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El centro comercial como figura paradigmática...

I
II Luis Martínez Andrade
El centro comercial como figura paradigmática... III
III

EDITORIAL DE CIENCIAS SOCIALES, LA HABANA, 2010


IV Luis Martínez Andrade

Jurado
Héctor Díaz Polanco México
Salim Lamrani Francia
Carlos Tablada Cuba

Edición: Yasmín S. Portales Machado


Diseño de cubierta y realización: Elvira Corzo Alonso
Diseño interior: Bárbara A. Fernández Portal
Corrección: Natacha Fajardo Álvarez
Composición computarizada: Bárbara A. Fernández Portal

© Colectivo de autores, 2010


© Sobre la presente edición:
Editorial de Ciencias Sociales, 2010

ISBN 959-06-0742-X obra completa


ISBN 959-06-1272-5 tomo VII

Estimado lector le estaremos agradecidos si nos hace llegar sus opiniones acerca
de nuestras publicaciones.

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO


Editorial de Ciencias Sociales
Calle 14 no. 4104 entre 41 y 43
Playa, Ciudad de La Habana, Cuba
editorialmil@cubarte.cult.cu
El centro comercial como figura paradigmática... V

Índice

Prólogo VII
La brecha por llenar
NILS CASTRO 1
La “Directiva Retorno”: xenofobia
y desintegración
JULIO SALESSES 32
La crisis global y la nueva transición
ERNESTO DOMÍNGUEZ LÓPEZ 48
Cultura tecnológica, innovación
y mercantilización
DÊNIS DE MORAES 79
El modelo económico de los Estados Unidos:
deslegitimación interna y presiones externas
en un escenario de crisis global
ESTEBAN MIGUEL MORALES DOMÍNGUEZ
KATIA COBARRUBIAS HERNÁNDEZ 106
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones
y desafíos tras la cuarta urna
JOSÉ ÁNGEL PÉREZ GARCÍA 138
ALBA: un amanecer distinto
para América Latina
LIANET ESCOBAR HERNÁNDEZ 171
José Martí y el socialismo del siglo XXI
PEDRO RAFAEL MACHÍN CANTÓN 191
VI Santiago Alba Rico

Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos


para América Latina.
¿Por qué un golpe militar precisamente
en Honduras?
SARAH RODRÍGUEZ TORRES 209
Desenvolvimiento global capitalista
y transición al socialismo en la periferia.
Una reconceptualización teórico-metodológica
YOANDRIS SIERRA LARA 245
De los autores 281
Prólogo VII

Prólogo

Cuando nos solicitó el Ministerio de Cultura de la República de Cuba


para que formáramos parte del jurado del concurso Pensar a Contra-
corriente, aceptamos inmediatamente la propuesta, a pesar de nues-
tras agendas respectivas bastante cargadas. No se podía rechazar
semejante honor. En efecto, durante las anteriores ediciones del con-
curso, cuyo prestigio crece cada año, eminentes personalidades ha-
bían desempeñado este papel con talento y brío, e intelectuales de
renombre internacional habían participado. Nuestra humilde ambi-
ción consistía en ubicarnos a la altura de semejante responsabilidad
y mostrarnos dignos del honor que nos habían hecho. Desde el prin-
cipio, tuvimos la convicción de que la experiencia sería fecunda y
enriquecedora.
La coordinadora de la presente edición, Yahima Leyva, nos hizo
llegar los 109 ensayos que componen el concurso 2010 a medida que
los recibía. Quisiéramos saludar su profesionalismo, su disponibilidad y
su dedicación. Los trabajos son, en mayoría, de una gran diversidad
temática, de una extraordinaria riqueza y de una innegable calidad.
Todos dedicamos largas horas, nocturnas en su mayoría, para la lec-
tura metódica y asidua de los ensayos. Luego vino el momento de la
elección, etapa nada fácil. Cada miembro del jurado seleccionó así
entre 10 y 20 trabajos antes de la primera reunión formal del jurado.
Las sesiones de trabajo se desarrollaron en la Casa del Che, que
ofrece un marco espléndido de tranquilidad, propicio a un debate y
una reflexión común serenos. No podíamos esperar mejores condi-
ciones materiales para analizar las diferentes elecciones de cada uno
y confrontar las opiniones y los puntos de vista. El debate ocurrió
VIII Santiago Alba Rico

bajo la dirección magistral del presidente del jurado, Héctor Díaz


Polanco, quien desempeñó su papel a la perfección y supo imponer
cortésmente la disciplina necesaria. Yahima Leyva, como excelente
coordinadora, supervisó las reuniones y nos brindó una atención de
todos los instantes.
Las discusiones fueron a la vez cordiales y animadas, los puntos de
vista a veces diferentes pero siempre respetados, los análisis precisos
pero abiertos. Cada miembro del jurado supo dar prueba de la aper-
tura de espíritu necesaria para volver a evaluar ciertas decisiones to-
madas quizás de modo demasiado abrupto, bajo la amenaza tal vez
de un inevitable adversario que actúa perniciosamente de noche: el
sueño. El jurado procedió así a una nueva lectura sistemática de los
ensayos seleccionados por una mayoría pero no por unanimidad. La
constructiva y estrecha colaboración, el debate vivo pero respetuoso
entre los miembros del jurado permitieron tomar todas las decisio-
nes por unanimidad, tanto los premios como las menciones.
Los miembros del jurado agradecen a los 109 participantes de esta
VII edición del concurso Pensar a Contracorriente, quienes contribu-
yeron a un innegable enriquecimiento cultural sobre temas diversos
y variados, y reiteran su expresión de gratitud a Yahima Leyva, coor-
dinadora, a Sonia Almaguer, directora de la Editorial de Ciencias
Sociales, a Zuleica Romay, presidenta del Instituto Cubano del libro
y a Abel Prieto, ministro de Cultura.
SALIM LAMRANI*

* Salim Lamrani, periodista escritor francés. Se especializa en las relaciones entre


Cuba y los Estados Unidos. Profesor en la Universidad Paris-Sorbonne-Paris IV
y de la Universidad Paris-Est Marne-la-Vallée. Miembro del Centre de Recherches
Interdisciplinaires sur les Mondes Ibériques Contemporains de la Universidad de
Paris-Sorbonne Paris IV (CRIMIC), del Groupe de Recherche Interdisciplinaire sur
les Antilles Hispaniques et l’Amérique Latine de la Universidad de Cergy Pontoise
(GRIAHAL) y de la Red de Intelectuales y Artistas en Defensa de la Humani-
dad. Da conferencias frecuentes en Francia y diversos países del mundo. Ha sido
invitado por importantes universidades estadounidenses tales como el Instituto
Tecnológico de Massachusetts (MIT), la Northeastern University de Boston, la
Thomas Jefferson School of Law de San Diego, la Universidad de Santa Bárbara,
la Sarah Lawrence College de New York, la Sonoma State University, la Univer-
sidad de Stanford y la Universidad de San Francisco. Algunos de los libros que ha
publicado: Superpower Principles. U.S. Terrorism Against Cuba (Maine, USA, Com-
mon Courage Press, 2005), Cuba frente al Imperio. Propaganda, guerra económica
y terrorismo de Estado (La Habana, Editorial José Martí, 2006), Double Morale. Cuba,
l’Union européenne et les droits de l’homme. (París, Editions Estrella, 2008; prólogo
de Gianni Minà) y Cuba, ce que les médias ne vous diront jamai (París, Editions Estre-
lla, 2009; prólogo de Nelson Mandela).
La brecha por llenar

NILS CASTRO

En nuestra América, sigue en curso un fenómeno que en estos años


la opinión pública y los analistas han seguido con atención, pero que
ya demanda examinarlo con una perspectiva más amplia. Es el rela-
tivo a los procesos sociopolíticos y electorales que en los pasados
dos lustros han dado lugar a la aparición de gobiernos progresistas en
numerosos países de la región. El interés del tema abarca incluso a
naciones donde no se llegó a ese extremo —Colombia, México y
Perú—, puesto que también allí algunas corrientes de izquierda al-
canzaron resultados electorales que dan registro de un cambio en la
actitud ciudadana. En general, una situación que diez años antes era
muy difícil prever.
El interés que el tema suscita ha permitido que hoy contemos con
una valiosa cantidad de estudios que, pese a su natural diversidad de
enfoques, coinciden en la mayoría de sus observaciones sobre la plura-
lidad de contenidos, motivaciones y formas de ese fenómeno. Aun
así, falta sopesar muchos de sus ingredientes, implicaciones y conse-
cuencias, además de prever las opciones relativas a su sostenibilidad
y desarrollo. En particular, las que se refieren a cuánto más —y cómo—
dicho fenómeno podrá consolidar sus logros y superar nuevas prue-
bas electorales, para agregar no solo perduración sino otros logros
que permitan trazarse objetivos de mayor alcance. Y eso deberá ha-
2 Nils Castro

cerse frente a la contraofensiva de las derechas y lo que podrá sobre-


venir si ellas tienen éxito, es decir, si dicha sostenibilidad no se llega-
ra a concretar.1
La sola presencia continental de ese fenómeno, y la cuestión de
sus alcances y sostenibilidad demandan reabrir —en ámbito latino-
americano y en época postneoliberal— algunos temas que antes se
daban por resueltos. Entre otros, ese de la dialéctica entre sostenerse
y avanzar, según la cual lo que no puede sostenerse tampoco podrá
avanzar o, antes bien, si solo al avanzar es posible sostenerse. Lo que,
a su vez, emplaza la interrogante de si en nuestra América hoy existe
una situación revolucionaria, en qué consistiría esta situación y cuáles
serían sus alternativas. Así como el viejo tema de la dialéctica —y no la
disyuntiva— que hay entre reforma y revolución o, para ser más pre-
cisos, el de si ya estamos ante unas condiciones que demandan plan-
tearse esa cuestión o cuándo y cómo corresponderá hacerlo.
Aunque el propósito de estas líneas no es el de relatar una vez más
los factores y la historia que hicieron posible y precipitaron el fenó-
meno que nos ocupa, sí es necesario recordar algunos de sus antece-
dentes, debido a los influjos que los mismos todavía ejercen en la
actualidad, sobre las particularidades y sobre las posibilidades reales
de esos gobiernos progresistas, y las opciones que el futuro previsible
podrá situarnos por delante.

¿Qué democracias son estas?

Al final de los años 70 del siglo pasado, gran parte de la humanidad


aún compartía un optimismo liberador y revolucionario, resultante
de los éxitos de las insurgencias de liberación nacional en África y
Asia, de la Revolución Cubana, del movimiento de no alineación, de
las victorias del pueblo vietnamita, las revoluciones del 68 y las mo-
vilizaciones de parte del pueblo de los Estados Unidos por los dere-
chos civiles y contra el belicismo, entre otras gestas. Incluso reveses
muy dolorosos, como la caída del Che y sus compañeros en Bolivia y
el sacrificio de Salvador Allende no mermaron ese espíritu, sino que
incentivaron el desarrollo de ideas y capacidades para renovar méto-
dos y perseverar.
Sin embargo, tras el abandono de las políticas internacionales de
mayor aliento revolucionario en la URSS y en China, del reflujo de los
intentos guerrilleros sudamericanos y el desmantelamiento negociado
La brecha por llenar 3

de las dictaduras de seguridad nacional, aparejado a la mediatización de


las subsiguientes democracias civiles latinoamericanas, también so-
brevino, adicionalmente, la intensa y prolongada ofensiva neoconser-
vadora impulsada por los gobiernos de Margaret Tatcher y Ronald
Reagan y, cabalgando en ella, la imposición de los “reajustes estructura-
les” resumidos en el Consenso de Washington. Ofensiva que durante
su despliegue coincidió, además, con el desmoronamiento de la Unión
Soviética y la desintegración del llamado “campo socialista”.
Por varios años, esta sumatoria puso en crisis varias de las anterio-
res certidumbres de las izquierdas, minó la confianza en sus propias
convicciones y proyectos, y erosionó su prestigio y capacidad de con-
vocatoria. Una importante porción de las izquierdas —incluso de las
que se proclamaban antisoviéticas— empezaron un período de deso-
rientación y repliegue. Y fue precisamente en esas circunstancias que
los pueblos latinoamericanos —ya azotados por las consecuencias so-
ciales de la crisis de la deuda externa, las amenazas de la hiperinflación
y el desempleo, el espantajo del retorno de los militares y la falta de
alternativas político ideológicas viables— no obtuvieron las demo-
cracias que buscaban, sino apenas las que les fueron concedidas.
Es decir, la modalidad de democracias que se podía conseguir a
través de las transiciones pactadas entre los generales, las cúpulas
empresariales, los partidos tradicionales, la política estadounidense
para el hemisferio y las exigencias de las autoridades financieras in-
ternacionales, cuando el movimiento popular aún no había podido
reorganizarse. Una modalidad de democracia restringida que no se
destinaba a satisfacer las mayores expectativas populares y que, si
bien dio un respiro a los derechos humanos y restableció parte de los
derechos civiles, las libertades públicas y las esperanzas electorales
antes conculcados, no le concedió a las organizaciones sociales y la-
borales los medios ni oportunidades necesarios para hacerse repre-
sentar y poder participar en la definición y organización de las políticas
públicas y procesos electorales.
Concebida para descompresionar las tensiones sociales y restable-
cer la vieja “normalidad” política conservadora, esa democracia vino
a normar y regularizar la rotación entre administraciones oligárqui-
cas formalmente electas, así como a limitar la participación de las
opciones políticas contestatarias. Por lo mismo, fue naturalmente débil
frente a la ofensiva neoconservadora y las tesis neoliberales que ella
vino a instaurar. Destinada a administrar el servicio a la deuda externa y
la aplicación de las reformas dictadas por el Consenso de Washington,
4 Nils Castro

así como a mantener bajo control las reacciones sociopolíticas que


esto provocara, todavía acostumbramos llamarla “democracia neoli-
beral” por el contenido de la gestión que le tocó implementar.
Naturalmente, en las distintas naciones latinoamericanas los mé-
todos, intensidades y alcances de esa instauración se diferenciaron
según las respectivas realidades y, en particular, según la fortaleza de
las resistencias sociales y políticas confrontadas. Como así también
sus correspondientes efectos y consecuencias. No obstante, es preci-
so destacar dos constataciones —entre otras— porque sus secuelas
se prolongan hasta el presente y el próximo futuro, incluso después
de la bancarrota del neoliberalismo.
La primera, que en aquellas circunstancias de incertidumbre la
capacidad de las izquierdas para resistir quedó debilitada. Aunque
los postulados doctrinales de la ofensiva neoconservadora fueron
objeto de críticas de importancia, no tuvieron que superar contrapro-
puestas de gran fuerza. Con un crecido respaldo de los principales
medios de comunicación, eso les facilitó lograr amplios éxitos ideo-
lógicos, no solo entre las clases hegemónicas y sus funcionarios, sino
también entre las capas medias y una parte significativa de la intelec-
tualidad política y académica.
Eso no ocurrió por espontáneo efecto de las circunstancias. Desde
luego, las secuelas ideológicas de la “caída del muro” facilitaron la
penetración de los argumentos del Consenso de Washington en el
pensamiento de una parte de las dirigencias latinoamericanas (inclu-
so en el de algunas izquierdas blandas que a nombre de un supuesto
“pragmatismo” recularon hacia el centrismo político). Pero eso no
fue todo. Dicha penetración se acompañó de una sistemática supre-
sión de los subsidios u otras facilidades que antes se otorgaban a
numerosos centros de investigaciones sociales, de debates y publica-
ciones, de educación de líderes populares, etc., como parte de una
metódica eliminación de los focos de resistencias y contrapropuestas
ideológico culturales. A lo que se agregó, igualmente, la estigmatiza-
ción y el recorte de recursos a las universidades públicas y la prolife-
ración de universidades privadas.
Esto no pasó solo en América Latina y otras áreas del “Tercer
Mundo”. En Europa occidental, por ejemplo, parte significativa de
la socialdemocracia buscó conciliar sus herencias socialistas con las
tesis neoliberales, lo que no resultó en “reactualizarse” sino en extra-
viar su propia identidad y programa políticos. Conocidos partidos
socialistas europeos que por esa vía se deslizaron hacia el centro no
La brecha por llenar 5

solo perdieron su razón histórica y confiabilidad, sino también a mi-


llones de electores decepcionados, obsequiándole así un campo adi-
cional a las viejas y nuevas derechas. Sus imitadores latinoamericanos
no corrieron mejor suerte.
La segunda constatación —y generalmente la más comentada—
es la de que las políticas neoliberales, tras lograr una inicial estabiliza-
ción macroeconómica, no propiciaron un desarrollo equilibrado y
sustentable, sino que pasaron a provocar atroces consecuencias so-
cioeconómicas, que se iniciaron por las privatizaciones y desprotec-
ciones, la precarización del empleo y la liquidación de la solidaridad
social. Aquí no hace falta volver a describir las subsiguientes calami-
dades sociales, puesto a que ya hay abundante literatura sobre el tema.
Sin embargo, es oportuno recordar que esas políticas y sus efectos no
solo incrementaron la inseguridad y la desigualdad sociales, y em-
peoraron la calidad de vida de nuestros pueblos (así como la autode-
terminación de nuestras naciones), sino que además dañaron la
estructura y cohesión de las clases trabajadoras, lo que enflaqueció
sus organizaciones y debilitó sus aspiraciones.
Ya afectados en el plano ideológico, muchos de los integrantes y
cuadros de esa antigua fuerza social se dispersaron para sobrevivir en
la informalidad o en la emigración, lo que minó la consistencia de ese
sujeto político. Asimismo, cambió el perfil ocupacional y redujo la
autonomía de distintas fracciones de las capas medias, y las debilitó.
Paralelamente, se acentuó la migración de millones de fugitivos de la
crisis rural que siguieron arribando a las ciudades, aunque ya no para
engrosar a la clase obrera sino a sobrevivir en los crecientes cinturo-
nes de la miseria urbana. Todo lo cual contribuyó a aglomerar un
nuevo personaje social, menos articulado y consciente de sí mismo
pero no menos sufrido, al que Frei Beto denomina el “pobretariado”.
En los siguientes lustros, la acumulación de necesidades, frustra-
ciones y disgustos sociales exacerbados por las reformas neoliberales
pondría en escena una masa de inconformes que, en la mayor parte
de nuestros países, coincidiría con una prolongada carencia de nuevas
propuestas de izquierda y de organizaciones capaces de canalizarlas hacia
objetivos factibles. De ello se desprenden dos géneros de consecuen-
cias: de un lado, los incrementos de la delincuencia común, el tráfico
y consumo de drogas y la aparición de formas más complejas de organi-
zación de la criminalidad transnacional; del otro, el surgimiento de nue-
vas formas de explosividad política, que se hicieron patentes cuando
esa masa sin conducción estratégica empezó a insurreccionar ciuda-
6 Nils Castro

des —Caracas, El Alto, La Paz, Quito, Buenos Aires y otras—, a


secundar asonadas e incluso a defenestrar gobiernos, aunque sin dis-
poner todavía de una mejor alternativa con la cual remplazarlos.

Más allá de una visión crítica

Las tesis neoliberales fueron una construcción tanto ideológica como


programática que el gran capital transnacional y la estrategia neocon-
servadora patrocinaron por serles necesaria para eludir la crisis finan-
ciera en emersión y, a la vez, para tomarse los vacíos políticos que la
debacle del socialismo soviético dejó en diversos lugares del mundo.
Sin embargo, por si no bastara la evidencia académica de que los
postulados neoliberales eran una construcción plagada de errores teó-
ricos y técnicos, los efectos sociales de su aplicación —especialmen-
te de las aplicaciones indiscriminadas, dogmáticas y masivas auspiciadas
por los organismos financieros internacionales— en apenas una década
se volvieron riesgosas para la estabilidad social y la gobernabilidad
que interesaban a sus propios promotores. Sobre todo cuando el tan
predicado “achicamiento” de los estados latinoamericanos privó a
estos de los recursos necesarios para subsanar problemas sociales,
prever y corregir los efectos más indeseables y, además, para controlar
a sus respectivas poblaciones.
Más allá del corto plazo, la escasez de éxitos en la arena económi-
ca, sumada a las irritaciones sociales provocadas propició, a su vez,
un creciente cuestionamiento de los sistemas políticos previamente
establecidos —los de la democracia restringida— que poco antes ha-
bían servido para instrumentar la aplicación de los postulados neoli-
berales, pero que después fueron ineficaces para manejar sus efectos
sociales y políticos.
Tras una ilusoria y breve primera impresión, los neoliberales ter-
minaron por pegarse un tiro, no en el pie sino en la mano de empuñar
el revólver. Hoy por hoy, tras la crisis económica mundial generada
por los grandes especuladores financieros estadounidenses y europeos,
hasta los ortodoxos más convencidos admiten que la desregulación y
la falta de fiscalización y control estatal propiciaron la catástrofe.
Ahora que los mercados del Norte continúan al borde del abismo y
millones de norteamericanos y europeos están al garete, todos reco-
nocen las peligrosas consecuencias de esa prédica. Y todos asimismo
admiten que el muro neoliberal también se ha derrumbado.
La brecha por llenar 7

Aun así, pese a que las izquierdas latinoamericanas —en muchas


partes identificadas todavía con el pensamiento desarrollista y la tra-
dición teórica anterior a la globalización—, a través de la denuncia de
las tesis neoliberales y de sus graves efectos sociales muy ponto ad-
virtieron que ese fracaso iba a ocurrir, no por ello dispusieron de lo
necesario para sistematizar y proponer otra alternativa más acertada
y concretamente factible. Como asimismo, diez años después, tam-
poco previeron la proximidad y el carácter de la actual crisis econó-
mica mundial y las opciones latinoamericanas ante la misma, pese a
tantos años de anunciar que ella estaba por venir.
De una forma que recuerda la que Antonio Gramsci describió hace
casi un siglo, donde el viejo régimen ya agoniza sin que todavía haya-
mos producido la alternativa que habrá de remplazarlo, ahora el fra-
caso neoliberal y la emersión de la crisis han tenido lugar antes de
que hubiéramos elaborado las propuestas conceptuales y operativas
adecuadas para que los correspondientes sujetos sociales estuvieran
preparados para superar esa etapa.
Así las cosas, en las presentes circunstancias latinoamericanas de
la continuación postneoliberal de la globalización, ¿de qué otro siste-
ma conceptual y de qué otras propuestas políticas y económicas po-
demos disponer para enfrentar la crisis y para identificar e impulsar
nuestras propias opciones, particularmente ahora que los grandes
adversarios del cambio histórico están en problemas?
Aunque tiempo atrás, en los años 60 y 70 del siglo XX, buena parte
de nuestros pueblos alcanzaron un avanzada maduración del aspecto
subjetivo de una situación revolucionaria, después el repliegue expe-
rimentado en los 80 y los 90 nos dejó una paradoja: pese a que las
condiciones objetivas de esa situación continuaron agravándose, las
subjetivas involucionaron. En la transición al siglo XXI, el empeora-
miento de la situación material de nuestros pueblos vuelve a recla-
mar otros progresos del componente subjetivo, y no solo en el sentido
de contar con nuevas ideas y proyectos, sino en el de convertirlos en
fuerza material llevándolos al seno de los sectores populares.
Obviamente, esta conversión no es sencilla ni puede cumplirse de un
día para el otro. Para planteársela es indispensable juntar lo que se des-
prende de las dos constataciones que antes hemos reseñado: la referente
a la ofensiva neoconservadora y la diseminación de las ideas del Con-
senso de Washington y, además, la relativa a la formación de un suje-
to histórico adicional o “pobretariado”.
8 Nils Castro

En el seno de esa masa popular se incuba una transición que, libra-


da a la espontaneidad puede demorar y deformarse, pero que es fac-
tible alentar y orientar. Es la que debe ir de una percepción de actualidad
objetiva hacia la proyección subjetiva de esa fuerza social. Ser parte de
uno de los sectores más sufridos e inconformes de la población, no
necesariamente lleva a cada hombre a escoger opciones revoluciona-
rias. Antes puede inducir a salidas individualistas y de corto plazo,
sobre todo cuando se carece de acceso a una propuesta alternativa de
mayor aliento social. El inmediatismo personal ofrece salidas por la
ruta del delito, del oportunismo político, de la enajenación religiosa,
todas ellas igualmente funcionales al sistema imperante. En lugar de
eso, para optar por algo moral y políticamente más acertado hace
falta acceder a una visión o aspiración confiable, con objetivos de
mayor alcance, que permitan actuar colectiva y organizadamente en
busca de soluciones estructurales y duraderas, en vez de salidas indi-
viduales e inmediatas.
Como a ese respecto observa Milton Santos,3 el problema es “cómo
pasar de una situación crítica a una visión crítica y, enseguida, alcanzar
una toma de conciencia”, cosa que implica confrontar la dura exis-
tencia de la pobreza y la injustica como algo real, pero también como
una paradoja: la de tener que aceptar esa realidad para sobrevivir,
pero darse capacidad de resistir para pensar y actuar para cambiarla,
en busca de otro futuro. Para mejorar las oportunidades de que ese
salto se haga factible se necesita construir o reconstruir ideas, pro-
puestas y organizaciones que —como aquellas que en los años 80 y
90 fueron diezmadas—, ahora, en los actuales tiempos de la globali-
zación postneoliberal, le faciliten a los diversos jirones del pobreta-
riado encontrar esa visión y proyecto confiables.

A cada quien su cultura

Hasta ahora, la mayoría de los ensayos acerca de los efectos del neo-
liberalismo y —más recientemente— sobre su incidencia en el com-
portamiento de los electores latinoamericanos, suele constar de análisis
de carácter socioeconómico. Si bien esos estudios ofrecen acertados
señalamientos y conclusiones, todavía hace falta ocuparse más de los
aspectos específicamente políticos del problema.
Como ya dijimos (y aquí lo repito para añadir otras deducciones),
las democracias restringidas repusieron derechos ciudadanos y dis-
La brecha por llenar 9

tendieron el ambiente social. Pero tuvieron la misión de aplicar los


“reajustes” neoliberales y esa combinación generalmente implicó
gobiernos civiles afligidos por las secuelas del mal desempeño de sus
antecesores oligárquico-militares, la crisis de la deuda externa y los
espectros de estancamiento, desempleo e hiperinflación, frente a las
grandes necesidades y expectativas de la población, y el consiguiente
apremio por conseguir financiamientos.
Sus precariedades fueron impiadosamente explotadas por los pres-
tamistas foráneos y los tecnócratas de las entidades financieras inter-
nacionales —ninguno de ellos democráticamente electo—, para
imponerles la interpretación neoliberal de los retos de la globaliza-
ción. Aplicar los “reajustes” no fue cuestión de si estos gobernantes
compartían esa ideología: ello no fue una opción voluntaria.
Las democracias restringidas funcionaron así como gobiernos civi-
les de transición, constreñidos a administrar el servicio a la deuda
externa y capear los efectos sociopolíticos de la crisis provocada por
ella. Dos funciones que debieron cumplir con reducida capacidad de
maniobra, endeble soporte político y con una economía sujeta a la
incertidumbre y a fuertes presiones externas.
Eso todavía exige distinguir entre la democracia a la que aspirába-
mos y la democracia que nos dejaron tener. Una situación que aún
demanda impulsar las tomas de conciencia y las movilizaciones ne-
cesarias para reformar esa democracia “real” —la realmente implan-
tada en nuestros países— a fin de lograr la democracia que necesitamos
y queremos. Es cierto que dicha democratización “real” constituyó
un progreso si la comparamos con el orden precedente; pero igual-
mente es verdad que aquel pasado progreso no satisface las necesida-
des contemporáneas, y que la naturaleza misma de esas democracias
aún debe quedar sujeta a cuestionamiento y renovación.4
Como cualquier otro régimen de gobierno, la democracia restringi-
da requiere y genera un sistema político que le sea funcional. Este siste-
ma no solo consta de la estructura político electoral constituida por
los actores políticos, normas y autoridades que enmarcan la organi-
zación y el financiamiento de partidos, campañas y comicios, sino
también del conjunto mayor que incluye a toda la variedad los agen-
tes sociales, económicos, institucionales, informativos, culturales y
políticos que interactúan y se complementan para conformar el am-
biente en el cual se constituye, induce y maneja el repertorio de te-
mas a tratar, las actitudes y las corrientes de la opinión pública, así
como los liderazgos que aglutinan, moldean y le dan aceptación y
10 Nils Castro

previsibilidad a los comportamientos políticos de los principales seg-


mentos de la población que participa, y a sus conductas electorales.5
Ese ambiente promueve la aceptación, legitimación y acatamien-
to de los parámetros y reglas de juego —explícitas o no— dentro de
las cuales los actores que concurren podrán actuar normalmente (en
el sentido de que “normal” es lo que se atiene a las normas vigentes),
rivalizar, competir y relevarse entre sí en el gobierno y la oposición.
Lo cual, idealmente, el sistema deberá lograr una vez tras otra sin
desestabilizar el funcionamiento, la reproducción y la continuidad
del conjunto socioeconómico y cultural que el mismo debe adminis-
trar, mantener cohesionado y representar.
Desde que dicho sistema queda establecido, su tarea medular será
la de darse continuidad, con las eventuales adaptaciones que las cir-
cunstancias exijan. Su misión no será la de transformar el orden vi-
gente, para lo cual sería necesaria la irrupción y fortalecimiento de
otros actores, cosa que implicaría una ruptura antisistémica.
A fin de configurar el ambiente social donde se legitiman y acatan
esas reglas del juego, y donde se moldean las agendas políticas y la
conformidad de los comportamientos cívicos —en el sentido no solo
de moldear y consensuar preferencias y expectativas sociales, sino tam-
bién de desacreditar y marginar los amagos de inconformidad—, tiene
especial relevancia el control, manejo y penetración de los medios de
comunicación. Esto es, su prerrogativa de determinar la selección de
los temas, enfoques y dosificaciones de información que el grueso de
la sociedad tendrá en su haber para adoptar sus consiguientes prefe-
rencias y decisiones.
Estos medios siempre han tenido enorme influencia para consa-
grar aceptaciones y consensos, y para circunscribir los disensos admi-
sibles: desde el poder oscurantista del púlpito en el Medioevo, al de
la imprenta en la difusión de otras formas de pensar en la Reforma, y
del periódico en las rebeliones y las creaciones institucionales del
siglo XIX e inicios del XX, hasta la irrupción de la radio, y luego la
hegemonía de la televisión para fraguar más conformidades que in-
quietudes sociales.
Los medios más poderosos actúan como pilares de la dominación
sociopolítica, incluso disputándole ese papel a los partidos. Tras cada
progreso importante en las tecnologías de comunicación masiva, las
clases dominantes se aseguran el control y desarrollo, a su manera,
de los medios de mayor cobertura y penetración. No solo para cum-
plir las tareas mercantiles que los hacen rentables sino para alinearlos
La brecha por llenar 11

con el propósito de transmitir y consolidar las ideas, lugares comunes


y sensibilidades que sus propietarios y editores consideran más fun-
cionales para defender, readecuar y reproducir el sistema político que
ellos consideran apropiado para legitimar y generalizar su visión del
mundo, sus objetivos e intereses.
Lo que no quiere decir que esos medios solo expresan las preferen-
cias de la clase dominante. Al contrario, significa que difunden las infor-
maciones, modos de pensar, valores, sensibilidades y comportamientos
que esa clase cree oportuno inducirle a la cultura de la vida diaria —y en
particular a la cultura política— de los demás grupos sociales. Así como
el célebre señalamiento de que “la cultura dominante es la cultura de la
clase dominante” no significa literalmente que a la burguesía le interesa
que cada trabajador piense como un burgués, sino que el burgués
educa a sus hijos para formarlos como ejecutivos exitosos, pero —com-
plementariamente— busca formar a las clases subalternas como de-
terminados géneros de servidores dóciles y productivos.
Cierto es que cada generación transfiere la correspondiente cultura
a sus sucesoras, pero lo hace de conformidad con esa discriminación
y asignación clasista de los roles por desempeñar. Como instrumen-
tos de la clase dominante, los medios de comunicación y publicidad
tienen un papel estelar en la correspondiente selección y canaliza-
ción de informaciones y valores funcionales para consolidar la domi-
nación, sembrando en los distintos grupos sociales los respectivos
patrones de asentimiento, los que mejor correspondan al sistema de
dominación y a su periódica reactualización, así como la banaliza-
ción u omisión de los asuntos que resulten incómodos para su buen
funcionamiento.

La contracultura que viene

Como sistema político funcional para el capitalismo, la evolución de


la democracia restringida —ya sea esta neoliberal o postneoliberal—6
propende a un continuo encarecimiento y virtual privatización de la
las actividades políticas, en particular las electorales. Y a través de
ese mecanismo, a una constante exclusión o marginación de las per-
sonalidades o grupos que no se adecúan al sistema o ejercen un papel
contestatario.
Para poder participar, los partidos, candidaturas y propuestas de
izquierda están forzadas a encarar campañas cada vez más costosas,
12 Nils Castro

que crecientemente reclaman contratar expertos y empresas transna-


cionales de asesoría electoral y publicidad. En casi todos nuestros
países, el mayor acreedor de los partidos y candidatos son los consor-
cios que dominan la televisión. Al propio tiempo, los dirigentes y
candidatos críticos del sistema de dominación son los más excluidos
de los espacios informativos o los que más sufren la distorsión de sus
planteamientos en tales espacios.
Cuando el Estado asigna subsidios económicos para mitigar esa
situación, estos suelen ser insuficientes, tener usos fuertemente con-
dicionados y verse sesgadamente distribuidos. Para los partidos con-
servadores ese no es un problema mayor, pues representan al poder
económico y disponen de su respaldo. En este aspecto los grandes
medios de comunicación y los partidos conservadores son dos partes de
una sola mancuerna, que destella en la muñeca de la clase que mueve
la batuta. Porque los contrincantes políticos burgueses se retan en la
tribuna pública pero comparten el cafecito, las decisiones y los divi-
dendos en la junta directiva de las mismas empresas y sociedades.
Lo anterior surte invariables efectos excluyentes en contra de los
partidos y movimientos sociales contestatarios, que están obligados
a realizar angustiosos esfuerzos para financiar sus actividades coti-
dianas y afrontar las campañas electorales. Un reto que exige em-
prender todo género de batallas políticas y procesos legales en busca
de mayor equidad, así como requiere desarrollar alternativas de co-
municación y propaganda originales y creativas, con las cuales con-
trapesar esa desigualdad de condiciones competitivas.
Como bien advirtió Gramsci, “en la lucha política es preciso no
imitar los métodos de las clases dominantes, para no caer en fáciles
emboscadas”.7 Así como la guerrilla no ha de combatir al ejército
tradicional copiando sus estructuras y medios, sino buscando sor-
prenderlo con iniciativas imprevistas y sobrepasándolo en la obten-
ción de respaldos sociales, las izquierdas necesariamente deben saber
comunicarse, informar, animar y educar a través de formas y méto-
dos inéditos.
Para ser eficaces, estas comunicaciones deben responder a una
condición de extrema importancia para tener propósito, coherencia y
penetración duradera: la de decantar y masificar una contracultura
política que oponerle a la cultura de subordinación y resignación tra-
dicionalmente implantada por el sistema vigente.
Dicha contracultura debe ayudar a los dirigentes y sectores popu-
lares a desarrollar la necesaria independencia crítica frente a la agen-
La brecha por llenar 13

da temática y las versiones interpretativas de los grandes medios de


comunicación, y de los demás instrumentos de prédica ideológica de
la clase dominante. Eso permitirá tomar distancia frente a la cultura
vigente para identificar y anteponer sus propios objetivos, valores y
temas, a fin de darse una agenda propia donde identificar sus priori-
dades y cursos de acción, con los que ganar independencia, cohesión
y mayor convocatoria y respaldo sociales. La misión medular de esa
contracultura no es contestar a cada lance de la agenda que la burgue-
sía y sus gerentes disponen, sino adelantarse a escoger y entronizar
los temas que interesan al movimiento popular, que son otros.
Solo la expansión de esa contracultura podrá darle creciente sus-
tentación a campañas más eficaces, al promover la adhesión cons-
ciente de los sectores sociales y medios, ofreciendo una opción
duradera y esperanzadora, más allá de los disgustos y protestas pun-
tuales. El éxito electoral de los partidos y movimientos contestata-
rios no puede depender de sus modestos recursos de comunicaciones
y propaganda, en el mismo terreno donde sus adversarios operan ven-
tajosamente.
Sobre todo si obtener recursos para financiar campañas conlleva
pactar compromisos o silencios políticos con los donantes de tales
recursos, lo que con frecuencia implica mutilar, mediatizar y hasta
derechizar el discurso y las propuestas de campaña, lo que lleva a diluir
tanto la identidad y legitimidad del partido y sus candidatos como la
mística de sus simpatizantes, y abrirle accesos al oportunismo.
Con todo, a lo largo de los años 90, pese a las limitaciones y des-
ventajas que las izquierdas debieron confrontar en el marco de la
democracia neoliberal, a la postre los malestares y la inconformida-
des acumulados y exacerbados sobrepujaron al sistema socioeconó-
mico establecido, cuestionándolo, deslegitimándolo y dando pie a
los consiguientes repudios y desacatos. La incapacidad de las prácti-
cas y los partidos ya instalados en el sistema político vigente —algu-
nos de izquierda incluidos— para resolver los malestares sociales y
ofrecer soluciones alternas los llevó, al cabo, a compartir esa deslegi-
timación y perder también la confianza social.

Una historia por dos rutas

En las formas propias de cada realidad nacional, tras agotar las opciones
electorales disponibles, millones de latinoamericanos pasaron del escep-
14 Nils Castro

ticismo a la abstención o al voto de castigo y a la antipolítica en general,


como modo —más emotivo que razonado— de expresar el repudio
general a los partidos y a los políticos, descalificándolos en bloque como
“clase” indiferente a las demandas de la población. Luego, tras cual-
quier incidente catalizador, cuando sucesivas explosiones urbanas pu-
sieron gobiernos en crisis y hasta los defenestraban, se evidenció que el
malestar social ya daba paso a la ingobernabilidad.
No toca repetir aquí el relato de esos procesos, pero conviene re-
cordar que ese fenómeno recorrió dos rutas que no siempre se exclu-
yeron entre sí y a veces se han dado consecutivamente. Una, esa que
culminó en levantamientos urbanos capaces de tumbar gobiernos pero
que carecían de las propuestas, la consistencia política y la organiza-
ción necesarias para remplazarlos con nuevos regímenes. Otra, don-
de el disgusto condujo a una masa de electores a tener las reacciones
conscientes o emocionales necesarias para decidirse a secundar otra
opción electoral —una que quizás ya estaba allí pero no era sentida
como tal—, que le permitiera expresar su repudio al sistema y la
atmósfera política reinantes.
En la primera de estas dos rutas —como en los levantamientos urba-
nos antes citados— los partidos y líderes políticos tradicionales proba-
ron desde la demagogia hasta la violencia, pero solo demostraron
que ya no estaban en capacidad de apaciguar ni diferir el conflicto. El
avanzado desgaste del sistema político ya lo colapsaba. Esos levanta-
mientos barrieron los últimos vestigios de legitimidad del sistema y,
cuando no pusieron a los gobiernos en fuga, lo dejaron en situación
precaria. Según las particularidades y vicisitudes de cada proceso
nacional, lo que restaba de la antigua institucionalidad apenas servi-
ría para organizar unos comicios atípicos, que permitieran entregar el
gobierno a un mandatario procedente de los sectores que adversaban
al viejo sistema, es decir, a un contracandidato cuya asunción la clase
dominante aceptaría a regañadientes para no perder todo lo demás.
En el caso de la segunda ruta, un extendido sentimiento de frustra-
ción y rechazo respecto a las opciones periódicamente recicladas por
el viejo sistema —aún sin haber llegado al extremo de generar estalli-
dos civiles— le deparó una creciente aceptación ciudadana a una op-
ción electoral preexistente, crítica del sistema, como sucedió en Chile,
Brasil, Uruguay y El Salvador. Llegar a esto fue posible gracias a una
larga persistencia política que combinó luchas sociales, políticas y
electorales, y avanzar paso a paso. Eso al final significó llevar al go-
bierno una opción que creció en los extramuros del sistema político
La brecha por llenar 15

vigente, pero obtuvo su éxito electoral sin tener tras de sí la potencia


de la rebelión de las fuerzas sociales desatadas en el caso de la prime-
ra ruta.
En consecuencia, en el primer caso se hizo factible viabilizar solu-
ciones más radicales, lo que permitió rehacer el ordenamiento consti-
tucional y político electoral, como en Venezuela, Ecuador y Bolivia
(aunque en este último país sorteando los problemas adicionales agre-
gados por las complejidades y contrastes regionales, ideológicos y
etnoculturales involucrados). Por su parte, pese a la fortaleza de la
rebelión urbana de Buenos Aires, la difícil decantación de un nuevo
liderazgo que pudiera conducir el cambio, los contrapesos y la suma-
toria de dos oposiciones, una de la izquierda antiperonista y otra con-
servadora y tradicional —fuerte la segunda en el ámbito rural y ambas
en la clase media capitalina—, terminó por moderar los alcances de
la opción argentina y retraerla a las limitaciones de la segunda ruta.
En ambas variantes, estos procesos han reconfirmado la preemi-
nencia política del ámbito urbano policlasista, diferenciándose tanto
del viejo Estado liberal y oligárquico —de antiguas resonancias pro-
vincianas— como del Estado neoliberal (a su manera neooligárqui-
co), de impronta elitista y transnacional, ahora en crisis. Esta nueva
evolución política en cierto grado hace recordar al Estado liberal de-
sarrollista de los años 50 a los 70 del siglo pasado, y los populismos
reformistas que los sostuvieron, en la antesala de las dictaduras de
seguridad nacional que después los remplazarían con lujo de terror.
En ninguna de las dos rutas, sin embargo, estos procesos resultaron
de una situación revolucionaria, en el sentido clásico del término, ni
después buscaron precipitarla. Al margen de que ahora pueda atri-
buírseles un perfil más radical o moderado a unos u otros, ambas
alternativas vuelven a confirmar que no es lo mismo acceder al go-
bierno que tomar el poder. Antes bien, con sus respectivos matices
nacionales, ellas han originado gobiernos de carácter reformador y
progresista, orientados principalmente a combatir la inequidad so-
cial, culminar reformas democrático burguesas que el pasado dejó
pendientes y mejorar la democratización política, a recuperar la so-
beranía y autodeterminación nacionales conculcadas bajo la égida
neoliberal y renovarle impulso a la integración subregional.
Ese fenómeno nunca implicó lo toma de la totalidad del poder del
Estado por una fuerza encaminada a fundar una nueva formación
histórica que elimine y remplace al capitalismo; todos se resolvieron
a través de cambios de gobierno institucionalmente instrumentados
16 Nils Castro

y reconocidos por medios electorales más o menos similares a los


previstos en el marco del sistema político preexistente. Allí donde se
acometieron cambios constitucionales de importancia, estos se reali-
zarían después de la legitimación electoral del nuevo gobierno.
Por el mismo motivo, salvo en los grandes colapsos sistémicos de
Venezuela, Bolivia y Ecuador, la mayor parte de los nuevos presidentes
progresistas asumió el mando del Órgano Ejecutivo sin disponer de la
mayoría parlamentaria requerida para introducir ciertas reformas.
Asimismo, con reducida influencia en el Órgano Judicial y sobre otros
poderes reales como las fuerzas armadas, las instituciones financie-
ras y los medios de comunicación. Y en los países con estructura
federal, sin contar con el respaldo de una parte de los gobernadores.
A lo que se le añade que, pese al colapso ideológico del neolibera-
lismo y el descrédito de las privatizaciones, desprotecciones y cam-
bios estructurales cometidos en su nombre, tales secuelas han quedado
como hechos cumplidos difíciles de remover: nos guste o no, las priva-
tizaciones están hechas, las normas macroeconómicas y financieras
implantadas están vigentes, los compromisos de seguridad jurídica
continúan en vigor, las normas e instituciones reguladoras del comer-
cio internacional conservan su autoridad, y estas no son realidades
fáciles de remover.
Por si algo faltara, los nuevos gobiernos progresistas, electos gra-
cias a los efectos políticos del desastre socioeconómico provocados
por sus antecesores, asumieron sus funciones en las antevísperas de
las peores consecuencias del mismo. Antes de emprender su propio
programa esos gobiernos debieron priorizar los esfuerzos por evitar
el colapso económico del país, salvar el valor de la moneda nacional,
contener y revertir la inflación, recuperar el crédito externo, comba-
tir la delincuencia, etc., para evitar el colapso e inviabilidad del Esta-
do. En otras palabras, nacieron constreñidos a rescatar la salud del
capitalismo local para evitar el agravamiento de la situación hereda-
da —seguir teniendo una nación viable donde cumplir el programa
progresista— y disponer de recursos con los cuales emprender pro-
yectos de interés social.

Alturas que no se previeron

Estos gobiernos surgieron como respuestas sociales al deterioro pro-


vocado por el fracaso del capitalismo neoliberal, emitidas en circuns-
tancias de desgaste o colapso del sistema político tradicional, y no
La brecha por llenar 17

como expresiones de una revolución en ciernes. Aún así, sin tener


condiciones para remplazar al modo de producción capitalista, cada
uno de esos gobiernos ha demostrado que las izquierdas pueden go-
bernar mejor que las derechas y, más particularmente, que ellas sa-
ben cumplir mejor el mandato específico que sus votantes les
encomendaron. Al votar por estos gobiernos, los electores no solo
aceptaron el programa que se les ofreció, sino que también les asig-
naron a esos nuevos gobernantes un encargo que se ha cumplido sin
que ellos lo hayan rebasado o extrapolado. No se sobregiró el come-
tido, pero no solo porque ir más allá sería sobregirar el encargo ciuda-
dano, sino principalmente porque las condiciones no daban para más,
y porque tal intento no habría contado con el apoyo social indispen-
sable para realizarlo y sostenerlo con éxito.
Al efecto, Valter Pomar señala que hay tres tipos de error que nues-
tros gobiernos progresistas pueden cometer: no realizar reformas es-
tructurales, lo que conduciría a mantener el status quo; darle a las
derechas la oportunidad de recuperar el Gobierno luego de que las
izquierdas lo han resanado; e intentar darle comienzo a otra época
histórica sin antes haber creado las condiciones político ideológicas
necesarias para resistir a la consiguiente reacción de las oligarquías y
el imperialismo.8
Pese a todos los inconvenientes, estos gobiernos, en su conjun-
to, han originado otra correlación de América Latina con los Es-
tados Unidos y con Europa y el mundo. Uno de sus efectos más
relevantes ha sido la notoria contención que ellos, como conjunto, le
han causado a la capacidad norteamericana de injerencia e inter-
vención en nuestra América. Lo que a su vez amplía los espacios
y oportunidades de autodeterminación y de iniciativa —indivi-
dual y colectiva— de nuestros países, y sus posibilidades de cola-
boración con otras potencias.
Por encima de sus naturales diferencias —y aparte de sus realiza-
ciones en cada país—, estos gobiernos progresistas han incrementado
hasta niveles inéditos la cooperación interlatinoamericana, diversifi-
cado los mercados regionales y extra regionales, mejorado las capaci-
dades latinoamericanas de negociación, han contribuido a solucionar
controversias entre nuestros países y a evitar bloqueos económicos y
golpes de Estado.
Por consiguiente, pese a las diferencias de estilo y retórica, y a los
distintos alcances logrados en uno u otro país, es objetivamente de-
sacertado y moralmente injusto alegar que algunos de estos gobier-
nos representan “verdaderos” procesos revolucionarios mientras
18 Nils Castro

que otros son apenas reformistas. Ninguno ha emprendido una revolu-


ción en el estricto sentido de la palabra, sino uno u otro conjunto de
reformas de mayor o menor alcance. En la realidad de los hechos, se
trata de gobiernos instalados sin que en las respectivas naciones hu-
biera una situación que demandara más y, sobre todo, sin que las
masas ya estuvieran dispuestas a sustentar y defender desarrollos más
radicales. Se iniciaron como expresiones del cansancio social y el
agotamiento del sistema político precedente, y no por la fuerza de un
notable auge de las ideas y motivaciones revolucionarias.
En consecuencia, es igualmente desacertado e injusto exaltar a
unos e imputar a otros una supuesta proclividad a coincidir con la
derecha y limitarse a “mejorar” al capitalismo, olvidando que todos
son obra de partidos de izquierda que enfrentan situaciones de intrin-
cada complejidad, donde unos y otros igualmente se necesitan y se
dan entre sí solidaridades indispensables para sostenerse y avanzar.
En medio de ese esfuerzo, toda comparación descalificadora clava
una cuña que, al contraponerlos, sugiere divisiones y con eso le hace
un favor a las derechas —a la estadounidense en primer lugar—, aun-
que esta no sea la intención de quienes hacen tales alegaciones.
Con la aparición de estos gobiernos, en lo que va de los últimos
dos lustros, nuestros países han venido escalando hasta una altura
inédita, que antes fue difícil prever. Estamos de acuerdo en que lo
alcanzado no es suficiente, pero ahora la cuestión no es la pregunta
retórica y fácil de si estos gobiernos son reformistas o revoluciona-
rios, o si podían hacer más de lo que han cumplido, sino identificar
los objetivos y métodos viables para abrir los caminos requeridos
para impulsar desarrollos de mayor proyección.

Cuestión de poder

Lo antes reseñado, con sus progresos en el ámbito del rescate de la


soberanía y autodeterminación, y con sus avances en la creación y
ampliación de ciudadanía y de movilización social, evoca más el
ámbito de los procesos de liberación nacional (como antes llamába-
mos a este género de fenómenos), que el de una situación revolucio-
naria a escala regional. ¿Todavía recordamos acaso las páginas escritas
en los albores de la III Internacional, y en tiempos de los movimien-
tos afroasiáticos de descolonización, acerca del paso de uno a otro de
aquellos dos géneros de procesos?
La brecha por llenar 19

Tres o cuatro lustros atrás, aún éramos diezmados por la ofensiva


neoconservadora. Después, tras el fracaso de los regímenes neoliberales
encontramos la oportunidad de iniciar una recuperación que —sin ha-
llarnos en una situación revolucionaria— deparó la oportunidad de
ganar elecciones y acometer realizaciones de importancia en el cam-
po social y humanitario, en respuesta a la demanda popular ya exis-
tente. Eso ha permitido situarnos en un plano desde donde ahora se
facilita ahondar en las condiciones “subjetivas” y organizativas ne-
cesarias para que las izquierdas puedan formar aspiraciones sociales
de mayor aliento revolucionario, en vez de estacionarnos a cuestio-
nar o justificar los adelantos ya caminados. Especialmente en cir-
cunstancias en las que la hegemonía imperialista viene perdiendo poder
de intervención.
En términos generales, hasta ahora, luego de que el malestar social
deslegitimó al sistema político establecido en considerable número
de países de nuestra América —que no en todos—, lo que hemos
alcanzado es un crecimiento de la disposición popular para apoyar
candidatos y propuestas antisistémicas, pero sin que los sectores po-
pulares compartan todavía las condiciones subjetivas de una situa-
ción revolucionaria. Al votar, esta masa de electores no pidió iniciar
la revolución, sino llevar a cabo un programa electoral que no incluía
asumir los riesgos y costos de ese eventual sobrecumplimiento.
A ese respecto no cabe menos que preguntarse: ¿estaban (están)
ya los pueblos latinoamericanos en actitud de asumir los costos y los
riesgos de emprender una transformación revolucionaria de mayores
magnitudes? O, si este no es el caso, ¿qué más hace falta para que esa
disposición consciente pueda madurar, a quiénes corresponde recorrer
los caminos capaces de lograrlo, y en qué medida los actuales gobiernos
progresistas han contribuido o pueden contribuir a adelantar el tra-
yecto? O, dicho en otras palabras, ¿valen todavía las preguntas y las
respuestas de la III Internacional, acerca de qué hace falta para que
los movimientos de liberación originen o maduren las condiciones
de partida de nuevos procesos revolucionarios?
Las respuestas reflejarán diferentes matices y ritmos de país en
país, pero muchas o todas mostrarán que hay un importante rezago
en el campo de la expansión y el arraigo colectivo de las ideas revolu-
cionarias y, sobre todo, en el de la disposición para romper los actua-
les patrones de vida y arriesgarlos por un nuevo proyecto cuyos
contornos están por definirse.
20 Nils Castro

No cabe duda de que, en la mayor parte de nuestros países, las


condiciones objetivas de una situación revolucionaria están más que
dadas. Al término de la hegemonía neoliberal, las secuelas de polari-
zación y desigualdad en la distribución de la riqueza, sobreexplota-
ción y precariedad del trabajo, marginación, pobreza y hambre —entre
otras calamidades— llegaron a sus peores extremos históricos. No
obstante, luego de la frustración de los ideales de los años 60 y 70, y de
la experiencia de las dictaduras contrarrevolucionarias de seguridad na-
cional, los factores subjetivos para ese tipo de decisión, el desarrollo
de las ideas y propuestas revolucionarias eficaces, la disposición colecti-
va para asumir los riesgos de emprender un vuelco de ese género, se
retrajeron a niveles inferiores a los que hubo en aquellos años.
Así las cosas, el tránsito del proceso de liberación al proceso revo-
lucionario no está a la vuelta de la esquina, pero sí está en nuestra
perspectiva histórica. Por consiguiente, la conducción política del
primero de esos dos procesos debe concebirse en ese sentido, como
preparatoria del segundo y dirigida a empalmarse con él. Para ir de
uno al otro, frente al bloque de las clases dominantes —que hoy es
hegemónico porque controla el poder y la reproducción material y
cultural del sistema de dominación— es necesario formar el bloque
opuesto, el de las fuerzas sociales que aspiran conscientemente al
cambio. Lo que asimismo significa fortalecer su capacidad de contra-
rrestarlo y, cuando las circunstancias lo demanden o recomienden, su
capacidad para remplazarlo.
Se trata de la cuestión del poder. Este no es un sustantivo sino un
verbo, pues no es cosa, cualidad o lugar —no el Palacio, la Silla ni su
esplendor—, sino la capacidad de actuar eficazmente para que cier-
tos hechos ocurran o dejen de pasar, y que sucedan en cierta forma,
sentido y momento. Por consiguiente, es una correlación de fuerzas,
en la que es preciso saber qué se busca, acopiar la potencia y articular
los esfuerzos para provocar los cambios del caso, y sobreponerse a
las fuerzas que se resisten a aceptarlos.
En otras palabras, frente al poder del bloque que ahora es hegemó-
nico, es preciso formar una contrahegemonía: la de la alianza o blo-
que contrahegemónico. Lo que no se reduce simplemente a
conglomerar un conjunto de clases y grupos sociales afines, sino ani-
marlo y vertebrarlo con determinada concepción de los cambios de-
seados, de los objetivos y la estrategia general necesarios para
alcanzarlos. Esto es, un programa que asocie a los sectores partici-
pantes no solo al compartir una visión del futuro buscado —esa se-
La brecha por llenar 21

gún la cual “otro mundo es posible”—, sino también al demostrar


capacidad para atender los problemas inmediatos de la población.
Porque al luchar por reivindicaciones y reformas de corto y mediano
plazos también se robustece al bloque contrahegemónico, que debe
acumular fuerzas para trazarse misiones de mayor alcance.
Sin ese fortalecimiento programático y emocional del conjunto de
ese bloque, y de la articulación de los sectores que lo integran, sería
imposible asegurar su cohesión y su claridad de miras, esto es, su
capacidad de sumar, abarcar y trabajar como tal. Incrementar fuerzas
no es apenas sumar grupos, antes bien es darle sentido y propósito
incluyentes a esa sumatoria.
A su vez, ese fortalecimiento abrirá nuevas avenidas, capacidades
de presión y negociación, de creación de alternativas anticapitalistas y
socializantes, de transiciones a otros modos de vida social. Lo que no
necesariamente debe suceder a través de la violencia revolucionaria,
dado que esta no proviene de la iniciativa de mejorar el régimen social,
sino que surge en respuesta a la represión desatada para impedirla.

La brecha por llenar

Se sabe que hemos heredado un gran déficit: el de la retracción y


retraso del componente subjetivo de las posibilidades revoluciona-
rias. Esto exige desarrollar ese factor, tanto la calidad de ideas y mo-
tivaciones como su capacidad de construir consensos, es decir, de
generar cultura política, una cultura de vocación socialista incluyen-
te y democrática. Porque esta cultura es el núcleo aglutinador de di-
cha contrahegemonía.
Para avanzar en esa dirección, ¿cuáles son los obstáculos por supe-
rar? También sabemos que ese déficit proviene de problemas con-
frontados por pasadas evoluciones del componente subjetivo de la
situación revolucionaria. Lo acontecido en aquel período cuestionó
y erosionó las certidumbres, propuestas y expectativas ideológicas
que la habían animado, con las consecuencias disgregadoras que eso
acarrea.
Así las cosas, quienes ahora ya votan por candidatos de izquierda
todavía no necesariamente repudian al capitalismo como tal, sino
solo a su perversión neoliberal. Antes de comprometerse más allá,
probablemente desearán contar con que sus esperanzas tengan base
en nuevas certezas. Mientras, lo cierto es que pese a los años transcurridos
22 Nils Castro

y las condiciones objetivas agravadas, en el terreno de las motivacio-


nes subjetivas aún no hemos repuesto gran parte de los platos rotos
(y, para colmo, en nuestra filas no han faltado quienes se ocupan más
de señalar culpables que de contribuir a renovar la vajilla).
A lo largo de aquel auge, no fueron pocas las variantes experimen-
tadas y después frustradas. Entre ellas, la vía democrática al socialis-
mo encabezada por Salvador Allende, inmediatamente cercada,
desestabilizada y destruida por los medios más violentos; las refor-
mas nacional populares emprendidas por algunos líderes militares
latinoamericanos, como Velasco, Torres y Torrijos; y las derrotas o
las desmovilizaciones negociadas de los movimientos guerrilleros. A
lo que se añadió, por otro lado, la reformulación de la estrategia alen-
tada por China; el deterioro y colapso del ejemplo soviético —que
para muchos todavía conservaba un importante valor paradigmáti-
co—; y la consiguiente dureza del “período especial” que puso a prue-
ba la resistencia revolucionaria del pueblo cubano. Y, por añadidura,
la aspereza sectaria que antes y después de esas experiencias persis-
tió en el manejo de la diversidad entre las corrientes de izquierda.
Por si faltara más, arrojándose como una jauría sobre el territorio
de esos reveses y problemas, la potencia y la capacidad de penetra-
ción de la ofensiva neoconservadora desatada a escala mundial. Una
ofensiva abrumadora que orquestó a todos los grandes medios de
comunicación del planeta para darle una sola interpretación a aque-
llas experiencias y a las nuevas vicisitudes: la de la muerte del socia-
lismo y el fin de la historia; y a la vez un solo futuro: el recetado por
la dogmática interpretación neoliberal de la globalización.
El derrumbe del modelo soviético pudo haber surtido efectos libe-
radores al destrabar las capacidades creativas del marxismo y el so-
cialismo, justamente cuando los pueblos latinoamericanos —peor
sometidos, explotados y empobrecidos que en tiempos del Che en
Bolivia— más requerían nuevas propuestas liberadoras. Pero antes
de que eso pudiera darse, este conjunto de acontecimientos adversos
acarreó el cuestionamiento de no pocas confianzas y convicciones, lo
que facilitó la tarea a la ofensiva neoconservadora, con su conocido
saldo de incertidumbres, deserciones, y fugas hacia el oportunismo.
En la confusión propiciada por el cruce de ese conjunto de frustra-
ciones con la ofensiva neoliberal, una de las consecuencias fue la
contracción y el deterioro de la capacidad de producción teórica de
las izquierdas. Tras la obsolescencia del populismo desarrollista, bajo
el fuego de la ofensiva neoconservadora ese deterioro conllevó la
La brecha por llenar 23

tendencia a sustituir el análisis crítico del sistema —el de su naturaleza


capitalista— por la mera denuncia de sus peores efectos. Con eso, a
falta de mejores armas una porción de las izquierdas volvió a las
posiciones del desarrollismo de los años 70 y la correspondiente op-
ción por el capitalismo de Estado, al que todavía algunos presentan
incluso como un supuesto “socialismo” del siglo XXI.
Pero, pasados más de dos lustros de padecer la práctica de los pos-
tulados del Consenso de Washington, gran parte de nuestros pueblos
estuvo lista para rechazar tanto los “reajustes” neoliberales como a
sus promotores, aunque ese repudio aún carecía de un nuevo conjun-
to de propuestas sistematizadas que diera sentido y propósito trans-
formador a esa disconformidad. No se contaba aún con una nueva
propuesta coherente con qué sustituir la que se rechazaba. A diferen-
cia de los años 60 y 70, a falta de la necesaria contracultura política,
parte de las demandas se dirigió más a reclamar la derogación de
tales “ajustes” que a cuestionar al capitalismo como tal.9
En esa carencia también intervinieron factores objetivos. Como
antes dijimos, las reestructuraciones implantadas durante la supre-
macía neoliberal dispersaron una valiosa parte de los trabajadores —
eliminados sus puestos de trabajo, se diezmaron en busca de
supervivencia en la informalidad y la emigración—, que pasaron a
engrosar el “pobretariado”. A su vez, las capas medias perdieron
autonomía y se debilitaron en número, mientras parte de la intelectuali-
dad fue arrollada por las nuevas dudas y descalificaciones ideológicas.
No puede pasarse por alto el hecho de que —en parte por carecer
de una contracultura propia— significativos contingentes de pobres
y desplazados de la ciudad y del campo entraron a las clientelas de
los líderes políticos de la clase dominante, unas veces por un men-
drugo y otras seducidos por el populismo de derecha. Hoy en varios
países latinoamericanos también las derechas disponen de contin-
gentes populares motivados y organizados, aparte de las bandas para-
militares y los escuadrones de ejecución extrajudicial.
Revertir ese estado de cosas en el campo ideológico y cultural no
podía ser sencillo ni rápido. Sobre todo bajo el esfuerzo sistemático
que el régimen neoliberal desplegó para constituir una “sociedad ci-
vil organizada” a la medida de su necesidad de legitimarse, y de su
interés de continuar por medios civiles la misión de desbandar tanto
las dirigencias populares como los centros de estudios y publicacio-
nes que la intelectualidad de izquierda mantuvo desde los años 60
hasta inicios de los 80, y sus programas de capacitación de dirigentes
obreros y comunitarios.
24 Nils Castro

En su tiempo, Carlos Marx observó un repliegue ideológico de ese


género, sobre el cual nos advirtió que, “hoy, la sociedad parece haber
retrocedido más allá de su punto de partida; en realidad, lo que
ocurre es que tiene que empezar por crearse el punto de partida re-
volucionario, la situación, las relaciones, las condiciones, sin las cua-
les no adquiere un carácter serio la revolución moderna”.
A lo que poco más adelante agregó que las revoluciones proleta-
rias “se critican constantemente a sí mismas” y en su marcha se
interrumpen para volver sobre lo que parecía terminado y comenzar-
lo de nuevo, criticando concienzudamente los lados flojos de sus an-
teriores intentos, y retroceden “ante la vaga enormidad de sus propios
fines, hasta que se crea una situación que no permite volver atrás y
las circunstancias mismas gritan: ¡Hic Rhodus, hic salta!”.10
Revertir, pues, aquellas secuelas, exige no solo superar anteriores
equivocaciones, sino recrear identidad, conciencia y solidaridad de
clase, esto es, contribuir a que grandes masas reconozcan su propia
condición como parte y como alternativa en la sociedad capitalista,
que tomen distancia crítica frente a sus ofertas políticas, que sus nú-
cleos más conscientes logren desarrollar sus propias agendas temáti-
cas, reformular sus objetivos y los correspondientes métodos de
acción, así como remozar lenguajes y estilos. Lo que también recla-
ma mucho trabajo intelectual orientado a completar otra visión del
interés colectivo y otras propuestas comunes, para mejorar el diálogo
y la cooperación entre los distintos segmentos populares.
Las derechas y sus clientelas políticas y culturales pueden permi-
tirse el lujo de simular poses antisistémicas y desplantes populistas,
desplegando vistosos cambios de estilo a través de sus recursos me-
diáticos. Al efecto, ya está en movimiento una nueva derecha con ese
perfil teatral, populista y autoritario, y desafiante frente a los límites
morales y jurídicos de la institucionalidad democrática. Como suce-
de, por ejemplo, en la Italia de Berlusconi y el Panamá de Martinelli.
Pero las izquierdas no pueden remedar esa opción histriónica, y
menos aún cuando el sistema político está en crisis y sus ofertas no son
confiables. Peor todavía, ante una crisis económica mundial que no
solo descalifica al neoliberalismo sino que al propio tiempo agrava
sus secuelas y amenaza los progresos democráticos ya conseguidos.

De la visión al partido

Se requiere, entonces, “pasar de una situación crítica a una visión críti-


ca” que trascienda las tentaciones del inmediatismo, esto es, que se
La brecha por llenar 25

aboque a impulsar la reconversión de un difuso descontento social en


una nueva cultura política, capaz de de expresarse en una práctica a
la vez renovada e innovadora, y capaz de orientar esa práctica a obje-
tivos de largo y mediano plazos.
Para avanzar hacia ese punto es preciso que las izquierdas actúen
como el agente capaz de catalizar esa otra cultura. Si el desarrollo de
la misma se dejara a la espontaneidad, ella demoraría bastante más
en emerger de nuestras luchas sociales y más tardaría en madurar, así
que también de eso deberán ocuparse nuestras organizaciones políti-
cas, a quienes compete promover ese desarrollo.
Ahora bien, como portadores de un proyecto o expectativa social,
los partidos (o las organizaciones que tomen su lugar) son entidades
vivas que actúan en función de las demandas de sus respectivas bases
sociales, y también en interacción con los otros actores del sistema po-
lítico y, como ellos, a la postre también pueden encallar en las con-
cepciones de cierta época o adelantarse a impulsar otras opciones.
Esto es, se pueden anquilosar o relanzar, según dónde, cómo y para qué
ahonden sus raíces en unos u otros campos socioculturales y perspecti-
vas históricas, donde ellos podrán perder o recrear autenticidad.11
Es preciso asumir los proyectos políticos como movimientos cultura-
les; en nuestro caso como movimientos de reconstrucción de la cultura
y la práctica políticas, en cuyas estructuras es preciso incorporar las
demandas y expectativas sociales y darles orientación eficaz como
parte de una estrategia general cuyo horizonte es la utopía socialista.
Pero en el curso de la vida esas demandas y expectativas sociales
cambian, y lo hacen con una dinámica propia, con diversas variables.
Dentro de esa dinámica a los partidos les corresponde desempeñar
determinados papeles, en tanto que ellos intervienen para promover
un proyecto, explícito o no, que expresa tales expectativas. Aun así,
a lo largo del tiempo cualquier partido —a semejanza de tantas otras
formas de organización social— tiende a anteponer los comporta-
mientos internos orientados a preservar y reproducir sus propias iner-
cias, estructuras y mandos, más que a readecuarse al ambiente externo
para asumir las nuevas realidades y las formas de interactuar con
ellas. Con eso, finalmente, el contacto con el piso social que original-
mente los nutría asimismo va relegándose.
Es característico de casi todo sistema que, cuando una estructura
deja de cumplir las funciones que le corresponden, más pronto que tar-
de aquí o acullá empiezan a aparecer conductas sustitutivas que sortean
los patrones preestablecidos —las que la teoría de sistemas denomina
26 Nils Castro

comportamientos “informales”—, que pueden llegar a ser tan efecti-


vos como los originales e incluso más. Así por ejemplo, cuando la
economía formal deja de cumplir algunas de sus responsabilidades
sociales, en su lugar crece el respectivo campo de la economía infor-
mal. Igualmente, en tanto que un partido no hace lo que debe, al cabo
surgen otras agrupaciones que entran a realizarlo de otras formas.
Así las cosas, la proliferación de organizaciones de la llamada “so-
ciedad civil” (y la euforia de sus pretensiones) con frecuencia refleja
la correspondiente informalización en la política. A veces las organi-
zaciones civiles más bulliciosas son grupos elitistas que solo repre-
sentan algún segmento de la clase media acomodada pero pretenden
representar a toda la sociedad. Pueden ser doce gatos, pero saben
hacerse notar. No hay que confundirlos con las colectividades que a
un partido más le deben importar: las agrupaciones comunitarias, la-
borales, gremiales, las representativas de importantes segmentos y
reivindicaciones sociales. En todo caso, la irrupción de nuevos movi-
mientos políticos de cierta fortaleza suele ser indicativa de que los
partidos previamente establecidos están dejando de cumplir parte de
su papel, o de responder a unas nuevas demandas sociales.
Y es que los partidos, como cualquier otro tipo de organización
—obreras, gremiales, empresariales, deportivas, religiosas— periódi-
camente necesitan renovar su representatividad, puesto que los di-
versos componentes de la propia comunidad social y sus
correspondientes demandas y expectativas van modificándose. Ade-
más, deben remozar objetivos y propuestas en la medida en que es-
tos se cumplen, se desfasan o se agotan, pues cuando uno ha cumplido
sus objetivos, o fracasa en lograrlos, su realidad ya deja de ser la que
era. Lo que obliga a reconocer las nuevas expectativas y darles res-
puesta con otras propuestas. Dejarlo de hacer es fosilizarse, con la
pérdida de validez política que eso acarrea.
No obstante, también hay “remozamientos” traidores, como los
inducidos por el oportunismo. Hay izquierdas dúctiles a la tentación
de “deslizarse” al centro del espectro político bajo el argumento de que
van al encuentro de electores adicionales. Aparte del tema de si el cen-
tro político de veras existe o más bien es un ala de las derechas, en
todo caso se trata de una ubicación político ideológica que no hemos
sido nosotros quienes la configuramos y que ya otros controlan en su
propio provecho. Así que tales arrimos suelen resolverse a través de
una serie de concesiones que pronto erosionan la identidad y el com-
promiso programático de los partidos que ceden a esa tentación. Con
La brecha por llenar 27

lo que, diluida esa identidad, pronto se pierden asimismo los objetivos


que dieron razón de ser al partido, la mística que movía a sus cuadros y,
acto seguido, los electores que votaban por su propuesta original.
De esto ha dado fe la experiencia de algunos de los partidos socialde-
mócratas europeos que, aun denominándose socialistas, en los años 90
cedieron a la tentación de conciliar sus programas con los postulados
neoliberales. En la siguiente década no solo habían dejado de ser quie-
nes antes fueron, sino que extraviaron su proyecto y perdieron a gran
parte de sus electores y de su peso político. Sus imitadores latinoa-
mericanos no han corrido mejor suerte.
En pocas palabras, reconfirmar la vida de cada partido demanda
renovar su vigencia, una vez que los proyectos se agotan y con ello
tanto las expectativas que ellos despiertan como las organizaciones
que son sus portadoras. Pero eso igualmente implica rechazar los aco-
modos oportunistas que pretenden poner entre paréntesis los princi-
pios y al cabo los echan a perder. Cuando deja de haber proyecto
creíble y movilizador, el partido pierde legitimidad y, aunque no desa-
parezca puede fallecer como los árboles, que algo dejan de pie donde
antes tuvieron vida.

Las reformas y la revolución

Padecemos realidades odiosas, discriminadoras, plagadas de explota-


ción, injusticias y miserias sociales y morales. Estamos dispuestos a
militar con las izquierdas porque estamos indignados con la realidad
en la que vivimos, la queremos cambiar y estamos dispuestos a lu-
char por ello. Por consiguiente, asimismo requerimos un proyecto
transformador coherente, creíble y factible. En contraste, toda pro-
puesta que conlleve conformarse con más de lo mismo, cualquier
género de claudicación, igualmente significará una opción decepcio-
nante y disgregadora.
¿Reforma o revolución? Superar el orden establecido y avanzar en
la construcción de realidades humanas de mejor calidad requiere supe-
rar al poder —económico, sociopolítico, mediático, psicológico, represi-
vo— que sostiene a ese orden. Para avanzar en ese propósito, a la injusta
y depredadora hegemonía de la clase dominante es preciso contrapo-
nerle una contrahegemonía popular, que aún tenemos por edificar.
Dado que el rezago del factor subjetivo demora este objetivo, tanto
más requerimos disponer de las propuestas necesarias para desarrollar
28 Nils Castro

la contracultura política necesaria para ello, a la que deberemos darle


efectiva sustentación de masas para convertirla en la fuerza material
que nutra nuevas ofensivas revolucionarias. Mientras los partidos no
lideren ese propósito sería irresponsable demandar que los actuales
gobiernos progresistas asuman la totalidad de ese papel.
Sin embargo, aunque sabemos que estos gobiernos se eligieron por
efecto de una crisis del sistema político electoral de la democracia
restringida, y no a consecuencia de la maduración de una situación
revolucionaria, ello no los exime de cumplir sus responsabilidades en
este campo. Ellos pueden y deben proveer el marco que contribuya
al necesario proceso de maduración, expansión y fortalecimiento de
esa contracultura popular, así como a incentivar la organización de
los sectores populares y de las agrupaciones interesadas en cambiar
más profundamente la presente situación y sus perspectivas de me-
diano y largo aliento. Sin embargo, esos gobiernos no pueden hacer
más de lo que las alianzas y las limitaciones que hicieron posible
elegirlos puedan soportar, ni más de lo que el sistema en su conjunto
pueda sobrellevar. En este sentido, a quienes más hay que exigirles
no es a los gobiernos sino a los partidos.
Por otra parte, la crisis política que hizo posible elegir a estos go-
biernos no es irreversible. La esperanza de que nuestros pueblos, sin
haber desarrollado aún esa contracultura —ni mucho menos creado
esa contrahegemonía—, seguirán votando indefinidamente por las
ofertas electorales de las izquierdas puede ser no solo temporal, sino
ilusoria. Parte de sus electores no votó por un proyecto de izquierda,
sino que emitió un sufragio de protesta destinado a advertir o casti-
gar a los políticos que creyeron responsables del descontento que los
acompañó a las urnas.12
No todos los electores emiten un voto ideológicamente consisten-
te; eso no caracteriza a toda la masa ciudadana sino a los núcleos
políticamente más educados. Entre esos otros millares de votantes,
en la siguiente oportunidad, ¿quiénes serán percibidos como los res-
ponsables de los actuales y venideros malestares? Esto quiere decir
que los partidos de izquierda y nuestra militancia cotidiana deben
prever —en lenguaje fresco y atrayente— el trabajo educativo indis-
pensable para convertir la votación de protesta en votación conscien-
te y perseverante.
Por otra parte, no debe olvidarse que ni la clase dominante, ni sus
medios de comunicación, ni las derechas norteamericanas, están ma-
niatados ni desprovistos de recursos y proyectos, ni han renunciado a
La brecha por llenar 29

la arena política. Como en los años 80, se busca la oportunidad de


poner en marcha un nuevo rollback contrarrevolucionario. Conscien-
tes de la permanencia de sus intereses, insisten en el esfuerzo por
defender la hegemonía política tradicional y consolidar su cultura,
por descalificar a las izquierdas y por recuperar a los electores que se
les han extraviado.
Cuando la derecha intuye que una situación revolucionaria está
por llegar, su reacción es preparar la contrarrevolución preventiva.
Una de sus formas es el fascismo, que también puede presentarse
vestido de civil. Lejos de reconocerse derrotadas ni de enconcharse a
lamerse las heridas, las derechas han venido articulando una contrao-
fensiva regional que, según cada caso y coyuntura nacional, lo mis-
mo podrá apelar a las variantes y estilos de la derecha conservadora
tradicional, a las de una nueva derecha mediática de estilo ejecutivo
y autoritario —antisistémico por su forma y reaccionario por sus fi-
nalidades—, o incluso de nueva cuenta a medios militares.13
Por lo tanto, precisamente por el rezago que aún tenemos en la
reconstrucción del factor subjetivo, la continuidad de lo que hasta
hoy hemos logrado no puede, ni mucho menos, darse por asegurada.
Aún falta multiplicar la necesaria “batalla de las ideas”.
En consecuencia, la cuestión no radica en prolongar ejercicios es-
colásticos acerca de si hoy tenemos o no gobiernos reformistas, o si
para reconocerlos como de verdadera izquierda ellos ya deberían rea-
lizar un papel que sus críticos radicales tampoco han sabido cumplir.
La dialéctica entre reforma y revolución no puede esquematizarse en
blanco y negro, en los términos de la lógica formal. Porque, como
oportunamente señaló Rosa Luxemburgo, “la reforma y la revolu-
ción no son […] diversos métodos del progreso histórico que a placer
podamos elegir en la despensa de la Historia, sino momentos distin-
tos del desenvolvimiento de la sociedad de clases”.14
De hecho, en dicha dialéctica reforma y revolución se interpene-
tran, fecundan y relevan recíprocamente; las luchas por reformas
aportan experiencias y forman cuadros para la revolución, la cual a
su vez se lleva a cabo como una intensa concentración de reformas,
que luego habrán de consolidarse, sostenerse y, para ello, de ajustarse
entre sí y de rectificarse a través de otras nuevas reformas.
La formación de continuaciones más avanzadas y revolucionarias
es y será siempre obra humana. En tanto que esas condiciones subje-
tivas aún no han madurado, compete completarlas con las nuevas
aportaciones que esta situación reclama —que reclama con urgen-
30 Nils Castro

cia— y sistematizar los trabajos que permitan construir y masificar


la cultura política que, como parte de la construcción de la necesaria
contrahegemonía popular, pueda colocar esa opción en “la alacena
de la historia” y la haga necesaria y sostenible.
Así lo exigen las próximas confrontaciones con las derechas loca-
les y transnacionales. Mientras, no estará de más esforzarse para que
nuestros actuales gobiernos progresistas resistan la prueba, y que su
oportunidad no se frustre antes de cumplir sus mejores objetivos.
Porque la posibilidad opuesta no debe subestimarse y puede volver a
arrojarnos muchos años atrás.

