y se ha encontrado que la atracción hacia los
ratos a través de los tiempos y, en la actualidad, siguen otros es mayor cuando existe semejanza en las actitu-
siendo de interés para el público en general, como lo de- des, los valores o las actividades realizadas. La expli-
muestra la difusión y audiencia de las denominadas re- cación más habitual del efecto de semejanza es que las
vistas y programas «del corazón». personas que tienen actitudes y comportamientos pare-
cidos se refuerzan mutuamente. Más adelante profun-
Este interés no es extraño, pues las relaciones socia- dizaremos en algunos de estos aspectos, ya que consti-
les constituyen uno de los aspectos más importantes de tuyen el foco de la investigación que aquí se describe.
nuestra vida y son un factor clave en el bienestar psico-
«Segundo principio. El efecto de proximidad: las per-
lógico (Berscheid y Reis, 1998). En este sentido, Argyle
sonas se sienten más atraídas por aquellas personas
y Martin (1991) señalan que la satisfacción global con la
que les resultan familiares».
vida tiene mucho que ver con el estado de las relaciones
interpersonales íntimas, entre las que se incluyen las re- Esto sucede con las personas que viven cerca de
laciones familiares, de pareja y de amistad. A partir de nosotros o con los compañeros de clase o de trabajo, ya
las investigaciones revisadas, los autores mencionados que en estos casos abundan las ocasiones para la inter-
concluyen que las relaciones sociales íntimas afectan a acción. Los estudios realizados apoyan la idea de que
tres de los componentes de la felicidad: el afecto positi- cuando las personas nos resultan familiares es más pro-
vo (alegría), la satisfacción vital y la salud física y men- bable que se produzca la atracción. Una posible expli-
tal. Un punto de vista similar expresa Moya (2007) cación de este efecto tendría que ver con el carácter re-
cuando informa de los resultados de una encuesta reali- forzante de la interacción. Hablar con un vecino o con
zada en España por el CIS en la que el 85% de los en- un compañero de trabajo puede constituir una manera
trevistados manifestó que la familia era muy importante de desahogarse o de compartir información. No obstan-
para ellos. Asimismo, los encuestados declararon sentirse te, si la interacción no tiene un carácter positivo, la
muy satisfechos (54,3%) o bastante satisfechos (40,6%) proximidad puede causar antagonismo y conflictos más
con su familia. que atracción. El efecto de mera exposición también
puede contribuir a explicar la atracción hacia las perso-
Desde la psicología social se han abordado diversos nas que vemos con frecuencia. Dicho efecto (Born-
aspectos de las relaciones interpersonales. Entre ellos stein, 1989; Zajonc, 1968) consiste en que, cuando un
cabe mencionar (Berscheid y Reis, 1998) el estudio de estímulo (en este caso una persona) nos resulta fami-
la atracción durante los primeros encuentros (quizá el liar, aumenta la atracción hacia dicho estímulo.
área que más investigación ha generado), el estudio del
desarrollo y mantenimiento de las relaciones, la investi- «Tercer principio. El efecto de reciprocidad: nos sen-
gación acerca de los factores que influyen en la satisfac- timos atraídos por aquellas personas a las que creemos
ción y estabilidad de la relación, y el estudio de cómo agradar».
afectan las relaciones interpersonales al bienestar físico La investigación realizada, tanto a través de expe-
y psicológico. Algunas de estas investigaciones se apli- rimentos de laboratorio como de trabajos de campo,
Capítulo 22. ATRACCIÓN INTERPERSONAL: EL PAPEL DE LA SEMEJANZA DE LAS... 367
muestra que las personas respondemos positivamente Esta línea de investigación tiene su origen en el
a aquellas personas a las que creemos agradar. Ser experimento clásico de Schachter (1959), en el que
aceptado por los otros es una fuente importante de se demostró que las personas preferían esperar la
emociones positivas; en consecuencia, no es extraño realización de un experimento, de carácter estresante,
que las personas que nos demuestran aprecio nos «cai- acompañadas que solas. Otras investigaciones, tanto
gan bien». de carácter experimental como estudios de campo,
muestran que bajo condiciones de ansiedad y estrés
«Cuarto principio. El efecto de ansiedad: la atracción
aumenta el deseo de contacto social, sobre todo con
hacia otras personas aumenta en condiciones de ansie-
las personas que están en la misma situación.
dad y estrés».

22.2
La relación entre semejanza y atracción interpersonal
Existe una gran cantidad de literatura empírica que de- Sin embargo, cuando dejamos el campo de las acti-
muestra la existencia de relación positiva entre semejan- tudes, la relación entre semejanza y atracción no es tan
za y atracción interpersonal. Esta relación es muy clara clara. Esto es lo que sucede, por ejemplo, en el caso de
en el caso de las actitudes. Byrne y sus colaboradores los rasgos físicos o de las características de personalidad
han realizado numerosos experimentos que apoyan esta (LaPrelle, Hoyle, Insko y Bernthal, 1990). Así, el tener
idea a través del denominado «paradigma del falso des- un rasgo físico determinado no significa que busquemos
conocido». En ellos el participante en la investigación en nuestra pareja ese mismo rasgo; de otro modo el
cumplimenta un cuestionario de actitudes y posterior- mundo estaría lleno de parejas con rasgos físicos simila-
mente se le informa de las respuestas que un desconoci- res (nariz grande, ojos pequeños y similares). En el caso
do ha dado al mismo cuestionario. Los resultados mues- de los rasgos psicológicos existe una serie de autores
tran que a mayor semejanza en las respuestas, mayor es (Wetzel e Insko, 1982; LaPrelle et al., 1990) que sostie-
la atracción expresada hacia dicho desconocido. A partir nen que las personas nos sentimos atraídas por aquellos
de los resultados de estos experimentos, Byrne (1971) que tienen las características que nos gustaría tener a
formuló la denominada ley de la atracción, que sostiene nosotros («yo ideal»). Desde este punto de vista se man-
que hay una relación lineal directa entre el nivel de tiene que, por ejemplo, si somos poco expresivos («yo
atracción y la proporción de actitudes similares. Los es- real») y nos gustaría serlo («yo ideal»), nos sentiremos
tudios de campo tienden también a confirmar las rela- atraídos por las personas expresivas. De ser esto cierto,
ciones entre semejanza de actitudes y atracción. No obs- solo existiría relación entre semejanza y atracción cuan-
tante, como señalan Davis y Rusbult (2001), en las do el «yo real» y el «yo ideal» se parecen. No obstante,
relaciones duraderas la semejanza de actitudes puede de- cuando existen discrepancias entre el «yo real» y el «yo
berse no solo a la coincidencia casual de actitudes, sino ideal» nos sentiremos atraídos por aquellas personas pa-
también a que alguno de los miembros de la pareja (o
recidas a nuestro «yo ideal».
los dos) modifican sus actitudes con objeto de que resul-
ten congruentes con las del otro miembro.

22.3
El modelo de los estándares ideales
El modelo de los estándares ideales (Simpson, Fletcher con la discrepancia existente en nuestra pareja actual
y Campbell, 2001) da un paso más y mantiene que la y la imagen de pareja ideal que tenemos en nuestra
atracción y la duración de las relaciones tiene que ver mente.
368 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Este modelo se basa en la teoría de la autodiscrepan- de influir en la pareja para que cambie y se aproxime a
cia (Higgins, 1987), que sostiene que la discrepancia en- nuestros estándares ideales. Las investigaciones realiza-
tre la percepción del «yo real» y el «yo ideal» ejerce un das desde esta perspectiva muestran que cuando existe
efecto motivacional para tratar de reducir o eliminar di- poca discrepancia entre la percepción de la pareja actual
cha discrepancia. Aplicando estas ideas al campo de las y la pareja ideal, la pareja y la relación son evaluadas de
relaciones interpersonales, Simpson et al. (2001) sugie- forma positiva y la tasa de separaciones es menor
ren que las personas tienen unas ideas preconcebidas (Campbell, Simpson, Kashy y Fletcher, 2001; Fletcher,
acerca de las características de la pareja y la relación Simpson, Thomas y Giles, 1999; Fletcher, Simpson y
ideales, y dichas características se utilizan para evaluar Thomas, 2000). Por su parte, Overall, Fletcher y Simp-
tanto a las parejas potenciales a la hora de empezar una son (2006) encuentran, de acuerdo con las predicciones
relación como a las parejas estables en el transcurso de del modelo, que cuando la discrepancia pareja real-pare-
las relaciones duraderas. Si la discrepancia entre las ca- ja ideal es mayor se producen más intentos de influir en
racterísticas de la pareja real y la pareja ideal es alta, la pareja para reducir las discrepancias.
existirá una tendencia a reducir dicha distancia tratando

22.4
La inclusión de los otros en el «yo»
La idea de que la intimidad en las relaciones implica un Plano material (con la obtención de posesiones e in-
cierto solapamiento entre el «yo» de los dos miembros fluencia social).
de la pareja está presente de forma más o menos explíci- Plano intelectual (por medio del aumento de nuestros
ta en muchas de las teorías acerca de las relaciones conocimientos).
interpersonales íntimas. Aron, Aron y Smollan (1992)
desarrollan esta idea y crean una escala gráfica con un Plano social (a través de la identificación con otras
único ítem que trata de medir el grado de solapamiento personas).
o inclusión que se produce entre el «yo» de los miem- Plano trascendente (a través de la comprensión de
bros de una pareja. Dicha escala es conocida como «es- nuestro lugar en el universo).
cala de inclusión de los otros en el ‘‘yo’’» (Inclusion of Las relaciones románticas íntimas son un aspecto de
other in the self scale), en adelante IOS; puede verse re- la vida donde se puede lograr la expansión en todas y
presentada en la Figura 22.1. cada una de las áreas mencionadas. Como afirman Aron
La IOS se incluye dentro del marco más general del y Aron (1997), «una motivación central en los seres hu-
modelo de la expansión del «yo» formulado por Aron y manos es la expansión del ‘‘yo’’, y una manera a través
Aron (1986). Desde dicho modelo (Aron y Aron, 1997) de la cual las personas pueden buscarla es a través de
se sostiene que el deseo de expansión del «yo» es una las relaciones interpersonales en las cuales cada uno in-
de las principales motivaciones del ser humano. Esta ex- cluye al ‘‘yo’’ del otro en su propio ‘‘yo’’» (p. 251). Es-
pansión puede producirse, al menos, en cuatro planos di- te grado de inclusión, que da idea de la intimidad y pro-
ferentes: fundidad de la relación, es lo que mide la IOS. En su

FIGURA 22.1. Escala de Inclusión de los Otros en el «yo» (Inclusion of Other in the Self Scale, IOS; adaptada de Aron et al., 1992).
Capítulo 22. ATRACCIÓN INTERPERSONAL: EL PAPEL DE LA SEMEJANZA DE LAS... 369
trabajo de 1992, Aron et al. encuentran que la IOS, a pesar new, Loving, Le y Goodfriend (2004) describen varias
de tener un único ítem, posee buenos índices de fiabilidad investigaciones realizadas con muestras de universitarios
y validez, y obtiene altas correlaciones con otras escalas de en las que se analizaba la relación de la IOS con diver-
intimidad en las relaciones. Asimismo, se ha confirmado sas variables. Los resultados muestran altas correlacio-
que la inclusión de la pareja en el «yo» está relacionada nes, en torno a 0,60, entre dicha escala y el grado de sa-
con la duración y con la satisfacción de la relación. tisfacción existente en la relación. Existen también
Desde su creación, la IOS ha sido utilizada en nume- correlaciones significativas, aunque menores que en el
rosas investigaciones como una medida de intimidad de caso anterior, entre la IOS y la semejanza percibida con
la relación (Aron, Aron, Tudor y Nelson, 1991; Aron y la pareja en cuanto a las actividades de ocio, metas pro-
Fraley, 1999; Mashek, Aron y Boncimino, 2003). Ag- fesionales y aspectos afectivos de la relación.

22.5
La presente investigación
El trabajo que describimos a continuación persigue va- tudio, como son la duración y la satisfacción con la rela-
rios objetivos. El primero es comprobar la importancia ción, o la relación con la IOS, y con las discrepancias en
relativa de la semejanza entre la persona y su pareja la autodescripción y la descripción de la pareja real o
(hipótesis de la semejanza-atracción), y la semejanza en- ideal.
tre la pareja actual y la pareja ideal (modelo de los es-
tándares ideales) a la hora de predecir la duración y la
satisfacción con la relación. Para medir dicha semejanza
emplearemos una serie de adjetivos bipolares, expuestos 22.5.1. Método
más adelante, que se utilizan en la literatura para descri-
birse a sí mismo y a los otros. Aunque existen algunos
trabajos en la literatura que comparan los efectos de la 22.5.1.1. Participantes
semejanza yo-pareja con los de la semejanza pareja-yo y procedimiento
ideal (Herbst et al. 2003; Wetzel e Insko, 1982) o los
efectos de la semejanza pareja actual-pareja ideal (los
trabajos sobre la línea propuesta por el modelo de los Formaron parte del estudio 600 personas que fueron re-
estándares ideales), no existen, que nosotros sepamos, clutadas y entrevistadas por estudiantes de psicología de
estudios que comparen en parejas reales la importancia la UNED como parte de un trabajo de prácticas. Todos
relativa de la semejanza yo-pareja actual con la de la se- los participantes seleccionados tenían pareja en el mo-
mejanza pareja actual-pareja ideal. mento de la entrevista y debían responder a un cuestio-
nario que se describirá más adelante. Los participantes,
El segundo objetivo es averiguar hasta qué punto la 298 mujeres (49,7%) y 302 hombres (50,3%), residían
inclusión de la pareja en el «yo» está relacionada con en diferentes lugares de España y su edad oscilaba entre
la satisfacción y la duración de la relación y con las dis- los 17 y los 83 años (M % 34,2; Sd % 10,8 años). La
crepancias en la autodescripción y la descripción de la duración de la relación con la pareja a la que los partici-
pareja real e ideal. La mayoría de los estudios que utili- pantes describían oscilaba entre un mes y 50 años, con
zan la IOS se han realizado con parejas de estudiantes una media de 10,66 años y una desviación típica de
universitarios y no se ha investigado, hasta donde noso- 11,41 años.
tros sabemos, la relación existente entre la inclusión de
la pareja en el «yo» y las discrepancias entre yo-pareja
actual, yo-pareja ideal y pareja real-pareja ideal.
Nuestro tercer objetivo es explorar la relación de dos 22.5.1.2. Instrumentos
importantes variables muy utilizadas en la investigación
psicosocial, la autoestima y la autoeficacia (general y Se utilizó un cuestionario que contenía las siguientes es-
social), con el resto de variables incluidas en nuestro es- calas:
370 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Listado de 16 adjetivos bipolares. Los participantes general, que está compuesta por 17 ítems, y autoeficacia
debían describirse a sí mismos, a su pareja actual y a su social, que consta de 6 ítems. Algunos ítems representa-
pareja ideal a través de una lista de 16 adjetivos bipola- tivos del factor autoeficacia general son «cuando hago
res con cinco alternativas de respuesta. Dichos adjetivos planes estoy seguro de que podré llevarlos a cabo» o
fueron seleccionados a partir de diversas escalas existen- «evito afrontar las dificultades» (invertido). Ítems repre-
tes para medir el autoconcepto (LaPrelle et al., 1990) y sentativos de la dimensión de autoeficacia social son
habían demostrado su adecuación en una investigación «no me manejo bien en situaciones sociales» (invertido)
anterior (Molero, Cuadrado y Martínez, 2006). Los adje- o «he adquirido mis amistades a través de mi capacidad
tivos utilizados pueden consultarse en la Tabla 22.1. personal para hacer amigos/as». La escala consta de cin-
Escala de «Inclusión de los otros en el yo» (IOS) co alternativas de respuesta (1 % «totalmente en desa-
(Aron et al. 1992). Se utilizó la versión de esta escala cuerdo», a 5 % «totalmente de acuerdo»). En nuestro ca-
que puede verse en la Figura 22.1. Aron et al. (1992) so se realizó un análisis factorial de la escala (por el
utilizan siete alternativas de respuesta en su escala. En método de componentes principales con rotación vari-
nuestro caso utilizamos tan sólo 5 alternativas con obje- max) que arrojó dos factores que coinciden totalmente
to de unificar los criterios de respuesta en todos los ins- con los propuestos por los autores de la escala. Debido a
trumentos utilizados. que la fiabilidad de ambos factores es alta (a % 0,86 pa-
Escala de autoeficacia. Se utilizó la escala de 23 ra el factor de autoeficacia general y a % 0,74 para el
ítems diseñada por Sherer et al. (1982). Según los auto- factor de autoeficacia social) en los análisis posteriores
res, esta escala consta de dos dimensiones: autoeficacia se utilizará la media de dichos factores.

Tabla 22.1. Medias de las descripciones («yo», pareja actual, pareja ideal)
en los 16 adjetivos utilizados
Autodescripción Descripción Descripción
Adjetivos
(A) pareja actual (B) pareja ideal (C)
Tranquilo/a-nervioso/a 2,97 2,92 2,23

Seguro de sí mismo/a-poco seguro de sí mismo/a 2,47 2,45 1,67

Independiente-dependiente 2,38 2,54 2,29

Egoísta-generoso/a 3,87 3,99 4,45

Serio/a-alegre 3,56 3,59 4,27

Poco celoso/a-muy celoso/a 2,53 2,68 2,12

Fuertes convicciones políticas-débiles convicciones políticas 3,21 3,17 3,12

Fácil expresión sentimientos-difícil expresión sentimientos 2,79 2,89 1,89

Extrovertido/a-introvertido/a 2,52 2,50 1,91

Muy ambicioso/a-poco ambicioso/a 3,03 3,02 2,78

Ordenado/a-desordenado/a 2,60 2,71 1,83

Le gusta salir-Le gusta estar en casa 2,64 2,65 2,46

Apegado/a a la familia-desapegado/a de la familia 2,21 2,16 2,22

Irritable-sosegado/a 3,10 3,13 4,13

Poco religioso/a-muy religioso/a 2,26 2,25 2,46

Optimista-pesimista 2,28 2,44 1,56


Capítulo 22. ATRACCIÓN INTERPERSONAL: EL PAPEL DE LA SEMEJANZA DE LAS... 371
Escala de autoestima personal. Se utilizó la escala descripción y la descripción de la pareja ideal y las dife-
de 10 ítems creada por Rosenberg (1965). Esta escala rencias entre la descripción de la pareja actual y de la
consta de cinco alternativas de respuesta (1 % «total- pareja ideal. Se sumaron los valores absolutos de dichas
mente en desacuerdo», a 5 % «totalmente de acuerdo») diferencias. Considerando todos los adjetivos de manera
y algunos de sus ítems representativos son «puedo hacer conjunta:
las cosas tan bien como la mayoría de la gente» o «en Las diferencias entre la percepción yo/pareja actual
general estoy satisfecho conmigo mismo/a». La fiabili- son significativamente mayores que las diferencias en-
dad de la escala es su conjunto es aceptable (a % 0,76), tre las percepciones yo/pareja ideal, t(599) % 16,16;
por lo que se halló la media de los ítems, que será utili- p a 0,0001.
zada en los análisis posteriores.
Las diferencias entre yo/pareja actual también son
Satisfacción con la relación. Los participantes de- más elevadas que las existentes entre pareja actual/pa-
bían responder, a través de una escala de cinco alternati- reja ideal, t(599) % 11,01; p a 0,0001.
vas (1 % «nada satisfecho», a 5 % «muy satisfecho»), a
la pregunta «¿hasta qué punto estás satisfecho/a con tu Las diferencias entre pareja actual/pareja ideal tam-
pareja actual?». bién son más elevadas que las diferencias yo/pareja
ideal, t(599) % .3,83; pa 0,0001.
Duración de la relación. La duración de la relación
fue medida en meses. Estos datos indican que la descripción que hacemos
de nosotros mismos se encuentra más cercana a nuestra
Variables sociodemográficas. Los participantes res- pareja ideal que a nuestra pareja real, lo cual indicaría,
pondieron también a una serie de preguntas de carácter como señalan algunos autores (por ejemplo, LaPrelle et
sociodemográfico entre las que se incluían la edad, el al., 1990), que al describir a nuestra pareja ideal esta-
sexo y el nivel de estudios. mos describiendo también, en cierta medida, a nuestro
«yo» ideal.
En la Tabla 22.2 se muestran las medias y correla-
22.5.2. Resultados ciones entre las variables utilizadas en el estudio.
Como podemos ver en la Tabla 22.2, cuanto mayor es la
En la Tabla 22.1 se presentan las medias obtenidas en diferencia entre la descripción que la persona hace de sí
los 16 adjetivos bipolares utilizados en cada una de las misma y la que hace de su pareja actual, mayor es tam-
tres descripciones solicitadas. bién la diferencia entre la autodescripción y la descrip-
Las puntuaciones pueden oscilar entre 1 y 5. Puntua- ción de la pareja ideal (r % 0,51) y también mayor es la
ciones cercanas a 1 indican que el adjetivo que figura a diferencia entre la descripción de la pareja actual y la
la izquierda es más importante. Lo contrario sucede con ideal (r % 0,58).
puntuaciones cercanas a 5. Se han resaltado en negrita Tal como cabe esperar desde el modelo de los están-
las puntuaciones más altas y las más bajas entre los ad- dares ideales, cuanto mayores son las diferencias en la
jetivos utilizados. percepción de la pareja real y la ideal, menor es la satis-
Como podemos ver en la tabla, los adjetivos utiliza- facción con la relación (r % .0,34). Las diferencias yo/
dos con más intensidad para describirse a uno mismo pareja actual también están relacionadas negativamente
son generoso/a, alegre, apegado/a a la familia y poco re- con la satisfacción de la relación, pero de forma menor
ligioso/a. Esos son también los adjetivos más utilizados (r % .0,15). En general, todas las discrepancias tienen
para describir a la pareja actual. Por su parte, a la hora relaciones negativas con la autoeficacia general, la auto-
de describir a la pareja ideal los rasgos más deseables eficacia social y la autoestima personal; sin embargo la
son también generoso/a y alegre, seguidos por optimista intensidad es mayor en el caso de las discrepancias yo-
y seguro de sí mismo/a. Como cabe suponer, la fuerza pareja ideal (r % .0,29; r % .0,29 y r % .0,34, res-
de los adjetivos utilizados para describir a la pareja ideal pectivamente).
es mayor que la utilizada a la hora de describirse a uno Como cabía esperar, la IOS tiene relaciones negati-
mismo o a la pareja real (en el primer caso las puntua- vas con las variables de discrepancia. Estas relaciones
ciones se acercan a los extremos de la escala). son más altas en el caso de las diferencias pareja actual/
A continuación hallamos las diferencias entre la des- pareja ideal (r % .0,25). Esto significa que cuando las
cripción que el participante hacía de sí mismo y la que diferencias entre la pareja actual y la pareja ideal son al-
hacía de su pareja actual, las diferencias entre la auto- tas, la inclusión del otro miembro de la pareja en el Ta-
372 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

bla 22.2. Estadísticos descriptivos y correlacio-


nes bivariadas entre las variables del estudio.
Variables Media
1 2 3 4 5 6 7 8
N % 600 (DT)

1. Diferencias yo/pareja 1,18 —


actual (0,44)
2. Diferencias yo/pareja 0,91 0,51*** —
ideal (0,38)
3. Diferencias pareja 0,99 0,58*** 0,23*** —
actual/pareja ideal (0,47)
4. I.O.S. 3,69 .0,10* .0,04 ns. .0,25*** —
(0,91)
5. Duración de la relación 10,66 0,06 ns. 0,08 ns. 0,08 ns. 0,04 ns. —
en años (11,41)
6. Satisfacción con la 4,38 .0,15*** .0,10* .0,34*** 0,52*** .0,07 ns. —
relación (0,69)
7. Autoeficacia general 3,84 .0,17*** .0,29*** .0,13* 0,15*** 0,03 ns. 0,16*** —
(0,57)
8. Autoeficacia social 3,49 .0,15*** .0,29*** .0,08* .03 ns. .0,07 ns. 0,10* 0,34*** —
(0,71)
9. Autoestima personal 4,06 .0,19*** .0,34*** .0,11* 0,08* .0,03 ns. 0,15*** 0,61*** 0,29***
* p a 0,05; ** p a 0,001; *** p a 0,0001.

«yo» es menor (o viceversa). Asimismo, la IOS mantie- Con objeto de estimar la capacidad predictiva de las
ne correlaciones positivas, aunque no muy elevadas, con variables estudiadas con respecto a la satisfacción exis-
la autoeficacia general (r % 0,15) y con la autoestima tente en la relación, se realizó un análisis de regresión
personal (r % 0,08). Además, y esto apoyaría la impor- por el método de pasos sucesivos (Tabla 22.3). Se utili-
tancia que tiene la inclusión de la pareja en el «yo», la zó como variable dependiente la satisfacción en la rela-
IOS es la variable que mantiene correlaciones positivas ción, y como variables independientes o predictoras la
más altas con la satisfacción existente en la relación duración de la relación, el sexo, las discrepancias yo-pa-
(r % 0,52). reja real, yo-pareja ideal, y pareja real-pareja ideal, la
Encontramos también que la satisfacción con la rela- IOS y las variables autoeficacia (general y social) y
ción está positivamente relacionada, aunque no de ma- autoestima.
nera muy elevada, con la autoeficacia general (r%0,16), Se observa en la Tabla 22.3 que el porcentaje de va-
con la autoeficacia social (r % 0,10) y con la autoestima rianza de la satisfacción con la relación explicado entre
personal (r % 0,15). Este resultado apoya la idea de que todas las variables incluidas en el estudio está en torno
las relaciones íntimas son importantes para el bienestar al 33%. La inclusión de la pareja en el «yo» (!), la
psicológico. autoestima personal (!) y las diferencias en la percep-
Como podemos ver en la Tabla 22.2, no existen co- ción pareja actual-percepción pareja ideal (.) son las
rrelaciones significativas entre la duración de la relación variables más importantes a la hora de predecir la satis-
y ninguna de las variables utilizadas en el estudio. facción expresada con la relación.

Tabla 22.3. Análisis de regresión por pasos. Variable dependiente: satisfacción con la relación.
Variables B SEB b t Significatividad

IOS 0,347 0,026 0,461 13,296 p a 0,0001


Diferencias pareja actual/pareja ideal .0,304 0,051 .0,208 .5,96 p a 0,0001
Edad del participante .0,006 0,002 .0,099 .2,93 p a 0,003
Autoestima personal 0,100 0,041 0,082 2,43 p a 0,015
R2 (explicada entre todas las variables) % 0,33.
Capítulo 22. ATRACCIÓN INTERPERSONAL: EL PAPEL DE LA SEMEJANZA DE LAS... 373
Se realizó también un análisis de regresión por pasos en las diferencias yo-pareja actual, F(3,595) % 8,26;
tomando como variable dependiente la duración de la p a 0,0001; yo-pareja ideal, F(3,595) % 4,63; p a 0,003;
relación. Ninguna de las variables utilizadas fue capaz pareja actual-pareja ideal, F(3,595) % 7,66, p a 0,0001, y
de explicar un porcentaje significativo de la varianza en autoeficacia social, F(3,595) % 6,71, p a 0,0001. En to-
dicha variable. No obstante, y con objeto de averiguar si dos los casos las diferencias se centraban entre el primer
la duración de la relación establecía diferencias en algu- tramo de duración de la relación (menos de 2,5 años) y
na de las variables relevantes, dividimos dicha variable el resto de los tramos. Estos resultados muestran que en
en cuatro tramos (0 a 2,4 años; 2,5 a 7 años; 7,1 a 15 el primer periodo de la relación, comparado con los de-
años y más de 15 años) que incluían cada uno al 25% de más, las discrepancias yo-pareja actual, yo-pareja ideal y
los participantes. Encontramos diferencias significativas pareja actual-pareja ideal son menores.

22.6
Conclusiones
El estudio de los factores que contribuyen a explicar la 2001). En nuestro caso, y en relación con los rasgos psi-
satisfacción y la duración de las relaciones de pareja cológicos, la discrepancia aumenta a partir de los dos
constituye un campo de investigación importante, tanto primeros años para mantenerse igual el resto del tiempo
por la repercusión social de los divorcios y separaciones de la relación.
como por la repercusión positiva que sobre el bienestar Las relaciones negativas halladas entre las discre-
físico y psicológico tiene una relación de pareja satisfac- pancias (yo-pareja actual, yo-pareja ideal y pareja ac-
toria. Explorar estas cuestiones ha constituido el objeti- tual-pareja ideal) y variables psicológicas importantes
vo principal de nuestra investigación. como la autoeficacia (general y social) y la autoestima
Una de las principales teorías acerca de la atracción son más fuertes cuando existen más diferencias entre la
interpersonal (hipótesis semejanza-atracción) predice autopercepción y la percepción de la pareja ideal. La
que nos sentiremos atraídos por personas similares a no- interpretación más lógica sería pensar que las personas
sotros. Otra teoría formulada recientemente, el modelo con autoestima y autoeficacia bajas tienen una mala opi-
de los estándares ideales (Simpson et al., 2001), predice nión de sí mismas y por ello existe una gran distancia
que la atracción está relacionada con la semejanza entre entre la autoimagen y la imagen de la pareja ideal. No
la pareja actual y la pareja ideal. Los resultados obteni- obstante, debido al carácter correlacional del presente
dos en nuestra investigación tienden a apoyar esta se- estudio, también tendría cabida la interpretación contra-
gunda opción. Así, de acuerdo con el modelo de los es- ria, es decir, que cuando tenemos unos estándares idea-
tándares ideales, encontramos que a la hora de predecir les de pareja muy elevados nuestra autoeficacia y nues-
la satisfacción con la relación es más importante el ajus- tra autoestima resultan afectadas.
te entre la pareja actual y la imagen de pareja ideal que La escala de inclusión de los otros en el «yo» (IOS;
tenemos en nuestra mente que el parecido percibido en- Aron et al., 1992) se ha revelado como el mejor predic-
tre nosotros y nuestra pareja actual. tor de la satisfacción con la relación. En este sentido, y
Los resultados muestran también que las discrepan- en línea con lo propuesto por Aron y Aron (1986, 1997)
cias existentes entre las descripciones yo-pareja actual o en su modelo de la expansión del «yo», en la medida en
pareja actual-pareja ideal no están relacionadas con la la que nuestro «yo» se expande para incluir a nuestra
duración de la relación. Sin embargo, en el primer pareja, la satisfacción con la relación es mayor y la
periodo de la relación (dos primeros años y medio) las autoeficacia general y la autoestima aumentan.
discrepancias yo-pareja actual y pareja actual-pareja En principio cabría prever altas correlaciones entre
ideal son menores que a partir de ese momento. Estos la semejanza yo-pareja actual y la IOS. Esto significaría
resultados contrastan con los obtenidos en el campo de que cuanto más se parecen los miembros de la pareja
las actitudes, en los que se encuentra una tendencia a la entre sí, mayor sería la inclusión de la pareja en el «yo»
«alineación de las actitudes» entre los miembros de la del compañero/a. Sin embargo, las correlaciones, aun-
pareja a medida que pasa el tiempo (Davis y Rusbult, que van en la dirección que cabría esperar, son bajas.
374 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Esto significa, a nuestro juicio, que la inclusión de la


pareja en el «yo» no está necesariamente relacionada 22.6.1. Limitaciones y futuras
con la semejanza de rasgos psicológicos, sino con otros investigaciones
factores como, por ejemplo, el grado de intimidad o
enamoramiento alcanzado por la pareja; dicha intimidad La presente investigación aporta información útil sobre
puede alcanzarse aunque los miembros de la pareja ten- algunos aspectos relevantes en las relaciones de pareja
gan diferentes características psicológicas. La ausencia utilizando una muestra de parejas reales que cuentan con
de correlaciones entre la IOS y el tiempo de relación nos diferente duración de la relación (algunas de ellas, mu-
indica que la inclusión de nuestra pareja en el «yo» no es chos años). Hemos encontrado, como señala el modelo
un proceso gradual en el tiempo, sino que puede darse de los estándares ideales, que las discrepancias entre la
desde los primeros momentos de la relación. En una rela- pareja actual y la pareja ideal predicen negativamente la
ción de enamoramiento fuerte, la inclusión de la persona satisfacción con la relación y que la inclusión de la pa-
amada en el «yo», y por consiguiente la expansión del reja en el «yo» está muy relacionada con dicha satisfac-
«yo», puede producirse desde el inicio de la relación. ción. Sin embargo, no hemos hallado variables que pre-
digan de manera significativa la duración de la relación.
Finalmente, y en relación con nuestro tercer objeti- Esta es una cuestión que debería abordarse con mayor
vo, comprobamos que, tal como se indica en la literatura detalle en futuras investigaciones. En efecto, una gran
(Berscheid y Reis, 1998), la satisfacción existente en la parte de las investigaciones en psicología social se cen-
relación tiene que ver de forma positiva con variables tran en los procesos iniciales de la atracción interperso-
que indican bienestar psicológico, como la autoeficacia nal. Sin embargo, analizar cómo cambian estos procesos
(general y social) y la autoestima. En este sentido apun- en las distintas fases de la relación y estudiar qué facto-
ta también, como hemos señalado anteriormente, el he- res influyen a la hora de que una relación sea duradera
cho de que las relaciones entre las variables que indican son también cuestiones de la mayor importancia. Por
discrepancia (yo-pareja actual, yo-pareja ideal y pareja eso, tal como recomiendan Cooper y Sheldon (2002), a
actual-pareja ideal) están negativamente relacionadas pesar de su mayor dificultad, es necesaria la realización
con la autoeficacia y la autoestima. No obstante, la du- de estudios día a día o estudios longitudinales «que sean
ración de la relación no está relacionada con las varia- sensibles a la naturaleza dinámica y cambiante con el
bles de bienestar psicológico. Este resultado indicaría, a tiempo que tienen las relaciones interpersonales» (p. 810).
nuestro juicio, que lo importante no es tanto la «canti- En este sentido, como también señalan los mencionados
dad» de la relación (tiempo de duración) como la «cali- autores, es muy importante analizar las opiniones mu-
dad» (aspectos positivos y reforzantes de la relación). tuas de ambos miembros de la pareja.

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Bulletin, 29, 1-11.
a
378 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

23.1
Introducción
Debido a su aspecto físico, comportamiento, creencias, del estereotipo, el prejuicio y la discriminación (ver
estilos de vida o etnia, a algunas personas se las consi- Quiles y Leyens, 2003). Estos conceptos a menudo se
dera «diferentes», se las incluye en grupos y reciben un utilizan de manera intercambiable con el de estigma. No
trato diferencial. A menudo, estos grupos sociales son obstante, el concepto de estigma es más amplio e inclu-
estadísticamente de tamaño reducido. En otras ocasiones sivo que los procesos anteriores (Link y Phelan, 2001;
están constituidos por un gran número de personas. Sin Major y O’Brien, 2005). En términos generales, se iden-
embargo, en ambos casos se les atribuye escasa relevan- tifica como una marca, señal o signo, manifiesto o no,
cia social y se les percibe de forma estereotípica y con que hace que su portador sea incluido en una categoría
características socialmente devaluadas. Esto es lo que social cuyos miembros generan una respuesta negativa.
ocurre, por ejemplo, con los discapacitados, los afecta-
dos por el SIDA o los enfermos mentales, a los que se Mucho han cambiado las cosas en el estudio del es-
percibe y evalúa según el estereotipo asignado a su gru- tigma desde la publicación en 1963 del libro de Irving
po, que les convierte en blanco fácil del prejuicio y la Goffman, Stigma: Notes on the management of spoiled
discriminación. Identity. Para empezar, se ha producido un incremento
notable de los artículos publicados, que pasaron de un
Estos procesos de estereotipia, prejuicio y discrimi- total de 603 artículos en el periodo de tiempo correspon-
nación constituyen uno de los campos de estudio más diente a 1965-1989 a 2.321 artículos entre los años
representativos de la psicología social con presencia en 1990-2004 (Major y O‘Brien, 2005). Igualmente, han
cada nueva edición del Handbook of social psychology aparecido capítulos sobre el estigma en publicaciones
desde que se publicó el primero de ellos (Lindzey, tan destacadas como el mencionado Handbook of social
1954). En esta larga tradición de estudio se entrecruzan psychology (Crocker, Major y Steele, 1998), Advances
los análisis a nivel grupal con las explicaciones indivi- in experimental social psycholoy (Major, Quinton y
duales y los factores cognitivos con los motivacionales. McCoy, 2002, Steele, Spencer y Aronson, 2002), Euro-
Sin embargo, todos ellos se caracterizan por un mismo pean review of social psychology (Major, McCoy, Kai-
enfoque unidireccional: desde un agente que pertenece a ser y Quinton, 2003; Schmitt y Branscombe, 2002, Stan-
algún grupo mayoritario hacia algún «otro» socialmente gor, Swim, Sechrist, DeCoster, Van Allen y Ottenbreit,
devaluado. No es hasta su edición más reciente (Gilbert, 2003), Annual review of sociology (Link y Phelan,
Fiske y Lindzey, 1998) cuando se incluye un capítulo 2001), Annual review of psychology (Major y O’Brien,
dedicado al otro polo de esta relación: el grupo minori- 2005) y recopilaciones de trabajos de investigación so-
tario. En este mismo año se publica el libro Prejudice. bre este asunto como la coordinada por Levin y Van
The target’s perspective (Swim y Stangor, 1998), que Laar (2006). Esta profusión de investigaciones se ha
profundiza en la perspectiva de la víctima. centrado, sobre todo, en la naturaleza, las fuentes y las
consecuencias del estigma. El mayor esfuerzo, sin duda,
Es a partir de entonces cuando se asume que la per- se ha puesto en tratar de clarificar el concepto de estigma
tenencia al grupo minoritario genera una realidad con y en analizar el impacto negativo de este en la interac-
entidad propia, que desencadena procesos y consecuen- ción social y en los sentimientos, las conductas y el bie-
cias particulares de esta situación. La perspectiva de la nestar de las personas estigmatizadas.
víctima ayuda a explicar no solo los conflictos a los que
se enfrenta, sino también los intentos que hace para de- A lo largo de este capítulo nos centraremos primero
sarrollar estrategias de «supervivencia psicológica» con en el concepto de estigma. Para tratar de clarificarlo
el menor coste personal posible. En términos generales, abordamos su naturaleza y las dimensiones que facilitan
atender a la perspectiva de la víctima proporciona una su organización. Segundo, analizamos las consecuencias
información de primera mano que amplia el conoci- que tiene el estigma para la minoría devaluada. Final-
miento general y ayuda a comprender los distintos me- mente, exploramos algunas de las estrategias «defensi-
canismos que elaboran los componentes de los grupos vas» que desarrollan las víctimas del estigma para hacer
desfavorecidos para hacer frente a las secuelas negativas frente a sus consecuencias negativas.
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 379

23.2
¿Qué es el estigma?
Suponga que participa en un experimento en el que la que evitar o apartar». En la misma dirección va la defi-
tarea consiste en dejar maquillar en su rostro una llaga nición de Jones, Farina, Hastorf, Markus, Miller, Scout
visible y desagradable. Posteriormente se le pide que y French (1984) que lo describen como «la relación en-
salga de la sala de maquillaje y se relacione con los tre una marca (atributo) y unas características no desea-
otros «normalmente». ¿Cómo imagina que sería el resto bles» (p. 7). Por su parte, Crocker, Major y Steele
de su día? ¿Cómo interpretaría las miradas más o menos (1998) proponen que la estigmatización se produce
furtivas de la gente? ¿Y sus gestos y reacciones? ¿Cómo cuando «una persona posee, o cree poseer, algún atribu-
supone que viviría usted esta experiencia? to o característica que conforma una identidad social
Semejante a esta fue la situación que plantearon que es devaluada en un contexto social determinado»
Kleck y Strenta (1980) en su conocido experimento. Los (p. 505).
participantes, después de interactuar con otras personas, La última definición, además, hace énfasis en el con-
declararon haber percibido un fuerte sesgo negativo ha- texto. Esto es, una característica cualquiera puede con-
cia ellos debido a la desfiguración facial. No es difícil vertirse en estigmatizadora en un contexto determinado,
imaginar la incomodidad y la permanente autoconcien- o dejar de serlo en otro (p. ej., la obesidad). Desde este
cia que sufrieron esas personas al interactuar con otros. punto de vista todas las personas son susceptibles de ser
En definitiva, la sensación de saberse «marcados» e estigmatizadas en algún momento de la vida, en función
imaginar el desagrado que esta marca produce en los de- de la situación particular (p. ej., ser forasteros en un pe-
más podría asemejarse hasta cierto punto a la experien- queño pueblo), y sentir en propia piel un trato «diferen-
cia de ser «estigmatizado». Aunque, evidentemente, te» debido a esa pertenencia categorial. Esto convierte el
existen ciertas diferencias radicales, como por ejemplo, proceso de estigmatización en algo «dinámico» y adap-
saber que esta marca es fruto de una decisión voluntaria, tado al contexto. Sin embargo, los estigmas comparten
que es transitoria y que se puede eliminar cuando lo de- una «esencia» común. Si bien en unos casos la connota-
see. La realidad es siempre más compleja que cualquier ción negativa de una determinada marca es muy restrin-
experimento o simulación y, en el caso del estigma, esto gida y se limita a situaciones muy particulares (p. ej.,
es aún más cierto. ser fumador), en otros el prejuicio se extiende a ámbitos
Lo más curioso del experimento de Kleck y Strenta muy variados de la vida cotidiana (p. ej., ser gitano).
es que los participantes manifestaron haber percibido Evidentemente, las consecuencias para las personas que
una fuerte reacción negativa de los otros hacia ellos aun sufren un tipo de estigma u otro son muy diferentes. De
cuando, inadvertidamente, el experimentador había bo- hecho, ser consciente del prejuicio y la discriminación
rrado completamente la llaga, con la excusa de aplicar dirigida hacia el propio grupo tiene significados y con-
una crema hidratante encima del maquillaje, antes de secuencias muy distintos en ambos casos (Schmitt y
que estos salieran del laboratorio. Los participantes de- Branscombe, 2002).
sarrollaron sus interacciones con los demás únicamente Pero entonces, ¿qué determina que una característica
bajo la sensación subjetiva de que estaban marcados. se convierta en estigmatizadora? La respuesta apunta a
la asociación de esta con una evaluación y un estereoti-
po negativo ampliamente conocido entre los miembros
23.2.1. La naturaleza del estigma de una cultura (Crocker et al., 1998, Steele, 1997), que,
a su vez, es la base para excluir o evitar a los compo-
nentes de esa categoría. Más que la característica en sí
Esta idea del estigma como una «marca» que distingue a
misma, sería la creencia socialmente compartida sobre
su portador y le devalúa a los ojos de los demás es la que
su posesión lo que determina la estigmatización.
subyace a las definiciones más significativas de la litera-
tura sobre el tema. Por ejemplo, Goffman (1963, p. 3) lo La representación del estigma se va construyendo a
describe como «un atributo que desacredita profunda- lo largo de la historia. De hecho, en cada sociedad y
mente a la persona, que la ‘‘contamina’’ y la convierte periodo histórico se encuentran problemas que simboli-
en alguien ‘‘manchado’’, prescindible, a quien hay zan una construcción de lo marginal. Es lo que ocurre
380 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

con los seguidores de la doctrina cristiana en la antigua pondiente a una categoría de estigma (físico vs psicoló-
Roma, más recientemente con el SIDA y, actualmente, gico vs sociocultural). Las instrucciones indicaban a los
con los inmigrantes. Esto convierte al estigma en un sujetos de la condición física que marcasen en una esca-
producto derivado de la interpretación colectiva que la de 7 puntos (1 % nada, 7 % totalmente) en qué medi-
«cuestiona» la relación de la persona con la sociedad. da cada estigma es el resultado de una alteración física;
Esta interferencia en la relación se manifiesta, por un la- a los participantes de la condición psicológica, en qué
do, en la consideración de la persona como diferente de medida es el resultado de una alteración psicológica, y a
lo «normalmente aceptado» y, por otro, en las atribucio- los de la condición sociocultural, en qué medida es re-
nes que se realizan sobre la causa de esa diferencia. sultado de una desviación social. En total cada partici-
pante evaluó 66 estigmas, seleccionados a partir de un
Distintos autores (Crocker et al., 1998; Goffman,
estudio piloto en el que los participantes contestaron una
1963; Marichal y Quiles, 2000) han señalado una serie
prueba abierta en la que indicaban todas aquellas cate-
de grupos sociales que comparten, entre otros, el hecho
gorías sociales o grupos de personas que en su opinión
de ser objeto de estereotipos negativos, rechazo y discri-
recibían un trato diferente debido a la discriminación,
minación. El listado de grupos presenta algunas diferen-
devaluación o descrédito por parte de la sociedad (Mari-
cias concretas en función de la sociedad analizada (nor-
chal y Quiles, 2000).
teamericana y española). No obstante, poseen todos
ellos un rasgo distintivo sobre el que existe, en un perio- Realizamos tres análisis de varianza de un solo fac-
do temporal y cultura determinada, una creencia com- tor para cada uno de los 66 estigmas. En cada uno de
partida sobre el estatus negativo de su portador. Según ellos se compararon las puntuaciones asignadas a cada
Goffman, estos rasgos estigmatizadores se pueden agru- grupo estigmatizado. Los resultados muestran diferen-
par en tres categorías perceptivas distintas: deformida- cias para cada estigma en cada categoría, de tal modo
des físicas (p. e., ciegos), defectos del carácter (p. e., es- que cada estigma puntuó más alto en una de las tres ca-
quizofrenia) y estigmas tribales (p. e., gitanos). Esto es, tegorías. En las Tablas 23.1, 23.2 y 23.3 se pueden ver
el significado de la marca es construido socialmente so- las puntuaciones medias que obtuvo cada estigma en ca-
bre la base de algún tipo de diferencia perceptible para da categoría.
el grupo mayoritario.
Así, por ejemplo, los estigmas con puntuación más
Con el fin de comprobar si las personas clasifican a alta en la categoría física fueron (Tabla 23.1) leprosos,
los grupos estigmatizados en función del tipo de «mar- enanos, síndrome de Down y minusválidos; los estigmas
ca» o por el contrario consideran los distintos estigmas que puntuaron más alto en la categoría sociocultural fue-
como componentes de una misma categoría llevamos a ron (Tabla 23.2) gitanos, delincuentes, prostitutas y dro-
cabo la siguiente investigación. gadictos, y los que puntuaron más alto en la categoría
psicológica fueron (Tabla 23.3) esquizofrénicos, locos,
dementes y depresivos.
23.2.2. Investigación 1. Estos resultados demuestran que las personas, para
distinguir entre los estigmas, utilizan indicios visibles
La organización como las señales físicas o cuentan con una construcción
del estigma en categorías ideológica más elaborada, basada en los valores, creen-
cias y normas sociales.
Actualizamos la terminología empleada por Goffman y
Con el fin de comprobar la relación entre las tres ca-
denominamos las tres categorías como: estigmas físicos,
tegorías llevamos a cabo un análisis de correlación a
que se refiere al conjunto de estigmas debidos a una al-
partir de las puntuaciones promedio de cada sujeto en
teración orgánica o corporal; estigmas psicológicos, que
los estigmas incluidos en cada categoría: física, psicoló-
hacen referencia a la marca o señal debida a algún tipo
gica y sociocultural. Los resultados indican relaciones
de alteración mental o psíquica, y estigmas sociocultura-
significativas entre la categoría sociocultural y las cate-
les, que son aquellos que se relacionan con aspectos so-
gorías física y psicológica. No existe, sin embargo, rela-
ciales, culturales y étnicos, como prostitutas, analfabetos
ción entre la categoría física y psicológica (Tabla 23.4).
o negros (Marichal y Quiles, 2000).
Es decir, por un lado, los estigmas más socioculturales,
Participaron en la investigación 169 estudiantes de la como por ejemplo, gitanos, delincuentes, prostitutas,
Universidad de La Laguna, que respondieron en grupo a drogadictos, etc., se perciben de naturaleza menos físi-
uno de tres modelos de cuestionario, cada uno corres- ca y más psicológica. Por otro, la manera en que se
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 381
Tabla 23.1. Orden de los estigmas en la categoría física.
M.F. % Puntuación media de cada estigma en el componente físico

Estigmas M.F. Estigmas M.F. Estigmas M.F.

Leprosos 6,0 Enf. cáncer 4,5 Moros 2,6


Enanos 6,0 Acné 4,5 Drogadictos 2,5
Mongólicos 5,8 Sida 4,4 Lesbianas 2,5
Síndrome de Down 5,8 Enf. renales 4,3 Gitanos 2,5
Minusválidos 5,8 Locos 4,1 Mendigos 2,4
Jorobados 5,6 Dementes 4,1 Latinoamericanos 2,3
Cojos 5,6 Viejos 4,1 Chaperos 2,1
Ciegos 5,5 Esquizofrénicos 3,8 Mag. campo 2,1
Obesos 5,2 Ancianos 3,8 Godos 2,1
Psoriasis 5,1 Flacos 3,8 Sudacas 2,1
Llagas piel 5,1 Feos 3,4 Delincuentes 2,0
Mudos 5,0 Depresivos 3,3 Jubilados 2,0
Manchas piel 5,0 Zurdos 3,1 Judíos 2,0
Tuertos 5,0 Negros 3,1 Mormones 1,9
Mancos 5,0 Mujeres maltratadas 3,0 Testigos de Jehová 1,8
Def. faciales 5,0 Alcohólicos 2,8 Prostitutas 1,8
Prótesis 4,8 Homosexuales 2,8 Curas 1,8
Albinos 4,7 Hindúes 2,8 Expresidiarios 1,7
Epilépticos 4,6 Coreanos 2,8 Emigrantes 1,7
Sordos 4,6 Mujeres 2,7 Analfabetos 1,5
Calvos 4,6 Muj. violadas 2,6 Parados 1,4
Tartamudos 4,5 Macarras 2,6 Madres solteras 1,3

Tabla 23.2. Orden de los estigmas en la categoría sociocultural.


M.S. % Puntuación media de cada estigma en el componente sociocultural
Estigmas M.S. Estigmas M.S. Estigmas M.S.
Delincuentes 5,9 Chaperos 4,6 Defor. faciales 3,3
Gitanos 5,9 Mormones 4,6 Albinos 3,3
Drogadictos 5,8 Godos 4,6 Tartamudos 3,2
Prostitutas 5,8 Hindúes 4,6 Viejos 3,2
Analfabetos 5,7 Locos 4,5 Jorobados 3,1
Expresidiarios 5,6 Madres solteras 4,5 Llagas piel 3,1
Alcohólicos 5,5 Mag. campo 4,1 Epilépticos 3,0
Mujeres maltratadas 5,5 Esquizofrénicos 4,0 Mudos 3,0
Negros 5,5 Curas 4,0 Enf. cáncer 3,0
Muj. violadas 5,4 Sudacas 4,0 Feos 3,0
Macarras 5,4 Mujeres 3,9 Sordos 3,0
Lesbianas 5,3 Dementes 3,8 Mancos 2,8
Mendigos 5,3 Depresivos 3,8 Prótesis 2,7
Homosexuales 5,2 Leprosos 3,7 Psoriasis 2,7
Sida 5,1 Síndrome de Down 3,6 Cojos 2,7
Parados 5,0 Mongólicos 3,5 Tuertos 2,7
Emigrantes 5,0 Minusválidos 3,4 Enf. renales 2,6
Moros 5,0 Obesos 3,4 Manchas piel 2,5
Coreanos 4,9 Jubilados 3,4 Acné 2,2
Latinoamericanos 4,8 Enanos 3,4 Flacos 2,1
Testigos Jehová 4,7 Ancianos 3,3 Calvos 2,0
Judíos 4,7 Ciegos 3,3 Zurdos 1,7
382 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 23.3. Orden de los estigmas en la categoría psicológica.


M.P. % Puntuación media de cada estigma en el componente psicológico

Estigmas M.P. Estigmas M.P. Estigmas M.P.

Esquizofrénicos 6,1 Sida 2,4 Emigrantes 1,8


Locos 6,0 Mendigos 2,3 Enanos 1,7
Dementes 5,7 Mormones 2,3 Psoriasis 1,7
Depresivos 5,5 Obesos 2,2 Flacos 1,7
Mongólicos 4,8 Mudos 2,1 Mujeres 1,7
Síndrome de Down 4,7 Parados 2,1 Godos 1,7
Alcohólicos 4,3 Cancerosos 2,0 Sudacas 1,7
Delincuentes 3,9 Acné 2,0 Calvos 1,6
Drogadictos 3,8 Viejos 2,0 Latinoamericanos 1,6
Epilépticos 3,6 Ancianos 2,0 Judíos 1,6
Mujeres maltratadas 3,6 Feos 2,0 Jorobados 1,5
Mujeres violadas 3,6 Curas 2,0 Cojos 1,5
Expresidiarios 3,6 Madres solteras 2,0 Manchas piel 1,5
Tartamudos 3,5 Leprosos 1,9 Tuertos 1,5
Macarras 3,5 Ciegos 1,9 Enfermos renales 1,5
Testigos Jehová 3,1 Zurdos 1,9 Hindúes 1,5
Homosexuales 2,9 Gitanos 1,9 Moros 1,5
Lesbianas 2,9 Mag. campo 1,9 Mancos 1,4
Chaperos 2,7 Mancha piel 1,8 Negros 1,4
Analfabetos 2,6 Prótesis 1,8 Coreanos 1,4
Minusválidos 2,5 Sordos 1,8 Defor. faciales 1,3
Prostitutas 2,5 Jubilados 1,8 Albinos 1,3

Tabla 23.4. Correlaciones entre los tos, conductas o grupos que en el pasado fueron consi-
componentes físico, psicológico y sociocultural. derados estigmatizados hoy no lo sean e, igualmente,
hayan surgido nuevos estigmas en la actualidad
Componentes Físico Psicológico Sociocultural
(p. ej., el sida). No obstante, a pesar de esta variabilidad
Físico 1,0000 .0,1942 .0,6737** temporal y cultural existen una serie de factores o di-
Psicológico 1,0000 0,3898** mensiones comunes que permiten identificar a un estig-
Sociocultural 1,0000 ma como tal (ver Jones et al., 1984; Marichal, Quiles y
Capilla, 2002).
* p a 0,01; ** p a 0,001.

ordenan los grupos estigmatizados en la categoría física


no guarda relación con el modo en que se ordenan en la 23.2.3. Las dimensiones
categoría psicológica. del estigma
En general, los datos obtenidos nos permiten afirmar
que los estigmas se organizan en, al menos, tres tipos de Las dimensiones se pueden considerar como variables
categorías. En este sentido hemos encontrado un conjun- que median la severidad con la cual la gente estigmatiza
to de estigmas que se distribuyen a lo largo de un con- a otros y permiten agrupar a los estigmas en distintas
tinuo que les distingue en función de una naturaleza categorías haciendo de este una cuestión de grado. Entre
«más» o «menos» física, psicológica o sociocultural. Y las propuestas más destacadas está la de Frable (1993),
estos aspectos compartidos son los que, en ocasiones, quien señala como variables relevantes la peligrosidad y
hacen que las personas consideren la categoría global de la visibilidad del estigma. A ella hay que añadir la de
«estigma». Crocker et al. (1998), quienes señalan como dimensio-
nes más relevantes para la interacción social la visibili-
Por otra parte, esta concepción del estigma como dad y la controlabilidad. Ambas propuestas se basan en
una construcción social permite entender cómo atribu- las ideas originales de Jones et al. (1984), quienes con-
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 383
sideran que los estigmas pueden diferenciarse atendien- El potencial disruptivo alude al efecto del estigma
do a una serie de dimensiones bipolares que dibujan as- en las relaciones interpersonales entre personas estigma-
pectos más concretos y específicos de los grupos estig- tizadas y no estigmatizadas, concretamente al grado en
matizados. Concretamente, las marcas que estigmatizan que el estigma dificulta u obstaculiza las relaciones.
pueden diferir en función de su visibilidad, direccionali- Distintos investigadores han identificado una variable
dad, potencial disruptivo, apariencia física, origen y denominada «interacción tensa» (Siller, Ferguson, Vann
peligrosidad. Estas dimensiones no solo permiten eva- y Holland, 1968; Vann, 1970), equivalente a la ansiedad
luar y diferenciar entre los distintos grupos estigmati- intergrupal de Stephan y Stephan (1985), caracterizada
zados, sino también estudiar el proceso de interacción por una alteración anímica que se produce cuando se
social entre estos y los miembros de grupos no estigma- interactúa con estigmatizados. Por ejemplo, la tartamu-
tizados. dez y el estrabismo tienen en común la capacidad de
distorsionar y alterar los procesos de comunicación so-
La visibilidad permite valorar el grado en que un es- cial (Marichal, Quiles y Capilla, 2002).
tigma es detectable o se puede ocultar. Cuando la marca
es claramente visible (p. e., discapacidad física, obesi- La apariencia física, por su parte, alude a la estética
dad, psoriaris) el inicio de la interacción social es más del estigmatizado. A primera vista puede resultar confu-
difícil que cuando no lo es (p. e., homosexuales, meno- sa la distinción entre esta dimensión y la visibilidad. No
res que han sufrido abusos sexuales, bulimia). Ello se obstante, mientras que la segunda se refiere a la notorie-
debe a que la visibilidad del atributo proporciona una dad de la marca, la primera se centra en el sentimiento
base para juzgar a su portador y puede provocar una de agrado o desagrado que produce el poseedor de la
reacción inmediata de rechazo y discriminación. Por marca en las otras personas. Son bien conocidas las in-
otro lado, la persona que sabe que su estigma es visible vestigaciones sobre la importancia del atractivo físico en
es consciente de que los otros pueden emplearlo como la vida social. En el terreno concreto del estigma existen
base para juzgarla. Esta consciencia puede afectar sus algunos estudios empíricos destacables, como el de
pensamientos, sentimientos y conductas (Kleck y Stren- Taub, Blinde y Creer (1999).
ta, 1980; Steele y Aronson, 1995). Aquellos cuyo estig-
El origen (control) del estigma se refiere a las cir-
ma no es visible en ocasiones lo ocultan para evitar el
cunstancias bajo las cuales surge el estigma y, más con-
rechazo y la exclusión (p. e., homosexualidad, afectados
cretamente, si las causas están bajo el control de la
de sida). Sin embargo, la ocultación supone también
persona. Si esto es así, la persona estigmatizada se con-
costes, como el miedo a ser descubiertos o estar pensan-
vierte en responsable de su situación de desventaja. Dis-
do continuamente sobre su condición y si deben revelar-
tintos estudios muestran que los estigmatizados a los
la o no a los otros, o cuándo y de qué modo hacerlo
que no se les considera responsables (p. ej., acondropla-
(Frable, Blakstone y Sherbaum, 1990). Ocultando el es-
sia o enanismo) provocan reacciones menos negativas
tigma pueden evitar las consecuencias negativas inme-
que aquellos otros a los que sí se les considera responsa-
diatas pero, a cambio, se ven forzados a ocultar una par-
bles (p. ej. drogadictos) (Marichal y Quiles, 1998; Yba-
te importante de su identidad, que saben que es
rra y Stephan, 1999). La investigación muestra que la
evaluada negativamente, y limitar su libertad de conduc-
causa atribuida al estigma tiene repercusiones en la acti-
ta en la vida diaria. Quizá esta vulnerabilidad explique
tud y reacciones hacia la persona portadora.
la baja autoestima que tienen las personas con estigmas
no visibles frente a aquellas otras sin estigma o con es- Finalmente, la peligrosidad hace referencia al miedo
tigmas visibles (Frable, Platt y Hoey, 1998). o alarma que produce el estigma. Esta puede ser tanto
física (miedo al contagio de una enfermedad) como psi-
La direccionalidad del estigma alude al modo en
cológica (temor al desequilibrio mental) o social (ame-
que este evoluciona y cambia con el tiempo. Este proce-
naza en el cumplimiento de las normas sociales). Esta
so depende de las otras dimensiones. Por ejemplo, el
dimensión es una de las más importantes a la hora de
ocultamiento, el origen del estigma y la responsabilidad
estudiar las reacciones hacia las personas con estigmas.
de la persona en el origen del estigma (control) determi-
Steadman (1980) mantiene que la esencia del estigma
nan su evolución en el tiempo y el tipo de trato que re-
está en el miedo que suscita en los demás.
cibirá por parte de los demás. Según Jones et al. (1984),
el estado de la marca, las creencias sobre lo que ha ocu- Para poner a prueba la validez de estas dimensiones
rrido en el pasado y las expectativas sobre la evolución teóricas a la hora de categorizar a quienes poseen una
futura de dicha marca conforman la complejidad de la cualidad distintiva negativa llevamos a cabo la siguiente
interacción social de un estigmatizado. investigación.
384 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

los grupos estigmatizados en función de las dimensiones


23.2.4. Investigación 2. analizadas. Con ello, primero, quedaría probado que las
La percepción dimensional personas utilizan dichas dimensiones como criterio de
de categorías marginalidad; segundo, se aportaría claridad al significa-
estigmatizadas do social del estigma, y tercero, un mayor conocimiento
de las variables involucrados en el proceso de estigmati-
zación de un grupo social.
El principal objetivo de esta investigación fue compro-
bar si las dimensiones teóricas propuestas por Jones et Con el objeto de comprobar empíricamente el uso de
al. (1984) son dimensiones que las personas efectiva- las dimensiones de Jones et al. (1984) para organizar a
mente emplean como criterio de marginalidad y si lo ha- los grupos estigmatizados se determinó su distribución
cen con independencia de su procedencia sociocultural. en cada dimensión. Para ello se calculó la significación
de las diferencias entre los grupos en cada dimensión
Para ello se realizaron dos estudios con dos muestras mediante seis ANOVAS, cada uno de ellos de una va-
culturalmente distintas: tinerfeños para la primera inves- riable de 46 niveles (uno por cada categoría estigmatiza-
tigación (N % 167) y colombianos para la segunda da). Los análisis de varianza mostraron diferencias sig-
(N % 381), todos ellos estudiantes universitarios. En am- nificativas entre dichos grupos en cada dimensión
bos estudios se pidió a los participantes que valoraran a (Figura 23.1). La totalidad de las 46 categorías analiza-
46 grupos estigmatizados, seleccionados a partir del es- das resultaron significativas por ello, para simplificar la
tudio presentado previamente en este capítulo (Marichal presentación de resultados, comentaremos los que co-
y Quiles, 2000), según las dimensiones propuestas por rresponden a seis de ellas. Se eligieron los dos más típi-
Jones et al. (1984): visibilidad, direccionalidad, poten- cos de cada categoría de estigmas: enanos y leprosos co-
cial disruptivo, apariencia física, origen y peligrosidad. mo representantes de la categoría de estigmas físicos,
Para cada una de las dimensiones se utilizó un indica- enfermos mentales y depresivos como estigmas psicoló-
dor, valorado previamente por 11 jueces, que destacaba gicos y, finalmente, gitanos y prostitutas como estigmas
el aspecto más relevante de su definición (Tabla 23.5). más representativos de la categoría sociocultural.
A cada indicador le sigue una escala de siete puntos
cuyos extremos van desde 0 % «no, en absoluto» hasta En general, los resultados confirmaron que es posi-
6 % «totalmente». ble categorizar a cada uno de los estigmas a partir de es-
tas variables y así establecer un perfil de cada uno de
Tabla 23.5. Enunciados utilizados ellos. Como se puede apreciar en la Figura 23.1 cada
para la medición de las dimensiones. una de las dimensiones diferencia de forma significativa
a unos grupos estigmatizados de otros.
Visibilidad
A mi juicio, el... es algo que se nota a primera vista. Así, contrariamente a lo que cabría esperar, los par-
ticipantes tinerfeños consideraron que el estigma que re-
Direccionalidad
En mi opinión el... es algo que empeora con el paso del sulta más visible, esto es, que se nota más a primera vis-
tiempo. ta, es el ser depresivos (M % 4,2), frente al resto de los
estigmatizados (F(45, 1.755) % 52,9, p a 0,001), y los
Potencial disruptivo menos visibles los enanos (M % 1,1). Con respecto a es-
Creo que si estuviera con una persona... evitaría hablar de te último resultado, Fernández Arregui (2005) encuen-
temas relacionados con su condición.
tra que las personas con acondroplasia experimentan el
Apariencia física sentimiento de ser «invisibles» para las personas sin es-
Seguramente me sentiría muy avergonzado/a si me vieran tigma.
al lado de una persona...
También los depresivos destacan del resto de grupos
Origen estigmatizados en la direccionalidad por considerarse
Creo que las personas... lo son por puro azar. que, de los seis presentados, es lo que más empeora con
Peligrosidad el paso del tiempo (M % 5,1), mientras que el más esta-
Pienso que relacionarme con una persona... dañaría mi ima- ble frente al resto de los grupos es el de los gitanos
gen ante los demás. (F(45, 1.755) % 22,1, p a 0,001).
El grupo de los enanos se caracteriza por ser el más
Las predicciones eran que, independientemente del alto en potencial disruptivo (M % 5,72), esto es, es el
origen cultural de la muestra, habría diferencias entre caso en que la comunicación se vuelve más compleja al
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 385

FIGURA 23.1. Puntuaciones medias en las distintas dimensiones para cada estigma.

intentar evitar mencionar temas relacionados con su Así pues, se puede concluir que las dimensiones teó-
condición. Este problema sería menor en el caso de los ricas propuestas por Jones et al. (1984) se emplean efec-
enfermos mentales (M % 2,6). tivamente para diferenciar las categorías estigmatizadas,
independientemente del origen cultural del perceptor.
La apariencia física adquiere más importancia en
el caso de los gitanos (M % 3,74), de tal modo que es el Esta organización dimensional permite describir de
grupo que genera mayor sentimiento de vergüenza en forma sistemática las diferencias entre las distintas cate-
el caso de que el participante fuera visto interactuando gorías estigmatizadas y establecer perfiles concretos de
con ellos. cada una de ellas. De esta manera se puede determinar,
por ejemplo, que la marca que diferencia a los «enanos»
Por otra parte, el estigma cuyo origen se debe más del resto de grupos se caracteriza por tener un alto po-
al azar y menos a la responsabilidad del estigmatizado tencial disruptivo, baja responsabilidad en el origen del
(F(45, 1.710) % 22,9, p a 0,001) es el de los enanos
estigma y alta peligrosidad para la imagen de aquellas
(M % 4,2), mientras que la mayor responsabilidad se les
personas que interactúan con ellos. En cuanto a la direc-
atribuye a las prostitutas (M % 3,03).
cionalidad, es una marca que se percibe como muy esta-
Por último, la mayor peligrosidad o daño que sufriría la ble en el tiempo, ya que obtiene la puntuación más alta
imagen de quien interactúa con ellos se daría en el caso en el caso de la muestra de Colombia.
de los enanos (M % 5,8), seguidos de los depresivos.
Además, los resultados confirman, primero, que las
Es importante señalar la alta coincidencia que se características o factores que permiten al perceptor des-
produjo entre ambas muestras, puesto que las respuestas cribir y evaluar a las personas con estigma, se emplean
de los participantes colombianos únicamente difieren en por encima de las diferencias culturales de los parti-
la direccionalidad, al percibir como menos estables a cipantes. Posiblemente, porque los sujetos de ambas
los enfermos mentales (M % 5,0) y más a los enanos muestras tengan un estereotipo conformado de las cate-
(M % 3,3) (F(45, 1.800) % 12,0, p a 0,001). También gorías sociales utilizadas, con independencia de su pro-
hay una diferencia en el potencial disruptivo, al dar a cedencia cultural. Segundo, que dichas dimensiones se
los leprosos la menor puntuación (M % 2,7), y en la pe- pueden considerar dimensiones «que describen a los
ligrosidad, al considerar que relacionarse con las prosti- grupos minoritarios», puesto que sirven para diferenciar
tutas es menos dañino para la propia imagen (M % 2,0) entre un número de categorías estigmatizadas. Tercero,
que con el resto de los grupos estudiados (F(45, 1.800) % facilitan la comprensión del proceso de interacción so-
% 40,4, p a 0,001). cial entre estigmatizados y no estigmatizados.
386 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

La investigación que hemos presentado apoya la En cualquier caso, es un hecho que en toda sociedad
idea propuesta por distintos autores de que el proceso de existen grupos estigmatizados y que estos grupos sufren
estigmatización trasciende las diferencias culturales y se una larga serie de desventajas, como, por ejemplo, eco-
trata de un fenómeno universal. Esto nos lleva a pregun- nómicas, laborales, de relaciones personales y otras. En-
tarnos sobre su funcionalidad: ¿para qué sirve el proceso tre los mecanismos que facilitan esta situación de des-
de estigmatización? El estigma está presente en cada so- ventaja destacan cuatro (Major y O’Brien, 2005).
ciedad y autores como Crocker, Major y Steele (1998), Primero, el trato negativo y discriminatorio a los
consideran que «la universalidad del estigma social su- miembros de estos grupos que se traduce en, por ejem-
giere que podría tener algún valor funcional para las plo, limitar su acceso a ámbitos importantes de la vida
personas que estigmatizan, para su grupo, su sociedad o como el trabajo, la educación, la vivienda, la salud y el
para ambos» (p. 508). sistema de justicia.
Estigmatizar a otros puede cumplir diversas funcio- Segundo, la confirmación de las expectativas. Los
nes, entre ellas, reforzar la autoestima. A través del pro- estereotipos negativos y las expectativas de las personas
ceso de comparación las personas sin estigma salen fa- no estigmatizadas pueden llevarles a comportarse con
vorecidas al denigrar a las personas «diferentes» y se las personas estigmatizadas de forma que estas creencias
colocan en una posición de superioridad («normalidad»). se confirmen.
Por otra parte, el proceso de estigmatización contribuye
a reducir la ansiedad e intensificar el control, ya que los Tercero, la activación automática de los estereoti-
estigmas despiertan ansiedad y sentimientos de amenaza pos. Los estereotipos de los distintos grupos en una so-
en las personas sin estigma que tratan de combatirlos ciedad son conocidos por todos, por el grupo dominante
aumentando el control a través de la evitación, exclusión y por los grupos desfavorecidos, y pueden afectar a la
y marginación de aquellos que consideran la fuente de conducta aun en ausencia de acciones discriminatorias o
amenaza de su bienestar o sus valores (Dovidio, Major y sin la presencia de otras personas en la situación. Cono-
Crocker, 2000). cer los estereotipos culturales puede afectar a la conduc-
ta a través de de la asociación en la memoria entre estos
Crocker et al. (1998) señalan también la funcionali- y las conductas. Es decir, la activación de estereotipos
dad de justificar la estructura social, económica o políti- puede llevar a la realización de conductas asimiladas a
ca que favorece la exclusión de las personas con estigma. él (Dijksterhuis, Aarts, Bargh y Van Knippenberg,
Individualmente, este tipo de estigmatización favorece 2000). Esta consistencia es más probable que tenga lu-
las oportunidades personales de unos al eliminar posi- gar en el caso de las personas con estigma que en el de
bles competidores. Desde un punto de vista grupal, sirve las personas sin estigma. Major y O’Brien apuntan tres
de explicación y de excusa racional para el tratamiento razones para ello:
desigual de ciertos grupos sociales (Jost y Banaji, 1994). El estereotipo de las personas con estigma está perma-
A través de una discriminación sistemática (laboral, re- nentemente accesible.
sidencial, educativa, económica y de otros tipos) y una
segregación social que refuerza el control de un grupo En la misma situación puede primar el estereotipo ne-
sobre otro. Si este es el caso, los grupos sociales concre- gativo para el estigmatizado pero no para el no estig-
tos que se estigmatizan dependen de las funciones de es- matizado.
tigmatización que sean útiles para el grupo dominante Hay situaciones que activan el estereotipo negativo y
(Dovidio, Major y Crocker, 2000). perjudican los resultados de los miembros de grupos
La perspectiva evolucionista, por su parte, considera estigmatizados y mejoran el de los miembros de gru-
que las funciones que cumple la estigmatización son pos no estigmatizados (Walton y Cohen, 2003).
fundamentalmente adaptativas, que los seres humanos Cuarto, el estigma como amenaza a la identidad.
han desarrollado mecanismos cognitivos que les llevan a Actualmente se considera que en los efectos del estigma
ser selectivos en sus interacciones personales. Esto ex- median otras variables como, por ejemplo, la interpreta-
plicaría la preferencia por unas personas o grupos, y el ción que las personas hacen del contexto social, de los
rechazo de otros que poseen ciertos atributos (Kurzban y motivos y metas. Esta interpretación emerge de la expe-
Leary, 2001) que sirven como criterio de clasificación riencia de estas personas con los estereotipos negativos
en categorías sociales hacia cuyos miembros se genera y la discriminación. Este enfoque teórico considera que
una respuesta negativa. el estigma puede suponer una amenaza a la identidad
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 387
(Branscombe, Schmitt y Harvey, 1999; Steele et al., incluye distintos elementos. Igualmente, el análisis teóri-
2002). Estos últimos autores predicen que el conocer que co y empírico de las dimensiones ha probado su utilidad
tu propio grupo es devaluado, marginado y de bajo estatus y eficacia a la hora de describir los estigmas. Final-
desemboca en el sentimiento de amenaza a la identidad. mente, hemos presentado las distintas funciones que
En este primer apartado hemos tratado de aclarar el cumple el proceso de estigmatización. Pero el estudio
concepto de estigma. A través de las distintas definicio- del estigma requiere un análisis más profundo del punto
nes hemos constatado que el estigma debe entenderse de vista de la minoría. En el siguiente apartado nos cen-
como un proceso de construcción social dinámico que traremos en ese análisis.

23.3
La experiencia de la estigmatización:
el punto de vista de la víctima
En el análisis tradicional de las relaciones intergrupales consideración para la propia identidad social, y por ex-
y los procesos derivados de ellas ha predominado el tensión, para el propio valor como persona (Tyler y
interés por la perspectiva del grupo mayoritario en detri- Lind, 1992).
mento del minoritario. Hasta hace bien poco, la visión Hasta ahora, ha quedado patente que pertenecer a
del grupo minoritario no ha sido objeto de interés. De una categoría social estigmatizada supone ser devaluado,
hecho, el interés por la experiencia subjetiva de las per- ninguneado, humillado o despreciado por otros. La ima-
sonas «estigmatizadas» es relativamente reciente. Sin gen social predominante es negativa y los sentimientos
embargo, cada vez va ocupando mayor espacio dentro que provocan los miembros de estas categorías son,
de la psicología social. La investigación más reciente cuanto menos, ambiguos. Para algunos autores, el objeti-
centra su atención principalmente en este punto de vista: vo central de la estigmatización es la devaluación y la
«cómo comprende e interpreta su estigmatización, qué deshumanización del otro (Crocker y Quinn, 2004). En
estrategias elabora para ‘‘convivir’’ con esa situación, el siguiente apartado nos vamos a centrar en los efectos
cómo afecta a su bienestar psicológico y a la interacción que tiene la estigmatización sobre las personas con es-
con los individuos no estigmatizados» (Crocker et al., tigma.
1998, p. 504).
Esta experiencia personal con el prejuicio y la discri-
minación es una consecuencia que refleja un aspecto de 23.3.1. Los efectos
la realidad objetiva de los individuos estigmatizados: de-
ben enfrentarse en el día a día con experiencias negativas
de la estigmatización
como insultos, rechazo, desprecio e incluso agresión di-
recta. La experiencia personal de la discriminación puede Los efectos de la estigmatización son diversos, repercu-
ser más o menos frecuente dependiendo del tipo de estig- ten en numerosos ámbitos de la vida y abarcan un am-
ma y del contexto social. No obstante, las personas es- plio rango de resultados afectivos, cognitivos y conduc-
tigmatizadas nunca están completamente a salvo de la tuales. Es cierto que tales efectos están mediatizados por
posibilidad de encontrar prejuicio en los otros y esa las diferencias individuales y por variables situacionales
sombra de duda puede aparecer durante cualquier interac- (Fiske, Cuddy, Glick y Xu, 2002; Levin y Van Laar,
ción (Morera, Dupont, Leyens y Désert, 2004). Por otra 2006); no obstante, eso no elimina su carácter perverso.
parte, el prejuicio y la discriminación amenazan al estig- A continuación describimos aquellos que cuentan con
matizado en múltiples niveles. A un nivel práctico, crea mayor evidencia empírica.
barreras para obtener recursos como empleo y vivienda, ¿Cuáles son concretamente las consecuencias psico-
entre otros, y como consecuencia de esto se ve amena- lógicas del estigma? Parece obvio e incluso inevitable
zado su bienestar físico. En un nivel más psicológico, el que los estigmatizados se sientan infelices (Jones et al.,
prejuicio y la discriminación comunican falta de 1984). ¿Cómo enfrentarse a estereotipos negativos sobre
388 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

su grupo, al prejuicio, la discriminación y la exclusión Major (1989) predicen que los miembros de grupos es-
social (Morales, 2003) sin sentirse enfadados, amarga- tigmatizados pueden proteger su autoestima atribuyendo
dos, deprimidos, insatisfechos y con una autoestima los resultados negativos al prejuicio de los otros contra
baja? su grupo de pertenencia. Actuando así, se desvinculan
Ya en los primeros estudios sobre grupos estigmati- de los resultados obtenidos y ponen a salvo su autoesti-
zados se comprueba que los miembros de esos grupos ma. Las autoras verifican esta función auto-protectora
en desventaja son conscientes de las connotaciones ne- en distintos experimentos. No obstante, en trabajos pos-
gativas de su identidad social a los ojos de los otros. teriores (Crocker, Cornwell y Major, 1993) encuentran
Por ejemplo, Rosenberg (1979) encontró que los afro- que no siempre la atribución al prejuicio cumple esta
americanos mayores de 14 años son conscientes de que función. Concretamente, en el caso de las mujeres obe-
los otros tienen prejuicios hacia su grupo. Del mismo sas. Estas mujeres, al ser rechazadas por un evaluador
modo, la mayoría de las mujeres asumen que su grupo masculino atractivo, atribuían tal rechazo a su sobrepeso
social es objeto de discriminación (Crosby, 1982). La y lo consideraban legítimo. Esto es, se sentían merece-
conciencia de que la propia identidad social está deva- doras del rechazo que recibían y, por tanto, su autoesti-
luada a los ojos de otros constituye sin duda una ame- ma resultaba afectada al considerarse responsables de su
naza tanto para la autoestima personal como para la co- condición de minoría.
lectiva.
Para resolver esta falta de consistencia en los resul-
Sin embargo, investigaciones más recientes (Crocker tados se han propuesto distintas explicaciones. Así, Cro-
et al., 1998) contradicen este supuesto. Estos datos indi- cker y Quinn (2004) consideran que parte del problema
can que el prejuicio y la discriminación hacia ciertos se debe a la consideración de la autoestima como esta-
grupos no conducen necesariamente a una autoestima ble a través de las situaciones. Esta tendencia por parte
baja. Por el contrario, se encuentra en ciertos grupos una de algunos investigadores asume que las personas con
autoestima incluso más elevada que en los grupos consi- estigma interiorizan la imagen negativa y devaluada que
derados «normales» (Crocker, 1999). En el próximo existe de su grupo de pertenencia y que esta interioriza-
apartado comentaremos qué efectos se encuentran sobre ción afecta a aspectos estables de la personalidad, entre
la autoestima. ellos, la autoestima. Contrario a esto, ellas proponen
otra visión de la autoestima más dinámica y flexible, se-
gún la cual la autoestima se construye en la situación,
23.3.1.1. Efectos sobre la autoestima como una función del significado que la situación tiene
para la persona. Entre las pruebas que apoyan esta afir-
mación están, primero, los resultados de distintas inves-
En los últimos años se han llevado a cabo un número tigaciones que demuestran diferencias individuales entre
destacado de investigaciones cuyo objetivo es estudiar la personas con el mismo estigma (Quinn y Crocker, 1999;
relación entre el estigma y el autoconcepto. Su punto de Major, Barr, Zubek y Babbey, 1999). Segundo, al menos
partida es que las personas estigmatizadas interiorizan la algunas personas poseen autoestimas inestables en el
visión negativa de los otros y, por tanto, sus niveles de tiempo (Kernis y Waschull, 1995). Tercero, la investi-
autoestima van a depender de la valoración que se haga gación confirma que la manipulación de la información
de su grupo. En líneas generales, se espera que los relevante puede producir cambios en la autoestima, in-
miembros de los grupos estigmatizados tengan niveles crementándola o disminuyéndola (Levine, Wyer y
más bajos de autoestima que las personas sin estigma, y Schwarz, 1994).
que dentro de los grupos estigmatizados haya diferen-
cias entre aquellos que son más valorados y aquellos Esta propuesta sugiere que para profundizar en el
que lo son menos. conocimiento de la relación entre estigma y autoconcep-
Los resultados no son consistentes (Major y O’Brien, to la investigación debe centrarse en las representacio-
2005). Por un lado, algunos resultados apoyan la pers- nes colectivas, claves situacionales y características per-
pectiva de la interiorización, aunque la mayoría no. Por sonales. Más aún, que las personas con estigma llevan
otro, las personas elaboran estrategias defensivas que les consigo las representaciones colectivas que les devalúan
permiten tener a buen recaudo su autoestima, tanto per- y deshumanizan y no se requiere la presencia de otros
sonal (Blaine y Crocker, 1993) como colectiva (Crocker, con prejuicio o de acciones concretas de discriminación
Blaine y Luhtanen, 1993). En este sentido, Crocker y para que este conocimiento sea palpable.
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 389

23.3.1.2. Efecto sobre los resultados 23.3.1.3. Efectos sobre la salud


académicos
La estigmatización también muestra efectos negativos
sobre la salud. Los miembros de grupos estigmatizados
Es un hecho que los estudiantes negros en EE UU tienen sufren mayor riesgo de tener problemas de salud mental
un menor rendimiento académico que los blancos y, de y física: depresiones, hipertensión, una menor esperanza
igual forma, las mujeres, especialmente en ciencias y de vida y una mayor mortandad infantil que aquellas
matemáticas (Major y O’Brien, 2005). Estas diferencias, otras personas sin estigma. Las causas de estas diferen-
tal como documentan Crocker et al. (1998), van mucho cias se derivan directa o indirectamente de la discrimi-
más allá de lo que pueden explicar las variaciones reales nación que alcanza a todos los ámbitos de la vida diaria
en la habilidad. Ellas proponen que el estigma tiene mu- y que se refleja en una menor calidad de vida (Link y
cho que ver con estas diferencias a través de distintos Phelan, 2001).
procesos, tal como muestran los trabajos de Steele et al.
(Steele, 1992; Steele y Aronson, 1995). El estigma puede también afectar a la salud, indirec-
tamente, a través de los mecanismos de amenaza a la
Esta perspectiva señala los efectos nocivos que pue- identidad (Major y O’Brien, 2005). Esta amenaza puede
den tener los estereotipos negativos acerca de la habili- iniciar una cascada de cogniciones y emociones negati-
dad intelectual de un determinado grupo sobre la capaci- vas y de respuestas fisiológicos a la amenaza, incluyen-
dad de sus miembros para identificarse con la escuela y do el incremento de la presión de sanguínea y otras res-
con el logro académico. Por otra parte, determinadas es- puestas cardiovasculares (Chen y Matthews, 2003). En
trategias para afrontar la amenaza del estereotipo pueden este sentido van también los resultados obtenidos a par-
potenciar aún más los efectos negativos, ya que la ame- tir de la información que proporcionan las personas que
naza a la identidad puede llevar a las personas a desligar se sienten discriminadas (por ejemplo, inmigrantes). Así,
su autoestima de las tareas intelectuales. Esto se observa por ejemplo, Contrada, Ashmore, Gary, Coups, Egeth et
en el caso, por ejemplo, de los adolescentes afroameri- al. (2001) y Díaz, Ayala, Bein, Henne y Marin (2001)
canos. Así, mientras que los resultados de los tests de encuentran correlaciones positivas entre la experiencia
habilidades intelectuales influyen en la autoestima de subjetiva de la discriminación y problemas de salud tan-
los estudiantes euroamericanos, no ocurre lo mismo to psicológicos como físicos. Pero los efectos de la es-
con los estudiantes afroamericanos. Lo que apunta a tigmatización no se reducen a un nivel intrapersonal,
que estos últimos desligan psicológicamente su autoes- también se dejan sentir en las relaciones con los otros.
tima de los resultados del test (Major et al., 1998). Y, Especialmente, cuando ese otro pertenece al grupo
esto se hace más probable cuanto más saliente es su mayoritario, esto es, sin estigma. En el siguiente aparta-
condición racial. do analizaremos algunas de estas consecuencias.

Por tanto, una de las principales consecuencias rea-


les del estigma es un efecto pernicioso en el logro aca-
démico. Especialmente cuando los estereotipos colecti- 23.3.1.4. Efectos sobre las relaciones
vos sobre las limitaciones intelectuales de los individuos interpersonales
estigmatizados impregnan la cultura (Crocker et al.,
1998). La conciencia de esos estereotipos plantea un di- A pesar de los avances sociales favorables a la integra-
fícil obstáculo para el logro. ción social de las minorías y al respeto a la diversidad,
las relaciones entre personas con y sin estigma normal-
La amenaza del estereotipo y las respuestas de los
mente generan ansiedad e incomodidad. Esta ansiedad
individuos para afrontarla —tal como la desidentifica-
derivada de la simple interacción entre miembros de
ción e incluso el abandono de esa situación amenazan-
grupos distintos puede confundirse, en ocasiones, con
te— tienen costes muy altos, no solo para los estigmati-
prejuicio (Quiles, Rodríguez, Navas, Rodríguez, Betan-
zados, sino para la sociedad en su conjunto. En este
cor y Coello, 2006; Stephan y Stephan, 2000).
sentido, comprender que el bajo logro académico de los
grupos estigmatizados es una consecuencia de su estig- Pero las reacciones hacia las personas «diferentes»
ma y no de la falta de habilidad sugiere qué tipo de no solo están determinadas exclusivamente por los este-
intervenciones serían efectivas para eliminar algunas de reotipos o las expectativas que se tiene sobre ellos, sino
las barreras que crea el estigma. también por un proceso de atribución que está implícito
390 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

(Weiner, 1991) y que puede determinar las respuestas origen y del control de la solución del estigma. Además,
afectivas de las personas sin estigma hacia los estigmati- para las medidas dependientes contábamos con 12 frases
zados. En este sentido, Weiner, Perry y Magnusson descriptivas que hacen referencia a reacciones afectivas
(1988) estudiaron el efecto del origen de 10 estigmas (p. ej. «siento compasión hacia»), intención de conducta
(cinco físicos y cinco psicológicos), así como las reac- de ayuda (p. ej., «en caso de necesidad donaría sangre
ciones afectivas y las conductas de ayuda hacia ellos. para») e intención de conductas de aceptación social (p.
Ambas fueron más positivas para los estigmas físicos ej., «mantendría una relación de amistad con»). El con-
que para los psicológicos. Los estigmas de origen físico junto de los relatos y las frases formaban un cuestiona-
generan más simpatía y piedad, se consideran menos pe- rio del que existían cuatro versiones en función de la
ligrosos y propician más conductas de ayuda. Estos re- combinación de las variables independientes y del orden
sultados pueden deberse a que se considera que los es- de presentación de las mismas (Tabla 23.6), más una
tigmas físicos dependen menos del control personal que condición control en la que no se presentaba informa-
los de origen psicológico. ción sobre el origen o el control del estigma.
Estos resultados apuntan a una relación significativa La elaboración de los relatos se hizo a partir de, pri-
entre la percepción de control sobre el estigma y la con- mero, una revisión bibliográfica sobre las causas y alter-
ducta de ayuda y las reacciones afectivas hacia su porta- nativas de solución de cada estigma. Segundo, de un es-
dor. Con el fin de profundizar en el análisis de esta rela- tudio normativo con once participantes (profesores y
ción y, más concretamente, de investigar el efecto de la alumnos de doctorado) que debían responder a una prue-
información causal en la predicción de conductas y afec- ba abierta en la que se presentaban los cuatro grupos
tos, llevamos a cabo el estudio que detallamos a conti- con estigma (enanos, leprosos, ciegos y jorobados) y dos
nuación. tareas relacionadas con los mismos. En la primera, los
participantes debían escribir todas las causas que a su
juicio se asociaban a cada estigma, y en la segunda, to-
das las soluciones y alternativas para mejorarlo o supri-
23.3.2. Investigación 3. mirlo. De esta forma obtuvimos para cada estigma un
Efecto sobre la respuesta listado de causas internas y externas, y un listado de so-
afectiva y sobre luciones internas y externas.
la intención de conducta Para la selección final utilizamos tres criterios. Uno,
la frecuencia; dos, las coincidencias entre los sujetos y
La hipótesis de partida propone que los juicios causales la consulta bibliográfica, y tres, aquellos que más se
sobre el origen y el control de la solución de los estig- acercaban a la realidad, esto último con el fin de hacer
mas producirían diferencias significativas en las reaccio- más creíbles los relatos.
nes afectivas, intención de conducta de ayuda e inten- Para comprobar si existen diferencias significativas
ción de conducta de aceptación social hacia los grupos entre los tipos de estigmas y las variables dependien-
estigmatizados. tes en estudio llevamos a cabo tres ANOVAS con las
Participaron en la investigación 80 estudiantes de respuestas de los sujetos. Los resultados muestran dife-
psicología, educación y relaciones laborales de la Uni- rencias significativas en la intención de conductas de
versidad de La Laguna. El diseño factorial es un aceptación social en todas las condiciones analizadas,
4 # 2 # 2 en el que la primera variable independiente concretamente entre el estigma leproso y el resto. Sin
es grupos estigmatizados (enanos, leprosos, ciegos y jo- embargo, no podemos afirmar que se deba a la manipu-
robados), la segunda variable independiente es origen lación experimental del origen y del control. Más bien
del estigma (interno, externo) y la tercera variable inde- parece deberse a alguna particularidad del estigma. De
pendiente es el control sobre la solución del estigma hecho, es el que cuenta con menor aceptación social en
(interna, externa). Todas las variables son intragrupo. todas las condiciones.
Las variables dependientes fueron: reacciones afectivas,
Pese a la baja puntuación en la respuesta afectiva
intención de conducta de ayuda e intención de conduc-
(M % 2,67, sobre una escala de 1 a 6) nuestros partici-
tas de aceptación social hacia los estigmatizados.
pantes muestran una intención de conducta de ayuda
La manipulación experimental se llevó a cabo a tra- moderada (M % 4,27) y una aceptación social alta
vés de relatos cortos con información sobre los grupos (M % 5,59). Es decir, aunque sus actitudes son negativas
estigmatizados y sobre la internalidad y externalidad del esto no se manifiesta en sus intenciones de conducta.
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 391
Tabla 23.6. Relatos en las que se manipula el origen y el control
sobre la solución en el estigma «enanos».
Origen interno y control sobre la solución interno

Desde que nació Beatriz tuvo problemas de crecimiento, de modo que nunca llegó a desarrollarse igual que los demás niños de
su edad. A pesar de que sabe que su problema de enanismo es congénito, Beatriz se ha informado de que existen dos procedi-
mientos para mitigar su problema. Uno a base de hormonas, que requiere un gran esfuerzo de voluntad y constancia. Y otro,
quirúrgico, que supone menos esfuerzo pero que tiene más riesgo para su salud. Beatriz se ha decidido por el tratamiento hor-
monal.

Origen interno y control sobre la solución externo

Desde que nació Beatriz tuvo problemas de crecimiento, de modo que nunca llegó a desarrollarse igual que los demás niños de
su edad. A pesar de que sabe que su problema de enanismo es congénito, Beatriz se ha informado de que existen dos procedi-
mientos para mitigar su problema. Uno a base de hormonas, que requiere un gran esfuerzo de voluntad y constancia. Y otro,
quirúrgico, que supone menos esfuerzo pero que tiene más riesgo para su salud. Beatriz se ha decidido por el procedimiento
quirúrgico.

Origen externo y control sobre la solución interno

Cuando era pequeña, Beatriz, accidentalmente tomó un medicamento que le impidió el desarrollo normal por lo que se quedó
enana. Beatriz se ha informado de que existen dos procedimientos para mitigar su problema. Uno a base de hormonas, que
requiere un gran esfuerzo de voluntad y constancia. Y otro, quirúrgico, que supone menos esfuerzo pero tiene más riesgos para
su salud. Beatriz se ha decidido por el tratamiento hormonal.

Origen externo y control sobre la solUción externo

Cuando era pequeña, Beatriz, accidentalmente tomó un medicamento que le impidió el desarrollo normal por lo que se quedó
enana. Beatriz se ha informado de que existen dos procedimientos para mitigar su problema. Uno a base de hormonas, que
requiere un gran esfuerzo de voluntad y constancia. Y otro, quirúrgico, que supone menos esfuerzo pero tiene más riesgos para
su salud. Beatriz se ha decidido por el procedimiento quirúrgico.

Tabla 23.7. Puntuaciones medias de cada estigma


en cada tipo de respuesta, en el grupo control.
Estigmas Reac. afect. Cond. ayuda Aceptación

Enanos 2,55a 4,18b 5,73b


Grupo Leprosos 3,45b 4,88b 4,06a
control Ciegos 3,15b 5,23a 5,94b
Jorobados 3,13b 4,87b 5,48b

F(3,42) % 8,35** F(3,42) % 0,56** F(3,42) % 16,85**


Nota: Las medias con diferentes subíndices indican que sus contrastes son significativamente diferentes.
Reacciones afectivas (1 % «en absoluto», 6 % «totalmente»). Conductas de ayuda y Aceptación social (1 % «nunca», 6 % «siempre»).

También se realizaron tres ANOVAS entre los gru- puesta afectiva más negativa (M % 2,55). Segundo, la
pos estigmatizados para la condición control, esto es, sin intención de conducta de ayuda resultó significativa-
información causal sobre ellos. Los resultados muestran mente distinta pero, esta vez, entre el estigma ciegos (a
diferencias significativas en las tres variables dependien- los que se está más dispuesto a prestar ayuda) y los tres
tes (Tabla 23.7). Un contraste posterior constató, primero, estigmas restantes (F % (1,14) % 14,30, p a 0,002). Por
diferencias significativas en las reacciones afectivas entre último, son los leprosos los menos aceptados social-
los enanos y los tres estigmas restantes (F(1,14)%11,00, mente (F(1,15) % 22,60, p a 0.000), en comparación
p a 0,005), siendo los enanos los que reciben una res- con los enanos, los ciegos y los jorobados.
392 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En síntesis, en la condición control donde no se pre- nales, que «sufren» las personas con estigma en su vida
senta más información que la etiqueta correspondiente a cotidiana. Generalmente, se asume que la víctima del
cada estigma se producen diferencias en las variables prejuicio es un elemento pasivo en las relaciones inter-
analizadas que se reducen cuando se presenta informa- grupales. No obstante, para poder «sobrevivir psicoló-
ción causal. Esto prueba que los grupos estigmatizados gicamente» al rechazo, la devaluación y la exclusión,
constituyen categorías sociales sobre las que tenemos estas personas elaboran distintas estrategias. A conti-
creencias consolidadas, más salientes que cualquier otra nuación nos centraremos en dos propuestas teóricas
a la hora de emitir una respuesta (Frable, 1993). significativas para comprender cómo conviven las per-
En este apartado hemos recogido algunas de las sonas con el estigma, así como en la evidencia empíri-
consecuencias, tanto intrapersonales como interperso- ca relacionada con ambas.

23.4
Cómo enfrentarse al estigma
Tanto las creencias estereotípicas como el prejuicio ha- sión, vamos a tener en cuenta la propuesta de Crocker y
cia un grupo influyen de manera significativa en la con- Major (1989), denominada «ambigüedad atribucional».
ducta de los estereotipadores y en la conducta de las
víctimas. En el primero se da lo que se denomina «pro- En líneas generales, la hipótesis básica es que las
fecía autocumplida», y en los segundos puede darse «la personas que pertenecen a un grupo poco valorado so-
confirmación conductual». Esto es, ajustar su conducta a cialmente tienen dos explicaciones causales alternativas
las creencias estereotípicas de la mayoría (Quiles y ante una experiencia de fracaso: por un lado, el resulta-
Leyens, 2003). No obstante, esta no es la única opción. do negativo puede atribuirse a causas internas, como fal-
Los miembros de las minorías desfavorecidas pueden ta de habilidad o capacidad para desarrollar una tarea.
reaccionar o protegerse contra estas creencias. Esta de- Por otro lado, puede atribuirse a causas externas como
fensa de la imagen personal ha sido confirmada en dis- el prejuicio hacia su grupo. Esta atribución externa per-
tintas investigaciones como las de Crocker y Major mitiría a la persona eludir su propia responsabilidad en
(1989), Crocker et al. (1998) y Branscombe et al. la obtención de un resultado negativo, de tal modo que
(1999). su autoestima estaría protegida.
En síntesis, el supuesto básico enunciado por estas
autoras es que las personas estigmatizadas protegen su
23.4.1. Ambigüedad atribucional autoestima de la amenaza que supone su posición de
desventaja mediante la atribución de los resultados ne-
gativos al prejuicio, en lugar de a su falta de mérito per-
Dada la naturaleza ambigua de muchas de las relaciones sonal. Las autoras verifican esta función autoprotectora
intergrupales, es difícil para los miembros de grupos de la autoestima en distintos experimentos, entre los que
desfavorecidos decidir si existe o no prejuicio contra hemos seleccionado dos realizados por Crocker, Voelkl,
ellos. Esta decisión es importante porque sus consecuen- Testa y Major (1991), el primero con hombres y muje-
cias no son inocuas. Si la persona decide que el compor- res y el segundo con blancos y negros. Las 59 mujeres
tamiento del grupo mayoritario hacia ella se debe a la que participaron en el primer estudio recibían, bien una
discriminación sin serlo realmente (una falsa alarma), la evaluación positiva, bien una negativa de un evaluador
relación se vería afectada, pero su autoestima protegida. masculino. Las mujeres que atribuían los resultados ne-
Por el contrario, si la persona no percibiera discrimina- gativos al prejuicio del evaluador salvaguardaban su
ción allí donde sí la hay (ilusión positiva), su autoestima autoestima al no internalizar los resultados negativos,
se vería menoscabada. Para profundizar en el estudio de puesto que consideraban que se debía al prejuicio mas-
los criterios que determinan que una persona opte por culino.
valorar una situación ambigua como más discriminatoria
de lo que es o por reconocer menos prejuicio del que En la segunda investigación participaron 38 negros y
realmente hay y los efectos que se derivan de esta deci- 45 blancos que interactuaban con un evaluador blanco.
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 393
Este les podía ver en unos casos (y, por tanto, ver el co- que produce la atribución al prejuicio. Esto es así por-
lor de su piel) pero no en otros. En comparación con los que en respuesta al prejuicio las personas estigmatizadas
participantes blancos, los participantes negros atribuían aumentan su identificación con su grupo de pertenencia,
en mayor medida los resultados negativos al prejuicio lo cual les permite aliviar algunas de esas consecuencias
del evaluador que los resultados positivos. Esto era más perjudiciales.
frecuente cuando el evaluador podía ver a los participan-
Diferentes investigaciones sustentan esta hipótesis.
tes. Ambos estudios apoyan la tesis de Crocker y Major
Por ejemplo, Schmitt, Branscombe y Postmes (2003)
(1989) según la cual los miembros de grupos estigmati-
proporcionaron a las mujeres participantes en su experi-
zados protegen su autoestima atribuyendo los resultados
mento un artículo que argumentaba que el sexismo y la
negativos al prejuicio de los otros (Quiles y Leyens,
discriminación hacia las mujeres o bien están muy ex-
2003).
tendidos o bien son muy raros. Después de leer el artí-
La hipótesis de Crocker y Major ha generado distin- culo, las mujeres de la condición «raro» calcularon que
tas reacciones, ya que la investigación aporta datos a fa- un 27% de los hombres tienen prejuicio hacia las muje-
vor y en contra de dicho supuesto. El principal contra- res, mientras que las mujeres de la condición «extendi-
punto sobre el que se sostiene esta controversia está do» creyeron que un 51% de los hombres son sexistas.
representado fundamentalmente por los argumentos de Del mismo modo, las participantes manifestaron la ex-
Branscombe et al. (Branscombe y cols, 1999) y su re- pectativa de encontrar discriminación en función del gé-
chazo a la función protectora de las atribuciones al pre- nero más a menudo en la condición «extendido» que en
juicio. la condición «raro». Pero además, en la condición «ex-
tendido» las mujeres presentaron menor autoestima per-
sonal y colectiva, comparadas con las de la condición
«raro».
23.4.2. La identificación
con el endogrupo En otro estudio experimental Branscombe (1998) pi-
dió a los participantes que escribieran una lista con las
Branscombe et al. (1999, Schmitt y Branscombe, 2002) consecuencias de pertenecer a su grupo de género. Mu-
discuten enérgicamente la hipótesis de que las atribucio- jeres y hombres fueron asignados de forma aleatoria,
nes al prejuicio puedan tener una función protectora del bien a escribir las ventajas que disfrutaban respecto al
«yo» para el estigmatizado. Replican que, por el contra- otro sexo por su pertenencia grupal, bien a escribir las
rio, el prejuicio significa rechazo y exclusión por parte desventajas. Los hombres que escribieron sobre sus des-
del grupo dominante y, por tanto, la percepción de prejui- ventajas exhibieron posteriormente mayores puntuacio-
cio afecta negativamente al bienestar psicológico de los nes en autoestima personal que los que escribieron sobre
estigmatizados. De hecho, diversas investigaciones corre- sus ventajas. En el caso de las mujeres, el patrón fue el
lacionales muestran que aquellos que se perciben a sí inverso. Los resultados de ambas investigaciones reafir-
mismos como víctimas habituales de prejuicio y discrimi- man la idea de que para los miembros de los grupos mi-
nación presentan más síntomas de malestar psicológico. noritarios sentirse víctima del prejuicio afecta negativa-
mente a su autoestima.
Schmitt y Branscombe (2002) sostienen que, si bien
las atribuciones al prejuicio permiten proteger aspectos Un análisis detallado de los resultados de las distin-
importantes del «yo», como la habilidad, el desempeño tas investigaciones comentadas hasta ahora muestra que
y la capacidad para realizar una tarea, también represen- la contradicción teórica de estos dos frentes de trabajo
ta una amenaza para otro aspecto no menos importante es solo aparente. A medida que este campo de investiga-
del «yo», como es la pertenencia a un grupo social. Por ción va en aumento y los conceptos van alcanzando
ello defienden que, lejos de tener un efecto protector, las mayores grados de definición, se van despejando algu-
atribuciones al prejuicio son penosas y dañinas para nas de las incógnitas.
quien las realiza. Especialmente porque, para los grupos Por una parte, hay que diferenciar entre las conse-
minoritarios, el prejuicio es una realidad estable, incon- cuencias de percibirse a sí mismo como víctima de una
trolable y que refleja la devaluación y el rechazo de los discriminación omnipresente y generalizada o limitada a
otros. situaciones específicas. El primer caso tendría resultados
El modelo de rechazo-identificación (Branscombe et más negativos para la identidad social que el segundo.
al. 1999) sugiere, básicamente, que la identificación con Por otra parte, hay que separar los efectos de una expo-
el endogrupo minoritario atenúa los efectos negativos sición objetiva a la discriminación de los efectos de una
394 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

percepción subjetiva. En términos generales, la inconsis- da por un hombre. De este modo, las personas utilizan la
tencia de los resultados señala que la relación entre las información presente en el contexto para determinar si
atribuciones a la discriminación y la autoestima está su- existe prejuicio o no. En ocasiones existen indicios cla-
jeta a la influencia de diversos factores situacionales, ros (información diagnóstica) para una respuesta afirma-
personales y estructurales. tiva o negativa, pero en la mayor parte de las situaciones
En cualquier caso, la contraposición de estas dos estos indicios son bastante sutiles.
perspectivas ha generado gran número de investigacio- La hipótesis central del presente estudio es que la in-
nes sobre el estigma. En particular, un buen número de formación prototípica favorece que las personas estig-
ellas trata de determinar el grado de sensibilidad que matizadas consideren el prejuicio como una explicación
manifiestan los estigmatizados a la posibilidad de ser verosímil para un fracaso en una tarea. Esta información
discriminados en distintas situaciones y si mantienen prototípica daría forma y significado al resto de los indi-
una tendencia a minimizarla o a aumentarla. Estos resul- cios disponibles. Más concretamente, cuando al comen-
tados son reveladores porque, si las atribuciones al pre- zar una interacción se conoce de antemano que los eva-
juicio tienen un efecto protector del «yo» para los luadores pertenecen a un exogrupo que habitualmente
miembros de grupos devaluados, es lógico pensar que discrimina al propio grupo, las personas emplearán esta
las personas que pertenecen a dichos grupos estarían información prototípica para interpretar la información
motivadas a hacer atribuciones al prejuicio desde el mo- subsecuente. Cuando acceden a información más diag-
mento en que estas son mínimamente plausibles. Esto nóstica, la interpretarán como un dato que confirma sus
es, tendrán una actitud caracterizada por la vigilancia al sospechas, independientemente de que la probabilidad
prejuicio. Si, por el contrario, estas atribuciones son da- que se les comunique mantenga un grado de ambigüe-
ñinas, las personas que pertenecen a grupos minoritarios dad o sea una clara confirmación de la existencia de
tenderán a minimizar la discriminación. La cuestión de prejuicio.
cómo las personas estigmatizadas resuelven la ambigüe-
dad ha desencadenado opiniones distintas acerca de, en- La muestra estuvo compuesta por 54 mujeres, estu-
tre otros factores, los costos o beneficios psicológicos diantes de la Universidad de La Laguna. Todas ellas
que puede acarrear la percepción de discriminación participaron en una tarea de habilidad verbal consistente
(Major et al., 2002). en resolver varios anagramas de 11 letras, formando pa-
labras lo más largas y originales posible. Varios segun-
Con el fin de determinar en qué grado las personas dos después de cada respuesta aparecía en su pantalla la
son sensibles a esta posibilidad de ser discriminados y palabra «correcto» o «incorrecto», escritas supuesta-
de qué modo utilizan la información disponible para to- mente por un juez que las estaba evaluando on-line me-
mar su decisión, llevamos a cabo la siguiente investiga- diante un ordenador conectado al suyo. En realidad el
ción (Morera y cols., 2004). feedback aparecía al azar, pero de tal modo que el nú-
mero de «incorrectos» superaba las respuestas «correc-
to». De este modo el feedback daba a las participantes la
23.4.3. Investigación 4. sensación de ambigüedad con respecto al criterio usado
por el evaluador, y además se ajustaba al resultado ne-
La vigilancia a la posibilidad gativo final. Todas las participantes vieron finalmente
de ser discriminados una puntuación de 3 marcada sobre una escala que iba
desde 0 (bajo) hasta 10 (alto).
El supuesto de partida de la presente investigación es
Para manipular el momento de presentación de in-
que, aunque las personas no viven siempre bajo la sos-
formación prototípica, la mitad de las participantes (con-
pecha ni se esfuerzan a todas horas por encontrar el pre-
dición antes, n % 27) veían en la esquina superior de la
juicio en los otros —esto tendría consecuencias poco sa-
pantalla las palabras «evaluador: José Miguel» al co-
ludables (Kaiser y Miller, 2001)—, sí están alerta ante
menzar la tarea. De este modo tenían la oportunidad de
esta posibilidad. De acuerdo con Inman (2001; Inman y
saber que estaban siendo evaluadas por un miembro del
Baron, 1996) las personas poseen prototipos (ejemplos
exogrupo. La otra mitad de las participantes (condición
clásicos) de racismo y sexismo. Del mismo modo, las
después, n % 27) leyeron las mismas palabras, pero estas
víctimas potenciales de prejuicio tienen representaciones
aparecían solo después de que hubieran completado el test.
de los contextos típicos donde pueden ser objeto de dis-
criminación. Por ejemplo, cuando una persona negra es Para manipular la información diagnóstica, cuando
evaluada por una blanca o cuando una mujer es evalua- las participantes terminaron la tarea la experimentadora
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 395
se acercaba y, entre otros comentarios decía, en la con- Para contrastar nuestras hipótesis, llevamos a cabo
dición incierta (n % 27), que tenía la impresión de que un ANOVA de 2 (momento de presentación de la infor-
el juez que las había evaluado estaba siendo más severo mación prototípica: antes, después) # 2 (diagnosticidad
con las mujeres que con los hombres. Y en la condición de la información: incierta, segura) # 2 (tipo de atribu-
segura (n % 27), que estaba segura de que el juez que ción: interna, externa), en el que los dos primeros facto-
las había evaluado estaba siendo más severo con las mu- res fueron intergrupo y el tercero, intragrupo. Todas las
jeres que con los hombres. medias y desviaciones típicas se pueden apreciar en la
Tabla 23.8.
Finalmente todas las participantes completaron un
cuestionario que, entre otras, incluía seis cuestiones que Tal como esperábamos, el ANOVA señaló la exis-
medían sus atribuciones sobre el resultado negativo. Los tencia de la interacción tipo de atribución # momento
tres ítems que medían las atribuciones al prejuicio (a de de presentación de información prototípica F(1,50) %
Cronbach % 0,92) fueron: «¿En qué medida crees que la % 6,56, p % 0,01, lo que indica que las atribuciones al
evaluación de tus respuestas estuvo influida por la dis- prejuicio fueron mayores en la condición «antes» que en
criminación de género?», «¿en qué medida crees que tu la condición «después», mientras que con las atribucio-
puntuación habría sido diferente si hubieras dicho que nes internas se tiende al patrón opuesto F(1,50) % 0,41,
eres un hombre?», «¿en qué medida saber que eres una p % 0,52 (Figura 23.2).
mujer influyó en el evaluador cuando calificaba tus res- Más concretamente, en el caso de las atribuciones al
puestas?». Otras tres preguntas midieron las atribuciones prejuicio, tal como se predijo, los participantes en la
internas (a de Cronbach % 0,74): «¿En qué medida con- condición «antes» no diferenciaron entre la información
sideras que el resultado obtenido se ajusta a la calidad diagnóstica «incierta» y «segura». Por el contrario, los
de tus respuestas?», «¿en qué medida la puntuación que participantes asignados a la condición «después» atri-
has obtenido se debe a tu habilidad en este tipo de tests?», buyeron su fallo en la tarea más al prejuicio en la condi-
«¿en qué medida consideras que el juez que evaluó tus ción «segura» que en la condición «incierta» F(1,50) %
respuestas fue objetivo al dar el resultado final?». Para % 12,01, p % 0,001. Además, cuando la información
contestar, las participantes emplearon una escala de 0 diagnóstica era «incierta», aquellas participantes a las
(en absoluto) a 10 (totalmente). Para terminar, las parti- que se informó al comienzo del experimento de que el
cipantes completaron el test de autoestima situacional de evaluador era un hombre atribuyeron su fallo al prejui-
Heatherton y Polivy (1991). Concretamente contestaron cio en mayor medida que aquellas que lo supieron solo
a las dos subescalas de autoestima social y la de autoefi- después F(1,50) % 8,12, p % 0,006. El momento de pre-
cacia, cada una integrada por siete ítems que debían sentación no tuvo efecto cuando se trata de la informa-
contestar en una escala de 1 (en absoluto) a 5 (extrema- ción «segura» F(1,50) % 0,67, p % 0,42.
damente).
Tabla 23.8. Medias y desviaciones típicas de las atribuciones.
Información prototípica

Información diagnóstica Antes Después Total

Atribuciones al prejuicio
Incierta 5,62 (1,60) 3,26 (2,84) 4,40 (2,58)
n 13 14 27
Segura 6,81 (1,46) 6,13 (2,39) 6,48 (1,95)
n 14 13 27
Total 6,23 4,64 (2,96) 5,44 (2,50)
N 27 27 54

Atribuciones internas
Incierta 3,08 (1,32) 4,38 (2,23) 3,75 (1,93)
n 13 14 27
Segura 3,79 (1,30) 3,05 (1,45) 3,43 (1,40)
n 14 13 27
Total 3,44 (1,33) 3,74 (1,98) 3,59 (1,68)
N 27 27 54
396 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En el caso de las atribuciones internas, cuando las


participantes conocieron desde el principio el género de
su evaluador, no hubo diferencias en el grado en que
atribuyeron el resultado a su propia responsabilidad, en
función del tipo de información diagnóstica F(1,50) %
% 1,28, p % 0,26. Por el contrario, en la condición «des-
pués» las participantes se culparon más a sí mismas del
resultado negativo cuando la información era «incierta»
que cuando era «segura». Sin embargo, no hallamos nin-
gún efecto significativo sobre la autoestima, a salvo de
una pequeña tendencia (F(1,47) % 2,27, p % 0,14) a
mostrar puntuaciones más altas en la condición «antes»
(M % 4,03) que en la condición «después» (M % 3,69).
En definitiva, los resultados globales señalaron que
cuando las personas tienen la posibilidad de conocer de
antemano la pertenencia del evaluador a un grupo que
típicamente mantiene actitudes negativas hacia su endo-
grupo, se facilita la percepción de discriminación y dis-
minuir en las atribuciones internas por el fallo obtenido.
Los resultados que hemos presentado aquí fueron re-
plicados fielmente en otros dos estudios semejantes
(Morera et al. 2004, estudios 1 y 3), lo que nos permite
concluir que el simple hecho de conocer de antemano la
pertenencia del evaluador a un exogrupo de alto estatus
«pone en guardia» a las personas y esto les permite per-
FIGURA 23.2. Puntuaciones medias de la atribución al prejuicio
cibir más discriminación y hacer menos atribuciones
y atribución interna en función del momento de presentación internas para el fracaso. Esto es, atribuir su fallo en la
de la información prototípica y de la información diagnóstica. tarea más al prejuicio que a su propia responsabilidad.

23.5
Comentarios finales
A lo largo de este capítulo hemos tratado de alcanzar que llevan a los miembros de grupos mayoritarios a es-
varios objetivos. Primero, clarificar el concepto de estig- tigmatizar a unos grupos y no a otros. Tercero, analizar
ma abordando distintas aproximaciones teóricas, así co- las implicaciones del estigma para las personas que per-
mo algunas de las dimensiones necesarias para que una tenecen a grupos sociales devaluados. Las consecuencias
determinada característica sea identificada como estig- que se derivan de este poderoso fenómeno abarcan un
ma. Aunque el término se utiliza a menudo como inter- amplio espectro de la vida de las víctimas, desde su
cambiable con otros, como estereotipos negativos, dis- autoestima, hasta sus condiciones de vida, pasando por
criminación, prejuicio o exclusión social, hemos tratado su identidad social, tanto aquellas que repercuten direc-
de mostrar que el estigma es un fenómeno persistente y tamente en la persona como las que influyen en sus rela-
poderoso ligado esencialmente al valor asociado con las ciones con «los otros» sin estigma. También, en este ca-
identidades sociales (Dovidio, Gaertner, Flores y Zinder, so se presenta una investigación que ilustra los citados
2001). Hemos presentado, además, dos investigaciones efectos y algunas de las estrategias que emplean los
empíricas que ilustran algunos de los tópicos que se re- miembros de las minorías para convivir con el estigma.
cogen en este primer apartado. Segundo, explorar las Porque, si bien, tradicionalmente se ha considerado a los
funciones que cumple la estigmatización y los motivos miembros de los grupos estigmatizados como víctimas
Capítulo 23. EL ESTIGMA SOCIAL: LA DIFERENCIA QUE NOS HACE INFERIORES 397
pasivas del prejuicio, los estereotipos y la discrimina- constante de ser discriminadas. Cerrando este último
ción de «los otros», esta no es la única posibilidad. Las apartado presentamos una investigación que trata de di-
personas estigmatizadas deben afrontar su situación asu- lucidar cómo las personas emplean la información dis-
miendo su condición «diferente» en las interacciones ponible para detectar el prejuicio.
con otros. Esto es, deben convivir con la posibilidad

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a
402 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

24.1
Introducción
Un nueve por ciento de la población española presenta más positivas entre las personas con y sin discapacidad
algún tipo de discapacidad, de acuerdo con los datos (Belgrave, 1984; Belgrave y Mills, 1981; Donaldson,
proporcionados por el INE en la Encuesta sobre disca- 1980; Hastorf, Wildfogel y Cassman, 1979; Yuker, 1988).
pacidades, deficiencias y estado de salud (1999). Cada Asimismo, se encuentran en la literatura diversas revi-
vez va siendo más frecuente encontrarnos con miembros siones que han tratado de detectar los factores que están
de este colectivo en diversos entornos, como el ámbito contribuyendo a conformar una actitud más favorable
laboral o educativo. Por este motivo es por lo que en los tanto por parte de las personas sin discapacidad como
últimos decenios del siglo XX gran parte de los países de por parte del discapacitado (Yuker, 1988).
todo el mundo han modificado de forma apreciable sus Sin embargo, en la actualidad la normal integración
marcos jurídicos y normativos en torno a la discapaci- de las personas con discapacidad en diferentes ámbitos,
dad. Concretamente, en nuestro país existen leyes como tales como el educativo o laboral, dista aún de ser plena.
la LISMI (Ley 13/1982 de 7 de abril, de Integración So- Es decir, a pesar de que los intentos promovidos desde
cial del Minusválido), la Ley de Educación a partir del las instituciones públicas van encaminados a su plena
Real Decreto de Ordenación de la Educación en España integración, los procesos de modificación de actitudes
(6/03/85) y, la más recientemente aprobada, la Ley 39/ parecen funcionar de forma más lenta. La investigación
2006 de 14 de diciembre de Promoción de la Autonomía centrada en las reacciones al estigma ponen de manifies-
Personal y Atención a las personas en situación de de- to las inconsistencias entre las respuestas verbales y las
pendencia (Ley de Dependencia). Todas estas propues- no verbales ante una persona con estigma (Hebl y Dovi-
tas pretenden, entre otros muchos objetivos, la progresi- dio, 2005). Mientras que las respuestas dadas en los
va toma de conciencia de la sociedad acerca de las cuestionarios son positivas, la conducta no verbal mues-
necesidades de las personas con discapacidad, así como tra signos de ansiedad e incomodidad ante la persona
la eliminación de barreras físicas y psicológicas que po- objeto de estigma (Kleck, 1968; Kleck, 1969; Kleck,
dían estar contribuyendo a mantener actitudes prejuicio- Ono y Hastorf, 1966).
sas por parte de las personas sin discapacidad. Es decir, parece conveniente explorar más a fondo
Desde una perspectiva psicosocial, el estudio de las los procesos psicosociales implicados en la estigmatiza-
actitudes hacia las personas con discapacidad surge pre- ción de los individuos en virtud de su pertenencia a ca-
cisamente en EE UU a partir de los años 70, promovido tegorías socialmente devaluadas. En este caso, el objeto
por la promulgación de los instrumentos legislativos. La de interés es la estigmatización de las personas con
finalidad de los estudios realizados en ese ámbito era diversos tipos de discapacidad, lo que constituye un obs-
identificar los factores que podían favorecer relaciones táculo para su integración.

24.2
La definición psicosocial de estigma y su relevancia
en relación con la discapacidad
En 1963, Goffman definió el estigma como un atributo servables. Crocker, Major y Steele (1998) señalaron que
desacreditante que convierte a un sujeto en diferente y la persona estigmatizada «posee (o se cree que posee)
de una categoría poco deseable. Desde esta primera con- algún atributo o característica que conforma una identi-
ceptualización, la definición de este término ha evolu- dad social que es devaluada en un contexto social dado»
cionado hasta poner de manifiesto la importancia del (Crocker et al., 1998, p. 505). Es decir, es necesario te-
componente situacional además de las características ob- ner en cuenta el contexto en el que se produce la estig-
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 403
matización además de otros aspectos visibles. Dovidio, Goffman (1963) distinguió tres tipos de estigma:
Major y Crocker (2000) definieron el estigma como «imperfecciones del cuerpo» (defectos físicos), «imper-
«una construcción social» que incluye el reconocimiento fecciones del carácter» (enfermedades mentales, adiccio-
de una diferencia basada en una marca y la posterior de- nes) y «tribales» (sexo o etnia). Jones et al. (1984) dife-
valuación de esa persona. renciaron seis dimensiones: el grado en que se puede
Stangor y Crandall (2000) sugirieron que para consi- ocultar el estigma a los otros, el curso que ha seguido el
derar una característica como un atributo desacreditante desarrollo del estigma, la forma en que interfiere en la
es necesario que se trate de una realidad compartida en- interacción social, las cualidades estéticas que provocan
tre los miembros de una sociedad. Es decir, aunque un rechazo y repulsa, el origen —orgánico, intencional o
determinado atributo sea definido como estigma, eso no accidental— y el peligro que puede ocasionar a los de-
lo convierte en estigmatizante en sí mismo hasta que más en forma de contagio.
no se define en relación al grupo y a sus creencias. El Crocker et al. (1998) propusieron dos dimensiones
estigma supone que existe un estatus negativo estableci- para entender la experiencia del estigmatizado y la del
do a nivel social, así como una actitud negativa y, en estigmatizador: la visibilidad y la controlabilidad. Cuan-
consecuencia, todo esto lleva a un comportamiento dis-
do el estigma es visible, proporciona un esquema para
criminatorio hacia el grupo estigmatizado (Hebl y Dovi-
juzgar a su poseedor. La controlabilidad es el grado en
dio, 2005).
que se considera al estigmatizado responsable de su es-
Desde una perspectiva sociológica, Link y Phelan tigma. Si se considera que un estigma es controlable en
(2001) consideran que para que exista el estigma es ne- su origen y/o su posible solución, se rechaza más a su
cesario que converjan varios procesos. En el primero, poseedor al considerar que podía haberlo evitado, a dife-
las personas distinguen y etiquetan las diferencias huma- rencia de aquellos estigmas con una causa incontrolable.
nas. Estos autores prefieren utilizar el termino etiqueta- Más recientemente, Kurzban y Leary (2001), dentro de
do para referirse al estigma, puesto que permite contem- su enfoque evolucionista, proponen la impredecibilidad
plar los procesos sociales implicados, mientras que los del comportamiento como uno de los factores que pue-
términos atributo o marca no tienen en cuenta este as- den contribuir a excluir a un individuo de una interac-
pecto, sino que en sí mismos constituyen el estigma. El ción en la que los miembros del grupo deben cooperar
segundo proceso requiere la asignación de un estereoti- para lograr metas comunes. En consecuencia, un com-
po a la etiqueta. Por lo general, el estereotipo suele estar portamiento impredecible favorece la exclusión de esos
formado por características indeseables y negativas. El miembros, dado que su conducta puede violar normas
tercer proceso supone la separación entre «nosotros» y sociales, esquemas de conducta o expectativas. La enfer-
«ellos». Finalmente, para etiquetar a una persona como medad mental es el ejemplo más claro de esta dimen-
estigmatizada es necesario que esta experimente pérdida
sión, puesto que en ciertas tipologías puede resultar
de estatus y discriminación tanto a nivel individual co-
complicado inferir acciones futuras.
mo estructural. Precisamente este enfoque insiste en los
efectos de la discriminación en este plano estructural, A partir de estas dimensiones, diferentes trabajos se
que se traduce en una serie de consecuencias como, por centraron en conocer las reacciones emocionales ante las
ejemplo, el mantenimiento de barreras arquitectónicas dimensiones del estigma. Weiner, Perry y Magnusson
que impiden el acceso a determinados lugares, hecho (1988) encontraron que la piedad y la ira variaban en
aún frecuente a pesar de la normativa al respecto. función de la controlabilidad del estigma. Dijker y Koo-
La cantidad de grupos estigmatizados en la sociedad men (2003) añaden la respuesta de ansiedad al modelo
puede ser tan amplia como queramos. Concretamente en de Weiner et al. (1988). En este sentido, nos gustaría
nuestro país, la lista de grupos podría incluir desde mi- comprobar cuáles son las reacciones específicas hacia el
norías étnicas hasta personas con discapacidades, pasan- estigma de la discapacidad y si son consistentes con las
do por grupos de personas con enfermedades como el mencionadas hasta ahora en la investigación. En torno a
SIDA. En la medida en que consideremos que dichos los grupos étnicos, Dijker (1987) mostró la existencia de
grupos poseen una determinada marca o estigma, son cuatro tipos de emociones —afecto positivo, ansiedad,
susceptibles de sufrir las consecuencias de la estigmati- irritación y preocupación—, así como su relación con
zación. No obstante, y aunque pueda existir acuerdo so- diferentes tipos de conducta. Sin embargo, en el ámbito
bre qué constituye un estigma, la respuesta a los estig- de la discapacidad se puede destacar la falta de estudios
mas no es uniforme, sino que varía en función de las sistemáticos en torno a las respuestas emocionales hacia
dimensiones en las que se pueden clasificar. este tipo de estigma.
404 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Todas las perspectivas presentadas son relevantes misma categoría, estamos considerando entonces que to-
para entender nuestra respuesta al estigma. Si nos cen- das provocan el mismo tipo de afecto, tienen idéntico
tramos en la discapacidad, Verdugo (1995) ha destacado origen y evolución, e interfieren de igual manera en la
la importancia que tiene el análisis de actitudes hacia las interacción. Sin embargo, refiriéndonos a los cuatro ti-
personas con discapacidad señalando que estas actitudes pos de discapacidad, partiremos de la hipótesis de que
son diferentes en función del tipo de deficiencia del que se consideran como incontrolables en su origen, aunque
se hable. Las dimensiones que están contenidas en la variarán en otras dimensiones, como la forma en que
discapacidad tienen consecuencias en los procesos psi- interfieren en las interacciones sociales, las cualidades
cosociales de aceptación y rechazo. Si englobamos la estéticas, el peligro que pueden ocasionar y la imprede-
discapacidad física, psíquica y sensorial dentro de una cibilidad de su comportamiento.

24.3
Objetivos de la presente investigación
Teniendo en cuenta esta variabilidad de dimensiones mismo sentido, Kurzban y Leary (2001) señalan que al-
que pueden estar contenidas en los distintos tipos de dis- gunos rasgos externos, como ser miembro de otra etnia,
capacidad, planteamos que las posibles reacciones afec- también pueden interferir en el transcurso normal de una
tivas ante cada uno de ellos serían también diferentes interacción, aunque el estigma por sus características no
(Tabla 24.1): obstaculice en sí mismo una interacción, como puede
ocurrir si se trata de una discapacidad sensorial o psí-
Tabla 24.1. Sentimientos provocados quica.
por los distintos tipos de discapacidad.
Jones et al. (1984) añaden una cuestión relevante pa-
Física Intelectual ra la dimensión de interferencia en la interacción: el cam-
Compasión Aversión bio en nuestras actitudes. Aunque modifiquemos nuestra
Incertidumbre Incertidumbre actitud positivamente, la interacción se sigue viendo
obstaculizada. Este grupo de autores sugiere, por tanto,
Auditiva Visual la importancia de estudiar más a fondo este aspecto, da-
Ansiedad Compasión
Incomodidad Admiración
do lo complejo de su definición. Asimismo, la interfe-
rencia en la interacción puede estar ligada también a la
seriedad percibida de la enfermedad (Crandall y Moriar-
Hemos dado especial relevancia al grado en que la ty, 1995), en la medida en que una mayor dificultad pa-
discapacidad interfiere en la interacción social, una de ra relacionarse con los demás de una forma eficiente se
las dimensiones que proponen Jones et al. (1984). Estos asocia a un mayor sufrimiento físico y psicológico per-
autores señalan que esta dimensión se define menos cla- cibido en el estigmatizado.
ramente que otras, como la visibilidad, el origen o las
cualidades estéticas. Además, es una dimensión que Por otro lado, también pretendemos estudiar más
puede estar ligada a las otras en la medida en que cual- exhaustivamente la dimensión de predicción del com-
quier condición que convierta una interacción social en portamiento planteada por Kurzban y Leary (2001), den-
incierta e impredecible está interfiriendo en su transcur- tro de su enfoque evolucionista. Estos autores conside-
so normal. Los ejemplos más obvios de esta dimensión ran que este aspecto puede favorecer la evitación y el
son los sordos y mudos, las personas que tartamudean y rechazo de aquellos miembros del grupo que, debido a
otras distorsiones del habla y las personas con discapaci- su estigma, muestren un comportamiento impredecible.
dades intelectuales y defectos visuales como el estrabis- Como señalábamos anteriormente, aunque es una di-
mo. Pero también unas cualidades estéticas poco agrada- mensión que está más asociada a la enfermedad mental,
bles o, como señalábamos anteriormente, el pertenecer a hemos considerado que también puede estar relacionada
otro grupo étnico puede dificultar la interacción. En este con la discapacidad física y sensorial. Las dimensiones
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 405
de peligro y las cualidades estéticas no se han incluido En este estudio se ha tratado también de abordar el
en esta investigación dadas las dificultades que plantean análisis de las actitudes hacia la discapacidad, superando
para su estudio. En este sentido, Kurzban y Leary la simplificación en que ha incurrido la mayor parte de
(2001) sugieren que es preciso delimitar claramente am- la investigación sobre esta cuestión. En este sentido, los
bos conceptos, puesto que, a pesar de la evidencia reco- diferentes estudios se han limitado a examinar la reac-
gida, no está clara la forma en que las personas hacemos ción ante las personas discapacitadas físicas que se va-
juicios referentes a estas dimensiones. Es decir, se haría len de sillas de ruedas o, en su defecto, individuos con
necesaria una propuesta más exhaustiva de diversos ti- algún tipo de amputación o defecto físico visible. Nues-
pos de discapacidad para determinar la relevancia de ta- tro fin es examinar, de una manera descriptiva, si exis-
les aspectos. ten diferencias y semejanzas en la respuesta afectiva ha-
En este trabajo hemos prestado especial atención a cia cuatro tipos de discapacidad, de forma que se pueda
los «problemas en la comunicación» propios de algunos comprobar si el tipo más concreto de estigma considera-
tipos de discapacidad, entendiendo por dichos problemas do está influyendo en los resultados, en gran medida
la dificultad para producir el lenguaje. De esta forma, bastante contradictorios.
pretendemos investigar si una discapacidad física con un
déficit en la comunicación añadido tiene consecuencias A continuación, pretendemos comprobar si los tipos
en las reacciones afectivas y conductuales de las perso- de discapacidad estudiados están en relación con las di-
nas sin discapacidad. Es probable que manifestar proble- mensiones de interferencia en la interacción y la predic-
mas en la comunicación provoque mayor complejidad ción del comportamiento. Es decir, se trata de delimitar
emocional, despertando simultáneamente sentimientos si estos dos aspectos están ligados a diversos tipos de
de compasión y ansiedad. Uno de los efectos más evi- discapacidad. Asimismo, otro de nuestros objetivos es
dentes será la interferencia que se produce para que la comprobar cuáles son las respuestas emocionales que
interacción transcurra de forma fluida. Si estamos ante suscitan las dos dimensiones consideradas.
una persona que presenta dificultades para comunicarse Otro aspecto que, como decíamos, se ha puesto de
es probable que nos sintamos incómodos y que no sepa- manifiesto como central en la relación no estigmatizado-
mos cómo reaccionar ante ella. Para reducir este ma- estigmatizado es la ansiedad social que los sujetos sin
lestar, el sujeto no estigmatizado intentará concluir la
estigma muestran en la interacción con el estigmatizado.
interacción por el coste que supone el no encontrar ni
Crocker et al. (1998) se refirieron a la falta de conoci-
disponer de las estrategias y habilidades necesarias para
desarrollarla adecuadamente. Pero la consecuencia final miento sobre cómo actuar ante los grupos estigmatiza-
puede estar relacionada con la propia adaptación de los dos. Hebl, Tickle y Heatherton (2000) destacaron el pa-
discapacitados y su acceso al mundo social y laboral, pel de la ansiedad como elemento precursor de los
puesto que es probable que los que presentan este pro- momentos delicados entre el estigmatizado y el no estig-
blema de comunicación encuentren más dificultades que matizado. Basándonos en estos estudios, hemos añadido
otros que no lo tengan. dos dimensiones de interacción, referidas a no saber có-
mo comportarse con un estigmatizado y a querer termi-
A partir de estos supuestos teóricos, se va a tratar de
nar la interacción, con el fin de comprobar su relación
investigar tanto a nivel descriptivo como experimental la
respuesta ante la discapacidad. Este primer estudio, con los sentimientos y las dimensiones definitorias del
planteado con una metodología descriptiva, se plantea estigma.
con diversos fines. Uno de ellos es conocer cuáles son En resumen los objetivos de este estudio son:
los sentimientos ligados a cada tipo de discapacidad. Pa- 1. Conocer los sentimientos ligados a los distintos ti-
ra ello se ha elaborado una escala de sentimientos de
pos de discapacidad (física con problemas de comu-
signo positivo, negativo y neutro. Dentro de los senti-
nicación, auditiva, física sin problemas de comuni-
mientos de signo más positivo, se han incluido aspectos
cación y visual).
relacionados con la empatía (compasión) y otros relacio-
nados con sentimientos de afecto. En el caso de los sen- 2. Analizar la relación de las dimensiones de interfe-
timientos negativos, un grupo marca una dirección de rencia en la interacción social y predicción del
rechazo (miedo, aversión), mientras que otros se dirigen comportamiento con los sentimientos y las dimen-
a aspectos relacionados con la ansiedad intergrupal (ner- siones de interacción para cada discapacidad por se-
viosismo, incomodidad). parado.
406 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

24.4
Método
nar esta interacción». El formato de respuesta era de 1,
24.4.1. Participantes nada, a 7, mucho.

La prueba se realizó en tres cursos de primero de Bachi-


llerato. En total participaron 100 alumnos (38 chicos y 62
chicas), con una media de edad de 16,4 años (DT%0,62).
24.4.3. Procedimiento
A los alumnos se les informaba de que se estaba reali-
zando una investigación sobre actitudes hacia diferentes
24.4.2. Instrumentos grupos. En su caso, les había correspondido el colectivo
de los discapacitados. Se les explicaba la importancia y
Reacciones afectivas hacia la discapacidad. Estas res- la repercusión que este tema tiene, y su relevancia en las
puestas se seleccionaron a partir de la literatura y de en- políticas educativas y de bienestar social. Además se les
trevistas mantenidas con profesionales que trabajan con comunicaba que ese año (2003) era el Año Europeo de
el colectivo de discapacitados. El cuestionario incluye la Discapacidad. De esta forma, se esperaba que esta in-
15 sentimientos, con una dirección positiva (compasión, formación sirviera como estímulo para aquellos alumnos
simpatía, conmueve, afecto, sensibilizado, ternura, agra- poco familiarizados con el tema. Como se trataba de un
do y admiración), negativa (rechazo, aversión, miedo, estudio descriptivo, no se enmascaró el propósito de la
incomodidad, nervioso e inseguro) o neutra (indiferen- investigación. Los participantes completaron primero el
cia). Se ha presentado la misma escala para cada una de cuestionario sobre sentimientos, a continuación el de di-
las categorías estímulo utilizadas: discapacidad física mensiones de interacción y, por último, el de dimensio-
con problemas de habla, física sin problemas de habla, nes de discapacidad.
auditiva y visual. El rango de respuesta era de 1 a 7,
donde 1 significa nada y 7 mucho. Las escalas de senti-
mientos utilizadas mostraron en todos los grupos un
coeficiente de fiabilidad de 0,80.
24.4.4. Diseño
Dimensiones de discapacidad. Se evaluaron dos di- Se trata de un diseño de una sola muestra con una varia-
mensiones: interferencia en la interacción y predicción ble independiente (tipo de discapacidad). Las variables
del comportamiento. La escala de respuesta era de 1, dependientes estudiadas fueron los sentimientos para ca-
nada, a 7, mucho. da uno de los tipos de discapacidad, las puntuaciones en
Dimensiones de interacción. Las dimensiones inclui- las dimensiones de interacción y la evaluación de las di-
das fueron: «no sé cómo comportarme» y «quiero termi- mensiones definitorias de la discapacidad.

24.5
Resultados
cada uno de los tipos de discapacidad. Con este fin, rea-
24.5.1. Sentimientos hacia cada lizamos un estudio exploratorio mediante el análisis fac-
uno de los tipos torial con cada una de las discapacidades por separado.
de discapacidad En cuanto al discapacitado físico con problemas de
comunicación, el análisis factorial realizado mediante el
El primer objetivo de este estudio era conocer si existía método de los ejes principales arrojó cuatro factores prin-
un patrón de respuesta diferencial de sentimientos para cipales (KMO % 0,80; s2(91) % 602,64, p a 0,0001). La
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 407
Tabla 24.2 recoge las saturaciones obtenidas en cada tramos con la existencia de sentimientos de tipo positivo
factor. y negativo en nuestras actitudes hacia estos grupos.
Hay que destacar que en el primer factor saturan La solución factorial encontrada con el discapacita-
sentimientos relacionados con la ansiedad, mientras que do físico sin problemas de comunicación (Tabla 24.3)
sentimientos relacionados con el afecto y la empatía lo da como resultado una estructura de cuatro factores
hacen en el segundo y tercer factor. El miedo satura de (KMO % 0,72; s2(91) % 572,10, p a 0,0001). Esta solu-
manera aislada en el cuarto factor. Es decir, nos encon- ción es semejante a la del tipo anterior de discapacita-

Tabla 24.2. Matriz de configuración obtenida en el análisis factorial


para los discapacitados físicos con problemas de comunicación.
Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4

Nervioso 0,84
Inseguro 0,82
Incómodo 0,73
Aversión 0,56

Simpatía 0,90
Agrado 0,71
Ternura 0,62
Afecto 0,60
Conmueve 0,81
Sensibilidad 0,76
Compasión 0,63
Miedo 0,72
Varianza explicada 28,74% 24,16% 8,26% 7,48%
Autovalor 4,03 3,38 1,15 1,04

Varianza total 68,63%

Tabla 24.3. Matriz de configuración obtenida en el análisis factorial


con el discapacitado físico sin problemas de comunicación.
Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4

Afecto 0,93
Agrado 0,81
Simpatía 0,71
Ternura 0,55
Inseguro 0,90
Nervioso 0,75
Miedo 0,50
Compasión 0,87
Conmueve 0,82
Sensibilidad 0,53
Rechazo 0,83
Aversión 0,61
Varianza explicada 27,16% 21,36% 9,94% 8,02%
Autovalor 3,80 3,01 1,38 1,12

Varianza total 66,46%


408 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

dos, aunque en este caso en el primer factor saturan sen- renciado entre aquellos relacionados con la ansiedad y
timientos relacionados con el afecto y en el segundo, los referidos al rechazo. Tomando estas soluciones como
sentimientos relacionados con la ansiedad. base, hemos definido cuatro factores —empatía, afecto,
En cuanto a la discapacidad auditiva, se encontraron rechazo y ansiedad—, dadas las características de las
cuatro factores a (KMO % 0,77; s2(105) % 628,23, variables que saturaban en ellos, y hemos calculado un
p a 0,000) que se reflejan en la Tabla 24.4. índice para cada uno de los factores utilizando solo los
que tenían peso en todos los grupos de discapacidad
Finalmente se realizó el análisis factorial con la dis- (Tabla 24.6).
capacidad visual (KMO % 0,789; s2(105) % 584,24,
p a 0,0001). La solución factorial arroja tres factores Puesto que otro de los intereses de este estudio era
principales (Tabla 24.5). comprobar si había diferencia en los sentimientos hacia
cada tipo de discapacidad, se realizó un ANOVA de me-
didas repetidas entre las dimensiones comunes plantea-
das a partir del análisis factorial. Se trata de un diseño
24.5.2. Diferencias en sentimientos, intrasujeto con un factor, el tipo de discapacidad y cua-
dimensiones de tro niveles referidos a los factores calculados.
discapacidad y En la dimensión de empatía, Lambda de Wilks %
dimensiones de interacción % 0,74; F(3,97) % 11,07, p a 0,0001, las diferencias se
por tipo de discapacidad establecen a nivel lineal, F(1,97) % 4,53, p a 0,05, y
cuadrático, F(1,97) % 26,20, p a 0,0001 (Figura 24.1).
A partir de los análisis factoriales previos, vemos que se Los sentimientos de empatía son mayores ante el disca-
pueden establecer dimensiones comunes a todos los ti- pacitado físico con problemas de comunicación y ante el
pos de discapacidad. En cuanto a los sentimientos posi- visual que ante los otros dos grupos.
tivos, se ha establecido una diferenciación entre aquellos En la dimensión de ansiedad, Lambda de Wilks %
relacionados con la empatía y los referidos al afecto ha- % 0,78; F(3,97) % 9,12, p a 0,0001, también se produ-
cia dichos grupos estigmatizados. Los sentimientos ne- cen diferencias a nivel lineal, F(1,97) % 26,55,
gativos, excepto en la discapacidad visual, se han dife- p a 0,0001, y cuadrático, F(1,97) % 8,33, p a 0,0001.

Tabla 24.4. Matriz de configuración obtenida en el análisis factorial


con la discapacidad auditiva.
Factor 1 Factor 2 Factor 3 Factor 4

Agrado 0,90
Ternura 0,70
Simpatía 0,59
Admiración 0,58
Afecto 0,55
Nervioso 0,92
Inseguro 0,78
Incómodo 0,57
Rechazo 0,61
Aversión 0,60
Miedo 0,51
Sensibilidad 0,67
Compasión 0,60
Conmueve 0,54
Varianza explicada 28,26% 21,72% 8,27% 7,28%
Autovalor 4,23 3,25 1,30 1,09

Varianza total 65,55%


Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 409
Tabla 24.5. Matriz de configuración obtenida en el análisis factorial
realizada con la discapacidad visual.
Factor 1 Factor 2 Factor 3

Agrado 0,84
Afecto 0,75
Ternura 0,73
Simpatía 0,62
Admiración 0,46
Nervioso 0,77
Inseguro 0,70
Incómodo 0,60
Aversión 0,56
Miedo 0,51
Compasión 0,74
Sensibilidad 0,70
Conmueve 0,64
Varianza explicada 27,98% 19,95% 10,28%
Autovalor 4,19 2,93 1,54

Varianza total 58,23%

Tabla 24.6. Agrupación de sentimientos a patir del análisis factorial.


Empatía Afecto Rechazo Ansiedad

Compasión Simpatía Rechazo Incomididad


Sensibilidad Afecto Aversión Nervioso
Me conmueve Ternura Miedo Inseguridad
Agrado

FIGURA 24.1. Medias obtenidas en la dimensión de empatía.


FIGURA 24.2. Medias obtenidas en la dimensión de ansiedad.
La ansiedad es mayor ante la discapacidad física con
problemas de comunicación y la auditiva que ante la El rechazo hacia estos grupos también ha producido
física sin problemas de comunicación y la visual (Figu- diferencias, Lambda de Wilks % 0,88; F(3,97) % 4,15,
ra 24.2). p a 0,0001. Las diferencias se produjeron a nivel lineal,
410 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

F(1,97) % 9,33, p a 0,001, y cúbico, F(1,97) % 6,43, dias se establecen entre los valores medios 1,40 y 1,80,
p a 0,001. En la Figura 24.3 se aprecia que el rechazo es que no reflejan un nivel elevado de rechazo (recuérdese
mayor ante la discapacidad física con problemas de co- que la escala de respuesta era de 1 a 7).
municación que ante los otros tres tipos de discapacidad. Una posible explicación de estos resultados es el pa-
pel diferencial de las dimensiones que hemos contem-
plado y las reacciones que pueden ocasionar. Con el
propósito de analizar más a fondo la diferencia entre las
dimensiones de discapacidad y las de interacción hemos
realizado un ANOVA de medidas repetidas, para com-
probar si existían diferencias significativas en las dimen-
siones «interferencia en la comunicación» y «predicción
del comportamiento», y en las reacciones «quiero termi-
nar la interacción» y «no sé cómo comportarme».
En la dimensión «interferencia en la comunicación»
se han producido diferencias significativas, Lambda de
Wilks%0,61; F(3,97)%20,73, pa0,0001, a nivel lineal,
F(1,97)%43.34, pa0,0001, cuadrático F(1,97)%6,35,
p a 0,001, y cúbico F(1,97) % 18,94, p a 0,0001 (Figu-
FIGURA 24.3. Medias obtenidas en la dimensión de rechazo. ra 24.5).

La dimensión de afecto, como ya señalamos, única-


mente produjo diferencias marginalmente significativas,
Lambda de Wilks % 0,92; F(3,97) % 2,53, p % 0,061.
No obstante mostramos gráficamente las medias obte-
nidas en cada uno de los tipos de discapacidad (Figu-
ra 24.4).

FIGURA 24.5. Medias obtenidas en la dimensión


de interferencia en la comunicación.

El grado de interferencia, como se aprecia en la fi-


gura, es mayor ante la discapacidad física con proble-
mas de comunicación y la auditiva, aunque también se
reconoce esta dimensión en la visual.
Por su parte, la dimensión «predicción del comporta-
FIGURA 24.4. Medias obtenidas en la dimensión de afecto. miento» solo ha producido diferencias marginalmente
significativas, Lambda de Wilks % 0,93; F(3,97) % 2,53,
En líneas generales, se aprecia que en torno a la dis- p % 0,061).
capacidad física con problemas de comunicación se re-
cogen sentimientos relacionados con la empatía, pero En cuanto a la dimensión «quiero terminar la inter-
también con un tono más negativo de ansiedad y recha- acción», también presenta diferencias, Lambda de
zo. La discapacidad auditiva despierta poca empatía y Wilks % 0,88; F(3,97) % 4,11, p a 0,001. La puntua-
rechazo, y a la vez genera ansiedad. La visual es la que ción más alta se obtiene en la discapacidad física con
más empatía y menos ansiedad y rechazo produce. No problemas de comunicación (Figura 24.6).
obstante, las puntuaciones en la dimensión «rechazo» Por último, la dimensión «no sé cómo comportarme»
conviene tomarlas con precaución, puesto que las me- no ha producido diferencias significativas (p % 0,242).
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 411
tos relacionados con la ansiedad (incomodidad, nervioso
e inseguro), aunque también aparecen relaciones de las
dimensiones de discapacidad con los sentimientos rela-
cionados con la empatía (compasión, me conmueve,
sensibilidad). En cuanto a los primeros, se advierte, en
línea con lo esperado, que la ansiedad se relaciona con
la interferencia, con no saber cómo comportarse y con
querer terminar la interacción. De la misma forma, los
sentimientos vinculados al rechazo se relacionan con la
interferencia y no saber cómo comportarse, y, en menor
medida, con el deseo de terminar la interacción.
Otros resultados relativos a las relaciones que esta-
FIGURA 24.6. Medias obtenidas en la conducta de querer blecen la empatía y el rechazo arrojan un panorama más
terminar la interacción. complejo. En contra de lo que cabía esperar, lo más des-
tacable de estas correlaciones es que los coeficientes de
Pearson obtenidos para los sentimientos de empatía con
24.5.3. Relación entre sentimientos, las respuestas de no saber cómo comportarse y con la
dimensión de interferencia en la comunicación son de
dimensiones de signo positivo. El hecho de que estos sentimientos hayan
discapacidad y correlacionado positivamente puede estar reflejando la
dimensiones de interacción coexistencia de sentimientos de signo positivo y negati-
en los distintos tipos vo que determinan la actitud hacia este colectivo. Aun-
que también cabe plantearse el signo de este tipo de sen-
de discapacidad timientos. Es posible que si el estigma interfiere en la
comunicación en mayor medida, esto provoque senti-
Se realizaron análisis de correlación para averiguar la
mientos más relacionados con la compasión y la sensibi-
relación existente entre los sentimientos, las dimensio-
lidad hacia el estigmatizado, siendo a su vez más difícil
nes del estigma y las dimensiones de interacción pro-
desarrollar el comportamiento más adecuado; simultá-
puestas. Estos análisis se llevaron a cabo con cada uno
neamente se produce más ansiedad. La consecuencia fi-
de los tipos de discapacidad por separado.
nal es la necesidad de terminar antes la interacción con
miembros de estos grupos.
Otro resultado también incongruente es la relación
24.5.3.1. Discapacidad física con positiva entre el rechazo (rechazo, aversión y miedo) y
problemas de comunicación la predicción del comportamiento. Es decir, hay un sen-
timiento de rechazo y miedo que está funcionando, posi-
En cuanto al grupo de discapacitados físicos con proble- blemente evaluando la situación, y que hace percibir
mas de comunicación, aparecieron diversos coeficientes de cierto grado de amenaza a pesar de que se pueda prede-
Pearson significativos, como se refleja en la Tabla 24.7. cir el comportamiento de estas personas. Una explica-
Las correlaciones más altas entre sentimientos y di- ción alternativa puede ser que precisamente lo que se
mensiones de interacción se producen con los sentimien- predice es lo que se quiere evitar.

Tabla 24.7. Correlaciones obtenidas entre las dimensiones de discapacidad, las de interacción
y los sentimientos en la discapacidad física con problemas de comunicación.
Interfiere Puedo predecir No sé cómo
Quiero terminar
en la interacción su comportamiento comportarme
Empatía 0,25* 0,17 0,34** 0,07
Afecto .0,15 0,28* 0,04 .0,19
Ansiedad 0,61** 0,06 0,63** 0,73**
Rechazo 0,41** 0,26** 0,40** 0,29**
** p a 0,01 (bilateral), * p a 0,05 (bilateral).
412 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Como se puede observar, en este caso se encuen-


24.5.3.2. Discapacidad física sin tran correlaciones positivas de los sentimientos de em-
problemas de comunicación patía con la dimensión de interferencia en la comunica-
ción. Sin embargo, las correlaciones más altas se
Las correlaciones encontradas en este tipo de discapaci- obtienen con los sentimientos relacionados con la an-
dad se reflejan en la Tabla 24.8. Han aparecido resulta- siedad. La posibilidad de predecir el comportamiento
dos semejantes a la discapacidad física con problemas ha ofrecido menos correlaciones significativas que con
de comunicación. grupos anteriores, por lo que esta dimensión no parece
Como se refleja en la Tabla 24.8, de nuevo las rela- ser muy relevante en esta discapacidad. Esta dimensión
ciones más intensas entre las dimensiones de la discapa- se ha relacionado positivamente con los sentimientos de
cidad y las de interacción se establecen con los senti- afecto. La dimensión «no saber cómo comportarse» ha
mientos de ansiedad y rechazo. Los sentimientos mostrado correlaciones positivas tanto con los senti-
relacionados con la empatía correlacionan también posi- mientos positivos (empatía) como con los sentimientos
tivamente con la interferencia en la comunicación. Vuel- de ansiedad y rechazo, mientras que estos últimos son
ven a aparecer correlaciones de signo positivo entre la los únicos que correlacionaron de forma positiva con
empatía y la dimensión «no sé cómo comportarme». «querer terminar».
Además se han encontrado coeficientes de Pearson posi-
tivos entre sentimientos de rechazo y ansiedad, y la di-
mensión «predicción del comportamiento». Como en el
grupo anterior de discapacitados, se observa que no hay
24.5.3.4. Discapacidad visual
ningún sentimiento positivo que correlacione con la con-
ducta de querer terminar la interacción. Finalmente se realizaron los análisis de correlación para
el grupo de discapacitados visuales. Los sentimientos
negativos son los que presentan las correlaciones más
altas con las dimensiones de interacción y con las di-
24.5.3.3. Discapacidad auditiva mensiones de discapacidad (Tabla 24.10).
La dimensión de interferencia en la comunicación se
El patrón de correlaciones obtenido en la discapacidad relaciona únicamente, y de manera positiva, con senti-
auditiva presenta algunas diferencias con respecto a los mientos de ansiedad. En línea con lo obtenido hasta
grupos anteriores de discapacitados (Tabla 24.9).

