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Santa Isabel de la Trinidad

CIPE »MAESTROS DE ORACIÓN » Santa Isabel de la Trinidad http://www.cipecar.org/es/c/?idsec=72

"Oh mis Tres, mi Todo, mi eterna Bienaventuranza, Soledad infinita,


inmensidad donde me pierdo!" Isabel de la Trinidad

Escritos de Isabel de la Trinidad Vigilias - Celebraciones

Cronología biográfica de Isabel Catez


Biografía orante
Un espejo para mirarnos
Una ALABANZA de GLORIA es...
Santa Isabel de la Trinidad
¡DÉJATE AMAR!
¡ASÓMATE!
Cronología biográfica de Isabel Catez

No se trata de una cronología completa y detallada de la vida de sor Isabel. Hay


momentos de su existencia que pertenecen más bien a una historia que a una
síntesis biográfica. Existen, sin embargo, fechas clave de su vida que no pueden
olvidarse. Algunas pertenecen al desarrollo normal que impone el ritmo de la
naturaleza o de la vida religiosa de una familia cristiana. Otras son auténticos
momentos de intensa emoción humana, porque abren nuevos horizontes y
ofrecen una dimensión nueva en la vida de Sor Isabel. Son las fechas históricas
que se hacen resaltar en esta síntesis cronológica porque, en definitiva, son las
que interesan.
Infancia 1880 18 de julio: Nacimiento de Isabel Catez Rolland en el campamento militar de
Avord, cerca de Bourges (Francia). Sus padres se llaman Francisco José Catez y María
Rolland. 22 de julio: Recibe el sacramento del bautismo. Se le imponen los nombres de
María Josefina Isabel.
1887. 2 de octubre: muere su padre, D. Francisco José Catez, después de una larga
enfermedad sufrida cristianamente.
1888. Comienza su instrucción catequética para recibir los sacramentos de la confesión y
comunión. Le habla de su vocación al abate Angles.
1891. 19 de abril: recibe la primera comunión en la parroquia de San Miguel en Dijon. Se
verifica en la niña Isabel un cambio radical de su conducta. 8 de junio: recibe el sacramento
de la confirmación.
Adolescencia y formación 1894: 22 de abril: escribe una oración que conservará durante
su vida a su patrona santa Isabel. Hace el voto de virginidad, consagrándose definitivamente
a María. 25 de julio: primer premio de MÚSICA EN EL Conservatorio de Dijon 11 de agosto:
escribe su primera poesía para felicitar a su madre, Doña María Rolland, que celebraba su
fiesta onomástica el 15 de agosto.
1895. Agosto-septiembre: Vacaciones en los Vosgos y excursiones al Jura, que describe al
hilo de los días en narraciones cortas, sencillas pero jugosas.
1898. Agosto-octubre: vacaciones en el Sur, nueva visita a Lourdes, excursiones con su
familia por parte de Francia y por Suiza.
1899. 24-28 de enero: hace ejercicios espirituales. Los dirige el P. Luis Chesnay, S. J. 30
de enero: empieza a escribir lo que se conserva de su Diario. 4 de marzo - 2 de abril: Misión
General en Dijon, predicada por Padres Redentoristas. Gran fervor de espíritu y ardiente
celo apostólico de Isabel por las almas, sobre todo por la conversión del señor Chapuis,
propietario de su casa en Dijon. 26 de marzo: su madre le otorga el permiso para ingresar
en el convento de Madres Carmelitas Descalzas cuando cumpla veintiún años de edad.
1900. 23-27 de enero: hace ejercicios espirituales con el Padre Hoppenot, S.J.
En el Carmelo 1901: 2 de agosto: ingresa en el convento de Madres Carmelitas Descalzas
de Dijon, después de haber oído misa y comulgado con su familia. 8 de diciembre:
ceremonia de su toma de hábito, presidida por el obispo, Mons. Le Nordez y en la que
predica el P. Vallée. Por decisión personal, y siguiendo los consejos de la Madre María de
Jesús, recibe el nombre de María Isabel de la Trinidad.
1903. 11 enero: hace la profesión religiosa en el domingo siguiente a la Epifanía. 21 de
enero: Recibe el velo blanco de corista en la festividad de Santa Inés
1904. 21 noviembre: Escribe su clásica Elevación a la Santísima Trinidad.
Enfermedad, pasión y muerte 1905: 8 marzo: se manifiestan en sor Isabel los primeros
síntomas de fatiga física. Mal de Addison. Ese día empieza la Cuaresma, y la dispensan de
la observancia de la Regla. 19 de abril: nace su segunda sobrina, Odette. Mediados de
agosto: relevo en su oficio de segunda tornera y descanso relativo para conseguir la
recuperación de su salud.
1906. Antes de terminar marzo, el 19: ingresa en la enfermería del convento con síntomas
de una grave enfermedad. Aun así, sigue la vida de observancia regular con las
modificaciones particulares que exige su situación personal. 8 abril: recibe la Unción de los
enfermos ante el peligro de muerte por la crisis que sufrió en su enfermedad. 14 de abril:
repentina mejoría. 13 de mayo: nueva crisis de gravedad. 8 ó 9 de julio: tras invocar la
intercesión de sor Teresa del Niño Jesús, sor Isabel puede sostenerse en pie y caminar un
poquito. Primera quincena de agosto: escribe para su hermana Margarita Catez una especie
de ejercicios espirituales, que se publicarán después con el título: Cómo hallar el cielo en la
tierra. 24 septiembre: Aniversario de la profesión religiosa de la Madre Germana de Jesús.
Sor Isabel le entrega las notas doctrinales de sus Ejercicios. Previendo su futura muerte, le
dice lacónicamente estas sencillas palabras: Últimos ejercicios espirituales de Laudem
gloriae. 29 octubre: acude al locutorio para ver por última vez a su familia. Al despedirse,
levanta su crucifijo de la profesión religiosa y bendice a sus dos sobrinas, Sabel y Odette.
30 de octubre por la noche: cae en cama definitivamente. Ya no saldrá más de su habitación
de la enfermería conventual. 31 octubre: nueva crisis de su enfermedad. Recibe otra vez el
sacramento de la Unción de los enfermos. 1 noviembre: comulga por última vez en su vida.
Comienza su agonía, lenta y dolorosa. No puede tomar ni siquiera una gota de agua. Los
dolores de cabeza son tan intensos, que hay temores de una posible meningitis. Tiene los
ojos sanguinolentos y casi siempre cerrados. Cuando habla, apenas se la entiende. Sin
embargo, conserva una gran lucidez mental y se observa en ella una intensa presencia de
espíritu. 9 noviembre: Sor Isabel de la Trinidad muere después del toque del Ángelus, a las
seis de la mañana. Momentos antes se transformó su rostro. Tenía sus grandes ojos
abiertos. Daba la impresión de hallarse en éxtasis. Mientras tanto, la Madre priora, Germana
de Jesús, leía por última vez a su idolatrada hija espiritual el capítulo 17 del evangelio de
San Juan, que contiene la oración sacerdotal de Cristo, pronunciada después de la
institución de la Eucaristía. 12 noviembre: solemnes funerales por sor Isabel.
Después se verifica la inhumación de su cuerpo en el cementerio municipal de Dijon. Sobre
la tumba se coloca una cruz, que lleva esta inscripción: «9 noviembre de 1906. Retorno al
Señor de sor Isabel de la Trinidad, a la edad de 26 años y medio. Carmelo de Dijon».
https://youtu.be/AsHAl0tatPg