Notas
1
A las puertas de una situación revolucionaria pueden dispararse dos posibilida-
des: la revolución o la contrarrevolución. Por eso alguna vez Antonio Gramsci
definió al fascismo como contrarrevolución preventiva. Eso hoy evoca equivalen-
cias como las que se dan entre los modos de pensar de los golpistas hondureños
y los de la nueva derecha argentina o chilena, pese a las diferencias que puedan
tener en tiempos y distancias.
2
Y por otra parte, la proliferación de las sectas evangélicas, atribuida al esfuerzo
norteamericano por contrarrestar la influencia de la Teología de la Liberación.
3
Santos, Milton: Por uma outra globalização: de pensamento único à consciência universal,
Record, Río de Janeiro, 2007, p. 116 (original en portugués, cursivas de NC).
4
Ver Nils Castro: “¿Es viable la socialdemocracia?”, en Tareas n. 73, septiembre
diciembre, Panamá, 1989. También “Comentario”, en Secuencia no. 18, septiembre
octubre, Instituto Mora, México D.F., 1990. Asimismo “Democracia y democrati-
zación real”, en Estrategia no. 107, septiembre-octubre, México D.F., 1992. Ade-
más, “De la crisis de la «democracia» a la democratización real”, en Tareas no. 83,
enero abril, Panamá, 1993.
5
En el entendido de que en la mayoría de nuestros países hay importantes seg-
mentos de población adulta no incorporada a las actividades político-electorales
e, incluso, que no ejercen siquiera los derechos ciudadanos más elementales.
6
La crisis y remplazo (o revisión) del neoliberalismo no implica que el modelo de
democracia “que nos han dado” deje de ser el restringido. Esto solo nuestra
propia acción política lo podrá cambiar.
7
Gramsci, Antonio: “El Príncipe moderno” en Notas sobre Maquiavelo, sobre la política
y sobre el Estado Moderno, Nueva Visión, Buenos Aires, 2003, p. 78.
8
“Las diferentes estrategias de las izquierdas latinoamericanas”, ensayo que en su
versión preliminar el autor ha circulado por correo electrónico.
9
Todavía ahora, bajo el impacto de la crisis económica global desatada en 2007, son
más las voces que reclaman medidas anticíclicas con sensibilidad social, como la
defensa del empleo y el salario y que no castiguen a los ahorristas sino a los
banqueros, que aquellas que cuestionan al capitalismo como tal. Sintomática-
mente, lo que se demanda es adecentar al capitalismo, en vez de remplazarlo, lo
La brecha por llenar 31

que destaca esa inoportuna ausencia de una propuesta alterna, renovada y soste-
nible, lista para proceder a remplazarlo.
10
Marx, Carlos: “El dieciocho brumario de Luis Bonaparte” en Obras escogidas,
Editorial en Lenguas Extranjeras, Moscú, tomo 1, 1951, p. 227.
11
Ver Nils Castro: “De movimientos sociales a partidos populares” en Nueva Sociedad
no. 125, mayo junio, 1993. También: “Crisis y reconstrucción de los partidos”, en
Reflexiones en un Panamá democrático, Tribunal Electoral, Panamá, 2006, pp. 41-50.
12
Esto lo que los uruguayos llaman el voto “prestado”, ese que en el 2004 muchos
electores emitieron por primera vez a favor del Frente Amplio, pero que en el 2009
podía retornar a su opción tradicional, aunque el Frente haya gobernado bien,
dado que ese voto ya había cumplido su anterior tarea de amonestar a quienes
antes no habían gobernado como debían.
13
Una contraofensiva que, como ya ha podido constatarse, no necesariamente
respetará las normas democráticas que la propia derecha antes consagró como
elementos de principio de la democracia restringida, de su propia autoría.
14
Ver Reforma social o revolucionaria y otros escritos contra los revisionistas, Fontanara,
México D.F., pp. 118-119.
La “Directiva Retorno”:
xenofobia y desintegración

JULIO SALESSES

“EL DIABLO ES EXTRANJERO… Antes, Europa derramaba sobre el


sur del mundo soldados, presos y campesinos muertos de hambre.
Esos protagonistas de las aventuras coloniales han pasado a la historia
como agentes viajeros de Dios. Era la Civilización lanzada al rescate de
la Barbarie. Ahora, el viaje ocurre al revés. Los que llegan, o intentan
llegar, desde el sur al norte, son protagonistas de las desventuras
coloniales, que pasarán a la historia como mensajeros del Diablo. Es la
Barbarie lanzada al asalto de la Civilización.”

Eduardo Galeano: Espejos, una historia casi universal

I. Línea discursiva institucional de la UE


en materia migratoria

El enfoque de la cuestión inmigratoria en Europa, tiene por base una


interpretación histórica del proceso de llegada y permanencia de in-
migrantes. Al considerar la inmigración como parte de un proceso de
cambio histórico, la lógica que prevalece es la que tiene en cuenta el
nuevo paradigma dominante entre lo que podríamos denominar mo-
noculturalidad pasada y multiculturalidad futura. En este marco, y como
eje dialéctico general y primario para abordar las líneas discursivas
predominantes en la Unión Europea en materia de inmigración, po-
demos señalar la existencia de dos corrientes principales:
1) Un discurso reactivo, que reacciona contra el proceso histórico y
busca restablecer el pasado monocultural.
2) Un discurso pro-activo, que asume la irreversibilidad del proceso
y busca conformarlo como marco para orientar los cambios de
la sociedad.
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 33

Cada uno de estos dos discursos puede llegar a legitimar políticas


concretas, y constituyen, podríamos decir, la base de dos “filosofías”.
Para distinguirlos analíticamente, ambos tienen una concepción dis-
tinta sobre la noción de conflicto y poseen también un marco de
referencia de la población distinto. El discurso reactivo busca gestionar
el conflicto y se preocupa por las alteraciones que supone el proceso
de llegada de inmigrantes en todas las esferas de la vida, a las que
percibe como negativas. El discurso proactivo, por su parte, aspira a
proporcionar a las personas recursos e instrumentos para que gestionen los
conflictos, que perciben como un hecho histórico irreversible. En sín-
tesis, el discurso reactivo ve al conflicto como amenaza, como conflicto
de intereses entre inmigrantes y ciudadanos. Por su parte, el discurso
proactivo lo percibe como una oportunidad histórica y un reto que hay
que afrontar, como parte del proceso de socialización en el que Euro-
pa está envuelta.
Esta visión diferenciada del conflicto implica también, como de-
cíamos, que cada discurso tiene un marco de referencia de la pobla-
ción distinto. El discurso reactivo solo tiene en cuenta a la población
ciudadana (la población votante o de identidad/cultura homogénea),
la que siempre tiene prioridad frente a la población no ciudadana
(población no votante o de identidad/cultura diferente) en los con-
flictos de intereses que se producen. Esto equivale a decir que el
interés del ciudadano-votante prevalece sobre el interés del no-ciuda-
dano (no votante). En el discurso proactivo, por el contrario, el marco
de referencia es toda la población, independientemente de si es o no
ciudadano, si es o no votante.
Las diferencias entre ambas posiciones se manifiestan, también,
en la idea de gestión legislativa frente al fenómeno. El discurso reactivo
lo plantea como un problema que debe resolverse con los instrumen-
tos jurídicos y políticos existentes. El discurso proactivo lo plantea como
un reto que debe afrontarse favoreciendo la innovación política y
jurídica, si los medios actuales no son los adecuados para la gestión
del fenómeno.
Para el discurso reactivo, el referente negativo principal es la inesta-
bilidad y la delincuencia. La inmigración podría incluso alterar la
convivencia de la sociedad en su conjunto. Para el discurso proactivo,
los peligros básicos son cuestiones relacionadas con la violencia ra-
cista, delitos contra trabajadores o explotación de los inmigrantes,
desalojos, problemas sanitarios, polizones, intolerancia religiosa, dis-
criminación, expulsiones y denegaciones arbitrarias de entrada.
34 Julio Salesses

Para el discurso reactivo la llegada masiva de inmigrantes produce


xenofobia, rechazo o desequilibrios laborales que justifican ciertas
reacciones de la ciudadanía. Para el discurso proactivo la inmigración
puede ser considerada como la coartada a la que recurren los intole-
rantes. En esta línea, la llegada de inmigrantes lo que puede llegar a
provocar es un argumento que justifique la necesidad de políticas de
discursos reactivos, que incluso llegue al fascismo si se pretende im-
poner a los ciudadanos proyectos de naturaleza excluyente o totalita-
ria. También preocupa al discurso proactivo la fractura de la sociedad,
al percibir como anormal que el proceso de inmigración provoque
divisiones en términos de posesión o no de derechos.1

II. Más allá del plano discursivo

Lo expuesto hasta aquí constituye el trazo grueso, la línea general


que sirve como telón de fondo ideológico al tratamiento político de la
cuestión de los inmigrantes en el viejo continente. De la tensión entre
las posiciones anteriormente descritas, va surgiendo la síntesis que se
refleja, finalmente, en normas de Derecho Positivo, y que concluye por
lo tanto condicionando el futuro de millones de seres humanos.
En el plano estrictamente institucional, la base discursiva de la
Unión Europea en lo que hace a política migratoria fue fijada en el
Programa de Tampere, adoptado por el Consejo Europeo reunido en
dicha ciudad los días 15 y 16 de octubre de 1999. Dicho programa
dispone como objetivo principal la creación de un Espacio Europeo
de Libertad, Seguridad y Justicia. Dentro de ese marco general, las
conclusiones del Consejo Europeo de Tampere afirman que la inmi-
gración pasa a ser un tema de especial importancia, “puesto que el
goce de la libertad que caracteriza a la Unión Europea (...) ejerce un poder
de atracción para muchos otros ciudadanos de todo el mundo que no
pueden gozar de la libertad que los ciudadanos de la Unión dan por
descontada”. A continuación, remata la proclama con el siguiente
aserto: “Sería, además, contrario a las tradiciones europeas, negar esta
libertad a aquellas personas a las que sus circunstancias conducen
justificadamente a tratar de acceder a nuestro territorio. Por esta ra-
zón, la Unión ha de desarrollar políticas comunes en materia de asilo
e inmigración”. (Apartado 3, Conclusiones de la Presidencia, Conse-
jo Europeo de Tampere, 15 y 16 de octubre de 1999). El Consejo de
Tampere aboga por un enfoque comprensivo que establezca las ba-
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 35

ses de esas políticas comunes, enfoque que “debe atender las causas de
raíz —root causes—, y no generar un tratamiento superficial que ignore las
causas originales de los flujos migratorios”. (sic).
Las prioridades temáticas establecidas en el Consejo Europeo de
Tampere, fueron: 1) colaboración con los países de origen, 2) sistema
europeo común de asilo, 3) metodología de gestión de los flujos mi-
gratorios. Se estableció expresamente que la colaboración con los
países de origen debía fomentar el codesarrollo, aplicar una mayor coheren-
cia entre la política interior y la política exterior de la Unión, establecer
un enfoque global de la inmigración “que trate los problemas políti-
cos, de derechos humanos y de desarrollo de los países y regiones de
origen y tránsito”. (Apartado A. I., punto 11 de las conclusiones del
Consejo Europeo de Tampere). La lucha contra la pobreza, la mejora de las
condiciones de vida y las posibilidades de trabajo, la prevención de conflictos,
la consolidación de estados democráticos y la garantía del respeto de los
Derechos Humanos debían ser temas desarrollados en este enfoque glo-
bal. Por su parte, el apartado “Trato justo de los nacionales de terceros
países” recogía aspectos de política de integración, lucha contra el
racismo y la xenofobia y lucha contra la discriminación, y la regula-
ción de un estatuto jurídico para residentes de larga duración.
El Programa de Tampere refleja con exactitud la manera en que la
Unión Europea busca mostrarse ante el mundo. El abordaje de un
tema como la discriminación, permite marcar definiciones en un
amplio rango axiológico, y exhibir el rumbo elegido como modelo
social. Así, ante la bestialidad imperialista norteamericana, Europa se
ofrece como bloque proclive a la integración multipolar (especialmente,
por razones culturales, religiosas y de dinámicas migratorias con Amé-
rica Latina) fundamentada en la búsqueda de consensos. Ante el
modelo que prohija Guantánamo, Europa fundamenta la legislación
que consagra su Parlamento en el pleno apego a la Declaración de
Derechos Humanos. Coloca a la política exterior norteamericana en
el plano del discurso reactivo, que percibe la alteridad como una ame-
naza a sus intereses, amenaza que debe ser eliminada “gestionando”
con los instrumentos existentes. Los intereses a defender por el Esta-
do norteamericano, son los de sus ciudadanos. Europa reserva para sí
el discurso proactivo. Más allá de sus fronteras no ve (en su declaración
de principios) una “alteridad a eliminar”, sino una oportunidad histó-
rica de acercamiento e integración a lograr mediante consensos sus-
ceptibles de ser volcados a nuevas herramientas jurídicas y políticas.
Según esta visión, Europa sería lo plural, lo tolerante, lo “política-
36 Julio Salesses

mente correcto”, en oposición al rancio y recalcitrante conservadu-


rismo yanqui.
El análisis de la política exterior de la Unión Europea desde el
Programa de Tampere hasta la actualidad, excedería el espacio desti-
nado a este trabajo. Sin embargo, puede afirmarse que la tarea legisla-
tiva del Parlamento muestra, en el área temática que nos ocupa, más
contradicciones que concordancias con la línea ideológica del progra-
ma. Con posterioridad a su entrada en vigencia (y como consecuencia
de ella), surgen dos Directivas de la Unión Europea contra la discri-
minación: la de igualdad de trato con independencia del origen racial
o étnico (Directiva 2000/43/CE del Consejo, 29 de junio de 2000) y
la de igualdad de trato en el mundo laboral (Directiva 2000/78/CE del
Consejo, 27 de noviembre de 2000).
Encontramos en ellas disposiciones como: “La presente Directiva
tiene por objeto establecer un marco para luchar contra la discrimi-
nación por motivos de origen racial o étnico, con el fin de que se
aplique en los estados miembros el principio de igualdad de trato”.
(Art. 1); más adelante se argumenta:
Concepto de discriminación.
1. A efectos de la presente Directiva, se entenderá por “principio
de igualdad de trato” la ausencia de toda discriminación, tanto
directa como indirecta, basada en el origen racial o étnico.
2. A efectos del apartado 1:
a) existirá discriminación directa cuando, por motivos de origen
racial o étnico, una persona sea tratada de manera menos fa-
vorable de lo que sea, haya sido o vaya a ser tratada otra en
situación comparable;
b) existirá discriminación indirecta cuando una disposición, cri-
terio o práctica aparentemente neutros sitúe a personas de un
origen racial o étnico concreto en desventaja particular con
respecto a otras personas, salvo que dicha disposición, crite-
rio o práctica pueda justificarse objetivamente con una finali-
dad legítima y salvo que los medios para la consecución de
esta finalidad sean adecuados y necesarios.
3. El acoso constituirá discriminación a efectos de lo dispuesto en
el apartado 1 cuando se produzca un comportamiento no desea-
do relacionado con el origen racial o étnico que tenga como ob-
jetivo o consecuencia atentar contra la dignidad de la persona y
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 37

crear un entorno intimidatorio, hostil, degradante, humillante, u


ofensivo.
4. Toda orden de discriminar a personas por motivos de su origen
racial o étnico se considerará discriminación con arreglo a lo
dispuesto en el apartado 1. (Art. 2).
Sin embargo, las políticas concretas surgidas a partir de la re-
glamentación del Programa de Tampere en particular, y de la nor-
mativa general sobre xenofobia y discriminación, muestran a la Unión
Europea en una praxis asimilable a la del discurso reactivo, tendencia
que se pone especialmente de manifiesto en sus decisiones sobre
política migratoria, y que se agudiza a medida que la Unión se am-
plía con la incorporación de nuevos países. El carácter integrador y
progresista del Programa es puesto en crisis por la tarea legislativa
del Parlamento desde el momento mismo de su entrada en vigencia,
en un proceso que culmina el día 18 de junio de 2008, al dar a luz el
Parlamento Europeo una criatura llamada Directiva P6TA-PROV
(200) 0293, para los íntimos “Directiva Retorno”, la cual dispone
procedimientos y normas comunes para el retorno de los nacionales
de terceros países que se encuentren ilegalmente en su territorio.
A quienes desde hace tiempo venimos considerando la importancia
estratégica que puede implicar para la creación de un mundo multipolar
la estrechez de los vínculos culturales y económicos entre América La-
tina y la Unión Europea, la lectura de su texto nos genera una conside-
rable dosis de perplejidad y escepticismo por el futuro de esos vínculos.

III. Cuestionamiento jurídico de la “Directiva Retorno”

La norma en cuestión exhibe en su texto una súper abundancia de


tecnicismos jurídicos a los que recurre el legislador para dotar a la
misma de una apariencia de legalidad, y viola en forma reiterada nu-
merosas disposiciones del Derecho Internacional Público.
Escapa a los límites espaciales previstos para este trabajo incursionar
en un análisis exhaustivo de la norma que nos ocupa. No obstante, para
la evaluación del impacto socio-político que genera su contenido, basta
enumerar algunas de sus disposiciones más salientes:
1) Retorno: Repatriación al país de origen del inmigrante, a un país
de tránsito con el que la UE tenga acuerdo de repatriación o a
otro país al que el inmigrante decida ir, siempre que sea admitido.
38 Julio Salesses

2) Retorno voluntario: Una vez emitida una orden de expulsión,


se establece un período para el retorno voluntario del inmigran-
te, de entre 7 y 30 días. El período puede extenderse en función
de algunas circunstancias (hijos escolarizados en el país, lazos
familiares, entre otras).
3) Retención: Comunicada la expulsión, podrá disponerse el inter-
namiento del inmigrante, en caso de riesgo de fuga o si el
inmigrante sin papeles rechaza su repatriación. Se garantiza el ac-
ceso de las ONG a los centros de internamiento, así como la
posibilidad de que el inmigrante recurra la orden de expulsión.
4) Duración de la retención: Se establece un período máximo de
internamiento de seis meses, ampliable a 18 en caso de falta de
cooperación del inmigrante (sic) para su repatriación o problemas
en el proceso (obtención del permiso del país implicado u otros).
5) Prohibición de entrada: Tras su expulsión, el inmigrante no po-
drá entrar en Europa en un plazo mínimo de cinco años, que
podrá ampliarse si se aprecia (sic) que supone una amenaza para
el orden y la seguridad.
6) Menores: Los menores no acompañados y las familias con me-
nores serán internados como último recurso y durante el menor
tiempo posible. No obstante, los menores no acompañados po-
drán ser expulsados a países donde no tengan un tutor o una familia.
Como decíamos, el texto de la Directiva colisiona con el Derecho
Internacional Público.
Del Derecho Internacional Imperativo —es decir, el que se impone
sobre cualquier otro derecho— viola la norma que subordina los de-
rechos internos o regionales al Derecho Internacional. La Directiva
aprobada hace débiles alusiones a este Derecho, pero su contenido
material fulmina las normas internacionales que no concuerdan con
él. Los estados miembros de la UE deben aplicar la directiva “de
conformidad con los principios generales del Derecho Comunitario”,
lo que cabe hacer únicamente cuando tal Derecho Comunitario no
viola una norma internacional. Puede coexistir con el Derecho Inter-
nacional, pero no puede ir contra él. Si lo hace, los estados que violen
la norma incurrirían en responsabilidad internacional, que los estados
afectados tendrían derecho de reclamar. Como dispone el Artículo 27
de la Convención de Viena sobre Derecho de Tratados de 1969, un Es-
tado parte “no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno
como justificación del incumplimiento de un tratado”.
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 39

Del Derecho Internacional Positivo, viola dos grandes convenciones


de la Organización de las Naciones Unidas: la Convención sobre los
Derechos del Niño (20/11/1989), y la Convención de Viena sobre
Relaciones Consulares (24/4/1963). Todos los estados miembros
de la Unión Europea son parte de estas dos convenciones.
De la Convención sobre los Derechos del Niño —que determina que la
infancia se extiende hasta los 18 años de edad—, ya que su Artículo 2
estipula que
… los Estados Partes respetarán los derechos enunciados en la presente
Convención y asegurarán su aplicación a cada niño sujeto a su jurisdic-
ción, sin distinción alguna, independientemente de la raza, el color, el
sexo, el idioma, la religión, la opinión política o de otra índole, el origen
nacional, étnico o social, la posición económica, los impedimentos físi-
cos, el nacimiento o cualquier otra condición del niño, de sus padres o de
sus representantes legales.

Pocas dudas puede producir este texto.


Por su parte, el artículo 2,1 establece la obligación de tomar “todas
las medidas apropiadas para garantizar que el niño se vea protegido
contra toda forma de discriminación o castigo por causa de la condi-
ción, las actividades, las opiniones expresadas o las creencias de sus
padres, o sus tutores o de sus familiares”. La situación de indocu-
mentado no es delito, sino falta administrativa, y su uso como causa
de detención o de expulsión es una violación evidente de la Conven-
ción de la ONU. Esta Convención, además, dispone el derecho del
niño a una nacionalidad, a su protección por el Estado donde se en-
cuentre, el derecho a que se le priorice como refugiado y a gozar de
atención legal, sanitaria y educativa, y a no ser privado arbitraria-
mente de su libertad.
En cuanto a la Convención sobre relaciones consulares, y en especial
en lo relativo a la protección consular, puede afirmarse que la Direc-
tiva es aún más incompatible. El artículo 36 de la Convención esta-
blece el derecho de los funcionarios consulares de “comunicarse
libremente con los nacionales del Estado que envía y visitarlos. Los
nacionales del Estado que envía deberán tener la misma libertad de
comunicarse con los funcionarios consulares de ese Estado y de visi-
tarlos”. En caso de detención o arresto, las autoridades del país están
obligadas a informar sin dilación al detenido de sus derechos y al
Consulado más próximo del hecho de la detención. Este es un dere-
40 Julio Salesses

cho fundamental que ningún Estado o grupo de estados puede limitar.


Es la doctrina impuesta por la Corte Internacional de Justicia en los
casos La Grand (Alemania contra los Estados Unidos), fallado
en 2001, y Avena (México contra los Estados Unidos), fallado en 2004.
Que la directiva de la UE atropelle la Convención de 1963 y pase por
encima estas dos sentencias son hechos de la mayor gravedad.
Pero el artículo 13,3 de la “Directiva Retorno” afirma que “El
nacional de un tercer país afectado podrá tener asesoramiento jurídi-
co, representación y, en su caso, asistencia lingüística”. Esta formula-
ción convierte en dubitativo un Derecho esencial, pues el detenido debe
tener tal tipo de asesoramiento, sobre todo por parte de su consulado.
El artículo 16,2 de la Directiva va más allá en la violación de las
normas consulares, al disponer que “previa petición, se autorizará a los
nacionales de terceros países en régimen de internamiento a que entren
en contacto en el momento oportuno con sus representantes legales,
los miembros de su familia y las autoridades consulares competentes”.
Recordemos que la Corte Internacional, en sus sentencias de 2001
y 2004, condenó a los Estados Unidos por “no notificar sin retraso al
puesto consular más próximo” la detención de ciudadanos de Alema-
nia y México, con lo cual violó el artículo 36 de la Convención de 1963.
Por su parte, el artículo 16,4 de la Directiva establece que “Las
organizaciones y los organismos nacionales, internacionales y no gu-
bernamentales pertinentes y competentes podrán visitar los centros
de internamiento (...) en la medida en que se utilicen para el interna-
miento de nacionales de terceros países”, pero que dicha visitas “po-
drán estar sujetas a autorización previa”. En otras palabras, no habrá
libre acceso a los centros de internamiento. Queda clara la analogía
de esta norma con las reglas impuestas por los Estados Unidos a los
detenidos en Guantánamo, donde los centros de detención solo pue-
den ser visitados previa autorización de las autoridades estadounidenses.2

IV. Cuestionamiento histórico

Dejando el plano de la técnica legislativa, la “Directiva Retorno” se


cuestiona también desde una perspectiva tal vez ajena al pragmatis-
mo que predomina en las decisiones políticas de fondo. Esa perspec-
tiva es la de la “Reciprocidad Histórica”. Desde su llegada a la actual
América Latina, los europeos, sin ser llamados ni tener papeles, esta-
blecieron sus propias políticas migratorias.
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 41

– Los españoles prohibieron migrar a América a aquellos que no fue-


ran puros de sangre, es decir, a los moros y a los judíos. El propio
Miguel de Cervantes pagó el precio de su “impureza de san-
gre”: dispuesto a trasladarse a nuestro continente, solicitó a su
majestad autorización para hacerlo, recibiendo lacónica respuesta:
“Busque por acá en qué se le haga merced”.
– Luego promovieron la movilización de millones de indígenas para la
explotación de minas como las de Potosí y Muzo.
– Desplazaron poblaciones desde el actual territorio de Panamá ha-
cia las explotaciones agrícolas de las costas sudamericanas.
– Agotadas las reservas de mano de obra indígena, implementaron
la migración forzada de esclavos negros africanos hacia los cultivos de
las diferentes zonas tropicales. Tres millones de africanos fueron
trasladados a los territorios ocupados por España y Portugal.
– Conquistada la independencia, los nuevos países latinoamericanos
promovieron una abierta y masiva inmigración, especialmente dirigida
a los europeos. Ocho millones se instalaron en América del Sur
entre 1850 y 1920, huyendo de la miseria de sus propios países.
– Terminada la Segunda Guerra Mundial, tres millones de europeos
migraron hacia América del Sur.
Sin embargo, la hegemonía neoliberal de la década de los 90 invir-
tió de plano la dirección de los flujos migratorios. A raíz de la aplicación
de las recetas neoliberales, se produjo en América Latina una acelera-
ción de las migraciones hacia otros territorios. Entre los años 2000 y
2002, alrededor de 250 000 argentinos emigraron al exterior, muchos
de ellos a España e Italia, donde tenían lazos familiares. En la actua-
lidad hay un argentino en España por cada español en Argentina, y
un argentino en Italia por cada 15 italianos en Argentina. En países
como España preocupa la circunstancia de que ya casi el 8% de su
población es extranjera. Sin embargo, en Argentina, a principios del
siglo XX, la población migrante era de casi el 30%.

V. Cuestionamiento económico

La migración de los sudamericanos en Europa puede ser vista como


una competencia desleal frente a la mano de obra nativa, una carga
para los servicios sociales o una amenaza cultural para los valores
42 Julio Salesses

europeos. Todas estas percepciones, producto del conocimiento vul-


gar, han sido descalificadas por los múltiples estudios realizados al
respecto.
— El inmigrante en Europa, en especial el latinoamericano, cubre
puestos de trabajo producidos por una demanda insatisfecha de
los mismos.
— Gracias a su aporte, cajas de pensiones como la española han
pasado de una situación deficitaria (debido al envejecimiento de
su población), a una de superávit.
— Su contribución impositiva directa e indirecta cubre largamente
los costos que puedan provocar la educación de sus hijos, o la
salud de ellos y sus familias, especialmente porque son jóvenes y
utilizan mucho menos estos servicios que el resto de la población.

VI. Principio de igualdad-avance de la xenofobia

La xenofobia pone al descubierto fuertes componentes etnocéntri-


cos y nacionalistas, que tienen lugar no solo en el campo social, sino
también en el plano institucional de las naciones. El derrumbe de
fronteras que trajo aparejada la integración de Europa no parece te-
ner incidencia alguna en los índices y formas de manifestación del
fenómeno. La exacerbación de la xenofobia desplaza en forma pau-
latina al discurso del desacreditado racismo biológico en las expre-
siones de sectores radicalizados de la extrema derecha europea en
Francia, Italia, Alemania, Inglaterra y España. Un informe de comi-
sión elaborado en el año 2005 por el Parlamento Europeo, afirma:
Un fantasma de nuevo cuño se cierne hoy sobre la Europa política: la
xenofobia. Esta palabra es apropiada no solo para quienes contribuyen a
fomentar los sentimientos xenófobos para explotarlos políticamente, sino
también para quienes, desaprobando las tendencias xenófobas, no dejan
de intentar sacar provecho político de ellas. En los Estados europeos exis-
ten elementos racialmente discriminatorios que se pueden encontrar en la
legislación, en la jurisprudencia, y tal vez sobre todo en las prácticas ad-
ministrativas. Esta situación presenta unas características que permiten
hablar a veces de discriminación racial institucionalizada.3
Apenas tres años después de hacer pública esta impecable declara-
ción de principios, el mismo organismo, el Parlamento Europeo, gira
180º, y sanciona la Directiva Retorno. Lejos de legislar para revertir la
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 43

tendencia xenófoba, acompaña su proceso, legisla “a pedido del pú-


blico” políticas antiinmigratorias. El migrante molesta porque es di-
ferente. Algunos reconocen su utilidad, pero sienten que lo ideal
sería que aparecieran a las ocho de la mañana y desaparecieran a las
ocho de la noche, después de su día laboral. Y es esta opinión, exten-
dida, lo que ha tenido como corolario la sanción de la norma.

VII. Cuestionamiento político

Por último, debe abordarse el cuestionamiento político, tema clave


que remite a la consideración de dos puntos centrales que conciernen
a la ya de por sí dificultosa tentativa de integración entre Sudamérica
y Europa.
Por una parte, quienes consideramos que la integración latinoame-
ricana ha dejado de ser una postura ideológica para convertirse en
una condición que hace a la subsistencia misma de los estados, y que
en ese marco el acercamiento a la Unión Europea se percibe como
un elemento estratégico importante para el surgimiento de un mun-
do multipolar, vemos que la “Directiva Retorno” es un obstáculo no
menor para alcanzar esa meta. El carácter xenófobo de su contenido,
lejos de integrar, desintegra. Basta, para demostrarlo, la repercusión
que la misma ha tenido entre los principales líderes de la región
Comandante Fidel Castro: “Manifiesto mi repudio a la brutal
medida europea de expulsar a los inmigrantes no autorizados
procedentes de los países latinoamericanos, en algunos de los
cuales, la mayoría de la población es de origen europeo. Los
emigrantes son, además, fruto de la explotación colonial, semi–
colonial y capitalista”.
Presidenta Michelle Bachelet: “Chile considera de gran impor-
tancia que Mercosur y los Estados asociados hayamos sido ca-
paces de fijar una postura firme y clara con respecto a materia
migratoria, luego de las medidas adoptadas por la Unión Europea.
Chile, al igual que sus socios de MERCOSUR, considera que la
“Directiva Retorno” de la Unión Europea puede lesionar grave-
mente los Derechos Humanos de los migrantes, y reclamamos
para ellos un tratamiento basado en el reconocimiento de dere-
chos y también en el respeto a los acuerdos internacionales
vigentes”.
44 Julio Salesses

Presidente Evo Morales Ayma: “Paralelamente a la sanción de


la “directiva retorno”, la Unión Europea trata de convencer a la
Comunidad Andina de las Naciones (Bolivia, Colombia, Ecua-
dor y Perú) de firmar un “acuerdo de asociación” que incluye en
su tercer pilar un Tratado de Libre Comercio, de misma natura-
leza y contenido que los que imponen los Estados Unidos. Ade-
más, a título de la protección jurídica se nos presiona por el proceso
de nacionalización del agua, el gas y telecomunicaciones reali-
zados en el Día Mundial de los Trabajadores. Pregunto, en ese
caso ¿dónde está la seguridad jurídica para nuestras mujeres, ado-
lescentes, niños y trabajadores que buscan mejores horizontes
en Europa? Se promueve la libertad de circulación de mercan-
cías y finanzas, mientras en frente vemos encarcelamiento sin
juicio para nuestros hermanos que trataron de circular libremen-
te... Eso es negar los fundamentos de la libertad y de los dere-
chos democráticos”.
Presidenta Cristina Fernández: “Europa ejerce políticas migra-
torias francamente inadmisibles, que nos remiten a épocas de
xenofobia que creíamos definitivamente alejadas de la historia
de la humanidad, y que deberían ser replanteadas”.
Presidente Tabaré Vásquez: “Nos duele particularmente que se
intente discriminar y no se respeten los Derechos Humanos de
los latinoamericanos que han ido a buscar a otras tierras lo que
no encuentran en las suyas, como hicieron nuestros abuelos en
su momento”.
Presidente Hugo Chávez: “Si los gobiernos europeos efectiva-
mente aplican la “directiva bochorno”, ¿Cuál sería el sentido de
futuras cumbres entre la Unión Europea y América Latina?”.
Presidente Luis Ignacio Lula da Silva: “Quiero felicitar la deci-
sión unánime del Parlamento de MERCOSUR, por rechazar la
directiva de retorno aprobada por la Unión Europea”.
Presidente Fernando Lugo: “Esta resolución del Parlamento
Europeo es una mancha negra en la historia de nuestras relacio-
nes. Se fomenta la libre circulación de mercaderías y servicios,
mientras se criminaliza la circulación de las personas”.
Presidente Rafael Correa: “¿Con qué calidad moral se puede
sostener una globalización que cada vez busca más la libre mo-
vilidad de mercancías, la inmediata movilidad de capitales, pero
criminaliza la movilidad de seres humanos?”.
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 45

Presidente Daniel Ortega: “Esta Directiva, en la que se establece


pena de cárcel para los inmigrantes, es terrorista”.
Estas manifestaciones individuales de los mandatarios, fueron la
base de la contundente respuesta institucional del MERCOSUR en
la Cumbre celebrada en Argentina en julio de 2008, a través de una
Declaración cuyo texto se agrega como Anexo al final de este trabajo.
Por otra parte, así como en el apartado II señalábamos la falta de
concordancia entre las declaraciones de principios y las políticas efecti-
vamente ejecutadas, es claro que la “directiva retorno” pone también
en crisis la línea discursiva que se ha venido sosteniendo desde el
plano institucional de la Unión Europea en lo que concierne a la rela-
ción con los pueblos de América Latina. La misma establece que la
Unión Europea visualiza como estratégica la integración con MER-
COSUR y con el resto de los países latinoamericanos. Se postula:
— Que esa integración no se limita al plano económico.
— Que incluye y tiene como base los lazos históricos, culturales y
étnicos que ligan a ambos continentes.
— Que tiene como marco general los principios de igualdad, de
respeto a la diferencia y a la dignidad humana consagrados en
los tratados internacionales de mayor relevancia.
¿Cómo se concilian con esto el opuesto contenido jurídico, la xe-
nofobia, el pragmatismo mercantilista y la falta de reciprocidad his-
tórica de la “directiva retorno”? ¿Cómo se sigue de acá en adelante?
¿Se modifican las consignas, se modifican las políticas, o se determi-
na la institucionalización del doble discurso?
La respuesta surgirá de los pasos futuros de la dirigencia política
europea con la que, como decíamos antes, nuestra América Latina
intenta trabajosamente acercar vínculos, considerando esto una he-
rramienta estratégica para acceder a un mundo multipolar, incluyen-
te y equitativo. Esa misma dirigencia que hace pocos años, en nombre
de la libertad y de los Derechos Humanos, derrumbaba el Muro de
Berlín, y que hoy elabora murallas legales de contenido igualmente
oprobioso para la condición humana.
Seguramente, el problema migratorio sería verdaderamente resuel-
to si se atacaran las causas y no los efectos. Si los países desarrolla-
dos adoptaran las políticas necesarias para evitar que las asimetrías
económicas internacionales, los multimillonarios subsidios que dis-
torsionan la competitividad, la falta de apertura de sus mercados a
46 Julio Salesses

los productos de los países emergentes y en desarrollo, sigan profun-


dizando la pobreza estructural, la exclusión social y la desigualdad de
oportunidades.

Anexo

DECLARACIÓN DE LOS PRESIDENTES DE LOS


ESTADOS PARTE DEL MERCOSUR Y ESTADOS
ASOCIADOS SOBRE LA “DIRECTIVA DE RETORNO”

Los Presidentes de los Estados Parte del MERCOSUR y Estados


Asociados, reunidos en ocasión de la Cumbre de San Miguel de Tu-
cumán, expresan su rechazo a la aprobación por parte de la Unión
Europea de la llamada Directiva de “Retorno”.
Lamentan que Naciones tradicionalmente generadoras de corrien-
tes migratorias que —en la actualidad— son receptoras de migrantes
no reconozcan, en base al principio de reciprocidad histórica, la res-
ponsabilidad compartida entre los países de origen, tránsito y destino
de los flujos migratorios.
Reafirman el valioso aporte que para el desarrollo de los países de
destino representa la población migrante, en los aspectos social, eco-
nómico, político, cultural, científico y académico; e insisten en la
necesidad de garantizar la inserción de la persona migrante en las
sociedades de acogida a través de políticas de inclusión amplias, for-
muladas con la participación de las comunidades de migrantes.
Reivindican el aporte positivo de nuestros migrantes connaciona-
les en todos los países de destino en la Unión Europea, tanto en el
plano social y cultural como en el económico.
Reiteran su firme compromiso con la promoción y el respeto irres-
tricto de los derechos humanos de las personas migrantes y sus fami-
lias, independientemente de su condición migratoria, nacionalidad,
origen étnico, género o edad.
Rechazan cualquier intento de criminalización de la migración irre-
gular y la adopción de políticas migratorias restrictivas, en particular
hacia los sectores más vulnerables —las mujeres y los niños—. Subra-
yan la necesidad de luchar contra el racismo, la discriminación, la
xenofobia y otras formas de intolerancia.
Enfatizan la importancia que reviste que los países desarrollados
adopten las políticas necesarias para evitar que las asimetrías econó-
La “Directiva Retorno”: xenofobia y des-integración 47

micas internacionales, los multimillonarios subsidios que distorsio-


nan la competitividad; la falta de apertura de sus mercados a los pro-
ductos de los países emergentes y en desarrollo profundicen las causas
de las migraciones, esto es la pobreza estructural, la exclusión social
y la desigualdad de oportunidades.
Exhortan a la UE a impulsar políticas consistentes con la promoción
de los derechos humanos y el desarrollo integral e instan a los países que
la conforman, a mantener y profundizar los compromisos asumidos en
los objetivos del milenio, en el derecho internacional de los derechos
humanos, en el derecho internacional humanitario y en la jurisprudencia
internacional sobre la materia, como en los diálogos de la UE con
América Latina y el Caribe, con el MERCOSUR, la CAN y Chile.
En ese entendido, proponen a la UE fortalecer el diálogo y la coo-
peración internacional con el objeto de reducir las causas fundamen-
tales de las migraciones, promover el pleno desarrollo de los países
de origen de los migrantes, facilitar la integración de los migrantes y
sus familias en el país de destino y garantizar condiciones para el
retorno voluntario y asistido de los nacionales.
Destacan que solo el justo reconocimiento por parte de los países
desarrollados de la reciprocidad histórica en materia de migraciones
garantizará —en el marco del principio de corresponsabilidad— un
futuro compartido entre nuestros pueblos basado en la convivencia,
la paz y el desarrollo humano integral.
San Miguel de Tucumán, 1 de julio de 2008

Notas
1
Elena Sánchez Montijano, Elena González y Ricard Zapata Barrero: El discurso
político en torno a la inmigración en España y en la Unión Europea, Editorial Tirant lo
blanch, Valencia, España, 2008, pp. 119-120.
2
Augusto Zamora: Diario Público, España, 23 de junio de 2008.
3
Julio Salesses: “Educación y cultura, herramientas para el perfil humanístico
de la integración” en VIII Jornadas ECSA, Córdoba, 2005.
La crisis global y la nueva transición

ERNESTO DOMÍNGUEZ LÓPEZ

El estallido “oficial” de la crisis mundial en septiembre de 2008 mar-


ca uno de los hitos más importantes de las últimas décadas en el
desarrollo del sistema capitalista global. La connotación de financie-
ra dada a la misma por una gran parte de la prensa y los especialistas
en los primeros momentos, aunque repetida hasta la actualidad por
un buen número de ellos, fue desmentida por los hechos. Su rápida
difusión y repercusión en todos los ámbitos hizo visible que su carác-
ter es mucho más abarcador.
Como todo proceso histórico, la crisis global, aunque responde a
características generales del sistema capitalista dominante, de la fase
actual del desarrollo de este último, y a la articulación vigente de las
relaciones internacionales de todo tipo (políticas, económicas, sociales),
tiene importantes diferencias en lo que a sus manifestaciones y repercu-
siones se refiere en uno u otro escenario. Esas diferencias se deben a
los desniveles y particularidades que existen entre países y regiones,
a pesar de la oleada homogenizadora que representa la globalización.
La heterogeneidad propia de este sitio que llamamos mundo se
reproduce a su vez al interior de las regiones e incluso de los países, pues
la idea de centro-periferia, tal como se ha manejado tradicionalmente, e
incluso la versión más desarrollada de Inmanuel Wallerstein,1 son de
hecho incompletas. Todas ellas tienen en cuenta solo las diferencias
La crisis global y la nueva transición 49

entre estados, sin entrar a considerar que al interior de las fronteras


de cualquier país pueden existir, y generalmente existen, varios de
los niveles que se han utilizado como referente a la hora de clasificar
a las naciones en centrales, periféricas, semiperiféricas, etc.2
Para entenderlo debemos tener en cuenta las polarizaciones que se
producen en todas las sociedades a partir de la concentración de los
capitales y los beneficios generados; de los sistemas políticos y sus
características, que incluyen el empoderamiento de determinados
sectores, muchas veces en competencia con otras elites alternativas,
pero igualmente reducidas; de los ordenamientos sociales asociados
a la diferenciación y jerarquización de las poblaciones, que derivan
no solo del nivel de riqueza apropiado o de la pertenencia a una clase
social u otra, sino también de elementos difícilmente medibles como
el prestigio y el reconocimiento social. En la actualidad esos siste-
mas de relaciones han trascendido los marcos nacionales y se extien-
den a escala global, en una compleja red transnacional.
De lo que no cabe duda es que el mundo entero ha recibido una
tremenda sacudida, que ha alcanzado a los países centrales (de hecho
se inició en ellos), y que probablemente traerá cambios cualitativos
importantes, que no se limitarán a la esfera financiera, ni siquiera a la
económica. Las transformaciones se extenderán mucho más allá, para
abarcar también lo social, lo político y lo mental, en tanto que cam-
bio sistémico.
La sociedad no puede ser vista como un agregado de esferas inde-
pendientes o al menos autónomas, sino como un sistema que incluye
el conjunto de las relaciones, agentes, estructuras, aparatos institucio-
nales, organizaciones, ideologías, imaginarios y demás formas de ac-
ción, organización y representación humanas. Ellos se encuentran en
una permanente interacción e interdeterminación, entendido como
una totalidad con partes diferenciadas esencialmente por razones
metodológicas. Esto lo podemos apreciar en las comunidades de cual-
quier nivel, desde locales hasta la sociedad global, por tanto una trans-
formación cualitativa como la que puede suponerse que emergerá de
la crisis afectaría al conjunto, y no a una sola de las partes.
La magnitud del cambio que se producirá es harina de otro costal,
al igual que el sentido que tendrá. Todo pronóstico que se formule,
no importa el tema que se trate, contiene un altísimo nivel de especu-
lación, pues los sistemas de relaciones humanas, en todas sus mani-
festaciones, son infinitamente complejos y comprenden una cantidad
enorme de variables, que en su inmensa mayoría son incuantifica-
50 Ernesto Domínguez López

bles, dado su alto contenido de subjetividad. Los tratamientos proba-


bilísticos de este tipo tienden a reflejar la experiencia e incluso las
creencias de los que los elaboran, más que los elementos que real-
mente inciden en el problema analizado, desde el momento mismo
en que las variables escogidas y los valores y ponderaciones asigna-
dos a cada una de ellas tienden a ser arbitrarios, nacidos de los crite-
rios con los cuales se observa el presente y el pasado reciente.
Por ello, con este trabajo intento ofrecer una visión, necesariamen-
te personal y por tanto condicionada por mi propia subjetividad, del
significado de la crisis global, así como de las perspectivas que abre.
El estudio se centra en los centros fundamentales, en especial los
Estados Unidos y la Unión Europea, pues han sido los principales
actores del desarrollo del capitalismo. Por supuesto que en la misma
medida en que la situación vaya variando, la percepción que tengan
los lectores, como el resto de los habitantes del planeta, del estado
real de la misma cambiará a su vez, lo que entraña un riesgo para
cualquier análisis que se intente sobre este tópico. No obstante, creo
firmemente en la importancia y necesidad de emprenderlo, al menos
parcialmente, fuera de la avalancha de cifras y otros datos, esencial-
mente económicos, con que somos golpeados diariamente los cua-
les, si bien ofrecen una información detallada de muchos aspectos
del problema, amenazan con ahogarnos si no nos detenemos a pen-
sar, aunque sea solo un instante.

Desarrollo, neoliberalismo y globalización


en el mundo precrisis

El mundo que llegó a la crisis estuvo marcado por una serie de ten-
dencias que condicionaron el desarrollo de los procesos verificados
tanto a escala global como en espacios más reducidos. De conjunto
delinearon una coyuntura histórica signada además por hitos de tanta
importancia como el derrumbe del socialismo europeo y la desapari-
ción de la Unión Soviética entre 1989 y 1991. Este último suceso fue
considerado por el historiador británico Eric Hobsbawm como el fi-
nal del siglo XX histórico (un siglo corto),3 lo cual puede ser aceptado
o no, pero da una idea clara de la magnitud del impacto del colapso.
Sin embargo, las tendencias a las que me refiero dibujan un pano-
rama mucho más amplio y complejo que la sola caída del modelo
eurosoviético, por ser mucho más abarcadoras y multidimensiona-
La crisis global y la nueva transición 51

les. Ellas son el desarrollo de la globalización, la expansión del neoli-


beralismo como episteme hegemónico y la consecuente conforma-
ción de un modelo neoliberal global y la reestructuración del sistema
de relaciones internacionales. Todo ello acompañado, o más bien for-
mando parte de una nueva fase del desarrollo del capitalismo global.
En el momento que estalló la crisis, el tradicionalmente llamado
Primer Mundo había transitado desde hacía algunas décadas hacia lo
que se ha denominado el capitalismo postindustrial,4 lo cual signifi-
ca, en primer lugar, que la industria dejó de ser, para los países más
desarrollados, la principal contribuyente al Producto Interno Bruto
(PIB) y la principal fuente de empleo para la población en edad labo-
ral. Su lugar ha sido ocupado por el sector de los servicios, que ha
alcanzado cotas superiores al 70% del total en ambos aspectos.5
En este sentido es imprescindible señalar otro aspecto interesante,
la composición de los servicios que predomina en cada caso. En nuestra
área geográfica existen no pocos países cuya estructura de PIB está tam-
bién ampliamente dominada por los servicios, como los pequeños
estados insulares del Caribe. Sin embargo se trata por lo general de
formas tradicionales, pues son destinos muy cotizados del turismo
de sol y playa, por ejemplo. En el caso de los países más desarrolla-
dos, el mayor volumen cae en la categoría de servicios financieros y
servicios de alto contenido en conocimiento (consultorías de distinta
clase, distribución de tecnología, servicios informáticos, etc.). Ello se
corresponde con la orientación general del desarrollo de los centros
de poder fundamentales.
Todo lo anterior se asocia con el cambio que se ha producido en
los marcadores del desarrollo,6 pues ya no puede considerarse al nivel
de industrialización como el más importante, ya que los procesos
más recientes, durante las últimas décadas, han llevado a la deslocaliza-
ción industrial, es decir, el traslado de los centros fabriles de los centros
tradicionales hacia las periferias, donde los costos de producción, de
conjunto, son mucho menores. La relativa desindustrialización del Occi-
dente y la terciarización de su economía es un fenómeno evidente.
Tal situación, unida a una serie de factores adicionales, como la
modernización y la informatización en la industria remanente, han
cambiado radicalmente la relación de los trabajadores con los medios
de producción, no en el sentido de la propiedad, sino de la subjetivación
que hacen de su condición social. Ello contribuye a que se produzca la
llamada desaparición de la clase obrera, entendiendo por obrero solo
al tradicional de “cuello azul”, y su paulatina sustitución por trabaja-
52 Ernesto Domínguez López

dores, en gran parte de alto nivel de calificación, que se desempeñan


en sectores no industriales de la economía o que trabajan en la indus-
tria en condiciones completamente diferentes de las tradicionales.
Ello se observa como una expansión de la llamada (y difusa) clase
media, a la vez que las líneas divisorias entre las clases se tornan
menos evidentes y por tanto las contradicciones sociales, que seguían
esas fronteras, tienden a hacerse también difusas y fragmentarias.
El resultado es que el ordenamiento social comúnmente conocido,
estrechamente vinculado a los procesos de formación de las fuerzas
políticas, derivadas en lo fundamental de las realidades y dinámicas
de la sociedad industrial, ha experimentado un cambio muy impor-
tante. Y ello debe ser comprendido para poder interpretar correcta-
mente los cambios que se han producido en las propuestas de los
partidos sistémicos y en la manera de realizarse la política.
Por supuesto que para las regiones periféricas esto no es así, dado
que los procesos son bien diferentes. En algunos casos es ahora que
se está conformando una sociedad de tipo industrial, en condiciones
de dependencia y con un contexto exterior totalmente diferente al
que rodeo a las naciones europeas en el siglo XIX, por lo que no pue-
den homologarse estrictamente ambos procesos.
Estos cambios de la estructura social están estrechamente relacio-
nados con el proceso de transición hacia lo que se conoce como la
sociedad del conocimiento, elemento fundamental del desarrollo en
la actualidad. El término refiere a una sociedad directamente relacio-
nada con la economía del conocimiento, que es aquella que se orien-
ta a la producción y comercialización de conocimiento, y/o de bienes
y servicios de alto contenido en conocimiento (tecnología de punta,
por ejemplo).
Para los economistas y políticos occidentales, la necesidad de reo-
rientar sus economías y sus sociedades en general en función de la
producción de conocimiento, con todo lo que ello implica en lo que a
la reformulación de sus políticas educacionales significa, es una reali-
dad insoslayable. Siguiendo el concepto formulado en 1969 por Peter
Drucker, y luego profundizado por Robin Mensel y Nico Stehr, para
el profesor de la Universidad Simón Bolívar Makram Haluani, la so-
ciedad del conocimiento (SC):
… es una sociedad organizada para generar, apropiar, difundir y utilizar el
conocimiento para atender las necesidades de su futuro desarrollo, donde
la creación y la transferencia del conocimiento se vuelven una herramien-
ta (gubernamental-societal) para su propio beneficio.
La crisis global y la nueva transición 53

(…) Las sociedades de la información con uso e innovaciones intensivas


de las tecnologías de información y de las comunicaciones (TICs) son
SCs.7
La utilización de la expresión “sociedad del conocimiento” es con-
siderablemente más amplia que la de “economía del conocimiento”,
pues engloba toda una serie de reordenamientos sociales y políticos
que son necesarios para que esta última pueda existir, incluyendo
políticas educacionales, interfases entre los centros de educación y
estructuras productivas, aprehensión social del papel del conocimiento,
composición por nivel de preparación profesional de la población,
entre otros. En esencia de lo que se está hablando es de la búsqueda
de nuevos y más elevados niveles de competitividad y productividad
a partir de una reformulación de la orientación misma del conjunto
de la sociedad. Tal desarrollo implica una reformulación de los ele-
mentos utilizados
Por su parte, la doctrina neoliberal tuvo su origen en el trabajo de
Friedrich Hayek “Camino de Servidumbre”. En él se ataca apasiona-
damente cualquier limitación del mercado y sus mecanismos por
parte del Estado, que pinta como una amenaza a la libertad económi-
ca y política. Tiene como blanco inmediato al Partido Laborista bri-
tánico, en medio de la preparación de las elecciones de 1945. Hayek
es drástico al afirmar que “a pesar de sus buenas intenciones, la so-
cialdemocracia moderada inglesa conduce al mismo desastre que el
nazismo alemán: a una servidumbre moderna”.8
La base de su crítica se encontraba en considerar que el “igualita-
rismo” propio del Estado de Bienestar, con su regulación de los mer-
cados y sus políticas de seguridad social, aniquilaban la libertad
individual y la vitalidad del sistema de competencia, de cuyos resul-
tados dependían todos. Argumentaban que la desigualdad era no solo
positiva, sino imprescindible para las sociedades occidentales.9
El neoliberalismo hizo hincapié en la competitividad y la genera-
ción de la riqueza, no en su distribución, que debe ser un resultado
natural de los mecanismos de mercado, que en su libre juego deben
ser los encargados de la distribución. La lógica de la oferta, no la de la
demanda, es la que rige los principios básicos de este programa.
El inusitado crecimiento económico de las décadas 50 y 60 no
dejó espacios para esa clase de políticas, pero la crisis estructural de
los ´70 trajo consigo el agotamiento del modelo de postguerra y abrió el
camino para los neoliberales. El desbalance presupuestario que aprecia-
ban en los gobiernos era considerado causa de la crisis que afectaba a
54 Ernesto Domínguez López

todas las economías, conjuntamente con la presión sindical y del


movimiento obrero en general en pro de reivindicaciones salariales y
del incremento de los gastos sociales. Estos factores, consideraban,
habían destruido los niveles de beneficios necesarios de las empresas
y no podían dejar de causar el proceso inflacionario, que tenía que
llevar a la crisis generalizada de las economías de mercado.
El remedio neoliberal era mantener un Estado con una fuerte ca-
pacidad para reprimir a los sindicatos y controlar el dinero, pero limi-
tado en los gastos sociales y la intervención económica. La meta
suprema del Gobierno debía ser la estabilidad monetaria, para lo cual
era necesario mantener una disciplina presupuestaria, con la dismi-
nución del gasto social y la restauración de una “necesaria tasa de
desempleo”, o lo que es lo mismo, la creación de un ejército laboral de
reserva que debilitara las posiciones de los sindicatos. Igualmente eran
imprescindibles reformas fiscales para incentivar la actuación de los
agentes económicos, es decir, la reducción de los impuestos sobre las
grandes ganancias y las rentas. De tal forma, una saludable desigual-
dad reanimaría las economías desarrolladas, paralizadas por la estan-
flación, con lo que se volvería a los altos índices de crecimiento.10
El Estado, que debe mantenerse lo bastante fuerte como para ser
capaz de garantizar el marco de estabilidad necesario para el desarro-
llo de la acción económica del capital sin cortapisas, debe basarse en
principios de eficiencia similares a los de la empresa. Postulan en
realidad que el mercado libre debe servir de modelo a la construcción
del Estado, en tanto que depositario de las virtudes esenciales del
sistema que tiene en él su mecanismo fundamental de reproducción.
La oposición abierta al Estado extendido, que por cierto es consus-
tancial al desarrollo del pensamiento conservador, una vez que este
se desprendió de la defensa de los antiguos regímenes para asimilar el
pensamiento liberal originario, se expresa también en otros sentidos
no directamente relacionados con la economía, sino que inciden sobre
otras estructuras. Así, por ejemplo, la consideración de que el Estado
actúa como un represor de la libertad y la capacidad de autogestión de la
sociedad se argumenta a partir de la idea de que la sociedad civil es
capaz de generar sus propios mecanismos de regulación y solidaridad
que pueden mantener la necesaria estabilidad y el balance entre los
distintos sectores, especialmente la protección de los más débiles.
Desde la visión neoliberal, dicha sociedad civil se encuentra per-
fectamente definida dentro de los marcos de las llamadas ONG y
otras agrupaciones no oficiales de ciudadanos, encargadas de ofrecer
La crisis global y la nueva transición 55

espacios de expresión y concertación de intereses específicos, en prin-


cipio no políticos, aunque los grupos de presión que actúan en la
mayoría de los países entrarían por su formato dentro de esta catego-
ría, más allá de su función decisiva en el funcionamiento de los res-
pectivos sistemas políticos.
La sociedad civil es considerada por el pensamiento liberal con-
temporáneo como “el espacio social dentro del cual se da el juego de
los legítimos intereses privados”.11 Desde esa perspectiva la socie-
dad civil es el espacio por excelencia de la realización humana, de la
que el Estado solo debe ser un apoyo, no un elemento regulador que
marque pautas. La democracia es entendida como la relación pilar
que permite articular ambos vértices, entendida no como mecanismo
de participación, sino como fórmula de independización y vinculación
ciudadanía-Estado, sobre una base contractual, evolucionada desde
los grandes clásicos del contractualismo (Hobbes, Locke, Rousseau).
De tal manera, suponen que un orden civil no regulado brindaría
una mayor suma de beneficios a la ciudadanía que los que puede
aportar el Estado de Bienestar, “demonio” particular de los neolibe-
rales, en tanto que liberado a la iniciativa individual, estaría más en
consonancia con los intereses concretos de las diversas franjas de la
población. Por supuesto, esta clase de criterios hace oscilar la pro-
puesta social neoliberal en la misma cuerda que en materia económi-
ca, en tanto que el mercado libre funcionaría según una base similar
de iniciativa individual y por tanto constituirían el complemento ideal.
De hecho, según las teorías sociológicas occidentales más contempo-
ráneas se enmarca el funcionamiento de la sociedad moderna entre tres
vértices bien definidos que son Estado, mercado y comunidad.12 De
esta forma, y según la lectura neoliberal, el mercado y la sociedad
civil deben servir de interlocutores pares del Estado, en una relación
de equilibrio, en la que las libertades individuales y la iniciativa priva-
da queden salvaguardadas de una regulación estatal castrante.
Las funciones del Estado como promotor de bienestar deben ser
asumidas directamente por el mercado libre, capacitado para
desarrollar una producción de beneficios en todos los órdenes que no
está en manos de la institucionalidad ofrecer. De hecho, el mercado
debe servir como modelo para el funcionamiento gubernamental en
la misma medida que se rige por la eficiencia en la búsqueda de utili-
dades, ya sean estrictamente económicas o político-sociales. En defi-
nitiva, el neoliberalismo puede ser definido también como el
fundamentalismo del mercado.
56 Ernesto Domínguez López

La inserción de dicha propuesta en la esfera de las mentalidades


está signada por la supuesta renuncia a las ideologías, el rechazo a la
viabilidad de los metarrelatos omnicomprehensivos —destinados a
macrosujetos de transformación como por ejemplo el proletariado—
y sitúa lo fragmentario y sectorial en el centro del discurso intelec-
tual. A su vez, responsabiliza al pensamiento omniabarcante de las
catástrofes acontecidas en el siglo XX. La resultante de estas tenden-
cias es una acentuada pérdida de influencia de las ideologías políticas
clásicas. Lo curioso es que ello representa en sí mismo un criterio
igual de omnicomprehensivo en tanto que pretende la homogenei-
dad sobre ese punto.
La globalización, quizás la más compleja de estas tendencias, es
un resultado lógico del desarrollo tecnológico, económico y social de
la humanidad. En la misma medida en que se han ido incrementando
a lo largo de la historia los contactos interculturales,13 se han ido crean-
do lazos e interdependencias muy importantes que tienden a prácti-
camente soldar pueblos y estados entre sí. El desarrollo de los medios
de transporte y de comunicaciones, que han acortado las distancias
entre las distintas regiones del mundo, han potenciado enormemente
este fenómeno, que alcanzó niveles inimaginables hace tan solo unas
décadas. Un estudio más amplio del fenómeno, que analizase sus
diferentes fases y especificidades temporales y regionales ofrecería
un cuadro mucho más completo del mismo, pero al no ser el objeto
de este trabajo, me limitaré a enunciar algunos factores importantes
para el análisis.
El problema clave es qué tipo de globalización es la que se está
produciendo actualmente y cuáles son sus implicaciones. En una pri-
mera aproximación se trata del desarrollo de la división internacional
del trabajo, que implica una especialización en determinada parte de
los procesos productivos y determinados tipos de producciones en
cada país o grupos de países, con la característica de que se realiza
siguiendo las reglas del mercado, a diferencia del proyecto del desa-
parecido Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) de los paí-
ses socialistas. Los ideólogos neoliberales, apoyados en este contexto,
consideran que los mercados promueven la eficiencia y la distribu-
ción adecuada de los resultados de la producción. Desde esa perspec-
tiva se presupone que el mercado mundial da acceso a segmentos
mayores de consumidores en todas partes, a la vez que da mayor
acceso a los capitales y tecnologías necesarios.14
La crisis global y la nueva transición 57

Uno de los factores centrales en la historia de la globalización ha


sido la implantación del sistema capitalista, primer modo de produc-
ción verdaderamente global. El problema básico de ello es que el
capitalismo no se impuso en todo el mundo como consecuencia del
desarrollo autónomo de los distintos complejos sociales, sino que se
expandió mediante la incorporación forzosa de la mayor parte del
planeta al sistema de relaciones capitalistas surgido y desarrollado en
Europa Occidental. Esta asimilación tuvo fases diferentes, primero el
hecho colonial, especialmente durante la etapa de conformación del
capitalismo industrial y las etapas iniciales del imperialismo, y poste-
riormente la neocolonización, nacida de la evolución del sistema.
Esos procesos produjeron la estructuración de las relaciones de
dependencia entre los centros de poder y las periferias y catalizaron
el desarrollo de las metrópolis, a costa de generar enormes brechas
entre los polos de esas relaciones. En la actualidad este proceso se
asocia con la transnacionalización de la economía, que no es más
que el hecho de la formación de gigantescas empresas que actúan en
varios países al mismo tiempo, las mayores de ellas en todo el mun-
do, lo que genera estrechos lazos entre economías cada vez más des-
nacionalizadas. Por ejemplo, lo que desde el punto de vista tradicional
es un movimiento internacional de fondos o exportación de bienes y
servicios puede no ser más que simples transferencias internas de
una empresa.
Las exportaciones de capitales constituyen uno de los puntos cla-
ves de esa transnacionalización, lo cual se hace más marcado con las
mencionadas deslocalizaciones industriales, que han fragmentado
complejos productivos, distribuyendo sus componentes en ocasiones
por numerosos países. Pero hay algo que no debe pasarse por alto en
todo esto: por más que pudiera parecer que la transnacionalización
implica la relativa equiparación de todos los afectados por ella, lo
cierto es que los centros de dirección de las empresas transnacionales
no existen en el hiperespacio ni en una estación orbital, sino que se
encuentran fundamentalmente en los mismos países de los cuales
surgieron y responden a los intereses de sus elites, reforzadas por la
cooptación de individuos y grupos de elite de los países receptores.
Ello está estrechamente relacionado, por un lado, con la liquida-
ción del bipolarismo de la Guerra Fría y la conformación de nuevas
estructuras de poder global, derivadas en un primer momento del
unipolarismo hegemónico estadounidense, que incluyó la reformula-
ción de las funciones de entidades internacionales, tales como el Banco
58 Ernesto Domínguez López

Mundial, el Fondo Monetario Internacional, la ONU o la OTAN. Tal


articulación implica la expansión de paradigmas funcionales a los
intereses de Washington como potencia líder, y parcialmente de sus
socios menores, lo cual equivale a decir de los intereses de sus elites
de poder.
En este apartado entra la promoción multiforme del neoliberalis-
mo. Ello implica la implementación de fórmulas de cambios estruc-
turales exigidas por el BM y el FMI como condiciones para la
aprobación de créditos de todo tipo, lo cual incluye las llamadas tera-
pias de choque aplicadas en los países ex socialistas de Europa del
Este dentro de la transición. El reordenamiento de las relaciones de
dependencia derivado de los procesos descritos anteriormente, inclu-
yendo la conformación de la sociedad postindustrial en los centros
sistémicos, han contribuido a profundizar las diferencias dentro de la
periferia, a la vez que posibilita la emergencia de nuevas potencias.
La globalización evidentemente tiene una influencia omniabarca-
dora y significa la desaparición o reformulación de muchos de los
principios según los cuales se organizaban la producción y la circu-
lación, especialmente los relacionados con la pertenencia nacional y
las relaciones con los estados. La articulación de intereses y la con-
formación de las relaciones de dominio-subordinación alcanzan en la
actualidad espacios globales que rompen las delimitaciones nacionales,
por más que estas se mantengan como marco legitimador de la hegemo-
nía de clase, a la vez que como vehículo y marco de la forma actual de
imperialismo.15 Pero ello viene acompañado por la expansión de pa-
radigmas estéticos, teóricos, éticos, entre otros tantos, que tienden a
homogenizar a la sociedad global, con serias amenazas para las identida-
des nacionales y de otro tipo, no como una derivación de la transnacio-
nalización económica, sino como parte integrante de la esencia de la
globalización, que tiene un alcance plenamente cultural.

Los supuestos antecedentes y orígenes de la crisis

Los primeros síntomas de las insuficiencias del sistema financiero


internacional, de los peligros que entrañaba la formación de burbu-
jas, capaces de estallidos incontrolables provocados por la acumula-
ción de una presión que por entonces solo se trasvasaba de una a
otra, se pudieron observar a finales de los años ´80, en 1994 (el “efec-
to Tequila”), 1997 y 1998 (las crisis de los “Tigres Asiáticos” y de
La crisis global y la nueva transición 59

Rusia), además de la crisis de la burbuja “.com”, en 2001. Los flujos


incontrolados de capitales en operaciones bursátiles crearon los ca-
nales para la propagación de los primeros efectos negativos de la des-
medida financiarización de la economía mundial.
Este factor es clave para entender el tema que estamos abordando.
No se trata solo de las transformaciones estructurales del sistema a
partir de la transición hacia la coyuntura histórica conformada a par-
tir de los años ´80 y la mencionada terciarización de las economías
más avanzadas. Me refiero a una forma específica de ese proceso de
terciarización en la que han predominado los servicios financieros,
que han absorbido una gran parte de los capitales disponibles, dada la
mayor rapidez y más amplios márgenes de ganancias que pueden
generar los mercados correspondientes, en comparación con los de
bienes y otros servicios.
Para que se tenga una idea de la magnitud y rapidez del proceso de
financiarización, en 1980 el total de activos financieros era aproxi-
madamente igual al Producto Interno Bruto (PIB) mundial, mientras
que en 2005 equivalía a 3,7 el PIB de todo el planeta.16 Si tomamos
en cuenta el crecimiento del PIB en 25 años, el volumen de los mer-
cados financieros ha aumentado de forma geométrica en ese lapso.
Ello se puede entender, sin demasiadas dudas, como una creciente
desviación de los capitales disponibles hacia mercados que en la prác-
tica no son productivos, que no contribuyen a la satisfacción de nece-
sidades sociales.
Pero el “septiembre negro” de 2008 fue precedido y acompañado
no solo por las señales de alarma financiera que representaron las
crisis parciales mencionadas, sino por un sistema de crisis mucho
más vasto, que trasciende ampliamente lo económico.17
Una de las más visibles fue la energética, un derivado, esencial-
mente, de los manejos especulativos en los mercados de hidrocarbu-
ros, en los que se demostró el carácter marcadamente subjetivo de su
funcionamiento. Las leyes de oferta-demanda no están en la base
última de los exorbitantes precios alcanzados por el petróleo en el
verano de 2008, en tanto que en los mercados nunca dejó de existir
un margen de reserva, a pesar del real incremento en el consumo de
grandes países como China e India. En cambio, los temores desata-
dos (e incitados) a raíz de ese crecimiento en la demanda, de la con-
flictividad en las regiones productoras e incluso la perspectiva de un
no tan lejano agotamiento de los yacimientos fueron los que gravita-
ron con mayor fuerza sobre la hipertrofia de los precios.
60 Ernesto Domínguez López

A ello hay que añadirle el hecho comprobado de la reorientación


de la proyección exterior de las grandes potencias hacia el control de
las principales fuentes de suministros y vías de comunicación de los
portadores energéticos, que redibuja las posiciones en el sistema de
relaciones internacionales y las embarca en una nueva competencia
por recursos conocidamente limitados. La política exterior de los
Estados Unidos, la Unión Europea, Japón, China, e incluso de Rusia
se orienta a buscar vías de acceso y control de los recursos ubicados
en el Medio Oriente, Asia Central, América Latina y África, en lo
fundamental, todo lo cual crea un marco de contradicciones crecien-
te entre los principales global players.
La crisis alimentaria es también un problema no resuelto, que se
ha originado por los precios crecientes de los alimentos, a raíz tanto
del incremento real de los costos, como la reducción o amenaza de
reducción de la oferta en alguno sectores, como el del maíz a partir
del auge de los biocombustibles, y a los manejos especulativos de las
principales transnacionales del ramo. Ello ha venido a agravar los
conocidos desniveles en la distribución y el consumo, que tienen una
altísima concentración en los países centrales, e incluso a nivel nacio-
nal en las elites dominantes. Las políticas proteccionistas de muchos
de los principales mercados de alimentos, en especial de la UE y los
Estados Unidos, añaden nuevos factores restrictivos en este campo.
La crisis ambiental es quizás el más concientizado y debatido de
los problemas globales actuales, aunque no por ello el mejor com-
prendido ni del que se está más cerca de su solución. La sobreexplo-
tación y contaminación del medio ambiente son efectos del modelo
de crecimiento y el paradigma tecnológico dominantes a lo largo de
siglos, pero sus consecuencias son ya inmediatas. El nivel de apre-
hensión social de la problemática ambiental, en especial a partir de la
evidencia de los cambios climáticos acaecidos en los tiempos más
recientes, de los altos niveles de contaminación de las aguas y los
suelos, y de los efectos negativos del uso de determinados productos
en la producción sobre todo de alimentos, quedó demostrado por la
proliferación de los movimientos sociales ecologistas, que ya tienen
décadas de vida.
Es notorio que varios de esos movimientos originales se convirtie-
ron en partidos políticos verdes, que desde hace años se integraron a
los sistemas políticos nacionales y regionales. Más llamativo es que
las organizaciones más tradicionales y poderosas asumieron la pro-
blemática ecológica dentro de su discurso y sus programas. Estas
La crisis global y la nueva transición 61

últimas dos realidades llevan a entender la estrecha relación entre la


crisis ambiental y los conflictos y rejuegos políticos, toda vez que el
tema salió de las calles para convertirse en una basa más en las apues-
tas entre las distintas fuerzas, lo cual equivale a decir en las negocia-
ciones entre las elites.
En este aspecto entra un elemento adicional. Las manifestaciones
de protesta contra las amenazas ambientales han sido muy amplias,
pero entre los muchos temas destaca el rechazo al uso de la energía
nuclear. Son conocidas las marchas y bloqueos de centrales electro-
nucleares (CEN) en Alemania, por ejemplo, o el viaje del Rainbow
Warrior II para intentar detener las pruebas nucleares francesas en el
atolón de Muroroa, en la década de los ´90. Sin embargo, la energía
nuclear, correctamente usada, es básicamente limpia, sobre todo si
se resuelve (y es posible, aunque costoso) el problema de los dese-
chos radiactivos, por lo que un esfuerzo serio y conducido desde los
gobiernos puede garantizar una fuente de suministro energético lo
suficientemente segura, mucho más, de hecho, que las fuentes tradi-
cionales basadas en los combustibles fósiles.
Otro elemento en la cuestión es que de todas las energías alternati-
vas, la única capaz, a corto y mediano plazo, de suplir con eficiencia
a los hidrocarburos y el carbón, es precisamente la nuclear. Por ejem-
plo, dentro de la mayor economía del mundo, la Unión Europea,18
que es además uno de los espacios en que más se han potenciado las
fuentes energéticas alternativas, en 2006 representó el 29,4% del to-
tal producido, frente a un 55,9% obtenido de fuentes tradicionales, y
apenas un 14,7% de las llamadas energías renovables. Aún se debe
hacer una distinción adicional, pues dentro de esta últimas, alrededor
del 90% correspondió a las hidroeléctricas y a la combustión de bio-
masa y desperdicios diversos, mientras que las tan renombradas ener-
gía eólica y solar, sumadas a la geotérmica, apenas alcanzaron el
10%.19 Por tanto, la única competencia real, hoy, para el petróleo, el
gas natural y el carbón son las CEN.
Esta última idea puede llevarnos a una suposición, por demás muy
lógica: resulta altamente probable que los intereses petroleros y otros
similares financien y estimulen en gran medida las campañas antinu-
cleares, y lo que es más serio, es probable que sean los motores de las
actitudes de los políticos cuando toman medidas de limitación e in-
cluso reducción del uso de la energía nuclear.20 Las energías renova-
bles no son todavía un problema para ellos, a la vez que tienen mucha
mejor publicidad natural.
62 Ernesto Domínguez López

En otro y muy importante aspecto, la cultura política21 occidental,


que se ha expandido por vías diversas al punto de convertirse en refe-
rente mundial en la construcción de los sistemas políticos naciona-
les, a pesar de la incuestionable heterogeneidad entre las distintas
regiones y países, está también inmersa en una crisis general. La baja
representatividad que le reconocen los ciudadanos a las instituciones
políticas, el desinterés y desconocimiento de masas crecientes de la
población, el rechazo a algunas de ellas (i.e, el abierto rechazo a los
partidos dentro de los movimientos sociales), la desafiliación, el va-
ciamiento de los programas, la entronización del marketing y la su-
perficialidad en ese campo, son los más claros síntomas de ello.
Se trata en lo esencial de la incongruencia entre la forma actual de
la estructura política de raíz occidental y las transformaciones ya
mencionadas en la esfera de lo social y lo económico, que a su vez
está en estrecha relación con los cambios de orden mental, es decir,
de todo el apartado relativo a las ideologías, las teorías políticas y
científicas, el pensamiento filosófico. Por una parte, los sistemas po-
líticos diseñados para el capitalismo industrial ya no son válidos, o al
menos no completamente, para una sociedad postindustrial, de ma-
nera que no pueden cumplir a plenitud su función de protección y
legitimación del poder de las elites sociales. Esto se torna aún más
complejo para los países periféricos, que han implantado por lo co-
mún modelos de sistemas políticos importados y por tanto siempre
con algún nivel (por lo general alto) de incoherencia con sus realida-
des nacionales, por lo que la crisis actual de paradigmas genera aún
mayores contradicciones.
A ello se añade la relativa no-correspondencia entre esas funciones
y la exclusión política real llevada a altos niveles por el predominio
del neoliberalismo, que nació en pleno tránsito hacia la terciariza-
ción. De lo que estamos hablando es de una importantísima incohe-
rencia entre el predominio neoliberal en los actores y programa
políticos, las necesidades lógicas de reproducción sistémica en todos
los ámbitos y la tendencia a la concentración y centralización de los
poderes reales (a despecho de las políticas de descentralización ad-
ministrativa), y la conservación de los esquemas anteriores, que tra-
taron de adaptarse al nuevo contexto con la simple sustitución de
paradigmas, en lo que puede entenderse como la forma adoptada por
la estructura política como parte del modelo neoliberal dominante
durante las últimas décadas.
La crisis global y la nueva transición 63

La convergencia de esos procesos colocó al mundo, en una prime-


ra aproximación, en una situación de equilibrio inestable, donde bas-
taba con que se produjese alguna otra alteración en el funcionamiento
de sus estructuras fundamentales para que se desatase una crisis glo-
bal. Prepararon el camino para la conformación de un escenario en el
cual colapsaran los pilares que sostenían el crecimiento mundial, tal
como se había producido hasta el momento. Más adelante veremos
cuál es el verdadero alcance de ese colapso.
Es conocido, tal como mencionaba antes, que los mercados finan-
cieros desregulados representan el factor clave dentro de la evolución
de la economía más contemporánea, y ello le añade un factor adicio-
nal de inestabilidad al sistema. Sin entrar a considerar otros elemen-
tos, los manejos de orden financiero, si bien generan grandes beneficios
en plazos más breves, entrañan también un riesgo muy alto. En ello
incide algo que en muchos análisis se obvia, y es el factor subjetivo
no cuantificable que encierra el funcionamiento de los mercados. Las
informaciones (verdaderas o falsas) y su manejo, por solo poner un
ejemplo, tienen un impacto directo sobre los precios con los que se
opera en las bolsas.
No en balde se ha observado, en varios momentos y por varios
autores, el peligro que representa la financiarización para el sistema.
En los últimos tiempos se ha puesto de moda un economista que hasta
hace muy poco tiempo fue prácticamente desconocido, Hyman
Minsky, quien estudió este problema y señaló la inestabilidad intrín-
seca del sistema y su agravamiento a partir del crecimiento del sector
financiero, que refuerza la tendencia al derrumbe que lleva implícito
el capitalismo, apoyándose en una interpretación no ortodoxa de los
textos de John Maynard Keynes.22
Las evidentes fallas que empezaron a percibirse con fuerza ya
en 2007 llevaron a no pocos autores de distintos orígenes a buscar
explicaciones y a rescatar entonces el trabajo de Minsky,23 a tratar de
identificar el momento que estamos viviendo con una “crisis Minsky”
o con los llamados “momentos Minsky”, es decir, los momentos en
los cuales los elementos de inestabilidad acumulados (como el “sis-
tema Ponzi”)24 colapsan a partir de un suceso detonante que hace
desplomarse toda la estructura construida sobre ellos.25
En gran medida esta búsqueda de la explicación de la inestabilidad
de los mercados financieros es debida al origen más comúnmente
reconocido de la crisis en la hipertrofia de las burbujas especulativas
y su colapso. Se conoce la formación de todo un sistema de derivados
64 Ernesto Domínguez López

financieros, que esencialmente representaron la fragmentación y re-


agrupamiento de las deudas, hipotecarias, crediticias y de otros tipos,
para su comercialización en los mercados financieros (i.e: las CDO,
Obligaciones de Deuda Colateralizadas), que eran a su vez transfor-
mados y revendidos, en una larga cadena de transacciones a escala
mundial, en las cuales el factor determinante era la confianza en la
solidez de la institución emisora de los paquetes financieros (otra vez
el elemento subjetivo).
Estos procedimientos aceleraron la recuperación en los balances
contables de los fondos invertidos, a la vez que generaron una fuerte
concentración de liquidez en las diferentes instituciones, liquidez que
tenía que ser colocada en circulación nuevamente. Ello alimentó las
nuevas y más riesgosas líneas de crédito, que a su vez incrementaron
las posibilidades del consumo. El crecimiento de este último, finan-
ciado por la comercialización de las deudas, inyectó a su vez presión
a las burbujas especulativas, especialmente en sectores como el in-
mobiliario, el más conocido de todos, aunque no el único, que hizo
dispararse el valor reconocido a los diversos activos, dado el rápido
crecimiento de la demanda.
Tal idea puede extenderse a la gran mayoría de los mercados, no
solo inmobiliario, que por una vía u otra vieron dispararse los precios,
y por tanto la especulación en torno a ellos. El incremento de los
precios de las materias primas, como el petróleo, y los alimentos, es
resultado de esta clase de procesos, pues no se corresponden con una
verdadera presión sobre la oferta por un crecimiento de la demanda
que generase una tensión por escasez de mercancías, más allá de que
el real aumento de la demanda tuviese incidencia en el fenómeno.
El acelerado crecimiento de los precios, a partir del alto riesgo de
las hipotecas y créditos concedidos, el incremento en el número de
activos recuperados por los bancos y otras instituciones financieras
ante la imposibilidad de que los deudores pagaran y la posterior pues-
ta en venta de esos activos, generaron el efecto inverso de caída ver-
tical de los mismos precios, al aumentar la oferta y disminuir la
demanda rápidamente. Tal desarrollo provocó la ruptura de las cade-
nas de pagos en las transacciones financieras, ante la detención de la
recuperación de liquidez, y por tanto la imposibilidad de cumplir las
obligaciones contraídas; los títulos comercializados se convirtieron
rápidamente en “activos tóxicos”, “títulos basura” o cualquiera de
los otros términos que se han manejado al respecto.
La crisis global y la nueva transición 65

Todo lo anterior es bien conocido, por ello lo presento de manera


muy sintética. Sus efectos fueron muy vastos y el salto a la econo-
mía real era inevitable, al menos por dos canales principales. En pri-
mer lugar, el desplome de los mercados financieros a partir de la crisis
de sus principales instituciones generó una rápida contracción de los
créditos, es decir, la sangre dejó de fluir por las arterias y venas del
sistema. Ello golpeó directamente a las empresas productoras, que
carecieron de los fondos necesarios para las inversiones de capital.
En segundo término, y no menos importante, se dejó de financiar
el consumo, y esto puso al descubierto una de las debilidades del
sistema, que se apoyaba en la acumulación de deudas por los consu-
midores, en montos que superaban con creces los ingresos reales.
Esto significa la no realización de los stocks de mercancías, con to-
das las consecuencias que eso trae.
En resumen, que incluso los panegiristas más recalcitrantes del
sistema capitalista en general, y del neoliberalismo en particular, no
pueden dejar de reconocer el hecho de que lo que se ha producido es
una crisis económica, al menos económica, de grandes dimensiones,
que ha alcanzado a todo el mundo y que ha golpeado directamente a
los centros de poder más importantes, sin hablar ya de las periferias
dependientes.

