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EL SISTEMA INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS

HUMANOS
Hilda Nucci González

I.INTRODUCCIÓN
Hoy día todos los sistemas regionales y nacionales para la protección de los
derechos humanos deberían considerarse dentro de lo formulado por la
Declaración Universal de los Derechos Humanos y los dos pactos de las Naciones
1
Unidas. Estos instrumentos a la par de los Protocolos Facultativos, se conocen
como la ​Carta Internacional de Derechos Humanos​. ​Sin embargo, a pesar de que
los derechos fundamentales son iguales, los procedimientos para su protección
varían de una región a otra.
El sistema Interamericano de protección de éstos derechos se basa en la
creación, integración y funcionamiento de la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos y de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, toda vez
que dichos organismos representan el desarrollo progresivo en la protección
internacional de los derechos del hombre en nuestro continente.
México forma parte de aquéllos países que deciden acoger el sistema
interamericano de los derechos humanos, al someterse de manera soberana a la
competencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, bajo el amparo
del artículo 133 de la constitución.
A través del reconocimiento que México hace a dicho sistema se refleja un
estatuto contemporáneo que forzosamente permeará en las normas internas de
los países parte, lo que se traduce en un control de la constitucionalidad que

1
El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales fue adoptado y
abierto a la firma, ratificación y adhesión por la Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI),
de 16 de diciembre de 1966. Entró en vigor el 3 de enero de 1976. El Pacto ​Internacional de
Derechos Civiles y Políticos fue adoptado y abierto a la firma, ratificación y adhesión por la
Asamblea General en su resolución 2200 A (XXI), de 16 de diciembre de 1966. Entró en vigor el 23
de marzo de 1976.
caracteriza el desarrollo y la consolidación de los derechos antes mencionados.
Debiendo existir coincidencia entre el Derecho estrictamente nacional y el Derecho
internacional.
De tal suerte, que mediante el reconocimiento de estos organismos
internacionales se puede sugerir la presencia de una verdadera cultura de respeto
a los derechos humanos, en donde las autoridades deberán asumir un
compromiso y los ciudadanos obtendremos la certeza de su actuación.
II. ANTECEDENTES
El sistema de protección de los derechos humanos establecido por la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) es muy extenso, comprende los
tratados y declaraciones internacionales expedidos por la Asamblea General de la
citada organización.
El sistema interamericano de derechos humanos, está compuesto por un
conjunto de ordenamientos que tienen aplicación en el continente americano, pero
a la vez se fundamenta en otros sistemas de carácter internacional y no regional
que promueven el cumplimiento de los derechos fundamentales.
En este sentido, se puede hablar de un sistema universal y otros sistemas
regionales, pues además del sistema americano, se pueden considerar al
europeo, al africano y otros en distintas partes del mundo.
Es a partir de una visión universal, que se ha logrado la consolidación de los
2
primeros instrumentos jurídicos de protección a los derechos humanos ,
alcanzando una amplia promoción, protección y garantía de los mismos.
El paradigma de los derechos humanos en el ámbito internacional lo
representa la Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones
Unidas celebrada el 10 de diciembre de 1948.

2
Destacan la Declaración Universal de los Derechos del Hombre de 1948. Como tratados de
carácter internacional el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional
de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, expedidos por la Asamblea General de la ONU.
Asimismo, se han establecido diversos organismos para la protección de los derechos
fundamentales; La Comisión de Derechos Humanos establecida en 1946, el Protocolo Facultativo
del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, diversos Comités, como el Comité para la
Eliminación de la Discriminación a la Mujer de 1981, entre otros.

