Você está na página 1de 11

MANIFIESTO DE ELOGIO Y ÁNIMO

A LOS SIERVOS DEL SEÑOR

____________________________
“Bienaventurados los que lloran,
porque a su debido tiempo reirán"
____________________________

31 de octubre de 2018, celebración del año 501 de la Reforma Protestante.

«Y cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente,


por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa» (Mt
10. 42) Más que la recompensa, lo que por ahora quiero señalar, es que, el Señor
jamás se olvida de aquellos que le sirven a él. Servir en favor de la vida del ser
humano, es la forma por excelencia de servir al Dios de la vida. Servir al hombre,
incluso al rico y al poderoso, es servir a Dios; y si, de modo intencional servimos
al desvalido, al pobre, al que no tiene voz, al desplazado, al que llora, y a todas
aquellas víctimas de la injusticia, de hombres y sistemas que encarnan poderes
absolutistas, opresores y deshumanizantes, es servir en pro de la dignidad del
ser humano, en cuyos rostros solitarios y tristes, resplandece la imagen de Dios,
y ésta es la dignidad del ser humano: “la imagen de Cristo”. Imagen que hace al
hombre merecedor de un trozo de pan y un vaso de agua; de un abrazo y una
mirada; de un beso, de una canción y una manta «En cuanto lo hicisteis a uno
de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis» (Mt 25. 40) Pero aquella
imagen, también lo hace digno de recibir la «Buena Noticia» que trae esperanza
y alegría, y que salva su corazón.

Y, por cuanto, a esta misión, es precisamente a lo que usted se dedica de acuerdo


a sus conocimientos, a sus posibilidades y disposición de alma, hoy quiero
reconocer y elogiar tan extraordinaria decisión, son éstas decisiones las que nos
permiten conocer mujeres y hombres extraordinarios al servicio de Dios y la
humanidad. Es la resolución de «no esconderse de su hermano» (Is 58. 7) la que
hoy me trae un grato recuerdo suyo, me inspira una oración de gratitud ante el
creador, y me arranca del alma una oda de alegría, como la que inspiró el poeta
Schiller al genio de Bonn. Los actos de amor y misericordia de personas como
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

usted, evocan el imaginario del buen samaritano en labios de Jesús, y hacen


posible que el río de la vida, del amor y la alegría sostengan esta humanidad.

No me basta el alma para tanta alegría, al saber que cuento con compañeros/as
que «tienen por mayor riqueza compartir el sufrimiento del Mesías y su
pueblo, que las riquezas y gloria de este mundo» (Heb 11. 26) Haber elegido la
senda del vaso de agua, del trozo de pan y la mano extendida, es haberle dicho
al Señor: Sí. (Is 6. 8) Es haber hallado la suprema vocación concedida por la
bondad de Dios, que sólo haya su contexto adecuado para ser entendida y vivida,
en la «Sola gracia» del resucitado. No me basta el corazón para tanta dicha, al
saber que usted eligió el camino y el anuncio de la «Buena Noticia», camino de
redención, que revela que el Señor lo acompaña siempre «Sé que el Señor
siempre está conmigo. No seré sacudido, porque él está aquí a mi lado» (Sal 16.
8 NTV) Y no es poca cosa saber que el Señor del cielo y la tierra, lo acompaña en
la senda elegida. No es para nada despreciable saber que, Dios mismo está con
usted, y recompensa su dedicación (Mt 10. 42) ¡Qué vocación tan fascinante!,
¡Qué misterio tan estremecedor y delirante! pues se trata de Dios y del ser
humano (1Cor 1. 21-25) ¡Qué camino más seductor y apasionante para las almas
que se dejan acariciar de cielo!

Es hermoso saber que «Sus pies anuncian paz, y recorren caminos anunciando
buenas nuevas» (Rom 10. 15) Por eso, le animo por el amor de Cristo, que siga
adelante, que su fuerza y sus pies no se agoten hasta alcanzar pueblos olvidados,
veredas ignoradas y seres humanos anulados, ruego que el cielo sostenga su vida.
Que la fuerza divina se renueve en usted para recorrer tediosos y
prolongadísimos kilómetros de pavimento en la ciudad, ciudad del ruido, de la
noche, de todos y de nadie, donde la indiferencia cruel burbujea entre mil
encrucijadas, y poco a poco va carcomiendo la esperanza de sus habitantes. Que
el fuego arrebatador del Espíritu inspire su corazón con aquella pasión que
desborda riesgos y peligros, para llegar a barriadas, favelas y comunas, donde
hay miles de jóvenes buenos, pero que, viven en tinieblas y desorientados, y que,
están esperando que alguien ilumine su camino. Las sombras de muerte y
adicciones no pueden ser el cielo que oscurece sus vidas, y que, tenebrosamente
humilla y doblega a nuestros pueblos, porque en Cristo sigue brillando una luz,
y usted es un rayo que brilla en el camino de ellos.