El futuro de la crisis

El propósito de este acápite, más que ofrecer pronósticos, es abrir


algunas reflexiones sobre los elementos que pueden condicionar la
evolución de un fenómeno en sí mismo fluctuante, inestable, como
lo es la crisis actual. A su vez, trataremos de ofrecer algunas referen-
cias que consideramos válidas para el análisis en el que estamos in-
mersos. Tomaremos como punto de partida la pregunta de si ya se
habrá iniciado la recuperación o no. Veamos.
Llama la atención que durante el segundo trimestre de 2009 se
registraron los primeros índices de crecimientos intertrimestrales
positivos en varios países centrales. Esas cifras se confirmaron con
los primeros estimados del tercer trimestre de 2009, con crecimien-
tos de 0,7-0,8% para Alemania y 0,3% para Francia, que arrastraron
a un crecimiento de 0,4% en la Zona Euro y 0,2% en la UE 27. Ello
se ha tomado como la salida de la recesión y el inicio de la recupera-
ción. Sin embargo, hay que tener en cuenta que los crecimientos de
66 Ernesto Domínguez López

la ZE y la UE 27, desde la perspectiva interanual representan -4,1%


y -4,3%, respectivamente, y para Alemania y Francia -4,8% y -2,4%
respectivamente. Si bien las contracciones interanuales son menores
que en los trimestres anteriores, siguen siendo importantes.26
Además, hay factores que debemos entrar a considerar. En los prin-
cipales centros del sistema se están formando dos nuevos focos de
inestabilidad, generados por la misma crisis y por las medidas de
respuesta implementadas, los cuales tienden a debilitar las posibili-
dades de recuperación sostenida.
La emisión de gigantescos paquetes de rescate a las entidades fi-
nancieras,27 no importa el camino exacto que se haya tomado en
cada caso, implican un altísimo grado de endeudamiento de los go-
biernos, con gigantescos déficits fiscales, que han comprometido al
máximo su capacidad de maniobra. Además, esos gastos no han ido
en lo fundamental a socorrer a los ciudadanos, lo que equivale a decir
estimular el consumo. No se puede olvidar el impacto del desmonta-
je de los Estados de Bienestar, que ha reducido el colchón de seguri-
dad de los ciudadanos, favoreciendo la precarización del trabajo y la
reducción de las prestaciones sociales.28
Los fondos se han empleado en apuntalar o garantizar a las entida-
des financieras, con el objetivo de ayudarlas a restablecer el crédito y
por tanto alimentar a la economía real. El problema es que en general
eso no se ha producido, sino que las diversas instituciones han apro-
vechado la ayuda para formar reservas y asegurarse contra la quie-
bra, sin que ello tenga grandes repercusiones en el crédito.29 Con las
informaciones acerca de la recuperación se corre además el peligro
de que se de por terminada la crisis y se dejen de tomar medidas para
resolverla, o para evitar su profundización, lo cual en el ámbito de la
carencia de recursos financieros puede ser muy grave. De manera
que se está creando un grave riesgo de que se produzca una crisis de
la deuda, que marque una nueva caída.
Otro factor muy grave es el desempleo. A pesar de los indudables
síntomas de recuperación, la tendencia al alza de este índice se man-
tiene. En septiembre, en la UE, 9,2%, mientras que los estados co-
munitarios que reportaban los peores indicadores, España y Letonia,
habían alcanzado cotas de 19,3% y 19,7%, respectivamente. Los Es-
tados Unidos, por su parte su parte, superaban el 10%. Este problema
es particularmente grave, pues, como decía antes, el desempleo aten-
ta directamente contra el consumo, es decir, contra la realización de
la mercancía. De manera que la recuperación parcial que se puede
La crisis global y la nueva transición 67

haber iniciado chocaría inevitablemente con su inviabilidad a media-


no plazo, si no se revierte la tendencia al alza del paro, y los pronósti-
cos no son favorables en este sentido.
El desempleo tiene importancia también en otro orden de cosas.
Por ser uno de los efectos de la crisis de más amplia repercusión
social, pues de las cifras anteriores se desprende que aproximada-
mente 1 de cada 10 ciudadanos eurocomunitarios o estadounidenses
en edad de trabajar no tiene empleo, lo cual significa una afectación
no solo individual sino también para la familia, este es uno de los
principales causantes de descontento en las sociedades. A ello hay
que sumarle dos factores relacionados, que son el temor a la pérdida
del empleo por aquellos que lo conservan, y el considerable número
de subempleados, con empleos de baja calidad que no incluyen pres-
taciones sociales, dentro de la tendencia a la reducción y en lo posi-
ble eliminación de los contratos colectivos de trabajo.
Los movimientos de ascenso en el crecimiento del PIB pueden ser
derivaciones de una idea realmente lógica: después de las grandes
caídas de los trimestres anteriores, sería difícil que la curva descen-
dente se mantuviera tan abrupta. Los datos de crecimiento intertri-
mestrales son engañosos per se, pues desde hace tiempo se está
comparando con períodos que ya incluyeron contracciones impor-
tantes, por lo cual los datos interanuales reflejan mejor la situación
real; lo más que pudiera decirse en este momento de su evolución es
que parece haber tocado fondo. La pregunta es ahora: ¿se tratará de
un mínimo global y único, o es solo un mínimo local al cual sucede-
rán otros? Para responder con absoluta certeza carecemos (como ca-
recen todos los analistas) de los medios necesarios, más allá de las
proyecciones de todo tipo que se estén publicando.
Es necesario añadir otro elemento al análisis, sobre todo en lo referido
a las cifras de variación interanual. Estas reflejan una comparación entre
el momento que se mide y el mismo período del año anterior. Como
decíamos en el párrafo anterior, ese método es mucho más confiable
que los datos intertrimestrales, sin embargo mantiene un problema
de base, en el caso que nos ocupa, y es que los últimos reportes emi-
tidos ya están comparando con períodos dentro de la crisis, o sea,
cuando ya había deterioros importantes de todos los indicadores.
Por tanto, para que el análisis fuese correcto, o al menos diese una
idea mejor del punto exacto en que se encuentra la crisis, debería
tomarse un punto de referencia fijo, y no variable, como hasta el
68 Ernesto Domínguez López

momento se ha manejado. Propongo como base fija el segundo tri-


mestre de 2008, el último antes del inicio definitivo de la caída, con
lo cual obtendríamos cuál es la situación con respecto al punto inicial
de la crisis y no a uno de sus puntos intermedios. Haciendo ese ajus-
te, para la Europa comunitaria, por ejemplo, los índices de crecimien-
to serían -4,7% para la UE y -4,5% para la Zona Euro, cifras algo
peores que las reportadas según el método tradicional.
Todo lo anterior nos remite a nuevamente a la pregunta de si ya se
habrá iniciado la recuperación, a lo cual hay varias respuestas posibles,
según las distintas perspectivas teóricas, con los modelos V, L o W. Sin
entrar en el debate, que no es el objetivo de este trabajo, creo no
obstante útil apuntar que la posibilidad de una recuperación lineal (V)
parece poco probable a largo plazo ya que, aun refiriéndonos solo a lo
económico, períodos anteriores de grandes crisis, como las de la dé-
cadas de los ´30 y los ´70 se desarrollaron con varias caídas sucesi-
vas, pues en cada una se producía una recuperación parcial sin resolver
las contradicciones fundamentales que habían llevado hasta ellas.
Partiendo de todo el análisis anterior, considero como más probable
que se produzca un proceso de recuperación no-lineal, con nuevas caí-
das, provocadas por la acumulación de contradicciones agudas no
resueltas por los sistemas de medidas tomadas por los distintos agentes.
Esto se aproxima al modelo de análisis W, que es el que históricamente
han seguido las crisis mayores. En tal caso la crisis será definitiva-
mente un proceso largo, de duración imprevisible, pero, repetimos,
esto no es más que una previsión no cuantificable.
Lo anterior está referido solamente al orden económico, por ser el
más tratado en la inmensa mayoría de los análisis. En otros órdenes,
las consecuencias y durabilidad de la crisis son igualmente imprevisi-
bles, al menos con precisión. Lo más probable es que las tendencias
que se han verificado en los meses anteriores continúen, aunque su
peso relativo en la totalidad de las sociedades puede variar.
La continuidad de la crisis general se reflejaría en un incremento
de los niveles de inestabilidad, lo cual a su vez reduciría la gobernabi-
lidad, con grados diferentes para cada país, de acuerdo con sus pecu-
liaridades. La crisis contribuye a socavar los sistemas políticos,
especialmente los más inmaduros, como los de África o Europa del
Este, por citar dos ejemplos muy diferentes entre sí, de manera que su
prolongación en el tiempo pudiera llevar a nuevas caídas de gobiernos,
aunque no sería extraño que esos efectos se extendieran al Occidente.
La crisis global y la nueva transición 69

Un tercer elemento emerge también de los procesos electorales y


de las manifestaciones públicas desarrolladas en 2009. Las tendencias
ultraconservadoras, de extrema derecha e incluso neofascistas se han
fortalecido, lo cual puede no ser más que el comienzo de una tenden-
cia más o menos sostenida en el futuro. Las grandes crisis histórica-
mente han tenido efectos similares, y esta puede no ser la excepción.
Las manifestaciones xenófobas en Gran Bretaña, por ejemplo, o los
éxitos de Liga Norte, Jobbik, y otras organizaciones de ese tipo en
las elecciones comunitarias europeas, en los escenarios nacionales y
a escala local, permiten hablar de una creciente incidencia en el elec-
torado, sobre todo en la parte del mismo que está participando en los
comicios de distinto tipo. No se trata hasta el momento de un movi-
miento masivo que apunte a convertirse en dominante o al menos de
gran peso en el espacio comunitario, pero las posibilidades de que se
refuerce deben ser tenidas en cuenta.
En esto tiene mucha influencia el que estas organizaciones por lo
general llegan con un discurso más simple, que señala culpables y
razones que, aunque no sean ciertas, son fácilmente comprensibles, y
los ciudadanos afectados por la crisis, en riesgo de perder sus em-
pleos o ya desempleados, con altos grados de paranoia respecto a su
futuro (en muchos casos fundada) son sensibles a ello.
Para la izquierda no parece descabellado suponer posible, incluso
probable, el reforzamiento de las organizaciones y corrientes que se
proyectan como nuevas, sea esto real o no, ante la ausencia de una
alternativa fiable de las más tradicionales, inmersas, como señalába-
mos antes, en una ya prolongada decadencia, salvo algunas excepcio-
nes que se han sostenido, aunque con fuertes presiones desde distintas
bandas. Ello, más que un fortalecimiento de la izquierda en general,
que no es imposible, apunta hacia una transformación de su compo-
sición, a favor de los nuevos partidos que han logrado captar al me-
nos una parte, aunque aún pequeña, de la población, incluso de los
votantes efectivos.
Por lo visto hasta el momento, incluso desde una aproximación
digamos unidireccional, la crisis tiene una dimensión muy amplia,
que abarca los espacios sociales y políticos, es decir, que trasciende el
ámbito puramente económico. La fragilidad de todo intento de pro-
nóstico, que ya apuntábamos, y que se corrobora con las constantes
revisiones de las predicciones emitidas por las distintas instituciones
internacionales (a pesar de ser solo económicas), nos lleva a poner el
énfasis en la interpretación de la crisis como fenómeno sistémico,
70 Ernesto Domínguez López

más que a buscar una respuesta a las interrogantes sobre su duración


e impacto.

El significado de la crisis

A partir de aquí nos adentramos en un terreno riesgoso, pues se trata


de ofrecer una explicación de orden teórico de qué representa la cri-
sis, es decir, una propuesta de interpretación a partir de la cual estu-
diar y enfrentar el fenómeno.
Como muchos otros términos de uso común, crisis tiene varias
interpretaciones, muchas de las cuales lo identifican con catástrofe,
derrumbe y otros por el estilo. Algo de cierto hay en ello, pues los
procesos que se identifican como tales se caracterizan por la turbulencia
y la destrucción de estructuras, por escindir de manera radical a los gru-
pos humanos afectados entre aquellos que resultan ampliamente perju-
dicados y los que (siempre los hay) se benefician de la situación.
Según el diccionario Herder de filosofía, la palabra “crisis” provie-
ne del griego krisis que significa juicio, veredicto. Pero en este mismo
texto, se brinda otra arista del término, que implica una manera dis-
tinta de aplicarlo a determinadas fases de la historia política, natural
o del pensamiento. Allí se señala como modelo de crisis, la “de la
escolástica”, la “crisis de los estados feudales”, y también la “crisis
de la adolescencia” y “de la etapa de madurez del individuo”, lo que
indica que ese concepto se asocia a un cambio radical de cualidad y
no a una simple evolución interna, temporal y contradictoria propia.
A parir de esta idea, la asumiré como un momento del desarrollo
en que las contradicciones entre los elementos que conforman las
distintas estructuras profundas30 de los complejos sociales,31 sea de
todas, de algunas o de una, entran en fase aguda de sus contradiccio-
nes crónicas, debidas a los diacronismos en sus ritmos de transforma-
ciones. Pueden llegar hasta el punto de ruptura que conduzca al fin
de un sistema de producción, si bien no necesariamente deben alcan-
zar ese grado de profundidad, pues también pueden constituir el mo-
mento de paso a un nivel superior del mismo, dependiendo de las
reservas creativas con que cuente dicho sistema.
Es un hecho conocido que el capitalismo como sistema incluye a
las crisis como momentos de su desarrollo, algo que ya adelantaba
Marx32 cuando señalaba el carácter cíclico de las mismas, como re-
sultado de la base contradictoria del sistema, y de los procesos de
La crisis global y la nueva transición 71

agotamiento y sustitución del capital fijo, de acuerdo con los ciclos


industriales. Si tenemos en cuenta esta perspectiva, muchas de las
respuestas que actualmente se buscan en Minsky y otros autores se
encuentran al menos enunciadas en Marx.
Si nos acercamos más en el tiempo, el modelo de onda larga de
Kondratiev, con fases de expansión y contracción de unos 52 años,
encierra una idea parecida, que se aproxima a los procesos de renova-
ción del paradigma tecnológico dominante, algo que ha sucedido va-
rias veces desde las distintas fases de la Revolución Industrial (uno
de los procesos que están en la raíz misma de la formación del capi-
talismo como sistema)33 hasta las revoluciones científico técnicas
posteriores. Más recientemente, la investigadora venezolana Carlota
Pérez, especialista en el estudio del desarrollo tecnológico, ha pro-
puesto también la existencia de ciclos de cambio de paradigma de
duración media de entre 50 y 60 años,34 es decir, que en gran medida
se superponen con los ciclos Kondratiev.
La historia del desarrollo del capitalismo puede ser representada
entonces por una sucesión de períodos de expansión y contracción,
de acuerdo con las potencialidades creativas que tenga en cada mo-
mento el paradigma dominante, desde su instauración hasta su ago-
tamiento. En gran parte coincido con esta visión, solo que quisiera
añadirle algunos elementos.
En primer lugar, nótese que en las últimas líneas he eludido el
apellido “tecnológico” para los paradigmas. Ello responde a que con-
sidero que, si vamos a hablar de paradigmas como referentes para la
construcción de los modelos de desarrollo imperantes en cada período
histórico concreto, debemos entenderlos no como elementos vincu-
lados únicamente, y ni siquiera preferentemente, a lo económico. La
aproximación debe ser sistémica, es decir, entendiendo que el mode-
lo que predomina en cada momento abarca de manera análoga (que no
quiere decir exactamente igual) a todas las estructuras que conforman
el sistema, eso incluye la economía, la política, la sociedad y las men-
talidades, referidas cada una de ellas a los ordenamientos de los ele-
mentos y relaciones en cada uno de los ámbitos de acción humana, de
todas las formas de producción, desde la de bienes hasta la de ideas, en
tanto que ese entramado solo puede enlazarse a través de la existencia
de sistemas de significación que canalizan los intercambios entre in-
dividuos y grupos de individuos de todas las dimensiones.
Porque no podemos olvidar que esas esferas de la acción humana
no son más que distinciones esencialmente metodológicas, como he
72 Ernesto Domínguez López

expresado en otras ocasiones,35 si bien ello no significa que sean ficti-


cias, pues cada una de ellas tiene sus propios ritmos de evolución y por
tanto se generan contradicciones al interior de los sistemas por esa cau-
sa, sino que no existen por separado, que coexisten en el hombre y
forman parte del sistema complejo de relaciones sociales de todo tipo.
Los modelos de desarrollo dominantes se corresponden, teniendo
en cuenta lo anterior, con epistemes hegemónicos, a partir de los cua-
les se articulan las relaciones y sus dinámicas, es decir, se producen
las formas de organización y autoorganización de los sistemas y sub-
sistemas en los cuales se desarrolla la vida humana. Aclaro que esas
relaciones tienen en cuenta tanto a los grandes grupos como a los
individuos y a todo lo que está entre esos extremos. Las contradic-
ciones y la dialógica de desarrollo articuladas a todos esos niveles
conduce y condiciona el desarrollo de los complejos sociales.
De esta manera, podemos hablar de un modelo neoliberal domi-
nante entre finales de la década de los setenta y la actualidad, que se
corresponde con la adopción generalizada del episteme neoliberal para
la apropiación de la realidad y la organización sistémica. La organiza-
ción y autoorganización de los subsistemas también están marcadas
por ese paradigma, que se asocia, de más está decirlo, con determina-
dos paradigmas específicos, de orden tecnológico u otros.
Cuando hablamos de ese modelo neoliberal no podemos enten-
derlo como la aplicación absoluta de las propuestas del pensamiento
neoliberal, al estilo de la supply side economy de Milton Friedman,36
sino de la incorporación de elementos del mismo que se convirtieron
en los predominantes, que se hibridaron con otros provenientes de
modelos anteriores, en especial del llamado keynesiano, que predo-
minó en la postguerra, y que tuvo al Estado de Bienestar europeo
como su ejemplo por excelencia. De hecho, en ocasiones, como en la
presente, probablemente, el modelo dominante está más profunda-
mente implantado en las estructuras no económicas. En la actuali-
dad las fuerzas políticas, por ejemplo, están más fuertemente
vinculadas al neoliberalismo que las mismas relaciones económicas.
El capitalismo podemos verlo como un sistema oscilante que se
mueve entre dos polos, el de la desregulación y el de la regulación,
que en algunas aproximaciones podemos llamar liberal y keynesia-
no, aunque ambas denominaciones no son más que convenciones.
No estoy teniendo en cuenta aquí la idea del mercado como ente
regulador del sistema, sino que me refiero a la regulación de los merca-
dos, es decir, el mayor o menor nivel de control sobre su funciona-
La crisis global y la nueva transición 73

miento. Las formas de regulación son múltiples, y pueden surgir de


lo privado o de lo público, pues los monopolios en sus distintas ver-
siones no son más que mecanismos de regulación de los mercados.
Esa es una de las razones que niegan la posibilidad de la implanta-
ción de un modelo neoliberal puro.
La otra vía de regulación proviene de los estados y otras institucio-
nes políticas, nacionales o supranacionales, que imponen determina-
das normas para el funcionamiento de los mercados. Ello comporta
una permanente reevaluación de la relación Estado-mercado, que está
en directa relación con la comprensión o no del carácter sistémico de
la organización humana y por tanto la posibilidad o imposibilidad
real de separar ambas partes. En mi criterio ambas son inseparables y
se determinan mutuamente, o para decirlo mejor, forman parte de la
interdeterminación con lo social y lo mental, entendida esta última
como todo el espacio de formación y articulación de los sistemas de
significación.
El capitalismo oscila entre esos dos extremos, sin alcanzar ningu-
no de los dos, sino pasando a estados metaestables en que se hibridan
elementos de uno u otro polo, con predominio más o menos claro de
uno de ellos, que se pueden identificar con los distintos modelos.
Así, modelo liberal, modelo keynesiano o modelo neoliberal se co-
rresponden cada uno con uno de esos períodos de relativo equilibrio,
coyunturas históricas en las cuales el modelo aplicado satisface tem-
poralmente las necesidades de desarrollo sistémico (no necesariamente
evolutivas), hasta tanto se agota y se produce el desplazamiento ha-
cia el otro polo en busca de un nuevo equilibrio.
En tal sentido, una crisis mayor como la que estamos viviendo
representaría el agotamiento del modelo vigente, léase el neoliberal
en este caso, y el inicio de la transición hacia uno “nuevo”. Y se trata
solo del inicio porque la adecuación del sistema a las nuevas circuns-
tancias no es algo de unos pocos meses, sino de años, en tanto que se
trata de una transformación del conjunto de las estructuras. Por eso
es que la crisis actual es una crisis estructural del sistema, y no una
simple crisis económica cíclica, y va a suponer el cambio no solo de
las estructuras productivas, sino de las relaciones sociales, las conver-
gencias políticas y los paradigmas intelectuales. Por eso es que las
plataformas teóricas de las fuerzas políticas deben transformarse a
tono con el resto del sistema, las formas de participación, todo el
conjunto de las vías de acción humana. La magnitud real de ese cam-
bio es ya harina de otro costal.
74 Ernesto Domínguez López

En varias ocasiones me he referido a esta como la crisis del mode-


lo neoliberal, desde distintas perspectivas.37 La demostración de ello
está en que la crisis es resultado del funcionamiento mismo del siste-
ma en su fase neoliberal, de su éxito se puede decir, por las contradic-
ciones generadas por los procesos de privatización y desregulación,
la reducción del intervencionismo estatal, el desmontaje de los siste-
mas de bienestar y demás, que crearon las condiciones para la finan-
ciarización. Esto es lógico si se tiene en cuenta que uno de los
principios básicos del sistema es la búsqueda de mayores ganancias
en el menor tiempo posible, y eso es lo que permitían, y permiten
todavía, los mercados financieros desregulados. Hay que tener en
cuenta que la competencia se ha trasladado a la escena mundial, en
el contexto de la globalización de la forma imperante. Las soluciones
implementadas, o al menos los intentos que se han hecho, pues no
creo que el problema esté resuelto aún, de hecho se encuentran fuera
del modelo, pues van al auxilio estatal a los sectores empresariales.38
La adecuación del sistema, como resulta evidente de lo anterior,
pasa no solo por la reforma de las relaciones económicas, la construc-
ción de un nuevo sistema financiero internacional o la renovación de
los mecanismos de regulación de los mercados. Lleva también a un
cambio en la forma adoptada por la estructura política, es decir, una
orientación diferente de la cultura política y por tanto de la manera
en que se manifiestan y se comprenden las relaciones políticas. Todo
esto se traduce en nuevas percepciones teóricas y la reformulación
de los programas partidistas. A la vez, se torna inevitable una adapta-
ción de los mecanismos de participación a la imagen que se corres-
ponda con el nuevo modelo que se forme (imagen, pues dentro del
sistema la participación real será siempre de las elites).
A su vez, la relación entre el espacio de lo político y el de lo social
debe transformarse, en la misma medida en que se adecuen las aproxi-
maciones teóricas al tema. En el modelo neoliberal se privilegió la
fragmentación y la “independencia” de la sociedad civil, a la vez de
la sociedad política y de la economía. Un modelo diferente probable-
mente cambiará el sentido de ese vínculo, y lleve a los movimientos
sociales a insertarse en un sistema más vasto de articulación entre las
estructuras.
Un elemento adicional, extremadamente importante para com-
prender el momento de transición actual, es el fenómeno de la globa-
lización. Este proceso, al menos en apariencia irreversible, es quizás
el rasgo diferenciador más acusado de la coyuntura histórica que vivi-
La crisis global y la nueva transición 75

mos. Las relaciones de todo tipo, que antaño se apreciaban en primer


lugar y casi único dentro de los marcos nacionales, ahora se desarro-
llan a escala mundial, creando vínculos que trascienden las fronteras.
Los mercados desregulados del neoliberalismo son mercados mun-
diales, las comunidades humanas son ahora tan transnacionales como
las más grandes empresas, los patrones estéticos y de consumo se
construyen y difunden para todo el planeta.
Ello no quiere decir que las diferencias se hayan borrado. En reali-
dad se puede decir que se han profundizado, al añadirles los factores
alienantes producidos por los mayores niveles de participación en los
fenómenos globales, que hace más completa y específica la exclu-
sión de grupos humanos íntegros, o casi íntegros.
A su vez, cada coyuntura histórica, estrechamente relacionada con el
modelo de desarrollo predominante, incluye una forma específica de
articulación del sistema de relaciones internacionales, basado en los
momentos que viven las diversas estructuras y su extensión o constric-
ción respecto a los límites nacionales. Quiere ello decir que en un con-
texto signado por la globalización, específicamente por los procesos de
transnacionalización económica, política y social, las relaciones interna-
cionales se tornan mucho más complejas, pues trascienden el marco de
las relaciones entre estados, vínculos comerciales y otros similares, para
convertirse en una trama que incluye toda clase de lazos, antes inconce-
bibles fuera de las fronteras de cada país. Con esto se relacionan estre-
chamente la forma que adoptan contemporáneamente las relaciones
dependencia, que en la actualidad se encuentran en una etapa claramen-
te diferente de lo que Lenin considerara al definir los rasgos del imperia-
lismo, e incluso que las que sirvieron de base a las teorías de la dependencia
de algunas décadas atrás.
Aquí se incluye el posible desplazamiento del centro de gravedad
del sistema, en medio de la creciente multipolarización, es decir, el
declive de los Estados Unidos como potencia dominante, como con-
tinuidad de la ya perfilada desaparición de su hegemonía, en favor de
un sistema de concertación, que debe pasar por el reconocimiento
del papel de una serie de potencias emergentes como global players.
Esto significa la ampliación del club de las potencias centrales y la
articulación de la globalización con el proceso paralelo de regionali-
zación, en el cual las potencias regionales desempeñan un rol de gran
peso que tiene que ser profundamente estudiado en el futuro, no im-
porta qué orden internacional sea el que emerja finalmente.
76 Ernesto Domínguez López

En resumen, lo que estamos presenciando es uno de los momentos


en que se inicia una transición entre modelos de desarrollo, uno de
los puntos de inflexión que separan coyunturas históricas cualitativa-
mente diferenciadas, aunque ambas formen parte del mismo sistema
de producción. Inmanuel Wallerstein las trata como puntos de bifur-
cación, que pueden representar el fin de un sistema.39 En todo caso
se está abriendo un árbol de posibilidades de desarrollo futuro, cuya
concreción o no depende tanto de las circunstancias concretas como
de las decisiones humanas. La continuidad del capitalismo como sis-
tema hegemónico es solo una de ellas, lo que a su vez tiene una serie
de variantes, en cuanto al modelo concreto que se construiría. Cuál
será la que realice, es algo que tendremos que esperar, pues ni siquie-
ra las realmente incalculables probabilidades lo podrían asegurar.

Notas
1
Carlos Antonio Aguirre Rojas: Immanuel Wallerstein: Crítica del sistema mundo
capitalista. Estudio y entrevista, México, Ediciones Eva, 2003.
2
Ver Ernesto Domínguez López: “Capitalismo postindustrial y desarrollo” en
Temas de Economía Mundial, no. II, Nueva Época, enero, Edición Especial, La
Habana, 2009.
3
Ver Eric Hobsbawm: Historia del siglo XX, Buenos Aires, Editorial Gijalbo-Monda-
dori, 1998.
4
Sobre este tema, ver Ernesto Domínguez López: “Economía y sociedad en la
Europa postindustrial”, en Revista de Estudios Europeos, no. 78, enero-abril, La
Habana, 2008.
5
Comisión Europa: Europe in figures. Eurostat yearbook 2009, Luxemburgo, Eurostat,
2009.
6
Este punto está más ampliamente desarrollado en Ernesto Domínguez López: Ob. cit.
7
Makram Haluani: Universidades y Sociedades Científicas: Algunos Apuntes acerca de la
Comparación entre América Latina y la Unión Europea, Ponencia presentada en XIV
Conferencia Internacional de Estudios Europeos, noviembre, 2007, p. 1.
8
Tomado de Perry Anderson: “Neoliberalismo: un balance provisorio”, en Atilio
Boron, Perry Anderson, y otros, La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión
social, La Habana, Editorial de Ciencias Sociales, 2003, p. 17. Sin embargo, en el
libro de los doctores Sivio Baró Herrera y Graciela Chailloux Laffita: ¿Hacia un
gobierno global?, Editorial de Ciencias Sociales, 2008; se colocan los antecedentes de
neoliberalismo en el Coloquio Walter Lipman (Francia, 1938), donde se iniciaron
los primeros esfuerzos por adaptar el liberalismo a las circunstancias del momento y
se continúa después con la nueva concertación internacional de los partidos libera-
les a partir de 1947 (página 55, nota 35), sin tomar en cuenta dos factores: el impor-
tante componente teórico-metodológico del neoliberalismo, claramente relacionado
con la producción de Hayek y sus seguidores, agrupados en la Sociedad de Mont
Pélérin, y los vínculos entre el neoliberalismo y las formas contemporáneas de
conservadurismo.
9
Perry Anderson: Ob. cit., p. 18.
10
Ver Milton y Rose Friedman: Free to choose, Avon Printing, 1979, también ver Atilio
Boron, Perry Anderson y otros, Ob. cit.
La crisis global y la nueva transición 77

11
Fernando de Trazegnies Granda: “El rol de la sociedad civil”, en Democracia y
Sociedad Civil, Bogotá, Fundación Friedrich Naumann, 1994, p. 80.
12
Ver Alonso, Aurelio: “El reto de una creatividad en tono mayor”, prólogo a Souza
Santos, Boaventura de: Reinventar la democracia. Reinventar el Estado, Editorial José
Martí, La Habana, 2005.
13
Aquí utilizo cultura como toda forma de producción humana, de manera que los
sistemas de relaciones de todo tipo, así como el conjunto de los elementos materia-
les y espirituales que se insertan en la vida de las sociedades son parte de la cultura.
14
Manuel Chávez Márquez y Scout Whiteford: “Globalización y bloques regiona-
les en el continente americano: Problemáticas y perspectivas”, en Nueva Economía
Política de la Globalización y Bloques Regionales, México, Universidad Autónoma de
Chapingo, 2001, p. 18.
15
Sobre el imperialismo más contemporáneo y sus vínculos con la globalización y el
neoliberalismo, ver Silvio Baró Herrera y Graciela Chailloux Laffita, ob. cit.; Atilio
Boron, Imperio e imperialismo, La Habana, Fondo Cultural del ALBA, 2006, y
Rafael Cervantes Martínez, Felipe Gil Chamizo, Roberto Regalado Álvarez y
Rubén Zardoya Loureda: Transnacionalización y desnacionalización. Ensayos sobre el
capitalismo contemporáneo, Editorial Félix Varela, La Habana, 2002.
16
Lynn Walsh: Economía mundial: Una crisis pronosticada. Publicado en http://
mundosocialista.net/2008/06/17economia.html, URL consultada el 1 de no-
viembre de 2008.
17
Sobre el sistema de crisis ver María Karla Rodríguez de la Cuesta, Ernesto Do-
mínguez López y Rodolfo Humpierre Álvarez: “Europa ante la crisis global” en
Revista de Estudios Europeos, no. 82, mayo-agosto, La Habana, 2009, pp. 5-8.
18
El PIB de la UE en 2007 fue 12,338 billones de euros, mientras que el de los
Estados Unidos fue 10,075 billones de euros. Fuente: Comisión Europa: Europe
in figures. Eurostat yearbook 2009, Luxemburgo, Eurostat, 2009, p. 80.
19
Idem, p. 454.
20
El tema nuclear todavía incluye una serie de elementos adicionales, especialmen-
te en lo referido a las investigaciones para el desarrollo de nuevas formas de
producir energía, estrechamente asociados con el problema de la innovación
tecnológica, pero ello requeriría mucho más espacio y un trabajo de especialistas.
21
Por cultura política entiendo la producción del conjunto de la estructura política,
es decir, los diversos sistemas y relaciones que forman parte de ella.
22
De Hyman Minsky se pueden consultar varios trabajos, por ejemplo: The Financial
Instability Hypothesis. Working Paper no. 74, mayo, 1992, publicado en http://www.
levy.org/pubs/wp74.pdf; Money, finantial markets, and the coherence of a market eco-
nomy publicado en http://www.econ.uoa.gr/UA/files/373625298.pdf; o Uncertan-
ty and the Institutional Structure of Capitalist Economies. Working paper no. 155, abril,
1996, publicado en http://129.3.20.41/econ-wp/mac/papers/9809/9809015.
pdf. URLs consultadas el 1 de mayo de 2009.
23
Solo como ejemplos, ver Stephen Mihm: “¿Por qué falla el capitalismo? Hyman
Minsky, el economista que vio venir el desplome aún veía otro problema en el
horizonte: su repetición”, publicado en http://www.sinpermiso.info/textos/
index.php?id=2902 o “¿Estamos en el pico de un Momento Minsky?”, publicado
en http://www.gurusblog.com/archives/%C2%BFestamos-en-el-pico-de-un-
momento-minsky/25/08/2007/
24
Sistema en el cual personas naturales y jurídicas contraen deudas para pagar deudas
anteriores, lo cual deviene una cadena infinita de adeudos altamente inestables.
25
Lance Taylor y Stephen A. O’Connell: “A Minsky Crisis” en The Quarterly Journal
of Economics, suplemento, vol. 100, Boston, MIT Press, 1985.
78 Ernesto Domínguez López

26
Las cifras fueron tomadas de los informes emitidos por la Oficina de Estadística
de la Comisión Europea (Eurostat), publicados en http://epp.eurostat.ec.europa.eu
durante 2009.
27
María Karla Rodríguez de la Cuesta, Ernesto Domínguez López y Rodolfo
Humpierre Álvarez: Ob. cit., p. 20.
28
Sobre este tema, ver Rafael Muñoz de Bustillo (ed.): El Estado de Bienestar en el cambio
de siglo, Editorial Félix Varela, La Habana, 2004 y Ernesto Domínguez López: “La
socialdemocracia europea: del Estado de Bienestar a la neoliberalización” en Revista
de Estudios Europeos, no. 77, septiembre-diciembre, La Habana, 2007.
29
David Harvey: “¿Estamos realmente ante el fin del neoliberalismo? La crisis y la
consolidación del poder de las clases dominantes”, publicado en www.sinpermiso.
info, URL consultada el 1 de julio 2009.
30
Es cada uno de los sistemas de relaciones y manifestaciones concretas que se
expresan en una de las esferas específicas de la actividad humana, es decir, econó-
mica, social, política o de las mentalidades. Responden a un ordenamiento gene-
ral acorde con el momento específico del desarrollo histórico en que se halle el
complejo social tratado. Aunque se transforman con el devenir tanto cuantitativa
como cualitativamente, en cada período histórico responden a la línea determina-
da por la base axiomática correspondiente que define dicho período. Un elemen-
to que permite diferenciar a la estructura es su estabilidad en el tiempo, pues existe
en lo que Fernand Braudel llamó la longue durée (Fernand Braudel: La Historia y las
Ciencias Sociales, Madrid, Alianza Editorial, 1970).
31
El referente en este caso es el concepto complejo cultural, utilizado por Fernando
Martínez Heredia (El corrimiento hacia el rojo, Editorial Letras Cubanas, La Haba-
na, 2001), con el cual designa los grupos humanos poseedores de elementos
complejos de identidad cultural y por tanto de organización social históricamente
determinados. He preferido denominarlo complejo social, que es el resultado de
la superposición dinámica y dialéctica de las estructuras social, económica, políti-
ca y de las mentalidades, que comúnmente se identifica con el término sociedad,
palabra que resulta fácil confundir con la estructura social.
32
Karl Marx: El Capital. Crítica de la Economía Política, Editorial de Ciencias Sociales,
La Habana, 1973.
33
Eric Hobsbawm: Las revoluciones burguesas, Madrid, Ediciones Guadarrama, 1971.
34
Ver los trabajos de Carlota Pérez: Revoluciones tecnológicas y capital financiero. La
dinámica de las grandes burbujas financieras y las épocas de bonanza, México, Editorial
Siglo XXI Editores, 2004 y Cambio técnico, reestructuración competitiva y reforma institu-
cional, Santiago de Chile, CEPAL / CLADES, 1996.
35
Ernesto Domínguez López: “Capitalismo postindustrial y desarrollo” en Temas de
Economía Mundial, no. II, Nueva Época, Edición Especial, enero, La Habana, 2009.
36
Ver Atilio Boron, Perry Anderson y otros: Ob. cit. y Rothenberg, Randall: The Neo-
Liberals, New York, Simon and Schuster, 1984.
37
Ver por ejemplo “Las fuerzas políticas europeas ante la crisis del modelo neolibe-
ral” en Revista de Estudios Europeos, no. 81, enero-abril, La Habana, 2009, o “La
sociedad civil y la crisis del modelo neoliberal” en Temas, no. 60, octubre-diciem-
bre, La Habana, 2009.
38
Sobre estos temas se pueden consultar trabajos como Serge Halimi: “Nationali-
ser les banques” en Le Monde Diplomatique, abril, 2009, publicado en www.sinpermiso.
info, URL consultado el 1 de junio de 2009; y “Crisis del capitalismo y crisis de
civilización”, publicado en www.kaosenlared.net/noticia/crisis-capitalismo-crisis-
civilizacion, URL consultada el 1 de julio de 2009; Paul Krugman: “La desespe-
rante política económica de Obama” en New York Times News Service, reproducido
por El País, Madrid, 24 de marzo de 2009.
39
Carlos Antonio Aguirre Rojas: Ob. cit.
Cultura tecnológica, innovación
y mercantilización

DÊNIS DE MORAES

1. Tecnología, velocidad y poder

No sé cual es la verdad más incómoda y flagrante sobre el mundo


actual. La mirada poética de John Berger (2004: 218) es inquietante:
Es un espacio sin horizonte. Tampoco hay continuidad entre las acciones,
ni pausas, ni atajos, ni líneas, ni pasado ni futuro. Vemos solo el clamor de
un presente desigual y fragmentario. Está lleno de sorpresas y sensacio-
nes, pero en lugar alguno aparecen sus consecuencias o sus resultados.
La sensibilidad insubordinada de Eduardo Galeano (2007) tam-
bién nos convoca a meditar:
La cultura del consumo, cultura de lo efímero, condena todo al desuso
mediático. Todo cambia al ritmo vertiginoso de la moda, puesta al servicio
de la necesidad de vender. Las cosas envejecen en un parpadeo, para ser
reemplazadas por otras cosas de vida fugaz. Hoy que lo único que permane-
ce es la inseguridad, las mercancías, fabricadas para no durar, resultan tan
volátiles como el capital que las financia y el trabajo que las genera. El
dinero vuela a la velocidad de la luz: ayer estaba allá, hoy está aquí,
mañana quién sabe, y todo trabajador es un desempleado en potencia.
Berger, con más de 80 años, y Galeano, en la víspera de los 70, son
de tiempos infinitamente menos desvariados. Tiempos en que la ca-
dencia más suave de la existencia permitía a Berger ponerse al sol de
80 Dênis De Moraes

primavera en una playa europea para pintar cuadros sobre el mundo


incendiario del amor. Ya Galeano diseñaba en una hoja de papel las
figuras adoradas por niños pobres de una aldea cerca de Cuzco, en
Perú: un cóndor, una serpiente, un fantasma y un dragón.
Todo ahora es atropellado en la urgencia de las milésimas. Las
pausas para respirar y el silencio meditativo de las pirámides parecen
insolentes. Los flujos ultraveloces sobrepasan el tiempo cronológico
y modifican la secuencia de los eventos, haciéndolos simultáneos y
muchas veces efímeros. Cualquier retraso parece implicar desconexión
con la prisa inmoderada. Nos dicen que así debe ser, porque disfruta-
mos de la conectividad permanente viabilizada por tecnologías avan-
zadas. Pero, si recusamos la glorificación de las conexiones cotidianas
sin causa digna, no será difícil percibir el otro lado de la aceleración
incontrolable. Al mismo tiempo en que amplían nuestras capacidades
de conocer, imaginar, exprimir e interaccionar, el delirio tecnológico
no deshace desigualdades sociales, acentúa desniveles tecnológicos y
con frecuencia se deja apropiar por la voracidad mercantil.
La verdad es que vivimos un cambio de paradigma comunicacional.
Con la digitalización, se ampliaron los sistemas, formatos, lenguajes y
medios de transmisión, distribución, circulación, exhibición y consu-
mo de datos, sonidos e imágenes. La convergencia entre los sectores
de informática, telecomunicaciones y medios asegura condiciones
objetivas para la multiplicación de productos y servicios digitales,
industrializados en proporciones compatibles con la internacionali-
zación de los mercados. La aceleración tecnológica sin precedentes
dinamiza los engranajes de la economía capitalista, con aumento sus-
tancial de la rentabilidad. La velocidad de la innovación es clave para
la conquista de dividendos comerciales. El ritmo frenético de las
mutaciones está cada vez más asociado a ventajas competitivas.
Gianni Vattimo (1991: 25) resume la inserción de las tecnologías
en una era de redes planetarias de comunicación: son “el órgano de
los órganos, el lugar en que el sistema tiene su «piloto», su dirección
tendencial de desarrollo”. Tal dirección consiste en fijar y controlar
con astucia el repertorio de conocimientos e innovaciones. La racio-
nalidad tecnológica tiene el poder de intervenir en varias dimensio-
nes: en la percepción de los individuos y grupos, en las formas de
organización social, en los horizontes de innovación y sus patrones
estratificados de acceso. Sin contar que el propio sistema tecnológi-
co, en procesos de revisión, superación y retroalimentación conti-
nuas, se encarga de responder, regular y administrar el repertorio de
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 81

innovaciones, habilidades y saberes que circula en la sociedad (Bron-


cano, 2000: 163-164).
Cada nuevo bien o servicio ambiciona monopolizar la última ge-
neración de novedades, con deliberado propósito de anticipar ten-
dencias y suplantar los concurrentes. “La mejor manera de prevenirse
para el futuro es crearlo”, es la frase clasica del Peter Drucker, gurú
de la gestión empresarial. La velocidad de las acciones y los medios
más rápidos de movilidad llegaron a la posición de principal “herra-
mienta del poder y de la dominación”, según Zygmunt Bauman (2001:
16-18). Una herramienta ya libre de resistencias del espacio físico y
territorial; ahora es móvil y fluida. Puede perfectamente atravesar
displays de teléfonos celulares con 16 millones de colores en alta re-
solución, smart phones, palms y notebooks wi-fi, webcams y paneles digi-
tales. Y permanece por encima de obstáculos cuando, convertida en
imágenes satelitales, transmite guerras, invasiones, epidemias y de-
sastres ambientales.
Los mensajes publicitarios nos dicen que lo que perdemos en du-
rabilidad lo ganamos en la intensidad de los impulsos. El placer debe
tener breve duración, a través de objetos de reposición inmediata. Se
regula la relación entre deseo, necesidad y satisfacción, removién-
dose aquello que retarde el ímpetu de consumir. El parámetro de
evaluación se modificó: tiende a prevalecer lo que produce sensacio-
nes, en lugar de las impresiones más profundizadas. Los objetos ma-
teriales son adquiridos para proporcionar experiencias febriles. La
mercancía “experiencial”, según Slavoj Zizek (2004: 121-123), se
convierte en punto de partida para la representación de las sensacio-
nes vividas. La experiencia subjetiva del consumo individual se hace
“la última meta de toda la producción”.
Bauman (2007: 51) destaca que los deseos insaciables están en
perfecta sintonía com el mundo fluido, incierto e inestable de la mo-
dernidad “líquida”. Objetos de valor pierden rápidamente los atracti-
vos, porque lo que más importa son las experiencias espectaculares y
fugaces, “y lo más probable es que [los objetos] terminen en la basu-
ra antes de haber producido alguna satisfacción”. La secuencia de las
nuevas atracciones se proyecta como imperativo irresistible en una
coyuntura en que los productos ya vienen de fábrica con plazo de
validez acortado, lo que alimenta el régimen de sustitución precoz
exigido por la búsqueda de rentabilidad.
La velocidad como herramienta de poder hace que la productivi-
dad y la competitividad dependan de la capacidad de los agentes
82 Dênis De Moraes

económicos de aplicar, con máxima rapidez, los datos y conocimien-


tos obtenidos. La información asumió la delantera como fuente ali-
mentadora de engranajes indispensables a la hegemonia del capital.
Bernard Miège (2002: 3-4) subraya que tener acceso e intercambiar
informaciones producidas por organismos especializados, instantá-
neamente y a bajo costo, representa hoy en día ventajas determinan-
tes para quienes pueden hacerlo, en comparación con los que no
pueden realizar estas acciones, o que no tienen suficiente conciencia
aún sobre el valor de esta diferencia. Y abunda:
A los elementos que tradicionalmente constituyen las distinciones entre
“dominantes” y “dominados”, y que se traducen en indicadores econó-
micos y socio-demográficos, es indispensable añadir hoy indicadores de
carácter informativo (y cultural), ya que éstos dan cuenta del carácter
estratégico de la información, tanto en la producción, en la distribución
de productos y en las relaciones laborales (necesariamente más cooperativas
para permitir el aumento de la productividad laboral), como también en la
vida diaria, en las relaciones interpersonales, en la gestión del tiempo o en
la adquisición de conocimientos y competencias a lo largo de la vida. La
información es un “paradigma” que cruza todas las actividades sociales;
esta transversalidad la vuelve a la vez imperceptible y omnipresente.
El control de la información es fundamental hacia la consolida-
ción de las estructuras de dominación, y no solo en el ámbito econó-
mico-financiero, pues está vinculada también a la dimensión
geopolítica. Excolaborador de Bill Clinton y hoy presidente de una
consultoría de negocios globales, David Rothkopf no duda en afir-
mar que, para los Estados Unidos, “el objetivo céntrico de una políti-
ca exterior en la era de la información debe ser el de ganar la batalla
de los flujos de información mundial, de la misma forma como Gran
Bretaña reinaba antiguamente sobre los mares”.1 No es difícil com-
prender por qué los recursos aplicados en tecnologías de la informa-
ción responden por un porcentaje que oscila entre un 3,5% y un 5,2%
del Producto Interno Bruto norteamericano (PIB). En Europa Occiden-
tal y Asia, el crecimiento de los gastos con tecnologías son aún más
significativos: un 7% y un 10%, respectivamente (Moraes, 2009: 61).
En tal contexto, la información se consolida como recurso básico
de gestión y producción y como materia prima para la obtención de
la plusvalía que impulsa la acumulación. No es casual la ganancia
obtenida por agencias de noticias transnacionales (Reuters, Associated
Press, France Press, EFE). Ellas seleccionan, elaboran y suministran, a
peso de oro, una cantidad impresionante de informaciones especia-
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 83

lizadas, que ayudan a instruir las decisiones estratégicas de traders,


correctores y analistas financieros. En épocas de crisis en la econo-
mía globalizada, los especialistas recurren cada vez más a los análisis
de tendencias de los mercados internacionales. La disminución de
los plazos de respuesta de inversores y especuladores se hace regla de
supervivencia frente a la volatilidad de los mercados financieros. De
ahí la necesidad imperiosa de coordinación en tiempo real de los in-
tereses corporativos en bolsas de valores y mercados futuros.
El gestor de fondos de inversiones André Jaburski pasa madruga-
das delante de sus monitores, rastreando cotizaciones y proyeccio-
nes, ya que la aceleración continua de los ritmos de inversiones y la
simultaneidad de las reacciones ignoran husos horarios. Según la re-
vista brasileña Exame, Jaburski es un de los mejores ejemplos de fi-
nancista global. En la oficina de su casa o en el trabajo, la televisión,
cuando está conectada, se sintonizada siempre en la CNBC, red
americana especializada en finanzas. Jaburski instaló antenas espe-
ciales para captar la señal, ya que no es transmitida en Brasil por
ningún canal de televisión. Él puede consultar en tiempo real todas
las noticias que afectan los países en los cuales invierte: los Estados
Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Canadá. En
un mundo donde lo que ocurre en un país tiene reflejo inmediato
sobre otros mercados y economías, quedarse mucho tiempo lejos de
los acontecimientos puede costar caro. “Hoy, ser un operador global
es un estilo de vida, no da para desconectar nunca”, dice María José,
una de las personas que acompañan esa tendencia más de cerca por
ser la esposa de Jaburski. “El mercado no es un juego”, dice él. “Pue-
do quedarme 24 horas sin hacer una operación siquiera, pero necesi-
to siempre saber lo que está aconteciendo para tomar decisiones”.2
El caso Jaburski comprueba cómo funcionan acciones en tiempo
real que tienen la rentabilidad como valor supremo. Los procesos de
verificación, intervención y actualización pasan a ser anywhere (utili-
zados en cualquier lugar), anytime (utilizados a cualquier tiempo) y
nomatter (productos y servicios inmateriales, compuestos por bits).
Estas actividades desmaterializadas ayudan a componer la figura del
sedentario nómada creada por Paul Virilio (1997). Está aquí pudien-
do estar, simultáneamente, en cualquier lugar, basta que disponga de
las cartas de navegación franqueadas por la tecnología. El hecho de
que Jaburski permanezca entre las cuatro paredes de su casa, aislado
de los antiguos alaridos de los pregones, no le impide moverse, vir-
84 Dênis De Moraes

tualmente, en cualquier momento, por los puntos de la red que ofre-


cen gráficos, tablas y comparativos de inversiones. Necesita solo de
una contraseña para acceder al sistema informático de su empresa,
que, por su parte, se interconecta a las terminales de las bolsas de
valores y agencias de noticias. Como se deduce, todo ese circuito no
puede prescindir de la urgencia, en razón de la presión permanente
del tiempo de intervención y procesamiento, estén los operadores
donde estén.

2. La vida en el compás de los objetos móviles

Las tecnologías digitales favorecen la convergencia de redes y plata-


formas en un lenguaje único, forjando la base para la hibridación de las
infraestruturas de transmisión de datos, imágenes y sonidos. La conver-
gencia digital se materializa en la comunicación inalámbrica, princi-
palmente en la tercera generación digital de la telefonía móvil (3G),
que se basa en redes avanzadas de banda ancha que soportan, además
de los servicios convencionales de voz y mensajes, SMS, acceso a Inter-
net, audio, video y recepción de televisión. El teléfono móvil se con-
vierte en dispositivo multimedia, pudiendo ser utilizado como cámara
y filmadora digital, player de músicas, archivos sonoros, radio AM-FM,
correo electrónico, mensajes e informativos en tiempo real, horóscopo,
juegos electrónicos, mapas y películas, además de capturar y enviar
imágenes y acceder a las redes sociales.
El teléfono móvil es el eje gravitacional de la “sociedad en red
móvil”, expresión utilizada por Manuel Castells (2007: 17) para de-
signar un tipo de sociedad cuyas estructuras y prácticas sociales se
organizan en torno a redes microelectrónicas de información y co-
municación, con dispositivos que interfieren en las funcionalidades
cotidianas, en las relaciones interpersonales, en la descentralización
de la producción, en los métodos de gestión empresarial, en las opera-
ciones financieras, en el trabajo virtual y en la conexión directa entre
servicios públicos y usuarios. La comunicación móvil se fundamen-
ta en intercambios constantes de textos, sonidos e imágenes, exten-
diendo la lógica de la red (varios puntos interligados entre sí, sin
dependencia a centros fijos) a las prácticas sociales y a múltiples cam-
pos de actividades, en todos los lugares y contextos (ibid: 394). La
variedad de usos tiene que ver con diferentes perfiles socioeconómicos
y culturales. Hay también las divisorias establecidas por la calidad de
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 85

apropiación de la comunicación móvil: mientras un contingente de


usuarios tiene condiciones de pagar por sofisticados servicios y utili-
za el teléfono móvil como plataforma multimedia, muchos otros solo
pueden consumir los servicios básicos de telefonía (ibid: 126).
Analicemos la dinámica tecnoproductiva de la comunicación mó-
vil. De un lado, es preciso ofrecer contenidos y servicios, lo que pre-
supone formatos y lenguajes audiovisuales para los diferentes canales
de información y entretenimiento. El teléfono móvil implica caracte-
rísticas operacionales y simbólicas peculiares, como la recepción
móvil, la fuerte segmentación, el lenguaje específico y la diferencia-
ción social, lo que exige campañas de marketing para atraer usuarios
disputados por varias operadoras (Aguilar, 2007). De otro lado, el
diseño sofisticado y la fascinación por aparatos repletos de recursos
se convierten en diferenciales importantes, que hacen al comprador
“estar al frente de su tiempo”. Ravi Dhar, profesor de administración
y marketing del Centro de Estudios de Consumo de la Yale Univer-
sity, explica que las ganas de poseer el modelo más avanzado hace
que el teléfono móvil sobrepase la categoría de los objetos utilitarios
para recibir el sello de última moda, como ocurre con ropas, acceso-
rios y players de música digital.
En la última década, la tecnología asumió características antes solo vistas
en la industria de la moda. Las personas quieren ser las primeras a tener un
iPhone, así como desean tener el último modelo de la bolsa Prada. La
funcionalidad es menos importante que mostrar al mundo que usted tiene
determinado producto.3
Hasta los ringtones —toques sonoros para teléfonos móviles— se
hicieron objetos de estatus personal: cada usuario elige el sonido más
acorde con su personalidad o estado espiritual.
No nos olvidemos de que a las facilidades de los teléfonos móviles
corresponde un conjunto de intentos lucrativos. Pues la telefonía
móvil se configura como “una tecnología comercial masificada por
medio de su uso social” (Aguado y Martínez, 2006: 321). El circuito
de comercialización se vincula a esquemas de producción de conte-
nidos que integren Internet y telefonía móvil en una plataforma digi-
tal con fuertes atractivos mercadotécnicos. Es lo que deja claro el
director de nuevos medios de la corporación Disney en América Latina,
Ezequiel Abramzon:
Se discute mucho lo que las empresas deben hacer para ganar más dinero
con la convergencia. Disney adopta la estrategia de envolver el consumi-
86 Dênis De Moraes

dor, creando experiencias de entretenimiento que puedan perdurar. Con


los cambios tecnológicos, es preciso, primero, educar el consumidor para
que él aprenda a usar bien el telefono celular, para, después, convencerlo
a gastar dinero bajando y consumiendo contenidos. Más importante que
los estudios de mercado es que entendamos que existe algo mucho más
espiritual relacionado a los contenidos: proporcionar al consumidor para
que despierte y comience a bajar cosas, asistir y consumir.4
La economía móvil engloba operaciones intervinculadas y com-
plementarias, como adquisición de aparejos, plazos de carencia, tari-
fación, descuentos promocionales y servicios agregados. Con más de
tres billones de usuarios en todos los continentes, la rentabilidad ex-
cepcional de la telefonía móvil es simétrica a su integración al entre-
tenimiento y las marcas, así como a la expansión de la publicidad en
el sector, que deberá alcanzar US$11,5 billones hasta 2012.5 En el
contacto permanente a cualquier tiempo y lugar, las operadoras insti-
tuyen una nueva fase que Raymond Williams (1975: 26) llamó de
privatización “móvil”: el hogar, el local de trabajo, el ocio y el trans-
porte se hacen dependientes de servicios tecnológicos que imponen
la conexión permanente.
Lo que Williams percibía hace 30 años hoy se disemina en mega-
lópolis agotadas por tráficos caóticos. Paradójicamente, están cruza-
das por circuitos invisibles, que cortan distancias, temporalidades y
geografías e instituyen otros territorios informacionales y dinámicas
de interacción por dispositivos móviles, en una eterna movilización
sin obstáculos físicos o coacciones presenciales. “Somos una enor-
me tribu de nómadas urbanos, condenados a vagar por las ciudades,
siempre conectados. No hay fronteras o límites”, define el consultor
de marketing Luiz Alberto Marinho, de la consultoría BrandWorks.
En el ambiente de acceso y contacto generalizado en que estamos
inmersos, Marinho califica la movilidad como el “mantra” contem-
poráneo.6 Si tenemos en cuenta el significado de la palabra “mantra”
en sánscrito —palanca de la mente—, debemos admitir que Marinho
está en lo correcto: objetos, ideas y cuerpos pasan a legitimarse no
solamente por sus funciones y atributos, también por potenciar des-
plazamientos y cambios virtuales. En cualquier momento, podemos
romper la inercia o la inmovilidad impuestas por circunstancias te-
cleando para hablar con alguien, o para leer, oír, asistir y descubrir
cosas en los aparatos.
Debemos reconocer modificaciones de prácticas sociales, políti-
cas, comunitarias e interpersonales en el horizonte de la cultura de la
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 87

movilidad. Pero es necesario no subestimar el hecho de que la comu-


nicación móvil también permite el control de los tiempos y de activi-
dades de los usuarios en diversas situaciones (trabajo, hogar, ocio,
vacaciones, etc.), además de constituirse, como ya he mencionado,
en el eje de una intensificación mercadotécnica y tecnoprodutiva de
la economía multimedia.

3. El frenesí mercantil

La comunicación móvil se ajusta a la actual práctica del capitalismo,


cuyo pilar de sustentación es la capacidad de acumulación financiera
en una economía de interconexiones electrónicas. El sistema tecno-
lógico incorpora a la lógica hegemónica su vocación expansiva, que
se apoya en una integración de flujos de información de altísima ve-
locidad, a un costo decreciente de operación.
En el escenario de mediatización de la vida social, caracterizada
por mediaciones e interacciones basadas en dispositivos teleinforma-
cionales, los sectores culturales están inmersos en la lógica del lucro
que preside la expansión de la forma-mercancía a todos los campos
de actividades. Las obras de arte trascienden las intenciones origina-
les de sus creadores para integrar un circuito de producción y comer-
cialización transnacional que engloba mercados, museos, festivales,
bienales, ferias y eventos mediáticos. Integrada, como las otras áreas
productivas, al consumismo, la esfera cultural ahora es componente
esencial en la lubrificación del sistema económico. La conversión de
la cultura en economía y de la economía en cultura es uno de los
cimientos del capitalismo actual. Según Fredric Jameson (1995), ya
fueron extinguidas las antiguas fronteras entre la producción econó-
mica y la vida cultural, porque los intereses comerciales prevalecen
sobre los valores estéticos y artísticos. La meta es transformar todos
los objetos, inclusos los bienes simbólicos, en mercancías.
Al cancelar la diferencia entre la producción artística y la produc-
ción general de mercancías, la mercantilización orienta para el consu-
mo de masa un conjunto de manifestaciones hasta entonces
clasificadas como elitistas (exposiciones, ciclos de conferencias, mú-
sica erudita), y que ahora se proyectan en las agendas mediáticas
como megaeventos, financiados por la publicidad y por esquemas
promocionales. Ocupan museos, centros culturales, espacios al aire
libre y paneles digitales. Atraen patrocinios públicos y privados apro-
88 Dênis De Moraes

vechando leyes de incentivos culturales y facilidades tributarias.


Muestras itinerantes de clásicos de la pintura universal producen abul-
tadas cuentas con ingresos por la venta de catálogos, reproducciones
de cuadros, videos, camisetas, etc. La propia noción de museo se
alteró radicalmente en las últimas décadas. Los antiguos templos de
fruición estética para experts incorporaron públicos más amplios, sobre-
saliendo como lugares coligados al cosmopolitismo cultural —inclu-
so ofreciendo acceso wi-fi en sus salones y reproduciendo imágenes
de los acervos en paneles digitales. Las muestras extrapolan los espa-
cios físicos convencionales y se virtualizan en las páginas de los mu-
seos en Internet y DVDs vendidos en boutiques y librerías. Con los
patrocinios, acuerdos, subsidios, asociaciones con corporaciones mul-
tinacionales, ingresos y servicios agregados, han aumentado las inver-
siones privadas en espacios de arte. En el contexto de explotación
mercantil del arte, las exposiciones se viabilizan comercialmente a
través de repartición de costes entre museos, galerías, gobiernos, ban-
cos (Chase Manhattan, Santander y Deustsche Bank), corporaciones
(Exxon, Samsung y Telefónica) y magnates coleccionistas (como el
mexicano Carlos Slim, dueño del grupo Telmex y uno de los hom-
bres más ricos del mundo, que posee la mayor colección de obras de
Auguste Rodin fuera de Francia). Se forman circuitos mundializados
de exhibición, incluyendo asociaciones entre Guggenheim, Louvre y
Centro Pompidou en París, Tate Modern en Londres, Prado en Ma-
drid, MoMA y Metropolitan en Nueva York.7
El ejemplo de los museos ilustra cómo la lógica de la mercantiliza-
ción suele ser indiferente al valor cultural intrínseco de los bienes
simbólicos; el interés primordial es su conversión al estatuto de mer-
cancía, y por eso aún no escapa a la exigencia capitalista de remune-
rar el capital invertido. Las inversiones en mercancías de la cultura de
masa se conjugan al diagnóstico de Jameson (2001: 163): la naturale-
za intrínseca del producto pierde significación, es un mero pretexto
de marketing. Porque, en la economía globalizada,
el objetivo de la producción ya no está referido a ningún mercado especí-
fico, a ningún conjunto específico de consumidores o de necesidades indi-
viduales o sociales, sino a su transformación en un elemento [el valor de
cambio] que, por definición, no tiene ningún contenido o territorio y, de
hecho, ningún valor de uso.
Las proyecciones de consultoría especializadas resaltan las ganancias
de la industria del entretenimiento. De acuerdo con Pricewaterhouse
Coopers, entre 2004 y 2008 esta industria creció a una tasa anual del
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 89

6,3% —más que la media de 5,7% de la economía global. Los negocios


suman un 3% del PBI norteamericano y alcanzan el segundo lugar en el
ranking de las economías emergentes (Vogel, 2007). Pricewaterhouse
Coopers calcula que en 2012 la ganancia del entretenimiento será ré-
cord, por cuenta de la explosión de soportes digitales para movilización
de productos y servicios. Milton Santos (2002: 54-55) acentúa que toda
esa producción abundante y masiva de entretenimiento resulta en pro-
gramaciones casi siempre dominadas por “el elogio de la banalidad y la
fabricación de best-sellers de retorno garantizado”. Santos lamenta que
sean “cada vez más frecuentes las manifestaciones culturales organiza-
das como grandes promociones, en las cuales las estrellas difícilmente
escapan a la condición de un producto ofrecido, una marca, una firma,
cuya presencia solo legitima la ocasión”.
De otra parte, la cultura mercantilizada convierte el deporte en una de
las más lucrativas industrias capitalistas. Transacciones millonarias re-
únen a empresarios, fondos de inversores, patrocinadores y agencias de
marketing deportivo. Las difusiones mediáticas constituyen la piedra de
toque para la mundialización de los eventos. Los planes de comerciali-
zación incluyen derechos de transmisión, patrocinios, sorteos, promo-
ciones y merchandising de marcas. Douglas Kellner (2006: 128-129)
observa que la lógica de la mercancía está implícita en los deportes pro-
fesionales, “que ya no pueden existir sin el acompañamiento de hincha-
das organizadas, mascotas que juegan con los jugadores y espectadores,
sorteos, promociones y competiciones involucrando los productos de
varios patrocinadores”. Los propios estadios, completa Kellner, poseen
paneles que reproducen electrónicamente las jugadas, así como anun-
cios gigantes de productos “que se alternan hasta la máxima saturación
para incrementar el espectáculo de consumo”.
Redes televisivas divulgan planetariamente las competiciones de-
portivas más populares. La operadora de televisión paga británica
BSkyB, perteneciente al magnate Rupert Murdoch, se convirtió en la
más lucrativa emisora del sector en Europa adquiriendo derechos
sobre eventos deportivos. Solamente el fútbol mundial factura US$
250 billones por año en derechos de transmisión. En una asamblea
de accionistas de News Corporation, Murdoch definió la directiva
que lleva el conglomerado a invertir en negocios deportivos: “Tene-
mos la intención de usar el deporte como ariete y principal producto
de oferta en todas nuestras operaciones de televisión paga”.8
El deporte se incluye entre las acciones de marketing prioritarias
de bancos y administradoras de tarjetas de crédito. El banco español
90 Dênis De Moraes

Santander patrocinará la Copa Libertadores de América hasta 2012;


desde 1986 Visa tiene cuotas de patrocinio de los Juegos Olímpicos,
Olímpicos de Invierno y Paraolímpicos; Mastercard invierte en la
Copa del Mundo de Fútbol, en la Fórmula 1 y torneos de béisbol,
golf y soccer en los Estados Unidos. El vicepresidente de promocio-
nes de Mastercard, Mava Heffler, explica que las campañas publici-
tarias en los programas deportivos de televisión tienen buena
receptividad en todas las clases sociales:
Además de comprender un gran público, el deporte es acompañado por
personas que mueven, se dedican, participan. Quien acompaña el deporte
es apasionado, gusta de lo que hace, siente lo que hace. El deporte ayuda a
fortalecer nuestra marca. Una de las razones de la importancia de los
patrocinios es que ellos permiten apalancar todas las herramientas de
marketing, como propaganda, relaciones públicas y telemarketing.9
En el caso del fútbol, la lógica transnacional de los negocios alteró
el tipo de relación tradicionalmente establecido entre clubes y selec-
ciones y los imaginarios culturales de los diferentes países. La inter-
nacionalización de las competiciones —involucrando clubes con
patrocinios y elencos carísimos, con jugadores reclutados en todo
mundo— entró en conflicto con el fútbol como expresión de identi-
dad nacional. Eso acontece, según Eric Hobsbawm (2007: 94-95),
tanto por el predominio de torneos internacionales entre superclu-
bes, en detrimento de copas y campeonatos nacionales y regionales,
cuanto porque los intereses de los superclubes compiten con los pro-
pósitos de las selecciones nacionales, “que son las portadoras de toda
la carga política y emocional de identidad nacional y que tienen que
ser formadas por jugadores que tengan el pasaporte del país”. Una de
las pocas excepciones que distinguen la identidad nacional frente a
los imperativos económicos de la globalización del fútbol es la Copa
del Mundo, que reúne, cada cuatro años, las selecciones de diversos
países. Aun así, el evento está integrado a la comercialización me-
diática, lo que estimula la apropiación de trazos y gustos culturales
por las dinámicas del marketing global.

4. Innovación y saturación

El modo de producción capitalista necesita aceitar siempre su capa-


cidad innovadora y reactivar permanentemente la cadena de valor
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 91

que refuerza la acumulación de capital. David Harvey (2003: 165-


167) subraya el énfasis permanente del capitalismo en la obtención
del “ingreso monopólico”, que implica el control de la singularidad,
de la exclusividad y de las calidades de un determinado objeto, a
modo de asegurar recetas permanentes y ampliadas. Para preservar
poderes monopólicos, las corporaciones recurren a dos maniobras
principales: “una amplia centralización del capital, que recoge el do-
minio por medio del poder financiero, economías de escala y posi-
ción de mercado, y la ávida protección de las ventajas tecnológicas
(...) por medio de derechos de patente, leyes de licenciamiento y de-
rechos de propiedad intelectual” (Harvey, 2004: 85). Significa con-
centrar en las mismas manos todas las etapas y consecuencias
rentables de los procesos tecnoprodutivos, con vistas a garantizar el
mayor dominio posible sobre la cadena de fabricación, procesamien-
to, comercialización y distribución de los productos y servicios.
Karl Marx ya había notado, en la segunda mitad del siglo XIX, que
mientras más violenta sea la competencia, más tenderá el mercado
al monopolio (u oligopólio), pues, en la guerra de todos contra todos
los gigantes eliminan a las empresas más débiles. En escenarios así,
las pequeñas y medias firmas ocupan solamente segmentos merca-
dotécnicos o el suministro de insumos y servicios especializados, siem-
pre que sea más ventajoso para las grandes compañías descentralizar
la producción o adquirir productos cuya fabricación sería costosa. En
las últimas décadas, las desregulaciones de los mercados y las legisla-
ciones omisas han provocado una concentración de capital y contro-
les monopólicos sin precedentes. La competencia en las industrias
culturales se limita dramáticamente a un número mínimo de players,
que imponen barreras a la entrada de nuevos competidores. Conglo-
merados asiáticos y norteamericanos dominan las industrias de vi-
deo y DVD. Diez empresas japonesas, entre ellas Sony, Hitachi, Fuji
y Matsushita, son responsables por un 90% de las exportaciones mun-
diales de aparatos de video y CDs vírgenes. Sony, Sega y Nintendo
centralizan un 90% de las ventas de videojuegos (Moraes, 2009: 76).
La concentración monopólica está íntimamente asociada a la di-
versificación productiva apoyada en tecnologías de punta y la capa-
cidad de innovar en plazos cortísimos, de manera que se aseguren
reposiciones constantes que generan la obsolescencia “programada”
de las mercancías en circulación (Bauman, 2007). Entre las matrices
conceptuales de la obsolescencia programada está la célebre teoría
92 Dênis De Moraes

de la destrucción “creativa” que Joseph Schumpeter elaboró en la


primera mitad del siglo XX. Al analizar los avances tecnológicos a
partir de la Revolución Industrial, Schumpeter (1984: 112) concluyó
que el ciclo evolutivo del capitalismo “proviene de los nuevos bienes
de consumo, de los nuevos métodos de producción o transporte, de
los nuevos mercados, de las nuevas formas de organización indus-
trial que la empresa capitalista crea”.
El economista austríaco define la destrucción creativa como un
proceso en que antiguos objetos y estructuras son sustituidos, se-
cuencialmente, por nuevos, acelerando el ritmo de la economía y
aumentando la acumulación de renta en manos de las empresas que
operan en ese paradigma, al mismo tiempo en que aseguraría otros
niveles de bienestar social. El carácter determinante de la competen-
cia no se limita a la fijación de precios competitivos y se proyecta en
la innovación, que acaba por establecer las líneas de supremacía com-
petitiva en el interior del modo de producción.
El emprendedor es el agente del proceso de destrucción creativa. Es el
impulso fundamental que acciona y mantiene en marcha el motor capita-
lista, creando constantemente nuevos productos, nuevos mercados e, im-
placablemente, sobreponiéndose a los antiguos métodos menos eficientes
y más caros. (ibid: 114)
Schumpeter aboga porque “todos los elementos de la estrategia de nego-
cios” sean concebidos “bajo el viento perenne de la destrucción creativa”,
no pudiendo ser comprendidos “bajo la hipótesis de que existe eterna
calmaría” (ibid: 113).
Consultores especializados en dividendos competitivos, como
Robert Tucker y Gary Hamel, parten de las tesis de Schumpeter para
clasificar la innovación como “combustible para el crecimiento de
las empresas” y como estrategia eficaz para que una organización
pueda superar la concurrente en la búsqueda de recetas “de primera
línea”. Según Tucker, cada crecimiento de 10% con ventas de nue-
vos productos equivale a un 2,5% de crecimiento consistente de las
recetas y retornos para los accionistas.10 Sin contar las iniciativas in-
novadoras que interfieren en los modelos de negocios, procesos ope-
racionales, prácticas de propiedad intelectual, estrategias de relación
con el cliente y campañas publicitarias. O sea, pensar en innovación
ya no quiere decir solo utilizar alta tecnología, como propagaban,
años atrás, los tratados de administración de la competencia. “El
concepto de innovación se ha expandido enormemente. Hoy, la in-
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 93

novación alcanza cualquier ramo de una organización. Generalmen-


te nace de una serie de ganancias incrementales”, dice Hitendra Pa-
tel, de la consultoría norteamericana Monitor Group.11 En la misma
línea, el gerente de Nuevas Tecnologías Aplicadas de IBM, Cezar
Taurion, dice que “hoy se consigue colocar inteligencia en práctica-
mente todos los objetos”, y añade que innovación no significa solo
inventar: “Es una intersección entre invención y el insight. Forma
parte del ADN de la mayoría de las corporaciones”.12
La innovación se convierte en requisito valioso en una época en
que los bienes disponibles crean problemas y expectativas que sola-
mente se superan mediante nuevas demandas y soluciones tecnoló-
gicas. Como las soluciones dependen de capital financiero, tecnologías
de punta, know-how gerencial y recursos logísticos, se instaura un
círculo vicioso: la cadena de descubrimientos y transferencias de tec-
nologías se concentra en torno a pocas corporaciones que acumulan
diferenciales inaccesibles a organizaciones de menor tamaño. Una de
las fórmulas para sedimentar dividendos competitivos es suplantar
lo que acaba de ser lanzado. Hasta 2005, Motorola, Nokia, Samsung
y LG conseguían colocar en las tiendas un modelo nuevo de móvil
cada 18 meses. Hoy, tal plazo es considerado una eternidad. La me-
dia cayó a nueve meses. En algunos casos, el lanzamiento ocurre en
seis meses.13 El fast fashion, adoptado por marcas como Zara, H&M
y C&A, hace que nuevas ropas ocupen y salgan de sus tiendas tres
veces por semana, mientras en las tiendas tradicionales las noveda-
des surgen de 10 a 12 veces por año. Otra fórmula es descubrir lo que
deberá ser innovación de aquí a cinco, diez años. Intel trabaja simul-
táneamente en tres generaciones de microprocesadores: mientras pre-
para la segunda generación, avanza en el bosquejo de la tercera.
Laymert Garcia dos Santos (2003: 232) define como “aceleración
de la aceleración tecnocientífica” la subordinación de decisiones de
inversiones a una velocidad inédita en la competencia establecida:
“Como si la supervivencia de las empresas en el mercado dependiera
más de su capacidad de invención y sustitución de productos que de
la extensa explotación comercial de los mismos, cuyo ciclo de vida
es cada vez más corto”.
El problema es que la mente humana no consigue retener tantos
estímulos audiovisuales. Hay una apabullante asimetría entre la eco-
nomía de los cambios simbólicos y la economía de la atención, ca-
racterizada por la creciente imposibilidad de absorber y procesar el
descomunal volumen de datos, sonidos e imágenes en circulación en
94 Dênis De Moraes

el planeta. ¿Cómo conquistar lectores y televidentes durante del bom-


bardeo diario de mensajes de todo tipo? Los spots publicitarios están
siendo acortados al máximo, porque los televidentes no soportan es-
perar 30 segundos, asediados como están por otros medios.14
Hay riesgos en el exceso de estímulos e informaciones por segun-
do. El primero es de naturaleza política: grandes cantidades de datos
favorecen el control más centralizado del proceso de distribución. El
segundo remite al campo de la recepción: la posibilidad del destina-
tario de reaccionar cada vez menos a los contenidos que recibe en
profusión, “llegando al efecto a desconectarse, desde el punto de vis-
ta interpretativo” (Sennett, 2006: 156-157).
Existen herramientas “astutas” para intentar fijar la atención de
consumidores presionados a experimentar y adquirir nuevos produc-
tos y servicios. Interpublic, líder del mercado publicitario global, creó
el Laboratorio de Medios Emergentes, con sede en Los Angeles, para
investigar lenguajes y formatos específicos para nuevos medios y el
comportamiento del público en relación a ellos. Acciones integradas
permiten a los estrategas de marketing aprovechar simultáneamente
diversas herramientas de estímulo al consumo: marketing viral, mar-
keting de relación, marketing de conocimiento, marketing táctico,
marketing ecológico, marketing turístico, marketing político, marke-
ting industrial, marketing de identidad, marketing de eventos, mar-
keting corporativo, telemarketing.
De acuerdo con el publicista Roberto Justus, presidente del grupo
Newcomm, que reúne algunas de las principales agencias de Brasil,
uno de los trabajos más decisivos es detectar e interpretar predilec-
ciones de los consumidores, demostradas por preferencias y gustos
consensuales:
Nosotros hacemos algunas investigaciones, tenemos mecanismos, y uno
de ellos es conocer la historia de vida del consumidor, evaluarlo desde la
hora que se despierta hasta que va a dormir. Con esas informaciones hace-
mos “un mapa de contacto” de ese consumidor con su marca y como él a
consume. Pues cada uno —el hombre, la mujer, el niño— tiene su estilo y
una forma de consumir. Cuando el hombre sale de casa, en un día de
semana, tiene el hábito de ir al trabajo. Ya el adolescente va hacia la escue-
la o para la facultad. A finales de semana van hacia el club o para la
gimnasia. Finalmente, los guiones son diferentes, la forma de consu-
mir es diferente, a cada momento. Corresponde a la buena agencia
entender el comportamiento de esa persona, la forma como ella va a
consumir el mensaje. Hay condiciones de llegar mucho más cerca de esa
persona, hablando de sus propios hábitos, sus costumbres. (...) Yo tengo
tantas herramientas como necesito para utilizar con mis clientes.15
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 95

En Internet, el rastreo de las comunidades de consumidores viene


haciéndose moneda corriente, sea en directorios de búsquedas, que
pueden revelar preferencias por determinados productos o servicios,
sea en banners o anuncios online, que despiertan la atención de los
usuarios. Por lo menos 260 de 500 corporaciones investigadas por el
consultor de e-branding Dan Schawbel monitorean los hábitos de con-
sumo a través de análisis de accesos a páginas web, downloads de
videos y músicas y rss feeds (avisos por e-mail de actualizaciones de las
páginas favoritas).16
El crecimiento exponencial del número de usuarios está en la base
del interés comercial por redes sociales (MySpace, Facebook,Orkut,
Bebo, Youtube, Hi5, Twitter). Ellas reúnen comunidades y grupos
formados por intereses comunes y estimulan la sociabilidad virtual,
además de favorecer la circulación ampliada y permutaciones de
materiales audiovisuales (películas, videos, músicas, fotos). Las re-
des sociales ya están entre las marcas más sobrevaloradas del mundo
y varias de ellas están vinculadas a corporaciones: Facebook pertene-
ce a News; Orkut y Youtube, a Google; MySpace, con más de 200
millones de usuarios en decenas de países, tiene como uno de sus
principales accionistas a la Microsoft.
Para adecuarse a la economía globalizada, la gerencia estratégica
de las redes sociales incluye alianzas estratégicas y asociaciones con
gigantes de información y entretenimiento (News, Time Warner,
Viacom, Disney), tanto en contenidos y eventos compartidos cuanto
en campañas publicitarias o promocionales que exigen plataformas
de gran visibilidad en Internet y registros de consumidores potencia-
les. La circulación de páginas empresariales dentro de MySpace y
Facebook viene atrayendo anunciantes globales. Coca-Cola lanzó una
página en Facebook para el refrigerante Sprite con el juego “Sprite
Sips”, que permite al usuario interactuar con un pequeño personaje
animado. Cuando los amigos de este usuario entran en la red, auto-
máticamente aparecen pequeñas alertas de textos. Sprite pasa a ser
“experimentado” por otros integrantes del grupo. El estudio de
Warner en Hollywood creó una página en MySpace para la película 300
y consiguió atraer 200 000 “amigos”. Ellos asistieron a trailers, deja-
ron comentarios y recibieron mensajes personalizados. Los 250 mi-
llones de usuarios de Facebook también pueden participar de páginas
de marcas, añadiendo evaluaciones, fotos y sugerencias, así como ya
hacen en las páginas personales de los amigos. Sus preferencias son
reveladas y analizadas a partir de compras y ventas de entradas de
cine y download de músicas, videos y películas.
96 Dênis De Moraes

Los administradores de redes sociales se apresuran en crear pági-


nas en diversos idiomas y con contenidos regionales, intensificando
empatías y adhesiones. Desde el punto de vista comercial, la finali-
dad es aumentar el número de usuarios y agregar patrocinios y anun-
ciantes. MySpace lanzó versiones en portugués en Brasil y en español
en América Latina, después de una experiencia pionera en la comu-
nidad latina que vive en los Estados Unidos. MySpace Latinoaméri-
ca ambiciona conquistar parte de los 150 millones de habitantes de
siete países —Argentina, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Uruguay
y Venezuela—, que se sumarán a los que ya utilizaban MySpace en
México. El éxito de esa estrategia puede ser medido por el creci-
miento espectacular de MySpace en Argentina en 2008: el número
de usuarios registrado creció un 177% en relación al 2007.17 El conte-
nido para los portales es producido por equipos locales, de la misma
forma que las asociaciones comerciales son firmadas con empresas
de cada país. Facebook también optó por versiones en otros idiomas,
atenta al hecho de que mitad de sus usuarios (la mayoría entre 14 y
34 años) vive fuera de América del Norte.
No por casualidad, The Economist bautizó de santo “grial” del mundo
virtual la interacción entre marcas y usuarios en redes sociales.18
Aunque se utilicen estrategias mercadotécnicas comunes en el mun-
do físico, existe el diferencial expresivo de que las redes ofrecen otras
posibilidades exploratorias de los recursos multimedia, con la finali-
dad de obtener dividendos comerciales entre comunidades de intere-
ses. Son las propias corporaciones que perciben oportunidades valiosas
para transacciones lucrativas. Podemos leer en la página de Facebook
en español:
Tener visibilidad y presencia en Internet implica muchos factores. Tener
un lugar en Facebook te ofrece una ventaja extra sobre tus competidores,
porque, además de permitirte llevar gran cantidad de tráfico a tus páginas
en la Web, estarás en contacto con clientes, proveedores y personas intere-
sadas en hacer negocios contigo.