2
Dicho instrumento era considerado meramente como un documento de
carácter moral y no surtía efectos jurídicos, sólo poseía eficacia indicativa, pero no
así el carácter de eficacia vinculante. Esta apreciación se transformó, sobre todo
después de la aprobación en 1968 de la Declaración de Teherán, en donde se
señala que “la Declaración Universal de Derechos Humanos” debe ser declarada
obligatoria para toda la humanidad, toda vez que enuncia una concepción común
a todos los pueblos de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
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de la familia humana”.
En este sentido, la Convención Europea suscrita el 4 de noviembre de 1950
en la ciudad de Roma para la protección de los derechos humanos y libertades
fundamentales, constituye la base del sistema europeo de protección a los
derechos humanos y ha servido como modelo a otros sistemas jurídicos.
La Convención antes mencionada estableció dos organismos para la tutela
de los derechos del hombre, la Comisión Europea de Derechos Humanos y la
Corte Europea de Derechos Humanos que inicia sus actividades en Estrasburgo
en el año de 1959.
Por otra parte, el sistema africano de protección a los derechos
fundamentales, tiene su fundamento en la Carta Africana de los Derechos del
Hombre y de los Pueblos de 1981, en donde instituye un órgano de tutela de los
derechos humanos, la Comisión Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
Asimismo, la comunidad de Estados independientes, formada por los países
que se separaron de la anterior Unión Soviética, incluyendo la Federación Rusa,
aprobaron en el año de 1995 la Convención de Derechos Humanos para
garantizar la protección y ejercicio de los derechos fundamentales.
Por último, pero sin restarle importancia, el sistema interamericano de
derechos humanos logró consolidarse a partir de diversos instrumentos de
carácter internacional, como lo es en un primer término, la Declaración Americana

3
Vallarta Plata, José Guillermo, ​La Corte interamericana de justicia y los derechos humanos
en México, ​México, Porrúa, 2003, pp. 94 y 95.

3
de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada en Bogotá, Colombia en el año
de 1948, y la Carta Internacional Americana de Garantías Sociales del mismo año.
Los documentos antes mencionados carecían al igual que la citada
Declaración Universal de los Derechos Humanos de un poder vinculante, pero con
el paso del tiempo de conformidad con la interpretación que de éstos haría la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, se les otorgaría el carácter de
obligatorios y plenamente vinculantes.
Adicionalmente, el sistema interamericano para la protección de los derechos
del hombre se caracteriza por su carácter institucional, a través de dos
instrumentos, la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
La Carta de la OEA de 1948, puede calificarse como la manifestación política
de un sistema regional que a la fecha continúa evolucionando.
La Convención Americana sobre Derechos Humanos, aprobada en la ciudad
de San José, Costa Rica, el 22 de diciembre de 1969, conocida también como
“Pacto de San José” se ha considerado como pieza clave del sistema protector de
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los derechos humanos en América, y a la vez ha sido complementada por dos
instrumentos: el Protocolo de San Salvador de 1988, que se refiere a los derechos
económicos, sociales y culturales, y el Pacto de Asunción, Paraguay de 1990,
5
relativo a la pena de muerte.
Además de los documentos antes referidos, el sistema americano ha tomado
en cuenta diversos tratados aprobados por la Asamblea General del Consejo de la
6
OEA.
En general, el continente americano se ha visto beneficiado por una política
en materia de protección de los derechos humanos, principalmente a partir de la

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Cabe aclarar, que México ratificó este instrumento hasta el 24 de marzo de 1981.
5
México se adhiere al Protocolo de San Salvador el 16 de abril de 1996. Sin embargo, a la
fecha no se ha adherido al Pacto de Asunción.
6
Convención Americana para Prevenir y Sancionar la Tortura de 1985, Convención
Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas de 1994, Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra la Mujer de 1994 y la Convención
Interamericana contra la Corrupción de 1996.

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celebración del “Pacto de San José” , toda vez que este instrumento logró
consolidar dos órganos competentes para conocer de las violaciones en materia
de derechos fundamentales: La Comisión Interamericana de Derechos Humanos y
la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
III. LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos se creó en 1959, en
Santiago de Chile, por resolución dictada en la quinta reunión consultiva de
ministros de relaciones exteriores de la OEA. No obstante, inició sus actividades
formales en 1960 al aprobarse su primer estatuto.
Los integrantes de dicha Comisión se eligieron el 29 de junio de 1959 por
primera vez. Entonces como hasta ahora, la citada Comisión estaba integrada por
siete miembros designados por la Organización, a título individual por un período
de cuatro años, permitiéndoles la relección solo por un único periodo. La
residencia de la nombrada Comisión es la ciudad de Washington, D.C.
La Comisión se creó con el fin de subsanar la carencia de órganos
específicamente encargados de velar por el cumplimiento de los derechos
fundamentales en el sistema interamericano, según el artículo 112 de la Carta de
la OEA.
En un principio, se consideró a la Comisión como un organismo de estudio y
promoción de los derechos señalados en la Declaración Americana, pero al pasar
los años adquirió mayores facultades, como la de promover la observancia y la
defensa de los derechos humanos y servir como órgano consultivo de la
organización en materia de derechos fundamentales.