La misión evangélica que alegra corazones y salva vidas no está diseñada para
las ONG, fundaciones o instituciones estatales; es una misión que únicamente

2
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

atañe a la iglesia del Señor Jesucristo, a sus pastores y maestros. Por lo que, es
hora de abrazar la santísima vocación con la dignidad y propiedad, con que
Cristo, los profetas y los apóstoles la abrazaron, como un acto convincente de
honor y humildad, de servicio y sacrificio para la gloria de Dios. Convicción
absolutamente ajena a intereses mundanos, porque sólo sabe servir y ofrendar
el corazón. Ya que, el servicio que no nace de la gracia y del corazón, atenaza y
desvirtúa la misión de la iglesia, despojando vilmente al cristianismo de su
esencia, pues servir en su dimensión última, es adoración al Señor. Así que,
cuando usted sirve al prójimo, presenta su ofrenda de adoración a Dios, en el
altar de la fraternidad humana. Servir es la respuesta práctica, sincera y legítima
al clamor histórico de Dios: ¿Dónde está Abel tu hermano? El servicio es
apertura de corazón, extiende la mano y da, protege y posibilita la vida de quien
todavía vive huyendo, de quien vive en el anonimato porque su alma sufre aún
el fratricidio de Abel. El servicio toma la palabra y alza la voz en labios del
«pastor» para asaltar el odio displicente del agricultor Caín, y por fin responder:
¡Aquí está mi hermano! (1Jn 3. 15-18)

El pueblo latinoamericano es una maravillosa colcha multicultural, que siempre


quiere reír, pero termina llorando y viviendo ahogado en un sinfín de males,
fracturado por intereses políticos corruptos; la injusticia social ha dejado
heridas históricas que todavía sangran, y las que cicatrizaron, lo hicieron en
falso, tienen pus que hiede y duele, y sigue abriendo llagas internas. Razones por
las que miles con mirada triste, con las manos en los bolsillos y encorvados por
el dolor de ausencia y carencia, recorren los caminos lentamente porque saben
que nunca llegarán a forjar sus esperanzas. El hambre y la pobreza; la
desnutrición y el analfabetismo… destrozan y asesinan la esperanza de niños,
jóvenes y ancianos. Y como si nos faltaran males, lamentablemente la iglesia,
incluyendo muchas veces algunas expresiones “protestantes”, que debiera tener
un mensaje de esperanza, vida y redención, ha hecho lo contrario, condenando
a millones de personas a la postergación, al anacronismo existencial y cultural;
a la enajenación personal y social; y al fanatismo religioso y sectario.

Por ello, la heteronomía, los fundamentalismos, la falta de identidad, y la forma


a-crítica de asumir su propia historia y su existencia, condujeron a la
irresolución y la irrealización de nuestros pueblos. Estos pueblos son, los no
pueblos; sus gritos de angustia nadie los escucha porque son los gritos del
silencio, ellos no tienen voz; estas personas son, las no personas porque se
desconocen a sí mismas, y viven con identidad prestada, o sin ella, pero viven, y

3
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

lo hacen muriendo cada día, y soñando ser algún día. Jóvenes soñadores van
dejando montañas, caminos y valles sembrados de cruces lapidarias, sin tener
siquiera quien los llore, porque los sobrevivientes cruzan los caminos en la
carrosa de la indiferencia, y con miradas esquivas ante la mano indigente y
suplicante se marchan diciendo: «adiós, adiós». Parece que somos un
continente de mentira, porque somos hijos de la mentira histórica de nuestros
dirigentes, y porque hemos creído su mentira.

