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Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 | págs.

85–109

¿Para qué sirven los programas de


prevención social del delito juvenil?1

What is the use of social prevention programs


juvenile crime?

Recibido: 18/11/13
Aceptado: 27/12/13

Marina Medan
Universidad Nacional de San Martín/CONICET, Argentina.
marinamedan@gmail.com

Resumen Abstract
Este artículo argumenta sobre la “utili- The article argues about "usefulness"
dad” de los programas de prevención social of social crime prevention programs in a
del delito en un contexto de sostenida preo- context concerned on youth participation
cupación por la participación de jóvenes en in different types of crimes. While it is not
distintos tipos de delitos. Mientras no es possible to state that these programs make a
posible afirmar que estos programas incidan significant impact in reducing youth crime
significativamente en el descenso del delito rates, data produced in a qualitative ethno-
juvenil, datos producidos en una investi- graphic research in Buenos Aires, let us iden-
gación cualitativa de carácter etnográfico tify positive effects arisen of the persistence
en el Gran Buenos Aires, permiten identi- of such state initiatives, considering both
ficar efectos positivos de la persistencia de state and young actors perspectives. In addi-
este tipo de iniciativas estatales, consid- tion, the article reviews how these programs
erando perspectivas de los agentes estatales impact on the relations between State and
y de los y las jóvenes beneficiarios. Además, impoverish youth. Recognizing "usefulness"
el artículo revisa las implicancias que estos on these different levels is possible from an
programas tienen sobre las formas de regu- epistemological approach of public policies
lación existentes entre el Estado y jóvenes de that, moving away from the more traditional
sectores populares. Reconocer “utilidades” formulations, articulates structural institu-
en estos distintos niveles es posible desde tional dimensions with daily practice. In
una perspectiva epistemológica de análisis sum, the argument pursue, first, to clear up
de políticas públicas que, distanciándose de some processes that, looking for fulfillment
las formulaciones más tradicionales de eval- of specific institutional objectives, would

1. Una versión anterior de este trabajo fue presentado en


el Workshop Delito y Sociedad, Universidad Nacional del
Litoral, Santa Fe, 4, 5 y 6 de diciembre de 2013.
86 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

uación, articula dimensiones de la estructura be invisible. And secondly, link negotia�-


institucional con las de la práctica cotidi- tion processes in everyday interactions with
ana de la intervención. Esto buscar, por un broader discussions about ways of tackling
lado, echar luz sobre algunos procesos que youth crime from a democratic approach
en la búsqueda de cumplimiento de objetivos around security.
institucionales específicos quedarían invisi-
bilizados. Y por otro, enlazar los procesos
de negociación en las interacciones cotidi-
anas de los programas con discusiones más
amplias sobre los modos posibles de abordar
el delito juvenil desde enfoques democráti-
cos de la seguridad.

Palabras clave: Prevención del delito, delin- Palabras clave: Crime prevention, juvenile
cuencia juvenil, programas sociales delinquency, social programs
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Introducción

En el seno de un clima de época sensibi- gráfico como el que conduje en dicha inves-
lizado por la in/seguridad, la existencia de tigación permite afirmar que estos progra-
programas de prevención social del delito, mas no parecen tener un efecto sustantivo
como parte de las respuestas estatales, suele en la reducción del delito. Sin embargo, esto
generar inquietudes respecto de si estas no significa que no sirvan, en el sentido de
estrategias son capaces de disminuir las tasas que su existencia sea inocua para el abordaje
de delincuencia juvenil. En otras palabras, del problema de la participación de jóve-
suscita preguntas de tinte dicotómico que nes en delitos callejeros. Este artículo busca,
interpelan: ¿sirven o no sirven para reducir precisamente, sistematizar la respuesta a la
el delito juvenil? Este artículo surge de una pregunta por la “utilidad”2 de los programas
investigación en la cual estudié este tipo de de prevención social del delito juvenil, en
programas y sus resultados concluyen que, base a los resultados y discusiones expuestos
por un lado, no hay mediciones sobre ese en la mentada investigación (Medan, 2013).
posible efecto; por otro lado, un trabajo etno-

La investigación

La investigación de la que surge este artí- tud en riesgo”4, y focalizó en los programas
culo trató sobre el gobierno3 de la “juven- estatales de prevención social del delito que

2. El artículo descarta responder la pregunta acerca de si actores estatales y beneficiarios/as de esas intervenciones
sirven o no sirven porque descuenta que acciones de este estatales. Pero además, porque no son tan evidentes ni
tipo siempre tienen algún tipo de efecto. La propuesta tan simples de establecer los límites de lo estatal y lo no
aquí es responder a la pregunta sobre para qué sirven, estatal en las formas de regulación social que encaran los
aún cuando la investigación de la que se toman los datos, programas estatales. En efecto, como bien señala Foucault,
no tenía este interrogante como uno de sus objetivos. El las formas y las específicas situaciones de gobierno de
artículo, además, se centra en las “utilidades positivas” unos sobre otros en una sociedad dada son múltiples,
-sin negar las “negativas”-, porque intenta ubicarse en se sobre imponen, se atraviesan, se limitan, en algunos
el contexto de una discusión política sobre el modo de casos se anulan, y en otros se refuerzan. Sin embargo,
gestionar el crimen, en la que, en mi opinión, el enfoque también aclara Foucault, no obstante la multiplicidad
de la prevención social del delito debe ser defendido a de formas de gobierno, es cierto que en las sociedades
pesar de sus limitaciones. Por otro lado, vale señalar que si contemporáneas el Estado no es simplemente una más
bien el trabajo no se inspira originalmente en la pregunta de las formas específicas de ejercicio de poder -incluso la
de Foucaut sobre la utilidad de la prisión -y los avatares más importante-, sino que, en cierta forma, todas las otras
y transformaciones de sus objetivos y efectos-, su lectura formas de relaciones de poder se refieren a él, no porque
complementaria resulta muy sugerente (Foucault, 1999). deriven de él sino porque cada vez más las relaciones de
3. Aquí se entiende al término gobierno en el sentido poder están bajo control estatal (Foucault, 2003a: 141). La
amplio foucaultiano, como la forma que estructura el segunda, es que este artículo -y la investigación de la que
campo posible de acción, que guía la conducta de uno se desprende- entiende al Estado, y a lo estatal, no como
mismo y/o sobre otras personas. Al respecto es preciso un ente individual coherente, ni con un funcionamiento
aclarar dos cuestiones. La primera es que no se asume riguroso, sino como uno dispuesto en capas que se articulan
que este gobierno sea sólo ejercido por el Estado, aunque fragmentariamente y incluso actúan contradictoriamente
en esta investigación se esté enfocando especialmente (Haney, 1996). En palabras de Foucault, el Estado, si se
en la forma de gobernar mediante instituciones estatales, entendiese como una entidad en sí misma, quizás no sería
porque en las relaciones analizadas no sólo operan más que un mito o una abstracción (Foucault, 2003b:
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se ubican en un espacio de regulación inter- cotidiana, sus inclemencias y riesgos. En


medio entre las estrategias de protección de este nuevo escenario, el Estado reservaría
derechos y las de control penal duro. Realicé su atención para grupos de individuos que
un estudio cualitativo de carácter etnográ- no puedan responder a estas exigencias por
fico especialmente centrado en el Programa sí solos, a través de lo que se conoce como
Comunidades Vulnerables (PCV), de Argen- "políticas del individuo" (Merklen, 2013).
tina. Indagué no sólo en los lineamientos Con este marco, la investigación se propuso
institucionales y los alcances de su puesta en mirar un problema que no es nuevo - la preo-
práctica, sino especialmente en los procesos cupación estatal sobre la participación de
de interacción cotidianos entre agentes esta- los jóvenes, especialmente varones, en deli-
tales y jóvenes en una de sus implementacio- tos urbanos- pero que reconoce, al recupe-
nes en donde se negociaban las condiciones rar experiencias casi centenarias - como la
de inclusión y permanencia en el programa. prevención social del delito-, unas raciona-
La investigación indagó este tema en un lidades que reconfiguran el gobierno de lo
contexto global en el que se ha consensuado, social y el rol del individuo. De este modo
desde hace unas tres décadas, la existencia aparecen imbricadas lógicas propias de los
de una “nueva cultura del control del crimen” sistemas de bienestar y del control penal.
(Garland, 2005), que ha modificado la forma Una de las manifestaciones de esta imbri-
de entender al delito y su manejo. Esta trans- cación está representada por la creciente
formación se inscribe en mutaciones gene- incorporación de transferencias condiciona-
rales en el modo de entender y gobernar lo das de ingresos (TCI)5 -también llamadas
social (Rose, 1996), que suponen nuevas “planes”-, componente propio de las políti-
dinámicas de individuación centradas en cas sociales, a los programas de prevención
las exigencias de responsabilización y acti- social del delito.
vación individual para el manejo de la vida