Biografía orante

Isabel de la Trinidad (1880-1906)


Mujer fascinada por Dios, alcanzada por su belleza.
Profeta ardiente del Dios cercano.
Con el deseo vivo de beber de la Fuente.
Testigo de una fe viva, luminosa, alegre.
Amando a todas horas.
¡Ayúdanos a Orar!

Dinos lo que sabes de Dios.


¡Cuéntanos cómo es su AMOR!
Dinos cómo hiciste para que la semilla de Dios
creciera tanto en tu corazón?
¿Qué te enseñaron tus padres,
Francisco José Catez y María Rolland?

¿Por qué te apasionó tanto tu bautismo?


¿Y tu primera comunión?
¡Qué beso de Amor te dio Jesús!
¿Y el Espíritu Santo?
Se te hizo música en el corazón,
y tú danzaste su danza de Amor.
Sensible a la familia…
Sensible a la amistad…
Sensible a la música...
Sensible a la belleza de la naturaleza…
Fuiste, sobre todo, sensible al misterio de Dios en tu vida.
Al mirar tus ojos, lo vemos a Él.

Todo lo viviste con María,


la mujer que conoció el don de Dios.
Con Ella te pusiste en camino hacia el Carmelo,
hacia la soledad sonora,
con ojos de enamorada,
para ser solo de Jesús y, en Él, ser de todos.

Entraste en el silencio para escuchar la voz de Jesús


y dejarte mirar por su Amor.
Con puño y letra
escribiste tu compromiso:
¡Jesús: el Amor de mi vida!
Siempre Jesús, en comunión con Él.

Aceptaste ser humanidad de Jesús


para que se renovara en ti
su misterio de Amor.
“Cree que Él te ama”,
“Cree en su Amor”,
nos susurras al oído.

El gran hallazgo de tu vida: ¡la Trinidad!


El tesoro de la Trinidad embelleció tu vida.
Tu nuevo nombre: ¡Alabanza de Gloria!
¡Cómo cantaste la belleza de Dios!
¡Qué afán el tuyo por compartir, con todos, lo encontrado!
¡Qué interés por enseñarnos cómo hallar el cielo en la tierra!

Cuando te visitó la enfermedad,


no se te oscureció el Amor.
Tú gran lección para todos:
Mirad al Amor.
Dejaos amar por el Amor.
Vividlo todo con Jesús.
Tus últimas palabras: Voy a la Luz, al Amor, a la Vida.

¡Dichosa tú!
La Iglesia te ha reconocido como mujer llamada a ayudar a muchos
a vivir el misterio de la Trinidad que nos habita.
¡Qué cerca te sentimos, Isabel!
¡Cómo despiertas la belleza y dignidad de cada ser humano!
¡Eres nuestra amiga! ¡Gracias!