5. Márgenes de diversidad

Me parece esencial acentuar que los beneficios provenientes de la


expansión tecnológica no son distribuidos de manera igualitaria en el
conjunto de la sociedad. El acceso a las tecnologías depende de con-
diciones adquisitivas y culturales marcadamente desiguales. La evo-
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 97

lución técnica debería ampliar el conocimiento de las sociedades y


de los hombres. Pero, en la práctica, ocurre una perversa inversión:
las técnicas avanzadas son apropiadas por elites y actores privilegia-
dos en función de objetivos determinados. La explosión innovadora
no representa un bien común, ni una conquista compartida por la
mayoría de los pueblos. Grandes empresas e instituciones hegemóni-
cas detentan la prerrogativa de utilizarla en función de ambiciones
particulares. Son ellas las que disponen de poderío financiero, influencia
política, capacidad industrial y redes globales de distribución —todo
eso facilitado por las desregulaciones y privatizaciones de los últi-
mos 25 años.
No estoy defendiendo la idea ingenua de que la evolución tecnoló-
gica solamente produce efectos negativos. Está claro que las tecnolo-
gías permiten nuevos modos de entretenimiento, interacción y
información, incluso formas creativas de intervención política (la
actuación de las organizaciones y movimientos anticapitalistas a tra-
vés de Internet no me deja mentir). Fernando Broncano (2000: 82-
-83) resume la misión de la tecnología al situarla como “la capacidad
de abrir posibilidades y crear oportunidades”. A su juicio, “la tecno-
logía es antes que todo un espacio de alternativas posibles: es el lugar
desde el cual se puede configurar el futuro en lo que depende de la
acción humana”. Esta comprensión, que destaca correctamente usos
y posibilidades, no permite olvidar los dominios monopólicos y las
exigencias de cualificación para aprovechar las tecnologías, así como
las exclusiones de ahí decurrentes.
Las desigualdades afectan la productividad y en el desempeño de
actividades que no pueden prescindir de sistemas y herramientas tec-
nológicos.
Quien no está conectado estará excluido de manera cada vez más intensa.
La brecha acentúa los contrastes entre regiones, países y grupos sociales.
Países menos digitalizados van siendo confinados al patio de la globaliza-
ción en términos de intercambio cultural, protagonismo político, creci-
miento económico y, a consecuencia de todo eso, bienestar social.
Inversamente, mientras más se reduce la brecha, más se avanza en la inte-
gración social, democracia comunicacional e igualdad de oportunidades
productivas, tanto dentro de los países como entre ellos. (Hopenhayn,
2002: 328)
Las tecnologías están lejos de compenzar desniveles en los acce-
sos a informaciones e innovaciones. Aunque los procesos compor-
ten variaciones, la digitalización no suprime y hasta puede reproducir
98 Dênis De Moraes

divisiones entre conectados y desconectados. Nestor García Cancli-


ni (2004: 76-79) destaca que el vértice de poder se desplaza hacia el
dominio de los recursos de conexión, en la medida en que “el capital
que produce la diferencia y la desigualdad es la capacidad o la oportuni-
dad de moverse y mantener redes multiconectadas”. Los segmentos
socioeconómicos privilegiados siguen siendo los más contemplados
por las ventajas tecnológicas. Lo que lleva Canclini a concluir:
Leer el mundo con la llave de las conexiones no elimina las distancias
generadas por las diferencias, ni las fracturas y heridas de la desigualdad.
El predominio de las redes sobre las estructuras localizadas deja invisibles
formas anteriores de mercantilización y explotación —que no desapare-
cieron— y engendra otras.
Las exigencias básicas de los ciclos tecnológicos (presupuestos,
sistemas productivos avanzados, investigación y desarrollo, control
de patentes y economía de escala) solo pueden ser cumplidas por
países ricos que responden por un 80% del Producto Bruto Interno
mundial. Mientras en los Estados Unidos casi 90 millones de perso-
nas tienen banda ancha y en Gran Bretaña un 70% de las escuelas
secundarias cuentan con tecnología wi-fi, en África los usuarios no
pasan de tres millones (menos del 1% de la población).19
Los costes de utilización de tecnologías de información en merca-
dos de baja rentabilidad también inhiben inversiones y proyectos en
países periféricos, constituyendo un obstáculo al desarrollo de las te-
lecomunicaciones y añadiendo agravantes a la historia de estratifica-
ciones entre sociedades, pueblos y naciones.20 Los desequilibrios
persisten en las tecnologías de punta, disputadas por norteamerica-
nos, europeos y japoneses, con consecuencias a largo plazo derivadas
de la acumulación cada vez mayor de informaciones estratégicas y
recursos informáticos y telecomunicacionales. Así que el desarrollo
tecnológico tiende a privilegiar segmentos sociales, empresas e insti-
tuciones con recursos financieros e infraestructuras coincidentes.
De todas maneras, los usos tecnológicos pueden favorecer más
contactos, interacciones e intercambios, incluso introduciendo nue-
vos formatos, lenguajes y dinámicas en los procesos comunicaciona-
les. Debemos destacar que las herramientas virtuales de Internet son
apropiadas por medios alternativos, críticos y contrahegemónicos para
difundir, de modo autónomo y descentralizado, sus puntos de vista y
reivindicaciones, sin ningún tipo de subordinación a las políticas edi-
toriales de los medios comerciales. El trabajo cooperativo en red per-
mite el desarrollo de actividades comunitarias y proyectos
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 99

comprometidos con el pluralismo informativo y cultural, sin finali-


dades lucrativas (Moraes, 2009: 231-266).
La oferta de contenidos y servicios de información y entreteni-
miento creció sustancialmente, de igual manera se ampliaron los ca-
nales, plataformas y soportes. El problema es que los globalófilos y
neoliberales se olvidan intencionalmente de considerar que las exclu-
siones impiden un usufructo igualitario, lo que limita el alcance so-
cial de los cambios que se procesan en los sistemas de producción y
difusión. También considero fundamental evaluar quién controla la
variedad de oferta, cuál es su naturaleza ideológico-cultural, cuáles
son las líneas de los contenidos y las prioridades establecidas en las
programaciones. Por lo tanto, no basta alardear del incremento de
opciones sin verificar sus intenciones y énfasis, así como sus efectos
socioculturales e influencias en la formación de la opinión pública.
Cuando ampliamos el campo de análisis, verificamos que se am-
pliaron la producción y la distribución de contenidos, pero las fuen-
tes emisoras están marcadamente concentradas en las manos de
corporaciones transnacionales. Las nuevas estrategias de acumula-
ción de capital simbólico y económico a través de la cultura y de la
comunicación centralizan en los Estados Unidos, Europa y Japón las
ganancias y el poder de definir los valores, principios y visiones del
mundo que van a predominar en las agendas, programaciones y flujos
informativos. En este modelo, la alegada multiplicación de bienes
simbólicos se inscribe más en la órbita de exigencias mercadotécni-
cas que propiamente en la variedad cualitativa de los contenidos.
La prevalencia de las lógicas comerciales se manifiesta en el redu-
cido mosaico interpretativo de los fenómenos sociales; en la escasa
variedad argumentativa, en razón de enfoques que reiteran temas y
puntos de vista hegemónicos; en la supremacía de géneros sosteni-
dos por altos índices de audiencia y patrocinios (telenovelas, teledia-
rios, reality shows); en la baja influencia pública en las líneas de
programación; en el desprestigio de los movimientos sociales y co-
mentarios en las pautas y coberturas; en la disparidad entre las pelí-
culas y seriados adquiridos en los Estados Unidos y la producción
audiovisual nacional.
Sería un equívoco ver tan solo manipulaciones en los contenidos
mediáticos, o suponer que toda la audiencia se sumerge en la pasividad
crónica. Sabemos que existen respuestas, interacciones y asimilaciones
diferenciadas por clases, grupos y comunidades. Sin embargo, debemos
examinar atentamente el otro lado de la moneda. En razón de la con-
centración monopólica y transnacional de las industrias culturales, la
100 Dênis De Moraes

posibilidad de interferencia del público en las programaciones depen-


de no solamente de la capacidad creativa y reactiva de los indivi-
duos, también de derechos colectivos y controles sociales sobre la
producción y la circulación de informaciones y entretenimiento
(Canclini, 2004: 148). Queda claro que la diversificación simbóli-
ca —alardeada por el discurso neoliberal— tiene estrecha proximi-
dad con la comercialización en grandes cantidades lucrativas.
La diversidad no se agota en los aumentos de opciones de consu-
mo; es fortalecida por expresiones creativas, dinámicas relacionales
y prácticas culturales e interculturales. Por eso, debemos rechazar la
idolatría del mercado como síntesis de organización social y descartar la
velocidad como emblema atávico de evolución sociotécnica; cuestio-
nar euforias tecnológicas (lo que en absoluto debe confundirse con la
tontería de la tecnofobia). Necesitamos demarcar la necesidad ético-
política de revertir la comercialización desenfrenada de la informa-
ción. Leandro Konder (2001: 6) tiene razón al subrayar la importancia
de la circulación social de informaciones que promuevan el conoci-
miento y ayuden a fomentar la conciencia de la ciudadanía:
Si el conocimiento no trabaja la información críticamente, el conocimiento
sufre una derrota, capitula ante la información y se sacrifica como conoci-
miento. Se deja reducir a una cosa inexpresiva e insignificante. La infor-
mación tiene importancia muy grande mientras sirve al conocimiento.
La diversidad presupone revitalizar manifestaciones de lo contra-
dictorio, confrontar puntos de vista y estimular cambios horizontales
entre las culturas de pueblos, ciudades y países. Eso exige interpela-
ción crítica y movilizaciones sociales para contrariar vivencias mediati-
zadas y apelaciones consumistas que disuelven la imaginación y la
producción simbólica en intentos comerciales que consagran exclu-
siones. La diversidad se asegura, principalmente, con políticas públi-
cas que valoren los derechos de la ciudadanía y mecanismos
democráticos de regulación, de universalización de accesos, de pro-
tección del patrimonio cultural intangible y de apoyo a usos comuni-
tarios y educativos de las tecnologías (Moraes, 2007: 36).
Si deseamos fortalecer una perspectiva de humanización de la exis-
tencia, tendremos que demostrar la capacidad de articular acciones y
conciencias en el campo político-cultural, reivindicando difusiones des-
centralizadas, múltiples abordajes sobre los acontecimientos, socializa-
ción de la información veraz, pluralismo cultural, redistribución del
conocimiento al conjunto de los ciudadanos y división igualitaria de
los beneficios tecnocientíficos entre países, sociedades y pueblos.
Cultura tecnológica, innovación y mercantilización 101

Notas
1
David Rothkopf, citado por Herbert I. Schiller: “Dominer l’ère électronique”, Le
Monde Diplomatique, agosto de 1998.
2
Giuliana Napolitano: “Un día en la vida de un global trader”, Exame, 5 de diciem-
bre de 2007.
3
Veja, 11 de julio de 2007.
4
Charla de Ezequiel Abramzon en el evento MoMo (Mobile Monday), Buenos
Aires, mayo de 2008.
5
Consultar el estudio sobre la publicidad en la telefonía móvil divulgado en 2008
por Portio Research, disponible en: http://www.portioresearch.com.
6
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Si dependiera de la receta frívola del magnate de la informática Bill Gates, la
exclusión digital se resolvería sin necesidad de cambios estructurales en el modo
de producción que fabrica desigualdades. En charla en la ciudad colombiana de
Cartagena de Indias, en 2007, Gates indicó, como solución para el abismo digital
entre países ricos y pobres, “facilitar el acceso a Internet y a los ordenadores en los
centros comunitarios, en las escuelas y en las bibliotecas”.Tuvo al menos que
reconocer que “el bajo precio que los ordenadores pueden tener no servirá de
gran cosa si no cayeran los costos de las conexiones, del mantenimiento, de la
banda ancha, entre otros”. Ver O Estado de S. Paulo, 20 de marzo de 2007.

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El modelo económico
de los Estados Unidos:
deslegitimación interna
y presiones externas
en un escenario de crisis global

ESTEBAN MIGUEL MORALES DOMÍNGUEZ


KATIA COBARRUBIAS HERNÁNDEZ

Introducción

El ejercicio de la hegemonía por Estados Unidos ha sido una de las


características principales del sistema capitalista desde el fin de la
Segunda Guerra Mundial. La necesaria combinación entre el poder
“duro” o militar, el poder económico y el poder blando o “soft power”,
le ha permitido ejercer un liderazgo internacional lo suficientemente
poderoso, como para imponer un interés general y sistémico que con-
dicione las distintas políticas nacionales, garantizando, al mismo tiem-
po, la definición de reglas económicas, jurídicas, políticas y militares
que permitan el funcionamiento de la economía capitalista mundial.1
La conducción de la globalización neoliberal constituyó una estra-
tegia de restauración de la dominación del capital transnacional, fun-
damentalmente norteamericano, que expresó claramente la capacidad
hegemónica de los Estados Unidos, al alcanzarse un elevado nivel de
consenso en torno a esa nueva estrategia. Indudablemente, ese país
se ha aprovechado de las ventajas que conlleva ser la economía cen-
tro del sistema y el líder de ese proceso de globalización, pero tam-
bién ha tenido que cargar con sus costos.
En este ensayo se sostiene la idea de que la hegemonía de los Esta-
dos Unidos en el terreno económico se encuentra visiblemente limi-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 107

tada, e incluso en estado declinante, a partir de un proceso de deterio-


ro que se desarrolla en dos niveles. En primer lugar, a nivel interno,
como una pérdida progresiva de legitimidad del proyecto nación, ale-
jando cada vez más el “sueño americano” de la realidad de la gran
mayoría trabajadora, lo que también le impone límites a su capaci-
dad para universalizar este modelo de desarrollo. En segundo lugar,
el deterioro se expresa a nivel externo, a partir de las fuertes presio-
nes competitivas a que se ve sometido su liderazgo a nivel mundial y
de los grandes desequilibrios acumulados.
En el primer epígrafe se analiza cómo el modelo neoliberal garantizó
la hegemonía del capital financiero, pero no logró relanzar el modelo
económico norteamericano sobre nuevas bases sustentables, sino que
lo sumió en un proceso de deterioro en los dos niveles antes expresados.
Las evidencias de este proceso van apareciendo gradual, pero sostenida-
mente, desde el gobierno de Ronald Reagan, hasta el último mandato
de George W. Bush, con una continuidad de crisis económica aún no
resuelta, dentro de la actual administración de Barack Obama.
Luego, la actual crisis económica llega tras más de treinta años de
políticas neoliberales que impusieron la desregulación y el descon-
trol, alimentando desequilibrios y burbujas financieras a nivel global.
Esta crisis constituye una expresión, no solo de la acumulación de
desajustes internos significativos, sino también de la insostenibilidad
de los desequilibrios del funcionamiento del sistema capitalista mun-
dial. Se examina cómo las manifestaciones que está teniendo la crisis
y sus posibles salidas, elevarían las tensiones que sufre el poder eco-
nómico de los Estados Unidos en el sistema mundial, apareciendo
como una de las manifestaciones más importantes, tal vez la más
importante, de la caída del prestigio de la nación a nivel mundial.

I. De Reagan a Bush: la globalización neoliberal


y la configuración de un modelo en crisis

Desde fines de los años 60 la economía mundial manifestó un dete-


rioro tendencial que se evidenció en la disminución de la tasa de
ganancia, el agotamiento del patrón tecnológico previamente vigente,
la caída de los niveles de inversión, menores incrementos de la produc-
tividad, entre otros elementos. Esos factores obligaron a la búsqueda de
condiciones técnicas que favorecieran nuevas formas de funcionamien-
to de la economía global, lo que propició el avance científico-técnico.
108 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

Al mismo tiempo, ocurrió un paulatino proceso de relajamiento o


desaparición de la mayor parte de aquellas normas que establecían
un mínimo de condiciones para los trabajadores, la desaparición de
los controles a los flujos de capital internacional, la reducción de las
funciones y capacidades del Estado.
Se desplegó así la globalización de la economía mundial como un
reacomodo del patrón de acumulación del capital en función de re-
componer los espacios de valorización, para garantizar la maximiza-
ción de la ganancia (Pérez, 2004). De esta forma, la década de los
setenta del pasado siglo fue extraordinariamente importante para la
economía mundial y para la norteamericana en particular, al produ-
cirse significativas modificaciones cualitativas en la dinámica cíclica
del capitalismo.
Según Robert Brenner, el declive del dinamismo económico mun-
dial desde fines de los sesenta, respondía a una tendencia de la sobre-
capacidad en las industrias manufactureras mundiales, a partir del
ingreso sucesivo de “nuevos poderes industriales”: Alemania y Ja-
pón en la postguerra, luego los nuevos países industrializados del
noreste asiático y más recientemente los Tigres del sudeste asiático y
China. Sin embargo, la reacción global para relanzar las tasas de ga-
nancia, aumentando la capacidad de innovación y la precarización
laboral, no hizo sino agravar la debilidad de la demanda agregada en
el largo plazo. De esta forma “…la sobreproducción generada duran-
te este período puede ser vista como una crisis de realización, que
obstruye la concreción del valor de las mercancías como resultado
de limitaciones vigentes en la esfera del consumo” (Katz, 2009).
Las autoridades de los principales países capitalistas encontraron
en el crédito fácil, principalmente para el consumo del sector priva-
do, y en el desarrollo de las actividades financieras y la especulación,
la manera de lidiar con el problema de la caída del salario real y la
debilidad de la demanda. Así, en la economía mundial, la acumula-
ción de capital ha dependido de las oleadas sucesivas de especula-
ción, alimentadas y racionalizadas por los hacedores de políticas
públicas (Brenner, 2009).
Los Estados Unidos, como centro del capitalismo mundial, fue
líder en la implementación de las políticas neoliberales. La adminis-
tración Reagan fue la encargada de darle continuidad al cambio esen-
cial de política económica que se había iniciado a fines de los setenta.
Este nuevo enfoque de política preveía la reducción impositiva, la
restricción monetaria y la eliminación de los excesos del intervencio-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 109

nismo y la regulación estatal (Morales, 2007). Aunque, originalmen-


te, el programa económico de Reagan pretendía la contracción de los
gastos federales, a partir de la profunda recesión económica de 1982
se produjo un ascenso acelerado de los mismos, principalmente los
relacionados con la defensa. Este aumento de los gastos militares
respondía a que se recurrió al uso de la fuerza a nivel internacional
para reafirmar la supremacía norteamericana, sacando de ello, a su
vez, mayores beneficios económicos.2
Pero, la expansión experimentada por los Estados Unidos a partir
de 1983 no se debió simplemente a la política económica aplicada, sino
a que esta se ajustó perfectamente al tránsito que estaba ocurriendo
hacia un nuevo paradigma tecnológico, de la industria metal mecánica-
-automovilística-petroquímica, hacia la industria electrónica-informáti-
ca. Con este nuevo paradigma, el centro dinamizador del ciclo ya no
era la demanda, sino la oferta, por lo que esta devenía en el principal
objeto de la política económica (Morales, 2007).
Igualmente significativo es que la expansión ocurrió a costa de la
generación de los llamados “déficit gemelos”, o sea, una expansión
en similar medida del déficit fiscal y el déficit de cuenta corriente.
Este último, asentado en la pérdida de competitividad de las exporta-
ciones estadounidenses y el creciente consumo, fue cubierto por flu-
jos financieros externos, cuya acumulación dio lugar a que en 1986 la
economía norteamericana pasara a tener una posición deudora en su
balanza de pagos, por primera vez en más de seis décadas. Comenza-
ban a prefigurarse así los desequilibrios de pagos globales que esta-
rían, junto a otros elementos, en el epicentro de la actual crisis
económica.
Durante la doble administración de William Clinton, en la década
del noventa, ocurre el auge del sector de las tecnologías de la infor-
mación y las comunicaciones, con lo que la industria electrónica-
informática se estableció definitivamente como el núcleo integrador
y dinamizador de la producción social y de la acumulación de capital,
constituyéndose en componente esencial de la expansión más prolon-
gada registrada por la economía norteamericana (de marzo 1991 a
marzo 2001).
Los avances tecnológicos también propiciaron un mayor desarro-
llo de los mercados financieros mediante la creación de novedosos
instrumentos de inversión, el surgimiento de nuevas instituciones fi-
nancieras y la masificación del uso de Internet. En 1999, el Congreso
aprobó la Ley para la Modernización de los Servicios Financieros,
110 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

con lo que se eliminaron los controles que aún quedaban sobre la


actividad financiera y las operaciones bancarias y que habían sido
adoptados desde la década del veinte. Se favoreció aún más el auge
de la economía especulativa, haciendo al sistema financiero más com-
plejo, opaco y manipulable. Cada vez más hogares e individuos parti-
ciparon en los mercados financieros y las ganancias obtenidas en el
mercado accionario contribuyeron a la explosión del consumo.
La afluencia de capital externo necesaria para cubrir los elevados
niveles de inversión y sostener el consumo, profundizó el carácter
deudor de la economía, elevando la relación entre el endeudamiento
externo y el PIB hasta un 14% en el año 2000, en comparación con el
3% que había registrado en 1990.3 A pesar de que el déficit de cuenta
corriente ascendía anualmente, la administración de William Clin-
ton consideraba que ese no era un problema si reflejaba un alto nivel
de inversión productiva, más que solo un bajo nivel de ahorro. Estas
percepciones eran estimuladas por el favorable desempeño macroeco-
nómico que caracterizó a la economía norteamericana durante los
noventa, a partir de una baja inflación, bajas tasas de interés y altas
tasas de crecimiento.
Sin embargo, la administración no valoró que el crecimiento soste-
nido del déficit y las obligaciones externas podrían llevar a estas va-
riables a un nivel de insostenibilidad preocupante, tal y como sucedería
años más tarde (Cobarrubias, 2009a). Desde una perspectiva global
esto significaba un enorme desbalance, pues la contrapartida del défi-
cit corriente de los Estados Unidos, eran los superávits externos de
China, Japón, Alemania y el resto de los países superavitarios.
En enero de 2001, George W. Bush asumió la presidencia de los
Estados Unidos y ya en marzo se iniciaba una recesión que puso fin
a la prolongada expansión de los años noventa. La recesión había
estado antecedida por el estallido de la burbuja especulativa de las
tecnologías de la información y las comunicaciones, uno de los pre-
cedentes de la actual debacle financiera. Luego, la incertidumbre ge-
nerada por los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001,
contribuyó a agravar el panorama, profundizando la debilidad de los
principales indicadores económicos.
La Reserva Federal redujo la tasa de interés de los fondos federales
hasta ubicarla en un 1%, el nivel más bajo desde 1958, el cual se
mantuvo hasta mediados de 2004. Las bajas tasas de interés, junto al
boom especulativo del mercado inmobiliario, favorecieron el dinamis-
mo del consumo, al abaratarse el financiamiento hipotecario. Mu-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 111

chas familias se vieron incentivadas a solicitar créditos con bajos in-


tereses y utilizando como garantía el alto valor de sus casas. Esto
les permitía incurrir en un nivel de gastos que, en muchos casos, su-
peraba sus ingresos y como consecuencia, se registró una expansión
significativa del endeudamiento de los hogares.
La administración Bush se caracterizó por los sucesivos recortes
de impuestos y los crecientes gastos públicos justificados con la lla-
mada “guerra antiterrorista”. Como consecuencia, el superávit fiscal
de 2,4% del PIB heredado de la administración Clinton, se revirtió
hasta alcanzarse un déficit de 3,6% en 2004.
De esta forma, durante el doble mandato de George W. Bush, a
partir del auge del consumo y los déficits fiscales, el ahorro nacional se
redujo drásticamente. Sin embargo, tal insuficiencia de ahorro interno
siguió siendo cubierta sin dificultades con recursos financieros exter-
nos. Así, año tras año, se acumularon obligaciones financieras con el
exterior, hasta la extraordinaria cifra de 2,4 millones de millones de
dólares, equivalentes al 19% del PIB en 2007 (Jackson, 2008).4
A pesar de las peculiaridades que hacen único a cada subperíodo
analizado, es posible afirmar que la sucesión de administraciones
norteamericanas, de Reagan a Bush, mantuvieron y desarrollaron
políticas que favorecieron el desarrollo de un mercado financiero trans-
nacionalizado y desregulado, el aumento desenfrenado del consumo
a partir del acceso casi irrestricto al crédito, la sucesión de auges y
crisis de especulación, la creciente dependencia del capital externo,
entre otros. Conformaban estos elementos, las manifestaciones prác-
ticas del conjunto de transformaciones estructurales y de política,
que se emprendieron como respuesta a la crisis de acumulación que
sufrió el sistema capitalista desde fines de los sesenta y, como resul-
tado, se favoreció la ofensiva del capital en función de recomponer
su capacidad para extraer ganancias. Sin embargo, esa rápida y gene-
ralizada hegemonía del capital financiero en su carácter especulativo,
y como resultado de ello la financiarización de las economías, es un
proceso que suele caracterizar las etapas finales de los modelos hege-
mónicos, tiempos característicos de inestabilidad económica, estan-
camiento y bajos niveles de crecimiento (Sader, 2009).

El sueño americano desdibujado

Uno de los mitos más recurrentes acerca del modelo norteamericano


es que el dinamismo económico se refleja en altos niveles de bienestar
112 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

y movilidad social. Sin embargo, por más de 30 años, en la sociedad


norteamericana se han desarrollado mecanismos de inclusión y ex-
clusión, que han determinado un significativo deterioro de las condi-
ciones sociales para una gran parte de la población. Este análisis no
estaría completo si se deja de considerar que estos mecanismos están
fuertemente impactados por una serie de rasgos sociodemográficos
de la sociedad norteamericana, principalmente la existencia de una
estructura social jerárquica entronizada por más de 200 años, en la
cual raza, clase, estatus social y nivel de pobreza, se coaligan estruc-
turalmente, de manera muy fuerte. En la cúspide de esa estructura o
pirámide social se ubican los blancos-anglosajones-protestantes
(WASP, pos sus siglas en inglés), seguidos por otros blancos. Más
abajo se ubican los latinos, luego los afronorteamericanos y en la
base, los indios nativos y esquimales (Morales, 2007). Esto significa
que a los factores estructurales a los que se hará referencia, habría
que agregar procesos históricos vinculados con la discriminación ét-
nica-racial y el estatus subordinado impuesto a las minorías étnicas.
Tales mecanismos de inclusión y exclusión social han estado aso-
ciados a la consolidación de importantes cambios en la estructura
tecno-productiva del país. Así, ante el deterioro del funcionamiento
económico capitalista, emergieron nuevas condiciones técnicas con
el fin de aumentar la productividad, redefiniendo las relaciones capi-
tal-trabajo y logrando mejores posibilidades competitivas para el ca-
pital privado.
En el sector manufacturero, por ejemplo, los avances tecnológicos
han favorecido nuevas formas de funcionamiento económico, a partir
de la creación cada vez mayor de empleos de ensamblaje. Estos em-
pleos, de baja calificación y bajos ingresos, consistentes en la realización
de tareas simples y repetitivas, pasan a ser cubiertos principalmente por
trabajadores inmigrantes, pues una parte de la fuerza laboral nativa
resulta expulsada por tal nivel de degradación (Canales, 2007).
El acelerado crecimiento del sector de servicios, principalmente
los servicios personales, también ha generado empleos de bajos sala-
rios, manuales y nada atractivos para los blancos nativos. Estos últi-
mos se emplean principalmente en el sector terciario, pero en puestos
altamente calificados, sustentados en las tecnologías de la informa-
ción, situados por tanto, en “el núcleo y la cúspide de la nueva es-
tructura ocupacional” (Canales, 2007). Así, la segmentación del
mercado laboral condiciona una diferenciación social notable entre
los trabajadores blancos nativos y el resto.
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 113

Asimismo, la disminución de los costos laborales necesaria para


garantizar la reproducción del capital se ha logrado también a partir
de la configuración de un régimen laboral basado en la flexibilidad y la
desregulación. Se han multiplicado los empleos temporales o a tiempo
parcial por lo que en el año 2005, el 30% de la fuerza de trabajo tenía un
empleo de este tipo, casi siempre asociado a baja calificación, inestabi-
lidad, menores salarios y menores niveles de beneficios como vacacio-
nes, pensiones y seguros de salud (Economic Policy Institute, 2007).
A través de la flexibilidad se efectúa una fragmentación de la clase
obrera y como consecuencia, de sus posibilidades de asociación. En
los Estados Unidos, desde los ochenta, ha disminuido constantemente
el número de trabajadores protegidos por un sindicato o por un acuerdo
de negociación colectiva. Si en 1979, el 25% de los trabajadores asalaria-
dos eran miembros de un sindicato, ya en el 2007, solo el 12% mantenía
ese estatus (BLS, 2008). La falta de protección legislativa y sindical
hace que estos trabajadores no sean protegidos y se encuentren forzados
a trabajar en condiciones muchas veces inaceptables.
El deterioro de beneficios como planes de pensiones y seguros de
salud, se manifiesta también con especial nitidez. Desde 1979, la
cobertura de este tipo de planes ha disminuido aceleradamente, y
aunque ha ocurrido más acentuadamente para los latinos, también
ha operado para los afronorteamericanos y blancos.
Por otra parte, como consecuencia de la fuerte ofensiva del capital
sobre el trabajo, las ganancias de productividad han recaído despro-
porcionadamente sobre el capital y sus propietarios. Por tal razón, el
fuerte crecimiento de la productividad que se registró en el último
decenio se dio en combinación con un aumento muy moderado de
los salarios y una expansión extraordinaria de las ganancias de las
empresas. Así, la desigualdad de ingresos ha alcanzado en la actuali-
dad niveles solo comparables con los existentes cuando la gran crisis
de 1929, e incluso superiores a los del resto de los países industriali-
zados. En 2004, el 5% más rico recibió el 21% de todo el ingreso,
mientras que las familias del 40% más pobre de la población, recibie-
ron menos del 14% (Economic Policy Institute, 2007).
Se ha demostrado que la capacidad de la economía norteamerica-
na para generar empleos de calidad ha disminuido entre un 25 y 30%
en los últimos 25 años (Economic Policy Institute, 2007). Este hecho,
en combinación con la creciente concentración de los ingresos, ha dado
lugar a un aumento de la pobreza. En el período expansivo registrado
entre 2000 y 2005, el número de pobres aumentó en un 17%. Además,
114 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

esta tasa no solo está entre las mayores del mundo industrializado,
sino que la pobreza resulta más profunda y más difícil de superar.
La degradación de las condiciones sociales en los Estados Unidos,
responde asimismo a la pronunciada debilidad de la red pública de
protección social. Como parte de los ajustes en el patrón de funcio-
namiento del capitalismo norteamericano, se ha constatado un pau-
latino desmantelamiento de las instituciones del Estado de Bienestar,
heredadas de la etapa del New Deal. Se han degradado los servicios
sociales esenciales, se han desmantelado muchas agencias guberna-
mentales para aliviar la pobreza, se han reducido diversos programas
educacionales, de salud, así como el presupuesto para empresas so-
ciales que ofrecen servicios comunitarios subsidiados. Los gastos
públicos dedicados a estos propósitos se han reducido, mientras se
han elevado los gastos de defensa y de seguridad nacional (Cobarru-
bias, 2009b).
Sin duda, la orientación que ha tomado la política impositiva del
Gobierno en los niveles federal, estatal y local, durante los últimos
30 años, ha impulsado de forma definitiva el aumento de la desigual-
dad de ingresos. Los impuestos se han vuelto más regresivos, lo que
significa que las familias de mayores ingresos han visto disminuir sus
erogaciones por este concepto, en relación con los de las familias de
menores ingresos.
A partir de los cambios en la política de impuestos introducidos
por la administración Bush entre 2001 y 2003, la regresividad de la
política fiscal se ha acentuado. Aunque la tasa impositiva efectiva
disminuyó para todos los grupos, lo hizo más acentuadamente para
los hogares más ricos. Esto significa que el quintil más bajo ahorró
61 dólares en impuestos y las del quintil medio 586 dólares. En cambio,
las familias más ricas lograron un ahorro extraordinario de 66 601 dóla-
res (Economic Policy Institute, 2005).
De esta forma, los sectores más vulnerables de la población esta-
dounidense se han visto seriamente afectados por la ofensiva del ca-
pital privado y las políticas conservadoras del Estado, acentuándose
su vulnerabilidad y desprotección. Las minorías enfrentan las peores
condiciones y resultan ser especialmente vulnerables en un entorno
caracterizado por la precariedad del mercado laboral, la exacerba-
ción de la disparidad social y la pobreza, así como por la debilidad de
los mecanismos de protección social. De tal forma, sus oportunida-
des de progreso resultan muy limitadas, a partir del carácter subordi-
nado de su inserción social (Cobarrubias, 2009b).
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 115

La sociedad norteamericana constituye la muestra más fehaciente


de que el capitalismo en los países desarrollados crea aristocracia
obrera, pero también crea terceros mundos, reproduciendo a nivel inter-
no, casi lo mismo que hace a nivel del sistema global transnacionaliza-
do. El triunfo ideológico de una visión del mundo y de un modo de vida
específico, “el modo de vida norteamericano”, ha sido el elemento
de mayor fuerza en la hegemonía planetaria de los Estados Unidos
(Sader, 2009). Sin embargo, ante un análisis objetivo de las condicio-
nes sociales en ese país, el ideal del “sueño americano”, deviene en
un mito, profundamente desdibujado a partir del deterioro que se ha
acumulado al reconfigurarse gradualmente el modelo social en los
últimos 30 años. Sin embargo, otros mitos también se imponen a las
subjetividades acerca de esa nación, relacionados con la fortaleza de
su economía a nivel mundial y las ventajas de su posición global.

El liderazgo americano ¿también desdibujado?

Por más de un cuarto de siglo, la economía estadounidense ha acu-


mulado desequilibrios significativos en las áreas comercial, financie-
ra, fiscal y distributiva, que se han reflejado necesariamente en un
deterioro de su posición económica relativa a nivel internacional. Tales
desajustes están vinculados a la dinámica de reproducción del siste-
ma capitalista mundial. Según Beinstein (2008) los déficits de los
Estados Unidos y su endeudamiento, han sido funcionales a una cri-
sis crónica de sobreproducción de carácter global. Las grandes eco-
nomías centrales y las nuevas economías emergentes han podido
crecer gracias a la capacidad de absorción de mercancías y capitales
del mercado estadounidense.
El sobredimensionamiento del sistema financiero, dirigido princi-
palmente a financiar el consumo y las actividades especulativas, ha
sido uno de los elementos que le han permitido mantener su dinámi-
ca expansiva. Sin embargo, esto ha favorecido el debilitamiento de la
economía real, la acumulación de déficits fiscales y de crecientes
déficits comerciales y de cuenta corriente, con el consecuente endeu-
damiento, lo que ha ido erosionando visiblemente esa posición do-
minante, describiendo un “efecto bumerán” (Cobarrubias, 2009a).
Por ejemplo, uno de los elementos que ha despertado mayor incer-
tidumbre entre los principales académicos y políticos estadouniden-
116 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

ses es que el crecimiento, y el estándar de vida de los norteamericanos,


es altamente dependiente de la voluntad que manifiesten los acreedores
extranjeros de seguir financiando sus déficits internos y externos. Agen-
tes extranjeros poseen 2,2 trillones de dólares en bonos del Tesoro, lo
que significa algo más de la mitad del total emitido, y el 60% de esa
porción está en manos de bancos centrales. Significativo resulta tam-
bién el enorme dinamismo que han tenido estas compras: entre 1985
y 2005, agentes extranjeros adquirieron casi el 75% de todos los nue-
vos bonos emitidos (Bergsten, 2007).
Esta situación ha sido percibida como una importante vulnerabili-
dad, incluso en términos geopolíticos. Valga citar a Larry Summers,
asesor económico del presidente Barack Obama:
Un aspecto problemático de esta dependencia del capital extranjero es su
significación geopolítica… Seguramente, hay algo extraño en el hecho de
que la mayor potencia mundial sea el mayor deudor mundial. Para financiar
los niveles prevalecientes de consumo e inversión, ¿debe Estados Unidos
ser tan dependiente como lo es, de los actos discrecionales de lo que son,
inevitablemente, entidades políticas en otros países? (Summers, 2004).
Esto constituye una clara expresión, de lo determinante que es
hoy el resto del mundo en el comportamiento de la economía de los
Estados Unidos, a diferencia del menor significado relativo que tenía
en los años inmediatos posteriores al final de la Segunda Guerra
Mundial. Evidentemente, a los Estados Unidos no le conviene que
otros gobiernos tengan, al menos en teoría, la posibilidad de utilizar
su posición de acreedores para manipular o incluso dañar, sus privile-
gios económicos.
Una de las más claras evidencias de los efectos que ha ido tenien-
do el desequilibrio externo de la economía estadounidense, es el pro-
longado proceso de depreciación que sufrió el dólar entre 2002 y
mediados de 2008. Sin embargo, más significativo que la deprecia-
ción en sí misma resulta que, a partir de la amenaza real que esta
significa para la salud financiera de muchas economías y las perspec-
tivas de su continuidad, han sido frecuentes las declaraciones de di-
versas autoridades monetarias acerca de la intención de diversificar
sus reservas internacionales, aumentando la participación de otras
divisas e, incluso, el oro. Las autoridades monetarias de países como
China, Rusia, Venezuela, Suiza y Emiratos Árabes Unidos han dado
pasos en esa dirección.
A ello se le agregan los anuncios realizados por varios gobiernos
acerca de la diversificación de las monedas utilizadas en transaccio-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 117

nes internacionales tan importantes como el comercio de petróleo.


Ya en el año 2000, Irak había convertido todas sus transacciones pe-
troleras a euros, vulnerando la hegemonía que había mantenido el
dólar en el comercio mundial del crudo desde mediados de los seten-
ta, cuando los Estados Unidos logró que la OPEP aceptara comercia-
lizar el petróleo solo en dólares.
Las tensiones acumuladas durante más de un cuarto de siglo de
endeudamiento externo han provocado un profundo cambio de acti-
tud ante la divisa estadounidense. Evidentemente, el surgimiento del
euro constituyó un estímulo para este tipo de reacciones, pues se ha
configurado un panorama monetario-financiero totalmente nuevo:
de carácter dual, aunque asimétrico a favor del dólar.
El euro es actualmente una moneda que desafía creíblemente el
predominio del dólar, principalmente en cuanto a la denominación
de productos de exportación, la emisión de bonos, la participación en
las reservas de divisas, entre otras. Por ejemplo, entre los años 2005 y
2007, los bonos nominados en euros atrajeron más inversión que los
bonos en dólares. Además, el mercado financiero de la Eurozona se
ha expandido en los últimos años dos veces más rápido que el norte-
americano, sobre todo porque la moneda única ha facilitado que se
eliminen las barreras entre los segmentos del mercado y que este sea
más amplio y más líquido. El avance del euro es un proceso que se ha
desarrollado de forma gradual, pero firmemente, haciendo más difí-
cil la captación del financiamiento para sostener el déficit de cuenta
corriente.
Al iniciarse la invasión norteamericana a Irak en 2003, numerosos
analistas internacionales sostenían que tras esa agresión, no estaba
solo la pretensión de controlar una porción significativa de las reser-
vas petrolíferas del Medio Oriente, sino que también era una reac-
ción ante el desafío hecho por Saddam Hussein, al cambiar el signo
monetario de las transacciones iraquíes de petróleo y vulnerar la su-
premacía del dólar. Aun cuando no se puede descartar este tipo de
motivaciones, debe reconocerse que la guerra en Irak, como todas las
que ha emprendido Norteamérica, es intrínseca a la necesidad de
utilizar la violencia para dominar y garantizar la seguridad de los inte-
reses hegemónicos.
Otra de las expresiones fundamentales del “efecto bumerán”, que
ejercen los desequilibrios de la economía estadounidense, está aso-
ciada a la utilización que se hace del financiamiento externo. Tan
elevado nivel de obligaciones externas se justificaría, si se destinaran
118 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

fundamentalmente a la inversión, con lo cual se garantizaría el de-


sarrollo de las capacidades productivas de la economía, el crecimien-
to a largo plazo y, con ello, la creación de una base productiva lo
suficientemente sólida como para hacerle frente al costo de servir la
deuda en el futuro (Cobarrubias, 2009a).
Sin embargo, los ahorros del resto del mundo se han dirigido a
alimentar una “desenfrenada carrera consumista”,5 que amenaza se-
riamente la capacidad productiva norteamericana. Esta afirmación
reviste una gran importancia, toda vez que ha sido la superioridad
productiva una de los fundamentos del dominio monetario y finan-
ciero de los Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial.
Así, la declinación de su predominio industrial implicaría la declina-
ción definitiva del rol monetario internacional del dólar, uno de los
principales pilares de su hegemonía.

II. La implosión de la crisis actual: impactos y


escenarios para la administración Obama

Durante los primeros años del siglo XXI, los Estados Unidos si-
guieron siendo el centro de una dinámica global que combinaba
una profunda liberalización financiera, la aplicación acelerada de
innovaciones tecnológicas en los mercados y la aparición de nue-
vos y más complejos productos financieros, entre otras. Las pre-
siones competitivas asociadas a estas tendencias impulsaron a los
inversionistas a involucrarse en actividades especulativas más ries-
gosas, basados en expectativas excesivamente optimistas. La
afluencia de capital extranjero contribuyó a impulsar tales tenden-
cias, a incrementar la disponibilidad de crédito barato, a elevar el
nivel de endeudamiento de los hogares, su consumo y su expre-
sión en el crecimiento del producto. Asimismo, esta afluencia fue
una de las fuentes que alimentó la especulación inmobiliaria, expre-
sada en la titularización de los créditos hipotecarios y su difusión
en el mercado financiero globalizado (Cobarrubias, 2009a).
Durante el desarrollo de todo este proceso, la base productiva cre-
cía a una tasa mucho más baja que las actividades especulativas. La
especulación no fue controlada por el Estado, con lo que la burbuja
financiera estalló cuando la cadena de operaciones se quebró al co-
menzar a acumularse impagos sobre las deudas (Martínez, 2008).
Múltiples instituciones financieras se han visto arrastradas a la ban-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 119

carrota, ocasionando la crisis más grave desde la gran depresión de


los años 30. Se ha hecho evidente que esta crisis acarreará un grave
deterioro del tejido socioeconómico norteamericano, principalmente
porque ocurre en un momento en el que se acumulaban grandes des-
equilibrios, principalmente después de los ocho años de ofensiva
neoconservadora de la administración Bush.

Retrocesos y tensiones sociales

A nivel interno, la crisis económica se manifestó primero como una


crisis del sector inmobiliario. El descenso del precio de las viviendas
y el aumento de las tasas de interés ocasionaron la acumulación de
impagos de las cuotas mensuales de una gran parte de los créditos
inmobiliarios y muchos prestatarios se vieron imposibilitados de re-
negociarlos en mejores condiciones. Como consecuencia, muchas
familias han perdido sus viviendas, situación que se ha hecho más
notable en numerosos barrios de bajos ingresos en los que una gran
parte de las viviendas han sido embargadas.
Se estima que en 2008 más de dos millones de viviendas entraron
en procesos de ejecución. La situación empeoró en el primer trimes-
tre de 2009, cuando más de 750 000 viviendas fueron embargadas al
expirar las moratorias que habían implementado algunos gobiernos
estatales y locales, firmas privadas y empresas patrocinadas por el
Gobierno (Federal Reserve, 2009). Para Katz (2009), el estallido de
los créditos subprime refleja la fractura social, que divide a los estado-
unidenses en un 90% de empobrecidos deudores y un 10% de opu-
lentos acreedores.
Por otra parte, la restricción de liquidez y la insolvencia en los
mercados financieros ha afectado principalmente a las familias de
clase media, debido a que los créditos se han hecho más caros y más
escasos, dificultando la posibilidad de obtener financiamiento para
adquirir una casa, autos o pagar la educación y la salud. En este sen-
tido existen serias preocupaciones con la situación de la clase media
afronorteamericana, 33% de la cual ya estaba en peligro de perder
ese estatus al iniciarse la crisis (Ehrenreich, 2009).
Sin duda, el panorama se hace más complejo si se agrega la enor-
me cantidad de empleos perdidos desde que se inició la recesión,
elemento que tiene un impacto directo en los niveles de ingresos y la
tasa de pobreza. Desde diciembre de 2007, cuando se inició la crisis,
120 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

se han perdido más de 8 millones de empleos y se han registrado más


de 47 000 despidos masivos, con más de 4,8 millones de trabajado-
res afectados. Como consecuencia, la tasa de desempleo se ha dupli-
cado hasta colocarse en 10,2% en octubre de 2009, el nivel más alto
en más de 25 años (Bureau of Labor Statistics , 2009).

GRÁFICO 1
TASA DE DESEMPLEO

FUENTE: Elaborado a partir de Council of Economic Advisers: Economic Report of


the President, 2009, The White House, Washington D.C., y Bureau of Labor Statis-
tics: Employment Situation: October 2009, http://www.bls.gov

Las empresas también han tratado de disminuir sus costos, contra-


yendo el total de horas trabajadas por trabajador, ocasionando res-
tricciones en los ingresos percibidos. En general, las condiciones del
mercado laboral se mantienen muy deterioradas y uno de los indica-
dores más significativos es el de los pedidos de seguro por desem-
pleo. A fines de junio de 2009, cerca de 10 millones de personas
recibían beneficios regulares o de emergencia por este concepto (Fe-
deral Reserve, 2009).
Como consecuencia, ya en el 2008 el número de pobres en los
Estados Unidos ascendió a 39,8 millones, 2,5 millones de personas
más que en el 2007, lo que representa el 13,2% de la población, sien-
do esta la mayor tasa registrada desde 1997 (U.S. Census Bureau,
2009). Como ha sido tradicional durante los períodos recesivos, los
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 121

indicadores de los latinos y afronorteamericanos han sido impacta-


dos más fuertemente. El índice de pobreza entre los hispanos ascen-
dió a 23,2%, y entre los negros se mantuvo en 24,7%, en comparación
con 8,6% para la población blanca.
En cuanto a la cobertura del seguro médico, el panorama resulta
preocupante pues en el 2008 las personas sin cobertura ascendían a
46,3 millones (15,4% de la población). Entre la población blanca, el
10,8% carecía de seguro médico, en comparación con el 19% de los
negros y el 30% de los latinos (U.S. Census Bureau, 2009). Esta situa-
ción y su sensibilidad justifican la prioridad que le ha dado la admi-
nistración Obama, durante su primer año de mandato, a la reforma
de salud.
Para muchos analistas esta recesión ha desencadenado una crisis
social de dimensiones históricas. Los millones de desempleados, el
aumento de la pobreza, el ascenso de las personas sin cobertura sani-
taria, los millones que reciben ayudas en forma de sellos y los otros
tantos que han perdido sus viviendas, son solo las manifestaciones
más visibles de un descalabro que muchos creían imposible que ocu-
rriera en la economía central del capitalismo avanzado. Sin embargo,
la actual crisis no solo significa un duro golpe a la legitimidad interna
del modelo. La posición económica de los Estados Unidos en el or-
den mundial también se ha visto amenazada.

Con la crisis se agudizan las amenazas al liderazgo económico

La superioridad productiva de la economía norteamericana fue uno


de los fundamentos que garantizaron su dominio monetario y finan-
ciero después de la Segunda Guerra Mundial. La crisis actual sinteti-
za una crisis de la economía real y una crisis financiera que se alimentan
mutuamente, agravando la profundidad del descalabro, evidenciando
que ambos pilares del poderío económico de los Estados Unidos emer-
gerán de la crisis seriamente debilitados.
Así, por ejemplo, la contracción que se espera registre este país
durante el 2009 y la debilidad de su desempeño para los próximos,
en comparación con el fuerte dinamismo de las economías asiáticas,
especialmente China e India, ocasionará que cuando la depresión
culmine, haya disminuido el peso relativo de los Estados Unidos en
la producción mundial. Este elemento, junto a un posible débil creci-
122 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

miento del producto, desestimularía el atractivo de los activos norte-


americanos y la entrada de capital externo necesario para sostener su
proceso de acumulación.
Si se trata de sopesar los impactos en la economía real, no es posi-
ble ignorar la crisis en el sector automotriz norteamericano. General
Motors, Ford y Chrysler, símbolos del poderío industrial, sufrieron
las consecuencias de la sobreproducción, los rezagos competitivos y
la pujanza de las empresas asiáticas, teniendo que ser prácticamente
intervenidas por el Gobierno, con la participación de capitales ex-
tranjeros (China, Canadá, etc.). Se revela que la crisis ha constituido
un momento propicio para la intensificación de la competencia, las
reconfiguraciones sectoriales y la consolidación de nuevos protago-
nistas en la arena internacional, que reclaman espacios de poder efec-
tivos, por ejemplo, participando directamente con sus capitales en
estos procesos de reestructuración industrial.
Son evidentes los impactos en el terreno financiero, ya que actual-
mente no es posible sostener la idea de que los mercados de los Esta-
dos Unidos son seguros y bien regulados. Las astronómicas pérdidas
en las bolsas de valores y las bancarrotas de importantes institucio-
nes son el resultado de los que antes eran considerados los ingredien-
tes para la prosperidad: facilidad de crédito, extensa liberalización y
desregulación, más numerosos y complejos productos financieros, la
existencia de un mercado financiero globalizado.
Sin embargo, en el comportamiento del valor del dólar en los últi-
mos tiempos se ha podido constatar la complejidad de tales percep-
ciones. Desde mediados del año 2008, el dólar comenzó a apreciarse,
revirtiendo rápidamente la depreciación que sufría desde el 2002.
Esta notable apreciación se explica a partir del “vuelo a la calidad”
(Gráfico 2). Debido a que parecía que la actividad económica en el
exterior se desaceleraría más de lo previsto, los inversores extranje-
ros aumentaron la demanda de activos en dólares por la relativa se-
guridad que percibían en ellos, principalmente en los del Tesoro.
Sin embargo, este efecto fue temporal, al mejorar las perspectivas
de crecimiento fuera de los Estados Unidos, los inversores extranje-
ros privados incrementaron su venta de bonos del Tesoro y han
mantenido una débil demanda de otro tipo de activos norteamerica-
nos.6 Por tal razón, el dólar ha retomado su tendencia a la deprecia-
ción, la cual debe mantener, pues siguen vigentes las causas que la
provocaban: el elevado nivel del déficit fiscal y el endeudamiento
externo.
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 123

GRÁFICO 2
EVOLUCIÓN DEL TIPO DE CAMBIO DEL DÓLAR

Nota: Se refiere a los índices de tipo de cambio nominal y real ponderados por el
comercio con un grupo amplio de socios comerciales de los Estados Unidos (Broad
Index).
FUENTE: Elaborado a partir de http://www.federalreserve.gov/releases/H10/Summary/

Otro elemento interesante es que, antes de la crisis, los flujos fi-


nancieros provenían esencialmente de inversores privados externos
que adquirían valores del Tesoro y se registraban compras significativas,
pero comparativamente más pequeñas de instituciones oficiales. Sin
embargo, desde finales del 2007, han disminuido pronunciadamente
las compras de valores del Tesoro por inversores privados, mientras
que los flujos oficiales comienzan a jugar un papel mucho más im-
portante. Con esto se agrava la situación descrita antes de dependen-
cia de entidades oficiales en el extranjero y mayor vulnerabilidad, no
solo económica, sino también geopolítica.
La respuesta fiscal para recuperar la economía, inicialmente me-
diante la Ley de Estímulo Económico, promovida por el gobierno de
George W. Bush en el 2008, así como la menor recaudación de im-
puestos derivada de la desaceleración de la actividad económica, pro-
vocaron un significativo aumento del déficit fiscal. Posteriormente,
los gastos generados por el programa para rescatar activos tóxicos
(Troubled Asset Relief Program), el impacto del Plan de recuperación
de la administración Obama (American Recovery and Reinvestment Act)
y los menores ingresos ocasionados por la debilidad económica, han
124 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

acelerado el deterioro fiscal. Según datos del Tesoro, el año fiscal


2009 finalizó con un saldo negativo de 1,4 billones de dólares, equi-
valentes a cerca de un 13% del PIB (Gráfico 3).

GRÁFICO 3
EVOLUCIÓN DEL DÉFICIT FISCAL

FUENTE: Elaborado a partir de Council of Economic Advisers: Economic Report of the


President, 2009, The White House, Washington D.C., y Congressional Budget Office:
The Budget and Economic Outlook: Fiscal Years 2009- 2019, http://www.cbo.gov

Una de las implicaciones más significativas de tal situación es el


descenso que impulsa en la tasa de ahorro nacional,7 que ya a inicios
del 2009 había entrado en terreno negativo, registrando un valor de
-1,5% del PIB, el nivel más bajo desde el fin de la Segunda Guerra
Mundial (Federal Reserve, 2009). Aun cuando la crisis se ha reflejado
en un descenso del consumo de los hogares norteamericanos y, con
ellos un aumento importante de su ahorro, el déficit público manten-
drá la presión sobre el ahorro de la nación y con ello la necesidad de
seguir recibiendo financiamiento externo para sostener la reproduc-
ción de la economía.
Basado en la cifra de 3,5% de crecimiento registrada en el tercer
trimestre de 2009,8 el presidente Barack Obama se mostró entusias-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 125

mado y llegó a afirmar que ello representaba el fin de la recesión. Sin


embargo, la situación en los Estados Unidos, economía desde la cual
se propagó la crisis al resto del mundo, parece estar lejos de la recupe-
ración real. Los consumidores se mantienen repagando sus deudas y
con un débil nivel de consumo, las empresas continúan reduciendo
las inversiones y promoviendo despidos, la oferta y demanda de cré-
dito se mantienen reducidas y los precios de los bienes inmobiliarios
siguen registrando descensos. Todos estos factores mantienen depri-
mida la actividad económica describiendo una caída que aún no ha
tocado fondo.

La nueva administración demócrata y las políticas


para la recuperación

La nueva administración demócrata, liderada por Barack Obama,


pasa a ocupar la Casa Blanca con la necesidad de encarar importan-
tes desafíos en el terreno económico: revertir la crisis y recuperar la
economía, atenuar o revertir tendencias regresivas relacionadas con
las políticas neoliberales de las últimas décadas y fortalecer la posi-
ción de liderazgo de los Estados Unidos en la economía mundial. En
el éxito que tenga la administración en el cumplimiento de tales metas
va parte de la mejoría de la imagen y la recuperación del prestigio
nacional que la misma pretende (Morales, 2009). Si no son capaces
de recuperar su economía sobre nuevas bases sustentables, se ahon-
daría tanto la crisis del american way of life, como la crisis de legitimi-
dad del modelo neoliberal impuesto a escala global.
Sin embargo, Barack Obama ya no podrá hacer uso de las palancas
que levantaron a la economía norteamericana a partir de 1984, espe-
cialmente la combinación entonces utilizada entre gasto militar y
nuevas tecnologías, crecimiento desmedido del crédito, incremento
del consumo, rebaja de impuestos a los ricos e importaciones masi-
vas de medios de consumo a bajos precios, para aliviar el consumo
de las masas trabajadoras en medio de la crisis (Morales, 2009). El
actual presidente tiene menores grados de libertad para manejar la
política económica, pues muchos de los desequilibrios que ya pre-
sentaba la economía norteamericana como el bajo ahorro nacional,
el déficit de cuenta corriente, el déficit fiscal y la deuda pública, se
profundizaron durante el doble mandato de George W. Bush.
126 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

El Gobierno ha efectuado la transferencia de miles de millones de


dólares a las instituciones financieras para solucionar el problema de
los activos tóxicos. Además, se implementó en febrero de 2009, un
plan de rescate de bancos (Troubled Asset Relief Program), que incluye
la realización de pruebas de stress a los mayores bancos para deter-
minar si es necesario recapitalizarlos, así como un Programa de In-
versión Pública-Privada para estimular la compra de activos tóxicos.
Asimismo, se le ha otorgado garantías a los pasivos bancarios, el
Gobierno ha pasado a controlar, al menos temporalmente, algunas
instituciones financieras y se han desarrollado numerosos procesos
de fusión o bancarrota (Johnson, et al.: 2009).
Se considera que la administración también se encuentra bajo pre-
sión debido a los sentimientos negativos que se suscitaron en la po-
blación y el Congreso por los escándalos de corrupción por la
concesión de bonos a ejecutivos de AIG, y la falta de medidas que
garantizaran la devolución de ese dinero a sus verdaderos propieta-
rios, los contribuyentes norteamericanos. Lo cierto es que los esfuerzos
del ejecutivo por reflotar el sector financiero se mantendrán, pues
pareciera no existir otra alternativa que salvar a los ladrones o bang-
ters, como los llamó Roosevelt (banqueros-gangsters), porque todo el
mecanismo financiero y su articulación con la economía real está
diseñado de forma que si no se salvan ellos, no se salva nadie. Y es
que la economía norteamericana, en particular, no puede funcionar
sin todo ese andamiaje financiero-monetario-crediticio desarrollado
durante más de 80 años, que además es liderado internacional y trans-
nacionalmente (Morales, 2008).
Sin embargo, tal vez lo más interesante sea la propuesta de un plan
para modernizar la regulación financiera y la supervisión, que inclui-
ría entre otras medidas: el aumento de los requerimientos de capital
y liquidez de todas las instituciones, una mayor regulación sobre los
emisores de bonos titularizados, medidas contra prácticas injustas en
el mercado de tarjetas de crédito y una mayor regulación y supervi-
sión de los mercados a escala global. Pero la discusión de esta pro-
puesta se ha visto pospuesta y son otros los temas que han centrado
la atención del Congreso. Además, se ha registrado un aumento de la
presión de los lobbies políticos y las donaciones por los principales
actores de Wall Street. Por ejemplo, el Comité de Acción Política
(PAC) Morgan Stanley donó 110 000 dólares en septiembre del 2009,
de los cuales 43 000 fueron a manos demócratas (Reich, 2009).
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 127

A pesar de que la excesiva desregulación y el sobredimensiona-


miento del sector financiero están en la raíz de la crisis económica, a
las reformas en esta área los hacedores de política le han concedido
una menor importancia. Desde un inicio se sospechaba que la pro-
fundidad de las propuestas contenidas en el plan podría verse limita-
da por el poder político y la fuerte influencia ideológica del sector
financiero y así ha ocurrido. Es evidente que de no redefinirse los
mecanismos de regulación y supervisión del sistema financiero nor-
teamericano y global, el mismo probablemente se recuperará a fuer-
za de rescates estatales, pero reproduciendo patrones iugales a los
que causaron el actual caos financiero (Cobarrubias, 2009a).
También se ha implementado otro grupo de medidas dirigidas a
recuperar la economía real, como el paquete de estímulo fiscal (Ame-
rican Recovery and Reinvestment Act) aprobado en febrero del 2009 por
más de 700 000 millones de dólares, el plan para el sector de vivien-
das y la intervención gubernamental en los procesos de reestructura-
ción y negociaciones de General Motors y Chrysler. El paquete de
estímulo implementado por la administración Obama incluye gastos
para proyectos de construcción con carácter de emergencia y otras
inversiones relacionadas con programas educativos. Parte del paque-
te tiene como objetivo también cubrir el costo de los seguros sanita-
rios de las personas con menos recursos. Asimismo, prevé incentivos
fiscales y reducciones temporales de impuestos para los trabajado-
res. En realidad, ha existido lentitud para que los gobiernos locales
dispongan de los fondos y la mayoría de los programas, que en total
deberían crear más de tres millones de empleos en dos años, se han
retrasado o tienen menores presupuestos que los previstos.
Si bien es posible observar que subyace una estrategia sensata,
dirigida a rebalancear el crecimiento fuera del sector financiero, invir-
tiendo en factores que estimulen el crecimiento de la productividad
como la educación, la infraestructura, la I+D, la realidad es que el
plan ha presentado fallas en su implementación real. Por ejemplo,
la Oficina del Presupuesto del Congreso ha estimado que alrededor
del 70% de los fondos del plan se gastará en el 2010, a más de dos
años de iniciada la recesión. Hechos como este provocan serias du-
das acerca de que sus impactos en la creación de empleos y la recu-
peración económica lleguen a compensar el costo que acarreará en
términos de mayor déficit fiscal y endeudamiento.
Las medidas de política monetaria comprenden los programas para
proveer liquidez a bancos y otras instituciones, el apoyo financiero a
128 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

instituciones como Bear Stearns, AIG, Citigroup, Bank of America y el


mantenimiento de las tasas de interés para los fondos federales a un
nivel excepcionalmente bajo: 0 - 0,25%. Esta política ha estado orien-
tada a prevenir la deflación, aunque existe entonces el peligro de in-
flación una vez se recupere la demanda y los bancos comiencen a
prestar las reservas que tienen en exceso.
A pesar de las medidas de política económica implementadas, el
PIB norteamericano se contraerá notablemente en el 20099 y casi
todas las previsiones anuncian una lenta recuperación o, incluso, un
estancamiento económico por varios años. Existe consenso en que
se reeditará una recuperación sin empleos (jobless recovery),10 dado
que las empresas evitarían nuevas contrataciones. Eso implicaría que
existan rezagos entre la reactivación económica y la mejoría del ni-
vel de vida de las mayorías, no solo por las tasas de desempleo que se
mantendrían elevadas, sino porque presionaría los salarios a la baja,
por la debilidad de la demanda de trabajadores en el mercado laboral.
A ello se le agrega que el sector empresarial ha enfrentado la crisis
con un fuerte recorte de sus costos laborales, reduciendo los salarios y
los horarios, la cobertura con seguros de salud, planes de pensión, lle-
vando a niveles extremos la precarización laboral. El sindicalismo nor-
teamericano también se ha resentido con la crisis: la quiebra de General
Motors, por ejemplo, implicará la supresión de 21 000 de los 54 000
puestos de trabajo industriales sindicados ocupados hoy en día en los
Estados Unidos. Además, el proceso de reestructuración apoyado
por el Gobierno implicaba un aumento de las concesiones ya hechas
por los sindicatos, por ejemplo la suspensión del derecho de huelga
para los trabajadores de General Motos y Chrysler (Udry, 2009).
Asimismo, se ha atenuado el impulso que tuvo inicialmente la
propuesta de modificación de la legislación laboral, Employee Free Choice
Act (EFCA), introducida en marzo de 2009 para su discusión en comi-
siones del Congreso. Aunque esta ley favorecería la agrupación sindi-
cal y la adición de millones de nuevos afiliados a los sindicatos, no
significaba un gran avance en el derecho de organización sindical.11
No obstante, sí podría significar un paso hacia la atenuación de las
tendencias regresivas de los años más recientes en el movimiento
sindical. La importancia de una reforma laboral se refleja muy bien
en la opinión del Economic Policy Institute: “Si las tendencias re-
cientes continúan, no hará falta mucho tiempo para que deje de exis-
tir un mecanismo legal que proteja efectivamente el derecho de los
trabajadores del sector privado a organizarse y negociar contratos
colectivos”.12
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 129

Sin duda una de las reformas que ha requerido mayor atención por
la administración Obama en su primer año, ha sido la del sector de la
salud. Esta reforma, pretende extender la cobertura de salud a los
millones estadounidenses que carecen de ella, reducir los precios de
los seguros y mejorar la calidad de los servicios. El plan diseñado
tendría un costo de unos 829 000 millones de dólares en 10 años. A
pesar de la resistencia de la oposición republicana y otras fuerzas
políticas, Barack Obama ha tenido el mérito de avanzar mucho más
con la reforma que William Clinton hace unos 15 años. El proyecto
de ley, que incluye una opción pública de salud que competiría con el
sector privado, fue aprobado por la Cámara de Representantes en
noviembre del 2009, y pasado al Senado para su votación.13
En general, es muy probable que el conjunto de políticas puestas
en práctica para la recuperación signifiquen un alivio temporal a las
consecuencias más inmediatas de la crisis. Sin embargo, esas mismas
medidas fiscales y monetarias implementadas le agregan riesgos al
futuro panorama económico. Los recortes de las tasas de interés y
los masivos estímulos fiscales siguen la pauta de las medidas que se
introdujeron para rebatir la recesión del 2001 y que condujeron a un
ciclo de hipertrofia financiera y la grave crisis actual. La diferencia
esencial radica en que, desde esa fecha, muchos de los desequilibrios
que padecía la economía se han profundizado.
Por ejemplo, el déficit fiscal estadounidense seguirá abultándose a
partir de los paquetes de estímulo aprobados y solo sería sostenible si
la economía se recuperase significativamente a partir del 2010, lo
cual no se prevé en la mayoría de los pronósticos. Las últimas pro-
yecciones de la Oficina del Presupuesto del Congreso, sugieren que,
como resultado de la crisis y en la próxima década, con el envejeci-
miento de la generación del baby-boom, el déficit sobrepasará todos
los récords anteriores con un amplio margen.
El Peterson Institute for International Economics ha previsto que,
como resultado de los desbalances fiscales, se deterioraría la posición
económica externa de los Estados Unidos con un aumento del déficit
de cuenta corriente, del récord actual de 6% del PIB hasta un 15% en
el 2030 y una deuda neta con el exterior que se elevaría de 3,5 billo-
nes en la actualidad a 50 billones (140% del PIB) en ese mismo año
(Bergsten, 2009). Esta situación comporta graves riesgos para el lide-
razgo económico estadounidense. Si el resto del mundo sigue finan-
ciando los déficits externos de los Estados Unidos, facilitando la
disponibilidad de crédito, el endeudamiento público y privado, el
130 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

aumento de los gastos y la especulación, se estarían replicando las


condiciones que dieron lugar a la actual crisis y los riesgos de un
nuevo desastre renacerían.
Asimismo, el aumento permanente del volumen de obligaciones
externas podría dar lugar a que los inversores teman que el país no
tendrá la capacidad para servir la deuda y podrían decidir la venta de
sus activos en dólares. Esto generaría una presión a la depreciación
del tipo de cambio, que podría ocurrir de forma abrupta, provocando
una crisis de alcance global. Bergsten (2009) ubica un escenario de
este tipo antes del 2030, si no cambian las condiciones actuales de
aumento del déficit fiscal.
Otro de los riesgos consiste en que, de mantenerse la fuerte afluen-
cia de inversiones extranjeras a los Estados Unidos, resulta muy pro-
bable que los pagos al exterior por concepto de intereses, utilidades,
dividendos, se hagan cada vez mayores, provocando la canalización
por esta vía del ya insuficiente ahorro interno hacia otras economías.
Esto reforzaría la insuficiencia del ahorro y erosionaría el crecimien-
to y el estándar de vida de los norteamericanos a largo plazo.
La nueva administración estadounidense se ve atrapada en una
encrucijada: por un lado ya ha hecho enormes erogaciones para salir
de la crisis y el FMI, por ejemplo, considera que los gobiernos debe-
rían estar listos para anunciar nuevas medidas de apoyo presupuesta-
rio si fuera necesario; por otro, ha declarado públicamente la necesidad
de lograr la sostenibilidad fiscal a largo plazo. Las posibles salidas
para garantizar esto último pasarían por imponer la “austeridad” con
disposiciones que recaerían sobre el ciudadano medio estadouniden-
se, por ejemplo la contención o reducción de los costos asociados a la
seguridad social, los servicios médicos y la imposición de nuevos
impuestos al consumo. Habría que ver también cuán dispuesta esta-
ría la administración a recortar los multimillonarios gastos anuales
que exigen los compromisos y fuerzas militares que mantiene en el
exterior como soporte de su hegemonía global.
Por otra parte, ante los alcances mundiales de la crisis, los líderes
políticos de las principales economías desarrolladas y emergentes,
han declarado la necesidad de comprender y actuar globalmente. Sin
embargo, cual aliados/competidores, tales intentos de coordinación
no niegan la continuidad de la rivalidad entre las potencias. Más allá
de las declaraciones formales, se han priorizado programas separados de
estímulo para revitalizar los mercados nacionales.
No obstante, los líderes del G- 20,14 han realizado hasta el momen-
to tres cumbres para responder a los desafíos que representa la crisis
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 131

económica actual.15 En la primera cumbre, los líderes de la Unión


Europea (UE), presionaron para lograr una revisión de actual sistema
financiero global, en lo que se interpretó como un reto al modelo
capitalista americano y al ilimitado poder financiero de los Estados
Unidos. Luego, en Londres, China y Rusia hicieron propuestas para
cambiar al dólar como referencia del Sistema Monetario Internacio-
nal (SMI). Sin embargo, en ninguno de los comunicados finales se
mencionan estos temas. Tal vez el logro más audaz fue un cambio de
lenguaje entre los líderes de las principales economías, cuando se
enfatiza en la necesidad de establecer un marco regulatorio y de su-
pervisión de las transacciones financieras más estricto y eficaz, con
una mayor participación gubernamental.
En la práctica no ha existido la perspectiva de transformar real-
mente la estructura monetario-financiera mundial. Más bien se trata
de reformar, restaurar el mismo sistema, dándole legitimidad a las
instituciones principales como el FMI y el Banco Mundial, prove-
yéndolas de recursos financieros y permitiendo una mayor participa-
ción en ellas de los países en desarrollo. También ha quedado claro
que los Estados Unidos no estimulará una discusión sobre una refor-
ma monetaria que sustituya al dólar como principal moneda de re-
serva internacional.
Otro tema objeto de atención ha sido el de los desequilibrios glo-
bales de balanza de pagos, según el cual los Estados Unidos absorbe con
su déficit alrededor del 70% de los superávit externos de los países supe-
ravitarios. Reconociendo que tal situación ha sido uno de los deter-
minantes de la crisis, el presidente Barack Obama hizo una declaración
en la Cumbre de Londres, en la que afirmó que el crecimiento futuro
de los Estados Unidos no podría estar orientado principalmente ha-
cia el consumo, a la vez que el mundo no podría seguir dependiendo
de ese país para impulsar su crecimiento. Si bien la insostenibilidad
de ese modelo es evidente, es todo un desafío para los principales acto-
res del mismo lograr que la reanimación global se construya sobre nue-
vas bases estructurales. Mientras que el volumen de compras anual de
1,3 000 millones de chinos moviliza 1,2 billones de dólares, las ad-
quisiciones de 300 millones de estadounidenses involucran 9,7 billo-
nes de dólares, lo que evidencia que cualquier cambio de estas
proporciones sería un proceso largo y traumático (Katz, 2009).
A ello se le agrega el hecho de que tales desequilibrios expresan
una situación de interdependencia global, en cuanto a las estructuras
económicas y, con ello, en cuanto a las opciones de política. Se trata
132 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

en definitiva de cómo Norteamérica ha dependido de las importacio-


nes para satisfacer sus necesidades de inversión y consumo, y del
financiamiento externo de bajo costo para compensar sus niveles de
ahorro deprimidos. Las principales economías superavitarias han ba-
sado su expansión en las exportaciones hacia ese mercado; además,
cada vez dependen más de la compra de activos norteamericanos
para mantener la competitividad de sus productos y el valor de los
activos en dólares que ya están en su poder (Cobarrubias, 2008).
Evidentemente, debido a tal situación de interdependencia, los
Estados Unidos tiene menos posibilidades de actuar unilateralmen-
te, pues necesita mantener la venta de bonos a sus acreedores para
financiar sus amplios planes de recuperación económica. Esto ya sig-
nifica una disminución relativa de su preponderancia, lo que explica
que traten de buscar una salida a la crisis actual, pero evitando opcio-
nes que signifiquen un desafío al dominio del dólar.

III. Consideraciones finales

Por su carácter y alcances geográficos y sectoriales, la actual crisis es


una crisis del capitalismo globalizado,16 que pone en evidencia no
solo el agotamiento del modelo hegemónico neoliberal, sino tam-
bién el agotamiento de la hegemonía de los Estados Unidos (Sader,
2008). Se comparte el criterio de que este mantendrá en el futuro
previsible un papel irremplazable “como custodio final y reaseguro
coercitivo del sistema imperialista” (Boron, 2004). Sin embargo, se
considera que tal certeza depende de la capacidad que muestre para
realizar los reajustes y reacomodos necesarios, en función de detener
su decadencia hegemónica en las nuevas condiciones del sistema
capitalista global.
Así, la llegada del afronorteamericano Barack Obama a la presi-
dencia estadounidense expresa, no solo el fracaso de las políticas de
la administración Bush, sino también la búsqueda por los distintos
grupos o sectores de la clase dominante del imperialismo norteame-
ricano de un nuevo consenso y una política ajustada a sus intereses y
capacidades en el contexto actual (Fernández, 2009). Se observan en
el accionar del nuevo presidente, al menos en el discurso político,
ciertas intenciones de alejarse de las expresiones extremas de los en-
foques conservadores y neoconservadores característicos del doble
mandato de George W. Bush. Sin embargo, se ve enfrentado, no solo
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 133

a las limitaciones objetivas que le impone la difícil situación econó-


mica, social, ideológica e internacional del país, sino también a las
fuerzas de derecha, que tanto desde su propia administración, como
desde el resto del espectro político nacional, luchan por recomponer-
se, mantener su hegemonía y erosionar la capacidad de Obama para
acceder a un segundo mandato presidencial.
Lamentablemente, Obama está librando una batalla que hasta ahora
parece estar perdiendo. Las fuerzas de derecha aparecen como las
más coherentes en el escenario político y las que lo llevaron a la
presidencia constituyen una amalgama incoherente de actitudes que
están lejos de formar un frente común. Como si fuera poco, la popu-
laridad del Presidente se ve seriamente afectada, lo cual significa que
ya no tiene el apoyo de muchos que lo siguieron al principio, impac-
tado ello por un rosario de promesas hasta el momento incumplidas.
Es conocido que el apoyo de los sectores subordinados a través de
los sindicatos, organizaciones sociales y comunales, fue decisivo para la
elección de Obama, movidos por la consigna del “cambio”. Sin em-
bargo, de sus capacidades movilizativas depende en lo adelante que
las posibles salidas de la crisis que se implementen, incluso más allá
de la nueva administración demócrata, impliquen una relativa recu-
peración de las instituciones y beneficios del Estado de Bienestar
norteamericano y con ello, un relativo alivio de las tensiones socioeco-
nómicas de los sectores más desfavorecidos o si, por el contrario, el
ajuste significará un endurecimiento de la ofensiva del capital sobre el
trabajo y una mayor concentración de los beneficios a escala social.
A nivel global, la debacle financiera actual y las dramáticas llama-
das a que el Estado salve el sistema financiero, constituyen una espe-
cie de “rendición de banderas” del neoliberalismo, pero ello no asegura
que la “religión neoliberal del mercado” desaparezca. Las medidas
realmente implementadas para la recuperación no parecen estar ale-
jándose del paradigma neoliberal, en tanto se trata de restablecer las
condiciones para la reproducción del gran capital transnacional, esta
vez con la conveniente y masiva intervención de los estados desarro-
llados y el fortalecimiento de las instituciones financieras que han
propiciado la implementación dogmática del modelo hegemónico.
Las élites capitalistas transnacionales, que forman la cúspide de la
estructura de poder trasnacional, no se propondrán la construcción
de un modelo alternativo que resuelva las contradicciones del siste-
ma, porque estas contradicciones están en la base misma de su siste-
ma de explotación global. A lo más que pudieran verse obligadas
134 Esteban Miguel Morales Domínguez / Katia Cobarrubias Hernández

esas élites, sería a “modernizarlo” un poco, a tratar de “derramar un


poco hacia abajo” la riqueza acumulada, siempre conminadas por la
amenaza de perderlo todo. Eso es lo que orientan precisamente algu-
nos “ideólogos esclarecidos” de la élite transnacional.
Pero son en realidad los pueblos, las grandes masas de trabajadores
que sufren los impactos de la actual crisis global, con independencia
de que vivan en los centros del capitalismo desarrollado o, aún más, si
viven en los países en desarrollo, los que tienen que acabar con ese siste-
ma de explotación, a partir de la oportunidad que el actual período
representa para el avance de procesos emancipatorios. Las propias
élites del poder global transnacionalizado no lo van a poner en peli-
gro. Al contrario, en su obstinación podrían lograr que, en su proceso
de derrumbe, el capitalismo nos arrastre a todos hacia su sepultura.