244). Por otro lado, interesa resaltar que la apelación a expresiones la reservé para indicar términos propios de los
la noción de gobierno foucaultiana en este trabajo, busca actores.
especialmente reconocer que esa actividad de gobierno, 5. En efecto, una de las particulatidades del PCV (que
de conducir la conducta, siempre es una que supone una compartirían otros programas de prevención del delito), fue
contraconducta, una resistencia que a su vez reconfigura la utilización de ayudas económicas mensuales dirigidas a
ese modo de gobierno; es una forma de gobierno como los/as destinatarios/as y que funcionan, a grandes rasgos,
ejercicio de poder en tanto capaz de estructurar el campo como una contrapartida a su participación en el programa.
de acción de los otros (Foucault, 2003a: 137-138), pero Los fondos de estas ayudas provenían de programas de
de un poder que siempre supone articularse sobre la base protección contra el desempleo que tenían la particularidad
de dos elementos: el otro sobre el que se ejercita el poder de permitir a organismos gubernamentales plantear
-pero que es reconocido y mantenido como un otro que proyectos sobre distintos ejes (por ejemplo de inserción
actúa-, y un campo de respuestas, reacciones, resultados social), en los que agrupar hasta un número determinado de
e invenciones; siempre que hay relaciones de poder, hay beneficiarios, quienes accederían a un incentivo monetario
medios de escape o lucha, porque no existen las relaciones como contraprestación de las actividades del proyecto.
de poder sin puntos de insubordinación (Foucault, 2003a: Sozzo (2008: 178) explica que, en parte, las razones del
143). uso de este componente en el PCV pueden deberse a que
4. Utilizo comillas para señalar palabras o expresiones la mayoría de la políticas sociales promovidas en los
usadas irónica o metafóricamente, o al querer poner últimos gobiernos nacionales estuvieron estructuradas en
atención sobre ellas por su polisemia; además, como es torno a este tipo de mecanismo, por lo que resulta difícil
habitual, para señalar conceptos o expresiones propias articular el financiamiento gubernamental de programas
de algún autor/a o corriente cuya referencia bibliográfica e intervenciones vinculadas a lo “social” a través de un
se coloca adjunta. La letra bastardilla en palabras o esquema alternativo. Sin embargo, la apropiación del
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La hipótesis general que guió la investiga- dependencia. La tolerancia que caracteriza-


ción fue que la forma que adopta en Argen- ría el modelo argentino no estaría exenta de
tina el gobierno de la “juventud en riesgo” procedimientos rigurosos de control social,
a través de programas de prevención social especialmente en la dimensión moral de la
del delito permite señalar algunas particu- subjetividad, y conllevaría consecuencias
laridades propias dentro de la hegemónica significativas para la configuración etaria,
tendencia global. Los programas locales de genérica y de clase social de sus beneficia-
prevención del delito se caracterizarían por rios/as (Medan, 2013). La investigación
una fuerte “tolerancia”6 al incumplimiento constituyó un estudio de caso instrumental,
de las exigencias de responsabilización indi- que podría también considerarse como de
vidual y activación de los/as beneficiarios/as caso extendido. El caso de observación prin-
y se advertiría: a) la habilitación de sentidos cipal fue el PCV y una de sus implementa-
alternos sobre el dinero entregado en forma ciones en un barrio popular del sur del Gran
de TCI, en el marco de una redefinición de Buenos Aires. La dinámica de implemen-
las condicionalidades, así como de interpre- tación del programa constaba de reuniones
taciones sobre la inclusión social y el riesgo; semanales de 2 horas entre el equipo técnico
b) la reinscripción de la exigencia de la y los sujetos jóvenes en distintos espacios
responsabilización individual en un contexto del barrio. Las reuniones suponían activida-
de responsabilidades multilocalizadas; c) des sobre 4 ejes: “vincular” (relacionado con
una discusión sobre la supuesta incoheren- el proyecto de vida), “mundo del trabajo”,
cia y potencial negativo del par activación- “jurídico”, y “sociocomunitario”. La TCI

componente por parte de los programas de prevención las capacidades productivas que un individuo adquiere por
social del delito, supone un uso específico vinculado, acumulación de conocimientos generales o específicos) y
según interpretaciones plasmadas en otro trabajo (Medan, el enfoque de las capacidades (desarrollado a partir de los
2014, Medan, 2013) a la posibilidad de iniciar una trabajos de Amartya Sen centrados en las capacidades de
suerte de transformación subjetiva que oriente a los/as las personas para actuar por sí mismas e impactar en el
jóvenes a la gestación de un proyecto de vida alternativo mundo mediante actos valiosos) (Dallorso, 2010: 106), la
al delito, y no, el uso tradicional de estos programas de configuración de estas políticas mutó, adoptando formas
inspiración worfarista, cuya contraprestación está ligada a eclécticas (CEPAL, 2011, Lopreite, 2012, Midaglia, 2012).
la inserción laboral (Grondona, 2012). Concretamente, el Las últimas dos décadas del siglo XX fueron especialmente
Comunidades Vulnerables recibió financiamiento desde el productivas en lo que hace a este tipo de programas: se
Programa de Empleo Comunitario (PEC) del Ministerio crearon muchos no sólo destinados a los desempleados
de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Aunque estos sino también a familias con hijos pequeños. Según la Base
programas (versiones del Plan Trabajar , del programa de de datos de programas de protección social no contributiva
Emergencia Laboral y el PEC) comenzaron a difundirse en América Latina y el Caribe de la CEPAL (2011), los
a partir de 1996 en Argentina desde años antes podían programas con TCI operan en la actualidad en 18 países
encontrarse en Latinoamérica como parte de una tendencia de la región y benefician a más de 25 millones de familias
iniciada en los países desarrollados (OIT, 2007, Cecchini (alrededor de 113 millones de personas), es decir, el 19%
y Madariaga, 2011, Fiszbein y Schady, 2009) para, en una de la población de América Latina y el Caribe. Para un
primera época, “luchar contra la pobreza”. Así, la atención análisis del caso argentino puede consultarse Golbert y
a la cuestión social se reduciría, mediante estrategias de Giacometi, 2008).
focalización, al tratamiento paliativo de la pobreza, no 6. El término “tolerancia” tiene múltiples sentidos
para eliminar sus causas sino para minimizar sus efectos. y aquí, brevemente se considera como el efecto de
Cuando las agencias internacionales, impregnadas por las aceptar ciertas circunstancias no ideales en pos de
críticas que recibían sobre esta modalidad, comenzaron a mantener la continuación de un vínculo. Para ampliar la
vincular las políticas de reducción de la pobreza con la problematización cfr. (Guemureman, 1998).
teoría del capital humano (que se refiere al conjunto de
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entregada era de $150 mensuales (en ese campo (RC) de 84 visitas a implementacio-
entonces equivalente a U$S36).7 Además nes de programas (la mayoría al Comunida-
se analizaron algunos datos provenientes des Vulnerables), testimonios producidos en
de otros programas de prevención del delito 27 entrevistas, y documentos de los progra-
para conocer mejor el caso principal.8 Las mas. Además, se analizaron fuentes secunda-
técnicas para la construcción de los datos rias de organismos internacionales y acadé-
fueron observación participante y entrevistas micas para esbozar un estado general de la
en profundidad. Se analizaron registros de cuestión a nivel global.

Porqué no ocuparse de la utilidad

De corte sociológico y mucho más preocu- promover la puesta en marcha de proyectos locales
pada por los procesos sociales de construc- destinados a favorecer la integración social de los
ción de formas de gobierno, que por los resul- sectores más desprotegidos de la sociedad, especial-
tados de la implementación del programa en mente adolescentes y jóvenes inmersos en procesos
función de los objetivos institucionales, la de alta vulnerabilidad social, procurando reducir
investigación de la que surge este artículos su participación en la comisión de delitos callejeros
no se interesó –explícitamente- en responder (Dirección Nacional de Política Criminal 2007).
para qué sirven los programas de prevención
del delito juvenil. Fundamentalmente porque Así, el programa se orientaría a promover
el nombre del tipo de programa “prevención la construcción de proyectos de vida que no
del delito” genera un efecto de funcionali- implicasen prácticas violentas o delictivas,
dad que se desarma inmediatamente al cono- apoyar la búsqueda de formas de sustento
cer mínimamente las acciones concretas que económico por fuera de la actividad delic-
estos programas implementan para abordar un tiva, fomentar la escolarización y el acceso a
problema de tal complejidad como el delito. la justicia, estimular la adquisición de habi-
No obstante, esta desconfianza en el lidades que mejoren la empleabilidad, etc.
cumplimiento de su objetivo general no (Müller, Hoffmann, Nuñez, Vallejos, Inna-
mermó el interés por el fenómeno de moratto, Canavessi, Palacio, Krause, 2012).
gobierno en sí, y las formas que adoptaba. Según las operadoras del programa lo que
Especialmente porque la explicitación del conducía a los/as jóvenes a cometer delitos
objetivo general del PCV lo coloca como era carecer de una debida integración social.
una consecuencia de un proceso de integra- Es decir, están integrados a la escuela, pero
ción social que es el que debería fortalecer de forma discontinuada, parcial y débil, y lo
la implementación del programa. Según los mismo con respecto a los trabajos que tienen:
documentos institucionales su objetivo es son precarios, mal pagos, inconstantes. Y en