Isabel de la Trinidad, enséñanos a Orar.

Isabel biografía orante de CIPE. El Carmelo Isabel biografía orante

Isabel de la Trinidad

Alabanza de Gloria Isabel de la Trinidad. Biografía orante Trinidad a quien adoro


65,6 MB 31,0 MB 3,0 MB
Más información en la web:
Isabel de la Trinidad: Vivamos de amor
Santa Isabel de la Trinidad
A su madre María Rolland
A la señorita Margarita Gollot
Oh, mi Adorado Maestro
Confianza en la divina Providencia
Un espejo para mirarnos

Isabel de la Trinidad, Laudem gloriae


Nos miramos, nos confrontamos con una mujer, que captó tan profundamente
su vocación a la alabanza, que se entendió desde la alabanza hasta encontrar en
ella su nuevo nombre: Laudem Gloriae.
“Mi mayor sueño consiste en ser la alabanza de su gloria. Esto lo he leído
en san Pablo (Ef 1,12) y mi Esposo me ha hecho comprender que ésa es
mi vocación aquí en el destierro mientras espero ir a cantar el Sanctus
eterno en la ciudad de los santos” (Isabel de la Trinidad, c 256).
¿Nos atreveremos nosotros a decir esto?
“Creo que he encontrado mi cielo en la tierra, pues el cielo es Dios y Dios
es mi alma. El día que comprendí esto, todo se iluminó en mi interior, y
querría contar muy bajito este secreto a todos los que amo para que
también ellos se unan a Dios a través de todas las cosas y se haga
realidad esta oración de Cristo: ¡Padre, que sean completamente
uno!” (C 122).
¿Es esta nuestra experiencia?
“Seamos, en el cielo de nuestra alma, alabanzas de gloria a la Santísima
Trinidad y alabanzas de amor a nuestra Madre Inmaculada. Un día, el
velo caerá y seremos introducidas en los atrios eternos, y allí
cantaremos en el seno del Amor infinito. Y Dios nos dará el nombre
nuevo prometido al vencedor (Ap 2,17). ¿Qué nombre será ése? Laudem
gloriae” (CF 44).
¿Tenemos vocación de este nombre que Dios nos tiene preparado?
Cinco pinceladas:
 “Una Alabanza de gloria es un alma que mora en Dios, que le ama con amor
puro y desinteresado, sin buscarse a sí misma en la dulzura del amor; que le
ama independientemente de sus dones y le amaría aunque nada hubiese
recibido de Él; que sólo desea el bien del Objeto amado”.
Las campanas nos convocan a la fiesta. Somos imagen de la Trinidad. Somos
casa de Dios. Nuestra finalidad es la unión con Dios. Aquí radica nuestra plenitud,
perfección, felicidad, dignidad. El reto es recuperar esa imagen, dejar que esa
imagen sea nuestra característica por excelencia. De mirarnos en espejos que
no nos dicen con verdad quiénes somos, tenemos que pasar a mirarnos en la
fuente cristalina para que nos ponga delante los ojos que llevamos en las
entrañas dibujados. Porque nuestra interioridad es el lugar de la alabanza. Saber
que Dios nos conoce, nos llama, nos salva, “serena mi alma” (C 304). Se trata
de regresar al proyecto originario de Dios sobre nosotros. Cuando miramos a los
seres humanos a la luz de la fe, todos adquieren una dignidad única. “Al hombre
que sufre, Dios no le da un razonamiento que explique todo, sino que le responde
con una presencia que le acompaña, con una historia de bien que se une a toda
historia de sufrimiento para abrir en ella un resquicio de luz” (Lumen Fidei, 57).
 “Una Alabanza de gloria es un alma silenciosa que permanece como una lira
bajo el toque misterioso del Espíritu Santo para que produzca en ella
armonías divinas. El alma sabe que el sufrimiento es una cuerda que produce
los más dulces sonidos. Por eso desea tenerla en su instrumento para
conmover más tiernamente el Corazón de su Dios”.
El que ama se olvida de sí para tener presente a quien ama. El verdadero amor
de la persona es el olvido de sí. “No buscarse nunca a sí mismo, no reservar nada
para sí, sino darlo todo a la persona amada” (CF 10). Más que hacernos, la vida
consiste en aprender a recibir. Todo hecho con suavidad y sencillez, en silencio
y soledad, en unidad interior. “Lloro porque tú le has sacado a mi viejo violín
unas músicas nuevas, que yo nunca había escuchado”, así le dijo un músico
callejero a Sarasate, cuando este, después de un concierto memorable, le pidió
su viejo violín para seguir tocando en la calle.
 “Pero, ¿cómo desear y querer efectivamente el bien de Dios? Cumpliendo su
voluntad pues ella dirige todas las cosas a su mayor gloria. Por lo tanto, esta
alma debe entregarse tan plena y ciegamente al cumplimiento de esa
voluntad divina que no pueda querer sino lo que Dios quiera”.
Para poder alabar a Dios hay que seguir las huellas de Jesús, hay que vivir el
Evangelio, hay que decir con María: “Aquí estoy”. “Vivir según Jesucristo me
parece que quiere decir salir de uno mismo, olvidarse de sí, renunciar a uno
mismo, para introducirnos más profundamente en Él a cada momento que pase;
tan profundamente, que nos enraicemos en Él y que ante cualquier
acontecimiento o ante cualquier cosa que nos suceda podamos lanzar este
hermoso reto: ¿Quién podrá apartarme del amor de Cristo? (UE 33).
 “Una Alabanza de gloria es un alma que contempla permanentemente a Dios
en la fe y en la simplicidad. Es un reflejo del Ser de Dios. Es como un abismo
sin fondo donde El puede entrar y expansionarse. Es también como un
cristal, a través del cual, Dios puede irradiar y contemplar sus propias
perfecciones y su propio resplandor. Un alma que permite de este modo al
Ser divino satisfacer en ella su necesidad de comunicar todo cuanto Él es y
todo cuanto posee, es realmente la alabanza de gloria de todos sus dones”.
Con la mirada de fe en Dios, que se expresa en la alegría. La fe nos (sirve de)
da pies para ir a Dios. La fe nos mantiene firmes ante Dios. La fe nos hace
reconocer el amor grande que Dios nos tiene. “Tocar con el corazón, eso es creer”
(Lumen Fidei, 31). La alabanza se enciende cuando somos tocados en el corazón,
cuando acogemos dentro la presencia interior del Amado. Cuando hacemos de la
vida un camino de miradas, permitimos que Dios se comunique a nosotros y se
diga a los demás en nosotros.
 “Una Alabanza de gloria es, en fin, un ser que vive en estado permanente de
acción de gracias. Todos sus actos, movimientos, pensamientos y
aspiraciones, al mismo tiempo que la arraigan más profundamente en el
amor, son como un eco del Sanctus Eterno”.
La Alabanza de gloria empieza ya a cumplir en el cielo de su alma el oficio que
ha de ejercer en la eternidad. Su canto nunca se interrumpe porque vive bajo la
acción del Espíritu Santo que actúa en ella. Aunque no tenga siempre conciencia
de ello porque la débil naturaleza no le permite permanecer fija en Dios sin
distracciones, ella canta y adora constantemente; vive por decirlo así,
transformada en alabanza y amor, en un anhelo apasionado por la gloria de su
Dios. Nuestra verdad no es el lamento, es el canto. “Todo acabará bien”, es la
música que nos enseña el Espíritu.