Tabla 24.8. Correlaciones obtenidas entre las dimensiones de discapacidad, las de interacción
y los sentimientos en la discapacidad física sin problemas de comunicación.
Interfiere Puedo predecir No sé cómo
Quiero terminar
en la interacción su comportamiento comportarme
Empatía 0,27* 0,24* 0,23* .0,01
Afecto .0,15 0,31** 0,12 0,02
Ansiedad 0,40** 0,27** 0,51** 0,71**
Rechazo 0,39** 0,30** 0,30** 0,49**
** p a 0,01 (bilateral), * p a 0,05 (bilateral).

Tabla 24.9. Correlaciones obtenidas entre las dimensiones de discapacidad, las de interacción
y los sentimientos en la discapacidad auditiva.
Interfiere Puedo predecir No sé cómo
Quiero terminar
en la interacción su comportamiento comportarme
Empatía 0,23* 0,12 0,26* 0,14
Afecto .0,15 0,23* 0,15 .0,14
Ansiedad 0,45** 0,02 0,53** 0,77**
Rechazo 0,24** 0,07 0,18** 0,50**
** p a 0,01 (bilateral), * p a 0,05 (bilateral).
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 413
Tabla 24.10. Correlaciones obtenidas entre los sentimientos, las dimensiones de discapacidad
y las de interacción en la discapacidad visual.
Interfiere Puedo predecir No sé cómo
Quiero terminar
en la interacción su comportamiento comportarme

Empatía 0,12 0,26** 0,07* 0,16


Afecto .0,09 0,45** .0,07 0,02
Ansiedad 0,38** 0,07 0,57** 0,62**
Rechazo 0,08 0,28** 0,33** 0,51**
** p a 0,01 (bilateral).

ahora, sentimientos de empatía y agrado se relacionan significativo entre los sentimientos de empatía y la con-
positivamente con la dimensión de predicción del com- ducta de ansiedad «no sé cómo comportarme». La res-
portamiento. Aunque también ha aparecido una correla- puesta de evitación «quiero terminar la interacción» solo
ción positiva con el rechazo. En este grupo de discapaci- correlaciona positivamente con los sentimientos de an-
tados no ha aparecido ningún coeficiente de Pearson siedad y rechazo.

24.6
Discusión
En líneas generales, se puede decir que este estudio ha La agrupación de sentimientos en una doble catego-
cumplido los objetivos para los que fue realizado. A par- ría, con sentimientos de signo positivo por un lado y ne-
tir de esta primera aproximación tenemos un conoci- gativos por otro, recuerda la naturaleza ambivalente de
miento más amplio de cuáles son los sentimientos que la respuesta hacia el estigma que postulaba Katz (1981).
están conformando la actitud hacia la discapacidad y de Tal y como él la definió, la ambivalencia se compone de
su relación con las dos dimensiones estudiadas: la inter- un polo positivo, con sentimientos como la compasión,
ferencia en la comunicación y la predicción del compor- la simpatía o la ternura, y de un polo negativo (rechazo,
tamiento. incomodidad, la aversión). En este sentido, utilizando
esta medida de sentimientos nos hemos encontrado con
En un primer momento se pueden agrupar los senti- el doble componente que plantea el modelo de ambiva-
mientos hacia la discapacidad a partir de dimensiones lencia.
comunes que explican las reacciones al estigma. Por
otro lado, el patrón de sentimientos encontrados es con- Como hemos visto, los dos factores principales son
gruente con el existente hasta ahora en la literatura so- de signo opuesto (afecto y ansiedad). Con respecto a la
bre estigma (Weiner et al., 1998; Dijker y Koomen, ansiedad, se ha definido más claramente como compo-
2003), especialmente con el obtenido por Dijker (1987) nente de las actitudes hacia la discapacidad que el recha-
con grupos étnicos. Sin embargo, este autor no encontró zo en sí, por lo que parece ser un elemento importante en
la dimensión de empatía que parece ser más relevante la interacción entre discapacitados y no discapacitados.
para conformar la actitud hacia la discapacidad. En este El hecho de que, a diferencia de los demás tipos de dis-
estudio hemos utilizado el término empatía para referir- capacidad, en la que implica dificultades de comunica-
nos a los sentimientos relacionados con la compasión, ción el factor primero sea el relacionado con la ansiedad
en la línea que definen Batson, Chang, Orr y Rowland sugiere que en este caso la ambivalencia generada es
(2002). Asimismo, el sentimiento de ira que encuentran más marcada. Según Hebl et al. (2000), la ansiedad es el
Weiner et al. (1988) parece más aplicable a estigmas elemento clave en los momentos delicados que se pue-
que remiten a condiciones sobre las que las personas tie- den vivir con un estigmatizado. En este caso, los partici-
nen control, por ejemplo, estigmas como el alcoholismo pantes han reproducido en ausencia de un estímulo el
o la drogadicción. nerviosismo o incomodidad que les supondría el trato
414 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

con discapacitados. Esta diferencia se ha reflejado tam- («no sé cómo comportarme» y «quiero terminar la inter-
bién en virtud del tipo de discapacidad. La discapacidad acción») y los sentimientos de empatía. Vemos, pues,
física con problemas de habla y la auditiva son las que que la interferencia en la comunicación despierta tanto
generan mayor ansiedad. sentimientos negativos como algunos sentimientos de
empatía.
De cara a estrategias de intervención para mejorar la
actitud hacia este colectivo consideramos que las res- Este resultado, que puede parecer incongruente con
puestas de no saber cómo comportarse (Crocker et al., lo esperado, está sujeto a diversas interpretaciones. Por
1998) y la conducta que puede ser consecuencia («quie- un lado, es lógico pensar que si un estigma resulta más
ro terminar la interacción») deberían ser contempladas extremo en las dimensiones y conductas analizadas, des-
como aspectos a tener en cuenta. El cuestionario elabo- pierte a su vez sentimientos relacionados con la compa-
rado para medir la ansiedad ante los discapacitados físi- sión. Se siente más compasión hacia alguien que mues-
cos confirma este hecho por las puntuaciones más altas tra más problemas para comunicarse, dadas las
que se obtienen en ítems relacionados con la falta de co- dificultades que sufre. Por otro lado, está la interpreta-
nocimiento sobre la discapacidad, con sentirse incómodo ción de la compasión en sí misma, es decir, si verdade-
por hablar de la discapacidad con un discapacitado y ramente tiene una connotación positiva o negativa.
con la ansiedad que se sentiría por ser la única persona En cuanto a las relaciones positivas de sentimientos
sin discapacidad rodeada de discapacitados. como la ansiedad y el rechazo con la dimensión de pre-
La ansiedad puede venir también de la dificultad de dicción del comportamiento, ya hemos planteado una
establecer una relación fluida por el grado en que la dis- posible explicación al respecto. Es posible que los senti-
capacidad interfiere en la comunicación. Este estudio mientos de rechazo y miedo estén funcionando a pesar
también ha puesto de manifiesto la importancia de esta de que se pueda predecir el comportamiento de la perso-
dimensión en nuestros procesos de aceptación y rechazo. na con estigma. Asimismo, puede ser que, precisamente,
La comunicación es algo básico y fundamental en el ser lo que se predice es lo que se quiere evitar. Como se ob-
humano, y cualquier obstáculo que pueda entorpecerla servó, este patrón de resultados ha sido común a todos
generará un cierto grado de incomodidad. La discapaci- los grupos.
dad física con problemas de comunicación y la auditiva En resumen, de este estudio piloto se derivan algu-
son las que obtienen puntuaciones más altas en ansiedad nas conclusiones:
respecto a los otros dos tipos de discapacidad.
Existen sentimientos comunes a los tipos de discapa-
Es probable que el rechazo provenga en gran medida cidad analizados, lo que muestra la existencia de di-
de la ansiedad que genera el trato con los miembros de mensiones comunes sobre las que agrupar diferentes
estos grupos. Esta ansiedad puede venir de la falta estigmas.
de conocimiento sobre el tema o la preocupación por La dimensión de interferencia en la comunicación se
parecer prejuicioso que inducen a las personas sin disca- ha mostrado como relevante para diferenciar entre los
pacidad a sentirse incómodas en el trato con miembros grupos de discapacitados, así como para predecir di-
de grupos discapacitados. La investigación refleja que se mensiones de interacción relacionadas con la ansiedad.
hacen necesarias estrategias por parte del estigmatizado
(Belgrave, 1984; Belgrave y Mills, 1981; Hastorf et al., La relación de sentimientos positivos y negativos con
1979), como dar a conocer su estigma, para reducir la conductas de evitación, y la agrupación en torno a dos
ansiedad y tratar de normalizar lo más posible la inter- factores principales —la empatía y la ansiedad—
acción. De esta forma, se evitaría lo que plantea la hipó- muestran una dualidad de signo positivo y negativo
tesis de la novedad del estímulo y conductas adicionales hacia estos grupos, que se puede traducir en una acti-
como no saber cómo comportarse, y en consecuencia, tud ambivalente hacia los discapacitados. Esta com-
querer concluir la interacción con personas estigmati- plejidad es más evidente en el caso de la discapacidad
zadas. con problemas de comunicación.

De las correlaciones obtenidas hay que destacar las La importancia de la ansiedad como elemento precur-
fuertes relaciones entre ansiedad y las dimensiones de sor de momentos delicados en la interacción con dis-
interferencia en la comunicación, no saber cómo com- capacitados.
portarse y querer terminar la interacción. Por otra parte, La discapacidad física con problemas de comunica-
hay que señalar las relaciones positivas aparecidas entre ción ofrece un patrón de respuestas caracterizado por
dimensiones de conducta relacionadas con la evitación sentimientos relacionados con la ansiedad y la empa-
Capítulo 24. REACCIONES AFECTIVAS ANTE EL ESTIGMA DE LA DISCAPACIDAD 415
tía. Asimismo, es el grupo que menos afecto y más re- berg, Smith y Asher, 2000) o que no cooperan en la
chazo despierta. Se percibe que interfiere en mayor misma medida para la obtención de beneficios para el
medida en la comunicación que los otros tres grupos y grupo (Kurzban y Leary, 2001). Asimismo, esta ambiva-
produce un deseo mayor de terminar la interacción. El lencia afectiva hacia grupos estigmatizados puede venir
discapacitado físico sin problemas de comunicación es provocada en parte por el deseo que tienen las personas
el que menos ansiedad y rechazo provoca. Sin embar- de no mostrarse prejuiciosas. Nadie quiere expresar
go, es de los que más afecto recibe, aunque la empatía abiertamente actitudes negativas hacia grupos desfavore-
es menor con respecto al discapacitado físico con pro- cidos.
blemas de comunicación. Es el grupo que menos En definitiva, lo que nuestros datos reflejan es que la
interfiere en la interacción social y existe menos de- coexistencia de sentimientos positivos y negativos hacia
seo de terminar la interacción con ellos en compara- el estigma de la discapacidad puede suponer un verdade-
ción con el otro tipo de discapacidad física. ro obstáculo para su plena integración. Esta dualidad
A partir de estos resultados parece evidente que en puede ser uno de los motivos que dificultan unas rela-
el enfoque de las reacciones ante la discapacidad física ciones fluidas entre personas con y sin discapacidad, por
en general y, más concretamente, en el caso de la disca- lo que los programas encaminados a la mejora de actitu-
pacidad con problemas de comunicación, se debe tener des hacia este colectivo deben partir de un conocimiento
en cuenta la complejidad de esas reacciones y la coexis- de este aspecto, que evite reforzar los sentimientos ne-
tencia de aspectos positivos y negativos en ellas. Todo gativos hacia estas personas. Asimismo, tampoco parece
indica la conveniencia de abordar su estudio desde un conveniente magnificar los sentimientos positivos, dado
marco teórico que sitúa en un lugar central la ambiva- que un exceso de favorabilidad hacia las personas con
lencia actitudinal. Este marco teórico lo proporciona el discapacidad puede resultar un obstáculo para su plena
modelo de ambivalencia-amplificación de Katz (1981), inclusión en distintos terrenos (Silván-Ferrero, 2006).
que se expone a continuación. En la actualidad, la normal integración de las perso-
En relación con las reacciones ante el estigma, la in- nas con discapacidad dista aún de ser plena. Por ejem-
vestigación muestra que no son uniformemente positivas plo, en el terreno educativo algunos estudios (Silván-Fe-
o negativas, sino que parece haber una mezcla de senti- rrero y Bustillos, 2006; Marichal, Quiles y Capilla,
mientos hacia él. En el sentido planteado por Katz, las 1997) muestran cómo la presencia de alumnos con dis-
reacciones hacia las personas con discapacidad pueden capacidad en los centros no logra mejorar la actitud o la
tener un signo positivo (amistad, simpatía, aceptación) y imagen que se tiene de estos alumnos en comparación
negativo (hostilidad, denigración, rechazo) simultánea- con aquellos centros que no cuentan con estudiantes dis-
mente. Por un lado, este colectivo despierta sentimientos capacitados en las aulas. Es decir, a pesar de las mejoras
de compasión y pena, puesto que son considerados desa- perseguidas por los diferentes instrumentos legislativos,
ventajados y con menos oportunidades, pero, por otro deben existir aún factores que impiden una mejora de
lado, existen sentimientos negativos hacia ellos por di- las actitudes. En definitiva, parece necesario continuar
versos motivos. Por ejemplo, si se considera que se be- investigando en este ámbito con el fin de descubrir los
nefician en exceso de las políticas de bienestar social, factores que posibiliten la plena inclusión en la sociedad
que no corresponden a la norma de reciprocidad (Neu- de personas con algún tipo de discapacidad.

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418 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

25.1
Introducción
Existe en psicología social una larga tradición en el es- (1989), se introduce en primer lugar al lector en el estu-
tudio del prejuicio y la discriminación por parte de los dio de los procesos psicológicos subyacentes a la per-
grupos sociales dominantes hacia las minorías (Molero cepción de ser víctima de la discriminación. El desarro-
(2007) para una revisión sobre este asunto). La discrimi- llo teórico que ha experimentado el «modelo de la
nación y el rechazo hacia grupos minoritarios diferentes ambivalencia atributiva» es una buena base para intro-
al propio grupo son fenómenos psicosociales que han si- ducirse en la compleja malla de factores que, con el
do ampliamente investigados. La mayoría de estos tra- tiempo, se han ido identificando como claves a la hora
bajos han centrado el foco de estudio en la perspectiva de comprender mejor el fenómeno de la discriminación
del grupo dominante, es decir, la perspectiva de los social desde la perspectiva de la víctima. Uno de estos
blancos, en el estudio del prejuicio racial en Estados factores es el grado en que la discriminación se percibe
Unidos o la de las personas originarias del país receptor como una circunstancia generalizada en la vida de las
de inmigración, en el caso del prejuicio hacia los inmi- personas que pertenecen a grupos sociales que tradicio-
grantes. Desde esta perspectiva se ha investigado, entre nalmente han ocupado un lugar subordinado en las es-
otros temas, cómo surge y evoluciona el prejuicio en los tructuras sociales. La cuestión de percibirse objeto de
miembros de los grupos mayoritarios, así como la forma discriminación generalizada debido a la pertenencia a un
en la que dicho prejuicio se traduce en actitudes negati- grupo tradicionalmente desfavorecido da pie a abordar
vas y conductas discriminatorias hacia las minorías. el tema central del capítulo: la estrecha relación que, en
determinadas circunstancias, existe entre la experiencia
Desde hace relativamente poco tiempo se está inves- de sentirse víctima de discriminación y la experiencia de
tigando también la perspectiva del grupo discriminado, la humillación, definida aquí como un sentimiento de
es decir, la percepción por parte de las víctimas de ser profundo malestar psicológico asociado con el hecho de
discriminadas y las consecuencias que dicha toma de ser o percibirse injustamente degradado, ridiculizado o
conciencia tiene para su bienestar psicológico (Swim y subyugado. Esta relación es el objeto principal de la in-
Stangor, 1998). Este capítulo adopta esta última pers- vestigación que se presenta al final del capítulo. En di-
pectiva y en él se resumen varias líneas de investigación cho trabajo se analiza la relación entre la percepción de
centradas en el estudio de la discriminación desde la ser víctima de discriminación y exclusión social, y el
perspectiva de la víctima. A partir de uno de los mode- sentimiento de humillación en un colectivo concreto: el
los más conocidos y trabajados sobre el tema, el «mode- de las personas con acondroplasia, la forma más común
lo de la ambivalencia atributiva» de Crocker y Major de «enanismo óseo».

25.2
El modelo de la ambivalencia atributiva
El AAM (por sus siglas en inglés) es probablemente el ambigüedad atributiva cuando perciben conductas nega-
modelo más difundido y que ha acumulado mayor canti- tivas por parte de los otros hacia ellos. Dicha ambigüe-
dad de investigación empírica en el estudio de las con- dad implicaría básicamente que la persona perteneciente
secuencias que tiene percibirse víctima de la discrimina- a una minoría estigmatizada tendrá dos opciones para
ción social. La idea original de sus autoras, Crocker y explicarse a sí misma las conductas negativas de los
Major (1989), es que las personas que pertenecen a gru- otros hacia su persona:
pos socialmente estigmatizados son normalmente cons- Primera: achacar dicha actitud negativa al prejuicio y
cientes de las connotaciones negativas de su pertenencia a la discriminación de los otros hacia el endogrupo
grupal para los miembros del grupo dominante. Por ello (esto sería una atribución externa al individuo estig-
es fácil que estas personas experimenten lo que llaman matizado).
Capítulo 25. PERCIBIRSE VÍCTIMA DE DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIO SOCIAL... 419
Segunda: atribuir la actitud negativa a factores inter- El AAM ha acumulado una gran cantidad de eviden-
nos al individuo, como, por ejemplo, su falta de en- cia empírica a su favor. Con el tiempo, sin embargo, se
canto personal o de carisma, su poca capacidad inte- ha encontrado también abundante evidencia que contra-
lectual o su escasa simpatía, entre otros posibles dice sus predicciones. Ello pone de relieve la compleji-
factores. dad de los efectos negativos del rechazo y la exclusión
para la víctima. Por esta razón, tras una exhaustiva revi-
Al segundo tipo de atribuciones las llaman atribu- sión, Major, Quinton y McCoy (2002) reformularon el
ciones internas porque se reflejan negativamente en la modelo y procedieron a una nueva elaboración de lo que
propia persona que las hace, es decir, en la persona re- han denominado AAAM (modelo avanzado de ambigüe-
chazada. Por el contrario, las atribuciones externas dad atributiva, por sus siglas en inglés).
apuntarían negativamente a la persona prejuiciosa, lo
cual protegería en cierta medida la autoestima de la per-
sona rechazada. La hipótesis fundamental de estas auto-
ras es que cuando la persona estigmatizada explica la 25.2.1. El AAAM
conducta negativa de los otros mediante atribuciones ex-
ternas, su autoestima saldrá mejor parada que si hace Las investigaciones que tienden a desconfirmar de ma-
atribuciones internas. nera total o parcial las hipótesis originales del modelo
inicial son el punto de partida del trabajo de Major et al.
Con un ejemplo se entiende mejor la predicción bá-
(2002). En él introducen varias modificaciones impor-
sica de este modelo: imagínese que está usted residiendo
tantes o «refinamientos». Añaden, además, dos modelos
en un país extranjero en el que sabe que hay mucha gen-
de mediación, que se incluyen como parte fundamental
te que comparte un estereotipo negativo de las personas
del modelo general. A continuación, se resumen breve-
que provienen de su país de origen. Al entrar en una
mente las modificaciones o «refinamientos», y después
tienda percibe que el dependiente le atiende con cierto
se presentan los modelos de mediación añadidos al mo-
desprecio y distanciamiento. La teoría de Crocker y Ma-
delo original.
jor hace dos predicciones:
Primera: usted probablemente experimentará en esta
situación una cierta ambigüedad atributiva al pregun-
tarse si la razón de que le han tratado despectivamente
25.2.1.1. Refinamientos
se debe a que el dependiente tiene prejuicios contra
las personas del país del que usted procede (atribución Sobre las ventajas de la atribución
al prejuicio del dependiente, es decir externa a usted) externa para la autoestima
o a que usted como individuo, y al margen de su per-
tenencia grupal, le ha resultado particularmente poco No siempre la víctima de discriminación cree que la
simpático al dependiente (atribución interna a usted). conducta discriminatoria hacia ella o hacia su grupo es
injusta o moralmente rechazable. La atribución externa a
Segunda: si usted explica la actitud negativa del de- la discriminación (frente a la atribución interna) tendrá
pendiente con una atribución externa, su autoestima resultados positivos para la autoestima de la persona so-
saldrá mejor parada que si realiza una atribución lo si esta cree que la conducta discriminatoria del otro
interna. hacia ella es injusta y moralmente rechazable. Por ejem-
Es importante resaltar en este punto que el modelo plo, en el caso de una mujer discriminada laboralmente
no afirma en ningún caso que ser víctima de discrimina- frente a un hombre, es probable que las predicciones del
ción pueda ser beneficioso para la autoestima. El mode- modelo de la ambigüedad atributiva no se cumplan si
lo simplemente predice que, una vez que se es víctima dicha persona comparte la creencia de que las mujeres
de una actitud negativa por parte de los otros, si atribui- deben ocupar un papel social subyugado al del hombre
mos dicha actitud al prejuicio, nuestra autoestima se ve- en el contexto laboral.
rá protegida en comparación con los casos en que atri-
buimos dicha actitud a alguna característica interna del Sobre la condena moral
yo. El hecho de que los miembros de grupos estigma- de la persona que discrimina
tizados experimenten a menudo la ambigüedad atributi-
va puede facilitar las atribuciones externas frente a la Una atribución externa al prejuicio siempre ha de impli-
internas. car la condena moral de la persona que discrimina. Ello
420 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

es así porque dicha condena implica el reconocimiento los factores concretos que influyen en el proceso básico
de que esta persona tiene el control voluntario sobre su de percibirse víctima del rechazo. Estos modelos de me-
conducta discriminatoria. Ya se ha señalado que si no diación identifican las variables que influyen en dos mo-
hay condena moral de la persona que trata injustamente mentos claves del proceso: cuando se trata de que la
a la víctima, la víctima no culpará al victimario por su víctima haga o no la atribución al prejuicio, por un lado,
conducta. Si además no se asume la responsabilidad del y cuando, una vez hecha la atribución al prejuicio, se
victimario sobre su conducta (es decir, si se entiende trata de ver si esta tendrá las ventajas protectoras para la
que este no tiene el control sobre su conducta), tampoco autoestima que el modelo original prevé. A continuación
habrá condena y, por lo tanto, no se podrá hacer una se resumen los dos modelos de mediación propuestos
atribución externa. Siguiendo con el ejemplo anterior, si por el AAAM.
una mujer se siente discriminada por parte de un hombre
pero piensa que este no tiene control sobre su conducta
discriminatoria, entonces es difícil que la mujer pueda
atribuir la conducta de este al prejuicio. Si no se da este Variables que median la atribución
primer paso, el beneficio protector para la autoestima al prejuicio
que predice el modelo no funcionará.
Major et al. (2002) proponen que el hecho de que una
atribución al prejuicio (externa) se produzca dependerá
El componente interno de tres factores. Para empezar, de que se perciba una re-
de la atribución externa lación entre el acto negativo y la pertenencia grupal. En
segundo lugar, de que dicho acto se perciba como injus-
Las atribuciones al prejuicio no son atribuciones exclu- to. Finalmente, del impacto de las estructuras sociales
sivamente externas, ya que pueden tener, en determina- existentes.
das circunstancias, un importante componente interno.
Una atribución al prejuicio del otro hacia nuestro endo- Así, en el ejemplo del extranjero en la tienda, las
grupo no siempre será, tal como demuestran Schmitt y probabilidades de que este atribuya la actitud negativa
Branscombe (2002), solamente externa al individuo. del tendero al prejuicio aumentarían en los casos si-
guientes:
Piénsese en una persona extranjera, como la de nuestro
primer ejemplo, que percibe una actitud negativa por Si el gesto despectivo hacia la víctima incorpora al-
parte de un dependiente. Si atribuye dicha actitud al pre- gún comentario negativo hacia un tipo de vestimenta
juicio que el tendero tiene hacia las personas del país de particular que identifica a la víctima como miembro
la víctima, ¿hasta qué punto se puede afirmar que dicha del exogrupo (aumenta así la relación del acto negati-
atribución es completamente «externa» al sujeto recha- vo con la pertenencia grupal).
zado? Schmitt y Branscombe (2002) señalaron que la
pertenencia grupal es parte de nuestra identidad social y Si la víctima cree que sus compatriotas no merecen un
que por lo tanto la atribución al prejuicio tiene también trato despectivo por parte de los miembros del país
un importante componente interno. anfitrión (ya que lo contrario disminuiría la sensación
de injusticia).
Major et al. (2002) también señalan que es posible
hacer una atribución externa sin que necesariamente dis- Si el extranjero que acude a la tienda no es, por ejem-
minuya el peso de las atribuciones internas. plo, un miembro de la familia real de su país (lo cual
implicaría un claro efecto relacionado con el estatus
relativo de los grupos que disminuiría probablemente
la percepción del prejuicio por parte del noble extran-
25.2.1.2. Los modelos de mediación jero).

Se identifica en la propuesta de Major et al. (2002)


Aparte de las matizaciones o «refinamientos» que se una serie de diferencias individuales y variables situa-
acaban de resumir y que, de modo general, se incorpo- cionales que median en cada uno de los factores descri-
ran al nuevo modelo corregido, la principal innovación tos y los hacen más o menos probables de forma que in-
del AAAM con respecto al original es la incorporación fluyen en la probabilidad de que se dé el primer paso
de dos modelos de mediación que identifican y ordenan del modelo, es decir, la atribución al prejuicio.
Capítulo 25. PERCIBIRSE VÍCTIMA DE DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIO SOCIAL... 421
Variables que influyen en las propiedades minación atraviesa un proceso de «valoración-afronta-
protectoras de la atribución externa miento» que consta de varias fases.
La primera equivale a la «valoración primaria» del
No siempre que se hace una atribución al prejuicio se
modelo de Lazarus. En él la persona evaluaría si la
consigue la protección de la autoestima. Ello depende de
actitud discriminatoria del otro amenaza su bienestar
cada persona y de las circunstancias (Major et al.,
psicológico.
2002). En el segundo modelo de mediación se atiende a
las variables que influyen en que el efecto de la atribu- La segunda sería la «valoración secundaria». Viene a
ción a la discriminación sea beneficioso para el bienes- ser la evaluación que hace la víctima sobre la disponi-
tar psicológico en comparación con la atribución inter- bilidad (o no) de los recursos necesarios para hacer
na. Los mediadores que se consideran, al igual que en el frente a las consecuencias de la discriminación.
primer modelo, son las diferencias individuales, los fac- La tercera fase sería el proceso de coping o afronta-
tores situacionales y los factores estructurales. miento en sí mismo considerado. En él se pasaría ya
Este segundo modelo de mediación va más allá de directamente a hacer frente a dicha amenaza al bie-
una mera enumeración de las variables que afectan a las nestar psicológico.
propiedades protectoras para la autoestima de la atribu- Para cada una de estas tres fases del proceso «valo-
ción externa para introducir una nueva idea adicional. ración-afrontamiento» se identifican una serie de varia-
Esta idea consiste en entender el hecho de ser víctima bles mediadoras situacionales y de diferencias indivi-
de la discriminación como un potente estresor. Por eso, duales, entre las que destacan los indicios de prejuicio
y basándose en el conocido modelo sobre el afronta- en la situación, el nivel de identificación de la persona
miento del estrés desarrollado por Lazarus y sus colegas afectada con su grupo, el grado en el que se asumen
(véase, por ejemplo, Lazarus y Folkman, 1984), el ideologías legitimadoras de la discriminación y el esta-
AAAM propone que la persona que es víctima de discri- tus relativo de los grupos.

25.3
La perspectiva de Branscombe y colaboradores
Schmitt, Branscombe y Postmes (2003) argumentan que tima se enfrenta a una discriminación generalizada en su
los psicólogos sociales que han estudiado los efectos in- vida o si, por el contrario, es solamente un suceso cir-
directos de la discriminación se han centrado fundamen- cunstancial.
talmente en el estudio de respuestas a actos aislados de
discriminación, sin prestar la suficiente atención al en- Al tomar en cuenta el carácter generalizado de la dis-
tendimiento que las víctimas tienen del contexto social criminación se pasa a un primer plano de análisis la re-
más amplio en el que los episodios de rechazo tienen lación estructural entre grupos y se hace hincapié en el
lugar. hecho de que en nuestras sociedades hay grupos que
ocupan un lugar subyugado o subordinado a otros. Ello
Es decisivo, para estos autores, el factor de «genera- significa que esta devaluación la experimentan los
lización» al que atribuyen un papel crucial a la hora de miembros de los grupos desfavorecidos a lo largo de
comprender los efectos de la discriminación para las gran parte de sus vidas y en muchos contextos sociales
víctimas. Por «generalización» se entiende el grado en diferentes, lo que acarrea consecuencias de largo alcan-
que la víctima percibe la discriminación de una forma ce para las personas víctimas de la discriminación.
que abarca a todos o casi todos los aspectos de su vida,
tanto a lo largo del tiempo como a través de diferentes En uno de los estudios de Schmitt et al. (2003) se
contextos sociales. Se trata, en definitiva, de una discri- comprobó que atribuir un acto discriminatorio al prejui-
minación estructural o generalizada. Schmitt et al. cio de los otros puede tener importantes consecuencias
(2003) proponen que las consecuencias indirectas de la negativas para el bienestar psicológico de la persona, so-
discriminación serán diferentes dependiendo de si la víc- bre todo si uno es consciente de que pertenece a un gru-
422 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

po social que se enfrenta a la devaluación sistemática Una estrategia que puede ayudar a las personas estig-
por parte de un grupo dominante. matizadas a disminuir el impacto negativo de la dis-
En otro trabajo de Schmitt, Branscombe, Kobryno- criminación en su bienestar psicológico es promover
wizc y Owen (2002) se predecía que, debido a que las una mayor identificación con su grupo.
mujeres ocupan en general una posición devaluada en la Cuando la discriminación que sufre el propio grupo
estructura social frente a los hombres, la percepción de es generalizada, es probable que la identidad social sea
la discriminación sexista tendría peores consecuencias de bajo estatus y resulte devaluada. En otras palabras,
en el bienestar psicológico en ellas que en ellos. Tam- cuando las personas que forman parte de grupos desfa-
bién se predecía que este efecto negativo estaría media- vorecidos adquieren conciencia de que se les devalúa de
do positivamente en las mujeres (pero no en los hom- forma generalizada, su identidad social queda profunda-
bres) por una mayor identificación con el grupo. El mente afectada por este hecho. Es muy probable que,
modelo rechazo-identificación presentado por Brams- debido a ello, tengan el sentimiento de no tener entidad
combe et al. (1999) predice que el efecto negativo de o ser insignificantes.
percibir discriminación en miembros de grupos desfavo- La idea de que existen grupos sociales que ocupan
recidos puede disminuir si se aumenta la identificación un lugar devaluado en la estructura de la sociedad y que
con el grupo minoritario de pertenencia. De estos y para sus miembros percibir el rechazo de los otros tiene
otros estudios, los autores concluyen: consecuencias negativas profundas para su bienestar psi-
La atribución al prejuicio tiene más efectos negativos cológico es la idea fundamental que motiva la investiga-
en el bienestar psicológico de los miembros de grupos ción llevada a cabo con el colectivo de personas con
que normalmente están estigmatizados o desfavoreci- acondroplasia y que presentamos en el resto del capítulo
dos que en los miembros de los grupos no estigmati- (Fernández, 2005).
zados o discriminados.

25.4
La humillación

Lindner (2006) hace hincapié en el enorme poder que El resultado es que en nuestras sociedades actuales hay
tiene la humillación en las relaciones sociales de nues- personas que valen más que otras, naciones que valen
tros días y a la vez insiste en lo sorprendente que resulta más que otras, grupos de individuos cuya vida, en defi-
que un fenómeno social tan poderoso haya sido tan poco nitiva, es más importante que las de otros, al menos a
estudiado. Para Lindner (2006) la humillación implica los ojos de los poderosos, de los que dominan gran parte
una ordenación vertical del valor de los distintos grupos de la ordenación de los recursos y del desarrollo social.
sociales que componen una sociedad. Lo contrario de
una sociedad propensa a la humillación es una sociedad Esta idea vertical del valor humano desde un punto
igualizada, en la que un ser humano no tiene más valor de vista moral es la clave para que exista la humillación
moral que otro. Las sociedades sobre las que han evolu- y es una idea que encaja bien con el concepto de exclu-
cionado los estados actuales han sido tradicionalmente sión moral en el que se basan los trabajos de Opotow
verticales. En ellas, ha sido común y naturalmente acep- (1990). La exclusión moral ocurre cuando se percibe a
tado la existencia de grupos que dominan, que tienen algunas personas o grupos fuera de las fronteras cogniti-
mayor peso, mayor estatus, poder y entidad frente a vas en las que los seres humanos aplicamos los valores
otros que han de permanecer subyugados. Los miembros morales, las reglas y las consideraciones de justicia
de los grupos dominantes no solo tienen más en el senti- (Morales, 2003). Como consecuencia de ello, «aquellas
do material del término (más poder, más recursos, etc.), personas que están moralmente excluidas son percibidas
sino que también tienen el poder de actuar de tal manera como no entidades, prescindibles o no merecedoras de
que devalúan la valía moral de los grupos subyugados. ser valoradas». (Opotow, 1990, p. 2).
Capítulo 25. PERCIBIRSE VÍCTIMA DE DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIO SOCIAL... 423

25.5
El caso de las personas con acondroplasia
La acondroplasia es una mutación genética que provoca lorado positivamente en las evaluaciones. Estos autores
el tipo más frecuente de enanismo óseo. Su prevalencia llegaron a cuantificar la influencia media de cada centí-
es de alrededor un caso por cada 20.000 nacimientos. La metro en el salario anual de la persona en 315 $ por ca-
acondroplasia afecta a la formación de los huesos, impi- da centímetro de estatura. En el caso de la acondropla-
diendo que durante el desarrollo el cartílago se convierta sia, el estigma no solo se debe a una cuestión de talla. A
en hueso con normalidad. Esto ocurre sobre todo en los menudo los rasgos faciales, la voz y la desproporción
huesos largos de las extremidades y en los huesos del entre las extremidades y el tronco y la cabeza crean una
cráneo. Las características más visibles de las personas apariencia física que, junto con la estatura extremada-
con acondroplasia son: talla baja (alrededor de 1,30 m), mente corta, rompe fuertemente con el patrón normal de
brazos y piernas muy cortas, tronco relativamente nor- apariencia física de una persona adulta. Esto hace que
mal, manos con isodactilia, cráneo prominente y nariz las personas con acondroplasia sean personas que lla-
achatada. A pesar de algunas complicaciones médicas men mucho la atención de los otros.
que conlleva esta mutación genética, las personas con
La chocante apariencia física ha contribuido también
acondroplasia tienen en general una capacidad intelec-
a que una de las escasas salidas laborales que la socie-
tual y una esperanza de vida normales. Las personas con
dad ha facilitado a estas personas durante mucho tiempo
acondroplasia se enfrentan a numerosas barreras físicas
ha sido la de hacer reír y entretener al público en espec-
derivadas del hecho de que la mayoría de los espacios,
táculos cómicos y burlescos que rozan lo grotesco, co-
los utensilios y el mobiliario están diseñados para una
mo, por ejemplo, el espectáculo del bombero torero,
altura muy superior a la suya. Aunque estas barreras fí-
que, por anacrónico que pueda resultar, es todavía con-
sicas pueden en ocasiones acarrear problemas graves, el
tratado por los ayuntamientos de muchos pueblos de
mayor problema al que se enfrenta el colectivo es el que
España. Es muy sorprendente que, tal como denuncia
se deriva de la estigmatización social.
la Fundación ALPE-Acondroplasia (www.fundacional-
pe.com), una de las principales organizaciones que agru-
pa los intereses de las personas y las familias con acon-
25.5.1. El estigma del enanismo droplasia, el enanismo óseo sea la única discapacidad
física que todavía hoy en día provoca la risa.
Un estigma social es una característica de un individuo Todo esto hace que la estigmatización que provoca
o grupo que, en determinados contextos, devalúa su la acondroplasia y otras formas de enanismo óseo sea
identidad frente a los otros (Major y O’Brien, 2005). El muy potente. El objetivo del trabajo que se presenta a
estigma es por lo tanto algo contextual y por ello, una continuación fue estudiar de qué forma y a través de qué
misma característica que en determinados contextos so- tipo de sensaciones o percepciones las personas con
ciales puede provocar la devaluación de la identidad acondroplasia percibían la estigmatización social. Una
frente a los demás en otros puede provocar lo contrario. de las hipótesis fundamentales del trabajo es que cuando
Por ejemplo, ser mujer puede ser hoy en día todavía un una persona percibe un estigma tan potente y generaliza-
importante estigma en determinados contextos sociales, do como el derivado del enanismo óseo, es fácil que la
como los contextos de dirección empresarial muy tradi- sensación que domine en ella sea un profundo senti-
cionales o el de los altos cargos políticos (en los cuales miento de humillación.
a mucha gente le cuesta todavía ver a mujeres). Sin em-
El objetivo del trabajo que se presenta a continua-
bargo, ser mujer seguramente no será un rasgo estigma-
ción era estudiar cómo se experimentaba desde el punto
tizador si se está buscando trabajo en el ámbito de la
de vista de la persona estigmatizada la sensación de ser
psicología o de la educación.
excluida, discriminada o reachacada. La hipótesis funda-
La estatura es una importante fuente de estatus. Jugde mental del trabajo fue que: a) los miembros de colecti-
y Cable (2004) encontraron que la estatura en el contexto vos excluidos tienen a menudo la sensación de nos ser
laboral predice las probabilidades de que una persona sea tenidos en cuenta en su relación con los grupos domi-
contratada, que sea ascendida y que su rendimiento sea va- nantes; es decir, la sensación de no ser individuos con el
424 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mismo valor moral que otros en la interrelación social;


b) esta sensación, si se percibe, provoca un sentimiento 25.5.1.2. Medidas dependientes
muy profundo y desagradable en la víctima, similar al
sentimiento de humillación. Medidas de humillación
Para realizar el trabajo utilizamos un inventario so-
bre las experiencias internas de humillación acumuladas El inventario de humillación de Hartling y Luchetta
a lo largo de la vida elaborado por Hartling y Luchetta (1999) está compuesto por 32 ítems con formato de res-
(1999). Las autoras de este cuestionario definen la expe- puesta tipo Likert divididos en dos subescalas, que fue-
riencia interna de la humillación como un sentimiento ron las que se utilizaron como medidas dependientes:
de profundo malestar psicológico asociado con el hecho
de ser o de percibirse a uno mismo como injustamente Humillación acumulada: (12 ítems, alpha % 0,95)
degradado, ridiculizado o subyugado. Estas autoras defi- mide la gravedad de las experiencias de humillación
nen la humillación como una emoción autoconsciente, acumuladas en el pasado (p. ej., «a lo largo de la vida,
como lo son también la vergüenza, la culpa o el orgullo. ¿hasta qué punto ha sido víctima de burlas crueles, ridi-
La vergüenza sería la emoción más parecida a la humi- culizado o menospreciado?»).
llación. A diferencia de la vergüenza, la humillación im- Miedo a sentir humillación en el futuro (20 ítems,
plicaría una experiencia más profunda, ya que la humi-
alpha % 0,97): indica el miedo a vivir las mismas expe-
llación está más relacionada con lo que uno es, mientras
riencias humillantes en el futuro.
que la vergüenza lo está con lo que una hace. El papel
que los otros juegan en la aparición de la emoción es al-
go que también diferencia la humillación de la vergüen- Medidas relacionadas con
za. Las dos emociones necesitan la presencia de los la experiencia de exclusión social
otros para que aparezcan, pero en la humillación se pone por parte de la víctima
más el énfasis en una interacción en la que uno es de-
gradado o forzado en una posición degradada por al-
guien que en ese momento es más poderoso. La expe- En el segundo cuestionario de elaboración propia se in-
riencia de la vergüenza, en cambio, enfatiza el proceso cluyeron siete tipos de medidas relacionadas con la for-
interno de evaluarse negativamente a uno mismo por al- ma en que las personas experimentan su relación con los
go que uno ha hecho y de lo cual se avergüenza ante los otros. Había tres medidas principales:
otros (Hartling y Luchetta, 1999).
Ser ignorado por los otros (6 ítems; alpha % 0,93):
mide el grado en que el participante ha tenido a lo largo
de su vida la sensación de ser «ninguneado» por los
otros (p. ej., «en general, ¿con qué frecuencia ha tenido
25.5.1.1. Participantes y método
la sensación de no ser tenido en cuenta por los otros pa-
ra la interacción social?»).
32 personas adultas con acondroplasia (20 mujeres y 12
hombres, M % 35 años; Sd % 6,7) respondieron de for- No participar en la vida social: (5 ítems; alpha %
ma anónima a un doble cuestionario: el primero incluía % 0,89) mide el grado en que el participante se ha visto
el inventario de Hartling y Luchetta (1999) sobre las ex- impedido de participar en actividades sociales en las que
periencias de humillación acumuladas a lo largo de su le hubiera gustado participar (p. ej., «a lo largo de su vi-
vida y el miedo a experimentarlas en el futuro. El se- da, ¿con qué frecuencia se ha sentido frustrado ante la
gundo, de elaboración propia, incluía preguntas sobre evidencia de no poder participar en alguna actividad so-
distintos aspectos relacionados con la forma de experi- cial en la que le hubiera gustado participar?»).
mentar las relaciones sociales en distintos contextos so-
ciales (ver más adelante «medidas dependientes»). Exclusión social (5 ítems; alpha % 0,87): Esta medi-
da ha sido utilizada con fiabilidad en otras investigacio-
Las respuestas del grupo acondroplasia se compara- nes y se refiere al grado en que la persona se ha sentido
ron con las de otro grupo integrado por 54 personas (30 excluida debido a la pertenencia a su grupo social (p. ej,
mujeres y 24 hombres, M % 31,3 años; Sd % 6,4) que no «¿con qué frecuencia ha sentido que los otros conside-
tenían ninguna característica física llamativa que pudiera ran a las personas con acondroplasia una amenaza a su
causar estigmatización social. cultura y estilo de vida?»).
Capítulo 25. PERCIBIRSE VÍCTIMA DE DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIO SOCIAL... 425
Un segundo grupo de medidas preguntaba por el Tabla 25.2. Medias y desviaciones típicas
grado en que la persona había sufrido a lo largo de su del segundo cuestionario referido
vida por tres razones: a las relaciones con los otros.
Por haber sido ignorado por los otros (4 ítems, al- Achondro Non-Achondro
pha % 0,89).
Variable M SD M SD
Por no ser independiente (3 ítems, alpha % 0,76).
Por haber tenido dificultades en el contexto de las re- Ser ignorado por los otros 2,3 0,7 1,9 0,5
laciones de pareja (2 ítems, alpha % 0,87). No participar en la vida 2,7 0,7 2,0 0,5
social
Por último, dos grupos de preguntas se referían el Exclusión social 2,2 0,8 1,2 0,4
grado en que la persona esperaba que iba a experimentar Haber sufrido por haber sido 2,6 0,9 1,7 0,6
en el futuro dificultades en la relación con los otros en ignorado
dos contextos sociales diferentes: Haber sufrido por no ser 2,4 0,7 1,4 0,5
independiente
Expectativa de dificultades en el contexto de las re- Haber sufrido por dificultades 3,0 0,9 1,7 0,8
laciones de pareja (2 ítems, alpha % 0,79). en el contexto de las
relaciones de pareja
Expectativa de dificultades en las relaciones socia- Expectativa de dificultades 2,8 1,0 2,2 0,8
les no de pareja (4 ítems, alpha % 0,74). en el contexto de las
relaciones de pareja
Expectativa de dificultades 2,0 0,7 1,8 0,6
en las relaciones sociales
25.5.1.3. Resultados no de pareja
Rango de respuestas de 1 (mínimo) a 4 (máximo).
Los resultados mostraron que, como era de esperar, los
participantes del grupo acondroplasia habían acumulado
a lo largo de su vida más experiencias de humillación Los participantes en el grupo acondroplasia se ha-
que los participantes del grupo no acondroplasia bían sentido más «ninguneados» por los otros que los
(M % 2,9 vs 2,1). La diferencia entre ambas medias era del grupo no acondroplasia (M % 2,3 vs 1,9; t % 3,39;
estadísticamente significativa (t % 4,27, p a 0,00). El p a 0,00); se habían visto obligados en mayor medida a
grupo acondroplasia tenía también más miedo a experi- no participar en actividades sociales (M % 2,7 vs 2,0;
mentar humillación en el futuro (M % 2,9) que el grupo t % 6,18; p a 0,00) y puntuaban más alto en la medida de
no acodroplasia (M % 2,2). Ambas medias diferían tam- exclusión social (M % 2,2 vs 1,2, t % 7,45; p a 0,00).
bién significativamente entre sí (t % 3,35; p a 0,00). En lo que se refiere a los niveles de sufrimiento ex-
presado, los miembros del grupo acondroplasia mani-
Tabla 25.1. Medias y desviaciones típicas fiestan haber sufrido más a lo largo de la vida que el
de las medidas de humillación. grupo no acondroplasia por los tres motivos por los que
Achondro Non-Achondro se preguntaba: por haber sido ignorados por los otros
(M % 2,6 vs 1,7; t % 5,36; p a 0,00), por no haber sido
Variable M SD M SD plenamente independientes (M % 2,4 vs 1,4; t % 7,47;
p a 0,00) y por haber experimentado dificultades en las re-
Humillación acumulada 2,9 1,0 2,1 0,8 laciones de pareja (M % 3,0 vs 1,7; t % 7,20; p a 0,00).
Miedo a sentir humillación 2,9 1,1 2,2 0,8
en el futuro Por último, los miembros del grupo estigmatizado
Rango de respuestas de 1 (mínimo) a 5 (máximo).
esperaban más dificultades en el futuro en relaciones de
pareja que los miembros del grupo no estigmatizado
(M % 2,8 vs 2,2; t % 2,92; p a 0,00).
En cuanto al segundo tipo de medidas, los resultados
mostraron que el grupo acondroplasia puntuaba signifi- El segundo objetivo del trabajo era identificar cuál
cativamente más alto en todas, con la excepción de la de las variables del segundo cuestionario estaba más re-
medida referida a la expectativa negativa en las dificul- lacionada con las variables de humillación. La hipótesis
tades de relación en contextos diferentes al de las rela- de partida era que los miembros de grupos socialmente
ciones de pareja (Tabla 25.2). estigmatizados y que se enfrentan a una discriminación
426 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

y rechazo generalizados sufren a menudo la sensación Tabla 25.3. Correlaciones entre las variables
de no ser valorados por los otros en un sentido muy pro- de humillación y las recogidas
fundo y existencial del término. Más que sufrir insultos en el segundo cuestionario
o desprecios explícitos, muchas personas estigmatizadas
se quejan de que prácticamente no existen a los ojos Humillación Miedo a la
acumulada humillación
de los otros, de que no son tenidas en cuenta para la
interacción social o, como lo expresábamos más arriba, Ser ignorado por los otros 0,768** 0,644**
de ser «ninguneadas». La hipótesis de este trabajo era Haber sufrido por haber sido 0,749** 0,654**
que esta percepción provoca una sensación en las perso- ignorado
nas afectadas muy cercana a la humillación. Los resulta- Exclusión social 0,753** 0,603**
dos obtenidos van en esta dirección: No-participar en la vida social 0,649** 0,538**
Haber sufrido por no ser 0,587** 0,548**
Si bien todas las variables dependientes recogidas en independiente
el segundo cuestionario correlacionan con la experiencia Haber sufrido por 0,486** 0,400**
acumulada de humillación y con el miedo a sentirla en dificultades en el contexto
el futuro, las tres que más fuertemente lo hacen son la de las relaciones de pareja
sensación de ser ignorados (la que más), el haber sufrido Haber sufrido por 0,319** 0,381**
por dicha circunstancia y, en tercer lugar, la medida de dificultades en el contexto
exclusión social (Tabla 25.3). de otras relaciones
Expectativa de dificultades 0,311** 0,311**
Para ahondar más en esta cuestión se llevó a cabo un en el contexto de las
análisis de regresión en la que la variable dependiente relaciones de pareja
era la medida de humillación acumulada a lo largo de la
vida y como variables independientes se introdujeron ** p a % 0,01.
todas las variables del segundo cuestionario, menos las
que hacía referencia a las expectativas futuras. El re- humillación explicaba, con un 58,9% (F(1,84)%120,45,
sultado mostró que únicamente las variables «ser igno- pa0,00). Le seguían la medida de exclusión, con un 8,8%
rado por los otros», «exclusión social» y «haber sufrido de la varianza explicada (F(2,83)%86,90, pa0,00) y «ha-
por haber sido ignorado» predecían la medida de humi- ber sufrido por haber sido ignorado» con una contribución
llación. Entre las tres explicaban el 70% de la variabili- del 2,3% de la varianza (F(3,82) % 63,79, pa0,00%0).
dad de la variable dependiente. «Ser ignorado por los El resto de las variables no eran predictoras de la humi-
otros» era la variable que más varianza de la variable llación.

25.6
Conclusión
En este capítulo se han introducido algunas de las líneas En la investigación que se resume al final del capítu-
de investigación más importantes sobre el estudio de las lo vemos que no es necesario para experimentar las con-
consecuencias indirectas que tiene para la víctima perci- secuencias psicológicas del rechazo y la exclusión social
bir la discriminación social de los otros. Como muestran que seamos objeto de insultos o de injusticias explícitas.
algunos de los trabajos citados, las consecuencias de Si pertenecemos a una minoría fuertemente estigmatiza-
percibir la discriminación para la persona afectada de- da, puede ser suficiente para que nuestro bienestar psi-
penderán de un gran número de variables de diferencias cológico se vea negativamente afectado el que detecte-
individuales y de factores contextuales, entre las que
mos que a menudo los miembros del grupo dominante
destaca las relaciones estructurales existentes entre los
no nos toman en consideración o nos ignoran en la inter-
grupos. Hemos visto también que no tiene las mismas
consecuencias psicológicas percibir la discriminación acción social. En esos casos es probable que aparezca
cuando esta es circunstancial que cuando es una cons- una sensación profunda y dolorosa de humillación con
tante en nuestras vidas ni cuando se pertenece a un gru- profundas y muy graves consecuencias para la persona
po dominante que cuando, por el contrario, se es miem- afectada.
bro de un grupo desfavorecido.
Capítulo 25. PERCIBIRSE VÍCTIMA DE DISCRIMINACIÓN Y PREJUICIO SOCIAL... 427

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a
430 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

26.1
Introducción
Son diversas las razones por las que, en la sociedad ac- ser evitada. Del mismo modo, según Crocker, Major y
tual, numerosos grupos sufren el rechazo, la discrimina- Steele (1998) la estigmatización, en su versión moderna,
ción o la indiferencia por parte del grupo mayoritario. se produce cuando una persona posee de forma real o a
Este rechazo puede variar en la intensidad de su expre- los ojos de los demás algún atributo o característica que
sión o referirse a una o varias de las características del le proporciona una identidad social negativa o devaluada
grupo discriminado. Así, por ejemplo, es distinto el re- en un determinado contexto.
chazo, bastante generalizado, que sufren los miembros
Una de las principales características de esta nueva
de grupos que tienen una etnia y cultura diferentes a la
mayoritaria (p. e., gitanos o inmigrantes magrebíes) que perspectiva es su preocupación por analizar los efectos
la discriminación que, limitada a ciertos aspectos, pue- del estigma y estudiar la forma en que las personas per-
den sufrir los ancianos o las personas obesas. A partir de tenecientes a los grupos devaluados afrontan sus efectos
los años 80 del pasado siglo a estos grupos, que sufren (Crocker y Major, 1989; Crocker, Major y Steele, 1998;
rechazo debido a alguna característica que les despresti- Heatherton, Kleck, Hebl, y Hull, 2000; Levin y Van
gia o devalúa, se les conoce dentro del ámbito de la psi- Laar, 2006; Major y O’Brien, 2005). Una de las conclu-
cología social con el nombre de «grupos estigmatiza- siones a las que llegan Major y O’Brien (2005, p. 412)
dos» y su estudio ha adquirido una gran importancia en en su revisión de los efectos del estigma es la tremenda
los últimos años. variabilidad que hay entre las personas, grupos y situa-
ciones. Esta variabilidad se da tanto en los efectos como
En la antigua Grecia la palabra estigma hacia refe-
en las formas de afrontar el estigma. Aunque, sin duda,
rencia a una marca que se grababa en el cuerpo de cier-
hay aspectos comunes, cada estigma provoca un grado
tas personas, bien como castigo por delitos graves o
de rechazo diferente y además ese rechazo se basa en
bien como símbolo de esclavitud. En cualquier caso, era
emociones o sentimientos diferentes.
una marca infamante que indicaba que la persona debía

26.2
Prejuicio y estigma
El estudio del estigma está estrechamente relacionado lógico, ya que es dicho grupo el que debe modificar sus
con el del prejuicio y ambos procesos se retroalimentan. actitudes para que el prejuicio disminuya. Sin embargo,
Sin embargo, la investigación sobre estigma ha sido adoptar únicamente dicha perspectiva deja en el olvido
abordada de forma independiente a la de prejuicio den- una faceta importante: el punto de vista de las personas
tro de la literatura psicosocial. En general, se concibe el que padecen el prejuicio. Al contrario que los estudios
prejuicio como una actitud negativa global hacia los clásicos sobre prejuicio, las investigaciones sobre estig-
miembros de otro grupo por el mero hecho de serlo. La ma sí suelen tener en cuenta la perspectiva de los grupos
mayoría de las teorías e investigaciones tratan de expli- discriminados. Este punto de vista es muy necesario por-
car el origen del prejuicio y determinar el grado de in- que las personas estigmatizadas no son receptores pasi-
tensidad y la forma de expresarlo que tienen las perso- vos del prejuicio, sino perceptores activos que interpre-
nas del grupo mayoritario (Molero, 2007). Estudiar el tan, afrontan y responden a la estigmatización (Hebl y
prejuicio desde el punto de vista del grupo dominante es Kleck, 2000).
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 431
Dovidio (2001) divide la investigación sobre el pre- en el estudio del prejuicio pueden incluirse sin dificultad
juicio en tres olas o periodos, y señala cómo en la época las investigaciones sobre el estigma.
actual, que constituye la tercera ola, el interés de los in- En este capítulo vamos a ilustrar esta línea de inves-
vestigadores se centra en las respuestas y adaptación de tigación a través de la descripción de un estudio llevado
las víctimas, y en las consecuencias del prejuicio en las a cabo con uno de los grupos más susceptibles de ser es-
interacciones entre los miembros del grupo mayoritario tigmatizados en la sociedad actual: las personas con VIH.
y las víctimas. En los periodos anteriores, la investiga- Previamente, revisaremos la situación actual de la epide-
ción se había centrado principalmente en la naturaleza mia de VIH y describiremos las características específicas
de las actitudes prejuiciosas y en la relación de esas ac- del estigma que sufren las personas seropositivas, así co-
titudes con las evaluaciones, decisiones y acciones de mo sus consecuencias y las formas en que puede afron-
los miembros del grupo prejuicioso. En esta tercera ola tarse.

26.3
Situación de la epidemia de VIH-sida
en la actualidad
Hoy día la epidemia de VIH-sida sigue constituyendo un como el reto para la salud más importante de nuestros
problema de salud pública de enorme magnitud. Según tiempos.
datos de Onusida (2006), aunque se han producido pro- En España, lugar donde hemos realizado nuestra in-
metedores avances en las iniciativas mundiales para vestigación, según datos del Ministerio de Sanidad y
abordar la epidemia, el número de personas que viven Consumo (2001), se estima que hay alrededor de
con el VIH sigue aumentando, así como el número de 150.000 personas infectadas, aunque probablemente más
defunciones. Un total de 39,5 millones de personas vi- de la cuarta parte de ellas todavía no han sido diagnosti-
vían con el VIH en 2006. En el último año se han infec- cadas. En el año 2005, se produjeron entre 2.000 y
tado unos cinco millones de personas y más de tres mi- 3.500 nuevos casos de infección por VIH (Ministerio de
llones de personas han fallecido como consecuencia del Sanidad y Consumo, 2005). En nuestro país, la coinci-
sida. En muchas regiones del mundo, las nuevas infec- dencia en el tiempo del inicio de la epidemia con la del
ciones se concentran sobre todo en los jovenes; tanto es uso parenteral, fundamentalmente intravenoso, de drogas
así, que los jóvenes representaron el 40% de las nuevas ilegales marcó la expansión del virus y el patrón epide-
infecciones contraídas en 2006. Del número total de in- miológico, ya que la introducción del virus se produjo
fectados, más del 25% están ubicados en el continente sobre todo por el uso compartido de material de inyec-
africano, frente apenas los 600.000 de Europa occiden- ción, y en menor medida, en hombres que hacen sexo
tal. En muchos países de África la esperanza de vida se con hombres. Al inicio de la década de 1990 se estima-
ha reducido drásticamente y en muchos países de este ba que ya se habían producido más de 100.000 infeccio-
continente más del 30% de las mujeres embarazadas tie- nes en España y durante años se registraron las tasas
nen el VIH y, al no disponer de medicación antirretrovi- más altas de Europa. En los últimos años el patrón epi-
ral, lo transmitirán a sus hijos. En otras regiones del demiológico ha ido cambiando, dejando de ser la vía pa-
mundo como Europa oriental, Asia central o Asia orien- renteral la predominante para ser sustituida por la vía
tal, el sida está avanzando a un ritmo escalofriante. To- sexual, tanto homosexual como heterosexual. De hecho,
do este avance y progresión llevó a Onusida a calificar casi el 50% de los nuevos diagnósticos se atribuyen a
la epidemia de VIH-sida como una emergencia mundial, transmisión heterosexual.
432 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

26.4
Avances en el tratamiento de la infección
El sida entró en la historia en junio de 1981, año en el mas, Rehman, Suryanarayan, Joseephine, Dilip, Dorairaj
que se inicia una nueva página en la historia de las en- y Swaminathan, 2005; Dijker, Kok y Comen, 1996).
fermedades, de la medicina y casi con toda probabilidad
Cuando el estigma se instala, el resultado es la dis-
en la historia de la humanidad (Gallo y Montagnier,
criminación. La discriminación, tal y como la define
2003). Desde entonces se han sucedido múltiples cam-
Onusida (2001) en su protocolo para la identificación de
bios en el ritmo de propagación del VIH, en su impacto
en la mortalidad y morbilidad, y en la intensidad de la las discriminación hacia las personas que viven con el
respuesta de la sociedad. VIH, hace referencia a cualquier forma de distinción,
exclusión o restricción arbitrarias que afecte a una per-
Un capítulo importante en la historia del VIH es el sona, generalmente, pero no exclusivamente, por motivo
referido a los avances producidos en el tratamiento tera- de una característica personal inherente o por su presun-
péutico de la infección. Una vez identificado el virus del ta pertenencia a un grupo concreto, en el caso del VIH-
VIH como agente causal del sida, se invirtieron grandes sida, el estado seropositivo, confirmado o sospechado,
esfuerzos en el descubrimiento de una terapia eficaz pa- de una persona, con independencia de que exista o no
ra combatirlo, esfuerzos que perduran y se multiplican alguna justificación para tales medidas.
en la actualidad. En 1985 se dio con el primer medica-
mento antirretroviral para tratar la infección. Este fárma- En todas partes del mundo la discriminación se pro-
co, el AZT, no curaba la enfermedad pero contribuía duce a distintos niveles. Así, se encuentran ejemplos,
frenar su progresión. En los años siguientes se desarro- como el ostracismo, la elusión y evitación del contacto
llaron nuevos fármacos, pero no fue hasta 1996 cuando, diario, hostigamiento verbal, violencia física, desacredi-
con la aparición de una nueva familia de fármacos, los tación y culpabilización verbales, o denegación de ritos
inhibidores de la proteasa, se produjo un cambio sustan- funerarios tradicionales. Además de esta discriminación
cial en el manejo de la infección y se produjo un dismi- en el contexto familiar o comunitario, también se da dis-
nución notable tanto la mortalidad como la morbilidad. criminación en contextos institucionales, como el lugar
En España, a partir de 1996 se produjo una rápida reduc- de trabajo, servicios de asistencia sanitaria, instituciones
ción de la incidencia del sida, superior al 60%. Esto in- educativas, entre otros muchos que cabría enumerar, y
cluso cuando esta terapia lleva añadidos algunos costes, en contextos nacionales, con la promulgación de leyes
como la toxicidad, la necesidad de tratamiento para toda que restringen los derechos de los individuos afectados
la vida y las dificultades en la adherencia terapéutica. por el VIH (Onusida, 2005).
El uso de la terapia antirretroviral de gran actividad En España, la discriminación por razón del VIH se
está generalizado en la Unión Europea y en los Estados encuentra documentada en el estudio FIPSE (2005). Los
Unidos; sin embargo, en el resto del mundo millones de resultados de esta investigación muestran que en nuestro
personas están necesitando este tratamiento. país no existe discriminación en la legislación, pero esta
si se halla, en ciertos ámbitos, cuando se realiza un aná-
lisis de los reglamentos y protocolos internos de las di-
26.4.1. Estigma y discriminación ferentes instituciones, y aparece ampliamente documen-
tada, en el ámbito de la práctica cotidiana, donde se
hacia las personas hallan prácticas negativas en todas las áreas descritas.
seropositivas En este mismo sentido, la encuesta sobre hábitos sexua-
les realizada por el Instituto Nacional de Estadística en
Este progreso en el ámbito sanitario no se corresponde el año 2004 arroja el dato de que uno de cada tres espa-
con el escenario social que siguen viviendo las personas ñoles afirma que no estudiaría o trabajaría con una per-
con VIH, donde los estereotipos asociados tradicional- sona infectada por el VIH. Otro estudio sobre la conduc-
mente a la infección continúan jugando un papel central ta sexual y de riesgo ante el VIH en la población adulta
en la justificación, desarrollo, mantenimiento y perpe- española encontró que un 18,3% de los españoles no de-
tuación de la estigmatización hacia las personas seropo- jaría en compañía o al cuidado de sus hijos a una persona
sitivas (Brooks, Martin, Ortiz y Veniegas, 2004; Tho- seropositiva y un 27,7% tenía dudas (Paéz et al. 2003).
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 433

26.5
El origen del estigma en las personas VIH
El estigma y rechazo asociados al VIH tienen que ver to hizo que creciera aún más la representación de que
con la percepción de que esta enfermedad es una ame- era una enfermedad de personas marginales y se reforzó
naza para las personas y para la sociedad. Esta amenaza la idea del castigo para aquellos considerados como
es tanto tangible como simbólica: tangible porque cons- «desviantes» y transgresores de la moral y de las con-
tituye una amenaza para la salud por ser una infección ductas asumidas como normales para la mayoría.
transmisible, y simbólica porque amenaza ciertos valo- Más tarde se evidenció que la transmisión se produ-
res, ideología y moralidad tradicionales, debido a su ori- cía también entre hombres y mujeres por relaciones he-
gen sexual y a los grupos estereotipados que se le aso- terosexuales; sin embargo, las creencias ya estaban
ciaron tradicionalmente. La percepción de amenaza y la fuertemente asentadas, se equiparó el sida a signo de
estereotipia asociada con ella fueron configurándose promiscuidad y se lo asoció con el sexo comercial y la
desde los orígenes, por la manera en la que se dieron a prostitución.
conocer los primeros casos y por la forma en que la so-
ciedad elaboró las creencias sobre la infección a tra- En estos primeros momentos, y debido a la cualidad
vés de las noticias que iban dando los medios de comu- epidémica de la nueva enfermedad, se alimentaron en la
nicación. opinión pública numerosas teorías relacionadas con la
transmisión miásmica del virus, relacionadas con un fá-
Así, los primeros casos compartían algo común, to- cil contagio en lugares públicos y por vías no venéreas
dos eran hombres homosexuales. Si bien no existía aún (Sontag, 1989, 1996). Este aspecto no llegó a prolongar-
teoría científica que diera cuenta de este nuevo fenóme- se de manera considerable en el tiempo, puesto que
no, la noticia no tardó en saltar a la opinión pública, lo pronto se descubrieron las vías de transmisión del nuevo
que explica que la nueva enfermedad se diera a conocer virus. Estas eran tres: la transmisión sanguínea, la trans-
como «el cáncer gay». Las primeras reacciones sociales misión sexual y la vertical o materno filial. Pero para
fueron de hostilidad y se interpretó el sida como un me- entonces la definición de «grupos de riesgo» en el VIH
recido castigo a la homosexualidad. ya había prendido con fuerza y las semillas de la estig-
A continuación, se detectaron casos en heterosexua- matización y de la exclusión ya estaban firmemente
les y todos tenían en común la adicción a la heroína. Es- sembradas (Fuster y Agirrezabal, 2006).

26.6
Características del estigma de las personas con VIH
Los investigadores psicosociales han realizado varias de visibilidad», es decir hasta qué punto el estigma es
clasificaciones de los tipos de estigma y de las dimen- visible todo el tiempo (p. e., desfiguración facial vs ho-
siones que influyen en la estigmatización. En un princi- mosexualidad); 2) «la dirección de la marca», es decir,
pio, Goffman (1963) agrupó los tipos de estigma en tres si la marca se va haciendo más saliente o se va debili-
grandes categorías: a) estigmas tribales, que son aque- tando progresivamente con el tiempo (p. e., esclerosis
llos asignados a los miembros de otro grupo o cultura; múltiple vs ceguera); 3) «el grado en que es disruptivo»,
b) estigmas basados en deformidades corporales (por lo que se refiere al grado en que la característica estig-
ejemplo, obesidad, discapacidad física); c) estigmas ba- matizante interfiere con el curso de la interacción inter-
sados en «las manchas del carácter», que son aquellos personal (p. e., tartamudez); 4) «dimensión estética»,
atribuidos, por ejemplo, a los delincuentes, alcohólicos o que tiene que ver con las reacciones subjetivas a la falta
enfermos mentales. de atractivo del estigma; 5) «origen» de la marca estig-
Con una aproximación diferente, Jones et al. (1984), matizante (congénita, accidental o intencional), lo que
identificaron seis dimensiones del estigma: 1) «el grado implicaría la responsabilidad personal por el estigma;
434 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

6) «riesgo», que incluye el peligro percibido de la condi- terísticas estigmatizantes se perciben como incontrola-
ción estigmatizante para los otros (p. e., tener una enfer- bles, es decir, como no atribuibles al comportamiento de
medad altamente contagiosa y letal vs tener sobrepeso). la persona (Weiner, Perry y Magnusson, 1988). Además,
la creencia en un mundo justo (Lerner, 1980) actúa co-
De estas dimensiones, las que han emergido como
mo ideología que justifica la estigmatización, culpabili-
más centrales son: el peligro percibido, la visibilidad y
zando a las víctimas de su propia exclusión. El VIH-sida
la controlabilidad del estigma (Meaux, Reid, Mizrahi
puede considerarse como un castigo por la homosexuali-
y Ethier, 1995; Frable, 1993). Por su parte Crocker, Ma-
dad, el consumo de tóxicos y la «promiscuidad». Si es-
jor y Steele (1998) argumentan que son la visibilidad y
tos comportamientos son los responsables del sida, en-
la controlabilidad las dimensiones más importantes del
tonces la enfermedad puede entenderse como un castigo
estigma.
merecido por la trasgresión, la justa retribución depara-
Precisamente, varias de las dimensiones que poten- da por la naturaleza o por un ser superior a conductas
cian el rechazo y el prejuicio se encuentran unidas en el inmorales, a la desviación, al pecado (Martínez, 2006).
caso del estigma por razón del VIH-sida. A continuación Ejemplos de estas creencias que responsabilizan y cul-
analizamos con mayor detalle dichas dimensiones. pabilizan a las personas con VIH se han encontrado am-
pliamente en el discurso periodístico que ha acompaña-
do y fomentado durante todos estos años el estigma del
VIH.
26.6.1. Percepción de gravedad
El VIH es una infección grave, transmisible, y entre sus
vías de transmisión se encuentra fundamentalmente la 26.6.3. La ocultación del estigma
sexual. Estos aspectos asociados al sexo en la infección
VIH entroncan con los miedos y tabúes sociales en tor- Otra característica distintiva del estigma asociado con la
no a la sexualidad y en especial con la asociación de la infección por VIH-sida es que en la mayoría de los ca-
transmisión sexual a comportamientos sexuales que se sos la condición de seropositivo puede ser ocultada en
apartan de los estándares morales tradicionales y que mayor o menor medida si así lo desea la persona afecta-
se consideran como «promiscuos y licenciosos», como da. La mayoría de las investigaciones sobre el estigma
es el caso de los homosexuales. Además, la percepción dentro de la psicología social se han centrado en la ex-
habitual de la persona corriente es que la infección es periencia de personas con estigmas visibles. Sin embar-
«contagiosa» en lugar de «transmisible». El contagio se go, es importante, estudiar ambos tipos de circunstancias
asocia a la supervivencia del agente infeccioso fuera del puesto que la posibilidad de ocultar el estigma previsi-
cuerpo humano, de forma que se puede adquirir, por blemente suscitará diferencias, tanto en relación con los
ejemplo, por vía área o a través de los alimentos. No es beneficios, costes, consecuencias e influencia como en
este el caso del VIH, que es una infección transmisible. el afrontamiento del problema.
Por su parte la transmisión implica el contacto directo Las personas con un estigma que se puede ocultar,
entre el cuerpo de una persona y la de otra a través del como el caso del las personas con VIH, habitualmente
intercambio de fluidos. El uso de la palabra «contagio» tienen más control sobre cuándo revelar su estatus o a
para referirse a la transmisión del VIH sirve para fomen- quién revelarlo. Este nivel de control tiene algunos be-
tar falsos mitos y para nutrir la cualidad de «plaga del neficios. Por ejemplo, el hecho de poder escoger las si-
siglo XX» que se ha venido alimentando. tuaciones en las que se sienta mayor seguridad y como-
didad para desvelarlo (Quinn, 2006). Esto puede ayudar
a mantener los límites personales y ofrece control sobre
los niveles de intimidad con otras personas (Derlega y
26.6.2. Percepción Chaiken, 1977). Las personas con estigmas susceptibles
de controlabilidad de ocultación también pueden elegir no revelar su condi-
ción en aquellos contextos en los cuales pueda haber re-
En segundo lugar, encontramos que el VIH es un estig- percusiones negativas para su vida por lo que se refiere
ma que se percibe como controlable. Las personas con a trato diferente o a discriminación. De esta forma, un
VIH suelen ser consideradas como responsables de su beneficio importante de la ocultación del estigma sería
condición. Cuando esto sucede, según la literatura, el la evitación del prejuicio y la discriminación. Esto pue-
grado de rechazo es mucho mayor que cuando las carac- de, al menos a corto plazo, proteger la autoestima y
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 435
hacer posible una interacción normal con las perso- la expresión emocional y los sentimientos de soledad y
nas del grupo mayoritario (Jones et al., 1984; Frable, aislamiento asociados con la ocultación.
Blacstone y Sherbaum, 1990; Quinn, 2006; Smart y En el caso de la infección por VIH, Fuster, Nouvilas,
Wegner, 1999). Agirrezabal y Valencia (2006) encontraron que las per-
Sin embargo, y aunque a corto plazo los costes de sonas seropositivas que ocultan su condición encuentran
mantener la verdadera identidad oculta puedan ser míni- dificultades para mantener una correcta adherencia al
mos, a largo plazo probablemente estos costes se inten- tratamiento antirretroviral debido al miedo a ser descu-
sifiquen, sobre todo si la característica estigmatizada es biertos en las situaciones de interacción social en las
importante para la persona. Smart y Wegner (2000), a que la toma del tratamiento puede ser visible. Final-
partir de una revisión de diversas investigaciones, pre- mente, el grado de ocultación del problema puede influir
sentan evidencia que señala que cuando las personas es- en los mecanismos de afrontar el estigma. Quinn (2006)
tigmatizadas tratan de mantener su estigma en secreto señala que las personas que ocultan su identidad estig-
están constantemente preocupadas y obsesionadas con matizada muy probablemente tengan dificultades para
esta cuestión, lo que tiene implicaciones negativas en su integrar esta identidad como parte de su autoconcepto,
vida diaria y en su bienestar físico y psicológico. Por lo lo que determina que sean menos capaces de utilizar al-
que respecta a las implicaciones en la salud física, se ha gunas de las estrategias de afrontamiento que pueden
encontrado, en una investigación realizada en hombres utilizar las personas con estigmas visibles. Por ejemplo,
homosexuales, que la ocultación de la identidad sexual las tres estrategias propuestas por Crocker y Major
se relacionaba con una más alta prevalencia de cáncer y (1989) para proteger la autoestima —atribuir los resulta-
con una vulnerabilidad mayor a enfermedades infeccio- dos personales negativos al prejuicio, compararse con
sas (Cole, Kemeny, Taylor y Visscher, 1996). En el caso miembros del endogrupo y valorar selectivamente domi-
del VIH, se ha visto que en hombres VIH positivos la nios en los que el propio grupo tenga éxito— parecen
ocultación correlacionaba con una mayor rapidez en menos accesibles para las personas que ocultan el estig-
la progresión del la infección (Cole, Kemeny, Taylor, ma. Por otro lado, la ocultación puede impedir el uso de
Visscher y Fahey, 1996). Es probable que estos efectos estrategias colectivas de afrontamiento, ya que es difícil
de la ocultación del estigma sean debidos a las conse- imaginar a una persona que oculte su condición partici-
cuencias negativas que tiene en la salud la inhibición de pando en actos públicos o protestas.

26.7
Consecuencias de la estigmatización
hacia las personas con VIH
El estigma, el prejuicio y la discriminación tienen gra- (Allison, 1998). El rechazo social puede conducir a ais-
ves consecuencias para las personas que lo sufren. En el lamiento social y a falta de apoyo social. También se
caso del VIH constituye uno de los mayores obstáculos han resaltado consecuencias como la autoestigmatiza-
para la prevención de nuevas infecciones, ya que hacen ción o la vergüenza sentida por las personas con VIH
invisible y ocultan la epidemia, y ocasionan consecuen- cuando interiorizan las respuestas y reacciones negativas
cias nefastas para la salud pública (Onusida, 2003). de los demás. Esta autoestigmatización puede conducir a
Además, el prejuicio y la discriminación tienen graves sentimientos de culpa y autodesprecio, aislamiento y de-
implicaciones también en la salud psicológica de las presión (Onusida, 2003). Todos estos factores pueden
personas afectadas, y por ende, en el afrontamiento tanto reducir o exceder los recursos adaptativos de un indivi-
físico como psicosocial del proceso. duo. Las consecuencias de este estrés y malestar psico-
lógico pueden afectar al sistema inmunológico e incre-
El estigma produce estrés y la discriminación puede mentar de esta forma la vulnerabilidad a padecer más
limitar el acceso a recursos como salud, vivienda, edu- número de infecciones, lo que probablemente desembo-
cación y trabajo. Las vidas de las personas estigmatiza- que en una más rápida progresión de la enfermedad
das son más susceptibles de padecer tensiones diarias (Páez, Usieto, Sastre, 2001).
436 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

26.8
Formas de afrontar el estigma y discriminación
De forma general y de acuerdo con la teoría de la identi- que se describe más adelante es verificar si este modelo
dad social, cabe distinguir dos tipos principales de estra- se cumplen también en las personas que viven con el
tegias a la hora de afrontar los efectos del estigma y la VIH.
discriminación: estrategias de carácter individual y es-
También son ejemplos de estrategias colectivas de
trategias de carácter colectivo.
afrontamiento del estigma las manifestaciones o actos
A través de las estrategias individuales la persona de protesta, así como la implicación activa en organiza-
trata de mejorar su situación a título particular. Ejem- ciones que tengan la finalidad de defender los derechos
plos de respuestas individuales serían atribuir los resul- del propio grupo. Las investigaciones acerca de la ac-
tados negativos (por ejemplo, el no ser contratado para ción colectiva desde una perspectiva psicosocial se han
un trabajo), a la existencia de prejuicio y discrimina- centrado en analizar las circunstancias que llevan a las
ción, protegiendo de esta forma la autoestima (Crocker personas a formar parte de movimientos sociales y a
et al. 1998), o minimizar la existencia de discriminación participar en acciones colectivas.
(Crosby, 1982, 1984). También sería propio de una es-
Stürmer y Simon (2004) proponen que la motivación
trategia individual tratar de dejar de pertenecer al grupo
estigmatizado y buscar la incorporación a grupos de para intervenir en este tipo de acciones proviene de una
mayor estatus. Esta estrategia, señalada ya por Tajfel y doble vía: por un lado de la percepción, después de so-
Turner (1979), se denomina «movilidad individual». Sin pesar ventajas e inconvenientes, de que la participación
embargo, hay grupos que tienen fronteras poco permea- tendrá consecuencias positivas para la persona (Klander-
bles y sus miembros no pueden fácilmente optar por esta mans, 1997); por otro, en línea con las propuestas de la
estrategia. Este sería el caso de las personas seropositi- teoría de la identidad social, la motivación provendría
vas, ya que la infección hoy día no tiene cura, o el de de la identificación con el grupo. Estas dos formas de
otros grupos, como personas pertenecientes a otras et- llegar a la movilización colectiva no son incompatibles.
nias, que no pueden cambiar el color de su piel. Tanto las estrategias individuales como las colecti-
Por su parte, las estrategias colectivas buscan mejo- vas tienen sus ventajas e inconvenientes. Por ejemplo,
rar la identidad social devaluada a través de la mejora los intentos de movilidad individual pueden hacer a las
de la situación del grupo en su totalidad. Un primer paso personas más vulnerables porque el grupo de alto estatus
en este tipo de estrategias sería la identificación con el puede rechazar su intento de cambiar de grupo y además
grupo, ya que de otra manera no es posible ninguna ac- dichas personas pueden también sufrir el rechazo del en-
ción colectiva. dogrupo por considerarlas «traidores» al grupo. Como
cabe suponer, en ambos casos se da una amenaza a la
En este sentido el modelo de rechazo-identificación autoestima individual y al bienestar. En relación con las
propuesto por Branscombe et al. (1999) sostiene que la estrategias colectivas, si bien en ocasiones pueden con-
percepción de discriminación hacia el propio grupo seguir mejorar la situación del grupo, cuando se usan de
produce, por un lado, una reducción de la autoestima y manera constante e indiscriminada, hacen que el grupo
de los sentimientos de control entre sus miembros, pe- dominante considere a las personas o colectivos que
ro, por otro lado, conduce a una mayor identificación usan estas estrategias como «extremistas o agitadores» y
con el endogrupo (grupo estigmatizado). El modelo de
rechace sin más sus demandas.
rechazo-identificación predice que, al promover un sen-
tido de inclusión y pertenencia, la identificación con el En la literatura se han analizado diversas maneras en
grupo contribuye a superar, en cierta medida, los efectos que los miembros de los grupos estigmatizados afrontan
negativos del prejuicio y la discriminación sobre el bie- los efectos del estigma (Crocker, Major y Steele, 1998;
nestar de las personas del grupo estigmatizado. Este mo- Major y O’Brien, 2005); sin embargo, la investigación
delo ha sido confirmado en estudios realizados con dife- específica sobre las personas seropositivas es escasa. El
rentes grupos estigmatizados (afroamericanos, mujeres y trabajo que vamos a describir a continuación se ocupa
ancianos, entre otros). Uno de los objetivos del estudio de estas cuestiones.
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 437

26.9
Un ejemplo de investigación psicosocial acerca
del estigma y discriminación en las personas
que viven con el VIH
A tenor del contexto y la literatura que acabamos de dorm. Estas personas fueron contactadas a través de or-
describir, el presente estudio presenta un doble objetivo: ganizaciones no gubernamentales que trabajan en el ám-
1) examinar la percepción de prejuicio y discriminación bito del VIH. Respecto a su edad, un 7,4% de los parti-
que tienen las personas seropositivas; 2) analizar las es- cipantes era menor de 30 años, el 66,2% tenía entre 31 y
trategias que dichas personas usan para afrontar el estig- 45 años, y un 26,5% era mayor de 45 años. De los 68
ma y la discriminación y la influencia que revelar o no participantes, un 57,4% señalaron que habían contraído
el estatus serológico tiene en esas estrategias. la infección a través de relaciones sexuales desprotegi-
Con este fin comprobaremos si, tal como propone el das y un 16,2% compartiendo material de inyección. El
modelo de rechazo-identificación (Branscombe et al., resto de ellos (23,5%) ignoraban la forma en que se ha-
1999), la identificación con el grupo reduce los efectos bían infectado.
negativos del prejuicio sobre el bienestar de las personas
pertenecientes a grupos estigmatizados. Asimismo, ana-
lizaremos también, una variación del modelo de recha- 26.9.1.2. Instrumento
zo-identificación, incluyendo como variable dependiente
la intención de participar en acciones colectivas. El estu-
El estudio se presentó como una investigación relativa al
dio examina también si las relaciones entre las diferen-
prejuicio y discriminación hacia las personas seropositi-
tes variables cambian en función de que la persona reve-
vas. Los participantes cumplimentaron un cuestionario
le o no su condición de seropositiva.
anónimo, diseñado a partir de la literatura existente que
Aunque el estudio de forma general tiene un carácter contenía diversas subescalas. Salvo que se indique lo
descriptivo y exploratorio, se formularon también, de contrario, las subescalas tienen un formato de respuesta
acuerdo con la literatura, las siguientes hipótesis: tipo Likert de 5 puntos donde 1 significa «nada de
Hipótesis 1: ocultar el estigma contribuirá a eliminar acuerdo» y 5 significa «totalmente de acuerdo» con la
el prejuicio y discriminación protegiendo, al menos a afirmación contenida en la subescala. Se midieron las si-
corto plazo, la autoestima y el bienestar de la persona. guientes variables:
Esta primera hipótesis viene cualificada por una se- Discriminación percibida hacia el grupo. Esta escala
gunda hipótesis. consta de 12 ítems tomados de diversas escalas utiliza-
Hipótesis 2: ocultar el estigma impedirá el uso de es- das en la literatura. Un ejemplo de dichos items es: «Los
trategias colectivas de afrontamiento, tales como la trabajadores de una empresa no admitirían a una persona
identificación con el grupo o la implicación en la ac- con VIH como compañero». La fiabilidad de esta escala
ción colectiva (Branscombe y Ellemers, 1998; Miller es alta: a % 0,86.
y Major, 2000; Quinn, 2006; Smart y Wegner, 2000). Discriminación personal percibida. Esta escala constaba
de siete ítems. Un ejemplo de estos ítems es la pregunta
«¿te has sentido rechazado personalmente por el hecho
de ser VIH!?». La fiabilidad de esta escala es
26.9.1. Método a % 0,86.
Grado de ocultación. Se diseñaron dos ítems a fin de
medir el grado en que las personas con VIH habían re-
26.9.1.1. Sujetos velado su condición de VIH a otras personas. Los ítems
fueron «señala hasta qué punto piensas que es preferible
Participaron en el estudio 68 personas (54 hombres y 14 no decirle a los demás que tú eres VIH!» (rango de
mujeres) residentes en las ciudades de Valencia y Beni- respuesta de 1, «mejor no decírselo a nadie», a 5, «es
438 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mejor decírselo a todas las personas») y «señala hasta Disposición a participar en acciones colectivas. Se
qué punto sueles comentar con otras personas que eres diseñaron tres ítems para medir esta variable: «¿Hasta
VIH!» (rango de respuesta de 1, «no se lo cuento a na- qué punto estarías dispuesto a implicarte en alguna ac-
die», a 5, «se lo cuento a todas las personas que conoz- ción colectiva en defensa de las personas con VIH?»,
co»). Se invirtieron las respuestas a estos ítems de forma «¿hasta qué punto estarías dispuesto a ser miembro acti-
que altas puntuaciones en la escala indicaban alto grado vo de alguna asociación que trabaje en defensa de los
de ocultación del estigma. Se halló la media de los dos derechos de las personas con VIH?» y «si fueras víctima
ítems (r % 0,68, p a 0,001). del rechazo o discriminación por parte de otras personas
Identificación con otras personas VIH positivas. La ¿hasta qué punto estarías dispuesto a denunciarlo o a
escala constaba de siete ítems y se realizó adaptando al- realizar alguna acción para combatirlo?» (1, «nada dis-
gunos ítems de las escala sobre identificación con el puesto», a 5, «totalmente dispuesto»). El coeficiente alp-
grupo de Mael y Ashford (1995), y de la Doojse, Elle- ha de los ítems fue aceptable (a % 0,73) y se halló la
mers y Spears (1995). Algunos ejemplos de los ítems in- media de la escala.
cluidos son: «Cuando critican a las personas con VIH en Además de estas variables, el cuestionario contenía
general me siento personalmente insultado» o «siento un bloque de preguntas relativas a aspectos sociodemo-
fuertes lazos con otras personas con VIH» (1, «nada de gráficos, datos relativos a la situación laboral de los par-
acuerdo», a 5, «totalmente de acuerdo»). Altas puntua- ticipantes y datos relativos al estado serológico, en con-
ciones en la escala indicaban alta identificación con creto referidos al tiempo que llevaban infectados por el
otras personas seropositivas (a % 0,80). VIH y a la vía por la que adquirieron la infección.
Autoestima. Utilizamos la escala de Rosemberg de
autoestima (Rosemberg, 1965). La fiabilidad de la esca-
la fue aceptable (a % 0,73) y se calculó su media.
26.9.2. Resultados
Bienestar. Se diseñaron siete ítems que recogían di-
versos aspectos relacionados con el bienestar físico y A continuación presentamos los principales resultados
psicológico. Ejemplos de estos ítems son: «¿cómo califi- obtenidos en el estudio.
carías tu calidad de vida?» o «¿cómo calificarías tu esta-
do de ánimo en general?» (1, «muy mal», a 5, «muy En primer lugar se hallaron los estadísticos descripti-
bien»). Se halló la media de la escala (a % 0,78) en la vos y las correlaciones entre las diferentes variables. La
que altas puntuaciones indicaban alto bienestar. Tabla 26.1 muestra dichos resultados.

Tabla 26.1. Descriptivos y correlaciones bivariadas.


Media
Medidas 1 2 3 4 5 6 7
(SD)

1. Discriminación grupal 3,32 —


(0,74)
2. Discriminación personal 2,20 0,28** —
(0,83)
3. Identificación con el grupo 3,48 0,42*** 0,27** —
(0,85)
4. Bienestar 3,42 .0,22* .0,33*** .0,01 —
(0,59)
5. Disposición a participar 4,00 .0,05 0,11 0,43*** 0,28** —
en la acción colectiva 0,85
6. Autorresponsabilidad 2,86 0,09 .0,05 0,20* .0,01 .0,21* —
por el estigma (1,4)
7. Autoestima personal 3,96 .0,16 .0,35*** .0,22* 0,54*** .0,01 .0,01 —
(0,65)
8. Ocultación del estigma 3.23 0,23* .0,22* .0,09 .0,15 .0,36** 0,18 .0,06
(0,83)
Rango de respuestas de 1 a 5. * p a 0,10; ** p a 0,05; *** p a 0,01.
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 439
La medias halladas en las diferentes escalas mues-
tran que la disposición a implicarse en la acción colecti-
va y la autoestima son altas (M % 4,00 y 3,96, respecti-
vamente). La identificación con el grupo de personas
seropositivas y el bienestar son también bastante altos
(M % 3,48 y 3,42, respectivamente). Por otro lado, la
discriminación personal percibida (M % 2,20) y la atri-
bución de responsabilidad personal por el estigma
(M % 2,86) están por debajo de la media teórica de la
escala. Se ha encontrado una diferencia estadísticamente
significativa entre la discriminación percibida hacia el
grupo (M % 3,32) y la discriminación percibida a nivel
personal, M % 2,20, t(67) % 9,77, p a 0,001.
Además, la Tabla 26.1 muestra cómo la ocultación
del estigma correlaciona positivamente con la percep-
ción de discriminación hacia el grupo (r % 0,23; FIGURA 26.1. Mediación de la identificación con el grupo
p % 0,059). Sin embargo, la relación entre la ocultación en la relación entre discriminación hacia el grupo y bienestar.
y la discriminación personal percibida es negativa
(r % .0,22, p % 0,065), y la relación entre ocultación y (b % .0,18, t % .1,86, p % 0,067). Se halló también
disposición a implicarse en la acción colectiva es tam- una relación positiva entre la discriminación percibida
bién de carácter negativo (r % .0,36, p % 0,003). Estos hacia el grupo y la identificación con el grupo
resultados sugieren que ocultar la condición de VIH pro- (b % 0,48, t % 3,71, p a 0,001). Sin embargo, cuando
tege a la persona de ser víctima de discriminación; sin se introdujeron la variable dependiente y el mediador
embargo, impide la disposición de implicarse activa- simultáneamente en el modelo, no se encontró ninguna
mente en la acción colectiva. reducción significativa en la relación entre la discrimi-
La percepción de discriminación, tanto personal co- nación percibida y el bienestar (b % 0,21, t % .2,00,
mo grupal, se relaciona de manera negativa con el bie- p % 0,049, test de Sobel; z % 0,74, p % 0,454).
nestar (r % .0,22, p % 0,067 y r % .0,33, p % 0,005, Lo mismo ocurrió cuando se analizó la autoestima co-
respectivamente) y, tal y como predice el modelo de re- mo variable dependiente. En este caso se encontró una re-
chazo-identificación, ambos tipos de discriminación es- lación negativa no significativa entre la autoestima y la
tán significativamente relacionadas de forma positiva discriminación percibida hacia el grupo (b%.0,14,
con la identificación con el grupo (r % 0,42, p a 0,001 t % .1,31, p % 0,195), y cuando se introdujo la identi-
y r % 0,27, p % 0,024, respectivamente). ficación con el grupo en la ecuación no se halló ninguna
reducción significativa en la relación entre la discrimina-
ción percibida hacia el grupo y la autoestima (b%.0,07,
26.9.2.1. Análisis mediacionales: t % .0,62, p % 0,534; test de Sobel; z % .1,62;
el modelo de p % 0,109).
rechazo-identificación Estos resultados dan solamente apoyo parcial al mo-
delo de rechazo-identificación, ya que no se ha hallado
Con el fin de verificar el modelo de rechazo-identifica- un efecto mediador de la identificación con el grupo.
ción en personas que viven con el VIH, se analizó en A continuación, se examinó una variación del mode-
primer lugar si, tal como propone dicho modelo, la iden- lo de rechazo-identificación considerando la disposición
tificación con el grupo disminuye la influencia negativa a implicarse en la acción colectiva como variable depen-
del prejuicio hacia el grupo y el bienestar y la autoesti- diente (Figura 26.2). No se encontró una relación signi-
ma de los participantes. Con respecto al bienestar (Figu- ficativa entre la discriminación percibida hacia el grupo
ra 26.1), siguiendo el procedimiento señalado por Baron y la disposición a implicarse en la acción colectiva
y Kenny (1986) para comprobar la mediación, se encon- (b % 0,06, t % 0,42, p % 0,670). La relación entre la dis-
tró, en consonancia con el modelo de rechazo-identifica- criminación percibida hacia el grupo y la identificación
ción, que había un efecto marginal significativo entre la con el grupo fue significativa (b % 0,48, t % 3,71,
discriminación percibida hacia el grupo y el bienestar p a 0,001). Sin embargo, cuando la identificación con el
440 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 26.2. Mediación de la identificación con el grupo en FIGURA 26.3. Mediación de la identificación con el grupo
la relación entre discriminación hacia el grupo y acción colectiva. en la relación entre discriminación hacia el grupo y acción
colectiva en los participantes con baja ocultación.
grupo se incluyó en el modelo de regresión, la identifica-
ción predijo de forma significativa la disposición a impli-
carse en la acción colectiva (b % 0,50; t % 4,14,
p a 0,001) y el efecto de la discriminación percibida ha-
cia el grupo en la disposición a implicarse en la acción
colectiva se hizo negativo, aunque no de forma significa-
tiva (b % .0,18, t % .1,29, p % 0,202). El test de Sobel
reveló que el cambio en la relación entre la discrimina-
ción hacia el grupo y la disposición a implicarse en la ac-
ción colectiva, con la inclusión de la identificación con
el grupo, se volvía significativa (z % 2,57, p % 0,012).
Los resultados que se exponen en la Figura 26.2 re-
sultan más claros cuando efectuamos los análisis de ma-
nera separada para las personas altas y bajas en la ocul-
tación del estigma, como puede verse en las Figuras
26.3 y 26.4 del apartado siguiente.

FIGURA 26.4. Mediación de la identificación con el grupo


26.9.2.2. Análisis mediacionales: en la relación entre discriminación hacia el grupo y acción
colectiva en los participantes con alta ocultación.
el papel de la ocultación
Los análisis muestran que la identificación con el
Con el fin de explorar el papel que la ocultación tenía grupo no media la relación entre la discriminación gru-
en los análisis mediacionales anteriormente descritos, se pal y el bienestar o la autoestima ni en las personas con
repitieron dichos análisis de forma separada para perso- alta ni con baja ocultación.
nas altas y bajas en ocultación. Primeramente se realizó
una división de la muestra por la mediana de la medida Sin embargo, en el caso de la disposición a la acción
de ocultación. La puntuación media de los participantes colectiva, hemos encontrado que en aquellos que ocul-
con baja ocultación se encontraba por debajo de la me- tan poco su estigma (Figura 26.3), la discriminación per-
dia teórica de la escala (N % 41, M % 2,73, SD % 0,54) cibida hacia el grupo afecta a la disposición a la acción
y la puntuación media de aquellos con alta ocultación se colectiva (b % 0,45, t % 2,09, p % 0,042). Existe tam-
hallaba por encima de la media teórica de la escala bién una relación positiva entre la discriminación perci-
(N % 27, M % 4,00, SD % 0,55). bida hacia el grupo y la identificación con el grupo
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 441
(b % 0,51, t a 2,78, p % 0,008). Cuando se introdujeron minación hacia el grupo afecta negativamente a la dispo-
la variable dependiente y el mediador simultáneamente sición hacia la acción colectiva, pero no de forma signifi-
en el modelo, la relación entre discriminación hacia el cativa (b % .0,21, t % .1,2, p % 0,232). Sin embargo,
grupo y la disposición hacia la acción colectiva no era existe una relación positiva entre la discriminación hacia
significativa (b % 0,17, t % 0,80, p % 0,428), y esta re- el grupo y la identificación con el grupo (b % 0,47,
ducción en la fuerza de la relación fue significativa t % 2,40, p % 0,021). Cuando se introdujeron la variable
(z % 2,32, p % 0,22). Por lo tanto, en aquellas personas dependiente y el mediador simultáneamente en el modelo,
que revelan su condición de VIH positivos, la percepción se halló un incremento significativo en la relación directa
de discriminación hacia el grupo aumenta la disposición a negativa entre la discriminación percibida hacia el grupo y
implicarse en la acción colectiva y esta relación está me- la disposición a la acción colectiva (b % 0,41, t % .2,36,
diada por la identificación con otras personas con VIH. p % 0,027). El cambio en la fuerza de la relación entre la
En aquellas personas que prefieren no revelar su discriminación hacia el grupo y la disposición hacia la ac-
condición (Figura 26.4), se encontró que la discri- ción colectiva fue significativa (z % 1,76, p % 0,071).

26.10
Discusión
En esta investigación se han examinado, principalmente Asimismo, se ha encontrado un soporte parcial al
desde la perspectiva de la teoría de la identidad social modelo de rechazo-identificación. Por un lado, se ha
(Branscombe y Ellemers, 1998; Tajfel y Turner, 1979), confirmado que la discriminación hacia el grupo afecta
algunas de las estrategias que usan las personas con VIH negativamente al bienestar y la autoestima de los parti-
para afrontar el prejuicio y la discriminación y la in- cipantes, y que la discriminación percibida hacia el
fluencia que la ocultación del estigma tiene en esas es- grupo incrementa la identificación con el grupo. Sin em-
trategias. Los resultados muestran una relación positiva bargo, no se ha hallado el efecto mediacional de la iden-
entre la ocultación del estigma y la discriminación per- tificación con el grupo en la relación entre discrimina-
cibida hacia el grupo y una relación negativa entre la ción hacia el grupo y el bienestar o la autoestima.
ocultación y la discriminación padecida personalmente.
Aunque los análisis correlacionales no permiten inferir De acuerdo con estos resultados, la identificación de
causalidad, una posible interpretación de estos resulta- las personas seropositivas con su grupo o categoría so-
dos sería que las personas ocultan su condición de sero- cial merece un análisis más detallado. Un presupuesto
positivas porque perciben discriminación hacia su grupo. clave del modelo de rechazo-identificación es que, al
Esta estrategia parece funcionar, ya que cuanto más alta promover un sentido de inclusión, la identificación con
es la ocultación, menos han expresado ser discriminados el grupo puede aliviar los efectos negativos de la discri-
personalmente. Estos resultados están en línea con la li- minación en el bienestar. Hasta el momento este modelo
teratura (Quinn, 2006) que indica que, al menos a corto se ha confirmado en grupos con un bajo estatus relativo
plazo, la ocultación puede tener efectos positivos. y en los cuales el estigma es visible, como por ejemplo
afroamericanos, americanos mexicanos o mujeres. Pode-
La predicción de que la ocultación impide el uso de mos asumir que la identificación con estos grupos puede
la acción colectiva como estrategia para afrontar el pre- originar un sentimiento positivo de pertenencia. Sin em-
juicio y la discriminación ha sido confirmada. Se ha en- bargo, este podría no ser el caso de las personas con
contrado una relación negativa significativa entre la VIH, ya que ser identificado como VIH positivo tiene
ocultación del estigma y la disposición hacia la acción importantes costes a nivel personal, interpersonal y labo-
colectiva. De hecho, es difícil imaginar a una persona ral. Esta podría ser la razón por la cual la identificación
que oculte su identidad estigmatizada participando en con el grupo, en este caso, no tiene los mismos efectos
acciones públicas colectivas a favor de su grupo. Sin protectores en el bienestar o la autoestima.
embargo, no se ha encontrado una relación significativa
entre la ocultación y otra supuesta estrategia colectiva Algunos de los resultados obtenidos apuntan también
de afrontamiento, como es la identificación con el grupo. en esta dirección. Por ejemplo, la relación entre la iden-
442 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tificación con el grupo y la autoestima es negativa, o la vimiento social y en la participación en la acción colec-
relación entre la identificación con el grupo y el bienes- tiva.
tar es cercana a cero. Al dividir la muestra por la mediana de acuerdo con
En nuestra opinión, una alta identificación con un las puntuaciones en ocultación, los efectos de la identifi-
grupo muy estigmatizado que es relevante para la perso- cación con el grupo se clarifican. Entre aquellas perso-
na no implica automáticamente que esa identificación nas que revelan el estigma existe una relación positiva
tenga consecuencias positivas para la persona estigmati- significativa entre la discriminación percibida hacia el
zada. Sin embargo, a pesar de los aspectos negativos de grupo y la disposición hacia la acción colectiva. Esta re-
la identidad devaluada, los resultados muestran que la lación se reduce significativamente cuando la identifica-
identificación con el grupo es necesaria para afrontar ción con el grupo se introduce en la ecuación de regre-
la discriminación de manera colectiva. sión. En este caso, se observa un claro efecto mediador
En este sentido, se ha encontrado apoyo para la va- de la identidad de grupo. Sin embargo, entre las perso-
riación del modelo de rechazo-identificación propuesta nas que ocultan su condición el patrón es diferente, ya
usando la acción colectiva como variable dependiente. que hay una relación negativa entre la discriminación
Se ha obtenido un efecto mediacional de la identifica- grupal y la disposición a la acción colectiva, y esta rela-
ción con el grupo en la relación entre prejuicio y la dis- ción se convierte en significativamente negativa cuando
posición hacia la acción colectiva. Cuando se incluyó la se introduce la identificación con el grupo en la ecua-
identificación en la ecuación, la relación directa entre ción de regresión. En esta ocasión, el efecto de la identi-
prejuicio y acción colectiva disminuyó y se hizo más ficación con el grupo es solo marginalmente significativo.
dependiente de la identificación con el grupo que del Estos resultados apoyan la hipótesis de que la ocultación
prejuicio percibido. Estos resultados están en consonan- del estigma impide el uso de estrategias colectivas de
cia con la investigación de Simon et al. (Simon et al., afrontamiento y contribuyen a verificar nuestra propuesta
1998; Stürmer y Simon, 2004 a; b), que señalan la de variación del modelo de rechazo-identificación usando
importancia de la identificación con el grupo en el mo- la acción colectiva como variable dependiente.

26.11
Conclusiones generales
Este capítulo ha ido dirigido ha mostrar una de las lí- De esta forma, alguno de los aspectos que emergen
neas de investigación existentes en la psicología social, como importantes sería el papel que la identificación
en concreto el estudio del estigma. Hemos puesto el én- con el grupo juega en el caso de personas cuyo estigma
fasis en diferenciar las diferentes perspectivas que desde puede ser ocultado, como es el caso de las personas se-
la investigación psicosocial se pueden adoptar y hemos ropositivas. Hasta ahora la mayor parte de esta investi-
resaltado la importancia del estudio de la perspectiva de gación se ha realizado con personas con estigmas visi-
las personas estigmatizadas. Hemos ilustrado esta pers- bles y también con personas que tienen un bajo estatus
pectiva con una investigación realizada en uno de los relativo. El caso del VIH es complejo, puesto que no so-
grupos más estigmatizados en nuestra sociedad actual, lo lleva asociado una identidad muy devaluada, sino que
las personas que viven con el VIH. Este estudio que he- también engloba una gran heterogeneidad de personas,
mos presentado contribuye a clarificar aspectos del es- algunas de las cuales pertenecen ya a grupos muy estig-
tigma en este grupo devaluado y a señalar diferencias matizados, con lo cual estas personas sufren un doble o
que refuerzan la importancia de estudiar los diferentes triple estigma dependiendo de su pertenencia a otros co-
grupos estigmatizados, puesto que, como señalábamos al lectivos (imaginad un hombre homosexual, inmigrante y
principio, cada estigma posee características diferentes portador del VIH). El estudio que hemos presentado no
que son importantes a la hora de plantearse soluciones al permite extraer conclusiones definitivas sobre el papel
problema, como puede ser el afrontamiento de los pro- de esta variable en el afrontamiento del estigma y sus
pios afectados o la reducción del estigma en términos beneficios en el bienestar de las personas con VIH, ya
societales o institucionales. que la muestra presenta una limitación importante: sus
Capítulo 26. PREJUICIO Y ESTIGMA HACIA LAS PERSONAS QUE VIVEN CON EL VIH... 443
participantes fueron reclutados fundamentalmente en or- En relación con el estigma concreto del que nos he-
ganizaciones no gubernamentales que trabajan en el ám- mos ocupado, el VIH, y dadas las profundas implicacio-
bito del VIH. Es posible que la alta identificación que nes que la percepción de las personas afectadas, sus ex-
presentan estas personas tenga que ver con su pertenen- periencias y sus estrategias de afrontamiento puede tener
cia a dichas organizaciones más que con el grupo de para su reducción, es de gran importancia seguir profun-
personas seropositivas en general. Además, otras de las dizando en su estudio. Estas investigaciones pueden per-
variables medidas, como la autoestima, el bienestar y la mitir conocer mejor la realidad para así diseñar inter-
disposición hacia la acción colectiva, arrojan altas pun- venciones que permitan a las personas con VIH afrontar
tuaciones, que podrían ser debidas a los sentimientos de exitosamente los efectos del estigma y la discrimina-
pertenencia, motivación y a los sentimientos de eficacia ción, mejorando de este modo su bienestar y calidad de
que producen las creencias de que se pueden resolver
vida. El afrontamiento exitoso del estigma es algo que
los problemas y lograr cambios en la situación de des-
redundará no solo en una mejora de la situación a nivel
ventaja social en que se hallan a través de su participa-
individual, sino que tendrá importantes efectos en la re-
ción en dichas organizaciones.
ducción del estigma a un nivel más global.
En esta línea de estudiar las diferencias entre las ca-
racterísticas de los diferentes estigmas, se ha puesto de Sin embargo, no debemos olvidar que la discrimina-
manifiesto la importancia que tiene el hecho de revelar ción y el estigma son una realidad en nuestra sociedad y
o no el estigma en la manera de afrontarlo. Sin embar- que los esfuerzos de las personas afectadas serían inúti-
go, es necesaria más investigación para aclarar el papel les si no se realizaran de forma paralela intervenciones
que tiene la ocultación en la identidad de grupos alta- que abarquen el conjunto y diversidad de la sociedad.
mente estigmatizados que tienen esa posibilidad. Otras Así pues, es necesario que la investigación siga contem-
líneas de investigación, podrían centrarse, no sólo, como plando todos los puntos de vista: el de los afectados, el
es lo habitual, en las causas que conducen a la acción del grupo mayoritario y el de la interacción entre ambos.
colectiva, sino también en los efectos psicológicos que De esta forma se podrán proponer soluciones a nivel in-
pueden estar implicados en este tipo de acciones. En el dividual, interpersonal, societal e institucional.
estudio que hemos presentado la relación entre disposi-
ción hacia la acción colectiva y bienestar es alta.

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a
448 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

27.1
Introducción
Las reivindicaciones de la población negra por alcanzar sión en los medios de comunicación dio al movimiento
un estatus de igualdad fueron frecuentes en Estados Uni- por la defensa de los derechos de los afroamericanos
dos durante los años 60. Personajes como Martin Luther una gran publicidad y permitió que mucha gente cono-
King o Malcolm X lucharan activamente contra la dis- ciese la discriminación y la exclusión que se sometía a
criminación racial. Uno de los momentos culminantes este grupo.
de esta reivindicación y de mayor impacto mediático se Este hecho histórico ejemplifica de manera ilustrati-
produjo durante las Olimpiadas de México en 1968, va cómo a través de la identificación grupal los afro-
cuando Tommy Smith y John Carlos, dos atletas afroa- americanos consiguieron plantar cara a la discriminación
mericanos, subieron al podio descalzos, con las cabezas que sufría su colectivo. Tanto la discriminación como la
agachadas y levantando un puño enguantado cuando so- identificación grupal son temas que la psicología social
naba el himno de Estados Unidos. Smith y Carlos, me- ha tratado con gran profusión, principalmente centrándo-
dallas de oro y bronce respectivamente en la prueba de se en estigmas de tipo social, como el color de la piel o
200 metros lisos, declararon que sus pies descalzos sim- el sexo. La atención brindaba al colectivo de los obesos
bolizaban la pobreza de los afroamericanos estadouni- no es sin embargo tan ingente como en el caso del gru-
denses, sus cabezas agachadas, que la palabra «libertad» po mencionado anteriormente. Este trabajo trata precisa-
que aparece en el himno norteamericano solo se podía mente de estudiar cómo la identificación grupal y la dis-
aplicar a los blancos, y el guante negro, la fuerza y la criminación afecta al colectivo de las personas con un
unidad de los afroamericanos (Valero, 2005). La difu- peso más elevado.

27.2
La obesidad
La obesidad se define como una acumulación excesiva do principalmente en la modificación de patrones ali-
de tejido adiposo que se traduce en un aumento del peso mentarios erróneos (López y Godoy, 1994). Además de
corporal (Saldaña y Rossell, 1988). El último estudio so- este aspecto práctico, la psicología también ha investiga-
bre la epidemiología de la obesidad realizado en España do con profusión el bienestar de los obesos, encontrando
(Aranceta, Pérez Rodrigo, Serra Majem, Ribas, Quiles resultados muchas veces contradictorios. Así, existen tra-
Izquierdo, Vioque, Foze y Grupo Colaborativo Español bajos que encuentran una relación entre obesidad y depre-
para el Estudio de la Obesidad, 2003) pone de manifies- sión (Dong, Sánchez y Price, 2004, Ohayon, 2007), ha-
to que las tasas de obesidad son muy elevadas. El prin- llando que a mayor peso mayor es la depresión, pero
cipal hallazgo de ese estudio fue que se estableció que también existen estudios que ponen de manifiesto que esa
la prevalencia de la obesidad era del 14,5%. Por lo tanto relación es inexistente (Stewart y Brook, 1983; Wadden,
se desprende de este dato que a día de hoy la obesidad Foster, Stunkard y Linowitz, 1989). Por otro lado, tam-
es una enfermedad que afecta a un gran número de per- bién existen incongruencias con respecto a la autoestima,
sonas, ya que se estima que aproximadamente existen existiendo trabajos que avalan una relación negativa entre
millones de personas obesas en este país. autoestima y obesidad (Martin, Housley y McCoy, 1988;
La elevada incidencia de la obesidad hace que se Miller y Downey, 1999), mientras que otros estudios
considere que esta enfermedad es la epidemia del siglo encuentran precisamente el patrón opuesto (Crisp y
XXI (Moreno, 2000). Esta tasa tan elevada ha llamada la McGuiness, 1976; Rosmond y Björntorp, 2000). Estas
atención de los profesionales de la psicología. La apor- discrepancias en cuanto a los resultados ponen de mani-
tación de la psicología desde la corriente clínica al cam- fiesto que el hecho de tener sobrepeso no siempre impli-
po de la obesidad es importante, ya que se ha centra- ca poseer una mala salud psicológica.
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 449
Dado que el exceso de peso no explica por sí solo la gran parte de la sociedad considera la obesidad como un
depresión o la baja autoestima, los últimos trabajos que estigma (Crandall y Biernat, 1990; Crandall y Cohen,
se están realizando incluyen variables de corte psicoso- 1994; Crandall, D’anello, Sakalli, Lazarus, Wieczor-
cial (Carr y Friedman, 2005). Según estos autores, den- kowska y Feather, 2001), no todas las personas que con-
tro del colectivo de los obesos existirán diferencias indi- forman ese colectivo sufrirán las consecuencias de la ex-
viduales en cuanto a la repercusión social de su exceso clusión o el prejuicio. Por lo tanto, para intentar explicar
peso. Así, habrá personas para los cuales su exceso de las diferencias en bienestar psicológico dentro del grupo
peso les generará problemas a nivel social, mientras que de los obesos parece importante incluir variables de cor-
a otros apenas les afectará. Por lo tanto, a pesar de que te psicosocial.

27.3
El estudio del estigma desde la psicología social
A lo largo de la historia de la psicología social se han Desde la psicología social se define un estigma có-
estudiado mucho tipos de estigmas diferentes, desde los mo la posesión de algún atributo o característica que de-
afroamericanos a los gitanos, pasando por los obesos. A valúa la identidad social del sujeto en un contexto social
pesar de tratarse de grupos muy diferentes, el propósito determinado (Dovidio, Major y Crocker, 2000). Las per-
de agrupar tales categorías sociales y estudiarlas desde sonas estigmatizadas son el blanco del prejuicio de los
la perspectiva del estigma es analizar los procesos gene- estigmatizadores, y además suelen sufrir discriminación
rales que llevan a la exclusión y el rechazo. Así, aunque y exclusión social (Major y Eccleston, 2005). El punto
cada grupo tienes sus particularidades, todas las catego- de vista tradicional (Allport, 1954, 1979) argumenta que
rías sociales evaluadas de forma negativa suelen produ- los estigmatizados por el hecho de ser discriminados tie-
cir discriminación y acaban generando problemas de nen menos autoestima. En el caso de la obesidad, estig-
autoestima en aquellas personas que pertenecen a tales ma que vamos tratar en el presente trabajo, se encuen-
grupos derogados. Por lo tanto, la psicología del estigma tran resultados que van en esa dirección, mientras que
aporta una visión muy importante para entender los pre- otros no encuentran esa asociación (como quedó refleja-
juicios o estereotipos sobre cualquier grupo visto de for- do en el punto anterior). Sin embargo, existe otra pers-
ma negativa por la sociedad y cómo los miembros que pectiva alternativa que hace especial énfasis en la resi-
pertenecen a estas categorías viven con esa realidad. liencia de los estigmatizados y se centra en su capacidad
de adaptarse a las adversidades.
Tradicionalmente la psicología social se ha preocu-
pado por cómo los miembros de los grupos estigmatiza-
dos se enfrentan a las situaciones en las que los estereo-
tipos, el prejuicio y la discriminación están presentes 27.3.1. Las atribuciones
(Crocker, Major y Steele, 1998; Fiske, 1998; Swim y
Stangor, 1998; véase también Quiles y Morera en este Cuando un estigmatizado se enfrenta a un hecho adverso
volumen). Ese interés no estriba tan solo en lo mera- (p. e., recibir un comentario negativo) se encuentra en la
mente teórico. Además de intentar discernir cómo se tesitura de saber si ese suceso se ha producido por su
producen las relaciones intergrupales, la psicología so- pertenencia grupal (p. e., ser obeso) o por otras razones
cial prioriza su interés en las futuras aplicaciones prácti- muy diferentes. Esa pregunta que la persona que posee
cas que se puedan obtener gracias al estudio del afronta- un estigma ha de hacerse es realmente relevante, ya que
miento de la discriminación por parte de los grupos en función de la respuesta que halle para ese interrogan-
estigmatizados. Por lo tanto, la psicología social centra te, su salud psicológica puede verse afectada o por el
su atención en el estigma porque es un campo donde contrario puede proteger su autoestima. Las atribucio-
es necesario trabajar para intentar acabar con las situa- nes, las respuestas a las preguntas que los estigmatiza-
ciones de desigualdad que se producen tan frecuente- dos se hacen, han sido una de las áreas estudiadas en
mente. su relación con la capacidad de adaptación ante las
450 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

situaciones de índole negativa de las personas con es- y McCoy, 2002). Según estos autores, tras una primera
tigmas. fase en la que un suceso negativo de discriminación se
explica por medio de una atribución externa (prejuicio
Entre los autores que más han trabajado sobre las
de los demás a la hora a evaluar al estigmatizado) o
atribuciones que pueden hacer los estigmatizados ante
interna (carencias personales), el estigmatizado realiza
situaciones de tipo negativo destacan principalmente
un valoración primaria, es decir, el sujeto evalúa la si-
Crocker y Major (1989). El interés de su investigación
tuación para discernir si es amenazante o no. Posterior-
radica precisamente en que realizaron un trabajo empíri-
mente el estigmatizado realiza un valoración secundaria
co para comprobar si las respuestas que emiten los pro-
en la que evalúa si existen recursos para afrontar tal si-
pios estigmatizados ante situaciones de prejuicio se rela-
tuación de discriminación. Es decir, la experiencia de
cionan con variables de salud psicológica. En el trabajo
estrés debido al estigma ocurre cuando la situación se
mencionado se encontró precisamente que los estigmati-
percibe como amenazante y no se poseen los recursos
zados, al tener la posibilidad de atribuir al prejuicio de
suficientes para afrontarla. Por lo tanto, el estigma solo
los demás un resultado negativo, podían proteger su
producirá mella en la autoestima cuando la persona
autoestima evitando asumir la culpa de un fracaso. Estos
afectada evalúe que la situación es amenazante y ade-
mismos autores también encontraron (Crocker, Voekl,
más no posea los recursos suficientes como para poder
Testa y Major, 1991) que la autoestima de diferentes
sobrellevarla. Entre las situaciones más estresantes para
grupos estigmatizados (mujeres y afroamericanos), al re-
los estigmatizados cabrían destacar aquellas que son de
cibir feedback negativo por parte de un evaluador discri-
una ambigüedad atribucional elevada.
minador, variaba en función del tipo de atribución reali-
zada. Así, aquellos estigmatizados que atribuían el La ambigüedad atribucional (Major et al., 2002) se
resultado negativo al prejuicio informaban de un estado define como un estado de incertidumbre fruto de las ex-
de ánimo menos depresivo que aquellos estigmatizados periencias que han sufrido a lo largo de su vida los es-
que habían recibido un juicio negativo por parte de un tigmatizados. Es decir, los estigmatizados se ven en la
evaluador no prejuicioso. Estos autores explican los re- situación de no saber si las acciones de los demás se de-
sultados argumentando que las atribuciones externas de ben al prejuicio que sienten hacia ellos o a su propia
un fracaso (pensar que son los prejuicios del evaluador culpa. Así, los sujetos pueden autoculparse o bien hacer
los que han producido el fallo) tienen consecuencias po- atribuciones externas de un resultado negativo. La ambi-
sitivas para la autoestima de los grupos estigmatizados güedad atribucional suele ocurrir con mayor frecuencia
si se comparan con una atribución de tipo interno. Por lo en climas en los que prima lo políticamente correcto, es
tanto, según estos autores, el hecho de poder realizar decir, cuando existe prejuicio hacia un grupo concreto
una atribución al prejuicio del evaluador tiene conse- pero existen normas sociales que sancionan su manifes-
cuencias positivas siempre y cuando se compare con una tación abierta (Crandall, Eshleman y O’Brien, 2002;
atribución interna del fracaso (asumir la culpa del resul- Crandall y Eshleman, 2003). Existen muchas variables
tado negativo). Sin embargo, en el estigma de la obesi- que pueden influir en estas situaciones de ambigüedad
dad (Crocker, Cornwell y Major, 1993) se ha encontrado atribucional, y entre ellas cabe destacar la conciencia del
que las mujeres con sobrepeso ante un resultado negati- estigma. Esta especial sensibilidad a la estigmatización
vo (un juez haciendo un comentario sobre ellas) suelen o conciencia del estigma puede definirse como una ex-
echarse la culpa de esa evaluación no elogiosa a sí pectativa de ser estereotipado por la simple pertenencia
mismas antes que creer que se debe al prejuicio o la dis- grupal (Pinel, 1999). Pinel (2004) ha puesto de mani-
criminación (como hacían las mujeres con un peso nor- fiesto que la gente alta en conciencia del estigma tiene
mal). Este resultado indica que las mujeres con sobrepe- una mayor predisposición a hacer atribuciones a la dis-
so suelen atribuir los resultados negativos más a su peso criminación en este tipo de situaciones. El trabajo de
(ya que estiman que ese exceso de peso es debido a su Crocker et al. (1993) pone de manifiesto que las perso-
culpa) que realizar atribuciones externas, con las conse- nas obesas sufren de ambigüedad atribucional.
cuencias psicológicas que eso supone.
Para explicar por qué a algunos estigmatizados su
pertenencia grupal les marca negativamente, mientras 27.3.2. Identificación grupal
que a otros esa misma posesión de una identidad social
devaluada no les produce una autoestima baja, solo se La aportación de Major et al. (2002) es muy importante
puede hacer desde un modelo de estrés (Major, Quinton dentro del campo del estigma, ya que señalan que los
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 451
grupos discriminados disponen de mecanismos propios hipótesis con una serie de estudios. Así, por medio de
para afrontar los eventos negativos derivados de su ads- modelos de ecuaciones estructurales se ha puesto a prue-
cripción grupal que les permiten tener una salud psicoló- ba la tesis de que la percepción de discriminación contra
gica aceptable. Otro modelo alternativo (Branscombe, el propio grupo tiene efectos diferentes para el bienestar
Schmitt y Harvey, 1999) postula que los grupos estig- psicológico de hombres y mujeres (Schmitt, Branscom-
matizados pueden lograr sobrellevar el prejuicio no solo be, Kobrynowicz y Owen, 2002). Los resultados vienen
gracias al tipo de atribuciones realizadas, sino también a apoyar el modelo de rechazo-identificación, ya que de-
a través de la identificación con el grupo objeto de pre- muestran que la percepción de rechazo tiene consecuen-
juicio. La importancia de la identificación con el grupo cias negativas para el bienestar de los grupos estigmati-
radica en que esta permite a la persona estigmatizada zados (mujeres) pero no para el grupo privilegiado
obtener una serie de ventajas, como pueden ser la perte- (hombres). También se encontró que las mujeres afron-
nencia (saber que se pertenece a un grupo en que se es taban la amenaza que supone el verse discriminada, a
aceptado), el respeto de sus iguales (se obtiene el reco- través de la identificación con el grupo. Por el contrario,
nocimiento de sus propios pares) o la comprensión (se la discriminación no estaba relacionada con la identifi-
adquiere un visión del mundo compartida por otros cación entre el grupo de hombres. Es decir, según este
miembros). Todas estas funciones beneficiosas de la estudio, se encontró que las mujeres que estaban identi-
identidad social (Morales, 2007) permiten a la persona ficadas con su propio género lograban sobrellevar de
estigmatizada lograr sobrellevar las situaciones de pre- una forma mucho más adaptativa el prejuicio por temas
juicio y discriminación. de sexo que aquellas participantes para los cuales su
identidad de mujer no era importante. De hecho, en
Los autores mencionados (Branscombe et al., 1999) otros dos trabajos de estos autores (Schmitt, Branscom-
proponen que las atribuciones de un resultado negativo be y Postmes, 2003) se ha encontrado que las mujeres
al hecho de la discriminación o el prejuicio representan muestran peor salud mental cuando se encuentran en un
para el estigmatizado un rechazo por parte de los grupos contexto donde la discriminación siempre acaece que
dominantes, lo cual acaba teniendo un efecto directo y cuando la discriminación es rara u ocasional Así, las
negativo sobre el bienestar de los sujetos. Esas conse- mujeres que leían un informe en el cual se informaba
cuencias negativas para el bienestar psicológico del es- que el sexismo era un hecho más que presente en la so-
tigmatizado de percibirse objeto de discriminación pue- ciedad actual presentaban menos autoestima que aque-
den verse paliadas a través de la identificación con el llas personas que leían un fragmento donde se señalaba
grupo minoritario (Jetten, Branscombe, Schmitt y que la discriminación por tema de género era infrecuen-
Spears, 2001). Es decir, según este modelo, el hecho de te y rara.
percibir el prejuicio como algo estable y continuo tiene
consecuencias negativas para el sujeto y su bienestar
psicológico, independientemente de que un juicio parti- Además de probar el modelo de rechazo-identifica-
cular al prejuicio pueda tener efectos beneficiosos para ción con la mujer como grupo discriminado también
el estigmatizado, siendo la identificación grupal un posi- existen trabajos que han demostrado empíricamente que
es aplicable para otro tipo de colectivos. Así, Bourguig-
ble amortiguador del efecto negativo que pueda tener
sobre la autoestima la percepción de discriminación. Es- non, Seron e Yzerbyt (2006) en un estudio reciente en-
tas tesis defendidas por Branscombe et al. (1999) se co- cuentran que la discriminación personal percibida en un
nocen como el modelo de rechazo-identificación, ya que grupo de inmigrantes africanos (el estudio se realizó en
Bélgica) se asociaba con una peor autoestima, siendo la
se postula que son estas dos variables las que más se re-
lacionan con el bienestar de los grupos objetos de pre- identificación grupal la que se asociaba de forma positi-
juicio. Por ejemplo, en Estados Unidos existe una socie- va con el bienestar psicológico. Por lo tanto, de este tra-
dad denominada NAAFA (National Association to bajo se desprende una conclusión similar a la obtenida
Advanced Fat Acceptance) que busca a través de la por Branscombe et al. (1999), al hallar que la discrimi-
unión de los obesos lograr que la sociedad respete y nación se relaciona de forma negativa con el bienestar,
acepte a aquellas personas con un mayor peso, lo cual siendo la identificación grupal con el grupo de los inmi-
desde el punto de vista del modelo de Brascombe et al. grantes africanos la que produce un aumento de la
(1999) tendría consecuencias positivas para el bienestar autoestima. Otro trabajo (Postmes y Branscombe, 2002)
de este grupo de estigmatizados. que apoya este modelo concluye que los contextos más
segregados racialmente están más asociados con senti-
Los autores que se sitúan dentro del modelo de re- mientos de aceptación por el propio grupo (el grupo de
chazo-identificación han probado empíricamente sus los afroamericanos) y rechazo a los miembros del grupo
452 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

dominante (el grupo de las personas blancas). Además,


tanto la aceptación del propio grupo (sentirse aceptado 27.3.3. Efectos directos e indirectos
por personas afroamericanas) como el rechazo del grupo de la discriminación
dominante (el sentir hostilidad hacia personas blancas)
estaban relacionadas con la identificación grupal, la cual Como se ha comentado, tanto el modelo de Major et al.
determinaba su bienestar psicológico. Por lo tanto, estos (2002) como del Branscombe et al. (1999) han hecho
resultados sugieren que los ambientes que están segrega- grandes aportaciones al campo de la psicología del es-
dos ofrecen apoyo y aceptación por parte del propio gru- tigma. Así, estos modelos han venido a recalcar la impor-
po, logrando proteger la autoestima de posibles peligros, tancia de las atribuciones y de la identificación grupal a
como puede ser el rechazo de los otros grupos dominan- la hora de explicar por qué los grupos estigmatizados po-
tes. En esta misma línea de intentar probar el modelo de seen una salud psicológica aceptable. Otro modelo alter-
rechazo-identificación con diferentes colectivos, otros nativo es el de Stangor, Swim, Sechrist, DeCoster, Van
autores han examinado las consecuencias de percibir Allen y Ottenbreit (2003), que viene a mencionar una
discriminación por temas de edad para el bienestar y la distinción importante dentro del campo del estigma. Se-
identificación grupal (Garstka, Schmitt, Branscombe y gún estos autores existe diferencia entre discriminación
Hummert, 2004). directa e indirecta. La discriminación directa sería, por
ejemplo, cuando un afroamericano paga un alquiler más
Antes de entrar a desgranar las principales conclu- alto que un blanco o recibe peor asistencia sanitaria,
siones obtenidas del estudio de Gartsk et al. (2004) es mientras que la indirecta se produciría por el hecho de
importante señalar la dimensión temporal de la identidad autopercibirse como estigmatizado. Los efectos directos
social. Así, por ejemplo, el hecho de ser afroamericano pueden ocurrir sin el conocimiento del sujeto que es víc-
no varía con el tiempo y esa identidad siempre estará tima de la discriminación. Así, por ejemplo, muchos
disponible para la persona. Sin embargo otro tipo de afroamericanos desconocen el dato de que poseen una
identidades, como puede ser, por ejemplo, el ser joven o peor asistencia sanitaria. Para el caso de las obesidad, es
ser obeso, pueden modificarse durante el transcurso de un hecho demostrado por diversas investigaciones que la
los años. Así, con el paso del tiempo la identidad de jo- gente con exceso de peso sufre de discriminación y ex-
ven puede tornar en la identificación con el grupo de los clusión social. En el ámbito de la educación se ha com-
adultos, o bien encontrarnos casos de personas que al probado que los estudiantes con sobrepeso tienen más di-
haber perdido peso pasan a formar parte del grupo de las ficultades que el resto de personas para acceder a la
personas delgadas. Por lo tanto, lo que plantean estos educación superior (Crandall, 1991, 1995). En el tema la-
autores (Garstka et al., 2004) es que el modelo de recha- boral este colectivo también se ve estigmatizado, puesto
zo-identificación puede ser aplicado para las personas que algunas investigaciones ponen de manifiesto que
ancianas porque estas poseen un estatus bajo permanen- existe discriminación laboral por el peso en el propio
te pero que no se puede aplicar para el caso de los jóve- entorno del trabajo (Roehling, 1999) y en los procesos
nes cuyo estatus bajo es temporal (crecerán y serán de selección (Ding y Stiiiman, 2005; Kutcher y DeNico-
adultos con poder). Utilizando modelos de ecuaciones lis Bragger, 2004; Pingitore, Dugoni y Tindale, 1994).
estructurales, encontraron apoyo por la unión entre la Además, se ha comprobado en diversos estudios que las
discriminación percibida y bienestar en ancianos (no pa- personas obesas reciben salarios inferiores que las perso-
ra jóvenes), hallando que la identificación con el propio nas con un menor peso (Baum y Ford, 2004; Cawley y
grupo atenuaba parcialmente este hecho. Las diferencias Danzinger; 2005; Pagán y Dávila,1997). Sin embargo, y
encontradas entre jóvenes y ancianos se deben al hecho a pesar de que existen trabajos que demuestran que este
de que para los jóvenes es factible en cambiar de estatus colectivo suele sufrir discriminación, según este modelo
a medida que avance el tiempo. En el caso de nuestra (Stangor et al., 2003), puede que las personas que la su-
investigación, dado que estudiamos el estigma de la fren no la perciban como tal. Por el contrario la discri-
obesidad, estos últimos hallazgos son de especial rele- minación indirecta solo ocurre cuando el sujeto estima
vancia. Así, la persona obesa que percibe que tiene con- que está siendo discriminado por un estigma (o una ads-
trol sobre su peso (es decir, aspira a la movilidad social cripción grupal, el prejuicio, etc.). Un ejemplo claro de
ascendente al grupo de los delgados) se asemeja bastan- ello sería el fenómeno de la conciencia del estigma (Pi-
te a la condición de joven que sabe que con el tiempo nel, 1999, 2002; Pinel, Warner y Chua, 2005). Los estu-
alcanzará mayor estatus. Por el contrario, la persona dios de Stangor et al. (2003) muestran que existe una
obesa que no posee control sobre su propio peso se ase- correlación entre la percepción de discriminación y la
mejaría a la condición de persona anciana. mala salud psicológica.
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 453

27.4
Planteamiento de la investigación
Los modelos aquí reseñados muestran una serie de va- preponderante o no. Así, según Garstka et al. (2004) el
riables relevantes a la hora de explicar cómo los estig- modelo de rechazo-identificación de Brascombe et al.
matizados se enfrentan a situaciones de discriminación. (1999) no puede ser aplicado para el caso de los jóve-
En primer lugar, el modelo de Major et al. (2002) señala nes, ya que en ellos su estatus derogado es temporal.
la importancia de las atribuciones a la hora de determi- Haciendo un paralelismo para el caso de la obesidad,
nar la autoestima de los estigmatizados. Según estos aquellas personas que consideren que el estigma debi-
autores, el hecho de realizar un atribución externa pun- do a su peso es controlable no podrán lograr a través
tual de un suceso negativo de discriminación (echando de la identificación con el grupo un aumento de la
la culpa al prejuicio de las demás personas) en vez de autoestima.
hacer una atribución interna (falta de habilidad o capaci-
dad) tiene funciones protectoras para la autoestima. Los Sin embargo, no todas las situaciones de discrimina-
estigmatizados suelen hacer con más frecuencia este tipo ción a las que se enfrentan los estigmatizados son igua-
de atribuciones cuando los miembros de estos grupos les. De hecho, según Stangor et al. (2003), existe una di-
minoritarios tienen muy saliente que son un grupo que ferencia entre discriminación directa e indirecta. Según
continuamente se enfrenta al rechazo de los demás (Pi- estos autores, la discriminación directa no siempre es
nel, 2004). Es decir, una dimensión a tener en cuenta percibida por los agraviados. Así, por ejemplo, un obeso
para explicar por qué unos estigmatizados hacen atribu- podría estar sufriendo una situación de discriminación
ciones externas y otros no son las diferencias individua- por su peso en una entrevista laboral y no percatarse de
les en conciencia del estigma de los grupos minoritarios ello, ya que según estos autores el estigmatizado se pre-
(Pinel, 1999). gunta y se responde a sí mismo si lo que sucede es dis-
criminación o no. Este fue precisamente el supuesto al
Por otro lado el modelo de Branscombe et al. (1999)
que enfrentamos a los participantes de nuestro estudio
menciona que las situaciones de rechazo permanente a
para comprobar cómo afrontan este tipo de estigmatiza-
las que se enfrentan las minorías hacen que los estigma-
dos una situación de rechazo.
tizados tengan peor salud psicológica que otros grupos
mayoritarios. Sin embargo, una forma de lograr evitar Por lo tanto, dado que parece que existen tres varia-
tener menos autoestima es identificarse con el grupo de- bles relevantes, como son la conciencia del estigma, la
valuado, logrando de este modo aumentar el bienestar identificación grupal y el grado de control del estigma, a
psicológico. Por lo tanto, ante una misma situación de la hora de explicar cómo los estigmatizados se enfrentan
rechazo aquellos que se identifiquen más con su grupo a situaciones de discriminación elaboramos un diseño
minoritario tendrán mas oportunidades de afrontar una experimental que puso en juego a todas ellas. Así, opta-
situación estresante de forma adaptativa. Sin embargo, mos por realizar un diseño experimental entre sujetos 2
en función del grado de control que estimen que tienen (conciencia del estigma alta y baja) # 2 (identificación
de su propio estigma la identificación jugará un papel grupal alta y baja) # 2 (control del estigma alto y bajo).

27.5
Método

tre todos ellos, 57 eran hombres y 123 mujeres (siete no


27.5.1. Participantes especificaron su sexo), siendo la media de edad de nues-
tra muestra de 29,04 (DT % 10,77). Se trabajó con una
Los participantes fueron 187 alumnos de la UNED que muestra de personas no obesas, dado que investigacio-
participaron voluntariamente en la investigación. De en- nes precedentes (Batson, Chang y Orr, 2002) han de-
454 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

mostrado que es posible ponerse en el punto de vista de Tabla 27.1. Manipulación experimental.
una persona estigmatizada. Además, existen trabajos que
para estudiar la discriminación por el peso no solo utili- Condición experimental Texto
zan participantes obesos, sino que incluyen en sus mues- Control del estigma bajo Tiene un severo problema de
tras personas con pesos normales, ya que encuentran que obesidad debido a un enferme-
no es necesario ser obeso para haber sufrido alguna ex- Conciencia del estigma dad glandular. M. sabe que el
periencia de exclusión relativa al peso (Cossrow, Jeffery baja hecho de tener obesidad no
y McGuire, 2001). produce el rechazo de los de-
Identificación grupal baja más. M. no se siente bien por
pertenecer al grupo de los obe-
sos y no siente especial orgullo
27.5.2. Procedimiento por ser miembro de ese grupo.

La investigación se planteó como un estudio sobre em- Control del estigma alto Tiene un severo problema de
obesidad debido a que come en
patía (Batson, Polycarpou, Harmon-Jones, Imhoff, Mit-
Conciencia del estigma exceso y realiza poco ejercicio.
chener, Bedmar, Klein y Highberger, 1997). Así, se pe-
alta M. sabe que el hecho de tener
día a los participantes que trataran de ponerse en el obesidad produce el rechazo
lugar del personaje de una historia que iban a leer a con- Identificación grupal alta de los demás. M. se siente bien
tinuación para medir su grado de empatía. Se planteó por pertenecer al grupo de los
una situación de ambigüedad atribucional (Major et al., obesos y siente especial orgu-
2002) en la que la discriminación que sufría una persona llo por ser miembro de ese
obesa se podía atribuir tanto al prejuicio como a otro ti- grupo.
po de causas. Escogimos una situación de una entrevista
de trabajo, ya que la literatura pone de manifiesto que
los obesos sufren discriminación en los procesos de se-
lección de personal (Kutcher y DeNicolis Bragger, 27.5.3. Instrumentos
2004). Las manipulaciones de nuestras tres dimensiones
se realizaron teniendo en cuenta la teoría al respecto. En primer lugar los participantes respondieron a una se-
Así, para el caso del control del estigma nos guiamos rie de ítems relativos al grado de empatización que ha-
por los trabajos de Crandall y Cohen (1994), para la bían tenido con el personaje de la historia que habían
conciencia del estigma, por los trabajos de Pinel (1999), leído. Estos ítems servían para eliminar a aquellos parti-
y para la identificación grupal, por los trabajos de Has- cipantes que comunicaban que no se habían puesto en el
lam (2004). La historia que leyeron los participantes se lugar del otro. Es decir, estas preguntas tan solo servían
puede encontrar en el anexo. a un propósito de control, si bien no fueron tenidos en
Se comunicó a todos los participantes que se trataba cuenta para posteriores análisis. Los ítems se respondían
de la historia de una persona real para intentar que em- en una escala de tipo Likert que iba de 1 (nada) a 6
patizaran más con lo que leían. Se evitó mencionar el (mucho). Ejemplos de ítems serían los siguientes: «¿En
sexo del protagonista para evitar que pudiera haber al- qué medida te has identificado con M.?» y «¿en qué me-
gún tipo de sesgo en función del género. Dado que exis- dida has sentido lo que sentía M.?». El alpha resultante
tían ocho condiciones experimentales, se asignó aleato- (a % 0,70) indica que la fiabilidad es adecuada.
riamente a los participantes a cada una de ellas. En la
Tabla 27.1 se puede observar el texto que leyeron los
participantes en las diferentes condiciones experimen- 27.5.3.1. Ambigüedad atribucional
tales.
Posteriormente los participantes rellenaron las esca- A continuación los participantes respondieron a una se-
las de cuestionario. Cuando todos hubieron contestado rie de ítems relativos a los diferentes tipos de atribucio-
las preguntas, el investigador explicó el objetivo real de nes que se podían hacer en la situación de ambigüedad
la investigación. atribucional. Los ítems se respondían en una escala de
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 455
tipo Likert que iba de 1 (poco probable) a 6 (muy pro- chas cosas de las que estar orgulloso». El alpha resultan-
bable). Se trataba de cuatro ítems, basados en los traba- te (a % 0,85) indica que la fiabilidad es adecuada.
jos de Major et al. (2002). Según estos autores, cuando
los estigmatizados se enfrentan a una situación de ambi-
güedad atribucional pueden realizar cuatro tipos de atri-
buciones en función de la dimensiones personal/grupal y
27.5.3.3. Control de la manipulación
justificada/injustificada. Así, el ítem sobre la dimensión
personal justificada consistía en el siguiente enunciado: A continuación los participantes respondieron a una se-
«¿Crees que M. pensó que no había conseguido el traba- rie de ítems para controlar que la manipulación experi-
jo por su falta de capacidad?». En este caso se trataría mental había sido realizada correctamente. Se crearon
un total de cuatro ítems para cada una de las dimensio-
de una atribución interna de un evento negativo, en fun-
nes, como control de la manipulación. Por lo tanto, estos
ción de la identidad personal. Otro tipo de atribución se-
12 ítems tenían el objetivo de someter a prueba si ha-
ría la basada en la identidad personal e injustificada:
bían respondido a las preguntas precedentes teniendo en
«¿Crees que M. pensó que no había conseguido el traba-
cuenta las indicaciones de la las diferentes manipulacio-
jo por su falta de contactos en la empresa?». En este ca-
nes experimentales o no. Todos los ítems se respondían
so se trataría de una atribución externa referida a la en una escala de tipo Likert que iba de 1 (muy en desa-
identidad personal. Un tercer tipo de atribución es la que cuerdo) a 6 (completamente de acuerdo). Ejemplos de
ponen en juego el grupo y está justificada: «¿Crees que los cuatro ítems referidos al control sobre el estigma de
M. pensó que no había conseguido el trabajo porque la obesidad serían los siguientes: «El problema de obesi-
creía que una persona miembro del grupo de los obesos dad de M. se debe a que hace poco esfuerzo para subsa-
no podía desempeñar de modo satisfactorio ese em- narlo» y «el problema de obesidad de M. no desaparece-
pleo?». Aquí nos encontramos con una atribución inter- ría aunque pudiera hacer algo». El alpha resultante
na de un suceso negativo, pero esta vez achacable al (a % 0,68) indica que la fiabilidad es adecuada. Ejem-
grupo estigmatizado al que pertenece el personaje de la plos de los cuatro ítems referidos a la identificación con
historia. Por último, el cuarto ítem hacía referencia a la el grupo de los obesos serían los siguientes: «M. se sien-
dimensión grupal e injustificada: «¿Crees que M. pensó te muy identificado con el grupo de los obesos» y «para
que no había conseguido el trabajo por los prejuicios del M. un aspecto importante de su vida es el hecho de perte-
entrevistador hacia el grupo de los obesos?». En este úl- necer al grupo de los obesos». El alpha resultante
timo caso, se trata de una atribución externa basada en (a % 0,67) indica que la fiabilidad es adecuada. Ejemplos
la identidad social. de los cuatro ítems referidos a la conciencia del estigma
de la obesidad serían los siguientes: «M. sabe perfecta-
mente que la obesidad no es motivo de discriminación»
y «M. sabe que a las personas obesas se las prejuzga
27.5.3.2. Autoestima con facilidad». El alpha resultante (a % 0,63) indica que
la fiabilidad es adecuada.
Posteriormente los participantes respondieron a una se-
rie de ítems relativos a la autoestima que supondrían
que tendría el personaje de la historia después de haber
sufrido el rechazo. Se instó a los participantes a que res- 27.5.3.4. Datos personales
pondieran a tales cuestiones poniéndose en el lugar del
personaje del que habían leído la historia. Se utilizó la Los participantes también respondieron a una serie de
escala de autoestima de Rosenberg (1989) en su versión cuestiones referidas a datos sociodemográficos, como
española (Chorot y Navas, 1995). Los ítems se respon- edad, sexo o nivel de estudios. Por último, incluimos un
dían en una escala de tipo Likert que iba de 1 (muy en ítem referido al peso de los participantes. Este ítem nos
desacuerdo) a 6 (completamente de acuerdo). Se trataba sirvió para eliminar a aquellos participantes que estima-
de 10 ítems, de los que pueden valer como ejemplo los ban que tenían sobrepeso para de este modo evitar la
que se proponen a continuación: «Me gustaría sentir posible influencia del peso de los participantes en las
más respeto por mí mismo» y «siento que no tengo mu- respuestas acerca del personaje de la historia.
456 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

27.6
Resultados

27.6.1. Control de la manipulación 27.6.2. Diferencias en autoestima


y tipos de atribución
Se realizó una prueba t para comprobar si en función del
control (bajo vs alto) las puntaciones en la responsabili- A continuación hicimos un análisis de varianza multiva-
dad otorgada al personaje de la historia que habían leído riado utilizando como variables independientes las tres
variaban o no. Así, en el grupo de control bajo (el per- condiciones experimentales (identidad social, conciencia
sonaje sufre obesidad por una enfermedad glandular) la y control del estigma) y como variables dependientes la
media en responsabilidad otorgada es menor (M % 2,86) autoestima y los cuatro tipos de atribución.
que en el grupo de control alto (M % 4,22), donde se les En primer lugar se detecta un efecto principal de
dijo que el personaje era obeso porque comía en exceso la conciencia del estigma sobre la atribución al pre-
y hacía poco ejercicio. Las diferencias encontradas fue- juicio (F (179) % 11,07; p a 0,00) y en la autoestima
ron estadísticamente significativas (t (175) % .10,165, (F (179) % 6,13; p a 0,01). Los resultados encontrados
p a 0,00), lo que indica que la manipulación experi- pusieron de manifiesto que cuando el personaje de la
mental fue realizada correctamente para el caso del historia poseía una conciencia del estigma alta presenta-
control. ba una media superior (M % 4,71) en las atribuciones a
Posteriormente se realizó una prueba t para compro- los prejuicios del entrevistador (atribución grupal injus-
bar si en función de la conciencia del estigma (baja vs tificada) que cuando poseía una conciencia del estigma
alta) las puntaciones en el grado de discriminación per- baja (M % 4,17). Este resultado pone de manifiesto que
cibida por el personaje de la historia variaban o no. Así, aquellas personas que tienen una conciencia del estigma
en el grupo de conciencia de estigma baja (el personaje alta ante un evento negativo realizan más atribuciones al
cree que la obesidad no es motivo de discriminación) prejuicio del evaluador. Por otro lado, otro hallazgo fue
la media en discriminación percibida fue menor que las personas con una conciencia del estigma alta
presentaron una media menor en autoestima (M % 4,27)
(M % 4,11) que en el grupo de conciencia del estigma
que aquellos con una conciencia del estigma baja
alta (M % 4,57), donde se les dijo que el personaje creía
(M % 4,68). Este resultado indica que aquellas personas
que su estigma era motivo suficiente para causar el pre-
que tienen en mente que por su estigma sufren el recha-
juicio. Las diferencias encontradas fueron estadística-
zo de los demás poseen menos autoestima que aquellas
mente significativas (t (176) % 2,907, p a 0,004), lo
personas que no creen que la discriminación les afecte a
que indica que la manipulación experimental fue reali- ellos personalmente. En la Figura 27.1 se puede com-
zada correctamente para el caso de la conciencia del probar la relación existente entre la atribución al pre-
estigma. juicio y la autoestima es de carácter negativo. De he-
Por último se realizó una prueba t para comprobar si cho, se encontró una correlación de Pearson negativa
en función de la identificación grupal (baja vs alta) las (r(179) % .0,24, p a 0,00) entre autoestima y la atri-
puntaciones en el grado de unión con los obesos varia- bución a la discriminación.
ban o no. Así, en el grupo de identificación grupal baja En siguiente lugar se detecta un efecto principal de
(el personaje no está identificado con los obesos) la me- la identidad social sobre la atribución al prejuicio
dia en unión con los obesos fue menor (M % 4,22) que (F (179)%3,70; pa0,05) y en la autoestima (F (179) %
en el grupo de identificación grupal alta (M % 4,71), % 34,44; p a 0,00). Los resultados encontrados pusie-
donde se les dijo que el personaje estaba muy identifica- ron de manifiesto que cuando el personaje de la historia
do con el grupo de los obesos. Las diferencias encontra- poseía una identificación con el grupo alta presentaba
das fueron estadísticamente significativas (t (174) % una media inferior (M % 4,23) en las atribuciones a la
% 2,959, p a 0,004), lo que indica que la manipulación discriminación (atribución grupal injustificada) que
experimental fue realizada correctamente para el caso de cuando poseía una identificación con el grupo baja
la identificación grupal. (M % 4,65). Este resultado nos indica que aquellas per-
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 457

FIGURA 27.1. Atribución al prejuicio y autoestima en altos FIGURA 27.2. Atribución al prejuicio y autoestima en altos
y bajos en conciencia del estigma. y bajos en identificación con el grupo.

Tabla 27.2. ANOVA con la identidad,


sonas que tienen una identificación alta ante un evento conciencia y control del estigma como VIs
negativo realizan menos atribuciones al prejuicio del y la atribución grupal justificada como VD.
evaluador. Por otro lado, otro hallazgo fue que cuando
el personaje tenía una identificación con el grupo alta VIs N Media
presentaba una media mayor en autoestima (M % 4,83)
que aquellos con una identificación con el grupo baja C-bajo, E-alto, I-Alto* 25 2,88
(M % 4,12). Este resultado avala la idea de que aquellas C-alto, E-alto, I-Alto 23 4,26
personas que se identifican con su grupo de personas re-
chazadas poseen más autoestima que aquellas personas C-bajo, E-bajo, I-Alto 25 3,64
que no se identifican con su grupo minoritario. En la Fi-
gura 27.2 se puede comprobar la relación negativa exis- C-alto, E-bajo, I-Alto 20 3,25
tente entre la atribución a la discriminación y la autoes- C-bajo, E-alto, I-bajo 25 4,40
tima para el caso de la identificación grupal.
C-alto, E-alto, I-bajo 21 3,43
Por último se detectó un efecto principal de la interac-
C-bajo, E-bajo, I-bajo 22 3,59
ción entre identidad social, conciencia del estigma y
control del peso sobre la atribución grupal justificada C-alto, E-bajo, I-bajo 24 4,04
(F (179)%6,73; pa0,01) y en la autoestima (F (179) %
* C%Control; E%Conciencia del estigma; I%Identificación grupal.
% 3,72; p a 0,05). Como se puede comprobar en la Ta-
bla 27.2, las personas que hacen más atribuciones grupa-
les justificadas (es decir, «no me han cogido en la entre- También se detectó un efecto principal para la
vista de trabajo porque mi grupo, el de los obesos, es autoestima. Observando la Tabla 27.3 se puede compro-
inútil para realizar el trabajo de forma adecuada») son bar que las personas que tienen mayor autoestima son
aquellos que poseen un control alto del peso, una con- aquellas que tienen alta la controlabilidad sobre el peso,
ciencia del estigma alta y una identificación con el gru- que consideran que por su estigma no son rechazadas y
po baja. Por el contrario, aquellos que hacen este tipo de además se identifican en gran medida con el grupo de
atribución con menor frecuencia son los que tiene un las personas de un mayor peso. Por otro lado se observa
control bajo del peso, una conciencia del estigma alta y que las personas que poseen una menor autoestima son
una identificación grupal alta. aquellas que tiene poco control sobre su peso, tienen
458 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

una percepción alta de que el exceso de peso produce


rechazo en los demás y además se identifican poco con 27.6.3. El modelo de Crocker
el grupo de los obesos. En la Figura 27.3 se puede ob- y Major (1989)
servar la relación negativa entre las variables de autoes-
tima y atribución grupal justificada. De hecho, se encon- Con el objetivo de comprobar de si hacer una atribución
tró una correlación de Pearson negativa (r (179)%.0,39, al prejuicio tiene efectos positivos para la autoestima se
pa0,00) entre autoestima y la atribución grupal justifi- realizó una prueba t entre las personas que habían elegi-
cada. do la opción de la atribución al prejuicio con una mayor
probabilidad y aquellos que lo hicieron pero para la falta
de capacidad (atribución interna o atribución personal
Tabla 27.3. ANOVA con la identidad, justificada). Para ello, seleccionamos a los participantes
conciencia y control del estigma como VIs con mayor puntuación en esos ítems (cuartil 4), tanto
y la autoestima VD. para el caso de la atribución al prejuicio como para el
caso de la atribución interna. Según Crocker y Major,
VIs N Media
(1989) hacer una atribución al prejuicio tiene conse-
1. C-bajo, E-alto, I-Alto* 24 4,97 cuencias más positivas para la autoestima que hacer una
atribución interna de un fracaso. Así, en nuestra muestra
2. C-alto, E-alto, I-Alto 22 4,33 no encontramos precisamente esa tendencia, ya que si
3. C-bajo, E-bajo, I-Alto 24 4,97 bien la prueba t no fue significativa (t (132) % 1,20,
p b 0,23) la media del grupo que hacía con mayor pro-
4. C-alto, E-bajo, I-Alto 20 5,08 babilidad atribuciones a la falta de habilidad ante un
evento negativo presentaba una media más alta en
5. C-bajo, E-alto, I-bajo 25 3,83 autoestima (M % 4,79) que aquellas personas que daban
6. C-alto, E-alto, I-bajo 21 4,04 mayor probabilidad al hecho de que el evento negativo
se debiera al prejuicio del evaluador (M % 4,49). Por lo
7. C-bajo, E-bajo, I-bajo 22 4,37 tanto, a raíz de los resultados encontrados podemos
decir que la hipótesis de Crocker y Major (1989) no se
8. C-alto, E-bajo, I-bajo 24 4,31 cumple para el caso de nuestra muestra.
* C%Control; E%Conciencia del estigma; I%Identificación grupal.