7. En la nota 6 se detalla sobre el origen de los fondos de dependiente de la Secretaría Nacional de Niñez,
estas TCI. Adolescencia y Familia.
8. Estos fueron Envión Volver (dependiente de la
gobernación de la Pcia. de Buenos Aires) y A la Salida,
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esas integraciones “débiles” se inserta la cialmente en las presencias, no sólo para


posibilidad del delito como otra instancia de conocer qué de lo previsto efectivamente
socialización y de obtención de recursos. sucedía y cómo, sino, sobre todo, para cono-
Con estas definiciones el foco de la inter- cer las dimensiones desbordadas e incluso no
vención se desplaza un poco. Ya no es preve- previstas de la intervención que pueden ser
nir el delito en sí, sino mejorar las formas advertidas desde una perspectiva metodoló-
de integración social. Así las cosas, lo que gica centrada en el estudio de las interaccio-
habría que considerar es en qué medida nes cotidianas. Esta decisión es producto, a
el programa es útil o sirve para mejorar la su vez, del uso una concepción para el estu-
integración social de sus destinatarios/as.9 dio de políticas que asume como ineludible
La lógica de la evaluación requiere cotejar y no problemática en sí misma la distancia
cuáles de los objetivos previstos se alcan- entre la formulación de políticas y su imple-
zaron y cuáles no. Esto lleva a preocuparse mentación. En efecto, me preocupé mucho
por advertir ausencias donde debería haber más enfáticamente por reconocer y analizar
presencias. en los procesos de gobierno, las luchas por
Sin embargo, la perspectiva teórico meto- el poder, las negociaciones y las resistencias.
dológica de la investigación no recorrió En ese sentido, que los beneficiarios conti-
esos senderos. En primer lugar, porque la nuaran delinquiendo o dejaran de hacerlo, o
investigación no buscaba evaluar, como que fueran instados a retomar la escolaridad
si cumpliera el último paso de la política y no lo hicieran, no eran hechos de central
pública, sino comprender un modo de regu- relevancia para mí.
lación social. Por eso decidió enfocar espe-

La pregunta obligada

Sin embargo, la pregunta por si los jóve- marco de una discusión de políticas públi-
nes dejan o no de robar al incluirse en los cas, o de incidencia de la producción de
programas, o si al menos “sirven para algo” conocimiento en las políticas públicas, se
es la que frecuentemente recibo al mencio- debe poder articular una respuesta, tradu-
nar la investigación. Y resulta lógico que ciendo ciertos resultados de investigaciones
en un contexto de notoria preocupación por en insumos que contribuyan a justificar cier-
la seguridad y por la participación de jóve- tas iniciativas o mejorarlas o descartarlas.
nes en delito urja la inquietud acerca de si De hecho es lo que muchas veces se espera
ciertas intervenciones que dicen abordar el de la producción científica y es parte de los
problema son exitosas o fracasan. Así, en el compromisos de la academia.

9. Sobre qué es lo que se debería medir en programas de


prevención del delito me explayo en páginas siguientes.
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Los datos que faltan

El primer paso para articular tal respuesta ausencia o escasa cantidad de evaluaciones
es recurrir a las evaluaciones propias que se debería a varias razones. Por un lado, la
haya hecho el programa en cuestión como prevención social del delito supone efectos a
parte de su desarrollo. Sin embargo, la mediano y largo plazo, lo cual no parece muy
prevención del delito, en este sentido, tiene atractivo para la publicación de resultados
sus límites: es muy complejo evaluar una inmediatos, como suele requerirse respecto
política cuando su objetivo central es un no de temas vinculados con la in/seguridad. Así,
evento, cuando se espera que el resultado desde los diseños y ejecuciones de progra-
sea que algo no se produzca (Müller y otros, mas, la evaluación no suele ser una etapa a
2012). No obstante, es posible hacer algu- la que se destine suficiente peso. Además, se
nos comentarios al respecto de la evalua- aduce la falta de datos en materia de segu-
ción en programas de prevención del delito. ridad como para poder advertir transforma-
Tal como subraya Crawford (1998: 196), ciones a partir de las intervenciones. Debería
la evaluación es el aspecto más débil de la agregarse también que las pocas evaluacio-
prevención del crimen, tanto la evaluación nes o análisis de impactos que existen, no
de procesos como de resultados. La última suelen considerar las perspectivas de los y
es especialmente difícil porque no se pueden las beneficiarios/as.
establecer con claridad relaciones directas Finalmente, otro debate abierto es sobre
entre causas y efectos, es decir, entre accio- la capacidad de las evaluaciones para ser
nes de los programas y descenso en la tasa generalizadas o replicar las intervenciones
de delitos, pues eventualmente ésta puede en otros contextos. Al respecto, Crawford
producirse por la influencia de otros factores sugiere que las evaluaciones tienen que
que es difícil aislar en los contextos de imple- considerar tanto el mecanismo de la estra-
mentación de los programas (Crawford, tegia y sus resultados, como el contexto en
1998: 201; Sozzo, 2008: 91-104). el que se están implementando, y a quié-
Por otro lado, hay discusiones respecto de nes beneficia en él. En última instancia, casi
si la efectividad de los programas de preven- corriendo el eje del debate sobre la utilidad
ción del delito debería medirse en función del de la prevención del delito, Crawford (1998:
descenso del crimen, o si deberían incluirse 217) cita a D. P. Rosenbaum:
otras cuestiones como el miedo al crimen, la
reducción del desorden y los signos de inci- Ya no estamos en el punto de discutir si la preven-
vilidades, las mejoras en la calidad de vida ción del delito sirve o no, ahora estamos interesados
de las personas, la optimización de la cola- en especificar bajo qué condiciones se observan qué
boración entre agencias (Crawford, 1998: resultados.
214). Esta discusión, supone, además, deba-
tir qué es en realidad la prevención del delito, Ahora bien, quienes llevaron adelante
y cuáles son los límites de su actuación. el PCV pudieron construir algunos datos
A su vez, según algunos analistas (Sozzo, (Canevassi y otros, 2010).10 Por ejemplo,
2008; Appiolaza, 2009; Crawford, 1998) la respecto de la reinserción educativa de quie-
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nes no estudiaban al ingresar al programa, ble medir estos efectos con un grupo control
que era una de las acciones que debían sin programa -suponiendo que pudieran
fomentar como parte de las mejoras de la salvarse las múltiples particularidades que
integración social, señalaron que sólo el 16% caracterizan a un grupo humano no aislado
lo hicieron. Otra forma de medir la efectivi- y en su particular entorno- podríamos afinar
dad de la estrategia fue conocer qué porcen- las predicciones, pero lo cierto es que care-
taje de beneficiarios/as fue desvinculado del cemos de aquel.
programa por haber sido procesado/a por Sumadas a estas circunstancias, el PCV
delito penales. El dato fue sólo de un 2,1%. nunca dejó de ser una experiencia piloto que
Si el dato relativo a la reinserción educativa se implementó con un alcance muy limi-
no conduce a conclusiones muy esperanza- tado. Con lo cual, a pesar de que persistió
doras el de la reincidencia puede revertir la en algunos barrios -como en el que realicé
tendencia. Sin embargo, mi trabajo de campo el trabajo de campo- muchos años, no exis-
indicó que sólo quienes eran procesados ten datos de criminalidad o de victimiza-
eran dados de baja, por incompatibilidades ción lo suficientemente acotados al territo-
administrativas que excedían la dinámica de rio como para cotejar si el delito callejero
funcionamiento de cada implementación y cometido por jóvenes aumentó o disminuyó
sobre lo que no podía haber discrecionalidad. desde la existencia del programa -además de
Quienes seguían teniendo prácticas delic- que no podrían vinculársele directamente los
tivas pero no eran procesados -aún cuando descensos o aumentos.
hubieran sido detenidos- no eran desvincu- Como se anticipó, medir algo que se
lados del programa por lo cual no aparecían espera que no suceda es difícil. Y la difi-
en las estadísticas de evaluación del mismo. cultad se suma a las deficiencias en mate-
Por otro lado, tampoco es posible discernir ria de investigaciones y datos que en general
si quienes reincidieron o no, lo hicieron por y mundialmente hay sobre cuestiones rela-
efecto de la implementación del programa o cionadas al crimen y su gestión (Crawford,
por otras circunstancias. Si acaso fuera posi- 1998; Hartjen, 2008; Sozzo, 2009).