Son éstas realidades las que reclaman la presencia de mujeres visionarias para
construir sociedades más justas, de hombres determinados en su fe, en sus
convicciones y en su Dios, que puedan echar a andar, un nuevo y más elevado
modelo de vida; y de jóvenes comprometidos con una doctrina y una ética que
definitivamente propicie un giro en la realidad, social, espiritual, política y
existencial de Latinoamérica. Es aquí donde el siervo del Señor juega un papel
crucial, pues posee lo que no es posible fuera de la iglesia: La Biblia, la oración,
el Espíritu Santo, el alegre evangelio, y el amor del cielo; posee el sermón del
monte, el legendario heroísmo del servicio, y, sobre todo, palpita en su alma la
fuerza redentora de Jesús. Ésta es la fuerza irreductible del siervo del Señor:
¡Cristo crucificado y resucitado! Son estas convicciones las que ofrecen la
verdadera estatura al siervo del Señor, porque ante la exigencia de la realidad
histórica, no queda otro camino, más que encarar y encarnar la misión profética
de Cristo a la iglesia, la cual, denuncia el pecado en todas sus manifestaciones, y
anuncia la luz redentora que salva de la miseria del pecado, por la gracia
manifestada en la persona de Jesús. De la fidelidad a estas convicciones y a esta
proclamación, depende la integridad y legitimidad del siervo del señor.

¡Ánimo siervos del Padre bueno! Todavía falta mucho por hacer, levántese en la
fuerza del Señor, porque todavía falta escribir y predicar el mejor sermón,
todavía hay un discípulo por enseñar y una iglesia por fundar, una vereda por
visitar y una familia por consolar. Aunque sus pies estén cansados, aunque estén
hinchados y heridos por la larga jornada y aunque su alma quiera huir, hoy no
es día para claudicar, porque el Señor siempre envía su ángel con pan, agua y
salud (1Rey 19. 4-8) Yo oraré para que el Señor venga a lavar sus pies con agua
tibia y sal, para que sus manos divinas le acaricien y le dé nuevas fuerzas. Ánimo
que los pies de Jesús caminaron firmes hasta el Calvario, allí fueron clavados en
la cruz, y no claudicó. Siervos del Señor, que sus pasos encarnen el dolor, las
angustias y la tragedia de hombres y mujeres, que cansados van quedando
tumbados a la vera de los caminos de nuestra sagrada Latinoamérica. ¡Pastores!

4
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

¿quién sufre y yo no sufro?, ¿Quién cae en el camino y yo no lo sostengo? ¿quién


es herido y no me duele? ¿Quién padece hambre y yo no me angustio? Gozaos
con los que se gozan; llorad con los que lloran (Rom 12. 15)

¡Ánimo siervos de Cristo redentor! Su misión es de carácter teológica porque de


Dios la recibió, en su nombre la realiza y su contenido es Cristo; es de carácter
humanitaria porque sirve a sus hermanos por creación; y de carácter eclesial
porque sirve a sus hermanos por redención. Apreciado líder, aunque los
fantasmas de la vida le hayan hecho perder la confianza y seguridad en usted
mismo, y aunque surjan gritos de miedo en su alma, Dios sigue confiando en
usted y acompañándolo: «Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua,
se asustaron, y gritaron llenos de miedo: ¡Es un fantasma! Pero Jesús les habló,
diciendo: ¡Ánimo! ¡Soy yo, no tengan miedo!» (Mt 14. 27) Jamás piense que su
ministerio es un fracaso, aun cuando experimente sentimientos de frustración y
soledad; aunque lleve herida el alma y en su corazón contradicciones; y aunque,
sus lágrimas desesperadas sean un río de dolor. Siervos del Señor, esto no es
fracaso, ni ruina ministerial. Es sencillamente: signo de su absoluta humanidad,
signo de su estrecho vínculo con la fragilidad de la tierra «Acuérdate que como
a barro me diste forma» (Job 10. 8-13) Usted es “la vasija de barro, en la que
reposa el tesoro de la excelencia del poder de Dios” (2Cor 4. 7)

Dios no usa a superhombres, ni seres invencibles; tampoco a personas acabadas


y perfectas, sino, a seres de carne y hueso. Mujeres redimidas por Cristo que
lloran y ríen; que sufren y cantan, con temores y seguridades. Hombres
extasiados ante la gloria de Dios, anhelantes de ella y de su amor; pero también,
humillados por su naturaleza pecaminosa, y por ello, quebrantados frente a la
cruz. Pero no hay que olvidar, que no es la vasija de barro la que sustenta el
tesoro divino; sino, el tesoro sagrado el que sustenta y embellece la vasija. Cristo
con su soplo y con su paz sostiene, embellece y ennoblece sus vasos de arcilla (Jn
20. 21-22) Él es el sustento y dignidad del ministerio cristiano, y de usted mismo
como ser humano.