Vigilias - CelebracionesIsabel de la Trinidad: Vivamos de amor

Vivamos de amor Sólo él puede saciar nuestro corazón... Hagamos que todo
calle, para escucharle sólo a Él. Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida... Todo lo
hago con El. Vivamos con Dios como con un amigo. En el Carmelo el corazón se
dilata y sabe amar mejor. He hallado mi cielo en la tierra pues el cielo es Dios y
Dios está en mi alma. Cuanto más cerca se vive de Dios más se ama. Mi ideal
consiste en ser la Alabanza de su gloria. He hallado mi cielo en la tierra pues el
cielo es Dios y Dios está en mi alma. ¡Oh milagro de amor, amor sin sentido de
todo un Dios!
Texto completo en el Doc. PDF: ISABEL DE LA TRINIDAD: VIVAMOS DE AMOR
Santa Isabel de la Trinidad

Canonizada el 16.X.2016
Celebramos su fiesta el
8.XI.
El CIPE ofrece una serie de
RECURSOS ORANTES para celebrar
el don de Dios a su Iglesia en la
persona de Isabel de la Trinidad.
Los puedes descargar de los
enlaces siguientes:
Testimonio isabel de la trinidad de CIPE. El
Carmelo

https://www.slideshare.net/charogilbenito/testimonio-isabel-de-la-trinidad

Más información en la web:


Una ALABANZA de GLORIA es...
Un espejo para mirarnos
Isabel de la Trinidad: Vivamos de amor
Biografía orante
¡Oh Dios mío, Trinidad a quien adoro!
Isabel de la Trinidad: Vivamos de amor
Cronología biográfica de Isabel Catez
A la señorita Margarita Gollot
El misterio de la Trinidad
Haz silencio. Adora el Misterio - Trinidad que habita tu vida
Isabel de la Trinidad
Santa Isabel de la Trinidad
Escritos de de Isabel de la Trinidad
Una ALABANZA de GLORIA es...