7
A la fecha son 25 países los que se han adherido a la Convención o “Pacto de San José”.
Empero, sólo 21 Estados miembros la han reconocido expresamente. Los países adheridos al
Pacto de San José son: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica,
Dominica, Ecuador, El Salvador, Grenada, Guatemala, Haití, Honduras, Jamaica, México,
Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Trinidad y Tobago,
Uruguay y Venezuela. Adicionalmente, los países que han reconocido la competencia contenciosa
de la Corte Interamericana son todos los anteriores, excepto, Dominica, Grenada, Jamaica y
Trinidad y Tobago.

5
Finalmente, en 1965 se reformó el estatuto original de la Comisión y la
autorizó para recibir reclamaciones individuales y formular recomendaciones a los
países involucrados, a fin de generar un exacto cumplimiento de los derechos
humanos.
En el año de 1967, se elevó a la Comisión como uno de los órganos
principales de la Organización, su actual estatuto fue aprobado por la Asamblea
General de la Organización en octubre de 1979 y su reglamento se expidió en abril
de 1980.
La Comisión, por un lado tiene competencias con dimensiones políticas,
entre cuyas tareas destacan la realización de visitas ​in loco y la preparación de
informes con observaciones acerca de la situación de derechos humanos en los
Estados miembros.
Aunado a lo anterior, la Comisión puede recibir denuncias o reclamaciones
sobre la violación de los derechos consagrados en la Declaración Americana de
los Derechos y Deberes del Hombre, en relación con los Estados miembros de la
Organización que no sean partes en la Convención Americana sobre Derechos
Humanos. Sin embargo, el efecto es vinculatorio y su procedimiento se contempla
en los artículos 51 al 54 de su reglamento.
El artículo 34 del reglamento de la Comisión no establece un procedimiento
formal para la admisión de la petición, solo basta que el citado organismo la
admita. Hoy día el criterio aplicable es, que la petición de carácter individual
contenga la información necesaria para poder ser admitida, esto es que se pueda
constatar la violación de los derechos humanos.
La petición se tiene que presentar en un plazo de 6 meses a partir de que al
afectado le haya sido notificada la resolución final acerca de la lesión de sus
derechos en la jurisdicción interna. Empero, de no existir legislación interna que
promueva la protección de estos derechos, o bien un procedimiento legal que los
garantice, se podrá acceder a la recomendación de la Comisión.

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Adicionalmente, la Comisión posee poderes de instrucción y de
investigación, y podrá llegar a una solución amistosa si es que el caso lo permite.
Por lo que, una vez analizadas las pruebas del caso sometido a su
consideración, la Comisión deberá presentar un informe por escrito en el que
expondrá los hechos y las conclusiones del asunto.
La Comisión está facultada para elaborar dos informes, el primer informe
tiene el carácter de preliminar y el segundo de definitivo, el segundo informe es el
que la Comisión normalmente pública.
La Comisión se fija un plazo de tres meses contados a partir de la
transmisión del primer informe al Estado interesado, a efecto de que este decida si
somete el caso a la Corte Interamericana -en el caso de que el propio Estado se
someta a su jurisdicción-, o bien continúa la tramitación del caso y elabora un
segundo informe con las recomendaciones y conclusiones definitivas para que el
Estado aludido tome las medidas necesarias para remediar la situación
examinada. Transcurrido el plazo antes mencionado, la Comisión resolverá si el
Estado cumplió con las recomendaciones y si publica o no el informe respectivo.
IV. LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS
La Corte Interamericana de Derechos Humanos, conocida también como
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Corte Interamericana de Justicia, inspirada en el paradigma de la Corte Europea
se creó el 18 de julio de 1978. Sin embargo, es hasta octubre de 1979 que entra
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en vigor su estatuto y se elige a sus siete primeros jueces.