Otra razón para entender que el sufrimiento, el dolor, la escasez y las angustias
ministeriales que usted sufre en su propio cuerpo, tienen un objetivo
trascendente y glorioso, es porque, son incorporadas al sufrimiento de Cristo:
«Porque de esta manera voy completando, en mi propio cuerpo, lo que falta de
los sufrimientos de Cristo por su iglesia, que es su cuerpo» (Col 1. 24 DHH)
Misterio por el cual, así como usted participa de la gloria de Cristo resucitado,

5
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

también participa de sus padecimientos en su muerte. Con esto, el apóstol quiere


decir, que la iglesia histórica y peregrina siempre realizará la misión en medio
del dolor, escasez, persecución, llanto y padecimiento, con miras a completar las
aflicciones de Cristo en su obra redentora. Co-participar de las aflicciones de
Cristo, significa que, los padecimientos pasados, presentes y futuros de sus
siervos, de antemano fueron asumidos por Cristo en la encarnación, y si,
asumidos, entonces también llevados en su cuerpo a la muerte redentora,
porque «Lo que no se asume, no se redime» dijo Ireneo de Lyon. Así que, dichos
sufrimientos retrospectivamente pasan a formar parte de los padecimientos de
Cristo en su misión de amor redentor, para hacer evidente la justicia y bondad
de Dios. «Considerad a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra
sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmallar» (Hb 12. 3)

¡Ánimo testigos del Espíritu consolador! A cuanta incertidumbre y confusión se


ve sometida esta terrible humanidad con la que servimos al Señor, a cuantos
desgastes y fatigas; y a cuantos temores, melancolías y desfallecimientos. Ánimo,
que, frente a la fragilidad, Cristo nos prometió el poder de su Espíritu, y este
poder es suficiente para darle cara al mundo, y nos capacita para enrostrar el
dolor y la confusión, y para enfrentar con un superlativo grado de confianza
divina, la desconfianza humana, el caos y las asechanzas del mundo actual.

Desde Pentecostés éste poder es connatural a la iglesia, es presencia garantizada


que acompaña a la iglesia y a los siervos de Dios. El Poder de Dios, es Dios
mismo, presencia real en la tercera persona de la trinidad, quien nos capacita
para proclamar el evangelio, para edificar la iglesia, para ser siervos carismáticos
en la divina liturgia, para ser comensales dignos en la mesa de amor y unidad
cristiana, el banquete que conmemora y rememora el Nuevo Pacto en el
sacrificio de Cristo. Ánimo pastores que él también es Espíritu de la alegría, y
nos hace reír en medio de la prueba, nos hace cantar en la escasez, en él siempre
hay una reserva de alegría que se hace poema y canto en labios de sus siervos.
De modo que: «Seremos como los que sueñan. Entonces nuestra boca se llenará
de risa… Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando
y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo,
trayendo sus gavillas» (Sal 126) Grande es Dios, que, en medio de los vituperios
y dificultades humanas propias del servicio, el Espíritu Santo nos capacita para
vivir la alegría divina, la alegría del evangelio, por eso llama a sus siervos:
bienaventurados (Mt 5. 10-12)

