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Lo fundamental del fantasma y su relación con el síntoma.

(Lacan 1957-58) “Está pues el mensaje, el que no llega al lugar del sujeto. Por otra parte, lo único
que queda es el material del significante, ese objeto, el látigo, que permanece como un signo hasta
el final, hasta el punto de convertirse en el eje, y casi diría el modelo de la relación con el deseo del
Otro.”

Placer y displacer, dos dimensiones donde el sujeto encuentra su determinación, dos dimensiones
que separa síntoma y fantasma y a su vez los une. Dos caras de una misma moneda. Síntoma y
fantasma, ese algo con el cual el sujeto se enfrenta, camina, disfruta y sufre.

Es indudable que la búsqueda de análisis es empujada por la queja, el sufrimiento del paciente,
donde hay un algo que lo supera y desborda, y a su vez traza su camino. Un determinante ruidoso
que da la posibilidad de buscar su análisis.

Con relación al síntoma, el paciente tiene mucho que decir. -no se hace necesario preguntar sobre
él- Es ese algo que el paciente vive desde un lugar de sufrimiento. Aunque se reconoce un goce,
debemos entender un goce donde la satisfacción se mescla con una suerte de frustración, de
dolor, una suerte de displacer. (Miller 1983) “el paciente, a propósito de su síntoma, habla y habla
mucho (…) y habla para lamentarse de él.”

El síntoma demanda interpretación. En su queja constante, agobiante en algunos casos, el


analizante asume una posición de demanda. Teniendo en cuenta que toda demanda es una
demanda de amor, hay una demanda de amor al analista, y es este el encargado de responder a
dicha demanda a través de la interpretación. Miller utiliza una metáfora con relación a la
demanda, “el analista responde con pechos de significante” dando a entender que la respuesta es
desde el amor, pero con la única posibilidad que el psicoanálisis permite, la palabra a través de la
interpretación. Es entonces la interpretación esencialmente del síntoma, interpretación de
síntomas.

Durante el análisis se puede encontrar un “bienestar” del sujeto con relación a su queja, a su
síntoma como formación del inconsciente. Una relación diferente del sujeto con su síntoma, pero
estamos advertidos que esto es solo un efecto terapéutico del análisis, donde en algunos casos es
indispensable para entrar en análisis.

A pesar de que el sujeto pueda hablar mucho de su síntoma recordemos que lo hace desde el
sufrimiento. Pero el síntoma aparece ante el sujeto como enigmático, no tiene conociendo sobre
él y por eso demanda al analista su interpretación. En este camino, el sujeto puede encontrar un
bienestar del sufrimiento, asumir una posición diferente con su síntoma. Es acá donde se juega la
ética del analista, poner en juego eso de lo subversivo del análisis, ir más allá del bienestar, más
allá de lo esperado y buscar la depuración de lo fantasmático donde ha encontrado su lugar el
sujeto para defenderse de su síntoma. El fantasma como lo placentero para el sujeto.
Es así como podemos pensar al fantasma como un residuo, un residuo de la interpretación del
síntoma. La dirección entonces del análisis es la depuración de lo fantasmático, la búsqueda del
fantasma fundamental del cual el sujeto no se queja, no nombra, pero encuentra lo placentero,
encuentra un lugar en el lugar del fantasma.

(Freud 1919) “A esta fantasía se anudan sentimientos placenteros en virtud de los cuales se la ha
reproducido innumerables veces o se le sigue reproduciendo (…) la fantasía era investida
regularmente con elevado placer y desembocaba en un acto de satisfacción autoerótica
placentera”.

Con relación al fantasma, el paciente no se lamenta, encuentra en él un placer, una especie de


seguridad con el cual se enfrenta a su mundo. El fantasma es entonces este recurso del paciente
para enfrentarse al síntoma, “una especie de consuelo a su sufrimiento”.

El sujeto no habla del fantasma en análisis, aparece sentimientos de vergüenza demostrando


cómo está en contradicción a sus valores morales. Es notable ver como en el obsesivo, tomando el
ejemplo de Miller, aparece el fantasma relacionado con el discurso de la perversión, pero su
fantasía se hace vergonzosa.

En mi experiencia clínica, un paciente neurótico obsesivo, llega a consulta por sus problemas de
consumo de sustancias psicoactivas, que no le permiten vivir.