Lo que sí sabemos

A poco de empezar mi trabajo de campo de la operadora en el marco de una actividad


en el programa Comunidades Vulnerables sobre el eje "trabajo", en la que se conver-
escuché a un joven decir: yo robo, cobro el saba sobre las fuentes de ingresos, las opcio-
plan y cartoneo. Su declaración respondía nes disponibles, las situaciones laborales
en voz alta, con naturalidad, a una pregunta presentes y las proyecciones a futuro de los

10. Si bien tenían prevista una evaluación, con los durante la comisión de delitos, del número de opiniones
indicadores que se señalan a continuación, no pudieron de referentes comunitarios que aluden a la participación
llevarla a cabo. Éstos eran disminución de la cantidad de de jóvenes en delito, descenso en la categoría “jóvenes
jóvenes de comunidades vulnerables por causas de delitos entre 16 y 15” en la identificación de la ofensión por parte
callejeros en institutos de detención, de causas judiciales de víctimas de delitos; disminución de la cantidad de
que involucren jóvenes en el delito callejero, de jóvenes reincidentes; mayor integración social de los jóvenes en
muertos en enfrentamientos con fuerzas de seguridad conflicto con la ley (Canevassi y otros, 2010).
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y las jóvenes. El joven no fue reprendido por en qué medida desde los programas se consi-
la contundencia de su declaración. Al contra- dera que los efectos alcanzados son lo sufi-
rio, situaciones como ésta, eran frecuentes. cientemente significativos para que la inter-
¿Esta circunstancia podría señalar que el vención persista como parte de las estrategias
programa fracasaba en tanto sus beneficia- desplegadas bajo el paradigma de la seguri-
rios/as seguían delinquiendo? De afirmarse, dad ciudadana. Se trata además de identificar
posiblemente estuviéramos simplificando la los sentidos positivos que estas intervencio-
situación. Por ello, para evitar el reduccio- nes tienen para los y las jóvenes beneficia-
nismo y para complejizar la comprensión rios, y a su vez, desde el punto de vista de las
de los efectos y utilidades de los programas relaciones entre los y las jóvenes de sectores
es que propongo revisarlos más detenida- populares y esta particular ala del Estado. A
mente y desmenuzar algunas dimensiones mi entender, resulta significativo hacerlo aún
de la estrategia. Es decir, identificar cier- cuando estas acciones no logren impactar
tas utilidades genuinas y directas, en tanto directamente en el descenso del delito juvenil,
acciones productivas que no sucederían de en razón de lo que la existencia de este tipo de
no mediar estas estrategias, y hacerlo en un programas implica para el modo de gestionar
sentido amplio. Esto es, no sólo identificar el delito juvenil en términos políticos.

La perspectiva de los agentes estatales

Desde la perspectiva de los agentes territo- - No…no por lo que hablamos antes, porque lo
riales es posible reconocer tres utilidades de económico no modifica, tampoco son pibes que por
la implementación de estos programas. esos $150… el que quiere seguir robando sigue
Para argumentar sobre la primera requiero robando, entonces la elección de dejar de robar
volver al ejemplo del beneficiario que tiene que ver con otra cosa, con un clic, y con el
robaba, cartoneaba y cobraba el plan. ¿Qué pensar… (Operadora - programa Comunidades
habilitaba a una operadora a tener un bene- Vulnerables).
ficiario en un programa de prevención del
delito que reconocía, sin autocensura alguna, En efecto, la mayoría de los/as benefi-
que robaba?11 Evidentemente no se esperaba, ciarios/as que tenían prácticas delictivas al
en el seno del programa, que el estar admi- ingresar al programa seguían teniéndolas
tido supusiera dejar de robar. Sin embargo, mientras estaban “bajo programa”. También,
los planes eran parte del estímulo que se aunque el programa propusiera la reinser-
les ofrecía a los/as jóvenes para armar un ción escolar o la capacitación en oficios
proyecto de vida que descartara las prácticas como contraparte de la inclusión en el dispo-
delictivas. En una entrevista a la operadora sitivo, la mayoría de los/as beneficiarios/as
pregunté si creía que los planes impedían la no encaraban ninguna de estas acciones por
comisión de delitos: distintas razones.

11. Los programas creían que la eficacia de los planes, transformación moral. Este proceso, sin embargo, no era
o las transferencias condicionadas de ingresos estaba inmediato ni sólo dependiente de la instrucción de hicieran
en oficiar como un medio para gestar el pasaje de una los programas. De allí que no fuera determinante para la
lógica de provisión a otra. La TCI, más que reemplazar entrega de la TCI que los jóvenes dejaran de tener prácticas
un dinero por otro -el ilegal del delito compensado por el delictivas. Se confiaba en que la instrucción colaboraría en
legal de la TCI- era el medio que habilitaba el proceso de esa rehabilitación (Medan, 2013, 2014).
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Lo que apareció como una regularidad en son exclusivas de los programas de preven-
los testimonios y observaciones, es que estos ción del delito sino que son observables en
programa tienen la convicción que de que las dinámicas de los programas de inclusión
las transformaciones de los/as jóvenes sólo social juvenil. La misión de fomentarles la
pueden suceder en la medida en que ellos y activación y responsabilización individual
ellas tengan voluntad de hacerlo. que comparten estas distintas iniciativas es
propia de cierta lógica de regulación de las
Cada historia es un mundo y no hay que ser ingenuo poblaciones que fue conformándose con el
y creer que el programa los rescata y es mágico. declive del modelo del Estado de Bienestar.
Me parece que hay un montón de cosas para que Algunos autores la han advertido como un
eso suceda, el programa, el espacio grupal, la expe- cambio en el gobierno de lo social gestado
riencia de los otros, ayuda. Pero tiene que haber en el apogeo de las racionalidades neoli-
un interés personal, lo planteás todo el tiempo, berales de gestión (Castel, 2004; Kessler y
en la entrevista, con el pibe, cuando se genera un Merklen, 2013; Rose, 1996).
conflicto, se lo actualizás todo el tiempo, y eso Conectada con esta utilidad, más deudora
va haciendo un proceso de a poco. (Operadora - de una época que de las acciones particulares
programa Comunidades Vulnerables). de los agentes, se desprende la que entiendo
como una tercera utilidad. A algunos de los/
El testimonio parece indicar que la utilidad as agentes, la existencia de estos programas
de los programas es acompañar un proceso que reconocen al delito como un problema
que es, en cierta medida, independiente a la social y multicausal, les permite posicio-
intervención. Con lo cual, refiriéndonos a narse en un lugar crítico respecto del Estado
utilidades, podríamos identificar una indi- al que ellos/as mismos/as representan, espe-
recta en la acción de fortalecer o apuntalar cialmente opuesto a su ala represiva. Los/
un proceso que podría incluso desarrollarse as agentes sugieren que el Estado está en
por fuera de la existencia del programa. deuda con los y las jóvenes ya que se impone
En segundo lugar, la implementación a ellos a veces con violencia -por ejemplo
de este tipo de programas tiene para los/as policial-, a veces con indiferencia -en el caso
agentes estatales la potencialidad de trans- de las escuelas “expulsivas”- y a veces defi-
formar ciertas dimensiones morales y valo- citariamente. Concretamente, una operadora
rativas y criterios de acción de los y las jóve- del Comunidades Vulnerables desconfiaba
nes de modo que contribuyan a la gestación de las posibilidades reales de inclusión que
de un proyecto de vida alternativo al delito. el Estado propiciaba con la intervención a la
Privilegiar el uso de la palabra por sobre que ella representaba.
la fuerza física para relacionarse con otros,
revisar la experiencia biográfica individual Se necesitaría mucho más apoyo desde Nación para
para identificar instancias conflictivas que que esta política sea integrada a otras políticas y
“torcieron el rumbo”, evaluar las condi- para que el programa de prevención del delito no sea
ciones presentes en función de proyeccio- aislado. Que pueda estar asociando a otras instan-
nes futuras, son algunas de las dimensio- cias institucionales para que tengan más facilidad
nes subjetivas de los y las jóvenes en las que para que sea concreto lo que uno les propone a los
estos programas buscan incidir durante sus pibes. Uno les propone un proyecto de vida alterna-
intervenciones. Es preciso aclarar que estas tivo a delinquir, y ahí están todos los obstáculos, en la
formas de conducir la regulación social no inserción educacional está el obstáculo, en la laboral
96 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

también, en la justicia también y está cerca el obstá- mente a un grupo que suele ser más frecuen-
culo (operadora, Comunidades Vulnerables). temente constreñido por acción u omisión.
Estas evidencias contribuyen a una configu-
El reconocimiento de los/as agentes sobre ración de la acción de estos programas en los
los propios déficits estatales podría incomo- que si bien hay una intención de supervisión
darlos de tal modo de menguar las exigen- y transformación, tiene tintes más morales y
cias sobre la transformación actitudinal de de reforma subjetiva que policíacos o repre-
los y las jóvenes. En efecto, otros trabajos sivos. En suma, estos programas permiten a
(Llobet, Gaitán, Medan y Magistris, 2013) los/as operadores/as asumir cierta misión de
han advertido que para algunos/as agentes cuidado y acompañamiento de una situación
estatales “flexibilizar” reglas de la asisten- de vida de los y las jóvenes, a la que asumen
cia es una forma de “hacer justicia” frente a como conflictiva y dificultosa para los/as
años de abandono estatal que han padecido beneficiarios y que requiere un vínculo afec-
las poblaciones que ahora reciben asistencia. tivo que muchas veces recupera formas filia-
les. En efecto, en la publicación que compila
La existencia del programa tiene que ver con la experiencia del Comunidades Vulnerables
la posibilidad de una reparación histórica que se señala que
tenemos que realizar en estas tres generaciones
que han sido devastadas por el modelo neoliberal La tarea del operador consiste en contener, motivar,
que nos ha acompañado y que supimos conseguir. A acompañar y orientar durante un período de
nosotros nos interesa la posibilidad de que ese joven tiempo a grupos de jóvenes en un proceso indivi-
vuelva a creer, y para que el joven vuelva a creer dual y colectivo de revisión de estrategias de vida
tiene que creer la sociedad en él (agente estatal, y búsqueda de alternativas que contribuyan a inte-
Envión Volver). grarlos a la ciudadanía activa (Müller y otros,
2012: 135).
Así, los programas con este enfoque
“blando” permiten a los operadores ampliar En este sentido, los programas y sus opera-
el margen de maniobra (Haney, 2002) que dores/as parecen honrosos de ser una suerte
el Estado habilita a las personas, especial- de refugio.

