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PUEBLOS ORIGINARIOS > YÁMANA

Ambiente y Localización
Los yámanas poblaron los archipiélagos del extremo
sur americano, desde la Península de Brecknock hasta
el Cabo de Hornos. Se les encontraba en la costa
meridional de Isla Grande de Tierra del Fuego, en las
costas del Canal Beagle y en las islas Hoste, Navarino,
Picton y Wollaston. Su hábitat estaba conformado por
una geografía de archipiélagos. En esta latitud la
vegetación se presenta densa hasta los 500 msnm,
dificultando el desplazamiento. Las temperaturas a las
que se vieron expuestos los yámanas variaron entre
los 10 y –12º C. La fauna de esta zona es rica y
abundante. Al interior del pueblo yámana se habría
dado la distinción de cinco subgrupos que ocupaban
diferencialmente el territorio. Asimismo, se habrían
dado contactos con grupos selk’nam entre Bahía del
Buen Suceso y el extremo este del Canal Beagle y con kawashkar, entre la Península de
Brecknock y el extremo oeste del Canal Beagle.
Economía
Los Yámana pertenecen a los grupos canoeros australes, quienes se caracterizan por ser
pueblos nómades que complementan caza, pesca y recolección. La canoa fue central en su
economía y en su forma de vida. El tipo de embarcación más común fue la construida a
partir de la corteza completa de un árbol, recortada y modelada “como una góndola de
Venecia”, según los cronistas. Esta era colocada sobre maderos y reforzada con palos
transversales, a su vez recubiertos de corteza, todo cosido en conjunto. Medían entre tres
y cinco metros de largo por uno de ancho, pudiendo albergar entre 3 y 7 tripulantes. Otros
tipos de canoas habrían sido integrados de forma más tardía debido a contactos
interétnicos: la de tres tablones o dalca, comúnmente usada por los chonos, y la canoa
monoxila de tronco ahuecado, cuya fabricación sólo posible con herramientas introducidas
por los españoles. En el centro de la canoa se encontraba el fuego siempre encendido,
contando con una protección especial pare ello. Esto permitía que el desplazamiento
Yámana fuera constante, pasando la noche o algunos pocos días en la costa para luego
partir en busca de alimentos.
Las mujeres eran las encargadas de remar, mientras el hombre la dirigía y cuidaba a los
niños. Sólo ellas sabían nadar y bucear para la recolección submarina, que se efectuaba
desde la canoa. Los hombres eran responsables de la pesca con línea, también desde la
canoa y de caza lobos marino, focas, ballenas y nutrias, éstas con la ayuda de perros.
Ocasionalmente cazaban guanacos en la región oriental. De esta forma, en el pueblo
yámana, las labores de cada uno de los miembros de la familia eran complementarias. Lo
cual es fundamental en una organización social con grupos familiares autónomos, que sólo
se reunían cuando había una gran cantidad de alimentos disponibles.
En tierra, también eran recogidos hongos, huevos y vegetales de temporada. También
recursos básicos eran mariscos (choros, cholgas, lapas, locos) y aves marinas (cormoranes y
patos marinos). El régimen alimenticio era fundamentalmente carneo y con una marcada
inclinación por los elementos grasos, en pos de la adaptación al frío y, por ende, de una
mejor capacidad física.
Arte
Todos los yámana se pintaban el cuerpo, variando el motivo según la ocasión. Utilizaban el
blanco, rojo y negro. Los motivos eran líneas, puntos y, a veces, círculos, cuya significación
es un código compartido por la sociedad en cuestión; estando el factor estético presente
en todos los ámbitos. Como atuendo, utilizaban una capa de piel de lobo marino, de zorro
o nutria, que era confeccionada por las mujeres. Cubrían sus pies con trozos de la misma
piel, ajustada al tobillo. Mientas los hombres dejaban el cuerpo descubierto, las mujeres
usaban un pequeño delantal que les cubría el pubis. Ellas utilizaban también brazaletes en
tobillos y muñecas, collares y diademas, de cuentas hechas de huesos de pájaros y conchas.
Organización Social
La unidad social fundamental yámana era la familia, que se componía de padres e hijos. Esta
era independiente, fuertemente cerrada y la única estructura social claramente
determinada. Tenía como deber social educar a los hijos de acuerdo a los principios vigentes
y en pos de las metas sociales tradicionales. Los niños y niñas, hasta la edad de 7 años,
fueron criados juntos; luego eran separados, según sexo, para darles una educación
especializada a su rol social. Hubo tendencia a la patrilocalidad, para contraer matrimonio
fue requisito la iniciación en el Ciexaus. Solo una semana después de haberse iniciado en él,
los jóvenes podían vincularse entre sí. El matrimonio se basó básicamente en el cariño y
respeto mutuo. Si la mujer fallecía, el hombre desposaba a la hermana de ésta; viceversa,
la mujer era tomada por el hermano mayor del finado. En general, fue practicada la
monogamia y se buscaba pareja dentro del mismo grupo dialectal. El hombre era la
autoridad, él tomaba las decisiones que involucraban al conjunto, aunque la mujer era
soberana de sus actividades y poseía igualdad de derechos.
