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Economía Política

Profesor: Martín Napal

Alumno: Lucas Julián Fernández

CUESTIÓN DE GÉNERO
I. Introducción.

En la actualidad se ha hecho hincapié en la igualdad de género, y un factor importante en ello


es el económico. A lo largo de la historia la mujer siempre estuvo en situación de
vulnerabilidad con respecto al hombre.

Esto no escapa a la realidad de la localidad de Bahía Blanca a lo largo de su historia.

II. Participación de las mujeres en el mercado laboral.

La desigualdad de género en el mercado de trabajo en Argentina es una de las dimensiones


donde la posición desventajosa de las mujeres se manifiesta con una intensidad ineludible. El
ingreso mensual de ellas es el 75% del de los hombres, esta brecha se explica porque más de la
mitad de las mujeres se ocupa en puestos a tiempo parcial. Aunque la diferencia salarial entre
hombres y mujeres se suaviza al observar los valores del ingreso horario, la brecha es
significativa considerando el ingreso laboral total obtenido en el mercado de trabajo. Las
implicancias de esta situación exceden el ámbito de lo laboral e irradian su injerencia al
interior de los hogares, porque al restar independencia a las mujeres, contribuye a reproducir
relaciones de género que las subordinan.

La igualdad de género ya no debería ser materia de discusión, aun así el mercado laboral de
Bahía Blanca afecta una gran parte del género femenino, especialmente a jóvenes menores de
30 años.

La igualdad en la actualidad desde el punto de vista femenino se propone demostrar las


diferencias en el mercado laboral, donde la mujer realiza trabajos precarios ya que sufre de la
falta de garantías en las condiciones laborales. Esto restringe el ascenso a cargos más elevados
en trabajos, ya que se encuentran en el sector socio-económico más marginado.

El trabajo doméstico comprende las tareas que facilitan el sostén fundamental de la vida diaria
e involucra las tareas que las mujeres tradicionalmente llevan a cabo sin recibir un salario. Se
vincula a actividades que históricamente han sido invisibilizadas, no reconocidas.

El trabajo precario, se refiere a aquellas labores que conllevan o se despliegan en el marco de


la incertidumbre, la inseguridad, la falta de garantía tanto por las condiciones de desarrollo del
trabajo, como por la remuneración percibida, entre otras características.

Los contratos de trabajo temporales y las jornadas de trabajo escasas o extensas pueden ser
percibidos como síntomas de precariedad. Muchas personas tienen que trabajar a tiempo
parcial diario, lo que les impide lograr la retribución necesaria. Otras, en cambio, deben
trabajar jornadas de trabajo que exceden el límite de tiempo legal para poder conseguir el
ingreso necesario.

Transparentar las características de la participación de las mujeres en el mercado de trabajo de


nuestro país, plantea un desafío permanente para las políticas sociales y la búsqueda de una
perspectiva integral de la misma que aborde las de protección social, de promoción y las
políticas sectoriales, en particular las laborales. Es a la vez un desafío que requiere de un
abordaje amplio que vincule a los actores sociales que integran este espacio, es decir
sindicatos y empleadores, Estado y organizaciones sociales.

III. Taller de costura “Gira Vida”.

Este proyecto fue impulsado por una ONG llamada “Gira Vida”, con fin de que mujeres del
barrio “Puertas del sur” y Bajo Rondeau puedan aprender de costura para mejorar su calidad
de vida y también para ayudar a la gente del barrio con las prendas que confeccionan en este
lugar.

Gabriela, una de las mujeres que integran el taller, nos contó su situación actual. Ella es madre
de un hijo, vive cerca de Gira Vida. Al no tener un trabajo estable manifestó que vende
sorrentinos, rosquitas, empanadas y demás comidas caseras que ella misma hace para poder
subsistir e intentar darle a su hijo un mejor pasar. Gabriela está separada del padre de su hijo y
todo le cuesta el doble para poder llevar el plato de comida a la casa.

Lorena, de 39 años, es la profesora del taller. Es madre soltera, con dos hijos, uno de 20 años y
el otro de 11. El padre no le ayuda económicamente con el cuidado de ellos. Nos contó que en
su adolescencia fue rebelde y no obedecía a su madre, por ende, no terminó el colegio.
Aprendió costura cuando era joven en la localidad de Médanos, actualmente trabaja por la
mañana en una casa de familia y por las tardes hace costura (bufandas, repasadores, apoya
pavas, etc.) para vender y que así ingrese algo de dinero para mantener a su familia.