Notas
1
Ver Martins, Carlos E.: “Los impasses de la hegemonía de los Estados Unidos.
Perspectivas para el siglo XXI”, en Marco A. Gandásegui, hijo, coord., Crisis de
hegemonía de los Estados Unidos, CLACSO, Buenos Aires, 2007.
2
Por ejemplo, la postura de “contención” frente a la URSS fue sustituida por la
doctrina de la “reversión del comunismo”. Se favoreció así el desarrollo y cons-
trucción de armamento militar y nuevos avances en la carrera armamentista.
3
Se refiere al endeudamiento externo según la Posición de la Inversión Internacio-
nal Neta (PIIN), indicador que expresa la diferencia entre el stock de activos de
los Estados Unidos en el exterior y el stock de activos de extranjeros en los
Estados Unidos. Se utiliza como medida de la posición de los Estados Unidos en
cuanto a sus obligaciones con el exterior. Cálculos de los autores a partir de
Jackson, 2008.
4
Esta cifra corresponde a la Posición de la Inversión Internacional Neta.
5
Ver Beinstein, 2008.
6
Ver Federal Reserve: Monetary Policy Report submitted to the Congress on July 21, 2009,
disponible en http://www.federalreserve.gov
7
El ahorro nacional comprende el ahorro del sector privado (empresas y hogares)
y el ahorro del sector público.
8
Gross Domestic Product: Third Quarter 2009 (Advance), disponible en http://www.bea.gov
9
En su informe World Economic Outlook, de septiembre de 2009, el FMI ha pronos-
ticado una contracción de -2,7% para este año.
10
Ya durante la recuperación que sucedió a la recesión de 2001, se había registrado
una recuperación sin empleos, cuando aun después de haberse declarado el fin de
la recesión y registrarse una recuperación de los principales indicadores económi-
cos, el número de desempleados seguía en aumento.
11
La modificación implicaría que si más del 50% de los trabajadores firman la lista
sindical (card check), no sería necesario el voto secreto para establecer una repre-
El modelo económico de los Estados Unidos: deslegitimación interna... 135

sentación sindical que el empresario debe reconocer y con la cual debería firmarse
un contrato colectivo. El voto obligatorio solo sería necesario si lo reclamara el
30% de la plantilla. Por su parte, los trabajadores podrían pedir un voto secreto si
no alcanzaran el 50% de adhesiones a la lista.
12
Citado por Udry, 2009.
13
La “Ley de protección al paciente y cuidado de salud asequible” fue aprobada por
el Senado el 24 de diciembre de 2009, por la Cámara de Representantes el 21 de
marzo de 2010 y firmada por el presidente Obama el 23 de marzo de 2010.
14
El G-20, es un foro de cooperación y consultas en temas relacionados con el
sistema financiero internacional. Está conformado por los ocho países más in-
dustrializados (G-8), once países recientemente industrializados o emergentes
de todas las regiones del mundo, y la Unión Europea como bloque.
15
Se hace referencia a las cumbres realizadas en noviembre de 2008, en Washing-
ton, en abril de 2009, en Londres y en septiembre de 2009, en Pittsburgh.
16
Ver Declaración del Grupo de trabajo de CLACSO: “Economía mundial, corpo-
raciones transnacionales y economías nacionales”, Buenos Aires, 3 de septiem-
bre de 2009, disponible e n http://www.eleconomista.cu

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Golpe de Estado en Honduras.
Lecciones y desafíos tras la cuarta urna

JOSÉ ÁNGEL PÉREZ GARCÍA

I. Introducción

Los esfuerzos del movimiento social hondureño por insertar a Hon-


duras en el mapa político actual de América Latina y el Caribe y el
respaldo del presidente Manuel Zelaya Rosales en esa dirección, sa-
caron a Honduras del anonimato político en la arena internacional y
la condujeron a un lugar de referencia mundial desde 2007. A partir
de esos acontecimientos, Honduras fue visibilizada en el mundo.
El ingreso a Petrocaribe (2007) era funcional —aunque por distin-
tas razones— tanto al pueblo y Gobierno hondureños, como a la oli-
garquía. La importancia de recibir petróleo seguro a precios nobles,
con facilidades de pago o compensación mediante el comercio de
bienes, ayudaba a atenuar la vulnerabilidad energética de un país
importador neto de petróleo que enfrentaba ya los impactos de la
crisis energética mundial. Para la oligarquía, Petrocaribe tenía un ca-
rácter más utilitario, porque ayudaba a bajar la presión inflacionaria
que la factura importadora de combustible introduciría en la produc-
ción de bienes, con el consabido aumento de los precios.
Pero el ingreso de la nación hondureña al ALBA (2008), fue iden-
tificado por la oligarquía como un giro a la izquierda en ese país, cuya
ubicación geográfica en Centroamérica —la tercera frontera según
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 139

los conceptos de seguridad nacional de los Estados Unidos— lo con-


vierten en una plaza sensible para el imperio.
Según declaraciones de los propios golpistas en septiembre de 2009,
el ingreso al ALBA fue una expresión de ese giro a la izquierda del
presidente Zelaya y, en consecuencia, con esa percepción, la causa
básica del golpe de Estado, aunque el pretexto haya sido la instala-
ción de una cuarta urna en las elecciones programadas para noviem-
bre de ese mismo año.
Desde la segunda mitad de 2008, Honduras fue escenario de nu-
merosos viajes de especialistas estadounidenses en subversión a Te-
gucigalpa, aumento de la asesoría y el financiamiento de los Estados
Unidos, Israel y otros países, a las fuerzas opuestas al presidente Ze-
laya, celebración de eventos académicos o políticos más o menos
encubiertos pero con fines desestabilizadores, confrontación al inte-
rior del Congreso y la nación centroamericana, manejo mediático y
desobediencia de los altos mandos militares y las instituciones a la
figura presidencial de cara al referendo popular por la instalación de
la cuarta urna. Ese fue el escenario del golpe de Estado del 28 de
junio de 2009.
Pero en política lo más importante es lo que no se ve —dijo José
Martí— y si bien el panorama político en Honduras entre mayo y
junio de 2009 era la desestabilización del Gobierno constitucional
encabezado por Zelaya, lo que estaba detrás de los acontecimientos
políticos en ese país era —y es— un plan contrarrevolucionario que
rebasa las fronteras hondureñas y centroamericanas porque tiene al-
cance hemisférico; es la contraofensiva del imperialismo frente a las
respuestas contestatarias de los pueblos que han caracterizado la his-
toria de América latina y el Caribe en el último decenio.
Lo que se ve a simple vista es la interrupción del ciclo democráti-
co en ese país centroamericano, el derrocamiento del presidente cons-
titucional, la instalación de un régimen de facto, la resistencia del
pueblo y la represión fascista.
Si bien esos fenómenos no carecen de importancia en sí mismos,
por la gravedad de sus impactos para la sociedad hondureña, la ame-
naza que significa para los pueblos latinoamericanos y los países que
están enfrascados en procesos contestatarios al modelo neoliberal y
al sistema capitalista. Y duele en lo más hondo a los que por distintas
razones hemos apreciado la nobleza del pueblo hondureño,1 lo esen-
cial rebasa las fronteras del país de los “catrachos” y tiene una alta
dimensión estratégica.
140 José Ángel Pérez García

Soy economista, no politólogo (al menos no politólogo de acade-


mia) y a pesar de que en esta oportunidad se ha enfatizado en la
presentación de ensayos sobre la crisis económica global sistémica
del capitalismo, preferí incursionar en un asunto que abarca no solo
economía sino también geopolítica, militarización y resistencia po-
pular, por considerarlo crucial para el proceso contestatario desde los
pueblos que tienen lugar en nuestra América.
Lo medular es que América Latina y el Caribe es un escenario de
lucha de clases, en el que tiene lugar una ardua y estratégica disputa
política.
La lucha de clases y su expresión en la disputa política podría anali-
zarse en dos dimensiones: lucha de clases entre los pueblos y las oligar-
quías, y la confrontación entre los gobiernos revolucionarios y progresistas
de los movimientos sociales y la izquierda con el imperialismo.
Como parte de esa confrontación, el golpe en Honduras envía señales
contrarrevolucionarias a los pueblos, a los procesos de cambio político
que tienen lugar en el continente y a los que vendrán, aspiren o no a
devenir alternativa al modelo neoliberal y/o al sistema capitalista.
Es un golpe al ALBA, asestado precisamente al que los estrategas
del imperio consideraron su eslabón más débil, en el entendido de
que el presidente Zelaya no venía de la izquierda y el movimiento
social hondureño no clasificaba entre los más desarrollados de Lati-
noamérica, tenían lugar fuertes confrontaciones al interior del Con-
greso hondureño, la oligarquía se veía decidida a dar el golpe con la
alianza política de sectores conservadores claves en esa sociedad como
la cúpula de la Iglesia Católica y los altos mandos militares.
Si bien con el paso de los días han ido saliendo a la luz importantes
hechos, declaraciones y actitudes que ayudan a explicar por qué los
golpistas se mantienen usurpando el poder, a pesar de violar la propia
institucionalidad del sistema interamericano (la OEA, su Carta De-
mocrática, la “mediación” de uno de sus agentes más importantes:
el presidente Oscar Arias de Costa Rica), burlarse de la comunidad
internacional y de su propio pueblo, que no ha cejado en la protesta.
En torno al golpe de Estado en tierra catracha,2 hay muchas pregun-
tas cuyas respuestas esenciales no son las que están en los medios.
Algunas de ellas son las siguientes.
¿Es creíble que un referendo de cuyo resultado saldría —o no— la
instalación de una cuarta urna para consultar a los electores en no-
viembre de 2009 sobre una reforma constitucional, justificara un
hecho tan grave como un golpe de Estado?
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 141

No, porque no había suficientes evidencias en torno a que en la


consulta popular en la cuarta urna ganara el “si”, y en el caso hipoté-
tico de que la respuesta popular favoreciera una reforma constitucio-
nal, esta no cuestionaba la continuidad capitalista en Honduras.
En Chile, la izquierda está proponiendo para las próximas eleccio-
nes la instalación de una cuarta urna para consultar al pueblo sobre la
continuidad o reforma de la constitución de Pinochet. ¿Podrá enton-
ces esperarse un nuevo golpe de Estado en esa nación sudamericana?
¿Habría conquistado el presidente Zelaya suficiente fuerza como
para disputarle el poder a la oligarquía hondureña y poner en peligro
el sistema capitalista en Honduras?
No, porque a pesar de algunas medidas de impacto nacionalista y
popular, el presidente no disponía de cuotas de poder económico,
jurídico, mediático o militar suficientes como para disputarle el po-
der a la oligarquía. Los hechos confirman esa respuesta. Si hubiese
tenido poder suficiente, no convoca a un referendo para modificar la
constitución, ni le dan una azonada golpista.
¿No disponían la oligarquía hondureña, la cúpula de la Iglesia Ca-
tólica y los altos mandos militares de suficientes recursos económi-
cos, mediáticos, jurídicos y políticos como para “enredar” al presidente
Zelaya a unos cinco meses de terminar su mandato y cerrarle el paso
a una reforma constitucional?
Sí, disponía de todas las condiciones para “enredar” al presidente
Zelaya y obstaculizar su probable agenda de cambios porque los opo-
sitores aún disponían del poder.
¿Era suficiente la decisión del presidente Zelaya de ingresar a Pe-
trocaribe y al ALBA para dar un golpe de Estado?
No, porque Petrocaribe es funcional a la propia oligarquía hondu-
reña, en tanto le proveía energía a precios viables y le facilitaba la
acumulación capitalista en un contexto de crisis económica, ambien-
tal y energética mundial y en un país que es importador neto del
crudo. Aunque aceptáramos que el ingreso de Honduras al ALBA no
era del agrado de la oligarquía local, hay un argumento práctico de
peso en el sentido común instalado en ese país “nadie se pelea con el
dinero” y el ALBA significaba una importante fuente de financia-
miento sin exigir la modificación de su sistema político.
Entre el ingreso de Honduras al ALBA y marzo de 2009, Venezue-
la había acordado con Honduras la capitalización del Banco Nacional
de Desarrollo Agrícola (BANADESA) con 100 millones de dólares para
financiar emprendimientos productivos de campesinos, artesanos y
142 José Ángel Pérez García

pequeños comerciantes que no acceden a los créditos de la banca


privada (Bolress, 2009). Además, recibiría como donación 100 trac-
tores para apoyar la producción campesina.
En la misma línea de cooperación, Venezuela le otorgó a Hondu-
ras un donativo de 10 millones de dólares para apoyar planes de en-
señanza, superación y el Programa Nacional de Alfabetización, que
con el 5% de esos fondos podría declarar a ese país territorio libre de
analfabetismo en 2010 (Donativo, 2009). En el aérea de la construc-
ción se había acordado un financiamiento estimado en 50 millones
de dólares para construir 6 000 viviendas en 2009 (Financiamiento
viviendas, 2009).
¿Habría alcanzado el movimiento social hondureño un nivel tan
alto de desarrollo como para poner en peligro la funcionalidad del
sistema capitalista en ese país?
No. A pesar de protagonizar algunos avances en los últimos años, el
movimiento popular hondureño no había pasado de la protesta y la exi-
gencia de medidas asistencialistas, no tenía desarrollado un programa de
cambios antisistémicos, ni estaba en la fase de lucha alternativa.
Entonces ¿por qué un golpe de Estado? ¿Cómo explicarse la per-
sistencia de un golpe de Estado en un país económicamente pobre,
socialmente insurreccionado y en un contexto de recesión mundial?
El golpe de Estado no fue una decisión festinada, ni inconsulta de
las fuerzas conservadoras hondureñas, tampoco fue una expresión de
impericia, sino parte de una estrategia del imperialismo decidida a
revertir los procesos contestatarios que tienen lugar en Latinoaméri-
ca en cuyo desarrollo la oligarquía, la cúpula de la Iglesia Católica y
los altos mandos militares de Honduras son solo piezas.
De esa respuesta se infiere que el pueblo hondureño no resiste solo
a los golpistas, sino a una estrategia global imperialista. Si la resisten-
cia popular hondureña solo estuviera enfrentando a los golpistas ya
los habría derrotado, el problema es mucho mas complejo, lo que
explica la necesidad de globalizar la solidaridad real con ese pueblo.
Podrían plantearse más interrogantes y, por supuesto, las respuestas
que se han dado hasta ahora podrían no ser suficientes para explicar
el golpe de Estado, pero sí lo son para sugerir que la esencia del golpe
rebasa la cuarta urna, las frontera hondureña y centroamericana, y
que hay mucho que indagar por detrás de la cuarta urna, muchos
mensajes por descifrar y muchas lecciones por aprender.
Esas lecciones y mensajes van a ser los ejes articuladores de este ensayo.
El golpe en Honduras es un “balón de ensayo” para todos, en Hondu-
ras y fuera de Honduras —para los pueblos rebeldes de América Latina
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 143

y el Caribe, para los países que encaminan procesos revolucionarios y


hasta para la oligarquías y el imperialismo— por las situaciones que
está creando, las vulnerabilidades que está descubriendo y las pre-
guntas que están sin respuesta aparente, al menos por el momento.
Una de esas preguntas —a mi juicio la más desafiante— es la si-
guiente.
En el caso que hacia delante tenga lugar un ataque a fondo contra
Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Cuba o las islas del Caribe,
todos miembros del ALBA con posiciones contestatarias frente a las
oligarquías y el imperialismo ¿Cuál es la respuesta que va a dar el
ALBA a partir de las lecciones del golpe en Honduras?
Esta pregunta no aspira a agregar “valor” al ensayo, es un reto que
está en el horizonte inmediato, refleja una realidad que no debe sorpren-
dernos y en cuya respuesta debemos ocuparnos ya, pues en casi todos
los países del ALBA hay fuentes de conflictividad (extensas y porosas
fronteras terrestres, el tema de las autonomías inteligentemente maneja-
do por el imperialismo, y las oligarquías con objetivos contrarrevolucio-
narios, por solo citar tres de esas fuentes, mas no las únicas) que pueden
ser aprovechados para revertir los procesos revolucionarios.
Tengo conciencia que una de las mejores formas de defensa del
ALBA frente a la contrarrevolución es el fortalecimiento de la integra-
ción productiva y en servicios en rubros claves (proyectos y empresas
“grannacionales” en energía, alimentación, telecomunicaciones, edu-
cación, cultura etc.), la entrada en vigor de la integración monetaria y
financiera (Sistema Unitario de Compensación Regional Económica
o SUCRE y el Banco del ALBA), su obra social (alfabetización,
Operación Milagro), la eficiencia mediática (TeleSUR, Prensa Lati-
na, Radio Habana Cuba, Satélite Simón Bolívar) y la identificación
de los pueblos con el ALBA como su alternativa, lo cual no excluye
el análisis de instrumentos de defensa común en el ámbito militar.
La frontera colombo-venezolana es muy extensa, porosa y poten-
cialmente conflictiva, y el imperialismo y su gendarme (Colombia)
la han venido complicando más de modo intencional para presionar
a Venezuela y tratar de escalar una confrontación bilateral. Los ingre-
dientes abundan para eso, pues la frontera entre ambos países tiene
2 216 km de extensión; ya se han registrado violaciones del espacio
aéreo venezolano; el imperialismo ha reforzado el tráfico de drogas
por Venezuela, buscando corromper a las autoridades de ese país,
introducir ingobernabilidad y fabricar el pretexto para una interven-
ción. Se registra una economía de contrabando trasnfronteriza. Algunos
144 José Ángel Pérez García

estados venezolanos —sobre todo los estados fronterizos con Colom-


bia— son “invadidos” por paramilitares colombianos que tratan de
disputarle el control territorial a los efectivos de Venezuela: permanecen
en el vecino país y penetran tierra adentro con misiones subversivas.
Incluso han sido detectados en la propia capital venezolana. En el
horizonte cercano, es muy probable que se refuercen las operaciones
contrainsurgentes en los departamentos colombianos fronterizos con
Venezuela, en el entendido de que las bases militares concentradas
hacia el litoral Pacífico y el centro de Colombia, podría obligar a la
insurgencia a desplazarse hacia el nororiente del país y “empujarla” así
hacia el lado venezolano, buscando producir una escalada del dife-
rendo bilateral.
Otro país del ALBA, Ecuador, también tiene que lidiar con más de
600 km de complicada frontera con Colombia, en su mayor parte
dominada por la selva. Tres provincias ecuatorianas —Sucumbíos,
Carchi y Esmeraldas— limitan con los departamentos colombianos
de Putumayo y Nariño, en los que se reconoce una importante pre-
sencia insurgente. Por lo menos se reconocen cinco elementos muy
conflictivos en esa frontera común: las operaciones de las FARC, el
tráfico ilegal de armas y explosivos, el Plan Colombia, los cultivos
ilícitos, los desplazados y los refugiados colombianos que se mueven
hacia territorio ecuatoriano.
Con toda intención, el Gobierno colombiano está “descuidando”
la frontera con Ecuador para tratar de involucrar a ese país en un
conflicto fraticida. El peligro que viene de la frontera colombo-ecua-
toriana ha sido reflejado por el presidente Rafael Correa con estas
palabras. “Yo tengo 11 000 hombres en la frontera norte y trece des-
tacamentos militares, y Uribe dos. Nosotros no limitamos al norte
con el Estado colombiano, limitamos con las FARC” (Infolatam,
2008). Por otra parte, la frontera de Ecuador con Perú ha sido muy
conflictiva desde la colonia, al punto que el último episodio bélico
bilateral fue en el decenio de 1980.
Nicaragua comparte con Honduras una frontera dilatada, agreste e
irregularmente demarcada con varios puntos de fricción. El último
episodio de conflicto grave en ese espacio común fue la guerra sucia que
se libró en el decenio de 1980 contra la revolución popular sandinista,
en el que Honduras sirvió como plataforma del imperialismo en la agre-
sión a Nicaragua. Ahora, nuevamente, el escenario político que se dibu-
ja en Honduras puede tornarse adicionalmente adverso para Nicaragua.
Bolivia tiene en la llamada “media luna”,3 situada al oriente de esa
nación, rica en recursos naturales, con más desarrollo económico que
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 145

el resto del país y un movimiento político fascista identificado como


“nación camba”, una fuente conflictual importante. Los departamen-
tos de la “media luna” tienen un porcentaje de población indígena
mucho más bajo que el resto del país —en Beni la población indígena
representa 13,8%, en Pando el 16,2%, en Tarija el 18% y en Santa
Cruz el 37,5% (INE, 2008)—, en comparación con un 62% como
promedio en el resto del país, lo que constituye una base objetiva
para combinar separatismo con racismo y convertirlo en una verda-
dera mezcla explosiva. Ahí viven la oligarquía blanca boliviana y las
familias de los grandes terratenientes, que han gestionado tradicio-
nalmente la política y la economía bolivianas con figuras como Bran-
co Marinkovic, líder del Comité Cívico de Santa Cruz y cabeza
principal del movimiento de oposición contra el MAS y el presiden-
te Morales.
En Bolivia están encabezando la lucha autonomista los sectores
oligárquicos y dirigentes más reaccionarios, que siempre tuvieron
importantes vínculos con los gobernantes de derecha y las trasnacio-
nales. Esos sectores ya colocaron al presidente Morales al borde de
un golpe de Estado con rostro autonomista, que fue neutralizado gra-
cias al protagonismo de UNASUR, pero cuyas raíces permanecen
intactas; y nadie debe dudar que puede ser manipulado por el impe-
rialismo en función de generar problemas de violencia al interior de
esa nación del altiplano.

RECUADRO NO. 1 POSICIONAMIENTO ECONÓMICO


DE LA “MEDIA LUNA” BOLIVIANA

• Aporta el 70% del PIB (Santa Cruz de la Sierra representa el


35% de la economía boliviana).
• Posee el 80% de la planta industrial.
• Dispone del 73% de las líneas telefónicas.
• Santa Cruz de la Sierra produce el 39% del petróleo que refina
el país y aporta el 43% del PIB agrícola de Bolivia.
• Tarija tiene en su territorio el 85% de la reserva de gas boliviano.
• Beni y Pando tienen las mejores plantaciones agrícolas (bási-
camente soya) bien insertadas en el mercado globalizado de
ese producto

Fuentes: Instituto Boliviano de Comercio Exterior, CAINCO, INE de Bolivia.


146 José Ángel Pérez García

En Ecuador existen problemas de demarcación entre algunas de


sus provincias. La región del Guayas, cuya área rica en recursos natu-
rales es de 20 270 km2 cuadrados, tiene conflicto de demarcación
con las provincias de Azuay, Cañar, Chimborazo y Manabí (Jara,
2009). Hasta el momento eso no ha tenido implicaciones, pero si el
binomio imperialismo-oligarquía ecuatoriana decide impulsar la au-
tonomía de Guayas como un instrumento para desestabilizar el pro-
ceso político ecuatoriano (cosa que no está descartada), es muy
probable que haya disputas o fuentes de conflictos entre las provin-
cias mal demarcadas con un alto costo para la estabilidad política en
Ecuador y ganancia neta para las oligarquía y las trasnacionales.
En Venezuela, quizás con un nivel menos tenso que en las dos
naciones anteriores, el tema del separatismo es protagonizado por los
sectores más recalcitrantes de la oligarquía del estado Zulia, que tam-
bién es muy rico.
¿El golpe de Estado en Honduras también ha descubierto vulnera-
bilidades por el lado de los Estados Unidos? ¿Cómo interpretar la
ambivalencia estadounidense sobre el caso de Honduras? Como
la coexistencia de dos gobiernos paralelos: uno es el Gobierno de la
ultraderecha, compuesto por la CIA, el Pentágono y los halcones
del imperio —que es el que manda en los Estados Unidos—, y el
otro el Gobierno de la Casa Blanca, encabezado por el presidente
Barak Hussein Obama.
Esa dualidad explica la incoherencia de la política estadounidense
frente a ese golpe de Estado. Por un lado, el presidente Obama —en
el discurso— se opone al golpe y por el otro la Secretaria de Estado
coquetea con los golpistas, la USAID le entrega fondos a Micheletti
para “evitar que colapse el país” y los militares imperialistas invitan
a las fuerzas armadas hondureñas a realizar operaciones conjuntas,
por solo poner algunos de los ejemplos más conocidos, aunque no los
únicos. Esto introduce una diferencia respecto a la era Bush, cuando
en todos los círculos de poder estadounidenses gobernaba la ultrade-
recha conservadora y había coherencia en la política. En lo adelante
es probable que tengamos que lidiar con esa ambigüedad y evitar
caer en sus redes.
¿Cómo deberíamos decodificar el mensaje que emite la OEA fren-
te al golpe de Estado? No como una expresión de la infuncionalidad
y desprestigio de la institucionalidad hemisférica, sino como un apo-
yo velado a los golpistas, porque les ha dado tiempo para organizarse
y tratar de consolidar sus posiciones.
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 147

II. El contexto global en el que tiene lugar


el golpe de Estado

a) La crisis económica mundial

La crisis que está instalada en el mundo no es nueva. Desde las déca-


das sesenta y setenta del pasado siglo se estuvo observando una sig-
nificativa caída del sector productivo real de la economía mundial,
expresado en una caída del PIB mundial y de la cuota de ganancia,
ante lo cual el capital optó por sobreinvertir en el sector financiero
especulativo de la economía en busca de ganancias más rápidas y
grandes, a pesar del creciente riesgo en ese sector. Las tendencias
económicas predominantes desde el decenio de 1960 en la economía
mundial, sugieren que los agentes económicos capitalistas deprimie-
ron significativamente la inversión en el sector real-productivo de la
economía y preferenciaron la inversión en el sector financiero-espe-
culativo animados por la hegemonía del neoliberalismo, el mercado,
la desregulación, y la alta ganancia en ese sector.
Se estima por fuentes financieras de credibilidad que la capitaliza-
ción bursátil en los últimos años equivale a 40 millones de millones
de dólares, a los que hay que adicionar 600 millones de millones de
dólares en Derivados Financieros,4 para un monto de 640 millones
de millones de dólares que representaron 15,6 y 12,5 veces el PIB
mundial de 2004 y 2007, estimado en 41,5 millones de millones de
dólares y 54,3 millones de millones de dólares, respectivamente (FMI,
2008). Eso ha introducido una distancia abismal entre el sector real y
el sector financiero especulativo de la economía mundial, que es in-
sostenible para el funcionamiento equilibrado del sistema capitalista
mundial. Otros factores que explican la crisis de la economía mundial,
son la espiral de los precios del petróleo desde 2003 hasta mediados
de 2008 —el barril de WTI cerró a 145,66 dólares y el Brent a 143,54
dólares el 11 de julio de 2008 (Precios petróleo, 2008)— y su impac-
to junto a otros factores en los precios de los alimentos, que también
registraron aumentos desde el año 2000 y describieron precios record
en 2008. El índice de precio de los alimentos a mediados de 2008 fue
de 216%, el más alto de la historia (FAO, 2008).
Es una crisis integral y sincrónica, pues no solo hay una crisis eco-
nómico-financiera muy profunda e inédita por el altísimo compo-
nente especulativo, sino también crisis ambiental, social, energética,
148 José Ángel Pérez García

alimentaria, hídrica, migratoria, cultural, de valores y de gobernabili-


dad. Esto sugiere que, más allá de la economía y las finanzas, lo que
está en crisis es el paradigma civilizatorio capitalista.
Hay evidencias de que la crisis será larga y la recuperación anémi-
ca, con graves impactos hacia la periferia, incluso Latinoamérica y el
Caribe. En 2009, la mayor parte de los países del mundo permaneció
en recesión y en los que se ha registrado algún crecimiento es muy
bajo, como se constata en Grecia y Portugal que crecieron 0,3% en el
segundo trimestre de 2009, seguidos de Francia, cuyo PIB creció 0,4%
(Eurostat, 2009) y Alemania que creció 0,7% (Destatistic, 2009).
En los Estados Unidos disminuyó la tasa de decrecimiento que se
había registrado en el cuarto trimestre de 2008 y el primer trimestre
de 2009, estimada en -6,3% y -5,5%, respectivamente (BEA, 2009),
ya que en el segundo trimestre de 2009 la economía decreció -1,5%.
En el tercer trimestre, sin embargo el PIB creció 3,5% (NABE, 2009),
a todas luces impulsado por las operaciones de rescate financiero del
Gobierno y no como resultado de una recuperación de los agentes
privados y públicos capitalistas de ese país.
La crisis viene expresándose en América Latina y el Caribe desde
antes de explotar la burbuja inmobiliaria a mediados de 2007 en los
Estados Unidos, y se constata en la nefasta herencia neoliberal que
caracteriza a esa región.
A pesar de que entre 2003 y 2008 la economía latinoamericana
alcanzó una tasa de crecimiento promedio anual cercana al 5% (re-
sultado solo comparable con los años 1994 y 1997), cuyo reflejo en
el comportamiento del PIB per cápita fue de un crecimiento 3% (CE-
PAL, 2008 a). Algunos informes de organismos internacionales como
la misma CEPAL y el FMI sugieren —aunque no lo declaren explíci-
tamente— que de los últimos 28 años trascurridos, América Latina y
el Caribe perdieron 15 en términos de desarrollo económico y social:
los diez años de la “década perdida” de los años ochenta del siglo XX
y los primeros cinco del nuevo siglo. Cuando la economía lati-
noamericana se resintió por las turbulencias financieras asiáticas
de 1997 a 1998 y el episodio de crisis económica que tuvo lugar
entre 2000 y 2002, esto se expresó en una caída del crecimiento eco-
nómico de -0,4% (CEPAL, 2008 a) y un empeoramiento significati-
vo de los índices de desarrollo social. Entre el año 2000 y el 2002, el
desempleo abierto urbano, según las mediciones de la CEPAL, subió
de 10,4% a 11,0% (CEPAL, 2008 a) y en la apertura de nuevos em-
pleos predominó el precario e informal (47%). La inequidad alcanzó
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 149

niveles extremos en un continente que ya clasificaba como líder en


la más injusta distribución del ingreso a nivel mundial.
En nueve países del continente la diferencia entre el 20% más rico
de la población y el 20% más pobre, supera las 20 veces (PNUD, 2007-
2008). En ese período de tres años, la pobreza pasó de 207 millones de
personas en 2002 (42,1% de la población total) a 220 millones (43,4%
de la población total), en tanto la indigencia aumentó en 13 millones
de habitantes, para representar el 18,8% de la población latinoameri-
cana y caribeña en su conjunto. En ese mismo escenario, entre 2008
y 2009 la crisis mandó a la pobreza a 26 millones de personas más, solo
por concepto del aumento de los precios de los alimentos (CEPAL,
2008b), la desnutrición en la población avanzó 12,8%, lo que repre-
senta 53 millones de personas (FAO, 2009) y 40 millones clasifica-
ron como analfabetos (ONU, 2008).
Esa herencia es mucho más pesada en Honduras, cuya economía
está básicamente articulada por un sector agropecuario y pesquero
atrasado, incapaz de agregar valor a los productos básicos que expor-
ta como café, bananas, algunas frutas de estación y camarones de
cultivo, y en cuya canasta las escasas manufacturas que vende, com-
puestas por textiles de la industria maquiladora y aceite de palma
africana, dependen de la demanda de los Estados Unidos. Desde el
punto de vista social, la población hondureña es básicamente pobre.
Según la CEPAL, ese país registra uno de los niveles más altos de
pobreza en Latinoamérica: 71,5% (CEPAL, 2008 b).
En el ámbito político global, el golpe de Estado tiene lugar en el
contexto del Global en Route Strategy y del Smart Power, ambas
políticas imperialistas de la era Obama.

b) The Global en Route Strategy

Los acontecimientos del 11 el septiembre de 2001, alteraron signifi-


cativamente la estrategia político militar del imperialismo. Si bien es
cierto que los Estados Unidos fueron objeto de una acción terrorista,
los estrategas y los halcones del imperio sobredimensionaron con
toda intención el impacto de ese lamentable hecho para alcanzar ob-
jetivos económicos y político-militares estratégicos muy difíciles de
lograr en otras condiciones, teniendo en cuenta la debilidad política
del presidente George W. Bush, quien había sido sentado en la silla
presidencial de Washington en las espurias elecciones de 2000.
150 José Ángel Pérez García

Más allá de la importancia de un combate serio, consecuente y


coherente contra el terrorismo y el narcotráfico, sabemos que esos
dos “frentes de combate” son solo las fintas que los estrategas del
imperio usan utilitaristamente para justificar su hegemonismo mun-
dial, pero en realidad no van a combatir seriamente ni uno ni el otro,
porque ambos son funcionales a sus intereses estratégicos. En el hi-
potético caso que esos dos problemas no existieran, ellos mismos los
crearían, o inventarían otros, porque a falta del socialismo necesitan
un pretexto potable para justificar su dominación. La “lucha contra
el terrorismo y el tráfico de drogas”, les permite justificar nuevos
conceptos político militares y, en el caso de la estrategia que nos
ocupa, nuevos conceptos de movilidad aérea que los coloquen en
posición favorable para controlar fuentes de energía, reservas de agua
o biodiversidad, y para monitorear los procesos revolucionarios emer-
gentes en América Latina y otros escenarios mundiales.
Al mismo tiempo, la estrategia en Route busca una inversión ópti-
ma de tiempo para estar en el lugar deseado, máxima eficiencia en
las operaciones, bajo riesgo y racionalidad de gastos materiales y hu-
manos. La combinación de esos elementos se recoge como The Glo-
bal en Route Strategy, o una nueva visión de la organización de las
actividades de mantenimiento y transportación de carga, pasaje por
avión y el servicio que implica la aviación en aire y tierra, que difiere
de los servicios a la aviación comercial. La naturaleza de despliegue
del área o espacio de batallas antiterroristas o antidrogas (diferentes a
los paradigmas del escenario de la Guerra Fría) demanda —según la
estrategia imperialista— un movimiento aéreo cualitativamente dis-
tinto en comparación al escenario de la postguerra. Esas condicio-
nantes apuntan a la necesidad de reevaluar los requerimientos del
traslado de carga y pasajeros en el sistema de (en) ruta.
Las operaciones de la Fuerza Aérea Estadounidense en el siglo XXI
(un proceso encaminado a eliminar pasos que no agreguen ningún
valor al producto final) ha colocado el énfasis en el sistema de las
rutas por las que deberán transitar los aviones en la consecución de
los objetivos hegemónicos. La Fuerza Aérea aspira a alcanzar niveles
más altos de eficiencia, lo que se traduce en ahorrar dinero, acrecentar
velocidad y movilidad, sobre patrones que permitan alcanzar los objeti-
vos trazados en el óptimo de tiempo posible y con los mejores resulta-
dos finales. Según su lógica, el aumento de la carga y el trasiego de
pasajeros, la ubicación y la recepción de una y otros en un escenario
de guerra no convencional, requiere una infraestructura significativa-
mente distinta a la de las operaciones ordinarias de “gas-and-go” —o
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 151

sea, reabastecerse en tierra para levantar vuelo nuevamente. El rango


ampliado y la capacidad de carga del avión C-5M, y del tanquero
C-17S extenderán el concepto tradicional del sistema de (en) ruta
para incluir capacidades más cercanas al nuevo avión de guerra.
El concepto de las rutas aéreas (en Route) es que haya cohesión e
interconexión en las operaciones aéreas, evitando “operaciones sepa-
radas” según la lógica militar, que son aquellas que tienen lugar en
distintos lugares, sujetas a distintas reglamentaciones jurídicas y polí-
ticas, aunque estén ubicados en la ruta o el escenario de operaciones
(por ejemplo: bases militares en países en los que los efectivos ten-
gan que lidiar con diferentes sistemas políticos, diferentes filosofías
de vida y diferente nivel de conexión con los Estados Unidos).
La globalidad de la estrategia en Route implica la presencia de
aviones tanqueros (reabastecedores aéreos) que deben actuar conforme
a los requerimientos del lugar donde se encuentran los receptores de
combustible cuando requieren ser reabastecidos. La matriz de localiza-
ción puede ser diferente, por el hecho de que en muchos lugares del
mundo el reabastecimiento aéreo se controla herméticamente y en un
espacio aéreo estrictamente limitado. Por consiguiente, los estrategas
aéreos deben buscar instalaciones para aviones tanqueros en la (en) ruta
(en Route) en las proximidades de esas áreas de reabastecimiento
aéreos reservadas. En el Atlántico hay numerosas áreas reservadas para
el reabastecimiento aéreo alejadas de la costa oeste de Gran Bretaña,
Francia, y España; también hay rutas en Alemania (aunque estas están
principalmente para entrenamiento y apoyo con recursos USAFE), a
través del Mediterráneo y cerca de las Islas Azores.
No es esa exactamente la situación en la zona del Comando Africano
de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAFRICOM), un lugar
donde el Campamento Lemonier, en Djibouti, es la única infraestructu-
ra permanente en el continente africano con las condiciones básicas para
asumir la estrategia en Route (la ruta), según las coordenadas no con-
vencionales de la guerra antiterrorista y antinarcóticos.
Hasta hace poco, las operaciones del Comando Sur de los Estados
Unidos (USSOUTHCOM) en Sudamérica se desarrollaban según las
coordenadas del “combate al narcotráfico”, por lo que estaba básica-
mente concentrada en países del norte de América del Sur, la Cuenca
del Caribe y México, pero con la incorporación del “combate al terroris-
mo y a la droga”, la globalidad de las operaciones aéreas rebasa las
subregiones señaladas e induce a fortalecer la movilidad aérea, la in-
terdependencia de los centros de operaciones y la cooperación entre
ellos de manera global. Eso explica el interés reciente que el
152 José Ángel Pérez García

USSOUTHCOM ha puesto en Sudamérica, y que se expresa en el


acceso o construcción de instalaciones desde las cuales se puedan
realizar operaciones de desplazamiento aéreo global con las condi-
ciones de movilidad que ya fueron señaladas.
Teniendo en cuenta la correlación de fuerzas políticas que se ha
instalado en Sudamérica desde 1999 (triunfo del presidente Chávez en
Venezuela) hasta la fecha, los estrategas del imperio necesitan reforzar
su presencia en territorios afines a los intereses estadounidenses y/o
hacerse presentes en otros estratégicamente ubicados en lo que ellos
identifican como una ruta crítica de países revolucionarios.
Una expresión del reforzamiento de la presencia en América Lati-
na es Colombia, su Estado gendarme en las Américas, donde hay 26
bases a las que los Estados Unidos puede tener acceso (no solo las
siete que más se publicitan), al tiempo que adecuan sus instalaciones
en Antigua, Puerto Rico, Islas Vírgenes, Aruba y Curazao a la estra-
tegia en Route y expresan interés por instalarse en la Cayena (Gua-
yana francesa) por la favorable ubicación geográfica de ese país
—situado casi a la mitad del trayecto entre Charleston (Estados Uni-
dos) y la isla de Ascensión en África, donde también hay un empla-
zamiento en la ruta (en Route). Por el tipo de régimen político que
hay en Brasil, la posibilidad de instalar una base en la ruta en Recife
parece poco probable, lo cual refuerza la importancia de la Guayana
francesa en el norte de Sudamérica.
Por supuesto, el puesto avanzado de la estrategia en Route en Suda-
mérica es Colombia, y dentro de ese país la base de Palanquero (in-
versión de unos 46 millones de dólares en ampliación de la pista,
adecuación de la infraestructura para reabastecer aviones en al aire y
atención de las naves en tierra en tiempo récord). Aunque la priori-
dad no es únicamente Palanquero, es poco probable que den la mis-
ma importancia a las otras seis bases a las que tendrán acceso. En
general es previsible que prioricen la base Simón Bolívar en la región
Caribe, la base de Málaga en el Pacífico y a Palanquero en el centro
del país. De esa manera el territorio de Colombia quedará triangula-
do, con rápida capacidad de desplazamiento desde cualquiera de los
tres puntos estratégicos señalados y, al mismo tiempo, se cierra el
cerco, básicamente sobre Venezuela y Ecuador, pero también sobre
Bolivia: el triángulo radical de Sudamérica. Amén de extender el con-
trol hasta Argentina y mejorar la capacidad para dominar el petróleo,
la Amazonia y otras fuentes alternativas de energía, agua y biodiver-
sidad que hay en la zona.
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 153

La estrategia en Route en el contexto global en el que tiene lugar el


golpe de Estado, reevalúa la importancia de la base de Soto Cano
(Palmerola, Honduras) la cual puede asumir un nuevo protagonismo
más allá de la Fuerza de Tarea que está instalada ahí. En los últimos
tiempos se ha notado un fuerte dinamismo en la logística de esa base; la
pista ha sido ampliada, la infraestructura y la capacidad operacional se
han desarrollado más, lo cual no es nada casual. Esta puede ser una
de las “patas” más importantes —no la única— del golpe de Estado
del 28 de junio que no tiene una relación directa con la cuarta urna.
También se ha conocido que ante la peligrosidad del Aeropuerto
Internacional Toncontin de Tegucigalpa (alta frecuencia de acciden-
tes de la aviación comercial), el presidente Zelaya había planteado
“negociar” en fecha no definida el traslado de las operaciones de la
aviación comercial de ese aeropuerto y aprovechar las instalaciones
de Palmerola, en el entendido de que no es posible remodelar Ton-
contin porque está situado en un “hueco” y por la ubicación que
tiene en el medio de la urbe capitalina. Ahí pudiera estar otra de las
“patas” del golpe, sin relación directa con la cuarta urna.

c) The Smart Power

El Smart Power, o poder astuto, hábil e inteligente, también forma


parte del entorno político en el que tiene lugar el golpe de Estado.
Una de las primeras veces que se escuchó el término Smart Power a
la secretaria de Estado de los Estados Unidos Hilary Clinton, fue en
la audiencia del Senado que la confirmó en ese alto cargo en enero de
2009, cuando la señora Clinton proclamó que los Estados Unidos
debe utilizar una diplomacia de Smart Power, sin abundar en ese mo-
mento en la esencia de esa política (S.M., 2009). Poco después, Lio-
nel Beeher, exredactor principal del Consejo de Relaciones Exteriores
de los Estados Unidos, escribió en el Huffington Post, que Hillary
Clinton había “conseguido resumir la nueva dirección de la política
exterior de los Estados Unidos con un eslogan pegajoso: Smart Power,
o sea, una combinación pragmática del poder duro con el poder sua-
ve en función de los intereses cardinales del imperio”.
No se trata exactamente de una nueva política imperialista, sino
de la política de la zanahoria y el garrote reciclada. Lo que da la
impresión de novedad es que la actual administración la ubica dentro
del paraguas del “cambio” que enarbola el presidente Obama, y lo es en
relación con el mandato de George W. Bush, que abusó de la fuerza,
pero en esencia es una expresión más astuta de la lógica imperialista.
154 José Ángel Pérez García

En abril de 2009, la señora Clinton fue más explícita cuando detalló


que el Smart Power consiste en el uso del “conjunto de herramientas
a nuestra disposición —diplomáticas, económicas, militares, políti-
cas, legales y culturales— escogiendo la herramienta o combinación
de ellas más adecuada en cada situación”, y es de hecho la doctrina
Obama de política exterior. La doctrina del Smart Power —dicho por
la propia secretaria de Estado— puede requerir, en ocasiones, el uso
de la fuerza militar “para proteger a nuestra gente y nuestros intere-
ses. Pero serán igualmente importantes la diplomacia y el desarrollo
para la creación de condiciones para un mundo pacífico, estable, y
próspero” (S.M., 2009). Llama la atención que la señora Clinton re-
conozca explícitamente el uso de la fuerza militar para proteger a
personas e intereses. De esa forma, el mundo está ya bajo la “som-
brilla” del Smart Power —América Latina incluida— y The Global
en Route Strategy es parte de esa política.
En México, el Smart Power se constata en la militarización de ese
territorio con el pretexto del combate al tráfico de drogas hacia los
Estados Unidos, el tráfico de armas en dirección contraria y el com-
bate al crimen organizado en el interior del país.
En Bolivia, esa política se expresa en la combinación de separatis-
mo neofascista de la oligarquía de la así llamada “media luna bolivia-
na” con un golpe de Estado que estaban fraguando contra el presidente
Evo Morales.
En Colombia la principal manifestación de esa política son las 26
bases militares que los Estados Unidos puede usar en ese país suda-
mericano, aunque por el momento se haya negociado su acceso a
siete de ellas.
En Venezuela se expresa en el cerco militar que significan las bases
estadounidenses en Colombia, las que probablemente amplíen en
Antigua, Puerto Rico o Islas Vírgenes y las que acaso instalen en
Guayana Francesa y Brasil.
En Cuba esa doctrina se refleja en la persistencia y el reforzamien-
to de los principios cardinales del bloqueo económico financiero y
comercial y el hostigamiento a la Isla y, al mismo tiempo, un sobredi-
mensionamiento mediático de su concepto de flexibilización de su
política hacia esa ínsula.
En Guatemala el Smart Power se expresa en los intentos de deses-
tabilizar al gobierno del presidente Álvaro Colom.
En tanto en El Salvador una de las principales expresiones de esa
política es el esfuerzo por evitar la consolidación de la plataforma de
gobierno del presidente Mauricio Funes (FMLN).
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 155

En Honduras el Smart Power se expresa en el golpe de Estado y en


las evidencias del respaldo estadounidense a los golpistas, al tiempo
que, en el discurso, el presidente Obama respalda la restauración de-
mocrática en esa nación centroamericana.

RECUADRO NO. 2
LOS ESTADOS UNIDOS Y EL GOLPE DE ESTADO EN HONDURAS

Los Estados Unidos no termina de tipificar legalmente el fenó-


meno que está teniendo lugar en Honduras (golpe de Estado,
golpe constitucional, dictadura militar, dictadura cívico-militar),
por lo que demora en la aplicación de medidas oficiales —eco-
nómicas y políticas— y eso funciona a favor de los golpistas,
porque les permite ganar tiempo.
Poderosas agencias de los Estados Unidos como la Agencia para
el Desarrollo (USAID) mantienen líneas de financiamiento a los
golpistas con el pretexto de evitar un colapso económico y social
que dañe aún mas al pueblo y convocar a elecciones. La USAID
proveerá a Honduras de unos 47 millones de dólares en fondos
para el año fiscal 2009 (cierra en septiembre), de los cuales 43
millones están programados para entregarse como estaba pla-
neado antes del golpe castrense. De hecho, el presupuesto comple-
to de la USAID para Honduras pasó de 37,3 millones de dólares
en el año fiscal 2008 a 48,6 millones de dólares para el actual año
fiscal (USAID, 2009).
Al Consorcio para Procesos Electorales y Políticos (CEPPS) le fue
otorgado un acuerdo cooperativo de 1,8 millones de dólares que
está en efecto desde el 30 de septiembre de 2008 hasta el 30 de
enero de 2010 y que le será asignado a Honduras como financia-
miento para el proceso electoral de noviembre de 2009 (USAID,
2009).
Durante meses CNN fue una de las pocas agencias mediáticas de
amplia cobertura mundial que le dio espacio a los golpistas, aún
cuando se cubrió con el velo de la imparcialidad y la objetividad.
Delegaciones de congresistas republicanos, encabezadas por fi-
guras de la ultraderecha estadounidense como Ileana Ross Leti-
nen, han visitado Honduras y son recibidas al más alto nivel por
los golpistas.

FUENTE: USAID, CNN, CEPSS.


156 José Ángel Pérez García

El Smart Power es la versión Obama del garrote y la zanahoria,


con la particularidad que el mundo viene cansado del garrote de Bush,
y Obama, inteligente, bien asesorado y ayudado por el poder mediá-
tico, ha recreado el imaginario de la zanahoria. Pero lo que tenemos
delante es una política gelatinosa en su forma, con capacidad de adap-
tación y encubrimiento de la esencia imperialista en su contenido,
que tras el slogan del cambio pretende confundir, cooptar o desmovi-
lizar a los verdaderos agentes del cambio para desbrozar el camino
de la recomposición hegemónica imperialista.

III. El entorno regional del golpe de Estado

Los “tres candados” de la neodominación imperialista

El caso de Honduras ahora, como antes lo fue el golpe de Estado y el


paro petrolero contra el presidente Hugo Chávez de Venezuela (2002),
el cuasi golpe de Estado con rostro separatista contra el presidente
Evo Morales en Bolivia (2008) y el ataque militar directo del ejército
colombiano contra el territorio ecuatoriano (2008) está evidencian-
do que el imperio no logra mantener encadenados a los países y pue-
blos latinoamericanos a la dinámica imperial como lo previó, o sea,
por medio del ajuste neoliberal y los TLC, y está apelando a la fuerza
militar, expresada en el rearme de los ejércitos gendarmes en la re-
gión —con prioridad para el ejército colombiano—, en el aumento
de la dimensión militar del Plan Colombia devenido Plan Patriota en
ese país y el Plan Mesoamérica (antiguo Plan Puebla Panamá), la
Cuarta Flota, el incremento de bases militares y los ejercicios milita-
res conjuntos con países latinoamericanos afines.
El ajuste neoliberal, los TLC y la fuerza militar intervienen como
los “tres candados” del control y la neodominación sobre Latino-
américa y el Caribe como reservorio de materias primas y mano de
obra barata en función del patrón de acumulación trasnacional imperia-
lista, como destino para la evacuación de sus excretas y como aporte
compensatorio frente a sus grandes desequilibrios macroeconómicos
(déficit comercial, déficit en cuenta corriente, déficit de ahorro inter-
no) y pérdida de liderazgo mundial, sin olvidar por supuesto, el lugar
de la región como tercera frontera de la nación americana.
El sentido común de la tesis de los “tres candados” es el siguiente:
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 157

El “primer candado” es el neoliberalismo en sus dos dimensiones;


modelo de acumulación (candado económico) y concepción del
mundo (candado moral) con lo cual el imperialismo daba el primer
paso para el control y la subordinación de Latinoamérica y el Caribe
en el sentido del Consenso de Washington, al desestructurar el tejido
económico “nacional” y facilitar nuevos niveles de penetración trans-
nacional, así como romper la unidad regional que los países latinoa-
mericanos habían alcanzado mediante la integración cepalina en los
decenios sesenta y setenta (MCCA, CAN, CARICOM, ALADI).
También se proponían cambiar la mentalidad de las víctimas del
sistema, destruir los valores revolucionarios y resembrar los valores
del mercado, el individualismo, la competencia y la insolidaridad, así
como redisciplinar a la clase obrera latinoamericana. Someter a
todos(as) a la disciplina del trabajo y la retórica ideológica neoliberal,
que en la práctica contribuiría a elevar la competitividad de las pro-
ducciones trasnacionales gracias al bajo valor de la fuerza de trabajo
latinoamericana y caribeña y las condicionas de “casi tolerancia la-
boral” en esos países y mellar el filo revolucionario de los trabajado-
res, el movimiento sindical y los pueblos.
Como el ajuste económico neoliberal podría provocar estallidos
sociales que pusieran en riesgo la estabilidad y gobernabilidad bur-
guesa en América Latina y Caribe, los TLC vendrían a significar el
segundo nivel de atadura: “candado jurídico”. O sea, que mas allá de
las hipotéticas protestas populares, a los países que pusieran en vigor
TLC con los Estados Unidos les sería muy difícil desatarse del carro
imperialista, porque estarían obligados por un tratado, que es una
fuerte figura jurídica de contenido vinculante y capacidad para su-
bordinar la legalidad nacional.
Si alguno de esos “dos candados” fallara frente a la persistencia de los
estallidos sociales y la rebelión-desacople de algún(os) gobierno(s) ata-
dos al imperio —vía TLC—, entonces entraría a jugar el “tercer canda-
do”, o sea, los ejércitos de formación capitalista y las bases militares.
¿Qué ha estado pasando en los últimos tres lustros en Latinoamérica?
A pesar de la heterogeneidad de los procesos de cambios que están
ocurriendo en Latinoamérica y el Caribe, de su carácter inédito, y de
las grandes presiones —internas y externas— que tienen que enfren-
tar, los pueblos latinoamericanos están pasando de la protesta a las
propuesta de cambios concretos y están confrontando política, ideo-
lógica y socialmente al neoliberalismo. En varios países han arribado
a los gobiernos centrales y, en algunos escenarios, están deviniendo
alternativas. Los casos más claros son Venezuela, Bolivia y Ecuador.
158 José Ángel Pérez García

El ALCA fue emboscada por la combatividad de los pueblos y


derrotada en su forma y los TLC parecen quedar estancados frente a
los obstáculos que encuentran en el propio Estados Unidos, la oposi-
ción de los pueblos latinoamericanos, y ahora la crisis, que pone en
entredicho el discurso orgánico del sistema, el sueño de vida ameri-
cano (ahora convertido en pesadilla) y el paradigma civilizatorio ca-
pitalista. Lección para los imperialistas: el candado económico y moral
no está reportando el encadenamiento que se esperaba.
Varios gobiernos que estaban negociando el ALCA —o TLC—
con los Estados Unidos, se desacoplaron completamente de esas
negociaciones y hoy militan en la alternativa a ambas fórmulas im-
perialistas, o sea, el ALBA. Son los casos de Venezuela, Bolivia
y Ecuador. Dos gobiernos “atados” al imperio por la vía del TLC
—Nicaragua y Honduras— asumieron un significativo protagonis-
mo a favor de Cuba en la última Cumbre de las Américas (Trinidad y
Tobago, 2009) y en la Asamblea General de la OEA (San Pedro Sula,
Honduras, 2009), respectivamente, haciendo que ambos escenarios
clasifiquen para los Estados Unidos entre los más bochornosos fraca-
sos desde la postguerra.
La entrada en vigor de los TLC se hizo efectiva en México (TL-
CAN, 1994), Chile (TLC, 2002), Centroamérica y República Domi-
nicana (CAFTA-DR, 2006-2007) y Perú (TLC, 2008). El resto de
los países que había avanzado significativamente en las negociacio-
nes de otros TLC (Panamá, Costa Rica y Colombia) no lograron
ponerlos en vigor durante la administración Bush y ahora no son agenda
inmediata para la administración Obama. Brasil y Argentina, dos de
las tres grandes economías que deciden el comportamiento econó-
mico global de la región y que representan en conjunto el 29,5% de
las exportaciones de bienes (FOBS) totales de Latinoamérica y el
Caribe y el 42% del PIB global de esa región, así como el 40% del
mercado (CEPAL, 2008) hasta el momento han mantenido distan-
cia de los TLC.
En cambio, decenas de países de la tercera frontera de los Estados
Unidos (la Cuenca del Caribe) decidieron responder afirmativamen-
te a la convocatoria venezolana de Petrocaribe desde mediados de
2005, y si bien para algunos esa integración energética tiene un fin
pragmático, utilitarista, para otros está deviniendo referente político,
ya que no se debe pasar por alto que todos los miembros plenos del
ALBA que se incorporaron desde 2007 fueron —y son— miembros
de Petrocaribe (Nicaragua, Honduras, la Mancomunidad de Domini-
ca, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda). Dos de los
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 159

países que intervienen como observadores (Granada y Haití) son


miembros de esa expresión de integración energética alternativa.
No se debe desconocer que eso ocurre en una zona muy sensible para
los conceptos de seguridad nacional de la hegemonía imperialista. Lec-
ción para los imperialistas: el candado jurídico que debía aportar el TLC
tampoco está encadenando bien a la región a la dinámica imperial.
Frente a esas circunstancias, el imperialismo ha optado por el can-
dado militar.

IV. El entorno nacional del golpe de Estado

a) Los antecedentes más inmediatos


del golpe de Estado en Honduras

A pesar de reconocer algunas debilidades del movimiento social hon-


dureño en comparación con otros escenarios, no puede desconocerse
que ese pueblo ya venía movilizándose en defensa de algunos de sus
derechos más esenciales, por ejemplo, las batallas contra el ALCA,
el rechazo a las bases militares, a las concesiones mineras y el apoyo
al ingreso de Honduras a Petrocaribe y al ALBA.
Cómo si no explicarse la calidad, persistencia y sostenibilidad de
la resistencia que viene realizando frente al golpe de Estado (sorpre-
siva para los golpistas y de alguna manera para el propio pueblo hon-
dureño), la amplitud de la convocatoria y la unidad en los aspectos
medulares, la creatividad y la radicalidad expresada en una transición
de las demandas por la restitución del presidente y la democracia a la
exigencia de la Asamblea Constituyente de amplios poderes capaz
de refundar Honduras. En las últimas contiendas electoreras (no elec-
torales), el pueblo fue comprendiendo la infuncionalidad de la demo-
cracia burguesa representativa y la inutilidad de la rotación bipartidista
(Partido Liberal y Partido Nacional) para introducir los cambios fun-
cionales a su desarrollo y bienestar. En un acto que bien pudiera in-
terpretarse como escepticismo hacia los dos partidos tradicionales
de la política hondureña, el abstencionismo escenificado en las elec-
ciones de 2006, estimado en 44,62% por fuentes oficiales como el
Tribunal Supremo Electoral (TSE, 2005), pero cercanos al 60% por
fuentes no oficiales, indican que el pueblo estaba escéptico.
160 José Ángel Pérez García

Ese estado de cosas pretendía ser modificado por el presidente


Zelaya, quien se propuso devolverle al pueblo hondureño la confian-
za en sus instituciones democráticas, tratar de rescatar la nación de
las redes trasnacionales y saldar la deuda social con los sectores más
vulnerables de la sociedad. Entre las medidas adoptadas por él figu-
raron: la cancelación de las concesiones mineras a las empresas trans-
nacionales, en especial a las empresas canadienses y estadounidenses
y la licitación del petróleo bajo soberanía hondureña, medidas de corte
nacionalista (no necesariamente revolucionarias) que fueron interpre-
tadas como una afrenta a las transnacionales; y el Plan Nacional de
Alfabetización en los marcos del ALBA, que había logrado bajar el
analfabetismo en ese país desde 16,4% en 2006 a 12% en junio de
2009 y se proponía declarar a Honduras territorio libre de analfabe-
tismo en 2010 (El Heraldo, 2008). Otra medida que irritó mucho a la
oligarquía fue la titularización de tierras para formar cooperativas de
campesinos que el presidente estaba a punto de concretar en los días del
golpe. Además, Zelaya flexibilizó el ingreso al país de venezolanos,
cubanos y colombianos en lo que fue interpretado por la oligarquía
como una concesión al terrorismo internacional.
En el ámbito político internacional, la profundización de las rela-
ciones con Cuba y con el ALBA fue identificada por los estrategas
del imperio como una prolongación de la geopolítica chavista y cuba-
na en Centroamérica. El ingreso oficial de Honduras a Petrocaribe
primero (2007) y al ALBA en la condición de miembro pleno (agos-
to de 2008), junto a la aspiración de consultar al pueblo sobre una
Asamblea Constituyente mediante la colocación de la cuarta urna en
las elecciones de noviembre de 2009, fue el punto en que el imperia-
lismo y las fuerzas ultraconservadoras locales decidieron comenzar a
revertir el proceso de cambios que tenía lugar en Honduras, y con ese
episodio, enviar las señales de la contraofensiva imperialista hacia
todos los pueblos de la región y el mundo.
Llama la atención que ahora a las oligarquías latinoamericanas les
ha sido asignada una misión distinta en sus países en comparación a
la que tuvo la oligarquía cubana frente a la Revolución en esa Isla
caribeña. La oligarquía cubana, simplemente abandonó el escenario
de lucha y creyó que podría derrotar a la Revolución socialista desde
fuera. El imperialismo la recibió en los Estados Unidos, la aupó y la
usó como punta de lanza contrarrevolucionaria para cosechar una
cadena de fracasos durante 50 años que ha sido potabilizada por sus
estrategas y en consecuencia, modificada la estrategia contrarrevo-
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 161

lucionaria. Ahora, el imperio le exige a las oligarquías latinoamerica-


nas permanecer en los países donde se han instalado procesos con-
testatarios y/o revolucionarios, y hacer contrarrevolución desde
dentro. En esa confrontación las oligarquías también aprenden, mu-
tan y se solidarizan entre ellas (la solidaridad contrarrevolucionaria
también existe) y han comprendido que fuera del escenario de lucha,
la posibilidad de victoria es escasa.
Para cumplir su misión contrarrevolucionaria, las oligarquías cuen-
tan con el poder económico que concentran en su mayor parte, con
el poder mediático que usan y abusan muchas veces irresponsable-
mente (por ejemplo Globovisión, más conocida por el pueblo vene-
zolano como Globoterror, devenida partido político ultraderechista).
Cuentan además con ejércitos de formación capitalista e importan-
tes cadenas de mando del poder militar en algunos países y con la
legalidad neoliberal que no ha sido modificada por los agentes del
cambio (Nicaragua, Honduras, Brasil, Uruguay y Paraguay por ejem-
plo). Cuentan también en casi todos los escenarios con las cúpulas
de la Iglesia Católica que, separada de sus bases, apoya las posiciones
contrarrevolucionarias (casos muy claros: Venezuela y Honduras).
A pesar de permanecer más o menos empoderadas en casi todos
los países contestatarios más allá de los cambios en marcha, las oli-
garquías no logran cumplir bien el rol que el imperialismo le ha asig-
nado, o sea, hacer bien la contrarrevolución. Como consecuencia de
sus torpezas han cosechado una cadena de errores en Latinoamérica
como son:
• Fracaso en la Asamblea Constituyente venezolana que refundó
ese Estado (1999-2000).
• Fracaso en el golpe de Estado en Venezuela en 2002. En ese
episodio político, el vocero del presidente Bush mostró abierta-
mente su satisfacción, mientras otros funcionarios discretamen-
te trataban de prevenir cualquier condena al ataque de la
democracia en la región. Si no hubiese sido por la valentía del
pueblo venezolano, la democracia en la República Bolivariana
de Venezuela hubiese podido tener un fin trágico.
• Fracaso en el referendo revocatorio contra el presidente Chávez
en 2004 y fracaso en las elecciones estaduales en esa nación
sudamericana (solo ganaron dos gobernaciones: Nueva Esparta
y Zulia).
162 José Ángel Pérez García

• Fracaso en las elecciones presidenciales de 2006 (el presidente


Chávez fue reelecto para el período 2007-2012), victoria pírrica
en el referendo constitucional de 2007, pues a pesar de que en
ese ejercicio político el chavismo no alcanzó las metas que se
había propuesto, no fue debido a verdadera una ofensiva políti-
ca coherente y eficiente de la derecha, que apenas modificó el
patrón de votación que había registrado en los eventos electora-
les antes señalados, sino por errores del chavismo, que perdió
casi tres millones de votos.
• Fracaso en las elecciones estaduales venezolanas en noviembre
de 2008, a pesar de notarse algún avance en el control de gober-
naturas importantes y del rotundo fracaso en el referendo del 15
de febrero de 2009, que decidía la reelección de todos los cargos
públicos en la República Bolivariana de Venezuela siempre que
tengan el respaldo del pueblo.
• Fracaso en la contienda electoral que terminó con la elección
abrumadora del presidente Morales en Bolivia (diciembre, 2005).
• Fracaso en el torpedeo de la Asamblea Constituyente boliviana
(2006-2007) y en el referendo aprobatorio de la nueva Constitu-
ción que refundó ese país (2008).
• Fracaso en el referendo autonómico de 2006.
• Fracaso en el revocatorio contra el presidente Morales en 2008.
• Fracaso en el intento de golpe de Estado separatista en ese mis-
mo año.
• Fracaso en la reelección del presidente Morales en Bolivia en
diciembre de 2099.
• Fracaso en la contienda electoral en Ecuador que dio la victoria
el presidente Rafael Correa —Alianza País— frente al multimi-
llonario Alvaro Novoa (2006).
• Fracaso en la Asamblea Constituyente ecuatoriana que refundó
el Estado de Ecuador.
• Fracaso al no poder evitar la elección del presidente Correa con
arreglo a la nueva constitución del país y fracaso en evitar el
ingreso de ese país al ALBA como miembro pleno.
• Fracaso en las elecciones municipales nicaragüenses en 2008.
• Fracaso en los intentos por evitar la normalización de las rela-
ciones diplomáticas de Honduras con Cuba y fracaso frente al
ingreso de Honduras a Petrocaribe en 2007 y al ALBA en 2008.
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 163

Todos esos fracasos indican que los candados (el económico, el


político y el jurídico-neoliberal), saltan en añicos frente a la ofensiva
de los pueblos y los estallidos sociales desde el decenio del noventa del
pasado siglo, y que el cerrojo neoliberal que el imperialismo tendió so-
bre América Latina y el Caribe desde los años setenta se quiebra. En
esas condiciones, el único candado que le queda es el militar y lo van a usar.
En todos los países donde hay o ha habido procesos contestata-
rios, la oligarquía ha articulado la contrarrevolución y ha actuado siem-
pre en coordinación con el imperio. Así fue en el caso del golpe de
Estado contra el presidente Salvador Allende (Chile, 1973), la sub-
versión en Nicaragua durante la Revolución Popular Sandinista en
los años ochenta del pasado siglo (Guerra Sucia) y en Granada (inva-
sión militar) en 1983.
Así fue en Venezuela en 2002 y en el caso de Honduras el guión es
parecido, mas no exactamente igual, porque ahora el imperio se rige
por el Smart Power y el golpe en Honduras ha sido adaptado a esa
política, o sea, la combinación del poder duro (hard power) de los
militares, con el papel de mediador que jugó hábilmente el presiden-
te Oscar Arias de Costa Rica (zorro suelto en el gallinero), así como
la iniciativa de San José, que representan el poder suave imperial.
En Chile, Nicaragua o Granada no hubo ninguna mediación, por-
que las acciones contrarrevolucionarias respondían a una política dura
del imperio. En el momento del golpe en la nación sudamericana
gobernaba en los Estados Unidos Richard Nixon, y Henry Kissinger
era el asistente de Seguridad Nacional. En la época de la Guerra sucia
en la nación centroamericana y la invasión a la isla caribeña, el presi-
dente estadounidense era Ronald Reagan. No es esa exactamente la
situación en Honduras en 2009. Los Estados Unidos viene de un
largo ciclo de poder duro (era Bush) con graves costos, y acaba de
entrar en un ciclo en el que dos de las metas claves de la era Obama
son recomponer la hegemonía imperialista y revertir los procesos con-
testatarios en el mundo, con énfasis en Latinoamérica y el Caribe.
Para alcanzar esos objetivos combinan el poder duro, porque los
procesos contestatarios y/o revolucionarios han tomado mucha fuer-
za, con el poder suave. Eso explica la combinación de métodos y el
primer ataque a fondo en el eslabón más débil de la cadena contesta-
taria (Honduras) lo está demostrando.
Sin embargo, el pueblo hondureño está cosechando importantes
logros en la resistencia al golpe.
164 José Ángel Pérez García

b) Las ganancias del movimiento popular

Ese pueblo está recobrando la autoestima que casi le fue arreba-


tada por el discurso neoliberal, que de manera muy exitosa logró
inculcar la idea de un pueblo inútil. Asimismo, el pueblo está re-
cobrando su historia y apelando a su cosmovisión, a su mística y
su cultura —indígena, garífuna, mestiza— no para llevarla solo en
sus músicas, costumbres, comidas y tejidos, sino para reclamar sus
derechos esenciales. Otra ganancia es la mejor identificación del amigo
y del enemigo, que el discurso neoliberal había logrado desdibujar, al
poner a las víctimas a pensar y actuar igual a los victimarios.
Importante está siendo la persistencia, la administración de las fuer-
zas, la diversidad, la creatividad y la unidad de la resistencia en torno
a una meta común, que es el retorno al orden democrático. Esa resis-
tencia amplia y diversa reporta otra ganancia al movimiento popular,
que consiste en la formación del Frente Nacional contra el golpe.
Igualmente, la resistencia está desarrollando la formación de cuadros
políticos con compromiso popular. Poco a poco el pueblo entiende
que la restitución democrática no es un fin en sí mismo, sino un me-
dio para proponerse una meta más ambiciosa aún: la Asamblea Na-
cional Constituyente y la remoción de la constitución actual.
El golpe fracturó a uno de los partidos políticos tradicionales de
Honduras (el Partido Liberal) en tanto en la resistencia hay también
liberales organizados en el Frente Liberales contra el Golpe. Con el
paso de los días las mujeres hondureñas —marginadas por el machismo
e invisibilizadas por la actual Constitución— han aumentado la calidad
de su beligerancia política, convirtiéndose en agentes imprescindible
en la lucha popular. Finalmente, aunque no por eso menos importan-
te, la resistencia popular ha convertido a la nación en un territorio
ingobernable para los golpistas. Esas “ganancias” pueden ser muy
importantes en cualquiera de los escenarios políticos que se diseñen
para Honduras en lo que queda de 2009 y en los próximos años.

c) Posibles escenarios

Aun cuando se reconoce que el panorama hondureño en el corto y


mediano plazo es complejo y siempre habrá que considerar la impre-
visibilidad, el curso que van tomando los acontecimientos permite
diseñar al menos tres escenarios.
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 165

La restitución del presidente Zelaya y el restablecimiento


del orden democrático y constitucional.

En ese escenario, César Ham (Unificación Democrática) y Carlos H.


Reyes (independiente) participarían en las elecciones junto a la resis-
tencia, los movimientos sociales hondureños y la izquierda de ese
país y podrían proyectarse por una candidatura unitaria frente a los
aspirantes de los partidos tradicionales, que son Elvin Santos (Parti-
do Liberal), Porfirio Lobo (Partido Nacional) y Felicito Avila (De-
mocracia Cristiana).
La candidatura popular y la resistencia al golpe estarían capitali-
zando las “ganancias” cosechadas por el movimiento popular y con-
taría con el apoyo del presidente restituido, quien no puede aspirar a
la reelección, pero tendría en los movimientos sociales un agente de
continuidad hacia algunas de sus metas básicas, entre ellas la convo-
catoria a la Asamblea Nacional Constituyente.
Hay evidencias de que se ha trabajado coordinadamente en la in-
ducción de ese escenario, lo cual podría hacer políticamente viable el
retorno de Zelaya a la presidencia en los marcos del acuerdo de San
José, a pesar de que sería un retorno con muy limitadas cuotas de
poder, serviría para allanar el camino hacia una forma de lucha políti-
co electoral en la que las fuerzas democráticas y contestatarias al
golpe podrían dar una importante batalla.
Si ese fuera el escenario, el presidente constitucional exigiría com-
pletar su mandato, por lo cual pospondría las elecciones el tiempo
como fuera posible, constituyendo de hecho un “segundo aire” a la
resistencia para la batalla electoral.
Ese escenario es funcional a la estabilidad y credibilidad del país
(independientemente del signo político que gane las elecciones) por-
que sería reasumido por la comunidad internacional, por la institu-
cionalidad hemisférica, accedería a las fuentes de financiamiento, a
los nichos de inserción económica internacional en los que incursio-
naba antes del golpe (Acuerdo de Asociación con la Unión Europea,
CAFTA-DR, ALBA) y mejoraría la imagen de la nación.

La no restitución del presidente Zelaya y la realización


de las elecciones el 29 de noviembre de 2009

En ese escenario, El Frente Nacional contra el golpe, los movimien-


tos sociales y el candidato independiente han declarado que se retira-
166 José Ángel Pérez García

rían de las elecciones por considerarlas ilegales y prostituidas. El Par-


tido Liberal iría fracturado a esa batalla política.
Los resultados de esas elecciones serían espurios y no contribui-
rían a la estabilidad de la nación, ni a su reinserción en la comunidad
internacional y la institucionalidad hemisférica, lo que alargaría la
agonía en esa nación centroamericana con importantes costos eco-
nómicos, políticos y sociales.

Intervención extranjera

Un tercer escenario que puede ser solicitado por los golpistas si pier-
den el control de la situación y se evidencian posibilidades electora-
les para el movimiento popular de resistencia y la izquierda. Sin
embargo, los golpistas tratarán de evitar ese escenario por los altos
costos políticos que implica. En lugar de eso, van a obstaculizar al
máximo posible la restitución del presidente constitucional y, al mis-
mo tiempo, apostarán fuertemente por las elecciones.

Consideraciones finales

Con o sin la restitución del presidente Zelaya, con o sin elecciones o


intervención, la estrategia del pueblo hondureño es construir un po-
der popular.
El Frente Nacional contra el golpe y los movimientos sociales hondu-
reños ganan claridad en que su lugar en la resistencia es cercano al presi-
dente Zelaya, hasta el punto que puedan coincidir táctica y/o
estratégicamente en las metas políticas claves suyas, de la nación hon-
dureña y del pueblo y, al mismo tiempo, no subordinarse necesariamen-
te a la figura presidencial y conservar la independencia organizacional y
política, en el entendido que el movimiento popular debe evitar la sub-
ordinación a los compromisos que pueda contraer el presidente en el
proceso de negociaciones camino de la Casa Presidencial.
No hay recetas únicas e infalibles en la construcción de redes de
poder popular, pero la experiencia sugiere que uno de los primeros
pasos en su estructuración, es diagnosticar bien la situación del esce-
nario en el que se trabajará. Es aconsejable estudiar la historia, la
cultura, las tradiciones de lucha, el desarrollo de la lucha de clases y
detectar la —o las— aspiraciones o necesidad(es) más perentorias de
las comunidades. Otro paso importante es proponer soluciones con-
cretas a los problemas que se puedan realmente abarcar, teniendo en
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 167

cuenta la situación financiera de ese escenario, la capacidad organiza-


tiva y de acción de los agentes sociales alternativos, la unidad del
pueblo y la solidaridad que se dispone.
De esa manera, las redes de poder popular pueden ser articuladas
para resistir o alcanzar metas políticas, para la producción agropecua-
ria o industrial, para el consumo justo, para la salud pública, para la
seguridad, para la educación (alfabetización incluida), para el rescate
de la cultura, la construcción de viviendas, para la promoción de
empleo, etc. El poder popular es la única expresión de poder real con
que cuenta el pueblo hondureño para la batalla política, en el enten-
dido de que el poder económico, mediático, jurídico y militar lo tiene
la oligarquía aliada al imperialismo.
La experiencia histórica indica que en todos los países en los que
tuvieron lugar eventos políticos de fuerte raíz popular (Chile y la
Izquierda Unida, Nicaragua y en FSLN, El Salvador con el FMLN) y
en los que actualmente tienen lugar confrontación con el modelo y
alternativas al sistema (por ejemplo Venezuela, Bolivia, Ecuador y
Cuba), la única fortaleza con la que el pueblo llegó al Gobierno fue el
poder popular expresado en el Movimiento Bolivariano (Venezuela),
el Movimiento al Socialismo (MAS) en el caso de Bolivia, la Alianza
País en Ecuador y el Movimiento 26 de Julio en Cuba.
Aunque fuera restituido el presidente Zelaya, las metas del pueblo
hondureño no van a ser encabezadas por su gestión, porque la actual
Constitución hondureña no permite la reelección presidencial y en el
caso hipotético —pero muy poco probable— que el presidente regre-
sara a la Casa Presidencial en 2009 a terminar su mandato, dispon-
dría de muy poco tiempo y poco poder real. La experiencia de otros
procesos políticos más recientes en Latinoamérica (caso de Brasil en
particular) sugiere que el movimiento social no debe necesariamente
atar su agenda a la del presidente, aunque sea de signo progresista.
Eso no significa abandonar una alianza táctica con la máxima autori-
dad de la nación, pero sí significa defender la agenda propia. Esa
lección vale también para Honduras en las condiciones actuales.
En medio de una difícil negociación con los golpistas, el presidente
puede verse condicionado a hacer alguna concesión importante para
salvar la continuidad democrática del país (como la Asamblea Cons-
tituyente y la reforma constitucional) que pueden no ser esenciales
para su gestión, pero sí lo son para el movimiento popular hondure-
ño. Eso sugiere que es válida la unidad táctica entre el presidente y el
movimiento popular de resistencia, pero desde el punto de vista es-
168 José Ángel Pérez García

tratégico la agenda política de este movimiento debe tener indepen-


dencia de la agenda del presidente Zelaya. Sin desconocer un ápice
los grandes esfuerzos del presidente Zelaya por conducir a su país
hacia los cambios que necesita para enfrentar los retos del siglo XXI,
hay que reconocer que ninguna posición política contestataria o al-
ternativa al sistema capitalista va a tener éxito sin un decidido respal-
do y compromiso popular.
La presidencia de Manuel Zelaya ha ayudado en esa dirección.
Cuando se escriba la historia de Honduras de este momento concreto,
probablemente se considere que hizo más de los que podría esperarse de
un oligarca, presionado por la crisis y el empuje del movimiento social
hondureño en un contexto regional de posiciones contestatarias y cam-
bios en función de los pueblos, pero a pesar de eso, Zelaya es el pre-
sidente constitucional de Honduras, no es el presidente de los
movimientos sociales, ni de la resistencia popular hondureña.
La Habana, octubre de 2009-enero de 2010

Notas
1
Por razones de trabajo visité cinco veces Honduras entre 2002 y 2005. Encontré
allí a un pueblo usado por la oligarquía como instrumento de la democracia
burguesa representativa, pero sin posibilidades reales de participación democráti-
ca, a un pueblo pobre (siete de cada diez hondureños clasifica en la pobreza), que
vive en un país de abundantes y fértiles tierras, bondadosos mares y una signifi-
cativa herencia cultural de los pueblos originarios (mayas y lencas básicamente),
que luchó por la independencia del colonialismo español (Honduras es la patria
de Francisco Morazán) y no ha cejado en la lucha por la emancipación nacional.
Debe tenerse conciencia de que, a pesar de la selección de Honduras como plata-
forma directa para la guerra sucia en el istmo centroamericano en los años ochen-
ta del pasado siglo, y de la apariencia de que en Honduras no hubo acciones
revolucionarias, miles de hondureños pelearon junto a los pueblos de Nicaragua,
El Salvador y Guatemala en la guerra que le impuso el imperialismo (me honra
conocer a varios de ellos y ellas y contar con su amistad) y muchas acciones de
inteligencia, de gran valor para los revolucionarios de esas latitudes, tuvieron
lugar en tierra hondureña. Ese pueblo, vive en un país rico en extensión geográfi-
ca (112 492 km2) y ubicación (Honduras da la impresión de ser un gigante acosta-
do entre Nicaragua, El Salvador, Guatemala y los dos océanos, gigante que
impide el paso, o lo abre), y rico también en recursos naturales. Su pueblo es noble,
guapo, leal, agradecido, alegre, humilde y buen anfitrión, valores suficientes para
recibir el cariño de los visitantes que no van a allí a robarle sus riquezas. El autor
no oculta su amor por Honduras, a quien considera su segunda patria y, de hecho,
este ensayo es un homenaje al pueblo hondureño que más allá del golpe de
Estado, no podrá ser derrotado en sus metas esenciales.
Golpe de Estado en Honduras. Lecciones y desafíos tras la cuarta urna 169

2
Catrachos: Así se identifica a los hondureños en Centroamérica; guanacos a los
salvadoreños; ticos a los costarricenses; nicas a los nicaragüense y chapines a los
guatemaltecos.
3
Departamentos de Santa Cruz de la Sierra, Pando, Beni y Tarija.
4
Instrumentos generados por la ingeniería financiera neoliberal que carecen de
valor propiamente dicho y toman su valor de otro activo identificado como sub-
yacente (acciones, deudas, hipotecas, bienes materiales etc.), lo que permite lla-
marlos como derivados, porque su valor se deriva de otro activo.