6
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

Esta América, la de las venas abiertas de Eduardo Galeano, es la herencia de


personajes ilustres que desde sus realidades trabajaron para construir un pueblo
justo, progresista y libre, y que sus países crecieran como olmos, fuertes y
frondosos. Del Caribe siguen llegando los ecos del estadista, poeta, maestro y
periodista José Martí, hombre de cultivada sapiencia, refinada oratoria y
pulcritud literaria. Diafanidad del pensador que, entre versos y líneas
conceptuales, encarnó las aspiraciones de su Cuba ensoñadora. Desde la tierra
del cobre, los gauchos y el futbol al sur del continente, rastreamos las rutas
libertarias europeístas de Bernardo O'Higgins y San Martín. Desde la tierra del
águila y la serpiente emplumada, escuchamos al hombre que revivió en América
el espíritu de la siempre civilización griega, hombre de letras universales,
filósofo, ensayista, poeta y político. El “Regiomontano Universal” Alfonso
Reyes, cuánto inspiró a los dirigentes y pensadores del continente. Hoy somos
lo que ellos nos heredaron, sin duda, muchas cosas buenas, otras no tanto, pero
siempre inspirados en ideales libertarios y humanísticos. Pero, a pesar de los
logros en el continente, aquellos ideales no han cuajado realmente, seguimos
siendo un sueño imposible; y, queriendo ser libres cada día, quedamos presos
en la vigilia de “La insoportable levedad del ser”, de la que nos contó el Checo
Milán Kundera.

Cómo olvidar éstas palabras memorables: «Si mi muerte contribuye para que
cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro»
Como no cesaron los partidos, ni se consolidó la unión, seguramente Simón
Bolívar está muy intranquilo y se debe estar retorciendo en la tumba, tanto más
ahora, que su sueño pan-americano está más perdido que nunca, y que su propio
pueblo sufre con dolor, situaciones extremadamente adversas. Los vientos de
desobediencia civil, no violenta del puritano Henry David Thoreau, que
intentaron posarse en nuestras selvas y montañas, fueron ahogados por los
señores de la violencia oculta y solapada. Fue el General Francisco de Paula
Santander quien entendió que para la libertad, la guerra no era el camino, y que,
por tanto, se necesitaba construir el camino de las leyes y constituciones que
garantizaran la libertad, la justicia y el bienestar de los pueblos «Las armas os
dieron la independencia, las leyes os darán la libertad» Pero, a pesar de ser
ideales loables, inspirados por grandes seres humanos, y que han contribuido a
la construcción y desarrollo de nuestro continente, sin embargo, dichos ideales
no han sido posibles, se han agotado en intentos de progreso económico,
desarrollo social, y de democracias nunca consolidadas, frágiles realmente. Y así,
seguimos siendo un continente por hacer.

7
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

Nos hemos quedado en sueños, ideales y utopías, que tienen su lugar y su valor,
es innegable, pero que, ante su fragilidad y hasta el fracaso de aquellos sueños,
es donde aparecen los hombres y las mujeres a quien Dios ha llamado a servirle.
Es en el escenario del vacío insoportable de una existencia sufrida y malograda,
fruto del querer ser y no haber sido, que aquellos hombres y mujeres surgen
como representantes de un proyecto, ya no humano, sino divino, para ser
instrumentos en las manos de Dios, y con el poder del Espíritu Santo, en la
proclamación del Reino de Dios (2Cor 5. 20) La condición anodina, el estado de
apariencias, y un insustancial conformismo que no permite vivir, sino sobre-
vivir, al que han sido “obligados” nuestros pueblos, es lo que demanda la
presencia de siervos/as del Señor capaces de una propuesta que sustente y
responda la necesidad primera y última del espíritu humano. Su necesidad de
Dios. Su urgencia de salvación, y su imperiosa necesidad del evangelio.

Estas realidades para ser transformadas, exige gigantes de la fe, hombres


sencillos pero que sean capaces de revivir los principios y las convicciones
heroicas de los reformadores del siglo XVI. Exige mujeres determinadas a
trascender la mediocridad del “statu quo” que nos heredaron los impúdicos
señores del poder insaciable, y los famélicos hambrientos de gloria efímera,
porque efímero ha sido su servicio y cancerígeno su legado, porque de haber sido
de otro modo, hoy tendríamos mejores condiciones de vida, para sustentar la
precariedad del espíritu humano y su convivencia social; como también,
tendríamos mejores instituciones y servidores públicos más justos y probos
(salvo esporádicas excepciones) El momento histórico de nuestro continente
exige valientes y más comprometidos siervos de Dios, y mejores servidores de la
iglesia, y que, los intereses de dichos servidores sean los intereses del Señor; que,
sus aspiraciones también sean las de Dios; y que su palabra, sea la Palabra del
Señor con mayúscula. De esta manera, seremos dignos servidores de nuestro
salvador y de su eminente evangelio; de la iglesia y la sociedad.