27.6.4. El modelo de Gartska


et al. (2004)
Con el propósito de comprobar si el modelo de Gartska
et al. (2004) era aplicable para el caso de la obesidad
decidimos realizar un path análisis con el software
AMOS en su versión 4.0. (Arbuckle, 1994). Trabajamos
con dos grupos, altos y bajos en control (mediante los
cuartiles 1 y 4). Según este modelo, los altos en control
no se beneficiarían de las consecuencias positivas de la
identificación grupal, ya que perciben las barreras entre
grupos como permeables (creen que es fácil perder peso,
y por tanto llegar a pertenecer al grupo de los delgados).
Por el contrario, los bajos en control al asumir su perte-
nencia al grupo minoritario sí podrían mejorar su
autoestima gracias a la identificación grupal.
Nuestro primer modelo fue para aquellas personas
que se atribuían un control alto. Como variables de per-
FIGURA 27.3. Atribución grupal justificada y autoestima cepción de discriminación incluimos las atribuciones
en las diferentes condiciones experimentales. internas y basadas en la identidad social (grupal justifi-
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 459
cada) y las externas basadas en la identidad social (gru- que fueron satisfactorios [s2 (2) % 0,10, p % 0,95;
pal injustificada), ya que ambas habían mostrado en los CFI % 1,00; NFI % 0,99; RMSEA % 0,00]. Así, para los
análisis previos una relación negativa con la autoestima. sujetos con un control bajo sobre el estigma el modelo
También se incluyeron la variable identidad social y logró un ajuste aceptable (valores comprendidos entre
autoestima (Figura 27.4) para intentar replicar el modelo 0,95 y 1 para el CFI y el NFI, según Bentler, 1990, y
de Gasrstka et al. (2004). Los índices de bondad de valores menores de 0,05 para el RMSEA, según Browne
ajuste obtenidos para este modelo no fueron satisfacto- y Cudek, 1993). Como se puede ver en la Figura 27.5,
rios [s2 (2) % 2,47, p % 0,29; CFI (Comparative Fit In- se cumplen los supuestos del modelo de Gartska et al.
dex) % 0,92; NFI (Normed Fit Index) % 0,82; RMSEA (2004), ya que el análisis path solo ajusta de forma sa-
(Residual Mean Squared Error Aproximation) % 0,07]. En tisfactoria cuando el grupo posee un control bajo del es-
resumen, cabe decir que el modelo no ajustaba para las tigma. Es decir, según los resultados encontrados solo
sujetos de control alto. aquellos obesos que perciban que no tienen capacidad
A continuación trabajamos para los sujetos con un de control sobre su propio peso podrán beneficiarse de
control bajo del estigma de la obesidad. Los índices de los efectos positivos para la autoestima que tiene la
bondad de ajuste obtenidos para este segundo modelo sí identificación con el grupo.

FIGURA 27.4. Análisis path para el grupo de control FIGURA 27.5. Análisis path para el grupo de control
sobre el peso alto. sobre el peso bajo.

27.7
Discusión
Los resultados encontrados ponen de manifiesto que la la obesidad y que las predicciones hechas para el caso
conciencia del estigma se relaciona de forma positiva de la edad son similares para el sobrepeso. Así, solo
con las atribuciones al prejuicio y de forma negativa con aquellos que percibían un control bajo sobre el estigma
la autoestima. Un segundo resultado interesante es que de la obesidad se beneficiaban de los efectos positivos
la identificación juega un papel importante en la deter- de la identificación grupal.
minación de la autoestima y que esta se relaciona de
forma negativa con las atribuciones grupales injustifica-
das. En tercer lugar, nuestros resultados no avalan los
hallazgos de Major y Crocker (1989), al no haber en- 27.7.1. Conciencia del estigma
contrado que la autoestima de las personas que atri-
buyen un resultado negativo con mayor probabilidad al Los resultados encontrados avalan la idea de que la va-
prejuicio del evaluador sea mayor que aquellas que rea- riable conciencia del estigma (Pinel, 1999) se relacio-
lizan una atribución interna del fracaso. En cuarto y últi- na con las atribuciones realizadas a la discriminación
mo lugar, hemos encontrado que el modelo de Gartska (Crocker y Major, 1989). Así, cuando para una persona
et al. (2004) es perfectamente aplicable para el caso de es muy saliente la información de que las personas del
460 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

exogrupo poseen prejuicios y estereotipos acerca de su llas personas que poseen una identificación con el grupo
propio grupo minoritario al enfrentarse a una situación minoritario más fuerte realizan con menor frecuencia
de ambigüedad atribucional tienen más posibilidades de atribuciones externas basadas en la identidad social
hacer una atribución grupal injustificada. Este hallazgo (grupal injustificada).
es similar al resultado encontrado por Pinel reciente-
mente (2004) en el que se ponía de manifiesto que las
personas con una puntuación alta en una escala sobre
conciencia del estigma realizaban con mayor frecuencia 27.7.3. El modelo de Crocker
este tipo de atribuciones. Por otro lado, se ha encontrado y Major (1989)
una relación negativa entre conciencia del estigma y
autoestima, es decir, aquellas personas que piensan me- También hemos encontrado que uno de los mecanismos
nos que son objeto de discriminación poseen una mejor de afrontamiento propios de los grupos estigmatizados
salud psicológica. Este resultado es congruente con lo del modelo de Crocker y Major (1989) no tiene conse-
encontrado en el trabajo de Pinel (2004), en el que se cuencias positivas para la salud psicológica de los
obtuvo que las mujeres que poseían puntuaciones altas miembros minoritarios. Según estas autoras, el hecho
en esta escala tenían peor autoestima que aquellas muje- de hacer una atribución externa basada en los prejui-
res con poca conciencia del estigma. En el caso de ese cios de un evaluador que realiza un juicio negativo tiene
estudio, el colectivo estigmatizado se trataba de la mu- consecuencias positivas para el bienestar psicológico de
jer, y aunque en nuestra investigación hemos trabajado las personas de grupos con un estatus bajo si se compara
con obesos, hemos encontrado unos resultados bastante con una atribución interna de esa valoración negativa.
parecidos, lo que nos indica que los procesos de afronta- Por el contrario, nuestros resultados van en la línea
miento ante situaciones de discriminación son similares opuesta, puesto que aquellas personas con puntuaciones
entre diferentes grupos de estigmatizados. más altas en el ítem acerca de la probabilidad de que
hubieran sufrido una discriminación en la situación de
ambigüedad atribucional por los prejuicios del entrevis-
tador poseían menos autoestima que los que hacían una
27.7.2. Identificación grupal atribución interna del fracaso (falta de capacidad para
desempeñar correctamente el puesto de trabajo). Este
Otro resultado interesante es que la variable de la identi- hallazgo tan solo sería congruente con la línea de traba-
ficación grupal tiene un papel muy relevante a la hora jo de Branscombe et al. (1999), que postula que la dis-
de explicar porque los grupos estigmatizados no tienen criminación percibida tiene un efecto negativo sobre la
peor salud psicológica que los grupos mayoritarios. La salud y el bienestar de los grupos estigmatizados. Así,
teoría de la identidad social (Tajfel y Turner, 1986) pos- nuestros resultados dan más apoyo empírico al modelo
tula que un aspecto importante para el sujeto son sus de Brasncombe et al. (1999) que al de Crocker y Major
afiliaciones grupales. En el caso de los grupos estigmati- (1989).
zados se esperaría encontrar una menor autoestima en
aquellos grupos cuya identidad social fuera negativa, de-
bido a esa valoración que se hace de su adscripción gru-
pal. Sin embargo, el trabajo clásico de Crocker y Major 27.7.4. El modelo de Gartska
(1989) puso de manifiesto que la pertenencia a un grupo et al. (2004)
derogado permite tener una serie de beneficios deriva-
dos de unas estrategias de afrontamiento propias de este El modelo de Gartska et al. (2004) postulaba que el gra-
tipo de grupos. Una de esas especiales disposiciones de do de control sobre el estigma ejercía un papel crucial a
las personas que pertenecen a los grupos estigmatizados la hora de explicar por qué algunos grupos se podían be-
es la identificación grupal (Branscombe et al., 1999). neficiar de las cualidades positivas de la identificación
Según el modelo del rechazo-identificación a través de con el grupo y otros no. Según estos autores, el hecho
la identificación con los miembros de los grupos con un de percibir que se tiene control sobre el estigma hace
menor estatus, los estigmatizados logran afrontar la dis- que las barreras entre los grupos sean vistas como más
criminación percibida. En nuestra muestra, hemos en- permeables, mientras que pensar que el estigma es in-
contrado precisamente esa relación, ya que a mayor controlable hace que la movilidad social ascendente sea
identificación grupal, mayor era la autoestima hallada. vea prácticamente inalcanzable. Nuestros análisis path
Del mismo modo, también se ha encontrado que aque- indican que las predicciones del modelo aplicado para la
Capítulo 27. IDENTIFICACIÓN GRUPAL Y DISCRIMINACIÓN EN LA OBESIDAD 461
edad también son significativas para el caso del peso. que se producía al captar la discriminación existente.
Así, cuando el personaje de la historia poseía control so- Por lo tanto, encontramos de nuevo unos procesos de
bre su propio peso la identificación grupal no se relacio- afrontamiento similares para diferentes tipos de estig-
naba de forma positiva con la autoestima, mientras que mas, lo que nos indica que la manera de sobrellevar la
cuando el control era bajo la variable de la identidad so- discriminación y la exclusión entre los diferentes grupos
cial si era relevante para paliar la merma de autoestima minoritarios viene a ser parecida.

27.8
Conclusiones
A modo de conclusión se puede decir que las tres varia- das por su exceso de peso, sería conveniente probar si
bles tenidas en cuenta en nuestro estudio, control sobre los resultados encontrados en este trabajo se pueden re-
el peso, identificación con el grupo y la conciencia so- plicar pero esta vez con una muestra de obesos, para
bre el propio estigma, han mostrado tener una relación comprobar si estas relaciones halladas se repiten. Por lo
importante con la salud psicológica de los miembros de tanto, dado que existe esta limitación metodológica de
los grupos minoritarios. Debido a las importantes deri- haber contado con una muestra de personas no obesas,
vaciones prácticas que de ello se desprende cabría seguir futuras investigaciones deberán tratar de estudiar estas
realizando estudios que sigan poniendo en claro las rela- variables u otras similares con una muestra de población
ciones entre todas ellas. Dado que este estudio se ha rea- con exceso de peso.
lizado con personas que realmente no están estigmatiza-

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464 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ANEXO
M. es una persona de 25 años, con una licenciatura en tanto carecía de experiencia en ese sector. Posterior-
Ciencias Empresariales y con un master en Dirección de mente el entrevistador fue haciendo una serie de cuestio-
Empresas. Después de haber acabado su formación aca- nes acerca de la motivación para trabajar en la empresa
démica, intentaba acceder al mercado laboral, por lo que y sobre sus metas en la vida. Finalmente el entrevistador
empezó a mandar curriculos a diferentes empresas. Al preguntó si sabía las funciones que tendría que desem-
poco de tiempo de empezar a hacer una búsqueda activa peñar en ese puesto. M. asintió. El entrevistador dijo
de empleo, consiguió una cita para realizar una entrevis- que era un trabajo en el que el trato con el cliente era
ta. Se puso la ropa más elegante que encontró en el ar- primordial y que por lo tanto causar una buena impre-
mario y acudió a ella. El puesto de trabajo que estaba sión era fundamental. El entrevistador miraba continua-
vacante era en el departamento de clientes de una im- mente a M. y anotaba cosas en una hoja. Después de
portante empresa relacionada con la asesoría. M. acudió acabar las preguntas, el entrevistador comunicó a M.
al lugar concertado previamente y se presentó cordial- que no respondía al perfil que estaban buscando en su
mente al entrevistador. El entrevistador manifestó cierto empresa. M. sintió una fuerte decepción y le preguntó el
asombro al ver a M., pero en todo momento fue amable porqué de tal decisión, argumentando el entrevistador
y cordial, haciendo alguna pequeña broma para eliminar que la ausencia de experiencia previa y el hecho de sa-
la tensión propia de una entrevista de trabajo. En la en- ber tan pocos idiomas habían sido dos de los factores
trevista preguntaron acerca de su formación académica y que más habían pesado a la hora de tomar la decisión.
M. sacó a relucir su gran expediente. También pregunta- El entrevistador agradeció a M. su tiempo y le comuni-
ron acerca de los idiomas que conocía, y M. confesó que có que esperaba que en el futuro, una vez que hubiera
solamente sabía inglés. El entrevistador asintió con la logrado tener algo de experiencia en el sector y hubiera
cabeza y preguntó acerca de la experiencia que poseía aprendido ciertos idiomas, vitales para la comunicación
en algún puesto al similar al que optaba. M. reconoció con algunos clientes, volviera a presentarse para el
que este sería su primer puesto de trabajo y que por lo puesto.
466 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

28.1
Introducción
El presente capítulo recoge los planteamientos teóricos y este campo se interesan por los fenómenos sociopsicoló-
metodológicos más importantes, así como los principa- gicos que se producen cuando las personas o grupos
les resultados y conclusiones obtenidos en varias inves- abandonan su sociedad de origen para instalarse en una
tigaciones realizadas en diversos lugares de Andalucía nueva y, de esta forma, entran en contacto con los
(especialmente en la provincia de Almería) sobre el pro- miembros de la sociedad de acogida (Sabatier y Berry,
ceso de aculturación de diversos colectivos de inmi- 1996). Las investigaciones que presentamos en este ca-
grantes (magrebíes, subsaharianos, rumanos y ecuatoria- pítulo se centran precisamente en el segundo aspecto,
nos)1. En todos los casos se han tenido en cuenta pero incorporando también la perspectiva de la sociedad
también las percepciones y preferencias que los autócto- de acogida y estudiando los efectos de la interacción en-
nos tienen sobre dicho proceso de aculturación. Las in- tre ambas poblaciones. Por ello, la orientación predomi-
vestigaciones se enmarcan en el estudio de las relacio- nante en las investigaciones es la psicosocial, cuyo obje-
nes interétnicas desde la psicología transcultural, pero to de estudio y unidad de análisis es precisamente la
también desde una perspectiva multidisciplinar, respon- interacción entre los procesos psicológicos individuales
diendo así a la composición del grupo de investigación y los fenómenos sociales.
que las ha llevado a cabo (Colectivo Interdisciplinar de Comenzaremos el capítulo situando las investigacio-
Estudios Sociales [CIES])2. nes en el contexto de la inmigración como un fenómeno
A caballo entre la psicología y la antropología, la estructural en nuestro país y describiendo el marco teóri-
psicología transcultural se dedica, por una parte, a des- co de partida para estudiar el proceso de aculturación.
cribir y comprender la influencia de los factores cultura- Posteriormente comentaremos los aspectos metodológi-
les en el desarrollo del comportamiento humano y, por cos de las investigaciones y sus principales resultados,
otra, a analizar la adaptación psicológica de los indivi- para finalizar discutiendo algunas de las conclusiones al-
duos cuando cambian de cultura. Los investigadores de canzadas.

1 2
Las investigaciones que se resumen aquí son parte de varios Los integrantes del Colectivo Interdisciplinar de Estudios Socia-
proyectos financiados por distintas entidades llevados a cabo por los les que han participado en las investigaciones resumidas en este capí-
investigadores integrantes del Colectivo Interdisciplinar de Estudios tulo son, por orden alfabético, Matilde Asensio (metodología de las
Sociales (CIES). Concretamente, se trata del proyecto Relaciones ciencias del comportamiento), Isabel Cuadrado (psicología social),
interétnicas y estrategias de aculturación en zonas de alta recepción Juan S. Fernández-Prados (sociología), M.a Carmen García (psicología
de inmigrantes: sus consecuencias sobre el racismo y la xenofobia (re- social), Carmen Gómez-Berrocal (psicología social), Frederique
ferencia SEC99-0425), financiado por el Ministerio de Educación y Guilbot (ciencias económicas), Gonzalo Mazuela (ciencias de la in-
Cultura (Plan Nacional I!D) y desarrollado durante tres años (1999- formación), Marisol Navas (psicología social), Pablo Pumares (geo-
2002); el proyecto titulado Actitudes de aculturación y prejuicio en grafía humana), Antonio J. Rojas (metodología de las ciencias del
nuevos colectivos de inmigrantes y autóctonos (referencia 2005/270), comportamiento) y Juan Sánchez-Miranda (humanidades).
financiado por la Consejería de Gobernación (Dirección General de
Políticas Migratorias) de la Junta de Andalucía y desarrollado durante
un año (2005-2006), y el proyecto titulado Inmigración, prejuicio y
aculturación: la perspectiva de inmigrantes y autóctonos en diferentes
poblaciones receptoras del Mediterráneo (referencia SEJ2004-07369/
PSIC), financiado por el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Plan Na-
cional I!D!i), durante tres años (2004-2007).
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 467

28.2
La inmigración: un fenómeno estructural
El fenómeno de la inmigración, por la magnitud y rapi- quíes representaban el 18,26% de los extranjeros y los
dez con la que se está produciendo, está desbordando en comunitarios superaban el 55%. Sin embargo, en los
los últimos tiempos tanto al propio Estado como a las años siguientes el peso de estos últimos se ha ido redu-
poblaciones de acogida, y se espera que el ritmo de cre- ciendo, aunque constituyen el 2,1% de la población de
cimiento se mantenga a medio plazo. Además, el perfil Andalucía y más de un tercio de sus extranjeros. Esto es
de las personas que llegan en busca de trabajo se trans- debido a que, como ha ocurrido en el conjunto de Espa-
forma cada vez más en el de personas que van a perma- ña, los orígenes se han diversificado y han irrumpido
necer en el país durante un largo período de tiempo y con fuerza otras nacionalidades de países latinoamerica-
que, incluso, en muchos casos, nunca van a regresar a nos y de Europa del Este, que han ganado progresiva-
sus países de origen. Estas personas, que se están impli- mente terreno. Así, en Andalucía el 13,9% de los
cando cada vez más en procesos de reagrupación fami- extranjeros empadronados en 2006 procede de Europa
liar y que tendrán progresivamente una mayor fuerza y del Este no comunitaria y el 23% de Latinoamérica. Al-
representatividad social, forman ya parte activa de nues- mería, con un 20% y un 16,1% de estas poblaciones res-
tra sociedad. En consecuencia, resulta trascendental ana- pectivamente, no se ha quedado al margen de esta ten-
lizar en qué términos se está produciendo su incorpora- dencia (fuente: padrón). Este hecho, junto con los
ción y cómo se puede actuar para que, efectivamente, se cambios en las relaciones intergrupales y la conflictivi-
lleve a cabo de la manera deseada o, al menos, se en- dad potencial que esto supone, justifica, a nuestro juicio,
cuentren fórmulas que permitan el consenso y faciliten la necesidad de analizar los procesos de adaptación de
la convivencia entre los grupos implicados. los distintos grupos y las actitudes que la población
autóctona manifiesta hacia ellos.
La situación geográfica de España como puerta de
Europa para los países africanos ha hecho de nuestro En esta necesidad se fundamenta el objetivo funda-
país una zona a la que cada vez —y especialmente des- mental de nuestro trabajo, que ha sido doble. Por una
de mediados de los años 90— llegan más inmigrantes. parte, conocer las actitudes y estrategias de aculturación
En este momento, España es el país europeo con mayor preferidas y finalmente puestas en prácticas por varios
número de inmigrantes (aproximadamente un 10% de su colectivos de inmigrantes; por otra, conocer cuáles son
población) y el más multiétnico después de Estados Uni- las estrategias de aculturación que los autóctonos perci-
dos (II Anuario de la comunicación del inmigrante en ben que están poniendo en práctica los inmigrantes y
España, 2007). Su procedencia es muy diversa (África, cuáles les gustaría que utilizaran en la sociedad de aco-
Latinoamérica y Europa del Este, entre otros). Si bien gida; es decir, estudiar el proceso de aculturación que se
Marruecos sigue siendo el principal país de origen, en está desarrollando en la provincia de Almería y, en ge-
los últimos años estamos asistiendo a la llegada de nue- neral, en Andalucía, como consecuencia del contacto en-
vas poblaciones inmigrantes procedentes especialmente tre ambas poblaciones. Todo ello con una finalidad cla-
de países del este europeo (Rumanía, Bulgaria, Ucrania ra: profundizar en el conocimiento de las relaciones
y Rusia, principalmente) y de Latinoamérica (Ecuador, entre inmigrantes y autóctonos, determinar el peso y la
Argentina y Colombia, principalmente). influencia de los distintos factores que afectan a esas re-
laciones y, sobre todo, transferir los resultados obtenidos
A lo largo de los últimos años, Andalucía, tierra de a las instituciones encargadas de diseñar y aplicar medi-
emigración por excelencia durante la mayor parte del si- das de intervención social adecuadas y de arbitrar fór-
glo pasado, se ha convertido en receptora de notables mulas que permitan el consenso y faciliten la conviven-
flujos migratorios procedentes del extranjero. Tomando cia intergrupal.
como referencia el año 2000, la población extranjera ha
pasado de suponer el 1,76% de la población andaluza a Para llevar a cabo nuestros objetivos hemos utilizado
un 6,13% a comienzos de 2006 (fuente: padrón). Tradi- como marco teórico de partida un nuevo modelo de
cionalmente, los dos grupos principales de extranjeros, aculturación (Modelo Ampliado de Aculturación Relati-
según su nacionalidad, eran los marroquíes y los euro- va, MAAR; Navas, Pumares, Sánchez-Miranda, García,
peos comunitarios. A comienzos de 2000, los marro- Rojas, Cuadrado, Asensio y Fernández-Prados, 2004; y
468 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Navas, García, Sánchez, Rojas, Pumares y Fernández, y a población autóctona, con el fin de extender sus pre-
2005), que ha sido aplicado en diferentes investigacio- dicciones. Pero antes de hablar del MAAR definiremos
nes en la provincia de Almería con inmigrantes africa- brevemente el concepto de aculturación y comentaremos
nos (magrebíes y subsaharianos) y población autóctona, los modelos teóricos más importantes en los que se basa
así como en otras zonas de Andalucía estudiando a nue- nuestro modelo.
vos colectivos de inmigrantes (rumanos y ecuatorianos)3

28.3
Definición de aculturación
La aculturación, en su sentido más popular y clásico, ha- diense Berry y sus colaboradores, tanto por su carácter
ce referencia a los fenómenos que resultan de un contac- pionero en este campo como por la importancia e in-
to continuo y directo entre grupos de individuos que tie- fluencia que su modelo de aculturación (Berry, Kim, Po-
nen culturas diferentes, con los subsecuentes cambios en wer, Young y Bujaki, 1989; Berry, 1990, 1997, 2001,
los patrones culturales originales de uno o ambos gru- 2003) ha tenido y tiene en la teoría e investigación en
pos (Redfield, Linton y Herskovits, 1936, p. 149). Esta este campo, no solo en Canadá y Estados Unidos, sino
definición, enmarcada en una perspectiva antropológica también en Europa. Así, Berry (1990, p. 460) define la
o sociológica, centrada en los cambios ecológicos, cultu- aculturación psicológica como el proceso mediante el
rales, sociales e institucionales relacionados con la acul- cual las personas cambian, siendo influidas por el con-
turación, a pesar de ser la primera y mantenerse hasta tacto con otra cultura y participando en los cambios ge-
nuestros días, no ha sido la única. Así, a finales de los nerales de su propia cultura. Al contrario que otros
años 60, Graves (1967) acuñó el concepto de acultura- autores (p. e., Gordon, 1964), considera que dicho pro-
ción psicológica para referirse al hecho de que el fenó- ceso se da en las dos culturas que entran en contacto,
meno de la aculturación se produce igualmente en los aunque normalmente una de ellas —la subordinada o
individuos a título personal, esto es, que implica una se- minoritaria— recibe más influencia que la otra —la do-
rie de cambios en actitudes, comportamientos, modos de minante o mayoritaria—.
vida, valores e identidad, entre otros (para consultar otras
definiciones del proceso de aculturación véase el capítulo La investigación desarrollada a partir de este modelo
de Azurmendi y Larrañaga en este mismo volumen). en torno al proceso de aculturación psicológica se ha
centrado principalmente en tres elementos: las actitudes
A partir de entonces, han sido muchos los autores de aculturación, que hacen referencia a la forma en que
que se han interesado por el fenómeno de la acultura- los inmigrantes desean mantener su propia identidad y,
ción y sus consecuencias psicológicas para las personas. al mismo tiempo, relacionarse con los demás grupos en
Entre ellos, merece la pena destacar al psicólogo cana- la sociedad de acogida; los cambios concretos en com-
portamientos o modos de vida en la nueva sociedad, y,
3
finalmente, el estrés de aculturación, esto es, el nivel de
Inicialmente, pretendíamos estudiar a población inmigrante pro-
cedente de países latinoamericanos y de Europa del Este. Sin embargo, dificultad que experimentan las personas para afrontar la
la revisión de la literatura y del padrón municipal en el momento de nueva situación. Nuestro trabajo se ha centrado en el de-
empezar la investigación nos llevó a seleccionar grupos específicos sarrollo del primero de estos elementos: las actitudes de
dentro de esta clasificación general. Las razones fundamentales de esta aculturación.
elección fueron, por una parte, intentar superar la heterogeneidad cul-
tural de las personas etiquetadas como «latinoamericanas» (proceden-
tes de Ecuador, Argentina y Colombia, principalmente) o «europeas
En su marco conceptual de las actitudes de acultura-
del este» (procedentes de Rumanía, Ucrania, Rusia y Bulgaria, princi- ción, Berry propone dos dimensiones actitudinales inde-
palmente). Bajo ambas etiquetas confluyen un grupo numeroso de paí- pendientes: si los inmigrantes consideran su identidad
ses que difieren en bastantes aspectos y que no pueden ser estudiados cultural y sus costumbres lo suficientemente valiosas co-
como una única entidad. Por otra parte, la consulta del padrón en An-
dalucía nos llevó a elegir a los grupos más numerosos de esos inmi-
mo para mantenerlas en la sociedad de acogida, y si las
grantes, concretamente a las personas procedentes de Ecuador, en el relaciones con otras personas o grupos de la sociedad de
primer caso, y a las de Rumanía, en el segundo. acogida son valiosas como para buscarlas y fomentarlas.
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 469
La combinación de las respuestas a ambas dimensiones Interactivo de Aculturación de Bourhis y colaboradores
(sí o no) da lugar a un modelo donde se representan las (Bourhis, Möise, Perreault y Senécal, 1997), desarrolla-
cuatro posibles actitudes o estrategias de aculturación do también en Canadá, y de los trabajos más recientes
que manifiestan los inmigrantes: de Piontkowski y colaboradores (p. e., Piontkowski y
Florack, 1995; Piontkowski, Florack, Hoelker y Obdrzá-
Integración (sí/sí): mantenimiento de la identidad cul-
lek, 2000; Piontkowski, Rohmann y Florack, 2002),
tural del grupo minoritario a la vez que se produce
desarrollados en un contexto europeo (trabajos reali-
una apertura y relación con los grupos de la sociedad
zados en Alemania, Suiza y Eslovaquia). Un análisis
de acogida.
en profundidad del modelo de Bourhis et al., lo ofrece
Asimilación (no/sí): deseo de abandonar la identidad el capítulo de Azurmendi y Larrañaga en este volu-
cultural de origen y de orientarse hacia la sociedad de men.
acogida.
Igual que ocurría con los trabajos de Berry y colabo-
Separación/segregación (sí/no): se caracteriza por el radores, los resultados de las investigaciones con estos
mantenimiento de la identidad y tradiciones propias, modelos muestran que la opción principalmente preferi-
sin relación del grupo minoritario con la sociedad de da tanto por los inmigrantes como por los autóctonos
acogida. Se denomina segregación cuando esta opción para aquellos es la integración, pero también ponen de
se debe al control ejercido por el grupo dominante manifiesto que las peculiaridades específicas de cada
(sociedad de acogida) y no a la voluntad del grupo país (en grupos de inmigrantes y de acogida, cultura,
minoritario. normas e ideologías dominantes, entre otros aspectos)
Marginación/exclusión (no/no): se produce cuando los hacen que el proceso de aculturación sea diferente en
individuos o grupos minoritarios pierden el contacto cada uno de ellos y para cada grupo en contacto. Por
cultural o psicológico tanto con su sociedad de origen ejemplo, Piontkowski et al. (2002) encuentran que los
como con la de acogida. Se denomina exclusión cuan- alemanes prefieren la integración para los yugoslavos
do esta situación viene impuesta por el grupo do- que viven en el país, mientras que desearían la asimila-
minante, eliminando cualquier posibilidad del grupo ción de los turcos residentes. Y desde el punto de vista
subordinado de mantener sus propias raíces e introdu- de los inmigrantes también se observan diferencias en
cirse en la nueva sociedad. las actitudes de aculturación, de manera que los yugos-
lavos prefieren la integración, mientras que los turcos
Las investigaciones realizadas en torno al modelo de optan por la separación en mayor medida. Podríamos
Berry et al. (1989), principalmente en Canadá pero tam- decir, por tanto, como señala Zlobina (2004), que exis-
bién en otros países, con distintos grupos étnicos, ten numerosas variables de distinto carácter o naturale-
apoyan suficientemente sus premisas (p. e., Berry et al., za que condicionan las preferencias de las personas (in-
1989; Berry y Sam, 1997; Krishnan y Berry, 1992; Sa- migrantes y autóctonos) por unas u otras opciones de
batier y Berry, 1996, para un resumen de esas investiga- aculturación. Es habitual distinguir entre variables de
ciones). En general, estas investigaciones muestran que carácter:
prácticamente todos los grupos minoritarios estudiados
prefieren la opción de integración y la que menos de- Individual (p. e., edad, tiempo de estancia).
sean es la de marginación (p. e., Neto, Barros y
Grupal (p. e., vitalidad grupal, visibilidad, estatus gru-
Schmitz, 2005; Pfafferot y Brown, 2006; Sam y Berry,
pal).
1995, entre otros).
La investigación más reciente ha intentado extender Intergrupal (p. e., prejuicios, discriminación, estereoti-
los principios de Berry y colaboradores a base de intro- pos mutuos).
ducir algunas variables psicosociales que pueden estar Contextual (p. e., normas, ideologías dominantes).
influyendo en las opciones de aculturación que los inmi-
grantes adopten y, lo más importante, de tener en cuenta Estas variables afectan al proceso de aculturación
de una forma más explícita la perspectiva de las pobla- que se produce entre inmigrantes y autóctonos (Zlobina,
ciones de acogida. Aunque existen algunas contribucio- 2004, para un resumen en castellano de estas variables
nes en este sentido, dos de ellas han sido especialmente y, más en general, Berry, 2001; Phinney, Horenczyk,
útiles para la formulación del Modelo Ampliado de Liebkind y Vedder, 2001; Piontkowski y Florack, 1995;
Aculturación Relativa (MAAR). Se trata del Modelo Piontkowski et al., 2002; Ward, 2001).
470 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

28.4
El Modelo Ampliado de Aculturación Relativa (MAAR):
objetivos, características y predicciones
Como hemos señalado, el volumen y la relevancia social grupos lo que puede llevar, según estos autores, a una
que ha adquirido la realidad migratoria en España en los relación intergrupal consensuada, problemática o con-
últimos años —especialmente en algunas zonas— justi- flictiva.
ficaba la necesidad de estudiar los procesos de acultura- En segundo lugar, se ha considerado la diferencia-
ción de las poblaciones inmigrantes y de acogida a tra- ción de distintos colectivos de inmigrantes, puesto que
vés de un modelo adaptado al contexto social en el cual el origen etnocultural de los inmigrantes es una variable
ocurren. Se trata de un contexto que presenta claras di- de gran importancia en la forma en que tanto ellos mis-
ferencias con respecto al canadiense, al estadounidense mos como la sociedad de acogida afrontan el proceso de
o al de algunos países europeos donde se han desarrolla- aculturación, tal y como señalan Bourhis et al. (1997) y
do los modelos de aculturación existentes. Piontkowski y Florack (1995). Las primeras investiga-
Por esta razón, y ante la ausencia de un marco teóri- ciones con el MAAR se centraron en estudiar a los dos
co adaptado a nuestro país4, se elaboró y puso a prueba grupos de inmigrantes que representaban el contingente
un nuevo modelo de aculturación, Modelo Ampliado de más importante en la provincia de Almería (magrebíes y
Aculturación Relativa, (MAAR), que pretendía, por una subsaharianos), pero en la actualidad, como ya hemos
parte, recoger algunas de las aportaciones realizadas en señalado, se han incorporado otros colectivos de más re-
este campo por los modelos y autores anteriormente ciente llegada (rumanos y ecuatorianos) y se ha amplia-
mencionados; por otra, desarrollar dichas aportaciones do el campo de la investigación a otros municipios de la
en el contexto de una zona de España con una alta re- Comunidad Autónoma Andaluza.
cepción de inmigrantes —como es la provincia de Al-
En tercer lugar, tratamos de comprobar la influencia
mería—, y en el caso de la investigación posterior, en
predictora y moduladora de una serie de variables psico-
Andalucía; finalmente, el modelo también incorpora
sociales ya sugeridas por Piontkowski et al. (1995,
aspectos nuevos procedentes de nuestra propia investi-
2000, 2002) y Bourhis et al. (1997), junto con otras nue-
gación.
vas (p. e., sesgo endogrupal, identificación endogrupal, si-
Concretamente, las aportaciones del MAAR pueden militud endogrupal-exogrupal percibida, contacto inter-
resumirse en cinco elementos fundamentales, de los cua- grupal, actitudes prejuiciosas hacia el exogrupo, etc.),
les, los dos últimos constituyen, a nuestro juicio, aspec- sobre las actitudes de aculturación mantenidas por los in-
tos novedosos en el estudio del proceso de aculturación. migrantes y los autóctonos, así como la influencia de al-
Así, en primer lugar, se ha tenido en cuenta en el mode- gunas variables sociodemográficas (p. e., edad, sexo, ni-
lo la consideración conjunta de las opciones de acultura- vel de estudios, orientación religiosa y política, motivos
ción del colectivo de inmigrantes y de la población de la emigración, duración de la estancia en nuestro
autóctona, tal y como aconsejan Bourhis et al. (1997), país, etc.).
puesto que es la confluencia de las opciones de ambos
En cuarto lugar, el Modelo Ampliado de Acultura-
ción Relativa (MAAR) propone la distinción entre las
4
Los estudios realizados en España en este campo hasta el mo- actitudes de aculturación preferidas por ambas poblacio-
mento en que iniciamos nuestras investigaciones bien se habían cen- nes —la opción que escogerían en cada caso si pudieran
trado en aspectos muy concretos —y por tanto, no tenían en cuenta el
amplio espectro de variables que influyen en el proceso de acultura- elegir libremente (plano ideal)— y las estrategias final-
ción, tanto de los inmigrantes como de la sociedad de acogida—, bien, mente adoptadas o puestas en práctica por los inmigran-
aunque utilizaban modelos de aculturación, centran su interés en otros tes, o las percibidas por los autóctonos para aquellos (pla-
aspectos —p. e., la evolución de las identidades culturales y etnolin- no real); es decir, el modelo trata de estudiar el paso del
güísticas de los grupos implicados—. Entre ellos pueden mencionarse
a título de ejemplo los trabajos de Azurmendi, Bourhis, Ros y García plano ideal al plano real en el proceso de aculturación.
(1998), Basabe, Zlobina, Páez, de Luca, González y Ubillos (2005),
Martínez, García y Maya (1999, 2001a y b, 2002), Martínez, García,
Desde el MAAR se considera que no existe una úni-
Maya y Checa (1996), Navas y Gómez-Berrocal (2001) y Páez, Gon- ca estrategia y/o actitud de aculturación, sino que el pro-
zález y Aguilera (2000), entre otros. ceso adaptativo es complejo (se pueden adoptar y prefe-
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 471
rir diferentes opciones a un tiempo) y relativo, dado que económico —hábitos de consumo y economía fami-
generalmente no se emplean las mismas estrategias o no liar—), a aquellos más centrales o del núcleo duro de la
se prefieren las mismas opciones cuando la interacción cultura (p. e., el familiar, el religioso y el de formas de
con personas de otras culturas se sitúa en diferentes ám- pensar —principios y valores—), pasando por ámbitos
bitos (p. e., relaciones laborales, relaciones familiares, intermedios (p. e., el ámbito social —relaciones sociales
creencias y costumbres religiosas). Aunque esta idea no y amistades—). Con base en los resultados de las prime-
es nueva, puesto que la mayor parte de los autores que ras investigaciones en las que se utilizó el modelo en la
han estudiado el proceso de aculturación han reconocido provincia de Almería, y con el fin de mejorarlo, se han
la importancia de separar el contexto general de acultu- realizado algunas modificaciones sobre el MAAR. Con-
ración en distintos ámbitos, dentro de los cuales los in- cretamente, se ha incorporado un ámbito más (ámbito
dividuos pueden optar por diferentes opciones de acultu- del sistema de bienestar social, que incluye educación,
ración (p. e., Berry, 1990; Berry y Sam, 1997; Bourhis sanidad y servicios sociales) y se ha sustituido el ámbito
et al., 1997, Horenczyk, 1996; Azurmendi y Larrañaga, de formas de pensar (principios y valores) por el de va-
en este volumen), la contribución fundamental del lores. Asimismo, la formulación del contenido de los
MAAR consiste no tanto en la separación por ámbitos, ámbitos también ha sufrido algunos cambios para hacer-
sino en su operacionalización, junto con la combinación lo más claro y preciso.
de los planos real/ideal en las diferentes opciones de Como ocurre en todo sistema, los diferentes ámbi-
aculturación (estrategias y actitudes). tos están estrechamente interrelacionados, de manera
Relacionado con esto, y como quinta aportación del que cualquier modificación en el contenido de uno de
MAAR, se propone la consideración de distintos ámbi- ellos conlleva cambios en los restantes. Esto significa
tos de la realidad sociocultural —siguiendo a Leunda que las opciones adaptativas en cada uno de los ámbi-
(1996), aunque con algunas modificaciones más acordes tos no son uniformes, sino que en unos casos la perso-
con nuestro contexto social— en los que pueden darse na atenderá más las exigencias de su cultura de origen,
diferentes estrategias y actitudes de aculturación. Con- en otros se abrirá más a las novedades y aportaciones
cretamente, en el MAAR se distinguen siete ámbitos de de la cultura de la sociedad de acogida, en otros man-
aculturación, que van desde los más periféricos a la cul- tendrá y adoptará elementos de ambas culturas y, final-
tura (p. e., el ámbito político —sistema político y de go- mente, en otros puede romper lazos con ambas culturas
bierno—, el laboral —procedimientos del trabajo— y el (Figura 28.1).

FIGURA 28.1. El proceso de aculturación de la persona inmigrante como adaptación relativa entre la sociedad de origen
y la de acogida en diferentes ámbitos (adaptado de Leunda, 1996).
472 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Así pues, el MAAR considera el proceso de acultu- res márgenes de frustración y de conflictividad pueden
ración de una persona como la adaptación o síntesis re- producirse. Creemos que esto ocurrirá especialmente en
lativa y selectiva que esta realiza entre ambas culturas los ámbitos del núcleo duro de la cultura (familiar, reli-
(la de origen y la de acogida) en cada uno de los ámbi- gioso y de formas de pensar —principios y valores—).
tos mencionados al tomar o rechazar elementos de am- Igualmente, cuanto mayor sea la distancia entre las es-
bas culturas, con diferente intensidad, según el ámbito trategias que los autóctonos perciben que están poniendo
(Figura 28.1). Estas adaptaciones se producirán también, en práctica los inmigrantes y las opciones deseadas por
aunque en menor medida, en las personas de la sociedad la población autóctona para estos grupos, mayores serán
de acogida, cuyas preferencias o actitudes de acultura- también los sentimientos de rechazo hacia los inmigran-
ción hacia los inmigrantes también cambiarán depen- tes. De nuevo, nuestra predicción es que esto ocurrirá
diendo de los diferentes ámbitos y del origen etnocultu- especialmente en los ámbitos centrales o de la esfera
ral de los inmigrantes, entre otras variables.
privada. Esta diferencia entre lo que se hace y lo que se
Con respecto a los ámbitos establecidos, el modelo desea hacer (entre las estrategias y las actitudes de acul-
predice que no se emplearán las mismas estrategias de turación, o entre el plano real y el ideal) no solo puede
aculturación ni se preferirán las mismas opciones cuan- analizarse a un nivel intragrupal, sino también inter-
do la interacción entre inmigrantes y sociedad de acogi- grupal. Es decir, cuanto mayor sea la distancia entre las
da se produzca en los ámbitos periféricos (político, la- opciones deseadas por la población autóctona y las de-
boral, económico) que cuando afecta a ámbitos más seadas por la población inmigrante, mayores serán los
privados (familiar) o ideológicos/simbólicos (religioso, niveles potenciales de conflictividad. Y a la inversa,
formas de pensar —principios y valores—). Así, espera-
cuanto más coincidentes sean las expectativas y deseos
mos que las personas inmigrantes desarrollen comporta-
de uno y otro grupo, mayores posibilidades de acuerdo y
mientos propios de estrategias de integración o incluso
de adaptación satisfactoria se abrirán para ambas pobla-
de asimilación en los ámbitos más periféricos, mientras
ciones. De esta forma, esperábamos que existiera acuer-
que a medida que se asciende hacia ámbitos más ideo-
lógicos o simbólicos, sus patrones de conducta sean do entre ambos grupos (relaciones consensuales en la
más propios de la separación. Igualmente ocurrirá con terminología de Bourhis) en los ámbitos más periféricos,
sus actitudes de aculturación o preferencias. Por esta ra- mientras que los niveles más altos de conflictividad (re-
zón, se consideran procesos de adaptación relativa o se- laciones problemáticas o conflictivas) se darían previsi-
lectiva. blemente a medida que se asciende por los distintos ám-
bitos hacia los del núcleo duro.
En este sentido, esperamos que las opciones preferi-
das por la población autóctona para los inmigrantes sean Finalmente, esperábamos encontrar diferencias en
muy próximas a las deseadas por estos en los ámbitos estrategias y actitudes de aculturación entre los distintos
más periféricos, en tanto que se producirá una gran dife- colectivos de inmigrantes estudiados y también en la po-
rencia entre ambos grupos (autóctonos e inmigrantes) en blación autóctona hacia ellos. Es decir, el origen etno-
el resto de los ámbitos (intermedios o centrales), en los cultural de los inmigrantes probablemente influirá en la
que predominarán actitudes de asimilación o integra- puesta en práctica de estrategias de aculturación diferen-
ción, frente a las de separación preferidas por los inmi- tes y también sus opciones ideales cambiarán. Por su
grantes. parte, la población de acogida tendrá también percepcio-
Con respecto a las estrategias adoptadas por los indi- nes diferentes de las estrategias de aculturación que es-
viduos o grupos, según nuestras hipótesis, no siempre tán adoptando los distintos colectivos de inmigrantes y
coincidirá la opción deseada (plano ideal) con la adopta- preferirá diferentes opciones para cada uno de ellos.
da (plano real). Evidentemente, cuanto mayor sea la dis- Para comprobar esta predicción se han incluido en las
tancia entre las opciones deseadas y las que realmente investigaciones personas inmigrantes de diferentes orí-
pueden desarrollarse por parte de los inmigrantes, mayo- genes.
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 473

28.5
Aspectos metodológicos de las investigaciones
realizadas con el MAAR
Para poner a prueba el MAAR se han realizado diferen- Las muestras de autóctonos fueron seleccionadas
tes estudios, utilizando muestras y metodologías diferen- mediante muestreo aleatorio, estratificado por sexo y
tes en cada caso (p. e., García, 2006; Navas, García y edad, y en una última etapa por rutas aleatorias, entre
Rojas, 2006; Navas, García, Rojas, Pumares y Cuadra- los habitantes mayores de 18 años de varias poblaciones
do, 2006; Navas et al., 2004; Navas, Rojas, García y Pu- de alta recepción de inmigrantes de la provincia de Al-
mares, 2007; Pumares, Navas y Sánchez-Miranda, 2007, mería —en el caso del primer estudio— (el error mues-
para un análisis en profundidad de estos trabajos). tral asumido es del u3,5%) y de Andalucía —en el ca-
so del segundo estudio— (el error muestral asumido es
Comentaremos a continuación los aspectos metodo-
del u4%). Las muestras de inmigrantes fueron seleccio-
lógicos de los dos estudios más importantes realizados
nadas de forma incidental en ambos estudios utilizando
con una metodología de encuesta (el resto de los estu-
un muestreo por cuotas. La única variable que se consi-
dios con grupos de discusión o entrevistas en profundi-
deró para la cuota en estas muestras fue el sexo. Todos
dad pueden consultarse en Navas et al., 2004; Pumares,
los participantes eran mayores de 18 años.
Navas y Sánchez-Miranda, 2007).

28.5.1. Participantes 28.5.2. Variables e instrumentos


En el primer estudio realizado (Navas et al., 2004) parti-
Los participantes respondieron a un cuestionario elabo-
ciparon 783 personas españolas (398 evaluaban al colec-
rado para cada investigación en el que se incluyeron di-
tivo magrebí —grupo AM— y 385 al subsahariano
ferentes ítems y escalas para medir las variables objeto
—grupo AS—) y 740 personas inmigrantes (397 de ori-
de interés: estrategias y actitudes de aculturación (gene-
gen magrebí —grupo IM— y 343 de origen subsaharia-
rales y específicas por ámbitos de aculturación), diversas
no —grupo IS—) residentes en seis municipios de la
variables psicosociales (p. e., prejuicio, sesgo endoexo-
provincia de Almería con las tasas más altas de recep-
grupal, enriquecimiento grupal percibido, semejanza
ción de inmigrantes (más del 10% de su población to-
intergrupal percibida, identificación endogrupal, vitali-
tal). Concretamente, Roquetas de Mar, Vicar, El Ejido,
dad grupal percibida, contacto intergrupal, discrimina-
La Mojonera, Nijar y Almería capital.
ción percibida) y variables sociodemográficas habituales
En el segundo estudio participaron 600 personas es- en este tipo de investigación. En ambos estudios se
pañolas (300 que respondían a las preguntas de un cues- construyeron dos versiones del cuestionario: una para
tionario teniendo como referencia al grupo de inmigran- inmigrantes y otra para autóctonos. Se procuró que todas
tes rumanos —grupo AR— y 300 que respondían las variables que se intentaban medir en cada uno de los
teniendo como referencia al grupo de inmigrantes ecua- grupos se operacionalizasen mediante ítems lo más equi-
torianos —grupo AE—) y 553 personas inmigrantes valentes posible, de cara a la posterior comparación de
(260 de origen ecuatoriano —grupo IE— y 293 de ori- los resultados. El esquema de las variables incluidas en
gen rumano —grupo IR—) residentes en seis municipios los cuestionarios puede verse en el Cuadro 28.1. Se es-
de Andalucía con las tasas más altas de recepción de in- pecifica en cada caso si se han utilizado en ambas inves-
migrantes de éstos orígenes (más del 2% de personas in- tigaciones o en una de ellas.
migrantes de cada uno de estos orígenes sobre el total
de la población). Concretamente, se trata de tres munici- A continuación se describirá con detalle la forma de
pios de la provincia de Almería (El Ejido, Roquetas medir las variables centrales de la investigación (las es-
de Mar y Vera-Cuevas de Almanzora), uno de la provin- trategias y actitudes de aculturación) en ambos estudios,
cia de Huelva (Lepe), uno de la provincia de Málaga puesto que los resultados que presentaremos en este ca-
(Marbella) y otro de la provincia de Granada (Motril). pítulo se centrarán fundamentalmente en ellas.
474 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 28.1. Variables incluidas en los cuestionarios para inmigrantes y autóctonos

1. Estrategias y actitudes 2. Variables psicosociales relacionadas con actitudes 3. Variables


aculturación y estrategias de aculturación sociodemográficas

Estrategias de aculturación Prejuicio (1a y 2a Distancia social preferida (1a y 2a investigación).


generales investigación). con el exogrupo Comunes para inmigrantes
(2a investigación). Identificación con el (2a investigación). y autóctonos: lugar de
Actitudes de aculturación endogrupo (1a y 2a Similitud percibida entre nacimiento, nivel de
generales (1a y 2a investigación). endogrupo y exogrupo estudios, razones para
investigación). Sesgo endo-exogrupal (1a y 2a investigación). emigrar, actividad
Estrategias de aculturación (1a y 2a investigación). Emociones hacia el principal, con quién viven,
específicas por ámbitos Contacto con los miembros exogrupo (1a y 2a religión, grado de práctica
(1a y 2a investigación). del exogrupo (1a y 2a investigación). religiosa, asociacionismo,
Actitudes de aculturación investigación). Percepción de ingresos.
específicas por ámbitos Naturaleza del contacto discriminación hacia los Específicas para
(1a y 2a investigación). (2a investigación). inmigrantes (1a y 2a inmigrantes: tiempo de
Enriquecimiento cultural investigación). estancia, situación
percibido (1a investigación). Grado de tensión entre documental actual y
inmigrantes y autóctonos contrato de trabajo.
Vitalidad grupal percibida
(1a investigación). (1a investigación). Específicas para
Opinión sobre los autóctonos: estado civil
Permeabilidad de los límites
autóctonos, previa a la y orientación política.
grupales (1a investigación).
llegada y actual (1a y 2a
investigación).

Como hemos dicho, las estrategias de aculturación se


refieren, según el MAAR, al plano real del proceso de
aculturación. Son aquellas opciones que manifiestan po-
ner en práctica los inmigrantes y las que la población
autóctona percibe que están utilizando. Por su parte, las
actitudes de aculturación se refieren al plano ideal del
proceso de aculturación y son las que preferirían los in-
migrantes si pudiesen elegir libremente y las que le gus-
taría a la población autóctona que los inmigrantes utili-
zasen.

Para medir ambas variables (estrategias y actitudes


de aculturación) de forma general se formularon cuatro
preguntas (dos para cada variable). Una de las preguntas
indagaba sobre el grado de conservación de las costum-
bres del país de origen del inmigrante y la otra sobre el
grado de adopción de costumbres de la sociedad de aco- FIGURA 28.2. Estrategias/actitudes de aculturación
gida. En ambas preguntas las alternativas de respuesta (generales y por ámbitos).
oscilaban desde 1 (nada) hasta 5 (mucho). Mediante la
combinación de las respuestas a ambas preguntas se si- Las personas que puntuaban por encima de 3 en am-
tuaba a las personas en un tipo distinto de estrategia o bas preguntas se situaban en una estrategia/actitud de
actitud de aculturación (de forma similar al modelo de «integración».
Berry): «integración», «asimilación», «separación/segre- Las que puntuaban por encima de 3 en la primera pre-
gación» y «marginación/exclusión» (Figura 28.2). Así: gunta (conservación de costumbres) y por debajo de 3
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 475
en la segunda (adopción de costumbres españolas) se con respecto a las variables centrales del MAAR, es
situaban en una estrategia o actitud de «separación/se- decir, las estrategias y actitudes de aculturación puestas
gregación». en práctica por los inmigrantes y las estrategias que los
Las que puntuaban por debajo de 3 en la primera pre- autóctonos perciben que los inmigrantes están poniendo
gunta y por encima de 3 en la segunda se clasificaban en practica en la sociedad de acogida, así como las acti-
en la opción de «asimilación». tudes que desearían para ellos en caso de poder elegir.
Asimismo, se comentarán brevemente los resultados ob-
Las que puntuaban por debajo de 3 en ambas pregun- tenidos al relacionar las distintas actitudes de acultura-
tas se situaban en la «marginación/exclusión». ción preferidas por los participantes con el resto de va-
Las mismas preguntas utilizadas para medir estrate- riables psicosociales contempladas en esta investigación.
gias y actitudes de aculturación generales se formularon
también para cada ámbito de aculturación considerado
en el MAAR, midiendo de esta forma las estrategias de
aculturación por ámbitos y las actitudes de aculturación 28.5.5. Resultados y discusión
por ámbitos. Las alternativas de respuesta fueron las de la primera investigación
mismas (oscilando desde 1 % nada, a 5 % mucho) y,
nuevamente, mediante la combinación de las respuestas
a ambas preguntas se situaba a las personas en un tipo
distinto de estrategia o actitud de aculturación en cada 28.5.5.1. Estrategias y actitudes
ámbito considerado: «integración», «asimilación», «se- de aculturación (generales
paración/segregación» y «marginación/exclusión» (Fi- y por ámbitos del MAAR)
gura 28.2).
Mediante un contraste de medias para una muestra (t Los resultados obtenidos en la primera investigación so-
de Student) respecto al valor 3 en las dos preguntas, com- bre las estrategias y actitudes de aculturación (generales
probamos si las puntuaciones medias de cada grupo en y por ámbitos) con inmigrantes de origen magrebí y
ambas preguntas se diferenciaban significativamente del subsahariano (grupos IM e IS) y autóctonos que opina-
valor 3, lo que sería un indicador de que ese grupo opta- ban sobre ellos (grupos AM y AS, respectivamente),
ba por una actitud o estrategia de aculturación concreta. aparecen resumidos en el Cuadro 28.2.
Como puede verse, las actitudes generales de acul-
turación (lo que desean hacer los inmigrantes y lo que
28.5.3. Procedimiento los autóctonos preferirían que hiciesen) oscilan entre la
La recogida de datos y administración del cuestionario a «integración» deseada por los magrebíes (el único grupo
los participantes la realizó un grupo de encuestadores que coincide en sus respuestas con lo que las investiga-
formados a tal efecto, con la finalidad de garantizar la ciones sobre aculturación generalmente indican) y la
calidad de la información obtenida. En el caso de los en- «asimilación» de los autóctonos que evalúan a magre-
cuestadores de los grupos de inmigrantes se procuró que bíes. Los dos grupos restantes (AS e IS) sitúan sus pre-
fuesen de la misma nacionalidad que los encuestados y ferencias a medio camino entre la «asimilación» y la
en la mayoría de las ocasiones trabajaban y/o colabora- «integración». Estos resultados nos llevan a inferir que
ban con sindicatos u ONGs (como la Red Acoge). Las los magrebíes desearían «adoptar costumbres españolas»
entrevistas se realizaron en los domicilios de los encues- y «mantener las suyas» en igual medida, mientras que
tados y/o en las sedes de las organizaciones menciona- los autóctonos exigen más a los magrebíes que a los
das. El idioma utilizado fue el castellano, pero en el ca- subsaharianos (a los que se les permite mantener más
so de las muestras de inmigrantes los encuestadores costumbres de origen, aunque también se desea que
conocían también los idiomas de los encuestados. adopten las españolas: «asimilación-integración»).
No obstante, el Cuadro 28.2 muestra también que la
división por ámbitos de aculturación defendida en el
28.5.4. Resultados y discusión MAAR aporta resultados diferentes y más matizados
que la actitud general de aculturación (lo que se pre-
A continuación se presentarán y discutirán los resultados gunta en los modelos clásicos de aculturación que ya he-
más importantes obtenidos en ambas investigaciones mos comentado), tanto en las opciones puestas en prác-
476 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 28.2. Resumen de estrategias y actitudes de aculturación, generales y por ámbitos, para
inmigrantes magrebíes y subsaharianos (grupos IM e IS) y autóctonos (grupos AM y AS)

ACTITUDES DE ACULTURACIÓN GENERALES

Grupo IM Grupo AM Grupo IS Grupo AS

Integración Asimilación Asimilación/integración Asimilación/integración

ESTRATEGIAS DE ACULTURACIÓN POR ÁMBITOS

ÁMBITOS Grupo IM Grupo AM Grupo IS Grupo AS

Político Asimilación —5 Asimilación

Laboral Asimilación Asimilación Asimilación Asimilación

Económico Asimilación/marginación Marginación Asimilación No concreta

Social Separación Separación Separación Separación

Familiar Separación Separación Separación Separación

Religioso Separación Separación Separación Separación

Formas de pensar Separación Separación Separación Separación

ACTITUDES DE ACULTURACIÓN POR ÁMBITOS

ÁMBITOS Grupo IM Grupo AM Grupo IS Grupo AS

Político Asimilación — Asimilación —

Laboral Asimilación Asimilación Asimilación Asimilación

Económico Integración Asimilación Asimilación Asimilación

Social Integración Integración Integración Integración

Familiar Separación Asimilación Separación Asimilación/integración

Religioso Separación No concreta 6 Separación No concreta

Formas de pensar Separación Asimilación Separación Asimilación

tica (o percibidas, estrategias), como en los deseos (acti- autóctona. Se aprecia que estas opciones (especialmente
tudes) de ambos grupos en contacto. la «asimilación») aparecen como estrategias puestas en
Así, tal y como predice el MAAR, en general, cuan- práctica o como actitudes preferidas en los ámbitos polí-
to menos central o comprometido es el ámbito de acul- tico, laboral y económico. La única excepción la presen-
turación, más dispuestos están los inmigrantes a adoptar tan los inmigrantes magrebíes en el ámbito económico y
las costumbres de la sociedad de acogida, bien parcial- solo en el plano real (utilizan una estrategia a medio ca-
mente («integración»), bien totalmente («asimilación»), mino entre la «asimilación» y la «marginación»). Y a la
de manera que coinciden en sus deseos con la población inversa, cuanto más privado o central es el ámbito de
aculturación (familiar, religioso y formas de pensar
5
Cuando no se indica una opción (—) es porque no se preguntaba —principios y valores—) más intensamente se ponen en
a los participantes por ese ámbito concreto. práctica (estrategias) y se desean en caso de poder elegir
6
Decimos que una estrategia o actitud es «no concreta» cuando ha (actitudes), opciones de «separación» por parte de los
sido imposible situar a los participantes en una de las cuatro opciones
de aculturación, debido a que sus puntuaciones medias en ambas pre- inmigrantes y opciones de «asimilación» o «integra-
guntas estaban prácticamente en el cruce de los ejes. ción» por parte de los autóctonos (esta última solo apa-
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 477
rece vinculada a la «asimilación» y en el ámbito fami- vos aseguran que preferirían conservar en mayor medida
liar para los autóctonos que opinan sobre subsaharia- sus costumbres de origen, especialmente en los ámbitos
nos). Por su parte, en el ámbito social (un ámbito que privados. De acuerdo con las predicciones establecidas
podríamos considerar intermedio) se ponen en práctica desde el MAAR, los desajustes entre lo que se hace (o
estrategias de «separación» por parte de los inmigrantes se percibe) y se desea (comparaciones intragrupales),
(percibidas así también por los autóctonos), aunque se especialmente en los ámbitos que conforman el núcleo
desean opciones de «integración» por parte de todos los duro de la cultura, podría desembocar en cierta conflicti-
grupos del estudio. vidad potencial. Nuestros resultados permiten hacer esta
predicción especialmente para las muestras de autóctonos.
Las opciones preferidas por la población autóctona
están muy próximas a las deseadas por los inmigrantes A pesar de los desajustes intra e intergrupales se-
en los ámbitos más periféricos (p. e., laboral y económi- ñalados, nuestro trabajo muestra también que la coinci-
co, «asimilación»), en tanto que se produce una gran di- dencia entre autóctonos e inmigrantes —aunque con di-
ferencia entre ambos grupos (autóctonos e inmigrantes) ferente intensidad en cada caso— en las opciones desea-
en el resto de los ámbitos. Así, como puede verse en el das para los ámbitos político, laboral y económico, —la
Cuadro 28.2, las actitudes predominantes de los autócto- «asimilación»— y, especialmente, para el social (ambos
nos en estos ámbitos «superiores» o del «núcleo duro» grupos prefieren la «integración») abre una vía de con-
de la cultura son fundamentalmente de «asimilación», senso (Bourhis et al., 1997) que debería aprovecharse y
frente a las de «separación» preferidas por los inmigran- potenciarse desde las distintas administraciones y desde
tes (la única excepción a este patrón de resultados está, cualquier sector social que pueda tener algo que decir y
como hemos señalado, en el ámbito intermedio de so- que hacer en la convivencia armónica entre grupos en
cial). Desde el MAAR se predice que estas diferencias contacto.
en las preferencias de ambos grupos en contacto (com-
paraciones intergrupales: inmigrantes y autóctonos) en
ámbitos tan centrales de la vida como son la familia, la
religión o los principios, y valores que guían nuestra
28.5.5.2. Actitudes de aculturación
forma de enfrentarnos al mundo pueden traer consigo y su relación con otras
una conflictividad intergrupal importante, al menos po- variables del estudio: por qué
tencialmente, que debería tenerse en cuenta a la hora de apostar por la «integración»
diseñar intervenciones. Es decir, en la terminología de
Bourhis et al. podemos predecir que se producirán rela- Aunque no vamos a entrar en detalle en los resultados
ciones conflictivas o problemáticas en los ámbitos cen- obtenidos con el resto de variables del estudio (Navas et
trales del MAAR, mientras que en los periféricos dichas al., 2004 para un análisis en profundidad), nos parece
relaciones serían de tipo consensual. relevante comentar, al menos de forma genérica, la rela-
Un examen de las respuestas de las muestras de ción encontrada en nuestro trabajo entre las actitudes de
autóctonos permite comprobar que aparece una gran dis- aculturación y otras variables utilizadas. Motiva este
tancia entre lo que perciben que hacen los inmigrantes y análisis el intento de demostrar que la opción de «inte-
lo que desearían que hicieran (entre las estrategias y las gración» (frente a otras como la «marginación/exclu-
actitudes de aculturación, plano real-plano ideal, com- sión» o la «separación/segregación» en algunos casos)
paración intragrupal). Esto solo se produce en los ámbi- aparece relacionada con los niveles más favorables de
tos ideológicos, simbólicos o del «núcleo duro» de la las variables psicosociales contempladas en el estudio.
cultura (familiar, religioso y formas de pensar —princi- Los analisis de varianza realizados con las actitudes
pios y valores—). En ellos, los autóctonos perciben que de aculturación generales y el resto de las variables del
los inmigrantes utilizan estrategias de «separación» (so- estudio reflejan que los inmigrantes magrebíes que op-
lo mantienen las costumbres de sus sociedades de ori- tan por la «integración» son los menos proclives a expe-
gen), pero preferirían que se «asimilaran», es decir, la rimentar emociones negativas sutiles (p. e., incomodi-
postura opuesta (que solo adopten las costumbres de la dad, miedo, desconfianza; un indicador de prejuicio
sociedad de acogida). Sin embargo, en las muestras de sutil) hacia la sociedad española frente a los que optan
inmigrantes, aparentemente, existe un ajuste casi perfec- por otras actitudes, en particular la «marginación». Ade-
to entre lo que se asegura hacer y lo que se desea hacer más, son los inmigrantes magrebíes que prefieren la «in-
(planos real e ideal) en la mayoría de los ámbitos. No tegración» los que manifiestan un alto orgullo de perte-
obstante, análisis adicionales muestran que estos colecti- nencia al propio grupo y perciben que pueden participar
478 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

plenamente en la sociedad española, al contrario de lo cidos, mientras que la de «segregación» se comporta de


que ocurre con la preferencia por la «marginación». Fi- una manera ambivalente.
nalmente, tanto los que prefieren esta opción de «inte-
gración» como los que desean la «asimilación» práctica-
mente no presentan sesgo endogrupal, es decir, la
valoración del exogrupo (la sociedad autóctona) es simi- 28.5.6. Resultados y discusión de
lar a la propia (incluso algo mejor en el caso de los que la segunda investigación
desean la «asimilación»).
Por su parte, entre los inmigrantes subsaharianos los
que prefieren la «integración» son los que manifiestan 28.5.6.1. Estrategias y actitudes
tener menos emociones negativas sutiles (un indicador de aculturación (generales
de prejuicio sutil) hacia la sociedad española, frente a y por ámbitos del MAAR)
los que se sitúan en la «marginación», que aparecen co-
mo los más propensos a experimentar dichas emociones. Los resultados obtenidos en la segunda investigación so-
Del mismo modo, quienes optan por la «integración» y bre actitudes y estrategias de aculturación (generales y
la «asimilación» son los que reflejan menos rechazo a la por ámbitos del MAAR), con las muestras de inmigran-
intimidad con españoles (un indicador de prejuicio ma- tes rumanos y ecuatorianos (grupos IR e IE) y con los
nifiesto), frente a los que se inclinan por la «separación» autóctonos que opinaron sobre ellos (grupos AR y AE
o la «marginación», que obtienen los valores más altos. respectivamente) pueden consultarse en el Cuadro 28.3.
Por otro lado, los subsaharianos que eligen la «integra-
ción» son también los que dicen mantener un mayor Lo primero que llama la atención del Cuadro 28.3,
grado de contacto con españoles. A su vez, los partida- especialmente cuando se compara con el Cuadro 28.2,
rios de la «integración» y la «asimilación» son los que es que hay un mayor número de opciones «puras» o
valoran de una manera más parecida al propio grupo y a concretas, es decir, los resultados, tanto de autóctonos
la sociedad autóctona (ausencia de sesgo endogrupal). como de inmigrantes ecuatorianos y rumanos, son mu-
cho más matizados que los obtenidos para inmigrantes
De igual modo, se observan relaciones similares en africanos del estudio anterior. Así, vemos que la prefe-
el caso de los autóctonos de nuestro primer estudio. rencia o actitud general de los inmigrantes rumanos es
Aquellos que prefieren la «exclusión» de los inmigran- la «integración» (igual que ocurría con los magrebíes
tes (magrebíes y subsaharianos) son los que muestran del primer estudio), siendo este el único grupo que, de
mayores niveles de prejuicio, tanto de carácter manifies- nuevo, presenta una actitud concreta. Los inmigrantes
to como sutil (negación de emociones positivas, mayor ecuatorianos, por su parte, preferirían una opción inter-
inclinación a las emociones negativas sutiles y una per- media entre la «integración» y la «separación». Desde
cepción más agudizada de las diferencias culturales). En este punto de vista, los rumanos se situarían más próxi-
el lado contrario, el de las actitudes de aculturación que mos y más proclives a la «integración» que los ecuato-
se relacionan con posiciones menos prejuiciosas, surgen rianos, esto es, están más dispuestos a «mantener y
diferencias según la escala y, sobre todo, según el grupo adoptar» en igual medida, mientras que los ecuatorianos
al que se refiera. Así pues, entre los autóctonos que va- prefieren «mantener más que adoptar».
loran a magrebíes se observa que los que prefieren su
«integración» son los que tienen una percepción más po- Por su parte, los autóctonos prefieren que ambos
sitiva de su cultura y muestran menores niveles de pre- grupos de inmigrantes (rumanos y ecuatorianos) se si-
juicio. En el caso de los que evalúan a subsaharianos, túen entre la «asimilación» y la «integración» —una op-
los partidarios de la «segregación» son los que obtienen ción intermedia que solo se producía para los subsaha-
la puntuación más baja en prejuicio, seguidos de los que rianos en la primera investigación—, lo que refleja un
se inclinan por la «integración». Sin embargo, los pocos cierto equilibrio entre los elementos que unen y que ale-
casos de encuestados que prefieren la «segregación» de jan a los españoles con cada uno de estos grupos de in-
los subsaharianos no permiten hablar de resultados sig- migrantes. El hecho de que los autóctonos coincidan en
nificativos ni tampoco ofrecer una posible explicación la misma actitud general para ambos grupos de inmi-
del comportamiento heterogéneo que manifiestan. En grantes nos lleva a pensar que, efectivamente, se trata de
cualquier caso, sí se puede concluir que la actitud de dos grupos percibidos con una cercanía parecida. De to-
«exclusión» por parte de los autóctonos va ligada a altos dos modos, merece la pena descender al análisis por ám-
niveles de prejuicio y la de «integración» a niveles redu- bitos del MAAR para concretar mejor esta suposición.
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 479
Cuadro 28.3. Resumen de estrategias y actitudes de aculturación, generales y por ámbitos, para
inmigrantes rumanos y ecuatorianos (grupos IR e IE) y autóctonos (grupos AR y AE)

ACTITUDES DE ACULTURACIÓN GENERALES

Grupo IR Grupo AR Grupo IE Grupo AE

Integración Asimilación/integración Integración/separación Asimilación/integración

ESTRATEGIAS DE ACULTURACIÓN POR ÁMBITOS

ÁMBITOS Grupo IR Grupo AR Grupo IE Grupo AE

Laboral Asimilación/integración Asimilación Asimilación Asimilación

Económico Integración Asimilación Integración Integración/separación

Social Integración Integración Separación Separación

Familiar Separación Separación Separación Separación

Religioso Separación Separación Separación Separación

Valores Separación Integración/separación Separación Separación

ACTITUDES DE ACULTURACIÓN POR ÁMBITOS

ÁMBITOS Grupo IR Grupo AR Grupo IE Grupo AE

Político Asimilación Asimilación Asimilación Asimilación

Laboral Integración Asimilación Asimilación Asimilación

Económico Integración Asimilación Integración/separación Asimilación/integración

Social Integración Asimilación/integración Separación Asimilación/integración

Familiar Separación Integración Separación Integración

Religioso Separación Integración/segregación Separación Integración

Valores Integración/separación Integración Separación Integración

El examen de las respuestas de los participantes a las manos. Por poner solo un ejemplo, en el ámbito laboral,
preguntas relativas a los ámbitos de aculturación del donde los autóctonos perciben «asimilación», los ruma-
MAAR se puede realizar en dos planos fundamentales nos dicen estar poniendo en práctica una estrategia de
(real e ideal). «asimilación-integración». Esto nos lleva a introducir
otro matiz interesante que tiene que ver con la mayor
Plano real (autóctonos) percepción de proximidad de estos grupos; y es que
dentro de la coincidencia general, análisis adicionales
Es el plano de las estrategias de aculturación. En él se muestran que los autóctonos tienden a percibir que los
constata una extraordinaria coincidencia entre lo que inmigrantes (rumanos y ecuatorianos) adoptan más cos-
perciben los autóctonos y lo que los inmigrantes dicen tumbres de la sociedad receptora de lo que los propios
llevar a cabo. La única pequeña discrepancia se da en inmigrantes dicen adoptar, en especial en los ámbitos
los ámbitos laboral, económico y de valores (y solo en centrales: familiar, de valores y religioso (muy eviden-
el grupo de rumanos). En estos casos, la tendencia es te en el caso de los ecuatorianos). En este punto sí que
una percepción por parte de los autóctonos de una se observa una diferencia sustancial con los resultados
mayor apertura a las costumbres de la sociedad de aco- del estudio anterior (con inmigrantes africanos) en el
gida de lo que en realidad aseguran los inmigrantes ru- que se observaba justamente lo contrario: los autócto-
480 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

nos percibían que los subsaharianos, y sobre todo los se tornan simplemente en problemáticas, lo que predice
magrebíes, adoptaban menos costumbres de la sociedad unas relaciones más «suaves» con estos últimos.
de acogida de lo que ellos decían adoptar. A nuestro
juicio esto sería un claro indicador de que los autócto- Cuando se consideran las respuestas de las muestras
nos perciben más próximos a rumanos, y especialmente de inmigrantes, el análisis por ámbitos de aculturación
a ecuatorianos, que a los africanos, lo que les lleva a te- también nos permite introducir matices relevantes.
ner una visión más «optimista» de lo que estos grupos
adoptan de la sociedad receptora. Una visión que, al me- Plano real (inmigrantes)
nos por parte de los ecuatorianos, no parece ser corres-
pondida. Los inmigrantes rumanos manifiestan seguir estrategias
de «asimilación-integración» en el ámbito laboral, de
«integración» en el económico y en el social, y de «se-
Plano ideal (autóctonos)
paración» en los restantes ámbitos, lo que corrobora la
Es el plano de las actitudes de aculturación. En él se hipótesis del MAAR de que hay mayor propensión a
constata que los autóctonos prefieren la «asimilación» adoptar las costumbres de la sociedad receptora en los
de los inmigrantes rumanos y ecuatorianos en los ámbi- ámbitos que llamamos periféricos, mientras que predo-
tos político y laboral. Sin embargo, esto no ocurre en mina el mantenimiento de costumbres de origen en los
los ámbitos económico y social. En estos casos la acti- que denominamos centrales.
tud hacia lo que deberían «adoptar» es similar con res- Sin embargo, entre los ecuatorianos esto no resulta
pecto a los dos grupos de inmigrantes pero difiere en tan evidente. Únicamente en el ámbito laboral siguen
cuanto a lo que se desearía que «mantuvieran». Aquí, se una estrategia de «asimilación», mientras que en todos
prefiere que los ecuatorianos mantengan más sus cos- los demás se sitúan en la «separación», o en «integra-
tumbres y relaciones de origen que los rumanos, lo que ción-separación» en el ámbito económico. Pero incluso
da como resultado que se prefiera «asimilación» y «asi- en el ámbito familiar y en el de valores, en los que am-
milación-integración» respectivamente para los ruma- bos grupos aseguran poner en práctica una estrategia de
nos, y «asimilación-integración» para los ecuatorianos. «separación», los rumanos adoptan costumbres españo-
Finalmente, en los ámbitos restantes se prefiere la «inte- las en mayor medida que los ecuatorianos. En el ámbito
gración» para los dos grupos, salvo en el religioso para religioso, a pesar de que los ecuatorianos suelen ser ca-
los rumanos, en el que se admite cierta «segregación» tólicos y los rumanos ortodoxos, los dos grupos mani-
mezclada con «integración». En este ámbito nueva- fiestan adoptar igualmente poco de la sociedad de acogi-
mente se revela la dificultad de posicionamiento cuan- da, si bien los rumanos mantienen más las costumbres
do se abordan grupos de creencias religiosas diferentes a de su país. Esto refleja una tendencia más generalizada a
la católica, aunque en este caso se trate también de cris- la «separación» entre los ecuatorianos que entre los ru-
tianos. manos, pero también más que la que registrábamos entre
Si comparamos estos resultados con los obtenidos magrebíes y subsaharianos, lo que resulta sorprendente
para los autóctonos de la primera investigación (Cuadro teniendo en cuenta que partíamos de la premisa de que
28.2), observamos una actitud más abierta por parte de los ecuatorianos eran un grupo con el que se compartían
los autóctonos hacia el mantenimiento de costumbres más características.
por parte de rumanos y ecuatorianos que la obtenida res-
pecto a magrebíes y subsaharianos, de los que se prefe- Plano ideal (inmigrantes)
ría la «asimilación» en todos los ámbitos menos en el
religioso y el social (éste último, el único en el que se Los inmigrantes rumanos desearían la «asimilación» en
optaba por la «integración»). Sin embargo, como hemos el ámbito político y la «integración» en el laboral (el
visto, para rumanos en los ámbitos centrales, y para único ámbito que cambia ligeramente desde el plano
ecuatorianos, tanto en los centrales como en los interme- real al ideal), el económico y el social. Los ecuatorianos
dios, se prefiere la «integración», lo que hay que atribuir coinciden en el deseo de «asimilación» en el ámbito po-
una vez más a la percepción de estos grupos como más lítico, pero también la prefieren para el laboral. En los
cercanos que los africanos y quizá menos amenazantes. demás ámbitos, acorde con las opciones señaladas en el
Como consecuencia, también las relaciones de carácter plano real, se sitúan en la «separación», salvo en el ám-
conflictivo que obteníamos para magrebíes y subsaharia- bito económico, donde oscilan entre la «integración» y
nos en los ámbitos centrales con rumanos y ecuatorianos la «separación».
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 481
Diferencias entre rumanos y ecuatorianos nuación porque nuevamente avalan una apuesta clara
por la «integración» —dados sus mejores resultados—
En resumen, nuevamente se confirman las predicciones frente a otras opciones (en este caso la «separación/se-
generales del MAAR respecto a la utilización y prefe- gregación»).
rencia de opciones de aculturación que indican cierta Los datos obtenidos reflejan que los inmigrantes ru-
apertura hacia la sociedad de acogida («asimilación» o manos que optan por la «integración» (y en algunos ca-
«integración») en los ámbitos periféricos y opciones sos por la «asimilación») son los que tienen una mejor
más conservadoras de la sociedad de origen («separa- opinión sobre los españoles como grupo (componente
ción») en los centrales. No obstante, llama la atención cognitivo del prejuicio), experimentan menos emociones
en esta segunda investigación las opciones de acultura- negativas hacia nosotros (componente afectivo del pre-
ción del grupo ecuatoriano, mucho más cercanas a la juicio), están dispuestos a mantener relaciones más es-
«separación» en prácticamente todos los ámbitos del trechas con españoles (componente conativo del prejui-
MAAR —excepto en el político y el laboral—, tanto en cio) y favorecen menos a su grupo en comparación con
el plano real como en el ideal. Nos sorprende especial- el exogrupo español (menos sesgo endogrupal). Asimis-
mente el resultado obtenido en el ámbito social. A pri- mo, son los rumanos partidarios de la «integración» los
mera vista, y dado que la lengua es un instrumento bási- que aseguran mantener un mayor grado de contacto con
co para crear barreras de comunicación o para superar españoles, lo perciben como más agradable, y creen que
otras, cabría esperar una mayor interacción social entre existen más semejanzas que diferencias entre su grupo y
el grupo de ecuatorianos y la sociedad autóctona que en- el de los españoles. Frente a ellos, los rumanos que op-
tre esta y el de rumanos, y por la misma razón. Sin em- tan por la «separación» (no desean adoptar elementos
bargo, los resultados, tanto de ambos grupos de inmi- culturales de la sociedad de acogida pero sí mantener
grantes como de los autóctonos que les evalúan, ofrecen sus costumbres de origen) muestran los niveles contra-
la misma estrategia: los rumanos optan por la «integra- rios en las variables mencionadas (más prejuicio, más
ción» y los ecuatorianos por la «separación». Al menos sesgo endogrupal, menos contacto y menos agradable, y
en estos grupos el factor de la lengua común con la so- más diferencias percibidas con el exogrupo español).
ciedad receptora no parece ser determinante de las acti-
tudes y estrategias de aculturación a desarrollar. Resulta En el caso de los inmigrantes ecuatorianos hemos
especialmente sorprendente para nuestras previsiones no comprobado que la actitud de aculturación preferida es
solo que el grupo de inmigrantes ecuatorianos haya de- una variable importante solo para determinar el nivel de
sarrollado la «separación» como estrategia, sino que prejuicio hacia los españoles, pero no se relaciona con
además no persiga modificarla, como se refleja en su ac- ninguna otra variable psicosocial del estudio de forma
titud. significativa. Así, los inmigrantes ecuatorianos partida-
rios de la «separación» tienen la peor opinión sobre la
Finalmente, es destacable la ausencia total de la op- sociedad de acogida (componente cognitivo del prejui-
ción de «marginación/exclusión» en todos los grupos de cio) y más prejuicio total, en comparación con los que
este estudio (en comparación con la primera investiga- prefieren la «integración», que presentan las creencias
ción), lo que muestra la existencia de relaciones inter- más positivas sobre los españoles en los diferentes ám-
grupales menos conflictivas con estos grupos que con bitos presentados (y menos prejuicio total). Por tanto, de
los anteriores. nuevo vemos cómo el grupo de inmigrantes ecuatoria-
nos muestra un patrón menos consistente en compara-
ción con el resto de los grupos.
28.5.6.2. Actitudes de aculturación Cuando se analizan las respuestas de las muestras de
y su relación con otras autóctonos de este estudio también hallamos relaciones
variables del estudio: por qué significativas entre la opción de aculturación que prefie-
ren para los inmigrantes y sus puntuaciones en las diver-
apostar por la «integración» sas escalas del estudio, si bien esta relación es más fre-
cuente en el grupo que opinaba sobre rumanos (AR) que
Los análisis de varianza realizados con las actitudes de en el que lo hacía sobre ecuatorianos (AE). Concreta-
aculturación generales y el resto de las variables de este mente, aquellos autóctonos que prefieren la «integra-
segundo estudio muestran resultados interesantes, y algo ción» de los inmigrantes rumanos (y en algunos casos la
diferentes del estudio anterior, dependiendo del grupo «asimilación») son los que muestran menores niveles de
del que se trate. Los comentaremos brevemente a conti- prejuicio en sus tres componentes (cognitivo, afectivo y
482 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

conativo), menor sesgo endogrupal (favorecen menos al En resumen, podemos decir que el origen etnocultu-
propio grupo en la comparación con el exogrupo) y per- ral del grupo inmigrante marca de nuevo una diferencia
ciben menos diferencias entre su grupo y el de los ruma- importante, de manera que en las actitudes de acultura-
nos, frente a los autóctonos que prefieren la «segrega- ción de los inmigrantes rumanos parecen intervenir o in-
ción» de los rumanos. En el caso de los autóctonos que fluir un gran número de variables psicosociales, y en
opinaban sobre ecuatorianos, la actitud de aculturación cualquier caso, muchas más que en las actitudes de acul-
preferida para este grupo de inmigrantes solo se relacio- turación manifestadas por el otro grupo de inmigrantes
na con el prejuicio, la naturaleza del contacto con ellos del estudio (los ecuatorianos). Asimismo, los resultados
y la percepción de similitud endo-exogrupal. En los dos para los inmigrantes rumanos son más similares a los ob-
primeros casos esta relación entre variables no sigue el tenidos con población autóctona que en el caso de los
mismo patrón que hemos descrito hasta ahora. Así, los inmigrantes ecuatorianos. Este resultado nos sorprende y
autóctonos partidarios de la «asimilación» de los inmi- nos hace reflexionar sobre alguna posible explicación
grantes ecuatorianos muestran los niveles más altos de del mismo. Consideramos que las variables incluidas en
prejuicio hacia ellos y perciben el contacto con este gru- el estudio y la forma de medirlas no son las responsa-
po de manera más negativa, frente a los que desean su bles de esta diferencia de resultados en el caso de los
«integración», que obtienen las puntuaciones más bajas ecuatorianos. Se trata de un número importante de varia-
en prejuicio y consideran que el contacto con ecuatoria- bles que, por otra parte, parecen funcionar sin problemas
nos es más agradable. En el caso de la similitud percibi- en la muestra de rumanos (y también en las dos mues-
da entre endo-exogrupo, sí se repite el patrón general tras de autóctonos). La selección de la muestra y el en-
que hemos venido comentado para otros grupos del es- trenamiento realizado a los encuestadores también ha si-
tudio: los autóctonos partidarios de «segregar» a los in- do similar en los grupos de inmigrantes, por un lado, y
migrantes ecuatorianos son los que perciben más dife- en los de autóctonos, por otro. Por tanto, consideramos
rencias entre «ellos» y «nosotros» que los que prefieren que estudios futuros, quizá incluyendo investigación de
su «integración» (que perciben más semejanzas intergru- tipo cualitativo, podrán aportarnos determinadas claves
pales). que nos permitan comprender estos resultados.

28.6
Conclusiones
Las investigaciones que hemos comentado se incluyen (MIESC) basado también en los trabajos de Berry y es-
dentro de una serie de trabajos en los que el Colectivo pecialmente en los de Bourhis et al. Los puntos en co-
Interdisciplinar de Estudios Sociales (CIES) ha venido mún de ambos modelos y de las investigaciones presen-
trabajando a lo largo de los últimos años. El núcleo cen- tadas, así como algunas de sus diferencias, ya han sido
tral de nuestros objetivos pretende dar cuenta de cómo tratados por Azurmendi y Larrañaga, por lo que no nos
se está desarrollando el proceso de aculturación de los extenderemos en su comentario. Simplemente nos gusta-
diferentes grupos de inmigrantes que están viviendo en ría señalar que los resultados presentados en ambos ca-
nuestro país, si bien las investigaciones presentadas se pítulos muestran la necesidad de seguir investigando en
desarrollan en distintos lugares de la comunidad autóno- diferentes contextos, con diferentes grupos (de acogida y
ma andaluza. Hemos utilizado para ello el MAAR, un de llegada), y con modelos teóricos distintos y adapta-
nuevo modelo de aculturación basado en los trabajos de dos a esas diferencias, el proceso de aculturación de las
autores clásicos en el campo de la aculturación, como personas y grupos en contacto como consecuencia de la
Berry o Bourhis, pero también en otros más recientes inmigración, y el papel que juegan diferentes variables
como Piontokwoski et al. No obstante, en este libro hay psicosociales en el mismo.
otro capítulo dedicado a la aculturación desde el punto
A continuación comentaremos algunos de los aspectos
de vista de la sociedad de acogida en la Comunidad
más relevantes de nuestro trabajo a modo de conclusión.
Autónoma Vasca (Azurmendi y Larrañaga, en este volu-
men) en el que se emplea un modelo diferente, el Mode- Nuestros resultados vienen a confirmar, como predi-
lo de Identificación Etnosocial y de Culturación ce el MAAR, que las estrategias y actitudes de acultura-
Capítulo 28. LA INTEGRACIÓN DE LOS INMIGRANTES: UN ANÁLISIS DESDE EL MODELO... 483
ción no pueden ser consideradas como un todo uniforme nos), mientras que otros comparten el mismo credo que
sino que, unas y otras, varían en función de los diferen- la sociedad receptora (ecuatorianos); al tiempo que hay
tes ámbitos. Así, se adoptan diferentes estrategias y acti- una gran disparidad entre las relaciones históricas (gue-
tudes dependiendo en cada caso de a qué contenidos y rras, contenciosos, cooperación, etc.) sostenidas por Es-
aspectos de la cultura se estén refiriendo (los llamados paña con cada uno de estos grupos.
ámbitos de aculturación). Igualmente vemos confirmada En esta visión panorámica de las dos investigaciones
la hipótesis que establece que hay diferencias, o puede se ha podido comprobar que predominan los elementos
haberlas, entre aquello que las personas hacen o ponen de continuidad en los patrones de aculturación que si-
en práctica (sus conductas o estrategias; plano real) y lo guen los diferentes grupos inmigrantes estudiados, y no
que realmente quisieran hacer o poner en práctica si pu- parece que ni el contexto del primer estudio —que se
diesen elegir (sus deseos o actitudes; plano ideal). desarrolla en la provincia que tiene el mayor número de
Las investigaciones han incluido además una serie inmigrantes extracomunitarios y con un mayor peso re-
de variables psicosociales para tratar de determinar las lativo en relación con el número de autóctonos, Alme-
relaciones que existen entre ellas y las actitudes de acul- ría—, ni las diferencias etnoculturales, sean determinan-
turación, y encontrar cuáles tienen una mayor influencia tes para este proceso. Al contrario, es justamente el
y, por tanto, un mayor potencial predictor acerca de la grupo que aparentemente estaría más próximo a la so-
orientación del proceso de aculturación. Los resultados ciedad receptora (ecuatorianos), y del que cabría esperar
obtenidos confirman el peso de estas variables (mucho una mayor disposición a la «integración», el que mues-
mayor que el de las variables sociodemográficas utiliza- tra mayor resistencia al cambio, optando, en mayor me-
das) en la elección de estrategias y actitudes de acultura- dida que ningún otro grupo, por la estrategia y la actitud
ción, y, por tanto, su eficacia en orden a poder intervenir de «separación».
para modificar o reorientar la dirección aculturativa de- Para finalizar, creemos conveniente apuntar una po-
seada. Como hemos visto, la preferencia por la opción sible explicación alternativa de los resultados encontra-
de «integración» siempre va unida a niveles positivos de dos respecto a la opción de «separación». Cabe la posi-
las variables psicosociales utilizadas en ambos estudios bilidad de que esta opción esté reflejando, sin más, la
(p. e., menos prejuicio, menos sesgo endogrupal, mayor conformidad con la identidad de la que se forma parte y
y mejor contacto), independientemente del grupo anali- que no desaparece en el entorno social y cultural en el
zado, inmigrante (magrebíes, subsaharianos, rumanos o que se vive coyunturalmente, por extraño y distante que
ecuatorianos) o autóctono. Y esto se produce frente a la este sea. En algunos casos la «separación» puede con-
preferencia por otras opciones de aculturación, como la vertirse en una reacción frente al poder o el rechazo per-
«marginación/exclusión» (en la primera investigación) o cibido por parte del exogrupo, pero lo más común, y
la «separación/segregación» (en la segunda). Estos argu- hasta puede que saludable, es que cada colectivo social
mentos deberían utilizarse para convencer a la sociedad afirme su cultura frente a otras que considera simple-
española de que la «integración» se presenta como la mente como diferentes a la propia. La «separación», vis-
mejor vía a seguir. ta desde esta perspectiva, como hipótesis explicativa en-
Como hemos señalado anteriormente, una de las tre otras posibles, vendría a reforzar la idea de que todos
hipótesis de nuestra investigación postula que cada gru- los grupos humanos, precisamente para poder serlo, par-
po desarrolla y afronta los procesos de aculturación de ticipan, en mayor o menor medida, de cierto etnocentris-
manera diferente, es decir, el origen etnocultural de los mo cultural, necesitan «creer» y «sentir» que su manera
inmigrantes resulta una variable fundamental en el pro- de «habitar» el mundo es la mejor de las posibles. En
ceso de aculturación, tanto para los autóctonos como pa- este sentido, desde la perspectiva de la sociedad recepto-
ra los propios inmigrantes. De ahí que nos parezca de ra, puede suceder que a partir del presupuesto de su si-
gran interés la comparación de los resultados de acultu- tuación de superioridad económica se caiga en la infe-
ración obtenidos en ambas investigaciones con grupos rencia ideológica de entender que es superior en todos
de inmigrantes de diversa procedencia. Los grupos de los sentidos, y de ahí que perciba con perplejidad que
inmigrantes estudiados presentan grandes diferencias: estos grupos minoritarios de inmigrantes, procedentes de
unos hablan lenguas muy diferentes a la del país de lle- países más pobres, no se identifiquen totalmente con el
gada (árabe, rumano, wolof, diola, criollo, quechua, mundo desarrollado que les recibe.
etc.), otros no tanto; unos profesan mayoritariamente la Desde el otro lado, el de las minorías, la reacción
religión musulmana (magrebíes y subsaharianos) o sim- dominante parece ser bien diferente. Se acepta la supe-
plemente pertenecen a otras iglesias cristianas (ruma- rioridad del exogrupo, pero de manera discriminada, no
484 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

genérica, es decir, en aquellos ámbitos en los que la so- ce que los inmigrantes estén dispuestos a desprenderse
ciedad a la que llegan tiene demostrado su éxito: la o a sustituir sus valores y canjearlos por los de la so-
creación de la riqueza, la organización laboral, los me- ciedad de acogida. Si fuera cierta esta hipótesis, po-
dios de comercialización y de intercambio económico, dríamos concluir que la inferioridad material relativa
los sistemas de gestión política, etc. En todos estos ám- que perciben los inmigrantes, en su relación con la so-
bitos las opciones adaptativas son claras y se desarrollan ciedad a la que han emigrado, no se corresponde con
en la horquilla que va de la «asimilación» a la «integra- una percepción de pobreza simbólica, cultural y de valo-
ción». Mientras que en el resto de los ámbitos no pare- res propia.

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a
488 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

29.1
Introducción
La situación de contacto interétnico emergente a través desde la psicosocial, a distintos niveles: las CAB y tam-
de la inmigración reciente es la que se está produciendo bién la CAV, el Estado español, la Unión Europea, el
desde finales de la década de 1980 aproximadamente en ámbito internacional en general; b) también por su pre-
el Estado español (no ya en algunos estados de la Unión sencia en los media (casi siempre de forma problemáti-
Europea, en los que la inmigración se lleva produciendo ca) y su visibilidad crecientes entre la población en ge-
desde el final de la segunda guerra mundial), también en neral. Una fuente de información al respecto, en relación
las comunidades autónomas bilingües (CAB) como la a la CAV, la ofrece el organismo oficial Ikuspegi (Im-
Comunidad Autónoma Vasca (CAV); es emergente, al migrazioaren Euskal Behatokia/Observatorio Vasco de
menos en estos sentidos: 1) porque es una situación de Inmigración), que estudia tanto a los distintos grupos de
contacto nueva y que se sobreañade a otra situación de inmigrantes como a la sociedad de acogida de la CAV;
contacto tradicional anterior: entre las comunidades lin- otros organismos de interés son: el INE y el Ministerio
güístico culturales española por una parte, y las catala- de Trabajo y Asuntos Sociales, o el Observatorio Europeo
na, gallega o vasca por otra parte; 2) porque es una del Racismo y la Xenofobia (EIMC-SORA).
situación todavía en emergencia social y psicosocial
Por otra parte, en el caso de la CAV hay que tener
novedosa, en la que empiezan a construirse procesos
en cuenta también su situación de contacto interétnico
(cognitivos, motivacionales, afectivos, entre otros) que
tradicional, a través de la inmigración tradicional proce-
acompañan a comportamientos intergrupales nuevos (ad-
dente de distintos territorios de España, principalmente a
quisición de las lenguas en contacto y discriminación
finales del XIX-principios del XX y más recientemente en
negativa/positiva, entre otros). Por ello, el estudio de es-
la etapa franquista, que hace que hoy «existan inmigran-
te hecho social y psicosocial emergente es doblemente
tes desde una primera hasta una quinta generación (...).
relevante (Tajfel et al., 1972): tanto socialmente, por su
El 57,3% de los alaveses mayores de 18 años, el 47,4%
importancia y repercusión sociales, como científica-
de los guipuzcoanos y el 61,6% de los vizcaínos es, en
mente, ya que su estudio supone un reto en todos los
la actualidad, inmigrante o hijo de inmigrante» (Ruiz
sentidos (teórico y metodológico, entre otros).
Olabuénaga et al., 1994, p. 28). Según Lucas et al.
Es importante tener en cuenta la importancia cuanti- (2006, p. 121), «durante estas últimas décadas debemos
tativa de la inmigración emergente: es todavía pequeña tener presente la gran importancia que han tenido en Es-
en proporción, pero está creciendo mucho en la década paña los movimientos migratorios internos y externos.
de 2000. Los datos cuantitativos disponibles son diferen- Hay grandes movimientos de población entre provincias
tes según las diversas fuentes utilizadas: 1) según el pa- y entre regiones españolas, y también con otros países.
drón, interesante porque recoge la inmigración con y sin Todo ello sin detenernos a considerar el flujo de pobla-
permiso de residencia, en 2003 (INE, 2003), a) en Espa- ción del campo a la ciudad, que en buena parte es intra-
ña eran 2.672.596 inmigrantes: de Europa el 35,02%, de provincial, y que alcanzó, solo en la década de los 70
América el 40,15%, de África el 19,56%, de Asia el del siglo XX, a unos 3,7 millones de personas. Se puede
4,83%; b) en la CAV eran 49.262: de Europa el 28,81%, afirmar que la región central (Madrid, prácticamente) y
de América el 47,79%, de África el 18,25%, de Asia el las zonas periféricas con economía más dinámica (Cata-
4,88%; 2) según el Ministerio de Trabajo y Asuntos So- luña, Levante, País Vasco, Navarra y las islas) son las
ciales (2006) (en relación a la inmigración con permiso que experimentan importantes crecimientos migratorios
de residencia), en 2004, en la CAV, 37.150: de Europa durante las últimas décadas. Por el contrario, Andalucía,
(principalmente de la Unión Europea) el 30,03%, de Castilla, Galicia y León aportan los saldos negativos de
América (principalmente de Iberoamérica) el 42,0%, de manera continuada». Esto significa que en la CAV los
África el 20,50%, de Asia el 6,85%. Y la importancia distintos grupos étnicos emergentes desde la inmigra-
cualitativa de dicha inmigración emergente va también ción reciente se encuentran en una sociedad de acogida
creciendo, como indican: a) tanto la cantidad de organis- mixta étnica o etnolingüísticamente, de modo que las re-
mos (oficiales y sociales) como la cantidad de investiga- laciones interétnicas pueden ser de gran complejidad; es-
ción dedicadas a este fenómeno, principalmente desde to mismo ocurre en otras CAB o en la ciudad de Madrid
las perspectivas política, jurídica y sociológica, también en el contexto del Estado español.
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 489
En este capítulo se va a adoptar la perspectiva de la como en los comportamientos; Basabe et al. (2004)
psicología social intercultural, en la que pueden distin- ofrecen un ejemplo de ello en su aplicación en el con-
guirse dos grandes líneas de investigación (Sabatier y texto de la CAV.
Berry, 1996, p. 217): El estudio que se ofrece en este capítulo se incluye
La de «describir y comprender la influencia de los dentro de la segunda línea de investigación, con respec-
factores culturales en el desarrollo y comportamiento to a las estrategias de aculturación interactivas entre los
humano, influencia que se traduce por la diversidad, a grupos étnicos en contacto. Aún dentro de la trayectoria
través del mundo, de las conductas y comportamientos de Berry, se van a seguir los modelos propuestos por
cotidianos (...) en los campos de la percepción, la cog- Bourhis (et al., 1997, 1998a, b, 2004; Montreuil et al.,
nición, los rasgos de personalidad y la socialización», 2000, 2001, 2004,a, b; Personnaz et al., 2002) y por
entre los que destacan estos factores: individualismo/ Azurmendi (2000; et al., 1996), porque estos modelos
colectivismo (parecido al autoconcepto independiente/ pueden ser más idóneos para el estudio de la situación
interdependiente), distancia jerárquica o de poder, de contacto interétnico mixto (tradicional ! emergente
masculinidad/feminidad y alta/baja evitación de la in- conjuntamente), como se da en el caso de la CAV. En
certidumbre, entre otros. esta investigación se estudiará la aculturación desde el
La del «análisis de la adaptación psicológica de los punto de vista de la sociedad de acogida hacia los gru-
individuos cuando cambian de cultura ...» y también pos de inmigrantes emergentes.
de los grupos cuando cambian de cultura. Los objetivos son:
La primera línea de investigación ha tenido un gran Mostrar la idoneidad del modelo interactivo de acultu-
desarrollo a nivel internacional, también en España y en ración que se va a utilizar para el estudio tanto de las
las CAB; Páez et al. (2004) ofrecen un resumen del es- estrategias de aculturación como su interrelación con
tado actual de la cuestión. La segunda línea tiene tam-
otro proceso psicosocial, como es la identidad etnolin-
bién un desarrollo importante y creciente, especialmente
güística (étnica global y lingüística).
en torno a las estrategias de aculturación entre los gru-
pos étnicos; Berry (2003) ofrece el estado actual de la Mostrar la interdependencia entre estos procesos psi-
cuestión, siguiendo su trayectoria de estudio de la acul- cosociales.
turación. Actualmente existen ya investigaciones en las Profundizar en el debate existente ya en el estudio de
que se integran ambas líneas, añadiendo así valor expli- la problemática de las relaciones interétnicas.
cativo a las relaciones interétnicas tanto en los procesos

29.2
La aculturación
Se entiende por aculturación en la tradición antropoló- los de vida y lengua de la cultura mayoritaria blanca
gica y sociológica norteamericana (Giner et al., 2006, americana, como resultado de su adaptación psicológica
p. 11): los procesos de cambio cultural que se derivan y social; pueden darse grandes diferencias individuales
de la interrelación directa entre distintos grupos cultura- en la adaptación, dependiendo de variables como la per-
les previamente autónomos, que pueden manifestarse en sonalidad, el nivel educativo, la actitud y otras. Los do-
todos los grupos en interrelación, a distintos niveles, co- minios y actitudes de aculturación más importantes, o
mo el individual, el intragrupal y el intergrupal. más estudiados, parecen ser: las preferencias lingüísticas
En cambio, en la tradición de la psicología nortea- (competencia y uso, respecto de la lengua étnica y/o el
mericana, se entiende por aculturación, en el contexto inglés), la afiliación social, las costumbres cotidianas,
estadounidense (Zane et al., 2003, pp. 39-41): una de las las tradiciones y costumbres culturales, los estilos de co-
variables de diferenciación individual en las minorías ét- municación, el prejuicio y la discriminación percibidos,
nicas, en situación de contacto interétnico, en relación al la socialización de la familia, el conocimiento y las
grado en que reflejan los valores, comportamientos, esti- creencias culturales, los valores culturales, la identifica-
490 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ción étnica, y las consecuencias de todo ello en la salud en la década de 1980 (Sabatier et al., 1996), se utilizan
mental. En Chun et al. (2003) se ofrecen distintos traba- estas dos dimensiones:
jos que muestran el estado actual de la cuestión en di- El deseo del mantenimiento y desarrollo de la distin-
versos aspectos relacionados con la aculturación. ción étnica en la sociedad, que se expresaría en la pre-
gunta «¿es importante conservar su identidad y sus ca-
También en Norteamérica, pero en el contexto cana- racterísticas culturales?».
diense, y desde una perspectiva más psicosocial, es im-
portante la tradición de estudio del multiculturalismo y El deseo de los contactos interculturales, que se ex-
de la aculturación desarrollada por Berry y otros autores presaría en la pregunta «¿es importante establecer y
desde la década de 1970, tanto en Canadá (estado defi- mantener relaciones con otros grupos?».
nido constitucionalmente como multicultural) como en A través de las respuestas afirmativa y/o negativa a
otras partes del mundo, incluida Europa. Resúmenes del estas dos cuestiones, aplicadas primeramente a los gru-
estado de la cuestión actualizado se encuentran en Saba- pos indígenas y de inmigrantes, se genera este modelo
tier et al. (1996) y en Berry (2003; et al., 1997). Históri- de aculturación (MA) (Sabatier et al., 1996):
camente, según Berry (2003, p. 17), pueden distinguir-
se estas etapas en el estudio de la aculturación: La integración, que implica tanto el mantenimiento de
1) en relación a los efectos de la dominación europea en la identidad y la cultura propias originarias, como la
los pueblos coloniales e indígenas; 2) en relación a có- adopción de características propias de la sociedad do-
mo los inmigrantes (voluntaria e involuntariamente) minante, o de acogida como en los casos de grupos de
cambiaban tras su establecimiento en las sociedades re- inmigrantes actuales en los países desarrollados. Un
ceptoras; 3) en relación a cómo los grupos etnocultura- ejemplo sería el promovido por el multiculturalismo
les interrelacionan entre sí y cambian como resultado de canadiense.
sus intentos de vivir juntos en sociedades culturalmente La asimilación, que implica orientarse hacia la socie-
plurales; 4) actualmente, en relación a tres focos de es- dad dominante, incorporando sus características, aban-
tudio, como consecuencia de la globalización (principal- donando su identidad y cultura originarias, hasta ser
mente comercial y política): a) las poblaciones indígenas absorbido por la sociedad dominante, o de acogida en
nacionales, que experimentan la neocolonización; b) las los casos de grupos de inmigrantes. Un ejemplo sería el
nuevas oleadas de inmigrantes, como resultado de la promovido tradicionalmente por Estados Unidos y por
globalización económica y política; c) la pluralidad et- los estados de la Unión Europea.
nocultural establecida en la mayoría de los estados. Y
con respecto a su importancia en la psicología, también La separación, que implica la ausencia de relación
según Berry (2003, pp. 17-18), la aculturación se estudia con el grupo dominante, o con el de acogida, para po-
por estas dos razones principales: a) para controlar las der preservar la identidad y cultura propias origina-
experiencias del cambio social y cultural (la escolariza- rias, o para mantener una existencia autónoma. Un
ción, las telecomunicaciones, la industrialización u ejemplo sería el de algunos grupos religiosos en Esta-
otras), y su interdependencia con distintos fenómenos dos Unidos.
psicológicos (los valores, las habilidades cognitivas u La segregación, como en el caso de Sudáfrica hasta
otros); b) para su propio beneficio, como un contexto de hace poco; se produce cuando la separación resulta
fenómenos psicológicos de interés que surgen en la obligatoria para el grupo subordinado, por parte del
intersección entre dos o más culturas. Berry considera grupo dominante, para mantener a la gente en su sitio
que hay un amplio consenso en considerar la acultura- o evitar la contaminación.
ción como una parte importante de la psicología trans-
cultural, pero que no lo hay con respecto a cómo con- La marginación, que implica tanto la pérdida de su
ceptualizarlo y medirlo, principalmente en relación a identidad y cultura originaria como la no adquisición
estas dos cuestiones: (a) si los efectos de la aculturación de la cultura dominante o de la sociedad de acogida;
afectan o no a todos los grupos en contacto (dominante generalmente esta situación suele resultar obligatoria
y dominado), es decir si son interactivos y mutuos; (b) para el grupo subordinado.
si es predominantemente unidimensional (y unidireccio- La exclusión, utilizada por el grupo dominante, suele
nal) o multidimensional, dependiendo de cada contexto. ser una de las causas de la marginación de los grupos
subordinados. Un ejemplo de exclusión lo proporciona
En el modelo clásico de estrategias de aculturación, la situación de los indios americanos en las reservas
o de adaptación en la cotidianeidad, ofrecido por Berry en Estados Unidos.
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 491
Sin embargo, el modelo de Berry (Sabatier et al., – En la sociedad amplia dominante: uniformidad o
1996) aparece de una forma más compleja más tarde pluralismo.
(Berry, 2003, p. 23). Por una parte, se propone un mode- Dentro de esta tradición de estudio intercultural y de
lo ya interactivo entre los grupos étnicos en contacto la aculturación canadiense, Bourhis et al. (1997, 1998a, b;
que distingue cuatro estrategias de aculturación tanto en Azurmendi et al., 1996) proponen una renovación del
los «grupos etnoculturales» (por ejemplo, los grupos de modelo MA de Berry de la década de 1980, que deno-
llegada o de inmigración) como en la «sociedad amplia» minarán modelo interactivo de aculturación (MIA), que
(por ejemplo, en la sociedad de acogida de la inmigra- se muestra en la Tabla 29.1.
ción), de modo que a las cuatro estrategias de los grupos
étnicos, integración, asimilación, separación, margina- Es un modelo interactivo ya desde el principio, des-
ción, les corresponderían otras cuatro estrategias corres- de la perspectiva de una situación interétnica en contac-
pondientes de la sociedad amplia: multiculturalismo, to, en el que las estrategias de aculturación de ambos
melting pot, segregación y exclusión. Por otra parte, se grupos (o comunidades) en contacto son interdependien-
trata de un modelo en el que se van distinguiendo nive- tes, se dan en ambos sentidos. Las relaciones interde-
les de análisis y de aplicación en distintos momentos, pendientes son asimétricas, están basadas en una vitali-
como: los niveles cultural y grupal, y psicológico e indi- dad etnolingüística relativa (o comparativa) (VEL) alta/
vidual (p. 20), además del societal más tarde (p. 22) o el baja, de modo que las estrategias de aculturación en el
más reciente, en el que se distinguen estos tres niveles sentido desde el o los grupos de vitalidad alta, hacia el o
(p. 25) en el «uso de las estrategias de aculturación en los grupos de vitalidad baja, serán las de influencia
los grupos etnoculturales y en la sociedad amplia»: predominante. Junto a las cuatro estrategias intergrupa-
les de cada uno de los grupos en contacto, se introduce
El nivel nacional: la posibilidad de la estrategia interpersonal del indivi-
– En los grupos etnoculturales no dominantes: los ob- dualismo, tanto facilitado por el grupo de vitalidad alta
jetivos grupales. como deseado por el grupo de vitalidad baja, impres-
– En la sociedad amplia dominante: las políticas na- cindible desde la ideología predominante hoy del neoli-
cionales. beralismo/individualismo, especialmente en nuestro
El nivel individual: mundo desarrollado occidental (Beck et al., 2003). Se
predice el resultado de la interacción entre las cinco es-
– En los grupos etnoculturales no dominantes: las es-
trategias de aculturación de ambos grupos en contacto,
trategias de aculturación.
dando lugar a 25 situaciones interétnicas diferentes, en-
– En la sociedad amplia dominante: la ideología mul- tre las cuales: solo tres son consensuadas (en negrita en
ticultural. la Tabla 29.1), es decir, suponen unas relaciones fáciles
El nivel institucional: o incluso armoniosas, 10 son problemáticas y las restan-
– En los grupos etnoculturales no dominantes: la di- tes 12 son directamente conflictivas (en cursiva en la
versidad y la igualdad. Tabla 29.1).

Tabla 29.1. Modelo interactivo de aculturación (MIA), de Bourhis et al. (1997).

Comunidad Comunidad o grupos de inmigrantes: grupos de vitalidad baja


de acogida: grupo
de vitalidad alta Integración Asimilación Separación Marginación Individualismo

Integración consensuado problemático conflictivo problemático problemático

Asimilación problemático consensuado conflictivo problemático problemático

Segregación conflictivo conflictivo conflictivo conflictivo conflictivo

Exclusión conflictivo conflictivo conflictivo conflictivo conflictivo

Individualismo problemático problemático problemático problemático consensuado


492 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Con la experiencia acumulada en la aplicación de lo MIA de Bourhis et al.: 1) desde el reconocimiento de


este modelo MIA en diferentes contextos (canadiense, que resulta más importante la posición relativa alta/baja
estadounidense y europeo, entre otros), Bourhis et al. entre los grupos étnicos en contacto que la situación co-
llegan a algunos resultados importantes, que pueden to- munidad de acogida/grupos inmigrantes para compren-
marse como propuestas para su aplicación futura y que, der las 25 situaciones interactivas que predice el modelo
de hecho, se han recogido en parte en su aplicación al MIA de Bourhis; 2) desde el reconocimiento también de
contexto de la CAV en esta investigación (Azurmendi et que no siempre la comunidad de acogida es la de vitali-
al., 2005; Larrañaga et al., 2005), como por ejemplo: dad relativa alta y la comunidad o grupos inmigrantes la
que la comunidad de acogida puede adoptar distintas es- de vitalidad relativa baja, como ocurre en las situaciones
trategias de aculturación respecto de distintos grupos de de contacto interétnico tradicional en España, especial-
inmigrantes, especialmente respecto de los grupos favo- mente en las CAB; 3) con la finalidad de que esta refor-
rablemente/desfavorablemente valorados (Montreuil et mulación expresada en el modelo MIESC tenga un al-
al., 2000, 2001, 2004a), además de que los diferentes cance más general a cualquier situación de contacto
grupos de inmigrantes también pueden adoptar distintas interétnico (tradicional, emergente o mixto, como en el
estrategias de aculturación en la comunidad de acogida. caso de la CAV).
Y dentro de la tradición de estudio del modelo MIA En segundo lugar, el nuevo modelo tiene en cuenta
de Bourhis et al. (1997), Azurmendi et al. (1996) propu- la posición asimétrica entre los grupos étnicos en con-
sieron algunos cambios en lo que denominaron modelo tacto desde las teorías del poder directamente, desde las
de identificación etnosocial y de culturación (MIESC), que los grupos en contacto resultan ser relativa o com-
que se muestran en la Tabla 29.2. parativamente los grupos dominante/subordinado: por-
Las identidades mostradas en la Tabla 29.2, tanto que las relaciones basadas en el poder intergrupal relati-
grupales como personal, se refieren a los grupos etnolin- vo (más que en el estatus o en el tamaño grupales)
güísticos subordinados. (Azurmendi, 2000; Bourhis et al., 1996b) o en la dimen-
Los cambios más significativos del modelo propues- sión del soporte y control institucionales de la vitalidad
to en la Tabla 29.2, en comparación con el modelo de etnolingüística relativa (VEL) (objetiva y subjetiva)
partida, se expresan a continuación. En primer lugar está (más que las dimensiones sociodemográfica y del esta-
la consideración de los grupos étnicos (y etnolingüísti- tus) (Azurmendi, 2000) resultan ser más predictivas:
cos) en contacto desde su posición asimétrica relativa tanto de la aculturación como de los distintos procesos y
(Doise, 1982) directamente, ya que no siempre se da la comportamientos interétnicos, porque el poder significa
correspondencia de comunidad o grupos de acogida-vi- control (capacidad de elegir, decidir, imponer, premiar y
talidad relativa alta, y de grupos de llegada o inmigran- castigar, entre otros, especialmente en relaciones inter-
tes-vitalidad relativa baja, como se desprende del mode- grupales que resultan obligatorias), mientras que el esta-

Tabla 29.2. Modelo de identificación etnosocial y de culturación (MIESC),


de Azurmendi et al. (1996).
Grupos o comunidades Grupos o comunidades étnicos (y etnolingüísticos) SUBORDINADOS
étnicos (y etnolingüísticos)
DOMINANTES Integración Asimilación Separación Marginación Individualismo
Identidad
Integración
bicultural

Identidad
Asimilación
exocultural
Identidad
Segregación
endocultural

Exclusión Anomia
Identidad
Individualismo
personal
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 493
tus significa prestigio y atracción en relaciones intergru- Es quizá el proceso más claramente interactivo en su
pales más opcionales, y el tamaño generalmente importa configuración y, por ello, el más relacionado con el
en tanto se relaciona con el poder y/o el estatus. contexto social.
En tercer lugar, se incorpora la identidad étnica (et- También es el más claramente interactivo en la
nosocial, etnolingüística y etnocultural, entre otros) en el interdependencia entre los procesos y los comporta-
modelo MIESC, desde el reconocimiento de su imbrica- mientos.
ción y de su valor predictivo y explicativo, en cualquie-
Es especialmente adecuado para la comprensión de las
ra de los procesos y comportamientos relativos a las re-
relaciones interétnicas en general y de las relaciones
laciones intergrupales, e interétnicas también, incluidas
con la inmigración emergente en particular, el objeti-
las estrategias de aculturación (Azurmendi, 2000; Bour-
vo de este capítulo.
his et al., 1996a). En la Tabla 29.2 solo se muestran los
cinco prototipos de identidad principales: cuatro tipos de Así se explica la importancia concedida a la teoría
identidad grupal (bicultural, exocultural, endocultural, de la identidad (TI) en la psicología social, tanto teórica
anomia —pérdida de identidad grupal—) y un tipo de como empíricamente, primero como identidad personal
identidad personal; las restantes casillas de la tabla ven- (TIP), desde los rasgos de personalidad y de las relacio-
drían ocupadas por tipos de identidad más o menos nes interpersonales, después como identidad social
intermedios o mixtos. Hay que señalar que, otra vez, es- (TIS), desde las relaciones intergrupales, asimétricas, y
tos tipos de identidad se manifiestan principalmente en por tanto con características diferenciadas en cada grupo
los grupos subordinados y no necesariamente en los según su posición intergrupal relativa alta/baja, en la ac-
grupos dominantes, como ya predice las teorías de la tualidad como identidad personal-social (TIPS), desde
VEL y del poder. los rasgos de personalidad y desde distintos niveles de
interacción, interpersonales e intergrupales, también con
En la investigación empírica se utilizará una combi- características diferenciadas según la posición intergru-
nación de estos modelos MIA de Bourhis et al. y pal relativa (Doise, 1982): más elegibles en la posición
MIESC de Azurmendi et al. alta y más obligatorias en la posición baja. Desde el sur-
gimiento de esta teoría de la identidad social (TIS), en
la década de 1970 (Tajfel, 1978, 1982, et al. 1986; Tur-
29.2.1. La identidad etnolingüística ner, 1989, et al. 1981), se ha dado una evolución rica,
en gran parte debida a su aplicación en contextos
(IEL) interétnicos; dicha evolución, recogida ampliamente en
la bibliografía en español, se refleja, por ejemplo, en
La identidad puede considerarse como un proceso psico- Aguirre et al. (2000), Azurmendi (2000), Bourhis et al.
social singular desde diferentes puntos de vista y por (1996a), Huici et al. (2004) y Morales et al. (2002,
distintos motivos, algunos de los cuales se presentan a 2003, 2007).
continuación:
La identidad étnica (IE) en general, también la iden-
Es un proceso complejo, en el que intervienen todo ti- tidad etnolingüística (IEL), pueden considerarse como
po de aspectos psicosociales: cognitivos, motivaciona- el tipo de identidad social que surge en torno a catego-
les y afectivos, entre otros. rías étnicas, como la/s lengua/s en el contexto de las
relaciones entre grupos etnolingüísticos en contacto.
Su complejidad se refleja igualmente en el hecho de Así, la IE, por una parte, comparte las características
que puede darse entre distintos niveles de análisis y de generales de la TI en general, y de la teoría de la iden-
aplicación, a veces en el mismo nivel (interpersonales, tidad social (TIS) principalmente, en los siguientes as-
intergrupales, entre otros) y otras veces entre niveles pectos:
diferentes (interpersonal e intergrupal, intergrupal y
nacional, entre otros). Las dimensiones cognitivas, motivacionales y emocio-
nales.
Es un proceso que interviene en todos los procesos
psicosociales, de modo que funciona como el escena- La articulación entre identidad personal y grupal.
rio de todos ellos: en algunas ocasiones como antece- Las distintas posibilidades de funcionamiento y de tó-
dente y en otras como su consecuencia. picos de estudio, en relación con la asimetría entre los
494 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

grupos étnicos en contacto, especialmente desde las adquisición y/o mantenimiento de las lenguas en contac-
teorías de la VEL o del poder, entre los grupos domi- to, la red social endogrupal y/o exogrupal y compartir o
nante/subordinado; principalmente se ha aplicado en no valores culturales, entre otros. Resumiendo mucho,
el grupo subordinado, en donde pueden darse fenóme- Phinney enfatiza estos aspectos principales en la interde-
nos como la despersonalización, el cambio de identi- pendencia entre estos dos procesos de la IE y de la acul-
dad y/o de grupo, la recategorización en función de la turación: 1) su interdependencia con los factores contex-
lealtad o adhesión grupal, la movilidad social, la intui- tuales, especialmente con la/s lengua/s (adquisición,
ción femenina o clarividencia desde la subordinación competencia y uso, entre otros) y con la red de interac-
y la exclusión, la oveja negra, entre otros. ción social (endogrupal y/o exogrupal), por una parte; y
La importancia del contexto intergrupal: la propia asi- 2) la importancia del carácter dinámico, procesual y
metría intergrupal, la visibilidad grupal (acompañada cambiable, de la IE, por otra parte.
muchas veces de la visibilidad añadida de la pobreza), Además, existe la tradición en el estudio de la iden-
la situación de cambio social, la percepción de ilegiti- tidad etnolingüística IEL directamente, en torno a la
midad de la situación intergrupal y la atribución exter- categoría de las lenguas en contacto, en el contexto de
na, entre otros. la «psicología social y el lenguaje», como se desprende
de sus numerosas publicaciones (Fishman, 1999; Giles,
Por otra parte, la IE (y la IEL) tiene características
1977, et al., 1977, 1981, 1987; Gudykunst, 1988).
específicas, como subrayan, por ejemplo, Abrams et al.
Azurmendi (2000) ofrece un resumen de su evolución.
(1990) o Hogg et al. (1988), porque la categorización e
En este contexto de estudio directo de la IEL, se dan
identificación étnicas son «de largo alcance»; por eso,
trabajos empíricos aplicados en el mundo hispanoha-
también los grupos étnicos tienen características espe-
blante (Azurmendi et al., 1996; Rothman et al., 2008),
cíficas: historicidad, visibilidad, menor elegibilidad o
en las CAB (Azurmendi et al., 1998a, b; González et
mayor obligatoriedad, mayor impacto de la asimetría
al., 1999; Huici et al., 2003; Romay et al., 1999; Ros
de poder relativo intergrupal, mayor conflictividad,
et al., 1987, 1994, 1999) y en la propia CAV (Azur-
mayor interdependencia entre los aspectos sociológi-
mendi, 1994, 1995, 1998; et al. 1993, 1997, 1998,
cos y los psicosociales, mayor interdependencia entre
2008; Ruiz et al., 2005). Por otra parte, conviene recor-
las relaciones intergrupales y las intragrupales, mayor
dar que la IEL es uno de los procesos más estudiados,
interdependencia con otras teorías, como la de la priva-
ininterrumpidamente, en el contexto del País Vasco,
ción relativa y los distintos tipos de justicia, y mayor
desde finales de la etapa franquista (Siadeco, 1979)
cercanía con comportamientos conflictivos (discrimina-
hasta hoy (Baxok et al., 2006), por la importancia con-
ción, exclusión, movimientos sociales, u otros), entre
cedida al hecho social del euskera, principalmente
otros.
(aunque no solo) desde la perspectiva sociológica, es-
En este sentido, es interesante el panorama actual pecialmente respecto de la juventud vasca (15-29
que ofrece Phinney (2003) de la IE, porque lo hace en años), desde los niveles intergrupal y otros superiores
relación precisamente con la aculturación (objetivo de al intergrupal (identidad colectiva entre comunidades,
nuestra investigación), principalmente en los contextos entre naciones, entre otros), en relación también con
multiculturales de Estados Unidos y de Canadá, y tam- otros fenómenos sociales como: la aculturación, la
bién porque enfatiza aspectos importantes de la IE, co- identidad nacional y/o ciudadanía, el aprendizaje y la
mo el carácter dinámico de la IE, la interdependencia competencia del euskera, el uso del euskera, entre
entre la IE y la aculturación (objetivo importante de otros, en cuya tradición también hemos colaborado. En
nuestra investigación), la interdependencia entre la IE y este contexto, nuestra investigación actual aporta tanto
otros factores: la intensidad y la calidad de la/s IE/s, la la perspectiva predominante psicosocial como su incar-
lealtad a la IE originaria y/o el cambio en la IE (hacia dinación en la trayectoria principal de estudio de la
otra IE, o hacia ambas IE), la experiencia de discrimina- aculturación en la psicología social (mostrada más arri-
ción, la visibilidad de los grupos étnicos, la experien- ba). Todos estos trabajos señalados en este apartado
cia en las distintas etapas individuales (infantil, ado- pueden considerarse como antecedentes, de alguna ma-
lescencia, adulta) y en las distintas generaciones, la nera, de nuestra investigación actual.
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 495

29.3
La aculturación en la CAV
En la investigación1 que mostramos en este capítulo se gún sus valoraciones diferentes de los grupos de lle-
están aplicando los modelos MIA (de Bourhis et al.) y gada.
MIESC (de Azurmendi et al.) para el estudio de las rela-
Por otra parte, tres dominios o ámbitos de funciona-
ciones interétnicas en la CAV:
miento social, que se consideran importantes y signifi-
Las que se dan en la situación de contacto emergente, cativos en relación a aspectos como: motivaciones
a través de la reciente inmigración externa o extranje- económica y/o otras, público/privado y obligatorio/
ra, desde la perspectiva de la sociedad de acogida. optativo, entre otros; estos dominios son: el del em-
También las que se dan en la situación de contacto pleo, el de la cultura y el del matrimonio (endogamia/
tradicional, a través de la inmigración interna o espa- exogamia), según la hipótesis de que las estrategias
ñola. Se ha utilizado una metodología cuantitativa co- preferidas por la sociedad de acogida pueden ser dife-
rrelacional. rentes también en función de los distintos dominios
sociales de aplicación.
Para la recogida de los datos a analizar (en 2004) se
elaboró un cuestionario: en parte basado en los utiliza- En segundo lugar, y a la vista de la diversidad cultu-
dos ya por Bourhis et al. anteriormente y en parte adap- ral de la sociedad de acogida de la CAV, como resulta-
tándolo tanto al modelo MIESC como al contexto do de la situación de contacto tradicional producida por
interétnico de la CAV. En este capítulo solo se tratarán la inmigración española, especialmente durante el fran-
algunas de las cuestiones estudiadas: la aculturación y la quismo, interesa conocer cuáles son las estrategias de
identidad etnolinguística en relación con la aculturación; aculturación predominantes respecto de ambos grupos
así, se dejan para estudios posteriores otras cuestiones etnolingüísticos vasco y español. También ahora se es-
importantes también relacionadas con la aculturación, pera que en la propia sociedad vasca puedan darse dis-
como son la vitalidad etnolingüística relativa (VEL) o tintas preferencias por unas estrategias o por otras, en
poder relativo, que puede considerarse como el antece- cada uno de los dos grupos en contacto, tanto hacia los
dente principal de la aculturación, o la construcción psi- propios grupos en contacto tradicional como hacia los nue-
cosocial de la ciudadanía (¿como modelo de identidad vos grupos en contacto emergente.
nacional?), que puede considerarse como una de las En tercer lugar, y desde la consideración de que la
consecuencias principales de dicha aculturación. Los ob- aculturación y la identidad son dos tipos de procesos
jetivos en este capítulo se presentan a continuación. psicosociales especialmente interdependientes, interesa
En primer lugar, se trata de conocer cuáles son las conocer esta interdependencia. Para ello, antes es nece-
estrategias de aculturación predominantes en la sociedad sario conocer cómo se da la identidad entre los estudian-
de acogida de la CAV, respecto de los grupos de inmi- tes universitarios de la CAV, para lo que conviene dis-
grantes extranjeros emergentes, distinguiendo: tinguir:
Por una parte, dos grupos (obtenidos en una investiga- Los tipos de identidad etnolingüística (IEL) (étnica
ción previa, en 2003): el valorado más favorable- general y lingüística) que se obtendrán: vasca, vasco-
mente, que ha sido el de origen holandés (entre los in- española y española, entre otros.
tracomunitarios) y el valorado más desfavorablemente,
Los aspectos cognitivos (autoadscripción) y los afecti-
el de origen marroquí (entre los extracomunitarios), se-
vos (calidad) de la IEL, siguiendo la hipótesis de que
gún la hipótesis de que la sociedad de acogida puede
los aspectos afectivos resultarán más significativos
desarrollar estrategias de aculturación diferentes se-
que los cognitivos, también en función de las estrate-
gias de aculturación preferidas.
1
Proyecto de investigación: Inmigración: relaciones intergrupa- Para la mejor comprensión de la importancia de la
les, orientaciones de aculturación y construcción de ciudadanía (códi- IEL, en función de las estrategias de aculturación pre-
go: 1/UPV 00109.231-H-14798/2002). Equipo investigador: María Jo-
se Azurmendi (directora del proyecto), Jokin Apalategi y Nekane
feridas, se ha estudiado el sentimiento de amenaza ha-
Larrañaga. Colaboradores: Richard Y. Bourhis, Silvia Ruiz, Hiart Et- cia las IEL vasca y española, según la hipótesis de
xepeteleku y Manuel Sánchez de Miguel. que la amenaza identitaria aumentará la intensidad del
496 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

grado y de la calidad de la identidad y que por tanto y ambas para el 5,9%; la línea lingüística seguida en la
tendrá repercusiones en las estrategias de aculturación enseñanza secundaria: en euskera el 47,5%, en español
preferidas. el 38,3%, en ambas lenguas (programa bilingüe) el
14,2%; el grado de conocimiento de las lenguas en con-
En cuarto lugar, y en relación con los distintos tipos
tacto: del euskera M % 5,2, del español M % 6,2 (ade-
de identidad obtenidos, conviene estudiar su configura-
más, del inglés M % 4,2 y del francés M % 2,1); fre-
ción en relación a distintas variables, como: origen geo-
cuencia del uso de las lenguas en contacto en el hogar:
gráfico o ancestralidad (vascos, españoles, mixtos), len-
del euskera M % 3,6, del español M % 6,2 (además, del
gua primera (L1) (euskera, español o ambas), lengua
inglés M % 1,7, del francés M % 1,2); deseo de conoci-
utilizada en los estudios universitarios (euskera o ambas
miento de las lenguas: del euskera M % 6,4, del español
lenguas, o español), ideología política (de izquierda, de
M % 6,1 (del inglés M % 6,4, del francés M % 5,5).
centro, de derecha), adscripción política (partidos políti-
cos de ámbito vasco o español), entre otros, desde la Por lo que respecta al deseo de que en el futuro la
hipótesis de que entre las variables que intervienen en la tasa de inmigración crezca en el País Vasco M % 3,6.
configuración de la identidad etnolingüística serán más En cuanto a la creencia de que hay demasiada inmigra-
importantes las variables más elegibles y permeables ción en el País Vasco M % 3,5. El nivel de autoestima
(lengua utilizada en los estudios y la ideología, entre M % 5,5 y la orientación a la dominancia M % 2,0.
otros), que las menos elegibles y permeables (ancestrali-
Otras características destacadas de la muestra se pre-
dad y lengua primera, entre otros).
sentan en la Tabla 29.3.
En quinto lugar, se examinarán las interdependencias
entre los tipos de IEL y las estrategias de aculturación
obtenidas, desde la hipótesis de que distintos tipos de
identidad conllevarán distintas preferencias de acultu- 29.3.1. Estrategias de aculturación,
ración. en la sociedad de acogida
El cuestionario se pasó a los estudiantes universita-
rios en sus aulas, por miembros del equipo investigador, Interesa estudiar las estrategias de aculturación en la so-
en 2004; las respuestas se recogían en escalas tipo Li- ciedad de acogida, distinguiendo: hacia los propios gru-
kert de 7 puntos. La muestra la constituyen 814 estu- pos étnicos en contacto tradicional (vascos y españoles)
diantes universitarios, lo que supone una alta representa- y hacia los grupos de inmigrantes en contacto emergen-
tividad de los estudiantes universitarios de la CAV (con te, en función de ser estos grupos valorados más positi-
el objetivo de que los resultados tengan un valor tanto vamente (holandeses, de origen comunitario)/negativa-
sociológico como psicosocial) respecto de estas caracte- mente (marroquíes, de origen extracomunitario), en los
rísticas sociodemográficas que caracterizan al dominio o dominios del empleo, la cultura y el matrimonio.
ámbito social de las diferentes universidades: de la Para el estudio de las estrategias de aculturación, se
UPV/EHU, pública, el 86,6%, de Deusto, privada, el ha seguido el criterio de autoridad, utilizando los ítems
13,40%; de los diferentes campus: Araba el 19,9%, Biz- empleados ya por Bourhis et al. Como ejemplo relativo
kaia el 36,9%, Gipuzkoa el 29,9%; de las diferentes titu- a los grupos inmigrantes y al dominio de la cultura, y
laciones: de las disciplinas sociales el 51,6%, de las por lo que se refiere a las cinco estrategias de acultura-
ciencias naturales o técnicas el 48,4%; de las diferentes ción previstas, pueden valer estas preguntas del cuestio-
líneas lingüísticas universitarias: en euskera o en ambas nario:
lenguas el 44,4%, en español el 55,6%; de la distribu- 1. Los inmigrantes marroquíes/holandeses pueden con-
ción por sexo: mujeres el 68,7%, hombres el 31,3%. servar su cultura de origen mientras no influya en la
nuestra.
Las características descriptivas de la muestra, a tra-
vés de medias en rango 1/7 o de proporciones (%), indi- 2. Nosotros no tenemos nada que ganar con la presen-
can esta situación: la media de edad es de 21 años; la cia de los inmigrantes marroquíes/holandeses y de
ancestralidad u origen geográfico: vascos (los sujetos y su cultura.
ambos progenitores) el 56%, españoles (los sujetos y
3. Los inmigrantes marroquíes/holandeses deberían
ambos progenitores) el 19%, mixto (los sujetos y uno de
conservar su cultura de origen adoptando la nuestra.
los progenitores vasco y el otro progenitor español) el
25%; la primera de las lenguas en contacto adquirida 4. Que los inmigrantes marroquíes/holandeses conser-
(L1): el español para el 65,5%, el euskera para el 28,6% ven su cultura o adopten la nuestra no tiene ninguna
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 497
Tabla 29.3. Identificación, adhesión ideológica y orientación política
de los participantes en el estudio.
Identificación Adhesión ideológica
(Medias) (Porcentajes)

Vasco (M % 6,1) Extrema izquierda: 29,9%


Español (M % 3,3) Izquierda: 25,5%
Euskera (M % 5,3) Centro-izquierda: 18,9%
Español (M % 5,0) Centro: 20,1%
Europeo (M % 4,8) Centro-derecha: 3,6%
Soberanista vasco (M % 4,3) Derecha: 1,1%
Comunidad Autónoma (CAV, M % 5,7) Extrema-derecha: 1,1%
Unidad de España (M % 2,5)

Deseo de ser Simpatías por partidos políticos


(Medias) (Medias)

Vasco (M % 6,0) Ámbito vasco (M % 2,3)


Español (M % 3,2) Ámbito español (M % 2,2)

importancia, ya que cada individuo es libre de elegir caso de las estrategias hacia los marroquíes y los holan-
la cultura que le conviene. deses: integración (a % 0,67), asimilación (a % 0,73),
segregación (a % 0,77), exclusión (a % 0,84) e indivi-
5. Los marroquíes/holandeses deberían abandonar su dualismo (a % 0,79); pero no lo son en el caso de las es-
cultura de origen para adoptar la nuestra. trategias hacia los vascos y los españoles, de modo que
Las escalas de 7 puntos para las respuestas presenta- sus resultados son menos fiables. Los resultados obteni-
ban esta forma: 1 % nada de acuerdo (...), 7 % enorme- dos, que se indican en la Tabla 29.4, muestran esta si-
mente de acuerdo. tuación:
Los resultados expuestos en la Tabla 29.4 se pueden
Para facilitar la comprensión de las estrategias de resumir de la siguiente manera: las estrategias de acultu-
aculturación predominantes entre los estudiantes univer- ración predominantes entre los estudiantes universitarios
sitarios de la CAV, se van a expresar en la Tabla 29.4 de la CAV respecto de los dos grupos étnicos in-
las estrategias: migrantes en contacto emergente estudiados, los holan-
Tanto en relación con los dos grupos etnolingüísticos deses y los marroquíes, son las mismas, el individualis-
en contacto tradicional en la propia CAV, que funcio- mo, en primer lugar, y la integración, en segundo lugar,
nan como sociedad de acogida compuesta en relación en los dominios del empleo y del matrimonio; además,
a la inmigración emergente: el vasco, la comunidad de los índices son casi iguales en el dominio del empleo y
acogida pero subordinada, y el español, grupo de ori- parecidos en el dominio del matrimonio, aunque en este
gen inmigrante pero dominante. dominio los índices son algo más favorables respecto de
los holandeses que respecto de los marroquíes, como
Como en relación a los dos grupos étnicos inmigran- predecía la hipótesis inicial.
tes en contacto emergente, elegidos en esta investiga-
ción como prototipos de grupos valorados más favora- En segundo lugar, con respecto a los grupos étnicos
blemente, los holandeses, y más desfavorablemente, inmigrantes en contacto emergente, en el dominio de la
los marroquíes, por parte de la sociedad de acogida en cultura predominan el individualismo y la segregación,
la CAV. de manera que se confirma la hipótesis de que la socie-
dad de acogida puede preferir distintas estrategias en
En la Tabla 29.4 se insertan las estrategias en rela- función de distintos dominios sociales de aplicación. En
ción con los tres dominios o ámbitos sociales considera- este dominio de la cultura se manifiesta un tratamiento
dos más importantes en el caso del contacto interétnico diferenciado respecto de los dos grupos étnicos inmi-
emergente (también en el contacto interétnico tradicio- grantes, en el sentido de que respecto de los holandeses
nal): el empleo, la cultura y el matrimonio. Los coefi- la primera estrategia preferida es el individualismo y la
cientes de fiabilidad de las escalas son aceptables en el segunda la segregación, mientras que respecto de los
498 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 29.4. Estrategias de Aculturación (Medias, 1/7; desviaciones típicas entre paréntesis)
Contacto emergente Contacto tradicional

Marroquíes Holandeses Vascos Españoles

Empleo

Individualismo 5,9 (1,3) 5,9 (1,2) 6,1 (1,3) 6,0 (1,4)

Integración 5,6 (1,4) 5,7 (1,3) 6,1 (1,3) 6,1 (1,3)

Asimilación 3,9 (1,6) 3,8 (1,6) 2,5 (1,6) 3,2 (1,8)

Segregación 2,3 (1,4) 2,1 (1,4) 1,6 (1,1) 1,9 (1,4)

Exclusión 1,5 (1,0) 1,5 (0,9) 1,2 (0,8) 1,4 (1,0)

Cultura

Individualismo 4,9 (1,7) 5,1 (1,7) 5,1 (1,9) 5,1 (1,9)

Integración 4,3 (1,7) 4,1 (1,7) 3,3 (1,8) 3,9 (1,9)

Asimilación 1,5 (1,0) 1,5 (1,0) 1,3 (0,8) 1,7 (1,3)

Segregación 5,1 (1,6) 4,8 (1,7) 4,5 (2,0) 4,6 (1,9)

Exclusión 2,4 (1,5) 2,1 (1,3) 1,9 (1,3) 2,4 (1,7)

Matrimonio

Individualismo 4,9 (1,9) 5,4 (1,5) 5,8 (1,5) 5,8 (1,5)

Integración 3,6 (1,8) 4,0 (1,7) 3,4 (2,0) 4,0 (2,0)

Asimilación 1,7 (1,0) 1,6 (1,0) 1,4 (0,8) 1,9 (1,4)

Segregación 2,6 (1,6) 2,3 (1,5) 1,6 (1,0) 2,3 (1,8)

Exclusión 1,8 (1,3) 1,6 (1,1) 1,3 (0,8) 1,7 (1,3)


Medias en negrita: las dos opciones predominantes, cuando son mayores que 4,0.

marroquíes es justamente a la inversa, confirmándose, al En cuarto lugar, no existen casi diferencias en las es-
menos parcialmente, la hipótesis inicial. trategias preferidas respecto de los grupos etnolingüísti-
En tercer lugar, y por lo que se refiere a los dos gru- cos tradicionales y de los grupos étnicos emergentes, de
pos etnolingüísticos en contacto tradicional (vascos y es- modo que no se confirma la hipótesis inicial. Según los
pañoles) en la CAV, los resultados son muy parecidos a índices obtenidos, y a pesar de sus pequeñas diferencias,
los obtenidos respecto de los grupos etnolingüísticos en los cuatro grupos en contacto estudiados se reagrupan de
contacto emergente: predominan el individualismo y la esta manera: el vasco, el español y el holandés, por una
integración, más en el empleo que en el matrimonio, parte, y el marroquí por otra parte, y no los dos grupos
tanto respecto de los vascos como respecto de los es- del contacto tradicional por una parte y los dos grupos
pañoles. En el dominio de la cultura, las estrategias pre- del contacto emergente por otra parte, como podría es-
dominantes son también las mismas para vascos y espa- perarse, de modo que no se confirma la hipótesis inicial
ñoles, y se dan con la misma intensidad: el individualis- al respecto; esto puede interpretarse, al menos como
mo y la segregación. En este caso no se confirma la hipótesis, como resultado: tanto de la escasa presencia y
hipótesis inicial, ya que no se manifiestan distintas es- experiencia con los grupos de inmigrantes por parte de
trategias hacia ambos grupos en contacto. los estudiantes universitarios vascos (por ejemplo, toda-
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 499
vía no existen estudiantes universitarios de origen inmi-
grante en la CAV) como de la transferencia de la expe- 29.3.2. La identidad etnolingüística
riencia del contacto tradicional al contacto emergente. (IEL) en la sociedad
En quinto lugar, hay que destacar la importancia de acogida de la CAV.
concedida a la estrategia de la segregación en el domi- Su configuración
nio de la cultura, de modo tan general; esto podría inter-
pretarse, al menos a modo de hipótesis, otra vez: tanto Interesa conocer cuáles son las características configura-
como resultado de la experiencia negativa de los estu- doras de la identidad etnolingüística (IEL); para ello se
diantes universitarios vascos, en la situación de contacto han elegido solo algunas de las variables consideradas:
tradicional vasco/español, en el sentido de la dificultad ancestralidad, género, lengua primera adquirida, lengua
de la integración (principalmente respecto del compo- utilizada en los estudios universitarios, tipo de estudios,
nente de la lengua), como la transferencia desde la expe- ideología política y adscripción política. Interesa tam-
riencia entre los grupos en contacto tradicional a las bién conocer la configuración: tanto de las identidades
creencias (ya que todavía la experiencia es escasa) sobre étnicas globales (IE) vasca y española como de las iden-
los grupos en contacto emergente. tidades lingüísticas (IL) con el euskera y el español.
En general, de acuerdo con el modelo MIA de Bour- También interesa conocer las interdependencias entre di-
his et al., puede decirse que las relaciones intergrupales chas identidades (los coeficientes de fiabilidad de las di-
entre los grupos en contacto emergente, también entre ferentes escalas son satisfactorios, siendo mayores que
los grupos en contacto tradicional, podrían resultar más a%0,80). Las Tablas 29.5 y 29.6 muestran esta situación.
fáciles relativamente en los dominios del empleo y del Las variables que funcionan como configuradores de
matrimonio, aunque suficientemente conflictivas en el las identidades etnolingüísticas (IEL) son, en orden de-
dominio de la cultura; teniendo en cuenta que las estra- creciente de importancia: la adscripción política (parti-
tegias de los grupos dominantes tienden a prevalecer,
dos de ámbito vasco/español), la lengua en que se estu-
estas serán: por una parte, las de los grupos vasco y es-
dia en la universidad (en euskera o en ambas lenguas/en
pañol, como sociedad de acogida, sobre los grupos de
español), la ancestralidad (vasca/española), la lengua
emigrantes o de llegada, en el contacto emergente, y por
primera (L1) (euskera o ambas lenguas/español), la
otra parte, las del grupo español sobre el grupo vasco,
en el contacto tradicional. Por ello, parece que es este ideología (izquierda/derecha). El sexo tiene escasa inci-
domino de la cultura el que debe de ser estudiado y cui- dencia en las identidades. El estudiar en titulaciones de
dado con mayor atención. humanidades y sociales, o de naturales y técnicas, no

Tabla 29.5. Configuración de las identidades etnolingüísticas (IEL): étnicas (IE) vasca y española,
y lingüísticas (IL) con el euskera y el español (correlaciones de Pearson).
Antecedentes de las identidades Id. vasca Id. española Id. con euskera Id. con español
Ancestralidad española .0,38** 0,43** .0,35** 0,37**
Sexo femenino 0,01 0,10** .0,06* 0,08*
Euskera como L1 adquirida 0,25** .0,41** 0,39** .0,44**
Estudiando en euskera, o en ambas len-
guas en la universidad 0,25** .0,54** 0,48** .0,54**
Estudiando en ciencias humanas y socia-
les, o naturales y técnicas 0,01 .0,04 0,03 .0,03
Ideología más de derecha que de izquier-
da .0,19** 0,34** .0,22** 0,25**
Adscripción política más a partidos
de ámbito Español que de ámbito Vasco .0,38** 0,56** .0,42** 0,46**
* La correlación es significativa al nivel 0,05.
** La correlación es significativa al nivel 0,01.
En negrita: las dos correlaciones más significativas en cada identidad.
500 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 29.6. Interdependencias entre las identidades vasca, española, con el euskera,
con el español, en la configuración de la IEL (correlaciones de Pearson).
Identidades Vasca Española Con euskera Con español
Vasca 1,00
Española .0,36** 1,00

Con euskera 0,65** .0,44** 1,00


Con español .0,29** 0,70** .0,43** 1,00
* La correlación es significativa al nivel 0,05.
** La correlación es significativa al nivel 0,01.

tiene ninguna incidencia en las identidades. Es decir,


predominan los antecedentes opcionales y adquiribles 29.3.3. La identidad etnolingüística
(politicolingüísticas, permeables), sobre los de adscrip- (IEL) en la sociedad
ción étnica (impermeables), como se esperaba. de acogida de la CAV.
Las correlaciones son más fuertes e importantes en Prototipos y tipos
los casos de las identidades española y con el español,
principalmente respecto de las variables de la adscrip- de identidad
ción política y de la/las lengua/s de estudio en la univer-
sidad, que resultan ser así los aspectos más importantes, En el estudio de la identidad etnolingüística (IEL),
o más predictores, de dichas identidades. Las correlacio- interesa distinguir:
nes son también importantes, pero en grado algo menor, Los componentes identitarios a tener en cuenta, que
respecto de la identidad con el euskera; las correlaciones para este capítulo son:
son bastante más débiles en el caso de la identidad vas-
ca, siendo así esta la identidad menos predeterminada La identidad étnica global (IE), como vasco y/o espa-
(al menos en función de las variables consideradas). Es ñol, que se expresa como una identidad cultural gene-
decir, la IEL española muestra correlaciones más fuertes ral (C) en esta investigación, lo que da lugar a las IE
que la IEL vasca. CV % Vasca y CE % Española.
Las correlaciones positivas más importantes entre las La identidad lingüística (IL) en relación con las len-
identidades consideradas, son: entre las identidades es- guas (L) en contacto, con el euskara o lengua vasca y
pañola y con el español principalmente, y entre las iden- con el español o lengua española, lo que da lugar a las
tidades vasca y con el euskera en grado algo menor, de IL LV % Vasca y LE % Española.
modo que la identidad étnica global (IE) y la identidad Los tipos de identidad etnolingüística (IEL), en los
lingüística (IL) resultan fuertemente interdependientes que se considera la doble dimensión de la IE e IL vascas
positivamente entre sí, como se esperaba, configurando y españolas, de modo que puede darse la identificación
así de modo adecuado la IEL. tanto étnica como lingüística: respecto de las dos dimen-
Las correlaciones negativas más importantes se dan: siones o de solo una dimensión, además de la no identi-
entre las identidades respecto de las dos lenguas en con- ficación con ninguna de estas dos dimensiones (que po-
tacto, entre el euskera y el español, de modo que resul- dría considerarse como la no identificación grupal o
tan bastante incompatibles entre sí; también se da la como la posibilidad de la identificación personal).
fuerte incompatibilidad entre la identidad española y la
Los tipos de IEL se han obtenido con estas pregun-
identidad con el euskera, y también en grado menor en-
tas: «¿Hasta qué punto se identifica como vasco?, ¿co-
tre la identidad vasca y la identidad con el español. Es
mo español?, ¿con la lengua vasca?, ¿con la lengua es-
decir, la situación entre los grupos de identidad vasco y
pañola?», a base de introducir los siguientes cortes en
español se muestra, además de conflictiva, más fuerte-
las escalas de 7 puntos:
mente conflictiva desde la identidad española; esta situa-
ción parece que debería reflejarse en otros aspectos de La identidad étnica global vasca (CV): cuando se
la propia IEL, también en las interrelaciones entre la identifica como vasco en los puntos 5, 6, 7 ! como
IEL y la aculturación. español en los puntos 1, 2, 3.
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 501
La identidad lingüística vasca (LV), cuando se identi- palización) para los estudiantes universitarios vascos,
fica con la lengua vasca en los puntos 4, 5, 6, 7 ! también como la dificultad para una identidad personal
con la lengua española en los 1, 2, 3. y no grupal en el contexto vasco. Se han obtenido, tam-
bién, otros tipos de IEL intermedios: vasca ! con la len-
La identidad étnica global española (CE), a la inversa:
gua española (CV-LVE) y vascoespañola ! con la len-
cuando se identifica como español en los puntos 5, 6,
gua española (CVE-LE).
7 ! como vasco en los 1, 2, 3.
Desde el punto de vista de la importancia de las IEL
La identidad lingüística española (LE) cuando se iden-
obtenidas, en orden decreciente:
tifica con la lengua española en los puntos 4, 5, 6, 7
! con la lengua vasca en los 1, 2, 3. 1. El tipo predominante es el de la IEL intermedia
CV-LVE (identidad vasca ! identidad con las dos
Además, existe la posibilidad de la no identidad, ni
lenguas, el euskera y el español), que supone casi la
vasca ni española: cuando tanto en la IE como en la
mitad de la población estudiada, el 43,3%.
IL vascas y españolas se identifica en los puntos 1, 2,
3. De esta manera, se espera obtener cuatro prototipos 2. El prototipo de IEL integrada CVE-LVE (vascoes-
de IEL: vasca, vasco española, española, no IEL. pañola), el 24,6%.
El grado o intensidad de las distintas IEL (medias, 3. El prototipo de IEL extrema CV-LV (vasca), el
1/7), de modo que sus interdependencias con otros as- 21%, también tiene un peso considerable.
pectos, como con la aculturación, puedan resultar signi- El resto: el prototipo de IEL extrema CE-LE (espa-
ficativas. ñola), el 5,6%, y el tipo de IEL intermedia CVE-LE
La calidad de las distintas IEL (medias, 1/7), que se (vascoespañola ! identidad con el español), el 5,5%,
ha obtenido integrando estos seis aspectos afectivos: son de escasa presencia en la población estudiada.
«¿Hasta qué punto se siente contento, satisfecho, cómo- Desde el punto de vista del grado de identificación:
do, orgulloso de ser vasco/español?» y «¿desea ser vas- el prototipo de identidad vasca CV-LV es donde se da el
co/español?». Las medias integradas de estos seis aspec- mayor grado de identificación, tanto global (M % 6,8),
tos muestran los índices da la calidad en cada IEL. como comparativa (Huici et al., 2003) (vasca menos es-
El sentimiento de seguridad/amenaza de la identidad pañola: M % 6,8 . M % 1,2 % M % 5,6 de identidad
se ha estudiado manteniendo separadas la IE (global) y comparativa); en el prototipo de identidad vascoespa-
la IL (lingüística), distinguiendo estos cuatro dominios o ñola (CVE-LVE) integrada, el grado de identificación
ámbitos sociales: «¿Hasta qué punto se siente seguro es menor y algo más favorable a la identidad vasca
culturalmente, lingüísticamente, políticamente, económi- (M % 5,9) que a la identidad española (M % 5,5). Quizá
camente como vasco/español?». lo más destacable es que los cinco grupos de identidad
obtenidos podrían reagruparse en los tres prototipos ex-
Dada la importancia del componente lingüístico en tremos de IEL siguientes:
la configuración de la IEL, parece importante mostrar
cuál es la intensidad del deseo de conocimiento de las CV-LV ! CV-LVE (vasca), que supondrían el 64,3%
lenguas en contacto: el euskera y el español, en compa- de los estudiantes universitarios vascos.
ración con el grado de su conocimiento actual, por parte CVE-LVE ! CVE-LE (vascoespañola), que supon-
de la población estudiada. drían el 30,1%.
Los resultados, mostrados en la Tabla 29.7, con dife- CE-LE (española), que solo supondrían el 5,6%.
rencias muy significativas en todos los casos (grado y
calidad de la identidad, sentimiento de amenaza de la Este reagrupamiento, que llevaría a los tres prototi-
identidad, grado de conocimiento y deseo de conocimien- pos extremos de IEL, es coherente con otros resultados
to de las lenguas en contacto), indican esta situación: obtenidos en esta investigación.