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ALBA: un amanecer distinto
para América Latina

LIANET ESCOBAR HERNÁNDEZ

La alternativa del socialismo frente al caos económico que vive el


mundo actual necesita un motor que de impulso y energía para lograr
la integración latinoamericana, una opción regional que debe conver-
tirse en beneficios concretos para la América, un continente marca-
do por la extrema pobreza que sufren sus habitantes, por la
fragmentación y las discrepancias, por el crecimiento del comercio
en su variante de libre comercio —el cual no ha implicado mayor
sino menor integración—, por el aumento económico que se acom-
paña de una esencial enfermedad de inequidad social, por la demo-
cracia electoral que provoca en la opinión pública un insuficiente
entusiasmo debido a que la manipulación del poder económico, polí-
tico y social no permiten veredictos favorables y porque la exaltada
retórica integracionista se sincroniza con conductas desintegradoras.
Pero rendirse no es una opción a tomar en cuenta, por compleja que
sea la situación, América Latina avanza en sus firmes propósitos de
formar una integración consigo misma, porque la unificación regio-
nal es la única estrategia defensiva y de desarrollo a la que debemos
arraigarnos los latinoamericanos.
Varias son las razones que impulsan a los pueblos americanos a
formar una integración regional, por ejemplo el evidente fracaso de
los esquemas de integración comercialista, los cuales no plantean
172 Lianet Escobar Hernández

estrategias para lograr el desarrollo social ni proyectos compartidos


en la energía y la infraestructura, esquemas que tomaban como crite-
rio de avance el crecimiento del comercio intrarregional, aunque
muchas veces la mayor parte de dicho crecimiento recayera en el
comercio intrafiliales de transnacionales y se explicaba por estrate-
gias corporativas más que por avances en la integración.1 Uno de los
principales esquemas, variante extrema neoliberal de integración pro-
puesta por el Gobierno de los Estados Unidos, fue la llamada Área
de Libre Comercio para la América (ALCA), con sus correspondien-
tes Tratados de Libre Comercio (TLC), con los cuales se proponen
un conjunto de normas multilaterales que, aparentemente, ordenan
el comercio internacional de servicios.
Pero lo que realmente se pretende es la liberalización, desregula-
ción y privatización progresiva de los servicios esenciales para la so-
ciedad y que suponen una obligación de los estados y gobiernos con
sus ciudadanos. Este proceso de liberalización abarcaría toda la am-
plia gama de servicios que podamos imaginar en materia de salud,
educación, seguridad social, agua potable, transporte, correo, servi-
cios municipales, medio ambiente, cultura, recursos naturales. De
esta forma se restringiría de una vez y para siempre la intervención
del Estado a través de medidas gubernamentales que regulen el co-
mercio de servicios: desde los límites a la legislación laboral y la pro-
tección del consumidor, incluyendo regulaciones, directrices,
subvenciones, calificaciones y pautas para otorgar permisos; hasta
los límites gubernamentales sobre el acceso a los mercados, las nece-
sidades económicas o medidas sobre el contenido cultural.
Una vez más se manifiesta aquí la tesis del libre mercado, las cua-
les postulan que una mayor apertura de los mercados potenciaría las
posibilidades de los países en desarrollo para mejorar la cantidad y
calidad de los servicios que demandan sus ciudadanos. Esta variante
ha sido rechazada por varios países, los cuales, junto a los movimien-
tos sociales, articularon una campaña contra el ALCA por ser esta
una opción solamente funcional a los intereses de sus partidarios y
porque el modelo antes aplicado (TLCAN)2 en México devastó la
agricultura, las industrias, aumentó los niveles de pobreza y convirtió
la realidad social de este país en un ambiente convulso debido a las
guerras de narcotraficantes y lo endeble del sistema político. Por esta
razón el ALCA ha perdido el impulso que llegó a tener cuando, en
sus inicios, convocó a unirse a ella a un total de 34 países, junto a
extensos sectores sociales que se empeñan en identificarla como la
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 173

propuesta ideal para lograr la integración de América Latina como


un apéndice subordinado de la economía de los Estados Unidos.
Sepultadas las aspiraciones del ALCA por las transformaciones
ocurridas en América Latina en los últimos años y sin grandes posi-
bilidades de maniobrar por la crítica situación económica que se vive
en el mundo, en la región continúan siendo significativos los segmen-
tos de población que no cuentan con recursos para satisfacer sus nece-
sidades básicas y persiste el alto nivel de inequidad en la distribución
del ingreso, en tanto en materia de empleo se mantiene la elevada
informalidad, la desprotección laboral, las brechas salariales y los ni-
veles de desocupación, confirmación de que las fórmulas neolibera-
les han hecho más precaria la vida en la región. El ALCA fue frenada,
pero su ideología neoliberal de libre comercio sigue viva e intenta
tomar un nuevo impulso en lo que algunos llaman la segunda oleada
del neoliberalismo, la cual pretende beneficiarse de los cimientos
neoliberales que imperan aún en la región, del crecimiento del pro-
ducto interno bruto (PIB) en América Latina en los últimos años y
los elogios a una especialización en productos básicos que repiten los
ya caducos argumentos que provocan dependencia y profundizan la
posición de subordinados frente a los países del norte,3 los cuales
seguirían consumiendo nuestras materias primas, exportando hacia
nosotros bienes tecnológicos y monopolizando la economía.
Actualmente en América existen profundas y persistentes desigual-
dades, especialmente en la educación, los niveles de ingreso, la salud
y el estado de nutrición, la exposición a la violencia y al crimen, el
acceso a los servicios básicos y persisten los problemas de desigual-
dad y de exclusión especialmente en los más vulnerables, como mu-
jeres, niños, pueblos indígenas y pobres, los grandes acuerdos de
integración deberían quedar por el contrario supeditados a los objeti-
vos del desarrollo endógeno. La escasa diversificación de la oferta
regional hoy existente sentencia desde ya que el ALCA no es la opor-
tunidad para alcanzar un tipo de desarrollo en que se armonice el
crecimiento económico con una creciente calidad de vida y grado de
bienestar para nuestros pueblos. Podrán crecer las inversiones y las
exportaciones, pero si estas se basan en la industria maquiladora y la
explotación masiva de la fuerza de trabajo, sin lugar a dudas no podrá
generar el efecto multiplicador sobre los encadenamientos sectoria-
les en los sectores agrícolas e industrial, ni mucho menos se podrán
generar los empleos de calidad que se necesitan para derrotar la po-
174 Lianet Escobar Hernández

breza y la exclusión social. En consecuencia, urge una propuesta al-


ternativa basada en la solidaridad. Se trata de ayudar a los países más
débiles a superar las desventajas que los separan de los países más
poderosos del hemisferio. La ebullición contra el neoliberalismo y el
ALCA en nuestra zona geográfica proviene de la crisis que ha sido
creada por la explotación imperialista y sus intentos de hacerla más
amplia y agresiva, con ella estaríamos ante una América Latina reco-
lonizada por las grandes empresas estadounidenses con naciones des-
plazadas prácticamente a la nada y casi inexistentes capacidades de
definición de desarrollo económico, con estructuras productivas frag-
mentadas y en buena parte desmanteladas. Se reduciría la produc-
ción agrícola por el incremento de las emigraciones desde los campos
a las ciudades y hacia el extranjero. Se incrementarían la desigualdad
y la polarización porque la fuerza de trabajo es lo que actualmente
más barato vende el continente latinoamericano y los efectos de la
crisis económica convertirían a América Latina en una sucursal de
los Estados Unidos, quien necesitaría abastecerse constantemente
de los recursos tecnológicos, productivos y todos los bienes natura-
les, además de asegurar el control económico, cultural, político y
militar de nuestra región. El Área de Libre Comercio es la expresión
más acabada de los apetitos de dominación sobre la región y que de
ponerse en marcha se convertiría en una profundización del neolibe-
ralismo, creadora de niveles de dependencia y subordinación. Este
mal llamado proceso de integración, lejos de responder a los objeti-
vos de desarrollo independiente y complemento de la economía re-
gional, ha servido únicamente para patentizar la dependencia y la
dominación externa, es un proyecto que expresa claramente las in-
tenciones norteamericanas de formulara un plan de dominación con-
tinental que pretende apoderarse del petróleo, el gas, el agua, la
biodiversidad y los mercados junto a variantes mucho más peligro-
sas que se infiltran poco a poco en las venas de la región. Por ejemplo
los tratados bilaterales o plurilaterales que ha suscrito y suscribe aún
la Casa Blanca con algunos gobiernos del sur del hemisferio como un
nuevo grillete luego de haber fracasado en su intento de dominación
e instrumentación, de manera que aunque hay luces crecientes en
América Latina no dejan de existir muestras de estancamientos y
hasta de retroceso a cargo de algunas administraciones cuyas trayec-
torias hacen juego a los intereses foráneos y nada aportan al benefi-
cio de aquellos que confiaron en sus capacidades para mantener viva
una esperanza que finalmente fue traicionada. Pero a pesar de ello
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 175

hay motivos para pensar que existen caminos, ideas y voluntades


para fortalecer la cooperación entre los menos favorecidos porque
esto constituye un importante instrumento para desarrollar y afian-
zar la independencia económica de los países del sur y de esta forma
avanzar hacia el verdadero progreso. Esto no solo depende de los
cambios en las condiciones de competencias imperantes, sino tam-
bién de la solidaridad entre los pueblos del continente y sus gobier-
nos a la hora de corregir estas asimetrías. Solo así un área de libre
comercio podrá ser una oportunidad para todos (una alianza ganar-
ganar), es por ello que se necesitó de una iniciativa original que care-
ciera de la tradicional concepción mercantil con que el capitalismo
dispuso hace cinco siglos engordar sus bolsas imperiales con la mise-
ria de los pueblos, una idea basada en integración, solidaridad, identi-
dades y proyecciones complementarias.
El año 2004 es recordado por el establecimiento de fuertes relacio-
nes de colaboración e intercambio, por la profundización de la amis-
tad con los pueblos y muy en particular por la firma de acuerdos de
significación histórica con la República Bolivariana de Venezuela,
que plasmaron los principios de una verdadera y ejemplar integra-
ción latinoamericana basada en la solidaridad y la cooperación, dan-
do sólido sustento al ALBA, que nace definitivamente luego de que
el mandatario venezolano Hugo Chávez y nuestro Comandante en
Jefe Fidel Castro firmaran en La Habana la Declaración Conjunta y
el Plan Estratégico que sentaron las bases conceptuales de una inte-
gración económica, política, social y cultural diferente y las maneras
de impulsar un proceso alternativo a la integración corporativista y
neoliberal. La experiencia iniciada por Cuba y Venezuela el 14 de
diciembre de ese año, poco tiempo después del triunfo político y
democrático de Chávez, demostró que el destino de la humanidad
no puede estar regido por la volatilidad de la especulación financiera
y los caprichos del mercado. Libre de discursos protocolares y sin los
manipulados conceptos de democracia, la Alternativa Bolivariana
para América Latina y El Caribe (ALBA) es una propuesta de inte-
gración incomparable que pone énfasis en la lucha contra la pobreza
y la exclusión social y, por lo tanto, expresa los intereses de los pue-
blos latinoamericanos. ALBA es una propuesta histórica que respon-
de al perpetuo enfrentamiento del falso concepto de “América para
los americanos” y al sueño de Bolívar de convertir a la América en
una sola patria, sin dejar de tener en cuenta las ideas de Martí que le
otorgaron su más profundo fundamento ideológico americano y bo-
176 Lianet Escobar Hernández

livariano, no por gusto la filosofía y la razón de ser de las ideas del


Apóstol son el alma del ALBA, lo que se considera su acta fundacio-
nal. El ALBA de nuestros días debe ser más que un esquema de
integración regional y de solidaridad, la oportunidad de cambiar el
pasado cruel que una vez fue un presente de terror, para unirnos en
una sola familia a través de la coordinación de los gobiernos sobre
principios justos y respetuosos, por lo que con ella se persigue trans-
formar la situación que viven los pueblos sin tomar en cuenta los
sucios proyectos imperialistas.
El ALBA se fundamenta en la creación de mecanismos para crear
entre las naciones ventajas corporativas que permitan compensar las
asimetrías existentes en el hemisferio, complementa la productivi-
dad sobre bases de racionalidad, aprovecha las ventajas existentes en
cada una de las regiones, ahorra recursos, disminuye el desempleo y
por tanto amplía el empleo útil y brinda accesos a mercados. En
materia tecnológica, energética, de salud y educación, realiza inter-
cambios productivos. Además ejecuta inversiones de interés recípro-
co en forma de empresas mixtas, producciones cooperadas, proyectos
conjuntos y diversas modalidades asociativas que constituye las cláu-
sulas de los proyectos que hacen especial énfasis en la equidad y la
hermandad. Se basa en la cooperación de fondos compensatorios para
corregir las disparidades que colocan en desventaja a los países débi-
les frente a las primeras potencias. Por esta razón la propuesta del
ALBA le otorga prioridad a la integración latinoamericana y a la ne-
gociación en bloques sub-regionales, abriendo nuevos espacios de
consulta para profundizar el conocimiento de nuestras posiciones e
identificar espacios de interés común que permitan constituir alian-
zas estratégicas y presentar posiciones comunes en el proceso de ne-
gociación.
El desafío es impedir la dispersión en las negociaciones, evitando
que las naciones hermanas se desgajen y sean absorbidas por la co-
rriente que vienen presionándoles, en función de lograr una rápida
integración. El ALBA es una propuesta para construir consensos, para
repensar los acuerdos de integración en función de alcanzar un desa-
rrollo endógeno nacional y regional que erradique la pobreza, corrija
las desigualdades sociales y asegure una creciente calidad de vida
para los pueblos. Su propuesta se suma al despertar de la conciencia
que se expresa en la emergencia de un nuevo liderazgo político, eco-
nómico, social y militar en América Latina y el Caribe. Hoy más que
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 177

nunca, hay que relanzar la unidad latinoamericana y caribeña y su-


marse a la lucha de los movimientos, de las organizaciones y campa-
ñas nacionales que se multiplican y articulan a lo largo y ancho de
todo el continente contra el ALCA para demostrar que otra América
es posible.
Por tal motivo la apertura comercial, las ya dolorosas privatizacio-
nes, el desbloqueo financiero y el perpetuo pago de una deuda que
nunca termina, que hicieron a economías cada vez más desconoci-
das, extranjeras, sometidas, con lo cual vino también el aumento del
desempleo, de la explotación, de una extrema pobreza que convirtió
al continente americano en uno de los más pobres del mundo, sin
dejar de mencionar la polarización de las riquezas naturales que po-
see el territorio. Todo ello sus habitantes lo habían aprendido en car-
ne propia tras sufrir durante largos años hambre, sudor, sangre y luchas.
Es por esta razón que el ALBA trasciende por nuestra América y con
ella la región vive y disfruta de un nuevo y mejor momento, consoli-
dado por la permanente solidaridad de Cuba hacia otros países de
esta parte del mundo, compartiendo con ellos lo poco tiene. No con
el propósito de recibir recompensas ni elogios, sino con la firme con-
vicción de que somos un Estado revolucionario que ama a los pue-
blos y a todos los que son capaces de sacrificarse y de luchar, los
mismos que hacen posible hoy que el ALBA crezca y se desarrolle, a
pesar de que golpistas contrarrevolucionarios pongan su mayor em-
peño en exterminarla. Las medidas que podemos tomar contra ellos
resultan necesarias para hacerlos fracasar en sus intentos, la opción
sigue siendo una sola: la unidad de países como Venezuela, Bolivia,
Cuba, Ecuador, Nicaragua, San Vicente y Las Granadinas y Antigua
y Barbuda, los cuales forman una asociación que lucha por los intere-
ses de los pueblos y contra el saqueo imperialista. Si relacionamos lo
dicho con la actualidad política, económica y social de Latinoaméri-
ca se deduce otro aspecto de vital importancia: el ALBA constituye
una herramienta que impone el devenir histórico, una pieza del pro-
ceso revolucionario regional en camino hacia la verdadera indepen-
dencia, gústele o no a los inquilinos de la Casa Blanca y el Pentágono,
porque la Alternativa Bolivariana, como defensora de los intereses
de nuestro continente, actúa para crear mecanismos que compensen
nuestras desigualdades y prioricen una integración auténtica. Al abrir
espacios de consulta y profundización en el conocimiento de posi-
ciones e identificación de los intereses recíprocos, la integración per-
mite constituir alianzas estratégicas y presentar posiciones comunes
178 Lianet Escobar Hernández

en cualquier proceso de negociación, lo que constituye la mejor op-


ción para eliminar de una vez por todas las ansias capitalistas de do-
minar la América bajo sus garras, es la oportunidad de dejar de ser los
sometidos para convertirnos en dueños absolutos de lo que por dere-
cho nos corresponde.
La Alternativa Bolivariana abarca más de una veintena de áreas
entre las que se destacan la salud, la educación, el sector agropecua-
rio, la ciencia y la tecnología, la energía y el petróleo, la economía y
las finanzas, los recursos naturales y el ambiente, el turismo, el trans-
porte y el deporte, además de la memoria histórica, geopolítica y el
imperialismo, que también son motivo de atención en este esquema
que no por casualidad es definido como el programa de la revolución
latinoamericana y caribeña, lo que la convierte en el instrumento lla-
mado a dejar en el pasado las rivalidades y debilidades para buscar
por múltiples vías el desarrollo y bienestar de los pueblos. Hoy es
notable el número de convencidos de que la solución a nuestros pro-
blemas no está en el hecho de utilizar las viejas modalidades de inte-
gración, cuya inefectividad demuestra la historia, ni tampoco en la
ayuda que nunca hemos tenido del Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial o el Banco Interamericano de Desarrollo y mucho
menos del libre comercio y la desregularización económica, está en
la unión de nuestras fuerzas y en los esfuerzos que seamos capaces
de realizar para mantenerla. Es por ello que el grupo de gobiernos
que rechazó el ALCA, entre los que se encuentran Venezuela, Cuba,
Brasil, Argentina, Ecuador, Bolivia y Uruguay entre otros, desarrolla-
ron una activa búsqueda de vías de integración mediante proyectos
que apuntan a superar déficits acumulados en la integración como el
abastecimiento y el ahorro energético, la infraestructura compartida,
la coordinación de políticas macroeconómicas, la construcción de
instrumentos financieros alternativos como el Banco del Sur. Dentro
de los acuerdos del ALBA, la cooperación en la eliminación del anal-
fabetismo, en la extensión de servicios de salud a los pobres, la for-
mación de médicos e instituciones de salud, el Gran Gasoducto del
Sur —que desde Venezuela llegará a La Plata—, los fondos del ALBA-
Caribe y ALBA-Haití.
Uno de los mayores acuerdos es Petrocaribe, con el cual las nacio-
nes de nuestra región geográfica se apuntan un nuevo e imprescindi-
ble paso en la estructuración de una unidad económica, política y
social, en instantes en que los precios del crudo se encuentran dispa-
rados y se habla ya del declive de su producción, por tanto de un
mayor encarecimiento del crudo. Mientras los ricos, que son los gran-
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 179

des despilfarradores de energía, tienen el dinero para proveerse de


fuentes alternativas, las naciones pobres no tienen la oportunidad de
desarrollarse en momentos en que el mundo sufre una evidente crisis
energética mundial. La creación de Petrocaribe es un ejemplo de des-
prendimiento, solidaridad, conciencia y voluntad política, otro sería
el destino de la región si el sueño de Bolívar se hubiese podido cum-
plir. El ALBA-Caribe, para el desarrollo económico y social del área,
obtendría recursos e instrumentos financieros y no financieros de todos
sus integrantes. El despilfarro de los países poderosos es elemento
clave en el agotamiento del petróleo y sus elevados precios, por lo
que resulta indispensable nuestra unión, solidaridad y apoyo mutuo
como un asidero esencial para lograr la supervivencia y el desarrollo
en condiciones internacionales tan difíciles. Petrocaribe levanta hoy
su bandera como una alternativa de justicia que deben acoger todos
los países caribeños, no como una regalía o un acto de caridad, por el
contrario, incita a crear e impulsar en conjunto acciones indispensa-
bles en un continente donde la fragmentación impuesta por los pode-
rosos ha servido para debilitar y explotar mejor a nuestras naciones.
Los actos agresivos de que la zona ha sido objeto por el imperio
del Norte obedecen a la formación de una conciencia que debe forta-
lecer la unidad y convergencia que ya emanan de la instrumentación
del ALBA a partir de los disímiles convenios bilaterales. Venezuela y
Cuba ofrecen un gran ejemplo de esfuerzo integracionista muy aleja-
do de los modelos de dependencia y con ello hacen honor al legado
de unidad que ha formado parte de las ideas de nuestros héroes. Con
Petrocaribe está hecho para cumplimentarse a corto, mediano y largo
plazo a partir de las grandes reservas petroleras y energéticas venezo-
lanas. La principal idea es formar con su establecimiento una entidad
coordinadora e impulsora de la producción, procesamiento, transpor-
te y suministro energético, también se destacan el surgimiento de
Petroandina, Petrosur, los protocolos vigentes con autoridades esta-
duales, municipales y comunitarias en no pocas regiones, algo que
favorece en gran medida a los estados pequeños y no petroleros que
no tienen ya de qué preocuparse en lo que se refiere al impacto de los
precios en el aseguramiento de sus necesidades energéticas y de pro-
greso, porque la integración bolivariana fortalece también diversas
áreas del desarrollo económico y social, tanto de las naciones firman-
tes como de todo el territorio.
Gracias al ALBA se construye un nuevo concepto de relaciones
políticas, económicas, comerciales y de respeto a la autodetermina-
180 Lianet Escobar Hernández

ción y la soberanía de cada nación, en los vínculos económicos pri-


man la solidaridad y la complementariedad como conceptos nuevos,
se privilegian la solidaridad y el comercio justo y se tienen en cuenta
las asimetrías entre las naciones miembros, algo que la convierte en
el proyecto integracionista más avanzado del mundo actual.
Por otro lado, los principios más importantes que defiende el ALBA
se definen en atacar de raíz la pobreza, los problemas sociales, las
desigualdades e irregularidades entre países, como se mencionaba
anteriormente. Contra el intercambio desigual, las condiciones inequi-
tativas en las relaciones internacionales y el peso de la deuda exter-
na. Para luchar a favor de los derechos humanos, laborales y de la
mujer, la defensa y cuidado del medio ambiente y profundizar la in-
tegración con una agenda económica que no sea definida por los
Estados Unidos y esté fuera de la influencia de los organismos inter-
nacionales. Por lo que se hace necesario implantar un modelo abarca-
dor, que promueva y complemente la economía ante los efectos
devastadores de la crisis mundial capitalista, la prolongación y pro-
fundización del uso de los llamados mercados domésticos.
El ALBA aboga también por incrementar el consumo y la produc-
ción de bienes materiales con el objetivo de mejorar los niveles de
vida, por defendernos hasta el cansancio y de manera colectiva con-
tra las imposiciones yanquis y las condiciones adversas. No es secre-
to para nadie que América Latina estaba desde hace mucho tiempo
necesitada de una iniciativa abarcadora y más realista que aquellas
que enfatizan en aspectos mercantiles o lo que es lo mismo, en la
reducción de aranceles, la eliminación de trabas al comercio y la pro-
moción de inversiones. Tales iniciativas partían de soslayar la gran
realidad de que esta es una región atrapada en la miseria, donde la
educación y la salud son lujos que muy pocos podían disfrutar, don-
de las multinacionales se abastecen a costa de la ruina del campesi-
nado y de los pequeños y medianos empresarios, donde las
corporaciones van apoderándose de los acuíferos y de las fuentes de
biodiversidad.
Otra característica de este grupo son las llamadas empresas gran-
nacionales, en contraposición a las transnacionales. Existen en secto-
res como pesca (Transalba), minería, transporte, telecomunicaciones
y agricultura. También se expresa en la creación de empresas como
Puertos del ALBA, S.A., para la construcción de puertos en Cuba y
Venezuela, o Alba de Nicaragua S.A. (Albanisa), empresa petrolera
mixta entre Nicaragua y Venezuela. Entre los ejemplos se cuenta
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 181

además el cable submarino que se concluirá en 2010, que conectará


Venezuela con Cuba en un inicio, y luego con Nicaragua y otras zo-
nas de América Central y el Caribe.
El Banco del ALBA, es el ente económico que se encarga de finan-
ciar los proyectos multinacionales de los países miembros, otorga
además créditos blandos y soluciona litigios de índole económica,
cuenta con un capital inicial de más de 1 000 millones de dólares,
aportados por todos los participantes según su capacidad financiera.
Los mayores aportes fueron hechos por Venezuela y Cuba. Su sede
principal está en Caracas, aunque contará con sucursales en todos los
estados miembros, la sucursal en La Habana fue inaugurada en 2008.
También se destaca la creación de instrumentos mediáticos propios,
como TeleSUR, la coordinación de políticas y proyectos culturales,
teniendo en cuenta que las culturas nacionales latinoamericanas y
caribeñas ofrecen una estupenda base que favorece el intercambio
cultural. Pero no debemos conformarnos con intercambiar culturas,
por muy ricas y diversas que estas sean, también se trata de avanzar
en los intentos por lograr una integración que, sin dogmatismos ni
discursos vacíos, defienda los valores culturales de nuestros pueblos
frente a los flagelos de la globalización, la banalidad que esta trae
consigo, la comercialización de la cultura y la penetración de la frivo-
lidad. Integración cultural que se arme además con instrumentos
mediáticos de eficacia artística, capaces de expresar las realidades
regionales con ojos y oídos propios.
La Alternativa Bolivariana reservó también un espacio, en lo que a
cultura se refiere, en el proyecto Canto de Todos, que promueve in-
tercambios desde la canción en el ámbito iberoamericano. Canto de
Todos tiene su sede en la Casa Cultural de la Alianza Bolivariana
para las Américas en La Habana, institución desde donde irradia anual-
mente sus actividades de promoción de las mejores tradiciones espi-
rituales de la región. El objetivo de este proyecto desde su fundación,
hace diez años, es unir a cantantes y compositores que con su obra
defienden la canción popular, conocida también como nueva can-
ción, canción protesta, nueva trova o canción de autor, para unir a
cantores latinoamericanos que no se conocían entre sí y en buena
medida tampoco eran conocidos por las nuevas generaciones. Una
idea que ha servido para colaborar con este descubrimiento, juntán-
dose así al propósito del ALBA en la búsqueda de la justicia para los
pobres de estas tierras. Por otra parte, el proyecto ALBA Cultural
otorga anualmente el premio ALBA de las Letras y las Artes, este
182 Lianet Escobar Hernández

premio surgió con el propósito de reconocer y destacar a creadores


vivos que han consagrado de manera sostenida sus vidas y el conjun-
to de sus obras a engrandecer el patrimonio cultural del continente
con aportes originales en cualquiera de los géneros, además de contri-
buir de manera notable a enriquecer los valores compartidos y a la
vez diversos que conforman la comunidad de nuestros pueblos a fa-
vor de la emancipación y descolonización cultural, el galardón ha
sido entregado al escritor uruguayo recientemente fallecido Mario
Benedetti, al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer y al intelectual
cubano Roberto Fernández Retamar.
Otra de las áreas que se favorece con la integración es la salud, la
cual se brinda de manera gratuita a todos los enfermos, principal-
mente a los pacientes aquejados de patologías oftalmológicas, los
cuales se benefician gracias a la Operación Milagro, que les da la
oportunidad de ver nuevamente la luz del sol y la belleza del mundo.
A unos y a otros les devuelve la esperanza que perdieron desde el
momento en que la total o parcial oscuridad llegó a sus ojos. Ahora
son más comprensibles las esencias de los programas de salud que
impulsa el ALBA y el compromiso de aquellos que la cumplen. Ayu-
dar a los necesitados es la mejor expresión de la Alternativa Boliva-
riana y qué mejor prueba de ello que las atenciones médicas gratuitas;
las intervenciones quirúrgicas a bolivianos, peruanos, brasileños, ar-
gentinos, paraguayos, venezolanos; las vidas salvadas hasta en los
rincones más insospechados y remotos del suelo latinoamericano; y
la presencia incondicional de internacionalistas cubanos que se en-
cuentran repartidos por todos los territorios de América, quienes de-
jan su patria, sus hijos, sus familias y sus costumbres para prestar sus
servicios como médicos, enfermeros, profesores, artistas o deportis-
tas; todo esto sin dejar de mencionar a los jóvenes, latinos o no, que
cuentan con el derecho a cursar estudios de medicina en la Mayor de
las Antillas. Hoy en día la Escuela Latinoamericana de Medicina
(ELAM) forma parte de los sueños de integración de la América con el
objetivo de formar médicos integrales, orientados hacia la atención
primaria de salud como escenario fundamental de su actuación pro-
fesional. Con una elevada preparación científica, ética, solidaria y
humanista, serán galenos capaces de actuar en su entorno de acuerdo
con las necesidades de la región para el desarrollo humano sosteni-
ble, lo que constituye su misión fundamental y demuestra una vez más
el propósito del ALBA de ser una alternativa única, liberadora y de
cooperación justa para beneficio de las naciones del área frente a las
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 183

propuestas del vecino del Norte, que no renuncia a plantear ni crear


fórmulas engañosas para saquear nuestras riquezas.
Otra expresión del ALBA está en las llamadas misiones. Hablo de
las misiones Rivas, Sucre, Robinson y Barrio adentro deportivo o el
programa de alfabetización Yo sí puedo. Mediante este último se lo-
gró declarar a países como Venezuela, Bolivia y Ecuador territorios
libres de analfabetismo, una prueba fehaciente de que la integración
de los pueblos de América dejó de ser una utopía para convertirse en
una realidad. En materia de deporte también se evidencia dicha rea-
lidad y nada mejor para demostrarlo que los Juegos Deportivos del
ALBA, un evento que no necesita de despliegue publicitario, ni com-
petencias millonarias para servir de sede, tampoco se necesita cons-
truir instalaciones nuevas y los récords, medallas y posiciones finales
importan más a la prensa que a los protagonistas, quizás es una de las
últimas citas multideportivas incorporadas al calendario internacio-
nal, sin embargo los Juegos del ALBA tienen una particularidad in-
superable: sirven de amanecer al deporte en América, estos juegos
contribuyen además a la preparación de muchas delegaciones para
garantizar una meritoria actuación en las principales competencias
internacionales.
El ALBA es calificada a veces como un “proyecto ideológico” de
manera un poco despectiva, ¿acaso todos los proyectos no deben
tener un contenido ideológico? Con la diferencia de que el ALBA, a
pesar de su corta vida, muestra resultados que incluyen lo antes men-
cionado. A todo ello se suma la germinación del Sistema Único de
Compensación Regional de Pagos, que sienta las bases para el surgi-
miento del Sucre: una moneda electrónica regional que se prevé en-
trará en circulación en 2010 como nueva unidad monetaria en los
intercambios entre los estados miembros, expresión del creciente re-
chazo del dólar estadounidense en las transacciones comerciales como
reclamo recurrente en varias latitudes. Otras razones para adoptar el
sucre son: la triplicación del comercio interno entre sus miembros, el
aumento de la producción agrícola en países como Cuba y Nicara-
gua, el diseño de un plan de seguridad alimentaria para hacer frente a
los altos precios especulativos de los alimentos y expandir la produc-
ción agropecuaria. Internacionalmente también está la demanda de
reducción de las políticas proteccionistas y de los masivos subsidios
que otorgan los principales países industrializados, eso no puede con-
vertirse en una exigencia generalizada para liberar el comercio de
productos agrícolas, porque muchos países de América Latina y el
184 Lianet Escobar Hernández

Caribe dependen fundamentalmente de su actividad agrícola para


garantizar la supervivencia de la propia nación, teniendo en cuenta
que las condiciones de vida de millones de campesinos e indígenas se
verían muy afectadas si ocurre un desbordamiento de bienes agríco-
las importados, aún en los casos en los que no exista subsidio.
Sería factible aclarar que la producción agrícola es mucho más que
la producción de una mercancía, es, más bien, un modo de vida, el
fundamento básico para la conservación de opciones culturales. Es
una forma de ocupación del territorio, una manera de establecer
modalidades de reciprocidad con la naturaleza, y tiene que ver direc-
tamente con los temas críticos de la seguridad y la soberanía alimen-
taria. Es por ello que no puede ser tratado como cualquier otra actividad
económica o cualquier producto.
El estado promoverá la agricultura sustentable como base estratégica del
desarrollo rural integral, y en consecuencia garantiza la seguridad alimen-
taria de la población; entendida como la disponibilidad suficiente y esta-
ble de alimentos en el ámbito nacional, el acceso oportuno y permanente
a estos por parte de los consumidores.4
La seguridad alimentaria debe obtenerse con el desarrollo de la
producción agropecuaria interna, que no es más que aquella que pro-
veniente de las actividades agrícola, pecuaria, pesquera y acuícola.
La producción de alimentos es de interés mundial y fundamental
para el desarrollo económico y social de las naciones, con estos fines el
Estado debe dictar medidas de orden financiero, comercial, para la trans-
ferencia tecnológica, la tenencia de la tierra, la infraestructura, la capaci-
tación de mano de obra y otras que son necesarias para alcanzar niveles
vitales de autoabastecimiento. Parte importante de la pobreza y la
marginalidad de nuestros pueblos se concentra en la población que
habita las zonas rurales, que sobrevive con base en la actividad agrí-
cola u otras actividades relacionadas con la agricultura, esa pobla-
ción es la más perjudicada al final, y lo sería más si no se negocian, o
se excluyen de la negociación, los aspectos que más la afectan.
La seguridad alimentaria de la que gozan los países desarrollados
del hemisferio, la misma que se les niega hoy a los países en desarro-
llo al querer limitar el margen de acción para sus políticas, es fruto de
medio siglo de políticas de apoyo constante a la agricultura con la
cual consiguen distorsionar los precios en los mercados mundiales.
Aunque si, milagrosamente, cesaran tales apoyos, el campo de juego
aún estaría en un completo desnivel. Actualmente los Estados Uni-
dos mantienen su negativa a comprometerse con la no reintroduc-
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 185

ción de las exportaciones agrícolas, a trabajar en la regulación de las


condiciones de los créditos, garantías de créditos y programas de se-
guro a las exportaciones agrícolas y a trabajar para la disminución y
disciplinamiento de las ayudas internas a la agricultura. Mientras,
para la negociación sobre la eliminación de los aranceles agrícolas se
han establecido plazos decisivos que obligaron a muchos países a
realizar un esfuerzo sobrehumano para cumplirlos. Lamentablemen-
te, las naciones que han cumplido con puntualidad estas entregas de
oferta, para demostrar su voluntad de negociar la agricultura, hoy se
sienten burladas ante la negativa de los Estados Unidos de eliminar
los subsidios que otorgan a su agricultura en el marco del ALCA.5
No podemos aceptar que la agricultura se ajuste únicamente a la
eliminación de los aranceles por parte de los países en vías de desa-
rrollo, mientras las principales potencias se niegan a eliminar los im-
puestos. Se conoce que los Estados Unidos destinan centenares de
miles de millones de dólares anualmente para sustentar sus exporta-
ciones y la producción de su agricultura, ocasionando fuertes distor-
siones en el precio de los productos agrícolas en los mercados
mundiales. Aunque se eliminen las barreras arancelarias para las ex-
portaciones latinoamericanas, es imposible competir con esos pre-
cios subsidiados. Nuestros países carecen de la magnitud de los
recursos financieros que disponen los países desarrollados para apo-
yar la agricultura; lo que tenemos son instrumentos de política para
golpear los efectos malévolos de las distorsiones de los precios inter-
nacionales, instrumentos que se nos solicita eliminar con las negocia-
ciones de acceso a los mercados. Mientras el enorme tamaño de las
economías que integran el continente nos ponen en desventaja, nues-
tros mercados siguen significando muy poco para la expansión de la
agricultura de los países desarrollados, solo una pequeña fracción de
aumento o desvío de las exportaciones hacia nuestros países signifi-
ca una conmoción de precios y el derrumbe de la posibilidad de sus-
tento para una parte importante de nuestra población.
El ALBA es el verdadero modelo de integración latinoamericana,
la integración de los pueblos y no solo de los mercados, es comple-
mentariedad, no competitividad, promueve la solidaridad, y rechaza
los estrechos egoísmos nacionales, es comprensión de las diferencias
y atención diferenciada a los más vulnerables. Situa al hombre como
destino y razón de todos los empeños y no víctima del mercado, la
avaricia y la ambición; no necesitará pactos militares, porque el ALBA
es un juramento de hermandad. Hoy podemos hablar no solo de las
186 Lianet Escobar Hernández

ideas que sostiene el ALBA, sino también de proyectos concretos y


realizaciones palpables, estamos retomando la lucha por ser indepen-
dientes, se necesita unidad para llevar adelante los programas socia-
les, no podemos seguir cada uno con un proyecto, como lo expresara
el presidente venezolano Hugo Chávez en el acto de clausura de la
IV Cumbre de Petrocaribe y de reinauguración de la refinería de petró-
leo Camilo Cienfuegos “¡O somos uno solo o no tendremos Patria!”,
algo de lo que es preciso convencerse, porque el imperio estadounidense
no dejará de presionar hasta dividir por completo a los países del área
latinoamericana y caribeña para de esta forma evitar la unión trans-
formadora y real.
El ALBA ratifica que se puede construir un mundo porque es ante
todo una alternativa robusta, que evidencia que una unión es para
beneficiarse mutuamente y no para competir entre los que desean
unirse con el propósito de que gane el más fuerte, esa filosofía no
lleva a la unión sino a la enemistad, la opción ganar-ganar siempre es
una alternativa perdurable y más inteligente que competir por resulta-
dos, la mayoría de las veces predecibles, siempre y cuando las acciones
realizadas sean de buena fe, no con artificios. No se trata de decir quiero
una unión cuando lo que quiero es dominio, se trata de lograr una
integración de nuevo tipo, basada no en la pura ganancia comercial y
las brutales leyes de mercado, sino en la solidaridad, la complemen-
tariedad y la cooperación fraternal entre los pueblos.
El amanecer de los pueblos de América, como también se le cono-
ce a la Alternativa Bolivariana, ha tenido varios cambios de nombre
ya sean oficiales o extraoficiales, pero nunca ha cambiado sus objeti-
vos iniciales ni sus convicciones. Por ejemplo: de ALBA pasó a ser
ALBA-TCP a solicitud del presidente boliviano Evo Morales, para
incluir y reflejar el Tratado de Comercio de los Pueblos, de “Alterna-
tiva” a “Alianza” a petición del presidente de la República Bolivaria-
na de Venezuela, Hugo Rafael Chávez Frías, en la VI Cumbre
Extraordinaria del ALBA-TCP en Maracay, el motivo del cambio de
“alternativa” por “alianza” se debe a que actualmente el ALCA ya
no tiene mayor repercusión en la región, y el ALBA-TCP, ya más
que representar una alternativa en contraposición al ALCA, busca
un mayor afianzamiento institucional y renovados objetivos.
El jefe de Estado venezolano expresa lo siguiente: “Eso tiene un
gran significado (...) Ya no es una propuesta de América, pues es una
plataforma política, territorial, geopolítica, de poder económico. La
denominación de «alianza» viene a ser más acorde con los nuevos
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 187

objetivos del ALBA-TCP”. La nueva denominación queda oficial-


mente asentada en el sexto párrafo de la Declaración de la VI Cum-
bre Extraordinaria del ALBA del 24 de junio de 2009 de Maracay,
estado Aragua, Venezuela, donde se decidió que, a partir de esta VI
Cumbre, el ALBA-TCP se denominaría Alianza Bolivariana para los
Pueblos de Nuestra América, Tratado de Comercio de los Pueblos,
donde se entiende que el crecimiento y fortalecimiento político del
ALBA-TCP la constituye una fuerza real y efectiva.
Los principios rectores del ALBA-TCP fueron promulgados así:
1. La integración neoliberal prioriza la liberalización del comercio
y las inversiones.
2. La Alternativa Bolivariana para los Pueblos de Nuestra Améri-
ca (ALBA) es una propuesta que centra su atención en la lucha
contra la pobreza, la exclusión social, contra los altos índices de
analfabetismo y pobreza que existen principalmente en Améri-
ca Latina y el Caribe.
3. En la propuesta del ALBA se le otorga una importancia crucial
a los derechos humanos, laborales y de la mujer, a la defensa del
ambiente y a la integración física.
4. En el ALBA, la lucha contra las políticas proteccionistas y los
ruinosos subsidios de los países industrializados no puede negar
el derecho de los países pobres de proteger a sus campesinos y
productores agrícolas.
5. Para los países pobres donde la actividad agrícola es fundamen-
tal, las condiciones de vida de millones de campesinos e indíge-
nas se verán irreversiblemente afectados si ocurre una inundación
de bienes agrícolas importados, en los casos en los cuales no
exista subsidio.
6. La producción agrícola es mucho más que la producción de una
mercancía. Es la base para preservar opciones culturales, es una
forma de ocupación del territorio, define modalidades de rela-
ción con la naturaleza, tiene que ver directamente con la seguri-
dad y autosuficiencia alimentaria. En estos países la agricultura
es, más bien, un modo de vida y no puede ser tratado como
cualquier otra actividad económica.
7. El ALBA tiene que atacar los obstáculos a la integración desde
su raíz, que son: la pobreza de la mayoría de la población; las
profundas desigualdades y asimetrías entre países; intercambio
188 Lianet Escobar Hernández

desigual y condiciones inequitativas de las relaciones interna-


cionales; el peso de una deuda impagable; la imposición de las
políticas de ajuste estructural del FMI (Fondo Monetario Inter-
nacional) y el BM (Banco Mundial) y de las rígidas reglas de la
OMC (Organización Mundial del Comercio) que socavan las
bases de apoyo social y político; los obstáculos para tener acce-
so a la información, el conocimiento y la tecnología que se deri-
van de los actuales acuerdos de propiedad intelectual y prestar
atención a los problemas que afectan la consolidación de una
verdadera democracia, tales como la monopolización de los
medios de comunicación social.
8. Enfrentar la llamada Reforma del Estado que solo lleva a bruta-
les procesos de desregulación, privatización y desmontaje de las
capacidades de gestión pública.
9. Como respuesta a la brutal disolución que antes sufriera, duran-
te más de una década de hegemonía neoliberal, se impone ahora
el fortalecimiento del Estado con base en la participación del
ciudadano en los asuntos públicos.
10. Hay que cuestionar la apología al libre comercio como si esto
bastara para garantizar automáticamente el avance hacia mayo-
res niveles de crecimiento y bienestar colectivo.
11. Sin una clara intervención del Estado dirigida a reducir las dis-
paridades entre países, la libre competencia entre desiguales no
puede conducir sino al fortalecimiento de los más fuertes en
perjuicio de los más débiles.
12. Profundizar la integración latinoamericana requiere una agenda
económica definida por los estados soberanos, fuera de toda in-
fluencia nefasta de los organismos internacionales.
Por tal motivo la integración de los pueblos de América Latina es
una condición imprescindible para aspirar al desarrollo en medio de
la creciente oleada de formación de grandes bloques regionales que
ocupan posiciones predominantes en la economía mundial, solo con
una integración verdadera basada en la justa cooperación, la solidari-
dad y la voluntad común de avanzar, sin siquiera voltear los rostros
para mirar atrás hacia niveles elevados de desarrollo, se pueden satis-
facer las necesidades y anhelos de los países latinoamericanos y cari-
beños para preservar sus identidades, soberanía e independencia. El
principio cardinal que debe guiar el ALBA es la solidaridad más am-
ALBA: un amanecer distinto para América Latina 189

plia entre los pueblos de la América Latina y el Caribe, que se susten-


ta en el pensamiento de Bolívar, Martí, Sucre, San Martín, Hidalgo,
Sandino y tantos próceres ajenos a nacionalismos egoístas y políticas
nacionales restrictivas, que nieguen el objetivo de construir una Pa-
tria Grande en la América Latina según la soñaron los héroes de nues-
tras luchas liberadoras.
El ALBA no puede hacerse realidad cuando hayan criterios mer-
cantilistas, intereses egoístas de ganancia empresarial o beneficio na-
cional que perjudiquen a los pueblos. Solamente la existencia de una
amplia y profunda visión latinoamericanista, que reconozca la impo-
sibilidad de que nuestros países se desarrollen y sea verdaderamente
independientes de forma aislada, será capaz de lograr que América
se convierta en la nación más grande del mundo. No por el tamaño
de sus riquezas o su extensión, sino por la grandeza de su libertad y
su gloria, como lo expresara el Libertador Simón Bolívar, la misma
América que Martí definiría como “nuestra” para diferenciarla de la
América expansionista y de voraces apetitos imperiales. Con el ALBA
se pretende transformar las sociedades latinoamericanas, volviéndolas
más justas, cultas, participativas y solidarias, motivo por el cual se
formó como un proceso integral que asegura la eliminación de las
desigualdades sociales fomentando la calidad de vida y una participa-
ción efectiva de los pueblos en la conformación de su propio destino.
No hay que tener estudios universitarios, no hay que saber de eco-
nomía, ni ser un experto en cuestiones políticas para darse cuenta de
que el mundo en que hoy vivimos no es el más adecuado, que para
construir un mundo que permita dar acceso a una vida digna para
todos los habitantes de estas tierras, y en especial a los más necesita-
dos, se precisa la cancelación de las deudas de los países pobres, la
clausura de los paraísos fiscales, que se dejen de beneficiar las me-
gaempresas y los mercados financieros, de convertir el libre comer-
cio en un comercio justo. Pienso que si todos formamos una alianza,
si combinamos nuestros conocimientos y políticas, si los educadores
continúan educando y decimos no a la violencia tanto física como
psicológica, otro mundo estará al alcance de nuestras manos, otro
mundo donde podamos sobrevivir a pesar de las situaciones comple-
jas, a pesar de los retos el desafío que tenemos por delante es conti-
nuar existiendo como continente.
Es indudable que las nuevas condiciones mundiales, junto a la cri-
sis económica capitalista que nos afecta a gran escala, influirán en la
construcción del nuevo perfil de la América Latina de hoy y de ma-
190 Lianet Escobar Hernández

ñana, pero de lograr éxito, la política de desarrollo de la Alianza Bo-


livariana para la América continuará siendo la alternativa a seguir,
porque solo con ella América Latina podrá mantener la independen-
cia que tanto esfuerzo costó conseguir, porque a pesar de la oscura
complejidad del proceso de integración en América, la región avanza
en ese sentido por ser la única estrategia defensiva y de desarrollo de
la cual podemos sostenernos los latinoamericanos en esta casi extin-
ta primera década del siglo XXI.

Notas
1
Ponencia presentada en el panel sobre perspectivas de futuro para América Latina
y el Caribe, en el evento organizado por FLACSO, Santiago de Chile, 27 de mayo
de 2008.
2
Variante precoz del modelo de integración ALCA-TLC.
3
Ponencia presentada en el VII Encuentro Hemisférico de Lucha contra los Trata-
dos de Libre Comercio y por la Integración de los Pueblos, La Habana, 9 de abril
de 2008.
4
Artículo 305 de la Constitución dé la República Bolivariana de Venezuela.
5
Disponible en http:\\es.wipedia.org\Alianza Bolivariana para la América, Tratado
de Comercio con los Pueblos, revisado el 24 de noviembre de 2009 a las 2:40 p.m.

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MARTÍNEZ, OSVALDO: Futuro de América Latina: integración y movimien-
to social, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008.
NÚÑEZ, NÉSTOR: “Hacer caminos: el esfuerzo despunta bien”, en Bo-
hemia, año 98, no. 26, La Habana, diciembre de 2006.
——: “Petrocaribe: integración solidaria”, en Bohemia, año 97, no.
14, La Habana, julio de 2005.
SOJO, MARTA: “Cooperación Sur-Sur” en Bohemia, año 97, no. 4, La
Habana, febrero de 2005.
José Martí y el socialismo del siglo XXI

PEDRO RAFAEL MACHÍN CANTÓN

A todos los martianos revolucionarios que estudian, investi-


gan, profundizan, desarrollan, luchan y actúan con la obra
y el pensamiento de nuestro José Martí en el corazón.

A la memoria del historiador cubano martiano-marxista-


-leninista José Cantón Navarro.

Introducción

Hoy, cuando el mundo se debate entre crisis y guerras y se palpa con


mayor claridad que nunca el fracaso del capitalismo mundial, hoy
cuando América Latina se encamina a la unidad por su segunda in-
dependencia y varios países toman la vía de un nuevo socialismo que
se abre paso como alternativa por un mundo mejor; hoy cuando Cuba
cumple sus 50 años de Revolución y es ejemplo de resistencia de un
pueblo, a pesar de bloqueos, chantajes, presiones, agresiones y terro-
rismo del imperio más potente y agresivo de la historia humana, la
Cuba que sobrevive al fracaso del intento socialista del siglo XX; hoy
más que nunca debemos ahondar y apoyarnos en las ideas de José
Martí, nuestro precursor y Héroe Nacional, para construir un socia-
lismo más justo y participativo, el del siglo XXI en Cuba.
En una carta respuesta a su amigo Fermín Valdés Domínguez, quien
había asumido las ideas socialistas como las había asumido “en si-
lencio” también el propio Martí, este le señalaba: “Por lo noble se ha
de juzgar una aspiración y no por esta o aquella verruga que le ponga
la pasión humana”. Y continúa:
Dos peligros tiene la idea socialista, como tantas otras: el de las lecturas
extranjerizas, confusas e incompletas; y el de la soberbia y rabia disimulada
192 Pedro Rafael Machín Cantón

de ambiciosos que para ir levantándose en el mundo empiezan por fingir-


se, para tener hombros en alzarse, frenéticos defensores de los desampara-
dos… pero en nuestro pueblo no es tanto el riesgo, como en las sociedades
más iracundas y de menos claridad natural: explicar será nuestro trabajo,
y liso y hondo, como tu lo sabrás hacer: el caso es no comprometer la
excelsa justicia por los modos equivocados o excesivos de pedirla. Y siem-
pre con la justicia, tu y yo, porque los errores de su forma no autorizan a
las almas de buena cuna a desertar de su defensa. Muy bueno, pues lo del
1ro de Mayo.1
Como se ve, la idea socialista que el mismo Martí defiende tiene
dos peligros: las lecturas extranjeras mal traducidas, por confusas e in-
completas, y el de que pueda ser utilizada demagógicamente por falsos
líderes; tener en cuenta que en aquella época en los Estados Unidos
había una gran confusión ideológica y prevalecían ideas anarquistas como
socialistas, cuestión criticada en su momento por Engels y Lenin.
Martí asumió las ideas y participó activamente en la organización
de trabajadores de Nueva York “Orden de los Caballeros del Trabajo”,
donde se luchaba por reformas sociales de forma pacífica y donde mili-
ta también el cubano Carlos Baliño; Martí también apoya en 1886 al
Partido Obrero Unido, que llevó al socialista revolucionario norte-
americano Henry George como candidato a alcalde en la ciudad de
Nueva York, participando activamente en su campaña electoral.
Henry George promulgaba una reforma agraria dando la tierra a quien
la trabaja como propiedad nacional, que coincide con la política agra-
ria que Martí previera para la nueva república, o sea, la nacionaliza-
ción de la tierra.
La afinidad que en muchos aspectos ofrece el pensamiento mar-
tiano con las ideas socialistas, hizo que el historiador ingles G. D. H.
Cole, en su obra Historia del pensamiento socialista (México, 1958) le
dedicara espacio y explicase de forma convincente el derecho de José
Martí a ser incluido en esa historia. Veamos en parte el comentario:
Los revolucionarios cubanos no eran socialistas. Tampoco su principal
teórico José Martí, expresó una doctrina específicamente socialista. Era
un “nacionalista revolucionario”, más que un socialista. Pero su naciona-
lismo era muy radical, y descansaba en una concepción de igualdad racial
que lo asocia a posteriores desarrollos del socialismo y el comunismo en
América Latina. Reconoció la necesidad de fundar su movimiento revo-
lucionario en las clases trabajadoras… fue un fuerte opositor del colonia-
lismo y durante su estancia en Nueva York, escribió vigorosamente
condenando al capitalismo norteamericano, especialmente en sus aspec-
tos imperialistas. Su política sin embargo fue de colaboración entre la
clase trabajadora en la que confiaba principalmente y la clase media na-
José Martí y el socialismo del siglo XXI 193

cionalista que podía ser inducida a aliarse a aquella contra la aristocracia


terrateniente… abogaba también por una legislación social avanzada y
por todo esto, merece un lugar en esta historia.2
Solo difiero del señor Cole de ver a Martí como un “nacionalista”,
ya que sus ideas eran más abarcadoras: su plan era la independencia
de Cuba y Puerto Rico, crear una república de nuevo tipo en las Anti-
llas, para abortar el plan imperialista yanqui de tragarse a nuestra Amé-
rica y evitar así el nuevo expansionismo imperialista capitalista en el
mundo. Quien así piensa no puede ser un nacionalista y sí un socialista
revolucionario con ideas renovadoras y propias del momento histórico
que vivió, aunque difieran del modelo socialista absoluto fijado des-
pués por Stalin en el siglo XX en la URSS y que como bien sabemos
fracasó, que, sin dejar de reconocerle aportes, no fue ni sería la única
variante de construcción socialista que debe adaptarse a las condicio-
nes concretas de cada país con decisión plena de sus pueblos.
O sea, José Martí es el primer pensador de los llamados en su
época países de la “barbarie” —en el siglo XX como “países subde-
sarrollados”, en “desarrollo” o del “Tercer Mundo”—, que aborda
con profundidad los conflictos sociales y el inevitable choque de cla-
ses, y denuncia el proceso de transformación imperialista de los Esta-
dos Unidos, trazando un plan estratégico donde se involucra nuestra
independencia y de las Antillas para evitar la conquista imperialista
de nuestra América y lograr así el equilibrio del mundo.

Las raíces ideológicas de José Martí

José Julián Martí Pérez nació en La Habana el 28 de enero de 1853


en el seno de una familia de españoles muy humildes, donde las ideas
humanistas del cristianismo eran evangelio vivo.
El encuentro de Martí con el maestro cubano Rafael María de
Mendive fue decisivo. Mendive, que además de maestro era un deli-
cado poeta y un patriota irreductible, discípulo de José de la Luz y
Caballero y seguidor de las ideas y doctrina de Félix Varela, descu-
brió pronto las cualidades excepcionales del muchacho. Fue en él
que Martí vio deslumbrado, todavía en su niñez, la conjunción del
hombre de letras, el maestro y el patriota; del intelectual que se opo-
ne virilmente a la tiranía y sufre cárcel y destierro. Imposible no reco-
nocer esa fijación en las primeras actividades públicas de Martí, que
reproducirán por esos años y magnificaran más tarde las del maestro.
194 Pedro Rafael Machín Cantón

Con 15 años, el 10 de Octubre de 1868, estalla en el poblado de


Yara, Oriente, la primera guerra cubana contra España, que habría de
extenderse por diez años. Martí desde el primer momento se adhiere
a la causa de Yara. Publica clandestinamente su soneto “El diez de
Octubre”; en 1869 las publicaciones El Diablo Cojuelo, semanario de-
mocrático cosmopolita, y La patria libre, que no pasan del primer
número. En este último escribe su poema dramático “Abdala” don-
de expresa:
El amor, madre a la patria,
No es el amor ridículo a la tierra,
Ni a la yerba que pisan nuestras plantas;
Es el odio invencible a quien la oprime,
Es el rencor eterno a quien la ataca;
Y tal amor despierta en nuestro pecho
El mundo de recuerdos que nos llama
A la vida otra vez…3
Con apenas 16 años los sucesos van a precipitarse. El colegio de
Mendive será clausurado; el maestro, encarcelado primero y depor-
tado después. Por un incidente menor, los voluntarios —civiles espa-
ñoles organizados para combatir a los independentistas cubanos—
penetran en casa de su amigo fraternal Fermín Valdés Domínguez y
encuentran allí una carta en que se acusaba a un condiscípulo de
apostasía por haber ingresado en el cuerpo de voluntarios. La carta
estaba firmada por Martí y Valdés Domínguez y el 21 de octubre de
1869 son encarcelados. Martí reclama la autoría de la carta y el dere-
cho de independencia de Cuba. Es condenado a seis años de prisión.
Un mes después se le lleva a realizar trabajos forzados en las cante-
ras; seis meses más tarde, por las gestiones del padre con el arrenda-
tario de las canteras, es enviado a la Isla de Pinos y finalmente se le
conmuta la pena por el destierro a España. Cuánta savia de la reali-
dad objetiva y trágica recibió Martí en su adolescencia.
En España pronto se reúne con su amigo Fermín, que fuera tam-
bién deportado después de los trágicos sucesos y el proceso inicuo
que costara la muerte a ocho estudiantes de medicina en 1871. Con
muchas dificultades e irregularidad trabaja para costearse los estu-
dios, vence el bachillerato y la licenciatura en Derecho, Filosofía y
Letras en las universidades de Madrid y Zaragoza. Polemiza en los
diarios sobre la cuestión cubana y el 1873 publica el artículo “La
José Martí y el socialismo del siglo XXI 195

República Española ante la Revolución Cubana”, en el que emplaza


a la naciente y pronto fallida república española. En España, Martí se
familiariza con los clásicos españoles.
Abandona la metrópoli a finales de 1874, conoce de pasada Fran-
cia y marcha a México, donde se reúne con su familia y adquiere
amistades profundas, como la de Manuel Mercado. A partir de México
inicia un periplo latinoamericano por Guatemala y Venezuela, nu-
triéndose del empuje y la pasión de los libertadores y las ideas boliva-
rianas, rechazando el caudillismo traidor, sepulturero de las libertades
ciudadanas y de la independencia latinoamericana. En 1881 su exis-
tencia andariega encontrará cierto reposo al quedarse en Nueva York,
donde permanecerá hasta 1895.
En los Estados Unidos, el país extranjero donde permanece más
tiempo, se familiariza con la que llamará “La América Europea” y
sin dejar de reconocer sus virtudes, ve espantado como reaparecen
allí vicios que creía haber dejado atrás en Europa y ratifica la diferen-
cia de estructura y espíritu entre las dos Américas. Es el momento en
que los Estados Unidos está pasando de su capitalismo premonopo-
lista al capitalismo monopolista e imperialista, que lo llevará inexo-
rablemente a arrojarse sobre el mundo, en primer lugar sobre las
Antillas y América Latina, y en particular sobre Cuba. Martí descu-
bre muy pronto esa coyuntura y decide poner todo su esfuerzo en la
independencia de Cuba y Puerto Rico, para evitar con una república
de nuevo tipo los malévolos planes imperialistas.
La tarea concreta de la vida de Martí fue rechazar, en la teoría y en
la práctica,
… el pretexto de que la “civilización”, que es el nombre vulgar con que
corre el estado actual del hombre europeo, tiene derecho natural de apo-
derarse de la tierra ajena perteneciente a la “barbarie”, que es el nombre
que los que desean la tierra ajena dan al estado actual de todo hombre que
no es de Europa o de la América europea: como si cabeza por cabeza y
corazón por corazón valiera más un estrujador de irlandeses o un cañonea-
dor de cipayos, que uno de esos prudentes, amorosos y desinteresados
árabes, que sin escarmentar por la derrota o amilanarse ante el número,
defienden la tierra patria, con la esperanza en Alá, en cada mano una lanza
y una pistola entre los dientes.4
Las clases cubanas revolucionarias ya no son en 1895 equivalentes a
las que desataron la guerra en 1868 sin lograr la independencia. La bur-
guesía agrícola cubana se retrae y sueña incluso con una avenencia
con España, o llegado el caso con los Estados Unidos, el fantasma de
196 Pedro Rafael Machín Cantón

la anexión y los autonomistas se oponen a la independencia. Son la


pequeña burguesía, los pequeños propietarios, los profesionales, los
tabaqueros, la incipiente clase obrera en general, los campesinos po-
bres y los recién liberados esclavos, quienes llevarán el peso de esta
guerra popular preparada por Martí, precursora de las revoluciones
que se realizarían en México y China en el siglo XX. Para potenciar
sus ideas escribe en el periódico Patria el 17 de abril de 1894:
Cuba y Puerto Rico entrarán a la libertad con composición muy diferente
y en época muy distinta y con responsabilidades mucho mayores que los
demás pueblos hispanoamericanos. En el fiel de América están las Anti-
llas, que serían si esclavas, mero portón de la guerra de una república
imperial contra el mundo celoso y superior que se prepara ya a negarle el
poder, mero fortín de la Roma americana; y si libres y dignas de serlo por
el orden de la libertad equitativa y trabajadora, serían en el continente la
garantía del equilibrio, la independencia para la América española aún
amenazada y la del honor de la gran república del Norte, que en el desarro-
llo de su territorio, por desdicha feudal ya y repartido por secciones hosti-
les, hallara más segura la grandeza que en la innoble conquista de sus
vecinos menores y en la pelea inhumana que con la posesión de ellas
abriría contra las potencias del orbe por el predominio del mundo… Es un
mundo lo que estamos equilibrando: no son solo dos islas la que vamos a
libertar.5
Y en su carta póstuma e inconclusa a Manuel Mercado precisa:
Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi
deber, puesto que lo entiendo y tengo ánimos con que realizarlo, de impe-
dir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Anti-
llas, los Estados Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras
de América. Cuanto hice hasta hoy y haré es para eso. En silencio ha
tenido que ser y como indirectamente, porque hay cosas que para lograr-
las han de andar ocultas, y de proclamarse en lo que son, levantarían
dificultades demasiado recias para alcanzar sobre ellas el fin… Las mis-
mas obligaciones menores y públicas de los pueblos como ese de usted y
mío, más vitalmente interesados en impedir que en Cuba se abra, por la
anexión de los imperialistas de allá y los españoles, el camino a la anexión
de los pueblos de nuestra América, al Norte revuelto y brutal que nos
desprecia, les habrían impedido la adhesión ostensible y ayuda patente a
ese sacrificio que se hace en bien inmediato y de ellos. Viví en el monstruo
y le conozco las entrañas y mi honda es la de David.6
José Martí fue un revolucionario que vivió al límite extremo de
posibilidades de su tiempo y previo incluso no pocas de aquellas que,
según comprendió con claridad, no le correspondía realizar entonces.
José Martí y el socialismo del siglo XXI 197

Fue el aguerrido militante ideólogo de las clases populares cuba-


nas mientras la burguesía criolla se veía representada por los autono-
mistas. Martí no fue un filosofo en el sentido estricto de la palabra,
pero si, sin la menor duda un “pensador”, uno de los más grandes y
profundos del Tercer Mundo, y hay en su obra constantes ideas ple-
namente filosóficas, las cuales dejó esbozadas y abiertas con una base
materialista y dialéctica muy cercana al marxismo.

La república “popular” de José Martí

Una preocupación perenne de Martí, más honda quizás que la de


conquistar la independencia de Cuba, es la de edificar en la patria
libre una república popular sin miserias ni tiranías. Esa preocupación
le salta a los labios cuando dice en la proclamación del Partido Revo-
lucionario Cubano, que:
… este no se crea para realizar la tarea relativamente mezquina de conti-
nuar en una república nominal las injusticias y desdenes feudales de una
factoría… que el partido organiza la revolución de modo que en la con-
quista de la independencia de hoy vayan los gérmenes de la independencia
definitiva del mañana.7
La nueva república que quería construir Martí después de la inde-
pendencia, para evitar que se expandieran los Estados Unidos por las
Antillas, y cayera sobre nuestros pueblos de América, tenía como
base los siguientes enunciados martianos: …“la república tiene por
base el carácter entero de cada uno de sus hijos, el hábito de trabajar
con sus manos y pensar por si propio…”.8 “Cuba debe ser libre de
España y de los Estados Unidos…”.9 “Las bases de la nación nueva
serán: el trabajo y la libertad de expresión. Trabajar es lo verdadero y
decir sin miedo lo que se piensa: he ahí las dos raíces”.10
Ese legado martiano ha sido fuente de lucha de los revolucionarios
cubanos que junto a Fidel hemos resistido y recorrido páginas glorio-
sas, llenas de honor y justicia para nuestra patria; por eso Fidel plan-
teara que: “Era necesario conquistar toda la justicia, como había dicho
Martí a Juan Gualberto Gómez. Solo el socialismo como régimen
político, económico y social podría aportar la justicia”.11
Esta preocupación esta presente en las Bases del Partido Revolu-
cionario Cubano, cuando establece:
Artículo 3ro: El Partido Revolucionario Cubano reunirá los ele-
mentos de la Revolución hoy existente y alegará, sin compromi-
198 Pedro Rafael Machín Cantón

sos inmorales con pueblo u hombre alguno, cuantos elementos nue-


vos pueda, a fin de fundar en Cuba por una guerra de espíritu y
métodos republicanos, una nación capaz de asegurar la dicha
durable de sus hijos y cumplir en la vida histórica del continen-
te, los deberes difíciles que la situación geográfica le señala.
Artículo 4to: El Partido Revolucionario Cubano no se propone
perpetuar en la República Cubana, con formas nuevas o con
alteraciones más aparentes que esenciales, el espíritu autoritario
y la composición burocrática de la colonia, sino fundar en el
ejercicio franco y cordial de las capacidades legítimas del hom-
bre, un pueblo nuevo y de sincera democracia, capaz de vencer,
por el orden de trabajo real y el equilibrio de las fuerzas sociales, los
peligros de la libertad repentina en una sociedad compuesta para
la esclavitud.12
El Apóstol, teniendo en cuenta las dificultades después de la vic-
toria de las armas afirma: “En un día no se hacen repúblicas; ni ha de
lograr Cuba, con las simples batallas de la independencia, la victoria
a que, en sus continuas renovaciones y lucha perpetua… no ha llega-
do aún en la paz toda del mundo, el género humano”.13
Tampoco es ilusión de los socialistas utópicos esta república de
Martí, pues él mismo ha dicho, refiriéndose con simpatía pero críti-
camente a Tomás Moro, que: “quien quiere triunfar en la tierra… no
ha de vivir cerca del cielo”.14
Luego, ¿qué república quiere Martí?
Aspira a una república donde se eliminen, por medio del trabajo,
todo los odios de clase. Las bases de la nación nueva serían: “Traba-
jar es lo verdadero y decir sin miedo lo que se piensa: he ahí las dos
raíces”;15 en otro momento expresa: “no tiene la libertad de todos
más que una raíz, y es el trabajo de todos”.16
Martí aspira a plasmar sus ideas avanzadas en una república popu-
lar de nuevo tipo, que ha de tener por fundamento las resoluciones
redactadas por él y acordadas por los emigrados de Tampa en 1891,
en una de las cuales expresa:
La organización revolucionaria no ha de desconocer las necesidades prác-
ticas derivadas de la constitución e historia del país, ni ha de trabajar
directamente por el predominio actual o venidero de clase alguna; sino
por la agrupación conforme a métodos democráticos, de todas las fuerzas
vivas de la patria; por la hermandad y acción común de los cubanos resi-
dentes en el extranjero; por el respeto y auxilio de las repúblicas del mun-
do y por la creación de una república justa y abierta, una en el territorio, en
José Martí y el socialismo del siglo XXI 199

el derecho, en el trabajo y en la cordialidad levantada con todos y para


bien de todos.17
Y puntualizando para quién trabaja y servirá en la fundación de la
nueva república afirma:
… para los que llevan en su corazón desamparado el agua del desierto y la
sal de la vida; para los que le sacan con sus manos a la tierra el sustento del
país y le estancan el paso con su sangre al invasor que se lo viola; para los
desvalidos que cargan en su espalda de americanos el señorío y pernada de
las sociedades europeas; para los creadores fuertes y sencillos que levanta-
ran en el continente nuevo los pueblos de la abundancia común y de la
libertad real; para desatar a la América y desuncir al hombre.18
Y su gran aspiración de que en la patria nueva todos vivan del
trabajo honrado y anuncia: “el primer afán de la libertad en Cuba
sería, al día siguiente del triunfo, salir a sembrar trabajadores”19 y
enfatiza “el que llevó las estrellas de general de la guerra no es gene-
ral de veras hasta que con sus propias manos no se ponga en el hom-
bro las estrellas del trabajo”.20
Sobre el problema de la propiedad de los medios de producción
expresa:
…este orden inhumano de castas soberbias, este feudalismo nuevo de
terratenientes, se cambie sin métodos rudos, en otro orden menos vano y
más sereno, donde las industrias y los bienes perennes y comunes de la
naturaleza, no estén concentrados en manos de los monopolios sino en
manos de la nación para beneficio nacional.21
Dejando claro sus diferencias de métodos con la república del Norte
expresa:
Las leyes americanas han dado al Norte alto grado de prosperidad, y lo han
elevado también al mas alto grado de corrupción. Lo han metalificado para
hacerlo próspero. ¡Maldita sea la prosperidad a tanta costa!; y si el estado
general de ilustración en los Estados Unidos os seduce, a pesar de la co-
rrupción, de la metalificación helada, ¿no podremos nosotros aspirar a
ilustrar sin corromper? ...yo quiero educar a un pueblo que salve al que
vaya a ahogarse y que no vaya nunca a misa.22
Martí sabe que el éxito de su lucha y de la nueva república a fun-
dar esta en la unidad, por eso expresa:
La unidad de pensamiento que de ningún modo quiere decir la servidum-
bre de la opinión, es sin duda condición indispensable del éxito de todo
programa político…Si nuestro poder nuevo y fuerte está en nuestra ines-
perada unión, nos quitaríamos voluntariamente el poder si le quitásemos
a nuestro pensamiento su unidad.23
200 Pedro Rafael Machín Cantón

Esa unidad que es avalada por un partido único dedicado a fundar


la república y no a dirigir el país, que se podría interpretar hoy como
un partido para construir el socialismo y no para ejercer el poder, que
puede afectar la democracia participativa del poder popular. Y dejan-
do claro su legado, Martí le expresa a su amigo Fermín Valdés Do-
mínguez: “Moriremos en el combate necesario para la conquista de
la libertad, o en la pelea que con los justos y desdichados del mundo
se ha de mantener contra los soberbios para asegurarla”.24
Recuerdo ahora las palabras de Fidel en La Habana a su llegada
hace 50 años, cuando dijo: “La tiranía ha sido derrocada, la alegría es
inmensa. Y sin embargo queda mucho por hacer todavía. No nos
engañemos creyendo que en lo adelante todo será fácil; quizás en lo
adelante todo sea más difícil”.
Podemos resumir que la “república popular” de nuevo tipo que
quería fundar Martí, salvando el tiempo y el momento histórico, tie-
ne bases muy similares al socialismo de nuevo tipo que queremos y
podemos desarrollar en Cuba en este siglo XXI, o sea el socialismo del
siglo XXI, que partiendo de nuestras condiciones actuales tenemos las
mejores posibilidades de nuestra región.
El rápido avance de la Revolución bolivariana hacia la proclama-
ción de un nuevo socialismo (socialismo del siglo XXI) y la unidad
estratégica con Cuba, Nicaragua, Bolivia, Ecuador y buena parte del
Caribe, que también se están integrando al ALBA como ejemplo de
solidaridad y sociedad económica de nuevo tipo, demuestra el cami-
no y que nuestra resistencia no ha sido en balde.
La teoría científica del socialismo del siglo XXI, promovida por
Chávez, y su llamado a reinventar el socialismo, es una guía para la
acción, que adaptada a las condiciones de cada país, con los aportes
que podemos hacer los cubanos de nuestra experiencia de resistencia y
al disponer de un capital humano altamente calificado, más la lucha
heroica de los movimientos sociales de nuestra América, nos da la posi-
bilidad con ciencia, experiencia y realidad, sin voluntarismos, de llevar
adelante los procesos revolucionarios en los nuevos tiempos.
La Revolución Cubana sigue adelante, adentrándose en el nuevo
siglo con experiencia acumulada y con las condiciones de prepara-
ción y conciencia que posee nuestro pueblo, así como los 50 años de
resistencia heroica vivida, despojándonos de todo lo que nos frena
para avanzar. A pesar del enemigo y su histeria, lograremos transfor-
mar y socializar nuestra economía para desarrollar las fuerzas pro-
ductivas, profundizar la democracia participativa despojándonos de
José Martí y el socialismo del siglo XXI 201

la burocracia inmovilista, prohibiciones fuera de tiempo y lugar, y


otras ataduras innobles e innecesarias, para así construir las esperan-
zas de millones de cubanos que han resistido por una vida y un mun-
do más justo y mejor, y este es posible.

El socialismo del siglo XXI

Esta teoría científica ha sido formada a partir de las ideas y experien-


cias prácticas de más de 2000 años de intentos exitosos o no de cons-
truir una sociedad mejor para la humanidad. Desde Jesús (El Cristo y
primer socialista), hasta Fidel, Hugo Chávez y Evo, pasando por los
socialistas utópicos, Bolívar, Marx, Engels, Martí, Lenin, Trotski, Rosa
Luxemburgo, Gramsci, Mariategui, Mella, Villena, Guiteras, Mao,
Ho Chi Min, el Che y muchos más, que con su sacrificio, experien-
cias e ideas, aportaron la base y la fuerza de este socialismo en el
nuevo milenio.
Es posible que existan escépticos que oyen hablar del socialismo
del siglo XXI y piensen que es más de lo mismo, o que es una nueva
consigna, o que son los nuevos revisionistas, trotskistas, etc. Hay
quien se acerca con simpatía pero lo ve lejano e irrealizable, hay a
quien le preocupa el “exceso” de democracia que pregona, hay quien
no lo entiende. Pero sin duda al que más le preocupa este tema es al
imperio y a sus seguidores y lacayos, ya que vuelven a ver un “fan-
tasma recorriendo al mundo” como decía Marx. Están viendo al se-
pulturero del capitalismo y del mercado. Es por eso que en Cuba los
neoanexionistas y mercenarios, los apologistas del “capitalismo de
Estado” y los neoestalinistas, no desean que se divulguen y desarro-
llen la teoría y las ideas del socialismo del siglo XXI.
Las formas de la emancipación siempre han sido distintas, las lu-
chas contra la opresión eterna. Mientras el ser humano conserve su
capacidad de pensar luchará contra hombres, naturaleza o dioses que
pretendan frenar su libertad. El ser humano, como homo sapiens que
perdió los colmillos porque aprendió a hablar, mira el mundo girar y
siempre ha sabido que la vida es movimiento. La idea martiana “Ser
culto es el único modo de ser libre”, tiene una vigencia esencial en el
socialismo. Quienes impulsan las transformaciones son los que “quie-
ren ser”, los que elaboran su propio dolor y hacen de él una razón
para buscar la justicia y la libertad. Por eso, la peor de las opresiones
es la que encarcela el pensamiento.
202 Pedro Rafael Machín Cantón

De allí que la mejor de las esperanzas es la que sabe que antes de


nosotros fueron millones los que pusieron en la balanza su tiempo, su
hacienda, su libertad y su vida para redimir sus derechos por un mun-
do mejor y más justo. No puede pensarse en algo rígido o como un
manual, sino algo que se crea a base de amar la justicia, la solidaridad
y que se ajusta a las condiciones y cultura de cada lugar, partiendo de
las experiencias propias. José Martí es fuente de inspiración para los
cubanos, como lo es Bolívar para los venezolanos, colombianos, ecua-
torianos, bolivianos, etc. Si Martí viviera fuera el principal impulsor
del socialismo del siglo XXI.
Con la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la URSS y del
“socialismo histórico” en Europa, grupos de teóricos y científicos
marxistas, profundizando en las causas de ese fracaso, se dieron a la
tarea de buscar un nuevo camino, partiendo de Marx y Engels y de
las mejores experiencias de la humanidad. Dos escuelas de pensa-
miento han avanzado independientemente una teoría científica del
socialismo del siglo XXI: la “Escuela de Escocia” con el experto en
computación Paul Cockshott y el economista Allin Cottrel; y la de-
nominada “Escuela de Bremen” (Alemania), en torno al genio uni-
versal Arno Peters, el matemático Carsten Stahmer, entre otros. Sus
principales aportes pueden encontrarse en una bibliografía ya am-
plia, donde exponen fundamentos marxistas llevados a las condicio-
nes objetivas e históricas actuales de la humanidad.
Los pilares del socialismo del siglo XXI son el desarrollo de la teoría
político-económica del valor y la equivalencia, combinada con el de-
sarrollo científico-tecnológico, fundamentalmente con la informática,
lo que permite el desmontaje paulatino del mercado como sistema eco-
nómico, punto clave para desmarcarse del capitalismo, manteniendo el
desarrollo de las fuerzas productivas. El valor de las producciones y ser-
vicios se da en el tiempo de trabajo resultante y que una matriz resuelta
por estas escuelas pueden convertir en valor y la equivalencia como el
intercambio justo de productos y servicios de igual valor. La compara-
ción entre el valor real de un producto o servicio y el precio especulativo
del mercado ayuda de inmediato al desmontaje de este último.
Para ello la socialización de la economía es el mecanismo básico de
implantación de dichas teorías.
El otro pilar de estos aportes es la plena democracia o democracia
participativa que, con el estado de bienestar y la democracia económica,
permite la participación amplia del pueblo en las decisiones estratégicas
y fundamentales del Estado y la economía a todos los niveles, creándo-
se los mecanismos necesarios para dicha participación.
José Martí y el socialismo del siglo XXI 203

Pero sin duda no hay teoría sin práctica y como dice una canción
de Silvio Rodríguez “vamos a andar para llegar”, por eso ya se bus-
can soluciones prácticas siguiendo ese camino en Venezuela y Ecua-
dor y con la posible integración latinoamericana que promueve las
ideas bolivarianas, martianas y socialistas, hoy más que nunca.
El capitalismo y el socialismo son modelos incompatibles. Uno se
orienta por la ganancia particular y el interés privado; el otro, por la
ganancia social y el interés público.
El socialismo, en su devenir, bebe de muchas fuentes. Estas, por
citar algunas, se remontan al discurso comunitario y democrático de
la Grecia clásica, al Sermón de la Montaña de los Evangelios, a los
levantamientos de esclavos contra el imperio romano, al carácter
asambleario de las tribus germánicas, a la resistencia indo americana
contra la invasión ibérica, a la crítica de la religión entendida como
dominación y resignación, al discurso anarquista, a la organización
de la clase obrera, a la articulación de la izquierda durante la Comuna
de París, a la práctica marxista-leninista y al cristianismo social, a las
corrientes ambientalistas, al pacifismo emblemático de Gandhi, así
como, en términos generales, a la tradición humanista que ha recorri-
do el mundo en los últimos cinco siglos.
El socialismo recibió su mayor impulso a raíz del auge de la con-
ciencia obrera en el siglo XIX, así como a la fuerza poderosa del análi-
sis marxista que develó los mecanismos ocultos de la explotación.
Gracias a la Revolución francesa el impulso socialista llegaría a to-
dos los continentes, e iniciaría un viaje de ida y vuelta profundamen-
te enriquecedor. El internacionalismo de los de abajo empezó a
transformarse en un fantasma que recorrería todos los continentes.
La fuerza del análisis marxista, que desnudó las contradicciones del
capitalismo, al tiempo que sembró las bases para el internacionalis-
mo obrero, marcó un punto de inflexión en la historia del socialismo.
El triunfo de la Revolución soviética en 1917 entregó al mundo un
faro de referencia para el socialismo, con sus ventajas y sus inconve-
nientes. La revolución encabezada por Lenin trajo consigo una ex-
plosión democratizadora en todo el mundo, pero no fue capaz de
solventar cuellos de botella que aparecieron desde los primeros mo-
mentos. A los que ahora quieren limitar la historia de la URSS al
libro negro del comunismo hay que recordarles que:
1) No es pensable el Estado de Bienestar social europeo sin la pre-
sión soviética.
204 Pedro Rafael Machín Cantón

2) Rusia no habría salido con tanta rapidez y éxito del feudalismo


en el que estaba todavía en pleno siglo XX de no ser por la Revo-
lución soviética, que le dio pan, educación, trabajo y salud a
millones de seres humanos.
3) El proceso de descolonización en Asia y África hubiera sido
imposible sin la existencia de la URSS.
El socialismo tiene que ser repensado y adaptado a las condiciones
de cada nación —aunque no solo— desde las relaciones de trabajo,
pues son estas las que crean valor, las que generan explotación, las
que marcan principalmente la vida de las personas necesariamente
abocadas a vender su mano de obra. El trabajo, cuando se libera de la
explotación, es elemento esencial de la dignidad humana.
No es en la existencia de riquezas, sino en su creación e intercambio
donde tiene lugar realmente la relación entre capital y trabajo con la
que se enfrenta el ideario socialista. No olvidemos que el sistema
capitalista se basa en la existencia de seres humanos que trabajan
para otros seres humanos y a los que se les sustrae, como beneficio,
una parte relevante del fruto de su trabajo.
Con el convencimiento de que ante el fenómeno de la globaliza-
ción, el desarrollo del socialismo en un solo país en el mundo actual
es prácticamente imposible, la idea del socialismo que puede exten-
derse por todo continente tiene, necesariamente, que pensarse en
aquellos sectores económicos donde el final de la explotación tenga
sentido y pueda plantearse como una alternativa política, donde los
recursos y las economías de los países se complementen y den la
fortaleza necesaria para enfrentar los embates imperiales.
Sin embargo esto, que bien podría servir para orientar la discusión
teórica sobre el socialismo, se torna algo más complejo en nuestras
sociedades, bien diferentes a las de 1848 cuando Marx y Engels es-
cribían El Manifiesto Comunista. Por un lado, la población mundial,
que en 1900 apenas alcanzaba 1 000 millones de personas, hoy supe-
ra los 6 000 millones, los recursos naturales han sido sobreexplota-
dos y escasean cada vez más. Por otro, y como posibilidad de
compensar el enorme crecimiento poblacional y la sobreexplotación
de los recursos, se ha producido el desarrollo tecnológico y comuni-
cativo que correctamente empleado en beneficio de la sociedad pue-
de rescatar a la humanidad de su autodestrucción, y solo el socialismo
será capaz de lograrlo. El socialismo es una democracia constante, en mo-
vimiento perpetuo, que no puede ni debe encasillarse en definiciones cerradas
y cuyo desarrollo está unido a la sociedad.
José Martí y el socialismo del siglo XXI 205

El ideario socialista reconoce a los seres humanos como iguales en


derechos y posibilidades (lo que no se debe confundir con ninguna forma
de homogeneización), de manera que, como apuntamos, cada quien recibe
de la sociedad lo que necesita y da a cambio lo que puede. Todo ello basado en
un trato solidario y fraterno en donde ni el individuo podrá explotar,
utilizar o dominar a los demás ni la sociedad lo permitirá. Para que estos
valores puedan asentarse, es necesario reconstruir el arraigo social.
Además de que el intercambio social dejaría de estar basado de
simples productos para pasar a ser un compartir actividades. En otras
palabras, la articulación social dejaría de estar mediada por la bús-
queda de un salario, para comprar mercancías, a estar articulada por
las necesidades sociales e individuales definidas por la comunidad en
un diálogo libre y abierto. En una sociedad socialista las relaciones
sociales son transparentes y el bien común prevalece sobre el bien
particular, sin que necesariamente ambos estén enfrentados ni la sa-
tisfacción de uno suponga el menoscabo del otro.
Como bien sabe la teoría democrática, el socialismo se correspon-
de con una fase de conciencia humana superior que dialécticamente, en
constante confrontación, se construye con la superación de la división
social del trabajo; conciencia que es la única que permite solventar las
contradicciones entre particulares y colectivo sin medidas de fuerza.
Para que se dé el hombre nuevo son necesarias nuevas condiciones, y
para que esas condiciones se desplieguen, son necesarios hombres y
mujeres con una nueva conciencia asentada en el arraigo social, es
decir, en la voluntad de hacer la vida en armonía con un colectivo.
Los 50 años recorridos por Cuba en la construcción socialista jun-
to a la base martiana de nuestra Revolución nos evitó un derrumbe
como el del famoso Muro de Berlín el pasado siglo, y sin duda nues-
tra experiencia revolucionaria, la defensa de principios, la resistencia
ante las dificultades y la preparación alcanzada por todo el pueblo,
nos tendrán en mejores condiciones para tomar el camino correcto
hacia el socialismo del siglo XXI, teniendo siempre con nosotros muy
cerca el legado martiano. Nuestro camino es el de Martí y su repúbli-
ca “con todos y para el bien de todos”.