Dijo: “Es muy sacrificada la costura, pero aun así con esfuerzo se puede trabajar de esto”.

Alejandrina, madre de 10 hijos, una de ellos es Silvia. Cuenta con un hijo de diez años con
discapacidad. Ella no trabaja, pero recibe ayuda del Estado con dos pensiones y el resto de sus
hijos también colaboran económicamente con ella. Está separada desde hace 5 años.

Margarita, se trasladó desde Tucumán a Rio Negro en busca de una fuente de trabajo, a un
campo cuando tenía 26 años. Ella tiene dos hijos, la menor de ellos, de 19 años actualmente
trabaja en la cosecha de tomate y cebolla.

Silvia1, de 36 años, cuenta que desde que se fue de su casa hace diez años se ha dedicado a ser
cartonera y actualmente la municipalidad le dio un trabajo de soldadora. Hace dos años se
incorporó a este programa social de acción católica, para pasar sus tardes entre mujeres y
aprender nuevas ideas y proyectos para salir adelante en lo laboral. Ella contaba que no recibió
la capacitación necesaria ni los medios necesarios para realizar un trabajo seguro.

1
Mujer integrante del taller de costura “Gira Vida” en el barrio Puertas al Sur.
Todas estas mujeres de las cuales acabamos de contar su situación coinciden en que hay una
gran diferencia con respecto a los hombre a la hora de insertarse en el mercado laboral,
porque la mujer termina haciendo varias labores con el objetivo de ser independiente, y no
depender de nadie más que ellas mismas y resulta cada vez más difícil. En busca de esa
independencia en su gran mayoría son polivalentes.

IV. El lado oscuro de la brecha salarial.

Dentro de esta brecha caen el machismo, los perjuicios, las preferencias de los trabajadores,
los grados de compatibilidad, dinámicos laborales que excluyen a las mujeres, derechos
inequitativos.

Hay mucha discriminación, más aun en la brecha salarial, que se amplia para las mujeres
campesinas e indígenas, también entra las religiones preferenciales.

La segregación horizontal contribuye a la desigualdad de género, en términos de cantidad y de


calidad del empleo. Las mujeres que participan en el mercado laboral están excesivamente
representadas en una serie limitada de sectores y ocupaciones.

La presencia de las mujeres en las actividades primarias o de la construcción es baja. Mientras


que la confección, el comercio al por menor, los servicios de hotelería y restaurantes, la
actividad financiera y de seguros, y la investigación y desarrollo, son sectores y actividades con
presencia mayoritaria de mujeres. Las principales fuentes de empleo para las mujeres siguen
siendo el trabajo en casas particulares, la enseñanza y los servicios sociales y de salud.

Hoy en día las mujeres estudian más que hace 20 años atrás (y llegan a niveles educativos más
altos), se acercan a mejores condiciones laborales y salariales y podemos ver como acortan la
diferencia con sus pares. Además hay muchas que se les pregunta en las entrevistas laborales
sobre sus planes de maternidad, su mera responsabilidad implica una penalización en el
mercado de trabajo.

Por otro lado pocos varones se ven obligados a dejar de trabajar o estudiar cuando tienen
hijos, estas situaciones son invisibles a las estadísticas pero pasan en la vida cotidiana.

Hoy en día, persiste ese modelo donde las mujeres son las que se hacen cargo de la
reproducción y del cuidado de los dependientes de la familia. Y esto las condiciona en su
inserción en el mercado de trabajo remunerado en dos sentidos. Por un lado son ellas mismas
las que a veces se retraen en su desempeño en el mercado de trabajo, deciden no postular a
un puesto de más responsabilidad o de más jerarquía que implique viajes, porque eso no les
permitiría conciliar esa tensión que sienten entre la familia y el trabajo remunerado. Pero por
otro lado están las instituciones. Las empresas, los empleadores, el mercado: las instituciones
que son portadoras de género y que parten de esos prejuicios y preconceptos y siempre van a
preferir a un hombre. Entonces, aquí hay una cuestión de distribución muy injusta entre los
sexos, desequilibrada, que pone a las mujeres en lugares desventajosos en el mercado de
trabajo, peor remuneradas, que hace que trabajen menos horas de las que quisieran trabajar.
Todo su desempeño laboral está condicionado por estas construcciones de género, que
persisten y que son muy difíciles de modificar.
V. Desempleo femenino en Bahía Blanca.

