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Ética y profesión

La ética se ocupa de aquellos actos que el hombre cumple libremente, y de su relación con el

último fin; trata por tanto de establecer las normas rectas de la conducta humana para después

aplicarlas a la vida cotidiana.

La ética no basa sus conclusiones en dogmas o prioridades legales de gobierno o autoridad

(divina o terrena). Por eso sus conclusiones requieren explicación y justificación razonada a la

luz del pensamiento coherente con la conducta social esperada de cada individuo. Pueden existir

causas legales, pero a la luz del intelecto y razonamiento individual, se respetarán o desecharán

las disposiciones que no sean aprobadas por su criterio ético.

Retomando el aspecto individual, cada persona tiene una identidad, pero también puede

cambiar considerablemente desde el momento en que se vive bajo las condiciones no

programadas en su propio esquema de sociedad (fue preparado para actuar en una sociedad

“prediseñada” en su particular concepción), pero a medida en que su destino no lo coloca dentro

de lo esperado por sus expectativas, se desajustan sus valores y podrá ser un sujeto presionado

por su moral y sus propias acciones; condiciones que lo ubican como “otro” individuo dispuesto

a actuar de manera diferente. La persona puede experimentarse de diferentes maneras, sin que

esto se refleje como una alteración de su propia personalidad, situación que puede presentarse en

diferentes ámbitos de acción en la sociedad (familiar, con la esposa, con los hijos, con los

hermanos, con la parentela, doble vida, etc.), (Laboral empresarial, actitud ante los derechos y las

obligaciones laborales, laboral personal, laboral escalafonario, etc.).

El ejercicio ético de la profesión

La ética y la profesión
Los filósofos de la Grecia antigua, han sido los primeros en occidente en sospechar que –mas

allá de los caprichos de los dioses–, los hombres son capaces, y por ende responsables, de

reflexionar en forma sistemática sobre la construcción humana del mundo, y en tomar

consciencia de los límites: de la naturaleza, de la sociedad, del hombre y de sus hechos. Han sido

los fundadores de la ontología, la reflexividad y la separación metódica: primero entre la realidad

y la conciencia, luego de la conciencia y la palabra (y por ende fundando la Retórica como

disciplina autónoma y precursora de la comunicación). Crearon las herramientas de la

objetivación y la indagación sistemática instalando la duda, la curiosidad, y el método que les

permitió elaborar una racionalidad reflexiva y crítica (Sócrates).

Con Platón y Aristóteles, instituyeron la “objetividad” como instancia de racionalidad en las

relaciones entre los hombres y la naturaleza, luego el ejercicio de la objetivación y el análisis de

las relaciones sociales y la política en el ámbito público de la Pólis (como modelo de la

democracia deliberativa).

Las creencias y las certezas ya no deberían surgir de los mitos y del estado de ánimo de los

dioses, sino de la razón y la argumentación, como lo habían demostrado los primeros –y tan

criticados– comunicólogos-educadores de la historia: los sofistas (Gorgias, Protágoras).

Éste ha sido el “modelo” original de construcción de un espacio público, constituido por

prácticas de actuación institucionalizada (prediseñada o prevista), donde los ciudadanos se

“constituyen” a sí mismos en tanto “instituyentes” de un espacio común compartido. Espacio

social en el que se establecen de común acuerdo los códigos y los procesos que regulan y

construyen las relaciones humanas, la identidad de sus actores y la propia “realidad” de la vida

social (al menos para la selecta minoría de los ciudadanos “libres” de Atenas).
Otra fuente de cosmovisiones, de metáforas y creencias que han marcado a fuego dos mil

años de tradición occidental, han sido el judaísmo y el cristianismo. Hay profundas raíces

históricas y culturales que llevaron a los profetas judíos –sobre todo a partir de Moisés– a

concebir la originalidad de la primera historia de las relaciones de un pueblo con su dios (el

talmud, el antiguo testamento). En el origen no está la duda o el asombro (como en Grecia) sino

la búsqueda de la liberación a través del reconocimiento de la verdad revelada del monoteísmo,

de Jehová como el único Dios.

Los términos fe, revelación y liberación, tres mil años después de haber sido instituidos, aún

son dispositivos de producción de valores y de sentido; con una enorme fuerza y efectividad mas

allá de la religión, como lo ha demostrado la historia contemporánea con el ejemplo de la idea-

fuerza de una palabra mágica: liberación. Así también la fuerza de la palabra “Dios”, y los

relatos expresados en un texto sagrado como única fuente de verdad, como fuente de fe y de

generación de valores.