Se han obtenido estos tres prototipos extremos de Desde el punto de vista de la calidad de la identidad,
IEL: vasca global y lingüística (CV-LV), vascoespañola a través de «sentirse contento, satisfecho, cómodo y or-
global y lingüística (CVE-LVE) y española global y lin- gulloso de ser vasco/español», y del «deseo de ser vas-
güística (CE-LE), pero no se ha obtenido el prototipo de co/español», vuelven a darse los mismos resultados que
la no IEL, que puede interpretarse como la gran impor- respecto del grado de identificación:
tancia e implicación respecto de las categorías étnicas La calidad es mayor en la identificación como vasco
en contacto (y sus correspondientes identificación y gru- que en la identificación como español, en todos los
502 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 29.7. Prototipos y tipos de IEL (%). Grado y calidad de la identidad, sentimientos
de amenaza de la identidad, grado de conocimiento y deseo de conocimiento de las lenguas
en contacto, de los prototipos y tipos de IEL (Medias, 1/7).
Prototipo Prototipo Prototipo Tipo Tipo
CV-LV CVE-LVE CE-LE CV-LVE CVE-LE F
21% 24,6% 5,6% 43,3% 5,5%
Grado de identidad
Vasca 6,8 5,9 3,0 6,5 5,3 F(4,742) % 125,69 p a 0,00

Española 1,2 5,5 5,6 2,2 5,4 F(4,743) % 390,84 p a 0,00


Calidad de la identidad

De ser vasco 6,7 6,0 3,7 6,5 5,6 F(4,745) % 122,82 p a 0,00
De ser español 1,5 5,6 5,6 3,0 5,6 F(4,743) % 366,74 p a 0,00
Sentimiento de amenaza: Cultural (global), lingüística, política, económica

Cultura vasca 5,6 3,0 1,7 4,6 3,0 F(4,745) % 78,91 p a 0,00
Cultura española 0,1 2,3 3,3 0,8 2,6 F(4,744) % 100,47 p a 0,00

Lengua vasca 5,9 3,1 1,7 5,1 3,1 F(4,746) % 91,26 p a 0,00
Lengua española 0,1 2,1 3,4 0,7 2,1 F(4,744) % 93,95 p a 0,00
Política vasca 5,9 3,6 2,3 5,1 3,4 F(4,744) % 54,75 p a 0,00

Política española 0,1 2,2 4,3 0,9 3,7 F(4,741) % 115,07 p a 0,00
Economía vasca 4,3 2,4 1,6 3,4 2,6 F(4,733) % 34,21 p a 0,00

Economía española 0,1 2,2 2,8 0,8 2,4 F(4,742) % 92,85 p a 0,00
Conocimiento de las lenguas
Euskera 6,5 4,9 3,2 5,7 3,0 F(4,743) % 128,70 p a 0,00

Español 5,7 6,6 6,4 6,3 6,4 F(4,742) % 27,42 p a 0,00


Deseo de conocimiento de las lenguas

Euskera 6,9 6,4 4,0 6,8 5,2 F(4,738) % 123,45 p a 0,00


Español 5,2 6,6 6,7 6,2 6,6 F(4,733) % 34,44 p a 0,00
Medias en negrita: las superiores a 5,0.

prototipos y tipos de IEL obtenidos, excepto en el prototipos de IEL que caracterizan a los estudiantes
prototipo de IEL española (CE-LE). universitarios vascos.
Desde la calidad de la IEL, parece que los cinco gru- La comparación del grado y de la calidad de las iden-
pos de identidad obtenidos podrían reagruparse otra tidades obtenidas no permite obtener diferencias, en
vez, y de la misma manera que respecto del grado de contra de lo que se esperaba, de modo que tal compa-
identificación, en los tres prototipos de IEL siguien- ración no puede utilizarse como medio para predecir
tes: CV-LV ! CV-LVE (vasca), CVE-LVE ! CVE- la evolución del grado de identificación, en el sentido
LE (vascoespañola), CE-LE (española), confirmando, de que a mayor diferencia entre la calidad y el grado
otra vez, la posibilidad de reducir de cinco a tres los de identificación, mayor posibilidad de reforzar el
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 503
propio grado de identificación acercándose a los índi- el grupo de IEL español tanto el conocimiento actual
ces de la calidad de identificación, por tanto tampoco (M % 3,2) como el deseo de conocimiento (M % 4,0) del
podrá utilizarse en su interrelación con otros procesos euskera presentan medias pequeñas y casi iguales entre
como puede ser la aculturación. sí. El grupo de IEL vasco (CV-LV) es el único en el que
Desde el punto de vista del sentimiento de seguri- el conocimiento actual y el deseo de conocimiento es
dad/amenaza de la identidad, se han distinguido los más favorable hacia el euskera que hacia el español,
componentes de la identidad que pueden considerarse aunque con diferencias pequeñas.
como los más relacionados con la aculturación (objetivo
importante de esta investigación): global o cultural, lin-
güístico, político y económico, respecto de ambas di-
mensiones vasca y española. Así:
29.3.4. Interdependencia entre la
identidad etnolingüística
Los sentimientos de amenaza predominantes son res-
pecto de los componentes vascos, principalmente res- (IEL) y las estrategias
pecto de la lengua, la política y la cultura vascas, con de aculturación
índices bastante altos; mientras que los componentes
españoles no se sienten en general amenazados, en De acuerdo con el marco teórico seguido en esta inves-
ninguna de las IEL (vasca, vascoespañola, vasca ! tigación, se espera que haya una interdependencia im-
! identidad con el euskera, vascoespañola ! identi- portante entre la identidad etnolingüística (IEL) y las es-
dad con el español), excepto un sentimiento de ame- trategias de aculturación, en el sentido de que cada
naza débil (M % 4,3) en el componente político en el prototipo y tipo de IEL pueda predecir unas estrategias
prototipo de IEL española (CE-LE). de aculturación determinadas. Los resultados obtenidos,
De nuevo, los cinco grupos de IEL obtenidos podrían en el dominio o ámbito social de la cultura (el más pro-
reagruparse en tres, de la misma manera que respecto blemático en el contexto intercultural de la CAV, por
del grado y de la calidad de identificación vistos ya, eso el de mayor interés), que se indican en la Tabla
en los mismos tres prototipos de IEL siguientes: vasca 29.8, muestran esta situación.
(CV-LV ! CV-LVE), vascoespañola (CVE-LVE !
(Hay que destacar que las diferencias son significati-
! CVE-LE) y española (CE-LE).
vas en el caso de los grupos étnicos en contacto tradi-
Estos resultados son coherentes con otros obtenidos cional, vascos y españoles, mientras que no lo son en el
en esta investigación, que puede interpretarse desde las caso de los grupos en contacto emergente, marroquíes y
teorías de la VEL (vitalidad etnolingüística) relativa o holandeses.)
del poder relativo, porque el grupo vasco es el de la si-
tuación subordinada y el grupo español el de la situación Las estrategias predominantes de los distintos
dominante, en el contexto de la asimetría intergrupal tra- prototipos y tipos de IEL en general reflejan la misma
dicional en la CAV. situación que aparece ya en la Tabla 29.4, ya que pre-
dominan las estrategias del individualismo y de la
Desde el punto de vista del componente más impor- segregación en todos los prototipos y tipos de IEL, y
tante de la IEL en este caso de la CAV, el referido a las respecto de los cuatro grupos étnicos en contacto
lenguas en contacto (IL) el euskera y el español, interesa (emergentes y tradicionales) considerados: marroquíes,
conocer cuál es el deseo de su conocimiento, en compa- holandeses, vascos y españoles. Es bastante sorpren-
ración con cuál es actualmente su conocimiento, porque dente que las diferencias sean tan pequeñas, tanto res-
la distancia puede interpretarse como un factor predictor pecto de los grupos étnicos en contacto tradicional (vas-
de la evolución futura o hacia el mantenimiento (cuando co y español), y los en contacto emergente (marroquíes
la distancia es pequeña) o hacia el aumento (cuando la y holandeses) como también entre los distintos prototi-
distancia es significativa) en el conocimiento de las len- pos y tipos de IEL.
guas. Los comportamientos más diferentes se dan en re-
lación con ambas lenguas en contacto, en el sentido de La mayor excepción se da en la IEL extrema vasca
que todos los grupos de IEL muestran un conocimiento (CV-LV), ya que ahora las estrategias predominantes
actual y un deseo de conocimiento altos en relación con respecto del grupo étnico de los españoles son la segre-
el español, mientras que las diferencias entre los grupos gación y la integración (no el individualismo); esto po-
de IEL se dan en relación con el euskera, entre el grupo dría interpretarse, al menos como hipótesis, como resul-
de IEL español (CE-LE) y los restantes IEL, porque en tado del sentimiento de amenaza hacia los componentes
504 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 29.8. Identidad etnolingüística (IEL) y estrategias de aculturación,


en el dominio de la cultura (medias, 1/7).
Orientaciones
aculturación CV-LV CVE-LVE CE-LE CV-LVE CVE-LE F
en la cultura

Marroquíes
Individualismo 4,7 5,1 4,5 5,0 4,9 F(4,743) % 1,97 p % 0,09
Integración 4,5 4,2 4,3 4,3 4,2 F(4,741) % 1,01 p % 0,40

Asimilación 1,5 1,5 1,8 1,5 1,6 F(4,744) % 0,93 p % 0,44


Segregación 5,2 5,0 5,3 5,0 5,4 F(4,745) % 0,94 p % 0,44

Exclusión 2,4 2,5 3,2 2,4 2,3 F(4,745) % 2,82 p a 0,05


Holandeses
Individualismo 4,8 5,4 5,1 5,2 5,1 F(4,744) % 2,57 p a 0,05

Integración 4,5 3,9 4,0 4,2 3,8 F(4,740) % 3,06 p a 0,05


Asimilación 1,6 1,4 1,7 1,4 1,5 F(4,743) % 1,64 p% 0,16

Segregación 4,9 4,8 5,2 4,7 5,0 F(4,742) % 1,16 p% 0,32


Exclusión 2,2 2,1 2,5 2,1 1,8 F(4,743) % 1,61 p% 0,16
Vascos

Individualismo 4,2 5,8 5,4 4,9 5,5 F(4,743)%17,23 p a 0,00


Integración 2,8 3,8 4,0 3,2 3,8 F(4,739) % 8,46 p a 0,00

Asimilación 1,3 1,2 2,0 1,3 1,1 F(4,745) % 7,89 p a 0,00


Segregación 4,7 4,1 4,7 4,7 4,1 F(4,741) % 3,09 p a 0,05
Exclusión 2,5 1,3 1,9 2,0 1,3 F(4,745) % 22,51 p a 0,00

Españoles
Individualismo 4,0 5,8 5,3 5,0 5,5 F(4,741)%21,88 p a 0,00

Integración 4,6 3,6 2,7 4,1 3,5 F(4,739)%12,64 p a 0,00


Asimilación 2,5 1,2 1,2 1,9 1,1 F(4,744)%25,75 p a 0,00
Segregación 5,1 4,1 4,4 4,8 4,1 F(4,742) % 7,41 p a 0,00

Exclusión 3,7 1,4 1,3 2,7 1,3 F(4,745) % 62,21 p a 0,00


Medias en negrita: las dos Estrategias de Aculturación predominantes.

vascos de la IEL vasca por parte del grupo étnico espa- por la integración, en vez de por el individualismo res-
ñol (como resultado de la experiencia en la situación de pecto de los españoles y no respecto de los grupos étni-
contacto tradicional), por lo que buscan más la integra- cos en contacto emergente de los marroquíes y los ho-
ción de los españoles que su opción de la elección del landeses, es sorprendente; quizá podría interpretarse, al
individualismo; esto viene corroborado por otros resulta- menos como hipótesis, tanto como una experiencia no
dos de la investigación. Sin embargo, esta preferencia demasiado positiva en relación a la decisión individual
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 505
de los españoles y a una no experiencia y/o confianza por la segregación se dan en los grupos de IEL más
mayor en relación a la decisión individual de los grupos extremos, la vasca (CV-LV) y la española (CE-LE), la
inmigrantes recientes (típico de la situación emergente), pequeña preferencia por el individualismo se da en la
respecto del dominio de la cultura. IEL integrada vascoespañola (CVE-LVE), y los res-
A pesar de las pequeñas diferencias obtenidas en las tantes tipos de IEL intermedios (CV-LVE, CVE-LE)
estrategias de aculturación predominantes, podrían des- muestran preferencias más ambiguas.
tacarse, en relación a los grupos inmigrantes (en contac- En relación con los grupos vasco y español (en con-
to emergente): tacto tradicional): se dan muy pequeñas diferencias en
cada una de las estrategias preferidas respecto de ambos
Todos los prototipos y tipos de IEL muestran un rela-
grupos, por parte de los distintos prototipos y tipos de
tivo favoritismo hacia los holandeses, ya que hacia es-
IEL; aunque también pequeñas, las diferencias son algo
te grupo étnico los índices de la estrategia del indivi-
mayores entre las estrategias preferidas respecto de am-
dualismo tienden a ser mayores y los de la
bos grupos, ya que la preferencia por la segregación pre-
segregación a ser menores que respecto del grupo ét-
domina solo en el prototipo de IEL vasca (CV-LV),
nico de los marroquíes, confirmando la hipótesis de
mientras que la preferencia por el individualismo predo-
que unos grupos de inmigrantes son más favorable-
mina en los restantes prototipos y tipos de IEL; esto po-
mente valorados que otros en la misma sociedad de
dría quizá interpretarse, otra vez, como el resultado más
acogida.
bien negativo de la experiencia interétnica y del mayor
Las diferencias entre los prototipos y tipos de IEL sentimiento de amenaza hacia lo vasco.
más destacables son: que las pequeñas preferencias

29.4
Debate
Como decíamos en la introducción, el hecho social de la (empleo, cultura, matrimonio); también, porque predice
inmigración emergente tiene una importancia social bien los tipos de situaciones interétnicas resultantes des-
grande en el contexto español, que se refleja en la canti- de las estrategias de aculturación elegidas por parte de
dad de investigaciones que promueve, también desde la la sociedad de acogida: más o menos consensuada o
psicología social, como se refleja por ejemplo en los úl- problemática desde el individualismo, y más o menos
timos congresos del área. Por ello, el que haya dos capí- consensuada o problemática o conflictiva desde la inte-
tulos dedicados a este fenómeno en esta publicación es gración, dependiendo de la elección en la estrategia de
algo esperable, incluso conveniente. Por eso, parece ne- aculturación por parte de los grupos de inmigrantes. 2)
cesario referirse al capítulo de Marisol Navas en este Algo parecido puede decirse del modelo MIESC (mode-
mismo volumen con el fin de establecer la complemen- lo de identificación etnosocial y de culturación) de
tariedad entre ambos capítulos. Para ello, primero esta- Azurmendi (Tabla 29.2), en el sentido de que se ha de-
bleceremos un debate referido a este capítulo y después mostrado la importancia de la consideración de la IEL
trataremos de mostrar la complementariedad entre am- en el contexto interétnico, también de la interdependen-
bos capítulos, con el fin de sacar algunas conclusiones cia entre la IEL y la Aculturación (y entre otros aspectos
conjuntas. estudiados); también, porque se ha reflejado la situación
Los resultados obtenidos en este capítulo muestran dominante/subordinado entre las IEL extremas española/
la idoneidad del modelo MIA (modelo interactivo de vasca (correlaciones negativas, sentimientos de amenaza
aculturación) de Bourhis (Tabla 29.1), ya que el indivi- hacia los aspectos vascos, entre otros), lo cual significa
dualismo (más interpersonal que intergrupal) ha sido que convendría estudiar más la importancia de teorías
una de las estrategias de aculturación preferidas: por como la VEL o el poder relativos, como antecedentes de
parte de todos grupos de IEL (CV-LV, CVE-LVE, CE- la interdependencia entre la aculturación y la identidad
LE, CV-LVE, CVE-LE), respecto de todos los grupos étnica (Azurmendi, 2000, et al. 1996); de este modo, se
étnicos en contacto (marroquíes, holandeses, vascos, es- explicarían también mejor las distintas consecuencias de
pañoles), en los tres dominios sociales considerados dicha interdependencia, como la construcción psicoso-
506 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cial de la ciudadanía (¿o identidad nacional?) (Azurmen- de la experiencia en la situación de contacto tradicional
di et al., 1998b); todo esto se estudiará más adelante. 3) (entre los propios grupos de IEL vasca y española) a la
En el futuro, también convendría tener en cuenta la pro- situación de contacto emergente (respecto de los grupos
puesta reciente de Berry (2003) en el estudio de la acul- de inmigrantes) o a unas respuestas «políticamente co-
turación. rrectas» a unas preguntas duras, por parte de la pobla-
ción estudiada, más esperable quizá entre los estudiantes
No resulta fácil interpretar los resultados obtenidos universitarios que entre otros sectores de la población.
respecto de las estrategias de aculturación predominan- Sin embargo, todo esto es típico en el estudio de hechos
tes en la CAV, en diferentes sentidos: 1) porque las es- sociales emergentes (ambigüedades, indecisiones, sor-
trategias predominantes son el individualismo y la se- presas, contradicciones, entre otros), como es el caso de
gregación, especialmente en el dominio de la cultura, ya la reciente inmigración extranjera en la CAV; así, esto
que tanto teóricamente como empíricamente (correlacio- sugiere que convendría estudiar también de otros modos
nan negativamente, aunque no de modo significativo, en esta problemática, a través de metodologías más cualita-
las estrategias hacia los grupos de inmigrantes: tivas por ejemplo.
r % .0,069) se supone que son contradictorias entre sí;
aunque las preferencias entre el individualismo y la inte- Si se comparan los resultados obtenidos en esta in-
gración son más esperables (correlacionan positiva- vestigación respecto de las estrategias de aculturación en
mente, aunque tampoco de modo muy significativo, en la sociedad de acogida hacia los grupos de inmigrantes
las estrategias hacia los grupos de inmigrantes: emergentes, con los obtenidos en otras investigaciones,
r % 0,15). 2) Porque las estrategias preferidas lo son por en la CAV, por ejemplo en la reciente de Narvaiza et al.
ambos grupos en contacto tradicional (IEL vasca y espa- (2007), en el sentido de si son coherentes entre sí (ya
ñola), para todo tipo de grupos en contacto interétnico, que los resultados no son directamente comparables,
tanto los propios grupos vasco y español como los gru- porque no han utilizado los modelos de aculturación de
pos de inmigrantes marroquíes y holandeses, entre otras nuestra investigación, se refieren a la población en gene-
razones porque así no se reflejan aspectos interactivos ral, respecto de más grupos étnicos y de más dominios
importantes, como por ejemplo los sentimientos de ame- sociales, entre otros), son parcialmente coincidentes. Por
naza hacia lo vasco pero no hacia lo español. Esto su- ejemplo: 1) las actitudes predominantes de la población
giere que convendría estudiar más detenidamente esta en general de la CAV hacia los distintos grupos inmi-
problemática de la aculturación, hacerlo de modo más grantes se muestran favorables y tolerantes (el 48,0%),
complejo al utilizado en esta investigación, por ejemplo, frente a las intolerantes (31,7%) o asimilacionistas (el
aplicando más y mejores preguntas en relación a la acul- 19,7%); es decir, son resultados menos favorables hacia
turación en el cuestionario, en los distintos dominios so- la inmigración que los obtenidos en nuestra investiga-
ciales considerados de interés, para detectar mejor las ción. 2) Los perfiles de las distintas identidades más o
diferencias intergrupales; contemplando otros niveles su- menos vasca y/o española, en relación a características
periores al intergrupal, también entre distintos niveles como las ideologías y adscripciones políticas, lingüísti-
como puede ser entre el nacional, el individual y el ins- cas, entre otros, son muy parecidos. 3) La interdepen-
titucional, por ejemplo, como sugiere Berry (2003), y dencia entre las actitudes hacia la inmigración y la iden-
como se aplica ya de alguna manera en la propia CAV tidad étnica (considerarse vasco y/o español, en nuestra
(Baxok et al., 2006); considerando también otros domi- investigación) o el sentimiento nacionalista (sentirse
nios sociales además de los estudiados en esta investiga- vasco y/o español, en la investigación de Narvaiza) se
ción y haciéndolo respecto de otros sectores sociales y da en el mismo sentido en ambas investigaciones: «El
de la población en general entre otros. sentimiento nacionalista, en este caso el español, resulta
ser significativo para explicar el rechazo institucional a
Los resultados obtenidos respecto de la situación de la inmigración. Por el contrario, el sentimiento naciona-
contacto emergente entre la sociedad vasca en general lista vasco —entendiendo en un sentido amplio, pues
como sociedad de acogida y los grupos de inmigrantes agrupa a quienes se sienten tan vascos como españoles,
recientes o de llegada, y respecto de la situación de con- más vascos y solo vascos— es una variable que de for-
tacto tradicional entre las distintas IEL (vasca, vascoes- ma bastante constante define actitudes más tolerantes
pañola y española, entre otros), son sorprendentes, por- con el fenómeno de la inmigración» (p. 19).
que son demasiado parecidas entre sí. Quizá esto se
deba: a la no visibilidad y no experiencia interactiva de Y si se comparan los resultados obtenidos en esta in-
los estudiantes universitarios vascos (al menos hasta vestigación respecto de las estrategias de aculturación en
2004) con los grupos de inmigrantes; a la transferencia la sociedad de acogida hacia los grupos de inmigrantes
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 507
emergentes con los obtenidos en otras investigaciones, población proveniente de todos los territorios españoles,
en la CAV, en el sentido inverso de la interrelación, es incluidos las CAB, y por tanto en situación etnolingüís-
decir las estrategias de aculturación en los grupos inmi- tica de contacto tradicional, además de lugar de acogida
grants emergentes hacia la sociedad de acogida, los re- también principal de la inmigración reciente, por tanto
sultados aparecen también parcialmente coincidentes. también en situación de contacto emergente).
Por ejemplo en la investigación de Etxepeteleku (2007),
La relación interétnica en la situación de contacto
aplicando también el modelo MIA de Bourhis, en los
tradicional, tanto entre los distintos prototipos y tipos de
mismos tres dominios del empleo, la cultura y el matri-
monio, pero de los grupos inmigrantes latinoamericanos identidad IEL, como respecto de los dos componentes
y subsaharianos, y con una metodología cualitativa (en- de identidad estudiados, la identidad étnica global IE y
trevistas, análisis de contenido), se obtienen estas estra- la identidad lingüística IL, se muestra conflictiva. Por
tegias predominantes: la asimilación en el empleo, la se- ejemplo: las IE vasca y española, las IL vasca y españo-
paración en la familia (y en algunos aspectos de la la, las IE vasca e IL española, las IE española e IL vas-
cultura: religión, gastronomía), la integración en la cul- ca, se muestran bastante incompatibles entre sí, ya que
tura; es decir, son distintas las estrategias deseadas por correlacionan negativamente entre sí significativamente
los grupos inmigrantes (en esta investigación) y las ofre- (Tablas 29.5 y 29.6); en estos casos, las correlaciones
cidas por la sociedad de acogida (en nuestra investiga- negativas son mayores de lo español hacia lo vasco, que
ción), por lo que las relaciones interétnicas aparecen co- a la inversa, y mayores también respecto de la IL (las
mo problemáticas o conflictivas (Tabla 29.1). O en otra lenguas) que de la IE, lo cual podría interpretarse como
investigación, de Basabe et al. (2004), aplicando ahora que la situación conflictiva viene originada principal-
el modelo MA de Berry, en distintos dominios sociales, mente por los que se identifican como españoles, en
distinguiendo la adaptación sociocultural y psicológica, función de su rechazo del euskera.
de distintos grupos de inmigrantes, interrelacionando la La relación interétnica en la situación de contacto
aculturación con la identidad étnica (pero no con la emergente parece delicada, ya que la influencia predo-
identidad lingüística), también con una metodología minante suele ser desde la sociedad de acogida (cuando
cualitativa (entrevistas), se obtienen estas estrategias en funciona como grupo o comunidad dominante) hacia los
los grupos inmigrantes hacia la sociedad de acogida: in- grupos de inmigrantes (cuando estos funcionan como
tegración (30%), separación (26%), asimilación (22%), grupos subordinados) y no a la inversa, de modo que la
marginación (22%), observando una tendencia en el situación conflictiva de la sociedad de acogida podría
tiempo desde la integración y separación, hacia la asimi- influir en sus relaciones con los grupos de inmigrantes,
lación y marginación; es decir una situación todavía más transfiriendo la misma conflictividad en relación con las
conflictiva (Tabla 29.1). Esto es otro ejemplo de la ne-
lenguas en contacto el euskera y el español. En este sen-
cesidad de estudiar más la aculturación, también de ha-
tido, parece importante estudiar esta posibilidad, consi-
cerlo de otras maneras (complementarias entre sí), en
derando al euskera y al español como un dominio social
los contextos interétnicos emergentes de la CAV, y se-
específico más, en el contexto de la CAV.
guramente también en otros contextos interétnicos (co-
mo las CAB, o la ciudad de Madrid). Refiriéndonos a las investigaciones de los dos capí-
Los resultados obtenidos también muestran la ido- tulos dedicados a la inmigración reciente en este mismo
neidad de la aplicación de la teoría de la identidad etno- volumen, es decir, este capítulo y el de Navas, se pue-
lingüística IEL en el contexto de la CAV, ya que este den establecer comparaciones significativas, ya que am-
proceso ocupa el lugar central en las relaciones interét- bas se han desarrollado desde un marco teórico común.
nicas, incluidas las relaciones de aculturación (aunque Desde este punto de vista, habría que destacar la renova-
en menor grado del esperado en esta investigación), co- ción del modelo de aculturación clásico de Berry, pro-
mo se le suponía (Azurmendi et al., 1996; Phinney, puesto y aplicado en ambas investigaciones: el modelo
2003). Esto corrobora lo transmitido por la literatura MAAR (Modelo Ampliado de Aculturación Relativa) en
(como la utilizada en este capítulo), también respecto de el capítulo de Navas en este mismo volumen, y el mode-
las situaciones interétnicas en el estado español: 1) algu- lo MIESC (modelo de identificación etnosocial y de cul-
nas aplicadas ya en algunas CAB, o también en otros te- turación) en este capítulo de Azurmendi y Larrañaga; es
rritorios multilingües como el Valle de Arán, en el que decir, una renovación que supone la adecuación teórica
conviven tradicionalmente tres lenguas, el aranés, el a los contextos de aplicación, contextos en parte diferen-
catalán y el español (Lapresta et al., 2004); 2) pero otras tes por lo que la adecuación es también en parte diferen-
todavía no estudiadas: algunas CAB, o la ciudad de Ma- te, además de la capacidad de innovación teórico-empí-
drid (como lugar de acogida tradicional principal de la rica que ello supone, muestra del grado de desarrollo de
508 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

la psicología social e intercultural en España. Uno de los lismo disciplinario, hoy parece necesaria la colaboración
aspectos comunes de ambos modelos es su carácter al menos entre sociólogos y psicólogos sociales. Y res-
interactivo, entre la sociedad de acogida y los grupos de pecto al pluralismo metodológico, hoy se invoca ya la
inmigrantes (también entre ambos grupos etnolingüísti- necesidad de la abducción: 1) desde la sociología, Giner
cos en la sociedad de acogida, en el caso de la CAV). et al. (2006: 1) invocan que «existen tres tipos de silo-
Algunos de los aspectos diferentes están en el énfasis en gismos inferenciales: inductivos, deductivos y abducti-
la distinción entre los planos real/ideal, o entre estrate- vos. Mientras que el razonamiento deductivo es analíti-
gias/actitudes, en el modelo MAAR, respecto de la si- co (regla/caso/resultado), el razonamiento inductivo y el
tuación de contacto emergente (en Andalucía, en este abductivo son sintéticos (efectúan aserciones que no se
caso); en el énfasis en la distinción entre estrategias siguen lógicamente de las premisas). Pero mientras que
intergrupales/interpersonales y en la importancia de la la inducción es lineal y acumulativa, la abducción es cir-
interdependencia entre la identidad etnolingüística y la cular y adivinatoria; es más débil y provisional, pero
aculturación, en el modelo MIESC, respecto de la situa- también más flexible...», siguiendo a Peirce (a finales
ción de contacto tradicional ! mixto (en la CAV, en es- del siglo XIX), que fue el primero que defendió estas tres
te caso). formas de inferencia: primero como formas indepen-
dientes, pero posteriormente como fases distintas del
Entre los resultados obtenidos, hay aspectos comu- proceso global de investigación, tal y como se considera
nes en ambas investigaciones, como las estrategias pre- hoy, distinguiendo: a) la observación de algún fenómeno
feridas en la sociedad de acogida respecto de los grupos sorprendente, b) que estimula la formulación de una
inmigrantes, que pueden ser diferentes, tanto respecto de hipótesis (abducción), c) que debe ser verificada me-
los distintos grupos inmigrantes en contacto como res- diante deducción e inducción. Es decir, la «abducción»
pecto de los distintos dominios sociales o ámbitos de se refiere «a la etapa creativa, imaginativa e intuitiva, en
aplicación, mostrando así la gran complejidad interacti- la que se formulan hipótesis y proposiciones, a partir de
va entre sociedad de acogida y grupos de inmigrantes. los conocimientos que poseemos, acerca de algo que no
Habría que destacar, en relación a los dominios sociales, ha sido observado directamente». Esto es lo que hace
que estos se agrupan en estos dos grupos con tipos de que Peirce sea considerado hoy como «pionero de la ló-
funcionamiento diferentes: por una parte el dominio más gica del descubrimiento y justifica el interés creciente
privado, o considerado como más central, el familiar ! que su obra despierta entre los teóricos de las ciencias so-
! religioso ! formas de pensar (Navas), o el dominio ciales». 2) Esta necesidad de pluralidad metodológica, y
de la cultura (Azurmendi y Larrañaga), en el que predo- de la abducción, también se invoca en la psicología social
mina la estrategia de la segregación desde la sociedad de actual, como expresa Páez (2004: 8): «Teniendo en cuen-
acogida y la de la separación desde los grupos de inmi- ta que los tres tipos de razonamientos clásicos aplicables
grantes, mostrando una situación intergrupal conflictiva a las ciencias son el deductivo, el inductivo y el abducti-
(Bourhis et al., 1997), y el resto de los dominios, por otra vo, lo que caracterizará propiamente a la ciencia, in-
parte, en los que se han obtenido otras estrategias como cluyendo a la psicología social, será la abducción...».
la asimilación, la integración o el individualismo, mos-
trando una situación problemática, pero menos conflictiva.
La abducción se está aplicando ya, al menos en al-
Los resultados mostrados en ambas investigaciones guna medida, tanto en el estudio de la aculturación, en
indican a veces la dificultad de su interpretación, seña- la CAV (Basabe et al., 2004), como también en el estu-
lando la necesidad de investigar más, también de inves- dio de la identidad vasca, incluida la IEL, en el contexto
tigar de otros modos, algunos de los fenómenos estudia- vasco general del País Vasco (incluida la CAV) (Baxok
dos. Esta dificultad es lo esperable en el estudio de los et al., 2006). Esto será necesario, no solo para el estudio
hechos o fenómenos sociales en situación de emergen- más adecuado de los aspectos considerados en este capí-
cia, especialmente cuando se trata de hechos tan com- tulo, sino también de otros, relacionados con las relacio-
plejos como el de las relaciones interétnicas (especial- nes interétnicas, como por ejemplo, la pervivencia en el
mente si son mixtas, tradicionales y emergentes a la contexto vasco de una grupalidad tan persistente e inten-
vez), por lo que es necesario investigar más y de otros sa en torno a categorías como el euskera, un contexto
modos. Pero esto mismo está de acuerdo con la tenden- que en otros aspectos es fuertemente individualista; la
cia actual de la necesidad del pluralismo complementa- importancia de lo contextual y del impacto de la cultura
rio tanto disciplinario como metodológico, para la mejor (Morales et al., 2007), para comprender, tanto desde
investigación y la más segura interpretación, en relación dentro como desde fuera, dichas relaciones interétnicas;
a dichos hechos sociales complejos. Respecto al plura- y un largo etcétera.
Capítulo 29. LA INMIGRACIÓN EMERGENTE EN LA COMUNIDAD AUTÓNOMA VASCA (CAV)... 509

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a
Este estudio ha sido financiado por el Fondo Nacional Suizo para la investigación Científica.
514 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

30.1
Introducción
Los psicólogos sociales siempre han intentado compren- aspectos estos intrínsecos a la categorización social y a
der por qué personas que se comportan aparentemente las relaciones entre grupos, su comportamiento pasa
de manera correcta a nivel individual (es decir, son tole- a regirse en mayor medida por la influencia de normas
rantes, respetuosas, comprensivas o cooperadoras) mues- grupales específicas. Por ejemplo, estas normas pueden
tran a veces un comportamiento más intransigente, agre- dictar comportamientos que buscan el mayor beneficio,
sivo, hostil o competitivo cuando forman parte de un ya sea material o simbólico, para su grupo y promue-
grupo social (Le Bon, 1896; Sumner, 1906). De hecho, ven comportamientos de lealtad y solidaridad endo-
la discriminación social se observa más frecuentemente grupal (Cohen, Montoya e Insko, 2006; Wildschut e
en las relaciones entre grupos que en las relaciones Insko, 2006).
interindividuales (Insko y Schopler, 1998; Rabbie y Lo-
dewijkx, 1994) y además parece aumentar por el simple La investigación sobre los niveles de expresión del
hecho de que el contexto social esté psicológicamente prejuicio también aporta evidencia indirecta para esta
categorizado en grupos sociales (Tajfel y Turner, 1986; consideración. Como consecuencia de la anteriormente
Turner, Hogg, Oakes, Reicher y Wetherell, 1987) o por mencionada norma cultural que condena el prejuicio y
la mera existencia de relaciones competitivas y amena- la discriminación, o al menos su expresión, algunos tra-
zadoras entre grupos (Rabbie y Lodewijkx, 1994; Insko bajos han mostrado que el prejuicio se expresa cada vez
y Schopler, 1998; Sherif, 1966; Tajfel y Turner, 1986). menos de manera abierta o explícita, y cada vez más de
un modo sutil o simbólico (Dovidio y Gaertner, 1986;
La literatura en psicología social ha aportado mu- Kinder y Sears, 1981; McConahay, 1983; Pettigrew y
chas lecturas y explicaciones pertinentes para este fenó- Merteens, 1995). En lo que aquí nos interesa más espe-
meno, y todas ellas sugieren de una forma u otra que las cíficamente, cabe señalar que una de las características
normas que rigen el comportamiento individual no son de estas nuevas formas de expresión del prejuicio es que
las mismas que aquellas que rigen el comportamiento dicha expresión se hace sin referencias ni alusiones per-
intergrupal. El presente estudio ha sido realizado con el sonales (McConahay, 1983). El individuo no percibe
fin de examinar este fenómeno. Dicho en otros términos, pues una amenaza por parte del exogrupo a título per-
la idea puede sintetizarse diciendo que lo que puede per- sonal, sino una amenaza para su grupo. Del mismo mo-
cibirse como ilegítimo en el plano individual puede pa- do, tampoco manifiesta un interés personal, sino una
recer legítimo en el plano intergrupal. Veamos en pri- motivación a proteger los valores y el significado de su
mer lugar algunos ejemplos de ello. grupo.
En nuestros días, en los países occidentales se suele En otros términos, el modo en el que se suelen ex-
hablar de la existencia de una norma cultural que conde- presar los prejuicios contribuye a que el individuo sea
na el prejuicio y la discriminación, y que promueve menos consciente del verdadero significado de su acti-
comportamientos prosociales (por ejemplo, cooperación, tud o, por lo menos, así se presenta a los demás estraté-
justicia, igualdad, respeto de los derechos humanos; gicamente. Por ejemplo, expresiones como «yo no soy
Doise, Spini y Clémence, 1999; Schwartz, 1992). De racista pero...» o «no es que tenga prejuicios hacia los
acuerdo con los principios de la influencia normativa inmigrantes, pero...» suelen preceder afirmaciones acer-
(Cialdini y Trost, 1998; Falomir, 2004), esta norma cul- ca de los problemas que los miembros de grupos estig-
tural regula en buena medida el comportamiento indivi- matizados suelen poner en el contexto socioeconómico
dual, es decir, el modo en el que un individuo interactúa de un país (Bonilla-Silva, 2003). En definitiva, estas
con los demás (véase, por ejemplo, Dovidio y Gaertner, preafirmaciones permiten que el individuo se perciba a
1986; Plant y Devine, 1998; Thibaut y Walker, 1975). sí mismo en acuerdo con la norma cultural en contra del
No obstante, cuando el individuo pierde conciencia de sí prejuicio. Una vez exculpado a nivel personal, el indivi-
mismo, es decir, cuando se desindividualiza (Postmes, duo puede permitirse una mayor expresión de prejuicios
Spears y Lea, 1998; Reicher, 1996) o no es consciente y una mayor discriminación hacia un grupo estigmati-
de tener que dar cuenta de lo que hace o dice (Schopler, zado en el contexto de una relación intergrupal debido
Insko, Drigotas, Wieselquist, Pemberton y Cox, 1995), a que ello no mancilla su imagen personal (Monin y
Capítulo 30. MOTIVACIONES A NO EXPRESAR PREJUICIOS, CONCIENCIA DE SÍ MISMO... 515
Miller, 2001; Muñoz, Falomir, Invernizzi y Leuenber- estigmatizadas. En la condición control no se aportaba
ger, 2000). dicha información. La variable dependiente era la acti-
En definitiva, el hecho de atribuir el prejuicio a otras tud de los no fumadores hacia determinadas medidas en
razones diferentes de los motivos personales (por ejem- contra del consumo de tabaco.
plo, el sentimiento de justicia en el marco de la relación Los resultados mostraron que cuando se activa la
intergrupal) constituye un modo de legitimar su expre- norma cultural en contra del prejuicio y la discrimina-
sión, y ello pese a la presencia de una norma cultural ción, esta obtiene cierta influencia en la actitud de aque-
que la condene. Por el contrario, en la medida en que se llos no fumadores que presentaban inicialmente fuertes
asume que la conciencia de sí mismo aumenta la impli- prejuicios hacia los fumadores (es decir, disminuye la
cación personal del individuo y la tendencia a autoeva- actitud favorable a las medidas antitabaco) cuando
luarse (Ickes, Wicklund, y Ferris, 1973), dicha concien- la comparación se había realizado entre ellos mismos in-
cia permite al individuo hacer en mayor medida dividualmente y los fumadores (lo que supuestamente
atribuciones disposicionales sobre lo que hace o lo que aumentaba la conciencia de sí mismos). Por el contrario,
dice (Duval y Wicklund, 1973). En tal caso, el individuo no se observó ninguna influencia cuando dicha norma se
seria más consciente de las implicaciones que su actitud activaba tras una comparación intergrupo entre los no
tiene para la imagen de sí mismo. fumadores y los fumadores (lo que supuestamente dis-
Si resumimos estas ideas, la norma cultural que con- minuía la conciencia de ellos mismos y aumentaba la
dena el prejuicio y la discriminación puede ejercer una definición de sí mismo en términos categoriales). Así
mayor influencia en el comportamiento del individuo pues, la norma cultural parece regir con mayor intensi-
cuando este presente una mayor conciencia de sí mismo dad las situaciones en las que hay una mayor conciencia
y atribuya una mayor implicación y responsabilidad per- de si mismo, pero pierde su fuerza en aquellas situacio-
sonal a sus actos. No obstante, dicha norma cultural nes en las que el nivel de categorización intergrupo pre-
puede perder cierta influencia en virtud de otras normas domina.
ancladas en el contexto intergrupal y legitimadas por es- La presente investigación aborda este problema, pero
te, en particular cuando el individuo es menos conscien- desde una perspectiva diferente. Por un lado, el presente
te de las implicaciones personales de sus actos. Debido estudio manipula directamente la conciencia de sí mis-
a que existe cierto antagonismo entre la definición de mo y mide como variable dependiente, además de la ac-
sí mismo en términos personales o individuales, y la de- titud hacia las campañas antitabaco, la identidad social.
finición en términos categoriales, se supone que la fal- De hecho, en el estudio de Falomir y Sánchez-Mazas la
ta de conciencia de sí mismo sitúa al individuo en el ni- tarea de comparación se supone que opone la toma de
vel de categorización intermedio o intergrupo (Turner et conciencia de sí mismo a la toma de conciencia en tanto
al., 1987). que miembro de un grupo. No obstante, en la medida en
Estas consideraciones han recibido ya cierta eviden- que estas dos variables son interdependientes, es decir el
cia experimental confirmatoria en un estudio sobre la aumento de la conciencia de sí mismo implica la dismi-
actitud de los no fumadores hacia las campañas antitaba- nución de la conciencia en tanto que miembro de un
co (Falomir y Sánchez-Mazas, 1998). Los participantes grupo (Turner, 1987), el hecho de considerar el impacto
eran no fumadores que expresaban cierto grado de pre- de una sobre la otra aporta una visión alternativa y com-
juicio hacia los fumadores a través de una tarea de com- plementaria al fenómeno estudiado. En función de ello,
paración, ya sea entre los no fumadores en general y los cabe esperar que la mayor conciencia de sí mismo dis-
fumadores en general (implicación grupal), o entre ellos minuya no solo la actitud favorable a las campañas anti-
mismos individualmente y los fumadores en general tabaco, sino también el sentimiento de pertenencia o
(implicación personal). Con el fin de identificar el im- identidad grupal.
pacto de la norma cultural en contra del prejuicio y la Por otro lado, en lugar de activar o no la norma cul-
discriminación, a la mitad de los participantes se les in- tural, la presente investigación examina estas dinámicas
formó acerca de los resultados de un pretendida encues- en función de la motivación interna o externa que un in-
ta representativa de la opinión de la sociedad y en parti- dividuo puede tener para no expresar prejuicio y discri-
cular de los no fumadores. Estos resultados mostraban minación (Plant y Devine, 1998). De hecho, Plant y De-
claramente que criticar al fumador o el consumo de ta- vine han elaborado estas dos subescalas con el fin de di-
baco era considerado por la mayoría de la gente como la ferenciar aquellos individuos realmente motivados a no
expresión real de un prejuicio y de una discriminación, expresar prejuicios por el hecho de que han interiori-
comparable a aquella que sufren otras minorías sociales zado la norma cultural en contra del prejuicio y la dis-
516 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

criminación (motivación interna) y aquellos aparente- conciencia de sí mismo debería llevar a una mayor re-
mente motivados por el simple deseo de evitar las reac- presión de tal expresión. Finalmente, esta dinámica de-
ciones negativas de los individuos que no tienen prejui- bería observarse principalmente cuando la motivación
cios (motivación externa). En general se ha observado externa sea alta, en la medida en que los individuos
que la motivación interna correlaciona negativamente con una motivación interna baja y una motivación ex-
con las medidas tradicionales de prejuicio, mientras que terna alta son los que presentan una mayor sensibili-
la motivación externa no lo hace o lo hace moderada y dad al significado social de sus opiniones (Plant y De-
positivamente. Los individuos principalmente motivados vine, 1998).
por razones internas en general manifiestan actitudes Finalmente, y pese a que no se conocen estudios
más positivas hacia los grupos estigmatizados, ya sean acerca de la relación entre el grado de identificación en-
estas explícitas o implícitas, y adaptan en menor medida dogrupal y las motivaciones interna y externa, nuestro
su expresión para conformarse con la presión social análisis de la oposición entre conciencia de sí mismo y
(Devine, Plant, Amodio, Harmon-Jones y Vance, 2002; conciencia de pertenencia grupal sugiere que el aumento
Plant y Devine, 1998). de la discriminación cuando la motivación interna y la
En función de ello cabe esperar que la motivación conciencia de sí mismo son bajas debe estar explicado
interna disminuya la actitud favorable a las campañas por un aumento del sentimiento de identidad endogru-
antitabaco, mientras la motivación externa no presente pal. Así pues, en lo que concierne a la identidad no solo
relación o esta sea positiva. En segundo lugar, la fuerte se esperan las mismas predicciones en función de la mo-
motivación interna debería disminuir la actitud antita- tivación y de la conciencia de sí mismo anteriormente
baco independientemente del grado de conciencia que establecidas para la actitud, sino que también se espera
se tiene de sí mismo, mientras que la baja motivación que el efecto de estas variables sobre la actitud esté me-
interna aumentará la discriminación principalmente diatizado por el sentimiento de pertenencia endogrupal o
cuando el grado de conciencia sea bajo, ya que la alta identidad social.

30.2
Método

respuesta tenían un intervalo de 7 puntos, con etiquetas


30.2.1. Muestra y procedimiento en los extremos de «en absoluto» versus «completa-
mente» o «completamente en desacuerdo» versus «com-
De los 363 participantes iniciales, los análisis se han pletamente de acuerdo» según el tipo de ítem. Al final
realizado con los 299 verdaderos no fumadores (los fu- se les agradecía su participación y se les explicaban las
madores ocasionales y los ex fumadores han sido elimi- características y el interés del estudio.
nados). De ellos (160 mujeres y 139 hombres), 266 son
estudiantes. Su edad oscila entre los 17 y los 74 años,
con una medida de 23,93 años (DT % 6,33).
El estudio se realizó durante los trabajos prácticos de
30.2.2. Variables independientes
psicología social y eran los estudiantes mismos quienes
desempeñaban el rol de experimentadores. En primer lu- Motivación a no expresar prejuicios hacia los fumado-
gar se contactaba a personas que no fumaran y se les pe- res. Al inicio del estudio los participantes respondían a
día que participasen en un estudio sobre la opinión acer- una escala de 10 ítems que mide la motivación interna y
ca del consumo de tabaco y de las campañas antitabaco. externa a no expresar prejuicios y a no discriminar a los
Las personas que aceptaban participar eran citadas en fumadores. Esta escala ha sido adaptada de Plant y De-
una sala en grupos de cuatro o cinco, y se les pedía que vine (1998) y presenta cinco ítems que miden la moti-
respondiesen a un sencillo cuestionario. Las escalas de vación interna y cinco ítems que miden la motivación
Capítulo 30. MOTIVACIONES A NO EXPRESAR PREJUICIOS, CONCIENCIA DE SÍ MISMO... 517
externa (Anexo 1). El análisis de fiabilidad interna para
la subescala compuesta por los cinco ítems que teórica- 30.2.3. Variables dependientes
mente miden la motivación interna muestra un alpha de
Actitud hacia las campañas antitabaco. La actitud hacia
Cronbach satisfactoria (a % 0,72) y no se mejora con la
las medidas en contra del consumo de tabaco se medía
eliminación de ningún ítem. El mismo análisis para la al inicio (antes de medir la motivación a no expresar
escala de motivación externa muestra una fiabilidad sa- prejuicio; pretest) mediante seis ítems generales (Anexo
tisfactoria (a % 0,66) pero que se mejora sustancial- 1) y al final del cuestionario (postest) mediante siete
mente cuando se elimina el ítem 2 (a % 0,80). Como ítems diferentes acerca de medidas concretas de acción
consecuencia se han construido una medida de motiva- en contra del consumo de tabaco (Anexo 1). Esta doble
ción interna incluyendo los cinco ítems de la subescala medida se ha introducido con el fin de poder tener en
(M % 4,10, DT % 1,24) y una medida de motivación ex- cuenta en los análisis la posición inicial del sujeto sin
terna incluyendo únicamente cuatro ítems (es decir, sin necesidad de repetir los ítems dos veces en un mismo
el ítem 2; M % 2,05, DT % 1.07). cuestionario y espacio de tiempo tan breve. Se han cons-
Conciencia de sí mismo. La única variable experi- truido dos índices de actitud hacia las campañas antita-
mental del estudio era el grado de conciencia de sí mis- baco (pretest: M % 2,75, DT % 1,05, a % 0,65; postest:
mo. Para ello se ha utilizado el procedimiento del espe- M % 4,93, DT % 1,18, a % 0,74).
jo, inicialmente utilizado por Wicklund y Duval (1971), Un análisis de regresión en el que se incluía la medi-
ampliamente validado en la literatura (véase, por ejem- da de actitud utilizada en el postest como variable de-
plo, Carver y Scheier, 1978) y que sigue siendo uno de pendiente y la medida de actitud utilizada en el pretest
los más utilizados en la actualidad (véase, por ejemplo, como variable independiente se realizó inicialmente con
Phillips y Silvia, 2005). En la condición de conciencia la idea de obtener los valores residuales no estandardiza-
alta de uno mismo, los participantes rellenaban el cues- dos. Estos valores representan la varianza de la actitud
tionario sentados en uno de los lados de una mesa alar- expresada en el postest que no es explicada por la acti-
gada dispuesta justo enfrente de una ventana que daba a tud inicial, y por tanto se han utilizado en los análisis
una habitación adjunta. El tipo de cristal y el contraste principales como variable dependiente.
de luz entre las dos habitaciones permitían que la venta- Identidad de no fumador. Seis ítems medían la identi-
na se transformase en un espejo y reflejase la imagen dad de no fumador (Anexo 1). Estos ítems se adaptaron a
del participante. En la condición de conciencia baja partir de las escalas habituales utilizadas para medir la
de uno mismo, los participantes también respondían identidad social (Doosje, Spears, y Ellemers, 2002). Se ha
al cuestionario, pero el espejo estaba cubierto con una construido un índice de identidad promediando las res-
cortina. puestas a los seis ítems (M % 5,13, DT % 1,10, a % 0,75).

30.3
Resultados

Para cada una de las variables dependientes se ha reali-


zado un análisis de regresión introduciendo la motiva- 30.3.1. Actitud hacia las medidas
ción interna, la motivación externa, el grado de con- antitabaco
ciencia de sí mismo y todas las interacciones posibles
entre estas tres variables como factores independien- El análisis de regresión realizado sobre el índice ajusta-
tes. La motivación interna y externa han sido conside- do de actitud arroja un efecto marginalmente significati-
radas como variables continuas, previamente estandar- vo de la motivación externa, b % 0,11, t (291) % 1,95,
dizadas. p a 0,06. La motivación externa a no expresar prejui-
518 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 30.1. Actitud favorable a las medidas antitabaco. FIGURA 30.2. Identidad de no fumador.

cios hacia los fumadores tiende a aumentar la actitud fa- na es significativo cuando la conciencia de sí mismo es
vorable hacia las medidas antitabaco. El análisis muestra baja, b % .0,20, t(291) % 3,20, p a 0,001, pero no
una interacción significativa entre la motivación interna cuando esta es alta, b % .0,02, t(291) % 0,43, p % 0,66.
y el grado de conciencia de sí mismo, b % 0,13, La conciencia de sí mismo alta tiende a disminuir la
t(291) % 2,24, p a 0,03. La Figura 30.1 ilustra esta in- identificación a los no fumadores para los valores condi-
teracción. El análisis de pendientes muestra que la moti- cionales bajos de motivación interna (.1 desviación tí-
vación interna predice la actitud cuando la conciencia de pica), t(291) % 1,93, p a 0,06, pero la diferencia no es
sí mismo es baja, b % .0,16, t(291) % 2,59, p a 0,01, significativa para los valores condicionales altos (!1
pero no cuando es alta, b%0,02, t(291)%0,48, p%0,64. desviación típica), t(291) % 1,05, p % 0,30.
Además, la conciencia de sí mismo alta disminuye la ac-
titud favorable a las medidas antitabaco para los valores
condicionales bajos de motivación interna (.1 desvia- 30.3.3. Análisis de mediación
ción típica), t(291) % 2,19, p a 0,03, mientras que la di-
ferencia no es significativa para los valores condiciona- En primer lugar cabe recordar que los análisis anteriores
les altos de motivación interna (!1 desviación típica), han mostrado que la interacción entre la motivación
t(291) % 1,01, p % 0,32. interna y la conciencia de sí mismo predice significati-
vamente la actitud y la identidad: b % 0,13 y b % 0,12,
respectivamente. Se ha realizado el mismo análisis de
regresión sobre el índice actitud, pero esta vez introdu-
30.3.2. Identidad de no fumador ciendo además la identidad como un predictor adicional.
El efecto de interacción entre la motivación interna y la
El análisis de regresión realizado para el índice de iden- conciencia de sí mismo pierde su significatividad, aun-
tidad de no fumador muestra que el efecto principal que sigue siendo marginal, b % 0,11, t (291) % 1,87,
de la motivación interna es significativo, b % .0,16, p a 0,07, mientras que la identidad de no fumador se
t(291) % 2,66, p % 0,008: la identidad de no fumador confirma como un predictor significativo de la actitud,
aumenta a medida que disminuye la motivación interna. b % 0,18, t(291) % 3,22, p a 0,001. Estos resultados su-
El análisis muestra que la interacción entre la motiva- gieren que la identidad de no fumador tiende a constituir
ción interna y el grado de conciencia de sí mismo tam- un mediador parcial del efecto de la interacción entre la
bién es significativa, b % 0,12, t (291) % 2,07, p a 0,04. motivación interna y la conciencia de sí mismo sobre
La Figura 30.2 ilustra esta interacción. El análisis de la actitud favorable a las medidas antitabaco (test de So-
pendientes muestra que el efecto de la motivación inter- bel, z % 1,74, p a 0,08).
Capítulo 30. MOTIVACIONES A NO EXPRESAR PREJUICIOS, CONCIENCIA DE SÍ MISMO... 519
En segundo lugar, si se tiene en cuenta únicamente vación interna: b % .0,19, t(148) % 2,35, p a 0,003;
la condición de conciencia baja de sí mismo (no se ha ob- identidad: b % 0,18, t(148) % 2,30, p a 0,03), pero el
servado ningún efecto para la condición de conciencia de efecto inicial de la motivación interna tiende a reducirse
sí mismo alta), se observa que la motivación interna pre- (test de Sobel, z % 1,87, p a 0,06). En definitiva, cuan-
dice la actitud, b % .0,23, t(149) % 3,01, p a 0,003, y do la conciencia de sí mismo es baja, una menor moti-
la identidad de no fumador, b % .0,25, t(149) % 3,25, vación interna aumenta la actitud favorable hacia las
p a 0,001. Ambas variables predicen significativamente medidas antitabaco en parte debido a un mayor senti-
la actitud cuando son consideradas conjuntamente (moti- miento de identidad en tanto que no fumador.

30.4
Discusión
El presente estudio analizaba el efecto de la motivación tabaco y a los fumadores), el no fumador manifiesta una
interna y externa a no expresar prejuicios hacia los fu- actitud menos favorable a las medias antitabaco y una
madores en función del grado de conciencia de sí mismo menor identidad de no fumador. Si bien este resultado
en una muestra de no fumadores. Dos variables depen- confirma anteriores resultados sobre la relación entre la
dientes se han considerado: la actitud hacia las medidas motivación interna y diferentes medidas de prejuicio y
en contra del consumo de tabaco y la identidad de no- discriminación (Plant y Devine, 1998), lo que supone
fumador. Los resultados no han mostrado ningún efecto cierta novedad es el hecho de que no varíe en función
significativo en lo que respecta a la motivación externa. del grado de conciencia de sí mismo. Dicho en otros tér-
Por el contrario, la motivación interna predice la actitud minos, la ausencia de conciencia de sí mismo no aumen-
y la identidad de los no fumadores cuando el grado de ta la discriminación cuando el individuo ha interiorizado
conciencia es bajo pero no cuando es alto. Más concre- la norma cultural que la proscribe. Por el contrario,
tamente, cuando la conciencia de sí mismo es baja, una cuando no se ha interiorizado la norma cultural la expre-
menor interiorización de la norma cultural en contra del sión del prejuicio y de la discriminación parece más
prejuicio y la discriminación hacia los fumadores se tra- sensible al grado de conciencia de sí mismo: una menor
duce en una actitud más favorable a las medidas antita- conciencia de sí mismo lleva a una mayor expresión de
baco y en una identidad de fumador más fuerte. Por el apego hacia el endogrupo y, en consecuencia, a una
contrario, la actitud favorable a las medidas antitabaco y mayor defensa de las medidas de protección del endo-
la identidad de no fumador son más bajas a medida que grupo y de discriminación del exogrupo; por el contra-
aumenta la interiorización de la norma cultural, y este rio, un mayor conciencia de sí mismo lleva a los no fu-
efecto varia en función del grado de conciencia de sí madores a manifestar una actitud más cercana a la
mismo. Finalmente, los análisis de mediación sugieren norma que de hecho no han interiorizado realmente. Pe-
que el efecto de la motivación interna y de la conciencia se a que la norma cultural no se considera realmente
de sí mismo sobre la actitud hacia las medidas antitaba- interiorizada en este caso, el no fumador prefiere aproxi-
co está parcialmente mediatizado por la identificación marse a ella cuando las implicaciones personales que
en tanto que no fumador. Más concretamente, se ha ob- puede extraer a partir de su actitud son mayores.
servado que cuando la conciencia de sí mismo es baja, En definitiva, estos resultados confirman en cierta
la menor motivación interna se traduce en un mayor medida la hipótesis de que, al menos cuando la motiva-
sentimiento de identidad social, lo que permite en cierta ción interna es baja, diferentes normas parecen regular
medida el aumento de la actitud favorable a las medidas el comportamiento individual en función del grado de
antitabaco. conciencia de sí mismo. Cuando la conciencia de sí mis-
En primer lugar, estos resultados sugieren que el mo es baja parece primar una mayor conciencia de gru-
grado de conciencia de sí mismo tiene un mayor impac- po, manifestada por el mayor sentimiento de identidad
to cuando la motivación interna es baja que cuando la de no fumador, que se traduce por una mayor predispo-
motivación interna es alta. Por un lado, cuando se ha sición a defender el propio grupo mediante el apoyo a
interiorizado la norma cultural en contra del prejuicio y medidas de acción en contra del consumo de tabaco. La
de la discriminación (en lo que respecta al consumo de consecuente discriminación del fumador parece ser con-
520 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

siderada como legítima en tales circunstancias en la me- vación interna y altos en motivación externa son particu-
dida en que, por un lado, sirve para proteger al endogru- larmente sensibles al contexto social (por ejemplo, al
po y, por otro lado, no conlleva la atribución de una hecho de expresar su actitud de manera pública o priva-
connotación negativa a nivel personal. Por el contrario, da; Plant y Devine, 1998). No obstante, el grado de con-
cuando la conciencia de sí mismo aumenta, la norma ciencia de sí mismo no parece funcionar de manera aná-
cultural en contra del prejuicio y de la discriminación loga al nivel público o privado de expresión de la
parece ejercer cierta influencia independientemente del actitud. El aumento de conciencia de sí mismo parece
grado de motivación interna (o de interiorización de di- más bien llevar a los participantes a una reflexión sobre
cha norma). Como se ha indicado anteriormente, la con- las implicaciones que pueden tener sus actitudes y les
ciencia de sí mismo permite cierta influencia de la nor- lleva a moderarlas por razones personales ajenas a las
ma cultural incluso en aquellos individuos que no la han reacciones de los demás. Dicho en otros términos, la
interiorizado. ausencia real o simbólica de otros que pudiesen reaccio-
nar negativamente ante la opinión de estos participantes
Pese a la novedad e importancia de los resultados (como sería el caso de la expresión pública de las opi-
observados, también cabe mencionar algunas limitacio- niones) puede ser la razón de la ausencia de efectos sig-
nes del presente estudio que sugieren cierta prudencia en nificativos en función de la motivación externa. Esta
cuanto a su generalización. En primer lugar, hay que re- explicación alternativa no había sido considerada inicial-
conocer que los resultados, y en particular aquellos rela- mente, pero a la vista de los resultados merece sin duda
tivos al análisis de mediación, no son muy fuertes esta- una mayor atención en investigaciones futuras.
dísticamente. En consecuencia, una réplica del estudio
parece aconsejable antes de que se extraigan conclusio- Como conclusión se puede recordar que los no fu-
nes definitivas. En segundo lugar, también cabe mencio- madores han estado expuestos durante décadas al taba-
nar el hecho de que la inducción de la conciencia de sí quismo pasivo sin que estuviesen molestos, o al menos
mismo se realizaba desde el inicio de la situación expe- sin que se sintieran legitimados a expresar tal sentimien-
rimental y que por consiguiente esta variable ha podido to. ¿Cómo se explica la importancia y la intensidad de
influir también sobre las otras medidas no consideradas las campañas antitabaco actuales? ¿Por qué se ha obser-
como dependientes. No obstante, el análisis de varianza vado un cambio tan radical en los no fumadores y en la
realizado sobre las dos motivaciones y la actitud en el sociedad en general en nuestros días? Los trabajos cien-
pretest en función del grado de conciencia no arroja nin- tíficos que han demostrado que el tabaquismo es nocivo
gún efecto significativo (Fs a 0,96). Si bien este resul- para la salud del fumador, y en particular aquellos que
tado descarta tal posibilidad, también abre las sospechas sugieren que el tabaquismo pasivo es también peligroso
sobre por qué la variable manipulada presenta un efecto para la salud del no fumador, han influido sin duda en el
de interacción cuando se examinan las variables depen- hecho de que el no fumador reivindique medidas para
dientes, pero no presenta ningún efecto cuando se exa- luchar en contra del consumo de tabaco de manera ge-
minan las otras variables. La única razón que se puede neral y en contra del tabaquismo pasivo en particular.
avanzar a este respecto es que el efecto de la inducción No obstante, los resultados del presente estudio sugieren
de la conciencia de sí mismo ha ido aumentado con el la importancia de tener en cuenta variables psicosociales
paso del tiempo, y que si bien no afectó las respuestas a la hora de entender mejor la emergencia y la intensi-
de los participantes en la escala de motivación y en la dad de la lucha antitabaco.
actitud inicial, ha comenzado a hacerlo en la última par-
En primer lugar cabe señalar que anteriormente el
te del cuestionario. En cualquier caso, investigaciones
futuras deberán analizar este aspecto con mayor detalle. grupo de fumadores era el único grupo social real, iden-
tificado y connotado positivamente, mientras que la
Finalmente, no se ha observado ningún efecto signi- identidad de no fumador y la identificación con los no fu-
ficativo en función de la motivación externa, resultado madores no eran ni siquiera pertinentes. Los no fumado-
que va en contra de una de las predicciones establecidas. res, por el contrario, solo han constituido un grupo social
Se esperaba que un aumento en la conciencia de sí mis- con una serie de reivindicaciones legítimas a partir del
mo redujese la actitud favorable a las acciones antitaba- momento en el que han sido identificados como víctimas
co y la identidad de no fumador cuando la motivación del comportamiento de los fumadores. Por consiguiente,
interna es baja (tal y como se ha observado), pero en la evolución de la actitud social hacia el consumo de ta-
particular cuando el grado de motivación externa fuese baco, y la de los no fumadores en particular, merece a
alto (predicción que no ha sido confirmada). De hecho, nuestro entender un análisis psicosocial basado en la
se ha observado que aquellos individuos bajos en moti- emergencia de una identidad social, la de no fumador.
Capítulo 30. MOTIVACIONES A NO EXPRESAR PREJUICIOS, CONCIENCIA DE SÍ MISMO... 521
Dicho en otros términos, el consumo de tabaco ha relación competitiva entre los dos grupos. Mientras que
pasado de ser considerado como un simple comporta- el primer código no justifica socialmente las medidas de
miento a definir una relación entre grupos; es decir, en- acción en contra del consumo de tabaco, porque las con-
tre dos grupos sociales que compiten por una legitimi- sidera como incompatibles con la norma cultural de to-
dad social y que defienden sus derechos. lerancia y flexibilidad que opera principalmente en la
esfera individual, el segundo código las justifica social-
En segundo lugar, y de acuerdo con los resultados
mente porque las inserta en el marco de una relación en-
del presente estudio, la emergencia de la identidad de no
tre grupos en la que un grupo se percibe con el derecho
fumador supone que la actitud hacia el fumador, hacia el
de defender su propia salud frente al comportamiento
consumo de tabaco y hacia las medidas antitabaco pasa
del otro grupo. En definitiva, si desde un punto de vista
de regirse a partir de un código normativo pertinente pa- médico la única realidad pertinente es la protección de
ra la esfera individual, o más bien interindividual, basa- la salud del no fumador, este análisis permite compren-
do principalmente en la norma cultural que condena el der desde un punto de vista psicosocial, al menos en
prejuicio y la discriminación, a un código normativo cierta medida, cómo las actitudes y las campañas antita-
pertinente para la esfera grupal, o más bien intergrupal, baco han ido evolucionando en los últimos años hasta
basado principalmente en la identidad de grupo y en la alcanzar las posiciones actuales.

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Capítulo 30. MOTIVACIONES A NO EXPRESAR PREJUICIOS, CONCIENCIA DE SÍ MISMO... 523

ANEXO
Escalas utilizadas (la versión original es en francés)
a) Ítems de motivación interna (MI) y externa (ME) (adaptados de Plant y Devine, 1998):
Ítem 1: «Es importante para mí actuar sin prejuicio hacia los fumadores» (MI)
Ítem 2: «Intento no discriminar a los fumadores debido a la presión ejercida por los demás» (ME)
Ítem 3: «Según mis valores, tener una opinión negativa de los fumadores es deplorable» (MI)
Ítem 4: «Me preocuparía que los otros se enfadasen conmigo si hablase mal de los fumadores» (ME)
Ítem 5: «Mis valores me llevan a no expresar prejuicios hacia los fumadores» (MI)
Ítem 6: «No manifiesto ningún prejuicio hacia los fumadores para evitar los reproches de los demás» (ME)
Ítem 7: «No tener prejuicios hacia los fumadores es muy importante par la imagen que tengo de mí mismo» (MI)
Ítem 8: «No manifiesto prejuicios hacia los fumadores con el fin de ser ‘‘políticamente correcto’’» (ME)
Ítem 9: «Según mis valores discriminar a los fumadores puede tolerarse en determinadas circunstancias» (MI,
invertido)
Ítem 10: «Intento esconder cualquier opinión negativa a cerca de los fumadores con el fin de evitar las reaccio-
nes negativas de los demás» (ME)
b) Ítems utilizados para la medida de la actitud inicial hacia las medidas antitabaco (pretest):
Ítem 1: «Los no fumadores van demasiado lejos con sus exigencias en contra del consumo de tabaco» (inver-
tido)
Ítem 2: «Todas las reivindicaciones de los no fumadores son legítimas»
Ítem 3: «La sociedad debería respetar más el deseo de fumar de los fumadores» (invertido)
Ítem 4: «El respeto del no-fumador es más importante que el respeto del fumador»
Ítem 5: «Los no-fumadores podrían hacer un mayor esfuerzo para respetar a los fumadores» (invertido)
Ítem 6: «Todas las medidas para luchar contra el tabaquismo están justificadas»
c) Ítems utilizados para la medida de la actitud inicial hacia las medidas antitabaco (postest):
Ítem 1: «Habría que aumentar el precio de los cigarrillos»
Ítem 2: «Debería dificultarse el acceso al tabaco (por ejemplo, disminuyendo los puntos de venta)»
Ítem 3: «La ley debería proteger en todas las circunstancias a los no fumadores respecto a los fumadores»
Ítem 4: «Debería prohibirse toda la publicidad favorable al tabaco»
Ítem 5: «Habría que prohibir fumar en todos los lugares públicos»
Ítem 6: «Deberían aumentarse los impuestos sobre el tabaco»
Ítem 7: «Los fumadores deberían pagar cotizaciones más altas a la Seguridad Social»
d) Ítems utilizados para la medida de identidad de fumador:
Ítem 1: «¿En que medida te sientes un verdadero no fumador?»
Ítem 2: «¿En qué medida te identificas con los no fumadores?»
Ítem 3: «¿En qué medida te consideras un no fumador típico?»
Ítem 4: «¿En qué medida te asemejas a los otros no fumadores?»
Ítem 5: «¿En qué medida crees que tienes las mismas ganas y necesidades que los otros no fumadores?»
Ítem 6: «¿En qué medida compartes un mismo destino con los no fumadores?»
a
526 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

31.1
Introducción. Culpa: nivel individual y colectivo
La culpa es una emoción consciente que implica, al mis- Se debe considerar que el endogrupo es responsable
mo tiempo, pena y vergüenza, y que aparece en torno a de las acciones que se han realizado en contra de
los tres años de edad dentro del denominado conjunto de otros grupos.
emociones autoevaluativas (Lewis, 1992). Los senti-
Se deben categorizar los actos realizados como inmo-
mientos de culpa se asocian con la aceptación de la res-
rales.
ponsabilidad de actos que afectan a los demás, de accio-
nes o inacciones que producen daño, pérdida o engaño De todas estas condiciones antecedentes, la identifi-
(Devine, Monteith, Zuwerink y Elliot, 1991; Ferguson y cación con el endogrupo será el elemento más importan-
Stegge, 1998; Hoffman, 2000; Tangney, 1995). Asimis- te para que la persona individual experimente culpa co-
mo, la experiencia de culpa motiva al individuo a repa- lectiva. Ello obedece, principalmente, a que del grado de
rar el daño hecho, a disculparse o a aceptar el castigo, es identificación cabe predecir la conformidad a las normas
decir, se asocia con la reparación como tendencia de ac- grupales, y estas pueden (y suelen) prescribir la forma
ción (Doosje, Branscombe, Spears y Manstead, 1998, en que deben sentirse los integrantes de un grupo sobre
Roseman, Wiest y Swartz, 1994). las acciones grupales y sus consecuencias. Se pronostica
que las personas que más se identifican con su grupo so-
Más recientemente, y en paralelo con esta visión de cial se adherirán con mayor fuerza a las normas de su
la naturaleza individual de la culpa, se ha defendido que propio grupo (Doosje, Branscombe, Spears y Manstead,
pueden existir también sentimientos de culpa colectiva 2005).
en función de la pertenencia de las personas a grupos
sociales. La diferencia básica entre experimentar culpa Los sentimientos de culpa se han relacionado con
de forma individual o colectivo estriba en que, en el ca- distintas variables de naturaleza psicosocial. La expe-
so de la culpa colectiva, las personas no tienen por qué riencia de culpa colectiva promueve una reducción del
ser necesariamente los perpetradores del daño a otros prejuicio para aquellos que la experimentan (Branscom-
para experimentarla, ya que lo determinante aquí es su be, Slugoski y Kappen, 2004) y predice tanto el apoyo a
grado de identificación con un cierto grupo social. En programas de acción afirmativa como a políticas de dis-
cambio, desde una perspectiva estrictamente individual, culpa y perdón (Doosje, Branscombe, Spears y Mans-
es la propia persona la que ha de sentirse responsable de tead, 1998; Harvey y Oswald, 2000; Iyer, Leach y Cros-
sus acciones u omisiones para experimentarla. En este by, 2003).
sentido, la investigación desarrollada por Doosje et al. Ahora bien, la culpa es una emoción aversiva por
(1998) muestra cómo a un grupo de holandeses, a los naturaleza, por lo que es probable que los integrantes de
que se les hizo saliente el pasado colonial de su país en un grupo, en la medida de sus posibilidades, intenten es-
Indonesia, mostraron sentimientos de culpa colectiva y quivarla. En este sentido, Pedersen, Beven, Walker y
tendencias de reparación del daño causado por sus ante- Griffiths (2004) se refieren a lo que denominan «parado-
pasados en este país en función de su grado de identifi- ja de la expresión de culpa colectiva» en la predicción
cación nacional. de actitudes: en uno de sus estudios los participantes con
La investigación ha señalado distintas condiciones puntuaciones más elevadas en culpa colectiva mostraban
antecedentes de la experiencia individual de culpa co- actitudes más favorables hacia los aborígenes australia-
lectiva (Branscombe, Doosje y McGarty, 2002, Brans- nos. Es decir, parece ser que, de forma complementaria,
combe, 2004; Powell, Branscombe y Schmitt, 2004): las personas con puntuaciones más bajas en prejuicio
son más proclives a experimentar culpa colectiva y que
Las personas han de identificarse con el grupo perpe- la experiencia de culpa colectiva promueve la reducción
trador del daño. del prejuicio (Iyer et al., 2003; Iyer, Leach y Pedersen,
2004). La explicación sugerida por Branscombe et al.
Se tiene que percibir que el estatus, o posición de ven- (2002) es que las personas con mayores niveles de pre-
taja, del propio grupo es resultado de la explotación y juicio tienden a embarcarse en procesos de autojustifica-
subordinación de otros grupos. ción para reducir la expresión de culpa colectiva.
Capítulo 31. EL PAPEL DE LA CULPA COLECTIVA EN LA MEJORA DE... 527

31.2
Implicaciones desde las teorías de la identidad
social y autocategorización
A tenor de lo expuesto en los apartados anteriores, cabe se darán sentimientos de culpa colectiva y una menor
esperar que sobre la experiencia de culpa colectiva ten- identificación con el endogrupo. La explicación pro-
gan mucho que decir las teorías de la identidad social puesta por Powell et al. (2005) sugiere que considerar la
(Tajfel, 1978; Tajfel y Turner, 1986) y de la autocatego- situación del exogrupo como una mera desventaja de és-
rización (Turner, Hogg, Oakes, Reicher y Wetherell, te no supone una amenaza para el yo de los individuos.
1987). En efecto, las personas experimentan culpa co- Con todo, la investigación demuestra que las relaciones
lectiva en función de su grado de pertenencia e identifi- entre grado de identificación con el grupo y culpa colec-
cación con distintos grupos sociales. tiva no son tan simples como en principio se podrían
considerar. Esto se debe a varios factores: por un lado la
Estas dos teorías describen, precisamente, cómo la
experiencia de culpa es aversiva por naturaleza y, por
percepción personal, las emociones y la conducta pue-
otro, el calificativo de colectiva adquiere significado en
den resultan afectadas por la pertenencia a un determi-
función del grado identificación con un grupo determi-
nado grupo. La teoría de la identidad social, en concre-
nado.
to, propone que la imagen que uno tiene de sí mismo
depende de dos elementos: uno individual y otro colecti- El trabajo desarrollado por Zebel, Doosje y Spears
vo. Con base en esta teoría, Doosje et al. (1998) entien- (2004) matiza en qué ocasiones los individuos altos y
den que, a través del conocimiento de la pertenencia a bajos en identificación expresarán un mayor o menor ni-
un grupo social, los individuos experimentarán emocio- vel de culpa colectiva. Uno de los elementos clave para
nes específicas como resultado de las acciones del pro- expresar un mayor nivel de culpa se relaciona con el
pio grupo, aun en los casos en que el individuo perso- momento en que ha tenido lugar la violación moral con-
nalmente no haya participado en tales acciones. De esta tra el exogrupo. Otro elemento de similar importancia es
forma, la persona tenderá a experimentar sentimientos la perspectiva grupal que se adopta, ya que no es lo mis-
de culpa cuando la conducta de otros miembros de su mo que los individuos adopten la perspectiva del propio
endogrupo sea inconsistente con las normas o valores grupo como perpetrador del daño o la del exogrupo dis-
grupales. Por ejemplo, si se acepta que el valor de igua- criminado.
litarismo está bastante extendido en las sociedades con-
temporáneas, los individuos tenderán a experimentar Al adoptar la perspectiva del propio grupo como
culpa si su grupo de identificación exhibe comporta- perpetrador del daño, las personas altas y bajas en iden-
mientos que contradicen esta orientación hacia el iguali- tificación difieren en su experiencia de culpa colectiva
tarismo. en función del momento temporal en que tienen lugar
las acciones en contra del otro grupo. Si el daño contra
Según la teoría de la autocategorización, los indivi- un exogrupo tiene lugar en el presente, los altos en iden-
duos pueden categorizar sus acciones, y a ellos mismos, tidad mostrarán mayores niveles de culpa colectiva. Sin
en distintos niveles de inclusividad: personal y social. embargo, cuando las acciones inmorales ocurrieron en el
Por ello, cuando un individuo se categoriza en el nivel pasado (p. e., el comercio de esclavos), los bajos en
grupal y las acciones de su propio grupo reflejan un tra- identificación mostrarán mayores niveles de culpa colec-
to no equitativo a otros grupos, tenderá a experimentar tiva (Doosje et al., 1998; Zebel et al., 2004).
culpa colectiva. En este sentido, Powell et al. (2005) di-
ferencian entre percepción de privilegio del endogrupo y La explicación de estos resultados se derivan de la
de desventaja del exogrupo en la elicitación de culpa propia teoría de la autocategorización (Turner et al.
colectiva. Estos autores encuentran que, cuando los 1987): cuando las acciones inmorales tienen lugar en el
miembros de un grupo favorecido categorizan la situa- presente, aquellos que menos se identifican con su grupo
ción de marginación del exogrupo como desventaja de ven amenazada su autoestima y se desvinculan de su
este, la percepción de culpa colectiva no tiene lugar. grupo social. Para los altos en identidad esta estrategia
Ahora bien, si los individuos interpretan la situación de no es tan factible y, aunque la experiencia de culpa es
grupo desfavorecido como privilegios del grupo propio, aversiva por naturaleza, no pueden eludirla.
528 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

El trabajo desarrollado por Etxebarría, Conejero y fundamentalistas islámicos. Y lo que es más importante,
Ramos (2005) tras los atentados del 11-M ilustra perfec- los participantes que más se identificaban con el endo-
tamente la propuesta de Zebel et al. (2004). Como se re- grupo de vascos mostraron mayores niveles de culpa co-
cordará, tras los atentados hubo cierta confusión infor- lectiva cuando la autoría se atribuyó a ETA.
mativa en torno a su autoría. Al principio se pensó que Una situación distinta tiene lugar cuando las accio-
ETA era la responsable. Posteriormente, se informó de nes inmorales ocurrieron en el pasado o se adopta la
que era obra de fundamentalistas islámicos. En el estu- perspectiva del grupo discriminado, donde siempre son
dio descriptivo de estos autores los participantes respon- los individuos que menos se identifican con su grupo so-
dían a diversas escalas de culpa (Echebarría y Páez, cial los que experimentan mayores niveles de culpa co-
1989; Branscombe et al. 2004), que aparecían en dos lectiva. Las interacciones entre la adopción de una pers-
versiones en función de la autoría de los atentados. Sus pectiva y el momento temporal de la violación moral a
resultados muestran que los participantes vascos indica- la hora de determinar qué miembros del grupo mostra-
ron haber experimentado mayor culpa colectiva cuando rán mayores niveles de culpa colectiva aparecen resumi-
la autoría se atribuyó a ETA que cuando se atribuyó a das en el Cuadro 31.1.

Cuadro 31.1. Tipos de adopción de perspectiva y momento temporal


del daño causado al exogrupo

Momento temporal de la violación moral

Pasado Presente

Los bajos en identificación Los altos en identificación


Del endogrupo como
muestran mayores niveles asumen más la culpa
Adopción perpetrador del daño
de culpa colectiva colectiva
de perspectiva
De la discriminación Los bajos en identificación siempre muestran mayores
del exogrupo niveles de culpa colectiva

31.3
Culpa colectiva y mantenimiento de situaciones
de exclusión social
El concepto de exclusión social hace referencia a un acogida o receptoras en varios ámbitos: laboral (trabajos
proceso dinámico de naturaleza multidimensional en vir- penosos y mal pagados), educativo (dificultades para in-
tud del cual personas o grupos se ven apartados de una tegrarse en el sistema educativo) y de la vivienda, entre
serie de derechos (Molero, Navas y Morales, 2001), y otros, a lo que se le añade la actitud prejuiciosa hacia su
esto se produce en virtud de un conjunto de elementos grupo. Bierbrauer considera que esta situación represen-
sociales, políticos y económicos que producen en indivi- ta una doble exclusión, porque estas personas no solo
duos y grupos distintos niveles de exclusión. Hay distin- quedan fuera del alcance de la justicia sino que, además,
tas áreas de exclusión: económica, política, social o una a nadie entre la población mayoritaria le preocupa lo
combinación de ellas (Bhalla y Lapeyre, 1999). que les pueda ocurrir.
La convergencia de la investigación sobre culpa co- Las situaciones de exclusión moral son incompati-
lectiva con la perspectiva de la exclusión social se pro- bles con la experiencia de culpa colectiva, ya que este
duce gracias al concepto de exclusión moral, con el que tipo de sentimientos entre el grupo mayoritario no se
Bierbrauer (2000) alude a una serie de experiencias a las van a producir cuando pasa desapercibida una violación
que están expuestos los inmigrantes en las sociedades de del estándar moral. En este sentido, Staub (1990) señala,
Capítulo 31. EL PAPEL DE LA CULPA COLECTIVA EN LA MEJORA DE... 529
precisamente, que uno de los factores que perpetúan la procesos de justificación de la situaciones de exclusión
exclusión social es la pasividad de la mayoría ante este y, de esta forma, permiten a los integrantes de grupos
tipo de situaciones. Una posible explicación del fenóme- mayoritarios eludir los sentimientos de culpa colectiva.
no podría ser la aportada por Powell et al. (2005): es ne- Por lo tanto, en la medida en que dichos integrantes del
cesario que los individuos conceptualicen la situación grupo mayoritario no muestran sentimientos de culpa
como privilegio del propio grupo para que se produzcan colectiva, no establecerán pautas para compensar la si-
sentimientos de culpa colectiva. tuación de discriminación en la que se encuentran cier-
Branscombe et al. (2002) enumeran cuatro factores tos colectivos.
que, en la medida en que disminuyen la situación de Para ilustrar las relaciones entre los sentimientos de
violación moral, tienden a facilitar a los individuos la culpa colectiva y la mejora de las relaciones intergrupa-
posibilidad de eludir la experiencia de culpa colectiva. les, concretamente ante situaciones de exclusión social,
El planteamiento de esta autora converge con el enfoque se desarrollaron distintos estudios. En el primero de
de Opotow (1990) sobre los síntomas de exclusión so- ellos exploramos las relaciones entre la toma de pers-
cial y con el de Bandura (1999) sobre los procedimien- pectiva a nivel individual, la identificación con el propio
tos que utilizan los perpetradores para desvincularse de grupo y la experiencia de culpa colectiva ante las situa-
sus acciones (Cuadro 31.2). ciones de exclusión (Bustillos y Morales, 2008a), mien-
En resumen, y tal y como se puede observar en el tras que en el segundo introdujimos la orientación a la
Cuadro 31.2, parece ser que existen una serie de factores dominancia social como medida de igualitarismo (Busti-
que hacen posible que los individuos se embarquen en llos y Morales, 2008b).

Cuadro 31.2. Relaciones entre antecedentes y síntomas de la exclusión social


y la culpa colectiva

Exclusión social* Culpa colectiva** Ejemplos


Síntoma definitorio de las Es el mecanismo central para Tras decidir que los indios
situaciones de exclusión reducir los sentimientos de antillanos poseían alma, los
social (Opotow, 1990). culpa colectiva (Bar-Tal, 1989). españoles llevaron africanos
Deshumanización
como esclavos a las Antillas, ya
del exogrupo
que un concilio portugués había
decidido que estos no la
poseían.
El debilitamiento del estándar Los individuos pueden eludir la Algunos israelitas consideran
moral y las comparaciones culpa justificando que su grupo que el Holocausto judío fue una
Comparaciones
autojustificatorias son ha soportado peores violación moral más grave que
autojustificatorias
característicos de la exclusión situaciones que otros grupos el trato que se dispensa en
social (Opotow, 1990). (Branscombe et al., 2002). Israel a los palestinos.
Justificar las situaciones de Justificar que el grupo ha sido Tras las atrocidades de las
exclusión es legitimar las más víctima que verdugo en su guerras de España y la antigua
Culpabilización acciones contra el exogrupo, relación con el exogrupo Yugoslavia, los contendientes
de la víctima en el sentido de que han sido permite eludir los sentimientos consideraban que las mayores
provocadas por este de culpa (Branscombe et al., atrocidades fueron cometidas
(Opotow, 1990). 2002). por el bando contrario.
Es uno de los elementos Negar la implicación del Muchos rumanos no asumen la
centrales del proceso de endogrupo en la violación moral participación de su país en las
Negación desvinculación, es decir, el permite a los individuos eludir acciones de los nazis contra los
de la agencia separar las acciones los sentimientos de culpa judíos. De esta forma, no
inmorales de sus colectiva. expresan sentimientos de culpa
perpetradores. colectiva.
* Según Opotow (1990) y Bandura (1999).
** Según Branscombe et al. (2002).
530 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

31.4
Adopción de perspectiva de la situación
de exclusión social
Los sentimientos de culpa colectiva en el plano interper- SD % .91), tomaron parte en nuestra investigación. Se
sonal implican el interés por la persona a la que se ha crearon tres escenarios de discriminación que se presen-
dañado (Frijda, Kuijpers y Ter Schure, 1989), de manera taron como supuestos artículos de prensa (Bustillos y
que estos sentimientos estarán relacionados con la adop- Morales, 2008a). En todos ellos un ecuatoriano, Wilson
ción de perspectiva de la situación del otro. Así pues, al López, relataba distintas situaciones de exclusión en las
centrarse en el tipo de consecuencias que los propios ac- que se encontraba (dificultades de acceso a vivienda,
tos tienen sobre los demás —al entender y sentir en qué peores condiciones laborales y asistencia médica que los
situación se encuentra el otro—, el individuo se sitúa en españoles).
el lugar de la persona dañada y se representa cognitiva-
mente las percepciones y sentimientos del otro. En línea con el trabajo desarrollado por Doosje et al.
(1998), estos tres escenarios solo se diferenciaban en la
Adoptar la perspectiva de un individuo que es discri- valoración que hacía el protagonista de su situación en
minado por su pertenencia a un grupo social tiene como España. Sin embargo, a diferencia del trabajo desarrolla-
resultado mejora de las actitudes hacia el exogrupo en do por estos autores, se realizó un tratamiento de adop-
su conjunto, así como un aumento de la probabilidad de ción de perspectiva de un único integrante del exogrupo.
la conducta de ayuda hacia personas de ese colectivo En el primero de los escenarios (condición positiva) el
(Batson, Sager, Garst y Kang, 1997; Batson, Polycar- protagonista del texto se mostraba satisfecho de su es-
pou, Harmon-Jones e Imhoff, 1997; Huici, Bustillos, tancia en nuestro país, a pesar de la situación de exclu-
Molero y Gómez, 2005). Sin embargo, Iyer et al. (2004) sión en la que se encontraba. En el segundo (condición
distinguen entre la situación en que se produce empatía negativa), el protagonista mencionaba que planeaba vol-
y aquellas otras en las que además se siente culpa. Des- verse a su Ecuador natal, ya que su situación era muy
de su planteamiento, proponen que los integrantes de un precaria. Y, finalmente, en la condición ambigua, el pro-
grupo pueden sentir culpa colectiva cuando se centran tagonista se encontraba indeciso a la hora de determinar
en la responsabilidad del propio grupo en la discrimina- si su situación en nuestro país era mejor o peor de la
ción sufrida por el otro grupo. Sin embargo, ser cons- que tenía en su país de origen.
ciente de la situación de discriminación no implica ne-
cesariamente un alto nivel de culpa colectiva, aunque Tras leer el tratamiento experimental los participan-
puede promover un aumento de la empatía hacia los in- tes completaron una pregunta de control experimental
tegrantes del exogrupo. Esto sucede porque en esas si- referente a la variabilidad de la conducta del endogrupo
tuaciones el endogrupo no es percibido como responsable (aunque algunos españoles realizan acciones perversas
de la situación de marginación en la que se encuentra el contra los ecuatorianos, también otros españoles hacen
grupo desfavorecido, es decir, se ve la situación como cosas buenas por ellos) y las medidas dependientes cul-
una desventaja del exogrupo (Powell et al., 2005). pa colectiva y justificación de la exclusión. La selección
de este ítem como pregunta de control experimental se
debe a que una forma de eludir la de culpa colectiva es
asumir una alta variabilidad en los comportamientos de
31.4.1. Un experimento sobre los miembros del endogrupo.
adopción de perspectiva Para la medida de culpa colectiva se empleó una
adaptación de los cinco ítems utilizados por Doosje et
Para comprobar la influencia de la identificación con el al. (1998), a los que se añadieron cinco más, correspon-
grupo y la adopción de perspectiva sobre los sentimien- dientes a la culpa generada por situaciones de exclusión
tos de culpa colectiva, un total de 119 españoles estu- social que los ecuatorianos pueden padecer en nuestro
diantes de secundaria (47 mujeres y 68 varones, cua- país (me siento culpable cuando me entero de que los
tro participantes no señalaron su sexo), con edades españoles cobran más que los ecuatorianos por el mis-
comprendidas entre los 14 y los 17 años (M % 15, mo trabajo. Me siento culpable cuando me entero de
Capítulo 31. EL PAPEL DE LA CULPA COLECTIVA EN LA MEJORA DE... 531
que inmigrantes ecuatorianos no reciben asistencia mé-
dica en España). La medida de justificación de la exclu-
sión estuvo compuesta por cuatro ítems relativos a la
justificación de la situación que se encuentran los ecua-
torianos en nuestro país (no soy responsable si los em-
presarios no hacen contratos a ecuatorianos sin pape-
les. No es justo que los ecuatorianos recién llegados a
España tengan los mismos derechos médicos que los es-
pañoles).
La pregunta de control experimental mostró un efecto
significativo de la condición experimental, F(2.111)%3.41,
p a 0.05. Los participantes de las condiciones positiva
(M%7.32, SD%1.86) y negativa (M % 7.72, SD % 1.43)
mostraron una mayor percepción de variabilidad de la FIGURA 31.1. Niveles de culpa colectiva por condición
conducta del propio grupo, que los participantes de la experimental y grado de identificación grupal.
condición ambigua (M % 6.58, SD % 2.08).
Nota: las puntuaciones de culpa colectiva oscilaron entre 1 y 9;
Para comprobar los efectos de la manipulación expe- una mayor puntuación indica mayor culpa colectiva.
rimental y el nivel de identificación se realizó un
ANOVA en el que la condición experimental se tomó F(2,116) % 0.92, ns; aunque sí apareció (como en el ca-
como factor intersujeto, mientras que la identificación so de la culpa colectiva) un efecto principal de la identi-
con el endogrupo se consideró como variable conti- ficación con el grupo de españoles, F(2,116) % 12.52,
nua. Este análisis mostró un efecto principal del grado p % 0.001, g2 % 0.10. Este efecto se debe a que los par-
de identificación con el endogrupo, F(2,116) % 8.58, ticipantes más identificados con su grupo muestran
p % 0.004, g2 % 0.07, efecto que se explica porque los mayores niveles justificación de la exclusión en la que
altos en identificación mostraron menores niveles de viven los ecuatorianos en nuestro país (b % 0.37,
culpa colectiva que los bajos (b % .0.34, t % 2.92, t % 3.52, p a 0.001). Finalmente, a diferencia del aná-
p % 0.004). A pesar de no encontrar efectos principa- lisis en culpa colectiva, no encontramos efectos de in-
les de la condición experimental, F(2,116) % 0.54, ns, teracción entre identidad y condición experimental
el efecto de la identidad se vio modulado por esta, F(2,116) % 0.45, ns.
como muestra el efecto de interacción encontrado,
F(2,116) % 4.84, p % 0.01, g2 % 0.08. Tal como se apre- Los resultados obtenidos en este estudio prestan
cia en la Figura 31.1, este efecto se debe a que en las apoyo a las afirmaciones de las teorías de la autocatego-
condiciones positiva y negativa los niveles de culpa co- rización (Turner, 1987) y de la identidad social (Tajfel y
lectiva eran similares, independientemente del nivel de Turner, 1986). Por un lado, encontramos situaciones
identificación con el grupo, mientras que en la condi- contextuales que generan una experiencia emocional si-
ción ambigua los bajos en identificación mostraban milar entre todos los integrantes de un mismo grupo. En
mayores niveles de culpa colectiva que los altos. el gráfico se observa que las condiciones positiva y ne-
gativa producen el mismo nivel de culpa colectiva para
Tal y como se observa en el gráfico, los análisis de
todos los participantes, de forma independiente del gra-
regresión indican que en las condiciones positiva
do de identificación con el grupo de españoles. O lo que
(b % .0.30, t % 1.54, ns) y negativa (b % .0.05,
es lo mismo, la mera autocategorización como integran-
t % 0.31, ns), la experiencia de culpa colectiva no guar-
te del grupo de españoles hace que el grado de denigra-
da relación con el nivel de identificación con el endo-
ción del exogrupo aceptado y que la emoción de culpa
grupo; altos y bajos en identificación presentan niveles
asociada a este sea similar para todos los participantes
similares. Sin embargo, en la condición ambigua el ni-
de las condiciones positiva y negativa. Esto sucede ya
vel de identificación se relaciona negativamente con la
que depende del contexto de comparación que se ha he-
experiencia de culpa colectiva (b % .0.75, t % 3.67,
cho saliente (una situación de exclusión con una valora-
p a 0.001).
ción específica por parte del miembro del exogrupo
Se repitió el procedimiento con la justificación de la excluido) y de las normas relativas al propio grupo
exclusión como variable dependiente. No se encontraron (el ideal igualitario imperante en las sociedades occiden-
efectos significativos de la condición experimental, tales).
532 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Sin embargo, en las condiciones ambiguas se en- pectos, como un mayor poder político, influencia y esta-
cuentra que el grado de identificación con el endogrupo tus social, y, como consecuencia, un mayor acceso a los
es un potente predictor de la experiencia de culpa colec- recursos (vivienda, educación, salud...).
tiva. Es conveniente recordar que un supuesto básico de La investigación ha mostrado que los grupos que
la teoría de la identidad social es que parte de nuestra ocupan un estatus superior obtienen puntuaciones más
autoestima proviene de nuestra pertenencia a grupos. Y elevadas en SDO. En este sentido, se ha comprobado la
en las situaciones ambiguas, a diferencia de la positiva y existencia de lo que se denomina invarianza de género,
la negativa, existe la posibilidad de eludir la experiencia o lo que es lo mismo, los varones como miembros del
de culpa, ya que el propio protagonista no sabe cómo grupo dominante obtienen mayores puntuaciones en
definir su situación actual en España. Es decir, para las SDO que las mujeres, y lo que es más importante, esto
personas que más se identifican con el grupo de españo- sucede invariablemente o trasculturalmente en todos los
les asumir altos niveles de culpa colectiva tendría graves sistemas sociales (Sidanius, Pratto y Bobo, 1994).
consecuencias para su yo social (Branscombe et al.
2002). Sin embargo, el yo de los bajos en identificación El interés de las personas orientadas a la dominancia
se encuentra menos afectado, ya que ser español será un social se centra en promover la desigualdad, mostrando
aspecto menos central en su autoconcepto, por lo que su falta de apoyo a todo tipo de políticas y acciones que
pueden asumir mayores niveles de responsabilidad. favorezcan la posición de grupos menos privilegiados.
En este sentido, es necesario recordar que esto sucede Es decir, una alta orientación a la dominancia social
con los mismos niveles de justificación de la exclusión (SDO) será incompatible con la experiencia de culpa co-
entre condiciones y con una menor percepción de varia- lectiva, ya que los miembros del grupo hegemónico
bilidad de la conducta endogrupal que en el resto de orientados a la dominancia pensarán que la situación en
condiciones. la que se encuentran los más desfavorecidos no supone
una violación moral (Powell et al., 2005).
Asimismo, en la propia propuesta de Doosje et al.
31.4.2. La justificación del sistema (1998) se establece que la experiencia de culpa colectiva
de desigualdad se generará en función de dos variables: la identificación
con el propio grupo y una norma, mayoritariamente
aceptada en las sociedades occidentales, que prescribe la
A partir de los resultados obtenidos en los que se obser-
igualdad entre los individuos. En este sentido, podemos
van situaciones en las que todos los participantes asu-
entender que la SDO capta esta vertiente normativa, ya
men los mismos niveles de culpa colectiva, desarrolla-
que mayores puntuaciones en SDO mostrarán que el in-
mos un segundo estudio en relación a la importancia de
dividuo se opone a la igualdad.
la norma igualitaria. Concretamente, nos propusimos de-
limitar si en situaciones en las que las situaciones en las Como medida de identidad partimos del modelo es-
que los participantes expresen un mayor grado de iguali- tablecido por Cameron (2004), en el que se distinguen
tarismo mostrarán mayores niveles de culpa colectiva. tres factores en la identidad social: centralidad cogniti-
Sin embargo, esto no sucederá así en aquellas otras si- va, o tiempo que los individuos dedican a pesar que per-
tuaciones en que los individuos no hayan expresado el tenecen a un grupo social determinado (Gurin y Markus,
mismo nivel de ideal igualitario. 1989); el compromiso afectivo con el grupo, o senti-
La teoría de la dominancia social propone la existen- mientos positivos que generan en los individuos la per-
cia de un mecanismo psicológico, denominado orienta- tenencia a un grupo, y, finalmente, el factor vinculación
ción a la dominancia social (SDO) (Pratto, Sidanius, con el grupo, o percepciones de similaridad y vincula-
Stallworth y Malle, 1994; Sidanius, Pratto, Van Laar y ción con otros miembros del grupo.
Levin, 2004), que se define como el deseo o tendencia Nuestro tratamiento experimental consistió en el or-
de los individuos a favorecer las jerarquías y desigualda- den en que se completaron las medidas señaladas. La
des dentro de los sistemas sociales. Esta teoría propone mitad de los participantes completaron en primer lugar
que todos los sistemas sociales están jerarquizados y los la medida de dominancia social (por ejemplo, el valor
grupos que los componen se situarán en distintos niveles que tienen algunos grupos de personas es mayor que el
de esta estructura jerárquica (Sidanius y Pratto, 1999, de otros. Ningún grupo de personas debería dominar en
2004). El grupo dominante se caracterizará por poseer la sociedad), posteriormente, la medida de identificación
un valor social desproporcionadamente positivo en com- con el grupo de españoles, y finalmente las variables de-
paración con el resto, y esto se reflejará en distintos as- pendientes: culpa colectiva y justificación de la exclu-
Capítulo 31. EL PAPEL DE LA CULPA COLECTIVA EN LA MEJORA DE... 533
sión. El resto completó en primer lugar la medida de El análisis de varianza que tomó como factor la con-
identidad con el grupo de españoles, la escala de domi- dición experimental (saliencia de la identidad vs salien-
nancia social y, para terminar, las dos variables depen- cia del ideal igualitario) mostró los efectos significati-
dientes. vos esperados en la medida de dominancia social,
F(1,143) % 11.27, p a 0.01, g2 % 0.07. Los participan-
Obsérvese que nuestro tratamiento experimental es
tes de la condición de saliencia de identidad contextuali-
similar a la técnica de influencia denominada pie en la
zaron la SDO, incrementando sus puntuaciones
puerta, ya tratada en el primer volumen de este manual
(M % 3.63, SD % 1.21), comparados con los participan-
(Freedman y Fraiser, 1966). En este tipo de técnica lo
tes de la condición en que se completó primero la medi-
que se plantea es un requerimiento sin importancia al in-
da de dominancia social (M % 2.97, SD % 1.18). Es
dividuo, y una vez ha aceptado este se le presenta una
decir, como se esperaba los participantes de esta última
petición de mayor envergadura, a la que ya no se suelen
condición se mostraron más igualitarios. Sin embargo, no
negar, puesto que han mostrado públicamente sus actitu-
se encontraron efectos significativos del tratamiento experi-
des. En la investigación desarrollada por estos autores se
mental sobre la medida de identidad F(1,143) % 0.41, ns.
comprobó que aquellos individuos que habían accedido
a colocar en la puerta de su casa un cuadrado de ocho Se repitió este análisis sobre las medidas de culpa
centímetros que decía «conduzca con precaución» per- colectiva y justificación de la exclusión. Como esperá-
mitían, dos semanas después, colocar en el jardín de su bamos, encontramos un efecto estadísticamente signifi-
casa una valla publicitaria con un eslogan similar. Sin cativo sobre la medida de culpa colectiva, F(1,143) %
embargo, aquellos que no poseían el pequeño cuadrado % 11.27, p a 0.05, g2 % 0.06. Los participantes de la
de ocho centímetros en la puerta de su domicilio no ac- condición de saliencia del igualitarismo mostraron
cedían a instalar la valla publicitaria en su jardín. La ex- mayores puntuaciones en culpa colectiva (M % 5.10,
plicación de este hecho radica en que los individuos han SD % 1.70) que los participantes de la condición de sa-
mostrado públicamente sus actitudes y, por no parecer liencia de identidad (M % 4.23, SD % 1.94).
incongruentes, aceptan la segunda petición. Finalmente, se encontró el efecto contrario con la me-
Se predice que cuando se completa primero la medi- dida de justificación de la exclusión, F(1,143) % 4.39,
da de identidad —o condición de sapiencia de la identi- p a 0.05, g2 % 0.03. Los participantes de la condición de
dad— la SDO será contextualizada (Schmitt, Branscom- saliencia de la identidad mostraron una mayor justifica-
be y Kappen, 2003), ya que el grupo étnico que ocupa el ción de la exclusión social de los ecuatorianos en Espa-
lugar más alto de la jerarquía es el de españoles, produ- ña (M % 4.56, SD % 1.90) que los participantes en la
ciéndose rechazo a la igualdad entre grupos de forma si- condición de saliencia del igualitarismo (M % 3.97,
milar a lo que se produce en la hipótesis de la invarian- SD % 1.95). Estos resultados aparecen en la Figura 31.2.
za de género. Es decir, los españoles que contextualicen
la medida dominancia en torno a categorías étnicas in-
crementarán sus puntuaciones en SDO o rechazarán en
mayor medida la igualdad entre grupos.
Sin embargo, en la condición en que se pide a los
participantes que completen primero la medida de domi-
nancia, esta va a indicar el nivel del ideal igualitario de
los participantes, puesto que los participantes no la rela-
cionarán con categorías étnicas. Como el ideal igualita-
rio es la norma en nuestra sociedad, los participantes de
esta condición mostrarán menores puntuaciones de SDO
(o mayor igualitarismo) y, de forma similar al tratamien-
to de pie en la puerta, deberán asumir posteriormente
mayores niveles de culpa colectiva.
La muestra estuvo compuesta por 145 españoles FIGURA 31.2. Medias culpa colectiva y justificación
de la exclusión por condición experimental.
blancos (68 hombres y 78 mujeres; un participante no
especificó su sexo), correspondientes a población no Nota: las puntuaciones de culpa colectiva y justificación de la ex-
universitaria con edades comprendidas entre los 20 y los clusión aparecieron en formato tipo Likert de 9 puntos de 1 (en
76 años (M % 43.07, SD % 11.67). desacuerdo) a 9 (de acuerdo).
534 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Como se puede observar en el gráfico, los participan- tes con ese ideal. Sin embargo, para aquellos que han
tes que completaron primero la SDO (saliencia del iguali- contextualizado la SDO en torno a categorías étnicas, da-
tarismo) mostraron mayores puntuaciones en culpa colec- do que han indicado que los distintos grupos deben ocupar
tiva y menores en justificación de la exclusión. Este distintas posiciones dentro del sistema jerárquico (mayores
resultado es debido a que han expresado previamente un puntuaciones en SDO), pueden admitir menores niveles de
ideal igualitario mayor, por lo que posteriormente debe- culpa colectiva y justificar en mayor medida la exclusión
rán admitir mayores niveles de culpa colectiva congruen- social que padecen los ecuatorianos en nuestro país.

31.5
Discusión
Los resultados de los dos estudios expuestos sugieren mayoritario, en las percepciones de que en este tipo de
que las relaciones entre los sentimientos de culpa colec- situaciones cada individuo poco tiene que hacer para re-
tiva, o violaciones del estándar moral del endogrupo, se mediar ese tipo de situaciones. Sin embargo, en muchas
pueden constituir en una estrategia de intervención efi- ocasiones (por ejemplo, acoso escolar o maltrato domés-
caz para la mejora de las relaciones intergrupales y si- tico), es fundamental la intervención de los observadores
tuaciones de exclusión social. De los planteamientos de la exclusión. En ellas, la experiencia de culpa como
teóricos de las dos perspectivas consideradas se obtienen elemento aversivo motivará la acción y la implicación
conocimientos sobre las situaciones en que las personas de los individuos, si se atienden a las condiciones necesa-
no asumen su responsabilidad por la exclusión. Se com- rias para que este tipo de emoción tenga lugar, principal-
prueba que la experiencia de culpa motiva la acción del mente la necesidad de que los individuos se identifiquen
individuo para mitigar este tipo de sentimientos y la como parte del grupo que perpetra el daño o lo consiente.
propia acción afirmativa para remediar las situaciones Sin embargo, como contrapunto a lo anterior, es ne-
de exclusión y marginación (Iyer et al. 2003). En la cesario delimitar que la experiencia de culpa colectiva
misma línea, se ha encontrado que la experiencia de cul- sucede cuando los costes que supone la reparación son
pa colectiva implica el reconocimiento de que el colecti- moderados. Whol y Branscombe (2005) indican que los
vo de españoles debe realizar conductas compensatorias individuos no expresan culpa colectiva con costes eleva-
colectivas para mejorar la situación de los ecuatorianos dos de reparación. Sin embargo, el significado o cuantía
en nuestro país (Bustillos y Morales, 2008a). de este coste siempre estará delimitado por la propia
Por otro lado, muchas de las situaciones de exclu- historia de relaciones intergrupales, el tipo de daño ejer-
sión que se generan por la mera pertenencia a grupos cido sobre el exogrupo y el reconocimiento por parte del
descansan, precisamente, en la pasividad del grupo endogrupo de su responsabilidad.

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538 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

32.1
Sexismo ambivalente: definición
En sentido general, por sexismo se entiende una actitud tuación de la situación de subordinación y de subyuga-
dirigida hacia las personas en virtud de su pertenencia a ción de las mujeres como grupo. Y esto puede conse-
los grupos basados en el sexo biológico (hombres o mu- guirse con actitudes tanto negativas como positivas.
jeres). No obstante, en la práctica el sexismo suele identi-
ficarse con actitudes negativas (rara vez suele emplearse La teoría del sexismo ambivalente (Glick y Fiske,
el término «prejuicio» para referirse a la predisposición 1996, 2001) se encuadra en estos planteamientos. La
positiva hacia los miembros de un grupo) dirigidas hacia ideología de género (o sexismo) es ambivalente porque
las mujeres, aunque también es cierto que cada vez es la antipatía sexista coexiste con sentimientos positivos
más frecuente utilizar dicho término para referirse tam- hacia las mujeres. En el sexismo, pues, habría dos com-
bién a los hombres (Moya, 2004). ponentes claramente diferenciados, aunque relaciona-
dos entre sí: el sexismo hostil (SH) y el sexismo bené-
Una actitud es una tendencia evaluativa, que en el volo (SB).
caso del sexismo estaría dirigida hacia hombres y muje-
res. Esa tendencia evaluativa puede basarse en tres pro- El sexismo hostil se estructura en torno a tres ideas:
cesos diferentes, con frecuencia simultáneos, aunque no
siempre de la misma intensidad. En primer lugar estaría a) Paternalismo dominador: las mujeres son más débi-
el componente cognitivo de la actitud: una persona pue- les e inferiores a los hombres; esto es, «son como
de realizar una evaluación negativa de las mujeres por- niños» y no personas adultas y capacitadas; necesi-
que posee, o cree poseer, un conocimiento amplio y de- tan, por tanto, de la protección y cuidados masculi-
tallado de sus características grupales (estereotipos). En nos. Por ejemplo, antes de la instauración de la de-
segundo lugar, la evaluación puede basarse en haber te- mocracia en España una mujer no podía abrir una
nido experiencias afectivas negativas con las mujeres cuenta corriente en un banco sin el permiso de su
(componente afectivo). Por último, la evaluación —y en marido (si estaba casada) o de su padre, exacta-
consecuencia la actitud— puede proceder de una serie mente igual que ocurre ahora con los menores de
de implicaciones conductuales con los miembros de los edad.
grupos en cuestión (componente conductual): por ejem-
plo, una persona que tiene como jefa a una mujer puede b) La diferenciación de género competitiva: las muje-
haber desarrollado una actitud negativa hacia las muje- res y los hombres tienen características diferentes y
res por considerarse maltratada de alguna manera por sus roles y ocupaciones también son distintas, sien-
ella. do de mayor estatus y prestigio las de los hombres.
Así, por ejemplo, según datos del Instituto de la
Sin embargo, esta concepción del sexismo ha sido Mujer (2005a) en el año 2004, en España, el por-
cuestionada por varias razones (Moya, 2004), entre las centaje de mujeres directivas sobre el total de direc-
que se encuentra el hecho de que vinculando el sexismo tivos, aunque había ido aumentando en los años an-
con las actitudes negativas, peyorativas y de rechazo ha- teriores, aún era del 39,43%. Otro dato ilustrativo lo
cia las mujeres, se enmascara y olvida que pueda haber constituye el que dentro de la misma ocupación los
sexismo incluso aunque haya actitudes positivas. De ahí hombres se concentran en las posiciones mejor pa-
que algunos autores hayan defendido que el sexismo, gadas; así, incluso en profesiones como la sanitaria,
como también ocurre con otros prejuicios, más que una en la que se concentra un amplio porcentaje de mu-
actitud negativa es una ideología grupal, esto es, un con- jeres (Instituto de la Mujer, 2005b), en el año 2004,
junto de creencias acerca de los roles, características y los mayores porcentajes de mujeres se encontraban
comportamientos, entre otros aspectos, considerados apro- en la Diplomatura en Enfermería (alrededor del
piados para hombres y mujeres, así como acerca de las 80%) y en su especialidad de matronas (94%); sin
relaciones que los miembros de ambos grupos deben embargo, estos porcentajes disminuyen bastante si
mantener entre sí. Esta ideología no es neutral, sino que nos fijamos en profesiones de mayor prestigio, co-
busca el mantenimiento del statu quo, esto es, la perpe- mo la medicina (algo superior al 40%).
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 539
c) La hostilidad heterosexual: las mujeres, debido a su seen el control de las instituciones económicas, legales y
«poder sexual», son peligrosas para los hombres. políticas, pero, a la vez, la reproducción sexual propor-
Una larga tradición en el pensamiento occidental así ciona a las mujeres poder diádico (esto es, el poder pro-
lo refleja: Adán y Eva, Sansón y Dalila, Ulises y las cedente de la dependencia en las relaciones entre dos
sirenas, o películas recientes como, por ejemplo, personas), en la medida en que los hombres necesitan de
Instinto básico. En todos estos casos, los males de las mujeres para criar a sus hijos y, generalmente, para
los varones derivan de su dependencia sexual de las la satisfacción de sus necesidades emocionales y sexua-
mujeres. Así, junto a la atracción y el deseo aparece les. Este poder diádico de la mujer se refleja en casi to-
en algunos casos cierto resentimiento, que daría lu- das las sociedades en ciertas ideologías (que dan cuerpo
gar a ideologías que justifican o legitiman la agre- al sexismo benévolo): actitudes protectoras hacia las
sión hacia las mujeres; como ilustración de esto que mujeres, reverencia por su rol de esposas y de madres, y
acabamos de decir sirvan algunas sentencias judi- su idealización como objetos amorosos. La dependencia
ciales en las que las agresiones sexuales fueron jus- de los hombres les lleva a reconocer que las mujeres son
tificadas apelando a provocaciones por parte de la un recurso valioso que hay que proteger, así como a
mujer con su forma de vestir, maquillaje, actitud y ofrecer afecto a aquellas mujeres que satisfagan sus ne-
otras justificaciones por el estilo. Otra forma de cesidades. Pero, por otra parte, la dominación de los
conjugar esta atracción-repulsión hacia las mujeres hombres favorece el sexismo hostil, dado que los grupos
sería diferenciando entre dos tipos claramente dominantes inevitablemente promueven estereotipos so-
opuestos de mujeres: las que carecen de sexuali- bre su propia superioridad.
dad (esposas, madres, hijas) y las que sí la tienen,
que son quienes representan el peligro para los Según Glick y Fiske, el SB sigue siendo sexismo, a
hombres. pesar de los sentimientos positivos que pueda tener el
perceptor, porque descansa en la dominación tradicional
Por su parte, el sexismo benévolo sería un conjunto del varón y tiene aspectos comunes con el SH: las muje-
de actitudes interrelacionadas hacia las mujeres que son res están mejor en ciertos roles y espacios, y son «más
sexistas en cuanto que las considera de forma estereoti- débiles». De hecho, el SB puede ser incluso más perju-
pada y limitadas a ciertos roles, pero que tiene un tono dicial que el hostil, pues puede utilizarse para compen-
afectivo positivo para el perceptor y tiende a suscitar en sar o legitimar este, y dado que quien es sexista bené-
él conductas habitualmente consideradas prosociales volo no suele considerarse a sí mismo sexista, la inter-
(por ejemplo, ayuda) o de búsqueda de intimidad (por vención en contra de esta forma de sexismo se presenta
ejemplo, revelación de uno mismo) (Glick y Fiske, difícil.
1996). Igual que ocurría en el sexismo hostil, también
aquí existen tres componentes básicos: 1) el paternalis- Los dos sexismos funcionan como una potente com-
mo protector (el hombre cuida y protege a la mujer co- binación que promueve la subordinación de las mujeres
mo un padre cuida a sus hijos y la mujer no tiene que a los hombres (Glick y Fiske, 2001). Si existiera única-
someterse sumisamente, pero sí aceptar la guía bienin- mente hostilidad, esto crearía resentimiento en las muje-
tencionada de los hombres); 2) la diferenciación de gé- res y propiciaría su rebelión. Y es lógico que los hom-
nero complementaria (las mujeres tienen muchas carac- bres no deseen ganarse la antipatía de las mujeres, pues
terísticas positivas, incluso superiores a las de los dependen de ellas. El SB debilita la resistencia de las
hombres, que en todo caso complementan a las que ellos mujeres ante el patriarcado, ofreciéndoles las recompen-
tienen); 3) intimidad heterosexual (las mujeres son con- sas de protección, idealización y afecto para aquellas
cebidas como el complemento afectivo y amoroso ideal mujeres que acepten sus roles tradicionales y satisfagan
e imprescindible para los hombres). las necesidades de los hombres. A su vez, la ideología
paternalista benévola favorece que los hombres perciban
El sexismo ambivalente refleja las características sus privilegios como bien merecidos, incluso como una
propias de las relaciones entre hombres y mujeres, aun- fuerte responsabilidad que deben asumir, en la medida
que no exclusivas de los grupos de género, donde las di- en que como protectores y proveedores de las mujeres
ferencias de poder coexisten con la atracción interperso- tienen que estar dispuestos a sacrificarse por su bienes-
nal. Los dos tipos de sexismo tienen sus raíces en las tar. Además, las mujeres deseosas de poder pueden ser
condiciones biológicas y sociales prácticamente univer- percibidas como arpías desagradecidas que merecen un
sales que muestran que, por una parte, los hombres po- tratamiento severo.
540 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

32.2
Una escala para medir el sexismo ambivalente

Existe un cuestionario, el Ambivalent sexism inventory ce y Helmreich, 1972) (r % 0,60, p a 0,01), o la rape-
(ASI), elaborado por Glick y Fiske (1996), que permite myth acceptance (Burt, 1980)(r % 0,51, p a 0,01) —que
medir el sexismo ambivalente y que aparece en un anexo refleja creencias bastante hostiles hacia las mujeres, co-
al final de este capítulo. Expósito, Moya y Glick (1998) mo «las mujeres que son violadas en el fondo se lo es-
lo han adaptado a nuestro país y han comprobado que di- tán buscando»—). Aunque el SB apareció inicialmente
cha versión muestra excelentes propiedades psicométri- relacionado con estas escalas, cuando se hicieron las co-
cas, aunque, igual que ocurre en otras lenguas a las que rrelaciones parciales la correlación dejó de ser significa-
ha sido traducido, no hay ítems invertidos como en la es- tiva con todas estas medidas (lo que sugiere que su rela-
cala original en lengua inglesa. Además, igual que habían ción con ellas se debe a la correlacion existente entre el
encontrado Glick y Fiske (1996) con muestras estadouni- SB y el SH). Por su parte, en los datos que nosotros dis-
denses, los 22 ítems del ASI se agrupaban en un único ponemos de estudios realizados con población española
factor de SH (y no en los tres factores que se predecían) (Tabla 32.1), se ha encontrado que tanto el SH como el
y tres factores de SB (correspondientes a los tres subfac- SB están relacionados con otros índices relacionados
tores predichos: paternalismo protector, diferenciación con la ideología de género, como el sexismo tradicional
de género complementaria e intimidad heterosexual). —medido por la EIG (Expósito, Moya y Glick, 1998);
Las puntuaciones obtenidas en esta escala han apare- Moya, Expósito y Padilla, 2006)—, el neosexismo (una
cido relacionadas con otras medidas relacionadas con el forma nueva de actitudes negativas hacia las mujeres,
género. Por ejemplo, Glick y Fiske (1996) encontraron centrada en el ámbito laboral) (Expósito, Moya y Glick,
altas correlaciones parciales (esto es, la relación entre un 1998; Moya y Expósito, 2001) y los mitos sobre la vio-
tipo de sexismo y las diversas medidas se hace contro- lación (Frese, Moya y López-Megías, 2005). Como pue-
lando la influencia estadística del otro tipo de sexismo) de verse en dicha tabla, siempre el SH está más relacio-
entre la escala de SH y otras escalas como el modern se- nado con estas variables que el SB, aunque lo interesante
xism inventory (Swim, Aikin, Hall, y Hunter, 1995) es remarcar que este último también lo está, dado que a
(r % 0,60, p a 0,01), la attitudes toward women (Spen- simple vista pudiera pensarse que no es así.

Tabla 32.1. Correlaciones entre las puntuaciones en sexismo ambivalente


y otras variables en participantes españoles (datos de los autores).
Medida
ASI SH SB
(controlando SB) (controlando SH)

Edad1 (n % 5268) 0,01 .0,01 0,003


Religiosidad (n % 4.300)
(b puntuación b religiosidad) 0,00 .0,10** 0,10**
Nivel educativo (n % 5.218)
(b puntuación b nivel educativo) .0,15** .0,07** .0,09**
Sexismo tradicional
(b puntuación b sexismo)
Varones (n % 1.110) 0,64** 0,46** 0,28**
Mujeres (n % 108) 0,70** 0,53** 0,48**
Neosexismo (n % 1.110 varones)
(b puntuación b sexismo) 0,49** 0,39** 0,17**
Mitos sobre la violación (n % 171)
(b puntuación a aceptación de los mitos) .0,64** .0,45** .0,29**
Deseabilidad social (n % 1.110 varones) .0,02 .0,03 .0,003
1
Mientras no se indique lo contrario, la muestra está formada conjuntamente por varones y mujeres
* p a 05, ** p a 01.
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 541
También es importante señalar que el sexismo ambi- las puntuaciones obtenidas en SB lo estarán con una
valente (Tabla 32.1) no ha aparecido relacionado con imagen positiva de ellas; la puntuación total en el ASI
medidas de deseabilidad social, que son medidas que estará relacionada con índices que reflejen ambivalen-
captan los deseos de las personas por «quedar bien» y cia. Los resultados de las investigaciones han confirma-
expresar las opiniones que creen que quieren escuchar do este planteamiento (Glick y Fiske, 2001).
quienes les están preguntando. Por ejemplo, en uno de los estudios incluidos en Ex-
Como ya hemos comentado, la concepción del sexis- pósito et al., (1998) se tenía una medida de evaluación
mo ambivalente supone que ambos tipos de sexismo han de las mujeres en las que se pedía a las personas partici-
de estar positivamente correlacionados. Esto es, los indi- pantes que indicaran 10 características típicas de las mu-
viduos que aceptan el SH también tenderán a aceptar el jeres y después que las evaluaran de .3 a !3; en con-
SB, y viceversa. Esta idea se ha visto confirmada en los secuencia, puntuaciones más elevadas reflejan una
estudios realizados. En la investigación de Glick et al. actitud más positiva. Asimismo, las varianzas de la dis-
(2000), con participantes de 19 países, apareció que con- tribución de estas evaluaciones, computadas individual-
cretamente España era el país en el que las correlaciones mente para cada participante, pueden considerarse como
entre SH y SB fueron más altas: 0,49 en el caso de los un índice de ambivalencia hacia las mujeres; cuanto
varones y 0,64 en el caso de las mujeres. Disponemos mayor sea la varianza, más polarizada es la actitud. Los
de datos más recientes de un total de 2.833 hombres y resultados mostraron que el SH, tanto en hombres como
2.400 mujeres que han contestado a la versión española en mujeres, estaba relacionado con una imagen negativa
del ASI. Esos datos también muestran altas correlacio- de las mujeres. El SB, en cambio, estuvo relacionado
nes entre los dos tipos de sexismo: r % 0,53 en los hom- con una actitud positiva hacia las mujeres solo en las
participantes mujeres, pero no en los participantes hom-
bres y r % 0,58 en las mujeres.
bres; no obstante, los datos procedentes de otros países
Por último, conviene no olvidar que el ASI es un indican que esta relación es significativa también en el
instrumento diseñado para medir dos aspectos del sexis- caso de los hombres (Glick et al., 2000). En lo que res-
mo que, aunque relacionados, tienen tonos evaluativos pecta a la medida de polarización, la puntuación total en
diferentes y, por tanto, reflejan ambivalencia. Así, las el ASI apareció relacionada con tener actitudes ambiva-
puntuaciones obtenidas en SH han de estar relacionadas lentes o polarizadas hacia las mujeres solo en los parti-
con una imagen negativa de las mujeres, mientras que cipantes varones.

32.3
El sexismo ambivalente y algunas características
psicosociales
Dado que el sexismo se basa en el mantenimiento del fueron mayores en el primer caso que en el segundo, F
poder y de una identidad distintiva y positiva por parte de la interacción F(1, 5213)%339,56, pa0,000. En defi-
de los hombres con respecto a las mujeres, junto a de- nitiva, y estos resultados coinciden con los encontrados
seos ambivalentes de intimidad y dominación sexual, es en otros países, las mujeres rechazan más el SH que el SB.
de esperar que los hombres obtengan puntuaciones en Este resultado se ha observado incluso en edades muy tem-
sexismo más altas que las mujeres, especialmente en pranas. Por ejemplo, Lameiras y Rodríguez (2002), en una
SH. Reuniendo todos los datos de que disponemos acer- muestra formada por 406 estudiantes orensanos de los cua-
ca de personas que hayan contestado a la versión espa- tro cursos de la Educación Secundaria Obligatoria (201
ñola del ASI (2.833 varones con una edad media de 32,7 chicas y 205 chicos), con una media de edad de 14,5 años,
y 2.400 mujeres con una edad media de 28,3), hemos encontraron unas puntuaciones en las chicas de 2,00 en
comparado las puntuaciones de hombres y mujeres en los SH y 2,70 en SB y en los chicos de 3,20 y 2,82, respec-
dos tipos de sexismo. Los hombres puntuaron significati- tivamente. Como puede apreciarse en la Tabla 32.1, en
vamente más alto que las mujeres tanto en SH (2,82 vs los datos que tenemos de participantes españoles, la
1,96) como en SB (2,68 vs 2,37), aunque las diferencias edad no apareció relacionada ni con el SB ni con el SH.
542 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Glick, Lameiras y Rodríguez (2002) han encontrado mi religión»), la religiosidad extrínseca (orientación reli-
una relación positiva entre las puntuaciones en SB y el giosa en la que prima el interés por ser protegido por
hecho de ser católico practicante (relación que no existía Dios o en la que la religiosidad aparece vinculada a be-
en el caso del SH). Nuestros datos también confirman neficios sociales —por ejemplo, «voy a la iglesia porque
(Tabla 1) que el SB está positivamente relacionado con eso me ayuda a hacer amigos») y el grado en el que se
considerarse una persona religiosa (en una escala que interpretan las Sagradas Escrituras literalmente —un in-
iba desde «1, no soy nada religioso» a «9, soy muy reli- dicio claro de conservadurismo religioso— estuvieron
gioso»): a mayor religiosidad, más sexita benévola es la asociados positivamente con el SB, pero no con el SH.
gente. Sin embargo, en el caso del SH la relación es la
Nuestros datos (Tabla 32.1) indican que el nivel edu-
contraria: a mayor religiosidad, menos sexismo. Esto
podría indicar el fuerte vínculo entre el sexismo benévo- cativo de las personas que participaron en las investiga-
lo y la tradición católica, que glorifica el rol de la mu- ciones apareció negativamente relacionado tanto con el
jer como esposa y madre, a la vez que la desprovee de SH como con el SB, confirmando los resultados de otras
sexualidad. Por su parte, Burn y Busso (2005) encontra- investigaciones que han mostrado una clara relación en-
ron en un grupo amplio de estudiantes universitarios tre el mantenimiento de una ideología de género tradi-
(N % 504) que la religiosidad intrínseca (basada en un cional y bajos niveles culturales y educativos (Moya,
compromiso interno y en la aceptación de los principios Expósito y Ruiz, 2000). Por su parte, Glick et al. (2002)
universales de aceptación y compasión —medida con encontraron que la educación se asoció a menos actitu-
ítems como «mi postura básica ante la vida se basa en des sexistas (tanto benévolas como hostiles).

32.4
Datos transculturales sobre el sexismo ambivalente
Glick et al. (2000) realizaron un estudio en diferentes veles de SH en los hombres las mujeres desarrollan
culturas (19 países) en el que participaron más de fuertes creencias sexistas benévolas, será bastante proba-
15.000 personas. Los resultados mostraron que el SH y ble que las mujeres se limiten a desempeñar sus roles
el SB iban de la mano como ideologías legitimadoras tradicionales y no desafíen el poder de los hombres.
complementarias: las naciones con puntuaciones altas en
SH fueron también las naciones con puntuaciones en SB Por otra parte, las muestras nacionales en las que las
elevadas. Además, las mujeres tendían a asumir las puntuaciones en sexismo eran elevadas tendían a mos-
creencias sexistas, cayendo en una ideología «justifica- trar correlaciones más bajas entre ambos tipos de sexis-
dora-del-sistema»: cuanto más sexistas eran los hombres mo. Esto es, cuanto más sexista era la muestra, más in-
de un país, más probable era que las mujeres aceptaran dependiente era el sexismo hostil del benévolo. Una
tanto el SH como el SB. Esto es, los miembros de gru- forma diferente de expresar este resultado sería decir
pos subordinados suelen aceptar las ideologías que pro- que parece ser que solo las personas que son poco sexis-
pagan los dominantes. No obstante, esta «justificación tas son conscientes de que tanto el sexismo hostil como
del sistema» por parte de las mujeres presentó un intere- el benévolo se refieren a algo común (mientras que
sante matiz: cuanto más sexistas fueron los hombres en quienes son muy sexistas no tienden a ver al sexismo
una cultura determinada, mayor era la diferencia entre benévolo como sexismo). Esto también podría explicar
las puntuaciones de hombres y de mujeres en SH y por qué los hombres presentan correlaciones más bajas
mayor era la aceptación del SB por parte de las mujeres. entre ambos tipos de sexismo, dado que ellos tienden a
ser más sexistas.
De esto podría deducirse que las mujeres parecen
utilizar el SB para defenderse: cuanto más sexistas son Por último, las puntuaciones medias nacionales en
los hombres, más buscan las mujeres la protección, idea- SH y SB estuvieron relacionadas con indicadores nacio-
lización y afecto que ofrece el SB. Ante estos resultados nales de desigualdad de género suministrados por las
conviene recordar lo que ya hemos comentado acerca de Naciones Unidas, como la proporción de mujeres que
la perniciosa alianza que pueden formar el SH y el SB hay en roles de élite —GEM— (puestos de responsabili-
para la perpetuación de la desigualdad: si ante altos ni- dad política, mujeres directivas, etc.) y longevidad, nivel
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 543
de educación y calidad de vida de las mujeres (índice Moya, Páez, Glick, Fernández y Poeschl (2002) rela-
GDI). Cuanto más sexistas son las respuestas de las per- cionaron los índices de sexismo de los 19 países estudia-
sonas que contestaron al ASI, mayor desigualdad de gé- dos por Glick et al. (2000) con los índices de masculini-
nero había en ese país. dad-feminidad de esos países obtenidos por Fernández
(2001) (esto es, la autopercepción por parte de los partici-
Contradiciendo la clásica formulación que igualaba
pantes en términos masculinos —personalidad fuerte, do-
prejuicio con antipatía, uno de los resultados más sor-
minante, agresivo/a, actúa como líder y duro/a— y feme-
prendentes de la investigación sobre sexismo ambivalen-
ninos —cariñoso/a, sensible a las necesidades de los
te es la forma en que las creencias subjetivamente bené-
otros, cálido/a, tierno/a y amante de los niños/as), así co-
volas sobre las mujeres sirven para justificar, promover
mo con diferentes índices culturales de cada país (las di-
y mantener la desigualdad de género (Glick y Fiske, mensiones culturales propuestas por Hofstede: individua-
2001). Esto es, las creencias subjetivamente benévolas lismo/colectivismo, masculinidad, distancia de poder y
sobre los grupos subordinados no tienen efectos precisa- evitación de la incertidumbre, el Índice de Desarrollo Hu-
mente benévolos. En el nivel nacional, las creencias mano, índices nacionales relacionados con la socializa-
sexistas benévolas sobre las mujeres (esto es, que son ción, los Derechos Humanos y características de la fami-
criaturas puras y delicadas, que necesitan de la protec- lia). Los resultados avalaron la validez transcultural de la
ción y del mantenimiento de los varones) correlaciona concepción del sexismo ambivalente, como creencias que
tanto con las creencias sexistas hostiles como con los in- justifican la desigualdad entre hombres y mujeres, mos-
dicadores objetivos de desigualdad de género. Sin em- trando su relación con un bajo nivel de desarrollo huma-
bargo, debido al tono positivo del sexismo benévolo, no del país, bajos niveles del autoconcepto en feminidad
muchas mujeres pueden encontrar al SB como atractivo, (en hombres y en mujeres), mayor colectivismo (o menor
incluso aunque sirva en última instancia para mantener individualismo), mayor distancia de poder (aceptación
la situación de desventaja de su grupo, recompensando a de relaciones jerárquicas entre las personas), menor res-
las mujeres por el desempeño de los roles tradicionales peto de los derechos civiles, mayor tasa de fecundidad
y desanimándolas para que consigan roles de mayor po- en las mujeres adultas y más educación en los valores
der y estatus. de buenos modales, religiosidad y obediencia.

32.5
Sexismo ambivalente y discriminación de género
En esta parte de nuestro trabajo presentaremos algunos la tendencia hacia la violación (Abrams, Viki, Masser y
resultados que ratifican los perniciosos efectos que tie- Bohner, 2003), justificación de la violación y excitación
nen ambos tipos de sexismo sobre la igualdad entre sexual (Moya, López-Megías y Frese, 2005), justifica-
hombres y mujeres. ción de la violencia en la pareja tras una traición (For-
bes, Jobe, White, Bloesch y Adams-Curtis, 2005), acti-
tudes hacia la violencia doméstica (Glick, Sakali-
Ugurlu, Ferreira y Aguiar de Souza, 2002; Valor-Segu-
32.5.1. Sexismo hostil ra, Expósito y Moya, 2007) y la probabilidad de cometer
acoso sexual (Megany y Milbrun, 2002) y su legitima-
El SH ha aparecido relacionado con la legitimación ción (Russell y Trigg, 2004). También ha aparecido re-
de la violencia hacia las mujeres que desafían el poder de lacionado el SH con discriminación de la mujer en el
los hombres (por ejemplo, feministas, ejecutivas) hacia ámbito laboral (Masser y Abrams, 2004) o con la tole-
quienes se «aprovechan» sexualmente de ellos y hacia rancia del humor sexista (Ford, 2000; Greenwood e Is-
quienes «manchan» el honor de los hombres. Además, bell, 2002).
también ha aparecido relacionado con la aceptación del
acoso sexual. Concretamente, diversas investigaciones Así, Abrams et al. (2003) encontraron que el SH de
han puesto de manifiesto la relación existente entre el los participantes varones estaba relacionado con una
SH y diversos aspectos de la violencia de género, como mayor proclividad hacia la comisión de violación cuan-
544 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

do ellos imaginaban encontrarse en una situación de abandonar definitiva o temporalmente la relación. Asi-
«violación por un conocido» —la víctima conocía al mismo, Glick et al. (2002) analizaron la relación entre
agresor en una discoteca y lo invitaba a subir a su apar- el SB y el SH de una parte, y las actitudes hacia la vio-
tamento—, pero no en el escenario «violación por un lencia doméstica (por ejemplo, «muchas mujeres provo-
extraño» —la víctima paseaba tranquilamente por la ca- can intencionalmente a sus maridos para que las maltra-
lle y el agresor la abordaba y la violaba. La proclividad ten» o «un marido debería de ser detenido si golpea a su
se medía con una serie de ítems del tipo: «¿cuán proba- esposa»), de otra. Utilizando muestras tanto de universi-
ble es que usted se comporte como el varón del escena- tarios como de la población general de Turquía y Brasil,
rio?», o «¿cómo de excitado sexualmente se hubiera encontraron que el SH (pero no el SB) estaba relaciona-
sentido en esa situación?». do con la justificación de la violencia hacia la esposa.
Por su parte, Moya et al. (2005) encontraron que la En cuanto al acoso sexual, Megany y Milbrun
justificación de la agresión sexual y la excitación sexual (2002) pidieron a sus participantes, todos varones, que
experimentada por los participantes ante la visualización contestaran entre otras medidas el ASI y la escala LSH
de una escena de violación estaba relacionada con sus —que mide la probabilidad de cometer acoso sexual
niveles de SH. En esta investigación los participantes, (Prior, Giedd y Williams, 1995)—. En esta escala se
varones y mujeres, vieron una escena de la película Acu- presentan 10 escenarios semejantes al que siguen: «Ima-
sados, protagonizada por Jodie Foster. En dicha escena, gínese que usted es un profesor universitario. Tiene 38
la protagonista es violada en un típico bar de carretera años y da clases en una universidad grande. Usted ha
estadounidense por tres hombres, en presencia de otros realizado ya sus oposiciones y es funcionario. Tiene un
muchos que animaban y jaleaban a los violadores; no gran prestigio en su campo (psicología anormal) y ha re-
obstante, la situación presentaba algunos detalles impor- cibido ofertas para trabajar en muchas otras universida-
tantes para quienes tienen una ideología sexista, pues la des. Un día, cuando vuelve a su despacho después de
escena comienza cuando la protagonista, con indicios de haber puesto las notas de un examen, recibe la visita de
estar bebida, se acerca a los hombres y comienza a bai- una estudiante, que le dice que le falta un punto para
lar con ellos. Los resultados mostraron que cuanto más obtener un sobresaliente. Esta alumna le pregunta si
alto era el SH de quienes veían la escena, mayor justifi- puede hacer algún trabajo extra para conseguir ese pun-
cación se hacía de la agresión, mayor atenuación de res- to, explicándole que necesita esa nota para poder con-
ponsabilidad de los agresores y, en el caso de los hom- tinuar sus estudios. Otros estudiantes también le han
bres, mayor probabilidad de actuar como los agresores hecho la misma petición y usted les ha contestado nega-
ante una situación similar. Además, la excitación sexual tivamente. Esta chica es muy atractiva. Habitualmente
en los varones también dependía del SH. se sienta en la primera fila de la clase y suele llevar fal-
En la investigación de Forbes et al. (2005), los parti- das cortas. Usted la considera muy sexy. ¿Cómo de pro-
cipantes veían un acto de violencia contra la pareja bable es que usted haga cada una de las siguientes cosas
desencadenado por una traición bien sexual (haber teni- si se encontrara en esa situación? (conteste a cada pre-
do relaciones con una tercera persona), bien no sexual gunta utilizando una escala de 1 —totalmente improba-
(haber revelado secretos a terceras personas). Los resul- ble— a 7 —muy probable—): a) le ofrecería realizar un
tados mostraron que el SH de los hombres se relaciona- trabajo de clase extra; b) suponiendo que usted está se-
ba con una mayor justificación de querer vengarse, enfa- guro en su trabajo y que la universidad tolera a los pro-
do, y querer terminar la relación. fesores que flirteen con las estudiantes, le ofrecería a la
alumna la posibilidad de obtener el punto extra a cam-
Valor-Segura et al. (2007) pidieron a los participan-
bio de favores sexuales; c) invitaría a la alumna a cenar
tes de su estudio que evaluaran la trascripción real de para discutir más tranquilamente la posibilidad de obte-
una llamada al servicio de atención a la víctima relatan- ner ese punto extra. Los resultados mostraron que el SH,
do un episodio de violencia de género en un matrimo- además de otras variables, predecía la probabilidad (se-
nio. Los resultados mostraron que cuanto mayor era el gún el autoinforme de los participantes) de cometer aco-
SH de los participantes, más se mostraban de acuerdo so sexual.
con la creencia de que la mujer estaba exagerando el re-
lato, más justificaban la conducta del hombre, conside- Resultados semejante fueron encontrados por Russell
raban al episodio como menos grave, atribuían menos y Trigg (2004), pero esta vez utilizando la escala SHAS
culpa al marido, consideraban en menor medida que la (the sexual harassment attitude scale; Mazer y Percival,
agresión se había producido por desconfianza y egoísmo 1989) para medir el acoso sexual; se trata de una escala
por parte del hombre, y aconsejaban menos denunciar y de 17 ítems que contiene afirmaciones tales como «una
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 545
mujer atractiva debe esperar avances sexuales de los fundamentalmente). Esta diferenciación que el sexista
hombres y debería aprender a manejarlos», «es total- benévolo realiza en el grupo de mujeres (las «buenas» y
mente natural que un hombre realice avances sexuales las «malas») permite explicar cómo es posible que se
hacia una mujer a la que considera atractiva», «la mayo- tenga a la vez una visión positiva y negativa de las mu-
ría de las mujeres que son insultadas sexualmente por un jeres: sencillamente, se trataría de que cuando los hom-
hombre provocan de alguna manera su conducta por la bres piensan bien de las mujeres están pensando en mu-
forma en que hablan, visten o se comportan» o «muchas jeres diferentes de aquellas en las que piensan cuando
de las conductas que la gente llama acoso sexual son expresan visiones negativas.
sencillamente flirteo».
Esta idea es precisamente la que queda corroborada
En el campo organizacional, Masser y Abrams (2004) en la investigación de Glick, Diebold, Bailey-Werner y
encontraron que cuanto más sexistas hostiles eran los Zhu (1997), quienes examinaron si el SH y el SB se di-
participantes, más negativas eran las evaluaciones que rigen hacia diferentes subtipos de mujeres: la hostilidad
realizaban de una candidata mujer para un puesto direc- sexista estaría reservada para las mujeres que desafían el
tivo y más positivas eran las recomendaciones de que poder de los hombres y la benevolencia sexista se con-
fuera contratado el candidato varón. El SB no apareció cede a quienes satisfacen sus necesidades. Glick et al.
relacionado con las evaluaciones y recomendaciones en (1997) les pidieron a los participantes de su investiga-
este contexto. ción que generaran espontáneamente subtipos de muje-
Por último, la investigación de Ford (2000) muestra, res. La mayoría de los subtipos generados, coincidiendo
en participantes hombres y mujeres, que el SH (y no el con otras investigaciones, reflejaron dos dimensiones:
SB) estaba relacionado con la tolerancia al humor sexis- a) tradicional (e. g., madre, «la niñita de papá») versus
ta, y la de Greenwood e Isbell (2002), que los indivi- no tradicional (e. g., feminista, mujer profesional); b) se-
duos altos en SH encontraban más divertidos y menos xualmente atractiva (e. g., animadora, «sexy») versus
ofensivos los chistes machistas sobre «rubias tontas» (un poco atractiva (e. g., «callo», «marimacho»). Después,
subtipo de mujer que las retrata como sexys pero poco los participantes calificaron y evaluaron los primeros 8
inteligentes) que quienes eran bajos en SH. subtipos autogenerados en términos positivos y negati-
vos. Los resultados mostraron que las puntuaciones de
cada participante en SH estaban relacionadas con eva-
luaciones menos positivas y las puntuaciones en SB con
32.5.2. Sexismo benévolo evaluaciones más positivas, aunque estos resultados solo
aparecieron entre los hombres participantes, no entre las
Una pregunta que nos podemos hacer es si realmente el mujeres. En un segundo estudio, Glick et al. (1997) exa-
SB supone un problema social por sí mismo (y no solo minaron las actitudes hacia dos subtipos específicos de
por estar relacionado con el SH —como ya hemos indi- mujer: las amas de casa y las mujeres profesionales. Los
cado con anterioridad—). Después de todo, los hombres resultados indicaron que tanto entre los hombres como
sexistas benévolos lo que indican son sus deseos de cui- entre las mujeres el SH predecía actitudes negativas ha-
dar a las mujeres, adorarlas y ponerlas en un pedestal. cia la mujer profesional (mientras que el SB no estaba
Sin embargo, a pesar de este tono subjetivo positivo, di- relacionado con la visión de este tipo de mujer). En con-
versas líneas de investigación sugieren que el SB es pro- traste, las actitudes hacia el ama de casa solo estaban re-
blemático o peligroso. Veamos algunas de estas líneas. lacionadas con las puntuaciones en SB, no en SH (este
En primer lugar, tal y como hemos visto en el apar- resultado aparecía solo entre los varones). Estos resulta-
tado anterior, los estudios transculturales han mostrado dos apoyan parcialmente la idea de que, al menos entre
que el SB está relacionado, independientemente de su los hombres, el SH y el SB se dirigen hacia diferentes
relación con el SH, con medidas objetivas acerca de la tipos de mujeres.
desigualdad de género existente en el país.
En tercer lugar, diversas investigaciones han puesto
En segundo lugar, aunque el SB esté relacionado con de manifiesto que el SB está relacionado de forma di-
una imagen positiva de la mujer y el SH con una ima- recta con diferentes índices de discriminación de género,
gen negativa, las evaluaciones positivas que promueve como el prejuicio hacia las mujeres que tienen relacio-
el SB no atañen a todas las mujeres, sino que se dirigen nes sexuales prematrimoniales (Sakalli-Ugurlu y Glick,
de manera selectiva hacia aquellas que aceptan los roles 2003), la tolerancia hacia los abusos sexuales (Russell
femeninos tradicionales (esposa, madre, ama de casa, y Trigg, 2004) o la culpabilización de la víctima en
546 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

caso de violación (Abrams et al., 2003; Viki y Abrams, haber invitado a Jason (o haber caminado con él) si no
2002). hubiera querido mantener relaciones sexuales?», «¿crees
que este incidente se podría haber evitado?», «¿qué grado
De acuerdo con las creencias sexistas tradicionales, de simpatía sientes por Kathy?». Los resultados mostra-
las relaciones sexuales prematrimoniales pueden verse ron que había una actitud más negativa hacia la víctima
como aceptables (incluso deseables) en los varones, pero cuanto más sexistas benévolos eran los participantes, pe-
como algo estigmatizante en las mujeres. Esa tendencia ro solo cuando se trataba de la situación de «violación
puede ser especialmente fuerte en países tradicionales en por conocido». Además, Abrams et al. (2000, estudio 3)
lo que concierne a las relaciones de género (por ejem- encontraron que esta relación entre el SB de los partici-
plo, en muchos países mediterráneos, la virginidad de la pantes y la atribución de culpabilidad a la víctima en la
mujer es un indicador importante de su pureza e inocen- situación de «violación por un conocido» estaba media-
cia). Sakalli-Ugurlu y Glick (2003) realizaron un estudio da por la percepción que se tenía de que el comporta-
en Turquía acerca de las actitudes sobre las mujeres que miento de la víctima era inapropiado.
tienen relaciones sexuales antes del matrimonio. Concre-
tamente, en participantes varones y mujeres midieron las En otro estudio, Viki y Abrams (2002) encontraron
actitudes hacia las mujeres que mantienen relaciones que el SB predijo la culpabilización de la víctima en ca-
prematrimoniales y la disposición de los hombres a ca- so de violación cuando se trataba de una mujer casada y
sarse con una mujer que no fuese virgen. Encontraron madre que estaba siendo infiel a su marido con un hom-
que solo el SB (no el SH) de los hombres y de las muje- bre que conocía en una fiesta. Sin embargo, el SB no
res predecía una actitud negativa hacia las chicas que predecía la atribución de culpa a la mujer cuando no se
habían mantenido este tipo de relaciones. Además, en el especificaba si estaba o no casada.
caso de los hombres, ambos componentes del sexismo
ambivalente, pero sobre todo el benévolo, predecían el En cuarto lugar, una investigación reciente (Darden-
deseo de no casarse con una chica que hubiese manteni- ne, Dumont y Bollier, 2007) ha mostrado que el SB pue-
do dichas relaciones. de tener consecuencias negativas (peores que las del
Otra investigación (Russell y Trigg, 2004) ha puesto SH) para el desempeño cognitivo de las mujeres. En una
de manifiesto que el sexismo ambivalente es uno de los serie de experimentos, estos autores han encontrado que
predictores prinicipales de la tolerancia hacia los abusos en contextos laborales femeninos (se trataba de aspirar a
sexuales, por encima del peso que puedan tener el sexo un puesto de trabajo que requería características femeni-
del perceptor, su feminidad o masculinidad, o la domi- nas), cuando las mujeres se encontraban con un selec-
nancia social. Concretamente, estas autoras encontraron cionador de personal que era sexista benévolo, eso dis-
que el SB se relacionaba positivamente con la tolerancia paraba las intrusiones mentales y las dudas sobre su
de dichos abusos. propia capacidad e interfería con su capacidad de me-
moria a la vez que dificultaba su rendimiento (lo que no
Por su parte, Abrams et al. (2003, estudios 1 y 2), en ocurría cuando el seleccionador era sexista hostil). Ade-
la investigación comentada anteriormente, encontraron más, una ratificación de lo pernicioso que puede ser el
que los individuos que defienden las ideas sexistas bené- SB fue el resultado que mostraba que la identificación
volas atribuyen mayor responsabilidad a las mujeres víc- de género protegía del SH, pero no del SB.
timas de violación cuando se percibe que estas mujeres
no cumplen las expectativas de roles de género tradicio- Por último, existe evidencia de que la aceptación por
nales. En dicho estudio, se les hacían las siguientes pre- parte de las mujeres del SB dificulta su resistencia ante
guntas a los participantes de ambas condiciones (i. e., la los actos sexistas, especialmente cuando estos actos vie-
situación en la que la mujer —Kathy— flirteaba con el nen justificados con motivos benévolos. Este fue el ob-
hombre conocido antes de ser violada y la situación en jetivo de la investigación realizada por Moya, Glick, Ex-
la que era violada por un desconocido a pesar de recha- pósito, de Lemus y Hart (2007) que se expone más
zarle desde un principio): «¿En qué medida piensas que detenidamente en el apartado siguiente, con el fin de
Kathy debería de culparse a sí misma por lo ocurrido?», que los lectores conozcan de forma más pormenorizada
¿cuánto control crees que tenía Kathy sobre la situa- una investigación realizada en nuestro país sobre sexis-
ción?», «¿estás de acuerdo con que Kathy no debería mo ambivalente.
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 547

32.6
«Es por tu propio bien»: sexismo benévolo
y reacciones de las mujeres a las restricciones
justificadas de forma paternalista
Las restricciones de determinadas conductas de las mu- del SB puede favorecer su aceptación de otras ideolo-
jeres pueden estar legitimadas mediante justificaciones gías justificadoras del sistema (Jost y Kay, 2005), así
de tipo benévolo que tratan de protegerlas. Desde siem- como de ideologías concretas relacionadas con el géne-
pre, a las mujeres se las ha apartado de ciertas ocupa- ro. Glick et al. (2004), por ejemplo, encontraron que las
ciones consideradas excesivamente demandantes o peli- correlaciones entre SB y otras creencias tradicionales de
grosas para ellas (Padavic y Reskin, 2002). En la actua- género eran más fuertes entre las mujeres que entre los
lidad, en muchos países existen normas sociales y leyes hombres. Parece pues verosímil asumir que las mujeres
no discriminatorias que han hecho que estas conductas que acepten el SB estén dispuestas a beneficiarse, en
protectoras sean cada vez menos frecuentes. Sin embar- parte, de las promesas de protección masculina que
go, el paternalismo protector sigue siendo bastante co- anuncia el SB y sean más receptivas a cualquier tipo de
mún dentro de la familia y en las relaciones románticas. restricciones justificadas benévolamente (paternalismo
Tratar de limitar determinadas conductas de las mujeres protector).
con argumentos paternalistas puede ser más efectivo y Sin embargo, es probable que incluso las mujeres al-
suscitar más aceptación por parte de las mujeres si lo tas en SB no acepten todo tipo de restricciones, sino que
comparamos con una justificación hostil («las mujeres su aceptación dependerá de otro tipo de factores, uno de
son menos capaces») o con la ausencia de justificación los cuales tiene que ver con quien impone la restricción.
(«porque yo lo digo»). El SB, y concretamente el pater- Teóricamente, el SB está arraigado en la interdependen-
nalismo, puede crear cierta ambigüedad atribucional cia íntima entre los sexos. Muchos ítems de la escala de
(Crocker et al. 1991) en el caso de las mujeres: «¿Limi- SB señalan a la pareja, tanto explícita como implícita-
ta mis movimientos porque se preocupa por mí o porque mente, como una fuente de protección paternalista (por
es sexista?», siendo en ocasiones dificil para las mujeres ejemplo, «Una buena mujer debería ser puesta en un
responder esta pregunta (Jackman, 1994). pedestal por su marido»). Por lo tanto, las mujeres altas
en SB pueden ser especialmente receptivas cuando las
La investigación realizada por Moya et al. (2007) restricciones benévolas procedan de sus parejas. Pa-
que se presenta a continuación pretende responder a la ra estas mujeres, esto podría ser incluso considerado co-
pregunta anterior, analizando algunos de los factores mo un acto de caballerosidad que las mujeres bajas en
tanto personales como situacionales que influyen en que SB rechazarían. La justificación benévola o protectora
las mujeres perciban una conducta protectora como dis- ofrecida por una persona no íntima puede resultar sospe-
criminadora o como preocupación genuina por su bie- chosa.
nestar.
Un tercer factor que podría facilitar la aceptación
Un primer factor que influirá en que una mujer per- por parte de las mujeres de restricciones benévolas sería
ciba un acto paternalista basado en el género como dis- la situación sobre la que versa la restricción. Aunque es
criminación, y lo acepte, es el grado en el que la mujer más probable que las mujeres bajas en SB vean el «acto
asuma la ideología sexista benévola: cuanto más la de protección» como potencialmente discriminatorio,
acepte, más positivamente lo percibirá y menos pensará aun así pueden aceptarlo si el interés del varón parece
que se trata de discriminación. Varias razones avalan es- creíble, por ejemplo, cuando la situación es peligrosa y
ta hipótesis. En primer lugar, el paternalismo discrimi- la fuente, alguien de confianza (e. g., cuando los padres
natorio crea ambigüedad porque no encaja con el proto- insisten en que la hija no salga de noche por miedo a
tipo que la gente tiene de la discriminación como un que sea agredida). Debido a la creencia generalizada de
acto claramente hostil (Barreto y Ellmers, 2005). Ade- que nuestros seres cercanos deberían estar (y lo están)
más, como ya hemos indicado, las mujeres aceptan más preocupados por nuestro bienestar (Clark y Mills, 1993),
que los hombres el SB, y esta aceptación de las mujeres puede ocurrir que las mujeres bajas en SB acepten las
548 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

restricciones paternalistas de la pareja, pero solo en si- diseño 2 (justificación: hostil vs benévola) # 2 (rela-
tuaciones que entrañen cierto peligro. ción: compañero de trabajo vs marido).
En cuarto lugar, pensábamos que la manera en la
cuál se formula la justificación de la restricción es de
gran interés. Dado que las mujeres altas en SB suelen
32.6.1.1. Método
estar de acuerdo con ítems como «las mujeres deben ser
protegidas por los hombres», estas pueden ser receptivas
a justificaciones proteccionistas que explícitamente ma- Participantes. Participaron 141 mujeres, con una media
nifiesten su estatus como mujer (que debe ser protegi- de edad de 40 años; el 43% no trabajaba; el 80% convi-
da). Por ejemplo, si un hombre justifica su restricción vía en pareja y el 72% tenía hijos. Solo el 35% tenía es-
diciendo que una actividad «no es segura para ninguna tudios universitarios.
mujer», las mujeres altas en SB (vs las bajas) es más
probable que estén de acuerdo con esto. Pero dado que Procedimiento. Las participantes leían el escenario
dicha afirmación invoca el estatus grupal e implica que que incluía alguna de las condiciones experimentales:
todas las mujeres deberían ser tratadas de esta manera, a) él ofrecía una justificación hostil («las mujeres no
tal justificación basada en el grupo puede ser un deto- conducen tan bien como un hombre») o benévola («con-
nante que haga que las mujeres bajas en SB la conside- ducir puede ser muy cansado y estresante para una mu-
ren como discriminatoria. Una justificación paternalista jer»); b) él era un compañero de trabajo o el marido.
personalizada («me preocupa que esto no sea seguro pa- Las variables dependientes estaban constituídas por
ra ti»), sin embargo, puede contribuir a anular dicha sus- una serie de preguntas acerca de los sentimientos positi-
picacia. Enfatiza que la restricción proviene del interés vos y negativos que las mujeres experimentarían, atribu-
personal de la pareja, puede enmascarar la percepción ciones acerca de las causas de la conducta del hombre,
de que dicha afirmación tenga algo que ver con el esta- así como la percepción de la conducta del hombre como
tus del grupo (Jackman, 1994). discriminatoria (todos los ítems en escalas de 7 puntos:
Para analizar los factores que acabamos de exponer, 1 % nada, 7 % extremadamente). Análisis factoriales rea-
se realizaron tres estudios en los que se examinaron las lizados mostraron que tanto los sentimientos como las
reacciones de las mujeres a restricciones justificadas de emociones se agrupaban en dos factores. El factor 1 ex-
forma protectora. plicó el 43% de la varianza y recogía sentimientos y
atribuciones positivas: sentirse protegida, querida, adula-
da, importante para él y atribución de la restricción a
«se preocupa por mí» y «se siente responsable de mí»
32.6.1. Estudio 1 (la consistencia interna fue de 0,88). El factor 2 explicó
el 13% de la varianza y recogía sentimientos y atribucio-
En este estudio se presenta un escenario hipotético en el nes negativas: sentirse dominada, despreciada, enfadada,
que un hombre no deja que la mujer conduzca durante inferior, furiosa y atribución de la restricción a su «egoís-
un trayecto largo (Granada-Barcelona). Este estudio po- mo» y «falta de confianza en mí» (la consistencia interna
ne a prueba la hipótesis de que las mujeres, indepen- fue de 0,80). Las respuestas positivas y negativas estuvie-
dientemente de sus puntuaciones en SB, rechazarán: ron correlacionadas entre sí (r % .0,50, p a 0,01) y con
a) la justificación hostil («las mujeres conducen peor la percepción de discriminación (.0,48 y 0,61 respecti-
que los hombres»); b) el intento por parte de una perso- vamente). Estos análisis fueron realizados en los tres es-
na no-íntima de apelar a una justificación paternalista tudios, obteniéndose resultados similares, por lo que estas
(«será cansado y estresante para ti»). Sin embargo, espe- dos medidas dependientes se analizarán en los tres estu-
ramos que, c) las mujeres que puntúan alto en SB (vs las dios. Tras completar las medidas dependientes, los parti-
bajas) serán particularmente receptivas a las restriccio- cipantes respondieron el ASI (Expósito et al., 1998).
nes justificadas de manera paternalista siempre que pro-
cedan de una persona íntima.
El escenario presentado, en el que un hombre insiste
en conducir todo el trayecto durante un viaje largo, nos
32.6.1.2. Resultados
sirvió para introducir la manipulación experimental. El
tipo de justificación para oponerse a que ella condujera Dado que las variables independientes incluían variables
y la relación entre hombre y mujer se manipuló en un tanto categoriales (relación con el hombre y justificación
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 549
de la restricción) como continuas (puntuaciones en SH y
SB de las participantes) realizamos un análisis de regre-
sión usando variables dummy para el tipo de justifica-
ción (SB % 0, SH % 1) y para el tipo de relación (pareja
% 0, compañero % 1). Siguiendo el procedimiento reco-
mendado por Aiken y West (1991), en el primer paso
introdujimos las variables dummy con todas las puntua-
ciones en SB y SH. En el segundo paso se introdujeron
todas las interacciones de segundo orden, seguidas de
las de tercer orden en el paso 3.
Respuestas positivas. Aparecieron varios efectos
principales significativos. Las mujeres informaban de
más reacciones positivas ante las restricciones para
conducir si estas eran: a) altas (vs bajas) en SB,
t(122) % 2,90, b % 0,29, p a 0,01; si la justificación era
paternalista (vs. hostil), t(122) % 2,10, b % .0,17,
p a 0,01; c) si la restricción procedía del marido en
comparación a si procedía del compañero de trabajo,
t(122) % 3,56, b % .0,29, p a 0,001. También resultó
significativa la interacción relación # justificación # SB,
t(122) % 1,90, b % 0,28, p a 0,05 (Figura 32.1). La
interacción indica que las mujeres que puntúan alto en
SB (más que las bajas) informaban especialmente de
sentimientos positivos cuando el marido da una justifi-
cación paternalista para no dejarle conducir el coche. FIGURA 32.1. Respuestas positivas en función del tipo
de relación, justificación y puntuaciones de las mujeres en SB
Cuando es el compañero (no íntimo) el que se opone, el (Moya et al., 2007, Estudio 1).
tipo de justificación que ofrece no afecta a las reaccio-
nes positivas, y esta ausencia de efecto se da tanto en las
mujeres bajas en SB como en las altas. Cuando quien Por el contrario, cuando quien discriminaba era el com-
discrimina es el marido, las mujeres altas en SB infor- pañero, el tipo de justificación no tenía efecto.
maban de más sentimientos positivos en respuesta a la Discriminación percibida. ¿Fue percibida la reacción
justificación paternalista en comparación con la hostil, del hombre como discriminatoria? La conducta del hom-
t(60) % 3,71, b % 0,54, p a 0,001, pero las mujeres ba- bre fue considerada como menos discriminatoria cuando
jas en SB no muestran este patrón de respuestas (ns.). se daba una justificación paternalista frente a una hostil,
En resumen, cuando el marido da una justificación t(122) % 4,18, b % 0,34, p a 0,001. Hubo una interac-
paternalista (vs hostil), las mujeres altas (vs bajas) en SB ción significativa de tercer orden justificación # re-
informaban de más sentimientos positivos (en relación lación # SB, t(112) % 2,06, b % 0,32, p a 0,05. Esta
con todas las demás condiciones). Cuando el compañero interacción revela que solo las mujeres que eran altas en
es el que discrimina, la justificación paternalista (vs hos- SB percibieron el acto como no discriminatorio, pero so-
til) no promueve respuestas positivas ni en las mujeres lo si procedía del marido y daba una justificación pater-
altas ni en las bajas en SB. nalista. Cuando la imposición procedía del compañero, el
tipo de justificación no afectaba a la percepción de discri-
Respuestas negativas. En este caso hubo solo un efecto minación ni en las mujeres bajas ni en las altas en SB.
principal significativo del tipo de justificación: las muje-
res informaban de menos reacciones negativas ante una
justificación paternalista frente a una hostil, t(122) % 3,58,
b % 0,30, p a 0,01. Sin embargo, este efecto fue mo- 32.6.2. Estudio 2
dificado por la interacción justificación # relación,
t(116) % 2,81, b % .0,34, p a 0,01. Cuando el marido Este estudio trata de examinar con mayor detalle algu-
era la fuente de la restricción, las mujeres informaban de nos resultados interesantes del estudio 1 introduciendo
menos reacciones negativas ante la justificación paterna- algunos cambios: a) realismo: se les presenta a las muje-
lista vs a la hostil, t(67) % 4,15, b % 0,45, p a 0,001. res participantes una oportunidad para hacer algo que
550 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

realmente les interese, concretamente, realizar una prác- nes las mujeres son mucho menos eficaces que los hom-
tica con violadores y maltratadores; b) la situación era bres. Aunque ella tuviera mucho interés, creo que conse-
potencialmente peligrosa; c) las mujeres respondían a guiría que no lo hiciera, porque una chica no debe me-
una aparente oposición real de sus parejas (que les terse en ese tipo de campos habiendo hombres que
acompañaron a la entrevista); 4) añadimos una condi- podrían hacerlo mucho mejor. Estoy seguro de que po-
ción control que maximizaba la ambigüedad atribucional dría convencerla»; c) en la condición justificación pater-
de los motivos que daba el novio para oponerse a que la nalista: «Le diría que no puede hacerlo, que pienso que
chica realizara las prácticas. El estudio trata de probar es una mala idea porque no es seguro para ella y pienso
que: a) cuando la ambigüedad atribucional es alta (el que puede ser realmente estresante. Aun cuando ella
novio no ofrece justificación), las mujeres altas en SB quisiera hacerlo, conseguiría que no lo hiciera porque yo
(vs bajas) asumen motivos benevolentes; b) dado el po- estaría muy preocupado por su seguridad y bienestar.
tencial riesgo de la situación, aun cuando las mujeres Estoy seguro de que la convencería».
sean bajas en SB, aceptarán una justificación paternalis-
ta personalizada («me preocupa que esto no sea seguro Las variables dependientes fueron las mismas que en
para ti»). el estudio 1. Realizamos análisis de regresión múltiple
para medir las reacciones de las mujeres en función del
tipo de justificación (hostil, no justificación, paternalis-
ta) y las puntuaciones en SB y SH. Realizamos dos con-
32.6.2.1. Método trastes. El primero comparaba la justificación hostil con
la no justificación; el segundo comparaba la justifica-
ción paternalista y la no justificación. Juntos, estos con-
Participantes. Ciento dieciséis mujeres estudiantes de la trates (se introdujeron en el paso 1) prueban el efecto
UGR participaron en el estudio, con una media de edad principal de la justificación. En el paso 2 introdujimos
de 19,5 años. La mayoría estudiantes de Psicología, So- las puntuaciones en SB y SH y en el paso 3 la interacción
ciología o Ciencias de la Educación. Todas mantenían entre los contrates y las dos escalas del ASI centrales.
una relación de pareja.
Procedimiento. A las participantes se les pidió cola-
boración para realizar unas prácticas a las que tenían
32.6.2.2. Resultados
que acudir con sus parejas. Al llegar a la facultad los
miembros de cada pareja eran separados en habitaciones
diferentes. Las chicas contestaban el ASI, mientras que Respuestas positivas. Hubo un efecto principal significati-
a los chicos se les contaba la verdadera naturaleza de la vo del tipo de justificación, F(2,113) % 7,52, p a 0,001.
investigación y se les pedía que escribieran de su propio Las mujeres respondían más positivamente en la condi-
puño un texto que sería devuelto a sus parejas. Todos ción de no justificación que en la justificación hostil,
aceptaron colaborar. Se informaba a las chicas de en qué t(113) % 2,95, b % .0,30, p a 0,01. Sin embargo, la
iban a consistir las prácticas: trabajarían con hombres justificación paternalista no suscitó más respuestas positi-
acusados de violación y maltrato. Se les decía que se les vas que la no justificación. El SB de la participante predi-
había hecho venir con sus parejas porque «era importan- jo más respuestas positivas, t(106) % 3,05, b % 0,55,
te que las participantes contaran con el apoyo de sus pa- p a 0,01, e interaccionó con el tipo de justificación: la
rejas y para asegurarse de que esto no interferiría en su justificación hostil, t(106) % 2,22, b%.0,32, p a 0,05,
relación». El interés que mostraron en realizar las prácti- y la justificación paternalista t(106) % 2,44, b % .0,35,
cas resultó ser muy alto (media % 5,67 en una escala de p a 0,05 (la Figura 32.2). Las mujeres altas en SB infor-
7 puntos). A cada chica se le dijo que su novio había si- maban de más respuestas positivas en la no justificación
do informado de la práctica y que habían escrito su que en la justificación hostil, t(106) % 3,48, b % 0,59,
reacción. En todos los casos, la nota indicaba una fuerte p a 0,001, pero reaccionaban igual de positivamente a
oposición a que realizaran las prácticas: a) en la condi- la no justificación que a la justificación paternalista. Por
ción no justificación: «Le diría que no puede hacerlo. el contrario, las mujeres bajas en SB exhibían el mismo
Me parece una mala idea. Aunque ella tuviera mucho bajo grado de reacciones positivas en la no justificación
interés, creo que conseguiría que no participara. Estoy y en la condición justificación hostil, pero manifestaban
seguro de que podría convencerla»; b) en la condición significativamente más reacciones positivas en la condi-
justificación hostil: «Le diría que no puede hacerlo. Me ción paternalista comparada con la no justificación
parece una mala idea porque creo que en estas situacio- t(106) % 2,20, b % 0,37, p a 0,05. Los análisis entre
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 551
negativamente cuando sus novios daban una justifica-
ción hostil (vs ninguna) y menos negativamente cuando
daban una justificación paternalista (vs no justificación).
Comparado con la no justificación, cuando el novio da-
ba una justificación explícitamente hostil, las mujeres
respondían más negativamente y cuando daban una jus-
tificación paternalista lo hacían menos negativamente.
Discriminación Percibida. ¿Percibían las mujeres la
oposición de sus parejas como discriminación de géne-
ro? Esta medida estuvo determinada por el tipo de justi-
ficación, F(2,113) % 23,46, p a 0,001. La justificación
hostil suscitó significativamente una mayor probabilidad
de etiquetar la reacción del novio como discriminatoria
(Media % 5,47) comparada con la no justificación (me-
dia % 3,38), t(113) % 4,81, b % 0,44, p a 0,001. Aun-
que las diferencias no fueron significativas, es menos
probable que las mujeres consideren la conducta del no-
vio como discriminatoria cuando se da una justificación
paternalista que cuando no se da justificación.