“La desfavorable evolución de la ocupación femenina resulta notable. En 2003/7 la tasa de


desocupación de las mujeres se redujo, pero menos que la de los varones. Además, esta
reducción no fue el resultado de un aumento de la tasa de empleo (que, de hecho, se contrajo)
sino de una brusca disminución de la tasa de actividad. En los años 2008/13, aunque la tasa de
empleo de las mujeres experimentó un cierto aumento, la tasa de actividad subió mucho más
y por ello la de desocupación no sólo no continuó con el descenso iniciado en los años previos
sino que retomó la tendencia ascendente”.

“En 2003/7 muchas mujeres abandonaron o perdieron sus puestos de trabajo y muchas
dejaron de buscar; aún así siguió siendo elevada la proporción de las que continuaron
solicitando empleo sin encontrarlo. En 2007/13 tuvo lugar un cierto aumento en la
disponibilidad de puestos de trabajo para las mujeres pero la cantidad de interesadas que
acudió al mercado excedió a las vacantes dando lugar a un nuevo incremento de la tasa de
desocupación. La comparecencia masiva de mujeres en busca de empleo (de ingresos
adicionales) en 2008/13 en un contexto de estancamiento o declinación de los salarios reales
contribuyó al deterioro relativo de la situación laboral de las mujeres ya que la tasa de
desocupación de los varones continuó disminuyendo”2.

VI. La igualdad salarial en las leyes

La relación laboral es una relación jurídica asimétrica. Los sujetos que la integran no se
encuentran en condiciones de igualdad a la hora de establecer los términos de esa relación y
por eso existe todo un sistema de normas conocidas como el derecho laboral que es un
sistema de naturaleza tuitiva o protectora del trabajador que es la parte débil o vulnerable de
la relación jurídica.

Desde la Constitución Nacional, los tratados internacionales con jerarquía constitucional,


decretos y convenios colectivos existe un completo y adecuado sistema normativo que regula
la igualdad en todas sus formas, que limita y prohíbe todo tipo de discriminación por género
en el ámbito del trabajo o de las relaciones laborales, incluida la desigualdad en el salario.

Comenzando por la Constitución Nacional que establece como uno de los derechos
fundamentales de los y las trabajadoras la igual remuneración por igual tarea (artículo Art. 14
bis y siguiendo por los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional entre los que
podemos mencionar la “Convención contra todas las formas de discriminación contra la
mujer” que reconoce “el derecho a igual remuneración, inclusive prestaciones, y a igualdad de
trato con respecto a un trabajo de igual valor, así como igualdad de trato con respecto a la
evaluación de la calidad del trabajo.” (Inciso b, del art. 11 inc. d).

2
(Burachik, G. (2017). Empleo y desempleo en Bahía Blanca en los años 2003-2013. 2017, de
Universidad Nacional del Sur Sitio web:
http://bibliotecadigital.uns.edu.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2525-
12952015001100004&lng=es&nrm=iso)
En el ámbito interno, y para que esos derechos que la Constitución reconoce se
apliquen, la Ley de Contrato de Trabajo (Ley 20744) cuenta desde hace más de 40 años con un
capítulo específico para el trabajo de la mujer que se refiere a la igualdad y no discriminación
donde establece además que los Convenios Colectivos de trabajo no pueden hacer
discriminación y que deben establecer igualdad de retribución por trabajo de igual valor.

En síntesis, ha quedado demostrado que las leyes existen, no son necesarias nuevas
normativas en materia laboral. Lo que es necesario es una puesta en acción por parte del
Ministerio de Trabajo para inspeccionar y recibir denuncias de asociaciones sindicales o de las
mismas trabajadoras, cuando detecten una situación de desigualdad en su contra.

VII. Conclusión

Hemos visto a lo largo de este trabajo como la mujer en la sociedad se ve mayormente


vulnerable en frente al mercado laboral y se encuentra bajo el yugo de la sociedad patriarcal
en la que vivimos, en la cual la mujer, a pesar de estar ganando terreno, sigue sin conseguir
igualdad de condiciones laborales y humanas. Es un largo camino de cambio de este
fenómeno en el cual solo el hombre dispone de más posibilidades que las mujeres, esta brecha
puede empezar a acortarse con educación, políticas sociales del estado y un cambio cultural
sobre la mirada hacia la mujer. Las herramientas para cambiar esta situación están, es hora de
que el Estado y el Ministerio de Trabajo asuman ese compromiso y tengan más protagonismo
en esta lucha contra la desigualdad.

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