Palabras como verdad tiene mucho peso conformidad entre intelecto y la realidad. A menudo

se identifica con fidelidad, paz, seguridad. La verdad ha sido la suprema meta y aspiración del

pensamiento humano, pero el esfuerzo por alcanzarla ha sido tentado desde distintos enfoques

filosóficos que a veces se hallan las más contradictorias soluciones como los extremos del

idealismo y del materialismo.

Cabe hacer mención de cómo se va constituyendo el fenómeno social, identificado como

“contrato social de Hobbes, Locke o Rousseau”; el cual pretende explicar no sólo el origen

histórico y existencial de la sociedad político, sino también y sobre todo el origen institucional de

la misma. Para la escuela liberal la sociedad política o estado es una sociedad convencional; por

consiguiente, su estructura social específica queda completamente al arbitrio de los socios, a la


convención de los socios. Estos pueden, pues, estructurarla, variarla y modificarla a su gusto y

conveniencia. Todo depende del contrato social, que ellos pactan y pactan libremente como

mejor les parece. El Contrato social es, por consiguiente, origen de todos los derechos

ciudadanos, fuente de moralidad y de justicia. Por el cada asociado aliena a la comunidad, su

persona y todos sus derechos.

La complejidad de las operaciones, transacciones y negocios requieren de profesionistas cada

vez más capacitados y con verdaderas aspiraciones de ser útiles y de tener éxito.

Al licenciado en contaduría le compete presentar y proponer información trascendental, así

como decisiva sobre la situación y proyección financiera de las organizaciones, ya sean públicas,

privadas o sociales, entre otras, que les permitan contribuir al desarrollo de las mismas. La

realización de investigaciones sobre las causas, así como las consecuencias de los diferentes

fenómenos económicos para estar en posibilidad de prever contingencias, aminorando los riesgos

financieros, y al mismo tiempo, ser factor de influencia en la actividad económica.

También, desarrollar mecanismos para detectar y aprovechar a lo largo de su vida profesional,

nuevas oportunidades que se generen por la globalización en beneficio de los negocios u otro

tipo de organizaciones. Emplear eficazmente tecnología de información de carácter vanguardista.

El diseño y desarrollo de estrategias de auto aprendizaje e investigación que le permitan estar

actualizado en cualquier momento de su actuación profesional. (Hernández González, 2010)


Marco ético de la ética de la ingeniería civil

Como se ha comprobado la existencia de códigos éticos no garantiza el comportamiento ético

del conjunto de los profesionales sujetos a dicho código, pero es necesario que se realice una

reflexión para lograr excelentes ingenieros civiles. Los planteamientos éticos actuales requieren

una elaboración dentro del nuevo contexto histórico en que nos encontramos. Sin embargo, la

reflexión humana respecto del buen actuar y obrar tiene ya parte de este camino recorrido, con la

elaboración de diferentes teorías éticas, y éstas pueden servirnos de fundamento para abordar los

problemas éticos actuales.

La elección del cumplimiento del deber.

Otra de las corrientes éticas que sin duda se han de analizar para contextualizar en general la

ética aplicada, pero en particular la ética de la ingeniería civil, es la ética Kantiana que construye

las bases para una ley ética a partir del concepto del deber. Kant basó su teoría en que la razón

debe usarse para determinar cómo debe comportarse una persona, y desarrolla su teoría ética a

través de toda su obra pero fundamentalmente en la Fundamentación de la metafísica de las

costumbres, la Crítica de la razón práctica y la Metafísica de las costumbres. Entre los conceptos

explicados y desarrollados en los textos cabe destacar que para Kant la obligación moral

proviene del mismo hombre y solamente el hombre mediante su razón y su voluntad determina

su acto moral (esta ética no se basa en sentimientos o gusto, sino en la propia razón). Por ello,

actuar moralmente será actuar cumpliendo con el deber, sin buscar nuestro beneficio.

Para Kant la ley moral, la ley del deber que todos compartimos, se encuentra en nuestro

interior y gracias a esta ley somos libres en la manera que podemos elegir, no hacer lo que no

quiere o desea. El principal problema surge al plantearnos como saber qué elegir y para resolver
esta cuestión Kant (2005) plantea el llamado imperativo categórico del cual destaco las

siguientes formulaciones:

“Obra solo según una máxima tal, que puedas querer al mismo tiempo que se torne ley

universal”

Donde se insiste en la autonomía del sujeto y se exige que nuestra libertad coincida con el

imperativo de autonomía y libertad de toda la humanidad. Además cada persona pondrá límites

morales en su conducta, estando estos límites marcados por reglas morales que indican

obligaciones con los otros. Estaría muy relacionado con la regla de oro que de manera positiva

puede expresarse “trata a los demás como querrías que te trataran a ti”.

