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repercusión con su libro, Martin Fierro, fue José Hernández. Un poeta gauchesco,
soldado, político, periodista y legislador que nació el 10 de noviembre de 1834 y
murió el 21 de octubre de 1886.
Este libro, una poesía gauchesca, que relata la vida de un gaucho excluido de la
sociedad y maltratado por el Gobierno. Al comienzo cuenta sus quehaceres diarios
y como está conformada su familia, pero cuando el gobierno intervino en su vida
cotidiana, esta se convirtió en una penuria y lamento. Sin embargo logro extraer
lo bueno de ella como aprendizajes y experiencias que le sirven para ser una
mejor persona para la sociedad.
Unos de los fines que se propuso al escribir este libro era denunciar los
maltratos hacia los gauchos por el gobierno. Por su experiencia él conocía de
esta situación ya que cuando era niño por motivos de salud, fue al campo y tuvo
la oportunidad de relacionarse y ver la vida de los gauchos argentinos. Estuvo 9
años en el campo, donde participo en enfrentamientos con indios y siguió de cerca
la vida de los gauchos.
Los indios eran una amenaza para los inmigrantes porque a través de los malones
invadían aldeas, secuestrando a las mujeres inmigrantes, a sus hijos con el
objetivo de disminuir su población. Pero su principal fin era saquearles
mercadería para su propio beneficio. Por lo tanto, la Argentina comenzaría a
verse como un lugar inseguro para extranjeros, por esta razón en las fronteras se
crearon los fuertes. En estas edificaciones el gobierno protegía a los cristianos
de los indios, quienes querían atacar a los europeos por las razones que ya
explicamos sumado a la debilidad de su gente: "Yo no sé por qué el gobierno/ nos
manda aquí a la frontera/ gringada que ni siquiera/ Se sabe atracar a un pingo; /
¡Si creerá al mandar un gringo/ Que nos manda alguna fiera!” Martin Fierro1
Por esta razón, gauchos como Fierro fueron enviados a la frontera debido a
razones políticas. Estas eran que se buscaba dar una imagen de un país seguro,
para lo que se llamaba progresar, que era conseguir inversiones del exterior para
poder desarrollarse. Por lo tanto se enviaba a la frontera para poder deshacerse
de ellos junto con los indios.
Este hecho se ejemplifica con nuestro libro Martin Fierro cuando, el protagonista
se convierte en un gaucho desertor, porque desobedeció la ley de Levas y servicio
de frontera escapándose de está y volviendo a su hogar donde no encontraría nada,
y luego hacia el desierto con su fiel amigo Cruz, al que conocería escapando de
la ley. Fierro le hablaba de forma muy segura a su amigo Cruz sobre su futuro en
las tolderías. En uno de sus cantos podemos apreciar esto: "Allá habrá
sigurida/ya que aquí no la tenemos, /menos males pasaremos [...] Allá no hay que
trabajar, /vive uno Señor. Lo pasa echao panza arriba/mirando dar güelta el
sol.". Contradictoriamente, en el texto de Quintana Tejera, este autor afirma que
Fierro duda de su futuro en las tolderías, y a esto le atribuye que Fierro lloro
al comenzar su travesía al desierto: "Además no sabe qué es lo que les espera en
su nuevo destino, sólo conocen que no hay otro camino."
Agregando que los pensamientos de Fierro y sus actitudes frente a los indios, no
eran del todo amigables sino que los insultaba, los trataba como seres salvajes,
orgullosos, ladrones, los consideraba bestias y seres insensibles hacia los demás
especialmente hacia las mujeres de su propia tribu: “El marido es su señor; /
Como tirano la manda/ Porque el indio no se ablanda/ Ni siquiera en el amor”
Martin Fierro (II; V). Por otro lado, sentía una cierta admiración hacia ellos,
ya que sabía que eran más parecidos a las bestias que a un ser humano: " Es de
almirar la destreza/ Con que la lanza manejan" (I: III) Un argumento que
comprueba nuestros pensamientos, se encuentra en Martín Fierro en el marco de la
Literatura gauchesca de Quintana Tejera: “ellos son así, porque el instinto de
conservación los lleva a defenderse como puedan; en oportunidades excepcionales
saben ser leales”. Unas de las oportunidades en las cuales el gaucho muestra algo
positivo y de bondad entre los propios indios, es cuando pelean por la
sobrevivencia de su tribu.
Fierro, al llegar a las tolderías con su compañero es capturado por los indios.
En esos momentos se encuentra con la primera señal de bondad en un indio: En el
momento que los capturan, los violentos indios se disponen a matarlos, pero por
orden de un cacique, les perdonan la vida, reafirma el porqué Fierro admirara a
los indios. Por su gran fidelidad a su tribu, absteniéndose a realizar cualquier
acto que no le parezca correcto a sus mandatarios.
Tras bastantes años de estadía con los indios en las tolderías, el cacique
enferma. Entonces, los gauchos tomaron la oportunidad para demostrar su gratitud
al cacique ayudando a que no lo mataran: “Fuimos a estar a su lado/ Para ayudarlo
a curar; / Lo vinieron a buscar/ Y hacerle como a los otros; / Lo defendimos
nosotros, / No lo dejamos lanciar.” Martin Fierro (II; VI).
Todos los males sufridos por Fierro y su fiel amigo Cruz, quien murió de viruela
negra, hizo que se replanteara su situación en las tolderías. No las considero un
lugar como había dicho en La Ida del Martin Fierro, a pesar de su duda sobre su
destino, tenía una leve esperanza de un lugar acogedor. Pero todas sus ilusiones
se hicieron abajo, logrando que deteste cada vez mas ese lugar y a los indios:
“De los indios sanguinarios/No teníamos qué esperar; […] Muchas veces he deseado/
No nos hubiera salvado/ Ni jamás haberlo visto.” Martin Fierro (II: VI).
Fierro se da cuenta de que no puede seguir conviviendo con los indios, quienes le
dieron refugio cuando lo necesito, debido a que ellos no son nada civilizados. Lo
que culmino para que Fierro vuelva a sus pagos a buscar a su familia, fue el
atroz cuadro visualizado cerca de los restos de Cruz. Sus ojos vieron a una pobre
cristiana que estaba siendo golpeada, entre muchas atrocidades más, por un indio.
Fierro, mató a este indio, y escapó de las tolderías con ella: “Dende ese punto
era juerza/ abandonar el desierto, / Pues me hubieran descubierto,” Martin Fierro
(II: X)
A pesar de esto, no los culpaba, ya que consideraba que estaba dentro de su
naturaleza por la que él los admiraba. Simplemente, no podía habitar en una misma
zona con ellos por las diferencias culturales las cuales comprendía
perfectamente. A diferencia, de las actitudes que tenía el gobierno con los
gauchos. Quintana Tejera, expresó a través de sus palabras, su posición referente
a lo mencionado en este párrafo: “En cambio Fierro conoce que éstos no son sus
verdaderos enemigos, sino tan sólo circunstanciales rivales de una lucha de
razas; por su lado, el enemigo real está oculto donde menos se lo imagina.”
Con esto queremos expresar que estaba determinado que Fierro no se encuentre en
contra de los indios sino del gobierno, ya que el escritor del libro se
encontraba en esta misma posición.