8
La Corte Europea de Derechos Humanos, formada por miembros elegidos por la Asamblea
Parlamentaria del Consejo de Europa en igual número que los Estados integrantes de la
Convención de Roma; por periodos de 9 años con posibilidad de reelección, se ocupaba de
reclamaciones de un Estado parte contra otro, por violaciones a los derechos establecidos en la
Convención de Roma.
9
La composición actual de la Corte es como sigue: ​Juez, Diego García Sayán, Presidente;
Juez, Manuel E. Ventura Robles, Vicepresidente; ​Juez, Alberto Pérez Pérez; ​Juez, Humberto
Antonio Sierra Porto; ​Juez, Eduardo Vio Grossi. ​Juez, Roberto de Figueiredo Caldas. ​Juez,
Eduardo Ferrer Mac-Gregor Poisot; ​crf. ​Corte Interamericana de Derechos Humanos​, consultado el
12 de mayo de 2013, http://www.corteidh.or.cr/composicion.cfm

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La sede permanente del Tribunal es la ciudad de San José, Costa Rica. El
reglamento de la Corte se aprobó en agosto de 1980, pero éste fue derogado por
el aún vigente de 1° de enero de 1997.
Si bien, el antecedente de la Corte lo constituye la Corte Europea tal y como
se mencionó, existe un precedente anterior, la Corte Centroamericana creada por
la Convención suscrita el 20 de diciembre de 1907 en Washington D.C., por Costa
Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras, y Nicaragua, con carácter
predominantemente jurisdiccional. La citada Convención fue el primer precedente
mundial sobre el acceso de los particulares ante un tribunal internacional.
La Corte Interamericana es uno de los tres Tribunales regionales de
protección de los Derechos Humanos, conjuntamente con la Corte Europea de
Derechos Humanos y la Corte Africana de Derechos Humanos y de los Pueblos.
Es una institución judicial autónoma de la OEA, cuyo objetivo es la
interpretación y aplicación de los derechos reconocidos por el “Pacto de San
José”. Su ámbito de competencia es tanto de carácter contencioso como
consultativo.
Los jueces que la integran son nombrados a título personal, de conformidad
a sus méritos personales y prestigio profesional por la Asamblea General de la
OEA durante su período de sesiones, (actualmente son cuatro periodos de 15 días
cada uno), la duración de los jueces en el cargo es por un período de seis años y
pueden ser reelegidos una única vez. La corte funciona en pleno y no en salas.
La designación de los candidatos a jueces del tribunal se realiza seis meses
antes de la celebración del período ordinario de sesiones de la citada Asamblea,
en donde el Secretario General de la Organización solicitará a los Estados
integrantes que presenten a sus candidatos en un plazo no mayor a noventa días.
Cada Estado parte podrá presentar una terna de candidatos nacionales de
cualquier Estado miembro de la OEA y al menos uno no podrá ser nacional del
Estado que lo propone. Presentadas las ternas el Secretario General de la OEA
preparará la lista y se las presentará a los Estados parte, por lo menos treinta días