Conclusiones

Vivimos en un mundo en que cada vez la pérdida de un minuto pue-


de ser fatal, el imperio en decadencia se hace más peligroso y nos
206 Pedro Rafael Machín Cantón

enfrentamos a una crisis económica capitalista global, ecológica y


social que, de no controlarse y enrumbarse por caminos seguros, pue-
de destruir nuestra especie. Nuestra batalla es demostrar que solo
con el socialismo y sus caminos en desarrollo en el nuevo siglo que
apenas iniciamos, se podrá afrontar y revertir la situación actual para
conducir a la humanidad hacia un mundo mejor y posible.
La inmensa mayoría de nuestro pueblo apoya y desea un cambio
junto a la Revolución y el socialismo, partiendo de como dijera el
propio Fidel: “en Cuba, Revolución, Socialismo e Independencia
Nacional están indisolublemente unidos”.25
José Martí es un referente imprescindible para continuar la cons-
trucción socialista en Cuba por nuevos caminos, cambiando lo que
deba ser cambiado, comenzando por el propio Partido que para que
sea único debe democratizarse más y dejar de administrar, dándole
todo el poder de participación al pueblo y sus instituciones electivas;
así pues como el Partido Revolucionario Cubano de Martí fue creado
para hacer la guerra necesaria, la independencia, garantizar la unidad,
fundar la república y no para dirigir la república, así también nuestro
Partido Comunista de Cuba deberá concentrarse en la construcción
socialista en Cuba, trazando políticas y movilizando al pueblo basán-
dose en su ejemplo democrático y disciplina y en esa dirección con
plena conciencia del momento histórico en el nuevo siglo construir
una sociedad mejor, “con todos y para el bien de todos”.
Junto al Partido, a Fidel, Raúl y con Martí en el corazón, hagamos
revolución y cambiemos lo que deba ser cambiado; partamos de nues-
tras experiencias, de logros y errores, divulguemos la teoría y demos
posibilidad amplia de participación y pensamiento a las masas, con
la máxima martiana de “Las bases de la nación nueva serán: el traba-
jo y la libertad de opinión. Trabajar es lo verdadero y decir sin miedo
lo que se piensa: he ahí las dos raíces”.26

Notas
1
José Martí Pérez: Obras Completas, Centro de Estudios Martianos y Casa de las
Américas, La Habana, 1985, t. 3, p. 168.
2
G. D. H. Cole: Historia del pensamiento socialista, Fondo de Cultura Económica,
México, 1958, t. IV, p. 287.
3
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 18, p. 19.
4
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 8, p. 442.
5
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 3, pp. 141-142.
José Martí y el socialismo del siglo XXI 207

6
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 20, p. 161.
7
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 1, p. 389.
8
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 4, p. 240.
9
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 21, p. 380.
10
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 12, p. 379.
11
Fidel Castro: “Discurso en el acto central por el 42 aniversario del asalto al
Cuartel Moncada”, 26 de julio de 1995.
12
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 1, p. 161.
13
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 3, pp. 304-305.
14
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 5, p. 160.
15
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 12, p. 379.
16
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 12, p. 433.
17
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 1, p. 272.
18
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 4, p. 450.
19
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 1, p. 357.
20
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 13, p. 373.
21
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 12, p. 377.
22
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 21, p. 16.
23
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 1, p. 424.
24
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 4, p. 325.
25
Fidel Castro: “Discurso en el XVI Congreso de la CTC”, 28 de enero de 1990.
26
José Martí Pérez: Ob. cit., t. 12, p. 379.

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Proyectos hegemónicos
de los Estados Unidos para América Latina.
¿Por qué un golpe militar
precisamente en Honduras?

SARAH RODRÍGUEZ TORRES

Presentación

Para reflexionar sobre la posible connotación del proyecto de los


Estados Unidos de América para consolidar el modelo neoliberal y
su hegemonía económica, política, militar y mediática sobre las Amé-
ricas es necesario tener en consideración los diversos artilugios en los
que se apoya, como son: el Área de Libre Comercio de las Américas
(ALCA), teniendo como paradigma el Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (TLCAN) y, ante el fracaso del ALCA, la
ofensiva llevada a cabo promoviendo la estrategia de los Tratados de
Libre Comercio (TLCs).
El alcance de estos tratados no es en rigor un simple “tratado co-
mercial”, más bien lo comercial constituye el pretexto para lograr las
negociaciones extra-comerciales que son realmente sustantivas para
sus objetivos hegemónicos.
Es importante prestar atención también a la táctica de los recien-
tes proyectos concomitantes, que refuerzan el despliegue de la hege-
monía estadounidense, irradiándose desde el Norte hacia el Sur, como
son, el Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, la Alian-
za para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (AS-
PAN) y la “Iniciativa Mérida”. Estos proyectos están intervinculados
en una misma estrategia hegemónica.
210 Sarah Rodríguez Torres

Se está asistiendo al despliegue de todas las fuerzas del Gobierno y


la oligarquía financiera estadounidense, en contubernio con las oli-
garquías regionales, para la consolidación de su hegemonía, lo que
entroniza la pérdida del control soberano sobre instrumentos nacio-
nales de políticas en todas las esferas: económica, política, jurídica y
hasta militar. Esta política hemisférica trasciende lo económico e in-
vade las esferas de la vida pública y privada de las sociedades de toda
la región latinoamericana y caribeña al involucrar, consciente o in-
conscientemente, a todos los ciudadanos.
El golpe de Estado en la República de Honduras merece una mira-
da a sus causas más profundas en el contexto del desenvolvimiento
de la estrategia de los proyectos hegemónicos de los Estados Unidos.
Crisis política en Honduras, estallido de aparentes contradicciones
internas; pero realmente ¿esta es la causa esencial de este conflicto o
es el motivo aprovechado para enmascarar lo que subyace? ¿Por qué
se ha desatado un golpe militar precisamente en Honduras?

1. Reflexiones Generales

¿Cómo definir el espacio norteamericano?:


consideraciones geográficas o socio-políticas

Si se asume el criterio geográfico, América del Norte o Norteamérica


es parte del continente americano, un subcontinente, integrado por
los territorios de: Canadá, los Estados Unidos de América y los Esta-
dos Unidos Mexicanos. En algunos criterios geográficos más am-
plios la región de Centroamérica se incluye como parte norte del
continente americano.
Pero considerando la clasificación socio-política de las Américas,
México y Centroamérica pertenecen a la América Latina.1 Es in-
cuestionable que por su identidad histórica, cultural, religiosa, raíces
idiomáticas, entre otros muchos rasgos, se deduce que las sociedades
centroamericanas y la mexicana son latinoamericanas.
La determinación de cuál criterio asumir —geográfico o sociopolíti-
co— para definir los límites de Norteamérica se hace particularmente
interesante y pertinente a partir de la activa acción expansionista de los
Estados Unidos para “integrarse” los países al sur de sus fronteras,
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 211

sin olvidar que su interés expansionista geopolítico, geoeconómico y


geoestratégico se extiende a todo el hemisferio.
Es taimado el criterio geográfico que utiliza el Gobierno estado-
unidense para respaldar sus intereses expansionistas y hegemónicos
hacia sus vecinos: legitimándolos como norteamericanos por su mera
geografía, directamente como el caso de México y en ocasiones has-
ta Centroamérica, para urdir la “integración de Norteamérica”, bus-
cando la conformación de un nuevo espacio político-económico:
Norteamérica.

¿Por qué y para qué esta estrategia de “integración”?

El fin del siglo XX termina con el balance de una correlación de fuer-


zas bastante compleja y casi paradójica: un mundo unipolar en tér-
minos políticos, dominado por el capitalismo en su fase imperialista,
y hegemonía económica “compartida” —en descomunal antagonis-
mo por un nuevo reparto económico del mundo— entre los Estados
Unidos, la Unión Europea y Japón liderando el sudeste asiático. Se
rediseñan las propuestas de estrategias a implantar por el Gobierno
de los Estados Unidos.
La lógica de la estrategia estadounidense hacia América Latina2 se
caracteriza por su notoria capacidad de maniobra de acuerdo a las cir-
cunstancias, desde la Doctrina Monroe con la sentencia América para
los americanos, pasando por la Alianza para el Progreso y la Iniciativa
para las Américas, hasta llegar, más recientemente, a la propuesta del
ALCA y los TLCs. Reforzada esta estrategia con la ASPAN, el Proyec-
to Mesoamérica, el Plan Colombia y la Iniciativa Mérida.
Una mirada desde la región hacia los Estados Unidos suscita múl-
tiples sospechas y se impone hurgar en ¿cuáles son las implicaciones
de todos estos procesos negociadores?, vaticinando que para estas
naciones solo pueden implicar: mayor dependencia, desintegración y
pérdida de identidad.
¿Se aprecian diferencias esenciales desde la perspectiva de los Es-
tados Unidos y desde la región latinoamericana y caribeña?
Para comenzar, se intenta observar la integración desde la perspec-
tiva de los Estados Unidos y desde la perspectiva de la región, desta-
cando sus diferencias esenciales.
212 Sarah Rodríguez Torres

ESQUEMA 1
INTEGRACIÓN VISTA DESDE LOS ESTADOS UNIDOS

La integración vista desde los Estados Unidos tiene intereses he-


gemónicos hacia toda la región en lo económico, político, militar y
estratégico. Entre otros se destacan:
• Garantizar el acceso preferencial de los inversionistas a los re-
cursos estratégicos de la región.
• Camuflar bajo el manto de las negociaciones económicas, su
histórico intervencionismo político y militar.
• Consolidar su hegemonía político-militar enmascarando los mecanis-
mos de control en una supuesta guerra contra el narco-terrorismo.
• Imponerle un régimen obligatorio y global de protección de la
propiedad intelectual diseñado a partir de propuestas formula-
das por los monopolios transnacionales. Dejando sin protección
la diversidad genética de sus territorios y el conocimiento tradi-
cional de los pueblos aborígenes.
• Transformar en derechos los privilegios de que gozan las empresas
transnacionales, al lograr garantizarlos por la Ley de los Estados.
• Liderar un bloque hemisférico, de un enorme potencial, que ri-
valice con la Unión Europea y el eje asiático de Japón y China.3
Estos intereses están públicamente reconocidos en la Trade Act:
“La expansión del comercio internacional es vital para la seguridad
nacional de los Estados Unidos (...) El comercio creará nuevas oportu-
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 213

nidades para los Estados Unidos y preservará la fuerza incomparable de


los Estados Unidos en los asuntos económicos, políticos y militares”.4

ESQUEMA 2
INTEGRACIÓN VISTA DESDE AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE

Desde la óptica latinoamericana y caribeña, hay intereses que de-


ben presentarse con interrogantes, porque es cuestionable si esos in-
tereses pueden o no cumplirse, si es falacia, utopía o realidad.
• ¿Posibilidad de acceso hacia los mercados norteamericanos? Son
mínimas, si se toma en consideración el peso de las restriccio-
nes no arancelarias y las complejidades para acceder a las regu-
laciones y exigencias de ese mercado.
• ¿Atraer inversiones extranjeras? Esto es contradictorio porque
no necesariamente se convierten en fuente de desarrollo y pue-
den trocarse en mecanismo de expoliación. Además general-
mente no redunda en nuevas inversiones, sino que consiste en
compra y fusiones de las ya existentes, acelerando el proceso de
privatización y desnacionalización.
• ¿Acceso a las nuevas tecnologías? Están monopolizadas por las
empresas transnacionales. Es cuestionable si con la inversión
extranjera realmente llegan las nuevas tecnologías a los países
subdesarrollados. El know how es secreto del inversionista, no se
socializa. Además, los bajos salarios y las débiles legislaciones atraen
el traslado hacia la región de tecnologías obsoletas.
214 Sarah Rodríguez Torres

ESQUEMA 3

2. El proceso negociador del ALCA y los TLCs

¿Cuándo fue lanzada la propuesta del ALCA?

La idea de crear un Área de Libre Comercio para las Américas fue


concebida en 1991, por el presidente George Bush, preparando con-
diciones estratégicas para profundizar su influencia, aprovechado la
debilidad de las economías de la región para imponerse a través del
“libre mercado” y el auge del Consenso de Washington. Este bloque
alcanzaría aproximadamente la cifra de 800 millones de habitantes,
generando el 40% del PIB mundial.
La decisión política de iniciar un proceso de negociaciones para
este megaproyecto de integración hemisférica desde Alaska a la
Tierra del Fuego, exceptuando a Cuba, es concretada en la denomi-
nada Cumbre de las Américas, en diciembre de 1994, cuando los
jefes de Estado de 34 países del hemisferio se reunieron en Miami,
convocados por el Gobierno estadounidense.
Un “área de libre comercio de amplio alcance” incluye negociar
aspectos que trascienden las regulaciones del comercio y se inmiscu-
yen en asuntos tan sensibles como son: inversiones con libre movili-
dad del capital para las empresas extranjeras, derechos de propiedad
intelectual, compras gubernamentales, políticas de competencia, te-
lecomunicaciones, sector financiero, servicios, entre otras.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 215

¿Cuáles son los objetivos propuestos para el ALCA?

El verdadero objetivo fue impúdicamente expresado por el secreta-


rio de Estado Colin Powell: “Nuestro objetivo con el ALCA es ga-
rantizar para las empresas americanas el control de un territorio que
va del Ártico hasta la Antártida y el libre acceso, sin ningún obstácu-
lo o dificultad, a nuestros productos, servicios, tecnología y capital
en todo el hemisferio”.5
El ALCA pretendía en realidad el establecimiento de un orden
legal e institucional de carácter supranacional que permitiera a las
transnacionales estadounidenses una total libertad de acción. El re-
sultado de las negociaciones se aspiraba a que formalizara un com-
promiso único, un esquema balanceado y comprensivo (single undertaking)
cubriendo todas las áreas susceptibles a la concreción de acuerdos.
Fidel Castro, reflexionando para tratar de conceptualizar al ALCA
denotando su esencia, expresó: “Hemos dicho anexión, nuevo ins-
trumento de ocupación, colonización… el ALCA es la anexión de
América Latina a Estados Unidos”.6

¿Factores con influencia negativa en el avance del ALCA?

Existía gran incertidumbre en relación con la posibilidad real de que


se aprobara este acuerdo en el Congreso de los Estados Unidos por la
ausencia de la vía expedita, fast track.7 Esto debilitaba el avance del
ALCA y de otras negociaciones comerciales en las que estaba intere-
sado los Estados Unidos, como la firma de acuerdos de libre comer-
cio con Chile y con Centroamérica.
Para eliminar este escollo interno y tratar de darles una señal de
aliento y confianza a los interesados de la región, fue aprobada la Ley
de Comercio 2002 (Trade Act).8
Las negociaciones deberían concluir con la firma del Acuerdo en
el año 2005. Pero esta meta fracasó, de manera sorprendente para las
expectativas norteamericanas, al crearse un nuevo contexto político
en la región, con una nueva correlación de fuerzas que impidió la
concertación, entre otros hechos relevantes destacan:
• El surgimiento de gobiernos con fuerte base popular en el sur
del continente que ofrecen oposición y resistencia a este mega-
proyecto hegemónico imperialista.
216 Sarah Rodríguez Torres

• Las exacerbadas contradicciones de intereses entre los propios go-


biernos neoliberales de la región y de las de estos con el imperio.
• La toma de conciencia de los movimientos sociales, su resisten-
cia y sus acciones en oposición.

¿Cuál es la estrategia de los TLC?

Los Estados Unidos, aunque no ha logrado el consenso necesario, no


ha renunciado a reforzar su sistema de dominación y aún prosigue
rediseñando estrategias y empleando su enorme capacidad de impo-
nerse por diferentes medios y artificios. Entre ellos, Tratados de Li-
bre Comercio (TLCs) con gobiernos y élites de la clase capitalista
muy proclives a subordinarse a los intereses estadounidenses, que
permitan incluso un ALCA más profundo, más “duro”.
Esto se puso de manifiesto, como antecedente, con el TLC pacta-
do entre Chile y los Estados Unidos, en junio de 2003.9
Confirman esta estrategia el Tratado con Centroamérica y la Re-
pública Dominicana, conocido como CAFTA-DR,10 porque ni tan
siquiera le han traducido su nombre al español, y los tratados en pro-
ceso con Perú y Colombia.
La estrategia de los TLCs de los Estados Unidos, impulsando ne-
gociaciones bilaterales o subregionales, busca consolidar el modelo
neoliberal y la hegemonía norteamericana sobre la región mediante:
• Negociar con los gobiernos más dependientes y tratar de aislar a
los que se resisten para que cedan mediante esta presión.
• Dividir para boicotear el auge y la fuerza de la unidad de los
movimientos sociales, que alcanzó una cohesión significativa
con motivo de la lucha contra el ALCA.
• Dictar las políticas de seguridad, con el pretexto de la integra-
ción, para los países que están bajo su hegemonía económica y
financiera.
• Crear una especie de protección contra posteriores gobiernos
populares que intenten provocar cambios democráticos, porque
cualquier “violación” de lo pactado legalmente en estos trata-
dos estaría sujeto a sanciones internacionales.
Algunos analistas dan la imagen metafórica de que los TLCs son
como hilos que van tejiendo una “tela de araña” para atrapar a las
naciones de la región latinoamericana y caribeña, pero tal vez esa
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 217

imagen resulta bastante tenue, más bien se trata de los tentáculos de


un pulpo que intenta absorber las sociedades de la región.
La dependencia económica implica reducir los márgenes de sobe-
ranía nacional en todos los aspectos económicos, políticos y milita-
res. Se pudieran discutir matices semánticos, pero la intención
manifiesta da señales de que rebasa incluso los propósitos de la anexión
y alcanza niveles de absorción.

3. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte

¿Cuáles países integran el TLCAN?

Este tratado que establece una zona de libre comercio de amplio


alcance fue comprometido por los tres estados geográficamente de
América del Norte: Canadá, los Estados Unidos de América y los
Estados Unidos Mexicanos.
El nombre original del tratado es North American Free Trade Agree-
ment (NAFTA), traducido al español Tratado de Libre Comercio de
América del Norte (TLCAN).

¿Cuándo y cómo se instituyó el TLCAN?

Fue firmado por Canadá, México y los Estados Unidos el 17 de di-


ciembre de 1992, y se concibió en los momentos de auge del Con-
senso de Washington.
La firma del documento por la vía rápida (fast track) en el Congreso
de los Estados Unidos suscitó fuertes oposiciones por intereses parti-
distas y grupos sindicalistas y ecologistas. También en México se
manifestaron intensas preocupaciones por la pérdida de soberanía
política, económica y alimentaria, entre otras muchas. Durante el
año 1993 se le hicieron algunos arreglos colaterales para que pudiera
ser aprobado y entró en vigor el 1 de enero de 1994.
Resulta un peligroso ensayo, para validar la factibilidad de inte-
grar, sin preparación previa y en igualdad de condiciones, a países
subdesarrollados con desarrollados, por ser un experimento “en vivo”
que involucra a todos los miembros de la sociedad mexicana —que
no fue consultada sobre su disposición para servir de “conejillos de
indias”— sobre la que repercutirían los resultados.
218 Sarah Rodríguez Torres

Este es un eslabón estratégico de la férrea cadena “integracionis-


ta” con la que se aspira a subyugar la región.

¿Es el TLCAN un paradigma de integración


para América Latina?

Los objetivos reales del TLCAN han sido muy cuestionados por los
analistas y especialmente por las partes afectadas.
Las políticas económicas de los últimos años muestran algunos
resultados positivos a nivel macroeconómico, pero a la vez bastante
contradictorios.
La instrumentación del TLCAN en México se ha convertido en
un dramático ejemplo de los efectos devastadores —tanto para la
seguridad alimentaria de la nación como para las condiciones de su-
pervivencia de los productores— de las políticas agrícolas neolibera-
les que conciben la liberalización agrícola a ultranza, igualando precios,
en un mercado agrícola internacional, sin considerar las diferencias
en costos de producción, rendimientos, barreras no arancelarias y sub-
sidios que dan protección estatal al productor estadounidense.
Los beneficios del TLCAN han sido para el sector exportador,
siendo las empresas transnacionales las principales beneficiarias.

ESQUEMA 4
RESULTADOS DEL TLCAN
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 219

Presiones para la venta de la petroquímica y la electricidad, que


aún están en manos del Estado. El fortalecimiento de las transnacio-
nales crea sobre los gobiernos una fuerte presión sobre estas esferas
de posible inversión del capital extranjero.
De la experiencia de México se puede colegir que para América
Latina y el Caribe el paradigma de integración económica que se ha
tomado, el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica, no debe ser
la aspiración de estas naciones.

4. Alianza para la seguridad y la prosperidad


de América del Norte e Iniciativa Mérida

¿Qué es la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad


de América del Norte?

La Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte


(ASPAN) —The Security and Prosperity Partnership (SPP) o Le Par-
tenariat nord americain pour la sécurité et la prospérité (PSP)— es un
instrumento político de carácter trilateral, fue suscrita en Waco
(Texas), el 23 de marzo de 2005, mediante una Declaración Conjun-
ta entre el presidente de México, el primer ministro de Canadá y el
presidente de los Estados Unidos.11
Han mantenido encuentros anuales llamados “Reunión de los Tres
Amigos”.12 A estos son invitados un selecto grupo de participantes:
representantes de las principales empresas transnacionales, ciertos
académicos con mecenas neoliberales y algunos funcionarios del
Gobierno de los tres países.
En su condición de “Acuerdo Ejecutivo”, al no tener carácter de
tratado internacional, es un mecanismo de concertación entre los tres
gobiernos. No fue sometido a la aprobación de las respectivas instan-
cias legislativas y menos aún a la voluntad soberana de los ciudada-
nos de las naciones implicadas; se impuso como una Declaración
Conjunta y se implementa mediante “regulaciones”, lo que hace
cuestionable su legitimidad.
La estrategia para su instrumentación transcurre, como elementos
aislados, mediante nuevas reglamentaciones y leyes o procurando cam-
bios en las existentes y a través de las políticas públicas, basados en las
“recomendaciones” que dicta la cúpula fusionada en la ASPAN.
220 Sarah Rodríguez Torres

La ASPAN la componen dos Agendas: la de prosperidad y la de


seguridad, vinculando los aspectos económicos con los de seguridad,
es la primera vez que se contempla la inclusión del tema de seguri-
dad en la agenda trilateral. ¿Cuáles son los objetivos oficiales de las
agendas Prosperidad y Seguridad?
Según la versión oficial a través de esta Alianza se comparten como
objetivos:
1. Agenda de Prosperidad. Promover el crecimiento económico,
la competitividad y la calidad de vida en América del Norte, a
través de una agenda concreta enfocada a:
a. Aumentar la productividad.
b. Reducir los costos del comercio y los costos de transacción.
c. Promover de manera conjunta una mayor corresponsabili-
dad con nuestro medio ambiente, la creación de una oferta
de alimentos más confiable y segura, facilitando a la vez el
comercio de productos agrícolas y la protección de nuestra
población contra enfermedades.
2. Agenda de Seguridad. Desarrollar un enfoque común en mate-
ria de seguridad, a fin de proteger a América del Norte, desta-
cando las acciones para:
a. Proteger a la región de América del Norte contra amenazas
externas.
b. Prevenir y responder a amenazas dentro de la región de Amé-
rica del Norte.
c. Aumentar la eficiencia del tránsito seguro de bajo riesgo a
través de nuestras fronteras compartidas.
d. La Alianza parte del hecho de que, hoy en día, la seguri-
dad y la prosperidad son mutuamente dependientes y com-
plementarias.
e. Asimismo, complementa esfuerzos bilaterales y trilaterales
que actualmente están en marcha en materia económica y
de seguridad, y revitaliza otros aspectos de la cooperación
en la región para mejorar la calidad de vida; tales como la
protección al medio ambiente y la salud pública, inver-
sión en nuestra gente a través de intercambios académi-
cos y científicos. 13
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 221

¿Cuál es la estructura de la ASPAN?

Los tres países establecieron una estructura organizacional similar.


Debido a la complejidad de los temas y al gran número de dependen-
cias participantes, se decidió que la iniciativa fuera coordinada direc-
tamente por las oficinas ejecutivas los tres mandatarios: estas oficinas
fungen como coordinadoras generales. Funcionan diez mesas de tra-
bajo que tienen como objetivo fijar metas y plazos específicos y ade-
más se crearon diez Grupos de Trabajo por cada una de las Agendas
para dar seguimiento a los programas e iniciativas de la ASPAN.14

¿Qué es el NACC?

El 15 de junio de 2006, en Washington D.C., representantes de los


tres gobiernos se reunieron con líderes empresariales de alto rango
del sector privado de los tres países, con el fin de instalar el Consejo
de Competitividad de América del Norte (North American Compe-
titiveness Council, CCAN), anunciado por los mandatarios como
uno de los ejes operativos prioritarios de la ASPAN.
El secretario de Comercio de los Estados Unidos destacó que: “El
sector privado es la fuerza detrás de la innovación y el crecimiento, y
el involucramiento del sector privado en el ASPAN es la llave para
elevar la posición competitiva de América del Norte en los merca-
dos globales”.15
Además, en el Comunicado de Prensa impúdicamente se explícita
que: “… los gobiernos de América del Norte trabajarán con el NACC
para eliminar las barreras con el fin de incrementar la competitividad de las
firmas norteamericanas en el mercado global y estimular el crecimien-
to económico de la región”.16
El CCAN o NACC es un organismo exclusivo y excluyente repre-
sentante de los intereses de la cúspide de las oligarquías de los tres
países. Está integrado solamente por 30 ejecutivos de alto rango, 10
de cada país, y se le incorporan funcionarios gubernamentales encar-
gados de la ASPAN.
Es un organismo creado ad hoc, formalmente como órgano asesor
de la ASPAN, pero que en realidad dicta “recomendaciones” a los
gobiernos sobre cómo hacer más “competitiva” y “segura” a Nor-
teamérica, en función de sus intereses corporativos, con tal autoridad
que los mandatarios en sus cumbres responden por el cumplimiento
de estas instrucciones.17
222 Sarah Rodríguez Torres

¿Agenda para la prosperidad


y competitividad: de qué o de quién?

Competitividad, palabra mágica y de moda en el discurso neoliberal


para poder integrarse “ventajosamente” en la globalización, se pro-
clama “alta competitividad” y “ambiente de seguridad” en la falacia
de que automáticamente derivará en mayor prosperidad. Realmente se
trata de otorgar mayor competitividad a las empresas transnacionales
con base en el libre comercio de mercancías, servicios y capital, explo-
tando las ventajas comparativas como la fuerza de trabajo más barata.
México no dispone de la tecnología de los Estados Unidos y Cana-
dá, pero sí cuenta con mayor cantidad de recursos naturales, por lo
que resulta un importante socio estratégico en esta Alianza.
Surgen interrogantes aparentemente “conceptuales”: ¿se trata de
mayor competitividad o mayor rentabilidad para este sector empre-
sarial?, ¿representan a toda la comunidad empresarial?, ¿puede bene-
ficiar a toda la población o solo a este selecto grupo?
En México se han estado aprobando leyes18 con la finalidad de
instituir un marco jurídico acorde a los estándares, regulaciones y
principios comunes compatibles con los compromisos contraídos en
la ASPAN en salud animal, regulación de biotecnología agrícola y
bioprotección.
En ese país el tema es especialmente polémico, agudo y escabroso
porque estos recursos son bienes públicos y se está presionando con
fuerza —precisamente aduciendo falta de “competitividad”, necesi-
dad de inversiones para la modernización, etc.—19 para la privatiza-
ción de empresas como Petróleos Mexicanos (PEMEX) y la Comisión
Federal de Electricidad (CFE), lo que implicaría realizar importantes
modificaciones constitucionales.
Estas privatizaciones para la integración energética en el marco de
la ASPAN vinculan la estrategia de las Agendas para la Prosperidad
y la Seguridad. Se plantea la necesidad de la seguridad energética en
América del Norte.20

¿Agenda para la Seguridad: de qué o de quién?

Resulta paradójica la adscripción de México, país declarado neutral,21


a este acuerdo, considerando que la única amenaza de seguridad, his-
tóricamente real y confirmada, que ha tenido para su territorio nacio-
nal vino precisamente de su vecino del Norte.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 223

La Agenda de Seguridad se inscribe en la lógica de la Estrategia de


Seguridad Nacional de Bush, basada en el pretexto de los atentados
del 11 de septiembre de 2001, que llevó a la concepción de la vulne-
rabilidad omnipresente representada por la amenaza terrorista y, conse-
cuentemente, a la ampliación de sus fronteras de seguridad.22
La noción del perímetro de sus fronteras terrestres se amplía y
abarca los territorios contiguos, por el norte el de Canadá, desde el
Océano Ártico, y por el sur el de México, hasta la frontera con Gua-
temala y Belice, esto es sin contar su ilimitada noción de sus fronte-
ras aéreas y navales.
La Agenda también contiene la implementación del proyecto
“Fronteras Inteligentes”, lo que refuerza las fronteras legales recono-
cidas para delimitar los Estados Unidos, utilizando sofisticadas tec-
nologías de última generación,23 incluso para “protegerse” de sus
vecinos limítrofes: Canadá y México.24
El sensible tema migratorio, aunque prioritario en la agenda de
seguridad estadounidense, está excluido de la ASPAN; no obstante,
se busca frenar en las fronteras mexicanas el flujo de estos trabajado-
res desde Centroamérica y de México.25
La Agenda de Seguridad tiene muy serias implicaciones en mate-
ria de soberanía para las dos naciones vecinas de los Estados Unidos.
El cumplimiento de esta Agenda conlleva a la modificación y adop-
ción de leyes acordes a la legislación norteamericana.26
Aspecto medular en el contexto de la ASPAN es la estrategia para
la seguridad energética de Norteamérica, que conlleva a sacrificar la
seguridad energética de Canadá y México para satisfacer la demanda
del mercado energético de los Estados Unidos, único deficitario en-
tre los tres países productores y consumidores.
Enmascarado bajo el discurso de modernizar su sector energético
para hacerlo más “competitivo”, estos intereses obligan a que en
México se produzca una reforma del sector, sacrificando este país su
propia seguridad de independencia energética, por lo que se ha co-
menzado un polémico proceso para la apertura al sector privado, has-
ta el momento especialmente prohibida por su Constitución,27 sin
que expresamente se mencione una vinculación con los compromi-
sos contraídos por los presidentes en la ASPAN. Es una integración
energética subordinada que pretende ser algo silenciosa.
En México se han modificado una serie de leyes secundarias con
miras a abrir inversiones privadas en refinado, petroquímica, gas na-
tural, transporte, comercialización, distribución, tendido de infraes-
tructura, etcétera.28
224 Sarah Rodríguez Torres

En un proceso muy polémico y polarizado de opiniones, a fines de


octubre de 2008, el Congreso mexicano aprobó una reforma petrole-
ra que, conservando el control nominal sobre el hidrocarburo, permi-
te mecanismos alternativos para la participación del capital privado
y extranjero. Lo que va dejando en manos de los intereses de las
grandes empresas transnacionales, vinculadas al complejo militar-in-
dustrial estadounidense, la seguridad energética en el marco de la
ASPAN.
Otro de los aspectos medulares es el militar. Hasta la firma del
ASPAN, con su política de neutralidad, México se había sustraído a
la creciente ocupación militar estadounidense que con la anuencia de
los gobiernos de Centroamérica y Sudamérica ha estado ocurriendo
en el territorio latinoamericano.
La Agenda de Seguridad de la ASPAN conlleva a la militarización
de los países involucrados y de sus fronteras lo que, según los analis-
tas, significa quedar subordinados, incluido el aparato policíaco-mili-
tar, al Comando Norte del ejército de los Estados Unidos
(USNorthCom),29 lo que supone renunciar a la soberanía en el terre-
no militar. También implica que oficiales del ejército mexicano sean
capacitados en técnicas de contrainsurgencia por el ejército estadou-
nidense.
En Canadá se les permite a agentes de los Estados Unidos operar
directamente en partes de su territorio, principalmente en sus aero-
puertos. En el caso de México, se debate si viola la jurisdicción y
soberanía, si mediante esta Alianza también agentes estadouniden-
ses tendrán jurisdicción y autoridad en este territorio.
Los estados dictarán leyes que permitan tener un mayor control
sobre la migración, el tráfico de mercancías y el contrabando; así
como para combatir al terrorismo y al crimen organizado. Todo lo
cual implica una mayor militarización y por ende una peligrosa justi-
ficación legal para criminalizar la protesta social, de modo que cual-
quier manifestación puede ser considerada como una “amenaza
interna”, en y para, la “región norteamericana”.30

¿Qué es la Iniciativa Mérida?


¿Un “Plan Colombia” para México?

Mediante la suscripción de la ASPAN, México resulta incluido de


facto en el “perímetro de seguridad” de los Estados Unidos. El com-
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 225

ponente militarizado de esta Alianza, bajo la dirección del Comando


Norte, comenzó a urdir reforzarlo con un llamado Plan México, te-
niendo como pretexto para la intervención estadounidense en áreas
estratégicas de los procesos de toma de decisiones en México la guerra
al narcoterrorismo, pero que increíblemente también incluye entre sus
objetivos detener el tráfico de los inmigrantes ilegales ¿los trabajado-
res inmigrantes latinoamericanos son considerados narcotraficantes
y terroristas? Muchos analistas sospechan que una de sus intencio-
nes es levantar en el sur de México un muro antimigrantes, que com-
bine los obstáculos físicos con la vigilancia tecnificada, policíaca y
militar, complementario del que ya se construye en la frontera norte.
El controvertido y clandestino Plan México, finalmente es oficiali-
zado y bautizado con el topónimo de Mérida, a todas luces para evi-
tar declarar explícitamente su similitud con el desacreditado Plan
Colombia.
En Mérida quedó expresada la intención de llevar a cabo un plan
de cooperación, pero es desde los Estados Unidos que se anuncia la
creación de la Iniciativa Mérida —más conocida en los Estados Uni-
dos como Mexico and Central America Security Cooperation Initia-
tive—, lo que quedó plasmado el 22 de octubre de 2007 en
comunicados simultáneos del Departamento de Estado y de la Em-
bajada de México en los Estados Unidos y ambas partes lo caracteri-
zan como: “Iniciativa Mérida: un Nuevo Paradigma de Cooperación
en Materia de Seguridad”. El objetivo quedó expresado así: “Nues-
tra meta común es maximizar la eficacia de nuestros esfuerzos en la
lucha contra las organizaciones criminales así como para detener el
narcotráfico (incluyendo el de precursores químicos); el tráfico de
armas, las actividades financieras ilícitas, el tráfico de divisas y la
trata de personas”.31
La proyección más allá de las fronteras de México queda expresa-
da en el documento: “El fortalecimiento de la cooperación bilateral
entre México y los Estados Unidos facilitará nuestra cooperación
regional e internacional en contra del crimen organizado, particular-
mente con los países de Centroamérica”.
Después de un prolongado proceso de debates, la Iniciativa Méri-
da fue aceptada por el Congreso de los Estados Unidos el 26 de junio y
firmada como ley por el presidente George W. Bush el 30 de junio
de 2008.
No se considera la entrega a México de financiamiento en efecti-
vo, sino que la cooperación será suministrándole modernos equipos,
226 Sarah Rodríguez Torres

producidos con la más alta tecnología, para apoyar las actividades de


los organismos encargados de hacer cumplir lo previsto en este Plan.
Es indudable que las corporaciones gigantes del complejo militar in-
dustrial de los Estados Unidos, que tienen el más absoluto monopo-
lio para suministrar estos insumos, serán muy beneficiadas con esta
Iniciativa.
En el rompecabezas inteligentemente construido al servicio de los
intereses hegemónicos estadounidenses se entrelazan: el Proyecto
Mesoamérica —que se extiende hasta incluir Colombia— y el Plan
Mérida en su papel de gendarme, para hacer cumplir los designios del
imperio y empalmar las áreas bajo el control de los Comandos Norte
y Sur de los Estados Unidos encubiertos con las banderas de lucha
contra el narcotráfico, el narcoterrorismo y la seguridad fronteriza.
Se ha producido una sinergia en el área personificada por los nueve
mandatarios participantes en la X Cumbre de Jefes de Estado y de
Gobierno del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla, cuan-
do, el 28 de junio de 2008, expresaron:
Reiterar nuestro interés y disposición en estrechar la cooperación entre
nuestros países y con el gobierno de los Estados Unidos de América, en el
marco de la Iniciativa Mérida. (…) Instruimos a que en el marco del
diálogo México-Centroamérica sobre seguridad democrática se analicen
de manera conjunta los alcances y condiciones de la Iniciativa Mérida.32
Debe cuestionarse, en estas circunstancias, si la integridad territo-
rial y la independencia jurisdiccional de México y Centroamérica
están en juego frente al poder hegemónico de los Estados Unidos de
América.

5. De “Plan Puebla Panamá” a “Proyecto Mesoamérica”

Los Presidentes y Jefes de Estado de México, Centroamérica y Colombia


reunidos el 28 de Junio de 2008 en la X Cumbre del Mecanismo de Diá-
logo y Concertación de Tuxtla, acordaron en la Declaración de Villaher-
mosa, que el “Plan Puebla Panamá” modifica su nombre y a partir de
dicha fecha se denomina como Proyecto de Integración y Desarrollo de
Mesoamérica, o Proyecto Mesoamérica.33
Esta información motiva varias interrogantes de forma y de conte-
nido, entre ellas: ¿por qué modifican el nombre del Plan Puebla Pana-
má?, ¿además de modificar el nombre del Plan modifican la noción
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 227

de la antropología sociocultural sobre Mesoamérica?, ¿este Proyecto


es una amenaza o una oportunidad para la subregión?, ¿integración
para el desarrollo o neocolonización?

¿Cuándo y cómo se instituyó este Proyecto?

El Plan Puebla-Panamá tiene su sustentabilidad jurídica en el marco


del Mecanismo de Diálogo y Concertación de Tuxtla34 que funge
como el máximo Foro Mesoamericano.
Precedido de un proceso de deliberaciones con los mandatarios
centroamericanos, el 12 de marzo de 2001, México presentó oficial-
mente la estrategia del Plan Puebla-Panamá.35 Así el Plan aparece
enmascarado como una iniciativa del Gobierno mexicano, cuando
en realidad procede del diseño estadounidense de un complejo pro-
yecto integral para la subordinación de las naciones al sur de su fron-
tera que combina intervencionismo político, económico, tecnológico,
militar y mediático. México es pieza clave para conectar el Norte
con Centro y Sudamérica.
Uno de los objetivos que “adornaba” el Plan Puebla-Panamá era
el de “elevar la calidad de vida de la población en la región, y lograr
con ello un desarrollo equilibrado, socialmente incluyente, territorial-
mente ordenado y económicamente sustentable”.36 Transcurridos siete
años, no se observan indicadores que permitan validar, ni tan siquiera
una aproximación, al cumplimiento de este objetivo fundamental.
Para algunos analistas, el PPP original fue “sepultado”, al no ser
factible, fracasó. Pero esta conclusión puede ser solo relativamente
acertada si se parte de creer que el mencionado objetivo es el real que
se proponía el PPP. Merece preguntarse si ¿este es el objetivo real del
Plan o esta es una declaración de complacencia que enmascara el
verdadero propósito?
¿Fracasaron con las enormes sumas de capital invertido? ¿Y los
proyectos que están concesionados? Todo el énfasis de las acciones
ejecutadas, y que muestran avances, estuvo en crear la infraestructura
necesaria para el funcionamiento de las empresas transnacionales
y consolidar el poder hegemónico de los Estados Unidos en el área que
abarca el PPP. Esto muestra avances, considerando las obras y las inver-
siones que ya han realizado, sin que lo frenen las resistencias y adver-
tencias por los daños ecológicos y socioeconómicos que provoca.
228 Sarah Rodríguez Torres

En la X Cumbre del Mecanismo de Tuxtla se acuerda eliminar un


95% del megaproyecto que ya rebasaba la capacidad institucional y
de recursos para su ejecución. Se reestructuran y se aprueban 22 pro-
yectos que se centrarán “en materia de infraestructura, interconecti-
vidad y desarrollo social”.37
La “Declaración de Villahermosa”, emitida al final del cónclave,
en ampulosa retórica —pero debe leerse entre líneas y analizarse qué
está realmente gestándose y formalizándose—, hace formulaciones
generales sobre temas medulares para la soberanía de las naciones
del área y que quedan plasmados con carácter de “acuerdos” toma-
dos por los representantes de sus gobiernos. Sobre el PPP, el acuerdo
23 precisa que cambia de nombre: “Al respecto, acordamos que, a
partir de esta fecha, este esquema de cooperación se denominará:
Proyecto de Integración y Desarrollo de Mesoamérica, que de mane-
ra abreviada podría citarse como «Proyecto Mesoamérica»”.

¿Por qué a partir de Puebla?

Aquí comienza un territorio o corredor que se extiende desde el inte-


rior de México hasta Centroamérica, de relevante importancia estra-
tégica para la apetencia de los intereses del Gobierno y de las
transnacionales de los Estados Unidos por su vasta y diversa riqueza
arqueológica y natural en recursos bióticos, hídricos y petroleros; así
como por el valor económico de los conocimientos indígenas; pero
que carece de la infraestructura conveniente a las transnacionales para
su explotación y, además, presenta graves tensiones sociales y la re-
sistencia de sus pueblos a someterse a la destrucción de su hábitat
tradicional.
La subregión del sur-sureste mexicano y el istmo centroamericano
es un territorio fundamentalmente agroexportador y de producción
para la supervivencia, con escaso desarrollo industrial38 y solo con
algunos enclaves productivos generados fundamentalmente por la
explotación petrolera que requirió alguna infraestructura productiva.
Padece los mayores niveles de inequidad e injusticia del continente
americano.
México en su asimétrico desarrollo interno presenta grandes dispari-
dades socioeconómicas entre los estados que conforman la federación,
lo que se ha acentuado después de la entrada en vigor del TLCAN.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 229

Esta situación se expresa no solamente en lo económico, sino tam-


bién en las respuestas, defensivas y en oposición, que la parte de la
sociedad más afectada irradia ante la crisis y los resultados del “mo-
delo de desarrollo” impuesto.
Por un lado, el centro y norte es la parte más desarrollada, algo
beneficiada con el TLCAN, dispone de las mejores condiciones rela-
tivas de infraestructura productiva y los indicadores socioeconómi-
cos son superiores, aunque en términos relativos dispone de menos
recursos naturales que el sur.
El estado de Puebla, que se toma como punto de partida del Plan,
comparte ciertas características del centro-norte del país, en lo con-
cerniente a alguna infraestructura productiva, pero prevalecen más
las características socioeconómicas del sur. Estaba clasificado como
perteneciente al centro-este y a partir del PPP se considera en el sur-
sureste, sin explicación previa.

MAPA DE LA REGIÓN SUR-SURESTE DE MÉXICO

Por otro lado, el llamado sur-sureste39 (Puebla, Guerrero, Veracruz,


Oaxaca, Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo), es
expresión del desarrollo desigual del capitalismo, agravado en las con-
diciones estructurales del subdesarrollo. Tiene un secular y muy se-
rio rezago en su desarrollo socioeconómico, con débiles vínculos de
integración con el resto del país y con el exterior.
En esta zona se ubica el 84% de los municipios considerados de
alta y muy alta marginación40 y padece los costos medioambientales
por los daños que generan los procesos altamente contaminantes de
230 Sarah Rodríguez Torres

la industria petrolera y petroquímica. En contraposición, es sustan-


cial el aporte que tributa al ingreso nacional sin que esto se refleje en
los niveles de vida de la población del área, evidenciándose que los
beneficios de la riqueza generada por el petróleo no se han redistri-
buido regionalmente. Solamente desde el punto de vista energético,
por ser un importante proveedor, constituye una región estratégica
no solamente para la federación mexicana,41 sino para los Estados
Unidos y Centroamérica.
Este territorio de México, también, incluye el Istmo de Tehuante-
pec que por su ubicación geográfica tiene gran importancia estratégi-
ca —económica y militar—, históricamente contemplada en los
planes hegemónicos estadounidenses desde hace casi dos siglos.

MAPA DEL ISTMO CENTROAMERICANO

Continuando hacia el sur, el centro del continente, es decir, el Ist-


mo Centroamericano (Guatemala, Belice, Honduras, El Salvador,
Nicaragua, Costa Rica y Panamá) tiene características socioeconó-
micas42 muy similares al sur mexicano y un grado importante de afi-
nidad cultural e histórica, lo que en conjunto los identifica como
Mesoamérica. Paradójicamente, pese a su relativo atraso, que raya
en la miseria para casi la mitad de la población, es una zona de enor-
me significación estratégica43 por su apreciable riqueza y diversidad
en conocimientos ancestrales y en recursos naturales, como son: impor-
tantes yacimientos minerales, valiosas cuencas hidrológicas, y un for-
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 231

midable potencial boscoso y agroproductor. Entre sus riquezas natu-


rales y exclusivo patrimonio cultural comparten el llamado “corre-
dor biológico mesoamericano” y la “biosfera maya”.

¿Qué significa la incorporación de Colombia?

La incorporación de Colombia al PPP,44 es muy útil en el diseño de la


estrategia imperialista de dominación de la región latinoamericana
por diversas razones, entre ellas: Colombia es el punto geográfico
cardinal en la táctica de desplazamiento hacia Sudamérica de lo “pro-
yectado” con el PPP; su Gobierno es fiel a los intereses y decisiones
de Washington; está presto a pactar un TLC con los Estados Unidos,
de modo que quedarían “integrados” en TLCAN, CAFTA y TLC-
Colombia; en su territorio opera el contrainsurgente Plan Colombia,
supuestamente contra el narcotráfico, que sirvió de “inspiración” para
el recién aprobado Plan Mérida para Mesoamérica, de manera que
ya ambos planes se fusionan en el seno del Proyecto.
El papel contrainsurgente de Colombia queda reforzado con el re-
ciente pacto explícito para operar bases militares de los Estados Uni-
dos en territorio colombiano.

¿Modifican la noción de la antropología sociocultural


sobre Mesoamérica?

El Plan Puebla Panamá incluía a Mesoamérica, aunque rebasaba su


espacio al extenderse hasta Panamá.45 Además, con la inclusión de
Colombia, país sudamericano, el nombre del PPP ya dejaba de refle-
jar su espacio geográfico.46
La redefinición del nombre de este proyecto llama la atención por
muchas razones, entre ellas, si se considera que antropológicamente
por Mesoamérica se acostumbra designar una excepcional área so-
ciocultural —que aunque no es homogénea, sus pueblos comparten
historia, cultura e identidad en un grado más importante que los de
otros ámbitos americanos desde antes y después de la conquista es-
pañola—, cuyo territorio comienza en México y se extiende hasta
Nicaragua, y en ocasiones algunos estudios la amplían hasta Costa
Rica. Aunque considerando los rasgos culturales e históricos com-
partidos se puede incluir también a Panamá. Pero ahora los políticos
232 Sarah Rodríguez Torres

la redefinen geográfica y geopolíticamente y la expanden incluso hasta


Sudamérica al incluir Colombia, mediante un acto de voluntad sus-
crito en un acuerdo que llevará el nombre de Proyecto Mesoamérica.
¿Perfeccionamiento de la antropología sociocultural, ignorancia supi-
na o malévola distracción? Felipe Calderón, presidente de México,
en la inauguración de la X Cumbre dice: “…esta región tan nuestra,
Mesoamérica; que va de México hasta Colombia”.47
¿Por qué si el territorio se amplía el nombre se “reduce”? ¿Si ar-
ticulan el Plan Colombia y el Plan Puebla Panamá, por qué se susti-
tuye el nombre por Proyecto Mesoamérica? En el discurso oficial no
tienen respuestas estas interrogantes.

¿Cuál es la infraestructura
que se enfatiza en el Proyecto?

La infraestructura que se enfatiza es una novísima y flamante red de


comunicaciones, privilegiando un enfoque multimodal, integrada por:
• Varios corredores logísticos intermodales, consistentes en una
franja de hasta un kilómetro de ancho, a base de súper-autopis-
tas y ferrocarriles que se interconecten hacia los Estados Uni-
dos con otros análogos. Además en paralelo conllevan estructuras
subterráneas para gasoductos, oleoductos, acueductos o hidro-
vías, redes eléctricas y una red de energía de fibra óptica que
permite la comunicación en tiempo real a todo el corredor.48
• Corredores interoceánicos, conformados por tres canales secos
para construir en México, Honduras y Nicaragua, como alterna-
tivas al Canal de Panamá; así como por otros canales de agua,
hidrovías, posiblemente en Nicaragua, Panamá y Colombia. Se
conciben proyectos de transporte intermodal (puerto-carretera/
ferrocarril-puerto).
• Construcción y remodelación de grandes puertos de altura, entre
ellos Altamira y Veracruz,49 y modernos aeropuertos.
• Además cada país mejorará sus vías y construirá tramos adicio-
nales para conectarlas con estos corredores.
La iniciativa más avanzada es la de la integración y modernización
de los sistemas de transporte mesoamericanos con la característica
multimodal, combinando el servicio terrestre, aéreo y marítimo.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 233

El proyecto del ASPAN y el PPP (ahora Proyecto Mesoamérica)


se complementan para la construcción de estos corredores multimo-
dales gigantescos que se trazan desde Alaska hasta el sur de México
y de allí se conectarán con la infraestructura centroamericana, y en-
tre ellos por varios microcorredores.
El de la costa del Golfo de México será el megacorredor de Amé-
rica del Norte y llegará hasta el centro del imperio. En su parte mexi-
cana se traza desde la frontera con Texas hasta la península de
Yucatán, con enlaces en las fronteras hacia las vecinas Belice y Gua-
temala para continuar hacia el sur.

MAPA DE CORREDORES MULTIMODALES


EN CENTROAMÉRICA

El otro eje se extenderá por la costa del Pacífico Sur, partiendo de


la Ciudad de México hasta la frontera con Guatemala y de allí atra-
vesando toda Centroamérica hasta Panamá.
La infraestructura energética es otra especialmente privilegiada en
el Proyecto para el incremento de las capacidades de generación,
conducción y distribución de energía, principalmente eléctrica. Uno
234 Sarah Rodríguez Torres

de sus componentes es la construcción de represas e hidroeléctricas


para ser utilizadas en generar la energía que se requerirá para satisfa-
cer parte de la demanda del mercado energético de los Estados Uni-
dos y para el avance de los programas regionales que se desenvuelven
en este Mega-Proyecto. También se destaca el proyecto del Corredor
Eólico del Istmo de Tehuantepec.50
Se crea el Sistema de Interconexión Eléctrica para América Central
(SIEPAC), para la integración de las redes eléctricas desde Panamá
hasta Guatemala, conectando con ello la red centroamericana con
México, los Estados Unidos y Sudamérica. Es un negocio conjunto
de los gobiernos centroamericanos con grandes corporaciones extran-
jeras. En los nuevos proyectos para generar energía se considera que
la industria eléctrica sería el principal consumidor de gas natural.
Para consolidar la Autopista Mesoamericana de la Información
(AMI), se está construyendo una red de fibra óptica que conectará
los países centroamericanos. Este proyecto se combina con el SIEPAC,
para racionalizar los costos de las inversiones.
Se diseñó también el “Plan Energético de las Américas” para la
creación de un “mercado común de hidrocarburo” que considera co-
nectar el norte de Texas con el sur de Veracruz y construir un oleoducto
hasta Panamá, con pretensiones de extenderse hacia Colombia.
Como parte de la misma estrategia se crea en 1993 el “Corredor
Biológico Mesoamericano” (CBM), un multimillonario programa
compuesto de varios proyectos, presentado como iniciativa del Banco
Mundial, financiado también por el Banco Interamericano de Desarro-
llo, con la contribución de otros organismos internacionales como el
(PNUD) y el (PNUMA), entre ellos. Este programa es algo así como
un “concepto programático que enlaza ecosistemas naturales, comu-
nidades indígenas, pueblos, y tierras de cultivo…”.51
Financiados por estos proyectos de “investigación científica” y de
“conservación y desarrollo sustentable”, operan en el área: sospechosas
ONG’s preocupadas por cuestiones “ambientalistas” e “indigenistas”,
expertos investigadores en “conservación” de la biodiversidad proce-
dentes de universidades estadounidenses, transnacionales farmacéuti-
cas y biotecnológicas especializadas en bioprospección52 para patentar
códigos genéticos de fauna y flora, entre otros.53
En este territorio del CBM ya se desarrollaba otro mega-proyecto
entre capitales privados y gobiernos de los estados de la frontera sur
de México y países del istmo centroamericano54 para desarrollar el
turismo aprovechando las riquezas culturales y arqueológicas: el im-
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 235

portante proyecto turístico Mundo Maya. Es evidente que la infraes-


tructura que se enfatiza en este Proyecto no son alcantarillados, acue-
ductos, electricidad, escuelas y hospitales para elevar la calidad de
vida de una población que su mayoría vive marginada en condicio-
nes de pobreza y extrema pobreza.

¿Cuáles obras de desarrollo social destaca el Proyecto?

En el rubro de desarrollo social, aparecen las propuestas de México


para la construcción de Vivienda Social a Centroamérica y la crea-
ción del Instituto Mesoamericano de Salud Pública.
¿Solucionar la vivienda a la población para elevar su calidad de
vida o favorecer a las financieras y a las empresas constructoras? Para
este proyecto el Gobierno mexicano promueve microcréditos55 y asis-
tencia técnica. En medio de la crisis, se ofrece respaldo financiero
para un negocio que beneficiará a las financieras y empresas cons-
tructoras privadas. Este minúsculo fondo, de 33 millones, contrasta
ostensiblemente con los miles de millones destinados, en el mismo
Proyecto, a obras de infraestructura física.
También se acuerda la creación del Instituto Mesoamericano de Sa-
lud Pública56 (no se precisa la fuente de financiamiento) y una estrategia
para la compra conjunta de medicinas, vacunas e insumos médico-qui-
rúrgicos para la región. Lo que no dice es si se tiene en plan protegerse
de las transnacionales farmacéuticas que operan y monopolizan este
mercado, o si se les está formalizando un gran mercado.

¿Para qué y para quién es necesaria esta infraestructura?

La región del sur-sureste mexicano y el istmo centroamericano care-


ce de la infraestructura adecuada para la interconexión vial, energéti-
ca y de telecomunicaciones —indispensable en términos modernos—
para garantizar la explotación capitalista monopolista de la fuerza de
trabajo y de los codiciados recursos geoestratégicos. Con este propó-
sito se concibe este Plan, que ahora en su rediseño se concentra, no
por casualidad, en materia de infraestructura e interconectividad.
En esta región está ocurriendo un acelerado proceso de desregula-
ción, privatización, desnacionalización y transnacionalización en res-
puesta al proyecto geoestratégico continental del imperialismo
236 Sarah Rodríguez Torres

estadounidense en el cual participan, con un papel protagónico, go-


biernos y oligarquías del área en alianza con el gran capital financiero
y consorcios multinacionales.
El Plan está inteligentemente diseñado para resolver, con la eficiencia
característica del capital, la compleja dicotomía entre atraer inversiones
y la insuficiencia de la infraestructura necesaria para atraerlas.
¿Cómo se resuelve construir la infraestructura que le conviene? La
obras de infraestructura para lograr la integración física conveniente
a las transnacionales para operar en ese territorio son, a su vez, ejecu-
tadas por empresas transnacionales, únicas que disponen de la alta
tecnología requerida para los colosales proyectos, las que de inmediato
se benefician como ejecutoras de los proyectos, suministradoras de
servicios, venta de insumos y explotación de la fuerza de trabajo ba-
rata que emplean, por tanto, tienen estímulo para invertir.
¿Quién recibirá las ganancias? Las ganancias corresponderán a las
grandes empresas privadas que tienen en concesión la ejecución de
estos flamantes proyectos. Pero ¿quién pagará los costos? Aunque
puede haber inversiones privadas colocadas para algunos proyectos,
la construcción de las obras públicas de infraestructura física se fi-
nancian por los estados con sus recursos fiscales y con la ayuda de
préstamos57 —¿con cargo a la deuda externa?— por lo que finalmen-
te se pagarán, en gran medida, con lo recaudado mediante los im-
puestos de los contribuyentes, es decir, que para cargar con los costos
indirectamente se involucran los empobrecidos pueblos de la región.
Las ganancias se privatizan y los costos se socializan, con el corres-
pondiente detrimento de lo que potencialmente pudiera ser destina-
do a servicios sociales.
Los resultados de estas colosales obras de infraestructura queda-
rían privatizados, desregulados, al ser concesionados para su explota-
ción a las corporaciones transnacionales especializadas en la operación
de estos servicios, como son puertos, aeropuertos, carreteras, genera-
ción, transmisión y distribución de energía eléctrica, entre otros.
De manera que se resuelve atraer inversiones, para crear la infraes-
tructura proyectada y cumplir parte del proyecto hegemónico impe-
rialista, garantizándole a las transnacionales las altas ganancias que
desean percibir mediante un mecanismo de leyes laxas que le ofre-
cen todas las garantías legales para operar a su antojo, concesiones
para la ejecución de los proyectos y para su posterior explotación en el
largo plazo, mano de obra baratísima, apoyo oficial para el desplaza-
miento de la población de sus tierras ancestrales y ocupación de sus
territorios, etcétera.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 237

Esta infraestructura es para convertir Mesoamérica en una plata-


forma facilitadora para las necesidades del “libre comercio” funda-
mentalmente de los Estados Unidos, para acceder las corporaciones
transnacionales a la extracción de los recursos naturales, para propi-
ciar explotar a una enorme “masa” de trabajadores y para consolidar
la hegemonía estratégica del imperio del Norte.
Esta moderna infraestructura en la parte más estrecha del conti-
nente es de sumo interés para el comercio de los productos de la
industria de exportación estadounidense, sobre todo la situada en la
parte este hacia el Atlántico, que dispondrá de vías más expeditas
para sacar sus mercancías hacia la Cuenca del Pacífico y hacia la
Unión Europea; e incluso para la costa este de los Estados Unidos,
evadiendo los escollos geográficos.
A su vez, los crecientes volúmenes de importaciones estadounidenses
de mercancías producidas en los países asiáticos, requieren disponer de
una ruta eficiente para trasladar grandes volúmenes de productos que
tienen como destino la costa este de los Estados Unidos, estimulando
los dinámicos flujos comerciales con los países asiáticos.
En síntesis, la región mesoamericana se está habilitando para ser el
nexo entre los polos más importantes de la economía mundial, enla-
zando el Golfo de México con el Océano Pacífico.
La región garantiza por sus condiciones socioeconómicas la fuerza
de trabajo baratísima para la manipulación en puertos, aeropuertos,
almacenes, etc., disminuyendo los costos de operación y, consecuen-
temente, aumentando las ganancias de las empresas operadoras.58
Creada la infraestructura necesaria ¿existirá atracción para las gran-
des inversiones fundamentalmente extranjeras?, ¿quiénes se benefi-
ciarán con estas?
El megaproyecto se propone, aprovechando estas “ventajas com-
parativas”, atraer inversiones para transformar la región en una plata-
forma productiva-exportadora Oriente-Poniente y Norte-Sur.
Dentro de esta lógica de los “corredores económicos”, o “clus-
ters”, se desenvuelve parte de la estrategia de las inversiones de este
megaproyecto para convertir la región en una zona ensambladora bajo
el régimen de maquiladoras, aprovechando para su “especialización”
los recursos naturales disponibles y la fuerza de trabajo que el propio
mecanismo del Proyecto expulsa y absorbe.
Se expulsa fuerza de trabajo, con la necesaria invasión de miles y
miles de hectáreas de tierras en uso para construir las obras de infra-
estructura como son los corredores multimodales, las presas y los
parques eólicos.
238 Sarah Rodríguez Torres

Esta fuerza laboral expulsada por el mecanismo del Proyecto, uni-


da a la que de suyo ya vienen desplazando los efectos del TLCAN en
el espacio rural mexicano, más el desempleo característico de la re-
gión centroamericana —que posiblemente se incremente el rural con
motivo de la acción del CAFTA— crea una inmensa reserva de mano
de obra barata factible de explotar por el capital.
Por otra parte, las obras de infraestructura asimilan fuerza de traba-
jo para su construcción y posteriormente para su funcionamiento y
mantenimiento. Y las maquiladoras, industrias ensambladoras, pro-
cesadoras, las nuevas plantaciones agrícolas, etc., también son asimi-
ladoras de fuerza de trabajo.
Esta es una población flotante caracterizada por baja o ninguna esco-
larización, sin cultura de trabajo fabril y que se emplea por salarios rela-
tivamente muy bajos. Los directivos, ingenieros, técnicos y especialistas
generalmente son extranjeros empleados de las transnacionales.
Se crea un diabólica armazón que repele y asimila fuerza de traba-
jo, trocándose en un mecanismo de expoliación.
Otra arista en la estrategia de este mecanismo es el propósito de
que atrayendo inversiones se puede crear un “muro de contención”
de los crecientes flujos migratorios de Mesoamérica hacia los Esta-
dos Unidos, lo que en este momento es considerado un problema de
seguridad nacional por el imperio.
Continuando en la lógica de si existirá atracción para las grandes
inversiones fundamentalmente extranjeras, cabe destacar que una de
las atracciones para los desmanes cometidos en la época de la con-
quista colonial fue la explotación del metal de oro, ahora en época
“postmoderna” de la neocolonización imperial, los desmanes se co-
meten intentando monopolizar los recursos privilegiados a los que
metafóricamente se les ha llamado el oro negro, el oro azul y el oro
verde: el petróleo, el agua y la biodiversidad. Estos son poderosos
imanes para la atracción de inversiones facilitadas por la creación
oportuna de una infraestructura para su explotación.

¿Este Proyecto es una amenaza o una oportunidad


para la subregión?

Para esta reflexión es indispensable tener en cuenta el actual contex-


to imperialista internacional en lo político, económico, ideológico
neoliberal y militar.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 239

Los objetivos para los que se crea esta infraestructura y la valora-


ción de si constituye una oportunidad o una amenaza, tienen diver-
sas “lecturas”, en dependencia de la posición ideológica del intérprete,
según los intereses que represente.
En el discurso explícito oficial gubernamental, capitalista y neoli-
beral es una oportunidad para la subregión que ofrece un proyecto
para el desarrollo basado en inversiones para fortalecer el mercado y
con ello prometen desarrollo social y “combatir” la pobreza. Lo im-
plícito, es consolidar el control hegemónico imperialista estadouni-
dense en contubernio con gobiernos y cúpulas empresariales
latinoamericanas, lo que se considera necesario —en su lógica— para
la estabilidad y resguardo de sus intereses económicos y políticos,
por tanto, también es una oportunidad, visto desde esa posición.
Incluso las elitistas cúpulas empresariales de México y Centro-
américa tienen expectativas respecto a este Proyecto y celebran su
foro llamado “Oportunidades de Inversión y Desafíos para la Com-
petitividad en la Región Mesoamericana”.
Aquí se aplica la más engañosa simplificación de la lógica ortodoxa
neoliberal: estimúlese el mercado, con él las inversiones privadas que
crearán fuentes de trabajo y se erradicará la pobreza en la región.
Pero desde la perspectiva de los críticos no comprometidos con
esos intereses —políticos, académicos, religiosos, representantes de
movimientos sociales y de los pueblos—, se trata de una peligrosa
amenaza y advierten, según su perfil, una importante gama de posi-
bles consecuencias negativas: económicas, sociales, políticas, ecoló-
gicas, etcétera.
Los hechos reales hacen notorio que el aumento de inversión (pú-
blica o privada, nacional o extranjera), sin eliminar los problemas
esenciales que determinan la distribución y redistribución de los in-
gresos, no modifica automáticamente los niveles de vida de la pobla-
ción. La aplicación de las políticas neoliberales demuestra cómo se
puede estimular la inversión y polarizar la distribución de la riqueza
aumentando la pobreza de la mayoría.
Los componentes que supuestamente abordan la pobreza de la
región, son los favorecidos con menos financiamiento y los menos
avanzados en el tiempo transcurrido del mecanismo propuesto para
el desarrollo del territorio que abarca, por lo que algunos analistas
observan que se trata más de un plan de extracción y explotación de
recursos que de desarrollo.
240 Sarah Rodríguez Torres

Se está ante el riesgo de precipitar un proceso de descomposición


y desintegración de las comunidades indígenas, derivados de la ex-
propiación, exclusión, expulsión y explotación de las poblaciones y
de sus recursos, transformando el modo de vida y el medio ambiente
de la región respondiendo a intereses foráneos.
El proyecto tiene implicaciones contrainsurgentes, responde a los
intereses de seguridad nacional de los Estados Unidos y forma parte
del afán de posicionamiento geoestratégico del Pentágono en Améri-
ca Latina.

Consideraciones finales

¿Qué acontece en Honduras?

Una asonada golpista militar desatada al amanecer del pasado 28 de


junio de 2009, con la violación de los poderes constitucionales, se-
cuestrando violentamente a su presidente institucional, jefe de Esta-
do y de Gobierno y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas,
José Manuel Zelaya Rosales, elegido democráticamente por vota-
ción popular, y a la canciller Patricia Rodas, conduciéndolos a bases
militares y expulsándolos inmediatamente del país; instalando de facto
un Gobierno “civil” dictatorial. Desencadenándose por los militares
golpistas una serie de hechos violatorios de los derechos constitucio-
nales, civiles y diplomáticos, que ha recibido como respuesta un fuer-
te enfrentamiento con el pueblo, representado por los movimientos
sociales, que abogan por el restablecimiento del orden constitucional
quebrantado y el regreso de su presidente.
Crisis política en Honduras, estallido de aparentes contradicciones
internas; pero realmente ¿esta es la causa esencial de este conflicto o
es el motivo aprovechado para enmascarar lo que subyace?
¿Por qué un golpe militar precisamente en Honduras?
La República de Honduras tiene una enorme importancia en el pro-
yecto hegemónico imperial de los Estados Unidos sobre las Américas,
razón por la cual no le puede ser permitida ninguna acción de su política
que pueda desobedecer los dictados del “imperio del Norte”.
Honduras es pieza clave en el proyecto económico, político, mili-
tar y estratégico del imperio del Norte. Situada geográficamente en el
corazón de Centroamérica, con una historia de oligarquías dominan-
tes supeditadas a los intereses imperialistas de los Estados Unidos y
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 241

habiendo servido de base de operaciones del ejército estadounidense


y de apoyo a movimientos contrainsurgentes para la región.
Honduras, al igual que toda Centroamérica, está ávida de cambios
políticos y sociales a favor de los desposeídos, población mayoritaria
en la región, que chocan abiertamente con los intereses retrógrados
de una aún muy poderosa oligarquía recalcitrante, anclada en el pasa-
do, fervientemente plegada y vinculada a los intereses estadouniden-
ses en la región que, por supuesto, sigue inexorablemente los
“lineamientos” de la embajada yanqui que observa con descomunal
recelo cualquier intento de cambio contrario a sus intereses hegemó-
nicos. Complejo contexto que presenta cualquier proceso democrá-
tico, con algunas reivindicaciones sociales, incluso no radicales,
perfectamente asimilables en una democracia avanzada, como un
peligroso movimiento revolucionario que catalogan hasta de socia-
lista, en un sentido peyorativo.
Pero ¿son las decisiones de política interna o las de política externa
las más “peligrosas” para los intereses imperialistas? ¿Cómo se ha
proyectado la política exterior de Honduras?
Honduras, entre otras acciones, restableció relaciones diplomáti-
cas con Cuba el 27 de enero de 2002. Manuel Zelaya asumió la pre-
sidencia en enero de 2006, e instrumentó una política exterior de
diversificación en sus relaciones, en este sentido aproximándose al
ALBA,59 insertándose en el proyecto de Petrocaribe y culminando
con su definitiva incorporación al ALBA el 10 de octubre de 2008;
no obstante su apoyo a la Declaración de Villahermosa para el Proyecto
Mesoamérica y el Plan Mérida y, desde el 3 de marzo de 2005, el Con-
greso Nacional decidió también ratificar su adhesión al CAFTA.
Los acontecimientos de la actual coyuntura de Honduras, en sal-
vaguarda de los proyectos hegemónicos de los Estados Unidos, son
un peligro que se cierne sobre toda la región.