“Hemos sido predestinados, por decisión del que lo


hace todo según su voluntad, a ser alabanza de su gloria”
(Ef 1,11-12).
Laudem gloriae, Alabanza de gloria, es el nuevo nombre, que hizo suyo Isabel
de la Trinidad. Con él firmó muchas de las cartas que escribió en los dos últimos
años de su vida. Isabel es Laudem Gloriae. ¡Con qué alegría se lo dice a sí misma
y nos lo dice!
Isabel compartió esta perla preciosa con su hermana pequeña, Guita. En las
confidencias que tuvo con ella, en las numerosas cartas que le escribió, le abrió
de par en par su corazón, le contó su intimidad.
Agotada por la enfermedad, Isabel escribe para su hermana un tratadito que,
más adelante, la priora de su convento titulará “El Cielo en la Fe”, en el que
describe su vocación de Alabanza de Gloria. Son sus experiencias personales,
sus más profundas vivencias.
Con profunda emoción, sin apenas fuerzas, Isabel va dibujando sobre un
modesto cuaderno escolar el testamento que deja en herencia a su hermana.
Isabel quiere que, al morir ella, su vocación de Laudem Gloriae la continúe su
hermana. “Tú me sustituirás. Yo seré Jaudem Gloriae ante el trono del Cordero
y tú, Laudem Gloriae, en el centro de tu alma”.
Ser alabanza de la gloria de Dios, de las huellas de Dios en la humanidad y en
cada ser humano, es también nuestra vocación. La alabanza es la lenguaje que
el Espíritu nos enseña. La alabanza es la respuesta al Amor que nos inunda.
Isabel nos lanza este reto: Convertirnos en Alabanza de gloria de la Santísima
Trinidad. Nos ofrece pistas para lograrlo. “Seamos, en el cielo de nuestra alma,
alabanzas de gloria a la Santísima Trinidad y alabanzas de amor a nuestra Madre
Inmaculada” (CF 43). Que su cántico nunca se interrumpa.

Alabanza de gloria web de CIPE. El Carmelo


https://www.slideshare.net/charogilbenito/alabanza-de-gloria-web

¡DÉJATE AMAR!

SANTA ISABEL DE LA
TRINIDAD. CELEBRACIÓN ORANTE
pdf

ASÓMATE!
En la canonización de ISABEL DE LA TRINIDAD (16-X-
2016) pdf
Escritos de Isabel de la Trinidad

«Si alguien me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y


haremos morada en él» [Jn 14,23]. Una vez más el Maestro nos expresa su deseo de
morar dentro de nosotros. «¡Si alguien me ama!» El amor: eso es lo que atrae, lo que
arrastra a Dios hacia su criatura. Pero no un amor sensible, sino un amor «fuerte
como la muerte y al que no podrán apagar las aguas torrenciales» [Ct 8,6-7].

Confianza en la divina Providencia


Poema 51 (52)

Oh, mi Adorado Maestro


Poema 64

A la señorita Margarita Gollot


Carta 41 (42)

A su madre María Rolland


Carta 87 (79)

Confianza en la divina Providencia


[Entre el 8 y el 29 de] mayo de 1898

Yo tengo en tu divina Providencia


una fe y confianza inquebrantables.
Oh Jesús, llévame y tráeme,
yo me abandono entera a tu talante.

Cuando Tú me dijiste: «Ven a mí»,


a tu voz respondi, Jesús Amante.
Desde entonces, mi Bien, cuánto he llorado,
¿no recuerdas, Señor, mis ansiedades?

¿No recuerdas, Jesús, mi santo celo


por responder a tu llamar constante,
por vivir solitaria en el Carmelo
y por mi frágil vida consagrarte?

Perdona mis momentos de impaciencia.


Seguro que he faltado en confiárteme,
pero mira, ¡me acucia tal deseo
de sufrir, dejar todo y entregarme!

Ya nunca sentiré más desaliento,


Jesús, te lo prometo, en adelante.
Me abandono a tu santa Providencia,
mi confianza opongo a todo lance.

Jesús, mi Salvador, Bondad suprema,


pese a mi ardor extremo en el combate,
sólo a cumplir por siempre tus deseos
aspiro, mi Hermosura inigualable.

Jesús, en quien se funda mi esperanza,


si respuesta a tu voz no puedo darle,
¡quién me podrá impedir en este mundo
el entregarme a Ti en tantos detalles...!

Jesús, divino Esposo, mi Alma y Vida,


¡quién logrará tu amor arrebatarme!
Amarte y devolverte ese tu amor,
tal fue siempre el buen fin de mi coraje.

¡Cálmate ya, oh impaciencia mía!


Alma mía, tus santos ideales
abandona en su santa Providencia.
En verte así sufrir Dios se complace.

En este mundo, en este valle umbroso,


Jesús, tú te has dignado reservarme
un lote dulce, una porción dichosa
que el mundo no podrá jamás quitarme.

Por la parte que tú me has destinado,


oh mi Buen Dios, del corazón me sale
gritarte «muchas gracias» de por vida.
Sí, gracias mil, mi Amigo incomparable.

Ahora me abandono a ti, Jesús,


con una confianza que a Dios sabe.
¡Gloria a ti, oh divina Providencia,
gloria al Señor, por siempre confiable!

Oh, mi Adorado Maestro


1 de diciembre de 1898

Maestro a quien adoro y a quien amo,


yo te bendigo aun en la misma prueba;
puesto que tú decides que así sea,
«gracias» te doy desde mi mismo llanto.

Oh buen Jesús, que sabes del sufrir,


te ofrezco mi dolor y mis suspiros
que a mi madre es preciso que yo oculte
y por ello resultan más amargos.

Lo recuerdo: también tú así lloraste


una noche..., mi Amigo..., y tantas veces.
Acepta, pues, mis lloros y zozobras,
santificando mis quemantes lágrimas.

Tú quisiste a tu Madre Virgen tanto


y le das, oh mi amado Salvador,
sobre tu corazón tan gran poder...
Seguro que comprendes mi dolor.