Su historia está rodeada de actos delincuenciales, nombrándose “trucho” ante los demás, habla de
ser un “pistolero”, o mejor, de querer ser un “pistolero”. En el recorrido que hizo por casi un año,
encuentra cómo estos actos delictivos “siempre terminan mal” no podía sostener sin cometer un
error. Este reconociendo del fracaso lo avergonzaba mucho, le lleva tiempo reconocer su falta de
habilidad en lo delincuencial. Recordando que su presentación de si mismo estaba basado en lo
hábil como delincuente.

Acompañado con ser pistolero, aparecía siempre una posición de benefactor, de protector de los
débiles; asumía responsabilidades de proteger a los otros, familia, amigos y demás. Creía tener
esta responsabilidad que en algunos momentos lo mostraba culposo.

Luego de un año de consultas semanales, se logra nombrar como un “no tan hombre para ser
pistolero” se reconoce en el miedo al momento de ejecutar algún acto delictivo, y reconoce cómo
hacia algo para que las cosas le salieran mal.

En este paciente, al parecer, su fantasma es construido con características particularmente


agresivas, relacionada con su historia de infancia, y alguna identificación con referentes delictivos
en sus padres, o los que funcionaron como tal. Sentimientos de abandono acompaña lo referido
por el paciente hacia estos padres. Es notable el placer que encontraba al narrar sus historias
de “fechoría” y como al reconocer sus errores en estos actos aparece la vergüenza, “me siento
como estúpido” refiere.

Por supuesto el consumo de drogas se relacionaba poco con su fantasma, aunque él lo intentaba
justificar en las primeras sesiones, después de un año, logra hacer una separación de las cosas, y
encarar cada uno a su tiempo.
Es importante seguir la enseñanza de Freud en el tema del fantasma, nos señala la presencia del
fantasma y la importancia dentro del análisis aunque reconoce cierta actitud de desprecio por
parte del analista que debe ser advertida.

(Freud 1919) “es verdad que el médico analista, siempre que debe confesarse que esas fantasías
las mas de las veces permanecen apartadas del restante contenido de la neurosis y no ocupa un
sitio legitimo dentro de su ensambladura, siente la sospecha que el problema no ha quedado
resuelto con ello; empero, uno suele desdeñar de buen grado tales impresiones”.

Hay que remarcar acá la sospecha de lo no resuelto, para poder seguir la importancia y lo
determinante del fantasma en el sujeto. Es así como lo remarca Miller al advertir como fin del
análisis, un cambio en la posición subjetiva con relación al fantasma fundamental, un cambio
construido en análisis.

Siguiendo la sospecha podemos ubicar, además de la posición del sujeto, la función de consolación
y al fantasma como un transformador, para dirigir el goce al placer. Es decir, dar al goce del
síntoma insoportable, un sentido placentero en el fantasma, una especie de defensa por parte del
sujeto a lo enigmático del síntoma. Aunque hay relación entre síntoma y fantasma, se debe
remarcar que el fantasma fundamental nunca es interpretado, se puede tomar como un residuo
de la interpretación.

Pero ¿qué podemos entender por fantasma fundamental?

En “pegan a un niño”, Freud vacila si concederle a la primera fase de la fantasía, del fantasma, el
carácter de fantasma, y duda en relación a la posibilidad de ser recuerdos o deseos de diversas
ocasiones. Dando a entender que “estas dudas no tienen importancia alguna”.

Acá podemos pensar, algo que se intentará desarrollar más adelante, si a lo que se refiere como la
primera fase en “pegan a un niño”, se le podría equiparar con el fantasma o lo fantasmático, dado
que la segunda fase nos dará la entrada al termino fantasma fundamental y sus características.

Es así como debemos remarcar la gran importancia del fantasma o lo fantasmático dentro del
trabajo analítico, dado que, aun siendo poco referido por el paciente, el fantasma recubre todo el
comportamiento del sujeto. Haciendo necesario su decantación, el desmonte de eso fantasmático
para dar a la construcción en análisis del fantasma fundamental.