32.6.3. Estudio 3
FIGURA 32.2. Respuestas positivas en función
de la justificación y de las puntuaciones de las mujeres en SB El estudio 2 deja dos cuestiones sin aclarar: a) ¿reaccio-
(Moya et al., 2007, Estudio 2).
narían los hombres más o menos positivamente que las
mujeres ante la restricción paternalista de sus compañe-
condiciones revelan que el SB estuvo significativamente ras?; b) ¿reaccionarían las mujeres altas en SB (vs bajas)
relacionado con las reacciones positivas solo en la con- tan positivamente a una justificación paternalista que es-
dición no justificación t (106) % 3,42, b % 0,58, tá explícitamente basada en el grupo? («esto no es segu-
p a 0,001, mientras que en la condición explícita (tanto ro para ninguna mujer»). Con respecto a la primera
hostil como paternalista) las puntuaciones en SB no pre- cuestión, dado que los hombres pertenecen al grupo de
dijeron las reacciones de las mujeres (ambas fueron no género dominante y no están sujetos al paternalismo, es
significtivas). En suma, las mujeres altas en SB informa- poco probable que piensen que una justificación de este
ban de sentimientos positivos tanto cuando sus parejas tipo refleje discriminación de género. En cambio, las
ofrecían una no justificación para limitarles sus conduc- mujeres sí tienen dos explicaciones posibles a las res-
tas como cuando daban una justificación paternalista tricciones paternalistas de sus parejas (una, el interés
personalizada. Por el contrario, las mujeres bajas en SB personal por ella y otra, la discriminación basada en el
trataron la no justificación de forma similar a la hostil. grupo). En consecuencia, los hombres (comparados con
Esas diferencias entre altas y bajas en SB desaparecían las mujeres) podrían tener reacciones más positivas ante
cuando el novio daba una justificación paternalista. En la oposición de sus parejas porque ellos solo tienen una
esta condición, las mujeres bajas en SB respondieron tan explicación de ese hecho: «Ella se preocupa por mí».
positivamente como las altas en SB. Con respecto a las reacciones de las mujeres a la justifi-
cación basada en el género, en los estudios previos la
Respuestas negativas. El grado en que las mujeres justificación paternalista (frente a la hostil) no hacía alu-
respondían negativamente a la oposición del novio estu- sión a las mujeres como grupo. El estudio 2 mostró que
vo determinado por el tipo de justificación que este la justificación paternalista personalizada («esto no es
ofrecía, F(2,113) % 10,45, p a 0,001. Los efectos prin- seguro para ti») podía anular el escepticismo acerca de
cipales fueron significativos tanto para la justificación los motivos de la pareja, aun entre las mujeres bajas en
hostil, t(113) % 2,78, b % 0,27, p a 0,01, como para la SB. Pero, ¿cómo reaccionaran las mujeres bajas vs altas
paternalista t(113) % .2,62, b % .0,25, p a 0,05. Es- en SB ante una justificación basada en el grupo? («esto
tos efectos indicaban que las mujeres reaccionaban más no es seguro para una mujer»). Dado que las personas
552 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

bajas en SB rechazan el sexismo paternalista, esperamos ternalistas? (Figura 32.3). El análisis de regresión revela
que reaccionen menos positivamente que las altas en SB un efecto marginalmente significativo del sexo del parti-
ante justificaciones basadas en el grupo. Por el contrario, cipante, de modo que los hombres reaccionan más posi-
dado que tal justificación es consistente con la ideología tivamente que las mujeres ante la oposición de su pare-
benevolente, esperamos que las altas en SB respondan ja, t(229) % 2,09, b % 0,13, p a 0,06. Hubo además dos
relativamente de manera más positiva a justificaciones efectos principales significativos: a) los participantes al-
paternalistas basadas en el grupo, respondiendo incluso tos en SB manifestaban más respuestas positivas,
de forma similar a como lo harían ante una justificación t(229) % 2,09, b % 0,14, p a 0,05; b) los participantes
paternalista personalizada. respondieron más positivamente a la condición justifica-
ción paternalista personalizada que a la no justificación,
Para comparar hombres y mujeres realizamos un di-
t(223) % 3,38, b % 0,24, p a 0,01. Este efecto principal,
seño 2 (sexo del participante) # 2 (justificación: no jus-
sin embargo, debe ser interpretado a la luz de la interac-
tificación vs justificación paternalista personalizada).
ción sexo # tipo de justificación # SB, t (221) % 2,03,
Para probar cómo reaccionarían las mujeres a una justi-
b % 0,28, p a 0,05. Los hombres altos en SB respondie-
ficación paternalista basada en el grupo, añadimos esta
ron significativamente de forma más positiva a la justifi-
condición solo para las mujeres.
cación paternalista personalizada que a la no justifica-
ción, t(117) % 2,89, b % 0,32, p a 0,01, mientras que
los bajos en SB respondieron igual de positivamente en
32.6.3.1. Método ambas condiciones. En efecto, el patrón de respuesta de
los hombres altos en SB en la condición paternalista
personalizada parecía explicar la tendencia general de
Participantes. Ciento veintitrés hombres y 168 mujeres, los hombres a responder de manera más positiva que las
estudiantes de Derecho de UGR, con una media de edad mujeres (en las demás condiciones, las puntuaciones de
de 20,6 años; el 70% tenían pareja. los hombres fueron prácticamente idénticas a las de las
Procedimiento. A los participantes se les decía que mujeres).
se iba a ofrecer la oportunidad de realizar unas prácticas
Para las mujeres, los resultados fueron similares a
consistentes en revisar expedientes de convictos que re-
los del estudio 2. En la condición no justificación, hubo
clamaban su inocencia y que estaban cumpliendo conde-
una tendencia marginalmente significativa para aquellas
na por crímenes violentos, incluido el asesinato. Se les
mujeres altas en SB (vs bajas) a reaccionar más posi-
pedía que consideraran el interés por realizar las prácti-
tivamente, t(55) % 1,94, b % 0,25, p a 0,06, pero esta
cas, que debían ser realizadas en verano, y que imagina-
tendencia desaparecía en la condición de justificación
ran que sus parejas se oponían a ello diciendo «creo que
paternalista personalizada. Por condiciones, las muje-
es una mala idea. No deberías hacerlo». Unos partici-
res altas en SB respondían igual de positivamente a la
pantes imaginaron que la nota de oposición del novio no
no justificación que a la personalizada, mientras que
incluía justificación alguna. Otros recibieron una justifi-
las bajas en SB respondían menos positivamente a la
cación paternalista y personalizada («creo que no es una
no justificación que a la paternalista personalizada
buena idea y que no es bueno para ti exponerte a gente
t(109) % 2,96, b % 0,34, p a 0,01.
que ha cometido crímenes. Me parece que es una situa-
ción peligrosa y estresante, y podría no ser segura para Reacción ante la justificación basada en el grupo.
ti»). En el caso de las mujeres hubo una condición expe- El análisis incluyendo solo mujeres en el que se com-
rimental más (la oposición con una justificación basada probaba las respuestas de estas a la justificación basada
en el grupo): «Creo que no es bueno que ninguna mujer en el grupo con las otras dos condiciones puede verse en
se exponga a personas que han cometido crímenes vio- la Figura 32.3. Las mujeres reaccionan más positiva-
lentos, esta situación parece estresante y peligrosa, y po- mente a la justificación personalizada que a la basada en
dría no ser segura para una mujer». el grupo t(163) % 3,70, b % 0,32, p a 0,01. No hubo di-
ferencias en las reacciones positivas entre la condición
basada en el grupo y la no justificación. Hubo un efecto
principal del SB tal, que las mujeres altas en SB gene-
32.6.3.2. Resultados ralmente manifestaban más reacciones positivas a tra-
vés de todas las condiciones, t(163) % 2,61, b % 0,20,
Respuestas positivas. ¿Cómo reaccionan los hombres en p a 0,01. Finalmente, hubo una interacción marginal-
comparación con las mujeres ante las restricciones pa- mente significativa entre SB y tipo de justificación (gru-
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 553

FIGURA 32.3. Respuestas Positivas en función de la Justificación y de las puntuaciones en SB (Moya et al., 2007, Estudio 3).

po vs personalizada), t(158) % 1.93, b % .0,21, grupo, y esto se daba especialmente en aquellas bajas en
p a 0,055. Las mujeres altas en SB reaccionaban más SB. Solo en la condición de justificación paternalista
positivamente en la condición de protección personaliza- personalizada, tanto las altas en SB como las bajas,
da que en la condición de justificación paternalista basa- reaccionaron igual de positivamente. En general, las res-
da en el grupo (p a 0,10). Por el contrario, las bajas en puestas positivas de las mujeres replican los efectos del
SB respondieron más positivamente a la justificación estudio 2: 1) cuando la razón del novio para oponerse
paternalista personalizada que a la condición paternalista era ambigua (no justificación), las altas en SB asumían
basada en el grupo, t(164) % 3,98, b % 0,37, p a 0,01. motivos benevolentes mientras que las bajas en SB no;
En esta condición, las puntuaciones de SB de las muje- 2) la justificación paternalista personalizada anula las di-
res predecían más reacciones positivas a la oposición de ferencias en SB, ya que tanto las altas como las bajas en
los novios, t(53) % 2,93, b % 0,37, p a 0,01, mientras SB reaccionan igual de positivamente. La nueva justifi-
que este patrón de respuestas no se daba cuando se daba cación basada en el grupo suscitó una reacción positiva
una justificación paternalista personalizada. en las mujeres que eran altas en SB pero no en las bajas.
Para los hombres, el único efecto significativo fue que
En general, los hombres reaccionan ligeramente de
los hombres altos en SB (y no los bajos) mostraron más
manera más positiva que las mujeres a las restricciones
reacciones positivas ante la justificación personalizada
de sus parejas, y esto se debe fundamentalmente a las
(vs la no justificación).
respuestas positivas que dieron los altos en SB en la
condición paternalismo personalizado. Para las mujeres, Respuestas negativas. Mujeres vs hombres. El aná-
las reacciones a la justificación paternalista basada en el lisis de regresión exploró las reacciones de hombres y
grupo fueron similares a las que dieron a la no justifica- de mujeres a la condición paternalismo personalizado vs
ción: las puntuaciones en SB predecían si la justifi- no justificación, y arrojó varios efectos principales. Las
cación paternalista basada en el grupo era percibida de respuestas negativas fueron más fuertes: a) en la no
manera positiva. En comparación con la justificación justificación, vs justificación personalizada t(229) %
personalizada, las mujeres respondían significativamente %.2,49, b % .0,16, p a 0,05.; b) en las mujeres que
de manera menos positiva a la justificación basada en el en los hombres, t(229) % .4,42, b % .0,31, p a 0,01;
554 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

c) para quienes puntúan alto en SH, t (229) % 3,09,


b % 0,23, p a 0,05. Los dos últimos efectos estuvieron
modificados por una interacción significativa sexo # SH,
que ocurrió debido a que los hombres (y no las mujeres)
que puntuaban alto en SH mostraron reacciones más ne-
gativas t(223) % 3,71, b % 0,40, p a 0,01.
Reacción a la justificación basada en el grupo. El
análisis de regresión que comparaban las reacción de las
mujeres en las diferentes condiciones, el único efecto
significativo fue para el contraste entre la condición ba-
sada en el grupo vs. personalizada, t (163) % .3,26,
b % .0,29, p a 0,01. Las mujeres tuvieron más reac-
ciones negativas cuando se daba una justificación pater-
nalista basada en el grupo que cuando se daba una justi-
ficación paternalista personalizada. Por el contrario, la
justificación paternalista basada en el grupo no difirió de
la no justificación. En general, las reacciones fueron me-
nos negativas si el novio daba una justificación paterna-
lista comparada con: a) la no justificación (tanto hom-
bres como mujeres); b) una justificación paternalista
basada en el grupo (solo en las mujeres). Los hombres
generalmente mostraron menos respuestas negativas que
las mujeres, excepto los altos en SH. FIGURA 32.4. Discriminación percibida en función del sexo del
participantes y de la justificación (Moya et al., 2007, estudio 3).
Percepción de discriminación. Hombres vs mujeres.
Los resultados se muestran en la Figura 32.4. El primer Reacción a la justificación basada en el grupo. Las
análisis (comparaciones por sexo y no justificación vs per- mujeres tienden a valorar la justificación basada en el
sonalizada) revela diferencias por sexo: es más probable grupo como discriminatoria, comparada con la perso-
que las mujeres vean la oposición de la pareja como discri- nalizada, t(167) % .2,76, b % .0,24, p a 0,01. Igual-
minatoria «contra mí como mujer», mientras que los hom- mente, ven la justificación basada en el grupo como más
bres tienden a no ver esta oposición como «discriminatoria discriminatoria que la no justificación, t(163) % .2,97,
contra mí como hombre», t(229) % .5,07, b % .0,36, b % .0,26, p a 0,01. En general, los hombres (compa-
p a 0,01. Hubo un efecto principal significativo del SH, rados con las mujeres) tienden a ver en menor medida la
t(229) % 2,05, b % 0,15, p a 0,05, que fue modificado oposición de la pareja a realizar una tarea potencial-
por la interacción sexo # SH, t(224) % 3,42, b % 0,38, mente peligrosa como discriminación de género (solo
p a 0,01. De la misma manera que ocurriera en las res- los hombres altos en SH mostraron una propensión a ha-
puestas negativas, la alta puntuación en SH de los hom- cerlo). Para las mujeres, la justificación paternalista ba-
bres hacía más probable que valoraran la oposición de la sada en el grupo (se refiere específicamente a las muje-
pareja como discriminatoria (mientras que las puntua- res como grupo) fue la que más percepción de discrimi-
ciones en SH de las mujeres no afectaron dicha percep- nación suscitó (comparada tanto con la justificación
ción de discriminación). paternalista personalizada como con la no justificación).

32.7
Discusión
Estos tres estudios sugieren que la justificación paterna- Además, aquellas que aceptan el SB son particularmente
lista tiene el poder de suscitar en las mujeres reacciones propensas a asumir una justificación paternalista aun
positivas ante restricciones impuestas por sus parejas. cuando el novio no ofrezca ninguna. Ellas también son
Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 555
receptivas a una justificación basada en el grupo que ta protección sino que la esperan por parte de su pareja.
apela a su vulnerabilidad «como mujer». Las mujeres Cuando la ambigüedad atribucional se incrementa por el
que rechazan el SB parecen ser más escépticas ante los hecho de que la pareja no ofrece ninguna justificación,
motivos esgrimidos por los hombres, pero aún así, res- las altas en SB asumen que sus parejas lo hacen por mo-
ponden positivamente a la justificación paternalista tivos paternalistas.
cuando esta es personalizada («estoy preocupado por tu Aunque las mujeres que rechazan el SB general-
seguridad»), procede de una pareja y se trata de una si- mente son más escépticas hacia los motivos de los hom-
tuación plausible de peligro (una entrevista con hombres bres, la justificación paternalista que procede de la
violentos). En esta situación, distinguir entre discrimina- pareja promueve reacciones positivas (al menos en si-
ción paternalista y un interés del hombre por ella se tuaciones en las que existe cierto peligro). Es de espe-
convierte en una tarea difícil. Por el contrario, cuando cial interés cómo reaccionan las mujeres bajas en SB a
no había peligro inminente (conducir), las mujeres bajas la justificación paternalista basada en el grupo en el es-
en SB no aceptaban la justificación paternalista del ma- tudio 3 (que es idéntica a la justificación personalizada
rido. En general, las mujeres que aceptaban el SB pare- excepto por la sustitución «para ti» por «para una mu-
cen dispuestas a ceder en alguna medida su independen- jer»). Para las bajas en SB la justificación paternalista
cia a cambio de la protección masculina, aun cuando basada en el grupo suscita reacciones similares a la no
esta protección sea explícitamente sexista («porque tú justificación (en el estudio 2 las bajas en SB reacciona-
eres una mujer»). Es interesante que las puntuaciones de ban a la no justificación del mismo modo a como lo ha-
las mujeres en SB no estén relacionadas con su tenden- cían a la condición explicita de justificación hostil). Por
cia a etiquetar la justificación basada en el grupo como el contrario, la justificación personalizada lleva a las
discriminatoria (tanto altas como bajas en SB consideran mujeres bajas en SB a reaccionar tan positivamente co-
esta situación como más discriminatoria que la no justi- mo las altas en SB. El que una pequeña alteración de
ficación o la personalizada). Pero aun cuando las muje- una palabra («ti» vs «mujer») haya tenido tal efecto im-
res altas en SB etiqueten la justificación paternalista ba- plica, como señala Jackman (1994), que la justificación
sada en el grupo como discriminatoria, sin embargo, paternalista generalizada puede realmente eliminar la re-
reaccionan marginalmente menos positivamente a esta sistencia de las mujeres a ciertas restricciones. Aun
que en la justificación paternalista personalizada. En re- cuando las mujeres sean relativamente escépticas a los
sumen, las mujeres altas en SB no consideran estar sien- intentos de los hombres a limitar su independencia (en
do discriminadas «como una mujer» cuando esta forma algunas circunstancias), parecen susceptibles a una res-
parte de la caballerosidad protectora de la pareja. Ade- tricción de la pareja si esta la expresa en términos de
más, las mujeres altas en SB no solo parecen aceptar es- «me intereso por tu seguridad y bienestar».

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Capítulo 32. SEXISMO: LOS EFECTOS PERNICIOSOS DE UNA IDEOLOGÍA AMBIVALENTE 557
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558 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ASI
(Ambivalent Sexism Inventory; versión española
de Expósito, Moya y Glick, 1998)
A continuación se presentan una serie de frases sobre los hombres y las mujeres y sobre su relación mutua en
nuestra sociedad contemporánea. Por favor, indique el grado en que está de acuerdo o en desacuerdo con cada
una de las frases usando la siguiente escala:
0 1 2 3 4 5
Totamente Moderadamente Ligeramente Ligeramente Moderadamente Totalmente
en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo
Ahora, sobre la línea que antecede a cada frase, escriba el número de la escala que mejor representa su opinión sobre
esa frase.
1. Aun cuando un hombre logre muchas cosas en su vida, nunca podrá sentirse verdaderamente completo a menos
que tenga el amor de una mujer.
2. Con el pretexto de pedir «igualdad», muchas mujeres buscan privilegios especiales, tales como condiciones de
trabajo que las favorezcan a ellas sobre los hombres.
3. En caso de una catástrofe, las mujeres deben ser rescatadas antes que los hombres.
4. La mayoría de las mujeres interpreta comentarios o conductas inocentes como sexistas, es decir, como expresio-
nes de prejuicio o discriminación en contra de ellas.
5. Las mujeres se ofenden muy fácilmente.
6. Las personas no pueden ser verdaderamente felices en sus vidas a menos que tengan pareja del otro sexo.
7. En el fondo, las mujeres feministas pretenden que la mujer tenga más poder que el hombre.
8. Muchas mujeres se caracterizan por una pureza que pocos hombres poseen.
9. Las mujeres deben ser queridas y protegidas por los hombres.
10. La mayoría de las mujeres no aprecia completamente todo lo que los hombres hacen por ellas.
11. Las mujeres intentan ganar poder controlando a los hombres.
12. Todo hombre debe tener una mujer a quien amar.
13. El hombre está incompleto sin la mujer.
14. Las mujeres exageran los problemas que tienen en el trabajo.
15. Una vez que una mujer logra que un hombre se comprometa con ella, por lo general intenta controlarlo estrecha-
mente.
16. Cuando las mujeres son vencidas por los hombres en una competición justa, generalmente ellas se quejan de
haber sido discriminadas.
17. Una buena mujer debería ser puesta en un pedestal por su hombre.
18. Existen muchas mujeres que, para burlarse de los hombres, primero se insinúan sexualmente a ellos y luego
rechazan los avances de estos.
19. Las mujeres, en comparación con los hombres, tienden a tener una mayor sensibilidad moral.
20. Los hombres deberían estar dispuestos a sacrificar su propio bienestar con el fin de proveer seguridad económi-
ca a las mujeres.
21. Las mujeres feministas están haciendo demandas completamente irracionales a los hombres.
22. Las mujeres, en comparación con los hombres, tienden a tener un sentido más refinado de la cultura y el buen
gusto.
Para calcular la puntuación en sexismo hostil hay que promediar la puntuación obtenida en los ítems 2, 4, 5, 7, 10, 11,
14, 15, 16, 18, y 21.
Para calcular la puntuación en sexismo benevolente hay que promediar la puntuación obtenida en los ítems 1, 3, 6, 8,
9, 12, 13, 17, 19, 20 y 22.
560 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

33.1
Introducción
La historia de la humanidad está repleta de acciones que blicado en 1999, el que marca un antes y un después en
para la mayoría de la gente constituyen ejemplos de la el tratamiento científico del tema. Se trata, por tanto, de
maldad humana: el Holocausto judío, el genocidio de un constructo que se incorpora de forma tardía a la psi-
los indios americanos, los gulag estalinistas, la represión cología social.
en Argentina, la masacre nuclear en Hiroshima y Naga-
saki, los crímenes cometidos en los campos de refugia-
dos palestinos, los atentados del 11-S en Nueva York y Los autores quieren expresar su agradecimiento al profe-
sor Gabriel Bello Reguera por su inestimable ayuda en
del 11-M en Madrid, y multitud de ejemplos más. Todo
los inicios de este trabajo. También al Ministerio de Edu-
ello ha llevado a los científicos sociales a interrogarse cación y Ciencia por la concepción del proyecto SEJ2005-
sobre el porqué, sobre cuáles son los motivos que con- 05135/PSIC, cofinanciado por el FEDER, en cuyo marco
ducen a una persona, grupo o cultura a dañar, humillar o se llevaron a cabo los trabajos de investigación que se
eliminar física o moralmente a otras y cuáles son las im- comentan en este capítulo.
plicaciones que se derivan de esas acciones.
En este capítulo abordamos, en primer lugar, el sig- La reticencia de los psicólogos sociales a utilizar el
nificado que los psicólogos sociales han dado al concep- término maldad puede explicarse por diversos motivos.
to de maldad. En segundo lugar, analizamos lo que la Uno, sus connotaciones morales y religiosas que podrían
gente corriente entiende por maldad. En tercer lugar, poner en cuestión su cientificidad; dos, su cercanía a
presentamos algunos de los posibles instigadores de la otros conceptos psicosociales, como la agresión o el pre-
maldad. Finalmente, revisamos algunos ejemplos de juicio, que actualmente dan cuenta de una parte impor-
maldad en el nivel grupal. tante de las conductas que se podrían etiquetar como
maldad; tres, la «ambigüedad» del término maldad, que
El estudio de las conductas que causan daño o sufri-
explica parcialmente la dificultad para operativizar el
miento a otros tiene un pasado extenso en la psicología
concepto y ponerlo al alcance de un estudio científico
social. La investigación empírica que marcó un hito en
riguroso. Sobre este último aspecto, Berkowitz (1999)
el estudio de este tipo de conductas fue, sin duda, el
afirma que el término maldad se usa de manera incon-
experimento de la prisión de Stanford, donde jóvenes
sistente y vaga. En unos casos, para referirse a los su-
estudiantes universitarios se transforman en verdugos
bordinados que ejecutan una conducta, no a sus instiga-
despiadados de sus propios compañeros (Zimbardo,
Banks, Haney y Jaffe, 1973; Zimbardo, Maslach y Ha- dores, como por ejemplo, los soldados que obedecen
ney, 1999). Pero no es hasta finales de los 80 cuando el órdenes de sus superiores; en otros, para referirse a las
interés de los investigadores se centra de manera especí- acciones extremas, como el genocidio, la tortura, el te-
fica en la maldad, entendida esta como un conjunto de rrorismo o el abuso infantil, y en otros, para resaltar la
conductas que causan un daño severo y persistente (por relación entre la gente corriente o buenas personas con
ejemplo, el genocidio o la tortura), y que se manifiestan conductas criminales, cuando estas personas forman par-
en diversos escenarios. En este ámbito de estudio desta- te de una organización o estructura burocrática (Waller,
can los trabajos de Ervin Staub (1989, 1996) sobre el 2002; Zimbardo, 2004, 2007).
genocidio y la violencia de grupo, los trabajos de Ban- En definitiva, la maldad es un término reciente en
dura (1994) sobre pensamiento moral y conducta, o los psicología social y necesita que se lo precise y defina de
trabajos de Baumeister, Smart y Boden (1996) acerca manera clara como un constructo científico. Por todo
del rol de la autoestima en la violencia humana. Pero ello, consideramos que nuestro punto de partida debe ser
es, sin duda, el número monográfico de Personality and clarificar lo que en la actualidad los científicos psicoso-
social psychology review sobre maldad y violencia, pu- ciales definen como maldad.
Capítulo 33. LA MALDAD 561

33.2
¿De qué hablan los psicólogos cuando
hablan de maldad?
En la psicología social, así como en otros campos afi- estudio de conductas extremas y extraordinarias, cuyas
nes, resulta difícil encontrar una definición precisa de consecuencias son devastadoras para quienes las sufren.
maldad (Miller, 2004). De forma genérica se describe A la vista de la controversia que existe en la literatura
como el daño intencional, planeado y moralmente injus- sobre el grado de maldad y sobre la base de que esta úl-
tificado que se causa a otras personas, de tal modo que tima podría no estar restringida a las conductas más ex-
denigra, deshumaniza, daña, destruye o mata a perso- tremas, a continuación analizaremos la maldad en fun-
nas inocentes (Baumeister, 2000; Darley, 1992; Miller, ción de la gravedad de sus consecuencias, distinguiendo
1999; Staub, 1989; Waller, 2002; Zimbardo, 1995). Sin entre maldad extrema y maldad cotidiana.
embargo, el consenso es menor a la hora de aplicar esta
etiqueta para definir acciones leves o bien restringir su
uso para las conductas extremadamente dañinas, como
el genocidio, la tortura, los asesinatos en masa o el te- 33.2.1. La maldad extrema
rrorismo.
Esta falta de consenso entre los psicólogos se refleja En un sentido general, los psicólogos han empleado el
también en otras disciplinas. Por ejemplo, desde un aná- término maldad para describir cierto tipo de conductas
lisis antropológico se constata que la maldad se revela cuyas consecuencias implican un daño extremo para al-
en las sociedades humanas a través de distintas formas y guien. Fundamentalmente, para describir acciones que
grados. Según la revisión de la literatura antropológica causan horror y que se consideran inhumanas porque re-
realizada por Parkin (1985), hablar de la maldad abarca sultan incomprensibles desde un marco humano, ya que
desde lo terrible y serio hasta lo juguetón y creativo, y están fuera de los límites de la moralidad (Staub, 1999).
puede referirse tanto al poder ambivalente sobre los Más aún, son conductas que traspasan la piedad animal
otros como a la violación de los códigos morales. Por su que afecta a todos los seres humanos normales en pre-
parte, el análisis filosófico no resuelve esta ambigüedad sencia del sufrimiento físico (Bello, 1997). Concre-
lingüística. Desde la ética, los filósofos distinguen entre tamente, Staub (1989, 1999) habla de maldad para de-
mal radical y mal banal (Arendt, 1999). El primero se- signar la destructividad humana extrema, como el geno-
ría el mal químicamente puro, sin mezcla alguna de ele- cidio y los asesinatos en masa, que reflejan una inten-
mentos positivos. Un mal sin causa ni razón, gratuito y ción consciente de exterminio de un grupo o cultura.
arbitrario. El segundo vendría generado por dos causas Este autor propone un conjunto de características defini-
distintas: la mediocridad mental (intelectual y moral) del torias que permiten diferenciar la maldad de otras con-
perpetrador y la racionalidad burocrática inherente al ductas tradicionalmente etiquetadas como agresión o
sistema político, que produce un distanciamiento emo- violencia.
cional y físico de las víctimas. Ambas contribuyen a ba- En primer lugar, para Staub (1999) el concepto de
nalizar el mal y a exculpar, en cierta forma, a sus auto- maldad designa un conjunto de conductas que causan a
res (Arendt, 1999; Bello, 1997). personas o grupos un daño extremo que implica dolor,
En síntesis, no existe consenso a la hora de definir sufrimiento y pérdida de la vida o de potencial personal
de forma concreta el significado de la maldad, pero este y humano. En segundo lugar, señala que las conductas
problema se acentúa cuando se aborda la cuestión de de maldad pueden estar instigadas por diversidad de mo-
grado: ¿cuál es la gravedad que deben alcanzar las con- tivos, como el ataque, la amenaza o la frustración. Esto
secuencias de una conducta para ser considerada mal- es, las acciones de maldad se caracterizarían por ser una
dad? Si bien distintos autores reconocen la utilidad de reacción ante un estímulo desencadenante que el agente
aplicar el término a cierto tipo de hechos y conductas percibe como adverso. En tercer lugar, son conductas
ordinarias, cuyas consecuencias negativas no traspasan tan extremadamente dañinas que resultan desproporcio-
los escenarios en que tienen lugar, a la hora de profundi- nadas con respecto a cualquier instigador o provocación.
zar en su análisis se centran, casi exclusivamente, en el En cuarto y último lugar, propone que un único acto de
562 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

daño extremo quedaría fuera de la definición de maldad maldad no implica necesariamente conductas cruentas y
al no ser repetido o persistente. Esto es, una cualidad aterradoras, aunque sus resultados puedan llegar a ser
distintiva de la maldad es su duración o repetición en el nefastos, ya que siempre originan pequeños o grandes
tiempo. Igualmente, considera que algunos individuos, dramas personales. En ocasiones, esa maldad cotidiana
grupos o sociedades evolucionan de tal modo que se va puede llevar a la destrucción del yo. Esto es, puede afec-
incrementando la probabilidad de llevar a cabo acciones tar más o menos profundamente al modo en que un indi-
destructivas. Esta idea representa una forma de entender viduo se concibe a sí mismo, a su dignidad y a su auto-
la maldad más como un proceso que como una respuesta valoración como persona. Es, por ejemplo, el caso del
puntual a un instigador. acoso laboral y las consecuencias para la víctima.
En resumen, según Staub «es más apropiado hablar Lo que proponemos es la necesidad de que la inves-
de maldad cuando todos estos elementos definitorios es- tigación sobre la maldad incluya también las mezquin-
tán presentes: son acciones intensamente dañinas, que no dades, infamias y ruindades de las que somos testigos (o
son conmensurables con respecto a las condiciones insti- partícipes) a diario, como, por ejemplo, desacreditar, en-
gadoras, y se da una persistencia o repetición de tales ac- gañar o excluir. Esto supone reconocer que la maldad se
ciones» (Staub 1999, p. 180). Todo ello ocurre cuando el manifiesta de distintas maneras y que abarca un vasto
agente de la maldad excluye moralmente al otro (Opo- abanico de conductas que oscilan entre la maldad común
tow, 1990) y lo convierte en prescindible o irrelevante. y frecuente, y la maldad extrema e infrecuente (Waller,
2002). Sin acudir a ejemplos tan extremos como la tor-
Desde esta óptica, el concepto de maldad se centra
tura o el genocidio, la crónica diaria informa de un am-
en el análisis de las conductas extraordinarias e infre-
plio rango de conductas que las personas no dudan en
cuentes que causan un daño extremo a personas o gru-
calificar también como maldad. Conductas racistas, dis-
pos sociales. En el próximo apartado defenderemos otro
criminación de género, acoso escolar y laboral, y un ex-
modo de analizar la maldad, que adquiere un sentido
tenso repertorio de conductas, con consecuencias devas-
más cercano, probablemente, al significado que tiene di-
tadoras para quienes las sufren, que los manuales y
cho término en nuestra lengua, tal como lo emplea la
revistas de psicología social agrupan bajo la denomina-
gente de la calle.
ción genérica de conducta antisocial.
El análisis de la maldad cotidiana posee, sin duda,
un inmenso valor heurístico que nos acerca al conoci-
33.2.2. La maldad cotidiana miento de los actos más extremos, puesto que poseen
una esencia común (Baumeister, 2000). La naturaleza de
Imagine que una persona de su entorno cercano ha esta- la maldad es la misma, lo que cambia es la intensidad
do difundiendo información negativa y falsa sobre usted, con que se manifiesta. De la misma opinión es Waller
que le desacredita ante sus compañeros/as; ¿dudaría en (2002), para quien la maldad es ubicua. Según este
etiquetar esa conducta como maldad? Si bien la psicolo- autor, focalizar la atención en la maldad cotidiana nos
gía social ha desarrollado recientemente modelos expli- permite acercarnos al conocimiento de las acciones de
cativos de la maldad en los casos de daño extremo, aún maldad extrema, puesto que los procesos causales impli-
falta por explicar un amplio margen de conductas menos cados en la maldad extraordinaria tienen algo en común
atroces pero que también pueden dañar física, moral y/o con la maldad cotidiana.
psicológicamente a las personas. En esta línea, Baumeis- En la misma medida que se puede considerar que la
ter (2000) reconoce que la maldad no se restringe a maldad no está restringida a actos extremos, también se
grandes crímenes y actos horrendos. Por el contrario, re- podría etiquetar como tal la ausencia de conductas espe-
salta la importancia de entender las pequeñas crueldades cíficas, esto es, la omisión (Zimbardo, 2007). La pasivi-
y trasgresiones menores de la vida cotidiana siempre dad puede ser considerada maldad, especialmente cuan-
que supongan daño interpersonal deliberado. Sin embar- do causa un daño grave. Ejemplos como el de una
go, pese a este reconocimiento manifiesto de la maldad adolescente turca que pierde la vida ahogada en un lago
«menor», que es compartido por distintos investigado- ante la mirada de decenas de bañistas europeos, o la im-
res, su análisis posterior se sitúa prioritariamente en una pasibilidad de los cascos azules holandeses ante la ma-
concepción más semejante a la expuesta en el apartado sacre de Srebrenica en la que 8.000 musulmanes fueron
anterior. asesinados o la falta de reacción de los gobiernos euro-
Desde la concepción que defendemos en este aparta- peos ante el conflicto palestino-israelí serían ilustrativos
do, más cercana a nuestras relaciones sociales diarias, la de esta idea. Ejemplos menos severos de omisión, como
Capítulo 33. LA MALDAD 563
ningunear o ignorar a otros, podrían también ser etique- varán esta etiqueta exclusivamente para aquellas más
tados como maldad. Probablemente, en ciertos casos, la extremas e infrecuentes.
gente prefiere ser atacada o criticada antes que no reci- A lo largo de este apartado hemos tratado de definir
bir ningún tipo de atención y ser ignorada de manera lo que los estudiosos de este tema han denominado mal-
sistemática. dad. Hay que señalar que se trata de una definición fun-
Desde un planteamiento cercano al que defendemos damentalmente teórica, dado que hasta el momento el
en este capítulo, Berkowitz (1999) afirma que las perso- análisis carece de una sólida tradición empírica. El con-
nas tienen prototipos de maldad. Esto es, a la hora de cepto de maldad se dibuja mayoritariamente desde la re-
juzgar una conducta, podríamos buscar en nuestra mente flexión teórica sobre episodios significativos ocurridos
pensamientos sobre qué hechos varían y cómo lo hacen en distintos momentos de la historia de la humanidad.
en relación con ese prototipo de maldad. Esto llevaría a Por el contrario, hemos defendido que la maldad puede
considerar algunos actos más malignos que otros. Una ser también un hecho cotidiano. Para profundizar en esa
primera inferencia que se deriva de estos supuestos es concepción de la maldad cotidiana, en el próximo apar-
que las personas serán capaces de clasificar las acciones tado proponemos analizar empíricamente lo que las per-
dañinas en distintos niveles de maldad y que no reser- sonas de la calle definen como tal.

33.3
¿De qué habla la gente cuando habla de maldad?
Nuestro planteamiento básico señala que es necesario Los resultados mostraron que la maldad se manifies-
realizar un acercamiento al uso común de esta etiqueta ta de distintas formas e incluye una gran variedad de
como un modo de dotar al concepto de la validez ecoló- conductas que oscilan entre lo que podríamos denominar
gica de la que aún carece. El objetivo es aproximarnos la «maldad cotidiana» y la «maldad extrema». Pero en-
al contexto real donde las personas experimentan la mal- tonces, ¿qué características comparten este rango de
dad, con el fin de conocer las claves que les permiten conductas para ser etiquetadas como maldad?, ¿qué cua-
percibir ciertos hechos como tales. Para ello, Quiles et lidades posee la maldad para distinguirse de otros con-
al. (en preparación) pidieron a 60 participantes, todos ceptos próximos como la agresión?
ellos estudiantes de la Universidad de La Laguna, que
Para seguir profundizando en la definición de mal-
completaran un cuestionario de respuesta abierta en el
que se pedía que nombraran 20 conductas que, en su dad, llevamos a cabo una investigación que trataba de
opinión, fueran ejemplo de maldad. Además de esta ins- cumplir los siguientes objetivos: primero, siguiendo a
trucción principal, se preguntaba a los participantes: Berkowitz (1999), queríamos verificar si la gente puede
¿por qué considera que tales conductas son ejemplos de cuantificar el grado de maldad de una conducta y dife-
maldad?, ¿por qué cree que ocurren estas conductas?, renciar distintos niveles de intensidad en dicha cualidad.
¿cómo describiría a la persona capaz de llevar a cabo Segundo, estábamos interesados en conocer las variables
esas conductas? Y, finalmente, ¿cuál es, en su opinión la que las personas relacionan espontáneamente con la
finalidad de la maldad? Todas estas preguntas iban en- maldad y que son empleadas para determinar si una con-
caminadas a indagar en las ideas y concepciones inge- ducta es más o menos maldad. Tercero, queríamos cono-
nuas de la maldad. cer si la gente hace distinciones entre maldad y agre-
sión, o por el contrario dan a ambas un significado muy
Mediante este procedimiento fue posible determinar
semejante.
un abundante conjunto de conductas que las personas
conciben espontáneamente como maldad y comprobar Con este triple objetivo, 327 participantes contesta-
que incluyen acciones que suponen violencia extrema, ron un cuestionario con 21 conductas, todas ellas carac-
como llevar a cabo una masacre terrorista, pero tam- terizadas por tener consecuencias dañinas para algún
bién acciones menos cruentas como culpar a alguien sa- otro. Los participantes debían, por un lado, puntuar cada
biendo que es inocente, humillar a otra persona, excluir conducta en 17 dimensiones seleccionadas tanto a partir
a una persona por el color de su piel o desatender a del primer cuestionario ya mencionado como de los ele-
una persona anciana. mentos que distintos autores proponen para describir el
564 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

concepto de maldad. Por otro lado, debían indicar en agresión. Las diferencias encontradas entre las puntua-
qué medida cada conducta era maldad y en qué medida ciones de maldad y agresión en las 21 conductas fueron
era agresión. significativas en todos los casos salvo en dos. Por últi-
Las contestaciones de los participantes nos permitie- mo, la correlación entre ambos conceptos es significa-
ron dar una respuesta afirmativa a nuestra primera pre- tiva pero moderada (r % 0,476, p a 0,000), lo cual los
gunta: efectivamente, las personas son capaces de cuan- señala como elementos diferenciables aunque relacio-
tificar el grado de maldad de cada conducta. De este nados.
modo se puede entender la maldad no como un conjunto De estos resultados comentados resulta relevante re-
de acciones extremas, sino como un continuo en el que saltar que los rasgos o dimensiones que definen la mal-
es posible clasificar las conductas de mayor a menor in- dad se centran fundamentalmente en los aspectos voliti-
tensidad, sin dejar de incluirlas a todas bajo esa misma vos del agente. Esto es, los criterios que las personas
etiqueta. Así, pegar a una persona por diversión o vio- han empleado para definir la maldad son aspectos de ín-
lar a una mujer se consideran conductas de mayor mal- dole cognitiva que implican capacidades intelectuales
dad que engañar a personas desfavorecidas para benefi- evolucionadas y propiamente humanas. Esto nos lleva a
ciarse económicamente o mentir para obtener algo a pensar que, pese a que es frecuente catalogar las con-
costa de otros. Sin embargo, los participantes no duda- ductas de daño extremo como «inhumanas», en la defi-
ron en etiquetar como maldad unas conductas y otras. nición de maldad subyace la idea de que solo el ser hu-
Con respecto al segundo objetivo, esto es, identificar mano es capaz de realizar el mal. La planificación y la
las dimensiones conceptuales que permiten graduar la intencionalidad, que se han mostrado necesarias para
maldad de distintas acciones, los resultados de un análi- la definición de maldad, excluyen la animalidad y dan
sis de componentes principales mostraron que entre ellas un cariz netamente humano a este rango de conductas.
están: el deseo de destruir y hacer sufrir a la otra perso- En cambio, el grado de agresión otorgado a cada con-
na, el deseo de humillar al otro, ser una acción intencio- ducta aparece desligado en nuestros análisis de ese tipo
nal y además planificada, la satisfacción que experimen- de consideraciones. De este modo, lo que se clasifica
ta el agente por el daño que le causa a la víctima y la como agresión podría ser realizado por los animales, pe-
falta de compasión del agente hacia la víctima. Estas di- ro no así lo que se ha clasificado como maldad.
mensiones permiten a las personas decidir el grado de Con el objetivo de constatar que la maldad es más
maldad de una acción y establecer categorías diferentes típicamente humana que la agresión, diseñamos una
que abarcan un repertorio amplio de conductas: desde nueva investigación. En definitiva, lo que pretendíamos
leves a extremas, pasando por acciones moderadas de con este nuevo estudio era determinar si la maldad supo-
maldad. ne una capacidad netamente humana. Para ello elabora-
El tercer objetivo de nuestra investigación fue deter- mos un cuestionario en el que se presentaban 60 térmi-
minar si la maldad representa un concepto con un cam- nos: 30 de ellos eran conductas sinónimas de maldad y
po explicativo propio o es únicamente una forma de 30 eran sinónimas de agresión. Un total de 60 partici-
agresión. La propuesta que defendemos en estas páginas pantes respondieron a cuatro preguntas referidas a cada
es que los conceptos de maldad y de agresión tienen es- una de las conductas: ¿En qué medida (verbo, p. e., en-
pacios conceptuales que se solapan hasta cierto punto gañar) a alguien... (1) es exclusivamente humano?,
pero que constituyen constructos teóricos diferentes. (2) implica agresión?, (3) implica maldad?, (4) es nega-
Distintos datos apoyaron esta hipótesis: 1) un análisis de tivo? Para ello emplearon una escala de 8 puntos en la
componentes principales donde la maldad y la agresión que 0 % nada, y 7 % mucho.
se organizan en factores diferentes; 2) un análisis de re-
Los resultados apoyaron nuestra hipótesis al mostrar
gresión, que señala como principales predictores de cada
que la maldad correlaciona de forma positiva con la ex-
concepto a dimensiones diferentes: en el caso de la mal-
clusividad humana (r % 0,354, p a 0,006), mientras que
dad los predictores se centran en el autor de la conducta
la agresión lo hace de forma negativa (r %.0,440,
(por ejemplo, la falta de compasión, el propósito de ha-
p a 0,000).
cer sufrir a la víctima o la intencionalidad), mientras que
en el caso de la agresión los predictores se centran en En síntesis, podemos afirmar que los datos obtenidos
los efectos de la conducta en sí, esto es, el daño que apuntan a que el concepto ingenuo de maldad presenta
causa a la dignidad de la persona, el daño físico o la diferencias y similitudes con el que defienden los cientí-
gravedad del daño causado; 3) cada conducta tiene pun- ficos sociales. En primer lugar, las personas de la calle
tuaciones significativamente diferentes en maldad y no restringen su uso para las conductas que causan un
Capítulo 33. LA MALDAD 565
daño extremo, contraviniendo la definición original de en cambio el tercer elemento de definición aportado por
Staub (1989), sino que también aplican el término sin Staub, esto es, la conducta de maldad no es una respuesta
dificultad a conductas más cotidianas y con menor mag- equitativa a un daño recibido, sino que el autor pretende
nitud en el daño causado. Nuestros resultados indican fundamentalmente ir más allá, no solo dañando física-
que la gravedad del daño infligido a la víctima está más mente a la víctima, sino tratando de conseguir su humilla-
relacionada con el juicio sobre el grado de agresión de ción y su destrucción. Por último, frente a la idea de la
la conducta que con el de maldad. En segundo lugar, persistencia y reiteración como criterio para hablar de
Staub proponía que la maldad es una respuesta a algún maldad, encontramos que los participantes no han necesi-
factor instigador. Nuestros resultados señalan, en cam- tado información sobre la frecuencia o la repetición de las
bio, que el juicio sobre la maldad de una conducta no se conductas para considerarlas maldad. Una única conducta
relaciona tanto con causas externas al autor como con podría ser etiquetada como maldad cuando, por ejemplo,
motivaciones internas, como la satisfacción por el sufri- el observador atribuye al autor la intencionalidad y la pla-
miento causado a la víctima. Este resultado sí apoyaría nificación para hacer sufrir y humillar a la víctima.

33.4
Los instigadores de la maldad
Las explicaciones que la psicología social ha intentado que los factores situacionales ejercen en la gente co-
dar a la crueldad humana han pasado por distintos mo- rriente de manera que hacen que las buenas personas
mentos: desde la personalidad autoritaria de Adorno y acaben realizando acciones de maldad. Este es el caso
sus colegas (Adorno, Frenkel-Brunswick, Levinson y de los estudiantes que participaron en el experimento de
Sanford, 1950), la obediencia a la autoridad de Milgram la prisión de Stanford, que acabaron convirtiéndose en
(1963, 1974) y la desconexión o desvinculación moral guardianes abusadores, o de los soldados norteamerica-
de Bandura (1975, 1994, 1999), hasta las posiciones que nos que pasaron de ser jóvenes inocentes, de conducta
sostienen la influencia cultural, histórica y de relaciones intachable, a participar en las torturas a prisioneros ira-
entre los grupos (LeVine y Campbell, 1972; Staub, quíes en la cárcel de Abu Ghraib.
1989), pasando por la teoría de la identidad social (Taj-
fel, 1978) y las distorsiones derivadas de la simple cate- Esta idea se ve reforzada, por un lado, por los traba-
gorización social. En este recorrido, las posiciones indi- jos de Milgram (1963, 1974) sobre la obediencia a la
vidualistas han quedado relegadas en beneficio de las autoridad, que ponen de manifiesto que las órdenes de
explicaciones interpersonales e intergrupales. las autoridades tienen una poderosa influencia en las ac-
ciones de los subordinados. Por otro lado, por los meca-
Con respecto al retroceso de las respuestas de corte nismos de desindividuación que, al crear condiciones de
individualista no hay duda, la postura psicosocial es anonimato, potencian las conductas de maldad (Zimbar-
concluyente: los motivos de la maldad no pueden redu- do, 1970, y por la desconexión o desvinculación moral
cirse a una disposición personal. O lo que es lo mismo, de Bandura (1975; 1994; 1999), que implica una serie
localizar exclusivamente en la persona la causa de las de mecanismos cognitivos que alteran la percepción de
acciones antisociales y atribuirlas a características gené- la propia conducta (p. e., utilización de etiquetas eufe-
ticas, rasgos de personalidad, factores psicopatológicos o místicas); las consecuencias negativas que estas tienen
cualquier otro determinante interno. Entre los autores (p. e., mediante su minimización o ignorándolas); la res-
que sostienen la idea anterior están Darley (1992) y, sin
ponsabilidad sobre ellas (p. e., a través del desplaza-
lugar a dudas, Zimbardo (1995, 2004, 2007). Como se-
miento de la responsabilidad a otro) y modificando la
ñalan estos autores, cuando uno explora detrás de las
visión de la víctima (p. e., por medio de su deshumani-
acciones de maldad, normalmente encuentra no solo ac-
zación o de su culpabilización). Todo ello ayuda a com-
ciones individuales reforzadas con saña por esquemas
prender el cambio aparentemente inexplicable de «buena
diabólicos, sino a gente corriente que han cometido ac-
tos de maldad porque estaba atrapada en complejas fuer- persona» a «ejecutor de la maldad».
zas sociales. Zimbardo (2007), en su reciente libro En cuanto a la aproximación intergrupal, desde esta
sobre maldad, detalla de manera meticulosa el efecto perspectiva la maldad se considera el resultado de pro-
566 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cesos psicológicos normales en grupos o individuos. valores del grupo dominante. Amenazan la «legitimidad
Dado que una de las fuentes más importantes de la ideológica» que tales grupos han empleado largamente y
maldad es la manera en que vemos a los otros, hay que que defienden, normalmente, incrementando la dureza
tener en cuenta la tendencia a devaluar al exogrupo y de sus actos (Fein, 1993). En estos casos, la gente justi-
sus componentes, algo que, en muchos casos, forma fica sus acciones culpando a la víctima y no se aplican
parte de una cultura y se ve incrementada por los pro- los principios morales y los valores que prohíben la vio-
blemas o los conflictos económicos, los grandes cam- lencia y protegen a las personas frente a la posiblidad de
bios o una combinación de ambos. En estas situaciones, ser dañadas. Estos valores son reemplazados por valores
la gente se vuelve hacia el propio grupo por identidad más altos derivados de una ideología, como proteger la
y conexión, y convierte en chivos expiatorios a otros pureza, la bondad, la vida y el bienestar del propio gru-
grupos. po y crear una sociedad mejor o beneficiar a toda la hu-
Tales procesos psicológicos y sociales ayudan a afir- manidad destruyendo a las víctimas (véase Blanco, Del
mar la identidad y fortalecer los lazos dentro del grupo. Águila y Sabucedo, 2005). Argumentos como estos sos-
Así, cuando los miembros del exogrupo demandan más tienen, por ejemplo, la invasión de Irak o el rechazo a
poder o privilegios, no solo amenazan el bienestar, sino los derechos fundamentales de los inmigrantes por parte
también los sentimientos de seguridad, identidad y los de algunos de los países de acogida.

33.5
La deshumanización y la infrahumanización
como ejemplos intergrupales de maldad
¿Cómo se explica la transgresión de los límites morales, cas o bestiales. Es más fácil maltratar a alguien cuando
legales y sociales que existen en toda sociedad para pro- se le considera en estos términos (los nazis se referían a
teger al endogrupo (y, en menor medida, al exogrupo) los judíos como «gusanos»). De esta forma, el proceso
de acciones negativas y/o dañinas? El quebrantamiento de deshumanización podría ser un ingrediente esencial
de estos límites deja el paso libre a la maldad. en la realización de actos de maldad. El proceso se basa
Más allá de las respuestas proporcionadas por la te- en la categorización y adopta distintas formas. En este
sis de la obediencia a la autoridad, por la personalidad capítulo nos referiremos a dos de estos mecanismos: la
autoritaria o por la influencia de la situación, la perspec- exclusión moral (Opotow, 1990; Staub, 1990) y la desle-
tiva intergrupal añade nuevos datos para entender actos gitimización (Bar-Tal, 1989, 1990).
como el terrorismo, la tortura, el abuso sexual, el racis- En cuanto a la infrahumanización, esta se define co-
mo, la exclusión social, el maltrato o la amenaza. Son mo la consideración de los miembros del exogrupo
las «estrategias de deshumanización e infrahumaniza- como un poco menos humano que los miembros del en-
ción» (véase Rodríguez y Quiles, 2007). dogrupo. Se supone un ingrediente normal de las rela-
Por deshumanización se entiende la consideración de ciones entre grupos y puede ocurrir sin conflicto entre
los miembros del exogrupo como más cercanos a los ellos. En este apartado nos referiremos a la atribución
animales que los miembros del endogrupo (Bandura, diferencial de sentimientos y emociones (Leyens et al.,
1999; Bar-Tal, 1989). Esta consideración permite las ac- 2000, 2001, 2003).
ciones dañinas contra otros a los que se ha despojado de
sus cualidades humanas. Una vez deshumanizadas, las
víctimas potenciales ya no son consideradas como per-
sonas con sentimientos, esperanzas y preocupaciones, si-
33.5.1. Las estrategias
no como objetos subhumanos, «salvajes», «animales» u de deshumanización
otros calificativos semejantes. Si esto no es suficiente
para justificar moralmente el daño o la crueldad contra La exclusión moral ocurre cuando situamos a un grupo
ellos, también se le pueden atribuir cualidades demonía- fuera de los límites en los que se aplican los valores mo-
Capítulo 33. LA MALDAD 567
rales, las reglas sociales y las consideraciones de justicia cado como facilitadora de la maldad. Deshumanizamos
(Opotow, 1987, 1990). Al percibir y categorizar a los al exogrupo cuando lo deslegitimamos por considerarlo
miembros del exogrupo de este modo, se les comienza a una categoría social extremadamente negativa.
percibir como prescindibles e inservibles, y dejamos
abiertas las vías para las conductas de daño y explota- Al deslegitimar a un grupo hacemos más viable
ción. Este proceso no es consecuencia del déficit per- comportamientos extremos de crueldad y exterminio.
ceptivo ni de personalidades anómicas. Cada vez que Los grupos y las sociedades deslegitiman a otros en un
categorizan el mundo social, las personas ponen límites proceso que incluye una serie de estrategias: a) categori-
a la justicia y a los «espacios categoriales» que quedan zar a ese conjunto de individuos tomando en considera-
incluidos y excluidos del mundo moral. En este caso, los ción un solo criterio informativo que es, además, el más
sentimientos de obligación moral se reservan para la fa- saliente y negativo; b) colocar dicha categoría fuera de
milia, los amigos y aquellos que comparten valores, nor- los límites en los que se encuentran los grupos social-
mas y cultura, mientras que lo contrario ocurre con los mente aceptados y mantenerlos ahí independientemente
extraños, los enemigos o los miembros de grupos desfa- de las contingencias que se produzcan; c) asociar a esa
vorecidos. categoría intensas emociones negativas (como miedo,
aversión y amenaza) derivadas de los atributos extrema-
Hay ocasiones, sin embargo, en las que los indivi- damente negativos con los que se describe a sus miem-
duos cambian los límites dentro de los que aplican los bros; d) apoyar normas sociales e instituciones que
valores morales. Una de ellas es la existencia de un con- mantengan y refuercen este proceso; e) añadir a la in-
flicto. Cuando las personas están en un contexto caracte- formación única sobre el grupo deslegitimado otras in-
rizado por el conflicto (p. e., entre israelíes y palestinos; formaciones de naturaleza conductual (preferentemente
iraquíes y norteamericanos), hay normas muy fuertes a información sobre conductas dañinas que puede ejecu-
favor del consenso y la cohesión del grupo, de modo tar ese grupo). Finalmente, la deslegitimación debe
que gran parte de la cultura moral se centra en el endo- añadir a la cultura del propio grupo un nuevo reperto-
grupo. En cambio, la obligación moral hacia aquellos rio de conductas aceptables con respecto al exogrupo
que están fuera de los límites de la justicia se torna débil deslegitimado, que en los casos más extremos podría in-
y frecuentemente inapropiada, ya que la imagen que cluir la esclavitud, la tortura y el exterminio.
irradian los exogrupos es la de enemigos peligrosos y
amenazadores. Esta contingencia se amplifica o dismi- Según Bar-Tal (1989), hay varias formas de deslegi-
nuye en función de la severidad del conflicto: a mayor timar al exogrupo y excluirlo del espacio categorial de
intensidad o severidad del conflicto, más reducidos son los seres humanos para incluirlo en una categoría junto a
los límites de aplicación de la justicia (Opotow, 1987). animales, artefactos y seres amenazantes. Una, emplean-
Y, en sentido inverso, cuanto menos importante sea el do «categorías deshumanizadoras», es decir, categorías
conflicto más se amplían los límites morales. relativas a criaturas subhumanas, como animales o razas
inferiores, o categorías relativas a criaturas negativas
Ahora bien, la exclusión moral supone dos ideas: la sobrehumanas, tales como demonios o monstruos. En
ya comentada acerca de la flexibilidad moral y también ambos casos se atribuye a los miembros de esos grupos
la de legitimidad aparente o justificación moral. Es im- rasgos no humanos. Otro modo de deslegitimar es in-
portante contar con criterios, aunque sean triviales, para cluyendo a las personas en «categorías de proscritos» o
justificar el daño y defender como correctos los límites grupos que violan normas sociales fundamentales. Lla-
morales particulares. Así pues, un modo de obtener una mar asesinos o terroristas a todos los miembros del PNV
justificación moral y racionalizar conductas y prácticas o a todos los vascos es un modo de deslegitimar a los
consiste en atribuir características negativas a los miem- que participan de ciertas creencias o simpatizan con
bros del exogrupo. En este sentido, la respuesta que se ellas sin llegar a cometer los actos que se les imputan.
da desde la teoría de la exclusión moral al modo en que Un tercer modo de deslegitimar es emplear «categorías
se deshumaniza a otras personas incluye la racionaliza- de rasgo» para describir a los individuos, es decir, em-
ción moral de la injusticia. Esta racionalización supon- plear un rasgo extremadamente negativo y socialmente
dría, en primer lugar, la clasificación del otro como ser inaceptable como organizador categorial de grupos de
diferente y negativo, y en segundo lugar, la desconexión individuos. Por ejemplo, calificar a los negros como
o desvinculación moral del otro, lo que llevaría al agen- «perezosos» o a los gitanos de «mentirosos» es una for-
te a considerar a la víctima responsable de su situación. ma de deslegitimar. Un cuarto modo de deslegitimar es
La deslegitimación (Bar-Tal, 1989, 1990) es una se- mediante el uso de categorías políticas socialmente ina-
gunda estrategia que los psicólogos sociales han identifi- ceptables para los miembros de una sociedad democráti-
568 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ca. Etiquetas tales como «imperialistas» o «fascistas» miedo entre los miembros del endogrupo, las conductas
son un buen ejemplo de ello. En este caso, se considera crueles contra ellos son más fáciles de llevar a cabo.
que tales grupos amenazan los valores básicos de la so-
ciedad y constituyen un peligro para el bienestar y la se-
guridad de la mayoría. Finalmente, se deslegitima al
otro mediante el empleo de un grupo de comparación 33.5.2. Las estrategias
que simbolice lo más indeseable y maligno en una so- de infrahumanización
ciedad dada. Un ejemplo de este tipo de deslegitimación
los constituyen etiquetas como «vándalos» o «bárbaros».
Con la exclusión moral y la deslegitimación estamos
Para Bar-Tal, la deslegitimación tiene lugar en con- considerando de nuevo la maldad restringida a las con-
textos intergrupales y por dos motivos. El primero, por- ductas extremas en el caso de los conflictos intensos en-
que exista un conflicto intergrupal y, además, se perci- tre grupos y naciones. La infrahumanización, por el con-
ban las metas del exogrupo como contradictorias, trario, ignora esos casos extremos y solo toma en cuenta
siniestras y causantes potenciales de violencia extrema los procesos intergrupales «normales» (Leyens, Rodrí-
contra el endogrupo. El grupo se siente amenazado por- guez-Pérez, Rodríguez-Torres, Gaunt, Paladino, Vaes y
que percibe que el exogrupo le impide lograr sus metas Demoulin, 2001). La infrahumanización considera a los
y, además, percibe las metas del exogrupo como ultra- miembros del exogrupo como algo menos humano que
jantes, inverosímiles, irracionales y malévolas. En este los miembros del endogrupo y no se requiere de conflic-
contexto, la deslegitimación ayuda a defender la super- to entre los grupos para que tenga lugar. Esta respuesta
vivencia del endogrupo frente a dichas amenazas inde- generalizada a los contextos intergrupales se apoya en
pendientemente de que sean reales o imaginarias. dos supuestos bien entrelazados: la sólida creencia po-
No obstante, la deslegitimación no siempre requiere pular en la existencia de una esencia humana que haría
un conflicto. Bar-Tal propone una segunda motivación que las cosas fueran como son y la fuerte prevalencia
para que se produzca la deslegitimación: la existencia de del etnocentrismo derivado de la identidad social de los
un fuerte etnocentrismo grupal. La deslegitimación ser- individuos. Esta atribución esencialista, absolutamente
viría a este propósito, ya que ayuda a los miembros del ilógica, dado que los grupos humanos son construccio-
endogrupo a verse a sí mismos como virtuosos y supe- nes sociales, explicaría a juicio de Leyens y colaborado-
riores, y ver a los del exogrupo como despreciables e res la tendencia que ha existido a lo largo de la historia
inferiores (LeVine y Campbell, 1972). Ahora bien, se a infrahumanizar determinadas categorías sociales (ne-
necesitan otros ingredientes para que se produzca la des- gros, mujeres, gitanos y judíos, entre otros). En contras-
legitimación. Se necesitan el miedo y el desprecio. El te con la exclusión moral y la deslegitimación, que se
miedo se produce en respuesta a la amenaza que supo- basan en la observación anecdótica y el razonamiento
nen para el propio grupo las diferencias con el exogru- personal, la infrahumanización se basa en la evidencia
po. El endogrupo usa la deslegitimación como una atri- empírica. En su aproximación empírica al estudio del
bución para explicar el miedo. Los sentimientos de esencialismo subjetivo, estos investigadores hallaron que
desprecio pueden acompañar a este último o aparecer las cualidades que las personas consideran típicamente
separadamente. Surgen cuando el exogrupo se percibe humanas son, en primer lugar, la inteligencia (razona
como absolutamente inferior cultural, económica, mili- miento, pensamiento); en segundo lugar, los sentimien-
tar, política o científicamente. Esta valoración por parte tos, y en tercer lugar, el lenguaje. Menos citadas fueron
del endogrupo se basa en criterios superficiales y visi- cualidades de sociabilidad positiva, moralidad y de so-
bles como la forma de vestir, las herramientas de traba- ciabilidad negativa y, curiosamente, el termino «emo-
jo, las viviendas o las prácticas religiosas. ción» apenas fue mencionado, ya que, como pronto
En definitiva, según Bar-Tal, la deslegitimación descubrieron esos investigadores, mientras que las
cumple dos objetivos. El primero, diferenciar completa- emociones (por ejemplo, la rabia, el miedo, la sorpresa,
mente al endogrupo del exogrupo y dejar a este último el placer) no se consideran específicamente humanas,
fuera de la humanidad. El segundo, permitir explotar al los sentimientos se definen como emociones específi-
exogrupo. Ambos motivos pueden ir juntos o actuar se- camente humanas, que implican moralidad, cognición
parados. Una vez iniciada la deslegitimación pueden y sensibilidad (por ejemplo, el amor, la esperanza, el
aparecer, aunque esto no necesariamente ocurre, con- arrepentimiento, la nostalgia).
ductas de daño y de crueldad. Al ser los otros inferiores Leyens y colaboradores (2000, 2001) centraron su
y subhumanos y, además, ser una amenaza y provocar investigación en el papel que desempeñan los sentimien-
Capítulo 33. LA MALDAD 569
tos en la percepción social porque, en contraste con la -mono puede alterar el juicio sobre un sospechoso. Tam-
inteligencia y el lenguaje, no dependen de las relaciones bién encuentran que los periódicos usan términos anima-
estructurales de las sociedades (Jost y Banaji, 1994) y les (brutal, salvaje) para describir a los criminales que,
constituyen una parte importante del repertorio de recur- probablemente, van a ser condenados a muerte. Esto
sos que tanto los grupos de alto como de bajo estatus no ocurre tanto para negros como para blancos, pero ese
están dispuestos a ceder en las relaciones intergrupales. vocabulario animal se usa cuatro veces más para los ne-
Además, a diferencia de la inteligencia y el lenguaje, gros que para los blancos, y el número de términos ani-
que han sido ampliamente estudiados como elementos males empleados predice las sentencias de muerte para
de dominación, la atribución de sentimientos al endo- los negros, pero no para los blancos.
grupo y al exogrupo no está respaldada por normas res- La infrahumanización de los exogrupos como conse-
trictivas de igualdad y tolerancia, ni se halla afectada cuencia de la privación de esta cualidad esencial de lo
por la deseabilidad social, como ocurre con la inteligen- humano es, según Leyens et al., un elemento indisocia-
cia. A partir de estas consideraciones y de la fuerte pre- ble de las estrategias de categorización y diferenciación
valencia del etnocentrismo (Jahoda, 2002; Sumner, social de las personas. La organización del mundo en
1906), Leyens y colaboradores comprobaron que los categorías y la construcción de la identidad a través de
miembros de grupos tanto de alto como de bajo estatus las pertenencias grupales alienta en las personas la nece-
atribuyen, de modo no consciente, los sentimientos al sidad de humanizar su grupo y restringir la esencia huma-
endogrupo (Leyens et al., 2000). na de los exogrupos. De este modo, la atribución diferen-
Pero la infrahumanización no se restringe a los senti- cial de características humanas al endogrupo y al exogrupo
mientos. En Vaes y Paladino (2006) se muestra que la es un indicador de prejuicio social y un instigador de con-
gente cree que los estereotipos de su grupo son más hu- ductas negativas: si los otros no son tan humanos, nuestras
manos que los estereotipos de los otros grupos y eso con conductas hacia ellos no necesitan acatar las normas de
independencia del estatus de esos otros grupos. En Esta- respeto, reciprocidad o responsabilidad social.
dos Unidos, Goff, Eberhardt, Williams y Jackson (en En síntesis, podemos decir que las estrategias de
prensa) han demostrado que pegar a una persona sospe- deshumanización e infrahumanización comentadas in-
chosa (por parte de la policía) está más justificado en el cluyen elementos cognitivos, afectivos y conductuales
caso de una persona negra si los participantes han visto que evidencian cómo la maldad tiene lugar sin necesi-
previamente la imagen de un mono como priming. No dad de que el perpetrador pierda ni un ápice de su con-
se observan efectos en el caso de la persona blanca. dición humana y cómo le permite la realización de ac-
Los autores demuestran que activar la asociación negro- ciones de maldad.

33.6
¿Qué aporta el concepto de maldad
a la psicología social?
Si bien a finales de los años 80 y comienzos de los 90 de manifestarse y distinto alcance en sus consecuencias.
aparecen algunos trabajos sobre maldad que culminan Pero, ¿qué aporta el término al conocimiento de la natu-
con el monográfico de Personality and social psychologi- raleza humana y de las relaciones con los otros?
cal review de 1999, no cabe duda de que los atentados Desde nuestro punto de vista, el concepto de maldad
del 11-S y posteriormente del 11-M ponen de relieve la resulta útil para los psicólogos sociales por diversas ra-
necesidad de profundizar en el análisis de la maldad huma- zones. En primer lugar, porque acotar el término ayuda-
na, aquella ajena a la empatía, la compasión y la piedad. ría al análisis de las características de las personas, las
A lo largo de este capítulo hemos defendido un con- culturas y las situaciones que facilitan la ejecución de
cepto de maldad que va más allá de estas acciones ex- tales acciones, lo que, a su vez, permitiría elaborar estra-
tremas o infrecuentes para incluir, además, aquellas tegias para su prevención y/o reducción. En segundo lu-
otras que tienen una presencia cotidiana, distintas formas gar, porque determinar las características distintivas (y
570 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

comunes) con otros conceptos próximos (p. e., la agre- dónde pueden llegar las consecuencias de la autodefen-
sión) facilitaría la comprensión de las conductas dañi- sa. Finalmente, porque analizar cómo la ideología legiti-
nas. En tercer lugar, porque conocer cómo los conflictos ma la maldad contra otros grupos sociales permitiría en-
intergrupales promueven y justifican las acciones de tender fenómenos tan actuales y candentes como la
maldad contra el exogrupo ayudaría a entender hasta violencia de género y el terrorismo.

33.7
Comentario final
Resulta paradójico que tanto el presidente de EE UU dificulta más que favorece esta situación. De hecho, el
George Bush como el dirigente de Al Qaeda Bin Laden estatus científico de esos términos afines parece quedar
sitúen el mal en los otros y tiendan a demonizarles lejano en la actualidad para el concepto de maldad.
cuando llevan a cabo ciertas acciones, pero las conside- A lo largo de este capítulo hemos presentado una vi-
ran actos de justicia, moralmente justificables, cuando sión general del tema en el ámbito de la psicología so-
las realiza el propio grupo. La ideología como justifica- cial con el propósito, por un lado, de facilitar su com-
ción de la barbarie. Pero legitimar la violencia no nos prensión y, por otro, de destacar su relevancia tanto
acerca a su comprensión. científica como social. Para ello, hemos insistido en la
La maldad no es fruto exclusivo de mentes enfermas necesidad de reconocer la maldad como un elemento
o personas sádicas como argumenta el análisis disposi- presente en nuestra vida cotidiana, esto es, definir tam-
cional. Sin duda, lo que más espanta de la maldad es bién como maldad aquella que no formará parte de los
que en la mayoría de los casos la lleva a cabo la gente anales de la historia pero que nos toca de cerca alguna
corriente, bien por su intervención directa, bien por su vez dejándonos su huella. En este sentido, es un tipo de
indiferencia, que hace que nos preguntemos dónde que- maldad del que todos podemos ser alguna vez víctimas
dan la piedad, la compasión, la empatía. En este sentido, o verdugos. Además, es importante defender que esos
a Primo Levi, superviviente de Auschwitz, una de las «pequeños» actos de maldad comparten su esencia con
cosas que más le inquietaba de sus verdugos era su con- los más extremos, de tal modo que comprender este ni-
dición humana, que contrasta con la falta de piedad, ca- vel nos acerca a la explicación de las conductas que tie-
tegoría básica de la ética humana (Primo Levi, 1989). ne resultados más graves. Esto nos lleva, a su vez, a
plantear que la maldad debe y puede estudiarse empíri-
Los científicos sociales están realizando importantes camente, un análisis que es prácticamente inexistente a
contribuciones al estudio de la maldad, si bien aún es día de hoy. Uno de esos primeros pasos podría ser el
una línea de trabajo emergente con escasa o nula inves- presentado en este capítulo: tratar de definir operativa-
tigación empírica (Quiles et al., en preparación). Su cer- mente qué es la maldad, partiendo para ello de investi-
canía con otros conceptos (p. e., la agresión, el prejui- gar las ideas que tienen en mente las personas corrientes
cio, la discriminación) y la ambigüedad del término cuando etiquetan una acción como maldad.

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574 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

34.1
Introducción
Una de las características básicas de la exclusión so- llegar a estar institucionalizada y a afectar a una socie-
cial es que se da en diferentes niveles de abstracción dad en su conjunto, como sucedió en el pasado con el
(Abrams, Hogg y Marques, 2005). El nivel más elevado Apartheid sudafricano o el muro de Berlín, o puede que-
es el que recoge las grandes diferencias religiosas o étni- dar limitada a una segregación de tipo interpersonal, co-
cas que, con mucha frecuencia, llevan a negar radical- mo una valla o la distancia a la que se hace sentar a las
mente los Derechos Humanos a secciones enteras de la personas en una habitación. También se consideran for-
comunidad global. Como ejemplos relevantes se pueden mas concretas de exclusión ciertas prácticas de comuni-
citar el colonialismo o la esclavitud, practicados, y ple- cación, formas de hablar y acciones no verbales. En
namente aceptados, por muchas sociedades del pasado. principio, se diría que las formas concretas de exclusión
El siguiente nivel es el «transnacional», donde los blan- son más fáciles de detectar y de prevenir que las abs-
cos de exclusión son las personas o grupos de otras tractas. Sin embargo, todos los niveles de exclusión es-
nacionalidades, de otras culturas o de otros países, gene- tán, en realidad, conectados entre sí. Como señalan
ralmente de menor desarrollo económico. El trato dispen- Abrams et al. (2005), a menudo las manifestaciones más
sado en muchos lugares de Occidente a los musulmanes o concretas son, probablemente, la punta del «iceberg» de
a personas que proceden de países del tercer mundo cons- la exclusión, es decir, una pequeña muestra de la exclu-
tituye un buen ejemplo de este segundo nivel. sión que se genera en los niveles más abstractos. Por
ello, poco importaría que la punta se derrita, ya que,
Los niveles de exclusión que se caracterizan por una más tarde o más temprano el iceberg tenderá a volver a
abstracción elevada se basan en ideologías ampliamente la superficie con una forma solo ligeramente alterada.
compartidas que, con frecuencia, van acompañadas por
Una buena prueba de ello es que las relaciones de
una serie de principios y sus correspondientes conven-
exclusión de larga duración tienden a estar representadas
ciones morales. En estas ideologías se basan los juicios
en los niveles más abstractos, es decir, aparecen codifi-
que declaran ciertos actos fuera de las fronteras morales
cadas en leyes o principios jurídicos, o son producto de
y justifican la exclusión de sus autores. En los niveles
reglas de moral religiosa. La existencia de castas en la
de abstracción algo inferiores lo que determina la exclu-
India es un claro ejemplo de esta forma de consolidar
sión son más bien ciertas representaciones sociales y
la exclusión (una práctica social se convierte en institu-
cognitivas, como la deshumanización. Deshumanizar a
ción con el paso del tiempo) y muestra, a la vez, cómo
ciertos grupos y personas parece ser una condición nece-
el cambio en los niveles más abstractos influye en que
saria y suficiente de su exclusión.
se produzcan cambios en los niveles más bajos o con-
A medida que los niveles de exclusión se hacen más cretos (cuando se promulga una ley que prohíbe las cas-
concretos, las formas de exclusión pasan a ser más espe- tas, muchas personas de esa sociedad, que no aceptan tal
cíficas. Un ejemplo sería la segregación física, que puede prohibición, elaboran estrategias para burlar dicha ley).

34.2
Efectos directos e indirectos de la exclusión
Hay efectos directos e indirectos de exclusión (véase blancos en Estados Unidos. En este país se han constata-
Stangor, Swim, Sechrest, DeCoster, Van Allen y Otten- do efectos directos de exclusión en otros muchos ámbi-
breit, 2003). Por ejemplo, en el ámbito de la vivienda un tos, como el empleo, el salario, la vivienda, la educación
efecto directo sería la existencia de pólizas más elevadas y el cuidado médico. Con respecto a este último, Stan-
de seguro (de alquileres más caros, de un mayor coste gor et al. (2003, p. 278) señalan que los afroamericanos
de las hipotecas) para los afroamericanos que para los con frecuencia no reciben los tratamientos necesarios y
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 575
están más expuestos (que los blancos) a retrasos en los ma de discriminación. En el ejemplo anterior, el afroa-
diagnósticos y a fallos en el tratamiento de sus enferme- mericano que recibe un peor cuidado de salud no siem-
dades crónicas. También es más alta su tasa de mortali- pre será consciente de ello. Más en general, y puesto
dad en ocho de las diez causas más frecuentes de muer- que muchos casos de discriminación son acontecimien-
te. En este sentido, el estudio desarrollado por Williams tos que ocurren una sola vez, es fácil que las víctimas
y Chung (1999) indica claramente que afroamericanos no caigan en la cuenta de que están siendo discrimina-
poseen en Estados Unidos una menor esperanza de vida das. En cambio, se habla de efectos indirectos cuando la
que sus compatriotas blancos. Sin embargo, el resultado víctima percibe discriminación. Es decir, hay efectos in-
más importante de esta investigación es que demuestra directos cuando una persona individual percibe que está
que esta menor esperanza de vida se mantiene cuando se siendo o ha sido víctima de discriminación.
comparan afroamericanos y americanos blancos por gru- Para comprender los efectos indirectos es importante
pos del mismo sexo y estatus económico. saber cómo y cuándo las personas inicialmente perciben
Lo peculiar de los efectos directos es que se pueden la discriminación y hacen atribuciones sobre ella (Stan-
presentar sin que la persona sepa que está siendo vícti- gor et al., 2003, pp. 281-282).

34.3
Exclusión «objetiva» y «subjetiva»
La distinción introducida por Stangor et al. (2003) entre de conducta de inclusión. A la inversa, la ausencia de
efectos directos e indirectos de la exclusión se corres- matrimonios entre inmigrantes étnicos y miembros de la
ponde estrechamente con la clásica distinción entre ex- sociedad de acogida es una clara conducta de exclusión.
clusión «objetiva» y exclusión «subjetiva».
Índice objetivo de exclusión: tasas de matrimonio
cruzado, es decir, porcentaje de matrimonios entre per-
sonas del grupo inmigrante y personas de la sociedad de
34.3.1. Ejemplos de exclusión acogida.
«objetiva»
Una clara ilustración de exclusión «objetiva» lo ofrece
el trabajo de Mullen y Rice (2003) sobre el trato recibi- 34.3.1.2. Segundo índice objetivo:
do por los emigrantes europeos en Estados Unidos. La pertenencia a barrios
escala de distancia social de Bogardus es la base de sus y comunidades de vecinos
medidas «objetivas» de exclusión, ya que permite medir multiétnicos
conductas concretas de exclusión y evita tener que recu-
rrir a autoinformes.
Compartir la residencia con grupos étnicos diferentes y,
sobre todo, poder vivir en barrios donde habitan nume-
rosas personas de la sociedad de acogida posibilita la
34.3.1.1. Primer índice objetivo: formación de asociaciones informales en colegios y es-
exclusión en el ámbito cuelas, en grupos deportivos y de juegos, y en espacios
de la familia y matrimonio públicos. Entre 1961 y 1970 el inmigrante típico en Es-
tados Unidos vivía en una comunidad que era el 15,3%
inmigrante, aunque solo el 4,8% de la población había
El establecimiento de matrimonios entre inmigrantes ét- nacido fuera del país.
nicos (en el estudio de Mullen y Rice, los europeos) y
miembros de la sociedad de acogida (en el mismo estu- Índice objetivo de exclusión: tasa de segregación re-
dio, los estadounidenses) constituye un caso muy claro sidencial.
576 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

como pone de manifiesto el trabajo de Mullen y Rice


34.3.1.3. Tercer índice objetivo: (2003), se puede comprobar fácilmente su validez.
relaciones con compañeros
Otras aproximaciones a índices objetivos serían los
de trabajo de la sociedad que resumen la conducta o la actitud global de la pobla-
de acogida ción de acogida hacia los inmigrantes. Así, en la serie
de estudios realizados por Díez Nicolás y Ramírez Lafi-
Es difícil obtener registros directos de la exclusión del ta (2001), el índice de xenofobia es el resultado de la
empleo de los grupos étnicos de inmigrantes. Sin embar- elaboración de la respuesta de las personas de la pobla-
go, hay registros del confinamiento de los grupos étni- ción de acogida (en este caso, los españoles) a 14 pre-
cos de inmigrantes en los peores tipos de trabajos. En guntas diferentes relativas a la aceptación de los inmi-
este sentido, se ha señalado que las sociedades occiden- grantes. De forma similar, el estudio realizado por el
tales condenan a los trabajadores extranjeros a trabajos equipo IOE (Actis, De Prada y Pereda, 1995), en el que
«peligrosos, sucios y duros» (las célebres «tres Ks» de se analizaban los discursos sobre la inmigración en Es-
Japón). paña, se constató que una gran parte de los discursos de
la mayoría de los grupos entrevistados respondían a la
Índice objetivo de exclusión: porcentaje de personas lógica de «exclusión nacionalista».
inmigrantes que tienen que desempeñar los puestos de-
sechados por los trabajadores de la sociedad de acogida.
34.3.2. Ejemplos de exclusión
«subjetiva»
34.3.1.4. Cuarto índice objetivo:
aceptación como En un estudio realizado por Basabe, Zlobina y Páez
ciudadano de pleno (2005) se planteaba a los inmigrantes la siguiente pre-
derecho en la sociedad gunta: «¿Ha tenido alguna dificultad en su trato con los
de acogida españoles? Describa lo más detalladamente posible la si-
tuación. ¿Qué hizo la otra persona u otras personas?
¿Qué hizo usted? ¿Cómo se sintió usted?
La naturalización es el término que se utiliza en Estados
A continuación se transcribe la respuesta de una in-
Unidos para referirse a la situación en que se concede la
migrante de nacionalidad rusa:
ciudadanía a los inmigrantes. La naturalización trae con-
sigo la mayor parte de las ventajas de la ciudadanía de «Sí, recuerdo un caso en que sentí una dificultad en
los nativos, entre ellos el derecho de votar y de ser ele- el trato con españoles. Antes de mi matrimonio con mi
gido para cargos públicos, acceso a los programas de marido (español), durante la cena familiar uno de sus
asistencia social y a la posibilidad de reclamar a los fa- tíos dijo que esperaba que nuestro matrimonio se basase
miliares que quieran emigrar a su vez. en el amor y no en mis intereses económicos, ya que ha-
bía oído muchas historias desagradables sobre precisa-
Índice objetivo de exclusión: tasas de naturalización. mente las mujeres rusas que buscaban mejorar su situa-
ción económica. Aunque lo dijera de forma educada y
franca (lo que valoro mucho), me sentí ofendida y le
contesté que él mismo vería con el tiempo que se equi-
34.3.1.5. Quinto índice objetivo: vocaba».
aceptación como inmigrante
Otro ejemplo de exclusión «subjetiva» procede de
en la sociedad de acogida un estudio realizado por Magallares (2006, comunica-
ción personal) en el que se pedía a pacientes obesos de
La prohibición de inmigrar a un país es una de las con- la consulta de un endocrinólogo que relatasen un episodio
ductas de exclusión más evidentes. en el que se habían sentido excluidos por parte del perso-
nal sanitario. Una paciente ofreció la respuesta siguiente:
Índice objetivo de exclusión: cuotas de inmigración.
«Recuerdo que cuando fui al hospital para hacerme
Los índices «objetivos» de exclusión tienen la ven- los análisis previos a la cirugía para la reducción de es-
taja de referirse a hechos concretos y contrastables, y tómago, el cirujano se negó a que se me hicieran. Me
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 577
dijo: ‘‘nadie que quiere dejar de fumar viene al hospital En estos ejemplos las víctimas de la exclusión relatan
para que le quiten los pulmones. No puedo comprender su experiencia. Se trata de exclusión «subjetiva». Dado el
cómo se atreve usted a venir aquí con la pretensión de carácter privado de la experiencia, resulta, por lo general,
que se le reduzca el estómago’’». difícil contrastar su validez como índice de exclusión.

34.4
Perspectivas sobre la exclusión
La diferenciación entre exclusión «objetiva» y «subjeti- Los enfoques psicosociales más conocidos sobre
va» abre el camino a la consideración de las distintas la exclusión tienden a adoptar una u otra perspectiva.
perspectivas existentes sobre la exclusión. El enfoque de Opotow (1990), que hace hincapié sobre
todo en los «síntomas de exclusión», adopta la perspec-
Esto se aprecia con claridad en la interpretación que tiva del victimario. Así, la «deshumanización», uno de
hace E. Aronson (2000) de los polémicos «sucesos de los síntomas básicos y más habituales, se produce cuan-
Columbine», es decir, la masacre ocurrida el 20 de abril do el victimario niega que la víctima posea sentimientos
de 1999, en la que 11 escolares y un profesor fueron humanos; la «culpabilización de la víctima» (otro sínto-
asesinados por dos alumnos que posteriormente se suici- ma básico) ocurre cuando el victimario, para justificar
daron. Como señala Aronson, las autoridades del centro su conducta de exclusión, alega conductas o propiedades
escolar, al igual que la prensa, adoptaron una perspecti- inaceptables de la víctima, y así sucesivamente.
va psiquiátrica y defendían que los autores de la masa-
cre eran simples psicópatas. No era eso, en cambio, El enfoque de Bandura (1999) se centra en la «des-
lo que pensaban otras muchas personas. De hecho, una vinculación», también denominada «desconexión», pro-
búsqueda de Internet, realizada poco después de la ma- ceso que el causante de la exclusión pone en marcha
sacre (véase Aronson, 2000, p. 81), reveló que muchos para exculpar la exclusión o, por lo menos, su participa-
ción en ella. Se compone de un sistema de justificacio-
adolescentes de distintas partes de Estados Unidos
nes muy variadas, que coinciden en el intento del victi-
creían que la masacre era la respuesta a las repetidas
mario de alejarse («desvincularse») de la exclusión, de
experiencias de rechazo y exclusión que habían sufrido
argumentar que no tiene nada que ver con su causación,
sus autores. En los mensajes enviados por estos adoles-
o que, si tiene algo que ver, se trata de una conducta
centes, sin aprobar la conducta de los autores de la ma-
plenamente justificada. Una de las formas más comunes
sacre, daban muestras de empatía y comprensión hacia
utilizadas por los victimarios para «desvincularse» de un
ellos. acto de exclusión es reinterpretar la conducta de exclu-
sión como una conducta necesaria, exigida por la situa-
La interpretación del propio Aronson (2000) pivota
ción o por la necesidad de alcanzar elevados objetivos,
sobre la comparación entre tres perspectivas. La primera
como luchar contra un invasor y defender la patria, entre
es la de los victimarios, los alumnos protegidos por las
otros.
autoridades del centro, que justifican sus acciones de ex-
clusión. La segunda es la de las propias autoridades, que En cambio, el enfoque de Major, que se centra en el
se abstuvieron de intervenir cuando la exclusión se proceso de exclusión generado por la estigmatización
producía y niegan que se haya producido. La tercera es (véase, por ejemplo, Major y Eccleston, 2006), adopta la
la de los adolescentes estadounidenses que, al identifi- perspectiva de la víctima. El hecho de ser víctima de
carse con las víctimas y ponerse en su lugar, empatizan la exclusión afecta negativamente al bienestar físico y
con ellas y reviven, hasta cierto punto y de manera emocional de los excluidos, y tiende a traducirse en ni-
simbólica, sus experiencias de exclusión. La existencia veles bajos de autoestima, aunque las víctimas consi-
de esta se confirmó en la investigación llevada a cabo guen, en ocasiones, desarrollar formas de resistencia
en el centro escolar por Aronson poco después de los frente a ello. El enfoque de Major se estudia detenida-
sucesos. mente en otros capítulos de este volumen.
578 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

34.5
El concepto de exclusión social
A la vista de lo expuesto en los apartados anteriores, forma sucinta: la exclusión social tiene que ver con el
hay un elevado número de características de la exclusión trazado de una frontera moral, una línea que sirve para
social, lo que impide que se hable de esta como algo agrupar a los que tienen reconocidos todos sus derechos
monolítico. Está más justificado, y es más cercano a la y cuyo destino es motivo de preocupación, y para sepa-
realidad, afirmar que la exclusión social es intrínseca- rarlos de quienes no tienen derechos, porque se les nie-
mente compleja. Existe como algo abstracto, algo que gan y, además, son abandonados a su suerte sin que ello
abarca a grandes categorías de personas, pero a la vez se provoque preocupación alguna.
concreta en situaciones específicas y se aplica a perso-
nas individuales. Sus efectos son a veces directos y a La exclusión gira, por tanto, en torno a principios de
veces indirectos, hasta el punto de que pueden llegar a justicia y reconocimiento de derechos. Guarda relación
pasar desapercibidos para sus víctimas. Sin embargo, se con otros muchos conceptos de las ciencias sociales, co-
dan casos en los que las personas se consideran víctimas mo la discriminación, los prejuicios y la marginación,
de exclusión sin que observadores externos neutrales entre otros, pero presenta perfiles que le son únicos: su
crean que hay base objetiva para ello. En ocasiones resul- relación con la justicia y el reconocimiento de derechos.
ta factible presentar índices objetivos de exclusión. En El antecedente más claro del concepto de exclusión es,
otras, por el contrario, la única evidencia de exclusión es sin duda, el concepto sociológico de «etnocentrismo»,
el informe que ofrece la víctima de su experiencia. que se debe a Sumner (1906) y que se define de la si-
guiente forma: «Los miembros de un grupo de pertenen-
Todas estas características de la exclusión contri- cia mantienen entre sí relaciones de paz, orden, ley, go-
buyen a generar su complejidad interna. A ellas hay que bierno y trabajo. Su relación con todos los no miembros
añadir las diferentes perspectivas desde las que se la o con los otros grupos es de guerra y saqueo... Se gene-
contempla. Además de la perspectiva del victimario y de ran sentimientos acordes con este hecho. La lealtad al
la víctima, están también la de los espectadores, cada grupo, el sacrificio por el grupo, el odio y desprecio ha-
uno con su aproximación particular, la de los medios de cia los no miembros, la fraternidad con los de dentro del
comunicación, la de las instituciones estatales, la de las grupo, la hostilidad hacia los de fuera, todos estos as-
grandes corporaciones y otras muchas que se podrían se- pectos van unidos, son productos comunes de la misma
guir enumerando. situación».
Nivel de abstracción, tipo de efectos y de índices, y
perspectivas divergentes son todos aspectos de la exclu-
sión social a tener en cuenta a la hora de abordar su es- 34.5.1. Exclusión y derechos
tudio. Pero todavía queda otro aspecto a considerar: la
gravedad de la exclusión, a la que se refieren explícita-
Vincular la exclusión al no reconocimiento de derechos
mente Stangor et al. (2003, p. 278) cuando afirman: «En
exige definir cuáles son esos derechos. Según Rodríguez
un polo del continuo (de exclusión) están la hostilidad
Cabrero (2004, pp. 285-287), hay tres tipos de derechos
manifiesta, la violencia y el genocidio. En el otro polo
cuyo no reconocimiento genera exclusión. Son los eco-
están las molestias cotidianas que, aunque son menos
nómicos, los políticos y los sociales. Ejemplos de los
importantes, se acumulan con el paso del tiempo. Inclu-
primeros serían los que definen el concepto de pobreza
so estas formas cotidianas y menos importantes de dis-
en sus múltiples formas, de los segundos el derecho a
criminación pueden ser problemáticas, porque pueden
voto, el derecho a asociación, a ser elegido para cargos
producir cólera y ansiedad entre los miembros de grupos
públicos, y a manifestación, y de los terceros el derecho
estigmatizados. Además, a largo plazo, estas molestias,
a la vivienda, al cuidado de la salud y, más en general,
al igual que otras molestias cotidianas, pueden provocar
al pleno desarrollo personal. Por tanto, según este autor,
otros problemas psicológicos».
«la exclusión es una quiebra en la participación de un
Sin embargo, la existencia de estos numerosos y di- ciudadano en las formas de vida y protección comparti-
versos aspectos de la exclusión no implica la ausencia das por la mayoría de los miembros de una sociedad»
de un núcleo central. Bierbrauer (1999) lo expresa de (2004, p. 285).
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 579
Es habitual en muchos estudios de exclusión referir- durante la II Guerra Mundial y fueron confinados en
se a los grupos sociales excluidos, como los sin techo, campos de concentración. En una sola noche pasaron de
los pobres, los discapacitados, los inmigrantes, los afec- ser ciudadanos respetados por todos a ciudadanos estig-
tados por VIH, los parados de larga duración y otros matizados y perseguidos.
muchos. En efecto, todos y cada uno de esos grupos Resulta, por tanto, poco útil la pretensión de elaborar
constituyen casos claros de exclusión en la medida en una lista exhaustiva de grupos sociales excluidos, por-
que ven recortados o no reconocidos algunos de sus de- que la exclusión se presenta muchas veces donde no se
rechos (en ocasiones, muchos de ellos). También se sue- la espera. Nuevas formas de exclusión surgen todos los
le afirmar que en la actualidad corre riesgo de exclusión días, y otras formas ya establecidas sufren importantes
cualquier grupo estigmatizado. Y el estigma, como se modificaciones. Un buen ejemplo lo ofrece el acoso es-
señala en otros capítulos de este volumen (especial- colar, que durante mucho tiempo no se consideró una
mente en el de Quiles y Morera) puede fluctuar en fun- forma de exclusión y en la actualidad es una de las más
ción del contexto temporal. Un buen ejemplo en este estudiadas e investigadas. Como se encargan de recordar
sentido es el de los estadounidenses de origen japonés, a diario los medios de comunicación, está adquiriendo
que, pese a estar perfectamente integrados en la socie- cada vez mayor intensidad una forma de acoso escolar a
dad estadounidense, se convirtieron en sospechosos des- través de Internet. Algo similar sucede con otras expe-
pués del ataque de la aviación japonesa a Pearl Harbor riencias sociales muy características de nuestra época.

34.6
Exclusión y pobreza
Tradicionalmente la investigación en exclusión social ha dividuo (apoyo social). Es decir, la exclusión social es
estado relacionada con el estudio de la pobreza, la pri- una parte constitutiva de la privación y genera pérdidas
vación relativa y la falta de ingresos de determinados in- en las capacidades del individuo. Sin embargo, es im-
dividuos. Sin embargo, esta perspectiva econométrica portante hacer hincapié en que las relaciones sociales y
centrada en indicadores económicosociales (por ejem- la interacción social impulsan la situación de margina-
plo, ingresos familiares, nivel educativo de las personas ción de algunas personas. Por ello, la integración (inclu-
en el umbral de pobreza) y estructurales (por ejemplo, sión) en un grupo o sociedad no es una cuestión que de-
acceso a educación o a la sanidad) se ha ido abandonan- penda exclusivamente de la falta de recursos, ya que hay
do poco a poco por excesivamente simplista y por los otras dos dimensiones a tener en cuenta: la participación
problemas relativos a su falta de poder predictivo. En en la sociedad y las relaciones sociales.
definitiva, la mera atención a ciertos indicadores de ex-
Como se ha apuntado antes, las personas con riesgo
clusión, dejando de lado otros aspectos del fenómeno, es
de padecer exclusión social abarcan un amplio espectro
insuficiente.
de individuos, desde enfermos de larga duración (enfer-
El informe desarrollado por la Comisión Europea medad mental, alcoholismo, sida, anorexia, sobrepeso o
(2002) Income poverty and social exclusion recalca la drogadicción) hasta mendigos o inmigrantes. Por lo que
utilidad del término exclusión social frente al tradicional es necesario recordar que la exclusión social debe enten-
de pobreza. Para Shen (2000) la utilidad de este término derse como un producto social relacionado con las insti-
se debe a que sitúa el énfasis tanto teórico como de in- tuciones, las ideologías que la sustentan, así como por
vestigación en características relacionales en la priva- las decisiones que toman los individuos, las sociedades
ción de capacidades y recursos, que tendrán consecuen- y los estados, y que se va a generar desde la esfera de
cias sobre la pobreza de los individuos (pp. 5). las relaciones interpersonales, pasando por las institucio-
nales hasta llegar incluso a las relaciones internacionales.
Ser excluido de relaciones sociales puede provocar
una serie de consecuencias (privaciones), por ejemplo, Las sucesivas encuestas realizadas en los países
provocar la pérdida de capacidad de encontrar empleo, miembros de la UE (Comisión Europea, 2002) muestran
así como incidir negativamente en el acceso a otros re- los factores que promueven la exclusión social de de-
cursos que pueden tener impacto en el bienestar del in- terminados individuos y grupos. Cabe señalar que entre
580 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

estos no se encuentra la falta de ingresos —una de las bilidades de obtener recursos (pongamos por caso, fami-
consecuencias de la exclusión social— y que la combi- liares o institucionales). Por este motivo, una de las
nación de otros factores de naturaleza psicosocial es la paradojas a la que se enfrenta la investigación socio-
que produce las situaciones de exclusión. económica es que individuos y familias con menores re-
cursos no eran objeto de exclusión, mientras que otras
¿Por qué la pobreza o falta de ingresos no es un fac-
con un mayor número de ingresos sí lo eran. Es decir, el
tor determinante de la exclusión social, sino todo lo con-
grado de integración de los individuos en la sociedad en
trario? Baste un ejemplo para contestar a esta pregunta.
la que se encuentran, a distintos niveles interpersonal,
Una persona en una situación de ingresos relativamente
social y político, son los que van a determinar el estos
baja y persistente en el tiempo no tiene por qué ser obje-
sean objeto o no de exclusión. Véase una ilustración
to de exclusión social si dispone de otro tipo de posi-
gráfica en la Figura 34.1.

FIGURA 34.1. Una ilustración gráfica de la dinámica de la exclusión social


(adaptado de Income poverty and social exclusion (2000, p. 20)).

34.7
Cómo se produce la exclusión social
El proceso psicológico que se encuentra en la base de la Para Crocker, Major y Steele (1998, pp. 505) el es-
exclusión social es el de estigmatización. En todas las tigma se crea en función de cualquier rasgo o atributo
sociedades crean estructuras y sistemas ideológicos que que la persona estigmatizada posea, o se cree que po-
determinan lo que es apropiado y lo que es considerado see, que devalúe su identidad social en un contexto es-
como desviante, imponiendo valores positivos y negati- pecífico. De esta forma, el que una persona o un grupo
vos a determinadas características y conductas. El estig- sea objeto de exclusión social depende del contexto so-
ma hará alusión a algún atributo especial que produce cial, histórico o político, en el que se encuentra inmersa.
un descrédito en el individuo (Goffman, 1963), por lo Por ejemplo, en ciertas culturas ser epiléptico puede ser
que relegará a la persona que lo posee a un rol de estig- indeseable y desacreditar al individuo de por vida, mien-
matizado en oposición al normal. tras que en otras culturas las «convulsiones» pueden ser
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 581
vistas como un atributo especial que confiere un estatus Estos datos ilustran la disparidad en los resultados,
superior (Andermann, 1995; véase también Quiles y Mo- en función del contexto cultural considerado, a pesar de
rera, en este volumen). que los datos se agrupan en 10 dimensiones comunes a
En cuanto a la construcción social del estigma los todos los países. Ello sugiere que la construcción social
resultados de las distintas oleadas de encuestas sociales del estigma hacia ciertos colectivos y grupos depende
europeas nos indican qué proporción de personas son del contexto cultural.
discriminadas en el conjunto de estados. La Tabla 34.1 muestra que los países con una mayor
En el estudio desarrollado 2002/2003 un 6,8% de los proporción total de personas que indicaron sufrir algún
encuestados (n % 2.832) manifestaron ser discriminados tipo de discriminación son Alemania, Reino Unido y
en sus países de residencia. Cuatro años después, se en- Francia, donde un considerable número de personas re-
contraron resultados similares: un 6,5% de la población conocieron que sufrían marginación en más de una de
(n % 2.007) manifestaba ser objeto de discriminación en las alternativas. Ello explica que los totales acumulados
su país. Sin embargo, si se observamos la Tabla 34.1, superen el 100%.
los motivos de discriminación son distintos en función
del país al que atendamos.

Tabla 34.1. Porcentaje de personas que señalan sufrir discriminación


en función de las distintas causas*.
Nacio- Orientación Disca- Total
Raza Religión Idioma Etnia Edad Género Otros
nalidad sexual pacidad acumulado

Reino Unido 44,17 32,96 41,49 14,07 16,52 50,92 34,93 44,63 27,75 16,6 324,03
Francia 31,02 18,16 20,9 13,33 16,75 13,92 21,58 27,27 17,34 16,3 196,56
Alemania 6,7 21,79 15,22 36,3 23,7 6,23 12,33 15,7 12,72 23,85 174,53
España 7,94 12,85 9,55 13,33 12,62 0,73 10,96 4,96 4,62 12,75 90,32
Polonia — 1,12 3,88 — 10,80 10,26 5,14 — 21,39 10,7 63,28
Suecia 0,99 1,40 1,49 2,96 2,51 2,56 6,51 1,65 2,89 2,53 25,49
Bulgaria 1,49 1,40 0,60 2,96 2,18 4,03 1,37 — 2,31 2,27 18,61
Eslovaquia 1,74 1,40 0,60 2,22 1,50 2,2 1,71 — 1,73 1,53 14,63
Portugal 2,23 1,68 0,90 — 3,01 2,56 — — 1,16 3,03 14,57
Suiza 0,74 1,40 0,90 0,74 2,10 0,73 2,05 1,65 1,73 2,12 14,17
Finlandia 0,25 0,28 0,30 1,48 1,47 3,3 1,03 0,83 1,73 1,44 12,09
Estonia — 2,79 — 7,41 0,39 0,37 0,34 — — 0,39 11,69
Dinamarca 0,50 0,56 0,90 0,74 1,48 0,37 0,34 0,83 0,58 1,49 7,78
Noruega 0,25 0,28 0,90 0,74 1,26 0,37 1,03 0,83 0,58 1,26 7,48
Eslovenia 0,25 — 0,30 — 0,58 0,37 0,34 — 1,16 0,58 3,57
Bélgica 1,74 1,96 2,09 3,70 2,94 1,10 0,34 1,65 2,31 2,94 2,76
* Las tamaños muestrales de los países fueron ponderados para hacerlos comparables. En algunos casos los participantes indicaron sufrir discriminación en más de una
alternativa de respuesta.

34.8
Teorías psicosociales que abordan el fenómeno
de la exclusión social
Distintas teorías psicosociales se han ocupado de descri- excluida, como la teoría de la creencia en el mundo jus-
bir los mecanismos subyacentes a la exclusión social; to, otras considerarán conjuntamente los aspectos indivi-
algunas de ellas se han centrado principalmente en las duales, grupales y del sistema en el proceso de exclu-
características que se atribuyen a la persona que es sión, como la teoría de la justificación del sistema. En
582 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

este apartado, se describen cuatro teorías que abordan di- alude a un conjunto de reacciones hacia las víctimas de
rectamente la explicación del fenómeno de la exclusión: exclusión, como la minimización de su sufrimiento, su
La teoría de la creencia en un mundo justo, la del manejo devaluación y la atribución de responsabilidad de su si-
del terror, la teoría de la dominancia social y, finalmente, tuación. Todas estas reacciones empeoran la situación
la teoría de la justificación del sistema. de exclusión en la que se encuentran (victimización pri-
maria). Es decir, el proceso de victimización secundaria
tiene como resultado una pérdida de apoyo social de los
excluidos y, a la vez, permite a los observadores organi-
34.8.1. Teoría de la creencia zar sus cogniciones y hacerlas consistentes con la creen-
en un mundo justo cia en el mundo justo. La investigación desarrollada por
Mohiyeddini y Montada (1998) muestra que en situacio-
Los supuestos básicos de la teoría del mundo justo (Ler- nes en los que no existe motivación o capacidad para
ner, 1980) se sustentan sobre dos principios fundamenta- cambiar la situación de las víctimas de exclusión, existe
les que explicarían, a nivel individual, de qué forma los una mayor probabilidad de que se asuma que estas son
seres humanos son capaces de justificar las situaciones de responsables de su propia situación.
exclusión social. (1) La disonancia cognitiva (Festinger,
1959); (2) la propia creencia en un mundo justo. Junto a las creencias en un mundo justo, otros dos
factores contribuyen al proceso de victimización secun-
La teoría asume que el ser humano está motivado a daria: el que la víctima sea inocente y que el sufrimiento
comportarse de forma consistente con sus actitudes, sobre sea persistente. Para el propio Lerner (1980, pp. 143) la
todo cuando las ha manifestado públicamente. Sin embar- situación que más amenaza la creencia en el mundo jus-
go, añade a los principios de reducción de la disonancia to sucede cuando nos enfrentamos a víctimas inocentes
la creencia de que el mundo es un lugar justo, en el que cuyo sufrimiento no ha sido aliviado. Y es en estas si-
las personas obtienen y consiguen lo que merecen. tuaciones donde las personas con mayor creencia en un
La creencia en un mundo justo se basa en la necesi- mundo justo tienden a embarcarse en procesos de victi-
dad humana, de naturaleza universal, sobre el control mización secundaria.
del entorno para mantener un sentimiento «subjetivo» de Para comprobar este fenómeno Correia y Vala (2003)
seguridad. En un mundo justo, las personas buenas y presentaron la trascripción de una supuesta entrevista
honradas que se comportan adecuadamente obtendrán con una persona seropositiva, contagiada en una relación
resultados positivos como consecuencia de dichas accio- sexual. En la condición de «víctima no inocente» se in-
nes. Sin embargo, para aquellos otros que no se compor- dicaba que no había usado preservativo, mientras que en
tan adecuadamente no habrá posibilidad de obtener este la condición de «víctima inocente» se decía que el pre-
tipo de beneficios. Lerner (1980) postula que los indivi- servativo se había roto. El grado de sufrimiento se mani-
duos mantienen confianza en el futuro y albergan un puló indicando que según los médicos no tenía esperan-
sentimiento «subjetivo» de seguridad al esperar obtener zas de sobrevivir o que con el tratamiento adecuado su
compensaciones por un comportamiento acorde con las vida no corría peligro. Pues bien, en aquellas condicio-
normas sociales. nes amenazantes para la creencia en el mundo justo las
La investigación sobre la teoría del mundo justo se víctimas inocentes con un alto sufrimiento eran rechaza-
ha centrado en las estrategias de denigración, rechazo y das en igual medida que aquellas otras no inocentes, pe-
distancia social de las víctimas, así como en la reduc- ro con bajo sufrimiento. Véase Figura 34.2.
ción de la ansiedad y la indecisión que se pueden origi- Para estos autores la explicación de estos resultados
nar cuando observamos situaciones de exclusión (Fur- reside en el hecho en que cuando se amenaza la creencia
nham y Gunter, 1984; Montada y Schneider, 1989; en el mundo justo, las víctimas inocentes con un alto su-
Rubin y Peplau, 1973). frimiento y las no inocentes que sufren menos son las
más amenazantes para la este tipo de creencias. Por este
motivo, ambas serán más rechazadas. En otras palabras,
34.8.2. La victimización secundaria tanto aquellos que se encuentran en una situación que no
merecen (víctima inocente con alto sufrimiento) como
El aspecto más relevante de la teoría en relación con el aquellos otros que a pesar de su conducta no reciben un
ámbito de la exclusión social ha sido el denominado pro- castigo acorde con la creencia en el mundo justo (víctima
ceso de victimización secundaria (Brickman, Rabinowitz, no inocente con bajo sufrimiento) serán los individuos
Karuza, Coates, Cohen y Kidder, 1982). Este proceso más rechazados.
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 583

34.8.3. La teoría del manejo


del terror
La teoría del manejo del terror (Greenberg, Pyszczynski y
Solomon, 1986) aporta algo nuevo, ya que describe per-
fectamente una relación entre un constructo psicológico
y las creencias que sustentan la exclusión social. Desde
este planteamiento teórico se propone que las personas
sufrimos una ansiedad existencial debido a la certeza de
que algún día debemos morir. Para amortiguar esta an-
FIGURA 34.2. Rechazo a la víctimas de exclusión en función siedad, los individuos necesitan aferrarse a unos valores
del nivel de sufrimiento y su inocencia. culturales que impongan un orden y un sentido a la vida,
por lo que los individuos estarán motivados a defender y
Dos son las críticas más contundentes que se han he- justificar su cultura, ya que estos valores culturales se-
cho a este planteamiento. Quizá la principal, y la que el rán una representación absoluta de la realidad en la que
propio Lerner (1997) admite, es que es difícil encontrar viven los individuos.
un constructo de naturaleza psicosocial en el que se base Es decir, para poder manejar la ansiedad que provo-
la creencia en un mundo justo que sea independiente de ca la certeza de la muerte, el ser humano ha desarrolla-
los procesos de reducción de disonancia cognitiva. Es do un sistema doble que mitiga sus efectos. Este sistema
decir, es posible que la creencia en un mundo justo sea está compuesto por (1) las normas y valores culturales
simplemente resultado del proceso de reducción de diso- que dan un significado al entorno y (2) el sentimiento de
nancia, y no posea una entidad específica tal y como autoestima derivado del cumplimiento de este tipo
asume la teoría. de valores culturales. De esta forma, los individuos ex-
Por otro lado, y en estrecha relación con la crítica cluirán y denigrarán a aquellos otros que supongan una
anterior, desde los planteamientos de la teoría de la jus- amenaza, ya sea real o simbólica, a su manera de enten-
tificación del sistema se ha puesto de manifiesto la im- der la vida. Por ello se producirán respuestas defensivas
posibilidad de predecir si la creencia en el mundo justo tanto ante las amenazas a la autoestima, como al recuer-
se encuentra motivada por creencias de justicia universal do de la propia mortalidad (Pyszczynski, Greenberg y
o se puede conceptualizar mejor como una mera forma Solomon, 1997).
de justificación de los sistemas sociales y políticos en Para demostrar la flexibilidad de las respuestas a las
los que los seres humanos se encuentran inmersos (para amenazas existenciales, los teóricos del manejo del te-
una revisión véase Jost y Hunyady, 2002). rror han mostrado que cuando se hace saliente la morta-
En este mismo sentido, Glick y Fiske (2001) indican lidad del individuo no se promueve una respuesta unita-
que las desigualdades de género suelen ser justificadas a ria por parte de todos los integrantes de una sociedad.
través de alabanzas de superioridad moral de aquellas Es decir, ante la amenaza de la propia mortalidad en ta-
mujeres que aceptan el sistema de desigualdad. reas experimentales se comprueba que:
Se disminuye la tolerancia ante aquellos que se des-
A estas dos críticas podríamos añadir una tercera: la
vían de la norma cultural, dependiendo de la accesibi-
teoría no atiende al papel que juegan los excluidos en el
lidad a la propia ideología. Es decir, a mayor fuerza
propio proceso de exclusión social, ya que se centra es-
de la ideología, menos se tolera a los que se considera
pecíficamente en aquellos aspectos de justificación de la
desviantes (Greenberg, Simon, Pyszczynski Solomon
exclusión que elaboran los observadores de esta. Por
y Chatel, 1992).
ejemplo, las desigualdades económicas pueden ser justi-
ficadas no solo atribuyendo la culpa de la desigualdad a Se facilitará la identificación con aquellos que no
los grupos excluidos, sino que entre los integrantes de mantienen el mismo conjunto de creencias ideológi-
grupos desfavorecidos puede darse la ilusión de que en cas, si estos son percibidos como miembros del endo-
su situación pueden ser incluso más felices que aquellos grupo; pero se dará el efecto contrario si son percibi-
otros que e encuentran en una situación más favorecida dos como miembros de un exogrupo (Greenberg et
(Kay y Jost, 2003). al., 1992; Wisman y Koole, 2003).
584 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Se producirán aumentos en la identificación grupal si Las situaciones de exclusión se realizarán a través de


el endogrupo mantiene un estatus elevado, pero no una discriminación sistemática, en la que participan las
si posee un estatus bajo (Arndt, Greenberg, Schimel, instituciones y los individuos, ya que tanto las primeras
Pyszczynski y Solomon, 2002; Dechesne, Greenberg, (independientemente de que sean públicas o privadas)
Arndt y Schimel, 2000; Harmon-Jones, Greenberg, como los segundos que poseen control sobre determina-
Solomon, Simon, 1996). dos recursos los van a destinar principalmente a los
miembros de los grupos dominantes (p. e., prestigio o
Sin embargo, a pesar de que la teoría del manejo del protección social) y procurando no facilitarlos a otros
terror es capaz de explicar la forma en que los indivi- individuos o grupos. Esto tendrá consecuencias sociales
duos responden ante las amenazas a su propia mortali- negativas para los excluidos, entre ellas la exposición a
dad, el problema que sigue sin resolver es que no es ca- situaciones laborales en condiciones peligrosas, una me-
paz de señalar claramente un único determinante de las nor esperanza de vida o un mayor porcentaje de perso-
creencias ideológicas que sustentan la exclusión social nas en prisiones de ciertos colectivos (para una revisión
(Greenberg y Jonas, 2003). véase Sidanius y Pratto, 1999, 2004).
Por otro lado, al igual que sucedía con la teoría de la La discriminación institucional será la que se con-
creencia en un mundo justo no toma en consideración vierta en una de las fuerzas más poderosas en el mante-
cómo los integrantes de grupos excluidos y estigmatiza- nimiento de la estructura jerárquica. Esto es debido a
dos pueden justificar y contribuir a su propia situación que los individuos aceptarán esta distribución asimétrica
de exclusión social. de los recursos, principalmente, cuando sean resultado
de un consenso social y sean impuestas por el grupo do-
minante. Esta discriminación institucional se va a regu-
lar dentro de una sociedad a través de distintas creencias
34.8.4. Teoría de la dominancia que reforzarán o debilitarán la desigualdad, proporcio-
social nando justificaciones morales dentro del sistema social.
Concretamente, Pratto et al. (1994) proponen entre las
La teoría de la dominancia social (Pratto, Sidanius, distintas creencias el sexismo, racismo o nacionalismo.
Stallworth y Malle, 1994) atiende como elemento funda- Por ejemplo, esta perspectiva sugiere que personas den-
mental a la estructuración y jerarquización que se obser- tro de una determinada cultura podrían ver a los miem-
va en todas las sociedades. Estas jerarquías se establece- bros de grupos desfavorecidos como perezosos y con
rán, principalmente, a través de tres dimensiones: sexo, falta de iniciativa, ya que esta creencia justifica el papel
edad y etnia, en las que uno de los grupos se constituye que dentro de la sociedad desempeñan este grupo de
como hegemónico. Dentro de la jerarquía, el grupo do- personas, de tal manera que las diferencias de estatus se
minante poseerá una valoración positiva con respecto al consideran legítimas, de forma similar a lo que proponía
resto, lo que incide directamente en distintos aspectos la teoría de la creencia en un mundo justo.
como un mayor poder político, influencia y en un mayor En este sentido, los resultados ofrecidos por las en-
acceso a los recursos como la vivienda, educación, sa- cuestas sociales europeas (Tabla I) indican que una de
lud... las principales causas de exclusión social en nuestro país
Para esta teoría la influencia de las creencias legitima- es la raza o etnia. Pues bien, en relación con los supues-
das —por ejemplo, estereotipos, que justifican el siste- tos de la teoría de la dominancia social, la comparación
ma de desigualdad— variará de unos individuos a otros, de los datos obtenidos por los Barómetros del CIS reco-
por lo que se propone el constructo de orientación a la gidos en 1996 (n % 2.118) y 2004 (n % 2.496) indican
dominancia social (SDO) como el deseo de una persona un claro incremento de personas que demandan una po-
de mantener la jerarquía social basada en grupos, y por lítica inmigratoria más restrictiva y un mayor control de
extensión la subordinación de los grupos inferiores a los la entrada de trabajadores inmigrantes, lo que es en defi-
superiores (Sidanius y Pratto, 1999). La orientación a la nitiva un aumento en el consenso por parte del grupo
dominancia social se constituye en el elemento central dominante en el reforzamiento de la estructura institu-
de la teoría (Pratto et al., 1994, Sidanius, Liu, Pratto y cional. Véase Figura 34.3.
Shaw, 1994; Sidanius, Pratto y Bobo, 1994), ya que, Por otro lado, uno de los aspectos más importantes
gracias a ella, se tienden a reforzar las desigualdades en de la teoría es que atiende al papel de los propios ex-
aquellos individuos favorables hacia este tipo de estruc- cluidos dentro de la estructura jerárquica, en lo que se
turas sociales. ha denominado asimetría comportamental. Esta defini-
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 585
y legítimo, incluso cuando ello perjudica sus propios
intereses personales y de grupo (Jost, Pelham, Sheldon y
Sulivan, 2002; Jost y Thomspon 2000).
La teoría distingue tres motivos que pueden entrar
en conflicto. (1) El motivo de justificación del yo hace
alusión a la necesidad de los individuos de mantener una
imagen positiva de uno mismo; (2) el motivo de justifi-
cación del grupo se define como el deseo mantener una
imagen favorable del propio grupo y de sus miembros, y
(3) la justificación del sistema que capturará las necesi-
dades psicológicas y sociales de justificar el statu quo,
considerándolo como algo bueno, justo, natural, inevita-
Nota: Porcentaje de personas que indican cada categoría de respuesta
ble y deseable.
en 1996 (n % 2.118) y 2004 (n % 2.496), Fuente: CIS, Boletín 36. De forma similar a la teoría de la dominancia social,
FIGURA 34.3. ¿Qué política cree que sería más adecuada desde esta perspectiva se propone que los individuos
con respecto a los trabajadores inmigrantes? van a justificar las desigualdades sociales a través de es-
tereotipos y mecanismos ideológicos. Sin embargo, exis-
ción se corresponde con las diferencias en la conducta ten dos diferencias fundamentales: (1) la teoría de la
manifiesta de personas que pertenecen a distintos grupos justificación del sistema propone que esto se va a produ-
sociales dentro de la estructura jerárquica y que se va cir sobre todo en aquellas situaciones en las que el siste-
producir, como se ha apuntado antes, a través de un ma social se ve amenazado, ya que la estabilidad de los
mayor etnocentrismo por parte de los individuos de gru- sistemas sociales a lo largo de la historia es mucho más
pos dominantes. Sin embago, en el caso de los grupos frecuente que la inestabilidad, y (2) al igual que la teoría
desfavorecidos se va a producir el efecto contrario: el de la creencia en un mundo justo, la teoría de la justifi-
favoritismo hacia el grupo dominante, a lo que se añade cación del sistema propone que las formas más extremas
el comportamiento de estos individuos en contra de los de justificación del sistema descansan en un mecanismo
propios intereses del endogrupo. En definitiva, lo que se de disonancia cognitiva, mostrando cómo los individuos
propone es que aquellos individuos de grupos desfavore- de grupos más desfavorecidos paradójicamente son los
cidos que son pasivos y cooperantes con su propia dis- que presentan una mayor necesidad de justificar la situa-
criminación proporcionan al sistema jerárquico una ción en la que se encuentran (Jost y Banaji, 1994). Sin
mayor fuerza y estabilidad (Sidanius y Pratto, 2004). embargo, la teoría no necesita recurrir a un constructo
adicional, o creencia en el mundo justo, para explicar el
Dos críticas se le han hecho a la teoría, principal- proceso, ya que simplemente indica que cuando el pri-
mente, (1) la ausencia de fundamentación teórica al mer o segundo motivo entran en conflicto con el de jus-
constructo de SDO, ya que no se comprueba que sea un tificación del sistema, esta discrepancia se resolverá a
constructo de naturaleza universal aplicable a todos través de un proceso tan básico como el de reducción de
los grupos (Schmitt y Branscombe, 2003) y (2) desde los disonancia cognitiva.
planteamientos teóricos de la teoría de la justificación
En relación con el proceso de exclusión social esta
del sistema se comprueba que la medida de SDO se en-
teoría facilita una explicación comprehensiva de las par-
cuentra más relacionada como una forma de justifica-
tes implicadas en el proceso. Es decir, la teoría atiende
ción del sistema que como orientación individual a las
tanto a los individuos y grupos como a los sistemas
jerarquías basadas en grupos (Jost y Burgess, 2000).
ideológicos y políticos imperantes en una sociedad de-
terminada. Uno de sus elementos centrales, y tal vez la
principal ventaja que aporta, es explicar la estabilidad de
34.8.5. Teoría de la justificación los sistemas sociales a partir del fenómeno complemen-
tario del favoritismo endogrupal de los grupos de alto
del sistema estatus y favoritismo exogrupal de los individuos de
grupos desfavorecidos, sin recurrir a una serie de cons-
La teoría de la justificación del sistema (Jost y Banaji, tructos psicológicos adicionales. Dicho favoritismo exo-
1994; Jost, Banaji y Nosek, 2004) mantiene que los in- grupal constituye el ejemplo más claro de la legitimiza-
dividuos se encuentran motivados a percibir el sistema ción de la desigualdad por parte de los individuos de
social e ideológico circundante como algo justo, natural grupos desfavorecidos.
586 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Uno de las principales demostraciones de este fe- se encuentra el mismo patrón, el grupo de jóvenes (me-
nómeno la proporcionan Jost, Banaji y Nosek (2004). nores de 50 años, n % 12.610) exhiben favoritismo en-
Estos autores comprueban este patrón de favoritismo dogrupal, mientras que el de mayores (n % 815) mostró
endogrupal y exogrupal a través de medidas implícitas una cierta tendencia al favoritismo exogrupal (Figu-
en miembros de distintos grupos. En su investigación ra 34.4).
muestran cómo los americanos blancos (n % 15.110)
manifestaron mayoritariamente favoritismo endogrupal, Hay que tener en cuenta que las medidas implícitas
mientras que entre los afroamericanos (n % 2.011) exis- empleadas no se encuentran afectadas por la desebilidad
tía un porcentaje similar de participantes que mostraban social. Es decir, los participantes o no conocen el cons-
favoritismo endogrupal y exogrupal (parte derecha de la tructo analizado o no pueden sesgar su respuesta como
Figura 34.4). Asimismo, en cuanto a los grupos de edad, sucede en las medidas con cuestionarios. Los resultados
aportados por Jost et al. (2004) se constituyen en una
clara evidencia del favoritismo exogrupal que albergan
los miembros de grupos desfavorecidos. En la Figu-
ra 34.4 se observa un mayor porcentaje de personas que
valoran más positivamente a los grupos que se encuen-
tran en una mejor posición dentro de la jerarquía social
que al propio grupo.
En definitiva, lo que se demuestra es que los miem-
bros de grupos desfavorecidos no muestran un conflicto
entre los motivos de justificación del grupo y del siste-
ma. Ya que existe una mayor proporción de personas
que exhiben una valoración más positiva de los grupos
que, precisamente, son mejor valorados dentro del pro-
pio sistema social (jóvenes y americanos blancos).
Nota: Porcentaje de personas que mostraron favoritismo endogrupal y A modo de resumen, en la Tabla 34.2 se presen-
exogrupal implícito evaluado a través de IAT. Adaptado de Jost, Banaji tan las ventajas y limitaciones que presentan las cuatro
y Nosek (2004, pp. 898 y 899).
teorías tratadas al abordar el fenómeno de la exclusión
FIGURA 34.4. Favoritismo endogrupal y exogrupal implícito
en muestras de etnia y edad.
social.

34.9
Conclusión
A lo largo de este capítulo se han puesto de manifiesto ción de las intervenciones necesarias orientadas a paliar
la importancia de la consideración del proceso de exclu- el fenómeno.
sión social desde una perspectiva psicosocial amplia, ya
que esta afecta al bienestar de los individuos y grupos No se debe olvidar que la exclusión social ocurre
en distintos niveles abstracción. Es más, a pesar de la desde el nivel individual de relaciones, como por ejem-
importancia de los indicadores objetivos de exclusión, plo sucede en situaciones de acoso escolar o laboral
para comprender adecuadamente la magnitud y comple- donde los individuos son excluidos por parte de su pro-
jidad del fenómeno, siempre será necesario atender a pio grupo, hasta llegar a la esfera de las relaciones in-
otro tipo de indicadores subjetivos (para una revisión ternacionales, ya que se puede negar el acceso a los
véase Income poverty and social exclusion, Comisión nacidos en un país específico a individuos con naciona-
Europea, 2002). En definitiva, la investigación deberá lidades concretas. Por ello siempre conviene considerar
atender conjuntamente a ambas vertientes del proceso que el fenómeno es mucho más amplio de lo habitual-
(exclusión social objetiva y subjetiva) para la elabora- mente se entiende.
Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 587
Tabla 34.2. Ventajas y limitaciones para explicar el fenómeno de la exclusión social.

Ventajas Limitaciones

Señala un tipo concreto de ideología que es capaz de No indica claramente en qué constructo psicológico
explicar por qué se produce la exclusión social. se basa la creencia en un mundo justo, ya que puede
ser un producto del proceso de reducción de
Teoría de la disonancia cognitiva.
creencia La creencia en un mundo justo no es la única
en un mundo creencia que perpetúa la situación de exclusión de
justo otros grupos.
No atiende al papel que pueden jugar los excluidos
en los procesos de exclusión.

El sistema ideológico en el que justifica la exclusión No explica el determinante de las creencias que
Teoría se relaciona con la reducción de la ansiedad sustentan la exclusión social.
del manejo existencial.
del terror No atiende al papel que pueden jugar los excluidos
en los procesos de exclusión.

Indica cómo todos los seres humanos se encuentran La investigación indica que el constructo de
orientados hacia los sistemas jerárquicos donde unos orientación a la dominancia (SDO) no es de
Teoría de la
grupos se sitúan en la parte superior de la jerarquía naturaleza universal sino que se encuentra
dominancia
social. contextualizado, por lo que una persona puede apoyar
social
Atiende al papel que pueden jugar los excluidos en la exclusión de un grupo social pero no de otro.
los procesos de exclusión.

Predice convenientemente que aquellas situaciones


que más amenazan la estabilidad del sistema social
son las que más se justifican.
Teoría de la
justificación No necesita recurrir a constructos psicológicos
del sistema adicionales (orientación a la dominancia social o
creencia en un mundo justo) para explicar cómo se
produce la justificación de la desigualdad y la
exclusión social.

Finalmente, en cuanto a los efectos de la exclusión cias de estatus económico entre los afroamericanos (Wi-
no se debe olvidar que esta no solo afecta a una serie de lliams y Chung, 1997) o la reducción en siete años y me-
derechos «formales» de los individuos en un contexto so- dio de la longevidad de las personas mayores que internali-
cial específico, sino que mostrará su influencia en el bie- zan los estereotipos negativos de su grupo de edad (Levy,
nestar psicológico como en el propio estado salud de la Slade, Kunkel y Klass, 2002) ponen de manifiesto la ex-
persona objeto de exclusión. De esta forma, la reducción tensión y magnitud de un fenómeno, que a primera vista
de esperanza de vida independientemente de las diferen- puede parecernos algo más liviano y fácil de atajar.
588 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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Capítulo 34. LA EXCLUSIÓN SOCIAL 589
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a
Esta investigación ha sido posible gracias a la ayuda para Grupos de Alto Rendimiento del Vicerrectorado de Investigación de
la Universidad del País Vasco (UPV 001109.231-13645-2001) y a la financiación del proyecto del Ministerio de Ciencia
y Tecnología MCYT (BSO2001-1236-CO-7-01). El trabajo que se presenta aquí es parte de un trabajo más amplio, parcialmente
publicado por Basabe, Zlobina y Páez (2004). Agradecemos a estos autores que hayan autorizado por escrito la presente publi-
cación.
592 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

35.1
Introducción
Una importante aportación de la investigación psicológi- dos por Espenshade y Hempstead (1996). Y no se trata
ca sobre el fenómeno migratorio es la constatación de solo de las poblaciones de acogida: en general, los esta-
una estrecha relación entre inmigración y exclusión. En dos del primer mundo, hacia los que fluye la inmigra-
España, ya en la primera mitad de la década de los 90, ción de tipo económico, ponen en marcha políticas ex-
un estudio del equipo IOE (Actis, de Prada y Pereda, clusionistas, como se encargan de señalar los trabajos de
1995) reveló la existencia de posiciones inequívoca- Doty (2003) y de Morris (2002).
mente exclusionistas en el discurso de los españoles so-
bre los inmigrantes. Con una metodología diferente, Para completar este cuadro, es necesario introducir
Martínez, García, Maya, Rodríguez y Checa (1996) en- la perspectiva de los inmigrantes. Esto fue precisamente
contraron resultados similares en la Comunidad Autóno- lo que hizo Ramírez Goicoechea en su trabajo publicado
ma Andaluza. Otros investigadores, como Díez Nicolás en 1996. En él esta autora expone con detalle las expe-
y Ramírez Lafita (2001a), informan más recientemente riencias xenófobas que inmigrantes de distinta proceden-
de actitudes exclusionistas de la población española ha- cia (Europa, Magreb, África Subsahariana, América La-
cia los inmigrantes. Son datos que coinciden con los ob- tina y Asia) y residentes en distintos lugares de España
tenidos en encuestas realizadas por el Centro de Investi- le relataron en una serie de entrevistas de grupo. Se po-
gaciones Sociológicas (CIS), resumidas por Barbadillo- dría considerar, hasta cierto punto, que se trata de situa-
Griñán en 1997, y con la realizada también por el CIS ciones de exclusión. Algunos años más tarde, Díez Ni-
por encargo del Instituto de la Juventud (véase Mateos y colás y Ramírez Lafita (2001b) realizaron una encuesta
Moral, 2000), así como con datos procedentes de inves- en la que los participantes eran inmigrantes de Marrue-
tigaciones de corte más cualitativo (por ejemplo, Pérez cos, África Subsahariana, América Latina y Asia. De sus
Díaz, Álvarez Miranda y González Enríquez, 2001). respuestas se desprende que todos habían estado expues-
Una revisión de la mayor parte de estos trabajos se pue- tos a experiencias de discriminación y rechazo en diver-
de encontrar en Morales (2002, 2003). sos ámbitos, desde el trabajo a la escuela, desde la calle
a los lugares de ocio.
No es, por supuesto, algo exclusivo o característico
de nuestro país. Más bien al contrario, esta tendencia Cuando se combinan los trabajos que aportan la
aparece en la mayoría de los países que acogen inmi- perspectiva de la población de acogida con los que in-
grantes. Bierbrauer (2000), en su estudio de la inmigra- troducen la perspectiva de las víctimas (en este caso, los
ción laboral en Alemania, pone de relieve la existencia inmigrantes), se percibe con claridad la exclusión de es-
de una situación de exclusión que desborda el ámbito tos. Las actitudes exclusionistas que manifiestan muchas
del trabajo y se extiende a prácticamente todas las esfe- personas de la sociedad de acogida, sus muestras de xe-
ras de la vida de los inmigrantes y sus familias, lo que nofobia, el hecho de que en ellas se activen fuertes sen-
se corrobora en el estudio realizado en ese mismo país timientos nacionalistas y etnocéntricos ante la presencia
por Blank y Schmidt (2003). Diversas investigaciones de los inmigrantes son algunos de los elementos de un
realizadas en Canadá por Esses, Dovidio, Jackson y panorama poco acogedor que, como era de esperar, los
Armstrong (2001), y por Esses, Dovidio, Semenya y propios inmigrantes reconocen y denuncian. Ahora bien,
Jackson (2005) muestran que los canadienses con senti- la ausencia de estudios que utilicen a la vez las dos
mientos más nacionalistas manifiestan hacia los inmi- perspectivas, es decir, la de la población de acogida y la
grantes actitudes y emociones más negativas y un recha- de los inmigrantes, impide que se pueda saber con preci-
zo más acentuado de sus valores. También en Australia sión qué conductas, creencias, actitudes y emociones de
(véase Jones, 1997), las personas en las que la identifi- la población de acogida van asociadas a las experiencias
cación con la nación es de tipo más étnico o nativista de exclusión de las que informan los inmigrantes.
que cívico o cultural expresan un mayor rechazo de los Para conseguir avanzar en el conocimiento de dicha
inmigrantes. Resultados en la misma línea obtienen los exclusión, resulta necesario tener la seguridad de que los
estudios de Billiet, Maddens y Beerten (2003), reali- informes que los inmigrantes ofrecen de su experiencia
zados en Bélgica, y los llevados a cabo en Estados Uni- son válidos. Existen varias formas de lograrlo, algunas
Capítulo 35. UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN 593
de las cuales se describen en diversos capítulos de este bado que la adaptación psicológica a la cultura de acogi-
volumen (por ejemplo, «Prejuicio y estigma hacia las da desempeña un papel clave en la vida de los inmigran-
personas que viven con el VIH: un estudio psicosocial tes y que, como señalan Basabe, Zlobina y Páez (2004,
desde la perspectiva del grupo estigmatizado» y «El pp. 11-12), esta adaptación depende, entre otros facto-
estigma social: la diferencia que nos hace inferiores», res, del «grado de discriminación y prejuicio existentes»
entre otros). En el caso de los inmigrantes, una posible hacia ellos, es decir, del grado de exclusión percibida, se
aproximación consiste en analizar las consecuencias deduce que es muy probable que el grado de adaptación
asociadas a tales experiencias. Dado que se ha compro- sea una de las consecuencias asociadas a la exclusión.

35.2
Método

gués y árabe. Inicialmente, las preguntas se formularon


35.2.1. Procedimiento en español y posteriormente las adaptaron transcultural-
y participantes mente traductores bilingües. Para el diseño de las dife-
rentes traducciones, los autores siguieron las normas
metodológicas de la investigación transcultural, como
Los participantes de este estudio fueron entrevistados son la retrotraducción y la traducción descentralizada
personalmente durante el periodo comprendido entre los (Brislin, 1986, van de Vijver y Leung, 1997a, 1997b).
años 2002 y 2003. La muestra estuvo formada por 1.004
personas (50,7% hombres y 49,3% mujeres) con una De acuerdo con las formulaciones expuestas en la
media de edad de 32,51 años (DT % 9,12); los inmigran- introducción sobre la exclusión social, se ha dedicado
tes provenían de los siguientes grupos culturales: Rusia/ especial atención a las variables de mayor relevancia pa-
Ucrania (n % 73; 7,27%), Brasil (n % 95; 9,46%), Co- ra la adaptación de los inmigrantes a su nueva realidad
lombia (n % 258; 25,70%), Ecuador (n % 295; 29,38%), en la sociedad de acogida. Estas son: índice de discrimi-
países árabes (n % 193; 19,22%) y África Subsahariana nación percibida (o exclusión percibida), ajuste social,
(n % 90; 8,96%). orientación hacia el país de origen y la sociedad de aco-
gida, y experiencia del maltrato.

35.2.2. Materiales
35.2.3. Índice de discriminación
El cuestionario incluía preguntas referentes a la expe- percibida
riencia sobre la inmigración (con cuestiones como
«¿cuánto tiempo lleva en España?» y «¿ha vivido en
otros países?»). En general, los participantes habían vi- El índice de discriminación percibida se construyó espe-
vido en España una media de 49 meses (DT % 60,19), cíficamente para esta investigación sobre la base de los
esto es, 4,08 años (DT % 5,01). Los inmigrantes que estudios realizados en nuestro país por el equipo IOE
más tiempo habían convivido con los españoles pertene- (especialmente el trabajo ya mencionado de 1995), Díez
cían a los países árabes (M % 96,65 meses), seguidos de Nicolás y Ramírez Lafita (2001 a, b), y Pérez Díaz et al.
los subsaharianos (M % 64,87), brasileños (M % 57,34), (2001). Este indicador se utiliza como medida de exclu-
rusos (M % 44,04), colombianos (M % 30,18) y, en últi- sión social percibida. El análisis factorial de componen-
mo lugar, ecuatorianos (M % 24,27) [F(5, 989) % 58,29; tes principales, con rotación varimax, extrajo un único
p a 0,001]. indicador (véase Tabla 35.1 para la descripción de los
Para que todos los encuestados fueran entrevistados seis elementos). El alpha de Cronbach fue satisfactorio
en sus respectivas lenguas maternas, el cuestionario dis- (a % 0,89). El rango de respuestas fue de 1 (nunca) a 4
ponía de las siguientes versiones: español, ruso, portu- (casi siempre).
594 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 35.1. Estructura factorial del índice Tabla 35.2. Estructura factorial de la escala
de discriminación percibida. de ajuste social.

Elemento Elemento (SA1) (SA2) (SA3) (SA4)


12. Comprender a la gente
5. La inmigración como una amenaza para los de España 0,78
españoles. 0,79 13. Conocimiento de
4. Víctima de conductas hostiles. 0,77 prácticas 0,77
3. Ha sufrido agresiones, insultos. 0,76 16. Saber lo que está mal
6. La inmigración como una amenaza para la visto 0,75
economía de los españoles. 0,76 17. Saber lo que se
2. Víctima de maltrato. 0,74 considera divertido 0,73
1. Consideran la inmigración como una amenaza 15. Establecer contacto 0,68
para la cultura de los españoles. 0,69 18. Saber lo que se
considera triste 0,65 0,31
% de varianza 57,09% 14. Ser malinterpretado 0,59 0,31
11. Desconocimiento del
a 0,89
idioma 0,59 0,42
Nota: N % 1.004.
10. Comportamiento 0,55 0,31 0,46
2. Residencia 0,74
1. Tramitar la
homologación de
estudios 0,73
35.2.4. Ajuste social 5. Trabajo 0,71
6. Lugar para vivir 0,62
El ajuste social se construyó a partir de 18 dificultades 3. Asistencia médica 0,78
socioculturales vivenciadas a lo largo del último año. 4. Asistencia social 0,74
Los inmigrantes respondieron una escala tipo Likert 7. Información de
donde 1 hacía referencia a nada y 5 a mucho. El análisis organismos oficiales 0,31 0,65
8. Tradiciones 0,81
factorial de componentes principales, con rotación vari-
9. Comidas 0,80
max, extrajo cuatro indicadores (Tabla 35.2). El primer
factor (SA1) se denominó «conocimiento y adquisición % de varianza explicada 37,16% 11,22% 6,36% 5,96%
de las prácticas culturales de los españoles» (nueve Eigenvalue 6,69 2,02 1,15 1,07
ítems, a % 0,89), el segundo factor (SA2) guardaba rela-
ción con la «obtención de los permisos de residencia y Nota: N % 1.004, pesos factoriales b 0,30.
trabajo, así como de un lugar para vivir» (4 ítems, a % ciedad de acogida. En general, es difícil para una perso-
0.75). El tercer factor (SA3) fue «obtención de asistencia na olvidar su manera de vivir, valores y comportamien-
médica y social, así como de información de organismos tos anteriores a la experiencia de inmigración. Estas
oficiales» (tres ítems, a % 0,76), y el ultimo factor (SA4) prácticas culturales a veces pueden entrar en conflicto
tenía relación con la «capacidad para mantener las cos- con los valores de la sociedad de acogida. La necesidad
tumbres y prácticas culturales previas» (dos ítems, de afrontar este conflicto o la decisión de evitarlo se
a % 0,75). En general, las fiabilidades de los diferentes puede vincular con los sentimientos de exclusión social.
factores fueron satisfactorias.
En este estudio, las orientaciones hacia la cultura de
origen y de acogida se evaluaron a través de un conjun-
to de preguntas que guardan relación con (I) el grado de
35.2.5. Orientación hacia el país identificación con la cultura de origen y de acogida,
de origen y la sociedad (CP) el mantenimiento de las prácticas culturales rela-
cionadas con la cultura de origen y la adquisición de las
de acogida prácticas culturales españolas, (CO) el grado de contacto
con las personas pertenecientes a la cultura de origen y
Algunos acontecimientos diarios, que son causa de preo- de acogida, (IMP) la importancia concedida al manteni-
cupación entre la población inmigrante, tienen que ver miento de prácticas culturales propias y a la adquisición
con las actitudes que definen su posición frente a la so- de las prácticas culturales españolas, y (INTG) el grado
Capítulo 35. UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN 595
de integración real en la sociedad española. Las pregun- Las respuestas las codificaron dos investigadores en
tas se cumplimentaron a través de una escala de 5 pun- función de las siguientes categorías: 1 % no, 2 % sí (re-
tos (de 1 % nada a 5 % mucho). El alpha de Cronbach chazo general o al grupo de procedencia) y 3 % sí
fue de 0.53 para la orientación hacia el país de origen y (rechazo personal). Los dos codificadores alcanzaron un
a % 0,78 para la orientación hacia la cultura de acogida. acuerdo interjueces del 90%. Una ilustración de la cate-
goría «2» es «muchas mujeres agarran sus bolsos cuan-
do escuchan a alguien hablando árabe cerca de ellas».
35.2.6. Experiencia del matrato Un ejemplo de la categoría «3» sería: «En el autobús, la
reacción de las mujeres agarrando sus bolsos, cuando
Con el objeto de explorar la incidencia de maltrato que me ven, me hace sentirme muy mal».
los inmigrantes padecen en sus relaciones diarias con los Este indicador de experiencia del maltrato es otra
españoles, se preguntó a los participantes si podían re- medida de exclusión social. Así, en este estudio conta-
cordar cualquier situación de interacción con los españo- mos con dos variables de exclusión, el índice de discri-
les que les hubiera causado un grado significativo de minación percibida y las respuestas categorizadas sobre
malestar, angustia o estrés. Cuando los inmigrantes con-
la experiencia del maltrato. Esta última variable es un
testaban «sí», posteriormente se les pedía que proporcio-
indicador real, directo y objetivo de la exclusión, mien-
nasen una descripción lo más destallada posible sobre el
tras que el índice de discriminación percibida es un indi-
incidente: «¿Qué hizo la persona española?», «¿cómo
cador fenomenológico de la exclusión social.
reaccionó usted?» y «¿cómo se sintió?».