Que trataría de la dignidad personal ya que ninguna persona puede ser utilizada como medio

para alcanzar un fin o un propósito. Las personas son fines en sí mismos y no deben ser

instrumentalizadas bajo ninguna circunstancia, actuaríamos de manera inmoral si lo hiciéramos

ya que la inmoralidad consiste en tratar a las personas como meros medios para nuestros

objetivos, en lugar de como agentes autónomos que tienen sus propios objetivos.

Este imperativo categórico resulta útil sobre todo para descartar acciones más que para decidir

qué acciones son las más adecuadas y que, por tanto, cumplen el criterio de universalidad. Pero

también es cierto que seguir este imperativo podría dar lugar a una serie de leyes comunes a las

que se llegaría por acuerdo racional y se tendría la obligación de cumplir. La racionalidad sería la

capacidad de obedecer los principios morales. (Giménez Carbó , 2016)


La responsabilidad ética de la Ingeniería Civil

Como es del conocimiento general, la ética es la base moral de toda acción humana, y la

responsabilidad ética de la Ingeniería Civil va a ser realizada por personas que laboran dentro del

área de la Ingeniería Civil, debe de cumplirse con todos aquellos requisitos indispensables para

poder ponerla en práctica. La naturaleza humana tiene necesidad de la ética, ya que al tomar en

cuenta el bien ético o moral, llevará al perfeccionamiento de la naturaleza humana, en orden a su

fin.

En el desenvolvimiento social es necesario contar con una conducta ética mínima

previsiblemente respetada por los demás. De este modo se menciona que los fundamentos éticos

se dan por:

a) Necesidad personal, que revela una norma aplicable para la propia conducta, para el

logro de una realización personal plena.

b) Necesidad ajena, que muestra que la necesidad ajena se ajuste a una norma ética, para

no vivir con inseguridad y falta de autoestima.

Las empresas constructoras dedicadas a la Ingeniería Civil saben de la importancia de la ética

en sus actividades diarias para afrontar el mundo de hoy, es necesario que la empresa cuente con

valores sólidos que le permitan distinguirse y actuar correctamente. Aún existen empresas cuyos

dirigentes ponen encima de la ética y los valores los resultados financieros, sin darse cuenta que

actuando éticamente puede permitirles ser mejores ante las demás empresas.

A través de las prácticas éticas dentro de la empresa se pueden acabar con situaciones

corruptas que destruyen, le quitan valor y dañan la economía y la sociedad. Una empresa que

cuente con ética y valores, de hecho, será mejor y aportara más a la sociedad.
Prestigio

Dentro de las empresas y fuera de ellas, el Ingeniero Civil de la actualidad no debe ser solo

constructor de obras. También es creador de esas obras y además organizador y administrador de

proyectos de infraestructura. Es oportuno enfatizar que la función del Ingeniero Civil consiste en

definir un problema, escoger los métodos de análisis e interpretar y evaluar los resultados, lo que

se requiere que posea conocimientos en disciplinas relacionadas con el planteamiento y la

administración y que sepa cuando recurrir a la ayuda de especialistas, bajo su dirección,

resuelvan aspectos específicos del problema.

a) Una formación básicamente conceptual y analítica complementada en lo esencial con

la teoría numérica, con conocimiento de la economía del sector constructivo e

inmobiliario.

b) Debe tomar decisiones adecuadas acerca de las obras de infraestructura a ejecutar de

acuerdo a la situación económica del país.

c) Disposición agresiva para ser líder en el análisis de los problemas y en la toma de

decisiones para plantear soluciones.

d) Debe buscar el constante desarrollo de actitudes investigativas en aspectos científicos y

tecnológicos como en los de entorno social, económico, político y cultural que impera

en la cambiante situación nacional del momento oportuno.

e) Actitud de autoestima en todo tipo de actividad que realice (técnica, social o

deportiva).

Las habilidades y destrezas que se enumeran en el perfil anterior están basadas en la

generación de competencias a través de un proceso de enseñanza aprendizaje. (Gonález Fuentes,

2010)
Ética profesional y el ejercicio de la ingeniería civil

Mucho se ha hablado, se habla y se va a hablar sobre los valores. Se trata, sin dudas, de un

tema por lo menos controvertido, sino polémico, ya que hace referencia a un concepto difícil de

asir (por la carga de subjetividad que conlleva) y más aún de aplicar bajo criterios uniformes.