Desde la perspectivas de los y las jóvenes

Al correr el foco hacia los y las beneficia- dinero regular en un contexto en el que otras
rios/as se puede afirmar que, en primer lugar, formas de provisión son transitorias, como
los/as jóvenes obtienen recursos económi- los trabajos precarios, o los inciertos botines
cos que los programas les brindan y que del delito. Para el caso de una implementa-
se suman a sus fuentes de ingresos. Pero ción como la estudiada, que para cuando se
la particularidad es que mientras para los/ hizo el trabajo de campo llevaba 6 años de
as operadores/as las transferencias moneta- ininterrumpido funcionamiento en el barrio,
rias son un estímulo transitorio para lograr lejos de ser un recurso transitorio, los planes
la participación de los/as jóvenes y habili- eran una fuente de ingresos estable. Los y las
tar ese proceso de transformación moral que jóvenes podían dejar de ser beneficiarios/as
se mencionó más arriba y que supone, lenta- un tiempo, y volver a cabo de meses o años,
mente, pasar de la provisión ilegal a la legal, y lo supuestamente transitorio de los planes,
para los/as beneficiarios/as, las TCI son un aparecía para ellos como lo más estable del
Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 97

entorno. Resultaba curioso -al menos para El plan era una solución, válida, pero de
quien observa la situación desde otra posi- segunda clase. Por eso los y las jóvenes acla-
ción de clase- que las y los jóvenes acepta- raban que lo importante era mantener el plan
ran las condiciones, requisitos, evaluaciones hasta que consiga un trabajo (RC 48, RC
y controles sobre sus modos de vida por sólo 49). Máximo, reconstruyó en una entrevista
$150 al mes (que parecen un monto pequeño su primera vinculación con el programa: se
si de lo que se trata es, por poner un ejem- acercó porque estaba sin trabajo, tenía novia
plo, de comprar zapatillas que cuestan más y necesitaba el plan. Jerarquizando las fuen-
de $400). Sin embargo, esta aceptación tenía tes de ingresos del mismo modo, explicó
una explicación que pudo ser advertida luego alguno de sus períodos de inasistencias: cada
de varios meses de trabajo de campo y cono- tanto vengo al plan, pero cuando me sale un
cimiento de las situaciones de los y las bene- trabajo no puedo. Ante inasistencias o retiros
ficiarios/as. En los contextos de incertidum- anticipados de las actividades en los horarios
bre en los que ellos y ellas viven -que pueden de los encuentros del programa, la explica-
implicar inicios o fines abruptos de trabajos ción en torno a que salió un trabajo era muy
precarios y de corta duración, detenciones, frecuente. Estas eran explicaciones dignas
mudanzas de barrios, problemas de salud que para la falta, que inclusive se esgrimían con
les impiden mantener otras fuentes de ingre- orgullo. Horacio argumentaba una tarde,
sos, embarazos no previstos, etc.- la cons- como tantas otras, que no podría quedarse
tancia de un pago mensual, aunque fuera de en la actividad porque estaba cuidando unos
“tan poco” dinero, era un dato seguro. Con coches y, como prueba, mostraba la franela
esa seguridad podían planificar, por ejem- (RC 58). Otra tarde, Mauricio se acercó antes
plo, pagar en cuotas un electrodoméstico en del inicio de la actividad para avisar que no
un negocio, o saldar deudas con familiares, iba a poder ir al curso de carpintería en el que
o prever que ante el inicio de clases podrían se había anotado porque le había salido una
comprar indumentaria o calzado para sus changa (RC 13), y Orlando, ante un encuen-
hijos/as, o cancelar la “cuenta corriente” del tro con la operadora, en una calle del barrio,
almacén. El resto de los ingresos, legales e le insistía en que había faltado porque estaba
ilegales, podían estar o no, pero en cierto trabajando, que volvería cuando se termi-
momento del mes, en la cuenta del banco se nara la tarea que lo tenía transitoriamente
acreditaban los $150. Lo más valorado de ocupado (RC 17). El programa actuaba, en
ese dinero, era su estabilidad: como insistía cierta forma, como un seguro de desempleo.
una beneficiaria, Valeria, lo importante era En segundo lugar, reconocí, a diferencia de
que se puede contar con él todos los meses. lo que habría presupuesto en un comienzo,
Ésta constituye una muestra más de que que para los y las jóvenes el programa tiene
cuando “las sumas ganadas pueden compa- una utilidad que excede la obtención del
rarse, diferentes sistemas de pago no repre- dinero de los planes. Estos programas repre-
sentan formas equivalentes de ingresos (...) sentan una puerta del Estado atípica para
las formas y la cantidad del pago, además, a ellos y ellas, muchos de los cuales –aunque
menudo tienen un valor simbólico significa- no todos-, han tenido o tienen prácticas
tivo” (Zelizer, 2011: 45). La forma mensual, delictivas. Los programas tienen como prin-
en un contexto de incertidumbre e inestabili- cipio de acción el implementarse territorial-
dad, incrementaba el valor. mente y por eso se instalan en los mismos
A su vez, el dinero del plan era conside- barrios donde viven los/as beneficiarios/as.
rado distinto del proveniente del trabajo. Al estar ahí, los programas se prestan, en
98 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

cierta medida, a comprender las dinámicas luego de meses de no saber cómo lograrlo,
del lugar. Esto contribuye a que las formas un certificado de los estudios realizados para
de acercamiento a la estrategia sean más flui- volver a anotarse en otra escuela. Por último,
das, requieran menos formalidades (turnos, sólo para dar algunos ejemplos, mediante las
contactos, traslados), y sean para muchos/as operadoras, los/as jóvenes accedían a infor-
de los/as jóvenes espacios que no represen- mación sobre nuevos programas sociales o
tan una amenaza para su libertad. Concreta- recursos disponibles.
mente, mediante los programas, los/as jóve- Por último, interesa señalar una utilidad
nes acceden a diversas formas de ayuda no referida al entrenamiento que el contacto
monetarias como asesoramiento –más o con el programa les habilitaba a los/as jóve-
menos directo- sobre asuntos legales, sani- nes para relacionarse con el Estado. Al tener
tarios, vinculares, agilización de trámites que negociar directamente cada uno de ellos
para conseguir certificaciones, o turnos en y ellas con los/as operadores del programa
dependencias legales o sanitarias o de servi- aprenden a adecuarse a los requisitos solici-
cios sociales. En suma, los programas son tados o a modelar sus propias necesidades
una fuente de recursos en el seno de un espa- de modo tal que logren ser legitimadas por
cio de resguardo que representa al mismo los programas. En un proceso caracterizado
Estado –claramente heterogéneo-, que desde como de “hibridez de enunciados” (Llobet,
otras agencias muchas veces los excluye 2009) se apropian de los discursos institucio-
(como la escuela que les requiere más aptitu- nales, los dotan de sus propias interpretacio-
des de las que ellos/as tienen) o los persigue, nes y los ponen en función de las negocia-
reprime, juzga y castiga (como las agencias ciones de admisión, permanencia y reingreso
judiciales y de control penal). Este abanico a los programas. Asimismo, también cono-
de recursos complementa el del dinero esta- cen y ponen en práctica las dimensiones
ble y regular que reciben. El conjunto expli- más flexibles del “contrato” que entablan
caría que los/as beneficiarios/as se presten con los/as operadores/as en la admisión y
a la dinámica de los programas aún expre- se permiten discutir o incluso rechazar las
sando algunas disidencias. Escenas de las propuestas estatales sobre algunos valores,
reuniones del programa podían incluir a un jerarquizaciones de riesgos o criterios de
beneficiario mostrando una citación judicial acción. Especialmente las chicas apelan a su
recibida en la mañana, y solicitando que la condición materna para lograr la incorpora-
operadora le explicara a qué se refería y si ción al programa aún cuando sus vínculos
comprometía su libertad. Otras a unas bene- con el delito sean más bien indirectos. Por
ficiarias que pedían ayuda para conseguir un su parte, especialmente los varones, insis-
turno en un centro de tratamiento de adiccio- ten con que ciertas circunstancias conflic-
nes para una de sus hermanas, también bene- tivas en el barrio se dirimen a los golpes y
ficiaria, a la que veían muy comprometida no mediante las palabras, y a su vez seña-
con su enfermedad. También las operadoras lan a los/as operadores/as su extranjería en el
del programa podían apelar a sus contactos barrio, condición que no les permite enten-
para que algún/a joven consiguiera, por fin, der cuáles son los códigos del barrio.12

12. Más sobre lo que llamo “controversias de la terapia”


puede encontrarse en trabajos anteriores (Medan, 2011 y
2013).
Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 99