35.3
Resultados

35.3.1. Diferencias en función 35.3.2. Ajuste social


del grupo cultural de origen
de los inmigrantes En la Tabla 35.3 se muestran los valores de tendencia
central (medias y desviaciones típicas) para cada uno de
los factores del ajuste social en función del grupo cultu-
ral de referencia de los inmigrantes. Se realizaron dife-
35.3.1.1. Índice de discriminación rentes análisis de varianza (ANOVAS) para cada uno de
percibida los cuatro factores del ajuste social. Estos cuatro indica-
dores se tomaron en cuenta como variables dependientes
Un análisis de varianza ANOVA se realizó entre el índi- y el grupo cultural de origen de los inmigrantes como
ce de discriminación percibida como variable depen- variable independiente. Todas las Fs tuvieron una proba-
diente (VD) y el grupo cultural de origen de los inmi- bilidad significativa p a 0,000.
grantes como variable independiente (VI). El valor de la
prueba fue significativo [F(5, 995) % 25.80; p a 0,000].
Véase Gráfico 35.1. 35.3.3. Orientación hacia el país
Los análisis de comparación posthoc (test de Dun- de origen y la sociedad
can) mostraron que los inmigrantes subsaharianos obtu-
vieron las puntuaciones más altas en el índice de discri- de acogida
minación percibida, mientras que los rusos/ucranianos
presentaban el índice más bajo. Los resultados también Una serie de análisis de varianza ANOVAS se llevaron
nos permiten constatar que los colombianos son los in- a cabo entre los indicadores vinculados a la orientación
migrantes, junto con los subsaharianos, que obtienen una hacia el país de origen y la sociedad de acogida (Es-
puntuación superior a la media total de los encuestados. paña). Estas 10 variables fueron las VD y el grupo cul-
596 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 35.1. Índice de discriminación percibida en función del grupo cultural de origen de los inmigrantes.

Tabla 35.3. Ajuste social en función del grupo cultural de origen de los inmigrantes.
(SA1) (SA2) (SA3) (SA4)
Media DT Media DT Media DT Media DT

GENERAL (N % 1.004) 2,40 (0,87) 3,02 (1,20) 1,98 (1,05) 2,50 (1,19)
Rusia/Ucrania (n % 73) 2,63cd (0,92) 3,33bc (1,16) 2,37c (1,12) 2,33ab (1,12)
Brasil (n % 95) 2,30b (0,94) 2,01a (0,99) 1,66a (0,78) 2,06a (0,98)
Colombia (n % 258) 2,48bc (0,84) 3,23bc (1,23) 1,85ab (1,11) 2,52b (1,21)
Ecuador (n % 295) 2,45bc (0,74) 3,14b (1,05) 2,09b (1,00) 2,83c (1,15)
Países árabes (n % 193) 2,05a (0,95) 2,72b (1,19) 1,86ab (0,97) 2,09a (1,13)
África Subsahariana (n % 90) 2,73d (0,86) 3,48c (1,12) 2,38c (1,17) 2,83c (1,22)

F(5, 994) 10,85*** 23,77*** 8,44*** 14,27***


Nota: Las desviaciones estándar están indicadas entre paréntesis. Las medias con diferentes subíndices tienen diferencias significativas
en la prueba posthoc de Duncan (p a 0,05). ANOVAS *** p a 0,001. Altas puntuaciones representan más dificultades o problemas
(escalas de medida de 5 puntos).

tural de origen de los inmigrantes fue la VI. Todos los


valores Fs tuvieron una probabilidad significativa 35.3.5. Relaciones entre el índice
p a 0,000, excepto el indicador que guardaba relación de discriminación percibida
con el grado de contacto con las personas pertenecientes
a la sociedad de acogida (Tabla 35.4). y otras variables del estudio

Se partía de la hipótesis de que el índice de discrimina-


35.3.4. Experiencia del maltrato ción percibida podía asociarse con varios rasgos centra-
les de la experiencia diaria de los inmigrantes, es decir,
Tal y como puede apreciarse en la Tabla 35.5, se reali- con el ajuste social, con las orientaciones hacia el país
zó la prueba de chi-cuadrado [s2 (10, 527) % 30.01; de origen y la sociedad de acogida y con la experiencia
p a 0,001] sobre las preguntas abiertas relacionadas con del maltrato. Asimismo, se matizaron estas relaciones en
la experiencia del maltrato en función del grupo cultural función del grupo cultural de origen del inmigrante.
de origen de los inmigrantes.
Los resultados indican que los inmigrantes que
muestran una mayor experiencia del maltrato personal
son los participantes pertenecientes a los países árabes,
35.3.6. Ajuste social
mientras que son los inmigrantes procedentes de Brasil
los que manifiestan una mayor experiencia del maltrato Tal y como ya se ha indicado, el ajuste social estaba
grupal. compuesto por cuatro factores que explican los proble-
Capítulo 35. UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN 597
Tabla 35.4. Orientación hacia el país de origen y la sociedad de acogida
en función del grupo cultural de origen de los inmigrantes.

Nuestra cultura Cultura de acogida

I CP CO IMP INTG I CP CO IMP INTG

GENERAL (N % 1.004) 4,59 3,17 3,58 3,30 3,40 2,02 3,16 3,40 3,05 3,13
(0,70) (0,80) (1,09) (0,93) (0,88) (1,12) (0,87) (1,07) (0,85) (0,83)

Rusia/Ucrania (n % 73) 4,03a 3,37c 3,44a 3,34b 3,53bc 1,71a 3,16b 3,37ab 3,21c 3,48b
(1,10) (0,89) (1,01) (0,94) (0,86) (0,95) (0,84)5 1,18) (0,74) (0,58)
Brasil (n % 95) 4,56c 3,12b 3,48a 2,99a 3,15a 2,64c 3,83d 3,51b 3,56d 3,70c
(0,54) (0,71) (1,03) (0,80) (0,81) (1,12) (0,56) (1,01) (0,68) (0,61)
Colombia (n % 258) 4,84e 3,56c 3,83b 3,69c 3,73c 1,86a 2,88a 3,38ab 2,87a 2,84a
(0,43) (0,80) (1,07) (0,94) (0,91) (1,09) (0,90) (1,12) (0,92) (0,90)
Ecuador (n % 295) 4,64cd 2,95ab 3,50a 3,21b 3,26a 1,93a 3,07ab 3,46ab 2,94ab 2,93a
(0,60) (0,67) (1,10) (0,88) (0,85) (0,98) (0,82) (1,03) (0,78) (0,74)
Países árabes (n % 193) 4,30b 3,10b 3,40a 3,16ab 3,33ab 2,23b 3,35c 3,37ab 3,11bc 3,33b
(0,89) (0,80) (1,05) (0,91) (0,85) (1,28) (0,88) (1,06) (0,87) (0,79)
África Subsahariana (n % 90) 4,78de 2,7a 3,67ab 3,01a 3,19a 1,86a 3,23bc 3,19a 3,16c 3,30b
(0,51) (0,73) (1,23) (0,81) (0,70) (1,04) (0,80) (1,04) (0,81) (0,78)

F(5, 994) 26,10*** 24,53*** 4,66*** 15,15*** 12,51*** 10,63*** 21,30*** 1,08 11,93*** 27,28***
Nota: Las desviaciones estándar están indicadas entre paréntesis. Las medias con diferentes subíndices tienen diferencias significativas basadas en la prueba posthoc de
Duncan (p a ,05), ANOVAS *** p a ,001.

Tabla 35.5. Experiencia del maltrato Todos los factores del ajuste social correlacionaron
en función del grupo cultural de origen significativamente con el índice de discriminación perci-
de los inmigrantes. bida. Es decir, las dificultades socioculturales a las que
se enfrentan los inmigrantes guardan relación con la
Experiencia del maltrato
exclusión social. Sin embargo, hubo variaciones en fun-
Sí Sí ción del grupo cultural de origen de los inmigrantes
No (Rechazo (Rechazo (para los valores de las correlaciones de Pearson véase
grupal) personal) Tabla 35.6).

GENERAL (N % 528) 39,1% 35,7% 25,1%


Tabla 35.6. Correlaciones entre el índice de
Rusia/Ucrania (n % 45) 43,5% 43,5% 13,0% discriminación percibida y los problemas del
Brasil (n % 78) 33,3% 51,3% 15,4% ajuste social para cada uno de los grupos
Colombia (n % 144) 36,8% 31,9% 31,3% culturales de origen de los inmigrantes.
Ecuador (n % 148) 45,9% 34,5% 19,6%
Países árabes (n % 74) 40,5% 23,0% 36,5% (SA1) (SA2) (SA3) (SA4)
África Subsahariana (n % 39) 25,6% 38,5% 35,9%
GENERAL (N%1.004) 0,37*** 0,31*** 0,33*** 0,30***

Rusia/Ucrania (n % 73) 0,07 0,10 0,27** 0,24**


mas de los inmigrantes: (SA1) «conocimiento y adquisi- Brasil (n % 95) 0,35*** 0,20** 0,26** .0,02
ción de las practicas culturales de los españoles», (SA2) Colombia (n % 258) 0,47*** 0,40** 0,53*** 0,29**
«obtención de los permisos de residencia y trabajo, así Ecuador (n % 295) 0,23** 0,32*** 0,16** 0,17**
como de un lugar para vivir», (SA3) «obtención de asis- Países árabes (n%193) 0,49*** 0,32*** 0,40*** 0,52***
tencia médica y social, así como de información de or- África Subsahariana
ganismos oficiales» y (SA4) «capacidad para mantener (n % 90) 0,51*** 0,13* 0,35*** 0,58***
las costumbres y prácticas culturales previas». Nota: * p a 0,050, ** p a 0,010, *** p a 0,001.
598 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 35.7. Correlaciones entre el índice de discriminación percibida y las cinco dimensiones
de orientación hacia el país de origen y la sociedad de acogida para cada uno
de los grupos culturales de origen de los inmigrantes.
Nuestra cultura Cultura de acogida

I CP CO IMP INTG I CP CO IMP INTG

GENERAL (N % 1.004) 0,06* 0,06* 0,13* 0,13* 0,11* .0,09* .0,08* .0,09* .0,06* .0,14**

Rusia/Ucrania (n % 73) 0,20 0,21 0,25* 0,22 0,26* .0,05 .0,06 0,00 0,03 0,03
Brasil (n % 95) 0,05 0,02 0,21* 0,20* 0,00 .0,05 .0,00 .0,03 0,02 .0,13
Colombia (n % 258) 0,00 0,04 0,14* 0,14* 0,16* 0,04 0,05 0,03 0,05 .0,08
Ecuador (n % 295) 0,01 .0,01 0,03 0,04 .0,00 .0,08 .0,07 .0,05 .0,03 .0,01
Países árabes (n % 193) 0,19** 0,16* 0,24** 0,21** 0,19** .0,20** .0,19** .0,18** .0,15** .0,28**
África Subsahariana (n % 90) 0,21* 0,17 .0,06 .0,07 0,10 .0,35** .0,35** .0,38** .0,36 .0,10
Nota: * a0,05; ** p a 0,01.

trato se vinculó positivamente con el índice de discrimi-


35.3.7. Orientación hacia el país nación percibida. Es decir, cuanto mayor era la exclu-
de origen y la sociedad sión social percibida, más se informaba de experiencias
concretas de maltrato. Las correlaciones entre los indi-
de acogida cadores de exclusión tuvieron valores comprendidos en-
tre 0,11 y 0,44.
En la Tabla 35.7 se muestran las asociaciones entre el
índice de discriminación percibida y cada uno de los
cincos factores de orientación hacia el país de origen y
la sociedad de acogida (España). 35.3.9. Medidas de exclusión social
A continuación, y tras el análisis de relaciones, se va a
profundizar en los dos indicadores de exclusión social.
35.3.8. Experiencia del maltrato Para ello vamos a comprobar cómo los inmigrantes que
relatan una experiencia del maltrato grupal o personal se
Con el objeto de analizar las relaciones entre el índice comportan en las respuestas dadas a la escala que evalúa
discriminación percibida y la experiencia del maltrato, el índice de discriminación percibida. En la Tabla 35.5
se realizaron una serie de correlaciones de Pearson. Los se mostró el porcentaje de participantes que habían vi-
resultados se muestran en la Tabla 35.8. Como se puede venciado una experiencia del maltrato y en la Tabla
apreciar en ella, el perfil de relaciones fue similar para 35.8, que acabamos de presentar, cómo se asocia este
todos los grupos de inmigrantes. La experiencia del mal- maltrato con el índice de discriminación percibida. Aho-
ra bien, veamos qué índice de discriminación percibida
Tabla 35.8. Correlaciones entre el índice manifiesta cada uno de los inmigrantes en función de la
de discriminación percibida y la experiencia experiencia del maltrato.
del maltrato. Con el propósito de contrastar las medidas de exclu-
sión social se realizaron una serie de análisis de varian-
GENERAL (N % 528) 0,34** za (ANOVAS) para cada uno de los seis grupos cultura-
Rusia/Ucrania (n % 45) 0,39*** les, así como para el conjunto de la muestra. El índice
Brasil (n % 78) 0,28** de discriminación percibida se adoptó como VD y la ex-
Colombia (n % 144) 0,28** periencia del maltrato como variable independiente. En
Ecuador (n % 148) 0,42*** la Tabla 35.9 se muestran las puntuaciones de tendencia
Países árabes (n % 74) 0,44*** central y los valores de las Fs.
África Subsahariana (n % 39) 0,11*
Como se aprecia en la Tabla 35.9, en el caso de los
Nota: * p a 0,05; ** p a 0,01; *** p a 0,001. rusos/ucranianos y de los brasileños no hay diferencias
Capítulo 35. UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN 599
Tabla 35.9. Índice de discriminación percibida en función de la experiencia
del maltrato para cada uno de los grupos culturales.
Experiencia del maltrato

Sí Sí
No (Rechazo (Rechazo F
grupal) personal)

GENERAL (N % 519) 2,64 2,67 2,71 6,98***


(0,18) (0,16) (0,14)

Rusia/Ucrania (n % 44) 2,54 2,60 2,69 1,94


(0,16) (0,16) (0,14)
Brasil (n % 77) 2,58 2,63 2,67 1,30
(0,14) (0,17) (0,17)
Colombia (n % 140) 2,59 2,63 2,68 3,54*
(0,18) (0,14) (0,12)
Ecuador (n % 146) 2,64 2,71 2,74 5,99**
(0,17) (0,15) (0,09)
Países árabes (n % 73) 2,80 2,67 2,68 4,24**
(0,15) (0,20) (0,18)
África Subsahariana (n%39) 2,70 2,82 2,83 3,24*
(0,19) (0,13) (0,09)
Nota: Las desviaciones estándar están indicadas entre paréntesis. ANOVAS * p a 0,05; ** p a 0,01
*** p a 0,001. Fs con 2 grados de libertad. Altas puntuaciones representan una mayor discriminación perci-
bida (escala de medida de 0 a 4 puntos).

significativas en función de la experiencia del maltrato.


Sí las hay en el resto de los grupos. En general, la
mayor discriminación percibida se produce cuando el in-
migrante de manera directa y personal ha tenido una ex-
periencia del maltrato. Solo en los inmigrantes proce-
dentes de los países árabes el índice de discriminación
percibida es superior cuando no ha habido experiencia
de maltrato (M % 2,80). Finalmente, los subsaharianos
son los que presentan un mayor índice de discriminación
percibida en función de la experiencia del maltrato.

35.3.10. Modelo de adaptación


sociocultural FIGURA 35.1. Modelo hipotetizado.

A fin de contrastar un modelo (Figura 35.1) que muestre cuación de los modelos confirmatorios: El CFI (índice
cómo influyen las conductas de los inmigrantes y la de ajuste comparativo, Bentler, 1988) y el GFI (índice
exclusión percibida sobre el ajuste social, se hipotetizó de bondad de ajuste), nos indican el grado de ajuste del
que las orientaciones hacia el país de origen y las orien- modelo o la medida en que reproduce los datos. Sus va-
taciones hacia la sociedad de acogida tendrían un efecto lores oscilan entre 0,00 y 1, de forma que 1 representa
sobre el índice de discriminación percibida, y este a su un ajuste perfecto. Autores como Van de Vijver y
vez mediaría sobre el desconocimiento de las prácticas Leung (1997a) sugieren el criterio de 0,90 como el valor
culturales. mínimo para aceptar el ajuste del modelo, aunque se
Antes de comentar los resultados, expondremos cuá- suele considerar interpretable a partir de 0,80. Respecto
les son los criterios que sirven para comprobar la ade- a la RMSEA (raíz media cuadrática residual estandariza-
600 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

sobre la base de la información ofrecida en los índices


de modificación. Finalmente, el modelo resultante mos-
tró los siguientes índices de ajuste: s2(5, 995) % 13,5,
p % 0,11; CFI % 0,99 y RMSEA % 0,03.
Por último, se realizó un análisis multimuestra con
el propósito de comprobar las relaciones en los diferen-
tes grupos culturales. Los resultados de los coeficientes
de regresión estandarizados (b), para cada una de las
asociaciones entre variables, se muestran en la Tabla
35.10. El modelo tuvo un buen índice de ajuste compa-
rativo (CFI % 0,90) y una RMSEA % 0,04 adecuada.

Tabla 35.10. Coeficientes de regresión


Nota: los valores encima de las flechas corresponden a los coeficientes estandarizados para cada una de las
de regresión estandarizados ( b). Los valores dentro de las variables crite- asociaciones del modelo de adaptación
rio representan el porcentaje de varianza explicada (R2).
sociocultural.
FIGURA 35.2. Solución final del modelo pathanálisis.
Coeficientes
da) es un índice de falta de ajuste del modelo postulado, de regresión (b)
en su conjunto, frente a los datos. Un valor cercano a 0 1 2 3
significa un ajuste perfecto (generalmente se considera
aceptable un modelo con residuales estandarizados alre- Rusia/Ucrania (n % 68) 0,24 0,03 0,01
Brasil (n % 95) 0,07 0,36
dedor de 0,05). Finalmente, el s2 con una significación
.0,10
Colombia (n % 258) 0,11 0,00 0,46
(p a0,05) implica que el modelo no es adecuado, es Ecuador (n % 295) 0,01 .0,11 0,20
decir, hay diferencias estadísticamente significativas en- Países árabes (n % 193) 0,19 .0,26 0,49
tre el modelo postulado y los datos. África Subsahariana (n % 86) 0,07 .0,38 0,55
Los coeficientes de regresión estandarizados se Notas: 1. Representación de la asociación entre la orientación hacia el país de
muestran en la Figura 35.2. Estos datos representan el origen y el índice de discriminación percibida.
2. Representación de la asociación entre la orientación hacia la sociedad de aco-
resultado final tras seguir los pasos del procedimiento gida y el índice de discriminación percibida.
utilizado. Primero, se contrastó el modelo hipotetizado 3. Representación de la asociación entre el índice de discriminación percibida y
(Figura 35.1). Posteriormente, el path-análisis se mejoró el desconocimiento de las prácticas culturales españolas.

35.4
Conclusiones

Los resultados obtenidos en esta investigación ayudan a La principal implicación desde un punto de vista
mejorar la comprensión de algunos aspectos de la exclu- teórico tiene que ver con la necesidad de estudiar las
sión de los inmigrantes. Para empezar, permiten com- consecuencias de la exclusión en el contexto concreto en
probar su existencia y muestran que la percepción de que se produce. Como se puede comprobar en los dife-
discriminación guarda relación con experiencias con- rentes capítulos de este volumen que analizan el estigma
cretas de maltrato. Además, ponen de manifiesto que la y la discriminación, son muchas las razones de exclu-
exclusión tiene consecuencias sobre la adaptación psico- sión y lo más probable es que cada una de ellas acarree
lógica de los inmigrantes a la cultura de acogida. Se tra- sus propias consecuencias. En el caso de la inmigración,
ta de resultados que tienen implicaciones teóricas y tal vez la consecuencia más importante a considerar
prácticas. sea la adaptación psicológica a la sociedad de acogida.
Capítulo 35. UNA APROXIMACIÓN A LA RELACIÓN ENTRE INMIGRACIÓN Y EXCLUSIÓN 601
Las implicaciones prácticas de lo anterior son evidentes: contempladas en el presente estudio pueden estar ac-
se trataría de potenciar por todos los medios la inclusión tuando como mediadoras, potenciando o inhibiendo el
de los inmigrantes, ya que ello serviría para promover impacto de la exclusión. Ello sugiere la necesidad de
su adaptación. contemplar los efectos de la exclusión desde una pers-
En este sentido, es preciso señalar también las limi- pectiva más amplia. Habría que mencionar también co-
taciones del presente estudio. Las consecuencias de la mo una limitación importante la ausencia de otros índi-
exclusión son diferentes en función de la procedencia de ces de exclusión, ya que la discriminación percibida y la
los inmigrantes. Ello sugiere que algunas variables no experiencia de maltrato son solo una aproximación.

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604 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

36.1
Introducción
Uno de los aspectos de mayor interés en los trastornos medad, así como con una menor duración de la enferme-
del comportamiento alimentario (TCA) es la investiga- dad. Mientras que las estrategias evitativas y centradas en
ción de aquellas variables que se considera que influyen la emoción se asocian con mayores niveles de depresión
en su desarrollo y mantenimiento. En estos trastornos se y ansiedad (Patxon y Diggens, 1997; Tobin y Griffing,
han analizado características de personalidad, familiares, 1995; Troop, Holbrey, Trowler y Treasure, 1994; Valdés
sociales y psicofisiológicas, pero siguen siendo escasos y Arroyo, 2002; Yager, Rorty y Rossotto, 1995).
los trabajos que han evaluado el papel de ciertas varia- De todos estos resultados se deriva que la investiga-
bles psicosociales, como la representación de la enfer- ción psicosocial aplicada al ámbito de los trastornos ali-
medad y el afrontamiento (Bennett y Cooper, 2001; mentarios indica cómo la representación de la enferme-
Bloks, Van-Furth, Callewaert y Hoek, 2004; Holliday, dad y las estrategias de afrontamiento pueden tener un
Wall, Treasure y Weinman, 2005; Treasure, Gavan, impacto en el ajuste y adaptación a la enfermedad cróni-
Todd y Schmidt, 2003; Valdés y Arroyo, 2002). En el ca (Bennett y Cooper, 1999; Blaase y Elklit, 2001; Cat-
caso concreto de la representación de la enfermedad, y tanach y Rodin, 1988; Ghaderi y Scott, 2000; Troop y
tomando como referencia el contexto de las enfermeda- Treasure, 1997). No obstante, y a pesar de lo importante
des crónicas, los resultados adaptativos en salud, desde que es conocer la aportación particular de cada una de
el punto de vista del funcionamiento social, físico o bie- estas variables en el proceso de enfermedad de los TCA,
nestar psicológico, han mostrado estar asociados con lo que resulta de especial interés es plantear una valora-
ciertas dimensiones de este constructo (Hagger y Orbell, ción conjunta que permita aproximarnos a conocer las re-
2003). En cuanto al afrontamiento, las investigaciones laciones entre estas variables y los mecanismos y de-
con pacientes con un TCA han mostrado que el uso terminantes implicados en los resultados de salud y adap-
de estrategias de afrontamiento aproximativas, como la tación. En este sentido, el Modelo de Sentido Común
planificación y la búsqueda de apoyo emocional, está (Leventhal, 1970) se define, en nuestra opinión, como
asociado con ciertos resultados en salud, como menor una propuesta óptima para tratar de establecer e identifi-
sintomatología y preocupación por la comida y la enfer- car de un modo integrado dichas relaciones.

36.2
El Modelo de Sentido Común
El Modelo de Sentido Común surge a partir de una serie cia a la representación mental de los elementos objetivos
de estudios realizados por Leventhal y sus colaboradores de la amenaza de la enfermedad y el desarrollo de un
sobre la eficacia de ciertos mensajes en el cambio de ac- plan de acción para manejar la amenaza. Y el segundo
titudes ante la salud (Leventhal, 1970; Leventhal, Ne- implica la representación mental de los elementos emo-
renz y Steele, 1984). El objetivo de estos trabajos era cionales que surgen de la enfermedad y la utilización de
identificar las condiciones en que la comunicación ame- unas estrategias de afrontamiento para manejar la emo-
nazante sobre la enfermedad elicitaba el miedo y ayuda- ción. Estos dos procesos son relativamente independien-
ba a conseguir actitudes más favorables y a realizar con- tes, aunque están en continua interacción dando lugar a la
ductas recomendadas para prevenir la enfermedad. De percepción de la enfermedad y a los sentimientos asocia-
estas investigaciones se deriva una de las principales ca- dos con ella. Así, a partir de la percepción de estímulos
racterísticas de este modelo: que ante la enfermedad se aparecen paralelamente dos procesos de representación,
produce un procesamiento paralelo de la representación afrontamiento y evaluación de la enfermedad, donde exis-
cognitiva del peligro (amenaza de la enfermedad) y del te una retroalimentación continua que permite autorregu-
miedo (Leventhal et al., 1997). El primero hace referen- lar sus elementos (Figura 36.1).
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 605

FIGURA 36.1. El Modelo de Sentido Común.

Las tres fuentes básicas de información, que Leventhal muchos de los aspectos de la representación de la
en su modelo denomina «estímulos de enfermedad», que enfermedad emergen de la interpretación de la in-
influyen en la representación que el sujeto realice de su formación que se obtiene en las visitas médicas.
enfermedad y son las siguientes: Así, por ejemplo, si ante una enfermedad como la
gripe, el médico realiza una evaluación y diagnósti-
1. La información informal (profana, no experta) que co rápido y preciso, prescribe antibióticos e informa
el sujeto tenga almacenada en su memoria provi- al individuo de que en aproximadamente una sema-
nente de interacciones sociales y culturales. na la gripe desaparecerá, este sujeto creerá que la
2. La información provista por personas significativas causa de su enfermedad es un germen o virus (le ha
para el sujeto o con autoridad, por ejemplo, médicos mandado tomar antibióticos), que tiene curación y
o padres. Las creencias, expectativas, actitudes y que los síntomas van a durar relativamente poco
opiniones referidas a la enfermedad del grupo de tiempo (Leventhal et al., 1997).
pertenencia son factores importantes que influyen
3. Finalmente, el sujeto completa su representación de
en la interpretación que de su enfermedad realice el
la enfermedad considerando su experiencia actual
paciente. Los grupos de pertenencia constituyen un
con la enfermedad, los síntomas que experimenta.
«sistema lego de referencia», es decir, una red in-
Esta tercera fuente también incluye el conocimiento
formal de personas no profesionales que proporcio-
que el sujeto tiene de la efectividad de los medios
nan sus informaciones y opiniones con respecto a la
que ha utilizado previamente para hacer frente a su
enfermedad. Los miembros más cercanos de la fa-
enfermedad.
milia suelen ser los más activos de la red, ayudando
a interpretar un síntoma, recomendando un remedio Cómo integra el sujeto toda esta información está en
o aconsejando buscar ayuda médica, es decir, pro- función tanto del contexto individual como del contex-
porcionando apoyo social informativo. Las expecta- to cultural y social. En el contexto individual se in-
tivas y creencias del grupo son determinantes de la cluirían la historia personal de cada individuo, así como
interpretación y de la conducta personal con respec- su personalidad. La historia personal puede desempeñar
to a la enfermedad (Rodríguez-Marín, 1995). Esta un importante papel en la forma en la que el sujeto re-
información también puede derivar de la observa- suelva sus problemas. La memoria que tiene de enfer-
ción de la enfermedad en otros cercanos, de los me- medades previas puede tener un fuerte impacto en la
dios de comunicación (noticias sobre últimos avan- representación que el sujeto elabore de futuras enferme-
ces médicos), de la discusión con otras personas dades. Estas estructuras de memoria pueden actuar auto-
sobre las causas y consecuencias de la enfermedad, máticamente provocando sentimientos de terror y reac-
las interacciones con el personal sanitario, etc. Con ciones emocionales sin que el sujeto sea consciente de
respecto a este último factor social, cabe señalar que ello.
606 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Aparte de la historia previa de enfermedad, los factores cesadores activos de la información que se esfuerzan por
genéticos, biológicos y psicológicos del individuo tam- dar sentido a sus experiencias corporales. Estas teorías,
bién pueden influir en cómo el sujeto organice esta in- que son influidas por el contexto social, son individuales
formación. Así, por ejemplo, si ambos padres de un in- e idiosincrásicas, y pueden o no coincidir con la realidad
dividuo han desarrollado un cáncer y el sujeto es médica. Es por ello que Leventhal las denomina «de
consciente de la alta predisposición que él tiene a desa- sentido común» en oposición a las teorías científicas que
rrollarlo, su representación de la enfermedad y sus estra- rigen la actividad del médico y tienen un gran valor por-
tegias de afrontamiento estarán fuertemente influidas que son las principales determinantes de la conducta del
por esta información. Finalmente, las características de sujeto respecto a su salud.
personalidad también pueden influir en la representa-
ción de la enfermedad (en la atención que se preste a los
síntomas y la interpretación que se realice), en las estra-
tegias de afrontamiento y en los criterios para evaluar 36.2.1. Fases del Modelo
los resultados obtenidos. Sin embargo, mientras que se de Sentido Común
han realizado muchos estudios que han intentado de-
mostrar la relación entre ciertas características de perso- Como se puede observar a partir de la Figura 36. 1 que
nalidad y el desarrollo de cierto tipo de enfermedades representa el Modelo de Sentido Común, una de las
(tipo A y enfermedad cardiovascular, tipo C y cáncer), principales características es que se produce en tres fa-
ha existido poco interés en conocer cómo ciertos rasgos ses que el autor denomina: «representación», «afronta-
de personalidad pueden jugar un papel importante en la miento» y «evaluación». Es importante aquí señalar, que
representación de la enfermedad y en las formas de la representación, el afrontamiento y la evaluación no
afrontamiento (Diefebanch y Leventhal, 1996). son fases unidireccionales, es decir, el flujo de informa-
La representación de la enfermedad también está de- ción se produce tanto de izquierda a derecha como de
terminada por el contexto social y cultural en el que vi- derecha a izquierda. Dependiendo de los resultados ob-
va el sujeto. Los factores contextuales actúan tanto acti- tenidos, la representación y/o la respuesta de afronta-
vando como modulando el proceso de solución de miento puede modificarse, lo que supone un continuo
problemas implicado en la prevención y control de la feedback entre representación, afrontamiento y evalua-
enfermedad. Kleinman (1980) aclara este hecho en el ción. Así, la información resultante de la fase de evalua-
estudio que realiza en la cultura china, donde los sínto- ción actualiza la representación de la enfermedad, lo que
mas psicológicos y la manifestación de afecto negativo, repercute en la puesta en marcha de las estrategias de
como la depresión, está muy estigmatizado. De modo afrontamiento. Por ejemplo, si un dolor de cabeza no se
que es menos probable que expresen su malestar emo- alivia con un par de aspirinas, el primer autodiagnóstico
cional si los comparamos con ciudadanos de la cultura de «dolor de cabeza» será revisado y el sujeto buscará
occidental. Como consecuencia de esto, los ciudadanos una explicación alternativa. Esto podría implicar buscar
chinos podrían enfatizar más los síntomas físicos y me- más información social; una alternativa sería preguntar a
nos los psicológicos cuando describen un problema de familiares y amigos sobre si ellos han experimentado al-
ansiedad o depresión. Por lo tanto, el contexto cultural guna vez síntomas similares o bien buscar ayuda profe-
de un individuo determinará qué síntomas serán más te- sional, lo que a su vez implicaría modificar las estrate-
nidos en cuenta a la hora de elaborar la representación. gias de afrontamiento.
Si los síntomas físicos son más aceptados por una cultu- A continuación se detalla cada una de las fases de
ra que los psicológicos, los primeros serán incorporados este modelo y se describen las principales características
con más facilidad a la representación y los segundos se- de cada una de ellas.
rán excluidos con mayor probabilidad.
Desde este modelo se concibe al individuo como un
sistema autorregulador que cuando aparece la enferme- 36.2.1.1. La representación: 1a fase
dad trata activamente de resolver problemas intentando
modificar, evitar o controlar cambios que son percibidos Dentro de este modelo, la representación es la etapa en
como signos de enfermedad. H. Leventhal (1970), en su la que los sujetos analizan la información ofrecida por
modelo de autorregulación, concibe al ser humano como las tres fuentes mencionadas en el apartado anterior y le
un ente activo que desarrolla sus propias teorías en tor- dan significado. Como Leventhal et al. (1980) propuso
no a su estado de salud, es decir, los individuos son pro- en su modelo, los individuos realizarán un «procesa-
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 607
miento paralelo» de toda esta información que dará lu- consecuencias. Así, los pacientes que consideren que
gar de forma simultánea a una representación cogniti- tienen un elevado control sobre su enfermedad será
va y emocional de su enfermedad. En este modelo, la menos probable que perciban su enfermedad como cró-
representación cognitiva incluye las siguientes dimen- nica y con graves consecuencias (Heijmans, 1998, 1999;
siones: Heijmans y Ridder, 1998, 1999; Weinman, Petrie, Moss-
Morris y Horne, 1996).
1. Causa: se refiere a las creencias que tiene el sujeto
sobre la razón y el origen de la enfermedad. Existe Además de todos estos aspectos expuestos sobre la
un gran número de causas que pueden ser agrupadas representación cognitiva de la enfermedad, la represen-
en tres bloques: biológicas (virus, hereditario, de- tación emocional determinará también los resultados
fensas del organismo), ambientales (contaminación) emocionales, pues los estímulos de salud relevantes tam-
y psicológicas (actitud mental, personalidad, etc.) bién evocan respuestas emocionales. Así, por ejemplo,
2. Consecuencias: hace referencia al impacto produci- el conjunto de síntomas que un individuo puede etique-
do por la enfermedad en la calidad de vida del pa- tar como «gripe» puede elicitar sentimientos de desáni-
ciente o en su capacidad funcional, es decir, a los mo, molestia o enfado, o por ejemplo, un dolor agudo
resultados y secuelas. repentino en el pecho puede ser interpretado como «des-
garro muscular», lo que puede resultar desagradable, pe-
3. Identidad: etiqueta o nombre que el sujeto pone a ro no tiene por qué provocar ansiedad en el sujeto. Sin
su enfermedad y el conocimiento que tiene de sus embargo, si el individuo interpreta este dolor en el pe-
síntomas. cho como un aviso de «ataque al corazón», entonces sí
4. Duración: se refiere a la creencia que tiene el sujeto es posible que experimente ansiedad. De forma similar,
sobre el curso de la enfermedad y su duración. si un hombre observa un bultito en su barba cuando está
afeitándose puede experimentar una elevada ansiedad si
A partir de los estudios de Lau y Hartman (1983), y cree que se trata de un tumor. El miedo, la ansiedad o
Moss-Morris (2002), se introducen otras nuevas dimen- preocupación de estas interpretaciones guiarán las accio-
siones: control (control personal) y curación (control del nes encaminadas a reducir o minimizar estas emociones
tratamiento), que incluyen la percepción de control que displacenteras. En el caso concreto de los TCA, el traba-
el paciente tiene sobre su enfermedad (controlable/in- jo de Holliday (2005) mostró cómo estas pacientes pre-
controlable) y de la efectividad del tratamiento, respecti- sentan elevadas puntuaciones en esta dimensión, es
vamente. Otra de las dimensiones que se añade es la decir, sienten un elevado distrés psicológico y se mues-
«coherencia», que hace referencia a la medida en que tran preocupadas y ansiosas por su enfermedad.
la representación que elabora el paciente de su enferme-
dad le proporciona un entendimiento coherente de la
misma, es decir, si le permite entenderla. Y por último,
la dimensión «duración cíclica», que indica la percep- 36.2.1.2. Las estrategias
ción que tiene el paciente de que su enfermedad sea va- de afrontamiento: 2a fase
riable, que mejore y/o empeore. Por lo tanto la represen-
tación cognitiva de la enfermedad queda finalmente
En este modelo, tanto la representación cognitiva como
constituida por ocho dimensiones: identidad, duración,
la emocional determinan las estrategias de afrontamiento
curación, control, consecuencias, coherencia, duración
llevadas a cabo para hacer frente a la enfermedad y se
cíclica y causas.
refieren «al conjunto de respuestas comportamentales y
Diferentes estudios han puesto de manifiesto que es- cognitivas que el sujeto utiliza o pone en práctica para
tas dimensiones están relacionadas entre sí. Así, la iden- enfrentarse a una situación estresante». En la actualidad,
tidad se relaciona de forma negativa con las dimensio- existe cierto consenso en clasificar los distintos tipos de
nes curación y control, y de forma positiva con las estrategias en tres dimensiones principales centradas en
dimensiones duración y consecuencias. De este modo, la emoción vs centradas en el problema, aproximativas o
las personas que consideren que poseen muchos sínto- activas vs evitativas y comportamentales vs. cognitivas
mas de su enfermedad y por lo tanto tengan una fuerte (Lazarus y Folkman, 1984; Skinner, Edge, Altman, y
identidad con su ella, creerán que esta es incontrolable, Sherwood, 2003). Esta clasificación no es excluyente,
incurable, crónica y que tiene serias consecuencias en su sino que representa la variedad de mecanismos cogniti-
vida. También la dimensión control se relaciona de for- vos/conductuales, aproximativos/evitativos y emociona-
ma negativa con la duración de la enfermedad y con las les que constituyen el repertorio potencial de respuestas
608 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

de afrontamiento, de las que cualquiera o todas ellas síntomas de su enfermedad si considera que él tiene el
pueden ser usadas por un individuo para enfrentarse a control sobre la misma. Además, si piensa que su enfer-
un problema particular. De este modo cabe esperar una medad es controlable, es más probable que use estrate-
considerable variabilidad en las estrategias de afronta- gias cognitivas que le ayuden a reevaluar la importancia
miento usadas por los individuos en las diferentes situa- de su condición de enfermo. En esta investigación tam-
ciones y frente a distintos tipos de problemas. Así, por bién se encuentra que la dimensión identidad está aso-
ejemplo, un sujeto podría utilizar una estrategia evitativa ciada con estrategias de evitación y de expresión de
cognitiva, como distraerse contando números mental- emociones. Estas estrategias de afrontamiento, en con-
mente, para hacer frente a su problema de fobia a viajar creto la negación, se pueden considerar maladaptativa si
en un avión, o bien, una estrategia aproximativa conduc- inhibe la búsqueda de asistencia médica para su enfer-
tual de realizar simulaciones de vuelo en un centro espe- medad o implica el no cumplimiento terapéutico. Ade-
cializado. más, también podría estar asociada con la percepción de
que un afrontamiento activo de la enfermedad no sería
Como se ha señalado previamente, el Modelo de efectivo, por lo que facilitaría una situación de inde-
Sentido Común propone una relación explícita entre la fensión aprendida: «nada de lo que haga va ayudar en
representación de la enfermedad y el afrontamiento. Es- mi enfermedad». Otra de las dimensiones que presenta
te modelo considera que la representación de la enfer- relaciones con las estrategias de afrontamiento es la du-
medad actúa como un filtro y un esquema interpretativo ración. En conclusión, la dimensiones curación y con-
que guía la acción en respuesta a la amenaza que impli- trol están asociadas con estrategias de afrontamiento ac-
ca la enfermedad. Además, este modelo indica que la re- tivo, centradas en el problema y cognitivas, mientras
lación es causal, esto es, que la representación tendrá un que la percepción de graves consecuencias, cronicidad
efecto sobre la conducta de afrontamiento que estará en (duración) y una elevada sintomatología (identidad) está
función de la severidad con que perciba la enfermedad. relacionada con estrategias de evitación y negación.
Esta afirmación ha sido apoyada por estudios empíricos
tanto transversales como longitudinales. Así, por ejem-
plo, Moss-Morris y Petrie (1996) en su trabajo en el que
evaluaron la representación de la enfermedad en pacien- 36.2.1.3. La evaluación: 3a fase
tes con síndrome de fatiga crónica, encontraron que las
dimensiones curación y control se relacionaban de for-
ma significativa con estrategias de afrontamiento activo, Esta tercera fase se corresponde con los resultados de
como la búsqueda de apoyo social. Por otro lado, aque- salud, y en ella los individuos evalúan la efectividad de
llos pacientes que consideraban que su enfermedad era sus conductas de afrontamiento comparando los resulta-
grave (elevadas puntuaciones en la dimensión conse- dos obtenidos con los esperados. Este hecho se pone de
cuencias) y que tenía un curso crónico (duración) utili- manifiesto en expresiones del tipo «¿ha aliviado la
zaban más estrategias de negación. De forma similar, medicación mis síntomas?» o «¿me he sentido mejor re-
Kemp et al. (1999) encontraron en una muestra de pa- lajándome?». Los resultados en salud que obtiene el in-
cientes con epilepsia que la dimensión control sobre la dividuo pueden ser resultado del efecto directo de la re-
enfermedad estaba asociada con el uso de estrategias presentación de la enfermedad, como indirecto a través
centradas en el problema. Además, el estudio reveló que de las estrategias de afrontamiento. Con respecto a la
cuando los pacientes consideraban que su enfermedad primera opción, la literatura reciente ha puesto de mani-
era grave (consecuencias) y asociaban un elevado núme- fiesto que la representación de la enfermedad que ela-
ro de síntomas a esta (identidad) utilizaban más estrate- bore un individuo no solo guía las estrategias de afronta-
gias evitativas. miento, sino que también está relacionada con tomar la
decisión de buscar cuidados médicos, de cumplir con el
En el estudio de metanálisis de Hagger y Orbell consejo médico y de volver al trabajo, en definitiva, con
(2003), en el que se revisan 43 trabajos en los que se ha la realización de conductas de salud y la obtención de
evaluado la representación de la enfermedad en más de resultados adaptativos (Lacroix, Martin, Avendano y
23 enfermedades diferentes (diabetes, artritis, asma, in- Goldstein, 1991; Leventhal et al., 1980; 1992; Petrie,
farto de miocardio, etc.), se pone de manifiesto que la Weinman, Sharpe y Buckley, 1996). Se trata de estudios
dimensión control está relacionada con estrategias de empíricos que no apoyan que la relación entre la repre-
afrontamiento activo y de revaloración cognitiva. Según sentación de la enfermedad y los resultados en salud es-
estos autores, parece lógico pensar que un individuo lle- té mediada por las estrategias de afrontamiento y que
vará a cabo conductas de autocuidado para atenuar los han mostrado que las diferentes dimensiones de la repre-
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 609
sentación de la enfermedad están asociadas con resulta- Main, Weinman y Horne, 2005). De modo que aquellos
dos en salud independientemente del afrontamiento, y individuos que perciben que su enfermedad tiene serias
además que esta relación es más fuerte que la que esta- consecuencias y una larga duración seguirán en menor
blece el afrontamiento (Law, Kelly, Huey y Summer- medida las prescripciones terapéuticas, mientras que
bell, 2002; Moss-Morris, Petrie y Weinman, 1996; Rut- ocurre lo contrario si consideran que el tratamiento pue-
ter y Rutter, 2002; Scharloo et al., 1998). de controlar la enfermedad (curación). En el estudio de
Así, por ejemplo, Rutter y Rutter (2002), en una metanálisis de Hagger y Orbell (2003), se pone de mani-
muestra de pacientes con el síndrome del intestino irrita- fiesto que las dimensiones de la representación de la en-
ble, encuentran que cuanto más fuerte es la identidad fermedad que con más frecuencia se han asociado con
del paciente con su enfermedad (enumera un gran núme- resultados en salud son la identidad, duración, conse-
ro de síntomas), peor satisfacción presentan con su esta- cuencias y control/curación. Así, se encuentra que re-
do de salud. Además, aquellos que consideraban que su sultados en salud adaptativos, como mejor ajuste y fun-
enfermedad estaba causada por factores emocionales cionamiento físico y psicológico, están relacionados de
(causa) y que tenía serias consecuencias en sus vidas forma negativa con una duración crónica de la enferme-
también presentaban altos niveles de ansiedad y depre- dad, con serias consecuencias y con una fuerte identidad
sión. Los que percibían que tenían escaso control perso- con ella, mientras que están asociados de forma positiva
nal sobre su enfermedad también presentaban altos nive- con las dimensiones control personal y curación
les de depresión, baja calidad de vida y satisfacción con De todos estos trabajos, cabe resaltar que, aunque no
su estado de salud. A similares resultados llegan Heij- se dispone de resultados que relacionen específicamente
mans y Ridder (1998), Scharloo et al. (1998) y Skinner la representación de la enfermedad con salud en pacien-
y Hampson (1998), quienes muestran que aquellos indi- tes con un TCA, resulta de gran interés en nuestro es-
viduos con distintas enfermedades crónicas (reumatitis, tudio evaluar si en estas pacientes se confirman estas
psoriasis, dolor crónico, diabetes, etc.) que perciben que relaciones encontradas en otras muestras de pacientes
su enfermedad tiene serias consecuencias y tienen una crónicos. Es así que, para finalizar, y en función de todo
elevada identidad con ella presentan pobres resultados lo expuesto, lo que se plantea en este trabajo como obje-
en ajuste social y físico, y mayores niveles de ansiedad to de estudio es evaluar la representación de la enferme-
y depresión. Otro resultado con el que se han relaciona- dad y las estrategias de afrontamiento en un grupo de
do las dimensiones curación y consecuencias y duración mujeres con un trastorno alimentario e identificar el tipo
de la representación de la enfermedad es la adherencia de relaciones que establecen dichas variables entre sí y
al tratamiento. Diferentes trabajos han puesto de mani- respecto de sus respuestas emocionales y adaptativas en
fiesto cómo las dimensiones consecuencias y duración se salud siguiendo el Modelo de Sentido Común de Le-
relacionan en sentido negativo con la adherencia, mien- venthal.
tras que la curación lo hace en sentido positivo (Adams A continuación se presentan los resultados del estu-
y Scott, 2000; Loaban, Barrowdough y Jones, 2003; dio empírico.

36.3
Estudio empírico

36.3.1. Participantes les explicaba brevemente el objetivo de nuestro estudio


y se solicitaba su participación de forma voluntaria en
Participaron un total de 98 mujeres con un TCA que es- este trabajo. Tras su aceptación, la paciente era remitida
taban siendo atendidas en la Unidad de Trastornos Ali- para la realización de la entrevista, que en la mayoría de
mentarios (UTA) del Hospital Universitario de San Juan ocasiones se llevaba a cabo ese mismo día o bien coin-
(Alicante) en régimen ambulatorio. La evaluación de es- cidía con alguno de los días en los que debía acudir de
tas pacientes se realizó durante su tratamiento. En su nuevo a consulta. La entrevista tenía lugar en una estan-
consulta con el psiquiatra o la psicóloga de la unidad se cia ubicada en la misma planta que la UTA. Antes de
610 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

iniciar la entrevista nos presentábamos y continuábamos mato. La suma de «síes» en esta última pregunta consti-
explicando con mayor detalle el objetivo de nuestro tra- tuye la puntuación en la subescala identidad.
bajo, cómo se iba a realizar la evaluación, y se le daban La siguiente subescala está constituida por 24 ítems
instrucciones para la cumplimentación de la bateria de que definen 6 dimensiones: duración (creencia que tiene
cuestionarios. Seguidamente se le ofrecía la opción de el sujeto sobre el curso de su enfermedad y su dura-
preguntar cualquier duda sobre los objetivos del trabajo, ción), consecuencias (hace referencia al impacto produ-
así como de las pruebas a completar. También se le in- cido por la enfermedades, la calidad de vida del paciente
formaba de la total confidencialidad de sus respuestas. o en su capacidad funcional, es decir, a los resultados y
La entrevista duraba alrededor de 35 minutos. Del total secuelas), curación (creencias que tiene el sujeto sobre
de 100 pacientes remitidas por el psiquiatra y la psicólo- la efectividad del tratamiento), duración cíclica (percep-
ga de la unidad, 98 completaron la entrevista, mientras ción que tiene el individuo de que su enfermedad es
que dos la abandonaron antes de finalizarla. variable, que mejora y empeora) control (indican la per-
En el momento de la evaluación, la mayoría de estas cepción de control que el paciente tiene sobre su enfer-
pacientes estaban diagnosticadas de anorexia nerviosa medad) y representación emocional (respuestas emocio-
(N % 60) y el resto de bulimia (N % 27) y de un TCA nales que puede evocar la enfermedad). Se responde con
no especificado (N % 11) según los criterios del DSM- una escala tipo Likert de 5 puntos: totalmente en desa-
IV. La edad estaba comprendida entre los 12 y los 34 cuerdo, en desacuerdo, indiferente, de acuerdo y total-
años (media % 20,8, dt % 5,61) y con un nivel educativo mente de acuerdo
en el que el 33,7% habían cursado la ESO y el 31,6% Con respecto a la subescala causa, la adaptación al
tenía estudios universitarios. Sólo el 4,1% tenía estudios castellano para los TCA consta de cuatro factores: factor
primarios y el resto estudios medios. Respecto a su esta- psicológico (cuatro ítems que se refieren a diferentes
do civil, el 90,8% eran solteras, solo un 6,1% estaban causas de índole psicológica: personalidad, actitud men-
casadas, y en cuanto a su situación laboral, el 29,6% tra- tal, etc.), factor específico TCA (siete ítems que in-
bajaba, mientras que el 70,4% estaba desempleada. El cluyen causas específicas que la literatura ha señalado
curso del trastorno oscilaba entre un mes y 20 años en estos trastornos: influencia medios comunicación,
(media % 45,58 meses, dt % 45,52) y el tiempo medio presión de los iguales, llamar la atención, etc.), factor
que recibían tratamiento era de 16,85 meses (dt%17,69). riesgo (incluye seis ítems que hacen referencia a dife-
rentes circunstancias que pueden implicar un riesgo para
desarrollar una enfermedad: exceso trabajo, fumar, alco-
36.3.2. Instrumentos hol, etc.) y factor «otros externos» (cuatro ítems que se
reflejan otras causas que el individuo puede considerar
Adaptación española del cuestionario de percepción que están fuera de su control: mala suerte, un germen o
de la enfermedad revisado (IPQ-R) para los TA (Qui- virus, etc.) Esta subescala está compuesta por 21 ítems
les, Terol, Tirado y Meléndez, 2007) (Moss-Morris et que también se responden en una escala tipo Likert de
al., 2002). El IPQ-R consta de tres subescalas; en nues- 5 puntos: totalmente en desacuerdo, en desacuerdo, in-
tra versión adaptada al castellano y en la subescala iden- diferente, de acuerdo y totalmente de acuerdo. Este
tidad, siguiendo las recomendaciones de otros autores de cuestionario ha sido adaptado a muestra española de
incluir en esta subescala ítems más específicos para cada hipertensos (Beléndez, Bermejo y García, 2005) y en
grupo de pacientes (Theunissen, de Ridder, Bensing y pacientes con un TCA mostrando adecuados índices
Rutten, 2003), añadimos dos síntomas más, que son ca- de consistencia interna en las diferentes subescalas
racterísticos en estos trastornos, como son: alteraciones (a % 0,6 a a % 0,8).
en la menstruación y piel seca y áspera. Por lo que esta Cuestionario de estrategias de afrontamiento
subescala quedó finalmente compuesta por 16 síntomas. (CEA) (Rodríguez-Marín, Terol, López-Roig y Pastor,
En cuanto al formato de respuesta en esta subsecala, pri- 1992). El cuestionario original consta de 50 ítems; en
mero se pregunta al individuo si ha experimentado estos nuestro trabajo hemos utilizado una versión reducida
síntomas desde que padece la enfermedad, utilizando un que está compuesta por 30 ítems, con un índice de con-
formato de respuesta dicotómica sí/no (la suma de sistencia interna igual a 0,73, y que ha sido utilizada en
«síes» constituye una puntuación de somatización). Des- otras poblaciones con enfermedades crónicas (Neipp,
pués, en aquellos síntomas que hayan señalado que sí, se 2005; Terol, 1999). Este cuestionario presenta una esca-
les pregunta si «creen que esos síntomas están relaciona- la de respuesta tipo Likert de 5 puntos, donde 1 % nunca
dos con la enfermedad», contestando en el mismo for- y 5 % casi siempre. Evalúa 11 estrategias de afronta-
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 611
miento: búsqueda de apoyo social, búsqueda de solucio- instrumento fue diseñado para ser aplicado en ámbitos
nes, expresión emocional, religiosidad, pensamiento de clínicos y concretamente en población enferma. Evalúa
deseo, resignación, culpación de otros, pensamientos el estado emocional referido a un periodo concreto y
positivos, contabilizar ventajas, autoculpación y escape. consta de dos subescalas; una de ansiedad y otra de de-
Las pacientes responden según la frecuencia con que presión. Está compuesta por 14 ítems, siete para cada
usan determinadas estrategias para hacer frente a la en- subescala, y con un formato de respuesta tipo Likert de
fermedad. Puntuaciones altas significan mayor frecuen- 4 puntos. Cuánto más elevada sea la puntuación de cada
cia de uso de la estrategia en cuestión y son obtenidas a paciente en las respectivas subescalas tendrá mayores
partir de la suma de las puntuaciones directas de cada niveles de ansiedad y depresión. Esta escala ha mostra-
una de las acciones específicas de afrontamiento que do adecuados índices de consistencia interna que oscilan
componen cada estrategia o factor. A su vez, estas estra- desde 0,68 a 0,93 para la subescala de ansiedad y de
tegias se pueden clasificar en las dimensiones de afron- 0,67 a 0,90 para la de depresión (Bjelland, Dahl, Tangen
tamiento evitativas vs aproximativas y centrado en el y Neckelmann, 2002).
problema vs centrado en la emoción.
Cuestionario de condición física. Junto con el equi-
po médico de la UTA se elaboró un cuestionario en el 36.3.3. Análisis
que se recogió un listado de los principales síntomas fí-
sicos que se experimentan como consecuencia de los Tratamos estadísticamente los datos con el paquete esta-
trastornos de la alimentación: sensación de frío, dismi- dístico SPSS (versión 12.0) y el programa LISREL 8 de
nución de pulsaciones cardíacas, palpitaciones (taqui- Jóreskog y Sörbom (1993) para el análisis de ecuaciones
cardias), mareos, piel seca o áspera, pelo quebradizo y/ estructurales. Los análisis que realizamos fueron los si-
o caída de pelo, aparición de vello fino y largo en la es- guientes:
palda, mejillas y/o brazos, ausencia de la menstruación,
estreñimiento, digestión lenta y pesada, cansancio, dolo- Datos descriptivos de las variables utilizadas en el
res abdominales, diarreas, debilidad, vómitos de sangre, estudio: hallamos las frecuencias y descriptivos de la
erosión esmalte dental, daños en las encías o en el pala- muestra y de cada una de las variables (medias, valores
dar, trastornos en la menstruación, úlceras y calambres máximos y mínimos, rangos y desviaciones típicas).
en las piernas. La respuesta se marcaba en una escala Análisis de relaciones entre variables, aplicamos la
tipo Likert de 5 puntos, donde 1 % nunca y 5 % casi correlación producto-momento de Pearson.
siempre. De modo, que cuanto más elevada sea la pun-
tuación de una paciente en esta subescala tendrá más Análisis de las relaciones causales mediante ecua-
consecuencias y peor condición física. La consistencia ciones estructurales lineales con variables observadas.
interna de esta escala es 0,83. Como input para el análisis de los datos se utilizó la ma-
triz de covarianza. Se realizan análisis tanto analíticos
Cuestionario de ajuste psicosocial, Psychosocial (constatan las relaciones causales entre las diferentes va-
adjustment to illness scale (PAIS) (Derogatis, 1977, riables o constructos) como globales (evalúa el grado de
1986) (López-Roig et al., 1999). Consta de 46 ítems con ajuste de la causalidad global propuesta). Se utilizaron
una escala de respuesta tipo Likert de 4 puntos, desde los índices de ajuste global (RMSEA, GFI, AGFI), com-
0 % ningún problema y 4 % muchas dificultades. Evalúa parativo (CFI, NFI) y de parsimonia (PGFI, PNFI).
el deterioro o el impacto en siete áreas psicosociales:
actitud hacia el cuidado de la salud, ámbito profesional/
académico, ámbito doméstico, relaciones sexuales (se
administró sólo en pacientes mayores de 16 años), rela- 36.3.4. Resultados
ciones familiares, entorno social y distrés psicológico.
El país permite obtener una puntuación global de adap-
tación psicosocial sumando las puntuaciones de cada su- 36.3.4.1. Representación
bescala. Cuanto más elevada sea la puntuación de un in- de la enfermedad
dividuo peor será su adaptación psicosocial. En la
versión española, la consistencia interna de estas subes- Identidad
calas está entre 0,70 a 0,90 (Neipp, 2005). Con respecto a la identidad, todos los síntomas listados
Escala de ansiedad y depresión hospitalaria (HAD) fueron señalados por todas las pacientes con un TCA.
(López-Roig et al., 2000; Zigmond y Snaith, 1983). Este La media de síntomas mencionados fue 7,98. Los sínto-
612 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 36.1. Puntuaciones medias e intercorrelaciones de las subescalas IPQ-R.


Media/DT
Dimensión
Rango/Pto. 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11
representación
medio
1. Identidad 7,98 (3,38) 1 0,12 0,16 0,02 0,19 0,20* 0,28* 0,09 0,25* 0,25* .0,03
0-16 (8)
2. Duración 9,92 (3,48) 1 .0,22* .0,36** 0,27** 0,21* 0,36** 0,15 0,24* 0,29** 0,12
3-15 (9)
3. Control 20,73 (3,07) 1 0,47** 0,11 .0,13 .0,12 .0,03 0,10 0,06 .0,25*
5-25 (15)
4. Curación 19,08 (3,68) 1 0,07 .0,20* .0,08 .0,00 0,04 .0,03 .0,15
5-25 (15)
5. Consecuen- 11,36 (2,49) 1 0,02 0,25* 0,09 0,10 0,15 0,02
cias 3-15 (9)
6. Duración 9,33 (2,91) 1 0,18 0,10 0,25* 0,19 0,05
Cíclica 3-15 (9)
7. Rep. 18,82 (4,18) 1 0,03 0,31** 0,38** 0,16
Emocional 5-25 (15)
8. F. Riesgo 9,58 (3,74) 1 0,10 0,24* 0,37**
6-30 (18)
9. F. Específico 22,44 (6,29) 1 0,21* 0,22*
TCA 7-35 (21)
10. F. 15,57 (3,43) 1 0,18
Psicológico 4-20 (12)
11. F. otros 6,12 (2,66) 1
externo 4-20 (12)
* p a 0,05; ** p a 0,01.

mas más indicados por estas pacientes fueron la «pérdi- Las causas a las que con más frecuencia atribuían su en-
da de peso» (89,8%), «alteraciones en la menstruación» fermedad (las participantes estaban de acuerdo o total-
(81,6%) y «molestias en el estómago» (72,4%), mientras mente de acuerdo, media del ítem b 3) fueron «mi pro-
que los síntomas menos mencionados fueron «respira- pia conducta» (86,7%), seguida de «mi baja
ción ruidosa» (6,1%), «molestias en los ojos» (12,2%) y autoestima» (85,7%), «mi estado emocional» (79,6%),
«articulaciones rígidas» (23,5%). «mi actitud mental» (77,5%) y la «necesidad de ser
perfecta» (71,4%), mientras que las causas menos seña-
ladas pertenecían al factor otros externos y al factor
Duración, control, curación,
riesgo; «un germen o virus» (3,1%), «hereditario»
consecuencias, duración cíclica (9,1%), «contaminación del ambiente» (9,2%) y «enve-
y representación emocional jecer» (16,2%).
Como se puede observar en la Tabla 36.1 las pacientes
con un TCA consideran que su enfermedad es crónica
(duración) y tiene graves consecuencias, así como hace
que se sientan disgustadas, deprimidas y ansiosas (repre- 36.3.4.2. Relación entre las
sentación emocional). No obstante, también consideran dimensiones de la
que tienen control sobre la misma y que siguiendo un representación
tratamiento es posible su recuperación (curación).
de la enfermedad
Causas
Los análisis de correlación mostraron como la percep-
Las causas más mencionadas por estas pacientes perte- ción de que el trastorno iba a durar mucho tiempo (du-
necían al factor psicológico y al específico de los TCA. ración) se relacionó con las creencias de que el trastorno
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 613
tenía serias consecuencias y era más difícil su curación.
El control y la curación se relacionaron de forma positi- 36.3.4.4. Representación de la
va entre sí. Por su parte, un mayor impacto emocional enfermedad, afrontamiento
(representación emocional) mostró relaciones positivas y ajuste
con las dimensiones identidad, duración y consecuen-
cias, así como con el «factor específico de los TCA» y Mediante ecuaciones estructurales se analizó si la rela-
el «factor psicológico» de la dimensión causa. ción entre la representación de la enfermedad y el ajuste
estaba mediada por las estrategias de afrontamiento. Pa-
Si atendemos a la dimensión causa, el «factor espe- ra la realización de los análisis, se seleccionaron aque-
cífico del TCA» y el «factor psicológico» establecieron llas dimensiones de la representación de la enfermedad
relaciones significativas de signo positivo con las di- que la literatura ha mostrado con más frecuencia rela-
mensiones identidad, duración y representación emocio- ciones con las estrategias de afrontamiento y resultados
nal. Por su parte, la atribución del trastorno a causas del en salud, eliminándose de este modo la dimensión causa
«factor otros externos» se relacionó con una menor y la duración cíclica (Hagger y Orbell, 2003; Law et al.,
creencia de control. Además, los distintos factores de 2002; Moss-Morris et al., 1996; Rutter y Rutter, 2002;
esta dimensión presentaron relaciones positivas entre sí Scharloo et al., 1998). Con respecto a las estrategias de
(Tabla 36.1). afrontamiento, utilizamos la clasificación de evitativas y
aproximativas. En cuanto al ajuste, se consideró la res-
puesta emocional (ansiedad/depresión), la condición fí-
sica y una puntuación global de adaptación.

36.3.4.3. Estrategias Resultados nivel global


Los resultados de los índices de ajuste general se acer-
de afrontamiento can a un ajuste razonable del modelo. Los índices GFI y
AGFI obtuvieron un valor de 0,89 y 0,81, respectiva-
Las pacientes con un TCA utilizan con más frecuen- mente, y el RMSEA de 0,08. Por su parte, los índices
cia los pensamientos desiderativos (media % 80,22, CFI (0,91) y NFI (0,82) indican que el ajuste comparati-
dt % 20,22), la autoculpa (media % 72,70, dt % 21,48), la vo es adecuado. Por último, los dos índices de parsimo-
nia se sitúan dentro del rango óptimo de interpretación
expresión emocional (media % 64,20, dt % 14,61), y la
(PGFI % 0,51 y PNFI % 0,56).
contabilización de ventajas (media % 59,43, dt % 30,88),
mientras que usan con menor frecuencia la religiosidad Resultados nivel analítico
(media%26,78, dt%25,51), la resignación (media%35,58,
dt % 25,34), la culpación de otros (media % 39,03, En la Figura 36.2 se representan las relaciones significa-
dt % 24,49), el escape (media % 39.37, dt % 20,36), y tivas entre las variables observadas en el modelo pro-
los pensamientos positivos (media % 43,36, dt % 22,79). puesto. Como se puede observar, la dimensión duración
Solo se encontraron diferencias significativas entre tiene una relación directa negativa con el uso de estrate-
anoréxicas y bulímicas en cuanto al escape, resultando gias aproximativas, y la representación emocional en
positivo con las evitativas. Son las distintas dimensiones
que las bulímicas lo utilizaban con más frecuencia
de la representación de la enfermedad, y no las estrate-
(t %.2,40, p a 0,05).
gias de afrontamiento las que tienen un efecto directo
sobre el ajuste. Es así que el 54% de la varianza de la
En un segundo análisis, en el que se agruparon las adaptación queda explicada por el efecto directo de la
estrategias de afrontamiento en afrontamiento global identidad y la depresión. Con respecto a la condición fí-
aproximativo y evitativo, o bien, centrado en el proble- sica, el 36% de la varianza de los síntomas físicos viene
ma vs en la emoción no se encontraron diferencias signi- explicado por el efecto directo de la identidad, la repre-
ficativas en el grupo de TCA. No obstante, cuando se sentación emocional y la ansiedad. Y por último, y en
compararon anoréxicas frente bulímicas, los resultados referencia a la respuesta emocional, el 19% de la depre-
mostraron que estas últimas presentaban puntuaciones sión es explicada por el efecto directo de la representa-
medias significativamente superiores en el uso de estra- ción emocional y el 26% de la varianza de la ansiedad
tegias evitativas y centradas en la emoción (t %.2,51, por el efecto directo de la identidad, el control y la re-
p a 0,05; t %.1,99, p a 0,05). presentación emocional.
614 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 36.2. Coeficientes estandarizados.

36.4
Discusión
A continuación se comentan los resultados en el siguien- DSM-IV-R para el diagnóstico de estos trastornos y con
te orden: en primer lugar, consideraremos los resultados las complicaciones físicas que conllevan, lo que sugiere
descriptivos de las diferentes dimensiones de la repre- que la representación cognitiva de estas pacientes se
sentación de la enfermedad. En segundo lugar, nos cen- ajusta de un modo coherente al curso de su trastorno y
traremos en la descripción de las estrategias de afronta- proceso de enfermedad. Sin embargo, sí percibían que
miento que utilizan estas pacientes. Y para finalizar, se tenía graves consecuencias y que su curso era crónico
incluye la discusión de los resultados de las ecuaciones (duración). Además, consideraban que ellas mismas te-
estructurales en las que se comprueba el Modelo del nían un elevado control sobre su trastorno y que si se-
Sentido Común en nuestra muestra de estudio. guían un tratamiento podían recuperarse (curación). Es-
tos últimos resultados podrían explicarse si se considera
la situación terapéutica de las pacientes. En nuestro ca-
so, acudían a unidad especializada del hospital y este ti-
36.4.1. Representación po de atención puede crear un sentido de mayor control
de la enfermedad sobre el curso de la enfermedad y de expectativas de cu-
ración, como parte de las atribuciones de las pacientes al
Con respecto a la representación cognitiva que las pa- marco hospitalario. Pero además, en este régimen de
cientes con un TCA tienen de su enfermedad, no mos- atención especializada, un elevado porcentaje de nues-
traron una elevada identidad con ella, correspondiéndose tras pacientes recibía tratamiento psicológico cognitivo-
los síntomas más mencionados con los criterios del conductual, donde una de las piedras angulares (además
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 615
de la rehabilitación nutricional) es hacerles conscientes
de que pueden influir en su enfermedad, que son ellas 36.4.2. Estrategias de afrontamiento
las que tienen el control de la misma. El tratamiento en
los TCA trata de transmitir y promover el autocontrol en En cuanto a las estrategias de afrontamiento, las pacien-
estas pacientes, así como la adquisición de responsabili- tes con un TCA utilizan de igual modo tanto estrategias
dades para el cambio. evitativas y aproximativas como centradas en el proble-
ma y en la emoción. Este patrón de afrontamiento es co-
Entre las causas señaladas con más frecuencia por el mún al que se presenta en otras enfermedades crónicas,
grupo de pacientes con un TCA como desencadenantes en las que la larga evolución y fluctuaciones en su pro-
de estos trastornos destacan «la baja autoestima», «la ceso, suele provocar cambios en el uso de una u otra es-
propia conducta», «la actitud mental», «estados emocio- trategia de afrontamiento para responder a las carac-
nales» y la «necesidad de ser perfecta». Todas ellas han terísticas diferentes de la situación y/o de la fase de la
sido señaladas en la literatura como factores que pueden enfermedad en la que se encuentren (Dunkel-Schetter,
predisponer al desarrollo de un TCA y están incluidas Feinstein, Taylor y Falke, 1992; Neipp, 2005; Terol,
dentro del «factor psicológico» y «factor específico del 1999). Además, el afrontamiento es un proceso cam-
TCA» del cuestionario (Schmidt, Troop y Treasure, biante y dinámico en el tiempo, donde el individuo rea-
1999; Tozzi, Sullivan, Fear, McKenzie y Bulik, 2003). liza esfuerzos, respuestas cognitivas y conductuales, en
En este sentido, si la paciente considera que el TCA de- función de las evoluciones que hace, tanto de la amena-
pende de su «propia conducta, su actitud mental o su ba- za como de los recursos de que dispone para manejarla
ja autoestima», estaría atribuyendo a sí misma la causa (Lazarus, 1981; Lazarus y Folkman, 1984).
del problema sin atender a otros factores externos que
también los causan. Coherentemente con una mayor ten- En cuanto a las diferencias entre anoréxicas y bulí-
dencia a atribuir a causas personales el TCA, también micas, estas últimas utilizaban con más frecuencia el es-
mencionan con baja frecuencia causas como un «ger- cape, así como estrategias evitativas y centradas en la
men o virus» o la «contaminación del ambiente» que emoción. Con respecto al escape, relacionado con con-
forman parte del factor «otros externos». Al hilo de es- ductas como «comer, beber, fumar, discutir más de lo
tos resultados, recordamos las elevadas puntuaciones habitual, o negarse a tomarse la enfermedad demasiado
que han obtenido estas pacientes en la dimensión con- en serio» es más característico de la paciente bulímica
trol, lo que resulta coherente con las atribuciones inter- que con sus conductas compulsivas de atracón/purga eli-
nas que realizan y también con las relaciones negativas mina temporalmente sentimientos no deseados o escapa
que ha mostrado esta dimensión con el factor «otros ex- de ellos, y este alivio refuerza la conducta incrementan-
ternos». La literatura coincide con el resultado encontra- do su frecuencia (Calvo, 2002). Incluso se ha llegado a
do, explicando que las atribuciones a causas externas se- considerar los síntomas propios del trastorno (vómitos,
rían más características de una menor percepción de restricción alimentaria) como estrategias de afronta-
control y también de sentimientos de desesperanza y miento en sí mismas, ya que estas conductas se realizan
pensamientos de no poder recuperarse, lo que a su vez para disminuir el nivel de tensión que se produce en este
podría estar ligado a la no responsabilidad por tener que trastorno (Troop, 1997; 1998). Para algunos autores esta
hacer algo para mejorar (Rutter y Rutter, 2002). En este forma de afrontamiento «evitador», más característico
sentido, en nuestro grupo de pacientes existe una per- de las bulímicas, puede deberse a la poca confianza que
cepción de control elevada y la atribución de las causas tienen estas pacientes en su capacidad de resolver pro-
del problema son personales, por lo que podríamos espe- blemas. Con respecto al afrontamiento centrado en la
rar que este patrón motivara el afrontamiento y el mane- emoción, también más frecuente en estas pacientes, se
jo de la enfermedad. Sin embargo, y aunque esto fuera considera que es más característico cuando no se posee
así, como señala Rutter (2002), ser responsable de lo información precisa y adecuada sobre el problema (Ro-
que a uno mismo le ocurre también produce más distrés. dríguez-Marín, 1993; 1995). Esto es algo que puede
De hecho, en nuestro trabajo, la atribución del trastorno ocurrir en estas pacientes bulímicas, cuando el perfec-
a causas internas del «factor psicológico» también se re- cionismo que las caracteriza y la rigidez mental que pre-
lacionó positivamente con estar más disgustada, preocu- sentan, impide el procesamiento de la información rele-
pada y asustada por el trastorno (representación emo- vante del acontecimiento estresante y que es útil para
cional). resolver el problema (definición del problema, genera-
616 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ción de alternativas y tras su evaluación su puesta en bos casos. En cuanto a la relación que se propone en es-
marcha). Esta falta de «capacidad» para identificar la in- te modelo, donde la respuesta emocional influye en la
formación importante dificulta la búsqueda y puesta en adaptación psicosocial y condición física, de modo que
marcha de estrategias activas y centradas en el proble- la primera influye sobre los segundos, los resultados de
ma. Además, estas estrategias activas lo que requieren nuestro estudio confirman esta relación.
es un acercamiento a la situación, algo que la paciente Con respecto al patrón de la adaptación psicosocial
no desea, sobre todo cuando no tienen recursos o no sugerido por nuestros resultados, estaría determinado
confía en poder resolver la situación eficazmente (Bit- por el efecto directo de la identidad y la depresión. Ade-
tinger y Smith, 2003; Christiano y Mizes, 1997; Lazarus más, dicha adaptación psicosocial es el resultado de sa-
y Folkman, 1984; Ridder y Schreurs, 1996; Rodríguez- lud mejor explicado por el modelo, siendo el porcentaje
Marín, 1995). (54%) muy superior a los habituales. Así, podemos decir
que es esperable en los TCA que las pacientes que aso-
cien un mayor número de síntomas al trastorno (identi-
dad) y presenten un estado de ánimo deprimido, dismi-
36.4.3. El Modelo del Sentido nuyan sus actividades en distintos ámbitos (social,
Común en pacientes con familiar, laboral, etc.). En cuanto a la condición física,
el 36% de su varianza está explicada por el efecto direc-
un TCA to de la depresión y la ansiedad, así como de la cura-
ción y la representación emocional. Estos resultados su-
En cuanto a los análisis que tratan de relacionar repre-
gieren que un estado de ánimo deprimido junto con la
sentación de la enfermedad, afrontamiento y ajuste si-
presencia de un problema de ansiedad coexisten con una
guiendo el Modelo de Sentido Común, los índices de
mayor percepción de síntomas físicos. En cuanto a la
ajuste fueron aceptables y confirmaron el efecto directo
respuesta emocional, como resultado de salud en los
de la representación de la enfermedad sobre los resulta-
TCA, y en el caso de la ansiedad, el 26% de su varian-
dos en salud. Sin embargo, el papel mediador del afron- za, está explicada por el efecto directo de la identidad,
tamiento no se confirmó, obteniéndose valores no signi- el control y la representación emocional de la enferme-
ficativos. De modo que en este trabajo se muestra que el dad. Podemos considerar que, en las pacientes con un
papel prometedor del afrontamiento en la enfermedad TCA que más síntomas asocien a su enfermedad, menos
crónica contrasta con la escasez de resultados con- crean que pueden controlarla y más emociones displa-
cluyentes, como ocurre en otras investigaciones realiza- centeras sientan, la ansiedad se manifestará de forma
das. Así, De Ridder y Schreurs (1996), en su estudio de más intensa. Este resultado confirma trabajos previos
revisión de la influencia de las estrategias de afronta- donde la incontrolabilidad también se relaciona con el
miento en el bienestar del individuo en una variedad de aumento de la ansiedad (Andrykowski y Brady, 1994;
enfermedades (cáncer, artritis, diabetes, asma, proble- Grassi y Rosti, 1996). En cuanto a la depresión, el 19%
mas coronarios, etc.), ponen de manifiesto que las estra- de su varianza queda explicada por el efecto directo de
tegias de afrontamiento no explican más del 5% en la la curación y también de la representación emocional.
varianza del bienestar evaluado a través de diferentes Que la representación emocional influya sobre la depre-
parámetros (depresión, ansiedad, cumplimiento, incapa- sión parece razonable, ya que su evaluación contiene
cidad, etc.). Sin embargo, el efecto directo de la repre- ítems acerca de si la paciente se siente deprimida o dis-
sentación de la enfermedad sobre la salud se muestra en gustada con su trastorno. La creencia de que siguiendo
las relaciones que se establecen en el modelo, así, y con un tratamiento puede recuperarse también influye en la
respecto a la representación cognitiva, fueron las dimen- depresión (curación). De modo que la creencia de que
siones curación, identidad y control las que mostraron no es posible la recuperación con un tratamiento intensi-
efectos significativos sobre la depresión, la ansiedad y la fica un estado de ánimo deprimido, y como hemos visto
adaptación. Por su parte, la representación emocional anteriormente, este estado deprimido provoca a su vez
también presentó efectos directos sobre la respuesta una disminución de actividades sociales y peor condi-
emocional, tanto en la ansiedad como en la depresión, y ción física, resultando en una valoración negativa del
sobre la condición física, en un sentido negativo en am- funcionamiento social y físico.
Capítulo 36. EL MODELO DEL SENTIDO COMÚN... 617

36.5
Conclusión
A la vista de los resultados, exponemos las necesidades resultados también apoyan la necesidad de intervenir so-
de intervención que sugieren y, en segundo lugar, nues- bre la respuesta emocional de estas pacientes para mejo-
tras propuestas para futuras investigaciones con el mo- rar notablemente su funcionamiento psicosocial.
delo. Con respecto al primer punto, podríamos afirmar Con respecto a nuestras propuestas para futuras in-
que la percepción de control y curación son factores de vestigaciones sobre el Modelo de Sentido Común, consi-
buen pronóstico en los TCA, mientras que la identidad y deramos que la falta de resultados entre el afrontamiento
una elevada representación emocional lo serían en senti- y la salud apoya la necesidad de reflexionar acerca de la
do contrario, dada sus relaciones directas sobre el ajuste metodología empleada para evaluar el papel del afronta-
en estas pacientes. De este modo, la intervención psico- miento en la enfermedad. En este sentido, proponemos
lógica tendría como objetivo trabajar estas creencias en la realización de futuras investigaciones longitudinales
estas pacientes, resultando necesario que consideren que que permitan evaluar el proceso dinámico del afronta-
su salud es contingente a sus comportamientos y ade- miento y proporcionen información sobre la causalidad.
más, que se sientan capaces de realizar las conductas Además, este tipo de investigación también hubiera per-
adecuadas para ejercer control sobre su salud. Así, como mitido analizar la «valoración», correspondiente a la ter-
resultaría de suma importancia trabajar la creencia de cera fase del Modelo de Sentido Común, y así, haber
«curación» con el fin de mejorar su estado de ánimo. obtenido información sobre la evaluación que el indivi-
Estas expectativas positivas sobre el resultado de su tra- duo realiza de la efectividad de sus conductas de afron-
tamiento podrían conseguirse a través de una relación tamiento comparándolas con los resultados esperados,
terapeuta-paciente satisfactoria, basada en una buena co- con el fin de poder conocer el continuo feedback entre
municación y encaminada a mejorar el grado de com- las tres fases que componen el modelo: representación,
prensión de la paciente acerca de su problema y de los afrontamiento y evaluación. Otra de las limitaciones que
objetivos del tratamiento, así como contando con su co- presenta este trabajo es el número de sujetos con el que
laboración para el diseño del mismo. Con respecto a los se han realizado los análisis, que recomiendan un tama-
síntomas que estas pacientes relacionan con su trastorno, ño muestral mayor. No obstante, y a pesar de las limita-
sería necesario racionalizarlos, tratando de que estas pa- ciones señaladas, estos resultados implican un útil punto
cientes no identifiquen aquellos que no están relacio- de partida de la aplicación del Modelo de Sentido Co-
nados directamente con su problema. Además, nuestros mún en pacientes con un TCA.

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622 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

37.1
Introducción
Numerosas investigaciones tanto a nivel nacional como chos tanto con su vida como con el sexo (Barrientos y
internacional se han ocupado del estudio de la satisfac- Páez, 2006; Diener, Oishi y Lucas, 2003)—. Por ejem-
ción sexual (véase, por ejemplo, Dunn, Croft y Hackett, plo, tres cuartas partes de la población general occiden-
2000; Haavio-Manila y Kontula, 1994, 1997; Kleinc- tal afirman estar muy o bastante satisfechas (Dunn,
seck, 1996; Laumann, Gagnon, Michael y Michaels, Croft y Hackett, 2000).
1994; Laumann, Paik, Glasser, Kang, Wang, Levinson,
En segundo lugar, tanto la satisfacción sexual como
Moreira, Nicolosi y Gingell, 2006; Ojanlatva, Helenius,
la satisfacción con la vida están asociadas a una serie de
Rautava, Ahvenainen y Koskenvuo, 2003; Parish, Luo,
variables sociodemográficas. En este sentido, la satisfac-
Stolzenberg, Laumann, Farrer y Pan, 2007; Valdés, Be-
ción con la vida muestra una relación positiva, aunque
navente y Gysling, 1999; Ventegodt, 1998; Yela, 2000).
débil, con el alto nivel socioeconómico y educativo, y
Lawrance y Byers (1995) la definen como «una respues-
una asociación confusa con la edad y el género (Diener,
ta afectiva que surge de una evaluación subjetiva de la
Oishi y Lucas, 2003). Relaciones similares se encuen-
persona sobre las dimensiones positivas y negativas aso-
tran con respecto a la satisfacción sexual. La satisfac-
ciadas con la propia relación sexual». No obstante, en
ción sexual es marcadamente superior en personas con
esta investigación la satisfacción sexual ha sido concebi-
un estatus social y educativo alto, y particularmente en-
da en la línea de Haavio-Manila y Kontula (1997), quie-
tre las personas de mediana edad —esto último proba-
nes identifican en esta tanto un componente físico como
blemente es debido a que son estas personas las que sue-
un componente afectivo/emocional. La satisfacción se-
len tener relaciones más estables y presentan una mayor
xual física hace referencia a la satisfacción con respecto
frecuencia de relaciones coitales (Barrientos y Páez,
a la última relación sexual, mientras que la satisfacción
2006; Lauman et al., 1994)—. Además, la mayor cali-
sexual emocional se relaciona con la felicidad asociada
dad de vida relacionada con el mayor estatus social y
a la persona con quien se mantiene la actividad sexual.
educativo también estaría probablemente explicando la
La satisfacción sexual es así considerada como un baró-
alta satisfacción sexual en estos grupos.
metro de la calidad de las relaciones de pareja (Kleinc-
seck, 1996; Valdés, Benavente y Gysling, 1999) y está A pesar de que en general la satisfacción con la vida
habitualmente relacionada con la satisfacción con la vi- no está firmemente relacionada con la edad, algunos es-
da, el bienestar general y la calidad de vida (Arrington, tudios encuentran que la satisfacción con la vida sexual
Cofrancesco y Wu, 2004; Edwards y Booth, 1999; Haa- decrece con la edad. El decrecimiento del autodescubri-
vio-Manila y Kontula, 1994; Headey, 1981; Laumann et miento sexual y la excitación debido a la habituación
al., 1994; Palmore, 1981; Schulz, 2000; Ventegodt, pueden explicar estos resultados (Ojanlatva et al., 2003).
1995, 1998). Además, la satisfacción sexual, la satisfac- Sin embargo, varios estudios han mostrado que el fun-
ción general con la vida y la satisfacción marital están cionamiento sexual pleno es también posible en edades
relacionadas de forma confusa en al menos tres estudios avanzadas (Arrington, Cofrancesco y Wu, 2004; Tessler,
(Lauman et al., 1994; Litzinger y Coop Gordon, 2005). Schumm, Laumann, Levinson, O’Muircheartaigh y Wai-
Por último, algunos estudios han mostrado que la satis- te, 2007). Es más, investigaciones recientes han prestado
facción vital y sexual presentan predictores similares. A atención a los efectos de la edad y la salud en los hom-
continuación revisaremos la literatura disponible sobre bres, y se han comparado estos efectos y su impacto en
estas cuestiones. la calidad de las relaciones en las mujeres (Parish et
al., 2007).
En primer lugar, la satisfacción sexual está relacio-
nada con la felicidad en general tanto en hombres como Los resultados que hablan de las diferencias en los
en mujeres (Laumann et al., 2006). Además, las perso- niveles de satisfacción entre hombres y mujeres no son
nas generalmente presentan mayores niveles de satisfac- del todo concluyentes. A este respecto, dos estudios no
ción sexual que de satisfacción con la vida —la distribu- encuentran diferencias, cuatro encuentran mayor satis-
ción de respuestas está claramente sesgada hacia el polo facción en las mujeres y un estudio encuentra que son
positivo y más de dos tercios consideran estar satisfe- los hombres los que dicen estar más satisfechos (Dunn,
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 623
Croft y Hackett, 2000; Ojanlatva et al., 2003). Las dife- tisfacción con la vida sexual también encuentran que la
rencias de género parecen estar relacionadas con el nivel frecuencia en las relaciones sexuales está relacionada
social: las mujeres con bajo nivel educativo informan de con resultados positivos (Barrientos y Páez, 2006).
una menor satisfacción sexual que los hombres (Barrien- Otro aspecto de la actividad sexual como es el hecho
tos y Páez, 2006). Otras variables importantes relaciona- de disponer de un gran repertorio sexual asociado con la
das con las diferencias de género podrían ser el contexto innovación, la variación y la excitación puede probable-
sociocultural y el tipo de régimen de género existente. mente también reforzar la satisfacción sexual. En este
En un estudio reciente Laumann et al. (2006) encontra- sentido, un caso interesante es la masturbación: algunos
ron que las diferencias de género eran mayores en los estudios encuentran que las mujeres que se masturban
regímenes androcéntricos, donde el comportamiento se- muestran una mayor satisfacción sexual. En este marco,
xual está más orientado a la reproducción y donde no se la masturbación probablemente es un indicador del con-
da tanta importancia al placer sexual femenino. fort con el propio cuerpo y la propia sexualidad, y, de
En tercer lugar, los componentes físicos de la sexua- ahí que exista esta asociación positiva (Bridges, Lease y
lidad también han mostrado relaciones con la satisfac- Ellison, 2004). En otros estudios la frecuencia de la
ción vital y sexual. Los resultados encontrados sitúan la masturbación está negativamente asociada a la satisfac-
actividad sexual como un predictor de la satisfacción ción sexual, particularmente en las mujeres, sugiriendo
con la vida y la felicidad. Una síntesis de muestras ac- en este caso que la masturbación actúa como mecanismo
tuales de EE UU hace ver que las personas con actividad compensatorio de las relaciones insatisfactorias o que,
sexual están más satisfechas con la vida que las perso- simplemente, no se dispone de pareja sexual (Bridges,
nas inactivas, confirmándose así que la actividad sexual Lease y Ellison, 2004).
es un indicador del bienestar (Arrington, Cofrancesco y En cuarto lugar, estudios recientes realizados en di-
Wu, 2004; Blanchflower y Oswald, 2004). Kanheman, versos países subrayan la importancia tanto del compo-
Krueger, Schkade, Schwarz y Stone (2003) encuentran nente físico de la satisfacción sexual (p. e., la frecuencia
que la actividad sexual provoca mayor nivel de felici- en las relaciones sexuales y el orgasmo) como de los
dad, aun si se practica solamente 0,20 horas por día de componentes afectivo y relacional (Haavio-Manila y
media, en comparación con la socialización (2,3 horas Kontula, 1994, 1997; Laumann et al., 1994), tales como
por día). En definitiva, la frecuencia en las relaciones el tipo y la estabilidad de la relación, el amor y la comu-
sexuales muestra correlaciones positivas y fuertes con la nicación con la pareja (Davies, Katz y Jackson, 1999;
felicidad y la satisfacción con la vida (Peterson, 2006). DeLamater, 1991; Haavio-Manila y Kontula, 1994,
En general, los individuos sin vida sexual informan de 1997; Laumann et al., 1994; Waite y Joyner, 2001a;
menor bienestar (Ventegodt, 1998). Yela, 2000). Por ejemplo, las personas casadas habitual-
Independientemente de las diferentes conceptualiza- mente informan de mayor satisfacción con la vida, parti-
ciones que se han realizado de la satisfacción sexual, su cularmente si se comparan con las personas divorciadas
asociación con la frecuencia en las relaciones sexuales y separadas (Diener, Oishi y Lucas, 2003). De la misma
y, más recientemente, con el orgasmo prevalece (Haa- forma, los casados manifiestan más satisfacción emocio-
vio-Manila y Kontula, 1997; Laumann et al., 1994). nal con respecto al sexo que los solteros y/o divorciados
De hecho, tanto la frecuencia en las relaciones sexuales (Lauman et al., 1994). Algunos estudios muestran que
como el orgasmo, son las variables más estudiadas y po- esta asociación desaparece, en el caso de los hombres,
sitivamente asociadas con la satisfacción sexual (Haa- cuando se toman en cuenta otras variables (Barrientos y
vio-Manila y Kontula, 1997). Las investigaciones han Páez, 2006; Waite y Joyner, 2001b). Las investigaciones
mostrado que las parejas que se consideran felices man- también sugieren que las personas casadas son más feli-
tienen más frecuentemente relaciones sexuales que las ces y que las parejas de hecho están más satisfechas con
parejas infelices y que el aumento en la frecuencia de la vida que las solteras, pero no tanto como las casadas.
las relaciones hace que estas se hallen más satisfechas Sin embargo, las parejas de hecho están más satisfechas
con su matrimonio. Recíprocamente, la satisfacción en con el sexo y tienen más relaciones sexuales que las
la pareja aumenta el deseo sexual, proporcionando así personas casadas de la misma edad (Argyle, 1987).
más oportunidades para realizar sexo (Call, Sprecher y Ambos tipos de satisfacción están relacionados con
Schwartz, 1995). Igualmente, Blanchflower y Oswald las relaciones íntimas estables. El tener una relación es-
(2004) encuentran que la satisfacción con la vida (o feli- table, y lo que esto supone (relaciones sexuales íntimas
cidad) estaba asociada con una mayor frecuencia sexual. y estables) ha mostrado ser un factor importante de la
Los estudios que se focalizan específicamente en la sa- satisfacción con la vida y con el sexo. Los estudios
624 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

muestran que la satisfacción sexual se asocia a variables drick y Hendrick, 1992), aunque se han observado cam-
de tipo relacional (Hatfield, Greenberger, Traupmann y bios a este respecto en los últimos años (Bozon y Kon-
Lambert, 1982; Sprecher, 2001; Yela, 2000), tales como tula, 1998). Este escenario prototípico puede tener un
la estabilidad u horizonte temporal a largo plazo, el alto carácter normativo, es decir, puede ser considerado co-
grado de exclusividad sexual (Waite y Joyner, 2001a, mo frecuente y deseable. Por otro lado, la infidelidad y
2001b) y la duración de la relación de pareja (Bozon, el adulterio son fuertemente rechazados y la gente cree
2001). Blanchflower y Oswald (2004) muestran que la que no les puede pasar a ellos, a pesar de que un recien-
satisfacción con la vida o la felicidad está también aso- te estudio llevado a cabo en España ha mostrado que el
ciada con las relaciones monógamas o estables. Waite y 10% de los hombres y el 2% de las mujeres han tenido
Joyner (2001a), utilizando la satisfacción emocional con relaciones extramatrimoniales (Ubillos, Páez y Gonzá-
el sexo como variable, encuentran una asociación simi- lez, 2000). Finalmente, los «escenarios hedónicos» (sexo
lar entre resultados positivos y relaciones estables. Las extramarital, encuentros breves) son vistos como social-
personas que tienen dos parejas sexuales informan de mente más rechazables, son peor evaluados y se perci-
una menor satisfacción emocional con el sexo que las ben como relativamente frecuentes.
personas monógamas.
En quinto lugar, la investigación sobre la satisfac-
La satisfacción con la vida también se relaciona con ción sexual y las variables psicológicas vinculadas a esta
el apoyo social objetivo y subjetivo, la comunicación es escasa. La identidad de género, o la feminidad y mas-
marital positiva y la satisfacción con las relaciones ma- culinidad, es una línea clásica de estudio, tal y como se
ritales (Lyubomirsky, King y Diener, 2006). En la mis- ha podido comprobar en los últimos años. Con respecto
ma línea, la comunicación sobre cuestiones de índole al bienestar, los metaanálisis generalmente encuentran
sexual es otro factor importante asociado a la satisfac- que la instrumentalidad o masculinidad es el correlato
ción con el sexo (Barrientos y Páez, 2006; Byers, Dem- más importante. Es más, la hipótesis que otorga a la an-
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Cupach, 1989). Las reglas de interacción más importan- mada, observándose que la masculinidad es el predictor
tes para las parejas que cohabitan son el mostrar con- específico de la salud mental (Whitley, 1983, 1985). Sin
fianza mutua, el respeto de la privacidad de la pareja, embargo, algunos estudios también encuentran efectos
proporcionar soporte emocional, compartir sucesos posi- positivos tanto para la feminidad como para la androgi-
tivos y ser fieles (Argyle y Henderson, 1985). Una co- nia (Rosenzweig y Dailey, 1989; Woodhill y Samuels,
municación efectiva sobre sexualidad eleva el arousal 2003). Aunque la masculinidad está fuertemente asocia-
sexual a una parte vital de las relaciones sexuales (Haa- da con el bienestar, probablemente porque esta es más
vio-Manila y Kontula, 1997; Litzinger y Coop Gordon, funcional, en los aspectos relacionales, tal y como lo es
2005). También, la discrepancia de trato del deseo se- el comportamiento sexual, es posible pensar que la fe-
xual en las relaciones puede ser una variable fuerte- minidad, que está relacionada con la expresividad, y por
mente relacionada con la satisfacción sexual, particular- tanto la androginia, puedan reforzar la satisfacción con
mente en los contextos donde se observan profundas el sexo. Una investigación focalizada en el estudio de la
desigualdades de género (Conasida y Anrs, 2000). satisfacción sexual muestra que la masculinidad y la an-
droginia están asociadas a la satisfacción sexual en mu-
Numerosos estudios han mostrado la importancia jeres no casadas (Kimlicka, Cross y Tarnai, 1983).
que tiene el amor, y no solo la actividad sexual en gene-
ral, para la consecución de una alta satisfacción sexual En sexto lugar, los resultados emergentes de estudios
(Haavio-Manila y Kontula, 1994; Yela, 2000). El esce- relativos a la relación entre las actitudes sexuales y la
nario amoroso puede ser el contexto en el que predomi- satisfacción vital y sexual no arrojan patrones consisten-
nantemente se dé la actividad sexual (Páez, Sánchez, tes. Las actitudes sexuales liberales se asocian a una
Usieto, Ubillos, Mayordomo, Caballero, Navarro, Sastre mayor frecuencia y un mayor repertorio sexual. De ahí
y Barrientos, 2003). Apostolidis, Antypa y Paicheler se deduce que aquellas pueden relacionarse con la satis-
(1992) encuentran, que los individuos occidentales, in- facción sexual. Es admisible pensar que el mayor reper-
cluidos los más jóvenes, pensaban que el amor era un torio de actividades sexuales pudiera ser un factor deter-
requerimiento indispensable para las relaciones íntimas minante de la satisfacción sexual, aunque no existan da-
estables, y esta opinión continúa creciendo. Las mujeres tos actualmente que lo confirmen. Por otro lado, las ac-
piensan, más a menudo que los hombres, que el amor es titudes conservadoras habitualmente se han asociado con
la razón básica para mantener relaciones sexuales (Hen- la satisfacción con la vida, probablemente porque están
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 625
relacionadas con una visión positiva del status quo (Ar- En esta investigación, la definición operacional de la
gyle, 1987). Así, las personas con actitudes positivas ha- satisfacción sexual comprende una sola pregunta. Dicha
cia el sexo extramarital presentan una menor satisfac- cuestión ha sido utilizada como variable dependiente en
ción emocional sexual que las personas con actitudes los sucesivos análisis que se presentan a continuación.
negativas (Waite y Joyner, 2001a). Este estudio analiza diferentes factores de la satisfacción
Por último, otra clase de actitudes que están relacio- sexual, tales como el género (las mujeres informarán de
nadas con ambos tipos de satisfacción son el sexismo mayor satisfacción), la edad (las personas de mediana
hostil y el benevolente. El primero hace hincapié en una edad considerarán encontrarse más satisfechas), el nivel
visión de «pugna» entre los sexos y está probablemente social (un alto estatus se asociará a una mayor satisfac-
asociado de forma negativa con la satisfacción y la acti- ción con el sexo), la mayor frecuencia de relaciones se-
vidad sexual. Sin embargo, el sexismo benevolente se xuales, un mayor repertorio sexual, el estado civil (estar
centra en subrayar la cooperación paternalista y/o la su- casado), la estabilidad de la pareja, las actitudes libera-
bordinación complementaria entre hombres y mujeres, les, el menor sexismo hostil y la identidad de género (un
es decir, muestra una visión asimétrica pero cooperativa alto grado de feminidad y androginia se relacionará con
de la interacción de género (Glick y Fiske, 2001). una mayor satisfacción sexual).

37.2
Método

37.2.1. Participantes —media de 25%— (Hubert, Bajos y Sandford, 1998).


Al igual que en España, el rechazo en Europa se dio con
mayor frecuencia en las grandes ciudades. La muestra
Los datos utilizados en esta investigación provienen del total estaba formada por 1.446 mujeres (49,3%) y por
estudio sobre conducta sexual y de riesgo ante el VIH 1.489 hombres (50,7%) con edades comprendidas entre
en la población adulta española (1140/00) financiado los 18 y 45 años (M % 31,22; Sd % 7,51). Más de la mi-
por la Fundación para la Investigación y Prevención del tad de la muestra (53,9%) se declaraba soltera, seguida
Sida (FIPSE) en el año 2001 (para más información de un 35,4% de personas casadas. La mayoría de las
consúltese Páez et al., 2003). Este proyecto se encuadra personas tenía estudios universitarios (42,6%) o secun-
en las acciones concertadas por BIOMED Sexual beha- darios (38,1%), y se consideraban católicas (61,7%),
vior and risks of VIH infections y en el programa euro- aunque un 36% reconocía no pertenecer a ninguna reli-
peo Europe against AIDS, ambos financiados por la EU gión.
Biomedical and Health Research Programmer. En este
estudio se aplicó un muestreo probabilístico polietápico, Finalmente, para la población española urbana, el
estratificado según el tamaño de las ciudades, y respe- margen de error con respecto al tamaño muestral fue del
tando cuotas por edad y sexo, que fue elaborado a partir u1,8% en el caso de una distribución dicotómica igual
de la información recogida del Instituto Nacional de Es- —del 50%— y del u0,79% en el caso de una distribu-
tadística (INE) acerca del censo de población y vivienda ción de tipo minoritaria —5% frente a 95%—, con una
de 1998. Se incluyeron 44 capitales de provincia con seguridad del 95,5%.
una población igual o superior a 50.000 habitantes, lo
que representaba aproximadamente al 88% de la pobla-
ción urbana nacional.
37.2.2. Procedimiento
La muestra consultada ascendió a 4.197 domicilios,
de los cuales 1.262 declinaron la invitación, haciéndose Los datos se recogieron a través de una entrevista trans-
finalmente efectivas 2.935 entrevistas. Así, la tasa de re- versal sobre conducta sexual que fue aplicada cara a ca-
chazo obtenida en España (30%) fue prácticamente si- ra por entrevistadores entrenados. La entrevista conta-
milar a las obtenidas en las grandes encuestas europeas ba cuatro bloques temáticos: 1) bienestar, satisfacción
626 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

sexual y variables sociodemográficas; 2) experiencia se- ble fue posteriormente recodificada de la siguiente for-
xual; 3) módulo de nuevos encuentros; 4) variables rela- ma: 0 % ninguna vez; 0,25 % de una a dos veces al mes;
tivas a la cultura y el género. Al primer módulo respon- 2,5 % de una a cuatro veces por semana; 6 % de cinco a
día la totalidad de la muestra. El segundo módulo lo siete veces por semana.
contestaban los participantes que habían mantenido al
La masturbación: se preguntó a los participantes si
menos una relación sexual coital en su vida. Al tercer
se habían masturbado alguna vez a lo largo de su vida
módulo únicamente accedían aquellas personas que ha-
(0 % no y 1 % sí) y, si así era, cuántas veces lo habían
bían tenido una o más nuevas parejas en los últimos 24
realizado durante el último mes.
meses, es decir, aquellas personas cuya primera relación
sexual coital con esa pareja se encuadraba en los últi- Como medida relativa al repertorio sexual se optó
mos dos años. El cuarto módulo lo cumplimentaron úni- por enumerar diferentes prácticas sexuales (coito vagi-
camente las personas que no habían tenido una o más nal, relación oral y/o anal). Esta variable fue recodifica-
nuevas parejas en los dos últimos años, a excepción del da en un rango de respuesta que iba de 1 (realiza solo
indicador de «actitud liberal hacia la sexualidad», que una práctica sexual) a 3 (realiza los tres tipos de prácti-
fue contestado por todos los participantes. cas sexuales).
El estado civil incluía siete opciones (1 % soltero,
2 % casado, 3 % pareja de hecho, 4 % separado, 5 % di-
37.2.3. Medidas vorciado, 6 % viudo y 7 % otro). Para llevar a cabo los
análisis, esta variable se recodificó en diferentes varia-
bles dummy (1 % soltero y 0 % el resto, 1 % casado y
La variable dependiente principal fue la satisfacción se-
0 % el resto, etc.).
xual a lo largo de la vida, que se midió a través del si-
guiente ítem: «¿Cuán satisfecho te sientes con tu vida Como medida de la estabilidad o inestabilidad de
sexual?». Tanto esta pregunta como la utilizada para va- las relaciones se preguntó si la persona actualmente te-
lorar la satisfacción con la vida («considerando todos nía pareja (0 % no y 1 % sí). En caso afirmativo, se pi-
los aspectos de tu vida, ¿cuán satisfecho te sientes en dió que se especificara el tipo de relación con esta pare-
general con ella?») se midieron mediante una escala tipo ja (1 % estable y 2 % ocasional).
Likert de 10 puntos (1%insatisfecho y 10%satisfecho). El grado de comunicación sobre temas sexuales fue
El nivel socioeconómico se calculó preguntando a cotejado a partir de un indicador compuesto por la suma
los participantes sobre los ingresos mensuales que perci- de tres variables que hacían referencia al hecho de haber
bía la familia. Las opciones de respuesta se dividieron discutido la posibilidad de utilizar métodos contracepti-
en seis rangos (1 % 0-600 e, 2 % 601-1.200 e, vos, haber hablado sobre el uso del preservativo y haber
3 % 1.201-1.800 e, 4 % 1.801-2.400 e, 5 % 2.401- dialogado sobre el riesgo de VIH o de ETSs. En todas
3.000 e, 6 % !3.000 e). ellas el formato de respuesta fue 0 % no y 1 % sí.
El nivel de estudios alcanzado se evaluó a través El grado de enamoramiento se evaluó a través de
de una escala de respuesta con cuatro posibilidades una pregunta cuyas posibles respuestas se hallaban en
(1 % sin estudios, 2 % estudios primarios, 3 % estudios un rango de 1 (nada enamorado) a 4 (muy enamorado).
secundarios, 4 % estudios universitarios). Se utilizó una versión reducida del inventario de ro-
La edad de los participantes también se dividió por les sexuales de Bem —BSRI— (Bem, 1974), consistente
rangos, donde 1%18-19 años, 2 % 20-24 años, 3 % 25-39 en 10 ítems, cinco de los cuales designaban característi-
años, 4%30-34 años, 5%35-39 años y 6%40-45 años. cas prototípicamente masculinas (p. e., agresivo/a). Los
otros cinco ítems estaban asociados a la feminidad (sen-
El género de los participantes se codificó de la si- sible a las necesidades de los demás, por ejemplo). El
guiente forma: 1 % hombre y 2 % mujer. rango de respuesta para todos los casos iba de 1 (total-
Con respecto a la frecuencia de relaciones coitales mente en desacuerdo) a 7 (totalmente de acuerdo). Los
en las últimas cuatro semanas, los participantes podían análisis de fiabilidad resultaron satisfactorios tanto para
optar entre 8 posibilidades (1 % diariamente, 2 % cinco- la subescala de masculinidad (a de Cronbach % 0,74)
seis veces por semana, 3 % tres-cuatro veces por sema- como para la de feminidad (a de Cronbach % 0,80). A
na, 4 % una-dos veces por semana, 5 % una vez cada partir del producto de las puntuaciones en ambas su-
dos semanas, 6 % una vez cada tres semanas, 7 % una bescalas se obtuvo el nivel de androginia de los partici-
vez cada cuatro semanas, 8 % ninguna vez). Esta varia- pantes.
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 627
El indicador referente a la actitud liberal hacia la ke, 1996) adaptado por Expósito, Moya y Glick
sexualidad fue construido sumando los siguientes ítems: (1998). Esta escala constaba de 12 ítems (p. e., «exis-
«¿Hasta qué punto estás de acuerdo o son aceptables pa- ten muchas mujeres que, para burlarse de los hom-
ra ti las siguientes proposiciones? a) Una persona casada bres, primero se insinúan sexualmente a ellos y luego
que tiene relaciones sexuales con otra persona» (actitud rechazan los ‘‘avances’’ de estos» o «muchas mujeres
hacia la infidelidad); «tener relaciones sexuales con al- se caracterizan por una pureza que pocos hombres po-
guien a quien no estás vinculado/a sentimentalmente» seen»), que eran respondidos en una escala tipo likert
(actitud hacia las relaciones ocasionales). El formato de de 6 puntos (1 % totalmente en desacuerdo y 6 % to-
respuesta iba de 1 % totalmente inaceptable a 4 % total- talmente de acuerdo). A partir de esta, se obtuvieron las
mente aceptable. puntuaciones de sexismo hostil (seis ítems, a de Cron-
Por último, se utilizó una versión reducida del In- bach%0,79) y sexismo benevolente (seis ítems, a de
ventario de sexismo ambivalente —ASI— (Glick y Fis- Cronbach%0,80).

37.3
Resultados
A continuación se presenta una revisión de los resulta- han realizado análisis de tipo correlacional, análisis de
dos de aquellas variables que se relacionan con la satis- la varianza (test posthoc de Scheffé, cuando ha sido per-
facción sexual. Así, con el fin de examinar la asociación tinente) y Chi cuadrado.
entre la satisfacción sexual y las citadas variables, se

Tabla 37.1. Medias y desviaciones típicas (totales y según sexo) de la satisfacción sexual.
Total Hombre Mujer

N M Sd N M Sd N M Sd

Nivel socioeconómico
0-600 e 149 6,91 2,40 70 7,03 2,43 79 6,81 2,39
601-1.200 e 784 7,29 2,13 377 7,33 1,97 407 7,25 2,27
1.201-1.800 e 782 7,49 1,94 385 7,26 2,07 397 7,72 1,78
1.801-2.400 e 516 7,57 1,80 270 7,43 1,81 246 7,7 1,77
2.401-3.000 e 284 7,39 1,79 152 7,3 1,68 132 7,45 1,91
!3.000 e 223 7,44 1,83 133 7,32 1,81 90 7,62 1,84
Nivel educativo
Sin estudios 26 6,42 2,94 12 6,17 3,10 14 6,64 2,90
Estudios primarios 493 7,49 2,24 238 7,34 2,16 255 7,63 2,30
Estudios secundarios 1.109 7,29 2,02 581 7,22 1,92 528 7,36 2,13
Estudios superiores 1.239 7,44 1,82 622 7,32 1,85 617 7,55 1,78
Edad (años)
18-19 146 6,71 2,10 87 6,61 2,16 59 6,88 2,03
20-24 495 7,30 1,95 243 7,23 1,90 252 7,37 1,99
25-29 614 7,58 1,93 323 7,39 1,87 291 7,80 1,98
30-34 602 7,48 1,96 302 7,44 1,89 300 7,53 2,04
35-39 552 7,53 1,89 273 7,37 1,90 279 7,70 1,88
40-45 497 7,09 2,13 248 7,08 2,12 249 7,10 2,15
Género
Mujeres 1.430 7,48 2,02 — — — — — —
Hombres 1.476 7,27 1,95 — — — — — —
628 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 37.1. Medias y desviaciones típicas (totales y según sexo) de la satisfacción sexual.
Total Hombre Mujer
N M Sd N M Sd N M Sd
Frecuencia de relaciones coitales
Ninguna vez 494 6,01 2,37 267 6,06 2,30 227 5,95 2,46
1-2 veces al mes 470 6,99 1,75 252 6,95 1,75 218 7,03 1,76
1-4 veces/semana 1.508 7,99 1,47 755 7,82 1,48 753 8,17 1,44
5-7 veces/semana 185 8,80 1,35 91 8,74 1,13 94 8,86 1,53
Masturbación
No 528 7,55 2,09 39 7,59 2,06 489 7,55 2,10
Sí 2.324 7,34 1,96 1.424 7,26 1,95 900 7,48 1,97
Repertorio sexual
Una práctica 296 7,28 1,88 162 7,10 1,87 136 7,49 1,89
Dos prácticas 438 7,21 1,89 295 7,27 1,68 143 7,08 2,27
Tres prácticas 123 7,72 1,91 84 7,57 1,89 39 8,03 1,95
Estado civil
Soltero 1.569 7,13 2,02 876 7,09 1,97 693 7,19 2,08
Casado 1.027 7,85 1,71 455 7,69 1,75 572 7,98 1,67
Pareja de hecho 130 8,14 1,63 60 7,83 1,68 70 8,40 1,55
Separado/divorciado 135 6,35 2,58 58 6,48 2,49 77 6,25 2,66
Viudo 17 4,47 2,67 6 4,00 2,10 11 4,73 3,00
Pareja
No 790 5,99 2,19 460 6,14 2,16 330 5,79 2,21
Sí 2.115 7,89 1,64 1.016 7,78 1,62 1.099 7,99 1,65
Tipo de relación
Estable 1.975 7,95 1,61 938 7,82 1,60 1.037 8,06 1,61
Ocasional 134 7,15 1,85 76 7,30 1,71 58 6,95 2,02
Comunicación
Ninguna 211 7,09 1,96 151 7,16 1,83 60 6,92 2,25
Poca 107 6,93 1,92 69 6,90 1,77 36 7,00 2,19
Bastante 238 7,29 1,94 138 7,32 1,86 100 7,25 2,05
Mucha 219 7,72 1,74 125 7,67 1,65 94 7,78 1,87
Grado enamoramiento
Nada enamorado 243 7,15 1,94 186 7,13 1,96 57 7,23 1,91
Poco enamorado 262 6,98 1,86 170 6,97 1,72 92 6,99 2,09
Bastante enamorado 258 7,48 1,73 147 7,53 1,57 111 7,42 1,92
Muy enamorado 114 7,97 2,02 46 8,04 1,69 68 7,93 2,23
Identidad de género
Androginia 578 7,69 1,98 235 7,71 1,93 343 7,68 2,02
Feminidad 678 7,45 2,09 263 7,18 2,17 415 7,62 2,02
Masculinidad 433 7,19 1,94 257 7,17 1,92 176 7,22 1,98
Indiferenciado 315 7,04 2,02 157 6,87 2,11 158 7,21 1,92
Actitudes Liberales
Total inaceptable 587 7,71 2,01 180 7,80 1,88 407 7,66 2,07
Bastante inaceptable 1.020 7,34 1,95 488 7,17 1,88 532 7,50 2,01
Bastante aceptable 695 7,19 1,94 445 7,12 1,96 250 7,32 1,90
Total aceptable 205 7,34 2,01 140 7,40 2,01 65 7,21 2,04
Sexismo benevolente
Muy en desacuerdo 525 7,32 1,92 201 7,13 2,01 324 7,43 1,86
En desacuerdo 518 7,34 1,94 247 7,09 2,05 271 7,57 1,81
De acuerdo 408 7,47 1,94 203 7,37 1,90 205 7,58 1,98
Muy de acuerdo 521 7,48 2,25 246 7,45 2,17 275 7,50 2,33
Sexismo hostil
Muy en desacuerdo 463 7,42 2,05 155 7,32 2,13 308 7,48 2,01
En desacuerdo 532 7,50 1,80 211 7,38 1,78 321 7,59 1,81
De acuerdo 331 7,49 1,96 153 7,41 1,95 178 7,57 1,96
Muy de acuerdo 648 7,25 2,19 383 7,10 2,17 265 7,48 2,21
Tabla 37.2. Intercorrelaciones entre las variables que explican la satisfacción sexual.
Capítulo 37.

Variables 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

1. Satisfacción sexual —
2. Satisfacción vida 0,52*** —
3. N. socioeconómico 0,04* 0,10*** —
4. Nivel educativo 0,02 0,03> 0,29*** —
5. Edad 0,00 .0,02 .0,04* .0,10*** —
6. Género 0,06** 0,01 .0,06** .0,01 0,03 —
7. Frecuencia sexual 0,40*** 0,17*** 0,04* .0,06** 0,05** 0,03> —
8. Masturbación .0,04* .0,04* 0,07*** 0,13*** .0,01 .0,42***.0,05* —
9. Repertorio sexual 0,05 .0,04 .0,03 0,06 0,14*** .0,11** 0,11** 0,19*** —
10. Casado 0,17*** 0,14*** 0,07*** .0,14*** 0,52*** 0,09*** 0,20*** .0,11*** .0,01 —
11. Cohabitando 0,08*** 0,03 .0,02 0,01 0,03> 0,02 0,13*** 0,03 0,02 .0,16*** —
12. Soltero .0,14*** .0,07*** .0,02 0,16*** .0,61*** .0,12***.0,21*** 0,08*** .0,06> .0,82*** .0,24*** —
13. Divorciado o separado .0,15*** .0,16*** .0,08*** .0,08*** 0,21*** 0,05* .0,09*** 0,03 0,08* .0,18*** .0,06** .0,26*** —
14. Pareja inestable .0,12*** .0,06** .0,07** 0,03 .0,12*** .0,05* .0,08*** 0,05* 0,06 .0,25*** .0,04> 0,23*** 0,10*** —
15. Comun. sexual 0,11** .0,02 0,03 0,03 0,03 0,07> 0,13*** 0,00 .0,00 0,01 0,05 .0,03 0,00 .0,02 —
16. Amor 0,14*** 0,06> 0,12** 0,03 0,21*** 0,23*** 0,04 .0,18*** .0,15*** .0,03** 0,05 0,03 .0,07> 0,20*** 0,18*** —
17. Feminidad 0,13*** 0,12*** .0,07** 0,03 .0,06** 0,20*** 0,03 .0,09*** — .0,07** 0,02 0,05* 0,04> 0,02 — — —
18. Masculinidad 0,04 0,04 0,16*** 0,10*** .0,02 .0,06** 0,05* 0,08** — .0,02 0,04> 0,00 0,01 0,01 — — .0,15*** —
19. Androginia 0,10*** 0,09*** 0,11*** 0,11*** .0,06* 0,05* 0,06* 0,02 — .0,06* 0,04> 0,03 0,02 0,02 — — 0,38*** 0,85*** —
20. Actitudes sexo .0,09*** .0,05** 0,06** 0,20*** .0,05** .0,27***.0,04* 0,30*** 0,20*** .0,22*** 0,05* 0,19*** 0,01 0,16*** .0,05 .0,29*** .0,08** 0,10*** 0,06* —
21. Sex. benevolente 0,04> 0,04> .0,17*** .0,35*** .0,03 .0,05* 0,04 .0,19*** — 0,03 .0,08*** .0,00 0,03 0,00 — — 0,17*** .0,08*** 0,01 .0,34*** —
22. Sexismo hostil .0,04> .0,02 .0,05* .0,27*** 0,00 .0,22*** 0,05> 0,00 — 0,01 .0,05* 0,01 0,01 0,03 — — .0,05* 0,09*** 0,05* .0,16*** 0,50***

>
p m 0,10,* p m 0,05, ** p m 0,01, *** p m 0,001.
Nota: las correlaciones entre repertorio sexual, amor y comunicación sexual con las variables de los inventarios BSRI y ASI no se muestran ya que, debido al diseño de la entrevista
(quienes respondían el bloque temático 3 no respondían el bloque temático 4), el número de respuestas recogidas fue mínima.
FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL...
629
630

Tabla 37.3. Intercorrelaciones para los hombres entre las variables que explican la satisfacción sexual.

Variables 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20

1. Satisfacción sexual —
2. Satisfacción con la vida 0,52*** —
3. Nivel socioeconómico 0,02 0,10*** —
4. Nivel educativo 0,02 0,04 0,26*** —
5. Edad 0,02 .0,00 .0,05> .0,03 —
6. Frecuencia sexual 0,38*** 0,15*** 0,03 .0,04 0,10*** —
7. Masturbación .0,03 0,00 0,04 0,03 .0,00 .0,05> —
8. Repertorio sexual 0,08> 0,00 .0,00 0,10* 0,17*** 0,13** 0,06 —
9. Casado 0,14*** 0,11*** 0,06* .0,12*** 0,54*** 0,20***.0,05 .0,02 —
10. Cohabitando 0,06* 0,04> .0,03 0,04 0,06* 0,13*** 0,01 0,05 .0,14*** —
11. Soltero .0,11*** .0,05* .0,02 0,11*** .0,61*** .0,23*** 0,03 .0,06 .0,83*** .0,25*** —
12. Divorciado/separado .0,11*** .0,15*** .0,04 -0,05> 0,20*** .0,03 0,04 0,08> .0,14*** -0,04> .0,26*** —
>
13. Pareja inestable .0,08** .0,06* .0,05 0,04 .0,16*** .0,06 0,01 0,07 .0,25*** -0,05> 0,26*** 0,04 —
14. Comunicación sexual 0,13** -0,02 0,01 0,05 -0,00 0,17***.0,02 0,01 .0,01 0,05 .0,03 0,01 .0,01 —
15. Amor 0,14** 0,06 0,09* 0,05 .0,23*** 0,01 -0,0 .0,11* -0,06 -0,01 0,04 .0,01 .0,16** 0,17*** —
16. Feminidad 0,10** 0,09** .0,02 0,11** .0,07* 0,00 .0,04 — .0,08* .0,02 0,08* 0,01 0,00 — — —
17. Masculinidad 0,09* 0,10** 0,16*** 0,10** 0,03 0,10** .0,05 — 0,02 0,04 .0,04 0,02 .0,01 — — .0,16*** —
18. Androginia 0,13*** 0,14*** 0,14*** 0,16*** .0,01 0,10** .0,08 — .0,03 0,03 0,01 0,01 .0,01 — — 0,38*** 0,84*** —
MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

19. Actitudes sexuales .0,07* .0,05> 0,02 0,14*** 0,02 0,01 0,17*** 0,14** .0,18*** 0,05 0,12** 0,07* 0,12*** .0,07 .0,26*** .0,05 0,08* 0,07> —
20. Sexismo benevolente 0,07* 0,09** .0,14*** .0,32*** .0,07* 0,04 .0,12*** — 0,01 .0,09** 0,04 .0,02 .0,02 — — 0,16*** .0,08* 0,01 .0,38*** —
21. Sexismo hostil .0,07* 0,01 .0,10** .0,28*** 0,01 .0,00 .0,04** — 0,00 .0,07* 0,02 0,01 0,04 — — .0,02 0,09** 0,06> .0,24*** 0,47***
>
p m 0,10,* p m 0,05, ** p m 0,01, *** p m 0,001.
Nota: las correlaciones entre repertorio sexual, amor y comunicación sexual con las variables de los inventarios BSRI y ASI no se muestran ya que, debido al diseño de la entrevista (quienes
respondían el bloque temático 3 no respondían el bloque temático 4), el número de respuestas recogidas fue mínima.
Tabla 37.4. Intercorrelaciones para las mujeres entre las variables que explican la satisfacción sexual.
Capítulo 37.

Variables 1 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20

1. Satisfacción sexual —
2. Satisfacción con vida 0,52*** —
3. Nivel socioeconómico 0,08** 0,10*** —
4. Nivel educativo 0,01 0,03 0,31*** —
5. Edad .0,02 .0,03 .0,03 .0,16*** —
6. Frecuencia sexual 0,42*** 0,19*** 0,06* .0,08** .0,01 —
7. Masturbación .0,02 .0,07* 0,06* 0,21*** 0,01 .0,04 —
8. Repertorio sexual 0,02 .0,11** .0,10> 0,01 0,08 0,08 0,24*** —
9. Casado 0,20*** 0,17*** 0,09** .0,16*** 0,51*** 0,19*** .0,10*** .0,03 —
10. Cohabitando 0,10*** 0,02 .0,01 .0,02 0,01 0,13*** 0,06* .0,01 .0,19*** —
11. Soltero .0,15*** .0,09*** .0,03 0,21*** .0,61*** .0,17*** 0,04 .0,07 .0,80*** .0,22*** —
12. Divorciado/separado .0,18*** .0,16*** .0,13*** .0,10*** 0,23** .0,16*** 0,06* 0,11> .0,21*** .0,06* .0,25*** —
13. Pareja inestable .0,15*** .0,06* .0,09** 0,01 .0,07* .0,10** 0,05 0,04 .0,24*** .0,03 0,20*** 0,16*** —
14. Comunicación sexual 0,10 0,00 0,07 .0,02 0,08 0,05 0,06 0,01 0,06 0,03 .0,02 .0,03 .0,03 —
15. Amor 0,13* 0,08 0,19** .0,04 .0,17** 0,10> .0,17** .0,17** 0,09> 0,08 0,06 . 0,19** .0,24** 0,15** —
16. Feminidad 0,13*** 0,14*** .0,08** .0,02 .0,06* 0,04 0,00 — .0,08** 0,05> 0,04 0,05> 0,03 — — —
17. Masculinidad 0,00 .0,01 0,15*** 0,10** .0,06* 0,01 0,10** — .0,05 0,03 0,03 0,00 0,03 — — .0,13*** —
18. Androginia 0,07* 0,05> 0,09** 0,08** .0,09** 0,03 0,09** — .0,08** 0,05> 0,05> 0,02 0,05 — — 0,37*** 0,86*** —
19. Actitudes sexuales .0,08** .0,05 0,06* 0,27*** .0,11*** .0,08** 0,26*** 0,25*** .0,23*** 0,06* 0,21*** .0,02 0,18*** 0,01 .0,26*** .0,03 0,10** 0,07* —
20. Sexismo benevolente 0,02 0,00 .0,21*** .0,37*** .0,00 0,04 .0,29*** — 0,04 .0,08* .0,04 0,06* 0,02 — — 0,20*** .0,10** 0,02 .0,35*** —
21. Sexismo hostil 0,00 .0,03 .0,04 .0,29*** .0,01 0,10** .0,14*** — 0,03 .0,04 .0,02 0,02 0,02 — — 0,02 0,07* 0,07* .0,21*** 0,54***
>
p m 0,10,* p m 0,05, ** p m 0,01, *** p m 0,001.
Nota: las correlaciones entre repertorio sexual, amor y comunicación sexual con las variables de los inventarios BSRI y ASI no se muestran ya que, debido al diseño de la entrevista (quienes
respondían el bloque temático 3 no respondían el bloque temático 4), el número de respuestas recogidas fue mínima.
FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL...
631
632 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

No se han encontrado relaciones significativas entre


37.3.1. Satisfacción con la vida el nivel educativo y la satisfacción sexual, ni tomando la
o bienestar subjetivo muestra en general ni separándola en función del género
de los participantes.
Los datos muestran que la población española está muy
satisfecha con sus relaciones sexuales (M%7,4, Sd%1,99) La edad presenta una relación curvilínea con el nivel
y con su vida (M%7,6, Sd%1,5). Los resultados indican de satisfacción sexual. El análisis de la varianza muestra
que la satisfacción con la vida es significativamente mayor la existencia de diferencias significativas entre los ran-
que la satisfacción sexual [t(2903)%7,79; p m 0,0001]. gos de edad [F(5,2905) % 7,845; p m 0,0001]. Los análisis
Los análisis correlacionales revelan una asociación es- posthoc a través del estadístico de Scheffé indican que
tadísticamente significativa entre la satisfacción con la las personas que declaran estar más satisfechas con su
vida y la satisfacción sexual. Las personas que están vida sexual son las que tienen entre 25 y 39 años, mien-
más satisfechas con su vida en general también están tras que las menos satisfechas son las más jóvenes, es
más satisfechas con su vida sexual (Tablas 37.2, 37.3 decir, las que tienen 18 ó 19 años (diferencia con los de
y 37.4). 25-39 años, p m 0,010) y las de mayor edad, esto es, las
que están entre los 40 y 45 años (diferencias con los de
25-29 años y 35-39 años, p m 0,05).

37.3.2. Estatus socioeconómico,


nivel educativo y edad
37.3.3. Género
Los datos indican que el estatus socioeconómico está
asociado de forma significativa con la satisfacción se- Los análisis de correlación indican que la satisfacción
xual. En general, las personas con un nivel socioeconó- sexual también está asociada de forma significativa con
mico alto confiesan estar más satisfechas con su vida se- el género. Las mujeres informan estar más satisfechas
xual que las que tienen un estatus bajo (Tablas 37.1 y con su vida sexual que los hombres (Tablas 37.1 y
37.2). 37.2). Confirmando este dato, un 33,9% de las mujeres,
La Tabla 37.2 muestra que el nivel social está positi- frente al 27,1% de los hombres, declaran estar muy sa-
vamente relacionado con: a) una alta frecuencia de rela- tisfechas con su vida sexual. El porcentaje de hombres
ciones sexuales, b) estar casado, c) no estar divorciado, insatisfechos se sitúa en 28,7% y el de las mujeres en
d) tener una relación estable, e) estar enamorado, 26,2% [s2(2,2906) % 15.946, p m 0,0001].
f) la androginia, g) un bajo sexismo hostil. Todas estas
variables están asociadas con la alta satisfacción sexual.
También se encuentran correlaciones positivas entre el
nivel social y el ser hombre, el masturbarse, la baja fe- 37.3.4. Actividad sexual
minidad y las actitudes sexuales liberales. Estas últimas
variables, no obstante, están negativamente asociadas a En este apartado se analizan las relaciones que presenta
la satisfacción sexual. la satisfacción sexual con la actividad sexual, es decir
con la frecuencia sexual, la masturbación y el repertorio
La Tabla 37.3 revela que el estatus social masculino
sexual (Tablas 37.1, 37.2, 37.3 y 37.4).
no está relacionado ni con la satisfacción sexual ni con
la frecuencia de las relaciones sexuales. Sin embargo, el Los resultados indican que la frecuencia de relacio-
nivel social femenino se asocia con la satisfacción se- nes sexuales está asociada positiva y significativamente
xual, la frecuencia de las relaciones sexuales, el estar con la satisfacción sexual tanto en hombres como en
casado, el no estar divorciado, el tener pareja estable, el mujeres. Así, las personas que tienen un mayor número
estar enamorado y la androginia. No obstante, el estatus de contactos sexuales al mes consideran estar más satis-
social femenino también se relaciona positivamente con fechas con su actividad sexual que las personas que tie-
variables que o bien no están a su vez asociadas con la nen menos relaciones sexuales.
satisfacción sexual (masturbación, bajo repertorio se-
xual, bajo sexismo benevolente e instrumentalidad) o La masturbación también se asocia de forma negati-
bien lo está pero de forma negativa (baja feminidad y va y significativa con la satisfacción sexual, aunque no
actitudes sexuales liberales) (véase la Tabla 37.4). existen diferencias de género. Las personas que menos
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 633
se masturban, comparadas con las que más se mastur- do. Sin embargo, estas variables se relacionaban positi-
ban, están más satisfechas con su vida sexual. vamente con la satisfacción sexual.
Sin embargo, el repertorio sexual no está significati-
vamente relacionado con la satisfacción sexual. En ge-
neral, las personas que declaran haber efectuado más re- 37.3.6. Identidad de género
pertorios sexuales (vaginal, oral y/o anal) con su última
nueva pareja no están más satisfechas con su vida sexual En esta sección se revisan las relaciones existentes entre
que las que únicamente declaran haber realizado un tipo. la satisfacción sexual y las variables de identidad de gé-
Esta variable solo se asocia de forma positiva y tenden- nero (Tablas 37.1, 37.2, 37.3 y 37.4). De las variables
cial en el caso de los hombres. asociadas con la identidad de género, la feminidad y la
androginia se relacionan significativamente con la satis-
facción sexual. Las personas que puntúan más alto en
37.3.5. Relaciones íntimas feminidad y androginia son las que declaran una mayor
satisfacción sexual.
También se han examinado las relaciones existentes en- Sin embargo, la masculinidad no se asocia con la sa-
tre la satisfacción sexual y el estado civil, la monoga- tisfacción sexual, excepto en el caso de los hombres.
mia, el grado de enamoramiento y la comunicación so-
bre temas íntimos (Tablas 37.1, 37.2, 37.3 y 37.4).
Se han encontrado correlaciones significativas entre 37.3.7. Actitudes sexuales
el estado civil y la satisfacción sexual. Las personas ca-
sadas y las parejas de hecho se encuentran más satisfe-
Los análisis de correlación nos han permitido analizar
chas que las solteras, separadas, divorciadas y/o viudas.
las relaciones que existen entre la satisfacción sexual y
El orden de mayor a menor satisfacción en función del
las actitudes sexuales y culturales (Tablas 37.1, 37.2,
estado civil es el siguiente: pareja de hecho, casado, sol-
37.3 y 37.4). Las actitudes sexuales también están liga-
tero, divorciado o separado, y viudo.
das significativamente con la satisfacción con el sexo.
Las personas que mantienen una relación estable, y Los datos indican que las personas que adoptan actitu-
de forma más intensa en las mujeres, están más satisfe- des menos permisivas hacia la infidelidad y las relacio-
chas sexualmente que aquellas que mantienen una rela- nes sexuales lúdicas están más satisfechas con su vida
ción ocasional. sexual que aquellas que son más permisivas.
La comunicación sobre temas íntimos con la nueva Por último, el sexismo benevolente se asocia de for-
pareja también está relacionada significativamente con ma tendencial y positiva con la satisfacción sexual. Sin
la satisfacción sexual. Concretamente, las parejas que embargo, el sexismo hostil presenta una relación tenden-
han hablado sobre el uso de métodos contraceptivos, la cial negativa con la satisfacción sexual. Por tanto, las
utilización del preservativo y el riesgo de ETS y VIH personas que presentan una mayor tasa de sexismo be-
manifiestan estar más satisfechas con sus relaciones se- nevolente y una menor tasa de sexismo hostil están se-
xuales que las personas que no se comunican sobre estos xualmente más satisfechas. Estas relaciones son signifi-
temas, menos en el caso de las mujeres. cativas en el caso de los hombres y no se dan en el caso
El enamoramiento se asocia de forma positiva y sig- de las mujeres.
nificativa con la satisfacción sexual. Cuanto más enamo-
radas están las personas de su última nueva pareja, más
satisfechas están con su experiencia sexual. El estar ena-
morado también se relaciona con el alto nivel social, el
37.3.8. Predictores
ser mujer, la menor práctica de la masturbación, la co- de la satisfacción sexual
municación sexual y la menor presencia de actitudes se-
xuales liberales. Las variables anteriormente menciona- Para determinar las variables que predicen la satisfacción
das también están asociadas positivamente con la sexual, se ha realizado una regresión múltiple utilizando
satisfacción sexual. Sin embargo, el enamoramiento no como variables predictoras el nivel socioeconómico, el
se asociaba con la frecuencia de las relaciones sexuales nivel educativo, la edad, el género, la frecuencia de las
y lo hace de forma negativa con el hecho de estar casa- relaciones sexuales, la masturbación, las puntuaciones en
634

Tabla 37.5. Análisis de regresión para la satisfacción sexual.

Variables Muestra general Hombres Mujeres

r B SE Beta t r B SE Beta t r B SE Beta t

1. Satisfacción con la vida 0,59 0,62 0,02 0,49*** 24,54 0,58 0,64 0,04 0,51*** 16,41 0,60 0,61 0,03 0,48*** 17,92
2. Nivel socioeconómico 0,08 .0,00 0,02 .0,00 .0,08 0,05 .0,03 0,02 .0,04 .1,13 0,11 0,02 0,02 0,03 1,07
3. Nivel educativo 0,00 .0,03 0,06 .0,01 .0,58 .0,03 .0,07 0,09 .0,03 .0,86 0,03 .0,01 0,07 .0,00 .0,16
4. Edad .0,13 .0,03 0,01 .0,11*** .4,64 .0,14 .0,04 0,01 .0,14*** .3,61 .0,13 .0,02 0,01 .0,09** .2,93
5. Género 0,08 0,13 0,09 0,03 1,53
6. Frecuencia sexual 0,40 0,26 0,03 0,21*** 9,44 0,37 0,26 0,05 0,20*** 5,79 0,42 0,26 0,04 0,22*** 7,52
7. Masturbación 0,04 .0,13 0,10 .0,03 .1,33 0,04 0,08 0,35 0,01 0,24 0,01 .0,13 0,10 .0,03 .1,24
8. Casado 0,12 .0,02 0,10 .0,00 .0,19 0,09 0,04 0,16 0,01 0,25 0,14 .0,07 0,14 .0,02 .0,49
9. Cohabitando 0,07 0,14 0,17 0,02 0,83 0,06 .0,03 0,27 .0,00 .0,12 0,08 0,27 0,23 0,03 1,21
10. Divorciado/separado .0,27 .0,59 0,21 .0,06** .2,84 .0,20 .0,34 0,33 .0,03 .1,02 .0,32 .0,70 0,27 .0,08* .2,55
11. Pareja inestable .0,38 .0,01 0,00 .0,19*** .7,94 .0,34 .0,01 0,00 .0,17*** .4,59 .0,42 .0,01 0,00 .0,21*** .6,43
12. Feminidad 0,13 0,09 0,16 .0,04 0,55 0,09 0,11 0,25 0,05 0,46 0,13 0,04 0,22 0,02 0,17
13. Masculinidad 0,00 .0,09 0,22 .0,05 .0,43 0,06 0,00 0,32 0,00 0,00 .0,04 .0,22 0,33 .0,12 .0,68
14. Androginia 0,07 0,02 0,04 0,05 0,38 0,11 .0,00 0,06 .0,00 .0,02 0,03 0,04 0,06 0,13 0,65
15. Actitudes sexuales .0,11 .0,10 0,05 .0,05* .2,10 .0,12 .0,10 0,08 .0,04 .1,23 .0,06 .0,11 0,07 .0,05 .0,162
MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

16. Sexismo benevolente 0,06 .0,03 0,04 0,02 0,71 0,10 0,03 0,06 0,02 0,52 0,03 0,03 0,05 0,02 0,54
17. Sexismo hostil .0,04 .0,06 0,04 .0,03 .1,45 .0,05 .0,09 0,06 .0,06 .1,53 0,00 .0,05 0,06 .0,03 .0,87
>
p m 0,10,* p m 0,05, ** p m 0,01, *** p m 0,001.
Nota: Muestra general: R2 % 0,50, Hombres: R2 % 0,47, Mujeres: R2 % 0,52.
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 635
el inventario BSRI, las actitudes en torno al sexo casual divorciado/separado (B % .0,06) y la actitud negativa
y la infidelidad, el sexismo hostil y benevolente, la esta- frente a la infidelidad y el sexo casual (B % .0,05). Si
bilidad de la relación, las variables dummy creadas a se excluye la satisfacción con la vida, la regresión pro-
partir de la variable relativa al estado civil y la satisfac- duce un perfil similar, aunque también se ven incluidas
ción con la vida. como variables predictoras el bajo sexismo hostil
(B % .0,06) y la alta feminidad (B % 0,15). El resto de
La regresión sobre la satisfacción sexual es signifi-
variables no arrojan coeficientes significativos. Los re-
cativa [F(17,1355) % 79,02, p m 0,0001, R2 % 0,50]. Como
sultados de la regresión son similares tanto para hom-
se esperaba, el predictor más importante es la satisfac-
bres como para mujeres, exceptuando la actitud negativa
ción con la vida (B % 0,49), seguido de la frecuencia de
hacia la infidelidad y el sexo casual. Además, en el caso
las relaciones sexuales (B % 0,21), la estabilidad de la
de los hombres el hecho de estar divorciado o separado
pareja (B % .0,19), la edad (B % .0,11), el no estar no es un predictor significativo.

37.4
Discusión
La población española presenta tanto una alta satisfac- la instrumentalidad, cuando esta última variable no re-
ción sexual como una alta satisfacción con la vida, co- fuerza la satisfacción. El nivel social no posee una in-
rrelacionando fuertemente, a su vez, estas variables en- fluencia específica, tal y como muestran las regresiones
tre ellas. Al contrario que en estudios previos, la múltiples, ya que está relacionado con la frecuencia y la
satisfacción con la vida es mayor que la satisfacción se- estabilidad de la pareja, dos importantes predictores de
xual. Tal y como se esperaba, la satisfacción sexual está la satisfacción sexual.
asociada con el nivel social, la alta frecuencia sexual, el Este estudio también encuentra que las personas de
estar casado o cohabitando, el no estar soltero o divor- mediana edad presentan una mayor satisfacción sexual,
ciado, el poseer una pareja estable, la buena comunica- comparadas con las más jóvenes y las más mayores (Ba-
ción, el estar enamorado, la feminidad, la androginia, el rrientos y Páez, 2006; Lauman et al., 1994). Este patrón
bajo nivel de actitudes liberales, el bajo sexismo hostil y es soportado parcialmente por estudios previos como el
el alto sexismo benevolente. Como en la mayoría de los de Argyle (1987), donde se encuentra que las personas
estudios, la satisfacción sexual es más alta en las muje- de mediana edad, frente a las más jóvenes, informan de
res y está negativamente relacionada con la masturba- mayor frecuencia de relaciones sexuales y tienen en
ción. Por último, la satisfacción no está relacionada de mayor medida una pareja estable. Sin embargo, el citado
forma lineal con la edad —una asociación curvilínea estudio no coincide con lo encontrado en nuestra inves-
muestra que los participantes más jóvenes y los más tigación en lo que respecta a las personas más mayores.
mayores se hallan menos satisfechos—.

37.4.2. Diferencias de género


37.4.1. Variables sociales en la satisfacción sexual
y satisfacción sexual:
nivel social y edad Tal y como se aprecia en otros estudios, las mujeres di-
cen estar más satisfechas con su vida sexual y declaran
Los resultados confirman que el alto nivel social, aun- en mayor medida poseer una relación estable con su pa-
que no el nivel educativo, está relacionado con la satis- reja (Barrientos y Páez, 2006; Dun, Croft y Hackett,
facción sexual, particularmente en el caso de las muje- 2000). Igualmente, las mujeres de esta muestra presen-
res. El alto apoyo social subjetivo y la calidad de las tan actitudes más negativas hacia la infidelidad y el sexo
relaciones en los participantes con alto nivel educativo casual. Este resultado es similar al encontrado en el
podría explicar la satisfacción sexual; sin embargo, el metaanálisis de Oliver y Hyde (1993). Las mujeres tam-
nivel social también se asocia a las actitudes liberales y bién reportan mayores niveles de feminidad —este dato
636 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

concuerda con estudios como el de Lenney (1991) o el po de relación supone una forma de apego seguro. Los
de Twenge (1997)—, así como de androginia, variables resultados son congruentes con estudios previos que
que, por otro lado, se relacionan con la satisfacción se- muestran que las personas casadas y aquellas que man-
xual. Por último, en este estudio se encuentra una rela- tienen una relación monógama estable informan de
ción tendencial entre el hecho de ser mujer y presentar mayor satisfacción sexual que las solteras y divorciadas
una mayor frecuencia de relaciones sexuales. El género (Laumann et al., 1994). Otros estudios indican que esta
no resulta ser un predictor importante de la satisfacción asociación es principalmente válida en el caso de las
sexual. No obstante, las mujeres tienen relaciones más mujeres (Barrientos y Páez, 2006; Waite y Joyner,
estables y actitudes más negativas hacia el sexo casual; 2001a, 2001b). Sin embargo, en nuestra muestra la esta-
estos factores son los que pueden dar cuenta de las dife- bilidad de la relación, el cohabitar con la pareja y el es-
rencias de género en la satisfacción sexual. tar casado se asocian con la satisfacción sexual tanto en
hombres como en mujeres. Los resultados también reve-
lan que los divorciados y/o separados presentan una me-
nor satisfacción sexual, confirmándose así que el duelo
37.4.3. Actividad sexual por la separación y la pérdida tiene un efecto negativo
sobre la satisfacción sexual.
La mayor frecuencia de actividad sexual está relaciona-
da con la satisfacción con el sexo, confirmándose así lo Los hombres y mujeres que viven juntos están más
encontrado en otros estudios que plantean que la fre- satisfechos probablemente porque tienen más relaciones
cuencia de las relaciones sexuales es un claro correlato sexuales que las personas casadas. Esta hipótesis se ve
de la satisfacción con el sexo. Se confirma que dicha refrendada en nuestros datos. Es más, al igual que en-
afirmación es válida tanto para hombres como para mu- cuentra Argyle (1987), la cohabitación y la satisfacción
jeres, y no solo para los hombres, tal y como algunos sexual también se hallan relacionadas cuando se contro-
autores señalan (Barrientos y Páez, 2006). Los resulta- la el efecto de la edad, es decir, esta relación se mantie-
dos también constatan que la satisfacción con la vida o ne cuando se seleccionan únicamente los datos aporta-
felicidad está asociada tanto a la mayor frecuencia se- dos por los participantes que cuentan con una edad
xual como a la satisfacción con el sexo (Barrientos y situada entre los 25 y 39 años.
Páez, 2006; Blanchflower y Oswald, 2004; Lauman et Tal y como se ha observado en estudios previos
al., 1994). Además, la frecuencia de las relaciones pre- (Blanchflower y Oswald, 2004), nuestros resultados in-
dice la satisfacción sexual cuando todas las variables del dican que la satisfacción con la vida o felicidad, al igual
estudio son tomadas en cuenta, confirmándose de esta que la satisfacción sexual, se asocia con la estabilidad
forma que la frecuencia de actividad sexual es una va- de la relación tanto en hombres como en mujeres.
riable que presenta una particular relación con la satis-
facción. Sin embargo, cuando se analizan los determi- La mayor comunicación sobre temas de índole se-
nantes de la satisfacción con la vida y en los análisis de xual también se relaciona con la satisfacción sexual
regresión se incluyen como posibles factores predictores —especialmente en los hombres—, confirmándose que
tanto la satisfacción sexual como la frecuencia de las re- la revelación y el apoyo social subjetivo son factores
laciones, esta última no se muestra como variable pre- que también facilitan la satisfacción sexual.
dictora. Esto sugiere que el proceso que relaciona la sa- La satisfacción sexual también está asociada con el
tisfacción con el sexo y la felicidad hace referencia a un grado de enamoramiento. Esta relación probablemente
tipo de satisfacción subjetiva más que a la simple fre- refleja el hecho de que el amor apasionado es mayor al
cuencia. principio de la relación íntima. Decimos esto porque la
pregunta realizada al respecto en la encuesta se focaliza-
ba en los sentimientos hacia la nueva pareja más recien-
te —esta no tenía que ser necesariamente la pareja esta-
37.4.4. Relaciones íntimas ble, aunque el estar enamorado estaba positivamente
y satisfacción sexual relacionado con la comunicación sexual y la edad—. Es
importante recordar que el estar enamorado y el nivel de
Las personas casadas y aquellas que tienen una relación comunicación sobre temas sexuales no han sido inclui-
estable se encuentran más satisfechas sexualmente. Esto dos en los análisis de regresión como predictores especí-
confirma que una relación estable y a largo plazo sostie- ficos de la satisfacción porque una minoría de la mues-
ne la satisfacción sexual, probablemente porque este ti- tra (solamente el 25% de las personas de la muestra
Capítulo 37. FACTORES PSICOSOCIALES ASOCIADOS A LA SATISFACCIÓN SEXUAL... 637
habían tenido una nueva pareja en los últimos dos años) satisfacción con la vida. De hecho, en este estudio, las
contestó a estas cuestiones. actitudes conservadoras se asocian a la satisfacción con
la vida tanto en la muestra general como en el caso de
los hombres. Esta relación puede ser explicada por el
hecho de que las actitudes conservadoras se asocian a
37.4.5. Identidad de género las creencias en un mundo justo y a la satisfacción con
el estado actual de las cuestiones sociales. Al igual que
La androginia y la feminidad están asociadas con la sa- en estudios previos (Waite y Joyner, 2001a), se encuen-
tisfacción sexual tanto en hombres como en mujeres. tra una relación entre la satisfacción sexual y una medi-
Esto sugiere que la instrumentalidad y la expresividad da actitudinal relativa a la exclusividad sexual. La acti-
simultáneas refuerzan una sexualidad positiva. La andro- tud negativa hacia la infidelidad puede estar también
ginia, pero no la feminidad, está relacionada con la alta relacionada con la orientación monógama y la satisfac-
frecuencia sexual en la muestra general. Este resultado ción con la pareja actual (Waite y Joyner, 2001a). De
es congruente con los estudios que muestran que las per- hecho, existe una asociación positiva entre la estabilidad
sonas andróginas muestran una mayor flexibilidad com- de la pareja y las actitudes negativas hacia la infidelidad
portamental. Las mujeres presentan tasas más altas de y las relaciones casuales. La actitud positiva hacia las
feminidad y más bajas de masculinidad que los hom- relaciones extramaritales muestra una influencia especí-
bres. Este resultado coincide con lo expuesto en las revi- ficamente negativa sobre la satisfacción sexual. Todo
siones metaanalíticas centradas en el estudio de las dife- ello lleva a sugerir que la orientación monógama está
rencias de género en la identidad de género (Lenney, asociada con la satisfacción sexual, incluso cuando se
1991, Twenge, 1997). considera el comportamiento actual y el tipo de relación.
La androginia no se relaciona con la frecuencia se- El sexismo hostil se relaciona con la baja satisfac-
xual en el caso de las mujeres. La masculinidad se aso- ción sexual solo en el caso de los hombres (en la mues-
cia a la satisfacción sexual solo entre los hombres —la tra general la correlación es tendencial). Las relación
instrumentalidad, pero no la feminidad, está positiva- hombre-mujer percibida como una relación adversaria o
mente asociada con la frecuencia de las relaciones se- competitiva (en la que la mujer es percibida como una
xuales. En el caso de las mujeres, la masculinidad no es- figura controladora del hombre, particularmente en
tá relacionada con la satisfacción sexual. La feminidad y cuanto a la sexualidad) está relacionada con una baja sa-
la androginia, al igual que la masculinidad, no se asocian tisfacción sexual. Estas creencias negativas acerca de la
con el resto de variables contempladas en este estudio. relación hombre-mujer, que acentúan el conflicto y el
afecto negativo, no están asociadas con la baja satisfac-
ción sexual en el caso de las mujeres. Estos resultados
cuestionan el hecho de que las actitudes tradicionales es-
37.4.6. Actitudes sexuales tén también asociadas a la satisfacción sexual. Sin em-
bargo, el sexismo benevolente está asociado con la alta
La satisfacción sexual se relaciona con las actitudes ne- satisfacción sexual en el caso de los hombres (en la
gativas hacia el sexo casual y la infidelidad tanto en muestra general la relación es tendencial). De todas for-
hombres como en mujeres. Este resultado va en la línea mas, ni el sexismo hostil ni el benevolente muestran una
de lo encontrado en investigaciones previas que mues- influencia clara y específica en la predicción de la satis-
tran que las actitudes conservadoras se asocian a la facción sexual.

37.5
Conclusión general
Los resultados confirman que la mayoría de los partici- alta satisfacción sexual (aun controlando la edad u otras
pantes presentan una alta satisfacción, y que la satisfac- variables) son la frecuencia de las relaciones coitales, la
ción con la vida y la satisfacción sexual están fuertemente estabilidad de las relaciones, el no estar divorciado o se-
relacionadas. Las variables específicas que explican una parado, y las actitudes negativas hacia el sexo casual y
638 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

extramarital. La frecuencia de relaciones sexuales y la es- que plantea que la estabilidad es más importante para las
tabilidad de la relación muestran una influencia similar en mujeres mientras que la actividad sexual lo es para los
la predicción de la satisfacción sexual tanto en hombres hombres.
como en mujeres, desconfirmando, por lo tanto, la idea

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La preparación del apartado lingüístico de este capítulo relativo a los préstamos léxicos del caló (gitanismos) ha sido posible
gracias a la colaboración y asesoramiento de J. Ignacio López de Aberasturi. Sus aportaciones desde la sociolingüística han sido
imprescindibles para conformar ese apartado que completa de modo interdisciplinar el análisis exclusivamente psicosocial del fe-
nómeno del prejuicio.
642 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

38.1
Introducción
Cada uno de nosotros ha tenido oportunidad de com- Desde los años 70, la psicología social ha comenza-
probar la fuerza que tiene el lenguaje para activar el do a estudiar el papel desempeñado por la lengua en los
proceso de categorización social y el sentimiento de per- procesos de expresión y mediación de las relaciones en-
tenencia a determinados grupos. Así, los intentos de tre grupos étnicos y lingüísticos. La investigación produ-
diferenciación por parte de algunos grupos étnicos o na- cida en este periodo es abundante; por ello, y con objeto
cionales con frecuencia van emparejados a una reivindi- de sistematizar el desarrollo en este ámbito, este capítu-
cación clara del mantenimiento y la integridad de sus lo se ha estructurado en torno a dos objetivos. Primero,
lenguas (por ejemplo, en Europa, los flamencos y valo- exponer una revisión conceptual de algunas de las prin-
nes en Bélgica, los catalanes y vascos en España, los cipales líneas teóricas y de investigación desarrolladas
bretones en Francia o los galeses en Gran Bretaña). En por la psicología social de las relaciones intergrupales
este sentido, el uso de la lengua o del dialecto desempe- en relación al lenguaje. Concretamente, se revisan dos
ña la función de marcador de la identidad social, es un líneas de desarrollo teórico: (1) el papel del lenguaje co-
atributo de la pertenencia grupal y, consecuentemente, la mo marcador de la identidad social y (2) el papel del
lengua o el dialecto que elegimos en la interacción lenguaje en el mantenimiento de la identidad social. Se-
comunicativa se convierte en un mediador de la conduc- gundo, describir algunas investigaciones realizadas en
ta intergrupal (Giles, Taylor y Bourhis, 1977; Hogg y España sobre prejuicio en las que se considera el len-
Abrams, 1988). guaje como mediador de los procesos psicosociales.