(Freud 1919) “La fantasía se ha teñido de placer en alto grado y se ha llenado con un contenido
sustantivo (…) Esta segunda fase es, de todas, la más importante y grávida en consecuencias; pero
en cierto sentido pudo decirse de ella que nunca ha tenido una existencia real. Se trata de una
construcción del análisis.”

En el recorrido que hace Miller explica que este segundo tiempo no aparece en la experiencia
analítica, dado que está ubicado en un lugar imposible de acceder. En esta dirección pensamos el
fantasma fundamental como una construcción en análisis; es tomado como un punto límite.

Los fantasmas son evidentes en el comportamiento del sujeto, pero aun siendo tan evidente, el
sujeto no habla de ellos, no intenta depurarlos. Fantasma y fantasma fundamental se diferencian:
fantasma es con lo cual el sujeto se muestra y aparece frente a él; fantasma fundamental se
construye en análisis y “se refiere a ese punto límite”

(Miller 1983) “El fantasma fundamental es correlativo a lo que, en lo reprimido, nunca podría salir
a la luz. (…) hay una represión originaria que no es un contenido o cosa que no pueda decirse, sino
que siempre habrá una represión más. Siempre habrá un significante más que pueda advenir. (…)
el fantasma fundamental corresponde a la represión originaria”

Así entonces lo fantasmático se va “limpiando poco a poco en dirección a una formalización”, en


dirección de la singularización del fantasma. Es ir desvaneciendo la suerte de personajes, las hojas
y ramas del tronco, eso que puede cubrir y proteger el fantasma fundamental.

(Freud 1919). “Se habría desarrollado sobre la fantasía, una superestructura de sueño diurnos muy
ingeniosa y sustantiva para la vida de la persona en cuestión, y que tenía como función posibilitar
el sentimiento de excitación satisfecha”.

El fantasma se extiende en toda la vida del sujeto, y lo paradójico es que, el fantasma es lo más
escondido que tiene, y a su vez es lo más evidente en su comportamiento.

II

La relación del fantasma fundamental con el Otro es claro para Freud, lo señala en sus
“intelecciones” en “pegan a un niño”, donde resalta que “la persona que pega sigue siendo la
misma, el padre.” Además nos indica que por regla general, la segunda fase permanecerá
inconsciente dando a entender su intensidad en la represión y la aparición de la pasividad como lo
que protege al fantasma de permanecer inconsciente. “yo soy azotado por el padre”

¿Cuál es la relación del fantasma con el Otro?

Podemos decir que es en la ausencia del Otro donde se puede preguntar por su deseo, ¿qué va a
buscar?, ¿Qué me quiere? ¿Qué desea?. El mensaje, la respuesta del Otro a las preguntas del
sujeto por su ausencia “no llegan al lugar del sujeto”, dice Lacan.

Esta ausencia produce o provoca los momentos angustiosos donde entra en juego la construcción
del fantasma como respuesta a lo angustiosos de la ausencia, dando lugar al placer en el fantasma,
trasformando así el displacer en placer.

En análisis se produce la presencia del fantasma, y es acá donde la angustia hace su presencia, dice
Miller, es acá donde la angustia encuentra su ubicación. Lo que angustia es el deseo del Otro y el
fantasma se ubica como lo que tapona, cubre la angustia suscitada por el deseo del Otro.
Estructuras fantasmáticas muy ingeniosas y sustantivas, dice Freud.

En el grafo del deseo, el matema lacaniano S(Abarrado) da dos significaciones. Por un lado
muestra la falta de un significante en el campo del Otro, significante que nombra al sujeto. Así
pensamos al Otro como no completo necesario para pensar el deseo en tanto que la falta permite
al Otro desear. Es entonces el matema S(Abarrado) el deseo del otro y la falta de un significante
que nombre al sujeto.

En el texto de lacan “el mito individual del neurótico”, se hace un recorrido del caso clínico
freudiano “el hombre de las ratas”, y da a entender cómo el sujeto ante la falta del Otro, tapona
con su fantasma: “existe por un lado la frustración, incluso una suerte de castración del padre”. Es
en esta falta donde el sujeto de las ratas pone su fantasma como tapón, por ejemplo en el intento
de pagar a toda costa la deuda, deuda que ocupa el lugar de la deuda que castra al padre.