No existió ordenamiento jerárquico ni tampoco una autoridad única al interior de la
comunidad, ya que era toda ella quien velaba por el cumplimiento de sus tradiciones. La
población yámana estaba dividida en grupos locales. Las relaciones intergrupales, por lo
general, fueron pacíficas, aunque la violencia estuvo presente, fundamentalmente por
estrés de recursos. Las diferencias fueron zanjadas mediante la fuerza y/o la venganza.
Hubo intercambio de bienes con los grupos vecinos y también, luego, con los europeos de
paso por sus costas. La propiedad de ciertos objetos fue de carácter personal, como las
armas, las ropas o canastos, y otros de carácter colectivo, como la vivienda y el alimento.

Culto y Funebria
Según el sacerdote católico alemán Martin Gusinde, reconocían como ser supremo a
Watawineiwa, dueño de todo lo existente, quien da y toma la vida a los hombres, donador
de la flora y la fauna. El código moral Yámana representó su voluntad. A él se habrían
dirigido con rezos libres, agradeciendo y solicitando protección. Las creencias yámana
pueden ser calificadas de animistas, ya que todos los fenómenos naturales fueron
‘culturalizados’ en espíritus. Su cosmovisión estaba marcada por la solemnidad con que era
tratada y, por ende, las conversaciones en torno al tema eran poco comunes. Al contrario,
los principios y cuestiones morales fueron asunto cotidiano, siendo característica su
sencillez, no obstante su contenido fuera de gran profundidad.
La ritualidad era practicada irregularmente y en un ámbito personal. Los yekamus o
chamanes gozaban de excepcional poder dentro de la sociedad yámana. Se les respetaba,
temía y desconfiaba, la comunidad era impotente ante su poder.
El entrenamiento podía ser individual, realizado bajo la observación de un chamán ya
mayor, o por ‘escuelas de chamanes’ o loima- yekamus. Ahí aprendían la curación, la
predicción y el auxilio a la caza. No existían exigencias especiales para la realización de esta
ceremonia. Los candidatos a yekamus eran hombres jóvenes con facultades y talento para
desempeñar este rol, acudían por voluntad propia. Los candidatos se veían enfrentados a
una rígida posición, a la falta de sueño y alimentación y mucho silencio, para incrementar
su sensibilidad e irritabilidad nerviosa, provocando por ende un aumento onírico.
Convertirse en yekamus implicaba la pérdida de la personalidad, que era ocupada por un
espíritu.
Por otra parte, el Ciexaus fue la ceremonia de iniciación de la pubertad, tanto para hombres
como para mujeres. El objetivo de esta institución fue lograr un adiestramiento físico parar
obtener las habilidades necesarias para la vida adulta y proveer una oportunidad de
sociabilidad a la comunidad yámana. En ella salía a la luz el abundante patrimonio espiritual
yámana. En el Kina, cronológicamente posterior al Ciexaus, solo participaban los varones
jóvenes para ser introducidos a un ámbito de ideas mitológicas que los hombres consideran
de su exclusiva propiedad. A pesar de esto, un hombre podía no participar de esta
celebración con total indiferencia de la comunidad, pues su realización podía pausarse por
años. La principal meta del Kina fue recordar a las mujeres la supremacía masculina Esta
ceremonia resulta extraña en el orden social Yámana y seguramente fue traída desde
territorio Selk’nam. Estas ceremonias se realizaron por última vez entre 1920 y 1923.
También existió un rito de duelo donde participaba todo el grupo: una batalla simulada
entre hombres y mujeres. Posterior a ella el cuerpo y pertenencias del difunto eran
cremados y todos se marchaban. El lugar de cremación era evitado durante años y el
nombre del difunto nunca más pronunciado. Existía gran temor a los muertos,
especialmente de parte de los chamanes. Otras modalidades funerarias fueron depositar
los cuerpos, envueltos en trozos de cuero y cortezas de árbol, en abrigos rocosos. El entierro
en el conchal o directamente en la tierra parecen haber estar impulsados por el contacto
misionero.