Aquí abajo, en esta triste tierra,


donde todo es efímero, fugaz,
¿existirá alguien bueno y compasivo
como ésta a quien yo llamo mi «mamá»?

Es la ternura, el culmen del amor;


sin duda es la primera a quien se ama;
sólo por ti consiento yo en dejarla,
oh mi Esposo, mi Rey, mi Salvador.

Todo lo dejaré con alegría,


todo para Jesús, hasta mi madre,
en respuesta a tu Amor, que a ello me invita
para vivir contigo en soledades.

Mas me invitas a un nuevo sacrificio:


que cargue con mi cruz en este mundo.
Oh mi Jesús, mi Fuerza, mi esperanza,
yo la quiero llevar siempre contigo

A la señorita Margarita Gollot


[Dijon], Lunes por la mañana, [18 de febrero de 1901]

J.M † J.T.

Queridísima hermana:
Había preparado esta estampita para ti. Pensaba llevártela el domingo al Carmelo, pero no me ha
sido posible. Esta mañana la hermana Gertrudis me entregó tu querida cartita. ¡Qué pena, hermana,
que no pueda ir a verte2! Al menos mi corazón no se aleja de ti, bien lo sabes ¿no?
Jesús quiso, hace un año, que nuestras almas se encontrasen; Él fue quien nos unió tan íntimamente.
¡Ése es el secreto de nuestro profundo afecto! Hay algo muy íntimo entre nosotras. El viernes pasado
se lo decía yo a nuestra Madre, hablándole de ti.
Querida hermanita, déjate cuidar, no seas imprudente, ¡hazlo por Él! ¡Qué bueno es nuestro
Prometido, sí, qué bueno es! Y cuando nos prueba, parece, ¿no es cierto?, que está todavía más
cerca y que la unión es más íntima. ¿Sabes?, nosotras somos sus víctimas, Él nos marca con el sello
de la Cruz para que nos parezcamos más a Él. ¡Ah, cómo te ama, querida Margarita, a ti a quien se
complace en ponerte en su Cruz! Hay trueques de amor que sólo en ella pueden comprenderse...
Voy a confiarte una cosa: ¿Sabes?, me parece que Él es nuestra Águila divina3 y nosotras somos las
presas de su amor. Él nos coge, luego nos pone sobre sus alas y nos lleva muy lejos, muy alto, a esas
regiones en las que al alma y al corazón les gusta perderse... ¡Sí, dejémonos coger, vayamos adonde
Él quiera! Un día, nuestra Águila adorada nos hará entrar en esa patria por la que suspiran nuestros
corazones. ¡Ay, qué felicidad, hermanita, qué bien estaremos allí! Pero mientras quiera dejarnos
aquí en la tierra, amemos, amemos todo lo que podamos, vivamos de amor, queridísima hermanita.
Es lo que te deseo en el día de tus veinte años, mandándote un abrazo tan grande como mi amor.
M. Isabel de la Trinidad

A su madre María Rolland


Carmelo de Dijon, 13 [-14] de agosto [de 1901]

Felicitación en su fiesta onomástica − Su entusiasmo por la naturaleza − Detalle de su vida


carmelitana − «Los horizontes del Carmelo son ... el Infinito»

J.M. † J.T.