38.2
Lenguaje e identidad social
Uno de los fenómenos que marcan la historia actual en de identidad (tanto en la saliencia de la identidad del yo
general y la de las ciencias sociales en particular viene como en la de la identidad social). En los estudios reali-
definido por la situación de contacto entre grupos etno- zados en la década de los 70 por Giles, Taylor y sus co-
lingüísticos diferentes. Entre los factores que contri- laboradores (Giles, Taylor y Bourhis, 1977; Taylor, Bas-
buyen a esta situación, cabe destacar (Azurmendi, 2000) sili y Aboud, 1973; Giles, Scherer y Taylor, 1979) se
los movimientos migratorios masivos y el uso creciente utilizó el escalamiento multidimensional para comparar
de lenguas internacionales (en la actualidad, el inglés) la contribución relativa del lenguaje, del contexto cultu-
en distintos dominios de funcionamiento social (ciencia, ral y de la residencia geográfica, a la categorización del
política, Internet, etc.). En este marco, el estudio de las yo y a la categorización social. El objetivo planteado se
relaciones entre grupos está vinculado al análisis de la contrastó en cinco grupos (galeses bilingües del sur de
identidad etnolingüística, también denominada, en ese Gales, anglocanadienses, francocanadienses, angloameri-
mismo contexto, identidad étnica (Hogg y Abrams, canos y francoamericanos). En todos ellos, las lenguas
1988). Esta se considera un tipo de identidad social, el habladas se revelaron como la dimensión más saliente
que surge en contextos intergrupales multilingües (Azur- tanto de la identidad del yo como de la étnica.
mendi, 2000).
Asimismo, otros estudios han demostrado la impor-
El estudio del lenguaje y su relación con la identidad tancia que tiene el lenguaje para definir la pertenencia
parte de una suposición, a saber: que las relaciones entre grupal. Desde el campo de la investigación etnográfica
grupos etnolingüísticos se pueden explicar en términos se han aportado datos que muestran una especificidad
de procesos de identidad social (Giles y Johnson, 1981, en el léxico y en el vocabulario empleado para codifi-
1987). Una de las primeras cuestiones planteadas fue la car las actitudes compartidas por un grupo social (East-
de analizar el papel que juega el lenguaje en el proceso man, 1985).
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 643
Estos datos vienen a demostrar que el lenguaje es un ejemplo, la elección de lengua o dialecto, utilizando
punto de referencia importante para la identidad social. marcadores de habla étnicos, etc.). A este proceso se le
Tomados en conjunto, tienen un doble valor. En primer denomina distintividad psicolingüística (Giles y John-
lugar, sugieren que el lenguaje —los cambios y las elec- son, 1981).
ciones de lengua, dialecto o marcadores étnicos del ha-
Aunque el conocimiento de pertenencia es un ele-
bla— puede ser una dimensión importante de la identi-
mento esencial de la identidad social de una persona, la
dad étnica y un medio para facilitar la cohesión y
fuerza con la que la gente se identifica con un grupo va-
pertenencia grupal (Giles y Johnson, 1981). En segundo
ría en función de una serie de factores. Uno de estos
lugar, el lenguaje se puede convertir en una herramienta
factores considerados por la TIE es la percepción de
capaz de captar las manifestaciones más sutiles de las
«vitalidad etnolingüística». El concepto de «vitalidad»
estrategias, las actitudes y percepciones vinculadas a los
surge en el área de la investigación etnolingüística como
contactos interétnicos. Por ejemplo, manipulando deter-
la concepción psicosocial del concepto de «poder lin-
minadas variaciones en el uso del lenguaje —estilos de
güístico» (Azurmendi, 2000); «se refiere a la habilidad
habla o lengua—se pueden hacer salientes algunas iden-
de los grupos etnolingüísticos para sobrevivir como enti-
tidades sociales particulares y ciertas estrategias de dife-
dades colectivas y distintivas en contextos multilingües
renciación.
y multiculturales» (Ros, Azurmendi, Bourhis y García,
En este apartado nos centraremos en la primera 1999, p. 72). Giles, Bourhis y Taylor (1977) propusieron
cuestión, esto es, en las propuestas y planteamientos tres componentes o dimensiones de la vitalidad etno-
acerca de la relación entre lengua e identidad social. Pa- lingüística (Giles y Johnson, 1981; Harwood, Giles y
ra este fin, una referencia obligada son los trabajos de Bourhis, 1994):
Giles y sus colaboradores que han integrado la «teoría
de la acomodación del habla» con la «teoría de la identi- La dimensión demográfica se relaciona con la distri-
dad social» (Giles y Johnson, 1981; Giles, Bourhis y bución y número de hablantes del grupo etnolingüís-
Taylor, 1977), dando lugar a la «teoría de la identidad tico (territorialidad nacional o internacional, concen-
etnolingüística» (TIE) (Beebe y Giles, 1984). tración o densidad, número absoluto de hablantes,
índices de exogamia/endogamia, índices de emigra-
La teoría de la identidad social (Tajfel, 1978; Turner ción/inmigración).
et al., 1987) se estructura en torno a una serie de su-
puestos que se pueden resumir como sigue. La categori- La dimensión de soporte y control institucional in-
zación social del mundo implica un conocimiento de cluye el grado de representación que tiene el grupo en
nuestra pertenencia a ciertos grupos sociales (por ejem- los medios de comunicación, en la educación, en el go-
plo, hombres y mujeres, gitanos y no gitanos, andaluces bierno, en la industria, en la religión y en la cultura. Es
y catalanes). Este conocimiento de la pertenencia a una la dimensión más característica de la vitalidad y repre-
determinada categoría, junto con la valoración positiva o senta el poder de un grupo etnolingüístico en relación
negativa asociada a ella, define nuestra identidad social; con el exogrupo relevante (Sachdev y Bourhis, 1990).
esta adquiere sentido únicamente cuando nos compa- La dimensión de estatus se refiere al prestigio de un
ramos con grupos relevantes. La identidad social se con- grupo etnolingüístico en relación con su lengua, cultu-
sidera una parte importante del autoconcepto. Por tal ra, historia, economía y política.
motivo, la teoría supone que intentar conseguir una
valoración positiva de la propia identidad social (por La teoría de la vitalidad etnolingüística (VEL) supo-
ejemplo, a través de la comparación con el exogrupo ne que las tres dimensiones están interrelacionadas posi-
relevante en dimensiones como el poder, los recursos tivamente entre sí. Así, los miembros de grupos con baja
económicos y políticos, las habilidades intelectuales, los vitalidad etnolingüística suelen perder la lengua de su
valores culturales, etc.) incrementará, de hecho, el auto- grupo étnico porque se asimilan al grupo mayoritario y
concepto. con vitalidad alta, o bien dejan de existir como una co-
lectividad diferenciada, y viceversa, cuando un grupo
Partiendo de la teoría de la identidad social, la «teo-
posee una vitalidad alta, mantiene una territorialidad di-
ría de la identidad etnolingüística» (TIE) supone que,
ferenciada y pueden mantenerse en contextos multilin-
cuando la pertenencia a un grupo étnico es importante
gües (Harwood, Giles y Bourhis, 1994).
para los individuos y cuando la variante etnolingüística
(lengua, dialecto) se considera un valor central, entonces Posteriormente, Bourhis, Giles y Rosenthal (1981)
las personas intentarán conseguir una distintividad posi- introducen el concepto de «vitalidad etnolingüística sub-
tiva en dimensiones relacionadas con el lenguaje (por jetiva» (VES), que representa la percepción subjetiva
644 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

que se tiene de la vitalidad etnolingüística de un grupo. nidades autónomas bilingües (CAB) de España (Cata-
Y elaboran un cuestionario, el SVQ, para evaluar las re- luña, Galicia, Navarra, País Vasco y Valencia). Los
presentaciones subjetivas de la vitalidad endogrupal y resultados indicaron que en las cinco CAB es posible
exogrupal —creencias exocéntricas: relativas a aconte- conceptualizar, al menos, dos características étnicas
cimientos, realidades y cosas que ocurren fuera del indi- que funcionan como categorías de identificación etno-
viduo—. La VES no tiene por qué coincidir con la VEL; lingüística: la cultural y la lingüística. Además, la
de hecho, estos autores supusieron que la percepción identidad etnoling̈ística parece ser resultado de proce-
subjetiva de vitalidad (VES) podría ser mejor predictor sos psicosociales de naturaleza cognitiva y emocional.
de los comportamientos lingüísticos de los individuos Es decir, los encuestados de cada una de las cinco
que la vitalidad objetiva de los grupos étnicos. Los re- CAB se identifican de distinto modo (cultural y lin-
sultados de estudios realizados en diferentes contextos güístico) y a través de diferentes procesos: la identifi-
interétnicos confirman esta suposición y refuerzan el va- cación cognitiva es mayor con la cultura y lengua es-
lor predictivo del concepto de VES. pañolas, mientras que con la cultura y la lengua de la
propia autonomía se produce una identificación más
Asimismo, a partir del modelo de Bourhis, Giles y
bien emocional. Asimismo, en otros estudios llevados
Rosenthal (1981) han surgido matizadas conceptualiza-
a cabo dentro del mismo proyecto (Ros et al., 1999;
ciones en un intento por mejorar el valor predictivo de
Romay, García-Mira y Azurmendi, 1999), las creen-
la VES sobre el comportamiento lingüístico en situación
cias egocéntricas sobre la vitalidad etnolingüística se
de contacto de lenguas. Brevemente, se intenta aclarar la
revelaron como buenos predictores de la identidad so-
naturaleza de los procesos psicosociales que intervienen
cial; no así las creencias exocéntricas.
en la identificación etnolingüística. Para algunos autores
(Allard y Landry, 1986; Landry y Allard, 1994), la VES Desde un punto de vista metodológico, el estudio de
sería un constructo cognitivo —un sistema de creencias la identidad etnolingüística ha demostrado la utilidad
exocéntricas— que el sujeto elabora. El modelo de desa- de un índice comparativo o substractivo. En un estu-
rrollo bilingüe de Landry (Ros et al., 1999) propone que dio de Ros, Cano y Huici (1987) que demostraba la
cuando las condiciones refuerzan tales creencias, enton- influencia de la identidad social y de la percepción de
ces se vuelven permanentes y se perciben legítimas. Ba- vitalidad etnolingüística sobre las relaciones entre gru-
jo esas condiciones se interiorizan, se asocian a senti- pos y las actitudes hacia las lenguas más importantes
mientos y metas personales, y acaban por convertirse en en España (castellano, catalán, vasco, valenciano y ga-
creencias egocéntricas o motivacionales —Allard y llego), los resultados indicaban que el mejor predictor
Landry (1986) han desarrollado el cuestionario BSVQ de los perfiles de identificación con el propio grupo era
para medirlas—. Diversos estudios demuestran que este un índice que denominan «identidad substractiva» —es
tipo de creencias son mejores predictores de la identifi- decir, la diferencia entre la identificación con el endo-
cación endogrupal y del comportamiento etnolingüístico. grupo lingüístico y la identificación con España—.
Recapitulando lo que llevamos dicho en este aparta-
Desde un punto de vista aplicado, los estudios han
do, el estudio de la identidad etnolingüística se ha lleva-
analizado las consecuencias de la identidad etnolin-
do a cabo en distintos ámbitos y desde diferentes plan-
güística en distintas situaciones de contacto entre len-
teamientos:
guas y culturas. Algunos estudios muestran una rela-
Desde un planteamiento conceptual, el objetivo ha si- ción directa y positiva entre identidad social y VES
do conocer cuáles son los determinantes y/o antece- (Giles y Johnson 1981). Esto es, los sujetos que se
dentes más potentes de este tipo de identidad social. identifican fuertemente con su grupo étnico perciben
El concepto de vitalidad etnolingüística subjetiva ha la vitalidad del endogrupo alta y tienden a acentuar
resultado ser de gran utilidad heurística para este pro- los registros lingüísticos del endogrupo para obtener
pósito, y el concepto de identidad etnolingüística se distintividad. Otros estudios, sin embargo, han encon-
ha perfilado como un concepto complejo integrado trado una relación de ortogonalidad entre la percep-
por diferentes componentes categoriales, como el lin- ción de vitalidad y la identidad social. Giles y Johnson
güístico y el cultural. Por ejemplo, Azurmendi, Bour- (1987) encontraron que de los sujetos que se identifican
his, Ros y García (1998), desde el modelo de desarrollo fuertemente con el endogrupo, los que manifestaban ac-
bilingüe de Landry y colaboradores (1997), analizaron titudes lingüísticas más positivas eran los que tenían una
el concepto de identidad etnolingüística en una mues- percepción baja de la vitalidad del grupo y su lengua.
tra de 2.446 sujetos que representaban a cinco comu- En esta línea se pueden entender los resultados obteni-
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 645
dos por Ytsma, Viladot y Giles (1994) en relación pueden deber más a cuestiones relacionadas con el es-
al grupo frisón. En la muestra catalana la identidad tatus y a motivaciones de naturaleza pragmática e ins-
social (alta) correlaciona positivamente con la percep- trumental (por ejemplo, motivos económicos) que a
ción de vitalidad (también alta). También los datos in- cambios en el proceso de identificación. Dicho de otra
formados por Ros, Cano y Huici (1987) se pueden forma, esta perspectiva no considera la lengua un
analizar desde este planteamiento. Encuentran un pa- marcador de la identidad étnica. A favor de este otro
trón cambiante de correlación entre la identidad con la planteamiento se argumenta que en las situaciones de
propia comunidad y la vitalidad etnolingüística comu- contacto entre grupos étnicos y lingüísticos diferen-
nitaria, dependiendo de la autonomía: los catalanes tes (por ejemplo, en los asentamientos en la pobla-
aparecen con puntuaciones altas en las dos dimensio- ción de acogida de una minoría étnica de inmigran-
nes, los vascos presentan una identidad alta y una vi- tes), con frecuencia el grupo minoritario sigue
talidad media, y los gallegos y valencianos, índices manteniendo su identidad étnica, aun después de ha-
bajos en ambas dimensiones. ber perdido habilidad para hablar su lengua nativa o
Desde otro punto de vista (Edwards, 1992), se consi- cuando ha cambiado el propio código lingüístico por
dera que las elecciones y los cambios de lengua se el de la mayoría.

38.3
Factores que influyen en la acentuación
y el mantenimiento de la identificación
Dado que el lenguaje es un marcador de la identidad, actitudes negativas hacia el hablante o hacia su propia
puede servir para afirmar la propia identidad y/o para lengua endogrupal, (4) cuando los miembros del exogru-
mantener la distintividad en las situaciones de contacto po inician la interacción comunicativa con un estilo de
interétnico. Por ejemplo, manipulando determinadas habla divergente.
variaciones en el uso del lenguaje —estilos de habla o Algunos estudios han integrado la teoría de la acomo-
lengua— se pueden hacer salientes algunas identidades dación del habla con la de la identidad y vitalidad etno-
sociales particulares y ciertas estrategias de diferen- lingüística para analizar las estrategias de diferenciación
ciación. en el contexto de la comunicación intergrupal. En este
Los psicólogos sociales han estudiado el proceso de marco, se ha supuesto que, al ser los grupos con vitalidad
convergencia y divergencia en el habla en los contextos alta los que poseen mayor prestigio, es posible que sus
de comunicación intergrupal, con el fin de conocer qué miembros utilicen estrategias de habla divergente para
papel desempeñan esas estrategias en el mantenimiento mantener su distintividad respecto al exogrupo relevante.
de la propia identidad social. Los teóricos de la identidad social piensan que la di-
En términos generales, los estilos de habla de las vergencia en el habla es una táctica para la distintividad
personas tienden a converger para reducir la distancia intergrupal, y la convergencia en el habla connotaría
psicológica entre ellos mismos y los otros (Giles, Taylor acomodación intergrupal. Sin embargo, no existe evi-
y Bourhis, 1973; Giles y Smith. 1979). Sin embargo, los dencia directa ni concluyente de esta función de mante-
estudios de Bourhis y sus colaboradores (Bourhis, Giles, nimiento de la identidad. Como muestra el Cuadro 38.1,
Leyens y Tajfel, 1979; Doise, Sincler y Bourhis, 1976), la relación entre convergencia/divergencia en el habla
muestran que en los contextos intergrupales la divergen- y acomodación/diferenciación no adquiere un patrón
cia en el habla es más probable en diferentes situacio- único ni, por tanto, sencillo. Se necesita más investiga-
nes: (1) cuando se enfatizan las identidades grupales en ción y elaboración teórica para conocer cómo los facto-
la interacción, (2) cuando el hablante anticipa interac- res normativos y las atribuciones de significado deter-
ciones competitivas con los miembros del exogrupo, (3) minan la divergencia en el habla en la comunicación
cuando se sabe que los miembros del exogrupo tienen intergrupal.
646 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 38.1. Adaptación de la conducta lingüística de los grupos dominantes y subordinados


dependiendo de la percepción de la posibilidad de un cambio social, según Giles,
Bourhis y Taylor (1977)

Respuesta

Percepción de cambio Grupo dominante Grupo subordinado

No se percibe posibilidad No convergencia Convergencia


de cambio

Se percibe favorablemente Convergencia Divergencia

Se percibe desfavorablemente Divergencia

Fuente: Moreno (1998).

En el marco de las relaciones intergrupales la TIS de


38.3.1. El modelo de categorías Tajfel ha favorecido, entre otras, la investigación sobre
lingüísticas y el sesgo los procesos que mantienen la percepción positiva del
endogrupo y la negativa del exogrupo. Maass y sus cola-
lingüístico intergrupal boradores (Maass et al., 1989; Maass y Arcuri, 1992)
han supuesto que el lenguaje puede ser uno de estos pro-
En otro orden de cosas, el uso del lenguaje puede refor- cesos. De acuerdo con su modelo del sesgo lingüístico
zar la categorización intergrupal y contribuir así al man- intergrupal (linguist intergroup bias, LIB), el uso sesga-
tenimiento de la identidad social (Maass y Arcuri,
do del lenguaje puede constituir una forma sutil de man-
1992).
tener y transmitir las percepciones positivas del endo-
En otro capítulo («Psicología social, lenguaje y co- grupo y las negativas del exogrupo. Concretamente, el
municación» en este mismo texto) nos hemos referido a modelo LIB establece dos predicciones complementarias
los verbos de acción (denotan clases generales de con- (Fiedler, Semin y Finkenauer, 1993; Maass et al., 1989).
ducta y son menos abstractos) y a los de estado. En un Según la primera, las conductas indeseables del exogru-
estudio de Hamilton, Gibbons, Stroessner y Sherman po (y las deseables del endogrupo) tenderán a ser descri-
(1992), los resultados indicaban que las conductas de tas en términos del lenguaje más abstractos (por ejem-
grupos estereotipados tendían a ser codificadas como plo, mediante los llamados verbos de estado o bien
cualidades abstractas de los miembros del grupo más mediante adjetivos), mientras que las deseables del exo-
que como actos que esos miembros han llevado a cabo. grupo (y las indeseables del endogrupo) se describirán
Los resultados de otros trabajos corroboran esta tenden- con términos lingüísticos más concretos (por ejemplo,
cia y ayudan a explicar lo que Pettigrew (1979) denomi- mediante verbos de acción). La segunda predicción asu-
na error último de atribución. Las conductas indeseables me que el nivel de abstracción de los términos lingüísti-
del exogrupo (y las deseables del endogrupo) tienden a cos influirá en las inferencias y expectativas que se rea-
ser descritas con verbos abstractos; las deseables del lizan sobre los grupos y sus miembros. En este sentido,
exogrupo (y las indeseables del endogrupo), con verbos aquellas descripciones sobre la conducta de un actor que
concretos (Fiedler, Semin y Finkenauer, 1993; Maass, utilizan términos lingüísticos abstractos facilitarán que
Salvi, Arcuri y Semin, 1989). el oyente se forme una impresión sobre la conducta del
Aunque el modelo de categorías lingüísticas de actor más disposicional, estable y con posibilidad de re-
Semin y Fiedler se preocupó por las relaciones interper- petición en un futuro (Semin, Rubini y Fiedler, 1995).
sonales, ofreció ciertamente una base interesante para
generar algunos supuestos sobre el papel del lenguaje en La primera evidencia sobre la existencia del sesgo
las relaciones intergrupales. lingüístico intergrupal se publicó a finales de la década
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 647
de los 80 y estaba basada en una serie de experimentos grupo, y el principal supuesto prevé un uso abstracto del
dirigidos por Anne Maass y sus colaboradores (1989) lenguaje para los comportamientos favorables del endo-
con miembros de dos equipos que competían en una ca- grupo y los desfavorables del exogrupo, mientras que el
rrera de caballos en Ferrara (Italia). Los participantes re- uso lingüístico más concreto se espera para las conduc-
cibían unas viñetas que mostraban a miembros del endo- tas desfavorables del endogrupo y las favorables del
grupo o del exogrupo realizando conductas deseables o exogrupo, independientemente de las expectativas este-
indeseables. La tarea de los participantes era describir la reotípicas.
escena de la viñeta seleccionando la mejor entre cuatro
descripciones proporcionadas por el experimentador y Existen situaciones que permiten inferir predicciones
que se correspondían con distintos grados de abstracción idénticas de la hipótesis cognitiva y la motivacional. Por
lingüística. Además, en un procedimiento alternativo ejemplo, cuando la gente espera más conductas positivas
(experimento 2), los participantes describían la escena y menos negativas del endogrupo que del exogrupo, el
en sus propias palabras. En líneas generales, los resulta- sesgo lingüístico sería la consecuencia lógica de esas ex-
dos confirmaron la hipótesis: los participantes de ambos pectativas que mantienen las personas. Sería el caso de
equipos tendieron a generar descripciones más abstrac- una situación de prejuicio contra el exogrupo y etnocen-
tas cuando se referían a conductas positivas del endo- trismo hacia el endogrupo. Sin embargo, las dudas sobre
grupo y negativas del exogrupo. la importancia y la relación entre los procesos cogniti-
vos y los motivacionales son especialmente relevantes
Este sesgo ha sido confirmado en una gama amplia
cuando ambas explicaciones prevén patrones diferentes
de contextos intergrupales, como equipos deportivos, na-
en el uso del lenguaje. En relación con esto último, al-
cionales, políticos, escolares, etc. (para una revisión,
gunos autores (Maass et al., 1995) han señalado que
véase Maass y Arcuri, 1992). Desde mediados de los 90,
cuando el estereotipo del exogrupo es predominante-
buena parte de la investigación sobre el LIB se ha cen-
mente negativo pero incluye algunos elementos positi-
trado en conocer cuáles son los mecanismos que deter-
vos aislados, las predicciones de ambas hipótesis no
minan este fenómeno. Dos aproximaciones se revelan
coinciden. Por ejemplo, incluso una persona con fuerte
como plausibles. Una, de naturaleza cognitiva, supone
prejuicio contra los gitanos puede admitir que estos son
que la discrepancia de expectativas sería la responsable
alegres y amantes de la familia. En este caso, mientras
del fenómeno. La otra, de naturaleza motivacional, plan-
que la hipótesis cognitiva predice el uso de un lenguaje
tea que la motivación por proteger la estima del endo-
abstracto para describir los comportamientos familiares
grupo será el proceso responsable de este sesgo. Desde
de una persona gitana, la motivacional esperaría un uso
la perspectiva cognitiva, el supuesto principal mantiene
más concreto del lenguaje para el mismo comportamien-
que la conducta congruente con las expectativas será
to. Asimismo, tampoco convergen las predicciones de
descrita en términos lingüísticos abstractos, aumentando
ambas hipótesis cuando los grupos que mantienen algún
así la percepción de tipicidad y estabilidad acerca de la
tipo de competición comparten las creencias estereotípi-
conducta del actor. Una conclusión que deriva de este
cas. Por ejemplo, hombres y mujeres coinciden en la
planteamiento es que el patrón de abstracción del len-
descripción de los rasgos que son típicamente masculi-
guaje se espera que sea independiente de la valencia de
nos y femeninos. En estos casos, la explicación cogniti-
la conducta y de la pertenencia grupal del hablante
va prevé un patrón más abstracto en el uso del lenguaje
(Maass, Milesi, Zabbini, y Stahlberg,1995). Por ejemplo,
para describir conductas o rasgos estereotípicos, mien-
uno de los rasgos que forman parte del estereotipo que
tras que la explicación motivacional tiene en cuenta la
se tiene de los gitanos es que son respetuosos con las
valencia del rasgo y la pertenencia categorial de la per-
personas mayores de la familia o del clan. Desde la ex-
sona que elabora la información. La evidencia a favor
plicación cognitiva, incluso una persona con elevado ni-
de la explicación cognitiva (Maass et al., 1995; Rubini y
vel de prejuicio contra los gitanos tendería a describir de
Semin, 1994) lleva a suponer que la aplicación del mo-
forma abstracta esos comportamientos característicos del
delo se podría ampliar más allá de las relaciones inter-
exogrupo.
grupales. Si la congruencia de expectativas es el princi-
La segunda hipótesis enfatiza el fondo motivacional pal proceso que subyace al patrón de abstracción del
del sesgo lingüístico intergrupal y basa sus argumentos lenguaje, entonces dicho patrón puede constituir una for-
en la teoría de la identidad social de Tajfel y Turner ma sutil de mantenimiento de cualquier creencia, y
(1979). En este marco, el sesgo lingüístico obedecería a no solo de las estereotípicas asociadas a la categoriza-
una motivación por proteger la autoestima del propio ción grupal (linguistic expectancy bias, LEB) (Taris,
648 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

1999; Wigboldus, Semin y Spears, 2000; Rubini y Sigall, cuenta la valencia de las categorías lingüísticas (Maass,
2002). Por otra parte, los resultados que muestran mayor Ceccarelli y Rudin, 1996; Valencia, Gil de Montes, Arruti
poder predictivo del modelo LIB cuando existe algún gra- y Carbonel, 1998), hay que interpretarlos como una evi-
do de conflicto entre los grupos o cuando se tiene en dencia a favor de la hipótesis motivacional.

38.4
El papel del lenguaje en el estudio y evaluación
psicosocial del prejuicio
La incorporación del tema del lenguaje en la investiga-
ción psicosocial ha demostrado que los procesos socio-
cognitivos afectan a la forma que adquiere el lenguaje
durante la comunicación. Como se ha señalado, el grado
de abstracción que connotan las estructuras lingüísticas
adquiere un patrón concreto para mantener la imagen es-
tereotípica de un exogrupo y/o para preservar la autoes-
tima del propio grupo —paradigma LIB— (Maass et al.,
1989; Maass y Arcuri, 1992).

38.4.1. Los usos del lenguaje


como determinante Opciones de respuesta:
y consecuencia del a) Deja a los niños en el colegio
conflicto en las relaciones b) Se organiza para llevar a los niños
c) Se preocupa por los niños
entre hombres y mujeres d) Es una persona responsable
FIGURA 38.1. Ejemplo de viñeta empleada para medir el
grado de abstracción lingüística empleado por los sujetos para
En una serie de investigaciones (Gómez Berrocal, Lle- la descripción de comportamientos positivos del endogrupo
dó, Ramírez, y Rodríguez, 2005; Gómez Berrocal, Ra- o del exogrupo (cuando quien contesta es una mujer).
mírez, Lledó, y Dumitrache, 2005) se analizó el patrón
de abstracción en el uso del lenguaje utilizado por hom-
bres y por mujeres. rece una de las viñetas que fueron usadas en la investi-
gación).
La muestra (436 participantes, 192 hombres y 244
mujeres estudiantes universitarios) respondió a un cues- Los resultados indicaron un efecto significativo del
tionario que incluía, entre otras, una medida de sesgo sexo sobre las medidas lingüísticas de sesgo intergrupal.
intergrupal a través del grado de abstracción lingüística Los hombres se diferenciaron significativamente de las
empleado para la descripción de viñetas. El diseño de mujeres en las elecciones que realizaron de las alternati-
esta medida estuvo basado en el sesgo lingüístico inter- vas lingüísticas para la descripción de viñetas. En pri-
grupal (LIB) (Maas et al., 1989). Cada viñeta represen- mer lugar, los resultados obtenidos corroboran las pre-
taba una acción en la cual el protagonista pertenecía al dicciones del LIB para la descripción de conductas
endogrupo o al exogrupo (hombre o mujer) y exhibía negativas de un miembro del endogrupo. Esto es, los
una conducta (positiva o negativa). La tarea de los suje- hombres, y más acusadamente las mujeres, describían
tos era elegir, entre cuatro opciones —frases con dife- las conductas negativas de un miembro del endogrupo
rente grado de abstracción lingüística—, la que mejor en términos lingüísticos concretos. En segundo lugar,
describía la escena representada (en la Figura 38.1 apa- cuando la descripción se llevó a cabo sobre conductas
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 649
de un miembro del exogrupo, se cumplieron las predic- de género indica que, cuando hay conflicto, este implica
ciones del LIB para las conductas positivas. Los hom- algo más que un sutil favoritismo de los hombres hacia
bres, y más acusadamente las mujeres, describieron una las mujeres orientado a mantener el statu quo. Esta evi-
acción positiva de un miembro del exogrupo en térmi- dencia que proporciona la realidad social es, precisa-
nos lingüísticos concretos. Para describir las conductas mente, la que concede valor predictivo a otras medidas
negativas del exogrupo, el patrón de respuesta de las de prejuicio, discriminación o conflicto menos sujetas al
mujeres, y en mayor medida el de los hombres, tendía al control consciente por parte de la persona. El lenguaje
favoritismo exogrupal: utilizaron términos lingüísticos parece cumplir este requisito, pues la forma de usarlo
concretos para describirlas. escapa a nuestra consciencia.
Sin duda, conviene seguir analizando el lenguaje co-
mo respuesta útil y menos reactiva que otras para captar
los sesgos en las relaciones intergrupales. En este senti- 38.4.2. Lenguaje y prejuicio
do, los resultados que hemos referido apuntan que la hacia los gitanos
medida de lenguaje es sensible para captar tanto la can-
tidad como la calidad del sesgo intergrupal en las rela- En este apartado se aborda el problema del prejuicio li-
ciones de género. En las investigaciones referidas, a tra- mitado a un contexto particular: el que se produce en
vés del lenguaje se captó favoritismo endogrupal y no España contra los gitanos. Estos constituyen la principal
solo favoritismo exogrupal. Este último sesgo constituye minoría étnica de ese país. Algunos estudios psicosocia-
la respuesta de prejuicio que se considera característica les realizados en ese entorno sugieren que el contexto
del sexismo benevolente y ha servido para elaborar una normativo de tolerancia parece estar menos afianzado o
de las escalas de prejuicio moderno hacia las mujeres: el interiorizado para regular los juicios y los comporta-
ambivalent sexism inventory (ASI) (Glick y Fiske, mientos ante la minoría gitana que ante otros grupos ét-
1996). La escala está compuesta por 21 ítems, repartidos nicos (por ejemplo, subsaharianos y magrebíes) (Rueda,
en cuatro subescalas. Una, correspondiente al factor de Navas y Gómez Berrocal, 1995; Rueda y Navas, 1996).
sexismo hostil (compuesta por 11 ítems), mide la actitud Estos datos se entienden como una nota diferencial y ca-
negativa hacia las mujeres. El sexismo hostil se relacio- racterística de las relaciones que los no gitanos mantie-
na con el sentimiento de desagrado que deriva de un re- nen con los gitanos en España. Por ello, las investigacio-
parto injusto de recursos materiales en el contexto públi- nes que se reseñan aquí parten de una pregunta general:
co-laboral y con un sentimiento de amenaza por el tipo ¿cuál o cuáles son los procesos que explican la especifi-
de relaciones íntimas que establecen las mujeres. Las cidad o particularismo asociado a la distinción gitano/no
tres subescalas restantes miden el sexismo benévolo o gitano en España? Para responder esta cuestión, hemos
actitudes positivas hacia las mujeres que justifican las supuesto que cada pertenencia categorial conviene con-
relaciones asimétricas en poder, estatus y roles que se siderarla como una dinámica psicosocial específica arti-
dan entre hombres y mujeres. Son el factor de sexismo culada con otras dinámicas en circunstancias sociales
benevolente-paternalismo (compuesta por cuatro ítems), concretas (Doise, 1991).
relacionado con una actitud protectora que contribuye a
una imagen vulnerable de la mujer que debe ser protegi- En primer lugar se analizará la categorización gita-
da por el hombre; el factor de sexismo benevolente-dife- no/no gitano en el contexto español, como algo más que
renciación de género (tres ítems), que se basa en una un proceso perceptivo que influye sesgadamente en los
exageración de las diferencias y de la complementarie- juicios y en los comportamientos hacia los miembros del
dad entre hombres y mujeres. Estas tienen característi- endo y del exogrupo. Tal planteamiento supone conectar
cas positivas que complementan las de los hombres; y el las dinámicas de las relaciones intergrupales con las de
factor de sexismo benevolente-intimidad heterosexual las imágenes y representaciones mutuas que se crean en
(cuatro ítems), que se basa en la defensa de valores de el contexto intergrupal. Para este fin, analizaremos los
dependencia de los hombres respecto a las mujeres en el préstamos lingüísticos tomados del gitano —gitanis-
ámbito privado de las relaciones íntimas. mos—, así como algunas etiquetas que se utilizan para
designar la categoría no gitano. En segundo lugar, se ex-
Realmente, la nueva fisonomía del sexismo contra pone evidencia empírica que muestra cómo en la base
las mujeres consiste en una actitud de «favoritismo» ha- de la relación entre gitanos y no gitanos españoles se
cia ellas marcado por un proteccionismo y un paternalis- desencadena un conflicto sociocognitivo que implica en
mo que intentan mantener los roles tradicionales entre el grupo mayoritario un sentimiento de amenaza a la
ambos sexos. Si embargo, la realidad de las relaciones identidad.
650 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

blantes de una lengua y que se transmiten mediante pro-


38.4.2.1. La imagen de los gitanos en cesos de socialización. De este modo, también los gita-
España: una representación nismos y los exónimos (los términos empleados para de-
social anclada en el lenguaje nominar a «los otros») (Gamella y Sánchez-Muros,
1998) deben reflejar y, a la vez, organizar las relaciones
Desde la teoría de la identidad social de Tajfel, la cate- intergrupales entre gitanos y no gitanos.
gorización actúa de forma deductiva: organizando una
En primer lugar, el signo negativo de las represen-
visión estereotipada del exogrupo. No obstante, existe
taciones que la mayoría no gitana ha elaborado con res-
evidencia empírica (Ravaud, Beaufils y Paicheler, 1986;
pecto a los gitanos queda de manifiesto en la especial
Pérez, Falomir, Baguena y Mugny, 1993) de que la tipi-
«evolución semántica» de muchos gitanismos que, par-
ficación del exogrupo está sometida a una especifici-
tiendo de unos significados neutros que poseían en caló,
dad que resulta difícil explicar exclusivamente desde el
se integran en el español jergal con otros valores peyo-
planteamiento tajfeliano. En este sentido puede ser útil
rativos, en la esfera de lo inmoral, deshonesto, grosero o
atender a las recomendaciones de Doise (1991) cuando
simplemente irónico. Y nunca en sentido inverso. Vea-
sugiere analizar estos desajustes estudiando la represen-
mos algunos casos: chanada (de chanar, «saber») signi-
tación social de cada categorización y sus puntos de an-
fica «superchería»; del caló jil, «frío», procede jilí, «ton-
claje. Suponemos que uno de esos anclajes puede ser el
to, alelado»; chai, «niña», femenino de chavó, «niño»,
lenguaje (por ejemplo, los términos que se usan para de-
ha adquirido el valor de «prostituta». Varios son los tér-
signar a los grupos).
minos que, a partir del significado «irse» equivalen a
En el entorno español, los dos elementos sociocultu- «enloquecer»: pirar, chalar, guillar. Chingar, «forni-
rales que acaso ilustran mejor la entidad que posee la car», en caló no era sino «reprender, reñir».
minoría gitana son el arte flamenco, convertido en ver- Otros cambios semánticos nos hablan de la imagen
dadera seña de identidad de lo español en general y de estereotipada que tiene la mayoría no gitana de dicho
lo andaluz en particular, y la considerable presencia de grupo como cobardes, ladrones o engatusadores: cañí,
gitanismos (esto es, voces procedentes del caló, varie- «gitano», ha pasado a ser sinónimo de «miedoso», del
dad de la lengua romanó que hablan los gitanos de Es- mismo modo que caleti y caletero, «maleante» y «chu-
paña) en la lengua española. lo», proceden de calé, «gitano»; mangar, «robar» y
Con respecto al desarrollo y éxito social de dichos mangante, «ladrón», derivan de las formas caló mangar,
rasgos socioculturales, frecuentemente se ha señalado la «pedir, mendigar», y mangante, «mendigo». Jonjabar,
decisiva conversión de lo gitano y lo andaluz (estereoti- que en caló valía por «reírse de alguien» pasa, como gi-
padamente identificados en muchas ocasiones) en objeto tanismo del español, a significar «engatusar, lisonjear»;
de diversas modas y aficiones de índole cultural y litera- aunque hacer el paripé es una expresión derivada de
ria que han ido surgiendo en los ámbitos no gitanos des- una forma caló que significa «cambio, trueque», ha evo-
de hace tres siglos (el «majismo» de la aristocracia ma- lucionado hasta «tratar de engañar» y «presumir, darse
drileña del XVIII, los viajeros románticos, el gusto por lo tono». Camelar, «seducir, engañar», procede de la raíz
«flamenco» desarrollado desde mediados del XIX, etc.) kama, «amor». Por último, en el habla jergal el concepto
(Clavería, 1951). Sin embargo, intuimos que, más allá de «dinero» se puede expresar mediante sendos gitanis-
de modas, contribuye a configurar una representación mos, calé (calas «pesetas») y parné, que etimológica-
tanto de la imagen del otro como de la propia. mente significaban «oscuro» y «blanco», de donde «mo-
En el estudio de las relaciones intergrupales entre gi- neda de cobre» y «moneda de plata», respectivamente.
tanos y no gitanos suponemos que el análisis de los tras- Un análisis de las realidades significadas por los
vases léxicos del caló al español general y/o jergal arro- gitanismos más usuales del español (esto es, de las «co-
jará luz sobre las características definitorias de esa sas» nombradas por esas palabras) nos permitirá ver re-
interacción. Las relaciones entre lengua y cultura han si- flejados algunos hechos de la interacción no gitano/gita-
do objeto de una larga tradición de estudios que, sin lle- no. Comúnmente se acepta que en la aparición de los
gar a entenderlas como una simple explicación causal ni préstamos o interferencias léxicas que una lengua B to-
como un paralelismo exacto entre ambos ámbitos, sí han ma de una lengua A, inciden una serie de aspectos psi-
mostrado cómo los hechos lingüísticos (y, en especial, cosociales, tales como las necesidades y funciones co-
de orden léxico) forman parte de un complejo sistema municativas entre ambas comunidades lingüísticas, las
cultural que se relaciona estrechamente con la organiza- actitudes subjetivas hacia la lengua A y hacia la cultura
ción social, los valores y las creencias del grupo de ha- expresada (y contenida) en dicha lengua, etc. (Silva-
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 651
Corvalán, 1989). A partir de este presupuesto se han Más que como pronombres personales, se usan como
abordado las relaciones entre diversos grupos y culturas otras tantas expresiones (servidor, uno, el aquí presente)
(Mackenzie, 1939). Así, los préstamos que el español ha que, con el verbo en tercera persona, se emplean en lu-
tomado, por ejemplo, de las lenguas amerindias (patata, gar de «yo»: menda va pensando, «uno va pensando». A
huracán), del inglés (jazz, snob, parking), etc., reprodu- partir de ahí, y una vez sustantivada la forma, (el) men-
cirían la necesidad sentida por los colonizadores de da llega a adquirir el valor semántico de «tío», «indivi-
nombrar las sorpresas del Nuevo Mundo, o bien, la re- duo», con clara connotacion despectiva (como ocurre
ceptividad ante las modas culturales y los modos de vida con otras formas de origen y/o frecuente uso gitano: ga-
emanados del ámbito anglosajón. chó, chavó, payo, «tío, individuo»). Este desplazamiento
del significado que se observa en (el) menda desde «yo»
Pues bien, un análisis de los gitanismos adoptados hasta «un sujeto, un individuo cualquiera» constituye se-
en español indica que no se refieren a realidades mate- guramente un reflejo lingüístico que reproduce y denota
riales concretas. Su contenido semántico suele ser de ca- todo un proceso psicosocial (más o menos consciente)
rácter más abstracto y conceptual. Entre los gitanismos protagonizado por los no gitanos de paulatino distancia-
no encontramos nada de la terminología de los oficios, miento de los gitanos.
de las partes del carro o de la meteorología, pero sí mu-
chas designaciones para comportamientos y modos de Por otro lado, los campos designativos a que se re-
ser que en español ya poseen sus propios significantes y fieren tales préstamos (Cuadro 38.2) dibujan la imagen
que, además, no han sido sustituidos por aquellos gita- estereotipada que se posee de los gitanos.
nismos, hecho que, significativamente, sí se suele produ- Otro capítulo de orden lingüístico que encierra gran
cir cuando la lengua prestataria A posee cierto prestigio interés con respecto a la interacción entre ambos grupos
para los hablantes (Moreno, 1998), dando origen a una es el de las formas de denominar a «los otros», los exó-
serie de dobletes terminológicos (comer/jalar, yo/menda, nimos. Nos detendremos en los significantes para el
trabajar/currar) que cumplen la función de posibilitar grupo mayoritario no gitano. Aparte de algunas deno-
cierta intencionalidad —coloquial, jergal— al referirse a minaciones que solo usan los gitanos (los gaché y bus-
una misma «cosa». Ello estaría indicando, en definitiva, nés, o jambos, entre los gitanos de Baza-Granada),
cómo la imagen social que se ha perfilado de los gitanos existen dos denominaciones muy generalizadas e indis-
ha sido vaciada de sus circunstancias culturales y mate- tintamente usadas por los dos grupos: payo y castellano.
riales distintivas y concretas, convirtiendo su realidad en
una imagen de fuerte contenido estereotípico y simbóli- En cuanto a payo, no se trata de un término neutro
co connotado negativamente. Recordemos en este senti- que, de forma aséptica, signifique «no gitano»; más bien
do cómo varias pragmáticas contra los gitanos prohibían se trata de una palabra en cuya semántica se inser-
la denominación gitano gentilicio que denotaba su su- tan connotaciones de «rusticidad» o «ingenuidad». De
puesta procedencia de Egipto Menor y se proponía cam- hecho, las dos primeras acepciones de payo en el diccio-
biarla por la de vagos, negando así su diferencialidad nario de la Real Academia Española son: «aldeano» y
cultural y étnica. «campesino ignorante y rudo». Como veremos, estas
connotaciones son inherentes a la historia misma de la
Los casos de menda y mangue («yo») resultan muy palabra. Según la opinión de los autores del DCECH
ilustrativos de la configuración psicosocial que se hace (Corominas y Pascual, 1989, s. v. payo) la voz payo, do-
de uno mismo y del otro en el contexto interactivo gita- cumentada desde fines del XVI en textos de germanía
no/no gitano. En español jergal han quedado dos formas (jerga clásica de los maleantes), tendría su origen en el
calés correspondientes al pronombre personal de prime- nombre gallego de persona Payo, equivalente al caste-
ra persona («yo»): menda y mangue. Esta importación llano Pelayo, tomado en la tradición popular y en los re-
del caló al español de una forma lingüística tan esencial franes como nombre genérico de las gentes del campo
como la encargada de definir a uno mismo («yo») ha (en Jaén, pelayo, «labrador asalariado»). De aquellos pri-
llamado la atención de los lingüistas (Clavería, 1951), mitivos valores «rústico» y «palurdo» (de hecho, todavía
quienes raras veces suelen registrar los pronombres per- hoy en Andalucía payo también es «persona sin gracia»)
sonales como objeto de préstamos entre dos lenguas da- ha pasado, en tono más jergal, a significar «hombre, tío,
das (Hudson, 1980; Moreno, 1998). Sin embargo, el individuo» (al igual, curiosamente, que otro exónimo para
análisis de los contextos en que se usan menda y man- los payos: gachó). Paralelamente, payo ha servido «para
gue en español pone de manifiesto la resistencia a hacer designar en caló a los no gitanos, víctimas propiciatorias
totalmente equivalentes semántica e intencionalmente a las que se aplicaba diferentes calificativos» (Clavería,
esas expresiones gitanas y el pronombre español «yo». 1951, p. 249), y suele aparecer en textos gitanescos
652 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Cuadro 38.2. Relación de gitanismos adoptados en español en diferentes campos semánticos.

ASPECTO EXTERNO ANIMALIZACIÓN DE LA FAMILIA, CASA SENTIMIENTOS


CONDICIÓN HUMANA PRIMARIOS
calé ‘moreno’ bato ‘padre’
chunguelar ‘oler mal’ trupo ‘cuerpo’ gachí ‘mujer’ achares ‘celos’
jalar, jamar ‘comer’ churumbel, chaval ‘niño’ ducas ‘penas’
trúpita ‘borrachera’ pureta ‘viejo’ chalado, guillado pirado
chingar ‘fornicar’ cambrí ‘embarazada’ ‘loco’
jiñar ‘defecar’ lereles ‘muertos’
queli ‘casa’

RASGOS ACTITUDINALES VIOLENCIA TRATO COMERCIAL, SUPERSTICIÓN,


EL ENGAÑO JURAMENTOS
cañí ‘gitano’ ‘miedoso’ cate ‘paliza’
canguelo, jindama ‘miedo’ chafi ‘navaja’ pimpear ‘estafar’ chanada ‘superchería’
pirandón ‘amante’ pusca ‘escopeta’ randa ‘ladrón’ devel ‘Dios’
jai ‘prostituta’ diñarla, mulé ‘morir’ chorar, mangar ‘robar’ de chipén, fetén
pesqui, sandunga ‘salero’ guripa ‘policía’ jonjabar ‘engañar’ ‘de verdad’
terne, barbián, najarse, pirarse ‘irse’ chalaneo ‘trato’
juncal ‘valentón, gallardo’ currelo ‘trabajo’
charlar, chamullar, darle
a la mui, ‘parlotear, hablar’
hacer el paripé ‘reirse de
alguien’
chunga ‘broma’
liló, jilí, lipendi, pagüe
‘ingenuo, incauto’
calé, parné ‘dinero’

del XIX junto a jilí y panoli, «infeliz», «alelado», «tér- payo es muy saliente en la actualidad para la autoima-
minos casi sinónimos o conceptos inseparables de payo» gen del grupo mayoritario, lo que contribuiría, en mayor
(Clavería, 1951, p. 250); así, en El Caballero Audaz, Lo medida que otros exónimos, a activar un sentimiento de
que sé por mí (Madrid, 1915, p. 244), al entrevistar a un amenaza a la identidad.
gitano y no saber el periodista una palabra en caló, reci-
be por respuesta: «¿Qu’ha de zer, payo gilí?» (Clavería, La forma castellano («no gitano»), a pesar de ser una
1951, p. 249). Todavía en la actualidad el diccionario autodenominación especialmente usual en el seno del
académico recoge que «para el gitano» payo es «no gi- grupo payo, no ha sido incluida aún en el diccionario
tano». Ahora bien, cabe preguntarse lo siguiente: en esa académico. Hemos de tener en cuenta que, dada la indu-
nueva acepción de payo que parece ser adoptada entre dable importancia social y política que Castilla ha su-
los gitanos y generalizada a partir de ellos, ¿cuál fue el puesto tradicionalmente en la conformación y en el con-
concepto originario que posibilitó la ampliación semán- junto de España, el valor originario de castellano,
tica hacia «no gitano»?, ¿«campesino» o «ingenuo»? ¿O «oriundo de Castilla», equivaldría a «español, no extran-
ambos? No cabe duda de que, tradicionalmente, uno de jero»; en ese contexto, la asignación de castellano como
los rasgos más salientes de los gitanos en contraste con denominación del grupo no gitano surgiría probable-
los payos ha sido su secular modo de vida trashumante mente a partir de la asunción por parte de ese grupo del
—en Inglaterra se les denomina travellers, y los propios carácter exógeno y advenedizo de los gitanos a diferen-
gitanos españoles distinguen entre los caseros y anda- cia de ellos. La generalización de ese término y su dia-
rrios—, y es que «el hecho de ser viajero permite opo- ria repetición no harían sino remarcar y fijar en la con-
nerse al que no lo es, diferenciarse del gachó, el no gita- ciencia colectiva la imagen de aquella diferencia. Ante
no, el campesino, el sedentario, el inmóvil, el arraigado» ello, la reacción complementaria vendría dada por la
(Liégeois, 1988, 52-53). Con respecto al posible anclaje adopción casi eufemística de otros términos como cas-
que este exónimo puede tener en el valor semántico tellanos nuevos para «gitanos» —similar a la célebre
«tonto», basta recordar los testimonios aportados por denominación cristianos nuevos, «descendientes de ju-
Clavería (1951). Pensamos que esta representación de díos»—. Este hecho no pasó desapercibido a los redac-
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 653
tores de la pragmática de 1783 emitida por Carlos III, cho se ha ofrecido y ha consistido en seguir tomando
por la que el rey prohibía que se nombrara «a los referi- como base la hipótesis cognitiva del proceso universal
dos con las voces de gitanos o castellanos nuevos». Por de la categorización, incorporando los factores sociales
último, la indudable connotación de ruralidad del térmi- que acentúan, limitan o hacen que sus efectos sean asi-
no castellano «no gitano» (como payo) surgiría poste- métricos.
riormente, en la época en que Castilla y sus rústicos
pueblos fueron sucumbiendo en todos los órdenes ante Abundante evidencia empírica demuestra que el con-
el auge de las industriosas ciudades de la periferia, inter- texto normativo es un factor social clave para entender
pretación esta en la que diferimos significativamente de los desajustes entre la categorización étnica y el antago-
la que hacen los autores del DCECH: «Es natural que nismo exogrupal (Dovidio, Mann y Gaertner, 1989; Pet-
entre el proletariado flamenquizante de las ciudades an- tigrew y Meertens, 1995). Desde este marco, se asume
daluzas se haya tomado a la gente rural como el prototi- que los sesgos asociados a la categorización étnica favo-
po del ‘‘castellano’’ puro» (Corominas y Pascual, 1989). ritismo endogrupal y discriminación exogrupal estarán
en función de los costes sociales que se pueden derivar
de transgredir la norma antirracista. En este sentido, al-
gunos autores han puesto de relieve el papel que puede
38.4.2.2. Lenguaje, procesos jugar en las respuestas paradójicas que caracterizan las
nuevas formas de prejuicio la interacción entre las acti-
psicosociales y prejuicio tudes hacia el exogrupo étnico y la definición de la es-
hacia los gitanos cala de juicio (Eiser, 1984; Mummendey, 1995). Por
ejemplo, se pueden producir juicios de diferente intensi-
Los resultados de la investigación avalan el hecho de dad en la evaluación de los recursos positivos y en la de
que el fenómeno del racismo se desarrolla y adquiere los negativos; así, la diferenciación entre dos categorías
significado en un contexto intergrupal. Desde este plan- (por ejemplo, no gitano vs gitano) será consistente con
teamiento se asume que la etnia será un criterio de per- el sesgo endogrupal documentado en el «paradigma del
tenencia clave que activa el proceso de la categoriza- grupo mínimo», sobre todo, cuando las escalas emplea-
ción, y las predicciones acerca de sus efectos se pueden das para expresar los juicios interétnicos no estén con-
derivar de los postulados de la teoría de la identidad so- notando negativamente la posición que mantiene la per-
cial de Tajfel. Concretamente, el proceso de categoriza- sona que evalúa (por ejemplo, cuando la evaluación
ción, combinado con la motivación por conseguir o pre- intergrupal se hace sobre una lista de rasgos o atributos
servar una identidad social positiva, dará lugar a una positivos). En definitiva, si los postulados de la TIS y
diferenciación del propio grupo. Dicha diferenciación se los procesos que induce la presión por adecuarse a la
puede manifestar como favoritismo endogrupal (el endo- norma antirracista son suficientes para entender el pre-
grupo recibirá más evaluaciones positivas que el exogru- juicio contra los gitanos, se tenderá a acentuar las dife-
po) o como discriminación exogrupal (el exogrupo reci- rencias entre ambos grupos más sobre los rasgos positi-
birá más evaluaciones negativas que el endogrupo). La vos que sobre los negativos.
contrastación empírica de la TIS ha confirmado como
un fenómeno robusto el hecho de que, en ciertas cir- En un estudio experimental realizado por Pérez y co-
cunstancias, el proceso de categorización de los indivi- laboradores (1993) se analizó el tipo de relación que se
duos basta para producir una respuesta de favoritismo produce entre los juicios valorativos interétnicos y las
del endogrupo (Tajfel, 1978; Tajfel y Turner, 1979; Tur- actitudes sobre los gitanos a nivel manifiesto y latente.
ner, 1981). No obstante, este sesgo de favoritismo endo- Para ello, realizaron un diseño entre sujetos en el que las
grupal no aparece siempre en el marco de las relaciones variables manipuladas eran el tipo de características que
intergrupales, señalando de ese modo la limitación que se asignaban (las que los sujetos consideraban positivas/
supone aceptar una relación automática entre saliencia las que consideraban negativas) y el grupo al que se le
de la categorización y diferenciación. atribuían dichas características (a los payos/a los gitanos).
La tarea de los participantes en el estudio (N % 271)
En el caso de la categorización racial o étnica, nu- consistía en señalar en una lista de 20 características o
merosos datos indican que, dependiendo de los casos, el bien todas las que consideraban positivas o bien todas
exogrupo étnico «lo mismo que puede ser evaluado más las que consideraban negativas, que tenían o bien los
positivamente que el intragrupo, también puede ser eva- payos o bien los gitanos. Antes de expresar estos juicios
luado más negativamente» (Pérez y Dasi, 1996, pp. 213- intergrupales, los individuos contestaron a un cuestiona-
214). Tal discontinuidad exige una solución que de he- rio que medía la actitud manifiesta y la latente del pre-
654 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

juicio hacia los gitanos. Los resultados indicaban que las conflicto. ¿Cuál es la naturaleza del conflicto inducido
valoraciones intergrupales tendían a favorecer ligera- en el contacto con la minoría gitana?
mente al endogrupo solo sobre el conjunto de las carac- El proceso de categorización y la comparación social
terísticas positivas y evitaban asignar las características que desencadena permiten al individuo determinar los
negativas al exogrupo. parecidos y las diferencias que lo unen y lo separan de
Varios estudios correlacionales que analizaron si la quienes lo rodean (Morales, 1989). La identificación so-
distinción entre componente manifiesto y componente cial supone que la persona se autoatribuye las caracterís-
simbólico o sutil es válida para el caso del prejuicio ticas de los grupos a los que pertenece. El proceso de
contra los gitanos en España (Gómez Berrocal, 1998; identificación, no obstante, no acaba aquí, y existe una
Rueda et al., 1995; Rueda y Navas, 1996) encontraron actitud externa al individuo que refleja «la asignación
que los sujetos (siempre muestras no gitanas) puntuaban que otros hacen de ciertas características al sujeto por su
más alto en los ítems del componente sutil de la actitud pertenencia a grupos o categorías» (Morales, 1989,
racial que en los ítems del componente clásico o mani- p. 58). A menudo estas dos formas de identificación no
fiesto. Estos datos se pueden interpretar como una prue- coinciden y, aunque la persona ha construido su identi-
ba de que también en ese contexto y respecto a la mino- dad, esta no obtiene reconocimiento social, dando lugar
ría gitana la actitud racial posee las características que a posibles «conflictos de identidad». Morales (1989) los
diferencian a las nuevas formas de racismo: más sujetas describe como un desfase entre el sentimiento que tiene
a justificaciones contextuales que raciales y expresadas la persona de su propia identidad y la forma en que los
en términos simbólicos y abstractos. demás piensan de ella.
Sin embargo, otros resultados empíricos sobre el En el contexto intergrupal se pueden dar situaciones
prejuicio hacia los gitanos en España plantean cuestio- que acentúen aún más los conflictos de identidad y, en
nes que, al menos aparentemente, son difíciles de solu- definitiva, la motivación por conseguir un reconocimien-
cionar desde la consideración exclusiva de las teorías to social. Así, la categorización étnica se asocia a otro
del comportamiento intergrupal y el enfoque funcional criterio de pertenencia que es particularmente importan-
que supone una adecuación a la norma antiprejuicio. te: el de mayoría vs minoría. Este último criterio de ca-
tegorización «refleja una jerarquía normativa que com-
En algunos de los estudios descriptivos mencionados
bina la idea de estatus, de legitimidad de los miembros y
se evaluaban las dos formas de prejuicio (clásico y mo-
de desviación de la norma. Ser un miembro de la mayo-
derno) con respecto a distintos grupos estímulo (subsa-
ría sitúa a un individuo automáticamente dentro del gru-
harianos, magrebíes y gitanos). En este caso, los resulta-
po; ser un miembro de la minoría lo sitúa fuera, ya sea
dos matizan el influjo del contexto normativo en el
hacia la cumbre si es un grupo de élite, ya sea hacia la
prejuicio hacia los gitanos. En todos los trabajos el exo-
base si es un grupo oprimido (Moscovici y Paicheler,
grupo hacia el que se expresaba un mayor prejuicio era
1978, p. 256). De acuerdo con esto, el grupo de los gita-
el de los gitanos. Esto invita a suponer que la norma
nos será visto como grupo minoritario, estigmatizado y
antirracista no está tan afianzada hacia esa minoría co-
desviado de la norma; la identificación con él, esto es, la
mo hacia los otros grupos étnicos que se toman como
autoatribución de las características asignadas a los gita-
estímulo.
nos, puede suponer una amenaza para los motivos de
Si el prejuicio hacia los gitanos en España escapa identidad social positiva de los no gitanos y, consecuen-
más que otros al control social, ¿no se deberá a que la temente, acentuar o generar «conflictos de identifica-
mayoría no gitana desarrolla cogniciones y conductas ción»: «estrategias de diferenciación que aparecen al
que no se limitan a reproducir las relaciones sociales sentirse próximos a una minoría connotada negativa-
que le son impuestas (por ejemplo, evitar el conflicto mente» (Pérez, 1996, p. 456).
acomodándose a la norma antirracismo)? En un estudio (Pérez, 1996) en el que se intentaba
La forma oculta, indirecta y latente que adopta el conocer el grado de identificación de 436 estudiantes
prejuicio actual, también el que se dirige contra los gita- universitarios valencianos con una lista de 30 grupos so-
nos, hace que escape a la consciencia del actor y, por ciales, unos mayoritarios y otros minoritarios, aparece
tanto, a los deseos por parte de este de manejar la im- claramente esta tendencia a distanciarse de grupos mino-
presión (Gaertner y McLaughlin, 1983; Dovidio, Evans ritarios. Concretamente el grupo gitano aparecía entre
y Tyler, 1986). Tiene pues poco que ver con el deseo de los últimos de la lista junto a homosexuales y protestan-
aprobación, y probablemente haya que pensar en alguna tes. Pérez se refiere a estos grupos como «minorías exó-
actividad cognitiva creativa dirigida a resolver algún genas», porque «la interacción con estas minorías solo
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 655
se hace desde una predisposición extrema a evitar toda rentes denominaciones («payo» vs «castellano») que se
identificación con ellas» (Pérez, 1996, p. 454). utilizan para designar al grupo de los no gitanos conno-
En otro estudio experimental (Pérez et al., 1993), al tan negativa o positivamente el autoconcepto de los
correlacionar la actitud manifiesta y la latente con los miembros de esa categoría. Además, se incrementó la
juicios valorativos intergrupales se encontró que la acti- amenaza a la identidad de la mayoría activando el pro-
tud manifiesta solo estaba relacionada con el número de ceso de comparación intergrupal.
características positivas asignadas al endogrupo (cuanto En la investigación participaron 80 personas no gita-
más racista era la persona, más características positivas nas (40 hombres y 40 mujeres) estudiantes de secunda-
asignaba). La actitud latente, sin embargo, estaba rela- ria, que tenían que proporcionar en respuesta abierta
cionada con las características positivas que se asigna- hasta un máximo de 10 características propias del endo-
ban al endogrupo (cuanto más racista era el individuo grupo no gitano, que después debían evaluar a través de
sobre esta dimensión, más características positivas asig- una escala de 7 puntos (desde .3, «extremadamente
naba) y con las características negativas que asignaban negativa», hasta !3 «extremadamente positiva»). Si-
al exogrupo (cuanto más racista era la persona a nivel guiendo un diseño entregrupos, un cuarto de los partici-
latente, más características negativas asignaba a los gita- pantes evaluaba al endogrupo «castellano» sin hacer ex-
nos). Estos datos son interpretados por los autores alu- plícitamente saliente la comparación con los gitanos
diendo a un conflicto de identificación que la minoría (condición «connotación positiva sin comparación»).
gitana induce en la mayoría paya. Desde este plantea- Otro cuarto evaluaba al endogrupo «castellano» hacien-
miento, la actitud manifiesta hacia la minoría gitana es- do explícita la comparación con los gitanos (condición
taría anclada en la imagen positiva del propio grupo «connotación positiva con comparación»). Otro cuarto
(conflicto de identidad). Y la actitud latente estaría an- evaluaba al endogrupo «payo» sin hacer explícita la
clada tanto en la autoimagen del propio grupo (conflicto comparación con los gitanos (condición «connotación
de identidad), como en la imagen que se tiene del exo- negativa sin comparación») y el último cuarto evaluaba
grupo (conflicto de identificación) (Pérez et al., 1993; al endogrupo «payo» en comparación con los gitanos
Pérez y Dasi, 1996; Pérez, 1996). (condición «connotación negativa con comparación»).
Previamente se ha expuesto cómo es posible encon- Por ejemplo, para una condición se daba exactamente
trar un reflejo de las relaciones intergrupales concretas esta consigna:
que mantienen no gitanos y gitanos, así como de la re- «Como sabes, para diferenciar a los gitanos de los
presentación mutua que tienen esos grupos entre sí, a no gitanos se suelen utilizar los términos gitano y
través de las designaciones lingüísticas que se emplean payo. Comparándote con los gitanos, ¿qué caracte-
para cada categoría social, o bien, en la connotación que rísticas crees que tienes como payo? Por favor, en el
se atribuye a los vocablos que se toman prestados de la espacio que aparece a continuación, escribe las 10
lengua del exogrupo. En un estudio experimental (Gó- características que mejor te describen como payo en
mez Berrocal, 1998) se supuso que el término payo, una comparación con los gitanos. Cuando hayas termina-
de las designaciones empleadas para la categoría no gi- do de listar las características, califica cada una de
tano, encierra toda una representación social del contex- ellas utilizando la escala que va de negativo a positi-
to relacional gitano/no gitano y, como tal, contribuye a vo y que aparece a continuación. Para hacer estas
conformar un juicio de valor sobre la identidad del otro valoraciones utiliza la columna etiquetada como
y sobre la propia. Más concretamente, pensamos que ‘‘puntuación de las características’’».
puede inducir un sentimiento de amenaza a la identidad
en el grupo mayoritario (no gitanos). En la Tabla 38.1 se expone la media obtenida en la
valoración de las características en cada condición expe-
El punto de partida de dicha investigación fue tratar
rimental, que se consideró como un índice de diferencia-
de comprobar en qué medida el prejuicio hacia los gita-
ción intergrupal.
nos en España y las estrategias de diferenciación con
respecto a ellos se harían más apreciables cuando la La comparación entre condiciones indica que el
identidad de la mayoría no gitana fuera insegura y, ade- favoritismo endogrupal es mayor en las condiciones en
más, dicha mayoría tuviera que soportar la amenaza de las que se utilizó la etiqueta «payo» que en las que utili-
compararse con la minoría gitana. La lógica de las ma- zamos «castellano» [0,90 vs. .0,05] (F1,79 % 17,89;
nipulaciones de este estudio era, por tanto, la siguiente: p % 0,000). No se produjo efecto significativo del factor
había que inducir una identidad más o menos insegura «comparación» (F1,79%0,297; p%0,58). Probablemente,
en los participantes. Para ello, supusimos que las dife- este resultado se deba al hecho de que la manipulación
656 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 38.1. Puntuaciones medias de la evaluación del endogrupo y varianza de las repuestas
en cada una de las condiciones experimentales, con expresión de la significación estadística
de cada factor calculada por el análisis de varianza.
Comparación (A) NO SÍ

Etiqueta (B) Castellano Payo Castellano Payo A B A#B

Evaluación del endogrupo(1) 0,25 0,48 .0,35 1,32 0,58 0,000 0,002

Varianza 2,80 2,89 2,28 2,18 0,10 n.s n.s


(1)
A mayor puntuación, más favorable es la valoración del endogrupo.

se ha realizado de manera que, incluso en las condicio- «discriminaron» a su endogrupo. Este dato puede estar
nes que considerábamos «sin comparación», la mera ca- indicando los efectos paradójicos que tienen sobre la ac-
tegorización ha podido elicitar comparaciones con el titud prejuiciosa los niveles intermedios de conflicto de
exogrupo gitano. La interacción de los dos fac- identidad.
tores manipulados resultó significativa (F1,79 % 10,40;
p % 0,002). En resumen, estos hallazgos los hemos interpreta-
do como una prueba de que ambas denominaciones:
«payo» vs «castellano» contribuyen a configurar una
autoimagen más o menos negativa en el no gitano. La
motivación por conseguir una identidad positiva cuando
se le designa comos payo (vs castellano) lleva al sujeto
a la diferenciación con el exogrupo. La tendencia al fa-
voritismo se acentúa en la condición en la que la com-
paración con los gitanos es saliente (frente a aquella en
la que no lo es), lo que entendemos como un indicador
más de la amenaza a la identidad que suscita la compa-
ración con los gitanos cuando al grupo mayoritario se le
hace saliente la categorización payo vs gitano. El razo-
namiento que seguimos para establecer esta conclusión
sería el siguiente. La connotación negativa (poco positi-
va) que creemos que está asociada al grupo no gitano
cuando se le designa como payo produce en sus miem-
bros un estado de incertidumbre, un sentimiento de
GRÁFICO 38.1. Distribución de los valores promedio de la
valoración del endogrupo en función de la etiqueta asignada
identidad insegura. En esas circunstancias, la compara-
al endogrupo y de la saliencia de la comparación intergrupal. ción con otros grupos deberá satisfacer la necesidad de
ser reconocido como «no raro» o «diferente» (Moscovi-
ci y Paicheler, 1978); en otras palabras, cuando el grupo
Las diferencias entre el grupo en el que no hay com- de los payos se encuentra en ese caso, la comparación
paración y la etiqueta utilizada es «payo» y el grupo en con los gitanos agravará más aún el sentimiento de ame-
el que se utiliza la misma etiqueta pero sí hay compara- naza y, por tanto, reforzará la tendencia al favoritismo
ción (F1,38 % 10,96; p %0,002) nos llevan a pensar que endogrupal y la diferenciación respecto al exogrupo.
el conflicto de identidad es más intenso y empuja a los
sujetos a una búsqueda de diferenciación y al favoritis- Nos podemos preguntar, no obstante, por qué en ese
mo endogrupal cuando se reúnen las dos condiciones caso no tiene ningún efecto la norma antirracismo hacia
que agravan el conflicto: el endogrupo está más negati- los gitanos, por qué los participantes en la condición
vamente connotado y la comparación con un grupo que «payo comparándose con los gitanos» no han salvaguar-
está desprestigiado es inevitable. Los resultados obteni- dado también su identidad de personas igualitarias y no
dos en la condición de comparación bajo la etiqueta racistas. Creemos que para responder a esta pregunta se
«castellano» matizan nuestras predicciones acerca de los pueden derivar algunas inferencias del modelo de con-
efectos de la comparación: los sujetos de esta condición flicto sociocognitivo y de los resultados y conclusiones
Capítulo 38. LENGUAJE Y RELACIONES INTERGRUPALES 657
sobre el funcionamiento del proceso de conversión en consideración el punto de vista minoritario y, por lo
en la influencia minoritaria (Mugny y Pérez, 1991; Pé- tanto, tener en cuenta la norma antirracismo. Los resul-
rez, 1996). Suponemos que el conflicto de identificación tados que hemos obtenido nos llevan a suponer que la
que la minoría gitana ha podido inducir en la mayoría, actitud de la mayoría paya ha estado más bien guiada
cuando esta es designada como paya y además la com- por el sentimiento de identidad amenazada y por la bús-
paración intergrupal es saliente, ha sido intenso. En ese queda de un autoconcepto positivo. De ahí que se haya
caso la actitud de la mayoría no se ve afectada por estra- establecido una diferenciación clara y manifiesta con el
tegias sociocognitivas de validación que implican tomar exogrupo gitano para evitar el estado de conflicto.

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a
a
662 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

39.1
Introducción
El poder está presente en cualquier sociedad. Sin embar- Emerson, 1962; S. T. Fiske, 1993; McGuire, 1969; Parker
go, su gran complejidad, los múltiples componentes que y Rubenstain, 1981; Rusbult, Verette, Whitney, Slovik y
lo constituyen y los numerosos niveles de análisis desde Lipkus, 1991; Thibaut y Kelley, 1959). Dichas recom-
los cuales puede estudiarse han hecho del poder un con- pensas y castigos pueden ser materiales (comida, dinero,
cepto difícil de definir (véanse Russell, 1938; Etzioni, daño físico, trabajo, etc.) y/o psicológicas (conocimien-
1968; Pfeffer, 1992; Turner, 2005, como ejemplos de to, afecto, amistad, abuso verbal, etc.).
distintas aproximaciones a la definición de poder). Existe una gran cantidad de trabajos sobre el poder
Pese a todo, actualmente se ha llegado a una defini- en psicología. Para organizar la extensa información ge-
ción de poder, consensuada por la mayor parte de los es- nerada por estas investigaciones, Keltner, Gruenfeld y
pecialistas que trabajan en este campo, según la cual, el Anderson (2003) recomiendan clasificar dichos trabajos
poder sería «la relativa capacidad de un individuo para en tres grandes categorías: estudios sobre los orígenes
modificar el estado de otros mediante la distribución del poder, sobre los correlatos del poder y sobre las con-
de recompensas y la administración de castigos» (e. g., secuencias del poder.

39.2
Orígenes del poder
El estudio de los orígenes del poder se ha centrado en de experto (otorgado a quien se considera que tiene
tres ámbitos fundamentales: establecimiento de una taxo- mayor experiencia y capacidad, en relación con algún
nomía de los diferentes tipos de poder (French y Raven, asunto concreto).
1959; Kipnis, Schmidt y Wilkinson, 1980; Yulk y Falbe,
1990), las condiciones bajo las cuales se emplean los di- Además de las bases sobre las que se sustenta el po-
ferentes tipos de poder (Bruins, 1999; Bugental et al., der, numerosos estudios han identificado una serie de
1989; Raven, 1999), y las respuestas que se dan al uso comportamientos específicos que influyen en la distribu-
de los diferentes tipos de poder (e. g., Bugental y Lewis, ción del poder, que varían desde comportamientos prag-
1999; French y Raven, 1959). Estos aspectos se recogen máticos en cualquier situación cotidiana hasta compor-
en la Tabla 39.1 y se describen brevemente a continua- tamientos de cotilleo y de burla o abuso. Asimismo, dis-
ción. tintos estudios han identificado una serie de comporta-
mientos asociados a los orígenes y adquisición del po-
Dentro de la «perspectiva taxonómica», destaca la der, tales como los realizados acerca de la formación de
pionera clasificación que French y Raven (1959) esta- jerarquías en niños (Savin-Williams, 1977), las variacio-
blecieron, según la cual, el poder podría dividirse en seis nes de estatus en las organizaciones (Buss y Craik,
grandes categorías, a saber: poder coercitivo (basado en 1981) y la aparición o surgimiento de los líderes (Eagly
la capacidad de proporcionar castigos), poder de recom- y Johnson, 1990).
pensa (basado en la capacidad de proporcionar recom-
pensas), poder informativo (apoyado en la posesión de Por otra parte, se ha puesto de relieve que el poder
información valiosa de la que carece la persona sin po- puede también derivarse de la pertenencia grupal de los
der), poder legítimo (surge de la adscripción a un rol, individuos que lo ostentan (Berger, Cohen y Zelditch,
mediante procedimiento previamente acordado, que 1972), a través de su inclusión en grupos de opiniones
otorga una posición de supremacía a quien lo ocupa), mayoritarias (Nemeth, 1986) y de elevado estatus so-
poder referente (basado en los sentimientos de atrac- cioeconómico (Domhoff, 1998), así como de la asunción
ción que la persona sin poder tiene en relación con el de roles basados en la autoridad dentro de un determina-
poderoso y que le lleva a identificarse con él) y poder do grupo (French y Raven, 1959).
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 663
Tabla 39.1. Estudio de los orígenes del poder.

Coercitivo

De recompensa

Informativo
Bases del poder
Legítimo

Referente

De experto
Orígenes
Comportamientos pragmáticos
Comportamientos Abuso

Cotilleos

Pertenencia a grupos mayoritarios


Pertenencia a grupos Pertenencia a grupos de elevado estatus socioeconómico

Roles de autoridad dentro de los grupos

39.3
Correlatos asociados al poder
El poder parece estar asociado con una serie de caracte- Tabla 39.2. Estudio de los correlatos
rísticas psicológicas, físicas y conductuales. Por ejem- asociados al poder.
plo, en el plano fisiológico, el poder está asociado con
diferentes niveles de cortisol (Ray y Sapolsky, 1992; Sa- Niveles de cortisol
polsky y Ray, 1989) y testosterona (Bernhardt, 1997; Fisiológicos
Dabbs, 1997; Gladue, Boechler y McCaul, 1989; Mazur Niveles de testosterona
y Booth, 1998), aunque estas correlaciones varían en fun-
ción del grado de estabilidad que el poder posea (e. g., Gestos faciales
Sapolsky y Ray, 1989). El poder correlaciona también
Comportamiento
con diferentes comportamientos no verbales (Ellison y Patrones de mirada
Correlatos no verbal
Dovidio, 1985), como, por ejemplo, gestos faciales (e. g.,
fruncir el ceño vs sonreír sumisamente), patrones de mira- Patrones posturales
da (e. g., mantener el contacto visual vs. evitar la mirada
del otro durante una conversación) y patrones posturales Eficacia percibida
específicos (e. g., estirase más vs. encogerse).
Dependencia
Finalmente, se ha puesto de manifiesto que el poder Psicológicos
está positivamente relacionado con sensaciones psicoló- Libertad
gicas de eficacia percibida y libertad, y de control pro-
pio y sobre los otros (Haidt y Rodin, 1999; Kipnis, Control
1972; Ng, 1980; véase Tabla 39.2).
664 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En cuanto al modo en que los poderosos son percibi- to, el mayor poder aparece asociado, a menudo, con una
dos por parte de otras personas, algunas investigaciones alta competencia a la vez que con una baja sociabilidad,
han establecido que a las personas con mayor poder se mientras que el menor poder se asocia frecuentemente
les atribuye en general un mayor número de característi- con una menor competencia y una mayor sociabilidad
cas positivas (Clark, 1990; Tiedens, Ellsworth y Mesqui- (Glick y Fiske, 1999; véase también Puertas, Rodríguez-
ta, 2000). Otras investigaciones han estudiado el modo Bailón y Moya, 2002).
en que los poderosos son estereotipados. A este respec-

39.4
Consecuencias del poder
Kipnis (1972, 1976) fue el primero en demostrar que los ran una discusión acerca de sus intereses profesionales.
individuos poderosos: a) tratan de influir en otras perso- Los autores encontraron que, para los participantes en la
nas más de lo que lo hacen los individuos no poderosos; condición de poder alto, las sonrisas de placer mostradas
b) valoran menos a otras personas; c) establecen mayor durante la interacción, así como las medidas de autoin-
distancia psicológica con los demás; d) tienen autoper- forme de placer, estuvieron significativamente correla-
cepciones elevadas (e. g., Kipnis, 1972, 1976: O’Neal, cionadas, mientras que para aquellos en condición de
Kipnis y Craig, 1994; Rind y Kipnis, 1999). poder bajo, la correlación no fue significativa. Además,
se produjo una diferencia significativa entre las correla-
En uno de sus experimentos, Kipnis (1972) asignó ciones para los participantes con poder alto y los partici-
a los participantes de forma aleatoria a un rol de jefe o a pantes con poder bajo.
un rol de subordinado. Los resultados mostraron que los
participantes que tuvieron control sobre los recursos Con respecto a las consecuencias de ostentar una de-
(e. g., capacidad de aumentar o disminuir salarios) trata- terminada posición de poder, uno de los hallazgos más
ron de influir en los subordinados en mayor medida que claramente establecidos en la literatura es que el poder
aquellos que no tenían control sobre los recursos. Ade- lleva a las personas a construir los eventos sociales de
más, los mismos participantes evaluaron peor las ejecu- manera más automatizada. Es decir, los individuos con
ciones de sus subordinados y atribuyeron los esfuerzos mayor poder tienden a procesar menos la información
realizados por estos al supuesto control por ellos ejercido, de su entorno, comparados con los de menor poder.
en vez de a la motivación de los empleados. El primer ámbito en el que esta automaticidad ha si-
Investigaciones más recientes han encontrado resul- do establecida es, como hemos comentado, el de los es-
tados que muestran que el poder afecta a diferentes tereotipos, donde se ha encontrado que los individuos
comportamientos sociales, entre los que destacan los poderosos tienden a estereotipar a otras personas en
siguientes: las personas poderosas prestan menos aten- mayor medida que los no poderosos. Así, Goodwin, Gu-
ción a los demás y emplean más estereotipos al juzgar- bin, Fiske y Yzerbyt (2000) ha demostrado que el poder
los (Fiske, 1993; Goodwin, Operario y Fiske, 1998; aumenta la tendencia a estereotipar, tanto a través de un
Keltner y Robinson, 1996, 1997), expresan en mayor aumento de la atención prestada a la información consis-
medida sus emociones (Hecht y LaFrance, 1998), se tente con el estereotipo (estereotipia con intención) co-
comportan frecuentemente de maneras socialmente ina- mo a través de una disminución de la atención prestada
propiadas y muestran una mayor consistencia entre sus a la información inconsistente con el estereotipo (este-
estados internos y su comportamiento (Chen, Lee-Chain reotipia por defecto).
y Bargh, 2001; Keltner, Young, Heerey, Oeming y Mo-
De manera similar, los estudios sobre conflictos
narch, 1998).
intergrupales han encontrado que el poder incrementa la
En uno de sus estudios, Hecht y LaFrance (1998) tendencia a juzgar a otras personas de manera no siste-
asignaron a sus participantes a un rol de entrevistador mática. Así, los miembros más poderosos de un grupo
(condición de poder alto) o a un rol de entrevistado suelen mostrar elevados niveles de favoritismo endogru-
(condición de poder bajo), y les pidieron que establecie- pal (distribución preferente de recursos dentro del pro-
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 665
pio grupo) y de discriminación exogrupal. Según los efectos de la ausencia de poder, han hallado igualmente
autores, ambos comportamientos suponen juzgar a los datos que ponen en evidencia los efectos del poder sobre
demás de manera menos individualizada y detallada, y la elaboración cognitiva. Las investigaciones han encon-
más basada en heurísticos (Brewer, 1979; Mullen, trado que, al contrario de lo que sucede con el poder, la
Brown y Smith, 1992; Ng y Cram, 1988; Sachdev y carencia de poder aumenta la probabilidad de un tipo de
Bourhis, 1991). elaboración cognitiva más controlada y deliberada. De
Un tercer tipo de evidencia de la automaticidad de hecho, se ha postulado que los individuos no poderosos
los procesos cognitivos en las personas con poder es analizan en mayor detalle y más sistemáticamente el
aquel que muestra la imprecisión con la cual los podero- comportamiento de los demás (La Freniere y Charles-
sos tienden a juzgar las actitudes, intereses y posiciona- worth, 1983; Montagner et al., 1988; Ellyson, Dovidio,
mientos de los demás. Así, en una serie de estudios se y Fehr, 1981).
encontró que los partidarios de una determinada ideo- Finalmente, los estudios centrados en la ausencia de
logía que contaban con mayor poder juzgaron las actitu- poder han establecido que los no poderosos se caracteri-
des de sus oponentes con menor precisión que los parti- zan (frente a los poderosos) por la mayor complejidad
darios de la misma ideología con menor poder (Eben- de sus razonamientos. Niveles elevados de compleji-
bach y Keltner, 1988; Keltner y Robinson, 1996, 1997). dad suelen reflejar una cuidadosa consideración de las
Por otra parte, ciertos estudios en la literatura sobre características de los estímulos, así como de las diferen-
negociación han encontrado que los negociadores pode- tes opciones de respuesta. Por su parte, bajos niveles de
rosos tienden a ser menos conscientes de los intereses de complejidad reflejan el uso de una única dimensión eva-
sus oponentes que los no poderosos, quienes, por su par- luativa a la hora de distinguir entre diferentes alternati-
te, muestran más probabilidades de encontrar soluciones vas (Suedfeld, Tetlock y Streufert, 1992). Por tanto, un
que beneficien a ambas partes (Mannix y Neale, 1993; aumento de la preocupación acerca de las consecuencias
Kim, 1997; Sondak y Bazerman, 1991). Resultados si- de las propias acciones —que correlaciona con niveles
milares se han obtenido en otras tareas basadas en la bajos de poder— llevará a altos niveles de complejidad
teoría de la mente, las cuales permiten evaluar la capaci- cognitiva (Lerner y Tetlock, 1999; Tetlock, 1992).
dad de imaginar las intenciones y creencias de los otros
Otros resultados demuestran que los que sustentan
(Jenkins y Asington, 1996).
opiniones mayoritarias suelen mostrar una menor com-
En cuanto a los estudios que se han centrado no en plejidad cognitiva cuando el grupo muestra unanimidad
el efecto del poder sobre quienes lo poseen, sino en los en torno a una cuestión (lo que les hace sentirse más po-

Tabla 39.3. Estudio de las consecuencias del poder.

Prestar menos atención a los demás

Expresar en mayor medida las emociones


Comportamientos
sociales Mayor consistencia entre estados internos y comportamiento

Comportamientos sociales inapropiados


Consecuencias
Estereotipos

Juicios
Automaticidad de la
Cognición social Complejidad
cognición social
Razonamiento

Atribuciones
666 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

derosos) y que sus acciones son menos restrictivas que derosos. Tras la realización de la tarea, todos los miem-
cuando se encuentran con la resistencia de una minoría bros del grupo ofrecieron sus impresiones en privado
(Gruenfeld, 1995; Janis, 1972; Nemeth, 1986). También acerca de la ejecución de su grupo. Aunque el poder no
se ha demostrado que los individuos altamente dominan- influyó en la contribución real a la tarea de los miem-
tes —con mayor tendencia a posiciones de poder— des- bros del grupo, sí que influyó en las percepciones de los
criben la información social con menores niveles de participantes, de tal manera que los individuos podero-
integración cognitiva que los individuos con una orien- sos mostraron una mayor tendencia a recurrir a sus pro-
tación más comunitaria (Woike, 1994). pias motivaciones y habilidades para explicar la buena
Dadas estas diferencias en la cantidad de pensamien- ejecución del grupo (de la mala se desentienden), mien-
to, se puede esperar que los individuos más poderosos tras que la tendencia de los no poderosos era más bien a
atribuirán los resultados de actos cooperativos a sus pro- mencionar las acciones de otros miembros del grupo pa-
pias acciones, las cuales les resultarán particularmente ra explicar los mismos efectos.
salientes, mientras que los individuos menos podero- Tomados conjuntamente, los resultados de estas in-
sos atribuirán los mismos resultados a la acción de los vestigaciones demuestran que las personas con poder
demás. tienden a pensar menos que las personas sin poder, y
En un estudio realizado con la intención de compro- cuando lo hacen, tienden a pensar también de forma di-
bar esta hipótesis (Fan y Gruenfeld, 1998), participantes ferente (atribuciones causales). Esta diferencia en la
poderosos y no poderosos colaboraron en una tarea de cantidad de pensamiento es fundamental, ya que en el
grupo que implicaba resolver un complicado puzzle. A campo de la persuasión, que es donde se desarrolla el
los participantes poderosos se les dio el control sobre el presente trabajo, la elaboración que lleva a cabo una per-
modo en que se debía llevar a cabo el trabajo, así como sona sobre una propuesta persuasiva constituye uno de los
un plano del puzzle, que no podían enseñar a los no po- parámetros más importantes del cambio de actitudes.

39.5
Poder y persuasión

pañados de un verdadero cambio de actitudes; Kelman,


39.5.1. El poder del emisor 1958), sino también cambios internos.

A pesar del creciente interés en el estudio del poder, Si bien está claro que las fuentes con poder pueden
prácticamente no se encuentran trabajos recientes que resultar más persuasivas que las fuentes sin poder, no
relacionen el poder con la persuasión. Los pocos estu- están claros los mecanismos psicológicos a través de los
dios realizados al respecto se han centrado fundamental- cuales se produce este efecto. Una de las respuestas más
mente en el papel que el poder del emisor juega en la clarificadoras al respecto la proporciona el modelo de
persuasión. En dichos trabajos, se ha mostrado que, en probabilidad de elaboración (ELM; Petty y Cacioppo,
general, las fuentes comunicativas con poder son más 1986; para una comparación con otros modelos teóri-
persuasivas que los emisores no poderosos (e. g., Festin- cos contemporáneos, véase Petty y Briñol, 2006). Breve-
ger y Thibaut, 1951; French y Raven, 1959). Igual- mente expuesto, el modelo afirma que los procesos psi-
mente, se ha puesto de relieve que la eficacia persuasiva cológicos a través de los cuales cualquier variable per-
del individuo con poder depende de su capacidad de suasiva, ya sea del emisor, mensaje, receptor, o con-
control sobre los refuerzos y castigos, tal y como es per- texto puede influir sobre el cambio de actitudes son: a)
cibida por la audiencia, así como del nivel de acepta- funcionando como una clave periférica o como un heu-
ción que su postura obtenga en dicha audiencia (McGui- rístico, en el caso de que las personas no estén pensan-
re, 1969). Conviene señalar que las fuentes comunicati- do; b) influyendo en la cantidad de pensamientos, en el
vas con poder no solo pueden producir conformidad en caso de que las personas estén en condiciones de proba-
el receptor (i. e., cambios de conducta que no van acom- bilidad de elaboración intermedias; c) sesgando la direc-
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 667
ción de los pensamientos que vienen a la mente, en el perimente después de recibir una propuesta). Esta hipó-
caso de que los receptores estén pensando; d) sirviendo tesis se basa en dos líneas de investigación independien-
como un argumento en sí mismo, en el caso de aportar tes, una que relacionan el poder con la acción y otra que
información relevante sobre los méritos del objeto de relaciona la confianza en los pensamientos con la per-
actitud; e) influyendo sobre la confianza que se tiene en suasión.
los pensamientos relacionados con el objeto de actitud
(para una descripción exhaustiva de estos procesos, en
castellano, véase Briñol, Horcajo, Valle y DeMiguel,
2007). 39.5.2.1. La influencia del poder
sobre la acción
Si se aplica este marco teórico al estudio del poder
del emisor, se podría afirmar que el efecto persuasivo de Uno de los argumentos principales sobre el que susten-
los emisores con mayor poder puede deberse al uso de tamos nuestra hipótesis de que el poder lleva a un incre-
un heurístico (e. g., «la gente con poder suele tener ra- mento en la confianza es aquel que establece una rela-
zón» o «en general es bueno mostrarse de acuerdo con ción directa entre el poder y la acción. Una primera
quienes tienen mayor control sobre nuestro futuro»), a aproximación a esta idea la encontramos en la revisión
un cambio en la cantidad de pensamiento (e. g., el poder de Keltner, et al. (2003), quienes proponen una relación
de la fuente puede motivar al receptor para que piense directa entre los sistemas conductuales de aproximación
sobre una propuesta) o influir en la dirección de los pen- e inhibición, y el alto y bajo poder, respectivamente.
samientos generados (e. g., los pensamientos del recep-
tor podrían sesgarse en positivo o en negativo, en el ca- Los autores proponen, en primer lugar, que el poder
so de que el poder produjera reactancia). Es importante promueve la ejecución de comportamientos de aproxi-
distinguir entre estos mecanismos explicativos, ya que mación simples, tales como invadir el espacio social de
las consecuencias para la fuerza de las actitudes no son los demás o iniciar contacto físico. De hecho, el com-
las mismas para unos que para otros (para una descrip- portamiento de tocar a los demás correlaciona con ser
ción de la metodología necesaria para discriminar entre hombre, ser mayor y tener elevado nivel socioeconómi-
estos procesos, así como de los antecedentes y conse- co, todos ellos indicadores indirectos del poder (Goff-
cuentes de los mismos, véase Briñol, Horcajo, et al., man, 1967; Henley, 1977; Heslin y Boss, 1980; Major y
2007; Briñol, Falces y Becerra, 2007). Heslin, 1982). Los resultados de otros estudios (Dean,
Willis y Hewitt, 1975; Lott y Sommer, 1967) indican, a
Con todo, si bien existe evidencia que apoya el efec- su vez, que los individuos poderosos tienden a aproxi-
to persuasivo que el poder del comunicador juega en el marse a sus subordinados, hasta distancias interpersona-
cambio de actitudes, nada se ha estudiado sobre la rela- les que indican intimidad, en mayor medida que los me-
ción entre el poder detentado por el receptor del mensa- nos poderosos.
je y su cambio de actitudes. Este aspecto constituye el
objeto principal de estudio del presente trabajo. El poder, por otra parte, parece desinhibir el com-
portamiento sexual. Por ejemplo, Bargh, Raymond, Prior
y Strack (1995) encontraron que hacer salientes para los
participantes conceptos relacionados con poder (median-
39.5.2. El poder del receptor te una tarea en la que debían completar palabras asocia-
das al poder) hizo que conceptos de carácter sexual se
Nuestro trabajo está dirigido a examinar los procesos volvieran también más accesibles. Además, mediante el
psicológicos a través de los cuales el poder del receptor uso de una escala de probabilidad de acoso sexual, se
de un mensaje persuasivo influye en la persuasión. Más comprobó que la simple idea de poder aumenta los sen-
concretamente, este trabajo explora y analiza si, y cómo, timientos sexuales, especialmente en aquellos individuos
el poder del receptor puede influir sobre el propio cam- con una tendencia crónica a comportamientos sexuales
bio de actitudes. Se postula que el poder influye en el desinhibidos e inapropiados.
proceso de persuasión afectando a la confianza en los En un estudio más reciente (Gonzaga y Keltner,
propios pensamientos. Confiar en el propio pensamiento 2001), los autores observaron tanto comportamientos de
puede dar lugar a una reducción en la cantidad de pen- flirteo desinhibidos (e. g., inclinarse, contactos visuales
samiento (en el caso de que el poder se experimente an- provocativos, tocar) como inhibidos (e. g., miradas co-
tes de recibir una propuesta) o a una validación de las quetas, enseñar el cuello) en una serie de díadas com-
respuestas cognitivas (en el caso de que el poder se ex- puestas por una mujer y un hombre, tanto en condicio-
668 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

nes igualitarias de poder como en condiciones no iguali- los participantes a pedir carta en una comprometida si-
tarias, en las que uno de los participantes tenía el control tuación de blackjack en más ocasiones que las personas
exclusivo sobre la asignación de puntos (situación de que no tenían poder, así como a mover un ventilador
poder). En consonancia con lo señalado en los anteriores que hacía ruido en la habitación sin pedir permiso pre-
estudios, las mujeres y los hombres con mayor poder viamente.
flirtearon de una manera más desinhibida, mostrándose En definitiva, los distintos resultados experimentales
los hombres más desinhibidos en sus flirteos que las descritos permiten concluir que el poder podría permitir,
mujeres. a quienes lo poseen, implicarse en acciones que promue-
En el otro extremo del continuo, Keltner et al. (2003) van la realización satisfactoria de metas que, en última
señalan la relación entre la ausencia de poder y la inhi- instancia, sirven para mantener el propio poder.
bición del comportamiento social. Múltiples investi- A modo de conclusión, podemos afirmar, sobre la
gaciones han demostrado que los individuos con bajo base de la literatura expuesta, que para actuar el actor
poder inhiben la expresión directa de ideas. El compor- debe encontrarse libre de duda (i. e., confiado). En con-
tamiento no verbal de los subordinados ha sido caracte- secuencia, parece coherente suponer una mayor confian-
rizado por patrones posturales inhibidos y gesticulación za en aquellos que mantienen la posición de poder. Es
reducida (Ellyson y Dovidio, 1985). Los individuos que decir, proponemos que, si el poder lleva a actuar y para
carecen de poder inhiben su habla, tal y como se eviden- actuar es necesario tener confianza, el poder implicaría
cia en las asociaciones que han sido halladas entre la ca- estados de mayor confianza. Por otro lado, las personas
rencia de poder y el aumento de los titubeos (Holtgraves con poder a menudo actúan como si tuvieran confianza,
y Lasky, 1999; Hosman, 1989). Por otra parte, las perso- mientras que las personas sin poder se comportan de una
nas con bajo poder tienden a realizar movimientos mus- manera menos segura y mas dubitativa, lo cual reforza-
culares faciales que propician la inhibición de manifes- ría la asociación implícita entre poder y confianza.
taciones emocionales, tales como apretar o chuparse los El hecho de que el poder pueda llevar a una mayor
labios (Keltner et al., 1998). confianza en aquellos individuos que lo ostentan tiene
En el ámbito de la dinámica de los grupos pequeños, importantes implicaciones para la persuasión. Más con-
la investigación realizada ha establecido que los miem- cretamente, la conexión entre poder y confianza remite a
bros más poderosos del grupo tienden a estar más activa uno de los mecanismos fundamentales que subyacen al
y físicamente implicados en los proyectos grupales, cambio de actitud: «la autovalidación» (Petty, Briñol y
mientras que los miembros no poderosos se muestran Tormala, 2002), cuya estructura teórica, así como los re-
con más frecuencia pasivos y retraídos (Moreland y Le- sultados empíricos derivados de la misma, nos permiti-
vine, 1989). Dentro del mismo contexto, se ha encontra- rán explicar los efectos del poder del receptor sobre la
do (Noelle-Neumann, 1991) que los miembros del grupo persuasión.
que tienen bajo poder, u ostentan posiciones minorita-
rias, tienden a hablar menos en los debates públicos.
En una reciente investigación, Galinsky, Gruenfeld, 39.5.3. El poder y la hipótesis
y Magee (2003) proponen y demuestran que el poder de la autovalidación
lleva directamente a actuar, lo que ha sido tradicional-
mente asociado con una menor deliberación cognitiva La idea clave de la hipótesis de la autovalidación (Petty
(Lerner y Tetlock, 1999). Partiendo de la afirmación de et al., 2002) es que, del mismo modo que la confianza
que para poder actuar con eficacia es necesario no tener en las actitudes es un importante determinante del grado
dudas (Gollwitzer, 1996; Moscowitz, Skurnik, y Galins- en que tales actitudes predicen el comportamiento (Fa-
ky, 1999), los autores establecen que el poder facilita la zio y Zanna, 1978), la confianza en los pensamientos es
acción al reducir la deliberación. Por ejemplo, en uno de un importante determinante de la medida en que dichos
sus estudios empíricos, Galinsky y sus colaboradores pensamientos predicen las actitudes.
(2003) demostraron que poseer poder en un determinado Una considerable cantidad de investigación ha de-
contexto lleva a un incremento de la acción en un se- mostrado que cuando las personas están motivadas y son
gundo contexto, no relacionado con el primero. Concre- capaces de pensar sobre un asunto, las características de
tamente, se demostró que el poder (que implicaba la los pensamientos generados en respuesta al mensaje de-
evaluación y la recompensa de los no poderosos) llevó a terminan la cantidad de cambio de actitud o persuasión.
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 669
Durante los últimos 30 años, numerosos estudios han mentos del mensaje fueron fuertes y a menor persuasión
puesto de manifiesto que tanto el número como la va- cuando los argumentos fueron débiles. Esto fue debido a
lencia de los pensamientos contribuyen de manera im- que la seguridad en los pensamientos llevó a las perso-
portante al cambio de actitud (Eagly y Chaiken, 1993; nas a confiar en los pensamientos favorables, generados
Petty y Briñol, 2008; Petty, Ostrom, y Brock, 1981; Pet- en respuesta a los argumentos fuertes, y en los pensa-
ty y Wegener, 1998, para una revisión). En esta línea, la mientos negativos generados ante los argumentos débi-
hipótesis de la autovalidación sugiere que, además del les. Los individuos a los que se indujo a dudar de la va-
número y la valencia de los pensamientos, es también lidez de sus pensamientos confiaron menos en ellos a la
importante considerar la confianza en los propios pensa- hora de formar sus actitudes, incluso aunque el número
mientos como variable predictora del cambio de actitud. y la valencia de los pensamientos fueran los mismos que
La predicción que resulta de la hipótesis de la auto- en el caso de los participantes a los que se indujo a sen-
validación es que cualquier variable que aumente la tir confianza, teniendo todo ello su correspondiente im-
confianza en los pensamientos (e. g., poder) aumentará pacto negativo sobre el cambio de actitudes (véase Bri-
probablemente el peso de dichos pensamientos de cara a ñol y Petty, 2004, para una revisión).
determinar las actitudes. Así, una mayor confianza en Llegados a este punto, cabe señalar que el proceso
los pensamientos positivos resultará en actitudes más fa- psicológico de autovalidación opera con mayor probabi-
vorables hacia la propuesta persuasiva, mientras que la lidad cuando las personas se encuentran en condiciones
mayor confianza en los pensamientos negativos resultará de alta elaboración. Es decir, para pensar sobre los pro-
en actitudes menos favorables hacia la propuesta persua- pios pensamientos y procesos mentales no solo hace fal-
siva. Por otra parte, cualquier variable que genere duda ta tener pensamientos sobre los que pensar, sino además
en los pensamientos (e. g., ausencia de poder) disminui- estar motivado (y ser capaz) de pensar sobre dichos pen-
rá el impacto de estos como determinantes de las actitu- samientos, como ocurre con cualquier otro proceso meta-
des. Por tanto, una mayor duda en los pensamientos po- cognitivo (Petty, Briñol, Tormala y Wegener, 2007). Así,
sitivos resultará en actitudes menos favorables, mientras en las investigaciones previamente descritas, las variables
que una mayor duda en pensamientos negativos resulta- de la situación persuasiva (e. g., que pueden emerger de
rá en actitudes más favorables. Numerosos estudios la credibilidad de la fuente o del propio cuerpo del recep-
ofrecen resultados que apoyan la teoría de la autovalida- tor) afectaron al cambio de actitud, influyendo sobre la
ción (e. g., Briñol y Petty, 2003; Briñol, Petty y Torma- confianza en los pensamientos, solo en condiciones de
la, 2004; Tormala, Petty y Briñol, 2002; Tormala, Briñol alta probabilidad de elaboración (e. g., para los indivi-
y Petty, 2006; 2007). duos altos en necesidad de cognición o cuando la impli-
En uno de estos experimentos (Petty et al., 2002), se cación personal con la propuesta persuasiva fue alta).
expuso a los participantes a mensajes que contenían ar- Una elaboración relativamente alta es presumible-
gumentos fuertes y débiles1, y a una tarea típica de lista- mente un requisito para que se produzcan estos efectos
do de pensamientos (Cacioppo y Petty, 1981). A conti- por, al menos, dos razones. En primer lugar, si se tienen
nuación, de forma supuestamente independiente, se pocos pensamientos, la confianza en los pensamientos
pidió a los participantes que recordaran situaciones en tendrá poco efecto. En segundo lugar, las mismas varia-
las que hubieran sentido confianza o duda con respecto bles que incrementarían la elaboración (e. g., la impor-
a sus pensamientos. Aquellos que generaron ejemplos de tancia del tema) probablemente también incrementaría
confianza se volvieron más seguros de la validez de sus la preocupación por los propios pensamientos. Si las
pensamientos acerca del mensaje persuasivo que aque- personas no se preocupan, en primer lugar, lo suficiente
llos que generaron ejemplos de duda. Además, dicha en generar pensamientos, difícilmente se preocuparán lo
confianza llevó a mayor persuasión cuando los argu- suficiente como para pensar en la validez de sus pensa-
1
mientos.
Una manera en la que es posible manipular la dirección de los
pensamientos (favorables o desfavorables) en respuesta a un mensaje
es variando la calidad de los argumentos contenidos en el mismo.
Cuando las personas piensan acerca de la información que reciben, ar-
gumentos fuertes y convincentes a favor de una propuesta, tienden a 39.5.4. Hipótesis
incitar principalmente pensamientos favorables en la dirección de la
propuesta, mientras que argumentos débiles y poco convincentes a fa-
vor de la propuesta generan principalmente pensamientos desfavora- En línea con la hipótesis de la autovalidación, la presen-
bles (Cacioppo y Petty, 1981). te investigación propone que el poder puede influir en el
670 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

cambio de actitud afectando al grado en que las perso- pensamientos) en distintos momentos de la secuencia
nas confían en sus pensamientos. En particular, hipoteti- persuasiva. Si confiamos en nuestro punto de vista antes
zamos que tener poder aumenta dicha confianza en de recibir un mensaje, como consecuencia de ser asigna-
comparación con no tener poder, y por lo tanto, que los dos a un rol de poder, entonces la motivación para pro-
poderosos deberían confiar más en sus pensamientos cesar la información que se recibe a continuación dismi-
que las personas en posiciones relativamente no pode- nuye. Por el contrario, si confiamos en nuestro punto de
rosas. vista después de recibir un mensaje (condiciones de alto
Sin duda, como aparece reflejado en los trabajos de poder), entonces el uso de los pensamientos, que se
poder-acción, las personas con poder a menudo se com- generaron en respuesta a la propuesta, aumentará. En
portan y actúan como si tuvieran confianza, mientras ambos casos, el poder aumenta la confianza sobre los
que las personas sin poder suelen mostrar muchas más propios pensamientos, pero el contenido de dichos pen-
dudas. Por tanto, no es de extrañar que la mayoría de las samientos varía según el momento. Antes del mensaje,
personas tengamos una asociación entre el concepto de es el propio punto de vista lo que está en la mente de las
poder y confianza, y entre ausencia de poder y duda. Es- personas y, por tanto, eso es lo que el poder valida. Des-
tas predicciones se estudiaron en una serie de experi- pués de pensar sobre el mensaje, son los pensamientos
mentos que se describen a continuación (para su des- sobre la propuesta lo que está más disponible en la men-
cripción detallada, véase Briñol, Petty, Valle, Rucker y te de las personas y, por tanto, son dichos pensamientos
Becerra, 2007). los que el poder valida.
En el siguiente apartado se describe, inicialmente, un Como veremos a continuación, las consecuencias de
primer estudio en el que tratamos de demostrar que confiar en el propio punto de vista (antes de recibir el
cuando se induce el poder antes de la recepción del mensaje) o en las propias respuestas cognitivas (después
mensaje persuasivo, las personas asignadas a un rol con de recibir el mensaje) son diferentes, incluso opuestas
poder disminuyen la cantidad de procesamiento del en algunos casos.
mensaje. Según la hipótesis de autovalidación, ello se En un cuarto estudio examinamos simultáneamente
debería a que las personas con poder confían en su pro- los efectos del poder antes y después de la presentación
pio punto de vista y, como consecuencia, no tienen mo- del mensaje persuasivo, pretendiendo demostrar no solo
tivación para procesar lo que viene de fuera. que el poder afecta a la confianza en los propios pensa-
En los siguientes dos estudios investigamos las con- mientos, sino que sus efectos específicos sobre la per-
secuencias del poder, inducido después de la recepción suasión dependerán del momento en el que se induce a
del mensaje persuasivo, esperando que un poder alto fo- los sujetos.
mentará mayor confianza en los propios pensamientos Finalmente, se discuten las implicaciones que los re-
generados por los sujetos en respuesta al mensaje, sultados obtenidos en los cuatro estudios podrían tener
aumentando así su efecto. para otros contextos distintos al cambio de actitudes,
Tomados conjuntamente, estos estudios examinan el concretamente, para las relaciones entre poder y auto-re-
efecto de un mismo fenómeno (confianza en los propios gulación, y entre poder y conducta pro y antisocial.

39.6
Experimento 1: el poder inducido antes del mensaje
valida el propio punto de vista (reduciendo
la cantidad de elaboración)
Como acabamos de describir, nuestra propuesta es que lidez de su propio punto de vista y, como consecuencia,
el poder está asociado a sensaciones de confianza. La no estará motivado para procesar detenidamente los
idea es que si una persona tiene poder, confiará en la va- mensajes persuasivos enviados por otras personas.
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 671
Para poner a prueba esta hipótesis, llevamos a cabo amplio conversor de divisas y a que el código pin solo
un experimento en el que se asignó a los participantes a tenía dos dígitos.
condiciones de relativamente alto o bajo poder, y, tras la
Comparar el efecto de un mensaje compuesto por ar-
inducción de este, se evaluó en qué medida los partici-
gumentos fuertes con el de otro compuesto por argu-
pantes procesaban la información contenida en el men-
mentos débiles hacia una misma propuesta permite esti-
saje. Más concretamente, los participantes acudieron al
mar la cantidad de procesamiento llevada a cabo por
laboratorio en parejas con el pretexto de participar en
aquellos que reciben el mensaje (véanse Briñol, Horca-
dos estudios diferentes. El primer estudio se presentó
jo, et al., 2007; Petty y Cacioppo, 1986, para detalles
como un estudio sobre comportamiento no verbal aso-
adicionales sobre este procedimiento). Si no se piensa
ciado a diferentes roles sociales, donde se solicitó a los
mucho sobre la propuesta, no habrá grandes diferencias
participantes que realizaran una tarea de role playing
entre el impacto persuasivo de un mensaje fuerte y otro
(desempeño de papeles), mediante la cual se les indu-
débil. Sin embargo, cuanto más se piensa sobre la pro-
cían las condiciones de alto y bajo poder. Específica-
puesta, más probable es que se discrimine entre razones
mente, se asignaba cada participante aleatoriamente a un
convincentes (e. g., es un buen producto debido a la efi-
rol de jefe (condición de alto poder) o a un rol de em-
cacia y precio) y poco convincentes (e. g., es un buen
pleado (condición de bajo poder), y se les pedía que si-
producto debido a que el pin es más corto). Por tanto, la
mulasen una reunión de trabajo entre ambos. Al jefe se
diferencia entre el efecto del mensaje fuerte y débil
le dieron instrucciones enfatizando que actuara como si
(efecto de la calidad de los argumentos) se esperaba que
tuviera completo control sobre el proceso del trabajo, la
fuera mayor cuanto más se procesara la propuesta. Por
evaluación de los empleados y la distribución de las re-
tanto, se esperaba que la condición de bajo poder estuvie-
compensas. A los participantes asignados al rol de su-
ra asociada con mayor efecto de la calidad de los argu-
bordinado se les dieron instrucciones de que actuaran
mentos en comparación con la condición de alto poder.
como si no tuvieran poder sobre ninguna de las tres fa-
ses del trabajo mencionadas. Además, para dar a la si- Los resultados del análisis de varianza (ANOVA) 2
tuación mayor verosimilitud, la persona asignada para (poder: alto o bajo) # 2 (calidad de los argumentos:
interpretar el rol de jefe se sentó en una silla más alta y fuertes o débiles), llevado a cabo sobre la medida de las
con mejor aspecto que la persona que interpretaba el rol actitudes, reveló un efecto principal de la calidad de los
de subordinado. Esta situación experimental venía avala- argumentos y una interacción significativa de la calidad
da por otras investigaciones previas (e. g., Kipnis, 1972; de los argumentos con el poder. Tal y como se ilustra en
Overbock y Park, 2001) donde se demostraba la efecti- la Figura 39.1, la diferenciación de los argumentos fuer-
vidad de este tipo de role playing para inducir estados
de alto y bajo poder2.
Inmediatamente después de la inducción de poder a
los participantes, se les pidió que evaluaran un anuncio
como parte de una investigación para una campaña de
marketing que promocionaba un teléfono móvil. El
anuncio estuvo compuesto por argumentos fuertes o dé-
biles, seleccionados de otras investigaciones previas
(Briñol et. al, 2004), a propósito de las características de
un nuevo teléfono móvil y, a renglón seguido, se les pi-
dió que informaran de sus actitudes hacia él. Argumen-
tos fuertes a favor del teléfono móvil incluían proposi-
ciones que afirmaban que la batería podía ser recargada
en cinco minutos y que el material con el que estaba he-
cho era ecológicamente seguro y completamente irrom-
pible. Argumentos débiles a favor del teléfono móvil in-
cluían afirmaciones referentes a la existencia de un

2
Sin perjuicio de lo anterior, distintas investigaciones han revela-
do que simplemente actuando (Schubert, 2004) o pensando (e. g., Ga-
linsky, et al., 2003) como si uno tuviera poder, se puede inducir en los FIGURA 39.1. Efecto del poder antes de procesar el mensaje
sujetos experimentales distintos niveles de poder percibido. (adaptado de Briñol, Petty, Valle et al., 2007).
672 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

tes de los débiles fue solo significativa en condiciones sobre poder que sugieren que las personas asignadas a
de bajo poder, pero no en condiciones de alto poder. roles de poder tienden a pensar menos que las personas
En consonancia con nuestra hipótesis de que el po- asignadas a roles sin poder (e. g., Fiske, 1993), estando
der puede influir en el cambio de actitudes, validando la también en consonancia con aquellas investigaciones
posición de las personas previamente a su exposición al previas que muestran que los individuos que se sienten
mensaje, los participantes con poder relativamente alto confiados (e. g., en su propio punto de vista) antes de
(vs bajo) mostraron menos diferenciación o discrimina- recibir un mensaje están menos atentos a las diferencias
ción entre los argumentos fuertes y débiles, reflejo de de calidad entre los argumentos (e. g., Briñol, Petty y
una menor elaboración de los contenidos del mensaje. Wheeler, 2006; Petty, Tormala, Briñol y Jarvis, 2006;
Estos hallazgos son consistentes con los trabajos previos Tiedens y Linton, 2001).

39.7
Experimento 2: el poder inducido después del
mensaje valida los pensamientos generados
(amplificando su efecto)

La idea general que venimos sustentando es que el po- pensamientos que se han tenido en respuesta al mensaje,
der lleva a las personas a sentir más confianza en lo se podría predecir un mayor efecto de la calidad de los
que tengan en la mente. El estudio que acabamos de argumentos sobre el cambio de actitudes. Es decir, el
describir muestra cómo tal situación (confiar en el pro- efecto de la calidad de los argumentos sobre las actitu-
pio punto de vista) hace que disminuya el interés por des debería ser mayor cuando las personas están en una
procesar el mensaje enviado por otras personas, redu- condición de poder alto que cuando están en una condi-
ciéndose, por tanto, el efecto de la calidad de los argu- ción de poder bajo, fundamentalmente porque los indivi-
mentos. duos con alto poder deberían confiar más en sus pensa-
mientos favorables (ante los argumentos fuertes) o
En el segundo experimento se investigó en qué me- desfavorables (ante los argumentos débiles) a la hora de
dida la sensación de confianza asociada con el poder formar sus actitudes. Además, debido a su mayor con-
puede producir otros efectos cuando los pensamientos fianza en sus pensamientos, los individuos con poder al-
que se tienen en mente son también distintos. En con- to deberían mostrar una mayor correspondencia entre
creto, se esperaba que cuando los participantes experi- actitudes y pensamientos.
mentales procesasen el mensaje persuasivo antes de su
asignación diferencial a los roles de poder, la condición En resumen, en este estudio se mantuvo constante el
de poder inducida haría aumentar o disminuir la con- número y el contenido de los pensamientos para las con-
fianza de los sujetos en los pensamientos que hubiesen diciones de poder, haciendo que los participantes pro-
generados en respuesta al mensaje persuasivo, afectan- cesaran el mensaje antes de recibir la manipulación de
do, también diferencialmente, al grado de validación que poder. A pesar de tener exactamente los mismos pensa-
los sujetos diesen a dichos pensamientos. mientos, se esperaba que las personas asignadas a la
condición de alto poder confiaran en sus pensamientos
Dicho de otra forma, cuando el poder se induce des- en mayor medida que aquellos asignados a la condición
pués del procesamiento del mensaje, los pensamientos de bajo poder; en consecuencia, el efecto (positivo o ne-
de los participantes hacia el mensaje deberían ser el gativo) de la mayor confianza en los propios pensamien-
contenido mental saliente, y por tanto el poder validará tos sobre las actitudes debería ser mayor para aquellos
o invalidará dichos pensamientos. Si el poder valida los con mayor poder.
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 673
Al igual que en el estudio anterior, los participantes el mismo efecto principal de la calidad de los argumen-
fueron llevados al laboratorio de dos en dos, donde se tos sobre las actitudes, de tal forma que a los participan-
les comunicó que iban a tomar parte en dos estudios in- tes les gustó más el móvil después de leer el mensaje
dependientes. La principal diferencia con el estudio des- fuerte que el débil.
crito anteriormente es que en este experimento el orden
de las tareas fue justo el contrario. La primera tarea de En relación con el cambio de actitudes, más relevan-
este estudio fue presentada a los participantes como un te que estos efectos principales fue la interacción, signi-
estudio de publicidad, interesado en recoger las opinio- ficativa, entre la calidad de los argumentos y el poder.
nes de los alumnos sobre un nuevo teléfono móvil. Los Como se ve en la Figura 39.2, la interacción indica que
participantes leyeron a continuación un anuncio, fuerte o el poder amplifica el efecto de los pensamientos sobre
débil, sobre el teléfono móvil descrito en el estudio an- las actitudes, de manera que la diferencia entre el efecto
terior, escribiendo los pensamientos que les vinieron a la persuasivo del mensaje fuerte y del mensaje débil fue
cabezas mientras lo leían. significativo solo en la condición de poder alto.
El propósito de la manipulación de la calidad de los
argumentos en este estudio fue variar la valencia domi-
nante de los pensamientos generados (i. e., pensamientos
favorables ante argumentos fuertes y pensamientos des-
favorables ante argumentos débiles). Una vez que ha-
bían terminado de listar sus pensamientos, se les dijo a
los participantes que los cuestionarios en los que debían
expresar sus opiniones acerca del teléfono móvil no se
habían fotocopiado aún, debido a algunos problemas con
la fotocopiadora. Se les informó de que, mientras espe-
raban a que los cuestionarios terminaran de fotocopiarse,
completarían el segundo estudio, de manera que no se
perdiera tiempo.
El segundo estudio se describió como un estudio re-
lacionado con roles sociales. A continuación, los partici-
pantes realizaban una tarea que estaba claramente cen-
trada en el desempeño de papeles, pero que en realidad
no era sino el procedimiento, descrito anteriormente, de
inducir, diferencialmente, mucho o poco poder a los par- FIGURA 39.2. Efecto del poder después de procesar el mensaje
ticipantes. Una vez que los participantes terminaron el (adaptado de Briñol, Petty, Valle, et al., 2007).
role playing, alguien entraba en el laboratorio con las
copias de los cuestionarios. Dichos cuestionarios in- Finalmente, en consonancia con la lógica de la auto-
cluían medidas de evaluación de las actitudes hacia el validación, examinamos si había una correlación más
teléfono móvil, así como algunas otras medidas. fuerte entre pensamientos y actitudes cuando los partici-
Tal y como se esperaba, el análisis de varianza pantes tuvieron un alto poder, en comparación con cuan-
(ANOVA) 2 (poder: alto o bajo) # 2 (calidad de los ar- do tuvieron un bajo poder. De acuerdo con nuestras ex-
gumentos: fuertes o débiles) reveló un efecto principal pectativas, la valencia de los pensamientos de los
significativo de la calidad de los argumentos. Los pensa- participantes fue más predictora de sus actitudes en la
mientos de los participantes fueron más favorables hacia condición de poder alto (r % 0,81, p a 0,001) que en la
la propuesta tras recibir el mensaje que contenía argu- de poder bajo (r % 0,57, p a 0,001). Un análisis Fisher
mentos fuertes, comparados con los resultados obtenidos confirmó que la diferencia entre estas dos correlaciones
tras la recepción de los argumentos débiles. Se encontró era significativa (Z % 2.06, p % 0,04).
674 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

39.8
Experimento 3: la confianza en los pensamientos
como mediador de los efectos del poder
El experimento 3 fue diseñado con varios objetivos. dificación es demostrar que el método de inducción de
Nuestra primera meta era proporcionar una réplica con- poder no varía el efecto del mismo sobre la confianza en
ceptual del experimento 2, donde comprobamos el im- los pensamientos y, en consecuencia, sobre el cambio de
pacto que el poder del receptor tenía sobre el cambio de actitudes.
actitudes, en condiciones en la que el poder se inducía A pesar de emplear una manipulación distinta de la
después de recibir el mensaje. Nuestro segundo objetivo dirección de los pensamientos y una nueva manipula-
era examinar si el poder afectaba a la confianza que las ción del poder, los resultados de este experimento fue-
personas tienen en sus pensamientos, considerando di- ron similares a los del estudio anterior. Es decir, el po-
cha variable como un posible mediador de los efectos der estuvo asociado con un mayor efecto sobre la
obtenidos. Para alcanzar estos objetivos, se introdujeron dirección de los pensamientos. Quizá lo mas importante
cuatro cambios en el estudio. de este estudio sea que, tal y como se esperaba, los indi-
En primer lugar, la dirección de los pensamientos viduos con mayor poder informaron tener más confianza
fue directamente manipulada. En el experimento 3, en en sus pensamientos que los participantes sin poder. Así,
vez de pedir a los participantes que listaran todos los el poder afectó a la confianza de los participantes en la
pensamientos que tuvieron mientras leían el mensaje, se validez de sus propios pensamientos, lo cual, a su vez,
les pidió que generaran y escribiesen, únicamente, argu- medió las diferencias actitudinales obtenidas.
mentos a favor de un asunto específico o, solamente,
contra-argumentos en oposición a dicho asunto. Una
ventaja de este procedimiento es que permite mante-
ner constante, de manera más firme, la valencia de los
pensamientos de los participantes a través de las condi-
ciones.
En segundo lugar, cambiamos el asunto de la pro-
puesta persuasiva. Esto se hizo para explotar el poten-
cial de generalización de nuestros hallazgos a otros ob-
jetos de actitud. En tercer lugar, se midió explícitamente
el grado en que los participantes tenían confianza en la
validez de sus propios pensamientos, ya fuesen favora-
bles o desfavorables. Concretamente, se preguntó a los
participantes qué grado de confianza tenían en sus pen-
samientos y en qué medida sentían que esos pensamien-
tos eran válidos.
Finalmente, se llevó a cabo una manipulación dife-
rente del poder. En esta ocasión, y como parte de un su-
puesto estudio sobre memoria, se instruyó a los partici-
pantes a que recordaran episodios de su vida en los que
o bien hubieran tenido poder sobre otros o bien otros FIGURA 39.3. Efecto del poder después de generar
hubieran tenido poder sobre ellos. Este procedimiento pensamientos (adaptado de Briñol, Petty, Valle, et al., 2007).
experimental ha sido utilizado con éxito en investigacio-
nes previas (Galinsky et al., 2003) para manipular los Si se observan los resultados de los distintos experi-
sentimientos de poder, introduciéndose en nuestro estu- mentos de esta serie, el primero de ellos demuestra que
dio para aumentar la validez convergente de la línea de el poder puede reducir el efecto de la calidad de los ar-
investigación. Es decir, lo que se pretendía con esta mo- gumentos, mientras que los dos siguientes muestran todo
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 675
lo contrario, es decir, que el poder aumenta el efecto de poder se induce después de haber pensado sobre las pro-
la calidad de los argumentos (o de la dirección de los puestas del mensaje, las personas, lógicamente, se fiarán
pensamientos, en el caso del experimento 3). también de sus pensamientos, pero, en esta ocasión, sus
Según nuestra interpretación, la diferencia entre los contenidos versarán sobre dichas propuestas, lo cual ha-
resultados obtenidos en los distintos experimentos es de- rá aumentar el efecto de la calidad de los argumentos.
bida al contenido de lo que se tiene en mente en el mo- Dado el estado de la cuestión que acabamos de des-
mento en que se induce el poder. Si el poder se induce cribir, parecía conveniente indagar de forma rigurosa las
antes de pensar sobre la propuesta persuasiva (experi- consecuencia que, sobre el cambio de actitudes, pudiera
mento 1), ello hará que las personas se fíen de sus pro- tener la ubicación temporal de la inducción del poder en
pias ideas y, como consecuencia, presten menos aten- relación con la recepción del mensaje (antes o después
ción a las propuestas del mensaje (reduciendo el efecto de recibir la misma), lo que constituyó el objetivo prin-
de la calidad de los argumentos). Si, por el contrario, el cipal del siguiente experimento.

39.9
Experimento 4: variación de la posición
de la inducción de poder
En este experimento, manipulamos el momento de in- mensaje (como en el experimento 2). Esto se debió a
ducción del poder dentro de un mismo diseño experi- que los individuos con alto poder confiaron más en sus
mental, para demostrar el papel causal de esta variable pensamientos favorables ante los argumentos fuertes (Fi-
en las consecuencias producidas. Asignando a los parti- gura 39.4). Los resultados de este experimento confir-
cipantes a condiciones en las que el poder se induce an- maron que el poder de los receptores del mensaje puede
tes o después de procesar el mensaje se puede compro- tener efectos diferentes (y opuestos) en una situa-
bar si los efectos observados anteriormente (reducción o ción persuasiva, dependiendo de cuándo es introducida
aumento del impacto de la calidad de los argumentos) esa manipulación (Figura 39.5).
son debidos realmente a la secuencia temporal.

Dado que el objetivo de este estudio era básicamente


metodológico, decidimos utilizar un solo mensaje persua-
sivo, compuesto exclusivamente por argumentos fuertes,
para simplificar el diseño, exponiendo a los participan-
tes al mensaje persuasivo fuerte utilizado en los experi-
mentos 1 y 2. Lo importante es que en este estudio el
mensaje se presentó bien inmediatamente antes o bien
inmediatamente después de que los participantes se im-
plicaran en la inducción de poder, manipulado mediante
role playing.

En comparación con los grupos de bajo poder, se en-


contró que la condición de alto poder reducía la persua-
sión cuando dicho poder se inducía antes de la presenta-
ción del mensaje (como en el experimento 1). Ya se ha
descrito anteriormente que esto es debido a que los indi-
viduos con alto poder procesaron en menor medida los
argumentos fuertes. Por el contrario, tal y como se espe-
raba, se encontró que el mayor poder aumentaba la per- FIGURA 39.4. Efecto del poder antes y después de recibir
suasión cuando se inducía después de la lectura del el mensaje (adaptado de Briñol, Petty, Valle, et al., 2007).
676 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

FIGURA 39.5. Los efectos del poder sobre el proceso de cambio de actitudes en función del momento de su inducción

39.10
Discusión general e implicaciones
El poder está considerado como un concepto esencial en tudes (experimento 1), aumentó el efecto de la calidad
el estudio del comportamiento. A pesar de la importan- de los argumentos en un paradigma de autovalidación
cia que tiene para comprender las interacciones sociales, (experimento 2) y aumentó también el impacto persuasi-
muy pocos trabajos de investigación han examinado la vo de la dirección de los argumentos en un paradigma
relación entre poder y persuasión. La presente investiga- tradicional de auto-persuasión (experimento 3). Aún más
ción contribuye a cubrir este vacío analizando el papel importante, se demostró por primera vez que los efectos
que el poder juega en el cambio de actitudes. Además, del poder sobre los juicios evaluativos pueden estar me-
es de señalar que los pocos estudios llevados a cabo en diados por cambios en la confianza en las propias actitu-
este dominio se han centrado, hasta el momento, exclu- des (experimento 3). Por último, se demostró que el
sivamente en el poder de la fuente de persuasión (e. g., efecto diferencial de poder, que puede tanto disminuir
Festinger y Thibaut, 1951; French y Raven, 1959). Por (experimento 1) como aumentar (experimento 2) el efec-
tanto, en este trabajo no solo se contribuye a ampliar la to de la calidad de los argumentos, es debido al momen-
literatura previa sobre poder y persuasión, sino que, ade- to en el que se induce (antes o después de procesar el
más, se hace desde un punto de vista sin explorar hasta mensaje, respectivamente) y, por tanto, de los pensa-
la fecha: el del poder del receptor de un mensaje per- mientos sobre los que se confía (el propio punto de vista
suasivo. o las respuestas cognitivas generadas hacia el mensaje,
respectivamente).
A lo largo de esta investigación se ha probado la
hipótesis de las autovalidación como potencial mecanis- Vistos en su conjunto, estos resultados son de gran
mo a través del cual el poder afecta a la persuasión. importancia, ya que desvelan ciertos efectos del poder
Concretamente, mediante diferentes manipulaciones de hasta ahora desconocidos, subrayan la importancia del
las correspondientes variables, se predijo y encontró que poder como una variable a tener en cuenta al estudiar al
el poder puede influir sobre el cambio de actitud, afec- receptor de un intento persuasivo, a la vez que aportan
tando a la confianza que las personas tienen respecto a nuevos hallazgos a la literatura sobre autovalidación.
sus propios pensamientos y puntos de vista. Como con- Además, los resultados de esta línea de investigación
secuencia de la conexión entre poder y confianza, se tienen una serie de implicaciones que pueden ir más allá
mostró que el poder redujo el efecto de la calidad de los del campo de las actitudes, consecuencias estas que pa-
argumentos en un paradigma clásico de cambio de acti- samos a describir a continuación.
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 677

39.11
Implicaciones para la asociación entre poder
y acción (autorregulación)
A lo largo de este trabajo de investigación, se ha obser- exactamente la misma cantidad, calidad y dirección de
vado la relación entre poder y confianza empleando dos pensamientos, solamente aquellos con mayor poder con-
tipos diferentes de manipulaciones del poder (actuando fiaron en su contenido mental a la hora de formarse una
como si realmente se poseyera poder, en los primeros opinión. Esta lógica es también compatible con el hecho
dos experimentos, y recordando experiencias con poder, de que los individuos poderosos tiendan a mostrar
en el tercer experimento) y distintas operacionalizacio- mayor variabilidad en sus acciones, siendo posible que
nes de la dirección de los pensamientos (calidad de los ello no sea debido a que los individuos poderosos ten-
argumentos, en el segundo experimento, y generación de gan necesariamente mayor variedad de pensamientos, si-
argumentos, en el tercer experimento), demostrándose, no, simplemente, a que tengan mayor tendencia a hacer
finalmente, la robustez de los efectos encontrados. Inde- aquello que se les pase por la cabeza, dado lo confiados
pendientemente del modo en que se indujeron el poder y que están respecto a dichos contenidos mentales.
los pensamientos, el poder llevó a un mayor impacto de Para poner a prueba estos razonamientos, se ha lle-
los pensamientos sobre las actitudes. vado a cabo otra línea de investigación en la que el
A la vista de estos resultados, cabe señalar, en pri- efecto de autovalidación del poder se ha estudiado en
mer lugar, la aportación que este trabajo supone para el relación con pensamientos de autocontrol (en lugar de
esclarecimiento de la conexión entre el poder y la ac- pensamientos en respuesta a mensajes persuasivos, co-
ción, mostrando que la confianza es un posible factor re- mo en la línea de investigación descrita en la primera
levante para dar cuenta de los resultados de anteriores parte de este trabajo). Por ejemplo, en uno de los estu-
investigaciones. Tal y como se ha descrito anterior- dios (Briñol, Rucker, Petty y Valle, 2008), se pidió a los
mente, estudios experimentales han revelado que los in- participantes que recordaran experiencias personales en
dividuos con poder tuvieron más probabilidad de actuar las que se habían comportado de forma impulsiva (gru-
según sus deseos, pidiendo más cartas en un juego simu- po de bajo autocontrol) o episodios en los que hubieran
lado y haciendo algo más respecto a un molesto ventila- podido controlar sus impulsos (grupo de alto autocon-
dor, que los individuos con poco poder (Galinsky et al., trol). A continuación, se crearon dos grupos, uno con al-
2003). Evidencias correlacionales han revelado también to y otro con bajo poder, siguiendo un procedimiento tí-
que los individuos con alto poder muestran mayor co- pico en este contexto. En concreto, los participantes
rrespondencia entre personalidad y comportamiento, y tuvieron que realizar una tarea de completar palabras so-
que tienen más probabilidad de aproximarse, establecer bre las cuales solo se les proporcionaba unas cuantas le-
contacto físico y flirtear que aquellos con bajo poder tras. Para la mitad de los participantes, estas palabras te-
(e.g., Anderson, et al., 2001; Gonzaga, et al., 2001; Gui- nían que ver con altos niveles de poder (e. g., dominar,
note, et al., 2002). De manera similar, los individuos recompensar), mientras que para el resto de participan-
con poco poder parecen dudar más, comportarse de ma- tes las palabras tenían que ver con poco poder (e. g., su-
nera más pasiva y mostrar una mayor inhibición de sus misión, perder). Finalmente, se pidió a todos los partici-
expresiones que los individuos con mayor poder (e. g., pantes que estimaran la probabilidad de realizar distintas
Ellyson y Dovidio, 1985; Moreland y Levine, 1989; conductas de riesgo en el futuro (e. g., conducir bajo los
Noelle-Neumann, 1991). efectos del alcohol, tomar el sol sin protección, sobrepa-
La presente investigación proporciona un marco sar los límites de velocidad permitidos, sexo sin condón,
conceptual para entender estos hallazgos, al sugerir que comer comida basura y beber en exceso, comprar más
los individuos poderosos tienen simplemente más proba- de lo que pueden permitirse, etc.).
bilidad de actuar respecto a lo que pase por su mente en En línea con la hipótesis de autovalidación, se en-
un momento dado, que los no poderosos, puesto que contró que la dirección del pensamiento (alto o bajo
confían más en lo que piensan. Es decir, aunque todos autocontrol) solo influyó sobre la variable dependiente
los participantes de nuestros experimentos mostraron (estimación de la frecuencia de conductas de riesgo) pa-
678 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ra el grupo que confió en sus pensamientos (grupo con mas cuando estaban motivados por el desempeño y me-
alto poder). En el grupo de alto poder, los participantes nos cuando estaban motivados por las relaciones.
que recordaron episodios de impulsividad pensaron que Desde el punto de vista de los procesos psicológicos,
iban a hacer un mayor número de conductas de riesgo estos resultados son semejantes a los descritos anterior-
que aquellos que recordaron episodios de alto control. mente para el paradigma de persuasión, ya que demues-
Es decir, el poder produjo un efecto de asimilación con tran que el poder aumenta la validez percibida y el uso
la inducción de pensamientos previos. Por el contrario, de cualquier pensamiento presente en la mente de la
en el grupo de bajo poder, no hubo ninguna diferencia persona en ese momento. Según la teoría de autovalida-
entre los participantes que pensaron en impulsividad y ción, variables como el poder influyen en la confianza
los que pensaron en control. de los pensamientos, independientemente de la naturale-
Los resultados de este experimento se replicaron za (e. g., pensamientos sobre propuestas persuasivas o
posteriormente en otros estudios en los que se modificó pensamientos sobre control) y la dirección (positiva o
la forma de operativizar cada una de las variables. Por negativa) de dichos pensamientos. No obstante, desde el
ejemplo, en otro de los estudios de esta serie, Briñol y punto de vista del estudio del poder, estos resultados re-
sus colaboradores hicieron que la mitad de los partici- sultan bastante paradójicos, ya que sugieren que las per-
pantes estuvieran motivados para mejorar su desempeño sonas con poder no siempre siguen sus impulsos (e. g.,
o que, por el contrario, estuvieran motivados para mejo- gastar más dinero) y, de hecho, pueden ostentar un
rar sus relaciones sociales (Briñol et al., 2008). A con- mayor autocontrol que las personas sin poder (en el
tinuación, los participantes fueron asignados a condi- supuesto, claro está, de tener en mente el objetivo de
ciones de alto o bajo poder. Finalmente, todos los controlarse). Así, al menos en algunas circunstancias, la
participantes tuvieron que resolver una serie de proble- relación entre poder y acción depende del tipo de pensa-
mas de aritmética. En línea con las predicciones de la miento que tenga la persona con poder. Dicho de otra
autovalidación, encontramos que la manipulación inicial forma, si bien la literatura acerca de la conexión entre
de las motivaciones solo tuvo un impacto significativo poder y acción sugiere que el poder lleva a actuar de
(más número de problemas resueltos) en aquellos parti- una manera más impulsiva, nuestra investigación sugiere
cipantes asignados a la condición de poder. Es decir, los que, en función del contenido de los pensamientos, el
poderosos confiaron en el contenido mental que se había poder también podría llegar a convertirse en una herra-
hecho accesible previamente, resolviendo más proble- mienta de autocontrol.

39.12
Implicaciones para la asociación entre poder
y corrupción (comportamiento social)
Otra de las aportaciones al estudio del poder que ofrece con este argumento, Galinsky et al. (2003) encontraron
esta investigación hace referencia a la clásica afirmación que el poder aumentó la tendencia a intervenir en
de que el poder corrompe y puede llevar a resultados una negociación independientemente de si ello tenía
potencialmente negativos (e. g., Kipnis, 1972). Frente a consecuencias prosociales o antisociales (e. g., extender
los mismos, nuestros estudios revelaron que el poder o limitar un recurso compartido en un paradigma de di-
puede llevar a evaluaciones más positivas o negativas de lema social).
una propuesta prosocial dependiendo de la dirección de
De manera similar, se podría entender todo lo con-
los pensamientos (favorables o desfavorables) que ocu-
cerniente a los comportamientos socialmente inapropia-
pan la mente de la persona en ese momento.
dos que se han vinculado tradicionalmente al poder. Por
Por tanto, el poder puede producir resultados socia- ejemplo, la investigación previa ha encontrado que el
les tanto positivos (e. g., mitigando conflictos) como ne- poder está asociado con gran variedad de comporta-
gativos (e. g., corrupción), dependiendo de la dirección mientos de derroche, con maneras de comer socialmente
de los pensamientos que los poderosos generen. En línea inapropiadas, con agresión, abuso y acoso sexual (véase
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 679
Keltner et al., 2003 para una revisión). A pesar de esta poder. A continuación, todos los participantes tuvieron
asociación general entre poder y conducta inapropiada, que tomar parte en un juego en el que se planteaban dis-
también existen algunas excepciones que sugieren que, tintos dilemas y tenían que negociar las soluciones de
en ocasiones, el poder puede estar asociado a otros com- esos dilemas con otros estudiantes.
portamientos que, pese a violar las normas sociales, lo Tal y como se podría esperar a partir de la teoría de
hacen de una manera mucho más prosocial, tales como
autovalidación, se encontró que la dirección del pensa-
intervenir en emergencias o ayudar a personas que su-
miento (cooperar vs competir) solo influyó en la con-
fren, así como expresar aprobación y afecto (e. g., Kelt-
ducta que los participantes con alto poder mantuvieron
ner, Young y Buswell, 1997).
durante el juego. Por el contrario, los participantes con
De hecho, Chen, Lee-Chain y Barg (2001) pusieron bajo poder se comportaron de manera similar durante las
de manifiesto que el tipo de orientación, que los podero- negociaciones tanto si tenían pensamientos de cooperar
sos tienen hacia sus objetivos, actúa como un moderador como de competir. En otras palabras, en el grupo de ba-
de los efectos negativos tradicionalmente asociados al jo poder, dio igual el contenido de lo que los participan-
poder. Los autores encontraron que aquellos participan- tes pensasen, ya que no actuaron en línea con sus pensa-
tes con orientación hacia las relaciones sociales de tipo mientos; mientras que en el grupo de alto poder, la
comunal, mostraron comportamientos más generosos ha- conducta de los participantes fue el fiel reflejo de sus
cia los demás y expresaron actitudes de mayor acepta- pensamientos.
ción social, tras ser asignados a una condición de poder.
Por el contrario, los participantes con orientación al Al igual que los estudios descritos anteriormente, es-
intercambio se mostraron menos generosos y expresaron tos resultados indican que el poder aumenta la confianza
actitudes de menor aceptación social, al ser asignados a en los pensamientos, independientemente de la naturale-
dicha condición de poder. za, dirección y cantidad de los mismos. Desde el punto
de vista del estudio del poder, ello puede deparar desa-
A pesar de que estos resultados no son del todo con-
rrollos muy interesantes, ya que sugiere que las personas
cluyentes (por su naturaleza correlacional), se podrían
con poder se comportan de forma antisocial solamente
explicar sugiriendo que el poder se asocia con efectos
en el caso de que sus pensamientos sean también de na-
sociales tanto positivos (e. g., conductas de ayuda, dona-
turaleza socialmente negativa. Sin embargo, estos resul-
ciones o altruismo) como negativos (e. g., corrupción,
agresión, abuso y acoso), dependiendo de la dirección tados también sugieren que el poder puede llevar a
de los pensamientos que los poderosos puedan tener en comportamientos socialmente deseables y beneficiosos
mente. Para poner a prueba estos razonamientos, se ha (e. g., cooperación) siempre y cuando los pensamientos
llevado a cabo otra línea de investigación en la que se de las personas con poder también sean de naturaleza
examina el efecto del poder sobre los pensamientos so- socialmente positiva.
cialmente positivos y negativos. Visto de otro modo, se podría especular que el poder
Por ejemplo, en uno de los estudios, DeMarree, Bri- puede corromper pero solo a aquellos con pensamientos
ñol y Petty (2008) pidieron a los participantes que recor- egoístas. Por el contrario, si las personas tienen los pen-
daran episodios personales en los que se habían compor- samientos adecuados, entonces el poder aumentara el
tado de forma cooperativa o de forma competitiva con efecto de los mismos. Sin duda, estos planteamientos
otra persona. Acto seguido, los participantes realizaron destacan la importancia de seleccionar bien a aquellas
la tarea de completar palabras (descrita en el apartado personas que vayan a ocupar puestos con poder, ya que
anterior) para formar un grupo con alto y otro con bajo es probable que lleven a la práctica sus pensamientos.

39.13
Implicaciones para el estudio de la autovalidación
La presente investigación también supone una contribu- sobre autovalidación mostraron que el efecto de los pen-
ción importante al trabajo previo sobre procesos de samientos depende de la confianza que se tenga en
autovalidación y juicio social. Los primeros trabajos dichos pensamientos. Cuando se confía en lo que viene
680 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

a la mente, se actúa en consecuencia, mientras que de poder que la literatura ha tratado de explicar de dis-
cuando se desconfía de ellos, los comportamientos no tintas maneras, tales como la confirmación de expectati-
reflejan la influencia de dichos pensamientos. Inves- vas y el status quo (e. g., Snyder, 1984; Snyder y Hau-
tigaciones posteriores han puesto de relieve diferentes gen, 1994).
variables capaces de influir sobre el cambio de actitudes Al respecto, y desde el punto de vista de nuestros re-
a través de los procesos de autovalidación. sultados, sería necesario tener en cuenta el papel que la
Por ejemplo, investigaciones recientes han encontra- ausencia de confianza juega en los pensamientos de las
do que los comportamientos manifiestos de las personas personas en condiciones de poco poder. Por ejemplo, la
pueden influir sobre el cambio de actitudes aumentando duda en los propios contenidos mentales podría hacer
(e. g., escribiendo con la mano dominante) o dismi- que aquellos individuos con menor poder descartasen
nuyendo (e. g., escribiendo con la mano no dominante) cualquier idea dirigida a reducir dichas diferencias de
la confianza de las personas en sus propios pensamien- poder. Por otro lado, si los pensamientos iniciales fueran
tos (Briñol y Petty, 2003; Briñol y Petty, en prensa). Se de sumisión y, posteriormente, la carencia de poder se
han encontrado también evidencias que demuestran que hiciera saliente, ello llevaría a dudar de dichos pensa-
otras variables, tales como la facilidad con que los pen- mientos y como consecuencia el comportamiento resis-
samientos vienen a la mente (Tormala et al., 2002, tente aumentaría. Tomados conjuntamente, estas consi-
2007), la autoafirmación (Briñol, Petty, Gallardo, y De- deraciones permiten predecir que la ausencia de poder
Marree, 2007), el estado de ánimo del receptor (Briñol, pueden tanto aumentar como reducir la resistencia de los
Petty y Barden, 2007), la credibilidad de la fuente del no poderosos. De esta forma, la autovalidación no solo
mensaje (Briñol et al., 2004, Tormala, Briñol y Petty, proporciona un mecanismo psicológico para explicar los
2006, 2007) y el consenso social en torno a los pensa- resultados encontrados previamente por la literatura (re-
mientos (Petty, et al., 2002) pueden tener un impacto en ducción de la resistencia), sino que, además, podría pro-
la persuasión mediante su efecto sobre la confianza en nosticar el efecto contrario (aumento de la resistencia)
los pensamientos. Los resultados de estos trabajos sugie- dependiendo de la dirección de los pensamientos de las
ren que las personas confían en sus pensamientos en la personas sin poder.
medida en que los consideran validos, se sienten a gusto Próximas investigaciones deberían tratar de estudiar,
con dichos pensamientos, así como con ellos mismos, y también, los efectos que ciertos moderadores de los
todo ello independientemente de si los pensamientos son efectos del poder puedan tener sobre nuestros resultados.
buenos o malos, positivos o negativos, racionales o irra- A este respecto, la investigación previa ha encontrado,
cionales. por ejemplo, que el efecto por el cual el poder lleva a un
El presente trabajo ayuda a completar esta línea de menor procesamiento de la información, queda reducido
investigación, proponiendo al poder ostentado por el re- cuando las personas poderosas perciben que las bases
ceptor de un mensaje persuasivo como otra de las varia- sobre las que se sustenta su poder no son legítimas (Ro-
bles capaces de afectar a la confianza en los propios dríguez-Bailón, Moya y Yzerbyt, 2000). Directamente
pensamientos, sugiriéndose además que el proceso de la relacionado con lo anterior, sería también conveniente
autovalidación podría proveer una nueva explicación realizar nuevos experimentos en los que se observe en
también para otros fenómenos en torno al estudio del qué medida se producen resultados diferentes en función
poder. de las diferentes bases sobre las que se sustente el po-
Para concluir, considere las consecuencias tradicio- der. Es decir, no se deberían únicamente manipular, co-
nalmente asociadas a la carencia de poder. Lewin mo se acaba de sugerir, la legitimidad del poder, sino
(1951), refiriéndose a la naturaleza interactiva del poder, también el grado en que se trate de un poder coercitivo,
estableció que el poder de A sobre B no depende solo de recompensa, de referencia, informativo o de experto
de la fuerza máxima ejercida por A sobre B, sino tam- (French y Raven, 1959). Por supuesto, además del estu-
bién de la resistencia máxima ejercida por B sobre A. dio de las distintas bases del poder, otra serie de varia-
En este sentido, la resistencia de las personas que care- bles del individuo y de la situación forman parte de
cen de poder es, a menudo, menor de lo que cabría es- nuestra agenda para el futuro de esta línea de investiga-
perar, produciéndose una perpetuación de las diferencias ción.
Capítulo 39. EL EFECTO DEL PODER SOBRE LA CONFIANZA EN LOS PROPIOS PENSAMIENTOS 681

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a
688 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

40.1
Introducción
La era de la globalización ha llegado y las perspectivas movimientos sociales que operan en todo el mundo (Ja-
de futuro apuntan a que ese proceso globalizador seguirá valoy, Rodríguez y Espelt, 2001, p. 378; Pastor y Oveje-
incrementándose paulatinamente. Aunque algunos sig- ro, 2007). Estos movimientos sociales globales son gru-
nos de globalización ya habían aparecido en diversos pos de personas organizadas que buscan un cambio
momentos relevantes de la historia (por ejemplo, en la social que, en algún sentido, implica a toda la humani-
época del descubrimiento de América), ha sido a finales dad. Se trata de grupos de ecologistas, de pacifistas, de
del siglo XX cuando ha podido advertirse la cristaliza- «antiglobalizadores» que poseen organizaciones implan-
ción del proceso y cuando se ha ido consolidando la per- tadas a nivel global y realizan campañas y emprenden
cepción de que nuestra vida transcurre en un mundo más acciones a lo largo y a lo ancho de todo el planeta. En la
pequeño, en una «aldea global» en la que los habitantes medida en que defienden intereses que conciernen a to-
del planeta nos sentimos cada vez más cerca. Ello ha si- dos, gozan de la simpatía de la mayor parte de la pobla-
do propiciado por el vertiginoso despliegue de las nue- ción mundial. Simultáneamente, está surgiendo también
vas tecnologías de la información y la comunicación. Es una ideología legitimadora de las consecuencias negati-
cierto que esto ha ocurrido sobre todo en los países vas que está acarreando la gestión neoliberal y neocon-
desarrollados, pero también es patente que la marea glo- servadora de la globalización (polarización social dentro
balizadora se va extendiendo por todo el mundo. de las sociedades desarrolladas, incremento de las desi-
En esta sociedad global está cambiando todo: se está gualdades entre países y otros efectos por el estilo).
extendiendo un mercado único global, unas instituciones El presente trabajo consta de una primera parte teóri-
políticas globales e incluso una cultura global. Por otra ca que pretende ahondar en el significado y consecuen-
parte, algunos acontecimientos relevantes, como el 11-S cias psicosociales de la globalización tanto desde el pun-
(Rodríguez-Carballeira y Javaloy, 2005), pueden conver- to de vista positivo, o favorable al bienestar del
tirse en acontecimientos también globales. Todo ello
individuo, como desde el lado negativo. En la segunda
contribuye a que, desde la perspectiva de las relaciones
parte, se proponen analizar a nivel empírico algunos as-
entre las personas, esté surgiendo un nuevo tipo de rela-
pectos psicosociales relacionados con la globalización,
ciones que no conoce fronteras.
como las actitudes hacia este proceso y hacia las entida-
Entre las novedades de este escenario global, que no des relacionadas con él, para lo cual se realizó un estu-
cesa de sorprendernos, se halla la irrupción de nuevos dio exploratorio en el que participaron 133 estudiantes.

40.2
Parte teórica: significado e impacto psicosocial
de la globalización
Cotidianamente podemos observar cómo la globaliza- La revolución de los sistemas de comunicación ha
ción está transformando nuestras vidas. No se trata de propiciado un incremento espectacular de las relaciones
un hecho más que caracteriza la época en que vivimos y humanas a escala global en el orden económico, político
tampoco es simplemente un rasgo importante de nuestro y cultural, marcando una tendencia a la uniformidad de
tiempo. La globalización es la característica que mejor la actividad humana en cada uno de estos niveles. Los
define la sociedad cambiante en que vivimos, la que le tres niveles de esta globalización social se relacionan
imprime un rasgo más distintivo. La realidad es que con el tipo de necesidades humanas que cubren:
nuestro mundo es un mundo globalizado.
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 689
Nivel económico: satisfacción de las necesidades de Este conjunto de oportunidades y riesgos no preten-
supervivencia de los individuos, incluyendo el surgi- de ser un análisis exhaustivo de todos los aspectos, pero
miento de tecnologías y su uso en los procesos de pro- sí un reflejo de los más destacables. Algunos son futuri-
ducción y distribución. bles, pero otros son ya realidades en el presente. Entre
otras oportunidades, resulta relevante, desde la perspec-
Nivel político: satisfacción de la necesidad de convi-
tiva de los derechos humanos, el hecho de que pueda
vencia, de formar parte de grupos sociales y de un sis-
extenderse y globalizarse una definición compartida de
tema sociopolítico.
ciudadanía con unos derechos básicos a respetar. Los
Nivel cultural: necesidad de significado para la vida medios de comunicación podrían tener alguna influen-
humana, que incluye los valores, las creencias e ideo- cia positiva en ese sentido, aunque la tengan claramente
logías y las pautas de comportamiento social. negativa en otros, como luego señalaremos. En esa di-
La gestión de la globalización social, es decir, la for- rección positiva apuntan los resultados de un estudio
ma en que se ha conducido el proceso de globalización realizado sobre mujeres de la India rural, en el cual se
en los diferentes niveles, ha creado nuevas oportunida- muestra que desde que ven la televisión por cable y sa-
des para el bienestar de muchos seres humanos, pero télite, han mejorado su condición en la sociedad: mues-
también ha generado importantes riesgos para otros. Sin tran más autonomía, aumenta la escolarización femenina
adoptar la posición de los apocalípticos ni la de los inte- y se reduce la tolerancia al maltrato y la preferencia por
grados, en lenguaje de Umberto Eco, polarización que los hijos varones (Jensen y Oster, 2007).
ocurre con frecuencia ante determinados fenómenos En un artículo reciente, David Hayes (2007), subdi-
nuevos con elevada capacidad de incidencia en nuestra rector de OpenDemocracy, hacía un balance de los pro-
vida, se muestra en la Tabla 40.1 el panorama tanto de blemas más destacados que están presentes hoy en el
los principales riesgos como el de las oportunidades que mundo y concluía que todos ellos deberán ser afrontados
se abren con la globalización, tratando de clasificarlos en el futuro desde la perspectiva de un «nosotros glo-
de forma sintética en función de los distintos ámbitos de bal». En la Tabla 40.2 se recogen la mayoría de esos
globalización. problemas señalados por Hayes, distinguiendo, por un

Tabla 40.1. Oportunidades y riesgos de la globalización social.


Ámbito Oportunidades Riesgos

Económico Economía mundial más organizada Países pierden autonomía-control económico (unas
(multinacionales, organismos mundiales). pocas organizaciones controlan el mercado: compe-
Abaratamiento de los productos. tencia desigual de economías débiles).
Mayor crecimiento económico. Incremento de inseguridad laboral.
Amplia oferta de productos de todo el mundo. Más pobreza y exclusión social.
Más desigualdad social Norte-Sur.
Acentuación de la «brecha digital».

Político-jurídico Cooperación internacional. Poder global: nueva forma de totalitarismo.


Declive del etnocentrismo. Países pierden soberanía-control político.
Globalización de justicia: Tribunal Penal Interna- Desconfianza hacia los políticos y el sistema.
cional, etc. Internacionalización del delito y de las mafias del cri-
men.

Sociocultural Mayor relación entre personas distantes, países y Cultura dominante eclipsa a otras culturas (avasalla-
culturas. miento cultural/homogeneización) (p. e., Hollywood).
Difusión y accesibilidad de la cultura y los mass Control de información: censura y propaganda.
media. Amenaza a libertad de expresión.
Expansión del conocimiento (Internet) (p. e., in- Epidemias o difusión y contagio de enfermedades di-
vestigación científica y tecnológica). versas.
Extensión de una idea básica de ciudadanía con
derechos.
Globalizar servicios de asistencia social ante epi-
demias, catástrofes, etc.
690 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 40.2. Tendencias y problemas a afrontar globalmente (basado en Hayes, 2007).


Tendencias Problemas

Influencia creciente de las nuevas tecnologías de la comunica- Los conflictos armados y las disputas geopolíticas, con las cri-
ción sobre la experiencia humana, la identidad y las oportuni- sis humanitarias que pueden conllevar.
dades vitales.
La proliferación de armamento nuclear, de destrucción masiva
Aumento de la inmigración y de la movilidad de las perso- y a pequeña escala.
nas, con efectos tanto en los países emisores como en los re-
El cambio climático global.
ceptores.
El impacto del fundamentalismo islamista y otras formas de
Futuro desplazamiento del poder económico y financiero des-
radicalización.
de Estados Unidos y Europa hacia Asia.
La vulnerabilidad de la democracia frente a los regímenes
Cambios en el orden mundial debidos a potencias incipientes.
autoritarios y el populismo.
El riesgo de que aumenten las desigualdades, las epidemias
globales y otros problemas sociales.

lado, los que ya están claramente definidos, y por otro, sí mismo. En el marco de referencia global, se modifica
las tendencias que apuntan problemas aún imprecisos, el significado de la experiencia humana, se redefine al
todos ellos con el denominador común de precisar de otro y el individuo se autodefine cada vez más como
una perspectiva global en su abordaje. ciudadano del mundo, tomando a la humanidad como
referente. Desde una óptica global, convertida en nuevo
Puesto que la globalización implica importantes marco de comparación social, es probable, por ejemplo,
cambios en el ambiente social, sus consecuencias deben que las personas de países del Sur se sientan más pobres
poder observarse también en el funcionamiento psicoló- y las del Norte, más ricas.
gico de los individuos. Sorprendentemente, los estudios
existentes sobre el tema son escasos. En uno de ellos se La globalización psicosocial tiene lugar en tres di-
afirma que actualmente un buen número de personas de mensiones:
todo el mundo desarrollan una identidad bicultural que Dimensión cognitiva: conciencia global; cambio per-
combina su identidad local con una identidad ligada a la ceptivo por el hecho de sentirse parte de la humani-
cultura global, tendiendo ello a favorecer una confusión dad; interés por los problemas globales porque la tec-
de identidad (Arnett, 2002) y, consiguientemente, situa- nología nos ha permitido activar nuestra atención
ciones de anomia. Los adolescentes parecen tener un pa- hacia ellos.
pel fundamental en el proceso de globalización (Schle-
gel, 2001), por su mayor exposición a los medios Dimensión afectiva: sensibilidad y simpatía hacia
globales (Internet, música, películas, televisión) y su otras personas, especialmente las de países desfavore-
búsqueda de experiencias nuevas más allá de la esfera cidos; los sufrimientos e injusticias que padecen otros
familiar. Por su parte, Chiu y Cheng han estudiado seres humanos, tal vez distantes, pueden llegar a con-
(2007) algunas consecuencias positivas de la globaliza- movernos.
ción, como el hecho de que, en ciertas condiciones, estar Dimensión comportamental: tendencia a desarrollar
expuesto simultáneamente a dos culturas diferentes pro- una conducta responsable con respecto al resto de la
duce un incremento de la actividad creativa. humanidad, especialmente hacia aquellos países y co-
munidades que padecen males más graves (pobreza,
Si bien la globalización implica importantes cambios
guerra, enfermedades como el sida) y disposición a
sociales, es preciso igualmente poner la atención en el
prestarles ayuda.
impacto de estos cambios globales en el nivel psicoso-
cial. En este nuevo marco global, el objeto de estudio de Estas tres dimensiones psicosociales se resumen en
la psicología social, entendido como interacción entre el un incremento de la interdependencia, entendida en su
individuo y la sociedad, experimenta necesariamente un triple vertiente, cognitiva, afectiva y comportamental.
cambio. El individuo trata de resituarse en el nuevo con- La conciencia de interdependencia, resultado a la vez
texto globalizado, con lo que cambia no solo su visión que condicionante de la globalización social, ha produ-
de la realidad, sino también la imagen de los demás y de cido una sensación de acercamiento creciente entre los
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 691
seres humanos en un mundo que se ha ido «empequeñe- estarán probablemente impregnadas de un signo positivo
ciendo». o negativo. Depender unos de otros aumenta la probabi-
Una mayor interdependencia trae consigo el que las lidad de que se produzcan situaciones tanto de coopera-
relaciones entre los países difícilmente vayan a ser ya ción o como de competición, de simpatía o como de
por completo indiferentes, como pudiera ocurrir con an- enemistad mutua. Las oportunidades y riesgos que deri-
terioridad. En adelante, cualquier acción relevante de un van de la interdependencia merecen ser estudiados desde
país tiende a tener repercusiones sobre los demás que una óptica psicosocial.