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antes del próximo período de sesiones, a efecto de que sean votados por mayoría
absoluta.
No puede haber dos jueces de la misma nacionalidad y el mandato de éstos
se contará a partir del 1° de enero del año siguiente al de su elección y hasta el 31
de diciembre del año en que se cumplan los seis años.
En este contexto, la Asamblea General optó por un tribunal compuesto de
jueces de tiempo parcial, por lo que los jueces no son empleados de la OEA, no
tienen que vivir en Costa Rica y pueden ejercer su profesión de abogado o alguna
otra. Los jueces reciben un viático y un honorario por cada día de servicio. No
obstante, de conformidad a los estatutos y el reglamento, los jueces requieren
estar a disposición de la Corte las veces que sean necesarias.
La dirección de la Corte está a cargo de un presidente y vicepresidente,
ambos electos por un período de dos años, pudiendo ser reelegidos, empero el
criterio es que se roten constantemente y por períodos únicos.
El presidente, el vicepresidente y un tercer juez designado por el primero,
integran la comisión permanente, que es el cuerpo directivo que asesora y apoya
al presidente en el ejercicio de sus funciones.
La secretaria de la Corte es dirigida por el secretario, el cuál es nombrado
por un período de cinco años por el secretario general de la OEA pudiendo ser
reelecto por más de una vez.
La Corte Interamericana celebra anualmente todos los periodos ordinarios de
sesiones que sean necesarios para el cabal ejercicio de sus funciones, en las
fechas que la propia Corte designe en su sesión ordinaria inmediata anterior.
El presidente puede modificar las fechas y convocar a periodos
extraordinarios, previa consulta a los demás jueces, o en el caso de periodos
extraordinarios a solicitud de éstos.
Las audiencias por regla general son públicas y tienen lugar en la sede del
tribunal, a menos que por la naturaleza del asunto deban de ser privadas o fuera
de su centro. Las deliberaciones versan únicamente sobre la ​litis planteada y son

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secretas. Las normas del procedimiento se establecen en el artículo 25 de sus
estatutos.
Todas las sentencias de la Corte Interamericana deberán aprobarse por la
Corte plenaria, el ​quorum necesario para deliberar es de cinco jueces, pudiendo el
presidente nombrar a uno o más jueces interinos, en caso de sustitución por
fuerza mayor de alguno de sus miembros o muerte. Dichos jueces son nombrados
por la comisión permanente hasta en tanto no se elija a su sucesor.
​ n
Adicionalmente, la Corte estableció el sistema de los jueces ​ad hoc, e
donde el juez que sea nacional de alguno de los Estados miembros, en el caso
sometido a la Corte, conserva su derecho a conocer del mismo. En caso de
excusa, es decir, el Estado u otro Estado parte, en el caso que no tenga un juez
nacional puede designar a una persona de su elección que integre la Corte.
El estatuto de la Corte presupone que el derecho a nombrar a jueces ​ad hoc
se puede renunciar, siendo el caso, si es que no designa a alguno antes de los
treinta días de la invitación escrita del presidente de la Corte.
Por lo que se refiere a la competencia consultiva, dicho Tribunal ha emitido
diversas opiniones solicitadas en ocasiones por Estados miembros y en otros por
la propia Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Además la facultad
interpretativa de este Tribunal se extiende a la interpretación de otros tratados que
tutelen los derechos humanos en el continente americano.
Asimismo, los Estados parte pueden solicitar la opinión de la Corte respecto
de la compatibilidad entre cualesquiera de sus leyes internas y los mencionados
tratados internacionales.
Respecto a la competencia contenciosa o función jurisdiccional, es necesario
el reconocimiento expreso de los Estados miembros de la OEA, a fin de tener el
efecto vinculante y poder fincar responsabilidades como consecuencia de sus
fallos a los Estados integrantes en caso de violación a los derechos humanos.
Los pronunciamientos de la Corte son definitivos e inapelables y de
cumplimiento obligatorio para los Estados involucrados. Únicamente pueden

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acudir ante ella, la Comisión Interamericana tratándose de reclamaciones
individuales, o bien un Estado parte de la Convención que se hubiese sometido a
su competencia.
El procedimiento ante la Corte se inicia con la presentación de la demanda,
la contestación de la misma y en caso de proceder se oponen excepciones
preliminares o medidas precautorias. Posteriormente, el presidente señala la
apertura de la etapa procedimental oral y fija las audiencias que fueren
necesarias.
En las citadas audiencias se da el desahogo de pruebas ante los jueces y se
formulan los alegatos correspondientes bajo la dirección de debates que presiden
el presidente del tribunal, haciéndose efectivo el principio de la inmediación. La
Corte goza de amplias facultades para las diligencias probatorias, pudiendo
decretarlas de oficio. Dentro de los criterios del tribunal, existe el principio de
impulso de oficio del procedimiento.
El proceso se pude concluir anticipadamente, si es que el Estado
demandado declara su allanamiento a las pretensiones de la parte demandante.
También se podrá concluir el proceso, en el caso de que ambas partes informen
que se ha llegado a una solución amistosa o un hecho que ponga fin al litigio, sin
embargo ante el carácter del Tribunal este podría ordenar el seguimiento del
examen del caso.
Los denunciantes podrán ser familiares de las víctimas o inclusive
organismos no gubernamentales. La Corte a su vez, podrá establecer de
conformidad con el artículo 25 del reglamento de la Comisión Interamericana
antes señalado, las medidas cautelares o provisionales que estime necesarias
para el efectivo cumplimiento de una sentencia.
Es importante mencionar, que al día de hoy existe la negativa de Canadá y
Estados Unidos para someterse a la jurisdicción contenciosa del citado Tribunal.
En el caso del derecho internacional latinoamericano, la Corte
Interamericana de Derechos Humanos se refirió por primera vez al tópico de la