Historia
Yámana significa hombre, por oposición a mujer, kipa. Yagán, el otro etnónimo con que son
conocidos, querría decir ‘nosotros’. Hacia 1973 la lengua yámana se encontraba en proceso
de extinción y era el único rasgo cultural autóctono de importancia que hasta entonces
sobrevivía. El siglo XVI fue el de los primeros y esporádicos contactos con navegantes
europeos, y el XVII con misioneros. A partir de ese momento, comienza la transformación
en el modo de vida tradicional de esta etnia, su evangelización e incorporación a patrones
de vida foráneos, básicamente al sedentarismo y a nuevas dietas.
El siglo XVIII es el de las expediciones científicas, de loberos y balleneros. En este momento,
el principal interés fue la piel de lobos marinos y nutrias, mamíferos que también
constituían el foco de atención alimenticio de los indígenas, poseedores de la habilidad y el
conocimiento para cazarlos, como venían haciendo por generaciones. Constituyéndose en
la principal fuente de acceso a estos recursos para el foráneo, fueron reclutados por los
loberos para que les guiaran y ayudaran en sus tareas o, a través del intercambio y el
trueque, seducidos para entregar sus pieles a cambio de elementos sin gran valor comercial,
pero que despertaban en ellos gran interés. Las mujeres yámanas constituyeron, además
de una compañía sexual y una ayuda servicial en las labores domésticas, una valiosa fuente
de mano de obra pues, además de ser proveedoras de mariscos, también conocían las
técnicas de caza.
En 1843, Chile ocupó la región de Magallanes, iniciándose la progresiva fundación de
ciudades que conllevaron un mayor tránsito por el Estrecho y el Canal Beagle. Esto trajo
consigo un contacto permanente con influencias foráneas. Se refugiaron en Puerto
Remolinos –Argentina– y en Bahía Mejillones –Chile–, sin embargo, este último constituirá
una base de la Armada, erradicando a los residentes a Villa Ukika, a contar de los años
sesenta. El objetivo era acercar a esta población servicios tales como el Hospital, la Escuela
y la Policía, lo cual tuvo una fuerte repercusión en el proceso de aculturación de los Yámana.
En 1992, sin embargo, se organizó la “Comunidad Yámana de Navarino” que, enfocada al
rescate de su historia y cultura y a la superación de las condiciones de pobreza y
marginalidad, reactivó la producción de artesanías tradicionales, como cestería en juncos y
antiguas canoas de corteza de madera o de cuero de lobo marino. Importante son también
las actividades pesqueras como la comercialización de productos del mar (centolla y
centollón) y la carpintería de embarcaciones artesanales.
Si bien la mayoría de las costumbres tradicionales Yámanas se perdieron por la adopción
y/o imposición de costumbres occidentalizadas, en el año 2002, 1685 personas se
reconocieron como pertenecientes a esta etnia, representando el 0,24% de la población
indígena nacional.
Patrón de Asentamiento
En su calidad de nómades del mar, gran parte de la vida transcurría en la canoa, en la que
se congregaban la familia, los perros, armas y utensilios. En tierra sólo ocupaban
campamentos temporales o paraderos. Los cronistas describen dos tipos de vivienda: la
ovalada, que habría guardado mejor el calor y que fue predominante en las regiones del sur
y el oeste, donde el clima es húmedo y los árboles más flexibles. Su estructura abovedada
se lograba enterrando los extremos de las varas en el suelo, mientras otros se curvaban y
entrecruzaban. Era cubierta con ramas y pieles, complementada con pasto seco y musgo.
La conoidal en cambio, se usaba de preferencia en la región este. Se hacía con árboles más
anchos y secos, clavando un extremo en el suelo y unidos a otros por un vértice en una
planta circular. Las ramas se entramaban formando una cúpula que se cubría con otras
ramas, cueros y pieles. Lo fundamental en ambas era la capacidad de conservar el calor de
la fogata. En una choza habrían alojado de una a cuatro familias que se encontraban en el
lugar de campamento. Si la choza era utilizada por más de un día se consolida con un mayor
número de ramas y hojas. Las estructuras eran abandonadas al partir para ser recuperadas
por otros grupos. En ocasiones excepcionales, como varazones de cetáceos o para celebrar
ceremonias de iniciación, se levantaban campamentos colectivos.
Lengua

Pertenece a las lenguas fuéguidas, junto con el kawashkar y el selk’nam, que entre ellas eran
mutuamente ininteligibles y sin aparente relación genealógica. Sus últimos hablantes la llaman háusi
kútə, y al castellano, póla kútə. Su vocabulario está relacionado con la naturaleza austral, usando
palabras distintas para casos que en español se usa un adjetivo calificativo, sobre todo en lo
referente a especies de flora y fauna. Por ejemplo: tahkáfi/ congrio negro y imahára/ congrio
colorado. Importante es la presencia de anglicismos para objetos introducidos: kofí/café,
móns/mes, etc.

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