40.3
Globalización psicosocial y movimientos sociales
globales (MSG)
Como es bien conocido en psicología social, cuando sociales —como el ecologista, el movimiento por la paz
aumenta la interacción entre individuos dispersos puede o el feminista— han ido universalizando tanto su discur-
surgir una estructura de relaciones más o menos estables so como sus organizaciones a nivel internacional y las
que va haciendo crecer la interdependencia entre las per- estrategias de actuación, que pueden ser coordinadas
sonas hasta formar un grupo. Lo mismo ocurre a nivel globalmente con relativa facilidad haciendo uso de las
global. Si se define un grupo como «un conjunto de per- nuevas tecnologías de la comunicación. De esta forma
sonas interdependientes» (Cartwright y Zander, 1968, han surgido una conciencia y una acción de carácter
p. 48), puede decirse que la globalización está convirtiendo global cuya expresión evidente ha sido la irrupción de
a la humanidad en un grupo psicológico, en un conjunto movimientos sociales globales (MSG) (Pastor y Oveje-
de personas que son ahora más conscientes de que forman ro, 2007).
parte de una misma unidad, lo cual implica ciertas con-
A la aparición de MSG ha contribuido particular-
secuencias psicosociales a las que haremos referencia.
mente la naturaleza global que han ido adquiriendo mu-
Ahora bien, en todo grupo se da una interdependen- chos de los problemas que abordan los movimientos
cia entre sus partes o miembros, de manera que, como (como la paz mundial, la crisis ecológica o la brecha so-
señaló Kurt Lewin (1951), «un cambio en el estado de cial Norte-Sur), y que exige asimismo soluciones y es-
cualquiera de sus partes modifica el estado de cualquier trategias globales de actuación. Un ejemplo particular-
otra parte». En ese grupo que es la humanidad han co- mente claro lo constituyen los problemas abordados por
menzado a surgir acontecimientos globales, tal vez el el movimiento ecologista. Hasta hace muy poco tiempo,
más emblemático sea el atentado contra las Torres Ge- el ser humano no tenía suficiente poder para producir un
melas en 2001, donde el incidente puede provocar una daño global en la biosfera y poner en peligro la supervi-
oleada de sucesos que atraviesa el planeta entero. Igual- vencia de la humanidad, por lo que son nuevos determi-
mente, a medida que la humanidad se va comportando nados problemas, tales como el cambio climático, el
como un todo grupal, pueden empezar a observarse, a efecto invernadero, el agujero de la capa de ozono o la
nivel global, fenómenos típicos de influencia social en contaminación nuclear, y es nueva la amenaza global
los grupos, tales como la normalización, conformidad, que estos problemas representan.
difusión de responsabilidad, pensamiento grupal o pola-
rización grupal.
Por otra parte, como efecto de la globalización, «la 40.3.1. Efectos psicosociales
acción social en un determinado tiempo y lugar es cre- positivos de la globalización
cientemente condicionada por las acciones sociales en
lugares muy distantes» (Della Porta y Kriesi, 1999), lo Cuando la interdependencia activada es de carácter posi-
cual facilita una concienciación global y rápida de los tivo tiende a generar efectos del mismo signo como ocu-
problemas enarbolados por los movimientos sociales. En rre con la conciencia global y con la acción global em-
el marco planetario, los más importantes movimientos prendida por los movimientos sociales globales (MSG).
692 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Consideraremos positivos dichos efectos en la medida Tabla 40.3. Algunos efectos psicosociales
en que contribuyen a producir bienestar entre los seres positivos de la globalización.
humanos.
Efectos Derivaciones que conllevan
Los MSG están influyendo en esa toma de concien-
cia general de la humanidad como grupo (o «conciencia Inderdependencia Conciencia global
de especie»). Como ha notado Milbrath, «las preocupa- Acción global: MSG
ciones básicas de los movimientos sobre el futuro coin- Identidad global Simpatía mutua
ciden con el interés del conjunto de la población» (1990, Solidaridad
377), de forma que «los intereses de los activistas ya no
corresponden con los de un grupo social en conflicto, ya
no reinterpretan la realidad social desde la postura de Se entiende la interdependencia en un sentido positi-
una minoría oprimida sino que... contemplan una socie- vo, en tanto que propiciadora de una interacción coope-
dad mejor para todos». rativa y de la conciencia e identidad de grupo, aunque,
claro está, de la interdependencia se pueden derivar tam-
La difusión de información realizada a este respecto
bién distintos grados de conflictividad.
desde los medios de comunicación ha jugado un papel
crucial en la concienciación de la población. Por ejem- Una solidaridad plena exigiría la construcción de un
plo, la aparición frecuente de asuntos relacionados con sentimiento de «nosotros» que abarque la totalidad de
el ecologismo en los medios de comunicación ha favore- los habitantes del planeta. Ahora bien, llegar a una soli-
cido su legitimación y el desarrollo de un estado de opi- daridad universal, venciendo la tendencia espontánea al
nión, constatado en las encuestas, que proporciona un etnocentrismo, no es tarea fácil, porque «el hombre tien-
contexto previo favorable a las campañas de las organi- de a ser solidario solo con los que le resultan similares y
zaciones ecologistas. Al relevante papel jugado por los más cercanos, a los que considera buenos, y tiende a
medios de comunicación de masas en el desarrollo del proyectar las culpas hacia los más distantes» (Balleste-
movimiento ecologista ha contribuido, además de la na- ros, 1997, p. 232).
turaleza global de los problemas y soluciones tratadas, Por eso, quizá el mejor antídoto contra nuestra inve-
el interés de los periodistas por los valores humanistas terada tendencia al etnocentrismo, que tantos enfrenta-
básicos del ecologismo —relacionados con la supervi- mientos y guerras ha provocado, consiste en estimular y
vencia de la humanidad— que la mayor parte del públi- desarrollar una identidad social planetaria. Ello puede
co considera legítimos, y ello ha favorecido el hecho de hacer realidad una vieja sentencia de Tertuliano («el
que los medios de comunicación asuman el papel de la mundo entero es nuestra patria») que, la Conferencia de
voz del pueblo, con lo que refuerzan su propia legitimi- La Haya de 1989 expresó con palabras nuevas: «Nuestro
dad (Castells, 1997, p. 154). país es el planeta».
El incremento de la conciencia global ha reforzado
la imagen de la humanidad como grupo, que «consiste
en que los individuos tienen cierta conciencia colectiva
de sí mismos como entidad social diferenciada; tienden 40.3.2. Efectos psicosociales
a percibirse y definirse como grupo, a compartir cierta negativos
identidad común» (Turner, 1987, p. 45). Esta identidad
emergente se puede denominar identidad social global o Como contrapartida, la conversión de la humanidad en
planetaria (Javaloy, 2003a, p. 199; Javaloy, Espelt y un grupo también ha sido fuente de un nuevo malestar
Rodríguez, 1999). El hecho de que los seres humanos que se traduce, al menos, en dos efectos psicosociales
del planeta se perciban a sí mismos como un grupo-hu- negativos: la posible pérdida de autonomía personal y el
manidad despierta, en consonancia con la teoría de la surgimiento de agravios comparativos o formas de sentir
identidad social (Turner, 1987), sentimientos espontá- privación relativa, a la vista de las mejores condiciones
neos de atracción y simpatía mutua, de altruismo y soli- de las que disfrutan otros. La presión mundialmente
daridad, y tiende a favorecer una comunidad de intereses, ejercida por las fuerzas de la globalización —en el pla-
de forma que los objetivos de otros miembros se perciben no económico, político y cultural— no solo pone en pe-
como propios, y a hacer crecer, además, la conciencia de ligro las economías regionales y las culturas nacionales,
que compartimos un destino común (Javaloy, 2003b, sino que ha hecho más difícil la autonomía personal y el
p. 381). Algunos efectos psicosociales positivos deriva- desarrollo de la propia identidad: «En todo el mundo las
dos de la globalización se muestran en la Tabla 40.3. personas sufren una pérdida de control sobre sus vidas,
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 693
sus entornos, sus puestos de trabajo, sus economías, sus movimientos sociales surgidos tienen un marcado carác-
gobiernos, sus países, y, en definitiva, sobre su destino ter cultural que les hace diferenciarse de los movimientos
en la tierra» (Castells, 1997, p. 91). En este contexto, clásicos propios de la era industrial. Así, el movimiento
prosigue el mismo autor, «el mundo se vuelve demasia- obrero, aunque buscó el cambio social oponiéndose fron-
do grande para ser controlado» y «la gente se ancla en talmente al capitalismo, compartió los objetivos y valores
lugares y recuerda su memoria histórica» (Castells, de la industrialización (productividad y desarrollo mate-
1997, p. 89), adquiriendo una fuerza notable las identi- rial). Por el contrario, los movimientos de la era de la
dades como punto de anclaje para las personas que in- globalización y de la información pretenden el cambio a
tentan subsistir en un mundo en cambio constante y cre- un nivel más fundamental, el nivel de la cultura, cons-
ciente vulnerabilidad. En ese océano inestable, buscan y truyendo nuevos códigos culturales y nuevas identida-
reivindican la tierra firme de la identidad, ámbito que des, a la vez que proponen nuevos estilos de vida.
puede resultar propicio para el surgimiento de tensiones, La búsqueda de identidad, como reacción a la globa-
enemistades y conflictos interterritoriales. lización, ha dado lugar, según Castells (1997, p. 24), a
Algunos de estos problemas de identidad se produ- dos tipos de nuevos movimientos: movimientos reacti-
cen sobre todo en aquellos países que tienen una cultura vos (o de resistencia), que pretenden reconstruir la iden-
más alejada de la occidental, una cultura más colectivis- tidad social y colectiva en nombre de la singularidad
ta que la nuestra, puesto que perciben, incluso, que, con cultural que reflejan las categorías básicas tradicionales
la imposición de la actual globalización, se les está im- (Dios, la nación, la etnia, la familia, la localidad), y mo-
poniendo también, cosa que en gran medida es cierta, la vimientos proactivos (o innovadores), frecuentemente de
cultura occidental, más individualista que la suya, lo que carácter global, que construyen una nueva identidad in-
genera en muchas personas de esos países, tanto profun- vocando nuevos valores y aspirando a transformar el
dos problemas de identidad como fuertes dosis de resen- modelo de relaciones entre las personas y en relación con
timiento. la naturaleza, como hacen el feminismo y el ecologismo.
Un buen indicador de ello puede ser, por ejemplo, la La globalización, como ya se indicó, ha situado al
importante brecha intergeneracional que la actual globa- ser humano en un nuevo contexto o marco comparativo
lización y el desarrollo de las nuevas tecnologías están en el que, de acuerdo con la teoría de la comparación
produciendo en determinadas zonas: es el caso de los social (Festinger, 1954), las personas tendemos a valorar
adolescentes y los jóvenes urbanos de clase media de lo que somos comparándonos con los demás y nuestra
países como Tailandia, Malaisia o China, que se están autovaloración es mayor o menor según la valía que
pareciendo cada vez más a los adolescentes y jóvenes atribuimos a las personas del grupo que nos sirve de
occidentales y cada vez menos a sus padres e incluso a marco de referencia en nuestras comparaciones. Si esta-
sus padres y abuelos cuando eran adolescentes o jóvenes mos situados en un marco grupal en el que los demás
(Arnett, 2002). De hecho, como subraya Arnett (2002), disfrutan de unas condiciones más o menos parecidas a
los nuevos medios de comunicación (como la televisión, las nuestras, nos sentimos bien, pero si nos encontramos
el teléfono móvil e Internet, entre otros) están contri- en un marco desde el que percibimos que los otros dis-
buyendo poderosamente al consumo y a la igualación de frutan inmerecidamente de unas condiciones claramente
los gustos y de los hábitos de consumo de cientos de mi- mejores que las nuestras, tenderemos a sentir malestar y
llones de adolescentes y jóvenes de los cinco continen- a experimentar un sentimiento de «privación relativa»
tes. Pero los adultos de muchas y muy diferentes cultu- e injusticia (Major, 1994). Este sentimiento constituye
ras están interpretando todo esto como la intrusión la raíz de toda protesta, como ha notado Klandermans
desmedida e inaceptable en sus propias culturas de los (1997, 205).
valores occidentales e incluso del propio capitalismo. El proceso de globalización ha elevado de manera
Por otra parte, los movimientos sociales reflejan una brusca la experiencia de privación relativa en los países
búsqueda de identidad y autonomía, y constituyen inten- del Sur, a la luz de los datos que arrojaba la Encuesta
tos de escapar a la presión aparentemente irresistible de Mundial de Valores del año 2000. El hecho global, la
las poderosas elites que controlan la globalización eco- conciencia de que todos los individuos formamos parte
nómica, tratando de mediatizar también la actividad po- de un mismo grupo-humanidad, ha vuelto más visible y
lítica y la cultura. Según Castells (Castells, 1997, espectacular el contraste entre unos pocos países que vi-
p. 386), son tentativas de situarse fuera del sistema de ven en la abundancia y los países en vías de desarrollo o
creencias y valores establecidos para construir una espe- con condiciones de gran escasez. Las antenas parabóli-
cie de contracultura o cultura alternativa. Por ello, los cas permiten ver a los habitantes de estos últimos cómo
694 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

se vive en el mundo rico, y ello tiende a generar en la gue el movimiento antiglobalización, tal como puede
población una notable frustración que no existía cuando observarse en la Tabla 40.4.
no eran conscientes de tal agravio comparativo entre po-
Tabla 40.4. Efectos psicosociales globales
blaciones que forman parte de un mismo mundo.
y objetivos del movimiento antiglobalización.
Un nuevo movimiento global, el denominado movi-
miento antiglobalización o alterglobalización (en reali- Efectos psicosociales Objetivos del Movimiento
dad, contra la globalización económica neoliberal), ha Antiglobalización
surgido en forma de reacción a los efectos psicosociales Pérdida de autonomía Recuperar control de economías
antes mencionados y como expresión de nuevos agra- nacionales y locales
vios comparativos, como conciencia de las crecientes Recuperar control de culturas
desigualdades entre el Norte y el Sur. La aparición de nacionales y locales
una identidad social global ha adquirido así el acento de Agravio comparativo Reducir creciente desigualdad
lucha por una solidaridad global. Norte-Sur
En todo caso, los efectos psicosociales de la globali- Inderdependencia Construir una solidaridad global
zación, tanto los negativos como los de naturaleza posi-
Identidad global Construir una identidad global
tiva, han quedado reflejados en los objetivos que persi-

40.4
La bandera de los MSG y el papel de Internet
La bandera que enarbolan los MSG es, esencialmente, la La conciencia de humanidad (o «conciencia de espe-
misma que refleja la tríada de valores del humanismo cie»), que generó la declaración de derechos humanos,
ilustrado: libertad, igualdad y fraternidad. Esta divisa a tuvo eco en el esfuerzo de algunos grupos pioneros del
partir del siglo XVIII inspiró una amplia diversidad de movimiento por la paz. Ejemplo de ello es el colectivo
movimientos que han ido apareciendo posteriormente de científicos y premios Nobel, entre los que figuraban
hasta la época actual, como ha resaltado el análisis his- Albert Einstein y Bertrand Russell, que en los años 50
tórico de Raschke (1985). En ese mismo siglo se formu- se opusieron públicamente al peligro de guerra nuclear.
laron las primeras declaraciones de derechos humanos
en Estados Unidos y Francia, en las que se establece por La crisis ecológica global, de la que se tomó con-
primera vez un ideal de carácter global, un principio que ciencia en los años 70, hizo surgir el movimiento ecolo-
implica a la humanidad entera: que todas las personas gista, el primer movimiento que de forma explícita po-
son, por naturaleza, libres e iguales en derechos. demos denominar global, tanto por sus objetivos como
por su implantación, con organizaciones a lo ancho de
Al ser aprobada, en 1948, la Declaración Universal todo el planeta, y por el uso temprano que hicieron de
de los Derechos Humanos, un gran número de movi- las nuevas tecnologías de la información y la comunica-
mientos democráticos (como el movimiento de derechos ción para organizarse y planificar acciones. De hecho,
civiles o el de liberación de la mujer) encontraron en han sido estas nuevas tecnologías, y en particular Inter-
ella, de forma explícita, la fuente de legitimación que net, las que han hecho materialmente posible la irrup-
buscaban. El carácter universal de los derechos humanos ción de MSG a partir de los años 90.
hace que el movimiento que lleva este nombre sea, por
su propia naturaleza, el movimiento global por excelen- El papel desempeñado por Internet está siendo real-
cia. En un estudio sobre los movimientos sociales globa- mente crucial (Javaloy, Espelt y Cornejo, 2001). La Red
les, se ha señalado (Cohen y Rai, 2000) que el movi- se ha convertido en herramienta predilecta de los MSG
miento de derechos humanos sirve de paraguas para porque les permite optimizar el impacto de sus mensa-
muchos otros y que el 27% de las 631 organizaciones de jes, globalizar su eficacia. A diferencia de otras comuni-
movimientos sociales globales que aparecían en el Year- caciones globales (como la televisión), el carácter inter-
book of international organizations de 1993 pertenecían activo y horizontal de Internet le otorga una capacidad
al sector de los derechos humanos. particular para la comunicación y la difusión de ideas, lo
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 695
cual ha impulsado a los movimientos sociales a hacer cho realidad que una buena parte del planeta comparta
uso de ella. De hecho, los nuevos movimientos globales hoy en día la convicción de que «otro mundo es posible».
han venido empleando Internet como canal de comuni- Las posibilidades aportadas por las nuevas tecnolo-
cación tanto para promover las relaciones entre sus gías de la información y la comunicación han permitido
miembros, generando una «comunidad virtual de activis- un hecho tan sorprendente como que tan solo en unos
tas», como para impulsar la concienciación y alentar y meses surgiera un movimiento global contra la guerra de
promover acciones de protesta. Irak, movimiento que alcanzó su momento culminante
El hecho de que Internet alcance un ámbito global se el 15 de febrero del año 2003 con la primera protesta
conjuga igualmente bien con los objetivos globales que verdaderamente global de la historia. Alrededor de 10
persiguen estos nuevos movimientos sociales. La paz millones de personas salieron a la calle en más de 100
mundial, el medio ambiente o los derechos humanos son países del mundo para decir: «No a la guerra».
asuntos globales porque conciernen a toda la humanidad. Los MSG, con los medios de comunicación de ma-
La dimensión transnacional de los principales movimien- sas como caja de resonancia, están creando un clima
tos permite campañas de acción colectiva a nivel mun- cultural en el planeta a favor de la libertad y la paz que
dial que sin Internet y otras comunicaciones globales se- hace cada vez más difícil ocultar las situaciones de in-
rían impensables (Della Porta, Kriesi y Rucht, 1999). justicia. De hecho estos movimientos han actuado como
El movimiento global actualmente más representati- cauce para la expresión de nuevas formas de conflicto
vo, el movimiento antiglobalización, no hubiera podido en la sociedad contemporánea (Javaloy, Rodríguez y Es-
experimentar la vertiginosa expansión que hemos pre- pelt, 2001, p. 40), y han sido en sí mismos respuestas
senciado a no ser por este recurso espectacular que es concretas de lucha contra problemas sociales globales.
Internet y por la resonancia que ha obtenido en los me- En la tabla 5 se puede ver en síntesis esta relación entre
dios de comunicación mundiales. La tecnología ha he- problemas sociales globales y MSG.

Tabla 40.5. Los movimientos sociales globales como respuesta a problemas sociales globales.
Surgimiento de MSG Problema global Movimiento social global

Década de 1950 Riesgo de enfrentamiento nuclear Mov. pacifista (antinuclear)


Década de 1970 Crisis ecológica global Mov. ecologista
Década de 1970 Violaciones de derechos humanos Mov. de derechos humanos
1999 (Seattle) Perjuicios de globalización económica Mov. antiglobalización
2002 Amenaza de guerra contra Irak Mov. contra la guerra

40.5
Proyectos de dos MSG integradores: ecologismo
y antiglobalización
metas de otros movimientos, como resulta patente en las
40.5.1. El papel integrador diversas corrientes que este movimiento ha desarrollado
del movimiento ecologista en su seno, como el ecodesarrollo o desarrollo sosteni-
ble, el movimiento pro justicia ambiental, el ecopacifis-
El movimiento ecologista ha tenido un importante papel mo y el ecofeminismo.
integrador en el marco de los nuevos movimientos so-
ciales de carácter global. En nuestra opinión, ello ha es- El hecho de constatar importantes coincidencias en-
tado favorecido por su capacidad para conectar con las tre los diversos nuevos movimientos sociales permite
696 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

plantear la posibilidad de que estos se aglutinen en un cial dominante continuaran dominando nuestras vidas.
único movimiento en el futuro. El movimiento ecologis- La diferencia entre los movimientos no reside en los va-
ta posee ciertos rasgos que le han convertido en el eje lores o metas que deberíamos perseguir en común, sino
vertebrador de esta integración. Esta postura ha sido de- en la profundidad y amplitud de la crítica a la sociedad
fendida con una detallada argumentación por Milbrath moderna» (1990, 213).
(1990), y en ella basamos nuestra propia postura.
La sensibilidad social creada hacia la variedad de
La afinidad ideológica entre los diferentes nuevos asuntos planteados por el ecologismo y la interconexión
movimientos sociales puede verse reflejada en la expo- que este ha impulsado entre diversas corrientes de pen-
sición anterior y se hace patente en su vinculación ori- samiento y de activismo, ha contribuido a crear un clima
ginal con la llamada nueva izquierda. Analizando esta cultural favorable a la emergencia del movimiento con
afinidad, Milbrath (1990, 212) ha resaltado que los pri- mayor capacidad integradora en el momento presente: el
meros nuevos movimientos sociales (ecologista, pacifis- movimiento antiglobalización. Este movimiento ha puesto
ta, feminista y derechos civiles) aparecieron como un el énfasis en la justicia global, en las grandes desigual-
desafío al paradigma social dominante en la sociedad in- dades económicas entre los seres humanos y en los dere-
dustrial moderna, especialmente a su creencia central, chos humanos, manteniendo la preocupación por el me-
según la cual «es natural y apropiado para los humanos dio ambiente.
el dominar la naturaleza y para algunos humanos domi-
nar a otros». Es decir, los nuevos movimientos sociales
combaten el supuesto de que es tan natural el someti-
miento de la naturaleza a la voluntad humana como el 40.5.2. El proyecto antiglobalizador
hecho de que los hombres dominen a las mujeres, los como «movimiento
blancos dominen a las demás razas y las potencias mili-
tares subyuguen a los países menos poderosos.
de movimientos»
La coincidencia ideológica entre nuevos movimien- Si la globalización ha sido hasta ahora prioritariamente
tos sociales queda reflejada en la militancia múltiple, o de signo económico y tecnológico, y está protagonizada
apoyo manifestado por unos mismos individuos a dife- desde el mundo rico hacia el resto, con resonancias co-
rentes movimientos sociales. A modo de ejemplo, puede lonizadoras, la movilización antiglobalizadora se desa-
mencionarse el hecho de que una encuesta sobre actitu- rrolla más bien en el mundo rico, pero con significativa
des hacia el medio ambiente, realizada en 1992, reveló participación del resto, tratando de ser la conciencia de
que los militantes reales o potenciales del movimiento los menos favorecidos y apostando por un mundo inter-
ecologista en España manifestaban también un claro pretado en clave de igualdad antes que en clave de do-
apoyo a otros movimientos (Javaloy y Espelt, 1996). minadores-dominados.
Según Milbrath, los ecologistas constituyen la autén-
Los postulados sostenidos por el movimiento anti-
tica vanguardia para la construcción de una nueva socie-
globalización han venido a subsanar el vacío ideológico
dad porque, al asumir las principales reivindicaciones de
abierto tras la caída del muro de Berlín. Desde aquella
otros nuevos movimientos sociales (como lo testifican
época, se echaba en falta una ideología capaz de contra-
movimientos como el ecofeminismo, el ecopacifismo o
pesar seriamente los planteamientos neoliberales. La crí-
el de justicia ambiental), van más allá y plantean una
tica desarrollada por el movimiento antiglobalización ha
nueva concepción del mundo y un programa de acción
servido para crear una corriente de protesta mundial que
que permita una solución urgente y global a los grandes
aúna a gran variedad de grupos y movimientos sociales
dilemas actuales que cuestionan la supervivencia de la
de diferentes países que tienen en común su rechazo al
humanidad. El mencionado autor lo ha expresado así:
capitalismo y al modelo neoliberal. Sus enemigos prin-
«La mayoría de los feministas, pacifistas y defensores
cipales son las multinacionales y las grandes organiza-
de los derechos civiles, percibirían la sociedad moderna
ciones económicas y políticas internacionales, como el
como satisfactoria si la gente pudiera tratar a los otros
Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacio-
como iguales, tener iguales oportunidades en la vida, y
nal (FMI), a los que acusan de estar al servicio de los
si las naciones pudieran vivir juntas en paz. Los ambien-
países ricos en detrimento de los más pobres.
talistas también desean estas cosas, pero no estarían de
acuerdo con la sociedad si solo se cambiaran esas cosas Este movimiento se ha convertido en punto de en-
y las características sociales básicas del paradigma so- cuentro de diferentes movimientos sociales, en un «mo-
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 697
vimiento de movimientos», para unificar las propuestas dad. Somos un movimiento de solidaridad global, unido
y planificar acciones conjuntas. El Foro Social Mundial en nuestra determinación para luchar contra la concen-
de Porto Alegre, en 2001, representó un progreso en la tración de la riqueza, la proliferación de la pobreza y la
conexión de movimientos sociales en todo el mundo de destrucción de nuestro planeta».
cara a promover una serie de movilizaciones para conti- De unos planteamientos de rechazo al orden actual
nuar denunciando que los seres humanos no somos mer- se está pasando a propuestas que permitan diseñar el
cancías. mundo que queremos. Un buen ejemplo de ello lo ofre-
Aunque la mayoría de los grupos que nutren las mo- cen algunas de las alternativas planteadas en Porto Ale-
vilizaciones contra la globalización neoliberal son extra- gre: una reforma agraria democrática que dé a los cam-
ordinariamente heterogéneos y diversos (desde comités pesinos acceso a la tierra; condonación de la deuda
de solidaridad, colectivos por la abolición de la deuda externa; desarrollo sostenible en el denominado Tercer
externa del Tercer Mundo y contra determinadas multi- Mundo; aplicación efectiva de los derechos humanos;
nacionales, hasta grupos ecologistas, pacifistas, feminis- soberanía para los pueblos; respeto a las identidades cul-
tas, sindicalistas, anarquistas, okupas, homosexuales, pa- turales; una democracia participativa que afecte a la to-
sando por grupos vecinales, religiosos, de carácter ma de decisiones clave; desmilitarización del planeta.
étnico, y así sucesivamente), la mayoría de los partici- El impacto social, cada vez más notable, de este
pantes en dichas movilizaciones comparten el sentimien- movimiento está creando una sociedad más sensibiliza-
to de formar parte de un mismo movimiento (Pastor, da y más crítica con las injusticias provocadas por el
2002, p. 37). Esta conciencia de unidad es la expresan progreso. Ante situaciones como ésta, que apuntan im-
explícitamente los movimientos sociales firmantes del portantes transformaciones sociales, la psicología social
Manifiesto de Porto Alegre en 2001: «La diversidad es debe desempeñar un papel activo y comprometido (Ove-
nuestra fuerza y su expresión es la base de nuestra uni- jero, 2003).

40.6
Parte empírica: un estudio exploratorio

40.6.1. Objetivo 40.6.2. Metodología


Nuestro objetivo general es analizar las actitudes de los Se elaboró un cuestionario de 44 ítems, la mitad de los
jóvenes hacia la globalización, así como otras variables cuales procedía, en su mayoría, de la encuesta realizada
relacionadas con este proceso. Para ello se realizó un es- por Bain (2004), más cinco ítems de un estudio realiza-
tudio exploratorio con 133 estudiantes de la Universidad do por la Fundación BBVA (2005), en el que se entre-
de Barcelona, que pretende dibujar un primer mapa de las vistó a 3.000 estudiantes españoles, y dos ítems de la
posturas de los jóvenes hacia el proceso de globalización. Encuesta Mundial de Valores. La confección de la otra
Más concretamente, el estudio tiene dos objetivos mitad del cuestionario se inspiró en el contenido de la
específicos. primera parte de este trabajo.
1. Analizar los siguientes factores o variables: a) acti- La estrategia de análisis se basa en:
tud general hacia la globalización; b) actitudes hacia 1. Las puntuaciones directas a los ítems.
la globalización económica, política, cultural y psi-
cosocial; c) actitudes hacia organizaciones interna- 2. Crear una serie de índices de actitudes.
cionales, movimientos sociales y otras entidades; 3. Un cluster análisis para intentar establecer algunas
d) grado de internacionalización o globalización de diferencias entre los sujetos que mantienen posturas
la identidad y conductas del sujeto. diferentes hacia la globalización.
2. Establecer un perfil actitudinal hacia la globalización.
698 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

40.7
Resultados
Para analizar la actitud hacia la globalización se han la globalización política y cultural, que consideran com-
construido una serie de índices: actitud general hacia la porta algunos beneficios, como la cooperación interna-
globalización, actitud hacia la globalización económica, cional o el desarrollo científico y tecnológico. Por su
política, cultural y psicosocial, actitud hacia institucio- parte, el índice sobre la internacionalización de la iden-
nes internacionales y otras entidades, actitud hacia mo- tidad y la conducta de los sujetos obtiene una puntua-
vimientos sociales, y un índice de internacionalización ción intermedia. En los próximos subapartados se pro-
de la conducta. Estos índices fluctúan entre 0 y 100 co- fundiza en la interpretación de estos índices y se
mo porcentaje entre el sumatorio actitudinal obtenido y analizan los ítems concretos que los componen.
el sumatorio máximo posible. Primero se analiza los re-
sultados de estos índices, que ofrecen una visión sintéti-
ca de los resultados. Después se profundiza en ella ba-
jando al detalle de los ítems que componen dichos 40.7.1. Actitudes hacia
índices. En la Tabla 40.6 se comparan los resultados de la globalización
los índices de mayor a menor promedio.
Los jóvenes encuestados manifiestan una actitud general
Tabla 40.6. Resultados de los índices (0 a 100). más bien negativa hacia la globalización. Así, la mayo-
ría de ellos (61%) considera que sus efectos son princi-
Media palmente negativos y que el proceso de globalización es
Actitud hacia globalización cultural (GCUL) 49,2 inevitable (68%). Más concretamente, la mitad aproxi-
Actitud hacia ONG y movimientos sociales (ORG) 49,2 madamente considera que la globalización disminuye
Actitud hacia globalización política (GPOL) 48,8 nuestra capacidad de elección y control sobre nuestra vi-
Internacionalización identidad y conducta (INTIC) 48,5 da (48%), la confianza en los demás (50%) y que genera
Actitud hacia globalización económica (GECO) 44,8 unas relaciones más competitivas (53%) (Tabla 40.7).
Actitud hacia globalización psicosocial (GPS) 43,9 Estos datos son coherentes con los del II Estudio sobre
Actitud general hacia la globalización (AG) 38,1 la juventud universitaria española (2005) de la Funda-
Actitud hacia instituciones internacionales (INST) 32,5 ción BBVA. En este, el 43% de los encuestados consi-
dera que la globalización tendrá más consecuencias ma-
Se observa que la actitud general hacia la globaliza- las que buenas, frente al 30% que cree lo contrario.
ción es bastante negativa (38,1), al igual que la actitud Otros trabajos han introducido diversos matices en la ac-
hacia las instituciones internacionales, que en gran me- titud negativa de los jóvenes españoles hacia la globali-
dida representan a los grupos impulsores de la globaliza- zación (Cárdenas y Blanco, 2004).
ción. En cambio, el índice de actitud hacia las organiza- Sin embargo, cuando analizamos con más detalle las
ciones de base (ONG, movimientos sociales), que son diferentes creencias que sustentan las actitudes hacia la
las que se oponen a la globalización neoliberal, es signi- globalización se obtiene un panorama un poco más com-
ficativamente más elevado. Cuando se analizan las dife- plejo: se es crítico sobre todo con la globalización eco-
rentes dimensiones de la globalización los resultados nómica y psicosocial, mientras que en las dimensiones
matizan la interpretación anterior. Es especialmente ne- de la globalización política y cultural existe una mayor
gativa la actitud hacia la globalización económica y la ambivalencia (Tabla 40.8). La actitud negativa hacia la
globalización psicosocial. Del análisis concreto de los globalización económica se manifiesta en que existe un
ítems, como se verá a continuación, se desprende que gran acuerdo (86%) en que la globalización aumenta las
los encuestados consideran que los beneficios económi- distancias entre países ricos y pobres, y en que aumenta
cos de la globalización son desiguales, que beneficiando la precariedad laboral (78%) y que la globalización es
a unos pero perjudican a otros; y son bastante escépticos negativa para la clase trabajadora (60,9%), lo que
al considerar que la globalización aumente nuestro bie- muestra la conciencia de que en la globalización hay
nestar y nos haga más libres. En cambio, existe una acti- globalizadores y globalizados. De forma hasta cierto
tud más positiva, o mejor dicho, menos negativa, hacia punto contradictoria con los ítems anteriores también se
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 699
Tabla 40.7. Actitud general hacia la globalización.
El proceso de globalización es inevitable

Muy Bastante Ligeramente Ligeramente Bastante Muy


en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo de acuerdo de acuerdo de acuerdo

3,0% 9,0% 20,3% 27,8% 27,8% 12,0%

Los efectos de la globalización son principalmente negativos

Muy Bastante Ligeramente Ligeramente Bastante Muy


en desacuerdo en desacuerdo en desacuerdo de acuerdo de acuerdo de acuerdo

1,5% 6,8% 30,8% 23,3% 22,6% 15,0%

Algunas personas tienen la sensación de que no poseen en absoluto libertad de elección y control sobre sus vidas,
ientras que otras personas sienten que sí tienen un control real sobre lo que les sucede. En nuestra época, ¿cree
usted que la globalización aumenta o disminuye en la gente la libertad de elección y control sobre su vida?

Aumenta Ni aumenta Disminuye


Aumenta un poco Disminuye un poco
notablemente ni disminuye notablemente

6,8% 15,8% 40,6% 24,8% 12,8%

Hablando en general, ¿cree que la globalización ha aumentado o disminuido la confianza que tiene la mayoría de
la gente en los demás?

Ha aumentado Ha aumentado Ni ha aumentado Ha disminuido Ha disminuido


notablemente un poco ni ha disminuido un poco notablemente

1,5% 12,0% 36,8% 35,3% 14,3%

Con la globalización ha aumentado la conciencia de que formamos parte de un mismo grupo, la humanidad. ¿Cree
que ello contribuye a generar unas relaciones más cooperativas o más competitivas?

Más cooperativas Más competitivas No ha cambiado las relaciones

32,3% 53,4% 14,3%

considera que la globalización beneficia a los países en lización son importantes en su ideario político). Existe
desarrollo (64,6%). un moderado acuerdo en que la globalización estimula
la cooperación internacional (63,9%) y el desarrollo de
Otras creencias sobre la globalización económica
la democracia en el mundo (56,4%). Estas ideas se ven
(como que favorece el abaratamiento de muchos produc- moduladas por la creencia de que la globalización supo-
tos y permite una economía mundial más organizada) ne una amenaza para la soberanía de los países (48,8%).
obtienen un menor respaldo, aunque este sigue siendo
En la globalización cultural existe una mayor ambiva-
positivo. Con respecto a las consecuencias psicosociales lencia sobre sus efectos. Una amplia mayoría considera
de la globalización, solo una minoría considera que son que produce un mundo dominado por la cultura occiden-
positivas. Así, menos de la mitad considera que aumenta tal (81,9%) y que perjudica al medio ambiente (68,4%).
la solidaridad (43,6%), el bienestar (38,4%) y la libertad
Pero al mismo tiempo se valora que promueve el desa-
(33,2%) de las personas, y la mitad aproximadamente rrollo científico y tecnológico (82,7%) al tiempo que el
(51,9%) considera que la globalización aumenta la con- intercambio cultural (82,7%). Merece destacarse que, al
ciencia de que compartimos un destino común. igual que en el estudio de la Fundación BBVA, los dos
En la globalización política, sorprende el poco peso ítems en que existe un mayor acuerdo entre los encues-
que dan los jóvenes a la globalización (menos de la mi- tados es en el de que la globalización «aumenta la dis-
tad —42,8%— consideran que sus ideas sobre la globa- tancia entre los países ricos y pobres» y que «produce
700 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 40.8. Creencias sobre la globalización


(de 1 a 6; de «muy en desacuerdo» a «muy de acuerdo» / % de acuerdo).

1a6 % acuerdo

Globalización económica
La globalización aumenta las distancias entre los países ricos y pobres 4,8 86,4
La globalización aumenta la precariedad laboral 4,4 78,2
La globalización beneficia a los países en desarrollo 4,1 64,6
La globalización es perjudicial para la clase trabajadora 4,0 60,9
La globalización activa el crecimiento económico 3,7 65,4
La globalización favorece el abaratamiento de muchos productos 3,6 52,0
La globalización permite una economía mundial más organizada 3,4 53,4
Globalización política
La globalización estimula la cooperación internacional 3,7 63,9
La globalización pone en peligro la soberanía de los países 3,6 48,8
La globalización favorece el desarrollo de la democracia en el mundo 3,4 56,4
Entre mis ideas políticas, las que tengo sobre la globalización son particularmente importantes 3,2 42,8
Globalización cultural
La globalización produce un mundo dominado por la cultura occidental 4,7 81,9
La globalización facilita el desarrollo científico y tecnológico 4,4 82,7
La globalización aumenta el turismo y el intercambio cultural 4,4 82,7
La globalización perjudica al medio ambiente 4,2 68,4
La globalización es una amenaza para la libertad de expresión 3,6 49,6
Globalización psicosocial
La globalización aumenta la conciencia de que compartimos un destino común 3,6 51,9
La globalización despierta solidaridad incluso hacia las personas más lejanas 3,2 43,6
La globalización aumenta el bienestar de las personas 3,1 38,4
La globalización hace a las personas más libres 2,9 33,2

un mundo dominado por la cultura occidental». En los


otros ítems comunes con la encuesta del BBVA los re- 40.7.2. Actitudes hacia
sultados también son equivalentes. Así, la mayoría de
sujetos no están demasiado de acuerdo en que la globali-
organizaciones
zación favorezca el desarrollo de la democracia en el internacionales,
mundo (4,8 sobre 10), en que aumente el bienestar de movimientos sociales
las personas (4,7 sobre 10) y en que haga a las personas y otras entidades
más libres (4,3 sobre 10).

También se ha analizado, sin tenerlo en cuenta en En general, la confianza en las organizaciones interna-
los índices, el tipo de relaciones que los encuestados cionales es baja (Tabla 40.10), especialmente hacia
consideran que influyen en la globalización. Esta se per- aquellas instituciones que representan a los defensores
cibe como un fenómeno fundamentalmente económico. de la globalización neoliberal (Banco Mundial, Fondo
Así, el 71% de los encuestados consideran que la globa- Monetario Internacional y las empresas multinaciona-
lización está fuertemente influida por las relaciones eco- les). Un caso que merecería un análisis aparte es la es-
nómicas y comerciales. Aproximadamente la mitad la casísima confianza hacia la Iglesia Católica. Otras ins-
considera muy influida por las relaciones derivadas de tituciones, que seguramente no se perciben como tan
tecnologías de la comunicación e Internet. En cambio, vinculadas al proceso de globalización y a las cuestiones
se otorga un peso menor a las relaciones políticas (34%) económicas, merecen una mayor confianza, aunque esta
y personales (23%) (Tabla 40.9). sigue siendo baja (Naciones Unidas, Unión Europea).
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 701
Tabla 40.9. Tipo de relaciones que han influido en la globalización (en porcentajes).

Mucho Bastante Poco Nada

R. económicas y comerciales 70,7 22,6 3,8 3,0


R. derivadas de tecnologías de la comunicación e Internet 48,9 36,8 12,0 2,3
R. políticas (con organizaciones internacionales y ONU) 33,8 53,4 11,3 1,5
R. personales (viajes, turismo, uso del teléfono) 23,3 41,4 29,3 6,0

Tabla 40.10. Confianza en organizaciones ambiental ayudan a explicar estos resultados. En cambio
internacionales y otras entidades (de 0 a 10). no deja de sorprender, aunque resultados similares han
sido encontrados en otros estudios (véase, por ejemplo,
Naciones Unidas 4,3 Javaloy y Espelt, 1996), que el movimiento feminista
Unión Europea 4,3 obtenga una puntuación tan baja, teniendo en cuenta so-
Medios de comunicación 4,1 bre todo que la muestra estaba formada principalmente
Banco Mundial 3,0 por mujeres. Ello puede deberse a que, todavía hoy, mu-
Fondo Monetario Internacional 3,0 chas personas entienden el feminismo como lo contrario
Empresas multinacionales 2,5 del machismo. Por su parte, el hecho de que los medios
Iglesia Católica 1,5 de comunicación hayan centrado sus informaciones so-
bre el movimiento antiglobalización en sus elementos
más radicales y violentos ayudaría a explicar la poca
También los medios de comunicación despiertan una simpatía que despierta en muchos jóvenes.
confianza más bien exigua.
Una vez más estos resultados concuerdan con los del
Las organizaciones de base (ONG, movimientos so- estudio de la Fundación BBVA (aunque los ítems sobre
ciales) despiertan mayor confianza o simpatía que las los que se pregunta no son exactamente los mismos). En
anteriores entidades analizadas, mucho más «oficiales». dicho estudio las ONG son una de las instituciones me-
Las ONG son la entidad que despierta mayor confianza jor valoradas (6,2), mientras que las Naciones Unidas
entre los jóvenes (6,1). No deja de sorprendernos la po- (5,3) y los medios de comunicación (4,9) ocupan una
ca confianza de los jóvenes en el Foro Social Mundial, posición intermedia, y las empresas multinacionales (3,9)
aunque concuerda con la limitada simpatía que despierta y la Iglesia Católica (2,9) son los peor valorados.
el movimiento antiglobalización, con el hecho de que
casi el 80% de los encuestados no han participado nunca
en una manifestación del movimiento antiglobalización
y con que el 81,2% no pertenece a ninguna ONG inter- 40.7.3. Grado de
nacional (Tabla 40.11). «internacionalización»
o globalización
Tabla 40.11. Simpatía o confianza hacia
organizaciones «de base» (de 0 a 10).
Se ha elaborado un índice del grado de internacionaliza-
Simpatía pacifista 7,7 ción de los sujetos a partir de algunos indicadores que se
Simpatía ecologista 7,1 asume que representan conductas asociadas a la globali-
Simpatía feminista 5,9 zación. La mayoría de encuestados ante la disyuntiva de
Simpatía antiglobalización 5,3 tener que elegir el lugar con que uno se siente más iden-
tificado optan por su comunidad autónoma (30,1%). El
Confianza ONG 6,1 mundo (19,5%), su pueblo o ciudad (18%) y España
Confianza Foro Social Mundial 4,0 (15%) obtienen unos resultados similares. El uso de
Internet está ampliamente generalizado, casi el 90% lo
utiliza habitualmente. La mayoría sigue las noticias de
De los cuatro movimientos sociales analizados, el carácter internacional y tiene amigos fuera de España.
pacifista y el ecologista son los que despiertan mayor Salir al extranjero, sobre todo a países no europeos, no
simpatía entre los encuestados. La oposición a la guerra es una conducta tan generalizada, seguramente por cues-
de Irak y la progresiva concienciación sobre la crisis tiones económicas (Tabla 40.12).
702 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 40.12. Grado de «internacionalización» o globalización.


Todos nos sentimos más ligados a unos grupos que a otros. Concretamente, y de esta lista de espacios geográficos,
¿con cuál se siente más identificado?. Es decir, se siente usted sobre todo ciudadano de:

Su pueblo Su comunidad Ningún sitio


España Europa El mundo
o ciudad autónoma en particular

18,0% 30,1% 15,0% 5,3% 19,5% 12,0%

¿Con qué frecuencia suele utilizar Internet?

Varias veces Una vez


Cada día Una vez al mes Casi nunca Nunca
a la semana a la semana

45,9% 43,6% 4,5% 1,5% 3,8% 0,8%

¿Sigue usted las noticias de carácter internacional durante la semana?

Cada día Muchos días Algunos días Casi nunca Nunca

18,0% 24,1% 45,9% 9,8% 2,3%

¿Tiene amigos fuera de España?

Sí, en más de tres países Sí, en dos o tres países Sí, en un país No
24,1% 25,6% 19,5% 30,8%

¿Con qué frecuencia suele salir al extranjero?

Varias veces al año Una vez al año Una vez cada varios años Nunca

9% 27% 40% 21,8%

¿Cuántos países no europeos ha visitado usted?

Uno o dos De tres a cinco Más de cinco Ninguno

26,3% 13,5% 6,8% 53,4%

ta actitudes más positivas hacia la globalización (Tabla


40.7.3.1. Perfiles actitudinales 40.13).
hacia la globalización
Tabla 40.13. Perfiles hacia la globalización.
Para intentar establecer diferentes perfiles actitudinales Frecuencia Porcentaje
hacia la globalización se ha realizado un análisis Clus-
ter del conjunto de índices elaborados a partir de la en- Actitud más favorable 42 31,6
cuesta (Tabla 40.6). Se ha realizado una clasificación Actitud media 64 48,1
automática jerarquizada (método KMeans) de los suje- Actitud menos favorable 27 20,3
tos de la muestra. El procedimiento detecta la existen-
cia de dos grandes subgrupos de 106 y 27 casos respec-
tivamente. El más compacto es el que agrupa los 27 Estos tres grupos reflejan actitudes diferentes hacia
casos que en conjunto mantienen las actitudes más ne- la globalización. Todos los índices elaborados presentan
gativas hacia la globalización. El subgrupo de 106 ca- diferencias significativas, excepto el índice de interna-
sos se subdivide a su vez en dos nuevos subgrupos de cionalización y el de actitud hacia las ONG y movi-
64 y 42 casos. El subgrupo de 42 casos es el que adop- mientos sociales (Tabla 40.14).
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 703
Tabla 40.14. Valores de los índices en cada uno de los clusters.
AG INTIC ORG INST GECO GPOL GCUL GPS

Actitud más favorable 53,3 52,0 49,7 45,6 53,8 54,8 57,6 60,8
Actitud media 35,9 48,3 49,0 29,5 44,3 49,8 49,7 43,2
Actitud más negativa 19,4 43,6 49,7 19,2 32,0 37,2 35,0 19,3

Total 38,0 48,5 49,2 32,5 44,8 48,8 49,2 43,9

Anova. Sig. 0,000 0,166 0,977 0,000 0,000 0,000 0,000 0,000

Entre el grupo que presenta una actitud más favora- que sus ideas sobre la globalización tengan un papel
ble hacia la globalización y el que presenta una actitud destacado en su ideario político, no existiendo diferen-
más negativa existe una gran diferencia en la actitud ge- cias significativas en este punto. Tampoco existen dife-
neral hacia la globalización (53,3 vs 19,4), en la actitud rencias al considerar que la globalización conduce a un
hacia la globalización psicosocial (60,8 vs 19,3) y en la mundo dominado por la cultura occidental. La mayoría
confianza en las instituciones (45,6 vs 19,2). En la acti- está de acuerdo en esta cuestión, independientemente de
tud hacia la globalización económica, política y cultural su actitud hacia la globalización. Las mayores diferen-
las diferencias aunque son claramente significativas, no cias de esta tabla entre los más favorables y los menos
son tan amplias. Solamente en el índice de internaciona- favorables hacia la globalización se encuentran al consi-
lización y en la simpatía-confianza hacia las organiza- derar que los efectos de la globalización son principal-
ciones de base las diferencias son inexistentes. mente negativos (3,31 vs 5,33) y en los cuatro ítems de
las consecuencias psicosociales de la globalización.
Para hacer una caracterización más detallada de los
diferentes clusters hemos seleccionado para las variables En la confianza hacia las organizaciones, ya sea ha-
nominales aquellas opciones de respuesta en que se ha- cia aquéllas que representan a la globalización (el FMI,
lla una diferencia igual o superior a !3 entre las fre- por ejemplo) como hacia las que podemos considerar or-
cuencias esperadas y las observadas (Tabla 40.15). Para ganizaciones de base (como las ONG y el Foro Social
las variables nominales, las tablas de contingencia que Mundial), es donde se encuentra una mayor diferencia
cruzan las modalidades de cada una de estas variables de puntuación entre los más favorables y los menos fa-
con la variable cluster (tres modalidades) se pueden leer vorables hacia la globalización (Tabla 40.17). Sorprende
como las diferencias entre la frecuencia observada y la que los sujetos más favorables a la globalización confíen
frecuencia esperada determinada por el peso de los mar- mucho más en las ONG y en el Foro Social Mundial
ginales línea y columna (métrica de Chi-cuadrado). que los sujetos con una actitud menos favorable (6,71 vs
4,56 y 5,19 vs 2,37, respectivamente). Parece, pues, que
El tipo de relaciones (más competitivas o más coo- la confianza es una de las variables clave para explicar
perativas) y la confianza hacia los demás que establece la actitud hacia la globalización. El hecho más sorpren-
la globalización parecen ser las dos variables más im- dente es sin duda la desconfianza que les merece el Foro
portantes que se relacionan con tener una actitud más o Social Mundial a los sujetos menos favorables a la glo-
menos favorable hacia la globalización. balización, hecho que ya fue destacado como atípico al
comentar la Tabla 40.11. Este resultado contradictorio y
Para las variables de intensidad, la caracterización se puede deberse, al menos en parte, al desconocimiento de
establece a partir de las diferencias de medias de cada qué es exactamente el Foro Social Mundial y a la posi-
variable en los subgrupos del cluster, tomando como cri- bilidad de que sea confundido con una organización
terio de significación de la diferencia la F de Snedecor internacional, como el Fondo Monetario Internacional o
de las ANOVAS correspondientes. En la Tabla 40.16 se alguna otra.
observa que la mayoría de ítems de los índices sobre la
globalización presentan una diferencia significativa en- La diferencia en simpatía por el movimiento antiglo-
tre los tres clusters analizados. Algunos datos son espe- balización es muy elevada entre los más y los menos fa-
cialmente interesantes: los que tienen una actitud más vorables a la globalización (3,98 vs 6,85). En cambio,
favorable hacia la globalización consideran en mayor no se encuentran diferencias hacia los otros tres movi-
grado que ésta es inevitable. Los jóvenes no consideran mientos analizados. También sorprende no encontrar di-
704 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 40.15. Caracterización de los subgrupos hacia la globalización


para las variables nominales.
Actitudes más favorables Actitudes intermedias Actitudes menos favorables

Piensa que la globalización contri- Piensa que la globalización contri- Piensa que la globalización contri-
buye a generar una relaciones más buye a generar una relaciones más buye a generar una relaciones más
cooperativas (14,4) cooperativas (5,8) competitivas (13,4)

Piensa que la globalización ni ha Piensa que la globalización ha dismi- Piensa que la globalización ha dismi-
aumentado ni ha disminuido la con- nuido un poco la confianza que tiene nuido notablemente la confianza que
fianza que tiene la mayoría de la gen- la mayoría de la gente en los demás tiene la mayoría de la gente en los
te en los demás (8,5) (4,4) demás (6,1)

Nunca ha participado en alguna ma- Ha participado al menos una vez en


nifestación del movimiento antigloba- una manifestación del movimiento
lización (6,8) antiglobalización (3,3) o de dos a cin-
co veces (3,2)

Algunos días durante la semana sigue Muchos días sigue las noticias de ca-
las noticias de carácter internacional rácter internacional (4,6)
(6,8)

Tiene amigos en más de tres países, Tiene amigos en un país fuera de Es-
fuera de España (4,9) o no tiene nin- paña (5,5)
gún amigo (3,1)

No ha visitado nunca ningún país no


europeo (3,6)

Suele leer la prensa uno o dos días


durante la semana (4,1)

Utiliza Internet cada día (4,6) Suele utilizar Internet varias veces a
la semana (3,2)

Suele salir al extranjero varias veces Suele salir al extranjero una vez al Nunca suele salir al extranjero (3,1)
al año (3,9) año (3,2)

Cree que pertenece a la clase social Cree que pertenece a la clase social
media alta (3,6) media baja (3,5)

Se siente sobre todo ciudadano de su Su comunidad autónoma (3,8)


pueblo o ciudad (3,4)

Se informa a través de la radio (3,7)

No lee la prensa casi nunca (3,8)

Simpatiza más con el PSOE (3,7) Mujer (3,6) Hombre (3,9)

ferencias en el índice de internacionalización. Creemos no con la experiencia personal del sujeto. Otro resultado
que ello puede deberse a que se han analizado una serie interesante es la relación de la edad con la actitud más o
de cuestiones (como el uso de Internet) que a este nivel menos favorable hacia la globalización. A pesar de la
de edad están tan generalizadas que son independientes poca heterogeneidad de la muestra en esta variable,
de la actitud hacia la globalización. Esta parece más re- existen diferencias significativas: la actitud menos favo-
lacionada con las actitudes existentes en la sociedad y rable corresponde a los sujetos de mayor edad.
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 705
Tabla 40.16. Caracterización de los subgrupos hacia la globalización
para las variables de intensidad.

Actitud Actitud
Actitud
más menos Sig.
media
favorable favorable

Actitud general hacia la globalización


¿Cree usted que la globalización aumenta o disminuye en la gente la libertad de
elección y control sobre su vida? (5-1)** 2,6 3,28 3,96 0,000
Hablando en general, ¿cree que la globalización ha disminuido la confianza que
tiene la mayoría de la gente en los demás? (1-5) 3 3,53 4,15 0,000
El proceso de globalización es inevitable (1-6) 4,45 3,94 3,67 0,020
Los efectos de la globalización son principalmente negativos (6-1)** 3,31 3,97 5,33 0,000
Globalización económica
La globalización aumenta las distancias entre los países ricos y pobres (1-6) 4,12 5,13 5,07 0,000
La globalización permite una economía mundial más organizada (1-6) 4 3,5 2,44 0,000
La globalización favorece el abaratamiento de muchos productos (1-6) 3,93 3,58 2,89 0,010
La globalización activa el crecimiento económico (1-6) 4,19 3,92 2,67 0,000
La globalización aumenta la precariedad laboral (1-6) 3,95 4,44 5 0,002
La globalización es perjudicial para la clase trabajadora (1-6) 3,48 4,09 4,56 0,004
La globalización beneficia a los países en desarrollo (1-6) 4,26 4,17 3,81 n.s.
Globalización política
La globalización estimula la cooperación internacional (1-6) 4,36 3,89 2,48 0,000
La globalización favorece el desarrollo de la democracia en el mundo (1-6)** 3,95 3,62 2,07 0,000
La globalización pone en peligro la soberanía de los países (6-1)** 3,62 3,69 3,56 n.s.
Entre mis ideas políticas, las que tengo sobre la globalización son particularmente
importantes (1-6) 3,26 3,14 3,44 n.s.
Globalización cultural
La globalización es una amenaza para la libertad de expresión (1-6) 3,14 3,55 4,41 0,001
La globalización aumenta el turismo y el intercambio cultural (1-6) 4,98 4,44 3,67 0,000
La globalización facilita el desarrollo científico y tecnológico (1-6) 4,67 4,53 3,7 0,001
La globalización perjudica al medio ambiente (1-6) 3,57 4,23 5,22 0,000
La globalización produce un mundo dominado por la cultura occidental (6-1)** 4,55 4,75 5 n.s.
Globalización psicosocial
La globalización aumenta el bienestar de las personas (1-6) 3,95 3 1,96 0,000
La globalización hace a las personas más libres (1-6) 3,69 2,81 1,74 0,000
La globalización aumenta la conciencia de que compartimos un destino común (1-6) 4,45 3,52 2,33 0,000
La globalización despierta solidaridad incluso hacia las personas más lejanas (1-6) 4,07 3,31 1,81 0,000

** La dirección de favorabilidad está invertida en este ítem.


706 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

Tabla 40.17. Caracterización de los subgrupos hacia la globalización


para las variables de intensidad.

Actitud Actitud
Actitud
más menos Sig.
media
favorable favorable

Confianza en organizaciones internacionales y otras entidades


Confianza en las empresas multinacionales (0-10) 4,07 2,2 0,81 0,000
Confianza en las Naciones Unidas (0-10) 5,71 3,98 2,78 0,000
Confianza en los medios de comunicación (0-10) 5,43 3,75 2,93 0,000
Confianza en la Iglesia Católica (0-10) 2,19 1,17 1,19 0,031
Confianza en la Unión Europea (0-10) 5,64 4,02 2,81 0,000
Confianza en el Banco Mundial (0-10) 4,45 2,78 1,41 0,000
Confianza en el Fondo Monetario Internacional (0-10) 4,45 2,73 1,52 0,000
Simpatía-confianza en ONG y m. sociales
Confianza en las ONG (0-10) 6,71 6,39 4,56 0,000
Confianza en el Foro Social Mundial (0-10) 5,19 3,84 2,37 0,000
Simpatía con movimiento antiglobalización (0-10) 3,98 5,61 6,85 0,000
Simpatía con movimiento feminista (0-10) 6,19 5,67 5,78 n.s.
Simpatía con movimiento ecologista (0-10) 7,1 6,94 7,3 n.s
Simpatía con movimiento pacifista (0-10) 7,88 7,55 7,96 n.s
¿Ha participado en alguna manifestación del movimiento antiglobalización? (1-4) 1,1 1,28 1,63 0,002
Internacionalización identitaria y conductual
Se siente usted sobre todo ciudadano de: (1-5) 3,14 3,09 3,26 n.s.
¿Sigue usted las noticias de carácter internacional durante la semana? (5-1) 2,62 2,53 2,44 n.s.
¿Tiene amigos fuera de España? (4-1) 2,45 2,61 2,67 n.s.
¿Con qué frecuencia suele utilizar Internet? (6-1) 1,76 1,73 1,81 n.s.
¿Con qué frecuencia suele salir al extranjero? (4-1) 2,55 2,77 3 n.s.
¿Cuántos países no europeos ha visitado usted? (0-3) 0,86 0,73 0,56 n.s.
¿Cuál es su edad? (18-54) 21,11 21,45 24,52 0,029
0 izquierda-10 derecha ¿en qué lugar se colocaría? (0-10) 2,42 3,14 1,96 0,050

40.8
Conclusiones finales y algunas sugerencias
El presente trabajo ha intentado ofrecer una modesta grar los seres humanos en una emergente sociedad glo-
aportación para la construcción futura de una psicología bal, sino que también se ha desarrollado en el orden psi-
social de la globalización, tarea que consideramos de cosocial y ha convertido a la humanidad en un conjunto
primordial interés para afrontar algo que constituye de personas interdependientes, o sea, en un grupo. Esta
nuestra razón de ser como psicólogos sociales: el estu- dimensión de la humanidad como grupo ha favorecido
dio del individuo en relación con el mundo social, un el incremento de la identidad global, en tanto que con-
mundo que hoy aparece globalizado ante nuestros ojos. ciencia de la ciudadanía de este planeta de pertenecer a
Un postulado fundamental que da sentido a este es- un mismo grupo y del sentimiento que ello conlleva. De
tudio es que el proceso de globalización no solo ha teni- forma paralela, se han acentuado también determinadas
do lugar a nivel económico, político y cultural, al inte- identidades locales, quizá ante el temor de ser más em-
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 707
pequeñecidas dentro de esa globalidad, lo cual está tam- En cuanto a los perfiles establecidos en relación con
bién incrementando, a diferentes niveles, el conflicto la actitud hacia la globalización se observó que los más
intergrupal. desfavorables a la globalización se diferenciaban parti-
De la globalización han resultado efectos psicosocia- cularmente de los otros en los siguientes rasgos: enfati-
les positivos (interdependencia, identidad global), pero zan los aspectos negativos, particularmente los de carác-
también ciertas consecuencias negativas, como la pérdi- ter psicosocial, confían menos en las organizaciones
da de autonomía personal y la aparición de nuevos sen- internacionales y muestran su simpatía hacia el movi-
timientos de injusticia, o, a un nivel más social, el incre- miento antiglobalización. No se halló diferencia entre
mento de la conflictividad intergrupal. Si algunos han las actitudes hacia la globalización de un sujeto y su
llegado a interpretar esa conflictividad intergrupal en grado de internacionalización (medido por el número de
términos apocalípticos como «choque de civilizaciones» viajes al extranjero, amigos de otros países, uso de inter-
(Huttington, 1997), otros, desde la organización socio- net, y otros por el estilo), lo cual parece indicar que, de
política más global hasta el momento que es la ONU, forma semejante a como ocurre con el prejuicio, las ac-
tratan de canalizar los esfuerzos hacia el diálogo, a tra- titudes negativas hacia la globalización no provienen de
vés del proyecto llamado «alianza de civilizaciones». la experiencia personal sino del contacto con las opinio-
nes críticas que existen en el ambiente.
En cualquier caso, la conflictividad global ha provo-
cado, como respuesta, la aparición de movimientos so- Aunque es obvio que el número de participantes en
ciales de amplitud y objetivos globales, puesto que bus- el estudio es muy limitado y no permite ningún tipo de
can un cambio social que implica, en algún sentido, a generalización, ello no debe ocultar el consenso real y
toda la humanidad. Se trata de grupos de ecologistas, de contundente que existe en contra de los aspectos menos
mujeres, de pacifistas, de activistas antiglobalización equitativos de la globalización, como el que «aumenta
que poseen organizaciones implantadas a nivel global y la distancia entre los países ricos y pobres» y «produce
realizan campañas y emprenden acciones en todo el pla- un mundo dominado por la cultura occidental», según
neta. Estos movimientos constituyen una lucha contra atestigua el amplio estudio realizado por la Fundación
los efectos negativos derivados de la globalización, a la BBVA, en el que participaron 3.000 estudiantes espa-
vez que muestran también algunos efectos positivos de ñoles.
esta.
La segunda parte del trabajo se propuso analizar em-
píricamente algunos aspectos psicosociales relacionados 40.8.1. Una mirada al horizonte
con la globalización, como las actitudes hacia este pro-
ceso y hacia las entidades relacionadas con él, para lo La primera sugerencia, mirando hacia el futuro, es que
cual se realizó un estudio exploratorio con 133 estudian- la globalización es inevitable, un imperativo no sólo del
tes. Los participantes mostraron un apreciable grado de desarrollo económico y político sino también una exi-
conocimiento del tema objeto de sus actitudes. Se obser- gencia del progreso cultural y psicosocial. Una globali-
vó que la actitud general hacia la globalización era bas- zación orientada positivamente puede permitir que la
tante negativa, al igual que la actitud hacia las institu- especie humana se cohesione y se ponga en camino pa-
ciones internacionales, que parece que se perciben como ra desarrollar el potencial de realización que hay en
grupos responsables de la globalización, mientras que la ella.
actitud hacia las organizaciones de base (ONG, movi-
mientos sociales), que son las que se oponen a la globa- Aunque la globalización es nuestro destino, el des-
lización neoliberal, tenía un carácter favorable. Los par- contento evidente en amplios sectores del planeta por el
ticipantes son particularmente críticos no sólo con las modelo de globalización que se ha aplicado y las protes-
consecuencias económicas, generadoras de desigualdad, tas contra la creciente desigualdad que ha ocasionado
sino particularmente con sus efectos psicosociales. La constituyen una buena prueba de lo intrincado que es el
mayoría considera que nuestro mundo globalizado no problema. En este contexto, la gran pregunta es la que
incrementa el bienestar ni la libertad de elección, difi- formuló el secretario general de las Naciones Unidas en
culta la confianza en los demás y genera unas relaciones la Cumbre del Milenio: «¿Cómo gestionar globaliza-
más competitivas. A pesar de ello, también se aprecia ción?». Teniendo en cuenta cómo perciben las personas
que en torno a la mitad de los participantes cree que la los resultados de la globalización, lo que parece patente
sociedad global aumenta la solidaridad y la conciencia es que lo que ha habido hasta ahora no es exactamente
de compartir un destino común. una mala gestión de la globalización, sino mas bien una
708 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

ausencia de gestión, justificada por el «dejar hacer libe- los «antiglobalizadores», mejor llamados «alterglobali-
ral». No se trata solo de que el barco de la globalización zadores», porque no se oponen a la globalización en sí
vaya a la deriva sino de algo más grave: carece de timo- sino al modelo neoliberal que se ha aplicado. Su denun-
nel y, en consecuencia, también de rumbo. Pero, ¿cuál cia de la visión mercantilista ha quedado patente en dos
debería ser el rumbo o destino de ese barco? La pregun- de sus eslogans más incisivos: «El mundo no es una
ta implica el establecimiento previo de algún modelo o mercancía» y «vivimos en una sociedad, no en una eco-
proyecto colectivo de globalización que precise «a dón- nomía».
de queremos ir». Ante esta realidad, la psicología social no debe mirar
Con la mirada puesta en el horizonte, es preciso co- hacia otro lado o contentarse con responsabilizar a polí-
menzar a elaborar y discutir diferentes modelos de glo- ticos y multinacionales, sino asumir también su propia
balización para ver cuál resulta más beneficioso para la cota de responsabilidad. Una forma de hacerlo puede ser
humanidad en su conjunto, es decir, desde una visión fomentar la investigación sobre las oportunidades psico-
universalista. El proyecto debe expresar los anhelos de sociales que plantea la globalización, sugeridas en este
humanidad —reflejados en documentos clave, como la trabajo, con énfasis en el tema de cómo fomentar la
declaración universal de los derechos humanos—, ha de construcción de una identidad o conciencia global, que
reflejar su búsqueda de satisfacción tanto de las necesi- tendría consecuencias altamente deseables: el incremen-
dades básicas humanas, como de sus ansias de libertad, to de la empatía, la confianza y la cooperación entre to-
justicia y solidaridad. dos los seres humanos. Pongamos algunos ejemplos. Las
Otra pregunta estratégica es: «¿Quién debe gestionar encuestas globales (como la impulsada por Inglehart)
la globalización?». Los insatisfactorios resultados, a ve- pueden servir para que la humanidad llegue a ser cons-
ces irritantes, de la gestión realizada por los más in- ciente de los valores que todos compartimos, los ritos
fluyentes líderes políticos y por las todopoderosas cor- globales (como los Juegos Olímpicos de Pekín, a cele-
poraciones transnacionales ya son bien conocidos, pero brar en 2008), en coherencia con los estudios de Durk-
la dificultad estriba en llegar a establecer un poder ges- heim, pueden contribuir a reforzar la solidaridad colecti-
tor y unos líderes en los que la humanidad sienta que va y el tejido social. Las acciones globales son también
sus intereses más legítimos se hallen suficientemente re- importantes para construir o activar la identidad colecti-
presentados. va, y no solo nos referimos a las acciones emprendidas
Las encuestas que conocemos, incluyendo la En- por los movimientos sociales globales sino también a
cuesta Mundial de Valores, dirigida por Inglehart, cons- otras vías como la de promover que los proyectos colec-
tatan la insuficiencia del poder público y las principales tivos de interés global, como el proyecto genoma huma-
organizaciones internacionales para legitimar iniciativas no o la carrera espacial, no sean acciones emprendidas
de proyectos globales por lo que debe tenerse en cuenta por un solo país o empresa sino que puedan contar con
también las organizaciones globales de base (ONG y una amplia participación internacional, de forma que la
movimientos sociales), como una voz que habla en humanidad pueda sentirse representada.
nombre de la humanidad y no de intereses particulares. Deseamos concluir evocando una voz hoy necesaria:
Nuestro estudio exploratorio ha puesto de relieve el la de los pioneros del movimiento por la paz que en los
peso decisivo de los factores psicosociales en las actitu- años 50 supieron despertar la conciencia de humanidad
des más desfavorables a la globalización: los participan- (o «conciencia de especie») con acciones tales como el
tes en él creen mayoritariamente que no es fuente ni de denominado «manifiesto Russell-Einstein», firmado en
bienestar general, ni de libertad ni de confianza sino 1955 por un colectivo de científicos y premios Nobel.
más bien de relaciones competitivas. Todos estos facto- Este grupo, después de advertir al mundo del peligro
res parecen derivados del núcleo de la visión mercantil nuclear, puso el dedo en la llaga con estas palabras:
del mundo que plantea la globalización neoliberal. El re- «Recuerda que perteneces al género humano y olvida el
chazo a esta visión ha sido liderado por las protestas de resto».
Capítulo 40. HACIA UNA PSICOLOGÍA SOCIAL DE LA GLOBALIZACIÓN 709

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a
a

Este trabajo forma parte del proyecto de investigación SEJ2007-67399/PSIC y se ha realizado gracias a la financiación del
Ministerio de Educación y Ciencia.
712 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

41.1
Introducción
Recientemente, las ciencias políticas y la psicología so- temas políticos (García-Beaudoux y D’Adamo, 2007) y
cial han aumentado su interés por el estudio del lideraz- a informar de las alternativas políticas en términos de
go político y su impacto en el comportamiento político disputas entre los actores políticos (Hallin, 1985). Ade-
de los votantes. Las cuestiones que orbitan estos estu- más, se ha sugerido que los media hacen que la cuestión
dios son básicamente dos. La primera se refiere al análi- del liderazgo esté muy accesible en la memoria de los
sis de las cualidades que definen a los líderes y que los perceptores (Keeter, 1987). En este mismo sentido,
diferencian de los no líderes. Estos estudios señalan un Iyengar, Peters y Kinder (1991) argumentan que los me-
conjunto de dimensiones y atributos que definen la per- dia también influyen en las atribuciones causales que las
sonalidad del líder y que explicarían su liderazgo (e. g.; personas elaboran sobre los acontecimientos políticos;
Den Hartog, House, Hanges, et al., 1999). La segunda concretamente, consideran que la información que los
cuestión se centra en identificar los efectos que tiene el media proporcionan de los distintos temas políticos es
liderazgo (real o percibido) en el comportamiento políti- episódica y centrada en hechos no relacionados, por este
co de los perceptores. motivo, a medida que los ciudadanos se exponen a esta
Hay que señalar que el estudio del liderazgo no información se hacen más proclives a atribuir mayor
siempre ha sido un tema central en el análisis del com- responsabilidad a los actores políticos que a las fuerzas
portamiento político. De hecho, el estudio del liderazgo societales amplias.
ha alternado periodos en los que el interés se ha centra- Algunos autores consideran que el mayor énfasis en
do en identificar los tipos de liderazgo y sus diferentes las cualidades de los actores políticos en detrimento de
efectos sobre los seguidores con otros periodos en los la ideología es consecuencia de una aproximación paula-
que no solo se han ignorado sus posibles efectos en los tina entre las diversas propuestas políticas, perdiendo
votantes, sino que se ha puesto en duda la existencia valor para decidir entre las distintas opciones. En cual-
misma del liderazgo. De esta forma, hasta los años 70, quier caso, y al margen de la explicación que se dé a es-
el comportamiento político de los votantes se relacionó ta evolución, se ha señalado que la consecuencia es que
de forma mayoritaria con dos tipos de factores que no las características personales de los candidatos son cada
excluían el liderazgo. El primero formado por los facto- vez más relevantes en los juicios y decisiones políticas,
res sociodemográficos y contextuales. Así, entre estos incluso, tal y como ilustran los resultados de algunos es-
factores se han señalado las crisis económicas, la desi- tudios, los efectos del liderazgo (real o percibido) llegan
gual distribución de recursos o la inseguridad colectiva. a superar a los efectos que producen la adhesión al par-
El segundo tipo se refiere a los factores individuales que tido y las de otras variables anteriormente destacadas
predicen diferencias en las tendencias de comportamien- (Popkin, Philips, y Smith, 1976). Estas aportaciones
to; entre estos han recibido gran atención la complejidad confirman la gran relevancia y actualidad de analizar la
cognitiva, el grado de experiencia o conocimiento de las percepción de liderazgo en sí misma, cómo se forma y
cuestiones políticas o la identidad de partido. En defini- se transmite.
tiva, se tienen en cuenta un conjunto de factores am-
bientales y personales que predicen las diferencias en el Por otro lado, a partir de los años 80 un gran número
comportamiento político. de evidencias empíricas llevan a poner en duda el mode-
lo tradicional de cognición «normal», entendido como
No obstante, a partir de los años 80 la situación da
un giro sustancial. Por un lado, en el ámbito aplicado se un proceso deliberativo y controlado por el propio per-
observa que las campañas políticas y las informaciones ceptor. Como consecuencia, algunos autores llegan a
políticas difundidas por los medios de comunicación son plantear que este tipo de procesamiento es la excepción
más que la norma (Bargh, 1997). Desde esta nueva pers-
cada vez más personalistas, es decir, centradas en mayor
medida en la figura de los líderes y en menor grado en pectiva se destaca la participación de procesos mentales
la ideología política (Friedenberg 1997). que contribuyen a la eficiencia cognitiva (e. g., la cate-
gorización, la estereotipia). Es decir, permiten a las perso-
Numerosos estudios coinciden en resaltar la tenden- nas enfrentarse a un mundo social complejo y responder
cia de los medios de comunicación a personalizar los de forma adaptativa a las demandas del ambiente (Bargh
Capítulo 41. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL LIDERAZGO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES... 713
1994, 1997; Higgins, 1996; Wegner y Bargh 1998). De los constructos, medir las variables, poner a prueba sus
esta forma, se promueve la incorporación del estudio de predicciones y explorar los mecanismos implicados en
los procesos mentales «normales» en el análisis de los el procesamiento de información política.
fenómenos sociales y en particular del estudio del lide- Con respecto al liderazgo, ofrece una oportunidad
razgo. para analizar de forma específica cuestiones centrales de
La incorporación de un modelo mental que concibe la percepción de liderazgo que habían sido ignoradas
al ser humano como procesador de información eficiente por las perspectivas previas. Concretamente, en este ca-
constituirá el punto de partida sobre el que se asentará el pítulo se aglutinan algunos de los principios y aportacio-
nacimiento de la cognición política. Este modelo aporta nes que desde la cognición social pueden contribuir al
una teoría general de la mente que incorpora las caracte- análisis de estas cuestiones en el contexto de los medios
rísticas y funciones de la mente en el estudio del lide- de comunicación y en particular en el marco de las cam-
razgo y proporciona métodos de estudio para identificar pañas políticas.

41.2
El nacimiento de la cognición política
Podemos definir la cognición política como la perspecti- rablemente a medida que se vayan integrando las aporta-
va que analiza cómo la información política es almace- ciones procedentes de distintas tradiciones de la psicolo-
nada y organizada en la memoria, cómo es recuperada y gía social.
cómo las estructuras de conocimiento existentes in-
fluyen en la percepción, codificación e inferencias que 1. Esta perspectiva parte del supuesto de que las perso-
se realizan acerca de los candidatos, los partidos y las nas tienen representaciones mentales de los concep-
diversas temáticas políticas. tos y de las cuestiones políticas. Estas representa-
ciones constituyen el conjunto de conocimientos,
Frente a las anteriores perspectivas mencionadas, la
creencias, opiniones y evaluaciones que poseen las
característica fundamental de la cognición política es
personas; por este motivo el material de análisis
que, además de analizar los factores que inciden en el
comportamiento político (e. g., los efectos de la percep- fundamental de esta perspectiva es la información.
ción de liderazgo en la conducta de voto o los efectos de La operacionalización de esta información en los
las creencias en las preferencias de partido), analiza los estudios experimentales se realiza, con frecuencia,
procesos y mecanismos comunes del funcionamiento en forma de listas de palabras, sentencias, frases
mental (e. g., la atención, percepción y memoria) y có- y dibujos que representarían estos conceptos. Por
mo estos operan en el procesamiento de información po- ejemplo, se supone que un partido político concreto
lítica. Un aspecto fundamental que caracteriza el origen está representado en la memoria de las personas en
de la cognición política es el énfasis en la experimenta- forma de un listado de atributos, valores y otros as-
ción como procedimiento de estudio. Desde nuestro pectos. De entre ellas, las listas de palabras (atribu-
punto de vista, esta perspectiva está claramente orienta- tos) es la más frecuente.
da a identificar un cuerpo común de conocimientos sobre
2. La información es almacenada en la memoria en
el que se podrán integrar las teorías psicológicas que ex-
forma de estructuras de conocimiento que pueden
plican el comportamiento político en contextos naturales.
adoptar formas alternativas. La estructura más co-
mún es una lista de conceptos, unidos entre sí a una
o varias categorías o nodos. Además se ha propues-
41.2.1. Principios generales to que las estructuras de conocimiento se pueden or-
ganizar de forma jerárquica siendo unas categorías
En esta sección presentaremos cuatro principios genera- (con sus correspondientes atributos) de orden supe-
les que han caracterizado el nacimiento de la cognición rior o más general, y otras más específicas forman-
política. No obstante, dado que esta tradición es aún do redes de información interconectadas. Final-
muy incipiente, es previsible que se enriquezca conside- mente, se ha propuesto un tercer tipo de estructura
714 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

que consiste en una red indiferenciada. Este tipo es cionan una serie de temas políticos sobre los que in-
especialmente probable cuando las restricciones de formar y con ello establecen la agenda política y los
tiempo o la ausencia de conexiones semánticas difi- temas que serán considerados como los más importan-
cultan el desarrollo de conexiones entre el material tes por parte de los receptores (Weaver, McComb y
informativo. En definitiva, la información en la me- Spellman, 1975). En definitiva, esta teoría plantea que
moria se organiza en función del grado de integra- los temas tratados en los medios de comunicación ad-
ción o conexiones que se pueden establecer entre quieren mayor saliencia y como consecuencia, las es-
los conceptos y atributos. Ejemplo de información tructuras de conocimiento relacionadas con estas te-
que conforman estructuras altamente integradas se- máticas se harán más accesibles en la memoria de los
rían los esquemas y los estereotipos. votantes durante la elaboración de juicios y decisiones.
3. Existen ciertos procesos básicos por los que la infor- El concepto de priming fue introducido en la cogni-
mación a la que acceden las personas llega a formar ción política por Iyengar y Kinder (1987). Esta teoría
parte de sus estructuras de conocimiento o llegan a propone que las informaciones políticas que presentan
transformar las estructuras establecidas. Entre estos los medios de comunicación preactivan en la memoria
procesos se pueden señalar el leer, escribir, recordar ciertos conceptos y conocimientos que así estarán dis-
información con un formato o estructura diferente a ponibles para realizar las operaciones mentales subsi-
la establecida en la memoria, y establecer compara- guientes. Una vez más, esta preactivación se produce
ciones o contrastar dos piezas de información (nue- de forma eficiente y con frecuencia, sin que los recep-
vas o ya conocidas) para identificar sus relaciones. tores de las noticias se percaten de ello.
4. Las estructuras de conocimiento son fundamentales La teoría del framing postula que los medios de co-
en la forma en que las personas perciben, interpretan municación no solo tienen la capacidad de establecer
y se enfrentan a la vida cotidiana; no obstante, la in- los temas sobre los que pensar, tal y como propone la
formación y los conocimientos concretos que en un teoría de la agenda setting, sino que son eficaces en
momento determinado formarán parte del procesa- establecer cómo se piensa sobre estos temas, es decir,
miento de información depende, entre otros aspectos, determina qué dimensiones y aspectos de los temas
de su grado de activación en la memoria. Esta activa- son los de mayor interés para los votantes haciéndolos
ción determinará el grado en que cierta información más salientes e influyentes en el procesamiento de in-
estará disponible y accesible para responder a las de- formación (McCombs y Shaw, 1972).
mandas del ambiente. Tal y como se ha sugerido an- Estas tres teorías han sido muy fructíferas en las in-
teriormente, la eficiencia cognitiva hace que gran vestigaciones realizadas sobre las campañas electorales
parte de la información se active de forma automáti- en distintos países y ha inspirado numerosas investiga-
ca. ciones que corroboran la importancia de hacer accesible
Estos cuatro principios han orientado una parte sus- información en la memoria de las personas. No obstante
tancial de las aportaciones realizadas al estudio de la per- los procesos de memoria incluyen otros procesos y me-
cepción de liderazgo en las campañas electorales y en los canismos de gran relevancia para el procesamiento de
efectos de los medios de comunicación en el comporta- información política y que sugieren que la cognición po-
miento político. Concretamente el principio de activación lítica proporcionará importantes contribuciones al estu-
ha sido fundamental en algunas de las contribuciones teó- dio del comportamiento político.
ricas proporcionadas para explicar la influencia de los En esta línea, a continuación presentamos con mayor
medios de comunicación. Mencionaremos muy breve- detalle una propuesta complementaria a las anteriores
mente tres de ellas: la teoría de la agenda setting, la teo- que permite indagar no tanto los procesos de activación
ría del priming y la teoría del framing. de información en la memoria como los procesos de ol-
La teoría de la agenda setting (McCombs y Shaw, vido que pueden estar participando en los efectos de las
1972) propone que los medios de comunicación selec- campañas electorales y los medios de comunicación.
Capítulo 41. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL LIDERAZGO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES... 715

41.3
Nuevas contribuciones a la cognición política
Determinados mecanismos de nuestro sistema de memo-
ria en ocasiones modifican la accesibilidad a contenidos 41.3.1.1. Práctica en la recuperación
almacenados en dicho sistema. Este cambio en la accesi- y olvido inducido
bilidad puede implicar desde una facilitación en la recu- por la recuperación
peración de información almacenada (como, por ejem-
plo, cuando localizamos rápidamente las llaves de Recuperar información de nuestra memoria incrementa
nuestra casa en el sitio en que habitualmente las deja- la probabilidad de que esa misma información pueda ser
mos al llegar) hasta los fallos en la recuperación de la recuperada en un momento posterior. Paradójicamente,
información (como, por ejemplo, cuando no recordamos en ocasiones el hecho de recuperar información puede
el sitio en el que hemos aparcado el coche en el super- también disminuir la probabilidad de recuperar otra in-
mercado). formación relacionada. Específicamente, se ha propuesto
La presente sección está centrada en algunos de los que si tenemos determinados elementos en nuestra me-
mecanismos propuestos para explicar el olvido produci- moria asociados a una misma clave de recuperación
do en la recuperación selectiva de la información alma- (e. g., elementos de una misma categoría como los ras-
cenada en la memoria. Tradicionalmente se consideraba gos de personalidad de un individuo) la presentación de
que estos mecanismos implicados en el olvido tenían la clave (i. e., el nombre de la persona) provocará una
una naturaleza más o menos asociativa, y que el olvi- competición entre los diferentes elementos asociados a
do era una consecuencia pasiva de la codificación de in- dicha clave (i. e., los rasgos de personalidad asociados
formación nueva que interferiría con la previamente al individuo) para acceder al recuerdo consciente (An-
existente. No obstante, a diferencia de los modelos tradi- derson, 2005; Anderson y Spellman, 1995).
cionales de la memoria, actualmente se considera que La mayoría de los modelos de memoria asumen que
algunas formas de olvido podrían tener una función cada episodio en el que se recupera un elemento de la
adaptativa, siendo la consecuencia de la puesta en mar- memoria es equivalente a un evento de aprendizaje, en
cha de mecanismos destinados a resolver la competición tanto que aumenta la probabilidad posterior de recupera-
que se produce en el momento de la recuperación selec- ción de ese elemento. Simultáneamente, se asume que la
tiva de información relacionada. probabilidad de recuperar un elemento de la categoría
En este contexto, seguidamente se presentarán dos cuando se presenta una clave de recuperación disminuye
de los paradigmas utilizados para estudiar el olvido, los conforme aumenta la fuerza con la que los demás ele-
principales mecanismos teóricos propuestos para su ex- mentos de la categoría (i. e., competidores) están asocia-
plicación así como algunas de las evidencias empíricas dos a la clave. De acuerdo con lo anterior, sucesivas re-
relacionadas con dichos mecanismos. cuperaciones de una serie de elementos de una categoría
ante la presentación de una clave de recuperación produ-
cirían un fortalecimiento de las asociaciones entre di-
chos elementos y la categoría, a la vez que reducirían la
41.3.1. Paradigmas experimentales accesibilidad a los elementos de la categoría no recupe-
rados (Anderson y Bjork, 1994).
En este apartado se presentarán dos de los paradigmas
experimentales empleados para estudiar el olvido aso- A fin de explorar estas predicciones y para tratar de
ciado a situaciones de recuperación de información. identificar el mecanismo implicado en la reducción de la
Aunque estructuralmente muy similares, los paradigmas probabilidad de acceso a la información no recuperada,
que se presentarán seguidamente han dado origen a Anderson, Bjork y Bjork (1994) desarrollaron el pa-
hipótesis explicativas de muy diferente naturaleza. radigma de práctica en la recuperación. El paradigma
716 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

estándar se divide en tres fases: estudio, práctica en la indirectas (Iglesias-Parro y Gómez-Ariza, 2006; Veling
recuperación y test. En el experimento original, los par- y Van Knippenberg, 2004), con pruebas de recuerdo y
ticipantes estudiaban, en una primera fase, una serie de de reconocimiento (e. g., Verde, 2004; para una revisión
ejemplares pertenecientes a diferentes categorías. La ver por ejemplo, Anderson, 2005).
información se proporcionaba presentando el nombre
de una de las categorías junto a uno de sus ejemplares
(e. g., fruta–naranja; bebida–vodka; fruta –piña; bebi-
da–cerveza). En la segunda fase, a los participantes se 41.3.1.2. Señalización de una parte
les pedía que recordaran la mitad de los ejemplares de la del total y olvido
mitad de las categorías presentadas (en adelante, ítems
Rp!). Para ello se proporcionaba el nombre de una de Relacionado con el anterior, está el efecto de olvido co-
las categorías junto a las primeras letras de alguno de mo consecuencia de la señalización de una parte del to-
los ejemplares estudiados; por ejemplo, se les presentaba tal (Part-set cuing, SPT en adelante). El efecto de SPT
fruta–nar–––– y tenían que completar el nombre del se observa cuando, de un conjunto de elementos almace-
ejemplar. Transcurrido un intervalo de tiempo de reten- nados (relacionados semántica o episódicamente), se
ción de unos 20 minutos se pasaba a la tercera fase, en proporciona una parte como clave de recuperación para
la cual, tras realizar una tarea distractora, se presentaba el resto de los elementos. Cuando se compara el recuer-
a los participantes todos los nombres de las categorías do con una condición de control en la que no se propor-
estudiadas. Su tarea, entonces, consistía en recordar to- cionan claves de recuperación, la ejecución suele ser
dos los ejemplares posibles de cada una de dichas cate- significativamente inferior en la condición con claves.
gorías. Así, por ejemplo, probablemente recordaríamos más ras-
Los resultados obtenidos con el paradigma son de gos de personalidad de un individuo si tan solo nos pro-
dos tipos. Por un lado, tal y como era previsible, se ob- porcionasen su nombre que si nos proporcionasen el
serva una mejora del recuerdo de los ítems practicados nombre y algunos de sus rasgos de personalidad como
(ítems Rp!; e. g., fruta–naranja) cuando se compara claves para recuperar el resto de sus rasgos. Además, es-
con el recuerdo de los ítems no practicados de las cate- te efecto de olvido asociado a la presentación de claves
gorías no practicadas (en adelante, ítems Nrp; e. g., be- se incrementa en función del número de claves propor-
bida–vodka). Así, la práctica en la recuperación conlle- cionadas (Roediger, 1973).
va un efecto facilitador del recuerdo de los ejemplares El paradigma experimental estándar consta de dos
practicados. Por otro lado y paradójicamente, la práctica fases: estudio y test. En la fase de estudio los participan-
en la recuperación también conlleva un efecto de olvido. tes estudian una serie de ejemplares pertenecientes a una
Este olvido asociado a la práctica en la recuperación se serie de categorías semánticas (e. g., fruta–naranja; be-
observaba comparando la probabilidad de recuerdo de bida–vodka; fruta–piña; bebida–cerveza). En la prueba
los ejemplares no practicados pertenecientes a las cate- final de recuerdo, y tras una tarea distractora, a la mitad
gorías practicadas (en adelante, ítems Rp. ; e. g., fruta de los participantes se les proporcionan algunos ejem-
–piña), respecto a la probabilidad de reconocimiento de plares de cada categoría como claves para recuperar el
la línea base (ítems Nrp; e. g., bebida–vodka). Específi- resto de los ejemplares previamente estudiados (targets,
camente, el efecto de olvido inducido por la practica en en adelante), mientras que a la otra mitad de los partici-
la recuperación (OIR en adelante) se observa cuando pantes no se les proporcionan dichas claves para el re-
la probabilidad de recordar los ítems Rp. es significa- cuerdo. Contrariamente a lo esperado, el recuerdo de los
tivamente menor que la probabilidad de recordar los targets, generalmente, es peor en la condición experi-
ítems Nrp. mental, en la que se proporcionaron claves para su recu-
peración, que en la condición de control, en la que no se
El efecto de OIR ha sido replicado en numerosas
proporcionaron dichas claves.
ocasiones, con diferentes tipos de materiales, tales como
estímulos verbales (e. g., Anderson y McCulloch, 1999; El efecto de olvido por SPT fue descrito por primera
Anderson y Spellman, 1995) o viso-espaciales (e. g., Ci- vez por Slamecka (1968), y desde entonces ha sido re-
ranni y Shimamura, 1999) y en distintos contextos expe- plicado en numerosas ocasiones, tanto en memoria se-
rimentales tales como memoria de testigos (e. g., Shaw, mántica como en episódica (Brown, 1968), con pruebas
Bjork y Handal, 1995) o contextos sociales (e. g., Dunn de recuerdo y reconocimiento (Serra y Nairne, 2000;
y Spellman, 2003; Macrae y MacLeod, 1999), con dife- Todres y Watkins, 1981), en diferentes grupos de edad
rentes tipos de pruebas de memoria tanto directas como (Zellner y Bäuml, 2005), con tareas de recuerdo explíci-
Capítulo 41. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL LIDERAZGO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES... 717
tas e implícitas (Peynircioglu y Moro, 1995), en contex- naranjo). Desde este punto de vista, la presentación de
tos de falsa memoria (Bäuml y Kuhbandner, 2003; Kim- algunos ejemplares de la categoría como claves (e. g.,
ball y Bjork, 2002), con claves procedentes de la lista de roble, pino) fortalecerá las asociaciones entre dichos
estudio y de fuera de la lista original (Watkins, 1975; ítems y la categoría, reduciendo al mismo tiempo la
para una revisión ver, por ejemplo, Nickerson, 1984; fuerza asociativa relativa de los otros ejemplares de
Roediger y Nelly, 1982). la categoría. El fortalecimiento de la asociación entre la
categoría y las claves proporcionaría una ventaja a di-
chas claves en el momento de la recuperación y produ-
ciría que dichas claves ocluyesen (bloqueasen) el acceso
41.3.2. Mecanismos implicados al resto de la información de la categoría.
en el olvido
En este apartado se presentará una breve descripción de 41.3.2.2. Disrupción de la estrategia
los principales mecanismos propuestos para explicar el
olvido observado desde los paradigmas experimentales La disrupción de la estrategia es uno de los mecanismos
presentados previamente. propuestos desde los modelos que explican el olvido por
un sesgo en las claves con las que se accede a los conte-
nidos de la memoria (Basden y Basden, 1995; Basden,
Basden y Galloway, 1997; Basden, Basden y Stephens,
41.3.2.1. Olusión 2002). De acuerdo con esta aproximación, los partici-
pantes en la fase de codificación de la información, for-
Se han propuesto diferentes modelos para explicar los man sus propios planes o estrategias de recuperación de
efectos de la interferencia como una disminución en la la información. Dichas estrategias pueden estar basadas
eficacia de la ruta (i. e., asociación categoría-ejemplar) en diferentes aspectos de la información, tales como por
utilizada para acceder a la información objetivo (e. g., ejemplo, los relacionados con claves espaciales (e. g., si
McGeoch, 1936; Raajimakers y Shiffrin, 1981; Rundus, la información se presentó en diferentes lugares, utilizar
1973). No obstante, el presente apartado está centrado la información espacial para recuperar la información
tan solo en uno de los mecanismos que podrían alterar presentada), temporales (e. g., recuperar primero la in-
la eficacia de la ruta de recuperación: la oclusión o blo- formación más próxima en el tiempo) o de la relación
queo. Para una revisión de otros mecanismos se puede entre los distintos elementos (i. e., emplear las relacio-
consultar Anderson y Bjork (1994) o Anderson y Nelly nes entre los elementos para que uno nos lleve al otro,
(1996). Los modelos teóricos basados en la oclusión o como cuando se integran en una historia).
bloqueo (e. g., McGeoch, 1942; Rundus, 1973) com-
parten la idea de que la intrusión de fuertes represen- El modelo de la disrupción de la estrategia asume
taciones de la memoria bloquean la recuperación de que cuando el experimentador proporciona las claves de
las respuestas objetivo. Seguidamente se realizará una recuperación, dichas claves tienen un efecto perjudicial
breve descripción de la propuesta realizada por Rundus sobre el recuerdo ya que fuerzan un patrón de recupera-
(1973). ción que podría ser inconsistente con la estrategia de re-
cuperación del individuo
De acuerdo con Rundus (1973), cuando las personas
estudian listas de palabras pertenecientes a una categoría
codifican los ítems jerárquicamente con respecto a las
categorías. Para Rundus, la búsqueda en la memoria está
41.3.2.3. Inhibición
guiada por las categorías. El proceso de recuperación, en
tanto que vulnerable a la competición basada en la fuer- La inhibición es el mecanismo propuesto como la causa
za, se asume que se puede modelizar en términos de la del olvido desde los modelos que propugnan una dismi-
regla de la razón. Esto es, la probabilidad de recuperar nución de la activación en la representación de los ele-
un determinado ítem (e. g., roble) a partir de una deter- mentos a recuperar.
minada categoría (e. g., árboles) es una función de la Específicamente, para Anderson y colaboradores
fuerza asociativa entre la categoría y el ítem dividida (e. g., Anderson et al., 1994; 2000; Anderson, Green y
entre la fuerza de todas las otras asociaciones proceden- McCulloch, 2000; Anderson y Spellman, 1995), durante
tes de la misma categoría (e. g., roble, pino, manzano, la recuperación selectiva de información se produce una
718 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

competición entre los elementos de nuestra memoria empleando el paradigma de la práctica en la recupera-
asociados a la misma clave. Así, la presentación de una ción, encontraron un perjuicio en el recuerdo de los
clave activa la representación de todos los elementos ejemplares con una fuerte relación con la categoría pero
asociados a la misma. A fin de lograr una recuperación no hubo efecto de olvido para los ejemplares de baja
exitosa de la información objetivo, el sistema ejecuti- frecuencia, incluso auque los elementos practicados fue-
vo central sería el encargado de inhibir (por ejemplo, re- sen de alta frecuencia. Así pues, contrariamente a las
ducir la activación) de los elementos que compiten con predicciones de los modelos basados en la oclusión, el
dicha información objetivo para acceder a nuestra con- olvido observado en el paradigma de la práctica en recu-
ciencia. Desde este punto de vista, por tanto, la inhibi- peración no parece depender de la fuerza asociativa en-
ción se presenta como un mecanismo adaptativo que tre los elementos y la categoría sino de la competición
permite la resolución de la interferencia y la recupera- producida en el momento de la recuperación (así, los
ción de la información objetivo. elemento de alta frecuencia competirían más que los
elementos de baja frecuencia por el acceso a la concien-
cia en el momento de la recuperación y, por tanto, sería
41.3.3. Evidencias empíricas necesario reclutar mecanismos inhibitorios a fin de re-
solver esta competición).
En este apartado se presentarán las principales evidencias No obstante, la propiedad teórica del OIR que supo-
empíricas relativas a la intervención de los diferentes me- ne un mayor desafío tanto para los modelos basados en
canismos presentados (i. e., oclusión, disrupción de la es- la oclusión como para los basados en la disrupción de la
trategia e inhibición) en los dos efectos presentados (i. e., estrategia es la independencia de la clave. Esta propie-
el olvido inducido por la práctica en la recuperación y el dad hace referencia a que el efecto de OIR se observa
olvido por la señalización de una parte del total). incluso cuando se presentan claves de recuperación dife-
rentes a las utilizadas en la fase de práctica en la recupe-
ración. Así, la práctica en la recuperación de fruta-na-
ranja reduce el recuerdo posterior de banana ante la
41.3.3.1. Olvido inducido clave Fruta (i.e., fruta-ba––––), sin embargo, la probabi-
por la recuperación lidad de recordar banana también se ve disminuida si el
ítem es testado empleando una clave de recuperación in-
El olvido inducido por la práctica en la recuperación pa- dependiente, diferente de la utilizada en la fase de prác-
rece un efecto dependiente de los procesos de recupera- tica en la recuperación (e. g., mono-ba–––––). Si el blo-
ción e independiente de la fuerza asociativa categoría- queo o la ineficacia de la ruta de recuperación fuesen
ejemplares. En este sentido, Anderson et al. (2000) com- los responsables del efecto de OIR, entonces empleando
pararon el efecto sobre el olvido de la práctica en la re- una ruta de acceso alternativa categoría-ejemplar (e. g.,
cuperación frente a la mera reexposición al material sin mono-ba––––) podría accederse al ítem. La propiedad
recuperación activa de la memoria. Dichos autores en- de la independencia de la clave, sin embargo, es compa-
contraron que la práctica en la recuperación de una parte tible con la hipótesis de que la representación del ele-
de los elementos de una categoría afectaba negati- mento esta reducida, probablemente por mecanismos
vamente al recuerdo de los demás miembros de la ca- inhibitorios, a fin de solventar la competición producida
tegoría, pero el mismo número de reexposiciones no en el momento de la recuperación. Esta disminución en
producía el efecto de olvido, aunque el grado de fortale- el nivel de activación de la representación de, por ejem-
cimiento de los elementos practicados en ambas condi- plo, banana hace que no se pueda acceder a dicho ejem-
ciones fuese comparable. El hecho de que se produjese plar ni cuando se intenta utilizando la ruta original (i. e.,
fortalecimiento sin olvido asociado permitió a los men- fruta-ba––––) ni cuando se emplea una alternativa o
cionados autores sugerir que era la recuperación, y no el prueba independiente (i. e., mono-ba––––). Evidencias
fortalecimiento en sí mismo, el responsable del efecto en esta línea se pueden encontrar en diferentes trabajos
de olvido. que han empleado la prueba de la clave independiente
(e. g., Anderson y Spellman, 1995; Johnson y Anderson,
Por otro lado, el olvido inducido por la práctica en la
2004; Saunders y MacLeod, 2006) o pruebas indirectas
recuperación parece dependiente de la interferencia. Es de memoria (Iglesias-Parro y Gómez-Ariza, 2006).
decir, es necesario que se produzca interferencia o com-
petición entre los trazos de memoria, para que se desen- Otra importante fuente de apoyo para la hipótesis
cadene este tipo de olvido. Así, Anderson et al. (1994), inhibitoria procede de los trabajos en los que empleando
Capítulo 41. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL LIDERAZGO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES... 719
el paradigma de práctica en la recuperación, la prueba canismo de la disrupción de la estrategia a la base del
final de recuerdo se sustituye por una prueba de recono- olvido observado en el paradigma de la práctica en la
cimiento. En este sentido, tanto si la vía de acceso a los recuperación. A lo largo de tres experimentos en los
ítems Nrp estuviese bloqueada por representaciones más que manipulan qué ítems se presentan en la fase de
fortalecidas o si se hubiese producido un deterioro en la práctica en la recuperación, encuentran que el efecto de
capacidad de las claves para acceder a los ítems Nrp, la OIR se elimina o no dependiendo del grado en el que
presentación física de dichos ítems en la prueba final las claves interfieren con la supuesta estrategia de recu-
(tal y como ocurre en las pruebas de reconocimiento) peración de los participantes. Específicamente, cuando
debería permitir acceder a ellos y reconocerlos como es- los ítems practicados no interfieren con la estrategia de
tímulos estudiados en la fase previa. No obstante, en- recuperación de los participantes se observaba una eli-
contrar un deterioro en el reconocimiento para dichos minación del olvido inducido por la práctica en la recu-
ítems (es decir, encontrar un efecto de OIR) implicaría peración. Resultados similares se pueden encontrar tam-
una evidencia más a favor de la hipótesis de la reduc- bién en MacLeod, Dodd, Sheard, Wilson y Bibi (2003).
ción en la activación de la representación de los elemen-
tos competidores. En este sentido, aunque hay trabajos
en los que no se ha constatado efecto de OIR con prue-
bas de reconocimiento (e. g., Koutstaal, Schacter, John- 41.3.3.2. Señalización de una parte
son y Galluccio, 1999), la mayoría de los trabajos reali- del total
zados en esta línea confirman la hipótesis inhibitoria
(Iglesias-Parro y Ortega, 2007; Gómez-Ariza, Lechuga,
Sloman, Bower y Rohrer (1991) estudiaron el efecto del
Pelegrina y Bajo, 2005; Hicks y Starns, 2004; Veling y
orden de las claves sobre el recuerdo. Las claves se pre-
Knippenberg, 2004; Verde, 2004).
sentaron en un orden que era o bien consistente con el
A pesar de las numerosas evidencias a favor de la orden de presentación de los estímulos en la fase de es-
implicación de la inhibición en el OIR, no existe un tudio o bien inconsistente con el mismo. Los resultados
acuerdo unánime al respecto y existen algunos trabajos obtenidos mostraron un peor recuerdo cuando se propor-
cuyos resultados cuestionan dicha hipótesis. En este sen- cionaban claves inconsistentes que cuando no se presen-
tido, Moulin, Perfect, Conway, North, Jones y James taba ninguna clave, mientras que el recuerdo no varió
(2002) encontraron efecto significativo de OIR en sub- significativamente en la condición con claves consisten-
poblaciones con déficit en el sistema ejecutivo central tes respecto a la condición de no claves. Así pues, el or-
(de quien de acuerdo con Anderson, 2005 o Anderson y den de las claves parece tener un efecto modulador so-
Green, 2001 dependería la inhibición). Específicamen- bre el efecto de SPT, lo que apoya la hipótesis de que la
te, Moulin et al. (2002) encontraron efecto de OIR en disrupción de la estrategia podría ser el mecanismo im-
personas mayores, tanto con alzheimer como sin alzhei- plicado en el olvido asociado a la SPT.
mer, contrariamente a lo que cabría esperar si estos gru-
Otra evidencia a favor de la intervención de la dis-
pos tuviesen deteriorado el sistema ejecutivo central.
rupción de la estrategia en el olvido observado en el
Posteriormente, en 2003, Conway y Fthenaki encontra-
SPT proviene del trabajo realizado por Serra y Nairne
ron efecto significativo de OIR en pacientes con lesio-
(2000). Los citados autores estaban interesados en estu-
nes en el lóbulo prefontal (supuestamente principal res-
diar el efecto de la señalización de una parte del total en
ponsable en el control ejecutivo). No obstante, ambos
la habilidad de las personas para reconstruir el orden
experimentos se realizaron sin prueba independiente con
en el que una serie de ítems habían sido presentados en
lo que los resultados obtenidos podrían estar confun-
una fase previa (reconstrucción serial). Los resultados
diendo el efecto inhibitorio con un detrimento debido a
mostraron, respecto a un grupo control sin claves, una
oclusión (Anderson, 2005). En tanto que la inhibición
mejora en la reconstrucción serial cuando las claves
y la oclusión podrían estar afectadas diferencialmente
proporcionadas fueron consistentes con el orden de pre-
por déficit atencionales, sin el empleo de la prueba
sentación y un perjuicio cuando dichas claves fueron
independiente no es posible establecer claramente cuál
presentadas en un orden diferente del original, respecto
es la causa del olvido observado en los mencionados
a un grupo control sin claves. Con el mismo procedi-
trabajos.
miento, Basden et al. (2000) obtuvieron resultados simi-
Relacionado con los anteriores, cabe mencionar el lares aunque ellos midieron el recuerdo en lugar de la
trabajo realizado por Dodd, Castel y Roberts (2006) en reconstrucción serial. Específicamente, estos autores en-
el que encuentran evidencias de la implicación del me- contraron que cuando los participantes eran instruidos
720 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

para emplear una estrategia de recuperación basada en recuperación respecto a la condición de control. Peynir-
el orden en que se habían presentado los ítems durante cioglu interpretó sus resultados como una evidencia re-
la codificación, la presentación de claves consistentes con lacionando la presencia de mecanismos de oclusión con
dicho orden ayudaba al recuerdo mientras que la presen- el olvido observado en el SPT.
tación de claves inconsistentes perjudicaba al recuerdo. Oswald, Serra y Krishna (2006) estudiaron el efecto
En 1995, Basden y Basden realizaron una serie de de olvido asociado a la SPT empleando una tarea de re-
experimentos en los que también obtuvieron evidencias conocimiento seguida de una tarea de recuerdo libre.
de la implicación de la disrupción de la estrategia en el Desde el punto de vista de la estrategia de la disrupción,
olvido observado en el SPT. En dicho trabajo instruían a eliminar las claves debería producir la desaparición del
los participantes a dividir los elementos de la categoría efecto de olvido, por tanto desde este punto de vista, el
de forma arbitraria en dos subconjuntos (los estímulos recuerdo debería ser el mismo en la condición de SPT y
eran presentados en dos columnas separadas durante la en la condición de control en el segundo test de recuer-
fase de estudio). Bajo esas condiciones de codificación, do sin claves. Oswald et al., encontraron efecto de SPT
proporcionar como claves los elementos de una de las en la tarea de reconocimiento (i. e., primer test) así co-
subcategorías no produjo olvido, incluso aunque los par- mo en la tarea posterior de recuerdo sin claves e inter-
ticipantes fuesen advertidos del efecto. Además, demos- pretaron sus resultados como compatibles con la presen-
traron que la tendencia a subcategorizar no era la respon- cia de mecanismos de oclusión así como inhibitorios.
sable del olvido sino la presencia de claves compatibles Bäuml y colaboradores (e. g., Bäuml y Aslan, 2004;
o incompatibles con la subcategorización. Bäuml y Kuhbandner, 2003; Aslan, Bäuml y Grundgei-
Los resultados anteriores, conjuntamente considera- ger, 2007; Aslan y Bäuml, 2007) han realizado una serie
dos, parecen cuestionar una explicación del olvido aso- de trabajos en los que sugieren la implicación de meca-
ciado a la SPT basada en mecanismos como el bloqueo nismos inhibitorios en el efecto de SPT. Para estos auto-
o la inhibición. Es decir, tanto desde un punto de vista res, la presentación de las claves en el momento del test
basado en la oclusión como desde una perspectiva inhi- produciría una recuperación encubierta de dichas claves
bitoria se esperaría el mismo olvido independientemente (es decir, los participantes actuarían recuperando de su
de que las claves proporcionadas fuesen consistentes o memoria los elementos presentados como claves, aun-
inconsistentes con el orden de presentación durante la que no se les hubiese solicitado explícitamente). Una
codificación; sin embargo, que el olvido asociado a la vez asumido que la presentación de las claves produce
SPT sea contingente a la presentación de claves incon- su recuperación de la memoria y utilizando el desarrollo
sistentes parece desafiar dichas interpretaciones alterna- teórico realizado desde los modelos inhibitorios, los
tivas. Concretamente, desde esta perspectiva, el olvido mencionados autores sugieren que al igual que pasa en
asociado a la SPT se propone como una consecuencia de el OIR, esta recuperación podría producir competición
una disrupción en el proceso de recuperación y no esta- entre, por un lado, estos elementos que se están recupe-
ría relacionado con una alteración en la activación de rando y, por otro, el resto de los elementos de la catego-
los trozos de memoria. ría. Esta competición desencadenaría la participación del
No obstante, no existe una postura unánime respecto mecanismo inhibitorio. Por otro lado, tamaños de efecto
al mecanismo implicado en el SPT. En este sentido, similares en SPT y en OIR (Bäuml y Kuhbandner,
Peynircioglu (1989) obtuvo evidencias contrarias a la 2003), efecto de olvido asociado a la SPT solo cuando
disrupción de la estrategia. Este autor realizó seis expe- se instruye a los participantes a utilizar las claves como
rimentos en los que utilizó fragmentos de palabras que elementos para la recuperación y ausencia del efecto
los participantes tenían que completar, tanto en la condi- cuando la presentación de las claves no implicó su recu-
ción de SPT como en la condición de control. Ello le peración (Bäuml y Aslan, 2004); o haber obtenido efec-
permitía controlar la estrategia de recuperación de infor- to de olvido en SPT con la lógica de la prueba de clave
mación empleada por los participantes. De acuerdo con independiente utilizada por Anderson et al. (1994) (As-
la hipótesis de la disrupción de la estrategia, no deberían lan et al., 2007) son algunos de los resultados que per-
observarse diferencias en el recuerdo entre ambas condi- mitirían vincular los mecanismos inhibitorios a la SPT.
ciones (i. e., SPT y control), ya que en ambas se forzaba Recientemente, Bäuml y Aslan (2006) han desarro-
a los participantes a utilizar una estrategia de recupe- llado un modelo con dos mecanismos (i. e., inhibición y
ración impuesta por el experimentador. Los resultados disrupción de la estrategia) implicados en el olvido aso-
obtenidos mostraron que aparecía efecto de olvido signi- ciado a la presentación de claves. A lo largo de tres ex-
ficativamente superior si se proporcionaban claves de perimentos, los citados autores comprueban que depen-
Capítulo 41. APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL LIDERAZGO EN LAS CAMPAÑAS ELECTORALES... 721
diendo del tipo de codificación de la información el Bäuml y Aslan (2006) interpretan sus resultados en
efecto de la SPT era o no duradero en el tiempo. Especí- el sentido de que diferentes modos de codificación po-
ficamente, cuando el material se estudiaba de tal manera drían incidir diferencialmente en el grado de interferen-
que se favorecía la creación de asociaciones entre los cia entre los elementos de la categoría y provocar olvido
ítems y el desarrollo por parte de los sujetos de estrate- mediante distintos mecanismos. Concretamente, el esta-
gias elaboradas de recuperación (i. e., se promovía que blecimiento de fuertes vínculos entre los ítems de una
los participantes construyesen una historia relacionando categoría durante su estudio podría llevar al estableci-
todos los ítems de la lista o se les pedía que codificaran miento de planes de recuperación por parte del sujeto
la información en repetidos ciclos de estudio-test), la que serían vulnerables a la disrupción en caso de que en
eliminación de las claves de recuperación en un segundo el momento de la recuperación se le proporcionasen cla-
test producía la desaparición del efecto de olvido asocia- ves no compatibles con su plan de recuperación. Por
do a la SPT. No obstante, el estudio de la información otro lado, bajas asociaciones entre los ítems de la cate-
en un solo ciclo de estudio-test y sin instrucciones espe- goría, podrían generar interferencia entre los ítems y de-
cíficas para codificar el material de ningún modo parti- sencadenar los mecanismos inhibitorios para solventar
cular produjo un efecto duradero del olvido asociado a dicho conflicto. Puesto que se ha comprobado que los
la SPT en una segunda prueba de memoria de la que se efectos de la inhibición son duraderos (al menos hasta
eliminaron las claves de recuperación. Estos resultados 20 minutos, Anderson et al., 1994) y los de la disrup-
se presentaban como un desafío tanto para la perspectiva ción de la estrategia no (el olvido asociado a la SPT de-
inhibitoria (desde la que se esperaría un efecto de olvido saparece al eliminar las claves disruptivas, Basden y
duradero) como para la explicación basada en la disrup- Basden, 1995), el tipo de codificación (i. e., inducir altas
ción de la estrategia (desde la que se esperaría la de- o bajas relaciones entre los ítems de la categoría) podría
saparición del efecto de olvido cuando se eliminan las provocar el reclutamiento de mecanismos diferentes (i.
claves disruptivas, es decir, las proporcionadas por el e., inhibición o disrupción de la estrategia) cuyos efectos
experimentador). sobre el recuerdo serían duraderos o no.

41.4
Conclusiones
En los apartados previos se han presentado dos aproxi- en tanto que el participante suele ser su propio control,
maciones experimentales al estudio del olvido cuyos orí- permite separar los efectos generales de los efectos es-
genes se encuentran bastante separados en el tiempo. pecíficos del ítem, es decir, permite diferenciar entre el
Esa distancia podría explicar en parte las diferencias efecto de olvido asociado a los Nrp y el efecto inhibito-
existentes en las propuestas teóricas surgidas para tratar rio asociado a los ítems Rp.. Finalmente, en el para-
de dar cuenta del olvido observado en los dos paradig- digma de la práctica en la recuperación, la presentación
mas mencionados, el paradigma de la práctica en la re- de claves específicas para cada ítem en la fase final de
cuperación y el de la señalización de una parte del total. recuerdo permite controlar el orden en el que los partici-
Además de las diferencias en cuanto a las hipótesis pantes acceden a la información almacenada, permitien-
explicativas que han generado, de acuerdo con Ciranni y do descartar explicaciones del olvido basadas en la
Shimamura (1999), es posible realizar importantes dis- interferencia de salida. No obstante, en los últimos tiem-
tinciones metodológicas. En este sentido, el paradigma pos, dado el interés en relacionar ambos paradigmas, di-
de la práctica en la recuperación utiliza fases separadas chas diferencias metodológicas están reduciéndose con-
para el estudio, la práctica en la recuperación y la siderablemente (ver, por ejemplo, los trabajos realizados
prueba de memoria, mientras que en la SPT, las mani- en el laboratorio de Bäuml), lo que podría explicar, al
pulaciones (i. e., presentación de claves) aparecen con- menos en parte, la tendencia a la convergencia en la
fundidas con la fase de la prueba de memoria. Adicio- interpretación de los resultados obtenidos desde ambas
nalmente el paradigma de la práctica en la recuperación, líneas de trabajo.
722 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

En este sentido, aunque la mayor parte de las evi- Si bien esta tendencia hacia la implicación de dife-
dencias empíricas sugieren la implicación de mecanis- rentes mecanismos en la explicación tanto del efecto
mos inhibitorios en el OIR, trabajos como el de Conway OIR como del olvido asociado a la SPT podría deberse a
y Fthenaki (20039, MacLeod (2003) o Moulin et al. la mencionada reducción en las diferencias metodológi-
(2002) señalan hacia mecanismos de naturaleza asociati- cas entre ambos paradigmas, también podría deberse al
va como los responsables del efecto. Paralelamente, re- hecho de que, dada la complejidad del entorno que nos
sultados como los obtenidos por Bäuml y Aslan (2004; rodea, diferentes mecanismos orientados al mismo fin
2006) sugieren la intervención de la inhibición en el ol- podrían coexistir y reclutarse en función de las deman-
vido observado en los estudios de SPT. das específicas del contexto.

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724 MÉTODO, TEORÍA E INVESTIGACIÓN EN PSICOLOGÍA SOCIAL

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ÍNDICE GENERAL

Método
1. Miguel Moya
Cuestiones metodológicas en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
2. Rosa Rodríguez Bailón
La investigación experimental en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
3. Mercedes López Sáez
Los estudios de campo y correlacionales en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47
4. Marina Herrera Torres
Psicología social discursiva e investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57
5. Vicente González-Romá
Modelos multinivel en la investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69
6. Ana Lisbona Bañuelos, Francisco J. Palací Descals y J. Francisco Morales Domínguez
La medición de la socialización organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85
7. Juan Antonio Moriano León, Ángel Gómez Jiménez, Mariola Laguna y Bohdan Roznowski
Validación de un cuestionario para medir la intención emprendedora. Una aplicación en España
y Polonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
8. Gabriela Topa Cantisano
El meta-análisis en la investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123
9. Virginia García Beaudoux y Orlando D’Adamo
Métodos para la investigación, los medios de comunicación de masas y las audiencias . . . . . . . . 137

Teorías
10. Marisa Salanova Soria e Isabel M. Martínez
Autoeficacia en el trabajo y en las organizaciones: resultados de investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . 157
11. María del Prado Silván Ferrero
Una aproximación a la psicología ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
12. Carlos María Alcover de la Hera
Neurociencia social: hacia la integración de las explicaciones sociales y biológicas de la con-
ducta social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
13. Gabriela Topa Cantisano
La cultura en las organizaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215
a
14. María Carmen Terol Cantero, Jesús Rodríguez-Marín, M. Ángeles Pastor Mira, Sofía López-Roig y
Maite Martín-Aragón
Perspectiva psicosocial en los procesos de enfermedad crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233
vi ÍNDICE GENERAL

15. María Carmen Terol, Jesús Rodríguez-Marín, M.a Ángeles Pastor Mira, Sofía López-Roig y Maite Mar-
tínez-Aragón
La evaluación psicosocial del proceso de enfermedad y adaptación en la enfermedad crónica . . 247
16. Carmen Gómez Berrocal
Psicología social, lenguaje y comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263
17. Carmen Huici Casal
Las emociones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281
18. Amparo Osca Segovia y María Fe Rodríguez Muñoz
«Cuando veo compañeros que funcionan mejor que yo...». Una revisión del concepto de com-
paración social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
19. Encarnación Nouvilas Pallejá
Aspectos psicosociales y salud: cambio del comportamiento relacionado con la salud . . . . . . . . . 313
20. Elena Gaviria Stewart
Psicología social evolucionista; ¿la nueva síntesis? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337

Investigación
21. Esther López Zafra y Rocío García-Retamero Imedio
Dinámica de los estereotipos de género en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355
22. Fernando Molero Alonso e Isabel Cuadrado Guirado
Atracción interpersonal: el papel de la semejanza de las características psicológicas en la satis-
facción y la duración de las relaciones de pareja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
23. María Nieves Quiles del Castillo y María Dolores Morera Bello
El estigma social: la diferencia que nos hace inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
a
24. M. del Prado Silván Ferrero
Reacciones afectivas ante el estigma de la discapacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401
25. Saulo Fernández Arregui
Percibirse víctima de discriminación y prejuicio social: el caso de las personas con acondropla-
sia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417
26. María José Fuster Ruiz de Apodaca y Fernando Molero Alonso
Prejuicio y estigma hacia las personas que viven con el vih: un estudio psicosocial desde la
perspectiva del grupo estigmatizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429
27. Alejandro Magallares Sanjuan
Identificación grupal y discriminación en la obesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447
28. Marisol Navas Luque
La integración de los inmigrantes: un analisis desde el Modelo Ampliado de Aculturación Relati-
va (MAAR) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
29. María-José Azurmendi Ayerbe y Nekane Larrañaga Aizpuru
La inmigración emergente en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) desde la sociedad de aco-
gida: la aculturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487
30. Juan Manuel Falomir Pichastor, Fabrice Gabarrot y Florence Gross
Motivaciones a no expresar prejuicios, conciencia de sí mismo e identificación grupal: un estu-
dio sobre las actitudes de los no fumadores hacia las medidas antitabaco . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 513
31. Antonio Bustillos López
El papel de la culpa colectiva en la mejora de las relaciones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 525
ÍNDICE GENERAL vii
32. Miguel Moya y Francisca Expósito Jiménez
Sexismo: los efectos perniciosos de una ideología ambivalente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 537
33. María Nieves Quiles del Castillo, María Dolores Morera Bello, Ana Delia Correa Piñero y Jacques-Phi-
lippe Leyens
La maldad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559
34. J. Francisco Morales y Antonio Bustillos López
La exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573
35. Itziar Fernández Sedano y J. Francisco Morales
Una aproximación a la relación entre inmigración y exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 591
36. Yolanda Quiles Marcos y María Carmen Terol Cantero
El Modelo del Sentido Común en los trastornos del comportamiento alimentario . . . . . . . . . . . . . . . 603
37. Silvia Ubillos Landa, Sonia Mayordomo López, Darío Páez Rovira y Jaime Barrientos Delgado
Factores psicosociales asociados a la satisfacción sexual en la población urbana española . . . 621
38. Carmen Gómez Berrocal
Lenguaje y relaciones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 641
39. Pablo Briñol Turnes, Carmen Valle López y Alberto Becerra Grande
El efecto del poder sobre la confianza en los propios pensamientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 661
40. Federico Javaloy Mazón, José Manuel Cornejo Álvarez, Álvaro Rodríguez Carballeira, Esteve Espelt
Granés y Anastasio Ovejero Bernal
Hacia una psicología social de la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687
41. Ana V. Arias y Sergio Iglesias-Parro
Aproximación al estudio del liderazgo en las campañas electorales desde la cognición social . 711
a
ÍNDICE DE CONTENIDOS

Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . xix
Capítulo 1. Cuestiones metodológicas en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1
1.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.2. La realidad psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
1.3. Las explicaciones sobre la realidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 6
1.4. La influencia de factores sociales y psicosociales en el desarrollo de la ciencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
1.5. Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 26
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 29

Capítulo 2. La investigación experimental en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33


2.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 34
2.2. La metodología experimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 35
2.3. La calidad de la investigación experimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 42
2.4. Los puntos fuertes y débiles de la metodología experimental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 44

Capítulo 3. Los estudios de campo y correlacionales en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 47


3.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
3.2. El método científico en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 48
3.3. La investigación de campo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3.4. Importancia de la metodología correlacional en psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
3.5. Algunos ejemplos de investigaciones correlacionales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 51
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55

Capítulo 4. Psicología social discursiva e investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 57


4.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 58
4.2. Actitudes y psicología social discursiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 59
4.3. Análisis del discurso: procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 61
4.4. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 65
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 67

Capítulo 5. Modelos multinivel en la investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69


5.1. Introducción: tipos de modelos multinivel . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 70
5.2. Los modelos lineales jerárquicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 71
5.3. Tipos de efectos y parámetros . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 73
5.4. Secuencia de modelos de referencia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74
5.5. Algunas aplicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 81
5.6. Programas para estimar modelos lineales jerárquicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 83
x ÍNDICE DE CONTENIDOS

Capítulo 6. La medición de la socialización organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85


6.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
6.2. La socialización organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 86
6.3. Objetivos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 90
6.4. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91
6.5. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 92
6.6. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 95
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 98
Anexo. Cuestionario inventario socialización organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 100

Capítulo 7. Validación de un cuestionario para medir la intención emprendedora. Una aplicación en


España y Polonia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 101
7.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 102
7.2. El estudio de la conducta emprendedora desde la psicología . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103
7.3. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 113
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 115
Apéndice. Cuestionario de Intención Emprendedora (CIE) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 119

Capítulo 8. El meta-análisis en la investigación psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 123


8.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
8.2. Qué es el meta-análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 124
8.3. Cuándo se puede aplicar el meta-análisis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 126
8.4. El concepto clave: tamaño del efecto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
8.5. Meta-análisis: el procedimiento . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
8.6. Conclusión: meta-análisis, fortalezas y debilidades . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 133
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 134

Capítulo 9. Métodos para la investigación, los medios de comunicación de masas y las audiencias . . . 137
9.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
9.2. Investigación de las prácticas de producción de los medios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 138
9.3. Investigación del discurso fáctico de los medios . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 140
9.4. Investigación del discurso de ficción de las películas y la televisión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 142
9.5. Investigación de los efectos de los medios sobre las audiencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 146
9.6. Investigación de las culturas informáticas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 151
9.7. Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 152
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 153

Capítulo 10. Autoeficacia en el trabajo y en las organizaciones: resultados de investigación . . . . . . . . . 157


10.1. Concepto de autoeficacia: el poder de creer que puedes... . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 158
10.2. Autoeficacia y salud ocupacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 159
10.3. La especificidad de la autoeficacia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 161
10.4. Eficacia colectiva percibida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
10.5. Fuentes de autoeficacia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 162
10.6. Espirales de autoeficacia, bienestar y desempeño . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 164
10.7. Autoeficacia y desempeño: el papel del contexto de actividad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 167
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 168
ÍNDICE DE CONTENIDOS xi
Capítulo 11. Una aproximación a la psicología ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 171
11.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 172
11.2. Ámbitos de aplicación de la psicología ambiental . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 173
11.3. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 184

Capítulo 12. Neurociencia social: hacia la integración de las explicaciones sociales y biológicas de la
conducta social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 187
12.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 188
12.2. ¿Qué es la neurociencia social? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 191
12.3. Qué y cómo se investiga en neurociencia social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 196
12.4. La investigación neurosocial del estereotipo y el prejuicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 201
12.5. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 205
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 206
Directorio Web . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 212

Capítulo 13. La cultura en las organizaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 215


13.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 216
13.2. Cultura organizacional: antecedentes históricos y definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 217
13.3. Componentes de la cultura organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 219
13.4. Cómo se miden los contenidos de la cultura organizacional . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 221
13.5. Cultura y organizaciones: algunas paradojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 226
13.6. La ruptura de contrato psicológico: cómo entender los problemas cotidianos en las organizaciones . . 227
13.7. Investigaciones de psicología transcultural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
13.8. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 231

Capítulo 14. Perspectiva psicosocial en los procesos de enfermedad crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233


14.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 234
14.2. La psicología social de la salud en los procesos de enfermedad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 235
14.3. Los factores psicosociales implicados en el proceso de enfermedad y de adaptación . . . . . . . . . . . . . . 236
14.4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 241
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 242

Capítulo 15. La evaluación psicosocial del proceso de enfermedad y adaptación en la enfermedad


crónica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 247
15.1. Los recursos psicosociales y el ajuste psicosocial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 248
15.2. Los instrumentos de evaluación del proceso de enfermedad y adaptación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 250
15.3. Perspectivas en el estudio de los procesos de enfermedad crónica y adaptación psicosocial . . . . . . . . 256
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

Capítulo 16. Psicología social, lenguaje y comunicación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 263


16.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 264
16.2. Lenguaje, comunicación e interacción social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 265
16.3. Lenguaje, cultura y cognición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 273
16.4. Lenguaje y percepción social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 275
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 278
xii ÍNDICE DE CONTENIDOS

Capítulo 17. Las emociones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 281


17.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
17.2. Los niveles de análisis en el estudio de las emociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 282
17.3. Los estudios descriptivos de emociones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 284
17.4. Los enfoques basados en la categorización social: la teoría de la emoción intergrupal . . . . . . . . . . . . . 287
17.5. Investigación relevante para la teoría de la emoción intergrupal (TIE) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 289
17.6. Relaciones intergrupales, imágenes grupales y emociones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
17.7. Resumen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 296
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 297

Capítulo 18. «Cuando veo compañeros que funcionan mejor que yo». Una revisión del concepto de
comparación social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301
18.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
18.2. Una revisión histórica del concepto de «comparación social» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 302
18.3. Un estudio de la comparación social en un contexto organizacional: comparación social y salud la-
boral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 306
18.4. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 309
18.5. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 310
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 311

Capítulo 19. Aspectos psicosociales y salud: cambio del comportamiento relacionado con la salud . . 313
19.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 314
19.2. Actitudes, creencias y conducta de salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 314
19.3. Control, autoeficacia y conducta de salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 319
19.4. Atribución y sentido común . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 323
19.5. Mantenimiento y proceso de la conducta relacionada con la salud . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 328
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 330

Capítulo 20. Psicología social evolucionista; ¿la nueva síntesis? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337


20.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338
20.2. La psicología evolucionista sensu stricto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 339
20.3. La psicología evolucionista sensu lato . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 343
20.4. Otra forma de entender la evolución de la mente y la conducta social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 344
20.5. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349
Referenias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 350

Capítulo 21. Dinámica de los estereotipos de género en España . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 355


21.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
21.2. Estudios sobre los estereotipos de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 356
21.3. Estudios sobre el cambio de los estereotipos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 357
21.4. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 361
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 362

Capítulo 22. Atracción interpersonal: el papel de la semejanza de las características psicológicas en


la satisfacción y la duración de las relaciones de pareja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 365
22.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 366
22.2. La relajación entre semejanza y atracción interpersonal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367
ÍNDICE DE CONTENIDOS xiii
22.3. El modelo de los estándares ideales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 367
22.4. La inclusión de los otros en el «yo» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 368
22.5. La presente investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 369
22.6. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 373
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 374

Capítulo 23. El estigma social: la diferencia que nos hace inferiores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 377
23.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 378
23.2. ¿Qué es el estigma? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 379
23.3. La experiencia de la estigmatización: el punto de vista de la víctima . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 387
23.4. Cómo enfrentarse al estigma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 392
23.5. Comentarios finales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 396
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 397

Capítulo 24. Reacciones afectivas ante el estigma de la discapacidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 401


24.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 402
24.2. La definición psicosocial de estigma y su relevancia en relación con la discapacidad . . . . . . . . . . . . . 402
24.3. Objetivos de la presente investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 404
24.4. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406
24.5. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 406
24.6. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 413
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 415

Capítulo 25. Percibirse víctima de discriminación y prejuicio social: el caso de las personas con
acondroplasia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 417
25.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418
25.2. El modelo de la ambivalencia atributiva . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 418
25.3. La perspectiva de Branscombe y colaboradores . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 421
25.4. La humillación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 422
25.5. El caso de las personas con acondroplasia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 423
25.6. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 426
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 427

Capítulo 26. Prejuicio y estigma hacia las personas que viven con el VIH: un estudio psicosocial des-
de la perspectiva del grupo estigmatizado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 429
26.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
26.2. Prejuicio y estigma . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 430
26.3. Situación de la epidemia de VIH-sida en la actualidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431
26.4. Avances en el tratamiento de la infección . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 432
26.5. El origen del estigma en las personas VIH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
26.6. Características del estigma de las personas con VIH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 433
26.7. Consecuencias de la estigmatización hacia las personas con VIH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 435
26.8. Formas de afrontar el estigma y discriminación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 436
26.9. Un ejemplo de investigación psicosocial acerca del estigma y discriminación en las personas que
viven con el VIH . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 437
26.10. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 441
xiv ÍNDICE DE CONTENIDOS

26.11. Conclusiones generales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 442


Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 443

Capítulo 27. Identificación grupal y discriminación en la obesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 447


27.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 448
27.2. La obesidad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 448
27.3. El estudio del estigma desde la psicología social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 449
27.4. Planteamiento de la investigación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453
27.5. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 453
27.6. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 456
27.7. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 459
27.8. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 461
Anexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 464

Capítulo 28. La integración de los inmigrantes: un analisis desde el Modelo Ampliado de Aculturación
Relativa (MAAR) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 465
28.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 466
28.2. La inmigración: un fenómeno estructural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 467
28.3. Definición de aculturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 468
28.4. El modelo ampliado de aculturación relativa (MAAR): objetivos, características y predicciones . . . 470
28.5. Aspectos metodológicos de las investigaciones realizadas con el MAAR . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 473
28.6. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 482
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 484

Capítulo 29. La inmigración emergente en la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) desde la sociedad
de acogida: la aculturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 487
29.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 488
29.2. La aculturación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 489
29.3. La aculturación en la CAV . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
29.4. Debate . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 505
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 509

Capítulo 30. Motivaciones a no expresar prejuicios, conciencia de sí mismo e identificación grupal:


un estudio sobre las actitudes de los no fumadores hacia las medidas antitabaco . . . . . . 513
30.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 514
30.2. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 516
30.3. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 517
30.4. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 519
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 521
Anexo. Escalas utilizadas (la versión original es en francés) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 523

Capítulo 31. El papel de la culpa colectiva en la mejora de las relaciones intergrupales . . . . . . . . . . . . . 525
31.1. Introducción. Culpa: nivel individual y colectivo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 526
31.2. Implicaciones desde las teorías de la identidad social y autocategorización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 527
31.3. Culpa colectiva y mantenimiento de situaciones de exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 528
31.4. Adopción de perspectiva de la situación de exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 530
ÍNDICE DE CONTENIDOS xv
31.5. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 534

Capítulo 32. Sexismo: los efectos perniciosos de una ideología ambivalente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 537
32.1. Sexismo ambivalente: definición . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 538
32.2. Una escala para medir el sexismo ambivalente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 540
32.3. El sexismo ambivalente y algunas características psicosociales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 541
32.4. Datos transculturales sobre el sexismo ambivalente . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 542
32.5. Sexismo ambivalente y discriminación de género . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 543
32.6. «Es por tu propio bien»: sexismo benévolo y reacciones de las mujeres a las restricciones justifica-
das de forma paternalista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 547
32.7. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 554
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 555
ASI (Ambivalent Sexism Inventory; versión española de Expósito, Moya y Glick, 1998) . . . . . . . . . . . . . . . . 558

Capítulo 33. La maldad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 559


33.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 560
33.2. ¿De qué hablan los psicólogos cuando hablan de maldad? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 561
33.3. ¿De qué habla la gente cuando habla de maldad? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563
33.4. Los instigadores de la maldad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 565
33.5. La deshumanización y la infrahumanización como ejemplos intergrupales de maldad . . . . . . . . . . . . . 566
33.6. ¿Qué aporta el concepto de maldad a la psicología social? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 569
33.7. Comentario final . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 570

Capítulo 34. La exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 573


34.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 574
34.2. Efectos directos e indirectos de la exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 574
34.3. Exclusión «objetiva» y «subjetiva» . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 575
34.4. Perspectivas sobre la exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 577
34.5. El concepto de exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 578
34.6. Exclusión y pobreza . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 579
34.7. Cómo se produce la exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 580
34.8. Teorías psicosociales que abordan el fenómeno de la exclusión social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 581
34.9. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 586
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 588
Capítulo 35. Una aproximación a la relación entre inmigración y exclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 591
35.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 592
35.2. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 593
35.3. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 595
35.4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 600
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 601

Capítulo 36. El Modelo del Sentido Común en los trastornos del comportamiento alimentario . . . . . . . 603
36.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 604
36.2. El Modelo de Sentido Común . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 604
xvi ÍNDICE DE CONTENIDOS

36.3. Estudio empírico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 609


36.4. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 614
36.5. Conclusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 617
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 617

Capítulo 37. Factores psicosociales asociados a la satisfacción sexual en la población urbana espa-
ñola . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 621
37.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 622
37.2. Método . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 625
37.3. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 627
37.4. Discusión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 635
37.5. Conclusión general . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 637
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 638

Capítulo 38. Lenguaje y relaciones intergrupales . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 641


38.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 642
38.2. Lenguaje e identidad social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 642
38.3. Factores que influyen en la acentuación y el mantenimiento de la identificación . . . . . . . . . . . . . . . . . . 645
38.4. El papel del lenguaje en el estudio y evaluación psicosocial del prejuicio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 648
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 657

Capítulo 39. El efecto del poder sobre la confianza en los propios pensamientos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 661
39.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 662
39.2. Orígenes del poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 662
39.3. Correlatos asociados al poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 663
39.4. Consecuencias del poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 664
39.5. Poder y persuasión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 666
39.6. Experimento 1: el poder inducido antes del mensaje valida el propio punto de vista (reduciendo la
cantidad de elaboración) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 670
39.7. Experimento 2: el poder inducido después del mensaje valida los pensamientos generados (amplifi-
cando su efecto) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 672
39.8. Experimento 3: la confianza en los pensamientos como mediador de los efectos del poder . . . . . . . 674
39.9. Experimento 4: variación de la posición de la inducción de poder . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 675
39.10. Discusión general e implicaciones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 676
39.11. Implicaciones para la asociación entre poder y acción (autorregulación) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 677
39.12. Implicaciones para la asociación entre poder y corrupción (comportamiento social) . . . . . . . . . . . . . . 678
39.13. Implicaciones para el estudio de la autovalidación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 679
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 681

Capítulo 40. Hacia una psicología social de la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 687


40.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 688
40.2. Parte teórica: significado e impacto psicosocial de la globalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 688
40.3. Globalización psicosocial y movimientos sociales globales (MSG) . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 691
40.4. La bandera de los MSG y el papel de Internet . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 694
40.5. Proyectos de dos MSG integradores: ecologismo y antiglobalización . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 695
40.6. Parte empírica: un estudio exploratorio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 697
ÍNDICE DE CONTENIDOS xvii
40.7. Resultados . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 698
40.8. Conclusiones finales y algunas sugerencias . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 706
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 709

Capítulo 41. Aproximación al estudio del liderazgo en las campañas electorales desde la cognición
social . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 711
41.1. Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 712
41.2. El nacimiento de la cognición política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 713
41.3. Nuevas contribuciones a la cognición política . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 715
41.4. Conclusiones . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 721
Referencias bibliográficas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 722
PRÓLOGO

El estudio de las cuestiones metódicas generales, y


Introducción muy especialmente de las relativas a la naturaleza de la
realidad sobre la que versan las explicaciones psicoso-
El presente volumen sobre Método, teoría e investiga- ciales y los diversos factores que pueden influir en ellas,
ción en psicología social ofrece un amplio panorama de sirve de pórtico al volumen. Siguen varios capítulos de-
la psicología social desde estos tres ángulos fundamen- dicados a métodos y técnicas específicos. Uno de ellos
tales de la disciplina, a los que se añade, aunque no de es la experimentación, que ha desempeñado un papel
forma explícita, el de la aplicación del conocimiento clave en el desarrollo de la psicología social y sigue
psicosocial. Esta impregna cada uno de ellos, y refleja la siendo uno de los principales andamios sobre los que se
vocación de resolución de problemas sociales que ha te- construye la teoría. Las técnicas que emanan de las posi-
nido esta disciplina desde sus inicios. La visión panorá- ciones críticas en psicología social, como lo es el enfo-
mica que se ofrece revela la enorme vitalidad de un que discursivo, que pivota sobre el importante papel del
campo que atrae cada vez más a jóvenes científicos so- lenguaje en la construcción de la realidad, son igual-
ciales por la importancia de las cuestiones planteadas y mente objeto de atención. El contrapunto se encuentra
el desafío teórico y metodológico que implican. Sin ries- en la consideración de otra aproximación al análisis de
go de incurrir en sesgos, podemos afirmar que muchos los procesos psicosociales de amplia tradición desde los
de los desarrollos metodológicos de la psicología han re- inicios de la disciplina: los estudios de campo y los de
sultado de la necesidad de enfrentarse a los problemas carácter correlacional.
planteados dentro de la psicología social, dado el carác-
ter de articulación de procesos psicológicos y sociales No se dejan de lado las aplicaciones a problemas
propio de la disciplina, cuyo objeto central es la interde- concretos en contextos sociales específicos. Así, se plan-
pendencia entre el individuo y la sociedad. tea cómo medir la socialización organizacional o la in-
tención emprendedora en distintos contextos naciona-
les. En una línea parecida están los métodos empleados
en la investigación sobre medios de comunicación y
Método audiencias.

El bloque de desarrollos metodológicos (Capítulos 1 al 9) Dos capítulos se destinan a dos poderosos desarro-
se caracteriza por su gran amplitud, ya que en él se llos recientes en las técnicas de análisis de los datos y
abordan cuestiones de carácter general (por ejemplo, las resultados de la investigación. El primero de ellos res-
condiciones y bases del conocimiento psicosocial) junto ponde específicamente a la necesidad de articulación de
con otras muy concretas (como la construcción de un los datos procedentes de los niveles individual, grupal y
cuestionario). La complejidad metodológica es otra ca- organizacional mediante la utilización de modelos multi-
racterística destacada de este bloque, algo que exige el nivel. En el segundo, el meta-análisis, la investigación
intento articulatorio propio del enfoque psicosocial, que de las relaciones entre variables, que se basa en una se-
atiende simultáneamente a procesos individuales y gru- lección de estudios individuales, obtiene conclusiones de
pales, societales y organizacionales. Vale la pena su- alcance general analizando los resultados del conjunto
brayar igualmente la presencia de una doble vía, la cua- de estudios seleccionados con la ayuda de una métrica
litativa y la cuantitativa, una prueba más de la apertura común que facilita su comparación. Este método trata de
de la disciplina en este terreno y de su alejamiento de superar algunas de las limitaciones de las revisiones
cualquier imperialismo metodológico. «impresionistas» predominantes hasta hace pocos años.
xx PRÓLOGO

Ambas técnicas permiten hacer frente a dos de las críti- ce del conocimiento (el caso de las emociones sociales).
cas rutinarias al trabajo en este campo, como son la de También debe considerarse como novedosa la extensión
no tener en cuenta procesos más allá de lo individual o a los desarrollos recientes concernientes a nuevos modos
interpersonal, y la del carácter no acumulativo del cono- de considerar conceptos clásicos, como el de prejuicio, a
cimiento psicosocial. través de la óptica de las emociones intergrupales.
En tercer lugar, el análisis se orienta hacia distintos
ámbitos de la realidad en los que la aplicación de los co-
Teoría nocimientos psicosociales ha conseguido logros impor-
tantes y en los que se han generado y consolidado am-
plios programas de investigación. Así, el ámbito de las
En cuanto al bloque destinado a la teoría, abarca los Ca- organizaciones sirve de marco en el que se estudia la
pítulos del 10 al 20 y recoge tanto contribuciones teó- autoeficacia de los individuos en relación con las tareas
ricas como revisiones de investigación. Tres son sus que allí se desempeñan, o los procesos de comparación
características fundamentales: la atención prestada a social de los que se valen las personas en las organiza-
procesos que tienen lugar en distintos niveles y a la for- ciones para juzgar la adecuación de su desempeño, lo
ma en que se articulan, la consideración de nuevos enfo- que acarrea una serie de consecuencias en el campo de
ques y perspectivas y la revisión de algunos campos los afectos y de la salud laboral. Dentro de este mismo
concretos de aplicación del conocimiento psicosocial, ámbito se aborda la cultura organizacional, que propor-
como el organizacional y el de la salud. ciona el contexto para la interpretación de la conducta
En primer lugar, se toman en cuenta los procesos in- de las personas en las organizaciones. El segundo gran
trapsíquicos (como la autoeficacia), los interindividuales campo de aplicación del conocimiento psicosocial es el
(como la comparación social) o los intergrupales (como de la salud. Aquí se estudian cuestiones de tanto interés
las emociones), hasta llegar a los que implican el con- como la enfermedad crónica y el proceso de adaptación
texto más amplio del comportamiento social, tanto si se a ella, o el cambio de los comportamientos en relación
trata del escenario organizacional (varios capítulos) con la salud. El último aspecto que merece una conside-
como del medioambiental (un capítulo). En este último ración amplia es el de la psicología social del lenguaje,
se ofrece un panorama de la psicología ambiental que que, como sabemos, se ocupa del papel de este en la de-
pone de relieve su aspecto a la vez básico y aplicado y finición y regulación de las relaciones sociales y está
se describe las interrelaciones y transacciones entre el implicado en la mayoría de los fenómenos estudiados
ambiente físico y social y la experiencia y la conducta por la psicología social.
humanas. Estas interrelaciones han cobrado progresiva
importancia en desarrollos externos a la psicología so-
cial en un intento de dar respuesta a la creciente con-
cienciación de los efectos de la acción humana sobre el Investigación
medio ambiente.
El tercer gran apartado lo constituyen los capítulos dedi-
En segundo lugar, se introducen nuevas perspectivas
cados a la investigación (del 21 al 41). Conviene resaltar
de análisis del comportamiento y de la interacción so-
que las investigaciones que componen este apartado han
cial, entre las que destaca un enfoque, el evolucionista
sido realizadas todas por autores nacionales. Como ya
(en sus distintas versiones), que recupera el contexto a
hemos tenido oportunidad de exponer en otras ocasio-
largo plazo en el que ha ido estructurándose nuestro
nes, la sociedad española está experimentando cambios
comportamiento. Se siguen así las huellas de nuestros
tan profundos que se ha convertido en un inmenso labo-
ancestros para hallar claves de las funciones de aquellos
ratorio de distintos fenómenos que resultan fascinantes
comportamientos sociales que ayudaron a afrontar los
para el psicólogo social que quiera prestarles atención.
problemas de supervivencia de nuestra especie. También
resulta innovadora la visión de las bases biológicas del Una rápida ojeada a este apartado descubre, en pri-
comportamiento social y de su papel en el interés resur- mer lugar, la importancia que se concede a los proble-
gido en dominios como el de la psicofisiología social y mas de la sociedad relacionados con la aceptación de la
el de la neurociencia social. Estos enfoques, entre otras diversidad, o a la otra cara de la moneda, es decir, la ex-
ventajas, ofrecen la de superar dificultades de medida de clusión social. En segundo lugar, se observa de nuevo la
ciertos constructos (por ejemplo, el de actitud), o la de consideración de los distintos niveles de análisis, pues se
aportar técnicas particularmente adaptadas para el avan- abordan desde cuestiones relacionadas con el bienestar
PRÓLOGO xxi
de los individuos en el campo de la salud o la sexuali- particularmente interesante. Así, en este país, el ritmo de
dad, hasta otras referentes a las relaciones interpersona- crecimiento de la población de inmigrantes ha sido rápi-
les, como los factores que influyen en la satisfacción en do en un lapso corto, y ha implicado a una diversidad de
las relaciones de pareja, y entre ellos ciertos aspectos grupos étnicos. Por otra parte, la sociedad española de
específicos de estas, como las relaciones sexuales. Tam- acogida podría caracterizarse por una relativamente alta
bién se analizan cuestiones que a grandes rasgos cabría homogeneidad y una alta identificación con la nación,
calificar como intergrupales, dentro de las cuales se in- tanto en el plano estatal como en el autonómico, en el
cluyen el lenguaje, los estereotipos, el prejuicio, el estig- caso de los nacionalismos periféricos.
ma y las relaciones con los inmigrantes, con una conside- En cuanto a los niveles de análisis, hay que señalar
ración detenida de emociones intergrupales implicadas que la mayor parte de la atención se destina al nivel
en ellas, como la culpa, al tiempo que se recurre a la intergrupal, a través de los procesos de exclusión ya
utilización de la perspectiva más amplia que encara el mencionados y la consideración de los estereotipos,
proceso de la inmigración desde la sociedad de acogi- como los de género, que adquieren una especial impor-
da. Asimismo, en el plano societal el fenómeno de la tancia cuando las políticas encaminadas a lograr la
globalización es objeto de consideración desde el ángu- igualdad encuentran a menudo trabas en los estereotipos
lo psicosocial. En tercer lugar, se puede destacar la no- y prejuicios sexistas compartidos. Particular interés ad-
vedad y actualidad de ciertas cuestiones que se some- quieren las formas más complejas que adoptan esas
ten a examen, como la maldad, la influencia del poder barreras psicológicas, como es el caso del sexismo am-
en los procesos de persuasión, o la globalización ya bivalente, que en nuestra opinión refleja tendencias
mencionada. opuestas presentes en la sociedad. Esta al mismo tiempo
En cuanto al afrontamiento de la diversidad, hay que promueve la igualdad y mantiene, a través de diversos
destacar la atención central dedicada al proceso de ex- productos culturales y prácticas sociales, ideologías que
clusión social en términos generales y en su aplicación a se oponen insidiosamente a la libertad y al cambio.
dominios concretos, como la inmigración. El proceso Aunque se dedique en conjunto más atención a los pro-
de estigmatización, analizado en profundidad, adquiere cesos situados en el nivel intergrupal, no se deja de te-
aquí particular importancia, dado que es uno de los pro- ner en cuenta otros niveles, como el interpersonal, vin-
cesos clave en la puesta en práctica de la exclusión en culado a la consideración de las relaciones de pareja y a
las interacciones con las personas catalogadas como di- la salud de los individuos. En ocasiones se ofrecen
ferentes e inferiores. Se sigue una tendencia de la litera- ejemplos de investigaciones que apuntan a la articula-
tura reciente sobre estas cuestiones, consistente en con- ción entre niveles, como cuando se estudia el papel del
templar el proceso no sólo desde la óptica del miembro poder en los procesos de persuasión. En este caso, a di-
de la mayoría sino también desde la de las personas ferencia de otros trabajos, se aborda el poder del recep-
estigmatizadas, es decir, desde el polo de la interacción tor de la comunicación persuasiva y el modo en que
menos considerado en épocas anteriores: el de las perso- afecta a la persuasión a través de la confianza en los
nas que tienen una «identidad social dañada». Así pues, propios pensamientos.
por ejemplo, además de atender a qué emociones suscita El conjunto de las aportaciones recientes de la psico-
la discapacidad en los otros, se tiene en cuenta la expe- logía social que aquí se recogen constituye un fiel refle-
riencia de las personas objeto de estigmas, como el VIH, jo de la riqueza y del interés del dominio psicosocial
la obesidad o la acondroplasia, y el papel que puede ju- dentro del ámbito de las ciencias sociales, al permitir es-
gar la identificación con el grupo estigmatizado para el tablecer un puente entre el funcionamiento psicológico y
afrontamiento de la situación de desventaja. Otro de los el de la sociedad, aportando análisis precisos de los ne-
aspectos que implica el reto de la diversidad se refiere a xos que se establecen entre estos dos polos de la rela-
la relación entre los inmigrantes y la sociedad de acogi- ción. Todo ello se lleva a cabo con una gran flexibilidad
da en circunstancias, como las de España, en las que y dinamismo, al situar bajo la lente psicosocial los nue-
coinciden una serie de factores que contribuyen a hacerla vos aspectos en los que se traduce esa relación.
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ofrece un amplio panorama de la psicología social desde estos tres ángulos Psicología social . 10ª. Ed.
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explícita, el de la aplicación del conocimiento psicosocial . Esta impregna Donn Byrne
cada uno de ellos y refleja la vocación de resolución de problemas sociales
que ha tenido esta disciplina desde sus inicios. La visión panorámica que
Pearson Prentice Hall
ISBN 978-84-205-4332-1 en psicología social
se ofrece revela la enorme vitalidad de un campo que atrae cada vez más a
jóvenes científicos sociales, por la importancia de las cuestiones planteadas
y por el desafío teórico y metodológico que implican. Sin riesgo de incurrir
en sesgos, podemos afirmar que muchos de los desarrollos metodológicos
de la psicología han resultado de la necesidad de enfrentarse a los proble- Coordinadores:
mas planteados dentro de la psicología social, dado el carácter de articula-
ción de procesos psicológicos y sociales propio de la disciplina, cuyo objeto J. Francisco Morales Domínguez
central es la interdependencia entre el individuo y la sociedad. Carmen Huici Casal
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