Esta falta es insoportable para el sujeto dando lugar a su respuesta, tapona la falta del Otro con el
fantasma. Como insoportable la falta se juega en la clínica en tanto resistencia, siendo así un tapón
y a su vez un tope en la intervención, donde en la medida en que se depura el fantasma hace su
presencia lo angustioso.

El sujeto se queda sin lugar en el Otro en la medida que la falta es falta de significante que nombre
al sujeto, es entonces el fantasma el lugar del sujeto. Funciona como un dispositivo, que permite
una articulación significante con el objetivo de sujetar al goce, sostenerlo y tranquilizarlo. “es una
articulación significante fantasmática que permite dominar el goce por vía de una relación con el
objeto”, con esto le permite al sujeto mantener al goce dentro de los límites del principio del
placer, vinculando así, a través del fantasma, el goce y el placer.

Dado la falta de significante para el fantasma por parte del sujeto, se presenta en la experiencia
analítica como lo no tocado, lo no alcanzado directamente por el significante. En este sentido,
Miller marca el fin de análisis del lado del fantasma fundamental y no del síntoma, en el sentido
que se puede lograr un “bienestar” del síntoma, una relación diferente del sujeto con su síntoma.
Pero es solo en el cambio de la posición subjetiva con su fantasma fundamenta cuando podemos
pensar el fin de análisis como una modificación. “es el residuo de la interpretación del síntoma”.

III

Miller en su conferencia de 1983 propone tres dimensiones del fantasma dando a entender que
ayudará en la comprender el tema.

En primer lugar, su aspecto imaginario:

En su texto de 1919, Freud anuncia esta dimensión del fantasma, “Se había desarrollado sobre la
fantasía, una superestructura de sueños diurnos muy ingeniosa y sustantiva para la vida de la
persona…”

Por su parte Miller lo explica diciendo que es el aspecto “correspondiente a todo lo que un sujeto
puede producir como imágenes”, es en esta dimensión imaginaria donde se sitúan todos los
fantasmas, correspondiente a los aspectos del mundo en tanto imágenes y hasta sus personajes
del medio. Pertenece a la relación del “individuo y sus imágenes”. Esta dimensión se va
simplificando, reduciendo, depurando en el análisis en la dirección de la cura.
En segundo lugar, su dimensión simbólica:

Su aspecto simbólico, dimensión mucho más escondida. Se refiere a una “pequeña historia”
construida con las leyes de la lengua. A lo simbólico del fantasma se llega ya en la caída de las
hojas de lo imaginario, apareciendo como una pequeña historia. A este aspecto del fantasma se
llega solo en la eliminación, limpieza de la abundancia de lo imaginario.

En el texto freudiano se muestra con claridad el aspecto significante del fantasma en el sentido de
ser una frase, y sus tres tiempos se construyen con variaciones de la lengua, pegar, pegarse,
hacerse pegar.

El carácter esencial del fantasma fundamental es su claridad, al punto de no necesitar su


demostración, es un tipo de frase donde en lógica es un axioma, que va a estar en relación con el
Otro barrado, el matema S(Abarrado).

En tercer lugar, su dimensión real:

Con relación a la dimensión real del fantasma, su lógica se puede ver en la definición del fantasma
fundamental como un residuo de la interpretación del síntoma. Un residuo que no puede
modificarse. Así siendo lo real lo imposible de modificar, es entonces el fantasma fundamental un
real en el sentido de no poder cambiar. Se propone entonces el fin de análisis en la modificación
subjetiva, en la modificación de la relación del sujeto con lo real del fantasma. Con su axioma.

Por eso se hace indispensable conocer la distinción entre síntoma y fantasma, dado que podemos
ubicar el síntoma y el bienestar del sujeto, en el campo de la terapéutica como efecto del análisis.
Pero la obtención del fantasma fundamental en la dirección de la cura, en el sentido ético del
análisis, ir más allá del bienestar.

En el síntoma vemos una dinámica, pero en el fantasma se presenta una “estática”. Se presenta
una inercia que tiene el sentido de lo real como residuo de la interpretación. “un componente real
de inercia”.

En esta reducción, depuración del fantasma hasta el fantasma fundamental, se va


reduciendo “cada vez más a un instante esencial, al punto del instante”.