Notas
1
Comprende todos los territorios americanos al sur de los Estados Unidos, que
fueron colonias de España, Portugal y Francia, de los que provienen sus raíces
latinas.
2
Se considera el espacio geográfico, económico y político comprendido desde el
Río Bravo hasta la Patagonia, incluido el Caribe insular (en lo adelante la región).
3
Aquí se sintetizan ideas ampliamente debatidas y argumentadas en foros como
son la Alianza Social Continental, los Encuentros Hemisféricos de Lucha Contra
242 Sarah Rodríguez Torres

el ALCA, la Red Mexicana de Acción Frente al Libre Comercio y los Encuentros


Internacionales de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desarrollo.
4
Promulgada en agosto de 2002.
5
“Movilización continental contra el ALCA”, 24 de enero, 2002, en ALAI, http://
alainet.org/docs/1698.htm
6
Castro Ruz, Fidel: Discurso pronunciado el IV Encuentro Internacional de Eco-
nomistas, 15 de febrero del 2002.
7
Que permitiera concertar tratados comerciales que el Congreso puede aprobar o
rechazar, pero no modificar.
8
Promulgada en agosto de 2002.
9
Después de más de diez años de espera, al amparo de la Ley de Comercio 2002,
se pudo firmar este TLC, que entró en vigor en enero de 2004.
10
Central American Free Trade Agreement + Dominican Republic.
11
Como presidente de México, Vicente Fox Quesada; por Canadá el primer minis-
tro, Paul Martin; y el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush.
12
Quintana Roo, México, 29 al 31 de marzo de 2006; Québec, Canadá, 20 y 21 de
agosto de 2007; y Nueva Orleans, Estados Unidos, 21 y 22 de abril de 2008.
13
Objetivos tomados textuales de Noticias ASPAN. Sistema Internet de la Presi-
dencia, México.
14
Véase http://www.presidencia.gob.mx
15
Comunicado de prensa no. 145/06 Washington D.C., 15 de junio de 2006. Véase
el Comunicado en Dirección General de Comunicación Social. Secretaría de
Economía, México. Sistema Internet de la Presidencia.
16
Ibídem. (destacado de la auotra).
17
Consejo de la Competitividad de América del Norte (NACC). Antecedentes.
Sistema Internet de la Presidencia, México.
18
Ley de bioseguridad de organismos genéticamente modificables (marzo de 2005),
la Ley de sanidad animal (febrero de 2007), entre otras.
19
Los gobiernos del país no han garantizado que las ganancias de PEMEX se
reinviertan en la modernización del sector, por lo que presenta deficiencias inne-
gables. Véase: “Pronunciamiento del grupo Paz con Democracia sobre el patrimo-
nio petrolero de México”, mayo de 2008, firmado por destacados intelectuales
mexicanos, entre ellos Pablo González Casano y Ana Esther Ceceña.
20
Véase: Declaración Conjunta, 2006.
21
La Ley de Neutralidad fue promulgada por el presidente Lázaro Cárdenas el
10 de noviembre de 1939.
22
El desplazar la frontera del sur de los Estados Unidos o la de México ya tenía
antecedentes con el “Plan Sur”, desde julio 2001, mediante la militarización, por
parte de México, de su frontera con Guatemala y Belice, incluido el territorio del
Istmo de Tehuantepec, para detener y deportar a migrantes mayoritariamente
procedentes de Centroamérica con destino a territorio estadounidense.
23
Mecanismos de identificación biométrica en el programa Smart Border, entre otros.
24
La frontera norte de México y los Estados Unidos, de unos 3 200 km, se conside-
ra la más transitada del mundo, con aproximadamente 350 millones de personas
en tránsito al año, de las cuales entre 400 000 y 600 000 cruzan de forma ilegal,
provenientes de México, Centroamérica y el Caribe. Véase Peschard-Sverdrup,
Armand: “Mexico Alert: The Impact of the War on Iraq in Mexico”, Hemispheric
Focus, vol. 11, no. 10, abril de 2003.
Proyectos hegemónicos de los Estados Unidos para... 243

25
“Juntos, pero separados. Y ahí está el racismo antimexicano materializado en un
muro colosal que se expande en la frontera, repleto de policías, guardias naciona-
les, sistemas electrónicos de vigilancia, monitoreo sísmico, aviones espía, reflecto-
res y miles de muertos, mexicanos y latinoamericanos. Un muro que hace parecer
el de Berlín como una barda de vecindario”. John Saxe-Fernández: “México-
-Estados Unidos: seguridad y colonialidad energética”, México, 25 de junio de
2006. Versión electrónica en Internet.
26
En México, en febrero 2005, se aprobó la polémica Ley de Seguridad Nacional.
27
Versión electrónica de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos
en http://info4. juridicas.unam.mx/ijure/fed/9/.
28
Véanse: Proyecto de Decreto por el que se reforma la Ley orgánica de la adminis-
tración pública federal, Proyecto de Decreto por el que se reforma la Ley de la
Comisión reguladora de energía, Proyecto de Decreto por el que se reforma Ley
reglamentaria del artículo 27 constitucional. Disponibles en www.presidencia.
gob.mx
29
Creado en el año 2002 con la misión de disuadir, prevenir y vencer amenazas y
agresiones dirigidas al territorio e intereses de los Estados Unidos. Abarca el área
geográfica desde Alaska hasta México y su responsabilidad está en salvaguardar
la seguridad por aire, tierra y mar.
30
Según argumenta la investigadora Ana Esther Ceceña, en el caso de México
la militarización tiene característica propias “como la inclusión de nuestro
país en la esfera de seguridad estadounidense; la creación de cuerpos poli-
cíacos (como la Agencia Federal de Investigación) a semejanza de la Oficina
Federal de Investigación (FBI); formación de cuerpos especiales del ejército
y un involucramiento mayor de este en el combate al narcotráfico”, citado en
La Jornada, 18 de abril de 2007.
31
Secretaría de Relaciones Exteriores (http://www.sre.gob.mx)
32
Declaración de Villahermosa, 28 de junio de 2008. Sitio web del Plan Puebla-
Panamá.
33
Información oficial de la “Dirección Ejecutiva del Proyecto Mesoamérica”, en el
Portal Puebla Panamá.
34
Creado el 11 de enero de 1991, por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicara-
gua, Costa Rica y México. Posteriormente se incorporaron Belice y Panamá.
35
Véase: Plan Puebla-Panamá, Capítulo México, Documento base, marzo, 2001.
36
Véase: Declaración de Villahermosa, 28 de junio de 2008. Sitio web del Plan
Puebla-Panamá.
37
Acuerdo 23 de la Declaración de Villahermosa, 28 de junio de 2008. Sitio web del
Plan Puebla-Panamá.
38
El estado de Puebla sí tiene algún desarrollo industrial y también Costa Rica.
39
Aquí se asume la clasificación oficial para este proyecto que, por ejemplo, conside-
ra la península de Yucatán en el sur respecto a Puebla, sin atender a las líneas
geográficas que marcan las latitudes.
40
Habita el 74% de la población indígena del país.
41
Aporta al país diversos productos petroquímicos, más del 90% del petróleo y el
75% del gas natural. A través de una gran red de oleoductos y gasoductos abaste-
ce al centro y al norte del país. Además genera 65% de la energía hidroeléctrica del
país
244 Sarah Rodríguez Torres

42
Más del 60% de los mesoamericanos son pobres y generan más de la mitad del
total de migrantes indocumentados en los Estados Unidos.
43
Más adelante, en este trabajo, se relaciona con la problemática actual de Honduras.
44
Ingresa como miembro de pleno derecho en la VIII Cumbre del Mecanismo de
Tuxtla, el 11 de julio de 2006.
45
Recuérdese que incluso Panamá fue considerada parte de Sudamérica cuando
estaba integrada a Colombia, hasta 1903.
46
En un momento el presidente de Colombia, considerando su inclusión y jugando
con las siglas, propuso “Plan Puebla Putumayo” tomando el nombre del río de su
frontera sur.
47
Discurso en la ceremonia de inauguración de la X Cumbre del Mecanismo de
Diálogo y Concertación de Tuxtla, 28 de junio de 2008.
48
Al respecto el especialista John Saxe-Fernández informa: “Cada corredor contie-
ne carreteras para pasajeros de seis carriles, cuatro para camiones, seis vías férreas,
además de un amplio espacio para la distribución subterránea de gas, petróleo y
electricidad, requiriendo también extensos cruces, puentes e intersecciones. Se
estima que por cada milla (1,6 kilómetros) de corredor se necesitan derechos de
vía de 146 acres (58,4 hectáreas) con un costo de construcción de 31,4 millones de
dólares por milla”, La Jornada, México, 24 de mayo de 2007.
49
De vital importancia para trasladar gas, petróleo y petroquímicos hacia los Esta-
dos Unidos.
50
Según investigaciones auspiciadas por el Departamento de Energía de los Estados
Unidos y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (US-
AID).
51
WB-IDB: “The Mesoamerican Biological Corridor as a Vector for Sustainable De-
velopment in the Region: The Role of International Financing”, enero de 2001.
52
Algunos críticos con agudeza la llaman en este caso “biopiratería” y “saqueo
biótico de Mesoamérica”.
53
Véase, entre otros autores: Gian Carlo Delgado: Biodiversidad, Desarrollo Sustenta-
ble y Militarización. Esquemas de saqueo en Mesoamérica, Plaza y Valdés, España, 2004.
54
Belice, Guatemala, Honduras y El Salvador.
55
El presidente Calderón prometió: “…poner en marcha el Programa de Vi-
vienda Social en Centroamérica, con el que vamos a financiar la construcción de
hasta 50 000 casas, inicialmente, a partir de un fondo de 33 millones de dólares”.
(¿660 dólares para cada casa?) Mensaje a los medios de comunicación al término
de la X Cumbre, 28 de junio de 2008. Nota Informativa. Presidencia de la
República. Sistema Internet.
56
Acuerdo 28 de la Declaración de Villahermosa, 28 de junio de 2008. Sitio web del
Plan Puebla-Panamá.
57
Los principales prestamistas de estos proyectos son el Banco Mundial (BM), el
Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Corporación Andina de Fomento
(CAF), el Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE), la Unión
Europea, así como agencias de desarrollo de los gobiernos de varios países.
58
Téngase en cuenta las diferencias salariales con los obreros en los Estados Uni-
dos para estas manipulaciones.
59
Alternativa Bolivariana para América Latina y el Caribe. Renombrada Alianza
Bolivariana para las Américas.
Desenvolvimiento global capitalista
y transición al socialismo
en la periferia.
Una reconceptualización
teórico-metodológica

YOANDRIS SIERRA LARA

Introducción

Los fundamentos científicos de la transición al socialismo aparecen


en Marx y se desarrollan en Lenin, pero los cambios sucedidos en la
sociedad y economía capitalista contemporánea hacen que, si bien
estos fundamentos puedan seguir siendo las bases o puntos de parti-
da para un análisis actualizado, son por sí mismos insuficientes para
abordar el problema tanto de la interpretación del desenvolvimiento
global capitalista, como los procesos de transición y construcción
socialista.
La teoría económica marxista posterior a Lenin no ha logrado captar
en todos los momentos, y en toda su magnitud, los cambios acaecidos
en la dinámica del capitalismo y consecuentemente en las condicio-
nes y vicisitudes de la transición y construcción del socialismo.
Creemos que está totalmente en lo cierto el economista cubano
Víctor Figueroa cuando refiere que “la teoría de este período [se re-
fiere al período de transición al socialismo] quedó subsumida, ape-
nas como un simple apéndice, en la economía política del Socialismo”.1
Y lo más paradójico es que la teoría de la transición que se había
incorporado definitivamente a la economía política del socialismo,
246 Yohandris Sierra Lara

estaba prácticamente en el mismo estado de desarrollo en que la ha-


bía dejado Lenin casi un siglo atrás. Simplemente, el pensamiento
económico posterior ha podido hacer muy poco para contextualizar
la teoría económica del desarrollo capitalista y la transición al socia-
lismo, a excepción de honrosas personalidades cuyos aportes son aún
insuficientes.
En nuestra opinión, no solo se precisa desarrollar la economía po-
lítica de la construcción del Socialismo, sino también y quizás con
más urgencia e incluso pertinencia, trabajar la teoría económica de la
transición en su estrecho vínculo con la dinámica real del capitalis-
mo contemporáneo, lo que exige un enfoque teórico que conecte
dialécticamente la mecánica del desenvolvimiento capitalista con-
temporáneo con las potencialidades de la transición socialista, sobre
todo en la periferia.
Sería rescatar el que creemos haya sido el procedimiento seguido
por los clásicos: interpretar el desenvolvimiento capitalista y sobre
dicha base elaborar hipótesis constructivas acerca de la transición al
socialismo.
A partir de trabajos desarrollados en esta temática del desenvol-
vimiento global capitalista2 hemos encontrado que este se articula
alrededor de tres ejes fundamentales. Estos ejes son: a) la forma histó-
rica de la propiedad privada capitalista, b) el comportamiento his-
tórico de la cuota de ganancia, c) el comportamiento histórico de un
grupo de variables interrelacionadas que son: el patrón de acumula-
ción del capital social, la dimensión y el papel económico del Estado
Nación, el carácter, rol y naturaleza del Sistema Monetario Financie-
ro Internacional y el cuerpo social, político e institucional.
Por su parte, los tres ejes están interrelacionados dialécticamente,
y tienen como base común la correspondencia fuerzas productivas-
relaciones sociales de producción. Los dos ejes primeros tienen una
cierta correlación con las premisas materiales de la transición al so-
cialismo. El eje a está asociado por los mismos clásicos como el ges-
tor de las premisas materiales de la transición al socialismo; el eje b, si
bien de forma mucho menos intencional y fundamentada que en el
caso del eje a, se toma en cierto sentido como catalizador o atenuan-
Desenvolvimiento global capitalista y ... 247

te de las premisas materiales; sin embargo, para el caso del eje c, un


eje que consideramos clave en la dinámica del capitalismo pues ga-
rantiza su funcionalidad como sistema, no existe prácticamente nin-
gún referente teórico de cómo afecta a las premisas materiales de la
transición al socialismo.
El eje a, se ubica en el nivel esencial del desenvolvimiento capita-
lista que se expresa históricamente como la sucesión acumulativa de
fases y estadíos del desarrollo capitalista. El eje b, se ubica en el nivel
de comportamiento de la valorización del capital que se expresa his-
tóricamente como ondas largas ascendentes, crisis estructurales, on-
das largas descendentes y puntos de inflexión. El eje c por su parte,
se ubica en el nivel funcional del desenvolvimiento capitalista. Este
nivel se expresa históricamente como la sucesión recurrente de mo-
delos globales de acumulación capitalista. La recurrencia se expresa
en la sucesión histórica de modelos globales típicamente productivo
comerciales y modelos globales típicamente especulativo financiero.
Debemos destacar que, si bien la teoría económica ha realizado
una fundamentación más o menos desarrollada sobre el influjo que
realizan los niveles esencial y de comportamiento de la valorización
del capital del desenvolvimiento capitalista en las premisas materia-
les de la transición al socialismo, es prácticamente inexistente dicha
fundamentación para el caso del nivel funcional, lo que se expresa
concretamente en que no existe un reconocimiento teórico de cómo
los modelos globales de acumulación capitalista se relacionan con
las premisas materiales de la transición al socialismo. Esto nos lleva
a plantearnos el siguiente problema científico: ¿Cómo influyen los
modelos globales de acumulación capitalista en las condiciones de
realización de las premisas materiales de la transición al socialismo
en el contexto del capitalismo periférico?
Sobre esa base, hemos descrito el siguiente objetivo a cumplir en
este ensayo:
Establecer teóricamente la influencia de los modelos globales
de acumulación capitalista en la realización de las premisas ma-
teriales de la transición al socialismo en el contexto del capita-
lismo periférico.
248 Yohandris Sierra Lara

1. Relación general entre los modelos globales


de acumulación capitalista y las premisas materiales de
la transición al socialismo

1a) Nuestra interpretación del desenvolvimiento global


capitalista

Por modelo global de acumulación capitalista vamos a entender


la estructura sistémica que genera el capitalismo para garantizar la valo-
rización, acumulación y reproducción del capital social en su conjunto.
Permite al sistema integrarse funcionalmente a escala nacional e inter-
nacional y cumple con el rol de realizar su esencia. En su estructura
contiene toda la información proveniente de los niveles más básicos del
desenvolvimiento global capitalista. Es decir, el grado de desarrollo his-
tórico del sistema lo obtiene del nivel esencial mientras la coyuntura del
ciclo económico la recibe del nivel de comportamiento. la conforma-
ción de tal modelo global conjuga la capacidad consciente y espontánea
de construcción económica del sistema capitalista.
Los tres ejes descritos en la introducción aparecen atravesados verti-
calmente por la correspondencia fuerzas productivas–relaciones socia-
les de producción, de manera que los cambios objetivos brotan de la
influencia de esta correspondencia y conlleva a un acople en los tres
niveles donde estos se complementan y se vinculan orgánicamente.
Para explicar las interrelaciones de los distintos niveles de desen-
volvimiento global capitalista hemos empleado la categoría analíti-
ca: tipo de correspondencia, y hemos identificado cuatro variantes o
tipos: Correspondencia normal, el desarrollo objetivo de las fuerzas
productivas aún es rentable para el capital social; Correspondencia
crítica, aquí las fuerzas productivas comienzan a tener en las relacio-
nes sociales de producción vigentes una traba objetiva para su normal
funcionamiento; Correspondencia perdida, aquí las relaciones socia-
les de producción se han convertido en una traba absoluta para el
desarrollo normal de las fuerzas productivas y pasan a transformarse;
Correspondencia corregida, las relaciones sociales de producción trans-
formadas son ya capaces de asimilar una nueva generación de fuer-
zas productivas.
La Tabla 1 muestra cómo cada nivel de desenvolvimiento se ajus-
ta a los requerimientos de la correspondencia y lo más notorio es
observar cómo el sistema se organiza globalmente para hacer frente
a las exigencias de esta fuerza endógena.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 249

TABLA 1
ESQUEMA SINTÉTICO
DEL DESENVOLVIMIENTO GLOBAL CAPITALISTA

Momentos Impacto sobre Impacto sobre el nivel Impacto sobre


de correspondencia el nivel esencial de comportamiento el nivel funcional
Momento I
Correspondencia Rige un estadío Desarrollo de onda Modelo global
normal de desarrollo larga ascendente típicamente productivo
capitalista comercial
(ej. Keynesianismo
/Neokeynesianismo)
Momento II
Correspondencia Crisis estructural. Crisis estructural Fase de transición
crítica intrasistema o intermodelo
global capitalista
Transición proespecu-
lativa-financiera
Momento III
Correspondencia Se inicia la gesta- Desarrollo de onda Modelo global
perdida ción de un estadío larga descendente típicamente especu-
históricamente lativo-Financiero
superior de (ej. Neoliberalismo)
desarrollo capitalista
Momento IV
Correspondencia Continúa y se Punto de inflexión Transición intrasistema
corregida completa la hacia una onda o intermodelo global
gestación de un larga ascendente capitalista.
estadío histórica- Transición proproductiva
mente superior comercial
que se consolida
a plenitud durante
la futura onda
larga ascendente.

Elaborado por el autor.

En la Esquema 1 aparecen los tres esquemas en un plano que de-


muestra el movimiento histórico —lógico del capitalismo. Como puede
apreciarse la mayor correlación histórica se establece entre el nivel de
comportamiento y el nivel funcional, de manera que en los picos del
nivel de comportamiento se establece un modelo global típicamente
productivo comercial, ante la caída del pico se da una transición inter
modelo global, en el fondo del nivel de comportamiento se aplica un
modelo global típicamente especulativo-financiero que comienza a
disolverse cuando el ciclo comienza nuevamente a ascender.
ESQUEMA SINTÉTICO
250

DEL DESENVOLVIMIENTO GLOBAL CAPITALISTA


Yohandris Sierra Lara
Desenvolvimiento global capitalista y ... 251

A este proceso de incesante transmutación de modelos globales


de acumulación capitalista le denominamos ciclo funcional del capi-
talismo. Este ciclo funcional aparece como un auténtico remedio a
las exigencias históricas de la correspondencia. Como veremos más
adelante su influencia en las premisas materiales de la transición al
socialismo es importantísima y prácticamente inexplorada por la teoría
económica marxista.
Por su importancia para entender la relación del ciclo funcional
con las premisas materiales de la transición al socialismo, debemos
resaltar que las transmutaciones ocurren entre dos modelos globales
tipos en las condiciones del imperialismo: modelos globales de acu-
mulación capitalista típicamente productivos comerciales —mode-
los globales típicamente especulativos financieros. A las transiciones
entre ellos las denominamos transición proproductiva comercial
(cuando el sistema va de un modelo global típicamente especulativo
financiero a uno típicamente productivo comercial) y transición proes-
peculativa financiera (cuando sucede lo contrario).
Cada modelo global tipo da una organización ajustada y coherente
a sus variables funcionales, en un proceso que puede ser verificado
histórica y lógicamente. Esto se puede verificar en la Esquema 2.
Estas características son tratadas acá en su mayor grado de “pure-
za”. Sabemos que en la vida real no se muestra de forma tan radical;
pero si analizamos cada variable funcional en identidad consigo mis-
ma en distintos períodos de tiempo se observará que tales caracterís-
ticas llegan a ser reales y su significación no es solamente académica
sino que tiene un alto peso en las cuestiones del funcionamiento real
del capitalismo.
252 Yohandris Sierra Lara

ESTRUCTURA GENERAL Y CONFORMACIÓN ESPECÍFICA


DEL MODELO GLOBAL DE ACUMULACIÓN CAPITALISTA

Elaborado por el autor.


Desenvolvimiento global capitalista y ... 253

1b) Los niveles de desenvolvimiento global capitalista


y su relación con las premisas materiales
de la transición al socialismo

Cada uno de los niveles de desenvolvimiento global capitalista guar-


da una relación específica con las premisas materiales de la transi-
ción al socialismo. Esto es sumamente importante si se concibe el
proceso socialista como un proceso alternativo, es decir, no como un
proceso fatal e ineludible donde entonces poco importaría el peso y
rol de cada nivel de desenvolvimiento global capitalista sobre dichas
premisas. Es decir, es relevante desde el momento que se concibe la
transición al socialismo como un proceso oportunista dentro del capi-
talismo, entiéndase un desenlace vertical y no horizontal. Veamos en-
tonces la implicación que cada nivel tiene en particular para las
premisas materiales de esa transición.
Puede plantearse que el estudio realizado por Marx y Lenin acerca
del capitalismo redujo en alto grado a su nivel esencial, y permitió
demostrar tanto la dinámica más profunda del sistema capitalista
como la generación de las premisas materiales de la transición al so-
cialismo. Así, se puede plantear que es el nivel esencial de desenvol-
vimiento capitalista el que genera estas premisas.
El Imperialismo como fase superior del desarrollo capitalista, ex-
presa con mayor fuerza las premisas materiales de la transición y una
presión acumulativa mayor para su realización. Igual sucede con cada
nuevo estadío de desarrollo. De manera que mientras más avanzado
históricamente esté el régimen del capital, más exacerbadas estarán
las premisas materiales de esa transición.
Pareciera entonces como si desde Marx hasta hoy solo hubiese
fallado el factor subjetivo para realizar dichas premisas. Nosotros
creemos que, si bien es bastante complejo el “mundo” del factor
subjetivo, las causas para que tales premisas materiales no se hayan
realizado a lo largo de la historia están tan asociadas a la dinámica
misma del capitalismo como a los fallos del factor subjetivo pues,
como veremos más adelante, existen mecanismos objetivos capaces
de prácticamente anular cualquier tipo de empuje subjetivo, e inclu-
so hasta de impactar contra la misma posibilidad de un factor subje-
tivo dispuesto al cambio histórico.
Pero creemos que desde la perspectiva del nivel esencial no logra-
ría nunca interpretarse lo que más adelante explicaremos.
254 Yohandris Sierra Lara

Ya vimos que el nivel de comportamiento de la valorización del


capital se superpone en el nivel esencial. esto significa que el capita-
lismo accede a nuevas fases y estadíos en su desarrollo, pero al mis-
mo tiempo describe ciclos económicos cortos y largos. Especialmente
los ciclos largos son significativos para entender la dinámica históri-
ca del sistema y para entender también cómo se comportan las pre-
misas materiales de la transición. Este nivel de comportamiento
participa básicamente catalizando o atenuando cíclicamente las pre-
misas materiales creadas por el nivel esencial.
Este nivel, a diferencia del esencial y similitud del funcional; actúa
como una tijera sobre las premisas materiales de la transición, y enfá-
ticamente sobre sus potencialidades de realización. Como una tijera
porque separa el comportamiento objetivo del sistema y el factor
subjetivo. El objetivo asociado al comportamiento económico y el
subjetivo obviamente reducido al comportamiento político del suje-
to potencialmente revolucionario.
La consideración más convencional define que existe una relación
inversa entre situación económica y situación política. Si se define
situación política como efervescencia social, descontento, revueltas,
etcétera, no estaríamos en contra de tal criterio, pero sería demasiado
forzado pretender que situación política signifique comportamiento
revolucionario.
De cualquier manera, consideramos que una vanguardia política
suficientemente inteligente y verdaderamente protagonista puede
convertir el descontento y la desilusión con el sistema en una fuerza
revolucionaria, así que al menos puede actuar dicha situación políti-
ca como antecedente de la situación revolucionaria.
Sea como fuese, habría entonces una relación inversa entre com-
portamiento económico y comportamiento político o subjetivo. Esto
daría que durante las ondas largas ascendentes, en las que puede pri-
mar una situación económica favorable, se desactive en algún senti-
do el factor subjetivo, sucediendo lo contrario durante una onda larga
descendente.
Convencionalmente se reconoce una situación económica desfa-
vorable, o calamitosa como “condición objetiva” creada para la tran-
sición al socialismo.3 Y nuevamente se lamenta el hecho de que el
factor subjetivo no esté dispuesto para la revolución socialista. Cree-
mos que reducir las condiciones objetivas a la situación económica
coyuntural expresada en una determinada onda larga del sistema es
un serio error que ha cometido la teoría económica de la transición al
Desenvolvimiento global capitalista y ... 255

socialismo en la periferia; y su raíz está en no tomar en consideración


que bajo cualquier momento del ciclo largo o “situación económica”
existente, el sistema capitalista está empleando algún modelo global
de acumulación capitalista que es en definitiva el que establece la
funcionalidad capitalista sobre el nivel esencial y el de comporta-
miento.
Como mismo el nivel de comportamiento de la valorización del
capital queda contenido en el nivel funcional, el modelo global vi-
gente contiene en su interior la coyuntura corriente de la cuota de
ganancias y demás indicadores económicos del sistema. Pero como
ya vimos con anterioridad, el modelo global está diseñado como una
estructura sistémica capaz de garantizar el proceso vital del capitalis-
mo bajo cualquier circunstancia.
De forma tal que la situación económica es solo un dato más en la
sustancia total del modelo global. Esto indica que las condiciones
objetivas no se reducen a la situación económica sino que estas están
dadas en las condiciones de funcionalidad sistémica que establece el
modelo global vigente.
El factor subjetivo no se enfrenta solo a la situación económica,
sino a una dinámica mucho más potente y abarcadora: la funcionali-
dad sistémica del modelo global de acumulación capitalista vigente.
En circunstancia: los sujetos revolucionarios no se enfrentan a la ca-
lamitosa situación económica engendrada por el neoliberalismo sino
a la funcionalidad sistémica de este modelo global.
La función de mediador que realiza el nivel funcional entre el nivel
de comportamiento de la valorización del capital y las premisas ma-
teriales consiste concretamente en que, si bien mantiene la relación
inversa que se da en el ciclo económico largo entre situación econó-
mica y situación política; reduce esta situación económica a una sim-
ple variable, una más dentro de la funcionalidad sistémica del modelo
global, haciendo que el sujeto potencialmente revolucionario cierta-
mente se estimule, pero habrá de enfrentarse a la mismísima lógica
del modelo global vigente y en última instancia al ciclo funcional del
capital. De modo que la teoría económica debe centrarse en la rela-
ción más compleja: funcionalidad sistémica-funcionalidad subjetiva en el
capitalismo periférico en pos de la realización de las premisas materiales.
Reconocer que el sistema capitalista es una especie de mecanismo
de desenvolvimiento con tres niveles específicos conlleva entonces
necesariamente a analizar el influjo total de este mecanismo en las
premisas materiales de la transición al socialismo. Hacerlo desde la
256 Yohandris Sierra Lara

posición del modelo global es totalmente pertinente debido a que el


nivel funcional incluye en sí el grado de desarrollo histórico del Siste-
ma —dado por el nivel esencial—, y la coyuntura económica —dado
por el nivel de comportamiento de la valorización del capital—,
e incluye la influencia de sus propias variables funcionales.
De forma general se puede plantear que el nivel esencial genera las
premisas materiales de la transición al socialismo. La misma suce-
sión de fases y estadíos de desarrollo capitalista que en dicho nivel
ocurren son la forma que ha encontrado el capitalismo de postergar
la realización de estas premisas al tiempo que arriba como sistema a
grados de desarrollo que tienden a fortalecer aún más dichas premi-
sas. El nivel de comportamiento de la valorización del capital impac-
ta en las premisas materiales como una tijera: unas veces estimula el
sujeto histórico del cambio, en otras ocasiones estimula la misma
dimensión material de estas premisas. El modelo global actúa como
respuesta más desarrollada del capitalismo a sus mismas contradic-
ciones internas. Dicho modelo global sustituye con su funcionalidad
sistémica —y subjetiva como veremos más adelante, a las condicio-
nes objetivas reducidas a situación económica—, y hace que el suje-
to histórico deba enfrentar su lógica de funcionamiento para poder
realizar las premisas materiales de la transición al socialismo.

1c) Relación general entre los modelos globales


de acumulación capitalista y las premisas materiales
de la transición al socialismo

El funcionamiento capitalista periférico así como la realización de


las premisas materiales de la transición al socialismo están altamente
condicionados por la vigencia de los modelos globales de acumula-
ción capitalista. Concretamente por la imposición que ellos realizan
de un tipo específico de funcionalidad capitalista, concreta en la fun-
cionalidad sistémica y la funcionalidad subjetiva.
Por funcionalidad sistémica vamos a entender el comportamiento
económico del sistema capitalista ajustado a un determinado mode-
lo global de acumulación y especialmente a las interacciones dialéc-
ticas entre las variables funcionales de dicho modelo. Es importante
en este punto recordar que el modelo global contiene además de sus
propias variables funcionales, toda la información derivada de los
niveles esencial y de comportamiento del desenvolvimiento capita-
Desenvolvimiento global capitalista y ... 257

lista. Por tanto, la funcionalidad sistémica registra también el grado


de desarrollo histórico del régimen capitalista y la coyuntura del ci-
clo económico. En síntesis, la funcionalidad sistémica expresa el com-
portamiento funcional del capitalismo en un estadío de desarrollo y
en una coyuntura del ciclo económico determinada.
Cada variable funcional del modelo global está asociada a un im-
pacto específico en el funcionamiento del capitalismo periférico. El
patrón de acumulación establece el grado de correspondencia fuerzas
productivas-relaciones sociales de producción capitalista así como influye
significativamente en el complejo contradictorio de la acumulación. La
Dimensión económica del Estado-Nación como variable funcional esta-
blece el grado de fortaleza y funcionalidad económica-política del Estado-
Nación así como influye significativamente en el complejo contradictorio
del Estado. La naturaleza y rol del sistema monetario financiero inter-
nacional incide simultáneamente en el grado de correspondencia y el
complejo contradictorio de la acumulación, como en el grado de fortaleza y
funcionalidad económica política del Estado-Nación y el complejo contra-
dictorio del Estado. La variable funcional Cuerpo Social-Institucional-Po-
lítico, ajustada en gran parte —aunque no absolutamente— por el
patrón de acumulación vigente, establece el grado de funcionalidad so-
cial, política e institucional así como influye significativamente en el
complejo contradictorio del cuerpo social.
Es prudente en este punto explicar las categorías antes mencionadas.
Llamamos grado de correspondencia fuerzas productivas-relaciones so-
ciales de producción al nivel que ocupa el núcleo de desarrollo histórico
de las fuerzas productivas en una supuesta banda de flotación que
tiene su límite mínimo en el grado de desarrollo histórico impres-
cindible de las fuerzas productivas que puede sostener un determina-
do sistema de relaciones sociales de producción, y el límite máximo
que muestra el tope de desarrollo histórico de las fuerzas productivas
bajo tal sistema de relaciones sociales de producción.
Esta categoría nos permite caracterizar el grado de potencia histórica
de cada polo del sistema capitalista. Así, hablamos de grado de correspon-
dencia alta cuando el núcleo de fuerzas productivas está cercano al
límite máximo dado por las relaciones sociales de producción capita-
listas vigentes y grado de correspondencia baja cuando el núcleo está
alejado de todas las potencialidades que brinda el sistema.
Para el capitalismo periférico, el grado de correspondencia va a estar
condicionado por el modelo global de acumulación capitalista. Esto
porque la lógica funcional de dicho modelo global tributa positiva o
258 Yohandris Sierra Lara

negativamente a tal grado de correspondencia. Los modelos globales


típicamente productivos comerciales tienen un impacto positivo en
el grado de correspondencia, mientras que los modelos globales típi-
camente especulativos financieros tienen un impacto negativo.
Como se puede apreciar, este tipo de movimiento no suplanta la
diferenciación socioeconómica entre el centro y la periferia, solo la
refuerza o debilita de forma relativa cada cierto período de tiempo.
Simplemente, hay modelos globales de acumulación capitalista que
actúan de forma menos agresiva en la periferia para solucionar deter-
minadas tareas del desarrollo, mientras otros solo actúan como ex-
tremos mecanismos de saqueo.4
El complejo contradictorio de la acumulación se refiere al despliegue
del sistema de contradicciones inmanentes a la acumulación capita-
lista. En el nivel esencial del sistema, estas contradicciones están
contextualizadas en la contradicción entre el carácter cada vez más
social de la producción y el carácter permanentemente privado de la
apropiación, sobre esta base se han generado las premisas materiales
de la transición al socialismo. En el nivel funcional, este sistema contra-
dictorio se establece en torno a las variantes que asume la acumulación
capitalista en el plano del imperialismo. Ya hemos visto que hay dos
variantes posibles: la acumulación productiva comercial y la acumulación
especulativa financiera. Precisamente, en el contexto capitalista la contra-
dicción fundamental permanece, pero se le agrega dialécticamente
la contradicción entre estas dos variantes. Es obvio ahora que cada
modelo global establece su propio patrón de acumulación específico.
Tanto el grado de correspondencia como el complejo contradictorio de la
acumulación están relacionados con las premisas materiales de la tran-
sición al socialismo. El grado de correspondencia porque indica la
potencia de las contradicciones del capitalismo emanadas de su pro-
ceso fundamental, que es la producción, así como la potencia real
con la que cuenta el país para iniciar un proceso como el socialismo;
el complejo contradictorio de la acumulación porque indica las contradic-
ciones más urgentes o directas de la racionalidad capitalista vigente.
Llamamos grado de fortaleza y funcionalidad económica-política
del Estado-Nación a la expresión siempre relativa del poderío funcio-
nal del Estado. El Estado-Nación-periférico siempre va ser más débil
que el Estado-Nación-central —este es el resultado de la diferencia-
ción económica, social y política proveniente del nivel esencial del
desenvolvimiento capitalista—, pero el Estado-Nación-periférico verá
acentuada o atenuada su debilidad funcional a partir del tipo de mo-
Desenvolvimiento global capitalista y ... 259

delo global vigente y de la funcionalidad que este establece. Los


modelos globales típicamente productivos comerciales elevan el gra-
do de funcionalidad del Estado-Nación-periférico, mientras que los
modelos globales típicamente especulativos-financieros disminuyen
dicho grado de funcionalidad.
Como podrá apreciarse, este tipo de movimiento funcional no está
directamente asociado a la naturaleza del Estado como expresión
mayúscula de la división en clases de la sociedad; es decir, este movi-
miento no anula para nada la cuestión esencial del Estado; pero si
modifica a la altura del nivel funcional del sistema capitalista el com-
portamiento concreto de dicho Estado.
Esto puede entenderse mejor al analizar el denominado complejo
contradictorio del Estado-Nación. Aquí se refiere al despliegue del siste-
ma de contradicciones inmanentes al estado capitalista. En el nivel
esencial, esta contradicción está dada entre el carácter aún represen-
tativo de la propiedad privada que este Estado realiza y el carácter
eminentemente social del proceso de producción que intenta regular.
A este nivel la solución está en la socialización de dicho Estado. En
el nivel funcional, esta contradicción se establece entre las diferentes
variantes funcionales que asume el Estado para garantizar la preva-
lencia del sistema. Dígase retrotraerse relativamente del proceso eco-
nómico, o situarse en el mismo centro de él, o en términos más
contrastantes: asumir una posición activa o una posición pasiva en el
proceso de reproducción del capital. Esta contraposición funcional
no quita para nada la contradicción esencial, pero ciertamente la com-
plementa e impacta de diferente manera, en la realización de las pre-
misas materiales, aspectos que analizaremos más adelante.
Tanto el grado de fortaleza y funcionalidad económica-política como el
complejo contradictorio del Estado están relacionados con las premisas
materiales de la transición al socialismo. El grado porque indica clara-
mente la fortaleza de la institución desde la cual se va a comandar la
nación, porque indica el alcance real de la toma del poder político, en-
tendiendo por real el acceso a los recursos y procesos económicos de la
nación, así como la capacidad de regulación nacional e internacional del
proceso económico. El complejo contradictorio porque indica las contra-
dicciones más urgentes o directas de la racionalidad capitalista vigente.
Llamamos grado de funcionalidad social, política e institucional a la ma-
yor o menor capacidad del cuerpo social, político e institucional de fun-
cionar de manera orgánica, coherente e integrada. Los países periféricos
se caracterizan en su mayoría por presentar un comportamiento social,
260 Yohandris Sierra Lara

político e institucional mucho menos dinámico que el capitalismo


central. Pero dentro del esquema del propio capitalismo periférico,
esta funcionalidad puede ser mayor o menor en el tiempo. Esto va
estar en muy alto grado condicionado por el modelo global vigente, y
enfáticamente por el patrón de acumulación empleado, de forma que
los modelos globales típicamente productivos comerciales tienen un
impacto positivo en ella, mientras que los modelos globales típica-
mente especulativos financieros tienen un impacto negativo.
El complejo contradictorio del cuerpo social se refiere al despliegue del
sistema de contradicciones inmanentes a este cuerpo. En el nivel esen-
cial, tal complejo está situado en torno a la confrontación entre los
grupos y clases sociales que generan la riqueza del país y los grupos o
clases sociales que se la apropian y que se hacen representar en el
Estado. Esta contradicción tiene como solución obviamente la Re-
volución. Ahora, a nivel funcional la contradicción pasa a gestarse
entre las variantes típicas de funcionalidad social, política e institu-
cional que asume el capitalismo movido por la influencia del ciclo
funcional. Ya hemos visto las dos variantes posibles en torno a dicha
funcionalidad. Finalmente, la contradicción clasista —proveniente
del nivel esencial del desenvolvimiento capitalista— permanece, pero
se le agrega dialécticamente la contradicción que establece el nivel
funcional. No hay suplantación, sino complementación.
Tanto el grado de funcionalidad como el complejo contradictorio del cuerpo
social, político e institucional, están relacionados con las premisas ma-
teriales de la transición al socialismo. El grado de funcionalidad por-
que indica las condiciones objetivas, materiales que sustentan la
organización política de las clases o grupos potencialmente revolu-
cionarios, así como la conciencia de pertenecer a dichas clases o gru-
pos; el complejo contradictorio porque indica las contradicciones más
urgentes o directas de la racionalidad capitalista vigente.
Por otra parte, reconocemos como funcionalidad subjetiva la expresión
objetiva que tiene la funcionalidad sistémica vigente en la conciencia
social, principalmente en los sujetos potencialmente revolucionarios.
La interacción dialéctica entre la funcionalidad sistémica y subje-
tiva condicionan la estrategia y las posibles tácticas revolucionarias a
seguir por los sujetos históricos del cambio para lograr la realización
de las premisas materiales de la transición al socialismo en el contex-
to específico de algún modelo global.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 261

Básicamente, el punto de contacto entre el modelo global por un


lado y las Premisas Materiales de la Transición al Socialismo está
dado en la funcionalidad sistémica y subjetiva que impone el modelo
global y que terminan englobando a dichas premisas.
El ciclo funcional del sistema capitalista propicia que tanto los
elementos integrantes de la funcionalidad sistémica como la subjeti-
va muestren un comportamiento recurrente, cíclico o periódico en
dependencia del modelo global de acumulación capitalista vigente
generando así condiciones también cambiantes y recurrentes en tor-
no a las potencialidades de la realización de las premisas materiales.
Dígase que este tipo de proceso es también cíclico.
En el Esquema 3 se muestra de forma sintetizada la correlación
orgánica entre el modelo global de acumulación capitalista genérico
y las premisas materiales de la transición al socialismo.

CORRELACIÓN ORGÁNICA ENTRE EL MODELO GLOBAL DE


ACUMULACIÓN CAPITALISTA GENÉRICO Y LAS PREMISAS
MATERIALES DE LA TRANSICIÓN AL SOCIALISMO
262 Yohandris Sierra Lara

2. Condiciones específicas de realización


de las premisas materiales
en los distintos modelos globales.
Estrategia y táctica revolucionaria

La presencia del ciclo funcional, cuya existencia consideramos obje-


tiva y externa a los países periféricos pero que al mismo tiempo los
subordina, nos lleva a reconocer que en teoría y práctica la realiza-
ción efectiva de las premisas materiales de la transición al socialismo
tendrá lugar necesariamente en alguno de los siguientes escenarios
posibles: a) Modelo global de acumulación capitalista típicamente
especulativo financiero; b) Fase de transición intermodelo global pro-
productiva comercial; c) Modelo global de acumulación capitalista
típicamente productivo comercial; d) Fase de transición intermodelo
global proespeculativa financiera.
Pasemos a analizar entonces cómo cada momento del ciclo fun-
cional impacta en las condiciones de realización efectiva de las pre-
misas materiales de la transición al socialismo y en las estrategias y
tácticas a seguir.

2a) Modelo global típicamente especulativo financiero


y condiciones de realización
de las premisas materiales…
funcionalidad sistémica

Podemos caracterizar este modelo global como:


1. Rige un patrón de acumulación especulativo financiero.
2. Se prioriza el mercado externo como fuente del crecimiento
económico.
3. El Estado sufre un debilitamiento de sus funciones y capacidad
de regulación macroeconómica y de control de la propiedad so-
bre los medios de producción fundamentales de la nación.
4. El uso de un SMFI proespeculativo, interconectado orgánica-
mente y autorregulado.
5. Una funcionalidad social, política e institucional fragmentada,
inconexa y dispersa.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 263

Estos elementos que aparecen como características generales y


emblemáticas de este tipo de modelo global conducen a una funcio-
nalidad sistémica periférica caracterizada por:
1. Grado de correspondencia baja.
2. Un complejo contradictorio de la acumulación capitalista refe-
rida a la contraposición intracapitalista acumulación especulati-
va financiera capitalista-acumulación productiva capitalista, o
acumulación irracional-acumulación racional.5
3. Debilitamiento funcional del Estado-Nación.
4. Un complejo contradictorio del Estado-Nación referido a la con-
traposición desnacionalización-nacionalización.6
5. Bajo grado de funcionalidad social, política e institucional.
6. Un complejo contradictorio referido a la contraposición incohe-
rencia, infuncionalidad, fragmentación social… reorganización,
reintegración social…

Funcionalidad subjetiva

El modelo global típicamente especulativo financiero de corte neoli-


beral se implementa en plena onda larga descendente, lo que significa
un comportamiento económico abiertamente negativo para la región
periférica. Esto se traduce en un aumento evidente del nivel de des-
empleo en la región, en un incremento en el costo de la vida, en la
marginalización de sectores sociales completos.
Esta situación se traduce obviamente en una inconformidad con la
situación existente. Ya hemos dicho que, para muchos autores, las
pésimas condiciones de vida empujan a una situación de efervescen-
cia social. Nosotros creemos que ciertamente la calamitosa situación
socioeconómica genera altos niveles de descontento, pero tal des-
contento no es enderezado necesariamente contra la hegemonía del
capital ni se traduce por sí mismo en una acción concientemente
revolucionaria. Toda la situación calamitosa del mundo no sirve de
nada si no entra a jugar un papel fundamental el denominado sujeto
histórico del cambio.
El marxismo clásico señala al proletariado industrial como sujeto
histórico del cambio social llamado a realizar la revolución socialis-
ta. Uno de los impactos específicos del modelo global típicamente
264 Yohandris Sierra Lara

especulativo financiero de corte neoliberal en la periferia es haber


desintegrado la base industrial de estos países y con ello la estructura
material que sirve de base a la clase social de los trabajadores indus-
triales.7 De manera que el sujeto real del cambio deja de ser enfocado
directamente en el obrero industrial y junto con él aparecen toda una
serie de potenciales nuevos agentes políticos del cambio.8
Cabría preguntarse si la actual diversidad de sujetos potenciales
del cambio puede tomarse como una multiplicación de los sectores
anticapitalistas, o más bien como una división o resquebrajamiento
del polo opuesto al capital. En nuestra opinión, la fragmentación eco-
nómica y social que genera el patrón de acumulación especulativo
financiero y la pauta del mercado externo y la desindustrialización
no multiplica el factor revolucionario, sino que lo divide y lo separa
estructuralmente.
Por tanto, si bien el impacto del modelo global típicamente espe-
culativo financiero cataliza el descontento social y en cierto margen
las pretensiones revolucionarias, el sujeto revolucionario es dividido,
fragmentado y esparcido por todo el sistema económico social. Es
una situación donde se refuerza aún más la alienación social y la
percepción de individualidad, que se traduce más tarde en la compe-
tencia entre los propios supuestos sujetos revolucionarios y en una
perspectiva completamente egoísta de los mismos por sobrevivir.9

Estrategia y tácticas a seguir

Tanto la estrategia como las tácticas a seguir están altamente condi-


cionadas, según nuestra visión del problema, por la existencia del
ciclo funcional del capitalismo y la necesidad de encontrar sus debi-
lidades. También por las condiciones de funcionalidad sistémica y
subjetiva que este ciclo establece en la Periferia.
Bajo el modelo global típicamente especulativo financiero, las con-
diciones grosso modo pueden referirse como de funcionalidad subje-
tiva favorable para la realización de las premisas materiales de la
transición al socialismo, pero en un marco de funcionalidad sistémi-
ca adversa.
En cuanto a la estrategia en este modelo global consideramos lo
siguiente. Obviamente la meta final es la superación del capitalismo
y su sustitución revolucionaria por el socialismo. Ahora bien, creemos
que la existencia del ciclo funcional establece una barrera temporal,
Desenvolvimiento global capitalista y ... 265

cíclica en esta aspiración. De manera general, la sustitución revolu-


cionaria del capitalismo por el socialismo solo es practicable cuando
el capitalismo funciona en su dimensión racional, natural. Esto es así
no solo tomando en cuenta la variable patrón de acumulación, sino
todas las que de ella se derivan. Sabemos que el modelo global típica-
mente especulativo financiero es una expresión mayúscula de la irra-
cionalidad del capitalismo como sistema. Ir desde esta dimensión
capitalista directamente hacia la transformación socialista nos parece
como ya dijimos impracticable —aquí impracticable no alcanza la con-
notación de imposible—. En realidad la tarea inicial es la reconstruc-
ción de la nacionalidad y la funcionalidad económica capitalista natural
en el país. En otras palabras, es preciso para ir al Socialismo pasar por el
capitalismo racional.10 Dígase en nuestros propios términos analíticos:
La estrategia bajo el modelo global típicamente especulativo financiero es
catalizar el ciclo funcional del capitalismo.
¿Cómo se logra esto? Creemos que existen dos tácticas básicas.
En primer lugar con la toma del poder político, dígase del Estado
Nación o lo que de él queda, y comenzar a practicar un fuerte proce-
so de renacionalización o reconstrucción tanto de la gran propiedad
como de la capacidad de regulación económica, política, social e ins-
titucional del Estado Nación. Si esto se logra a cabalidad la nación en
cuestión puede comenzar a romper con la lógica del modelo global a
escala local, y si se suman una cantidad suficiente de naciones relati-
vamente importantes a esta práctica pues el modelo global en su
dimensión universal verá trabado su funcionamiento y pudiera cata-
lizarse así el ciclo funcional, es decir, la transición del sistema a un
nuevo modelo global. Esto es importante porque puede ser que aún
las condiciones no estén creadas a escala universal para que el siste-
ma en su conjunto huya hacia delante, es decir, hacia a un nuevo
modelo global. Esto pudiera poder en serios problemas el sistema
capitalista mundial. Es importante además porque a ciencia cierta
nadie puede asegurar si son los procesos nacionalistas locales los que
llevan a la crisis del modelo global —como el caso de la crisis actual
del neoliberalismo— o si en verdad es al revés. Nuestra considera-
ción es que en esta ocasión es la crisis del modelo global lo que ha
garantizado el auge de estos procesos, pero es en esencia un proceso
dialéctico, y si bien en esta ocasión histórica concreta que es el inicio
del siglo XXI parece afirmarse la hipótesis que ahora defendemos, puede
muy bien suceder lo contrario en otras condiciones por lo que no nos
266 Yohandris Sierra Lara

atrevemos a generalizar esta circunstancia.11 La verdad es que si los


países periféricos encontraran la forma de trabar el ciclo funcional, el
sistema capitalista estaría en serios problemas.
La segunda táctica está referida a una acción menos espectacular
pero muy útil. Dígase la corrosión desde abajo. Esto incluye luchas
sociales, protestas, manifestaciones, huelgas; todo tipo de acciones
que pongan en entredicho la lógica “pura” que en el plano institucio-
nal establece un modelo global de corte neoliberal. Así, aun si no se
logra alcanzar el poder político, se mantendrá una presión constante
que puede terminar por al menos catalizar la crisis del modelo global
en varios países y finalmente en su totalidad.

2b) Fase de transición intermodelo global proproductiva


comercial y condiciones de realización
de las premisas materiales… 12

Toda nuestra concepción acerca del desenvolvimiento global capita-


lista nos lleva a suponer que en estos momentos el sistema capitalis-
ta se encuentra en algún momento de la fase transición intermodelo
global proproductiva comercial. Ha de ser una transición que se ex-
tienda al menos durante una década por todo el sistema capitalista
mostrándose como crisis económicas y financieras que esencialmen-
te son sucesos de corrección de las distintas variables funcionales del
modelo global de acumulación capitalista. Es importante resaltar que
la transición proproductiva comercial es más compleja y duradera
que la transición proespeculativa financiera.
En un escenario así, la funcionalidad sistémica del Capitalismo
está evidentemente en constante transformación, lo que de por sí no
contribuye a la gestación de procesos nacionalistas —revoluciona-
rios, pero tampoco atenta contra ellos; es decir, se trata de una fun-
cionalidad sistémica más bien neutral. Aquí el impacto de las
correcciones se dejan ver más a través de las crisis financieras y eco-
nómicas que obviamente afectan a los distintos países del sistema
mundial; pero tras esa influencia el reacomodo de las variables fun-
cionales está generando una nueva forma de dependencia económica
y funcional de la periferia al centro, y ese es el movimiento esencial.
Por tanto, a nivel de funcionalidad sistémica durante la transición
proproductiva comercial lo más importante no es el presente inme-
diato, sino el futuro.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 267

Para lo que si cuenta y mucho el presente, es para la funcionalidad


subjetiva. Recordar que se viene de un modelo global típicamente
especulativo financiero que ha activado el descontento social, y qui-
zás con ello los intereses revolucionarios. Ahora, este proceso de tran-
sición intermodelo global y sus traumáticas correcciones impacta
nuevamente sobre las masas sociales, lo que muy probablemente di-
namiza aún más la conciencia revolucionaria en la región.
Por tanto, el escenario de transición intermodelo global proproduc-
tivo comercial se caracteriza por continuar estimulando el factor sub-
jetivo en un momento de necesaria debilidad sistémica del capitalismo,
tanto mundial como periférico. Este momento es sumamente favora-
ble para la realización de las premisas materiales de la transición al
socialismo. Pocas veces el capitalismo muestra tal debilidad sistémi-
ca y pocas veces puede haber más descontento social en el régimen,
es en este momento donde la vanguardia revolucionaria debe catali-
zar toda la energía posible para acceder al Estado-Nación.
Y el futuro es todavía más promisorio para los que logren acceder
al poder durante la fase de transición o los que lo hayan hecho desde
el modelo global típicamente especulativo financiero de corte neoli-
beral. Decimos esto porque al finalizar la transición intermodelo glo-
bal el sistema habrá conformado un modelo global de acumulación
capitalista típicamente productivo comercial en el que, como ya ana-
lizamos arriba, si las fuerzas revolucionarias están en el Estado, po-
drán pasar realmente desde el actuar nacionalista hacia el actuar
socialista.13

2c) Modelo global típicamente productivo comercial


y condiciones de realización de las premisas
materiales…

Funcionalidad Sistémica

Podemos caracterizar este modelo global como:


1. Rige un patrón de acumulación productivo comercial.
2. Se prioriza el mercado interno como fuente del crecimiento eco-
nómico.
268 Yohandris Sierra Lara

3. El Estado asume un fortalecimiento de sus funciones y capaci-


dad de regulación macroeconómica y de control de la propiedad
sobre los medios de producción fundamentales de la nación.
4. Se diseña un SMFI proproductivo-comercial, interconectado re-
guladamente y controlado desde los diversos Estados-Nación.
5. Una funcionalidad social, política e institucional más coheren-
te, conexa e integrada.14
Estos elementos que aparecen como características generales y
emblemáticas de este tipo de modelo global conducen a una funcio-
nalidad sistémica periférica caracterizada por:
1. Grado de correspondencia alta.
2. Un complejo contradictorio de la acumulación capitalista referida
a la contraposición acumulación productiva capitalista acumu-
lación socialista.
3. Fortalecimiento funcional del Estado-Nación.
4. Un complejo contradictorio del Estado-Nación referido a la con-
traposición nacionalización-socialización.
5. Alto grado de funcionalidad social, política e institucional.
6. Un complejo contradictorio referido a la contraposición funcio-
nalidad social, política e institucional burguesa-funcionalidad
social, política e institucional socialista.

Funcionalidad subjetiva

Para analizar el tema subjetivo, o de la lucha política, debemos resal-


tar una cuestión. Al modelo global de acumulación capitalista típica-
mente productivo comercial arriban tres tipos de países periféricos.
Los que bajo el modelo global típicamente especulativo financiero
de corte neoliberal incubaron procesos nacionalistas-revolucionarios,
los que incubaron procesos nacionalistas burgueses, y los que mantu-
vieron el status quo y solo cambiaron porque cambió el modelo glo-
bal, estos son digamos países pasivos en el ciclo funcional.
Los países que incubaron procesos nacionalistas revolucionarios,
tienen ahora la posibilidad de cerrar el ciclo de la Revolución Socia-
lista. Lo que comenzó siendo un proceso nacionalista puede conver-
tirse en un proceso socialista. El patrón de acumulación del modelo
Desenvolvimiento global capitalista y ... 269

global vigente favorece la desconexión y transformación socialista;


el modelo global vigente propicia el reforzamiento del Estado-Na-
ción, el SMFI actúa en consonancia con los procesos nacionalistas y
productivos. Es decir, el nuevo modelo global es un escenario que al
menos no es adverso a la transformación socialista.
Para los países que incubaron procesos nacionalistas burgueses y
los que mantuvieron el status quo tienen una perspectiva diferente.
Aun en estos las fuerzas revolucionarias no están en el poder. Y esto
amerita un análisis.
El modelo global de acumulación capitalista típicamente produc-
tivo comercial se sustenta en una onda larga ascendente del sistema
capitalista. Esto, además de la propia funcionalidad macroeconómi-
ca de este tipo de modelo global, garantiza niveles de vida relativa-
mente elevados para un número importante de individuos a escala
mundial. Ciertamente, este tipo de modelo global genera niveles
mayores de empleo, de salarios y ciertas condiciones realmente favo-
rables para los que viven de su trabajo, que son ya sabemos los po-
tenciales sujetos históricos del cambio.14
En tal sentido, es muy lógico esperar —por aquella relación inver-
sa entre situación económica y situación política— una especie de
distensión entre los grupos sociales y básicamente entre el capital y
el trabajo en sus diferentes formas de manifestación. Por tanto, un
primer punto concreto es reconocer que el modelo global típicamen-
te productivo comercial de corte neokeynesiano actuará atenuando el
potencial revolucionario de los grupos trabajadores.
Por otra parte, el tipo de patrón de acumulación empleado genera
como ya vimos un impacto en el cuerpo social, político e institucio-
nal que termina generando altos niveles de funcionalidad orgánica,
coherencia y conexión. Esto es un piso firme para la organización de
las clases trabajadoras, cosa muy importante en la persecución del
objetivo revolucionario.
Al mismo tiempo, estos países periféricos donde no se dieron pro-
cesos revolucionarios, gozarán de las mismas condiciones de funcio-
nalidad sistémica que aquellos en donde si se han dado. Es decir, aun
cuando no se exploten efectivamente hay condiciones objetivas más
propicias para la transformación socialista.
En definitiva, la situación en estos países se traduce en: funciona-
lidad sistémica apropiada para la realización de las premisas materia-
les, funcionalidad social, política e institucional apropiada para la
270 Yohandris Sierra Lara

realización de las premisas materiales; pero, una conciencia revolu-


cionaria bastante distendida por las nuevas condiciones de vida.

Estrategia y tácticas a seguir

Debemos recordar que la estrategia y las tácticas a seguir están alta-


mente condicionadas por el ciclo funcional del capitalismo y por las
condiciones de funcionalidad sistémica y subjetiva que este ciclo es-
tablece en la periferia.
Bajo el modelo global típicamente productivo comercial, las con-
diciones grosso modo pueden referirse como de funcionalidad sisté-
mica favorables y funcionalidad subjetiva adversa para la realización
de las premisas materiales de la transición al socialismo.
Aquí, al igual que bajo el modelo global especulativo financiero de
corte neoliberal, el primer paso es concientizar al sujeto histórico del
cambio. ¿Qué puede mover ahora a los trabajadores beneficiados a
renunciar a sus “conquistas” o “prebendas”, a actuar como el que
“nada tiene que salvaguardar” y enfrentar al capital? La respuesta
más común sería recordarle su posición explotada, enseñarle a los
compañeros que no logran disfrutar de las nuevas bondades del capi-
tal; pero la razón de más peso sería, en nuestra opinión, hacerle en-
tender que el sistema puede repetir un nuevo cambio de modelo global
de acumulación capitalista, y con ello todas sus ventajas y la de sus
hijos desaparecerían.
Los intelectuales y los líderes más avezados deben tener concien-
cia de que la supuesta mejoría para muchos trabajadores puede ser
pasajera, como mismo lo será la coyuntura paradójicamente favora-
ble que da el sistema capitalista mundial a la realización de las premi-
sas materiales de la transición al socialismo. Ante esto, acceder al
Estado-Nación es un paso sumamente importante para garantizar el
futuro de la nación y sus ciudadanos ante un eventual cambio de
modeloglobal.
Según esto el socialismo debe ser entendido como la única opción
de escapar a la barbarie capitalista que periódicamente se expande
sobre los trabajadores del mundo entero con mayor fuerza.
En este contexto, el papel de la vanguardia política es clave. Se
trata no de un discurso amenazador, agitador, desafiante; sino de un
proceso sutil, inteligente, que permita ganar a las masas trabajadoras
acomodadas y les haga ver paulatinamente la necesidad de la trans-
Desenvolvimiento global capitalista y ... 271

formación socialista. Aquí, creemos gane gran peso la cultura y la


lucha de las ideas.
Bajo el modelo global típicamente productivo comercial de corte
neokeynesiano podrán suceder dos grandes procesos que bajo el mode-
lo global típicamente Especulativo Financiero de corte neoliberal es bien
difícil puedan darse. Estamos hablando de la renacionalización plena del
país, y el inicio real de la transformación socialista. Los ritmos y los
tiempos van a estar gobernados por la inteligencia, el juego de fuerzas
políticas y económicas internas y los intereses finales de cada nación.
Solo una práctica consciente podrá asumir todo lo que de positivo
aporta este modelo global de acumulación capitalista para la realiza-
ción de las premisas materiales de la transición al socialismo.

2d) Fase de transición intermodelo global


proespeculativa financiera y condiciones de realización
de las premisas materiales…

Como habíamos explicado anteriormente, si un número importante


en cantidad y calidad no se suma al grupo de las naciones revolucio-
narias en la periferia, el ciclo funcional no dejará de existir; y es muy
probable que después de tres o cuatro décadas el sistema abandone
su ahora hipotético modelo global típicamente productivo comercial
en pos de un modelo global típicamente especulativo financiero. Aún
cuando estamos todavía lejos de que eso suceda, la certeza casi abso-
luta de que va ocurrir nos lleva a teorizar esta situación, además pue-
de dar herramientas teóricas para comprender el cambio en los años
setenta del siglo XX.
Al igual que en la transición proproductiva comercial, el sistema
vive un proceso traumático de corrección en sus variables funciona-
les. Un proceso que creemos menos impactante en la funcionalidad
sistémica aunque más en la funcionalidad subjetiva. No obstante, la
inercia subjetiva heredada de un modelo global más “amable” con
las masas sociales puede haber calado fuerte en los intereses revolu-
cionarios de estas masas, y cuando vengan a despertar de su letargo,
ya no habrá tiempo de reaccionar pues el sistema habrá probable-
mente culminado la transición y el nuevo modelo global típicamente
especulativo financiero estará ya en su apogeo. Para cuando el factor
subjetivo vaya a intentar su lucha revolucionaria ya tendrá que en-
frentar una funcionalidad sistémica adversa.
272 Yohandris Sierra Lara

Para el caso de las naciones que desarrollan procesos naciona-


listas-revolucionarios esta transición pro especulativa financiera tie-
ne una significación bien importante. Habíamos dicho arriba que el
ciclo de la revolución socialista se inicia en el modelo global típica-
mente especulativo financiero y se radicaliza o consolida en el mode-
lo global típicamente productivo comercial. Los países que no logren
consolidarse en el modelo global típicamente productivo comercial,
encontrarán, a partir, de que el sistema inicie la transición pro espe-
culativa financiera, un contexto global realmente muy adverso a su
proceso nacionalista-revolucionario, hecho que en nuestra opinión
puede realmente destruir el experimento socialista si este no logra
consolidarse a tiempo.

Conclusiones

Histórica y lógicamente se puede comprobar que el capitalismo como


sistema evoluciona en base a tres niveles fundamentales, siendo es-
tos: a) Nivel esencial, b) Nivel de comportamiento de la valorización
del capital y c) Nivel funcional. Los tres niveles aparecen interconec-
tados orgánicamente entre sí y responden en última instancia a las
exigencias de la correspondencia fuerzas productivas-relaciones so-
ciales de producción. El ciclo funcional del capitalismo aparece como
el proceso objetivo de transiciones intracapitalistas en torno a la trans-
mutación de modelos globales típicamente productivo comercial y
típicamente especulativos financieros.
Los tres niveles de desenvolvimiento global capitalista se vinculan
dialécticamente con las premisas materiales de la transición al socia-
lismo: El nivel esencial genera las premisas materiales y su influjo en
ellas es acumulativo e irreversible. El nivel de comportamiento esta-
blece una confrontación entre situación económica y efervescencia
política, mediando así el impulso del nivel esencial. El nivel funcio-
nal, específicamente sus modelos globales de acumulación capitalis-
ta se vinculan con las premisas materiales de la transición al socialismo
al establecer las condiciones de funcionalidad sistémica y funcionali-
dad subjetiva del capitalismo periférico, condiciones que contextua-
lizan las premisas materiales generadas por el nivel esencial y que a
su vez determinan en alto grado la estrategia y tácticas revoluciona-
rias a seguir.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 273

La estrategia revolucionaria está atravesada por el ciclo funcional.


Se busca llevar al capitalismo hacia su modelo global de acumula-
ción capitalista típicamente productivo comercial y desde allí practi-
car la transformación socialista. Las tácticas pasan por concientizar a
los sujetos revolucionarios, conquistar el poder político y desde allí prac-
ticar acciones nacionalistas socialistas en el contexto del modelo glo-
bal de acumulación capitalista típicamente productivo comercial.
Esta perspectiva no intenta eliminar la teoría clásica y tampoco el
rol de las luchas políticas en la transformación de la sociedad, sim-
plemente es una perspectiva que parte de reconocer la influencia
objetiva que realiza un nivel de desenvolvimiento capitalista real en
las condiciones de realización efectiva de las premisas materiales de
la transición al socialismo. Por tanto, creemos que esta perspectiva
no niega, sino que complemente, la visión clásica.

Notas
1
Véase Víctor Figueroa Albelo: Ensayos de Economía Política de la Transición Extraor-
dinaria al Socialismo en la Experiencia de Cuba, 2003, p. 12.
2
Nos vamos a apoyar en una serie de resultados presentados en los siguientes
trabajos: “Fundamentos para la interpretación del desenvolvimiento global del
capitalismo contemporáneo”, de Yoandris Sierra Lara, 2009 y “Desarrollo Recu-
rrente y Periódico en las variables funcionales del Modo de Producción Capitalis-
ta”, de Yoandris Sierra Lara, 2008.
3
Un ejemplo de esto puede ser esta idea de Atilio Boron, aunque no es el único
ejemplo posible, de que para él todo el desastre económico del neoliberalismo da
las condiciones objetivas para la Revolución: “El drama de esta crisis es que
tenemos las condiciones objetivas; pero las condiciones subjetivas, que son fun-
damentales, no están todavía”. Atilio Boron: “Hay alternativas, aunque sean
costosas”, Intervención en el panel “En defensa de la humanidad” del XI En-
cuentro Internacional de Economistas sobre Globalización y Problemas del De-
sarrollo, 2009.
4
En el primer caso podría situarse el keynesianismo, que contextualizó la experien-
cia desarrollista en América Latina generando importantes niveles de desarrollo
económico, político, social, institucional, etc.; y en el segundo caso el neoliberalis-
mo, que ya sabemos cuál ha sido su herencia para la región.
5
Aquí somos completamente conscientes de que lo irracional puede ser y es real.
Es irracional considerada desde el plano de la categoría “modo de producción”,
donde la función histórica es desplegar las fuerzas productivas. Dígase entonces
que el patrón especulativo financiero coloca al capitalismo en una posición obvia-
mente real, pero irracional ante la función histórica asignada a todo modo de
producción. Si se analiza dentro del marco de la lógica del mismo capitalismo,
entonces nada de irracional hay en que el capital se valorice al margen de la
274 Yohandris Sierra Lara

producción, toda vez que la característica fundamental del sistema es la valoriza-


ción y no la producción. Es importante además recalcar que el paso al patrón de
acumulación financiera puede ser entendido como necesario para el capitalismo
central, la periferia llega a este juego forzada por la lógica universal del modelo
global de acumulación capitalista que la contiene, pero para esta la especulación
financiera nunca ha sido una necesidad objetiva.
6
Aquí nos referimos tanto a la propiedad como a la capacidad de regulación ma-
croeconómica por parte del Estado-Nación periférico.
7
Pocas dudas caben de que la nueva morfología de la protesta social en nuestra
región es un síntoma de la decadencia de los grandes partidos populistas y de
izquierda, y de los modelos tradicionales de organización sindical. Decadencia
que, sin duda, se explica por las transformaciones ocurridas en la “base social”
típica de esos formatos organizativos por: a) la creciente heterogeneidad del
“universo asalariado”, b) la declinante gravitación cuantitativa del proletariado
industrial en el conjunto de las clases subalternas, c) la aparición de un volumino-
so “subproletariado”. Véase: Atilio A. Boron: “Neoliberalismo vs. movimientos
sociales en América Latina” en www.rebelion.org, 2004.
8
Según Claudio Katz: En toda la región se comprueban los efectos de las transfor-
maciones neoliberales, que han reestructurado el universo de los asalariados. La
fuerza laboral actual es más heterogénea y se encuentra segmentada entre un
polo de actividades calificadas y un área de precarización. Esta reorganización
capitalista ha diversificado los sujetos de la lucha popular. Las rebeliones recien-
tes han corroborado la existencia de una gran variedad de protagonistas popula-
res. Las revueltas de Bolivia fueron encabezadas por trabajadores precarizados,
campesinos e indígenas, que retomaron el acervo de lucha sindical de los mine-
ros. La cirugía neoliberal destruyó el viejo tejido social, pero no sepultó las tradi-
ciones que han recogido los nuevos resistentes. Los mineros ya no ejercieron su
viejo liderazgo, pero su herencia fue visible entre los trabajadores precarios. La
vieja central sindical (COB) tampoco jugó el rol del pasado, pero sus métodos
huelguísticos dominaron el levantamiento y se expandieron a sectores de la clase
media afectados por la andanada derechista. Las dos primeras sublevaciones de
Ecuador fueron encabezadas por los indígenas, mientras que en la tercera rebe-
lión predominaron los sectores urbanos. La masa de trabajadores informales y
pobladores humildes lideró, en Venezuela, todas las movilizaciones que doblega-
ron a la derecha. Pero en los momentos definitorios fue decisiva la acción de los
trabajadores petroleros, que derrotaron el ensayo golpista de 2002 junto a secto-
res significativos del ejército. En el “argentinazo” de 2001 —a diferencia de los
saqueos de 1989— convergieron los desempleados que cortaban rutas (piquetes)
con la clase media expropiada por los bancos (cacerolas). Posteriormente se afian-
zó el protagonismo de los asalariados, aunque ya no bajo el tradicional liderazgo
de la clase obrera industrial. Véase Claudio Katz: “Las nuevas rebeliones latinoa-
mericanas”, en La Fogata, Buenos Aires, 2007. Atilio Boron refiere como nuevos
sujetos políticos a los piqueteros en la Argentina, los pequeños agricultores en-
deudados de México, los jóvenes y una variedad de movimientos de inspiración
identitaria (de género, opción sexual, etnia, lengua, etc.), los movimientos alter
globalización. Véase Atilio A. Boron: “Neoliberalismo vs. movimientos sociales
en América Latina”, en www.rebelion.org, 2004.
Desenvolvimiento global capitalista y ... 275

9
Aquí gana todo su valor esta sentencia de los clásicos: 1) “La competencia aísla a
los individuos, no solo a los burgueses, sino aún más a los proletarios, enfrentán-
dolos los unos con los otros, a pesar de que los aglutine”. Hoy habría que decir
que el modelo global de corte neoliberal mantiene y refuerza la competencia, pero
tiene poca capacidad de aglutinamiento para los grupos trabajadores, por lo que
es doblemente adverso al sujeto revolucionario; 2) “Los diferentes individuos
solo forman una clase en cuanto se ven obligados a sostener una lucha común
contra otra clase, pues de otro modo ellos mismos se enfrentan los unos con los
otros, hostilmente, en el plano de la competencia”. Carlos Marx y Federico En-
gels: Obras Escogidas. Para un autor contemporáneo: “Es así como la vieja clase
obrera industrial da paso a un nuevo tipo de trabajador, mucho más flexible en su
composición, más flexible en su relación con el aparato productivo y más inestable
en su relación con el mercado laboral. Esta flexibilidad, o mejor dicho inestabili-
dad, se profundiza en el caso de los sectores emergentes, que sin patrones ni
trabajos estables o permanentes, se mueven en un espacio de atomización y
dislocación permanente, lo que dificulta su organización y la constitución y re-
creación de una identidad colectiva. La individualidad prevalece por sobre la
solidaridad, pues en muchos casos la competencia por un trabajo o por determi-
nados nichos de producción termina siendo la competencia entre pobres. Enton-
ces, el proceso de constitución del nuevo sujeto social será una tarea altamente
compleja, en que las subjetividades serán cruciales a la hora de hacerse cotidiani-
dad y organización”. Bautista: “Sujetos sociales, modernidad y crisis”.
10
Esto no significa que nos sumemos a aquellos teóricos y políticos tan atacados por
la izquierda que los acusa de creer que existe un capitalismo bueno y uno malo… Se
trata acá de que consideramos existe un ciclo funcional según el cual objetivamente
el capitalismo se ve obligado a practicar modelos globales de acumulación más
cercanos a la función histórica de cualquier modo de producción, dígase desarrollar
las fuerzas productivas de la sociedad y mantener la base material de la vida huma-
na. Nadie puede negar que aun sin estar exento de cruentas y reconocidas contra-
dicciones, el capitalismo logra esto, y nada hacemos negándolo.
11
Algunos importantes teóricos han afirmado que la actual crisis del neoliberalismo
está sucediendo sin un importante papel de la lucha de clases. Y en verdad
parecen ser más las contradicciones en la lógica misma de la acumulación especu-
lativa financiera las que están indicando los límites del modelo global vigente en
los últimos 30 años.
12
La fase de transición intermodelo global proproductiva comercial se refiere a la
que ocurre cuando el capitalismo transita de un modelo global típicamente espe-
culativo financiero a un modelo global típicamente productivo comercial.
13
Creemos que este último patrón es el que han seguido por ejemplo Venezuela
y Bolivia. Han logrado tomar el poder político en el ocaso del modelo global de
corte neoliberal, lograron algunos avances nacionalistas en el contexto de dicho
modelo global y hoy, cuando el sistema capitalista ha iniciado la transición inter-
modelo global se aferran al poder y creemos podrán concretar su proyecto socia-
lista en pleno modelo global de acumulación capitalista típicamente productivo
comercial de corte neokeynesiano. En este sentido, el escenario que prevemos
para los experimentos socialistas ya iniciados en la periferia es halagüeño.
14
Todas estas características las extraemos de comparaciones históricas y sobre
todo de la comprensión lógica de las determinaciones que realiza un patrón de
276 Yohandris Sierra Lara

acumulación productivo comercial en el resto de las variables integrantes del


modelo global de acumulación capitalista. Muchos estudios recientes se han
concentrado de una forma u otra en algunas de estas variables y han previsto o al
menos referido que su funcionamiento futuro debe ser cercano al que hemos
descrito acá. Todos esos estudios se caracterizan por analizar estas variables
desconectadas entre sí. Para nosotros es claro que están orgánicamente vincu-
ladas y a su vez materialmente determinadas por el patrón de acumulación vigen-
te, al tiempo que este responde objetivamente a la coyuntura del ciclo largo y el
comportamiento de la cuota de ganancias. Es decir, nada de esto es causal sino
que responde a causas regulares y predecibles, aunque no se llegue a expresar de
una forma tan extrema como la que ahora suponemos son características que
dibujan un futuro escenario altamente probable.
15
Este criterio no es homogéneo. Para algunos importantes teóricos de la izquierda
que aceptan la posibilidad de advenimiento futuro de un patrón de acumulación
centrado en la inversión productiva creen que solo es posible con un recrudeci-
miento ostensible de los niveles de explotación de la fuerza de trabajo. Por ejem-
plo, Reinaldo A. Carcanholo y Mauricio de S. Sabadini en su trabajo: “Capital
ficticio y ganancia ficticia” sostienen que: “la eventual superación de esa etapa
especulativa por una nueva etapa, en la cual el dominio del capital especulativo
parasitario sea destruido, o por lo menos reducido significativamente, solo sería
posible por medio de un proceso que significara ulterior incremento sustancial de
la explotación del trabajo, aunque ella ya haya alcanzado niveles sorprendentes”.
No discutimos este punto totalmente, pero creemos que este incremento en la
explotación pasaría por un incremento de extracción de plusvalía absoluta por
incremento de intensidad del trabajo y por extracción de plusvalía relativa me-
diante el incremento de la productividad del trabajo, toda vez que como sabemos
el capitalismo necesita potenciar los salarios como mercados para su producción.
Bajo un patrón de acumulación productivo comercial el salario como forma de
ingreso es necesario para el capitalismo, toda vez que supone una base importante
de la demanda efectiva global, que puede limitarse hasta un cierto punto so riesgo
de provocar sobreproducción. De tal manera el capitalismo sentirá presiones opues-
tas entre su afán de obtener ganancias a costa de salarios y de realizar sus ganan-
cias mediante el consumo de la clase obrera. Viejas contradicciones que aparecen
en cuanto el sistema intenta volver a su cauce natural de desarrollo, dígase la
producción.

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De los autores

NILS CASTRO (Panamá, 1937). Cursó estudios en Panamá, Brasil,


México y Cuba. Es licenciado en Letras y en Historia del Arte. Cate-
drático en universidades de Cuba, México y Panamá, inicialmente
en las especialidades de lingüística general, de historia de la cultura,
y de teoría de la comunicación. Posteriormente, en las especialidades
de Historia de las relaciones entre Panamá y los Estados Unidos, de
Sistemas políticos de América Latina, de Sistema mundial, y de Teoría
general de sistemas. Fue asesor del general Omar Torrijos y, poste-
riormente, de varios presidentes y cancilleres panameños, principal-
mente en temas relativos a la crisis centroamericana, las relaciones
internacionales y la cooperación en América Latina. Fue miembro
del equipo negociador panameño en el Grupo de Contadora, desde
su creación hasta constituirse el Grupo de Río. En diversas oportuni-
dades se desempeñó como embajador en misión especial y fue em-
bajador adjunto de Panamá durante el último período de este país en
el Consejo de Seguridad de la ONU. Fue embajador de Panamá en
México y concurrente en Belice. Es ensayista y ha desempeñado ac-
tividad editorial y periodística. Fue directivo de revistas culturales de
Cuba, Perú y México. Ha sido colaborador de revistas académicas y
culturales de varios países latinoamericanos y europeos y ha publica-
do varios ensayos y libros, dedicados principalmente a temas históri-
cos y político-culturales.
JULIO OMAR SALESSES (Argentina, 1957). Abogado graduado en la
Universidad Nacional de Buenos Aires. Miembro de la European
Community Studies Association. Profesor adscrito en 2005 a las cá-
tedras de Derecho Internacional Privado y Derecho de la Integración
en la Universidad Nacional del Centro. Algunas de sus publicacio-
nes: “Praxis política en el proceso de integración” (Derecho de la Inte-
gración, tomo 16, Universidad Nacional de Rosario), “El
MERCOSUR crece desde el pie” (Ponencias VI Jornadas ECSA, Uni-
versidad de San Juan), “Educación y cultura, herramientas para un
perfil humanista de la integración” (Ponencias Congreso de Derecho de
la Integración, Universidad Nacional de Córdoba), “Tratados de libre
comercio: América Latina y el derecho internacional ante el desa-
fío” (Ponencias IX Jornadas ECSA, Universidad Nacional de Cuyo).
Su ensayo “La unidad latinoamericana como respuesta a la globali-
zación” recibió mención en el “Pensar a Contracorriente” 2005.
ERNESTO DOMÍNGUEZ LÓPEZ (Cuba, 1979). Es licenciado en Historia
(2006) y Master en Historia Contemporánea, mención Estudios Eu-
ropeos (2008), ambos por la Universidad de La Habana. En la actua-
lidad está en proceso para la obtención del título de Doctor en Ciencias
Históricas. Desde septiembre de 2006 es investigador en el Centro
de Estudios Europeos, donde ocupa el cargo de jefe del Departamen-
to de Fuerzas Políticas y Movimientos Sociales desde noviembre de
2008. Es profesor de la Maestría en Historia Contemporánea de la
Universidad de La Habana. Ha impartido e imparte cursos de post-
grado y pregrado en el Instituto de Relaciones Internacionales “Raúl
Roa García” y la Universidad de La Habana, en las disciplinas de
Historia, Economía Política y Ciencias Políticas. Ha publicado más
de 20 trabajos en revistas y otras publicaciones científicas en Cuba,
Italia y Argentina, sobre temas históricos, politológicos y económi-
cos. Ha sido ponente en numerosos eventos científicos nacionales e
internacionales.
DÊNIS DE MORAES (Brasil, 1954). Es doctor en Comunicación y Cul-
tura por la Universidad Federal de Río de Janeiro y profesor del De-
partamento de Estudios Culturales y Medios y del Programa de
Posgrado en Comunicación en la Universidad Federal Fluminense, y
también investigador del Consejo Nacional de Desarrollo Científico
y Tecnológico (CNPq). Autor de A batalha da mídia: governos progres-
sistas e políticas de comunicação na América Latina e outros ensaios (Río
de Janeiro, Pão e Rosas, 2009) y Cultura mediática y poder mundial
(Buenos Aires, Norma, 2006) y coordinador de Mutaciones de lo visi-
ble: comunicación y procesos culturales en la era digital (Buenos Aires,
Paidós, 2010), Sociedad mediatizada (Barcelona, Gedisa, 2007) y Por
otra comunicación: medios, globalización cultural y poder (Barcelona, Ica-
ria/Intermon, 2005), entre otros libros. Fue nominado al Premio Cien-
tífico de Nuestro Estado 2009 por la Fundación Carlos Chagas Filho
de Amparo a la Investigación de Río de Janeiro.
ESTEBAN MIGUEL MORALES DOMÍNGUEZ (Cuba, 1942). Maestro pri-
mario, Licenciado en Economía, Doctor en Ciencias Económicas
(Especialidad Economía Política), Profesor e Investigador Titular-
Consultante del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre los Esta-
dos Unidos (CEHSEU), de la Universidad de la Habana. Ha sido
profesor de Economía Política, Economía Norteamericana, Historia
de las Doctrinas Económicas, Relaciones Políticas Internacionales,
Política Exterior de los Estados Unidos, Relaciones Cuba-Estados
Unidos y otras. Ha sido nominado al Premio Nacional de Economía
en los años 2002, 2005, 2007 y 2008. Ostenta la Medalla Carlos J.
Finlay (la más alta condecoración científica en Cuba) y otras conde-
coraciones académicas. Miembro del Comité Científico de la UNES-
CO “La ruta del esclavo”. Colabora sistemáticamente con la prensa
nacional y extranjera. Es Miembro de la Comisión Nacional “Re-
flexiones sobre la Racialidad en Cuba”, Miembro de la Sección Cuba
del Latin American Studies Assotiation (LASA). Ha publicado más
de 80 artículos sobre Economía Política, Economía Norteamericana,
Relaciones Cuba-Estados Unidos y Relaciones Raciales en Cuba. Es
autor o coautor de más de 14 libros publicados en Cuba, México,
Italia, Japón, Rusia, Panamá, los Estados Unidos, Bélgica, España,
Inglaterra y Canadá. Ha recibido varios premios en concursos nacio-
nales e internacionales, entre ellos el “Pensar a Contracorriente” 2006.
KATIA COBARRUBIAS HERNÁNDEZ (Cuba, 1980). Graduada de la licen-
ciatura en Economía y Master en Economía en la Universidad de La
Habana. Actualmente realiza estudios de Doctorado en Economía,
con especialización en Política Económica. Trabajó como investiga-
dora del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM),
La Habana. Actualmente es profesora e investigadora del Centro de
Estudios Hemisféricos y sobre los Estados Unidos (CEHSEU) de la
Universidad de La Habana. Es miembro del Grupo de Trabajo sobre
los Estados Unidos del Consejo Latinoamericano de Ciencias Socia-
les (CLACSO) y ha colaborado con el Grupo de Trabajo “Economía
mundial, corporaciones transnacionales y economías nacionales”, de
la misma institución. Miembro de la Asociación de Economistas de
Cuba (ANEC) y de Latin American Studies Association (LASA).
Autora de diversos artículos en revistas especializadas y coautora de
libros sobre la economía de los Estados Unidos y las relaciones econó-
micas entre los Estados Unidos y América Latina.
JOSÉ ANGEL PÉREZ GARCÍA (Cuba, 1953). Graduado del Instituto Pe-
dagógico Superior Enrique José Varona (1974), licenciado en Econo-
mía Política (1980), Master en Relaciones Políticas Internacionales
(2002) y Relaciones Económicas Internacionales (2004). Investiga-
dor del Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM)
de Cuba, profesor de Economía Política de la Universidad de La
Habana y profesor de postgrado del Instituto Superior de Relaciones
Internacionales “Raúl Roa García” de Cuba. Ha impartido docencia
en diferentes modalidades del nivel universitario en 10 países. Ha
publicado América Latina. Del ocaso del neoliberalismo al ALBA de los
pueblos (Editorial CORPEIS, Bogotá, 2008), América Latina. Resisten-
cias y Alternativas (Editorial El Perro y la Rana, Venezuela, 2008),
Nicaragua, 30 años después (Ruth Casa editorial, Panamá, 2009) y Pre-
guntas desde la crisis y respuestas desde los pueblos (Cuba, 2009). En fase
de edición el título América Latina; rebeldía Vs. hegemonía.
LIANET ESCOBAR HERNÁNDEZ (Cuba, 1988). Estudiante de Periodismo
en la Universidad de Oriente en Santiago de Cuba. Ha publicado en
la página web del periódico Venceremos de la provincia Guantánamo.
Ha prestado colaboración a la emisora CMKS Radio Trinchera Antiim-
perialista y al canal de televisión local Solvisión. Pertenece a la Unión
de Jóvenes Comunistas (UJC).
PEDRO RAFAEL MACHÍN CANTÓN (Cuba, 1953) Licenciado en Cien-
cias Históricas, Academia Político Militar Vladimir Ilich Lenin, Mos-
cú, 1987. Trabajador político en las FAR por más de 20 años,
combatiente internacionalista, militante PCC y miembro de la ACRC.
Jubilado de las FAR desde 1996.
SARAH R ODRÍGUEZ TORRES (Cuba, 1943). Doctorado en Ciencias
Económicas en la Universidad de Lomonosov (Moscú, 1982).
Desde 1967, profesora-investigadora de la Universidad de de La
Habana, actualmente Profesora Titular (Consultante) en el Cen-
tro de Investigaciones de Economía Internacional (CIEI) de la
Universidad de La Habana. Ha impartido cursos en universida-
des cubanas y extranjeras. Ha realizado investigaciones económi-
cas, principalmente sobre América Latina, en temáticas como:
conceptualización del desarrollo, papel del Estado, reformas agra-
rias y estructura agraria, procesos de integración en América La-
tina y el Caribe, TLCAN y competitividad del sector agropecuario
mexicano, el sector informal de la economía en América Latina,
etc. Sobre estas temáticas tiene publicaciones y ponencias en even-
tos nacionales e internacionales. Ha mantenido vínculos y conve-
nios de investigación sobre la problemática económica de América
Latina con universidades cubanas y extranjeras
YOANDRIS SIERRA LARA (Cuba, 1981). Licenciado en Contabilidad y
Finanzas por la Universidad de Pinar del Río (2005), Candidato a
Doctor en Ciencias Económicas, especialidad Economía Política y
Relaciones Internacionales, por la Universidad de La Habana. Coor-
dinador del Proyecto Nacional de Investigación “Estudios para el
desarrollo de la teoría económica en los centros de educación supe-
rior en Cuba”. Profesor Asistente de la enseñanza superior en el área
de teoría económica. Ha publicado varios artículos sobre economía
política y pensamiento económico en revistas tanto en Cuba como
en el extranjero: Economía y Desarrollo, de la Universidad de La Ha-
bana, Contribuciones a la Economía, de la Universidad de Málaga, Apor-
tes, de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, y Red
Economía Crítica, España. Ha sido ponente en los Congresos Interna-
cionales de Economistas sobre Globalización y Problemas del Desa-
rrollo de 2006 y 2009.

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