Las utilidades en la relación Estado – jóvenes de sectores populares


Como tercer grupo de utilidades reuní Para complejizar la descripción de este
aquellas que me permiten referirme a los efec- efecto es preciso trasladarnos, por un
tos sobre las relaciones entre estas estrategias momento, hacia el plano internacional -y
de gestión del delito del Estado, y la “juven- especialmente noroccidental-. En térmi-
tud en riesgo”. Tanto aquellos que se ponen nos amplios podemos afirmar que algu-
en escena en las interacciones concretas y nas formas estatales replegadas durante el
situadas entre específicos/as agentes estatales auge de modelo neoliberal estuvieron, en
y jóvenes, como aquellos que refieren, más la última década, volviendo a escena. Me
vale, a la concepción más ideológica que este refiero, concretamente, a la reconfiguración
tipo de estrategias están sosteniendo respecto de los sistemas de bienestar tras la eviden-
del modo en el que ciertas áreas del Estado cia de que el “retiro” estatal neoliberal
-entendido como un ente complejo y no siem- generaba vastos espacios de exclusión que
pre coherente- conciben al problema de la amenazaban la cohesión social (Rose, 1996).
delincuencia juvenil y su gestión. Sin embargo, el redespliegue de la asisten-
Desde el punto de vista de las implemen- cia estatal buscaba resguardarse de contri-
taciones concretas, el hecho de que la falta buir, mediante la asistencia, a la gestación de
de cumplimento del contrato entre programa una clase de dependientes del Estado, situa-
y jóvenes (por ejemplo cuando se sigue ción a la que, según algunas críticas, había
robando o no se retoma la escolaridad) no conducido el modelo del Estado de Bien-
lo rompa, indica que, desde la instituciona- estar. De allí surgió la necesidad de brindar
lidad se comprende la dificultad contextual asistencia mediante un pacto de correspon-
para cumplirlo. Pero además, puede indi- sabilidad con el asistido quien debía respon-
car que las interpretaciones que los/as jóve- sabilizarse y activarse en la solución de
nes tienen sobre sus posibilidades de acción sus propios problemas (Kessler y Merklen,
deben ser reconocidas por los/as agentes. 2013). Este modelo trascendió a programas
En las interacciones cotidianas los/as jóve- de prevención del delito y la reinicidencia y,
nes ponen en juego unos riesgos a los que cómo se esbozó, permeó el funcionamiento
se enfrentan cotidianamente que no son los de estrategias argentinas como el Comuni-
identificados por los programas en sus diag- dades Vulnerables. Sin embargo, según lo
nósticos iniciales. Los programas insisten en que indica la literatura, en otras latitudes el
que los riesgos del delito son la muerte o el modelo de corresponsabilidad se estable-
encierro y los jóvenes sostienen, en ocasio- ció de un modo más rígido que lo que pudo
nes, que más riesgoso es no tener lo que se observarse aquí. El modelo supone ofrecer
necesita. A pesar del desacuerdo, mientras al joven que delinque por primera vez una
los/as jóvenes expliquen por qué no pueden oportunidad de retractarse bajo la promesa
cumplir con las expectativas que los progra- de no reincidir. Si cumplen, no quedan
mas tienen para ellos/as, se renueva la opor- rastros en su historia, de la incursión en el
tunidad para estar en los dispositivos. Esto es delito. Si habiendo tenido la oportunidad de
así porque los/as agentes estatales entienden rectificar el rumbo, no lo hacen, la senten-
que la expresión de las dificultades de parte cia caerá sin contemplaciones (Lister, 2002).
de los/as jóvenes significa que el proceso de De ese modo se ofrece una sola oportunidad,
transformación subjetiva está en marcha. de modo de evitar la dependencia, la cual es
100 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

considerada un hecho desgraciado (Fraser y asistencia inmerecida y resguardar los recur-


Gordon, 1994). sos de la intervención estatal (Rose, 1996,
Al contrario, tal como se observó para Lister, 2002), la forma local de gobernar la
el PCV, si siempre hay una nueva oportu- “juventud en riesgo” mediante programas
nidad, este temor al fomento de la depen- sociales, y especialmente de prevención del
dencia no parece estar operando. ¿Acaso la delito, parecería estar escapándose un poco
dependencia estatal estaría siendo reconfi- a la fórmula. La inclusión institucional en
gurada como factor de protección? Llamati- estos espacios intermedios no es presentada
vamente, aunque los programas exijan acti- como una "única" oportunidad, a partir de la
vación y responsabilización individual, no cual decidir hacia qué ámbito de la regula-
buscan que los sujetos se independicen del ción -del sistema de bienestar o del penal-
Estado. Lo que parece predominar es, más la sentencia debe dirigirlos. La "promoción
vale, un férreo interés de los programas por de la oportunidad" se renueva constante-
tener, bajo la doble atención de cuidado y mente, sin caducar. Esto habilitaría la posi-
supervisión, a los y las jóvenes. No sólo no bilidad de que el modo de gobierno se nutra
se deslegitima la dependencia estatal, sino de una escucha mutua –no exenta de tensio-
que se la fomenta al considerarla un factor nes ni equipotencial-.13 Es mutua porque la
de protección de riesgos (Medan, 2013c). El oportunidad se renueva en la medida en que
objetivo es que las y los jóvenes se inserten y es demandada y negociada activamente por
permanezcan en los programas. Unos meses los y las jóvenes, y ante ello los programas
después de finalizar mi trabajo de campo también van ensayando qué funciona. De a
volví al barrio y le pregunté a la operadora poco, la imagen estatal que permite configu-
por varios de los jóvenes. Cuando llegó el rarse al observar estos programas operando
momento de saber sobre Mariano, resignada, en barrios populares, muestra la heterogenei-
ella me contestó: “lo perdimos, está por dad y complejidad que alberga el ente esta-
aca, por el barrio, consumiendo, pero ya no tal (Haney 2002), y desafía algunas esce-
estamos trabajando con él”. Ella se lamen- nas en las que el único eco de lo estatal es la
taba que él no estuviera bajo la órbita del reproducción o complicidad con la violencia
programa, que, de alguna manera, podía ser (Auyero y Berti, 2013).
un contrapeso ante otras influencias menos Finalmente quisiera señalar una “utili-
convenientes. dad” más ideacional-ideológica respecto de
El interés de los programas por justificar lo que significa la existencia de programas
la necesidad de su intervención sobre los/as de prevención del delito. Ésta permite discu-
jóvenes que solos no pueden es, a mi enten- tir la noción de utilidad muy concretamente y
der, una de las marcas más significativas de sugerir que independientemente del descenso
la gestión local. Mientras originalmente la del delito, la utilidad radica en lo que estos
ideología de los nuevos contratos querría programas oponen a los enfoques punitivos
asegurar una activación individual, evitar la sobre el modo de gestionar el crimen.

13. Es imperioso señalar que las dinámicas de regulación cuestión Cfr. Medan, 2011, 2013b. Sin embargo, como se
social que suceden al interior de los programas suponen señala hacia el final, estos costos, parecen, al menos desde
ciertos “costos” para los y las jóvenes, que, para decirlo la perspectiva de los y las jóvenes, no ser mayores que las
de un modo muy breve, son colocados/as en espacios que ganancias.
refuerzan su posición de subordinación. Para ampliar esta
Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 101

A mediados del 2000, bajo el gobierno la corriente que redescubre la prevención


de Fernando de la Rúa, y en el contexto de del delito desde mediados de los ochenta
una creciente preocupación por la cuestión del siglo XX (Crawford, 1998). De hecho,
securitaria, se creó el Programa Nacional de la política se mostraba como una evidencia
Prevención del Delito (PNPD), bajo la órbita del retorno del Estado, el cual buscaba posi-
del Ministerio de Justicia, Seguridad y Dere- cionarse en las antípodas de la administra-
chos Humanos mediante la resolución 768/00 ción anterior (Martinez, 2008). Los traba-
y del Ministerio del Interior por medio de la jos que han abordado en profundidad el Plan
resolución 056/00.14 El PNPD surgió luego (Martinez, 2008, Ayos, 2010, Pasin y López,
de dos años de politización inédita del tema 2008, Ayos y Dallorso, 2011, Hener y Niszt
de la inseguridad en los que se enfrentaban Acosta, en prensa) coinciden en que fue una
dos visiones sobre la misma y sus respuestas. experiencia en donde el Estado no se colocó
Además, la creciente participación de jóve- como ente omnipotente para gestionar el
nes en el delito y qué hacer con ese problema crimen, ni su prevención, sino que se basó
era uno de los ejes centrales de la discusión. en los principios de descentralización, parti-
De un modo algo esquemático, podría seña- cipación, responsabilización y atención a la
larse que las opciones en pugna eran dos: perspectiva de la comunidad. Sin embargo,
una auto considerada “progresista”, que se esto no supuso un desplazamiento de la polí-
plasmaría en el PNPD, surgido en el seno del tica del control del crimen hacia las estrate-
gobierno de la Alianza (confluencia coyun- gias de prevención ex -ante del delito, sino
tural del Partido Radical y de sectores del una “polarización” (Rangugni, 2004). La
progresismo de centro-izquierda), y la otra especificidad del contexto político hizo que
vinculada con los enfoques de la "toleran- la incorporación de estrategias propias de
cia cero" y nombrada localmente como de la nueva prevención por parte de la Alianza
"mano dura", explicitada por unos de los fueran consideradas como “progresistas”,
líderes políticos de la época, el justicia- aunque no habría que simplificar su oposi-
lista Carlos Ruckauf. El establecimiento del ción con las propuestas más punitivas.15
PNPD se presentó como una estrategia inte- El Plan incluía una estrategia de preven-
gral -sustentada técnicamente y promotora ción situacional y social del delito, en base
de una política democrática de seguridad- a un esquema descentralizado en el que las
que pretendía superar la ineficiencia de la jurisdicciones interesadas debían acordar
solución policial (Ayos, 2010), en el marco con el gobierno nacional –dado el carácter
de los que algunos autores (Sozzo, 2009) federal de nuestro estado- y poner en marcha
identifican como una innovación, distancián- recursos humanos y financieros propios. El
dose del populismo punitivo y situándose en Plan se proponía “transformar el gobierno