Este instante fantasmático fija al sujeto en un lugar distintivo. Dice Miler: “el sujeto del significante
como tal no tiene lugar. Se mueve con el significante y puede aparecer aquí o allá siendo su
ubicación siempre equivoca”. Con relación a la fórmula del fantasma $◊a, siempre tiene un lugar
para el sujeto, un lugar fijo.

En la formula se propone la relación del sujeto con el objeto a, “la fijación del sujeto por un objeto
especial”. Se propone la dirección del análisis en relación con el fantasma y no con el síntoma. El
lugar fijo del sujeto es con su objeto a en lo real, el cambio va dirigido a un cambio subjetivo con
esta relación. No una interpretación del fantasma.

En esa decantación del fantasma como operación del acto analítico, se presenta el objeto a como
producto, como residuo es su aspecto frase. Es entonces lo ético del análisis en la medida que el
deseo del analista “sea obtener de un sujeto su fantasma fundamental”. Lo que el fantasma
manifiesta es que hay un real en lo simbólico. Un real en el sentido de residuo y su articulación con
su aspecto frase como simbólico.

Esta articulación del fantasma se puede explicar con su aspecto de axioma, como un sistema lógico
que no cambia, su aspecto real con relación a su aspecto simbólico.

IV

(Miller 1983) “El fantasma como un axioma no sólo para el sujeto, sino que así también se
presenta en la práctica analítica”

El fantasma, entonces se reduce a una fórmula significante, lo que no quiere decir que obedece a
su estructura. De esto nos advierte Freud “las fantasías permanecen apartadas del restante
contenido de la neurosis”. A demás, siendo el sistema significante un sistema lógico, presenta
fórmulas inmodificables, sus axiomas.

Aun así, Miller nos recuerda como en los matemas, Lacan liga al fantasma con la estructura
neurótica. El matema S(Abarrada) se refiere a ese significante donde ocupa un lugar el fantasma
como axioma simbólico.

El sujeto en análisis desvanece, depura su fantasma, dice y habla de todo lo que puede saber, pero
llega a un punto visto como resistencia pero que en la experiencia analítica es tomado como falta
de palabras y de saber. En esta falta de significante se aloja el resto, resto simbólico resistente en
tanto axioma fantasmático.

La importancia del fantasma como un axioma reside en la medida que se entienda la logia de los
axiomas como un punto de partida. Frases que no tienen discusión dado que a partir de ellas se
puede producir verdades y falsedades. Pero antes de los axiomas no hay nada. “son un punto de
partida y un punto límite”

Lo que implica que el fantasma es una creación significante pura. En la medida que antes de poder
nombrar algo, algo no existe. El significante surge de la nada y es a partir de nombrar la nada el
mundo se crea. El sujeto crea sus personajes y su medio en la medida que lo nombra, pero su
inicio es la nada.

A su vez es el punto límite, en tanto se depura el fantasma volviendo hacia esa nada, encontrando
en su lugar el axioma fantasmático, el fantasma fundamental. En este sentido el fin de análisis va
en dirección de un cambio subjetivo con relación al axioma.

(Miller 1983) “el fantasma fundamental, para Lacan, está ligado a una significación absoluta. A
una significación despegada, separada de todo. La significación de: se pega a un niño no tiene
motivación anterior y es en sí misma un comienzo absoluto.”

Siguiendo a Lacan, nombra esta significación absoluta en muchos apartes de sus seminarios. Es su
enseñanza aparece de diferentes formas. En el seminario de 1957-1958 nos muestra como el
sujeto con relación a lo deseado “lo simboliza en ultima instancia por medio del falo. El significante
del significado general, es el falo”.

A destacar acá el falo como lo velado, y “estará velado hasta el fin de los siglos” dado que las
posibilidades de que se muestre como falo, será solo a través del signifícate que hará su presencia.
Significante último en relación con el significado.

El fantasma fundamental es entonces la presencia del objeto en forma de significante, en forma de


una frase como axioma sin posibilidad de saber más, “no sé mas, pegan a un niño” nos dice Freud
en su escrito sobre la importancia del fantasma. Es entonces en esa imposibilidad de cambio de lo
axiomático, donde se articula la dirección de la cura en la medida de un cambio de posición del
sujeto ante su axioma.

(Lacan 1957-58) “La función del fantasma terminal es manifestar un relación esencial del sujeto
con el significante.”

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