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libertad de expresión en el año de 1985, a través de la opinión consultiva OC-5
solicitada por el gobierno de Costa Rica, que trata acerca del examen de la
colegiación obligatoria de periodistas en ese país​.
Hoy día, las resoluciones de la Corte constituyen jurídicamente uno de los
instrumentos fundamentales para hacer valer el derecho a la libertad de expresión
y el derecho a la información.
V. MÉXICO Y LA CORTE INTERAMERICANA DE JUSTICIA
En el sistema jurídico mexicano los tratados internacionales constituyen una
fuente de derecho, de conformidad con el artículo 133 de la Constitución. En
atención a la jerarquía normativa, la interpretación del artículo 133 constitucional
sitúa a los tratados internacionales y las leyes que emanan del Congreso de la
Unión en el mismo nivel jerárquico.
Sin embargo, la reciente interpretación de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación en tesis aislada coloca a los tratados internacionales en materia de
derechos humanos por encima de las leyes federales y por debajo de la
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Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Entre los tratados internacionales suscritos por México en materia de
derecho a la información destacan los siguientes: Declaración Universal de los
Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos Humanos;
Convención Americana de los Derechos Humanos; Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos.
Asimismo, por lo que se refiere al reconocimiento de la libertad de expresión,
México se adhiere a lo establecido por la Corte Interamericana de Derechos
Humanos en dicha materia, con miras al derecho a la información en el año de
1985 a través de la citada opinión OC-5.
Adicionalmente, se incorpora a la jurisdicción de otros dos instrumentos, la
Declaración de Chapultepec (adoptada por la Conferencia Hemisférica sobre

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Amparo en revisión 1475/98. Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito Aéreo. 11
de mayo de 1999. Unanimidad de 10 votos. Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente:
Humberto Román Palacios.

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Libertad de Expresión) y la Declaratoria de Principios sobre Libertad de Expresión
de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos adoptada en el año 2000.
Bajo este contexto, al suscribir la Convención Americana de Derechos
Humanos, el Estado mexicano autoriza la jurisdicción vinculante de la Corte
Interamericana de Justicia en el año de 1998.
De ahí, el inicio de la transición del amparo nacional al amparo cuyas
consecuencias se vinculan con el orden legislativo internacional, en específico con
el interamericano, a fin de tutelar los derechos fundamentales.
Empero, en el caso de México la Corte solo puede conocer de violaciones
posteriores a la fecha de ingreso de éste al régimen contencioso y con la reserva
relativa a los actos derivados de la aplicación del artículo 33 constitucional.
En relación a los hechos ocurridos con posterioridad al 16 de diciembre de
1998, el Estado mexicano puede ser objeto de demandas ante la Corte
Interamericana por parte de la Comisión Interamericana, en el supuesto de que se
violen los derechos consagrados en la Convención Americana, cuando sean
objeto de una reclamación o denuncia individual.
Primero se deberán agotar las instancias nacionales, a fin de poder acudir a
la jurisdicción internacional. Posteriormente, la Comisión conocerá del caso y en
caso de incumplimiento del Estado parte lo someterá a la jurisdicción de la Corte
Interamericana.
Por ende, corresponde a la Comisión someter a consideración de la Corte
Interamericana los casos contenciosos y opiniones consultivas, a fin de no
malgastar la disputa para hacer del respeto a los derechos fundamentales una
parte integral de la agenda política nacional e interamericana.
Vale la pena apuntar que el carácter de la Corte Interamericana de Derechos
Humanos, no es el de un tribunal de apelación o de casación, como el de los
organismos jurisdiccionales nacionales. La Corte carece de facultades para
subsanar las violaciones en materia de derechos fundamentales, únicamente
emite recomendaciones y señala las violaciones a éstos derechos. Por lo que, en