14. La unión de ambos ministerios en el Plan garantizaba para que la pretendida integralidad de la política nunca
la articulación entre las áreas de justicia y seguridad lograra ser efectivamente tal.
con las fuerzas policiales, central para la lógica de estas 15. En efecto, tal como señala Ayos (2013), los contenidos
intervenciones. Sin embargo, meses más tarde, en marzo punitivos del discurso político que circuló en la campaña
de 2001, el Ministerio del Interior se desvinculó del Plan electoral de 1999 no fueron exclusivos de la fórmula
y la posibilidad de articular con la policía y las fuerzas encabezada por Ruckauf, sino que también se sintieron
de seguridad quedó institucionalmente truncada (Pasin y -aunque de modo más tenue- en la comunicación política del
López, 2008, Ayos, 2010). Esta sería una de las razones candidato nacional de la ALIANZA, Fernando De la Rúa.
102 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

de la seguridad, asumiendo la fuerte idea de sólo en manos de áreas de justicia o seguri-


proponer un conjunto de acciones preventi- dad. En 2006, comenzaba a abordarse desde
vas y no represivas del delito, modificando la otros frentes la vinculación entre juven-
base de actores y prácticas que participan de tud, pobreza y delito. Distintas estrategias
ese campo” (Müller y otros, 2012:18). fueron surgiendo desde áreas de desarrollo
La creación del programa Comunida- social, nacionales y provinciales, encuadra-
des Vulnerables significó que la política de das en sistemas de protección de derechos,
prevención no se materializaba sólo en el y de sistemas de responsabilidad penal juve-
tipo situacional - lo más frecuente- sino que nil. Estos sistemas, a su vez, fueron creados
avanzaba con el desafío de la prevención por leyes de reciente sanción que se enla-
social (versión que al encarnar una apuesta zan, de uno u otro modo, con la profusión
de largo plazo no recibiría muchos adhe- de instrumentos internacionales desde fines
rentes dentro del tradicional cortoplacismo de los 80 como la Convención Internacio-
del mundo de la política y la gestión). El nal sobre los Derechos del Niño, y direc-
programa reconoció inspiración en el modelo trices para la prevención y tratamiento del
de prevención del delito propio del contexto delito juvenil. Los programas a los que en
francés, basado en tres principios orientado- seguida hago referencia reconocían entre sus
res de las prácticas: solidaridad, integración fundamentos la necesidad de presentar una
y localidad (Sozzo, 2000). Especialmente opción, desde los sistemas de bienestar, que
durante los ochenta, este modelo se consti- contestara los pronósticos de algunas inter-
tuyó como un prototipo exitoso por sus índi- pretaciones sobre que jóvenes con débiles
ces decrecientes de delito, y se exportó al inserciones educativas y laborales serían los
mundo adaptándose, con varias limitacio- responsables del delito urbano.
nes, a los contextos específicos. No hay que Especialmente, una de estas propues-
hacer demasiado esfuerzo para imaginar los tas fue el Proyecto Adolescente que se creó
alcances de la importación si se compara el en 2006 en la provincia de Buenos Aires y
contexto original -una tradición ininterrum- que fue el primer programa masivo desti-
pida de gobiernos democráticos y social- nado a adolescentes de sectores popula-
demócratas reimpulsados por el gobierno res que además incluía TCI. El estableci-
socialista a principios de los ochenta - con miento de este programa, así como lo fue
el de la Argentina del 2001. No obstante, la el del Comunidades Vulnerables, consti-
intención de fortalecer los mecanismos de tuyó una batalla ganada a las propuestas
integración social como vehículo desincen- de “mano dura” para terminar con la parti-
tivador del delito, y la necesidad de expli- cipación de jóvenes en el delito; de hecho,
car el delito especialmente con referencia al el Proyecto Adolescente surgió como alter-
contexto social nutrieron el enfoque. Luego nativa a la discusión iniciada por el Gober-
de 8 años de funcionamiento, el PNPD y el nador Scioli respecto a la baja en la edad de
Comunidades Vulnerables fueron termina- imputabilidad penal juvenil (Llobet, 2009b).
dos a nivel nacional, aunque el de preven- En efecto, dentro de sus objetivos específi-
ción social siguió funcionando a nivel muni- cos se encontraban propiciar el acceso, en
cipal en la mayoría de las jurisdicciones que condiciones de igualdad, de los adolescentes
se implementaba. a los bienes sociales y servicios de la comu-
Pero la prevención del delito -enfocada nidad, hacer partícipe de las políticas socia-
más o menos directamente- no quedaría les al adolescente, la familia y la comunidad,
Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 103

procurando una participación activa, crea- Volver".16 El caso es interesante, además, no


tiva, comprometida y consciente de la socie- sólo porque se presentó como un programa
dad y sus organizaciones y prevenir y evitar de prevención del delito juvenil, sino porque
la judicialización y la consecuente institu- recogió en su formulación la experiencia del
cionalización de los niños, niñas y adoles- Comunidades Vulnerables.
centes. El programa dependía del Ministerio El señalar que algunos programas de
de Desarrollo Humano provincial e incluyó prevención del delito surgen en el seno de
a alrededor de 70.000 adolescentes entre 14 áreas de gobierno creadas bajo la impronta
y 18 años. Según el funcionario a cargo de de los derechos humanos, marca, al menos
la cartera que lo creó, el programa se podía inicialmente, la tendencia de los resultados,
definir como o más vale, el campo discursivo en el que se
distribuyen las posiciones ideológicas y se
…el plan Marshall para rescatar a jóvenes en vuelve posible discutir localmente el tema.
peligro. Nosotros partimos de la base de que hoy, Esto no supone creer que el discurso de dere-
en la provincia de Buenos Aires, los adolescentes chos es de por sí una garantía de ellos17, pero
y los jóvenes están en peligro. Están en la esquina, no deja de ser un elemento a tener en cuenta,
tomando una cerveza, sin mucho que hacer, pero la más cuando de lo que se trata es de gestio-
pasan mal. Ellos están en peligro, pero la sociedad nar el crimen. Especialmente cuando los
los ve como peligrosos. Hay que tener en cuenta que objetivos de las intervenciones de preven-
los chicos que hoy tienen entre 14 y 15 años, son los ción del delito se orientan a la construcción
que tenían 6 y 7 años en el 2001. En plena edad de de ciudadanía o restitución de derechos ante
crecimiento vivieron todo el proceso de derrumbe las cuales media la inclusión social en espa-
de sus familias. (Página/12, 25/10/2008, citado en cios laborales o educativos, se jerarquiza un
Llobet, 2009b). punto de partida más inclusivo que repre-
sivo para gestionar el delito. La reducción
Del fin del Proyecto Adolescente -de la de la criminalidad es un objetivo de segunda
mano del cierre de la gestión política de instancia que se coloca como efecto del
turno- surgió el Programa de Responsabili- cumplimiento del objetivo anterior.
dad Social Compartida Envión, con una línea No obstante, al enfocar en las implemen-
específica para atender a infractores, o jóve- taciones concretas se advirtió que tanto
nes “en riesgo” de cometer prácticas delic- el acceso a derechos y restitución ciuda-
tivas. Esta línea se conoció como "Envión dana como la disminución de la criminali-

16. La formulación y reformulación de los programas 17. El modo en que el discurso de derechos apuntala
es más dinámica que la elaboración completa de una distintas formas de gestionar el bienestar tampoco debería
investigación. Durante esta, surgió el programa Envión asumirse como dado, aún cuando el resguardo de los
Volver como uno distinto al Envión clásico. Era especial derechos se presenta en las intenciones programáticas
para infractores, pero menos de un año después esa como una base común sobre la que todos entenderían
diferencia se diluyó por cuestiones administrativas y lo mismo. Es decir, la mirada debe acercarse ya que los
de enfoque. Para fines de 2011 el Envión era un sólo derechos definen inclusiones y exclusiones según qué
programa con un componente especial - dentro del significan en cada contexto, dado que aquello que se
mismo programa- para jóvenes infractores. A los fines define como derecho también es producto de disputas
del artículo estas transformaciones no son significativas entre distintas posturas político ideológicas y objeto de
ya que lo que interesa es mostrar tendencias y rastrear interpretaciones disímiles (Villalta y Llobet, 2011).
enfoques comunes actuales más que dar cuenta de un
mapa específico de intervenciones en curso.
104 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

dad, permanecían en un horizonte presente, Por un lado, el espíritu de la retórica de dere-


pero lejano. Por su parte, la inclusión social chos habría informado la decisión de, con
entendida como inserción educativa y labo- muchas limitaciones de ejecución concreta,
ral tampoco formaba parte de las preocupa- optar por utilizar el enfoque de la prevención
ciones cotidianas concretas -en la medida en social del delito para gestionar un segmento
que la discontinuidad educativa o la persis- de la delincuencia juvenil, que como se ha
tencia en el delito no eran causas de exclu- descripto, suele representar a las estrategias
sión de los programas-, aunque ocuparan más protectivas y menos punitivas hacia los/
un lugar más "cercano" a las tareas diarias. as jóvenes (Crawford, 1998; Sozzo, 2000).
El foco estaba colocado, mucho más inci- Por otro lado, esa influencia podría explicar
sivamente, en producir sujetos activos la configuración multilocalizada de respon-
que contasen con las herramientas necesa- sabilidades que los programas encuentran.
rias para enfrentar la vida cotidiana; en ese Es decir, en estas propuestas, los individuos
sentido se los instruiría para que tomasen la no son los únicos responsables de los riesgos
responsabilidad individual de sus elecciones que los aquejan, y mucho menos aparecen
sobre cómo manejar los riesgos. Pero aquel como los únicos que deberían comprome-
discurso de derechos enunciado, aunque terse en gestionarlos. Eso, aunque finalmente
apareciera un poco "alejado", influenciaba la tarea de gestionar los riesgos se endilgue
los contornos de las expectativas sobre la mayormente a los individuos asistidos.
activación y la responsabilidad individual.

