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::: Agustín De Hipona y la "maternidad divina" de María :::

Por Efrain Valdés de “Respuestas evangélicas”


Comentarios A San Juan 19:24-30 (Tratado 119, capítulo 1)
Veamos qué narra a continuación Juan Evangelista después que, crucificado el Señor, se
concluyó también la división de su ropa, echada la suerte. Afirma: Y, por cierto, los soldados
hicieron esto. Por otra parte, junto a la cruz de Jesús estaban en pie su madre y la hermana
de su madre, María la de Cleofás, y María Magdalena. Como, pues, Jesús hubiese visto a la
madre y en pie al discípulo al que quería, dice a su madre: «Mujer, he ahí a tu hijo»; después
dice al discípulo: «He ahí a tu madre». Y desde esa hora la acogió el discípulo entre sus
cosas. Ésta es evidentemente esa hora acerca de la que Jesús, al ir a convertir en vino el
agua, había dicho a su madre: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Aún no ha llegado mi hora. Así
pues, había predicho esta hora que entonces no había llegado aún, en la que al ir él a morir
debería reconocer a esa de quien había nacido mortalmente. Entonces, pues, al ir a hacer
cosas divinas, rechazaba cual a una desconocida a la madre no de su divinidad, sino de su
debilidad; ahora, en cambio, al padecer ya cosas humanas, con afecto humano encomendaba
a esa de quien se había hecho hombre. En efecto, quien había creado a María, se daba
entonces a conocer por su virtud; ahora, en cambio, lo que María había parido pendía en la
cruz.

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