Ya desde los albores de la humanidad, los hombres se han orientado hacia algunas cosas y

han rechazado otras, o sea, han manifestado preferencias, las cuales rigen las prácticas sociales

en sus diversos ámbitos.

Las personas desarrollan su existencia, eligen, toman decisiones, etc., basándose en valores.

El ser humano no tiene una actitud indiferente y pasiva frente a la realidad, sino que la percibe

bella o fea, buena o mala, agradable o penosa, etc. No sabe vivir sin valorar. Siempre, cuando

toma una decisión, e incluso, cuando no la toma, está expresando su sistema de valores.

Al mismo tiempo, las personas se han planteado la necesidad de ponerse de acuerdo sobre

ciertos principios que promuevan una armoniosa vida social. En ese sentido, los valores pueden

identificarse como preferencias conscientes e inconscientes que rigen para la mayoría de los

integrantes de una sociedad y que están socialmente regulados.

En el devenir histórico, esta aspiración se fortaleció y complejizó, hasta transformarse en una

verdadera teoría de los valores, a nivel epistemológico, la cual tendría como objeto de estudio lo

que de común tienen todos los valores.

El tema de los valores, entonces, tiene una importancia real y práctica, más allá de las

distintas posiciones teóricas desarrolladas hasta ahora.


Las corrientes subjetivistas o relativistas, con exponentes como Meinong, Ayer, Perry,

Russell Ehrenfels, Sartre y Carnap, plantean que los valores son subjetivos, que dependen de la

valoración que cada hombre les dé, de acuerdo a su marco de referencia (cultura, edad, sexo,

educación, religión, etc.), que cambian con la historia y el momento circunstancial, incluso hasta

con el estado de ánimo. En esta perspectiva, el mundo es valorado de acuerdo a la propia

percepción.

A su vez, las corrientes objetivistas o absolutistas, entre cuyos representantes figuran Scheler,

Hartmann y Fabelo, señalan que los valores, disociados del ser, se convierten en la norma

absoluta, en deber ser de todas las acciones humanas. Para ellas, los valores son objetivos, y no

están sujetos a la cultura, al tiempo, a la ciencia ni a otras variables. Son externos al hombre, no

dependen de él, están de acuerdo a la ley natural, son inmanentes, trascendentes y atemporales.

En realidad, ambas posiciones tienen un criterio válido, ya que la persona valora las cosas, y

el objeto ofrece un fundamento para ser valorado. Esta síntesis superadora es la que sostiene,

entre otros, Risieri Frondizi, para quien los valores surgen de la reacción de un sujeto frente a

propiedades de un objeto, en una situación física humana concreta.

Los valores comportan un deber ser. Pero los valores éticos, además de ese deber ser,

implican un deber hacer; lo propio de ellos es el imperativo de acción que comportan, es decir,

son unos valores que se imponen como pautas de la acción de la persona. Dependen de la

libertad humana, y debido a esa dependencia, los valores éticos solo pueden atribuirse a las

personas, no a las cosas. ( José, 2010)


Bibliografía
José, E. (octubre de 2010). Los valores éticos y humanos en la carrera de ingenieria civil. 80-81.
Argentina: Universidad Católica de Salta. Recuperado el 10 de diciembre de 2017, de
https://www.ucasal.edu.ar/htm/ingenieria/cuadernos/archivos/3-p78-Nelson.pdf

Giménez Carbó , E. (octubre de 2016). Ética de la ingeniería civil. 25-26. Valencia, España: Universitat de
València. Recuperado el 09 de diciembre de 2017, de
https://riunet.upv.es/bitstream/handle/10251/72885/%C3%89tica%20de%20la%20ingenier%C3
%ADa%20civil.pdf?sequence=1

Gonález Fuentes, A. E. (octubre de 2010). L a responsabilidad ética, moral y social de la ingenieria civil.
19-21. Guatemala: Universidad de San Carlos de Guatemala. Recuperado el 10 de diciembre de
2017, de http://biblioteca.usac.edu.gt/tesis/08/08_3176_C.pdf

Hernández González, J. A. (2010). Importancia de los valores para el ejercicio ético de la profesión.
Primera Edicion, 79-82. Pachuca, Mexico: Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo.
Recuperado el 09 de diciembre de 2017, de
https://www.uaeh.edu.mx/investigacion/icea/LI_SisInfoFin/Demet_Polo/importanciavalores.pd
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