Mamaíta querida:
Te envío todo mi corazón como ramillete para tu santo1. ¿Verdad que no nos hemos
separado y que sientes muy bien a tu hijita muy cerca de su querida mamá? Si vieses
cuánto hablo de ti con mi Amado... ¡Creo que tienes que notarlo! Me alegra mucho que
comulgues con más frecuencia. Ahí, mamaíta, encontrarás fuerzas. ¡Es tan hermoso
pensar que después de la comunión tenemos a todo el cielo en nuestra alma, excepto por
la visión beatífica!
Tu carta, o mejor vuestras cartas, me han hecho tan feliz... Quizás me haya alegrado
demasiado, pero Dios, que tiene un corazón tan tierno, me entiende perfectamente y creo
que no está en absoluto enfadado conmigo.
Todos vuestros detalles me interesan, pero casi voy a montar en cólera contra ese buen
Koffman que os tiene confinadas en ese chalet... Disfrutad mucho de ese hermoso país2,
que la naturaleza nos lleva a Dios. ¡Cómo me gustaban esas montañas! Me hablaban de
Él. Pero, mirad, queridas mías, los horizontes del Carmelo son aún mucho más hermosos:
¡son el Infinito...! En Dios, yo tengo todos los valles, todos los lagos, todos los paisajes.
Dadle gracias a diario en mi nombre: mi porción es demasiado hermosa y mi corazón se
derrite de gratitud y de amor. No tengáis celos, os quiero tanto... Le pido que se adueñe de
vosotras como se ha adueñado de mí.
Tengo tantas cosas que contarte, que no sé por dónde empezar. El lunes por la noche,
durante la recreación, llegó sin avisar Nuestra Madre3, ¡imagínate qué sorpresa! Yo la vi
sólo un momento, pues volvió a marcharse al día siguiente a las 2, llevando consigo a dos
de nuestras hermanas. Volverá el lunes. La encontrarás a tu regreso. Vino solamente para
dar ayer el velo a una de las hermanas. Y mira qué celillos: me alegré mucho de que no
fuera la Madre supriora4 quien hiciera la ceremonia, pues quiero ser yo la primera [a quien
se lo dé]. Es muy buena y la quiero mucho. Hablamos juntas de vosotras. Puedes estar
tranquila, pues te aseguro que me cuida.
Esta mañana, día de mi primer ayuno5, me han hecho tomar algo, cosa que con toda
seguridad no habría hecho si no hubiese estado aquí. Esta mañana, mi Madrecita me ha
dejado ir a la oración. Así que me desperté al primer toque, a las 5 menos cuarto6; tenía
miedo de no estar lista en un cuarto de hora, así que imagínate lo contenta que me puse
cuando, al llegar al coro, ¡vi que era yo la primera...!
Soy la camarerita de Jesús: todas las mañanas, antes de la misa, arreglo el coro. Hoy he
adornado un altarcito de la Virgen que hay en el antecoro. Mientras ponía unas flores a los
pies de nuestra Madre del cielo, le he hablado de ti: le he pedido que cogiera todas esas
flores, que hiciera con ellas un precioso ramo y que te lo llevara de parte de tu Sabel.
Como prueba terrible, hubo que componer unas coplas para la toma de velo, y anoche
tuve que cantarlas en la recreación. Temblaba..., lo cual es bien ridículo pues las
hermanas son tan caritativas que mi obra les ha parecido todo un éxito. María Luisa, a la
que tanto le gusta ver cómo me pongo colorada, habría tenido una buena ocasión de ver
mi timidez puesta a prueba. La Madre supriora me da permiso para enviarte esas coplas,
¡te divertirán!
Adiós, mamá querida, me imagino que estarás contenta con esta carta tan larga. Para
concluir, duermo como un lirón, tengo un apetito excelente, la comida es muy refrescante y
apropiada para mi temperamento. ¡Qué feliz soy, mamaíta! Gracias una vez más por
haberme entregado a Dios. Te estrecho contra mi corazón y te abrazo junto a Jesús, que
sonríe al vernos.

Tu Sabel.

Vigilias - Celebraciones

«Dios nos ha sentado en el cielo con Cristo Jesús para mostrar a los siglos
venideros las riquezas de su gracia» [Ef 2,6-7]. «Vosotros ya no sois huéspedes ni
extranjeros, sino que sois miembros de la Ciudad de los santos y de la Casa de
Dios» [Ef 2,19]. La Trinidad: he ahí nuestra morada, nuestro «hogar», la casa paterna
de donde nunca debemos irnos.

- Isabel de la Trinidad: Vivamos de amor http://www.cipecar.org/docftp/fi16017isabel-de-la-trinidad-