Es precisamente por ello que hoy le escribo, para animarle y fortalecerle en el


amor y el poder del Señor Jesucristo. Para decirle que el compromiso y la pasión
por lo que somos y hacemos, nos sigue esperando; y que, su vocación debe ser
tan clara, de modo que no haya ninguna sombra de duda sobre su misión. Hoy
escribo para decirle, que seremos felices cuando nuestros pueblos ya no sean
molidos y crucificados por el hambre, la injusticia y la violencia, sino que lo sean,
por el amor, la gracia y la misericordia de la cruz de Cristo; crucifixión que libera
y conduce a la plena realización humana. Seremos felices cuando sus ciudades

8
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

caminos y aldeas sean iluminados por quien dijo: “Yo soy la luz del mundo”;
cuando el amor, el perdón y la bondad sustituya los odios, la venganza y la rapiña
en el corazón de las personas. Cuando la iglesia deje atrás la incertidumbre de
doctrinas confusas e intereses enajenantes, y se afirme como columna de la
verdad (1Tim 3.15) y familia de la fe, donde hombres y mujeres superan el
sinsentido de la vida y renacen a nuevos horizontes, y, a una nueva forma de vida
en Cristo. Cuando el derecho y la justicia se besen, descenderá el Espíritu del
cielo sobre este continente, para fecundar esta bendita tierra, entonces brotará
la verdad, florecerán la paz y la seguridad en nuestro suelo (Is 32. 15-18; Sal 85.
10-13) ¡Y seremos felices!

Compañero de camino ministerial reciba un saludo de fortaleza y una sincera


expresión de afecto fraternal. Reciba un abrazo de mi parte, y sepa que valoro en
gran manera su dedicación al Señor. Hoy estoy de pie respetuosamente frente a
usted, aplaudiendo y elogiando su entrega sacrificial al servicio de la iglesia; lo/a
felicito por su desinteresado trabajo de amor entre seres humanos necesitados y
marginados, Usted despierta mi admiración cuando se arriesga en Dios, y sirve
a personas que jamás podrán recompensarle. Esto hace que mi corazón se
estremezca de emoción y gratitud ante el Señor, despierta mi admiración por
usted como persona, y por lo que hace; por su arrojo en la fe, por lo que usted
significa en el Reino de Dios; por su servicio a los pueblos de un continente que
no tiene jamás cómo pagarle. Dios le pagará “Yo vengo pronto, y mi galardón
conmigo, para recompensar a cada uno, según sea su obra” (Ap 22. 12)

No puedo, ni debo dejar pasar por alto, a aquellos hombres y mujeres que de
modo anónimo sirven al Señor. Hombres osados que recorren caminos, veredas,
provincias inhóspitas, solitarias y peligrosas de nuestra geografía continental,
pregonando el evangelio y anunciando la paz; pastores que viven en el
anonimato, porque sirven en la tierra del olvido, donde nadie los conoce ni los
recuerda, pero Dios sí. Sirven porque los espolea en su alma la sagrada misión
de Cristo sin ningún otro interés. Mujeres que, sin que nadie lo sepa, visitan
hospitales, cárceles y barrios para llevar una palabra de aliento y salvación a
moribundos y necesitados, porque han sido abandonados y no tienen quien los
consuele. Ellas encarnan el espíritu de María junto a la cruz de Jesús, ofrecen su
presencia, su llanto, y su amor para mitigar el dolor de sus hijos, para que no se
sientan abandonados. Ellas son madres de todo el que sufre, abrazan
tiernamente a quien nunca fue amado, lloran por quienes ya no tienen lágrimas
y oran por quienes extraviaron su camino. Son expresión del amor de Dios en la

9
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

tierra, saben amar, perdonar y consolar, porque desde la gracia de Cristo, y


desde sus entrañas, donde se pare la vida, es donde encuentran la fuerza para
cumplir su misión cristiana.