Algunas reflexiones finales

La mirada sobre las utilidades también propusimos, y porque empezó a tener un trabajo con
mostró los límites que tienen los progra- mayor carga horaria, durante un año no lo vimos
mas de prevención del delito. En efecto, de pero sabíamos que estaba bien. Tuvo un conflicto
los resultados de la investigación surge que familiar, empezó de vuelta con consumo de sustan-
operadores/as y funcionarios/as señalan el cias, perdió el trabajo, volvió a juntarse con los
rol paradójico de los barrios en donde habi- pibes de la esquina y volvió a delinquir. Entonces,
tan los jóvenes. A veces, es partícipe de la en esa persona incidió la cuestión emocional fami-
estrategia de rescate, y a veces fuente de ries- liar, la cuestión de descuidar ese trabajo, sustancias
gos o de malas influencias que impiden tal y volvió al mismo circuito. Y yo creo, haciendo un
rescate. Mientras los programas trataban de análisis muy general, que todos esos espacios vulne-
“armar” a los/as jóvenes para poder habitar rables para que el pibe vuelva a caer están muy
esos barrios y confiaban en el poder instruc- cerca, todo el tiempo, en la esquina, en la puerta de
tivo de sus intervenciones, no ocultaban su la casa, dentro de la casa a veces, entonces el pibe
preocupación. Una operadora del Comuni- tiene que estar muy fortalecido para decir "No".
dades Vulnerables ilustraba la “trampa” que Desde ese concepto están en riesgo todos, todo
el entorno parecía tender a los jóvenes en los el tiempo. (Operadora- programa Comunidades
barrios: Vulnerables).

Un caso, que participó en el programa, re bien, uno Lo que aparece en forma de incógnita, y
lo vio en condiciones de egresar, egresó porque se lo difusamente expresada en los testimonios de
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operadores/as y funcionarios/as como ésta, pectiva de los y las jóvenes, los modos en
es la existencia, en los barrios, de condicio- que se articulan los proyectos de gobierno
nes amenazantes que estimularían la parti- que encaran los programas de prevención
cipación diferencial de los y las jóvenes en del delito y de inclusión juvenil, con los de
acciones riesgosas (prácticas delictivas, uso otras agencias estatales como la policía y la
de fuerza física para relacionarse con otros, justicia, pero también, con los de organiza-
prostitución, consumo y venta de sustan- ciones de la sociedad civil, y con tramas de
cias) las cuales contradicen las propias de relaciones y actores vinculados al mercado
aquel proyecto de vida ideal que los progra- de trabajo informal, de drogas y a la econo-
mas les fomentan. Las/os operadores/as mía del delito.18
de los programas de prevención del delito Quizás sea posible entender la utilidad
parecen desconcertados al toparse con un de estos programas de prevención social
adversario (o varios) a quien (es) advierten del delito como una combinación transi-
desdibujadamente en el territorio pero que toria entre tregua (para algunos/as jóve-
no puede(n) rodear, y que les disputa(n) la nes, cuyos vínculos con el delito no tienen
clientela (Haney, 2004, Rose, 1996). Otras consecuencias consideradas muy graves)
formas de regulación estatales, paraestatales, y remiendo (de situaciones de desigual-
informales, ilegales, o comunitarias ofrece- dad que no pueden o no quieren abordarse
rían recursos a las y los jóvenes a cambio de estructuralmente). Sólo mediante el acom-
que se comporten según unos criterios que pañamiento, tan valorado por operadores/as
no condicen con los del proyecto de vida que y funcionarios/as, estos programas no pare-
esperan los programas. cen estar proporcionando a los y las jóvenes
Quizás, el próximo paso en la compren- la inclusión social perseguida por sus discur-
sión del modo de gobierno de la “juventud sos. Quizás, en el marco de un Estado guiado
en riesgo”, requiera correr el foco hacia el por el enfoque de la Inversión Social en las
espacio de la comunidad y desde allí ubicar nuevas generaciones (Lister, 2002, Jenson,
las intervenciones y los límites de estos 2009), se esté “esperando” que otras políti-
programas. Es decir, avanzar sobre espacios cas de mayor alcance -como la Asignación
más amplios de gobierno comprendidos en la Universal por Hijo en combinación con
idea de “comunidad” y en la complejización otros “avances”, tanto en materia de segu-
de relaciones público/privado que habilita la ridad, como de protección de derechos de
configuración de múltiples actores sociales y niños, niñas, y adolescentes-, empiecen a dar
políticos en ella (de Marinis, 2005). ¿Habrá sus frutos en materia de justicia social, y los
en los espacios de la comunidad y el territo- jóvenes de la próxima década estén menos
rio pistas para identificar las tramas de rela- “en riesgo”.
ciones con las que los y las jóvenes sienten ¿Será éste un proceso de transición? ¿hasta
más afinidad (Rose, 1996) que con las que que los argumentos que insisten en que el
intentan constituirse desde los espacios insti- problema del delito juvenil no es otro que un
tucionales como los programas? problema social -no sólo de privación econó-
Posiblemente, para allanar ese camino mica, sino de múltiples deudas estructurales,
haya que reconstruir, apelando a la pers- sociales, culturales, en el seno de una actuali-

18. Algunos de estos interrogantes son abordados en la


investigación posdoctoral de la autora.
106 Marina Medan | ¿Para qué sirven los programas de prevención social del delito juvenil?

dad que marca permanentemente las formas var qué camino se siguió. De lo que no me
de la desigualdad-, ganen hegemonía? ¿O quedan dudas es que no hay razón ni modo
acaso ya no será posible volver a pensar el de mirar las relaciones entre las formas de
problema del delito juvenil como “social”, en regulación estatal y las personas y de evaluar
un contexto de inversión de responsabilida- “utilidades” si no se transita por los diferen-
des entre lo individual y lo social (Kessler tes niveles e instancias en los que esas rela-
y Merklen, 2013), en donde lo que prima ciones suceden. Esto requiere distanciarse
desde las políticas es enseñarles a las perso- de las formulaciones más tradicionales de
nas cómo valerse por sí mismas sin cuestio- evaluación de políticas y articular las dimen-
nar la desigualdad? siones propiamente institucionales con aque-
En cualquier caso y mientras tanto, ¿podría llas de la práctica cotidiana concreta de la
pensarse que los modos de regulación social intervención, echando luz sobre algunos
que suceden en estos programas representan procesos que en la búsqueda de cumpli-
estrategias en las que “todos ganan un poco”? miento de objetivos institucionales específi-
Al tomar el caso estudiado del Comunidades cos quedarían invisibilizados. No es posible
Vulnerables y su década de instalación en un comprender el funcionamiento del gobierno
barrio del Gran Buenos Aires, podría -aunque "en concreto" si no es observando las nego-
tímidamente- afirmarse que sí. La gestión ciaciones que en torno a él se generan entre
estatal que responde al discurso de los dere- las interpretaciones dominantes y las subor-
chos estaría ganando cierto control sobre una dinadas. El foco en las interacciones y la
población a la que entiende de difícil acceso posibilidad de recuperar perspectivas de
-por su ubicación intermedia entre la mera- los sujetos de gobierno permite advertir los
mente vulnerable y la propiamente delic- "espacios de maniobra" (Haney, 2002) que
tiva-, y configurando subjetividades funcio- una particular configuración estatal habi-
nales a los fines del gobierno. Por su parte, lita. En suma, se trata de observar las dimen-
los/as jóvenes beneficiarios/as obtendrían, siones más propiamente institucionales en
sin demasiadas claudicaciones ni verdade- imbricación inevitable con las voces de los
ros “ajustes” sobre sus cotidianidades, algu- y las jóvenes destinatarios/as que aceptan los
nos recursos económicos y simbólicos, con contratos pautados por las intervenciones,
los que protegerse frente a ciertas situaciones pero también los esquivan, los contestan y
comprendidas por ellos/as como riesgosas. los resisten, contribuyendo sustancialmente
Algunas de las preguntas que formulo en al resultado final del modo de gobierno, que
este cierre no podrán ser contestadas hasta esperamos, sea cada vez más equitativo y
dentro de unos años, cuando el paso del respetuoso de los derechos humanos. Allí
tiempo nos permita mirar para atrás y obser- radicará la verdadera utilidad.
Delito y Sociedad 37 | año 23 | 1º semestre 2014 107

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