celebracion.pdf
Isabel de la Trinidad: Vivamos de amor
AMBIENTACIÓN
Ambón con la Palabra Una planta o flores Varias velas PowerPoint con imágenes
y estas u otras frases de Isabel:
Vivamos de amor Sólo él puede saciar nuestro corazón... Hagamos que todo
calle, para escucharle sólo a Él. Dios en mí, yo en Él, he ahí mi vida... Todo lo
hago con El. Vivamos con Dios como con un amigo. En el Carmelo el corazón se
dilata y sabe amar mejor. He hallado mi cielo en la tierra pues el cielo es Dios y
Dios está en mi alma. Cuanto más cerca se vive de Dios más se ama. Mi ideal
consiste en ser la Alabanza de su gloria. He hallado mi cielo en la tierra pues el
cielo es Dios y Dios está en mi alma. ¡Oh milagro de amor, amor sin sentido de
todo un Dios!
MOTIVACIÓN
Bienvenidos/as a esta vigilia de oración que nos prepara para la fiesta de Isabel
de la Trinidad. Hacemos silencio para acallar los ruidos que nos rodean y los
que se agitan en nuestro interior para poder escuchar otras voces. Hacemos
silencio para limpiar nuestros ojos y poder mirar al mundo de hoy con sus luces
y sombras. Hacemos silencio para abrir el corazón al Dios Amor-Trinidad que
ha hecho de toda la tierra su hogar y no cesa de llamar a nuestra puerta para
decirnos que nos ama. Momento de silencio con música de fondo
Canto: BUSCA EL SILENCIO TEN ALERTA EL CORAZÓN CALLA Y CONTEMPLA
I.- ISABEL, UNA MUJER FASCINADA POR JESÚS
Isabel es una mujer que ha amado con todas las fibras de su ser a Jesús. Su
vida se ha ido centrando en este amor que la ha ido envolviendo e impulsando
a amar de una forma nueva a todos los que convivían con ella o se ponían en
contacto a través de sus cartas. Escribe el día de su profesión, después que la
Madre Priora del Carmelo le entrega el crucifijo:
"Al fin es totalmente mío y yo soy completamente suya. Es lo único que tengo.
Él lo es todo para mí. Ahora ya sólo me queda un deseo por cumplir: amarle,
amarle siempre " (Carta 136).
El amor apasionado hacia Jesús llena su corazón, da sentido total a su vida y la
lleva a una actitud orante: "escuchar al Maestro". Y este 'escuchar' tan sólo se
puede realizar desde el silencio interior. Unos meses antes de su entrada en el
Carmelo escribe:
"Nada podrá distraerme de Él. Cuando se obra por El y se permanece siempre
en su santa presencia, bajo su mirada divina que penetra hasta lo más íntimo
del alma, se le puede escuchar incluso en medio del bullicio del mundo, en el
silencio de un corazón que sólo quiere ser suyo" (Carta 40).
El alimento de Isabel, como el de Jesús, es hacer la voluntad del Padre. No son
los sitios reservados, especiales, ni los ritos, ni los gestos lo que importa sino
nuestra actitud interior de libertad, de atención amorosa al Dios, de acogida de
Él mismo. Y esto es posible realizarlo en todas partes, en todas las situaciones,
en todas las condiciones de vida. Al final de su vida escribe a una amiga:
“Vive siempre con El dentro de ti… Cuando u n alma es fiel a los menores
deseos de su Corazón, Jesús, en retorno, es fiel en guardarla y se establece
entre ellos una dulce intimidad... No olvides que el amor para ser verdadero
exige sacrificios. El me ha amado. El se entregó por mi (Gal 2,20). Este es el
fin del amor (Carta 245).
Momento de silencio
Proyección del PowerPoint: Isabel, una vida para recorrer su misterio de amor
Gesto:Manos abiertas mientras se escucha la canción:“VEN ESPÍRITU DE
DIOS” (CD Descálzate)
Símbolo: Dos personas entran con la Palabra y la Luz
Lectura de la Palabra: Jn 14, 23
“Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a
él, y haremos morada en él”
Se vuelve a leer otras dos veces el texto bíblico haciendo un breve silencio
después de cada lectura.
II.- ISABEL: UNA VIDA HABITADA POR LA TRINIDAD
Isabel ya desde muy joven se siente atraída hacia su interior a vivir con ese
Dios que la habita, se siente “casa de Dios". Al canónigo Sr. Angles le habla del
descubrimiento de la presencia de Dios “en el cielo de su alma” (Carta 62); a su
amiga Margarita Gollot la invita a vivir “inmersa en la Trinidad” (Carta 58). Cuando
entra en el Carmelo y le preguntan: ¿Cuál es su lema de vida? ella
responde: "Dios en mí y yo en Él". Desde entonces, vivir inmersa en la Trinidad, ser
alabanza de su Gloria, será su proyecto de vida: “¡Amo tanto ese misterio de la
Santísima Trinidad! Es un abismo en el que me pierdo” (Carta 62. El gran mensaje de
Isabel a nuestro tiempo nos lo dice ella misma: 'Me gusta encontrarle aquí, en lo más
profundo de mi ser, en el cielo de mi alma, porque El nunca se aparta de mí. Dios en mí y yo
en Él. Oh, esto es mi vida" (Carta 55).
Momento de silencio
Proyección del PowerPoint: Elevación a la Santísima Trinidad
Momento de silencio Momento para compartir la oración
 Por la Iglesia que no cese de mirar a la Trinidad y tenga siempre las puertas
abiertas para el amor sin fronteras.
Por la familia del Carmelo que beba permanentemente en la fuente de la Trinidad y
que aprenda a mirar al mundo con los ojos de Dios.
Por los que son sal y luz del mundo, por los que sienten angustia y frío, por los que
caminan solos por los caminos.
Por el sueño de ser mejores, por las familias que entregan vida, por los que iban a
nacer y no nacieron, por lo jóvenes que disfrutan la vida.
Para que no exista la guerra, ni el hambre, para que el ser humano no sea una
amenaza del ser humano, para que se respete el diálogo entre culturas y religiones.
Por los enfermos que sufren, por los que envejecen solos, por los buscadores de la
belleza y la verdad.
Padre nuestro (manos enlazadas) Oración:
Padre Dios, rico en misericordia y bondad, que descubriste a Isabel de la
Trinidad el misterio de tu presencia en el alma e hiciste de ella una adoradora
en espíritu y verdad; concédenos, por su intercesión, que también nosotros,
permaneciendo en el amor de Cristo, seamos templos del Espíritu Santo de
Amor, para alabanza de tu gloria. GLORIA AL PADRE Y AL HIJO Y AL ESPIRITU
SANTO. COMO ERA EN EL PRINCIPIO, AHORA Y SIEMPRE POR LOS SIGLOS DE
LOS SIGLOS. AMEN.
ENVIO Gesto:Nos ponemos de pie y dos personas levantan la Palabra y la Luz
Convencidos de que otro mundo es posible. Nos comprometemos a:
- Mirar el mundo desde los más pequeños y marginados
- Llevar en el corazón la alabanza. Alabar a Dios por todo lo que acontece
- Tener la puerta siempre abierta para el diálogo, para el encuentro, para la
mesa compartida en torno a Jesús Eucaristía.
Canto:
ID AMIGOS POR EL MUNDO ANUNCIANDO EL AMOR. MENSAJEROS DE LA
VIDA, DE LA PAZ Y EL PERDÓN. SED AMIGOS LOS TESTIGOS DE MI
RESURRECCIÓN. ID LLEVANDO MI PRESENCIA. CON VOSOTROS ESTOY

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