Imposible olvidar a los jóvenes, que, en un servicio filantrópico cristiano, se


esfuerzan por anunciar a Cristo y su salvación en colegios, universidades y en los
conglomerados juveniles, lo hacen a costa de la disculpa burlona, y la sorna
secularista y hedonista de sus compañeros. ¡Qué gloria inmensa la suya!, pues,
realmente no los desprecian a ustedes, sino a Cristo, de quien son embajadores.
Mujeres y hombres anónimos, ¡silenciosos héroes de la diaconía suprema! Son
ustedes los profetas con los que Elías no contaba, pero, eran los “profetas del
Señor” a quienes él protegía (1Rey 19. 14, 18) Siervos sin un sueldo, sin un seguro
médico y sin nadie que los anime y apoye en su labor. Ustedes van coronados de
gloria invisible e imperecedera, que resplandece y vibra en la satisfacción de sus
corazones, y en la alegría de haber cumplido el designio misterioso que sólo se
revela a las almas piadosas, almas discretas y humildes para quienes se reserva
el poder de penetrar y entender el misterio divino, y de obedecerlo. Compañeros,
hoy también cuentan con mi anónimo y mi aplauso lejano, pero sincero; y con el
respeto que profeso y les ofrezco desde mi exaltado y emocionado corazón;
sepan que cuentan también con mi súplica en su favor, frente a la cruz del Señor.

Aunque al comienzo no abordé las recompensas de Dios a sus servidores, es


seguro que éstas llegarán: «Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso
de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no
perderá su recompensa» (Mt 10. 42) Las promesas de Cristo son seguras e
inconmovibles, por ello, es imposible dudar, imposible retroceder e imposible
seguir otro camino: «Sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la
herencia, porque a Cristo el Señor servís» (Col 3. 24) Las lágrimas, los
sufrimientos, y privaciones debemos asumirlas con paciencia, y hasta con
piadosa resignación, porque: «Seréis Bienaventurados, y a su debido tiempo
reiréis; Bienaventurados cuando os vituperen…gozaos en aquel día, y
alegraos, porque he aquí vuestro galardón es grande en los cielos» (Lc 6. 21-
23) Razones poderosas para esforzarse a ser feliz, pues, no existe nada más
hermoso que encontrar personas felices con lo que hacen. Y para alcanzar este
bien del alma, es necesario cuidar su salud física, sicológica, espiritual y
emocional; bienes y dones del alma imprescindibles para ofrecer un servicio
igualmente saludable en nombre del Señor.

10
¡Ánimo! ¡Soy Yo, no tengan miedo! Mario Villamarin Riaño

Es preciso que sepan todos, que quien escribe no lo hace como un superior, ni
como un juez, ni como un observador distante, sino, como expresión de cariño y
afecto; lo hace como un compañero del camino, y como un igual en el servicio
cristiano. Escribe porque también ha sufrido, y porque tampoco le son ajenas las
lágrimas adoloridas, ni las angustias; escribe porque también sabe qué es la
pobreza, y el luto de un ser querido. En otras palabras, escribe desde la condición
de haber sido hecho del mismo material que usted: “de barro”. Quien escribe, lo
hace consciente de su fragilidad, de su temporalidad y de su materialidad, pues
sabe lo que significa llevar el sello de lo “humano”, y, porque, ello no es óbice
para dejar de reconocer su entrega, su dedicación y gallardía en el servicio al
Señor. Por eso escribe, porque también sabe reír y ser feliz, y porque ama y
quiere ver felices a sus compañeros. Porque sabe soñar como usted sueña, y
porque cree que, en el camino que juntos recorremos, intentamos soñar el sueño
de Dios, para que sea hecho realidad entre nuestros pueblos y en la iglesia
cristiana; hecho realidad entre nuestras familias y en nuestra propia vida. Para
que Cristo, el Señor de los grandes sueños, siga ostentando la preeminencia (Col
1. 18)

¡No me basta el alma para tanta alegría! Por ello, con intensa emoción de gozo
les digo: Gracias, mil gracias por ser maravillosos compañeros/as, que me
permiten recorrer a su lado el camino que la misericordia divina nos ha provisto,
camino en el que, por la gracia de Dios aprendemos a ser más humanos, y más
hermanos; y para que, gracias a esa condición fraterna podamos servir al Señor,
a la iglesia y a la sociedad con más amor y humildad; y para que, en todo lo que
somos y hacemos, vivamos para la gloria del Señor. Pues no existe otro camino
verdadero, más que el que nos inspiró el poeta sagrado Juan Sebastián Bach en
sus obras maestras: ¡Soli Deo Gloria!, como afirmación de uno de los postulados
de la Reforma Protestante.

Con afecto y cariño fraternal Vitam Impendere Vero


su compañero de camino: septiembre 10 de 2018
Mario Villamarin Riaño Hora: 11:30 A.M.

11

Você também pode gostar