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ningún caso la Corte podría sustituir la labor de los tribunales mexicanos, que son
los únicos que pueden garantizar la reparación del daño a las víctimas.
No obstante, al reconocer la jurisdicción vinculante del citado tribunal, México
trata de incorporar la tradición jurídica nacional a la tradición jurídica internacional
constituyéndose entre los países que servirán de ​Ad Exemplum en el ámbito de la
protección y salvaguarda de los derechos humanos.
VI. CONCLUSIONES
Del análisis anterior podemos advertir las siguientes consideraciones:
● La Corte Interamericana de Derechos Humanos se aproxima en su función
jurisdiccional a los órganos encargados de la interpretación constitucional
en el ámbito interno.
● Las funciones de la Corte, en especial la contenciosa constituyen la
interpretación y aplicación de los lineamientos en materia de derechos
fundamentales de la Convención Americana como una especie de ley
superior de aplicación transnacional.
● Las resoluciones de la Corte producen efectos vinculantes con los estados
que reconocen su jurisdicción y éstas son inapelables.
● Las sentencias que emite dicho organismo se constituyen como una
fuente de derecho en la materia independientemente de la legislación
nacional.
● Las facultades consultivas que desarrolla la Corte se aproximan al control
previo de constitucionalidad que realizan algunos tribunales, cortes y salas
constitucionales. En razón de lo anterior, se considera como un Tribunal
de derecho, que ajusta sus resoluciones a determinados ordenamientos
internacionales.
● Las resoluciones de la Corte forman parte del Derecho internacional, por
lo que el Estado debe respetarlas de conformidad con lo que señala el
artículo 133 constitucional. Es entonces un Tribunal que no es ajeno a

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nosotros, en el cuál México participa activamente a través de la
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designación de sus miembros y el pago de cuotas a la Organización.
Al día de hoy no existen reglas claras en la labor jurisdiccional de la Corte,
​ ​de ratione
por lo que ésta realiza un criterio de interpretación ​pro omine o
materiae.
En la medida que se les otorgue legitimación activa a los individuos para
acceder directamente a la Corte Interamericana, se dará una aproximación de
mayor intensidad a los conceptos tradicionales de Derecho constitucional.
En este sentido, la jurisdicción contenciosa internacional no es, prioritaria o
excluyente con respecto a la mexicana, sino subsidiaria. Por ello, corresponde a
los tribunales domésticos, la misión de proteger los derechos fundamentales de
las personas sujetas a la jurisdicción de la República.
Las decisiones de la Corte deben cumplirse por la aplicación del principio de
pacta sunt servanda,​ pero no hay un procedimiento coercitivo efectivo para
obligar a ello al Estado.
Lo anterior significa, que en materia de derechos humanos y en especial en
materia de derecho a la libertad de expresión e información, se debe establecer un
auténtico ​ius constitutionale commune, ​para instituir un estándar en el continente
o, cuando menos, en los países que han aceptado la competencia contenciosa de
dicho tribunal constitucional, en la solución de controversias que atañen el
ejercicio de los derechos fundamentales.
VII. BIBLIOGRAFÍA
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futuro de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, c​ onsultado el 21 de
septiembre de 2012,​ ​http://corteidh.or.cr/docs/libros/Futuro.pdf

11
México ha propuesto diversas candidaturas para el nombramiento de sus jueces, entre
ellas destacan las de Héctor Fix Zamudio y Sergio García Ramírez.

15
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Amparo en revisión 1475/98. Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito
Aéreo. 11 de mayo de 1999. Unanimidad de 10 votos. Ausente: José Vicente
Aguinaco Alemán. Ponente: Humberto Román Palacios.

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